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Full text of "Protocolo de antiguedades, literatura, agricultura, industria, comercio, & ."

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J  f\    i  3 


--f.MS- 


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iitnttu 

INTNOiillBS,  URÚTHU ,  lüKNIlLnill , 


POR 


I5í><í<i[ttitt  i^0$i  %mi^u* 


•TOlC  1. 


^        /^ ^  ^  >  /  *!PV  /  t  «.  '       ^  <,.-.-'^  X  /  ^  *^í;>^^  </'<**€<;•,      ¿^ 


faffeiU  de  I  Soler,  «alie  de  k  Mirilla  Nm.  82; 

IMB» 


i     .!    *    '"*"  '  '    '    .  Digitizedby  Google 


HARVARD  COLLEGE  LIBRARV 
MAY  3   1917 

UTIN-AMERICAN 
MOFESMMHIP  FUNIX 


MCROFlUyiED 
AT  HARVARD 


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) 


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JULIO  DE  1845. 


i|ui  BU  üyiiiiM  (lili  lii  intiprn  j  nTtiiltrr'TT  '  ■ '  '  •  i  ^^  *^ 


JimtDBUBIS,  LimiT1IU,;JSIIIISL1VU, 

htoUB,  CMKfeii,  Artes,  OfioM,  kt. 


Sajo  Me  tkwiaj  m  mas  avxUÍM  qM  mt  Mliíles  ftiersM,  ne 
propoBfo  pitUiear  iiiui  obni  e*  doce  tonos  per  entregas  de  i  díes 
püegofl,  que  te  díetríbuirán  todos  los  neses,  koeieado  esds  seis  na 
tomo  ea  eaarto  ■Mjror,  que  debesi  eoateaer  sobre  qaiaáeatas  págiaas. 

Enríqveeido  mí  srehíro  eoa  preciosas  dssaaMtites  qae  Im  debí- 
do  si  fcror  j  proCecdon  de  aús  baoaos  aiaifos  aqnf «  ca  la  Peaf asóla. 
j  ea  otros  pooCes  de  Earopa»  seria  aaa  Moagaav  «aa  pérdida  irrepa- 
rable que  se  estramrsai  i  q«e  qaedasea  olridados  ea  la  aocbe  de  los 
tiempoi^yesteesiraode  lospriaeipaleeaMtifos  qosaM  baa  estima, 
lado  á  ím  preseéie  pqbUeacioa. 

Ifome  Kmiti^soio  i  insertar  eaesu  obra  el  copioso  aáoMro  de 
•poales  histéricos  del  pais«  qac  be  rsnaido  en  dios  aios  de  constaa' 
tos  soBcitndes,  j  correspoadeiicia  con  los  prtnisres  genios  del  atando 
eÍ¥Ílíxado,  sino  que  los  nuevos  descabrimientos  en  las  artes  yea  las 
ciencias,  los  sucesos  mas  agradables  /  sorpreadcntes,  los  fenomcDOs* 


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— 4— 
lo«  procedimientos  agrfcoTas  de  inler^f ,  Ua  deaeripciones  pintoreteas 
de  los  lugares  mas  famosos  del  globo,  viajes,  biografías  de  hombres 
célebres,  y  muj  especialmente  los  de  nuestros  compatriotas,  poesías 
puramente  cubanas,  jr  todo  género  de  amenidad  farmaWbi  el  tegido 
bello  j  variado  de  esta  preciosa  colección.  No  entrará  en  mi  plan  ni 
la  religión  ni  la  política;  asf  lo  protesto  desde  ahora,  porgue  estas  son 
de  SUJO  delicadas  y  opuestas  á  mk  ofajeláh  £1  Sm^  que  me 
>  esiá  mámMo  ádoa  palabfasr  la  ■aimr^lagn  j  la  iad«slria* 

Aquellos  artículos  que  demanden  láminas  para  la  mas  perfecttt 
inteligencia,  irán  desde  luego  con  este  adorno,  y  para  cu  ejecución 
cuento  con  la  ayuda  de  los  mejores  artistas  que  tiene  la  Capiul. 

La  bondad  del  público  eaftpeñar&  mis  erfheisos,  y  no  podrá  de- 
cirse  que  haya  engaño  entre  nosotros:  hace  treinta  y  cinco  años  que 
nos  conocemos  y  traUmos  con  mñtua  intimi^d,  debiéndole  siempre 
consideraciones  madores  de  las  qae  merece— 


Tcoonuv  to6¿  H^icía. 


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—5— 

hiao  1»  oiodad  de  Saa  OrliAébalde  laBabaam  m  la  witrt» 
do  ra  &ey  el  Mr.  9, 7e]if0  !▼• 


To,  el  alférez  Diego  Dia-z  Dávila,  c^ríbano  de  minas,  re|;ittroe 
j  aduanas,  y  del  Cabildo  y  Ajuntamiento  de  esta  ciudail  de  la  Ha- 
bana, doy  fé  que  ajcr  miércoles  que  se  contaron  6  de  julio  de  1666, 
se  empezaron  las  obsequias  y  honras  que  se  hicieron  por  la  muerte  de 
nnestro  Rey  y  Señor  I).  Felipe  IV,  (que  finta  gloria  posea)  como  i 
las  cinco  de  la  tarde  en  las  casas  de  la  habittelon  del  seior  maestre 
de  campo  don  Francisco  <Dávila  Ortjon  Q»ston,  Gobernador  y  Capi- 
tán General  de  esta  d¡cb{^iudad  é  isla  de  Cuba  por  S.  M,,  que  soo 
las  de  Cabildo  y  cuerpo  de  guardia  principal.  Estaba  S.  S.  en  la  sala 
mayor  de  ellas  con  la  justicia  y  regimiento,  la  cual  estaba  toda  cu- 
bierta de  luto  de  bayeta  de  alto  abajo,  y  á  la^estera  desviado  de  la 
pared  lo  proporcionadamente  bastante,  un  bufete  cubierto  de  dosel  de 
terciopelo  morado  y  un  baldoquia  de  lo  mismo  y  todo  bordado  de 
oro,  y  encima  de  dicho  bufete  dos  Cojines  de  terciopelo  carmesf,  j 
sobre  ellos  una  almohada  de  brocado  de  color  pajizo  en  que  estaba 
una  corona  imperial  y  un  cetro,  y  al  rededor,  en  hacheros  que  pare- 
cían de  plata,  veinte  y  cuatro  círios,y  en  candeleros  del  mismo,  vein- 
te y  cuatro  velas  de  altar,  de  4  Wbra,  y  todo  á  la  vista  de  cera  blanca, 
y  estando  en  esta  forma,  á  dicha  hora  cinco  de  la  tarde,  se  empeza- 
ron los  oficios  fúnebres,  viniendo  ^s  religiones  denlos  conventoH  que 
hay  en  esta  dicha  ciudad  que  son  del  orden  del  Sr.  Santo  Domingo, 
Sr.  San  Francisco,  Sr.  San  Agustín  y  Sr.  San  Juan  de  Dios,  cada  re- 
Hgton  según  su  antigüedad  en  forma  proocsional,  con  cruz  alia,  ci- 
riales y  preste  que  cerraba  la  comunidad,  coa  capa  de  coro  y  minis* 
tfos  eon  dalmática,  diáconos  y  subdíáconos  y  subieron  i  lo  alto  de 
di^as  easas  y  entraron  en  dichn  forma  á  dfoho  salón,  y  en  61  hicie. 
roa  el  ofieie  de  entierro  conforme  el  ceremonial  Romano  y  estilo  de 
la  foaeieo,  y  haüéndele  acabado  eada  uaa  de  dichas  religiones,  bajfr 

» suMó  á  la  plaza  de  armak  de  dielio  euerpo  de  guardia,  dond^ 
i  a^eapitaa  don  Josépit  Calatayod  con  waa  eompafila  de  dos- 
.  eaentea  piquertie  que  tnarcharon  por  retaguardia  de  todo,  arrastran- 
do lis  píeas  4oe  soldados,  vueltos  los  hierros  al  suelo,  y  tos  alféreces 


• 


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— 6— 
con  las  banderas  negras  arrastrando,  y  todos  vestidos  de  luto,  á  que  se- 
guían muchas  gentes  nobles  y  ciudadanos,  todos  con  sus  lutos  largos;  - 
7  luego  las  dichas  religiones  que  se  pusieron  en  orden  conforme  di- 
chas antigüedades,  después  de  haber  hecho  sus  oficios,  vino  la  clere* 
cía  en  la  misma  forma  procesional  con  sobre-peilices,  cruz  alta  y  cirin- 
Jes  y  cuatro  cetreros  con  sus  cetros  altos:  y  por  remate  de  ella  el  se- 
ñor Obispo  de  este  obispad^,  el  Illmo.  y  Bmo.  Dr.  D.  Juan  de  San- 
ta María  Saepz  de  Mañosea  y  Murillo,  vestido  de  pontifical  con  sus 
dos  diáconos  asistentes,  y  ocho  sacerdotes  delante  con  dos  coros  con 
sobre-pellices  y  capa  de  coro;  y  habiendo  subido  á  dicha  sala,  hizo 
el  oficio  de  entierro^  dichoteñor  Obispo  y  el  clero  cantaron  el  respon- 
so en  forma,  y  acabadtib salieron  á  dicha  plaza  como  vinieron,  y  en  ei 
lugar  que  le  tocaba  iba  la  dicha  almohada  en  que  estaba  dicho  cetro 
y  corona,  y  la  sac6  hasta  la  primera  posa  efüPeniente  y  Auditor  gene- 
ral, y  después  la  fueron  llevando  los  capitulares  según  sus  antigüe- 
dades en  lus  demás  posas;  y  delante  de  dicha  almohada  iba  el  alfere^ 
mayor  con  el  estandarte  en  que  estaban  las  armas  de  S.  M.  (que  Dios 
tenga  en  su  santa  gloria)  y  en  forma  de  ciudad  con  sus  maceres  todo 
el  Cabildo,  justicia  y  regimiento  que  seguian  dicho  clero,  y  en  medio 
de  dichos  capitulares  en  la  forma  dicha,  iba  dicho  estandarte  j  al- 
mohada y  todos  los  dichos  justicia  y  regimiento  con  lobas  y  capuces, 
con  colas  largas,  y  el  ultimo  en  su  lugar  de  presidencia  dicho  señor 
Gobernador  y  capitán  general,  así  mismo  con  loba  y  capuz  muy  lar- 
go; y  detras  de  S.  S.  se  seguia  otra .  compañía  de  piqueros  como  la 
que  marchaba  delante  y  en  la  misma  forma;  y  delante  de  ella  venia- 
un  caballo  despalniodo  y  enlutado^y  con  las  armas  reales  curiosa- 
iñente  dibujadt.s  y  matizadas  de  oro.  Las  religiones  y  clero  iban  todos 
con  velas  blancas  de  á  media  libra  que  llevaban  en  la  mimo  eneeo- 
didas  y  en  la  forma  dicha,  prosiguieron  siguiendo  la  dicha  compañía 
primera  de  piqueros  que  iba  delante.  Toda  esta  fúnebre  pompa  por 
espacio  de  siete  (^uadras  haciendo  en  cada  una  de  ellas  una  suntuosí- 
sima posa  con  todo  adorno  y  hacie;íjflo  el  oficio  dicho  Sr.  Obispo  jr 
cantando  los  respoosos  la  espilla  y  música  de  ja  iglesia  majror  par** 
roquial  de  .esta  dicha  oiudad|  se  |leg6*al  anochecer  á.fUoha  i^lesiai  en 
la  cual»  al  niecUo  de  ella,  Junto  á  iM'gradas  del  ^Itar  mayor,  estaba 
fabricado  un  túmulo,  que  lleg^  hasta  el  techo  de  dicha  .igksi»,  y  «fls^- 
p^wha  sobre  tres  gradas. que  cogían  el  esfiacio  del  cuerpo  de  ella,  so- 
Ure  las  cuales  á  su  proporciou^se  levantaban  otrosí  dos  y(o«UseBl«(a*- 


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das,  y  cargaiíao  sobre  eUas  ocbo  $;oliimtta8  propofctonaifaM  á  la  «bra^ 
cubiertas  coo  viros  jaspeados  de  pintur^i  oercmadas  con  laa  ama» 
reales  que,  disididas  en  otros  oehaf^cttartelesi  le  fterríaa  de  diadeata  á 
eada  una,  aiúéadoae  toda  de  enairo  eoraísfts  i)«e  los  enlasaban  én 
mesf  naciendo  de  estas  otras  cuatro  que  sujetaban  una  media  naran* 
ja,  cuja  circttulereAcia  rodeaba  el  túmulo,  j  en.su  frente  una  Umfé^ 
rial  corona  dorada  y  con  esmaltes  de  piniflras  que  cerraba;  el  remate 
superior  estaba  cercado  en  figura  ochavada  sobre  las  gradas  de  baran- 
dillas de  mas  de  ?ara  de  alto,  en  las  cuales  estaban,  al  parecer,  ar- 
diendo doeóentos  cirios  blancos,  j  por  la  Aadra  y  |^«tef  oonyeten- 
tes  trecientas  velas  de  á  libra  en  candeleros  de  plata,  todo  cera  blan- 
ca, y  en  el  frente  principal  entre  las  columnas,  un  altar  y  en  el  centro 
de  este  túmulo  una  urna  yj^^a  de  terciopelo  morado,  sirviéndole  de 
cielo  las  armas  reales^  sobre  la  cual  orna,  eneinaa  de  dea  cornee  dé 
lereiopelo  earmesi  se  poso  la  dicha  almohada  con  la  dicha  corona  y 
cetro  y  se  emplease  el  oficio  de  difuntos  que  se  aeabó  á  lad  ocho  de  la 
noche  y  bo  volvieron  dicho  Sr.  Gobernador  y  OSpitan  general,ju8ticia 
regimiento  á  las  dichas  casas  de  Cabildo, 

El  dia  siguiente,  hoy  que  se  cuentan  siete  de  este  dicho  mes  de 
jtolio,  <56mo  á  las  siete  de  la  mañana,  fué  dicho  Sr.  Grobernadori  jus* 
ticiay  regimiento  con  sus  macaros  en  forma  de  ciudad  y  con  los  mes« 
mos  lutos  que  hablan  ido  la  tarde  antecedente  4  la  dicha  igleiía  pnr* 
roquial  mayor  de  esta  dicha  ciudad^y  en  la  pnarta  de  eOa  por  donde 
se  entra  ordinariamente^  que  mira  á  la  pcffte  del  Sur,  estaba  diehe  se* 
ñor  Obispo  con  el  clero  que  recibió,  á  dicho  Sr.  Gobernador  y  ciudad, 
y  todo  estaba  con  la  mesma  forma  y  solemnidad  de  túmulo,  cera  y  lo 
demás  que  habiá  estado  á  la  vigilia  la  tarde  antes  que  vi  dicha,  y  latf 
religiones  hablan  ya  todas  hecho  sus  oficios,  cantando  cada  una  misa 
de  difunto  por  S.  M.  y  sentados  todos  eoiifoii»e  oostnmbre  en  s<i8  lu- 
gares, empoBÓ  el  oficio  el  dicho  señor  Obispo  y  le  hiio  y  eelebr6  la 
misa  con  el  clero  y  música  de  la  capilla^  en  el  dicho  altar  que  vi  di- 
cho, estaba  en  la  frente  principal  de  dicho  túmulo  y  acabada  la  misa 
predicó  la  oración  fúnebre  el  Dr.  D.  Francisco  de  laa  Casas^  cmtm 
rector  Bdo.  proyisor  y  vicario  general  de  este  obispado^  por  dieiio  se- 
ñor Obispo,  y  acabada  la  dicha  oración  se  dijeron  los  responsos  eon 
mucha  solemnidad  de  música,  con  que  sé  di^  fin  á  las  obsequias  y  se 
volvieron  en  forma  de  ciudad  dicho  Sr."Gobernador  y  Capitán  gene- 
ral, justicia  y  regioúeuto:  y  para  que  de  dio  conste,  íe  su  mandato 


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— 8- 
éoj  el  pvBsente  en  la  Habana  boy  %  de  dicho  julíoi  como  á  las  diez 
éñ  la  BMiñana  de  1M6,  etendo  á  todo  testigos  y  á  dac^este  el  alferev 
iBtístíéáé  Oabrera  Montalran,  Buq^ordomo  de  ios  propíos  y  reatas  ée 
osla  eMdad,  el  tenieme  Bernabé  Tobal,  proeorader  general  de  eHa  j 
el  eapilan  Temas  de  Urabarroi  regidor  j  tesorero  general  de  la  Santa 
OruMday  pnsentes  de  qae  doy  íL^Diego  D%a%  l>éot7a« 


CRmiBÍAIJSS 


ám»wm  de  cuatro  ttrM  de  instala  €#a  ám  balaa  cadsi 
aum  que  le  dlspararoa  em  la  alen  derecha,  fiíé  libre  per 
la  Virgen  del  Rosario  en  el  afto  de  17d6» 


■IP'**  Asi  dice  et  eocabezamiento  del  testimonio  que  vamos  á  publicar,  y 
qne  debemos  á  la  atención  de  an  amigo.  Trae  este  documento  todos  los  ates- 
tados de  la  Tetdad,  se  designa  el  punto  en  que  pasó,  sé  nombran  los  jueces 
y  tas  psrssnas  qoe  tetenrlnieron  en  el  asunto.  Sin  embargo,  los  hombres  mas 
Httstradoa  hoy  qee  enSteces^  haiAa  el  juicio  que  quieran  de  este  suceso  que  la 
cieeBcia  áe  a^loe  dias  IIstó  basta  el  infinito,  y  sin  adminmne  del  auto  final 
que  manda  registrar  e/  eaetys  jf  ti  hokio  ékirtotnpa»  de  traütoé  6  qae  ne  sw- 
licit  tener  el  negro  M^^l poeto  maligno  6  heohicerimJ ! !  eomparem  he  Hempü^ 
k/  digan:  lo  que  fuimos,  y  lo  que  eomoo. 

Estando  en  el  ingMÍo  de  (bbriear  abocar  nombrado  8.  Joan,  qire 
eA&  dos  legnaa  de  la  ciudad  de  la  Habana  en  90  de  octubre  de  1736 
aAos,  el  Sr.  Cépüan  Don  Antonio  Barreto,  Regidor  y  Alcalde  mayor 
praviiMiat  de  dicha  eiadad  y  sn  jurísdiocion,  por  S,  M.,  diji^su  mer- 
ced: que  se  halla  con  noticia  como  en  el  ingenio  nombrado  San  Hipó« 
tito,  deqne  es  dueño  el  Sn  D.  Juan  de  Barrera  Sotomayor,  oficial 
nal  4a  dieba  ciudad  de  la  Habana,  ha  acaecido  Incendio  en  uno  da 
los  cañaToralea  asas  principales  de  dicho  ingenio,  y  que  ahora  16  é  «9 
dias  asimismo  aeaeció  dicho  incendio  en  la  casa  de  vivienda  de  dicho 
ingenio,  y  que  para  que  se  averigüe  lo*  referido,  sa  merced  mandó  ha* 


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Itm  xeaúgí^que |Mi4Á8rfa  Mr bebidest  y  ««pierMí  de  di«bo  ¿MMiidiot  jr 
•cebTCMi  de  dicbo  »n^^pÍQ  pam  mverigoar  lo  rderkkH  pm  e«i  víala  d« 
todo  dar  la  ptovidencía  que  ooovenga;  y  por  eate  que  b«  meMed  iir* 
loó  a«i  lo  pivvi^f^  /  aiaadó^i^iirwte»^-%áme  aw^ Wieetia  PAorac 
RiiWo.  • 

JPgctorqfim.'-^Rtfwadff  eael  ingenia  nemWado  S«ii  HipóUio  aa 
31  ileoctobre  de  17^  años,  el  Sr»  QapUan  IX  Antoaia  Banwlo,  Ai* 
calde  major  pro?iiic¡al  de  la  ciodad  da  la  Habaae  /  •«  jsmdífieMí 
por  &  H.t  liaUeiK)u  fto  «lerced  petado  4«ile  díaho  ingeaía  aii  cam. 
plimieoto  de  lo  maududo  por  el  auto  de  la  vuelte,  ao  «letfced  hitó  paiá^ 
^r  aote  •(  «n  aegco  q«e  d^  l|««iare  Laureano,  eoefe^aaelavada  IX 
Juma  de  la  Barrera,  de  quiea  M  reaíbid^  joraaieata  qaa  hmo  par 
Díoe y  la  arax, aegaa deteeho  ofreeió  deeir  ?«rdad,  y  prtgaMadaáel 
tenor  da  4icboaMtOf  y  béelyíle  laa  pcegunlef  neoeeariaa,  dífo;  qtfe  99^ 
tando  el  que  declara  ea  el  cunaaeral  aomlira^  S«  Hip6Uta  eo  aam. 
pañía  de  Miguel»  Cristóbal»  A  Iqyo,  ^ebastiaa^  Attbroeía*  al  dia  hít- 
mo  eo  que  le  qaemó  la  caaa  de  esteiageaio,  iel^dífo  el  aefra  Mijiiet 
&  loe  e«pra»ado«  oomo  qaarta  queoMur  la  caaa  ila  rifieada  del  aegenía 
y  habiéndole  aeplicado  lee  diehoa  y  rogádele  ao  hicici»  lal  por  ei  peiu 
Juicio  que  lee  podía  eobreveair»  iasieüá  e a  au  diaiéaHNi  el  eepresado 
Miguel,  dicieudo  que  eelaba  peeaudo.  aiueboe  trabi^Joat  ^ae  a»  qtieria 
peear  oms;  j  habiéudoiie  veaido  i  la  fuella  de  loe  eeeaa  del  iegeaia 
y  wmumo  al  que  declara  coa  loa  espresedoe  ea  aeguiaMeaia  óm  tí^ 
hallaron  la  caaaardieudo*  de  bhmío  que  eo  ea  pude  reawdiif,  y  tfm 
auaque  después  ee  quemó  el  ca%»verel  oeatibrado  fi«  Juea«  ao  eaha 
d  que  deelsíra  si  fiii  el  mbaso  Miguel  quíeu  i^  qaeaii,  6  olraulgaaoi 
j  qi«a  la  que  ba  ^solaruda  es  U  verdad  so  cargo  de  su  juraMamoi  w 
lirnó  por  no  seber»  y  que  ea  de  edad  da  20  eáon,  y  su  neased  i»fir-* 
mQ.^r-Barreto.««'Ajite  mii-^Nioolas  de  Floree  Bubio^ 

Ollra^-^(«u«^iacoatkieati  s«  oieroed  etSrl  AieaÚeoiaywpia» 
Tíncial  para  la  averiguación  de  lo  contenido  en  el  auto  que  esi&  pai^ 
eabefsn  daestoe^biao  pasecer  ifute  si  á  Sebastian  Pepo,  de  quíaa  fué 
raeíbido  jiiramento  ipie  biio  por  Dios  y  la  crua»  e^gan  defaeborofta- 
ció  decir  verdad*  7  peeguotado  por  el  teaor  de  diebo  auto,  j  béebala- 
las  preguntas  iiecesariaa»dijo;  que  ua  domingo,  dia  aales  que  se  qaa« 
mera  la  casa  de  este  iugien'u),  kv  oyó  decir' á  el  uegro  Miguel  que  la- 
quería  quemar  porque  su  amo  k>  vendiera  por^o  paaabu  maohos 


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fmbtjOff,  y  que  entonces  el  que  dedira  le  dijo  que  ne  hiciera  tal  coiM^ 
porque  fiMurtan  machos  tmlmjos  todos;  qiie  si  qtiem  que  sa  amor 
lo  vendÍMv,  que  se  huyera,  6  fuera  .&  ta  Habana,  y  que  entonces  el 
dicho  Miguel  le  dijo  que  sí  decía  i  su  amo  6  al  mayoral  algo  de  lo  ((oe 
Jo-hnbia  dicho,  qtie  fe  había  de  ánr  wan  puñalada;  y  qile  aunque  des- 
pues  se  quemo  el  cañaveral  no  sabe  quien  fué;  y  que  esto  es  lü  ▼er-' 
dnd  so  cargo  de  su  juramento,  y  que  en  oflo  se  aítrma  y^ratífica;  no 
firtn6  por  no  suber,  y  que  será  de  22  años,  y  su  merced  £rm6.-*Bar-' 
reto.'^Anta  mt:-^NfCofas  de  Flores  Rublo. 

Otra^ — Luego  in  continenti  su  merced  ef  9r.  Alcalde  mayor  pro-^ 
vhicial  para  la  averiguación  de  lo  acaecido,  hizo  parecer  árite  si  4 
Ambrosio  mondongo,  negro  esclaro>  de  quien  ímé  recibido  juramento 
que  bítto  por  IMos  y  la  croe,  según  derecho  ofreció  dech'  verdad,  y 
preguntado  d  el  tenor  del  auto  que  está  por  cabeza  de  estos,  dijo^ 
-Que  lo  que  sabe  y  puede  decir  es  que  ri&ftrder  la  casa  de  ririendac 
de  este  ingenio,  y  que  jtio  le  oyó  decir  nada  itl  negro  Miguel,  ni  que 
méttos  sdbe- quien  quQm^  el  cañaveral,  por  no  haberse  hallado  aqui^ 
en  ese  día;  y  que  esto  es  la  verdad  so  cargo  de  su  juramento,  y  que 
en  ello  se  afirma:  no  ílrm6  por  no  saber,  y  era  de  edad  de  90  años,  f 
su  merced  lo  firmó.^^Barreto. — Ante  mf: —  Nicolás  de  Flores  Rubío^ 

Oirek-^En  el  propio  acto  su  meroed  hizo  parecer  á  Alejo,  congOt 
esclavo,  de  quien  fué  recibido  jucamento  que  hnto  por  Dios  y  la  ero?, 
sagm  derecho  ofreció  decir  verdad,  y  preguntado  al  tenor  de  dicho 
«itOy  d^ac-que  ef  negro  Miguel  le  comunicó  como  quería  quemar  la 

1  de  vfviettda;  y  le  replicé  el  que  declara  que  no  lo  hiciera  porque 
I  todos  muchos  trabajos;  qnei;s¡  no  quería  servir  á  su  amo,  que 
le  pidier»  popel  y  bascara  amo,  y  reposo  el  díelio  Miguel  que  nó,  que 
quería  quemar  lu  casa,  y  con  efecto  la  quemo,  y  que  no  sitbe  quien' 
hieendió  el  cañsrveral,  y  que  eéto  es  lo  qué  sabe,  y  la  verdad,  so  car^ 
go  de  su  juramento,  cfoe  era  de  edad  de  30  afios:  no  firmó  por  no  sa^ 
ber,  hfsolo  su  merced  de  que  doy  ff .^-^arreto. — ^Ante  mí:—-  Nicolás 
4e  Flores  Rubio.  - 

Otfra.-— In  continenti  su  merced,  dicho  Sr.  Alcalde  mayor,  hizo 
ccfmpftreoer  i  Cristóbal,  carabalí,  esclavo;  de  quien  fijé  recibido  jura- 
menso  que  hizo  por  Dios  y  la  cruz,  según  derecho  ofreció  decir  ver- 
^^  7  pivguatado  id  tenor  del  auto  que  está  por  cabez«  de  eslos,  di- 
jo: Que  lo  que  sabe  es  que  el  negro  Miguel  quemó  la  casa  de  vivien^ 
da,  y  que  no- le  conAa  que  quemó  el  cañaveral,  y  que  esté  es  la  ver<> 


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—11— 

^i«dM  «Mfo  de  8Q iima>Miti>,  y  que  en  ello  se  afirma  y  ratifien;  m^ 
ñrmó  por  no  saber;  Maolo  «u  mar^d  de  que  doy  DL-^Barraia.' — ^Aai* 
m  í:--*N¿cola«  da  florea  Rubio. 

ApTo.^-£8laQdo  eo  el  ingenio  nombradoS.  Hipólito  anSl  da  ocia* 
br«deI736  añoa,  el.Sr.  Capiun  D.  Antopio  Barretón  Alcalde  aa^jor 
protincial  de  la  ciwdad  daTa  Habana  y  an  jurisdicción  por  S.  M.  Ha. 
bíendo  visto  estos  autos  y  que  de  ellos  jesuíta  culpado  el  n^yro  MiguaJt 
natvral  de  b^  Martinica^  dijo  su  merced  sa  ponga  en  prisión  in  conti* 
nentit  y  ae  pase  ,á  tomarle  su  confesión»  j  por  este  ^fc  su  pierced  fir- 
mo, asi  lo  proveyó  y  mando. — Barretq.9-Ante  mh^NicaJaa  de  Flo- 
laa  BuUpy  escpbano  real. 

Catifcnmí. — Luego  in  continenti  su  merced  el  Sr*  Alcalde  major 
provinciHl  pas6  aloalaboz  o  de  este  injenio  donde  se  baila  fNraM  el  negro 
contenido  en  el  amo  de  arriba,  el  cual  bizo  su  merced  comparecer  ante 
H  para  efecto  de  tomarle  su  aonfesion,  y  babiéndole  recibido  juramen-i 
o  que  hizo  por  Dios  y  la  cruz,  según  derecho,  ofreció  decir  verdad  k 
laa  pr^igiHitaa  y  repreguntas  que  se  le  hicieavs. — !• "  Preguntado  co- 
mo ae  llama,  de  que  casta  aa,  de  quien  es  csclavn  y  que  edad  (Jene,dyojt 
que  se  llama  Miguel,  que  es  natural  de  la  Martinica,  que  es  esclavo  de 
D.  Juan  de  la  Barrera,  y  que  será  de  edad  de  30  afíos,  y  responde. — 
2.  *  Preguntado  quién  lo  prendió,  cuanto  tiempo  ha,  y  por  que 
causa,  dijo:  que  lo  prendió  su  merced  ahora  poco'ha;  y  que  la  causa  de 
aa  pnsion  es  por  haber  quemado  la  casa  de  vivienda  do  su  amo,  y 
le^Mmde.^ — 3.  *  Preguntado  .qué  motivo  tuvo  para  haber  quemado 
la  casa  de  su  amo,  dijo:  que  porque  los  compañeros  le  dijeron  que  el 
majoral  que  su  amo  había  meti^  en  el  iogenio  era  mal  hombre,  Y 
porque  au  amo  lo  votara  lo  hizo,  y  responde.— 4.  ^  Preguntado  que 
si  lo  acompañaron  otros  de  los  negros  del  ingenio  para  el  incendio  de 
Ja  casa,  dijo  qua  sí,  que  el  negro  Alejo,  Laureano,  Ambrosio  y  Cris- 
tóbal; aunque  es  verdad  que  estos  habiendo  llegado  á  la  cocina,  se 
quedaron  tras  de  ella,  y  solo  él  í\ké  el  incendiario,  poniendo  un  tizón 
en  una  vara  larga,  en  donde  lo  amarró,  y  que-asi  introdujo  el  fuego 
por  arriba,  y  responde* — 5.  ^  Preguntado  á  donde  fué  después  de 
haber  quemado  la  casa,  dijo:  que  se  incorporó  con  los  compañeros,  y 
que  se  apartaron  del  fuego,  y  después  acudieron  como  los  demás  ne- 
gros &  la  voz  de  la  campana  7  del  mayoral,  y  responde.— 6.  •  Pre- 
guntado si  tuvo  otro  motivo  para  el  incendio,  como  falta  de  comida 
y  mantención   ó   por  castigo,   dijo:   que  no,  porque  se  les  asiste 


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^12- 

eon  el  mantenimtetrto  neoesano,  y  ^e  el  urayonJ  éssde  qoe  entró  tñ 
^8C6  tffigaiilo  BO  le  hft  omtignda  y  responife.-^?.  ^  Pregantado  tf  sa 
be  quien  quemo  el  cañaveral»  dijo:  qi|e  lo  qtiemi  el  qne  dejitra,  J  f^^ 
DO  le  acompañó  otro  negro  alguno,  j  que  sabe  que  ef  negro  Laurea- 
no ecbo  unaar  braaas  de  candela  «obre  on  colgadizo  de  paja,  que  eatá 
anexo  á  la  caafa  de  mofíenda,  j  responde.— 8.  *  Pfegantado  ti  «ab« 
que  cansa  taro  dicho  LaureaiMF^ara  querer  quemar  el  coIgadhBO,  di- 
jo: que  «abe  que  lo  ejecutó  para^que  echaran  fuera  unos  preaoa,  6* 
bien  porque  el  líiajoral  se  dttirtiese  con  e!  incendio,  6  porque  se 
quemase  ef  referido  colgadizo,  y  responde.— 9.  *  Preguntada  de 
donde  sabe  ser  verdad  lo  que  contiene  la  antecedente  pregunta,  dijor 
Que  antes  de  poner  fuego  al  cañaveral  y  al  referido  co!gad!*zo«  qi^ 
toéo  fué  á  nri*mÍBmo  tiempo,  trató  el  qué  declara  con  los  cnatro  con- 
tenidos lo  mismo  que  lleva  declarado  y  que  convinieron  unánimemen- 
te, aunque  es  verdad  que  solo  introdujo  el  fuego  el  que  declara  en  el 
cañaveral,  y  su  compafiero  Latireano  en  eí  cof^dÍ2^o,  aunque  este 
no  tuvo  efecto  por  catar* el  mayoral  inmediato  y  responde.  Fuéronle 
ftechas  muchas  preguntas,  y  á  todas  dijo  lo  que  dicho  tiene,  y  en  este 
estado  su  merced  mandó  suspender  esta  confesión,  para  proseguirla 
cuando  convenga,  no  firmó  por  no  saber:  su  merced  lo  fiizo,  de  qua 
doy  fé.— Barrete— Ante  mi:— Nicolás  de  Plores  Rubio,  escribano 

^^^*  ---- 

Auto.— En  el  ingenio  de  S.  Hipólito    en  31  de  octubre  de  178» 

«ños,  el  Sr.  Capitán  D.  Antonio  Barreto,  alcalde  mayor  provhidaí, 
de  la  cindad  de  la  Habana,  habiendo  visto  estos  autos  y  confesión  en 
ellos  fecha  por  el  negro  Miguel,  d#hacion  francés,  y  la  culpa  que 
contra  este  resulta,  dijo  su  merced  que  para  mas  calificación  de  lo- 
referido  se  careen  este  y  los  demás  comprehendidos  en  su  confesión 
y  por  este  que  su  merced  firmó  así  lo  proveyó  y  mandó.^ — Barreta- 
Ante  mí: — Nicolás  de  "Flores  Rubio»  escribano  real. 

Careo. — In  continenti  su  merced  el  señor  alcalde  mayor  provin. 
cial  hijso  parecer  ante  sí  á  los  negros  Miguel,  Alejo,  Cristóbal,  Lau- 
reano y  Ambrosio,  y  preguntidole  al  dicho  Miguel  en  presencia  de 
los  demás  y  recibídoles  i  todos  el  juramento  necesario  que  hicieron 
por  Dios  y  la  cruz,segun  derecho;  y  preguntado  Miguel  quien  le  aeom. 
paño  á  la  quema  de  la  casa  de  su  amo,  dijo  que  los  espresados  le  a. 
compañaron  hasta  que  se  escondieron  los  cuatro  traala  cocina  y  que 
el    dicho  Miguel  pegó  fuego  á  la  casa  y  entonces  todos  los  4  ne- 


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STDS  unánimes  bnjo  dícliójuramoato  aegaron  babetle  acompallado, 
ni  que  menos  se  escendíeron  dHraa  de  la  cocina;  antes  sf  ttcoaseja* 
roo  á  dicho  Miguel  que  no  le  hiciera  á  su  amo  semejante  daño,  qntf 
mirase  lo  que  hacia;  j  en  este  estado  su  merced  mandó  suspender 
este  careo,  y  lo  firmó  su  merced:  doy  té, — Barreto«-*Ante  mí:  — ^m* 
colas  de  Flores  Rubio,  escribano   real. 

Otreu — In  coutinenti  su  merced^¿6  tíarecer  i  Seliastian  Pope» 
ono  de  los  testigos  de  la  sumaria  par^fecto  de  que  se  rati8que,  de 
quien  fué  recibido  juramento  que  hizo  pjr  Dios  j^Nliicrus  según  de- 
recho ofreció  decir  verdad,  y  habjéndele^do  yo  er|[resente  escriba- 
no su  declarracion  de  verbo  ad  verbum,  y  enterado  de  su  contenido 
d^:  qaíB  es  h>  mismo  que  tiene  dicho  ya,  en  ello  se  afirma  y  ratifica 
j  2k  mayor  abundamiento  lo  vuelve  i  decir  de  nuevo;  jb  preguntado 
por  su  {perced  por  qué  motivo  luego  que  el  negro  Miguel  le  dijo  que 
queria  quemar  la  casa  é  después  de  haberla  quemado  el  susodicho; 
DO  se  lo  dijo  al  mayoral,  respondié  qu^el  tiempo  en  que  se  fo  dijo  4 
la  quema  de  hi  casa  no  hubo  lugar  por  haber  ||áe  intempestiro,  y  que 
aunque  después  lo  intentó  decir,  recordó  fo  que  et  citado  Miguel  le 
habia  dicho,  que  si  lo  comunicaba  á  alguno  le  habia  de  dar  una  puRa. 
lada  por  lo  que  no  lo  verificó  y  responde.  Preguntado  por  su  merced 
si  cuando  ef  negro  Miguel  le  dijo  lo  espresado  estaba  borracho,  ó  loeo« 
dijo  que  no  sabe  que  se  emborrache,  y  que  no  lo  estaba  en  lo  presen- 
te  &  su  parecer,  y  que  esto  es  la  verdad,  no  firmó  por  no  saber,  hizo* 
lo  su  merced.  — Barreto. — Ante  mí: — Nicolás  Je  Flores  Ibibio,  escri- 
bano real. 

Otra. — In  continénti  en  el  propio  dia  su  merced  hixo  parecer  al 
negro  nombrado  Ambrosio,  mondongo,  uno  de  los  testigos  de  la  su- 
maria para  efecto  de  que  se  ratifique;  y  habiéndole  recibido  juramento 
que  hizo  por  Dios  y  la  <^ruz,  según  derecho,  ofreció  decir  verdad,  y 
habiéndole  leido  la  declaración  que  hizo  á  ft>jas  2  vnelta,  y  oídohl  dé 
verbo  ad  verbum,  dijo  que  es  lo  mismo  que  tiene  dicho  y  que  en  elTo 
se  afirma  y  ratifica  y  en  caso  necesario  lo  vuelea  i  hacer  de  nucro 
por  ser  la  verdad;  y  preguntado  si  sabe  tiene  noticia  que  el  negro  Mi- 
guel sea  borracho  ó  loco,  dijo  que  no  la  ha  visto  nunea  borracho,  ni 
loco,  y  que  esto  es  la  verdad  so  cargo  de  su  juramento,  no  firmó  por 
no  saber,  hízolo  su  merced:  y  doy  fé. — Barrete. — Nicolás  de  Plores 
Bobío,  escribano  real. 

Otra, — In  coutíuenti  su  merced  hizo  parecer  á  Alejo  &  efecto  de 


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—14— 
que  fe  ratificase  en  911  declaración^  y  siéndole  recibido  juramento  que 
hizo  por  Dios  j  la  cruz,  ofreció  deeir  verdad,  y  habiéndole  leido  su 
declaraciou  verbo  ad  verbum,  y  habiéndola  oído  y  entendido  dijo:  que 
tM¡o  migino  que  tiene  dicho,  y  que  én  elfo  se  afirma  y  ratifica,  y  que 
ea  caso  necesario  volverá  á  hacerlo  de  nuevo  por  ser  la  verdad,  y 
siendo  preguntado  porque  motivo,  luego  que  Miguel  le. comunicó  que 
quería  quem|U'  la  casa,  no  jrtoo  y  lo  anunció  al  mayoral?  Dijo  que 
porque  lo  amenazó  el  citado  «ifí^tiel  con  que  le  habia  de  dar  una  pu- 
ñalada, preguota^  si  el  dicho  negro  Miguel  estaba  loco  ó  borracho 
en  aquél  acto,  890  que  no,  hi  que  nunca  lo  habia  visto,  y  que  esto  es 
la  verdad  so  cargo  de  su  juramento  no  firmó  por  no  saber,  hízolo  su 
merced,  y  deello  doy  fé. —  Barrete.— Nicolás  de  Flores  Subió»  escri- 
bano real.    ^  * 

Luego  in  continenti  su  merced  hizo  parecer  i  su  presencia  á  Cris* 
l^bnl,  reo  en  estos  autos  para  que  se  ratifique  en  la  declaración  que 
tiene  fecha  en  estos  autos;  dc^uien  fué  recibido  juramento  que  hizo 
por  Pios  y  la  cruz,  s^gun  derecho,  ofreció  decir  verdad,  y  habiéndo- 
tele leido,  y  enteraddwsu  tenor,  dijo:  Que  es  lo  mismo  que  tiene  de- 
claradoi  y  que  en  ello  se  afirma  y  ratifica,  y  en  caso  necesario  lo  lia- 
ría de  nuevo  por  ser  la  verdad,  y  preguntado  si  sabe  que  el  negro  Mi- 
guel estaba  borracho  6  loco  cuando  hizo  el  incendio,  dijo  que  no  sabe 
ni  tiene  noticia  que  el  dicho  Miguel  hubiese  bebido  aguardiente  y  que 
no  lo  ha  conocido  por  loeo,  y  que  esto  es  la  verdad,  no  firmó  por  no 
saber,  hízolo  su  merced,  de  que  doy  fé.^Barreto.— Nicolás  de  Flo- 
res Rubio,  escríbano  real. 

Auto. — Estando  en  el  ingenio  de  San  Hipólito  en  31  de  octubre 
de  1736  años:  el  Sr.  capitán  D.  Antonio  Barrete  alcalde  mayor  pro- 
TÍncia!  de  la  ciudad  de  la  Habana  y  su  jurisdicción  por  S.  M.,  ha- 
biendo visto  estos  autos  y  la  confesión  y  careo  en  ellos  ft^cho  4  fojas 
4f  5  y  6  de  ellos  dijo;  Que  para  que  mas  plenamente  conste 
en  ellos  el  incendio  ejecutado  por  Miguel,  de  nación,  y  natural  de  la 
Martinica  en  la  casa  j  cañaveral,  debia  mandar  y  mandó  su  merced 
que  irfbontinenti  pase  su  merced  en  compania  de  mí,  el  presente  escri- 
bano y  de  testigos  oculares,  y  'se  reconozca  el  incendio  acaecido,  y 
que  fecho  se  ponga  pondiligencia  en  estos  autos  para  que  conste,  y 
por  esle  que  su  merc^  firmó  y  así  lo  proveyó  y  mandó. — Barrete.— 
Ante  mf : — Nicolás  de  Flores  Rubio,  escribano  real. 

Diligencia  dt  recanocimicnia. — In  continenti  su  merced  el  Sr.  al 


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^15— 
^Ide  tbajrot  provincial  puso  en  compañía  de  rúi  el  presente  K<^ 
eHbano;  la  del  teniente  D.  Diego  Delgado  j  el  teniente  D.  f*eUpé 
áb  Verdejo  y  Francisco  Pérez  González,  al  paraje  ó  sitio  donde  eÉUL* 
ba  fundada  la  casa  de  TÍviendá  de  este  ingenio,  j  nií  mismo  á  el  del 
eafiaTeral,  los  cuales  se  hallaron  convertidos  en  carbón  j  cenizas.  Id 
ífae  notoriamente  se  esperímetitó  por  to^os  Fos  sujetos  espfesadosi  y 
4  mayor  abundamiento  lo  flritiaron  ¡(m^mke  supieron  y  su  merced  lo 
firmo,  de  que  jo  el  presente  escribano  doy  fé. — Barreto.— Diego  pel^ 
gado  y  Irarga.^-^FelipeYerdejo.—^Franciaeo  Pere»^|^zalez.«^  Ante 
tait — Nicolás  de  Flofes  Rubio. 

Aüfo.-^Estando  en  el  in^fenio  riombrado  San  Hipólito  éil  31  de 
octubre  de  VT96  aflos,  el  deñor  cnpitan  D.  Antonio  Birreto,  alcalde 
mayor  jpfoWnclal  de  la  ciudad  de  la  Habana  y  sU  jttrisdiccion  poi* 
S.  M.,  habiendo  visto  este  auto,  y  las  diligetícias  en  eMo»  fechas,  dijo 
au  merced  que  para  que  mas  plenameník  conste  en  ellos  él  delito  c6^ 
metido  por  Hi¿uel,negro  natural  de  la  Martinica ^debia  matídár  y  man- 
dd  que*  este  y  los  testigos  áé  la  sumarla  sé  randdueh  en  la  cónfesiolt 
7  declaraciones  fechas  en  estod  autos  y  que  espresa niente  se  les  pre-* 
gante  á  el  reo  y  testigos  de  la  sumaria'  si  cuando  coiüetiefon  el  iiA 
cendio  estaba  borracho  6  denieüte  el  espresado  reo^  6  si  antes  lo  ha 
estado^  ó  tiene  de  costumbre  y  qué  á  continuación  de  este  auto  se 
cosa  el  parecer  dado  por  el  Dr.  D.  Bernardo  de  Urriitia  y  Hatos,  a-' 
bogado  de  la  Real  Audiencia  de  Santo  Ddmingo  y  «"ecino  de  la  CiU'* 
dad  de  la  Habana,  y  para  en  tista  de  todo  proveer  lo  que  confengn, 
y  por  este  que  su  merced  firmo,  asf  Jo  proveyó  y  maodó;T-Barreto.-^ 
Ante  mí: — ^Nicotaa  de  Flores  Rubio,  escribano  real. 

'  Señor  Alcalde  Mayor  Provincial  don  Antonio  Burreto.-^  Muy 
Sr.  mió:  he  visto  los  autos  formados  por  V.  eontra  Miguel,  negro  na^ 
toral  de  la  Martinica,  esclavo  del  Sr.  contador  D;  luán  de  la  ^arre^ 
re  por  haberle  quemado  l^asa  y  un  cañaveral  de  su  ingenio;  y  oido 
la  consulta  que  en  stt  nomf  re  me  ha  hecho  D.  Felipe  Terdejo,  propo- 
fiiéndoiDe  la  grave  decesídad  de  nn  castigo  igualmente  ejemplar,  á  el 
esceso,  y  la  instancia  con  qué  el  dueño  deiea  la  sktitfaccion  pública 
y  la  corrección  i  los  demás  sus  esclavos  por  el  precedente  recelo  dé 
«¡ife'  se  repitan  nuevos  y  mayores  daños,  si  se  deja  este  delito  sin  el 
castigo  pronto  y  debido  que  éli  gravedad  r)equiere. — Y  reconocido  el 
proceso,  me  parece  que-V.  mande  ante  todas  cosas  que  se  haga  ins- 
pección de  la  casa  y  cañaveral  quemados,  para  que  así  conste  suñ* 


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eienlecnente  del  cuerpo  de  delito»  poniéndose  en  Iq9  autos  la  difigen- 
cisi  que  M  hará  por  V.,  el  escribano  jtoetigos»  Ejecutado  lo  cual^pro- ' 
verá  V.  otro  autOt  para  que  los  testigos  de  la  sumaría  se  ratifiquen 
en  presancia  del  reo  por  si  esta  Qonfroiitacion  pudiere  abrirle  pami- 
no  i  alf  una  defensa  mas  que  lo  que  hiciera  la  pura  citación,  tenien* 
do  cuidado  de  que  se  pregunte  i  dichos  testigosteí  dia  y  hora  de  lo» 
dos  incendiost  j  si  en  ella  réáljioeieron  que  el  leo  tu? íeM  alguna  in-* 
mutación  del  estado  natural  de  au'juieio  por  embriaguez,  furor  (i  otro 
motÍFoi^obre  lo  Oñ^fX  hará  V.  ecsaminar  con  oitaoiolfy  que  le  dé  á  en- 
tender á  el  reo  su'^efecto  otros  dos  6  tres  de  aqudlot  operario»  de  roaa 
r^oQ  que  hubiere  en  el  ingenio  y.  que  comunicasen  i  tk  reo  loa  mis- 
mos drns  y  horao,  no  olvidando  saber  de  su  vida  j  eostumbres  lo  qua 
que  condujere  á  el  mayor  coneeimieeto  de  su  buena  6  maU  indina- 
cioni  ni  tampoca  preguntar  á  los  oegroe  Laur^aiio^  Seboatian  y  Ale* 
jo,  porque  motivo  no  dieron  autet  gritaron  ó  de  otro'  modo  contuvie- 
ron el  mal  propóslo  que  le^Vmunicó  dicho  reo;  /ai  de  todo  esto  re^ 
aultare  que  el  daOo  cenado  por  el  incendio  fué  grave»  y  que  lo  lii%o 
el  reo  premeditado  y"  dolosamente»  estando  en  qI  estado  natural  de 
ay  juicio,  pronunciará  V.  luogq  auto  definitivo»  condenándole  á  muer^ 
te  natural»  la  que  hará*  ejecutar  iif  emisiblemeiite,  sin  mas  dilación 
que  la  que  requieren  las  disposiciones  cristianas»  previniendo  que  sea 
en  el  mismo  par^e  donde  delinquió,  y  con  la  publicidad  mas  oportu- 
na á  el  escarmiento  de  esa  «ooíndad.  Y  para  que  no  queden  sin  aj^unot 
los  negro8,Laure{^n0t  Sebastian  y  Al^o»  mandará  V.  que  estando  á  la 
vista  del  auplicio»  y  después  dq  él,  ae  les  dé, castigo  de  a«oWSt  d^áo-*. 
doles  por  último  en.  el  servicio  de  su  anio  f  que  por  su  condición 
estáa  sujetos;  loque  es  m¡  pareoer  salvo  4&c*  Dios  guarde  i  V.  mu- 
chos oños  como  deseo*  U^aoa  31  de.octabre  de  1736.*-PoQtor  Ber<« 
nardo  de  Urrutia  y  Matos. 

El  teniente ^ranqiaco  Garda  BritOieacribaao  de  S,  ML  qoqsq  ma« 
jor  puedo  y  debo»  certifico  que  en  mi  pres^ftia  firmó  el .  doctor  don 
Bernardo  de  Urrutia  y  Matos,  abogado  de  la  Real  Audiencia  de  San-, 
to  Domingo,  el  parecer  antac^nta*  Hallaaa  y  octubre  31  de  1736^ 
— iFraociaco  García  Brito»  escribano  reaL 

RaliJicacÍ9n^-^\j\íkgo  in  cootinenti  su  merced  el  Sr.  Alcalde  ma« 
yor  provincial  pasó  ^n  compauia  de  mi /el  prégate  eacribono  al  cala- 
bozo  donde  se  halUn  presos  los  testigos  de  cata  sumaria  de  e^tos  auto^ 
á  hizo  parecer  á  Laureano,  esclavo  de  D,  Jum  de  la  Barrera,  uno  de 


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-ir- 
los testigos  de  quien  fué  recibido  juramento  que  hizo  por  Dios  y  la  criit, 
según  derecho  ofreció  decirverdad,y  habiéndole  leído  por  mí  el  escriba- 
no la  declaración  fecha  por  el  susodicho  de  ?erbo  ad  verbum,  y  oídola  y 
entendido,  dijo:  que  es  la  misma  que  tiene  fecha,  y  que  en  ella  se  afir- 
ma y  ratifica,  y  en  caso  necesario  la  vuelve  á  hhcer  de  nuevo,  y  sién- 
dole preguntado  por  su  merced  que  por  que  motivo  cuando  Miguel  le 
dijo  que  iba  á  quemar  la  casa  no  vino  y  jsc  lo  dijo  al  mayoral,  6  cuando 
llegó  á  vista  de  la  casa  que  la  halló  ardiendo  dijo:  que  por  miedo  de* 
negro  Mígtiel  no  lo  ejecutó,  porque  'le  amenazó  dJ£¡^idole  que  si  re. 
Telaba  al  mayoral  ó  á  otra  persona  lo  que  le  habia  espresado, le  había 
de  dar  una  puñalada,  y  temeroso  de  qfie  no  lo  ejecutara  si  lo  flegaríi 
á  saber,  no  se  lo  dijo  nunca  á  el  mayoral.— Preguntado  si  sab^quc  el 
negro  Miguel  en  tiempo  pretérito,  ó  en  el  de  haber  puesto  íbego  á  la 
casa,  le  consta  que  ha  sido  borracho  ó  demente;  dijo,  que  sabe  que  en 
algunas  ocasiones  en  la  ciudad  ha  bebido  aguardiente;  pero  que  en 
aquel  entonces  que  le  espresó  lo  que  lleva  dicho,  no  supo  que  lo  es. 
tUTiese*  Y  que  esto  es  la  verdad  so  cargo  de  su  juramento,  y  que  de 
noero  se  afirma  y  ratifica,  y  que  es  de  la  edad  dicha  en  su  declartf- 
cíon:  no  firmó  por  no  saber,  hízolo  su  merced  de  que  doy  ^.-^Barre» 
to.— Ante  mí:— «Nicolás  de  Flores  Rubio,  escribano  real. 

En  el  propio  acto  hizo  su  merced  comparecer  al  negro  Miguel, 
reo  en  estos  autos  para  que  se  ratifique  en  la  confesión  que  tieme  fecha 
en  ellos,  del  cual  fué  recibido  juramento  que  hizo  por  Dios  y  la  ero?!, 
y  ofreció  decir  verdad,  y  habiéndole  leido  su  confesión  de  verbo  ad 
▼erbpm,  habiendo  oido  y  entendido  que  era  la  misma  que  antea  liabía 
pronunciado,  dijo  que  no  tenia  que  añadir  ni  quitar  cosa  algnna,enqne 
ae  afirma  y  ratifica,  y  qne  en  caso  necesario  la  haría  de  nueve  por-  ser 
▼erdad;  siendo  preguntado  el  didio  Miguel  si  ha  estado  loco  ó  lo  eati^ 
cuando  introdujo  el  fuego,  ó  si  estaba  borracho  á  la  sansen,  dijo  <f«e 
nanea  ha  estado  loco,  y  que. algunas  veces  se  ka  emborradñralo  en  h\ 
lugar;  pero  que  acá  en  el  monte  nanea  ha  estado  borracho,  y  que  esto 
es  la  verdad:  no  firmó  por  no  saber,  bízblosu  Mierced  de  que  doy  lék*-^ 
B  arreto, — ^Nicolas  de  Flores  Rubio,  eseriteno  real. 

Raüfieadon  dt  cdreo.— In  continenti  su  merced  híxo  paraotr 
á  los  negros  Miguel,  Alejo,  Laureano,  Cristóbal,  Anbffoaío  ^ák- 
bastian,  y  estando  todos  juntos,  se  les  reeibiv  jnranrtntb  fne  hiéieMn 
por  Dios  y  la  cruz,  según  derecho  ofreeieron.deéif  -  veiKMv  y  liabiJNi- 
doles  h;idó  el  careos  que  tienen  *  fecho  para  finde  qbc  jse  litüf  tiif|.eii 

3 


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^t8— 
élf  habiéndolo  oído  todos  y  entendido  de  ? erbo  ad  verbunii  anáatmei^ 
dijeron  que  es  lo  mismo  que  tienen  fecho  j  que  se  afirman  j  ratifican 
▼olviéndolo  á  hacer  de  nuevo  en  caso  necesario,  por  ser  todo  la  pura 
▼erdad)  no  firmaron  por  no  saber,  hízolo  mu  merced  de  que  doj  fé.«-^ 
Barreto. — Nicdas  de  Flores  Rubio,  escribano  real. 

Lu«go  su  merced  el  Sr.  Alcalde  provincial  para  mas  averíguacjov 
de  lo  que  se  les  tiene  pregunudo  en  las  ratificaciones  que  tienen  fechan 
los  testigos  7  reo  en  estos  autos,  hizo  parecer  á  Francisco  Pérez,  mti* 
yoral  de  este  ipgenio,  de  quíett  fué  recibido  juramento  que  hizo  por 
Dios  y  la  cruz,  y  siendo  preguntado  si  ha  visto  al  negro  Miguel,  reo  en 
estos  autos,  loco  ó  borracho,  ó  si  el  día  del  incendio  loestuvQ,  6  recov 
noció  el  menor  indicio  de  ebrio  en  el  ciudo  Bfiguel,  dijo:  que  ha  masd« 
dos  mese/ está  mandando  este  ingenio,  y  que  desde  el  mismo  dia  en 
que  vino,  conoció  al  referido  negro  Miguel,  y  que  nunca  ha  visto  ni  re* 
conocido  que  se  haya  emborrachado,  y  que  la  noche  del  incendio  hl* 
so  ctnfianza  del  antedicho  Miguel,asi  para  sacar  las  efigies  de  algunof 
Santos  que  estaban  en  la  ermita,  como  para  pasarlas  de  la  casa  que  s^^ 
estaba  quemando,  y  que  mediiinte  su  diligencia,  escapó  asi  las  efigies 
eomo  algunas  albajas,  aunque  también  es  cierto  que  después  de  hai> 
bertas  evadido  del  fuego  unas  y  otras,  esperimentó  en  dicho  negro  ai^ 
guna  locuacidad  mas  de  la  que  comunmente  conoció  en  él,  con  cuyo 
motivo  concibió  que  seria  porque  habia  algunas  botellas  de  vino  y 
•f  uardíeQtety  que  valiéndose  de  la  ocasión  ternaria  algunos  tragos,  de 
dende  infiere  haberse  escedido  en  el  modo  de  hablar,  ó  levantado  la  voa^- 
auD^ue  en  le  formal  nunca  faltó  al  respeto  ni  obediencia,  eomo  tam» 
poce  á  la  amistad  y  buena  alianza  que  debe  tener  á  sus  compañerosi 
BÍ  otra  demostración  que  realmente  indujese  al  conocí miento'de  estv 
Arte,  y  que  esto  ea  la  verdad  so  cargo  de  su  juramento,  y  lo  firmó, 
^[ne  era  de  di  años,  y  su  merced  rubricó  de  que  doy  ft.-^ Barrete.-^ 
FrenoisAS  Pérez  González.^— Nicolás  de  Flores  Rubio,  escribano  reaL 

EUtaudo  ea  el  ingenio  nombrado  SKu  Hipélik)  que  estará  tres 
4egiH»  de  la  Habasa,  en  1  P  de  noviembre  de  1736  el  Sr.  capitán  J>. 
Antonio  Barrete,  alcalde  mayor  provinAal  de  dicha  ciadad  y  su  J^- 
tisdJBcion  por  S.M.  habiendo  visto  eatos  auloa  y  la  culpa  que  de  ellos 
faaulta  eeotn  Mignel  de  nación  francés,  negro  esclavo  del  Sr«  contf • 
éar  D.  Joaé  de  la  Barrera,  por  haber  <)uemado  la  casa  de  vivienda/ 
aB  OMfíaveral  de  dicho  ingenio  y  que  de  las  diligencias  ejecutadas  jrfi- 
múKá  qm  Hé  el  dafte  gravítiapo  por  ser  la  casa  y  lo  que  en  ella  pji^ 


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— w- 

ikaió  de  coiiÁdefiíUe  ?ftlar^  hasu  eo  «Mt  4e  600  ¿MQ  pi.  y  ek-ct» 
üaveralr^ulado  en  300  panes  de  aBucar»  oujo  iuceodio  perpetró  di* 
cho  Miguel  dotova  y  premeditadamente:  estando  en  el  eatado  naiarat 
de  au  juicio,  teniendo  presente  que  delito  i¡m  grave  neoeaita  de  añ 
pronto  y  ejemplar  castigo  que  contenga  semejante»  atrerlmientoe,  via • 
U>  j  considerado  lo  demás  que  eo«vtno,  áfjo  su  merced*  qoe  eonfor- 
«láadose  con  el  parecer  del  Dr»,  D.  Berna|iÉ|o  de  Urrntia  que  consta 
4  íofae  8,  j  haciepdo  justicia  debía  condenar  j  condenó  4  dicho  «e- 
gro  Miguel  á  la  pena  natural  de  muerte,  la  -que  se  le  dé  atado  4  «a 
palo,  por  medio  de  armaede  fuego  por  no  Kaber  jrerdugo  que  de  otra 
•tierte  lo  pueda  ejecutar,  y  que  sea  en  el  parage  del  delito,  dándosele 
liasta  qnB  muera  naturalmente,  y  que  allí  sea  llevado  acompañándo- 
le pregonero  qae  publique  su  detito;  por  la  culpa  que  Resulta  contra 
ios  negros  Laureano,  Sebastian  y  Alejo,  los  gondenaba  y  condenó, 
¿e  que  á  rtsta  del  suplicio  de  MigQ0y|||Lyj^  200  azotes  y  después 
sean  entregados  4  su  mayoral  pan|j^^q^dei^n  su  cautiverio,  y 
por  este  en  fuerza  dé  definitivo  así  i(pPrOTeyó,  mandó  j  firmó.^ — An- 
tonio Bárrelo.— Ante  mí:  —Nicolás  de  Flores  Rubio,  escribano  real. 

En  dicbo  día  yo  el  escribano  bice  saber  el  auto  dé  arriba  al  ne- 
gro Miguel,  francés,  reo  en  estos  autos  preso  en  el  calnbozo  de  esté'' 
ingenio  en  su  persona. — doy  fé. — Nicolás  de  Flores  Rubio,  escribano 
real.  .^ 

En  el  diclio  dia  hice  saber  dicbo  auto  á  Laureano,  Alejo  y  Se- 
bastian, negros  esclavos  de!  Sr.  D.  Juan  de  la  Barrera,  reos  en  estos 
autos,  estando  todos  juntos  en  sus  personas, — doy  fé— Nicolás  de 
Flores  Rubio. 

Nieolas  efe  Flores  Rubio,  escribano  de  S.  M.,  como  mejor  puedo 
doy  fé  y  verdadero  testimonio,  como  boy  dia  de  la  fecha  en  cumpH- 
miento  de  lo  mandado  por  el  auto  á  la  fi»ja  antes  de  esta  del  Sr.  Capi- 
tán D.  Antonio  Barreto,  Alcalde  mayor  provincial  de  la  Habana  y  su 
jurisdicción,  por  S,  M.,  be  visto  sacar  el  negro  Miguel,  fVances,  reo  en 
'estos  autos,  del  calabozo  en  que  estaba  preso,  acoto  pairado  de  los  H. 
HR.  PP.  Pray  Pedro  Mártir,  y  Fray  Mannel  de  León,  religiosos 
de  bi  venerable  órden'de  nuestro  padre  san  Francisco,  que  le  ib«D 
aytfdando;  atado  de  las  manos,  y  con  unos  grillos  en  los  pies,  á  vor 
de  pregonero,  que  decia  en  alias  é  Inteligibles  voces:  ^Estaes  la  jus- 
ticia que  manda  hacer  el  Hey  Nuestro  Señor,  y  en  su  nombre  el  9r. 
"Oapitan  D.  Antonio  Bárrelo,  Alcalde  mayor  provincial  de  ia  ciudad 


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de  la  Hubana  j.tu  jurÍ9Ücek»n,  por  S,  IVI.  á  este  Kombre  por  haber 
J^ltado  al  respeto  y  temor  de  Dioi,  de  la  justicia  y  de  su  amo,  que- 
mando las  casas  de  la  morada  de  dicho  su  amo,  y  uno  de  los  caftsve- 
rales  mas  principales  de   este  ingenio,  quien  tal  hizo,  que  tal  pague" 
en  cuya  conformidad  fué  llevado  hasta  donde  estaba  asignado  el  patí- 
bulo, y  habiendo  llegado  á^l  fué  atado  por  el  verdugo  á  un  palo»  en 
cuyo  intermedio  dicbo  re»  llamé  al  M.  R,  P.  Fray  Pedro  Mártir,  j 
llegándose  á  él,  el  dicha  Fádre  diciéudole  que  si  quena  reeoncilkir; 
dijo  el  reo  que  sí,  y  con  efecto,  hi;&o  la  demostración  de  arrimarse  á 
él,  y  el  reo  dijo  que^solo  lo'que  se  le  ofrecia,  era  el  que  diolto   Padre 
dijese  á  gritos,  que  decia  dicho  reo  que  los  tres  negros  nombrados 
Laureano,  Sebastian  y  Alejo  que  estaban  presente*  no  habían  ineiur- 
rido  en  cosa  alguna,  que  él  los  había  cargado  injustamente,  y  que  t^ 
dos  lo   perdonasen  pQr  Dios,  como  así  lo  refirié  dicho  religioso,  y 
prosiguió  dicho  verdugo ^ánU^á  un  palo,  por  la  garganta  y  cuerpo, 
tapándole  los  ojo^  est<ni|^flMO,  cogió   una  pistola  que  estaba  car- 
gada con  dos  balitílS^  en  ía^íei^jfrecha  se  la  descargó;  que  bi*o  ar- 
rojar un  caño  de  sangre  por  las  heridas  y  otro  por  las  narices,  é  in- 
clinó la  cabeza  para  el  suelo  como  que  qujsria  fallecer,  y  habiéndosele 
-reconocido  que  estaba  vivo,  se  mandó  que  con  otra  pistola  cargada 
con  dus  balas,  se  le  disparase  por  la  misma  sien  derecha,  como  asi  lo 
ejecuté  el  verdugo,  y  habiéndola  descargado  en  el  parage  citado,  en- 
^derezó  didio  negro  la  cabeza  con  mucbo  alientu,y  abrió  los  ojos  por 
haberle  levantado  las  balas  la  visera,  y  con  la  mayor  prontitud  que  se 
pudo  ae  cflU'garon  de  nuevo  las  pistolas  con  otras  dos  balas  cada  uua« 
á  vista  y  conocimiento  de  su  merced,  y  de  mí  el  presente  escribano,  y 
tapándole  el  verdugo  los  ojos,  le  dio  tercer  pistoletazo,  por  Ja  misma 
ftien  derecha,  y  ejecutado,  dicho  reo  con  gran  valor  pidió  misericordia 
por  medio  de  los  RR.  PP.  y  no  obstante,  su  merced  mandó  se  volvie- 
se á  disparar  cuarto  tiro,  como  con  efecto  se  ejecutó  asi,  y  después 
con  gran  valor  llamó  á  los  Religiosos,y  junto  con  ellos  pidieron  mise- 
ricordia; en  cuyo  estado  su  merced  el  Sr.  Alcalde  mayor  á  vista  da 
tan  crecido  suceso,  y  de  que  cada  ve/,  que  se  le  disparaba»  parecía  re- 
vivía, le  perdonó,  y  á  los  demás  reos,  y  se  msindó  quitar  del  patíbulo 
y  llevar  para  las  casas,  para  que  le  curasen,  como  con   efecto  asi  se 
jecuto, 'y  fué  dicho  reo  por  su  pié  Iftsta  el  calabozo  de  doade  había 
aalido,  en  donde  se  le  quitaron  los  pillos,  y  dijo  dicho  negro  Miguel 
que  había  visto  patentemente  á  María  SautísimA  del  Rosario  en  el  pa- 


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—21— 
libiiln>  j  habiendo  su  merced  mandado  llamar  á  Df  Tomaa  Bonom, 
Maestro  Cirujano,  para  que  curase  dicho  aegro,  y  este  naoif«(it4» 
dolo  en  mi  presencia,  la  de  au  merced,  y  de  otras  muchas  personas,  le 
sacó  de  las  heridas  dos  balas,  la  una  «a  poco  abollada,  y  la  otra  toda 
rajada;  y  viendo  dicho  cirujano  que  echaba  mucha  sangre,  porque  no 
se  le  desmayase,  suspendió  diciendo,qi1|||Pl  día  siguiente  le  acabaña 
de  sacar  las  que  le  quedaban,  y  en  este  estado  lo  dejó;  y  para  que  cons- 
te donde  convenge,  doy  la  presente  en  eF ingenio  de  S.  Hip6lito,  q^e 
estará  dos  leguas  de  Guanaba  coa,  en  3  de  uoviembfe  de  1736  añus, 
siendo  testigos  el  Teniente  D.  Diego  I>eígado  j(  Vargas:  el  Capitán 
-SLPairMkideOfta^TttaiaQte.Simoa  Ueroaiidka;  el  Subteaieftt» A«r 
mon  MarrerOf  y.  Teniente  O*  /osé  Mjlao»  y  otras  machas  personas 
que  8^  hallaron  presentes,  de  que  doy  fé. — Bn  testimonio  de  rerdad. 
i — Nicolás  de  Flores  Rubio,  escribano  ri^uí. 

En  la  ciadad  déla  Hubann  en  '> -^^^  '^  ■  'Tf>vieiubre  de  I7íjf5  »ño* 
el  Sr.  Capitán  Don    Antonio   \^u\  i  I  Ja    ninyor    provincml 

de  la  ciudad  de  la  Habana  y  ?u  jurk^i^eú^it  por  S<,M.>MbÍendi)  riscrf 
estos  autos,  y  \o  acaecido  el  li  >  'í  í*!  -  nrrietite  coa  el  uegro  Miguel 
de  nación  francés,  reo  en  ^stos  autos,  que  consta  de  esta  y  las  dos  fo- 
fas antecedente8,dijo  su  merc^  que  in  continenti  pase  D.  Felipe  Ver- 
dejo, comisionado  de  este  tribunal  en  cumpañia  del  escribano  al  inge- 
nio del  Sr.  Contador  D.  Juan  de  la  B^irrera,  en  donde  se  halla  dicho 
negro,  y  le  registren  todo  su  cuerpo  y  bohío,  á  fin  de  ver  si  le  puedea- 
encontrar  algunos  trastos  de  que  se  malicie  tener  dicho  negro  algún 
pacto  maligno  ó  hechicerias,  y  fecho  lo  pondrán  por  d¡ligencia,hacien- 
dolas  mas  eficaces  que  se  puedan  pora  averiguar  lo  referido,y  por  este 
asi  lo  proveyó  mandó  y  firmó. — Barreto. — Ante  mí — Nicolás  de  Flo- 
res Rubio,  escribano  real. 

Noticia  del  entierro  de  dicho  negro^despues  del  tiempo  pie  vivió. -^ 
Libro  pri/nero  de  entierros  de  negros  á  fojas  177  vuelta,  partida  3.  " 
está  la  siguiente. 

En  la  Iglesia  Parroquial  de  Nuestra  Señora  de  la  Aisuncion  do 
esta  villa  deGuanabacoa,  en  14  de  noviembrode  1736  años:  Miguel, 
criollo  da  la  Martinica,  esclavo  del  Contador  D.  Juan  de  Ja  Barrera, 
falleqpó,  habiendo  recibido  losjiantos  Sacramentos,  y  se  ledió  sepul- 
tura en  el  Cementerio  de  diclia.SaiHa  iglesia,  y.para  que  conste  lo  fii'<^ 
mé.-r-José  Hdario  Diaz. 


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E«  copia  dé  su  original  ri^ire  para  orclii?ado  en  el  oficio  de  P.  Jo* 
fté  Diax.  Fué  copiada  en  1.  ^  de  Mnrzo  de  1809. 

Concuerda  con  su  original  que  existe  en  el  erclriro  de  mi  cargo* 
Guanabacoa  y  muyo  21  de  1813. — Francisco  de  la  Madrid, 


itihe  dalttii  en  las  imectendcM  He  eHammá,  6 

«os  A  medlUMÉ  de  la  Altiina  cenfnifa. 

Don  Tomas  de  jp  Torre,  ?ecíno  de  esta  ciudad  de  la  Habana^ 
vendió  en  20  de  iJLciemlKe  a«  1740  á  ttüña  Juana  Teresa'  de  Zayat, 
viuda,  vecina  da  1«  nii^ma,  iigun  escrüura,  ante  eJ  escribano  pnbli^ 
po  don  ^unn  de  Sfilínus,  ef  haiu  y  rorruJ  deque  era  dueño,  nonabrado 
San  Pedral  de  la  Lfc^tiadfu,  con  un  síÜkí  í\k  ganado  mayor  y  menQ!*  úrr 
tulado  Yagüitaa,  40  leguas  4  sotavento  de  piie  Puerto:  en  |qs  aiiaie^ 
se  comprende  otro  jiitio,  en  cuya  población  se  está  entendi^nc|o  para 
hacer  un  corral.  I^as  tierras  bajo  los  términos  porrespoqdfcnl^  á  hatoa, 
en  6,000  ps.,  y  adenia^  el  yaiof  que  resulte  de  las  fábricaa»  corrales  y 
ganados  á  los  respectos  siguientes,  que  de  intento  se  copian  para  qui» 
se  cotejen  con  los  precios  de  ahora. 

P».  »»• 

Jjñ^  vacas,  rejegas  y  novillos  de  3  años,  á.  .  ^  m 

Toros  viejos. 4  ,, 

Toros  y  novillos  de  2  años,  á 3  „ 

Novillos  de  2  años,  á 4  „ 

Añojos,  á 1  4 

GANADO  DE  CERDA, 

Pu<»rca8  madres,  y  machos  de  2  años,  á.  .  .  '3  ,, 

Machos  de  3  años,  á.  ...••«.  ^  ..*  t  3  4 

Oochinatos  de  año,  á.  .  .  . 1  4 

Berracos  de  2  años,  á  .   .  .  - «  •  3  4 

Lechones  de  6  meses,  á.  • ,i  ^ 

Lechones  de  4  meses,  á ••.••••  „  4 


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-9$- 

BS«TUS« 

Garañones  y  caballos  de  silla,  á  ......  .  25  ,, 

Yeguas  de  vientre,  á  .  •  . 7  „  . 

Potrancas  de  2  años,  á  .  i  .........  .  5  „ 

Potros  de  3  años,  á  .  .  •  .  : •  •  10  „ 

Potros  de  2  años,  á". .  8  „ 

Potros  fedoDíoiies^  ¿  ............  ,  12  ., 

Cabajlos  do  medía  rienda,  á  ........  .  15  „ 

Caballos  de  carga,  á  .  .  ; 12  „ 

Potricosy  potraocas  de  año,  á.  ..,..,•  .  2  „ 

Júsguese  por  esta  tasación  la  diferencia  de  aquel  tiempo  &  esto,* 


Don  Mateo  Pedroso  y  Florencia  por  escritura  de  3Í  de^marzo  dé 
Í742,  ante  el  escribano  don  Dionisio  Paneorbo,  otorga  á  doña  Juanai 
Teresa  de  Znjas,  viuda  del  regidor  don  Juan  de  Zayas  Basan,  recibo 
de  los  bienes  totales  de  su  esposa  doña  Teresa  Martina  de  Zayas,  hija 
de  aquellos,  j  entre  los  dichos  bienes,  recibe  el  hato  j  corral  San  .Pe- 
dro de  la  Llanada,  incluso  en  él  un  sitio  riombrado  Yagüitas^  50  le. 
giias  á  sotavento  de  este  Puerto^  para  la  parte  del  Sur.  Las  tierras  en 
precio  de  6,000  ps.  inclusos  en  estos  los  4,000  ps,  de  unai  capelíaniaí 
fundada  por  Phelipe  Guillen. 

1,124  reses  en,  ,•«•,•,,«•.««.,.  4350  „ 

511  cerdos  ,.,,,,,. 1060  6 

Í99  cerdos  en  Yagüitas, 346  6 

t'ábricas  y  herramientas  del  hato  y  sitio.  .  •     441  7 

t5  reses  anecsas  á  Yagüitas  .......    328  „ 


Suman 6536 


Ésta  escritura  es  muj  curiosa  y  por  eso  la  protocolamos.  Se  cita 
fina  calle  de  la  Tenaza  y  otras  «alies  que  no  teniendo  non^bres  se  de- 
signan |K)r  rodeos.  Se  refiere  tatnbien  á  un  colejto  de  San  Isidro,  y 
2dlf  cerca  el  paliicio  donde  vivió  un  obispo. — Los  rotares  de  la  calle 


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—24— 
de  O-Reilly,  que  prímiliMpiente  se  Ilfttn6  del  Sumidero,  se  estiraabaa 
en  aquella  época  de  8  á  lU  rs.  vara,  y  los  que  están  por  detras  de  Be- 
lén, lugar  que  conocían  por  el  Quemadero^  donde  estuvo  ^  Rancho 
de  los  Isleños^  de  4  á  6  rs.,  y  las  ventas  se  hacían  con  difíoiiltad,  re- 
cibiendo es  parte  de  pago  mueblos  de  uso  y  otros  electos  rezagados. 


BAYAMO. 


^  CNMLJL-ñA  BlUb  CAFZSAZT  VBJkMCXMCO  TAMJLÚJL. 

\ 


^  Que  á  la  mitad  del  ^fffo  XIX ,  cuando  todos  estudian  y  se  afu- 

,  nan  por  adquirir  conocimientos  en  las  ciencias  y  en  las  artes,  hay^ 

hombres  ilustrados  que  favorezcan  con  sus  dones  esa  propensión  ge- 
I  neral,  no  parece  admirable  ni  causa  novedad,  pero  que  en  14  de  mar- 

I  •  zp  d^  1571,  (¡217  anos!)  un  individuo  que  no  hiibia  probado  las  deli- 

cias del  saber,  que^estaba  dedicado  á  las  armas  y  al  cuidado  de  sus 
haciendas  de  crianza,  distante  de  la  capital  198  leguas,  que  el  capi- 
tán Francisco  de  Parada  hubiera  pensado  entonces  en  consignar  sus 
^  cuantiosos  bienes,  como  lo  hizo  en  su   testamento  de  aquella  fecha 

i  para  dar  clases  y  propagar  la  instrucción  en  la  villa  del  Bayamo,  me- 

rece un  recuerdo  honroso,  y  un  tributo  de  gratitud  á  su  beneficencia 
y  patriotismo. 

Ordenó  que  con  el  producto  de  sus  muchas  haciendas  se  funda* 
ra  una  obra-pía,  se  edificase  una  iglesia,  se  estableciera  clase  de  gra. 
mática  y  se  eligiesen  tres  capellanes  que  doctrinasen  álos  esclavos  de 
aqueHas.  Asi  se  cumplió,  aunque  sin  mucho  esmero  y  sin  la  constan- 
cia que  86  impende  en  negt>cio8  de  ínteres  particular.  Por  fortuna  los 
reverendos  padres  de  Santo  Domingo,  obtuvieron  de  los  capellanes  la 
necesaria  conformidad  para  solicitar  la  conmutación  de  esta  obra-pia 
en  la  fundación  del  convento  de  la  orden  que  antes  había  sido  dene- 
gada por  S.  M.:  tuvo  el  éxito  que  debían  prometerse,  sabido  por  el 
Rey,  que  la  intención  de  Parada  no^'se  ejecutaba  con  exactitud,  6 
t)ue  los  bienes  en  que  descansaba  no  recibían  el  cuidado,  ni  daban  el 
aprovechamiento  que  se  habia  prometido,  y  descendió  la  Real  Cédula 


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--as- 
de  12  de  febrero  de  1739,  con  la  cual  el  Illn^  /  Rmo.  tenor  Obiepo 
don  Fr.    Juan  Lazo  de  la  Vega  y  Cancinorpronunció  tu  auto  do 
coomutacion  en  11  de  octubre  de  1740,  quedando  aiS  instalado  el  con* 
▼ento. 

£1  buen  éxito  que  tuvo  aquella  obra  lo  declaran  muj  bien  tan^* 
toe  religiosos  como  se  educaron  para  la  iglesia  en  oquel  convento,  j 
muchos  seculares  que  recibieron  en  sus  aulas  los  primeros  rudimen- 
tos, riñiendo  solo  á.esta  capitaJ  para  completar  su  carrera  con  el  es- 
tudio  de  las  lejes,  ó  para  recibir  grados  en  la  Unirersidad.  En  el  ma- 
nejo de  estos  bienes  se  portaron  los  Dominicos  con  esplendor,  pues 
consta  de  papeles  oficiales  que  en  1796  tenia  el  convento  un  Rejente 
de  estudios,  que  lo  era  el  R.  P.  Presentado  Fr.  Antonio  Remires, 
que  en  1803  lo  era  otra  vez  el  mismo  padre  Remires  j  catedráticos 
de  teología  el  R.  P.  Fr.  Francisco  Bobadilla,  propietario  de  Ttsperas 
é  interino  de  primaj  de  fílosofia  el  R.  P.  Fr.  Miguel  Selteira,  y  da 
gramática  el  R.  P.  Fr.  Rafael  Pérez. — En  1801  era  Rejente  el  ciu- 
do  R.  P.  Ramirez,  lector  de.  prima  de  teología  el  R.  P.  Fr.  Pedro 
Caballero,  de-vísperas  el  R.  P.  Fr.  José  de  Luna;  de  arte  el  R.  P.  Fr. 
Rafael  Pérez  y  de  gramática  el  R.  P.  Fr.  Vicente  González.— Eu 
1806  era  Rejeute  de  estudios  el  R.  P.  Fr;  José  Soler;  lector  de  Utmt 
Ifigía  el  R.  Pi  Fr,  Silveira  y  de  gramática  el  R.  P.  Fr.  Jacinto  Ber- 
nal,  cuyas  asignaturas  han  continuado  hasta  estos  (fitimos  dias.* 

De  todo  esto  somos  deudores,  y  principalmente  los  de  Bayamo 
á  su  insigne  bienhechor  Parada,  y  pues  que  el  contesto  de  los  docu- 
mentos á  que  aludimos  en  esta  pequeña  noticia,  esplica  muy  bien  el 
justo  motivo  en  que  se  apoya  este  recuerdo,  se  ponen  á  continuación* 


~  A  RET. — Por  cuanto  habiéndoseme  representado  por  parte  de  la 
provincia  de  Sta.  Cruz  del  orden  de  Predicadores,  que  por  los  cape- 
llanes y  patrono  de  la  iglesia  de  N^ra.  Sra.  de  la  Asumpcion,  dota, 
cion  de  la  Obra-pía  que  mando  fundar  Francisco  de  Parada  en  la  vi- 
lla de  San  Salvador  del  Bnynmo  de  la  isla  de  Cuba  se  habia  cedido 
j  donado  á  favor  de  su  religión  hi  referida  iglesia  con  todos  los  orna- 
mentos conducentes  á  su  culto,  y  asimismo  las  posesiones  de  hatos, 
estancias  y  negror  que  le  pertenecían,  cuyo  valor  pasnba  de  70,000  pe* 
aos  de  que  en  la  expresada  villa  se  fundase  un  convento  de  su  6rden 


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áoñát  se  ensenase  la  íU^fiiay  la  teología,  y  se  lograse  por  este  lui- 
dlo el  pasto  espiritualice  se  facilitaba  á  sus  moradores  como  coas- 
taba  de  instrumeotos  que  se  presentaban  j  suplicando  me  fuese  ser* 
tido  conceder  licencia  para  que  fundase  el  enunciado  convento,  y  sé 
verifícase  plenamente  la  voluntad  del  citado  Francisco  Parada,  tuve 
por  bien  espedir  varias  órdenes  en  20  deabrll  de  1730,  para  que  m0 
informase  en  este  asunto  con  justificación  de  la  espresada  obra-pia^ 
sus  bienes  y  rentas  é  información  de  la  iftilidad  del  mencionado  coa- 
vento,  y  en  su  consecuencia  lo  ejecutaron  el  obispo  de  Cuba  y  otro« 
sujetos,  espresando  que  las  baciendas  de  la  obra-pia  pasaban  del  va* 
lor  de  70,000  p9«  y  que  era  congrua  suficiente  para  la  manuteoícionf 
de  proporcionado  número  de  religiosos  de  que  habia  falta,  por  ser 
mucha  la  mies  y  pocos  los  operarios  para  el  pasto  espiritual  y  des- 
tierro de  la  ignorancia  que  reinaba  en  aquel  pais;  y  que  asimismo  se* 
ria  mas  segura  la  administración  de  las  espresadas  baciendas  por  lot 
religiosos;  señalando  al  patrón  y  pariente  inmediato  de  la  obra-pia^ 
porción  de  tierras  para  que  sus  descendientes  se  socorriesen  con  ía  la* 
bór  personal  de  ellas.  En  cuya  vista  y  atendiemlo  á  que  la  citada  do- 
nación no  contenia  la  aprobación  y  autoridad^  que  segim  derecho  de* 
M6  intervenir  para  su  validación,  denegué  la  fundaci<m  del  conven- 
to, mandando  por  despacho  de  18  de  diciembre  de  1734  se  cumpliese 
la  primitiva  erección  de  la  obra-pía,  según  la  mente  del  fundador  de 
ella,  como  está  dispuesto  por  otro  de  3  de  julio  de  1573^,  entreganda 
la»  haciendas  á  su  patrón  y  capellanes,  cuya  providencia  suspendié 
el  obispo,  representándome,  le  parecía  no  se  faltaba  á  la  uitima  vo* 
Inntnd  de  Francisco  Parada  con  la  fundación'  del  •convento,  respecto 
que  las  capellanías  permanecerian  siempre  con  aumento  del  culto  de 
la  iglesia  y  de  las  mismas  haciendas,  y  de  no  hallar  motivo  que  im- 
pidiese la  conmutación  é  interpretación  de  la  última  voluntad  en  una 
obra  taa  pía  y  santa,  y  ahora  por  Fr.  Garios  Pérez  Bello,  del^rden 
de  Predicadores,  se  me  ha  representado  que  habiendo  reconocido  el 
obispo  don  Gerónimo  Valdes  en  su  visita  el  año  de  1718  la  falta  de 
educación  y  enseñanza  espiritual  de  la  espresada  villa  de  Bayamo^ 
|K>r  defecto  de  escuelas  y  cátedras,  di6  providencias  para  que  delcon* 
vento  de  la  Habana  pasasen  á  ella  dos  operarios  de  su  religión,  cuyas 
misiones  produjeron  tan  favorables  efectos^  que  los  vecinos  y  morado- 
res le  pidieron  su  peraiunencia  por  el  lamentable  estado  de  la  referi- 
da obra-pía  que  después  de  170  anos  estaban  deteriora  Jos  sus  ftncaa 


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por  disipación  de  sus  adiDiiiistradores;  y  que  por  el  patrono  j  eape- 
lianes  de  ella,  se  habían  traspasado  sus  derechos  y  accionea  á  favor 
de  la  religión,  haciendo  donación  inter  vivos  de  las  haciendas  que  ec- 
sistian,  suplicándome  fuese  servido  aprobarla,  permitiendo  la  funda- 
ción del  convento,  por  ser  este  el  único  medio  de  añanzar  elcumpli* 
miento  de  la  voluntad  del  testador  con  beneficio  de  los  vecinos  y  de 
fas  haciendas  que  desde  su  erección  eran  espirituales.  Y  habiendo  vis- 
to an  mi  consejo  de  las  Indias  esta  instancia  con  los  instrumentos  que 
para  su  justificación  se  han  presentado,  lo  que  informaron  sobre  ella, 
así  la  Audiencia  de  Sto.  Domingo*  como  el  gobernador,  el  Obispo, 
Bean  y  cabildo  en  sede-vacante  de  la  ciudad  de  Cuba,'y  los  cabildos 
eclesiástico  y  secular,  curas  beneficiados,  oapellanesde  la  referida  o* 
bra-pía,  y  el  guardián  y  convento  de  San  Francisco  de  la  villa  del 
Bayamo,  sobre  las  utilidades  que  resultarían  de  la  espresada  funda- 
eiou  del  convento,  por  la  numerosa  población  de  aquella  vrlla,  del 
pasto  espiritual  que  necesitaba  y  las  suficientes  rentas  que  subsistían 
para  la  manutención  de  sus  religiosos,  y  el  logro  de  que  por  su  me- 
dio .hubiese  estudios  de  gramática^  filosofía  y  teología  moral  para  la 
crianza  de  ministros,  su  aumento,  educación  y  de8tie^ro  de  la- ociosi- 
dad é  ignorancia  que  feinabn,  como  también  para,  dar  fin  á  los  contt-  - 
tinos  pleitos  en  que  se  disipaban  las  rentas  de  la  espresada  obra-pía^ 
y  considerándose  que  aunque  por  leyes  y  Beáles  órdenes  está  man- 
dado no  se  permita  en  adelante  fundación  alguna  de  convento  sin  las 
circunstanciad  prevenidas  para  ellas  de  conocida  necesidad  y  utili- 
dad, servicio  de  Dios  y  raio,  yqiie  los  que  asisten  en  la  del  Bayamo 
son,  sin  gravamen,  del  común  ni  de  mi  Real  Hacienda,  hallándose 
con  iglesia  formal,,  oficina  y  rentas  necesarias  para  su  permanencia, 
siendo  una  de  laacláusnlas  del  (estamento  que  otorgó  el  espresado 
Francisco  Parada  el  ailo  de  1571  para  la  fundación  de  su  obra-pía, 
hi  de  que  hubiese  txefi  cspellnn^sixiiie  el  uno  fuese  preceptor  de  gra- 
mática y  tuviese  la  olilig^icion  áií  iitstruir  y  eoñfesAr  á  los  esclavos  y 
penóyiRiB  que  asistian  en  sus  l^sicí^iidns,  los  cuales  hubiesen  de  ser 
faábSesr^y  suficientes,  modesto^,  áa  "ejemplar  vida  y  loables  cbstum- 
bres,.y  que  para  ocurrir  al  cumpíl miento  de  la  illtima  voluntad   del 
fundadqr,  pasaron  \n%  inism^^  cr^pclij^nes  de  pnotJ  propio,  y  sm  mu- 
dar la  forma   y  disposición  .suya,^  lífic^n   diñacioo  inter  Vivos  por 
via    de  limosna  y    Obra-pía    para   la    eréctfijOFn    de;  convento,  de  la 
iglesia,  sacristiai  imájenes  y  demás  alhnjas  del  adorno  y  culto  de  c- 


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ibiSf  con  los  batos  y  las  otras  conas  que  le  pertenecían  bajo  la  obliga' 
eion  dé  enseñar  la  gramática  y  cumplir  con  las  capellanías  y  fiestas 
prevenidas  por  el  fundador^  de  ser  el  convento  tiasa  profesa  de  novi» 
cíof,  y  de  mantener  lectores  de  filosofía  y  teología  para  enseñanza  de 
predicadores  y  confesores,  y  aumento  del  culto  espiritual,  y  que  con 
el  nuevo  informe  del  Obispo  y  su  consentimiento  en  esta  conmuta- 
ción, cesa  toda  dudn  y  se  yerifíca  que  sin  perjuicio  de  la  primitiva 
fundación  se  ocurra  á  las  utilidades  que  resultan  del  convento.  He  re- 
suelto á  consulta  de  12  de  diciembre  de  1730,  que  precediendo  la  for- 
mal conmutación  de  la  mencionada  obra-pía  de  Francisco  Parada,  con 
aprobación  y  autoridad  del  espresado  Obispo  de  Cuba  (que  ofrece 
concurrir  por  su  parte  á  ella,  y  á  quien  encargo  su  ejecución)  se  eri- 
ja y  funde  el  convento  de  Predicadores  en  la  villa  del  Bayamo  con 
solo  los  bienes  de  la  espresada  obra-pla  por  ser  desde  su  oríjen  ecle- 
aiásticos  y  espirituales,  y  que  el  espresado  Obispo  prefina  al  tiempo  de 
bacerse  la  fundación  el  número  de  religiosos  que  fuere  preciso  y  cor- 
responda á  la  renta  con  qae  establece,  imponiéndoles  el  puntual  cum- 
plimiento ¿le  las  cargas  y  obligaciones  contenidas  asi  en  la  primitiva 
fundación  de  la:*  Obra  pía  que  se  intenta  conmutar^  como  en  la  escritu^ 
ra  de  fundación  ^otorgada  por  sus  patronos  y  capellanes ,  para  que  ae 
verifique  en  todo  lo  posible  su  ultima  voluntad,  se  aumente  el  culto  de 
la  iglesia,  el  pasto  espiritual  y  la  enseñanza  de  aquellos  moradores* 
Por  tanto  mando  á  mi  6roberaador  y  Capitán  General  de  la  is- 
la de  Cuba  y  ciudad  d§  San  Cristóbal  de  la  Habana,  al  Goberna- 
dor y  capitán  agúerra  de  la  de  Santiago  de  Cuba,  al  Cabildo,  Jus- 
ticia y  Regimiento  de  la  villa  de  San  Salvador  del  Bayamo  y  á  todos 
los  demás  ministros,jueces,  justicias  y  personas  de  cualquier  estado  y 
calidad  que  sean,  y  ruego  y  encargo  al  Obispo  de  la  iglesia  catedral  de 
la  ciudad  de  Cuba,  su  provisor  y  vicario  general,  Dean  y  cabildo  de 
ella,  y  los  demás  prelados  y  jueces  eclesiásticos  á  quienes  en  todo  6 
en  parte  tocare  el  cumplimiento  de  esta  mi  Real  deliberación.  Que 
luego  que  por  parte  de  la  provincia  de  Sta.  Cruz,  del  orden  de.  pre- 
dicadores se  les  presente  este  deapacbo,  guarden,  cumplan  y  ejecu- 
ten, y  bagan  guardar,  cumplir  y  ejecutar  su  contenido,  sin  poner 
embarazo  ni  impedimento  alguno  para  que  precediendo  la  formal 
conmutación  de  la  enunciada  Obra-pia  (le  Francisco  de  Parada,  con  la 
aprobación  y  autoridad  del  obispo  de  Cuba,  que  por  derecbo  le 
corresponde;  y  ofrece  concurrir  por  su  parte  á  su  ejecución,  se  erija 


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y  tuoie  en  la  villa  de  satv  Salvador  del  Bayamo  el  convento  del  ¿J^ 
den  de  Predicadores  que  se  solicita,  conlurme  á  lo  dispuesto  por-  hf 
'ejes  de  mi  Real  patronato,  y  con  ^lo  lotf  bienes   pertenecientes  4 

.  la  refeiida  Obra-pía,  á  cuyo  fin  encargo  asimisino  al  espresada  obis- 
po de  Cuba,  aplique  todas  las  providencias  que  tuviere  por  conve- 
nientes, prefiriendo  al  tiempo  de  hacerse  esta  ¡fundación  el«nú^ero' 
de  religiosos  que  fuere  preciso  y  correspondiere  á  la  r^t3  con  que 
se  establece,  é  imponiéndoles  d  grávame  delpuntuql  cumplimiento' 
de  las  cargas  y  obligaciones  contenidas  en  la  primitiva  fkndaeion  de 
la  enunciada  Obra-pia,  y  la  escritura  de  donación  otorgada  en  ll  de 
marzo  de  1720  por  su  patrón  y  capel  1  a ifss,  para  que  por  estcm^dio 
se  verifique  y  ejecute  en  todo  lo  posible  la  última  voluntad  del  Cata- 
dor en  aumento  del  culto  de  la  iglesia,  del  pasto  espiritual  y  ense- 
&anza  de  los  vecinos  y  moradores  de  aquella  villa;  para  lo  cualquie* 
ro  y  es  mi  voluntad  se  dé  por  todos  el  favor  y  auxilio  que  conviniere 
7  se  necesitare,  y  derogo  por  esta  vez  las  cédulas  de  19  de  marzo- 
de  1593  y  3  de  abril  de  1605,  14  de  julio  de  1643,  4  de  marzo  de 
1661,  19  de  febrero  de  1704  y  15  de  mayo  de  1717que  prohiben  las. 
fundaciones  de  conventos  y  otras  cualesquiera  que  haya  en  contra^ 
rio,  dejándolas  para  ea  adelante  en  su  fuerza  y  vigor  para  su  preoii^A 
y  puntual  observancia,  por  ser  así  mi  voluntad.  Fecha  en  el  Pardo 
en  12  de  febrero  de  1739. — Por  mandado  del  Rey  N.  Sr. — D,  Fran- 
cisco Campo  de  Arve. — Y* al  pié  de  dicha  Real  cédula  están  tres, 
señales  de  rubricas  diferentes. 

Auto  de  conmutación. — En  la  ciudad  de  la  Habana  en  11  de  oc-> 

*  tubre  de  1740  años,  el  limo,  y  Rmo:  Sr.  D.  Fr,  Juan  La^o  de  la  Ve- 
ga y  Cansino,  dignísimo  obispo  de  esta  isla  de  Santiago  de  CubH» 
Jamaica  y  la  Florida,  del  Consejo  de  S.  M.,  mi  Sr.,  habiendo  vhx& 
estos  autos  y  lo  pedido  en  ellos  por  el  Rdo.  P.  Fr-  Carlos  Seres 
Bello,  del  orden  de  predicadores,  en  nombre  de  la  provincia/  áh  Sta. 
Cruz,por  su  escrito  de  26.  de  setiembre  próximo  pasado,con.  licencia 
iuscriptis  del  M.  Rdo.  P.  Prior  y  vicario  provincial  del  convento  de 
SrSto.  Domingo  de  esta  dicha  ciudad,  y  de  patente  y  carta  de  su  Rmo. 
P,  Mtro,  general  de  30  de  marzo  del  año  pasado,  y  áp  las  actas  de 
dicho  Rmo.  en  15  de  mayado  1726  sobre  qu^e  dé  cumplimiento  y 
ponga  en  ejecución  lo  encargado  k  S.  S.  I.  poRtenl  cédula  su  fecha 
en  el  Par^o^  19  de  febrero  del  año  próximo  pasado  de  1739,  en  6r» 
den  á  que  se  connuite  la  erección   de  la  Obra-pia  de  Francisco  de 


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Pliradü,  y  «e  funde  con  ella  en  la  villa  del  Bayamo  un  convento 
líe  .dtcha  orden  can  la  condición  de  que  en  todo  ¡o  posible  se  ob* 
gerffe  y  guafde'Ja  últimd  íwlíif^tad  de  dicho  '^ranci$to  de  Para- 
da^ y  lat puestas  por' el  patfdno  y  capellanes  de  dicha  Obra-pia  en  la 
escritura  de  donación  y  cesión,  que  liicieron-  á  dicho  orden,  y  lo  de* 
mas  i)ue.coiitiene  y  espresa  dicho  Real  despacho,  qae  todo  corre  pre- 
sentado 'á  /sonliniíacíon  de  esfos  autos:  visto  asi  mismo  lo  dicho  en  su 
cbfitfadicQioD  pof  el  .padrejy-omotor  fiscal  en  su  escrito  de  30  del  c¡- 
.tado  njes  do-setiembre,  e»  queppope  la  escepcion  de  no  darse  al  dicho 
reverendo  padre  fray  Carlos  Bello-  por  no  haber  presentado  poder  de 
dicha  jpVoTincia,  en  cuyo  nombre  ne  ha.  presentado  ni  el  necesario,  y 
con  Tas- solemnidades  legítimas  para  admitir  como  gravosas  y  perpe- 
tuas las  condiciones  referidas,  y  conque  precisamente  se  ba  de' hacer 
la  did)a  conmutación,  y. que  caso  que  ésto  se  efectúe  debia  de  prece- 
der él  conocimiento  judicial  de  causa  neqésaria  legítima  para  ello,  y 
7^  en  todo  caso,  cuando  8.  iS«  J«  ie  sirviese  usar  de  su '  autoridad ^  no 
fuese  absoluta^  9Íno  condicionadamente.  Y  v¡«to  asimismo  lo  que  des- 
pués por  otro  escrito  cié  6  del  corriente' alegó  el  dicho  reverendo  pa. 
dte  Fr:  Carlos  Pérez  Bello,,  con  lo  demás,  que  en  materia  tan  grave 
yjJe  tanta  circuspeccion  ver. y- considerar  convino,  S.  S.  I.  dijo:  que 
lisando  de  la  autoridad  de  dignidad  concedida,  y  en  obedecimiento  de 
dicho  1R,¿fL\áe%!pfkíih^  teniendo  presente  las  misma.s^.causas  que.se  infor* 
fMCrpn  d  8\  itf,.(Q*  1>,  ¿r.)  en  su  Real  y  supremo  consejo  de  las 
Indiásde  donde  dimanó,  y  en  aquella  via  y  forme  que  mejor  haya  lu- 
gat  por  derecho  haeia,  é  hizo  formal  conmutación  de  la  dicha  Obrar 
pía  de  Francisco  Parada,  para  qj^e  de  sus  t)ie{ies.y  no  de  otros,  se 
fundé  en  dicha  villa  del  Bayaoio  en  esta  isla  y  diócesi»,  un  convento 
Véfórd^en  de  Predicadores  con  las  condicioqedy  declaraciones,  cargos 
y  obUga(XÍones  8igu¡entes:-^Prinieramente)  que  poi  cuanto  por  dicho 
]^eaf  despacho  en  primer  lugar  se  encarga,  á  S.  Suj.  que  al  tiempo  de 
Imcer  Ja'íundacioiI^de  dicho  convento,  prenna  el  numeró  de  religiosoa 
qué  fuese  preciso  y  corresponda  á  la  renta  con  que  se  establece,  desde 
tni^c^lo^Aoe  de  el  de  veinte  y  cinco  religiosos,  y  teniendo  presente 
8.  S%1.  que  esta  se  convertirá  por  ahora  en  ¡a  matorral  fundación  de 
dtcKb  convento,  clau^may  casa  de  nO>^cios  y.demtfs  oficinas  que  ee  re- 
quiereti  á  su  petfeccK,  reediíícaoion  de  la  iglesia,  prnígiientos ^  de- 
más necesario  pva  la  decencia  del^ulto  divino^  dentrp^de  nueve  a.ñosi 
que  «S8¿1  qíae  S.  S-  Ivha  considerado  necesario  paro  la  perfeijcioii  dp 


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diciias  obras,  debíanle  mau Jar  y  mandó,  que  por   ahora  ^náená  di- 
cha villa  ocho  religiosos,  que  seguQ  la  constitución  del.  S^o  Pad* 
lo  V.,  aprobada  por  S.  IVÍ.  componen. formal  convento  én  qué  se  in- 
eluja  el  dicho  R.  P.  Fr.  Carlos  Pérez  Beno,  como  Ticairio  y  C091Í; 
aairio  constituido  por  su  Rmo.^  en  cumplimiedto  7  observadcitt  dt^líL 
patente  que  tiene  presentada  pura  que  desde  luego  tomen  posesión ^e 
los  bienes  que  fueron  de  dicha  dbra-pía  y  contribuyan  las  divinas  alai 
hanzas,  según  sus  reglas  y  constituc¡ones,'9fean  cátedra  de  níofia),*é  in- 
erin  que  no  se  finaliza  el  convento  y  obra,  las  conferencias  que  sean 
odos  los  jueves  no  impedidos,  se  tendrán  en  la  parroquia  de  dicha  vi* 
b,  y  empiecen  la  obra  de  dicho  convento  y  demás  (Jue  ^á  referido^ 
'dentro  del  término  de  dichos  nueve  anos  que  precisamente  se  les  se^ 
ñaia  para  ella,  que  han  de  comenzar  á  correr  y   contarse  desde  el  di;« 
que  tomen  posesión  de  dicha  obra  pía,  y  concluidas  que  sean  las  men-. 
Clonadas  fábricas,  han  de  pasar  á  completarse  el  número  espresado  da 
los  veinte  y  cinco  religiosos  prefinidos.     * 

2.  ®  ítem. — Que  han  de  reconocer  por  patrono  al  que  lo, es  ue^ 
iualf  y  á  los  que  le  sucedieren^  con  soló  la  facultad  de  poder  nombrar 
capellanes^  y  de  que  dichos  religiosos  le  contribuyan  de  las  rentas  40 
dicha  06ra-pia^  los  diez  pesos  que  le  éslán  señalados  por  la  funcja- 
cioní 

á.  ^  ítem. — Que  á  los  dos  capellanes  se  les  contribuyan  por  di- 
chos religiosos,  de  las  dichas  rentas  con  los  230  peso^  asignudos  pot 
el  fundador^  y  con  el  pan,  vino  y  cera,  ornamentos,  cantores  ydemay 
üdcesario  para  el  cumplimiento  déla  misa  de  ellas, 

4.  ®  ítem/'-'Que  al  preceptor  de  gramática  que  ha  de  durar  ^.oii 
el  tiempo  de  su  vida,  y  después  han  de  recaer  en  dicho  convento  perpé» 
tuofttente^  se  le  contribuyan  por  el  de  las  dichas  rentas,  los  300  pesos 
que  le  están  señalados  con  la  precisa  obligación  de  asistir  con  los  es- 
tudiantes á  la  misa  de  N.  ^.  el  sábado,  y  á  la  tarde^á  vísperas,  y  á  lat 
mifa  f  vísperAs  del  dia  siguiente,  y  por  cuanto  S,  S.  I.  se  haya  infor-: 
mado  que  dicho  preceptor  de  gramática  está  en  posesión  de  una  det 
dichas  haciendas,  para  hacerse  cargo  de  dichos  300  pesps  que  le  per^ 
ienecen,  debia  mandar  y  mandó  la  restituya  á  dichos  religiosos^  y 
estos  le  contribuyan  con  dichos  300  pesos. 

$.  ®  ítem. — Sean  obligados  dichos  religiosos  S:  recDnocer  en  di- 
chos bienes  1875  pesos  de  principal  á  favor  de  la  Capellanía  de 
jTranctseo  Camacho  y  capellanes. 


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6.  ^  Item.-^Así  mismo  500  peso?  á  faror  de  la  de  Prancisco 
Ba)lejo4  y  «US  capellanes,  de  la  que  al  presente  lo  es  D.  Luis  de  Pi- 
nas. 

Y.  ®  Item.-^Que  han  de  celebrar  todos  los  años  con  toda  soiem 
nidad  de  vísper&s,  misa  cantada  y  sermón  las  dos  festividades  de  la 
Ascensión  de  N.  S.  Jesucristo,  y  Asunción  de  N.  S.  por  lá  intención 
del  fundador  en  la  conformidad  que  lo  dejó  disputsto. 

8.^  Ilem. — Que  diclfl^ convento  ha  de  ser  casa  de  novicios,  j 
han  de  mantener  en  ella  lectores  de  filosofía  j  teología  para  su  ense- 
ñanza; 

9.  '^  ítem. — Que  ha  de  ser  de  la  obligación  de  dichos  religiosa 
estar  á  la  mira  sobre  el  cumplimiento  de  las  misas  de  dichas  capella- 
nías, j  especialmente  sobre  lo  que  pertenece  al  preceptor  de  gramá- 
tica dando  cuenta  á  S.  S.  I.  de  cualquiera  falta  á  omisión  que  hubie- 
re, y  desde  luego  se  apercibe  á  dicho  preceptor,  que  en  caso  de  ha. 
berla.sin  Jegítima  causa  se  íe  despojará  y  pasará  la  lección  y  renta 
al  referido  convento  para  que  se  sirva  por  sus  religiosos. 

10  ^  ítem, — Que  por  cuanto  dichos  religiosos  están  convenidos 
en  que  el  patrono  se  mantenga  en  la  posesión  en  que  está  del  Corra. 
litQ  de  Gibacoa  por  el  tiempo  de  su  vida,  por  lo  que  ha  de  haber  de 
dicho  patronato  con  la  pensión  que  hasta  aqui  ha  tenido  de  contri- 
bui^r  4  botijas  de  manteca,  mandó  S.  S.  I.  no  se  innore,  y  que  por 
su  muerte  pas^  al  convento  y  á  los  sucesores  en  dicho  patronato, 
se  les  contribuya  el  derecho  seáalado  por  el  fundador. 

11.®  ítem. — Que  en  atención  á  que  por  el  padre  promotor  fis- 
cal se  ha  puesto  reparo  al  dicho  R.  P.  Fr.  Carlos  Bello,  sobre  fa  le- 
gitimación de  su  persona  para  solicitar  en  nombre  de  su  provincia 
esta  conmutación  y  obligarse  á  las  cargas  y  pensiones  de  ella,  y  aqui 
se  han  referido,  para  que  se  proceda  con  la  seguridad  que  á  seme- 
jante materia  y  su  perpetuidad  corresponde,  ha  de  ser  de  la^'obliga- 
cion  de  dicho  reverendo  padre  de  que  tratada  esta  en  el  capituló  pro- 
vincial qijie  de  próximo  se  espera  hacer  en  el  convento  de  Predicada- 
res  de  esta  ciudad  con  los  instrumentos  todos,  y  aceptadas  las  car- 
gas y  obligaciones  referidas  por  dicha  provincia,  y  obtenida  aproba- 
ción y  confirmación  del  Reverendísimo  Padre  Maestro  General,  pre- 
sentarse con  todo  ello,  y  ratificación  de  lo  que  ha  obrado  en  este  tri- 
imnal. 

12.  ítem. — Que  para  que  dichos  religiosos  tengan  presentes  las 


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eargM  y  obligactonet  &  que  van  obligados  y  m  sepa  el  dia  deedc 
cuando  empiezan  á  correr  los  nueve  años  que  les  vun  eoneedidos  pa- 
ra  la  obra  material  de  dicho  convento,  se  les  dé  para  lo  primero,  y 
qae  se  presenten  en  dicho  capítulo  testimonio  de  todos  estos  autos  e« 
pública  forma  y  de  manera  que  haga  fé,  y  para  lo  segundo,  y  que  se 
les  dé  posesión  de  todas  las  rentas,  iglesia  y  bienes  de  dicha  Obra-pia 
despacho  con  inserción  de  este  auto  para  el  ricarío  juei  eclesiástico 
de  dicha  tíIIh  del  ^ayamo.  ^ 

13.  ^  ítem.— Que  aunque  S.  S.  I.  está  muy  satisfecho  de  que 
la  provincia  de  Santa  Cruz  y  sus  religiosos  no  omitirán  el  cumpli- 
miento de  todo  lo  proveido  por  este  auto,  no  obstante  porque  puede 
en  lo  adelante  y  especialmente  en  el  término  que  está  señalado  para 
la  construcción  de  convento,  acontecer  el  que  no  se  perfeccione,  6  en 
étra  manera  faltarse  al  cumpUmunio  en  todo^  6  en  parte  de  lo  áti- 
puesto^  S.  8. 1,  declara  que  en  este  paso  {á  escepcion  de  alguna  justa 
causa  que  para  ello  haya^  aprobada  por  8.  8.  L  6  sus  sucesores)  sea^ 
en  si  nula  de  ningún  valor  ni  efecto  la  conmutación  que  lleva  kecka^ 
declarándola  desde  ahora  para  cuando  llegue  el  caso  por  irrita^  y  co' 
mo  si  en  ninguna  manera  se  hubiese  hecho,  quedanho  la  dicha  Obra- 
|iia,  y  sus  bienes  en  su  primitivo  y  antiguo  ser,  sujeta  á  la  jurisdicción 
de  S.  S.  I.  y  demás  señores  sus  sucesores  en  la  conformidad  que  lo 
estaba  antes  de  hacerse  esta  conmutación,  sin  que  los  religiosos  pue- 
dan tener  ningún  derecho  á  ella,  y  en  esta  forma,  y  no  en  otra  se 
entienda  hecha  la  conmutación,  y  esta  cláusula  en  toda  la  antece- 
dente y  cada  una  en  particular  y  aunque  S.  S.  I.  tiene  repetidas  es- 
periencias  del  gran  celo  y  cordial  devoción  que  los  reverendos  padres 
tienen  al  Santísimo  Rosario,  les  ruega  y  encarga  que  luego  que  to- 
men posesión  de'  dichas  haciendas  y  demás  pertenecientes  á  dicha 
Obra-pia,  y  teniendo  el  número  completo  de  los  8  religiosos,  soliciten 
con  su  acostumbrado  y  apostélico  celo,  que  en  dicha  iglesia  y  ante  la 
milagrosa  imagen  de  la  Asunción  se  reze  diariamente  las  tres  partea 
del  Rosario,  y  que  los  domingos  y  dias  de  fiesta  que  él  tiempo  per- 
mitiere salga  por  las  calles  de  dicha  villa  cantando  el  mencionado 
Santo  Rosario,  esperando  sin  duda  que  en  los  menciouados  dias  de 
fi^ta  exhorten  al  pueblo  con  una  breve  plática  en  el  lugar  y  sitio  que 
le  pareciere  roas  cómodo  á  la  secuela  de  las  virtudes,  detestación  de 
loa  Ticios,  y  cordial  devoción  de  nuestra  Gran  Reina  y  Señora  María 
SaBiisima*del  Rosario;   que  por  este  auto  asi  lo  proveyó  y  tírm6  de 

5  < 


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qne  day  (K.*-Fr.  Jumn,  obiipo  de  Cuba«— Ante  mi:— Isidro  Ignacú» 
Magttñfi,  notario  pábl¡co« 

£•  conforme  á  la  Real  Cédula  y  auto  de  conmutación  cjtie  «n 
teetinHMÍo  te  hallan  en  loa  autos  para  proveer  de  capellán  la  capeUar 
nía  deMOO  pesos  del  capitán  Francisco  de  Parada  á  que  me  remito. 
— Bay amo  18  de  majo  de  182 K — Fructuoso  Moxia,  notario  públi- 
co archifista. 


DE  R£¥IL.L.A-GIGEDO, 


TIREY  OB  MÉJICO. 


[Cbfi  una  láminaJ] 
El  teniente  general  D.  Manuel  Flores,  virey  deSta.  Fé  de  Bogotá, 
fué  promovido  á  Méjico  donde  llegó  en  julio  de  ITS?,  pero  deseamto 
disfrutar  de  la  vida  privada,  renunció  el  vireinato  y  se  march<(  para 
Espaia  en  noviembre  de  1769  en  el  navio  san  Ramón,  que  arribó  á 
Teracruz  en  8  de  octubre  anterior  conduciendo  4  su  bordo  al  Sr.  D* 
Joan  Vicente  Guemes  Paclieco  Horcasitas  y  aguayo,  conde  de  R«- 
viRa-Glgedo,  y  virey  nombrado  por  el  Sr.  D.  Carlos  III  para  reen- 
placar  al  citado  Flores. 

La  serie  de  virejes  que  precedieron  á  Flores  no  habían  hecho 
mejoras  notables  en  la  administración  general  y  eeonómiea  de  la 
colonia,  hasta  que  llegó  por  el  camino  de  la  Florids,  Tejaa  y  pro» 
i^inctas  internas  D.  José  de  Qalves,  nombrado  visitador  y  con  am- 
plias instrucciones  dé  la  Corte  para  corregir,  reformar  y  componer 
cnanto  no  estuviese  en  perfecto  orden  y  arreglo.  Galvez  era  hombre 
activo,  tenia  talento  de  Invencien  y  sobre  todo  grandes  deseos  de 
dpear  algunos  ramos  j.  reformar  otros  par&  acreditar  hasta  cierto. pim- 
to  4  la  borona  su  gapacídad  y  celo.  D.  José  de  Galvez  en  el  tiempo 
de  ^ii  visita  hizo  reformas  de  oonsideraeion,  tajes  como  laa  de  anre- 
glar  tas  compañías  presidíales  de  ios  estados  intvmos  dé  Oráme  y 


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—35 — 

OtH^idente,  pam  evitar  las  guerras  sangrientas  áñ  las  tribus  bárbaras 
del  desierto;  fundó  la  renta  del  tabaco  y  dictó  otra  multitud  de  pro* 
▼ideneias  otiles  que  no  es  del  caso  mencionar.  D.  Manuel  Flores, 
hombre  de  juicio,  aunque  no  instruido  en  los  asuntos  de  estas  colo- 
DÍas^  no  hieo  en  el  corto  tiempo  de  su  gobierno  mas  que  cumplir 
con  las  disposiciones  del  visitador,  pues  no  pudo  de  pronto  compren* 
der  la  entidad  deJ  etnpleo  que  tenía,  ni  hacerse  cargo  del  millón  de 
asuntos  de  que  ere  necesario  tener  exacto  y  minucioso  eonoeimíento* 

No  sabemos  sí  D.  José  de  GalreK  se  dí6  por  satisfecho  con  ttra 
disposiciones  y  si  juzgó  que  nada  faltaba  ya  para  la  prosperidad  y 
buen  gobierno  de  la  colonia;  pero  lo  cierto  es,  que  Renlhi«6lgedo 
encontró  muchos  abusos  y  defectos  que  procuró  corregir  eon  la  aetí* 
vidad  .de  su  carácter  y  con  la  prodigiosa  comprensión  de  su  enten* 
dimíento  que  abarcaba  desde  las  cosas  al  parecer  mas  pequeñas  é  in* 
signiñcaotes  hasta  las  do  mas  entidad  6  importancia  para  la  Corona. 

Revilla-Gigedo  tomó  posesión  del  gobierno  el  17  de  octubre  de 
1789,  y  el  primer  suceso  en  que  dio  á  conocer  su  actividad  yjgrnnóe 
rectitud  fué  el  de  los  asesinatos  peVpetrados  por  1).  Felipe  Atdama, 
D.  Joaquín  Blanco  y  D.  Baltazar  Quintero,  en  las  personas  de  D* 
Joaquín  Dongo  y  familia.  El  día  24  de  octubre  aconteció  este  hor- 
rible atentado;  á  los  trece  dias,  es  decir,  el  7  de  noviembre,  los  reos 
faeron  ejecutados  en  un  tablado  que  se  colocó  entre  las  puertas  del 
palacio  y  cárcel  de  corte. 

Algunos  meses  bastaron  para  que  Revilla-Gigedo  comprendiera 
lo  que  habia  que  trabajar  en  todos  sentidos,  para  dar  una  forma  re- 
gular al  conjunto  de  miseria  y  desorden  que  hasta. entonces  se  no* 
taba.  No  se  erea  que  pretendemos  exagerar.  Un  cuadro  del  es. 
tado  que  guardaba  la  colonia  en  1789  dará  una  perfecta  idea 
del  mérito  del  insigne  magistrado  á  quien  no  detuvo  en  su  carrera 
de  progrlsso*  ni  lo  limitado  del  tiempo,  ni  las  consideraciones  socia- 
les, ni  la  lucha  constante  de  preocupaciones  que  le  fué  preciso  repe- 
ler.-*Veamos  como  estaba  la  policía  entonces.  Las  calles  sin  ataiv- 
jeas,  banquetas  ni  empedrados,  eran  el  común  depósito  de  labasum 
é  ibmundicia  de  las  casas,  y  las  lluvias,  año  por  año,  ívirmaban  natu- 
ralmente asquerosos  albañales,  de  don^  emanaban  mefíticas  y  da- 
ñosas exhalaciones:  la  acequia  continuaba  hasta  el* Palacio  y  ot-raé 
eslíes  siendo  también  el  receptáculo  de  las  basuras  que  te  estanca- 
ban en  el  agua  represa;  el  merc'>do  estaba  frente  del  Palacio  y  M 


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oompoou  de  un  coiniin  en  el  oentrOf  y  multitud  de  grandes  y  peque. 
ftos  tejados  de  madera,  donde  »e  espendian  las  vituallas,  arrojándose 
las  podridas  i  un  lado,  que  algunas  noches  servían  de  alimento  á  los 
cerdos  j  vacas  que  pacían  libremente  por  toda  la  ciuilnd.  En  esos 
tejados  de  madera  dormían  á  pierna  suelta  hombres  y  mugares,  /  los 
vagos  y  ebrios  tenían  seguro  asilo  donde  pasar  la  nc  che  ó  cometer 
no  pocos  crímenes.  Los  baños  en  Mégico  eran  unas  grandes  galerías 
con  tema$eaU$  en  los  lados  y  bateas  en  el  centro,,  y  todo  el  q  ue  pa- 
gaba su  t*scote  tenía  derecho  á  entrar,  pues  no  había  la  separación 
debida  para  los  sexos, 

A  las  nueve  de  la  noche  (si  era  oscura)  no  se  podía  andsr  en  Ift 
ciudad,  pues  no  hnbia  alumbrado  público  y  solo  los  dueños  de  tien- 
das 6  casas  tenían  obligación  de  colocar  en  su  puerta  un  farol^  pero 
no  cumplían  con  esta  disposición,  ó  sí  cumplían  retiraban  la  luí  4 
cierta  hora  de  la  noche.  La  mayor  parte  de  la  plebe  andaba  casi  des  • 
nuda«  púas  su  único  vestido  consistía  en  una  manta  que  les  servia 
tambiej^e  ropa  de  cama,  y  un  sombrero  de  petate. 

Era  una  costumbre,  tanto  veniler  la  ropa  de  los  difuntos  en  tieo« 
das  públicas,  como  enterrar  estos  en  las  iglesias  dentro  de  las  pobla- 
ciones,»-Ambas  cosas  unidas  al  desaseo  de  las  calles,  causaban  fre- 
cuentes epidemias. 

En  cada  puerta  6  balcón  había  un  tejado,  lo  cual  daba  á  la  ciu- 
dad un  aspecto  feo  y  triste,  y  ocasionaba  algunas  desgracias  por  la 
caída  de  los  ladrilloM  6  tablones. 

Indistintamente  se  fabricaban  edificios,  sin  cuidar  de  la  armonía 
ni  rectitud  de  las  calles,  y  á  casi  todas  Ins  casas  se  les  ponían  6ana- 
les  voladas  á  la  calle,  lo  cual  descomponía  notablemente  el  piso. 

No  había  mas  paseo  público  que  el  plantado  por  el  virey  Buca- 
rely  que  llevaba  su  nombre. 

Las  fuentes  públicas,  que  eran  unos  grandes  tazones  de  mara- 
posterla,  regularmente  estaban  sucias,  así  con  el  sedimento  de  la  mis. 
ma  agua,  como  con  el  polvo  de  la  calle  y  el  contacto  de  las  manos 
de  los  aguadores,  y  tampoco  era  estreno  el  que  las  gentes  se  lavasen 
la  cabeza  y  los  pies  en  ellas. 

Las  pulquerías  (1)  abui|daban:  casi  en  todas  las  plazuelas  ha- 


(1)  Aan  ha  quedado  una  que  otra  de  estas  pulquerías  y  es  en  verdad  de 
toda  urgencia  que  se  acaben  de  destruir. 


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—37— 
bia  iifi  enorme  JHcalon  semejunte  á  una  trox  de  hacienda.  En  elceti- 
tro  hallábanse  colocadas  inultifUd  de  tinas  enormes  llenas  de  pulque, 
j  4  su  rededor  pululaban  los  léperos  casi  desnudos,  las  prostitutas  j 
loa  mendigos.  Todo  lo  que  habia  de  mas  sucio  j  de  mas  miserable  en 
la  población  se  reunía  en  estas  casas.  Allí  se  jugaba  á  los  naipes  j  i 
U  rajuela,  allí  se  cantaban  versos  obcenos,  allí  se  decian  entre  risas 
y  algazaras  las  palabras  mas  soeces  del  lenguaje  del  pueblo,  allí,  en 
fin,  había  riñas  y  asesinatos  y  complots  para  robos  y  otras  malda- 
des. 

Las  siembras  no  eran  entonces  de  lo  mas  abundalites  así  es  qne 
cuando  las  cosechas  se  perdían  algunos  acaudalados  monopolizaban 
losgraooi  y  el  pueblo  sufría  hambres  espantosas. 

Por  fin,  esta  ciudad  sin  un  plan  regular,  sin  fa  zanja  que  ahora 
la  circunda,  llena  de  edificios  ruinosos  y  deformes,  con  sus  callea 
Ciogoaas,  su  plebe  desnuda  y  la  suciedad  en  las  casas,  en  las  plazue- 
las y  hasta  dentro  del  mismo  palacio,  era  el  receptáculo  de  los  ladro- 
nes, de  loe  fulleros,  de  los  polizones  que  venían  ocultos  en  los  barcos, 
y  de  multitud  de  gente  ín moralizada  y  ociosa  de  ambos  sexo^que  go- 
zaba de  la  mas  segura  impunidad,  como  ne  comprueba  con  el  suceso 
de  Dongo  y  otros  crímenes  que  han  pasado  en  silencio  las  crónicas 
del  tiempo,  porque  refluían  contra  personas  poco  notables  en  la  so- 
ciedad. 

No  sé  cómelos  antecesores  del  conde  de  Revilla-Gigedo,  podían 
habitar  en  un  país  tan  puerco.  Está  visto  que  nadie  hizo  por  Mégico 
hasta  que  D.  José  de  Galvez  indicó  algunos  pasos  en  su  favor,  que 
eonclay^  el  ilustre  Horcasíta.  ^ 

Pues  todavía  eran  mas  grandes  los  defectos  que  notó  el  conde*  en 
hi  organización  moral  del  reino.  Encontróse  con  multitud  de  juzga- 
dos privativos  y  con  diferentes  y  multiplicados  sistemas  de  administrar 
la  JQsticia:  era  el  superintendente  de  Hacienda,  el  de  mopeda,  el  tri- 
bunal del  consulado,  el  de  minería,  el  de  alzadas,  el  p  roto  medí  cato, 
el  del  marques  del  Valle,  las  audiencias  de  Mégico  y  de  Guadalajara, 
la  Acordada  por  último,  que  ejercía  su  jurisdicción  por  medio  de  maa 
de  2,500  dependientes  y  que  imponía  penas  infamantes  y  aun  la  de 
muerte,  sin  que  tuviese  ni  aun  la  molestia  de  que  otro  tribunal  revisa- 
se sus  sentencias.  Cada  jurisdicción  de  estas  tenia  su  fiscal,  su  escri* 
baño  y  tas  formulas  y  reglas  particulares  para  seguir  sus  juicios. 

En  los  lugares  foráneos,  las  cosas  pasaban  todavía  peor,  puea 


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--am- 
para los  juicios  comiines  hahia  «Hbdelegadoíi,  cíe  que  rríiiltubn  nntii- 
ralinente  una  confusión  y  demora  eif  la  administnicíon  áe  justicia, 
perjuicios  que  especialmente  resentían  los  que  se  hallaban  en  el  caso 
de  venir  á  pleitear  desde  trescientas  y  cuatrocientas  leguas  de  distan- 
cia/pues  los  tribunales  superiores  residían  en  la  capital. 

Révilla-Gigedo,  asombrado  y  no  queriendo  creer  que  pudiera  lle- 
gar la  agudeza  del  entenditqiento  humano,  hasta  el  grado  de  inven- 
tar ub  sistema  tan  monstruoso  y  complicado,  tendió  su  vista  pene- 
trante y  observó  los  otros  ramos  generales:  ved  lo  que  nptó. 

Ninguna  eeítnela  de  primeras  letras  gratuita,  había  establecida  en 
la  capital  y  ni  en  ninguna  parte  del  reino.  La  instrucción  de  la  ju- 
ventud estuvo  al  cuidado  de  los  padres  jesuítas:  y  cuando  estos  fue- 
ron espulsadoren  1767  quedaron  solo  algunas  escuelas  bajo  el  cuida- 
do de  frailes,  que  no  se  ocupaban  con  empeño  .ni  eficacia  en  su  ma- 
gisterio. En  cuanto  á  las  escuelas  públicas  eran  regenteadas  pormaes- 
ras  que  alimentaban  el  corazón  de  las  niñas  con  cuentos  absurdos  y 
ficciones  supersticiosas;  maestros  que  enseñaban  á  los  discípulos  á 
mal  lee^  peor  escribir,  después  de  haberle  sacado  la  mitad  de  la 
saagréá  azotes,  y  haberles  hecho  perder  la  vergüenza  con  la  coroíá 
y  otros  castigos  ridículos  é  ineficaces. 

KI  colegio  de  Minería  establecido  por  Carlos  III,  merced  á  los 
esfuéra&os  que  hizo  Velazquez  de  León  con  el  visitador  Galves,  esta» 
ba  mivy  lejos  entonces  de  llamarse  propiamente  colegio,  pues  «e  ca- 
recía de  profesores  de  instrumentos,  y  de  aparatos  para  la  práctica  dé 
ks  ciencias.  .La  academia^  establecida  también  recientemente  y  con 
una  /amosa  colección  de  yesos,  y  algunas  buenas  pinturas  permane* 
eift^estacionaría. 

£n  cerca  de  trescientos  años  que  llevaba  la  España  de  poseer 
hA  regiones  de  los  trópicos,  no  había  pensado  un  solo  día  en  conocer 
BU  botánica,  y  en  hacer  participante  al  viejo  mundo  de  los  aumen- 
tos en  esta  ciencia,  que  proporcionaba  la  e.spontánea  producción  de 
vegetales,  de  flores,  y  de  fhitos  nuevos.  Fué  Bucareli  6  mas  bien 
Galves,  qiiien  tuvo  la  idea  de  plantear  en  el  potrero  de  Atlampa  uti 
jardín  botánico.  Flores  persistió  en  la  idea,  mas  en  discusiones  é  is- 
^rmes  se  había  tráDscurrido  mucho  tiempo,  y  el  eiftableaimíeato  no 
se  planteaba. 

En  cuanto  á  los  caminos  (cosa  increíble!  El  de  Yeracruc  no9# 
podta  transitar  mas  fue  en  muía,  y  otro  tanto  sucedft  eon  los  de  Tp- 


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luca  y  Tierrii  Culieote  depópito  de  ios  granos^  j  poiset  tan  itíles  CaaM.. 
lo  cercaoíKM  á  la  capital*  *) 

Los  ayuntamientos  invertían  sus  fondos  eñ  cohetest  festividades 
y  sueldos  inútiles,  y  nada  hacían  en  beneficio  de  sus  municipalidades 
sin  que  por  supuesto  hubiese  una  oficina  que  (Cuidase  de  contener  .e»« 
los  abusos*  7  de  glosar  las  cuentas  del  riquísima  ramo  de -propios. 

Las  oficinas  y  efnpleados  estaban. en  armonía  con  todo  este  dé's^ 
orden.  En  ninguna  había  datos  ni  ideas  para  formar  la  eieítadística- 
IM  ios  Irbros,  asientos  6  espedientes  se  llevaban,  con  6rden  6  bajo  cier^ 
tas  reglaSf  sino  conforme  á  la  invención  .ó  capriclio  (tel  -  e:e£e«  ninas 
oficinas  ja  de  tabacos^  ya  de  alcabalas^ y  puJques  estaban  -ai  tanto  poi^ 
ciento,  otras  á  sueldo  fijo,. unas  con  menos  tralrajos  tenían  mas  de*- 
pendientes  que  otras  que  tenian  mucho  recargo  de  quehaceres. 

£1  Tribunal-  de-Cueutas  era  insignificante  porque  nada -hacia,  y 
aun  pretendió  tener  cierta  superioridad  al  virey«  No  óbstalite  todo  sa 
tren,  las  cueotus  no  se  glosaban,  y  tina  que  otra  quA  se  revisara,,  «ra 
á  instancias  de  ios  mismos  responsables.~^o  habla  «fdiivo.íbrmadpi 
y  las  cuentas  confundidas  unas  con  otras  estaban  a^logi/eradasóomo 
fardos  inútiles.  Lo  que  dá  mas  cabal  idea  delestado  y  abandíopo  #b 
que  se  bailaba  esta  oficina,  es  recordar  que  el  méitQda.de  clasificar  Iim 
pageles,  era  por  mesas,  y  para  mayor  claridad,  pónfan  á-los  4egajos 
un  rótulo  quedecia:  asuntos  de  la  mesa  'i'.^^lísüniosdelamesd:^^^ 
^c.Todo  esto  referido  en  el  informe  de  Revilla^Gigedo  á  S^M.,  «oH 
tono  serio,  no  puede  menos  que  b^er  reír.    "  -      --  ' 

Sin  ningunosjeonocimientos  geográficos))!  lep^ráfices,«flKÍmiMiBí 
hecha  iuna  rarísima  diyjsion  de  suelos  ó  alcabalatorioá;  diferí  mí 'q^ 
jamas  pqdo  enteudei^  nadie,  que  di6  «rigen  ^^cumtiloscwi.eiqpfkdiliiltes^ 
y  q^,.amcbafr  veces "í^e  exigiesen  iijj (I Btoftpngt3s.^K!*ta  división  tlt^  sue- 
los.teoia.por  objeto  el'fepeítir  el  cobróle  alcabala  tantas  veces  ci^ajitaa 
laj^  t|iercana)^  pasjibcíti  cj^  :«.n  In^^+ir  á  otro.  '  •  -^ 

>4p^A' ,49^11^^  5^00^^'^^'?^  ^^^  V^^^  q^&  JiÍ£Qul>-'Fra«icisea 
Aj^tcMHóf.Ci^esppv  est^  el  cjérdtp  ppc  j^akqrden 

áúff^^(¿Q^\¿t.  de  Í.'^^U.ie^J."0?n^>  liábiíi  lefiiflií  efi^etiry  fáítAlw  f^^"- 
cbg  pai:¿;)^iiá  ¿^  completase» él  iiu mero íd6!^03|4a;Ei^        (^m  d$b# 

.  ^j^ifip-BíiliriaMltaB^  ^^^^  inótiles,  parqi^no.te- 

ni*l^»i  <H»i5^^  fron|«wi«fe*toalUi- 

ban  vau  custodia  m\  guarnición,  y  arUii  los  jiocas  ©uerp»«  vetcratiíf» 


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—40— 
qoe  había  no  eran  de  mocha  confianzav  porque  U  major  parte  de 
JU8  gefes  y  oficiales  eran  jü  virtud  de  beneficios,  honabres  acomoda- 
dos en  el  pais,  que  nada  sabían  del  arte  de  la  guerra. 

Tal  era'el  estado  de  las  cosas  en  Nueva-España,  (3)  y  es  me 
nester  notar  que  lo  que  á  otro  hubiera  costado  largos  años  de  esta 
dios  y  observación,   Revilla-Gigedo  lo  hizo  con  la  presteza  de  un  re- 
lámpago .Antes  de  seis»meses  habia  ja  conocido  y  profundizado  el 
origen  j  causa  dé  estos  males. 

Otro  que  no  hubiera  estado  revestido  de  esa  energía,  y  fuese  de 
alma  que  constituyese  á  un  hombre  de  genio,  hubiera  retrocedido  á 
ia  vista  de  tantos  inconvenientes  y  de  tantos  obsiáculos;  como  que 
habia  que  vencer  para  poner  en  mediano  orden  eso  conjunto  infor- 
me de  que  se  ha  procurado  dar  una  idea.  Reviíla-Gigedo  eoiAenz6 
jcon  mano  firme  ^  segura  á  reformarlo  todo,  y  merece  que  mencione- 
mos ahora  con  el  mismo  orden  lo  que  ejecutó  y  lo  que  intentó  eje- 
cutar en  beneficio  de  este  precioso  país,  que  con  nada  pagará  á  tu 
-memoria  el  gran  «tributo  de  gratitud  de  que  le  es  deu'dor. 

Cuando  llegó  el  nuevo  virey  á  Veracroz,  no  perdió  el  tiempo  en 
Aicuchar  adulaciones,  ni  recibir  visitas,  sino  que  se  dirigió  al  castillo, 
Mconocíó  minuciosamente  la  fortaleza  y  en  el  acto  remitió  á  España 
los  cationes  instiles  que  habia,  diciéndolo  al  ministro  que  los  de  bron- 
eneran  de  construcción  antigua,  y  que  los  de  hierro  se  inutilizaban 
«<m  el  clima.  (3) 

Se  acostumbraba  que  en  el  tránsito  de  los  vireyes  de  Veraemz  á 
Ílf4)l«so,  se  hiciesen  muchas  solemnidades  y  regalos;  pero  Revilla- 

€ri¿e'do  nV>  adnbitió  ninguno,  y  aun  representó  á  la  Corte  contra  esta 
"costvmbre.  La  primemí  orden  que  ó\6  al  llegar  á  Méjico,  ftié  man- 
dar asear  el  palacio,. desterrar  las  almuercerías'que  habia  dentro  de 
■él,  y*1)rohibir  severamente  qu^  arrojasen  suciedades  en  los  tránsitos. 
B»  fifeguida  mandó  destruir  los  tejados  que  formaban  el  indecente 

ínercadihdelaDte  de  palacio,  y  construir  tres  plazas  /cuevas;  una  en 


(2)  Solohabia  tres  estabifecimientos  medianamente  arreglados  cuando  vj- 
^10  Revilla-Gigeao,  y  eran  el  de 'Montepío  de  Pied&d,  fuAd^dópór  el  condfde 
Re^la,  la  Cuna  y  el  Hospicio  de  pobres. 

(3)  El  aSo  de  89*c0n8istia  la  artillería  de  ITlúa  en  139  cafÁnés  áe  bronce 
de  vari^  calibres  y  173  de  hierro,  pero  se  enviaron  át  Espafla  los  inúül^,  y 
asi  quedaron  el  ano  de  *79i,  198  callones  de  bronce  y  HW  de  híenoy  »  i 
teros:  total  301  piezas.  •* 


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el  e#ttado  ée  a<|Nel*(4)«  "blra  «n  el  Fnctor  ó  baratilto,  y  otra  en  la  pía- 
xiMl.^derSanta- Catalina,  fiínnándi^es  un. fegtaiaeaio  qiie^  «tímente 
loa  prodfictoa  haatar  1^.000-  ps.^'CbíiHMonó  uii  regidor  para  ^uevisi- 
Caae  loa'btf^a^.fofíiHiffi  un  regltiifen|a|A>'«fÍBl  aeirerificó  mlkidán- 

Ox4'esióf^f^^rH0i^9-p¡^t¿¿*lqa.  eUierk>a{  qné  recf>g¡erañ  íaa  vñ- 
t9ñ  f  991^09  qWfBHÚek^n  fíi.^Íjm<Mes  tantea  de  día  conoide  no- 
coa*     *  #     ,      :    ■  -.*       , .  -•-^p 

•  Fara  remediar  la  desRudejE  de  ttf  plebe^  manduque  loa  opéraríoa 
de}aJttUbeica4B;{>urda  jhoig arroai-ee  .pi^^ntaíeo  v«arido8  dentro  de 
elerr(UMmp#,  ^uea^je  Ja.ee4itrariai>áo-:aQ»a4iiiiimiiiv  áátfahiijfir.-  Esta 
neiltda  d»á»pficJ'eBtittf\do«tip,84ilo'qve  aftJri|^ecatlll|a8  dtf*10,000  ta- 
ba<)tiiiro«»  aiiMM)iie  con  éLic^nipIgae  vialidKa  la  «niay  qi>  par  (e  de.  la 

«  JVreTtnó  que  ae  quhaa^eh  ló/t  ^jadtfS  de  laa  jiuertaa  y^iml^nem^ 
qoe^ietb-ie^^^éJaiíte  wa^á  ppgiJwefioní^mr  mngiia  edifioio-aín  la  cor- 
ceap^ndieiUaJi^iú^tg^^l^jpa'^eJKite  Jas  irrefiikiM!ftd^ea'.y:,pocA  -aelidez 
eoia  qiie«pof^,felipfcal*ae'baeianf  .  í^--  .  ..,.- 
.  ^  Soló  en 4áv^aUeari4e  l|i,Salma,  X}otiaep-y  -aan^^ranciaca ae  ha- 
bla cpmiiníBado  el  eDipedi(lido,  jr  no  aecontíniraira  por.  faitea*  de  feo- 
do:  ^rtMaNGigade  tom¿  praatade  dóUd^agiie  l<MKe0^pa«  ^ 
qiifiedeUfnaó  el trib«líla^<del  Centfitíadoi^jrKQandójcoiiUn narria  obra 
eoñ  la^pf^on^aotiridad.  -Se*  conatruyeron  451^35  varas-  de-  atargea 
Hpit||Mpal:  fál^AMe-meDOP^ra  ce/nuniiMirlna  con  4aa  casas: 42 )^.S17 
«ac9«.cuadfédaaf4ei«n4iedra<i&4^jiief Oy.y^se  iarfapJenaro^3,¿00 •  va. 
l|unL4i|%contbnta  agüía^iiftnuiMlá:  toda  ^to  CMfl43i7.7Í5  pe.: 
^^e^sáai  tQdt^a^iaa  cattee  ae  eeknpuaíefon  en  tievipo'de.Rer 
^eiaia»Gíf^tf(*je&)<^-«:     .   /'.  •     1   /     :. 

ipenMT^  pei^r  deie  maedlídof  {as^^ato  conío  se  lia  dicho  al 
(Hliíj^Md, -péraiáneeían  piíctHasi  ptóyeptó  j  flev6  4aabo  el  estab)e- 
etmíenteuiél  alumbrado  <]iié  tuvo  de  coafeo  en  hierro,  farolea  d¿c.  la 

(4^*  El  meroádo  del  eoatado  de  Pftlaoto  ae  ha  auatitutdo'^onJa  hermosa 
ptua  demanipoate'ria,  y  el  baratillo  ae  ha  trasladado  á  la  pla'auela  de  Villa- 
oul.  . 

■  (5)  .Pftrt  el  t^rao  dé  empedrado  se  destiiló  el -producto  de  lácontríbaciotí 
de  2  gráLhoa  por  arroba  de  pulque,  pSro  estearbi^o  siempre  ha  stdo  iilsiifi- 
«léala,  y  Jlavüla-Oigedo  faé  de  opinión  que  ae  puaieran  otnia  contríbueionea  á 
loa  carr^ffea  y  -cSnaiba  qae  son  los  que  jnaa  deatrayen  loa  empedradas. 

6 


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—42- 

iuma  de  35.42D  ps.  con  un  gasto  uuual  de  2  M40  pfi.  íncluao  cicuer" 
po  de  BOronoH,  (6)  á^^^^fttm 

Estableció  en  el  mismo  tiempo ^i^ondas  y  patrullas  qiii?  ciütodia' 
sen  la  ciudad,  cosa  qrie  i)Oj|e  J^ablu  liecbo  haBtti  eritóueeai 

Se  Jialiia  mandad^  ínatpijr  ^n  espediente  para  la  copstrucciúTi 
de  bombas  para  apagar  toa  incendio?,  pero  esie  proyecto  ^ae  Imbia 
dormido  en  laa  oficinas  como  er4.de  co6tum|^rQ,  bauta  que  el  virey 
mando  construir  varíaa  parala  Aduana^/ábricft  de  tabacos  y  otros 
edifícioa. 

Ya  se  ba  dicho  el  estado  de  lua  Fuenes  públicfip.  ReyiUa*Gt- 
gedo  mando  coaatrnjrp«300  varaa  de  cnneria  general,  3^200  de  par- 
ticnlar  y  20  fuemes  con^  grifos  en  jej  ^e  íñZQtitBf  pfira  qu^  loa  f eci- 
noa  bebíeset]^  sgua  limpia. 

El  des^^den  de  laa,puTqueríai  ilajió  sti.  aleppipn,.  y  inanUo  for- 
niar  el  espediente  respectivo,  resuítando  como  debe  supoaorae,Ja 
deatrnccion  de  Jas  grandca  tabernas  que  ae  ban  descrito  y  las  pifi- 
venciones  conBÍguienteS|  ppra  que  eo  las  casiJlud  donde  ^e  espendit^- 
ra  ese  licor  no  bubicra  ni  vendedoras  d&  ahmiel^os,  ni  rcuiiioJíta  de 
pillos  y  borrachos* 

Feneo  también  nériamcnte  el  abastecar  de  granos  raríaa  alhon^ 
digas  para  evitar  el  monopolio;  maa  no  llego  el  caso,  pues  Jas  coae- 
cbas  fueron  ricas  y  abundantes* 

Mando  formar  el  plqno  de  Méjico,  reducido  ^  una  area^cgtilar 
y  circundado  de  una  zanja  prdfundaque  t^irviera  p^ra^la  custo4ia  y 
cJ  desagüe  de  las  calles.  Esta  obra  no  se  f jecuíi*  en  su  tiempo,  por 
que  no  Hegc»  oportunemenlc  la  aprobación  de  1r' Corte.       -  .  «_* 

Estableció  el  ficí  conirasie  para  que  vigil^ira  sobre  la  legalidad  en 
el  peso  del  pan,  en  la  medida  de  los  granos,  y  áio  opotlunas  priívir 
dencinspnra  que  no  ae  vendieran  jcarues  corrompidas  ni  tn^ileadaa. 

Prohibió  la  venta-de  la  ropa  de  loa  muertos,  de  enfermedadea 
comagíosaay  el  enttcrro  dentro  de  las  iglesias,  matkdó  constnifr  ce- 
menterios á  estramuros  do  las  poblaciones. 

,  Eecompnso  la  aJameda  y  paseo  de  Bucarelli,  se  formaron  laa 
Calzadas  de  S.  Cosme,  la  Verónica ^  la  Piedad,  compcitiiéndosc  igti^- 
mente  el  Camino  de  Tacubaya,  TlalnepantJa,  y  algunas  calleas  del 
pueblo  de  S.  Agustín  dejas  Cueva% 

(G)  Para  sostener  el  aluminado  f^r  ímptiBf»  ta  roniríhnírion  rff  3  realeí^  á 
rada  ear^a  fk  hEnnii,  y  esla  recursu  se  t-ükylo  üu  3ti,5Uií  j)S,  aauabü* 


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— 13 — 
*  Llev6  &  cabo  et  prdjrecto  úet  Jardín  botánico,  y  lo  estableció  en 
CháfMiltépecrmedida  qoe  foé  aprobada  en  rea!  cédula  de  20  de  liiar-    - 

EataWRNÓ*  eséufflls  de  primeras  letras  e^  Santiago' Huat&sco, 
Tepfr,  Sffbta '  Aná;**^za¿an,  la  Parroquia  de  ]S.  Sebastian  deQue- 
réterbr'Qtepetl&xtpc,  rilla-de  Sai\tia¿e,  Téquisquiapan,  ran^eriarde 
S.  ]^ell^t*^^^*com|itep.ec;  y  Cho^amart.      '  • 

*•  So  la^eapltal  di4;)t6  prbridencias  para  que  los  maestro^  y  maes- 
tras, ñlesend^  boeiias  costumbres^  tfpro4>ádos  7  exaitfiiuados,  y  que 
ks  esc(4líd  sc%isitaran  con  frjecuejici^. 

»  <  XMtlÍ«)io8y  la8ártes'me^áfri6asiBstában  divididas  en  50  gremios 
f«gidd$[ftTjí>rdbttaniltesinujrantigufls.  Revilla-Gígedo  consultó*  á  la 
Cort0  la  411  presión  dealgu'nbs  de.  estoa  gremios,  y  la  reforma  de  sus 
.Offdeiiai|zitoi^ro()e8graciadáoronte  nada  ptrdo  hacer  de  provecho  en 
favor  de 'wtoft#emos-qu«^  miraba- c5b  predilección,  por  falta  de  of^or- 

tifDa  res^luVioiT.'  ^  ,  *     : 

•   •  9« Dotóla  b  Academia (7)  cOh  'íesceleotes-profesolres,  -mi  en  -^r- 
*j^it«et{ira^  o^moel^lafeácultura,  pintura  y  grabado,  peosionando  al 

dire^u/r.deeste'ultiiOQ  ramo  con  trescientos  peaos  mas,-para  que  en- 
*8eñ|tse  gratis  algunos  jóvenes  (8)^  fundó  ademas  una  cátedrajde  ma. 

temificas  apli|ada  &  la  «arquitectura,  7  nombró  trece  académicos  de 

lionui^para  qiie  consttfntétnente  protegieran  tan  útil  establecimiento. 

He  .aquí  como^^Jtqr  unu  especie  dé  magia  fundó*  Re Wlla-Gigado 

.  la  porcia,  eosa  deéconociüa  ba^á  esa  épooa,  como  creó  y  reformó  es- 

t$d>teÍMÍitUQs>ttti)as  ^^)I>ef|iCi  ha  podjde  el-tiempo  destruir,  y  ^ue  se 

dbnservan  Jiaati^  naeaUflrs  días,  y.  como  dio  vida  y  movimiento  á  estas 

A4PIMtM^^  ha^Q  permanMüJo  ea  una  prolongada  noche  de  ma- 

i^an^Q  y  ^hatjfjieiito. 

Jgnc^  |pdaa«ast4|s  oosAfr  tuta«qu^JuGbar  con  I09  magisti^os,  con 

ía trf  Mf  i*^iPiá^Pfl)"**^^ ''Ti^^lf " ^J  oon«todo8  les  kieon veniente»  que  trae 

.-7^'—-   ••    #'••  : — 7 

(7)  Los  fondos  de  la  academia  de  S.  Carlos,  consistían  en  13,000  ys.  de 
'asigwiipn  real;  1,000  daba  le  ciudad  deJJdéjico;  5,000  el  tribunal  de  minería; 

300  la  ciudad  de  Veracruz;  200  Guanajuaito;  100  la  de  Querét^ro;  50  la  villa  de 
S.  Miguel  el  Grande;  15  la  de  Córdova;  15  la  de  Orinaba  y  4,000  ps.  rédito 
de  80,000  del  capkal  impuestos  al  5  p.  §:  total  26,580.' 

(8)  No  hemos  podido  averiguar  si  en  este  liempo  era  director  del  graba- 
dla el'hábü  profesqr  D.  Gerónimo  Gü  que  grabó  las  medallas  de  la  Jura  de 
Carlos  IV,  y  aun  muchas  para  Kspana,  según  asienta  el  Ldo.  Bustamante. 


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—44— 

cmmgii  ft\  hnznrse  con  eepntju  en  mntio  á  iJé^errarr  virios  cnvcjeci- 
tlua, — 'Pem  fas  coaMs  que  íiacia  d  .Vir^j  eran  tají  coiiochJnmeffte  biie- 
lint  y  cojrfíjr/nei  á  (a  justítía,  que  todas  se  Hpfobabftn  por  Ja  corle. 

•El  espíritirfiiosoticode  reformu  dd  Cdlltle  liO  ^e  Ihhíto  á  est6s 
cosftA^^por  decirlo  nsí^  meragneiite  lixfiteritilef.»^  la ''primara  ofeada 
coinpréDtíió  todos  los  víoióa  de  la  adtnhiistcttcjoii  mor^h  y  f(»fmó  es- 
podkttiea  pnra  cort»^  de^raíz  el  mát;  péfo  urudia»  úé  e»A8  cosas  de 
mÁa  eiu¡dQdf'SupÍHrati.  entorpecerlas .losVen¥Ídioros  de^su  iuarcJta* 
Sin  ejiíbargOr  ooiisíguió  {jue-las  stíiitencJHS'deí  trifeunaj  tie  In  A  corda- 
dü,  fueran  revisrtíJaB  por-d  ViKcya  regla  m en 4 6  vário^ribtjittitesf  ít>r- 
mó  arnncele»  para  el  cobro  de  Jos-de réchd»  de  la  Real  A  Wíeiibiaf  y 
luvo-eijfrande  senUfuiento  de  que  üo  viuitíratla  aprobatiQft^  de  1u 
rli forma  que  propuso  para  eJii^iider  en  laa'  atribticionefl  de  Jóa  ttiten^ 
dentes  y  Slib-d  tí  legados^  asúrilb  que  lo  preocupó  iiiycho*y  *en  que  pu^ 
■íTS«  raayor 'c«nato,  -  -',».;*  %   ^ 

#Líi  rtíineria  y  Ja  a^j-Joii1turaiíuer(in*4«inb¡en  comtf  debe  pen^r* 
sc^tbj^tos  de  su  niayornit end  Olí-  El  üokgio/e  crea>l¿rgLNdé  1-7Í7,  y. 
fué  iirra  grají  forlíiiia  qiie-el  sabio  VfeJazquéz'de^lfÉoií  ,(9 )'bii bífera  ^r- 
d  o  a  uto  r  de  es  e  proy  e  ct  o,  po  rq  u  e  pu  edé  a  seguid  rse  tj  u  e  .e^  le '  ea  C)|iH  e^ . 
cimiento  ejitííba  en.  toda  Ja  perfección *po8Íblo,  -  '    .  ^'  V* 

La  minería  entonetrs  estaba  en  flu  auj^e.  J^ag  rícas^inaa  de  lá  Va- 
lenciana y  Veta-GríMide  prpfipéríibpJJ,'y  así  el*arbitm  de  ocliq^  jaranos 
por.mariOo.de  piala  {t^j  producía  consiJerabí^a'sohias,  con  las  que 
.el  tribunal  tuvo  ba^tit^^te  pcú porción  de  baoerJoB  deaemlKtko^'^^eBpre- 
jadosveo  ía  iiotH  y  Jar  vueío'-y  fBBi.e«tó''qlw"flJtíVw ,     *         *  *      '  ./ 

Doí»  espediemea  volucaiuQsosTorinq  HevÜla-^GJgédQ  «obre  minas: 


{ 9 )  V  el  azq  ue£  d  e  -León'  pcompafÍQ  ^\  vm  tad  crr  D .  José  ¿p^Gi\%e%f  4esípuea 
Harques  deSoriQríi  á.su  espa^icion  á  esta  ^rüví^ia»  con  aolo  el^ctjfjetctde  Qb-* 
servar  e!  paso  de.Véo^s  por  el  dUco  del  &ol,  y^l^aquea-eptistrujcí  lo^  inaini- 
jnentos  neceaafÍDa  para  ealü,  los  cuales"  se  coaaervan  aun  ep  el  Cdleglb  dje  mi- 
nas., 

(40)  Este '¿rfíí  trio  producía  c  pin  o  1 6d,0ÍK>  p?.  al  año:  loa  ^stós  eraki  los  sf^ 
ginentes:saddoSdrél  t ri batial  39,000  ps.;  i cjéni  del  colegio  26,(KM>;  asigbáclonea 
11,000.  Los  85,006  fi  obran  tea  ee  dedicaban  para  aviar  las  minas.  El  tribunal  4  b 
minería  hizo  dos  préstataüs  al  Eji^f  cada  uno  de  1,000,000  ^-y  ^oaíp  550,000 
de  donqtiv^o!*,'  Gastó  ad«tiias  J  .000.000  pSrínaYiar  31  negoeiactonea  qae  no^pro* 
dujeron-nÍ4iguii  resallado  favorable.  Calcúlese  por  esto  la  que  eraa  la»  mina* 
de  Nueva  España* 


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•t.iinQ</9é.p«ra  «}  eaiftl^eeimi^oip  de  Í4s  dtputacíoBés  proríMialett  y 
oCro  cpnoialíro  de'la  llognd»  de.algiipo8  fnioeros  aUmanea  que  en- 
rió l%^Gáile.  El  primero  quedó  sía  rMelucipn,  j  sobre  el^seguodo  ee 
dfterniuó  qm  regraaaaeu.  lo^  filejnaDe8,,i9tue4Mgwil  los  mform^.OQ 
hicieron  nd^aatoa  oí  en  el. beneficio  denlos  metales  ni  en  el  lalíorio 
de]a4.mi|pn8.  \  .*•'*: 

•  El««ci]^o  dsl-'desagüe  (11),  liLagricpUui'a  y  Ion  caminos  fueron 
ranos  jqne  ipialménie  Jfamaroii  i«u.at^ácion»  Esj,a  ob/a  se  contrató 
coii''eV  Cjoñsuiaxla  en  ,@00,00(^  pf  .-y.-  se  dio  pcir  ooneluida^n  tiempo 
del  ViffpjhtlX^^pnel  Antonio  J^^res^qn^dando  un  sobrante  de  trein 
ta  mí)  pesos;  R^i^^-Gríi^d  «omiyi^ó  al  unidor  don. Cosme  de  Mier 
pMH-  qiM»  la  Q06a«lil)J^^•y;Ito  qantQAto  cop  ^io,  ísxfi  ep  persona;  y 
parac^pdple  qu^i^i%Gonsiilad%h#  habÍA'<eUni^lid¿,  promovi^  que  U 
rafianocieaeif  loa  ingenieros  Gerraf  ^-Konce^tnas  e|to  nu,se  venficó 
por  balJafs^^iieilosocupadoseu. Verusdcuz/BosUUó  poes^  la^.o* 
bri»i9|;«i^palQ  qiíe «I  Gonsttjada-habia'diebot  y  que  solo  tenia  la  Ven- 
J^jía  d^arj^idiaLriade  j(rafltiili^},  sipquQ  por  esto  quedase  \^  cío- 
da^c<u;nf)p^taQaeille^bJ^  idegéi9*;inundaeionea.  Dióse  cuentü.al  Rejr 
XQ».  este  espedienléf  pero  e^  noble  conde  turo  el  pesar  de.  que  nunca 
8#  le  contestara.  *  .    »i.*,*      •      *      '*    :      '     *   •    '    * 

Coma,  las  fjÉbricasno'sokménte'^esCabaif^  probibid  sino  que 
•terapia  ae  procciFaron  alvcxgar  Jos^  -pr impero»  y  eapontáneoV  adet^dtéa 
de^la'tndas^ia;  «1  conde  informó  al  Rey  lo  Ventajoso  y  conveniente 
^Éetefia  fulneMar  la  siembra  del  algodón,  del  cálamo, ^el  lirfb  y  de 
la  seda;  L»:Górte  (?onvinaen  ello,  y  Revilkt-Hjrigédo  tomó  tanto  enw 
pitffio.ipie.  eomtmtco  á  Las  Intendencias-  las-órdeiíes-másjpeirentbrias 
para.qoe  se  entendiera  en.  estos  ramos,  y  aun  les  envió  semillas  de 
inor6ra,.f  J^*df>euló  la  memoria-  sobre  la  cria  de  \ú%.  gusanos  de  se- 
da poblióflda  eWMttdrid  ptM-  ^í.Jtián  de  Lunes.  Résripecto  á  los  cá- 
'mfndst'tíTJfe^eraoráatr^tó'dé'cortt^  córóheKD.  Pedro  Aris- 

téguí  con  ciertas  condiciones  que  ocasionaron  que  en  Irámites  é  in- 
fprmes  no:-ííe. -resüíviéra  el  eáppdiente,  hasta  que  muy  posteriormen- 
te^ emprendió  íaobr^el  Consulado.de  Vecacruz.  El  camino  de  ^To- 

.'>  ■^■'  '  #    *  ■     ,^-^     '  ..       '     *.    .  ..,,.-.. 

(U)  Para  el  WLmp  d^  desagüe  se  habiainapu^to.la  contribución  de.  4 
».  peí  cada  liarril  de  vino  que  se  importase .  en  •VeJ'abruz- y  otros  puertos  ha- 
bilrfeaáOS|¿  ei>  la  aduana  de  Mégico  pagaba  el  vino  de  Espada  5  rs.  Cíida 
barril  y  410  granos  el  d«.  Mógico. 


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--46— 
luca,  después  de  no  pocas  dificultades,  se  comenso  el  año  de  1793 
bajo  1»  dirección  de  los  iogenieros  D.  Maaue(  Mascátó  y  D«  Diego 
García  Conde,  con  102,000 ps.  que  á  razón  de  uo  5  |^.  §  prestó  D. 
.Antonio  Pérez  Soñanes,.  tigato  para  pagar  esta  deuda  como  para 
componer  el  catníno  de  ^A^apulco,  estaUeeió  una^ontsíbucion  «obre 
los  carruages,  caballos  y  jiestias  de  carga,  llamad»  peage^  y.  mejo- 
ró inmediatamente  el  camiuo  da  la  Tierra  calieitie,  mandando  cons- 
truir unpuei^e  en  el  rio  Papagayo  con  dinero  quQ.miHistFÓ  da  su 
bolsa  /  que  mucho  tiempo  después  isfcreintegró  el  ramo  da  peage. 

£n  la  Intendencia  de  Yueataa>ea  eoastruyefo»>o*iitfiosy  tam- 
bién en  la de<vuadalajara..£u««áanto' & facititarJasftcomttnicaciones, 
los  proyectas  del  Virey  eran  psandiosps.  Quaria  s^stablaoer  laoave- 
gacion^Qn  losxioa^la'Tlilpatalpaa  jM^oaamaloapan  y  aún  abrir  un 
c*anal  que  ^or  el  rio  y  laguna  de  Í.ermá  se  conuin^ára  con  ^i  de  San- 
tiagOf 

Así  quedaba  unxanal  de  comunicación  desde  Tampico  Iftatrsan 
Blas;  Estos  proyectos  que  aun  hoypcft'ecen  atrevidos  y  da  iApoaible 
realización,  los  hubiera 'llevado  á  cabosil  hoblé  oastellano,  si  hulúera 
tenido  tiempo  y  el  omnímodo  poder  con  ^ue  vinidronlos  Virey  es^kas' 
ta  D;LuisdeVelasco.        -      -      •   .      *  •  '       . 

*  Respecto  al  hospicio,  cana  y*  fondos  de  comunidad,  (12)  tám> 
bien  tenia  proyectos;  uao  dé  ellos  era  fundar  ocro  Montepío  noctur- 
no, para  prestar  á  los  infelices  cortas  sumas  y  remediar  la  espantosa 
raisefia  que  habiá  en  la  clase  baja  del  pueblo,  y  que  era  \xn  tormento 
para  el  Virey  que  de&eaba  ver  á  ^odos «felices.  Estos  proyectos  no 
ile¿arofK4  realizarse:  ,     » 

Para  que  todos  los  empleados  cumplieran*  con  sus  deberes  íi|o 
las  horas  diarias  de  asistencia  á  4as  oficinas,  y  preyino  que  se  le  pa- 
"-♦'  '  

(12)  I4OS  Condes  del  Hospicio* de.* )>pbres  c(»a8ÍB^aQ^a«40JMK^:ps.  de 
asignación  sobre  la  lotería:  2525  dé  arrendamientos'sobre  unas  tablas,  y  al- 
gunas limosnas  que  harían  subir  el  total  á  20.000  ps.  Había  750  pobres  y 
el  gasto  indispensable  en  eada  adp^i^talaba'.ragulad^n  dO.OOO^ps. 

iios  fondos  de  la  Cuna  consistían  en  1.46&-p|.  de  rédito,,  tiq^  casa  que 
rendía  I.IQO  y  algunas  limosnas.  Mantehía  143  níQos  h^sta  dé  tifa  aIlos>  41 
qu^  pasaban  de  esa  edad,  112  amas  de  leche  y  14  sirvientes, 
i  ,  JLos  fondos  de  £pmu(^idad  de  indios  para  fundación,  de  pueblos  y  raa- 
chop  produ^iaircomo  500.000  ps.  cada  año.  Se  enviaron  á  España^én  calidad 
de  préstamo. 


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-4t- 

Basé  Un  diairío  esacio  d^  lils  faltas  que  se  notasen,  así  como  que  estos 
en  sus  inaoeras,nraj*eapy  c.ostumbres  se  portasen  con  la  decencia  y 
decoro  correspondientes.  Mandó  formar  los  archifos,  diitríbuir  Idis 
asQotos  porgamos,  eticuadernar  todos  los  papeles  de  la  corresponden^ 
cía  de  los* '  Vlreyés  cfon  }&•  €)lAc;  rég^m^hCó  los  resguardos  y  oficí. 
ñas,  exigiendo-  noticias  y  dictando  nfll  prevenciones^  sin  las  cuales  ' 
nunca  se'habian  podido 'formur  los  ctiriosoa*  datos -sobre  rentas,  co- 
ni€iCt>,^(i8)  agricultura  y  población,  de  que  tiara  una  ideárel  estado 
que  cob  4üs  respéctiras  notas  «bemos  formado  é  insertamos  ¿  conti* 
nuacioAipo/\t^  de  apéndice  á  estQs  apuntes  biográficas,  (14) 

EJ  f^rcito  que  encontró  viciado  é  incompleto  yrn  íin  cabal  imi- 
tado de  dcflórdt^n  fué  ühjetn  q«e4ó  oeupó  dntenidnmántef  }r  en  «n  lA- 
bio  ybien  combinado  reglAm6ntr>  propuso  su  reformrTen  3 'de  cnem 
de  1792;  (15)  cnlcüfiHíiMas  tí c  fen  sfi  dtr'  Uis  costar,  frofNfía*  y  pla- 
sas,  j  no  perdiendo  de  viatfi  lajnas  eslricla  economía.  Entret:intO| 
usaiklo  dr  sus  facuftade^,  nr^nnwM  la  compañía  de  alaViarderon^  fir- 
IQÓ  an  regí Amcmo  pura  lr>5  huqiics  giiard^^stas^  mandó  con^truTr 
üirciijirtel  en  Vemcruas  que  tuvo  de  cosiu  I^OiOOí^pesoF,  y  otro»  en 


(19)  E!1  Talor  de  las  importaciones  de  efectos  ascendió  ea  loe  allds  de  91^ 
93  y  93  a  14  mill^nip  de  pesotf.*  La  .espeatacion  de  efectos  á  3.600^0^  ps^ 
Cera  iafroclurid»  de  la  Habana  á  SloJOOO  quíntale^;  Cacao  de  los.pyíerio^'d^ 
H  America  d^l  8ml  g  30.000  cargas.  S^^das^v  loza  de  la  China  á  500.000  ps« 
Cítfl a  a R f>.  G  rana  jííí  coaeehíi ba  cada  aíla  2  3 .600  arn^ba^  y  se  ^mpleabj^n^sobre 
30.000  personas.  Kstoí^  dí\lo3  indican  güñcientemente  la  actividad  y  arreglo 
en  qiie  paso  las  oficinas  de  hacienda.  ^  . 

(14)  Entre  las  reformas  que  quiso  plantear  el  Virey^  fué  iiBrotíucir  en 
las  bfieínas  el  sistema  db  partida  ^dobje,  para  lo  cual  vinieron  dos  contadores 
de  EspaOa.  TodasT  las  oficinas  alzar^  la  voz  contra  esta  reforma  que  eorui« 
deiaban  herética  y  no  pudo  tenqr  efecto.  El  ^rey  dedicó  á  los  Contadores  á 
^osar  las'cuentas,  ^  con  notorio  dpróbio  del  tribunal,  D.  Itunon  Martines 
del  Mazo,  sac^  en  poco  tiempo  sobre  200.000  ps.  de  resultas  que  fueron  rein- 
tegradas al  erario  en  su  mayor  parte. 

(15)  Con  motivo  del  arreglo  del  ejército,  el  Virey  mandó  formar  ün  pa. 
dron  y  creemos  será  curioso  reproducir  ahora  estás  noticias  estadísticas.  En 
un  |iárraíMíe  su  instrucción,  dice  entre  otras  cosas:— ^^ 'Formado  un  Tesú« 
men  general  de  todas  las  opefaciones  y  sos  resultas,  sé  deduce  que  hay  en  el 
leino  familias  deisspecie  de  c^ta  limpia  141.348*  y  de  pardos  T8.774  siendo 
el  total  1320.122  y  el  de  almas  de  la  primera  clase  el  de  606.276  y  el  de  la 
6<^gunda  331.360  y  la- suma  total  de  almas  í)39.627. 


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—is- 
la  capital,  cuya   recompAsicion  im portó    14.000  pesoSf  y  ho8pitale« 
miljtaresen  Chibuoliiia  y  Aríspe,  con  la  dotadíoñ  d#S5caniaf. 

*  Por  Élcimo,i|^  para  que  do  se  diga  ffiie  la-  atención  dé  Rerilla- 
Gigedo  se  limitaba  á  las  cosas  que  reki  de  cerca;  estendi^ sus  provi- 
dencias y  el  influjo  benéfi'(!b  ele  stf  gr)l}nm«  4msfra  -los  lugares  mas  re^ 
'nibtos  de  Méjico. -Formó  iin.plnti  para  el  arregló^nle  Jas  ciáí^o  pro- 
vincias interiores,  .disfribnyendo'unn  compAtit^  presidia!  •6jítW  Nue- 
vo León,  ífea'  en.  Nii»vo*8antander;  y  xíinco  en  CJafiforiMir.  Se^^/Hkh" 
han  antes  en  los  ^coadps  t!e  las.  jVrovinéias  l.Ó2SwB:16  pesos.  4t)ivilU- 
Gi'gedo  e8tab)l?bi6  economía^  de  tal^áecte  qué  estund4f^nAjo1i%%teudi* 
dasresuUitbá  un  nímrro  anuñl  de  2-1.000  pt-sti.^.  •        ^  i 

El  actinio  da  Cnlifornta^  «1  deloiilMfi minuto  de  ufi  ptiao  por  el 
pimtfi  N'í>Mltn,15a  aviuicfif  de  loá  r(»:ín?iV*lHr  ¡jsitjiiicifrtiíji  del  gobierno 
ingle*  á*pí1Wflñn2Ír.sí?  cle,nf¿É^  tit^nr,  c nfK  VtAwim^i^^ty'w  citíibari  en 
«rf^ti.  Vntíci>uvert,  Coolí,  y  el  Cún*hi  ¿|u  Iíj,  Puróiisü  bubian  dado  unii 
iilca  eij  fiíiVftpa  de  In  iiíiportfincií\íle  CiiTiílífnriia,  y  despeftaLJo  la  .cu* 
rfosidrid  dfr  hiH  MííiíñrcqgTnnnqiie  el  inr^^íitm  iiíijlc  f[e?cuiJ¿  en  onfe- 
*nar  S  í¿e  yir^yci'qi¡e?nft^d¡i!!i€ri  efp(ídícicií>(iés,'j^t;ij  su  coM^i^uCn- 
tún  líR  bficieron  vurl.js  finges  de  rPCiriKacimííínib,  ^1  pri fuero  el  año 
de  1774.*erí  Ja -fruíala  Saruin^n,  sieíid^  Vire;  I>.  ii,níor>ií>  Bucareli. 
El  sej^tiníioj^l.  nño  sigiikata^fl  fanniK^Tmi  fru^ratínSfintiagn^y  en  la 
g*if*rt:i  rfíMcidiid,  e?ff>eili©fon  fjiTc/uó  íi  cargfí  del  Tiflitiiie  dn  N&vio 
D*^iíriína  K^^a^.  ni.  tercero' k^  leriílcó  i^l  nno  de  Vnt^^mhf  Virey. 
^T),  Mviffín»-iJ#Mfly<íf  fí,  en  lú&  fra|Htn*  PríucRifr /•¥*!{* o rít/i  ñ\  fhnilAo 

rBbde- 
¡ragfttn 

ne7,«afférez  de  la  Marina,  Real/ R^ilInGigedo'  %f\V\6  la'  quinta  es- 
pedicton  al  n^an^bVerY^niente  de  nnvio  D.  Francisco  Elisa,  com- 
puesta de  la  frngntf\  .Concepciooija  balandra  rtincesa.  Real,  y  «I 
paquebot  S.  CárloSr  No  tenia  esta  espedicion  otro  objeto  que  guarne- 
cer y  fortificar  Jos  puertos  de  Monterey,  \h  Bodega  y  Nopi||a,  lo 
cual  se  ege€utó  con  arrala  á 'las -instrucciones  del  Virey. 

.  Deápués  si  kicieron  otras  esploraciones  por  Salvador4*idalgo  y 
Juan  de  Faca,  y  de  todo  dio  cuenta  el  Virey  á  la  Corte,  enviaado 
también  para  su  ap.róbacion,  el  reglañiei^^  que  form6  para  el  depar- 
tamento de  marina  de  S.  Blas. 

Fam  que  en  el  corto  tiempo  de   cinco  anos,  pudiera  hacer  las 


u,  j»tiffin»-U^Ptllfly<n^p,  en  Iu&  fragHtn*  PrnicRifry^Fiípfont/i  ñ\  fh^ 
de  li>K  teMe^Iós  Je  riíívm  D,  Ignctcííj  .Aiteíifii  jrÜ,  Juan  de?  U^B 
gs/'lj«J||^tii  en  17f*t?,  sitando  \ivcy  D.  MíUiutíl^  Fíoreír,  en  )a  fta 
Fri^césíi  y  PnqUebfjt  í^:  Cárlotní  nyn^io  rli^  Dr£stebnii  Joí^é»W 


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—49— 
reformas  ^ue  te  liaa  relacionado»  j  otras  que  por  no  nlarfar  este  af* 
tículo  otnidnios,  fuf.  necesario  un  trabaja  contiauo.  Eo  efecto,  Reñ- 
ila-Gigedo  trabajaba  todo  el  día  j  parte  de  la  n^be,  pues  solo  dor- 
mis  tres  ó  coatro  boras,  regularmente  se  acostabiA  las  nueve  de  la 
noche,  j  se  levantaba  á  la  i|Ba  á  continuar  sus  trabajos,  ó  bien  sa- 
lía por  las  calles  á  examinar  por  sí  mismo  si  las  llaves  de  las  fuentes 
dafa^Bgua,  si  las  rondas  vigilaban,  si  habia  ebrios  por  las  calle#,  sí 
alg^K  laroles  estaban  apagados*  si  babta  desordenes  en  los'  fandan- 
gos o  velorios:  si  en  fin,  se  cumplían  todas  las  disposiciones  que  díte* 
tabh  para  la  seguridad  y  bienestar  del  pueblo;  era  sumamente  asea- 
do en  su  persona^  y  nimio  oBservador  de  la  etiqueta.  Comía  solo  dos 
veces  al  día,  j  aunque  sostenía  con  mucha  decencia  su  mesa  de  es- 
tado, jamas  probaba  bocado  de  su  cocina,  pues  los  nflQkres  los  con- 
dfímentaban  en  el  convento  drca'^chinas,  j  se  los. enviaban  en  una 
arca  cerrada,  que  tenía  dos  llavgs^''una  él  y  otra  la  abadesa.  Cuentan- 
se  muchas  anécdotas  curiosas  de  este  hombre  célebre,  de  las  cuales 
estamparemos  algunas  para  mas  amenizar  el  articulo.  .  * 

Una  ocasión  enTró  en  su  secretaría,  y  raparS  que  uri'oAslal  de 
ella  tenía  las  uñas  muy  largas  y  sucias.  Se  fué  sin  deoir  nada  y  á  po- 
co nk^Jmandó  al  o6cíal  unas  ligeras  finas  con  urí  recado  espresivo; 
para  que  las  recibiese  en  su  nombre,  y  colilla  se  cortase  las  uñas 
diariamente  antes  de  ir  á  la  oficina.  Desde  entonces  todos  los  em- 
pleados concurrían  al  despacho  eon  asco  y  decencia.  Otra  vez  fué  al 
tríbonal  de  Cuentas,  y  como  eran  las  diez  y  no  habían  llegado  sua 
empleados,  el  Vírey  se  paso  á  arreglar  un  legajo  que  eslabón  el  ma* 
yor  desorden.  Cuando  *traron  los  contadores  y  lo  viero^^Bqueda- 
ron  sorprendidos.  RevillaGigedo  tomo  entonces  «lu  somüf^ff^con 
una  sonrisa  penetrante  les  dijo:  *'Ya  es  tarde,  me  voy,  pero  tendré 
cuidado  de  venir  desde  las  ocho  hasta  las  once  á  arreglar  el  arcluvo, 
que  no  ne  parece  estar  en  buen  orden;  miéntraó  tanto  no  hay  nece- 
sidad que  Vdes.  se  fatiguen;  pueden  dormir  y  almorzar  con  todo  des- 
can^confiados  en  que  ePiservicio  del  Rey  no  sufre  atraso.^' 

Vevílla-Gigedo  no  corría  bien  con  los  oidores,  y  aprovechaba 
cuantas  ocasiones  se  le  presentaban  para  humillarlos.  Una  vez  man- 
dó á  las  once  de  la  noche  que  le  llamasen  al  oidor  D.  Cosme  de  Mier, 
uno  de  los  hombres  mas  orgullosos  y  engreídos  de  la  época.  £1  oidor 
estaba  ya  recogido;  pero  fuéle  preciso  levantarse,  como  lo  hizo,  asaz 
de  mal  humor,  y  se  dirigió  al  palacio.  Se  mandó  anunciar,  y  el  Vi- 


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é 


—90— 
fey  te  eontectft  qire  ngiiardase  an^poco.  Dieron  las  doce,  la  una,  las 
dos  de  la  mañana,  y  el  8r.  Mier  se  retorcía  de  cólera  en  los  escaños 
de  la  antesala.  Impaciente  por  deman,  mand6  decir  al  Virey  qne  si 
«e  habla  olvidado  que  el  Oidor  Mier  aguardaba  sus  órdenes,  jr  éf  lé 
contestó  que  jamas  se  olvidaba  de  las  losas,  que  tuviera  tm  poco  ét 
paciencia. 

Dieron  las  tres,  las  cuatro,  las  cinco;  el  Tirey  no  salla  y^  .Ole- 
dor desesperaba.  Por  fin,  á  las  siete  de  la  mañana  se  present^^vi'' 
Zla-Gigedo  restregándose  las  manos  y  le  dijo:  Sr.  Mier,  es  necesarié 
que  salga  V.  ahora  mismo  á  Huehaetoca  á  rei^onocer  el  desagtie.-*— 
Sr.  estoy  aquí  desde  las  11  de  la  noche. — Como  hé  estado  trabajan* 
do  y  ocupa^^n  asuntos  del  Real  Se£i¿cio,  no  me  he  cuidado  de 
contor  las  hor|is,  contestó  con  índi|érencia  el  Virey. — Iré  á  mi  casa, 

y...... — El  coche  espera  á  V.  en  lu  py^rta^  señor  Oidor. — Señor 

— En  el  acto  parte  V.  ó  me  responded  las  resulta?,  replicó  el  Vlrey 
con  voz  firme,  entrándose  en  sii  gabinete. 

El  oidor*-  bajq  echando  chispas,  entró  en  ^1  coche  y  partió.  Lá 
Audiencia  por  este  y  otros  sucesos  elevó  sus  quejas  á  la  Corte,  pero 
jamas  surtieron  ningún  efecto. 

Otra  anécdota  muy^jgna  de  citarse,  y  que  dá  á.  conocei*t1  ca- 
rácter de  Revilla-GtgedTes  la  que  refiere  -el  Ldo.  Bustamante,  y  re^ 
producimos  testual mente  para  completar  el  bosquejo  que  nos  hemos 
trazado. 

^  **C¡erta  señora  viuda  se  le  presentó  diciendo:  que  habiéndose 
ido  á  eqJH|gar  á  su  marido  por  una  deudq^de  orden  de  un  juez  en 
los  úki|^Hlia%de  su  vida,  ella  cuido  de  poner  en  salvo  un  cofreci* 
to  d^aihsPFs  en  que  tenia  su  dote,  el  cual  entregó  en  depósito  confi- 
dencial y  muysecreto,  aun  caballero,  sin  exigirle  recibo  ni  constan- 
cia. Que  urgida  de  la  necesidad  en  su  viudez,  se  la  pidió  al  deposita- 
rio; quien  no  solo  le  negó  que  lo  habia  recibido,  sino  que  la  había 
insultado  tratándola  como  á  una  loca.       « 

Revilla-Gigedo  la  emplazó  para  la  noche  siguiente,  prg[li|ién- 
dota  que  se  mantuviese  oculta  en  cierto  lugar,  del  que  saldría  á  cWta 
seña  que  le  haría.  Llamó  asimismo  al  depositario,  y  le  recluí  amis^ 
tesamente  por  las  alhajas,  quien  le  negó  haberlas  recibido:  el  Yirey 
lo  escitó  repetidas  veces  á  que  las  devolviese,  tratándolo  de  caballe- 
ro á  caballero,  y  le  ofreció  que  aquel  hecho  quedaría  oculto  y  cu- 
bierto su  honor,  maa  el  persistió  en  negarlo.  Durante  la  conversación 


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-61- 
!•  pregunto  éi  toinaba  mpéi  si  señor,  le  diyo;  tome  V.  B.  •>  ^r«e  gmk 
te^  7  le^HMiqveó  hi  oaia;  enlbnoee  el  Viref  «iectando  distraeeioii  f 
vmgmoiu  ée  deipaeher  un  negocio  de  momeate,^  9epav6  y  Uem* 
reürftidiimente  k  un  ayudante  de  su  persona^  á  quien  dijes-¿*Fa«e  V. 
á  la  eaaa  de  D.  Na  entregúete  V.  á  su  esposa  esta  eiija  de  polvos,  y 
q/miwm  señas  de  ella  le  BMindb  el  eofireeito  de  alhajas  que  tíe«e  osla» 
jFloflBraa  señas  que  le  detallo^  iguales  4  las  que  k  Itabia  reisrido  la 
duerna  DenUo  de  poco  tiempo  hé  aqui  el  ajudante  oon  el  bauitew  El 
Vifejr  hiso  salir  á  la  señora,  á  la  que  preguntó  si  era  aqueUa  la  eaji* 
ti  ^ue  deinandaba««,«.aorprettdi(k  al  verla:  es  la  mi«ma,  señor»  diio> 
que  entregué  &  este  caballero  en  depósito;  nada  falta  de  ellut-*^»..*». 
Ahora  hiea,  dijo  RevUla-Gigedo  dándole  una  mima  de  indig- 
naoioOf  eon  que  usted  ha  osado  engañarme  como  á  caballero,  y 
como  &  Virey,  desfMies  de  haberle  allanado  el  camioa  para  eu- 
hric  su  honor,  y  satisfietoer  á  esta  infeliz  v¡uda?...«Pue8  bien,  usted 
eatender&  que  no  debe  barlarse  impunemente  de  mí.  Queda  ustA 
aorestado  y  con  vigilancia  en  el  cuerpo  de  mi  guardia;  Mae  al  punta 
sr  un  coohs  da  camipo  eon  una  escolta,  y  que  partiese  á  «n  casti* 


llew  B|te  es  el  hombre  que  mereció  el  titulo  justo  de  vengador  de  la 
jmgÚMSi^jusiitia:  vindex,  ¿Y  no  podremos  dlcir  en  su  elogio  lo  que 
Eneas  agradecido  dijo'á  Dido?.  ^,Ser>^r  honus  nomenque  tuum^  lau* 
de$que^  méaubnnt, 

Aabemes  que  el  conde  de  Revilla- Gigedo  nació  en  la  Habana,  y 
qtte  descendía  de  una  ilustre  familia,  pues  su  padre,  el  primer  conde 
de  este  título,  fué  de  Vfty  á  Méjico  el  año  de  1747.  En^|y)rímera 
edad  ia  dedicaron  al  estudio:  pero  después  abrasó  la  ca^P|||k^  las 


■jn^|y)nmf 
nto  de  sus  ( 


acaias,  donde  siempre  fué  exactísimo  en  el  cumplimiento  de  sus  de- 
heses; flffiistió  al  memorable  sitio  de  Gibraltar,  y  se  asfgura  que  loa 
ingleses  en  lo  vivo  del  fuego  conocían  cuando  estaba  de  gefe  de  día  el 
conée»  Por  felleeimiento  de  su  padre  heredó  el  título,  y  ñ»é  después 
condecorado  con  muchas  dignidades*  Kl  15  de  mayo  de  1794  (10) 

(16)  Los  sucesos  notables  que  ocurrieron  durante  el  gobierno  de  Bevilla- 
Glg€^do  fueron.  La  Aurora  boreal  aparecida  la  noche  del  14  de  noviembre  de 
I7§9l.  La  Juií.  de.  Garios  IV.  £1  asesinato  de  la  ñunilia  de  Donge.  Elasesi»* 
nato  del  prelado  de  S.  Agustín  por  un  fraile  del  mismo  cenvento,  v  el  del  ca^ 
pitan  general  de  Yucatán  D.  Lucas  de  Gal  vez.  D.  Toribio  de  Mazo  y  Pina 
á  quien  se  atribuyó  este  último  delito,  estnro  preso  nmcho  tiempo  en  una 
myy  fnnrra  de  Ulua.  Al  fin  SO  descubrieron  los  asesinos  que  eran  Alfonso  Lo> 
pe%,  Esteban  de  Castro,  y  Pifia  fué  puseio  en  Hbertad.  Lopes,  condaoMo 
ante  el  tribunal,  comenzó  á  sudar  y  murió.  £n  esta  causa  informó  en  eslrac« 


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<|«e  llegó  su  sucesor  el  marques  de  Branciforte,  salió  de  Méjico^  y 
permaDeció  algún  tiempo  eo  la  hacienda  de  Lucas  Martin:  á  los  poeos 
deas  se  embarcó  pm.  España,' donde  el  gobierno  le  nombró  director 
general  de  artillería.  El  2  de  mayo  de  1799  murió  en  Madrid,  donde 
uaiversahneate  fué  sentido,  asi  como  en  Méjico,  donde  por  lo  general 
se  conservaba  indeleble  la  memoria  de  sus  buenas  acciones*  El  4fetflM 
párrafo  d^  su  Instrucción  completa  la  idea  del  carácter  de  este  ifluire 
digno  de  uu  trono,  y  cu  va  gloría  vivirá  mientras  haya  mejieauoa 
agradeeidoe  y  amigos  del  mérito,  y  de  la  herojosa  virtud  que  ejerció 
el  Coode,  y  que  consistía  en  cumplir  con  sus  deberes,  y  hacer  bíoB  i 
sus  semejant^L  El  párrafo  á  que  nos  referimos  dice  asi: 

^^Deseo  á^.  E,  (á  Branciforte«  su  sucesor)  todas  las  felicidades 
que  no  dudo  merecerán  sus  esmeros  y  aciertos  en  el  gobierno  de  es* 
tos  reinos,  dignos  en  realidad  de  que  se  mejore  la  infeliz  situación  y 
^atraaos  en  que  han  vivido  por  siglos  enteros  unos  vasallos  tan  fieles  á 
siitooberano,  tan  obedientes  á  sus  gefes,  y  tan  agradecidos  á  lo  que  es. 
tos  hacen  en  so  beneficio,  como  irá  esperímeotando  V.  £•  con  aque- 
lla satisfacción  que  dá  el  obrar  bien,  y  conocer  que  se  logra  el  fruto 
de  las  tareas  que  se  toman  en  el  mejor  servicio  del  Rey  y  ntiliéad  do 
pfiblicoi  la  cual  es  la  mejir  recompensa  que  se  sac^  de  las  molestias 
que  son  inseparables  del  mando/' 

Hé  aquí  la  espresion  mas  sincera  del  carácter  del  Coode  eo  es* 
te  único  párrafo,  donde  este  hombre  sin  soberbia,  sin  presuncioo  ni 
vanidad  se  atrevió  á  hablar  de  su  persona,  al  legar  á  su  sucesor  ki 
/a^ruccMÉ^Jpnon omento  de  eterna  gloria  y  bibor. 

BftjBBbrte  ni  pensó  ni  obró  como  RevíHa-Gigedo;  ««oque  si 
contribuyo^  darle  el  ultimo  toque  á  su  reputación,  influyendo  en 
que  el  Ayun^míento  lo  acusara*  La  miseria  y  la  envidia  son  necesa- 
rias, indispensables  para  realzar  el  esplendor  de  los  hombres  grandes 
como  son  precisas  las  nubes  del  cielo,  que  al  disiparse  hacen  luck  ai 
sol  con  mas  brillo  y  claridad. 

En  cuanto  á  nosotros,  si  fuéramos  hombres  de  poder  y  de  in- 
fluencia, haríamos  levantar  una  estatua  al  que  fué  el  padre«  el  bien* 
hechor  de  la  colonia  mejicana;  contentémonos,  pues,  con  hacer  esto 
rápido  bosquejo  de  las  gloriosas  acciones  del  mejor  de  los  Vireyes, 
del  mas  admirable  de  los  gobernantes. 

lo  el  Ldo.  Bustamante,  el  eoal  dá  ana  relación  estensa  de  estos  sncesosen  su 
contiiiuacion  del  Padre  Cavo. 


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PROTOCOLO  DE  ANTIGÜEDADES 


COM)E  DE  REVILLAGIGEDO. 


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-58- 

DC  LhM  RENTA9  QVB  TENIA  EL  GOBIERNO  B^TA^OL  BL  aRO  DB  ITtly 
BPOCA  EN  <|UEElJnREY,  CONDE  DE  REV1LLA-O10B8O,  ENTB««ÓBL  MAIWO  A 
SU  B0CE90B  W^nX^íaEg  DE  BRANCIEORTE. 


I  1  fibnVtB. "  —  T    ••«•' 

A«of[iw** — 

Salinas.  •••• ^  ...**. 

Póhrora 

Naipes 

AeuRacton  de  moneda 

Aleábala 

Pnl^MS •#•••• 

Tibaeoe 

Palpedas >• 

Balas 

Lotería 

Coffses • ••••• 

Qointo  de  plata 

Deieeko  de  fondieioD 

Dlesmos 

Bfedia  annata  eclesiástica- 
ídem  secular 


*Produeto$ 
Uimk9. 


U^ímá. 


N! 


,—  « 

—  3 

—  4 

,—  6 

,—  6 

,—  7 

— n 
•  — 1» 

,—14 
,—16 

,— n 

.-18 

.—19 

—80 

.-«1 

►  -«6 
,—26 

r-»7 


,-31 
►  -39 
,-33 
,-34 
-35 
-36 
,-37 
.-38 


,— 4Í 


--47 


Oficios  Tendibles  y  renunetabs 

Aguas 

GaUos. 

Cordobanes 

Nlere 

Papel  sellado 

Licencias,  multas,  comisos*  • 

Alambra,  «<]|>re,  estaDo 

Aprovechamientos 

Aliaojarifaago 

Caldos 

Grana 

SstnccíoBde  plata***-' 

Imposición  de  yenas 

Panaderías 

Hospitak^^»** 
Entnda  y^flffida*.*  •  •  • 
Aumento  en  el  tabSU^d 
Miel  de  purga*  •**'77*< 

Negros 

Tegidos  de  seda**** 

Aaoiage 

Diferentes  frutos**** 

Chancilleria 

Arrendamientos  *w .,  • 

Censo 

Pastes 

Fletes 


•  •é  •«•  •  •  •  • 


.069titu 


1.166.000 

700.000 

150.1 

500.000 

180,000 

1.7004)00 

3.400.000 

800.000 

6.360.000 

1 10.000 

300.000 

189 .000 

150.000 

14.977 

96.000 

900.000 

65.000 

74.880 

13.660 

30 


100.000 

50.000 

56.000 

300.000 

50.000 

400.006 

400.000 

50.060 

8.800,#00 

i^.400 

^S.966 

^•.060 

50i)00 


SfTMA* 


17.223.878 


55.000 


5.991 


::::::*í 


20.000 


4.041 


1.400 


1.060.000 

650.000 

160.660 

900.000 

70.000 

1.300.00» 

3.000UMHI 

750.006 

3.500.600 

165.666 

980.660 

100.660 

106.000 

14.977 

86.000 

950.009 

65.066 

66.866 

13.660 

30.060 

9.531 

50.000 

9.800 

30.000 

60.009 

7.100 

^6.996 

SOMO 

779.139 

35.060 

60,000 

5.000 

85UM0 

16.000 

5.000 

3.000 

9.100 

190 

140 

930 

9.980 

996 

700 

630 

1JV70 

I.IOO 

380 


4.394.791 


12,829.087 


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NOTAS  DEL  ESTADO  ANTERIOBL 


I .  E^der^^  d«  tiibnta  üié  impuesto  el  afto  de  I56f ;  se  cobiaba  á  los  in- 
dios con  desiguaiáad,  si  bien  estaban  esentes  áel  pa^  4e  aUabala.  «  ^ 

3.  El  azosae  de  Almadén  se  Tendía  por  el  Rey  á  les  mineros^  ¿raxon  de 
41  ps.  d  rs.  qi.  y  el  de  China  y  Alemania  i  63  pe.  Los  predoetos  liquides  de 
oM»  nmo,  estaba  mandado  ifne  se  remitieTan  á  Espalla. 

3.  Las  salinas  se  administraban  por  separado  por  cuenta  áA  Rey,  las  de 
Tehuantepec  y  PeDon  Blanoo.  Las  del  Zapotillc  en  san  Blas  las  trabajaban 
lfD8  particulares,  paffand o  cierta  pensión. 

4.  La  pólvora  nna  se  vendía  á  10  is.  Ib*,  la  eomun  á  8  rs.,  la  coiríeMta'á 
Ise- mineros  se  les  bajaba  per  gracia  especial  9  rs.  en  cada  libra. 

6.  Las  barajas  se  yendian  a  im  peso  cada  una.  Por- la  gran  eesistencia  que 
había  se  mandó  V^Wif^^  Orden  del  ailo  de  ^1,  qae  se  Tsadieimn  las  finas  á 
4  m.  y  las  corrient^H|0. 

6*  La  utUidad  qopMfUltaba  al  Rey,  era  kr  de  3  rs.  en  cada  maioo.  La  aea- 
üaoion  subió  en  los  aSos  del  gobierno  de  Reyillá-€Kgedo,  6t  ñas  de  Ysinte  mi- 
llones de  pesos. 

7.  La  alcabala  de  mi^  ^ae  se  satisfacía  en  Veraeros,  eia  á  rason  de  on  tres 
por  ciento  sobre  el  valor  de  los  efectos  en  el  paerto,  y  bajo  igual  preporeienrse 
cunaba  la  de  tierra,  á  razón  de  un  6  porcirato.  Bn  algunos  pantos  fronteriios 
aofte  sa  cobraba  el  3  por  ciento. 

8.  So  íntrodurian  anualmente  sobre  cuatro  millones  de  arvobas  de  pt^oe, 
y  ae  cobraba  á  ríifln  TirroÑi  un  real  nueve  y  medio  granos  en  Méjico  y  un  lual 
nueve  granoa  oq  l*iir  il  i, 

9.  El  tíibaco  ir?  i^  jEv^  9^  tüdíIi  1  i  90  rs.  Ib.;  los  puros  de  6  &,  6,  7  r  14; 
y  las  cajillas  coi\  trf!^  y  me^fb  d 04  rúas  de  cigarros.  Se  vendían  50,000-  de  n- 
pé,  35Ü,(XíO  en  rain  ;i.  5(HljKK>  cji  fu  r.is  y  5.400,000  de  cigarros. 

10.  Las  p  I  '<  1 1 1 «'  r  i ;  i  -  r  I" ; :  ]  M 1 1  V.1  r  s  j  ^  <.'^o  ie  de  tiendas  de  comestibles  que  "pagaban 
30  p3,  cada  i.riií  ^.U■í  t;^»iUnl>iK/M^ii. 

II .  Xia^  líuMde  nruKíiík,  tenia u  un  pr^io  desde  2  rs.  hasta  K)  ps.- 

12.  '  La  utiltJat]  iiütí  quedaba,  era  la  de  un  16  por  ciento  sobre  el  fondd  que 
varió  mucho.  En  Real  Orden  de  28  de  enero  de  1782,  se  concedió  la  graoia 
de  ana  rifa  semanaria  al  convento  de  la  Enseñanza,  y  en  octubre  de  93  se  otor- 
gó igualffracia  al  Hospicio  de  pobres. 

13.  En  cada  gofesta-correo  que  llegaba,  se  embarcaban  de  esta  renta  que  se 
■anejaba  por  separado  30,000  ps.  Las  cuentas  se  llevaban  por  reales  y  no 
por  pesos.      0 

14.  Este  derecho  muy  antiguo  y  demasiado  ñierte,-ae.redujo  por  Real  Cé- 
dula de  1 .  ®  de  marzo  de  1777  al  3  por  ciento  y  un  real  por  cada  marco  de  pe- 
so de  la  alhsja  que  se  presentaba  á  recibir  la  marca  llamada  quinto. 

15.  Se  satisfacian  3  ps.  por  cada  10  marcos  de  la  plata  que  presentaban 
kM  plateros  para  su  ensayo.  Los  tiradores  pagaban  también  2  reales  por  cada 
Marco  de  retazos  que  presentaban  para  su  fundición. 

16.  Los  décimos  pertenecían  antiguamente  á  la  Corona,  quien  pagaba  á 
los  eclesiásticos  y  gastos  del  culto;  después  quedaron  cardados  con  a&unas 
•ontríbucionea  llamadas  vacantes,  novenos,  media  annata,  &c.  Los  sueldos  de 
los  empleados  eclesiásticos  vacantes  se  apireaban  al  Erario,  asi  como  dos  no- 
venos del  producto  liquido  de  los  décimos. 

17  y  18.  La  media  annata  secular  y  eclesiástica  consistía  en  el  de8Cuei|to 
del  sueldo  de  seis  meses  á  los  nuevamente  provistos  en  destinos,  producto  <pie 
se  apKeaba  al  Erario. 


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i«w    €Wa.<l||||^«b(iOf0Éilla  ff^t  por  éBMh»d»  \wmm  ^1  fi.  al  «0$ 
al^moft  ae  c^diíaiaa  dA»te  govámea  dando  do  noa  raai  10,000  pa. 

20.  Muchosg|Éi|p4n.96  vendían,  como  los  oficios  de  escríbanos,  capíta^ 
tóas,  &ó.  *^       ^ 

21.  También  se  Tendían  tierras  y  merotdes  de  aguas;  pcv^ete  raoM)  pr(V 
dueía  poco,  porque  no  estuvo  bien  arreglado  desde  el  princi|||B 

33.  ly^ un  jumdo  pnvaUvo óa gaUosw y  se ptfpiüba  iindereolio por  hm 
peleas.  iWRenta  dmgobierne  se  constmjó  la  plain  &  sao  Agustín,  que  co»- 
tó  6,838  ps.,  y  en  dos  años  dejó  de  utilidad  1,740  ps. 

93.    A  petición  de  los  mismos  lapateros  se  impuso  un  deraelio  sobre  lo« 


k  nieve  estaba  estancada. 
S5.    la  papel  sellado  se  vendía  entónoes  á  3  ps.  el  sello  primero,  6  rt.  el 
segmido,  4  rs.  el  tercero  y  medio  ireal  el  cuarto. 

36.  La  tercera  parte *de  Hw  «vitad  imptiestaS  á  loe  delincuentes,  se  apli- 
caba al  erario. 

37.  El  cobre  estaba  estacado  nara  remitido  á  las  Tuiciones  de  Ssfvüm  j 
Barcelona.  -^ 


88.  Eslft  TUM  se  ODupoBát  de  ta  veata  da  altundipHloa  ^ue  oD  se  nece- 
sitaban y  restituciones  por  mayor  cantidad  de  platas*  iADdwadas  en  la  casa 
de  moneda. 

39.  Ei  Almojari&sgo  era  un  derecho  que  se  cobraba  con  variedad,  pues  ea 
Veracruz  se  pagaba  el  3.  el  5,  el  7,  el  15,  y  aun  el  30  por  ciento  sobre  el  va- 
lor d»  las  mefcaMéaa.  En  Acáp«dco  pacadyan  los  efectos  de  Ifl  nao  de  Chiaa 
17  por  ciento;  mas  después  se  aumentó  a  33  sobre  el  valor  que  tníaa  los  eleo» 
tos  de  Manila.  ^  ^Ml. 

30,  á  47.  Todos  estos  derechos  insignificante^Mpm  ImpuestoA  por  Mb» 
I  reales  ^idenss. 


% 


^* 


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leste  bene articulo 


tra  detpaetao,  ú,  mío  de  nuestros  mas  affrectaMes  coaipa" 
triotas,  bastante  conocido  por  su  ilustracloiH^  amor  ú  lao 
letras. 


FBRDWt  PEKBÍ  BB  rilLGAL 


El  último  Rej.  de  lo«  godos  liabía  perdido  en  la«  márgeoet  del 
Oundalete  «n  corons,  y  con  efln  la  libertad  de  su  patria.  Desde  las 
columnaa  de  Héfciiíer,  liaBin  las  montañas  de  Asturias  ondeaba  la 
trtunftitite  Medmíann,  j^f'!  pií^  Hel  árabe  orgulloso,  liollabalos  bellos 
cam  po^  d  B  A  mi  ni  iic  i  ri ,  profa  rj  ^n  h  io  por  todas  partes  el  Santuario  del 
verdadera  Dió!^...,,.....^']iuéii  sakaria  la  España?  Pelajo  fué  quien 
empezó  h  reacoiot)  cri&iUana  contra  el  poder  africano.  Sin  embargo» 
DGb(^¿D8  fufftn  prad9o«t  y  €Ínco  mil  batallas  para  lavar  las^injo- 
rias  que  el  lascÍTo  amor  de  Rodrigo  y  la  traición  de  D.  Julián  traje- 
ran á  su  patr¡a...,..:...«¡Cuánta  sangre  derramada  en  estos  eombates 
por  la  inmoralidad  de  tales  bombres!  ¡Cuántas  maldiciones  y  cssn- 
tas  lágrimas,  basta  que  á  Fernando  é  Isabel  les  copo  la  gloria  de  es* 
tampar  en  fli  minaretes  de  la  suntuosa  Alhambra  los  ókimoa  csrsCf- 
térds  de  yenganza!  ,^^     .,  f  _  MPl, 

**¡C6mo  sucumbió  tu  poder,  6  Grac]^|!  ^ Cómo  se  ha  ajado  ttt 
,,belleza9  ciudad  de  los  bosques  y  de  fas  fuentes!  Tiis  placas,  tus 
„calles  tan  animadas  en  otro  tiemp€>,  como  ahora  se  encuentran  de- 
^siertas  y  silenciosas.  Ya  no  se  tc  llegar  á  tus  puertas  al  nercsder 
,,cargaáD  con  las  riquezas  de  remotos  climas:  las  ciudades  que  te  pn- 
,,gaban  tributos,  no  reconocen  ja  tu  señorío,  j  los  nobles  caballeros 
,,que  enftoblecieion  tus  circos  con  justas  y  torneos  perecieron  en  los 
^combates.  La  Albambra  eleva  aun  sus  murallas  bermejas  entra  po« 


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~m^~^    ^-51    *    -MI         rf         -^m^m  m    ebr     au  .  .  .^^  .i^    ^ 


—57— 
^^mfferoa  irbohp;  jnás  la  melancofía  se  ha  sentado  en  sus  safas  tile 
fiinimiol,  y  j^^^et^  sus  balcones  no  ve  el  monarca  mas  que  una 
,^des?astada  planicie,  donde  hace  poco  ostentaba  la  perfumad»  Tega 


f^sns  tesoros."  .       '*• 


Tal|uen  las  Tamentaciones  de  lev  eserhoces  árabes  á  fines  del 
siglo  XV,  sobre  el  deplorable  estado  de  Granada,  que  no  coDsenraba 
entonces  mas  que  una  sombra  ds  so  aatígiía  grandeza.  Las  coseehas 
deáquelkif  áñós  eran  enteramente  destruidas  por  el  hierro  eaemigo, 
}ija%l4abmdor  nocultiv.aba  los  campos,  persuadido  de  que  no  llega- 
na  á  recoger  elfnitode  sus  fatigas.  Y  con  efecto,  durante  el  inY¡e»> 
no  el  Rey  QatóKcÓ  hiciera  todgs  los  preparattros  para -Ja  última  cam- 
paña que  Mbift  de  decidir  tá  suerte  de  Granada,  y  en- 11  de  atfríl  óm 
1491,  .partió  eon  |a  ReinrKii^ra  ^  sitio,  resnelte  á  no  levantar  las  ar- 
masffaasta  f^lántar'^l  «stándartede  4a  Cruft  sobre  las  torres  de  la  Ai- 
hambre.  ^ 

£^  dia  33  ya  el  Monarea.eipafu)!  babia  sentado  sn  tienda  4  le- 
gua, y  ^ny^dia  de  Gran  atlp,  40,Q00  infantes  y  10.000  caballos  compo- 
.t|ían  el  ejército  cristiano,  mandado  por  Jos-^s  hábiles  bapitaoesde 
a^fuel  tiemp0,^Cá  cfonstelraacion,  el  espanto  se  esparció  en  la  ciudad 
sitíadn.'  W*^ 

Ncf  faltó  quien  aconsejara  á  Beoadil'.qWiQmediatainpnte  se  en- 
fr^^pí^e^  la  generosidad  deFerffando;  pero  el -valiente  Muan  ae  opu- 
so .con  ardor,  y  af.írente«de  la"caballería.erapezi  á  inquietar  fas  tro^ 
pas españolas,'  qué'jiQ  se' determinaban  todavía  á  eiñbestic  aluerta* 
mente  á  las  mu  rallas « 

Pequeñas  escaramuzas  fueron,  por  algún  tiempo  los.  combates 
qtie  tenían  lugar  eátre  loe  guerrerop  épl^s  áoa  opuestos  y  eficarni- 
zadojí  ejércttofi;  p«r  qvte  Fcjiíandrt  había  resuelto  rendirla  por  hom- 
bre, á  peear  de  la  .]jmpQólei»:ÍA  ó,€  tus  soldados  que  coniínliamenie 
ne  veían  provocados  iií^*>s  mDros.  Vjs^o  mas  atrevido  .q««  Iqs  dei«js% 
Ttt  rfe ,  a  ftt  rr»  ad  o  po  r  ^  a  ?  (^  i ' '  r  ZiíB^y  o  u  d  a  c  ra ,  y :  0  p  í  trrñúh  ^r©  r  I  a  üiaí'.- 
eion  de  los  sitiadoces,  se  §rrojó  entooce;^  á^la  mas  temerarja  em- 
prean.  Sitie  de  las  puertas  de  Graii^O  1^4:^11  algunos  compafieros-, 
í ue^i^.^Jas .  pr t/n e r ^^  t^iu  c h^F^ t  r^\^ ^P^  h^ ^1^  ^H^ M  ^^^ \  ^  %  ^^£JP^^^^i^ 
j  G I  aira^jm.  í ei|¡z>  a ijg^  %l  p n  hé ki  n  ^mi,,  -  C ^ff^'^^ n  ^^^$^|^^fitéÉ|^ 
los  guardasen  su  perseciicioM;  mas  CQiiÍ0;sÍ  &fíra  ua^tafií^ajpa^^L 
^ftrece  del  oampo,QrÍJtífi|o.  ^  l^l^hza  ápl  uioro^^iíicbí^f^f^ 
billete  dirJgiiio   %;JaJ^j^a  f^bel.  .{]fobi^^yQ;ti;^iig%'d4^ 


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—58— 
Ioacír  ud  caballero  llamadu  Femando  Pérez  de  Puigar^  coiiotido 
por  el  hombre  de  lasfazañas^  y  desde  luego  se  infejki  que  el  honor 
español  no  quedaría  mucho  tiempo  mancillado.  Sale  pues  á  la  sí-, 
guíente  noche  del  campo  con^ilS  caballeros  mas,  tan  intrépidos  como 
wforososy  aproxímate  con  cautela  á  la  ciudad,  encuentnyuUreabier- 
ta  una  de  sus  puertas,  no  vacila  un  momento  en  forzarla,  y  mientras 
sos  compañeros  pelean  con  valor.  Pulgar  el  valiente,  clavando  es^ 
puelas  á  su  caballo,  atraviesa  la  ciudad  y  llegando  á  la  primera  m'ez* 
quita,  eeha  pié  á  tierra  y  en  altas  voces  declara  que  toma  poseaion 
dfel  edificio  como  convertido  en  iglesia  cristiana  y  consagrado  á  la 
Madre  del  Salvador.  En  testimonio  d^  estv  ceremonia,  tom6  un 'lis- 
tón qde  consigo  llevaba,  7.  sobre  el  cual  en  letras  grandes  estaba  es- 
erito  Ave  María,  j  con  su  puñaNo.clavfu»en  la  puert»de.  la  jmoe- 
quita.  Monta  seguidamente  en  au. fogoso  corcel  y  vtielve  en  busca 
de  sus  soldados.  «. 

Habíase  dado  7a  el  grito  de  alaripa,  corren  los  infieles  por  to- 
das paites  despavoridos  7  aterrados,  Tiendo. á  uñ  caballero  oriftttsmO' 
pasearse  por  la  ciudad.— 'Pérez  de  Pulgar  sigue  ipfipávido  al  Iravgs 
de  la  muchedumbre  y  atrppellando  á  unos  é  hiribiiáb  SI  otros,  entra 
en  el  ca^ppo  de  los  suTo^a^abiendo  añadido  un  título  mas  á  la  famu 
que  se  le  daba  de  hombre  de  las  hazañas.  ¿Y  quién  podrá  leer  esta 
acción  grande  7  salerosa  de  nuestros  nobles  antepasados,  sin  recQpp- 
dar  con  orgullosa  arrogancia  que  somos  e^añoleft? 


1  US  BELimS 

a»ai^  iiv  wa>Áiw»a* 


*>  ¥||t0nv»Bejb^.oÉcelesl¡a(  frovidetidli  poique  ha»  nrnmKMiaSo 
^rii^^  !9i%05  Mulnh»  laMmíoünisid^  de  tu  ^otM*de  UvilHibiddrh^  de 
tÍl^¿bd7.Arfógtortlb.      '  ^       ;' 

*  ^tb  me>^oto  i  las  cun*m%»  8«l -Í^^P^^ow^^so,  del  Fichinota, 
4A  ifa^fficdf  €itbpa*f,  del  Óiítava  y  dd^guíA)  PopocatcpctI,  7 


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^59— 
cercano  ja  i  tu  escelso  trono,  oigo  mugir  las  tempestades,  reo  bri« 
llar  los  relámpagos  y  que  se  lanza  él  rajo  bajo  mis  pies.  Allí  obser* 
▼o  sin  telescopio  el  curso  luminoso  de  los  astros,  respiro  oo  aire  se- 
reno j  puro,  noto  á  lo  lejos  mares  dilatados,  j  que  corren  grandes 
rifis,  como  hilos  de  plata  en  campos  de  esmeralda.  [Dónde  están  los 
hombrest  Son  sus  ciudades,  puntos  imperceptibles,  Icres  manchas  en 
la  estensa  superficie  de  la  tierra.:  [Y  ellos?  Átomos  inteligentes,  f  a* 
liosos  en  la  presencia  de  los  seres,  nada  delante  de  Dios. 

[Y  esa  aye  que  revolotea  sobre  mi  cabeza  j  la  cubre  como  ona 
ancha  tienda,  es  el  gigante  de  los  aires?  Es  el  Cóndor  que  deposita 
su  presa  ensangrentada  en  la  región  de  la  niere  eterna. 

No  envidies,  pequeñísimo  colibrí  las  largas  alas,  j  la  garra 
atror.  del  dominador  de  los  Andes:  eres  tú  el  epílogp  de  las  maravi- 
llas de  la  Providencia,  que  visita  tu  nido,  te  fiste  de  púrpura  j  oro, 
hace  que  no  vivas  mas  que  en  la  estación  del  amor  j  de  los  placeres 
j  que  duermas  en  loa  dias  j  en  las  noches  del  desconsolado  j  mortí- 
fero invierno. 

Goza  de  tu  libertad  en  las  llanuras  del  Nuevo  Mundo,  Bison- 
te, ó  Cíbolo,  cuja  frente  indomable  jamas  ha  sufrido  el  jugo  que  im- 
pone el  hombre  con  halagos  y  sostiene  con  rigor.  Bendice  á  nues- 
tro Dios,  j  que  tus  hijos  conserven  en  lo  mas  oculto  de  los  bosques 
la  feliz  quietud  que  debieron  4  la  naturakza. 

Y  tú.  Ballena,  monstruo  del  profein;  surca  las  verdes  ondas  del 
Pacífico,  como  el  vapor  de  Fulton  venció  los  ríos,  j  se  enseñoreó  de 
los  mares.  Teme,  teme  el  harpon  del  pescador  codicioso  que  viene 
de  lejanas  tierras  á  darte  la  muerte,  para  que  hermosas  bugías 
alumbren  los  festines  del  poderoso,  j  los  espléndidos  salones  de 
Windsor  j  de  las  Tullerias. 

Puesto  de  rodillas  y  el  pecho  en  tierra,  jo  adoré  la  imigen  del 
Omnipotente,  en  las  cTfiras  aguas  de  la  sublime  catarata  del  Niágara^ 
Un  continuo  y  estrepitoso  ruido  me  sobrecogió  con  el  espanto  que 
sentian  los  medrosos  hijos  de  Israel,  cunndc^esperaban  en  la  falda  del 
monte  Sinaí,  las  lejes  que  grabó  el  Altísimo  en  tablas  menos  dura» 
que  sus  corazones.  Una  alta  j  dilatada  nube  me  envolvía  de  la  cabe- 
za á  los  pies,  j  al  derredor  de  mí,  cien  j  cien  arcos  de  es|>eran'/a  j  de 
consaelo,  se  formaban  para  recibir  en  triunfo,  al  Señor^  cm¡fo  eipiri- 
tu  era  conducido  sobre  las  aguas.  Con  una  lágrima  tibia,  nacida  de  un 
pecho  religioso  y  conmovido,  jo  aumenté  el  caudal  del  torrente,  f 


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— «o— 

enta  lágrima  no  fué  perdida,  porcj^ue  Dios  cueDta  las  gotas  y  Ua  sire- 
nas del  mar.  Yo  arrastré  al  vil  ateo  hasta  Jas  orillas  del  praeipicio»  y 
fui  libio  iamimdo  prouunció  temblaado:  Niágara  dicé  9u»s  gus  wñ 
conciencia* 

Otro  portento  en  el  Surü!  El  salto  da  Tequendama!  La  altura  j 
el  volunoeu  de  la  columna  de  agua,  que  baja  á  confundirse  con  el  rio 
de  la  Magdalena,  el  aspecto  de  las  rocas  porfíríticas,  tantos  ái>bolea 
vigorosos  que  nacen  sobre  variadas  alfombras  de  plantas  berbicaaat 
todo  concurre  á  inspirar  en  el  viagero  el  sentimiento  del  terror,  y  el 
mas  dulce,  de  lo  bello,  y  un  contraste  de  afectos  que  solamente  eonr 
vienen  en  proclamar  la  inefable  sabiduría  de  Dios«  Los  encinos  ere* 
cen  en  la  parte  eminente  de  la  cascada,  y  á  sus  pies  Ka  palma  de  la 
ardiente  Arabia,  el  plátano  y  la  caña  de  azúcar.  Las  produecioaas 
de  todos  climas,  y  de  todas  las  temperaturas  están  iinidat  oatño  por 
un  lazo,  y  este  lazo  ea  un  rio  perpendicular  de  ciento  aetei^ta  y  cíba» 
metros  de  elevación. 

.  Entre  las  románticas  y  magestuosas  escenas  de  los  Andes,  po- 
cas son  comparables  con  la  del  puente  natural  de  Icoaonzo,  en  el 
pintoresco  valle  de  Parndi,  Hállase  el  puente  á  la  altura  de  cuatro- 
cientas cincuenta  y  ocho  toesas  sobre  el  nivel  del  mar,  y  de  ciento 
doce  varas  sobre  el  del  torrente,  que  serpentea  en  una  caverna  oscur 
ra;  habitada  por  pájaros,  cuyo  canto  monótono  y  lúgubre  contribuye 
á  dar  á  este  sitio  una  apaMencia  triste  y  misteriosa.  Tres  enorme» 
masas  de  rocaS|  cierran  el  arco;  y  en  esta  obra  asombrosa  pudieron 
aprender  los  antiguos  habitantes  de  la  región,  los  principios  mas  en- 
cumbrados déla  arquitectura.  El  puente  de  Cedar-Creek^  en  Virgi- 
nia; el  de  Rumichaca^  en  las  montañas  de  Chumbar;  el  de  Danto^  en 
Jas  carcanias  de  Atotouilco,  son  fanómenos  geológicos  que  sumimsir^n 
un  campo  estenso  á  las  investigaciones  del  sabio,  y  á  las  meditacio- 
nes del  hombre  religioso,  que  descubre  el  ded6  de  Dios,  al  travea  de 
la  nube  de  nuestra  ignorancia.  Digitus  Dei  est  kic. 

Piso  cenizas  cállenos,  y  atravesando  una  cadena  de  conos  ba« 
sálticos,  me  aproximo  ál  cráter  del  volcan  de  Jorullo.  He  aqui  une 
de  las  catástrofes  fisicas  mas  notables  y  recientes  de  nuestro  planeta 
El  valle  cedió  lugar  al  monte,  y  el  monte  se  transformó  en  valle, 
donde  vapores  muy  densos  comunican  al  aire  un  calor  sofocante. 
ELJúpiter  de  Homero  estremecía  las  cimas  de  las  montaña^  con  una 
contracción  de  su  ceja  airada:  el^  verdadero  Dios  ha  dado  leyes  á  la 


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—61— 
•tftturale/^a,  y  la  transforma  p^r  un  selo  pensamiento.  AqneX  era  na 
•tieño  poético  de  la  dit ioidad:  la  poesía  do  puede  oomprendef  al 
Todopoderoso,  mentira. 

La  f^uta  de  CacakucamUpa^  esplendor  de  Méjico,  deja  muy 
atrás  las  combimidaB  impresiones  de  temor  j  de  deleite,  qut  causaa 
en  el  ániaM»  sorprendido  las  cavernas  dé  Darvi,  de  Antiparos  y  da 
Fingal,  Gotas  de  agua  filtradas  por  los  intersticios  de  piedras  cal- 
eáreaS)  en  una  serie  desconocida  de  siglos,  han  obrado  allí  milagros 
^ua  Ten  los  ojos,  y  apenas  alcanza  la  imaginación.  En  este  palacio 
saKtario  del  Dios  de  la  naturaleza,  corresponda  el  lujo  del  ornato  á 
la  magnificeneia  del  ediñcio.  Aqui  y  acullá  se  multiplican  las  ilusio* 
BaSt  lanía  como  las  estalactitas,  y  en  el  pavimento  se  ob^rvan  blan- 
cas estalármitas,  qne  reproducen  incesantemente  los  colores  del 
prisma  y  la  reverberación  del  diamante.  El  sabio  confundido,  pre- 
gunta ¿para  qué  tantos  primores  y  encantos]  Calla,  hombre  mise- 
rable, respimdaij}  eco  lejano:  Dios  y  su$  designios  son  inescrutables. 

Ettel  Sud  y  en  el  Septentrión  de  América,  el  ore  y  la  plata  sea 
•I  fruto  mas  eom un  de  las  entrañas  de  la  tierra.  En  la  isla  Margari- 
ta y  en  loS  mares  de  California,  se  recojen  \v  perlas  cohio  los  gra- 
nos  en  un  campo  de  trigo«  El  diamante  y  el  topacio  se  producen  en 
el  Brasil:  Oajaca  se  gloría  de  sus  matizades  opales,  y  Sanm  Fé  de 
BWi  lindas  esmeraldas.  ¡Cuántos  objetos  para  la  ambición!' (Caántos 
prodigios  que  admirar!  ¡Cuántos  motivos  de  tierna  grntitnd  para  el 
que  vi6  la  Inz  primera  en  est<^  suelo  tan  favorecido  de  I>ios! 

¿Y  sos  rios?  El  Missiaipi  es  el  mayor  del  glotío:  el  de  las  Ama- 
zonas, el  Orinoco,  el  Missouri,  el  de  la  Plata,  humillan  con  su  in- 
menso raudal  al  Tajo,  al  Ebro,  al  Sena  y  al  Danuvio,  orgi»llo  de 
las  cultas  naciones  que  han  poblado  ^  riberas,  y  que  tantas  veces 
bao  teñido  su  corriente  con  la  sangre-de  los  combates» 

Los  lagos  de  América  son  mares;  y  el -Superior  lo  es  á  ese  mar 
Negro  qne  tanto  figura  en  los  intereses  de  Europa.  Yo  he  navegado 
en  el  lago  Ontario,  y  en  él  se  advierte  el  flujo  y  reflujo,  y  se  levan- 
tan de  tiempo  en  tiempo  trenaendas  tempestades.  ^ 

£1  suelo  de  la  América  es  una  alfombra  de  florép,  y  eada-flor 
asbsorve  la  atenciipn  del  que  estudia  á  Dios  en  los  pétalos  y  en  los 
delicados  pistilos, 

jCtian  bellas  y  galanos  son  (^  aves  que  hienden  nuestros  aires! 
El  Quetzal  es  un  iris  en  los  bosques  deChiapa  y  de  Guateaiala.   El 


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—62— 
Centzúntli  varía  todos  los  tonos  y  recorre  toda  la  escala.   ¡Pájaro 
humilde!  tu  melodioso  canto  arrebata  mas  el  alma,  que  las  arias  y 
los  duettos  de  Rossiní. 

Colosales  udh  los  arboles  del  Nuero  Mundo.  [Cuál  mas  Corpu- 
lento y  frondoso  que  el  de  Santa  María  del  Tule?  Visitándolo  con  el 
ansia  y  curiosidad  con  que  se  examina  un  monumento  en  los  desier- 
tos arenosos  de  Palmira! 

Bálsamos  y  olores  son  el  tesoro  de  miestras  selvas.  El  tolú,  el 
copáiba,  el  liquidambar,  la  vainilla,  son  blanco  de  especulación  y 
>CQUsa  de  universal  sorpresa.  La  salud  del  hombre  se  conserva  por 
inumerables  plantas  medicinales:  el  descubrimiento  de  la  corteza  de 
quína^  es  suficiente  precio  de  la  refinada  civili'/.acion  de  que  somos 
ilendores  al  viejo  hemisferio;  á  las  clases  pobres  de  sus  habitantes 
los  alimentamos  con  papas.  [Se  ha  olvidado  ya  que  la  cochinilla  de 
Oajaoa,  tifie  de  grana  el  manto  de  los  reyes? 

£1  hombre  fué  la  concepción  privilegiada  de  Qíds,  y  por  esto  lo 
formó  á  su  imagen  y  semejanza.  [Cómo  pues,  el  hombre  de  Améri- 
ca, habia  de  ser  inferior  á  los  seres  prodigiosos  que  lo  rodean?  La 
fuerza  y  la  paciencia  son  el  carácter  distintivo  del  americano:  él  ad- 
mira la  tersa  blancura  del  europeo,  porque  el  ardiente  sol  de  su  pa- 
tria, le  ha  tostado  la  piel,  al  acercarse  á  convertir  en  astros  sus  bri- 
llantes ojos.  La  muger  de  América,  es  una  hermosura  de  la  monta- 
fia,  adornbda  por  Dios  y  esquivada  por  el  lujo  de  los  salones.  Ma-^ 
yores  dotes  son  las  de  ingenio,  y  el  hombre  y  la  muger  del  Nuevo 
Mundo,  reúnen  á  una  vasta  comprensión,  una  memoria  siempre 
nueva  y  fecunda.  £1  corazón  del  americano  es  noble,  generoso  y 
sensible;  las  lágrimas  que  derrama,  son  las  de  la  piedad  y  de  la  ter- 
nura! Entre  los  nacidos,-  es  ff  americano  el  que  perdona  á  su  enemi- 
go con  mayor  júbilo  y  presteza.  [A  quién  imita?  A  la  deidad  mori- 
bunda del  Monte  Calvario. 

¡Omnipotente  Dios  de  América!  Tu  nombre  es  bendecido  desde 
la  bahía  de  Baffin  hasta  la  tierra  del  Fuego.  En  las  apacibles  noches 
que  platea  la  luna,  te  glorificamos  y  ensalzamos:  en  los  dias  en  que 
el  sol  nos  vivifica^  sentimos  y  confesamos  el  poder  inmensurable  de  , 
tu  soplo  crei^dor.  ¡Dios  de  mis  padres,  Dios  mío  y  de  mis  hijos,  pro- 
teje  á  mi  adorada  patria,  y  haz  que  nunca  desmienta  su  conducta 
acrisolada!  Dilo,  y  su  felicidad  será  cumplida.  ¿Hay  acaso,  imposi* 
bles  para  la  voluntad  de  un  Dios  misericordioso/ 


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í 

4|inB  PROIVUJVCIO  BMj  FUHOBO  BIR.  DrPJQf  (EL  MAwmx 

CONTBA 

U  J^DHBSTA  nENDPieiOJI  HE  U»  BIUFIM; 


Se  ba  repetido  freeaentemente  qtíe  en  otro  tiempo  6NI  irl(ñi0 
«1  duelo  coo  mucha  rigor,  la  piena  de  muerte,  sq  dice,  seri)  inei0lii> 
paYa  contener  á  perbona»  que  sin  duda  alguna  no  temían  él  mdrír*' 
pues  q«e  voluntariamente  se  esponlan  á  ella$  y  ,que  urna* pena  maá 
moderada  que  llevase  consigo,  la  pérdida  de  los  derechos  ei^ileü,  b» 
esdusion  de  las  funciones  públicas,  aparecería  mas  apropotito-pnra 
eonsegliirél  fío.  Sea  asi,  pero  entretanto  que  el  duelo  no  s'ea  caetí^ 
gado  con  penas  articulares  pof  una  ley  especial^  ¿se  deduce  quesea 
un  acto  enteramente  permitido?  No:  el  duelo  seguido  dé  miii^rte*  a 
heridas,  entfa  en  la  categoría  de  heridas  y  asesinatos,  por*t»sola«^ 
Konde  no  estar  eseeptuados  de  este  género  de  atentados:  lai|use(^aÍK 
de  una  ley  qtte  haya  hecho  de  él  nn  crimen  aparté,  no  le  ha  eoloqpidp 
en  el  rango  <le  los  hechos  laudables  6  inocentes.  ... 

Los  tribunales,  preciso  es  decirlo^  se  lian  condi(cido  -cotidema-> 
siada  desidia  en  esta  cuestión  del  duelo.  $le  alega  en  favor-la^prep^^ 
pación  que  lo  protege;  pero,  ¿de  esta  preoctrpacion  d€ÍMBrán«p|i;^a«í|i^ 
también  los  magistrados?  ¿No  es  su  primer  deber  el  saber  ¡yri^^af- 
ae  de  ella?  ¡T  que  en  una  época  en  que  han  sido  atcolidas  tantQp^jSA* 
aas,  únicamente  pojrque  han  parecido  fundadas  sobre*  pcegcup«oio)i<v 
(annqae  estas  hayan  sino  algunais  veces  m uy  jyipft^fi}>iq8)^  t^gpfeiá 
precisamtute  aquella  á  que  menos  debería  hacerle  gracia^I^  |i^oe«- 
pacioB  jpas  destructora  déla  mór^)-del  ^rden- socíafy*  áj^^  la  QbsKÜy^» 
^  á  laa  iey^s,  y  d6  la  sujec^n  ^  los^^ra^g^tfadfis!.  . 

£1  díñelo,  seüoi^s,  e8^el.e8t4i4o^l«agé}'-^^  n^,:^  4Q«p»hp,  «lt# 
laxazoo  jJel  mas  fuejrte  6  dd  m^itdiststrp,.  y  algrnia»  vanes*  4 
insolente. 

En  k^ififancía  de^itií^Ma  sociedad-seJia  fux^dct  t|pr  el 
Judicial,  pero  esto  tocaba  á  la  barbarie  dé  los  tiempos,  Los  h^m/btm 


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no  sabiendo  hacer  justicia,  apelaban  á  lo  que  ellos  creían  ser  é\  juicio 
de  Vio^.  Mas  aun. entonces  se  buscaban  algunas  formas  de  justicia» 
el  procedimiento  del  combate  estaba  arreglado;  habia  un  juez  del 
campo,  se  encontraba  alguna  suerte  de  regularidad,  y  el  concurso 
ele  la  acción  del  poder  públicoj  á  este  no  se  le  insultaba;  y  si  habia 
ignorancra  y  falta  de  civilización,  al  menos  no  hubia  ni  levantamien- 
to ni  insubordinacÍGüi. 

'  ]?éro  desde  ^1  momento  en  que  hicieron  progreso^la  civilización» 
el  orden  social  j.ln»  ideas  sanas  de  gobierno,  desde  que  hubo  leyes 
nia^  humanas  y  tribunales  mas  instruidos,  los  duelos  fueron  prohibi- 
dos i:paio  juna  infracción  del  derecho;  ¡y. no  lo  serian  bajo. un  g^ier- 
po«bten  constituido,  es  decir,  bajo  un  gobierfio  de  dereolto  y  de  Ijsjl 
¿El  d¿ieL(>  no  constituya  splumente  un  ataque  6  un  .deliro  contra 
los  paHiculares,  comoiin  robo  6  uú  asesinato  ordinario;  és.jiina  ai- 
^acbQ  deia  paz  publióa^  un  desprecio  de  la  ley,  una  pr€ites|íi  con- 
UaJ¿  organización^  spciai;  es.k>  mismo  que  gobernarse  ft  si  mismo 
pou.. desprecio  deja  9oberai)ia  del  pais  en  donde  se  vive;  ftsli^ue.en 
olro^enipo,  bájala  legislación  de'Lui?  XIV»  el  du^o  era  ao^Os  que 
iqd.6,-un'crimende  lesa  mageatad. 

^U-¿y'p»i«fl?  ser  tolerado  semejante  orden  de  cosas?  Si  un^  riña 
estalt?  ep^^rjp  dos  hambres  del  pueblo,  resultando  deella  algunoagol- 
i^esj  si '  pop ,ei  mislilo  motivo  algunos  compañeros  de  divei^as. profe- 
siones se  citan  concurriendo  con  palos,  al  momento  se  interviene,  ^ 
Iq^  sejínra^  ^e  les  funnu  un  procoso  ci>rr«cci(ínal,  y  lodo  m^io  con 
laititílm  ruí^prr;  perü  qtiti  lioyn  algunos  que  se  provoquen  con  la  espa- 
da 't  h  pi^toluj^que  se  trate,  no  ya  de  algunas  coniuirones  sino  da 
\íi  iT^vitNc  niisftiíi.  Sé  recUmarYi  eiuónces  como  de  jusücia  la  ímpuni- 
dttiü^^^  yendo  todüvia  mas  léjns,  se  dirá  que  loa  combatían ttf.«i  haa 
sali^^ko-al  húnorl  iX  \qs  periüdicos  hubbrán  de  ellos  con  uatenta- 
41ÍOU  j^c9 11  pI í> gi  ü í  He , n q u  í , .  co  mo  en  el  se  n o  d e  II  n a  e r í ci e d  ad  U us- 
tiMd^í^tié-te  vmmgUulaxbhaber^veiU^ado.en  civUizflcioii'4  Jos  si- 
glníi  ;Aíir.  lí ores, j^qufijleuá. (le  £>rjgullo  descría :.á  Jos  del  poryenirt  iw 
í  Ft  f j  2  a  s  i> b  re  1  os  c í pí  ri, I UÉt^  íu^  id ea  ^á e  q u e  Jba  el  u <ta d nn os  p oe den  a  pf  ^ 
líJHTttraJtítlü  ÍL^a  (yoíz^ilbrnrla  <^^  det^'d^elaa  cuestiofic»  á 

!§ j>lfl^;^  j^  ¿spaitlaT,  j  Cüígpar  1^  roljiota  JbJiyiduajj^n  el  j»ga£:(}e 

-^^M^  %criO|e^  lic^^j&^^efigiri^fj^^  . preoci^pa^iones  é¿ 

4ftt5^i^Uií4Q  i^  ule  ^trprq  á  degii;  que  ^on  tónos  generales  de  lo  (|H« 


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—65— 
te  pretende  que  sean)  no  temo  levantar  contra  elTas  la  roz  con  toda 
la  entereza  de  mis  fanciones,  y  proclamar  que  el  duelo  es  la  fióla- 
cien  de  todas  las  leyes  divinas  y  humanas. 

Ved  ahora  el  deber  de  los  magistrados;  siempre  que  se  en-, 
enentre  un  hombre  6  herido  ó  muerto,  aquel  debe  al  punto  tomar 
del  caso  una  instrucción  jurídica;  los  procuradores  del  Rej  son  culpa- 
bles si  no  requieren  una  información  al  punto.  A  todo  duelo  debSn 
seguir  inmediatamente  las  mas  escrupulosas  indagaciones,  con  el 
objeto  de  aclarar  sus  causas,  catiSfid  fútiles  las  mas  veces,  provoca- 
ciones insensatas  6  groseras  de  personas  que  no  se  conocen,  que  ja- 
mas se  han  visto  ni  volverán  á  verse;  querellas  miirerables  de  teatro, 
donde  uno  reclama  el  silencio  porque  tiene  derecho  á  ello,  y  ofendí- 
do  el  otro  lo  provoca.  ¡He  aquí  una  causmde  desafio!  He  aquí'el 
motivo  para  que  una  níuger  piarda  su  marido,  una  madre  ásu  hijo* 

La  grande  objeción  que  se  hace  es,  que  el  dutfio  sirve  para  cas 
tigar  hechos  que  no  están  aY  alcance  "de  la  reprensión  ordinaria,  fli 
esto  Aiese  asi,  preciso  es  entonces  que  estos  hechos  sean  muy  insig- 
nificantes, puesto  que  las  jejes  no  solo  reprimen  los  crímenes,  sino 
los  detttos  y  las  sim^fes  contravenciones,  no  solo  castigan  las  heri- 
das sino  los  golpes,  el  ultrage  y  aun  las  simples  amenazas;  ellas 
condenan  igualmente  la  calumnia,  la  difamación,  la  injuria;  y  pof 
nn  acto  que  tal  vez  no  tendrá  nada  de  esjlo  un  hombre  mal  contento 
ébíi  las  leyes,  y  desconfiando,  de  los  magistrados  emprenderá  imponer 
|M>r  si  mismo  la  pena  de  muerte  á  aquel  de  quien  se  cree  ofendido» 
haciéndose  á  la  ve2  en  pi'o|[)ia  causa,  legislador,  juez  y  verdugo! 

Para  legitimar  tales  violencias,  se  inventan  todávia  otros  sofis- 
ifias;  ae  dice  qu^  el  lance  ha  sido  nada  Aias  que  un  encuentro.  ¡Men^ 
tira^  Ssos  encuentros  son  siempre  originados  por  una  cita  anticipa- 
da en  que  se  ha  fijado' el  dia,  la  hora  y  el  lugar.  Se  dice  que  aquel 
qtie  ha  muerto  á  su  contrarío  estjiba  en  estado  de  defensa»  Sí,  pero 
ambos  estaban  en  estado  de  agresión  y  atacándose  mutuamente;  ^ 
mas  segura'defensa  es-la  muerte,  que  cada  uno  procui^  dar  á  su  ad- 
versario. 

H^céd,  pues,  haéed  llegado  el  caso,  las  diligencias  convenientes 
ante  el  jurado;  tales  el  juicio  del  pais,  y  bajo  este  título  puedetle- 
cíhe  que  llai  competencia  pero  conocer  de  los  duelos,  debe  Ht!r  de- 
vuelta á  la  autoridad  del  mismo  jurado.   Si  este,  fascinado  por  f a 

^eoettpacion  6  subyugado  por  los  hechos,  quiere  pronunciar  tma 

y  > 


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—66- 
sontcncia  de  absolución,  lo  liará;  pero  aun  asi  se  liabrá  cumplido  con 
la  ley,  se  le  habrá  rendido  homenage,  puesto  que  en  su  santuario  se 
liabria  pronunciado  la  sentencia,  j  para  esto  Irabia  sido  preciso  bu- 
millarse  delante  de  ella,  7  pedirle  sumisamente  un  )jecreto  de  indem- 
uisacion,  €i  por  el  contrario,  el  jurado  cree  que  baj  culpabilidad^ 
pero  viendo  motivos  de  escusa  en  los  lieclios  que  ban  motivado  ^ 
acompañado  el  duelo,  declarará  la  existencia  de  circunstancias  ate^ 
Buantes,  7  disminuirá  la  pena  en  proporción.  En  fin,  si  se  trata  de 
uno  de  aquellos  casos  inesplicables  acaecidos  entre  personas  que  tie- 
nen el  duelo  como  una  profesión,  y  en  quenin  hombre  incapaz  de 
ofendef  y  falto  de  esperiencia  baya  sido  víctima  de  la  provocación, 
teniendo  estedesaiio  lo» caracteres  de  un  asesinato,  se  pronunciará 
lampona  debida  á  este  crimen.  Así  ten'dremos  completa  la  escala  des- 
de In.pena  de  muerte  hasta  la  absolución. 

De-'este  modo  al  menos,  ni  se  desconocerá,  ni  se  despreciará  la 
justicia^  y  ella  hará  sentir  su  -legitima  y  ft^rmidable  acción,  -En  el 
gran  diade  la  audiencia,  la  madrede  familia  hará  defender  la  causa 
de  su  dolor,  su  enlutado  trage  y  la  desesperación  de  su  acento  for- 
marán el  suplicio  del  acusado,  la  voz  públicá'se  unirá  á  la  sUya,  y 
aun  cuando  se  diese  una  sentencia  de  absolución,,  siempre  resultarán 
impresiones  vivas  y  útiles  lecciones.  Los  periódicos  publicarán  esta 
audiencia  y  en  vez  de  la  apología  del  duelo,  solo  se  leerá  en  ellos 
la*deshonra  de  estos  cscesos,  ¡Aun  se  habla  de  la  preocupación!  Hft 
aquí  el  niedio  de  destruirla,  de  luchar  contra  ella,  y  reemplazar  una 
insensata  opinión,  por  otra  sana  y  arreglada. 

Mirad  si  es  ya  tiempo  de  atajar  el  mal!  El  ha  inñcionndo  hasta 
las  escuelas,  y  aun  allí  se  hacen  también  puntos  de  honor! 

íAh!  qué  harán  esos  niños  cuando  ya  sean  hombres,  si  desde  lá 
infancia  se  educan  con  la  idea  de  que  cada  uno  en  etfte  mundo  es  ei 
vengador  de  su  propia  causa,  sin  subordinación  á  la  ley  alguna,  ni 
recurso  á  la  autoridad  de  los  magistrados! 

¡No  hemos  visto  también  qn  desafio  para  la  historia;  entre  el 
historiador  de  una  parte  y  de  la  otra  un  oficial  que  encontraba  na 
estar  bastantemente  encomiada  por  aquel  la  gloria  del  general,  como 
si  la  verdad  de  uo  hecho  histórico,  pudiese  depe^er  de  una  estoca- 
da! Duelo  mil  veces  mas  insensato  que  aquel  ordenado  para  de- 
cidir una  contienda  de  representación  en  materia  de  sucesión  ^ 
porque  al  menos  este  duelo  debia    poner  término  y  decidir  ei^ 


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— G7— 
realidad  la  cuestión,  mientras  quo  en  aquel  la  muerte  del  historiador 
jamas  hubiera  cambiado  1&  historia.  Esta  carrera  no  conoce  lUnilest 
.se  Tsn  algunos  funcionarios  desafiados  á  ua  cpmbate  •  singular  para 
dar  razón  de  sus  funciones;  duelos  parlamentarios,  diputados  provo- 
cados por  haber  señalado  con  imprudencia  6  con  valor,  hechos  ^ue 
juzgan  de  su  deber  denunciar  á  su  pais!  También  podremos  ver  jue. 
ees  llamados  al  campo^  para  sostener  con  la  espada  In  justicia  de  sus 
sentencias,  como  en  el  siglo  XII  en  que  un  desafío  se  consideraba 
como  el  acto  de  desmentir. 

Señores;  si  en  algunos  espíritus  se  conserva  aun  esta  preocuDa- 
cion,  no  por  esto  es  menos  feroz  ni  menos  absurda;  y  hja  llegado  eo 
mi  opinión,  el  momento  de  decir,  honor  ^erno  á  aquellos  que  re- 
husen un  desafio,  y  que  rinden  de  este  modo  el  homenage  debido  á 
la  ley  y  á  la  sociedad  entera. 

La  última  escusa  á  que  se  apela  en  los  duelos  es  el  convenio 
de  ambas  partes!  Pero  qué,  todo  ha  de  arreglarse  indiferentemente 
por  convenio?  ¿No  hubria  pues,  una  barrera  que  pueda  detener  el 
orgullo  humano?  ¿No  hay  cosas,  actos,  hechos  que  nunca  podrán  ser 
la  mateiia  de  un  contrato?  Por  otra  parte,  ¿será  cierto  qué  el  hom- 
bre tenga  sobre  sí  un  dominio  tan  absoluto,  hasta  el  punto  de  com- 
prometer su  vida  cuando  quiere?  En  mi  opinión  el  suicidio  es  un 
crimen,  y  por  tanto  creo  deber  considerarse  como  muy  sabias  y  ís^o- 
rales  las  antiguas  leyes  que  imponían  la  deshonra  y  execración  k  la 
memoria  del  suicida,  ya  que  no  podían  castigarlo  en  su  persona.  El 
hombre  pertenece  á  la  tierra  por  su  cuerpo,  por  su  alma  al  Criador, 
quien  no  U  ha  dado  el  derecho  de  destruirse  por  sí  antes  de  tiempo; 
de  otra  manera,  y  si  el  hombre  pudiese  darse  él  mismo  la  muerte 
¿no  es  cierto  que  podriu  también  válidamente  decir  á  otro  que  lo  hi- 
ciese; suplicárselo  á  un  amigo,  encargárselo  á  un  mercenario?  Y 
bten  ¡el  suicidio  no  es  mas  que  un  duelo  á  medias!  En  aquel  se  dis- 
pone de  la  propia  vida;  en  este  de  ella  y  de  la  agena,  y  tales  contra- 
tos de  ningún  modo  pueden  permitirse. 

Yo  formo  los  mas  sinceros  votos  para  que  la  ley  pueda  ser  ejecu- 
tada en  Francia  como  lo  ss  en  la  Bélgica,  donde  el  mismo  testo  es 
nías  sanamente  entendido  y  mas  moralmente  aplicado.  Deseo  que  la 
cuestión  se  presente  á  la  Corte  y  se  discuta  con  exactitud;  entonces  la 
trataré  no  de  improviso  como,  ahorn,  sino  de  una  manera  mas  com- 
pícta  y  cstcnsa,  y  llamando  sobre  ella  lodo  vuestro  examen:  no  dudo 


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—es- 
fue  destruiremos  la  fatal  preocupación  que  se  ha  apoderado  de  una 
jurisprudeiuúa  anterior,  demasiadamente  indiscreta. 

Hojr  en  la  cuestión  puramente  civil  que  se  os  ha  presentado, 
concluiré  á  pesar  del  proveido,  tributando  mis  elogios  á  la  Corte  por 
haber  pronunciado*  una  sentencia  á  que  daré  el  nombre  de  muy  beUa. 


CÁRCELES 

Para  mengua  del  género  humano,  al  cual  parece  que  debiera 
ser  inherente  la  divina  máxima,  de  no  hagas  d  nadie  el  daño  que  no 
quisieres  para  tí  mismo;  el  genio  del  mal  lleno  el  vacio  de  las  flaque- 
zas que  deshonran  á  nuestra  especie  con  un  veneno  tan  mortífero, 
que  originó  la  necesidad  de  oponer  medios  enérgicos  al  torrente  de 
las  ofensas  mutuas:  tal  fué  la  emanación  de  las  leyes  j  de  las  prisio- 
nea.  La  sensibilidad  misma,  esta  deidad,  compañera  inseparable  de 
la  justicia,  que  suaviza  sus  primeros  ímpetus  de  rigorosa  indignación 
j  la  dispone  á  una  ternura  compasiva  hacia  los  delincuentes,  que  de 
ordinario  llevan  tras  sí  la  pobreza,  desde  el  momento  mismo  de  la 
perpetración  del  crimen,  y  no  tienen  tal  vez  otro  padre  tutelar  que 
aquel  que  ha  de  juzgarlos,  se  interes.6  sin  duda  en  la  adopción  de 
las  capturas  con  el  doble  objeto  de  reparar  los  daños  inferidos  á  ter- 
cero, 6  mas  bien  á  la  sociedad  entera,  y  cuidar  aun  de  que  el  esira- 
viado  é  infeliz  causante  no  fuese,  mientras  le  exonerase  la  ley  física 
ó  moralmente,  víctima  de  su  delito. 

Ya  pues  que  la  conveniencia  pública,  y  los  sentimientos  de  Ifu* 
manidad  tienen  un  influjo  tan  directo  sobre  establecimientos  taJe8,y 
se  interesan  tanto  en  que  los  seres  conducidos  á  ellos,  lejos  de  fami- 
liarizarse mas  con  la  relajación  de  costumbres,  y  acabar  de  perderse 
en  la  carrera  del  crimen,  se  les  procure  guiar  de  nuevo  hacia  el  ca- 
mino de  la  dicha,  lo  cual  es  lo  mismo  que  reclamar  de  las  potestades 
á  quienes  compete,  porque  es  posible,  necesaria  y  útil  la  creación  de 


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—69— 
unas  eseuebui  e«peeiales  de  buenas  costumbres,  j  la  plaotífieacton  de 
tallores;  de  suerte  que  la  virtud  y  el  trabajo  contribuyan  é.  hacer  en 
ules  huéspedes  un  cambio  feliz  de  ideas  y  de  costumbres;  no  alean- 
fiamos  la  razón  por  qué  las  cárceles,  particularmente  aquellas  muy 
frecuentadas  y  numerosas,  y  las  casas  de  confinación  correccional 
donde  debieran  generalmente  encontrarse  establecidos  unos  remedios 
tan  importantes,  se  hallen  en  muchos  paises  en  un  estado  tan  ooo- 
tradíctotio* 

¿Cómo,  pues,  coadyuvar  con  nuestro  silencio  á  la  continuación 
áe  tan  grave^males,  ni  demorar  la  ocasión  que  se  nos  presenta  de 
manifestar  al  mundo  la  dulce  emoción  con  que  hemos  visto  mucjios 
establecimientos  de  seguridad  y  corrección  en  los  Estados-Unidos, 
que  pueden  servir  de  modelos  para  organizar  aun  ios  mejores  de  go- 
bierno de  las  sociedades? 

Estas  casas  correccionales  empiezan  desde  su  construcción  4 
estar  de  acuerdo  con  el  digno  objeto  que  demandan  la  seguridad  de 
los  confinados  y  la  humanidad:  ningún  departamento  está  negado  & 
la  claridad  de  las  luces,  ni  á  las  comodidades  compatibles  con  la 
coikUcion  de  los  presos:  todd^  respiran  aires  libres,  y  aun  tienen  ter- 
renos destinados  al  ejercicio  y  al  recreo:  grandes  salones  contienen 
talleres  para  los  que  profesan  algún  arte,  y  para  aprenderlo  los  que 
carecen /de  tan  importante  enseñanza:  otros  departamentos  están 
consagrados  á  actos  de  virtud,  y  á  escuelas  de  instrucción.  No  se 
ven  allí  andrajo&ni  miserias,  y  el  aseo  y  la  policía  de  salubridad  son 
atenciones  de  un  celo  preferente. 

Personas  de  probidad  y  suficiencia  están  encargadas  del  orden 
civil  y  religioso.  Separados  absolutamente  los  sexos,  intervienen  ade- 
mas clasificaciones  subalternas  de  cada  uno:  los  individuos  de  corta 
edad  constituyen  sección  aparte  para  educarlos,  precaverlos  del  roce 
é  instrucciones  peligrosas  de  personas  mas  crecidas  y  adelantadas  en 
la  relajación  de  costumbres,  enseñar  á  leer  y  escribir  á  los  que  no  sa- 
ben, é  inculcarles  los  preceptosde  la  religión  y  buenas  costumbres  y 
ponerlos  á  aprender  algún  oficio  de  los  que  contiene  el  establecimien- 
to. A  las,  personáis  adultas  se  les  conduce  igualmente  por  el  camino 
de  la  virtud  con  lecturas,  exhortaciones  persuasivas  y  ejemplos  á  que 
se  destinan  por  departamentos  ciertas  horas  de  descanso  y  los  niias  de 
devoción:  y  por  ultimo,  una  vida  activa  les  abre  nueva  senda  hacia 
la  prosperidad. 


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—70— 

Aquí  ge  vé  una  máquina  que  dá  impulsos  á  otros  artefactos  de- 
dicados á  moliendas,  hilazas,  tegidos,  ¿lc:  allí  talleres  de  quincalla, 
carpinterías  de  blanco  y  de  ebanistería,  y  en  una  palabra,  un  pueblo 
artista  aplicado  enteramente  á  estas  y  otras  varias  manufacturas,  con 
un  silencio  7  orden  admirables  que  hacen  observar  los  vigilantes.  Es* 
tés  trabajos  tienen  sus  horas  determinadas,  y  sus  productos  se  npli. 
ean  al  fondo  común  del  establecimiento  para  costear  la  subsistencia 
y  proporcionado  vestuario  de  los  confinados,  sueldos,  gastos  de  con- 
sumos 4&C.,  y  los  sobrantes  en  acopios  de  primeras  materias  para  sos- 
tener la  empresa.  Pero  lo  que  es  aun  mas  laudable,  ei^a  de  aquellas 
horas  cuentan  los  presos  con  otras  cedidas  á  su  utilidad  partícula' 
^n  trabajo  remuneratorio,  cujo  pago  proporciona  ahorros  á  unos,  y 
medios  á  otros  para  socorrer  á  sus  mugeres  6  hij«>s  indigentes  ¿Qué 
alma  al  examinar  este  cuadro  no  se  sentirá  conmovida  de  la  mas 
tierna  efusión  de  gratitud  á  los  promovedores  de  tantos  bienes?  Asi 
es  que  los  confinados  por  causas  leves  á  pocos  meses  de  corrección, 
salen  menos  felices  en  su  arrepentimiento  que  aquellos  que  han  es, 
perimentado  por  años  sus  ventajas,  dándose  en  estos  muchos  casog 
de  resistirse  á  volver  á  su  libertad,  y  i^i^do  raros  los  ejemplares  de 
baber  reincidido  en  aIgMn  delito. 

Asi  es,  en  suma,  que  estos  establecimientos  luego  que  obtuvie- 
ron los  fondos  para  tan  laudables  fines,  se  dedicaron  á  la  compra  de 
primeras  materias,  y  á  darlas  beneficio  y  salida  en  el  comercio,  re- 
saltándoles de  uño  en  año  el  uso  de  grandes  capitales  y  sobrantes  de 
consideración. 

Ciertamente  que  si  en  los  países  en  que  están  tan  mal  organiza'* 
dos  estos  establecimientos  se  suscribiesen  primero  las  potestades  con 
señalados  rasgos  de  paterna!  beneficencia  y  abriesen  listas  de  suscrip- 
tores,  las  almas  generosas  se  acelerarían  á  seguir  el  egempló  con  do- 
nativos tan  profusos  que  sobrarian  para  calcular  sobre  grandes  em- 
presas artísticas  y  comerciales,  en  que  sin  duda  se  interesarían  tam 
bien  accionistas  por  el  lucro  que  se  prometiesen  sacar  de  ellas. 

Concluimos  demostrando  cuan  fácilmente  pudieran  desterrarse* 
de  todas  las  cárceles  el  terror,  la  miseria  y  la  inmoralidad,  convir- 
tiéndolas en  depósitos  piadosos  de  aquellos  seres  que  por  criminales 
que  aparezcan,  no  pueden  dejar  de  interesar  á  las  almas  sensibles. 


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—71— 

MVEGKÜfiNMMBIOIELVlPOI. 


lS9|perlmeiito  de  an  barco  de  esta  clai^  liefAo  en  el  finerM 
de  Barcelona,  Á  presencia  del  Emperador  Ciar- 
los T  en  1543. 


Este  íiectio  tan  notable  viene  acompañado  de  una  comitiva  Ó9 
pruebas  tal,  que  no  permiten  ponerlo  en  duda.  Hemos  encontrado  su 
'elación  en  un  d¡«rio  de  los  Estados  Unidos  de  América,  y  este  dia- 
rio le  ha  tomado  de  una  obra  española  que  ha  atr^esado  el  Occcnno 
antes  de  venir  á  FraBcia,y  que  se  vá  traducir  al  ingles  en  América, 
siendo  apenas  conocida  en  la  misma  España.  Este  abandono  por  un 
lado,  y  esta  dili§(Qiicía  por  otro  son  fáciles  de  esplicar;  ^e  trata  de  la 
obra  de  D#Maj^in  Fernand«?zde  Navarretc,  sobre  los  viage$  y  los  des^ 
cuhrimunios  de  los  españoles  desde  jínes  dtt siglo  ?CV^  en  que  se  ha» 
lian  documentos  inéditos  sobre- los  establecimierrCos  españoles  en  fae 
ludías»  Estos  documentos  pueden  no  ser  estimados  en  España,  pero 
no  dejarán  de  serlos  en  América.  En  cuanto  á  Iss^lSstadós-Unido» 
basjta  que  el  Sr.  Navarrste,  dé  nuevas  notictn» ¿obre  ^olen^-fmra  qu« 
sus  esgritoa  sean  deseado»  en  esta  parte  del  Nuevo«Mundo,  que  toma 
la  iniciativa  en  todo  lo  qu%  es  grande  y  generoso,  y  que  ha  sabida 
alejar  de  sí  la  reconvención  de  ingratiiud  que  se  lia  hecho  frecuente-' 
nvcAte  á' Jos  p9«bl(M  ilustrados:  se  acerca  el  tiempo  efi  ^j^ue  todos  los 
puebJo8  4eLcontt nenie  americano  elevarán;  de-'cótnuh  acuerdo  un  ñio- 
Dumento  al  grande  luunbre  ^ue  descubrió  aquel  Nuevo-IVÍundoy  en 
que  brillaráula  verdad-^  las  cianci^sy  las  virtudes.  EstAs  pueblos  sa^ 
ti«(aráa^i  latf4i^uufca  de  agiiiiiaaimiento  de  que  la  E^iropa  no  ha  q4ie- 
rido  car^iys^.  Un  sentimiento-  que  acompaña  opdhiarifiiCn^Ote  á  Ka 
gratitud»  y  qne  proviene  del  mismo  origen,  es  la  c^idadr  los  Esta- 
dos-Unidos dan^tambieñ  un  ejemplo'  de  ella.  Aunque  ifn  ciudadano 
de  esta  mcpÍLblififí  e$i^  tousiderado  generalícente  como  el  inventor  de 
la  navegación  por  el  vapor,  consienten  da  buena  voluntad  en  d^r  €t 
honor  de  est^descubrimiento  al  que  presente  titulos  anteijpres  ái^a 
de  Fulton,  La  Revista  de  la  América  del  Norte  {Nortk  Amerkaü  Rc" 


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—72— 
view)  nos  ha  hecho  conocer  los  de  Bl^isco  de  Garay,  capitán  denaTÍOf 
que  v¡?ia  eti  el  siglo  XVI. 

En  1543,  este  capitán  puso  á  la  vista  .de  Carlos  V  una  máqoína 
que  habla  inventado  para  hacer  naover  grandes  navios  sin  velas  üi  re* 
mos.  Como  siempre  sucede,  esta  novedad  encontró  incrédulos,  y 
uaa  fuerte  oposición  prU^iiro  estorbar  que  se  espiusiese  á  la  gran  luz 
de  un  esperimento  publico.  El  emperador  lio  fué  de  esa  opinión,  y 
por  sus  órdenes  se  hizo  este  esperimento  en  el  puerto  de  Barcelona 
el  17  de  junio  del  mísmo-año^.      • 

El  inventor  no  publicó  la  descripción  de  su  máquina;  pero  los 
espectadores  vieron  que  esta  consistía  princípalnfiente  en  un  aparato 
pota  ha9er  hervir  una  gran  cantidad  de  agua;  ruedas  que  servran  de 
reraos:^.  un  uíecaqúmo  que  les  transmitía  la  acción  del    vapor  de  agua 

Se  hizo  el  esperimento  en  una  embarcación  de  doscientas  tone- 
ladas, cargada  de  granos,  llamada  la  Trinidad^  mandada  por  el  ca- 
pitán Pedro  de  Scarza,  en  virtud  de  órdenes  del  emperador  y  de  su 
hijo  Felipe  II,  que.  también  se  hallaba  presente.  Fueron  citados  los 
testigos  siguientes:  Enrique  de  Toledo,  el  gobernador  Pedro  Cardo- 
na, el  tesorero  RálVago^  el  vícé-canciller  Francisco  Gralía,y  otras  va- 
rías personas  de  distmcjoñ  castellanosy  Catalanes.  El  emperador  y  e! 
príncipe  su" hijo;  como  también  los  asistentes,  quedaron  muy  satisfe- 
chos de  la  máquíRa  }^  de  sus  efectos;  pero  el  tesorero  Rávago,"  qife 
ya  anterWrmehíe'séfiaBia  decrn'ro'd^  contra  rainveftcion,dijo  que*nO 
daba  ai  búque-^srno  iino  marcha  de  dos  leguas  en  tres  horas;  que  el 
mecanismo  era 'co'mplicado;-qué  1^  caldera^sponia  al  barco  áb  riesgo 
coTitíiiuüíle  tatiíi  cs(>!tí3Íon,  é^-t.  Otros  miembros  de*lá  comisión  afir- 
niArWt  píír  c^  hab'm  méno§  s.egurldífd  en  un  buque 

ini pr I  j  J.i>  [ior  , í  ■ ;    en  liña  galera ,  y  cjúe  coñitinfbabci   al 

iij^íó  iVti'lníj  hmy  firr4ifey  una- velocidad-* d«  una  legua'por 

»*!•■-'    '■.■J""'--.'  ':.':■  • '■.^■•,.•  '^  ./'■■■'■ 

q*ii no  I  rrífwjS'ftM  eí  i  f* I  n  csíural  de  fíñ rc'eluiia  tocfás  las  pvbüé^áf  méde^ 

uh  v'[M'-Fcii^ii  V  ¡:í.  .füicrííoa'de  Rávngfe  fiicífi^jípoca  iínpréisíoQ 
y  el  t!ríV"jirrn<Ií>r  IniMi  rn  h<#fic><:oiTtlnuar  las  príle!lfas«Q^fMii]évá  má- 
f|íiyá¿5W  en/rtqinJIa  época  rm- huí)  i  era  csstsviloTa'ft  ócupado.''€te  redom- 
peSBKVOtffny  oorí  tjtlíréíntitflSít  j>íí!nn1^>ria  y  con  otrps'favorés^iy-la 
ivl^ííñ/rXi  Ritfil  prvgM  íinlus  lfi?  Víistaí  i!i  uunstruccioh  y  ensayo* 


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— 78-i 
Bites  fidchórettiif  tomñias  áé  los  nitros  origimifet  confer* 
▼ttdét  6fi  «I  ansliiro  Retí  de  Sícnaneaff,  enm  h»v  pApefes^e  ¿atalu' 
Kv,  jr  <le  lot  tegi8trcy)s  de  la  secretaria  de  fa  gttttm  del  afio'  de  Y648.' 


NOTA  DEL  TRADÜ¡ 


'w 


No  ea  e8ta  la  prirnera  ni  la  aegundaHn?enc¡oii,  que  nacida  y  ol« 
vidada  en  Eapaña,  ba^rosperado  en  el  estrangero,  j  que  eite  lia  per- 
recciona4o  coD  ufilidU  jrgloriit.-  Via  heiñvs  podido  meuoií  de  insertar 
este  artlctiJo,  im  porque  oljiec^o.  aea  totalmente  ignorado  en  Espa- 
ña,  aino  porqtio  no  e«  tan  generalmente  eonocido,  e^ittio'pareee  qvn 
te  pedHina  él  fi'onor  náeion'af.  La  TngMterré  «e  enyunvee-ArHaniar 
inrent^s  dé  la  bomba  de  rapor  ales  Wat  y  Bohon,  y  los  'Estados* 
XIiijdgA*4f  qM  W  «ÍMdiiiMo  Futlto  baja  ulada  principio  á  lit.nave- 
fsfiioa.  fWüT  madiiMiel.  vapor*  S^a'^aerer  disaiinHif  en*  Aada  Ja  justa 
floria  qfm  e«lqa  («a»  ^Hiahras  c^>r««  k^  ^4^miid^  eq  fas  respect)' 
voa  ianalasb  v  JKjJiearippta.  aa  d#Jkaaaa  p(m»iúr  «laf- queda  eq  el  al. 
kmIo  aksiafialm-  l^aa^Toa  in  p<iii{ar*.««9«uaa^Q.  dé  J9  niqaióa  de 
TafoTi  jda«u  aplHuywtai-^o  ^'«  aavegar»  beeba  toda  por  uu  esjui. 
ñol  carca  de  dos  siglos  /  medie  ante^que.  Wat  y  Boltoa  eonstrn/e- 
•en  so. primera  bomba  de.  vapor,  y  cerca  de  tres  siglos  antes  que  Ful- 
too  f^MiiUiyfm  b  ^V^M  da  este..  pcnUrosa  agaata  í  la  aceioa  da  l^s 
▼elas  y  de  los  rtm^Ét,'-         ^    ,  *       ^ 

9tspi^á|»nse  las  ciudades,  griegas,  y  siete  de  ellas  reclamaban 
cada  una  para  sf,  el  bonor  de  haber  dado  el  ser  al  inmortal  Homero: 
^concuánta  man  razón  podrá  disputirse  algún  día  la  gloiin  del  sUéRi 
naMil  del  primer  ín?entor  de  In  mayor  potencia  que  linsta.  ahora  se  co- 
noce, T.cuyas  a]{>(icacíone8  son  ya  tan  {irodigiosai)  como  la  potencia 
mismaf  Ninguno  de  cuantos  inventos  lia  pr  oducidb  la  casunlKiad  o 
el  astodípi^y  ha  gi^eccionado  el  entendimiento  h  umano,  poede  coro- 
ppraraa  tu  sus  restrltados  y  aplicaciones  con  el  de  la  bomba  dé  va- 
ppi^atiB incluso  el  d^  la  pólvora,  ror  ellas  se  han  acoHado  las  dís- 
taaaias  qae  separan  los  pueblos  y  las  naciones;  por  ella  se  han  re- 
BMMitado  la«  aocfiantes  casi  inaccesibles  anteriormente  á  la  fuerza  de 
laairiaatoay  de  los  remos:  por  ella  se  ha  faciliudu  el  coroercjft  inta- 
Hén^^^t^^  ^i*  Ia^lMfa»a  piadifioM  acaiaa  da  ^-^ÍJ^jfi  tie 
bra^of  y  de  igOO.OOO  caballo»  it^fatigaMes ,  acción  que  se  aHmenta  de 

agua  y   carbou  de   piedra:  y  elÍ4i,  eu  fin*  ai?«riia¿a  eu  Ju  aeitu»Iida«l 

JO 


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*•  ^ 


—74— 
trastornar  todo  el  arte  luiJitar,  8iutitujfeu4o  4  íh  p»Jvora  alll•9é^te  iii" 
íiiiitaftieirtQ  m^  pod«itl¿o  y  ci««triictAr.  Estos  progresos  ha  he^io.Ui 
apJieaciatn  (t«l  va|>oc  en  aus¿io  siglo  ¿quién  será  capaz  de  calc«lar  sua 
resultados  en  otro  tauto  tiempo  como  el  que  lia  transcurrido  desde 
su  primera  in?encioa  e||^España  basta  su  aplioacton  en  el  estrangero. 


coNMines  Dnifes-MRNK 


•» 


^preparar  al ace|l» secante  que  «eemplea  immU$ 
en  iMi  Juntaras  como  en.yra  liuleflu  barnices  jr^cbaB^es. 

De  Htargirio,  aK»aja4de.cHleiKdot  tierra  de  aotubfa  y  talco,  me, 
dia  onza  dé  cada  ttnp  pars  una  lihr»  de  aceite  de  tino,  [*]  que  se  pone 
á  hervir  áua-fnego^suafe  é  igaal  por  espacio  de  ceros  de  ilhs  b«>ras, 
remofiémiole  inaetias  vecas  pnrá  <|«ie  ne  s^iti^eztia;  cuándo  fiiei<- 
va  se  espuma,  y  cuando  la  eS|Mim4  se  enrojezca  H  aceite  está  sufi- 
demeraentc  cocido'jr  desengrasado,  se  deja  'ciaf tfc^  r  /a  está  lit«ko« 


Barals  traspsu*ente  qne  aplieado  soiire  te  pintara,  vúeéé 
servir  de  cristal  en  los  cnadMSi 

Se  estiende  la  tela  en  un  bastidor,  y  se.  le  <Íá  por  ambos  lados 
con  el  barniz  siguiente.  Se  toma  aceite  de  pe/.,  que  se  incorporará  en 
firio  con  esencia  de  trementina,  renioviéndolo  sin  cesar  basta  que  la 
mezcla  tome  consistencia  dolara  de  iiuevo,  y  couúnuando  batién- 
dola por  media  hora;  después  se  deja  reposar  un  poco,  y  se  'decanta 
Ip  claro  en  otra  basijn:  en  seguitlu  se  estiende  por  amibas  partes  coq» 
un  pincel  grueso,  se  alisa  con  un  cuchi  lio  de  uiad<?ra,  de  hueso  o  de 
marfil»  y  se  .deja  secar  á  la  sombra  en  un  lugar  aseado;  cuando  e<<té 
seco  fe  Je  puede  dar  segunda  mano  del  Inismamode  y  eot6nC€lS  fa 
tela  queda  tan  trasparente  como  el  cristal, 

á^fticuémrtnae  esftiB  frogas  lej^Atns  y  vdy  Mas  ^topSisdas  ea^íos 
teborSWTios  4e  los  hábiks  profesores  doctores  D.  José  Maocd^.p^aza  del  Cns» 
to,  D.  Francibco  de  Paula  8uarez,  calle  de  Mercudcrcb  iiíiíu.  85  J  y  D,  JaaS 
Matías  Cabeza,  calle  del  OMsik»  núm.  Sé.    '     *        '  ' 


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SISAL  (SEBT7L A  D±  S.  Iff. 

Y 

SEI^ORES  DEL.  dhNSEJO. 

Se  declam,  qne  no  solo  el  ofíck)  de  curtidor,  buio  también  Iqk  ¿^mms  arle*  y 
oñcios  de  Herrero,  sastre,  zapa(ero;  carpintero  y  otros  á  este  modo,  son 
honestos  y  honrados;  y  que  el  uso  de  ellos  no  enrilece  la  fiunilia,  ni  la 
persona  del  qtie  los  eferce,  ni  hi  -infniblHtii  para  obtener  tos  «mpIeM  mn- 
Nteifalss  ée  la  Eepáblkaa  en  que  estén  avedndadoa  tsa  artesanos  ó  ma** 
\  qna  ka  éjeacilea;  oon  lo  éenms  qne  aa  aapresa*    Alto  I78S% 


Doa  C&rlo«  p/vt  Ja  Grarák  de  Dios,  rey  de  CaatUla,  da  Leo»«  de. 
Araf[Mi«#e  laa  doa  SeoUiais  de  Jerasalenfde  NaTarra^  de  OraMidat 
de  T<iM»,  de  Vafe^eia,  de  Gaikiat  de  Mallorca,  de  Sevilla,  de  Cer-, 
defta,de  Cóf44iTa,  de  Cireefa,  de  JMnreio,  de  Jaén,  de  loa  Algarbea, 
de  Ayeeiíaa,  de  Gibraltar,  de  las  islas  de  Canaria,  de  laa  Indiaa  Oríen-, 
talea  y  OcftidenUUp,  iada»  y  tiemirfirme  del  Mar-Ooéaoo^  Archídvque, 
de  AfMlffia*  dttqiHi  d«  Borgofla,4k  Bmbaote  j  de  Milao;  coiMie  de 
Abfb«rg,4)e  FlatKleai  TiroJ  y  Bareei^na,  nthor  de  Vizcaya  y  de  Mo-. 
Iiae;j|tc«  A  Ua  del  mi  Cona^jo,  preeidente  y  oidores  de  mta  Audien- 
ctae  y  Chancillerías,  alcaldes,  alguaciles  de  mi  Casa  y  Corte,  y  4  to- 
dos loa  oorrefidcMtea,  aawtemes,  gobarnadoiea,  alealdei  aaayorea  y  or- 
diaarioa,  asi  de  maleofo  como  de,9f  rii>rim,abadengo  y  órdenes,  di^ 
rectores  é  ÍJ)dlv(duoade  laa  Sociedades  Económicas  esiaJilecidas,  y  ^tte 
ae  eatabledareii  ea  eatoa  reines*  /  deaMe  jneeef ,  naioia^os  y  penoMe. 
de  ceel^iiier  eelided,  eaiedo  y  eondicioo  <|iie  seen,  temé  4  lea  qtie 
ebeaii  «km.  eemo  4  los  ^ue  aeran  de  aquí  é4«UAle»  4  qeteeei  loéoA*' 
tfieidoqn^  eeU  m\  Real  Cédete  toca  ó  tececp^eeda  eé.eiiak|eittf  m^ 
ñera:  Sebed^-qiie  por  la  Soeiadad  fiGeeóeoiee  ié  laBiijae  del  ^>Me4e 
Meriád  ee»  aielífo  de  ttita  meieerta  preeeeledae»  eMa,4»  Ime  imM 
ra|^seiHa.gMyi  al  t^i  Consejo  en  I.  ^  de  afosco  d#l  ete  Py^i  <fe 
i7§f,BeBÍfeiMnd<i^  ^  io&lisevuido  en  qee  ea  hettan  lee  e^j^krea 
del  reteo  4^  G  adicta  en^meclio. de  ^a  mndias  Mfft»;  le  biiena  diafio* 


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-.76— 
«icion  que  tienen  pora  ejercer  el  curtido  uniéndole  con  la  labranza; 
\iñ  mucho0  8<ie^fT08q(ié'1ev  ofrece  este  rAm#:  queaiii  eiabargo  de  ello 
es  generalmente  abandonado  este  ofició  en  el  mismo  reino,  en  donde 
no  se  hace  comercio  alguno  actifo  de  los  curtidos,  pues  la  major 
parte  de  Ihs  pieles  que  se  gnstan  en  él  entran  curtidas  d^otros  paíaea, 
deapojando  ad  á  aqu^^'  dinerorque  es  tan  iféeesarfoc  ^ue  no  petin 
dé  esto  de  ociosidad  de  los  naturales,  sino  del  desprecio  en  que  sé 
tienen  las  artes  é  industria,  porque  su  genio  es  sumamente  laborioso 
y  no  perdonan  fatiga  alguna  para  asegur ar*8u  aubsistencia,  deducién. 
d(»se«claramente  que  las  verdaderas  causas  de  donde  procede  el  aban- 
dono de  los^ifrtidos  son  del  error  comufi,  producido  d^  que  por  las 
constituciones  gremiales,  estat\jt08  de  las  hermandtrdes,  comunidadea 
6  cuerpos,  se  esdujre  como  viles  á  Ion  qjie  profesan  el  oficio  de  cur* 
tidor,  y  á  sus  deseendient^s,  7  por  tanto  dejan  da  ipMear  4  sus  faijoi 
á  su  mismo  ofteto  por  no  incurrir  en  la  nota  6  tnfiíRala  an  q««  están 
de  lo  cual  dimana  su  ruina;  y  que  teniendo  la  provincia  de  Galicia 
las  BMJores  proporciones  para  fomentar  este  jramo  de  coraerefo  con 
•I  que  se  logrará  dar  ocupnelon  á  sus  naturales,  f  etítará  H  estrao^ 
clon  de  crecidos  caudales  que  se  sacan  por  lus  eimtdéS|  la-  hñbkñ  pn- . 
recido  conveniente  ponerlo  en  notidia  del  mí  Consejo  para  que,  revio* 
viendo  los  obstáculos  que  han  embarazado  un  progreso  ^  «delata-* 
miento,  rúe  consultase  seria  conducente  dedanir^  qite  á  Im  ouAMNh 
res,  surrndores  y  demás  artesanos  de  cualquiera  oMo  qod  sean^  sé 
tengnn  en  la  clase  de  personas  honradas,  y  que  sns  nftcios  n»  fés  en^ 
vllezcnn,  ni  fes  obsten  para  obtener  los  empleos  municipales  dé  Re* 
püblfcA. 

Visto  en  el  mi  €oi»^jo,  hubtendo  examinado  este  asunte  eon  la 
réüexion  y  cuidado  que  pide  su  gravedad,  y  teniendo  presente  lo  eS' 
pnestso  por  mi  primer  fiscal  Conde  de  Campemanes,  jne  pr^pvso  en 
<9eMNflu  deicineo  de  lebrero  pi*6]timo  la  decadehék  en  ^»e  se  lia" 
Ihiti,  pf^  solo  las  artes  y  oficios,  sino  también  el  comercio  y  fóbr^a», 
praduvtdtt  de  I*  precrevpaeion  migar  de  Tilesa  que  se  les  ha  ido  mñ^ 
bVfeiMÍ«  por  espüeaekaies  casuales  de  hs  Leyes$  y  por  las  diftposi*- 
ekñtm  fHirti^vteves  dt  Batatotos  y  OonstftaCrovres  de  tvrias  eoíHidfas¿ 
Iwsnwawdaéer  7  otros  everpos  poHicM  MigkN)s  eon  attieridad'  ptfMI- 
et;  Sj^|iltcc«}dad  de  tonanM  umt  eñcnn  provfdenda,  que  borrsné»' 
dtelt^jytocitpamon,  promueva  l<ni  reftfridoB  ofiéíos  y  ftlñfea^ponián' 
dolos  en  la  clase  de  hvnrades^  para  que  con  eit»  disrintion  ae  fjeiw 


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~77~ 
•iten  j  MgftV  de  tkodret*á  liijot,  eoino  ac  Kace^en  etrte. raíaos  v  pro« 
micnii.  ¥  pncmk  Red  jímoIucíini  á  Ja  ciudt  toocuitá,  1»  tenido  á 
Uon  db  'dedamis  oono  declaro,  que  no  «Ho  el  o6cto  de  etirti(k>r, 
•ÓM»  tftifcioii  k»  denlai  «rlee  j  oficios  de  herrero,  MttBtm^  ze^e^eeo, 
earpiaieroy  etrot  4 eete modo, eon  Iionteto^ y  benradoe;  qme  el  neo 
de  «Ib»  n«  enrileee  hi  familkii  ni  la  peraoftfi  d^f  que  los  ejerce,  ni  la 
iiikaWiui-paradteaer  lee  enpleee  manieipalee  d0  la  HpúMen  en 
q«e  eateo.ayeeindaéoi  k)e  arteennot  ó  oieiieetfalee  que  títs  ejerehen; 
j  qaa  tampoao  han  da  perjudicar  los  artee  j  o6efo«  para  el  g^ce  y 
pmr^gativae  de  la  bidi|%tda,  á  >oa  que  la  tavíeren  legítimamente 
cfNfforiiie  á  Jo  def^^aradcr^eit  mt  Ordetfag»7.a  de  Beemplszos  del  tjér- 
oito  de^  tres  de  aevlembrede  mil  tetecfetttoe  y  entente,  fiuñqne  ba 
éfareiaeea  por  tus  miemaa  personas:  aieado  rsceptaados  de  estd  re* 
gla  laaartistaa  6  meifestniles,  6  aus  híjbs  que  abandonaren  su  ofició 
d  el  de  sar  padrea,  y  no  se  dedieiirená  otro,  óá  cttBlqaiera  Arte  6 
profbsiofi  conr  apHeacion  y  aprovechamiento,  aunque  .el  abaiidono' 
Béé- por  eatrta  de  Hq'«(¿^a .  y  abandancta;  pues  en  tal  caso,  viviendo 
oeíeiea  f  tlñ  destino^  quiero  les  obi^tea  los  añctoé  y  estatutos  como 
MMa depreeenfe;  en  intellgenoía  de  que  el  mi  Consejo  cuando  lia- 
liara  quérentreé  ¿eaeráciones  de  padre,  hijo  y  nieto,  ha 'ejercitado 
yf  siga  eferdtando  ana  fiímífía  el  comercio,  ó  las  fübrícas,  con  ade-' 
laütamienfoi  ¿^(«Melty^  de  atHidad  al  Estado,  me  propondrá  (según 
hf  he  fvreifenldo)  ta  divikíeton  qtte  podi^  concederse  al  que  se  supiere 
jjaeliífeare  ser  director  A  cabeza  de  la  tal  familia  que  promueve  y 
c<HHMrV«  su  aplieaciun,  sin  esceptuar  ín  concesión  ó  privilegio  de 
nobleza  st  le  considerase  acreedor  por  fa  calidad  de  tos  adelanta-' 
mfomoftdef  comercio  6  fábricas.  Y  mando  se  obserVe  inviolablemen- 
te esta  ftealireéorueion,  sin  embargó  de  lo  dispuesto  en  las  Leyes  6 
y'%,  tHalo  1,  libro  4  del  Ordenamiento  Real;  la  3  y  3,  título  1,  ü- 
\m  6,  y  ta  ^tlmlo  16,  Kliro  4  de  la  Recopilación  que  tratan  de  loa 
ofivKaa  bifJoe,^Uaa  j  mecáfrleos,  j  todas  las  demás  que  fiabfen  de  este 
punto  aunque  aquí  no  se  especifiquen,  pues  las  derogo  y  anulo  en 
omito  traten  y  ee  opongan  á'lo  rvft}r?do,  y  quiero  que  en  esta  parta 
qoeden  ain  ningún  efecto,  como  también  cualesquiera  otras  opinio* 
oes,  sentencias,  estatutos,  usos,  costumbres  y  cuanto  sea  en  con- 
trario. 

Publicada  en  el  mi  Consejo  esta  Real  resolución  en  dacQrdel 
corriente^  acordó  su  cumplimiento,  y  conforme  á  ella,  y  á  lo  que 


é 


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fc 


—re- 
sobre el  nodk>  ¿e  tu  ejeencioa  esputíeron  ni»  ñsoulev^  espedir  esUi 
mi  Real  cédula:  por  la  eual  os  mando  á  todos»  7  á  ende  uno  de  voe 
en  fuestros  higares ,  distritos  j  jurisdicciones^  veáis  esu  oh  Reat  re* 
solución,  y  la  guardéis,  cemplais  y  ejecutéis,  y  bagáis  gamémt  cubi- 
plíf  y  ejecutar  en  todo  y  per  todo  como  en  ella  se  eo«tieiie«  SM  <oa« 
uavenirla,  ui  permitir  su  oontrarencion  con  ningún  preteslo6«aiiea, 
antes  bien  para  que  tenga  su  entero  y  debido  cumplisiieoto,  dsareis 
las  órdenes  y  pro?idencÍ4s  que  eonvengan,  y  liareis  se  eepíe  en  l«e 
libros  capitulares  de  los  ayutitaroiantos,  para  que  se  tenga  presente 
al  tiempo  de  las  elecciones  de  oficios  mutúeípAles  de  repüiblioa,  j  no 
se4Mieda  alegar  igoorf  ncia  ni  contrario  uso  en  tiempo  alguno:  á  e«»« . 
yo  fin  dispondréis  también  se  registre  y  copie  esta  mi  Real  eédula 
por  el  escribano  de  ajuotamieniO|  á  continuaoion  de  las  Ordeoanaas 
de  los  gremios,  7  de  las  cofradías,  coi'gregncioiies,  colegios  j  elrea 
cuerpos  en  que  baja  estatutoi*  contraríos  á  Jo  diepuesto  en  ella]  ceo 
encargo  particular  que  os  bage  i  vos  ios  tribtuMdes  y  Socisdadea 
Económicas,  de  que  cuidéis  de  la  obücrvancia  de  dicba  mi  Real  re* 
solución,  sin  interpretaciones  ni  variedades:  é  igualmeate  eaeaxg»  4. 
ios  M*  RRt  arzobispos,  RR»  obispos,  sus  provisores  y  vicarfOf  g»Mhl 
rales,  conourran  á  su  cumplimiento  por  lo  if^spectivodies^congre* 
gaciones,  hermandades  y  demás  estableciipierUos  da  simares  e»  lo, 
que  les  corresponda.  Que  asi  es  mi  voluntad;  y  q«e  al  traslado  m* 
preso  de  esta  mi  ReaJ.cédub,  firmada  de  D,  Pedro  gseolano  de 
Arrieta  mi  secretario  y  escribano  de  Cámara  mas  aiitigno  de  goUer^ 
no  del  mi  Consejo,  se  le  dé  la  misma  fé  y  crédito  que  á  su  mgisml* 
Dada  en  el  Pardo  á  diez  y  ocbo  de  marzo  de  mU  .setecientos  oeb«t- 
u  7  tres.^YO  EL  RE  Y.-*  Yo  Den  Juan  Francisco  de  Las(iri«  se- 
cretario del  Rey  nuestro  señor  lo  hice  escribir  por  su  man^^da.^- 
D.  Manuel  Ventura  Figueroad — D.  Joséf  Martines  de  Poos/^— 9* 
Antonio  de  Inclan:-rD.  Tornee  Beraad.-^D.  Bernardo  Can|ens*«««- 
Registrada,— D.  Nicolás  Verdugo.-rTeaiettte  de  caMÜler  nie7e«'-'*- 
D.  Nicolás  Verdugo. 

f!,9  copia  de  su  original,  de  que  certíi|0o.^->i>.  Pedro  Esc^Umt^^ 
de  Arriéis.  ^ 


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—79— 

\S^  Eft^TA  C1\]DAB    Y   S\3B\3EB10S. 

En^todo  el  Me*  de  Jiuüe  dé  lg45. 


€E]91EIVT£triO  OElVteRAI^ 


Eiijutiío  fe  ban  eot^rrodo,  KU0OOS  ,  . ,  é . .  *  *  4 .  ,  é .      Iá4 
De  color  . ; 4 .  .      2$5 


XOTAL  •  é  •  é  •  •         d^B 


Cutre  icH»  priiflerofinc^niofl  los  siguieutef  codávereéi  qu«  lian 
oeupudo  nichos  /  tramos, 

]>oft«  Harú  d^  Socorro  Perea&t  natural  de  esta  ciudad^  casadarj 
vecina  del  barrio  de  Guadalupe. 

D«  ^  Marm  del  Rosario  Andren^  natuAd  de  esta  ciudad,  soltenfi 
tecina  de  Jesos  María. 

Pi- Manuel  López  Hid^ilgo^  natural  de  e^ta  ckidad,  casado4  ñtí* 
tigiio  oficial  de  cuaterno  de  la  escribanía  de  Marina,  Vecino  de  GMa* 
¿ákipff*  . 

D.  "^  María  de  la  Luz  íinrraznbal  y  Arnieutefos<  natural  de  et-* 
la  ciudiiA»  casada^  vecina  de  Gruadalupe^ 

i).  *  Antonia  María  del  Valle,  natural  de  esta  ciudad^  casada^ 
d#,5a  añoif.  vecina  de  Guadalupe^ 

Señora  I>.  ^  Maiáana  Estrada,  niarqtiesa  viuda  de  Üuquesna, 
iiaturidd0  esu  eindad^  vecina'  del  sagrario  de  la  Catedral, 

I).  ^  Merced  Rodrí^U^z^  viuda,  vecina  del  Espíritu*8anto« 

D«  ^  María  de  la  Conceocion  Lanz,  natural  de  esta  ctüdadi  cil« 
aada^  de  50  años«  vecina  de  Cfuadulupe^ 

D«  Bernardo  Dominguez,  natnral  de  la  Orotava,  v¡ndo«  vecino 
del  Honserrate. 

D.  *  Trinidad  Torrontegui^  natural  de  esta  ciudad,  tíikUi,  veci« 
na  del  MonserratCé 

D«  *  Josefa  Ortiz^  natural  de  San  Juan  de  los  Remedios,  viuda, 
▼ecina  de  Jesús  Maríaé 

D.  ®  Josefii  de  Castilla^  natural  de  esta  ciudad,  viuda,  de  80 
añoe,  vecina  de  Guadalupe. 

D.  Francisco  Martincz  Troncoso,  natural  de  la  Nueva  Granada, 
«iltcro,  deS3  años,  vecino  de  Guadulu|>e, 


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D.  Daniel  Bain,  natural  de  Irlanda,  soltero,  de  35  añof,  vecino 
de  Jesús  María. 

D.  Dionisio  Giiirali  natural  de  esta  ciudad,  casado,  de  50  añoff, 
segundo  comandante  de  estas  matrículas,  vecino  de  Guadalufie. 

D.  Mariano  Gelabert,  natural  de  esta  ciudad,  vecino  de  Guada- 
lupe." 

D.  ^  Prudencia  Díaz,  natural  de   Guane,  casad.i,  de  38  años, 
vecina  de  Guadniupe, 

D,  ^   Josefa  Cagides,  natural  de  esta  ciudad,  viuda,  de  60  añoct 
vecina  de  Jesús  Mariu. 

D.  '  Josefa  Lop^z,  natural  de  Guanabacos,  soltera  de  78  años, 
vecina  de  Jesús  Mftna. 

Presbítero  D.  Alejo  Ramírez  Gallo,  natural  de  esta  ciudad,  veci- 
no del  Espíritu  Santo. 

D.  José  Roig,  natural  de  Cataluña,  casado,  de  66  años,  vecino 
de  JcMus  Maríat 

Dv  Juan  Baez,  natural  de  esta  ciudad,  soltero,  de  60  años,  pro- 
curador público,  vecino  del  Sto.  Cristo. 

]X  Santiago  Neira,  casado,  segundo  comandante  del  regimien- 
to de  Leop,  vecino  del  Monserrate, 

D.  *^  'Maria  del  Rosario  Cliarum,  naturU  de  esta  ciudad^,  viuda, 
¿e  80  años,  vecina  de  Jesús  Marin. 

D.  Ráinon  Rosique,  natural  de  Carta  ge  na  ^«(Murcia)  casado,  ve- 
cino del  Espíritu-Santo, 

D.  Alfonso  de  Cárdenas  y  Sania  Cruz,  naturarde  esta  ciudad, 
soltero,  vecino  del  sagrario  de  la  Catedral. 

D.    Oubrief  Bachiller,  natural  de  Madrid,  casfido,    áe  75  años, 
teniente  coronel  de  egército  ret¡ra3o,  vecino  de  Guadalupe. 

D.Enrique  HomoboQO Nattes,  (pátvul<»^ natural  de  ^staetudaé. 
Lijo  legítimo  de  D.  Antonio,  vecino  del  Espíritu-Santo. 

,    D,  Julián  Mendoza,  natural  de  e¿'ta  ciudad,  casado,  vecino  del 
Monserrnte. 

Dofvi  Mariana  Giles  de  Perreli,  naturfl)  de  cstd  ciodad,  vivAa; 
de  48  años,  vecina  de  Guadalupe.  *    * 

Doña  Dolores  Pérez,  natural  dé  esta^ciudad,  soltera,  de 70 añof, 
vecina  del  Santo  Ángel. 


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AGOSTO  ME  ms, 


Ámx0  2,-^nttm  ^- 


Cuantos  escritos  se  inserten  en  esta  obra,  serán  de  ínteres  permanente, 
qve  no  espiren  con  las  pasageras  y  accidentales  circunstancias  dé  la  época  de 
'  Mi  poMkacion. 


CRISTOBAt  COtON- 


a>aia(8m3v<o]n!>» 


En 


El  Vftroes:  3.  da  Rgosto  de  149*2   muy  temprano,,  dio  £  ]«  reía 
Críftólml  Colon,  de,  la  Ivirra  de  Saltes  (Puerto  de  Palos)  frente  da  la 
eitidad  deiUnelvo,  Qon  destíopásu  piinpier  ?iaje  de  deacubrimiantoob 
Goosiftia.  esta,  e^ppdicion*  eo  tres  buques,.  &  saher:.  el  majpor  de 
ettaa.eapreaiaiPBnte  preparado; para  el^  objeto  y  con  cubierta,  se  U»- 
mahatv^o^a  Varia^  en  quo  levantó  aa  pabellón;  eJ  segundo  I»  PiV 
i  Mi  idiMAdo  de  M3rtin  Alonso    Pínzoo,  y  el  tefcero  Vbí  Niña^i^ 
mandaba  ViceAte  Yañez  Pinzoiu  Iban  de  pilotos  supecoumer^iríos 
Sancho  Ruiz,  Pedro  4^1oDZO.  Niño  y  ^rtolomé  Roldan.  Era  inspector 
general  de  la  armada  Rodrigo  Sancho,  ^Jguacil  mayor  Diego  de  Ara- 
na y  Rodrigo  de  E8Cobar,0Kcribano  real,  encargado  de  tomar  nota  au- 
téntica de  todas  las  transacíones.  También    ibao  un  médico  y  un  ci- 
r^ijwoycoa  varios  aventureros,  particulares,  algunos  criados  y  90 
m^ria^rost  hApi^ndu  el  total  de  130  personan 


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—62—  - 
Los  incidentes  de  este  viage  anteriores  ul  gran  suceso  de  ve^  íá 
nueva  tierra,  son  de  lo  mas  poético  que  jamas  nos  trasladó  la  liisto* 
rin.  La  variación  de  la  aguja,  el  terror  superticioso  de  las  tripulacio- 
nes de  aquellas  carabela?,  la  estrana  perspectiva  de  un  golfo  cubier- 
to por  leguas  enteras  de  semillas  y  yerbas  que  parecian  islas  s^er- 
gidas;  el  constante  viento  del  Este,  llevándolos  hacia  un  mar  dftco- 
nocido;   el  vuelo  no  interrumpido  de  loe  pájaros  que  venian  á   salu- 
darlos en  señal  de  bienvenida;  las  nubes   que  se  aglomeraban   en  el 
horizonte  occidental  como  lejanas  montaTias;  los  estraordinarios  me- 
teoros que  brillaban  al  través  de  los  cielos;  y  finalmente,  la  temblador 
ra  é  incierta  luz  que  descubrió  la  penetrante  vista  de  Colon  la  noche 
memorable  del  11  de  Octubre,   forman  un  conjunto  de  misteriosas, 
belle'/as,  que  prepara  el  ánimo  para  admirar  tan  maravilloso  evento 
señalado  por  el  diestro  pincel  de  Chapman.  Este  pintor  an^o-ame- 
rícano  ha  trazado  hábilmente  el  noble  carácter  de  Colon,  no  en  elf 
acto  de  posesionarse  de  aquella  tierra  en  nombre  de  España,  sino  en 
su  simple  aproximación  á  las  playas  del  Nuevo  Mundo.  Mr-  Gree- 
nough   concibió  la  idea  de  una  estatua  de  Colon,  que  destinó  á  ser 
la  primera  de  una  serie  de  eventos  americanos,  que  por  bella  y  pere- 
grina  la  citareiQos  aquí  como  un   incidente  ^ue  ilustre  la  pintura  á 
que  nos  referimos.  La  feliz  imaginación  del  estatuario  presenta  á 
Colon  en  un  gran  sillón  de  estado,  envuelto  en  los  ropages  de  aquel 
tiempo,  sujetando  con  la  mano  una  bola,  símbolo  del  globo,  y  cuya 
redondez  parece  examinar  con  profunda  atención. 

Las  facciones  fijas  é  interesantes  escitadas  en  la  estátun,  <lnun- 
cian  al/nundo,  que  este  es  el  primer  pensamiento  del  marino  Geno- 
vés,  sobre  la  existencia  de  un  nuevo  hemisferio.  La  pintura  de  Chap- 
roan  nos  ofrece  al  mismo  héroe  trasladado  del  sillón  de  estado,  á  las 
playas  de  un  incógnito  continente,  realizando  el  sueño  de  la  estatua^ 
y  ya  puede  Colon  delinear  sobre  el  globo  que  le  sirviera  de  entrete- 
nimiento, los  límites  de  un  mundo  que  se  habia  escapado  al  eserim- 
nio  é  investigación  de  todos  los  tiempos  anteriores. 
Tal  vez  de  una  humilde  fuente 
Nace  copioso  raudal, 
Y  de  frágil  arbnstillo 
Roble  fuerte  y  colosal. 
El  hijo  de  un  escardador  de  lana  de  Genova;  primero  estudiante 
de  la  universidad  de  Pavía,  y  luego   marino,  jugando  con  un  globo 


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—93— 
«oncíbió  9I  pensamiento  de  descubrir  un  Nuevo  Mundo,  y  á  fuerza 
de  los  mas  arduos  é  infatigables  trabajos  y  vejaciones,  consiguió  el 
cumplimiento  de  su  designio  sublime. 

Chflpman  en  su  admirable  cuadro  nos  ha  dado,  eo  verdad,  una 
esphlndida  representación  de  Colon,  en  el  momento  mas  glorioso  de 
su  vida.  Vá  á  desembarcaren  una  tierra  con  la  que  habia  soñado  co- 
mo pais  encantado,  y  todas  ^s  atrevidas  y  azarosas  esperanzas  esta- 
ban ja  cumplidas.  Lleva  eti  la  mano  el  estandarte  real  ¿y  cuál  serían 
las  intensas  palpitaciones  de  su  corazón  al  ecsaminnrr  la  hermosa  isla 
que  tenia  delante,  y  ver  sus  selváticos  hijos  confundidos  de  espaoto- 
y  admiración  á  su  arribol  ¡Con  cuánta  gloria  habia  consumado  já  \m 
gran  ambición  de  su  delirio!  Conquistó  al  mundo  entero,  porqae  la 
«úeocta  de  toda  la  Europa  habia  pronosticado  su  mal  écsito.  ^as  tes- 
tas coronadas  le  hnbian  condenado  como  á  un  loco  visionario;  y  con 
^  iodo  á  la  faz  ¡Yiisma  de  eBá  ciencia  y  de  todas  las  diademas,  el  intré- 
pido marino  triunfa  y  tiene  delante  un  Nuevt>-Mundo.  ¡Homt^re  afor- 
tunado! ¡Cuántas  veces  brilló  la  escena  que  ahora  tienes  delante  en 
tus  lisoujeros  sueños!  ¡Cuántas  veces  tu  imaginación  te  pintó  la  loza- 
na isla*  la  fugitiva  y  asombrada  multitud,  los  bajeles  de  tu  misma 
osada  flota  moviéndose,  y  aun  tú  mismo  de  pié  sobre  la  proa  de  tu 
chalupa  como  ahora  estás! 

El  gran  esfuerzo  de  la  mente  de  un  pintor  es  la  concepción  de 
los  caracteres  que  quiere  trazar,  y  seguramente  que  Chapman  estudió 
la  vida  de  Cdon;  se  identificó  con  el  proto-marino  en  sus  pruebas  y 
sufrimientos;  gozó  con  él  la  palpitación  de  sus  esperanzas,  y  con  é^ 
partió  la  amargura  de  su  ominosa  desesperación.  Solamente  en  este 
estado  de  mental  simpatía  con  el  gran  héroe  de  su  pintura,  pudo  ha- 
ber encontrado  la  noble  semejanza  del  carácter  que  en  él  nos  ha  da- 
do; y  solamente  escitando  su  espíritu  á  la  completa  ilusión  de  glorias 
y  adversidades,  pudo  haber  hecho  respirar  sobre  un  lienzo  al  valien- 
te* genovés  de  que  tratamos.  El  descubrimiento  del  Nuevo-Mundo  por 
Colon,  es  la  grah  era  de  los  siglos  modernos,  y  ocupa  en  la  historia 
universal  el  puesto  Importante  de  un  acaecimiento,  que  no  cede  i 
ningún  otro  en  los  anales  del  tiempo  por  la  magnitud  de  sus  conse- 
cuencias. P  arece  á  la  verdad  que  ha  creado  de  nuevo  la  mente  de* 
hombre,  y  que  le  ha  arrojado  al  espacio  de  las  edades  futuras  con  u- 
oa  celeridad  profética  de  mas  alto  destino. 

A  la  distancia  de  mas  de  trescientos  años  dirije  sus  recuerdos  el 


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—64^ 
que  estudia  la  fautoría,  y  ecsamioando  las  liueste^  de  implica  c«/a 
existencia  decretara  el  genio  de  Colon,  adora  la  sola  repreaentaeíett 
de, ese  hombre  mas  que  humanp  en  su  hora  de  tríunfb.  Colon  éetaW 
en  Ja  proa  d^  «u  chalupai  y  en  el  momento  que  pisé  la  arenóla  orí- 
lia  del  Nuevo-Mundo  cambió  ki  suerte  del  hombre*  Los  límites  de  las 
empresas  se  aumentaron,  y  el  eiitendimieato  humano  fué  iluaúnado 
con  una  nueva  y  briJíanteJuz.  {lotendil^ose  hasta  los  génnenes  del 
pensamiento  j  de  la  acción.  U&a  rasa  de  silrestres  bárbaros  fué  áem* 
cubierta  7  estinguida;  y  generaciones  sobre  generaciones  de  eristia-» 
nos  aparecieron  en  activa  y  itictoriosa  existencia.  Fué  á  no  dudtarlo^ 
la  hora  crítica  de  la  segunda  redención  del  mundo;  7  cuandg  ColoA 
desembarcó  sobre  el  territorio'de  San  ISélvador,  dio  un  impulso  á  la 
corriente  del  destino,  que  estendiéndose  por  loa  innletísoa  desiertos 
del  Nuevo-Mundo  atlántico,  desde  el  cabo  de  Hornos  hasta  el  pehl 
del  Norte,  bate  y  vnelve  de  la  cima  de  dus  eternas  montañas  en  el 
reflujo  de  su  triunfante  carrera. 

'  El  hijo  de  la  ciencia  adorará  la  memoria  de  Colon,  el  poeta  dé 
la  naturaleza  se  sentirá  inspirado  al  repasar  su  heróicíb  vida;  el  filoso- 
fo aprenderá  con  su  ejemplo  una  lección  de  paciencia,  de  meditación 
y  de  sabiduría,  y  todo  el  género  humano  le  mirará  como  agente  del 
cielo,  revelando  al  hombre  civilizado  la  existencia  de  otro  miludo.'^ 
La  lámina  qne  ofrecemos  hoy  es  copia  esacta  del  cuadro  de 
Chapman,  grabada  por  Mr.  Danforth  en  los  Estados^ Unidos. 


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pjívv'    >*^ 


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—86— 

MBRIMIBNTO  OB  Ll  IMte.  . 

PRIMER  DESEMBARCO  DE  COLON. 

•• . 

EiBtracto  déla  obra  de  "W  ashingtou  Imtig. 

Vio  Colon  por  primera  vez  el  Nuevo-Mundo,  el  viernes  12  de 
octubre  de  1492.  Al  rayar  el  dia  empezó  á  aparecérsele  una  bella  y 
llana  isla  de  algunas  leguas  de  circuito,  muy  verde,  fresca  y  lozanat 
7  cubierta  de  árboles  como  una  dilatada  floresta.  Aunque  todos  los 
objetos  parecían  existir  aun  en  la  lujosa  libertad  de  la  inculta  natura- 
leza, estaba  la  isla  poblada,  y  se  veian  salir  los  habitantes  de  los  bos- 
ques, y  correr  hacia  la  orilla  á  donde  se  paraban  absortos  contem- 
plando los  bajeles.  Todos  estaban  desnudos,  y  sus  actitudes  y  gestos 
indicaban  la  mas  profunda  maravilla.  Colon  mandó  echar  anclas  y 
armar  los  botes.  Entró  en  el  suyo  ricamente  vestido  de  escarlata  y 
con  el  estandarte  real  en  la  mano;  mientras  Martin  Alonso  Pinzón  j 
Vicente  Yañez  su  hermano,  ocuparon  los  otros,  ambos  llevando  ban* 
deras  de  la  empresa  con  una  cruz  verde  por  blasón,  y  las  letras  F.  é  I.9 
iniciales  de  los  monarcas  de  Castilla,  Fernando  é  Isabel,  con  sus  co- 
ronas encima. 

Al  aprocsimarse  4  la  playa  los  alegró  la  vista  de  amplias  flores- 
tas,  que  en  aquellos  climas  tienen  estraordinaria  belleza  j  vigor  ve« 
jetaL  Estaban  los  árboles  de  la  costa  cargados  de  frutos  de  preciosos 
colores,  cuya  especie  desconocían.  La  pureza  y  suavidad  de  la  at- 
mósfera, la  diafanidad  de  las  aguas  que  bañan  aquellas  islas,  les  da- 
ban inesplicable  hermosura,  y  debieron  producir  mucho  efecto  en  el 
ánimo  de  Colon,  tan  susceptible  dt  este  género  de  impresiones.  No 
bien  hubo  desembarcado,  cuando  se  arrodilló  reverentemente,  besó 
la  tierra  y  dio  gracias  al  Todo-podei^oso  con  lá^ímás  dealegrfd.  Si- 
guieron los  de  la  comitivs  sti  ejemplo  Henos  d^^ntitud  y  dé  jubiló* 
"  Coton  se  levantó  después,  desnudó  la  espada;  y  tremolando  el  real 
estandarte,  llamó  al  rededor  suyo  á  los  dos  capitanes,  á  Rodrigo  de 
Esoovedo,  escribano  de  la  escuadra,  k  Rodrigo  Sánchez  y  los  demás 
que  habian  desembarcado,  y  tomó  posesión  de  |ft  isla  en  ntníbre  de 


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—se- 
les monarcas  de  Castilla,  dándole  el  nombre  de  San  Saloador.Cum* 
plidas  aquellas  ceremonias  y  formas,  exigió  de  los  presentes  el  jura- 
mento de  obediencia,  como  almirante  y  yirey,  representando  las  per- 
sonas de  los  soberanos  [*].  La  tripulación  dio  entonces  libre,  ruido- 
sa j  estravagante  muestra  de  su  al«;gria.  Los  que  no  había  mucho  te* 
mian  apresurarse  háck^u  destrucción,  se  consideraban  ya  como  fa- 
voritos  de  la  furtuna;  y  se  entregaban  al  mas  ilimitado  gozo.  Su  esce- 
sivo  celo  no  les  permitia  separarse  del  Almirante.  Unos  le  abrazaban; 
otros  le  besaban  las  manos.  Aquellos  que  mas  turbulentos  é  indóci* 
les  habían  sido  durante  el  viaje,  eran  entonces  los  mas  asiduos  y  en* 
tusiastas.  Algunos  le  pedían  favores,  como  á.  un  hombre  que  ya  te- 
nia riquezas  y  honores  que  distribuir.  Ciertos  entes  viles  que  le  habían 
antes  ultrajado  con  su  insolencia,  se  arrastraban  entonces  á  sus  píes, 
pidiéndole  perdón  por  todos  los  agravios  que  le  habían  hecho,  y  ofre- 
ciéndole para  en  ^delante  la  mas  ciega  obediencia. 

Los  naturales  de  la  isla,  cuando  habían  visto  aparecer  los  baje- 
les con  la  aurora»  rodeando  4  vela  tendida  sus  costas,  los  habían  su- 
puesto grandes  monstruos,  salidos  por  la  noche  de  las  aguas.  Acudie- 
ron á  la  playa  y  observaban  sus  movimientos  con  temerosas  dudas. 
Su  virar  sin  esfuer¿o  alguno  visible*,  el  desplegar  y  recojer  las  velas^ 
parecidas  á  desmesuradas  alas,  los  tenían  llenos  de  sorpresa.  Pero 
cuando  vieron  venir  los  botes  hacia  la  orilla  y  tdntos  entes  estrailos, 
vestidos  de  reluciente  acero,  6  de  ropas  de  diversos  colores,  saltar  in- 
trépidamente en  tierra,  huyeron  despavoridos  á  sus  bosques.  Viendo, 
empero,  que  ni  los  seguían  ni  molestaban,  se  recobraron  gradual- 
mente de  ^  terror,  y  se  acercaron  á  los  espuííoles  con  grandísima  re- 
verencia, postrándose  frecuentemente,  y  haciendo  señales  de  adora- 
ción. Mientras  duraron  las  ceremonias  oñcíales  de  Colon,  se  mantu- 
vieron admirando  con  timidez  y  asombro  el  color,  las  barbas,  las  res- 
plandecientes armas  y  las  espléndidas  ropas  de  sus  huéspedes.  El  Al- 
mirante atrajo  particular  atención  por  lo  elevado  de  su  estatura,  p  ^r 


[*  En  las  tablas  cronológicas  del  padre  Claudio  Clemente,  hay  una  ora^ 
cien  que  se  dice  h^o(^|becho  Colon  entonces,  y  que  por  orden  de  loa  leyea 
la  usaron  después  Balboa,  Cortes  y  Pizarro,  en  sus  descubrimientos.  Domine  • 
Ihu8  aetcrnc  tt  omnipoUnSy  mero  iuo  verbo,  cxlum  ei  terram^  et  more  ereatiú 
benedicatur  et  giorificcíur  nomen  tuum,  laudatur  tua  majestas,  quse  dignala  e$t 
per  humilem  servum  tuum,  ut  rjus  sacrum  nomcn  a^noscatur  et  prxdicetur  in 
hac  aU9r(f\nundi  partea 


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«1  aire  de  autoridad,  su  vestida  de  escaríalo,  j  la  deferencia  cdh  mié 
h  miruban  sus  compañeroi.,  todo  lo  cual  daba  á  entender  que  él  fue- 
seel  comandante.  Después  de  haberse  disipado  todavía  m^s  su  mié 
do,  se  aprocsimaron  á  los  espillóles,  les  focaron  las  barbas,  y  ecsal 
mmaron  las  manos  y  rostros  admirando  sii  blancura.  Colon  contento 
con  Ja  sencHIeí,  la  mansedumbre  y  la  confianza  que  ponían  en  entes 
que  debieron  haberles  parecido  tan  estraño^^  formidables,  sufri«5  a- 
quel  escrutinio  con  perfecta  condescendencia.  Los  admirados  salvajes 
no  f«eron  insensible»  á  esta  benignidad.  Suponían  c^ue  los  bajeles  h«. 
brian  salido  del  firmamento  de  cristal  que  cerraJÜr  su  horizonte,  6 
que  habrían  bajado  de  arriba  con  sus  dilatadas  alas,  y  que  los  mara- 
villosos seres  que  venían  en  ellos  serian  habitantes  de  los  cielos  [•]. 

hoB  de  Ihs  islas  no  eran  objeto  de  menor  curiosidad  para  los  es- 
pañoles  por  diferenciarse  tanto  de  todas  las  otras  razas  de  los  hom- 
bres. Su  apariencia  no  prometía  ni  civilización  ni  riqueza,  porque 
iban  enteramente  desnudos  jr  pintados  de  varios  colores.  Algunos  se 
tefíian  solo  parte  de  la  cara,  la  nariz  6  los  párpados;  otros  estendian 
este  ornato  por  todo  el  cuerpo,  adquiriendo  con  él  un  aspecto  fantás- 
tico y  salvage.  Era  el  cutis  tostado,  de  color  de  cobre,  y  estaban  en- 
teíamcnte  destituidos  de  barbas.  No  tenían  los  cabellos  crespos,  co. 
mo  las  recien  descubiertas  tribus  de  la  costa  africana  en  la  misma 
latitud;  sino  lisos  y  Ordinarios,  corlados  en  parte  por  encima  de  las 
orejas,  pero  dejando  algunas  mechas  detrás  que  les  caian  por  los 
hombros  y  espaldas.  Las  facciones,  aunque  oscurecidas  y  desfigu- 
radas por  la  pintura,  eran  agradables;  con  elevadas  frentes,  y  hermoa 
sisimos  ojos,  L^  estatura  modi^na  y.  bien  hecha:  los  mas  d^  ellos  pa- 
recían de  menos  de  treinta  anos;  y  solo  había  una  hembra  muv  j6vefi 
desnuda  como  (os  hombres  y  de  bellísimasformas^ 

Como  suporta  Colon  que  había  desembarcado  en  una  isla  de  la 
estremidad  de  la  India,  nombraba  á  los  naturales  con  la  apelación  ge^ 
neral  de  indiano^niversalmente  adoptada  antes  de  conocerse  la  ver* 

dera  naturaleza  del  descubrimiento;  habiéndose  estendido  después 

!odos  los  indígenas  del  Nnevo-Mundo. 


[•]  La  idea  deque  los  blancos  venían  del  cielo,  era  general  entre  losha« 
Hitantes  del  Nuevo-M ando.  En  los  snbsecnentes  viajes  preguntó  el  Cacique 
Nicaragua  á  los  espióles,  como  habían  bajado  del  cielo,  si  vinieron  volando 
ó  si  descendieron  eiBubes.  ^ 


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Prooto  deBCubrieron  los  españoles  que  eran  aquellos  isleñoa  ób 
dtfiposicioa  suave  y  amigable,  sencillos  é  iooceti|B8  por  eBtremo.  Noi 
teoían  mas  armas  que  ciertos  bastoxiea  que  usaban  como,  laaaaa^  aiir 
dureciendo  al  niego  una  de  las  puntas,  6  poniéndoaela  de  pedernal 
Q  de  espinas  de  pescado.  No  se  veía  hierro  entre  ellos,  ni  pareet  qiia. 
conocían  sus  propiedades;  porque  habiéndoseles  presentado  una  e»- 
pada  desnuda,  laempu^jon  incautamente  por  la  hoja. 

Colon  distribuyó  entre  ellos  gorros  de  colores,  cuentas  de  ▼idtíot 
cascabeles  7  otras  bagatelas,  como  las  que  solían  cambiar  los  poctu- 
gueses  por  el  oro  de  la  costa  áfrica na«  Recibían  estos  dones  comci. 
joyas  inestimables,,  poniéndose  las  cuentas  en  el  cuello,  gozándoce 
con  admiración,  en  su  propia  elegancia,  y  absortos  de  placer  con  el 
sonido  de  los  cascabeles.  Los  españoles  permanecieron  todo  el  día 
en  la  costa,  descansando  de  su  trabajoso  viage,  en  las  ricas  arboledaa 
de  que  estaba  llena;  y  no  volvieron  hasta  por  la  noche,  sumamente 
satisfechos  de  todo  lo  que  habían  visto. 

Al  rayar  el  día  siguiente  ya  estaba  la  playa  llena  de  indios^  que 
habiendo  perdido  el  miedo  á  los  que  creyeron  de  antemano  mons- 
truos del  mar,  venían  nadando  á  los  bajeles;  otros  traían  ligeros  bai)« 
quíchualos,  que  ellos  llamaban  canoat^  formadas  de  un  solo  árbol' 
y  capaces  de  llevar  desde  uno  hasta  cuarenta  ó  cincuenta  hombres* 
Los  manejaban  diestramente  por  medio  de  canaletes,  j^  sí.  se  volca»> 
ban,  seles  veía  nadar  al  rededor  con  perfecta  seguridad  como. si  es- 
tuviesen en  su  natural  eleniento:  restablecían  las. canoas  sin  difícuK. 
tad,  y  las  vaciaban  con  calaba^&as.  (*) 

Mostraban  vehemente  deseo  de  -adquirir  mas  regaos»  de.  los; 
blancos;  no  tanto,  según  parecía  porque  tuviesen  alta  idea.  é»i  su  var, 
lor  intrínseco,  sino  porque  todo  cuanto  venia  de  loa  estrangoros»  p<ii 
seia  á  sus  ojos  una  virtud  sobns  natural,  creyendo  que  habrift  bogado 
con  ellos  del  cielo.  Hasta  recogían  los  fragmentos:  der  vidriOi  quaen-» 
contraban  por  el  suelo  como  preseas  de.  gran  val^  Xcmiw  po^]^ 
obj^os^ue  daren  cambio,  escepto  loros^  deque;  ha^ndpmas|ícfl^^ 
muchos,  y  algodón,  que  también  poseían  en. abundancia;  y.  Cíifmfif 
ban  grandes  ovillos*  de  veinte  y  cinco  libras  tk  peso,  por  el  inasjn-^ 


{*)  Las  calabazas  de  los  indios,  que  les  servían  de  vagtlh,  y  lss.soniinie«« 
traban  toda  clase  de  utensilios  domóstícos,  las  producida  ciertod  árboles  del 
tamaño  de  los  olmos.  ^  ^ 


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«igntfieviUa  juguete.  También  trageron  tortas  de  una  esperie  de  pmi 
c|iie  llainaban  cMsave^  que  cotiatítuia  la  parte  principal  de  a«  aKmeiH 
to,y  fué  después  importante  a«ticulo  de  previsión  para  los  eapanotea. 
Eota>^  lieoho  de  una  grande  raíz,  aambrada  yuea^  que  coltinbaii 
•o  sus  campos,  se  cortaha  esta  en  pequen r^s  pedassotí  se  raspaba  f 
preosaba,  haesendo  de  ella  una  torta  esteadida  j  mmy  delgeéa,  que 
aeetidurecta  después  de  seca;  duraba  rtiHcho  tóeafipo,  y  era  wsaaeaicr 
mojarla  en  agua  para  comerla.  Era  insípida,  pero  nBtritín^  f  el 
agm  que  la  prensa  hacia  deetilar,  uii  mettílero  veneno.  Había  otra 
esperte  de  juca  sin  esta  cualidad  ponzoñosa,  que  te  eoBMi  ertidaí 

eociila  6  asada. 

La  avaricia  de  los  dcd<*.ubridore8  no  tardó  en  encenderse  á  la 
vista  de  alguoos  pequeños  ornamentos  de  oro  que  llevaban  los  íodioa 
en  li^  naiiees:  los  cuales  cambiaban  ellos  alegremente  por  cueotaa 
de  vidrio  ó  cascabeles,  y  ambos  contratantes  se  vanagloriaban  del 
a|uatei  cada  uno  sorprendido  sin  duda  de  la  simplicidad  del  otro, 
pero  con^o  el  oro  era  objeta  de  monopolio  regio  en  todas  las  empresas 
df  dascubrimientbs,  prohibió  Colon  traficar  en  él  sin  su  sancíoa  es- 
preíftit  esteudiendo  la  prohibición  al  tráfico  de  algodones*  que  quiso 
taoAbien  r^nervar  para  la  corona,  siempre  que  se  tratase  de.  caytiJa* 
dea  consideraliles.  ^ 

Preguntó  á  los  índins  donde  se  procurabao  el  oro.  EUot  rea^ 
pondjíeron  por  señas  iodicaado  el  Sur;  y  aun  supuso  que  decian  que 
alU  moraba  un  rej  de  tan  grande-  opulencia  y  tan  rico,  que  le  sej>- 
vian  en  vajillas  de  oro  labrado»  También  le  pareeió  entender  que 
biibia  tierra  hacia  el  Sur,  SO.  y  NE.y  que  la  gente  del  último  puor 
ti>  viajaban  con  frecuencia  al  SO.  en  Uiaca  de  ojro  y  piedras  precior 
saa;  y  deeamino  venSa  svhre  las  i«lus  y  se  Ikvaba  &  tus  habitantes. 
AlguAQs  ludios  le  enseñaron  cicatrices  díi  heridas  reeibidaa  en  bm- 
tallas  coptjca  los  invMores.  Es  evidente  que  la  mayor  paule  de  e^ 
íiMiginadM  infiel  igeucia  6té  una  mera  fíguraeion  de  loe  deseo»  y  es- 
transas  del  A||MÍrantet  popque  estaba  aometído  á  um  eaeaato.dia  la 
juaf  tev  4(iie  daba  sus  propias  fosmas  y  oah>ree  4  todos  las  al^felai» 
Ytvta  persuadido  de  que  había  Htgado  i  las  islas  ctesccitas  por  Mea* 
em  Polo,  como  opuestas  al  Gathay  an  hi  mar  China  6  kiterptetaha 
.  laa  índioaciones  délos  iadfoa  con  arreglo  á  la  supueata  apuleaeia 
da  aquqHos  pai;Ms«  Ahí  loe  piiemigos  del^  NE*  de  qpie  haUaban^  lúe 

indiee,  pensaba  qiie  debian  de  surla^geqtes  dul  coiitiaeuiede  MíK 

12 


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—ro- 
los subditos  del  grao  Kfaao  de  Tartarwt  á  quienes  eJ  viagero  vene* 
ciaao  pintaba  aeostumbrados  á  guerrear  por  Jas  islas  y  á  esclavizar 
á  sus  habitantes»  El  país  del  sur,  tan  albuudante  en  preciosidades, 
no  podía  ser  otro  que  la  fañosa  isla  de  Oipaogo,  /  el  tej  á  «luieB 
ser? ian  en  vasos  de  oro»  debía  ser  aquel  monarca,  cuya  suntuosa 
ciudad  y  espléndido  palacio,  cubierto  con  láminas  del  mismo  na- 
tal, había  Marco  Polo  celebrado  en  tan  magníficos  términos.   Esta 
isla  en  que  Colon  puso  por  primera  vez  el  pié  en  el  Nuevo-Mundo, 
se  llamaba  por  los  naturales  de  ella  Chtanakemí.  Todavía  eonserva 
el  nombre  de  san  Salvador  que  le  dio  el  Almirante,  aunque'  los  in- 
gleses la  llaman  Cafs  Island  (isla  del  gato.)   En  la  mañana  del  14 
de  octubre  salió  el  Almirante  al  amanecer  con  los  botes  de  los  bu- 
ques á  reconocer  la  isla,  dirigiéndose  al  A'E.  La  costa  estaba  ro- 
deada de  una  banda  de  rocas,  dentro  de  la  cual  había  fondo  y  anr- 
plitud  bastante  para  recibir  todos  los  bajeles  de  la  cristiandad.  La 
entrada  era  muy  estrecha,  y  dentro  se  hallaron  alganos  bancos  de 
arena,  pero  el  agua  tan  sosegada  coráo  en  una  lagnna«  Estaba  la 
isla  bien  poblada  de  árboles,  tenía  muchas  corrientes  de  agua  y  un 
gran  lago  en  el  centro.  Pasaron  can  sus  botes  por  dos  6  frea  tuga- 
res, cuyos  habitantes  de  ambos  sexos  acudieron   á  las  orHfas^   pos^ 
trándose  por  tierra  y  levantando  los  ojos  y  manos,  6  bien  para  dar 
gracias  al  cielo,  6  bien  en  adoración  de  los  españoles,  como  entes  so- 
brenaturales. Corrían  paralelamente  á  los  botes,  llamando  á  los  es- 
pañoles, convidándolos  por  señas  á  desembarcar,  y  ofreciéndoles 
frutas  y  agua.   Pero  viendo  que  continuaban  los  botes  sus  oamiuos, 
muchos  indios  se  arrojaron  al  mar,  nadando  detras  de  ellos  y  otmr 
siguiéndolos  en  canoas.  £1  Almirante  los  recíbia  á  todos  benigna  y 
'  halagüeñamente,  dándoles  abalorios  y  otras  bagatelas  que  tomaban 
con  estasis  de  alegría,  como  dones  celestiales,  porqne  era  idea  in- 
variable de  los  salvages,  que  los  blancos  habían  bajado  del  cíelo. 
Así  continuaron  su  curso  hasta  Negar  auna  pequeña  Península  que 
podía  separarse  en  dos  6  irea  días  de  la  isla,  dejái^ola  rodeada  f)e 
agua,  y  que  consideró  Colon  por  lo  tanto  escelente  situadon  para 
una  fortaleza.  £li  etk  había  seis  chozas  indianas,  rodeadas  de  ar- 
boledas y  jardines  tan  hermosos  como  los  de  Castilla.  Estando  loa 
mairinerüs  cansados  de  remar,  y  no  parsNciéndole  al  Almirante  la  isla 
de  sufieiente  importancia  para  colonizarla,  volvió  á  sus  buques,  to- 
mando con  él  siete  indios  para  que  aprendiesen  el  español  y  le  sk- 


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—91— 

viemn  de  intérpretes.  Después  de  proveerse  de  leña  y  sgiin,  dejaron 
la  isla  de  san  Salvador  aquella  misma  noche:  con  tal  impaciencia 
deseaba  el  Almirante  continuar  sus  descubrimiento,  tan  satwfacto- 
riaroente  comenzados,  y  sobre  todo  llegar  á  las  opulentas  regiones 
del  Sur,  donde  se  lisonjeaba  encontrar  la  famosa  isla  de  Cipango. 

Dudaba  Colon  al  dejar  á  san  Salvador  el  rumbo  que  tomaría. 
Numerosas  y  bellas  islas,  verdes,  fértiles  y  llanas,   le  convidaban  en 
▼arias  direcciones.   Los  indios  á  bordo  de  «u  buque  de  le  decían  por 
•eñas  que  eran  innumerables,  bien  pobladas  y  en  guerra  unas  con 
otras.   Nombraron   mas  de  ciento  de  ellas.   Odlon  supo  inmediata- 
mente que  habia  llegado  al  Archipiélago  descrito  por  Marco  Polo, 
como  eslendido  por  la  costa  de  Asia,  y  compuesto  de  siete  mil  cua- 
trocíentas  cincuenta  y  ocho  islas  abundantes  en  especias  y  arbolea 
odoríficos.   Contentísimo  con  tal  idea,  eligió  la  mayor  isla  que  divi- 
saba  para  su  próxima  visita,   la  cual  distaría  unas  cinco  leguas,  y 
era,  según  los  indios,  mas  rica  que  In  de  san  Salvador,  pues  que  sus 
habitantes  llevaban  brazaletes  y  otros  adornos  de  oro  ^aeizo.  Como 
M  acercase  la  noc^e,  mandó  Colon  que  se  quedaran  los  buqnet  á 
la  capa,  por  ser  la  navegación  difícil  y  peligrosa  entre  aquel  grupo 
de  islas  desconocidas,  é  imprudente  acercarse  en  la  oscuridad  i  ana 
costa  estraña.  Por  la  mañana  soltaron  de  nuevo  las  velas;  pero 
impidieron  su  progreso  algunas  corríentes  contrarías,  y  no  pudieron 
anclar  en  la  isla  hasta  el  sol  puesto.  A  la  otra  mañanai  (la  del  16) 
bajaron  á  tierra  y  tomó  Colon  solemne  posesión  de  ella,  llamándola 
Sania  María  de  la  Concepción,  La  misma  escena  ocurrió  con  sus 
habitantes  que  con  los  de  san  Salvador.    Manifestaron  la  propia  sor- 
ffresa  y  asombro,  la  propia  sencillez  y  gentileza,  la  propia  desnadez 
y  fflkft  de  bienes.    En  vano  buscaba  Colon  con  la  vista  los  brazaletes 
de  oro  y  otros  artículos  preciosos:  todo  había  sido  ficción  de  los 
guias  indios,  ó  mala  interpretación  suya.  Viendo  que  no  había  nada 
en  esta  isla  que  le  convidase  á  detenerse,  volvió  á  bordo,  y  se  pre- 
paró para  navegar  á  otra  de  mucha  mayor  ostensión  que  se  veía 
hacia  el  ocQÍdente.  En   aquel  momento  uno  de  lo*  indios  de  san 
Salvador,  que  estaba  á  bordo  de  la  Niña,  viéndose  llevar  tan  léjoa 
de  80  tierra  por  aquellos  estrangeros,  se  arrojó  al  mar,  y  se  refugió 
nadando  &  una  canoa  llena  de  indios.  £1  bote  de  la  carabela  salió 
en  su  persecución,  pero  los  indios  resbalaban  por  la  superficie  del 
mar  en  su  ligero  batel  tanlnañosos  y  velocei,  que  no  pudieron  ser 


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^^y 


—92— 
ftleanziuloií;  j  saltando  eu  tierra  huyeron  como  corzos  á  los  bosques* 

Los  marineros  tomaron  por  pre^a  la  canoa,  y  se  volvieron  á  bordo* 
Poco  despuea  vino  otra  canoa  chica  de  otra  parte  de  la  isla,  con  un 
solo  indiano  en  ella,  que  traía  algodón  que  cambiar  por  cascabeles. 
Como  se  pero  al  lado*  de  uno  de  los  buques,  temiendo  entrar  en  él, 
varios  marineros  se  arrojaron  al  mar  y  le  prendieron.  Coleo  deseaba 
por  estremo  arrancar  todo  terror  y  desconfianza,  que  la  caza  de  los 
fugitivos,  ó  el  guia  indio  que  se  habla  encapado,  hubiesen  podido 
sembrar  en  la  isla,  creyendo  de  la  mayor  importancia  conciliar  U 
benef olencia  de  aqudloe  naturales  en  bene^cio  de  los  futuros  via« 
gerof»;  y  habiendo  visto  desde  su  castillo  de  popa,  todo  loque  pasa- 
b»!  mandó  que  le  trajesen  el  cautivo.  £1  pobre  indio  llegó  temblan- 
do de  miedo,  y  ofireeió  su  algodón  humildemente  como  grato  dona- 
tivo. £1  Almirante  le  recibió  con  la  mayor  benignidad  j  sin  admitir 
su  ofrendki  le  puso  en  la  cabeza  un  gorro  colorado,  le  ciñó  los  bra« 
aoa  eott  algunas  sartas  de  cuentas  verdes,  le  colgó  muchos  cascabe- 
les en  las  ore^s,  y  mandando  que  él  y  su  algodón  se  acomodasen  ds 
BUSTO  en  la  canoa,  le  despidió  libre  y  regocijadísimo*  Tanibiea 
dispuso  que  la  otra  canoa  que  se  habia  cogido  y  que  estaba  atada  á 
la  Nifia,  se  dejase  suelta  para  que  la  tomasen  sus  dueños.  Cuaado 
llCfgó  el  indio  á  la  orilla,  pudo  ver  Colon  á  sus  compatriotas  agol- 
pándomele en  derred<tr,  examinar  con  admiración  sus  brillantes  orna- 
tos y  escuchar  la  narrativa  del  generoso  reeilámiento  que  habia  es- 
perimentado.  Tales  eran  las  sabias  y  suaves  medidas  que  Colon 
tomaba  para  dejar  entre  los  indios  una  opinión  favorable  de  los  blan- 
cos. Otro  caso  semejante  ocurría  después  de  salir  de  la  Concepictois» 
yendo  á  una  isla  mayor  que  aquella,  situada  algunas  leguas  á  su'e^ 
cidentc«  £n  hi  tratesía  del  golfo  que  separa  las  dos  islas,  alcanz»' 
ron  á  un  indio  que  iba  sofo  en  sn  canoa.  NcflIeTaba  mas  que  an 
bocado  de  pan  de  casabe;  un  calabazo  de  agua  para  el  ca»iflN>«  j 
On  poco  de  tinte  rojo  con*  que  pintarse  á  su  llegada.  También  lo 
encontraron  una  sarta  de  abalorios  como  los  que  se  habian  reparta 
do  á  !os  naturales  de'  san  Salvador,  lo  que  manifestad .  qoe  de  aHI 
tenia,  é  iba  probablemente  de  isla  en  isla  dando  la  noticia  do  la  apa- 
rición de  los  buques.  Colón  se  admiró  dé  lii  fortafóza  de  aquel  so- 
fitario  nauta,  que  emprendía  en  tan  frágil  bajel  vi^je  tail'  düátado. 
Como  la  isla  estaba  ibdavia  léffos,  manda  que  se  recogiesen  k  botdo 
el  indio  y  su  canoa;  y  Te  trató  después  con  fa  mayor  bondad,  dándo^ 


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—os- 
le pan  y  miel  para  que  comiesey  vioo  para  que  se  refrigerase.  Estaba 
el  agutí  muy  sosegada,  y  no  llegaron  á  la  Ula  liasu  que  ya  era  de- 
masiudo  tarde  para  anclar,  por  el  peligro  de  que  las  rocas  cortasen 
los  cables.  Es  la  mar  por  aquellas  islas  tanuliáfana,  que  se  podía 
Ter  su  fondo  y  escoger  sitio  para  el  ancla,  y  tan  profunda,  que  4 
dos  tiros  de  cañón  ya  no  linbia  aurgidero.  Volviendo,  pues,  el  vía* 
jante  indio  al  UMir  conl  todos  sus  efectos,  le  enviaron  alegremeige  á 
la  playa  á  preparar  á  los  naturales  para  su  llegada,  mientras  que 
los  buques  esperaban  á  la  capa  la  mañana,  £1  benévolo  tfatamieiito 
del  pobre  indio  tuvo  el  deseado  efecto;  vinieron  los  naturalea  por  la 
Doebe  en  sus  canoas,  deseosos  de  ver  aquellos  benignos  y  admirables 
estrangeros.  Rodearon  los  bajeles,  trayendo  cuanto  su  isla  produ* 
eia,  frutas,  raices  y  el  agua  cristalina  de  sus  manantiales.  Colon  lea 
distribuya  ligeros  regalos,  dando  á  los  que  subieron  á  bordo  miel  j 
azóear. 

Desembarco  por  la  mañana  y  puso  i  esta  isla  el  nombre  de 
Pemandha  en  honof'  del  Rey.  Ahora  se  Hama  Exujpa.  Loa  habí* 
tñtiteB  eran  pareclBiis  en  todo  á  los  de  las  islas  precedentes,  eacepCo 
4u#mo8traban  mayor  actividad  é  inteligencia.  Algunas  mugerealle- 
vaban  escasos  cubrídores  6  delantales  de  algodón,  y  otras  mantos  de 
lo  mismo;  pero  la  generalidad  estaba  enteramente  desnuda.  Sus  mo« 
radas  eran  sencillas,  en  forma  de  pabellones  6  tiendas  redoadaa  de 
campaña,  construidas  con  ramos  de  árboles,  cañas  y  hojas  de  pal- 
ma.  ^ataban  limpias  y  cómodas,  protegidas  por  los  estendidos  bra- 
cos de  helémosos  y  robustos  árboles.  Sus  lechos  eran  redes  de  algo* 
don  colgadas  por  ambos  estremos:  ellos  les  llamaban  hatáacaSf  nom- 
bresque  después  se  ha  adoptado  universalmente  por  los  marinos. 
^  Al  círennftavegar  la  isla  encontró  Colon  i  doa  leguas  del  cabo 
del  NO.  un  éstenvo  puerto,  capaz  de  contener  cien  bajeles  con  doe 
entradas,  formadas  por  una  isleta  que  le  servia  como  dé  puerta.  En 
éfffl  descanso  Colon  mientras  desembarcaron  los  marineros  á  llenar 
de  agua  sus  toneles",  espaciándose  á  la  sombra  de  las  arboledas,  que 
áiée  erati  las  mas  delíoiosas  que  jama»  había  visto.  Estaba  el  campo 
ta^  fresco  y  verde,  como  suele  por  mayo  en  Andalucía;  loe  árboles^ 
^Oi  fhitos,  las  yerbas,  las  flores,  hasta  las  mismas  piedras,  eran  en  je* 
úéM  tan  diferentes  de  las  de  EspaHa,  como  el  dia  de  la  noche.  Loa 
babitaiites  dieron  las  mismas  pruebas  ^ue  los  otros  isleños  de  setles 


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—94— 
totalmente  nuera  la  vista  de  hombres  cifiliztdoe.  Miraban  á  Jos  es^ 
pañoles  con  terror  7  admiración  j  se  acercaban  á  ellos  con  ofrendas 
propiciatorias  de  cnanto  su  pobreza,  ó  mas  bien  su  vida  natural  y 
•encillat  les  proporcionaba,  los  fruteado  sus  campos  7  selvas,  el  al- 
godón, qae  era  el  articulo  de  mu7or  valor  que  tenian  7  sus  loros  do« 
mestices.  Cuando  los  españoles  desembarcaron  para  hacer  agoadat 
los  lleváronla  los  mas  frescos  manantiales,  á  las  dulces  7  cristalinas 
fuentes,  llenándoles  los  toneles,  rodándolos  á  los  botes,  7  esforzán» 
dose  por  todos  los  medios  imaginables  en  agasajar  á  sus  celestiales 
huéspedes* 

Por  mucho,  empero,  que  este  estado  de  primitiva  pobreza  hu- 
biese podido  deleitar  la  fantasía  de  un  poeta,  era  oríjen  de  continuo 
quebranto  para  los  espedicionarios,  cu7a  avaricia  7a  apuraba  hasta 
al  estremo  las  escasas  muestras  de  oro  que  habían  visto,  7  las  repe- 
tidas noticias  de  auríferas  islas  que  recibian  sin  cesar  de  los  indios. 

Dejando  la  Fernandina  el  19  de  octubre,  tomaron  el  rumbo  del 
SE.  en  buscado  una  isla  llamada  Saometo^  adonde  entendí6  Colon 
por  los  signos  de  los  guias,  que  se  encontraba  una^nina  de  oro,  7  un 
re7  morador  de  cierta  opulenta  ciudad,  poseedor  de  grandes  tesdlDs» 
7  que  se  adornaba  con  ricas  telas  7  jo7as  de  oro  como  soberano  de 
todas  las  islas  del  rededor.  Encontraron  sí  la  isla,  pero  no  la  mina  ni 
el  monarca,  6  bien  entendería  mal  Colon  á  los  indios,  ó  ellos  midién-^ 
dolo  todo  por  su  propia  pobreza,  habrian  ecsageradi)  el  miserable  se* 
ñorío  7  triviales  adornos  de  algún  caudillo  salvaje.  Colon  celebra, 
empero  la  belleza  de  la  isla,  á  la  que  dio  el  nombre  de  su  real  patroi> 
na  Isabel.  En  el  dia  se  llama  Isla  larga  y  Exumtta,  Por  deliciosas 
que  fuesen  las  otras  que  habia  visto,  ninguna  se  podia  comparar  con 
aquella.  Como  las  demás,  estaba  cubierta  de  árboles,  arbustos  7  7er- 
bas  de  desconocida  especie  7  de  la  rica  vejetacion  de  los  trópicos.  El 
elima  tenia  la  misma  suavidad  de  temperatura;  el  aire  delicado  7  fra- 
gante; la  tierra  mas  alta  7  con  una  hermosa  7  verde  colina;  la  costa 
de  fina  arena  lavada  por  plácidas  7  trasparentes  ondas.  Colon  estaba 
absorto  contemplando  la  belleza  7  paisage  de  aquella  isla:  no  sé,  de* 
cía,  donde  ic  primero,  ni  se  cansan  mis  ojos  de  contemplar  esta  pre* 
cíosa  verdura.  Al  SO.  de  la  isla  encontró  abundantes  lagos  de  agua 
dulce,  coronados  de  árboles  7  rodeados  de  feraces  praderías.  Mandó 
que  se  llenasen  en  ellos  todos  Iqs  toneles  de  los  buques.  Aqui  €$  una$ 
grandes  lagunas^  dice  en  su  diario,  y  sobre  ellas  yá  la  rueda  es  elar^ 


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—95— 

tQkdó  en  matavüla.  y  aquí  y  en  toda  la  ida  sen  tedes  verdes,  y  toe 

yerbas  cómo  en  el  abril  en  él  Andalucia;  y  el  cantar  de  les  pajarites^ 

que  parece  que  el  hombre  nunca  se  querría  partir  de  Ofuá^  y  las  numa- 

das  de  los  papagayos  que  ascurecen  el  sol;  y  aves  y  pajaritos  de  tantas 

maneras^  y  tan  diversas  de  las  nuestras^  que  es  maravilla;  y  después 

ha  árboles  de  mil  maneras^  y  todos  de  su  manera  fruto^  y  todos  huelen 

que  es  maravilla^  que  yo  estoy  el  mas  penado  del  mundo^  de  los  no  eog^ 

noscer^  porque  soy  bien  etertu^  que  todos  son  cosas  de  valia^  y  de  ellos 

traigo  la  demuestra,  y  ad  mismo  de  las  yerbas.  Colon  estaba  empeñi^ 

doeii  descubrir  las  drogai  j  especies  del  Orieotet  j  ai  acercarse  á  esta 

isla  imaginó  que  sentia  en  el  aire  de  ella  los  olores  que  ecsalan  las 

del  mar  Indialio.  Al  llegar  á  este  cabo^  dice,  vino  el  olor  tan  bueno  y 

suave  de  jtores  b  árboles  de  la  tierra^  que  era  la  cosa  mas  dulce  del 

mmido.  Creo  que  ha  en  ellas  muchait  yerbas  y  muchos  árboles,  que  va- 

ten  mucho  en  España  para  tinturas  y  para  medicinas  de  especería^  mas 

yo  no  los  cognozeo,  de  que  llevo  granpfina^ 

El  pescado,  abundante  en  aquellos  mares,  participaba  de  la  no^ 
Tedad  carocterístic»  de  los  objetos  del  Nuevo-Mundo.  Rivalisaba  4 
loe  pájaros  en  la  brillantez  de  sus  colores,  y  reflejaban  en  las  esca- 
mas de  algunos  •  iSs  rayos  de  luz^  como  lo  hacen  las  piedras  precio^ 
sas;  al  jugar  por  junto  á  los  barcoSf  lanzaban  vislumbres  de  oro  y 
plata  al  través  de  límpidas  olas;  y  los  delfines  arrancados  de  su  ele" 
mentó,  deleitaban  la  vista  con  los  cambios  de  colores  que  dá  la  fábu- 
la á  los  camaleones^  No  babia  en  estas  islas  otros  animales  que  la- 
gartos, perros  mudos,  cierta  especie  de  conejos  (los  indios  Uamaban 
hutias)  y  guanacos.  El  áltimalo  miraban  los  españoles  con  horror  7 
asco,  suponiendo  que  fuese   a.lguna  fiera  y  nociva  serpiente}  pero 

«go  conocieren  s.u  mansedumbrCf  y  supieron  que  los  indios  la  es- 
aban como  esquisik  manjar.  Pormuchos  días  se  mantuvo  Colon 
cerca.de  esta  isla,  buscando  en  vano,  su  imaginario  monarca,  é  loa 
medios  de  abrir  comunicación  con  él,  basta  que  al  fin  trabajosamen- 
te se  convenció  de  su  error^  Pero  np  bieii  se  habia  desvanecido  esta 
ilusión,  cuando  ocupó  otra  su  lugar.  En  respuesta  ^  lae  contfnuaa 
pregunus  de  los  españoles  respecto  á  las  fuentes  de  donde  sacaban 
el  oro,  habian  los  indios  untíormemente  señalado  el  sur.  Colon  em- 
pezó k  reunir  noticias  de  una  isla  que  estaba  en  aquella^  dirección 
llamada  Cuba,  pero  cuaVito  podria  colear  acerca  de  ella  por  los  sig- 
no»  de  los  indígenas  lo  doraba  y  engran*cia  él  en  su  propia  imagi- 


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nación.  Entendí6  que  era  muy  estensaY  que  abandabii  eo  ovo,  perlaf 
y  especias,  que  sostenia  grande  comercio  de  estoa  precioaos  artlculoa 
y  que  muchos  buques  mayores  Tetiiao  á  traficar  con  sus  habitantes* 

Comparando  estas  mal  interpretadas  esplicaciones  con  la  cost» 
del  Asia,  según  estaba  situada  en  su  mapa,  y  descrita  por  Marca 
Polo,  concluía  que  la  isla  en  cuestión  era  la  de  Cipango,  y  los  bu- 
ques los  del  gran  Khan,  que  comerctaban  por  aquellos  mares.  For- 
mó su  plan  con  arreglo  á  estas  suposiciones,  resolviendo  darse  in. 
Ihediatamente  á  la  vela  en  busca  de  aquella  célebre  isla,  examinar 
sus  puertos,  ciudades  y  productos,  y  establecer  desde  ínego  sus  rcln- 
ciones  mercantiles.  Después  pensaba  buscar  otra  llamada  jBa&ío,  da 
que  los  naturales  hacian  también  maravillosas  pinturas.  Sa  morada 
en  aquellas,  islas  dependería  de  las  cantidades  de  oro,  especias,  píer 
dras  preciosas  y  otros  objetas  de  tráfico  oriental  que  encontrase.  I>ea- 
pues  pasando  al  continente  Indio,  que  debia  estar  á  unos  dies  diaiF 
de  navegación,  buscaría  la  ciudad  de  Quinsay,  que  según  Marco  Po- 
lo, era  una  de  las  mas  suntuosas  capitales  del  mundo:  en  ella  entre- 
garía en  persona  las  cartas  de  los  soberanos  de  Oastilia  al  gfan  Kiian« 
y  cuando  recibiera  su  respuesta,  rol  vería  triunfante  á  España  coa  es* 
te  documento,  probando  que.  había  acabado  el  gr^uáe  objeto  de  au 
TÍage.  Tales  eran  los  espléndidos  proyect4»s  con  que  aUmentaha  Cor 
Ion  su  fantH8Ía,al  dejar  las  Bahamas^  y  saür  para  la  isla  de  Cuba. 

Dilataron  por  muchos  dias  la  partida  de  Colon  calmas  y  vientoa 
contraríos,  acompañados  de  fuertes  aguaceros,  qtie  hablan  prevaleci- 
do con  mas  6  menos  constancia  desde  su  llegada  á  las  islaa.  Era  la 
estación  de  las  lluvias  de  otoño,  que  en  los  climas  tórridos  suceden  & 
los  ealores  del  verano,  desdp  la  menguante  de  la  luna  de  agosto  haa- 
ta  el  mes  de  noviembre.  Al  fin,  se  dio  i  la  vela  el  24  de  octubi;i^4 
media  noclie;  pero  no  pudo  alcóarse  de  la  islcikabela,  por  liaher  Iv 
nido  calma  hasta  el  día  siguiente,  cuando  á  cosa  de  las  doce  |ie  le~ 
vantó  un  viento  suave,  que  empezó  á  soplar,  eomoél  dice,  mu^.amo' 
roso.  Se  estendieron  las  velas,  tomando  el  rumbo  del  OSO  &  cuyu 
dirección  decían  los  indios  que  estaban  las  tierras  de  Cuha.  Despuai 
de  tres  dias  de  navegación,  durante  los  cuales  tocaron  on  grupo  da 
siete  6  ocho  isletas  pequeSas,  qne  él  llamó  islas  de  arenas  (aboi;^ 
las  Mucaras)  y  habiendo  atravesado  el  banco  y  canal  da  S^ham^» 
llegó  el  28  de  octobre  por  la  mañana  á  la  vista  de  Cmb€U  La  par^ 
que  descubrió  primero,  se  su|)one  qu^  aea  la  ooeta  ocoitktitiU  de  iVifc- 


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t>ka»  del  Príncipe.  Al  acercarse  á  mtñ  noble  UAn,'qne46  sorpreMM» 
de  8u  nififnitud,  j  de  la  grandtosMd  efe  -««••  contornos,  de  stls  en-- 
eiimbrudas  montufins  que  le  reeordabftn  his  de  Sicilin,  de  la  Istaet* 
dad  de  sus  Tallef  j  dilatadas  llivnñras,  huriaHas  \mr  caitcMoeosTMNíj 
eoronadas  f{e  8nntfl^sa•  y  altas  ñfimsttw^f^  sus  atwktces^  pfowMpm»» 
rtos  7  eiAendldos  cabos  i|fte  se  de«vánl?etan  á  la  vista  ew*refnal<rthnii 
estancias.  Añcfó  en  nn  hermo80.nOf  libif^de  n>cas7  de-baneo^  de 
trasparentes  aguas  j  márjeáes  restidas  difirbr'd^.  T^esetiilMiraii|^ 
y  tfimando<^osesion  de  la  isla;  Ib-dió  el  jiombre-de  Jíemim,  en.bcMr 
deF  principe  don  Juan,  j-al  ríoe|de  SkinMahffld9K   ^ 

A  la  llegmla  de  los  bt^nes  salieron*dos'canoaff  ^omndicM  de  Im 
costir,  pero  f  iendd^qne  se^acercaban  Jo«  botes  lá  smidearlsl  Jjl'paia 
bitscdr  surgidero,  hityeron^  a  medren  Ados.  r^  aliofnmtff  TÍsitó  é^9§ 
cbo7#as  abandmiadas  pñr  sus  dffeños.  Contenían  poeos  eletliw,  algiK 
nns  redes  hecha*  de  fibras  de  palmf^  anzuelos  y  harpones  de  hn^o*, 
y  litros  instfomentos  de  pesca,  y  nn 'perro  de  los  que  babia  visto  en 
las  otras  islas,  que  nmfba  ladran^  Mai^  que'á  nada  se  tóense,  eon- 
tentándose  con  ^bser#ir  los'medíoyr  mbdo  (t^  Vivir  de  los  hsbiltii'* 
tes.  V#fviendo%  du  bote,  prosigo^  jjtfariEft^^lda  vev  mas  gotumm 
al  oooteiQphir  M  hermosura  d^aq^^^ts.  Las  florestas  qiie^vbrían 
ambas  orillas,  eran  de  abos  í&rboles  oe  dVatfidas  y-  sFiiebas  cepMl  utU" 
ehos  cargtfidos  de  frutos,  otro^  de^res,  y  aun  aI|í«iios  de  florea  jr  de 
frutos  mezclados,. como  si  tuviese  la  tiereg\iu  círeiUo  perpéttip  de  fer- 
tilidad: entre  eJbs  había  palmas,  pera  JiTerentes  de  las  de  JBspMia  f 
Afíriea:  con  sus  grandes  hojas.  teeHbban  los  Indios^sus^^aMS.  Loa 
repetidoé  elogios  de  Coloo  ecsagerlEindo  la  belleza  del  palsafe,  loa 
islificaban  las  escenas  que  tenia  á  la  vista.  Es  ineapIieRbleel  iespUo« 

variedad 7  pon||^>sa  vejetacion  d'e  üquellos  ardientes. y  vivifica- 
es  climas.  £1  v^mr  de  las  arSQ^das  y  los  matieea  do  las  plantao 
y  de  las  flores,  anonetaf^  nuis  beldad  que  encarecerse  puedo,  de  la 
pura  trasparencia  del  airé,  y  de  la  profunda  calma  de  los  acules  cíe. 
los.  Las  florestas  también  estáh  llenas  de  vida,  atrav||^)dolas  de  eon- 
tltooó,  bandadas  de  pájaros  de  brillante  plumage.  La  inmensa  varie- 
dad de  loros  y  picamaderos  que  huyen  por  la  selva,  y  las  numerosas 
aredllas  que  vagan  de  una  flor  á  otra,  parecen  por  su  vivo  lustre, 
como  alguno  ha  dicho,  partículas  vivas  del  arco  iris.  L<io  flámeneoe, 
6  fenicópterofl  escarlatas,  suelen  verse  también  porgas  aberturas  do 

la  floresta  en  algún  distante  llano,  formados  en  escundrones.  como  loo 

13 


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faeneros,  con  una  esoitcha  oleru  pam  dar  noticia  id  cercano  pcln 
gro«-Nt  «8  la  eecd<Hi  máiHfS  bcMa  át  la  naturaleza  aninuida  la  q%t9 
^BOWra  tantas  (rí^s  de  ítis«etoe  <|ije  pueblan  todaa  laa  plantas,  ha* 
cwado  aia»4ad»8«M  brillantes  cota»  de  malla  qu«  resplandeeon  oo^ 
no  jcifM  pr«dÍMaa.  1^^^^  <iu<s  despide  el  émadh^  es  iQtpehor  á  la 
^uerpoiduceB  l<M^dbíeS|  zánroBty 'dianMntes.  Tal  es  el  esplendor  de 
la  jffeaaion  ammal  y  v^jta!  en  aquellos  dinas,  á  donde  un  sol  ai<- 
J^to  «aoitttti^'au  pfDpio^ostre  á  todos  ios  objetos,  y  vtvifioa  la  nata^» 
V^zaj  ileiiáiidolá  de  exuberante  feauodídad.  Las  aves  no  se  dtstin' 
gnéh  en  geneyl  por  ao  nie4odla,  lu^fMéndose  obaervada  que  Tara  tea 
i(f  junta  en  ellas,  ki  dulsara^del  canto  c<^n  la  briUantee  del  plumaje. 
CMo4i^bs6rvó,  eaipoao,  que  tantaban  Dteiodiosáfñetite  %atre  los  ar- 
boléis y  con.ñ^ttenci#lb  engañaba  creyendo  que  oía  la  va»  d^  ran 
aa^or,  pálpro  deseonocido  en  aquellafi  regiones.  Estaba  Colon,  en  e* 
¿Mío,  diap^iesto  á  verlo  todo  á  través  de  un  propicio^  favorable  me* 
dio«  Su  ooraoon  rebosaba  en  Jú  plenitud  del  j6bilo  de  haber  akaaaa* 
do  aus  esperanzas,  y  ef  ^laro  D|éro  glorioso  piéaua  de  sus  trabajos  y 
peligroa.  Todo  lo  c(tnteniplab9|f  on  el  ojo  penetrante  dd  desct^'* 
OMeatOé  fnesohiBdo  jp^a||^rnd|ht  |gii  el  triunfo;  f  e^dificil  ooacebtf 
loa  éaiaats  de  so  ánimo,  miéflHH|spferaba  las  graciSs  de  nn  nmido 
virginal,  ganado  por  su  valoi^y  sus  empresas/ 

Da  sas  repetidas  observación^^  acerca  de  la  belleza  Vef  pais  y 
del  placar  qa^evtdentem€te||le  causaban  los  sonidos  y  obfetos  rura- 
les, se  infiere  que  fué  en  estremo  crusceptible  á  aquellas  deüciosas  ín^ 
llaanciaa  qaé  ejevcen  en  alguna^  knagiinaciones  las  gracias  y  prodr* 
glasda  la  naturaleza.  Pronuncia  estos  sentimientos  con  caraetsi^Btioo 
etttadasmo,  y  al  mismo  tiempo  con  infantil  sencillez  y  dicción.  Oaaa|^ 
do  habla  de  algún  bello  paraje  Sle  las  arboledaa^dopeciente  co«t^^HL. 
aquella  hermosa  isla,  dtcé  que  pé^ia  vwir  ttetmmenU  en  ella.  Ca¿<^^ 
grabó  en  ra  mente  las,imájenes  de  un  EUseol  Bb  la  moi  hermosa  üia^ 
añade,  quejamos  viersn  ejes  humanos]  Ikña  de  esukntes  puertos  f 
profimdos  rios^JI^  clima  mas  templado  que  en  las  otras  islas^  las  ao- 
ches  til  &iai  ni  calurosas,  y  los  pájaros  y  his  cigarras  cantabiUi  Dada 
alia.  En  afecto,  hay  una  belleza  en  las  nocbes  de  los  trópioos,  eü  la 
profiíttdidad  de  su  cielo  azol  y  diáfano,  en  la  pureza  y  despefo  de  fae 
aatrallas,  y  an  la  hiz  re^landeerente  de  la  luna,  bañando  el  rico  par* 
saje  y  odorifícaa  arbaiedas,  ngias  encantadoras  que  el  mismo  eaplen- 
dor  del  día.  En  ef  olor  de  los  bosques  y  de  las  flores  de  q<re  venia 


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eu^da  la  bmt,  ioiagHuira  C«loit  rMonocer  k  fagwtiaute  hm  «•• 
p«c¿a»  orieolafefl,  j  eMeoniri?  por  Isa  |>ki|rfl»<«BolM9lle  1m  #iit«vt)tie 
prnliMen  ptrkw.  P^  Im  jwrbte-que  otm'^  haeta  la  mntmh  «fula 
tU agua,  aooooio  la  nuMiseéiMBlbiMel  Oeémio^  quebailapaqueltaa m 
\m  9m  azatar  janaa  ana-^oataa  eon  éflA^||^idfli  anáa#«HBfbade  Ém 
Uagfida  áks  AatüMb  ao  babea  Opariatentada  mas'qiía  suaiFr  j  feto- 
namMe  tiempo,  ila  deada  eonoluia  qae  rcÁaaba  perpetua  Mdanidatf 
aa  aqaaUo»  fauces  páras^  Léjoa  aatába  «le  ;^sp^ohar«qpe  tas  éMi%^ 
taa  á  Teces  luriosisiaaas  lampastades»  ^€yjiirkí¥ohE  obéMnrpoa  «i^l^ 
rieaaia  propia»  quee^ia  mmr  d¿  aquéU^  i§las%as  pae^m  ík  gtmrmh 
qm.  Im  tmmlfüai p&ra  emmo.Hfiff»  de  las ^híUs  qde  se  Aeiím  con  ^ 
JUmUádf  y  cm^os  acctsQs^^icét¡^a  sgm  tm  ^MtiiHs  «ama  noi4|^  ^ 
territde  a§mUa  mar  mamd^  üegm  á  irriUsne.  Jlaaq»  Ud^s  loe  éifms^  ^ 
tiuna^Ia  las  smspos^  omhBia  tuanUf  se  le  epmu;  y  dijm  dtiimUmmrm 
sms  rMqtáas  y  atselsumm^  psr  dé  quiera  que  tíe9&sus  kmeHme.  ihepmtf 
de  mttm  ianMméms,  csHon^m  eon  etnom^  drMkrtseamss^es  suamh  S  ^ 
enñ^enirast  las  p^as  et^wrias  és  esmchas  fttttinas^  mmf  mt^riortr 
en  lastre  y  bdUnu  áJa$,  d^i^  wutres  europeos.  ¿I  ao  hacho  «tai^olfr, 
eoipara,  qae  ^e  haracanes  qoe  tHriMbalil^|Pt|||devaataii.lai  BsAm- 
mas,  7  otras  islas  iamediatas  á*  Ri^^Bn^i,  rara  Vez  bao  eatanéido 
so  inflaencia  á  esta  tierra  fiíTorecida,  Pateco  qae  ham  ios  elemenioa 
sa  ooeaat#i*ydaloifícan  al  aaeveaase  á  ella.  En  unaepaoie  de  tamaU 
to  de  la  imaginación,  encuentra  Colon  |^l^da  puso  eorroboraciaaas 
da  las  notioias  que  ha  tecibido^  6  cree  haber  recibido  de  los  indios, 
l*efiia  pruebas  ooacliiTentes  en  sa  sentir,  de'que  posaift  Cuba  arinaa 
da  oro  y  arboledas  de  especias,  y  de  que  las  ag aaa-  arístattaas  de  saa 

«abundaban  en  perlas,  I^^  dudaba  estar  en  la  isla  de  Cipaago; 
wla  vebs  oontt|z6  á.  costearla  hacia  el  Occidente;  en  euyu  d»- 
n,  según  las  H^&b  de  aas  inHlprétes,  estaba  la  magiiifietf^a. 
dad  dai  Bey*  En  el  discurso  dal  viaje  solia  desembarcar,  y  ^'mnk  wir 
rioa  ]«garaa,partieolan»ente  uno  en  las  lAírgen^li  de  «n  ancho  fío,  al 
caal  poso  Rio  de  los  Mares»  Laa  casas  le  paraaiero^^Miy  ingaaiosa* 

EinM^pÍGibi 


1 


mattta  aonstruldin  de  braaos  de  palmas  en  íi^or 
fafwaabaB  calles^  nno  qiM  estaban  diseminadas  entre  los  bos<|iits,  y 
beg/Q  kí  aoBubra  de  árboles  da  firoadoaa  copa,  c«al  suelen  las  tiattéBa 
de  «n  campo  militar:  asi  se  usan  ana  en  madiaa  colonias  espaMati 
y  en  laa  lagares  del  iatenar  de  Cubsu  Los  hnbitaatea  haian  á  laa  anoh 
lajlas,  Q  se  ocoltaban^eB  los  bosques*  Calón  obacrvó  caidadoaMBeala 


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k  M^Mteciura  y.mueiilet)  «ie  siüa  u»^aAÍi««.  Lus  easas  eMaban  por  as* 
ifífm^  iiiwyinf  yamJQf  eüi&ea^an  que  todiÍB  ias  qvc  basta. eiüóttCM  lt«!* 
bÍA  i(iato.^uooutró  eii  eihy^ciKliid  «MtéMMy  másoams  át  mñá^im  an- 
uUadas^M^adiuirii^le  jnaña.  T(4lás  '««tas  eraa  indicsoiiiiies  do  mas 
acte  jr  oMInmoícmi  ^e  UiApA»  había  uUerf^^  en  las  otras  islas,  y 
sujfottinque  üigiti'eii  pragroéiqu-asscMclaate,  á  «ii4Úda  que  se  aoaroa* 
Iw  á  úosrS  fipflM.'  Vieiuk  |K>r  todoe  ias  oasa«  ioslriuiiencos  <k  pasea, 
^Mfaifió  qae  i^qiiatia  cotta^ estaba  habitada  solu  por  pesoadoras  ^a 
M%baii  s«i.  mercaneiá  á'-hs^^judades  ioteriias.  Tambiea  creyó  üabar 
eneaatradft  eisráuso  d#un»  váira,  lo  qtle  probaba  qiie  liabia  jfsMdos 
e»»la  ishifatm^ue  lal  vez  stsiaii  huesos  del  aiauali,  6  foca  de  aqiaa- 
lU  9oék.JH8pfáM  da  naira^r  pi>r .  alf  ui^ieaapo  alNO.,  dtó  Colom 

^vista  á  na  graa*caba,  al  cual  por  las^rboledas  que  esuba  «ubierto, 
Ilttflíi6  cabo  de  Jas  Pahnm$i  él  fjrma  la  entrada  orienul  da  lo  qna  ae 
llama  hoy  iagum^de  M^on,  Aquí  trea  indios  nacuralas  de   k^  isla  ám 

^  vattahani,  que  astabaliá  bdRb  de  ia  Piula,  le  digeraii  á  sit  caolaa- 
daatio'Martiu  Alonso  Hhzon,  qaa  detrás  da  aquel  q§bq  había  tm  rk» 
desde  et  ciiaT  salo  qaMabao  cuatro  días  de^^^ito  pan  llegar  á  Ca« 
6anas<n,  pacaga  abtyjdtetbenVi^^ir^sta  palabra  queriaa  stgaifi- 
cax  ttoa  provincia  situada  en^^^Rrd  de  Cuba;  pues  naemn^  signífi* 
CA  aa  SM  leligua  gl  medio.  Ptaio  rinzon  bnbia  estudiado  cutdadpsa- 
meute.  el  mapa  de  Todcanelli,  y  recibido  dé  Colon 'todas%u8  idea* 
raapactaáIa.coBta  del  Asia,.^Joocluy6  de  aquí  que  hablaban  los  in- 
dias de  Cublay  Klian,  eí  8oberan<^  tártaro,  y  desiertas  regiones  de  sus 
doBlittios  descritas  por  Marco  Polo.  Creiá  haberles  entendido,  que  no 
era  Cii^a 'lina  ísta,  sino  tierra  ftrme,'e8tendiéndose  dilatadlsitaamante 
h&cia  el  norte,  .y  que  el  Rey  que  regla  por  aquellas  cercanías  estal 
en  guerra  con  el  gran  Khan.  Comunicó  inmediy^enta  i  Colon 
te  tegtdo  da  errores  y  equivooaciílTes,  destru^lao.  la  ilusión  de 
isla  da.  Ci pango,  qae  tanto  había  deleitado  al  Almirante,  quisa  no 
tardó,  anspero,  as  «assítuirle  Ifera  no  menos  lisongera.  Pensó  qua  ha- 
bía llagado  aiy^inenie  de  Asía,  ó  eomo  el  decía,  de  la  India,  aii 
cayo  aaaa  no  p^MRestar  muy  léjós  de  Manguí  y  Cathay,  áltímo  ab* 
jeto  da  su  vtage.  Cl  principa  en  cuestión,  que  gobarnaba  los  paíaa» 
círetuivectnos,. debía  ser  por  consiguiente  algún  potentado  oríaotah 
asi,  se  resolvió  buscar  el  río  mas  allá  del  cabo  de  las  Pateos,  y  en- 
viaf  un  regalo  al  monarca,  con  una  de  las  cartas  de  reeonandacíao 
de  las  soberanos  de  Castilla,  y  después  de  visitar  sus  dominios,  con* 


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-loU 

imiMria  hMta  H  capital  de  Caihaj,  residencia  del  gran   KIihii.  Pero 
■o  pttdo  eSre^iHrarse  dieho  río.  Qiredaban  sr^empre  niievDs  cabos  que 
«Mbr,  no  hHbni  bjuen  surgidero,  se  levantó-  viento  contnirlo,  f  «ne- 
MMlkaclo  mnl  tiempo  las  apariencias  del  cielo,  se  volvió  á  un  rio  don- 
de bAbúi  aaclado  dos  6  ttesBías  cñites,  /lll^indolo.  rio  de  los  Mares, 
El  primeiro  de  noviembre  al  romper  el  dia  envio^sus  botes  á  la 
f^fñ  á  visitar  varías  casas,  pero  ^s  bastantes  hnBian  huido^á  los 
bfwqiteirK  Goleti  8Up4ráo  que  temeiéan  sh  et!>cuadráí  crejréndola  itnf^^ 
'té  «spedfetones^tie  enviaba  el  gran  Khan  ptfra  coger  esislavos.'IW^^ 
la  tiNñáe  volvíé>á  mandar  el  1)0(6- c(9^nn  intérprete  indio,  á  quien  se 
difo  que  «««iiciasé  i^\ñ  genXe  lar  paclfiead^y  bienechorésintenemnes 
da  loa  espadóles,  y 'que  no^enian  conéAon  alguna  con  el  grat/%than. 
I>e%Hie#qite'asi  -lojiu^  el  indto  proclamado  de^de  el  «bote  á  \<M  8*l'á 
.V8gaaK|u#  étfiaéan  es'  la* playa,  se  affnj6  al  agua,  7  nadó  á  la  orífta* 
La  racibieroB  'bien  los  naturales,  y^ogró  oalmar  tan  Completamente 
aiM  tamore^,  qae  aletee  det  anochslber  ya  habia  4nas  de  diez  y  seis  jv  • 
ooaa  aá  raded|&r  <^^te  baqjtf^,  dhrgatlaa'fl^titgodon  y  otros  artículos 
eeneíHos  de^  trifiao  de  aquellbs  isleños.  Colon  p>ohibi6  comerciar  en 
teda  BtéfMM.an   oro,   paramentar  ^jofnatur^s^á  prodiftir  las  iique- 
zaa  verdaderas  ár*  sa  pais.  Nó  teniafi^nuiguno  qi\^  ofrecer,  y  estaban 
destituidos  d^  todo  adoriro  de  metales  preciosos,  es||^pto  uno  que  lle- 
vaba en  ln  naríz  una  pieza  de  plata  latirada.  Colon  entendió  que  de- 
cía este   botabre,  que  vivia  el  Rey  cómala  cuatro  dias  de  distancia 
liáctá  el  interfoaaque  se  le  habian  dt'spaclíado  muchos  mensages  con 
nuevas  d%  la  llegada  de  los.  estrnngeroÍ5.á   ln  costa,  y  que*en  menos 
deti'ee  días  se  esperaban  órdenes  suya»,   y  varios   comerciantes  del 
^n^ior  qae  vendrian  á  trafíóSr^con  los  buques.  Es  de  notar  cuan  in- 
^^^ÉuMABoénte  la  fai^|^  de  Colon  lé^Mrañaba  á  cada  paso,  y  como 
^^Hiatle  varios  a^cmRms  úaa  unifbrflpila  de  falsas  conclusrjm. 
Comemplaado  sin  descanso  el  mapa  de  Voscanelli,  refiriéndose  á  los 
eáleulos  d^  su  viage,  y  apropiando  á  flVaesco  las  mal  interpretadas 
{mlabras  deloslndros,  imaginaba  hallarse  á  los  bor^^el  Cathay,  y 
cama  uoaa  cien  leguas  de  la  capital  del  gran  Rhad^T  deseoso  de  lle- 
gar allá  cuanto  antes,  deteniéndose  lo  menos  posible  en  los  terríto- 
ríos  del  príncipe  inferior,  resolrió  no  esperar  la  llegada  de  mensage- 
roa  ai  comerciantes,  sino  despadhar  enviados  que  buscaaÜ  en  su  mis- 
hm  reeidancia  at  vecino  monarca. 

£ieogi6  para  eita  misión  á  los  dos  españoles,  Rodrigo  de  Jerea 


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■»i 


—103— 

y  Luis  de  Torres,,  el  último  sabia  ItaUar  el  bebfeo,  otUho  j  áfabei, 
al|[una  de  cu^as  lenguas  pensaba  Coloa  que  debarm  «albader  ua 
príi^ipe  or^ntal.  Fueron  con  ellos  dos  gniaff  indios,  uno  natural  é** 
Guanahaní,  y  otro  habitan^  de  una  cbosa  de  las  oriHas  del  hmSmb 
rio.  Se  provey6r  á  los  embsMbres  de  sartas-^  «ueatas  y  otras  iaga« 
telas  para  sus  gustos  de  caminOf  dándoles  por  iostniteson  al  nismo 
tiempo,  quQ  infomasen  al  Aej  de  como  iba  Coloo  de  parle  de- lea 
mo¡iiircas  4^  CastUHi,  i  llevarle  Una^carta  y  un  re^lo  que  dibia  en- 
tibar personal  mente'cen  el  objeto  de  establecer  uim  oomaBicaeíoii 
amigable»  ebtre  ambas  pqtencias^.llamiHe»  Uefi|batíHristfiioeáo««»pft. 
ra  observar  escrupulosamenie  la  situación  y  distancia  de  •iertas'  pro^ 
vinciai#puefto8  y  rios,  especlibadosieOfi  w0S  noatbfe»  por  .d  AÍmíran* 

^tegMsfun  las  descripciones  que  tenia  d«  la  costt^e  Asia«  IguWmoftte 
se  les  dieron  muestras  de  espécüb  y  drofas,  -para  que  liifuatigaien  sí 
abundaban  en  aquel  pais. «Coa  estos  eA»ctos  é  ÍBitMweioftea  salivroví 

^  Mto|mbajadores,  habi^ndoseflh  concedido  aeis  día»  para  aftiefaf  au 
^ge  de  ida  y  vuelta.  P«Mh|ft4iQy  canear  rita  esta4l){>ajlda  á  un  dea* 
nudo  caudillo  salvag^del  interior  de  Cuba,  tomado  eqáivoaadament» 
por  u^^  monaftca  asiáyo^*  perottaUara  Ja  svogular  naturales*  de  aAe 
viage,  serie  cootiuna  de  doradK#Í«eñof ,  y  todas  ftitetf pretaeíonos  dei- 
ilusorio  volumen  de  ^arco  P^^lo.' 

Mientras  se  esperaba  la  vuelta  do  los  embajadores  mand^eí  Almí. 
rante  carenar  y  reparar  los  bageles,  empleándose  61  misn|p  ^  el  exi- 
men del  pais.  Subió  en  sus- botesario  arriba  como  uq^*dos  laguna, 
hasta  encontrar  agua  dulocr  y   desembarcando,  ascendió  i«U  oilisa 
de  una  colina,  desde  donde  se  dominaba  bien  el  interior.  Pero  le  in- 
terceptaban la  vista  muchas  entreteg1dti%  elevadas  iorestas  de  ro*.  ^ 
busta  y  bella  vegetación.  Habi^iytre  lo5*  árboles^gunoa  que  ai  ce;^^^ 
BÍdAjj^  lináloes,  y  otros  mu^jj^Bodor^eros  qu^^^udaba  Colon  po^^^ 
seyesen  preciosas  cualidadefí 'Somáticas.  S«  notaba  entra  los  viage- 
ros  un  deseo  vehemente  de  ^^j^ontrar  loa  artículos  de  Qom|Vcio  qae 

*  crecen  en  los  c^mas  orientales,  y  sus  imaginaciones  %e  eaigafiabMi  * 
continuamente  pUllus  esperanzas.' Estuvo  el  Almirante  por  dos  4 
tres  dias  vivamente  escitado,  oyendo  continuos  rumores  aMlCft  de 
hallazgo  de  canelos,  ruibarbos  y  nnez  moscada;  peco  el  ez&mes  «cr» 
dito  que  era^falsos.  Ensenó  á  los  natiarales  muestras  de  esUa  y  oCsaa 
especias  y  drogas  cfúe  habia  tiaido  de  España,  y  enteadió  que  le  de* 
ciau  hallarse  aquellos  artículos  en  abundancia  hicia  ol  SO.»  Ikss  kizo 


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—101- 
V«t  i^rbis  |r  ofof  y  cbjertHi  alfttiwt  tndiocr  nticidiios  qiie4iabia  utl  pais 
•ujroshaMaiitBs  Hcirabaa  ;||bniM  de  eHos  ai  rededor  d^uelto^  bra- 
MM  7  leUlofl.  Repetían  mmókio^  ^hhta  B^Mn^  que  Colon  supuso 
üQMWtdél  Aio.en  CMé^ioQ^  el  cual  serta  algún  ríeo  distrito  ó  isla; 
pero  meidiiban  BMMbas  estMFafancias  con  sos  imperfeotas  descríp- 
ei^esv  púi^nde  lejatlas  gentes  ipie  solo  tenían  an  ojo,  otros  con  ca- 
biÉae  de  perfte  y  caníbales,  que  degetfaban  los  prisioneros  y  les  be- 
bi^i  ki  sangre;  Todo  estos  rumore^^  de  oro,  perias  j  especiad  mu- 
chos de-^^Hot  pr|bablemente  formados  para  agradar  al  Almirante, 
«MMéboiati  á  nSüener  la  persuasión  deque  se  hallaba  eiftre  las  eos- 
las  y  opnfonlae  tsiasdd  oriente.  k\  enceijger  Afego  para  calentar  la 
brea  coa  que  habían  de  carenaje  ios  buques,  hallaron  los  marineros 
qttC'  deepcdía  la  madera  quemada  mi  olor  fuerte  y  agradable?  y  de- 
clararon aletaminarla  que  era  almáciga,. Abundaba  mucho  aquella 
madera  en  las  florestas  reciñas,  de  modo  que  se  lisongeaba  Colon^e 
i|iM  cálela  año  podrian  juntarse. aH(  mil||i|Uates  de  ésta  preciosa  go- 
ma, 7  precvrar^ifas  abucdaneia  de  ell%  q«c  pudíerao  dar  Scio 
ylodaa  lasiclastiíel  Archipiélagvi»  Bn  el  discurso  de  sus  escnninios 
por  el  retAC  rcgetol,  en  basca  de  las  preciosidades  conftrciales,  en** 
cootrc  la  patetCi  hmilde  raíz,  poco  apreciada  entonces,  aunque  ad' 
quisiciígi  .mas  ralaable  para  el  hombre  que  todas  4as  espacia*  del 
oríeot^ 

Bl  (d^mricMibre  rolrierdii  los  embajadores,  y  todos  sos  com- 
{taAcros  los  rodÉEiiiroii  paca  cíe.  noerm^del  interior  de  aquellos^aises 
y  ¿^  prhieipe«  á  coya  capital  habiali  sido  enriados*  Después  de  pe* 
netrar  óot/t  leguas^  llegarotí  &  un  lugar  de  cincuenta  ciisas«  edificado 
como  loe  de  lo  cosie,  pero  algo  májor;  fifué»  tendria  por  lo  menos  mH 
J|ftliltimtee.  Fueron  ngibidos  con  gran^olemoidad,  los  indios  los^mi  • 
CBijeron  &  la  mejor  Wlh;  lospttsieronl^^que  parecía  indfcar*flpi 
de  eabnio,  entalladas  en  forma  de  cuadrúpedos,  cada  una  de  una  sola 
pieza  de  madera.  Les  ofrecieron  luego  j0  principales  artí<!alo8  de  so 
áRiiiento,  frutas  y  legumbres.  Después  de  haber  cuijUído  con  las  le* 
yes  dé  salraje^  cortesía  y  hospitalidad,  se  sehtaro'n  tierra  al  rede* 
dor  de  sus  risitantes  para  oir  lo  que  tenian  éstos  que  decirles.  Luii 
ác  Torres  ri6  que  du  hebreo,  caldeo  y  árabe  le  eran  muy  poco  útiles» 
y  turo  que  ser  orador  el  intérprete  de  las  Lucayas.  RMI^ona  arenga 
en  fiorma,  según  la  manera  indiana,  en  que  ensalzo  el  poder,  opulen- 
cia y  liberalidad  de  los  blancos.  Cuando  hubo  acabadOi  se  rodearon 


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itts 


mas  ettrecliameate  los  admirados  itniuMi,  de  aqiielloii  enteír,  i  sQ  pñ^ 
rec«r,  sobreb^^nanos.  Algunos  Íes  to«dM^  •esamiottmlo'ss  eMís  f 
▼estidos,  otros  leí»  basaban  hw  pies  f*  manee  en  sedal  de  aderaeiew» 
Al.  poco  tiempo  ;Be  retiraron  Jos  hombres,  daAdf»Jufar  áJas. nMijeece, 
que  repitierpu  las  mismas  ceremonias.  Algunas  train  mi  li^iero  eebri* 
dor  de  algodón  por  medio  del  cuerf^pero  ios  .mas  de  los  liikMlao|ee 
de  ánibos  sexos  estaban  entera menie  desnudos^  Parece  tfue  había  ea* 
tre  sll^s  ciertos  rangos  y  órden^^  de  sociedad  y  un  g«fe  con  podeff 
irTténtrasveinaba  uoax^ompteta  igualdad  entre  los  indioif  qyie.Ukbiaii 
encontrado  ^n  las  otras  islas^^Tales  fujeiron  los  vestipTos  que  h^|ariMi 
de  la  ciudad  %  corte  tf  i^t^l  ^  donde  iban.  No  había  en  eléa  la  a|fe- 
nor  apariencia  de  oro  ni  ae. otros  aalcnlos  preciosos;  y  eueodo  lee 
enseñaron  á  los  indios  muesiras«de  canela*  pimienta  y^emiM  eepch 
cías,  d^cian  ellos  que  no  las  l^^ibia  por  aquella  vecindad,  sino  nuijr 
lójps  al  SE* 

Los  enviados  4etermíigiro¡r,  pues,  yolrer  á  sue  buqeee*  por  oMe 
instaneias  que  lee  hacían  Jps  indios  para  que  pesaMti  oen-eljos  alf«» 
nos  días,  pero  yiéndolos  fesuel  tas  á  nrarclijairY  desearon  muchos  aeoai- 
paüarlosy  iiaeginando  que  irian  á  reodOQtarse  á  loe  cielos;. bms  eolo 
quisieron  llevar  los  españoles  consigo  á  uno  de  Íoe  prinoipelits  iodioe 
con  ^  h^Oy  acotnpanados  por  uo^  criado. 

A  BU  vuelta  vieron  por  la  primera  vez  el  uso  de*una  yerba,  que  el 
injenioso  capricho  humano  ha  eleva<iK>  des'pues  4  li^o^  á|tíci|1o  de 
geneitteonfttmo,  á  pesar  de  la^oposiciou  de  Jos  senii^Jos.  Ibab/puedt 
muchos  indios  con  tizones  enceadidos  en  las  Hianoa^  y  cierUis  bopis 
«ecas  de  que  hacían  un  rollo  6  especie  de  oanuto,  y  encendiéndole 
por  un  lado,  se  ponían  e^tnto  en  la  boca  y  chupaban  el  hiimo  y  le 
echaban  después  al  aire.  Llenaban  á'estoe  r<^os  tabaioSf  aoesl 
tlHulfido  luego  á  la  plaiy^V  que  esubanh^ftos.  Los  espaííolesT 
aunque  preparados,  á  ver  j^Hl^os,  no  pudieron  méniié,áe  adnúrar- 
se  de  esta  estratía  distraccí^ 

A  su  lleg^  á  los  buques  dieron  favorable  informe  de  la  belleza 
y  fertilidad  del  pl^.  Habían  visto  muchas  aldeas  de  cuatro  ó  cioeo 
casas,  bien  pobladas,  y  rodeadas  de  árboles  de  d^co<M>cidoy  hermoso 
y  sabrosísimo  fruto.  Al  rededor  de  ellas  había  campos  de  "pimientos^ 
patatas,  nrnjg^  legumbres.  También  vieron  otros  de  la  planta  (yuca) 
cuyas  raices  dan  el  pan  de  casave.  Estos  con  los  frutos  de  sus  afbo- 
ledas,  producían  el  alimento  principal  de  los  naturales,  cuya  comida 


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era  frogal  y  tnnple  p<Hr  ettrtoHK  Vieron  ademae  gmodee 
de  algodont,  parte  acaMo  de  «embr ar,  parte  crecido,  y  uÉppw>  lieefao 
hiJa»!,  ó  convertido  y-aien  las  redes  de  que  fvrnsaban  sus  haaaaeas* 
De  este  teaian  gran  provisión  labrado  y  por  labrar  en  mm  easaa*  Bsi- 
contraroQ  también  aves  de  raro  pluasage,  pero  de  deseoüoekU  espe- 
cie; niMcbo^  patos  y  perdices  paqaeAasf  y  h«bian  oidOf  ceno  GdkMüt 
el  canto  de  un  pájaro  qae  creyeron  fyese  riiiseñer.  Todo  ottaata  vie^ 
rott»  indicaba  un  estado  primitivo  de  8odsd«d,  porque  attttqne  beJIe, 
estaba  le  tierra  inenlta  y  satvage*  La  admiración  con  que  habían  st- 
do  vfstoSf  mostraba  con  evidencia  que  no  cataban  bechos  loe  indios 
al  trato  de  hombres  civilizados,  ni  bal^  oído  baUar  d#  wmgmvm 
eiudad  del  interior,  mejor  que  la  que  acababan  de  visitar.  Los  inAil- 
mes  de  los  enviados  destruyeron  mucbes  espléndidas  fantasSas  de 
Colon;  respecto  á  aquel  bárbaro  principe  y  su  cérte^  Vagaba  no  obe^ 
tante,  el  Almirante  por  encantadoras  regiones,  sobre  bis  cuales  e$er* 
cia  so  iumginacion  mágica  y  absoluta  influsuoia.  No  bien  se  babia 
desvanecido  Una  jhisiop  cuando  otra  lo  deslumhraba*  Durante  laaur 
seocia  de  los  emisarios,  le  babian  dícbo  los  indíoe  por  señas,  que  ha^ 
bia  un  6itio  háeia  el  Oriente  donde  por  la  noche  i  la  luz  de  las  an- 
torchas, se  recogía  oro,  que  después  se  hacia  barras  á  nuMtillasoa» 
Al  haldar^de  esta  región,  usaban  da  nuevo  las  palabras  BaW^y^Q* 
Ais,  que  Colofi»  como  de  ordinario,  supuso  que  serian  los  nombres 
propios  de  ly  islas  ó  paisea»  £1  verdadero  sentido  de  estas  palabcas 
se  ha  esplieado  con  variedad.  Se  dice  que  las  aplicabsn  los  iftdios^á 
la  costa  de  Tiorra-firme,  llamada  por  ellos  Caritabu.  También  se  cree' 
qpie  Bohío  sigoifíca  casa,  y  lo  usaban  con  firecoaacia  Iqs  índiosi  pam 
dar  á  entender  la  'mucha  población  de  una  isla.  De  aquí  la  oontínaa 
^aplicación  de  esu  voz  á  la  Española  llamada  taaibien  Uaift^mm 
quiere  decir  tierra  alta  y  alguna  vez  Q^JMu^^a  (el  todo)  parara^* 
sar.  su  mpcbn  esieeaion. 

La  mala  intelifjeQoia.de  esta  y  otihis  palabras  cantaba  ¿  Colon 
perpétuoa  errores.  Algunas  veces  confundía  B^bcqm  con  Bokio^  ce» 
mo  si.fuarairQna  misma  isla;  otras  creía  que  deberían  ser  diíéraatee 
y  ertar  situadas  en  diversos  puntosi  y  Qwwgtuya  suponía  que  sigáis 
^ca^  Qf^tA  ó  Qnwaí,  (1  saber,  la  cii^dad  pcleítial)  dala  cu«l,  có- 
mase ha  dicho,  había  formado  tan  m^gpifici^.ideA  por  los  eaojcitoa  del 

viaj/tfo  v^B^QÍ^no. 

El  grw^i^  objetada  Colon  ei^a  llegar  i  alg^n  pai^  opulento  jr 

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eiViÜzndu  del  Oriente,  con  cnyo  soberano  pudiese  ^^sfiitilcccr  reí&tílo* 
ne»  oooMfMies  y  volrer  á  Ksparm  con  nna  rica  cantidad tie  mercan- 
eíafl,  como  triunfo  de  eos  de«cubrimiento«.  La  estación  avanzada  en 
tanto;  kiiVesciira  de  las  noches  daba  indicios  de  la  oercanía  del  \n- 
¥Íerno,  j  aat  determinó  abandonar  el  rumbo  del  N.,  y  no  detenerse 
por  lugares  incultos  que  no  tenia  ^ar  entonces  medios  de  colonizar. 
Concibiendo  que  estaba  en  la  costa  Oriental  del  Asia,  determinó  to-* 
ma^  la  Ftielia  de  E.S.E.  en  busca  de  Babeque,  en  que  esperaba  baflaf 
«na  rica  y  civilizada  isla.  Antes  de  dejar  el  rio  de  Ufares^  tom6 
consigo  para  llevarlos  á  España  algunos  indio?,  con  el  objeto  deqrre 
aprendiesen' la  lengua  y  sirvieran  de  intérpretes  en  los  futuros  vinje*. 
Llevó  de  los  dos  sé.Tos,  habiendo  sabido  por  los  descubridores  por<^ 
tugneses  que  iban  los  hombres  mas  contentos  y  se  mostraban  mas 
eervicialea  á  la  vuelta  cuando  los  acompannban  sus  hembras.  En  la 
«xtfitaeion  de  su  entusiasmo  y  de  los  sentimientos  religiosos  de  nqne- 
lla  época,  antícipabf^  grandes  triunfos  para  la  fé,  y  gloría  para  la  co- 
*fona,  en  la  conversión  de  hs  naciones  salvnge.«,  por  medio  de  los  in- 
dígenas así  instruidos.  Imaginaba  que  no  tenían  los  indios  sistema 
de  religión,  pero  que  estaban  bien  dispuestos  á  recibir  sus  impresio- 
nes, y  4HA0  veían  con  mucha  atención  y  reverencia  las  ccremoniaa 
religiosas  de  los  empanóles,  pronto  repetían  de  memoria  cualquier  re- 
7.0  que  se  les  ensefiabni  haciejfdo  la  señal  de  la  cruz  con  edificante 
devoción.  Tenian  idea  de  un  estado  futuro,  pero  limrtaéa  y  confusa, 
era  düTcif  para  meros  salvages  concebir  la  idea  de  una  deliciosa  ec- 
^aistencia  pura  y  espiritual,  separada  de  la  alegria  de  los  sentidos,  y 
áe  aquellas  dulces  escenas  que  los  habian  hecho  felices  en  vida.  Pe- 
dro Mártir,  contemporáneo  de  Colon,, habla  de  las  opiniones  de  Toa 
liij^^en  eata  materia.  ^^Confíesan,  dice,  que  es  el  alma  inmortal,  y| 
h*IBR]08a  desnudado  de  yftaroe,  imaginan  que  vuela  á  los  bosques 
y  á  las  montañas,  y  que  vive  perpetuamente  en  sus  cavernas;  ni  la 
eaceptuan  de  las  necesidades  corporales,  ptfea  dicen  que  allf  ha  de 
aumentarse.  Laa .voces  de  retorno  que  se  oyen  por  las  cuevas  y  cavi- 
dades, á  que  los  latinos  flamaban  ecos,  suponen  que  sean  de  las  al- 
mas de  los  difuntos  que  vagan  por  aquellos  fugares.^* 

De  la  tendencia  natural  hacia  la  religión,  que  creyó  Colon  dea- 
cnbrír  entre  aquellas  pobres  gentes,  de  la  benignidad  de  sa  carácter, 
de  su  ignorancia  en  las  artes  belígeras,  dedujo  que  sería  fllcH  haéer- 
los  á  todos  devotos  miembros  de  la  iglesia  y  sábditos  leales  de  la  Co- 


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r«B|L  Cattcinye  siy  especniacion^s  sobre  los  ventajáis  ^qoé  se  deriva^ 
rí*n  de  eo^^izar  aquellos  puutos,  anticipando  inue!io^|per«i»de 
oro  eu  que  abüaduría  el  interior;  de  perlas  y  piedras  precresas,  de  ItM' 
cítales,  aanqae  no  había  vi^to  ninguna,  habia  recibido  frecnentee/in- 
ftirmes;  de  jojas  y  especias,  de  que  pensaba  harber  hallado  indubita^ 
blea  sefraleSf  f  del   algodon^que  nada  por  todos  los  campoM.  >fü^ 
eboa  de  estos  artiealog,  añade,  tendrán  probablemente  mas   cercano 
mercado  que  en  España,  en  los  puertos  y  ciudades  del  gran  Khan, 
adunde  no  dudaba  llegar  pronto.  £1  13  de  noviembre  tomó  Goloii 
el  rotaba  de  ESE,  para  retrogradar  en  la  dirección  de  la  eost^Esto 
debe  considerarse  como  otro  cambio  critico  en  su  viage,  y  de  grande 
oeaseeueacia  en  loa  descabrimieutos  posteriores.  Ya  había  entrad» 
baataote  en  lo  que  se  llamn  el  antiguo  canal,  entre  Cuba  y  las  Ba» 
haoias.  En  dos  ó  tres  días  mas  hubiera  descubierto  su  e^ivoeacioii 
eu  aupoiier  á  Cuba  paffe  de  la  tierra  firme;  error  en  que  estuvo  hfs* 
taeldia|iesu   muerte»   Hubiera  allí  podido   saber  la  vecindad. del 
continente,  ó  navegado    para    la  costa  de  la  Fierida^  ó  ser  impelido 
á  ella  por  lus  corrientes  del  Golfo,  6  continuando    por  la   parte  de 
Cuba  que  lleva  al  SO.,  alcanzar  la  costa  opuesta  de  Yucatán,  reali- 
zando  quizá  sus  mas  vehementes  anticipaciones  con  el^Mcubri' 
miento  de  Méjico,   Pero  fué  suficiente  gloria  para  Colon  h^mf  des- 
cubierto  el   Nuevo-Mondo.   Sus  mas  ricas  regiones  estaban  reser?a- 
éas  para  dar  esplendor  á  otras  empresas  ulteriores. 

Navegó,  pues,  por  dos  ó  tres  dias  á  lo  largo  de  la  costa,  sin 
pararse  á  esplora/la:  no  se  vio  por  toda  ella  ninguna  ciudad  popu- 
losa, Al  pasar  por  on  gran  cabo,  que  él  Ilnnió  de  CaAa,  puso  la  proa 
al  oriente  en  busca  de  Babeqiie,  pero  se  vio  pronto  obligado  á  vol- 
ver, por  arreciar  el  viento  y  levanlarrie  el  mar.  Surgió  en  uiy^^ro- 
^méo  y  seguro  puerto,  á  que  di6  el  noii^e  de  Puerto  delPrínmgii 
y  pasó  algunos  dias  esplorando  con  sus  botes  un  archipiélago  de 
pequeñas,  pero  bellísimas  ¡«las  que  cerca  estaba,  conocido  desde 
enrónces  por  el  nombre  de  Jtírdín  del  Rey.  Al  Golfo, esmaltado  por 
eetas  islas  le  Hamo  mar  de  Nuestra  Señora:  en  tiempos  modernos, 
ka  lÁéo  amparo  de  piratas  que  encontraban  seguro  refugió  en  los  ca- 
nales y  solitarias  calas  de  sus  islas.  Estaban  estas  cubiertas  de  gi- 
gantaieos  árboles,  entre  los  cuales  pensaban  reconocerlos  españoles 
)a  almástiga  y  el  alce.  Colon  supuso,  que  serian  aquellas,  parte  de 
las  iiinumeTubles  islas  que  orlan  la  costa  del  Asia,  célebres  por  sua 


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Tin  IH     • — — ' 


— lee— 

espfleias.  Mientras  estalla  en  el  Puerto  del  Prtngpe^  larantó  «m 
eras  ea  uon  elevada  coliaa,  cerca  del  puerto:  señal  acost^bra4«  de 
haber  tomado  posesión.  • 

£1  diez  y  aaere  dio  otra  vez  á  la  vela,  aunque  casi  en  calnM^ 
pero  como  el  yieatd  se  levantase  del  oriente^  viro  hacia  el  NNE^  y 
al  ponerse  el  sol  estaba  4  siete  leguas  d^  Puerto  del  Prijtc^ft.  Dea* 
de  entonces  se  viá  tierra  al  oriente,  como  á  sesenta  millas  de  distan* 
cia«  la  cual  con  las  señas  de  los  indígenas  supuso  que  sería  la  tan 
deaeadií  isla  de  Babeque.  Continuó,  pues,  toda  la  noche  al  NE.  Al 
otro  di|«  tuvo  viento  contrario,  soplando  en  línea  recu  del  pimío  k^ 
dond^eseaba  ir.  Estuvo  algún  tiempo  delante  de  la  ish  Isabela,  & 
la  que  no  quiso  tocar,  no  fuera  que  se  desertasen  sus  intérpretes  i»» 
dios  naturales  de  Guanahaní,  que  dista  solo  ocho  leguas  de  Isabela* 
No  quítabau  la  vista  los  indios  de  la  dirección  de  su  isla  natal.  Vien* 
do1)ue  estaba  el  viento  obninad amenté  adverao,  y  que  había  mucha 
mar;  se  determinó  al  fin  Colon  á  volver  i  Cuha^  haciendo  señalas  á 
los  otros  buques  paraque  le  siguieran.  La  Pinta,  mandada  por  Mar 
tin  Alonso  Pinzón,  habia  ya  adelantado  mueho  hicia  el  oriente,  y 
como  podía  con  facilidad  unirse  i  los  buques,  teniendo  para  el/o 
viento  en  [¿opa,  repitió  Culón  sus  señales,  pero  sin  efecto.  Como  vi* 
no  la  liedle,  acortó  vela  y  puso  luces  en  los  mástiles,  pencando  qiMi 
Pinzón  8^  le  juntaría;  mns  al  romper  el  alba  se  vio  que  la  Pinta  ha* 
bia  desaparecido.  En  efecto,  dio  Pinzón  créditos  á  los  estravaganlai 
ofiM'mes  de  un  indio  que  iba  á  bordo  de  su  carabela,  y  le  ofrecía 
guiarlo  i  una  isla  ó  región  de  grandes  riquezas*  Su  avaricia  se  des* 
pertó  repentinamente,  y  siendo  su  buque  el  mas  velero,  podia  con' 
faciJidad  virar  á  barlovento,  á  donde  en  vano  le  seguiriaa  los  olfoS« 
Podia  ser  él  mismo  por  lo  tanto,  el  primero  que  descubriese  la  rc; 
gion  dorada,  enriqqecién4£ise  con  sus  primicias.  Ya  hacia  ro«clN> 
tiempo  que  llevaba  con  impaciencia  el  dominio  del  Almirante,  con 
quien  creía  deber  estar  en  términos  iguales,  por  haber  contribuido 
con  muchos  fondos  al  armamento  de  la  espedioion.  Era  naveganí» 
veterano,  oráculo  de  la  comunidad  marítima  de  Palos,  y  acostumn 
brudc  su  influjo  á  dar  la  ley  entre  sus  asociados  náuticoa.  Lhvó  il 
mal  par  consiguiente  verse  obligado  á  navegar  como  segundo  á  bor- 
do de  su  propio  buque,  y  ya  se  habían  ocasionado  muchas  disputas 
entre  él  y  el  Almirante.  La  súbiui  tentación  que  se  presentó  á  su 
avaricia,  unida  á  los  previos  resentimi^tos,  fué  bastante  fuerte  para 


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ve»oerftt  áuher*  {MtidttBdo.Io  que  debía  al  Alsimáte,  cotas  i  «i 
^ÜBf  Jiabjii  desatendido  iaa  señales,  siguiendo  al  oriente  y  separán- 
doee  á,íümzñ  de  ?ela  dé  la  escuadra.  Se  indignó  CokfliKen  estremo 
eoo  60ta  deaerctoii.  Adftnas  de  ser  un  ejemplo  pernicioso  de  inobe* 
dieooia,  sospechaba  en  ella  algún  designio  siniestro*  O  bien  Piazoa 
quería  arrogarse  mando  separado  y  separadas  ventajas,  ó  apresurar- 
se á  volver  á  EUpaña»  para  arrebatar  el  laurel  del  descubrimiento* 
Pero  eomo  lo  poco  veJero  de  su  buque  inutilizaba  todo  esfuerzo  par* 
seguirlo,  continuo  su  rumbo  á  la  isJa  de  Cuba,  con  el  objeto  de  aca^ 
bar  de  esplorar  las  costas. 

El  24  de  noviembre  dobló  de  nuevo  el  cabo  de  Cuba  y  ftcló  en 
untiWW  puerto  formado  por  el  desembocadero  de  un  rio;  que  llamo 
de  Sta.  Catalina.  Corria  cnUe  ricas  praderías  y  estaban  las  mobta-< 
Sas  vecinas  bien  pobladas  de  árboles^  entre  los  cuales  habia  robustas 
encinas  y  pinos  bastantes  altos  para  servir  de  mástiles  á  los  jpaa 
grandes  bsjeles*  £n  el  lecbo  del  rio  encontraron  piedras  con  venas 
de  oro. 

/^  Colon  continuó  por  algunos  días  costeando  lo  que  quedaba  de 
Cuha^  y  celebrando  con  entusiasmada^  palabras  la  magnificencia, 
frescura  y  colorido  del  paisage,  la  pureza  de  las  aguas  y  el  número 
y  comodidad  de  los  puertos.  Su  descripción  de  uno,  á  quy n  dio  eb 
nombre  de  Puerto  Santo,  es  una  muestra  de  su  viva  y  candida  per*, 
capción  de  las  bellezas  naturales.  „La  amenidad  de  este  rio,  esda- 
ma,  la  claridad  del  agua,  en  la  cual  se  veía  hasta  la  arena  del  fondo 
7  OMiltitud  4^  palmas  de  vigías  formas,  las  mas  altas  y  hermosos  que 
be  hallado,  j  otros  infinitos  árboles  grandes  y  verdes,  de  los  pajari^' 
lloay  verde  de  Idb  campos,  hace  este  paU,  Príncipes  Serenísitnoa  en- 
tente aMUcavilla  hermoso,  que  sobrepuja  á  los  demás  en  nmenid^  y 
belleza»  eomo  el  dia  en  luz  4  la  noche:  por  lo  cual  sofóa  yo  decir  á- 
mi  geckiía  muchas  veces,  que  por  mucho  que  me  esforzaae  4  dar  en« 
tera  relación  de  él  á  VV.  A  A.,  no  podría  mi  lengua  decir  toda  la  ver*. 
dad|  ^i  mi  pluma  escribirla;  y  cierto  que  yo  he  quedado  asombrado, 
viefidP  tD^t^  h^mo^ura  que  no  sé  como  contarlo.'*  La  diofanidad 
del  mar,  que  atribuye  Colon  á  la  pureza  de  los  ríos,  es  propiedad  del 
océano  en  aquellas  latitudes.  Tan  clara  está  la  mar  en  las  cercanías 
de  .algunas  de  las  islas,  que  se  puede  ver  el  fondo  en  tiempo  sereno,. 
€U>mo  el  de  una  cristalina  fuente,  y  los  habitantes  bucean  á  cuatro  ó 
«neo  brazas,  en  busca  de  conchas  y  otros  mariscos  que  se  ven  desde 


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— lio— 

k  superficie.  Laa  ddicndat  briras  y  p<ireH  aguas  de  Tus  isíaSf  pue- 
den contarse  entre  sus  mejores  bellezas.  Como  prueba  Éb  la  vege*» 
tacioD  gigaátbsca  de  aquellas  ^stas,  Itace  mérito  Colon»  del  enorme 
tamafio  de  las  oanoa^i  formadas  de  un  solo^tronco  de  árbol.  Habni 
▼ísfo^  canoas  capaces  de  contener  150  personas.  Entre  otros  ártica-^ 
los  Hallados  en  las  habitaciones  de  los  indios,  vi6  una  torta  de  cera« 
que  la  trajo  de  regalo  á  los  reyes»  obserrando  que  donde  hay  cera, 
debe  haber  otras  mil  cosas  buenas.  En  tiempos  posteriores  sé  ha  bh^' 
puesto  que  vendria  aquella  cera  de  Yucatán,  pues  los. habitantes  cte 
Cuba  no  tenian  la  costumbre  de  recogerla. 

EPcinco  de  diciembre  llegó  Colon  al  término  oriental  de  Cuba 
que  suponid  fuesen  los  lindes  del  Asiu,  ó  como  siempre  la  llamaA)iaf 
de  India.  Le  dio  en  consecuencia  el  nombre  áe  Alfa  y  Onuga^o 
el  principio  y  íin.  Se  vio  después  perplejo,  aeer^i  del  rumbo  quo 
toii|^ria.  Deseaba  seguir  la  costa  en  su  vuelta  al  SO.,  que  le  ñevaria 
á  las  regiones  mas  civilizadas  y  opulentas  de  la  India.  For  otro  la* 
do,  tomando  este  rumbo  era  forzoso  abandonase  toda  esperan^.a  de 
encontrar  la  isla  de  Babeque,  que  aseguraban  los  indios  hallarse  aF' 
NE.  y  de  que  seguían  dándole  magníficas  descripciones:  embaravso- 
so  dileoxa,  característico  de  un  viage  tan  estraordinario  en  que  ne  es- 
tendia  uiyle&conocido  mundo  á  la  vista  del  esplorador,  convidándo- 
lo por  todas  partes  con  maravillas  y  bellezas,  pero  un  mun^o  eti 
que,  cualquiera  que  fuese  su  elección  pedia  separarlo  de  los  verdade- 
ros países  del  provecho  y  de  lu  delicia. 

Mientras  navegaba  Colon  mas  allá  ¿el  estrenao  oriental  de  Cu« 
ba,  dudoso  del  rumbo  que  tomaria,  divisó  cierta  tierra  al  S£„  que 
4  medida  que  se  acercaba,  le  reveló  altas  montaña^  por  cima  del 
denigÍAdo  horizonte,  anunciando  una  isla  de  grande  eslensioii.  Loa 
indios  .esclamaron  al  verla,  Bohío;  nombre  por  el  eaal  érela  Cotón 
que'  daban  ¿  entender  pais  ubumlante  en  oro.  Cuando  le  vieren  les 
indios  tomar  rumbo  para  ella,  dieron  señales  de  profundo  terror,  im- 
pleráudole  que  no  la  visitase,  diciéndole  por  señas,  que  sus  habitan- 
tes eran  fieros  y  crueles,  que  no  tenian  mas  que  un  ojo,*  y  que  áe^XH 
raban  á  sus  prisioneros.  El  viento  era  contrario  y  las  noches  largas, 
y  como  no  acostumbrabnn  navegar  en  la  oscuridad  por  aquellos  ma- 
res desconocidos,  emplearon  cerca  de  dos  días  para  llegar  á  la  isla. 

Ya  se  ha  observado,  (jue  en  la  transparente  atmósfera  de  los 
trópico»,  se  divisan  los  objetos  á  larga  distancia,  y  que  la  pureza  de* 


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—111— 

wYt  ysérenidsd  del  eidír,  producen '  mágicos  efectos  en  el  paisage^ 
C«o  ettaflefiliiJAé  «imreció  á  su  vista  la  beltn  isla  de  Hm^L 


Fu^  tóñ  bien  recibido  del  pá|»Ilco  e^t^  documeiito,  t 
tan  riYpida  su  salida,  conndo  en'aftos  pasados  lo  Inserta- 
mos en  las  Utemorlas  de  la  Real*S<»cledad  Econx^mlc^  qiM 
teny  breve  se  conclnj'eron  los  ejemplares  y  desapareció 
la  etfeio^.  l»tft  eltw^nnsi^cin  esforzada  coik  la  süiriMA  áé 
(«rsOfl^U  respetables,  nos  obliga  á  pnrtocoWlo  hoy  «ü 
«mestra  obra  con  el  nol4e  ol^f  o  de  per^tnar  la  bella  pro* 
dncelon  del  venerable  sacerdote  ^oe  supo  honrar  el  pate 
siempre  atareado  en  el  ejerelcio  de  la-  moral  y  adelanto 
de  las  letras. 


£a  elogio  del  Escmo.  Sr.  D.  Cristóbal  Colon,  primer  almirante,  rirey  j 
gobernador  general  de  las  Indias  Occidentales,  su  descubridor  y  conquis- 
tador, pronunciado  con  motilo  de  bahorse  trasladado  sus  censas  de^ la 
iglesia  Metropolitana  de  Sto.  Domingo,  á  esta  catedral  de  Ntra.  Sra.  de 
la  Cmicepcion  de  la  Habana,  por  el  Dr.  D.  José  Agustín  Caballero,  mae«- 
tto  de  filosofía  en  este  Real  y  Coheilla^  Cdegio  Seminario  de  Sm  Car« 
loe  y  San  Ambrosio,  en  la  maílana  del  19  de  enero  del  aOo  1796. 

Al  M.  I.  A^ntamícnto  de  esta  ciudad  de  k  HabuM. 

SírT  ILUSTRE  Sr.  ^ 

Si  yo  bife  el  sacrificio  de  mi  salud  y  de  algunas  de  mis  octtpa« 
tíones,  éuando  me  encargué  de  formar  el  elogfia  ftinebre  á^  síimpre 
famoso  almirante  don  Cristóbal  Colon  ahora  que  V.  S.  M.  L  se  b« 
i^rvido  pedirme  el  cuaderno  para  darlo  á  la  pfjlfliea  l«7s,  aaeriieo  U»^ 
da  la  fuerza  de  mi  genio  y  quiz.i  la  tranquilidad  ele  mi  espíritu.  Aq««l 
primer  sacrhlcip  ftié  un  homenage  que  rendí  guatow»  y  juatattwnf  á 
mi  é^go  el  Sr.  Dr.  D.  Diego  José  Perél  Bodrigfoei^  .ctftóttif  o  d# 
m€tteáá%  esta  catedral,  este  segundo  ea  onapolfciott  d«ÍBfeiiei«  i  Um 
deseos  é  Insíb ustiones  de  V.  S.  M,  I.  para  mi  muy  rtapenMf »•  De 


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—112— 
iioo  y  otro  podcia  jo  dedaehr  derechos  incontestables  á  redamar  im 
dot)le  paUoátf iou  Pero  ya  que  V.  S«  M.  I,  añade  á  la»  fíneílis  ú&o  fue 
me  honra  en  su  oficio  de  29  de  enero  prócsimo,  la  de  querer  se  im- 
prima mi  sermón,  sin  duda  para  que  ho  ignore  el  mundo  ni  la  menor 
de  las  demostraciones  que  ha  Hecho  la  Habapa  en  honor  7  obsequio 
del  descubrimiento  de  las  A  maricas.  V.  S*  M«  I.  debe  quedar  consti* 
luida  i  franquearme  su  protección;  condescendencia  que  siendo  en 
V.S.M.I,  una  mera  franquicia  de  su  generosidad,  será  en  m4  una  hon- 
ra y  un  provecfio.  Una  honra:  ¿Quién  no  se  realzará  con  la  estampfi 
del  esclarecido  nombre  de  V.  S.  M.  I.?  sUii  provecho:-  jo  espero  cof|- 
fi«daiaente  que^los  Aristarcos  que  mordieron  mi  serm^  al  oirí*  ^m^ 
botarán  sm  dientes  al. igual  que  los  zoilos  que  lastHiiaron  eat&neM  j 
después  mi  reputación  á  vista  del.  digno  Mecenas  que  abriga  mi  pro- 
ducción. 

Tenga  jo  la  gloria  de  ser  autor  de  la  primera  obra  que  sale  im- 
presa bajo  los  poderosos  aaspicios  de  V;  S.M.  I.;  j  tenga  Y.  S.  M.  I» 
la  bondad  de  opeptarla  j  protegerja  también^  si  alguna  luz  maligna 
la  ofendiese  de  nuevo.  V^.  M.  L  sabr^  sincerarme  j  escusar  mir 
jerros»  mientras  yo  no  sé  mas  que  complacer  á  V.  S.  M.  I.  en* 
fregándole  el  cuaderno  que  me  pide»  mas  trémula  mi  mano  en  este 
acto  quería  de  Teófilio»  cuando  puso  sobre  las  aras  del  Capitolio  la» 
obras  de  Marco  Tullo.  I» 

M*  I.  S.  Queda  de  V.  S»  M.  I.  su  mas  átenlo  servidor  j  capeHaD 

tír.  Xosé  Agustín  Caballera, 


^   "  Patasme  vivent  ossa  í*te?   I^eq.  cap.  J?,  v,  3. 

¿Qué  08  parece,  vivirán  ó  no,  estos  haesosT 

¡Qué  diversa  eSf  esclarecido  CristóbahColon,  grande  almirai^ 
de  las  Indias,  q^e  diversa.es  Ja  entrada  que  acabas  de  hacer  esta  w^ 
nana  por  las  calles  3rplazas.de  la  Habana,  dé  la  que  hiciste  en  ia 
isla  deiioiosn  de Guanabaní,  por  lósanos  de  I492S*¡Qirédis^ntpa 
loa  motivos  de  la  una  j  de  la  otra!  ^Qué  desem^ántes  sod  sift  ol^ 
tos!  i^Xk  entonando  &sti?a  hacimíent<^  de  graeias^  rocHado  c^  un  ^ 
parato  de  trninfa^  rouaícift  «niliur  y  b^nderaa  de^gadaa,  f^iia^^ 
primera  en  pisar  \m  márj^aea  ipcqkas  de  aquel  fiii^vo  terrilom:  UÁ 


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én  medio  de  iinn  pompa  fúnebre,  etirdludos  los  pabeltones  ofH!ionii« 
)és,  tordü^R  músicn,  destempladas  las  cajas  7  afmgado  el*i%tphindor 
de  8U  afta  di^njílad,  erescondocido  en  ajenoabrasos  hasta  elintaríor 
•  del  Santtmn(»«  Allá  se  incitó  el  deseo  de  rer  realiaadaa  tus  «ónjettr 
ras,  y  comprobadas  tna  profundas  meditaciones,  Aibre  la  ecaíateacia 
deoQ  Nuevo  ^undo:  acá  te  trae  eliJereeJto  qiieeaelaaívameiile  aai»- 
\é  á  loa  americanos,  de  conservar  t^ia  Qei^i^as.jr  escaparlas  del  insul- 
to que  podría  i nferírras  alguna  envidiosa;  alfa,  en  fin,  foiste  á  ea-^ 
grandécer  los  timbres  del  Evangelio  y  dilatar  el  imperio  da  los  fejtp 
eatolicoi*:  ñ^  viisnes  á  rjecit|ir  decoroaamasfe  loa  «snfrtifiofl  que  na» 
nsee  tu  digna  alma.  jSiiiiio  Dios!  ^Dios  inmortnJ!  Beadfto  aaaa  pof*^ 
que  mediante  una  cadena  de  sucesos  inesperados^l  vales  hoy  delot 
huesos  del  célebre  Colon  para  presentarnos  un  contrasta  aaombrtMa 
de  gloria  y  mimtllacion,  de  flaqueza  7  poderi  ¿Pai'o  qaét  ¿ao  e«  vfr* 
dad,  señores,  que  el  hntnbre,  aun  el  mas  noble  j  «I  maa  distinguid* 
pñada  faducirse  á  polvo?  ¿río  es  verdad  que  eata  mismo  polvo  pueda 
elevarse  á  la  cumbre  escelsa  de  los  honores?  Subamos  si  quaraoMMi 
desehgaftitmos,  al  orljbn  de  la  verdad^R^andeza«  verenMs  eanci- 
lladas  estas  aparente!  contradicciones  j^iistificada  la  ee/amonia  qua 
estamos  practicando  sobre  los  huesos  siempre  vivos  del  faraiMO  Co|att* 
l^lciierpo  humano,  esta  obra  admirable  del  Omnipotente,  m  ea 
tan  precRso  como  seio  figura  el  sectario  de  Epicaro  qua  lo  idolatra» 
ni  tan  despreciable  como  aa  lo  cree  él  impio  que  lo  desatieade;  ni 
merece  el  aroma  que  se  le  qnem(V«á  su  hermosura,  ai  los  ultrages  da 
que  suelen  cubrirae  sus  reliquias:  61  es  un  objeto  ótil  ó  fanaato,  odio* 
so  i  respetable  según  el  uso  á  Jo^e  se  le  aplica:  la  virtad  le  atrae  ho- 
nores; el  pecado  lo  llena  de  hWror;  el  cumplimiánto  de  las  obUga* 
donetf,  esoribia,  San  Gregorio  Na/Janzend  lo  exalta  j  anaablaee;  el 
vicio  lo  denigra  y  lo  diffHHa%  Paraíso^  iníianio,  las  almas  solaa  tío  sos 
las  que  gustan  vuestras  delicias  6  viiastroa  torasaatoa:  biea  podría  su* 
ceder  que  oa  habitasen  loa  espiritus,  como  aoaadé  ouatmio  la  obe- 
diencia 6  desol>ed¡encia  separó  los  ángeles  malas  de  los  buaaoa:  asas 
Dios  ha  querido  qne  los  cuerpos,  £  quien  se  unan  las  almas*  auaieii- 
ten  nuestra  luz  ó  nuestra  tiniebla.  Cuando  él  venga  sobra  laa  atAaa 
á  pesar  en  su  fiel  hnhinza  las  oparaetoaea  de  los  vivos  y  de  loa  mvtW" 
tos,  Hu  trompeta  reanimará  las  yertas  cenizas  de  los  sepulcros,  para 
que  las  criaturas  congregadas  al  pié  de  su  tribunal*  oigan  y  vean  e« 

Jecutar  sobre  sus  propios  caerpoa  la  seatenoiaqiie  proaua«iára« 

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LéjoK,  Ujos  ik  «qui  el  que  sospeobáre  que  yo  trato  Je  preveuU 
el  jiitéto  4|u»  formará  Díob  y  el  deatkio  que  dará  al  eiierAde  Coloo 
el  día  do  la  retribución  general.  Mit  anatemas  estambadot  en  el  oaof 
vo  y  viejo  testamento,  cneriañ  sobre  mí,  si  yo  delinquiese  en  este  pan*  . 
lo.  Mi  ánimo  ba  sido  justificar  segundas  doctrinas  de  la  relifi«>B  qiia 
ftfofesamos,  los  honores  qi»e  rendimos- á  los  huesos  á^  CoIoRi  omi- 
tiendo,  como  superfluos,  muchos  ejeniplos  que  nos  suministran  loa 
egipcios  en  el  reslibulo  de<sus  sepulcro?,  los  atenienses  eo  el  osdá* 
ver  del  venoedor  de  Sáoios,  Perícles;  y  los  mismos  hebreos  ea  el 
ftineral  de  Jesffphat,  Oslas  y  el  general  Abner.  Y  si  esta  justifieaoíoo 
use  deriva  dé  la  dignidad  de  los  objetos  á  que  se^  aplicaron  los  difiín* 
tos  cuando  vivo^^ingunos  honores,  ni  mas  justos  ni  mas  merecidos 
que  loe  qne  estamos  haciendo  á  las  cenizas  del  descubridor  de  la  Amé* 
rica.  Vosotros  me' preguntareis,  y  [cuáles  fueron  eaoe  cwjetos,  esaa 
ocupaeionest  yo  oe  respondo:  Dios  y  el  estado:  una  multitud  de  vir* 
tudes  morales  y  cristianas.  Ved  aquí  el  plan  del  elogio,  que  ae  ata  tía 
encargado  forme  á  la  memoria  de  Colon. 

Si  ni  fantasía  y  mnHÉ|e  elocuencia  igualasen  al  estapojr  que 
me  eausan  las  acciones  déoste  héroe  tan  singlilar,  mi  discurea  eoi> 
responderla  á  vuestra  espectacion,  á  mis  deseos  y  á  su  gloria*  Sta 
embargo,  por  grande  qué  él  haya  sido  en  la  opmjon  de  los  hombres, 
no  recibirá  de  mf  el  homenage  servil  de  una  adufaoian  engmrosa.  láS 
verdad  simple,  pura,  ingenua,  es  el  lenfuage  que  debe  eeeoobarie 
en  ta  cátedra  del  R9píritu«Saato.<Asf,  pues,  óoa  lodo  el  respetada* 
bido  á  este  lugar,  y  con  arregU»  á  loi  mandatos  de  la  Silla  Apostó* 
lica,  en  especial  al  de  Urbano  VIII,^]  comenilré  diaíetido  que  J 
de  cuatro  ciudades  [2]  se  disputan  ffilavfa  la  cuna  de  CMoa,  < 
disputarcm  la  de  Homero  los  eolofiintos  y  chios,  Jos  aalaamoa  7  •ép 
■Hineess  prueba  incontestable  del  aprecio  con  que  todos  míraJí  el 
verdadero  «vérico»  Deade  muy  temprano'  le  encierran  sus  padrifi  an 
k  UnévertkkiddePavfa,  mientras  logra  poaeer  eompletaaaeale  la  Um» 
g«a  lalMia,  la  eosmograáa,  la  astronomía  y  el  áisefio.  Su  genio  le  ia* 
olina  deapnes  á  la  navegación,  hasta  el  estreíAo  de  considerar  conse 
esfera  muy  reducida  el  Medkerráneo  todo;  él  quiere  visitarlos  ma« 
P69  del  Norte  y  las  orillas  de  Islaadta.  Su  curiosidad  lo  arroja  allá 


[1]  Deeretodsfirde  janiodel6dl. 

]9]  Géaova^  Plaseacia,  Sabona^  Nerrt,  €ugurcoi 


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9^ 


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•I  dffiüo  pokr,  y  m  «M^a  i  mi  penc#  tm^Aim  <{«•  kaeia  eiilMcaa 
•I  eooo  á^8  irenecUnoi  y  ttifWM,  rivalet  ^  los  genov^Ms:  ti  le  rké» 
lau  con  que  presencMi  4e  etpirilu  se  sostiene  enlre  las  •llamas  que  m* 
ceadiao  sa  baque:  eo«  qué  liiUepidex  saltad  Agua  j  aada  dos  legtia% 
ékeitm  que  el  Altísinao  lo  pnrtega  j  reeeff  ab^  para  algunas  grandes 
fifaaas,  asi  eomo  fNneaenrq  jui  otro  tiempo  de  las  oatrientes  del  im^ 
petroso  JKih»  al  que  deetinaba  para  gele  de  su  pfeblo.  £1  ansia  por  daseiH 
brir  nueves  países,  lo  ascribeai  serrieio de  Portugal:  fija  su  nsslde»^ 
6ia  eo  Lislipa  y  allí  contrae  matriiuoiiío  e»m  Felipa  Mui&iz  Parea* 
irallo- 

Lñé  d^das  de[  nuevo  esttfdo,  ni  relajan  la  integríckd  de  sos 
eostniíibres,  n^ener? ao  la  aetifidadde  su,espiritu.  Ujo  muy  bien  San 
Jaan  ^th^ííiojgOi  el  matrimo^o  no  se  opone  á  las  costumbres,  y  pa- 
ra €olon  fué  uji  motiro  de  «^pe? as  ocupaótones.  Su  snegro  gocabn 
•«téaeea  la  reput^etoivdel  mejor  u4utico  entre  los  portifgneses.  Loe 
jliarioa  y  obserrat^ones  jáe  este  eapiton,  inflaman  y  lisonjean  su.ps* 
•looy  lo  llevan-á  U  Madera,  doivde  establece  comercio  por  miicbo 
tienipo.^con  (^Cañarías,  las» Azores  y^|M|M)8e8ÍouésJSortUguesa8  ea 
Ouineky  eg'el  pniiti|Aent<rd^  África.  ^Vp 

Ir^MiUemei^  demos  «ralbado  yápala  famosísima  época  de  la 
irültt^^^mnaaqugüa,.digft¿en  que  los  mas  .^partos  náatieos  atar* 
iiM|^H^uSjl)igeffl9s  po(  descubrir  un  tránsito  á  las  ludias  Orien* 
tales;  este  fué  el  importante  astinto,  que  ocupó  entonces  los  entendi* 
ii»ieii^)a  btimanos;^  pareció  seria  fur/.oso  costear  todií  la  pauta  del 
Afriea,  derreiero  dejQoñociJo,  Awy  dilatado,  difícoHoso  é  incierto* 
fil  sabio  Colon  tcntá.  si  era  poflble,  hallar  otro  mas  Qorto  y  üms  de* 
reeho.  Befleéstonando  profunqW^nte  sobre  la  materia...  no  me  atre* 
ao  á  prosegoir:  ráte  paso  de  mi  disenrso'  ezije  una  lengua  ménoabal* 
Inicieále  queja  ii|ia',  unos  retorísmos  mas  humosos  y  una  energía 
de  qua  carecen,  mistlblos  labios.  ;Gómo  podré  yo  pintar  la  tituacion 
liel  cerebro  de  Colon  en  este  momento  disipando  preo'copaoionesi  re* 
tdríeiido Jiñas  Y||eas  y  creado  tiUa^  lasr  mas  étiles  qoe  ha  armada 
la  mJ^  del  J^in0(el.i(lómo  podré  re{^8ei\(ar  rivamente  á  ¿a  sa- 
Ms  qoe  bamiata^  conjetura  á  i^  co8mÓ|ra^;que,midet  i  «n  astro, 
mo  q9e4&alc4a,  á  Calón,  én  ñn,  que  navega  idealmente  hacia  el  mar 
Atlántice!  Somei^Ma  en  laj^  aha  madítaetm,  trae  á  rífaroso  exá- 
«len  los  pnnciptos  de  l^fis^Reinaote  y  las  doctrinas  úb  foteolegía, 
¡aéPavo  podrán  oainhtar  eoa  las  cabezas  absfi  Wofnbrea  eolimvdea  m 


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#  —116- 

tttt  ktmidferio  X)piie8lo  aI  imectrü!  ¡oótno  es  |>oMb)e  que  iin<ta  hofulurM 
separudus  de.  nosotros  por  los  abisnos*4el  Océano,  teni^n  uneslro 
mismo  orí  jen,. desciendan  &  Adaii  y  perlicipen  dei  beae6oio  de  ia 
l^edeiMÚou!  ¿Podrá  hábiftir  la  especie  hutiíana  bi^  la  xona  tórrida, 
donde  es  tan  violenta  ij  acción  directa  de  los^ rayos  Solares)  Por  otra 
^arte  Ta  figura  esférica  do  ia^ierra  meii9ce  eoftcluir  que  los  coati-i 
nenies  de  Europa,  Asia  y  ▲&ica,  solo  componen  una  pequemaÍMH 
porción  dei  globo  terrestre.  La  sabiduríory'LieiieficeoQia  del  Aulocda 
la  Naturaleza,  me  prohiben  pensar  que  el*  vasto  espacio  nji^ioiioeido; 
8ea«eubierto  enteramente  de  un  estéril  Océano;  no  hay  di-íicultad  ea 
íirferir  que  el  continente  del  mundh  conocido^  puesto  sobre  las  cos- 
itas del  (^lübo,  es^ontrapesaiio  po»  una  cautided  igual  casi  de  tiefras 
en  el  emtsferio  opuesto.  ¿Qué  otra  cosa  éomprueban  ^s  f^g^entoe 
lis  madera  labrada,  procedentes  del  Oefte,  que  #ehnn  visto  nota»  stt- 
bre  las  aguas?  ¿Qué  otra  coáa  dengtan  esos  irbf^s  desarraigiidos,  esoc 
hoqabres  de  estraña  fisonomía  vpmílado  portel  mjf  sobre  las  costy 
de  li^  Azores?  Así  filosofaba,  señorea,  nuestro  profundo  niuttoo,.& 
veces  conven(¿Mov  á  vece^ia^piso,  cuando  se  acuerda  de  los  coiise* 
jos  del  libro  de  los  prpveiiiBrno  fies*de*tU'pri\(^ncia:  ifo*sei¿f  sabio 
en  tu  esiimact01l^  pregunta,  busf^^a^04)sulta  d^.  otro,  «fletólo  á,  es- 
tés dictámenes  oaurreji  su  cuñado  Pédrj^. Correa^  t)|strgo^Mar  .'A 
los  hechos,  referidos  en  los  papeles  públiqps,  jr^'^d^  ^IMp^nc^y, 
ntédi^  florentino  muy  célebre  por  «ua  conocimientos  en  U  ^osmoi- 
grafie.  Si  el  tiempo  nie  Jo  permiúera  me  áex^n^í^  de  buen  gcoiioeii 
reeomlndar  las^escelentes  virtudesi  esc'bniíidas  en  este  pasage  de  Ui 
vida  de  Colon^  su  modestia,  su  hurmidod,  la  desconfianza  de  si  pro^ 
pto,.la  confianza  en  Dios,  la  defere^C  ^  ^^^  semejantes:  os  haría  ver 
que^estas  virtudes  solo  nacen  y.  florecen  en  los  terrenos  bañados  ^ 
fertilizados  con  el  rocío  def  Evangelio;  y. que  cuándo  la  QÍejDcíá'no  se 
apoya  en  el  teiiior  santo  de  Dios,  hincfas^el  coraron,  no  ilustra  al  al- 
ma, antes  bien^la  oacurece  y  ridicu1iza«al  Jionibre,  como  le  aua^dió  4 
cierto  presumido  filósofo  qite,  desnudas  sus  carues^^e  iaátaba  da  .un 
despAbjrimiento^  gritando  por  las  ealles  púbikiis,f|pveiy,  Hui^^  P^'^ 
mas  adelante  úoidlti^rá  cdj^uirtifri^'oportiiaft  para ^Maajerar  la  rali^ 
ftoiidad  de 'Colon.        •  .       '    f      t   ,*     • , 

Corrfa  y  Toscaoelly  aprueban  eUyvisinwt  4MM»yect^  y  elaiH#r 
resuelve  pasai" de  la  teoría  á  k  practHl|^  G«ncibe  queeMa  hada  ser 
■say  oostosai  conoce  li^  escasez  de  sus  laeolladea;  y  que  es  j 


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»Jk — m    t,  ■  j^ 


—117— 
p«iMUe  l«  pmfttpioa  ée  algún  pivlHiUido  de  la  Europa,  Por  ^a 
egycie  de  p^tnoiiaRio  te  dirige  á  Génoim:  la  repéblíca  fe  trata  de 
visionario*  Convierte  deiipues^os  reetir»O0  á  los  tronos  de  Juon  II 
de  Portugal,  Enri^we  Vll'de  Iñgbiterra  y  Lois  XI  de  Fjraoci^:  todas 
eaJiioao  —ñ  propu^ftas  py^  aiieñoe  de  una  imarginaeion  epferma  y 
•eaiofada.  No  obstante,  in^l^vMo  sienipre<»^  attud  maacitd  euto- 
aiaaaio  <]tte  sugi^  gramlc^  éinpreaas,  y  eesteni<k>.  siempre *de  a». 
eitsria^h  aatáduria ,  djgvofa  interiormén^loatiieultoay  loa  afWKÍo^  y  co- 
MÍenza  á  aegaoiaroou' España.  La  dará  gnerra  t|ue  niafttefitajpií;^6n- 
•ea  noaatra  unclop  contra  el  reiao  de  Granfida,  el  carácter  de  ^r* 
M»do  el  Caiólioo,  qu^.no  entpeiba  ltj|U'aMieMte- en  nego^i^éS' f^^ei^ 
aíua  ísoH  rauoliA  prémeditaeion,  y  lo6-géte8.<|ue  dieron  algunos  pre* 
aantaosoi^.  pusilánimes,  le  ahuyentaren  del  territorio^dé  España*.  Ya 
faid>iir  entiE^á  en  |n.  Pnente  de  Pinos,  cuando  loa  reyes  cal^li^os,  ra^ 
jor¿nA»mffidoa-por-lo9  buenos  pficjos  que  praeücaron  .cuatrp  espanoi' 
lea  de  no  migar  M||truccion  [1]  haeen  que  Colon  retJM>cÍQda  á  la  ^¿f« 
le.  Es  imponderHble,«8ep^oras,  la  rapidez  coa  que  Isabela  arr^glii  y 

.  funaali^  el  plmi  deLviage* '  ^^^.    ^      ^  *  *•:•  *"' 

Sus  arbttrios«y;^i^{Mbsid¡6  de  ^te]]^ff 'florines  qoe'^rMa  el-e»- 

^nbanafl^^^eí,  apeo ntjAU,  tres  enrabíelas  en  elgujAto.de  P^tfy 
CoM^^^^H^páchüdo  paoi  partir.  Mas  él  no  quier^.Ut^avia  ha* 
e^^^^^^^^B|ii  su  juicia  carece  de  los  primerojí  preparatin^  Bl 
fiab^M^irorqiie  si  Dios  na  edifica,  tr^baj^  en  vano  loéuarqilitoe* 
toa  y  «que  eHi^i/iibré  crue  nada  puede  sin  el  aukilio.divino,  ia  púaile 
ando  eoafortado  dé  la  gracia^oder,  protección,  riqueza,  arftina,  (ff^ 
aaia todas  vosotraa  en  la  iQ^ncia  del  Señor  dal  universo?  Su  víata 
«8  eá^fMi^  de  estpeiQ^cer  ei  glójl^el  ceniacto  di  stf  dedo  hace  hiK 
mear  lo*8  mondes  mas  sólidos  y  entonces  vesotrhs  dssapareceia  <)dfl«o 
sátiles  pajas  atropelladas  de  vientOr^leno  e|¿peclio  de  Colon  deetf- 
toa  faügíosos  setitimieaibs,  invoca  por  un  acto  público  de  devoemí 
«i  patffoeániojdel  .cielo.' ^j^nsorcio  de^lbs  otros  viageros  eatr«pfe- 
aeaioaaimente  en  el  mon^j^rio  di^Rt^bida:  todt>s  conÜM^oa  y  ab- 
aiieltipf  i  r^piban  de^.  pnor  Pérez  aq^iel  gaA  sagrado  cdin  que  se'aliea- 
laii  ÍQa*béroea  cfistíapos.  C^nr  señores,  Ijh  j^enido  ai^ui  á  solicitar 
iikloftaleza'ji.el  aaiarto,.nO  coma  los  héroes  'del  pe^aniamo»  deipstr 


[1]  Lii^.de  San  Ángel,  ABpo  de  Qointamlla,  don  Pedro  Gon^al^  4e 
Ff .  Joan  Pstts,  eonáesar  de  la  ^ÜMu 


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—118—^ 
dazaodo  el  vUotM  de  Iok  aniíaeiiu  pera  regitlrtrlet^M  9mitmam  j^evf 
en  eUa  la  «ueit»  que  le4  enfieraba,  si  r«cibieMÍo  el  «nerpo  de  Jenwei»- 
to  coiuo  lo  usarou  Sátíro  Alfonso  VIH  y-  GreciaotK 

Cuan||o  JO  me  figuro  la  6ic««4fa  de  Oolon  ei«fiaQdod  mar  liár 
eitf  el  .Oeste  en  poM  del  NiMfo-  Muad^v^e  pa«<ece  nsortMlir  de  Imí 
ac^mpao^entoe  de  Israel,  aquella  p^r^imí  de  varenee  escoydoe  ém 
/cada  lina  de  las4ribus,  para  deaoubrlr  ^espiorar^a  ««era  cotí 
de  Canaa^.  Es  niujr  parecido  el  f iage  de  los .  uoos  jr  de  léi  i 
aqtiellos  murmurando  toda  la  jornada  contra' Moitee  5  Aaren,  y  ám* 
rey  do  mas  bien  iiaber  perauínecido  en  el  Bgipt^:  estos  reveladse 
^pya  Cb(pn|  casi^  decididos  ñor  el  regreso  á  Europa:  los  pnaseves 
intimidados  de  los  rumores  q4ie  corrían  soiire  el  carácter  j  cerpuieii* 
eia  de  los  habitantes  de  |a  tierra  que  iban  ád«acabrirvloe<«cfiindoa 
Msfria4!0S  d®  baber  emprendido  el  desctibriraiento  de  unos4)<ibee  íg^ 
norados  de  los  mismosoiávtscos.  |¡n  un  solo  purttcnlar  diUbren  eetM 
afluí  espediciones^  i  saber,  ea  que  Dios  oostigó  ^os  d^raetores  de 
M oÍ4pff  y  ahord  no  quiere  esearoMntar  á  lo;  qil^  v^jan,  amenazaii  de 
naerte  á  Ci^ltm**  7  l#  jur^^bandonarlo  si  al  tercer  día  n^^avietatt 
«ierra.  ¡Qué  estrecho!  ¡qc^errjl^le  e^eclu>  ^tu^  G.oKmi!  él  apura 
cua|^  medio8*le  ^inspira  ia  humanidad,  y^lega.  cilan^^hgaes  1|^ 
dieta  su  Biricia  naval:  ya  les  pone  delqj^te  las  glorias^^^^H^po^ 
deroflfrJA  el  suelo  que  iba  á  tomar  el  fH>inbre  es^^^^^^^Hb» 
lus  naciones  del  Orbe^  nadgi  logra«^Cíertagaentfi  <^uemiPM|BiBOce 
hftsta  entonces  se  hübia  visto  •  en  empeño  táo  apretijdo)  tan  eia  r^ 
duróos.  Bven  sé  el  estrecho  en  que  sevióJulio  César  con  todas  tue 
liumitM  i  las  orilles  del  Rubicon,  pero^ffmbien  se  halla  el  íelb  m» 
«urso  de  vadear  i  aiMo  las  «^asj^jj^hiiiooo  ignoro  el  coi||hcko^de 
A^iía.cttando  Darío  aeampó  répeaii ñámente  doseiei|^  rail  íuImí- 
lee.y  diez  mil  caballos.á  mil  pas09.de  los  muros  poco  «mis;  pero  ae 
•abe  que  la  intrepi^ea  del  joven  Mi  (ciados, .eludió  un  lavce  que  p^^ 
reda  inevitablemente  {uné^.  La  Hislfiría  Ssfrada  sos  refieM  te 
ttíete  aititacion  en  que  puso.LiqHi  á  Judas  Maeabeo,  hastajiaoe^ 
Uoref  delante  del  Señor;  peco  segoi^mente  nos  diee,  que^pnreeié»- 
étme  un  áofel  de  improviso,  arrolló  el  agército»  y  los  •elefantesito  Li* 
Mas  el  estado  actual  de  las  cosas,  y  las  aüterier^  eaorreoda^ 


no  permiten  á  Colon  tomar  algún  parü^.  fie  arrojarla  al  agua  eo. 
mo  «1  Césarl  ese  sería  un  suicidio  pri3|pido  por  IfM  leyei  toda*.  ¿A- 
camparia  de  repente  como  Müeiadesf  No  había  tropaa.  -  [layaoarta 


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^' 


^K  im§9l  ñomo  el  Maemlwol  aaos  etpirttut  aguardMi  l«  vot  M 
Jüt^imáK  Ho  Ifi  t&t,fk  otro  arbiirio  que  sUefieiiL^  sufrir  con  p^eiMichi 
y  ««elaioar  al  cielo  con  d  probeta  Davtdt  -ni  anerte^  Señor,  sea  la  que 
fitere,  esti  ea  tus  ásanos.  En  eíeeiov  Dios,'  que  jamas  abandona  fas 
notas  intaaeion^^  les  presenta  á  loe  ireüita  y  tres  días  óg  natega*- 
cioa  la  isla  de  Gtianahanl)  al  puntoi  Colon^. siguiendo  ePegempro  de 
Jiijast  bendice  íaa  misericordius  del  Selk>r$  lf>s'ecos  agradables  del 
binoo  Té^Deum^  resuenan  por  la  carabela  SMtá-Mafla^  y  en  esta 
Venturoso  momento  se  acallan  las  hi^tlaa  de  la  tripolaclon,  se  secg» 
sea  los  ánimos,  queda  confuudida  la  errada  fisícartle  los  antiguos» 
asqtorado^os  deseos  de  Alejandro,  y  presEiiada^la  virtlté  dif f9olon.*    , 

\kh\  ¡ah!  yo  no  sé  hablar  Dios  mío;  yo  boj  rouchaebo;  es  Bienes» 
Isor  qiie  t(v  me  enseñes;  á  la  manera  que  enseñaste  en  la  tatigua  lej 
bI  larlamudo  Moisés;  comuuícalg  á  mi  espresion  tt  vigor  que  neos* 
aila  pava  que  este  rasfio  que  voy  k  producir  de  los  merecimientos  áe 
Cotón»  no  pierda  de  su  valor  ni  salir  por  mr  boeat  ¡Qué  gusfoao  espéc» 
lÉSMiU^pava  Colon  estar  pisando  unas  arenas  basta  entonces  descono* 
eidaal  Verse  ea  la  pMya  de  In  nueva  Isla,^  que  uno«irteVfí}  un  torrqp^ 
te*de  lág[imas  sobre  <a  omBllo,  de  regocijo  otro  le  estrecRli  afectuosa* 
IfS  bracos,  aquel  le  imprimeen  lo»pies  un  oséalo  d^re» 
\  le  besa  las  manos,  y  todos  de  rodillas  le  piden  par- 
cidad, de  su  ignorancia  y  de  su  insolencia;  CeNKi  asi» 
fa  estaMI5¡ffSs~como  dones  «gratuitos  de  Dios;  su  obrazon  no  se  engríe 
en  la  prosperidad,  y  muy  distnnte  de  aquella  (broa  aftoganeta  qae  ins- 
pira ea  las  almas  bajas  el^dUí  suceso,  congrega  á  su  gen  te,  y  Mhro* 
te  de  un  crucifijo  rinde  la^  mas  religiosa  sccion  de  graciaS|  ^Jnvoca 
nuevos  auxilios  para  las  empresaVfuturas.  Al  otro  día  bojea  toda  1a 
isla;  descubre  á  Santa  .María  de  la  Concepclomá  la  ,FeriTI1il9hia|  i 
la  I^Sibela  y  á  JuanH,  que  es  esta  en  que  novWidfnos  al  preseBle^ 
coneeida  con  el  nombre  de  Cuba.  En  la  primera  srngladif^  que  ha* 
ca  de  aquí  hiela  ehLeste,  avisHt  la  Tortea,  y  no  puliendo  aqefoar- 
•e|yef  losvíeatoe  contrarios  se  mantiene  dando  vueltas  á  la  Isabela ^ 
Bespnee  de  corridas  ciento  stetq  leguas  al  Levante,  por  la  costa  de 
Cuba,  dirige  et  rumbo  á  la  puntaoriental  de  elln,  fondea  en  el  Puer- 
to San  Nicolás,  pasa  adelante  vuelta  al  Norte,  y  cnfra  en  la  ftm. 
cepcion  y  en  la  Española,  antas  Tortuga. 

Yo  querría  viviesen  boy   los  naturales  de  Haytí  para^que  ellos 
Miismos  fuesen  -los  pregoneros  de  la  humanidad  y  amor  con  que  les 


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trataba  Cdlaii«  También  querría  víriete  el  cacique  Chíacanmiéh^^  pn^ 
rñ  que  él  recomendase  Iñs  virtiiJes  qrie  admrrden  Colno,  cuando  áes^ 
de  Ja  jsJa  de  Santü  Tomns  le  bizo  venir  al  entro  FrHnces^  par  media 
de  pnlftícoa  cuinpUmrenlod.  9i,  8i-eif.f  írtiacanakari  no  podría  ca|l»r 
líi  prudencia  con  que  el  A^mirFnte  manfjiñ  Ihs  estimulaciones  que  ce-^ 
lebrafon  entr'e  tí;  \n  diligencia  con  rftia  levo  ni  6  eJ  fuerte  Naridnd,'  y 
el  acierio  er>  úomhruré,  Diego  de  Ai-Tiira  por  su  comandiuiteamtreints 
y  oclio  bombita  óe guhrtúcion.  El  cach^if^  \n  liara  cnnndn  «e  deipi* 
de;  pero  á.  Colon  le  precian  retirarle,  sus  mirns  don  otrat:  lan  romnr- 
caa  que  va  deiciíbriendo  m)T\  para  an^  reye^r  es  menester  les  dé  cuerr^ 
ta«eaii}0  biren  vjfBallo;  y  tomando  el  rombo  del  C^té  descubre  totlett 
esos  puertos  del  Se  pie  ii  trio». 

Yfl  eatan  do  vuelta  en  el  deflierto  de  F:*ríin  íoi  cspJopadores  de 
Egipto:  traen  canlígo  higoa  hermniflp,  g^ruesua  racim6»de  nvaiy  gra- 
nadas; nsew'iirno  que  el  paia  deacubit^rlo  ea  amenfj^imo,  y  que  por  su 
püvimenlo  fiuypn  raudalet  de  leclie  y  da  mieL  Hé  aqui  un  reiriitü 
del  descubridor  Cidon,  qoe  presenta  á  los  reyeií  cntólicos,^  1«  JiabU 
aobre  las  nVarovHloaas  pnjdm'.cioneB  de  la  América;  bfinrbre^  de  ea- 
Iraordinaria  "corpiílencia,  metale»  esquisíta?^  piedras  prf^í'inaíi*  fru- 
tos nunca  vistoaj  rio?  de  plata,  costas  de  oro.  Fernando  f  íiuti 
no  aatisftícltos  con  d  magnífico  apRrato  que  díHpíisiemn  par/i  eu  en- 
trad a^agfegan  nnev  ai  marcas  de  distinción,  y  les  ronfirmarn  los^rt- 
viiegios  estipulados  eo  el  tratado  de  Santa  Fé.  (*)  E^in<  in^estras  de 
buen  suceso  del  Viage  de  Colon,  despierian  á  los  eepaúoles:  Jacurío- 


(*)  4é  Fernando  é  Isabela  como  soberanos  «kí  OfcéaDO,  liaeian  á  Colon 
gnu  almí Ante  de  lodos  los  mares,  isl^a  y  continentes  que  descubriese^  dig* 
nielad  i|ü|yj^sari{i  á  sus  liertHleros  con  las  niismus  prerrogativas  que  el  gran 
Almirante  de  Castilla;  ^CoLon  quedaíja  nombrado  yirey  de  todas  las  j^jas  y 
con  ti  nenies  que  descnbrieseí  y  si  para  el  tieap^icho  de  loa  negocios  fuese  ne- 
cesario esti^btecer  algnnos  otros  go1>e madonna,  Colon  eslava  auiorrxado  á  nant- 
brar  tres  s  age  tos:  el  ano  escogWo  por  Femando  é  Isab&la.  Kste  oñcm  de  vi- 
rey  seria  tartuiien  hereditario  en  la  familia  de  Colean.  3*  Femando  é  Isabela 
concedían  a  Colon  para  siempre,  el  die^rno  de  las  ti  til  ida  des  del  comercio  y 
demás  producciones. de  los  paisas  que  descabriese*  4.  En  caso  do  qnerellas, 
ó  pleiltj  suscitado  sobre  materias  mercantiles  en  el  te  rr  i  lorio  recien  tómenle 
descubierto,  Colon  las  teniiinaria  por  sí  o  por  jueces  nombrados  á  su  arbiino. 
L,  Se  Ie  p^miuaá  Colon  adelaniar  algo  para  gastos  de  la  esj^edicion,  y  fon- 
dos del  comercio  que  iba  á  esiablecerse  por  lo  qae  tiimria  una  ocla? a  parte  d» 
lodos  lüscmolunMíntos. 


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—121— 

Mad  Im  artm,  y  et  35  de  setiembre  Taelve  á  falir  Colon  con  ana  e** 
ealia  mas  numerosa  fue  la  primera. 

Ahor»  sigae  ifha  moUitad  increíble  de  descubrimientos,  7  para 
IM  eanaar  yuestra  atencibn  imitaré  á  los  cosmógrafos,  que  en  sns 
■Hipas  representan ^na  gran. ciudad  en  nn  pequeño  punto,  asilo  bi- 
sa MA  obispo,   príncipe  de  Gínebrs,  %logiando  las  proezas  del  gran 
Felipa  Manuel  de  Lor«^nn.  (1)  Quiero  ^ecir,  Sres.,  no  baré  mas  que 
aonkbraroa  la  isla  Deseada,  la  Dominica,  Marigalante,  la  Guadalupe» 
Antii^ua,  San'Jiian  de  *Puerto-Rlco,  j  qué  sé  jo  que  otras  mqchai 
báaia  el  Norte/  Culón  visita  á  Diego  de   Arana  j  halla  atracada  *la 
foblacion,   por  desavenencia  entre  indios  .y  españoles;   trabajada 
nucTo  para  pacifi<5arIofi;  su  prudencia  resiste  InS  malignas  persuacto* 
•ea  de  los  que  quieren  se  apodere  de  la  persona  del  cacique;  traslada 
laaoloiii^  á   danta   Isabel  y  concome  el  tiempo  restante  en  precaver 
^mi  ciertos  re]|)nraentos  nuevos  disturbios.  Los  seis  meses  siguiep- 
iea  fueron  una  serie  de  peligros  j  naufragios,  sin  adelantar^ otro  ha- 
Maxgo  que  la  isla  da  Jamaica  y  los  Jardines  deja  Re[na^  Castigado 
as(*de  fli^fbrfuna,  se   fuelve  á  Ih  Isabela.   El  erftuentro  inesperado 
con  so  hermano  Bartolomé,  alivia  sospesares;  y  las  adoraciones  queV 
recib^w. todos  los  colonos,  le  llenan  de  gloría  y  satisfacción:   se  le 
Miira.C^BQ  un  jiámen  bajado  de  los  cielos.  [Pero  qué  es  lo  <^ue  es- 
etchol^^iyLme  engañará  mi  imaginación?  Rato  há  me  parece  estoy 
escuchando   los  susurros  de  la  envidia.  Asi  será|^porque  no   puede 
halüaiae  de  los' héroes  sin  oir  pronunciar  este  nombre.  ¡Qué  enfer- 
medadtanvH  y  cruel,  desgraciadamente  conocida  en  tddos  tiem- 
pos, en  todos  logares!    Los  siglos,  escribía  el  mejor  orador  de  Fran- 
ela, las  artes"  las  leyes,  los»  usTos,  todo,  todo,  se  muda  menos  la  en- 
tidiH:   enemiga  eterna  é.  irreconciliable   de  todo   h>  que  es  grande, 
combate  el  talento  ó  la  virtud   apenas  se  presenta.  Ella  fué  la  que 
matb  á  Alcibiades,   desterró  í  Temístocles,   tiznó  la  reputación  de 
Dátames  y  viene  ahora  á  oscurecer  los  méritos  de  Colon.  Aguado, 
Aguado,  ea  el  fttal  instrumento  de  que  se  vale:,  mas  el   Ahnirante 
siguiendo  el  consejo  del  Evangelio,  si  os  persiguieren  en  una  ciudad 
pasaos  á  otra,  remite  la  administración  en  las  manos  de  su  hermano 
j  se  restituye  4  Europa. 

La  tranqaila  y  modesta  confianza  con  que  aparece,  previene  en 


(1)  San  Frattcisce  de  Sales. 
'  16 


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— I2á- 

favor  de  su  virtud  y  su  inocencia,  y  hace  vier  que  sognn  ei^éña  el 
libro  de  sabiduría.  Dios  proporciona  en  lo8  jifstos  e^tós  recios  cotli-» 
hateET,  para  que  ae  conozca  es  mfis  ftterte  la  vJrtTitf.  Bnile  decir  que 
CofoQ  ie  preeentn  otra  ves  en  l«i  I^abeh,'trítififjOfTte  r{e  fa  envidin^ 
mas  grande  á  mi  ver,  mas  respetíible.qMe  1ü  qiie  pareció  después 
con  lfís*lnurt?íí'a  gnnndos  en  e^  desciíhrJmipnio  de  In  isla  de  Trinis 
dad^  de  Cnhagua  y  de  ^/ai^gnriia^  Sin  embarga»  aquel í a  fiera  ve- 
nenoga  coma  la  fJnmó  Crjsóistomo,  vuefve  á  vomitar  f;u  veneno;  un 
nuevo  torbellino  $e  forma  otra  vez  eobrc  tn  cníje?:»  dé  Colon^.  Algu^ 
nrfs  portugueses /j  espftñoleB  que  se  bwn  npafecido  en*  América,  fi 
Idea  de  descubrir  también  nuevos  pni^e?  espesan  el  iiublado:  talca' 
fueron  Gama,  Ojedra^y  AmcHco  Vespucio* 

Siispenjauios  por  un  rtto  el  elo*o  de  Ciflotf;  empíeemoi  atgana 
parlo  del  tiempo  en  iameniFir  fíi.injuBiicja  mas  atroz  qire  han'cumeti* 
do  ios  hoÍTíbrea  coii  otro  líombre*  Levántate  tij,'grail4le  Almiranlct 
levántate  de  ese  sueno  augUflio  de  la  muerte:  sal  de  esa  noclie  eter- 
na y  vetTá  feclíimnr  tns  dcrf^cbris  violnílfís,  tus  méritos  dcpateiididos 
y  tus,  trabajos  prftfniadníi  en  age  na  Cflbéxnr  sal  de  cfSe  magesítjoso 
^^%nteon  y  reclama  In  Injtts^tjcia  con  que.  escofi  continentes  descuhirr* 
tos ^  fuer  de  tna  medilaeiorcíí,  de  tus  (fesTelos  y  de  tns^filwl^,  lle- 
van hoy  el  nombre  de  un  viíígero  intruso  y  envidioso  ^ue  J<<í*ÍJ4íto 
siete  auos  después  que  tí,  ¡lujiiital  deangradecida  anEigLÍ|¡¿¡j|^l!  ¿í*ftr 
qué  no  llamaste  á  estas  islas  Culombianas^  si  Colon  fué  qnien  las  des^ 
CtiWióT  ¿Por  qué  con  una  sola  palabra  Iras  ajíidb  el  printer  laurüfdR 
íEU  corona,  le  has  usurpa d^.tnJa  tn  gloria?  ¿Me  perniitfs  decir  lo  qnc 
quiero?  Qtiisiera  que  las  naciones  todas  congregadíis  en  pkno  con- 
sejo  tratasen  de  restituir  A  Colon  ésle'derecbo  imprescríptiürf  á  [n 
rr^rdad,  por  nías  qne  loa  hombres  -pronuncien  siempre  Américaf  yn 
quisiera  qiie  reproduciendo  la  sentencia  defin¡t¡va"^prBnuni4flaa  por 
el  supremo  consejo  de  Indias  el  aúo  dé"  J50S..-»Pero  á.  qué  me  deten- 
go en  inutiW  esclamacioueji  y  vanos  ei^fuerzost  si  el  mismo  nombre 
de  Anfíéficft  recordará  siempre  la  injusticia  de  su  aplicación  y  loa 
merecimientos  del  Almirante,  como  los  ha  recordado  á  mi  meraotia 
solo  el  haber  proferido  Aniérico  Vespucio* 

Iba  diciendo  que  un  nuevo  torbellino  se  babia  levantado  sobre 
la  cabeza  de  Colon..  Bobadilla  es  abora  el  perquisidor,  el  encargado 
del  proceso;  y  desempeña  su  comisión  con  tal  abuso,  que  lo  declara 
reOf  y  lo  manda    cargar  de   cadenas    para  enviarlo   á  Ea[iíiMB,    ¡1*6 


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oreeriaiSy  Sres*  nadie,  nadie  de  Jos  ^ue  están  en  derredor  del  Altniran* 
te  se  atreve  á  |iotierle  los  grillos:  todos  según  id  frase  del  Crisóstomo» 
hasta  loa  enettiigoA  admiran  la  virtud:,  la  éj||pucion  de  la  sentencia 
se  dilata, aporque  no  hay  uno  qjie  no  coi^pudeft^;'  que  no  respete 
á  CoJon:  por  últiiiio,es  menester  que  ye^pga  un  monstruo  de  la  espe- 
cie humaim,.no  querréis  coniicerlo,  á  dar  cumplimiento  al  bárbaro 
decreto  fallado  por  BobudiiJa.  Colon  eucadenudo  entra  ^n  el  buque,  su 
capitau  Alonso  Valido,  npéuas  pierde  dv  vista  la  tierra  de  Sto*.  Do« 
mingo,  le  ofrece  quitar  «los  grillos  si  se  lo  permite:  no  bien  ¿abia 
acabado  de  hublar,  cuando  le  contesta  Colon:  „nv'mi  amigo»  yo  loil 
cargo  por  ójden  de  mis-  reyes;  debo  obedecer  este  mandato  como  he 
obedecido  los  otros:  elios  han  querido  despojarme  de  mi  libertad^ 
eUos  miamos  me  la  restablecerán» 

.  Virtud^ s^gr^diláSw^ij'Midea^^vuQgálioas^hijas  de  hi  religión  de  Je* 
«ueristp,  'vosotras  solas  uonTunicais  al  corazón  de  las  criaturas  unos 
iji^tos  como  los  que  respiaudeceu  en  las  palabras  que  ha  eructado  el 
virtuoso  Almirante.  Si  en  nuestros  tiempos,  señores,  jiubiera  habido 
iBUclíos  hombres  maeatfos  y  profesores  de  la  u^rnl  de  Colon,  no 
hubiéramos  tenido  que  lamentar  todos^  esos  desastres,  esas  estraviw 
gaiicias  q9e  han  asombrado  la  faz  del  giiobo  y  deslucido  para  siem- 
pre  el  si<r|o  en  que  vivimos.  Coufeseiüos  hay  mucho  de  escelente  y 
cristiuiiS^p  la  respuesta  del  Almirante;  y  que  este  es  uno  de  aque- 
llos raágCs  que,  par^^do  del  corazón,  caracterizan  á  un  hombre 
ni  iiamrai;  no  merece  se  le  sepulte  en  el  silencio  y  en  el  olvido;  yo 
k>  estiiito  digno  de  grabarse  con  letras  de  oro,  y  mas  digno  de  la 
ÍDBOortali|(ad  que  todas  las  otras  hasañas  de  que  abunda  su  vida.  * 
Vosotros. ^abei 8  muy  bien  las  sentencias  de  ambos  testamentos,  que 
Mcomiendu  la  sumisión  á  los  reyes,  Ja  obediencia  á  sus  soberanos 
decretos,  la  necesidad  de  someterse  á  un  hombre  que  sea  el  mas  su- 
Mime  de  todos,  y  otras  doctrinas  contenidas  en  el  libro  del  Ecleslás- 
tM,  en  Jos  sainaos -de  David  y  en  las  cartas  de  S.  Pablo  á  los  romanos 
y  á  Tko.  Muy  pronto  pretmó  el  cielo  la  generosa  resistencia  del 
prisionero.  Apenas  arriba  á  España  cuando  los  reyes  rompen  sus 
cadeiiaft,  le  surten  de  mil  ducados  y  vuelven  á  enviarle  á  la  Américit 
para  satis^iOerie  y  desagraviarle.  Oportunamente  me  ocurre  lo  que 
#0eribi¿  el  Orísóstomo  esponiendo  la  conducta  de  Nabucodonosor 
•oo  Daniel  y  los  tres  niños,  á  saber;  que  la  virtud  es  tan  respetable, 
que  el  flúmo  rtj  no.  se  avergonzó  de  adorar  á  ios  catitivos* 


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— IW— 

Un  nzflr  hacpquc  Coíou  onde  eii  In  Eiipañob,    Su   ^oUcjrníidof 
Ovando  Je  nicgn  la  iMiÑfíitAlidad,  Na  impoiLFi:  él  iieik«3  bnstante  con 
aquel  Dw^,  de  quien  cniító  D»vjd  jamás  habia  de^aikTpnrado  al  justo. 
Itimedmtaniente  a|  Unce  á  la  vela,  descubre  la  GiiByarvn,  el  Dnrien, 
toda  la  costa  del  con  ti  líente,  desde  el  cabo  de   Gracia  liaila  Fuerto- 
Belo,  j  funda *u na  pequeña  colonia  en  la  f>rnrihcia  de  Vei'iiguní  á  Jiis 
órdenei  de  sir  hermano.  El  maa  furioso  temporal  deacii labra  9U  escita- 
drft,  lo  arroja  á  Jamaica  y  Jo  pone  en  la  triste  necesidad  de  encalluf 
á  propósito  por  nq  Terse  náufrngo.  Podría. decirse  que  aquí  pc  agra- 
vó la  mano  del  Todo-poderoso,  y  como   que  ae  agotaron  acilire  Co- 
lon aquellus  que    llamó  el  Proreta   Real,  i  misionen    de   los  ángeles 
maloa.    DÍÉitante  de    la  Española,   tin  bitqneR^   en  qne  lalir  i  pro- 
curar   socorro;    eacasos   los    víveres;    si    por    forttina    los   naturalef 
le  franquean   sus   pequeñas  caonaa  y  Aletee?  y.  FwncUi  snlen  en   po» 
del  remedio,  el   corazón  de  0?ando  está  «cerrado  á  Ins  aentifoienioi 
de  la  humanidad;  oclm  meses  detiene  á  los  erai^arií^s  aUi  despai;hftr- 
loi.    Entre  tanto i  CnUm,  el  anciano,  el  virtuoffo  Colnn,  abionLonado 
de  nlgnnos   da  los  suyos,  ío  su  liad  o  como  autor  de  aqueHos  trabnjoa, 
y  beclio  ya  huésped  pecado  para  íos  indios,  mendiga  el  husteiito  inli- 
'^midándolos  artificiosamente  con  el  pronostico  de  on  eclipic^  Do  ba- 
jel aparece  en  eMa    cojnniurs;  es  un  espía  del  gobernadc^r  Ovando; 
lo  monta  Escobar,  ent^mi^o  inveterado  de  Cohtn.    Def^pue^ñe  fingi- 
dos cumplimientos  epistolares,  se  retira  á  sanrre  fiin,  hio  remediar 
fa  estrema  necesidad.    Para  apurar   mas,  m^rdiclio,  para    probar 
Dios  mas  y  mas  la  coujítiincia  del    Alo»irnnte,  esa  virtuíl,  que   como 
^habeia  visto  ha  sido  la  arquiíectonica  de  todns  susoperaeioi^es,  le  afli- 
ge con  la  gota  hasta  el  efstremo  de  no  poder  ir  á  sofocar  una  ftediciaii 
entre  indios  y  eiipañolea.    Al  cabo  se  ablandaron  ios  cielos,  llovió  la 
misericordta  sobre  el  ¡nocente,  apareciéndose  e!  socorro  déla  Espa- 
ñola.  Allá  ae  trasporta  Colorf^fuego,   luego,  á  ejercitar  su  paciencia 
con  la  hipócrita  política  de  Ovando,  y  allá  creo  jo,  qne  al  llrgar  le 
jara  Dios  la  misma  verdad  que  juró  etí%tro  tienapo  á  David,  prome- 
tiéndole que  iria  allá  á  descansar  de  sus  enemigos,  porque  el   no  tra- 
ta de  otra  cosa  que  de  regresar  á  España  de  una  vez. 

Cuando  arribó,  acaboba  de  desfallecer  doña  laabelo:  aintió  lU 
muerte,  mas  no  estrañó  su  protección,  Fernando  le  ofrece  dar.  no 
lolo  los  privilegios  que  le  pertenecían,  sino  otras  muchas  mercadea 
de  la  Eeal  Hacienda:  le  insinuó,  sin  cnibargOf  qoc  no  quiere  resol- 


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—lid- 
ver  6Ín  ei'conooímíeuurdf  su  híjn  Jaana,  á  quien  esperaba  con  en 
é$po&o  Felipe  II«  Mientras  Fe¡-nando  esperaba  en  Laredo,  Colon  r^ 
«de  en  YaUadolld..  ¡Quéeorta,  que  breve  íl^pki  residenoia!  \ky\  ya 
me  acerco,  eeñ<«re8,  al*  momento  fatal  que  jra  4  0ü||>ender  para  siem- 
pre el  curso  de  los  años  de  Colon;. terrible  prueba  para  todos  los 
boflsbr^p,  y  prineipalineote  pBra  aquellos  á  quienes  ciertos  lasos  bon* 
roaos  y  brillantes  como*  que  los  mantiene iT  ma's atados  á  la  tierra, 
bueQ  tealif  o  de  lo  que  hablo  fué  el  temblor  y  consternación  con  que 
i^ii  rey  de  Anfaleo  eselamaba  al  morir:  feon  que  ía 'inerte  me  arran- 
ca así  del  mundo  por  una  cruel  separación!*  Consado  ya  el  cuerpo 
dai  lilflnírante  cTe  habeP  corrido  y  recorrido  los  dos  mundos;  no  pu- 
diendoya  su  cabeza  sostener'mi^s  tiempcn^l  ^eso  de  los  laureles  ar- 
libelados  ora  de  las  sienel  de  Minerva,  ora  de' Ins. de  Marte;  entor* 
|>ecidas  con  la  gota  aquellas  manos  qne  con  tanto  acierto  manejaron 
U  brújula  por  el  espacio  continuo  de  diez  años,  y  aquellos  pies  que 
babtaa  eslaaspado  sus  huellas  en  el  suelo  amerieano,  con  preferen- 
•ia  á  todos  loa  europeos,  InandlT  buscar  «los  ministros  del  Dios  vivo 
y  frts  próñsfas,  no  para  imitar  4  Ochoisras  («n'm&itítestarles  flaqueza 
y  pesadutdt>ré,  si  para  p'edh'lea  el  pan  de  vida  eterna,  como  gajesa* 
grado  de  la  roturiTOBiortalidad;  lleno,  IB  fin,  según  In  frase  del  Pa- 
ralípom^^n  liabliHR&de  David,  lleno  de  dias,  de  glorias,  de  mere<* 
c¡m«^^HRi  buefta  ve/ez,  y  asistido  de  los  sacramentos  He  la  igle- 
sia, ¿üp^Kl  día  d^H^scension,  20  'de  mayo  de  1506. 

Tal  ha  sido,*  eenoM,  el  héroe  cuyas  cenizas  honramoa;  tale* 
iaeron  los  objetos  de'esos  áridos  haesos  cuando  loj  an¡m6  el  espiri* 
la;  lates  las  oc» paciones  del  Aímirniile  Cofon,  cuytts  restos  presen** 
Isa  4  Dueslros  rijo^,  nos  nrroncfui  jiiF^tas  lágrimas,  como  á  Jacob  la 
vtsca^ile  \ñ  iiliiica  erisfiTigrentnda  de  su  JmJo  Jit^fpfi;  tí,  bien  podéis 
derramar  lágrimft?,  cierto  üe  que  Ih^úevmm^rvh  iobre  el  mismo 
CMoiif  lo  repito  fidrede,  sobre  el  miamo  Colon.  La  eniigüedad,  justa 
algutin  vez,  ha  conservndoS^ttn  itoísotros  líis  tni^mos  rtliqííias  de  ese 
pers^age  qtie  Ui  realxo  Mis  gloriüí^.  Eslá  comprobnílo  cnu  testimo- 
BÍoa  aniéutieos,  que  Oolr^tt  niHn^cla  trnsliiijnr  sus  huesos  de  las  cuevai 
dO'StviUn  en  donde  se  iepuíteron,  á  la  ciudad  de  Santo  Domingo; 
^ilíO^sta  los  encerró  en  el  pre^sbiterio  da-su  catedral,  jnrjto  al  araboo 
d^  Evangelio.  Así  lo  escribe  el  historiógrafo  Antfmio  de  Herreras 
Diego  Ortiz  de  Zuñiga,  aotor  de  los  a  ri  ti  les  eclet^l  ¿Zaticos  y  seettlaret 
de  SevUla:  así  aparece  en  el  padrón  general  de  notielfts  y  doctimen- 


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á  ..^. «. 


tos  exiüteirtes  eu  los  firtliiios  óc  átiiboí^  cübilHií»*  th*  SíiiíIo  DtíMiingr^; 
aef  ]q  leetnoa  en  el  tflutüguiiiiu  Je]  SJiiodu  liu  üt{t](íl1«  ineiro^iiili;  u«' 
en  fin,  Jo  hají  escrito^^a  det  reino  el  barón  SiitntJi;!  PuffeiiJurf  en 
sü  iniroilucciotí  4  leí  hiiatofía^  general  de  vmges. 

En  IjfjrüLueiiu  sean  eartü»  U>»  llli!^m11s  liueiios  de  ChÍojt;  esiá  lien 
todo  cuaiilo  liemt*s  hablado  acerca  de  4o»  ulíjetos  y_  ncnpacioiiea  á 
tjue  se  destihnrfjii'^en  los  dian  de  Ju  vida;  tit  Verdnd  que  fueron  lun- 
ch Qi  y  jJUíTvaB;  [jero  «íl  elogio  queda  trunco  y  preferido  el  lema,  si  «e 
cierra  aquf  ol^íutursit*  Juistifíquese  jiucs,  Ja  dígtiidliJ  de  esos  objp* 
toa  y  de  esas  ocupnciolies* 

¡  Ah!  ¿puede  liuber  rnnyor  drguidiid  en  ítíS  objelo's,  qiie  la  de  pro- 
ducir tarntiB  gJurJua  al  etfto  y  á  lu  tiérrn;  á  Diojs  y  al  Rey;  á  la  relí 
|rion  y  al  eiiudo?.  Ninguna  stn  duda  itias  escelente  y  níÉigiiii»  otm 
fué  la  de  las  ocupa  ció  n  es  de  Culón,  ¡CuíiijIüü  nuevo*  alumnos  JeJ 
Cütolieiíímo!  ¡Cuántas  almas  í^alvadas,  qite  hub]t^rnn  siempre  yacido 
tuí  la  ig^norancia  tieí  i^^rd adero  Dio**!  ¡Cuántos  ináriireá  ilel  Evan»fe- 
lio!  ¡qné  multitud  de  noe\^£i  arn?,'  de  éjÚlvh»  ohlacioiie&i  ^uuánlua 
iiuefOs  teatinfotiios  de  la  Divina  Oniuipoiliicia!  ¡qué  reforma  en  hs 
ciencia»  y  en  (uh  unes,  Jia«ta  eulúucef!  no  Ilahian  comenzado  á  sci^r- 
carse  á  »u  verdadera  consAueioul  Desde  el  ianiT^rlal  Colon  (estoy 
hablando  con  las  mismas  eBjiresiones  de  un  hislDriudur  <^mBoJ}4(J) 
desde  et  ?tÍitnorial  Cuíon    liasta  el  iiicoinparaLle'^Cook,  la  j^^^^K,  In 


historia  natural  y  todai>  Jaií  cíeoeiníi  raperinie^uJeB,  linn  ITIgmlo  au- 
mentos superiores  á  los  que  habtan  tenido  <frfcie  su  t»rlj^en  en  lu  ñjus 
remota  antigüedud.  La  ioineoí^u  cnpin  de  metíales,  los  nuevos  ramoií 
de  comercio  y  tus  tmevaí»  osadas  ijave|iíacÍones,  varian  Im&tu  ef  siste- 
ma moral  del  mundo;  los  mures  antea  desiertos,  se  ptiablan  de  innu- 
inerahlea  tíotas:  descubrir,  con lju i i>tar  y  coíntifíiar,  vienen  á  ser  los  ca- 
minos del  honor  y  de  la  j;1o¿u,  y  toda  esta  revolución,  «eñores,  co- 
menzada por  un  lioábre  so1(^ftr  la  subiduría,  desí?it¿ií69  y  consfanciti 
de  Crisióbui  Colaíf.  *^  •  ' 

Ahora  sí  es  tiempo  oportuno  d^^ffjpar  á  los  huesos  d«  Coló» 
el  testo  de  su  elogio*  AtguncTdirá  quehé  defeordenado  eJ discurso;  pero 
advierta  que  la  muchedumbre  de  hechos  autoriza  á  veces  el  desorden^ 
Responded,  pucs^  á  la  pr^gunfe  que  os  hice  al  principio:  fE&tos 
huesos  vivirá uí   ó  es  posible  mueran  cslos  huesos?  Yo  no  siento,  es- 


(1)  Don  Juan  Bamisin  Müfio?.. 


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wi«MbfteÍ  p^vtifiee  J.e  Nukír nzerM  elogia pdo  á  CesartOf-^su  hermano* 
»o  siento  que  el  cuerpo.de  m¡  hermaim  cuando  mnera  te  corrompa 
y  se  rediizxA  á  polvo;  lo  qué  sientaj^^i^iQ^  cuerpo,  obra  de  las 
manos  Dlvíhasi  un  cuerpo  adoriiado^Rn  espíritu  racional,  sujeto  4 
una  ley  j  alctntado  di^la^as  lisonjera  esperánea,  perezca. como  el 
de  los  brutos  )rsert  de  (abisma  condición.  Así  también  sentiría  yo» 
seúores,  que  estos  hu^s  que  ejercieron  tantas  viríudeff,  que  nivela- 
ron  8US  operaciones  por  el  contesto  déla  ley^  y  que  obraron  tantos 
prodigios,  quedarán  ahora  confundidos  con  los  de  I^Ü^estias;  ó  con 
lo«  de  aquellos  otros  hombres  que  procedieron,  á  ma^Re  de  irraclo* 
ualeei  qile  carecen  de  entendimiento.  Pjregtinto  pot  la  ultime  vez* 
{^vivirán  ó'n^orjrán?  Vaticina^,  vuticinad  sobré'esbs  huesos,  vaticinaré 
j^  ossibúsütis,  ¿Qué  es  jo  <\iie  responderé^?  Mas  |k>  entiendo  bien 
^y^ttro  silencio:  mucho,  habéis  prevenido  mi  pregunta:  mucho  ha* 
beí||jj|do  4.entendf.t^que,  lo»  hfueaos  dé  Colon  no  morirán,  que  se 
conservarán  siempre  vivos  en  vuestro 'reconocimiento.  Yo  he  visto  y 
todnvif^  estoy  viendo  las  poiup^asu^^n^etraciones  con  que  se  quiere 
DeracUiar  y  los  fíistos  deja  nación  la  memoria  del  célebre  descu- 
bridor'd^  las  América^  ¿Quién  ¡gnqraia,magnííica  exhumación  que 
hizo  la  Metrópoli  fie  eetcis  digno!*  huéso^  ¿Quién  no  sabe  la  Ml'UIan' 
te  a^)gicU|  A  hiín^^K^cihimmúo  que  acaba  deiíacer  ía  Habana  á 

W^^^tífif^íf  r,M:EiiM  >r.  t¡i>be|'nod(>f  informa  al  muy  noble  Ayun-» 
tnni  rento,  pe  I  mi  huí  *  n  in  Iniliín,  cuando  el  ilustre  cuerpo  acalorado  de 
Un  eníuiííasnia  dt  ^rf,tiiíul  y  leítUad  caracterÍ8tiicfK''é  imitando  á  Jo- 
sppb  que  solicita  permiso  cíol  soberano  de  BÍgipto  para  enterrar  á 
8u  padre*  SÍ  inveni  gratiam  in  consptctu  vestro  ascendam  ^  sepeliam 
pai^ifm^  met/ta,  pide  costear'  de  sus  propios  toda  la  ceremonia  :de  la 
sepultara;  convocar  toílas  las  |¿erarqiiín.<^  y  las  c(pses,  providencie  co- 
mo á  porfíej  con  IN  iwr^^í"^  rTirrpos,  ^  nnntocondiizca  á  la  mayor  pom- 
pa con  que  deb*eh  sep.alrn >e  \(\^  \y  lu^mnvaós  del- gran  Celon;  y  echan- 
do el  réflo  de  su  recorní  luiieüi  s  H^cuerda  supIjcLar.  á  la^pjedad  del 
Rey  no' selga  jamás  d(i  esta  Catedríil  ^  I  círtimablé  deposito  q^ieapabn 
de  entrar  por  ^u^  puertas;  y  qué  será  d<>sde  hoy  el  timbre  mas  alto, 
el  primer  blasón  de  la  ciudad*  El  fueg'o  eléctrico  del  entusiasmo  se 
comunica  de  irnos  á  otros,  y  yo  los  veo  á  lodoí eii  una  satita  agita- 
Hqo  exhalando  ahora  sus  alientos  sobre  Colon:  como  para  sacar  ca- 
d4|iino  un  retrato  según  se  lo  figura  su  fantasía  y  mantenerle  siém- 


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^'T 


— 1«— 

pre  tWo  en  flus  eerasenM^  Si  la  nía  no  me  alucia*,  bm  pUMee  <|MI 
a»i  como  loff  haMos  que  tío  Ezequíel  en  los  campos  de  Seanar,  se 
reanimaroD  coa  el  it^Hp^^^íeato  que  soplo  sobre  ellos  el  espí- 
ritu del  Señor,  así  digo,  me^^krece  estar  viendo  los  de  ,Colon  reanl« 
tnados  al  calor  de  nuestras  oraciones  j  suri(|g¡#ii3  reanimados  al  g^l^ 
pe  de  las  vibraciones  de  ese  aire,  que  conmtleve  hoj  estos  tumultuó** 
sos  afectos  de  que  nos  ^sentimos  sobrecogicAf;  reanimi|dos  para  pe» 
dimos  miseración.  Plegué  al  cielo  le  veamos  el  día  del  juicio  finaf| 
no  como  ac^^e  representárnoslo  la  imagíi* ación,  recibiendo  loe  bo<* 
ñores  del  fulreral»  ai  moviendo  nuestros  pechos  á  piedad  j  coaspa* 
sion;  si  como  y\é  ensueño  San  Gregorio  Nazianzeno  á^sa  berpaao 
Gesario,  refulgente,  gozoso,  impasible,  ^ei^o  de  gloria. 

„Yo  se  lo  deseo  pura  que  descánsenlo  paz'.**  ¿^ 


|S^p 


QtJE 


En  la  sql^mne  dpec(ara  de  la  UMveMdádlR^iygtt^ 
ibogado  dejos  tribunales  de  la  nMKItf  catedrático  de 


pronunció  el  LdaD.  Francisco  de«|||^üffHRm? 


humanidades'  ér  la  misma  Uñirersiclad- 


Flúnnt  cixitutes,  ai  pililos ophi  impenuntr 
^-  JlR^ffpc  rato  rea  philoaopUíititur, 

ijnl.  OapiLoL  iH  >igAuion  phiioso|ih) 

SEÑORES.  ^^§  *      ^*       ^ 

La  sabiduría  hace  la  felicidad  de- lai  tmcione*.  Penetrado^  de 
esta  verdad  los  ingenios  mas  .sublimes  corrieron  en  pos  de  belleza 
tan  luminosa,  visitando  nuevos  pueblos,  j  vadeando  los  mares,  para 
recibir  lecciones  desús  mejores,  oráculos,  Pitágoras  escuchó  á  los 
sacerdotes  de  Ménfís;  Platón  discurrió  por  e)  Eppto  y  aquella  costa 
de  Italia;   que  se  llamaba  la  gran  Grecia;   y  el  que  en  Atéaaa  esa 


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4 


tnaeilro  y  poJeroap,  j  cuya  doctrina  resonaba  en  la  tfeadcmia,  wé 
hntn  peregrino  y  ¿R^cipulo.  Cicerón  se  |£É|Mk"">^"  Teces  de  cntu^ 
siasino  para  hablar  délas  uti1iJaderV)i)K^^I)iaiij[ia  hizo  á  la  patria. 
f,Oli  tú\  (esclaraMj^uim  de  sus  Tusculanaf...;)  tá  has  parido 
las  ciudades;  tu  á  ípa  ^'ínbres  derrainado|^nvocaste  en  una  vid* 
sociable;  tú  los  jiintaste^primero  por  los  ^^lUU)'^^  después  por  lój 
ipatrimonios,  ({e^pues  por  la  comunicación  defj^qma  j^e  las  leihií^ 
tá  fuiste  la  inventora  de  las  leyes;  tú  la  luaejlKa  d^^il^jd[^  y  dé 
las  costumbres/*^  ^_        ^^_.  —       ■    ^,  ^^B^^T    ^ 

Aquí  toca^  este  Wraaor  ^^yiBf¿H|gy'"^'P'*^^*  «rtíciilmi^qti^ 
airven   &  la  constitución  de  j«^^i>^^^tj¡^^  ^$,^^^  ^^^  '^'^^^  FratM 
3e  la  i»bt(lurfii.    Élln  es  la  escuela  de  Ihí  biienns  Ifyea  y  de  la  poTi- 
'llca;  forma' un 01  buenos  PriiTcipee,  y  m^igiatradni  Uiimniios  y  sabios; 
«rtü  un  pueblo  dncil  y  obediente  á  Ifis  padres  de  h'pntrin,  é  inlrocJtr- 
ice  !á  pn/,  la  cnnfinn/,n  y  «una   proporeionadn  ignaldnd  entre  lo»  ciif-    ^ 
laJam^?.    í?  i  guien  do  \ué  biielfíiH  tiobrf»   de  etle  ?h!iÍ(>  romnno,   drbo 
inanifostívr  íjuo  fa  H»bklinia  hace   la  felicidad  de  Ioíí  citidadai^os  y  de 
las  naciotiee.    Si  coJísigo   inipiírircia  un  divtno   entusiat^mo   por  estn 
deidad  luniiiioBa,  y  uti  üe^eo  ardienie  de  recibir  en  ehtc  año  Uterarío  ^ 
s\j«  lecciones  vnriasy  »irb|tnie?»  í^e  luibrán  cumplido  Ins   mies.   Para 
Jleiinr  estü»  grnndWsn?  Ideiia,  pitbi  TUe&tra  vcina,  como  Cicerón  cu 
el  Senado  romano  Iñ  ííc  loa  pnd rea  couscriploa*  >      *    *     ^ 

La  sahidfíria  ftaqe  la  fditidüd^t  los  dududanüs^  '  ""** 

Desde  que  el  priiitiT  hombre  fné  anejado  del  deliciopo  Eden^y 
guíirdadaa  stra  puertas  por  un  Qiíeriibin  con  empajo  de  fuegOj  te  vio 
precisado  á  estudmflá  ivatnraleza.  Al  prírícipiaíTas  primeras  so-  • 
ef^fladcs  y  fi*rmarse  las  iirtciorie^,  las  ciencirii  y  las  artcB  dtbian  cul- 
tUaree,  y  obtener  sus  profesores  \m  primeras  filhit:  aaj  'es  que  en 
'las  varias  «edades  de1  niundOf  los  bot^bres  ciehilffcoa  bnit  deicolbido 
sobre  íoá  dem^a  fer^s,  y  les  tiié  contjíido  el  rétrimeri  de  b'S  luieblas. 

Golado  por  híli  ríidismtea  1  tices  de  la  sabiduría,  ^iiix.deíir  la  pro-  i 
fundidad  de  Ion  abismos;  l|j?ga  á  vér  el  origen  cíe  las  »corrÍenteií,  lf>í 
tOÁpros  de  donde  ialen  los  virrsto^,  y  m  din  ira  los  ninneiruris  y  prodi* 
gios*qtiQ  eieotide  el  mar¿n  su  seno,  l'erietra  en  las  selvas  y  sierras, 
loca  las TH ices  de  bjs  íttos  níoiitcií,  ve  sus  bóvedas  y  Jos  surtldeton 
^  las  fue n les;  nota  Ja  ealructnra  del  globo  y  la  rudera  de  ]<^  precio- 
^ol  minerales.  Sabe  k  fas  eniLuenci^jS!  vé  bs  rocas  qoc  barí  quedado 
dí4 nudas  de  los  icrrcin^s  qtíc  po^r/  íi4ífíctí*llcTnron'!aií'f!g.tro^,  trasbi- 

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dáiítl{>W  á  otros  piiUea  con  hs  fértilrs  hereilnJes.  jAbÍ  arrebaton  loé 
Vientos  y  \nB  UnMims  eetn»  poseí^ioiies  qtie  ÍJamnmos  €terjin»t 

A\í¡  se II bufo  v^  d  cVrau  que  llcivan  Jb&  nber^s^  casi  paralelo  al 
lie  laíi  monUiruis,  á  quienes  lian  farnindo,  útmfurm&úáo  fa  antigua 
"Cura  de  ta  Ú€rru«  Cotitinnplí^  t»  fuer/a  dVeeias  tinísiniaa  limas  de 
«gun,  que  roen  inc^f^aritpmentB  los  fiit^damüMlos  Je  los  tnonit:?.  Es^ 
IÍ4I0  p4;i|j>zi>tf  irregiiinres  Je  uiánniJf  (pie  eii%tra  tiempo  rodaron  lisa- 
ta  el  Iüclit>  Jtí  líí  ribtrríi,  líimidos  coiitínttamettte  en  torno  por  elaguA 
corriente»  han  goltaJo  sus  alíenlos  y  cFqtiinaK^  suVá^peraa  superfi- 
ciejí  8G  aligaron  y  (f^esentnii  tina  ñgurn  rtv;ií}a  y  puEido. 

DeftJe  el  fundo  Je  ias'  afehas  leviinta  snn  inirns  á  la£  estrefías, 
nota  sue  lugares  y  aspectos,  a  visan  Jo  á  íos  fabrnjorea  las  sa/.ftnes,  y 
á  loa  sacerdfitett  los  tiempoa  Je  la«  fi'átjvijajoífi.  A  tos  fiaatore»  d4 
avifos  jmpfírlaiít^s  para  mejorar  las  latja§  y  eoloftfs  de  yusfebaños^-y 
p  paro  niultiplicartoi,  enÉí€Hliodol^e"^á  cniiiar«8i(  vida  indcettÉF,  y^e»ti- 
nisrlt^  T^ébic  la  atterle  de  íi>a  r^yes,  A  los  príncipes  dá  lecciones  áe 
|JOidbnc¡a  y  de  inoderactotí^  liaciéJiJMei  preft^Hr  lifjtiaticia  ¿!la  gto^ 
na,  y  la  pal:  á  las  vícionaa^  Sun  esiudií»»  fortaleceti  á  !#jiivenmJ  y 
■^  ulegran  la  edad  decrépita^  son  un  aJortio  efí  la  prosperMiidj  y  en  ln 
adversidad  un  aiilo:  el  bienestar,  bs  honoree^fj^ík  íelíci Jad  siguen  eil 
|ios  de  ella*  \    *  '  •    ^ 

Las  cieiinias  liaceii  iiuet»!  honilí^c  b'rilfc  en  In  Sí-  ii.dntf,  Plafoof 
'  A  rhin  t«le  s^  G  i  cero  ii ,  Sé  i  leca  y  iít  r  os  as  i  g  riogoe  €  t  j  1 1 1  ^  j  r  >  ■  n  i  .  j  i  ■  o  ? ,  fu  e  - 
Fort  los  atácalos  de  su  ^i;,^jp«  lio  los  tietnpáv'híj&deniosr  multitud  Je 
íligeuiot^  sublimes,  después  lie  labrar  su  felJtifdad^Hian  ilustrado  á  su 
|iatria,  ya  con  sus  escritos  íitaiinosos,  ya  eo'h^'Bti^rofundas  conocí* 
tifien to«)  en  los  cütisajoj  del  reinOf  en  el  saiÉtuario  de  las  leyeSfreri 
«i  teíuplo  de  la  Justicia,  en   laa  u^tvérsiJaJes,  nceiJemins  y  Mcebs. 

La  agricultur»,  6t*gur»  JeHofonleí  é^lfí  matirelde  todas  laa  aftes^  kt 
república' sin  ag^ricultm'^fc  cstS.  );ir;Tein  a  íiMtieiisa^neCesiJívdesi  i|V»e 
son  causii  inmediata  de  eríft^rtHedades I  ^i?rlii:Kiues* y  guerrns*eJvilMf 
Con  BU  ejercicio  se  aUmcntiiii  las  gocc^tkl  l  ¡udad&na  y  ¿c  jrafecienta 
la  riqueza  publién;  ella  Jio'á  K^er  E^Ufíos  hombres  éminetiteB.  Bu  pas- 
tor se  ki£0  gran  soldado  y.  caplLt1i4:mn[nor^  Vjriatn,* cuyas  ñBfóieatf 
«t;cioiics  llenaron  de  terror  al  soberbio  Oti pítollb.  Lo\  (]u^  ^j^eroo  .jt 
rjamar  á  Alitio  de  parte  del  Bcutido  para  <iue  t*juiáso'ercftrgo*de  elit* 
f»eradur  ^general  del  pueblo  r'onlMou  Ic  bailaron  q4ie  estaba/semokAfi- 
ú^:  l*e r< j  ai|u i^Htíf  •  mmto n^^stíi^ia  t^ni  jiit^^M^^s   del  ca Jitpo  rofi^tlK* 


*i?. 


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-^■^^íiÉbtM 


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cleron  el  rem^h  piíliHco,  y  tuvieron  las  riendifs  del  carro  trii»nfiiK 
Quincío  Ciocinaio  cultiv^aba  d^la  otra  parte  del  Tiber  una  harmo»»' 
keredüd,  cuando  fué  9<^>n^^*^||ÍctadbjM^|H^^  ¿Y  qué  diremos  ^é 
laa  artes?  Not^oriaes  la  fama  qjie  |¡^n^g^|ptdojp.or -^i^  obras  iiiino{||^. 
let loa^  Ijisíypes^rofen^pm^  la  escuj^urarj  piíiturj^  En  Italia, MjeaeV^^ 
Ang4?lo,  BraijíiMiéJíí,  Ríifieí  Urbiíja,  TrcinoOf  Alberto  Durero.  Ei»^ 
Francia,  Lton/irdi)  de  Viiicf,  piíitor  y  esc u fiar  famoso,  Eñ  Espafii*^ 
Berruguete,  Becerra ,  Murijjo,  Niivarreíe,  y  oiim  gtirúoH  ímigiicB*  Pm" 
iíjo»eriai  sertores^  eí  hubiese  de  eniimcnir  todas  laa  orie!^,;y  sus  dig^ 
nos  prare^ores.  hti  fama  de  Hipófira^üSi  de  Fitüíis  y  dí^  A  peí  es,  ^  reto; 
nurá  crMí  gloña  vn  IfHÍtmips  sigloinm^  *^  / 

El  comercio  haca  üI  liírmlíre^seTior  tJe  los  t^art^*  dominnndo  Ina 
eiitumeciílíis  oIüs,  lleva  Jub  prodriccioiie:!  pu ir ins^á^e motos  climHs*  El 
coaaercb  es  et  almn  Je  J»»  iiactooes;  i^iis  nque'¿ha>son  ¡nmeoias^  con 
«siJaa  se  acrecieiUii  el  poder  de  los  imperios:  wú  ñurccieron  eti  otros^    ^ 
tiempos  laa  repílblicns  comerciantea  de  hx  Fenicia. 

Verdades,  eefKjres,  quejí»y.uiias  profesiünes  inufl  oQbleaqu& 
otras;  pero  cada  una  ikue  sup  preuwos  y  sus  coromia,  y  todas  conlri* 
bviyen  á  la  fóJicidud  del  ciudadnian.  El  n/ipJrnr  á  su  perfección  es  un 
deseo  lauduble;  al  cotiseguirlo  es  un  glorioso  triunfo*  Pero  ne  necesi- 
ta un  estudio  contitujado,  utia  ineditíiciop  ^irofuridafiy  coriauitar  á  ca- 
da paso  los  autores  unti^uns  y  modernos^  sin  ndoptai  sus  principios, 
lino  eu  cuan  lo  id  (xíiuíco  oos  b>s  nuíestre  evidentesi  lu  minos  os  y  con- 
formes á  Ja  natura  I  exare^pericncia  y  iitilidnd  de  los  <  hombres  de  tú- 
dos  los  tiempos,  fíigümos  á  Sócrates  cuando  nos  recomienda  que  nos 
conozcamos  á  noaétrog  mtgmop;  eecucbemoÉí  k  Filágoras  y  á  Platón 
erándonos  dan  precepiota  i  ntelrgi  liles;  reciba  ai  os  |gs  con^ícjosde  Zc'-^ 
son  cuando  íoi  bailemos  conformüs  á  In  nntiiralezadd  bombre;  du-^ 
demos  epn  Pirron  deaquellns  cosns  euvos  [irincjpios  ba^ta  oq^iií  no^ 
hHti  sjdOilrien  deseo tm Ti ; i díi$;.cmpt<íe>UQs  Iti^  ^utiíe^a  de  Aristotelea 
para  descubrir  lo  verdadero,  tan  frt'Ctien  te  mente  confundido  con  io^ 
falso.  Mas  en  el  momento  q^e  ásBcobrriUios  el  error,,  r^o  debe  la  au.^ 
toridad  de  estos  nombres  rcspetuble-"^  avasallar sos^nt  i¡fUceearaos  en. 
manera  alguna. 

No  perdamos  de  vístanlos  progresos  í|ue  en  todos  los  siglos  lian 
becbo  los  gemos  sobresalientes  para  imitarlos  y  recoger  iguales  fru- 
tos. Estando  Julio  César  en  España  «n.  el  templo  de  ííércules  vien-, 
do  ¡a  estatua  de  Aíejfindro    Magno,  y    pinEadas  y  esciüpidás  f^ns  ha» 


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Tifian  j  trofeoi,  derramó  lá|;^  iinas  por  no  haber  iiecho  cota  dtgim  dt 
inemorift  en  U  «¡dud  que  aqirul  hému  habia  fujetiido  todo  el  Oriente. 
Sci^uéJ,  pues,  Uñ  hiít-llaü  de  Ins  híHiiUres  f^inineiitít**  Nuda  Imv  que 
fi&truj(a  el  camluu  i)*'  Tti  II ristra tjdu  lmi  un  ^ulnetuo  bien  constituido; 
iiaifa  es  cspaz  de  jni|iedtr  Jos  progreMJs  de  lnvciviliáücion»  Imjo  Iti» 
nuspicíoH  de  una  riinn  otigelicaf  luja  de  la  culta  Rurope.  Scutyda  en 
el  trono  de  Recur^dt»  Ui  &t«b¡durla  oñrmn  su  mlio;  al  puso  que  In  ig- 
Jtéraiicin  I1Í/.0  hupotentes  ios  esfuerzo*  d*5  un  príncipe  teniernrio. 

Si  queréis  cousulid.ir  h\9  instituctooci  pniriaa  y  asegurar  la  ver- 
dadera Ttíficultid,  niiKid  In  ^nUiíliinii.  Fonuidahlt»  es  la  lucha  que  pre- 
líéman  la  luz  y  hii  liuioUh?;;  cata  es  la  lid  í^angrit'ritn  éiífre  los  tiranos  y 
iuft  pueblot.  Hace  muchos  siglos  que  pétrea ri  con  deDuedo  la  felicidad 
V  la  iguorancia;  estaiierá  domij^ada  m  é6  ilustran  ^laa  uactAues;  aqueMa 
nerá  ireuDJda  si  Us  mñia»  popul;irfíá>y»cenen  la  igfuorinicia.  Desgríicin- 
das  las  naciones  si  una  nueva  generaciíjn  no  bate  con  heroisjno  al 
f  monstruo  de  la  tirnjiju:  arrastrarán  tas  eadetlaii  gemiráti  en  ta  escla- 
viind^y  aun  en  la  oacuridad  del  scpulerí?,  ierán  hollada*  las  í^eni/.íis 
de  loi  héroes.  Pero  los  deseos  de  ilustración  deben  ser  moderados, 
C/fíco  que  coma  opulto  Dios  el  árbol  tb?  la  tida  en  pena  de  un  deseo 
de  saberlo  iodo.  No  eligió  otro  medro  para  frustrar  una  curiosidad 
oiccsitíi,  que  ubaadonarla  á  sus  mísmaB  empresas,  provectos  y  opi- 
iiionei. 
^  La  sabiduría  hace  ¡a  ftUcidad  d€^  las  natíúncs*  ^UMí^ 
Abrid  el  libro  iumorial  déla  híaioriu  y  farérslas  Dacíoucs  cieír-^ 
tíficas  en  la  lutiihre  del  pt»der  que  perdieron  rápidamente,  cuando  laa 
tinieblas  de  la  ignorancia  v  ni  vieron  á  dominarlas^  En  Atenas  ya  no 
existen  sus  sabuis,  y ^e  (^Btlnguió  la  antorcha lumínofra  qtie  daba  luz 
á  los  pueblas.  íloma,  ¿ilóude  csián  tus  oradores,  tus  filósofüs  y  pa- 
dres! Ctm  efloi  pereció  tu  poderío,  desapareció  lu  grandeva,  y  te  piu 
lie  ron  iaa  cadenas  los  pueblos  bárbaros:  en  un  día  se  osctin'cié  la  glo- 
ria del  soberbio  capitolio!  Afriea!  otro  tiempo  tierra  reninrosn,  donde 
brillaron  la  ilustración  y  el  poder»  apegas  quedan  algunos  de  su% 
l^randiosos  monumentos:  y  han  sido  destruidos  hasta  lói  scpulcrof 
«acroiantoi. 

Las  oaciotiet  han  tenido  lu  época  de  sbsti miento  y  de  grandesa» 
de  ilustración  y  de  ignorancia,  Eti  fas  eras  dt3  ilustración  fueron  re- 
gidas par  gobiernos  repreflentnsifOf ,  bajo  sus  diferentes  formas,  srftun 
c^dhrerio  carácter  de  los   pueblos-  en  los  liempoií  de  ignorapcist 


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tibUrttiiiaj  el  deipoiUmo  pesaron  tobre  elUt^  El  fauttiimo  ora  réti^ 
gMOt  jom  poHUoo,  Imcin^i^iaiM  á  millares,  por  d¿  i|«iera  te  le^ 
TAoCavoD  boftieraa-y  ^h3^ffilíá^,Dpgradi|df]^  d%nídad  del  hombre  y 
corrompidas  a|^  eostumbrea  se  entronizaron  los  crSuenes,^  la  virlud 
Mifí^va  buscó  un  asilo  en  los  áridos  desiertos. 

CiiHiidü  el  CrÍHdi»r  del  tiniverso  proiiunci^  la  paliibra   liágaH*;  la 
Iu2,  derramo  de   su  boca^una  íierniosiira   amjib!e    que    £(iüpettdi6    al 
iBuiiJo  con  sus  encantos,   y  paso   cii  cadenas  á  las  tíniellns  y  la  iio- 
rhe,  tirando  la  uortiaa  que  envolrin  al  ojUe  como  en  sü  Inrauciup  Es- 
ta  inziravilla   natural  Fe  repite  cada    dta  en  lúa    íl^irecientes  íuliaa  del 
fltba,  £1  mundOf  que  e^tabn  sumido  en  Ins  tioieblys  de  la  nocbe,  como 
tm  un  sbismii,  aparece  de  nuevo  á  los  Vijos  de  ius  míseros  mortafes,  á 
cada  uno  de  los  «eres  vuelve  su  color  ccm  la  nueva  lu/.,  lus  pradob  ver" 
des,  las  flores  varias,  las  ag:uaa  plnleadast  y  cada  obra  de  la  nnturale- 
2a  recübru  hu  gracia  y    enpleudor*  A    éFte    modo,    stüorca,  cuauílo  l9^^ 
mano  omnipotente  derrama  ta  sabidoriM  sobre   las  nac:lofles,  desHpa>^V 
rece  \\f  ignorancia,  y  hrillBn>de  nuevo  Jos  i  ti  estimables  dones  de  íu  iu-    • 
leligcncin.  Hablo  de  la  j:»biduría  que  eutra  au  las  ciudades  parn  te- 
ner el  princijiado  en  todaa  las  amt^:  para  tiacer  reinur  et  orden  y  Isa 
leyeií,  para  censurar  fas  imvedades  profanap;  para  inclinar  sus  barbas. 
Jticientes  ¿i  los  umbrales  de  los  lemplos  y  Iiacer  respetar  los  mineriot 
divinos.  \Diu    h:úiU>   de  eaa  vana  sabiduría   que  t^e    introduce  par» 
derribar   hi^   ciuchidis    uutigu«ií4,    despeduznr  lai   tuldns   de    las  le - 
yea    fundamentales,  ^elevar  el  peuJun  en  kvs  '«ediciones,    anular  loa. 
preciosos    derechos  del    cUidadfinD,  apngar  los   amores  legílinins,  y 
mezcladas  entre  si. las.  co5a3  divinas  y    liumauas   reducirlas   de  una, 
vez  á  pavesas. 

FaFaron  ni  fin  los  sigíoa  bíiílmrnq,  y  una  era  fíe  ilustración  de- 
bía sucede  ríos.  En  Alemania  y  Holfinda  di^ítugüi  Jos  filósofos  creoron 
una  escuela  fecunda,  que  estén diéndose  por  Kuropa,  babia  de  conmo- 
.  ver  basta  los  cimientos  de  lu  suciedad  foitdnda  pur  el  feudalif<nio.  A 
ettus  ingenios  sublimes  eignieron  otros  que  desenvolvían  en  pulUica, 
en  tegUlacion  y  eu  economía^eorJas  nuevas  eji  absoluta  contradic- 
CtOQ  dou  la»  doctrigaa  g^qonocida»?x^auii  coa  los  principios  que  fir 
maÍM||p»)a  biM»  de  ft^DnroisacioiÜK^^  La  bistoria  obsenra- 

wk. conasooibro aquej^freoiecimiebto'colosal,  que  conmovió  al  mmi* 
d»  f  Dtero^j  ectamioará  loa  portentosos  liecbos  de  las  rmcionet  le-^ 
VMtadM  th  oíaia  para  derrocar  el  despbtism'fJ^r  aa^Turm^as  ttMAta-^. 


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^eí  ftótrini.  Fi^í  iMeciiiiii'rHos  ciejuiricos  se  críjtit  por  to Jss  parles^  y 
pnncipiít  una  nueva  crn  de  abiitidRiicÍB  y  ^  vida  para  los  pueblos.  L» 
Rgriciiliurfl,  los  nric»  y  el  ¿bmercio  ñofmen  donde  reino  la  Bnbidurífl, 
al  pn»o  que  bri  naciones  u^  ífutiiiitadRa  ynceii  en  eE  nl^atíuiientoy  mi- 
■eria.  Las  naciones  ilustrfid»*  crecen  en  poder  jr  grnndeza^  decayen- 
do por  momentos  los  fo^pidübíea  imperíoi  que  dieran  la  ley  al  uní- 
verso;  pnrque  se  eBlinguiÓ  en  e líos  la  nntorchíf  qweff^s  hubo  ílunirnadí>. 
En  nf>sotros  por  desgraeioi.  no    ec  han  difiiníliíio  tanto  hn  lucei 
del  siglo;  estriba  cerrado  eÍ*iemplo  de  la   snbklnria,   y  no  era  dad^.a" 
cercarse  á  sut  itrios.  ¡Que  era  tan   desgraciadn!  Mejor  no    ps  deicri' 
birla.  Sin  embargo»  debo  dectrof  que  lo  faltn  de  ilustración  ba  prolon- 
gado nueairos  malea  y  ea  causa  de  que  en  alguna»  provincias  úén  to* 
dtiFÍa  gritos  los  genios  át  U%  guerra*  No  es  posible  tanta  desrihcion  y 
FUJtia  cuondt)  doniina  la  intefigencia.  Con  lodoj  nn  rayo  de  la  srtbidu. 
^■U  penelró  en  el  caii>po  enemigo,  jr  «I  nfomeiito  deponen  las  armai 
^Tas  legiones  q^>e  pretendían  con qu ¡alar  la  corana  de   Cnstida;  esa  co* 
roña  inmortal  que  ciño  la  bija  d«í^Ioí  reyes*  |Qne   nación  lan  admira 
bleS  Los  grandes  flcontecin*ientos  que   en  otros  pneUloa   anuncian  lii 
ruina  del  Estado,  se  resneken  ftiÜímente  en^«ta  nación  grande,  en- 
fuaíasta  y  heroica.  Una  guerra   fraticida  y  prolongada  debía  arreba- 
tarlos monumentos  y  fos  hombres,  y  traanjitifse  4  gira  generación  el 
germen  de  fa  discordia;  pero  de  repente  briíla  la    Fcñnl  de  gaifijy,  nii 
ejercito ^ngirerrido  que  poHia  continuar  la  Sucha  jJifE  deFgracMs  de  la 
pMria,  sa  coloca  bajo  el  pisbellon  de  la   hija  de   Pebyo.  La  sabidurK 
ilustra  á  loa  guerreros,  y  pre6eren  el  gobierno  represenintivo,  que  ha-. 
ce  felices  hs  naciones,  á  la  &ominacioji  despótica  que  sqIo  puede  líe* 
var  el  futo  y  deHOÍncíott  á  los  puebío?, 

'Abierta  está  la  feen-Ia  de  la  literatura,  jtnrenes  nl^tnnos,  y  ecsíi- 
íen  obra»  inmortales  que  tratan  deí  derecho  natural  y  de  gentes;  de 
k>s  oficios  del  ciudadano  públicos  y  privados»  de  las  dolencias  y  re- 
medios délas  repúblicas,  de  loajuicioí^  y, sentencias  ca  pita  ka.  Abier-, 
tas  estín  las  aulas,  donde  se  esplican  las  diversas  ciencias,  que  ema- 
nan deJ  trono  de^ia  sabida  ríe.  Si  hi  cultiváis  con  e&mero,  tendreTnoa 
'^a  esperanza  de  que  algún  dia  vitelv^  nuestra  patria  al  grado  snblime 
que  octipó  en  el  mundo  civilizado  por  su  esncU^ud  y  grandeza.  En- 
tóncea  tas  n^  eiones  hoy  prepon  de  rentes  recihjau  Jecciones  de  nuea* 
trotinmortnJI^B  táhioR,  y  abatían  sus  pabellones  do  quiero  que  treraa*** 
.     *aba  I«i1;ínu  lífera  de  €asti)la.  "'I  ^'^  *kM  ^  '-""*^. 


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— 4g¿— 
Vm  IiiJbeifxúdü  la  |^ía  j  felicidad   que  prepara  la  «abidiKta  i 
Wf  JumladuMI  y  é  1im^  Aacio^tv  Ki>  olvide*,  9í;Hh  «%u«1  antiguo  pr*-  ^ 

MtlM:-|hMi«eM  íjH  oftvfftíiei^qQde^  loa  filóaofos  imperaq  ó  loa  einpe-  i 

Iradorea  fik^oftin .  t-Ho  dicbo.  *^ 


N» »- 


.  DEL  mUpW-MÜNDO. 


Bl  dimjanoNicotasilfortoftoann,  que  1riajaba«ti  1749  en  la  Amé. 
HiBa  4néf«dk>nal>«e8ifeí  prituejro-  que  lia/H  Comprobado  en  su  .diario  la 
exHMkicia  át  rocas  cubitrtaiMfignrtí^.  El  célebre  Mr.  de  Huniboldt 
Vio  tambien'iQn  las  ribera8j|jBl  Casiquareí  fig;uras  imperfectas  que  ra« 
preaantaban  o«q|(^,a«4^i^te8,  cosp^^'ilo^*  sefrpí^ntes,  boas,  é  insirió 
melirfíi  qtie  Mrvl4»  pfrn  14  fabricación  de  la  harina  de  manioc  Una 
l^i^i.  poj^MI^  larÁmérifiQ^^  está  también    atravesada^ 

lÉate^t  ülhite  (^r'unavatta  «ona  de  rocas  eséulpijas,  que  presentan 
ligumfdemiimales  y  rasgos  simbólicos,  fl^qieotemernte  ste  ba^  .vuel- 
to á  abservur  pnr  Mf.  Scbnmburgkt  do  íu  Gocjedad  de  atJticuarjos  de 
I^óritlres,  en  la  riberíijJíAEss^íliiibo',  en  la  iiascíjda  de  IVara^ute, 
>,Eita  cíiBcñdrt,  dice^  es  cé/ebie  no  solu mente  á  chusa  de  su  ^^eva^ 
tíoli,  sino  tnmbien^pofyei  gr^in  nú  mero  de  íigtifnfi  eí»cifrlpidas  en'^ui 
piedras, -.i-'hice  lo  p^Vilile  parji  rcmpA-*  «rm  de.^ealoB  k-ocas»  para  lle- 
^  ,1 11  M  ííí  cíyiLüii:go;   pero  ]fi  pteJí  1  *?f\t   lit^iníisiiiílo  duta^  y  la^^kfiébr^ 

vétit]  !:      -ínTido  ííiB  fií^rxDs»    ¡Vi  auitíiiazai,  ni  pratne^ati' pudieroli 

títni^  iijJici.^,  ^'il^r'^nl^oto  marulínzo  á  aqucllaB  piedrai,  ve- 

fMfibk;^  moimine^ito:!  daln  ititüftgeni^iay  de  la  eupertoridad  de  aua 
^«tSQ^iMos*;..  LaMtifarentes  uibus  qué  hemos  enoontradoj  conóqett 
^ÁPP'MiiMflileiKps  ¿  ptisa&deia  lejanía  de  Iqs  lugares.  £l  tercer  es- 
MkMpUtbadbrtfllHv  alrQMbdo  OEiia  eonípañeroa  indioi; .  psr^»  $ü# 
wyiíWilMiiL  <frtW.ai  £^sgodel  Alelo  cayese  ñplin^ii  roa  -iuibé^ay  Vianda 
qfde  no  podta^onseguír  ron^perlos,  me  contenió  coii  hac^r/de  -eUoi 


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bñ  dmfto  eompleto/*  Kste  ultimo  partido  era  el  mus  prudente.  Es 
ée  esperar  que  etree  no  tendirán  iiMfar.éxíto  q«e  Mr.  (MimHlHt|ek«  f 
que  ningún  v¡ag<>ro  que  peftenes^  á^um  itfusiott  eiirtlhHMd^^poaMlié 
una  mano  destructora  sobre  efitoa«iii^nuinenll6i»      0 

El  sabio  Mr.  Htinfib»ldt,  do  quí  Ji  tomamos  estos  pom 
'Xfíf»€oa$  anaUi  de  ^o^tjt^i,};  coaaidesa  estas  obras  como  los  1 
de  una  antigua  civili  JPS^  que  pefleneeeu|uii»á  á  ttiia*6po«aieD  qtf» 
las  ra7.as  que  actualmenle  jjjstinguiímoa  ew*  deacouMÜdas  por  mi 
•nombre  7  por  tjs  ifi4iacíoq.|Sp  i^l^diaios  indm^no  tienen  Mm 
alguna  de  la  existencia  de  tales  esculturas:  Sóbfft^s  riberas  del  OH. 
ñoco  estas  esculturas  est4iitfcolocadu9«á«gs|^ndes  elevaoionei  sobre 
muros  de  rocas  inaccesibles,  (i)  CuaiYdo^e  preguatiaá  tos  itt^^;ei|f« 
como  han  podido  ser  esculpidas  aquellas  íig|]ras;yrespofidoB  1 
do  (como  si  refiriesen  un  hecho  que  solamente  un  hombie  I 
.de  igggrar)  que  eso  fué  allá  en  lo$  diasát¿^  grwadn^^í^imi^vknáo 
^sus  padres  navegaban  en  canoas  aknivel  de<oqttclla  elev« 

«   » 


JLI21l3JLBI|Ít: 


En  Atenas  Lijdol  los  ciudnilanoa  teninn  Jercclio  de  acusar  i 
cualquiera;  pero  si  el  acusudor  no  reunifi  la  qúit>ia  porte  de  los  ?oto9 
ó  iBrrngia»  de  I03  jueces  á  su  favor,  pagfi^uifn  multii  de  mil  draCi» 
TOBs/  E^cbinesi  acusudor  de  Cteüifgn  Uié  coiidt^mdu  &  eltu.  "   ^' '  *  ' 

Err  la  repúbüca/omíinn  loB^cüsadfyrea  Iflftiiafor  parte  del  licni' 
po  fueran  jóv^tieSf  dffeiniiliaiTi^teiH  iliielruB  y  dístiii¿uidaa  qite  pro- 
cu  rabÉii^t^urse  á  conocer  y  mlquírii-  ivoinbradtn  Vimatn^  ¿Lio  cargo 
«a  deíenan  de  una  provincia  nsolada  pOLUU  mú  magistritdOv  ¿  lu  dé** 
un  inocente  injuaiamente  oprimido.  PaVn.csTo'se  neefM^I^  0^^^^  ^^^ 
lento,  y  mas  que  mediauo  valor:  pues  tenían  que  arrostrar  loi  tÍK*l 


^(1)  Un  sd,  ana  luna  7  una  mano,  están  pintailas  en  la  eaBad^^d  fió 
de  Teeomava  k  QQÍ|olepee,  tnmino  de  Os|aca  k  Méjieo,  quelasateinu  tsévé 
los  Tiageros  cttiiosos:  están  pintadas  á  maoba  altara»  qne  etmta^  txaÍMii»-MÍMk 
aulas.. 


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— 1»7-~ 
ésioi  i^ftliABKi  J  MDifit^|«e  •!  «««Mido tímete  m  lloMt.  CMi9«iik 
ñil«rét  de  In  repóbtien  qne  se  catttfiíero  \o9  ddítof,  por  etli  «haom 
pretefjg  de  Tartee  «iodos  á  los  ecusndoref . 
£tt  los  crkneAs  de  lena  m aginad,  se  duba  áioe  aeoeaé^ree  ki 
pAurte  de  loe  bienes  de  los  eottdetmdos:  d^niide  ñno  que  de»* 
pues  ee  les  Hamo  euadiitplatores;  nombre  J^^^l  adelante  bajo  loe 
easperadAres  ftié  mmy  odioso,  j  qtie  se  dabl^^H  seerte  de  Jeiats^ 
rae.  Sin  eosbaffo  de  esto^  ni>  todos  podían  defMRt'l«e  mn^res  y  loe 
p«piloe  no  podiaB  lle4l«a^sino  en  ciertés  casos,  lo.  misoao  qae  los  sel- 
dados,  Gáfeme  notada  de iiifaone,  &>c«  &c. 

A  la  eoétttsabre  de  mantener  acusadores  páUteos  sedebí6  aepH 
I  la  eonserraeton  de  las  buenas  costumbrea  e«  la  rep6Uiea  re- 
baau  mediados  -de  Gteeron,  en  que  la  eerrwpeton  pesó  á 
aer  jn^^pw^wv» 

QiüniiHnlaiio  deeia  que  habin  miij  poca  diferencia  ent|e  un  le- 
df^de  earoino  real  y  un  acusador  de  profesión;  yOiceron  miraba  eso* 
rron  de  la  familia  Junia  el  bn^r  feoido  en   ella  u»  orador 

la  acusación.  » 

eblo^reinaAo  malrotábala  OMiyer  satásfeéejon  cnaMo  9»e 
badán  á  aquellos  que  babitin  obtenido  tos  cargos  de  1^ 
DO  se  habian  eonduqjdS  con*  toda  integridtt^  miraban  i 
res  como  á  unos  (jarros   que  echsban  soll||  ^  lobee 
renia.  No  obstHOle,  el  injusto  acusiidpr   ejiwitewlede 
rafamia  por  la  ley.Remnia  ^  ee  le  mareaba  l^^pra  K.eñ  k^eiise  cdn 
■  mi  lúerro'ardieódo. 

Por  la  ley  JuHa,  se  «windó  que  no  pudiese  acusarse  k  ufta  Ém- 
fer  de  advilerio,  sino  después  de  haber  acusado  al  marid«>  deque  fe- 
TOfveia  ie%e8cesos  de  «ii  mujer;  por  cuyo  nQidi^se  coartó  moebo  es- 
tigMpecíelde  acusación,  qiM  mns  a*yfcte4iijj||lfielipd0  Gonaliffli- 
»o.pflC;MI|f  diseneiones,  y  fu^^estas  cpBcuencias  que  acarroAbo  en- 
Iré  fas  fiimtlías.  .       *  "^ 

•    A  loe  ireesadAres  sejes  pon iañ  guardias  ^con  el  ol»ietode  que  no 
fNi^ieeen  eovromplP  4  los  jueiKs  <»  á  íes  testigos. 

Catón  el  Censor,  faé  acusado  y  co^peíiée  antelos  tribunales  44 
▼eees,  y^en  tockw  eiks  faé  absoelto  y  castigados  sos  oeoeadereí'- 

»n  Henpo  de  la  repéblica  romans^  tte  l«»  cOtobatee  juieítrios 

eSMndase  pieáeótabaa  mtichos  acusadoíts  ea¿tra.o«osdo,  erfc  pre- 

Msio  qM  se  pufl^eeD  ellos  eiKrc  ftt  acorácrpaf»iM5mbrwa-»B»*^e*4som- 


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_k  ^--. 


én  éA  que  m  eftoabeaate  la  mimmom  é  ooMiHttaM  eon  el 

£t«i  eenibiaba  en  Roma  de  vestído,  poniétidMe  ub«  orado  j  M- 
'cio,«de  dt)nde  viene  que  loe  términos  sontínattu  y  rm9  sMi  móiil^ 
*avm;4é»  «Ir  acurado  era  persona  de  con«iderao¡oB|i|ai3ibtalMin  taaiiblea 
ém  vraltde  todo*  sufrientes  y  amigos;   y  si  al   mismo  tieasfHi  ImIihi 
iieoka  servieíos  >]^Hfl|^  ^  ^^  patria,  hasta  los  magistrados  y  sett»- 
lioins  daban  esta^^^^^sterior  de  sentimiento,  y  se  empegaban  eon 
^  ptteUo  á  lo» qi^^esen  que  juzgarJu  pnrn  qae  sarkers  absueHo* 
-W  acusado  ra  dcyaba  crecer  la  barba  y    el   Ctfbello,  y  se  preseiKa«> 
ba  ante  sus  jueces  en  actitud  la  mas  humilde  para   mover  á  oompSf- 
-ailMi.  6a  valiiía  algunos  de  otros  mil  medios:  ya  prtseotándeseaconi- 
•  Ipaáaáos  de  su  muger;  padres  é  hijos  en  un  estado  el  mae  lastímotf^i 
ya  seduciendo  á>uiganos  de  los  tribunos  del  pueblo,  pera  que  diail 
viese  la  asamblea  en  que  iba  á  ser  ju/.gado,  ó  bien  por  medio  é^ek* 
.  guti  ajpfur^que  aupouieado  haber  observado  señales  de  sioiesiro  pre* 
'  M^iojiicfese  suspender  la  reunión. 

Hubo  no  obstante  ))lgurios  ilustres  acusados  que  no  p4idiraott#. 
venirse  con  ^tas  bajez^,  tales  como  Apio  Claudio,  Scipio%el  yema»* 
4or  M  Auibsl,  y  ISeipionEtniliano..Etii4)la7«ud#  anta  los  jáecea  Sci- 
f>ioti  el  Africano,  contestó  á  los  cargos  que  le  hicieron  Sfls  acniadtt* 
Tra«nuitiei^do  sencillamente  l(Ís  (puchos  y  grandes  sérvírioa  qiaa 
-baya  lie<^  en  favor  de  la  repúblic;!,  de  cuyo  medio  se  vaüenMi  imm-' 
bÍMoirofjloml^ea célebres  injustamente  calumniados. 

neoiar^dp  Sontas,,  de  resoltas  de  la  inicua  aeaaaoíoif  dt  A-^ 
royto  y  MéÜtf;  que  era  culpable,  sin  determinar  todavía  loa  JMC— g 
h^efla  que  habia  de  sufrí r^  fiorque  en  Aténaa  cuaado  no  estaba  se- 
fialada  por  la  ley  se  dejabtvá  lu  elección  del  reo  la  que  couaiderahii 
merecer,  y  advertida»  dit  qnctenia  dereclio  de  que  se  le  oambiaavlm 
|i^  de-muer^  ^IkSi?  «ksti^^,  multa  d«c.  respoadi¿jcnei;raaiHyiee 
^'Atenienses  pues,  me  pré^ff^  á   i 


im()onerme  á  mi  mismo  Ja 
que  meaasKo,  me  condeno  poi*^haber  pasado  toda  mi  vida  en  iostriñ* 

.  roa  4  vraotros  y  á  vuestros  hijos,  por  hn^  dasprociade  O0n  esta 
mira  negocios  domésiíeos,  ectiple^w  y^dignidad^,  por  liabarara  oif  • 

;  iMIgrado  e^teravieAta^l  servicio  de  la '  patria,  u«iwi>aiid#  «cuitioiui- 
menta  Mjiafser  virtuosos  mis  coiK^udadanos:  n»e  ccMideAO,  difo»  á 
ñ^t  alime»tado  (^qiü»  uks  laata  de  mis  dÍM  m  el  PrytáM^  4  fiapsn- 

.  ras  de  laiapábüca.'^  {^st*  c^otesudon,  4uuiime  h^aisim  aliHWiüi 

- . Jemitcifti  9Km^tá  A  tados jius  jaeces;  que  ley  atu jabfoft  á^^^ 


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%eM«M  la  cicutA  qtie  era  un  género  4%  supKcio  may  usaé»  «M«t«» 
^le«  ^Yo  voj  lea  dijo  ccmi  una  notable  tranqaílidadíi  \otfm  ^¡m  h  im* 
rimaron  ht  seotehcia,  á  ser  entregado  á  la  muerte  por  niaalraa^r» 
«iMiaa;  la  nataralefll  me  eondenó  á  lo  mismo  daade  a)ipaMMr*«HÍai»»> 
t0 de  mi naelmietno;  pero  mis  aqpsadores  van^jar  eittregailea  á ht 
hiianiía  é  injusticia  p(»r  orden  de^  in  verd^f^^wiéraíf  de  mí  ^ipm 
para  Hbrarm€  de  ruestras  manos  hnbiesa  é^^^Ht  aeg«o  «•  ana»» 
tumbra,  palabras  lisonjeras  j  eonipnsiras,  pHPniedalea  ttmídaa-jpt 
lludilldea  de  un  sapticante.  Bero  en  los  tribikiniy  cono  «o  la  gaer- 
ta,  no  debe  an  hombre  de  bren  librar  su  v4da  per  tedo  gémew^  ém 
wméhoB*  Es  igaaknente  ignominioso  en  una  y  oira  no  reaeatarla  Mi» 
aon  empeñe,  eo<i  lágrimaa^y  con  todas  tm  otraa  indigmdadea  i)«e 
hacer  todos  los  d^ns"  á  los  qne  están  dond^'<yo  rae  ree. 
La  acusación  pública,  tnn  en  uso  entre  loe  aAtí|pe«  y  eaai-  M 
i  deaterradas  per  el  cambio  y  mejores  inatitucionea  de  loe  tribu- 
ía, parece  qne  iba  á  retfovarse  á  óUimge'  de-<alglo  i^I  <^nndb 
Mmo  V  mandó  que  un  marido  que  né  ^ese  á  ii]ue¡arae  de  loa  eaea^* 
ioaéoeu-moger,  sería  castigado  de  muerte:  cuya  diapeai<»en  upé* 
«08  ttiifo  efecto,  por  haberse  conocido  "los  fatalee  reauhedea  q«e»  Ihi* 
i.preducido  su  ejecución. 

•    « 

~- — ,,,#  • 

O 


obras  artlstlct^  son  ni  mismo 'tiempo  un  objeto  tíedaje  f 
de  cariosklad.   Tienen  actualmente  eu  rerdadero  logar  en  lea  laJái* 
«iMi^  páMkm,  y  en  los  gabinét^  diaj^s  aoberanoa  y  deles  ríeos  de 
-%iieft  gasto. 

*  %S1  caaiafiío  es  un  objeto  grabado  en  «na  piedra  fcolnffda  Je  «K* 
•ftrentte  eapbsi  de  laa  ^«e  ha  sacado  partido  el  grabador  |iara  bacir 
*%a4bMlo*aoWe'«Í'qiie  rmrita  ana  fig«ir&<ei)  relieye  bíKlMiy  ad^-on 


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—  140— 
Miof  otouro,  ó  oscura  sobre  un  fondo  blnneo.  Los  mas  curioseé  y 
Míos  son  «quellos  cnya  piedra  tiene  tres  capns,  de  las  que  la  om 
osoura  stnre  de  fondo;  In  mas  dará  queda  reservada  parit  la  iguray 
1a  ieroora  para  Jos  ct^ieilos,  la  *burba,  ios  vestidfli  el  casco,  las  ar- 
nnM  u  otros  atributoa.  La  piedra  i|pe  mas  coiuumueiito  «e  emplMi 
fiara  loa  eamafeo^^HBardonyx,  cuyo  foudo  humeado  l»«ice  reaal— 
lar  perfoctamente^^^H^  llamado  así  por  ¿I  color  de  hi  uña  que  aa 
Wanca  coo  nn  ligero|Rte  color  de  carne. 

Es  mas  fácir^Kpbar  el  camufio  cyae  el  entallada  en  piedra  á 
pralM^do  CM  hueco;  porque  como  dice  Mariette  en  su  Tratada  de  Im» 
pé$dra$  grabadas^  '*el  artista  tiene  continuamente  á  laTÍsta  su  olMrat 
▼é  su  progreso  y  labra  el  material  por  donde  quiera  que  lo  jaigs  4 
^ropésito,  sin  temor  «de  des?astarla  demasiado,  y  sin  necesidad  dm 
aotiealt0g  á  cada  instante  la  impresión  en  cera  que  él  grabti,  como 
aoc^e  cuaiido  obra  del  otro  modo.*'  Pero,  como  nota  el  mismo  Ha- 
^rieneif par% grabar  lar  caipafeos,  no  basta^ser  buen  dibujante  y  tenar 
Hbaen. pulso;  este  género  de  grabado  exige  quizá  mas  iuteligencia  qaa 
^  fae  se  hajee  en  hueco.  El  artista  emplea  en  61  (Redras,  an  flas  q^a 
la  «aturalftaa  ha  derramado  dilerentes  colores  al  acaso;  es  neeefaría 
fue  él  \o¿  diUrilpiya  en  los  lugares  convenientes,  que  los  adapte  á 
loyliv eraos-objetos  que  se  propoilb  representar,  y  que  estas  difeposi- 
^onají  payAhiD  tan  naturales,  que  se  dude  al  ver  el  colorido  de  la 
4iht^  si  ei^BM^Oif  es  el  que  se  aprovechado  de  uti  capricho  de  la 
naturaleza,  ó  si  ella  sola  ha  hecbT^  la  operación. 

Los  antiguos  tenian  mucha  curiosidad  por  los  grabados  en  pte* 
<lfl^  preciodas;  y-  á  mns'diél  Oso  que  hacian  de  lus  camtffeos  para  ador' 
aar  sus  anillos,  lorpeinados  de  las  mugeres,  los  collares,  los  broche^ 
Je  los  mantos,  y  aun  los  calzados  formaban  también  de  estas  obraa 
astMoas,  colecciones  á  quejJAban  el  nombre  de  diadf^Uotktques. 

Pompeyo  colocó  en  el'capitolio  las  piedras  grabadas  que  baliia 
paitado  4  Mitrldates.  César  consagró  al  templo  de  Féitas  úhtátru 
las  qae  babia  recogido  con  enormes  gasto^  Marcelo  deposité  sa  ga* 
Únele  de  piedras  grabadas  en  el  templo  de  Apolo  PaJaliao. 

El  roas  grande  y  célebre-de  todos  los  camafeos  conaeldoa,  9B^ 

ét\  gabinete  de  Francia,  llaaoiado  vulgarmente  Ágata  dt  Im  $mmim  cth 

'pUlm^  panfue  sa  ba  conaer vado  en  el  tesoro  de  esta  igiasia  dtml0  fna 

'San  Luis  lo  depositó   allí,  habiéndolo   adquirido  de  Bandonin  If  • 

ein^eradar  ái  C'jostaotindpUi.    Este  camafeo  itfnuaata  tadt   la 


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—  141  — 
Cai^ilÍA  de  Augusto  y  U  npute^sia  de  eate  priocipe.  £1  arte  del  grab»- 
4o  en  piedras  fínna  no  lia  sufrido  interrupción  alguna  en  ctianto  á  la 
parte  mecánica;  pero  había  pasado  como  las  dt-mas  artes,  por  una 
época  de  decadeucía,  cuando  en  el  siglo  XV  los  artistas  que  aban-  ^ 
donaron  la  Grecia  para  sustraerse  de  la  tiranía  de  loa  turcos,  fue- 
rou  i  buscar  un  asilo  á  Italia.  ^^^tt.  # 

Laurencio  de  Mediéis,  el  mas  grandl^^^Hor  que  han  teniAi 
las  artes,  fué  el  principal  motor  del  feliz  cu^Vque  esperimentó  el 
del  grabado:  su  pasión  por  las  piedrss  grabadns  y  por  los  camafeos, 
la  hizo  buscar  y  recoger  á  los  mejores  grabadores.  Los  animó  con 
gas  banefieios,  y  el  arte  del  grabado  se  propagó  muy  pronto  en  toéa 
la  llalla.  Este  arte  se  cultiva  actualmente  con  buen  éxito  en  Roma, 
an  R«g9  7  an  Sunj^^rellj. 

CU  uso  de  los  camafeos  en  los  adornos  de  las  señoras,  ha  reapa- 
Hf^ido  algunas  veces  en  Francia,  donde  existen  hermosas  piedras  que 
bap  adquado  los  braceletes  de  Diana  de  Poitiers,  de  M.  de^^cimpa* 
danr  j  el  collar  de  M.  du  Barry*  Al  fin  de  la  revolución,  bfr|D  el  du 
rectorio  y  el  consulado,  con  el  gusto  de  los  vestidos  griegos,  inspirado 
por  la  escuela  de  David,  reapareció  el  uso  de  los  camafeos.  Mada^ 
Bsaa  Taiiieu  y  Beauhariiais,  adornaban  con  ellos^desde  sus  diademaa 
kMta  los  dedos  de  sus  pies.  El  emperador  Napoleón  hizo  sacar  aa 
1S08  delffubinete  de  medallas  /  antigüedades  46  camafeos,  y  Meii- 
iallados  para  adornar  un  vestido  de  la  emperatriz  Josefina.  Afortti- 
nadamanta  estas  piedras  lian  sido  restituidas  enr*  1832  aFestafolaei- 
«uaato,  donde  están  mejor  colocadas  para  el  arte  y  para  las  cien* 


Los  camafeos  son  monumentos  en  los  que  se  hallan  modeldada 
l^ato  para  la  invención,  y  de  gracia  para  la  ejecución;  ofrecen  relni* 
Ipa immaantaa  para  la  iconografía,  composiciones  en  lasque  sebn- 
Mff0  objetos  laitolágicos  que  casi  todos  se  refieren.á  pasages  depoe- 

.Uu  aatiguoa  y  modernos.  Pueden  inspirar  á  loY  diseñadores  y  ador- 
Bar  laa  edicioaea  de  los  autores  clásicos.  Entre  los  produetoa  dal 
arta  antiguo,  los  camaftos  son  los  que  simpatizan  mas  con  loa  usoa 
da  la  vida  OMKlerna,  y  que  pueden  reunir  al  atractivo  dal  liQO  toda 

.laniUídad  da  la  erudición. 

Henoa  eatractado  estos  datos  de  un  artículo  muy  esteoao  di  ki 

;  NttTTa  Rtriíjofirílin  Vimos  hace  poco  unos  hermosos  camafeos  n- 
timtmñiMt ,  jlijidos  de  Italia,  y  entra  ellos  algunos  de  concha,  que 


0  ♦ 


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liot  parecen  primorosos.  Los  de  esta  clase  son  los  que  en  nuestro 
concepto,  ée  podrían  hacer  mas  fácilmente  en  nuestro  país,  por  lo 
que  publicaremos  otra  vez  algunas  obserraciones  sobre  otifr  bello  ob« 
jeto. 


St^i 


IPIEILllt®  3D)]E  ^  AILIL®^o 


Teniendo  que  combatir  Temístocles  con  Jos  persas,  dio»  B«f« 
ftín,  7  viendo  que  sus  soldados  mostraban  poco  ardor,  lea  bixo  mltat 
el  encarnizamiento  con  que  los  gallos  se  batían:  'iVefl,  les  dyo,  el  v»^ 
]or  indomable  de  esos  animales;  no  obstante  ellos  no, tienen  otro  mo* 
tivo  sijo  el  deseo  de  vencer  j  vosotros  que  combatís  por  vuestros  ^ 

garel|.^r  las  tumbas  de  vuestros  padres "  Estas  poca%|)alabf«ft 

if  animaron  el  valor  del  ejército  y  Temístocles  alcanzó  la  victorias  en 
memoria  de  este  acontecimiento,  instituyeron  los  atenienses  utuí  em 
pe^ie  de  fiesta  que  se  celebraba  con  combates  de  gallos. 

Parece  que  est/e  ha  sido  el  origen  de  esta  repugnante  diversión 
que  los  conquistadores  introdujeron  en  nuestro  pais,  y  que  haoe  te^ 
da^^las  delicias  de  muchos  hombres  que  se  creen  ci^lizados*  SoA 
dignas  de  leerse  las  siguientes  observaciones  qu^hacc^obre  este  pun^ 
tO  cj  mismo  Buffon.  Los  hombres,  dice,  que  sacan  partido  de  todov 
para  su  entretenimiento  han  sabido  muy  bien  poner  en  acción  eaain^ 
vencible  antipatía  que  la  naturaleza  ha  establecido  entre  gallo  y  fttHI^ 
los  hombres  han  cultivado  este  odio  innato  con  tanto  arte,  q«e  loa 
combates  de  las  avea^e  corral  se  han  hecho  espectácul|(s  dignot  A 
iflteresar  la  curiosidad  de  los  pueblos  cultos,  j  al  Tnisuo  Jtáe^npe  mv-^ 
dios  de  desarrollar  ó  conservar  en  las  almas  esa  prcd^a  forocié^ 
fue  $egun  se  dice  e$  eí  germen  del  heroísmo.  Se  han  visto  j  se  in»  mh 
davta  en  maa  de  una  comarca,  hombrea  de  todos  estados  ^•rrefam 
tropel  i  esos  grotescos  torneos,  dividirse  en  dos  partidos,  •nai^ecM'- 
ae  cada  ano  de  estos  partidos  por  su  combatiente;  añadir  el  ñiror4i 
las  mas  viles  ganancias  al  interés  de  tan  heü^f  espeetácnb,  tra#Cor^ 
liarse  la  fortuna  de  muchas  familias  con  el  último  ji^aiUs  dal  gallo 
v%nced6r.  Esta  ^era  en  otro  tiempo  la  locura  de  loa  lUioéIojt;  7 1»  ^ 
W  el  dlB  de  loa- Chinos,  de  1<9S  babitaift^  de  FHipiwü^  4»  4#«aid« 


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ii^Éo  de  iá  Áaiáma  y  de  elgimee  olrai  aecíoliee  de  loe  doe  OMiti* 


Tüiiibfén-  eo  Méjieo  las  peíens  de  gallos  sen  por  desgreóia  iib« 
tfo  las  mee  barbaree  dtversioDet  en  que  el  pucbfo  depraira  tu  eoff«- 
«im.o0a»O8aéedeen  todoe  lot  espectáculee  de  sangroé  Si  fuera  cíer- 
lo  que  eacos  eepeeilciil'8  encendían  el  vd^H|tt%{al  en  loe  que  a<* 
oe^iuatliran  preaencierloe  BÍngunos  eeria^^H^vaHentee  generalee 
qa^  loa  oarsieeroe  qoe  def  roMn  mh  cesar  lasangie  de  las  bestias; 
'%€íB  ^e  desempeñan  el  infame  ofieio  de  toreros,  loe  galleros  de  pro* 
i^esíon  j  aun  los  verdugos  en  jo  e<yeerable  oficio  les  hace  ejectiiar  wn 
.— esiauto  sin  eonmeoion  ni  repugnancia.  Afortunadamente  no  es  auL 
1«08  eombates  de  gallos  preidisponen  el  ánimo  del  pueblo  para  esM 
finas  sangrientas  que  tan  frecuentemente  trenüos  y  en  las  que  no  £ii- 
iMi  OHiohos  veces  numerosos  espectadores  que  presencian  esas  es- 
e#<ps  de  inmoraliiilad  y  de  barbarie  eon  la  misma  frialdad  cttn.  quo 
ftsian  tt»a  pelen  de  .gallos*  * 

Es  honroso  para  el  hombre  el  haber  domado  al  toro  y  haber  pnes- 
.4o  bsijo  el  yugo  á,  un   animal  tan  fiero  y  vigoroso,  pero  es  indigno  ^ 
del  hombre  mismo^  el  depravar  á  In  naturalesa  en  sus  mas  ha* 
Has  erinturas*  abusando  ^e  la  antipatía  que  ecsiste  entre  los  gallos 
.pam  enseñarlos  i  pelear  con  encarniaamiento  armándoles  eoi|ÍM- 
aruinentoa  que  tt#los  dio  la  naturaleza  porque  jamas  en  ella  hlnm- 
btdo  el  designio  de  que  los  seres   sensibles  de  um^  misma  esp^ejp 
«lyUbatan  entre  si  de  una  manera  t^  sangrienta.  No  debemos  eitr|g| 
•Asrei  vecprkiclpaliaente  en  la  clase  mas  miserable  del  pueblo*  esas 
-é^UM  propensiones  á  la  riña,  y  aun  al  asesinato,  cuando  tan  mmlf» 
-tofaieinolin aciones  se  comienzan^  á  desarrollar  en  los  nüoe  ooa  el 
«•fecláonlode  las  peleas  de  gallos*  y  se  enar^Bcen  todaviit  mas  oQci 
«floilrocoasbate  <lo  toros,  que  son  el  oprobio  de  la  civilización  4e 
iMesii a  patria,  V^ 

A  hm  ifloonvemeaies  de  las  peleas  de  gallos,  consideradas  oonao 
MI  tfspeétáeulo  de  atrocidad  y  de  estiirtioia  se  agregan  los  que  tiene 
ps» al taAo juego  de  asar,  en  el  qoe ee  aventura  ala  ciega  oasualldadf 
•  4a  tentoa  y  el  biagester  de  las  familias.  Aun  se  debe  agregar  á  ee- 
^-asáeoomMé,  qiMi«o  hay  »n  jue^o  de  apuesta  en  el  que  sean  ntai 
» f  dseiitiievitables  los  fhrudes  y  las  trampas,  fin  este  juego 
»«ne  gNMi  parle  de  nuestro  pueblo  lidqniere  ese  earieter 
•.tnméw/kwám y  ipeiidencicrf»i  tan  opuesto  á  la  buena  fé  y  á  to  honradez 


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ie^pift  M  se  p««4e  prMoittdírMí  toion  ki  mwpimoaée  la  ykk» 

9e  ha  dKeho  que  el  cómbete  de  gHÜos  et  un  espectáeirio  4|«»  «e-  * 
wle  todftWa  eo  Ba«iaM»  tan  dvilizadnf,  eomo  la  Francia  y  la  Infla* 
%Bffffa;  puea  bíaN:  aaíi  an  eataa  iiaeionef«  tal  eapeotáoulo  noea  mm^hii 
nato  da  su  barbarie  primitiva.  También  $e  acutlaaibrafi  ^ñ^n^fmi/km 
•naaioiíaa  al  auicidT<y^BlBf afio;  ¡j  por  eao  diremoai  qva  la  oirittaa- 
•iea  p«ada  coaaeqfl^Rulea  crSmened,  y  noa  apraauramoa  4  Itttroda* 
«raAirenoaotros  el  desafío  y  el  aoiciái||para  aparecer  como  ^eívUrn* 
do«t...  Imitamofl  á  aquellas  naciones  mi  lo  que  aon  verdaliefaaMiita 
ealtast  á  la  Francia,  por  ejempl^  en  sus  c«panctMi€«  eU  0éjeUí0  ca* 
duMifialeSt  magnifico  espectáculo  que  presenta  en  un  peqoalle  c«ft- 
dffo;  cuanto  el  ingenio,  el  cálculo  y  la  inteligencia  del  tom^e  ^«- 
docen  de  mas  bello,  cuando  se  aplican  á  ias  artes.  Imitemos  á  la  Ia« 
l^attirra  en  el  entusiasmo  con  que  fomenta  las  corridas  de  cabaMoa, 
xlivejftíon  hermosa  á  la  que  se  deben  en  aquella  nación,  las  m«j««a 
de  las  razas  de  aquellos  animales.  Los  gobiernos  debia  pensar  mea 
de  k)  que  piensan;  comunmente,  en  la  grande  influencia  que  ejerces 
^  eu  el  carácter  y  costumbres  de  los  pueblo»,  las  dirersiones  p4UicaS| 
j  principal inente  los  espectáculos  sangrientos. 

No  sabemos  precisamente,  en  que  tiempo  se  introdujeron  en 

Máuco  las  peleas  de  gallos,  como  una  diversión  tolerads  per  el  go- 

Weroo;  Un  diario  muy  curioso,  dice  lo  siguitNite:  1667 — M^o  5»-  Se 

jf^Mó  á  instíAítias  del  8r,  Arzobispo  el  juegú  de^tdht^  y  &frt€Íé 

^indemnizar  al  asentieta  de  las  ganancias  que  le  rindieran.  Después  ei 

•924le  Septiembre  de  1686,  dice  el  mismo  diario:  *'Vino  real*  cédula 

para  qne  no  se  jugasen  gallos,  y  se  devolTÍeae  al  Sr.  arKoWaiMyla  mk- 

tídad.qne  halii»  dado  por  indemnización  al  asentiata.  Se  f«por 

datos,  qii^,en  aquel  tiempo  las  autoridades  cifil  y  eclesiáelsMi, 

•  nocieron  como  perjudiciales  á  la  inoral  publica,  las  pelona  ám  g|illaiu 

En  1771  el  Sr.  J^jf^h^é  6al?ez,  visitador  general  .de  la  Naava  Em 

,  i»aña#  decía  en  mn  instrucciones  al  Virey  BmcairéÁ^  ia  qne  inaaitsmoa 

í«-la  If tra.  „¿a  afiocion  desoréenada^  que  tienen  loeJkmU^méeo  é$  mU 

^pm$  á  hs  juegos  de-mpuootafXnixoéa^o  desde  los  piineiptea  del  | 

le  «i^  las  peinas  de  giíllos  arAados  con  savaíns,  piara  qpie  i 

«en  breve  la  suerte  del  combate  enque  «e  atravícaa- el  ifilaséa  delnnfn* 

.  farrea,  y  daapuea  del  año  de  1790  empeñé  ái 

>  asísfite  erigldQ  ya  en  ram&de  Meal  üfosssaáni  y  a«Hv  \ 

varios  i  .4  pf  oparcion  del  color  de  los  postores  y  de  laeeemdlaáMie 


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foe  ae  hnn  beeho  k»  remate»,  porifne  loe  iN«bf uitM  leprobMloe  «k  l«i 
eeeiitletM,  dieron  enmpaéqne  «e  lee  - pferinieeefi  reflee  co  loe  eoa- 
tntor  reepeete  á  q«e  le  oeKéedde  ee»es  jtt4|^  no  yeriaitee  enjeiee» 
ioeé  une  ftdmtníetraeion."  Bete  déte  coaiprue^  t— ibiee  yie  em> iia> 
»iiiideeu  tokeedo  3r«  lee  peleee  de  f»MM  jier  elMpebietne  ee  weíew 
tttoe  dIversiiMí  íneMrel  j  el  rwekede  de  i«ii^B|9Píwdtneete«« 

Et  3r.  ReriWegífede  en  sne  ImttrmdWff'  reeenredee  fedeele 
dee  en  1794,  bebiendo  ^Ij^iefo  de  geilofl  diee:  ,tLe  'ggtieeiál 
sería  afición  de  lo$  nahtrmesdñ  este  r«lno  á  las  peleee  de  faUov, 
proporeiona  el  que  se  hícieae  de  etta' div?rMon,  «n  efAt^/bataiieele 
formal  y  ime  remtáenfMvm'ée  la  Real  Hacienda^  enjoaprciduelea  n» 
bfijan  de  50,600  peeoa  sin  costos  de  administración  per  eetou*  refu- 
gtilarme«tt#f n  arr«idetniento;  bien  que  en  los  iti^iDoe  «ños,  per  M- 
te  de  poétor  s<-  puso  á  cargo  de  oficiales  re<lfcej«qnfenes  para  preper« 
etoaar  najores  aumentos  á  la  renta,  difipesieron  íebrtear  ana  pleaa 
en  el  paeblo  de  S.  Agustín  de  las  Cue? as,  muj  concurrido  de  gentee 
de  eeta  ciudad  en  la  temporada  de  pescve  de  EepIrrtn-^Bento.  Tmto 
de  eoeto  6688  ps.'  y  en  dos  años  dos  meees  ha  dejado  ubre  1740  ps. 
áfevor  del  ramo.  Tenia  la  renta  pocos  gastos,  tan  inéttfee  cearo  lee 
que  oeaeiene  este  juzgado,  especialmente  en  la  asigttecion  de  1000 
ps.  que  se  dan  al  aeesor,  que  es  un  ministro  de  le  audiencia*  Beta 
renta  es  poco  grarosa  á  los  contrifoujentes,  que  le  hacen  ?oluntari«« 
mente;  |9ere  $i  h  e$  al  público,  porque  Jomenia  una  pamon  em  €$im$ 
gentes  muy  perjudicial^  y  que  es  origen  de  otros  desordenes. 

No  corresponde  á  la  naturaleza  de  esta  obra  éndiear  lee  diapo- 
aieioiiee  legalee  que  mas  ó  menos  direetamenae  deberiea  -ceatrariar 
la  propeatiott  del  pueblo  á  las  peleas  de  gallee,  beeta  llegiir  á  prohi* 
bir  una  dÍTeraion  inmoral,  ruinosa  y  bárbara,  Baataa  lea  rsésesieaas 
que  hemos  hecho,  para  que  se  conozca  la  BeeMÍdad  qme  tienen  los 
hombres  de  eeudo  de  meditar  seriamente  sob^^p  ofajeto.  Los  otfi4»e 
ee  edvean  en  las  eecoelas,  ea  los  colegioe  j^Tlo  íalerior  de  lee  &- 
tailias;  ef  pudilo  casi  ao  tiene  otra  edueaeiott  que  la  qaa  puede  ad- 
qotrir  en  be  grandee  eepaetáeuloe  á  que  ooaeurre  uum  freeaeala» 
BMate.  Si  eetoa  eepect&cttioe  te  inepiran  idea  de  beaeroleacia,  ai  b 
Hastfan  en  su  ignorancia,  ai  dvleiéean  ene  coatumbree,  el  pad>lo  al 
üa  ee  ciiñUaará;  pero  si  las  difcraiones  mas  populares»  ao  acmeiad 
«eeenae  sangrientaa  y  motivos  de  prodigalidad  y  de  desorden,  el  p«e- 
Me  aera  inmoral,  idiota  y  bárbaro.   De  los  espectáculos  sangrieatos 

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^ne  itmemoBtn  fiae«lra  paisi  la«  peJeas  de  gnUos  fon  las  menos  nUo- 
«eil  pM'o  0ff  eoMÍderada  esU  divefiioii  cmho  un  joaga  de  as«r»  af 
itmotifliflM  y  tma  etc«^  «le  ««gattOA,  de  trampaa  v  da  firandea.  Ha- 
«M9  obaarvado  eotí  atención  laa  eostuabres  y  catado  acanomiao  da 
fNuoiios  iufaraa  utertüaya-ftipaBftf  ytto  diidamaa  atayifiar  .^^aia  aoa 
muy  pocaa  eioejl|P]9^Bos  pueUoa  qua  se  antfef au  caá  ,a»aa  faroT 
ékmyte^É  dafaUo^^n  notabbmeate  nitaanU^laa y  I» maf ar  parle 
da  -aas-ifabéiantes  ociosos  y  vagos*  d|^ 
• 


(remitido.) 


ld*f\fance  e9l »  touchcmlef 
i  ^     '  Bk!  gu¿/  ame  si  dure 

L  ^'^eprouhc  en  safavour  le  plus  tendré  interetf 

r  ^  Toué  les  etres  naissans  ont  un  ckttrme  secreit 

.     Üelillo 

I  DEDICADO    A  MI  UifO. 

S|  El  Itombre,  objeta  siempre  de  meditación  para  el  liombre,  le  dút 

lecciones  importantes  en  todas  las  edades,  y  es  uaa  escuela  que  se 
abre  en  la  cuna  y  se  cierra  con  la  tmnba.  No  es  en  losprímeroa  diar 
de  s«  axtstencia  cuando  el  hombre  nos  enseña  ménosr  Si  la:  vida  ñ/i 
nn  libro,  la  infanaia  as  la  nras  interesaente»  y  siadada  la  mas  inocan*' 
<e  y  sentimental  de  sus  páginas. 

No  solo  frecuttgando  lieeos,  visitando  bibliotecas^  conaultlsiidp' 
libros,  examLnani^Mgaminoa  y  observando  los  usos  y  costumbrar 
de  diferentes  puebid^  naciones,  aprendemos  alguna*  cps^»  „fiboai* 
We  que  buscas  la  sabiduría,  abandona  por^un  momento  laa  tñUadaa> 
aandas,  por  donde  todos  van,  y  vea  á  santacte  al  pié  d^  aw  cusmi  $ 
meditar  sobre  la  primera  edad  de  la  vida."  * 

La  infancia  tiene  duplicadas  rentqjas:  ^l  paso  q/tm  instrn|!ai  iir» 
leraaa  al  oeca-ifton. 

iiaa  i&griaaas,  kis  ríaos  del  racien«na€«do  mneati'an  al  décimo  de 
todoe  los  hombres.   La  vida  cerré  d^ipues,  del  aaodo  que  eoaM032^ 


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f  mi  %üám  lo»  mAm  y  esoena»  «i»  «mu  re pt^s entpcioii  pa^afora*  hmf 
fiUitfir*.  hry  «iiMdUore*»  £1  oiia4ro «!«  iu  vidU  no  eaá  ilumiafMWiN^r 
«ifM»  000  '«•ikAolo  eeitof;  !(«¥«  loa  i^oj^í^aigunM  ««otuma  y  k« 
tawittwi  A» amella»  4¡«tfffMÍMN  Alternada  fk  úi:mpt%  4a  afliüinwaa 
y  ú»  alay^aft  <W  Qap6fa«saM  jr  4e0iili#utot,  d^MÉymas  y  derr^iaa»  iUi 

La  ignorancia  del  rafante,  cujra  alma  eflVinn  tnbJa  rai»,  —lo  kii 
RooMi  «n  ilóattfOf  «Da  mmxiiJÉt^  \m  ign^ranaiii  M  Iminbvecn  todas 
kia  edaJtif  ifaorante  MUique  su  onbasn  liJttDifttée  ootí  laa  oMiMit  bsffl 
asi  al  aepiriero.  /La  eíenci*  del  liotiibre  es  ooaafanaitfa;  sabio  aa  ai^ 
^•a  Mna,  al  ijiia  iwaca  la  aabiduriu;  asas  no  aéofve  la  eneueittfa. 
Baldea, jj^láaofo  qae  fué  ornamento  da  ia  Gfaala,«éaeía:  que  $0* 
hkmuiU  ^^^f^i^^  ^  igneroéa»  {^tro  desai%aiío  para  el  oi^pt^km 
de  los  prelerraidos  aaWas>  pataWas  santancioaas  p«i%  toa  raaáaéaaoil 

La  mudas  dd  infanta  nua  daumeslra  lo  q««  luego  k  eapariancia 
viaaa  iaoofi^mat*  -fisto  «s,  qae  al  siknick),  as  p^^ftitibla  á  la  lotraa*. 
mamé»  Nada  mal  daitn  «I  ta  naeditaaton  Ihaee  á  loa  HomWes,  la  om" 
diaacian  aa  Cttemoiaímante  ami|^>i  del  f«HS«fimieBio  y  del  stlencio*  Ntf 
ra  el  hombre  á  meditar  entre  el  tifmulto:de  las  filaaaa  y  Aatros,  fausr 
ca  á  este  ñu  sitios  mas  apftrtarl(9^  del  bnlPicio  y  estréf5íto  de4a  vida* 
La  noeha  fatofece  la  laeiiitaciiMi,  porqve  es  tacitumaf  caUadas  lla- 
man loa  polutas  «tw  dulcíi?im&«  horiia.  • 

Las  n^eeatdadea  de  la  ftnáincfl  muestran  la  depeird^néin  del 
hombre.  He  frfrt  la'bí<»e,  el  ffiéeíVo  de  li  sociedad.  [Q«fé  sefin  dai  vn- 
Iknte  ^if  los  desvelos  del  amor*mf(lernfit!  [^caHárnnse  por  rentura/ 
tan  eátréchas  reladoní^ermHiiitla  esta  jorlftida  de  la  víJh?  ^DeHerí 
el  infante,  pasado  e^te  período,  bti^car  los  bosques,  darse  á  Ih  ? ida 
errante,  ohridada  enteramente  de  stis  primeros  dia»?  ^ffnnoa  la  vista 
de  otro  infante  pendiendo  al  pecho  de  su  inadi^|^|^ará  at^ora/.oiit 
¿La  sangre  nunca  le  recordará  deberes?  Nunfl^^iiuturaleza  le  dic- 
tará ternuras? 

Filósofos,  venid,  venid  á  etnniinnr  en*  la  cuna  del  infante  ol 
germen,  el  diseno  de  la  sociedad  humantk 

\Y  cuánto  no  interesa  á  nuestro  corazón  la  edad  infantil?  Quién 
haj  que  tenga  sentimientos  delicados,  y  á>quien  Dios  baya  puesto  en 
el  alma  alguna  semilla  de  humanidad,  que  fijándola  vista  en  esta 
primera  escena  de  la  vida  hamnna,  no  sienta  agradables  TOiociones? 
¿Qiiíán  que  al  ver  las  risas  inocentes,  los  agraciados  ademanes  y  Ua- 


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^  eunnto  preientA  Mn  edad  mmeríoM,  no  e«p«ríitiei»t6  itim  sonve 
é  ittdecible  esplosion  de,  ternura?  Quién  que  no  ae  ecbe  á  sí  mitmo 
iiiifi  miriHlá,  al  eontemjmr'iJUia^Bopia  do  Jo  que  él  ñwMt  «n  el  mcjitr 
|»ei4«d«  do  fo  vkln?  ¿Qin^n  no  reoeerdo  entóneeo  los  deorek»  mñ* 
teranlot,  tan  pron^  ^a  despertar  la  f  ratil«dt  Y  4  qiNéfi  oe  le  oU 
vidan  loe  afanes^pJK^H^inor,  en  los  días  áp  secesidaikis  y  do  sk^ 
ponCWMeíaof  ▼ 

¿Y  |»or  qué  nos  ítKoreoa  taolo  eimMqvoño  hbro  do  la  infaiiciaf 
FMnqiio  MM  dá  loooionos  inféauas  é  imporiaatos.  N*»  so  eneuodtraa 
on  sus  págiiuis  las  paoioneo  y  eaprtcbos  do  loo  bomlftres;  no  las  cor* 
rompen  fais  iaterosos  do  partido  y  de  aa^isiadi  quion  osoriho  ob  oslo 
libróos  la  nataralosa  con  s«  propia  mano.  Em  oste  libro  je  vé  lo  que 
no  so  poodo  dosoribi^y  se  oye  lo  que  nose  puede  <^li<»|v^  siealo 
íh  que  moefao  m^oos  se  puedo  eomumcar  ¿  otros. 

El  infiínle  en  la  ouna,  nos  eomplaoomos  en  repetirlo,  tiene  la 
doMo  Tenta|a  do  ÍAséniír  y  do  ioCerooar  al  oorascon.  A  eada  osoft- 
miento,  á  cadi  gesto,  á  cada  risa  y  á  cada  lágrima  que  so  le  doaliiui: 
á  cada  alteración  de  eualqusBra  fibra  de  su  rostro»  nos  muoolra  umi 
páfina  befUi,  doüeada,  snbHm^t  ioolrtictira  y  afectuosa. 

¿^é  mas  diré  de  eíta  edad  de»  misteriost 
'  En  oí  inrftfite  so  Té.deeait'ollar  uite  planHi  que  un  dia  vendrá  á 
ser  ^aál  á  su;  contemplador,  que  estudiando  entonces  on  otra  cuna, 
easitarft  ün  bhuno  de  reconoeiniíento  á  la  gtorta  y  beneficencia  del 
Oteador,  protector  de  su  flaquei^  y  gtiarda  de  sh  iiH»ceMSÍa.  En  el 
Infante  se  desabrocha  un  bi^on  He  asporanxas,  á  quien  la  Divina 
Providencia  favorece,  ctmo  Ualaga  la  brisa»4e  la  mañana  i  la  tier- 
na f  OiL 

¡Tesoro  «de  esperanzas  para  los  suyos;  tal  vez  para  la  patria! 


'^ 


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-149— 


NOTICIl  ML IRTB  M!  P  INHlGIiTl 

Y  DE  ALGUNOS  DE  SJ^felVILEOIOS. 

La  imprenta  p»^  definirse:  Un  arte  de  comfñner  y  ordenaren 
dicciones  y  líneas  seguidas  los  mides  b  figuras  de  todas  letras,  y  es- 
tamjmrlas  enpaj^elú   otra  materiti  susceptible. 

Con  el  nombVe  de  imprenta  8Ígn¡ficain««e,  tanto  la  misma  arte,  co- 
mp  eí  obrador  ü  oficio  donde  »e  ejerce.  En  latín  ee  diee  typograpkia^ 
de  las  v(i|«jtop«í,  que'fifnifica  forma,  figum  6  molde:  y  graphú,  qae 
aign  ificájlfH^ra. 

El  nombre  de  impresor^  aunque  to«ado  de  la  ultima  operación 
del  arte,  que  es  imprimir,  coft  todo  eso  es  común  á  todos  los  artíficen 
A  oficiales  de  ello,  asi  á  los  compositores  ó  cajjstas,  como  á  los  pren- 
Mstas  ó  tiradores;  porque  para  el  efecto  de  la  impresión  todo  es  ne- 
cesario, el  estudio  y  destreza  de  unos,  7  el  cuidado  y  la  fuerza  de  O; 
tros;  y  por  la  misma  causa  de  cooperar^  dio  con  hu  gobierno,  in- 
dustria 6  profideucia,  no  solo  á-los  regentes. de  la  oficina,  sino  á  los 
mismos  "dueños   dé  ella   conVieiie   el  iiembi¡e  de  impresores  6  íyi^í^- 

grophos. 

Generalíheiite  conforman  los  niitorfesen  que  este  noble  Mrtc  tiwo 
,H  origen  en  Alemania  á  mediados  d,A  »\g\o  XV ,  En  U  Pakogra- 
phia  Española  del  P.  Terreros  (ó  me>or  del  P.  Burriel)  substituida 
4fh  el  Espectáculo  de  la  NaUralezai  In  Francesa  del  Abate  Pluche, 
al  tratar  deesU  invención  en  la  pág.  43,  xHce:  "La  historia  de  este 
hallizgo  felicísimo  para  las  letras,  i.o  puede  hacerse  con  maybr  pre- 
eision  y  delicadeza  que  lo  hizo  el  autor  del  Egectáculo  en  este  lu- 
gar: por  esta  razón  pondremos   aquí  á  la  le.tr<ÍR)  que  escribe  sobre 

etu  materia.!! 

Habla  primero  de  lo  útil  que  es  este  arte#i>ara  hacer  muchos  e- 
Jemplaresde  un  libro  en  poco  tiempo,  sobre  lo  cual  d.jo  Pohdoro 
Tirgllio  (I)  cuanto  se  puede  decir:  Tavium  cnim  uno  die  ab  uno  Mmu 
ne  mr<^m,  ikprimUur,  quantum  vix  Mo  anno  á  pluribu,  urthtpo- 

(1)  De  hvent.  rerum  Hh,  2.  cap.  2.  edit  Rom.  1576. 


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test.  Y  aun  con  mas  concisión   lu  espresó  el  Ilustrisimo  senor  Juan 
Antonio  Campane,  obispo  de  Terano  ó  A p rucio  (2). 

Imprimít  illa  die^^íHum  vix  scribiiur  anuo, 

Que  en  nuestro  ^^Kmo  viene  á  dtcin 


**De  la  imprenla  et  arte  estraño 
«8  lí^'milagro  á  fé  mía; 
Mas  imprime  ella  en  un  día, '  » 
Que  se  escribe  en  toíbo  un  año.** 

La  imprenta  dicen  que  es  símbolo  de  la  eternidad  (d)t  á  lo  que 
parece  alude  N.  P.  S,  Agustín,  cuando  espreia  que  lo  qué  pronunoMi 
la  voz  pasa  j  se  olvida;  {^sro  lo  que  se  escftbe  «e  p«rjHl|||^(4)?  c«S 
major  razón  podremos  decir  lo  mÍ6mo*j[^r  lo  que  *^flPv^* 

♦ 


Notorio  es  al  orbe  literario  lo  mucho  que  el  Señor  D.  Carlos 
III,  honró  y  favoreció  el  alOe  de  la  imprenta,  ya  en  Ñapóles,  donde 
lo  demuestra  el  grande  Herculano,  impreso  con  unos  gastos  tan  re- 
gios cual  se  deja  considerar  a|  ver  su  mngnifícencia  en  el  b«iril  y  en 
la  prensa;  y  ya  en  Espiiña  donde  jsmias  se  vio  mas  favorecido  ni  a> 
detentado  el  arte  typográphÍQo,  habicndd  llegado  á  tomar  tal  incre" 
mentOi  (mal  parece  que  nunca  tuvo.  Viéndole,  pues,  cuando  volvió  á 
España  tan  decaído,  concedió  varias  ecsenctonef  y  franquicias;  pues 
en  la  Real  Ordenanza  adicional  del  reemplazo  del  ejército  espedida 
en  17  de  Marzo  de  1773  (Auto  acordado  32.  iib.  6  ^  tít.  4  ®  art.  3L) 
ae  espKoó  su  Magestad  así:  *' Desde  mi  feliz  advenimiento  al  Qi^o 
ha  merecido  mi  Renl  protección  el  arte  de  la  imprenta:  y  para.qq^ 
pueda  arraigarse  en^stos  reinos  sólidamente;  vengo  en  declarar  la 
esension  del  sorteo  y  servicio  militar,  no  solo  á  los  impreaorefli^^i^o 
también  á  los  fundidoips  de  letras  que  se  emplean  de  continuoen  es- 


(2)  Carminwn  Ub.  VIH.  \\.  43.  p.  211.  edit.  Lip,  8.*»  Este  obispa 
murió  (según  Fabricio)  el  ano  de  1477. 

(3)  Simón  Majólo  m  dkh.  canicul.  collat.  XXIII.  toth.  1  pág.  551. 

(4)  (^uod  Itngua  dicitur,  sonat  et  transit  quod  seribitud  maneta  Vi 
44.  n,  6. 


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-m^T    .      '^   * — "-** 


—151  — 
tt  ejercicio,  y  i  Ion  aWridoreB  de  punzones  y^tfCSfett.'^  (1)  Y  fécú 
datfMiti  «A  33  de  Mareo  del  mbraa  año,^B||ilio  á  los  impreeeree 
Tanas  franquicias  en  el  bermellón  y  o^c^^^Kton  eorreapoDdientee 
á  la  jüaleria.  Años  adelante  bisóla  graRIcIeía  teroen  pule  del  pre- 
cio del  plonio  eo  W  reales  estancos  á  favor  d^^  abridores  de 
Matriees  j  pntiseoes  de  letras  de  ioipreiftta  y  ftftidi^e»  ée  ella,  Fe« 
•Imi  4  5  de  eneny  de  i77é«  Aitmismo  les  eoocedió  prírilegloe  pars 
imprimir  libros,  todo  á  fin  de  fomentar  este  arte,  y  que  Aorecíete  e0 
eeta  tfoea  el  Goaiercíe^  y  el  público  gozase  beneficio  y  mejores  ím- 
fveatones;  pero  aunque  en  lo  primero  se  ha  adelantado,  ha  sido  y  ea 
pl  precia  un  esceso  considerable,  si  bien  que  se  discul« 


00  ei^l  prw 
paii  sne  ^|^B|^vee  con  decir  que  han  subido  sus  demás  géneros.  El 
Señor  ^jBBP^^  P^c  I^e^órden  de  36  de  Julio  dei¿781  ordené 
quedaran^esceptu^dos  los  impresores  der alistamiento  de  Milicias.  (3) 
y  en  la  Real  ordenanza  de  37  de  octubre  de  1800  para  el  anual  re* 
empitzo  del  ejército  se  esplicó  en  ios  términos  siguientes:  "Asimismo 
lo  serán  los  impresores  que  manejen  por  sí  mismo  sus  imprentas.'* 
(Novísima  recopilación  de  las  leyes  de  España  Hb.  6  ^  tit.  6  ^  del 
senricio  militar  párrafo  XVII  núm.  1  ^  de  loe  ejBeatos  del  sorteo  pa« 
ra  el  8er?icion  del  reemplazo. 

fin  virtud  de  estas  gracias  y  privilegios  tuvieron  una  junta  gene- 
ral cuarenta  facultativos  (impresores  y  libreros)  en  34  de  Julio  de 
I77^y  loe  que  otorgaron  una  escritura,  por  la  que  formando  una  coni- 
pittía  bajo  ciertos  cápituloe  bien  arreglados  para  el  fioi  oombrai'Oft 
díreetares  4e  las  dos  comunidades  (impresores  y  libreros)  ooiitadoresí« 
«eaaretariot  tesorerof  goarda-almacen,  y  diputados  de  juntas:  todo  lo 
eoal  hieieron  saber  á  los  interesados  en  5  de  agosto  de  didio  aRo^ 

Ullinanieiite  al  cabo  de  taiKos  años  se  efectuó  este  proyecto  en 
H  ptite  principal  de  itnpriarirse  estoe  libros  del  rezo  eo  Espafia,  per 
tm^oét  «oa  ventura  de  convenio  que  hizo  la  citada  eowpañia  de 
mpfÉaoree  y  libreros  de  esta  Corle  con  el  Real  monasterio  del  Ee- 
eorialy  apn^dk  por  el  Señor  D.  Carlos  lil,  en  3  de  juHo  de  1774« 
No  paro  aqai  el  proyecto,  poce  habiendo  tenido  Ja  compañía 
í  difereocias  acerca  del  eampUmiento  de  su  contralai  faa  aolio>> 


(1)  Campomanes /n(fi4«f .  popu/.  part.  2.  pág.  124. 

(2)  Reglamento  de  Milicias  de  la  Isla  de  Coba  impreso  en  la  Habana 
el  año  de  1812  cap.  2.  art«25.  fól.  12. 


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tsdo  poner  de  su  cuetita  una  ¡oiprenta  completa  con  aprobacH^n  Metí 
lo  ^ue  le  ha  sido  coivd|j|Qp  por  ^cédula  de  S.  M,  dada  en  el  EsecMÍal 
i  36  de  noftembre  "^jE^^^i^ 

Con  etta  mira  han  ^oSprado  una  gran  casa  en  la  calle  ée  Um 
Preciadoe,  la  oa&jiírre  de  alnvacen  para  aua  inprenonea;  j  aeimMh> 
mo  han  puesto^a  d^eva  imprentH,  muy  bien  surtida  de  toda  ekt&B 
de  letra;  j  en  el  día  está  corriente  para  el  rezo  y  obras  que  iniprtaM 
f  reimprime  de  surtido. 

Tpdo  este  afecto  que  el  Señor  D«  Carlos  III  moÉtr6  al  arle  ém 
la  imprenta  parece  le  tenia  desde  muy  niño,  pues  siendo  InfaiAe  ém 
España,  j  antes  de  pasar  á  Nápolef,  tufo  el  gusto  dq^nstruirse  e« 
esta  materia,  haciendo  que  le  lle?aseti  á  Palacio  una  g|^|^  iaspreí^- 
ta,  cuyo  dirytor  fué  Antonio  Marin.    ' ' 


to  dq¿nstfi 


Es  copia  de  lo$  documentos  que  se  hallan  en  la  tjfpografia  E^m 
ñola  alfolio  3  y  408,  impreca  en  Madrid  el  año  de  1796. 


PROTOCOLAClOBí 

«e  todSMi  tas  dispoelclonea  reales,  admtaistratiTSMi  j  i 
Aómicas  publicadas  de  ofldo  en  el  mes  de  Julio  Altloii*. 

Steretaría  del  gobierno  superior  civil  de  la  i$la  de  CMa^-^EI 
Escmo.  Sr.  Gobernador  y  Capitán  general,  conforme  con  laoonsnlta 
emitida  por  el  Sr.  asesor  general  primero  de  este  gobierno,  ea  el  es^ 
pedlente  formado  acerca  de  las  medidas  que  convendría  adoptar  petm 
impedir  que  por  personas  de  cualquier  clase  se  infrinja  lo  dispuesto 
en  el  Bando  de  policía  y  órdenes  vigentes,  respecto  á  las  lieeiicMO 
para  transitar,-  hn  resuelto:  que  en  lo  sucesivo  se  ezya  la  teulto  de  4 
pesos  k  toda  persona  que  viage  sin  la  competente  üceacáa  ds  la  mm^ 
cridad  respectiva,  6  que  lo  verifique  habiendo  transcurrido  el  teros*- 
nó  de  su  uso;  el  cual  según  lo  prescrito  en  el  aru  l^del  BydOfSS 
el  de  un  año,  si  fueren  espedidas  por  este  goUemo  supsfior;  si  tfe 
seis  meses  cuándo  lo  son  por  los  gobernadores  y  tenieotes  geberao 
dores;  y  el  de  dos  meses  por  los  capitanes  de  partido.  Estsa  liw 
cias  deben  presentarse  á  la  autoridad  local  siempre  qñe  nueraoiente 
se  haya  de  hacer  uso  de  ellas,  siendo  refrendadas  gratis  mientras 
dure  el  tiempo  fijado  para  su  uso  que  en  las  mismas  liceucias  im- 
t 


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^A%ni  M  espresfirá  eoti^inve  qwúa  o^ridu:  cjSjiJitpowclop^a  ph 
"Wem^  bfótn  ét  B.  £•  para  iBÍ^itarar^j||g|J^^  96  dt 

— -^JT 

JKf6tfMkr»^^Otfeator.«^Fannado  eiíMíeate  ante  el  Real  Aeaefck»  p«* 
^ra^^íetat  na  ditposieioa  genaml  que  evite  eti  lo  fti^oetivo  recéauM* 
netones  tekfe  fñ  i^tñiMk  loa  demedies  de  odtt|MitÍei»  ^te  ^ar.naf  fué- 
>^Ífl^alás  I»  iftifeft  #>orre#poiideii  á  loa  ileaMea  tetradoa  é  aiial(|«ift 
*#tro  juez..c}e  la  idiama  elaae,  te  fepritoAJté  pafte^  9r*  Fkoait-la  faib 
-#^e«~M!jE.  9<-^£l  inaeiil  dicr:  X|(ia4itA)iaf»do  eem^luif  oaaiMH 
%e  do^i^^^  jteaet  lefraéos  ae  le  atonen  eti  eata  «yitaly*di#ü'i>i 
'^ereek^^^^WíflMpHk  no  se  ofiUto  á  ^ue  en  ada  dé  jtie^iiaMi  m  rih 
(tiliis^l^PiPliH  al  áfonlde  de  «i'^ritado  voto|  7  teotenda  al•w»t«ll^ 
%veín  c»  eoenta  tfm  «o  les  tfnitif<:»tles  pn^titaettov  á  A.  M.  sa  tsi|pMNi  4 
|«e  jueces  letrados  los  miamos  deveohoa  qtie*4  lo<  aaaspfus»  cree  Hf 
Tiseál  que  piidkra  por  poalo  general  determHiarsa«  cpa  ooosiaMi 
por  ahora  cobrando  loe  tales  jueces  Tos  mismos  derechos  que  loa  ase- 
%orcs,  i  reaerVa  de  \o  que  á.  Bf;  tenga  á  Ivren  resohrer  coii  rista  del 
cspedienfo^de  arantréfes  ^onsYiUado,  cojgpivicándotfe  á  quienes  cor- 
responda Taresolutíon  provijriotrtí!  qlie  recaiga.  Habaita  Wdejunib 
de  181».— Oláh^o.  '       ^  * 

En  SIL  vtrtMd*el  Real  A'<^erdo  hn^enMoá  liten  pVoveer  el  a'i^to 
4el  t^iiof  s¡gaiéBtet—4olo:— Vistos:  hágase  cotno  fñf^c^  al  Sr.  Fié- 
ealt  oomyítfqatse  eata  determlñaeiotí  á  las  j^s^iciáa  llal  tmlasriíadb 
lísm  Aiidfciteta  f  |íkibHq«ese  in  4a*>rma  dfe  estilo. 

•"  JM4o  mondarern  y  rttbi^nftn  Icwi  &res.  del  márgarfv  #•  la  Ha- 
«^«•4  ••'tfá  j«#iado^l«4et.*^Si«a.-íi4l«|aiHeu~^andovaÍM^teni«.-4- 
Bar  tría  liMaas.— Ilegwio*Mfl*a».--Ba-aafisi-'^Reghi#  MaHÍKi.  ^  • 

.      !  ..  ^ ^ 

IIA1>RID.--*ccdon  de  -«iatn«cion  pwWiea.-iNegociado  n. «. 
-jn^m^miiiéose  ft  M .  eéir^  #atá»ian  ^  consejo  á»  sMCcueeíon 
p«tilli««  ao4hi#MfaMNi  daelarar  <iiW  p«rif*i  enfiellaifiro  e\tíhtm  M^ 
^m  jnUém»  iraü6gÍBa»  pu>llaads  por  D.  Jas»  Rodrt)piea^  dicate» 
^  »ta.lt%rtia«aadafcáa*aafethiddeki'C0r»^^»  '        ♦ 

'«a«<«.dfegwayo  *  it<i.   <W  sÉbmIisairfi,  **nr*dlpa 


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Secretaría  'Jtíf^Herjí^*nferi§r  cmi  de  U  tela  tU  Cuha.^ 
fteJMM  Im  tMrin^YidatjBsdiipiieatM  en  U  Roiil  'CHíAñ  rutaiíf «  4  m* 
venioi  firtfsticos,  liafljH||^biiin  eK  SmKio.  8r«.fiK•^r^fl4or  jr  Ciipi- 
tan  general  espedir  in^HR>udieiae  por  diez  añoe  al  lieeMcÍHdo  O* 
tnmwuo  Siitoekez  dbTI%id)|)r  D.  it»*^  Siiare<  Argt|4ÍM|  «eeio  eupi- 
taJíala,  para  el  uto  de  un  arte£ioto  fiibrii  Mif  eataüo  p«r  el  pmMCUjn* 
m  eonelniir  losetaf  de  díittiitas  clnee»  eon  objfto  de  liaoef  ealuviMM 
éetcaalquif  all«  k  cireimfereitciM,  lieae,  6  con  g^ldvnM  h  taecripeía- 
wme%  ^im  dtafK^e  d«  acabada*  podrán  eer  eondueídae  ft  ae  i|ftief(Ma 
mm  l«()«r  4  otro»  f  «««loe  j  teobos  de  adifioíaa,  leirniando  tod«>  wS 
buffi  aparato  jr  firnMiais  fueilMad  j  grande  aborro  de  tiappo»  de  thi« 
iM^fl^'coeto  en  ia  Qpera«ion«  oti  concepto  ile  qué  eet^^HMjLea  y  4ie 
•Hlieiuteehí  perjuteio  de  tercero^  ea  el  cnso  de  gn^^^^^^R  en  loa 
trilwoatof  e^tableeidoa,  ¿er  faUtit  les  daU>s  eif  qii^VM^^I^^I  ita#- 
rasailo  (Ara  consegnirrn:  dispo«iíendo  igiral menteos.  E.  se  anuncie  a! 
püblieo  para  su  conoothienlo*  Htibana  9  da  Julio  áh  ISio^^'^-Migisal 
MaMPao^irua. 

Secretaría  del  gobierno  superior  eivU  de  la  tela  de  Cn^o.  «>  Frece* 
didaslas  forraálidmles  dispiiestns  en  la  Real  cédula  relalira  &  in?en* 
tos  artistacof,  lia  tenido  á  men  el  Escmo.Sr.  Presidente,, Oo^rnador 
y  Capitán  Qeneml  espedir  la  correspondiente  por  qiftincf  auros  4  Mr. 
WUlíam  Foster,  natural  de  Washington  eñ  lo»  Estailoa-Unidoa,  para 
el  aso  de  dosLiniquiífas  de.distintas  foriiiaa«  deatinadas  a-corta^  la* 
Uaa-daifliidife  aplicadas-4  laconstrnceíoa  de  csjooes  para  tabacos^  aa 
concepto  de  que  esta  grada  eá  y  ae  entiende  aiii  perjuicio  de  tlrcasr 
ai  el  eaao  4a  q«e  este  pruebe  ^.k^  trHNwales  eatablecidoa».  aet  firfhoa 
loa  dalaa  «n  que  se  apoyi  ti  ii üereaado  para  aaiia^fMrlat  i 

•  StE.sewMMMSéeal  pábli#<  j»ra  awcoaiisiiiOniau' 

Habana  9lde  Jalio  de  1645,— MígnelMaria  Paniagua* 


Cwftíaáía  Ckmretfd&lm  eiampré^  iekf  d9  C«l4i«^-^te  iMli* 

1^  inM 


•«o 4a  In  p^osa'eafennejhki  deque  iia  ai#a  aoaMalidw^  Inma*  4r* 
"^BfÁiiKMm ^Armero*  y  Peñaranda  mdtíétit  dé  g«e|widr\»t»  Cafriü* 
^  nfa  genera^  ba  4isfuesto  el  ÍSaaaw»  Cr*  Capitán  ganaaal^'aa^aia- 
'«Htgtfer  fatathtsns— la  4al  »diiapyli»  4i  lad^  lqjr.«iiq|i^ietada  \m 
AMupttH  ^ra  que  no  sufran  atraso  alguno  durante  bi  knpif  • 
brlidod   de   Señor    |»ropi¿tttf i<f ^  si  Ldo.    D.  Fifncíffeo  J«f ier  de 


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Ifi  Crii¿  nb^iftlo  át  Ih»  lUalee  tnbuntik»»  ^m]  q^t^  pfltc  ti«  «bramien* 
t»  fTftt*  al  fiáblieo  con  dereefaos  d^^Uu^  y*  de  huitín  de  8.  E.  •• 
manda  ftmiocÍHr  ««Ui  d'^tenniíiMcí'^ii  en  dt  Ok^t'*  ci^  G^ibíerno  para 
'l^etierat  íntcrIígenaía.—HabaDa  12  dt^  Julio  tÍL*  ] 84 5.-«- Pedro  Eatj* 
lian»  leereiarío. 


Atcmiftrfa  superior  eipil  d$  la  ulm  de  Cuba.'^fnak  loa  efecfoa 
a^arlttiíaa  Un  diaj^uesto  el  Bienio  Sr.^Vresidente  Gobernador  y  Cm» 
]ilMlo  general -aa  pi»blMÍiie  ia  aiguiente  Real  ónleii. 

Ministerio  4e  Graotit  j  J^iattoía.-i-Baeai^  Sr^^*-  8.  M.  4a  Retas 
l^feafrfi  Sii^pya  en  «Mta  d|a  lo  eapneato  por  la  Audiascia  Pralorml  da 
la  lliilMni|^Mi3.h>a«iiaultado  por  laaaU  de  Indiaadel  Tnbaéal  Su* 
pfain^^^^B|M»  ae  ha  aervido  mtindar  que  para  la  inalfíioaiuii  do 
Itud  de  diapeiisiia  de  ley  y  gcaciaa  Hamadaa  al  ali* 
carao  jiTardé' piiiTlualmeute  en  lodoa  las  domiiiioa  eapaftoloa  de  Uf- 
uaiMT  iodiapueato  en  la  Real  ^den  de  19  de  abril  do  lSi8.-— Do 
Real  orden  éaoala  fecha  lo  comiNiMK^  á  V.  B.  para  au  publicación  j 
>'Sioa  gaiirde  á  V.  B.  aaucboa  aüba.— ^Madrid  fS  do 
I  do  iBé4.-*»ll4}ratta««— Sr.  Gobenindur  Capiuin  genetolt 
de  aiahoa  audioAciaa  de  ia  Iitla  de  Ouba.-*Ba  eopifi^»*-* 
Bbbaaa  Ift  dá  JoUo  de  1849.-* Miguel  María  Panlagua. 


Bu99§mria  éeíjlCMiemü  Superior  chUde  ¡aisla  de  Cuba.'-^E} 
Beotfio.  tsff.  Gobarxiador  Capitán  general  ha  dispiiealo  se  publiqae  pa« 
ra  loa  efectos  que  conrengan  la  siguiente  Real  órdoas 

Mlniaterio  de  Marina,  Comercio  y  Gobernación  de  Ultramar .«*• 
m^mo«  Sré— Se  he  oolerada  la  Reina  (C^D^.Ldál  eapedlonle  kia- 
tmido  4  oooaecoencia  de  h  conaulta  qne  ele?aroft  -  ?arioa  ¡odiridnoa 
M  Ayuntamiento  de  la  villa  de  Santt^Eapfríto,  aobro  el  modo  de  o* 
■ahlr  aua  Totoa  éo  la  eleooton  do  otcioa  por  haünrao  ligadoa  en  pa«  - 
raoieaco;  y  9.  ■.  aonfbrmándoae  con  lo  informado  por  V.  É,  en  car- 
ta deMLde Pobrero  fihlaiio  ndmero  9B6,  ha  tenida' hioii  mandar  co* 
flro  refm  general,  que  en  t6dh&  Io9á)ianfamiento«*d0.eaa  Isla,  cmmké^' 
ooaiatan  dojiid»Bras  ca^rfiutaraa  parieitl^a  dentrp^  de  aegundo  gta<to» 
pMda  TOtar  aoknlenle  al  qu^tonerMítafotnaa  autifiKido-oilM  ilto». 
Do  Wstkl  bráen  h>  digo  á  VI  C  pora  au  ímeUgenoia  y  efo<ftoa  conal^ 
gvi^tftoa.— 4>ioa  guarde  á  ▼.I),  "mnchoaañoa.  MadrM  18  do  Mayo 
ét  tBK.^famiiro.^9r.  G<Aor«adCMr*  Cbpitan  General  de  lístala  do 


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C#niitgiii. 

¡SeoQctwría  delgatéfffti^?  ^^fp^nor  civil 4k  la  isla/ic  Cuba.. — Pre-. 
oe(ti«lM  liit  f  mmlíHi^  -  -  •^nm  >tnfi  on  In  Real  Cédula  relativa  á  io*. 
ventos  artfstiio''.  h  i  tit^ti  t*]  Escmo.  Sr.  Presidente  Golier* 

nÉdor  y  Gapii-jn  general  afpedir^  la  corraspondieiHe  pi»r  cinco  años 
á  fX  J'ii«n  L«  CiMistabla  para  ^us^o  de  un  trapiche  que  lia  iprentade» 
pura  esprímírJa  caña  d«  a/.úear;  de  tal  miMlo  qiie  por  una- d«tlile  pre- 
ntmy  n^ana  aiifa  npempinn  se  le  «traiga  lo  lo  el  jugo  que  se  píenle 
^  en  los  trnpiclips  eomane  ,  ti  conrfpto,  de  que  esta  graci^f  yseeiT* 

lieiiilA  ain  perjuicio  de  tercero  «n  el  caso  de  que  este  P|BÍ|  ^H   '^* 
tvihiinales  eMablecidos  ser  falsris  losdatoi  en  qtiei 
saáo  pam  conseguirla,  disponiendo   igunltnente 
pAjIíoo  pera  te  conoetmteiito.  Huibuna  17  de  Ji 
fiiel  Meríe  Peoiagua. 


Comisión  provincial  de  iHsirucdtm  primtiria^'-^Erm 
to  de  todispnestOipoi  el  Escmp.  Sr«  PreeidentCt  Chibcfaeder  fitifMrtor 
oi^l  jT  por  eciierikvde  la  Cojnisíon  provincial  detnetrticeien  prúne*- 
ri^t  ae  recomienda  para  e\iiso  de  los  establecí nttentot  de  edueeetoiw 
la  segunda  edfccion«de  les  elementos  de  cronologfa  universal  j  par> 
Iflcelar  de  BAptiúa^  esta  lála  y  la  de  Puerto*Bic(||  Btiblicada  per  el 
Ldo.  D.  J«>sé  María  de  la  Torre,  catedrático. de  geogra&a  8  liisu»ri.i>. 
de  esta  Real  Universidad»  no  co.iio  test/>  farKoso»  sino  como  útil  á  le^ 
eoscAaniMi  ségup  lo  djcciarado  por  la  m*  peccioa  d«  Estudios. — Ha. 
HilPM  UdeJttlÍ0  de  JL^.^José  Miga  el  Rodríguez,  vocal  secretario.; 

r.  ^      -  .  r 

SecrUarín-dcl  gobierno  Superior  civil  dv  la  isla  de  Cttttf..— la-.. 
firmado  el  Cacmo«  Sr.  Gobcfiudor  Suferíoc  civil  por  1a  C^oii^isioiu 
pruMocial  deies&raccion  prímari  i  de  esta  ciudad,  qiie  ain  cmbar^^o  . 
de  la  éidetteiipe^|;publíwfla  n  lo«4isrioe  de  Id,  20  y  ^1  -de  Sí:-., 
litüdhíe  último.  efyi^tieDdoíí  loa^jiieeflros  auxiliares  la  obligaclpu  qx^ 
q¡im  eslán-dc  obteoci^niji  re8pecti5o«,  ií^ii^Q  9^V^^  ^.  ¿*fp^ne  cu  el. 
Plengeeeralde  e^hulioa;  aa  ban  pcesentttdo  en  m\^  coFto  nuukQCo.. 
por  eso  bmUlficcipi^  ba  disfMieslo  S^E.  que  se  rcQti^r^e  á.  Ips  ii^rer. 
8#do4eiktqMi  eÁüiiesesdel  Diario  la^nc^esU^  en  que  etfin  .de  licuar. 
dMio  r^p^isito,  en  el  coneeflo  de  %ue  are  61  o  o  ^n¿Hou  ocn|ierB^. 


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4)«  hi  eu  JH^i. — I%á)«lKi  19  üe  Julio  de  16|fepMiifiicl  Muyíh  Pa- 

9é(ir9iar{a  del  go$¡€mü  Superior  ^IMg/g  t«/a  d^Cb(i«  —Ha» 
Hándose  termiividaa  io«i  trabajos  que  en  fMSK^de  lu  poblticíon  y  v«*n* 
taja  del  Tecindario,  tián  debido  tmcefse  ^MflFtalIe  de  la  Rfiíin,  ha 
raMieHo  el  R«k:«io.  8f%  Giibemador  j^^^tifinTii  general,  que  óefáe  el 
día  24  del  netaal,  ynson  la  g{at|  oc^ánon  de  ser  días  de  It  AugnaU 
l^kui  U^dre«  ae  abra  la  eafireaédn  calle  «1  trAnaíM  jiñhito»  eicep*- 
tüánct^ae  el  ¡mm  |M>r  ella  de  la»  carretas  que  queda  prohtbidOi«->H«' 
lArta  y  Joiio  33  de  l8l5«^Míguel  María  Pauiaf  na. 


I  líe/  gohtemo  Superior  tivU  de  la  ísfc  de  Cuba. — Ha- 

bien^Aj^HHy^  el  EscnQio.  Sr^Oober^adory  C«ip¡tan  grneral  de 
ftcverno  coo  el  ^Sscmo.  é  I  limo.  Sr.  Ars^oblape  el  administrador  de  es* 
ta  Diócesis,  fijar  las  boras  ea  qwe  deba  estar  abierto  el  Ceai#imri% 
general  de  esta  eivdftd  «I  ser? ioio  p4Uieo,  i  fiu  de  evit^jj^  perjudí* 
eUl  aboao  que  se  oeU  de  coodueir  los  ca>i4veres  hasta  entradla  yn  t» 
noche;  se  ha  servido  A«  R,  señalar  en  el  v^irano  de   «ít^te  á  una  lic  la 
j»eft»aa  y  ¿e  mmisao  4  sm  de  la   tar  le;  y  en  el  invjfrun  de  oiibo   á 
d>ce  y  dtf  tres  á  eiiieoí  en  el  eonce,>Ut  do  qne   á  otra   hora  no  ektarl|jir 
esped.to  dicho  asilo.  Lo  que  de  orden  de  S.  E.  s^  insoluta  en  trc      u- 
ia#ro«  ttoasecatifosdelDiano  para  que  nadie  pueda  alegar  ignoran- 
€Ía.*^IIabanQ  ^  dfi  «F^tUe  de  1845, — Miguel  María  Paui^gua.         ^ 


4^ 

« 


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RELltlON  OBITiJARIl     ^ 

ttm  todo  el  tnei  de  JuUo  Úm  KM». 


.    Ih  •tíhf ÍÍ13- 


TotAt dr  406 


pcrfonat  Dotableí ,  '4 

Día  1  ^'^— Dofia  Merced  Aloma,  naturnl  de  esta  cradad»  tokem» 

4l»1t0  aflon,  veeina  de  la  auirílifir  del  8lo;  Ángel.  - 

Béi  8^— Dalia  A  iiM  Pasiuriu»  uauíral  dft  eila  oúi4lK{s.fl^teri|«  da 

i4ad  de  96  añtia.  Tecina  d^  id. 

Din  3.— D.  Domingo  Herrera,  natural  de  lu  Gran  Cannria,  ca* 
•ado,  de  03  aRoü,  vecino  du  la  parroquial  de  Guadalnpe. 

|dbro*«^D.  Domingo  Arozurena,  natanl  do  «tti^  eitÜaiilv  dk'M. 
,|fioa«  veeíuode  la  parroquia  del  Sagrario  de  la  ^.  ]g(€fia  Gfitedxiii. 

ídem.— *Doñ»  Manuela  Zeiabert,  ntitururl  deefta  Qiud^td,  soltera, 
tecina  de  la  niixitíar'del  Sto.  Cristo. 

ídem.—- Doña  Lugardu  G  inzalez  de  Oiforiof  n^nnd  de  eetft  eífl«* 
dhd,  soliera,  de  S9  años,  vecina  de  la  parco^itia  del  Espinlu  lla«itii. 

Día  4.— D.  Lorenxo  Mier  y  Teran,  natural  de  Santander,  im- 
pre^or,  viudo,  de&S  año^r  vecino  de  GMadalupe. 

ídem.— D.  José  Vicente  Capote,  natural  de  las  Canarias,  del 
jioniercio,  vecino  de  la^nxiliar  del  Monserrate. 

DiaS.— D.  Jy^ardo  Willi.ims,  aoltero,  vecino  del  Espíritu  Qto, 

Idem.-«>Doj[!Ti  Serafina  Juli,  vecina  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Día  6.— D.  Manuel  Adot,  natural  de  esu  ciudad,  abogado,  aol* 
ter^l,  de  40  aAos,  vecino  del  Sto«  Ángel. 

Día  7.— D,  Pííblii  CitW.Aáút  vecinr»  de!  Monserrste. 

Día  9, — Dimrt  Sofiü  Clj3»pn^ctít,  vpcíort  dtl  Monserrate. 
Día  10.— D^^fi;»  M'irírt  iK-l  RusnrJü  Solo  longo,  natural  de  emcio* 
dad,  viud»u  ^tTÍnn  di'  Gii]|)|nl(i|ir.  "  m 

Din  II  — Ü.  Lrifí  Driílirí  lii*!  Cantítln,  uafural  dr-ejrtaoiMdad  «M 
eomi'Teio,  soitrro,  íi*i  39  üü*i»f  vei^ino  ávi  SngTMio  de  laiSauta  ifleeí» 
Catedral. 

Dia  13  -*DolÍn  Juana  Calero,  natural  de  esta  ciudad,  viudaí 
Tecina  del  Kspfritu  Santo. 

Id||p«— Doflfe  Luisa  EoiniTarff a,  recint  ii4  HonieiNtf . 


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In 


^^  -159- 

I(le^ip>ima  Jacinta  CofomR,  ontural  iln  rs^  ci<ida4l,soltor.a« ^^ 

Meai«««D.  GhUtí^  Martii   Birro^t,  oijiitiin  dttSlsMl  C«erpo  4^ 
Arti44eH  i  .(le  M  iHiim,  vecino  i[v\  E^pfrUii  Íj^jiVo. 

Día  16. — Doña  Rosa  Ramoiui  G  iVMiiiv^.  ^ticuraldo  esta  ciadtMlt 
caftM^*9  «i«  39  »fi**9^  v«cíiia  de  Íes u^  M^Ériju 

DiH  17: — D(»ña  JEtiia  Arcoiunju^  juititFiil  de  eita  ciadad«  v¡udt< 
da  €4  aÍ«Mi«  vcciii\dt;l  ato.  Ai i ge U 

Idein.-^Don  rMi«.ViMe«,  uuur^l  de  esta  ciydad,  tohero,daf7 
aftos,  vecino  de  id.  *       . 

Qia  IS.-*^.  Jo^  Bastaquio  Brito^  natural  d«  ésta»  %>Itero«  dm 
17  aSos,  vecmo  de  Guadalupe* 

I>ia  19. — Sr«  Regidor,  Gentil  hombre  de  Cáncifirai  rabiillero  da 
nLiCtfen  eapañola  de  Cárkia  II(,%1(in  I9árlut  Jote  PedrMiNi,  na* 
,  casado^de  52  uno»,  veciuo  áh  la  parcoquial  del  S^fva* 
;le8Ía.Giitedi:a)'.  (í)  *- 

.^JoKé  Joa^iiiri  Cirilo /le  Zatüzor»  natural  de  «ata,  éa* 
afios,  Teciiitf  del  Sto,  CrÍB¿K.  (2) 
Dia2l.-^Dr.  D.  Lf'on  de  Aroza,*  uaturiH  de  ParU«  soltero  de.S9 
aRof«  vecino  deja  C.  tcdral.  ,.  .^Ü» 

bia  23.->— Dofia  Febroiiia  de  Arani^a,  natural  de  Jlí|tc0|^  viuda» 
de  30  |í\o]«,  vecina  del  Espiritu  Santot 

Diii  20. — Doña  María  Cirila  Toioiasety,  sokérn»  v.ecíua  d«l  E¡t* 
ipiriUi  Santo.  ...        .^^  ^.  •  ■ 

ídem.  -  Doña   María  Luisa  W  i^ríii,,n;itnfAl  de  lea  Eütadoa  CJ* 
•idos,  casada,  de  32  agos,  vecimí  de  la  Catrdral.    .     ^  .  : 

DiH  30 — Doña  María  de  Ui  Merced  Gyn/.Mez  deÍTallc^  natu* 
ral  de  «siá  cjriidad,  (párvula)  vecina  deJ^Esjiirttu  Sirlff». 

'ídem.-— -Doña  María  dS .Jesús  Buíilfan^,  natiirtd'de  epta  ciudad» 
caBada^ife  1^  años:,  vecina  del  Monsérrate»  , 

Día  31.— Don  Luis  Centéj9^>,  neníente  agregada  al  ^Udf  Majror 
ée  la  plaza. (Remitido  del  Real  Hospital  Mditar) 

Rlem,-«^i>.  Joe6  Acdstti  y  M<|rtiñez,  natural  dd  e^ta  ^udad,  sal* 
tero,  tfp  21  años»  veoitio  de  6u»dalupe« 


aadoi 


'  ri)  Loa  deadoa  y  amiffoa  del  Sr.  Pedroso,  inconsolableis  lloran  la  gr?ui 
pérdida  de  un  vedno  que  sopo  honrar  el  pq|s,  y  que  por  sus  Virtudes  civinaa 
M  dsjado  en  mieatroe  oorasooea  la  oaenMfia  mas  ^rr^rtá  de  amor  y  de  respeto. 
(%)  La  muerte  de  J).  Jos6  Joaquiu  jE^laiar,  debe  anofktse  entre  los  acón* 
laeinMento#kAiiatM.  Nacido  en  esta  ciudad  y  eduipulo  en  láa  rae|ofe8  es- 
ene|pi  de  la  encantadora  luUa,  lavio  proÉMicion  de  adquirir  1^  mas  aoblimea 
ooaodimentos  en  la4>intuTa  j  en  la  nnÁ6lO||^  cuyo^ramos-np  eonocté  rival, 
y  sí  ft  sAabilidad  eatiaoidnyifc|*le  hBopMEc  mpáñad^  un  caráctejc  mánoa 
titrieo  3^|nAS  'i^g^dQ«^siadÍVc¡üe  la»  büRSs  artes  le  ha'briaa  acordado  el 
I  da  4tte.es  jígnct  pppsii^W.  .    ,  *¿ 


! 


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'^  las  pcr^oncín  ^ue  bun  eouipraau  y  o<^4iado  flRos  4 

.«emeaterío  general  después  de  la 


L'>8  itip  r.evan  os  tu  ¿i^riiL^ff^liaii  sido  cndá^sf^  tBSdiimiadostlelas  «rf- 
■figu  18  eefiil  ra"ra3  para  truslad.rlos  á  1^í3  nucvtía  oic^ár. 

^f    1.  felp<it(Jfi  en  villa  pnr  fiLtlscinD,  Sr/cDnáe  deVUfanuefa. 
2.  Idtíiii,  jdeiiij  piír  Ií4   C^iiuu  Sr^u  f^u  esposa.  ' 
3.»I«K*m,  if!eiii,p«ye|  Kücmo.  Sr.  O. Claudia dePtiiJlíos, fuligo. 
4.  Mein,  icJein,  por  el  6r.  coronel  dun  Marinno  Roniiiy. 
^.  IJetn,  iifern,  por  el  Sr.  Maestrante  de  lu  Real  7' 
'  Telifle 5¡mon  ijllos  Iferrerof. 

09^*  ¿»  Dt»ria  Teresa  Hern(int}ez  Polo  de  Oríedo* 
Oy*  7.  Dí»na  María  Ana  de  Zayás  y  PedrosO. 

8«  Duna  Concepción ^}Hi%  de -Sta-Ccuz.        ^ 
9.  Sra.  dofia'Ma{ía  de  la  Trinidad  '^orrontegui ' 

Landa. 

]0.  M^ído  en  vida  por  doña  Josefa  Sta.  tírttz  y  Oviedo. 
H.  lIRi,  ideni»  por  aíÁjáo.  don  Santitigo  Roáid^em. 
0^12.  b )»  Togias  Rodrigtfez  Biiron.  .       • 

10.-  Elegido  en  vida  pórdoña  Felipa  Arangó  y  Castillo. 
14.  ídem,  idetn,  ppr  doña  Josefa  Sia.Crnz  7  Oviedo  pura  qiiielk 

ella  dl^jpóB^s. 
lo.  ídem,  ideqi,  por  doña  María  d^laS  Nieves  Perrér  &  Castró 

16.  ÓT>n  ji^in  Baez.  .  ' 

17,  Klfgidv  en  vida  pior  Jon  Jo«6  JLrango  y  tíiistHtii^ 

1^.  Ídem,  ídem,  por  el  Cscmo.  Sf-  dou  IgAacio  Cres^  y  trunco 

de  León.  •     *    .  •      *      • 

\íl.  Don  Ildefonso  María  de  Cáivdenas. 
ÍMK  Don  Ramón  Rosiqne.  •  . 

*  CG^^i*  Señor  InteiTdente  iionorarro,  cnbalfero  de  láOnieti  ife  Cie- 
los 111,  don  Nífrciso  García  de  Moira.  .' 
■"GJ^23.  Daña  Adelaida  Alonso jr  Renté» 
05^23.  Don  Jüíin  GoVef.^ 
24.  Djña  Ana  Fustor¡¿a. 
2o.  P^íi  OiMBiftjro  Herrera. 
Ct/'<^  D«mfi  Mm^u  de  la  Luz' Larraiabal  y  Armeoj^os. 
27.  OcAh  L»»írarí1ii  Gonwdez  Oéorio. 
á8.  Drtntnis  Drnkeákt^rtiitíllo.                   . 
29.  Señítf  don  Cárli>aPosé  PedfoÉp.                    ^         T 
30'    Elegido  eri  v'uWpbl- don. Iffnl|í5¡i>Armcntero5.        • 
81.  Díiñu  Vicenta  Eopez  L»»je.lRáitflrez  de  Areíkmb. 
má2.  EKifia  Breboníü  ile  Ara.ndii.                               «  ^ 
^3J.  (^ñu  iVliH-ía  da  Jesús  Boiifante. 
t7-J4.  Joña^iviqíi^  RBjF^ft  <^e  Ilodrigucz. 
ff7^J.!P  yon  Francisco  dc'Paida  Mornilloi.         ^ 


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« 


*  SETIEMBRE 


; '        J^ 

Cuantos  escrilos  se  inserten  en  esl^^H,  serán  de  interés  permanente^ 
que  no  espiren  con  las  pasageras  y  accideflnes  circunstancias  de  la  época  de 
su  publicación. 


^^      MMuamai  bxsquxas 

DinS^PIP^  Jaan  Tícente  dneme»  Pacüfc»  44 
Itor^flltaH  y  AgwAyOj  Cande  de  Itevtna^Olged»,  1 

,W  Sr.  territorial  de  las  vUlasy  barmaia»  de  Belllnava  y 
Rlvarroja,  teniente  greneral  de  1<n(  reales  ^érgááoHj  ca- 
ballero gran  cruz  de  la  real  j  dlstlngiilda  drden  espa- 
ñfítaí  de  C!6rlo«  tercero,  comendador  dtdP^nu  de  lílar  - 
tm  en  la  de  CMatrava,  vlrey,  irobemador  y  capttaA 
genital  ^pe  fué  de  esta  MneTa-Espafta,  presidente  de 
MI  real  audiencia,  in^pectfcr  y  comandante  genoMa  del 
real  cuerpo  de  artillería,  &c«  Celebradas  por  ww  apar 
alonados  en  la  Iglesia  de  N.  P.  S.  Francisco  de  M^lco 
los  días  23  y  24  de  octubre  de  1799»  Y  mandadas  Im- 
primir por  D.  Pedro  de  BasaTC. 

BREVE  DESCRIPCIÓN 

D£  EST08  FUNERALES. 

Por  el  ex-jesQjla  don  Juan  Mañero^  megieano,  que  habj^regre&ado  de  Italia. 


SI  gu^Tpe  á  fueiza  de  beoeácios  liA^ivenwiÉdad  da  los^pra^ 
zoae»  de  Wm  eotom  nncioo,  es  empresa  siMameate  ardua  y  diñ«tf« 
e$  CQiM|uÍ3ta  de  un  héroe  cristiano,  es  baavaña  merecedora  de  las  li§rir 
inaa.de  an  siocero  reiK>iM>cinúeQto»  No  es  obra  esta  4^  w  semieJito 
^uáút  que  con  ánimo  intrépido  arrostra  á  los  ,feli|[i:os,  destr^^  «iér- 
cíHmi,  asalu  ítrulASsacs  aj^valla  Gii»daé90  y  reíaos,  De  este  ié^ere  de 


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i 


^  -lea- 


a 


bazaílas  nos  ciieJtt||jgMnMHH  li  i  storias  pnifknm  (^Bo  siglu;  f 
el  que  nos  tocó  ei^^ríKpSf^de«¡gii¡os  attíeí||^8  de  laTivioa  provi« 
deiieia,  es  ima  épor/l4Í<ftnidÍÉJÍm¡i  da  semejantes  brilloS|  que  aparen-* 
tan  heroísmo,  y  caifin  í^nnr.imi^uhi  muy  tejos  de  constituir  un  héroe 
cristiano.  Obra    en  r  p^i^tna  el  ?alor,  obra  la  ciencia  militar, 

obra  la  táctica,  obra  ín  ^fi  /'  ní  eli  los  peligros;  pero  generalmen» 

te  hablando,  tít^^e  gran  [i;ir,i-  l^i  ^\híí  llama  el  fulgo  fortuna,  las  que 
aparecen  á  nuestros  ^yus  cfií^uiHJaJes,  y  realmente  son  sabias  dispo- 
siciones del  Señor  Dios  de  los  ejércitos,  que  gobierna  su  mundo  con 
ínfiítíta '  sabiduría.  &i  una  paUbni,  los^Alejandros  en  la  Asía,  los 
Césares  en  la  Europa,  los  Corteses  en  Méjico,  los  I^Mrros  en  el 
Perú,  los  Buonapartes  en*  Italia,  debieron  sus  laureles^^BMjht^n- 
cias  extrínsecas,  que  los  hicieron  entrar  victoriosos  á^^^^^Hnstas 
de|aB4o  las  yoluqtades  de  los  conquistados  en  una  et^j^fmÍLlá^d^ 
j  mióolras  duró  el  terror  y  espanto  muy  agenas  de  amor? sus  nue- 
vos señores.  La  conquista  de  corazones  de  toda  una  nación,  no  se 
obtiene  á  punta  de  espada,  sino  á  fuer/.a  de  beneficios  y  de  una  ro- 
luniad  conHtan^desinteresada,  leal,  abiertamente  decidida  á  procu- 
rar todo  bien  á  la  nacioq. 

No  pretendemos  que  haya  sido  reservada  tamaña  glofía  sola- 
mente al  Beemo.  Sr.  D.  Juan  Vicente  Gtiemez  de  Horcasitas,  conde 
de  Revílta*Gigedo  &c,;  pero  tampoco  tememos  asegurar  en  faz  de  to- 
do el  universo,  que  este  hombre  verdaderamente  grande,  tan  ilustre 
por  su  sangre,  carácter  y  hazañas  militares,  como  admirable  por 
sus  virtudes  cristianas  y  pi>l  í  ticas, %  se  arrebato  las  voluntades  de  la 
Nueva-España,  en  la  feliz  época  de  su  vireinato,  las  arrastró  consigo 
al  Viejo  mundo,  se  las  llevó  hasta  el  sepulcro,  y  las  tendrá  siempre 
á  su  devoción,  mientras  oo  se  destierre  de  estos  países  la  herposajr 
amable  virtud  del  reconocimiento.  Eternizó  esta  gratitud  megicana, 
^  sus  justísimos  motivos  el  famoso  sermón,  que  se  oyó  en  la  iglesia 
de  S.  Francisco,  el  día  de  las  exequias  que  vamos  á  describir.  {Q«é 
orador  tan  eumplidol  qué  rasgos  de  varonil  elocuencia!  qué  golpea 
de  santa  sinceridad!  qué  Ardades  tan  macizas!  qué  pií^Hois  tan  vi- 
vas y  enérgicas!  No  es  orador  quien  ahora  teje  este  cflRrso;  pero 
sin  serlo  conoce  la  perfección  de  tal  pieza,  cotejándola  con  ef  origi- 
nal que  en  ella  se  retrata.  No  se  deslizó  el  docto  predicador  en  un 
ápice  centra  la  verdad.  Desmenúcese  todo  el  discurso,  desentráñe- 
se todo  el  peso  y  fuerza  de  sus  convincentes  razones.  Pobre  Plini^ 


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^  \  f  ^ 


J^  —163—       ri 

os  Imeer  eiro  ia«lo  cord^Moeue^|wK>  paiM>g1rico  dé 
TrajiMioi  Sin  embar^  el  orador  de^R^ítttoMM  precUado  i  que- 
dar oorto,  porque  lo  era  eJ  tieopo,  ai  jM^^^Boca«  lii>jat  4eaeiiipe- 
fiar  enteramente  un  aeuiito  de  tanta  sS^HBF 

Tal  ere  el  formar  un  completo  eFogiToel -difuato  Cosda»  j  pro- 
barlo con  cTÍdencia  an  héroe  verdac^amente  cristiano*  El  solo  ramo 
de  su  vireinat^  en  Aiéjico  ministra^Bl  esto  tontas  pruebas,  que  Ia 
misma  «opja  es  capaa  de  embara2ar7la  roas  feliz  y  eapedita  pluma; 
siendo  por  vina  pnrte  muj  di6cil  entresacar  los  materiales  mas  opor- 
■•s^  cuando  son  ellos  a*iic^os,  y  por  otra^muj  doloroso  ceder 
4  In  esire^ez  del  tiempo,  abandonando«rasgos  primorosos  que  lier- 
mosefl|É|^^ftretrato«  Quién  habla  de  la  justicia  que  forma,  sefun 
oreéind^^^^^pal  distintíro  de  EHiestrct  Conde,  se  rtréen  las  mn- 
jores^ng^PVsi  le  falta  tiempo  para  esplajarse  deleitoaamettlc  ea 
casos  particulares,  qn^prueban  hlib&r  logVado  eo  este  gran>¡fS3r^  un 
benéfico  protector  la  viuda  y  el  pupilof  un  9^eitte  vigoroso  y  suma* 
mente  activo  loa  pobré^,  un  defeíisor  infatigable  los  Indios:  un  pron^ 
to  despaoho  los  pleitos,  aun  Jos  qifé  parecían  inlejjpinables  j  e^f^-< 
bau  llenos  de  polvo  en  los  arciíivos;  una  puerta,  la  mas  franca  el  mh* 
Ns,  el  agoviado,  el  oprimido:  haber  temblado  peraquellos  días  el  de. 
lál#,  y  aun  nllé  en  sus  oscuros  rincones  haberse  estremecido  el  aas- 
SfiMS  el  usurero,  el  ebrio,  la  ramera*;  el  taliulfein'iolgazan;  haberse 
estimulado  cou  alabanzas  los  ánimps  ncreedores  á  eilrfs,  j'remnnera- 
do  con  empleos  de  honor  y  conveniencia 'el  ^méqto  y  la  virtud.  La 
iscreible  actividad  cdn  que  paaecia  ▼olande%ína  ^  otra  iSetermina- 
0109,  y  á  todas  f^endia,  como  si  cadafi^a.  fi^ra-.su  único  negocio; 
la  fastísima  ^tensión  'de  au  mente,  que  se  paseaba  [9br  todos  los  ra- 
m^Mme  le^rteaeeian,  por  todos  los  trib^nldes,  por  todas  Jas  callea 
po^bdos  los  oamidos,  por  todas  las  cíu'cliideft  y  pueblos  de  su  virei- 
■ato:  su  portentosa- memo/ia,  que  no  le  permi:i^éñ  tanta  confusión 
és-BefefCÍos  olvidar  pequeñas  menuttencias^qqe  cóiidugesen  al  oon- 
svélo'del  pobre,  del  afligido:  su  delicadísioao  déüntai^s  que  Ib  llena- 
ba dali^bw^á  la  vista  de  un  regalo  que  J  Aresend^ran,  y  que  derolvla 
coa  afabvPRbi^nli^  su  reatfelta  enterez^fariülevar  adelante  los  úti* 
hmpr9fec0>8t0¡b  ateticioná  i^spetoi»:. su  crfstiana  humildad«en  cede^r 
á.ía  rmio^agéna  cuando  realmente  lo  «onocja;  su  ÜQqomparabie  cek» 
de  4a  gloria  <de  11  uestro  oatcílico  monarcas  sti  amor^iAiíverrah  á  tpdo 
fv«mio,  sin  roas  acepción  depecsofflsqu^  la  de  indinarse  en  caso 


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lie  duda,  i  favor  4|^iDÍi«rfibteyu  pfoteecion  á  lAt  cieticias  y  fiit«f, 
de  las  q4ie  wet  dtoIfl^bÉMnal,  y  cuyos  adelaiilaiiiíofitos  pK>eiiré  oon 
tanto  e«i»ero:  el  deci^^^Bufc)  por  la  pñbUcñ  felicidad  de  la  ffocion 
que  gobernaba:  su  v^P^ffiRKt  santuario  en  tiempos  de  tanto  ftito 
yealatMdad  para  la  iglesiíi:  tocio  esto  fonna  un  complexo  de  agra- 
dables y  ames  Virtudes  de  gue|^ulta  ima  maravíHoaa  hemios«ra,  tfn 
hombre  rerdaderameote  grai|^Pan  estraordinarío  moital,  nnr  héroe» 
no  á  las  medidas  d.el  ? ulgo  prorano,  sino  á-las  del  religioso  adorador 
del  grao  Dios. 

Este  complejo  ^e  prendas^  este  hombre  grande,  este  héroe  4o 
órdefi  superior/es  puntuahniBhte  quien  conquistólos  coraioiiesde  lo» 
mejioanoe',  que  se.  precian  y  glorian  de  ser  liemotf  y  n^H|^otble¿ 
á  loe  beneficióe-  £1  Viajero  Uiitrersal^  en  el  cuaden^^^Hnpreso 
dOis  «ftosk»,  y/qae  todot;?  uoá  menuda* descripción  iM^pco,*  dfoet 
^^fil  carácter  de  los  n&ejtcanbs  esier'generosos^corteseey'afables  y  oa- 
ritativos.^'  Agradezcor,  soore  toda  espre'sion;  el  buen  conoe|Ho  qüa 
tiene  de  mis  paisanos;  pero  tratándose  de  pintadles  el  carácter,  jú  h»- 
hiéik  deseado  qu|^  no  se  les  hubierl  defraudado  el  epíteto  de  agrmds^ 
cidos^  que  sobre  otras  prendasJoS  distingue.  No  tengo  el  htfbor  de 
conocer  oT  au]U>r  Viaj.eró;  pero  muy  de  veras  lo  estimo  y  aprecio  por 
la  dulzilrH.de  su  estilo^  por  enis  bien  oultivados  talentos^' por  so  íñé9^ 
lefratica  y  níaFbialJ%W  dice  mdclias^verdaides,  algunas^agrjidabl^  y 
no  pocas  amaí^s.  'De  tal  cual  prpposicion,  espero  que  admitíri  mi- 
aípelqci<9n  i  tribunajtioipa*^iai,^rincipaliiient*fl6»aqUi^lá  de  laoa>*- 
ta  503,  iqd^hablartfdo  lik  íaHnipf^nta^  dice:  ^^'l^ín  4}udft  se  peribcct#- 
tiAríaes^e  arte  en  Afé^co,.^.^híese  autores  qu»^  fiMBoñtasen.  eoa 
piodticcioáesiH^nas  de  .la  atención  de)  pábittsd."  Des^  tni  oeeitr# 
rliiooní  tengo  el  gusto  deMivjsar  en  Méjico  muolioa  sabios  que-teM  ■ 
tarian  l«r  imprenta  con^-pxodueciones  dignas  de  presentarse  ai  m^Wli^ 
nuftado  póblico;  pe'f^.  no  ignora  el  ilustre  Viajero»  que  la»  letras  por 
h>ooni«in  tienen  él' máfg^sEo  déiiíacei:  maridage  con  loe  pehree, jr- 
Ráelos  gastos  dlbií¿ffrentoi^en  Mé|io6  son  escésivos.  fisNk mi  «poia* 
oion  aó'Toinpio^la  V(AeraG|K||í  burila  aononia  que  protéj^j^l^autorv 
y  á  9U  bella  ploma  tM|tpo8^1a  róm^er^ojM  aD»or^|s  quiPK^ 
jíeo,  que  dtjBe,  confirmando  su  eifrái^r.ide'agradenG^  **%f  m 
■o  de  ses€;ma  y.11^9  li^]^,  enn[|uet>lomá  tan  feliz  désortbe^a»  firoviH 
denciaiT,  goe  fe*  ^stOs'.iltiffTos  añoe  tanto  me  ÜeiíiBÓseárón^  enMra^ 
mtetáe  caUa  el  fiombre  dé  j¿^  éMereóte  «virey,  m  biefthochor  íMÍgoa» 


ítÍe.Mác 


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>*  ._•!..  r« 


•I  mmmé^  <te  BcfiUftiGágitIo»  que  iaiitoM  eaneró  4^  far^rMeriiM,  q«e 
casa  HM  ^pó  d%  tmei^o^  que  ftt4.¡a  «dniin^^dl||la  Nuevi- España.* 
BnjttgiuríaaiM  lágrínas  Méjieot  si  al  fl^^^Ruaihira  aa  TÍda  asía 
iMHabta  graade,  4  aajos  pías  rindiera  pc^V^os  años  el  debido  tri-' 
bttlo  del  qms  itemo  reeooooi  miento.  Pero  fué  servido  el  |praB*Dios,' 
fm  huiU  m  «r¿e  Isfftañaah  de  arraneaflea  aun  este  conaaelo  á  lea  aie* 
gMMMMM,  recordándoles  eoo  este  tri¿kueeso«  qioe  toas  gloría  es  ^* 
mera^síao  as  la  celestial,  psra  f|Be  Fuimos  criados,  j  á  la  cwalt  eoum 
debemos  esperar,  llsoié  por  medio  de  ukia  edifiícanjk)  maarta  al  ftimo- 
ao  oottde  el  dia  12  de  mayo  del  año  JÍ 189*  Óydae  en  Mé)ieo  bstafs- 
lal  jiotioia,  cQflM^avélen  oírse  las  celamilosas' desgracias  que  no  sa 
aastet^AJ^^D  haik  á  ciertos  particulares,  á  determinadas  famüiasi 
sino  qpl^^Bh  inMfB  á  tdtlo  eí  póblíco.  Aiigt¿se  la  unfirersidad  da 
aste  beaenfiSao  reiao,  mucjio^  lloraron  tieni.a»^Jágfiima%  y,  algoaaa 
aaai  quisieron  arrutar  dedjK.boca  á  F\irnto  i|iue|las  palabras:  ^sHiMm 
«MMa  hmb€0  tujuriam^tuam^  OpBsar^  ^ff^cpti^ut  viverem  ^  morder  m-. 
grmiM$:  Solo  esta'injurla  me  has  b^llb  ¡oh  Césarl^qife  na  pudie^ila 
ja  pagarte  tantos  beneficios,  me  ofoliay  á  vivir  y  á  morir  iograto*'' 
Por  evitar  esta  feísima  tacha-  j^lffgraqfad,  resolvieron  alfanos»  eé- 

úWn 


pamlmeate  i^bctos  á  la  bucAff^memor^&Bl  f}ifiioto  conde,  p«g«fl« 
a»  el  modo. posible aas  nniehas  béiai^^^^^ofragando^  sH akaa  ooa 
aaéasnalsímas  exégatas,  que  fueron  qelebradas  en  la  forma  aiguiaalas 
Eligióse  paradla  lúgubre  función  el  capaz  lemplo'd^.gran  Pa- 
Utmn^fktnFrancíseOi  donAe  ae  puso  unabafip*  6  zócalo  de  vahiCe  jr 
ato  pies  de  ancbo  y  dooé  de  alto:  se  levanto  sobre  esta  salida  basa  6 
la  id|a#a  de  tcpiíita  pi^  Un  ob^sco  magnifico,  cuedrangiilar,  de  is* 
éao  tosciAio,  eo  qué  se  v^ía'  pri^ifioroMamaiite'  imltadc  el  jaspe  roeak' 
€¡MÉ».a«»rpa9,  que  ühM  en  armónica  diminución,  80ltenian,la*mi^ 
qH»  piramidal,  eh  cuyas  principahis  yi|taa^tabaii*coloc^doa  Jos  es- 
audoa  da*  anuas  deí  .ilustre  difaotOt.y  en^i^final  remate,  sobre  nnim^ 
gÍB  d^lerciopeló  ^cArmasi-,  las  insiga»^  de  )»  gran 'Cruz  de  la  rtfi  Otr 

da^gql^fiM^R^Uitar.J  iialíti^Í$otMre^MRCala,.Bl*{iiur  dé'lds  caali»- 
«Aagaio^W  ()Mj¿er ^^rpCf^e  lef^t&ttTb^t^ta^btlaidcHw?  fía quitet 
p&ea  4brWí>/í^aLflerirte  ffgÍifS\dq^^i^éJeo¿9^  cada ^faii4pir  cq^ 
otaaa  lae^r,  JBopa^teiit^  ^a  uíp^i^W^v»  dSseí^pies^i^jijw  f)|tiadela  coa 
Cttafak%  v^l  jk^ú,  libra*  Ocbo  .itupcrialesd^  ^ilirtaJ^^&iiftiXstViBuidos  eq 
laa-dtatro  ic^MÁsdel  mtsaia  prim^  W^iY'i»  soi^eDlIa  otros  taotos  tU 


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ríos  de  á  diez  y  se^  libra»  endk  ntio.  Ciento  «eseiitii  3^  odio  ImeilwfD» 
de  plttttf,  repaitklo9|^^^ci]atro  «werpoe  orní  la  mam  ampiiiian  «^ 
matrÍH^  oíreeiaii  ua  go^^Birista  ei  roas  agradable,  y  llattaban  la.gra« 
ve  magetiad  de  ki  sole^^  funcioo.  S(»bre  cadti  ángalo.del  firimer' 
9ttej^09  ealaba  umi  estátu»  que  rein*e«eiituba  una  Tirtod  cdrdniali  to- 
das coa  tu  tarjeta  en  ia  mairo,  en  que  iban  eaorilas  las  poesías  de- 
que despuea  haClareniofl.  Otr^^os  tarjetas  tenia  cada  frente  de  eete 
pcUiier  cuerpQt  y  todas  se  Henaroii  eon  poesías  akisfiras  4  las  hasato» 
del  liéroer  á  eujo  luneWé  iionor  se  levanta  el  nstiusoléo.  La  suma  es- 
treeftee  dal  tiempo  y  varias  ppn^sas  ineidetioias^  no  dieron  iugar  ár 
que  lograran  el  mismo  género. de  adorno  los  oue^^osLsegeade  y  teroe-^ 
ro»  en  que  solo  lacian  bien  significantes  emblemas»  aaÉ^Qs  á  lee 
prendas  y  virtudes  del  señor  Conde.  Lasólos  pilucipatf^Hpt^  del 
cuarto  eu^rup  se,  ocu^ron  cou  Jlos  ejtjtaj^,  uno  latinqp  otro  oas» 
tellano.  A  mas  de  lus  lu<ys  que  Jluminab^nsal  obeli^o,  estaban  aspar» 
oídos  por  eleuerpo  de  la  iglesia  veiut^y  cuatre  blandones  de  píate 
eas^sus  coKre8pT>ndientes  oírlos^  didtancM  de  cinco  varas  uno  de  otro* 


Seis  velas  ardian  en  el  altar  i^vorv  dos  en  los  demás.  Se  contaron  en 
en  suntuosa  iluminación  cu|Aroc!en|y  cuareuta  y  otho  luces;  y  el 
oeesumo  de  cera  ascetyliq^Rescienan  setenta  y  cuatro  libras^  dies 


L|y  I 

iSra  I 
oQKas,  iaelttso  el  de  las.veBl^jiygeno  que  se  preaentaroii  á  los  sefuH 
r^M  ministros  de  ileal  Audienei^Tcanónigos  y  prelados  de  raliftoiies¿ 
OonvidlMia  Ja  nobleza  y  muy  crecido  número  de  individuos  de 
otras  clases  por  medio  de  un  sencillo  papel,  cuyo*  traslado  ¿^^Mue» 
después,  1a  tarde  del  23  de  octubre,  con  la  asistencia  de  iimumerablse 
personas  df  todos  órdenes,  á  las  4  y  «aparto  coipensb  Ic^  vigíli»  ceo  la 
mayor  solemnidad;  y  terminnda  está -dio  principio  á  la  oraftion  í^atl 
brefatina  el  Di*.  D.  Rafítel  Moreno,  que  se  esmeH  en  tejer  un  ^mm* 
pUdo  elegto  al  benieméri^4^unto  con  rasgos  de  verdadera  elocimRe 
y,  fti6  oido  con  los  aplausos^orregpondientes  «I  nonabre  del  orador,  j 
afamable  objeto  de  su  argumeuto.  Con  dolor  «os  vemos  prívedes  de 
krsatmfaecjon  que  tendFÍaiQOs  si  Ieyeca*e1  publico^Ataptexa:.e<MS  r«e~ 
gbs  y  sáplicas  ludió  persi^ftüj^  autoríd^Ucootra-l^modéi^^ij^  era- 
dof;  pero  c^  Hitaolutamente  no  qtirso  fJtrmi^ijfqoiy^b^y  la  tas- 
árenla  .su  ef^io' fúnebre.  No jjkts  ^so^ef^  metiór  la  {flki.i;^^^^  ad^ 
quirtó.  Coi^Iiiprjíqe<da  soRmnidad  de^éaiji  larde  con*e£j:f^onee  aeos- 
tumbradb,  queJ^t^Sócon/v^fa  en  mano  lu  venerable  éoitíí|iid«d  de 
Padres  de  la  Observancia*  Af  dia-*BÍgniente  se  ofreciere^Al  Akkimo 


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ÍMT  %\  «Itoift  M  ilualfe  ¿ifuiito,  doflciettta»o¡ncaentd  y  uta  ttiiiht«  o- 
f^itpándoy  grao  parte  de  la  mañana  ffeiiita  altara;  el  e«al  número  né 
«oinplet^,  aiaüiando  k  los  fijos  de  la  igftl»ÜAgrande  y  otroa  portatí- 
lea.  Iba  de  la  adjunto  capilla  de  Ealvaiiera,  qtre  vulgarmente  llama- 
mol  de  loa  riojaHoe^  Ún  peso  era  la  limosna  de  la  misa  de  seis  á  oolio 
Ú9  la  mañana,  doee  reales  de  ocho  á  diez  y  dos  pesos  de  diez  á  doce; 
y  ae  advirtió  oon  ternura  y  gozo  q«ie  lyuchos  sacerdotes  no  quisieron 
admitir  la  limosna,  dando  con  esto  manifiesta  prueba  del  puro  metí- 
▼o  de  reconocimiento,  que  los  condujo  á  solemnizar  las  exequias,  y 
^reeer  el  Santo  Sacri6cio  pot  alma  tan  iM^iemérita  tiélos  nMgieaiios. 
Desde  ks  ocho  comenzaron  á  svcedej^ie  euéel  canto  de  a^iemneB  rea- 
|K>nso8  las  sagradas  relifienes,  enderezadas  desde  sus  respectivos 
«onvento^Bti  edificantes  comunidades,  A  la«^ueve  y  media  rompió  el 
lÁlencio  Icraiusica  oon  una  d^ücada  cu^posiaion  del  fiímoao  maestro 
de  Capilla,  vulgamienteuíl^Pf^cidp  con  el  nyj|^bre  de  Españuleto;  si-* 
guió  el  oficio  de  difuntos  y  últiinjumeiitie^lu  soiemno^misa,  que  cantó 
el  R.  P^  guardián  del  colegio  de  san  Buenaventura,  dicho  Santiago 
l^laltelolco.  A  las  once  concluyó  ^^yig  Si^ibió  al  pulpito  el  reveren- 
do Padre  Dr.  Fr.  Ramón  G^^^s,  de^Árden  de  Predicadores,  ám 
enya  elegantísima  pieza  híciiiyR^  menc^wl  puooipio  de  esta  narra- 
Sva,  Solo  añadimos,  que  no  dejó  \^uj^^f  afecto  alguno^  de  los  que 
en  semejantes  ocasiones  deben  manejarse,  y  que  consiguió  dejar  mar 
vivamente  impreso  en  ios  corazoties  el  justo  dolor  de  lu  gran  pérdida 
«|ue  tuvimos  en  la  muerte  de  un  ciudadano  tan  amable  y  urbano,  de 
un  virey  tan  átil  y  benéfiQo,  de  un  cristiano  tan  modesto  y  humilde. 
Dióae  fin*  al  magnífico  sufragio  con  los  cinco  acostumbrados  respon* 
sos,  de  los  que  cantaron  cuatro  en  los  ángulos  del  mausoleo  cuatro 

Vendos  padres  de  Provincia,  y  el  ultimo  el  reverendo  padre  guar- 
de! convento  grande,  por  hallarse  a^^seute  el  M.  R.  padre  Pro* 
vincial. 

Pasamos  &  dar  breve  noticia  de  las  poesías  y  elogios  que  ador* 
ciaron  esta  Pira;  y  añadiremos  á  cada  una  su  compendiosa  esplica- 


cion,  para  que  nadie  tropiece,  sospeclian^p  sentidos  ágenos  de  plu- 
ma imflRial,  (fWng)iílkja  y  cristiana,  cll  cúmulo  de  estas  piezas 
podrta^ps  tkul^m,  Llantos  4fl  recomcimiento:  pues  todas  respiran 
el  agradecij^^^fecto  que  profesan  lu?^ejicau|%al  héroe  que  lloran 
pero  respet|i|nos;  el  escrúpulo  de  algunos  mod^c^s  que  poco  gustan 
de  tku^is  alegóricos. 


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—II»— 

Para  la  tarjeta  de  ui^áagulo  del  primer  cmterpo  se  ideó  per  ^e» 
rogitficci  una  maUrooa  llorosa  y  este  lema: 


ami. 

•  Prob!  disecarem  roortia  ímagHiem» 
Mani^cri/enta  quffi  miliiauatulit 
(Ab  tetra!)  Principem  ReviUiMi^: 
Qfam  quid  atrocius  bocee  fiíctu?      ^. 
Quid  invíderes,  pailida,  sat  vides:  '^ 

Viruní  tu1^>i¡,  quo  quid  Rabile 
^        Magis  fuissc,  nou  repertuin, 

Prisca,  rccentiave  obtuiisses. 
Quid  nata  p^sit  tacta  doforibus 
Non  6er^'atrem^ui  fuit  índoles 
VirtjStanta»  iPanteceliat..^ 
SP^mala  trístia  quid  recordor? 
fiotú  sunt  dolores,  carmine  quo»  brevi, 
Tetráque  possit  voce  revolvere 
Vel  ¡pse  Pindarus,  tooanti 
Ore  modos  facilis  cieríf. 
Erumpe  flétus:  advenías  mihi 
Solus  mederiy  corrue  plurimus, 
Genas  inunda,  inceodiumque. 

Vi  veré  si  est  o  pus,  obrue  intus.  ^ft 

Et  tu,  qui  in  alto  vértice  consides, 
Tu,  qui  imperas,  at  que  omnia  obediunt, 
Hbbc  aspice,  et  corrobóralo 
Omnipotens  fragilem  dolentem. 

^^ 
La  matrona  llorosa  representaba  í  Méjico,  eí^aien  so¿  tan  na- 
turales las  lágrimas  j)or  la  miierle  defceude  Revilla-G^do,  como  lo 
son  en  una  tierna  bija,  que  contempla  el  cadáver  de  suNfcado  padre. 
Son  muy  debidos  íós''últiraos  oficios  que  hacemos  á  persoofl  ^e  en 


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—169— 
todasu  cooducta  nos  iftjo^ó  entrañas  paternay,  deaeofiaimas  de  nuea* 
tro  bien;  piaao  aon  alcdiamo  tiempo'  ftftettoa  con  eaji^eao,  ni  es  fácil 
aaístir  jl  ellos  ain  movernos  á  llanto.  Espiica  la  oda  latina  eale  dolor 
de  Méjico  que  quisiertí  despedazar  á^ia  muerte,  por  haber  esta  tira, 
do  su  sangrienta  hoz  contra  la  vida  Jk  un  liongJ>re«grande,  tanbeoe* 
mérito  de  la  Nueva-'Bspañá,  tan  generalmente  aiQable  y  |an  llene  de 
preilQas  las  mas  geniales.  Ahogada  la  triste  matrona  en  este  mar  de 
fiares  congojas,  y  queriendo  apartar  de  su  memoria  loa  motivos  que 
se  bs  ^usftff,  díplai^^u  4na.bilidád  para  es  presar  la  grandeza  de  su 
dolor;  7  convida  álaf  lágrimas,  que  vengan  á  socorrerla  J  con  el  co- 
pioiO  caudal  de  sus  corneqtes  apaguen.el  inoéndiof  qnS  intemaiMt»- 
fe  la^deyora,  £q|hi.  última  estrofa  se  convierte  cristiana  mente*  ¿  la 
yerdadera.*'7^iepte  de  todo  conaueJo,  al  8o]o  Señor,  gmumanda  y  ea 
obedecido,  le  suplica  que  vuelva  los  6joa^'e]ra,.y  como  Tedo  poderpAo 
conforte  su  fragilidad,  y  haga  calmar  su  dolor! 

Para  la  segunda  t'arjet^idel:  misma  cuerpo,  muchas  tániparas  con 
eale  lema: 

CÜM  TÉIVEBRIS  sCeLERA. 

ójfk. 

Gnudeti!  o  superl:  ,pelHujf  eijjTat 
C  Delicium;  tiitudit  párfiidacnmina  '• 

•  Plfliidente  líTberRevtlfn, 
Nocti  lampadrbufl  flatríH 
Non  ulíra  teneltrae^  lucida  compita 
«^  '  Nocni  sunt:  latebras  non  habet  amplius 

Effrons  culpa,  tim'ori 

Cedat,  quamiibet  impudens. 
Junxit  nocte  diem  Vir  celeberrimus, 
Et  fama  nitida  spiendidus  undique: 
^  .         ■      liUman.  perpetuavit 

A  '   Uroi,  ne  noceánt  mali 
'  •.;  Vos,  o  Mexicei»  plaudite  vocibus, 
^•-  *      Pergrat2,'qi\e  animd  dicite  Prin^i 


H 

^  T¡aiaió:  In  pace  quiesce, 

l[ternum^tibi  luceat.  * 


23 


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Cüi  vl^fiaerat  lux  ia  amol^pii^ 

Nullae  íiiif^eiiebraet  tit  BÍhil^orridiHBf 
Sil  ?íti^  nie)ic»pi«  "  • 

Lymen  jam  aine  terminbé 
fit  tu,.  t[tete  scelus,  triSlíus  ¡ngérae^ 
Ctti  jara  BontreiflaneDC»atr#lailaBlíA: 
OKm  noz  tíbi/a?it;  ^ 

Jam  ncm  ast  tiae  laypadk,  •  * 

SI  alunlinrio  de  la  ciudad  fué  de  loe  beoéfitios  muf^aobreaakHkH 
tea  ^lfm^íaA  ^Méjíoo  sii  cristí{iBÍttmo  yirey  eTCende  de  Riétilla«<3Nge* 
do/Lo  oayoyi  la  oda  latina,  pidietído' apla«K»  &  loai^habítadoifer  def 
Gieloyqiie  hicjíeraneco  á  loa  vivas  j  vnivereiA  j6bHo,  cpn'^lllrarfos  aá- 
jtdMdpbe  bendijeron  -tan  úCltlS^mHiáotfMii*  Bala  pbao  en  deilrotai  «iii 


ejército  de  crímenes,  qhe  ¡avergonzados  deaapaiiaeieroD  ál  velp  i 
laaiiaahM  Humtnada  con  súcrn  heraao^urji  la  ctndad^  No>  káy  ytf  mo- 
mantos  de  tinieblas  en  Méjico,  ni  tiene  )ra  escondrijos  la  deacariaiv 
culpa,  que  debe  ceder,  si  no  á  la  vergüenza,  por  lo  menos  al  temor 
de  ser  descubiertas  por  la  luzrHizo  este  (n'odigic^de  asemejar  la  nócbe 
al  dia  an  varón  á  todas^ces-ilustre  j  esclarecido  por  su  buena  fama 
en  imboa  mundos  perpetuó  la  luz^n  ausencias  del  sol,  para  quitar  á 
los  malos  el  afirtgo  de  la  oscuridad.  Aplaudid,  mejicanos,  diciendo  á 
tan  gran  bienhechor:  Descansa  en  pnz,  vive  eh  etlnuia  luz;  j  puea 
tan^  He  agrado  esta  en  tu  vida  mortal,  no  veass  jjiiíTás  tinieblas,  ti% 
vbashorArcs;  etertiíi  sea  la  claridad  de  tu  nuevji  vida.  Y  tá  desventu- 
rado Crimeut  gime  al  fatal  agolpe  de  habt^r  qut^dado  sin  tu'amada  os- 
curidad: te  atrincherabas  eti  las  tltiieblas;  iuoedia  una  perpetua  luz. 
Para  la  largeta  d«jl  tercer  ái^gulo  del  mianio  cuerpo,  uU  sol  ^po 
«n  el  medio  dia,  y  este  lema¿  * 


OMNULUSTRAT- 

ODE.       '  \  *^ 

^Odas*  ut  alta  Cynttlíius^  rota         ^4^ 
Et  astra  velox  lusUrat,  et  omnia,  •       ^ 
Qtfae  sive  Mat^r  alma  Divum, 


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8«u  Th6ti»un8a  ofe«lnifir¡i|aet 
Sic  jura  Tkan  bío  p^^ulip^^^are, 
Sciens  que  fata  evolvere  publica 
üt  kistral  (afa!)relici(atis 

Arnptnr^tie  terqtte  beüfn  regiial 
Nee  ilía  Mlrti,  Mercurio,  aut  Tíimni, 
•    VeitJieve  parclt,  quos  fácil  impiger 
Serviré  prósperos  hhÍuIí, 
Ao  dtícori  píjpTili  superho.  ♦^ 

♦  Keilnbni  unum;  proestitit  hoc  ÜeSs, 

•  tJt  visat  asirá  Jimiu»  et  9Úh, 

Mensis  que  EWvüfim  filié  fnmtur 
Neclare  di^nus  al  i  Hevilla. 

El  astrfí  lummOBo,  preiídente  de  nuesj^o  flia,  que  ?igíta  y  cnmu- 
ntealur.  ámdña  los  phinetíii  de  nuestro  sistema  «olírj  ¡guarniente  re- 
com  en  veinte  y  cuntro  horas  cunritos  reinos  conríeiie  el  glano  ierra- 
l}aeo  que  hnbitamos.  Parangona  la  oda  precedente  c<»n  este  benéfico 
Iqmftíar  af  conde«Reiriria-Gigedo,  que  diestro  en  el  manejo  ije  su  nd- 
lúTúistrñcioT},  Tiiiítal)a  sin  reposo  cuantos  rara  ga' con  tiene  el'vastlsjmo 
j<bÍenlfad7ido  reino  de  la  púlifica  feílcidii^k/Presto*  el '^íjotfde  su 
incansable  ateircion  al  bubn  orHen^^de!  eetadi»  milinir,  ti\  incremeniü 
dfctffta  ciencins  3?  nrtef,  á  b»  iiias'esacEa  udínírusiríicjíin  de  la  justicia,  j  , 
áP)o8  auges  de  I5  agricultura;  y  b*fciendo  prspernr  á  cada  uno  de  estoa 
llimOfl,  los  obligó  ú  sirrvir  con  so  ^alftial  [>r<i'íperidííd  hWjí^i  píibiic^^i 
jr  ala  decorosa  magííiítHd  del  pueblo  infjicaiKK  hn  íniuensa  y  afanosa 
tarea  de  eslfugriínde  alm|¡^qtie  tantt*  se  e^efchít^cn  busca  de  benefi- 
ciba  para  iiuestm  Veinrf^edla  ya  el  preuiib,  y  üI  jiísto  Remuneradtír 
•e  lo  concedió,  llamándola  í  descansíiT  efi"*el  re  pos  o  y*  cu  o  vite  ce  os- 
tial de  que  se  habia  hf^clio  tan  digiifi.       • 

Para  la  largeta  ág\  cuarto  áiiguld.'^nlf  esf^élllf  unJlante  en  noche 
Ofctfr^Qon  este  lenm* 

PflSC'MDbl'E  QUIESJCflT. 

*^  €  ODE.    ^ 

-     *•    ..  I     -%  .        •    -  i'^'  . 

Solé  siíb  cljy^  í^t  wr||.  taiwiiii»*  ^     ^  .* 
Et  lí^iWflores  apis,  iitqiie  mella    ^      .         ,   ,  . 


r> 


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PoDÍt  ta  oeri^hominique  totuí 

Tune  labor  ioiut. 

f  -^       * 

Wtgra  sed  soni^it  genitrtx  ni  umbra 
Ü(3£U|fnt  ierras,  plHcifUe  quieti 
Oirintu  iiidutgefit,  nJii  pfira  celao  / 
i.  Videra  Oiynipo, 

Mjjici  sdlua  (flfíla  aemolatui  ^ 

*  •'*^    ^%||ifRf*í*f  ríffRc,  WgiJat  beanJti     ' 
-*•*•  *'       ílmnilíits  un  US. 

*.■>  '  3- 

Nil%€Citatibat  vigilrije,  rtipto  *  ^ 

^       L»n<^'uidí#menibrÍ3  plácido  á(»poref  ^r  i:i 

#•         Srlabor|!ósaet  díire  Mexicanis  f^^ 

•-  iNocte  Haluteni.  ^ 

Él  iábiíí-autor  de  Ííi  naiuruíezn  tumn^ividir  nuestro  dia  nntuml 

€ti  do0  partea,  *urí«  íucida,  qtlfe  llaiíiítmoa  dui,  otra  oscura,  que  lluma- 

^4^  mos  íK^ehe^'Jáí^rnkierail^esüneda  ni  trabajo,  la  segunda  al  necesario 

deflcaniíO|-^<in.fHíe  sv  réWhr^n  las  íf&nñs^' pnn^  repetir  jil  día  üitruíen- 

te  la  tarea.  BiSlu^alti^nmiiva  qiie  oM^vuri  ¡ua  irnieioAale»)  gobern#^ 

'  dos  portel  BOfo  mmuto^la  piütrámi^^miuhi^n  Ws  hoiubre?,    dirigidu» 
^tiarHZun:  ^I  dia  lo  i.'  .         -ledicaii  al 

*deiCÍi riso  ía^ noche,  cuv  ^  ■         -níainía  lux 

de  las  eftU«lbs,  quñ  ^Iris  p^cifen  v&l»ri  cua|kdtí  tddoa  lo^  cuerpos  de 
nuestro  fli«i«ím'  '  -Dvidím  "íiJ  sueño  con  sAjiiieta  siJeiicio,  £1  con- 

de  Reviílü-Gi;;;  :  '  >ii  viaeiiiaU^  deaptiea  de  h^beriuiitado jurante 
el  dia,  1a  iticafisible  y  f^igoaa-carrera  del  Sol,  eniutuba  coa  intrépido 
Tigor  el  nuciurni»le!«veio  db  la|  eí^irellat»,  abundoii^ndose  al  trabajo 
eu  fas  horas  nia*peBad«s,  por  bacer  felices  á  los^iueblos  que  gober- 
naba. Mada  le  importaba  pasar  en  vñiñ  nocbea  eiiter^^obando  á 
iu  cansado  cuerpo  el  Bpaeible  reposo-del  guefiüi  cotí  tal  que  lograra 
multiplicar  bus  obsequio»,  dia  y  uochu  dirij£Ído|^utiHdttd  de  sua 
mejícanf^A.  ^  ^  9¡jf 

En  eada  frente  del  mismo  cueipn  Kobin  dm  twjetfti;  para  usa  de 

•  la  prini^ri»  frente  sft'penBo  el^iTuglílico  de  uIyl^E^lna  despedüzftüdo 
■ui  alas  y  este  leíaa^ 


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—173- 

NON  DEílRDNT  CRISPÍ. 


EPIGBAiMA.  '• 


Hactenu9  Heroís  clarissana  gesta  Revíllie 

Per  terraa  volitanSf^ejc  m^re.  FamiLlulit, 
Nunc  irata  auas,  et  pr&ceps  impute,  pepnaa 

Dilácerat,  memprans  taétá  Uolóre  Vihinv 
Nlim  quid,  ait,  peTíns^v^eant  proHesse?  Quid  ultuí 

Nuntía  sim,  po88Ín|cum  aitó  tanta  moui 
Estnétuá  destrá,  quod  cerndT  illu^tm  cadáver, 

Pallidp  niorB?«PanitB*perdere  dicta  pote»?-.  ■ 
Nop  tamén  evites  nomen,  qüod  claruit  instar. 

Solía.  M'exiceij'plaudite,  vivrf  16. 
^bstrepo  vece  quide/n  rauca,  lacrimabilft  alai 

Rui||liS>||eQd'histon8B- peona  canora  raanet, 

♦ 
M||^fao*ha|^a«trabaj^Q  Ja  Fama  en  correrías  por  diversas  p^rtM 

^1  mundo,  li^yuulo  ejQ  triunfo  la  esacta  re^ieiou  de  varias  hejr4icM 
hasañas  del  condobSev^líta-Gi^edo.  Se  leyeron  algunas  de  estas  con 
aplausQ  uniTersal'en  gasetas  de  países  muy  remotos,  haciendo  eeo/sa^ 
Cortes,  en  gábiit^tw^'  en  tertulias  de  hombres  de  fino  gusto,  el^fambsa 
nqnibre  del  virejjc.  mejicano.  Pinta  el  epigrama  latino  ^p  ap^arach| 
la  Pama.pcn'  la  temprana  muerte  de  este  grande  hombre,  nue  desptq* 
inaba  sus  alas,  conuvibstrumentos  ya  ¡nut¡Ie4H)ara  rem/ntar  el  vuelo, 
á  pregonar  lasL^^zañas  de  su  h^roe.  ¿Para  qué  me^sirven  las  i|l^ 
decia,  si  veo  fenecer  tan  presto  persono  de.  ^n  alta  etfera^  cuyaaglo* 
rías  era  empeño*niio  publicar?  ¿Es  la  hoz  que  maueja  tu  diestrai  {oh 
pálida  muerte!  quieta  me  lia  causado  el  dolor  de  estar  viendo  ese  i|ii»-' 
tre  cadávec?  Acabaste  de  uQ'foLpe  cuanfo  ha  fabricado  k  Faipa  en 
tautpfl  Siíos..Ptié^  OQ  Jg^dran  el  consuelo  de  ocultar  4  la  posteri^^d  el 
•eqlnrttido  nombre  de  mi  iTéroe.  Alegraos,  mejicanos,  que  no  queda-^ 
tJL  eilp  sepultado»  Es  verdad  que  hsrq^dado  ronco  mi  claria  con  el . 
presaotoiKgolpe,  y  qM¿  en  6ierza/le  él  e^toy  despedazando  mis  alas, 
fMffo  ao  faltará  mi'^aliUÍlia  qiff  recojn  esta^plumas  y  l;is  h^a  feli- 
ces, aacribiendo  con  eMas  la  hiaicMÚa  de  mi  querido  conde. 


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fc  ^ 


Para  la  otra  tarjeta  de  la  primera  fre^^mio  iia?ío  abandonado  4 
as  iras  del  mar  j  es^  t^oHi: 

; — ^^«Hr = " 

Qtiid,  snego  deme'rgur?  Vos,  ¡nqiiit,  vivite:  eunti 

Per  mare  fluGtívHgiirn  siínt  mihi  vota  morí. 
Vita^mare  est,  vestraihijueavj^us  disquíro  salutein, 

Pervada  salsa  rfténs,  ¡iffragiriqíie  rali,        "^ 
Si  proHesse  meis  pótuí,  quid  plura?  Procellae 

lusur^ant,  peream;  gloria  tula  mea  est 
Vó8i¡  ó  Mexicei,  colui;  nuiíc  ocS^o  fraclua 

ViribuSf.  in  vbbis  quas  ^osuisse placel 
6ac  yixi,  deoorique  datuin  satis;  este  beuti; 

Est  mibí  perpetuó  vi  veré  vestra  salus,  • 

•    f  :• 

Es  muy  antigua  comparación  la  del  gravísimo  peso  de  un  gobier- 
BOcoB  un  bajel  en  la  mas  terrible  borrasca.  Él  coiftie  ReVHJdiG¡gedo 
eonocia,  como  pocos,  la-ñaturaleza  del  gr^^argoAíJ^e  ponía  sobrd» 
sus  hombros  el  vireioato,  deseaba  tó-^zmente  dAempeñar  sus  oblí- 
l^aeioaes,  y  no  perdonaba  á  esfuerzos  por  consegftirlp.  Los  huraca- 
iiyá¿V«  debía  hacer  frente,  para  vencer  díficut^dés  eh'suadmi- 
nistracion  peIKica:  las  formidables  olas  que  naturalmente  debían  so- 
brevenir en-ki  contradicciones  de  algunos,  cuyos  desórdenes  refor- 
maba, con^stitúian  al  b^n  virey  en  estado  de  violentísima  tormenta, 
Ko  faltaron  leales  amigos  que  le  détoian:  que  aquel  ilfTatigable  tesón» 
que  dia  y  hoche*lo  ocupad  en  tinta  multitud  y  variedad  de  providen- 
cias, acarrearía  sin  duda  el  total  quebranto  de  su  salud.  Y  aquí  en: 
tra  el  epigrama  que  pinta  su'  magnánimo  tíorazon  en  esta  respuesta- 
**tQttí  imparta  que  yo  me  sumerja]  Vf^-vosotros;  miénll-as  yo  na- 
vegiHito  por  un  piélago  borrascoso,  voy^ji-HArttea  dfe"la  muerde.  iLa"  . 
▼ida  es  un  mar:  atravesándolo  en  la  frágil  barquilla  de  mi  ruinosa** 
salud,  voy  con  ansia  en  pos  d^vúftslro  bien  estar.  Cuando  habré^con- ' 
seguido  seros  útil  ¿qué  n^s  (^retendd^evi^t^rfte^  lempestalís,  pe-  * 
rezca  yo^n  ¿lias;  mi  gloria,  esf&  en  segaro.  Pbr  vosotros  he  trníiijá.'' 


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€oogle^ 


éó^  Mjtednótt  dad  d  casó  qne  muero»  (|[Uebrantal)á8  «hits  tíicrzas,  ine 
irfSgHi  éé  MlMrhrt  qn^bfáñtadueii  i^uéstro  eJerWbid.  ftastariié  tie  viñ- 
ffo,lM«Mtfte^  hétfdrM  Be  ^ado:  sed  feticéí  qtté  Viiéstf^  fefící^áJ  4i 
kMiM  dif  dtta  tida  durádehu**  Bate  es  el  liaiurafísirao  sentido  del  ép{- 
gnttiÉ,  fii  toér  pdiMrbn  ptsf  \á  ixññ^hiícltíh  otraá  id^as  -Cuando  ío  Kice^ 
Hm  «iMiatadé-eótii^  pttd<y  ¿abéf  en  el  bello  ébiendiiúientó  áé  ufi  sabio' 
ié  fl^eho  |irleíd|  tlf  iHief pfehtrTo  sílniediram^rite^^  t^fotes'tó  ¿8b  <a  tnaa 
i«|pi|M  irerdifd,  (fuejanládvhe  mojado  í¿^^luráá  en  satfrieá  iñíorducí- 
da{Pe<»lltti  iHrigtíQ  Qflrticalaf.^statíené  aniedranta^lds -«liehds  ftge^ 
néMTeonrtMUil  hioceate,  \ú  dtilcé/la  átit  y  anaabílísíma  poesía^ 

9tfní  laf  prioMá  taijéta  de*la  frente  opuesta,  uiv  sot  qua  por  to* 
áirifñftéé  d^fmrramtf  f^almeni^sd  Igz,  con  este  lemat 


Como  el  sol  eh  s^  ^6  reltlclente^ 

Sin  respeto  de  honores,  ni  de  edades. 

Sin  lustres  atender,  ni  calidades; 

Luce  j  calieifttf  M  todliy  igualmente: 
Asi  Revilla^  á  quien  qc  le  presente, 

Protfto  entit  no  distingue  dignidades; 

Titufos;  natTiitiléntod;  facultades. 

Oficio  6  ti'ajé  no  hay,  «itié'ló  amedrente. 
Cortétf  cón  rlboU,  li^ío  justSclér'ot 

Rdsfyétiroab  con  nóbfóá,  péi'ó  gf^a(te: 

Con  póUréáf  g^nhfóéó  f  ¡ilaééntéro'. 
A  todotr  guHtd  dar  discreto  sabe, 

Toifós'ltía'  pébHó^  sálie'  áÜHi^  cert'éirb, 

Acoiú'ódhfído  it  cádá*  cual  ^u  líaVe'. 

Vuelve  el  gerogfTflfcb  dU  sóf,  i^bque  á  representar  objeto  dÍTer- 
so,  7  es  la  Igualdad  con  qúlft  e^j^^tTo  á  todos  comunica  su  lux,  áto- 
mos abriga  y  calienta  con  cfl  ful^  ié  «"ú&l^yos,  &  todos  es  b«|áfico 
sin  acepción  dé  petMVhas:  Esta  virtud  de*  la  igualdáif  con  todos^Rle 


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primera  necesidad  á  quien  de^ea  gobernar  con  acicrtOi  y  realoMilis 
Alé  de  las  mas  couspicuas  y  visibles  en  el  conde  RevilU^Gifido».  Qhími 
teiiia  negocio  que  tratar  con  tu  virey,  rii  se  retraía  por  sa  d«Mli6d,,«i 
era  pobre;  ni  confiaba  efi  su  fasto  y  gala,  si  era  rico;  ni  ae  avergonsa* 
bn  dp  tfü  abatimiento,  si  era  plebeyo;  ni  pretendía  ser  pireferido  ^sof 
aus  tlmbrejf  si  era*noble;  ni  el  estado^  ni  ei^eoso,  ai  la-edady  motto 
particulHi^<»tivo  cerraba  á  nadie  las  puertas.  A  tpdoareúbia  ooDÍpval 
franqueza  y  acamodaba  ef  tr/ito  á  la  neceydad.del  asimté.  UrfcwiA^^ 
afüb|^  c^  Igs  opulentos,  no  se  xloblegaba  con  elfos  contra  li\il|iti^ft3. 
respetuoso  con  cabailerob  y  damas^'  nc^da  (ferdia  de* su  q^ageslifOflk 
gravedad  en  ilustres'cuncurrencias:  á  personas  de  humilde  «endisioo?  ' 
aunque  mantenía  su  natural  enterca,.  Ic^s  mostraba.*  uA  roatro  nlij 
humano;  y  nrás  de  una-vez  le  sucedió  pxes^ntársele  perynas  en  quie- 
nes advertía  demasiado  respeto  á  su  dignidad,  y  las  i^ftpaba,  {liciea- 
do:  **No  tenéis  que  temer;  tratanrcon  Ci'n  b^bre*c<>mo  tós:  hablad 
con  santa  franqueza:  proponed  viiestrp  Hegocio'^in  ^rtedad/* 

Para  la  ptni»  tarjeta  de  la  misma  frente  dos  jpaiioB  ^n  a#to  de«o%> 
cordia.y  estel^ma:  « 


Clonoordaron  por  fin  en  un  aaíento 
Amor  y  mageptad,  que  se  decía, 
No  haberse  jamas  visto  en  armonía. 
Ni  ser  podrían  de  un  mismo  sentimieotto. 

Esta  gran  maravilla,  este  portento 
Lo  ejecutó  Revílla»  y  á  porfia 
Vinieron  á  su  rostro,  en  simetría 
Pintando  cada  cual  su  lucimiento.    • 

»Sü  gravedad  heróicaí  magestuoso 
Lo  aclamaba;  mas  dulce  y  agracíable 
Magostad  era  én  punto  luminoiso. 

Su  trato  era  genial,  cor^s,  afable. 
Urbano,  d^cjado^Víríñoio, 
Y  con  daftoi  de  afnor  hacíase  amtfbla^ 


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(^ogle 


> 


— 17T^ 

No  son  tan  difieilet  é^  nmjhtnnr  ios  intereses  de  la  Hagestad  y 
del  amc^,  que  abs«ilii<fc  A  eme  no  se  bsiMp  ejenii^s  de  persoaas  emi- 
neotes  en  dignidad,  que  baa*  sabido  ^narse  al  anismo '  U^kBfyi  al 
amor  de  todo  género  do*persona6;  peiu>  por  un  erri^M  eolbeepto  de  \ñ, 
naturaleza  da  k  verdadera  •esaeleneíaky  auteri^ld*^  fuberon  ei^  lo9nti- 
guo  tan  raros  los  ejemplos,  que.s^misma  rari^aitl  dióiiigAr  ji  la^gé- 
Jebre  senteneia:  Non  éénfi  Qgffwtnijfnt^  n^me  ¿n  luna  stie  moi^niur 
MqisMiust  €t  Amoi^.   Despaginqoe  el  amab^^ímo  Btoe  Hombre  se  ~   j 

4igiió«q|||ori»ar  ^y^Ví  persona  esta  ^union,  ya  no^  es*ta»  e8lr4í0r4|ha-  ^ 

riaiÍI»óaiMI0  im|bombjse  de.  sanrta  «Bgoiclad  y  JMHtmaeistm  muy  ama-  ] 

m,  •HijM^^ii  dikia  con  maf^lloso  ^ri«ior  eaft^  feii»  ea||ae^ef  co|^e  I 

R^íUa-Gkf^ki»  supo  hacerse  l||llpetar  y  llevar  á  debflo  0|^cto  sus 
órdenes,  de  oftanara  q&e  paracia  presidir  eS  8U,gqbierm>  el  terror; 
pero  anduvo^io  diestro  su  ingenioso  cariño,  que  supo  hacer  patente 
á  toib>  el  mundo  Ja  linftf^za  de  su  intención^  dirigida  siempre  á  la 
ulDídad  de  la  naeroa  que  gobernaba.  Bn  efecto^llorSroh  su  ausen- 
cJ^5^or^9a  ftiueitei^db  mejicanos,  bien*  satisfechos  del  amor  que 
A  bebieron,  ^  biem  dispuestos  á  mantener  «einpre  ^f«  la  nemoria 
de  UB  lÉrej  que  reuni6«tan  escelentes  calidades. 

Para  la  pionera  targeta  de  la  tercer  firentexlel  |nismo  cuerpo, 
un  Argos,  en  hábito  de  pa^r,  7  este  lema! 

GBNflTBNO  LÜMlNEJflNCTUS. 

-       JLYRX. 

Argos  el  pastor  griego 
Hasta  cien  ojos,  dicen, íjue  tenia, 
Pero  á  quien  no  era  ciego, 
Tener  aun  mas  de  ciento  par#cia 
El  principe  Revilla,  mejicano, 
Yirej,  cortés,  magnánimo  y  humano. 

Asombro  á  todos  era 
Su  eomprehension;  &  todos  les  espanta, 
Gomo  baste  la  esfbra 

He  humatia  ^^A  á  menudencia  tanta.    . 
Eh  todo  estal^ln^odb  lo  sabia: 

Tanto  hacer  eoft  ci^n  ojos  no  podría. 

23 


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Hablad  vos,  tn%«Mi|i|p  * 
>  I^  M«$i«9f  pagad  un  fiel  ^Hbiitat  ^ 

*     '  ..  Testigo Amparci^IflB, 

^  *  A  la  verdad*  Lofi  Étnicos  ser  fruto 
_  ^     ^  JC^ri«a*de  J#ve  ¿j  vos1iParlad,|piidiem 

^        Tajito  hac^r  h(^^re  de  ooioiin  esfera? 

Süt^e^sta  se  ele  valia. .  *  •     • 

^       ^  .Y  desde  $<JueIIa  su  enunteote  aliuia 

^  ^^^^     .     Todo  1o  gobernaba,  ^         -♦     ^*    '*• 

^        ¿  ^ió  oljB^r  laH;iéfle:0On  jn^dtfra,  ^«  *«^        :^ 
^^     ^  Ho|pbres]|aj;f  que  s|A  rasgos  liberales^    *«    4ít 
•  !     .♦  Que  reservaba  Oíos  en  sus  ca^dal¿»V    >  •   . 

Fué  del  poder  fTivioo    • 
^Liberal  rasgo  el  ínoJito  ReviUa:       ^ 
Su  ^citerto  peregrino     *     '       ,  « 

♦     ,  Y  su  gobierno  ¿  todos  ifíaraV^a. .  •     .     m- 

*    "*        Ve, /répfitif&deluno  ]a^ig^ctfenoía,«  «H     ^  *0 
0     ^^>  X  coMsulta  del  otro  ía  inoc^*cia^'  •  # 

Llora  desconsolada,       ^  ^    '     ' 

.Méjico,  á  tu  Argos,  y  ese  ¿u8taJ|^Dto 
De  tu  tristeza  nada 
Enjugue  ni  consuele  tu  quebranto, 
Sino  es  la  sabia  voluntad  etftma 
Que  sus  hechuras  próbida  galerna. 

Fingía  la  antigua  fábula  cien  ojos ''en  ef  pastot  Argos,  para  dar 
á  entender  la  vigilancia  que  requería^  el  •  joainisterio  encondendádole 
por  Juno.  No  bastarán  otias  tantos  para  ser  hieo  espresada  la  increi- 
ble  actividad  con  que  atendia  el  Conde  Revilla-jjrigedo  á  todos  los 
ramos  de  su  vastísimo  gobierno*  No  hallan  lenguas  los  jaieiosos  im- 
parciales  para  significar  en  algún  modo  la  ma/avillosa  com prehensión 
de  este  gran  Virej,  á  cuyo  desvelo  j  vigilancia  no  escapaba  la  mas 
menuda  cosa,  que  necesitara  el  cuidado  de  su  providencia.  Los  tri- 
bunales de  Méjico  podrian  levantar  un  agradable  grito,  que  se  ojera 
en  las  cuatro  partes  del  mundo;  atestiguando  su  sorpresa  en  este 
punta;  j  diciendo  cada  cual,  haber  creido  á  los  principios  de  aqael 
vir^ato,  que  el  dicho  señor  pareql^no  pensar  masque  en  loa  negó- 
^Hle  aquella  determinada  oficina*  Y  si  las  caaas  particulares,  y 


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— ni— 

1^  Iw  NMt  deftpre€tiibl0s«c^>fftfs«  se  congregaran  á  dar  testímouio 
dé  eaCi  verdad;  seria  cAwi  tai)  creeylo  el  n^ero  de  teslíp>B,^mo  fe 
es4rf  ile  Jos  habitadores  de  Méjico*  Vo'créeiivos  kiber  eseedklo  JIM 
JHato» Kiinte»  ia  poesía,  llamando  al.CtAde  RefUlá  Uberalfaj^o  diM 
fderdimmo^  esto  efr,  horn^  de*tt^«ieUl>to1'aro8;t|ue  orHi  laOniHipl»- 
t«Beia  para  grandes  empresa^.*  Lldí-e  Méjico  enhorabiiei)a,  y.  |^ 
ruelvn  sua  enternecidos  ojós'iil'étfejgpoSe^rj  que  todo  lo  disgooe  co|i 
lan»its'sab¡a.]Mrovfdé)iciá.  v)l  »^A     *    ♦      ^ 

■Pa»  hitq^^a  i^Afeta  de  laf.terfter-frcnte,  una  oelle  muf  heon^a-j 

'•^        SALUTJf.  AC  rikCORI. 

LYtlA.  •• 

.  A     ^i  ^d  Mágico,  Kermo^ 

DeSuerte  que  el  viagero  se  emMesft,* 
••    *     .Hicíido  tu 'primorosa  •  •       . 

CotTip^Curaj¿*{guién,,4ia|e^  autor  fué  de  #ta 
Tan  galaBH  beilezt^?  Fué  por  cierto 
Revilíft  tu  s'w^yi  llóralo* iiftiertcr. 
•  .  4Si  una  pluza  lograste 
Tamaña,  tan  gentil,  tan  despejada, 
^^     Que  puede  sin  contriute  ,- 
..  *  >  Ser  ele  plazas  modelo,  y  una  armada 
.   '.    .Dan tro  de  ej la  alojarse,  ¿á  qué  desvelo 
*•  Se  d^bé?  A4  de«Refillajyt»e8  del  cíalo.  ' 
¿Y  cómo|^a  jy)  veo 
En  tus  calles  inmttndél  muladares? 
¿Qúiéq  profhovió  tii  asco? 
¿Quién  cegó  acequias?  quién  ^o  tus  hogares 
'  *  Cmdíb^^e  np^t^ieran  v^pa  triste? 
Fué  I^evíMa  el  ámabif;  va  no  existe. 
^  •*   |nefl(sf^ ble  llora  i'  .  •' 

'    Pe  iin  ral  héroe  la  faltíi^pbr>us  ojos   * 

<  Jorra  de^ufór'f  \  aurora  ' 
/%jtí  mas  amart^^eifte;  yiotf  despojos 
. .  QuAí  e|fc*í^ra  r^np^M^en  tu  memoria 
^B|^  ¥úiferr,  cipoiíltadtt  11111  su  hfctpria.  ^^^ 

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— lee— 

Ufio  de  los  mas  iin{ii|M'tantes  .eiQ^año8^«é  cooirae  por  mi  < 
lyvt^n  gaf>ic\CBP»  ^s  el  cuidar  de  la  jfiiipieza  7  ateo  de  ia  ciudad;  qd^ 
dMt^rando  lo«.  vapores  p^cilcipa^s.-ooittbleiDeiite  conduce  á  la  aani- 
éad  4^  8118  marvdores.  Afii  íhismo ^e  juzga  interés  púbiice^y  dtgtio 
ptM'..  consiguieote  de  los  <fUi4ados  ¿e  qui^n  ihandaí  el  alsader  á  ia 
bl^pnosuní  ^  comodidad  de  laír  carll^«,  y  elegauciu  4e  los  ediieioap 
Su  \%  bellos *üeiD pos  de  \\  antiguar  Roma* se  creyeron  dle  lal  impor- 
tancia estos  oficios,  que  habsp  sies^pr^lfewintro  pefeonaa  de  4Miráeiarv 
únií^ai^eote  de^lnadas  á  ellof»,^  eifa  este  conten  ipdisi^amtabUs  prado 
para  elevarse  á  Tas  sublii^^^ysnagistrai^p^tis.  «i(éy  %n^Mi¡m9tmmá&^ 
nos  ilustres,,  cuyo  cargo  es  a|^álog^  ai^d^  aquallos  Bjl^les  roaiiii<^ 
sin  embargo,  el  conde  Revilla-Gigedo  lomó  con  sum#  esmero  sebro 
sus  hoipbros  así  la  belleza,  como  el  aseo-de  asta  nobilísiuta  corte,  y 
en  ambos  ramos  proyecta,  afimó  ^  coasiguió.  toDto,  qne  di6  p«r  íiw 
á  su  querida  M^ji<.'fi  un  S4 mbluMtP  enti  ntriienit'  ^u^vo.  lnin«0idos 
canos  y  aceqtUas  ct^^aílíi»,  giro  dini  iu  de  CMirttíjnpp^  (¡we  recoja  \^' 
suras  y.  desechos  de  ^is  chiíiís»  ralle»  á  prÍMicrn^tgz  iTef  d«B  regaditt 
empedjrado.coosUnteítictUu  riin()voít%*  Hie^^es  diatribuit^tas  ¿  páblicar 
comodidad,  plazas  JíistinruljiM/i  ^ot^^s  roniüi^tibtej?,  ti ingnific A  edifi- 
cios levantados,  y  %\\i\\€  pri>vjd«^ncia«  de  k'^W.  jae7.,  íj^n  tantos  monu- 
mentos, que  hablan  aua,  y  ppr  cit'u  bouas  di'miiffiírat^  el  eulor  de  liu^- 
novacion  de  Méjico.  Quien  vio  ^sta  ciudad  zHttes  del  vlreinatode  núes 
tro  conde,  y  admiró  d^.^^pues  ¡^u  lit^rDíosura  y  lim^ie/.a,  no  podía 
cansarse  de^ bendecir  á  t<tii  benéfico  iiniU-etot  de  ía^fiaiün  Mejicana, 
^ara  la  pfioiera  targetn  de  trvcimria  frrute  umi  amena  ribera  fe- 
cundada de  UB  riOt  con  e^te  lemn»      ,  * 

JÍIIifC  sfbi. 

Vil  iutef^,  por.qjuieoJas  m^  gloriosas  « 

Acciones  degenfran 

En  vergonzp#  vicio,  «'  • .  •  ^  ^       • 

Por  quie|[^mi|^Rmas,  aunque  bfeii  jugosas 
En  vez  de  fruto  dHr,'á(^pfeciylcio 
Funesto  se  «cele^n^  •  "^     *     *^  ' 

De  Revillo'eis^l-jaecjio  'boxi^iiáste»    *  •* 

Ni  maacha^ie  bizot  tq^powcylli  lri:|^«»  SíH^ 


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Godgle 


Insinuarle  tentaste  en  su  limpieza, 
Piis&teLe  asechanzas* 

#  4 

Ofrecístele  incienso;}^ 

Ya  juzgabas  vencid^  su  ñ^metñ^  * 
Y  hasta  cojer  en  él  fTlitos  inmensos 
Crecían  tus  esperanzas:  ^  - 

Pero  él  es  rio  que  jamas  desmiente 
Lo  limpio  del  co6c^^uli¿lfe  su  coj-iente. 

GeneratflMii^te  dicen,  qif^tio  hñf  gmardap,  qjte  resistan  á  la  llave 
d«  ero>  p9m^fipí\suf0etmlf  *(\}jfn  roanufn^^  lison^  y  «¿ulacion.  Aca- 
to Q*  h%y  peste  mas  torpe. y  yM-goozi»a«,'qMe  la  del  interés;  y  acaso 
no  haj  otra  quelM^a  cundida  t^^tOf  y  «Misado  taii  graviea«daños  en  los 
pobladores  de  nuestro  ^lobo.  Bien  lo  coooelp  el  que  dijo:  Quid  non 
morialia pectora  cogUyiomri  mcrjafaimú  Deísta  perniciosa  enferme- 
dad i^rece  que  vj^ió  epterameote  eseuto  el  ootide  Revílfia-Gigedo;  al 
menos  «i  la  padeció  eiitr^e^ros  malea  do  h^eocta  de  nuestros  prime- 
ro§pa4/es.  Ja  «up6  A^uniniir  da  tal  manera,  ^«^  jamas  tii?o  influen- 
cia en  sus  oporacionei^^a  «e  enliende,  r^^en  lyia  administración 
tan  estendida  y  tan. rica,,  no  falcaron^  ten  tatrves»  para  íéant  con  precio- 
sos dones  la  puerta, de  su  coEaaoo;  y  c^^rauy-  diestras  ibanos  toma- 
ron la  dorada  Ua^o  pf^a-  abrir,  sin  ser  sentidas,  con  «4  dulce  aliciente 
de  los  elogios  y  aprobación  de  su  contiucta.  Bra  muy  noble  el  alma 
del  •<liid«,  para  dejarse  avasallar  del  oro;  y  muy  advertida  para  no  pe- 
nctf^rel  vH  q|^m«terio  de  4a  lisonja:  cerró  á  ésta  la  boca  con  no  ba- 
cer^^as»  de  sd  despreciable  bajezn;  t^nno  embuta  las  puntas  todas  de} 
interés,  n^^f^ibioftdo^ostosos  presantes.  A^si  evidenció  &  todo  el  mun* 
do  ^ue  ot  dosempeño  de  sü  ofli|rajmp  f  el  bi^n-est^  de  la  nación  me- 
jtdan«r, iftMr«n  tos  resorte  de  todol ^movimiento  que-se  -admiraba  «rn 
s«  ijiné^p,  y  irigilnntísinyo  vireinato:  no  teniendo  -por  mira  en  tantos 
•hute  yysbaj<y  yrovecbo  ateono  suyo;  oomo  el  caudaloso  rio  no 
vseilip  utiWkid  de  bis  tlerra%.que  vá^jtrohtifruatnoiirte  fecundando. 

^siAa  oiv»  taifeía  d*;  laj|narta  ffente  .nira  imagen  de  fu  muerte 
jmiÜ^é  J(|.?^eftOW|-  ¿el  e«^mo  eofide^  y  este  lema: 


% 


m 


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— lea— 

•    ■        '        ■         '      .  •■ 

morí  SqfT,  TIMÜIRE  NESCIÜS. 

El  alma  8Íempre.gTancLe  de  Revilln, 
ConAante,  ¥al#ro6a^'  *% 
Igual  en  8us,a¿cioiie8        '  • 
Polítíeai,  guerreras,  «in  mcTHfcilla,  •         *     - 

Síb  desdoro,  ¡^  Cacha  de^efli^M^  t*«'    «     *^' 
CoroDa  los  blasóiMs;         * ;.     *  .     :  ^    ' 

Que  le  tejió  la  fafp^  v«ciÁgl^"« «         ^^ 
Llegando  al  fin  de  su  moctal  carrera. 

Siente  la  voz  de  muerte,  dk  tmá  e¡^ftda 
Al  pálido -semblante,  •        «  « * 

Descarnado  Aquelelo:  A  •    ' 

•*8olo  á  (HostemoV  dice:^  pr^pnriklft  *  .       • 

Desde jmtenyjQoá  tan«fatal  inif^j^i^te,  *. 
Oye  el  negro  deci^tá, '  .       .  - 

Sin  que' el  ^eraor^Rl  tránsito  |a.alter€i; 
¡Si  vivió  siempre  grande,  mayor -nmerei 

Han  tenido  toados  lo^  siglos,  y  en  el  nuestro  han  abundada  aier- 
tos  fallos  héroes,  que  en  próspera  falúd  jactaban  una  Jbrtaleca  y  vi< 
gor  de  ánimo  á  toda  prueba;  pero^pu^Ptos  á  la  sincera  fu2  de  la  muer* 
tc^  deponen  la  embustera  rñ^scarn,  y  declaran^ tb.que  s^jij  El  camiA 
Revilla-Gigedb  tuvo^etitre  sus  m^ft  nqbffc»»  y  prindipate^  distintivos  la 
virtud  de  la  magnanimiclad,  bien  n^nifestudli  ^'n  mocho'#  lanéea  difir 
ciles  de  su  vida  militar  y  política;  y  la  supo  cristianatMnte  aftaaervar 
hasta  los  últimos  suspiro^  No  ie  acometió  la  inueije  á  tr^i^ia»»  4a 
manera  que  no  le  dejara  ver Wep^ claro  enrostro  del  de^^onfañorvi^ 
venir  paso  á  paso,  en  aire  de  segifrá  victoria,  a»a  iav(Bii^l>l9¿ba()aila 
eo  mano;  y  él  con  ánimo  intrépido,  sin  de»^U|icer  álah.hé/rjhl^iia* 
ta,  la  recibió  como  embajairiz  del  Supremo  Señor,  da  qu¡^  tenemcj^ 
a  vida  como  en  puro  depósito.  Tuvo  sobrado  tiempo  para  diit>oner  i 
satisfacción  los  negocios  domésticos;  perdonó  y  pidió  perdón  á  sus 
enemigos  (no  era  difícil  tenerlos  en. la  luminosa  canpeAi.  qiie^guió 
di|Atfu  fresca  juventud);  se  despidió  d^  murídán^^ÉHados  y  en' 


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—183— 

%ego  toda  au  reOecsion  al  gr^Mdo^  al  importaat^  al  úoico  oeceMurio 
negocio  que  es  el  de  laeterifk  sdhid;  jfpór  últimovcon  serena  iranqui- 
Iida4  iibandooo  los  despojo^  a^dkates  y  «roló  áipi^DOsdel  Criador.  £•' 
peraxnos  en  la  Divina  tt/Lisen^T^ti  que^labcá  cerrado  la  áltima  cuea- 

ia  con  felicidad  e^te  hombre  á  todas  lucesVrüiide,  que  partió  esce- 
fierre  asimismo  en  el  HCto  de  partir  »l  ¡ms  á^  la^erdad. 

En  la  fireute^riacip^f  ^Jciisrtcr<;iierpuHe  l€fu  esta  latina  ins- 
cripción: 

* '^       *  *  *  9^ 

•     •  •  ^     '     *       *  iJmt^i,   iforcmit^^ 

I^  *  /Z  e^Mtcgn  o  q  tu*  Opk0t  *  3Íc  rii  a 
Jjpiltf'fc^tiff^/a  n  o  rificü  n  éis  im  is 

Qtiod,  Provine  i  ti /ii.  ffaiic 

JVhUíííü.  AtHiiunm^tlsi   í\'¿udíff¡á.   Puhlicm 

Iñdfjwsáo^  Lab  me,  A^miuá,  Vigiiafiíiá 

C  iHis  i  au  i  i -i ,  Magfhan  im  á^ 

*y£C.Mííiort 

Auí.  E^tíquiutlü.  Cchritaie^  Peiifitaieve 
#   .  Sic.  Adminhírahit 

íJt  Omni^nt  Síhi^mi^rcín*  üonciliarít 
J^tíSdan.  ^kiSiosi 

^  Ati,  Dñt  ftiücciG,    "^ 

£&  muy  anticuo  el  uso  de  las  inscripcioAes  en  los  funerales  de 
hombres  ilustres;  habiendo  querido  cada  siglo  dejar  á  la  posteridad  la 
memoria  d^^  su»  héroes,  ddscjribieiido  en  compendio  las  hazaña^,  que 
los  disda^iecon^  Llena  está  la  bella  Roma  de, semejantes  monumen- 
tos,  ^ne  Qos  han  perpetuado  la  grandeza  de  sus  famosos, guerreros^ 
Cieruunente  J^podian  corntai  eatos  el  complexo  de  acciones  1 


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— f84— 
^ne  ikdortiarotí  af  eo4k  de  Rérilla-fKfftftfo,  á  quien  Méjico  dedlta  «41 
latina  ÍHBcripcion.comft-áVaroif  escliíecido  en  paz  j  en  guerra;  que 
deade  su  florida  juvcitel  ñié%a9^4^ít¡n]o,  y  benemérito  cindada- 
Dú;  cjue  ftié  prenarÍHdo  con.  lH^  masVi^ii^rf fíeos  cargos,  y  los  oéti|9i 
coTT  lustre  y  digifkkiffl;  qu^i^  Mzn^etreral mente  duei^o  del  amor  y  vo* 
luntadiBs,  cuatuli^  i^olftenjí'i  eí*Tr  ■  n  i  ni  míh,  gui  ]Kíntr  Ju  mira  en  mal 
feTtcidad  que1a  pliblícimticTin'^HÍde  tínKj  títr*»»,  ehi  re po^  en  «u  vi- 
gilancia, magnánimo  en  su  fortftSezM,  "'r'itontfsiino  etv  «us  proyectos, 
activo  y  feliz  en^^^^utq|^.         *  ^     *     * 

En  la  frente  opins^^^^te  eU^gío  ca|t#ít!in%  .^ 

•  •  • 

Del    EíeeleiHísmiiy  Seior 

Dcín  Juan   Vií^nttí'fitíenn^/.  y  ÍBraisitFis, 

Coítíl  de  Rt«vilhi-Gj|edc^  *       • 

Virey  qué  rifÉ  ae*efeca   N^ueva^^Brra, 

Y  norífiíi  fliie  s§rá*de  yrreres, 

•  Miéu^váa^ure    '^'^     *• 

'     h^  inraarlaWliiria  qne  se  ftíitó 

*'^     Pqf  BU  vigiíancm,  su  aoslTiteré^ 

Su  pruilenoí»,  mi  constancia, 

T  Hobre  todfi  por  el  celo 

De  la  quietud  y  felicidnJ  pública. 

Con  que  se  hudlCéJi^  y  ámsilile  «su  f  ubie^5. 

Si  se  permitieran  akcince1«         .«. 

Los  afegtqs  y   sentí  mientes  Je  ,una  y  otra  E^afk^^ 

En  órdan   á^^ai  mérit«; 

Hai^iílílpm  diida*' 

Su   mas  sincero  panegírico," y' el  mas  hermoso  adorno 

J^e  'este  n>o'nu mentó 

Que  lo  es  también  « 

Del^mor  y  9#Va%ratitud 

Be  sus  Apasionados.  .  * 

No  neeeaita  connoto  este  casteiiano  elogio,  bfietantement^  cla- 
ro, y  todo  enderezíado  ^  signiñcar  la  general  aprobación^  que  mero* 
ci^p  su  Tireynato  el  conde  ileFÍIl>igigedo;  euyatMftudies  an  aMe#- 


ctO-^n  81 

•4» 


e^^B  da  su  empleo  lo  hipíeron  acreedor  á  la  grri  mJfcjJspHgsioá  de 


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bsber  ie  ser  norma  de  rirejes.  No  QBben  en  un^  peqneñe  lipide  lo9 
afeotacMos  dembof^off,  en  que  fyrorrnnifHríen  ambos  mundos,  ai  con* 
curríeren  4  describir  el  mérito  de^te  persone^  uiii  útil  4  la  monar* 
^uim  española.  Este  realmente  serta  el  mas  eumplído  panegírico,/  e| 
tmmm  fpnlan  adorno  de  esta  pira,  qae  le  lerantan  con  efusión  de  gene* 
foeo  amor  sm  npMÍomNkis,  desemido  perp4ftu%r  «n  reeonoeimtento  i 
loe  insignes  beBefieios,  con  (|«e  este  hombre  singnl^r  favoreció  á  la 
Naeira-Espafia.  Lo  que  hicieron  con  el  noble  desinterés,  que  demues- 
tra el  general  convite,  que  suplicaba  la  asistuncia^iSlDs  f&nebres  ofi- 
cioe,  y  el  que  trasladamos  aqui  para  ej^plar  de  modesta  benefi- 
cencia* 

Sobre  todo  lo  contenido  en  estos  cuadernos  protesta  el  autor  U 
mae  entera  obediencia  j  atijecion  á  los  decretos  de  los  soberanos  pon. 
tlfieen,  7  principalmente  á  los  del  Soto,  padre  Urbano  VliL 


Los  afectos  i  la  buena  memoria  del  Escmo.  Sr.  D.  Juan  Vicente 
Cílemex  Pacheco  de  Padilla  HorcasitiH  7  Agirajo,  conde  de  Rerilla- 
Crigedo,  barón  7  señor  territorial  de  las  villas  7  baronf as  de  Beniltova 
7  Rivarruja,  teniente  general  de  los  reales  ejércitos,  caballero  gran 
Cru7.  de  la  Real^/  distinguida  orden  espifñolá  de  Carlos  IIT,  coarrenda- 
dor de  Peñas  de  Martes  en  la  de  Oiilatrava,  vire/,  gobernador  7  capí- 
Uhi  general  que  fué  de  esta  Nueva- E^pafia,  presidente  de  su  Renl  Au- 
dtetMÍn,  Inspector/  comandante  general  del  Real  cuerpo  de  Artilleria, 
ébc,  d^«  (que  en  paa  deecanee)  deseosos  del  bien  de  au  alma,  han  dis- 
puesto celebrar  un  sufragio  de  honras  los  dias  veinte  7  tres  7  veinte  7 
euntrodel  corriente  en  la  iglesia  de  N,  S.  P.  8.  &ancisco;  7  para  que 
sea  CON  el  ma/or  lucimiento,  esperan  se  digne  usted  asistir  á  las  eua« 
tro  de  la  tarde  del  primer  día,  7  &  las  nueve  7  media  de  la^  mañana 
del  segundo;  en  cu/aa/horas  empezarán  los  oficios  por  no  liacer  foi^ 
maMad  de  duelo. 


2/ 

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— 18«  — 


®BJIL9Íl®iB  ^VVBSB  AB 


Bel  ISscino.  Sr.  O.  Joan  Tícente  c^nemeE  Padieeo  de  ] 

naHurcorttCBS  w  Aguayo,  condeae  Bievllla-€M9e«»)  vi« 
rey  4iae  roe  de  «rta  líiieva«*E»ipaáa,&c»Ac.iuc»  4|iie  ea 
UMlianraseeleteadaseldlaa^  de  octubre  4I»V%99^  em 
lalslettla  4i  N.  S.  P.  S.  Francisco  de  JH^co^  predlcd  el 
R.  P.  Fr.  RaAon  Casaus,  Torres  j  las.  Plaasas,  del  br» 
den  de  predicadores,  doctor  en  sagrada  teología  por 
la  Real  j  Pontificia  UnlFersIdad,  su  catedrático  pro* 
pletarlo  del-  doctor  Angélica»,  examinador  slniodal  de 
esto  arzobispado,  j  Regente  de  estadios  en  e 
Helo  eoleglo  de  Santo  Domingo  de  Porta  Cooli,  j 
brado  en  üMS  obispo  auiUlIar  de  O^ilaca;  en  ISU  ar«* 
zoblspo  de  Ctoatemala,  y  en  lS3S^blspo  administrador 
de  la  Habana* 


Vmt  Domínus:  quia  reqius  es  tu,  et  bonus  in  conspecta  meo: 
et  ezitus  tuus:  et  introítus  mecum  est  in  castris:  et  non  ¡nv^ni  in  te 
f  uidqiiam  malí  ex  die  qua  venístí  ad  me  iisque  ¡n  diem  hanc:  sed  sa- 
trapis  non  places.  Reverteré^  ergo  et  vade  in  pace.  I^ib.  1 «  Reg.  Cap. 
29.  y.  6.  7. 

tfo  hay  arte  mas  díficil  que  la  de  alabar  i  los  hoiabrasso  pss« 
sencía  de  sus  coetáneos.  Muchos  de  estos  se  mtercsan  so  qte  ae  ss 
halle  m6rito  verdadero  en  sns  semejantes:  6  por  estar  íVesca  la  «lemo. 
ria  de  algunos  defectos,  intentan  eclipsar  las  mas  briliatites  gioriasi 
de  modo  que  es  pre|i|io  esperar  á  que  el  tiempo  o<hi  so  letUa  toaao 
Thjñ.  disipando  las  ligeras  nubes  interpuestas,  y  quede  •«  fia  io  litts^ 
no,  lo  bello,  lo  gvande,  lo  sablimei  Jo  beoéfíeoy  lo  piadosoy  sia  aada 
de  lo  lerrenO)  con  que  estas  prendsf  ese  a  vieron  ligadas  yeavmltaa 
acá  abajo*  Para  penetrar  en  el  templo  de  la  inmortalidad  son  «soA&i* 
me  consentimiento  de  los  vivientes,  se  necesitan  tal  vez  mas  años 
después  de  la  muerte,  que  para  merecerlo,  se  requirieron  en  una  vida 
larga,  y  llena  de  hechos  memorables;  se  debe  aguardar  á  que  la  im- 
parcial  posteridad,  levante  el  grito  de  aclamación,  cuando  ya  hayan 
aá^^  las  pasiones;  y  á  que  corone  paclñcaracnte  los  héroes,  cuan. 
c^^Tno  exisflin  sus  rivales. 


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—187— 

iQoé  príncipe  mas  esedso,  qiié  guerrero  «im  o^fiínado,  qué  po« 
KtíeomiM  tibto  j-henéfieo  que  David,  héroe  eet Inda  según  eloora^ 
99n  de  Dtoel  il^if,  rej  (1)  klákÉra,  confiesa  su  mérito»  aplaude  sa 
▼alory  fidelidad,  reGim<ie«  losTuenos servicios  que ledebe,  jura  fOt 
el  noflsbre  terrible  de  Jeho^á^  que  ledo  eeto  eaindubitabJa;  peso»  {eb 
DOTrtd!  no  les  gostas  á  mis  Sátrapas^  añade  el  meaeroa*  Yo  sé  que 
para  mi  eres  boeno  coeao  aa  iagel  de  Dios;  pero  los  príaeipales  de 
loa  fiüsleost  no  q ulerea  absolutaoieate  que  nos  acompañes  en  el 
combate.  David  buho  de  retirarse  porqutr  incurrid  oa  la  desgracia» 
mejor  diré,  censig»i6  la  dicha  de  no  agradar  a  loe  Sátrapas  de  A^mj^ 
Émnqae  tenia  en  su  favor  el  bnea  concepto  y  e&tinsacíoa  del  n(u>naroa; 
y  la  eenaara  ó  «tsaeonfiaBasa  de  aquellos,  en  nada  menoscabó  su  ver* 
dUidera  gloria.  Mae  yo  en  esto  veo  una  amorosa  providencia  de  Dioa 
^e  4í  la  elevación  de  ánimo  le  opone  este  contrapeso;  porque  no  hay 
escollo  mas  temible,  que  el  de  la  vanidad  y  orgullosa  altivos,  y  es 
efecto  de  la  misericordia  soberuna,  él  que  los  héroes  mas  grandes*  en 
▼ida  no  gusten  á  todos,  y  después  de  muertos  cuando  no  hay  riesgo 
de  envanecerse,  sean  víalos  oo»  ojos»  &  mas  equitativos,  ó  mas  indul- 
gentes, como  sus  virtudes  no  se  hnyan  quedado  en  la  baja  esfera  de 
^htusaaas  y  sociales. 

Arduo  empeño  Cf»  el  en  que  me  han  puesto.  ¿Qué  harét  (2)  Puei| 
ni  aé  mentir,  ni  sé  denigrar,  y  coraanmeote  se  piensa  que  I9  mentira 
y  la  adulación  esparcen  flores,  sobre  los  sepulcros  donde  reposan  to^ 
éavta  calienta  las  cenizas  de  los  grandes:  y  vulgarmente  se  teme  que 
la  sátira  mardaje  venga  en  ayuda  del  orador,  para  celebrar  al  muerto^ 
á  espenaae  del  honor  y  buen  nombre  de  los  vivos.  Lejos  de  mis  labios 
hi  vU  Iísoi\ja:  léjoa,  lejos  de  mi  corazón  la  cáustica  mordacidad,  y  las 
anetaa  enveaenadas  de  la  maledicencia.  ¡Dios  eterno!  cerrad  mi  bo^ 
ea,  y  pegad  mt  lengua  al  palndar;  quede  confufliido  en.  este  momeii, 
lot  si  acaso  hubiere  de  psofenr  espresion  que  desdiga  de  la  santidad 
da  mi  arfoisteriot  evaade  eon  las  palabras  de  Aquis  intento,  formar  q 
elogie  M  Reftmow  Sir.  D*  I.  Vieemede  Güemee  Pacheco  4e  Padilla 
Heaoaaítas  y  Afpiayoi  e<»de  de  RevUlaOígedo,  Virey  i|ue  fué  de  es- 
la  Hmwm&pmmík^DOu  dbc.  Vive  Dios»  que  en  lí  ;^«celso  conde!  ao  hn 
i  sinb  bea^  y  fidelidad,  honor  y  valor  en  la  cnrr^ra  militar; 

(1)  Véaee-la  BÜia  de  Vadeé,  6  de  Aviftoir  sobre  sato  tssio. 

(^  <^id  Romae  fiíoiam?  aientiii  nascio.  JpvfnaJ.  sat.  3.  .^ 


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—188— 
**rectu8  est  tu,  et  boims,  exfnis  taus,  etlntroitiig  mectim  est  in  eMirí^: 
qtie  tú  de§de  que  ventste  á  gobernarncM,  lia«ta  el  día  presente,  no  non 
lias  dado  motivo  de  «enti miento:  impolítica  em  sáliia,  tu  eelo  acttro, 
ífieanaable«  benéfico,  denintereaado,  mimoso:  "non  invení  ra  te  quid- 
quam  mali  ex  díe  qua  ▼eniati  ad  me,  naque  iu  diem  haoe:"  y  Dwa  hm 
purificado  tua  decretos,  para  coronarte  con  una  muerte  eríttiaaui; 
**8ed  Satrapis  non  placea:  reverteré  erg  o  et  vnde  in  pace.**  Trea  ép<»* 
caá  de  su  ?ida,  en  las  que  deeempeiVó  laa  oblípicionea  **de  buen  sol- 
dado; de  escelente  vire/  y  Ife  humilde  criatiano,  digno  de  aueatra  ad^ 
miración,  de  nueatni  grañtud,  de  nuestra  compiiaion.  Venid,  venid, 
virtudea  milítarea,  virtudea  políticaa,  virtudes  religioaaa,  bijas  del  cié* 
lo,  venid  á  tejerle  las  trea  guiriiMldaa  que  ha  merecido:  no  baya  fl«»« 
res  postizas,  no  baya  otras  que  las  que  recoja  la  verdad  sacrosanta» 
para  nuestro  consuelo  y  nuestra  edificación,  para  gloria  de  nuestra 
edad,  y  envidia  de  las  venideraa. 


Que  nueatro  escelao  oonde  hubiera  nacido  en  (a  belfa,  en  h  cul- 
ta, en  la  delicioaa  Habana,  pais  de  las  gracias-y  de  los  tesoros,  la  coh^ 
fluencia  de  los  dones  y  riquezas  de  los  dos  mundos;  su  llave  recípro. 
es,  el  puerto  mas  famoso,  y  mas  importante  de  la  América,  y  tal  vex 
el  mas  fuerte  del  universo;  que  Habana  haya  sido  su  patAa,  que  aqnel 
hermoso  clima  haya  influido  en  su  temperamento  amable,  que  loa 
ejemplos  y  carácter  de  sus  conciudadanos  inapiráran  elevaetou  á  aua 
*deaa,  heroicidad  á  au  alma,  grandiosidad  á  sua  espreaionesi  podrá  aer 
todo  esto  motivo  de  una  dulce  competencia,  sobre  si  el  héroe  reetbtó 
en  ello  mayor  gloría^or  el  suelo  donde  nació,  ó  ai  la  patria  quedó 
maa  ilustrada  con  las  hazañas  y  virtudes  de  hijo  tan  afamado.  Ea 
la  balanza  del  Santuario,  poco  ó  nada  pesa  todo  esto;  ni  lo  flttatie  de 
•a  cuna,  ni  la  memoria  de  aua  mayores,  ni  loa  ejemf4aifrde  a«  pailte, 
virey  de  la  Nueva- España,  ni  cuanto  es  trinaejo  y  «eeeapho  ae  búa* 
que  (que  ciertamente  ae  hallará )•  para  acumular  tíaibraa  aoUie  la  ca- 
beza de  nueatfo  amado  conde,  añadirá  adgo  al  mér^  real  da  au  par^ 
aona.  Sino  virtudea  propias,  todo  es  pábulo  de  hi  vanidad,  todo  «a  «!«•• 
aiy  para  loa  fementidoa  mundanoa.  Y  yo  no  veHgo  &  Uaotijearloa, 
sSm  á  destrozar  este  idola  vistoso,  para  que  quede  patente  á  nveatros 


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*  « 


—  189— 
éfo8»  lo  que  es  éigno  de  wliiiirHcton  .6  de  imítaeían,  y  lo  ^oe  merec# 
oh  homeuage  justo  de  nuestra  gratitud. 

¿A  qaé  fi*  he  de  detenerme  e««u8  primeros  fiñoe,  en  su  edueacioa 
pnmem,  cuando  por  lo  comun<de  niños  ao  hemos  entendido,  ni  jiul* 
gado»  ni  disoorrido  coasigaíentea,  sino  «obre  pe4u«ñe€es  j  nonadas, 
Al  liemos  heelH>  mas  que  indicar  alguna  indinaeioa  á  lo  que  liaUa- 
mos  de  ser  en  edad  provecta  (3)  y  el  conde  sobresaliendo  entre  sua 
hermanos/  compañeros  por  la  vivacidad  de  su  lenio,  gallardía  de  su 
persona»  y  mejor  disposición  del  cuerpo, ^sin  duda  se  eatretendria  en 
hacer  papel  de  general,  y  mandar  su  peaueño  ejéroitot  SalleaMM  y 
salvemos  otra  época;*  ly  terrible  y  funesta  edad  de  las  pasiones.  No  sé 
que  se  hubiera  conttfmtuado  jiiQias  su  alma,  ni  que  hubiera  naufira- 
gado  su  inocencia.  ¡Vos  solo  grairde,  y  terrible  juex,  que  esoudriñaia 
los -secretos  de  las  coiicienoias,  y  que  ya  lo  liabe¡8  juzgado  nMserícor^ 
diosamente,  vos  solo  sabéis,  sí  las  delicias  de  las  grandes  ciudades 
donde  vivió,  si  la  Opulencia  estrao^iuaria  de  su  casa,  si  \iM  viajes 
peligrosos  para  much(»s  y  si  los  aduladores  y  viles  eortesiHioB  en  algo 
pudieron  empecerlo,  seducirlo,  y  apartarlo  de  vuestra  ley  saercMantaf 
Nosotros  os  repitimos  con  Dnvid,  que  no  os  acordéis  de  los  deKtos  y 
yerros  de  la  mocedad,  j  no  nos  juzguéis  por  Ib  que  habirá  pasado  con 
ios  mas  de  ios  hijos  de  Adán,  formados  de  barro  deleznable,  en  la 
procelosa  edad  en  quo  todo  suele  ser  presunción,  yerros,  tempesta* 
des  y* fuegos  voracísimos. 

Mas  puedo  asegurar;  que  en  la  carrera  militiir  lo  guió  el  honor,  y 
siempre  le  acompañó  el  valor.  Una  iiiiidverteiicia  é  iuconsideroeioli 
de  su  genio  fogoso  y  deterniinado,  una  nimia  coiiíitinza  en  el  favor  de 
nu  ministro,  que  ya  nada  podía,  fué  el  medio  de  que  se  valió  la  provi* 
deoeia  sot)erana  para  dispertar  el  fuego  del  honor,  escarmentándolo 
para  siempre,  y  dándole  la  mas  terrible  leccto<|^ue  puede  ofrecerse 
en  la  milicia.  ¿Por  qué  he  de  disimularlo  cuando  el  mismo  conde  lo 
contaba,  para  demostrar  cuan  peligrosas  son  las  desobediencias  y  des- 
cuidos en  el  camino  del  honor?  |Ah!  viage  inconsiderado*,  pronto 
volfferás  i  trasegar  esos  mares,  lleno  de  dolor.  Si  Aranda;  si  este  lié- 
weititode  noestra  naekm,  eo  un  siglo  en  que  ha  Inibido  tantos,  j 
Un  sobresalientes;  si  el  conde  de  Aranda  que  conoce  tu  mérito,  y  tu 
distengue  con  su  amistad,  te  cubre  con  su  sagrada  egtde,  y  tedirige  coa 


(3)  San  Ambrosio  pintó  la  belleza  de  ValentÍDÍano,  &c. 


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•190— 
mn  nMoB  «onselcM  para  renradMir  4i<|ifel  ytrro,  tv  Tknes  ti  fio  á  ver 
en  Cartagena  la  infame  rebelión  de  tu  refimieiito,  á  aer  testigo  del  ma* 
fot  eríiiien,j  haberle  príf^ido  de  un  euerpo^iodígnode  tenerte  por  ca* 
beza,  deeorganizado  entii  «uaenoía^  porque  no  podía  diurar  el  hoi^oc 
eti  iniot  miembros  qtíe  de  tí  solo  lo.reeibian.  De  hoy  n»as  reaonaráih 
siempre  eq  tos  oídos  estas  poderosas  palabras:  *'el  bonoTt  ^  bojsor  d« 
«a  soldado  eapafiol;"  donde  quiera  que  vayas  y  conduzcas  tus  tropaan 
te  aeordarás  de  aquef  desastre  y  se  encenderá  en  tu  ardiente  pecho  la 
llama  del  honor,  de  esta  virtud  de  todos  los  gobiernos,  aunque  Mon- 
tesqvíeo  se  atreva  á  privarla  y  degradarlo  de  la  honra  de  la  virtud^ 
¿Citántas  veees  lo  oyenni  después  sus  soldados -repetir  cou  entusias- 
mo: (4)  el  hantr  es  para  el  alma  lo  que  la  vida  para  el  cuerpo,  vivi- 
toi  todas  nuestras  accioiies,  debe  guiarnos  como  gu¡6  á  Regulo,  á 
Milridales,  á  Catón,  á  los  Emilios  y  Escipiones  Pero  dejemos  ejem- 
plares paganos;  debe  g  uiarnos  el  honor,  como  guió  .á  los  Cortesesf 
PixAnroil  lioibas,  Córdovasr  AlviWt  Monendezes,  Dávilas,  Juanes  de 
Ausirio,  Basanes  y  mil  otros  recientes,  que  en  Espaíía  les  han  roba- 
do 6  oscurecido  esloe  nombras,  escediendo  su  valor  y  realzándolo  con 
stMtiBÚentoa  mas  nobles  |Ah!  Los  antiguos  romanos  construyeron 
dos  templos  juntos,  dedicado  el  uno  á  la  virtud  y  el  otro  al  honor,  de 
tal  modo  dispuestos,  que  al  del  honor  no  se  podia  entrar  sin  pasar 
primero  por  el  templo  do  la  virtud:  entrambos  nos  están  abiertos.  Sí, 
fieles  compañeros  de  mi  suerte;  el  honor  es  como  una  segunda  pro- 
eideoeía  bienhechora,  para  guardar  á  nuestra  nación  con  el  valor  de 
nuestro  brazo  y  con  el  sacrificio  de  nuestra  vida.  Seguidme,  les  grita- 
\m  en  el  campumento  de  san  Roque,  el  honor  ha  puesto  en  mi  mano 
effta  espada,  para  cortar  laureles.  ¿No  me  conocéis?  ¿No  os  conocéis 
i  Vosotros?  ¿Ignoráis  quien  es  el  enemigo  que  tenemos  delante?  No 
produjo  eL  dictador  ftunilo  con  mas  entereza  estas  enérgicas  espre- 
sioaesy^ó)  para  alentar  á  sus  soldados  en  uu  encuentro,  en  que  la 
lOuttitiid  de  los  enemigos  los  sobrecogía  de  espanto.  Sabiendo  el  gran 
Bevilla,  {$te  Ipbicrates  nuevo,  (6)  que  el  ejército  no  debe  estar  nun- 


(4)  De  iguales  espresiones  se  habia  vatMle  el  Ahai  Qtnm  de 
itipt^gimido  á  Monteeqiri0u  sóbie  el  hsnsr^  virtud.  Véase  en  ék 
^ausas  de  la  púMiea  feÜeidaé. 

(5)  Hastean,  én  me,  an  nos  ignoratial  Tito  IJvio  librt  VI. 

(6)  Es  muy  celebrada  la  destreza  y  vigilancia  del  griego  Tphicrates,  &c^ 
Véase  tomo  2  del  viaje  del  Joven  Anacharsis,  &c.  pág.  176  imp.  en  Madrid^ 
de  17G6. 


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—loi- 
ca oeíodo  sino  siempre  ocopado,  ó  en  atacar ,  ó  en  battealr  lo  pntcboi 
6  en  fas  evt^luciones  militaren,  y  que  el  soldado  ocíeso  ftoikMMH»  m 
Vuelve  (7)  'sedicioso,  libentito  6  cobarde;  todo  era  faege  y  MiívídM 
en  recorrer  las  filas,  llegar  á  los  6ltimos  cootínelait  avaMMrae  mm 
que  nadie,  caminar  por  entre  las  \^\9^  y  bombas,  aun  cuando  &  o* 
lado  caian  muertos  los  compañeros  y  su  edeoán,  d  laalogftid»  coro* 
nel  Cadahalso;  animaba  su  genCe,  teníala  alorta;  ¿loa Baeoaf  €tiíui< 
dos,  haciaaeles  mas  temible  qne  el  mitaao  mÉtísú^  qve  loa  acohafdji 
ba....  |Afa!  Guerra  contra  Gibraltar;  guerra  jvsto  eoaao  k  del  FueUe 
Santo,  contra  loa  habitantes  de  Gabá;  per^gverra  aki  vieterMí  eoaie 
la  de  Israel,  tal  ve^  por  el  mismo  motivj^ue  aeñelan  loe  eealoe  pe* 
dres,  de  confianza  orgolloaa  en  el  número  de  los  eeMbetáeates  j  eaul- 
títud  de  apreaioa  militares^  y  eo  la  justicia  de  nueatffeeeiwe*  jOb  iiaur- 
padora  AJbion!  |Atbion  lücire  i  inaoleetel  Craiamoe^4ie  el  q^lo  eaa« 
aado  de  tus  erimeaes  quisiere  quitarte  y  defoIreraoB  eí^uall^  ptaM 
fuerte,  romper  le  cadeee  iwneaae  de  tus  bajelea,  que  ebraiao  doa 
mundos  y  arrebatan  los  tesoros  de  la  tierra  ea  sua  mas  fecundoa  ma- 
■antiaha.  Creía  el  conde  y  tteytioa  km  deoMe  feaerelea,  j  Jo  eq>e- 
ribamoa  todos,  que  en  aquella  guerra  el  trono  del  esemifo,  cercada 
del  mar  fluctuando  siempre  entre  lae  eleii  ealaba  amy  preemmo  el 
iMufragio.  Pero  cerno  loa  Israehtea  horrorixedoa  cee  loa  delítoe  de 
Ckibá,  noa  ol?idemoa  de  loa  propios,  y  nn  poco  de  orgullo  beata 
aiemplre  para  alejar  la  proteeeion  del  Dioa  de  loa  eféroitoa.  ^    , 

Al  méeoa  ae  reconoeie  el  boeor  ;  ¥aler  de  oueatro  ooode,  j  lo 
confesaron  loa  míamoa  que  de  su  demaaiado  «liño  babíaa  femado  bmI 
agttero:  pues  ae  eeombraron  éej^r  que  lo  que  afemine  á  loa  hombrea 
(8),  y  mea  á  loa  soldadoa,  que  lo  que  desalienta  4  loa  b^oa  de  Marte, 
k)  robusteciera  1  él  y  le  imprimiera  cierto  aire  de  elevación  j  decoro 
eapaieído  en  toda  au  persona.  Sí,  señores,  en^edio  del  incesante  * 
fbego  de  lá  plaza  ae  presentaba  tan  peinado  j  compueatOy  como  ai 
ftieni  á  cumplimentar  á  otro  geoerel»  6  4  visitar  á  un  Prioeipe.  Dí- 

(7)  Otíoana  la  Oaatria  Milea  et  sólita  manía  non  obiens,  ñcUe  evadit  se- 
ditíaeaaetirviMdeatas.  Taeit.  lib.  1  annal. 

(8)  fil  abad  Plwi«at,aB  su  tcatado  filosófico  del  lujo,  parte  2.  Sección  9. 
Cap.  3  y  4  (toflu  8  peg.  366  y  aiguientea,  imp.  de  Pans  en  1786),  ha  demos- 
tiada  qoe  ea  ka  catados  doade  domina  el  Lojat  no  hay  complecsiones  robus- 
tas, yqaeelliiio  deatrayeen  loa  oiudadaBoe  el  valor  necesario  para  la  defensa 
y  eonserraeioB  de  la  Patria.  * 


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jóle  oo  Bfi»én»tB  que  en  el  ejéroíto  ne  nurniunilia  «u  eseestvo  a•ell^k 
mpMMÜo  con  prcHititud  y  vivesn^  como^iitf  me  tengan  por  eobauU  im* 
p^Hapme  qm  me  eriiiqmtn  de  limpio.  Mas  no«  no  te  repuAiii  por  co- 
barde: adivirmí  iit  ? alor  y  entereza,  se  aturden  de  ti>  preaencia  y  vtp" 
hnieia.  Un  general  dice  á  los  denlas  que  lUviüa-Gigedo  adivina  ln9 
ordenet,  lo  ejeeata  todo  al  punto  que  iie  resiielve,  y  que  lleva  au  de- 
nuedo Imsu  rajar  en  lo  que  nuestros l&nni los  lian  llamado  Umeridad 
f  mrrogameia  eopafMa.  Aunque  lo  crkícáran,  puest  de  muj  aliñado, 
nadie  se  atrevía  jamas  á  taebarlo  de  cobarde  que  era  la  infanM  noto 
ifveniaa  tenía  wm  alentad^i^pfrítu  militar.  Tan  cier^>  «i  (y  nosotroa 
también  CaínHM  testi^^)  qiij?  (§1  vivid  desmintiendo  pronósticos  pocoa 
&vorable8  á  so  pficibidad  y  severidad  de  costumbres,  y  que  el  que  pin^ 
taban  ntucboe,  asoeUe  blando  y  adoniaado,  (9)  fué  tan  rigido^como 
Catón,  tan  raliente.  y  mas  coastante  que  Apibal,  por  que  este  al  fí« 
se  dejó «nervur  por  las  delicias  de  la  vol«»ptuosa  Cápua;  y  este  liyo 
arruinador  de  las  familias,  debiera  mirarse  cerno  el  enemigo  también 
roas  formidable  de  los  EUtados« 

Ya  que  la  pintura  de  batallas  no  se  ba  beclio  part^  mi  pincel  pacífico, 
por  que  el  alma  se  me  estremece  con  solo  imajinar  el  monstruo  deso- 
lador de  la  guerra;  Tomttando  muertes,  rodeados  de  desdichas  sin  nú- 
mero, y  maldecido  entre  lágrimas  por  los  httérf<in«>s  y  viudas>  quiero 
recrear  mi  vista,  fija  siempre  en  el  conde,sobre  el  mismo  campo,  des- 
empeñando con  honor  y  valor  otras  virtudes,  que  también  sotf  mili- 
tRres.  ¡Valerosos  defensores  de  bi  patria!  ¡Soldados  inietixmenie  herí, 
dos  y  mutilados!  que  yaeeis  en  un  triste  leclio,  prontos  á  espirar  ea 
ruestro  juicio,  por  que  creéis  que  vuestros  compañeros  no  tratan  sino 
de  matar,  6  de  morir  [no  veis  la  ánimos»  caridad  de  vneitrogefe,  que 
viene  k  socorreros,  á^rdenar  vuestra  cura,  á  ligar  vuestras  heridas,  4 

(9)  San  Ambrosio  en  su  oración  fúnebre  del  Emperador  Válentiaíaao  no 
oihite  los  defóetos  que  le  notaron  de  ser  afieioaado  á  los  juegos  ciroeases,  á  la 
caza  y  á  comer  temprano.  En  la  de  Teodosio  emperador  no  calla  el  santo  el 
grave  crinen  que  le  obligó  á  él  á  privar  a  Teodosio  de  la  entrada  en  el  tessl 
pío,  sojetándolo  á  ana  pública  penitencia.  Los  Ilhnos.  Bosnet  y  Bove,  y  e* 
padre  Burd;ilae,  grandes  maestros  de  elocuencia,  dieron  k  conocer  sas  héroes 
cuales  eran,  con  sus  defectos  y  desaciertos  aaa  los'mas  escandalosos;  y  de  ello» 
tomaron  ocasión  para  escusarlos  ó  alabar  la  enmienda,  ó  para  iastmir  la  pos* 
^eridad.  ¡Ojala  supiera  yo  imitar  la  destreza  con  que  tocaban  estos  pantos  de^ 
ticados>  ya  que  es  inevitable  decir  algo  de  lo  que  lo  criticaron  al  conde. 


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—  193— 
escudtiar  vueitrot  gemidos?  ¿No  lo  veiti  hon  culMefto  del  poWo  del* 
batalla»  ftidando  y  empiiriandt)  In  espada,  venir  á  derraaiar  eo  vues- 
tro pecho  el  bálsamo  de  ¡gi  consolación,  y  k  ponerocen  hiAimfiiOf  le 
don  de  Bits  libei%lidndeii'Í  Pne^sí  en  otro  tiempo  une  nación  «ábia«4Qs 
nía  erigida  una  columna,  ffonde  escnrfua  las  virtudes  dte  sus  príiieípée|« 
vosotros  mismos,  socorridos  sqjdados,  venid  con  vuestras  manos  se- 
millas y  ensfngrentidas  á  grabaf  ^n  esas  dos  columnas  de  {Léreules^ 
las  virtudes  de  vuestro  Coinand>inte,  paVa  que  las  lea  la  posteridad 
mas  apartada:  escríbnl  a^:*'*l^'?e  Dios;  ^  el  Con^  de  Bevilh^Gige- 
do,  nuestro  Comarffiante  Crenerel  de  Ins  armas  en  Algecír»i,  no  se 
vio  flino  sinceridad  y  fidelidad:  fué  apl^H^Bél  modo  coa  queee  con-- 
diijo  en  estos  campos  del  honor  y  .¿élfHíf^,  Lo  poso  nuestra  irrati* 
tud  al  héroe  y  padi%  de  los  aflijidos."  Quede  as(  eseulpido;  y  desde 
estas  mismas  columna^de  Alci«lesi  lostfode  un  vuelo  á  este  liemisfe- 
rio,  donde  desea  verlo  ahorii  vuestra  benóvola  tftenoion,  y  doode  se  le 
abrió  mayor  teatro  á  sus  glorías*       *  ^ 


•samroA  r  ab.txl 


¡Qué  din  tal)  alegre  y  tan  esperado,  el  de  su  arriba  al  Nuevo- 
Mundo!  ¡qué  dia  tan  fausto  y  tan  plausible  el  de  su  entrada  en  esta 
Capital,  dii;^  como'Plinio(l)  de  Trajano!  El,  descollando  como  alto 
^«»dro  entre  la  comitiva,  como  Saúl  entre  sus  subditos,  como  Trajano 
entre  los  de  Roma*  entró  en  triunfo,  óercado  del  orden  ecuestre  y  de 
los  graves  senadores,  precedido  ya  del  gozo  y  aclamación  universal.  A 
él  querían  ver  y  conocer  los  niños,  á«él  señalarlo  con  el  dedo  los  man. 
cebos,  admirarlo  y  conocerlo  los  viejo*s,  que  lo  vieron  en  otra  edad;  y 
|ior  saludarlo  con  vivas,  y  demás  señales  de  júbilo  y  aplauso,  los  en- 
fermos corrían  como  á  su  sanidad:  las  calles  llenas  de  un  pueblo  in- 
menso: referia  tecta^  ac  labarantia:  todo^  con  el  corazón  en  los  ojos, 
llenos  de  dulces  esperanzas.  Mas  ¡ah!  que  un  fenómeno  (2)  alegre  dej 
cielo  conmueve  á  pocos  dias  al  vulgo  ignorante  de  tales  signos  ^será 
funesto  agüero?  ¿Estamos  en  edad  en  que  cuanto  se  observa  en  la  na- 


(1)  In  panegírico.  Cap.  22. 

(2)  Una  aurora  boreal. 


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—194— 
twnilfiza,  hñjñ  de  servir  para  deshoumr  á  los  príncípett  CalM,  tm^ 
ctos.-.  ..eloMNle  ae  esfuerza  por  sosegatoa,  j  ae  coaripadece  de  viiea* 
tro  aobreaahp:  este  si  qoe  es  el  feliz  anuncic^de  su  tJastrado  gobierno* 
féb  su  heoéfioa  hmnafiidiid. . .  •  Vblrets  los  ojos  á  dlro  espeetáculo 
ara»  paTOf080*¡4«ie  iforror!  ¡qué4))|di^acioil!  £1  corazón  tienbbla  y.la 
meoioría  se  estremece  al  recordar  el  horrendo  exceao  cometido  por  tres 
fiíeÍDeros^s  iipj  Hace  diez  años.  • .  l^f^^^  ¡eiiáiitas  Víetimis  infeliee«!« 
Una  eoüsleraaoíon  general  déapa  todos  los  corazones:  no  hay  según* 
dad  en  las  casas;  tyloa  tiemUan  ménotpl  viy^y  nusTO»  que  como  leo- 
na aiíjida  á  qnien  robaron  stR  hijos;  se  lanza  sobi^  los  lobos  camice- 
TOSf  sáoiloa  de  sus>oscur^^fllrnas;  y  con  un  castigo  justo  y  aaom- 
broao  por  lo  pronto,  dejapare  sfi^ipre  asegunida  la  pública  tranqni. 
lidad.  Respiramos)  descausamos  (3). . 

El  Moh  se  fatiga  y  se  destela.  Toma  el  p^so  al  mando  mas  vaa. 
te  de  la  tierra;' ae  ?é  investido  de  muciios  tltuíos  y  cargos.  El  mismo 
ba  descrito  con  propieda^y  viveza,  lo  que  es  un  virejr  de  Nueva-Es- 
paSa;  es  el  que  representa  la  persona  del  mayor*  monarca:  que  debe 
hacer  sentir  á  este  dilatado  imj^erío  la  beneficencia  del  soberano;  sos- 
tener la  religión  de  Jesu-cristo,  hacerla  amar  y  respetar  de  todos,  co- 
mo el  bien  mas  granda  del  cielo,  y  la  mas  firme  base  de  los  gobier- 
nos; es  el  que  debe  hacer  fq|¡ces  estos  pueblos,  y  estender  sus  miras 
á  muchos  objetos  importantes  y  casi  imperceptibles;  el  que  con  su  fuer- 
za, desinterés  y  luces  haga  reinar  la  paz  en  las  familía8,*obfígue  á  qde 
el  abuso  de  la  justicia  no  opijma  á  nadie,  ni  la  justicia  sea  oprimida 
jamas,  que  todos  los  ramos  de  la  administración  se  manejen  con  la 
fidelidad  y  pureza,  propias  de  vasallos  cristianos.  ¿Qué  no  puede  y 
que  no  debe  hacer  un  virey?  ¿A  cuánto  "no  debe  y  no  puede  estender- 
ae Ja  esfera  de  su  actividadt  ¿Ciián  rápido  debe  ser  su  movimiento  y 
su  ejecuciont  ¡Qué  carga  tan  pesada!  casi  iba  á  decir  que  por  el  con- 
junto de  muchas  circunstnncias  locales,  es  mas  enorme  su  peso  que 
el  de  los  mismos  cetros.  Mas  no  se  agovia  la  grande  alma  de  nuestro 
▼irey:  pone  mano  al  timón  y  empieza  á  dar  tal  impulso  á  la  nave  de 
ao  mamlo,  que  temimos  todos  que  el  trabajo  y  la  maniobra  rápida  6 
incesante  dos  privase  pronto  de  su  gobierno  activo. 


(3)  Ahide  al  asesinato  de  D.  Joaquín  Antonio  N.  Dongo,  y  varios  cría, 
dos  por  Tobar  la  casa.  Los  asesinos  fueron:  « Aldama,  Bkaoo  y  Quintero,  qoe 
á  los  qoinoe  días  sofrieron  la  pena  de  garrote  en  la  plaza  mayor." 


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¡Ok  noches  ordenadas  por  Üios  para  descanao  y  vítifieaeioadt) 
laborioso  mortal!  ¿Cuantas  boinas  os  robiij^a  y  cuanto  las  mukipUiMh 
ba  anéelo,  de  modo  qu^eír  sus  manos  nr^míniíto  ora  un  4ia,  y  sus 
etnce  añros  estitrierontan  cojmados  de  aecien  y  de  fida«  ^'ue  parMÍki 
nna  época  de  un  siglo?  I^itre  mil  testi^fos  abonados  ¿No  podré  ser 
tino  de  ellos?  Pues  yo  desde  mi  habitaoion  horailde  (4)  to  oboerré-aU 
veces  en  las  boros  lasf  as  de  la  ,q^be;  7,  nunca  fal^  q|pe.  repoofurM 
mis  mitfnbrosfatigfuiibili^o  tS  dd^se  enfrento  ^  raí  aohre  tu  bUr 
fete,  t rebujando  con  aní9Íar'«3r  animado  pdr  «decir  v^,  la. aaturaloso 
muerta  en  su  reposouTé  miraba  oon  em«|«cion  y  .ptt0fliOt5'to.Me  re* 
presentabas  ora  domo  él  ¿itro  del  difl^||g^  como^el  de  la'aoelio,  qao 
díanaoiefite^condujefi  sos  giros,  y  dH^Eento  osparoo»  011  lys  j  ovo 
influencias  á  tod^lo  qne  \é9  está  siQetoi^No  éVOIia  -la  imifon  c^  mi 
hombre  veloz  é  incansable,  (6)  que  dia  por  dia^  y  nocbe  por  noebo 
despachaba  todas  lac.ocu frénelas  de  sismando,  qnbcotiuuiioiiboooll 
SU9  érdene^biy.  k  Us  ofus  remiftiis  reffonagj^ipMog  pOrspíeaOto  oslaba 
en  todas  partesf  con  sus  hiíitijos  benignos  i^gocijitfa  y  a  ■■O  aba  leo  kr 
gares  mos  oscurosfy  olvidados?  Decid  en  hora  bueniwqoe  tuoo  un  gran 
defecto:  defecto  que  algunos  no  le  perdonarán,  ol  de  irabajar  inirolMs 
y  teñera  tod<»s  en  continuo  nH>¥Ímíentoc  ifi^Hoes  Uchas  4I0  looqiiO 
ban  resultado  tantos  bienoal  Venturosa  antivida^  aunque  Cuero  ooeoos- 
?a,  por  que  era  necesaria  pura  dar  6rden  y  rida-á  una  mooa  inforoscb 
I|^  me  retrato.  Porque  á  mi  so  me  tepreeenta  la  desidíooa  perooo,  dío^ 
pertántli  se  de  su  letargo  con  él  ruido  de  las  providencias  y  hechos  do 
este  hombre  Mif^tigable,  corriendo  preeipitada  con  sus  culpables  on* 
drajos,  huyendo  (ic^jr^FoÑd  i  dd  esta  capital  y  sus  Cfraitonias;  Oooso  o¿ 
nímal  inmundo  de  tas  selvas, ^ne  se  hubiese  atrevido  á  ooove^roo  á  loa 
Pialados,  y  á  quien  diera  eaza  uii  esp^^rto  cAxodor,  sin  dejarle  yo  ttmr 
drí güera.  Al  tieíopo  mismo^que  ciert<is  pretendidos  políticos  {domo  d^ 
ce  (6)  un  estrangero  no  sogpeolioso.Bejfst  dt  Angiét)  querian  eowtet'' 
iñrenelanti^aomutido,  deisde  la  corte  mno   brilUintedo  EiiropOi  loO 


(4)    La  rekia  del  Orador  estaba  eo^reoto  de  la  pieoo  on  que  su  • 
looda  ti|ibii)a6a  de  nocbe. 

-    (5)    Nq  ínter rompia  el  despa4;ho«  ot  mientras  se  yestio  y  pefaMbo;á 
Tores  ni  aun  comienüu.  ¡Cuántos  dias^asó  de  16  horas *el  trabajo. 

(6)    Pag.  92.  Del  Discurso,  que  dijo  en  ngmbre  de  la  consisioB^le  loo 
once,  contra  el  eanglúnario  gobierno  dc.lloberspierre. 


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—196- 
cflSM  en  eabnilaf,  \m$  ciuJii(l«ii  en  urrahMles,  Ion  campóse»  deeierto^, 
ouandoun  gobierno  de  terrear  sacrifíimlm  la  virtud,  si  se  |)re«eiitiilm  en 
MbHo  decente,/  nborr^g  ciiaiitu  ooiideiiabu  lu  iadeeeute  desnudes 
«f  eaeCij^o  ^  iu  afiema;  eHtóitces  es,  cuando ¿e  nos  preseala  imin  esce- 
1MI  0ORlr«ria  en  el  muudu  Hiievo.  Vt^iaus  levifhcarse,  desde  lo  profundo 
dkia  iiMHUndiaia  esU  ciudad  liennosa,  cerrarse  las  cloacas  pestilentes 
i|«e  e&Mldi^lylueptlos  sentidos,  ei^ot<i^rse  los  iniasinas  uit;fiiicos  que 
M^oduoÍMieo  larf8pírucionjrj«||n¿j|te  li^^)|gcjon  y  .aineries¿  Vtoio^ 
f^Mtidoe  ó^  repite  díe^  rfíil  Uonibre8«/>eni {tibiarse  á  mirar  el  desaseo 
y  la  iaipá*dtcad«sfit|deB  couio  el  frulu  dañino  .d(;jnuclio8  vicios  de  la 
igt|oraaott/que  no  conoce ^tt|ACÍoii  algutiVsociul  ni  relijiosa;  de  la 
iMrrastnida  «oiueidad  /  des tn^BR  pureza,  que  en  su  voluouiría  paruli- 
wm^Mo  sabe  muii'eft'fiMí  ni  l^/»o^  y  del  niícuo  ni^ nuspreciu  de  los 
ileoMS  kombres.  /Plejfpe  al  cielo  que  las  providencias  posteriores  a* 
jabou  de  desálojilr  de  este  mggestuoso  palacio fáf¡esitk  ciudad  berii|o- 
^«  digcH  donde  «venS^J^nrados,  y^ecatudes  ciudadaiips,  á  uuos 
eipaetffae  tan  abog^tuaole^t  como  asque^psos. 

Nodtráii  y&poomo  efautor  de  Jos  -estublecitfiientos  ultramari* 
iioSt(7j  que  ea^'BaCavia^Mtán  las  calles  mas  aiichus  y  mejor  construí" 
dM  del  osuado:  que  todas  tienen  para  las  gentes  de  á  pié  sus  Imnque- 
4as  aodttoSf  6  aceras  elevadas,  sólidas  y  curiosas."  ¡Btílla  Méjico,  Lle- 
na de*  magostad  jr  grandeza,  bien  puedes  hacer  gala,  y  ostentacioo  de 
las  tOjFttS  ancbsurosas,  é  interminables,  y^  recuérdanos  siempre,  qui|ui 
80»  proporeíouó  igual  comoftidad  y  nos  libertó  asi  de  grandes  peligros 
qiiíea  fué  el  célebre  iustituidor  de  una  mas  esacta  policía;  quien  te 
hermoeeó  con  paseos  amenos  y  magníficas;  quien  ideó  acueductos 
Jimpíoa  y  aabidabies,  quien  abrió  y  culujó  cauales  capaces  para  reci- 
bíriiis  vertientes»  cuaato  lo  sufre  tu  plano  híji  declivio*!  ¿Pero  podre- 
nos  jaAaa  olvidar  todo  esto?. .  •  •  Abrid. los  anafes  del  siglo  quinto  de 
H  reUjion  (8)  y  vereie  también  ellos  á  la  antigua  ciudad  de  Cyrio  ea 
la  Skitt  letanteda  de  un  estado  miserable  á  una  magnificencia  asom. 
brota,  por  los  cuidados  y  limosnas  del  grai^e  obispo  Teodoreto.  Teo- 
dortta  qtie^  nos  dice  con  aprobación  y  aplauso  la  bistoriü  de  la  iglesia^ 
'quien  ennobleció  la  ciudad  con  obras  públicas  de  pértieos»  galerías 
foaño9,  provisión  de  agua,  dos  grandes  puentes  y  ua  canal  páradiver- 

(7)    T.  2.  p.  315,  da  la  traducción  española. 

^8)     Hsstor.  eclesiástica  del  cardenal  Orsi.  Ub.  28.  n.  55. 


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— 19Í— 
tir  Ifis  íiiiiiiflticioiieí^  del  río  Martita.  Estas  magnificas  obras,  m>  solo 
serrian  al  isdorno  j  decoro  de  In  ciudad  sino  también  á  la  necesidad  f 
«ttfiode  los  ciudadanos;  por  lo  que  no  se  detuvo  Teodoreto  en  em* 
pléar  en  ellas  las  rentas  de  las  iglesia.  ¿Quién  esfrañará,  pues,  oue  se 
iilaben  en  el  templo  del  Señor,  unas  obras  de  igual  clane,  eroprendidai 
por  an  gefb  poKtico,  cuando  ja  t/is  tui  celebrado  la  piedad  en  prlneipes 
eefesiásticoÉf  El  espíritu  divino  elujib  y  eternizó  las  s«biaepro?idenetat 
y  las  grafides  obras deldsocente^sef,  d«  aquel  hijo  de  Jacob  Tendido 
por  sus  hermamis,  que  desde  los  horrores  de  una  prisión,  subi6  á  ser 
«I  nMgor  ?irey  de  Bgiptol  y  Elgipto  cuando  mas  le  aflijió  el  hambre, 
reconoció  sus  acívtos  y  desrelos.  ¿Y  HpK  ventura  nuestros  propioe 
bienes  y  cocnodiftades  nos  harán  ser  ingratqp  para  no  coiM>cerlos,  ni 
querer  q«ie  otros  los  reeonoscanl  ¿Quién  al  contemplar  esta  ciudad  tm. 
una  osctfra  noche,  al  verla  convertida  en  un  teatro  de  briHantes  deco* 
FMCÍoiiest  no  fé  en  eada  luz  un  rayo  de  so  activo  celo?  Quién  al  cir  en 
todRs  loe  instantes  nocturnos  la  vbz  firme  d«los  dispiertoe  atalaya,  no 
•e  dice  así  misao:  RatiUa  vela  por  mi  seguridad?  no  duermen  estoa 
boinfires  pon|úe  yo  descanse:  bendito  seas,  ¡oh  conde!  que  eres  aun  el 
ángel  tntelar  de  todas  Kis  fauíilkisl  Quién  al  no  escuchar  ItM  imperta- 
nos  ladridos  de  los  perros,  dejará  de  repetir:  al  menos  yo  agradecido 
he  esdaoMido:  (9)  ¡Bien  haya  el  esteroMnador  de  ufia  rasa  de  aníoialee 
SHi  hogar,  escándale  perpetuo  de  la  inocencia,  espanto  de  las  rondas» 
«viso  favorable  á  los  criminosos,  molestia  eterna  de  los  dormidos  ó  dea* 
píenos,  y/imefiaza  continua  de  nuestra  seguridad  y  vida!  Quédese 
para  al  monstruo  Adriano  (10)  ser  compasivo  con  los  perros;  cruel  é 
iobttMano  eon  loe  hombres.  En  todo  cuanto  hizo  nuestro  conde  ¿no 
tiivoia  recta,  la  pnra  intención  de  beneficiarnos?  Hiso  acaso  mal  en 
procnrar  la  mejora  de  las  costumbres  páblicas,  en  abrir  escuelas  pa> 
rala  niñez,  formar  de  ellas  el  modelo  en  un  colegio?  hizo  mal  en  cui« 
ilar  oHieho  de  los  abastos  buenos  y  cómodos?  hizo  mal  por  ventora 
en  -disponer  que  el  teatro  fuera  menos  malo,  para  el  boen  gusto  y  para 
la  conducta  de  los  espeiolador^?  Dañó  acaso  á  la  virtud  en  suspender 


(9)  lie  leído  dos  Religiosos  Patriotas  que  han  demostrado  la  necesí. 
4aá  de  precaver  les  dafios  que  eaosaa  los  perros  sueltos.  En  la  gaoeta  de 
O  enlómala  se  imprimieron  las  reflexiones  del  uno. 

(1^  £1  Emperador  Adriano  amaba  mas  á  los^perros,  qae  á  los  hom- 
bres. 


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_i9e— 

algana  ▼•z  por  devocioD,  laa  dHreniooes  loca*  ie  no  pueblo-  vecín^f 
en  perseguir  fin  cansiu'se  á  los  jugadore0,.id61alriis  íoescusebles  de  la 
mas  necia  fortuna,  arruinadores  maligaos  de  estabilidad  jr  propkdísd 
de  sus  semcyantes?  No  aplauden  aun  la  sobriedad  y  la  bonestidnd/  U» 
que  se  afanó  y  sudo  por  acabar  con  las  deplorables  rícliiñas  d^  Ba- 
eo»  tendidas  vilmonte  en  las  calles»  ó  aj^olpadas  en  estos  eovTentloiikia 
secretos  de  una  prostitución  pública?  Hizo  acaso  mal  en  algo  de  lodo 
esto,  6  fué  su  intención  dañada?  iVi^  inveni  «n  U  qmidquam  mali  e% 
die^  qua  veuiste  ad  nuusque  in  diem  kanc.  Yo,  intérprete  de  todo  eate 
pueblo  diré  á  voz  en  grito:  no  helaos  ballado*en  ti  nada  malo  desde  el 
dia  en  que  ?eaiste  basta  ell|h^nte;  y  si  por  que  90  eras  angela  no 
bubieres  acertado  en  todos  tus  hechos  7  providencias,  al  menos  esta- 
mos persuadidos  de  tu  b^en  cordón,  de  tus  nobles  seniímienloe  /  de 
la  beneficencia  de  todas  tus  intenciones;  •  ^ 

Hablen  sino  la  scademia  de  San  Carlos*  las  artea  protejUas^jc 
les  artistas  alentados  y  doajtrinados  mas  de  una.  Tes  por  e^e  feCstine 
aabia  pesar  bien  losílprimores,  y  aour  los  descuidos.  Hable  la  inoeea» 
te  agricultura,  la  mas  necesaria  7  la  mas  atrasada  en  '  esta  iámensíi» 
dad  de  terreno.  ¿A  jquién  debió  escelt ntes  pro7eotos  para  aumenta  7 
conserraoion  de  cobechas,  para  cria  de  gusanos  de  seda,  siembras  da 
cáñamo  7  de  lino?  A  Revilla'GHgédOt  ¿A  quién  debió  la  minería  en 
todos  sus  ramos,  la  importante  minería,  que  desde  «quf  comunica  el 
J4igo  átodo  el  orbe,  á  quien  debió  desvelos,  planes,  arreglos,  movr 
miento,  creces  7  vida?  (11).  ^  Rejilla- Gigtdo.  ¿A,  qnjén  l|i  Jiodmea 
noble  7  bienhechora,  á  quien  otras  ciejicias  ütiles  no  conocida  aquí 
7  por  eso  al  principio  no  mu7  estimadas,  á  quieu  mereeieraii  proteo- 
eion  grande?  Al  Oran  ReviHa-Cfigeda.  ¡¿k  quién  somos  deudores  del 
arreglo  de  oficinas,  del  trabajo  duplicado  de  los  qne  sirven  al  fS7  «o 
ellas,  del  pronto  7  no  esperado  curso  de  negocios  sepultados  en  mi 
olvido  perpetuo?  Al  incansable  RevUla-Gigedií.  |A  quién  temíafi  ka 
indolentes  perezosos,  los  vampirifg  de  lascases,  esto  es,  los  viles  esta* 
fadores,  7  los  hombres  de  mala  vida?  Al  itnible  Rmllm^Oiged^^  que 
los  espoleaba,  que  los  desangraba,  que  los  castigaba  que  todo  k»  sa- 
bia, 7  al  punto  ponia  remedio  en  todo.  El  era  como  magestuoso  rio, 
que  en  su  rápido  curso  reparte  snl  aguas  por  todus  partes»  6'para 

('ll)  En  la  casa  ^  moneda  de  Kj(iíco  se  acndaban  veinte  y  aeis  ral- 
llenes  de  pesos  fuertes,  y  aun  mas,  en  cada  aílo. 


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Ilnip¡ar;6  para  limilizar  y  embellecerá  todo.  El  fué  quien  di6  mori- 
ññeñto  bastante  rt\o%  á  machos  ramos  de  iodustria  popular:  el  tenia 
ph>7eetadoa anales  nategables  para  todo  el  Reino,  caminos  llanoa 
para  todas  iraftes;  realixó  ano,  j  el  comercio  le  deberá  utilidades  in- 
calcttkibl!|L  GI,*pof  decirlo  asi  despertó  {\Q)  al  mar  pacifico^  para  no* 
sotrod  mar  casi  muerto  por  tantos  años,  y  le  hizo  sentir  la  soberanía 
de  nuestras  Telas.  Bl  infamo  á  los  honrados  Montañeses,  para  dar 
áf  Rey  un  navio  soberbio,  que  llefiaseá  todas  partes  el  nombre  y*  la  leal, 
tad  generosa  de  los  contribuyentes.  El  mejoró  la  milicia  y  fué  el  mas 
▼igilante  celador  d¿  su  disciplina,  y^  nunca  antes  se  había  visto  aquí 
un  consejo  generayie*guerra.  Héroe  que  á  todo  atendía,  qué  vencía 
todoa  los  obstáculos,  que  en  su  feAindo  ingenio  haflabli  siempre  re- 
cursos inagotables,  y  que  casi  desafiaba  y  rendía  los  imposibles. 

ARrad  también  vuestra  doliente  voz,  enfermes  desvalidos  i  quie- 
■es  visitó,  para  mejorar  vuestra  triste  suerte  en  lor  hospitales,  ha- 
blad pobres  encerrados,  cuya  habitación  Os  la  hizo  mas  cómoda,  y 
menos  desventurada  vuestra  miseria.  Levantad  el  grito,  reos  de  las 
cárceles  cuyo  testimonicT  ha  de  sC  de  mucho  peso,  pues  lo  profieren 
labios  acostumbrados  á  blasfemar  de  los  que  mandan,  por  que  os  re. 
primen:  vosotios  diréis  que  le  debisteis  mucho;  el  que  sé  alijeraráa 
vuestras  causas,  prínier  beneficio,  él  que  no  fuese  tan  impenetrable  el 
laberinto  legal  (13)  de  otros  tribunales,  y  se  aseguraramas  la  vida  dé 
los  nusmos  presos,  segundo  beneficio;  y  qu^  los  menos  culpados  sa- 
lieseis á  las  call^  y  obras  publicas,  á  sernos  útiles  trabajando,  y  á 
conservar  vuestra  vida  y  salud,  respirando  aires  purosPel  beneficio 

(12)  Véase  el  Real  Decreto  de  10  dé  abril  d^  If6.  ««Para  dar  estension 
al  eotoen^redproeo  de  Nueva  EspaKa  eon  las  Islas  de  América  Septen- 
itinnai,  y  por  el  Sur  eon  Ooatemala,  Santa  F!é,  y  el  Perú,  ha  resuelto 
S*  M.,  teníedde  ea  coosideracioD  lo  que  sobre  este  asunto  espuso  el  Virey 
csttde  de  Revilla-Gigedo,  que  los  derechos  de  este  Comercio^  asi  de  frutos 
y  produccipnes*  como  de  manufacturas  del  país,  ya  sean  de  almojarifazgo 
alcabala,  6  otro,  sin  escepcion  de  alguno,  cualquiera  que  sea  el  nombre  6 
título  para  exigirle,  se  rebajen  á  la  cuarta  parte  de  lo  que  actualmente  im- 
portan.** En  la  Gaceta  de  Goáteraala  de  5  de  marzo  de  96 p.  24,  hablando 
del  comercio  del  Sur,  y  copiando  esle  Real  decreto,  se  aiade  al  fin:  Béndt- 
gamnai  Sr.  Bortasiku . 

(Í9)    Se  hÉbla  del  nuevo  método  establecido*para  las  sentencias  de 

Atareada,  éus: 


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—300— 
mayor  personal  j  general.  Venid  todos  los'qoe  hubMaie  de  mpomid^ 
Tuestras  quejas,  ó  vuestras  cuitas*  A  quie»   no  oyó  con  a&bilidad  sit- 
Qia,con  tanta  atención  como  si  se  tratara  de  su  propia  vidat  De  í^lén 
se  olvidó  jamás  su  asombrosa  memoria  que  retenia  todos  los  nombre* 
7  su  corazón  compasivo  que  no  descansaba  hasta  •consflmp  aplicar 
remedio?  A  quién  no  hi£0  prontamente  juaticia,j  á  cuantos^ no  sobre- 
añadió los  frutos  de  su  misericordia^  Tuvo  oidos  para  escuchar  lison* 
jas?  Noi  pero  sí  muy  despiertos  para  oir   la  verdad.  Tuvo   acaso  ma- 
nos para  recibir  dones  quedobla^n  é  inclinasen  la  bainoza  de  la  rec- 
ta justicia?  No;  pero  sí  las  tuvo,  y  muy  firmes  para  mantenerla  en  o- 
quilibrio,  y  para  sostener  á  la  inocencia  oprimida.  Adoleció  de  la  co- 
barde curiosidad  de  Domiciano  y  Tiberio?  Aunque  leia  todos  los  pa- 
peles que  en  una  caja  se  depositaban,  aunque  muchos  iafamea,  como, 
insectos  que  se  ocultan  para  esparcir  su  ponzoña,  se  valieron  ^e  esto 
para  falsas  delaciqjaes  anónimas,  ¿acaso  él  abusó  de  este  medio,  ó  se 
precipitó?  No:  pero  sí  buscp  la  verdad  para  usar  de  ella,  y  la  caHim* 
nia  también  para  castigarla  y  reprimir  sus  osadías.  ¡Así  hubiera  des* 
cubierto  á  todos  cuantos  abusaron  de  esta  su  ^franqueza,  y  la  han  he. 
cho  mirar  como  lunar  de  su  gobierno!  Atónito  con  tanta  multitnd  de 
acciones,  deque  todos  somos  testigos  im parciales;  meiba'á  atrever  á 
delinear  ásu  memoria  un  alcázar,  que  quería  Ilamarlode  lapolitica^ 
cuyos  cimientos  fueran  sus   providencias  sabias,  su  elevación  y  al- 
tura los  proyeq||s  que  maduraba,  de  cuya  base  saliera  un  rio  cauda- 
loso que  c(^iese  miles  de  teguas;   de  cuyo  centro  se  esparciera  un 
globo  luminoap  disipando  sombras  muy  densas,  y  ^re  dijera  en  su 
frontispicio  alta  sentencia  del  Espíritu  divino:  qui  sedet  in  Éhronoju- 
dicUjiisiipat  omne  malum  iHtuitu  sao:  El  virey  que  t$iá  en  el  aeienío 
de  lajuitUia^  cm  solo  mirar  destruye  todos  los  males:  y  añadiera  i  la 
do  esto... .mas  yo  creí,  que  era  esta  una  imaginaeioii  imptopia  de 
este  lugar  sagrado,  cuando  veo  este  mismo  alcázar,  estos  cimientoa  y 
alturas,  estás  lacea,  y  estos  ríos  formados  por  manos  del  mismo  conde 
en  la  relación  del  tiempo  de  su  mando;  obra  capaz  de  iormortalttarlo 
mas  que  todos  los  elogios,  y  de  hacernos  felices,  sobre  nuestas  espe- 
ranzas mas  lisonjeras;  obra  admirable  llena  de  tino  político,  de  sabi- 
duria  y  celo,  digna  de  ponerse  á  Ja  par  con  las  lecciones  del  primer  hé- 
roe del  Nuevo- Mundo,  HerndVi  Cortés:  y  mas  admirable  aun  per  que 
confiesa  los  desaciertos  y  lo  que  le  fué  desaprobado;  es  decir,  el  qoe 
cada  dia  era  mas  sabio,  mas  prudente,  y  que  para  nosotros  fué,  y  es» 


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eomoso  rio  qoe  manifiesla  el  poco  cteoo  que  tíono  en  tu  íbndoi  por 
que  así  deibubre  mejor  la  transparooeia  j  pureza  de  sus  aguas.  ¡BMii 
Dios!  purifícalas  tá  del  lodo,  para  que  ellas  resulten  después  hasta  la 
Yidabienarenturada.  Sí,  porque  no  podemos  dudar  que  su  celo  era  r»> 
ligloso.^  pudiera  (I)  aquí  salt^del  sepu^ci^y  hablarla  quelantaa 
Teces  os  etttretendria  en  el  teatro,  |coo  qué  gratitud  había  de  espiv* 
aamos,  que  su  muerte  edifleante,  después  de  la  gracia  soberana,  fué 
obra  de  las  gracias  liberales  y  solic'ittídes  del  Conde,  que  fa  Irtendi6  en 
todo  lo  necesario,  y  le  puso  ¿  la  cabecera  un  ministro  celeao  de  Jesu- 
cristo! Mas,  ¿no  hablan  aun  (2)  .Pochas  y  oradere$,  que  en  su  úem* 
po  celebraron  su  religioso  celo,  j  la  elocufbntístma  boea  de  nntfitfo 
Eterno.  Prel¿do,*^e  mns  de  una  Fez  eli  sus  edictos  sabios  exígtó  el 
mas  enérgico  elogio  del  Condet  ¿No  hablan  rarios  bandos  del  mifmo 
Conde  en  ocasión  de  la  desastradn  guerra  con  FranciafAando  en 
pfibNeo  7  en  privado  interesy  tanto  la  piedad  j  íideftdad  de  estos  va- 
sallos eu  defensa  de  Dios  y  del  Rey,  del  altar  y  dd  trono,  que  todo» 
á  competencia  ibnn  á  poner  doñearen  sue  manol,  para  que  con  estos 
homenages,  cargase  el  trono  dehaogusto  Carlos,  j  faese  como  fa  nu- 
be que  recibe  los  vapores  del  mar,  y  los  levanta  hacia  el  sol,  pam 
quo^éste  con  su  fuego  y  sn  fiien^a,  los  devuelva  á'4a  tierra  trocado* 
en  espíritus  vivificadores?  ¿Y  qué  tdas  noble'tes(i«ionio  que  ese  m«- 
gestuoso  atrio  del  templo  mas  suntuoso  ée\  Nuevo-Mundo?  ¿Qoféii 
volverá  hacia  él  los  ojos,  que  no  se  e'mbeleifb  y  no  se*  acuetde  de  qm 
el  ESepíritu  Divino'despues  de  alabar  á  Simón  por  liab#  agrandado 
y  fortificado  á  JerusMen,  añade,  que  ad<^uirió  gloría  pdftel  rüodo  oon 
que  vivió  con  el  pueblo,  y  por  hab^  estendido  y  hermoseada  el  éM^ 
del  templo  de  Jerfisalenl  No,*ya  no  nos  horrorizamos  con  ver  en  su 
fr«ote  y  deltfhte  del  Keal  palacio  el  patibfllo  de  iiifkmta,  junto  é  ka 
dos  ^sas  de  la  clemencña  y  de  ta  vUk,  el  mstru mentó,  de  la  ji^licki 
vengadora,  y  al  infeliz  culp'^do  allí  pendiente:  np,  ya  no  vemoa  a| 
lado  de  ta  horca,  una  Ihe%qu4na  estatua  de  un  gran  Sobefano  eiiAf« 
escooibros  y  l>asurH;  vemos  ai,  la  del  J^adre  (3)  de  la  patrRf  dB  Vi- 

(1)  San  Ambrosia,  c^edyeé  aa  t^aIentfHan%  lo  qae  biao  por  la  sal- 
▼aeion  ée  una  eomedianta  Romana  y  Jo  tin^ka  por  €(a9  üo^l  Ssiitoa  **D«- 
tus  est  obtrectandi  aliquibus  1oí;us. 

(2)  Están  fmprefOB  y|po3%e  estos  papeles  ^B"elagio  del  donde, 
que  roerecierou  la  publica  apro^aeion.  ' 

(3)  *<Mei¡ceo8  ínter  Cives,  temphimque,   Foramque.— ilaam  beae 

26 


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— ao2— 

e^DHM,  oi^giUficaca^'^te  eri^^iUu  y  ulo]  iJa;  y  esta  (ui  tr.13  4  la  me- 
moria ei  <|U» aunque  David  oiupezó  á  liücer  prepürativos^isolo  el  sá- 
Wa  S«doQí)oa  tuvo  la  gloria  de  edificar  todo  el  templo  para  la  macea** 
jMuL...  Vemos  bia  proceiiüii^9  sin  edcáiiilaios  al  gritería^,,  "i  ?eota9 
iíifearffff  Vemos  eu  el  ¿la,  grande  «Ael  AltiVtin  1»  que  su  jn^ble  So- 
jMffiUAÍa  lloara  ii«eat;raa  callei,  'aiu  irejaeioo  de  los  p  ^brea  indios,  acoai- 
f»cinaüo*«oa  mas  decencia  y  soaieg»»,  (4)  sin  má^icaras  ridiculas,  y 
«#míttan4o  ^ijo  el  suatuoso  toldo,  m^jor  diría,  bajo  el  arco  triunfal 
^ue  la  piedad  del  Qoi^de  le  erigió.  Vi  nosle  dediciido  4  establecer  y 
ioaiealHr  La adoraúíi)»  porpóiua  del  SiutisÍQuo  Sacrameato,  y  4  re* 
paMr  ti  magaitiioso  tempto  de  Guadalupe,  y  4  Sermosear  las  dos 
iBapülAs  del  Heai.palacio.  Viéroule  nuestros  euterutfcidiis  oíos^despo- 
¿iN|e  de-las  tnsíxtiias  dsl  maudp,  y  llegar  como  la  oreja  mas  humilde 
á  recibí lAiLpASto  drvioo  de  manos  j|e  su  bueu  p.astor  («5).  Vimosle  regd' 
.o^nftlo  seguir  4 Dios  p^r  las  calles  con  la  bumildad  propia  del  ?aaaIlo 
jnas  rendido  de  tan  gran  Rtiy,  ¡Divina  relígioij  la#  lágrimas  me  vie- 
nen 4  los  ojos  en  fuerza  d^  taa  Jeliciosaü  meúiorias. .  ¡Guando  mas 
.oecsearios  estos  ejemplos,  que  e|i  ua  siglo  de  írrelígioOf  en  que  taur 
tos  hombres,  no  hombres,  sino  demonios  esenpaJos  del  abismo,  rídi- 
.««Uzaa  sacrilegamente  lo  m^is  augusto  y  respetable  de  la  religiop»  y 
.quisieran  hacer  UK^ompatibles  Impiedad-  y  la  heroicidad?  Es  verdad 
,4|iie  delante  de*  Dios  sonm^nos  qne  polvo,  nada  sonólos  mismos  Re- 
ijNSs;  per#  cua^ido  vemosiá  los  grandes  del  mundo  humillársele  y  acá- 
(larlo,  la  iirf%iaacioa  se  nos  inflama,  el  coüizon  se  nos  regocija  y  noi»- 
;MnMlaAos|pn  la  dulce  reflec^ipn  de  que  también  ellos  quieren  saJ- 
.vafse.  NflRMtra-aáflúramoii  oíifdiid^les  agravia  4  ellos;  pero  tá  ¡Beli- 
^OA  Divinal  nos  padeces  cuasi  itfas  grande  ouand»  las  graiidezas  ter- 
i^iMis  te  sirven  óm  pedestal,  y  se  anonadan  a^pte  de  tu  irono.  El  con. 
-de  'ipaque  ^pnde  era  «omp  n^otros,  y  encesto  cqnooia  su  bajf^züpy 

. .  *   .     "  

slait  populivíta,  salusque  sui! — Así  espre^su  g^zo  el  Orador,  cuapdo  se 
^c^o«6  iiiibi  Gscmo.  Sr.-Virey  Marques  de  Branciforte  la  estatua  ecuestre 
de  N.  C.  BL  Carlos  IV  en 9  de  Oic¡em*bréfie  1796. 

(4)  El  ÍM«iénte  Iflison  de  l^ttr^|^icypi  hablé  eojí  desvergaenza  un- 
|Ha  áñámfínjgñ  ^noeesioaesu  ¿e^ÓQHis»  por  los  gigaates.  ¡Que  infame 
en  buscar  tal  pretefito! 

*  (5)  En  eWné^es  Santo  aaistiaál  IqMi vinos  oficios  én  catedral,  y 
comulgaba  de  mano  del  Sr.  ^'zqbfspo:  ftuuque  por  la  cousagracion  de  6lios 
daraANuí  taas  de  tres  horas. 


^ 


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— 5Í03— 
Be  igit&litba  ni  indio  mis  abntido,  porqire  debki  Micelio,  ¿átestigyaré 
con  rosotrns,  regiones  distantes  y  todavía  semí-bárlnms  del  NueH>-' 
Mundo,  á  lfi4  cuales  convirtió  sus  miras  sociales  j  religiosM'j^Hpa 
riie9tra  fí^lictdad  j  cultora,  para  la  conservación  j  estension  del  Evini<» 
gelio,  para  qne  Jeducristo  y  el  Rt^y  ftiesen  conocidos  y  amados  de  lo9 
mismos  bártHiros,  y  qne  no  faltasen  tnisioneroi  celosos,  qite  reaorá*^ 
ran  la  berlla  imagen  de  los  tiempos  npostóllcosl¿Atestififaré  con  tFO* 
«otros,  padres  de  los  pueblos,  de  quienes  se  informaba  seereCammM 
sohre  el  estado  de  las  oostitmlires,  cíteles  eran  tos  vicios  y  eseiodafmrt 
cuáles  los  remedios  mas  oportUnory  análogos  al  páis,  y  quieoea  W^ 
▼inn  tan  paganamente  qne  no  cumpliesen  con  el  pteeeiHo  anuíiil'dtf 
la  Santa  Iglesia!  jOh  vigilancia  asombros»!  |Oh  celo  sagrado! ^Oli  •« 
jemplos  meitíorabfes!  ¡Tu  misma!  ¡OlidpiedadÜmna!  retetidrót  wwm» 
pre  en  tas4mino8  las  cédulas  de  o«ife9ion^qoe^sd*e^4l^  te  em 
ge  á  todos)  como  canción  mas  segura  del  euiyplimientOf  y  eomo  jbW 
critura  que  ha  rubricado  el  crUtiano  celo  del  conde,  ¡Tribu  sáTitn  de 
Levi,  pastores  de  Israel,  bien  podáis' as^urar  qne  ifo  es  el  clhid'e«de 
los  mf>llgmm  pn(fiicoB  empapMos  en  las  idaais  iié%rocío  y  Wollio,  y 
otr^fe  protestantes ^«e  A  apropian  jss  fn^aerv,  y^e  Ipa  pMÉda§lfrf 
«•fes  qne  creen  consiste  la  autoridad  temporaleo  fftropc||l«rt«omo  Im» 
^^x%^  J^ás  y  Jerfrbóái^  los  Tueros  del  sacardoeío;.  en  ntwrpac  eoiw 
Ittso  Oiiías,'  el  turibulo  sacrosanto,  y  iraspifar  IÍ9  4widerofl  titetno»  4m 
affnbae^mteetades.pEnuJtiitiittv  ftct  j^ié^úixAttraJI^  tfstoa  prjtosipü 
efperl^effttaron  utT ternb!^ca4U|:(f 4«f  ci^.^Bi  en^RevilMhnbo  a%iHI 
esceao^  seryi  frato  dAu  cate  ardfrote,  serta  escéso  f>ropi5  dAi)  OlhBa» 
tantino;  de*iMi  "^eoiAlVIo  ^  d«  .|fT99MMMmi^ffírci^^^if^^^iÍ^oia4 
i  qnienei^u  ^gftsa  piedad  ilKp&lf6Wh|biíli  vez,  hdlif  elre^rémo'^a 
cél^«dema8iádót y  ^^^^^^««^^ITmI  %m  P^  nflce^n  ew^asto  cqÍ  uN^ri- 
^nic1]h  (Raflo^ft  0(>nodQ|;i(^  el  toócjo  de  sn  U9iA  oopazon^f.  ^6)  if  M- 
fí^oh  "de  sii^toe1o'searsíemJre«el  «QM»^a%iae  4^oblesoa  Vida^  \ 


4en^&a  áccfone9'»¡Pu9s  isainiindo^cíudattanos!  .Si  querela^gonsiaf» 
monos  efi  renovar  ;^ier9ttin^ley;  sgbflPde  Ips'egípekt,  «^^ízgaf  sus 

[6]  Véase  ^aigMiISle  Aimqr^hrMa  J.W:  de  orígiiíe  potupiaiis 
Edestasticae,  respondiendo  á  Hiadtos  argudaentos  han  objethdo  los  pcotes- 
taoaaa  eílaiido  ejsoiplaA  finr¡os,^:|¿mo  s?^l  Itee^  probafa.si^jnpre  el  dere- 
eho.  Altf  pacdoi^eese  las  fél|fo¿i9Nf  rlifleéi^íaBes  de  IpI^SiC^P.  so^^ 
esceso  de  celo  de  algunos  príncipes  anti^^.  . 


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|^r{iic¡|)es  ififtdos»  niiiDcfaar  tu  memoria  6  celebrarla.  Todoa  aomoa 
testigos  de  lo  que  hizo  en  ta  gobierno  el  conde:  llegó  al  término  de 
8%á|ando;  no  baj  que  temerle*  no  puede  vengarte:  Dad%  puede  dar- 
nos; Bo  tenemos  porque  adularlo:  sentenciadlo  en  el  tribunaJ  seirero 
de  Fuentra  razón,  anticipaos  á  la  posteridad,  ¿haj  alguno  que  se  que- 
jV  ¡Oli'pueblol  tU'silencio  leea  injurioso:  qnéjate  á  alábalo.  Maa¡ayl 
que  vuestras  fágrimas  en  su  partida  lo  bonran  mejor  que  los  eneomios; 
j  QO  nos  consolaríamos  á  no  -asegw^ai-nos  el  mUmo  conde  los  esw^eros 
y  aciertos  de  su  digno  sucesor.,.  Bate  Nuero-Mundo  se  levanU  an  laa* 
aa  para  gritar  con  un  solo  corazón  y  una  voz  sola:  *'Vive  Dioa*  que 
tü  {ob  virey  eseelente!  nada  malo  nos  hiciste,  sino  innumerables  bie- 
nes dcide  el  día  17  de  octubre  de  i7d%  en  que  Hegasta,  basta  el  11 
dft  julio  dé  1794,  en  qais  dejasjg  el  mando.*'  VtvU  Dominus:  non  invt- 
^inte  ^Ki^ttm  mcM  ex  áie^  quamenisti  ad  «•«,  utqut  úitfi^n  banc. 
*Reperiere  ergo^  et  vadoifp,  pace. 


Mientras  el  cSrfde  nos  honraba  oAi  su  pena  y  pon  aa  Itaato,  y 
rél^^nUtaiidoik  lo^isae»(^  lo  alabat)^!^,  plfbtesf|ba  eu  tiernas  poe- 
■íaa,  qse  siegipre  Asteria  grabada  en  su  pecho  la  m%morta  y  al  aie#- 
K^dd  pueblo  mejicano;  (jCh  inemoria,'*dice  (7)  dulce' /  trf||^  junta- 
iBMttte!)  nosotros  4lir%laaffbs  al  cielo  votos  ardientes  por  su  felicidad 
▼eadadera.  ^lf^6ktlosles4l  lo^áíngeles  tutelares  d<%efl^  ímpem«  qua 
Ueifasen  al  4Kno  de  Dioa,  ^al  tiQflo  d^  (^os  losPruegos^  Jiueatra 
graitu^,^  q#e  condujesen  salva  lalKive  et)ido4N  iba  eat^  impértan- 
la ho1KbrlfSI^J|iVb  ff^lB^KlMIII"fHR|»iridos^^i%ii* Jr  asperleneta»  y 
€a'rgadO|  no  dt  •enes  desf r*¡ W«8,Nfho  del  larga  ^^ut<file  auata- 
rq^s»  Se  nuestros  robgdl  fa^n¿tendnotf4>#ltob^  mageatadek  El 
Mifjpto  Cirios  (que  ^I^Bhio  prtmicias^e  Ib  Mbado  amorof&,«fio^Bb 
héaim  daid»  porvi^y,  y  á^tnkn«M,  «inc^^róólamar  P«#e  y-fte^  emtí 


«■•Mbroaa^Dagniñcencia),  se  dijiponia  pffa  pr^iaifb,  ya  raievánd|^ 
k  d9  laMAeUcia  publicar  }Vcjpfián*dole;  con  «poder  ampUsioio'el 
Bla^  grave  gobiefno  de  Cataluña;  ^iV^vánddlo  á  la  comatMlancia 
gan^til  de  artUleria.  |6yi^Hlo  seJS  monaiW  ^nei^o,  que  por  tu  a- 

—^ '       '  '  •  •  >  •*  ~ 

#[7]    Etf  u^oneto  q«e'¿omt>aao  3*% Cambien  S.  Ambrosio  ce* 

lebró  eu  VbftntiaTaiio,  isl  amará  sus  cAnpr^fneiales:  *' Vitd  de  amere  pro- 


viueialium  luquar?  &c.' 


»• 


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— 20S— 
nit>r  y  por  tu  bondad  eres  padre  de  tantos  hijos,  y  con  tus  eleceíottes 
•abias,  reinas  en  el  corazón  de  4(tf  mondos. 

Dios  también.  Dios  propicio  lo  esperaba  para  abrirle  en  Oádis 
OH  enm^o  noefo  de  salracion,  y  para  que  detenido  allí  por  algún 
tiempo,  en  la  uioonstaneia  del  mar  que  tenia  delante,  riese  la  imi* 
gen  del  tr&fago,  bnilicio  y  mudanzas  del  mundo.  £ii  su  pecho  tenia 
ya  etarado  un  dardo  agudo.  ¿Uno  solut  ¡a^fririos,  que  en  la  amar^ 
gura  de  sa  dolor,  le  hacian  sentir  y  c<yiocer  bien  cuanta  es  la  insta- 
bilidad y  la  raitidad  de  las  cosas  ¿tí  la  tierra.  Perdió  en  Veracruz* 
qaiai  el  msjor  de  sus  amigos  y  buenos  consejeros:  cerrólo  los  ojos» 
arrasados  los  suyos'en  lágrimas,  qae  la  santa  amistad  r^eogig  eon  sa 
aanto  foki  para  enjugárselas  /lespues  á  él  en  recompeiisa  po»  mapo 
de  su  ptadoaa  hermana,  (8)  que  |m)nto  hartaos  oficios  apreciaides 
de  Isaiaa  profeta,  eon  el  principe  Ezequfas,  de/iecirle:  diñante  par» 
m^rir,  ¡  Ah!  Qaé  desengaúa  tan  deJoroso  para  un  fiel  anñigo,  la  maer^ 
te  de  quien  es  la  mitad  de  su  vida!  Sin^dudn  i^  desde  ^g  puaio  em- 
pieza á  morir  ya  el  eorazon  oristíánaiHente  sensible*  En  los  eqj^séjos 
deDíoe,  estos  son  gol^s  de^ijsecicordin  pa1*a  desengañar,  pa^a  hu» 
dhUar,  para  salrar^á  sue  e^gidosiEmp^.^  áesperimentarlos  el  o^- 
de,  y  naaesilaA  aun -de  «tros  rarios.  ¡Oh  cuáñ  temible  es  entse  loa 
gryidesj%D  Id^naa  Jimn  beetfo  ruklc^en  el  0iundo,  y  han  logrado  aplaa- 
aoa,  euáh  tlmi^  es  el  orgullo,  %  la  vanidadl  ^ese  miserable  orgi^Us 
que  m»  es  mas^^una  altcLopinion  ck  si^pappio  m^jyto^  de  su  supe- 
noridad«flo6re  los^maA^e robres;  y  esa^ezquiu^  v^^iidad  que  npo- 
yafla  sobre  eTnecicplesy,  d^<pe  todos  piensen  en  uno  y^  tributen 
ÍQátiles  alal)|y]|j2^  e^  la  pr^^  mí»ai|mpaaMle  d%^eet|a  dat^ilidad 
j  miseria!  Pues  sj  por  desgracia  sélíntrocüij^ro^en  m)¡í  alma  e^os  afee- 
los;  4eiménoi^lq[^HMno  que  tmtMa  l|eclfo*«l  co^de,  en  algún  modo 
ib^rofanado,  y  enyañadg  eon «estos«de8easifbtiles'de  aura  populaTf 
•l|nf  dfaee' San  4gtiaiínr|^#n  aaeeH|pys  á  (^aiismas  virtudes,  para 
que  sean  nulas  efi  ^d^á  la  vida  eterna;  ¿qué  mejof  cemedio,  que 
eliiaber  dispÜsto  Bl^por  unoSbaanínos  admirables,  qiiS  no  todr?  h 
salierf  á  medidh^e  ^  paladar;  para'q*a%  no  estuviera  muy  satisfecho 
y  pagado  de  sui  méftlüi^y  qae  sí  buscaba  ñyna  universal,  entendie- 

(6)  La  Condesa  dé  BobUlilla.  Circnnstancias  que  se  han  sabido  de 
sa  maerte  por  •afganas  cartas,  aanqne  con  alguna  vaiedad  que  ebft^ó  al 
Orador  á  nombrar  otra  p^sona^ipspetalileí 

a 


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—  3fi6— 
rA  que  no  liAb¡éniIo!a  conseguido  raorial  alguno,  él  d&bla  esperi«i«ii- 
tar  la  común  desgracia  de  este  naufr^io,  para  trabajir  y  remar  baJ4>. 
otro  cielo,  á  fin  de  salvarse  en  el  puerto  de  la  eternidad?  No  di^ó  de 
■entirse  David  cuando  Aquis  le  dijo,  que  no  le  gustaba  ¿  los  eaud¿- 
'los  ó  Sátrapas  de  su  ejército;  Satrapis  nonplaeui  y  que  se  fuera  ei» 
pax  de  Dios  porque  David  le  reconviene;  ¿que  be  beclio  de  malo  desda 
que  vine  para  que  abora'qp  te  sigH?. . . .  Reverteré  &,.  vade  impace. 
Vuélvete,  veteen  paz  de  Dioi^  No  sabia  aun  David,  qne  Dios  lo  Ua<- 
inaba  entonces  por  este  raro  canino,  para  que  i  los  tres  dias  consi- 
guiera una  gran  victoria  contra  ios  Amaleeitas,  y  entrase  tríurtfaiita 
en  Jeri^len  j  en  posesión  pacifica  de  su  reino,  (No  tendría  el  eoad« 
A/nalecitas  que  vencer,  pasionea^iue  refrenar^  defifctoa  q«e  Mtftifii0er« 
m^  de  entrar  en  pe^ion  del  reino  de  la  perpetua  pf»2  No  eerig 
conveniente,  que  por  igual  conducta  Dios  lo  Uamase  4  la  verdadera 
TÍetoria  de  si  mismo»  despego  de  lo  caduco,  y  á  U  hnnilde  sanlifiaa* 
42ÍOO  de  BU  újnul  ¿oh  jj^enDiosI  profundos  son  tus  consejos*  pero  Jl#k 
nOft  d^  clemeiifiia  háo*a  los  miAsrables  mortales.  T¿  saJvaa  á  Iqs  grm- 
des  lyiipillándolos,  derribando  el,colo|p  péreo  de  su  grande^  C4MI 
u^  ligera  piedra  que  disij^r^  coinppsivi^esde  elmont^  detoglo|r2lu 
Es«erdad  que  nuest^  amado  conde^  reconseodaQdapilMlttá integri- 
dad de  su  ilustre  sucesor  e^os  vasallos  taii  lealeft*^  ta#  ngtfüdecjidcíSy 
h  ]^cta  asi;  '*irá  V,  E.  experimenta  i^dolo  conaqu^la  ftiíÁébioft  i}^ 
dá  el  ol|rar1bieny  conncpc  ^tie^e  logra  c}  fin  tojd  el  us  tareas,,  ^pes^ 
toiuan  en  él  servicio  del  R^^,^  ulilid^il^Lpubíj^:  lo  calajes  ja  ma<- 
jorfécónt^ensa  que  se  saca  de  las  mo^8titi9'^i|M|  #)n  riy)iá|>ens|Wea 
¿n  elJntiAdo."  ^  ..... 

Asi  decia.  Sin  dü(^f)ue  es  grnjide.el  placer  de  obrar  bien;  está  con 
el  bjyabj'e  aun  cuando  t\>dotl^nb^nifonen,-jjj|j»l^elsabft.b^i^  las  v§- 
ces  del  universo,  él  lovegMijia^en  el^estierro,  yTe  bariaiíallar.  au^pa- 
tria  en  los  mas  cemoXo^lima^  j  eny;e  g|ptflH^r{)|ces;  este  place^d*:^ 
Jicio  so  lo  ^compaíiaria  en  las  prisíooes,  le  eón^F^ari%  la  libei;^d  de 
espiritu,  n^ obstante  el  peso  de  lasAdenas,j^#r.lBadaia^niismo4e Jo 
trocaría  en  carro  de  triunfo.^frverdud  todp^tt>;  lat^i^  0Í  también  Só- 
crates hablaba  ^i,  y  si  floracio,  yt  los  E8toico;fthgpn<^Gr|Ei)>AD  c^^  placer 
de  b^irtud,  como  dicha  sobernna;  el  humilde'  ci%ti(fno,  debe  eq  la 
adversidad  y  fatigas  buscar  otras  fuenlM  mas  puras  de  eonsuelo.  Dios 
las  abre  cuando  ios  humilla,  y  nos  Ueva  al  pié  dejiu  Cruz,  que  es  Ifi 
cuna  de  nuestro  verdadero  nactinietil%  y  que- debe  ser  el  lecho  dioli0- 
a 


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«D  de  auefltra  muerte,  ¿Qué  sé  yo  si  algún  poco  de  este  apego  á  la  a- 
l^sa  opiaiott»  necesita  de  an  bueo  deeaugañu?  Al  menos  puedo  ase- 
rrar en  preaencía  de  los  altares,  que  ya  no  respiraba  el  conde  sino 
bnmiidad  y  mansedumbre,  que  encargaba  á  los  suyos  moderaeton  en 
laa  lie&ifteas,  y  iftte.  frecuentando  los  remedios  de  la  religión,  acu- 
éieodo  á  ivcAadoal  pié  de  los  altares,  su  alma  sentia  aquella  melaa- 
eolia  dulce  que  obra  en  secreto  la  salud  y  la  salvación.  ¡Oh!  el  mucho 
orgullo  reprimido  y  humillado  se  convierte  prontamente  en  ñiror,  ó  ia- 
4lignacioii:  no  es  ya  una  serpiente  que  se  arrastra   primero  para  insl- 

.  niftajrse  en  los  ocultos  pliegues  del  corazón  humano,  sino  que  se  levan- 
^  á  la  altura  de  gigante  para  desafiar  al  «mismo  cielo.  Pero  el  orgullo 
que  empaáa  en  algo  el  cristal  terso  de  la  virtud,  fácilmente  desapare- 
De,  asi  que  la  adversidad  hace  derramar  lág¡|imasy  conocer  la  vani- 
dad é  insubsistencia  de  todo#  los  honores  y  >de  todas  las  opinionea. 
.£4r9  noble  y  muy  gran4e  su  espíritu;  era  amante  de  la  verdad,  deseo- 
M»  de  bailarla  y  dócil  eti  recibirla,  constante  en  soetenerli,  infatigable 
en  promoverla  cuando  de  algún  modo  era  provechosa.  Cuantos,  cuan- 

.  loa  son  testigos  de  esta  wtud,,((\ie  lo  ha  caracterizado  singulariyeote, 

.  porque  éi  era  amigo  ganervao,  amigo  íntimo,  ^igo  tierno  y  reobaoci- 
do  de  lo9qu«  edn  fryíyqueza  le  hacían  presentes  advertencias  oportji- 
mm$  pnif  éctOi  ütUas,  penaamiéhtos  saludubleí  y  ventrosos  para  el 
aefvkio  de  Dios  y  del  rey!  Guardad  con  respecto  los  auténticos  tastfhio- 
BÍpadie  eatasa  apacible dm^idud,  guardadlos  vosotras  los  quAn  vuea- 
Mis  fieles  manos  los4eneiá  depositados  con  las  pruebas  de  su  amistosa 
oe«fianza«  Habiendi^ llegado  á  |ps  últimos  períodos  de  -su  v^a,  cuan- 
do ya  aeotia  en  su  seno  fergientarse»|y  semillas  de  1^  ^orrug^ioj^;  y 
•como  él  dice  en  carta  de  29  de.  Febrero  de  ^0:  "cuaf^do  ya  estaba  sin 
trato  de  gentes;  Men^d^  dolencias  y  molestias,"  dio  la  mas  alta  prue- 
ba de  su  doAlidad  humilde,  que  parecia  á  los  que  no  le  trataron,  tan 

•agettd.de  ««'Coactar.  Üy  ice  «en  la  miam^  ^ha  ^un  tranquilo  8oUta- 
rÍQ  con  esfii^ones  so^e  manera  ingenuas  y  duloes*  ^tre  otras ^• 
•as, ''que  apilará  cuanto  alcanza  sus  fuerzas  el  proyectO||*  ¿Y*  <mé 
jMTO^^^tot  oino  en  que  Jiabian  etitacj^  encontrados  sué  dictámenes  mu- 

.eho  tiempo^  sette  el  cuAl  ^eyj^  siempre  el  Conde  tener  razones  mas 
vigorosas  qu^su.  contradictor,. y  que  pareciera  muy  repugnante  al^2> 
mor  propio  de  un  gran^olítico,  büjurse  á  recibA*  niejores  tuces  eooao«> 
mitas  de  la  oscuridad  de  un  claustro.  Ah!  docilidad ^santa,  hija  de  la 
uiittd  verdadera,  f'uto  de  l#  rcflt^xion  y  del  sincero  amor  de  Iv 


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^206— 
?erdad,  tu  no  degradas  al  liéroe:  solo  el  necio  se  imagina  cpie  no  80 
pueden  traspasar  loa  ningunos  límites  de  su  sníngunoaconocimieatcys; 
él  nada  vé,  y  aolo  él  es  capaz  de  noñar  que  tampoco  ren  loa  derntrn 
Jiombrea:  el  sabio  debe  aer  dócil  j  humilde,  porque  debe  saber  al  me* 
nos  vencer  sus  preocupaciones  y  engaños  si  loa  Hnro,  y  recibir  bw 
luces  que  le  faltan;  y  esta  es  hi  mas  bella  disposición  para  compadecer* 
sede  los  yerros  ágenos  y  perdonarlos  con  las  injurias  hijas  de  la  igno- 
rancia. El  altivo  menosprecio  de  la  opinión  páblica*  ea,  dice  en  sa- 
bio, el  postrer  vicio  de  una  persona  particular  y  el  último  crinen  de 
un  poderoso;  mas  el  querer  que  prevalezca  siempre  la  opinión  propia, 
y  que  en  poe  de  ella  sean  arrastrados  los  entendinífentos  de  todos,  es 
on  despotismo  tiránico,  insufrible  en  la  sociedad,  detestable  á  los  ojos 
de  la  religión.  Aunque* el  conde  era  dócil,  su  genio  á  veces  alga  ar- 
diente, su  carrera  brtUante,  sos  muchas  servicios,  ¿estarían  libres  de 
todo  defecto?  ¿No  tendría  manchas  qq^  espiar;  intenciones  que  depe- 
^rarl  Quien  sino  Job  pudo  decir:  non  peecatn^  *et^in  amariíudinibui  m#« 
rartur  oculus  meus'i  *'En  mí  no  hay  pecado;  mas  con  todo  eso,  míe 
ojosjriven  en  amargniH  continua,  porque  no  ven  ni  sienten  sino  aflic* 
cion  y  torinegk).'**^N%Rra  tiempo  de  que  lodos  sus  deseos  los  volviese 
el  cielo;  que  perdiese  enteramente  el  gusto  ákles  cosas  del  mondo, 
que  mirase  otra  iomostaialidad,  y  no  la  de  fama  y  gloria  perecedera, 
q\M  se  preparase  á  la  niuerte  que  estaba^^^endo  á  sus  pf^s  el  éepirN 
cro,  y  ¿pf^ya  tenia  levantada  apbre  su  cabeza  la  espada  fultahiantet 
¡Oh  Dios  todo  de -bondad!  hiérelo,  hiérelo  misericordiosamente,  (flñ 
empie/ai¿  be^ar  tu  azote  benigno  y  ya  te  d4  gaactas  por  dos  grandes 
beneíieiqt  «|deJo  ocupan  ent09Aente,*y«ibsorven  to4ps  los  demás  ft- 
ToresK  el*  que  lo*  has  he^ho  cristianof  y  el  que  le  has  dado  á  probar 
. . .  .¿qué?  las  dulzuras  del  Tabor!  no  ciertamente,  sitio  las  amargaras 
del  Calvario.  • 

•  Ta  está  preparado  pasa  el  gran  sacrificu)^  vé  conkentereí^  aeer- 
carselos  postreros^momontos,  y  consuela  á  loí^ueio  liasen:  Sjñfifu 
n^gho  vidit  ultima  et  consolutufesflagentes..  Dice  que  está  dispues- 
to para  morir,  que  lo  estaba  ya;  <^e  venga  el^n|^l  de  paz  para  oir 
la  mas  humilde  confesión  de  sus  culpne,  q^e  venga  el-Díes  de  conso- 
lación, que  incline  los  Cíelos  de  su  grandeza,  y  venga  !í ennoblecer  y 
levantar  su  pequenez  y  su  n^dfi.  ¡Oh  ruegos  fiemos!  oh  suspiros  ar- 
dientes! oh  Iágrimas4iumildes!  oidUus  sollozos,  habitantes  de  dos  Mun- 
do»; á  vosotros  losdirígc,  pídeos  perdón  por  lo  que  haya  podido  dén- 


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—269— 
derotei»  iu  ?¡dii,  7  en  su  mando,  podrein  m'j^lolj  seretisiie^á  por 
▼eiiliiini  ioaque  Jiayaasido  enemigos  tu708]..8i  hay  todavía  alguno,  oi- 
l^este,  qne.RevHla  lo  jperdoi^de  corazón;^  que  le  tiene  por  su  mejor 
sunigo;  j  Qiiando  ya  ^tá  páíme  4  si)8  opn  el  horizonte  de  las^verda- 
d«is  elaroi^,  prot^flta  el  conde  su.sii^cera  amistad,  y  que  á  todos  los 
llera  enfl  coraipn.  Os  ama,  os  ama  á  todos  tiernamente  est^  cris- 
ttsu^>  huimlde*  Reverteré  et  vade  iikfwex  vuélvete,  pues  ni  seno  de 
I>to«,  rete  en  paz,  y  vetú  por  nosotros,  ángel  protector  d^N'ueva-Es- 
psúía,  ve  á  conaolarto  con  la  memoria  dulce  del  muóho  bien  que'nos 
bízof  y  de  \añ  truchos  males  que  precavió  su  bi\^n  «elo.  Vete  en  paz, 
ob  Conde!  sosleniífo  por  la  religión,  jingido  por  ella  con  el  Oleo  Stfk-  ^ 
to;  abr&sate  ya  ^n  ese  Dios  crucificado  por  tu  amói:  espira  besando 
Im  señal  de  tu  red^ncioiw  y  no  quieras  ser  enterrado  con  pompa  ni 
honores  müitares,  sino.como  $1  ^'isti'^no  mas  pobre  y  mas  hunñlde. 

Ahí  ftté,  aaí  lo  dispuso»  y  asi  esoiróñel  dia  J^dAiayo  de  este  año ^ 

Adiós  títulos  caducos^  honorer  inconstantes,  grandezas  en^añosast  * 
Adiós,  empleos  militares,  proezas  de  las  buallas*,  emmBsas  de  la  pjit- 
hiea:  adiós,  mundo,  amigos  y  parientes.  *L;i  amistad  del  Conde  los  ha 
torrado,  dj^tingido,  enrlTiil^cido  y  socorrido/jY  para  .con  quién  habia 
da  osanifestaxse  mas  lilyral  .y  caritativo  al  mofir,^  que  para  c(ñi  iffios 
haiéf]nHi^eaQp(ffendac[o%ásu  y^oteccion  por  el  desolado  Padre  ctiah- 
do^spiraba,  y  admitidos  qgft  compasión  y  amista(Fgenerosa  en*  cir- 

Jbfff^  que  no  s^epterneciera;  y  un  móiistrno  él  ^tie  no  correspond¡t*se  i 
ln.  lai^  sagrada  confianza.]  ¡Cielo  justo,  testí^nt,de  estas- dos  escenas 
dolorosas!  tú,  t6  no  habí^  desapretado  la  distribución  qijor  hizo  *  el 
CondB  de  sos  bienes^  y  pporé  yo  decfr  qtie  soá  felftés  Ift  hoftkianos* 
cuando  puedan  repetido  que  San  Ambrosio  en  el  elogio  fúneA'e  de| 
suyo:  ditpem$€Uore$no$^  non  kaeredes  reliquit.  Oh  memorias  tristes!  oh 
rajiof  pepsaniiejnj^de  los  mortales!  oh  bienes  que  no  bajan  al  sepul- 
cro, y  ^ügdfi^ntre  Ly  vivos  para^deber  aguzar  el  dolor,  por  la' perdí- 
&k  del  poseedor  Atimot  y  recuerdo^e  la  misma  suerte  que  á  todos 
jeptApara!  Aylv^  acabó  ya  aquella  fu  beneficencia,  y  se  esting«áio 
aqiiel  aidor  y  ^1^1  y4lnaá^tíefr»  quien  par  cinco  s^os  fué  c^mna 
qaasaelavo-eipaao  en6rme.de  este  Gbibierao?  y  desapareóiq  tan  proa- 
Uuaente  aquel  hombre  robusto  y  R^rioeo,  qna  parecía  ha5ra  da  vivir 
un  8Ígto,yera  dignodejdnrar^iw^as  generaciones,  porqne  ía  dicha 
que  proporcioii¿  k  esté  Nuevo-AIuñdo,  el  mucffo  bi^n  que  faivo  en  to- 


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das  partes,  se  coüiunicEirá  sin  duda  á  los  tíeiti|>09  fittaroifT..:..AI  titj^ 
nos  le  alcanzarátf  las  bendiciotfes  de  la  posterídad,  y  sit  memorhi  ser4 
grata  á  vuestros  descendien^s  m)is  le^fios/Pero  de  qtié'  le  Mftieraft 
estos  aplausos,  estas  acciones,  y  todo  cuanto  ka  sido,  aanque  se  le 
erigieran  estatuas  4)or  nuestra  gratitud  (d);  7  el  que  to  flaniárainod 
ahora  delicias  del  pueblo,  como  llamaron  áTitó  los#t(y!nanos,  fef  sil 
muerte  no  hubiera  honrado  toda  su  vidaf  Como  decía  Tertuliano  del 
mayor  filrifofo:  de  quá  le*  sirven  nueHtros  elogios  aqnf  donde  no  esti, 
si  es  atormentado  donde  está  en  persona!  Mas  ah!  To  tomo  en  mis 
manos  el  escudóte  armas  de  la  familia  del  Conde,  riéndola  ya  tendi* 

'  00  yerto  en  la  orilla  de  la  eternidad:  veo  en  este  es(Ad(f  timbres,  insig- 
nias de  guerra  y  de  mando,  y  cosas  que  ya  acabaron:  miro  triste  es- 
tas nadas  de  nuestra  corta  vida,  que  se  miden  para  siempre  en  itil 
oscuro  y  silencioso  sepulcro.  Me  oñigiera  sin  consuelo  &  no  leer  un 
le|pa  sublime  que  dice:  Una  huena'yi^rU  honra4oda  fa  vida.  S¡,  si. .« 

^sto  si  que  te  honra,  <^  Conde!  honra  tus  virtudes  militares,  tn  honor 
mllmo  y  tjii  grA  w^lor,  hóniy  tu  fidétidad  y  probidad;  tu  entereza  y 
severa  disciplina:  hon^pt^s  largTis  ligilías,  tus  incesantes  tareas,  tn  ce* 
Ic^cyvo  é  infatigable,  tu  política  sabia  y  bienhechora;*  honra  Tos 
egemplos  de  tur  piedad,  ios  ((fsvelos  de  tufpelfgiosa  vigilancia  eit 
el  Gpbierno  de  Nueva-España;'  honaa  tus^amargnra^  y  dVsconane* 
los;  eleva  tu  resignación  y  humildad  c»|^ana,  cubre  tus  defeeios, 
dá  heroicidad  á  toda3  tus  acciones  y  pe^JIpiientos.  SÍ:  nos*  ha  T[úer 
dado  el  escudh  de  arq¡As,  único  despojo  que  la  muerte  ha  perdo* 
nado:  y  de  cuanto  su6  timbres  significan,  sola  esta  sentencia  le  es  a 
él  pro^ch^a  en^  eternidad)  J  ^  nos^tro;  no§ sirve  ahora  de  consuelo, 
cuan^  esta  buena  muerte^  honrando  toda^su  vidd^  lo  ha  arrebatado 
para  siempre  de  la  vista  de  los  mortales.  Mas  ^í  que  esto  misnno  avii^ 
ahora  mi  penf,  y  aumenta  vuestro  justo  dolor* 

Todos,  todos  lo  sienten,  y  podré  decir  cqi^o  Shin  Ambrosie  en  la 
muerte  de  un  príncipe:  Jlent  et  qm  inimici  viéUbantuft  ^thrando  aan 
los  que  parecieron  poco  adictqi  Au  persona.  *£l  (10)  sentimiento  ge- 

^  ¡Qné  mezquina  íb  la  gloria  de  ](fB  héraro  piBRties!  'Péáa  se  rt- 
duce  en  suma  á  d^r  de  ellos,  lo'qoe  Fedeviea  II  de  Prqsie,  tei^  M  ámt» 
de  Filósofo*  de  BaasSoiici,  d^e  en»  adiarte  á  M.  Peess. 

Ttbere  á  peíue  eapive,  on  vient  JMrysef  son  baste; 

L*  ameerde  la  véhu  garde  ccliñ  cT  Augus(e, 

(10)     Espresion  de  la  Gacetafle  Madrid,  anunciai^^su  fallecimientOr 


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—211— 

TUtíralde  E^aña  ha  cobrado  fuerzas;*  atravesando  eaa  íomensidad  de 
f^afl(ll)  j  cogiéndonoa  desprevenidos  tan  infausta  nueva,  fué  oomo 
un  espantoso  trueno»  <iue  vibi^repentinamente  un  rayo  j  desgaja  unsb  « 
robusta  encinat  oubria^do  d^^^esas^al  pobre  viandante  que  estaba, 
i^pogido  á*sn  sombra.  {Ah!  ¡vas 'del  Seáori  voz  terrible!  que  hiendes 
de  ako  abajo  los  mas  encumbrados  cedros,  que  desmenuzas  las  coli* 
ñas  y  peñascos,  j  que  igualas  en  un  momento  lo^montes  mas  eleva- 
dos con  los  valles  mas  hondos  y  mas  humildes!  ¡Vos  de  mi  DiosLsia 
duda  fuiste  voz  compasiva  y  misericordiosa,  cuando  llamabas  esta 
v^tima  diapuesta  arl  sacrificio;  y  cuando  después  de  haberlo  pufífica- 
dojcon  amargaras  y  tribulaciones  en  el  espíritu  con  penosas  enferme- 
dades en  su  cuerpo,  tu  gracia  soberana  obró  el  prodigio  de  que  loa 
recios  vientos  contrarios  no  apearan  sino  que  encendieran  mas  y  mas 
el  fuego  de  la  caridad  divhia  y  fraternal.  Bendito  seas,  padre  de  ele. 
mencia,  en  tus  consejos  y  caminos  portentosos:  porque  mortificas  pa- 
ra viiúficar,  porque  humilláis  para  engrandecer  jk  porque  matas  para 
s.alvar.  Tu  pern>aiiec¡endo  inmoble  en  el  trona  de  tu  eterpidad,  vés 
perecer  con  «uido  núserable  la  giemoria  de  l^ppoderosos,  y  tras  el 
sepalaro  los  aguarda  tu  inflecsLble  justicia  para  darles  su  merecidat 
cpmo  á  los  damas  hijos  ^  Adán.  -^Oh  Dios  miol  hiriéndonos  con  sol- 
p«  tai^  senaible  «n  la  muerle  de  nuestro  amado  conde,  nos.  avisas  que 
pronto  noa  juntaremos  c(MM|É|^,que  ya  la  muerte  nos  amaga  con  su 
huz  formidable  é  irresistii^HIlafl^ue  nos  resta  que  hacer,  sino  11o- 
tsdr  8«bre  lüeaüros  yerros  y  dRvasíos?  ¿No  vemos  en  esa  ^a,  ey  esta 
fúnebre  aparato,  en  ékas  luces  lánguidas  y  opacas  la  rendad  de  nues- 
tra nada,  y  la  locura  de  todo  cuanto  na  es  aprender  i  mour  cristia- 
namente? El  doliente  tañido  de  las  campanas,  los  tiernos  ayca  de 
nuestra  cariñosa  madre,  La  Sion  Santa,  y  de  sus  sagrados  mkiistroa, 
^no  nos  repiten  ahora  con  particular  energía:  Solo  una  buena  muerte 
ktnir^  tqda  iJfvidat  ¡a  meterte*  la  muert$  aolat.*. 

^  Paguémo^e^  sí;  ea  Auy  debido»  paguémosle  al  collde  el  tributo 
de  nuestras  lágrimas  agradecidas.  Maa -¿dónde  moras,  espíritu  inmo»- 
tal-4#  Revilla-Gígedo?  ¿Qué  lágrimas  son  las  que  nos  demanda  la 
gratitud?  ¿Rodea»  MMo  esa  tuasba,  ó  ta  aearoas  4  eüos  altares  sacro- 
santos en  que  acabas  de  ser  rociado  con  la  sangre  del  cordero  sin 


(11)    Qaantos  iste  de  Hispdnüs  totius  traetun  intinerís,  populorum 
egit  gemltus?— D.  Ambr.  de  Obitu  Valentiniani. 


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mancilla,  pidiendo  mas  ruegos  y  mas  lágrimas,  (12)  para  acabar  de 
limpiarte,  j  tomar  desde  aquí  el  vuelo  á  la  mansiotí  bienaventvradaf 
*  Este  pueblo  á  quien  procuraste  de  tajg|^ modos  hacerlo  bien-hadado 
y  que  debe  jurarte  una  eteruti  gfatitud  ¿te  neyafia  ahora  tos  aollozoa 
co'mpasivos  j  cristianóte,  para  acelerar  ISs  suspirados  momentos  de  tu 
dicba  imperturbable?....  ¿O  descansas  ya  en  el  seno  de  Dios,  dichoso 
en  la  posesión  del  Trono  y  de  la  corona,  que  solo  se  conceden  á  los 
hér<fe&  legítimos  del  Cristianismo,  capaz  de  hacernos  mas  felices,  de 
di  alcanzarnos  bendiciones  nuevas,  y  de  infundir  nuevos   alientos  i 
sus  sucesores?  ¡Oh  abismo  insondable  de  la  eternidad!  ¡Oh  jaieioa 
inescrutables  del  Altísimo!  Nosotros  lo  hemos  juzgado  bueno,  recio, 
fiel,  desinteresado,  celoso,  esacto  en  el  desempeño  de  ios  respeetívas 
obligaciones;  pero  si  solo  Dios  ésóudrVlfli  los  corazones;  y  Dios  dice 
que  juzga  de  an  modo  terribilísimo  i  los  que  mandan,  y  que  ha  de 
pesar  en  su  balanza  las  mismas  acoiones  justaf  y  virtuosas,  si   nues- 
tro concepto  y  nuesltros  elogios  no  tienen  la  virtud  dé  espiar  f  puri- 
ficar, sino  solo  nuosti*^  oraciones,  limosnas  y  sacrificios  pueden  aho- 
ra aprovecharle;  datlftkinibussanctamnyisteriay  pió  repíitm  ejuspoi» 
ékmus  afietu;  en  medio  de  esta  i ncertid timbre  sobre  su  suerte  y  des* 
tin<%eterno;  diré  con  San  Ambrosio:  pueblo«cristiapo  ven  á  menudo 
á  ofrecer  por  él  los  Santos  y  terribles  misterios;  todo -lo  puedes«espe-> 
rar  déla  clemencia  soberana;  huj|yia{dfaÉtt^onocido,  clama  al  cíelo, 
porque  se  ^  abran  sus  puertas  e^rnatmj^re  ahora  en  la  triunfante 
Jerufeleo,  desde  allá  nos  mire,  parfl  qtie  cese  nuestro  llairo>;  y  desde 
allá,  presnn^donos  su  apacible  imagen,   nos*^  recuerde  sin  ceaar, 
que  una  buena  muerte  honra  toda  la  vida. 

Todo  lo  sujeto  á  la  censura  de  la  Santa  Iglesia,  Católica, 
Apostólica,  Romana,  y  en  todo  obedezco  á  los  Decretos  Pootíficios, 
particularmente  k  los  de  N.  SS.  P.  Urbano  VIII. 

En  19  de  Mayo  de  1802  se  publicó  la  jentencia  rooy  honorífi- 
ce  del  Consejo  en  el  Juicio  de  residencia  oel '  Escmo.«-Sr.  Cond%de 
Revilla-Gigedo. 


(19) 


S.  Ambrosio  las  llama:  Redemptrices  launas. 


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lSnGIlMBBS.MIi'riK. 


->♦■«- 


Perdidos  nuestros  archivos  fundamentales  «en  los  incendios  j 
(^fmtínuos  ataques  de  los  piratas  que  oon  el  nombre  de  FilíbusÑers  j 
Boucaniert  se  hicieron  temibres  en  estas  nuevas  poblyíones  de*la8 
Indias,  principiaremos  estas  notas  municipales  por  la  primera  acfte 
existente  en  Jos  libros  Capitulares.  Vamos  á  trazar  un  pueblo  rodea- 
da de  necesidades,  sin  recursos  7  sin  cultura;  siempre  espuésto  á  Jas 
depifedaeiones  de  estrangeros  jíventureros:  este  pueblo^  que  el  tiempo 
ha  convertido  eo'la  tierra  de  la  abiindancia,  deJa  civilización,  jde  la 
riqueza  7  del  comercio. 

Admirémonos  de  lo  que  fuimos' ayer,  y  de  lo  que  somos  hoj, 
comparemos  las  épocas  pasadas  con  las  pre^ente^  bendiciendo  mil 
y  mil  veces  las  virtudes  7  couAí^iá  de  aqi^fcg  ^fiios  ¡lustres  que 
nos  trillaron  el  camino  por  donde  va«corfíenao  en  triunfo  el  carro 
de  nuestra  envidiable  p/osperidad  7  grandeza. 

Cabildo  d¡/ml.^  dejuliodeiioO, — Según  se  deduce  dAsta 
acta,  parece  que  en'  la  an^jÉMMli  de  junio  se  dispuso  recoger  to- 
dos los  cuartos  ezistent^^^^^HHbara  que  sellados  se  admitiesen 
como  monada  corrienteimPHPguims  los  aespugnaban;  ||8e  ordenó 
que  todos  los  que  tWMran  cuartos  los  presentaran,  biijo  la  pena  de 
que  sin  este  requisit^To  serian  admitidos.  Cumpliendo  ff  prevención, 
acudieron  á  mostrarlos  en  el  referido  cabildo,  7  la  entrega  fué  en  el 
orden  siguiente: 

El  Sr.  Juan  de  Rojas  declaró  tener  un  peso  de  oro  en  cuartos.  , 
•—El  Sr.  Pedro  Velazquez  declaró  que  tiene  tres  pesos  en  cuartos.— 
Declaró  Diego  de  Soto  que  tiene  del  Srao.  Sacramento  cinco  pesos 
7  1^70  un  peso. — Doplaró  el  alguacil  Antonio  Suazo  nueve  rs.  en 
cuartos. — Pedro  Sánchez  declaró  cuatro  pesos  7  medio,  mas  (»trosdos 
rs. — Flores  declaró  ocho....  en  cuartos. — Zamora  cuatro  pesos  y... 

de  limosnas  de  mi el  dicho  por  Juan  Sánchez  ochocientos; — Juan 

de  Olivar  por  Juan  Bazan  7  SU70S,  diez  7  ocho  rs.,  los  cuales  dichos 
cuartos  de  sa  uso  declarados,  con  los  que  parecieron  tener  de  limos- 
na la  iglesia  de  esta  villa  mandaron  sus  mercedes,  7  fué  acordado 
por  el  bien  7  pro  de  esta  vHla  que  se  quilaten  7  eche  la  marca  de  fue- 


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— »14— 
Tñ  que  ei  baena,  y  qae^es  como  esta  Xj  que  estos  pasen  y  se  tra» 
ten  entre  loe  reciJiDS  j  moradores  j  l^ubitaates  j  tratables  en  esta  di- 
cha villa  so  penada  tres  pesos  de^Maara  fo  Cámara  deS. M. 
la  tereeva  parü,  j  la  otra  tercei^^ffa  e)  juez  que  lo  sentencie, 
j  la  oC^  tercera  parte  para  el  denunciador  d^ftis  de  las  otras 
penas  en  que  caen  é  incurren  los  que  desechan  la  nMftda  de  S*  M.— 
T  cometierojí  el  cuíSar  de  los  dichos  cuartos  &  Juan  de  Olíver,^^ 
tero  oe  esta  rilla»  de  que  fué  tomado  y  recibido....  en  forma  de  de- 
recho.   •     ^ 


En  cjibildo'de  12  de  setiembre  de  1550  se  pvoh¡bi6  que  los*  qu- 
eros cortasen  los  cedros  y  caobas^  como  lo  rerifícaban  pararhacer  ba- 
teas y  lebrillos  y  otras  obras  de  poca  entidad,  y  destruyen  dichos  ár- 
boles de  manera  que  bacen  fal(a  pftra  los  edificios,  bajo  pena  de  diez 
dias.de  prisión  en  el  cepo  de  li^  cárcel,  y  de  300  azotes,  lo  cual  se  en- 
tienda cortando  dos  leguas  al  Fededor  dé  la  villa;  y  si  los  negros  cor- 
taren dichos  árl]pl^7^i^  mandado  d^us  amos,  incurrirán  estos  en 
pena  de  20  ps.  de^of^jf^kliGid  para  1k  Cámara  y  fisco  y  la  otra  mitad 
püa  obras  publicas.  . 

«    £n  Cabildo  de  27  de  febrero[¡^^g^  se  acor^flÉI  siguiente  aran- 

Libra  de  pal  ^ 
^  Torta  ^e^eopaOf  i 

^         Huevos,  seis  por  un  real.   4|^ 
Dos  rábanos,  medio. 
Una  lechuga  buena,  4  cuartos. 
Una  col,  medio; 
Una  carga  de  casabe,  2  ps«  de  oro. 


rero*¡^^^f  se  ac< 


Eq  Cabildo  de  18  de  abril  de  1551  se  acordó,  que  por  cuaftto 
los  taberneros  tienen  mucho  desorden  en  la  manera  de  vender  el  vino 
con  perjuicio  de  la  repáblica,  mandaban  que  de  estaffecha  en  adelaiv 
te  nfngunn  persona  que  tuviese  por  oficio  y  trato,  y  fuese  tabei^nero 
vendiendo  por  menudo,  no  pueda  tener  ni  tenga  en  su  casa,  ni  fuera 
de  ella  mas  que  una  pipa  de  vino,  la  cual  pueda  vender  y  venda  por 
postura  del  diputado,  y  que  acabada  y  echada  fíiera  de  casa  la  made- 


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rs)  puede  eompr»  otra  7  elq|^  tvtiert  iiuii^  yft  «e«  «M  fV>^  boíl» 
ja«>  &C.9  sea  -penado  en  6  MS^Ara. 

Eu  el  mismo  se  maIi(](I^PpMle»4os  f^ooe  tmgui  espide  de 
£t  j  de  nodie  b|¿o  U  pe«a  de  1  peeof  que  deiitro  da  Id  dias  ¥b  pro- 
Teao  dreilas  ioM|c^  ao  teaganí  j  las  preseaitea  %l  foberaador. 


^  Eq  Cabildo  de  Id  de  jumo  de  156t  se  ttMKtd6/qtie  pof  ouaiUo 
hay  mueha  faha-de  easabe  en  este  pueble  &  eaasa  de  Itf  BiiiehM  flo* 
taá  y  armadas  ifue  deun  año  4  esta  parte  por  él  han  ptiade,*y  ie  es- 
ta cansa  algunos  reeiaos  de  osle  paeM«  iMm  tomada  la  de  fbaJer  hi 
eol'ga  de  pan  á  %  ps^  9 1*  f  aanr  4|  lo  fue  es  ««tho  perjaloio  1  la  re- 
pfiblíca,  por  tanto  maadabaa  se  pregone  q«e  Míagnno  eti  esta  TíUa 
pilede  vendep  ni  renda  la  cargo  do  easabe  á  mas  de  S  ps*  de  oro  pa* 
gados  en  buena  monedaren  plata  q^en  oro,  7 1|  el  preeío  Aiere  en  rea* 
ks  que  ño  pueda  subir  de  25  rs.  la  earga,  y  de  aHÍ  ahajo  cada  uno 
ijfbeda  ren'dei*  como  qaisiere,  ^0  pbr  lodo  \ 
fkka  y  necesidad.-«Y  así  mismo  se  mand^"^ 
tino  pueda  Tender  la  arrót^  de  los  tasajee  ; 
«ada  arroba,  pena  en  aitfbasTaltIs  de  13  ps,  dé  oto^  mitad  para  dteis 
pfiblicas  T  denunolH&r.  ^  ^ 

fin  Cabildo  áe  ^  ^¡^^^^Kfffjflíi  se  nombr6  para  rerdugo  y 
pregonero  de  esta  villa  defambana  al  tiegro  Antón,  esclaf  o  del  ae- 
il(H- Juan  4^  Rojas,  t^kAit  del  gobernador  por  haber  fugado  BM^ 
lomé  Vérnandes  que  &ntes  servid  uno  jr  otro  oficié. 


ga,  y  de  allí  ahajo  cada  uno 
lodo  ^Uflw^  4^®  datare  la 
(itíu^Kn^€in9  ningún  v^ 
ijoe^  mas  precio  de  ttn  pu^r 


En  Citbndo  de  14  de  febrero  de  1559  se  acord¿  arrendar  1  fk- 
▼or  de  ios  propios  \H  carga  y  descarga  dé  buques  y  se  estableció  él 
arancel  que  habia  de  llevar  ét  contratistas 

Reales. 


^ 


Por  una  pipa  de  vino,  ¿riesgo  del  arrendador  y  daila  ar- 
rumada^ •  ••./. « ¡ .....  í. •»•...•      4 

Poruña  pipa  de  harina  arruinada • •-     9 

Por  el  barril  quintalano  de  vizcoclio,  jabón,  pasas,  hl- 
gos,  ó  cualquiera  mercadería  de  pesó  cíe  un  quintal. .  f .  •  •  •  •        1 

Por  i  de  tonelada  de  harina,  vizcocho  ¿cualquiera  otra 
mercaderia ......* •.....•....«•.••••>       ti 


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—216— 

BcHT  una  oaja  d«  7  palmos  ^e  c^^itttera  mereaderia  • . « *  4 

Y  ti  fuera  la  tal  caja  deSpal^Hma  arriba 5 

Por  la  caía  da  5  paJmoa^hafit^HjK. .':.« •.«••  3 

Por  uno  petaca  da  ropa  ó  de  rizcocbo. ....  ^^« .«:««. .  1} 
Por*ttaa  canuf  de  «n  eoldion  y  fraaada  j  iSmobada  de 

un  hombre..., •••.. 1 

Y  ti  fue^ 'de2 eofobooes • • ••••  M 

Por  Q«A;}uiera  carga  <|ue  la  pueda  lle?«r  un  nefro. .. .  I 

Por  4  botijaade  aceite •«.. •  I 

j  eafiéijleae  qae  lo  ha  de  lle?ar  á  riesgo  del  arrettdador. 

Por  una  botija  perulera  4  riesgo  «M  arrendador 1  • 

Por  Ikvur  un  fardo  de  pafio,  de  ruae»  de  angéo  ó  de 

otro  cualquier Hienzo i *•  % 

Porcada  cuero  vacuno chteo^o  griM^de^....^ •  4 

En  Cabildo  jMD  de  marao  d^ 552  el  gobernador  tfa4Ó  j  pUP- 
tico  con  los  aléS194^^tf gidores  ^ore  prefencion  j  buena  guarda 
^e  esta  Villa  taniéndo^por  cog;i  cierta  la  nuafa  de  la  guerra  coa 
Francia»  que  se  ha  sabido  por  la  fia  de  ftféjico  y  Sto.  Domingo,  j 
queriendo  cumplir  la  Cédula  de  S,  M.  con  1^^^  ha  requerido  el 
HPlsIcaide  de  la  fortaleza  Juan  d||HHHb^corü^o  sif  uiente.^que 
en  la  fortaleza  cada  nophe  deJ^H^^^^Knbres  que  el  akaMe  tie- 
ne» velen  cpn  ellos  tres  hombres-^-^IMRl  Morro  haya  dq^  hooa- 
hrca  dáguacdia  que;  velen  de  dia  y  de  Boch^ftp^a  que;  no  puedu  pa* 
recer  navio,  que  no  se  ten^k  aviso  en  la  l^a  y  fof;^leza— que  del 
pueblo  Viejo  (lo  que  eiTlioy  la  Chorrera)  cada  noeha-aeleo  y  atalayen 
doa  hombres  de  i  caballoi  los  cuales  sean  de  las  personas  i  quienes 
está  mandado  que  tengan  caballos,  según  se  ordena  en  acuerdo  de 
un  Cabildo  que  está  en  este  libro — Y  que  para  repartir  estas  ve- 
jas que  han  de  estar  en  la  fortaleza  y  Morro  y  pueblo  Viejo  8^«ia 
con  el  menos  trabajo  que  fuese  posible  para  los  Teeinos  po^^he- 
da  y  turno  cometió  su  merced  el  Sr.  Gobernador  á  los  Sres«  Juan 
de  Roxasy  Diego  de  Soto  y  Pedro  Velasco,  alcalde«y  regidores  que 
hagan  el  dicho  repartimiento  y  lo  traigan  para  ^ue  su  merced  lo  ha- 
ga guardar  y  cumplir. 

También  se  proveyó  y  |^d6,  que  tod^s  las  veces  que  en  la  ior- 
taleza  se  soltare  tiro,  que  es  la  señal  por  donde  se  conocerá  qu9 
viene  navio  al  puerto,  ftiora  sea  de  dia  ó  de  noche,  doce  personna 


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—217— 
1m  que  señalaren  los  -comi^^MÉi,  acudan  á  la  (brtaíeza  7  «e  en' 
tren  en  ellaoon  el  alcaider^^^Be  ^o  salgan  hasta  salmr  que  navio 
6  navios  son  los  que  vienff^aHÍQ:en  enemigos  no  pnedan  salir  de 
elta  ain  espresa  licencia  de  su  merced  el  Sr.  Gobernador^  y  la  resta 
de  todos  los  vecino^  de  esta  Viijn,  salidos  los  que  mande  acudir  á  la 
fortaleza,  |^dan  donde  su  merceil  estuviere  coa  sus  unas  prontos 
p«ra  aaOdir  á  tas  partes  donde  mas  viere  que  eonven^f  á  la  buena 
defensa  de  la  Villa,  lo  cual  guarden  y  cnmplan  so  pena  que  el  que 
no  acudiere  pierda,  cien  ps.  la  mitad  para  la  OánMira,  7  la  otra  mi- 
tad piu^a  gastos  de  esta  guerra — Esto  fué  publicado, por  preg^^ro. 

En  el  Cabildo  siguiente,  se  acordó  que  se  pagasen  al  regidor 
Juan  de  JKuxas  eien  ps.«  en  que  se  le  habian  oonsprado  cuatro  pasa- 
muros  con  sus  cámaras  (cañones)  qu%  tenia  7  se  pusieron  en  el  bas- 
tión de  la  pla7a  de  esta  Villa,  obligá^^ose  todos  á  pagarlos  4  pror- 
rata si  S.  IM^  no.  aprobaba  el  gasto  de  su  Imoienda 


telenda^. 

s^pHMorRwrbero  7  c¡- « 
iitras  estuviese  aquí  nadref 


En  Cabildo  de  1,  ®  de  julio  de  1552  s< 
nyano  Juan  Gome/,  y  se  mandó  que  mientras  estuviese  aquí  na 
pudiera  ejercer^ fj^qjtad  sopeña  de  de^ps.  de  oro  para  el  mismo 
Gomes.  VP^  .   c  ^^ 

En  Cabildo  de  15  ^e  ^d^W  ^SS  se  acordó  que  por  el  riesgo 
que  hny  de  los  franceses  esnccesario  que  en  el  Morro  ba7a  dos  hom- 
bres que  velen  de  nocl^liirilemas  de  la  vela  de  dia,  7  que  ba7a  dos  pa* 
samuros,  7  cuatro  versos,  (1)  7  los  hombres  que  allí  estuvieran,  el 
uno  de  ellos  sea  hábil  para  poder  tirar  la  dicha  artillería  ofreciéndose 
necesidad;  para  efectuarlo  se  mandó  que  se  compren  de  Ambrosio 
Hej^nnnde?  los  dos  pasamuros,  cuatro  versos  7  un  barril  de  pólvora, 
pagándose  de  obras  públicas  7  gastos  de  justicia,  7  que  se  haga  so- 
br%|^Iorro  para  resgimrdo  de  los  hombres  una  casilla  de  teja. — El 
SrtfHPhte  Juan  de  R^as  encargado  de  la  compra  tomó  declara- 
ción al  maestre  Juan  Santos  7  Lope  Hernández  vecino  de  Sevilla,  7 
de  Benito  de  Yaiivan  paraque  declarasen  los  valores  7  dijeron  que 
dos  pasamuros  uno  que  se  llama* fraudas,  7  otro  que  fué  del  Galeón 
Santiago  váleme  45  ducados  de  Castilla,  7  el  quintal  de  pólvora  8 
ducados  7  que  esto  valen  en  este  puertw  en  España  500  rs. — 


(1)     Versos:,  ciGTlíL  especio  de  cañones  de  artiflcrfa  que  se  usaban  en 

aquella  época.  ^  '        ' 

28 


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_218— 
SI  gobernador  I>iegp  de  Ma2^^||ML  trajo  20  soldados  cotí  nm 
aroMfi  y  aroubucef,  ««uicion  y^^^^^^^y  mU  pieziie  de  artiJierfa 
gnieva«  en  8  demai^o  de  155Q^p||^^^neetriiido  ios  fratioeses  e( 
liveUo  y  se  nuAdó  que  todos  reedifícBrati  sus  casas  y  los  ap«iaeota^ 
ran. 

En  CaMfflb  de  24  de  abril  de  1556  presentaron  Juan  lie  Inea^ 
tirosa  y  Autopio  de  la  Torre  el  arancel  que  se  las  encomendó»  Csé 
aprobado  y  es  ooana  sigue — : 

^  iteales. 

Por  3  libras  de  pan  ciwabe ....» 2 

Por  una  Itbra  de  carne  de  puerco,  que  etf  la  cuarta  parte 
de  un  arrelde,  cocida  6  asada^ ••••....^ ^ 

Y  8«- fuera  co<^da  Ipie  den  tím  coles  6  calabazas  con  ello— 
Por  un^ IUm^^ carne  de  vaca • •••«••  ^ 

Que  déou2Q^^^^^>látano  ú  otra  fruta  de  la  tierra — 


i: 


un^lUM^^cari 
?i '  puemn  T^Ke 


^Id.  que  puemn  gfflKen  el  vino  que  dieren  eti  cada  aifO- 

a  seis  rs.  y  que  lo  midan  delante  de  la  persona  que  lo  comprare.—» 

ídem  por  una  pina  ..TH '^^¡t*  *  *  *  *  ^ 

ídem  por  doce  plátanos .  .5 ^^7. .  •  ^ .  •  *  •       1 

ídem  que  las  tales  personaa^cjiMBfen  de  comer  sean  obligadas 
&  dar  agua  á  los  que  comieren,  "fa  /pJMW  bitstare,  mesa  j  manteles 
limpios  devalde,  sin  llevar  para  ello  ínteres^^uno.^- 

Idem  que  si  alguna  persona  quisiere  ddflnr  en  las  tales  casas  de 
trato,  y  se  le  diere  una  hamaca,  lleven  por  cada  noche  un  real  y  si  no 
diesen  hamaca  nj  otra  cosa,  medio  real. 

ídem  que  si  las  tales  personas  que  asi  mismo  dieren  de  comer^ 
beber  y  tengan  peso  de  balanza  y  medida,  para  pesar  y  (pedir  lo  %ue 
asi  dieren  de  comer  y  beber—  ^  ^ 

ídem  que  los  susodichos  tengan  colgadas  este  arancel  H^tj/f^' 
blico  de  sus  casas,  en  la  pieza  ó  lugar  donde  dieren  de  comerc^ma- 
nera  que  todos  le  puedan  leer  y  entender— ,todo  bajo  pena  dp  tres  du- 
cados por  la  primera  vez  repartidos  entre  la  Cámara,  juez  y  denuo^ 
cíador,  y  porTa  segunda  doblados,  7  por  la  tercera  ea^z  ducados  y 
privación  del  trato  de  mesón. 

En  Cabildo  de  16  de  abril  de  155bi  se  abordó  poner  arancel  á  los 
zapateros  porque  pedían  caro  por  la  obra,  y  se  acoriló  en  ta  Sormm 


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siguiattte  medkuite  á  que  no  eran  Mhidos  ios  preeioi  de  cordobanei 

¡f  cueroa^-^-  

RealM. 


punt^HIMroce 


íiapaioa  de  ireoe  punt^HIMroce  se  Fendan  á 1# 

Zapatoa  de^ditoz  y  de  once    p^o». ••••  9. 

^s  de  oeho  7  ouefe  puntos ,....  9 

B  badana  ó  de  f  amma  d^  J^  á  13  Fy|ft|^  •  •  ^ 

¥  aíafldo  de  naeve  6  díei  puntos y^^  •  •  ^ 

Por  solar  unas  botas  6  anos  zapatos •••• 4 

Todo  bajo  pena  de  dos  pesos  de  oro» 

-    • 


BOCIIMBNTDilNEDITeS. 


Ra  llegado  á  nuestras  manos  por  M^f^K^m^únfíáñá  un  tomo 
«MUMMerito,  roído  de  la  polilla  j  tan  ac|^gada  la  encríeura  por  l^^- 
nedad,  inalv^|||É|'y  transcurso  dé  lo^Kropos,  que  en  muchas  panes 
no  hemos  poM^enteaderlo.  Se  dice  en  su  frontis  que  es  la  5.  ^  ^^ 
pía  de  las  apuntaciones  (f^^sohre  la  fundación  y  progresos  de  Iv^B 
na  de  la  Habana,  hizo  Hernando  de  la  Parra,  criado  del  Gobernada 
Juftn  Maldonado  y  continuadas  por  Alonzo  Iñí|^  de  Córdova,  cuyo 
Rbro  perteneció  después  á  Diego  de  Oquendo,  oonde  estuvo  olvida- 
do, bien  porque  no  sabia  su  importancia  6  porque  nunca  quiso  darlo 
á  ¿OBocer.  Los  antiguos  tenian  sus  caprichos  y  rarezas  en  esto  de  re- 
sellar notíeias,  y  de  ello  ha  resultado  la  pérdida  de  muchos  apuntes 
*  pMClcvlares' relativos  á  nuestra  ignorada  bbtoria.  Esperamos  sacar 
^^odo  el  partido  que  nos  sea  posible  de  estos  preciosos  documentos, 
^kj^ados  q«e  no  todo  sea  inteiigible'y  el  púbitco  encontrará  en  ellos 
notas  Anj  curiosas,  que  esplicaa  el  estado  de  civilización,  osos  y  eo»> 
tambres  de  esta  CHodad  á  ines  del  siglo  XVI  y  principios  éet  XVfT. 
£1  kagttfigia  lo  hemos  arreglado  i  la  época  en  que  escribimos. 

» J^..de  San  Cristóbal  vi  progresando,  no  obstante  Iosiae0a« 
venientes  de  piratas  y  el  poco  comercio^  Esta  peblaeion  se  está  cons- 
truyendo con  mucha  tnregularida4l^La  calle  Real,  (hoy  de  la  Amar- 
gura)  Inde  las  Redes,  (hoy  de  los  Oficios)  la  dsl  Sumidero,  (Imy   de 


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— 2^— 
(  O-Reiny)  y  la  del  Bosurero,  (no  hi  conocemos  pero  creemos  que  sea 
Ja  del  Teniente  Rey)  es  en  don^^M|y}rican  las  habitaciones  ell 
línea,  las  demás  están  plantadas  I^^^^^Kd^l  propietario,  cercadas 
ó  defendidas,  sus  frentes,  fondo^^^^^Hpcon  una  muralla  dobla 
•de  tanas  bravas.  Todas  las  easH^f^^^Kilia  son  de  paja  y  tablas  de 
cedro  y  en  su  corral  tienen  sem^jpdos  árboles  trutá\§9^  deque  resulta 
una  plaga  insufrible  de  mosquitos,  mas  feroces  que  los  Qg^aetilla, 
Me  han  asegu^^b  que  un  ,  Aanoebo  de  la  Nao  de  Antoa^uíz  fué 
víctima  de  empéñenosos  insectos.  Los  mueblas  consisten  qh  bao* 
coa  y  asientos  de  cedro  6  de  caoba,  sin  espaldar,  con  coatro  pies  que 
forran  en  lona  6  en  cuero  crudo,  que  por  io  regalar  es  el  lechó  de  la 
gente  poltt.  Los  poWadores  ya  acomodados  mandan  á  Castilla  el  éba- 
no y  el  granadino,  maderas  preciosas  que  aquí  abundan  y  de  allí  les 
vienen  construidos  ricos  dorinitorios  que  llaman  camas  imperiales. 
En  todas  las  salas  hay  un  cuadro  de  devoción  á  quien  le  encienden 
luces  por  la  noche  para  hacer  sus*  plegarias  ordinarias.  Las  familias 
se  alumMin  con  velas  de  sebo  qflie  es  abundante  en  el  país,  los  ricos 
usan  velonesr  qi^e  y^A|de  Sevilla  y  alimentan  con  aceite  de  olivas. 
Después  de  cerraUP^^jpe  nadi^  sale  á  Ja  calle  y  el  que  tieoe  que 
hipAMrlo  por  urgencia,  vá  acompañado  de  muchos  armados  yooA  liii* 
tenKs;  así  lo  ecsige  el  crecidolKmaro  de  perros  mojases  que  v&giin 

Ííbaros)  por  ellas,  y  el  atrevimiento  de  los  cima^MIs  que  vienes 
kjscar  recursos  en  lo  poblado. 
*  Los  utensilios  de  cocina  son  generalmente  de  ñerro,  aunque  loa 
indígenas  fabrican  cacharros  de  barro  que  prefieren  para  condimen* 
tar  sus  alimentos  pcMculares.  El  servicio  de  las  mesas  es  de  loza  de 
Sevilla  y  de  bateas  y  pintos  que  hacen  de  sus  maderas.  Los  vasos  de    ^ 
una  madera  beteada  que  llaman  ^buayacan)  son  hermot^os^  y  se  dice 
que  sus  leños  tienen  grandes  y  prodigiosas  virtudes  medicinales.  Las 
comidas  se  aliñan  aquí  de  un  modo  tan  estrañoque  repuguaal  prlo** 
cipio;  pero  habitáanse  luego  tanto  á  ellas  los  europeos  que  olvidan^ 
las  de  su  pais  y  les  dan  preferencia.  Una  reunión  de  carnes  fretcf^^ 
■aladas,  divididas  en  pequeños  trozos  que  hacen  cocer  con  áíversas 
núoes  que  estimulan  por  medio  del  pequeño  pimiento  cáasttco  (oji-ji* 
'  ji)  y  dan  color  con  una  semilla  (viji-ja),  que  vejeta  espontinesoAente 
hasta  en  los  corrales  de  las  casas.  Es  el  plato  principal,  po|{bo  decir 
el  (juico,  de  que  se  sirven  e^tos  primitivos  habitantes.  El  maiz  prepa^ 
radode  muchas  maneras,  es  tamMen  otro  de  los  alimentos  predilec- 
tos del  pais.  El  pan  de  casabe  es  insípido  y  desagradable  al  sabori 


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—Pul- 
pero la  eostumbrCf  6  mojürd^Of  la  necesidad,  nos  familiarizan  y 
iniij  breve  io  eiitoitu-:iii^^^^^^|te  j  nutdtiirQ.  Esta  grangerílt  se 
hace  en  los  cortijos  circ^^^^^^^  una  raíz  ven^K)8a  que  los  indí- 
genas llaman  (yu-cay).  '^'^Í^^IIh^b  ^^  hacen  i^or  t|iie  en  otros, 
ja  porque  no  le  eatracii  taíJioTn  purte  jugosa  de  la  plantn,  6  ja  por- 
que saben  templar  también  los  hornos  que  el  fuego  traf^aja  por  igual* 
j  quedan.!  fas  tortas  doradas  j  quebradizas  como  |KtÍzcochos  da 
Castilla*    "*  ._,  fT^ 

Esla  tierra  es  hermosa,  sus  campos  conservan  el  verdor  de  la 
primavera  todo  el  año,  haj  nguadas  buenas  j  abundantes,  los  gana- 
dos se  multiplican  prodigiosamente; -pero  hasta  ahora  jo  Sveo  en 
eUa  los  prospeetos  de  ricas  minas  con  que  se  alucinó  nuestra  imagt- 
oaeíon.  Si  los  projectos  en  que  fie  entiende  de  hacer  azúcar  j  de 
eoltivar  la  hoja  del  tabaco  prospera  en  la  Habana  elevada  úkjpiamen- 
la  al  rango  de  ciudad,  tal  vez  se  aumentará,  el  tráfico,  conT^venta- 
fasde  su  posición  geográfica,  se  hará  algún  dia^^mas  rica  ó  impor- 
tante de  las  colonias  de  S.  M.  en  el  Nuevo-! 


n  dia^^ma 


Deducimos  por  estas  apuntaciones  ote  el  pnmer  ingenio  de 
briear  azúcar  qoe  se  estableció  en  la  JlaMna,  fué  por  el  año  de  1595, 
«n  el  lugar  quTTI amaban  los  Cangrejos  (sin  duda  por  el  Horcon)j|^ 
!)«•  fué  de  un  taf  Vicente  Santa-María,  j  que  su  trapiche  producía  fl| 
tostante  melado  j  azúcar  terciado  (rapadura^,  mas  adelante,  ó  por 
el  prvtpio  tiempo  fundó  otro  ingenio  «Alonso  de  I^l^s  (el  menor)  e^ 
e}  paraje  qne  decian  los  Rancbitos  (donde  está  hoj  el  Tívoli),  luego 
éespues  se  levantaron  otros  por  el  Cerro,  Jesús  del  Monte,  la  Rinco- 
flida,  j  á  la  otra  banda  de  la  ribera.  Guaicanama  en  los  terrenos  de 
AtttoD  Recio  en  lo  que  hoj  se  llama  Regla,  fué  mas  tarde  j  construí* 
do  en  escala  major,  usando  buejes  para  dar  impulso  á  la  máquina 
pmtva  en  lugar  de  brazos  j  caballos  como  lo  hicieron  los  primeros.... 
Jpentimos  que  fakando  aquí  algunas  hojas  j  estando  otras  des- 
trozadas, no  podamos  continuar  esta  parte  descriptiva  de  nuestros 
ingenios  fundadores,  pero  veamos  adelante,  aprovechemos  este  trozo 
que  ha  respetado  el  insecto  devorador,  enemigo  de  ios  anticuarios. 

tan  escasos  los  azucareros,  j  tan  pocos  los  intelijentes  en  el 

arte  de  cocinar  el  jugo  de  la  caña,  que  los  moldes  se  evacúan  espon- 
táneamente j  el  azúcar  ya  cuajado  se  convierte  en  líquido..... 


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—922— 


9r.  diB  S*>^A|M  Blaao»»  Mur»  párroco  niM  oik^|^  4o  1« 
ifloiia  W^eftor  Son  ZK^ronao  de  ■q^tU^-  ^ 

Certifioo:  que  en  iino  de  les  libros  de  entierros  ^ueemp^éB  el 
•ño  det^ñé^  i  ff^as  30,  haj  uoe  partida  j  es  eemo  siguee-^Ea  1  f 
de  novi^bre  de  1788  i^  beoefieiados  de  esla  igltata«  eotet reren  ea 
eUaea  la  bóveda  de  los  sacerdotes^eraierpo  del  Ijdo«  D.  Juan  Mafia 
Montiel  Bustamante-,  Calderón  de  la  Berea,  Presbítero  capeHan  de 
esta  iglSft  de  121  aies  de  9d%d;  hiao  iestaeiento  ante  José  Ortis 
eseríbano  pá^ico^Jt  después  Codioilo  anUMi|(ttel  Portülo;  ee  k^tifo 
misa  de  cuerpo  J^fc^e  y  vigUia;  y  por  ser  digao  de  separo  ee  peeo 
la  siguiente  note  plH^^^P^^^  memoria: — fué  casado  cinco  veoeSf 

jHfeprímera  con  doñlí  LuTse  Agullar,  la  segunda  cea  deña  Ana  Zamo* 
ra,  la  tercera  con  doña  >Aía  Arañá«  la  cuarta  con  doña  Vielaote 
eco  y  la  quinta  con  doña  Beatriz  Obregon;  tuvo%  estos  MAtrimo»- 
nios  42  hijos  y  9  bastardos;  fué  de  venerable  preseAcia^y  mey  capóos 
cuando  murid  estaba  eon^poniendo  un  libro  de  alabanzas  4  Mario 
Santísima,  y  de  ^6  años  comj^uso  otro  de'difereaies  asuntos;  foé  el- 

^guaoil  mayor  de  este  arzobispado,  navegó  muchos  años;  £eá  reK^ioao 
de  San  Juan  de  Dios;  sabia  siete  lenguas;  fué  mayordomo  del  eoOr 
vento  de  Sta.  Ane,  escribano  de  cámara  del  Acaevdo  de  la  Beel  Aa- 
dteneie;  secretario  ^e  la  Contratacioa;  notario  mayor  de  la  reUgion 
de  Baa  Juhu  de  Dios;  se  ordenó  de  sacerdote  de  99  años;  eelchié 
hasta  el  fin  de  su  vida  y  murió  de  una  caída  que  dio  en  los  posadms 
del  colegro  de  San  Francisco  de  Paula  de  esta  ciudad.  Se  pue(^P>r- 
mar  un  poeblo  de  300  vecinos  con  sola  su  famiUa«^''^Coftuerda  oea 
911  original  du$. — í  4  de  febrero  de  1794, 


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—223- 


'41' 


PR^^^BLAClOBr 


dd  todas  las  ái8|yslclone]PRI9(  administrativas  y  ocoMoii- 
cas  publicadas  de  oficio  en  el  mes  de  agosto  áltiao* 


ih 


REAL  ÜNITERSIDiD  DE  L(  HABANA. 


Nos  ei  Rector  de  la  Real  Unwcrsidad  de  la  Habana. --A  ta* 

tíos  los  doctores  graduados  «n  la  facultad  de  medicitta  ^inaa  Univer^ 
BÍdadee  del  Reino,  hacernos  snbür:  que  en  esta  Renl  tnflremdad  ae 
halla  racaote  aotualiüeiise  unfi  phssa  de  C^^^Lico  Bupernumem- 
rio  de  la  facultad  de  medicinir  sm  dolncioifli^^ero  cuyo  títufo  ha^ 
iMÜta  para  optar  á  la  propiedad  7'  BustitusionlíZe  las  Cáeedrn^^t^fl 
misma  7  debiendo  proveerse  por  6.  M.  la  Reina  Nuestra  Señora  pré- 
yÍ9L  opoMCieOf  y  á  propuesta  del  fisoelehtísimo  señor  Viee^Real  Pro^ 
lector  de  n^te  establecimientOi  ha  acordado  el  claustro  gañera^ 
en  sao  de  l4|N*^ul^<^®8  que  se  le  confieren  por  el  V'l.in  general  de 
ttistrUccton  pública  de  esta  islay  ladePto.-Rioo  f  reglamento  da^ta 
t/iiÍTériidad,  Convocar  ^  tados  las. aspirantes  á.  la  citada  pieza,  ^k- 
do  el  término  de  cinco  meses  infprorogabies  contando  desde  esta  fe« 
cha,  para  que  los  candidatos  puedan  presentarnos  les  niemorías  dé 
que  haUft  el  artíeulp  144  y.  1^  de  los  citados  Plan  7  Regíanfento  f 
hacer  constar  las  calidades  que«se  les  exigen  jperel  143  del  primero^ 
qué  trasladamos,  con  los  anteriores  7  otros  que  se  han  eitimido  per* 
Uneates,  al  pié  del  presente  edietOf  ei  eoal  se  teerá  7  ^ará-es  esta 
fteal  Uifif eraidad  7  ett  las  de  ia  Península^  é  igualmente  se  pabltea« 
rá-eiitres  nisseres  eonsseiilivos  de  los  Biarioa  de  esta  capitel  jr  de  loe 
Departa'tnentos  de  esta  Isla  7  la^le  Puerto^ Rico.  A  CU70  tin  estando 
pi^semio  que  se  detereaine  la  euestion  sobre  la  cual  hayan- de  diser- 
lar  los  ofMsMores  en  las  indicadas  raeniories<  el  oliüstro  general  ba 
Smalado  la  llguiente:     - 

i^cfefrsMsar  por  ia  esfietietieifi  7  pof  la  obser?aeioti  ia  «Uided  f 


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—224— 

los  peligros  de  las   emisiones  ^aitirüiuj^^   dti  los   purgantes  eo  el 
tratamiento  de  la^nfermedadüs  i 


Indicar  por  Jos  autores  tarttQ^^^^^H|^Tio  modernos  y  según 
su  propia  observlRou  las  enfetti}0l^^^^n\e  debe  preferirse  uno 
de  estos  cíos  poderosos  medios. 

Sefialar  los  casos  eu  que  deben  emplearse  á  la  vez  esjtas  dos  me- 
dicacibnes.   4íBk 

Los  oposit^^  esplicarán  la  composición  normal  de  la  sangre 
'  y  de  las  bilis  y  de  las  diversas  alteraciones  de  que  son  susceptibles 
esos  dos  ñuidos. 

DadA^n  esta  Heal  Universidad  de  la  Habana  firmado  con  nues- 
tro nombW,  autorizado  con  el  sello  ma^pr  de  la  misma,  y  refrendado 
por  su  infrascrito  secretario  á  quince  de  Julio  de  mil  ochocientos 
ovafenta  y  cinco. — Domingo  L.  Somoza.-^oih  María  Velazquex^ 
ieeretario. 

Aríiculos  del  pla^gUnstruuion púkiica  dé  las  islam  dt  Cuba  y 
Ft^&'Rico^  9obre   oposiciones. 

143.— Para  ser  admitido  al  com;nr8o  te  exigirá  de  los  aspirante»: 

La  calidad  de  español  ó  haber  obtenido  carta  de  naturaleza  en 
jflb&tos  Reinos.  ^ 

£1  grado  de  doctor  en  ía  respectiva  facultad  por  dUllqoíera  Vni- 
veisidad  6  eoiegio  de  medicina  y  cirnjía  del  Reino. 

PnJn  atestado  de  moralidad  y  buena  conducta  dado  por  la'aato- 
riáad  fimoieipaL 

Ser  mayor  de  veinte  y  dos  años. 

NI»  haber  sido  condenado  á  penas  aflictivas  b  infamantes,  á  mé' 
nos  que  hubiese  obtenido  habilitación. 

144.— Los  ejercicios  consistí/án: 

L^  En  una  iffsertaeion  ó  memoria  escrita  (presentada  sin 
Bombre  del  nutor  que  constará  en  pliego  separado  y  sellado)  sobfe 
•I  punto  señalado  por  el  claustro  general  en  los  edictos  de  (;^vo- 
eaeion.  ^ 

2.  ® .    En  un  examen  público  de  dos  horas  á  cada  nspírattie 

•obre  su  propia  memoria  sienipre  que  esta  haja  sido  aprobada  peff 

-  los  jueces,  antes  de  abrir  el  pliego  que  debe  contener  íí  noaibre.de4 

aulor.  Las  memorias  qne  no  merecieron  afirobacieni  pepmAwocerán 


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—225— 

•a  la  secretaría  üe  la  UnirersiJad  á  disposioíou  de  Vas  personas  que 
]a8  liubiesea  presentad(i,JHfl||||y  se  devolverán  cerrados  ios  pife* 
goé  respectivos  en  que  ^^^^^^kibre  del  autor, 

3.®  En  una  espIfflij^^^^LHca  de  mediajj^a»  á  lo  menos» 
sobre  el  punto  qoe  entre  los^^iPóiencia  6  facultad  haja  cabjdo  en 
suerte  al  candidato  una  hora  antes,  durante  cujo  tiempo  permanece- 
rá incomunicado  en  ia  Biblioteca,  donde  se  le  suimnistrarán  los  ü* 
broa  y  demás  auxilios  que  necesite.  j 

Concluido  este  ejercicio  le  harán  los  demás  opositores  por  tiem- 
po  que  no  baje  de  una  hora,  ni  esceda  de  tres  las  reflexiones  que  juz- 
guen oportunas  sobre  la  materia  que  baja  trataiffi 

4*^  En  un  examen  publico  de  dos  á  tres  horas  sobral  ciencia 
ó  facultad  en  general,  y  sobro  la  pedagogia  ó  método  de  ens^anza. 

5.  ^  Los  aspirantes  n  supernumerarios  de  la  facultad  de  me- 
dietna  y  eirojía  tendrán  ademas  ios  ejercicios  prácticos,— •  En  el  pri- 
mero irán  acompañados  de  los  jueces  á  una  de  las  salas  4e  Clínica  6 
del  hospital  en  donde  estos  señalarán  á  cada  a^jttAOte  de  los  que  hu- 
biereii  de  ejecutar  en  el  mismo  dia,  un  eoferfl^  de  medicina  y  ciru- 
jía.  Acto  continuo  y  antes  de  separarse  de4a  cabecera  de  los  enfer^ 
mos  deberán  aquellos  hacerles  cuantas  preguntas  consideren  necesa- 
rias para  caracterizar  sus  enfermedades. 

En  segunda  trasladados  \ób  jueces  j  opositores  al  anfiteatro  es* 
pilcarán  lof  éctuaotes  los  respectivos  casos  en  todos  sns  periodos  con 
espresion  de  sus  causas,  del  4>agnóstieo,  pronóstico  y  curación,  es- 
poniendo por  último  el  estado  actual  de  loV  enfermos  y  maniíestai^|| 
lo  que  en  su  concepto  exijia  en  un  principio,  j  lo  que  requiere  hasta, 
el  fin  de  su  caraeion,  con  arreglo  á  lo  que  hubiesen  determinado  en- 
•us  pronósticos. 

Las  operaciones  quiríírjieas  áque  deban  someterse  los  enfermos 
las  practicarán  los  actuantes  sobre  un  cadáver  y  satisfarán  ademas  á 
las  preguntas  que  les  dirijan  sus  coop^itores  por  espacio  de  un  cuar- 
to de  hora  cada  uno. 

El  segundo  ejercicio  práctico  consistirá  en  preparar  en  el  espa- 
cio de  veinte  y  cuatro  horas  una  lección  de  anatomía  práctica  sobre 
el  punto  que  elija  de  los  tres  que  le  hubiesen  cabido  en  suerte. 

Dorante  este  tiempo  permanecerá  incomunicado  el  actuante  en 
la  sala  ó  pie7a  ^stinadaal  efecto,  donde  se  le  suministrarán  todos  los 

auxilios  nccesano4P^n^  ó  dos  ayudantes  discípulos  de)  primer  año. 

29 


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•22ft— 
Dt  lo$  eatedráticot  propittariou 


119. — El  sueldo  de  los  Catedr^^^^^toroporcionol  &  lósanos 
deaerfieio,  segiin  se  consideren  de^^^^^^ascenso  6  de  término. 

120. — Serán  de  entrada  todos  «^HRedráticos  que  no  Ue?en  do- 
ce años  de  enséname,  y  gozarán  el  sueldo  de  mil  pesos,  si  lo  fueren 
de  la  Universidad  j  de  seiscientos  si  del  Colegio. 

121. — Se  raputarán  de  ascenso  los  Catedráticos  que  lleven  mas 
de  doce  año»  y  menos  de  veinte  de  enseñanza,  y  disfrutarán  el  suel- 
do de  mil  quinientos  pesos  los  de  la  Universidad, 

ja^  Artículos  del  Reglamento^ 

IS7. — Concluido  el  término  prefi|ado  para  la  admisión  de  las 
nemorias,  nombrará  el  claustro  general  loe  seis  individuo»,  de  los 
cuales  han  de  aaóarse  por  suerte  los  tres  jueces,  cooforme  ai  artíenlo 
145  del  Plan. 

156. — Dentro  dj^un  mes  deberán  dar  estos  censuradas  las  me« 
morías,  con  su  inform^^otivado  que  se  presentará  al  cláu^U^  pani- 
Qiilar  para  su  aprobación. 

150.»Obtenida  esU,  convocará  el  Rector  á  clanstro  geiMfi^  pa- 
ra la  apertura  de  los  pliegos  cerrados  que  acompañen  á  las  memorias 
aprobadas,  j  conocidos  que  sean  los  ¿atores,  se  les  avisará,  si  resi- 
diesen en  la  Isla,  fijáadoles  el  dia  en  que  kan  de  empezsl^los  cíecel- 
clos,  que  en  ningún  caso  podrán  déferi/se  mas  de  na  mes.— Soa  os* 
yfeB.--Jssé  Marím  Velaxquez^  secretario. 


Capitanía  general  de  la  Isla  de  Cuba. — Gs^mius  müilar  de  bi 
Habana. — La  Reina  Ntra.  Sra.  se  ha  servido  dispensat  las  gracias 
Sfguienles. — Por  Real  óiden  del  mes  ante-próximo  j  consecuente  á 
otra  de  la  misma  fecha  se  ha  dignado  S.  M.  nombrar  subinspector 
en  propiedad  dhe  Medicina  y  c^fligia  del  Cuerpo  de  Sanidad  militar 
de  esta  Isla  al  Sr.  D.  Francisco  Alonso  y  Fernandez,  con  el  grado 
de  coronel  de  inCánteria. 

Por  otra  de  12  del  mismo  se  concede  igual  emplao  coa  destino 
á  la  isla  de  Puerto-Rico  al  Sr.  IX  Miguel  Pinet« 

Por  otra  de  19  del  repetido  oses  se  ha  dignado  S.  M.  noabrar 
gobernador  de  la  ciudad  de  Matanzas  al  Sr.  bri^dter  D.  José 
Falgnelras.  ^   ^ 


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—287— 
Por  irtra  de  90  del  propio  me*  te  ha  dignado  &  H.  aprobar  el 
•embraimeiito  interio^^|^^dbernador  de  la  villa  de  Gieafnegoe 
que  hizo  eau  capttaníi^^^^Hl  favor  del  Sr.  bfígadier  D.  Ramón 
María  de  Labra.  ^^^^^^ 

Por  otra  de  ^  de  maTHnumo  se  concede  mejora  de  retiro  al 
soldado  residente  en  Trinidad  D.  Domingo  Feliú. 

Por  otra  de  igual  fecha  se  concede  uso  de  uniforme  de  capitán 
del  regimiento  de  Lanceros  del  Rej  á  D.  José  Biqíl^lme  Már^vec 
ée  Pinares. 

Por  otra  de  33  de  dicho  mes  aprueba  S.  M.  el  nombramiento 
q  oe  para  la  comandancia  de  armas  de  la  villa  dd  Cobre  hiso  esta 
capitanía  general  á  favor  del  capitán  D.  Francisco  Moreno. 

Por  otra  de  2  de  junio  resuelve  S.  M.  que  continúe  desempe- 
^iíMido  #1  carro  de  director  subinspector  de  ingenieros  en  esta  Isla  el 
Escmo.  Sr.  mariscando  campo  D.  Mariano  Carrillo  por  el  tiempo 
máximum  de  Reglamento. 

Y  Analmente  por  otras  Reales  órdenes  de  24  de  mayo  j  19  és 
jiink)  se  aprueban  laMpropuestas^de  premios  de  constancia  á  favor 
de  varios  individuo^Vi  tropa  de  este  ejército. — Habana  y  agosto  3 
de  í8i5,r-^Ptdro  Esteban^  secretario. 

Cém4meUmeÍ4t  gentrél  de  ifonnii.— El  Escmo.  Sr,  Comandante 
fanat^de  este  apostadero  ha  dispuerto  sean  admitidos  en  el  Real 
Arsenal  negros  á  corrección,  debiendo  dirigirse  al  comandant§^de 
aquel  punto  los  amos  que  quieran  remitirlos  con  tal  objeto.         m§ 

Y  para  que  esta  determinación  tenga  la  debida  publicidad  ha 
mandado  8.  E.  anunciarla  en  los  diarios  de  Gobierno-  j  de  la  Marina 
por  tres  días  consecutivos,  tiabana  5  de  agosto  de  1845.-«-Jb#é  Mm^ 
ría  Pareja^  secretario. 


Sttniariadtl  g9hurm  ts^Kn^^tf  ds  fa  iafai  Ale  €M«w— Pje* 
«ed.idas  Im  farmaUdades  dispoestaMTla  Real  Cédala  relativa  á  in- 
vtentos  artísticos,  ha  tenido  á  bien  e^scmo.  fir.  Presidente  CMmt- 
sadar  y  capiAn  geaeral  espedir  la  correspondiente  por  einco  aftes 
j&  D.  6.  H«  Reattj,  natural  de  los  Estados-Unidos,  para  el  uso  de  tin 
apáralo  q«e  ba  inventado  para  quemar  el  humo  j  los  gases  de  toda 
oíase  de  máquinas  de  vapor,  oon  la  oláusula  de  que  esta  gfsda  m^  j 
se  entienda  sin  pcijuioie  de  tercero  en  el  caso  de  que  este  pruebe  eo 


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—228— 
|08  tribunales  establecidos  ser  falsos  los  datos  en  que  se  apogró  el  íih 
teresado  para  conseguirla,  dísponi^|^|^klQnente  S.  E.  se  ammoie 
al  público   para  su  conoctmiento,-^^^^^^6  de  agosto  de  1846.— 
Miguel  María  Panlagua, 


falsos  los  datos  < 
poni^i^l^Lloic 
nto,«^^^^^B6 


Secretaría  del  gobierno  superior  civil  de  la  itUa  de  Cuba, —  El 
Esemo.  Sr.  Gobernador  7  capitán  general  ha  di^pnesto  se  dé  publici- 
dad al  siguiente  decreto  espedido  por  el  gobierno  de  Méjico,  j  el 
cual  ha  sido  comunicado  á  S,  E.  por  el  Sr.  ministro  plentpotendario 
de  S.  M«  cerca  de  aquella  república. — Habana  9  de  agosto  de  1845.— 
Miguel  María  Paniagua, 

Ministerio  de  Hacienda. — Sección  primera. — El  Esemo.  Señor 
Presidente  interino  de  la  república  se  ha  servido  espedir  el  decreto 
que  sigue:  ^ 

''José  Joaquin  de  H'rera,  general  de  dÍFÍaion  j  presidente  ie- 
terino  de  la  república  mejicana,  á  los  habitantes  de  ella,  sabed:  Que 
conforme  á  lo  dispuesto  en  el  aif  ículo  1  f  jb  la  lej  de  22  de  Mare- 
ro de  1832,  he  tenido  á  bien  decretar  lo  sigMinte: 

Art.  1  f  Se  declara  cerrado  al  comercio  estrangero  7  al  de  es- 
cala 7  cabotage,  el  puerto  de  San  Juan  Bautista  de  Tahasco. 

Art.  2  f  Esta  declaración  comenzará  á  tener  eí^cto,  respecto  á 
los  buques  estrangeros,  á Tos  d^s  meses  de  publicado  este  d^eto  en 
la  capital  de  la  República,  7  para  Ibs  nacionales  desde  el  día  25  del 
vm  actual. 

Por  tantO)  mando  se  imprima,  publique,  circule  7  se  le  dé  el  de- 
bido cumplimiento. — Palacio  del  gobierno  nacional  en  Méjico  ál2 
de  julio  de  18^5.«— José  J.  de  Herrera.— A,  D.  Luis  de.la  Rosa.— 
Es  copia. — Bermudez  de  Castro. 

^  Secrefaríkdel  gobierm^gf^iorcivilde  laiilade  Cuba, — Pre- 
cedidas  las  formalidodea  dis^mtas  en  la  Reel  Cédula  relat¿?a  Á  io- 
▼eotostirtístieos,  ha  tenido  áy^ien  el  Esemo,  Sr.  Presidente,  Gober- 
nador 7  capitán  general  espedir  la  correspoadieote  pbr  15  años  4  D« 
Pedro  Geoffro7  Saint  Amant,  Vecino  de  Santiago  de  Cuba,  para  el 
uso  esolusifo  de  un  proceder  ú  operación  química  que  ha  inveatado 
con  aplicación  4  fabricar  reías  mu7  superiores  á  las  de  cebo,  con  afta 
sustancia  oleosa  de  las  semillas  de  tres  plantas  del  suelo  de  esta  Isie; 


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Cfm  la  tíímwAn  de  que  esta  gracia  es  y  te  entiende  sin  perjaicio  de 
tereero,  en  el  caso  de  que  e|mmiebe  en  los  tribunales  establecidos 
ser  lalsos  ios  datos  en  qu^^^^Bó  el  interesado  para  conseguirlas 
disponiendo  igualmente  S^^^^Hiuiicie  al  público  para  su  conoci- 
miento. Habana  9  de  sgosto  c^tc45. — Miguel  Maria  Panlagua. 


Real  ^r^en.— -Ministerio  de  Hacienda. — Ultramar. — Escmo.  Sr.: 
—Enterada  fl.  Id.  la  Reina  de  un  espediente  remitido  por  la  dirección 
l^eral  de  aduanas  por  el  que  aparece  que  á  la  llegada  á  Mallorca 
de  la  polacra  española  Colombus  procedente  de  ese  puerto  con  esca- 
lden Vfgo  7  Alicante,  declaró  su  capitán  1,000  cierros  sobrantes  de 
12,0007  12  ruedas  de  cagetillas  que  habia  embarcado  como  partida 
de  rancho  y  asimismo  que  á  la  llegada  á  Alicante  habia  declarado  - 
dicho  capitán  un  sobrante  de  7,200  cigarros  7  12  ruedas  de  cageti- 
lias,  lo  que  demuestra  que  solamente  consumió  en  su  navegación 
4,800  tabacos,  7  los  6^200  restantes  y  los  <fP|garrilIos  en  la  travesía  de 
Alicante  á  Mallorca  revelando  esceso  tan  desproporcionado  que  se 
«imete  fraude  con  perjuicio  de  la  Renta;  ha  tenido  á  bien  mandar, 
conformándose  con  lo  propuesto  por  la  referida  dirección  que  las 
aduanas  de  la  Península  7  de  las  Baleares  cuiden  de  exigir  los  dere.^ 
chos  de  los  tabacos  sobrantes  de  los  ranchos  de  los  buques  á  su  arri^^^ 
bo  á  los  puertos;  7  que  V.  E.  disponga  que  no  se  permita  embarcar 
fuera  de  registro  partida  que  esceda  (^1  probable  consumo  de  las  tri* 
pnlaciones.  De  Real  orden  lo  comunico  á  V.  E.  para  los  efectos  cor- 
respondientes. Dios  guarde  á  V;  E.  muchos  años.  Madrid  30  de  n^ 
70  de  1845.— Alejandro  Mon. — Sr.  Intendente  de  la  Habana.  Y  por 
disposición  del  Escmo.  Sr.  Intendente  de  ejército  superintendente 
general  delegado  de  Hacienda  se  pnblica  para  general  inteligencia. 
Habana  9  de  agosto  de  1815.— Ji^a^utit  Campuzano. 


Real  orden. — Mitíisterio  de  H^Bj»^. — Ultramar. — Escmo.  Sr: 
— El  Sr.  ministro  de  Hacienda  diceü^^al  director  general  de  adua. 
nas  lo  siguiente: 

"He  dado  cuenta  á  S.  M.  la  Reina  de  la  esposicíon  en  que 
varios  comerciantes  de  la  Habana  se  quejan  de  los  perjuicios  que 
▼an  á  seguirse  á  aquella  marina  mercante  por  la  pequeña  diferencia 
qae  ba7  en  las  conducciones  en  bandera  nacional  7  estrangers  á  con- 
1  de  la  Real  orden  de  24  de  ma70  del  año  anterior  circulada 


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por  esa  direoeion  general  de  27  de  noTtembre  del  ntisBio,  j  muy  par^ 
ticularmente  en  las  de  algodón  eiw^na,  j  S«  M.  teníeodo  preeeote 
lo  informado  por  V.  S.  se  ha  seriHHftkurar  que  dieha  Real  órdeo 
no  se  refiere  al  derecho  que  debe^^HPísu  introduoción  el  algodón 
en  rama;  procedente  de  América^Ripecto  de  cajo  ariíoolo  rige  la 
Real  orden  de  6  de  mayo  de  1634  á  consecuencia  de  lo  dispuesto  en 
el  adicional  á  la  \ej  de  aduanas  y  aranceles  de  9  de  julio  de  1841. 
De  Real  orden  lo  digo  á  V.  8.  para  su  conocimíentogr  efeclM  con- 
siguientes á  su  cumplimieQto. — De  la  propia  érden  comunicada  per 
el  espresado  señor  ministro  lo  traslado  á  V.  E.  para  su  iateügenoia. 
Dios  guarde  á  ^  E.  muchos  años.  Madrid  10  de  junio  de  1845^-- 
£1  sub-secretario  Manuel  de  Sierra.-* Sr.  intendente  de  la  lAibana.** 
Y  por  disposición  del  Eacmo.  Sr.  Intendente  de  ejéreilOy  tiipe^ 
rintendente  general  delegado  de  Hacienda,  se  publica  para  general  in- 
teligencia.— Habana  9  de  agosto  de  1845, — Joaquín  C(tmpu%n^t 
secretario.  ^ 


Secretaría  del  gobierno  euperior  cÍ9Íl  de  la  isla  de  Oaft^i**— Pr«> 
cedidas  las  formalidades  dispuestas  en  la  Real  Cédula  relativa  á  in< 
rentos  artísticos,  ha  tenido  á  bien  el  Escmo.  Sr.  Préndente  Gober- 
nador y  capitán  general  espedir  la  correspondiente  por  cinco  años  4 
D.  Dionisio  Leprince  para  el  uso  esclusivode  iinoe  aparatos  que  de- 
sea  introdocir  para  dedicarlqi  á  la  limpieza  de  letrinas  y  sumideros, 
y  tambieu  para  eátablecer  letrinas  movibles,  con  la  cláusula  de  qqe 

«a  gracia  es  y  se  entiende  sin  perjuicio  de  tercero  que  este  pruebe 
los  tribunales  establecidos,  ser  falsos  los  datos  en  que  se  apoyé  el 
Interesado  para  conseguirla:  disponiendo  igualnenteS.  E.se  ananeie 
al  público  para  su  conocimiento.  Habana  15  de  agosto 'de  1S4S.— 
Miguel  Marta  Paniagua. 


Secretaria  delgobienioá^pior  civil  de  la  isla  de  Ctf6a«— Sien- 
do urgente  construir  6  dei'r^^la  casa  situada  en  la  calle  de  Manri- 
que cérea  de  la  Cañada,  la  cual  quedó  por  bienes  de  la  morena  Ubre 
Andrea  Quintana,  que  falleció  en  la  casa  de  mugerea  dementes,  ha 
dispuesto  el  Esomo  Sr.  Presidente  Gobernador  y  capitán  general  qaa 
los  cointeresados  en  dicha  finca  se  presenten  al  Eacmo.  Sr.  Redar 
de  la  Beneficencia  en  el  término  improrrogable  de  ocbe  días,  para  a- 
eordar  su  derribo  y  venta,  cuyo  valor  se  aplique  á  loa  intarapadet  sí 


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—381— 
Itm  huU0r6  en  la  foma  qne  oor responda,  en  el  concepto  qae  trant* 
onrrido  diebo  término  sin  verificarlo  se  bará  aquel  por  cuenta  de  la 
Real  Casa,  á  cojo  faror  se  ^Hk^  el  producto  de  los  escombros  y 
terreno.  Habana  7  Agosto  lüVRslo.— Jli^tie/ ifaría  Pamagua. 


&aiiA€tt6la  del  Sm jio.  Sr«  P.  daréttüao  Valáéi. 


Don  Juan  de  Entralgo^  del  consejo  de  8.  Jf.,  su  sectario  honorario^ 
escribano  publico  del  número  y  Real  Colegio  de  esta  Ciudad  óc. 

CERTIFICO:  Que  en  el  espediente  formado  para  tomar  reti- 
dencla  al  Escmo.  Sr.  D,  Geronimd  Taldés,  por  el  tiempo  que  de  em* 
peít^  el  gobierno  de  esta  Isla  7  la  presidencia  de  sus  dos  Reales  Au* 
diencias,  asi  como  á  sus  asesores  7  secretarios  de  Gobierno,  se  pro* 
nuncio  por  el  Illmo.  Sr.  Regente  D.  José  Mario  Sierra  la  sentencia 
ea7o  tenor  y  el  de  la  resolución  del  Supremo  tribunal  de  Justicia  en 
so  sala  de  Indias  son  como  sigue. — En  la  siempre  fidelísima  ciu  lad 
de  la  Habana  en  22  de  Febrero  de  1845:  el  Itlmo.  Sr.  D.  José  Maríi 
Sierra,  del  Consejo  de  S.  M.,  ministy  honorario  del  Supremo  tribunal 
de  JusticiSi^egente  de  esta  audiencia  Pretorial.  Habiendo  visto  su 
Srta.  lUma.  estos  autos  formados  para  tomar  residencia  al  Escmo:  Sr. 
D.  Gerónimo  Yaldés  por  el  tiempo  que  desempeñó  el  empleo  de  Go- 
bernador político  de  esta  ciudad,  la  capitanía  General  de  la  Isla  7  la 
presidencia  de  las  audiencias  de  la  misma,  como  tambien*de  los  ase- 
sores 7  secretarios  de  Gobierno,  que  hubiesen  consultado  7  actuado 
durante  la  época  de  su  mando,  dijo  su  Sria.  Illma:  que  no  resultando 
del  mérito  de  autos  cargo  alguno  que  hacer  al  Escmo.  Sr.  D.  Geró* 
nimo  Valdés,  en  la  información  secr||koue  se  ha  practicado,  ni  de- 
ducidose  demanda  alguna  pública,  tle^yii^  el  infrascrito  Sr.  escriba- 
no dá  fé;  7  apareciendo  comprobado  el  tino,  buen  nlanejo  7  compor- 
tamiento con  que  se  ha  conducido  dicho  gefe  en  el  uso  del  mando 
que  ha  ejercido  en  esta  Isla  por  los  espresados  conceptos,  debia  de 
declarar  7  declaraba  al  referido  Escmo.  Sr.  D.  Gerónimo  Valdéí,  no 
solamente  libre  7  exento  de  todo  cargo  en  este  juicio  de  residencia, 
sino  también  que  ha  sido  buen  servidor  de  S.  M.  correspondiendo  4 
su  soberana  confianza,  7  haciándose  acreedor  á  las  consideracioifes* 


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—232-. 
de  10  Supremo  Crobíerno,  señaladamente  por  su  celo  y  mudio  des^ 
interés  7  pureza;  7  asimismo  debia  declarar  libree  también  de  toda 
responsabilidad  á  los  asesores  que  ^^aM^íí  haberle  consultado  única- 
mente, 7  que  lo  hanjsido  los  señores^^^osé  Maríi^  Pinazo,  D.  José 
María  Parejo,  D.  Pedro  María  FerDandezViIlaverde,D.  J<»8é  Laguna 
7  Cañedo  7  D.  Blas  O^és,  7  á  los  secretarios  de  Gobierno  Teniente  co- 
ronel D.  Gabriel  Granados,  Coronel  D«  Francisco  Solano,  7  capitán  de 
nd?ío  de  la  Armada  D.  Francisco  Garnicaí  contra  todos  los  cuales  tam. 
poco  ha  resultado  el  mas  lijero  cai^  en  el  desempeño  de  sus  respec- 
tivos oficios.  Elé^^nse  estos  autos  íntegros  7  originales  al   Supremo 
tribunal  de  Justid^en  la  forma  debida  para  la  aprobación  ó  reforma 
de  este  proveido,  notificándose  7  emplazándose  á  las  partea,  7  sacán- 
dose testimono  de  todo  lo  actuado  que  se  reserrará  hasta  su  oportu- 
nidad, siendo  de  oficios  las  costas  que  se  han   ocasionado.  Que  por 
esta  su  sentencia  definitivamente  juzgando  asi  lo  prove76   mandó  7 
firmó  por  ante  mí  el  infrascrito  Escribano  de  que  do7  f¿. — José  Ma- 
|r^  ría  Sierra. — Ante  mí,  Juan  de  Entralgo. 

En  los  autos  de  la  residencia  secreta  tomada  por  el 
-  ^^„»..        Regente  de  la  Real  audiencia  Pretorial  de  la  Habana 

Jl^        ^^^        SEÑORES.  r^      -r        é    ■m.m       /       «• 

^^■i  ^H^  D.  José  María  Sierra,  en  virtud  de  Real  cédula  eape. 

^P  ^f    El  Presidente*  dida  en  23  de  Setiembre  del  año  pasado,  á  D.  Geróni- 
mo Valdés  del  tiempo  que  sirvió  el  empleo  de  Gober- 
nador de  la  Habana,  7  á  sus  asesores  gerib^ies  7  se- 
creftrios  de  Gobierno:  dijeron  los  señores  Presidentes 
del  Tribunal  Supremo  7  Magistrados  de  la  Sala  de.  In 
dias  del  mismo  se  confirma  la  sentencia  dada  por  el  juez  comisiona- 
do en  veinte  7  dos  de   febrero  de  este  año,  con  declaración  de  que  las 
eostas  causadas  en  este  Supremo  Tribunal  son  de  oficio.  Póngase  es. 
ta  sentencia,  en  la  forma  de  estilo,  en  noticia  del  Gobierno  de  S.  M. 
para  los  efectos  convenientes.  Así  lo  prove7eron  7  rubricaron  en  Ma- 
drid á  cinco  de  Ma7o  de  mil  rf^^ientos  cuarenta  7  cinco. — Ha7  cin- 
co rúbricas  de  los«m¡nÍ8tros  anotados  al  margen.— Licenciado,  Leita. 
Y  para  su  publicación  en  el  Diario  de  Gobierno  de  esta  capital 
libro  la  presente.  Habana  13  de  agosto  de  1845. — Juan  de  Entralgo. 


8  ala  delndias. 

8EÍ90RES. 

El  Presidente 

Castejon. 

Govantes. 

Villodres. 

Bilvela. 


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Eli  tesion  celebrada  anocne  bajo  la  presidencia  del  Escmo.  Sr. 
Gobernador  Superior  ci?il,  Capitán  general  D.  Leopoldo  O-Donnell, 
•6  procedió  á  las  elecciones  de  los  Sres.  Diputados  en  las  ciudades  j 
pueblos  litorales  y  centrales;  j  observados  las  formalidades  que  pres* 
cribe  la  Real  Cédula  de  erección,  resultaran  elegidos  por  la  suerte 
en  el  orden  que  van  designados. 

Cuba.-^l}.  Tícente  Salazar,  diputado. — D.áNicolas  Trevllhi, 
teniente, 

Bayamo. — D.  José  Feliú,  diputado. — D.  Francisco  Puig»  te* 
niente. 

£íafi  Juan  de  los  Remedios, — D.  José  Rafael  Fernanda,  dipu- 
tado.—D.  José  Antonio  Cirera,  teniente. 

Puerto-Príncipe. — D.  Ci/fo9  Varona  y  de  la  Torre,  diputado. — 
D«  Saturnino  Cnrrias,  teniente. 

8anii^8p(ritu. — D.  Patricio  Estulay,  diputado.— D.  Manuel  de 
Castro  Pera,  teniente.  ^^ 

Trinidad, — D.  Gregorio  Zulueta,  diputado. — D.  Juan  ManelleJ^^ 
teniente.  •         ^^ 

Villqje  Santa  Clara. — D.  Joaquin  Machado  Pérez  de  Cor- 
cho, dipulQk — D.  Narciso  Oms,  teniente. 

Matanzas. —  D.  Simón  OñatívÍH,  diputado. —  D.  Agustín  de 
Ibarra,  teniente. 

Santiago.^D.  José  Cortada,  diputado,— D.  Francisco  Hernán- 
dez Diaz,  teniente. 

Cienjuegos, — D.  Ramón  Menacho,  diputffdo. — D.  Antonio  Acea 
teniente.  , 

Nueviias. — D.  Domingo  Eatraviz,  diputado. — D.  Cecilio  Sua- 
rer,  teniente. 

B^ural. — D.  Agnstin  Otero,  diputado.— D.  Juan  Tomás  del 
Calvo,  teniente. 

ManzanMo.* — D.  Antonio  Mayol,  diputado. — D.  Rafael  Alva- 
res, tBoiente. 

8agua  la  Grande. — D.  Ramón  Iglesias,  diputado, — D.  Fran- 
cisco Martin  Rodríguez,  teniente. 

Cárdenas. — D.  Jean  Pallimonjo,  diputado. — D.  Inocencio  Ca- 

sanova,  teniente. 

30 


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—234— 

Mariel, — D.  Wuldo  P.iscuul,  diputado. — D.  Antonio  Regalado 
"^  González,  teniente. 

^  Habana  15  de  Agosto  de  l845A|Antonio  María  de  Escovedo, 

r  fiAcri>tar¡o.  ^^^ 


[ 


secretario. 


En  sesífin  de  la  Real  Junta  de  Fomento  de  Agricultura  y  Comer- 
cio celebrada  en  12  de  Junio  anterior,  bnjo  la  presidencia  del 
Escmo.  Sr.  Góberiiadon  Superior  Civ.il,  capitán  general  D.  Leopoldo 
O-Donnell,  se  trató  del  reempbr/.ít  del  empleo  de  consiliario,  vacaa- 
te  por  la  ausenci^á  Ultramar  dul  Escmo.  Sr.  Conde  de  Casa- Bayona, 
y  acordado  que  oorrespondia  desempeñarlo  á  su  teniente  el  Escmo. 
Sr.  Marques  de  Eisteva^  no  podiendo  llenarse  la*  resulta  con  el  tercero 
déla  cuaterna,  que  fué  elegido  para  otro  empleo,  ni  con  el  cuarto 
que  sCi^écuáó  por  junta  causa,  se  convino  en  la  necesidad  de  otra 
elección  para  proveerla,  y  en  sesión  de  14  del  corrientCi  precedidas 
las  formalidades  prescritas  en  la  R^l  Cédula  de  erección,  resultó 
nombrado  para  teniente  de  S.  E.  el  Sr.  D.  Miguel  Arango  y  Queaii* 
da.  HabaHa  lo  de  Agosto  de  1845. — Antonio  Muría  de  Esoovedo. 
secretario. 


^Capitanía  General  de  la  isla  de  Cuba^ — Gobierno  militar  d^ 
la  Habana, —  Restablecido  de  la  penosa  enfermedad  padecida  por  el 
Illrao.  Sr.  D.  Antonio  Armero  y  Peñaranda,  Auditor  «ÉAflS^ierra  de 
esta  Capitanía  General  reasumirá  mañana  el  despacho  ue  la  Ándito- 
i^Adeque  fué  encargacip  interinamente  durante  su  imposibilidad, 
el  Ldot  D,  Francisco  Javier  de  la  Cruz,  lo  que  se  anuncia  al  público 
de  orden  del  Escmo,  Sr.-Éfapitan  General  á  los^iefdctos  que  conven- 
gan* H'ibaoa  y  Agosto  17  de  1845. — Pedro  Esteban,  secretaiiou 


CemUion  provincial  de  instrucción  j^iaiarúi.*— Halláadose  va- 
cante la  escuela  primaria  del  pueblo  de  Guanajaj,  se  avisa  al  púbUr 
DO»  para  que  los  profesores  con  título  hábil  que  quieran  encoj^gars^  de 
eu  dirección,  se  presente  por  medio  de  la  Secretaría,  sita  eala  oall^ 
de- Sea  I^oaeio,  numero  51.  Habana  17  de  Agosto  de  1845.*^o8é 
Miguel  Rodríguez,  vocal  secretario.  ^ 

Contaduría  Real  de  diezmos  del  Obispado  de  ta  Habmsa^^^Hm.*^ 
biéiidose  servido  aprobar  el  Escmo.  Sr.  Goberaador  y  Capícan  gene- 
ral, Vice  Real  Patrono  con  consulta  del  Sr.  Asesor  ireneral  primevo^ 


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— 23í>— 

«I  furittujario  para  las  cueiüiía  de  iiiayord«>míiifc  de  f^biiciis,  de  les 
i^leíiias  de  cátus  diócesis  formado  por  esta  contaduría  disponiendo  S. 
£.  que  eii  lu  sucesivo  se  arnjrfen  á  él  los  mayordomos  encargHdot: 
ve  anuncia  al  pijidico  de  ón^ffdei  mismo  Escmo.  Sr,  haberse  verifi- 
cado la  impresión  de  aquel  furiiiulario  para  que  llegando^  noticia  de 
dicbos  mayordomo»  se  provean  de  e»a  precisa  instrucion  y  no  pue- 
dan alegar  ignorancia  en  lo  adelante.  IlabaDa  23  de  Agosto  de  i§45. 
—José  Miguel  Rodriguez. 


REAL  ORDEN.  .      , 

Escíiio.  Sr:  He  dado  cuenta  á  la  Reina  (Q.  B.  G.)  de  la  carta 
deV.  E.  numero  I76G  y  del  espediente  testimoniado  que  con  ella 
acompaña  relativos  una  y  otro  á  las  dudas  ocurridas  sobre  la  inteligen- 
cia y  latitud  que  deba  darse  al  nrt.  6.  ^  del  Real  Decreto  de^  de  Se- 
tiembre de  1842,  respecto  ala  exenci(.n  de  diezmar  en  eí  espacio  de 
cjuiüce  años,  que  por  él  fué  co!^edid#  á  los  nuevos  pobladores  que  se 
establezcan  en  la  lela  y  á  los  rmuradt»res  de  sus  terrenos  incultOF,y  eii 
su  vista  aprobando  S.  M.  el  acuerdo  de  la  junta  de  autoridades  de  lu 
propia  Isl  I  para  su  mas  geniiina  inteligenria  se  ha  servido  declarar, 
qi.ela  conce^sion  lieclia  por  el  citado  art,  ü.  ®  sojo  comprende  á  loi 
roturadores  y  plantailores  tl«-.  terrenos  montuosos  é  incultos  á  los  cua- 
le.M  fué  su  augurio  ánimo  pnmiar,  indcmiiizar  y  ai?n  alentar,  por  el 
trabajo  yga^os  que  en  ello  empleasen,  pero  que  no  debe  ctmbiderar- 
so  estensiva  dicha  gracia  k  los  terrenos  c  ti  que  no  buya  descuaje  6 
desmonte  y  por  lo  mismo,  aun  cuando  á  la  sazón  de  meterlos  en  la- 
bor, no  estén  cultivados,  sea  fácil  y  pocodbtoso  su  cultivo,  en  cuyo 
caso  su  ntoyor  feracidad  compensa  superal^dantemente  los  afanes 
y  anticipos  del  labrador;  y  que  esta  resolución  se  entienda  aplicable 
tanto  á  los  terrenos  de  corta  como  de  mucha  estension,  toda  vez  que 
en  ellos  concurran  las  espresadns  circunstancias  según  las  cuales  se 
considerarán  comprendidos  bien  en  el  arL  5.  ®  ó  bien  en  el  6.  ^  del 
niencíonado  Real  Decreto.  De  orden  de'S,  M.  lo  comunico  á  V.  £, 
para  su  in#1¡gencia  y  cumplimiento.  Dios  guarde  á  V.  E.  fnuchos 
ños.  Madrid  97  de  Junio  de  1845. — Alejandro  Mon. — Sf .  IntenJernta 
de  la  Habana.  ^ 

T  habiéndose  dado  cuenta  en  junta  de  Autoridades  superiores 
de  esta  Isla  por  su  acuerdo  y  de  orden  del  Escrao-  Sr.  Superinten- 
dente general  delegado,  se  publica  para  general  inteligencia.  Tlabona 
28  de  Agosto  de  1845-»  Joaquín  Campuzano. 


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REAL  AUDIENCIA  PRETORIAL  DE  LA  HABANA: 

Cireular.'^El  Real  Acuerdo  de  estf  Audiencia  Pretorial,  á  con- 
pecoencia  del  espediente  formado  con  motivo  de  la  visita  6  examen 
de  las  eacribanÍM  públicas  sujetas  i  su  jurisdicción  con  el  fin  de  traé- 
ladar  á  Ateas  Reales  todo  género  de  depósitos  judiciales,  ha  tenido  á 
bien  proveer  el  auto  siguiente: 

sEffoys. 

Regóte.' 
Sandoval. 
Sr.  Fiscal. 
,  Olivares. 


^|0] 

JFpoi 


'*Eln  la  siempre  fidelísima  ciudad  de  la  Habana  i  21 
de  Afoslo  de  1845  reunidos  en  acuerdo  ordinario  los  ae- 
ñores  Ministros  de  esta  Audiencia  Pretorial  que  al  mar- 
gen se  espresan,  dijeron:  Que  sin  perjuicio  de  las  dispo- 
siciones adoptadas  en  los  espedientes  respectivamente 
formadorpsra  cada  ana  de  las  escribanías  de  la^Capital,  y  de  que 
aquellas  se  ejecuten  con  puntua|giad,  trasladándose  á  Arcas  Reales 
por  los  respectivos  juzgados  las  suma^ue  se  hallen  en  poder  de  al- 
gún escribano  ó  de  persona  particular,  debian  mandar,  y  mandaron, 
que  en  todo  el  pisteito  jurisdicional  se  guarde  y  cumpla  lo  dispuesto 
ir  la  Real  cédula  circular  de 24  de  agosto  de  1799,  mandada  observar 
por  la  Audiencia  de  Puerto-Príncipe  en  16  de  setiembre  de  1828  y  rei- 
terada en  auto  acordado  de  8  de  agosto  de  1842  quoen  consecuencia 
los  jueces  y  asesores  bajo  su  responsabilidad  provean  y  c(y^|ten,  que 
en  todos  los  pleitos  y  causas  de  su  conocimiento  se  traslX^  á  Arcas 
tteales  dentro  de  diez  dias  precisos,  cuantas  sumas  existan  en  manos 
de  cualquier  escribano  ó^grsona  de  cualquier  ciase  y  condición,  que 
procedentes  de  dichos  fHI^*  Y  causas  no  hayan  llegado  todavía  á 
las  de  acreedores  6  legítimos  partícipes,  dando  cuenta  á  esta  supe- 
rioridad de  haberlo  así  veiifícado;  que  esto  mismo  guarden  y  cumplan 
con  todas  las  cantidades  que  en  lo  sucesivo  tengan  entrada  en  sus 
juzgados,  y  que  se  publique  y  circule  4  quienes  corresponda  este  auto 
que  se  insertará  en  contestacioít'  al  Sr*  Capitán  General  Presidente  y 
álos  comisionados  para  la  visita,  de  todo  lo  que  certifico.  A  es. — Re« 
(ente. — Sandoval, — Regino  Martin — Es  copia,  Regine  Mariim^  se- 
cretario. ^ 


Superintendencia  General  de  Real  Hacienda» — Autorizado  el 
Escmo«  Señor  Superintendente  delegado  de  Hacienda  por  Real 
orden  de  27  de  Junio,  para  el  nombramiento  de  persona  que  desedl- 


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—237— 
peñ%  bajo  la  competente  ñanza  la  contaduría  de  obvenciones  de  es- 
te Obispado»  asi  como  para  recolectar  la  cuarta  correspondiente  á 
la  Mitra  cufo  total  importe  debe  ingresar  en  Arcas  Reales  en  virtud 
de  lo  dispuesto  por  S.  M.;  jr-*mediante  también  la  aquiescencia  mani. 
festada  por  el  Esemo.  é  Illmo.  Sr*  Arzobispo  Administrador  de  esta 
Diócesis,  se  ha  servido  dicho  Escmo*  Sr.  Superintendente,  nombrar 
para  que  desempeñe  en  comisión  dichos  encargos  al  contador  de| 
Monte  de  Piedad  D.  Manuel  Carvajal.  Y  de  orden  de  S.  E*  se  anun- 
cia al  público  para  general  noticia,  y  á  fin  de  qtie  los  curas  párrocos 
7  tenieotea  de  Jas  iglesias  del  Obispado  dejen  de  entenderse  sobre 
c^rto  coo  otro  individuo  que  no  sea  el  nombrado;  en  el  concepto  de 
teoer  lu  oficina  en  el  edificio  de  la  Intendencia — Habana  27  de 
Agosto  de  1645.«— Joo^m  Campuzano» 


mum  mnum 

BE  ESTA  CTODA»    ¥    S13«\3&B10S 

En  todo  el  mes  de  agosto  de  1S45. 

CEMENTERIO  GEIVERAI^ 

En  agosto  se  han  enterrado,  blancos ,  .  .       158 

De  color  .^.  ,  ^ 176 


^ 


OTAL 334 


Entre  los  primeros  designamos  los  siguientes  cadáveres  como 
personas  notables. 

]>¡a  2.«-Do3a  Juana  Viedma  de  Conesa,  natural  de  Gren,  viu- 

« 

da,  de  70  años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Santo  Cristo. 

ídem* — Fray  Francisco  Valdés,  lego  profeso  de  la  orden  de  la 
Msreed,  parroquia  del  Espíritu-Santo. 

Dia3.— Doña  Olalla  Estévez  y  Conde,  natural  de  esta  ciudad, 
soliera,  de  13  años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Ide^i. — Doña  Guadalupe  Herrera,  natural  de  esta,  viuda,  ve- 
cina de  la  parroquia  de  Guadalupe. 


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—238— 

Día  4. — Sru.  doñu  Catalina  de  Ar6/.tegui,  natural  de  esta,  viu* 
da,  de  77  añog,  vecina  de  la  parroquial  Ma^ur.  (1) 

Idem.-^D.  Eduardo  Llovet,  natural  de  Ids  E^tados-Uiiklo»,  9oU 
tero,  de  15  anos,  vecino  de  la  pnrroquiaf  Mayor. 

Día  5. — D,  Jo|é  Francisco  Arlóla,  (jiárvulo)  taintúen  déla  par- 
*  >quia1  Mayor. 

Dia  6. — Dona  Manuela  Rodríguez  de  Limut  casada,  parroquia 
del  Espfritu-Santo. 

ídem. — D.  Justo  Ignacio  de  Campos,  natural  de  esta,  casado,  de 
la  propia  parroquia  del  Espíritu-Santo. 

Dia  7. — Doña  Juana  de  Dios  Medina,  natural  de  Veraguas,  sol- 
tera, de  60  años,  vecina  deGaadakipe. 

Dia  9. — D,  José  Muñoz  y  Fonseca,  natural  dn  Castilla  la  Vie- 
ja, soltero,  de  76  años,  vecino  de  la  parroquial  Mayor. 

Dia  11.— D.  Federico  Neira,  natural  de  esta,  soltero,  vecino  de 
la  auxiliar  del  Monserrate.  v 

Idem.<— Doña  Juana  Crespo  y  N>roñ:?,  natural  de  esta,  viuda, 
vecina  también  de  la  auxiliar  «lel.Mm.^erratt*. 

ídem. — Doña  María  de  lo^  An^íles  Pire/.,  natural  de  esta,  viu- 
da, de  40  años,  vecina  de  Guadahifie. 
•  Dia  12. — Doña^aría  Ambrosia  de  Acogía,  natural  de  esta,  cji- 

sada,  de  53  años,  vecina  dt;  la  propia  parroquia  de  Guadal up<í. 

Dia  13. — D.  Rafael  Gaticas,  natural  de  esta,  vecino  "Bel  Mon- 
serrate. 

Dia  14 — ^^D.  D  frainnro  Ugarte,   teniente  coronel  de  ejército,  na- 


tural de  esta,  catada,  Jew^^s,   vecino  de  la  parroquial  Mayor. 

Dia  15. — D.  Isidorí^Bwiz  y  Dirz,  natural  de  Castilla  la  Virja,* 
p  vecino  del  Monserrate. 

ídem. — D.  José  Bernardino    Castroverde^  licenciado  en  Fiirma- 
'     natural  de  esta,  casado,  de  57  años,   vecino  de  la  auziUajr  de  Jesua 
Muría. 

ídem. — Doña  Juana  Itiaz  Horruitiner,  natural  de  esta,  oaaada», 
de  55  años,  veciua  de  Guadalupe. 


(1)  La  muerte  de  esta  ilustre  matrona  ht  sido  para  los  suyos  y  estra-^ 
&0S  una  pérdida  que  llorau  incoDiolables.  EHa  fué  la  madre  benéfica  del 
desvalido,  el  apoyo  de  los  pobres»  el  honor  de  nuestro  país. — ^Descansa  eu 
pa?.,  señora  respetable,  no  vuelvas  la  caía  áeste  mundo  de  en^Qos  y  mise- 
rias, reposa  tranquila  en  el  Relicario  santo,  donde  triunfante  habita  el  gran 
Rey  de  los  Reyes,  allf  donde  en  brazos  de  los  ángeles  y  querubines  te  lle- 
varon rus  virtudes  y  merecimientos. 


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iDia  16.-— Doñ»i  María  del  pármeo  Bacallao,  natural  de  esta 
ciudad,  cadadH,  de  31  arios<,  vcciaa  tainbicu  de  Guadalupe. 

ídem,— Sr.  D.  Rafael  O  Farrill  y  Herrera,  coronel  de  Milicias, 
natura!  do  esta  ciudad,  casado,  de  75  unos,  vecino  de  la  Parroquial 
Mayor.  (2) 

Día  18. — D.  Juan  Yaldes  y  Zayas,  natural  de  esta,  soltero^de  16 
añop,  vecino  del  Moiiserraie.      ^^ 

ídem. — Dona  María  del  Pilar  González  Camero,  natural  de 
edta,  soltera,  vecina  de  la  parroquA  del  Elspírltu  Santo.  (3) 

Día  19.— Doíia  Maria  de  la  Merc^  de  Lanz,  natural  de  esta, 
soltera,  de  iyí  años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Santo  Cristo. 

Dia  20. — D.  Antonio  de  Flores,  natural  de  esta,  soltero,  de  22 
años,  vecino  de  la  misma  auiciliar  del  Saíito  Cristo. 

Dia  21.— D.  Juan  Bautista  Torres,  vecino  déla  auxiliar  del 
Monserrate.  » 

Dia  25. — Doña  Antoniní^uig,  natural  de  eita,  viuda  de  75  afios, 
vecina  de  Guadalupe.  * 

Dia  26. — D.  Juan  Bautista  Sorra,  natural  de  Matero,  casado  de 
8.5  añ>>s,  del  comercio,  vecino  de  la  Parroquial  Mayor. 

Día  27. — D,  Martin  San  Sebastian,  natural  de  Vi^eaf  a,  solte- 
ro, de  45  año9,  vecino  de  Guadalupe. 

Dia  28. — D.  Miguel  de  Aranguren  y  Mora,  natura]  de  esta,  cu- 
yos redtos  mortales  han  sido  conducíaos  de  la  ciudad  de  Boston  don- 
de falleció. 

Idea^ — Señora  doña  María  de||J[]!4gM|udel  Río  de  Seídel*  na- 
tural de  esta  ctudisd,  casada,  vecina  de^^^^^quia!  del  Espíritu-Sto. 

Dia  29.-  D.  Antonio  María  Urio^te,  natural  de  esta,  soltero,  de 
24  años,  vecino  del  Monserrate*  , 


(2)  Ya  no  existe la  Habana  toda- ha  Horado  su  muerte:  ella  le  ha 

rendido  el  homenaje  á  que  son  diguas  las  virtudes,  la  honradez  y  sanoe 
principios  del  hombre  justo  quemuere  sin  mancha.  La  memoria  de  nuestro 
¡lustre  patricio  será  tan  daradera  como  ^  tiempo  mismo,  y  el  recuerdo  de 
su  vida  un  ejemplo  para  las  generaciones  que  se  levantan.^-Este  sepulcro 
no  necesita  pomposas  inseripcioiies;  fuera  esa  vanidad  mundana,  baste  de- 
é\f  eon  moda  eloeueacia:*-^ 

Jtqui  é€  gtiordan  Í08  ratoa  moríales  &£  D,  Rafael  Ofarrill  y  Herrera. 

(3)  Virgen  apreciable,  modelo  de  bondad  y  de  virtud,  recibe  de  noea* 
tra  amistad  estas  fi-agántes  flores  que  regamos  sobre  tu  sepdlcro. 


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—240— 

Idem.^Fraj  Manuel  Pitt,  reJígiosii  del  orden  de  «San  JiAn  de 
Dios,  oatural  de  esta,  de  «17  años. 

Día  31. — Dono  Isabel  Soarez,  natural  de  esta,  soltera,  de  76 
años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Santo  Cristo. 

ídem. — Licenciado  D.  Antonio  González,  profesor  de  medicioa 
7  cirujia,  natural  de  esta,  viudo,  de  85  años,  vecino  de  Guadalupe. 


IVotlcte  de  las  personas  qae  1%b  compra^  y  < 

clios  en  el  Cementerio,  durante  el  mes  de  agosto. 


Los  que  llevan   este  s^ipo  (t/^  han   sido  cadáveres  exhumados 
de  las  antijgruas  sepulturas  para  trasladarlos  á  los  nichos. 
N.  36  07*  D-  Ángel  de  la  Cruz  Muñoz. 

37  Sm.  doña  Catalina  Aróztegui. 

38  (t^  E^cmo.  Sr.  D.  Juan  Montalvo. 

39  Elegido  en  vida  por  D.  Agustín  Baro. 

40  D.  Justo  Ignacio  de   Campos. 

41  Doña  Juana  Dia^*  Horruitiner. 

42  Doña  Juana  Crespo  j  Noroña. 

43  Dofta  Marta  del  Carmen  Bacallao. 

44  D.  Isidoro  Sainz  y  Diez. 

45  Doña  María  de  la  Merced  Lanz. 

.  4G         Sr.  don  Rafael  O-Farrill  y  Herrera.   ' 

47  •  D.  Juan  Valdós  y  Zayas* 

48  Sra.doña  María  del  Carmen  del  Rio  de  Seidel. 

49  D.  Miguel  de  Aranguren  y  Mora. 

CORO  DE  AMGEI.E9. 

Empeñada  la  empresa  en  el  mejor  servicio  del  púNico,  ha  se- 
ñalado por  ahora,  de  ]yM||b  d^n  la  autoridad  superior,  para  el  en- 
terramiento de  los  p9^V^^Bie  lo  soliciten,  los  nichos  que  se  com- 
prenden desde  el  númer^W3  hasta  el  148  inclusives  y  ya  esta  a 
ocupados: 

Número  133  D.  Enrique  Homohono  Nates. 

134  Doña  María  de  la  Merced  González  del  Valla. 

135  D.  José  Francisco  de  Artola. 

ACTO  treuiciioso. 

Hemos  oído  hablar  de  la  soremnidad  edificante  con  que  los  es- 
trangeros  irlandeses,  que  trabajan  en  las  obras  que  se  preparan  pam 
la  iluminación  del  gas,  acostumbran  enterrar  á  sus  compañeros  ea 
el  Cementerio  general:  dícese  que  hacen  la  ceremonia  con  tanto 
respeto  y  veneración,  que  nadie  puede  observarla  sin  conmoverse  y 
recordar  que  somos  católicos  y  qae  profeaanww  la  verdadera  ley  de 
Jesu-cristo. 


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OCTUBRE  m  im. 

\WMX0  4:.-^1^tH^  4» 


Cuantos  eecnios  se  insertlR'^nesta. ^^  Miáa  de iatevM  penoanent» 
que  no  espiren  oon  lüpassgera^y  nlideñtales  oireanetaneíat  é&  B  epeeade 
sn  publicación.  ,  • . 

biografía. 


Nada  roas  justo  que  recomeudar  á  ía  poi^terídadla  nMOoria  de 
los  hombres  distinguidos  por  su  talento,  de  aquellos  qué  eonsigutc* 
ron  formar  época  en  la  profesión  á  que  se  dedicfiron.  Su  nombre 
auele  bastar  á  Teces  para  producir  reculos  agradables»  icotificitfc 
ideas,  j  señalar  como  tipo  de  lo  conveniente  y  ótil-  lo  q|pe  elloslje- 
cutaron,  cuando  ya  el  transcurso  defi^mpeha  debilitado  lat  iod^, 
presiones  recibidas  en  épocas  remotas.    %    t  ,.   ^ 

Uno  de  estos  hombres,  fué  ^^'^^^VI|áflfeHMk  ^^P^  ^^^  ilustre 
restaurador  de  la  declamación  españom^PfaXntfda^  de  Cartagena» 
el  dia  17  de  marzo  de  1768,  y  fué  bRíhizado en  IcLÚníca  iglesia  par- 
roquíat  de  aquella  ciudad.  *   «  -     >     ^ 

Hijo  de  una  familia  cuja  ^íi^n^  habia^  desapííf^^ei^  (cp  lacle* 
aastrosa  guerrtí  de  sucesión,  hubo  de  buscar  aquella  uo  aailocootra. 
la  adfersidad  de  la  fortuna  en  el  arte  dala  sedalinas  este  ricura» 
de  Ta  necesidad  debió  sufrir  notable  detrimento,  p^iesto  q^ue«el  padre 
de  Máfquez  abandoné  ¿qüel  género  de  trálicb  y  se  introdujo  en 
▼arios  teatros  para  desempeñar  sucesivamente  y  cou  alguna  acepti^- 
eioD  tas  partes  de  galán  y  barUa^ 

E)  joven  Bf áiquez' aco.mpañaba  á  su'padre  en  todas  sus  espe- 
dfeionesi  adquiriendo  dedia  en  dia  una  afición  i  HMencibte  á  la  carre- 
ra cómica,  no  obstante  la  repugnancia  de  a^rl  á  (|ue  abrázase  su 

Ul 


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hijo  esta  profesión.  Pero  este  cada  vez  mas  firme  en  eltn,  y  áAitra 
instrucción  que  la  lectura  de  cuantas  comedias  llegaban  á  suPma* 
nos»  se  reaolyio  por  último  á  tentar  el  fairor  de  la  fortuna.  Hizo  cus 
primeros  ensajos  en  el  teatro  de  C*artBgena,  y  allí  recibió  desaires 
de  sus  paisanos  el  mismo  que  con  el  tiempo  habia  de  ser  embeleso 
de  la  corte  j  objeto  j  admirscion  para  nacionales  j  estrangeros.  Pa* 
wi  luego  al  de  Milaga^ea  d^nde  iffuaTmente  tuvieron  mal  éxito  sus 
lenUilivaK  Máiquez  no  poseía  en  su  primera  juv^tud  ninguna  cua* 
lidad  artíllica  recomendable;  ^  escepcion  de  su  i£gura  esbelta,  inte- 
resante y  bella:  por  lo  den^  carecia  de  aocion*  su  voz  era  oscura,  j 
como  no  tenia  modelo  alguno  por  donde  estudiar,  ni  el  trato  fino  y 
delicado  que  proporciona  una  educación  esmerada,  su  juicio  no  po- 
dia  descubrir  el  verdadero  camino  déla  perfección.  Sin  embargo  de 
tamañas  desventajas,  como  naturalmente  se  hallaba  dotado  de  ima- 
ginación viva,  p^etrante,  tenaz  y  vigorosa  se  aían6  en  descubrir  los 
fundamentos  de  un  arte  que  con  serle  familiar  desde  la  cuna, leerá 
no  obstante  muy  desconocido. 

Así  continuó  recorriendo  vaiios  teatros  de  provincia,  hasta  el 
año  de  1791  en  que  se  incorporó  en  la  cómpañfa  de  Manuel  Martí- 
nez, que  á  la  sazón  trabajaba  en  el  teatro  del  Príncipe.  Tres  años 
pefuin necio  en  eltn,  sin  míe  la  postergación  en  que  se  hallaba  le 
obli^nfee^á  seguir  Ina  liiiellaa  de  ^tjucJIos  que  mas  gozaban  de  aura 
populnr;  medio  fácil  de  atcaninr  aplausos  de  la  multitud,  sino  el 
mas  seguro  para  adquirir  ^njaa  artei  aquel  concepto  bólido  que  tras- 
mite á  la  postpridnJ  fa  Tfurfu  ílel  anítia.  Pero  Máiquez  á  nadie  imi- 
to! habínáe  formado  uim  |^^  panictilurde  la  declamación,  y  se  afer- 
ró á  ella  con  la  tenacidad  TfTWp¿j  de  ^\x  indomable  carácter.  Conven- 
cido de  que  el  teaü^  dele  ser  imagen  viva  de  la  sociedad,  que  los 
personeges  enié^  introducidos  han  de  hablar,  moverse  y  gesticular 
como  los  demás  hombres,  sometiendo  el  estilo  y  ademanes  á  las  le- 
yes dd  buen  gusto  y  d»  la  conveniencia  escénica,  no  podia  de  modo 
alguno  ii^iscribir  al  falso  gusto  de  su  tiempo.  Entonces  no  accionar, 
no  gesticular  como  un  demente,  era  ser  ífio:  no  declamar  con  énfa- 
Bk  y  caai  cantando,  era  ser  insulso.  Contra  estas  dos  grandes  má- 
ximas de  naturalidad  y  buen  gusto  peeó  Máiquez,  y  á  ellas  debió  loa 
dictados  de  galán  de  invieimo,  agua  denUve^  bQz  de  cántaro;  y  otros 
varios  sumamente  ^tisfactorios  con  que  le  agasajaron  sus  contem- 
poráneos. 


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^  -843- 

4BrdailerfimeDle  Máiquez,  no  debí¿  á  la  naturaleía  vos  liin^M 
y  sonora  cual  era  de  deiear  en  ui^^ctor  do  •«  date;  pt*ffb  en  te» 
compeoBa/le  dio  sobrada  loleiito  para  conoce/  laneceaidad  de  liaeer 
de  ella  un  estudio  muy  detenido  á  fin  de  modularla  y  haserla  ■• 
solamente  tolemble,  sinoo  también  sumamente  Uigncmj  apta  para 
espresar  los  mas  delicados  MMamientos.  pulce,  tierna  y  patMea  al 
par  que  noble,  majestuosa  ^rilrrfble  en  su  boca»  se  oyefoo  loa  aoM- 
tos  mas  sublimes  de  dolor  ^  los  ecos  mea  aierrado>)ee4e  fiíro?/ 
desesperación.  Sin  embargo  de  esto»  la  paxcialidad  de  sus  ecmps- 
tiiotas  llegó  ha«ta  el  estrepo  de  negarle  la  e^esion  de  su  isoiN>miaf 
cuando  es  poco  menos  que  imposible,  se  présenle  quien  reúna  vaali^ 
jns  tan  e^esivas  en  esta  psrte.  Un  licmbre  que  supo  trasladar  á  s« 
semblante  toda  la  fer?idez  7  violencia  de  las  pasiones/ .sin  v«rse  j%- 
mas  obligado  á  violentar  sus  másculoa  para  conseguirlo,  no  earaeia 
seguramente  de  espresion  en. el  gesto;  7  es  naeesaria  dejarsé%uiar 
de  una  ciega  parcialidHd  para  desconocer  que,  quien  con  ^afUi  faú- 
lidad  agitaba  á  su  antojo  el  ánimo  de  los  espectadores  eon  una  sok 
mirada,  fuesa«iii&rior  en  esta  parte  á  aquellos  cnya  s^sstieulaeM 
forzada  7  grotesca  descomponen  al  personage  trágico  7  le  baca  rir 
sible.  Esta  circonstancia  destruye  igualmente  la  inculpación  de  frial- 
dad con  que  le  motejaban.  jSe  creerá  con  ñicilidad  qoe  «a  actor 
dottodo  de  imaginación  ardiente,  de  temperamento  Ibgnao  y  de  fleañ- 
bilidad  muscular  en  su  semblante^  cual  ntncyoo  ha  tenido^  pueda 
pecar  jamas  de  frío  en  la  represeittacionT  D«*jamo9  al  juicio  de  1 


tros  lectores,  la  decisión  de  esté  puni|^^^  ^  ^^^^ 

Continuó  asi  por  elgun  tiempo  sd^lgiendo  umi  pugna  desigual 
con  el  público,  manifestando  en  ella'  la  inflexiliilkbd  de  sn  earáeter, 
hasta  que  en  el  año  99oeupó  al*  puesto  de  prime/  a^r.  Dueño  da#- 
de  entonas  de  esplaj^ar  sus  fuerzas  naturales,  venc^d^de  mm  opfr- 
Bioa  tan  eucarnízada  eontra  U  desde  io  aparieioa  en  la  eaoean;  y 
realizadas  cuantas  halagüeñas  esperanzas  le  habían  kedio  «okiw 
los  repetidos  desaires  de  la  forlnna,  nada  parada  quedarle  por  iiaaer 
ñno  entregarse  descansadamente  á  disfrutar  la  suerte  feJiz  labrada 
por  sus  propias  meaos.  Paro  Máiquez  era  un  aeior  snbürae,  no  c<- 
Biieo  adoeenédo;  7  lejos  de  ejjktregarae  á  la  indolenesa  7  presunción; 
que  por  lo  regular  predominan  en  los  actores,  malogrando  s«  tálente 
7  buena  disposieion,  él  ae  ere76  obligado  á  realizar  un  pro7«eto  que 
naueho  antes  había  concebido.  Loa  nombres  de  ToloM,  KemMe, 


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-344-  ^^^ 

JLafiNdd  7  otros  actores  eMraiigeros,  llegaron  ft  sus  nidos  con^Hnta 
eeldbridad  que  él  deseaba  pariMl  mistiio,  j  émtilo  de  sus  glorías,  se 
propuso  estudiarlos  para  rívalisar  eon*lJ4os  j  arrebatarles  una  par- 
la de  s««  tríuDfos.  Con  este  objeto  se  decidió  &  pasar  á  Francia; 
pwo  no  cantando  con  inas  auxilios  que  460  reales  mensuat^  qu6  le 
«eñalll  D.  Mairuel  Gndojí  sobre  el  foi^Q  de  i^estra  embujada  en  Pa- 
tis:  fetidi^  todas  laa  albajas  d*e  au  jiso  y  ropas^léatrales,  y  ademas 
aae6  "def  4ondo  que  cada  teatro  tenin^^itinadó  para  las  J^itaetones 
ia  parte  que  le  eorr^potklia,  sacrificando  así  su  derecbo  ala  jubi- 
Itfeióh.  Hecho  «sto  y  reSnídus  algunas  cartas  de  recomendación,  em- 
|>rendi^  su  víage  i  París. 

Apenas  llegó  á  la  capital  de  Francia,  se  puso  en  comunicación 
t»D  el  colosd  de  la  escena  francesa;  pero  sus  refacionés  no  pasaban 
fior-entóiices  los  términos  de  la  urbanidad,  porque  la  preponderancta 
^ue  i^ompañabajl  Taima  y  el  ningún  prestigio  del  actor  espaík)!, 
iH)  consaiitnin  estrecbar  aquellas  relaciones-  Y  así  es,  que  Máiqvet 
tMtbo  de  Talerse  de  mil  recursosr  para  conseguir  ef  permiso  de  estar 
•ntre  bastidores;  (üiúcá  fineza  qae  por  entdnces  le  dtspensaron  loa 
«éteres  frarvceses. 

Sin  embargo  de  lo  penoso  y  apurado  de  su  situación,  Máiquez 
■e  dedicó  á  conocer  Iss  obras  maestras  de  la  poesía  drnmitica,  y  con 
fflurticularidad  ü  ejecución  escénica  de  los  actores  del  teatro  firances. 
Taima,  Lafond,  Cli^inel,  Mlle.  Mars,  Mlle.  Oeorge,  Mffie.  Duchéa- 
mmB^  llamarott  especialmeute  su  atención,  proponiendo^  formar  de 
lo  bueno  que  ¿n  j|^JM^pMMf^^  un  tipo  constante  deeu  ejecución 
escénica,  fios  estudió,  pii«p|bdetenidameftte;  pero  sin  copiarlos.  Mái- 
^ees  tenia  sobrád|  talento  para  engañarse  hasta  el  punto  de  suponer 
^me  todos  los  nyoigs  de  espreston  pueden  ser  aplicables  á  todos  los 
pmes  ^1  BÍ^imo;  y  por  etra  parto  era  sobradamente  ergalloso  pata 
eoalsatarae  con  el  nwa^ne  título  de  copiante:  ea  una  palabra,  s« 
aataatto  ñkí  el  qae  piede  baeer  el  genio;  no  efde  un  escolar  qae  ai- 
g«a  eiegaraeate  la  rutina  de  si|  maestro. 

En  algunas  oartas  4]ue  respcetit amenté  ae  escríbíeron  Tahua  y 
Máiquea,  éste  se  declaraba  discípulo  de  aquel,  y  aonque  Tahna  por 
modestia  rdtaaaae  semejante  nombre^  do  por  eso  dejaba  de  teaersa 
ipor  el  nsedelo  del  hombre,  cnjFa  fama  á  aa  vuelu  á  España,  había 
atraveaado  los  Pirineos:  el  hecho  siguíenle  acredita  eau  aaereien. 
Ett  W  aio  de  1818  bailándose  Talkna  una  tarde  en  el  cafó  del  teatro 


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—345— 
ét  l^^Sm^  reunkb  con  varías  personas,  entre  ellas  un  español  digno 
de  crmtOy  que  nos  lia  referido  este  tfuceso,  comenzaron  á  hablar 
acerott  de  tas  tragedias  de  Ótelo  y  Oeoar,  que  aquel  estaba  ensayan- 
de  para  eiecularlas  en  la  misma  ciudad;  %  haciendo  Taima  la  ealifi- 
eaeÍMi  ^de  varioa  actores,  dijo  entre  otras  cosas:  „Máíquez  ha  apren- 
dido 4^fni;  peA  indudablemente  mé  supera  en  estas  dos  trage* 
días.''  % 

Al  eaho  de  afio  y  medio,  ó  pqi^o  mas  de  haber  permanecido  ém 
Paria,  Ag^Ros  los  recursos  con  que  contaba^  regresó  Máiqaex  á 
Madrid  reducido  á  la  mayor  pobreza,  pii^  como  éTdecia  muchaa 
veces,  los  cabellos  se  le  salían  por  las  roturas  del  sombrero.  Púsose 
desde  iuefo  al  frente  de  una  compañía  compuesta  su  mayor  parte  de 
jóireBes  principiantes,  y  con  la  con6attza  que  su  mérito  le  inspiraba, 
akrtó  el  teatro  de  los  Caños  del  Peral.  Ocioso  será  enumerar  loe 
afilánsos  eo«  que  fueron  recibidas  sus  representaciones,  y  la  <ele- 
bridad  que  alcanzó  en  eHas;  pero  como  el  verdadero  mérito  siem* 
pre  aatá^  ospuesta  á  los  tiros  de  la  envidia,  no  cesaban  sus  émolos  de 
iebafar«a  habilidad  por  todos  los  medfts  posibles.  Una  de  las  tn* 
enlpaoíonesiiae  le  'hiñeron  fué,  qtle  sohmiente  Abia  trabajar  en  el 
género  trágico,  y  q4ie  convencido  él  mismo  de  su  nulidad  para  el 
cóflMeo,  se  abstenía  de  manejarle.  Máiquez,  cuyo  orgullo  era  tan 
«oloaal  como  su  mérito,  invadió  entónees  todos  los  géneros  con 
a^elhi  maestrl%  que  siempre  le  fué  familiar,  desmintiendo  con  lie- 
ekae,  ridlcohis  é  infundadas  aserciones. 

Así  continuó  cubriéndose  de  nuevos  ta^reles  escénicos  hasta  el 
alo  de  1805  en  que  irritado  por  ciertas *% trigos  de  bastidores,  aban* 
donó  el  teatro  y  la  capital,  y  no  regresa  á  ella  hasta  el  aiSo  sigtíien- 
t««  B«  el  de  18M  se  vio  conducido  á  Bayona  como  reo  de  estado; 
paro  á  instancia  de  sus  muchos  apasionados,  logró  rehuirse  á  Ma- 
étíé  y  al  pacíioo  eiercicio  de  su  profesión.  Desde  esta  época  co- 
«Moaan  laa  rerdatimia  desgracias  que  lentamente  condujeron  á 
M&Hiaec  al  «qpttfcro; 

Loa  franeiaes  reconociendo  el  sobresaliente  mérito  de  aquel, 
larftan  eaoloeivamente  á  su  teatro,  que  lo  era  entonces  el  del  Prín- 
cipe. Esta  circunstancia  dio  motivo  á  que  eí  vulgo  le  tuviese  en  el 
coacapt»  de  ¿tfrmtcesado;  así  como  la  de  haber  representado  algu- 
ttOB  dramas  que  respiraban  ideas  de  libertad,  fué  causa  de  que  al  re- 
gjnm49  Femando  VII  de  su  cautiverio,  en  1814,  se  viese  Máique/. 


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—246— 
conducido  á  la  cárcel  piHilícA,  de  donde  ígnalienlc  le  i 
amigos,  trasladándole  desde  el  calabozo  á  la  escena. 

Continuó  en  su  profesión  cnbriéndose  cada  día  de  tMiavoa  !«»-» 
relés;  pero  sin  cesar  en  laf  continuas  pugnas  con  sns  compa&eroflu 
Tal  ?ez  para  rengarse  de  ellos  ó  con  la  idea  de  sonseterios  4  éiaék* 
pUna  mas  se?era,  concibió  jr  logró  que  el  gobiemo%éoptaaAHi  nve* 
To  reglamento  de  teatros,  por  el  cual  se  ci^edian  al  corregidor  <ie 
Madrid,  como  juex  protector  de  ellos,  unas  facultades  suj|^meiite  di^ 
latadas  y  arbitrarias^^cujas  consecuencias  recajeron  dMR  laego  so*, 
bre  la  cabeza  de  su  propio  in?entor.  Esta  fulta  de  imprerisioo  pro* 
dujo  su  ruina. 

El  escaso  partido  que  sin  embargo  de  su  ealraordiiHHia  mérito 
disfrutaba  Máiquex,  el  lujo  con  que  vestia  en  las  representaciones  y 
algunas  deudas  contraidas  en  el  año  17  le  obligarlMi  á  trabajar  por  su 
cuenta  todo  el  raes  de  julio  del  18,  j  el  publico  <lebió  á  este  inespe- 
rado incidente  ver  representadas  en  pocos  días  las  piesas  fiívoritaa 
en  que  babia  admirado  por  espacio  de  muchos  años.  Mascaste  es- 
fuerzo estraordinario,'que  puede  llamarse  su  despedida  del  toatro»  en 
estación  calurosa,  f  quebrantada  «u  sahid,  aederó  loa  efectos  de  la 
estrena  enfermedad  que  le  devoraba  lentamente,  la  cimI  consíatta  em 
un  ruido  sordo  dentro  del  pecho,  atribuido,  á  cantiaaoio  del  pulnsoii. 

No  obstante  su  falta  de  salud  continuó  trabajando  algnnos  mesea 
en  obsequio  de  sus  compañeros,  con  quienes  se  ha^ia  rec<Hictliado 
sinceramente;  y  en  el  mes  de  setiembre  del  mismo  año  recibió  una 
prueba  muy  lisonjera  del^aprecio  que  le  dispensaba  el  f^blico  ma- 
drileño. Una  noche  eniqae  Representaba  á  García  del  Castañar,  sol* 
taron  desde  la  tertulia  dos  palomas  que  llevaban  pendientes  de  sua 
cuellos  unas  tarjetas  en  alabanza  de  Máiquez:  obsequio  semejante  al 
que  anteriormente  habia  recibido  en  los  Caños  del  Peral  á  su  tegm* 
so  de  Francia.  Lejos  de  lisongearle  aquella  muestra  de  apveeiot  lo 
afligió  sobremanera,  conociendo  la  suspicacíAe  una  corta  que  ym 
comenzaba  á  mirar  con  recelo  el  entusiasmo  q|ie  9»  nombra  i^rodo^ 
cia  en  el  publico.  Así,  pues,  al  entrar  dentro  de  baatidocea,  dijo  & 
sus  compañeros:  amigos  mtos,  me  han  perdido  para  siem^/rt:  vatteioio 
confirmado  después  por  una  dolorosa  esperieneia.  i 

La  decadencia  fíiiica  de  Máiquez,  se  hacia  cada  vez  maa  nota- 
ble, así  como  su  tenacidad  en  seguir  desempeñando  funciones  de 
fatigosa  ejecución.  Obstinóse  por  último  en  ejecutar  la  Numaacia» 


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^m  iHflkmbre  de  181^,  y  á  h  segunda  noche  se  declaró  la  penosa 
«a&rm&ttd  que  calificaroi^  de  mortal  los  facultativos.  En  ^huacion 
|«A  af  uradf)  m  bien  aliviado  algún  tanto  de  su  dolencia,  repiMucia 
el  aelof  Prieto  sw  continuas  reclnftiaciones  para  que  Máiquez  le 
itjrvdase  á  eoportat  en  el  teatro  la  carga  que  pesaba  sobre  él  solo.  £1 
jues  prdteetor>  (Hcado^e  antemano  con  nuestro  trágico,  por  cierto 
asunfto  literario  sobradamente  acces^le  á  rencillas  de  baSlidor,  y  pre- 
volido  del^Mesívo  poder  que  le  concedía  el  malhadadif^reglamento 
do  keMffos,  imdo  por  M áiques,  inandó'á  este  salir  á  1^  escena*  Na- 
tural era  que  te  negase  tenazmente  4  ello,  ^tendido  el  estado  de  vm 
■olod;  pare  fo  qtte  era  efecto  de  imposibilidad  fisica  se  atribuyó  á 
■MÜcioea  deabUAíoneia,  y  travándose  una  pugna  desagradable  entre 
l«  «•Cortdad  y  MáiqU^,  dio  gi^iva  4  quQ  tomando  parte  en  ella  el 
Roy^úeeitose  S.Á.  la  JuAlacióg  ¿le  iflLlqiAz  y  t«  destierro  JPCiu- 
dodRMd.  Bo  Taso  pretendieron  tnterpcAerse  entf^  d^der  y  la 
vklMialaa  proléKafl  de  la  mnoM,  sus  am%ot,  sus  compañeros  y 
lioata  lo  opíoioo  general;  la  aentenoia  ero  ejecutiva  y  sin  apelación. 
Ejecutóse  en  tedas  sus  pactes,  y  co^  una'escolta  de  caballería  y  un 
carnMge  qao  so  lo  híoo  parar,  salió  Máiquez  para  su  destierro  á  la 
Modrogoda  del  dírn  Í9  Se  junio  de  1619,  acompañado  de  los  votos 
ofcofuoeoa  de  sus  omisos,  de  sus  colQpa ñeros  y  de  la  parte  sana  del 
pueblo,  qoe  vdli  ea  «este  iucidente  el  Alimo  suspiro  de  uuestro  tea- 
Uio. 

No  eotifioíendoeá  ^  salud  «I  (üima  de  Ciudad  Real,  pidió  y  ob* 
tovo  porwíso  de  S.  M.  para  tijisladarse  ájfiranuda,  á  donde  llegó 
eoSimio  y  poseído^  ana  astremaJa  bipócohorSa,  en  términos  de  ne* 
garse  &  todo  truto  y  comunicaoéoR:  üínic^mento  su  antiguo  amigo 
D.  Antonio  GoiízaleZf  de  aou^lla  vecindad,  era  su  compañero  inse- 
pafaible,.y  participa  de  la%pe^al¡l!odes  de  Isidoro,  á  quien  profesaba 
uno  aiBlstad«tierna  y'desintbresa(^.  ^  '  ^ 

No  faltó  entóope^uren  le  Mliése  proposiciones  ventajosas  para 
tonar  por  su  cuenta  eiteatrcNe  aquella  ciudad,  y  aun  él  mismo  se 
llegó  4  Hsoogear  con  la-id^  de  salir  de  nuevo  á  la  escena;  pero  su 
enfermedad  se  agravaba  pot' instantes.  Una  IiincbazdVi  general  y  el 
tfoatomo  de  sus  facultades  intelectuales  anunciaban  éu'próximo  fin; 
y  em  eftcto,  al  cabo  de  25  dias  de  dulorosos  padecimientos,  después 
de  haber  recibido  los  auxilios  espiritualts,  arrojo  algunos  esputos  de 
^s^^S*^)  y  espiró  con  la  mayor  tranquilklud. 


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— ?48— 

De  nada  careció  Máiquez  miéntrfls  e^inré  eoftrtno,  pJfpté  fa 
aniflUd  suplió  4  la  forluan:  solaaieiite  Aguaos  pcN^aaffoa  gastos  w 
pudiefbn  satUfacer  coa  sus  ropas  tsatrales,  úaioo  caudal  que  posehí 
po^  premio  de  su  relevante  niéáto»  La  generoMad  de  sus  eoaipuñe- 
ros  en  el  teatro  del  Principe,  pudo  haber  alif  indo  su  desgracia;  penr 
ya«ra  tarde:  la  muerte  le  impidió  disfrutar  dfe  sus  bfeneficiot. 

Ísidor(Mláiqiiez  fallecip  en  la  noclie  del  18  de  «miso  de  1§M 
y  &  los  o2  años  de  edad-  t^o|>re  j  desvalido,  debió^jM^iaCad  tedo 
cuanto  de  ella  puede  ea^grrs^»  y  á  la  piedad  orisiisna  uNnijwMeft)sa 
que  guarda  sus  cenizas. 

Pocos  hombres  aparecen  en  ja  escena  del  mundo  cea  aualidadba 
naturales  tan  aventajadas  cümq  lay  que  se  rcuaíao  ^liáiqíMB*  Um 
estatura  era  alta  y  bien  proporcionada;  ju  fisoosAÍa  c«pfeaif  a  y  agnK 
dableyus  ojos  nc^rts»  |lvo#BeilletrAniB¿^  sfi  airAioble,  «IgeÉluosüf 
&  veces  imf<{neate  y  8eve«p;  su  tfato  a£sbl«,  su  eso«oler  okslitaái^ 
Entreg^ábase  ¿  las  emosíouüs^  ^|jH^rszDn  -son  esftaos^iaaria  vcIm« 
mencia,  con  el  mis«io  fu^o  qne^scabria  en  C»s  yapreaaalackiaaa 
trágicas.  *         *   .  v       .  * 

Entre  los  hombres  instruidos  emitía  oon  suosa  teíUdad  sus  ideaa, 
mas  sin  empeño  en  sostenerlas;  y  u ñas ^clk  amano,  otras  cáwstsem 
y  mordaz,  p^o  siempre  anunciando  genio  .y  tdlenlo.  Müques^  taos» 
en  la  escena,  como  en  su  trato  privado,  fué  un  Mooihfe  nada  rvigar» 
digno  del  aprecio  df  sus  contemporáneos  y  de  la  fama  conquestt« 
nombre  pasará  &  U  posteridad*  «  .  •   ^  •    ;  - 

Muy  sensible  e?  si^4uda,  que  en  el  arle  de  fes  deslsiaeion  ao- 
puedan  ser  consérvado^m  aci^rtpl^  oe  cu^ntx^  se  dedidao  i  la  eÉoo-< 
na  y  que  mueran  ^on  el  i§diiúdup  Ifs  pruebas  de  su  taleaUH  1Í\  p»- 
diéramos  presentar  Ips  que  Miiquez  dio  delsujo,,cofi  paTtioularídad 
en  los  cuatro  últimos  años  de  s^i  .vidti,'DQ nu^aria  duda»  auQ  a¡LasM) 
incrédulo,  de  que  (^te  actor  fué  étficojen  ^laeatro  temi^«Oio.pMdis%, 
do,  pues,  manifestar  estas  pruebfitj&gun  v^s^lM]^á.n  t^oerei^abo^ 
no  del  talento  artístico  de  Máiquez,  la^cordi9les.maiúfestfi«oaaa4»* 
aprecio  que  le  dio  Tal m^or  escrito,  dispue8.de  17  sños  de  siltnaíai, 
movido  de  la  grande  opinión  que  sus  paisanos  habian  fannado  4a 
nuestro  primer  ^ctor.  Algún  peso  deberá  teaer  también  k  epinian 
del  trágico  ingles  Kemble,  quien  Habiendo  estado  una  eonta  tyropa 
rada  en  Madrid^  confesor  que  Máiquez  aventajaba  á  euamos  la  opi*> . 
nion  connin  designaba  como  sys  rivales*  Par  último,,  op  depaii6poaa' 


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— S49— 
•n  fjtfg^r  de  laidoro  Miíqaez,  el  que  después  de  su  regreso  de  Fran- 
cia» ni  uiift  sola  vez  diese  el  publico  la  muestra  mas  lere  de  iaquie- 
tud«  de  disgusto,  ni  desaprobación  a  cuanto  aquel  ejecutaffn,  j  que 
el  teatro  estuviese  constantemente  lleno  cuando  este  actor  eminente 
dksempeñaba  la  pieza  mas  despreciable. 

Dilatado  en  estremo  sería  este  articulo  si  pretendiésemos  enu- 
merar los  rasgos  de  carácter.  Irit  anécdotas  curiosas  j  los  actos  de 
usombroMMecucion  escénica  de  que  está  sembrada  la  vida  de  Isi- 
doro Ma^H:.  Si  lo  dicho  no  es  suficiente  para  labrar  su  reputación, 
bastará  por  lo  menos  para  dar  un  testimonio  del  entusiasmo  que  aquel 
actor  eminente  sabia  inHptrarnos  en  la  escena. 


a 


POR  Mr.  DE  COÜTTIN. 

La  elocuencia  es  la  facultad  de  persuadir  j  de  convencer,  co* 
municando  impresiones  vivas  y  fuertes,  porque  para  conmover  j 
atraer  á  otros,  es  indispensable  que  uno  mismo  esté  viva  j  fuertemen- 
te conmovido.  Quid  est  elocuentia^  dice  Cicerón,  ni$%  continuus  anú 
mae  motus^  „La  elocuencia  es  pues,  un  don  de  la  naturaleza,  diri- 
gido 7  |ierfeccionado,  y  aun  algunas  veces  adulterado  por  el  arte* 
A  pesar  del  adagio,  el  orador  se  hace^  el  poeta  nace^lEínto  la  elocuen- 
cia como  la  poesía  se  reciben  en  el  nacimiento,  y  el  axioma  sola- 
mente es  verdadero,  si  se  aplica  no  al  don  de  la  elocuencia,  sino  al  i 
arte  oratorio,  6  al  talento  que  acomoda  esta  sublime  facultad  á  las 
eircunstancias.  De  otro  modo,  ni  el  arte,  ni  el  estudio,  concederán  al 
hombre  incapaz  de  concebir  y  de  esplicar  felizmente  sentimientos 
enérgicos,  el  poder  trasmitirlos;  El  arte  y  el  estudio  por  sí  solos  no 
han  formado  mas  que  retóricos.  Por  el  contrarío,  el  hombre  mas  in- 
calió, será  elocuente  si  se  agita  con  fuerza.  Todo  el  mundo  conoce 
la  respuesta  que  dio  un  jialvage  al  europeo  civilizado  que  deseando 
desterrarlo  de  su  tierra  natel,  le  aconsejaba*  tranquilamente  que  eihi- 

Z2 


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--sao-. 

gme  á  otra  parta  con  su  tribu.  ¿Podremoe  nuiotros  deibir  á  tes  1mm-> 
sos  de  nuestros  padres,  levantaos  y  marchad  delanU  de  nosotros  k£^ 
xia  una^ierra  ^strangera?^^  Aun  no  se  olvídala  famosa  arenga  de 
aqpel  marinero  ingles  mutilado  por  los  españoles,  al  presentarae  al 
parlamento:  ^^Cuando  ellos  f/te  hicieron  sufrir  esios  tormentos^  ahesi" 
doné  m  cuerpo  á  mis  verdugos^  encomendé  mi  alma  á  Dios  y  mi  ven* 
ganza  á  mi  patria.  ¿Hubieran  p(Mdo  todas  las  artes  del  mundo  as- 
presar  con  tanta  elocuencia  la  adhesfoft  al  suelo  nataIyUa  confían- 
.aa  en  la  pc^trial  Pedro  el  ermitaño,  profundamente  Vmo  por  loa 
ukrages  7  sufrimientos  que  hacian  padecer  loa  musulmanes  á  km 
peregrinos,  inflamó  á  los  cristianos  que  lo  escuchaban  coa  el  fiíago 
que  lo  devoraba,  j  lanzó  á  la  Europa  contra  el  Asia.  Con  las  elo- 
cuentes inspiraciones  del  corazón,  fué  también  con  las  que  San  Vi- 
cente de  Paula  restituía  sus  madres  á  los  tiernos  niños  abandonados, 
y  con  ellas  el  padre  Bridaine,  forzal;^a  al  arrepentin^iento  4  los  peca- 
dores endurecidos.  . 

La  espresion  enérgica  y  verdadera  de  un  convencimiento  fuer- 
te, de  un  sentimiento  vivo,  tierno  ó  profundo,  es  lo  que  constituye 
esencialmente  la  elocuencia;  de  donoe  se  infiere  que  la  facultad  de 
mover,  de  persuadir  7  de  convencer,  no  es  el  privilegio  esclusivo  de! 
orador;  pero  si  la  propiedad  7  uno  de  los  grandes  medios  de  acción 
del  general  de  un  ejército,  del  moralista,  del  filósofo,  del  bistoríadory 
del  escritor  político  ó  religioso,  del  poeta  épico,'  del  poeta  dramático^ 
de  todo  autor,  cq  fin,  que  necesita  atraer  los  entendimientos  7  loa 
corazones. 

La  elocuencia  constdarada  como  el  atributo  7  el  medio  de  ac- 
ción del  orador,  {jerce  su  poder  en  el  templo  de  las  ls7eS|  en  pre- 
sencia de  los  magistrados,  en  la  cátedra  apostólica  7  en  la  tribuna. 

Los  debates  públicos  que  en  algunos  pueblos  preceden  á  loa 
juicios  en  que  se  interesan  nada  menos  que  la  existencia  civili  el  ho- 
nor» la  vida  7  la  propiedad  de  los  ciudadanos,  ban  abierto  siempre 
un  vasto  campo  á  la  elocuencia.  Los  mas  antiguos,  7  también  loa  . 
mas  nobles  de  estos  debates,  cu7a  tradición  ha  llegado  hasta  noso-^ 
tros,  son  los  que  en  Egipto,  esa  tierra  clásica  de  la  sabiduría^  de  laa 
ciencias  7  de  las  artes»  antecedian  á  las  sentencias  q^e  á  nombse  del 
pueblo  se  pronunciaba»  en  favor  ó  en  contra  de  los  re7es  después  da 
BU  muerte.  Se  formaba  Causa  á  su  reinado:  si  la  voz  pública  lo  procla- 
maba ventajpso  á  la  nacioui  se  les  acordaba  sepultura  en  loa  magnl- 


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—251— 

fieos  sepúJero»  consagrados  por  el  reeonocimiento  á  les  iMienoe  mo* 
naroas;  mas  si  ellos  habían  violado  6  despreciade  krs  leyee,  ^ran  pri-  * 
vados  sus  restos  mortales  del  honor  reservedo  solamente  á  la  víitvd. 
ildmírable  era  este  medio  para  eonetlíar  el  privilegio-  de  la  invíolabí* 
lidad,  inherente  &  la  autoridad  real  durante  In  vida,  del  Pr íoeipe,  een 
la  justieia  que  no  admite  prerogativas-  j  con  los  dereelios  de^la  pea* 
teridad.  Skipooíeiido  qae  la.  iolRnabilidBd  presidia  á  eetaa  solemnes 
diaousioo^^Mal  carreH^^ia  ser  mas  bella  para  el  orador»  qae-  l«i 
aeuMcion^^efensa  de  aquel,  cuyos  actoe  habÍAB  decidido  laq^a 
tiempo  de  la  felicidad  ó  de  la  desgracia  de  una  naeion  enterad  £1 
tiemfK>  ha  borrado  todos  los  pormenores  de  esos  grandea  procesee 
foruMidoa  á  la  memoria  de  loe  rejes  del  anliguo  Egiplo^  peso  todhvía 
aplaudimos  el  arte  del  ingenioso  escritor*  inieiado*  de  algún; modo  en. 
aqii9llos  misterios  por  una  erudición  profunda,,  y  el  que  en  lü  novela 
de  8etbos  ha  procurado  retraaiarnos  aquellas  importaatea  aolamaídar 
d^ 

El  aréipago,  ese  tribunal  venerable,  cojo  namhra  se  ooneervtt. 
conu>  un  símbolo  de  sabiduría  j^  de  justicial  temeroso  d^  laa  eieeia 
nes  produeidae  por  la  elocuencia,  renunció  á  la  hiz  qif^llna  diAm- 
den,  pa^a  imponer  silencio  á  las  pasiones  que  subleva,. 

El  pueblo  de  Atenas,  por  el  contrarío,  exigía  todos  losidieada 
IflMi  que  pereraban  delante  de  él,  emociones  y  lisonjas  n navas»,  Anasna. 
condenando  á  Sócrates  y  á  Phocion,  quiso  ese  pueblo  vano  6  irrita- 
ble castigar  en  esos  grandes  hombres  su  geiieroaa  desfireaio  por  el 
aite«  cuyas  sediucciones  y  encantos  pagaban  tributo  >á  suaoberaniai. 
No  solamente  la  elocuencia  judicial,  sino  también  la  aloeaaficiapa-  . 
lítioa«  la  de  ios  historiadores  y  filósofuelacienin^con  el  mi^yqr  hnllo 
en  la  ciudad  de  Minerva:  los  céleles  debaleada  Escbineiiy  d*I>a* 
mósihenes,  no  fueron  mas  que  la  contin«aeÍQn  del  gfan  peoeaso  aa* 
tre  la  Grecia  y  Filipo.  Por  lo  que  toca  á  los  alegatos  de  Iijraiaa  j  da 
Isceraites,  mas;  pertenecen,  en  es{]^cial,  los  de  bóerates^al  asle.delí 
retQríie,.que  al  genio  del  orador^  ^ 

ARoma^  laidigoA  rival  de  Atañas,  es  á  la  que  dehoilaaretta  fis^ 
reaee  los  primerosi  milagros  del  arte* 

Desteirada  la.  eléoMeticia  de  la  tribuna  y  del  eaatnavta  da  ks  lér. 
yes^  se  refugió,  haoe;  algunos  a&oe,  en  la  cátedra  evasfClíaa^  Bl  ealar 
diov  el  talento»  y  sobre  todo  una ,  fe  tauf  viva»  armó .  cao  tinlo  el  ppn 
der  da  la.palab£a  á  loa  GcBáiümas,  á  los  Origaaas,  la»  Tertaliaaaa,; 


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lo»  AgtMtíooB,  los  Gipríniíotf  y  loa  Ambrosios,  á  ejemplo  sujo,  8.  Juan 
Grísóstorao,  los  dos  Gregorios  y  S.  Basilio,  liicieroD  resoiHur  en  el 
palpito  los  acentos  de  la  elocuencia  cristiana.  No  penséis  que  se  en* 
cuentran  siempre  en  esas  obras  del  celo  evanjélico,  estranjero  &  las 
seducciones  de  la  gloria,  esa  perfección  continua  de  gusto  y  estilOf 
esos  movimientos  de  pasiones  humanas,  que  nos  arrebatan  en  los 
grandes  oradores  de  la  antigüedad  m|&flli*  La  elocuencia  de  los  pa- 
dres es  menos  esmerada,  menos  atraotjPTj^piro  ella  coMuieve  mas 
porque  se  dirige  á  nuestros  sentimientos  mas  íntimos  y  misteriosos  á 
nuestros  interesa  mayores,  mas  efectivos  y  duraderos.  ¡Guantas  ve- 
ces el  amor  de  la  religión  ha  suplido  en  ellas  las  pasiones  mundanas 
que  han  vencido  y  que  desean  enseñarnos  á  vencer!  En  Francia  es 
donde  después  de  un  eclifise  de  ñiuchos  siglos,  se  vi6  renacer  la  elo- 
cuencia del  pulpito,  con  la  aurora  del  gusto  y  de  las  letras.  Algunas 
rá£igas  brillaron  por  intervalos  en  los  sermones  de  los  padres  Lln- 
gendes  y  Senaiilt.  Estuvo  reservado  al  obispo  de  Tulles  Mascaron, 
dar  los  primeros  ejemplos  de  inspiraciones  felices  y  de' hábiles  com- 
binaciones del  arte.  Dettgraciada mente  su  dicion  es  aveces  afectada, 
de  mal  gustóla  desfibrada  con  locuciones  anticuadas.  Su  rival  Fle- 
chier,  siguiendo  una  ruta  opuesta,  se  distinguió  por  el  arte,  por  una 
elocuencia  demasiado  estudiada  y  por  la  trabajosa  armonía  de  sus 
periodos;  mas  fué  verdaderamente  elocuente  en  varias  partes  de  su 
oración  de  Turena,  y  lo  hubiera  sido  mas  acaso,  si  el  penoso  esnae- 
ro  de  estiis,  no  comprimiera  tan  frecuentemente  en  las  composicio- 
nes del  obispo  de  Nimes  el  vuelo  natural  del  talento.  Aquí  se  avanza 
como  maestro  aquel  á  quien  proclaman  muchas  veces,  el  orador  mas 
grande  de  los  tiempos  antiguos  y  nipdernos,  y  que  cuando  menos  no 
reconoce  superior  sobre  sí,  aquel  ]}o8suet,  cuyos  primeros  ensayos 
revelaron  todo  su  genio.  Ese  talento  poderoso  y  profutiSo,  nutrido 
con  una  doctrina  inmensa  y  que  de  una  ojeada  recorre  la  vasta  esfe- 
ra f}e  los  lieshos  y  de  las  ideas,  hizo  doblegar  bajo  el  yugo  de  la  ra- 
zón y  del  gusto,  la  audacia  de  su  imaginación  y  de  su  palabra.  De  re- 
pente se  lanzu  á  una  altura  donde  ningún  otro  puede  llegan  61  poseía 
uno  de  esos  raros  genios  á  los  que  concede  la  naturaleza  el  imperio 
sobire  las  almas.  No  se  crea  que  le  negó  alguno  délos  dotes  de  la  elo- 
caeaeiu:  la  oración  fúnebre  de  Mdma.  Henríqueta,  la  oración  para 
la  profesión  de  Mdma«  dé  la  Valliere,  probaron  que  sabe  ser,  osando 
quiere,  persuasivo,  afectuoso  y  tierno.  Mas  la  autoridad  de  un  genio 


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clnniínador,  es  el  carácter  distintivo  de  su  elocuencia:  intérprete  su- 
bfime  de  la  Oinnipotencia  Divina,  espantoso  revelador  de  la  nada  del 
hombre  y  de  la  vida,  pe  presenta  como  otro  Moisés  eo  el  Monte  Si- 
tial: lleno  del'espíiitu  del  Altlsinso,  arrastra,  aterra,  hiere  como  el-ra- 
JO.  La  profundidad  de  sus  pensamientos,  la  rapidez  de  sus  sensacio- 
nes, \h  grandeaa  y  la  audacia  de  sus  pnlabrasí  esceden  á  tpda  ponde- 
raelon;  él  ooé  subyuga  siiulU^K|ue  pensemos  en  la  resistencia.  Fué 
8u  cootemopráneo  un  f|wHE)ible,  por  una  profundidad  y  destreza 
infinitas:  por  algunos  rasgds  tan  rápidos  como  el  mirar  del  águila: 
Oronnrel  resuelto  en  algu^^as  Hneas  de  Bossuet.  Muere  un  gran  guer- 
rero, ilustre  por  la  prontitud  de  sus  decisiones,  por  la  audacia  de  sus 
resoluciones  y  el  fuego  de  su  valor  en  las  batallas:  que  ninguno  se 
atreva  á  tocar  sus  laureles,  que  ninguno  emprenda  bosquejar  su  ge- 
nio: este  cuadro  pertenece  á  Bossuet.  El  solo  con  esa  palabra  atrevida 
eon  eees  transportes  sublimes,  con  ese  vivo  calor  que  inspiraban  al 
veoeedor  de  Roeroi,  sabrá  reproducirnos  el  alma  y  el  genio  belicoso 
de  Conde.  £1  grande  orador  ha  señalado  con  rasgos  profundos  y  se- 
guro* las  revoluciones  de  los  imperios  en  esa  obra  inmortal|-en  la  que 
la  elocuencia  evanjéüca  se  apodera  ya  del  buril  de  li^ustoria.  ¿Quién 
no  admirará  el  cuadro  en  fas  magnflicas  composiciones  consagradas 
á  dos  princesas  de  Inglaterra?  ¿Quién  no  ha  llorado 7  temblado  con 
este  gran  pintor,  á  la  vista  de  la  nada  de  las  grandezas  bumanas,  tan 
deplorables  en  la  relación  de  la  muerte  que  vinS  á  arrebatar  de  re- 
pente á  la  segunda  Henriqueta,  á  la  corte  de  que  era  ellji  todo  el  or- 
namento? Jamas  ha  penetrado  la  palabra  tan  adentro  de  los  cora'/o- 
nae,  nnnca  se  ha  posesionadlo  de  ellos  con  mayor  fuefzu.  En  estas 
obA  raaestraa  es  en  las  queJa  elocuencia  sagrada  se  desplega  con 
ledos  sj^errores,  eé  las  que^nspues  de  haber  brillado  con  el  fuego 


I  sQ^er 
•  ramm 


de  los  rammpagos,  hiere  como  el  rayo.  Si  el  orador  se  eleva  á  una 
ahura  inmensurable,  tanto  es,  sin  duda,  por  el  poder  y  grandeza  de 
los  medios  de  que  dispone, 'como  por  el  ascendiente  de  su  genio. 
¿Cémo  podía  ser  que  aquel  á  quien  parece  que  la  inspiración  divina 
de  les  profetas,  transporta  á  los  cielos,  no  encontrara  acentos  desco- 
nimidoe  á  las  pasiones  humanas?  Mhs  era  necesaria  la  sublimidad 
del  talento  de  Bossuet,  para  elevarse  y  mantenerse  sin  esfuerzo  al 
nhnel  de  una  reputación  tan  alta,  y  este  mismo  talento  sublime  es  un 
prodigio.  Confesemos  sin  embargo,  que  e^  vigor  de  este  genio  singu- 
lar» no  pndo  «iMtnerlo  de  uu  escollo  de  su  clase.  Nada  es  hermtv<hii 


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—ace- 
ito e^  verdader/f^  y  |^  voz  de  Bossjuet  oo  conservó  sus  títulos  á  la  elo- 
cuencia, cuando  esa  voz,  en  todo  lo  demás,  tan  imponente  fuié  conde- 
nada á  alabar  á  Miguel  ijetellier.  Las  palmas  fúnebres  uo  puedan 
crecer  mas  que  sobre  los  sepulcros  consagrados  á  la  virtud  y  al  le— 
lento,  ¿nicos  objetos  verdaderamente  dignoa  de  las  alabanzas  de  un 
grande  orador  y  de  un  obispo  ilustre.  £1  verdadero  domioMO  de  la  elo- 
cuencia sagrada,  ^s  la  enseñanza  de  t^^ÉÉI  ^^I  Evanjelioi  y  de  Iimi 
Yerdades  de  la  religión,  y  la  predicaciflHm^eberes  que  eUa  im- 
pone. ¿Cuáles  testos  mas  bellos  pudíerai^scojerse  p«*a  las  exhorta- 
ciones apostólicas?  Nuestra  patria  y  los  dos  últimos  siglosi  son  loe 
que  nos  ofrecen  los  mas  brillantes  modelos. 

Si  para  colocarse  en  el  rango  de  estos  insignes  maestros  <Íel  arte, 
ba.stára  una  grajvdei  y  sana  doctrina,  un  juicio  recto  y  firme,  enalégi* 
ca  segura,  una  dialéctica  diestra,  hábil  para  perseguir  al  vioio  hasta 
8i|s  últimos  atrincheramientos,  para  forjarlo  á  manifesiarse  al  descu- 
bierto y  avergpq^arse  de  su  espantosa  desnudes;  s*  ftiera  sufideale 
despo¡|ar  del  velo  con  una  rara  sagcusidad  á  loe  üubterfugioA  ten  ra^ 
rips  de  esa3  conciencias  siempre  prontas  á  seducirse  &  sí  mismas;  si 
el,  arte  de  dem^Unr  y  de  convencer  fuera  el  atributo  esencial  del  ora- 
dor sagrado,  la^státua  de  BourdiÉoue  sería  eterna  sobre  el  pedestal 
en  que  sus  ckmi temporáneos  lo  han  colocado.  ¿Mas  puede  coneiiderBe 
1^  palma  de  la.  elocuencia  al  ministro  de  loa  altares,  cuando  eonten- 
táüdose  con  esplicar,*eon  discutir  y  probar,  y  esto  en  estilo  muchoe 
veces,  seco  y  £rio,  habla  no  mas  á  la  r(M£on  y  al  entendimieato^  ala  di- 
rigirse nujDca  aJ  corazón?  ¿Cómo  puede  ejercer  élimpejrio  dele  pala- 
bra, el  que  p2rf%ce  se  ba  impuesto  la  obl^ga^ion  de  manüeslaiee  ee* 
traiy^ro  á  todo  aiovimiento?  Reconozcamos,  pues,  en  Boordol^ftp, 
id  predicador  distinguido  en  razón  jf^n^trina,  di  deoiostn^d||  hábil 
y  eaacto;  pero  renunciemos  á  la  esperanza  de  encontrar  en  sflRkutii- 
noaa  colección,  lo  que  raras  veces  podríamos  hallar,  los  nuavimieift- 
tqs  de  una  verdadera  elocuencia. 

No  se  escucha  mas  qiie  una  sola  voz  sobff^  la  de  MasiUea:  jama» 
ningún  orador  ba  hecho  resonar  otra  mas  tierna,  ni  mas  persoesivas 
Como  Bourdaloue,  él  desplega  ante  los  ojos  de  los  culpados  loaoiie- 
tarios  de  sus  iniquidades.  Mas  ¡con  qué  arte  t^  superior  deseetuel- 
ve  hasta  los  pliegues  mas  secretos  del  corazón!  iCuáatae.iFeiili^  ao 
lleva  á  su  antecesor,  por  esa  uneion  penetrante,  tan  pcepia  para  haeer 
amar  la  moral  del  Evaojelio,  y  sobre  todo^  por  los  eneantoa  de  «na- 


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— 2S5— 
1dcuei6o  taiiffeitade  gradas  y  armonía!  ,*Con  qué  colores  tan  vivos 
BátH3  él  pintar  la  i^icidad  dé  la  virtud  y  las  tnisericordias  dividas! 
tílettipre  diestro  para  acomodarse  á  las  circunstancias,  ^ara  connio- 
^rer  j  «traer  á  los  que  lo  escochanf  logra,  cuando  quiere,  9sT>antlEir  á 
los  malvados  ^on  el  cuadro  de  la  justicia  celestial.  Este  orador  se  má- 
nifeet6  en  su  peqjteñá  cuaresma,  digno  de  enseñar  á  los  reyes  sus 
obiigaeíones  y  de  deiendH|j^tf  ellos  la  causa  sagrada  de  los  pueblo^. 
^nt^es  menos  elocuente  J^^^B*os  discursos:  se  entrega  en  ellos  i  los 
ffrandes  transportes  de  I^^Rcuenoia.  Nadie  ignora  la  impresión  de 
terror  que  causó  en  su  auditorio  la  primera  ve¿  que  pronuncia  sa 
sermón  sobre  el*j[)equeño  número  de  los  escogidos.  Por  la  perfección 
admiratte  de  su  estilo,  Masillon  se  ha  cobcado  en  la  primera  Unéa 
de  aquellos  modelos  en  el  arte  de  escribir  que  se  leen  sin  cesar,  y  que 
mas  gustan  mientras  son  mas  leídos. 

Ninguno  de  los  rivales  y  sucesores  de  este  grande   orador  ha 
podido  igualarlo.  Se  encuetitnin,  sin  etñbargo,  algunos  rasgos  de  una 
eloeuencia  atractiva  j^ llena  de  unción  en  los  sermones  del  padre  Che- ^ 
mínáfis.  Los  del  padre1|p»jeune  y  del  abate  Paule  olTrecen  testknonioa 
frecuentes  de  urt  Verdadero  talento  oratorio.  ^^ 

Todoé  estos  predicadores  del  E>vanjelio,  formados  por  largos  e^ 
tudios,  eran  eacuchmios  casi  siempre  por  las  clases  literatas  ^  insltrui- 
das;  hablaban  por  lo  común  delante  de  los  reyes,  dé  los  príncipes,  de 
los  grandes,. encmitrando  siempre  oyentes  benévolos,  ¡Ctfánto  mas 
difícil  es  el  acceso  dé- la  divina  palabra  para  con  la  multitud,  encor- 
vada hajo  el  doble  yuga  de  la  ignorancia  y  dé  la  pobreza!  ¡Cuánto 
mas  necesaria '  et  la  elocu^j^a.  del  corazón  para  hacer  penetrar  en 
alian  ordinariamente  rudas,  groseras,  amargadas  por  la  desgracia, 
^os.^usemí  y  consu(||os  da  la  religión,  para  calmar  las  tempestades 
de  sos  {l^^bes,  para  inclinarlla  paciencia  á.  espíritus  irritados  por 
una  miseria,  tantas  veces  sin  término  y  sin  rénledio!  |Cuán  penosa, 
misión  la  del  sacerdote  en  los  campos!  Apenas  bastan  para  desempe- 
fíaria  los  mejores  talentos,  y  aquellos  á  quienes  estas  dificiles  funcio- 
iies  se  encomiendan,  no  cuentan,  mas  que  con  sü  fe  y  con  su  ciarídad. 
Entre  estos  respetables  ap6sto1es,  ha  habido,  sin  duda,  varios  que, 
inspirados  por  la  sublimidad  dé  la  religión,  han  sido  elocuentes. 

La  fknta  de  uno  soto  de  eflos  se  ha  estendido,  uno  soló  de  ésos 
noinhres  venerables  ha  llegado  fiasta  nosotros,  el  del  padre  tirydaine, 
f  esto,  gracias  i  los  rasgos  y  fragmentos  que  ha  conservada  él  car- 


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—256-. 
denal  Bíaurl  Eitos  rajos  de  un  genio  feliz,  aunque  inculto  y  ñffm- 
te,  han  bastado  para  esplicar  los  triunfos  del  célebre  misionero,  y 
paia  asegurarle  una  gloria  que  desdeñaba  su  piedad  efaojólica»  Ba- 
tos rasgas  dispersos  del  urudor  atestiguan  la  alta  y  sublime  elocuey- 
cía  que  le  había  concedido  la  naturaWza.  Calor  de  alma,  elevación  y 
novedad  de  ideas,  fuerzas  de  pensamientos,  audacia  singular  de  ea- 
pjresion,  movimientos  patétióos  y  soa|AH|^es,  todas  estas  cu alida- , 
des  estraordinarias  brillan  en  el.peq^^^^Hero  tie  páginas  que  ia& 
«élebre  prelado  salvó  del  olvido.        ^^^^^  , 

£1  asombroso  exhordio,  tan  felizmente  improvisado  en  presen- 
cia de  un  auditorio  escogido,  tan  nuevo  para  el  huftiüde  misionero, 
descubre  por  sí  solo  al  hombre  llamado j>tira  ejercer  el  i1hp»rio  de  la 
palabra;  Por  la  lectura  de  estos  preciosos  fragmentos,  se  concibe  el 
Hscendiente  de  que  gozaba  el  padre  Brjdaine  y  las  conversiones  de- 
bidas á  su  celo. 

Dps  sermones  pronunciados,  el  uno  en  la  consagración  del  ar- 
ftobispo  de  Colonia,  el  otro  para  alentar  á  los  predicadores  de  la  fé 
en  paisas  remototf;  en  esas  misionas  que  se^Épan  hecho  célebres  por 
los  sucesos  debidos  á  la  dulzura  evangélica  y  á  la  elocuencia  insi- 
nuante de  lus'nuevos  apóstoles,  nos  dnn  el  derecho  de  enumerar  en- 
tre los  ilustres  oradores  del  pulpito  al  obispo  Feíielon^ 

Este  hermoso  genio  en  el  mas  alto  grado,  esa  elocuencia  per- 
suasiva, esa  caridad  afectuosa  que  conquistan  lo8*coiazones,  esa  ra- 
zón llena  de  sabiduría  que  se  atrae  los  entendimientos.  Si  él  no  atur- 
de, sino  aterroriza  con  Bossuet,  si  como  esta^^guila  del  pulpito  no 
nos  mantiene  prosternarlos  sin  cesar  y  co^nfundidos  de  respeto  y  da 
temor  al  escuchar  los  milagros  de  la  ^omnipotencia  divina,  ^nos 
encanta  con  el  cuadro  de  la  maravillosa  |^ond^  de  Dios;  él  n*in-> 
funde  el  amor  para  con  el  Supremo  Ser  que  nos  ha  prod^Bt)  tanto« 
bienes  y  esperanzas.  Dios  en  los  admirables  discursos  de  Bo8suet« 
aparece  como  un  juez  severo,  dispuesto  á  Castigar  el  olvido  de  nues- 
tros deberes.  Fenelon  nos  lo  manifiesta  como  un  padre  misericordio* 
ao,  cuya  indulgencia  nos  obliga  á  amarlo.  La  parte  del  obispo  de 
Cambray  en  los  dones  del  genio,  no  es  la  menos  bella,  porque  es  1^ 
mas  amable:  una  vida  consagrada  toda  antera  al  ejercicio  de  virtudes 
generosas  y  benéficas,  un  carácter  elevado  y  noble,  distinguien- 
do las  raras  cualidades  de  Fenelon,  hacen  venerable  su  memoria  pa- 
ra siempre.   ¿Qué  daño  pudo  causar  á  la  fama  de  este  grande  hoio* 


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uespitea  oe  la  cátedra  eranj 

tenso  ni  mat  bello  para  la  n^brí 

•  bat(n  loa  p^randes  intey^BS^s 

jPdyl  territorio  de  un^^^^Bo 

^n  ia  placa  páWíüa  h  en^Rm  p 


breel«rrard«  ima  piedad  tan  deaintereíadat  El  pont^fice-InQoen* 
cío  XI  doeidié,  como  hombre  de  ínrgenio  en  la  dilayidaif  eatrafo- 
gante  querella  del  quietismo»  asegurando  que  Fenelon  hlbia  oecado 
por  esceso  de  caridad,  7  Bossuet  por  falta  de  ella. 

Después  déla  cátedra  erangélica  no  existe  un- campo  mas  es- 
tenso  ni  mas  bello  para  la^^bra,  queissas  ^isaafibleas  en  qi^ese  de- 
as rmcloTies,  ara  que  el  pueblo  redttd- 

lona^eh  iliénas  y  en  Rotta,^e  reuim 

^n  k  placa  pá^tfüa  jb  e^^Rm  para  deliberar  aHí  sobre  loWnegovÍM 
^dll  estado;  sea  que  como  entre  las  naciones  modernas,  demi^^áo 
populosas  pase  £  ocuparse  de  W  asuiftos*en«eom1in,  se  confien  4 
Vepres«n4a«tes  adiHS  gnyM  nJtiiiiMÍ'MílHt  ^p^ijp  es eymendiepte de 
la  elocuencio  en  las  repúblicas  de  la  «ntigüedad,  par^kulamente  eo 
Atenas  y  «n  Roma.  El  asSe  9^a'  palabra  era  el  que  domhiMli  en  In 
ciudsd  de  Minenra*  ]Guánto  poder  no  ejercía  en  la  ciudad  de  ^mulo 
7  de  Numa,  j  coamas  veces  el'  forovj  efsseaado  f(}etofk.H  teatro  ^e 
sus  triunfes!  Casi  todos  los  hombre  grandes  de  Atenas,  como  Te- 
mlstocles,  Arlstidel^  Periclbs,  Al9^»ind€«  y  Phocion,  IbMii  s^fttla* 
dos  por  la  elocuencia.  TocidMes,  conservando  el  «l^giode  los  guer. 
reros  m'ueHos  durante  la  funesta  guerra  del  Pelóponeso,  Ais  lia  le- 
gado un  belfWnoDUttento  del  talento  oratorio  deresposo  de  Aspa, 
sis,  cuyos  honores  funerales  celebró  elk  misma,  si  damos  crédito  á 
Platón.  Mas  hulN>  un  ateniense  que  eetipeó  é'bifto  ohridv  á  todos 
sus  rivales.  Cuando  ft  habla  de  los  oradores  de  Atenas,  cbando  se 
quiere  citar  al  hombre  ^cuente  por  escelencia,  y  sobre  todo,  al  gran 
modelo  de  la  eFocuenda  p^ítica,  un  sole%iombre  se  presenta,  y  este 
es  Demósténes.  En  elbcto,  todo  lo  que  el  talento  de  la  palabra,  ins* 
pirado  1^  el  amor  tnas  sincero  y  mas  ardiente  de  la  patrhi,  puede 
produ^He  hermoso  y  á^  stiblime,  abunda  en  los  discursee  de  esie 
hombre  ilnstre.,  Conforme  refieren  los  histof^adores,  él  debi6  á  les 
mas  penosos  esfuerzos  y  al'  trabajo  mas  constante,  la  beUeee  i^e  s«i 
desembsrazo  y  de  flb  acciori  oratoria.  Pero  si  el  estfidio  y  el  árabs^ 
contr¡büyerc»n  á  elevarlo  á  la  perfección  del  arte,  é)  no  fué  deodor 
mHS  que  á  la  natiiralesa  y  á  so  generoso  patriotlsme,  el  haber  sido 
el  orador  mas  eloeiiente  qee  se  eboeeíé  basu  Bisasoét.^  Uro  gran  di* 
'  ferenda  hay  entrad  orador  ra^  y-el  rom^no:  en  este  afuireóeel 
arte  éñ  todas  partes;  en  la  primera  lectura  de  las  obras  de  DMhieCe- 
nes  no  se  nota  ningon.  tra^jo  de  peesemiei^to,  mx  de  eloc4eiem  los 


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JÍJ«as»  1^  frsu9ef»  la»  po»likhni  y^  i|piMr«^i«»da  en  #«  di»potÍQÍ4fi  4i» 
turai:  n^  pareoe  prq^rado.  ]EW«c^  i|w  Jo  qm  ue  efcitolia  eJ  ua« 
Uñe.  imprfviaada  de  raoioCfDJos  vig«iiEoao«  y  de  frlie««  iaepítiiclaaoe: 
nada^t  pompa  eo  laa  eapreaioaea,  oadn^ue  4é  &  oanocer  eaMiJMic 
toda  46  preaentje^  t^omo  eppoiitáueoj  todp  es  oervio,  mofinmato  y  vi- 
da.. £1  cov^uütoá*¿  diaciua^  ^el  qiiedea4e  el  iirioeifio  al  fia,  ( 
mueve  fiü(teoiaiiie;  se¿i^üU  cada  uff 
da-coutteugidei  tá>do8  loa  8eatijn«3{ita 

jp^pDAiyfioaa.  El  estudio -j  la  roflaxl6VBa^uii¡p«iii^Bie  loa  <|iiariMi| 
.4^Ulbreh'al  grande  arte  d^  sus  coolpoatQioooa  admifabloa;  ea  elle 
jconSiate  la  perieeoioj;^  d^  Ijreloeuojicia.  Yo  ofoo  no  haber  JiaUb  ma0 
de  upa  6vdoa  jFeoea  ^ '^y  ^Íto<Hig"m»  ÜT^^  >r^"i  ^rTf —  * 
moer  ciMiaaJp  físán  delieÍMg  oo  «1  coii^fio»  y  poeo  fiil^  |Mra  q«ie  Id 
ae|^  iedayia%  f^moria  al  eat»o  de  ^ AiroAto  j  qíuoo.  oñoa,  todoa  1m 
bolle  A  de  oaa  obra  maeaU-tt^f  apbrelodo,  el  tiag^iporfte  €|ue  me  oihi- 
«aban»  mo^^^o  ano  j^f^eni^  Soy  de  opiíiioo  que.  la  elo^eacía 
aprlíc^la  á  oeoiitos  puramonie  )|MmaiMio»  do  ha  ¡vódacido  jaoMia  iioa 
coaa  iajiii¿>nte.  Yo  jasgo  qwe  diÜflmes  d^  la  lécfeira  de  DemóatoDoa, 
ae  reyuno  teataduá  aoateiier,  que  los  ol|Jba  oráibxea  oyia  célebres,  no 
aoo  BudPque  b&bílea  retórieoa«  Eschíoea  paroce  elociLente  Mtea  de 
.  bobar  ieido  á  «S  adversario.  I>eapues  ae  pieoaa« ,  cohk»  poosó  el  ah- 
dkorto,  f|ae  bobieiido  oído  recitar  arateaiofiae  4ealerrado  loa  do^ 
-déaauraqii  oo  «pbmdÍQ  -aaaa.qae  el  de  De«»oatenisr, /  pieeisp  á  Ba- 
•MBmA  eaohffur:  ^Qoá  hubiár^Hs  dicJka^  m  ^ubiér^9  e»$mi1uid9  ni 

El  piiaaor  orador  doaKóaaa  y  el  üMgtp  de  sus  gramlea  oiodada- 
0os««ea  el-qoe  sea  ha  le'gado  loaáníeoa  inoiiiioieDtQa  ddla  efteooo- 
Wi  polilieo  loliaa  que  oa  llegado  hasu  ocaotroa.  Laa  celajes  aloeu- 
«iooes  de  Ciee^oo  i  duilioa»  so  areifa  eo  deJeosa  de  ifll^  «laai- 
IÍD9  8«a  diaearaoa  oon^a  ia  lejr  agroriá  del.tribiiBo  Ben iUo  lUfo*  ana 
filipiooa  tomsB  Aatooio,  briUoD  eo  diferentea  gradoa  con  todo  el  r»^ 
fUusdor  de  a«  lai^Dlo.  I^aa  eatiüiiarias  f  las  filn^loais  feevecdaii  á  vie- 
oaa  el  Wgor  y  la  yebemeocía  de  Demóstenea» 

Áp6aaa  ü  aatelo  Oatawo  ooBc^atrft  en  aví  {Mffpopa  e|  poder  co- 
laaal  de  i«  o^^^Ud  etaraa,  mando  la  vme  de  k  oloepievQÍ»  ^«edo  m^ 
oadfti  Mm  Jo  odelaoio  fikvty  poooa  Igpbffea  vinkooaoa»  coma  Helridio 
y  Thmiea*»  m  «trarieMm  i  baoer  esSoebor  el  loAguage  au^Mro  de 
i»  vaadai  on  <ai  aerado  d<btt-f  «onronijiide.  tQ«¿  op«a  podía  bab«r 


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itum  ñ^mL^f  un  TiUrio  y  mi  Nenm,  (juñ  la  ufacntotlii  de  m 
hombre  justof  El  Irte  oratorio,  lt^ieloeiie»eie  óe  eitíloi  y  eobre  loijk», 
ké  AoMeff  tfn|p^*^^'  f  be  Wiieieioe  <lel  héfoe,  bee  consegro  el 
{MBogíñoe  fie  Trajaeor  Ifea  le  Areeveete  pottipe ,  el  etmem  ^ñ  ai^« 
tedoo  ée  míe  eloeneion  ÓMBefíedo  florkia»  déaaubwti  méeee  en  eaie 
eWa  eélebte«  lea  fiítoixle  gMto  det  orador,  qee  el  éméefMiMe  te 
eaelatílQd»  eeMleiiedeJá|^^ft)e  ae»  baje  en  bfiém.  pHhtépt*  FaA 
l^olver  4  eeeoetrer  le  ^^^^B  de  Km  debates  potlticoB  y  ^  la  elo^ 
eee^eta  popehu^  ae  ie^^MSable  treni(rf|tir  diez  ^  aiete  8¡| 
üe  lee  offíMea  dal  Támeaie'  ee  donde  toItíí  á  leraetaNa  Ib  tríl 
de  lae.ereiq^.  Mea  erelgeaaa  palabras  elncifente^  m  bjcferon  ea-^ 
awshnf  dujfmmB  (ü^iwrehicíqg^  ijb^t^  X¥H; ji  ee  le  miaela  éppea 
el  idíéeie  vf mnl  4i-to  4iapuaieiti  ttyió  »en  lee  b<^M|M  del  peHtele 
ee  ^fée  peaade«  &ea  f  ríaMnts*  tuttoil dadas  de  la  Fseneie,  es  preelte 
eeeicafee  al  lonlCbateny  pAa  KMtomipar  el  priiesr  eieioff<qiie*1fee* 
tro  ferdüdetnaieto  le  triboee  aiedei:iMi«  Es  MkUapaneabte  feeeger 
Ul  ^Uiiea  ♦ceetea  4a«eaa.  foe  yed^osa  á  Jieor  4t  la  mfoA  amieríea^ 
na- pata  adasiraree  éJ%  la  |e|,*alj^e<Bibve  de^eetadolf  eltMeáMM 
detado«de  uaa  eer^djBit^eloeeencia.  Fox»  d  aegtiM^  Pitt^  BivIdpV 
Sbeivdaay  Gi]^li|0,t«iii  reitevado^loa  fraudes  debetea  ^  fliílii^^ 


La  joiM|ittcÍA.de  las  diaeesiihea  ^  el  peilaaieaUo  ieglest 
elara  el|eriaf  V^  ^  ^"*  orador^  á  ^  akure  <fe^eeeaBn#Mee>  á 
eae  fM>der  de  a^ewRiaaion  j  aua  áTeeee  hareüMoa  traepeí^  ^«e 
edaciiratt)os  ee  les  e^tebses  oradores  "de  k  aatígüeded.  l^.lbbea 
tiHlos,  F  ^<pees  de  él  el'  l»(aiides  Chrailaiv*a  k^m  aaoelrede dl¡gen# 
disei^oas  aaiaMdoa  p<||;  |^ai>dea  atfelos  aíéetapi  aoieaíeéfá  ^oe  ee¿ 
bea  v^verjBoataf  feaat .  Leje«idi#*les  dínf ernoa  de  Fi»,  y  (enoee  q«e 
la  pafria jj^uilteiaf  *odo  •  k  '<jp|e  el|f a  pederoaamente  eeOie  #«  oerá> 
son  eoble.y  pieneroáo^oae  Mdiroe^  él  á  p«labrB).«ew»aa  de  aaalÍL 
doyioeboa.  nee^fnBeíii»dtlee  jfwsablea^ -Bl^atfbtiJáiln  laftible» 
^ppfce  aioferai^ee(^  sapairi»,  ifpeao  á  la  manen^k.  kb  aaitíf  eÉ» 
fiará  ^aaaa,  á«^a  de  ae  pak»  .b*do  era  bárbbra  y%ua^eaiíge«  Jh^ 
da  aa4aik ^ee  paKenexoa  efadadanaaaants  «ri  aaftiksiwite  dsle  díg- 
«Mdad  de  iMsettra  e^pedie;  eedtflde  aiaapbUoo  oí  A  pefyder  «ikdee 
dkcTaea  deealefciaeao»iekir^i»aabkobepbf^eefaadoywf»> 
aeetiladelf  bébi^ «aédifeo,  ^ue  orador  ekyueete* "¡paglyícaiiw  lee- 
^«wroyetrkckaio^  bedül  á  4pdee  laai|^ydb  yoab|aiy y  i^ba  ( 


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»    A^ 


— «o— 

i  I04  pri«tl«gMé  de  Ut  alut  clUe»,  qu*  á  la  protferUUd  fMMimt 
Mimvía  catt  siempre  tu  polHic««  •  <    •    * 

I^4ri^»iHi  Irahoeta,  erigida  por  le  primera  feft«^reÍNUi  j  ocbo 
Mte  Ropero  oprimida  por  lá  eonvenoioii,  por  el  direetorie  j  por  «I 
imperio»  enema  «péaee  ?eínie  afioe»  de  iMa  verdadera  eftecueneia,  j 
«ío  emlMifgo^  op«uie  ya  á  loe  oradoree  déla  atuigtíedad  y  de  Ja  Ota»* 
Bretaña,  mimeroe^Mi  rivalee.  Eacre  U)^^ft||^ortae  «iie?ae  q«e  de- 
Ci^r^in  9^n  pHmerae  de  nueetrae  aM^^^^^^ionales,  eo  medio  d^ 
bm€lifcalé8>  de  los  Barn^fel,  de  loe  í!^^^Ke  loe  ^aurye  brilift  ea 
pnmer  lii)^ai-  k  elocuencia  robveta  7  vanmil  de  Mirabeaa.  Ningn- 
na  de  las  eaaüdadee  <]u.e  dieüng nen  al  fraode  orador,  laliabaQ.4  eelo 
oéleUre  trilMimi,  cuyo  feoio  9^re|i«jabft  á  eue  reK^uiesae  pasionaa* 
De  éUee  ha  dielMs  qao  OMuUmku  Us  pits  en  eifa^g»  y  e$€%n¿tim  im  em* 
k0Ui4m  lús  MúK  Lo  que  es  cierto,  ée,  que  niiifiioo«ia»q«e  él,  e»  loe 
¿ieaipot  modaraoe,  be  sometida 4  lo^onfbres  ai  imparto  de  la  palabra. 
Su  lógica  podevoea,  la  vebeiüeacia  de  eue  reoyirniotiloi,  tm  eloeaeitia 
fraeueuleaMiid  incorreeta,  algunlb  veeee  embarasadaí  maa.eioq||^ 
fuerte  naaearenfe  y  a|»a8Íi>iiadiMdo^af(^í>%queDiiisa  con  la  rápidas  dpi 
rel&oipago,  la  energía  y  tauíbiea  Ía  preoieit^n  y  |f  profundidMl  de  en 
panlmirfRi»l(i^  lee  luces  que  sabe  derramar  sobA  be  jfMSiíoim,  ein 
fatigv  del  auditoéo,  le  han  dado  lugar  entre  nu^trqfi  primeros  ora- 
dores poUiteos,  BarQAvé,»por  II  deetresa  óe  su  di^ottca,  por  la  pu- 
reza dfffus  idev,*por  la  ^¡pilidsd,  unida  al  viopr,  qn  »u  elpcuclon, 
liabia^gado,  siendo  aun  mu^ joven  á  un  gradee  talento  oratorio, 
qtia^/omctia  adehintoe  mee  brillantes^  si  el  hacha  3eee«iiTÍral  no  hu*» 
biera'  cortado  efe  cabera  doeueute.  Un.^^nde  orador  do«|iaa  tam- 
hiea  la  tribuna  eo'  Iqe  dos  asanubleas  «tgui^tes.  B#e  es  el  faforto- 
«ado  ¥er|jligad,  el  águila  úf  eaa  dl(HitaoioQ  dela«<3^onde«oemillefO 
da  hoaUíseí^ elocuentes,  belio  y  g^tind»  talento  aojado  B^^  suerte 
en  medio  de  4a^(mpestbdas,  para-||lredooir,  ^aque  09  vano,  como 
•Ira  Clasaaára,  loÉ^rorae  de  que  ^i  mismo  serif  líctima.  Ckmdet  y 
ÜÉmwinae  bCJUoJifV  én  la  tribiroi^  y  sin  U  prsfonda  do  tt%m\  Im 
Meras  ofatení4^  Impelida  del  oracjor.  Á  su  elocsoi^  sbuséafte  j 
Hoos  de«n»áge#eB,*no  üita  vigor.  El  dfrdo  que  seieeeapo  da  su  ms« 
m^  htete  ^mp^  directameMte  á  siMijeto.  Verfsíatid,  tomlMiioqs^ 
étasilion,  SI  es«|pfq^pdo  eewparur  gé«e«r98  tas  diversos^  aobicaale 
as  el  arle  éf  a^rsover  y^  de  persuod¡r.  Su  diccioa  tb  tan  éleganu  y 
t1s«|^mo  iisnsr<t>i|a|insipaninnrn  del  sw>meiito  y  la  ucoaei 


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dfid  de  uim  xi^ldik  u»prov¡$ifcioiw  Sus  discursos,  IJenos  d£  hermcH 
sos  mofimiofitdd,  ¿i  calor  7  de  patético,  subceviviráu  á  la«  discordia» 
ekíM  ^iie  entrittecieroQ  su  elocuencia  taiftas  veces. 

Nosotros  ropreaentam(M  y%  la  po»terid»d  para  ese  oj-Aor  do 
linestfo  tiempo,  e^ya  muerte  prematura  lapentamof  todos  los  diaF* 
Imnoftal  en  nueitroa  roooerdos,  al  general  F»j  se  ha  colocado  en 
el  Paoteoa  déla  lúalona^y|^  de  Mirabeau  y  de  Vergoiaud.  A  bíq« 
funo  cuadra  mi'jor  qi^^^^^Befíuiolon  del  orador:  Vir  bonum,  dicen* 
di  peritm*  Una  adbesiRH^ffiíofiada  pf  ra  au  patria,  el  desi marea,  U 
elovaeioii  de  alma^  aobreaeleo  en  to<^  líiia  diaoursea;  eoecgia  j  \ér« 
dad  eo  loa  eeniiaMtitos»  estefiaioD  en  la  i^siruocáoo»  «afeita. lumi- 
noae,  admiraWe  facilidad  para  i|»provÍ89ir;  oeurjrenoíasjmftfttas,  aieiii* 
pre  ádíeea,  vigor  j  elaeoion  da  eapreaioDas,  movÍBiieiitf»e  sorprea- 
dantea;  tafeólo  de  primar  ¿rdeu  perieeaionado  por  el  trabi^o;  nada 
ím  fahadó  á  eale  graade  orador,  y  aun  naa  grande  ciudadano^  de  W 
que  oaraateríza  ilos  mae^ros  del  arte.  ValieiUe  aoU«io«  díeetro  ge- 
nera)! H^poe  siempre  consagrado  i  au  patria^  aintgo  oonstanie  de  la 
vavdadeaa  gloria,  sin  babera^  vellida  james  á  k  foMmuí,  E^j  ron* 
nía  las  virtudes  y  los  talentos  del  orador,  que  tan  dífieilmente  ae  00»- 
binan.^1  fe^  ^u%  grande  bonsbre  al  modo  jle  los  de  Piotanio  f  da 
Amértea*— 'La  muerte  noa^^Ka  revelado  que  poyia  un  talento  maa,  el 
djB  historiador  ocil|^nte  y  profundo,  ffodria  deQJ|fÍBe  que  hablaba  «o*- 
moC^em óstenm^j^yeleaba  y  e^ril>fa  como  Xenofonte* 

La  tribuna  popular  de  Francia  tiene  también  que  enorgullecer* 
aede  i||ia  rara  potencia  araloriu:  es  la^nisma  íilosofia,  la  q«ie  aervi- 
da  y  —ii^iedi  g^  la  palabA,  pronuncia  sus  oriculos.  Un  pensamien* 
to  prolíindo,  una  ooojyeeien  inerte,  distinguen  á  eaii  eloouencia 
miera.*  Loa  dia^imoa  d^l  8r..Royel  Collard ,  forman  un  tegido 
.«ampacto,  partan  las  profugdida^dea  del  corazón  y  del  alma,  para  vol* 
verá  entrar^  ella:  nna  eayaietle  ei^tuaiaamo  austero  del  deber  y  de 
'a  verdad  re^reladai  uaa  medilaeioa  ooncieuMida,  iniqíura  a)  orador, 
^|||yKWMpa<iott  noMey  comuuiea  4  sus  oyentes  emociones  duraderas. 
So  diaenra»  aeaer(|.  es>el  hacha  de  aquel  Foeion,  quedAia  4  aus  ooi«- 
patriolHSi  Sois  ^Uo9  MHé  Wsinpr^U^  y  no  seriis^  eomo  tUas^  mas  qu^s 
pmKa.mdQim0ft  s^gmlcrmuOfH^T  sin  modelo  y  sin  rival,  todas  las  veces 
que  el  w^íqm  Roy^  C#U«yt  |{a*bablado,  ka  masalado  con  el  idioma 
orfrt#rio%An  fee4áoa  :filose^Mobre  la  mitteriaxie  qtjf^rataba. 

Una  nasya  earreca  se  aím(biSa4^^  iiem||ps'  entiguoa^l  arte 


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-ató- 
de  la  páfttb^a,  Carrera  que  pertenece  mas  á  loi  egenciéios  retMcAi 
^ue  á  ía  el(^debeiar  ^ene^nero  ea  al  que  loa  moAemoa  ban  tlamaikf 
académico  por  el  uao  que  de  él  hacen  hia  aoeiedadéa  !héti#íaa«  El 
bVi¿eú  DO  eá  úitm  puro,  puer q«e  nacié  eo  laa  eaouelaa  de  loa  retori- 
coa  y  dé  loa  aofiataa.  Tofcnaa  ba  retrazado  •«  hianiiría  en  a«i  IgiHf* 
ib6i^  ¿o*  éib^lM,  dbira  tnUjraupenor  á  au  itiMerift.  Ia6eralaa  nd*  pf»* 
aeota  frioa  modeloa  de  eate  giénero  eqJB|o^QiitAiilMiiM  «oa  deécri^^ 
Hb  laÉ  dloelamacioiiea  que  aertian  á  If^^^HLaa  de  aa  tíel»po  psrm 
IbnAüné  én  el  arte  oraiorto;  li#a4ratadoaw9éneeii  pm^áeñ  figtinir 
como  egemploa  ée  eataa  deelarogeibriea^  cayo  eatílo»liÍBehado  avosa* 
paña  á  eaai  codo»  tm  eacrhM.  La  ipayor  pam  de-ioa  «aaatéa  paaa^ 
toa  en  tottevt^  poi;  laa  aanJagima  Mfderniía,  ao'  son  .i»aa  ^«Haaasa 
para  laa  detlaiiiácionea«  Hagiuyo»!  ain  ambffgo,  una  eaeepbbn  é 
fttdr  de  laa  fiímoana  cveatíonea  prepMÉiUia  yr^aaéadaaaiade  Dqotii 
annque  »a  tea  maa  qne  porqua  aírvieroo  para,  deaaubrif  al' genio  éé 
Jnan  SanatiagD  Roaaaaau.  Si  aae  geme  ífdapendMta  no  «onalgiiiD 
del  todé  el  moiper  4aa  4iabná  aandémieat»  aua^loa  dÍBanraa%biMtayMi 
para  t«velar4  A  E«Nr#p%una  atojuaocui  de  ^rinuir  orden^  «á  ialenlo 
ffoftittdo  7  un  grand^  éaerkor.    «-'    * 

^émoa  didio  iqnéjn  etocneneta  no  e«  el  prífinlef^  ^l«aiii 
«d^HM^dA*!  a(po  que  e%  labbien.uná  aiseealdaid  para  todo  autor .qne  «A.- 
f ive  á  oonvenoOT  'jb4  perauadir*  Filóaofiía,  nefaij^T,  Uaaárladfir^ 
poetaa  célebrea  de  todaa  Ina  edadeá  j|de  todja  IqgfflMaea,  la  ^úóébtm^ 
da  reíglanM  la  fnáiortalidad  de  fUeatrea  nombrea.  En  efeot^t  no  ea 
■niiei^te  qwe  tm  dodo  aiiéliliB  denrtieatre  toa  prftneifiíea  de  1%  lilaaui 
fia.  y  d%  la  moráis  nadaré  4ka  •  éonaégúidT.  ai  eataa  ly^adpa  ftamaii 
%ietnp^  oactfreeidn^  por  laa  ^atonea>  loa  en^praa  y  Joa  violoa  oofalen 
letal  pafpítaMftea  de  laconeiénola  deíiiombfe  deéMl)  pira  pébatmr  im 
lote  coraaenea.  ¿Quién  producirá  éonvi^onea  «{iroftiadáa,  afiaalas 
Mérgitoa,  aíno  ea  la.elDeiiencial  -Bmí  fiíplriid  aara?il|paa  na  la  q«a 
ieténtando  á  Pía  ten  a^re  todoamt  tívalea,  4a  ba  toOMOfdé  «•  m9m^ 
bre  dé  divino.  ¿Qué.  importa  qao  baya  padecido  aigaii«a«iiaq|j|^ 
éé  iomgínaotoRt  No^loa  ba  cabíavio  «bn  loa  rie^e|^oraa  A  wi-ganM 
ff6  boa  inapn*a  «n  noble  entaáaaibe  por  lo  J&Marj  pot  lo  verdudeKH 
^yó  tipo  anivefVal  eneontrót  No  nfoa  peaetra«4  ^  M  MMO  mpaii 
por  fa  ptftria,  por  loa  deberea  «ny<^  cuny liento  jf)to^o»aeraa  á4a 
aocíe^pid,  preftieado^  qbe  IJ^pa  noa  tfÉMi|^*  ofienta  éa  «oda^nifeMl«a 
lacteioneal  Qué  c^dga»  maafU^weiMf^e  tm  rap^^ia^nráMn  M  jnato 


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fmtmw^áio  jr  nnirí^üdo  en  una  cruz»  proftsciu  úa  duda  QccideptfkU 
MAS  #i6aiprt  «(Mrpr«i^QU>  de  It  ?ida  jr  de   la  muerte    d^  J^ii* 

Upa  atesada  ftloiofia  dicta,  también  al  esclaro^iitaetQ)  al  vir- 
tníOBQ  Marco^AureUp»  eioeiieates  If^eciones.  LoappanRstaf^  los  profe- 
tm  liei|{feo9,  los  libcoa  de  Moisés,  el  libro  antiguo  del.árab|9  ^ob,  nos 
tyfiraaea  modelos  de  elocmMU^  natural  éi9ublim^  Go  quantft  ^  la  de^ 
Era^lgaUOfSirpple,  Datuj^JHboipre  llena  de  la  autoridad  divinai  ha 
pppditpífo  tiernas  f iitude.Jv  neróipes  sacrificios»  arrepeptimílbtoa^p- 
fondos,  en  toda  la  estension  de  la  tierra»  por  el  espafMo  de  dief(  y  pch<^ 
«ífl<»s.E)la  apfba  dreondudr  á  los  ciímbates  y  aV|iiar|irio  i  lop  vale- 
MiaMBjftfttédWWfcdf  Mis  pfadífiós^qiiiiWcey  ^  oppff  el  Kb^ 
4rAas  arítfiaoea,  dempulraa  áMa  in^  laaitbKmidad  i%  su  palabra  y  la 
4la  sp  origs»*  La  Wnüi^  laj^ei^iaQ  hecbo  del  libip  da  /<^  /ftír 
jia»is«,  Is  leatara  de  las  'almas  tiernas  /  piadosas.  La  piedad  imlulf 
faata  da  VAtiMiieésde  i0^t0y  #¿neloo,  ba  maneado  am  asftrUqa  frik- 
giosoAoa  loa  misflaos^turaetarea.  Si  aoa  laidos  eon  igual  aobalo,  as 
por^e  satiaiaaen  la  naeesidad  «nlNraal  de  stlíaato  y  decoofuab. 

fléfeaaa  «ambrado^ya  al  ésóritor  moraiíalay  al  ^iósofb  maa  abh 
cventeMfua  ha  eaytido  en  Jos  tiempos  antiguos  y  moipTBoa.  |<)ttiÍ9 
ae  atreferá  á'dis^tar  al  fta«ro  al  aantpr  de  fimIKo  y  da  Sofiat  Qué 
^or  tan  artteaa^-qu^  energía  da  aatttiaiiento  y  de  eaplasíaaf  ^wiáfL 
4  tHA  Tardad  perfóata,  i  (a  raáffla  maa  sedÍMtora  ᧠ aoloridoSt  i  «na 
«dmirábla  perfeocmi  &%  eatUaf  ¿Cuál  orador  ka  produciéa  jarnaa 
emoeioaas  msa  aíraa,  mas  ft^rtas  j  duradasaa  qaa  Juan  SaoAíago 
Roaaseau  aii  ava  asarítost  Ningana  sin  eontradiaaion,  ha  aido  B^f0r 
inspirado  qm  di;  par  la  aaruralaaa;  ninguno  ba  aaltirada  dalea  tan 
{Measaan  ua  arta  awis  aaqjrisiSQ;  ntng^Ét,  4  paaar  de  ana  fckaa,  ^m 
maa  prorimaron  óo  aa  pasicÚHi'iqua  de  su  earáeter,  faá  orador  bsm 
larforoaa  da  la  virtud,  ni  le  pro«0«ro  asas  apaataaadas   prosélito»     * 

Si  naa  oanpaaMa  de  la  masa  de  la  hialona,  na  raolanMi  wa— a 
«ivansaaaa  al  dott  de  íalarosar,  de  oioaer  y  de  parasadir,  y  eftaao  aa 
iafra  ata  ««ailsaa  4a>  alaosMociiL  La  biattMÍa,  90  •B^^m  aféala,  ai 
-«aa  pesia  da  üaaoia,  ni  mák  er^aiaa  aanailla;  aUa  daba  aar  M  y 
sraffÉMbra  «•  la  pintara  de  laa  aaatiaflibras  y  an  las  daaarifHriagiaf» 
Maaid  hislariador  na  piali|eoaM>  al  oronísSa,  por  el  aolo  ialama  íáe  Ja 
snasdad  éA  eaadffoi  éí  mo  prasiba»  aomo  al  títbm^tu  p<v  al  ialar^  da 
«un  doetrinni  el  eosela,  sin  embatga,  pai^ae  la  biataria  m  immi  fraa 


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maestra,  tnagistra  vitae^  pero  la  enseñanza  nüe  de  la  oarracioú  ríii 
preparativos.^  Las  impresiones  que  el  4iistoriador  quiere  oattsarf  las 
debe  sentir  primero.  Se  ocupa  de.  preferencia  déla  dicha  6  desgracia 
dé^as  nacione^^erpetuarrdo  los  heclios  dignos  dé  nneniorTa.  La  nar. 
ración  debe  estnMfSifli  de  vida,  y  lo  que  se  desea  cofiocérfn^^  in  cute 
y  verobrjr  segnn  su  carácter  y  sus  pnsioneM, 'es  á  esos  homluies  qu^ 
han  sido  autores  del  bien  ó  del  mal  da|Hmueblü9.  ¡Desgraciado  del 
historiador  que  se  manifiesta  insensiliMÜQ^  bellas  acciones  é^á  loft 
críífténes,  á  las  institt/bíoDes  cuya  sabiduría  ó  sus  vicios,  han  decidí* 
do  de  la  suerte  de  los  imperios! 

No  .fueron  a^l^Herodoto.  Thucidides,  Xen(tfonte,  Plutarco,  ©«• 
luBÜo,  Tito  Livit)  ||sobre*|odo8  esc  TácilS,  azóíerlS'tos  ll^h^  'Be- 
tos grandes  hombres  serán  pei^i^nnílnte  l^p  modelos  de  Ih  elocaeñ- 
tM  histórica  y  del  modo  de  escitf  irfei  hístiq|pfi^»  han  reprobad»  Im 
hermosas  arengas  que  interruntpen  sus  i-dacionea.  Sin  embargo, 
eins  ho  han  sido  i  veces  mas  que  los#6lf^pos«ílel«a-de  los  autores 
de  loa  discursos:  [pbr  t|ué  ha  de  reprochaftb  al  hiatoríadoi4{pie  ati- 
ponga  que  dijeron  sae' actores,  1%  que'  pudieron  y  debieron  «leeir? 
Bastarian^estas  arengas^^para  asegurar  á  loa  hiatoria^iaa  antiguos 
BUS  tftulos  á  la  elocuencia.  ^^v 

Pocos  historiadores  modernss  hlin  seguido  s9s  huelles  y  oiers- 
oen  aer  contados  entre  los  historiadores  elooues||s.  Grecío  en  bus 
«iMiles  bélgicos,  Fra  Paok  Sarpi  en  ^u  historia  del  eondiio  de  "Ihre»- 
to.  Bossdet  ea  su  discurso  sobre  Ja  historis  usieeraál,  Jusa  do  M«- 
Jlor  en  tu  bella  obra  sdbre  la  onissia  materia,*/  on  la  hiateno  do  la 
eonf»derociou  helvétiea,  Herder  en  au  filosofa  de  la  bíataoffísi  R«lhie- 
re  en  la  de  la  anarquía  de  loa  polacos,*  el  Sr.  I>iiigé  o»  el  6ntoo  do 
sul  elocuentea  disenrsos  ^bre  la  hislcHrMí  de  Francie,.que  be  publi- 
oodo  el  Sr.  Tierry  en  so  eseelente  c1|pdro  de  la  conqtiista  do  Ingla- 
terra por  los  normandos:  tajes  son,  sobre  pooo  mas  6  méoos,  los 
Instoriadores  modornos  que  nos  pareoe  han  insitodo  me)sr  el  modo 
estonso,  vivo  y  animado,  de  los  grandes  esotitores  do  Aleñas  y  da 
Roma,  á  los  que  esceden  sin  embargo,  en  et(ei|aHm  de  nárasyoa  am- 
dicion  y  en  especial,  por  s«  res|ielo  Ma  humaatdadi  Por  4o  que  to- 
«a  á  los  historiadores  ingleses,  so*  oscrhoros  ssaeatos,  instratdss  y 
elegantes;  pero  les  falta  ealor  y  vida.  ^Admiráis  m«^M  4  Rofaeit- 
son,  eacribia  Juan  do  Mulier  á  Mr:  do  Borslebeat  p«iqu«  •<>  babaia 
leído  bastante  á  Thucidides  y  4  Táoko.  . 


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TTTri^Ma— I -i^iii    --^rfiii 


[Qníéo  96  atrev^ia  á  rehwiar  el  arte  de  ganar  lót  cArnTsonaa  á 
lar'^nindes  poetas  de  Ih  epnpejfa  j  del  drama?  Cuando  Honnero  ha- 
ce hablar  \  foa  béroea  griegoa  empeftadoa  en  aplacar  Ih  calara  d^ 
Aqu'rtea,  6  etiando  noa  rapreaenta  al  viejo  Jrríarao.^oe  piéada^^tHil 

•guerrero,  y  encontraado  an  au  terniifa  paternal  Ifl^lSeMlos  que  aua- 
maran  iaa  penaa  de  eae  coraxoo  ulcerado,  ¿no  ea  igual  á  loa  mea 
gpmdea  oradores?  *¿No  rivMJizsn  SóplAcles  y  Isorípidea  con  lea 
inaei^roa'en  el  arta  deJaMJ^ibrftt  ¿Pueden  brillar  aa  Biaa<«lto  gfáo 
el  talento  eratorio^y  In  verdadera  ^ocoeiicía,  que  en  el  alegato  del 
anciano  Horacio  á  favor  de  su  bijp,  en  hts  conferenoiaa  dp  Augusto 
con  Gíniía  y  Máximo^  de  Sert<^io  con  Pompeto,  deXruns  ao'n  DrM- 
to,  <m  la  cxliofttiefvJn   patética^e  Burrhus  á  Nerón,  y  por  lo  eofnpn 

'  en  Iaa  hermosas  eseenaa^de  €or(yille,  de  Racin^  j  de  Voltaií^T  ¿No 
ae  niatiifesto  tainVii^  grcuv^e  i^dor  Grevilloii  en  la  hermosa  r^plya 
de  PluirasfDano  á  RhadmniSta,  hablando  á  nombre  (^e  loa  remaH&s? 
Haatfi  hi  come4Í9  a^airv|^e1o8  acentos  de  ja  elocuenoim  por 'nil^o 

^[le.M¿Aeres  testigos  erAjcestea  dbl  MiMnir^o  y  el  CleaBt^del«t&i- 
pácrkaz  le  eac^ia  de  Dhüí^  y  ¿e  BlHi^§a^n  la  Metir^matiíg^  en*ia 
cuaPloa  pfiviJegtoMdel  póetn  ^  atacftn^  deneiid^n  con  taj|ta  destre- 

-zn,  ea  i|W|Alnia|g^  an  i^dllelo  ^  elocuencia  dramáüca. 

Lo¡  osedVpos  han^biaMe  i}pa  nu^va  carrera  al  arte  de  conven- 
«ar  y  8e  par8ua(^.   Jja  polémica  religiosa  y  la  política,  ns>  hap  des- 

-'lilegado  une  dial éciioa  menos  vigaros^ineoos  llena. de  calor  y  de 
j(|ierza,  «na  rtonía  ñiófiosapicante,  esfuerzos  mén^a  feli^  ea  t<^ea 

-génefoa,  paro  atraer  los  capiritus,  que  |a  hicieron  loa  oradores  mea 

« eloeventaa.  Las  apologéticas  de  .Tertuliano,  las  de  Juatíoo  y  Lae* 
tancio,  alginioa.eacriU>s«de  Lutero,  de  Uelancliton  y  de  Celvifte;  Im 
bellaa- defensas  de  la  fé  católica  de  Avmana^y  de  Bossuat;  las  de  la 
libertad  galicana  por  este  último,  ofrecen  monumentos  muy  preciosos 
de  elocuencia -aplicada  á  ia  pelémica  religiose.  ¿Habrá  necesidad  de 
recordar  la  obra  m^aestra  de  esta  clase,  esas  inmortales  ProvineiaUs^ 
la  maravilla  mas  antigua  ¿e  la  proaa  francesa,  ese  magnífico  alegato 
en  fiivor  de  la .  viñadera  religión  y  de  la  sana  moral,  en  el  cual  el 
genio  de  Pascal  entrega  aceces  al  ridículo  á  sus  hipócritas  adversa- 
rios, y  los  abruma  en  otras,  bajo  el  peso  de  la  verdad,  armada  d%  to- 
dos los  rayos  de  la  elocuencia? 

La  polémica  polUica  nos  proporciona  tAmbien  notables  monu- 
mentos. iAuién  no  ha  leido  con  delicia  éfta  sátira  Menippta^  de  la 
^  84 


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eiMJ  te^ba  dicho  qoe  vaKó  á  HenriqíM  IV  mas  de  hhh  ?ictoría;  esns  vi« 
tm  iMMif  reftcíaa  del  íneógnito  Junio,  modelos  de  elocuencia  pajlame»'* 
tArie,  loe  ftscf Koe  de  BemamiH  Frankiin  j  de  Toipaii  Payne,  y  ea«i8 
lig^poe  foUeíoe  oe.ua  escritor,  arrebatado  pvr  un  vil  asesinato  á  bis 
letras  y  kwm  pm^;  de  Pablo  Luis  Courrier,..  que  haeiatt  derorar  mu 
malieiosa  naturalidad,  una  ironía  llena  de  s»l,  j  les  rasgos  eioeHon— 
tes  del  autor.-  ou  raro  ta#nto  ba  libettadu  del  olvido  á  esos  opéaüi- 
los  del  mooiento,  y  ha  conservado  ^^.wpe.esparo¡dae.  Loa|rtícu- 
los  del  mismo  orden,  pubiieaaq^  cuarenta  anos  ba,  brindarían  á  lo« 
curioaos^on  páginas  llenas  de  vj^rhosidad,  arUcuJoa  distinguiílos  por 
jtna  ifMlígnadoii  geoero^,  qué  rehusarian  los  talentos  oratorios  jnas 
«Ii4fientes^  .  ,  %      *    •  *^ 

£a  ^loruenciín^militar  eerraij^  {a  cán^a  que  hemos  reoiprrido, 
gprqtie  los  grandes  capitanes  hai^'e^|||pitiiíen|ada  frecueoteolesta 
euanto  eacitfr  9I  valor  de  los  soldados  dni^alocuéioB  ?ÍTS  y  4^fvci%. 
Aj^ibal,  Soipion»  Alejandro  y'Oésaf,  oprrís||n  qjas  de  uo%  «e%4 
et^  pesaroso  medio.  Xaa^roclMnas,  Jas  ordepee  daídia  d^Bou^- 
pi^e^^e  coi|9ec^ará|i  ^Pci>^|inpre'conjQ«node1os  de  ejosuencia  mi- 
litar. X^posteridM  no  olvlBaíi  Iv  ftlebré  aloci|sioQ  dirigida  A  ejér- 
cito áe  Egipto,  mostrando -las  piránydes  árjoa  soldMk|i:  ySríjíiflirfi 
de  lo  alto  de  esas  pirámide9*cuarejif4M^ÉgloyM  eomi^fpkmy^ 

«Nos  ha  psreeido  que  el  método  muís  segu|o  ^a  ^plicÁ'  el  pm^ 
der  y  loa  caracteres  de Ta^o|gueDcia,''era,  no  ocurrir  á  ragba  inospa- 
e^  <le  reproducir  los  efectos,  ^no  aeñahir  en*lodiis  ks  ckcuiiaiiyi- 
eiss  i  que  puede  aplicarse^sta  admirable  facultad,  aíemph>s  notables 
y  ostraordinarios  tnodelos.  La  marebs  del  orador  en  el  deaempefio 
dcrsu  «rte,  mas  pert^eee^áila  retéríca  que¿  la  «toepsaeía. 


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— 2W— 
CASAS  DE  CORREOCION 

PARA 

9%T ttsrss  :&»:L3ir«^iairiraa<» 


Cnéuáé  p«|  el^cl&  del  abandono  de  los'^Mb'ee,  k  hfMlkDdad^  ln 
miseria,  la  ígiíoratícía  ó  la  séduecion,  del^qoeieditre  Jiosotroa  alj^ 
jAvetu  en  JO  corazón  no  eAabn  lodfl^kTÍc^á*  en  eVcrfftién,  ¡cn^  ea 
él  destino  qíiít  se  le  dát  iéSál,tiiC^|éiie*fo  de  cHsfl^oqfve'se  le  eplievt 
Como  luí  ^17  casas  espelftitni'el^  establecidas  para  eorregirlo  y  ré* 
ffkAar'sii  mufal,  seife  destiita  á'ía  <;árcel  pfibliéa,  y  el  ihii*tno  Uétfm 
ée'eMntfttiaHo4iM#'eill,n(|ed4b  de  los  ^imdes  cfimííiates^  pareie  q«e 
h  SoeMad  le^ieflV^DesgriietaVo,  ya  qne'esiá/míetínio  ed  unsoU 
género  der  maldad,  vé  á  ínrcíttrte  «n-hiMdefims,  éM  R^nes  esfr^rf|in> 
de  escuela;  doifde  aprenflerás* cnanto^  ifflHos  hl^y  0%  ofeiitlet  his  pér- 
sofias'yllb  prog^dade»,  qifb  re  Artes  4||ben  tocarse  para  cotisegkmlo, 
y  de  que  arbitros  han  dé  valerse  pnr Aograr  ti^nnpuRidád.  finiré 
IMto  qne  adquieres  estás  ftintisttts' lecciones  y  que  abraMi  toda  1á 
tAfía  tie  los  Jettlos,  gózate  en  el  é^o  y  en  la  holgaría nerí a,  j  sal 
despuen  i^raclicur,  ayudado  de  tus'sócioi,  hi  iiciaga  pnífeston  que 
te  Nbya  tticlínadirT,  que  yo  á  su  vez,  deséntendréndone  de  qu8  soy 
quien  te  conduje  ai  precipicio,  te  castigalré  con  él  último  rígor.^ 

Cierto  que  este  es  el  lenguaje  uiudb  de  que  una  la  Sociedfeid  ál 
coilstgnar  á  las  prisiones  comuhes  las  tiernas  victiman  del  abandono, 
de  la  nlisertá  6  de  la  sedoccton.  Y  éfn  efeetó,  p^Kendo  tM  Ibs  Jóve- 
nes s^.  timidez  naturary  tdílo  el  rest^Me  pudor  que  MRta  entonces 
habian  consei-vado,  no  tardan  en  confundirse  por  sus  meros  con  hi 
'generalidaJ  de  los.  presos,  y  en  lugar  de  qued'arcofri^dos,  se  eoii- 
viertfn^n  enemi^K  publico».  Por  otra  parte  es  ana  hnpíedad  hútok- 
ter  á)  duro  trato  que  áe  esperimenta  eti  la^  cárceles,  á  unos  seres-  tah 
imevos,  cuyas  f}ilt»is'6  delfiri9,*sean  los  que  fijeren,  no  son  eompiará-' 
Mes  con  ios  qim  ha  |>rdducl(to' en  el%ombre  unu  tattta  é  rovetenüda 
liubitud  de  cotneteTl^s. "      *  *^P 

*    Se  Mfc  tan  descuidada  la  éAcacion  Jb  les  liijt^  emre  las  Rimi- 


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Goógle 


lia<9  pobres,  y  muy  especialmente  ia»  que  hal)itnn*los  arrabales  de  la 
ciudad,  tan  esl^ndidnAii  mUeria  J  propogada  la  ignorancia,  qii^no 
debe  admirarnos  que  abunden  en  la  Sociedad  los  jóvenes  delincuen* 
tes,  pero  si  debe  llenarnos  de  amargura  el  que  no  exista  entre  noso- 
tros una  casa  espresamente  destinada  para  su  corrección.  Si  la  hu- 
biera^ esos  desdiobaSos  q^e  habiHü  puesto  ya  UB  pie  en  4a«'carrerH 
del  crimen,  6  mejor  diciio,  en  la  del  suplicio,  retrocederian  al  putit*», 
se  converttrian  en  mienfbros  úliMÜ,^  cuando  llf^ra  el  caso  de  edu- 
car á  sus  hijos,  sabrían  inspkart^s  una  moral  pura  y  un  amor  deci- 
dido al  trabajo,  en  tu¿rr  de  legarles  sus  vicioe  y  su  cAlpi^ile  ocio- 

it4ad.  .*  /    # 

*  Nos  es  i^ensjble  d^irjo,  -pero  «s  uoa  eosa  que  está  á  la  vista  d« 

iodos.  ¿Qué  esperai^as  puedsf^wfl^^rse,  sé  pai^  de  eAAfui^entud  ^ne 

corre  las  calles,  veodiendó  billetes^  de  la<Jteal  Lotería,  guÍAHdoJai 

bojwdas  y  en  |a  mataxo^  y  m^rcnd^s  teeieBdoi^rifiGos  misoraMMI^ 

mplorando  la  caridad  públicaílSin  educación  d%  mq^tiii  géaeM,.li» 

bítoadus  á  la  áesnul^,  al  ocio  y  á  iTna  libertadfhluiAda,  cr«ce  f-  ai 

iHftuwitra  sunifd^n  Ift  f^no rnooia,  rodeada  de  pasiones  que  quiere 

satUfacer  á  cuulqale^costfW>e  nijul  li^  Srihiinale». proyectos  de  íh- 

vadir  la  propiedad  ajena  y  dU^come^r  t(Ma  dase  d^dttlttdf.No  hay 

quedudariov  esa  ^roion  d^ovenes  que  d#l)ia  ocupurlaa  escuelas  y 

loa  talleres,  es  el  plantel  de  d<iride  «ale  la  mayor  parte  de  nues|fos 

mas  famosos  delincuentes*  Yaieque  no  es  posible  que  ftna  grande  pk>r 

blacion  se*  vea  libre  de  ese  fatal  semillero,  convendría  á»  lo  menos, 

que  cometido  ^  primer  Qrimeu  se  encontraran  estos  jóvenes  imfedi.* 

dos  de  llevar  mas  a4^lunte  sus  conocimientos  en  él,  por  medio  de  ui\|i 

reformii  moral.  •  * 

4    Todo  el  miñido^sabe  los  buenos  efectoó  que  han  producido  his 

oeeas  de.oorre(!cioiKu  los  E'ftados^Uuidus^  y  seria  de  deeear  que.ee 

adoptártin  l||uí,  así  como  l%dia«i  hecho  etros*  pueblos  del  mund4i  ci- 

.vilizado  cou  ^uy  felices  resultados.  Francia  y  Ginebra  Jiace  tiempo 
que  abrieron»«MS  establecUnientcfl  destinados  á  recibir  esas  desgraciu- 
das  víctimas  dé  una  dé()ravaci(m  precoS,  frutos 4^  la  ignoroncAe.  La 
caridad  cristiana  con  mano  iifcu^ral  secundó  en  el  primeAi  los  esfuer- 
zos del  abate  Arnuujc,  y  allí  se  inUcod^jo  el  régnien  correcciones  ppr 

,  m^o  de  una  suscricion.  volunlaria.  tt^  se  i^ecesjta  ^ucho  para  e||ft 
empresa,  ma^^fhente  cuando  ella  misma  pued%*prfMlucir  para  soste- 
nerse y  reunir  ^a  capital  de  cooiii^rácieu.  Tode  lo  qta«  aecesit»  es 


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^mm^. 


W' 


f^nAv^n^y  principiar.  Lo8  projcK»^  de  e^t»  iiAUímkfa,  s^  diflcur- 
r«ii,  §•  Irasan^  se  ponen  en  ejecucioH  j  se  acebnn. 

.  Aül  «a  lii«o  en  New- York.  U  «ama  deflUnada  ^  Ja  reforma  moral 
dñ  ím  jduuip»'  dtUncauma^  nonúoada  U»uu  tf  Refug$*  lUfle^- 
«i^aando  várMia  vaQluoa  ecibra^  las  causas  de)  eriu^en  en  estas  edacl^, 
7  aaavcA^os  de  f|ue  ei  descuida  de  los  padres»  la  falta  de  estos^  la 
estremada  miseria,  la  ignorancia  j  la  facilidad  con  qiiie  puede  coct 
c^mp^me  1)4  inuceiiMaí,  erailKlos  motivos  que  Cfo/iducian  á  Ua  prisio- 
nes UD  gcao  nüij^ro  de  jóvenes  desventurados  de  ámbus  sexos,  ili- 
vi^ftU  fú^d  dQieUos,  y  concibieron  el  pJan  de%Hslraerlo|k^e  la  ten* 
delicia  aJ<rímeiii|  y  reformar  la  moral  vicÍH|^^e  los  que  hubiaseu 
caido  en  la  (atalidad  %de  «omaterje.  Para  ello  escittron  la  atenaioa 
diftl  pitbüeo^  furuiaroip  u«a  aiosiacion,  la  que  c<^  él  auxilio  de  fuer- 
toyiligricionag,  kigró  estubllcer  eii*lS24  la  casa  de  refugio  para  re-, 
e^^r  en  elUips  jóvaAs»  s^teacindos  por  los  tribunales,  j  los  que 
una  vida  TagaogFund^  el  abandono  de  Jos  padres  ú  otras  causas,  es" 
pusieran  ai  crAe^'H^a  logislacioo  del  Estado  (d^Qie  el  Sr.  Lias«0|||p 
auxilió  y  apoyó  astft  nob||^  inteMciones,  ^ejaudo  al  arbitqo  de  iq^ 
^mkvilores  y  delkpógrporackMi,  la  {ormacion  d^  los  cegla^entoa»  la 
inversión 'da  los  fon^fS#el  tiombramieygA  de  Jos  epupleadqs,  la  detQf- 
ini nación  ésA  tiempo  quAdd)ian  perm^OTcer  los  jóvenes  eu  la  casa^ 
j^«ii  fin,  concediendo  á  esta  filantrópica  iiistitucion  el  derecboide^m;- 
tovía  sobre  los  que  recibiese,  mientras  no  llegasen  á  la  edad  de  vein- 
te años. 

**£1  plun  de  la  casa  está  fundado  en  las  ba^s  de  la  mor^  y  de 
una  apUcacidn  iiidiistrial  no  menos  provechosa.  Los  jóvenes  la  mi- 
ran como  un  verdadero  Refugio  contra  lad^sgcacia  y  el  crimen, ^les 
basta  lo«  que  le  cometieron  s<^n  (^tados  con  la  dulzura  que^  exigua 
edad  y  que  recomiendan  unas  faltas  or¡ginadaf,#mn4K>or  la  fatalidad 
de  bis  circunstancias,  que  por  vici(4  dd«or«Aon.  Las  f^acianes  que 
hneen  estos  jóvenes  al  eatrar,  prueban  q«ie  no  bubierus  cometido  el 
delito,  si  bubiesen  sido  bien  educaifts  y  dirigidos,  y  en  todos  eljps  se 
ba  notado,  oiie  l^fantacion  6  la  seducción  enrtn  efecto  de  las  circuAis- 
tancias  desgraciadas  en  que  una  verdader^fituliciad  los  ponía.  A  es- 
tas confesiones  sigupi  naturtUaaent^  las  ideas  que  les  sugiere  sq  nue-* 
\fi  estado,  en  el  cttal  se  baÜsa  limpios,  vestidos,  alimentados,  agrada- 
blemente ocupados  en  tareas  qf  superiores  á  sus  fuerzas,  recibiendo 
una  iostruccion  que  desconocijin^eunidoȟon  iNdividuos  de  su  edad 


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en  jueggs  inoeetiias  f  útiles  para  lar  talud,  eáíimtIailiM  |M>r  d  f^émpló 
de  los  que  pr^eden  bien,  y  reecHbpensadoa  igMniettte  si  t  eHo  se 
haeefi  acreedores*  Estas  eoB»p»rneíones  soo  de  kis  primeros  m^iaen- 
tes  en  que  se  percibe  el  tránsito  de  la  vida  VafaftiMida,  4t  la  desndi^ 
dez»  de  las  prív^ienes  y  de  los  peügrea  á  la  fptistetieia  ihilce,  traii* 
quila  y  amena  del  Refi)glo;  y  desde  este  momeutq  empitf|ps  fdb^ 
Día  del  joven  infeliz. 

El  estableefpiiento  les  da  editcaeíA  de  leetanit  «ser iCum,  arritf^ 
mética,  geografia  ice^,  habiéndose  notado  qne  es^tati  ebÉÉtm  la  igniH 
nneía  eo^os  joreáfs  eDiriadt>s  al  reAiglA,  qu^  de  "^M  que  eiiNnaroii 
tí  flfío  de  883,  106  ma  sabían  leer  ni  escribir^  J  ife  los9f&  que  ett« 
traron  en  ¿94,  i29  se  hallaban  en  el  mismo  caso.         • 

Cada  vez  qne^  ieiitra  un  jote|i,  e(  snpeTftitendeaté*  le-fmce  ana 
afectuosa  amonestación,  por  ¿\jyo  rfKdio  trae  á  la  menitríi^M 
nuevo  huésped  todos  los  infottuirioa^l^  «n-^  piea^  vida,  al  .tafl#- 
m»  tiempo  qne  le  asegdr\  un  olvido  total*  de  •sus  faltas  paHí 
A^defánte.  En  «t?gutda  le  pone  en  el  lA/x»  ^a  plünchüéHi 
de  la  jckise  número  1,  }a si  *n|oniitte  el  primer  m^«  cumple  exaé- 
taníetlte  con  éus  debe||ei>,  lo  «aseitmde  á  la  ^íflÑf  d<e  hon4P;'pA«) 
ftipor  el  contrario,  es  ]rictt|^  sn  conducta, ^^jpkfcirnde  á  las  clases 
2,  8,  4,'segnu  que  tea  nc^nario,  y  se  le  Ai^tlga  tambíéti  tútí  priva- 
dfoniA  de  recreo,  de  la'  nM>jor  Cdmidii,  ó  con^  encierro  éli  so  tlorftvifti- 
rio  á  pan  y  agtia.  Eí  castigo  corporal  se-  aplica  en  casos  uiuy  espe- 
ciales y  por  fultas  de  consideración. 

iRsvántanse  estos  jóvenes  al  amanecer,  cada  uno  hace  mi  cama 
y'á  una-campatisda  salen  todos  al  vestíbulo.  Puestdl  en  6'rden,  Ve 
dñ-igen  al  lavadero,  y  luüégo  iil  patio  á  pasarr  revista  de  ropa  jr  aseó. 
!||l  seguida  entran  en  la  escuela,  iofule  hacen  la  oración  ñeVa  ma- 
ñana, y  contittíían  en  la  enseñanza  hasta  las  siete  en  veranb.  Eil- 
tónces  se  "permite  un  *cort6  descanso  antes  de  almorzar.  I]|iesp^8 
pasan  á  los  flalleres;  dond%  permanecen  hiibta  medió  día:  una  hora 
se  destina  ptya  laf  arse  y  comer:  desde  la  una  i  las  cinco  vuelven 
ofTa  Vez  á  los  tull^es:  sigue  ¿tra  hora  de  recreo,Skíl  q  je  pasan^'ce* 
nár,  y  entian  en  la  sala  dt  estudio,  donde  permanecen  hasta  las  ochó, 
'  terminando  al  fin  con  la  oracibo  noXsiurnti,^!^  dirige  el  mismo  sú* 
perintendente.  .  •  .  * 

•  l>e  ios  lOO  varones  y  G7  bifhíásque  había  en  esta  cfléa  en  1S^5 
ninguno  bajaba' de'^seis  años  ni  eacedia  de  catorce,  y  todds  parecian 


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í  y.  apliemioa;  104  da  loÉPpríoiefot  se  btlMnii-f  a  km  teNé. 
res  da  liUaS)  67  faaeiando  6I»tos  da-meial»  6  eran  iMijNitf^ros»  2  sasWají 
f  ii  astüban  aaqpados  an  4Í8tíiitas  tareas.  Unm  aaaibíon  da  aeftoias 
deja  aiadad  tiftiía  á  su  ear^a  la. iDif>acebn  y  díaoaaioo  dal  dt^rta- 
wsmo  á%  aiñase  aMtronas  j^aiaasuas,  dirí^t»  la  aoaaSanaa  y  vigilan 
la^M^^^É^de  aqaallas>  OeáfHmsa  ea  haaar  sii  pfopía  ropa,  la  de 
hp  Tafooes  y  en  oirás  hi^^i(^^de  piasp.  Los  vlageros  ^e  Imd  tísí- 
lado  M|«el  .estaMeolfú^ato»  Ssagiirao^mie  la  seceioh  de  las  níias 
ttaaa  el  aspeólo  de  mi  <^leglO|  y  qtfe'  la  de  los  ravones  parece  aaa 
fábrica:  que-  nada^eee  la  idea  de  la  rtoleacia  ni  del  caüiga^  sitio 
qae  l««io  es  ordfil  '|4ky;la«ra%n  la  pHenerij^  actividad,  y  alegría  en  la 
segoiMia*  .^  ••  • 

Desde.  eI.*orlgeh  de  lá  easa^asti^r  I  f  de  enerb  de  1885  haliía 
la^i^é  1.120  varees /édO  nifíai^  total  1.480.  Las  estradas  de 
reales  eo  188^  aseendiero^g^taf^.G^  pesos»  j  lap  salidas  á  19.91 1: 
Éa  1884  isontarojí  las  primeras  á  íib.éM  y  las  seg uadas  á  28i0t4, 
síeodó  de  suponerse  qm  los  ingresos  los  fornt n,  no  solo  el  prodiÉ||^ 
del  trabajo  de  los  niños»  siao  las  asignaciones  hechas  por  el  Esisdo, 
'y  lassdeoactoiies  dafins  pnrtieo  lares. 

£o  ISaaiaoiudiy)  deFihidelfiaea||Ueei^  an  ^4áMa/strsrA«éi^a- 
iior  jf  ea$á  de  carreceionimraJóven9$  ,Ilmmeueniii^k  tmitaeíon  de  la 
de  Nueva-¥ork:  en  ella  se  ob'serya  an  régimen  de  trabajo»  de  eas^ 
ñanm  jde  disciplina,  qae  office  pocas  diferencias.  A  cada  jófen  se 
le  señala  una  tarea,  y  rifándola  concluye,  es  dueño  de  Irse  al  pi|fio 
4  jugar,  ó  de  seguir  el  trabajo,  por  el  cnal  sé  le  abona  on  tanlo  que 
sé  te  entrega  á  su  salida.  Es^  medida  es  preferente  á  cualquiere 
otra,  porque  aumenta  los  estímulos  de  la  apHeaeioo  y  sugiere  laa 
ideas  de  economía  y  de  propiedad. 

En  esta  caáa  la  enumeradoa  de  Isía  clases  comiéiiEa  por  el  tté- 
mero  4,  y  se  aseiende  i  la  tercera,  segunda  y  primera  al  j6f  en  qae 
ae  maneja  bien,  sin  que  estos  grados  puedan  darse  en  majKr  nómo- 
ro  de  uno  por  sen^ans.  A  los  tres  meses  de  buena  conducta  se  as- 
ciende á  la  ¿lase.de  honor,  diridida  en  tres  categcírfas.  Ouando  la 
conducta  de  un  joven  es*  refiremiiblb,  se  le  desciende  de  su  dase  6  se 
emplean  los  castigos,  ^^ndiose  también  en  algunos  casos  de  los  cd^- 
porales.  Las  buenas  acciolTes  se  recompensan  con  regatos  de  frutas^ 
dulces  dcc.  y  con  libros  la  apKcaoion  en  la  escuda. 

Sos  talleres  consisten  en  hermge  de  paraguas,  claros  áe  dietaf, 


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■filhiii  «upotos  T^eneuackraaeion  á¿  libros.  Lab  jóvenes  m  oeipMi  en 
tas  mismas  labofes  que  en  la  casa  de  Noeva-Yoric  A  la  \Swrm  de  co- 
nieKodos  los  alunAfroa  s»  forman  en  hileras  de  á  doS|  se  dtstrÜMijreii  esi 
-los  bancos,  y  permanecen  en  pié  durante  la  oración.  A  unn  señal,  tn- 
man  asiento  simultáneamente.  Durante*  la  eomda,  no  sa  kabla  ««a 
sola  psltbra:  el  qne  necesita  algo,  levanta  ^  jaano,  j  atsi^Mi^  gis- 
ne  el  sirneniede  laliftenf  q««  es  imo^d^Os  misaios  jÓ¥ea^  Ijm  q«B 
han  cometido  algunas  falcM^ñe  ecigen  eroasttgo  de  privaron  db 
¡eomidai permanecen  en  pióalá lodo  de  la^pieva, preseneÑituio el eo- 
▼idiable  cuadro  del  buen  apetito  satisfeelio  por  lofta(^os. « 

JSn  B«»6to/i  existe  tamicen  una  €a9a  dg9tfí$fgk»,^pmrm  jóvenes 
delincuentes,  curo  régimen  es,  semejante  en  un  todo  ni  que.sa.nbser- 
\a  en  los  Refugios  de  Nueva«York^  FiladelAa.  La  íyiiea  dilerencia 
>4)ue  se  hftUa  en  la  parte  de  ^u^lcion  morftl,  y  lt>s  medios  empioades 
ptra^sotur  en  los  jóvenes  los^ohtotgctitimientos  del  pundonor,  é 
iApimrles  las  útiles,  ids'ts  ..de*  la  di^fuad  del  honftre;  Los  Srep. 
^j^umoni  y  JocqueviMe,  on  su  interesante  q^ra,  sobf«  el  sistema  pe- 
nueociario  de  los  Estados- Unidos,  dan  una  descripción  tan  e|[acta 
del  sistema  moral  y  filosófico,  que  con  solo  tca^ribir  aquí  e|gunos 
garrafas,  bastará  para  darl^  conocer. 

*^Cn  Bostón  (dicen  a^Rilos  señorea)  se  hallan  escluidos  de  la 
>€asa  de  Refiigio  los  castigos  corporalesy  pues  la  discipliim  de  eaite  es- 
•tableeimiento  es  enteramente  moral,  y  descapsa  sobre,  principios  que 
corresponden  á  la  mas  alta  ñlosofia.  'Bodo  se  dirige  á  realzar  el  aliaa 
«le  tos  jóvenes  detenidos,  y  á  hacerlos  celosos  de  su  propia  estimación 
y  de  la  de  sus  semejantes.  Para  coiistu^irlo,  se  ha  ideado  el  tratarlos 
4»omo  hombres  y  como  miembros  d^  una  sociedad  ci.vili%ada.  Consi- 
deraremos esta  teoria  bajo  el  punto  de  vista  de  U  disciplina,  pari|ve 
IMS  parece  qi#e  la  elevada  opinión  que  se  infunde  al  uÁño  de  su  mora- 
'Udad  y  eondieion  soeisl,  no  solamente  es  propia  piira  conseguir  su 
reforma,*sino  que  también  es  .el  medio  mas  hábil  para^bteoej*  de  él 
na»  sumisión  cosíipleta* 

'^Primeramente  se  halla  establecia  en  la  casa  la  m^zinifi  ,de  que 
ninguno  podrá  ser  castigndo  por  «na  falta  no  prevista,  sea  en  las  le* 
fes  divinas  ó  en  las  humanas,  ó  en  las  re^glas  del  establecimiento.  Hé 
•aquí,  pues,  el  primero  de  los  principólos ^n  materia  criminal  procla- 
mado en  la  casa  de  Refugio.  Su  reglamento  contiene  ademas  la 
máximar  siguiente: 


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f^No  hdUaaA)  en  el  poésr  h^cmine  na  oMtífo  «nfioieiite  prwi 
eoiile«er  Ifie  fellu  d«  respeto  á  la  DiVínídiH),  al  que  se  háfa  ciifpii^ 
ye  de  eete  atroe  delitO|  se  le  eeeleird  4e  tode  pertierpatlnn  k  los  oí* 
cios  religiosos^  abandonando  asi  el  criminal  á  la  jestieia  deDfoe,  que 
le  «foarde  eirU  ponrenir. 

#  **iS%la  eeea  «te  Hefuf  to  de  Bóetevi,  el  fAñojtepnrzóo  de  los  ejer- 
eíeiúe  reUgíeeoe»  reeibe  á  loe  ojos  de  sus  ^Mj^dss,  y  en  su  prof  ie 
ofMon,  el  mas  terrible  de  codos  fes  ^Mígos. 

"Liiegnee previene  qée  no  seta  «mitida  en  nrngiine  de  los}6« 
te«ss  k»  thntmoi^  de  Ia9fa2ia$  de  iue^eempañeroe^  y  en  el  artículo  ei- 
guteirtese^refiqtfe  ninguao  será  castigado  per  ana  falta  que  ee*»* 
ieee^»akieeaidad«  Ademas,  existe^n  registro  de  moralidades,  don-* 
de  eada  lyMft  figura  con  sus  notas  boenae  6  mnlas.  Pero  hi  qntf  dis^ 
tiogae  esle  registro  del  qa^^lJeiB  en  las  otras  casas  de  Refugie,  es 
qMe  ea-BistiHi  eada  niil|^^Histra  por  ei  misnio  las  notas  que  le 
ceneieraen.  Todfis  las  j^^^Mon  rnterrofadoe  euceekatnente  les  j^ 
tfaee  prisioneros;  eada  uno  debe  pronunciar  el  iwHo  de  su  eoiidi^||^ 
doMBte  cu  dia«  ce«ftj(rnse  i  su  deelamcion,  se  éstiende  la  nota  en  «I 
Vk^K  La  esperieuei*  bizo  Ter  que  el  j4?en  se  juKga  stennpve  á  sí  ini»^ 
ne  een  am^er  severidad  <pie  si  fuese  JMgado  por  los  etme,  j  tonteg 
que  4  veeee  ee  preciso  reforjar  la  serf^ridad  y  basta  la  injostrebí  de 
me  ^sef  ia  aeaee«eía.  Cuando  4ieaarén  dWkultade»  para  clasificar  el 
grado  de  moralidad  respectiva  de  los  jóvenes,  ó  cuando  han  infringí^ 
éetki  disoiplinaf  se  reoi»rre  al  j|»icio  de  doce  jurados  de  eetiC  los  njls- 
■JoafeÜisef  que-pnmuiMrian  eeala  oondeaa  d'la  abeolaeioiv  M  acm»- 


*^B»  tedas  lee  ocMíonee  en  que  se4ratf  de  elegir  d»  entre  eftai 
uo  magtainiéaé  an  monitor,  se  rMnen  to<lof,  proeeden  é  la  tieuiie» 
f  el  caedidaie  que  ebúene  la  nayerid^de  votos,  es  pfoel%mn<^  por  el 
ienie.  Nada  puede  oompftritrse  á  la  gfevedad  cchi  que^  eeiee 
I  d«  dm  afíos  egercen  sae fa wi^aee>  * 

-  *fcttedias  cKido  deber  analÍKar  eii&sittentay  notable  por  em  ori» 
fÍMilidMl»  AdeuMe,  ensie  mai  profod|Pad  de  la  que  á  priaMra  vi^ 
le  «parece,  erfeeios  juegos  poKtteos,  en  roóruo  acuerdo  ooi»  las  imeí^ 
tneiseiee  cirl  paía^  pdes  «pitaá  estas  iaripi^eaionesde  U  nulea  j  este  «jen 
eíe¡p>pti0OEde  fai  littertad>  eeanibaíiráu  á  q«e  los  jéreneardebneaiet»' 
lea  iM»en  lo  suiíike  nsaa  obedientes  á  leelejyea;  j  sin  preoevpaff- 


MM  peréete  meeltirie  ppiliieo«  na  podeeios  EAoeoe  de  reeoneser  «m 

35 


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^274— 
1^  flisienia  eomo  medio  poderoso  de  educación  momL  EfeolüaMen- 
le,  e«  fUkcil  concebir  el  temple  de  que  seráa   cnpacee  vam  alimie  jó^ 
▼enes,  en  las  cuales  ae  Uan  hecho  vibrar  todoa  loa  sentímieotoa  pro- 
ptoa  para  realrarlaa. 

^yAdcmas  ladi^sciplina  poseo  otras  armas»  que  pone  en  i 
los  medios  morales  que  acabaasos  de  iadicar,  lli*gttn  á  ser  i 
lea.  hw  niñoS)  cujc^jtt^cta  es  buena,  goaan  de  gfa»dea  prktte^ 
gios.  Participan  solosoe  v^yon  las  elecciones,  y  solo  clbs  poedéto 
ser  elegidos.  El  ?oto  de  los^e  pertenecen  á  la  pria^ra  dase,  ae 
cuenta. por  dos,  de  cuya  Tentsia  no  pueden  encelerae  loa  demasi 
pues  de  ellos  depende  el  obtenerla  también.  Lot  baMae^peii  depoai* 
tarios  de  las  llaves  mas  importtuites  de  la  casa;  salemiibremeate  del 
estaUecirntento,  dejan  «u  puesto  en  los  parnges  de  reanidi^ía  nace* 
Sedad  de  permiso,  se  les  oree  bajo  snj^^tñ  en  todas  ocaaiones,  y 
ae  celebra  el  dia  de  su  nacimiento.  fl^^Bh^  ^^^  buenos  goaaa  d«( 
conjunto  de  estos  privUegioe,  pero  tieNMMecho  á  algunea  de  ettea« 
^^  „Las  penas  impuestasá  la  clase  de  los  malos,  son:  prívaeiott  df  I 
derecho  electoral  y  del  de  ser  elegido:  no  pueden  ei^ar  en  la  hafaka- 
cioo  del  superintendente,  ni  bablarle  sin  su  permiso,  y  les  está  pi^i 
l|ido  hacerlo  con  sus  compa^ros.  En  fin,  cuando  se  cree  oeceearkt 
se  impone  al  delincuente  una  pena  que  le  afecta  BMCerialaiesle,  ya 
readándule  los  ojos;  ya  poniéndol^ssposas,  ya  enoe«ri«dolo  ea  ua» 
celda  solitario. 

•  „EAistemH  de  k>i|  establecímientf^s  de  Nueva* York  y  Filadd6« 
«nnqiM  infinitameaft  nuénos  notables,  es  tal  vez  mejor,  no  porque  ki 
casa  d?ttefugio  de  Boston  dejemos  de  creerla  admirablemente  déri- 
fMe,  sino  porque  su  éx«|o  nos  parece  mas  bien  fruto  áá  hombre  dia- 
liagnide  que  la  puso  en  pr4et¡<M^  q«e  no  eíeoto  del  sisteflia  eo  al  »!•• 
mo.  La  oiiiOB  de  los  nüos  d&rante  la  noche,  es  an  giave  vicio  da 
ecte  Refugio,  y  el  siatcna  que  le  establece,  descaaaa  sobre  ana  tcorfa 
elevada  q|ie  se  aventurarla  dJIéodo,  ai  no  fuese  siempre  cumpicadida. 
Ademas,  la  reaüsacion  del  rátemc  espone  á  grandes  coaüelos,  si  d 
aaper|iiteodente  no  sabe  h^P^M^  9u  talento  iameaacs  recursoa  para 
Iffianfar  de  ellos;  al  eoalrario,  en  Nueva-York  y  Filadcüa,  doade  la 
teoría  es  simple.  £1  aislamieato  por  la  noche,  la  daaüeaoíoQ  da  día, 
el  trabajo  y  la  instruccioB,  se  coaeibaa^y  se  ejeftatan  OeilnMi^ft  ata 
reqaerir  ni  un  genio  profundo  para  iaventar  el  sietoma,  ni  aa  eafaer- 
M  coalÍBUo  paia  cqaibrvarle.   En  resumen,  la  discifiiaa  de  Bói«aii 


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—275— 
yrUnaw  á  un  orden  d«  kleai  mvelio  mas  elevado  que  Ya  de  Nnevff- 
York  j  Füadelfia;  pero  no  es  de  esperar  que  se  encuentren  siempre 
hoflalNrea  como  el  Sr.  Wall*  que  la  estabieeio.*^ 

Bies  hemofl  detenido  de  intento  en  eeponer  laa  bases  sobre  que 
eatitt  formadas  Pas  easM  de  correcioa  de  los  Estados-Unidos,  porque 
ya  es  tiempo  de  que  entre  nosotros  se  trate  d^^blecer  este  sistema 
tfuo  neceaitanioe,  j  p^A*  supuesto,  debeaQ|É|P^ner  cuanto  bnj  de 
Uietto  y  ttiil  ei|  aquellas  casas  da  eonecsion,  para  que  en  su  oportw. 
Mdud  se  adopit  lo  que  sea  mas  coaTenieute  y  mas  conforme  eon  lái 
ci^euoilancias  parlicularee  d^^l  palb,  sin  desatender  la  ináoencia  dd 
cuma  y  ediéarflib  Al  pueblo  que  tun  poderosamente  gobkerMí  la  iii* 
clinacion  del  himibre.  l>»sgracípdHm^te  hemos  perdido  una  oportu- 
liyild^|ite*o  Tolrerá  i^resentarft  con  iántn  facilidad.  Las  amar- 
guras, jrsÍBsubores,  riftdi^AwDor  fin  al  genio  que  pudo  y  que  debió 
mteiitar  fhi  eñsajo  qiJlM^^VMimortalizado  sus  acreditados  scrH- 
cioB. 


Si  quieres  progresar  en  tu  efício  y  adquirir  el  nombre  ge  bjuen 
artesano,  no  olvides  jamas  estas  tres  cuali'^es:  Yf  foriñulhlad  en 
el  cumplimiento  de  tu  pnlabra:  2  f  Destreaia  y  hAbilídad  en  tu  nuinu- 
factura:  3  f  Baratura  en  tu  obra. — Para  ser  formal  en  tu  palabAí, 
no  te  comproiAetas  jamas  á  lo  que  no  pol^s  hacer  por  mas  que 
quieras.  Una  ftz  comprometido,  no  hagas  i^s  promesas  que  te  pon- 
gan en  apuro.    Piensa  siempre  aue  tienes  que  cumplir  lo  que  ofre- 
chte.  Trabaja  todo  el  día  y  haz  oAMus  operarios  trabajen  igual- 
'  mente.  BSsde  oue  nace  el  aol  íiasta^ie  anochece  no  dejes  tu  ofioi- 
'na.  Tos  ftinnoTy  tOs  ój^s^o  hacen  todo;  sin  ti  no  se  hace  nada,  & 
lodo  se  hace  despacio  o  xÉtv  en  elFa.  No  destines  dfes  determinados 
para  tagar,  diciendo  que  il^Ata  descaTnso  el  que  trabajiu  Durmien- 
do ocho  hbrSs  en  el  dki,  *se  descansa  la  ter(;era»parteude  liC  vida.— - 
"Min^i  kar  «rvet  dft^  cíelo  que  tfl  nlibe^el  dit^^an  at  Criadmr  con 


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—276^ 
tmúM»  melodiosos;  ftAcuden  su  pluoiage  y  vnná  tralmjar  i 
in  úQ^íeda  reposo  al  muncb.  Justan  el  gramo  piura  son  hi}os,  «f  io- 
do y  la  pelusa  pnra  suá  nidos,  y  tío  se  quejan  del  trab^io  k-^pmM. 
Criador  las  tiene  deationdas.  ¿  Aeaso  el  forríon  ^  la  paloma  desean- 
•an  un  diasolil  de  su  vida? — Dios  te  ha  dicbo  que  comerás  catf  «I 
sudor  de  tu  rostro  ha|^qiie  yoelvas  á  ia  tierra  «le  que  has  sido  ftomnf- 
do.— Bl  que  no  trabiKHjjftaue  á  lo  méitps,  tib  subsisCéde  «n  enpilal 
firmado  por  el  trubiijo  ó 'por  la  eeonomia,  vivé  á  espensas  detlioas' 
hre  laborioso*  y  es  por  lo  mrisroo  á  la  Bociedatl  de  ua  feso  insoporta» 
t>lé.-«Si  por  tu  ociosidad  íultas  á  lo  qaetience  premetidOf'ta*  aaree*- 
do res  bar á.n  tu  vida  muy  amargn;  y  estarás  4tcMlidÍ  ó  andaré» 
1M*óf^g'>«  J  abandonado  iu  iaHer,  caferás  en  descrédito.  Rntretaato, 
ii as  perdido  tus  ganancias ^e  muflios  diaa^^tua  inarclifffltoa«e'ftaa 
i^tirado,  y  tu  patran  te  volteará  la  ^^^Por  el  contrariot  si. asas 
-cumplido  en  ta  palabra*  aati  se  disim^^HpA  defecU«s.dAus  obras; 
se  dirá  de  tí:  „TieiJe  esta  falta,  pero  no  me  ha  perjudícalo." — Tra- 
bajando así,  llegaAs  á  formar  un  capital,  y  con  menos  fatigaf  dis- 
frutarás comodidad  y  crédito; 

Si  quieres  ser  hábil  en  tu  ofíoio,  sí  aspims  á  perfeccionar  tu 
industria  y  á  mejorar  las  obras  de  tus  manos,  instruyete^  pcocura  co- 
nocer muy  pormenor  kis  matermles  de  qiiK.te  wrv*s,*'%n  mérito,  su 
cnlidiid,  sus  clases,  éus  valores,  las  mnn¡pulaci<ines  fflas  útiles  y  eco- 
nc^i^pas  j)fira  prepararlrís  y  labfaAos.V^Mejora  hasta  donde  sea  po- 
sible tus  instrumentos,  tus  máquinas,  todos  los  utensilios  de  que  usas 
para  |f|l|bra. — Con  buenos  instrumentbs,  con  máquinas  perfeccio- 
nndas^Sr  miihufacturíva  se  fabrican  mejore?,  en  menos  tiempo,  con 
menos  faiig>i»y  mas  b^tas. — Dos  principales  medios  tienes  para 
instruirte;  el  ejemplo  y  lo^br^.  Examina  todas  1^  oficinas  que 
jtertenecen  á  i\\  itidustr^i,  sus  talleres,  sus  aparato^  sus  máquinas, 
sus  utensilios  é  in^truflRntos;  mira  si  .en  ellas  h;illal  algo  de  que  pue- 
das aprovecharte,  y  luego  adóptalo.  Si  en  ellas  adviertes  faltas,  pr^ 
pon  á  sus  dueños  que  los  caf4Íjnil|  qILos  otro  din,  te ri^fidiifáQ  con 
sus  consejos. — Sobretodo  pl^Hü'a.fiajar.podfás.bacerliIPÁ  antes  <|e 
establecerte,  6  cuando  tu  e8tab|Bcimien^^té.bi«íbarre||lada»  Si4o 
,el  que  viaja  obatrva  cosas  nuevasi  E^i  0<^  pais  hay  nsos,  prácftieaf, 
invenciones,  adelantos  que  los  deniadii^HTes  nocopo^n*  fiinii  Jiia~ 
nufacturero,  si  uit.  aflija  estrangi^ro  ó  n^eioaalt  qua  baya  l»echo 
grandes  adelantos  ei^áli  indtelriB,'piiBÍ6rea««Ari»»*tii*t«  p%ifi'M 


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--Í7T  — 
%B ^f  rgikno^  de  0}*ren4er  de  él  lo  cfue  tío  sabes  Observa  cuid^dh»- 
•tfiuf  flRiétodot  y  fN-áctioaev  la^enciHes  y  períeocion  desut  iesln^ 
■mstot,  el  UMO  que  hace  de  ellon,  un  economíiu^  sma  ahorróte  «ti  aML 
á«  do'vivirl— *NA.rte8ajio8!  ^«aebeis  ^né  naoione§  bao  iieaho  •masjtfk)» 
imHoo  en  la  indiietrial  La«  que  han  abienoaus  paertoa  y  froDtcraaá 
lea  bombraa  industrioBoa  de  todoai  los  pueblas;  j¿s  que  no  han  pncate 
tffftbas  á  U  reaiánúioR  lie  tcMla  claae  de^|^^Hs  iudtjatfialta*  Sia 
1h  iniroduceiao  de  arttslaa  estrA^g^eros  ¿«^^ps  sigka  paaarino  fiam 
qiM4ioaotrosiia|pásaiiiA8  4  inFefaar«  á  descubrir  á  imitar  io  qisa  eiloi 
aifaaiil^Y  «un  eu/iiid)»  iánfárainos  á  (Bste.(iui|to  ¿dondeesiariaii  yft  á% 
adelantados  aqi^lloa^con  quienes  queríamos  competir?.... 

*Oá4)iiafi«if^iii  oeaa»4e  que  el  comercio  es4rig;ijeFi)  «a  VKkpohre' 
eaf#e  qtie  Igota  todo  el  numeraría,  de  que  «olo  deja  en  oantbio  atiy 

imauíl^etaras,  4e  que  é:<ta^^ruinan  las  del  país ¿aabata  hasta 

eoflndé  eftará^  esto?  H«9«^^P  '^  íflduscria  estranjera  se  trasplanle 


í:<ta^^rii 
tsHrronar 


á  fiue«frQb8uek>,  para  de^ammár  todoaa  vigor /lozanía  en  esiatiec. 
rn  ?fr^;  enrt^ttecid»  con  taotas  prcrdaeciont^bue  ni  eonocawof» 
A  mucho  nténofl  subemos  elaborarlas;  ^st#qn^miUarea  de  familias 
e^nnjeraft,  cómo  ei|^ltbr«8  de  abejas  lal|príosas,  vengan  4<eatjil^- 
eefr  su  rndtrstría  en  nttestro  pfis»  á^oifltivar-fiuestms  campoe,  &'  elabo- 
Tflrr  y  mnffñftwturHr  stís  prodircdonea:  entonces  se' fijarán,  dtreolarftñ 
entre  nosotros  esos  caudales  que  sulen  ahora  en  cambio  de  las.  ma~ 
nufficturas  estranjeras.  No  temuis4|iie  es  ts  familias  industriosas  guar- 
den-entre  sí  el  secreto  de  sus  adelanto?,  y  de  la  perfección  de  sus 
manufacturas.  Las  grandes  empresas  indujitrialas  no  pued^  real^ 
zarse  sin  la  cooperación  de  loa  operarios  del  pais.  Fuesa  de  esto,  ca- 
ái  oficial  estrnnjero  que  forme  un  capital,  se^eparará,  de  sa  m(\p6tro, 
estableaeA'siM&fictiia  ó^  «u  t|iFW(;y^eiidrA}tie'ocup(vr  áficiáleaMiel 
pais  y  que  easefiarios.  Tddí^^mpresario  estranjero  que  introdifeea 
cualquier  ramo  de  industria,  necesitará  tatiMlien  como  ausiliares  4 
muchos  artesanos  de  otra  claffé,  y  los  ocupará  precisamente.  El  ne- 
cesitará herreos,  carpinteros^  albafíileSf  ^*,  para  la  nTantacion  y  re- 
t^tátjcm  d^avs  infá<t^iiae,  dh  sua  ifistrumaotós,  é»  aua  aparmo^^jr 
.-^iám^kCr^émm  Mo^^  pteyo^m^  Ja  iadinsp'ia  an  poca  liegipo; 
MiámÉasa  ki  indoaUiíi  aatraijera  noae  ealablezen  en  owestropiíl'Si  leed 
^é^td0m  hRi'^«e«ito  «obre  M  descdbDfinieoios  útiU»  y  económicos, 
l^c^ot^Q  «Hedao.  lla.prQgreiiido  ka  ÍAd4ftfÍ«  m  otros  puablot^  Lejos 
Kb  £iMfaM4  en  iiiae<i#»  má^Mjittas.^  ea  ttMjoiMfvuftatfiM  iáaCmmeiv- 


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—278- 
liw,  inforiiraos  prioiero  si  la  miquina  ó  inslniíiiento  que 
kan  aído  ja  iaveptadot^  si  se  pueden  hacer  en  ▼aeairo  pata,  6  será 
flwa  económico  eaeargarlos  ul  lugar  eo  dónde  ae  fsbricao^  EJ  mériibm 
prÚKñpal  de  una  maniifactura  está  en  que  sea  á  propóaUo  para  «1 
uao  á  que  se  destina;  después  de  esto  se  basca  en  ella  que  sea  eom^ 
aiateote  j  duradera.  Jodavla  es  necesario  mas,  j  es  que  sea  bernia^, 
aa;  bermoaa  por  st^^^^^por  sus  coloridos  ó  dibujos;  hafinoaai  én 
fin,  según  la  clase  á^^^pi  pertenece.  Nunca  llegues  á  oreeibque 
lias  adelantado  en  tu  indu^ia  cuanto  podía  saberse  mi  ella:  te  q«e^ 
dará  siempre  mucho  que  aprender;  procmn»  adelantar  en  tí^  cada 
dia.  • 

Haa  per  mo4idrar  el  precio  de  tus  obra^,.  pero%|ttoea  haata  el 
punto  de  arruinarte.  Para  que  tus  obcas  sean  baratee  ef  necaaürM* 
que  compres  por  major  y  c*m  ciportun^^  los  omteriiües;  q«e  pe|pi^ 
bien  á  tus  oficialee,  si  son  hábiles;  es^^^B^rio,  en  fíu,.  qu»  aeaa  miijr 
90oa6mi¿b,  que  nada  desperdicies,  qo^^eAres  un  capital  pana  im^ 
jHilaar  tu  giro*  Al^bpndo  un  algo  cada  dia,  formarás  estosaapitR 
con  él  le- surtí  ras  K^pd^^á  buenos  precios;  no  pedirás  adelantado  M 
Mpcio  de  tus  obras;  repoi^^rás  á  tiempo  tus  éiíj^umentos,  tus  máqui- 
nas, tua  utenatUos  que  esiéii  deHriorades.  Si  gastas  en  un  dia  las  fttr 
nancias  ée  una  semana,  te  arruinarás  y  serás  siempre  misftable.^.^». 


^      (CMHRlCáM.) 

-  iili  SlOIiO  POSITIVO. 

••  •      •      •  •  , 

P 

a  .     .  * 

^  «Bs  una  anomalía  y  una  burla  ifkcoacelllbld  de  w^fH^ 
^segéiaknente  serio»  llamar  r«Mi  ^  un  perro  ññ  rakw  5  jmIsh  4  ini 
horaSre  sin  pelo:  estas  dos  palabras  son  n  epigrama  cruel,  Q«<«leo- 
tado  á  la  regla  de  formar  loe^uaMntativos:  ¿por  qué  ai  á  tfUihcnbK 
muy  grande  se  le  llama  íñltlbrM^  ú  á  uormudmclio  foraido  ae  le  ^- 
ce  mttckachm,  no  s^ne  dirá  rabún  al  use  teega  mucho  ralm,  fpeimt 


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eMiarran  la  ifenm  en  eims  misnms^  cuando  en  ímé  c 
té  ton».  Víettma  del  ewirtt«  «iel  s^glo»  ó  satkMA  ce 
é%  ter  el  primero  que  ai6  uAUiñcacioff^^^l^u 
^      Qae  nuestro  tigle  deiere  de  loe  pasflü^que 
miumree^  la-#d«eaeion  v  lus  ooaas  no  8on4a8  mlimai 


il  i|ii«  tenga  mnclio  pelol  OJio  debieron  tener  á  lot  judioi  y  á  loe 
pehHfiieroSf  los  que  dienm  stfnifioacíon  á  tales  palabras  ce»  mengua 
j  eseániío  de  los  largos  rabee  y  pobladas  cabelleras:  est.is  dos  y  el 
adjetivo  |H»tf»o#  aplicado  á  Muestro  siglo,  eon  las  tres  que  creemos 
encierran  la  irenia  en  ellas  mismas^  cuando  en  las  demás  consiste  en 
el  ton».  Víettma  del  eyiritu^l  s^glo»  ó  saj^^como  Piri^n,  kubo 

turia* 
los  bombres,  las 
•i^pereSf  la-#d«eaeion  y  las  oosas  no  son4as  mismasi  y  que  ei  el  Gidí 
4iera  «na^eka  por  Valencia^  es  posible  que  no  la  conociera  ni  en- 
tendiera el  dii^liUlo,  asi  como  los  ?alenqanos  no  lo  conocerían,  ni  lo 
emendhrínn  á  él,  es  innegable:  de  modo  que  no  baj  duda  en  que  las 
mugeree  y  los  hombres^  la  lengua,  las  costumbres  y  las  cosas  ban  ? a* 
riado  eoanpletaasente.  Bsto^escWiendo  de  la  naturaleza  que  tam- 
lien  Im  sufriflo  (ó  ganado)iptiaciooe8,  es  lo  que  compone  el  siglot 
■prqne  no  lo  fiirmau  loa  100  años  sino  las  revoluoionesi  el  carácter, 
Akaeonteeimientee  y  el  tipo  que  á  cada  uno  lo  (Mingue.  Pues  bieut 
ninguno  sino  el  nuestro  ba  merecido  tal  blasón^  el  nuestro  solo  ba 
sido  llaoHido  positirai  y  es  enteramente  opuesto  á  los  otros  en  os* 
ráeter  mareado  en  ideas,  en  principios.  ¿Qémo  llamaremos  ¿  los  otros? 

• 8i  este  es  positivo  sean  aquellos  ideales. 

Uo  tiempo  en  qae  cara  ¿  cara  se  buscaba  al  enemigo  para  la- 
va»coB  sangre  la  mancha  de  una  palabra  .irreflecsiva;  cuando  si  f • 
le  eaconttaba  dormido^  se  le  despertaba  golpeando  su  escudo  con  el 
cweirto  de  bi  lansa  y  luego  fatigados  del  oQmbate  dormian  los  dos  4 
la  aofliU>ra  del  mismo  árboU  á  el  vencedor  v^aba  mientras  reposaba 
el  veacidoc  tiempo  en  que  la  palabra  amigo  tenia  una  súmificaeiocí, 
y  el  pramiociMla  solo  era  un  contrato  de  proUccioí^  ^|b'ificíov,  j 
fkwfg;  tiempo  ea  que  el  bonor  de  ana  muger  era  una  cosa  sagradm 
» la  di? Inidad,  la  mirada  de  una  dama  valia  una  heñda,  y  por 


«a  beso  ea  so  maao  se  tnniaba  la  muerte:  cuandq  una  palabra  sigai* 
Aeaba  una  sola  cosa  y  cada  cosa  tenia  un  nombre  y  Igs  bombres  de* 
^«aa  lo  qno^nsaben  y  no  dejaban  de  decir  lo  que  sentían;  ciiaadfe 
al  pador  y  el  recalo  no  habia  buido  del  corason  para  refugiarse  ea 
toa  modales,  y  los  bomlÉHfc  alimentaban  con  pan,  carne  y  vino; 
aqael  tiempo  en  que  el  coRRon  estaba  en  la  boca  y  la  vénganse  en  la 
espada,  ao  merece  seguraaiente  el  mimbre  de  **ideal,** 

Empero,  no  podearas  darle  el  de  ^'positivo''  porque  positivo  es 


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0(*ntiettro  en  qité  al  hombre  que  se  odia  le  le  prega  alai' 
está  V.<  ñnnigft  miot  En  que  las  palabras  han  siisiftaido  á  Ifisaceii»-' 
Mes:  en  que  se  comen  ideas,  y  el  alimento  principal  es  \m  ílusiéDy  en 
que  se  calcula  con  la  ruina  de  los  demás,  y  se  ftutdan  liquexa»  «obra 
Jm  escombros  de  fortunas  destruidas;  cuando  hay  naciones  qwm  del 
papel  han  bscffo  on|^tfas  cosas  que  con  sa  deuda  misBon  snn»e*« 
tan  las  rentas;  nneS^^H|k^  que  la^Krrra  Ber  haceeoa  letrasi  y  eli 
vez  de  balas  se  usa  p^MT  y  en  ves  de  hombres  námen>s  que  rej^ 
preaenCan  una  cantidad  dii#a;  eifando  los  desttnoe  <le4a0  naeisnaat 
99M  tratados  y  la  suerte  de  millones  de  sifoditos  se  dtseetM|||^  feslindi 
y'oonirileSy  este  es  el  siglo  positivo*  .  j|^ 

¿Será  tal  vez  que  se  le  dé  mas  importancia  qoc  nunca  ai  Míiisesi 
y  que  esta  importancia  constttuy^l  positiirismo?^...  Pobre  i4ea  iia« 
marán  de  nosotros  los  siglos  venícRrus  suponíemto  qma  sea  «íertds  es 
verdad  que  lo  que  hn  perdido  la  aristo^cia  lo  ha  gantdiy  el  ord^r 
pero  fa  aristocracia  no  lo  ha  perdido  todo,  nr  el  oro  há  svdor  aele  se 
heredero.  Las  ár|PI  y  la  poesí\  han  tenido  su  parte  eirel  deaplf» 
que  aquella  ha  sufrido,  y  el  talento  h.'i  Iterado  su  influjo  aun  al  ea«i«' 
tro  mismo  de  los  hombres  muy  ricos,  entiéndase  biefi,  que  w»  redne 
no  es  el  mundo,  ni  una  pnivíncia  es  un  reino,  y  ntuclia  menos  mta 
ciudad  es  una  provincia  ei>ternr 

De  todos  modos  y  cualquiera  qoe  sea  el  influjo  d«f  diMn>,  no  es 
bastante  para  ganarle  al  srgfo  el  adjetivo  positivo:  el  oro  sitmprwlMi 
ícnido  valor,  y  con  é!  se  han  compr«<lo  hombres  y  honores;  los'pe«' 
^es  Obedecen  ahora  á  los  fíeos,  como  los  obedeciair  antea  porque  la* 
necesitan;  el  dinero  ha  sido  siempre  una  cansa  tie  pederfo  y  svperie^ 
rrdad;  qu^á  en  este  siglo  lo  es  menos  que  lo  hiBrn  en  loe  pñwñéd^f 
porque  el^Peoto  le  ha  usurpado  una  parte  de  su  va4orf  .lo  que  áirtee 
valía  solo  fama,  en  el  dia  vale  fama  y  oro.  MurvIU»,  Cervarttee,  O»* 
moeiui,  IVíílton,  Boilean  y  Tasso,  fueron  pobres,  se  le  daba' áetiaeec^ 
tesana  fo  que  se  le  reusaba  ñ  un  artiíita,  y  el  oro  se  oreia  dkanaiai» 
para  pagar  lo  que  ho  se  sabia  apreciar.  Ahom  se  Te  dan  4«TlM0ri 
MO;WO  frs.  poruña  obra  que  ann  no  ha  publicado:  Walier  Sec^t^eA^ 
quiriií  la  nobleza  y  un  titulo  y  una  fortuna,  por  ntivelas  que'sbe  ú^ 
glos  antes  tal  vez  habriart  sido  premiad^fefcn  missrna  y  iioÉibmr  wmt 
bailarina  goisa  las  mayores  atenciones  dS^íutéemta  M  Nettet  Éti4a* 
tras  otra  rival  suya  se  sienta  en  el  dosel  del  presi^knte-de  en^iaf^ 
Wicar  y  nna  artista  dramática  es  recíbide  con  eotusiasnn^  por  le  j^- 


,         Digitizedby  VjOOQIC 


8tmo  foÍQa  J  la  alia  arislocraeia  de  íñ  nación  tnaa  ariatéorata^  En  úíM'^ 
§aü  tíei»po^  ut«ito  ba  aícaoaado  tamos  triODA»* 

Que  oa  ipglea.ó  od  alemán  ríooy  muy  neo  con  inillonet  de  H^ 
kraa  6  mtlloaea  de  falUrest  viaje  de  uij^aie  á  otro,  j  veamos  tf  stt 
f  iage  es  una  carrera  trionfal,  si  nn  puebfo  entero  lo  aelama^  y  slloa 
bqpbres  de  todos  pairos  j  de  toda»  clase^^^eapan  en  sn  venida, 
como  de  tya^lictdacn>úUÍ9aó m  «fpnH^^^to  historíeosla  adu- 
jarán los  que  lo  necesiten:  los  demás  noJ^^Rn  caso,  no  sabrán  so 
^legadaf  y  úIa  saben  la  oirán,  como  oiri^n^HR  cosa  cualquiera:  des- 
pojadla ejg  hombre  de  su  fortuna  7  veréis  cuan  pocos  lo  reconoce- 
rán ,«7  que  n^^yu)  tal  vez  usa  con  él,  el  lenguaj^THervil  de  otro  tiem- 
fo:  pues  bien^nno  de  esos  talentos  que  llenan  el  mundo,  á  uno  de 
esos  hombres  que  son  de  todos  los  países  7  da  totlas  las  naciones; 
^  presentadlo  pobre,  andrajoso  7  ^k*  decid  so  nombre  7  este  solo  nom- 
^e  le  valdrá  adoración. 

Nunca  las  ideas  han  influido  tanto  en  los  hombres  como  ahora: 
^pafe^a,, cálculos,  empresaa  7  espeealaeloaes,  tal  es  la  vida:  no  con- 
tentes los  hctfnbrea  eoadestaader)  las  entrañas  de  la  tierra  7  de  lan^ 
Juirse  á  las  nubes»  querrán  quizás  un  día  variar  de  planeta  7  estable- 
.aeran  globos  de  vapores  6  electro-magnéticos  para  ir  á  llercurígi  á 
Venus,  á  la  Luna  6  á  Júpiter:.en  todq^os  pnatos  babri  g^nte?  mer- 
euriales»  lunáticos  ó  Júpiter«..«.  (entonces  inventarán  el  ac^etivo)  sal-* 
-drán  pasagerM  para  aquellos  puntos  dos  6  tres  veces  al  mes,  7  ei  aite 
estará  también  poblado  de  viageros  como  lo  esta  ahora  el  Océano, 
mmum  lo  est4  la  tierra*  La  idea  es  tan  ridíoala  como  lo  hubiera  sido 
mhmntt  eia«  altos,  decir  que  andariad  veinte  Itgiiss  por  hora  unos  aar- 
«oa  con  3M  pasageroe  7  dos  mü  arrobas  de  carga,  tirados  por* é * •  •• 
vafwrt  eosia  despreciable  7  de  hasta  entonces  solo  se  ifl^Q  aprove- 
diado  las  cocineraa  6  decir,  antes  que  se  conodeaen  lonelescópids, 
-qw  ppdria  f«rse  diatintaoientB  á  siete  leguas  de  distancia  un  hóanbea 
^  si  tenia  patíNas  6  pelo  blanco. 
N«  haeeffueho  que  en  ana  cantidad  de  este  mando  nuevorVH-, 
láñi  veté»  rica,  se  reprceeat6  una  comedia,  tKnlada:  „E1  Mundo  en 
IWOt"  fué  aplaadida  con  furor  (al  contrario,  mn  muj  buenjiaoiw) 
^g*i« 

suplicándoles  con  misterio  7  humifdad  que  pasasen  por  la 
aquai papel.  £Uoa  unas  feces  se  dignaban  darles  una  cita  después 

30 


7  en  ella  se  veía  á  las  ^||^ta8  con  un  papefi^o  en  la  «MWOy  corrien- 
do tiaa  los  hombres  qa^VdebanihueÉ]^  tono  7  no  lea  hiioían  case. 


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de  recibido  el  papel,  otras  nt  aun  lo  recibían  •'..•*.  Bata  .era  una 
profecía  según  unos,  una  burla  según  otros. . ..  será  loj)riinero?-.« 
Oh,  si  llegase  el  dia  en  que  el  sexo  bello  corriese  tras  ^}f€0  sexo, 
pidiéndole  citas  y  eutreg^dole  cartas....!  lEutÓDces  ai  que  ealaría« 
riamos  eo  el  siglo  positivamente  posi<ti;o! 


lDlNISTRAim\  «EMRII.  DC  PW  .* 


^ 


\é^WA 


% 


Esta  administración  ha  tenido  diferentes  formas  desde  ^f  crel^ 
cion.  Los  primeros  correos  se  Jtablecieron  entre  eate  puerto  j  la 
Coruña  por  Real  decretó  de  26  de  agosto  de  1764.  La  administra- 
cÍQi|  luvo  sus  buques  particulares  llamados  paquebotes^  que  eonstmía, 
carenaba^  Jiabilítaba  en  elji^raje  conocido  por  Talla-piedra  en  el 
barrio  de  Jesus-Maria.  Los  capitanes  de  estos  paquebotes  eran  per- 
sonas escogidas  j  de  crédito  en  la  navegación,  y  sus*  tripolaciones 
gozaban  de  ciertos  privilegios.  Mas  adelante  se  abolieron  los  paque- 
botes y  el  servicio  do  los  correos  marítimos  continuó  haciéndose  por 
los  buques  de  nuestra  marina  Real.  Las  calamidades  de  una  gaerra 
después  de  otra,  los  numerosos  corsarios  .que  con  el  pavellon  infles 
infestaroi^flfcs  mares  atraidos  de  la  rapiña,  interrumpid  de  necesi- 
dad la  comunicación  entre  las  colonias  y  la  madrs-patria,  y  la  oonas- 
|K>ndencia  de  España  navegaba  siempre  en  la  incertidumbre,  entre- 
gada ala  merced  del  arrojado  traficante,que  arrostrando pelígro«^|^ 
sitivos,  venia  á  las  Indias  buscando  mercados  parAus  efectos.  Es 
yerdad  también,  que  mientras  el  comercio  prohibitivo  fué  la  base  de 
nuestra  administraeíon  financiera,  el  producto  de  ks  correos  no  pudo 
ser  de^mportapcia;  Sjjs  progresos  han  B|||ddo  la  marcha  del  tráfico 
y  de  la  educación  de  los  p|¡|sUodfporquflma  y  otra  han  exigido  ma- 
yores y  mas  activas  comunicaciones. 

El  primer  administrador  de  correos  que  hubo  en  la  Habana  &é, 


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—283— 
inn  Jdié  AiitoQio  de  Afmona,  con  título  dado  en  17  de  octubre  de 
1764,  á  quien  entregó  don  José  Cipriano  de  la  Luz,  que  tenia  el  ea- 
rieter  de  Corrt9  mayor  de  Indias;  anexo  ^fa  plaza  de  regidor  deett" 
U  ciudad  con  voz  y  asiento  después  dél^Pi  ejecutor.  El  Sr.  Luz  en" 
trego  en  21  de  lebrero  de  1765  y  desde  entonces  cesaron  los  regido- 
res-de funcionar  é  int^enir  en  el  ramo  ^|^^s. 

Es  dü^m^rtir  que  antes  de  este  ac^^^Bento  se  había  eeta- 
l)lecido  y  puesto  en  administración  de  la^^^Bacienda  el  ramo  de 
correos  por  Real  orden  de  30  de  agosto  de  1754,  en  cuya  forma  se 
8<^uvo  basta  fines  de  diciembre  de  1757,  habiendo  producido  en  la 
Habana  736  |||Éhrs.  y  gastádose  850.  Con  ? ista  de  este  resultado  se 
remató  el  en^prgo  de  Cbrreos  como  oficio  vendible  y  renuuciabte  en 
18,708  ps.  con  inclusión  de  la  m«dia  annata. 

El?  el  año  de  la  instalación  citado,  ascendieron  loe  gastos  y  tueh 
^B  del  correa á  20,70(!^8.— El  importe  de  los  portesde  correos  oree- 
mos que  era  bastante  considerable  si  atendemoe  á  las  circunstancias 
^  aquel  tiempo. 

En  1765  pagiiban  las  cartas  sencillis  de  Espeña  á  Indias. .  16  rs.  w. 
'^  y  las  de  Indias  á  España. • M  „    " 


Con  estos  precios  no  podian  ser  muy  activas  las  ébnMink 
nes,  ni  muy  adelantada  su  ilustración  y  su  industria  dependie 
'tfQfa  y  otra  del  bajo  precio  de  los  portes.  ^ 

^>||l  Elo  el  diá  la  oficina  de  correos  de  la  H^ana  está  servida  por 
empleados  que  nombra  el  gobierno,  y  dividida  en  cuanto  á  su  orga. 
niaaoton  en  dos  sistemas.  Los  correos  marítimos  peninsulares  toe 
soetiene  una  empresa  particular  que  abona  el  5  p.  §  de^s  produc- 
tos á  la  Reftta,  en  cuya  oficina  se  hace  el  servicio  pt^Vo,  dando 
Üranea  la  correspondencia  oficial. 

Comparados  hoy  los  resultados  brillantes  de  la  Renta,  con  loe 
lAqiánoB  que  tuvo  en  sus  tiempos  primitivos,  podrá  calcularse  e| 
asombroso  prenso  de  Cuba  debido  á  tantas  y  tan  favorables  circuns- 
tancias. 

El  pMico  ha  visto  e|^l  estado  de  las  entradas  y  salidas  de  cau- 
dales en  la  Tesorería  general  de  e8ta|M¿(al  eorrespondiente  al  alie' 
pasado  de  1844,  que  pubiicamos  effi^HjjjímoríaH  de  la  Real  Socie- 
dftd,  nám.  114,  correspondiente  al  mesTfeabril  ulümo,  que  hi  adon*. 
mstracioR  de  correos  de  la  Haliana  había  consignado  á  cHn,  como  se- 


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—284— 
brantcft,  émpmen  de  cubiertas  sus  perentorias  urjétteiatSlOIS  )pe.6^ra. 
— Y  téngate  presente  que  los  correos  marítimos  no  #stán  ea  «u  kK* 
terveacion,  y  que  el  sostenimiento  de  los  terrestres  ei^4ia  paisainca^ 
mióos  7  despablado,  es  es^piakíente  costoso  y  difieil. 

La  administración  de  correos  de  la  Habana  qiie46  trietargada 
por  mucho  tiempo,  iy||ffg  diera  nn  paso  vi^Je  de  adelanto  ó  nía» 
joramiaoto,'  hasta  l^^^^Bbn  que  el  Sr.  don^ranci^fQjilernsndes 
Naguas  como  admim^^pR'  general,  j  el  Sr.  don  Santiago  de  Cape» 
tiUo,  como  iotervento^Hsieron  en  movimiento  todos  los  recursos  de 
pnyvaolioaa  organización,  y  con  resultados  felices  crearon  nuevas  ad- 
ministraciones «n  el  interior,  dando  movimiento  j^^a  á  todas  ioa 
negocios  del  correo.  Permítasenos  como  un  justo  des^^o,  tribuiar 
aquí  una  señal  sincera  de  respeto  y  veneración  á  la  -mea^oria  d«l  se- 
ñar CapetiUo^  del  honradísimo  gefe  que  se  ganó  al  aprecio  pMiico  y 
cuya  muatte  hemos  sabido  llorar.  |^  '? 

El  destino  ya  estaba  decidido  en  favorecer  la  admtniatraeioa  ¿o 
correos  de  la  Habana;  y  la  benignidad  Real  tuvo  el  mejor  y  nuis  í|^ 
lix  acieitoc^n  llenar  la  vacante  da^ *Sr.  Capetillo,  nombrando  an  ad- 
ministrador general  que  con  el  mas  notorio  celo  y  empeño  (fot  el  Real 
8u|||É|.  continuó  los  proyectos  de  sus  antecesores,  y  creó  otros  de 
si^^ue  lia»  mejorado  y  adelantado  la  Renta.  El  ha  oreado  nuevas 
neffiíPstracioneR  y  receptorías,  poniendo  en  comunicación  las  aldeas 
y  caseríos  mns  réViotos  é  insignificantes,  ha  establecido  ua  plan  ge^^ 
neral  da  economía  en  todas  sus  dependencius  é  instituido  los  cartq||ift 
distribuidores  tan  necesarios  en  las  ciudades  populosas  y  óe  gran  tra- 
fica. Es  verdad  que  estos  g«fes  han  tenido  la  fortuna  de  verse  au»-^ 
liados  de  subakemos  intelijentes  y  pundonorosos,  qtie  han  aabida 
secundar  i^Rniras,  contribuyendo  á  la  perfección  y  m^ofamianto 
de  la  Renta.  Para  completar  tantos  bienes,  hemos  malo  con  placar 
quB  el  alto  gobierno,  siempre  atento  á  las  prosperidades  d»  Cuba,  le 
ha  designado  para  su  contaduría  k  un  empleado  ilustrado,  queÉp 
indica  en  sus  oparacioncH  los  deseos  qi»e  lo  aaimnn  Wpro  del  Mrví* 
cío  público. 

La  administración  de  correos  de  la  ^bana,  está  montada  hoy 
baja  los  principios  mas  re<^Mndables  de  períf^eoioA  y  de  acoii»«Eifa«< 
Enouétitransa  en  todas  ans^Hcfllas  operaciones,  religiosidad»  des« 
paeho,  decoro,  urbanidad  ^Kpeño  en  rebajar  el  porte  de  los  impM*< 
sos  para  que  los  conocimientos  se  difundan  por  todtMS  partes^  y  ^^ 


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^    iT       MtlMrtl^ 


—285— 
l#s  f^neraovmat  que  b&  kTantao  conozca^  á  su  Píos,  i  mi  Baiiia  y  4 

,  Uttiwmnwnte»  fio  olt idetnos  que  el  grau  Pit,  el  patriarca  de  loa 
míniatros  Ingleaea  «a  4in  io&rote  4ia  coronatrefiriéiuloae  álaseaun 
d«k«  aobrafita»  del  correo  al  eapre^a  eii  estoa  téranÍBOs;  ^'Talea  pro- 
ducto» deben  ínTertirae  eo  esleuder  las  c^^^^uisíonea  del  Reino- 
lAnd^  eato  inaporu  mas  que  ingreaarJoa^^^Baóvaría  geoeial,  y 
«o  aedtfe  queeoa  eaoasivoa  loa  coatoa  de  i^^HRvoa  correoa^y  me^ 
jorar  loa  aatif  üoa^  porque  ei  benefíeio  que  ^MRn  loa  puebloa  ea  a»« 
perior^átodoaecrificia."  '  ,  0 


AprolmJla  por  8*  Hf.  ^n  Icm  autóe  de  residencia  qué  Ae 
'  al  Escino.  Sr.  Colide  de  ReTllia-Gfgedo. 


^tMHar; 

^^ ^K 

»»<•» —  ^^^^H 

«FRANCISCO  XAVIER  DE  ELIPÉ,  DEL  CO^ 
de  S*  M,^  su  Secretario  y_  Escribano  de  Cámara  em  eh  Retti 
tmmo  d$  ¡as  Indias. 

Certtüeox  q«e  babíéadoae  TÍato  por  lea  Sres.  del  eapreande  R^l 
y  anpremo  Conaeíe,  loa  aetoa  de  la  reaidencia  públicS^ tomada  al 
SaeaiD.  Sr.  Conde  de  ReTÍMa-Oigedo,  del  tiempo  que  ejereió  el  eiH'- 
pbe  de  firey ,  gobernadbr  y  oepitací  general  del  Reino  de  la  Nueva- 
Ri9|^n,  y  la  d||unda  de  eapíteloa  que  eotitra  dicho  Sr,  Con^e  piih 
aiepoffi  el  Proci^Ar  general  y  el  Síndico  del  Común  de  la  eiadad 
de  MéytcOi  a«il)re  1^  obraa  que  mandó  haeer  eo  la  niiama  eiudad 
daraote  an  gobierno;  oidae  las  porte»,  y  lo  eapueeto  por  au  razan 
V^^  ^*  Fiacalf  dieron  y  proveyeron  a|^nciade6ii  i  tira,  y  un  aafo 
aMBada  para  que  antea  de  publicar8e|V||p9fise  á  las  Reales  Manoe 
de.S«  M.,  qae  todo,  eeo  su  proc^ciiMon,  es  en  los  térmiuot  ei^' 
guffcMlett  - . 


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—286— 
Sentencia.— «Viütos  por  los  Sres.  del  Real  y  Supremo  Conaejo' 
de  las  Indias  en  sala  de  Justicia,  los  autos  de  la  residencia  pébUca  jr 
demanda  de  capítulos  puesta  contra  el  Sr.  ('onde  de  ReviHa-Gigedo» 
por  el  Procurador  gendüil  y  el  8índieo  del  Comuu  de  la  ehidad  de 
Méjico,  acerca.de  las  obras  que  mandó  ffacer  en  aquelhi  copital  dif 
rante  su  vireinato,  mA^ou  que  se  |jecutarou,   caudales  que  se  ín» 
virtieron  en  ellas,  ^^^^Bjbsas;  vista  lu  Real  orden  de  19  de  fOñrao 
de  1794,  por  la  qc^^^MBncion  al  mérito  y  servicios  del  espresad^ 
Sr*  Conde  de  Revilla-CRgedo,  y  4  la  pureza,  zelo,  desinterés  y  justi-t 
ficacion  con  que  hMia  servido -el  vireínato  de  Nueva-Bspaña,  a^  dig^ 
u6  S.  M.  dispensarle  de  la  residencia  secreta,  y  mandar  que  se  pu- 
blicase  edicto  para  que  si  algunas  person^tuvio^n  q^pedir  contra 
el  indicado  Sr.  Conde,  lo  ejecutasen  dentro  de  cuarenla  dias,  y  que 
oyendo  y  sustanciando  las  demandas  que  se  interpusieren,  avisase  el 
virey  y  las  resultas:  Visto  lo- resultante  d4ki  indicada  demanda  de 
capítulos,  y  los  documentos  y  pruebas  producidaappor  una  y  otra  par* 
te.  La  Real  orden  de  28  de  febrero  de  1799  con  que  se  Kemilieron 
]o8  autos  al  Consejo  para  que  tuviesen  en  él  el  debido  curso:  Lo  ac- 
tuado á  su  consecuencia  en  este  tribunal,  cuanto  ver  c^kino,  oídos 
fBltedos  los  abogados  de  las  partes,  y  el  Sr.  Fiscal:  Fallamos: 
^KmoB  declarar  y  declaramos  por  respectivamente  voluntarios* 
Hhdos  y  calumniosos  los  capítulos  de  la  referida  demanda:  qim 
obras  de  que  en  ellos  se  trata;  y  se  han  ejecutado  durante  ^^^^ 
biernokdel  Sr.  Conde  de  Revilla-Gigedo,  á  iuipulsos  de  su  parl^^^^ 
y  singularísimo  zelo,  actividad  y  amor  al  bien  comunlt-que  ha  t^l^^ 
pocos  ejemplares  en  su.4  antecesores,  y  hará  época  en  la  serie  de 
afelios  vireves,  han  sido  muchas  de  ellas  necesarias,  otras  (kiles,  y 
todas  couiffientes  para  la  salud,  seguridad  y  com^idades  de  loa  ha- 
bitantes de  aquella  capital,  su  adornopy  hermosura,  limpieza  y  bnesA 
policía,  deseada  por.  aquella  ciudad  y  sus  viñByes,  proyaeíadii  y  eai» 
pozada  varias  veces,  y  nunca  llevada  á  perfecU  eí|Mieion,  com^lm 
■sisma  ciudad,  su  Procurador  general  y  et  Síndio^KComun  lo  ma- 
nifestaron repetidas  veces  en  los  espedientes  fori^uos  sobre  algonaa, 
y  las  principales  de  dichas  obras,  dando  gracias  al  Sr.  Conde  porque 
con  su  eficacia,  amor  y  ^^^rocuraba  las  ventajas  y  adelanlei^hnr 
tos  de  aquella  capital,  fuo^Bdo  lo  que  la  cttidad  na  había  p4H^ 
sin  embargo  de  haberlo  desKdo^igeutísimanente,  y  eatar  obligada 
á  ejecutarlo,  dándole  las  ma»  siiiceras  y  espresivaa  gracias  pMr  e& 


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nuvor  y  atdiente  zelo  que  tenia  por  el  bien  de  nquel  público,  sU  (^n^ 
yeclio  y  utifidad,  proporcionándole  la^  ventajas  que  0e  ad?ertian  en 
8U8  providencias,  efectos  todos  de  cu  infatigable  celo  por  la  causa 
teomnn*  que  se  estendia  liasta  solicitar  la  h^raosura  de  aquella  capí- 
tal,  quitándola  los  defectos  que  padecia,  y  que  tanto  contribuía»  á  la 
«alud  pública  y  general  beneficio  de  sus  bflw^s,  con  otras  espre- 
«íones  de  esta  naturaleza,  muy  contrarias^^^^H  que  se  ha  asado 
en  la  demanda:  Que  por  lo  tanto,  lejos  (MB^responsable  ai  Sr. 
Conde  por  alguna  de  las  cantidades  invertidas  en  1^ enunciadas  obras, 
es  acreedor  por  su  conducta, infatigable  2elo  y  actividad  con  que 
proporcionó  á  aquella  capital  tantos  beneficios  como  r^ultan  de  los 
autos,  y  son  ||áb!icfe  y  norrios  á  los  mayores  elogios^  y^rpétun  gra* 
titud  y  reconocimiento  de  aquella  ciudad  y  todo  su  vecindario^  como 
igualmente  á  que  sus  particulares  méritos  y  servicios,  sean  atendidos 
y  premiados  por  la  sufWma  justificación  de  S.  M,  en  las  personas 
•de  sus  sucesores,  ya  que  no  pueden  serlo  en  la  del  Sr,  Conde,  por 
su  fallecimiento.  Condenamos  en  todas  las  costas  causadas  á  la  par- 
le del  Sr.  Conde  con  motivo  de  esta  demanda,  á  todos  los  sugetos 
mancomn  jTdamente  que  compusieron  y  firmaron  la  Junta  ¿^  ^'ét, 
enero  de  1705,  en  que  se  acordó  ponerla,  á  cuyo  electo  se  titüoria^ 
por  la  Contaduría  general,  las  ocasionadas  en  el  Consejo,  y  ^e  vejí- 
g^rá  en  Méjico  la  misma  diligencia  4  consecuencia  del  dtep^clij^ 
iMre,  por  lo  respectivo  á  las  causadas  en  squella  capitnl;  mnn- 
que  por  los  mismos  sogetos  que  compusieron  la  relerídS  Jun« 
,  ^lenteft  itfancomunadamente  en  las  arcas  de  la  ciudad  cuanto 
de  sus  fondos  se  hubiese  estraido  para  gastos  de  esta  demanda,  re- 
mitiéndose testimonio  al  Consejo  de  haberse  asi  verificado:  T  lo  aoar- 
dado.  Y  por  esta  nuestra  sentencia,  qtie  se  consultará  á  S.  M.  antes 
ds  publicarse,  definitivamente  juzgando,  así  lo  proveemos,  manda- 
mos y  firmamos^ — El  Conde  de  Pozos-Duices. — José  Antonio  de 
.Urílnr,— ManiMLdeSoto. — García  Gómez  Xara^ 

PnoNUNCi^^p. — Dada,  y  pronunciada  y  consultada  á  S.  M. 
en  20  de  marzo  de  ^ste  año,  la  precedente  sentencia,  se  dignó  apro- 
liarla,  mandando  que  se  publicase,  como  se  ejecutó,  haciéndose  sa- 
bgrfMas  partes;  y  no  habiéndose  suplüado  de  ella,  y  pedido  por  la 
dJMncino,  Sr.  Conde  de  Revilla-Gigedo^  de  Güemes  que  se  man- 
dase llevar  á  puro  y  debido  efe^É^ustancíada  legítimamente  esta 
instancia,  vista  por  los  Sres.  del  re^ndo  Consejo,  con  lo  manifestado 


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—288^ 

pof  el  Sr.  Fiscil,  proveyeron  en  8  del  corriente  níayo,  «1  áúto  ssgtittf* 
te;  Llévese  apuro  y  debido  efecto  la  sentencia  del  Conseja  proMm^ 
€Íada  en  oeho  de  abril, 

^'La  reJacionadOf  xOnsta  moa  por  este  neo  dt  Ion  m^néktuaáotf 
éutoSf  y  cuanto  va  inserto  corresponde  con  susoriginaleSf  que  paran 
cu  la  escribanía  d^^Hara  de  mí  cargo;  y  para  que  conste  doy  Im 
pteaenie  6n  Mad^^^B  de  majo  de  1602* — Franmseo  Xavier  de 
Elípe:'  ^^^ 


^SCRIBiNOSfPROCHRJMREfi. 


Estando  bien  instruido  de  que  los  escribanos  y  proeoraJores  dal 

Utiáaero,  lejos  de  degradarse  por  su  ministeiio  de  los  deteobos  que  iei^ 

«orfesponde  de  honrados  ciudadanos,  y  de  la  dfstrneion  da  orígaft 

^^^^unos  poseeni  solo  en  ra^onr  de  ejercer  dichos  olcios;  cum^ 

^^^^^Kb6  laa  \ey^9  y  reales  ¿rdenea  que  nos  gobiernan  esactamentOf 

t^^^^Vencerian  sus  desafectos  de  la  injustída  é  ignomnera  con  que 

a^^Men  considerándolos  en  ménoa  valer  y  confundiéndolo»  6j 

riéndolos  igualar  con  los  pica-pleitos  deaprecrabfes  que  son  el  ] 

objeto  de  todos  mis  pensamientoa,  porque  ios  abominen  y  detesto 

'sa  de  oue  millares  de  ocasiones  han  ITegado  á  mis  oídos  fbs  gel 

dé  la  viuda,  y  los  cíamoreeí  del  huérfano  que  tuvieron  la  deegracia  dar 

Imber  caido  en  sua  garras» 

Las  consideraciones  y  privilegios  que  tiene  oomeedidos  el  Rey 
nuestro  señor  á  dichos  n^itústros,  como  oficiales  poseedores  de  oá^ 
eros  de  pluma  vendibles  y  rennnciables,  son  termiiiantea  eii  la.  Reftl 
cédula  que  copio.  En  ella  veta  el  lector  que  quieM^^  M.  que  se  lev 
mire  y  trate  como  ofíciales  subalt^nos  de  la  mil^^civil^  y  declars 
qire  lea  corresponden  iguales  privilegios  que  á  loa  oficiales  que  bítimíii 
en  fa  milició^armada,  fundándose  en  queatmque  los  pcvseedores  de 
tales  oficios  tengan  el  doiifltiro  útil  con  las  limitacívne»  que  P^^^*" 
ben  las  leyes,  no  se  hallan  autorizados  para  disponer  de  elkMrsc 
firbitrio  por  conservar  síempreM|^ona  el  dominio  directa  con  un 
rferecbo  espectativo  de  reversión,  deseando  conciliar  (dice  la  cedida). 


ito^^BL 
irelMr 


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Ui  iwliwnckm  de  eatos  oficios  en  beoeficios  de  mi  Real  Hacienda»  el 
de  la  causa  común,  d&c.,  ^.  ^ 

Auto  de  obedecimiento. — En  la  ciudad  de  la  Habana  en  prime- 
fo  de  febrero  de  mil  tetecientos  ochenta  y  o^o:  £1  Sr.  don  José  de 
Eepeleta  y  Galdeano,  caballero  del  ¿rden  de  San  Juan,  subdelegado 
de  la  8nperintendencia«general  de  correos  gpstas  y  estafetas,  juez 
protector  de  la  renta  de  ffbacos  y  de  la  re^Htopañla,  gobernador 
de  esta  ciudad  y  Gap¡|an  general  de  la  isla  <^^Hf  y  provincias  de  la 
Luisiana  y  dos  Floridas  por  S.  M.  dijo:  Qíienarecibido  la  Real  cé- 
dula de  que  se  pondrá  á  c<^tinuacion  testimonio  fecha  en  San  Lo- 
renzo á  quince  de  octubre  deNÍfefio  prócsimo  pnsado,  por  \n  cual  p|p. 
hibe  S.  M.  toda  impesicion  de  censo  ú  otro  gravamen  sobre  los  ofi- 
cios vendibles  j  renunciables  de  e&tos  miuo8,y  aajtnisnio  ^^  sirve  de- 
clarar que  en  tofios  los  cesos  de  interinidad  6  nrrerii]a|nieiH(>  de  les 
oficios  de  pluma  vendióles  y  renunciables,  ee  reparta  y  aplique  el 
líqujdo  producto  de  ellos  después  de  satisfecho  el  que  los  sirva  entre 
la  Real  Hacienda  y  los  ititeres^dos  particulares,  con  la  misma  pro- 
porción que  1^  adjudicaría  el  valor  principal  en  el  caso  de  reíoste, 
según  el  espíritu  de  las  leyes;  pero  con  la  prevención  de  que  se  es- 
cuse en  lo  posible  el  poner  en  arrendamiento  estos  oficios  racaiíie^, 
conforme  á  lo  dispuesto  en  varias  reales  cédifcs,  y  finalmente  que 
DO  puedan  embargarse  mas  que  la  tercera  parte  de  eniolumemfit  y^ 
sueldo  de  los  tales  oficios  por  las  deudas  de  sus  poseedores,  y  obede*¿ 
Qfftido  su  señoría  con  el  mas  sumiso  respeto  y  acatamiento  debídot 
W  esplicada  rffolucion  soberana,  mandaba  y  mand¿  se  goardci  eum* 
pía  y  ejecute  puntualmente,  y  que  para  su  efectiva  observancia  m 
participe  en  la  forma  de  estilo'  al  M.  I.  A.  y  4  los  Sres.  alcaf&es  or- 
dinarios, y  se  notifique  á  los  escribanos  del  número,  sus  tenientes  y 
anotadores  de  hipotecas,  y  que  se  libren  despachos  con  su  inserción, 
y  la  de  este  auto  á  los  gobernadores  de  Cuba  y  Trinidad,  tenientes 
y  justicias  de  la  isla;  pubficándose  por  bando  solemne  en  los  parages 
acostumbrados,  y  lo  firmo  con  el  Sr.  su  auditor  de  que  doy  fé^José 
de  Espeleta. — José  de  Cartas  y  Texerina.— Ante  mi,  Ignacio  de 
Ayala,  escribano  interino  mayor  de  gobierno. 

Oficio — De  acuerdo  del  consejo  remito  á  Y.  9.j|tor  principal, 
el  real  despacho  general  adjunto  de  15  de  octubre  pro¡JPu>  pasado, 
prohibiendo  por  regla  general  toda  impoJicion  de  censo  ú  otro  gra- 
vamen sobre  los  oficids  vendÜÉ^ -renunciables,  y  deelarando  la 

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parte  que  en  caso  de  interinidad  6  afrendiiiniento,  delbe  reservarse  á 
8U8  poseedores  sobre  las  utilidades  y  emolumentos  do  los  mismos 
oficios  y  la  en  que  se  podrá  hacer   ejecución  por  las  deudas  que  tu- 
viesen con  lo  demás  q«e  se  espresa,  y  de  su  recibo  jne  dará  Y.  8* 
aviso  para  ponerlo  en  noticia  del   mismo  consejo. — Dios  ^HiH'de  i 
V.  S.  muchos  años.— -^adrid  24  de  novienlbre  de  1787. — ^Antonio 
Bentura  Tarancio.-«|^wobernador  y  capitán  general  de  la  Habana* 
Real  cédula,^0ffr^E^Y: — Por  cuanto  mi  real   audiencia  de 
Goatemala  me  hizo  presente  con  testimonio  en  earta  de  21  de  no- 
TÍembre  de  1781T  que  de  resoltas  de  hab^  renunciado  en  mis  reales 
ritonos  D.  Antonio  López  Peñalfór  cffli  de  las  escríbunías  de  cama, 
ra,  en  e I I||ihrf|k^ nombrado  interinamente  á  D/José  de  la  Parte  con 
la  mitad  (^BT utilidades,  apocando  de  la  otra  mitad  las  dos  tercias 
pár;^es  par^lwatísfaccion  de  los  réditos  de  l||| gravámenes  que  reco- 
nocía ^obre  si  el  oficio,  y  la  restante  á  mi  Real  Hacienda,  como  se- 
gunda  renuncia,  todo  sin  perjuicio  de  las  diligencias  que  dobian 
practicarse  en  el  gobierno  para  su  remate  y  proFlsion,  manifestando 
con  este  motivo  los  perjuicios  que  diariamente  se  esperimentan  de 
que  se   hipotequen   los  oficios   vendibles  y  renuneiables,  impongan 
^ÉH^^obre  ellos,  v  se  haga  ejecución   „pues  de^aquí  era  su  poca 
jffiBHBt'^i  corto  valor^'  y  falta  de  curiales  de  probidad  é  instrucción 
"^'^n  loa  lüiliimales  á  causa  de  mudarse  todos  los  días,  resultando  ade-^ 
m^^  daños  /  pérdidas  de  los  acreedores  á  ellos  porque  con  el  favpr 
y  protección  que  suelen  tener  los  deudores  con  los  juyes,  se  atrasa^ 
y  confunden  las  demandas;  por  cujas  consideraciones  propuso  como 
iitil  y  necesario  me  dignase  prohibir  por  cédula  circular  el  que  se  hi-^ 
potequen,  obliguen  é  impongan   censos  sobre  Igs  oficios  vendibles, 
declarando   que  por  las  deudas  de  los  que  los  poseen  y  sirven  solo 
se  pueda  hacer  ejecución  en  la  tercera  parte  y  no  en  los  mismos  ofi- 
cios *'como  oficiales  subalternos  de  la  milicia  civil  á  quienes  parecia 
eorj?esponder  iguales  privilegios  que  á  los  ministros  de  orden. superior 
según  se  vitrificaba  con  los  que  sirven  en  la  milicia  armada.*'  „VistQ 
este  asunto  en  mi  consejo  de  las  Indias,  pleno  de  tres  salas,  con  lo 
que  en  su  intelígeacia  y  de  lo  informado  por  la  contaduría  general 
espusieron  mis  fiscales  y  consultádome  sobre  ello  en  6  de  julio  c^ 
este  año  teniendo  presenteeque  aunque  los  poseedores  de  los  oficios 
vendibles  y  renuneiables,  tengan^Upminio  ^til  con  las  limitaciones 
que  prescriben  las  leyes,  no  se  flMn  autorizados  para  disponer  de 


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•I  4MI  á  «ti  arbitfMi,  como  de  cuai^taquiera  otra  finca  de  su  patrímoiitOii 
por  oonsenrar  aiempre  oii  corona  el  dominio  directo  con  un  derecho 
•apectativo  de  rebarcion  á  ella  por  causaa  diferentea  qite  puedan  ao- 
liDevaiiir;  y  d«8eaiido  conoiliar  la  eatimacioTí  de  aatoa  oñcioa  en  bene* 
ficio  de  mi  Real  Hacienda,  eh^^la  causa  oomun  y  de  los  particulares 
J  que  recaigan  ^n  perdlAu  i^OTieaa"  para  sikdeseoipeno,  libertando 
á  loa  «rreedorea  de  loaTíéagoa  ¿  q4ie  ae  hnlj^Hkpu^tOf  con  talaa 
Mya  en  el  caso  de  la  caducidad  por  falta  d^miiicia  u  otro  de  loa 
motivos  que  «atablasen  laaÍM^  he  resuelto  prohibir  por  regla  gene- 
thI  toda  imposición  de  cei»Mú  otro  gra?ániea  ^aUra  lus  nfiüiüs  vea- 
díMes  y  rehunoiábles  de  mis  ^uos  de  las  Iiidiní^,  y 
peela  «I  derecho  que  en  caso  de  interinidad  ó  anca 
aer?arse  á  sua  poseadme  a44)re  las  utilidades  y  vnl 
miamoa  afioioa,  mn  einM%o  de  que  por  Real  cíniíilft  d 
de  1733  asp«dida  á  n^  virey  del  Perú,  audiencias  y  oü 
aquel  reino  ctin  motivo  de  lo  noaecido  en  un  (ficio  de  escribano  de 
eánMlra  da  mi  real  audiencia  de  Quito  que  fué  D.  Pedro  "Sánchez 
M.ildttUado,  y  recayó,  por  arrendauírio  en  D.  Patricio  Villamil  y  Ta- 
püa,  fui  serfidot  pr^euir  qiie  en  hingun  tiempo  se  permiue/^ü  4^ no  I 
herederos  en  los  oficios  vendibles  tuviesen  parte  alguna  en  »ti#  amut' 
damieotoa  „^  Fcnido  an  afjrohnr  lo  acordado  en  eJ  part¡ciil4r'p4|  Qli 
renl  audiencia  de  Goatemala**  declarando  asimismo  por  piuito  ^ene- 
Fal>^  aonio  declaro,  que  en  todos  \o»  casos  de  ioterinidml  <*  utrw.^lfí. 
nRanto  de  aCdia  de^  pluam  vendibles  y  reiiunciables,  se  repartan  y 
aplique  el  if^uid»)  prod^icto  de  ello^  después  de  satisfedio  el  que  lo 
akraa  en  est»  mi  Real  Hacienda  y  los  interesados  particulares  con  ki 
misma  proporción  que  se  adjudioarie  el  vidor  principal  en  el  caso 
dbl  leteaíMI,  «egun^l  espíritu  de  las  leyes;  pero  con  la  prevención  de 
que  se  e^tme'en  Jo  posible  el  pooier^n  arrendamiento  estos  oficios 
vacantes  conforme  -á  lo  diapueato.'en  varias  véales^ cédulna,  y  finaJ^ 
mente  declaro  que  ,,no  pnede  embargarse  mas  que  la  tercera  parte 
de  emolumentos  sueldo  de  los  tales  oficios  por  las  deudas  de  sus  po- 
seedores:" Por  tanto  ordeno  y  mando  á  tnis  víreyes,  presidentes,  au- 
diencias, gobernaderes,  intendentes  y  oficiales  reales  de  mi  reino  de 
Jas  Indias  é  islas  Filipinas  y  demás  á  qnienes  tocase  el  cumplimiento 
de  ló  resuelto,  y  declarando  en  esta  mi  Real  cédula  que  le  guarden, 
observen  y  ejecuten  y  bvgan  guaflÉ^r,  observar  y  ejecutar  precisa  y 
puntualmentesin  embargo  de  cualquiera  cédula  ú  órdenes  que  hubie- 


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re  en  contrario  y  por  ler  asi  mi  voluntad  y  qiM  de  eata  «e  tome  razón 
en  la  mencionada  contadurfa  general  fecha  en  tan  Lorenzo  á  15  de 
octubre  de  1787. — YO  EL  REY. — Por  nrandado  del  Rey  nuestro 
Sr.— Antonio  Bentura  de  Taranco;  y  al  pié  de  dicha  Real  cédala  ao 
hallan  tres  rúbricas  diferentes,  ^  ^ 

Tomóse  razony^  contaduría  ge  ijfljk^e  las  India». — Madrid 
2Q  de  octubre  Je  Í^HpD.'Francisco  Machado,  concuerda  con  sua 
originales  quepuse^Oa  secretaría  del  Sr*  gobernador  y  Capitanige- 
neral  á  que  me  remito.  Habana  1  f  «|^|||^^rero  de  1788. — Signado, 
Ignacio  de  A  yak,  escribano  interinc^^^bierno. 

Ceí^oÉmiP  el  bando  antecedente  fué  publicado  en  los  puestos 
púbri€0|^^^^BLudad  á  son  de  cajas  de  guerra  y  demás  instnitnen. 
tos  i^lico^^Bel  ricoropaüamiento  de  un  lünuete  de  dragones,  una 
manga  dJ^^rtELilema,  y  otra  de  fusileroMÍ  que  asistió  el  teniente 
B-i^omás  Gártía  Barrera,  ayudante  de  la  ca§ítanía  general. — Ha- 
bana 7  de  febrero  de  1766. — Signado,  Ignacio  de  Ayala. 

En  la  Habana  en  dicho  día  lo  participé  al  M.  I.  A.  estando  en 
acuerdo  ordinario  de  que  quedaron  instruidos.— > Doy  fé,  Ayala. 
^^^En  el  mismo  dia  lo  participé  al  Sr.  D.  JuanBautista  Lanz  al- 
^^^Mdinario,  doy  fé. 
I^^^^R  dicho  dia  lo  participé  al  Sr.  D.  Pedro  Morales,  alcalde  or- 
^^HRo,  doy  fé. 

En  dicho  dia  hice  saber  el  auto  y  Real  cédula  anterior  á  los  ef- 
eribanos  procuradores,  D.  José  Antonio  Boéqueé. — D.  Manuel  Ita- 
fael  Ramirez. — D.  Felipe  Alvarez.^D.  José  Marín  Hodrígue7. — 
D.  José  Rodríguez. — D.  José  Díaz. — D.  José  A}varez.^D.  Tomás 
García,  y  quedaron  instruidos,  ^oy  fé. 

Es  conforme  ásu  originnl  que  queda  en  el  libro  deikiiidoi  da 
mi  cargo  á  queype  remito.  Habana  16  de  febrero  de  1798r-*StgMi- 
do,  Miguel  de  A]^ala,  eíNsríbano  mayor  da  gobierno.     - 


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— 9«3— 


ANTIGOEDIDESDEL  ril8. 


¥^ 


Cdbiido  de  3  de  maifo  de  1556. — Fué  ncordado  que  al  tiempo 
que  eatrao  Ba?ioa  en  e^|g|i|^  muchas  personas  de  ella,  entran  en 
tales  navios  luego  comi^i^^Ptodo  con  efecto  de  atflivesar  j  com* 
prar  todas  las  mercaderias  ^K  traen  para  voh  erla3^u!g||uder  á  los 
▼eeiflos,  lo  cual  es  en  perjuicio  del  pro  comua  de  t^^^^BSnde  acor- 
daroQ  j  mandaron  que  de  Koj  en  adela iite  nin^j^^Htiia  sin  li- 
cencia j  mandado  ae^^aierceá  el  Sr,  Grib€rnni]or,^^Bna  de  vein- 
te pesos,  sea  osad^Jde  entrar  en  el  tal  navio  ó  oñ^^  \  porque 
ninguno  pretendeP^orancia  mandaron  que  se  pregone  pública- 
mente en  la  plaza  publica  de  esta  villa  el  primer  domingo  que  viene, 
)a  cual  dicha  pena  se  aplica  de  esta  manera,  la  tercera  parte  parala 
Cámara,  la  otra  tercera  parte  para  obras  publicas,  y  la  otra  tercera 
para  el  denunciador,  j  que  solamente  pueden  entrar  los  oficia 
Rey  que  tuvieren  cargo  de  cobrar  sus  derechos. 


iak^el 


Cabildo  de  ilde  mayo  de  1556. — Se  acordó,  que  por  cuanto  se 
espera  presto^endrá  la  Armada  que  se  va  para  los  reinos  de  Espa- 
ña á^ste  paertof  7  suele  haber  en  el  vender  del  pan  y  carne  en  los 
precios  dello  álgun  desorden,  y  alfünos  acostumbran  á  venderlo  en 
mastfde  16  que  es  justo,  y  conviene  que  no  se  dó  á  mas  precio  de  eo- 
mo  Btiele  ^aler  entre  los  vecinos  y  otras  personas^ue  lo  compran  y 
parece  por  información,  por  el  Sr.  gobernador  re^pida  valer  y  haber- 
se vendido  á  2  pesos  la  carga  de  pan  casabe,  y  la  arroba  de  carne  á 
B  rs.  y  10  r«%  conviene  moderar  lojiusodioho,  por  ende  mandaban  y 
mandaron,  qne  no  se  lleve  mas  precio  por  la  carga  de  casabe,  que 
M  rs.  ije  pkta  y  por  el  arroba  de  carne  salada  9  rs.  y  no  i  mas 
preeloy  asi  lá  vendan  por  estos  preoios  á  laiMclA  Ariiiada;y  á4os 
navios  que  a^^ora^átán  en  camino  y  -compf  arlo  quieren,  so  penn  de 
2  yso*  de  oro  á  la  persona  que  ae  haNar^  haber  v.eq^ido  el  dioho 
oasabe  la  carg»  &  marde  lo»;  dichos  2i  rs.,  y  eLaf roba  de  oacoe  i 


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— »4— 

mas  de  los  diches  9  rs.,  bajo  las  penas  en  cuales  incurra  la  persona 
que  lo  contrario  hiciere,  aplicadas  la  tercera  parte  para  la  Cámara 
de  S.  M.  y  la  otra  tercera  parte  para  las  obras  públicas  de  esta  villa 
j  la  otra  tercera  parte  pura  el  denunciador,  mandóse  pregonar  por- 
que venga  á  noticia  de  todos. 


Jt  ue  ffSbrí 


Cabildo  dtZi  áiAuíio  de  1556. —  Jt  ué  ffrordado  que  porque  en 
esta  villa  de  la  Habanadespues  que  los  fVanoeses  la  destruyeron,  ha 
quedado  muy  disipada  y  desproveida^ÉMUtias  ofensivas  y  deleDal* 
vas  y  convierfe  que  los  vecinos  y  hic^HIb  de  ella,  y  qne  eo  día 
habitan  J^(y»4<|^n  tirngan  sus  armas,  fffra  con  que  poder  resklír  y 
ofender  a  Tus  enemi^'os  franceses  y  otros  corsarios  sí  á  ella  vinieren, y 
estén  bien  Ttpv^Qibulf^s  de  ellas,  que  se  baga  para  ai  dfa  viernes  pr6« 
zimo  veJLt[l^%C|iie  se  hará  Cabildo,  la  lista^^copia  de  todos  los  ve- 
cinos y  rntFfKfi^rii'^  4] lie  en  ella  hay,  para  qne  aijí^Lj^ecba  se  reparta  á 
cada  uno  que  antes  que  en  el  Arninda  se  vay%  puedan  comprar  y 
aprovecharse  de  las  armas  que  se  le  echaren  qaetengn. 

Cabildo  de  18  de   stticnibre  de  Í556. — Antonio  de  la  Torre  y 

«Inostrosa  y  Junn  Gutiérrez  regidores  de  esta  villa,  pidieron 
rced  el  Sr.  Gubcrnador  y  dijeron,  que  por  cuanto  ya  á  su 
le  es  notorio  la  paz  qne  8.  M.  ha  sido  servido  hacer  con  el 
Francir^  que  ansí  mismo  se  tiene  noticia  de  no  haber  cor- 
sario francés  ogora  por  estas  partes,  y  que  ansí  mitmo  el  invierno 
sobreviene  y  que  esta  villa  y  vecinos  de  ella  están  gaslfiaas  y  cansa- 
dos, ansí  por  el  daño  qiio  de  los  franceses  han  recilndo»  coma  ^  las 
velas  que  han  tenido  y  guardadonen  esta  vill»  y  puerto,  y  pu^s  poi; 
rasvnn  de  la  dicha  paz,  y  no  se  tener  nueva  do  ningún  corsaria,  se 
pu^de  sobreseer  la  vela  que  ha  habido  ó  alguna  parte  de  «lia,  que  su 
merced  moade  ^m  se  sobresea  por.  algún  espacio  de  tiempo  ó  á  la 
mónoa  aliviar  parte  de  ella,  pues  es  eosa  de  que  los  vecinos  reoibao 
merced.  Y  luego  incontinenti  vigto  por  su  merced  del^ieho  :Sf .  Go-. 
bemador  lo  pedida  por  loe  dichos  Sres.  R^^gidoras,  y  víalo  qUe  le* 
onusta  de  lo  susodicho  eoo  parecer  de  los  dichos  Srea.  Regidorea  fM 
acordado  per  so  ifl^rM)  del  éitho  Sr:  G<r>betnador  y  Regidores  fft» 
di,  aqui  adelante,  hasta  qué  otta^cosa  se  provea  sobao  eafas  mandaran 
que  vele  de  día  tm  homhmt  efl  el  Morro,  y  de  ivoolíe  á9trhmikr€t^T^ 
la  Osíl^ta,  y  laa  demus  velas  se  sobresean:  así  l0  mamlailin. 


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^ 


Cabildo'de  I  i  de  diciembre  de  i55ñ. — En  egte  Cabildo  se  lej(ó 
lo  siguiente. — Yo  ÍKego  de  M^zaríegos  Gobernador  y  Papitan  ge- 
neral de  esta  isla  de  Cuba  por  S.  M,  dbc.  Hago  sábela  tos  Juan  de 
Rozas  mt  lugar  teniente  y  á  vos  Antonio  de  la  T(»rre  y  Juan  Gutier- 
Tez  regidores  de  e«ta  villa  d^yn  Cristóbal  de  la  Hatona  y  á  cadi^ 
uno  y  dinlquiera  de  aVqfl^Br-informacion  bastant^ue  he  toma- 


do, he  hallado  que  dSpber  alcaldes  en  esta  dicha  vilíade  la  llába- 
na se  han  seguido  y  siguen  muchos  alborotos  y  escándalos  y  injusti- 
•Mis,  de  qu^  Dios  y  8.  MJ^isido  deservidos  y  esta  villa  |^a  recibido 
notorio  agravio,  y  por  el^^H|B,  y  porque  á  mí  como  tal  Goberua* 
dor  toea  esousar  loa  dichoimNirotos  y  eeeáiydatofi,  yprovccr  como 
€tta  TJIla  y  goberuacioa  esté  mas  en  juj»ticia,  quituijf^^^a  en  »cr- 
¥Ício  da  Dtoi  y  de  S.  M.  tan  en  tanto  que  ^.  !M.  sobre  eflo^a  iníor- 
«Sido  y  pro....y  roamle  lo  que  mas  fuese  gf^rvulo.  Yts  ha  stíspentlido 
im  ^iehos  Aleaides«^la  elección  de  ellos,  por  tanto  tuandü  á  vos,  loa 
éickosmi  lagar  teniente  de  goberaador  y  Regidores  de  esta  digha  vi- 
Ha,  que  el  día  de  añl^ue? o  primero  venideíOi  principio  del  año  da 
I5&7,  os  jimteÍB  ea  vuestro  Cabildo  y  Ayuntamiento  según  qi^e  lo  te- 
lieiadQ  uso'y  costumbre,  y  votéis  y  elijais^Regidores,  cuales  os  pa- 
reoieron  mas  convenientes  al  sardio  de  S.  Mi  y  bien  y  pro  de  esta 
y^ila,  para  quo  estos  dos  regidores  sirvan  el  dicho  oficio  de  Regid^tf 
JMBtamente  con  el  dicho  Antonio  de  la  Torre,  regidor  perpétuo,^Kro 
eJijais  ni  consintáis  elegir  Alcaldes  ordinafioÉ,  ninguno  de  ftlios  so  pe- 
na de  500  p^ de  oro  para  la  Cámara  y  Fisco  de  S.  M.  á  cada  uno  de 
vo9*«*4o  contrario  hiciere,  demás  de  las  otras  penas  en  que  caen  é  in- 
curren aquellos  que  no  cumplen  y  esceden  de  lo  que  su  justicia  ma- 
yor les  suele  mandar,  que  es  fecho  en  la  villa  de  la  Habana  á  2  dias 
del  mes  de  octubre  de  1556  anos. — Y  otro  s(:  os  mando  elijáis  Pro- 
curador de  Consejo  y  que  sea  tal  persona  que  convenga  al  servicio  de 
Dios  y  de  S.  M«  Fecha  ut  supra — 'Diego  de  Mazariego«.-^Por 
mandado  del  Sr.  Gobernador. — Francisco  P^re2ME|  Borrólo,  escri- 
bano publico.  m 


^^f»»- 


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So^c 


— 3M- 


Contift&an  lar\ipuntaciones  del  librom^MiserUo  de  Hernando  de  la 
Parra^  (mg^lado  su  lenguaje  y  e^mjftj^^ea  en  que  láe publi- 
camos. ^  *^r 
^      1598  á  1562^ 

.•...^•. -^^-....que  86  eaperen  de  lar 

]«l«*e8pañola.   Las  lluvias  y  los  huriÉ^^Bb  sueedeD  unoii  á  otros* 

Desde  el  din  t  ^    \^^*^%^  el  24  de  oct^P^159b)  no  han  cesado  las 
aguas.    [.08  |,:>  '  on  coD  asombrosa  admiracloD,  las  labranzas 

se  levrirunti  oiágiCHiiu  i^te.  Aquí  no  se  conocen  ni  son  necesarios  loe 
abonos,  fu  jg^ulo/.ji  ^<vlo  trabaja  y  sin  las  penalidades  y  fktigas  qoe 
cuesta  Li]  14^301^^1  J''^?  *^1  cultÍTO  de  las  mieses,  se  cog^ndos  cos^hae 
al  año.  Los  bosques  ila  Cuba  son  frondosos  y  sus  árboles  de  una 
construcción  estraña  para  el  Europeo.  La  ¿itba  es  el  gigante  de 
ellos,  y. aunque  lu  madera^s  inútil,  sus  brazos  y  follage  son  bellos  y 
pintorescos,  el  refugio  mas  precioso  contra  los  ardientes  rayos  de  oti 
sol  abrasador.  L^  fornida  caoba,  fl  elevado  cedro,  el  ébano,  el  gra<- 
naáj^,  el  magestuoso  coco,  el  guayacan,  el  ácana,  el  rompehachai 
el  coposo  tamarindo  d^c.  son  leños  hermosos,  de  valor  y  de  ntílidad 
que  por  todos  lados  abundan  y  que  en  todos  terrenos  vegetan  con 
magestad  y  lozanía.  En  las  costas  del  mar  y  sobre  suAnismas  are- 
nas nacen  unos  arbustos  que  producen  unas  cerezas  grandes  que  lla- 
man icacóes,  es  en  muchísima  abundancia,  las  hay  rosadas  mas  6 
menos  bajas,  omarillas,  blancas  y  negras,  y  como  sus  hojas  son  ver- 
des semejantes  á  las  del  laurel,  y  la  planta  de  bella  y  proporcionada 
$gura,  ofrecen  ala  vista  del  Europeo  un  paissge  risueño  y  encanta- 
dor. En  las  misi^u  playas  aBundan  otros  árboles  que  dan  unas  ce- 
rezas gpqueñas  fl^as  del  mar)  y  los  parages  cenagosos  de  ellas  están 
sembrados  de  mangles  y  de  un  mortífero  árbol  que  in&sta  las  orinas 
de  un  fruto  que  llaman  manzanillo,  que  envenena  los  peces  y  enfer- 
ma al  hombre  que  se  alimenta  de  ellos.  Es  increíble  el  numero  de 
cangrejos  que  se  cria  en  estas  cercanías  y  el  ruido  que  hacen  de  no- 
che entrando  en  el  poblado,  buscando  lae^  inmundicias  y  asquerosida- 
des. En  Cuba  todo  es  bello,  nurvo  y  encantador  para  el  que  viene  del 
otro  hemisferio  y  se  acostumbra  á  la  vida  pastoril:  La  caza  es  abun- 


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—207— 
fkMéBi  feg9  fa  no  ^ociWMtrd  a^m^Mat  aviM  de  pie«»  de  pbte  y  ofe 
•  ce»  |4«iiii4i68.  de  cimalte  que  noe.  pÍQUbeft.e»  Oi|gj|^  £1  gnem* 
nejo,  eÉlocoró  (será  el  locoroio).  ki  loenea  CQUMra^^nkmeaett,  ■•• 
lee  4Mpo9  que.  beii  HemedopOii  elMcáoft. 

Le  peeea  ee  abuari«g||flLui  ee  otian  miichiee^  Kur  | 
9q#  epn^eefDHoa  eo  E^HpPSo  jo  a»  les  enciientro  adlk 
HMf  ew^e)  füMo  j  sunnsia  que  á  Ioa  de  allá.  •  •  • .•••«^••* 

I^M  beüea  j  div.etsioike  en  la  Habaiaa  son  graeioeea  j  eakraf ft^ 
fPio^cii^  eeneer^ea  todavi|^M|M(  priaasros  la  lodesa  j  poícAí  cukaia 
diaJaP  MHtífenasy  j  e«  n|^Kida«  iaeseasez  y  niiigmioft  recuifte 
49  X^A.  poblaQÍQQ  .qiie  comienza  á  levaiáarse.  U  ny  e^j^hft  i  I  la  eua* 
Vr9  i^jíi^íooa  qne  asielMiiá  loa  actA  ¿  que  ae  les  lytflfflR^lÍHnie  un 
jPI^tío  4^Qi^v,eaio«  Sw  estos  müsicoe,  Pedro  Al  uian^n,  ntUfir^T  díMA^ 
llH^  ifiolUi;  J^cqme  Vioeire«  de  Lisboa,  clarinete;  Pi^^ü&l  ^le  Ochoftt 
de  Sevilla,  violón;  Micaela  Ginez  negra  horrn,  de  Snnttrti:^  ile  loa 
CaJfigIleyrMa,  vigM«lístai  loa  eaalee  llevan  feoeraioieale  sus  acompaña- 
4ofl(  pjipra  rjiacac  el  calabaao  j  tañír  laa  castañiieías/  Estos  raúaieéa 
l^9ipfe  estÍA  c<iiHpro«ielídos  j  pfht  nM^rlos  á  la  preferencia,  ea 
fpr^so  piyarlea.la  pai^a,  j  ad^otas  delenS^Pes  exhorbitante,  Ikvar» 
y»  .cabik^duxa,  darles  racioa  d^  vii\o  j  fficerlee  á>  cada  itnoi  tan^ 
bifp  4.a^  SumíiHfipf^  ademen  de  io  c(ue  coywen  j  beben  ea  la  füfwkm 
un  plato  de  cnanto  se  pone  en  la  mesa,  el  cual  se  fb  llevan  i  suacar 
•aafjái-€Mei>abie^«ro «llaman  propina  de  la  funqfon.  Estos  mismos. 
^mMeaa  danewvei  ifaf^estae  solemnes  de  la  parroquia  qiíe  soalaa 
V  de  san  Cristóbal,  san-  Marcial,  C^rpue ^. « .  • 

En  obsequio  de  noeatro  gobernador  los  mancebos  de  esta  pobla. 
elon  diapuaieroD  una  comedia  la  ñocha  de  San  Juan,  para  eujo  efec- 
to hicíerifb  construir  una  barraca,  en  las  cercanías  de  la  ibrtaleía,  ti* 
tulábaae  esta  aomedia:  "Los  buenos  en^el  cielo  j  ly  malos  en  el  sue- 
lo." Era  el  primer  espectáculo  de  esta  clase  quájjUiacia  en  la  Ha- 
bana j  atrajo  á  todos  sus  moradores.  Hu\)o  muchoVborot^^|raDte 
la  representaoíon,  porque  la  gente  no  acoatnmbrada  á  comedia,  char- 
laba en  voz  alta  j  no  quería  ciillar,  hasta  que  el  gobernador  le  dirigió 
^la  palabra  amenazanda  con  el  cepo  al  que  uo  guayase  el  debido  ór- 
«den.  La  comedia  se  aeabó  después  de  la  una  dt  lá  mi^na  j  lajeo- 
ie  regustada  quedó  tan  complacida,  que  iasislió  en  que  volviara  i 
principiar.  ' 

Aquí  carecemos  de  tmlo  y  especialmente  de  artistas,  el  trabajo 

38 


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—208— 
de  iDoaoíá  es  darístmo}  pot  la  bediura  de  uaa  ropilla  entera  de  fímoi 
llera  el  mác^^^Aguilera  que  vive  ul  lado  del  huerto  del  eonyeirto 
que  «e  «etá  faSficjaiidOt  veíale  eseudos  de  o>o.  # 

Solo  hay  dos  bolieas  en  este  pueblo,  la  de  Sehastiair  Mifanés, 
eiúle  R^^  y  l^áe  López  Alfaro,  cSÉ|cbj|Oe8agiie.  No  habrá  eti 
oátila  lyMi  d4hlas  cincaenta  embases^^^^^kas  tan  desvirtuadas, 
qte  el  otro  dia  presenciamos  su  ineficacia  en^os  cán^ieos  que  die* 
pitsierfMi  al  escribano  de  mi  amo.  Las  moscas  operantes  estaban  pa- 
sadas y  Aechas  pbkos.  Las  medicir^JBb  se  consumen  en  el  pala 
vierjbu  dt^-  (IiiiH[jJltik  y  ImstH  que  no  sq^Hron  no  $e  hace  nnevo  pe* 

didü ,^»'V ...^•^.•••••...r 

Mudt0|  iitijci^í^Liuo  progresan  las  siembras^e  caSa  de  asacar  j 
del  laUuér'  ^.  ^^uí^  dtíben  tomar  en  esta  colonia  un  aspecto favora-<f 
ble  cun  \;i  <  ■:  lucioii  del  situado  de'  Méjico  que  le  ha  señalado- la 
píeJnd  «üG^mnnH, 

£«  pseciso  que  este  pueblo  sepa  apreciar  la  zanja  del  agua  pota^ 
Meque  ha.cotiltrirído-á  costa  de  tantos  sacríBcíos  pUra  traerla  á  Isí 
eitidad^  renunciar  la  wm¿<y  P^co  aseada  con  que  nos  proveía  el 
río  de  la  Jagüey  (Luya^nj^a  fábrica  de  las  casas  capitulares  y  ha« 
Intaciones  para  el  gobernÜMor .  en  la  calle  de  his  Redes,  ffetite  á  la 
mánna,  van  adelantándose,^  nias^se  haria  si  hubiera  operarios  dis- 
ponibles. •       ^ 

La  guarnición  de  la  Habaiia  hoy  (1598)  eoasta  de  afoa  acida- 
dos, habiéndole  ¿jalado  ademas  un  condestable  y  doee  artilleMMf  y 
su  población. general  no«pasará  de  800  vecinos. 


# 


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PROTOCOLAClOír  ,, 

)  todas  las  disposielMies  realest  administrativas  y  eeonond- 
•as  pvbUcadaii  de  oAalo  en  el  mee  de  setiembre  óltinHi. 


Sala  Copt/u/rir.— En. Cabildo  ordinario  celebrado  en  1  f  de 
agosto  último,  acordó  el  Escmo.  Ayuntamiento  que  se  publicasen  en 
este  Diario  los  iiidiv¡duofli||^Hi  la  aciuafídad  son  ^sadore^  Je^i\- 
casasí  urbanas  como  ruraiM|Rr  nombra  miento  que  e^^^  hecho 
por  la  municipalidad  á  quien  única  y  e&cfíIsiramente-QiniPfte  hacer- 
los, á  fin  de  evitar  el  abuso  que  se  está  cometiendo  flor  t<>!^  que  se 
denominan  tasadores  sin  tener  título  de  aquel  i  a.  Tüfbbtürt  :-e  reiteró 
el  acuerdo  de  10  de  en^ro  de  1834 en  que  ae  dijn  qin'  m  Ir^  n^untos. 
contenciosos  en  que  deba  procederse  al  remate  .de  fincas  de  cual- 
quiera clase,,  no  puedan  tasarlas,  sino  los  que^eAO^lM^dores  nom- 
brados por  la  municipalidad  qué  j|u^^||g|yor  ser^^o.lo  veriQcA 
en  muchas  personas,  teniéndose  cra^^^^Bbnte  por  nuiles  las  que 
carezcan  de  aquel  requisito,  sin  que  SP^P^  arbitrio  á  percibir  ni 
reclamar  los  derechos  que  en  ellas  devel^lren;  agregándo»e  ahora 
la  de  imponérsele  á  los  tasadores  intrusos  la  pena^  ademas  de  perder 
los  derechos,  la  de  otro  tanto  de  lo  queimporUh-en  estc^s,  con  aplica- 
ción ordinaria,  lo  cual  se  entienda  también  con  loi  tasadores  pú- 
blicos de  una  clase  que  jse  entrometan  á  valuar  cosas  que  no  com- 
prenc^a  su  i|ombramíentó,  para  (fortar  el  perjudicial  abuso  que  ha 
llamado  la  atención  del  Cuerpo  capitular.  Y  habiendo  merecido  el 
espresad^^cuerdo  Iñ  aprobación  del  Escmo.  Sr.  Presidente  Obber- 
nador  s^rorior  civil,  según  se  sirvió  comunicarlo  en  oficio  de  18  del 
mismo  mes-de  afosto,  se  hace  notorio  al  púl}|ico  j^si  su «if^noj^ymieD- 
to  y  cumplimiento,  j  que  los  tasadores  nombrad<lM||^^presy^  ans 
y  los  demás  que  lo  son  sio  necesidad  de  dicho  ftonflKimienr 
se  espresa  á  continuación. 


^s^e  fte 
n^^pilal. 


En  albaffiiería^ 

e 
D.  Isidoro  Sánchez  y  Fuentes,  roae0l#ffi»eyer  yétuñk  po^8,M* 
D.  Frsficüsoo  de  VHIaifiiinca,  también  maestro  BMiyor  ea  este  ra- 
mo polr  el  Escmo.  Ayuntamiento, 


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«-300  — 
'Antonio  Baile,  alarife  por  id. 
D.  Ped^AiTojro,  ídem  ídem. 
^Julián  pStistino  Lardier,ideiii  ídem. 

En  earpinterfa. 


'^' 


D.  Jofé  de  SotO)  maestro  mayor  pIH^^  por  el  Efcmo*  Ajun« 
tamíento. 

Dionisio  Rodríguez  de  Oliva,  ídem  segundo  por  S.  M« 

D.  Ramón  Sánchez  de  Leou,  ^¡¡¡^t  de  carpintería  por  d 

EscmQ.  A^uritamieTiCo.  Mi^ 

AotQill^lm^iis,  ¡deQi  ídem. 
Jone  TitiiilTitíi,  Ídem  ídem. 
Jimn  JoBé  de  Lean,  idem  ídem» 

^^^  Tasadbret  dejtncas  rurales. 

r     • 
1).  Lúca^lJtJgarte,  tpisador  inoyor  por  el  Escmo.  Ayuntamiento, 

ausente.   .  '     # 

1).  Fernando  Anastasio  de  Zayas,  idem  ídem  segundo. 

D.  Agustín  José  Rmlrigiiez,  ídem* 

D.  José  Loiciaftfj  V'aldeg,  jdeni* 

I).  Juan  Franeiácp  Mor^jonj  itlf  m. 

D.  Andrés  González  Ferregut,  idem. 

]>.  Lucas  Rodríguez,  idem. 

1>.  Antonio  Abad  Zarza  y  Ljal,  idem«  ^ 

Ldo.  p.  Ramón  González  Aceved0|  id.  ^ 

Pg  Francisco  Santa-cruz  y  Lanc,  id 

D.  Francisco  Ja?ier  Rodríguez  Víámonte,  idem.      ^ 

D.  Funcisco  Martines,  id. 

m       '  i 

Iría  Aiaiigo,  id. 

"Larin,  id. 

CcntrasUée  caldearía. 


u,  r  ^ncisco  m 

.  ^  B<í  Ant^iallfcr 

B.  Pablo  C^Lai 


^a*>  PáMiHÉUtoMo  iBilieMiifis. 

JlahMia  3  4«  «etíeiSbre  át  1845<-^riiudseo  da  CmImk 


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—301—  .    ^ 

Ea  el  cabildo  ordioario  cei^bn^úo  eii  W  de  agosto  ultimo,  entie 
otras  coai^  trató  y  acojrdó  el  Escs»o.  Ayuntamiealo  1|^^^p  sigue.-* 
En  ofioio  do  25  del  corriente  se  sirve  comurticar  el  Escmo.  Sr.  Fm^ 
si4ier^te  Gojberiiador  sii|^rior  civilvque  d^  cotifonnidad  éon  la  copaal^ 
tade)Sr«  Asesor  gisheral  s^MitMld,  iiabia  aprobado  en  ui|U>dkr«l 
aoii^rdo  oieJ^brado  poMHljj^sciKia,  Corporación  de  1  f  «bFaiísevaá 
Qau0ecii«eiH»a  del  esp^^mte  promovido  por  D.  Luís  CaimllefOi  f^ 
inaladoi  del  arbitrio  4I0  vendedores  ambulantes  y  níaidjePoa>{Jaff»^iili 
se  voiueu  medidfls  á  ññ  úa ^ceilos  efeciirot  disponienJo  S.  E.  i|ue 
ludfislas  malojfis  que  aecdH^cnn  por  d  cnmiao  de  hierrn  deben 
abcjDfir  dicho  arbitrio  á  razo  11  de  un  ^eso  por  cuda  cobaijaj  si»  íiacer 
distinción  entre  las  que  sean  para  consiuno  pubJicOj^faflbbrv  ó  de 
nlgun  tren  o  e&pecül ación:  que  igualmente  deben  lin^^^rít  depen* 
dientes  de  establecimientos  cuando  salgan  ¿vender  Hi'  r  i  Ui^  eftíctoi 
de  los  mismos»  á  menos  i¡ue  no  loa  Üeven  por  eit'  lecíal  da 

alguna  persorm,  en  cuyo  caso  deberán  ir  acompañado^tl  criado  6 
meiisagero  con  quien  los  m-^tide  nedir.  y  xto^  uliimo^^p  se  preven- 
ga á  los  malojeros  lleven  siempre  «H^^^^  ^^^  9|et^de  erit^c 
abusos,  las  cuales  en  el  caso  de  qii^^^^^^Keri  6  esirtivien  les  se* 
rán  dudas  de  ituevo  por  el  rematado|^^^HPiai1es  derechos  algu- 
nos, y  lo  comunicaba  S^  E.  para  qtie  s^^íTpustese  su  publioacion 
Do  lodo  quedó  enterado  el  Escmn,  Ayuntamiento  para  su  cumplí- 
miepto:  que  se  4>ubii(fue  ea  el  Diarlo  la^^disposioion  <le  8.  B^  y  .aa 
co^lttaique  ala  J^nta  miuiioipal  en  lo  referente  paradlos  remanes  sa- 
CAsivom  del  ramo.  Y  eo  cumplitaienlo  dele  maud^o  libjxtl&praMli^ 
la.  ühbana  J  «eiian^e  3  de  1845.*— Franei«co  de  Cast?o. 


«  .^eqi0aríít  del  gahimio  syperior  ciml  de  la  isla  de  Cubih-^Haí^ 
biéndose  notado  que  loa  números  que  llevan  |M^volante^de  aU^ef 
en  la  parte  p^s^rior  de  lacaja  noai^n  de  laa.dioM^oqps  H^Wmj^B 
sa  el  art.  96  del  Bando  de  gobernación  y  po^^^Bacién^^^tan 
eifl|nííiae#  qoe^Ao  es  posible  distioguirlffto,  ha  dis|^PR^el  EscmoTSr. 
Pseáid^isVB  GoblBriHidor  y  capitán  general»  conforme  con  lo  oonsiilUf- 
da  «en  el  Sr.,A«eaor  general  páaiero  y  en  vista  dalo  manifufUda. 
por  el  Escmo.  Ayuntamiento,  se  observen  y  cumplan^lllP  aigiilanlai) 
#ltfMl<i9»-^l  f  Se  abrirá  uifajoatríanbude  oafrufgaadealqjuilif,  en 
laqifp  ae.oiprepará  no  salo  al  njiaiero  que  Y  estos  lar  corraapOAd» 
ainQ.el(Monbré'dB  aua^dueños,  númeso  de  la  casa  de  su  membk'^^ 


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Ue  7  bftrrio  j  situación  del  tren  á  que  corresponde  el  earrtlflge.— 
%J  PHrail^/niatrícula  se  llevará  un  libro  en  la  secretarla  del 
Eflcmo.  Ajuntamiento  donde  se  asienten  todos  los  particulares  qué 
comprende  el  anterior  articule;  abonándose  al  CMcribano  un  real  por 
cada  upa  para  indemnización  de  los  wtos^é  libro  y  demás  á  qué 
leafc  que^cudir, — ^f  8e  lie?ará  en  4^B|eracien  el  orden  rígo^ 
roao  de  la  matrícula  y  el  que  pertenezca  a^arruage  matriculado  ae 
dará,  eir  una  papeleta  visada  por  los  comisarios  y  síndico  al  dueño 
de  él  para  que  inmediatamente  lo  hag^HAbar  ó  pintar  efi  la  .contaba 
o  parte  trtieern  del  cnrrunge,  d«l  iiioqKfue  esplica  el  artícuFo  qué 
sigue.— 4  ?Jjü  nu  mereció  ti  que  corresponda  al  carruage  se  pofidrá 
de  coloT^^wm^en  el  centro  de  utia  elipse  de  color  blanco  é  de  per- 
la, teníeii^^^BefJa  por  la  menos  ire^  pulgadas  de  diméasion', — 5f 
Kl  dueñu  ^9Riak|uier  Cürrung^e  de  ulqniler  que  pasados  30  días  no 
1q  hubiese'iuscrito  en  la  matricula  y  numerado  eii  el  orden  y  forma 
que  disponei^ju  atiteriores  artí(;ulos  incurrirá  en  la  mutta.de  diez 
peiQs  por  I^^Kior-n  vé^^.  viiiiLtL-  1 1  El  I-  Ja  seguudn  y  cuarenta  por  la 
tercera  c^lSR^pIl^  /j  ó  en  su  defecto  sufrirá  un  dfá 

de  priaioii  por  cadü  A^a  [♦ii&u¿.T^E(iirc  las  ventajas  que  produce  este 
nuevo  ajjítema  ?e  cuenEíy^^  de  bastante  importancia:  primera,  que 
en  el  caso  de  com^ier^e  nl^mm  fultü  por  sus  conductores  ño  quedará 
impune,  -po^ue  vist«»jr  sabidacel  número  de  sus  carruages  la  matri* 
Cilla'  indi<!árá%l  dueño,  su^orada'y  las  demás  circunstancias  que  sé 
dl^jan/fUpresadas,  y  este  manifestará  por  consiguiente  ef  nombre  del 
conductor^,iiemal^  noticias  necesarias,  y  que  faciliten  su  aprehensión 
6  para  lo  que  corresponda;  y  segunda,  saber  ^||4)UDtd  fijo  el  niimero 
de  carcuages  de  alquiler  que  existen  en  esta  jurisdicción,  para  que 
este  dato  obre  sus  efectos  en  los  reates  ulteriores  de  lá^marca  de 
cammgem^  j^ 

4^^^||ibana4j^^iembre  de  1645.— Miguel  María  Panlagua. 


^ 


«^^iei 
ia^ÍBoh 


Secrtiaríct^^Bobierño  ikptrior  civil  de  la  isla  de  Cub€U''^  El 
Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador,  capitán  general  ha  dispueato  te 
dé*  publicidad  á  la  siguiente  Real  orden  y  circular  que  se  acémf^éña 
fí^ra  ios  efectos  que  6o n vengan;  • 

Ministerio  de  í^racia  y^a8tiüífl.«-Escmo«  Sr,— De  Real  6rdétt 
cémunicada  pbr  el  Sr.  Ministro  de  Gracia  y  Justicia  remito  á  V.  E. 
^    lotj  adjuntos  ejemplares  de  la  circular  de  19  de  %bril  de  1838  que  dic- 


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ta  las  regias  que  deben  obiervarée  paní  instrucción  de  espedientes  ^en 
soIieit«4  de  diepeasas  de  lej  y  gracias  Uamadas  al  liüc^,  á  ñn  áé 
que  tonga  piititual  cumplimiento  la  disposición  Soberana  de  13  de 
djoWÑbm  áUimb«  en  que  se  manda  hacerla  estenstra  á  los  dominies 
«ispañojee  de  Indias*  I>fes  guarde  á  V.  E,  muchos  años.  Mridrid  15 
4e  julio  de  •1845w<-«EI  stffecretario,  Manuel  Ortiznle  8Wiiga;— Se- 
ñor GUbeffiador  Presidente  de  las  Reales  Audieqpías  de  la  istti  de 
Cabá. 

IVIinísterio  de  Orneifi  y  ¡fiiaticia — hn  ley  de  [4jlfieFte  mes  con- 
fiere al  gobierno  1a  faculttid  ^eoiiceder  faa  dispenTO^de  ley  y  gra 
ciña  H'ítnailas  a(  Stionr  sefi^aladns  en  su  artículo  primero^  Mas  pafB^ 
concederlas  es  necesaria  qiie  haya  motivos  jusuiü  y  raz^dlles  debí* 
dtmente  acreditadoa  y  con  el  íín  dá  que  esta  jiisiífté^j^pie  Tcrifi^ 
que  de]  modo  mas  aeguro  y  menos  dihiorio  y  díspendioifce  ha  ser.  ♦ 
vido  S-  M>  dijipo ner  que  se  observen  fas  realas*» rgiñ|Ji te*;  l^^  Loa 
que  soücilen  al  gran  a  de  dichas  gracias  6  dispensris  ¿Sdirán  directa- 
mente á  la  Audiencm  terriLorial  r^fiafiflüM^if ^ ^ ' ' ' ' ^ '^ uUtj  en  etla  la 
solicitud  para  S>  M.  y  los  documd^^^^^^Ela  fun^HI^Ü.^  Cas 
instancias  quesa  presenten  directHm^^^^^^Hrno  se  dirigirán  por 
ksecri^taría  de  Graciif  y  Justicia  bnj^^^^Hp^lerta  á  (as  Audien- 
cias correspondientes*  Lfis  initaneias  que  sean  contrarias  &  la  citada 
!ey  quedarán  ain  curso;  3.  ^  Laá  rf!idie«cíay  dirigirán  la%fiolicÍtiideg 
Cíim prendidas  en  el  artículo  1.  ^  (fl  la  mllhriíi  ley  ffi  jiJez  de  primera 
instancia  competente,  el  cual  abrirá  un  espediente  infoisnativo,  oirá 
por  via  de  initruccion  ^irt  fij^ur«  de  juicio  á  Ina  personas  ó  corpó^- 
oiaoes  qa^ puedan  teoM'interes  efi  eL.a8«»nto,  admitir^  la  jostificaeion 
qip^Jea  intereiiiidQS  ofrecierea  la  recibirá  en  su  oaso  de  ofieio  y  de- 
yQlyer4  ala  Audiencia  el  espedí  eiHe  original  con  su  informe;  4  f  La 
Audiencia  oyendo  al  fiscal,  ecaamiuará  ai  el  espediente  se  Jiall a  debi- 
damente i^stcuidp:  noeüáaidolo  ampffará  calven ientemcn te  b  inhume*  « 
cion  y  cuando  estafe  halle  completa,  efévará  ígualmenre  origmal  el 
eifp^ente  al.  gobierno  con  la  censura  ñscal  inforqiydo  por  üu  parte 
lo.  que  sai  le  ofiresca  y  paresca — De  Real  órf'en  comunicada  por  el 
Sr*  Bfúaistrp  de  Gracia  y  Justioia,  lodigo  áY.  S,  papi  au  intelijeh- 
aia»  la  da  este  tríbuninhy  efectos  consj^iéntes.-'-^ios  guarde  i  V.  B. 
nfUcliOB  años.  Madrid  10  de  ahiil  de*t6nk'^Son  coptas.—Habana  9 
de  setiembre  de  l845.--«-MJgiiel  María  Paniángiia. 


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—304— 

^  '  Sala  Capitular. — El  Escmo.  Ajuntamiento  de  eytaMinppe  t-» 
iri^ima  dj^lud;  ba  celobdráde  coa  don  Diofüsio  Leprinee  iuva  eoiH 
trata  para  U  Mmpíaca  da  iatriofei^  y  8URiÍ4lePM  da  ésta  citiciadt  «stnH 
imiroa-)r^ldi>k>  da  Regla  por -el  térouno  y  bajolaa  óofidfciatiea<qae 
^  e^prebap  á  continilacioat  la  cual  hfdbi«Ddafdereeid«9  la  aprobaeioa 
deiiSaeni^*^-  iVre:»idente  Gobernadory  8«Bk>r  chri^  ^iará  príneipra 
^  dki'}^  del  coriíeatQ  J  se  hace  aoCorio  al  pábéico  para  aa  eénoeí* 
miento  y  efectos  consrgtiientefl  según  está  prevenido.  Art.  1.^  Li 
empresa  de  la  liiii])iií¿-i  ó  Jiifprincü  i.^^iKiriie  la  ohligaeíon  dlp  eJlraar 
j  trattsport^r  itlFiiníitenai  fecales  y  \t\%^  iniriutuílcias  de  las  iatrífia^y 
itumidtfftíi  da  esta  eii»daJ,^stranitiroff  y  pueblo^tí  'Raghi  OOR  dirfoa 
y  envnaegjRsifeccionfidog  y  crmjttruidnd  tie  tai  miMki'^fuaeneeiTada 
lierméticaHBN^tniíto  [us  aólrdos  camo  bs  Hqiádo»  pueden  lletafffa 
^  por  Ias  caldiaeJa  pobjacion  sia  ofenderla  vista  ni  el  olfato.  Alt. %^ 
Eíj  ohJigacíori  Je  Le|fyÍnGe  poner  todos  los  iltilei  y  aperiirios,  eafroa 
y  ani malea  qiiAMan  necesarios  para  hacer  la  limpiasa  en-  el  oiemMr 
tiempo  pn^ibíe  y  cua^^^^uie  sea  el  número  deietiinas  6  suttit.: 
defq3  t\m  b)^  <]^)e  limpia^^mBmo  día,  no  podrá  el  eoMiralMta  da¿ 
jnr  de  verificarlo  baM  el  preic^Ti»   ni  motivo  nlgüao  daado  coraptl-^ 

%iento  esacto  k  la»^t|cit(ide.s  ili  \un  dueili>s  d  iitqajlhlos  ée  láfs  ea* 
sas  que  necesUiff  aqueílaT>peracJonr  quiene»  por  éu  pairte  flratli|iiaa^ 
ráa  á  diciíacontratí^tu  la  piiarta  9e  au  casa  al  aclaraHií^'dfíIseMlll^ 
io  por  ellos  pílra^la  liinpífta:  biefS  qne  estará  obli'gjtlo%l  coafüafAta 
á  veriíicaHa^á  la  hora  que  fie  a  llamado  por  el  dueffo'ó^iiqaHino  des* 

*  de  laa3>ha(8ta  la»  ^4^  la  inañaaa.  Am.  3.  ^  Para  quepiíeda  veriftcar» 
^  el  uhímo  estrpinodel  antariojr  aitículo  co^rdéa,  tagulafífcd  y*ea 
al^ep  Moeres  y  sospechas^será  oMigaciofi  delnsisno  Leprinee  poner 
i^p.capptazUaacOien  cada  una  de  ies  casaadanda  se  baga  la  operacíoo' 
deJMbai|^za.^Ap^.4l^®  ^  Loe  partioulareei  que  necesiten  limpiar  algUa 
^^mVP  6  suoi«Mpasaf  In  avíÍIS<  por  escH«a  al  eobtratisia 4  cayo  fiíi 
^nuaeíará.  poi^^H^iódtadi^al  lagar  de  su  dasfpaciib  can  iaii  aalafa* 
q/»Qe9  y  sañas  aHPnientés,  cuidaüdo  de  aaotar  el'dia  qáe  sefialén 
pi^r^  la  ümpteza,  y  ^  easó  de  ser  al  'sigaienta  é%\  que  reesltlin:  el' 
ayiso^  h^l)r^  ^  entregarlo  precisamenta  áatea  de  bs  13  én  aídes* 
paph^  del  caatratisttit  Aft«  5  f^Los  precios  qeb  habráh  da  paga^  lUa 
part^uiapa^s  á  qtiienes  el  «áAlriffiala  pretste  stn  sefffcíoa  M^faaií* 
guientes. — Comunes  d*||imtd^roii;de  tl»«  basta  quince  varaa  eúbiaas 
de  capacidad  á  10  rs.  el  fnáximtimdé  mas  de  quince  ?aras  y  ménoa 


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Be  treinta  &9in.  rwñ.  Art.  6  f  Las  fmoeíoiiaa  da  vara  biAiiaa  qpa 
llenen  á  media  vara  quedarán  á  bénaicio  de  loa  par^^lana  jn  Jaa 
queeecedanse  pagariiiat  eonlraiiata  en  pieparelon.  AiU7f  Al 
éontratlata  toca  abrir  j  cerrar  los  oomtines  y  saaMderoÉf  ¡Aasea  opa* 
raeion  anexa  á  la  limpieza.  Art.  8^  Leprínee  podvá  ibmar  nn  de* 
pbfÉító  de  materias  feeajj|í  en  nn  ponto  que  no  padrá  eaasr  allpisdo  4 
Itténos  de  media  leg:oa  de  distancia  y  6  sotavento  de  esta  eiiidad  coa 
aprobación  del  gobierno.  Art.  9f  Lepríaea  lia  ofrecido  baaar  gratis 
la  limpieza  de  las  letrinas  y  snmiderae  de  la  easa  d^Gobiarna  cada 
res  que  sea  necesaria  esa  operación  y  admitida  la^^Rta  se'enlaada* 
rá  ya  obllgselon.  Art  10.  A  los  sais  mases  eontacRs  después  de  la 
aprobscion  óe  esta  contrata  ¿  antes  si  fuese  posible  deberá  Leprsoaa 
tener  cemente  su  tren,  avisando  con  anticipación  .anBblico  el  día 
4ue  deberá  eomeaaarse  svs  operaciones.  Art.  U.  Qneda  prohílñdo 
desde  el  día  que  comience  Leprince  á  la  [i m pieza  el  fjiie  e^ta  »q  veri^ 
fique  por  el  sistema  que  basta  nhora  ie  ha  usado;  ftcro  la  i^rotiibíciot} 
no  alcanzará  á  aquellos  ind¡i^fdtJo^aii^^útfan^^H|^ro  de  Igus) 
ventajas  al  de  Leprince;  pero  diym^^^BWHH^mfíg^^^learge  en  la 
limpieza  sin  exigir  majTor  sunu^  |>r^r  ta  np^^mcinji  tjue  fa  determinada 
en  el  art.  5f    Art.  12.  La  prp^ijid  áitvnr^  el  término  da 

cuate  años  á  contar  desde  el  dia  aiic  et  nontrntiála  avise  que  prin- 
eipia  sus  operaetones.  Art«  13.  Todo  el  que  se  emplee  en'ki  iimpicMi 
de  letrinift  y  sumideros  en  los  trenes  antiguos  queda  ínoorso  an  la 
multa  de  W  ps.  por  cada  carretón  que  destine  á  ella;  y  al  contratis* 
ta  se  la  impondrá  la  ób  25  ps.  por  la  falta  de  cumplimiifntp  á  au  con« 
trata.  Halbafiá  y  seti^bre  10  de  1645. — Francisco  de  Castro. 


StcreiaHá  del  gMemo  superior  eml  de  l^^Mde  GubMtrDo* 
fta  IsabelII  por  la  gracia  de  Dios  y  por  la  Con^^fj^n  da  la  Monar^ 
qa^a  española,  Raina  da  las  Españas. — Gotiernl^^^capitan  genalrai 
de  la  ¡slii  de  Cuba,  presidente  de  la  Real  Audiencia  Pratorial  da  lá 
Habafia:  Ya  sábela  que  la  constante  sotieitud  áe  mi  €k>bianio'se  ha 
tBM^ptio  liaoé  largo  tiempo  á'  proporcionar  lo||§|^edios  de  que  la  aa» 
cioa  de  la  justicia  sea  en  esos  vastos- dominiqp  tan  asequíflle  y  es* 
pedlta  como  lo  es  en  el  resto  de  I^Monarq||{^.  A  este  fin  fbé  ellraar 
y  aumentar  sucesivamefite  lá  Real  Audiencia   de  Puerld-Rieo'  y^ím 

39 


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.1.^ 


9^\oMítd€í  IñSMmMr  lo  qw  ftcilkí  M .  a)«i4fu|  qi»;  ^^^  ejnfl^ 

^e  tfi  lealmd.ée.lo»  ^pf  áoleí  <|ii«  U  bfthiWim  fi^fesurQ  á  oft^c^^ 

entóoceii  buho  4|ilft.i^ed€ir  á  I4  neeo9Í4^4  de  1m  clrcuqsta/i^ts  (^filPt 
rudM  01  aUlHi  oo»«l  bimi  d^  to  >a«il|;^rHble  risaz  qi|e  4i;?fr^ta:  Ici  ^<It 
WNquía,  han  Hacaado  deaM^p  «u.  atf»9«|qp  m  PW^^iio  j  í^  ifi^mm 
ém  lof  Míai«tr»8  que  GMipoMn  Jps  t^b.m^A'e^  f^mief  ÍQre9  4fi  pB^^  49*: 
«iatofé  Naaob  ha  «wuKcídp^V^b  Beal  A^4íw<úa  Pretf^i»!  d^  ^ 
Habana,  taitkii^iiaa.aata.  «ila  ooiopiiea^  de  QHaUa'oi4qri^  Ad/^^Wf 
del  f agente  7  l^^scales»  no  puede  atender  al  d|(8p.i^cho  ei^pf^i^  4a 

.  •  ka«egocioa^^u8tícia7||9b|er4)oqiiela0,|^4Ul4^ 

a»n  cuandoflpé;,Gai»pl|sU>  aii  a4merQ,  joL  eB(^  I9  puede  eaMf^ppf;  e^ 
^    rifor  del  clima*  sino  q«ft\al.niiaiMi  tiifmpit  8e.h%kf)QPl^cJ4Q  we;!^ 

^  dotncÍQn  de  aquella  magistratum  y  U  de  toJiia  la^íietnaa  4fV4Íe^9<fÚW 

de  Ultramar  se^llciito  de  una  economía  rigiJa  aunque  laM4l^l^  ^tt 

I  Jaa  circuí  I  stancia^  qiie  yn  pasaron ,  porque  así  In  ücuuH]la^9||.4e,^-^ 

"^  pitalea  el  aumento  lIl!  comeréis  y  la  afluencia  Je  o^trau^fefoji  ^  laf 

P  Antillaa  como  la  prosperidad  r-ipida  que  odquitru  el  arcipiél^gp  j^il 

lipiao  y  la  vecinüatí  de  un  rrmigí  poJeroao,  cuyo  ejempjo luí  4^ 
ni  relado  ya  etiormc::!  iiace^l  Jadas  y  loa  recur.^oadQ  ^B^fir 

taa  ctasea  Ü6  la  goctf.dnu  exigen  que  la  magistratura  dc.]Liv4p<P4(Hf:^ 
cargada  no  aolo  Je  aJminiatrar  jasLicia  siuo  tanibieu  de  in>|^K^|ílÍ|r.j 

^  auxiliar  otros  ramos  de  admioistraeion  del  ser  vi  cío  publio^  7,4e  d^ 

praatigíOf  animidad  y  ao|i»eJ9  i,  Iqa  g^e«  /qp$  OPI^  4?pi?e9eiltap  e^  j^^ 

'  ^  domíníoa  leogan  iivl^^iidfináfy  hQPiiqsi^.^^torioríd^jK^^  po^f^ 

^  aienta  empañar  la  Imagen  augusta  que  la  toga  refleja.  Con  eate  justo 

r;  deaignio  accediendo  á  lo  que  me  Jua  propuesto  mi  ministro  de  Gra- 

cia uuatioiay  deapu^de  haber  conaultado  cuantos  datos  existen  ea 
ai  iqPsta4o  4a  w:^g(t>  faa  tpnM<^  á  JbíoOs^lMKbr  el  A^l  ,^reto 


aigiMiita^-^Tcíl^Vm  eonsjulaFaaiqn  laa  ];amQ«afq^efPf  N^mpPfUr 
toanilliaiat^adMpiúa  y  Justicia  aidbria  la  pm^wp^mcifi  jr  ím^49i^ 
da  atoniantw.et  n^S^Q,áfi  ^dgr^.efi  la  J^l  4jid.i#opia  PrQti^if4  4fl 
h  Habanay  la«4aUieioDeade4o49A  lo»  ww^^  Vl^ra|iMii;,Ji9 
iMÚdoM  eapedir  dgj^rdo  jCoi^^lHIfqi^r  d^M^llCo^HÓQ  4^.9iíMm9?r 

t&it.  J^PJLa  R9al.^uUeiM^i<i^retoniü46:l<^^(»l^anc^,«í9f^9^^ 
*A  d^>«i-WfftlHe.  pcUo  oidwfi*  4ivi#4<pMe|4w  wlWJ  4P»,(SlWrt?% 


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Jirt.  2i^  Bl  sueldo  déi  Regéntemela  deeieüe  Mil  qwliientof  pe^ 
iM)lrAyiiHee  tttiinileto  ei  el  'estado  boncrnéla  dándole  4k»a  pitra  liu  minK 
da  y  pmá  la  ee^sMaeloii^dé  loa  jiUcioa^eBieaerottaatía  ó  de  nuevoa 
Mil  éti  oaao  eohtrariOé  Los  madores  y  6Bc&leegoBaHm  de  néik  mil  pef 
■(Mítines <mda  aoo.  *     • 

Art.  3.  ®  Los  regentes  de  las  Reales  Audiencias  de  Pto^^mo^ 
cipe  7  Pto.-Ríco,  tendrá  seis  niH  pesos  fuertes  de  sneldo  y  sus  oido- 
l^sy  ñséflitescdlitroéill  yqmnientDS.  ^ 

A^,  4.  ^  Bl  regente  de  la  Real  Andiénéia,  cbM^lerfa  de  Ma^ 
kfíiii'pcfólbiré,  sibte  mil  quinientos  penos  &e  atield^H^ia  mil  tos  oi¿ 
dores  j fifi(cale».  ¿^^ 

Art;'5»  ^  El  aumento  de  sueldos  cbnteflido  eflisste  decretó  no  ál 
ést^Néeri  respeotodé  jubílaekmea  césantias  y  viudedádeé  las  cua->  , 
)é9  se  cótlcederán^pobre  la  base  de  sueldos  establecido^  eA  decre* 
tos  pfflfcedeai^s.  Dad  o  en  Barcél  u  na  á  ^  i^  J  e  j  <  i  nitfjü  1 84  5. — Ei  t  i 
mti^iéUdO  de  dii  Real  ni«tio»<^ME I  m m 7 -t r 1 1  d i^  G  r ncfa  )'  J u Alicia .^> 
Lum  If ayans.-<^Y  para  <]pie  looonteíiiihv  en  eí  llf%A  ctecreio  ^ue  t|ue 
Hü  hiséito  levfgé  pumual  cumplimli  »  e<¡ie(1ir  ín  ^iretente* 

ibVReiaf 'Cédala,  por' la  cual  oís  eticir^a  y  ínin>h<  'yw  te  gu^rdtis  y 
tegafe'  gühtñtíT  y  cumplir  i  cuyo  cfjjet^lisnomlrLj^s  ^jue  se  publique 
f '  éhóiÜé  ^á  iqMléfiéfí  éíorresponda  q  Tie^^^^mené^dl  mt!j  or  aervioío 
|»WI}coy«s  mi  ^luntdd.  Dado  en  Birceloua  á  5  de  julio  de  184.S. 
•i^lTblá  llefna  — Bl  minisifo  de  Gracia  y  Justlda.^-^Luis  MayMn8i««**i 
9^^$XrhÍñ>-^óié  -Éintótno  Hklnlgo.^-^De  bfiefo.--^Ufia  rübriea^^  Bé 
Üfldla  utrsetid  RéiiK^--^enneTite  de  Gran  GanciNer.-^^^oaé  Aniouio'Hi^ 
jÉ>|é.>^F< Ü^iil.— V.  M^ms^nda  guardar  y  cumplir  el  Rea]  decreto 
¡MÉbftb,  léumeiitundo  íina  ségbnda  sala  én  \m  Real  Audié^nela  Preio» 
ñUfáé'  fa  Habana  f  el  sitfeMo  de  "IoIb  magistrados  de 'esta  y  ^e  lo^  los 
dMtIr  AbflfémNbi  'clünmUltérías'de  Ultrámar.-^^^iegiBtrad^  el-  nérae^ 
rá/'6,dte.-M[Jñ»  r^ríf¿a;^Hibana  6  de  aetiembrd  de  1845.^^Paae 
éHfr  Rfeál'éédUla  ial'Si».  AseÉoFgenvruI  primero  ^mPe^obieimdpars 
4^0 'ine  «ohsélte  804M»e  lóS'  psirticufe^es  que'contiene.-MD'DoimeU;'^^ 
lkémo.'8lr>^Pded4B  Servirse  V.  B.mMipdar  guardar,  leumplir y  ejeonr 
ttfrfodispu^stopuf  fi^/'M^laReMW'Nthi.  Sta.  en  la  Real  oédiilasqiM 
áTNIééMe,  ipIaMícáudime  ]ior  m«dio  «del '  D||^e  gobierm»  tám^ 
lifi^dMéfen  la  foítiia  de  estila  á  4a  Reíd  jIRnoia  Pietoriálj^ 
«éMhtefto'tfelffnm^Sri  Régeme,  asi  c^  tarinUlto  «llErsómo.'Sf.  Sa- 
pelfateoíd^te  de9égdd]||^  Reiil  Ilaeimijia  y  cipeuMmdofeí<á3}uíarie9 


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•orreapondan.^  Habana  9  de  setiembre  de  184&— íEsomo.  Sr.  BU» 
Oses. — Habana  H  de  ■eüenibre  de  1845.  Me  oontomo  eos  el  ante- 
rior dictamen  comaníqneae  enta  Real  cédula  á  la  Real  Aadieinsfii 
PretorialV  al  Escmo.  Sr .  Superintendente  de  Real  Haeíeoda,  piir 
biioándose  como  se  propone.— O-Donnell. — Son  copias — MifuelMa* 
ría  Pattiagua. 


Seeretarin  del  gobierno  superior  civil  de  la  isla  <le  Oieáa«-^DQDa 
IflaWl  IC  por  hi  gracia  de  Dtoí^y  por  U  constitución  de  la  Monarquía 
EapaÑula^  Rc:ína  ún  Jaa  Cspnfiae. — Gubernador  y  Capitán  General 
de  iñ  i»la  de  Cubn,  Presidente  de  la  Real  Audiencia  cbancilleria  de 
PEa.-Príiicipe.  Ya'^nbeís  que  \ñ  conitonté  solicitud  de  nil  gobéerao  se 
1  ha  dirigido  hace  Jor^o  tiempo  á  proporcionar  los  medios<  de  ^uelat 
f  acción  de  la  juatícia  sea  en  esoa  vastos  dokninie^n  asequible  y  ea^ 
pedica  como  Jo  es  eii  eJ  reito  de  la  Monarquía,  A  este  fio  fue  el  oraajf 
y  aumentaceiiceííívfi mente  U  Heñí  Audiaueía  de  Pto.-Rico  y  la  Pía» 
loria!  de  la  Uabatta  I  >  <|iiü   Licllm)  [ae  alzadas  que  inte4  eraaeoalo* 
aas  y  chí^í  maccesiliJe^  en  af|iiel  terrimrío  dando  tan  bueo  fruto  que 
la  lealtad  de  lo^  e^iiDnofes  que  le  lialjituQ.  se  apresuro  áofireceriaiB  su 
gratitud.  No  aíui.vfocttp  díiu  el  t!err>  ¿a  nú  gobierno  .si  bien  poreotón^ 
cea  li  ti  ln>  que  o^^  S 1  «^FBlSi  J  n  d  d  e   las  eircu  nata  noias  meiorada% 
ja  efitaa  con  el  bien  de  la  iuaJternble  paz  que  disfruta  la  Manai:^|H<af 
han  Mamado  de  nuevo' su  ateneion  el  número  y  la  adwtaeion  de4oa 
Mlnislroa  que  ccmiponen  los  tribunoles  superiores  de  esos  dominiof^ 
No  solo  ha  cooocido  que  k  Real  Audiencia  Pretorial  de  la  Habi|n% 
teniendo  una  sola  sala  compuesta  de  cuatro  oidores  ilflliiaa  del  Re»* 
gente  y  km  fiscales,  no  puede  atender  al  despaebo  espedito  de.lqa  ae^ 
goctas  de  Justicia  j  gobierno  que  las  lejes  de  ludiaa  le  eonfiaii  i^f^ 
enando  esté  eomple^p  su  número^  ni  estelo  puede  estar  por  el  rí^ 
gorilel  clinia,  s^b^ue  al  tnisroo  tiempo  se  ba  ciKKi?emrido  de  911^ 
k  dotación  de  ^fRila  magistratura  y  la  de  todas  las  deinas  Au-, 
dienciaa  de  Ultrafoar  se  resiente  de  Maa  ecoaomía  rigjida,  aun^ 
^ue  laudable»  en  las  circuaitaneias  que  ja  pasaron;  iporqve,, así  Im 
acuraulaeion  de  capitales,  el  aumentó  del  comersio  j  la  aflaeo^ 
eia  de  estranjeros  ^|B|s  AntiUaa,  como  k  prosperidad  rápida  q^ 
adquiere  el  Arobi(MI%o  Filipiné  y  La  reeíndad  de  un  amigo  pode* 
roao  eujo  ejemplo  hk  desnivelado  ja  enormemente  las  neoesidadea 
jloa  recursos  de  ciertas  c|jaaes  déla  socg|áad,  exigen  quela  B|a« 


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ll^tratiira  d«  ImliaB  aneflrgada  no  soJo  de  adiuínislrar  justicia^  Mno 
tai^ii¡4||^e''interyen^'  y  auxiliar  otros  ramos  de  administración  del 
a^rviciü  púbJioQ  y  de  dar  pjrestigío  autoridad  y  consejo  á  los  gefea 
qae  me  representan  en  esos  dominios,  tenga  independencia  y  honro- 
sa eaterioridad  que  no  qonsienU  empeñar  la  imagen  augusta  que  la 
toga  refleja.  Con  este  justo  designio  accediendo  á  lo  que  me  ha  pro- 
poestoi  mi  Ministro  de  Gracia  y  Justicia,  después  de  hab^r  consulta- 
do cuantos  dalos  ezisteaen  el  ministerio  de  su  cargo,  he  tenido  á  biep 
espedir  el  Real  decreto  siguiente: 

T^euido  eq  consideración  las  razones  qiio  oi^a  expuesto  mí 
Bl^nistro  de  Gracia  y  Justicin  sobria  h  aanveiútijiciñ  y  necesidad  de 
f^umentar  el  número  de  oidores  en  la  Rtíal  ^udicrtcúi  rr^'turial  dts  la 
I{a|»fMia,j  1^  adotaciones  d.e  todos  los  nmgtstfados  de  Ultramar,  he 
venido  en  espedir  de  acuerdo  con  et  pureeer  Je  ini  consejo  de  minis- 
tros el  siguiente  Real  Decreto*  Are,  L^  La  Rt^al  Audiencia  Preto- 
rial<le  lii  llábana  se  compondrá  de  un  regente,  ucho  oiJore^^,  dividi- 
dos en  dos  salas  y  dos  fiscales.  Art<  2.  ^  El  jg^ldo  del  regente  será 


ilci fíele  mil  q^iQieBtos.pfSsos  fuenefi|p||ÍEif(tB^t  ef  psniílo  continiía  dan- 
dfile  Qasa¿ paraste  morada  y  para  la^lf^bnicioii  d^  Krs  juieia^  de  me- 
uofcuanMa  6  de  nueve  mil  en  cü.so  contrumit  Lo:^  ^nforcs  y  ñs^cales 
ggs^axka  de  sais  mil  pesos  fuerttín  cád^no,  An.  rl  ^  L  ^^  recentes  de 
los  Reales  Audiencias' de  Pto^^Priñciptá  y  Vut-lUco,  tendrán  %els 
mil  pesos  fuertes  de  sueldo  y  s\is  oidores  y  fiscales  cuatro  mil  y  qui- 
nientos* Art.  4.  ®  £1  regente  de  la  Real  Audiencia  chancllleria  de 
Manila,  percibirá  s^te  mil  y  quinientos  pesos  de  sueldo,  y  seit  mil 
los  oidores  y  finales.  Art.  5.  ®  £1  aumento  de  sueldos  contenido  en- 
aste decra^o  do  se  entenderá  respecto  de  jubilaciones,  cesantías  y 
viudedadas  las  cuales  se  concederán  sobre  la  base  de  sueldos  esta- 
bJaeidoa  ao  daeretos  precedentes.  Dado  en  Barcelona  á  21  dejunip 
de  1845.— £stá  rubricado  de  mi  Real  mano. — £1  |pn jnistro  de  Gracia 
y  Justicia,  Luis  Mayans. — Y  para  que  \q  conteflh|fi|en  el  Real  De- 
CPatQ  qua  queda  iqserto  teqga  puntual  cumplimiento,'  he  resneUo  es- 
pedir la  presente  mi  ^esi  cédula  por  la  cual  os  encargo  y  mando  que 
Iftgiiardeis  y  hagáis  que  se  guarde  y  cumpla  á  cuyo  efecto  dispqn- 
dfeis  qu^  se  publiquiB  y  circule  á  quienes  corr|flH|||da  que  asi  convie- 
ne al  mejor  servicio  pábtico  y  es  mi  voluntacHpMo  en  Barcelona  4 
5  de  julio  de  1845. — Yo  ja  Reina. — El  ministro  de  Gracia  y  Justicia* 
^-I«uis  Mayaps* — Regalada* — José  Antonio  Hidalgo. — De  oficio^ 


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— ftay  iiná'lrúíirícA.— Hay  ün  sello  real.— Teuiente  db  GfQ¿.Cáttcí- 
ílér.— José  Antonio  Hidalgo. — iVincípnl.— V,  Df.  manda  gl^9ár  y 
cumplir  eíReal  DérTeto  inserto,  aumentando  üiiá  s^^nda  sala  eb  ÍÁ 
Real  Audiencia  Pretorial  de  la  Habana,  j  é)  sueldo  de  (oa  Magistrtf-^ 
dos  de  ésta  y  de  los  dé  las  denlas  Audiencia^  bliáhcülenas  dé  Ví^ 
tramar. — Registrado  al  numero  6534. — Hay  uha  rfibiricá. 

Habana  8  de  setiembre  de  1845. — Pase  esta  Réttl  Cédilla  át  9r« 
Asesor  geiíéral  primero  pata  que  me  consulte  sobre  los  particülÜres 
que  contiene.-^O-Donnel^ 

Éscmo.  ^^M^uede  servirse  V.  *£.  mandar  guérdár,  ciinipHr  j 
ejecutar  lo  resdWI^^r  S.  M.  la  Heina  Ntra.Sra.  en  la  Real  Cédula 
que  antecede,  p^^c^(¡bse  por  medio  del  Diario  de'^obibrüb,  ii/o*- 
lünnicáiidose  en  la  forma  dé  estiló  á  la  Retíl  Atfdíeihdtf  áfí  'PVtértó 
Príncipe  por  cmiducto  deau  Sr*  Re^^enle,  asi  en rn4>  también  áVEscmo» 
Sr<  Superíiiteji4f0te  generíil  d^l^gnclo  de  Ren\  Hacienda  y  cü^ii- 
lándoae  á  quieilfff  Cüt-rcspotida'  Habana  O  de  setiembre  de  1845.-^ 
Escmo*  Sr.— Bles  O^íés,  '       f^i  '  u    , 

HiibíinrL  H  de  setietribre  dé^lBlo, — Me  cnnfí»rmó  coVí  ¿I  ante- 
rior diciárnen^^  cnmunicáirjase  estn  Renf  Céduta  á  lu  Rcid  Audiencia 
de  Puerto-Príncipe  y  al  Eicmo-  Sr.  Superintendente  dé  ReallYa- 
cienda,  publicáifi^íjse  coíuo  rp  propone. — 0-DonnelL — Son  Wj;i¡ito.— • 
Miguel  María  PtiJiiRgvtri. 


^    REAL  CASA  1>E  BENEtlCBlfClA. 

JtJo.  don  Pedro  José  Morillas,  abogado  de  la  IteiU  Aüdüncia  Th'í 
iorial^  individuo  de  mérito  de  la  Reát  Sociedad  eeótt&kitádé  iíM^ 
gok  delpais  y  vocal  secreiario  de  ta  Junta  guhérkattk^  9é  th'R^aí 
Casa  de  Bcnefííkncia, 

.'■        .'*         •  '  ,■..  ■■   ■  .  } 

Certifico  que  en  la  sesión  ordinaria  cetebradá  (iór'lií  Jé/Má'íM 
Betieficencia  en  10  de  julio  (jitimo,  se  acordó  á  moción  de)  Si',  tcon'^ 
tador  D.  Francisco  Javier  ftamirez  y  después  dé  ótdb'éi  diétÜméti'dé' 
l|i  comisión  norobjÉMÉÉl  intento,' que  solo  iebdl^áfi  opción  'Ü  'ñdM 
Jas  niñas  de  i^  Re^^na  que  ísaTgRn  de'  ella  para  c¿htríie^  tDatrlIhb- 
iiio  con  anuencia  y  beneplácito  de  la  Junta  y  las  qhé  Uaí^áií  sido  és-' 
traídas  por  disposición  de  la  misma  corpáiilípn  Yiéü)pte  que  'li^su 


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^da:^i.^«^l^B)ciii^iien^o  m  la  hubiese  dedazado  opción  ^jAot6t  Ik* 
n^<i^Ojd¡^  ea  ^ii|0  jotro  cuso  les  requisitos  preyeiiídos  Dor^l  reglan 
B|fi|il^l^o^  j  deb>ieii4o  ^^e|i|{|s  ^^9iper  cpii^tair  las  últinias  en  ^1^  4epo« 
brj^i  no  haber  desmentido  ^n  ej  siglo  aquiella  buena  moral  7  religiosa 
educación  recibida  en  esta  casa.—  Certiñeo  también  que  por  otr6 
acuerdo  tenido  por  la  gropia  Junta  en  su  sesión  de  10  de  majo  de 
1832  se  determii^ó: 

] ,  f  <^ue  no  se  entreguen  |as  dotes  i  los  que  contraigan  matri- 
mofíiq  c<^  las  niñas  de  la  Casa,  sin  (|ue  presenten  una  fianza  hipote- 
^ia  c||te  responda  á  la  devolución  é  integridad  de  iM^te. 

2*9  C^ue  en  el  caso  de  que  no  tenga  hipotecal^iff^ presentar  para 
asegurar  la  dote^  deberán  dar  un  fiador  abonado  j-á  sieitisfaccion  de 
upa  comisión  que  nombrará  la  Junta,  que  responda  con  sué  bienes  4 
deyolyerla  á  li^  mug^r  en  los  casos  en  que  la  lej  le  da  e^ derecho  á 


i^.  ^  Que  pi  00  ludiere  el  murlilo  pri-sentar  la  ñnnza  Iii  potecaria 
ni  peraonal,  8(^  imponga  la  d^te  en  una  tincéit  se¿rura  y  urbana  á  satis- 
tfl^c<;ipn  j  pon  aprobación  de  la  Juntfr;^ 

De  la  propia  manera  certifico,  que  en  ta  sesión  de  11  dü  juUo  de 
1831  S9  J^ciprdó  que  dichas  fianzíis  ^e  l^vaiitert  d  To>  cjye  las  presentan 
tan  pronto  como  justifiquen  ^ner  BuceslCft^il^  hospLsi  ina,  siempre 
gue  ^ei^as  concurran  en  los  agrr^ciadoii  las  circunátaucins  indicadas 
|Bp  el  art.  6  del  reglamento  de  la  materia,  á  fin  que  puedan  disponéis 
libremente  de  la  dote.  Por  último  certifico,  que  el  referido  art.  6  del 
jjif^glamento  de  dotes  está  redactado  en  estos  términos. 

El  oue  prcfcenda  contraer  matrimonio  con  alguna  délas  niñas  de 
esta  cas|«  deberá  acreditar  que  es  católico,  apostólico  romano  j  presen- 
tarel  consentimiento  de  los  padres  d^  ambos  ó  de  las  personas  de  quie- 
nes mas  inmediatamente  dependía,  j  á  falta  de  este  requisito  la  habi- 
litación de  la  autoridad»  competente;  ademas  un  iM»rme  de  sm  ejer- 
cicio, vidaj  costumbres,  autorizado  por  juez  civil,  el  curada  la 
parroquia  del  barrio  en  que  viva^  dos  vecinos  de  conocida  honradez 
j  probidad^  cu^os  docMmentos  cou  los  informe^  del  diputado  dem^ 
^ del  inspector,  pasarán  á  la  fesoliicíon.  Y  en  cumplimiento  délo 
ll^eiittelto  en  el  reterido  acuerdo  de  10  de  julio  u|tj|po  doj  la  presente 
l^f^ja  i^ug  Reimprima  j  publique  j  lleguen  los  particulares  que  com- 
prende, á  noticia  de  las  personas  ^  quienes  iuferese.  llábana  j  se- 
t|ex|i^e  1  f  €|^  1845.'^^^ro  José  Morillas. 


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Stcrdúria  del  gobierna  superior  cípíI  de  la  isla  de  CuBa, — tíí 
Bflcmo.  Sr.  Presidente  Gobernfldor  /Capitán  general  habiendo  tíe- 
creiado  el  cumpfimienta  de  la  Real  óHen  de5de  jiitíofiltirao  ha  día- 
puesto  asimbmo  que  se  fe  dé  publicidad  para  loa  efectos  oporttinof^ 
en  ¡09  términos  B¡guíente€> 

Ministerio  de  Gracia  j  justicia. — Escmr>*  Sr> — Enterada  la  Rt^ina 
de  to  espueito  por  la  Casa  de  Miserir^ontia  de  Mrmila  en  aoíicitud  de 
f(ue  en  lo»  pleitos  y  negocina  judiciales  se  la  considere  como  una  sola 
parte  en  el  pagare  las  costas,  j  oido  e!  parecer  de  ía  nala  de  Indiaif 
del  Tribunal  siigr$nTr>T  se  lia  servido  prohibir  el  que  en  ios  tribtinaíe» 
orJinarios  civiles  y  eclesiásticos  de  Ultramar  se  exijan  derecíios  do- 
bles 6  majores  á  corporación  ni  persona  litigante  cualquiera  que  sea 
su  clase  y  cafegoría,  consideritidolos  como  comunidad»  pues  solo 
deben  ser  tenidos  por  una  parte  en  la  tasación  de  cosías  y  derecho? 
procesales.  D^|Ayl  orden  lo  digo  á  V.  E.  para  los  efectos  coaai* 
gu lentes*  Díoh  guanlc  i  V.  E,  muchos  años,  Madrid  5  de  julio  de 
J84o- — Mayaiií*— Sr,  L^jony^jite  y  Reaf  Audiencia  Pretorial. — Em 
copia.   Haitiana  17  de  fiífiti^mbre  de  1845, — Migueí  María  Paniaguff. 


Ministerio  dti  hi  (irmra,'^  Circular  nümerú  00* — Esqtno.  Sr* — 
tlan  llamado  1|kteiicion  déla  Reina  (Q.  D.  G.)  las  muchas  instan- 
cias que  diariamente  se  le  dirigen  en  solicitud  de  Ta  gracia  de  Indul- 
to, promovidas  por  desertores  de  q  ni  utas  y  de  diferentes  cuerpos  del 
ejército  como  igualmente  las  muchas  Teces  que  queda  sin  efecto  la 
resofucion  que  neae  sobre  las  mismas  instancias  pqf  no  presentarse 
dichos  desertores  á  la  autoridad  competente  como  debiera  hacerlo^ 
dando  asi  una  prueba  de  arrepentimiento  de  su  delito,  Y  S.  M.  deseo- 
sa de  evitar  que  confiados  en  la'R^al  clemeticia  continúen  los  de- 
sertores perpetrando  su  crimen,  y  estén  i  la  espectativa  de  laconce- 
aíon  de  dicha  ¿gracia  para  presentarse  ó  no  según  les  conviniere  á  fas 
autoridades  ó  gefes  respectivos,  se  ha  servido  resolver  la  Reina  que 
cuantas  solicitudes  de  indulto  se  promuevan  en  favor  de  los  desertores 
de  las  quintas  6  de  nlgun  cuerpo  del  ejército  bien  por  ellos  mtsmoa  o 
por  sus  parientes  é  interesados,  han  de  quedar  sin  curso  ínterin  no 
Conste  la  prese ntaciDn^e  aquellos  y  que  han  tenido  ingreso  en  el  ar- 
ma ó  cuerpog^  que  Ijes  correspondiera  estíir  sirviendo  si  no  Jitthieren 
cometido  el  deliitode  dasercion*  De  real  orden  lo*digo  %  Y^  E«  para 
su  conocimiento  y   demás  efectos  corrcsdj^Kutes.   Bios  guáh!e  á 


1  orden  1 

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y.  &  rmnb0B  t^Q%,  Qarceloqa  10  dq  julio  de  ta4$L<— Nunwr.^Bf'* 
Capitán  general  de  la  IsJa  fíe  Cuba*  4»  .  ^ 

Y  de  órdoD  del  Eacmo»  t^r.  Cig^ítau  feneral  m  patlí^  la  pif- 
jrniie  soberana  reaohicipq  para  geparaJ  imeligeocisu  babiéodpse  igo^l'* 
mente  circulado  i  las  súb-inspecciones  de  todas  armas  7  demás  au* 
loridades  mili^ires  de  e^ta  ¿sla  para  su  mas  exacta  observaaoia* 

Habaos  19  de  setiembre  de  1845, — Ptdro  Esiébaa,  secretario^ 

C omitían  provmdal  de  instruccien primaría.— P^rs  los  fines  di^ 
puestos  por  el  Esemoc  8r.  Presidente  GobernadoiypPerior  c¡?íl  y  ejn 
virtud  deacuerdo^de  la  Comisión  provincial  de  instrucción  prima- 
ria, se  avisa  á  los  preceptores  del  ramo  con  establecjniiento  abierta 
en  esta  ciudad  jr  sus  barrios  estfamn ros,  que  se  presenten  á  esta  se- 
cretaria sita  en  la  calle  de  san  Ignacio  al  núm«  51.  Habana  13  de 
setiembre  de  1845. — José  Miguel  Jftod#guez,  vocalsecretario* 

Comandancia  general  de  Man  na  /U  h(_If^aiiUu^^llñh'n^t\do 
concedido  licencia  el  Escmo.  Sr.  <"4<mA«iit<irttí^  ovnerfil  di'í  opo»tñde- 
ro  al  Sr.  auditor  de  guerra  del  mi  m^i*  l>^  Ja»^  ftlarcetftio  Travieso 
para  pasar  á  la  Península  á  diligencr&'pn^fHris,  ptrá^ia^  Ims  círcuns* 
taocias  dé  rentincia  de  vistas  y  dcapüfl'Mrr^  «li  |r?  fH^tuado  á  bu  re- 
gresoy  ha  dispuesto  S.  £.  se  encargue  aitci  tita^icJiíu  4<r  Ja  auditor  te* 
el  Sr.  Fidcal  interino  del  ramo  Dr.  D.  Francisco  (^ampos  á  quien 
reemplazará  con  la  misma  calidad  elabogado^D.  Yj^enté  de  la.  Torre 
y  Trasierra:  bajo  el  coiy^eptb  de  que  utiq jotro  bap  réñungac^otW- 
bien:  lo  que  por  disposición  .de  S.  E.jpe  noEfbia  ^1  públic()  para  sa 
inteligencia  y  gobierno!-^lj|^baA9|l^y.setiemRe  30  dé*  184p,-^iiR>|6 
Manuel  Pareja,  secretario^  ^.  .    •'  .. 

•  -.  •  •  t  •  •  ./^^  .  .  ■  -.j 
Ministerío  principal  de  M.arína  é&h^fimhkfró  de  Uk  M<l^miáUh 
Di  /oaqeín  Nivarvó  y  BKá#c6,  éiíñAÉmüfr&e  g^rj¿  dé- ifiMi>  Maripa 
y*  «I-dañador  boMrario,  ministro  priiHsipáf  ^él'ap<fMadMa.AB4li  M- 
hwtki^V^aqp  flábet  aigar  raéuelU  poé  «a^TMta  ^M  HfíoMOlk^ 
que  la  provisión  de  pertrechos  y  efectos  navales  seMt  |»ik  ti^MHüiia 
i»aiiaUlea»  adiudteáácliUes  pai«  tóramo-ifb  «u^&MTfc  íuvÍMUi' la  pef- 
•oaa  ó  paraasas  q^ak^n  mas  Veneficio  ala  Hswi|#l^  a^  taiié 
#b^k>ae.kaMaaá»  de  m||^ko  eii.«ita  MMlterltf  prHlRpar  IW<'V- 
díícicuiei jr  ptafioa  q«^^B|i  flg^ido  leada«iAii1V,y  MiidMiittni^i 


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— 314— 

propcptieiones  que  se  hagan  ea  pliegos  cerrados  y  sellados,  los  eüafM 
«e  abrirán  ante  la  referida  JV^ta  á  Ins  12  del  día  que  se  señala  cada 
ramo  y  desde  esta  hora  hasta  la  uua  se  oirán  his  mejuras  que  se  hi- 
ciesen, quedando  rematado  á  favor  del  ^ue  haya  hecho  la  prop<y- 
sicion  mas  ventajosa,  la  cual  debe  ser  garantida  ron  firma  de  res- 
ponsabilidad; en  el  concepto  de  que  las  t)uja8  deben  ti'áeerse  bajundo 
un  tanto  por  ciento  á  los  preoios  que  se  han  fijado  á  cada  género  y 
los  pliegos  deben  espresar  el  ramo  á  (^e  se  dirijo  para  evitar  cual- 
quiera duda,  ^^ra  el  efecto  de  eub  inspeccioi!  /  para  la  de  escrito- 
lió  se  señala  eKlla  5  del  próximo  venidero.  Tura  la  de  betunes  y 
para  la  de  loceria  el  dia  4.  Para  la  de  maderas  y  f  nra  la  d«)  talabarte- 
ría el  dia  6,ty-finuhuente  para  la  de  ferretería,  para  la  de  fundición  y 
para  la  de  farolería  el  dia  7.  Habana  30  de  setiembre  de  1845. — Joa- 
quA  Navarro. 

Secretaria  dd  Gobierno  superior  civil  de  la  Isla  de  Ca^fl.— Con 
nlijetn  de  v^m  e\  de|^si|ct-j4ii[irinl  de  esclavos  produzca  á  In  Real 
Cu^u  de  Bgrefícciipfu  laa  inilíil^irles  que  se  propuso  S.  M.  en  In  real 
orden  de  13  d^  ^^hiú  de  l^lt)  ha  determinado  el  Escnúi,  Sr.  Presi- 
dente Gübernudor  y  CiipUají  ji^tiLi^ral  de  conformidad  con  la  consulta 
del  Sr,  Asesor  g<  iicni!  sl^ihuIíj  au  inserten  en  tres  números  del  Dia- 
lio  de  esta  ^ai^ital  pai%  conocimiento  del  publico  las  siguientes  pre^ 
vAiciones.  . 

Pritt|;era«  No  se  dispondrá  d^óbito  alguno  en  poder  de  par\icu« 
lÉres  sính  ea*el  RüsI  hóspieío.  .  *  •  ^ 

Segunda,  Si  alfun  paisiciilf^  fuese  d|posilario  actual  de  escla- 
n^  los  íémitirá  inmemata^i^AL  la*tien«fi«encia  apercibido  de  que 
transcurrido  no  ihea  después  de  «sta  puMicacion  el  que  no  la  baya 
obedecido,  pttti^  al  Hasf^io  los joñíaies  te  los  negros  que  tuviesen 
-4nHM>n  ide  4  n?  fuerrfa  OlaciM. 

TavMra.*  L6*  mismo  at  «tenderá  «m  aqueHoa  oegroa  que  ha- 
Hasdh  fiígado  deí^íepaako  y  ae  hallasen  en  podar  de  ana  doeñoa  aaa- 
Ij^^ea  aale  OMO  \mi  JMwaka  deberán  abottarsa  desde  el  dtade  la 

^  CiMMli.  Se^|poMbe»af^eoCtiedor  mayor  de  lonja  ó  á  eualqaiem 
•Iro  taaañoMqtie  Terifiquo  el  aTalúo  de  niogan  esclavo  mandado  tñ- 
y^it  por  leaOMiun^les  fuh  su  remate  sin^H^ntes  ae  le  presente  hi 
papelaka  d«  la  A#mlifcistfaei9u  de  la  I^^^Bncia  que  acredite  ha- 


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liarse  el  iiervo  en  su  depósito.   Kiibann  y  setiembre  22  de  184¿«-* 
Miguel  María  Paniagua. 


Inspección  de  estudios  de  las  islas  de  Cuba  y  Pto.-Rico^^  Con- 
formándose el  Escmo«  íS'  více-R^al  protector  de  initriiecioii  pública 
con  lo  acordHdo  por  esta  Cbfpc^rscion  en  sesión  del  día  13  del  meP 
de  agosto  próximo  pasado,  se  ha  servido  disponer  qi|^  se  recomiende 
á  los  profesores  de  la  cienm  de  curar,  la  supcricion  al  periódico 
que  con  el  título  del  Observador  Habanero  redacta^d  Dr.  D.  Julio 
Jacinto  Le-Riverend,  por  el  beneficio  que  debe  re^Kr  la  huroanH 
düd  doliente  y  por  lo  qu^pueda  eoiiveoir  á  la  repoiaciob  é  intereses 
de  diebos  profesores  las  ideas  y  notíeias<|ye  comieBeB  los  lumÍBeaca 
artículos  que  se  iosertan  en  el  espresado  periódieo,#ja  sobre  bs  ea-  . 
fexmedades  mas  frecuentes  en  esta  Isla  y  ya  también  sobre  los  adfo^ 
lentos^ y  progresos  de  la  ciencia  que  se  publican  en  el  estrangafo;  y 
que  esta  recomendación  se  entiendu  |>riíicJ|)iJiiitnte  couloscirojanos 
auiorisadee  por  laoirai^íar  de  5  cíe  juU^^l^l^ara'gpeer  la  me- 
dieina  en  et  campo  y  pueblos  tnierio^^^^^^U^i  tDcdiftme  i  qtie  < 
les  será  muy  útil  y  conveniente  Ih  ú<ni^^^^Berido  periódico  para 
adquirir  los  conocimientos  de  unic  ciciicl^^^os  estudios  teóricas  no 
has  oompletado  y  que  ofrece  tanrns  dítícnhndefl  parn  ejercerla  con 
asierto.  Habaaa  122  de  setiembre  de  ld45.^Pedro  Galestiiio  Cañe- 
do, secietarío. 


CowumdancMí  general  do  Marmm  del  ap0oia¿erü  do  la  BMifíUf.-^ 
El  4ia  da  hoy,  previo  ekjiiramf»^4»i^orveBpondieme,  baniomaáo  po- 
sesión de  sus  destinos  en  clasede  interinamente  y  ea  la  imna  anan- 
ciada  en  el  aviso  público  de  3^el  .actual,  el  oéior  honorario  Dr. 
D.  Francisco  Campos  y  el  auditor  thmbien  honorario  D.  Vieanlelda 
la  Torra  Trassierra.  Lo  que  se  haaa  oolorio  por  diapaaicioB  da! 
ESsoroa.  Sr.  Comaadaata  gaoaral  dal  apoatadaro.  Habana  M  de  sa- 
tiambra  da  I84li.-- Jas<  Mrnnuol  Pmrojm^  searatario. 


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—316- 


CONiKIlIfim  DTILEIS-  IRTBS  INDimiiU 


Barniz  para  luilefl  de 


Scdeiriteo  éoa  onzas  de  trementina  do^Veneeía  en  una  eassuela 
de  huno;  íb  aftadet^  eatanéo  caliente^  tres  oneas  de  aeeite  de  treitten- 
tinm^  j  hiego  uaa^dnvaoMi  de  almáciga  en  tógrimra.'  Bien  ttiezclado 
todtei  aeeelMi  en  tjn  matráf  ó  en  ana  botella  de  Yídrio,  y  se  pone  eo- 
bfe  roacoldo,  femoviesdo  mvichas  feces  la  mezcla  hasta  que  la  aimá- 
cif*  ae  baya||üsuelto. 

Eatonéiln^n  ei|^|||^^^ela  en  el  bastidor,  se  dará  una  man^ 
óm  estÉ  barniz  con  ¿fl^^^B^^  ^*^^  ^^^  ^^^  tafetán,  y^ae  deja  se» 
car  por  dos  6  tres  diii^^^^^ 

▼•'otro. 


Ss  poQe»«&  un  puchero  barnizado,  dos  onzas  de  aceite  de  nuei 
ó  de<  linaza,  y  cuatro  de  tremeniina  buena;  se  pone  al  fuego  hei  mez- 
cla, j  al  instante  que  comienza  á  hervir  su  espuma  y  aparta,  se  di- 
snelTo'ftn  afta  onto  de^aoette  de  trementina,  umi  draema  de  almíti- 
ga^  y  se  añ^de  á  la  cómposiei#n  áftte^deafUearla  Íberamente  sébra 
la^teh  omi  «m  pincel. 

8a  paoea  á  hervír.<)os  «zismifatettle  aceite  de  lino  h  de  nuez,  óo» 
uam  ebrttta  de  pan  en  «»  oaMem  ó  perol»  pordfos  liaras,  h^sta  que- 
metiendo  en  éh  una  filitma  ne  queme.  Se  «aea  entonces  la  corteza  4b 
pan,  ee  añade  en  seguida  poco  á  poco  media  onzi^.de  litargirio,  he- 
cho polFos  sutiles  j  se  remueve  continuamente  con  un  palo;  después 
se  añaden  dos  onzas  de  capuiana  Inen  pulverizada  j  se  sigue  revol- 
viéndole con  el  palo  sin  cesar,  para  que  las  drogas  no  se  peguen  j 
quemen.  Se  deja  hervir  algún  tiempo,  j^^Muies  de  añadir  poco  4 
poco  media  libra  de  pez  griega,  cuatro  ^^^Hb  sandáraca  en  polvo, 


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«m  1 


y  rtiM?íenda  siempre  para  que  no  suba  el  hervor  y  te  salga  el  bar- 
niz, se  deje  hervir  hastii  que  tome  cuerpo^ 

OTRO. 

ToBka  lie  Be«jui  el  mñm  blaseo  una  onrM^  otra  de  goma  arábiga 
la  mas  Uaaaa,  que  se  echau  en  una  redoma  eon  medio  onartiHo  de 
esyiritu  4e  wkko^  y  se  poü^  ai  ^  para  que  se  deJIíagan.  Despaes  se 
eoba  una  Uhra  de-áeeite  de  Itoaca  en  una  olla  vidriada,  con  una  onaa 
daalaaáciga  mmfy  fiaipia  y  molida^  que  se  disuelve  á  fuego  lento,  lo 
QBal  verifioado,  se  eeha  con  IS  demás,  y  se  pone  al  sol  bien  tapado 
per  veinte  dias,  que  se  har&  un  barniz  que  no  le  hay  de  mejor  lustre, 
laay  secante,  y  que  ni  el  fuego  ni  el  agua  podrán  dañarle.  EfSiá  pro* 
hado  y  esperi mentado,  si  se  quiere  emplear  ea  Ifülés,  se  dé  oomki  yu 
lleiaiaoe  espUoado  en  los  hules;  y  si  en  madera8»como  otro  oualquie' 
ra'  barniz» 


i  kole,  pra^HRra  csM»otés, 

B^  estirada  en  el  bastidor  una  tela  delgada,  gruesa  ó  bien  ta- 
feéÉBi  dbekf  se  la  dará  por  cada  lado  una  mano  de  color  gris,  com- 
pussta  de  fJbajialde,  carbón  molido,  un  poco  de  añil,  y  aceite  secan- 
ta  da  haaza:  se  seea  al  sol  ftievte  (ad? irtiendo  que  si  pasa  nube  le 
■aadia)  y  eslavda  saco  se  dá  otra  mano  del  mismo  modo,  7  si  se 
qtHeré  no  se  le  d4  laas  qae^or  un  lado:  luego  se  le  fi,  el  lustre  eon 
UB'lRifa^-iioelM»  aaii'doce  o^fas'^e  espíritu  de  vino,  una  (rnza  de  ^  - 

tremaatiaaydaa  és  pez  griega,  todo  derretido. 


Propledadea  de  las  gomas  j  dll^renclaa 
de  lo»  iMlea  j  ana  «olerea. 

* 
Si  se  quiere  barnizar  la  tela  de  color  oscuro,  se  le^nadirán  dos 

onzas  de  tierra  sombrajil  bariítz;  si  de  carmesí,  igual  cantidad  de  ver- 

mellon;  para  coloj^^^^  azarcón;  para  verde,  cardenillo;  para  azul» 

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—«18— 
aftlte  de  Yenecia;  para  blaoco,  albajatde;  para  nagm  bumo  ée  pez 
y  todo  forma  un  cuerpo  con  d  aceite. 

Si  se  quieren  hacer  de  estos  hules  adornos,  como  frieos,  tapetes 
de  mesa  ó  altares,  delantales  de  señoras,  ú  otra  cosa  bardada,  se  bar- 
niza j  deja  secar  el  hule  del  color  que  se  quiera  que  sea  el  fondo»  j 
estando  bien  saco,  se  tieae  preparado  el  bacoia  ó  bafaioes  de  los  co« 
lores  que  se  van  i  hacer  los  ramos  i  cenefas;  se  ponen  CMeiaM  de  \m 
tala  los  moldes  quedara  el  efecto  s^j^aen^^preparadoa,  ean  loadUMiK 
jos  que  se  hajan  de  hacer,  y  bien  puestos  las  moldéf ,  j  avjetos  enei* 
ma  de  la  tela  de  modo  que  no  se  muevan,  se  pasa  la  brocha  6  píaiaai 
por  eaeima»  j  quedará  la  flor  6  ramo  señalado,  advirtiendo  qae  pana 
que  tenga  bastante  realce  el  bordado,  debe  darse  algo  espeso  el  bar* 
nis  j  tener  el  modelo  un  grande  rato  paia  que  no  se  corra,  y  tamblaa 
quitarle  coa  cntdado^  fin  de  no  ensnciar  con  él  la  tela. 

Siendo  las  propiedades  de  las  gomas  algo  diferentes  j  las  de  M 
secantes  mas  activas  en  unas  composiciones  que  en  otras,  esta  ea  la' 
causa  de  la  divenidad  de  barnices  que  se  han  citado  para  los  bules; 
y  como  tambie^a  tempgtiM|^kiene  una  influencia  tan  grande  en 
esta  materia,  fué  necesarM^H^nvestigaciottes  y  aa  aiQ^ttrse  i  ana 
sola  operación*  Por  tanto  eiffirgamos  á  todo  el  que  trabaje  en  los 
barnices  ó  hules,  que  se  familiarice  con  las  gomas  y  secantes,  y  ^e- 
gan  fuese  la  ostensión  así  escoja  los  barnices:  bien  eateadíde  por  to- 
dos, tienen  igual  mérito,  con  lo  sola  diferencia  que  unos  son  mas  la- 
▼orables  para  el  calor  y  otros  para  el  irlo.  De  todos  modos,  ea  esla 
material  la  práetioo  es  la  üaica  que  puede  perfeccionarla,  y  darle  ua: 
conocifairfñeo  exacto  de  las  cnalidades  de  las  materias  eitadaa*  DiaW 
asáfliismo  obs^varse  según  varísn  (os  6bloree,  también  baa  da  rm- 
riar  las  gomas  y  secantes,  pues  &  ift  cffor  claro  tu  firntaá  que  eoiw 
responda  lo  claro  y  que  al  oscuro  corresjpoada  tambíea  lo  oaaaaa»-  >./ 


• 


MAtm  mniiiii 

t>íi  l^ftTA  C1\3DAD    Y   S\3B\3BB10ft 


fin  setieoibM  ae  bafireDteMj^i  bliinoo««  ,  .  • .  4  * .  « •  é      133 
iTó  color 176 

Total 809 

^        tentre  las  primen»  designamos  los  stgnieiites  cadáveres  costo 
w^personas  no^ibfes 
Día  1— Wí 


l)ia  i. — IRña  Josefa  Ñapóles,  vecüín  de  la  parroquia  ausiUer 
del  Monserraie. 

ídem. — Dona  Tomasa  de  CHStro,  natural  de  esta  ciudad»  víudsi 
vecuia  de  la  parro<|üm  del  Ciplritu  Santo. 

Día  3. — Doña  Merced  FernandesB,  natural  de  esta,  sehera  de  It 
aóos,  veciua  de  la  auiiiliar  del  8ui.  Cristfl* 

ídem. — Sr.  iPretfbro.  Dr^  don  ]\^|dh|^e  Echeverría,  caballera 
de  la  Real  y  distinguida  orden  espu^pRre  Carlos  III,  TÍce-rector 
de  esta  tteal  Universidad,  de  tO  años,  vecino  de  la  ausiliur  del  Santo 
Cristo,  (1) 

ídem. — ^Don  José  del  Carmen  ftuc^lo,  natural  de  esta,  soltera 
it  41  años,  vecino  de  la  ausiliar  de  Jesui»  Ainria. 

Día  áv'-'Doña  Jonefa  del  Castillo^  natural  de  esta^  viuda^  de  8# 
anos,  vecina  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Idem.«-^Rdo.  P,  Provincial  de  la  orden  de  Saa  Francbeo  fray 
José  Albore. 

Dia  H. — Don  Antonio  Rodríguez  y  Mellado,  guarda  marina  de 
la  fragata  de  S.  Mw  Cristina,  natural  de  Cartajena  de  Levante,  soltero 
de  17  años.  ' 

Dia  7. — Doña  María  def  Carmen  €lon¿»ile«,  natural  jde  S.  Agvf- 
lin  de  la  Florida,  viuda»  de  87  años,  vecina  de  la  ausiliar  de  Jesús 
María* 

tdem«-^Sra«  doñu  Josefa  Já«t¡z,  natural  de  esta  ciudad,  soltera 
de  63  añ  >8,  vecitta  de  la  parroquial  mayor  (2),<fOcupa  el  nicho  nít* 
mero  50]. 
-  «  -I. 

(1)  El  abate  Dessidiea  pesa  la  vtda  del  hombre  con  el  sentimiento 
t\ú9  causa  su  mnertd  entre  ágenos  y  estraRos,  7  siguiendo  esta  máxima  del 
erudito  autor  de  los  Panteones,  diremos  que  la  del  Sr.  don  Manuel  de  Gcbt* 
Terna  ííié  de  un  v^r  incalculable.  La  Habana  toda  se  ha  mostrado  sensi* 
Me  en  tan  grande  pérdida,  y  sí  el  pobre,  el  desvaíais,  la  viuda  y  la  donce- 
lla Harán  sohresa  sepuyyj^cábraulo  también  las  ñores  que  le  consigna  el 
afteeto  y  amistad  qne^^^^pensó. 

(2)  Al  protocolaN^Kierte  de  es^a  ilustre  sedora,  nos  creemos  obli- 


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— a»— 

ídem. — Don  Juan  Francisco  Urrutia,  natural  de  la  villa  de  Ve« 
ras»  soltero,  de  70  tiot,  veoiiio  de  la  aasifiar  de  Jeaua  María. 

Dia  8. — Doña  Dolores  Yuldés,  natural  de  esta,  aolterat  de  33 
años,  vecina  de  Jesús  Marin. 

Idem« — Don  Antonio  Haría  Araago^  natural  de  esta^  cafado,  ve- 
cino de  la  i^arroquia  de  Guadalupe. 

Día'  11. — Doa  Magia  PareliMda,  naturti  de  Ckntaleña,  casado, 
de  60  años,  vecino  de  la  ausiliar  clel  Santo  Cristo.  [Ocupa  el  nicho 
iiilm.  52]. 

Día  13«^— Don  Juan  Justo  No)ip^atural  de  ésta,  soltero,  vecino 
de  la' ausiliar -del  M«>i>serrate.  -  .. 

Dta  14. — Doña  Dolores  Bullón,  natural  de  esta,  casada,  vecina 
dei  Monserrate. 

ídem. — Sr.  coronel  don  Luis  Antonio  Ruiz  de  Ajda,  natural  de 
Álava,  casado,  vecino  de  la  ausiliar  del  Sto.  Cristo.  j| 

Dia  15. — Don  Joaquín  Porto,  natural  de  esta,<|||fe  años,  veei^ 
BO  de  la  afuiliar  del  Monserrate, 

ídem, — Doña  Merced  Cadenas,  natural  de  esta,  viuda,  de  ¡]CÍenS 
•fi«f,  vecina  de  la  parroquial  mayor. 

ídem, — Dona  Margarita  Alarcon,  natural  (fe  esta,  viuda,  de  71 
años,  vecina  do  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Dia  19. — Doña  Franjea  Domínguez  de  Yaldés,  nataral  de  esta, 
viuda,  vecina  de  la  parroH^^^l  Espírítu-Santo. 

Dia  í  L — Don  Antou^TFIernaiidez,  natural  de  esta,  viudo,  ve- 
<0ÍfK>  de  la  ausiliar  del  Santo  Cristo. 

Dia  22. — Presbro.  don  Francisco  Agustín  Rodríguez,  capeflai» 
del  regimiento  do  la  Union. 

Dia  2o. — Doña  diaria  de  Jesws  Martínez  y  Alentado,  natural  de 
^SantuMaria  del  Rosario,  de  75  años,'vecina  de  la  ausiliar  del  Santo 
Cristo,  [Ocupa  el  nicho  rHím.  54]. 

Dia  36.— «Doña  Antonia  Cristina  Borras,  vecina  del  Monserrate. 

ídem. — Don  Antonio  Valdés,  natural  de  esta,  soltero,  de27  años, 
vecino  de  la  ausiliar  del  Santo  Ángel. 

Dia  2S. — DoB  Federico  Pa6í,  natural  de  Aletnantat  veetiio  fc. 
iu  parroquia  de  Guadalupe. 


gados  á  seualar  el  respeto  de  que  fué  merecedora  por  s^  virtudes  dométú' 
cas,  y  por  el  aprecio  que  geoeralmcute  debió  á  este  veenidario;  Buena  aaaí- 
ga,  veraz,  cousecuente,  generosa,  recta,  cristiana . .  •  «he  aquí  en  raafiawt^ql 
elogio  qüo  le  tributamos,  cubriendo  coa  blanj^kzucen^  el  pórtica4el 
nicho  que  guarda  sus  restos  mortal|''  ^^^ 


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NOVIEMBRE  DE  184* 


Qaantos  escritos  se  inserten  en  esta  obra,  serán  de  interés  permanentg 
qoe  no  Mpiren  cotí  las  paa^geias  y  accidentales  cireoñstanciafi^ae  la  época  de 
su  publicación.  •; 


SOBRE   EL 
BV  AUTOR 


Don  Joan  Pablo  Fornerr 


.uVQvc  el  nombre  del  sabio  magistrado  D. 
Juan  Pablo  Fomer,  es  bien  conocido  en  la  república 
de  las  letras,  la  edición  de  sus  obras  se  ha  het*lio  tan 
rara,  que  creemos  hacer  un  verdadero  servicio  á  la  li- 
teratura, protocolando  el  Discurso  sobre  el  modo  de 
escribir  la  Historia  de  Hspaña,  que  dio  á  luz  este  in- 
signe literato ,  á  ñnes  del  reinado  del  Sr.  D.  Car- 
los IIL 

£1  distinguido  poeta  D.  Manuel  José  Quintana, 
dio  lugar  en  su  Colección  de  poesías  castellanas  ,  á 
algunas  de  D.  Juan  Pablo  Forner,  que  también  pulsó 
laura,  y  aunque  cortas  en  numero,  serán  siempre  una 
muestra  de  su  profunda  erudición  y  de  buena  poesía. 

En  el  año  de  1816  se  publicó  en  Madrid  el 
dtctámen  que  dio  Forner ,  al  Consejo ,  como  fis- 
cal de    la   Audi|ncia   de   Sevilla  ^   sobre   estableci- 


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miento  de  un  teatro  en  el  huerto  de  Sta.  María.  £1 
editor  ofreció  publicar  otras  producciones ,  no  menos 
interesantes,  del  mismo  autor,  pero  por  desgracia,  es- 
tas pYomesas  tuvieron  el  mismo  tesirltado  que  otras 
muchas  "rfe  este  género.  Las  obras  de  Forner  no  vie« 
ron  la  luz  publica,  ó  si  se  vetifícó  su  publicación,  fran- 
camente confesamos  que  no  han  llegado  á  nuestras 
manos.  ¡Lástima  en  verdad!  pues  los  escritos  de  For- 
ner hubíerim  pn>porcionado  escelentes  lecciones  á  los 
aficionados  á  las  Musas  ,  rico  y  abundoso  pasto  á  los 
literatos  y  sabios  modelos  dé  elocuencia  forense  d  \6mr 
que  se  dedican  á  la  egregia  carrera  de  la  toga. 

Aunque  obras  como  la  que  ahora  ofrecemos  á 
nuestros  lectores,  no  necesitan  prólogos  ni  recomen- 
dación alguna»  hemoscreido*oportuno  estampar  estas 
cuatro  líneas  al  frente*4l.el  Discurso  sobre  el  modo  de 
escribir  la  Historia  de. -España ,  pagando  xle  este 
modo  un  tributo  de  alabanza  y  admiración  á  la  me^ 
moria  de  un  Magistrado  que  tanto  ilu/stró  su  patri§. 


¿oiz^cn  ^ó¿  yxitc¿a. 


^%< 


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ADVERTENCIA. 


La  lef^ura  mianna  de  estas  reflexiones  manifestará  qu^  no 
ba  sido  mi  ánimo  formar  un  plan  de  ia  Historia  de  España' 
Gonforme  á  la  opinión  que  sigo  del  modo  de  escribirla*  Seme- 
jante plan  no  puede  formarse  sino  con  vista  de  todos  los  docu- 
mentos que  deben  servir  de  materiales  á  la  fábrica  6  composi- 
ción de  la  Historia.  El  diseño  ó  modelo,  que  es  propiamente  el 
modo,  economía,  estructura  y  forma  que  ha  de  tener  la  obra  en 
toda  su  amplitud,  ha  desajustarse  por  precisión  á  los  hechos  y  á 
los  motivos  que  los  ocasionaron;  y  como  estos  hechos  y  motivos 
han  de  resultar  del  examen  de  gran  numero  de  documentos 'que 
yo  no  be  visto,  siéndome  estos  desconocidos,  me  es  imponible 
formar  un  pian  o  diseño  individual,  como  lo  seria  al  geógrafo 
formar  una  carta  de  un  terreno  que  no  conociese  individual- 
mente. Lo  que  hay  impreso  bastaria  sin  duda  para  la  época  de 
loa  romanos.  Esta  éfK>ca  debe  ocupar  pocas  páginas  en  una  his- 
toria que  no  ha  de  atenerse  principalmente  á  describir  batallas 
y  asolamientos  de  pueblos  y  provincias.  De  los  tiempos  siguien- 
tes ,  esto  es ,  del  de  los  godos  ,  árabes ,  y  erección  de  los  varios 
reinos  que  se  fueron  formando  en  las  guerras  contra  estos  ,  es 
también  mucho  lo  que  hay  impreso  ,  tanto  dentro  como  fuera 
de  España;  pero  como  en   una  historia  política  de  una  nación 
cristiana  no  se  puede  prescindir  de  los  progresos  é  influjo  de  las 
gerarqmas  eclesiástica  y  monacal,  y  como  estos  progresos  ó  iu- 
Aijo  comenzaron  á  tomar  fuerza  en  la  dinastía  de  los  godos  ,  y 
crecieron  sucesivamente  en  los  peligros  y  turbulencias  de  las 
guerras  con  los  africanos,  aunque  de  lo  que  hay  impreso  puede 
sacarse  mucho,  á  imitación  de  lo  que  practico  Gianone  en  su 
Historia  de  Nápolesx  ^  ioda^iñ,  si  no  me  engaño  ,  mucho  mas 


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lo  que  hay  oculto  en  ios  archivos  de  varias  catedrales  y  monas- 
terios, pues  solo  del  de  Toledo  saccí  el  célebre  jesüita  Burriei 
grande  numero  de  documentos  no  conocidos,  que  copiados  de  su 
mano  paran  hoy  ,  eegun  he  oido  ,  en  la  biblioteca  HeaL  En  la 
historia ,  mas  que  en  otro  género  de  escritura  ,  es  de  absoluta 
necesidad  acudir  á  las  fuentes  de  las  cosas.  Ella  es  la  que  hace 
existir  en  algún  modo  los  siglos  y  hombres  que  ya  no  existen; 
y  si  ^8ta  representación  de  existencia  no  corresponde  á  ia  que 
verdaderamente  tuvieron  los  siglos  y  hombres  pasados ,  entona- 
ees  deja  de  ser  historia  y  entra  en  ia  clase  de  novelas.  Fuera 
de  esto,  como  los  intereses  de  muchas  clases  que  existen  ac~ 
tnalmenfe  vienen  derivados  de  los  sucesos  que  hubo  en  los  si«> 
glos  qae  nos  antecedieron  ;  si  la  historia  destinada  a  mantener 
ia  memoria  de  estos  sucesos  los  representa  mal ,  agravia  á  un 
mismo  tiempo  á  difuntos  y  vivos  ;  á  aquellos  por  no  espresnrlos 
oomo  fueron,  a  estos  porque  verán  adulterados  los  orígenes  de 
lo  que  son. 

Xa  ambición  humana  ha  bocho  que  en  los  estados  civiles 
haya  siempre  discordia  y  competencia  (á  veces  sorda  ,  á  veces 
publica)  entre  todas  las  clases  que  los  componen*  Lo  que  se^ltoe 
ea  &vor  de  los  derechos  de  una  ,  ofende  á  la  otra.  Cada  ana 
quiere  prevalecer  y  dominar  todo  lo  que  puede.  El  hisCoriador 
que  no  funde  sus  narraciones  en  documentos  auténticos  y  origi- 
nales, se  espondrá  á  ofender  á  todas  generalmente  ,  porqáe  bs 
mas  agraviadas  le  notarán  de  haber  procedido  sin  conocimiento 
de  causa.  Orando  atención  y  grande  trabajo  es  menester  para  es-» 
to;  pero  á  costa  de  atención  y  de  trabajo  se  escriben  las  obras  que 
inoMMrtalisan  á  lew  naciones.  Para  hacer  un  ensayo  hiat<$rieo 
como  el  de  Voltaire  ó  unas  rapsodias  como  las  de  Raynal,  bas-* 
tan  poces  libros,  y  una  pluma  habituada  á  escribir  epigramas  j 
declamaciones.  El  estilo  hará  agradable  una  historia  ,  mes  wm" 
rerdadera.  Por  esto  decía  Zurita  á  su  antagonista  Santa  Oroz^ 
qm  habia  eicrita  sus  Anaki  no  de  otro  modo  que  esiiemk  d  tieri^ 
baño  MM  escrüura^  de  suerte  que  no  recelaría ptrner  eneUoseisig^ 
no  con  SM  En  testimonio  de  verdad,  cotno  aquellos  practican* 


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—335  - 

Mis  reflexiones,  piief?,  no  se  fíindan  mas  que  en  nqnclins 
tiotiiones  generales  que  bastan  para  dar  á  entender  la  forma 
qne,  según  mi  modo  de  pensar,  puede  recibir  la  historia^  pafa 
que  ^tñ  útil  no  solo  á  los  ciudadanos,  pero  principalmente  á  lo9 
monarcas  y  á  los  hombres  páblicos.  Las  proezas  y  hazañas  de 
los  héroes  y  guerreros  están  ya  bastantemente  ensalzadas  en 
mHNres  de  tomos;  falta  representar  la  vida  política  ,  y  ver  en 
los  tiempos  antiguos  los  orígenes  de  lo  que  hoy  somos ,  y  en  la 
sucesión  de  los  tiempos  los  progresos  no  de  los  hombres  en  ín<^ 
dividuo,  sino  de  las  clases  que  forman  el  cuerpo  de  los  estados. 

Una  historia  de  esta  iMitur«ilefift,  no  es  imposible  en  la  eje- 
cución, facilitando  auxilios  y  removiendo  obstáculos.  En  España 
es  menester  hoy  unos  y  otros  mas  que  en  otra  nación  de  las  que 
en  Europa  se  llaman  sabias.  En  estad  hay  impresa  gran  abun- 
dancia de  documentos  en  colecciones  por  la  mayor  parte  mag- 
níficas. Subsisten  ademas  las  plazas  de  bistoriogiafos  o  cronis- 
tas, no  solo  sin  que  las  academias  se  ofondarf  de  ellas ,  pero 
siendo  académTcos  los  mismos  qne  el  monarca  nombra  hi^lorid- 
grnfos.  Por  esto,  y  por  conocer  el  genio  de  nuestros  cuerpos  lir 
terarios,  he  dado  principio  á  mis  reflexiones  sentando  que  para 
escribir  la  historia  es  de  precisa  necesidad  restaurar  las  plazas 
dtí  cronistas.  En  tiempo  de  Felipe  II  fue  la  época  gloniosa  dm 
nuestra  historia,  porqife  este  Rey  abrió  á  sus  cronistas  no  «ok) 
los  archivos  de  su  corona,  sino  también  ios  de  las  catedrales  y 
los  de  los  conventos,  librando  cédulas  á  Zurita,  Morales,  \rgo* 
te  de  Molina  ,  Pérez  Pacz  y  otros  ^  para  que  en  todas  partes 
donde  las  presentasen  se  les  pusiesen  de  manifiesto  los  papeles, 
códices  y  libros  que  hubiese,  pidiesen  y  necesitasen.  Los  poste-^ 
rieres  que  no  lograron  tales  au.tilios,  apenas  hicieron  mas  que 
copiar  á  ios  cronistas  de  Felipe  II;  y  Mariana  fue  el  primero  y 
mm  ascelente  de  los  copiantes.  ^ 

En  el  estilo  no  he  puesto  grandísimo  cuidado.  Simplemen* 
te  he  vertido  mis  pensamientos  conforme  se  vinieron  é  la  pin* 
ma;  todo-alio  de  primera  mano,  sin  mas  lima  ni  corrección  :  de 
suerte  que  yendo  todo  escrito  de  mi  letra  por  no  haberlo  querido 


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fiar  á  nadie,  ni  aun  me  queda  borrador  de  la  mayor  parte  de  lo 
que  abraza  este  papeU  porque  el  borrador  sobre  que  se  (undó 
fue  io§B  bien  una  serie  de  apuntamientos  ,  que  ún  discurso  or- 
denado. Mi  buen  deseo  de  ser  útil  en  lo  poco  que  alcanz<^hará 
disculpables  mis  incorrecciones.  En  esta  ocasión  me  propuse 
escribir  cosas,  no  frases.  Por  lo  demás,  la  prudencia  y  suioa  pe- 
netracion  de  aquel  á  quien  se  ofrecen  estas  reflexiones  (*),^rá 
de  ellas  ,  como  lo  hace  en  todo  ,  el  uso  mas  conveniente  para 
utilidad  de  4a  patria. 


I. 


lA  Academia  de  la  Historia  no  es  6  propítolto  para 
escribir  una  buena  lilstorla. 

VoMo  entre  una  historia  y  una  compilación  de  hechos  hay  la 
misma  diferencia  que  entre  un  edificio  y  los  materiales  de  este  mis- 
mo edlQcio  amontonados  en  una  plaza  6  almacén  ,  tengo  por  cosa 
cierta  que  asi  como  son  útilísimas  las  academias  para  buscar  y  con- 
serrar  estos  fragmentos,  lo  son  igualmente  para  investigar  y  compilar 
hechos;  pero  eu  tratándose  de  formar  un  cuerpo  perfecto  de  híMoria» 
ninguna  academia  ,  considerada  como  tal ,  podrá  jamas  formarle  ni 
producirle,  asi  como  ninguna  academia  podrá  jamas  formar  una  es- 
tatua tan  escelente  como  la  formaba  Fidias  solo  por  sí.  Los  ejemplos 
de  la  antigüedad  pudieran  dar  peso  á  esta  proposición  si  Grecia  y 
Roma  hubieran  conocido  esta  especie  de  academias.  En  Francia  no 
hay  academia  de  historia,  sino  de  materiales  para  la  historia ;  y  esto 
es  efectivamente  en  lo  que  puede  ocuparse  con  grande  utilidad  una 
éongregacion  de  eruditos  tan  recomendables  como  los  de  la  nuestra. 
La  historia  universal  que  publicaren  Inglaterra  una  sociedad  de  hom. 
bres  de  letras,  do  es  mas  que  una  serie  de  estrnetos  de  las  mejores 
lúitorias  de  las  naciones,  y  en  las  cosas  modernas  una  compilación 

(*)  Este  fue  el  Escelentísimo  Señor  Don  Eugenio  Llagnno  ,  s^retario  de 
Estado. 


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f)«  las  ¡nnamerables-iiieinorias  que  se  liao  escrilo  sobre  ellas ;  ocupa* 
eioo  que  puede  ciertamente  «er  desempeñada  pof  muchos  j.j  j¡otk 
acierto.  España,  que  por  el  establecí  miento  át  las  plazas  de  cfonisl^ 
habla. poseído  de  tiempos  muy  autiguos  igia  serte  nointeruimi^aáe 
hiftoriadores»  ha  TÍfltb  ceskr  la  continuacídh  ¿e  su  historítf  d^iaM 
roíamo  punto  que  se  estableció  la  aQademii^e  eiju.  En  ItaKa  haj 
gran  miitíTtud  de  fabíAétes  de  antigiiqdad^ ,  y  escesíro  nüáiero  da 
Bicada|pias  qué  se  «ocupan  en  investigaciones  híslprícas:  pero  sus  bue* 
^nos  bistAíadorieSf^como  sus  buBnoa  poetas,  si  bien  han  sido  tal  vez 
individuos  de  estaa  sociedades,  baft  trábi^.a4c^ieiítpTe  -fia  -  participa* 
cion  deelli^  KaA >ez  se  ha  visto  óbrá  gVande  de  tti'uchos  inganioa* 
Cada  uno  de  iosque  componéa  nuestra  itcadéñiia  pudiera  rhacarla 
por  si  solo;  pero  es  caai.ímpósible  .^ue  «pidos  muchos  \  aun  de  igua- 
les talentos»  la  saqueo  perfecta,  porque  no  puede  ser  que  je.  conrea* 
g^n  todos  ea  el  modo  de  pensar  y  eq^el  de  enpreáar  lo  que  piensaaj 
y  %o  lo  es  menos  que.  la  casualidad  jpnte  en  uña  academia  taleatoa 
igiAiIes  j^  aejnejantej  que  puedaq  ptadiicir  de  mancomún  una  ebra 
que  no  sea  nionetruosa.  «  •  . 

Si^como  han  pretendido  algunos)  la  can|posicJion  de  upa  hiato** 
ria  hubiera  de  reducirse  á  unasimffley  d  ésnuda  compilación  4e^- 
chos,  adopMindo  uA  pf an  ^ronalógico' y  poseyendo  los- materiales  cor- 
respondientes,  pudiera  sin  duda  una  a^demia  'formar  una  historia 
admirable,  y  que  no  fuese  demasiadamente  pesigual  en  sus  partas* 
Aun  asi  el  estilo  no  seria  unifbrme,  y  dejaría  entrever  la  diferencia 
de  las  man^s.  Tal  peda2p  sería  Aorid^,  tal  seco  y  descarnado,  tal  se- 
vero y  conciso»  tal  gracioso  y  encantador,  y  tal  también  inelegante  y 
tosco^  porque  al  ^n  es  dificil  qye  Iqji  in  diyidqos  de  una  aoadeinía  a^an 
todos  igualmente  talentos  del  primer  orden,  y  es  todavía  mas  diicU 
que  los'  que  no  lo  sean  quieran  someterse  á  .la  corrección  de  los  mas 
aventajados..  Seria  sin  enlbargo  disimulabfe  este  defecto  de  desigual, 
dad  si  los  grandes  ejemplos  de  •Kistorias  escelesmtes  que  se  nos  ofre- 
cen continuamente  á  la  vista,  no  nos  hubiesen  habituado  á  buscar 
en  la  historia  rigq  j;nas  (}He  hechos  desnudos.  Los  nombres  de  Tud- 
dides  y  de  Salustio ,  d^e  Herod*ta«y  Libio  ,  de  PoUbio .  y  Tácito  ,  de 
Plytarco  y  César,  ¿te.  en  la  misma  diversictad  d&sos  estilos  y*modoa 
de  espóoer.y  jrapresantar  las  cosas,  nos  han  obligado  como^ior  ííierzm 
á  pedir  en  la  historia  1m  ornamentos  mas  admirablea  de  la  eloeacioii 
y  fa  pen^tra^on  mas  praftinda  eu  las  materii^  polític^i  y«l  conoci- 
miento mas  puntual  de  lo  interiar  del  lioni|||e.  Queremos  que  el.his' 


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—328— 
toriador  imite  al  poeta  en  el  modo  de  espresar  coü  novedad  lieoliot 
que  no  puede  fingir,  7  en  el  arte  dificU  de  retratar,  con  propiedad  j 
.e#celeneia  los  caráeterea  de  l^s  personiia  :  qtteremos  que  se  iguale  al 
político  e$  la  averiguacioB4de  las  causas  de  los  hechos  que  cuenta  : 
ifaeremcffe  que  se  oouviyt^en  filósofo  para  i^flextOnar  y  deducir  máxi- 
m9s  útilQ3  sobre  efstos  q^jaoips  byechos;  7  (lo  que  es  sobre  todo  arduo) 
quereiDOStque,  sin  afectar  e|||ganoÍH,  política  iii  filosofia-,  ^e^elegau- 
te,  sea  político  V  sea  filosofo  cuando  ménoe  parezca  que  lo  e%  Lo^ 
hombf es,  que  liacen  por  ló  común  poco  caso  d^  su  racionalidad, 
aman  noobstirntepérdiffainente  los  frutos  de  ella,/  cuanto  mas  racto- 
aalea  son  estos  Trutos,  tanto  mas  los  aman.  No  sé  Tiin3an  en  otra  ra< 
Eon  qil^  en  las  alaban^as'que  en  todos  los  siglos  hnn  merecido  tos 
hombre  de  ingenio.  Las  obfas  de  estos  son  pattos  no  de  un  irabajo 
mecánico^  farraguista,  sino  del  vigor  del  talento  ,  que  hecho  dueño 
eje  la  paturaleza,  6  la  retrata  6  Ih  mejora  con  las  combinaciones  de 
iu  imaginación,  j  novedad  enérgica  de  su  estilo.  *Sin  grandísimo^  vi- 
gor en  el  entendimiento  no  puede  hajber  grandes*poeta8,« oradores  ni 
historiadores;  y  las  obras  de  estos  én  tanto  son  admirables,  en  cua^p 
"participan  mas  de  aqtselhi  sublime  Aierzn  y  de  aquel  vigor  grandí- 
simo: 

'  Una  historia  de  hechos  simples  yHescnfnados',  pue(íe\nuj  bien 
«er  útil  para  saber  la's  cosas  sncedidas  ,  al  modo  que  lo  eran  las  pri- 
ñeras  historias  de  los  romanos  ;  pero  la  nación  en  que  no  hay  mas 
«fue  esta  especie  de  historia,  no  será  c^ebre  en  este  ramo  ,  como  no 
h>  era  en  efecto  Roma  cuandp  no  poseía  pías  qué  mesas  analistas. 
Aun  diré  mas,  tas  glorias  de  un  pueblo  no  harán  gran  papel  en  e| 
teatro  de  Itfs  naciones,  y  la  serie  de  sus  sucesos  será  tsabid^  de  muy 
potos,  y  por  consiguiente  no  se  sacará  de  ellos  la  utilidad  á  que  se 
dirige  su  estudio  :  porq<ie  el  común  de  los  hombres  no  lee  solo  para 
instruirse :  así  coifio  en  toáo,  buscan  también  el  recreo  en  la  lectura. 
Las  nneiottes  estrañais  leen  solo  por  \h  opinión  y  fama  de  los  grande^ 
nombres,  pues  para  leer  obras  vulgares  son  pocos  los  que  se  quieren 
towar  el  trabajo  de  aprender  una  lengua  esfhn^ra.  Solo  por  enten- 
der el  Quijote  se  han  dedicado  mfitítOs  literatos  de  Europa  á  estu- 
diar la^ngua  en  que  está  escrito.  Machas  novelas  francesas  del  siglo 
pasado  fti«ron  compuestas  sobre  hechos  ciertos  efe  niAstras  historias, 
que  eran  entonces  leídas  en  aquella  nación  ,  f  llegó  esto  á  tal  est^e- 
wo,  qnc  lfubo*e8trangc^ -quc  cafificó  de  nivelas'*  nué^as*liistoria8 


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—329— 
mtiguas  por  la  grandeza  de  los  hechos  y  hazañas.  Nuestras  come* 
días,  á  pesar  de  su  deearreffle,  suministraban  los  asuntos  7  aun  esce- 
nas á  ios  draoiáticos  fronceses.  Sabia  entonces  Francia  ipénos  que 
nosotros,  nil^stros  ingenios  (que  fueron  en*  gran  nunifro  y  íviDiindísi* 
moa)  embelesaban  á  toda«fiuropa,  porque  eran  los  mejores  qu9  en- 
tonces se  conocitn.  DiérdVkse  las  naciMes  á  escribir;  produjeron  gran- 
des escritores  enliquellas  artes. en  que  se  r^ezffla  el  recreo  con  la  uti- 
^dad;  nos  aventajaron  ,  y  ay.udandp  también  nuestro  descuido^  sea 
por  fataflidad,  sea  ^r  efecto  de  la  constitución  política  ,  no  ^1^  per- 
dimos la  superioridad  literaria  ,  sino  que  andando  el  tiempo  hemos 
sidg  mira^ocrcomo  bárbaros.  Para  mí  es  un  hecho  cierto  q^ie  entre 
otras  muchas  causas  que  coiicurrieron  á  esta  mÍ8ei'*ble  decadencia« 
fue  una  de  las  mas  principales  el  desprecio  en  que  cayeron  \ñp  letras 
bnmanasy  y  por  consiguiente  la  falta  total  del  buen  g^istS  yj^f  acy e- 
Uas  obras  que  inmortalizan  á  los  pueblos  y  hacen  célebraf  sus  idiomas: 
Cicerón,  dijo/nuchas  veces,  y  no  se  cansina  de  repetirlo^^ue  é| 
eargo  de  historiador  era  propio*  de  hombres  elocuentísímoe.  ««¿Veis 
(dice  en  el  libro  II  del  Orador)  cuan  propio  y  peculiar  sea  de  un  ara- 
dor escribir  la  historia?  A  la  verdad  considerando  la  corriente  en  lo 
oración  y  la  variedad  de  las  cosas,  estoy  por  decir  que  es  la  mayor 
ocupación  suya*  Sin  embargo,  aun  no  he  visto  que  los  preceptos  de 
la. historia  hayan  sido  enseñados  en  los  libros  retóricos.  Cierto  es  qde 
parecen  llanos,  y  que  se  ocurren  á  cualquiera  á  primera  vista.  Por. 
que  ¿quién  ignora  que  la  primera  ley  de  la  hi^ria  es  no  atreverse  á 
de€ir  cosas  falsasy  y  la  segunda  no  omitir  las  verdaderas^,  juntando  4 
ellas  una  noble*y  entera  imp^cialidad?  Que  aon  estos  los  fundamen- 
tos sabidos  de  todos,  no  hay  duda;  mas  la  gran  dificultad  está  en  la 
eonstraociont  la  cual  consiste  en  el  modo  con  que  se  disponen  las 
eosas  y  las  palabras.  El  orden  de  las  cosas  Jreqnie^B  distlncfoü  'e¿  loa 
tiempos,  y  descripciones  de  los  lugares:' requiere*. que  por  cuanto  en 
las  oosas  grandes  y  dignas  de  memoria  se  consideran  en  pri«ie& lagar 
los  conseíos,  después  los  hechos,  y  últimamente  los  éxitos,  resolta» 
ó  cottseenenetas,  esprese  el  historiador  que  es  lo  que  aprueba  ó  re- 
prnebaaen  los  primeros : tlisclare  en  los  segundos^  W1B0I0  loque  {Mmo: 
y  lo  que  se  habló^^pero  tflmbien  cómi^pasó  y  c6inov  se  habló  ,  y  ea** 
pKqtie  en  los  últimos  todas  las  causas  f  motivas,  y  si  procedieron* 
de  la  prudencia  de  los  hombres,  de  su  temeridad,  ó«de  ai|funa  casua- 
lidad; y  tratando  de  los  mismos  hombres^  está  oblltado^io  «olV'á 

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—330— 
fSonr  wn  hechos  por  iiityor«  uiao  á  eontar  Ja  vidfi,  genio  y  co«tuni« 
bN8  d^lofl  <|4I6  mas  se  señareron  en  glosia  y  ímmú.  En  lo  que  mira 
al  érdefi  de  las  paUbras  y  modo  de  decir  requiere  la  historia  un  eeti- 
Jo  eopkiio,  no^nierrumpido ,  que  corra  con  suavidad  *SgUHl,  sin  In 
asp0i£z a  judicial  y  »i(\  las  agudezas  de  la»  sentenctas  forense<>/*  Si 
ana  historia  no  se  escribe  así;^  se  limita  Iblo  á  la  Rmple  espdsicíon 
de  los  hechos,. ser^ leiTl a  ^e  eorto  número  de  estudiosos  ,  que  (como 
en  todo)  cebarán  su  ¡uriosidad  e^  los  sucesos  de  las  naeiones ;  peroApu 
sil  b3#4ra  no  será  generW  ni  entre  naturales  ni  eMIre  estmn^ros ;  y 
resultarán  de.aqn^dos  daños  y  gravísimos,  Pri mcrO|^ a e  despreciada 
la  elocuencia  en  las  obras  que  ¿ha»  la  exigea,  no  sean  buymdiMiJcM 
libros  de  la  nación  én  que  se  escriba  nni,  S^'^undo  ,  que  no  hallando 
en  la  lectura  el  cebo  del  deleite,  caigan  en  dedcrédiio  libros  útiles  en 
la  auScancia/é  ignore  un  pueblo  su  miáma  historia  ,  ignorando  par 
bonsiguiente^as  causas  dt^  sus  miserias  6  prosperidades,  Km  motifos 
^ue  te^ngniudecieron-ó  debilitaron,  el  conacímieQto  puntual  de  sug 
errores  ó^ciertos  en  la  guerra,  en  la  política,  en  la  economía ,  en  la 
ref%ion  y  en  el  saber. 

-  Si  es  áúl  pues  según  estas  reflexiones  que  la  historia  se  escriba 
eon  profundidad,  sagacidad  y  elocuencia  ,  desde  luego  se  deja  oonsi^ 
derar  que  una  academia,  considerada  como  tal,  no  eade  ningún  mo* 
dó  k  proposito  para  desempeñar  una  historia  d  otada  de  aquellas  ca* 
lidades.'Los  hombres  son  desemejantes  en  todo ,  ora  se  atienda  ai 
cuerpo,  ora  al  espíriti^^^ todos  son  aptos  para  todo  :  habrá  quien 
escriba  un  ezceleflte  alegato,  y  no  podrá  escribir  cuatro  líneas  de  una 
oración  fúnebre.  En  mía  misma  arte  se^  que  seg^in*  los  genios  so- 
bresalen mas  unos  que  otros  en  distintas  especies.  Tal  poeta  domina 
en  el  epigrama,  tal  en  la  tragedia,  tal  en  la  sátira  ,  y  en  saliendo  da 
aquí  oaeiFen'la  medianía*.  Nace  esto  de  la  mayor  6  menor  fertilidad 
del  tdetito,  ctj^l  domjhio  qae  én  los  entendimientos  logran  uaat  po» 
tencias  sobre  otras ;  y  el  que  lea  eon  atención  el  exoalante  Mbro  de 
Boestro  Httar&^  (mas  conocido  entre  los  estrangeros  qoa  entra  nos- 
otros) sabrá  que  es  lo  qae  liebe  emprender  el  hombre  en  qaiea  do- 
mv^  el  juicio  ^  qtia'áqQel  ^  quien  reine  la  *ímagi«ac»on  r  qv«»  aqaal 
ea  qttíen  8obresa%a.el  iiigenio|4a  meBioria,«áte.  Se  a^i  proceda  la 
fnfinita.yaríedád  que  se  «ota  fo  concebir  y  espreear  las  eosas  entíi^ 
loe  hombvesfsy  esia  variedad  infinita  hace  que  siendo  Qntoa  tí  dese- 
m^^Btes^^  talentos  ao  pueda  haber  jamos  uniformidad  en  ka  obrés 


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qtte  precetWii  de  mtushof,  y  que  en  las  que  peotleii  priiicip«lmeM# 
<U  uQft  ciercit  dii>po»iciaii  del  enieoduniento  para  «lesempefiarltta  c«n 
i«  debi4a  perfección  Jio  logre,  cabiciti  la  maneomuiíidad  sin  peügr« 
de  producir  un  nténstruo,  ó  por  mejor  decir,  un  tejido  de  diversas  te- 
la^, tiuiaé  7  laboree,       , 

£}  diieño  ó  pía»  de  Qiia  obra  de  ingenio  podrá  sin  duda  ser 
formado  p#r  maclios»  corregido,  mejorado  ,  per&ceionado-;.per»  1h 
Idebidluajecucion  oo  ee  don  de  mticbos ,  y  esto-  está  'Comprobado  en 
la  esperíeneia  de  \%  que  bao  ejecutado  los  hombres  mas  oélébres  en 
las  iirkes.  No  liajr  dos  bi^^toriadores,  dos  pintores,  dos  escultoree  qua 
8|  parezúna  antaramente  eatre  9Í,g;^i  en  la  su^ncia,  ni  en  los  acet. 
denles.  £i  esto  ai4|Cf^de  eittre  los^ijíiisoios  que*se^refMtan  ptf»r  emioeti- 
tes  eo  las  artet*,  ¿qué  se  cl^be  esperar  de  on  cuerpo  acadéuiico  ^lond* 
es  di&cil  que  sean  «e  minen  tes  todos  los  indínduos  «ya  porque  los  to. 
lentos  grandes  son  yiros,  ya  poniu^  aunque  fueran  en  mayor  núme- 
ro de  Jo  que  son,  ño  siempre  son  admitidos  eu  lis  academiss? 

Qcutveuciitu  t4ii.v«tf  4^  R^aI  Academia  de  la  Historia  del  conocí* 
miento  de  estas  verdades,  8%prc^)u#o  ei^los  estatutos  de  *sa  fu»da- 
cii>n  dedio«irso  toda  iia  ^kr^acmn  de  unos  ^ales  ,  y  á  la  de  un 
Diccionario  histórico  amnersal  de  España  deducido  del  índicg  que 
reiulta  de  aquellos,  con  el  fin  de  aclarar  la  cierto  en  los  hechos  du- 
dosos, purg;ir  de  f/ibulu'^  uajtjtras  antigí^Jade^,^jar  las  épocas,  des- 
entrañar las  ge:ie)il:>;>;í  is  y  sdcceáiones  ,  f  )rin  ir  descripciones  ex  te- 
tas de  las  provine!  is  usí  antigaij  com»  m  >derna3,  y  en  suma  dar  se- 
gtiridad  á  la  historia  en  la  varia  é  inmensa  mullitud  de*sus  objetos. 
La  Real  Academia  adoptó  sabiamente  la  ocupación  que  en  estos 
asuntos  puede  desempeñar  mitajosamente  una  sociedad  de  eruditos* 
Artículos  separfidos,  disertaciones  singulares,  adquisición,  ilustración 
y  publicación  de  documentos  de  tod.is  especies  ,  discusiones  de  pun- 
tcks  dudosos,  son  propi<ikn:jnte  las  obras  y  oúoisterios  en  quQ.piieda 
OCttpMie  uoa  coagreg loioa,  para  que  puriñcados.  en  ella  los  mate- 
riaifts  paaen  al  que  ha.de  labrar  con  ellos  el  edi&cio  00  la  histotrta. 
Esla  es  la  grande  utilidad  de  estaa  academias,  y  cieitameate  utilidÍMÍ 
muy  a^i^erior  4  cuanto  se  pueda  ponderar.  La  fal^i  de  las  academia» 
htxo  Ua  ÍMaio|ia8  de  lotf  tiempos  pasiyíos  inciertas  ,  y  contradictorias 
e  n  muchos  puntos.  Obligados  los  cronistas  4  averigiiar  y  á  escribir 
s^bof  aio.  otros  «uxilios  quebsu  diligencia,  en  las  cosas  dudosas  forma- 
iKtn  sistemas  psobables,  ae  afeanian  &  conjeturas  no  dtl  lodo  sagu 


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—332— 
y- el  trabajo  de  adivinar  y  averiguar  fue  poeo  favr^rable  muchas  rtcew- 
á  la  economía  y  belleza  de  la  composición.   Mariana  ,  que  no  hizo 
mas  que  copiar  lo  que  bailó  ím*pre8o ,  fiH'mó   una  historia  eacelente 
en  cuanto  á  la  disposición,  la  reflexión  y  «1  estilo.  Morales  y  Zurita, 
que  se  vieron  precisados  á  juntarla  materia  estrflctando  libros  ,  co- 
piando y  recogiendo  monumentos,  aunque  fueron   altamente  doctos 
en  las  letras  hutiíanas,  este  mismo  trabajo  les  embarazó  n>«elio  para      ^ 
atender  á  aquellas  bellezas  del  arte  y  del  genio  que  pide  la  delMade-  flPr 
za  de  los  iuteKgenteSf  refiriendo  mas  bien  loa  hechos  de  ios  homt>reK, 
que  retratado  sus  costumbres.  La  obligación  queep  la  antigua  Ro- 
ma tenían  los  pantífícA  de  eserQpr  ios  anales ,  escusa  á  Libio  ei|. 
gran  parte  el  trabafe  de  las  investigacipnes ,  y  -te  dejí»  todo  el  f  igor 
neeesaria  para  producir  unaJiistoricr  perfecta.  Cuando  el  historiador 
halla'á  la  mano  los 4n ateríales  que  necesita,  corre  eomp  en  un  cam- 
po abierto,  y  desembarazada  la  pluma  labra  el  %lificio  eon  mayor 
fuer/n  y  celeridad..  En  España  sonr  poquísimas  )as  coleccionas  que 
se  han  publicado  de  documento!,  rnsp^to  de^^nmensa  muchedum- 
bre que  yffce  escoadida  en  las  arcliivoi««  l^ia  academia  puede  y  debe 
atender  á  esta  empresaisque  no  puede^sér%j«euiaida  sino  por  mudruiá 
y  a|ítorizado8.para  ello.  •  ♦■ 


lie 

m 

lias  plazas  de  jcronistas  eran  útiles  en  Vatfsdkeu 

La  utilidad  de  las  plazas  de  cronistas  no  se  cenia  solo  al  pro* 
vecho  que  resulta  de  que  un  estado  ó  nación  no  carezca  de  historia- 
dores. Habiéndose  demostrado  en  el  párrafo  antecedente  que  las  bue- 
ncrs  historias  no  pueden'  ser  escritas  sino* por  una  mano  ,  es  conse- 
cuencia precisa  que  si  es  útil  la  historia  lo  sea  igualmente  el  artífice  - 
de  ella.  Otras  eran  también  las  ventajas  q^e  se^ieguian  ^  España  de 
las  plazas  de  cronistas  de  sus  reinos  :  notaré  algunas. 

Mniétras  hubo  plazas  de  cronistas  ,  li^bo  en  Ei^añS' hombres 
muy  señalados  que  mantuvieron  el  crédito  de  Jas  letras  humanas» 

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— 3;w- 

dn  tas  cuales  rara  vez  es  gloriosa  ni  culta  una  nación.   E»to  era  na- 
twal.  Muchos  jóvenes  que  il^cinn  con  afición  á  las  artes  de  humani- 
dad ,  8abien<fo  que  en   las  plazas  de   cronistas  podían  hallar  con  €t 
tiempo  un  distintivo  honorífico  que  les  diese  coiisíderacioiFen  su  ^a^- 
tría,  aé  entregaban  entera  y  eficazmente  V aquellas  artes,  salian  emi. 
nenüft  en  i»lla8;  y  que  lograsen f»  no  las  pla'zas  ,  la  nación  poseí»  m 
su  seno  humanistas  célebres  qtle^udierou  competir  con  lo»  mas  nonV. 
'^Pbrados  eñ  Holamia  y  Flande".  Lá  serie  de  nuestros  cronistas '  desde 
el  reinado  de  Fernando  el  Católrco,  ^s  un#  serle  de  hofhbres  doctos 
no  interrumpida  m\  la  continuación  ,de*cerca  de  tres-  si^s  ,  yfk  se 
i|||^nda'á  la'coroua  de  €ustilA ,  yá  á  la  de  Aragón  ,  ya   á  los  domi-' 
níos  de  Ainérica.  Antotiio  de  Nefcrija  ,  Florian  de  Ocampc^  Ambro- 
sio de  Morales,  Lorenzo  d«f*i|d»lla,touan  Ginéj  de  Sepúlved-a,  Juan 
Pt»ez  de  Castro,  Pedro  de  Vaiepci/,  Prudeiidío  de  Sandoval,  D..  José 
Pellicer,  D.  Luis  de  Castro,  Lurs  cb  Cabrera ,  Gerónimo  de  Zurita, , 
Ltjperclo  y  Bvtolomé  de' Argensola  ,*Zayas  ,  Dormer  ,  Antonio  de 
Herrera,  A'ntonió  de  León  jnn€flo^  Salís  &c.,  son  nombréis  que  man/' 
^uvieroifftustremeñte  Ta  jrforJli  de*ni»estra   literatura  mientras  hubo 
plaias  de  cpo.nistas  en'Espaíia.  Con  fa  estinctoii-de  estas  acabo  la, 
raía  de  esteb  grandes  li#mbres  ;  y  como  en  lir  náoion  ho  hay  níóhos' 
dignos  para.los  meros  pTofespres  de  letras  humanas,  ni  hay  otros  ar- 
bitrios para  ^vir  que  los  que  Human  empleos  6  profesiones  ,  todo  el 
mundo  descuida  y  abandona  lo  que  no  le  ofrece' esperanza  de  honor 
6  conveniencias.  Vi  la  áéademia  de  la  ílistorra  es  bastante  paira  lle- 
nar este  vacío.  En  España  las  plazas*  de  académicos  son.  mas  bieii 
UQ  titulo  de  honor  que  un  destino  para  emplearse. en  ana  ocupación* 
deternilitada.  Los  académicos  de  la  Historia  no  son  -mords  hombres 
á^  letras  puestos  aHí  para  trabajar  única  y  privativamente  en*'la  his- 
toria. Cade  académico  suele  tener  su  empleo  ó  cargo  que  le  Il^vnn  hi 
principal  atención,  y  las  tareas  académicas  se  co^sidesan  como  tina 
aplieacion  accesoria.   Por  tanta  nunca  fk>drán  dedicarse  poculíar- 
ménie  i  los  trabajos  del  instituidle  la ; Academia;  y^o  que  ha  hecho 
ésta  es  un  testimonio  nada  equívoco  del  pun'clóhor  y  laboriosidad  -dé  ' 
los  académicos,  que  ciertamente  no  han.sido  guiados  ^r  el  estímulo 
del  ínteres-       *  .       • 

tJtra  utilidad  (y  no  corta)  que  proporcionaban  los  cronistas^  em  * 
el  registro  pei'iooal  de  los  archivos  páblieos  y  piirticalares  del  reino* 
L(>s  documentos  históricos  que  hay  publicados  hasta  ahora  se  deben 


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—334— 
en  graD  paKe  á  esta  diligencia  de  loa  croiiiatas.  Los  reinoa  ,  cUiliga'* 
dos  á  sunfioistrar  materiales  á  sus  liistoiri adores,  revolviaii  coatíiiua- 
Meóte  sus  archivos  ,  cotaaiiicábaiiles  noticias  y  copias  de  sus  p^pe» 
\e9^f  por  tflte  medio  se  iban  desentrañando  cada  vez  mas  estos  in- 
maofps  depósitos  de  doc^pientos,  que  yaceriuu  boy  cerrados  dc^todu^ 
^uo  se  hubiera  restaurado  próvidamente  la  plaza  de  cronista  4§  I^i- 
días.  Los  «iages  que  iiicteron  Gerónimo  de  Zurita  y  Ambrosio  de 
Morales  de  orden  de  l^dipe  II  por  vacias  proviiicias  de  Itolia  y  £s¡-  ^^^ 
[>aña  fueron  «ausa  paro  que  se  desenterrasen  gran  parte  de  nuestros 
antiguos  ^ónicQ^y  anales,  privilegios,  y  otros  documentos  utiliííimoa 
que  yacían  luchando  entre  el  polvo  y  loipolilla  en  los  obsi;uro9  só^ 
nos  de  alpinos  monastdTiGs  y  casas  *de«  concejo.  Los  grandes  ,  que 
por  haber  cronistas  en  el  reino  t^fiiaq  ^p^tbres  de  qiúen  echar  mano 
para  publipai  las  gloriaste  sus  CMaas  6  dtfeuder  sua  derecho»,  noip- 
brandólos  cro^nistas  ó  defensores  ^yas,  les  abrian  .^us  archivos  libe- 
ralmente«y  por  este  medio  ¡nvcestigaroii  mas  D.  José  Pellicer  y.D, 
Luis  de  Castro,  siendo  dos  hombres  sq^osii  que  cuanto  habrá  inve.«v- 
gado  hasta  aquí  la  Real  Acadcniia^le  ík  ^istoi^  en  esta  matey^ia  par- 
ticular  de  los  untiguos  h'éroes  de  nuesrra  nach^i.  TI!  vez  sq  dabtm 
plazas  de  cronbtas^á  religiosos  de  varias  órd^es  ,  ^mo  ^  vio  en  je) 
obispo  Sandüval  y  en  fray  Juan  Barros  ;  y  esto  contribuyó  en  girxn 
manera  i  que  se  revolvieseiUps  archivos  cLe  estas  órdei^s  ,  y  se  fra- 
casen de  ellos  muchos  y  muy  importantes  instrumentos  para  la  no- 
ticia d^las  casas  antiguas.  £n  España  ha  sido*  siempre  queja  conti- 
nua de  los  hoinbres  mas  doctos*en.la  historio.,  |^  fuTta  de  cuidado  en 
jutít&f  y  publicar  los  docXimentos  históricos  que  en  grandísimo  nu- 
mero se  hallap  en  loa  archivos  y  bibliotecas  del  reii^o.  « ^ 

Sia  embargo,  el  descubrimiento  de.  los  que  poseemos  publici^doflb 
1q  d4ieioo8  todo  á  los  cronistas  ó  á  personan  particulares  , j|tte  por 
inclinación  á  e|te  estudio,  sin  otros  auxilios  que  su  laboriosidad,  han 
formado  colecciones  de  documentosi  han  publiaado  los  que  han  po^ 
dido  haber  á  las  Qianos,  y  han  ilu8tra(|{)  y  corregido  los  que  fueron 
detcnbíertoa  por  los  creni&tas  de  C&rbs  Y  y  Felipe  y.  La  Academia 
de  la  Historia  pliede  sin  duda^  poseer  gsan  )eaoro  de  papeles  ,  Ubros« 
códices^  inscripciones ,  medallas  y  antiglt^dades  de  todq^  gélMCos; 
Pfro  1^  laa  tiene  estaneüdas  en  sí,  la  Academia  yeodra  á  set  proba- 
mente na  archivo  mas  en  el  reino  tan  cefrado  como  los  demás.  ¿  la 
ciifiosi'' 


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iiruestras  colecctonetson  dimfnatas,  uia.  kutptéBm  por  Id  ¿omitai 
y  16  qii«  es  peor  poco  correetñA  en  los  testos.  Et  obispo  SnndoTal 
hi/.o  harto  en  ptthlicnr  los  crónicos  de  cuatro  obispos  j  los  estraetoif 
de  dos  crónicas.  Morales  y  ZnritH  poseyeron  niucho  ,  j  no  pudieroik 
mprimir  sino  poco.  La  antigHedad  española  debe  macho  al  padfl 
Androi  Scoto,  citya  España  ilustrada  es  la  únifoa'  fibleccion  díg^A 
de  este  Aonibre.*Debe  trimbien  infinito  á  la  diligencia  de  D.  José  Pé- 
9  Ificer,  cuyos  ñíetáíñriahs  genéaiégtctn  son  un'tfbpósito  mtiy  abun« 
dante  de  memorias  antiguas;  pero  estos  memoriales  se  han  hecno  rá* 
As  por  lo  mismo  que  no  se  escribian  sinn  (Ara  preteiisiotes  dé  las 
oftsas  que  daban  motivo  á  eHos.  D.  Luis  de  SaFaAr  y  ^Castro  no« 
dio  un  buen  número  de  escrituras  en  el  úftimo^tomo  de  la  HutotU^ 
de  la  casa  dt  Lara.  Imit^e  el  padre  Berganza  en  el  tomo  II  de  sus 
Antigüedades  :  á  éste  el  padre  Flores  en  su  España  sagrada^  y  WW- 
diendo  á  éstos  los  trabajos  de  los  señores  t>.  fiugenio  Llaguno  y  Ú. 
José  Miguel  de  Flores,  que  aunque  académicos  no  escriberi  por  en- 
cargo de  la  Academia,  queda  casi  completa  la  historia  de  nuestros 
materiales  históricos,  que  seria  escelente  si  se  le  quitase  la  calidad 
minuciosa,  indigesta  y  enmarañada,  si  se  atiende  á  lo  que  era  razón 
esperar  de  un  cuerpo  autorizado;  porq.ne  los  cronistas  y  aíicionadoa 
al  estudio  histórico,  harto  hicieron  en  buscar  ,  juntar  y  publicar  los 
materiales  que  poseemos,  sin  que  esto  baste  para  la  composición  de 
sus  historias,  ciánicas  ó  anales. 

Olra  ventHJii  que  acarreaban  las  plazas  de  cronií^s  era  que  la 
composición  de  la  historifi  caia  en  manos  de  perseas  aptas  para  es- 
cribirla. Fundábase  esto  en  que  fara  vez  se  pfoveyó  plaza  de  cro- 
nista del  Rey  ó  de  los  reinos  en  quien  no  hubiese  dado  testimonios 
públicos  de  su  instrucción  y  suficiencia  en  las  materias  históricaa. 
En  los  mismos  títulos  qne  se  despachaban  se  espresaba  esta  circuns- 
tancia, y  son  un  ejemplo  bien  notable  los  que  se  despachardli  á  Zu- 
rita y  Pellicer,  que  son  los  únicos  que  se  han  impreso.  De  Ibs  cin- 
cuenta y  tres  cronistas  que  ha  tenido  España  en4os  dos  -siglos  ante- 
riores no  hay  uno  de  quien  np  poseamoa» libros  ó  trabajos*  históricos 
impresos  ó  manuscritos.  Resultarof^de  aquí  dos  grandes  utilidadea, 
mía  que  la  historia  se  escribiese  :  otra  qne  se  escribiese  con  digni- 
dad. Como  la  obligación  del  cronista  era  atender  aUcumplimí^to  de 
este-oficio,  si  se  descuidaba  era  mirado  con  poco  apreeto^  j  las  que- 
jas de  este  descuido  solian  trascender  al  publico  algunas  vecee*  Pre* 


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^336— 
cisadoa  í  trabajar,  y  yéndoles  nada  méiK)8  <|ue  su  mayor  crédito  en 
que  estos  trabajos  correspondiesen  á  la  «lección  que  se  habla  hecho 
de  ellos,  se  aplicaban  i ntedsísi mámente  á  escribir  del  m^r  modo 
que  les  fuese  posible.  Una  persona,  sola  en  quien  tiene  puestos  ios 
oj#9  el  público  esperando  de  ella  grandes  frutos  en.  el  asunto  que  se 
le  confía,  si  es^octa  y  tiene  Iuham^,  se  ^scede  á  sí  tmisnva  por  jp  co-^ 
mun  por  no  desmerecer  en  el  concepto  que  le  grang^roii  si»  talento 
y  estudios.  En  una  estigregacion  de  personas  no  puede  suceder  esto, 
porqift  ningún  particular  desmerece  por  mas  que  pueda  ser  notado 
el  cuerpo;, pero  co-mo  essfácil  que  \oi  individuos  se  echen  la  culp^ 
unos  á  otros  de^  que  no  hacen,  ninguno  sufre  en  sí  el  descrédito^ 
y  como  todo  cuerpo  es  mirado  en  España  con  una  veneración  escru- 
pulosa, procuran  los  mismos  cuerpos  gannr  y  mantener  una  cierta 
aiUoridad,  que  no  debe  haber  jamás  en  las  letras.  Nadie  se  atreve  á 
acriminar  eo  público  su  descuido  ,  como  era  lícito  hacerlo  con  los 
cronistas,  y  la  nación  sufre  el  perjuicio  de  carecer  de  historiadorery 
de  historias. 

Dije  antes  que  sí  los  instrumentos  históricos  que  recoge  la  Reaf 
Academia  no  salen  al  publico  y  permanecen  estancados  en  su  libre- 
ría, ésta  viene  á  ser  un  archivo  mas  en  el  reino,  negado  al  uso  y  uti- 
lídad  de  los  estudiosos.  Por  esto  en  el  cn9o  de  que  se  restableciesen 
las  plazos  de  cronistas,  6  tuviese  S.  M.  á  bien  dar  título  de  historió- 
grafo de  España  á  alguna  persona  determinada  ,  convendría  que  el 
electo  6  electos  por  el  mismo  hecho  de  serlo  ,  obtui^esen  plazas  en 
la  ^ademia  cotí  derecho  de  hacer  uso  de  sus  papeles  y  dqgMtncn- 
tos,  igualmente  quft  de  los  que  existen  en  lOs  demás  archivos  de  la 
nación.  Si  no  se  ejecvta  así,  la  historia  de  España  puede  contarse 
entre  las  cosas  perdidas,  porque  ó  no  se  escribiiá ,  6  no  se  escribirá 
bien.  (Concluirá  en  laprócsima  entrega.) 


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biografía. 


(Artícalo  remitido.) 

Nació  en  Palaú,  pueblo  situado  á  cuatro  leguas  de  Nantes,  pro^ 
vtuoia  de  Bretaña,  ea  1079,  de  padres  nobles  ,-  pero^de  foi:^ana  etfea-* 
sa.  Desde  sus  primeros  años  mostró  sobradamente  k  agudeza  de  su  ^ 
Htgeiito  y  U  precocidad  de  su  inteligeiieia :  dedicado  á  la  carrera  de 
las  letras,  fiíe  el  estudio  su  pasión  favorita  ,  y  dejando  la  éorte  dé 
MárUpara  criarse  su  el  regazo  de  Minerva  ,  según  eua  propias  es«* 
presioti^,  salió  á  los  dtes  y  seis  años  de  su  pueble  y  recorrió  di  ver* 
sas  proviocias  buscando  escuelas  de  fnma  donde  aprender ,  j  adver* 
sanos  de  nombradía  con  quienes  discutir :  resolución  propia  de  tu 
carácter  y  de  un  tiempo  en  que  la  dispata  escolástica  tf%  el  medio 
mas  adecuado  de  g^nar  sólida  fama  y  duradera  fortuna.  A  ios  veinte 
años  llegó  á  París  donde  dirigía  los  estudios  péblioos  ,*eo  calidad  de 
arcediano,  Guillermo  Gfaampeaux ,  el  primero  y  mas  célebve  de  loe 
dialécticos  de  su  época  :  y  enseñaba  ademas  á  nn  corso  numeroso 
la  gramática,  la  retórica  y  todo  lo  que  con  el  nombre  de  dialé^ca  se 
saAMa  en  aquel  tibmpo  de  filo^ofia.  Arrastrado  Abelardo  de  laj^lnQ* 
del  profesor  y  de  so  amor  á  la  ciencia  y  á  la  disputa ,  asistia  como 
discípulo  á  la  escuela  de  Champeauz  ,  qtiien  manifbstó  grande  pro- 
dileccioo  hacía  él,  lisongeado  con  el  honor  que  daria  á  su  esooela 
semejante  alumno.  Pero  la  amistad  y  buena  armenia  entre  ambos  no 
podiH  ser  duradera.  Animado  Abelardo  con  la  confiansa  de  la  rooee* 
dad,  con  la  conciencia  de  so  talento  y  con  el  recuerdo  de  sus  trioo^^ 
fes;  codicioso  por  otra  parte  de  reputación  ;  de  genio  franco ;  pero 
poce  dóvü  y  buscando  en  el  estudio  no  opiniones  formadas  sino  la 
materia  de  las  suyas  propias,  no  pqdia  escucbar  coa  calma  ai  reci- 
bir coo  iudifiereucitt  doctrinas  que  creia  refutables  ,  y  aserciones  quo 
estimaba  falsas  é  insostenibles.  Abelardo  ademas  ,  necesitaba  dwtin. 
^oirse,  quoris  osteiitJir  su  superioridad,  y  la  ettcoláalica  le  abría  el 
«auiÍHo  de  üonseiriiiriu.  Pero  la  escolástica  que  ai  iinncipio  busca^so- 

•  4a 


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lo  pretestos  pan  alimentar  las  disputas  que  al  esclureeimiento  de  ln 
verdad  estima  necesarias,  aoaba  por  dudar  real,  y  verdaderamente  de 
la  certidumbre  de  4a«  doctrina»  y  por  juegar  oonchiyentea  é  incontes- 
tables los  argumentos  que  en  un  principio  hiciera  para  mostrar  inge- 
nio 7  sutileza.  No  decimos  por  esto  que  la  doctrina  de  Cliampeauz 
fuera  irrefutable;  pero  sí,  que  Abelardo  pudo  muy  bien  comenzar  sus 
argumentaciones  sin  ninguna  mira  de  reforma  ni  de  innovación  fílt*" 
sófica,  acabando  por  persuadirse  á  sí  mismo  de  la  certidumbre  de 
unas  fa/ones  que  en  otro  tiempo  juzgara  artificiosas.  Abelardo,  pues, 
comenzó  la  disputa  con  todo  el  ardor  de  su  aimí^  con  toda  la  activi. 
<)ad  de  su  .espíritu.  Argüyó  con  su  maestro  no  cobío  diselpalo  aumiao 
^  obediente,  sino  como  rival  osado  y  poderoso  :  no  como  quien  átñtm 
provoear  cma  esplicaoion  mas  completa  que  la  que  conoee ,  sino  «•<- 
mo  quien  aspira  á  vencer  y  á  consegair  ios  honores  del  triunfo.  Y 
le  era  tanco  mas  ficti  lograr  su  intento  cuanto  que  4  las  grandes  do* 
tes  de  su  tntokgsneia  I  reunia  otras  cualidadee  de  que  carenan  mhi 
afdversarios»  Era  elegíante  en  la  diecion,  feewHh»  y  espedito  para  ii»^ 
pvovisar,  impetitoso  y  arrebatado  en  él  decir»  y  orador  oihi  una  espe* 
eie  de  ei«>aaencia  poco  común  ent<(nces  en  las  escuelas;  pues  al  wm'* 
fnfo  tiempo  que  arrastraba  con  ella  el  convenúimiento  de  loe  inteli^ 
g^ntes«  eaotírvaba  la  atención  de  la  goDeralidad  del  amiitorio.  Aeí-ei^ 
q«te  la  supíefioritlad  de  Abelardo  fué  poco  tiempo  dudosa.  Indignada 
eoNtfa  éi  Crut^rmo  de  OhampeAui  traemitiá  su  eneoMstad  á  casi  to- 
aos sos  diseíptlIosT  y  le  decJbró  una  guerra  obstinada  y  sin  descanto^ 
■  ^  los  veinte  y  dos  afios,  y  caando  todavía  estaba-  Abelardo  baja 
Iftdieciplioa  de  Cliampeaux,  trató  de  establecer  una  cátedra;  y  n^ 
pttdioildo  hacerlo  en  Paris,  en  razón  de  dirigir  ios  estudios  aa  eneoil-^ 
gé  e^  aveedianoi  se  fué  á  estaUeoerla  en  Melwi  que  eraettiÓDees  uait 
de  lee  ciudades  mas  importaates  de  Francia  per  residir  en  ella  4*^ 
eéffte  una  piarle  del  aito.  Desde  sus  primeras  leobioaee  disit>ó  Abetar^ 
áo  cMi  su  faina  la  ^ue  á  coeia  de  mucho  tiempo  habían  aáqoirlclc^ 
\w  Otros  maestros  del  arte;  y  queriendo  sin  duda  hacer  ñas  míiloeo' 
ül  triiMfo  te  trasladó  á  Cocheil  desde  donde  estrechaba  mas  da  cérea 
oOD  sus  argumentos  á  la  escuela  de  Paris.  Empero,  su  eoseflainia  en* 
esta  oession  no  pudo  ser  muy  duradera,  pues  rendido  del  trabajo  ca<- 
y6  gravemente  eafermo  y  tuva  que  volver  á  Bretaña  paira  reatafala* 
aeree  de  e«  dolencia.  Logrólo  al  cabo  de  algunos  años  de  vida  retira* 
éá  y  pací ftoa,  y  Astituida  i  Paris,  halló  que  Champeaux  habia  he^ 


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—339-- 
^!io  renuncia  de  0us  funciones  de  arcediano  j  tomado  e]  hábito  reli: 
gioso  en  el  monasterio  de  San  Victor,  aunque  no  por  eso  había  deja- 
do de  enseñar  publicamente.  Abelardo  entonces  acudió  á  sus  aulas 
j  siguió  su«  lecciones  de  retórica :  suceso  entraño  por  cierto  atendida 
)a  profunda  enemistad  de  los  dos  dialécticos  ;  peiro  que  sin  embargo 
puede  esplicarse  por  la  necesidad  que  debió  tener  Abelardo  de  escu* 
darse  con  el  título  de  discípulo  de  Champeaux  para  poder  conseivar 
la  escuela  que  abrió  en  Paris  por  aquel  tiempo. 

Hr\cía  mas  de  veinte  7  cinco  años  que  agitaban  las  aulas  de^a, 
rí?,  la  cuestión  entre  los  realistas  y  los  nominalistas.  Sostenían  I04 
prún^roSf  ^e  las  ideiis  i^eneraiea  eran  sustaMoias  vi^rdaderas  que  te^ 
nian  exi»teitcia  fuera  de  nuestro  entendimiento  ,  al  .paso  que  loa  se* 
guiidas  opinaban  que  dichas  ideas  generales  no  tenian  otra  realidadl 
9éB0  (a  da  la  palabra  que  laa  representaban.  Esta  cuestión  al  paraeav 
paraaaante  fiiosóüea  tenia  entonces  uoa  grande  traseendeneia  religí*. 
sa  y  4^cia)»  y  era  el  germen  de  dos  doetrinas  ooatrartas  qae  «oaa 
adalante  kabian  de  conmover  á  la  Curopa  ;  porque  si  las  ideas  itm« 
versales  no  tierten  nfugnan  realidad  en  el  mundo,  fácil  es  de  conocer 
que  hombres  mas  lógicos  y  atrevidos  deducirían  de  este  principia» 
coaseeuenciaa  nada  favorables  á  la  pureza  de  la  fé  y  á  lá  oitodozía 
de  la  dcpctrtna.  Si  las  ideas  generales  no  son  mas  que  palabras  ,^a^ 
Í9$  vaaif,  coíma  deata  Roscelino  ,  solo  baj  realidad  en  los  individuos 
y  por  coastgnieate  daboa  ser  simples  abstracciones  muchna  unidades, 
entre  ólrat  la  naidid  por  escelencta,  la  que  eonstituje  el  fondona  la 
Sanámma  Trinidad,  en  la  oaal  pueden  ser  6nieamente  reaiea  las  trea 
paMonas»  fi>rniando  una  unidad  aooiinal ,  signo  repréaantativo  da  ao 
rakioioa;  puat  a«  de  adi ertiff  qae  los  teólogos  mas  famosotf  de  aqve| 
tiampo  pralaadían  probar  este  sagrado  misterio  diciendo :  que  asá 
eomo  machos  hombres  coiisiJerudos  como  especie  no  son  mas  que 
«a  solo  hombre,  asi  también  machas  personas  cada  una  de  las  cuí- 
les  es  on  Dios  perfecto  son  un  solo  Dios.  Así  pues  la  doctrina  nomi» 
nalísta,  aunque  no  ern  contraria  al  dogr^a  d  e  la  Trinidad,  des.vane-^ 
da  por  lo  nténos  este  argumento  que  intentaba  probarlo ,  lo  cual  era 
uii  grnvH  escándalo  en  aquellos  tiénripos  ,  en  que  la  61o8ofía  en  ves 
de  ser  verdadera  ciencia,  estaba  reducida  al  modesto  if^peíde  forma 
y  auxiliar  de  la  teología. 

QM\0ñño  de  Champeaux,  era  adversaría  aeécrmio  de  esta  éoe» 
tfhía  :  erizaba  que  las  ideas  generales  lejos  de  ser  paros  nombres 


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eran  Ins  únicn»  entídath^s  que  existían  ,  y  que  los  individuos  en  quíe' 
lies  liahia  querido  resolverse  las  ¡deas  generales  no  tenian  existencinr 
por  sf  mismos  sino  en  cuanto  estaban  relacionados  con  ellas  :  lo  que 
existe,  decía,  es  la  humanidad  ,  pues  los  hombres  no  son  otra  cosa 
que  sus  partes  i  fragmentos.  Abelardo  sin  participar  enteramente  de 
todas  las  ideas  de  los  nominaiirítas,  pues  pretendía  encontrar  realidad 
en  algunas  ideas  universales,  atacó  con  grHude  energía  la  doctrintt 
de  C|iampeaux  en  la  parte  que  negaba  su  realidad  propia  á  los  indi* 
TÍduos :  fué  pues  eclético  y  esta  opinión  honra  tanto  á  su  ¡nteligen* 
eia,  cuanto  que  su  carácter  apasionado  y  violento  era  siempre  un 
obstáculo  que  le  alejaba  de  tomar  resoluciotnes  intermediafl  y  poco 

deciaivas.  Su  dnputa  sin  embargo  con  Cliampeaux  fué  larga  y  nit- 
rosa :  la  enveñanza  de  este  célebre  profesor  llegó  á  cansar  nm  & 
•^•ellos  nismos  discípulos  que  mas  ardientes  se  habiao  mostradk 
po^  MM taoerle;  y  sea  aulas  se  vieron  deaíertas,  mientras  que  las  de  su 
adremrio  estaban  ocupadas  por  una  eonourreneia  numerosa.  El  tu- 
easor  de  Champeaux,  discípulo  suyo,  y  noraHrado  pfobaWemente  por 
su  iiiflueaeia  vino  á  ofrecer  su  cátedra  á  Abelardo  y  ae  alíalo  eo  mu 

Wanderas.  ludignado  Champeaux  de  su  der rotai  valióse  de  su  ioñajo 
aobre  el  gobierno  para  hacer  destituir  á  Abelardo  y  nomlmuMa  su  ltt« 
gar  á  uno  desús  mayores  enemigos;  Abelardo  entonces  se  retira  á  Me- 
luo  para  continuar  ^im  lecciones,  pero  al  poco  tieo^^o  se  aiiué  en  laa 
careanias  de  Paris,  eu  la  montuna  de  Sania  Genovera ,  desde  donde 
oomo^n  uo  campamento  (éon  sus  prestas  palabras)  tenia  eeroado  4 
wm  enemigo*  ("hampeaux  vuelve  á  U  disputa :  la  coocroversia  estm  la 
escuela  de  Paria  y  la  de  Santa  Genoveva,  es  asunto  de  todaa  laa  ovn« 
yersacion^  y  de  la  eapectacion  del  mundo  sabio.  Abelardo  ai  a  ser 
anteramenta  nominalista,  era  tenido  por  tal  á  oauea  ám  esta  dispata, 
suscitando  la  animadversión  que  era  consiguiente  en  los  hombrea .a»e* 
migos  de  las  innovaciones  y  de  las  reformae.  Guillermo  de  Gham* 
peauz,  aunque  tenia  en  su  abono  la  autoridad  de  sus  años  y  el  prea* 
ligio  de  sus  antecedentes,  no  dejaba  tampoco  de  tener  adversarios : 
la  lucha  pues,  era  empeñada  y  de  dudoKo  éxito  :  el  antiguo  arcediano 
era  el  representante  de  una  antigua  enseñanza  que  tenia  pretenaio» 
nes  de  inContA>vertible  y  de  eterna  :  el  joven  profesor  «era  el  nuncio 
de  una  nueva  doctrina  que  aunque  entonces  prematura,  había  de  re- 
sucitar mas  tarde  coa  mayor  vida  y  fuana :  al  uno  era  ^éifí9t)^9e  de 
la  tradición  y  de  la  íé,  el  otro  era  el  liombre  de  la  raaon  ^ikl  porvt* 


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—341  — 
nir :  el  primero  es  el  doctor  que  enserm  una  doctrina,  el  «egtmdo  es 
el  genio  activo  y  pensador  que  aspira  á  juzgarla. 

Pero  aun  cuando  no  había  terminado  esta  disputa,  tuvo  Abelar- 
do que  volrer  á  la  Bretaña  porque  su  padre  acababa  de  entrar  en  eh 
claustro  y  su  rondre  que  se  prep»»raba  á  hacer 'jo  mismo  ,  quería  al 
parecer  que  su  hijo  fuese  testigo  de  su  despalda  del  mundo.  En  este 
tiempo  fué  nombrado  Champeaux  obispo  de  Chalona ,  por  ki  f «« 
Tiendo  Abelardo  mas  libre  j  espedita  eu  carrera  ,  quiso  ponerse  ett 
estadd  de  adelantar  en  ella  de  una  manera  mas  útil  y  no  menos  glo: 
rioM,  aspirando  á  su  toz  á  las  dignidades  eclustásticas.  Al  efecto  pa* 
aó  i  Laoii  con  ánimo  de  estudiar  teología  bajo  la  direcoion  de  An- 
•daio,  que  enaefRiba  esta  ciencia  en  aqueUa  ciudad ,  y  Cenk  gran  fa* 
na  de  elocuente  y  erudito  entre  sus  eompatríeios.  Pero  biso  f«n* 
porque  la  repptadon  de  Anselmo  fuera  iuniereoída  ,  ó  biea  porq«« 
Abelardo  no  tuviese  al  principio  grande  afición  á  esteealudioY  el  nao? 
vo  escolar  fué  poco  asiduo  á  sus  lecciones;  y  como  la  «eglig«mcia  á% 
loe  hombres  eminentes  es  tachada  por  lo  común  de  ménos-preeíOf  re* 
mattéroase  de  eate  descaído  los  príiKsipales  discípulos  de  Ans^hno  y 
tmuron  de  eompronseter  á  Abelardo  haciéndole  proauíioiar  algiifia 
palabra  impradento^ara  conseguirlo  pregumóle  iio  día  una  de^dlos' 
q«e  M«  lo  que  «pensaba  de  la  enseñanza  de  loalíbroa  eoffiadoa.  Abe-* 
lardo  aunque  no  había  estudiado  sino  las  ciencias  fisieas  (nn^itire 
que  ae  daba  enténces  á  todos  los  estudi'os  independientes  de  la  teolo^ 
gfa)  reconoció  la  tAiUdad  de  esta  ciencia  en  lo  conoemíente  á  la  sal- ' 
vaetoA  del  alma  y  se  admiró  de  que  unos  hombres  i nsfraídoa  erofe* ' 
sen  que  para  entender  los  autores  «agrados  se  necesitara  knas  que  k 
sas  propioa  eacrNos.  Una  risa  irónica  asomó  entóaces  &  los  labios  de 
los  dreunstantest  quienes  le  preguntaron  sí  sería  capaz  de  probar  lo 
que  había  dicho :  Abelardo  se  ofreció  á  ello  ,  y  sua  camaradas  cada 
vez  con  un  tono  mas  borlón  le  señalaron  la  profecía  de  Ezequiel  pa- 
ra ^ue  la  asplieára  al  siguiente  día.  Aceptado  el  reto  ,  comenzó  Abe- 
lardo sa  esplieacíon;  y  aunque  al  {>r¡ncípio  acudieron  poébs  á  offlo« 
oslM  cümfcsaron  ptíblicameiite  la  capacidad  del  catedrático.  Iffzose 
niaa  bhiisj  oso  el  oooeorso,  el  cual* le  pidió  una  segunda  esj|jcacíofit" 
y  éo&fifnm  ana^reera,  hasta  que  albamtada^^el  autá  alarmolf  Anael-' 
mo  7  le  prehibió  contioiiar  u^»  esplioaoíooest  ao  preteüo  de  q«6  po-^ 
Sm  momnkJmñ]gmn  error  oomo  novieio  que  era  en  wetM^am»  mt^ 
t«i««  Bal^lj^iíbícion  díapwté  aolMre  manera  -á  los  eatwMnMe*  i  {fe«' 


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t: 


-.548— 
■D  tii9iiáo  no  hñ  engrandecido  la  opreaíon  &  loi  hombres  ántei»  ile 
anonadarlos! 

Yelvió  entonces  á  París  j  (úé  puesto  en  posesión  de  !a  eátedra 
4He  tauto  había  ambicíanado :  y  nombrado  al  nkUroo  tiempo  eea6<' 
aígo  de  la  oetedral^  viese  cuando  monos  lo  esperaba  fsvonscidv^ 
en  t5do  de  Ih  fortana.  Prosiguió  las  esplicaeioBes  de  Eaequiel  que 
cea  tanta  gloria  había  comenaado  en  Laon:  por  todas  partes  volé  su 
fÍMna :  las  aulas  ordinarias  no  fueron  bastantes  á  contener  sos  discí- 
pulos, los  moaarcas  le  liaongearon  con  su  protección ,  y  los  ^Ihioa 
del  tiempo  slnp  reconocieron  su  superioridad  miráronk  cuando  mé« 
nos  como  rival  poderoso  y  temible.  Foulques  ,  prior  del  nMNiaeterio 
de  Deuil,  en  una  carta  diágtda  al  mismo  Abelardo  Ib  habla  en  estoa. 
térmnios :  ,3<»na  ^  enviaba  sus  hijos  para  que  kis  instrajeses»  y  na 
obstaste  la  fam^  que  tenia  de  enseñar  todas  l*s  cie«cisM| ,  oonfesaha 
qie  tu  s«iber  era  auperior  al  suyo.  Ni  la  distancia  »  ni  la  altura  de  laa 
awatañaa,  la  profundidad  de  los  valles,  ni  el  estado  de  los  oamínoa 
llenos  de  facinerosos  y  de  otros  mil  riesgos,  eran  parte  para  ariíedrar. 
los  qne  deseaban  oírte :  ni  el  mar,  ni  las  tempestades  intimÁdabaac 
á  la  juventud  inglesa  ,  que  al  tener  noticia  de  tu  eieaeia  acudía  en 
tropel  á  eaouoharte*  La  apartada  Bretajía  te  enviaba  taanhieo  sua  hi* 
jos  para  qu^os  enserliras :  los  orgullosos  habitantes'  de  Anjeo  iaoli- 
naban  su  frente  ante  tu  talento :  el  Poitu  ,  la  (jrasentia  « la  Iberia ,  la 
Normfiadia,  Fiandes  y  Suecia  ensalzaban  y  proclamaban  sin  oessor 
tu  iagénio.  Y  nada  digo  de  los  habitantes  de  la  ciudad  de  París  y  de 
las  paatos  mas  6  méoos  cercarlos  de  la  Francia»  donde  to4os  estaln^» 
deseesos  de  escuchar  tus  lecciones ,  como  si  salo  jaolo  á>  tí  podifsen. 
hallar  ansei^ansa^"  De  esu  célebre  escuela  salieron  un  peatífioe  (Oe-> 
lestino  II},  nueve  pardenalas,  mas  de  cincuen^  obifpQs  ó  araobippf a. 
de  Francia,  Inglaterra  y  Alemania,  y  un  número  eensiderable  de  ta^T 
logos  poco  ortodoj^osi  que  como  Arnaldo  de  Brescia  y  otr^ ,  fuere^i 
motivo  de  grave  escándalo  en  In  iglesia  católica.  Afirman  aJg aaoa  fu» 
en  este  tiempo  llegaban  á  5000  los  discípulos  de  Abelardo. 

Ningún  vestigio  nos  queda  ja  de  esta  tan  celebrada  aaaaftaaafc; 
pero  no  es  ciertamente  de  estrañar  su  f^iroa,  supuesta  la  sapeíaaeidad 
de  Abel^l^  sobre  todos  jos  doctores  de  su  época  .fka  a8eollislia& 
aaabab^  de  naaar,  aunque  no  cerno  medio  inibpeadieñle  y  aapaq  d» 
caadamr  par  s(  misaría  al  desa«*bnmia«to  da  la  viecda^Vama  «amei 
loraja  y  máxilmít  de  la  teabii^Xt  coflia  niétodo  para  «Pf^^BP^  diemMKT 


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dad  no  eran  ápéM»  ei»fiMid(M  :  el  argánmm  de  Añá^íi^lkm »  ^gmmm 
libros  de  hé  Adsélbt  de  AkjandHa,  y  de  loe  psárét  de  hl  ifltite  l«ti* 
tiod,  era  el  saber  cottiMí  i  loe  dt>etorei  mas  eélebtes  del  á^oXII.  L» 
BpHcaeion  del  método  (IYos6§eo*á  la  enaefiansá  eFÍstíaiiá^  la  allanscA 
entre  Sah  Agfuátin  y  Arí8t6teles,  era  yñ  un  gran  paso  en  ia  marofaá 
del  espíritu  humano,  pero  todnvf a  este  método  Ora  rudo  é  informe,  y 
su  enseñanza  Nerizadli  toda  de  fórmalas ,  cnreeia  de  atractivos  f  de 
belleza,  Pero  Abelardo  era  mas  arudrto  que  todos  los  doctores  da  su 
tiempo,  había  leído  á  Cicerón  y  otros  libros  de  la  antigBédtfd  cnsióa, 
era  poeta  y  mésíeo^  quizá  habia  frecuentado  las  escuelas  jodias  tan 
numerosas  entonce^  erf  el  medio  dta  de  la  Francia.  La  doctrina  que 
hasta  entonces  habta  espuesto  los  docto^A  bajo  la  f  rrma  pesada  y 
dogmática  de  la  enseRanza  clericK]  y  en  el  grosero  latín  de  la  eda<f 
media,  fué  presentada  por  él  con  la  elegancia  y  claridad  antiguas» 
Con  sB  elocuencia  "papular  daba  interés  y  color  á  las  mas  áridas  id* 
▼estigactoiies  científicas,  y  con  so  talento  profundo  y  su  factÜdad  eii 
el  decir,  ponia  al  alcance  de  las  Inteligencias  mas  comunes  los  misie« 
riormas  hondos  f  oscoros  del  cristianismo» 

T  si  hemos  de /bagar  de  sos  espticaciones  por  smf  «sofitos;  fifceil 
es  eonoce>  cuan  iim  impresbn  haría  en  if  ánimo  dfis  sus  ofenies  la 
novedad  dé  sus  doctrinas  y  el  atreriraiento  de  áui  infrestigaéiódet* 
Abélahio  qdiso  bacer  de  la  filosofia  una  creficía  kidependtMte  éé  l« 
rellgfón  aonqtie  no  en  contradicción  con  ella,  y  en  tet  de  «n  método 
para  esponer  ¿  probar  las  divinas  verdades^  quilla  hacer  de  la  dhiléc- 
rica ,  un  arte  seguro  é* independiente  para  llegar  at  conocimiento  i  y 
ette  átte  mas  bíenr  qHíe  ihIh  formn'dócil  que  se  fregara  á.  las  eslfigen* 
^M  deles  teólogos  y'sé  acomodara  áf  todas  nni  opiaiones ,  fué  en* 
sus  manos  ana  ciencia  verdadera  que  j0Zg6  con  severidad  sn^  dbc«' 
tHnis  y  combatía  con  fberza  sus  sistemas.  Bástatibs  citar  alguriak  dé' 
sus  aserciones'  pai-ar  comprender  la  tendencia  dé  toda  su  doctrím.  Et 
cirtmen  no  está  en  el  acto^  decid,  sino  en  la  intención  (*)  en  la  concien- 

(*)  OperatfoiMm  peccatí  inhir  addere  ad  reatum,  nihil  aniiMttii  nisl  q«^ 
ipshwest,  eoiM|ainat  hoeest  eonsensus ,  quem  selmmaóíia  p^Mflum  ess^ 
díximos.  (Véase^celai^^hica,  sen  líber  dictus  Seito  U  i^K^  Opera 
¡iidiArtMia  swftSiB  sersciKeernec  boaa,  mc  aiale,sive4remaaerat¡oúedij|- 
IM,  irideMiijvAt  sesmKlom  radieess  tatsAttoais»  qam  eil»arb< 
malaai'pfdl^s  fractaaa.  Comentar,  in  Bpisc.  «d  Roñan* 


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fÑ««  XipároHn  tampoco  ¡os  que  crucificaron  á  Jesús  ignorando  ^fu¿ 
]fue$e  ti  S^hador  (*)*  El  p«oado  original  es  mas  bien  tota  pena  qne 
un  pecado.  La  patioa  y  Fedencioa  de  J«»ii6ri«to/«é  «fi  ocio  depuro 
amor.  Dios  quiso  sustituir  la  le¡^  del,  a$nor^  á  la  del  temar.  Abelardo 
no  saaó  d  Aalos  principiofl  Lis  conaecuenciafl  que  natiiraJmeDte  •• 
deducían;  pero  elliM  eran  harto  trascendentales  para  que  dejara  d^ 
ejttreveerlas  )a  iglesia  catóJiccr.  Si  el  pecado  original  no  era  ja  nn  pe- 
cada sino  una  pena,  CHta  pena  era  injusta  j  la  ledencion  inútil.  Abe- 
lardo negaba  esta  consecuencia;  pe^  justificaba  al  cristianismo  con 
tan  débiles  argumentos  que  lo  perjudicaba  dobleroeute  cuando  decla- 
raba que  no  sabia  dar  mejores  respuestas.  Asi  quedaban  en  pie  lat 
consecuencias  da  su  principio :  el  hombre  no  era  ja  culpable,  la  car' 
ne  estaba  justificada.  ¿De  qué  servían  tantos  «iirtirios  voluntarioa» 
tantos  njunos  y  maceracionea,  las  vigilias  de  los  monges,  las  tribula- 
ciones de  los  solitario9«  y  laS  lágrimas  derramadas  en  presencia  de 
Dios]  iVanidad!  iirrision!  piiés  ese  Dios  ,  es  un  Dios  amable  y  con- 
téntáUico  que  nada  tenia  que  hacer  de  todas  aquellas  ofertas.  Sigaroo^ 
^'^^  empero  la  relacioif  de  la  vida  de  nuestro  doctor  que  roaa  adelante 
tendremos  oportunidad  de  referir  los  disturbios  y  las  desgracias  de 
que  fueron  ocasión  aquellas  doctrinas.  * 

Tooaba  ya  Abelardo  en  los  treinta  y  cuatro  a^s  de  sirvida,  sin 
que  los  placeres  y  atractivos  del  amor,  hubiesen  interrumpido  sus  se- 
veraa  ocupaciones;  y  no  porque  dejase  de  tener  fiívor  con  las  muge* 
res,  pues  4  su  prestigio  de  filósofo  y  de  hombre  oelebrailot  reunin  lea 
cualidades  de  joven,  poeta,  cantor  y  galante  ,  prenda  muy  poco  co- 
mún eu  los  austeroa  sabios  del  siglo  XII.  Empero  de  todas  las  her- 
mosuras de  Paris  que  codiciaban  su  corazón,  una  sola  hubo  que  lo- 
graaa  poseerlo.  EUta  fué  Eloísa,  j6ven  de  diez  y  ocbo  aft^s  ,  notabla 
en  hermosura,  y  que  á  la  elevación  de  su  ingenio,  á  la  noblaza  de  su 
alma  y  á  la  energía  de  su  carácter,  juntaba  lo  ardiente  de  su  fantasía 
j  su  afición  al  estadio  y  á  la  ciencia.  Educía  en  el  monasterio  de 
Argenteuil  liabia  aprendido  las  lenguas  sabias  y  laido  á  los  poetaa  y 
filósofos  de  la  antigüedad,  Pero  hilbiendo  salido  del  convento  vivía 
con  un  tío  suyo  ó  padre  natural  como  otros  quieren ,  canónigo  de 
Paris,  |^M|do  Fulberto.  Abelardo  entablé  cgi  ella  una  eorfeapoo. 

(*)  Non  possamas  dicere  martyriiai  vel  Christi  paraecatoies  (qaéai  pía. 
fare  deo  «redermn)  in  hbe  peccaase^^^^Ba  necesario  creer.  aáUe ,  qee  Diaa 
no  les  castigó  mas  qao  temporalmente  y  solo  para  dar  ^empl^flltbicaetc.) 


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—345— 
dencia  fiter&ria  en  la  cual  b)ájo  pfenleiito  de  dfitacidar  ciertas  cttettfo- 
be«  cíentiñcas  le  decfaró  bu  paMon  ardiente;  pero  como  deseara  tener 
iiras  fótico  trato  con  ella  hizp  proponer  &  Fülberto  por  conducto  dé 
un  amigo  siiyoqtte  le  tontára  á  pendón  en  su  éasa  donde  ée  dedí6ii-  . 
irf a  poír  cualquiera  precio  4  Completar  la  liilitt*uceion  oé  su  sobrina. 
Coñudo  Fülberto  en  la  sev^Hdad  de  costumbres  de  Abelardo  y  eh 
la  distancia  que  su  celebridad  y  reputación  interponiati  entre  él  7  sú 
sobrina,  no  creyó  posibles  otras  relaciones  entre  ambos  que  fas  dé 
urfaestro  7  dlscipula^j  tanta  fo'ésu  confianza  que  ftasta  le  autorizo 
para  emplear  con  élta  amenazas  y  castigos,  sietnpre  que  creyese  ne- 
cesarios tales  medios  para  corregir  su  nrala  voluntad  6  incuria.  Bn. 
f rado  Abelardo  ^n  casa  del  canónigo  ,  estrechó  sus  relaciones  con 
Blüisa.  El  amor  fu^ntdnces  el  ünico  pensamiento  de  su  tida  :  sú 
pasión  aunque  satisfecha  uo  por  evo  se  vio  amortiguada  ,  éino  qu^ 
ál  contrarío  mas  ardiente  7  fí-enética  que  nunca  enagenó  Su  alma, 
embalsó  sus  sentidos  7  1^  hizo  olvidar  sus  glorias  literarias  y  stis 
triunfos  académicas.  Cuando  al  cabo  de  algunos  meses  se  enteró  Fül- 
berto de  su  liesgratsia,  arrojó  á  Abelardo  de  su  presencia.  ^1  dolót 
del  áMiano  solo  faé  comparable  á  su  pasada  co^g|anza.  Stn  embar- 
co, aun  asi  no  fué  larga  la  soparaéion  de  los  dos  amantes,  povqtie  sa^ 
biendo  Al>elardo  que  Eloísa  habia  quedado  én  cinta  la  sacó  de  sá 
éasa  disfrazada  de  monja  ,  y  la  condujo  á  la  Bretaña  ,  tldhde'Oió  % 
luz  un  niño  que  fué  llamado  Astrolábio.  Ind¡<gñado  el  cainónl^o,  tt'a-^ 
tb  tftinqUB  en  vano  de  lavar  su  afrenta ,  y  Abelardo  (íára  t^ararh 
^lieternliñó  e^áafire  con  Eloísa :  degradación  fnaudíta  para- un  étéifgó, 
im  d^n6n1g6,  un  filósofo,  esplendente  de  todas  las  glorias  teoIó^ióA» 
7  en  camino  de  llegar  4*  las  mas  a!la¿  dignidades  eclesíástibaís ;  fiero 
degradación  merecida  por  su  perfidia.  Propuso  pueto  í  Fut%eHo  sil 
Éiatrimotño  como  ánico  niedio  posible  de^'aliabsín;  pero  6bn  la  ^ndí* 
itonde^  tenerlo  ocnHo,  para  salvar  in  fbma  de'thl  eís^ándalo.' (^£ÜJbK- 
i^kio  ^éHo  Fülberto  y  de  cÍBte  niodo,  dtífujfite  rtt)  'faiáy  á  gusto  süyb 
i)lírAlMió  Un  iécdiiültiéf^  con  el  rtxbáddr  <^)p  fió;írÍi.^Pero  ^t^otsá  iíe 
ópam  ¿  tan  cbMdso%acHfti^ToJ¡d|rábaae  entones  tóiúó'  hfcóHcMas 
WéS  ér  rifitftriAioViio  yHi  ertseflamía  cíentífi¿a,'y  ElóteaVo  qú'^ía  pi4- 
vVr'ariMudode'talnMblumS^^^  Per  otra  (>árte  ^ltálM|fl|á^ta  ó^ 
iliréma,ii^iért4^den^||^$preiittr  el'Mfltri^^   y  I^HKléTá^i. 

(*)  Eu  aoiiel  tiempo  no  se  uccealtaban  tauías  fer«iaUdiide<.4'0#ait»JiiQr 
pata  la  vsK  dol  inatriuioiiiu. 

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mMa 


—346- 
lia :  muchos  te61ogos  enseñaban  que  el  matrimonio  era  cuando  me- 
nos pecado  venial:  algunos  libros  gaMntes  de  la  época,  sentaban  que 
entre  esposos  no  podia  haber  verdadero  cariño.  Así  es,  que  en  la  re- 
sistencia de  Eloísa,  debieron  de  influir  dos  motivos  muy  poderosos, 
la  exaltaciolPde  su  propia  pasión,  que  le  hacia  mirar  el  matrimonio 
cpmo  ofensivo  de  su  afecto,  y  las  ideas  y  las  costumbres  de  su  épo* 
ca.  Oigámosla  á  ella  misma  justificarse  en  una  de  sus  cartas  de  esta 
que  nos  parece  estrena  resol ncion« 

*'iSábelo  Dios!  Nunca  busqué  en  tí  mas  que  á  tí  mismo :  yo  te 
ambicionaba  á  tí^  á  tí  tan  solo,  no  lo  tuyo.  Nunca  pensé  en  los  lazos 
del  matrimonio  ni  en  dote  alguna:  nunca  pensé  en  satisfacer  mis  pla- 
ceres ó  en  cumplir  mi  voluntad,  sino  los  tuyos  y  la  tyya.  Aun  cuan- 
do sea  mas  santo  el  nombre  de  esposa,  preferia^or  mas  dulce  él  de 
amiga.  Cuanto  mas  me  humillaba  en  tu  obsequio  mas  esperaba  ga- 
nar en  tu  corazón.  Sí!  aun  cuando  el  dueño  del  mundo,  aun  cuando 
el  emperador  hubiese  querido  honrarme-' con  el  nombre  de  esposa 
suya,  yo  hubiera  preferido  el  título  de  concubina  tuya  al  de  empera- 

triZf  {tua  dici  meretriz^  quám  illius  imperatrü )  Y  mas  adelante 

**|no  hubiera  sido  üiipropio  y  deplorable  que  una  muger  tomase  po- 
aesion  por  sí  sola  de  aquel  á  quien  la  naturaleza  habia  criado  para 
todos?  ¿Qué  espíritu  acostumbrado  á  la  meditación  de  la  filosofia  ó 
de  las  cosas  sagradas  podria  sufrir  los  clamores  de  las  ctíatnras,  la 
charla  de  las  nodrizas  y  la  algarabía  y  tumulto  de  los  criados!'*  Fe- 
nelon  y  Jos  místicos  han  dicho  en*  sus  escritos,  que  el  ideal  del  alma 
religiosa  debe  s§r  el  amor  puro  y  desinteresado:  Eloísa  es  el  modelo 
de  este  penaamiento,  E^loisa  ama  con  esa  especie  de  amor,  pero  no 
al  D'ioB  invisible  y  ^terno  de  los  místicos,  sino  á  Abelardo,  á  su  es- 
poso, que  e»su  Dios  visible  y  terrenal. 

Pero  Eloisa  cedió  al  cabo  á  los  deseos  de  Abelardo,  regresó  á 
Paris  y  le  dio  Ja  mano  de  esposa.  Separáronse  en  seguida  y  datde 
entohces  ho  se  volvieron  á  ver  sino  migr  raras  veces  y  con  «ume  búb* 
terio.  Fulberto  y  sus  paj^ntes  no  consideraban,  sin  embargo,  bien  Re- 
parada su  honra  cq^  e^^mt^ñmQfki^  oculto  y  ¿omenasaron  £  diviil- 
gdrlo.  Eloísa  Ip  n^gaDaxon  firmeza  á  las  perseas  que  oaabaa  afir* 
márselo^jtflo  qne  bu  tio  la  repnendió  f  roaltr^  muchas  veces.  Abe* 
lardo,  llIllPimp,  fh^aodo  librarltrde  sus,^|Rn]LiosJ|kiecimieato«f 
ia  sacó  de  su  casadla  llevó  al  monasterio  de  religiosas  de  Argan- 
teiiil,  éende  la  biso  tomar  el  hábito  menos  el  velo.  «Persuadidos  en* 


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rónces  Fulbcrto  y  sus  pariente^  de  que  la  intención  de  Abelardo  era 
hacer  monja  á  Eloísa  para  romper  así  su  matrimonio,  tomaron  con- 
tra él  Qua  terrible  venganza,  venganza  vil  y  cobarde  que  el  pudor  no 
uos  consiente  referir 

Divulgóse  al  momento  ¡^  noticia  de  este  suceso:  el  infoj^anio  de' 
Abelardo  fué  asunto  de  la  pública  conversa<)ion:  sus  discípulos  le 
compadecían,  sus  amigos  le  lloraban,  sus  adversarios  se  daban  se- 
cretamente el  parabién,  y  el  infeliz  entre  tanto  tan  avergonzado  de  la 
compasión  que  le  tenían,  como  de  las  censuras  que  le  prodigaban^ 
resolvió  apartarse  del  trato  del  mundo  j  ocultar  su  oprobio  en  el  fon- 
do de  un  claustro.  Pery  antes  de  consagrarse  á  Dios,  y  recelando  de 
la*  cmistancÍ0q|[f#Gioisa,  exigió  de  ella  que  tomase  el  velo:  sospeeha 
en  verdad  tan  indigna  de  él,  como  ofensiva  á  la  ternura  de  su  ama- 
da: sospecha  que  le  rebuja  mucho  á  nuestros  ojos  y  que  casi  nos  in- 
duce i  creer  que  Abelardo  nunca  comprendió  toda  la  pureza,  tofla  la 
generosidad,  toda  la  elevación  del  afecto  de  Eloisa.  No  merecía  tan 
injusta  desconfianza  la  que  tan  desíntere!*adti mente  había  sacrificado 
su  hermosura,  su  juventud,  su  honor,  hasta  su  exister^ía  por  el  amor 
de  Abelardo.  Eloisa,  empero,  se  resignó  tambien^n  está  injusticia, 
tomó  el  velo,  seguii  se  le  exigía,  y  al  subir  al  altar  pronuiíció  aque- 
llos versos  de  Lucano;  ''¡Oii  tú,  el  mas  grande  de  los  mortales,  espo. 
so  mió,  que  tan  digno  eras  de  mas  noble  himeneo!  ¿Porqué  ha  podi- 
do algo  contra  tu  cabeza,  la  insolente  fortuna?  El  crimen  es  mío:  yo 
me  casé  contigo  para  tu  ruina;  al  menos  lo  espiaré.  Acepta  esta  in. 
molacion  voluntaria.** 

Abelardo  tomó  taqabien  el  hábito  en  el  m(\na8terío  de  San  Dio- 
nisio. El  tribunal  eclesiástico  fornrió  causa  á  Fulberto,^Hy^eI  atenta' 
do  cometido  contra  él,  y  primero  parece  que  le  condeno  severamen' 
te;  pero  instado  luego  por  los  amigos  del  canónigo,  r|procó  so  prime- 
ra sentencia:  Abelardo  quiso  apelar  al  pontífice,  el  monasterio  le  ofre- 
ció pagarle  el  proceso,  mas  aconsejado  por  su  amigo  Foulques  de. 
siitió  al  fin  de  su  propósito.  4Ml  ^ 

Restablecido  Abelardo  dAí^olencia,  vinieron  á  rogarle  sus  dis. 
cípulos  que  continuara  su  ei^fianza:  él  se  resistió  al4)ijnc¡pio  poi^ 
que  BU  propóMlo  er|lfc|A  erresto  de  sus  dias  en  la^||^¡jdad  de^ 
claustro,  maSf^tauo^^Rien  por  los  monge^^cedió  awBbo  á  sus 
débeos  y  abrió  su  cátedra  de  filosofía  y  teología  en  una  casa  de  cam^ 
po  dependiente  del  convento.  Y  tan  numeroso  Ileg6  á  ser  su  audito" 


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^348— 
no  que»  Qomo  el  mismo  dice,  las  viviendas  no  bastaron  para  alojarlo» 
ni  el  pais  para  mantenerlo.  Las  dedfts  escuelas  quedaron  desiertas^ 
Habiendo  muerto  GiiiiJernio  de  Cliampeaux  j  Anselmo,  AlbericP  y 
Lotulfo  les  hablan  sustituido  as^en  el  desempeño  de  sus  enseñanzas 
como  ei>  su  rivalidad  contra  Abelardo.  Escribió  esta  entonces  au  tit- 
trQduccxthn,*^  la  teología,  en  cujo  libro  se  propuso  defender  la  Trini- 
dad y  unidad  de  Dios^contra  los  argumentos  filosóficos.  Es  muj  dig- 
no di)  notar  el  carácter  ylpQnsaraiento  de  esta  obra.  Escrita  en  el  si- 
glo  XII,  y  cuando  la  autoridad  de  la  revelación  era  el  único  criterio 
de  la  certeza,  prescinde  de  los  argumentos  de  autoridad  é  invoca  so- 
lamente al  raciocinio:  compuesta  en  tiempo  en  que  apenas  era  cono- 
cida otra  erudición  que  la  sagrc^da,  al  lado  d#  muo|H^düías  de  san- 
tos padres  y  de  los  divinos  libros,  ostenta  lan  no  méNB  numerosas 
de  fílósofos^antiguos  y  poetas  clásicos;  y  publicada  por  último  cuan* 
do  Ja  razón  era  esclava  de  la  autoridad,  dice  en  una  de  sus  págíoiis« 
oue  para  defender  la  Trinidad  y  la  unidad  de  Dios,  es  indispensable 
ajpelar  á  todas  las  fuerzas  de  la  razón  con  la  mira  de  impedir  que.  en 
cuestiones  tan  difíMle^  complicadas  como  las  que  forman  el  objeta  de 
lafé  cristianai  pue(^  alterarse  fácilmente  la  pureza  de  esta  con  las 
sutilezas  de  aquellos  enemigos  que  hacen  profesión  de  filósofos. 

Aunque  Abelardo  habia  escrito  este  libro  para  justificarse  de  lat 
acusaciones  de  los  filósofos  realistas^  no  por  eso  dejó  de  dar  ocasión 
por  él  á  nuevas  persecuciones  y  padecimientos.  Alberico  y  Lotulfo 
lograron  atraer  á  su  partido  al  arzobispo  Raúl  y  qtie  se  reuniera  ua 
concil^^jen  Soissons,  para  juzgar  las  doctrinas  de  este  libro*  Abelar- 
do vino  4  Sfís8ons,y  aunque  el  pueblo  apedrea  á  sus  discípulos  acu*  ' 
sándolos  de  creer  en  la  triplicidad  de  Dios,  no  por  eso  dejó  de  espo- 
oer  sus  d^Sln^s  sobre  la  fé  singue  nadie  osara  contestarle.  Y  como 
el  concilio  tocara  ya  á  su  fia,  sin  haber  tratado  del  objeto  principal 
de  ^u  convocación,  pa^ó  Alberioo  con  algunos  de  sus  dis^pulos  í 
casa  de  Abelardo,  y  1^  dijo  que  se  aAiiraba  de  la  siguiente  propo. 
sicion  contenida  en  su  Uift|:  cuando  se  dice  que  Dios  ha  engendra^, 
á  ÍDio5  no  siendo  Dios  mWque  un&fi0(lf^€garé  que  Dios  haya  p^did0 
§njendrarse  así  mismo.  Ofreció  Abelardo  dar  las  razones  de  su  i^^er* 
^.  '^En  ttrks  materias,  contesta  AlbeWlo,«n^0^ceih^caso  alguo^o 
de  la  n<^9Íebuinanqfl|||de  nuestros  propio^riHHÍs,4||V  de  la  auto- 
ridad." ** Abrid,  pues,  el  libro,  repuso  Abelardo,  y  hallareis  mis  au- 
toridadeí»,"  IIízolo  así  Alberico,  y  leyendo  en  el  pasaje  que  buseaba 


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—349— 
Qneomro  ckadus  en  apoyo  do  aqueJk  opiniou  e^tis  palabras  du  San 
A^fti»:  *^  Cual<|iiiera  qu«  picase  que  Dios  con  su  ooiiúpoteaei» 
pudo  engendrarse  á  sí  misino,  cae  en  un  error  tal,  que  no  solo  no 
ooneitoe  yerdaden(mente  á  Dios,  pero  ni  siquiera  á  una  criatura  cor- 
poral bl  eaptritual,  porque  nada  ecsis^e  (jue  se  engendre  á  si  mismo.'* 
Alberlco  quedó  avergonzado,  mas  como  todavía  tarta mudeffii  olgu- 
na  dUteulpa  de  su  error,  contestóle  Abelardo  que  babia  caldo  en  la 
hüMfía  de  los  que  creen  que  el  padre  es  hrjo  de  sí  imismo*  TJllima- 
iMote^spl^s  de  mu<^hss  y  acaloradas  disputas  ei^re  los  amigos  y 
enemigos  del  acusado^  un  legado  del  papa  que  precia  el  concilio 
co— ínttó  en*ct>ndenarl^Conducido  Abelardo  ante  la  asamblea,  dijo 
UQQ  d^os  aci]|K¿rc5  ^e  se  habla  descubierto  en  el  libro  la  propo- 
siotoffiR  (fl^^pire  en\  único  omnipotente.  Mandaron  entonces  á 
Abelardo  que  hiciese  la  profesión  de  la  fé,  pero  .querían  do  humillarla 
no  le  pexmiáeron  decirla  libremente,  sino  que  le  mandaron  leer  el 
símbolo  de  San  Atanasio.  Abelardo  entonces  tan  apocado  de  corazoa 
como  osado  de  espíritu,  perdió  las  pocas  fuerzas  que  le  queduban,  y 
entre  tógriraas  y  sollozos  acabo  la  lectura  del^^sfVnbolo,  En  seguida. 
fué  'conducido  como  preso  á  una  abadía  de  Soissons,  donde  no  per- 
maiieció  mucho. tiempo  porque  convencido  el  legado  de  su  inocencia 
le. mandó  poner  en  libertad,  permitiéndole  volver  á  9an  Dionisio. 
Bettil^iiido  á  este  monasterio  ocurrióle  dudar  de  que  fuese  su  fonda- 
dor  San  Dionisio  el  areopajita,  como  aseguraban  los  monges,  fuñdo- 
dps.en  una  auúgna  Icyendu.  Tocar  á  esta  tradición  era  atacar  la  or- 
tl>49^ a' cristiana.  Los  monges  le  acusaron  4  la  corte,  y  la  corte  que 
hasta  entóneos  le  había  patrocinado  le  abandonó  d^sde  aqilbl  monen. 
to.  Abelardo  se  refugió  en  las  tierras  del  conde  de  ChanmaFin,  en  el 
monastenio  de  ^fin  Ayul;  y  obligado  también  á  salir  de^Re  recinto 
se-.ri(tiró«  en  compañía  de  un  clérigo,  á  un  lugar  desierto  á  doa  le- 
9mi#  da  Nogent,  donde  con  cañas  labró  una  choza  y  un  oratodo  de- 
díoado  á  Ja.SantísÁma  Trinidad,  dando  áesta  morada  el  nombre  de 
Paracleto  que  quiere  deeir  cojisakj^r,  Ma^h|nas  supieron  susdis-* 
clpuloa  el  lugar  de  ^  refugio  i^Vron  á  Macarle  que  continuara 
011  enae5a(ntiat  v^  fin  de  no  seoararse  üe  su  lado  construyeron  Gaha< 


^ 

%?*. 


9^  # 


n«M»<londe  "><BR  }*^Mit^tlWp  de  sus  manos  proveyeron^  su  sob*  ^  V 

gjsttncia.  Al -p^nipl^^Hp  necesario  ensancli^cl  orat^R:  á  laa  # 

(JiciRiui  do  cañiPrs^cdier^  edificios  de  piedra,  y  kTmodesta  capillA 
d^-Pucácleto  llegó  4  ser  una  ciudad  populosa. 


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-^aso- 
Pero  no  íéjos  de  este  lugar  existía  el  centro  de  otro  moviméento 
íjgualmeiite  innovador  y  reformista  pero  que  tenia  no  obstante  difw*^ 
888  tendencias:  hablamos  del  monasterio  de  Clairvaux  de  donde  era 
abad  San  Bernardo,  digno  rival  del  catedrático  de  Paracleto jr  qitmi 
superiofcá  61.  La  civilización  en  el  siglo  XII  se  divide  en  dos  distin- 
tas tcnoencias;  la  una  que  procura  reíbrmar  los  desórdenea  de  la  so- 
ciedad y  disipar  las  tinieblas  de  la  ignorancia,  reteniendo,  no  obstan- 
te, en  manos  de^a  autoridad  el  movimiento  progresivo  comume«do 
al  mundo;  y  lu  otra  que  aspira  á  la  miama  reforma  si  bllo  tratmido 
de  acelerarla  por  la  concurrencia  de  todas  las  fuerzas  de  la  intelijen*- 
cia;  la  primera  que  procediendo  de  lo  ester^  al  interior  y  prescfi* 
biendp  una  regia  para  cada  acción,  una  djScioJ^b^a  cad^|OTt« 
miento,  pone  la  virtud  del  hombre  bnjo  la  ctmodialipRs'flRfffiEadea 
encargadas  de  celar  su  conducta,  y  le  hace  caminar  por  la  senda  de 
la  per&ccion  atado  con  los  lazos  de  la  obediencia:  la  segunda  que 
procediendo  de  lo  interior  á  lo  esterior  funda  los  deberes  morales  so- 
bré la  libertad  humtfna,  sin  darles  otra  autoridad  que  la  de  la  concien- 
cia, ni  otra  regla  que  Ja  de  la  convicción.  San  Bernardo  y  Abelardo 
son  los  repreaeutantes  de  estas  diversas  tendencias:  el  primero  es  un 
monge  austero  que  abandona  el  opulento  monasterio  de  Cister  para 
fundar  el  de  Claírvaux,  donde  lleva  una  vida  de  penitencia  y  dolo- 
res: el  segundo  es  un  hombre  del  siglo,  de  costumbres  cnltas  y  mane- 
ras elegantes,  que  se  hace  clérigo  para  abrirse  el  camino  de  las  dig- 
nidades del  mundo  y  no  toma  el  hábito  de  monge,  sino  despechado 
por  una  desventura  de  amor;  cuntido  el  uno  predica  los  hijo8  Wate. 
jan  de  las  madres,  loa  maridos  de  sus  mageres,  y  todos  marchan  no 
á  entreteneuu  ánimo  escuchando  elocuentes  discarsos  Mobre  lafilo- 
8ofía,  sinoa*(fnbr¡r  sus  cuerpos  de  cilicios,  y  pedir  misericordia  de 
sus  culpas.  Cuando  el  otro  enseña,  también  atrae  á  sus  áolas  nume- 
rosos discípulos,  pero  discípulos  que  no  vienen  á  ganar  el  cielo,  amo 
^  triunfos  mundanos  y  lauros  académicos.  San  Bernardo  no  es  ílfóeo- 

(ó  ni  humanista,  pero^^n  hom^i^e  prodigiosa  actividad,  de  In- 
eansable  energía,  de  jMunda  ^^Kfh  clarfsimS  sentidot  Abelardo 
^.es  un  verdadero  dialéctico,  sis'temXt^  hasta elabsuMo,  débU  de  eo- 
4  razón  j  jmenguado  de  carácter.  Fácirel||^||A^Jnbr  que  la  ten- 
dencia ae  la  reforfBk  de  Ciairvaux  era  fl^^^Hq^H^Qo  la  del  Pa^ 
rácleto  con  el  espíritu  de  4a  iglesia  catiSílía:  la  plméra  aspiraba  4 
reformar  dominando,  lo  Rotunda  reh  hiendo  el  principio  de  la  auto* 


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-^351— 
rMad,  y  colocauilo  en  lugar  suyo  el  de  la  indepeuüeraa  de  la  raaioa 
konMiMi:  el  fiíodador  de  la  una  fué  un    pontíñoe  (Gregorio  VII),  e| 
déla  «tra  un  hombro  del  siglo,  un  mósico,  un  poeta. 

C amplía  á  San  Bernardo  ref«Ur  las  doctrinas  de  su  rWal ,  pero 
btf  n  fuese  porque  le  llamaran  la  atención  cuidados  de  mucha  impor* 
taneia^  6  bien  porque  no  hubiesen  llegado  á  su  noticia  las  censuras 
de  su  competidor,  no  entró  en  liza  con  él  sino  después  de  algunos 
años.  Entre  tanto  fué  nombrado  Abelardo  prior  del  monasterio  de  Sao 
Gildasi  dnjj  ¡t  ij'  njií  piído  halfnr  el  reposo  que  buscaba,  porque 
sos  mongu^  n  »  'i]«>  se  ritv'-nron  rt]Jin  i  obedecerle,  sino  que  trataron 
de  asesinrirlr^  ^^nvi.  [iriiirh])  el  vino  que  había  'de  servirle  en  la  misa. 
Al  leni/  á  $n  mmv<3  en  reventa  IiÍzq  dnrtacion  del  Paracleto  á  las  moa., 
jas^e  ArgcrLicuiíj  tns  €iuí^s  truskdíLdas  á  él  sejsusieron  biyo  su  pa- 
trocinio y  nomBjferon  nbailedn  4  Clotsa.  Y  bien  fuese  porque  con  esle 
motiro  tuviera  Abelardo  cod  ellas  un  trato  mas  frecuente,  ó  bien  por 
etra  raien,  ^ino  á  manos  de  Eloísa  una  cartf  su]^  én  quejreferia& 
un  amigo  sim  infortunios,  con  lo  que  renovada  su  pasión  eompn^^ 
^  eotjre  ambos  esposos  esa  correspondencia  epistolar  que  traducida- á 
todas  tas  leaguas  es  tan  popular  en  toda  la*  Europa ,  y  ha  servido  de 
asunto  á  una  de  las  mejores  poesías  de  Pope.  No  entramos  en  el  ana* 
lísis  detenido  de  estas  famosas  epístolas,  porque  ni  nos  lo  permite  la 
m^raleza  de  esta-obra  ,  ni  aunque  quisiéramos  dirlamop  nada  que 
no  fuese  conocido.  Estad  cartas  s^no  son  en  su  original  un  modelo 
de  ciencia,  d^  erudición,  ni  de  estilo,  sonlo  al  menos  de  eentímientofl 
deseados  de  pasión  y  de  ternura  por  parte  de  Eloísa  ,  y  de  prudea* 
oio,  cordura  y  dignidad  por  parte  de  4^e1ardo.  Elosia  es  una  muger 
ardiente  en  quien,. ni  el  influjo  de  los  años,  ni  los  rigores  de  la  vida 
usenástica  han  apagado  las  pasiones  de  Ja  juventud  :  ^elKRlo  es  un 
Miekne  austero  que  ha  cenado  su  pecho  1  todo,  sentimiento  de  ter*  , 
«lira  f  que  recuerda  con  peba  la  felicidad  y  los  gooftunundfifhfc*  - 
Asi  es  (\itft  la  sola  forma  de  üi.^  cartea  basta  p^rn  coniprdnder  la  di- 
fereaeia  di;  suh  senumientos,  [|A^^m  l^^uyaé  á  la  esposa  de 
Chisto^  r-i  rsrlaf'f}  dñ  Cristo;  ^^^Kcara  ^miana,  en  Cristo^  "^S 
lardo  m  hi'nn^i^>$j^MÉ^ristú.  eWIK  de  Eloisn  es  muj  diferente 
á  su  fituiífo^nit  ií  iti  n^^^fe^u  €spf?$o,  no  á  su  hermano;  su  sUrva^ 
suosposa;  i^  m  htja^^^^^fina ;  á  Ahelarth  EJüisif.  AsTes  tans^ 


%ien  qv*"   llif  ínl,  n   Tfií^Bín  ii  tinca  su  natTírJ  i^^edad  y  eírcuasr 
pecciotí,  míén|ras  qiie  la  pasión  arranca  á  Eloísa  espresiones  impro" 


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—352— 
pías  de  la  feserFa  reli^íása  y  de  las  oosturabres  del  siglo  duodétioM», 
;,D{o8  lo  sabe,  dice  en  una  de  sus  cartas  la  abadesa  de  Paracleto,  en 
cualquiera  situación  de  mi  rida  temo  naafei  ofenderte  i  tí  que  mi  mic 
no  DÍ06 :  mas  deseo  complacerte  k  ú  que  á  él :  Ui  Tohiotad»  y  no  el 
tfmor  divino,  fué  lo  que  me  indujo  á  vestir  el  hábito  reKgiose."  Y  en 
otro  lugar:  „  me  creen  casta  porque  mis  costumbres  lo  son  ,.perfi  la 
verdadera  castidad  es  la  del  alma;  me  creen  devota,  porque  en  estos 
lienip^ys  de  hipocresía  son  suficientes  las  esteriorídades^  de  devooioñs 
{pero  qué  mereceré  de  Dios  si  rebelada  conini  él  tnt  irriio  te  sufrir 
Étí  castigo,  y  me  consumo  de  pesar^;  é  incap|¡f.  de  aborrucf^r  un  tiem- 
)po  qile  me  fué  tan  grato  no  puedo  apartarlo  1Í0  nirtneEn^fMíir'  Eíoisa 
p^ies,  no  estaba  resignada  eoi^su  nueva  vilai  ^^opariálahí  c^^n  ilc^s pe- 
cho y  hasta  algunas  v^ces  censurabfi  el  ri^^^  '  '  lian  Ti]f)n;ia- 
tica.  No  así  Abelardo  que  muerto  para  el  m  ^1-  píXííioues 

hallaba  en  su  estado,  no  ta  felicida^,  pero  sí  el  posible  conáiRrlo  ea 
sus  inforUinios.  É¿jirano  probaba  sin  embargo  iiallar  reposo  en  la 
enseñanza  :  cualquier  frase  un  poco  libre  era  asnuto  para  sas  enaoiú 
gos  de  murmuración  y  de  escándalo  ,  y  áltimamente  bq  niievo  libn»  ^ 
intitulado  Teología  cristiana  lo  fué  de  una  acusación  contra  él  aáte 
la  iglesia  católica.  Reunióse  un  concilio  en  Sens  para  juzgar  el  libro; 
y  sus  deliberaciones  no  hubieron  de  ser  muy  equitativas  ni  decorosasi 
pues  la  mayor  parte  de  los  prelados  del  siglo  duodécimo  eran  popo 
regulares  en  sus  costumbres  y  no  i^uy  versados  en  las  divinas  ai  ea 
kis  humanas  letras.  Han  Bernardo  hubo  de  temer  en  un  jsrtnoipio  eil« 
trar  en  liza  con  su  poderoso  rival,  pero  desde  que  conoció  la  kwcési* 
tlad  de  la  lucha  arrostróla  con  ];^ábíl  firmeza,  aunque  no  eoma  deigaát 
á  igual  yjpara  oponer  argumento  i  argumento,  sinocooio'padredela 
iglesia  de^syjario  de  la^lootmna  ¿agrada,  qué  intima  á  «n  teólogo  acur 
,  sado  de  haberla  desconocido  que  niegue  sus  escritos,  que  los  justüüqiwai 
^  6/4u^  se  siqpeta.  San  Bernardo'  aparece  en  este  concilio  con  toda  la 
dignidad,  con  toda  la  grtnidu/.rii  con  taiÍ¿L  In  supremucía  dtfi  crtMia- 
nismo;  él  tiene  k  su  J^baaicfo^^^fsr/.af  él  dísp^oe  de  la  autoridad 


^temporal,  el  rey  de  ^^Mtiíi  Lt^^^B>ven  e^  lUi  iilbdilo  eujo ,  y  «ín 
embargo,  iio  invoca  eals  f^jer/'i^Mnne  g^i  •  <  ^:vd,  y  se  presenta 
á  combatir  en  la  liía  ann^Klo  Uo  su  íígf  ^  íiitMijd^idí  meramente 
espiritual  que  le  daba  h  igltisíA.  Bu  vh>  ta^^at  4   Abtílardo  íe 

IMtfiMiSle»  iü  vez  06  intimidarle  le  atirlrin  .  ^  r,  vr/  ác  deprimirlo  lo 
exliarla«  Y  0I  doctor  que  ImUm  íiloaTr¿ai^<>  tikitii»¿j  tiiunjo^  con  su  etci^ 


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-^53— 
eaeooia,  el  maestro  qae  habia agitado  las  aulas  con  su  doctrina ,  el 
fijósolb  que  había  conmoYÍdo  tantas  creencias  y  mudado  tantas  con- 
▼ieciones,  se  confunde  en  presencia  del  concilio,  calla  abrumado  por 
la  elocuencia  de  San  Bernardo,  se  retracta  débilmente  de  sus  errores, 
y  quefaa  publicamente  sus  libros.  En  ninguna  ocasión  ha  aparecido 
mas  profunda  la  diferencia  entre  estos  dos  gefcis  del  movimiento  re- 
formista del  siglo  XII.  Mientras  Abelardo  llora  y  se  retracta  en  el 
concilio  de  Soissons,  San  Bernardo  levanta  monasterios  y  llama  á  lo» 
liombn  s  h  \\\  penitrticin  :  mitítUraa  el  abad  de  Paracleto  enmudece 
ante  el  ^^üm  ijy  de  Sen^el  ttbiu)  \\^  Clairvaux  proclama  altamente  su 
Té  Y  pi'  i^Mnci|M  Almlnrda  *  ptien,  era  un  fílóiofo  ,  San  Ber. 

narijo  <  ,  (^VPIVgl*^^^^^  L^Ab^rdo  era  un  hombre  del  mxiTi' 

do,  Bjiti  B^fíitirUaery  Uiftuntíí^     ^      ♦ 

Cuiiiíenuilgjpi^r  di  cam^ilia,  (Íl¥Ígi6s(3  á  Roma  para  interponer 
apelación  de  la  sentencia;  pero  al  llegar  á  Lion  supo  que  el  Pontífice 
^Jiabia  ratificado,  escomulgándole  ademas  ,  y  condenándole  á  per- 
petuo encierro.  Pesaroso  y  abatido  con  este  nuevo  infortunio  se  diri- 
gió al  monasterio  de  Cluni,  donde  era  abad  su  amigo  Pedro  el  vene- 
rable, varón  eminente  en  virtud  y  de  grande  influjo  en  la  iglesia.  Los 
monjes  le  recibieron  con  cariño,  y  el  prelado  interpuso  su  rnedíacioa 
con  San  Bernardo  y  con  el  papa  para  que  el  uno  le  volviera  su  anfts- 
tad  y  el  otro  le  alzara  la  censura.  El  aoad  no  quedó  desairado  de  su 
empeño,  pero  cuando  Abelardo  recibió  su  perdón  hallábase  ya  á  las 
puertas  de  la  muerte.  Una  fiebre  continua  devoraba  lentamente  su 
vida.  Trasladado  al  priorato  do  San  Marcelo  por  mandato  de  los  fa- 
cultativos, agraváronse  mas  sus  dolencias,  y  el  brillante  profesor  ,  el 
osado  teólogo  que  tanto  ruido  había  hecho  en  el  mundo  ,  murió  co- 
mo humilde  monje  en  el  fondo  de  una  oscura  celda,  el  21  de  abril  de 
1142,  á  la  edad  de  sesenta  y  tres  años.  -V 

Pedro  el  venerable  escribió  al  Paracleto  la  nuev¿^||dj|pu  muerte, 
Kloisa  le  contestó  pidiendo  le  devolviese  el  cuerpo  de  su  esposo  para 
depositarlo  en  la  capilla  de  su^|desia,  recomendándole  á  su  hijo  As- 
trolab¡o,.que  tanta  necesidad  ^^Hále  un  protector  ,  y  rogándole  en- 
carecidament^|m^la»pandase^PPlta  y  sellada  de  su  mano  la  abso- 
l^icion  de  .^ti^^HBÍfracoIjtarla  en  su  tumba.  El  abad  accedió  á  las 
súplicas  <^4HI^|^fl|B|  ^^  haber  llorado  veiate  y  un 

años  la  mu(^HSPÍMn|I^B,  J¡»ajó  á  su  mismo  se|)aIcro.  Los  despo- 
jos mortales  de  estos  amantes  célebres  se  conservan  todavía  en  Pa- 

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—354- 
ris  en  el  cetnenteria  del  padre  Lachaise ,  y  su  moniinNíiitQ  septikaral 
se  vé  cubierto  diariamente  de  coronas  de  siempreYÍray  testimonio  de 
la  simpatía  7  de  la  admirucion  que  inspiran  á  las  generacionea  que 
se  sucedeo.  Bl  talento  y  la  ciencia  han  proporcionado  á  Abelardo  mi 
lugfir  preeminente  en  la  historia  de  la  cif  ilizacion  y  de  filoaofia  t 
el  amor  de  Eloisa,  la  inmortalidad  en  h>s  corazooep,  y  el  afecto  de 
las  almas  sensibles. 


iio  es  nuestro  proposito  al  escribir  el  presente  arlíciilo,  decln<« 
m#r  hueca  y  pomposamente  contra  ese  mal  que  corroe  las  socieda* 
des  modernas,  ni  desatarnos^en  denuestos  y  ultrajes  contra  las  des- 
dichadas víctimas  que  hace.  Queremos  solo  añadir  donde  etlá  el  mal; 
indicarlo  como  se  señala  á  un  viajero  el  precipicio  en  qué  puede  des- 
lizarse,  prócurar-que  se  corte  de  raíz  y  poner  coto  á  esos  deplorables 
atentados  que  añigen  profundamente  al  hombre  sensato  y  humano. 
Tampoco  daremos  nosotros  el  consejo  de  que  á  semejanza  de  los  pue. 
blos  antiguos,  se  deje  insepulto  el  cuerpo  del  suicida,  y  que  su  nom- 
bre sea  cubierto  de  horror  yCle  vilipendio.  Anacronismo  fuera  esto 
en  el  siglo  actual,  y  barbarie  en  nosotros  el  proponerlo.  Verteréinos 
unalágrima/lübre  la  tumba  del  que  acaba  su  ecsistencia;  mas  levan- 
tásemos un  grito  de  ecsecracion  eterna  contra  ese  manantial,  contra 
esa  sentina  que  inspiró  al  infelizM|||a  de  su  horrendo  atentado.  No 
es  solo  en  Madrid,  sino  tambieti||^Hí^  provii^oías  donde  cunde  esa 
plaga  destructora^  ese  azoto  mortímro.  Al  niJ^ñfó^lM?^  que  los  pe- 
riódicos ^e  la  capital  han  anunciado  <ir»9  o  tres  siiiildia v los  délas 
provincias  refieren  también  varios  cti^o^.  Otro^  di  verbal  ejemplos 
pudiéramos  citar  en  apoyo  de  nuestro  arc  rioj  mm  esto,  ademas  de 
ser  prolijo  nos  distraftia  de  nuestio  objeto  principal  que  es  el  de  pro- 


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—355— 
Curar  eon  nuestras  razones  la  estirpncion  do  crímenes  que  tan  lioo' 
dumente  laetimna  la  f  ndole  de  los  pueblos, 

Pfdténdese  por  algiuios  con  sobrada  candidez  ó  sobrada  mala 
ft«qoe  la  nueva  escuela  denominada,  Romántica^  es  la  productora  de 
los  suicidios.  Citan  arteramente  varios  ejemplos  en  su  apoyo,  j  er- 
rados eii  esta  iden  no  tienen  reparo  en  cundirla,  en  proclamarla.  Nos« 
otros  reohazamos  enérgicamente  tan  absurda  inculpación.  ¿Preconí- 
zase por  venlurn  en  lu  lit^ríituru  tnodern:!  el  cielito,  el  crimen,  la  per- 
ver8Ídndl,«flMOÍ)oriCJitjií...,  tte  eiisuL/.n?,..^  IVo,  se  dice:  **Ved  este  es-' 
collOf  satv^prx  Á  ntt  <]iiertíis  perecor."  Y  h\  ummíod  del  poeta  en  el  si- 
glo preaenti:  laur  f«  deBmfirali/.McitJu,  estimular  ni  crimen?^. 
¡Erf'^rV..  |!i  p.H  í  b  prfj<*,ntii  ciuiijrós  tpriiilüi»  y  horrorosos,  cargados 
de  nr¿¿^>5  üoliiriLtüs^  pulpiíaiites  y  aierríidííres,   para  decir  al  que  lo^ 
ré:  ^^Segiiid  si  ifnenni^  \kn^  senda  tan  ev^panLosa/'  Si  fuera  cual  se 
pMlende  el  orh^Gw  del  «uíeuiiOf  á  mUer,  el  gusto  de  la  literatura  mo- 
derna, nosotros  arrojaríamos  la  pluma  y  abjuraríamos  nuestras  doe* 
trinas  literarias,  diciendo:  **No  queremos  pertenecer  á  una  escuelni 
cuya  bandera  es  la  corrif)>cion,  cuyas  premisas  están  ensangrentadaí*, 
cuyos  frutos  son  csímenes  espantosos!.*.^'  Mss  por  fortunu  no  es  así; 
calumniadas  por  algunos,  la  mayoría  lince  justicia  de  las  intencionee 
del  poetn,  y  sigue  este  su  marclia  gloriosa  entre  los  n plausos  del  poe* 
blo/entre  las  béfidiciones  de  los  hombres  justos  é  impareiales.  No 
negaremos  que  alguna  vez  un  ingenio  estraviado  produce   eleetoe 
opilbstos  á  lo  que  se  propuso  escitar.   Goethe  al  publicar  su  novela 
Wenher  6  las  pasiones,  no  pudo  preveer  que  seria  el  iiistrumeoto  de 
cisffi  crímenes,  pintando  el  suicidio  {on<colorl(|  halagüeños,  con  tin- 
tas seductoras;  abrió  un  diqUe  á.  las 'pasiones  cuondo  se -propuso  cer- 
rarlo; obcecado  en  doctrinas  erróneas^  di6  iin  golpe  n^rtal  á*la  hkn. 
Mlidnd  de  su  patria;  raro  fu'ó-el'dia'en  que  algún  inf^fnnfuscado  no 
vertió  su  sangre  para  lograr  aquella  dicha  6clicia,  descim  por  el  sur 
tor  en  un  momento  de  error,  y  dictadas  por  sus  ideas  irreligiosas.  No^-^ 
otros  maldecimos  al  que  contribuyó  al  crimen  y  á  la  desmordiza- 
eton;  mas  porque  una  vez  una  S^Hlla  buena  haya  dado  un  finito  malo» 
no  debemos  i'echaznr  esa  misma  semilla,  que  otras  veoes  fué  la  moa 
productiva  «^lilddttammhrHdo.  El  influjo  de  la  literatura  em  las 


oostumbres/SBmpP^^s  útil  y  provechoso.  El  que  no  coosídete 
en  un  drami^nio  su  nparlencia,  el  que  no  vislumbre  el  efecto  moral 
ocuKo  detns  de  las  pnlabrnf»,  será  porque  su  entendimiento  Btnitado 


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no  concibe  sino  lo  qite  vé.  Levántese  en  buen  hortrun  grko  de  acu- 
sación contra  aquel  que  elogie  conocidamente  ei  crimen,  que  1^  pre- 
conice, y  que  por  el  contrario  ridiculícelos  prirteipio9  eieruos de- ver- 
dad y  justicia;  porque  un  hombre  sea  malo  no  debe  deducirse  qaeto* 
doAo  sean  generalmente.  Algunos  pretenden,  en  nuestra  opiniovstti 
fundamento,  que  las  revueltas  y  convtficiones  políticas,  ocasíonMi 
también  los  atentados  que  combatimos.  Citan  en  apojo  de  8«  ateve* 
ración,  casos  de  hombres,  que  creyendo  pecdido  el  partidla  que  per- 
tenecían se  han  dado  la  muerte.  Estos  ejemplos  aÍBlado#]Varo8  nada- 
prueban;  nosotroM  somos  de  opinión  de  que  las  f^uerra^oivXa  no  con- 
tribuyen absolutamente  nada  al  suicidio.  Pero  had|^^&ps  que  110 
habiendo  podido  salir  nunca  ^ia  medianía,  de  fl^^^^Kái  e^qti« 
la  suerte  los  colocara,  buscan  un  medio,  una  co^i^HP^^eiter  al- 
guna celebridad.  Vn  suicidio  x^on  circui^tai^ias  estráordinariaa«  con 
los  adminículos  de  caij^a  y  pistola,  ó  veneno,  es  lo  que  conciben  y  po» 
nen  en  práctica.  ¡Insensatos!..,.  No  consideran  que  aquella  eelebríéad 
efímera  la  compran  á  costa  de  un  crimen  espantoso;  qne  boy  ae  re- 
pite su  nombre  entre  las  risas  de  los  imbéciles  y  las  mcUdieiones  de 
los  hombres  sensatos,  y  mañana  en  el  eterno  sueño  de  la  tumba,  no 
hay  quien  arroje  una  flor  sobre  ella,  ni  quien  vierta  una  lagrimará  tu 
memoria,  ni  hay  quien  dirija  una  plegaria  por  su  descanso  al  EiertHh 
nt  quien  recuerde  un  nombre  desconocido  en  las  pá^as'del  libro*de 
Hi  gloria;  pero  en  cambio  escrito  indeleblemente  en  el  asqueroso  vo- 
lumen del  cKmen.  Y  con  Vliestra'trnprndeneia  corrompéis  la  toAe- 
dad,  harto  corrompida  por  desgracia,  y  con  la  sangre  que  verteía  etu 
lais  el  velo  que  cubre4p^  defectos,  y  mostráis  el  espectáculo  horro, 
roso  de  esa  Atstpa  sociedad  en  esqueleto;  despojada  de  lo.buetío  que 
aun  leTesta,  y  del-falso  brilloiy'afectada  magnificencia  que  la  rodea.. 
Pero  S0  noaSifk:  si  no  es  ahí  donde  'está*  er  orígeo  del  mal,,  ¿dónde 

podemos  nffiarlo? Nosotros  vamos  á  responder,  y  poniendo  el 

dedo  en  la  llaga  abierta,  no  nos  queremos  cuidar  de  los  quejidos  áei 
enfermo,  si  estos  han  de  producir  su  curación?...*:  Nosotros  os  lO  va- 
mos 4  decir  con  voz  fuerte,  con  áflmó  resuelto.  En  el  ateíamot  ea 
la  falta  de  religión. 

Es  uAa  verdad  eterna  y  probada  qu^m^^U^^Lretígion  no 
paede  sostenerse,  porque  la  religión  es  co^^QMRfflHPie  sostiene 
an  edificio  destruido quitad  ese  puntal,  y  el  edtffiff  social  ven- 
drá abajo  entre  los  gritos  de  los  que  perezcan,  y  las  maldiciones  de 


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—3-^7— 
los  que  sobreviv^an.  Por  fortuna,  en  un  país  altamente  católico  como 
el  nuestro,  aun  no  han  cundido  esa^  tendencias  irreligiosas  que  son 
la  plaga  de  las  sociedades. 

Mas  por  desgracia  el  aliento  de  Ki  víbora  ha  atraído  á  varios  in* 
cautos,  y  el  dogma  de!  mHterialismo  ha  hecho  algunos  prosélitos. ^é 
aquí  el  origen  del  mal.  El  infeliz  que  se  suicida  cree  que  después  de 
este  mundo  no  hay  otro;  obcecado  en  sus  doctrinas  de  maldición,  se 
arranca  una  vida  que  eren  suya,  cuando  solo  es  de  la  sociedad  que  le 
abstiene,  y  áel  Omnipotente  que  le  cri6;  no  tiene  por  crimen  asesinar 
%i  ecsistencia,  é  ignora  que  no  siendo  esta  suya,  es  tan  grave  delito 
quitársela,  com^despojar  de  ella  á  otro  hombre;  y  sin  cuidarse  de  si 
su  ejempl^p^3Ber  é  no  pernicioso  á  la  sociedad,  á  sus  hermanos, 
solo  quiere  libertarse  de  un  peso  que  le  agovia,  descansar  de  este 
CaQ^ancio  que  llaman  vida,  para  dormir  en  un  sueño  que  llaman  la 
muerte!.-  ¡¡¡Y  á  esto  llaman  fílosoñaÜ!  A  esto  decimos  nosotros  estu- 
pides;  á  esto  apellidamos  corrupción. 

Los  apóstoles  de  esas  doctrinas  se  reirán  tal  vez  de  nosotros,  j 
ridiculiearáQ  nuestras  palabras.  No  importa;  siempre  nos  quedará  la 
satisfacción  de  haber  contribuido  al  bien  de  la  humanidad,  y  coope- 
rado coa  nuestros  esfuerAos  á  que  la  escuela  del  ateismo  no  haga 
nuevos  é  incautos  prosélitos.  Sepan  estos  que  huyendo  quizá  de  la 
justicia  de  la  tleira,  van  á  dar  con  la  del  cielo,  mas  inflecsible  y  mas 
pura  que  aquella,  y  sobre  todo,  mas  duradera,  eterna*  Un  desvarío 
amoroso,  una  pérdida  en  el  juego  suelen  producir  un  suicidio.  Cau- 
sas  tan  despreciables  son  el  móvil  de  esa  májjuina  social,  que  rueda 
sobre  un  eje  frágil,  que  roto  una  vez  no  hay  n)|^fe  que  pueda  compo- 
Darla.  Lo  hemos  dicho  antes,  y,  no  nos  cansaremos  de  repetirlo  nun. 
cai.c^sa  sangre  que  se  vierte  es  el  riego  de  un  campo  de  maldición* 
frutos  sazonados  con  sangce,  qolo  pueden  producir  delitos;  y  delitoa 
frecuentas  é  impunes  acarrean  la  ruina  de  las  sociedades.  Rotos  los 
vínculos  que  uaen  al  hombre  con  la  religión,  se  relajan  los  de  la  vida; 
y  de  aquí  la  disolución  social,  el  crimen  y  el  sacrilegio.  Si  .filosofía 
llaman  á  esa  escuela  de  ateismo  y  corrupción,  nosotros  rechazamos 
esa  fílosofia:  si  la  civilización  tiene  por  esencial  el  suicidio,  el  cri- 
men, nosotros  la  maldecimos;  por  último,  si  la  ilustración  es  esa  que 
loa  ateos  proolVmHn^íl%s6's  son  los  adelantos  de  la  edad  presente, 
nosotros  no  queremos  esa  ilustración  ni  esos  adelantos,  y  marcamos 
con  el  sello  de  la  irreligión  y  el  vilipendio,  con  esa  marca  que  no 


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borran  loa  años,  que  se  conserva  ^  través  de  los  siglos,  á  los  soste* 
nedores  de  tan  peruiciosds  ideas. 

Pero  al  hablar  asf ,  no  se  crea  que  lo  hacemos  con  personas  de- 
tenninad(|s:  nuestra  guerra  es  4  las  doctrini^i  do  &  los  individuos. 
Queremos  arrancar  esa  máscara  de  fílosofía,  ese  manto'  de  hipocre* 
síu;  y  mostrando  donde  está  el  daño,  escarnecerle  y  demostrar  su  fal- 
sedad para  que  todos  se  aparten  de  él.  Nosotros  deploramos  como  el 
que  mas  esas  recientes  Victimas  que  hace  entre  nosotros  el  espíritu 
de  irreligión.  Vertemos  una  lágrima  sobre  la  tumba  que  epcierra  sus 
restos,  y  una  flor  sobre  su  Josa;  mas  dt^tpos  una  moldicion  al  crimen, 
al  delito  que  abrió  aquel  sepulcro.  Y  nuestro  lamento  es  el  lamento 
de  la  sociedad  entera....  nuestra  flor  la  compasión  dMwtella....  nues- 
tra maldición,  la  de  todos  los  hombres  sensatos.  ^ 


^1  9  tm 


OPIHIOITZS  DS  LOS  ▲HTZGTrOS 


SOBRE  LA 


BXnWUBBVNNIJBVO-MDNM. 

dCKO O 5»- 


(d. 


4rRi8TOBAL  Colon,  Imbia  vinj  ido  mucho,  antes  de  acometer  la 
empresa  que  le  inmortalizó,  y  era  ya  entonces  el  mas  hábil  nave- 
gante de  Europa.  Conjeturó  que  se  podian  hacer  grandes  descubri- 
mientos hacia  la  parte  de  Occidente,  mientras  casi  todos  los  otros 
navegantes  pensaban  solo  en  abrirse  camino  para  el  Oriente  por  la 
parte  del  mediodia.  No  ignoraba  la  pretendida  profecía  de  Séneca 
en  su  Medea  ni  la  que  escribió  Platón  en  su  Timeo,  á  saben  que  de 
la  otra  parte  de  las  columnas  de  Hércules  habia  una  isla  llamada  At- 
lantida,  mayor  que  ninguna  de  las  demás  l^^yüentónces  conocidas» 
^*^  cual  se  habia  sumergido  de  resultas  de  un  ililuvio  acompañado  de 
grandes  terremotos.  Reflecsionó  mucho  sobre  lo  que  se  publicó  poco 
después  del  descubrimiento  de  las  Azore?,  los  Canarias  y  la  Madera 


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—359-^ 
acerca  de  encontrarse  algunas  veces  en  ius  coaitas  de  estas  islus  pe* 
dazos  de  madera  de  una  especie  descpnpcida,  cañati  que  nú  conocían 
tampoco  y  aun  varios  cuerpos  muertos  que,  ecsámínados,  se  diferen. 
chiban  sensiblemente  de  los  habitantes  de  África  y  de  Et^ropa. 

Sus  conjeturas  acerca  del  Nuevo- Mundo,  se  fundaban  ademad 
én  el  conocimiento  déla  figura  y  estencion  def  i^Iobo  terráqueo,  pues 
por  el  curso  de  los  astros  reft|^aba  evidente  que  la  mitad  de  él  no  se 
conocía,  y  que  era  probable  hallar  al  Occidente  rejione^  habitadas. 
Observó  que  los  vientos  occidentales  reinaban  con  bastante  igualdad 
por  determinados  períodos,  y  dedujo  qué  ía  causa  debía  consistir  eñ 
las  tierras  ignotas.  Recordaba  que  Pluton  después  de  hablar  de  su 
Isla  Atlántica,  \lice  que  nías  allá  había  gran  númsio  de  otras  islas 
pequeñas;  que  cerca  de  esta  existia  un  continente,  mayor  que  la  Eu- 
ropa y  el  Asia  juntas,  y  que  pasado  el  continente  se  encontraba  la 
verdadera  mar.  Sorprende  ^e  los  recluitados  \le  los  descubrimientos 
emprendidos  hayan  correspondido  con  tanta  ecsactitud  á  lo  que  dos 
mil  años  antes  escribió  aquel  filósofo;  porque  es'ceptuando  la  Atlan* 
^ida,  que  ya  él  decía  haber  desaparecido,  se  há  descubierto  de  la  par- 
te  de  acá  del  occéano  un  grande  archipiélago  que  constituye  por  sí 
tolo  casi  la  mitad  de  la  tierra,  y  mas  allá  una  mar,  el  Pacifico,  que 
es  sin  disputa  la  mayor  de  todas. 

Algunos  autores  antiguos  hablan  de  un  navio  cartajinés,  que  en 
el  año  356  de  la  fundación  de  Roma,  saliendo  á  descubrir  nuevas 
tierras,  hizo  rumbo  por  entre  el  Medio-día  y  Occidente,  atreviéndose 
á  engoífarse  en  un  mar  desconocido,  sin  mas  brújula  que  la  obser- 
vación del  piloto  relativan^te  á  la  estrella  de^^rte;  cuyo  navio  lle- 
gó por  fia  á  una  ift  desierta,  muy  espaciosa,  abundante  en  pastos, 
dividida  en  todas  direcciones  por  hermosos  ríos,  y  con  grandes  y  es- 
pesos bosques  llenos,  de  árboles  dé  estraordinaria  altura*  Añaden  que 
la  bondad  del  clima  y  el  alhagii^pO  aspecto  del  terreno  determinaron 
.  &  muchos  de  aquellos  aventureros  á  quedarse:  que  los  otros  se  volvie- 
ron á  Cartago;  y  que  habiendo  dado  cuenta  al  senado  del  descubri- 
miento, resolvió  sepultar  en  eterno  olvido  la  memoria  de  semejante 
enipresa;  mandó  quitar  la  vida  á  todos  los  qtie  h^ian  hecho  parte 
de  la  espedicion,  y  abandonó  4  su  sueffe  á  loe  carcaj  Ineses  que  se  ha« 
bian  quedadq  en  el  país  (fescubierto*      ^ 

Cuenta  Juan  de  Barros,  en  su  historia  de  ía  América,  una  cosa 
que  podria  tener  alguna  relación  con  l||que  se  acaba  de  referir  y  que 


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—860— 
hasta  cierto  punto  lo  comprtiflfoi*  Dice  que  en  la  isla  de  Cordolmt  '< 
mas  occidental  de  las  Azores-  se  encontró,  cuando  fué  descubierta^ 
una  estatua  ecuestre  de  piedra  artificial,  colocada  encima  de  un  pe- 
destal  de  la  misma  materia;  j*que  en  las  faces  de  este  habia  inscrip- 
cionesi  cujos  caracteres  no  pudieron  descifrarse,  añadiendo  que  el 
caballero  restido  como  la  mayor  parte  de  loa  americanos,  señalaba 
con  el  índice  al  Occidente,  como  para  advertir  que  en  aquella  direc- 
ción habianWrras  habitadas.  El  descuffimiento  de  la  isla  de  Córdoba 
era  reciente  cuando  Cristóbal  Colon  estuvo  en  Portugal;  es  probable, 
pues,  que  oyese  contar  esto. 

Los  españoles,  que  por  tanto  tiempo  hablan  calificado  de  visio- 
nario al  que  creía  en  la  existencia  de  una  parte  ign^A  del  mundo, 
pretendieron  luego  encontrar  en  él  provincias  que  habiao  pertenecido 
antiguamente  á  su  dominio,  y  sobre  las  cuales  tenian  por  esta  razón 
^erachos  incontestable^.  Oviedo  se  atreve  á  decir  que  las  Antillas  son 
las  famosas  Hesperides,  tan  celebradas  por  los  poetas,  y  que  en  tres 
mil  ciento  cincuenta  años  antes  habian  pertenecido,  en  tiempo  del 
Rey  Héspero,  cuyo  nombre  llevan  á  la  corona  que  en  la  actualidad 
se  ceñían  los  reyes  católicos.  Dice  también  que  Santiago  y  San  Pa- 
blo predicaron  allí  el  Evangelio,  y  cita,  en  apoyo  de  esta  noticia,  los 
Morales  de  San  Gregorio. 

Otro  autor  ha  escrito  que  la  isla  de  Santo  Domingo  era  el  anti- 
guo Ofir,  á  donde  Salomón  envió  sus  navios  en  busca  de  oro,  pavos* 
reales  y  dientes  de  elefante;  pero  es  sabido  que  ni  en  esta  isla  ni  en 
ninguno  otro  pais  del  Nuevo-Mundo,  se  han  hallado  elefantes. 

Cuéntase  igual^l^te  que  una  caravela  española,  que  llevaba  vi- 
nos y  varios  comestibffs  á  Inglateraa,  con Airiada^or  espacio  de  mu- 
chos dias  por  los  vientos,  y  no  pudiendo  ya  resistir,  se  vio  en  la  pre- 
cisión de  correr  en  rumbo  del  Sur,  y  luego  en  el  de  Oeste,  encon. 
trándose  en  fin  á  vista  de  una  isla,  donde  tomó  tierra  la  tripulación. 
Aseguran  que  esta  isla  era  el  Brasil;  dicen:  que  solo  el  piloto  y  al- 
gunos pocos  marineros  pudieron  volver  á  Europa,  pereciendo  todos 
los  demás  de  resultas  de  las  incomodidades  del  viaje.  Sobre  esta  nar- 
ración se  han  fundado  para  escribir  que  el  piloto  era  íntimo  amigo 
de  Cristóbal  Coioh,  |r  que  halando  muerto  en  casa  de  este,  le  dejó 
todos  sus  papeles  que  le  sirvieron  mas  tarde  para  forAar  su  plan  y 
acometer  su  empresa.  Los  buenos  críticos  desprecian  como  pura  fá- 
bula esta  narración. 

U 


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— asi— 


De 


XVguuos  oficios,  iust^mentos  3  nfateriQ&jpfimaS. 


<Ao  hnj  cosacas  curiosa  ni  mas  interesante  cjne  la  liístorhi 
del  desoiibrhnieuto  de  los  oficios ,  de  las  artes  y  de  las  ciencias  ,  así 
cerno  de  las  máqHlnas  y  de  los  ipétodos  que  requieren.  Efectiva-» 
mepte,  no  tan  solo  nos  dá  Iiyfica  4^  su  conociraiento,  sino  qu^  seña- 
lándonos su  origen*  nos  (>one  4  nosotros  mismos  en  el  caso  de  hacer 
Bueros  deacubrtoiieotos*  Y  entonces  tenemos  tanto  mas  ánima  j  ra« 
1^  para  emprsndeilos^  onanta  qoe  los  autores  de  úifeatos  anterio* 
res  suelon  haber  sido  un<M  niñíoa»  ó  bien  pastores  t  artesanos ,  joven* 
eitaa  may  simples  é  ingenuas ,  y  aun  frecuentemente  unos  pobres 
kicos.  Nos  limitaremos  á  indicar  el  origen  de  algunos  oficios  ,  de  al- 
gunos  instrumentos  y  de  algunas  materias  primeras ,  tales  co&o  loa 
tintes,  la  sierra,  el  coflipas,  el  vidrio,  etc« 

Viui  pobre  muger  tenia  un  hijo  llamado  Talus  :  Ye  confia  á  Dé- 
fblo,  t|u¡en  le  enseñó  fiu  arte;  pero  el  discípulo  tenia  mas  ingenio  que 
su  maAiro.  De  edad  de  doce  años  ,  habiendo  ancontrado  la  quijada 
de  Aa  sei^nte ,  y  habiéndola  empleado  con  éxito  para  cortar  un 
pedacit(l»de  maderaje  ^ta  aventura  le  dio  Itf  MA  de  construir  un  los. 
trumento  que  imitase  la  asp^ezuí  Tte  FQs  dTVhtes  de  aquel  animah 
Tomo  al  efecto  una  hoja  de  llleiiÑ>  y  h  dbrtó  por  el  estifb  de  aque- 
llos dientes  cortos  y  apretados  q^ie  habia  observado  en  el  reptil.  Be 
este  modo  inventó  Ui  siajVWtlK  le  acrfbvyeti  igdalknejite  la  invención 
del  compás,  del  torno  y  de  la  rueda  de  alfarero. 

Aaiiwaé»  á  perifeguir  «ivMki  eljierro  de^n  pastor,  se  ikP^J^  ilH 

la  majada.  Acosado  por  el  hambre  ,  haM^%noa  mvriveos  ft  IH  <frflVa 

46 


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del  mar  y  los  comió^  La  aaogre  de  aquellos  marifcoa  le  tiñó  la  boca, 
y  á  stf  regreso,  so  amo  coikno<ido4Íe  compasioo,  creyeodo  herido  á  su 
fel  compañero»  porque  le  vio  todo  ensangrentado  le  limpió  con  lana 
blanca,  mas  ¡qué  prodigio.M*«!  el  animal  no  esuba  herido^  y  el  blanco 
▼aUon  ad^4iin6  el  bi^po  mas  vivo.....  £1  cielo  quiso  sin  duda  recom- 
pensar de  este  modo  el  cariño  del  hombre  aun  animal  tan  fiel.  El 
pastor  tiñó  vellones  anteros  con  el  mupp  líquido,  ylos  llevó  al  Ri^, 
quien  roadfe^darle  magníficos  regalo^  . 

mMCMTBRmiEIVTO  1»L  TIIMUO. 

El  uso  del  vidrio  es  según  Plinio^  una  invención  debida  á  la  oa* 
suaHdad.  Unos  mercaderes  de  nitro  que  recorrían  la  Fenicia ,  que- 
ria^^o  cocer  carne  á  la  orilla  del  baudaloso  rio  Bélus,  y  no  hallando 
piedras  para  levantar  sus  tréveder,  discArieron  poner  pedamos  dé  ni« 
tro  en  vez  de  piedras.  Entonces  la  materia  se  inflamó  ,  y  fluyó  en 
aHroyueios  de  sustancia  trasparente,  que  habiéndose  cuajado  á  algu* 
nos  pasos  de  distancia,  les  indicó  el  modo  de-haC^r  el  vidrio,  que  se 
ha  perfeccionado  muchísimo  desde  enftfnces^ 

,DEIi  DIÍBÜJO,  I.A  PHVTURJl  T  EL  FOSFORO. 

Inspirada  por  el  amor,  la  joven  Dibutada ,  traza  á  la  luz  ^  una 
Tela  los  rasgos  de  un  objeto  adorada  que  se  piptabaa  en  la  ^óí^ra,  y 
este  procedimiento  tan  sencillo,  origen  de  la  Silueta ,  nos  ha^^ropor- 
Clonado  el  dibujo.  ,        ^ 

El' amor  crea  la  Mqluraf  La  locura,  seguix  dicen  ,  la  a<^mpaña; 
y  un  loco,  el  alquimist^BraQO,  triscando  la  inhallable  piedra  filoso- 
fal, descuide  y. nos  proporciona  el  fó$fgro. 


CttABAIWBHÍ 


AIeiandro^JWü>el  Cunio^hermatios  mellizos,  trataron  en  su  ni- 
ñez de  ejecutaremos  enriMeve  aabre  pnrtmas  de  madera.  No  te* 
nian  mas  que  un  cuchiflo  p^ünico  instrumento ,  y  lo  llegaron  á  lo* 
gfttiif  Bo  habían  cumplido  todavjn  di^^  M»  ^ños  diaado  dUairon  á 
ooMoer  el  íru^  da  sas  iffeas. 


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—368— 


€W«ciiir«Miir?\ 


instruir  al  hombre  de  la  cbae  pobre ,  es  haceiéi  eonoeer  hi  qve 
ae  debe  á  sí  mismo,  7  arrancarle  al  vicio  7  á  iWidl^ttcétHnoaaé 

{Del  Sr.  D.  José  Luis  de  Cúsmsetd.) 


mmm  \mm\sL. 


K 


ib  A  bondad  7  pronto  *e^ndtb  de  los  productos  manufNetnra* 
dc/s'dependen  en  ^an  parte  del^  apJicacion  del  príneípío  de  iuiita- 
eion,  ó  fi  se  quiere  del  de  la  eopta- tomada  en  so  sentidlrmaa  eaCédap, 
En  miichas^  eirounstaueíiM  se  padecen  infeitas  dificplfadea  para  pro- 
dlkchr  JIR  (ní^nal  sobre  el  que  han  de  ser  eslculadal' todas  Tas  eoptas: 
7  mientras  mas  considerable  es  el  núnfiero  de  éstas  ,  debe  ser  ma7or 
el^f^idado tiel  manufacturero  en  preservar  el  modelo,  pues  suelde 
pof  lo'  común  que  una  máquina  cuesta  dies  mil  veces  el  precio  de 
los  artículos  que  debe  fabricar. 

La  nomenclatura  de  las  artes  cu7a  copie  es  la  base  principal*  aa 
de  A  Aiodo  numerosa  qué  no  intentapemos  dribla  á  nucstroa  lecforea 
j-mAe  nos  limftare|jys  á  presentarles  una  clasificaci^m  general  é  in- 
dicar algunas  a'plicactmies. — ^Se  copia  r 
Por  impresión  en  hn«eo. 

Por  impresión  én  relieve.  «  « 

¿      Por  el  molde  74a  fundición. 

0  Por  el  molde  7  el  7eso.  * 

4Por  d  estampado. 
Por  el  torno;  ^ 

7  en  í^rt  alterando  las  dimensiones  del  ^ginnl. 

lMPRBsioi««<-*4ia  tipografin  ó  el  arte  de  imprianr  ei  eeeneialBmnte 
en  todbs  suff  ramoa  un  arte  de  Üñtaoíon,  6  uta  ^Ptrdadara  aayia  ea  ws» 


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—vív- 
elos grandes  divisiones  que^f  04^  In  impreeioa  en  hueco  y  la  impresíofi 
en  relieve;  está  comprendido  tm^gma  aáaiéro  de  artes^. 

Impresión  bn  hueco  sobrb  lamina. — En  este  arte  se  obtíeneii 
c^UMM  pwr&gtat  pasando  d  nwéalo  al  papel  por  mxdip  é%  U  prosion 
7  de  uaa  tUUa  ü^e^ljpbtenida  en  k>s  buecos  que  se  fcan  grabado  ao^ 
bre  «|tt«  Ukttiaa  de  cobro.  Un  artiaia  dilata  algunas  veces  uno  6  doa 
^oa  ea  grabar  una  lámina  que  en  mud^o  canos  n#  da  .rnjis  de  qoU 
mentas  biiMRb  copina.  « 

^Cteabado  80BRB  ACRBOi— ^Eite  arta  aoki  4*fi^re  del  grabado  so- 
hfie  cobre  en  la  naturaleza  del  metal  7  en  el  néoiepo  ménoa  limitado 
dé  coplas  que  pmduce  una  lámina  de  acero,  pues  es  por  lo  coman 
mu7  diftoil  distÍRguirJa  oienmilésifBa  c^pta  d^  ht  primera.  Hace  mu- 
cbo  tiempo  que  los  inglesas  ae  ocupan  de  eale  arte  aan  buen  suceso; 
7  ^os  franceses  lo  hubieran  epsayado  con  mas  antícípaci<{n  habriaa 

esC^dido  sus  modelos.  . 

\    * 
Impresión  de  la  musioa. — Se  imprime  ordinariamente  la  mé- 

sica  con  láminas  de  estaño  grabadaa  par  .medio,  úe  punzoae^  aleado 
eate  metal  maa-  blando  que  el  cobre,  ast4  sagatí»  á  oobiirae  de  grtal^a^ 
7  oarrer  por  Mas  la  tinta,  d^  donda  resulta  esa  aparieacia  d^  8«c)e- 
dad  que  se  nota  generaimaiUe  sphre  1§  música  impcaaa-  fia  mudioa 
caaos  »%  8i^titu7ef^ho7  la  impresión  litográfica,  7  algunas  vacai^a  da 
relieve^  ao  caracteres  móviles  ;  pero  esto  ultimo  procedimii^ntOf pre- 
senta e\  grave  ioeoaveaiatita  de  ofraeer  soiucionaa  Jk  aantiaaüafi 
daaagraUabkes  aa  Ina  líneas  á  ménoa  que  no  se  tome  la  pracauciaa  de 
Iropríniir  separadamente  la^  líneas  7  las  notas,  lo  que  auiBeiiai|na- 
ckíQ  tí  praeía  da  la  impraaion. 

^»RBaiaBi  DE  Lo^TEomos  por  mbbio  de  cn.umaos.'-^boai^ 
bafoa  dala  ma7aff  pa|te  de  los  tegtdos,  7  en  aspa^al  de  ias  inítftpaa 
no  son  otra  cosa  que  copias  obteaidascpor  aiedtoae  oitiadros  de  ea^ 
bre  de  cuatro  á  cinco  pulgadas  dediéaiaUa,  aobae  los^ue  ealán  gra- 
bad^ en  hoeco  los  jjibujos.  Se  saaierfe  ao  al  caler  juna  porción  del  . 
cilindro,  mientras  que  una  espacie  de  naaem  aiáatico  ée  eilte  se  lle- 
va el  cdfor  supérfluo  antes  de  que  toque  al  teg^o.  IJaa^eza  da  in« 
diana  de  treinta  varas  francesas  de  largo^  ae  íasprkaa  for  este  medio 
en  cuatro  ó  cinco  minutos. 

Copia  por  medio  de  l1Rina&  céhAUés^^Son  bien  conoódaa 
laa  léaMaas^  cofasa  delgada  6  4e  hoja  de  lata  ewfiia  estáareooru* 
doa  loa  oaaoetéffcs  #  dibujos  que  se- Mf»oducea:  sabré  el  ph|mJ,  emba* 


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dmriiaiMlo  úo  tinUí  cop  una  brocliUa  lor  superficie  del  metal  que  pro* 
tege  las  purtet  leserYadas,  no  dejando  <^acü^  tiatn  toque  al  papel,  si 
iu>  «0  an  loa  lugares  caladot.  . 

A4gttaa%inji^raaiouaa  d^  tagidoa  ja4MMeo  pnr  uo  proaedimiajii^ 
Miálogo«  pero  rmiclio  oma  infanioio.  Se  tina  |pkegMÍo  ^a  pifi^ca  da 
lui  ao^  eolar  Uup^9mo€  que  se  trata  de  pañuelos  o  corbatas  emp^á^ 
y  '9e  rapiega  i^«d«iW^  aabfe  ai  mismo  Untaa  .vec^g  cuantoa  paáu^oA 
daba  ooiiteHe»/c4fk>cadO,eritre  dos  planchas  maciaas  d#  metal  cala; 
das  aatM^con  uu  mismo  dibujo,  y  nrreglndas  de  manera  qiia  ^l^ca- 
lado  da  la  uoa  eufreapewda  azaotameute  con  el  da  la  otra  se  pone 
todo  aautta prensa  para  hacer  al  vado,  esto  es^  para  estraerie  el  ai- 
T^  Bn  asta  momento  aa  pone  eo  comunicación  con  Jaa  aberttfras  de 
la  plaaalm  auperiorf  ua  dep6aito  de  doniMi  liquido,  y  obrando  en- 
tMaea  por  oaa^ma^Ui  presión  atnaosC^ríca  iuema  al  liquido  á  atrf^e- 
aar  loa  pafiíiales  y  loa^n^lidaaa  al  pasar,  solo  en  las  partes  correS- 
pondíantea  i  loa  ealados  da  las  dos  planchas  las  cuales  apretando 
faastaaaante  las  oirás  porcionea^del  tegido  impiden  que  corra  el  líqui» 
do  horiKontalmente. 

ItoMUMnoN  ii^Rafciaai  Eate  ramo  de  la  ttpograOk ,  aa  da -ana 
apliaacím  «mébe  maa  jBfouatite.^atHas  aiples  qa%  la  que  acabamos  de 


JüpmRscov  Y  oEABADo  ivf  MADBRA.-«-Este  grabndo  se  ejecuta  por 
uo  prc^ediíaieilio  ubsoluJlameiite  ipverso  del  quo  se  hace  en  lámina 
^  de  «obre  :  ao  el  primero,  los  biiACos  son  los  qus  dan  la  tinta  al  papel 
6  al  tqgido,  y  en  éste  son  los  relia?es  donde  previamente  se  aplica 
la  tinta  para  pasarla  al  papel  por  medio  de  la  presión.  Este  grabado 
ef^  naas  difícil  y  mas  costoso  qpe  aá  primero  ;  pero  también  presenta 
una  gran  vengija,  y  es  la  que  resulta  de  la  facilidad  de  imprimirlo  de 
U0  solo  goln^,  MBH  el  testo  .q^e  le  acoaApa5a« 

IlSPBMiAN  CON  CARACTERBS  MOVIBLES.— ^Dc    todoS    loS    artCS  de 

iaitlaeion,  ^  este  ehmas  imponente  por  su  inftuencia.  14a  parti§ula- 
ridad  quf|p,distingue  ^  todos  los  demás  es  la  inmensa  subdivisión 
de  laa  panae  que  puedan  formar  un  original  para  producir  copias  sin 
número.  Cuando  un  original  ha  dado  millares  de  ellas ,  los  mismos 
elementos  individuales  puedan  au%r  nuevas  combinaciones  y  abaste- 
cer de  numerosos  originales  que  produjera  cada  uuq  millares  de  co- 
pias. -     .     . 

Impresión  isTBREonFA.-^-^sie  modo  de  imprimir  solo  difiere 


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déT  aoteríor,  en  que  ios  ea^^éres  estáiv  fijos,  ya  poniendo  jynUNí  le»* 
caractérea  movibleB,  ó  ya  tli^ndolos^e^  decir,  obtenieiido  por  aso  de 
Joa  procedimientos  de  que  hablaremos  en  otro  artknlo,  una  planeha 
aérlida,  de  ana  matriz  moldada  aohre  la  plandia  aaÓTÍl.  £a(a  especie 
de  impresiov  sdo  seJ^tMbpIea  cuando^  hity  de  hneer  m  grao  nániero 
ét  «•pfas,  6  para  las  obras  que  tienen  necesidad'cTe  noa  escrapolesa 
qprtecrciofi :  así  es  como  se  imprimen^  fas  tablea  para  el  jno  de  Jea 
Matemáticos,  en  las  que  una  tbz  corregidoa^  los  eirofes ,  no  paedea 
ya  fcproducirse. 

Impresion-de  los  papeles  FiNTXnos.— 'Esta  mpreaíon  se  hace 
por  medio  de  planchas  de  madera  grabadas  en  reliare  siendo  necesa- 
río  emplear  tantas  planchas  cuantos  colores  hay  en  el  dibujo :  su 
aplicación  sucesiTa  sobre  el  mismo  fondo,  reproduce  ed  origíaaL  Es- 
tajjnpresion  se  hace  á  la  mano,  es  decir  que  eada*plaiicba  ,  deapuee 
de^haber  recibido  el  color  conTenieote  ,  se  aplita  la  maao  aobre  el 
papel,  teniéndose  cuidado[)de  asentar  bien  y  con  mucha  e^raetitud  to- 
das las  marcas.  Algunas  vec^  se  «iM]plea  el  nísMo  procedinMto 
para  las  impresiones  sobre  regidos. 

Impresiok  lttoorafica. — Con  este  ti^tte  ae  oMenen  cofiia  en 
un  numero  casi  ilimitado.  Bi  original  que  produce  oslaaeopiaa  eaua 
dibujo  hecho  sobre  una  piedra  ligeramente  porosa  ,  con  una  tinl«^ 
grasa.  Vertida  agua  sobre  esta  piedra  solo  queda  mojada  !a  parte 
que  no  cubre  la  tinta,  y  si  se  le  pasa  entonce  por  encima  un  lodHIo 
elástico,  cargado  también  de  tinte  grftsifsa,  la  agua  impide  que  éltii  ^ 
tinta  se  adhiera  á  las  partes  mojadas  de  la  piedra  ,  puesto  que  no 
queda  ofra  tinta  que  la  de  |es  caracteres  6  dibujos ,  préftaraente  tra- 
zados. En  este  estado  se  po^e  sobr¿  la  piedra  un  pliego  de  pape!  el 
cual^queda  estampado  por  medio  de  la  presión.    - 

Un  procedimiento  semejante,  que  solo  ha  6¡do  iiAperfectamente 
ensayado,  nos  parece  susceptible  de  ventajosas  apUbacione^:  él  con. 
aiste'en  reproducir  por  medio  de  la  impresión  lítográfíca  las  obww 
recientemente  publicadas  en^  otros  paises  p«es  no  estaiiBtodavía 
completamente  seca  la  tinta  de  su  impresión  ,  puede  descargarla  so' 
bre  una  piedra  litográfica,  y  sacarse  un  gran  némero  de  nuevos  co- 
pias. Hace  algunos  años  que  fue  Ifnpleado  este  procedimieiíto  én  la 
Bélgica  para  reiifiprimir  los  diarios  Franceses ;  pero  la  empresa  no 
produjo  suficientes  beneficios.  Las  obras^  antiguaftietite  tmpreaas  no 
pueden  reproducirse  por  este  medio,  en  razón  dequelaTinta  ha  per' 


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—367— 
cUdo  con  el  tiempo  la  grasa  que  pudiera  irasiuitir  i  la  piedra ;  pero 
es  de  esperarse^qae  la  químiea  descubrft  en  lo  suceaíf  o  ua  medio  ca^ 
pas  de  restablecerla  á  su  estado  primitivo. 


*       BSCRITO  FANTÁSTICO, 

(168  original  de  MonseñoTchuTeriné.  La  traducción  ee  mía,  fiiriiniyiüdisuii 
«n  la  Academia  de  "l^ulacion,  y  á  éRa  le  debo  la  cMona  dsdmufcu  ^ae  sapa 
«osteneft  en  cinco  s^yoneflTvoBsecatívas.)  , 


ssa  V$3a3¿L  ¿Lh  ds3&aK!s:a^sQ.    ""¿^ 


JiSI  IUOiHnMHD  ■HM^S  MW^f   PHTR  mWlT  ^PSUMUUI***^    . 

YAl   HOLLAN. 

4wk  fualesqníer  sentido  que  se  e»ni«ine  el  hombie ,  de  cuale»^ 
^ier  modtjí  <|ue  se  vea,  no  es  mas  que  un  profunda  laberinto  de  er^ 
ror ,  de  contradicción  ,  de  debilidad  y  de  sentimiento  que-  so  anipc 
propio  alimenta  alternativamente  en  la  pequeña  jornada  de  la  «cía^ 
teneia(  ^uiéh  sabo  si  este  examen  nos  descubrirá  algunos  doblece» 
de  su  coVazon,  pero  yo  temo  que  serán  muy  pocos ,  y  ^e  nada  h»* 
bremas  adelqptado ;  sin  embargo  ,  meditemos.  El  malrado  tanriiiea 
ejecuta  acciones  heroicas  y  laudables*,  el  virtuoso  se  resbala  en  las -fia» 
qiiezas,  el  potentado  «e  ahoga  en  e!  centro'  de  su  corte ,  el  ambiemo 
teme  lu  mismo  qye  despa,  el  avaro  sqfíre  1»  privación  dar  modlos  gna* 
tos  qué  apetece  ,  el  eeloso  crea  males  en«su  imagkiactoii  §¡írh  ator« 
mentarse,  el  hipócrita  piensa*  engañarse  á  sí  mismo  cuaiMotingaña  i 
los  dem^l^  licencioso  .trabaja  en  ahogar  crueles  renHifditDientiMi 
que  amargan  su  cogcíencia :  este  hombre  qne  predica  la  viHid  y  en* 
seña  el  camino  de  la  fefitíidad,  se  halla  en  so  interior  desanimado  y 
próximo  8l  espantoso  precipicio  dc^la  desventura :  aquel  defenaar  40 
hi  filosofía  }Mle  la  razón  alimenta  en*su  seno  el  orgullo  mas  ttrevMo 
y  tas  ideas  mas  mezquinas  át  la  especie  humana  :  el  coMriooy  al 
aobefbib  doWtf  la  rodilla  y  se  humitla  para  coaségnir :  ei  i 


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lo  es  porque  gradúa  tas  propkNi  malet :  ono  m  eiaoMote  por  ?ftiii« 
éad,  por  utilidad  6  por  iii|f<^ :  otro  es  generoso  por  motif oe  parlMMi* 
lares :  tú  eres  honesto  porconsertar  tu  reputacíoni  y  no  porqneaoiaa 
la  virtud  :  tú  eres  humilUe  por  artificio  :  tú  eres  justo  por  tu  eleva- 
ción j  fata^  tú  ere^^ango  por(|juo  MiP^f <^s  ó  quieres  mas  de  mí .... 
Las  lágrimas,  eóos  preciosos  cristales  que  destilau  nuestros  ojos  para 
esnresai  el  dolor  6  la  compasión,  se  derraman  las  mas  veces  pacj^n- 
mascarar  auestro  modo  de  petisor;1loraniQ¿lá  pérdida  del  que  dlfea- 
■HM  VjfiT  jnuerto^  nos  lloramos  mútiíameXpá  la  ^erza  de  iute^fni- 
das  cousidscaciíjtaea*  El  placer,  el  dolor ,  el  temoi^l  deseo ,  la  espe- 
ranza, estas  son  lus^claves  del  hombre  viviente ;  si  pudiéramos  estu- 
diarlo en  las  diversas  posiciones  de  su  vida,  ganaríamos  un  tesoro  de 
importaqpia  y  de  provecho^  pero  esto  es  imposible,  preciso  es  que  lo 
e  jriininamos  cuando  se  ha  descompuesto  su  estado,  después  de  muer- 
t^Asi  me  prometí  y  para  lograrlo  gané  &  fuerza  de  oro  al  sepultu- 
rero de  S.  Maximiliano,  que  .prometió  introducirme  en  el  respetable 
paateoB  de  «ib  ilvelre  fasnüa.  Anoche  cenanaMMot  el  proyecto ;  el 
cielo  se  mostró  teifible  con  tremendos  truenos  y  una  oscuridad  es- 
pantosa hacia  lucir  Iqfi  continuados  relámpagos  :  yo  estaba  prepaüi- 
ó»  de  antemano^  mi  imagiiia^n  se  deleitaba  xpu  la  le^u^  de  los 
ióbregQS  escritos  ^  Young.  «      «  - 

La  campana  de  Ja  parroquia  avisó  que  ya  eran  las  doce ,  j  yo 
te«>UI4  cy^do.el  enterrador  llamó  á  mi  puerta.^.,  ya  es  la  bosa.dc' 
aifnadaof  Pai|^pio«  sin  hablarnos,  y  llegamos  con  el  aukilí^.c^  una 
asfl^ilNUidak  linterna  al  gran  ceoMiiterio :  corriéronse  los  cerrojos  con 
pre^Msioiir  aoercáiponos  á  uno  de  los  sepulcros  ii»as  ria»a  y  siji^uo* 
•osr  y  en  él  contentaron  mis  observaciones. 

4i  pie  del  monumento  se  hallaba  una  graqj>iedra  que  cuWía  la 
entradaj^cavamos  silenciosegneate  la  tierra  fy  un  eco  povoroso  res- 
pondía.^ apesferos  golpes*,  vacilando  entre  eljemor  de  ser  desaubicr- 
t»3  y  la  espasanza  de  la  nueva  escena  que  iba  á  presentarle.  Apénaa 
pudieron  nuestras  fuerzas  levantar  la  enorme  lápida  ,v^mstfada 
nos  intsodaciniQS  por  la  abertura  descendiendo  por  una  ^Meha  es- 
aalera  4  un  panteón. dé  mármol  oscuro,  en  cuyo  frontis  se  distinguía 
una  piránide  de  calaveras  y  hue8|p|  colocados  con  arte;  á  b  derecha 
é  izquierda  e«ta|^n  diversos  nichos  para  guardar  todqi^los  grado» 
(te  ptitrDliiGC^n  :  aquí  habia  un  cortesano  arrebaudo  entre  las  bon"> 
Ms  y  Utt  proyectos  jpas  vastos  y  ruinosos  ;  allí  un  y%io  oprioHifo 


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por  el  peso  de  los  años  en  que  no  aprendió  á  vivir:  mas  adelante  un 
joven  víctima  de  la  intemperancia:  á  su  mílo  un  robusto  mancebo  que 
precedió  á  su  abuelo  tísico  y  enfermo:  al  frente  un  malvado;  en  fin» 
el  esposo  y  la  adúltera,  la  doncella  y  el  incestuoso,  el  hipócrita  y  e| 
asesino;  todos  habitaban  unidos  en  esta  silenciosa  tumltt.  Al  centro 
de  1^^ veda  hallé  un  atahud  forrado  en  paño  negro  con  ricas  fran- 
jaflHRoyque  parecia  presidir  á  los demae:  pregunté  á  mi  guia  q^n 
era  la  persona  que  guaí:£||^n  aquel  féretro  distinguido.  ¡Éugenia!.....f 
'  JO  la  conocí  entre-Jos  vítos.  Movido  de  compasión,  y  estimulado  por 
la  curiosidad,  quim  ver  esta  hermosura  que  ganó  renombre  en  la  Ger 
manía;  pero  la  caja  bien  asegurada  se  resistió  á  nuestros  esfuerzos,  re- 
doblanfSs  estos  con  nuevo  ánimo....  cedió  en  fin....  abrióse.. «.  ¡qué  es? 
pectáculo! 

En  aquel  cuerpo  descarnado  no  veia  mas  que  una  sola  llaga  en- 
vejecida; sus  cabellos  separados  apenas  se  sostenian:  aquellos  ojt^s, 
cuya  impresión  fué  tan  ti^na  como  tímida,  no  ofrecían  ahora  mas 
quelinndibles  asquerosidades;  aquella  boca  donde  el  amor  parecia 
haber  depositado  su  encanto,  las  gracias,  su  sonrisa  y  el  sentimiento 
su  espresion,  ya  no  tenia  labios  y  la  blancura  de  sus  dientes  resalta* 
ba  con  el  negro  de  la  carne  disecada;  unc^  de  sus  pechos  había  ente- 
ramente desaparecido  y  el  otro  lo  devoraban  millares  de  mónetruoa 
pequeños,  cuyo  movimiento  confundía  la  vista  ;  las  manos  estaban 
juntas;  en  uno  de  sus  dedos  subsistía  el  anillo  de  la  amistad,  y  en  los 
demás  crecían  sus  uñas  encorvadas.  Los  insectos  itfls  corpulento^ 
h^ian  consumido  los  intestinos;  por  el  cuello  ,  los  brazos  y  piernas 
se  cruzabaa  anas  largas  fibras  que  parecían  los  nervios  :  toda  la  ma« 
sa  yacía  medio  bañada  en  un  espeso  fluido;  y  como  el  atohud  estaba 
bien  cerrado,  la  saagre,  las  aguas*y  los  sucos  no  habían  podido  eva- 
cuarse, y  en  ellos  nadaban  multitud  de  hambrientos  gusanos.  Un 
▼apor  corrompido  exhalaban  las  reliquias  de  Eugenia,  y  su^lii^esura 
hacia  trémula  la  luz  que  ya  apenas  nos  alumbraba, 

£1  p6bre  sepulturero  ,  mas  supersticioso  y  menos  apercibido  de 
este  efecto  de  la  exhalación,  se  llena  de  horror,  se  desmaya  ;.quiere 
sujetarse  d«l  atahud,  lo  arrytra  consigo,  todo  se  trastorm  ,*todo  se 
derrama,  todq^orre El  espantoso  cadáver  presgiUa  nuevos  horro- 
res, el  vapor  se  aumenta,  la  luc  se  apaga  y  el  primer  momento  de 
sorpresa  me  hacíhuir  en  busca  *  Je   la  subida  ;  pero   el   hoi^r  y  la 

compasión  me  sujetan,  no  pudiendo  consentir  que  uu  hombre  jpagafie 

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con  811  vidn  mi  fatal  cunosidad :  temo  tropezar  con  el  horrible  cuef-< 
po,  me  resuelTo,  agarro  miTíioribunda  guia  por  entre  los  asquerosos 
escombros  y  le  tiro,  la  precipitación  mé  hace  caer  por  cima  de  los 
nichos  y  siento  quebrarse  un  esqueleto  al  peso  de  mi  cuerpo ;  toco 
mil  fauesos'^on  las  manos  ,  ruedan  las  cnlaveras  ,  procuro  ganar  la 
abertura  y  no  puedo  dar  con  ella.  Quiero  sacar  fuego,  pero  lavesca 
n^rende,  el  temor  me  yela,  mis  cabellos  se  erizan,  mi  coriflApN 
•pita,  creo  desfallecer  y  ?eo  cierto  mi  fin  :  md  Sentimiento  interior  me 
anima,  mi  alma  se  alienta,  se  eleva  á  Dios7y  desde  la  posada  de  loa 
muertos  le  dirijo  mis  plegarias  fervorosas  :  el  eco^epite  mis  oracio- 
nes, la  bóveda,  los  féretos  y  el  tronido  sordo  de  la  tormenta  acre- 
cienta el  vapor.  Vuelvo  á  dar  al  pedernal,  chispen,  brilla  la  tl^.,  tras- 
porto  mi  guia  aun  aire  mas  libre  y  torno  la  vista  para  contemplar 
de  nuevo  esta  escena  de  horrores,  que  ya  no  me  espanta  pues  en  su 
espectáculo  no  vi  mas  que  una  fermentación  de  la  materia  destinada 
á  otros  usos*  Del  fondo  de  este  silenciosa)  lugar  dó  reina  la  podre- 
dumbre, la  infección,  el  frió  y  el  miedo,  parecia  oirse  una  tremenda 
voz  que  repetia  :  „tü  eres  lo  que  yo  fui  un  dia  ,  tú  serás  un  dia  lo 
que  yo  soy  c^^fa  :  la  virtud  no  muere  :  huye  hombre  atrevido  de  este 
lugar  sagrado.'*  Luego  qu^liaya  meditado  en  mi  visita  de  anoche 
me  empeñaré  en  repetirlas  para  dar  las  mejores  lecciones. 


►►•^ 


s>9Kmamii3  b;2il  stc^imi^ffi. 


sMiLiENTRAS  el  vulgo  hab^a  continuamente  de  placeres  y  dolo-* 
resj  sudan  en  vano  los  filósofos  para  definir  el  dolor  y  el. placer.  Es 
á  la  verdad  tan  imposible  analizarlos  ,  como  conocer  las  cualidades 
del  oldt,  del  gusto,  y^de  oti*as  sensaciones  que  no  presentan  plurali- 
dad de  ^le'iftentos  diversos.  El  único  recvrso ,  que  en  tabesterilidad 
de  ideas  jqueda  gap  ilustrar  el  raciocinio,  consiste  en^ñalar  algnoa 
de  las  circunstanctas  que  suelen  ácomf>añar  6  seguir  á  aquellas  sen-^ 
saciónos.  ^ 

Cliando  se  tocan  los  labios  de  un  niño  con  tina  esponja  empa- 


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—371— 
paja  en  viniere,  6  se  pone  en  contacto  con  su  nariz  un  poco  de  tac- 
uaco ,  retira  la  cabeza,  tuerce  el  gesto  ,  y  lle?a  la  mano  á  la  nariz 
6  á  la  boca  para  desviar  el  tabaco  ó  el  vinagre  ;  he  aquí  circunstan. 
cias  que  suelen  acompañar  á  las  sensaciones  dolorosos  j  decimos  é 
las  sensaciones  dolorosos  son  aquellas  que  procuramos  hacer  cesar j'evU 
lar  6  apartar  de  nosotros, 

^fe||Lel  contrario,  cuando  se  ofrece  á  un  sediento  un  vaso  de  le- 
ch^S^  agua  dulce,  bebe  sin  descanso,  y  si  se  intenta  apartar  deflis 
labios  la  bebida,  retiene  el  vaso  con  ambas  manos,  y  mientras  puede 
DO  lo  separa  de  la  jboca  :  he  aquí  circunstancias  que  suelen  acompa- 
ñar á  las  sensaciones  agradables  y  decimos  :  las  sensaciones  agrada* 
bles  stmtaquellas  que  nos  esforzamos  en  retener  y  hacer  duraderas. 

£1  tiempo  durante  el  cual  cont^iúa  la  sensación  se  llama  mo- 
mento/e/tz,^i  la  sensación  es  agradable,  é  infeliz^  si  dolorosa. 

El  bien,  considerado  no  como  causa  productiva  sino  como  efecto 
producido  en  nuestro  ánimo,  es  la  suma  de  los  momentos  felices;  el 
mal,  la  de  los  momentos  infelices. 

La  felicidad  es  la  suma  de  los  bienes  que  quedan  después  de 
sustraidos  los  males;  la  infelicidad  es  la  suma  de  los  males  después 
de  sustraidos  los  bienes. 

El  hombre  mas  feliz  no  es,  pues,  el  que  ha  gozado  major  suma 
de  bienes  :  los  males  en  el  curso  de  su  vida  han  disminuido  su  feli- 
cidad; y  tan  grande  puede  haber  sido  la  suma  de  estos  ,  que  la  dife- 
rencia se  reduzca  á  poca  cosa,  ó  á  cero  ,  6  á  una  cantidad  negativa. 
Supongamos  tres  individuos  y  sus  bienes,  sus  males  y  su  felicidad  de 
la  manera  siguiente. 

INDIVIDUOS.  BIENES.  HALK8.  PKLICIDAD.  INFELICIDAD. 


Pedro 10,000  11,000  „  1,090 

Pablo 1,000  900  100        % 

Santiago 500  200  300 


») 


Es,  pues,  evidente  que  un  labrador  6  un  artista  pueden  ser  mas 
felices  que  un  monarca. 

Siendo  Ufe  bienes  y  los  males  los  elementos  #e  la  felicidad  é  ki- 
felieidad,  grand«  ha  de  ser  nuestra  solicitud  por  conocerlos  exacta- 
mente y  confrontar  los  unos  cttn  los  otros ,  para  preferir  el  bien  ma- 


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ICTcflWr- 


—372— 
y^)r  7  evitar  el  major  mal,  máxima  fucilísima  en  teoría,  pero  no  tan* 
to  en  la  práctica. 

Aquel  estado  inquieto  y  doloroso  de  los  órganos  que  cesa  con  la 
sustracción  6  adición  de  alguna  cosa^  se  llama  necesidad. 

'Ejemplos  de  sustracción  :  el  Uombre  pletórico  se  siente  aliviado 
8Í  le  sacan  sangre  :  el  hombre  cansado  se  duerme  al  cesar  eo  61  la 
acción  de  los  estímulos  esteriores. 

^  Ejemplos  de  adición  :  el  hombre  debilitado  de  hambre  sei 
za  comiendo  pan  ú  otro  alimento :  el  hombre  trémulo  de  frió  se  rea- 
nima con  la  acción  de  un  calor  moderado. 

Satisfaciendo  una  necesidad  no  solo  se  hace  cesar  la  inquietud 
y  el  dolor  que  la  acompaña,  sino  que  tal  vez  se  produce  algui^lacer 
mas  6  lyénos  intenso  :  así,  el  sediento  que  .apura  un  vaso  de  vino,  do 
solamente  se  libra  de  la  sensación  dolorosa  de  la  sed  ,  sino  que  tam- 
bién gusta  el  placer  del  vino  ,  y  prueba  una  sensación  de  bienestar 
que  se  difunde  por  toda  su  máquina. 

Quien  dice  necesidad^  áict  deseo  de  librarnos  de  la  cosa  que  in- 
comoda, 6  de  obtener  la  que  nos  falta  ,  y  que  creemos  necesaria  á 
nuestra  felicidad. 

Pero  las  cosas  no  se  mueven  á  un  signo  de  nuestros  deseos;  los 
frutos  no  se  desprenden  del  árbol  cuando  sentimos  hambre,  ni  viene 
hacia  nosotros  el  agua  de  la  fuente  cuando  tenemos  sed.  Para  con- 
seguir alguno  de  estos  objetos  es  necesario  que  nos  traslademos  á 
donde  están,  y  que  hagamos  ciertos  movimientos  para  obtenerlos,  lo 
que  supone  quQ  estamos  dutados  de  \^  fuerza  física  que  transporu, 
y  de  \dí  fuerza  intelectual  que  conoce  y  dirige,  ulk  fuerzas  que  diri- 
gen y  ejecutan  los  movimientos  necesarios  para  satisfacer  las  necesi- 
dades 6  los  deseos  se  llaman  facultades. 

Cuando  nuestras  facultades  son  iguales  á  nuestros  deseos ,  so- 
mos felices  :  cuando  los  deseos  sobrepujan,  á  las  facultades  ,  somos 
desgraciados,  y^  somos  en  razón  de  la  diferencia.  Esta  máxima  se 
esplica  en  los  términos  siguientes  :  el  esceso  de  los  deseos  sobre  los 
haberes,  es  el  esceso  de  la  infelicidad. 

Podemos,  pues,  proporcionarnos  porciones  de  felicidad. 

1.  ^    Aumentando  has  facultades  ó  los*  haberes. 

2.  ®    DÍ8minuyei«o  las  necesi^lades  ó  los  deseos.      » 

Ahora  bien  :  c'bmp  por  una  parte  no  es  posible  destruir  todas  las 
necesidades  y  por  otra,  cada  necesidad  satisfecha  engendra  un  pía- 


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—373— 
cer,  se  deduce  en  general  que   lograremos  mas  ventaja  en  aumentar 
las  facultades  que  en  disminuir  los  deseos, 

Lq8  estoicos  redujeron  á  dos  principios  toda  In  moral  del  hom- 
bre, obstine  et  sustine,  (*)  El  dolor  producido  por  las  necesidades  né 
satisfechas  les  indujo  á  predicar  la  destrucción  de  todas  ellas.  Según 
la  i^a  de  aquellos  pensadores,  debería  hacerse  el  elogio  de^n  árbol 
que^~  estetidiese  ramas  ni  diese  fruto  por  temor  de  ser  destrozada 
por  los  vientoü,  ó  de  un  hombre  que  en  vez  de  comercínr  con  su  ca«^ 
dal  lo  enterrase  por  miedo  de  perderlo  en  el  tráfic<^  Luego  ,  en  vez* 
de  predicar  abstinencia  general  de  las  cosas,  aconsejaremos  aumento 
general  en  Ins  facultades  necesarias  para  conseguirlas,  y  alabaremos 
al  árhol  que  da  fruto,  no  al  que  ocupa  el  suelc^ioutllmenfH 

Ub»  necesidades,  tan  diversas  en  especie  como  en  intensiaad,  se 
di?en  en  tres  clases, 

I.  Necesidades  físicas ^  las  cuüles 

1.^   Tienen  origen  en  el  cuerpo.  «  •  • 

2.  ®    No  son  comunes  con  los  brutos. 

3.  ®  Algunas  son  constantes,  y  otras  se  reproducen  después  d® 
ciertos  intervalos. 

4.  ®  Son  las  siguientes  :  hambre,  sed,  respiración,  amor  físico; 
necesidad  de  reguardarnos  de  la  intemperie,  de  las  estaciones  y  de 
ahí  necesidad  de  vestido  y  de  alojamiento,  necesidad  de  pasear ,  etc. 

II.  Necesidades  intelectuales:  estas  pertenecen  enteramente  al 
hombre,  y  son  la  curiosidad  6  anhelo  de  saber ,  el  deseo  de  órden^ 
d^Bélleza,  cffi  (flverdi|^8.*Lif  curifticRid*  aWmB^Be^^roiiíirlior- 
mas  que  nos  dirijen  en  la  elección  de  las  cosas,  nos  libra  del  fastidio. 

III.  Necesidades  morales :  Algunas  nos  son  comunes  con  los  bru- 
tos,  ó  al  menos  con  cierta  especie  de  brutos ?%omo  por  ejemplo  ,  la 
necesidad  de  sociedad;  otras  son  propias  de  la  especie  humana  ,  y 
<^onsisten  en  la  necesidad  de  aprecio  y  de  poder,  ba  delpoder,  cqan- 
do  se  refiere  á  los  hombres  ,  se  llama  amor  del  matulo  6  mmbicioni 
cuando  se  refiere  á  las  cosas  se  llama  amor  dé  las  riquezas^  Quyo  es* 
tremo  es  la  avaricia. 

Cada  una  de  estas  necesidades  tiene  su  esfesa  de  actividad,  que 
la  fantasía  estiende  indefinidamente  ;  por  ejempl%,  existe  inmensa 
distancia  entre  el  pan  se^  que  alimenta  al  labriego  ,  y  las  deHcadav 

(*)  Abstente  y  persevera. 


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—374— 
viondas  que  huoMi^n  en  Ifi  mesa  del  gastrónomo  ;  entre  la  piel  con 
que  té  cubre  el  ssJvage,  y-los  fíno^  lienzos  de  Holanda,  etc. 

Todos  los  medios  qué  disminuyen  el  disgusto  6  el  trabajo  en  la 
seUisfacdon  de  una  necesidad^  6  en  el  logro  de  un  deuo  ,  se  llaman 
tpmodid(ides'^[  coche  y  el  reloj  son  ejemplos  de  comodidad.  Tana- 
bien  en  fes  comodidades  ha  introducido  la  fantasía  variedades  infí- 
nilas,  y  asi  es  que  h%^  relojes  de  plata  y  de  oro ,  coches*  mas  Aié- 
mp  costosos.  - 

*  Los  grados  ét  variedad  introducidos  en  los  medios  de  satisfacer 
los  deseos  ó  d<  obtener  comodidades,  son  casi  todos  efectos  del  an- 
helo de  pasar  por  ricos, 

Él  sesUmiento  qil^  esperimentamos  por  un  objeto  que  obra  en 
iiosotrfS  ae  llama  amor,  ai  nos  causa  placer;  odio  si  dolor.         • 

•  Las  pasiones  son  grados  mas  6  menos  fuertes  de  amor  ó  de  odio; 
la  cólera  es  un  odio  repentino  contra  un  objeto  presente  que  creemos 
n«cwo  :  la  esperanza  es  el  amor  de  un  bien  probablemente  futuro. 

Los  estímulos  del  placer  y  del  dolor  son  las  primeras  señales 
q«e  DOS  indican  cuales  objetos  y  cuales  acciones  conservan  ó  destru- 
yen nuestra  máquina. 

Mil  veces  se  han  comparado  las  pasiones  con  las  velas  de  los 
navíesf  oon  los  muelles  de  los  relojes,  con  el  agua  de  los-mol¡no|;  sin 
pasiones,  todos  los  movimientos- de  la  máquina  social  se  delendrian* 
Supongamos  que  se  estinga  en  el  ánimo  del  anacoreta  el  amojr  á  IHos 
y  la  esperanza  del  cielo,  y  le  veremos  «dormir  á  pierna  suelta  en  vez 
de^ísaflaí^fclííftlf  SfficSñ.^*  **    •  '♦^  ••-         ••• 

Por  nidos  se  entienden  aquellos  actos  6  no  actos  que  tienden  á 
debilitar  nuestras  facultades,  ó  granjearnos  el  desprecio  de  nuestros 
SMnejant«s.  ^ 

Por  debevts  se  entienden  aquellos  actos  6  no  aetos  que  «on  ne- 
cesarios al  aumento^  empleo  ó  conservación  de  nuestras  facultades  6 
ala  aubsistencia  dei  cuerpo  social. 

Forjpirtud  se  entieade  el  hábito  de  producir  actos  6  no  actos 
útiles  y  difíciles,  pero  desinteresados  y  no  impuestos  por  la  ley  civil. 
En  el  cálculo  de  los  placeres  y  <le  losd^olores,  ademas  del  tiempo 
6  la  ditiracion^  ha^^que  contar  la  intensidad j.y\n  el  cotejo  se  procu- 
rará cUltnto  sea  posible  igualar  las  porciones  de  modo  que  la  iliayor 
duración  uniSa  á  menor  intensidad,  resulte  igual  á  mayor  inten^dad 
unida  á  duración  menor. 


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De  la  misma  manera  los  placeres  y  dulores  presentes  sedlslín* 
¿lien  de  los  placeres  7  dolores  futuros ;  por  esto  nos  privamos  de  uit 
placer  presente  para  no  atraernos  un  dolor  futuro^  ó  noá  sonu^mos 
á  un  dolor  actual  para  asegurar  un  futuro  placeré 

Y  como  los  placeres  y  dolores  presentes  suelen  prevalecer  sobre 
los  placeres  y  dolores  futuros,  siempre  será  buen  consejo  disminuir 
un  poco  la  porción  de  lo  presente  y  recargar  la  del  porvenin 

La  dificultad  del  cálculo  se  aumenta  cuando  queremos  confi^* 
tar  bienes  y  males»  tanto  en  intensidad  como  en  (iiversas  especies» 
pues  aunque  todos  se  reducen  á  sensaciones  dolorosas  6  agradabler» 
no  es  fácil  formar  la  ecuación.  Un  j6?en  lacedemonio  se  quitó  la  vi- 
da áiftes  de  sujetarse  al'servicio  de  los  esclavos;  un  persa  no  bubier» 
calculado  así,  y  los  romanos  ,  en  tiempo  de  Aníbal ,  disc^rftan  d# 
muy  distinta  modo  que  en  tiempo  de  Alarico, 

Los  placeres  y  los  dolores  físicos  presentaivlos  siguiente»  e^rae- 
t^res : 

L  ^  Loe  dolores  duran  nnicho,  los^Haceres  harto  |MN6o,  y  pierden- 
su  intensidad  continuando^  y  aun  estos  mismos  pbccres  ooncluyeo 
por  fastidiarnos,  sino  ponemos  entre  ellos  intervalos  que  pemiitan  6 
los  sentidos,  descanso  y  recobro  de  fuerzas.  Los  placeres  mas  vivos 
son  ^munmente  los  menos  duraderos  «  porque  producen  en  la  má- 
quina conmoción  mas  violenta :  el  .hombre  prudente  debe|  economi- 
zarlos, aoprdátidose  de%tr  propia  conservación . 

%  ^  Todas  las  partes  del  cuerpo  piieden  proporoiotiaf  noír  dolor> 
pocas  placer.  "   '       •*-•      • 

3.  ^  La  intenaidad  á  que  et  dolor  puede  llegar  es  ntoobo  nsAyoir 
que  la  que  puede  alcanasar  el  plaeer :  el  sarbor  d^\  bocsfib  mas  etqni* 
0ito  es  nulo  en  compafaeion  del  dolor  de  illKla9< 

Les  plagares  intelectuales  y^moraíes  presientan  c«rte|^ni8  opii^itos^ 

L  ^    La  duración  y  la  repetición  los  aumoniané . 

2f  ^  El  ánimo  los  siente  en  toda  en  estenaíofl ,  y  puede  reeHnrlos- 
de  todas  partes. 

3.  ®  Por  un  lado  son  inagotables,  por  otro  dependen  de  nosotros 
mismoStf  • 

4»  ^   El  goce  de  estos  placeres^igoriza  el  alma  lejos  de  debilitarlal 


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—376— 


MPEDIDEIS  DEL  PUS. 


Cabildo  dé  18  de  enero  de  1557. — Otro  sí  :  Porqu^muchag  nc" 
grtü  y  otraa  personas  %ndaii  por  las  calles  vendiendo  longanizas  y 
buñuelos  y  maíz  molido  y  sin  postura  de  diputado  y  en  lo  que  Yen-* 
den  no  se  les  ha  puesto  precio  ,  de  cuja  causa  se  recibe  perjuicio, 
y  ansiraismo  venden  pasteles  y  tortillas  de  mniz  y  de'catibíns,  y  con- 
viene que  de  aquí  adelante  en  ei  vender  de  lo  susodicho  haya  orden, 
de  inaneifi  que  no  agravie  el  que  lo  compre  y  quien  lo  vendiere, 
mandaban  y  nanJaron  que  las  longanizas  se  vendan  á  vara  y  me« 
diapor  un  realj,  y  todas  las  demás  cosas  no  las  vendan  sin  que  el 
Regidor  6  Diputado  que  es  6  fuere,  le  ponga  precio  en  ello,  so  la  di- 
cha  pena  aplicada  de  suso,  y  jorque  venga  á  noticia  de  todos  y  nin- 
guno pretenda  ignorancia ,  mandaron  se  pregone  publicamente  eo 
en  esta  villa. 


Cabildo  de  14  de  mayo  de  1557.-^Se  proveyó  y  tpaudó  .que  mu* 
chas  negras  esclavas  en  esta  villa  ha^i  tomado  por  trato  de  tener  casa 
para  hospedar  y  tener  taberna  y  tabaco,  los  que  es  en  mocho  perjui- 
cio de  esta  Bepáblica  ,  y  mandaron  pregonar  publicamente  que  de 
^oy  en  adelante  ningbna  negra  esclava  sea  osada  d^  vivir  en  caaa 
por  sí,  ni  tener  tabcrna^i&b^<^9  "^  peneí  de  cincuenta  azotes  á  cada 
una  de  las  dichas  negras  que  lo  contraeio  hicieren  y  damas  de  esta, 
que  el  amo  por  se  Jo  consentir  incurra  en  pena  de  dos  pesos  para  la 
Cámara  y  Fisco,  y  obras  públicas  ,  y  mandaron  que  se  pregoncpú- 
blicamente. 


Cabildo  de  19  de  julio  de  1557.— En  la  viHa  de  la  Habana  i 
19  días  (iftl  nA  de  julio  de  lVS7  tfilbs  en  presencia  de  mí  Frandbco 
Pcrez  <|í}  Borrólo  ,  c3cr¡buno  de  S.  M.  y  pvlMico  del  número  y  Con- 


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— -J/    #  

tejo  ele  esta  diclm  villa ,  este  dia  ne  juntaron  á  consulta  y  Cab¡fcf<>, 
Conviene  á  saber,  el  muy  magnífico  Sr.  Juan  de  Roxns  teniente  de 
Gobernador  de  esta  dicha  Tilla  para  entender  en  lo^  negoríos  qite  to- 
cantes á  esta  dicha  Tilla  y  al  servicio  «le  Dios  nuestro  Señor  y  de 
S«  M.  convenga.  Estando  en  él  dicho  Cabildo  los  dichos  Sres.  dige- 
ron  que  por  el  muy  magnifico  Sr.  Diego  de  Maznriegos  Gobernador 
de  esta  isla  de  Cuba,  han  sido  enviadas  dos  cartas  cerradas  y  sella- 
das con  el  sello  Real  de  S.  M.  el  Rey  nuestro  Señor,  las  cuales  man- 
daron abrirjr  leer,  y  la  una  de  ellas  pai'ece  estar  firmada  del  Empe- 
rador y  Rey  nuestro  Señor,  y  refrendada  de  Francisco  de  Eraso  su 
secrf'tario  y  focha  y  librada  en  Bruselas  é.  16  dins  del  mes  de  enero 
de  f  556  años,  por  la  cual  S.  M.  manda  al  C»>ncejo,  Ju^^ticta  y  ile^^i- 
dores,  y  Caballeros  y  Oficíales  y  homes  buenos  de  esta  tilla  de  San 
tJrisíóbnl  líela  Habana  de  esm  isla  de  Cuba  ,  tengnn  y  obedezcan 
por  su  Rey  y  Señor  natural -al  Srmo.  Príncipe  D.  Felipe  su  hijo 
'nuestro  Señor  y  cumplan  y  obedezcan  sus  mandamientos  como  Á 
mandamientos  de  su  Rey  y  Señor  ,  y  por  elln  obedezcan  y  tengan, 
porque  €i  ha  renunciado  en  él  los  Estados  de  Casfilla  y  de  León  ,  y 
lo  demás  á  ellou  anexos,  en  que  se  incluyen  estas  partes  de  Indias « 
según  mas  largo  en  la  dicha  carta  se  contiene,  que  aquí  va  fijada  en 
este  libro,  y  asimismo  se  presentó  otra  Cédula  de  S.  A.  el  Príncipe 
nuestro  Señor  fecha  en  Bruselas.. ..«  y    seis  dias  del  mes  de  enero 

de 55^aíí0s  por les  manda  y  hace  saber  lo  por  S.  M.  provehi. 

do  de  que  arrifia  hace  mención,  y  como  por  S.  A.  fué  aceptado  fo  di- 
cha renur^glncion  de  los  dichos  reinos ,  según  mas  larga  en  la  dichn 
Cédula. se  contiene,  las  cuales  ansí  leídas  por  los  dichos  señores  Jus- 
t'rcia  y  Regidores  de  esta  villa,  y  estando  presente  el  Procura<lor  ge- 
nefftl  de  ella,  tomaron  en  sus  manos  el  dich|||Pr.  Teniente  y  Regi- 
dores y  Procurador,  y  las  besaron  y  pusieron  sobre  sus  cabezas  y  di- 
jeron que  la  obedecran  con  todo  el  debido  acatamiento  como  á  Pro- 
visión y  mandamiento  de  su  Rey  y  Señor  naHiral  á  quien  Dios  nueé- 
tro  Señor  deje  vivir  y  reinar  por  muchos  y  largos  tiempos  con  acre- 
eenlamiento  de  muy  mayores  reinos  y  seiioríos ,  y  en  cump^'^'^n^^ 
de  ella  y  haciendo  lo  que  S.  M.  manda  ,  digeron  que  obedecían  y 
obedecieron  desde  agora  por  su  Rey  y  Señor  natural  el  Srmo.  Prín- 
cipe D.  Felipe  nuestro  Señor,  y  en  señal  de  ello  mandaban  y  man- 
daran alzar  banderas  en  su  nombre,  haciéndole  y  teniéndole  por  tal 
su  Señor  Rey,  y  hacer  todas  las  solemnidades  que  se  requieren  el 

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—378- 
jueves  próximo  que  viene,  que  es  el  día  de  la  Magdalena  ,  para  que 
todos  se  regocijen  y  lo  sepan  y  firmáronlo,  — Juan  de  Raxas. — Aa- 
touiü  de  la  Torre. — Diego  de  Solo. 


Cabildo  4^  24  de  julio  de  1557. — En  la  villa  de  la  Habana  en 
24  diad  del  mes  de  julio  de  1557  años,  se  juntaron  á  consulta  y  Gar- 
budo los  muy  magníficos  señores  Juan  de  Ruxas  Teniente  de  Go- 
bttrnador  de  esta  diclia  villa  y  dijo  :  que  por  cuanto  para  regocijar  el 
reconuciinJento  de  lley  al  Príacipe  D«  Felipe  nuestro  Señor ,  es  ne« 
cesarlo  mandar  hacer  un  Pendón  Real,  y  trató  con  los  Srea.  Regi- 
dores de  esta  villa,  conviene  á  saber,  Antonio  de  la  Torre,  y  Diego 
Soto  y  Diego  López  Duran  regidores^  y  aobre  lo  dioho  fué  trátadp 
por  los  diclios  Sres.  Teniente  y  Regidores,  que  para  el  dicbo  efecto 
i»e  haga  el  dicho  Pendón  con  las  armas  Realeo  de  Castilla  y  de  León* 
el  cual  se  haga  de  seda,  y  en  lo  que  en  ello  se  gastare  mandaban  j 
mandaron- se  pague  de  las  obras  públicas  de  estabula,  y  ansí  lo  man- 
daron, ó  deios  propios  de  la  dicha  villa  mandan  se  pague. 


Cabildo  de  20  de  agosto  de  1557. — En  este  Cabildea  se  acordó 
que  por  cuanto  al  buen  recaudo  de  esta  villa  es  necvsario  que  haya 
w\  tambor  que  toque  cuando  hubiere  navio,  y  para  ello  han  cogid^ 
á  Juan  de  Ejnberas,  flamenco,  el  cual  ee  hábil  y  sufícíenfe  para  ello, 
y  les  ha  pedido  le  señalen  salario  para  ello,  y  porque  el  susodidio  lo 
sirva  con  voluntad,  coMacuerdo  de  todos  los  Sres.  Justicia  y  Regi- 
dores, y  de  Ambrosio  Hernández  Procurador  le  señalaron  de  salario 
al  dicho  Juan  de  Emberas,  tambor,  36  dueados  por  an  año  ,  el  cual 
comienza  á  correr  y  se  cuenta  desde  lioy,  y  el  ilioho  Juan  de  Embe- 
raí  lo  aceptó  y  se  obligó  ¿  lo  servir  por  el  dicho  precio ,  y  los  Seño- 
res dijerM  ^e  se  le  libre  y  pague  ansí  como  fuere  servido,  de  penas 
aplicadas  á  gastos  de  guerra  y  obras  públicas  de  esta  villa. 


Cabildo  de.  1.  ^  de  marzw  de  155B.«-Acordaron  en  eile  Cabildo 
que  se  escribiese  á  S.  M«  dando  noticia  de  como  tragema  los  doce 


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—379- 
niil  pesos  ie  oro  ele  mínn  ,  pnra  la  obrn  de  In  fortaW.n  que  S.  M. 
mandft  se  haga  en  eeta  villa  j  de  otras  eosas  tocantes  o  I  servicio  da 
S.  M.  7  bien  y  pro  de  esta  villa  ,  la  cna)  se  escribió  ,  cufo  original 
queda  en  mi  poder. — Joan  de  Rozas. — Antonio  de  la  Torre.— Diego 
de  Soto.— Antón  Recio. — Por  mandado  de  los  l^res.  Jnsticta  y  Re- 
gimiento—^Francisco  Pérez  de  Borrólo,  escribano  publico. 


Ed  Cabildo  de  28  de  enero  de  1550  se  mand6  que  por  caante- 
ha/  guerra  y  suelen  venir  corsarios  franceses  ,  y  si  no  hubiese  vela 
en  el  Morro  ó  en  la  Caleta  y  boca  del  puerto  podrían  tomar  descui- 
dados i  Jos  vecinos  de  noche,  y  supuesto  que  hay  muchas  personas 
foera  y  hay  muchas  negras  horras  que  pueden  enviar  v«laa  las  no- 
ebea  que  les  cupiere,  asá  como  van  tr)das  las  demás  personas  ,  puea 
1a«  díobAs  negr98  gosan  de  toda  libertad  ,  y  tienen  casas  ,  numdfcirofli 
loe  Sres«  que  cMindo  el  alguacil  les  echare  la»  velas  ,  vayan  úl  velar* 


Cabildo  de  17  de  mayo  de  I559.«r-En  h  villa  de 4a  Habana  en 
miéroolea  W  dias  del  mes  de  mayo  de  1559  años,  el  muy  maf  nifíco 
8r.  Diego  Hazariegos  Gobernador  y  Justicia  i»«yor  de  esta  kla  de 
Cuba  por  S,  M.  etc.,  en  presencia  de  mi  Francisco  Pérez  de  Borro- 
to  escribano  de  S.  M.,  y  escribano  páMioo  del  número  y  Cabildo  de 
esta  villa,  dijo  que  porque  eonviene  al  servicio  de.  Dt«»fl  nuestro  Se- 
ñor y  de  I?.  M.  y  bien  y  pro  de  esta  villa  tratar  y  proveer  algunas  co- 
sas en  Cabildo  tocantea  al  bien  y  pro  de  esta  villa,  dife  :  qae  manda- 
ba y  mandó  entrar  ios  Regidores  de  ella  para  comuniear  y  tratar  de 
lo  susodicho  y  lo  que  se  trató  y  proveyó  siendo  juneoa  en  el  dicho 
Cabildo  Antonio  de  la  Torre  y  Diego  de  Soto  y  dije^el  dicho  Sf .  Go- 
bernador en  este  dicho  Cabüdb,  que  &  su  noticia  ha  venido  por  car- 
tas y  que  es  muy  público  y  notorio  que  el  Rey  D.  Felipe  nuestro 
Señor  entá  viudo  por  muerte  dé  la  Serenísima  Reina  de  ioglatemí  J 
que  la  Megestad  del  Emperador.  • .  •  • .  Carlos  es  muerto,  y  que  con- 
viene .«..•.•  haya  el  semiarietHo  que  es  juste  porsus. tes  y 

que  hasta  que  venga  carta -de  S.  M^  y  de  sa  Real  Consejo  avisando 
dé  áu  nnuerte  y  mandando  K>  que  eobre  ello  se  haga  y  qae  basta  en^ 
tóncea  que  le  sobresean  hacer  las  honras  de  sus  Magestades  ,  y  que 


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--380-- 
en  «I  entretanto  que  raanüaba  y  uiatidó  á  la«  Jasúcins  y  Regidores 
<]4ie  trHÍ^n  luto  so  pena  de  cinoueuta  pewM  de  oro  para  la  Cámara 
de  S.  M. — Y  ion  tdieho»  Sre^.  Jitan  de  Koxas  TeiUeute  y  Antonio' 
de  la  Torre,  y  Diego  de  S^uo  y  Diego  Lopes  Duran  Regidortfi^  «lije- 
ron  que  eetáu  prestos  de  cumplir  lo  que  su  merced  del  Sr.  Gobertia* 
dor  les  manda  por  el  uuto  de  suso  contenido  y  que  de  mañana  en 
adelante  lo  traerán  y  firmáronlo  de  sus  nombres. — Diego  Maxarie- 
gos. — Juan  de  Roxas. — Antonio  de  la  Torre. — Diego  de  Soto. — * 
Diego  López  Duran. — Pasó  ante  mí — Fraücisco  Pérez  de  Borroto» 
escribano  publico  y  de  Cabildo. 


En  Cabildo  de  3  de  junio  de  1559  se  proveyó,  qu¿,de  hoy  eo 
adelante  haya  sobre-rondas  que  visiten  las  velas  y  puestos  y  piayaa 
de  esta  villa  y  que  anden  á  caballo  siempre  de  noche*  que  hay%  ca- 
balloe  en  el  poeblo  y  se- reparta  en  esta  forma  desde  hoy  sábado  8  de 
junio  que  sea  la  sobre-ronda  de  media  noche  abajo  hasta  salir  el  sol: 

Sábado— Hernán  Manrique  Avellaneda. 

Dofflingo-^Cepero  y  su  hermano. 

Lunea-^Aranda  y  Pedro  el  alguacil. 

Martes — Miranda  y  su  hermano.  I 

Miércoles-^  A  velos  y  Zapata. 

Juéves^-Alonso  de  Rojas  y  Quiñones. 

Viernes — Juan  Gutiérrez  y  Diego  López. 

Sábado «» Antón  Recio  y  Diegp  de  Soto. 

Domingo-— Juan  de  Baena  y  Juan  Suarez, 

Lánes— ^Melchor  Rodríguez  y  Francisco  Pérez. 

Mártea — Juan  García  y  Astorga. 

Miércolea^^Castilla  y  Juan  Guillen. 

Inés  de  Gamboa  que  tenga  un  a^^^boz,  el  que  bien  le  sirva.. 

Alonso  Sánchez  de  Corral  ni  mas  ni  menos  y  que  salga  ouand<» 
hablare  rebuto. 

Y  mandaron  que  se  notificase  bajo  pena  á  Juan  de  Rojas  qua 
tenga  dos  caballos— á  Juan  Gutiérrez  que  tenga  un  caballo— á  Pa« 
dro  Velasco  que  tenga  otro  caballo— á  Diego  de  Soto  qaa  tenga  ca* 
bailo— 4  Antón  Recio  que  tenga  caballo— á  Inés  de  Gamboii  qne 
tenga  caballo. 


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€kikildo  de  6  dé^lnil  de  l5M.~Fii«  acordado  «o  aaCa  CsbiJdo 
por  M  8r*  Crobamadori  Refidorea  y  Oficiales  de  6«  M.  que  ion  Jiiao 
de  Roxae  y  (Gerónimo  de  Arellaneda  que  trató  y  comunicó  con  elloa« 
<;oino  ee  le  biio  saber  por  Arguijorea  de  la  carabela  ,  que  Tino  de. 
Hondurae  ,  que  hacia  la  paota  de  San  Antonia  en  la  coéta  ,  vieron  ' 
unos  fuegos  y  se  cree  que  es  gente  perdida  de  slgun  narlo ,  y  deinna 
de  e^to,  esta  noche  4  inedia  noche  se  huyeron  doce  franceses  de  los 
que  trabajaban  en  la  obra  de  la  Fortaleza,  en  un  barco  que  hurtaron, 
y  podría  ser  hiciesen  otro  mal  recaudo  de  que  Dios  y  S.  M.  se  dewir- 
ve  mucho,  y  para  enriar  tías  los  dichos  franceses  y  para  traerkis  y 
Toirerios  á  esta  villar  y  para  saber  que  gente  es  la  que  los  fuegos  ha* 
cía  eo  el  dicho  cabo,  no  ha/  dineros  de  que  se  pueda  pagar,  que  los 
dtehos  Oficiales  de  8.  M.  y  Regidores  juntamente  con  el  Sr.  Gober- 
nador den  orden  de  que  le  paguen  »  y  acordaron  todoa  juntamente  - 
que  se  va/a  en  la  fragata  del  Re/  /  otra  se  envié  á  buscar  los  dichos 
franceses  /  saber  de  la  dieba  gente  q^e  escá  en  la  punu  de  8.  An- 
tonio q«e  hicieron  los  dichos  fuegos  ,  porque  podrían  estar  perdidos 
allí  de  algún  anrlo  que  dio  al  través  ,  /  que  pues  no  ha/  dinero  de 
gastos  de  justicia  ni  de  obras  p&blicas ,  que  se  gaste  de  penas  de  Cá- 
mara de  la  Caja  de  S.  M.  pues  es  en  su  servicio,  /  que  se  pida  n^e 
al  señor  del  barco,  ó  oficiales  ó  marineros  del  que  hubo  culpa  din^l^ 
los  franceses  /  sea  á  su  costa  de  ellos,  y  si  se  haUar^  que  era  «avío . 
perdido  donde  se  hacian  los  fuegos,  que  si  tuvieren  de. que  pagar  por 
aer  socorrido  de  ropa  /  otras  cosas  que  lo  paguen  y  vuelva  á  la  Caja 
lo  que  ansí  se  gastare. 

£n  este  mismo  Cabildo  se  presentó  /  le/ó  la  Real   Cédula  que 

sigue: — El  Re/ nuestro  Gobernador  en  la  isla  de  Cuba. — Juan 

de  Inostrosa  Procurador  de  esa  Isla  /  en  su  nombre,  me  ha  hecho' 
relación  que  en cuatro  ó  cinco  personas  de  los  primeros  con- 
quistadores  pobladores  de  esa  isla  que  son  tan  pobres  que  nin- 
guna cosa  tienen,  y  tan  viejos  y  enfermos  que  no  lo  pueden  ganar  / 
Morirían  de  hambre  si  los  indios  de  esa  tierra  no  los  sustentasen  por 
amor  de  Dios,  porque  los  españoles  que  en  ella  residen  no  lu  tienen 
para  si  los  mas  de  ellos,  y  me  suplicó  les  hiciese  merced  de  mandar- 
les  dar  alguna  ayuda  de  costa  cada  año  con  que  se  pudiesen  subé- 
teotar  ó  como  la  mi  merced  fuese,  y  porque  Yo  quiero  ser  informado 
qné  personas  son  lar  susodichas  /  de  la  necesidad  que  tienen  ,  y  de 
lo  que  seria  bien  que  á  cada  uno  de  ello»  ^e  H<<'««)  en  nuda  un  aQo 


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para  au  anktento,  j  ai  lo  puedea  trabajar  y  gwiar  elloa ,  y  que  edí- 
d«d  tienea,  tob  arando  que  veaia  lo  auaadtoho  7  «as  «oviéia  larga  y 
paiticular  rolacioo  de  ello  con  irue«tro  parecer^  para  que  Yo  lo  man- 
de Tar  y  proveer  lo  que  fuere  8er?ído«  Feeha  an  Yalladolid  &  17  de 
marso  de  1559  añoa. — ^La  Princesa.— Por  mandado  de  S«  M»  au  Al* 
tasa  en  aa  nombre.**Ochoa  de  Layando. 


Cabildo  de^i  de  enero  de  1561  .-«--Fué  acordado  que  estás  eiit* 
co  aoldados  de  los  que  van  á  poblar  la  Punta  da  Ska,  Elena^  que  tie- 

neii  neeesidad  de  comidad  hasta  que  su  capitán «al  mando  que 

hasta  que  de  la  Nueva-España  envíe  al  Sr.  Viso  Rey  de  ella  reeaudo 
para  qoe'se  puedan  sustentar  y  pagar  lo  que  se  debiere  de  esta  00- 
mida,  dijerooi  qaa  repartían  los  díolioa  oinoo  aoldadoa  en.  laaperao. 
nas^  siguientes  que  les  den  de  oomer  y  que  tengan  cuenta  y  rasen  lo 
que  se  lef  dá  para  que  su  cf  pitan  lea  pague  lo  que  coa  ellosae  hu<« 
biere  gastado,  y  las  personas  que  lea  han  da  dar  de  comer  a<yn  las  ai- 
gmentes:— Juan  Gutiérrez.*— Diego  López  Duran.— Melckor  Rodri- 
gu^— Ortiz. — ^Juan  Alonso.— Juan  6enovéa«^-Margaríta  Heraan- 
dtAJ^Pedro  de  Caños, — Francisco  de  Avalos. — ^Y  lo  que  los  dicboa 
cinco  aoldadoa  se  les  ba  de  dar  no  queriéndoloa  tener  en  sus  casas 
es  lo  siguiente :  dos  arreldes  y  medio  de  carne  para  cada  día,  y  para 
cada  semana  una  carga  de.  pan  ,  y  ansí  lo  ordenaban  ,  y  maadabaa 
porque  ansí  conviene  al  servicio  de  Dios  nuestro  Señor  y  de  S.  M*, 
y  firmáronlo  de  sus  nombres. 


En  12  de  febrero  de  1561  había  en  la  Tilla  diee-  y  nueve  pipaa 
de  harina  que  Tendía  Melchor  Rodríguez  4  los  panaderos  y  en  1.  ^ 
de  julio  todo  el  jabón  dies  qointales  que  tenía  Juan  Sabido  y  lea- 
Tendía  como  factor  de  Antón  Recio. 


Cabildo  de  23  de  junio  de  1562. — En  este  Cabildo  parecía  Die* 
go  de  Soto  Procarador  de  esta  TÜIa,  y  ¿lijo,  que  á  pedimento  do  este 


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{meblo  &  M.  fam  «ler^ed  de  HMunéar  lü  CédnU  Real  pwra  qiie  it 
«obre  ^  «nelfl^e  de  todos  loe  na^s  que  en  eete  paerto  entren  pan 
«feeie  de  tnfaer  á  el  dicho  puetto  el  egua  dei  rio  de  la  Chorrera  f 
qae  poniéndoee  en  efeetoy  y  cebráadoee  el  andi^  como  haüa  aquí 
ee  fea  heoho^  algunos  nwlbs  j  flotee  ae  han  pasado  sin  querer  entrar 
en  este  dicho  puerto  diciendo  ser  la  causa  el  dicho  anolage  por  no 
quererle  pagar  ni  facer  tributarios  sus  navios  ,  j  que  agora  de  |»»- 
gente  hUn  pacecido  ciertos  naTioa  aofere  este  puerto ,  7  de  peraonaa 
que  de  ejios.han  snltado  en  tierra  se  tiene  notiela  que  la  flota  que 
viene  de  la  Nueva-España  en  que  dioeil  que  viene  por  general  Bst^ 
bam  de  las  Alas  j  que  el  dioho  General  j  los  demás  raaeatres  han 
determinado  ponerse  sobre  la  boca  del  puerto  para  efecto  desque  si» 
no  se  les  lleva  el  ahclage  entrarán  y  aurgirán  en  este  puerto  »  y  que 
ai  el  dicho  aoclage  se  le  ha  de  llevar^  como  se  ha  llevado  i  los  do- 
rnas navios  que  aquí  han  entrado  en  este  dicho  puerto  que  no  en» 
trarin  en  61  con  sus  navios  y  se  irían  4  Matanzas  y  á  otros  puertos 
k  proireerse  de  lo  neoesorío,  y  que  de  no  haber  entrado  en  este  dicha 
poeito  los  navios  y  flotas  que  se  han  pasado ,  ha  renido  gran  perjui- 
cio y  pénüda^  de  lo  cual  S.  M.  ha  aido  deservido^  p<Mt{tte  los  veeinoa 
da  esta  villa  no  tienen  otros  aprovechamientos  mas  da  lo  qué  Jf^* 
gean  el  tiempo  que  est&n  los  navios  en  este  puerto,  loa  cuales  fid^an- 
de,  foréosamente  habrán  de  desplorar  esta  tierra  y  puerto ,  y  que  si 
agora  de  presente  estos  navios  se  pasan  sin  entrar  en  este  puerto,  la 
tierra  y  pueblo  y  vecinos  de  él  quedarán  del  todo  perdidos  por  estar 
eémo  eMán  pobres  y  adeudados  á  cansa  de  haber  cesado  la  contrata*, 
eion  de  los  dichos  navios ,  y  forzosamente  el  pueMo  se  deipoblari 
del  todo,  de  lo  que  S«  M.  será  deservido  ,  por  tanto  que  piypa  algún 
Temedio  y  alivio  á  los  vecinos  de  esta|ttaha  villa  en  nombre  detodoa 
ios  vecinos  y  moradores  de  ella  pedía  y  suplicaba  al  dtobo  8r*  Q»* 
bemador  y  Itegidores ,  mandasen  sobreseer  el  anolage  ,  y  que  no  aa 
les  Heve  á  los  natfOs  que  al  plísente  estfn  sobre  este  coate  para  que 
libremento  puedan  entrar  en  él  como  <Kcho  tiene  ,  en  lo  que  nuestro 
Señor  Dios  y  S.  M.  será  servido,  y  todos  los  vecinos  recibirán  graa 
bien  y  merced,  y  fírni6lo.-^D¡ego  de  Soto.— Y  visto  y  platicado  por 
su  merced  del  dicho  Sr.  Gobernador  y  Regidores  sobre  lo  pedido  por 
el  dicho  Procurador  Diego  de  Soto,  el  Sr.  Gobernador  dijo :  qne 
8.  M«  lo  tiene  mandado  por  su  Real  Cédula  y  Carte ,  que  se  ejecuta 
la  eobrtinza  del  dicho  anclage,  que  de  esto  no  tiefíe  mandato  de  6.  M. 


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eb  contrarío  por  donde  te  deje  de  eobr^r  el  dtelMi  anelage  ,  empera, 
que  irlendo  como  ha  TÜito  y  té  la  necesidad  de  la  tierra  y  la  pobresa 
en  que  los  fecinos  y  moradores  de  elta  tienea  » y  qae  auoque  sabe  y 
entiende  que.  si  estos no  entran  en  el  puerto,  este  pueblo  que- 
dará del  todo  perdido,  y  porque  su  merced  dará  y  procurará  el  bien 
j  remedie  de  todos  los  rocinos  de  esta  Isla  y   pvrüculannente  el  de 
-esta  rílla  diJLO :  q«e  obligándose  los  dichos  Regidores  y  Procurador 
en  nombre  y  rxtz  de  los  recines  y  moradores  de  esta  djclirt  riila  y  su 
térmÍBOy  á  que  S«  M.  tendrá  por  bueno  el  haberse  sobreseído  la  co- 
branza del  anclttge  de  estos  dichos  naríos,  y  que  si  S.  M.  ifblo  diere 
por  bueno  y  mandare  que  el  dicho  Sr.  Gobernador  pague  de  alguno 
de  sus  bienes  y  hacienda  por  rason  de  no  haberlo  ejecutado,  que  loe 
dichos  Regidores  y  Procurador  pagarán  de  sus  bieues  y  hacienda  y 
4e  la  de  los  dichos  recinos  y  moradores  todos  ios  mrs.  y  .pesos  de 
orOf  en  que  por  razón  de  lo  susodicho  condenare  al  dicho  Sr.  Gnber^ 
«ador  /  le  mandaren  pagar,  y  haciéndose  ansí ,  el  estaba  presto  de 
sobreseer  la  cobraoaa  del  anclage  de  los  naríof  de  la  flota  de  la  Nue- 
ra-España tan  solamente,  y  firmólo*— Diego  Mazariegos.«-*Pasó  an« 
te  mi. — Francisco  Pérez  de  Borrotp,  Bscribano  público  y  de  Cabildo- 
/ir  risto  por  los  dichos  Shres.  Regidores  lo  proreldo  por  el  diabo 
Sr.  Gobernador  y  risto  cuanto  importa  al  remedio  de  los  recinos  eii 
esta  dicba  rilla,  que  estos  naríos  /  todos  los  deaias  que  rinieren  ea- 
^en  y  surjan  eu  este  dicho  puerto  libremente  sin  que  se  les  Mere  an- 
olage,  según  pedido  lo  tieae  el  dicho  Procurador  Diego  de  Soto,  ha- 
biendo acordado  y  platicado  todos  de  un  acuerdo  dijeron :  que  pe. 
dian  y  suplicabas  al  dicho  Sr.  G^>bernador  sobresea  el  dicho  anclagst 
que  ellog  como  Regidores  de  esta  dicha  rilla  ,  y  el  dicho  Diego  de 
Soto  como  Procurador  de  aM^ todos  juntamente  por  sí  y  en  roz  /  ea 
Jiembre  4e  les.  recinos  y  mowlores  de  esta  dicha  rilla  y  sus  térmi'*> 
nos,  se  obligan  por  sus  personas  y  bienes,  y  la  de  los  dichos  recinoa 
7  moradores  que  si  en  algún  tiempo  S.  M«  no  diere  por  bueno  el  so. 
breseim lento  de  la  cobranza  de  dicho  anclage,  y  si  en  razón  de  ello 
mandare  que  el  dicho  Sr.  Gobernador   por  no  lo  haber  ejecutado» 
-pague  alguna  cantidad  de  pesos  de  oro  de  sus  bienes  y  hacienda, 
que  0n  tal  caso  los  dichos  Regidores  y  Procurador  lo  pagarán  de  lía- 
fio  e^  llano  de  sus  bienes  y  hacienda  y  de  los  dichos  recinos  j  mo- 
radores, sin  que  se  haga  deseagecion  de  bienes  en  la  persona  y  bie. 
ites  del  Sr.  Gobernador  y  para  ello  obligaron  sus  personas  y  bianea 


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*•  —385- 
Iiabidds  7  [ior  haver,  y.^ns  de  los  dichos  vednt»,  y  dieron  poder  4  las 
Justicias  de  S.  M.  para  qae  les  compelan  á  effo  pot  ^m  ojé»<iiia  f 
renunciaron  las  leyes  que  en  este  caso  se  podrintn  apnvtttcbar ,  y  ftr» 
máronlo. — Juan  de  Roxas.— Antonio  de  la  Torre.-^^wan  de  IiiMl^ 
trosa. — Pedro  Velasco. — t^rancisco  Avatos; — Diego  de  Seto* 

Visto  por  el  Sr.  Gobernador  la  obligación  hecha  por  loe  diobee 
Regidores  y  Procurador,  dijo :  que  debajo  de  efln  sobreaeia  ifiie  no 
Ke  cobre  de  estos  navios  de  Nuera- España  de  que  viene  per  Getierefl 
Estébaiyde  las  Alas,  y  de  ninguno  de  ellos ,  y  Ni«ndo  ee  notifique  i 
Antoniode  la  Torre  á  cuyo  cargo  es  la  dicha  eobranea  ,  que  no  eo* 
bre  ni  pida  el  dicboanclage  á  ningunp  de  tos  dtcfios  aavíos,  y  firmé* 
lo. — Diego  Mazariegos. — Acordóse  en  este  dicho  Cabildo  p«r  lee  le»- 
ñores  Justicia  y  Regidores  que  se  dé  noticia  á  8.  M.  de  lo  frevelndo 
en  este  dicho  Cabildp,  que  se- le  envié  un  testimonio  detodoelto»  m* 
pilcando  á  S.  M,  sea  servido  haber  por  bii«no  el  sobreeeímenio  de 
la  cobranza  de  este  dicho  anclafei  y  firmáronlas^ Ante  mi— ^fencis- 
eo  Pérez  de  Borfoto,  Escribano  páblico. 


ÜONOIlMIGNTeiS  IM  UHÉNONU  iWIIHISrHIl. 


QDIBIBia  ILAO  IP^ÜitlSíIAa;^ 


Del  modo  de  poUnr  m  paloiiiw,  y  de^i»  eleccÉMi>de'iM 

PAIiWNiA«.  « 

íBntre  las  aves  no  hay  otra  que  tanta?  veces  mnhipftqtie  co^ 

mo  la  paloma,  piíes  aunque  la  gallina  pone  mas ,  no  empolla  tánCM 

veces;  bien  es  verdad  que  en  una  sola  sacará^  mas  -pollos  qtie  pak»- 

minos  la  paloma  en  muchas.  Hay  quien  dice  que  las  palomee  ponei 

huevos  todos  los  meses, y^  lo  menos  los  ponen. seis  6  siete  veeee ifl 

año,  y  otras  mas,  cesando  solo  cuando  tracen  los  grandes  Mesíea  el 

invierno. 

49 


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—386— 
Ordinariamente  ponen  dos  huevos  y  algunas  veces  tres»  pero  el 
uno  ao  suele  valer  nada,  y  de  los  otros  el  uno  sale  inadio  ,  y  el  otro 
btmbas,  lo  qye  se  equivoca  muy  pocas  veces;  y  si  estos  dos  se  deja- 
nsa  juntos  para  casta,  multiplicarán  mucho  mejor,  y  se  querrán  mas* 
£1  primer  huevo  que  ponen  es  macho,  y  el  segundo  hembra,  y  como 
M  difícil  distinguirlos,  conviene  dejarlos  pareados  como  nacieren.  Así 
los  machos  como  las  hembras  trabajan  mucho  en  empollar  los  hue- 
vos y  eu  criar  los  hijos,  alternando  igualmente  en  los  cuidados. 

En  cuamo  al  color  de  las  palomas  las  blancas,  no  son  tan  esti- 
mables eomo  las  otras,  así  por  ser  menos  fecundas  ,  com<r{>or  estar 
ea  ntliyor  riesgo  que  las  otras  de  quejas  cojan  y  lleven  las  aves  de 
rapiña.  La  seña  de  ser  buena  una  paloma  es  tener  el  color  pardo, 
que  tire  á  negro  y  ceniciento;  y  se  conocerá  ser  fecunda  cuando  ten* 
ga  los  ojos  y  los  pies  colorados,  y  alrededor  del  cuello  un  circulo 
amarillo  como  de  color  de  oro. 

Hay  uua  especie  de  palomas  que  llaman  calzadas  por  tener  los 
pies  cubiertos  de  plumas,  las  cuáles  son  mas  grandes  y  mucho  mas 
fecundas  que  las  otras,  y  que  se  deberían  preferir  para  poblar  el  pa. 
lonoar,  si  no  fueran  tan  oosiosas  en  el  aJimsnto  qu9lá  preciso  darles; 
y  COUQUE  el  punto  mas  esencial  de  la  economía  consiste  en  sacar  mu-  « 
cha  utilidad  con  poco  gastarse  suelen  elegir  las  que  cuestan  poco  de^ 
alimentarse,  porque  seria  necesario  hacer  grande  provisión  de  gra- 
Bos  para  mantenerlas.  No  obstante ,  como  estas  últimas  son  menos 
e^antadizas  que  las  primeras ,  y  no  hftyen  tan  fácilmente  del  palo- 
mar, al  principióse  echarán  en  él  |íara  poblarlos  de  estas  dos  espe~ 
cies  de  palomas  mezcladas  t  á  fin  de  que  los  palominos  que  vayan 
después  criando  participen  del  natural  de  unas  y  de  oKas. 

Las  palomas  calzadas  Ca¡Sb  alejan  del  palomar  con  la  facilidad 
que  las  otras,  son  mas  grandes  y  fecundas,  y-eu  carne  es  maa  delica- 
da y  gustosa,  pero  cnesta  «1  alimentarlas  mas  de  lo  que  valen.  Es 
yerdad  que  las  palomas  comunes  son  mas  |)equeñas ,  que  no  crian 
jcon  tanta  frecuencia,  ni  suelen  estar  tan  gordas ,  ni  su  carpe  es  tan 
sabrosa;  pero  también  es  cierto  qu^se  alimeutan  mucho  tiempo  por 
sí  mismas  enlQSLcampos  sia  gasto  de  su  dueño  ;  y  si  las  otras  son 
mas  agradables  á  la  vista,  estas  no  requieren  tanto  cuidado  ,  y  son 
monos  cQstosas. 

Para  obrar  pues  con  acierto  será  lo  mejor  echar  en  el  palomar 
de  estas  dos  especies  de  palomas  >  y  aunque  se  pon*gan  todas  de  la« 


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,  -^  ,       —387— 
éommies  solamente,  jcíwna  se  hace  en  mncliüs   pítrles  ,  prevalecerán 
muy  bien. 

Dc*8  tiempos  haj  á  proposito  pnra  poblar  el  palomar :  e!  prime- 
ro y  mejor  es  el  mes  de  Mayo,  pues  pudiendo  crecer  y  cobrar  bas- 
tantes fuerzas  In  primera  cria,  en  el  inrierno  siguiente  estará  en  dts- 
posición  de  criar  y  producir  utilidad  mas  presto.  El  segundo  es  en  el 
mes  de  Agosl^,  porque  suele  htiber  gran  cantidad  de  pichones  bien 
alimentados  con  los  granos  que  sus  padres  las  traen  en  abundancia 
de  los  que  lian  caido  en  los  rastnijos  segando  las  mieses  en  el  campo 
en  el  tiempo  de  la  cosecha. 

Según  lo  mas  ó  menos  grande  que  sea  el  palomar ,  debe  ser  i 
proporción  el  número  de  las  palomas  que  ha  de  echarse  al  principio 
para  poblarle,  siendo  ordinariamente  las  que  suelen  echarse  cuarenta 
ó  cincuenta  pares,  la  mitad  machos  y  la  otra  hembras  ;  y  como  se 
tenga  cuidado  de  aüméntaslas  bien,  será  tanto  lo  que  criarán  ,  qué 
en  brefe  tiempo  se  hallará  el  palomar  muy  bien  poblada  :  si  se  echa 
menor  número,  se  tardará  mas  en  tener  el  gusto  de  poder  comer  pi- 
chones de  él,  porque  hasta  que  esté  bien  lleno  de  palomas  es  muy 
pernicioso  quitar  ninguno  del  palomar. 
f  «  No  basta  haber  hecho  elección  de  las  paTomas  para  poblv  el 
^jy^mnr,  sino  que  también  es  necesario  saber  el  tiempo  que  hntde 
tener  l»s  que  se  echen  en  él;  á  cayo  fín  podrán  servir  de  instrucción 
Ins  advertencias  siguientes  : 

Sobre  esto  hay  varios  pareceres :  unos  dicen  que  para  poblar 
un  palomar  se  han  de  elegir  If^^alomas  que  han  empezado  ya  i 
criar,  dando  la  razón  de  que  estarían  entonces  mas  aplicadas  al  nue- 
vo palomar :  otros  juzgan  que  son  mejores  para  eso  las  que  nacieron 
en  Marzo  y  Julio,  y  que  tengan  ya  la<  edad  de  seis  meses  ;  y  otros 
que  mas  nuevas,  que  es  la  mejor  opM^^i^ 

De  estas  últimas  se  ha  de  hacer  elección  para  echar  en  el  palo- 
mar, y  deben  ser  los  pichones  que  todavía  comen  con  sus  padres  ea 
los  nidos,  de  donde  se  deben  quitar  tan  luego  comoee  hayan  vestido 
de  las  glumas  pequeñas,  y  un  poop  antes  que  laa  graodéede  las  alas 
les  hayan  crecido.  Debe  hacerse  así,  lo  primero ,  porque  si  se  echá« 
ran  antes  en  el  palomar,  estarían  muy  espúestos  á  morirse  de  ham- 
bre por  el  motivo  dé  que  ninguna  de  las  otras  palomas  sino  sus  pa- 
dres sabriao  tan  bien  y  tan  naturalmente  el  modo  de  alimentarlos;  j 
lo  segundo,  porque  si  se  aguardase  á  que  todas  sus  plumas  créciertn 


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—388— 
y  se  fdjrtiíiciran  enteramente  >  en  luj^ar  de  hubituarse  á  estar  en  el 
nuevo  palomar,  tomarían  inmediatamente  el  vuelo  y  se  remontarian 
para  volverse  á  su  primera  mansión. 

Habiendo  echado  jn  las  nuevas  palomas  6  pichones  en  el  palo- 
mar, se  han  de  tener  encerrados  por  espacio  de  quiíiice  dian  6  trea 
semanas,  teniendo  también  cerrada  la  ventana  del  palomar  con  su 
coropuertat  que  ha  de  poder  abrirse  y  cerrarse  con  una  polea. 

Gomo  se  habrán  sacado  estos  pichones  del  nido ,  según  se  ha 
dichoy  en  el  que  estaban  con  sus  padres  ,  se  supone  que»  aun  no  sa- 
brán comer  por  sí  solos ,  por  lo  que  será,  preciso  tener  curaado  de 
paeterles  el  alimento  en  el  pico,  así  de  comida  como  de  oeorda  ,  lo 
pual  se  podrá  ejecutar  á  fin  de  engordarlos,  pues  asi  lo  hacen  en  las 
pollerías  de  Roma,  poniéndoles  d«ntro  del  pico  unos  embuditos  muy 
delgados  de  madera  u  hoja  de  lata,  y  por  ellos  se  les  echa  y  hace 
pasar  la  comida  con  un  poco  de  agua  :  s^  puede  hacer  también  coa 
los  dedos,  obligándoles  á  que  traguen  la  comida  para  que  no  ae  mué' 
ran  de  hambre» 

Para  que  se  habitúen  mas  presto  á  comer  por  si  solos,  será  con« 
veniente  echar  en  el  palomar  algunos  pollos,  los  cuales  comiendo  ya 
naturalmente  por  %\  «oíos  sin  ayuda  de  sus  padres  y  delante  de  ellq^  ^ 
loa!t^rano8  que  les  habrán  echado  ,  incitarán  á  los  pichones  á  hjfcr^ 
lo  mismo,  con  lo  cual  en  breve  tiempo  obrará  la  naturaleza  para  que 
queden  del  todo  instruidos,  y  entonces  se  sacarán  los  pollos.  Lo  mis' 
mo  podría  ejecutarse  entrando  algunas  palomas  caseras  y  nransas, 
H^niéndolas  encerradas  con  las  niwas,  pues  viéndolas  comer  harían 
lo  mismo  las  otras.  ^  (Can¿wtKir¿.) 


PR0T0C0I^AC10]!r 

9e  todas  las  disposiciones  reales*  administrativas  y  econráod- 
eas  piMicadas  de  ^Uío  en  el  mes  de  Octubre  sfltimo. 


Real  AM^tncia  Prgtonal. — Por  auto  de  23del  eerrieate  4eon- 
socococia  de  lo  resuelto  pof  S.  M,  en  Real  orden  de  21  do  Junio  (A- 


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limo  i  86  ha  sen i(k>  áeolarar  el  Real  Acuerdo  i  de  conformidad  con 
lo  reprooootMio  pov  el  8r.  Fiscal,  vacante  la  plasa  de  Relator  de  eats 
Real  AucKeDoia  Pretortd  ,  que  servia  D*  Francisco  LuislVallejo; 
mandando  que  su  provisión  se  verifique  por  oposición  da  la  mnoerat 
detallada  en  la  ley  2.  ^  ,  título  4.  *^  de  la  Novísima  Recopilación,  y 
que  se  i^en  los  edictos  é  inserten  ademas  en  los  periódicos  de  esta 
eapital  para  qfp  ocurran  los  opasitoreii  que  se  crean  con  ápcion  k 
eUOf  en  el  término  predao  de  60  dies,  contados  desde  la  fecha.  T  en 
eampdmlénto  de  lo  mandado  fior  S.  A.  y  para  oonaoimiento  del  p^-r 
Mtoa  fijo  «4  p'^Knte  en  la  Habana  4  4  de  Ootabre  de  I845.<-^E1I  8ei 
eraUífio  de  Acuerdo,  Remigio  Martín*— Es  copia. — Regtno  Martiit. 


Obispmdóí  de  ¡b  Aafrana.-^BI  Escmo.  é  limo.  8r.  Arzobispo* 
Obkpo  aémiftrador  de  eata  diócesis,  se  lia  servido  espedir  el  decreto 
ée^  tenor  8Ígiilente.^-^Habana  7  de  octubre  do  1845< — Siendo  coOve* 
nmota  al  mejor  servicio  de  esta  diócesis  de  nuestra  adiainistraeion 
»0«^rar  una  persona  dreunstanciada  que  durante  iraeatra  indisposi- 
•t^q||deBpi»ehe  todos  los  m^^^ios  pertenecientes  al  gobierno  aolesi|^ 
lit^aOmbffamos  al  efecto  al  Ihno^  8r.  D<  Pedro  Mendo  nuestro  Pro* 
visor  j  Vicario  general,  en  quien  se  reúnen  las  cireunatoneias  que  se 
requieren  para  el  caso.  En  tal  virtud  particípese  por  medio  de  atento 
oficio  al  Escmo.  Sr.  Capitán  general  y  al  ioteresado ,  insertándose 
ademaa-en  loa  diarios  de  Gubi^rno  para  general  inteligencia.-*El 
Araobfs|>AidipinistradQr. — Poi;  mandado  de  S.  E.  lima. ,  Herroene** 
gildo  0^41  xle  VaMemia,  secretario*— -Y  para  su  debida  publicación 
libra  la  pieseiMe  en  la  HabMa  á  9  d«  ^g^re  de  1845.— Hermene^ 
HHdo  GM  <le  Yaiéemíai  secretario. 


Caminan  pré9meiat  dé  InsiníecionpríTmma.'^HAh'iendo  de  pro- 
eedeisa  desde  el  primer  domingo  del  mes  df  dierombre  venidero  á 
loa  eximanes  i^blíoos  que  han  de  darse  por  este  año  en  todos  los  es- 
I^Ueoimientoa  póbUeoe  de  instrocoion  primatia  elemental  f  superior 
da  la  proviaeia,  ha  aaordado  qj¡ie  para  general  noticia  se  renueve  pof 
medio  d^  Diario  la  publicación  del  proyecto  provisional ,  aprobada 


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—300-  ^ 
por  el  Escmn.  Sr.  Presidente  Gobernador  superior  eívil  con  |>reTÍá 
rnüorme  de  la  Inspección  de  Eéttidion,  y  á  la  letra  ea  eooio  ligue. — 
Los  exámenes  públicos  anuales  no  tienen  por  objeto  «nalÍBar  los  oié* 
todos  que  se  siguen  para  la  enseñanza  de  los  niñ09,  j  si  el  averiguar 
el  estado  de  instrucción  en  que  estos  se  hallan  segnn  las  doctrinas 
^oe  se  les  han  inculcado  durante  el  año  :  el  exámea  de  los  sistema» 
adoptados,  y  su  califícacioo  pertenecen  á  las  risitas  nfirticularee  que 
debe  hacer  la  Comisión  provincial  de  Instrucción  primaria«-*Agré« 
gase  á  la  ««puesto  que  la  escesiva  duración  de  los  actos ^ijblícosy 
siempre  en  unas-mismas  materias  en  mayor  6  menor  étAJ^Ia^  destru- 
yen el  ínteres  de  la  concurrencia,  y  hasta  llega  á  cansar  la  aten«í«n 
fatigada  de  los  individuos  encargados  de  la  presidencia.  Bajo  estos 
principios  la  Comisión  provincial  ha  determinado  :  I.  ®  Que  los  exá- 
menes públicos  de  este  año  comiencen  el  primer  domingo  del  mes 
de  diciembre,  y  ootieluyao  el  tercer  dia  de  Pascua  de  Navidad,  &  fin 
de  poder  instruir  de  los  resultados  así  al  Gobierno  como  al  público 
en  los  primeros  dias  de  enero.— 2.  ®  Para  que  tenga  eleoto  el  an(e»- 
lo  anterior  por  parte  de  la  Comisión  prorineíal,  nombrará  esta,  según 
la  facultad  que  le  concede  el  plan  general,  ios  individuos  que  tanto 
p^  sus  conocimientos  literarios,  oomo  por  su  xsonocido  ínteres  eaY^-^ 
vor  de  la  juventud,  deban  auxiliar  en  las  presidencias  dcequeHosTu^ 
tos  en  los  varios  establecimientos  de  intra  y  estramuros;  encargando 
á  las  comisiones  locales  las  de  las  escuelas  de  sus  respectivos  distri* 
tos  en  la  misma  forma. — 3.  ®  Señalados  los  dias  de  exiroen^or 
acuerdo  de  los  maestros  con  los  que  deben  presidir  el  acto,  m  anun- 
ciará este  al  público  para  conocimierOo  de  tas  personas  mteresadas 
en  solemnizarlo  con  su  asistencia,  á  cuyo  fin  ee  avisará  con  antici- 
pación por  los  mismos  pi^¡|Dtore8  á  la  secretaría  de  esta  Comisión. 
4.  ^  — Se  examinarán  únicamente  las  clases  mas  adelantadas  en  en- 
4a  asignatura,  y  este  acto  no  pasará  d%dos  horas,  ni  bajará  de  una 
en  cada  clase,  debiendo  ser  interrogados  los  alumnos  por  los  maes- 
tros instructores;  y  si  alguna  persona  concurrente  quiere  hacer  pre- 
guntas á  los  examinados  podrá  verificarlo  libremente  sobre  las  ma- 
terias de  asignatura,  y  pon  la  franquexa  y  buena  fó  inseparable  de 
esta  clase  de  actos. — '5.  ®  Los  premios  de  los  exámenes  consiétirán 
por  ahorff,  y  mientras  la  Comisión  acuerda  un  plan  general,  en  men* 
eion  honorífica  individual  de  aqiiellpp  alumnos  que. se  presenten  co¿ 
mo  aptos  para  despedirse  de  la  escuela,  y  generalmente  sobre  aqire- 


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Ha  clase  que  presente  mu»  iustruccioD  sobreialieute  en  la  materia  en 
t|Qe  fué  examinado.*^.  ^  Se  enearga  á  los  presiüeotes  de  los  aetoa 
que  á  la  major  brevedad  posible  remitan  sus  informes  á  esta  Comi- 
sioii  por  conducto  de  su  Secretaria»  para  que  pueda  cumplir  lo  que 
queda  dispuesto  en  el  artículo  primero;  en  concepto  de  que  la  Coml> 
«ion  apreciará  en  todo  lo  que  Tale  el  celo  que  se  manifieste  en  esta 
honroso  y  útil  servicio. — 7.  *^  Los  directores  que  no  presealen  sos 
exámenes  en  el  término  que  se  ha  fijado ,  quedarán  reservados  para 
una  visita  estraordin aria,  que  tendrá  efecto  cuando  la  Comisión  lo 
4let«rminT  Habana  /  octubre  12  de  1645^«*Jos6  Miguel  Rodríguez « 
vocal  Secretario. 


Admim^tracwn  geturai  de  Renttu  mariiimas. — Estaado  dispues- 
ta por  i?.  M.  que  en  las  pólizas  de  frutos  del  pais  que  se  dirijan  á  la 
Peaínsula  é  Islas  Adyacentes  ,  se  estampe  el  derecho  que  aquellos 
mismos  pagarian  si  fuesen  directamente  al  estrangero  «  á  fin  de  que 
allí  se  pueda  deducir  con  exactitud,  en  el  caso  de  trasbordo,  el  dife- 
rencial que  á  cada  artículo  corresponda;  se  hace  preciso  que  las  ho- 
jas  que  en  lo  sucesivo  se  corran  con  tal  destino  ,'se  entiendan  en  el 
Orden  y  forma  que  modela  un  ejemplar  que  al  intento  existe  en  esta 
«ficina\  ¥  lo  aviso  ál  comereio  á  efecto  de  que  desde  luego  concurra 
é  tomar  noticia  de  dicho  modelo  ,  en  concepto'  de  que  su  uso  dará 
principio  desde  el  20  inclusive  del  mes  actual.  Habana  y  octabre  19 
de  184j5.— Yurre.  '    / 


Seeniaríet-del  Gobierno  Superior  civil  de  ¡a  isla  de  C^ba^^^ 
0e  orden  del  Escmo.  Sr.  Gobernador  y  Capitán  general ,  se  ci- 
ta por  tres  números  del  Di^^o ,  i.  D.  Manuel  de  Lara  y  Martin^ 
para  que  se  presente  en  esta  Secretaría  á  instruirse  de  cierta  provk 
dencia  que  le  interesa.  Habana  17  de  octubre  de  1845:-- Miguel  Ma« 
ría  Panlagua. 


■  Real  Colegio  (íe  Carr^rfe^réi.— Nombramiento.— Por  Real  or- 
den de  27  de  janio  áli|mo,  se  ^a  dignado  S.  M.  la  Reía»  (Q,  D.  G.) 
nombrar  á  I>.  Manuel  José  Azcuenega,  para  la  plaza  de  corredor  de 


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püqo^ro  4«l  Cotegio  fU  «tU  ciudad  ^|tie  refría  D»  Jiilíao  Cduillam 
AoBipriift);  bftbtfindo  ownsplido  el  agracinda-con  ioi  r»qtiMÍto»  |«r«v«r 
«idos  eo  ol  €6difo  mereaatil  j  prasiadoel  eompateDttfjiiniaiemo^M 
fM^Uea  de  6rden  M  Etooio.  Se,  Iiiteiid«iite  de  ejéroilo  Svpenoleii* 
dente  general  Dttlafado  de  Hacienda,  para  <qii6  aea  reooDooido  en  al 
ejetcácio  de  la  HMoetonft4a  placa*  I]Jaiia««  16  de  o<Ayhra  de  184^,«-> 
Joaquín  OaaipiBaaiio.  ^ 


dttAéndtmda  general  de  Marina  M  Apeteiader^  de  l^Mf^kmté^ 
—Necesitando  el  Apostadero  una  goleta  de  regulafea  dimenaioaea» 
de  buen  estado  de  servicio  y  da  aobresaliente  andar;  se  arisa  al  públi- 
co por  disposición  del  ELscmo.  Sr,  Comandante  general  de  él,  4  fin 
de  que  el  propieiaria  6  poseedor  de  la  ambareacúa»  eo  quieai  ctoncur- 
inB  aaias  cualidades,  se  dirija  4  esta  aaosetaría  coo  ka  pMppsicianaa 
eondiioeatest  para  (\nei  se  proeeda  al  ajuate  da  lia  vanta,  )»cé?io  «á  ra- 
eoflocimienlo  y.  d^naa  tr4flútes  dsbidaiu  Uabftna  17  4a  oetubfa  4# 
l8it5<-^Joaé  Manual  Pa^^a,  secretario. 


Obispad»  de  lü  Habana* — Si  Baan^-  é  Uou).  &»  trwMep» 
adoÉÍMalrackir  4a  esta  dioeesÁa  con  fecha  de  6  dfil  eorrieate  mas  ha 
Iproreido  el  decreto  sigui^iue :  Habieóde  íaHacido.  el  Uoeociado  I>«a 
*  Ángel  Marrero,  notario  ausiliar^le'esta  Curia,  y  d^rfÑe(i4o  en  conse- 
cuencia nombrar  una  persona  que  réuna  las  circunstancias  necesarias 
para  el  desempefio  de  ese  cargo,  nombramos  4  JX  Mariano  Torres* 
£u.aui  rirMid  pactieipeae^este  nombramiento  4  qviei^  correapoada  ,  y 
librosQ  al  interesado  el  correspondiente  título  por  aearqtaria.^-^l  Ar- 
ifiif^Bpo  adeninisCrador. — Por  mcindadoKIe  8..  EL,  Hermenegildo  Cq|| 
de  VaLdemla,  secretario^ — Y  para  la  debida  publioaaion  Ubro  la  pre- 
adue  •«  la  Habsna  4  U  de  octubre  de  lS45»^HefmeoefUdo  CoU 
de  Valdemía,  secretario. 


SHr^inría  del  Ghbierm»  Superior  -  civil  dá  ¡a  iela  de  Cuba. — 
'Contó  4  pesar  de  las  citaeioaas  hechas  4  D.  Ffioundo  Roonoi  por  loa 
dtarioi  4e  julior  agosto  y  setiembre  prácsimos  antariofos  ,  para  fine 


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^ 


^308—  ^. 

se  presentara  en  esta  Secretaría,  no  lo  ha  verificado  á  la  fecha  ;  ha 
dispuesto  el  Escmo;  Sr,  Gobernador  y  Capitán  general  que  se  le  re- 
quiera en  la  misma,  por  ultima  vez,  á  fin  de  que  ocurra  4  ^facilitar 
la  noticia  que  le  motiva  su  emplazamiento.  Habana  19  de  octubre 
de  1345. — Miguel  María  Paniagua. 


Secretaria  del  Gobierno  Superior  civil  de  la  isla  de  CttAa.— Ha- 
biendo llegado  á  conocimiento  del  Escmo.  Sr.  Presidente  Goberna- 
dor/ Capitán  general,  que  muchos  dueños  de  casas,  ciudadelas  y 
cuartos,  cometen  el  abuso  de  disponer  por  sí  y  sin  que  hHja  prece- 
dido mandato  de  la  autoridad,  el  cerrar  las  puertas  de  las  habitacio- 
nes que  ocupan  sus  inquilioos  cuando  estos  les  adeudan  alguna  can- 
tidad, embarcándoles  los  muebles  y  efectos  que  tienen  para  hacerse 
pago,  sin  que  para  ello  hubieren  ventilado  sus  cuestiones  en  acto  ver- 
bal conforme  se  previene  en  el  artículo  108  del  Bando  de  goberna- 
ción y  policía;  ha  dispuesto  S.  E.  que  los  que  cometieren  tan  repren- 
sible como  injusto  manejo,  queden  incursos  en  la  mulla  de  25  pesos 
y  sujetos  á  las  penas  consiguientes  á  su  ilegal  comportamiento  ,  de- 
biendo demandar  á  sus  deudores  ante  los  tribunales  competentes  pa 
ra  que  los  compelan  al  pago  y  desalojo,  si  fuere  procedente.  Habana 
20  de  octubre  de  1845. — Miguel  María  Paniaorua. 


Secretaría  del  Gobierno  Superior  civil  de  la  isla  de  Cuba,-^E\ 
Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador  y  Capitán  general ,  ha  dispuesto 
que  todo  individuo  de  color  que  se  ejercite  en  ganar  jornal  deberá 
llevar  la  correspondiente  licencia  de  su  amo  visada  por  el  Capitán  ó 
('emisario  respectivo,  y  el  que  así  no  lo  hiciere  6  la  portare  estando 
cumplida,  en  uno  y  otro  caso  quedará  sujeto  á  la  pena  de  cuatro  pe- 
sos como  si  fuere  cimarrón;  cnya  prevención  ha  ordenado  S.  E.  se 
inserte  en  tres  números  consecutivos  del  Diario  de  esta  ciudad  para 
conocimiento  del  publico.  Habana  20  de  octubre  de  1845.— Mignel 
Macia  Paniagua. 


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/2ea/ Lacería.— El  Escmo.  St.  Superintendente  general  Dele* 
gado  de  Real  Hacienda  de  esta  Isla,  conformándose  con  lo  propuesto 
por  esta  contaduría  general  de  mi  cargo  ,  ha  tenido  á  bien  disponer 
que  se  prohiba  la  circulación  de  las  facturas  de  billetes  de  esta  Real 
Lotería  que  circulan  impresas  de  algún  tiempo  á  esta  parte,  las  cuales 
se  venden  al  público  con  gravamen  en  su  precio,  y  suscritas  por  indi- 
viduos qne  se  dicen  responsables,  teniendo  efecto  esta  prohibición  des- 
de el  prócsimo  sorteo  estraordinario,  núm.  41  en  adelante.  Y  se  avi- 
sa al  publico  para  general  inteligencia.  Habana  21  de  octubre  de 
1845.— -Luis  de  Benavides. 


Secretaría  del  Gobierno  Superior  civil  de  la  isla  de  Cuba.'^ 
El  Escmo.  Sr.  Gobernador  Capitán  general  ha  dispuesto  se  dé  pu- 
blicidad á  la  siguiente  Real  orden. 

„Primera  Secretaría  del  Despacho  de  Estado. — Escmo.  Señor. 
— La  Reina  nuestra  Señora  se  ha  dignado  espedir,  con  fecha  22  del 
actual  el  decreto  siguiente. — Vengo  en  conceder  la  Gran  Cruz  de  la 
Real  Orden  Americana  de  Isabel  la  Católica  á  D.  Manuel  María  de 
Arrieta  y  Velazquez,  Contador  mayor  decano  del  Real  Tribunal  de 
Cuentas  de  la  Habana,  en  recompensa  de  sus  méritos  y  dilatados 
servicios. — De  Real  orden  lo  traslado  á  V.  E.  para  su  conocimiento. 
—Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años. — Mondragon  28  de  agosto  de 
1845. — Francisco  Martínez  de  la  Rosa. — Sr.  Capitán  general  de  la 
Isla  de  Cuba." — Es  copia. — Miguel  María  Paniagua. 


Secretaría  de  la  Comisión  provincial  de  Instrucción  primaria^--^ 
Quedando  aun  por  presejitarse  en  esta  Secretaría  algunos  directores 
y  directoras  de  establecimientos  de  Instrucción  primaria  elemental  y 
superior  con  los  estados  que  deben  servir  para  la  formación  del  ge- 
neral que  está  prevenido  por  el  superior  Gobernó  ,  se  les  recuerda 
para  que  en  su  cumplimiento  lo  verifiquen  con  la  brevedad  posible. 


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—395— 

Al  propio  tiempo  los  directores  y  directoras  ,  cuyos  estableci- 
mientos hayan  quedado  sin  nombrárseles  comisiones  para  sus  exá- 
menes é  inspección,  lo  harán  presente  en  esta  SecretarÍH  para  lo  que 
corresponda.  Habana  26  de  octubre  de  1845. — José  Miguel  Rodrí- 
guez, vocal  Secretario. 


Secretaria  del  Gobierno  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuba, — A 
solicitud  de  los  interesados  y  oido  al  Sr.  Asesor  general  primero,  ha 
tenido  á  bien  disponer  el  Escmo.  Sr.  Gobernador  y  Capitán  general 
que  se  publiquen  de  nuevo  por  medio  del  Diario  de  Gobierno  las  dis- 
posiciones que  siguen,  encargándose  á  los  Comisarios  de  barrio  de 
esta  ciudad  y  Jueces  pedáneos  de  estramuros  cuiden  de  su  puntual 
observancia.  Habana  27  de  octubre  de  1845. — Miguel  María  Pa- 
niagua. 


Secretaria  del  Gobierno  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuba.-^ 
Para  que  tengan  su  exacto  y  debido  cumplimiento  las  reglas  pre- 
venidas en  los  artículos  52  de  la  contrata,  y  10  y  11  adicionales 
del  remate  del  mercado  del  Cristo  que  á  continuación  se  insertan;  he 
determinado  que  en  lo  sucesivo  se  les  imponga  la  multa  de  10  pesos 
á  los  que  infrinjan  dichos  artículos  por  la  primera  vez  ,  doble  en  la 
segunda  y  á  la  tercera  se  les  aplique  la  pena  que  corresponda  por  la 
inobediencia;  publicándose  en  el  Diario  de  esta  ciudad  en  tres  con- 
secutivos para  que  nadie  pueda  alegar  ignorancia  y  aumentándose 
esta  disposición  en  la  tablilla  de  órdenes  de  policía  de  la  espresada 
plaza.  Habana  9  de  enero  de  1836. — Tacón. — Antonio  María  de  la 
Torre  y  Cárdenas,  secretario, — Artículo  52  de  la  contrata. — Fuera 
de  las  casillas,  en  los  portales  de  ellas,  ni  en  otro  higar  de  la  plaza 
podrán  ponerse  mesas,  tablillas  ni  mostradores  para  ningún  género 
de  eomestibles,  frutas,  viandas,  menestras,  quincallerías  ni  otros  efec- 
tos, mucho  menos  para  espendio  de  carnes  y  pescados;  pues  que  los 
referidos  portales  han  de  estar  siempre  espeditos  para  el  tránsito  de 
las  gentes.-^Artículo«  adicionales  10  y  11  del  remate. — No  se-per- 
mitirá  dentro  oi  fuera  de  la  plaza  en  sus  calles  laterales  ,  venta  c|e 


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"^  -.396- 

cnrnes,  pescado,  aves,  legumbres  y  frutas,  pues  todo  se  espenderá  en 
las  casillas  aun  cuando  hasta  la  hora  de  las  nueve,  estos  tres  últimos 
renglones  podrán  espenderse  en  el  centro  de  la  plaza  ;  pero  sin  per- 
mitirse en  ella  mesas  ni  tarimas,  como  ni  tampoco  esleriormente  es- 
tes.— No  habrá  puestos  de  venta  de  carnes  ,  aves  ,  verduras ,  legum- 
bres, frutas  y  flores,  en  ningún  otro  punto  de  la  ciudad  iiitrarourosi 
ujas  que  en  las  plazas  que  se  rematan. — Es  copio.— De  la  Torre. 

Do  orden  del  Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador  y  Capitán  ge- 
neral se  hace  saber  al  público  que  el  domingo  J9  del  corriente  debe 
abrirse  la  carnicería  de  la  plaza  del  Vapor  en  cuyas  casillas  y  nada 
mas  debe  espenderse  las  carnes  con  arreglo  al  artículo  4  de  la  con- 
trata pero  respecto  á  que  aun  no  están  concluidas  las  provisionales 
que  en  ampliación  al  contrato  se  le  concedieron  por  el  Escmo.  Ayun- 
tamiento al  contratista,  solo  los  que  tengan  tomadas  podrán  Ínterin 
se  concluyan  las  fábricas  de  sus  locolidades  espedir  en  mesas  en  la 
plaza  para  lo  que  tendrán  del  espresado  contratista  el  resguardo  cor- 
respondiente. Habana  15  de  junio  de  183(5. — Antonio  María  de  la 
Tf>rre  y  Cárdenas,  secretario. 

Considerando  el  beneficio  que  resultará  á  las  familbs  de  los  bar« 
ríos  de  Jesús  María,  Guadalupe  y  San  Lázaro,  que  no  puedan  ir  al 
mercado  de  Tacón  ,  á  comprar  las  carnes  que  necesiten  ,  convinién- 
doles verificarlo  en  sus  mismas  casas  ,  he  determinado ;  después  de 
haber  oidó  al  Sr.  coronel  D.  Manuel  Pastor,  contratista  de  la  espre- 
sada plaza  :  que  los  carniceros  del  mismo  mercado ,  después  del  es- 
pendió  de  la  mañana,  manden  negras  ó  negros  con  tableros  á  vender 
por  las  calles;  y  para  evitar  reclamaciones  llevarán  una  papeleta  fir- 
mada por  el  proveedor  de  ellas,  y  con  el  visto  bueno  del  contratista 
autorizando  á  los  verdadores  para  cada  mes,  y  á  fin  de  evitar  fraudes 
encargo  muy  particularmente  á  los  Jueces  pedáneos  de  aquellos  tres 
barrios  vigilen  que  los  que  vendan  por  las  calles  lleven  aquel  docu- 
mento que  legitima  la  licencia,  incurriendo  los  contraventores  en  la 
multa  de  ocho  pesos,  con  pérdida  de  las  carnes  que  destino  á  la  Casa 
de  Beneficencia,  así  como  los  dos  tercios  de  la  multa ,  quedando  el 
otro  para  el  aprebensor;  y  para  que  se  cumpla  en, todas  sus  partes 
esta  providencia  y  que  nadie  pueda  alegar  ignorancia  imprimase  en 


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—sor- 
el Diario  de  esta  ciudad  en  tres  mi  meros  consecutivos.  Habana  12  de 
junio  de  1838. — Joaquín  Ezpcleta. — Antonio  María  de  Ja  Torre  y 
Cárdenas,  secretario. 


Instruido  el  oportuno  espediente  á  consecuencia  de  la  súplica 
promovida  por  varios  labradores  para  que  se  alterasen  algunas  de  las 
disposiciones  que  rigen  para  el  6rden  de  los  mercados  de  esta  ciudad 
y  estramuros,  he  resuelto :  que  en  lo  succhívo  los  estancieros  y  toda 
otra  persona  que  tenga  puestos  en  los  mercados  puedan  vender  en 
cada  uno  de  ellos  y  á  la  vez,  viandas,  frutas  y  verduras  hasta  las  on- 
ce de  la  maiíana  que  se  levantarán  todos  los  puestos  y  se  proceda  á 
su  limpieza  en  la  forma  acostumbrada. — Y  con  el  fin  de  que  esta 
medida  llegue  á  noticia  del  público  insértese  en  el  Diario  de  esta 
ciudad  en  tres  números  consecutivos.  Habana  19  de  enero  de  1844, 
— O-Donnell. — Mjguel  María  Paniagua. 


Secretaría  de  la  Comisión  provincial  de  Instrucción  primaria. — 
Califícndo  por  la  Inspección  de  Estudios  como  útil  por  su  sencillez 
y  concisión,  y  acomodado  por  tanto  á  la  inteligencia  de  los  niños  el 
tratado  de  dibujo  lineal  compuesto  por  D.  Andrés  María  Foxá,  á  que 
se  ha  servido  impartir  su  conformidad  el  Escmo.  Sr.  Presidente  Go- 
bernador Superior  Civil,  así  como  para  que  se  recomiende  el  citado 
libro  por  esta  circunstancia;  la  Comisión  provincial  lo  hace  á  los  di- 
rectores de  establecimientos  de  Instrucción  en  su  cumplimiento. — 
De  cuyo  acuerdo  se  publica  para  general  inteligencia.  Habana  y  oc- 
tubre 26  de  1845. — José  Miguel  Rodríguez,  Secretario, 


Secretaria  del  Gobierno  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuba» — De 
conformidad  con  lo  consultado  por  el  Sr.  Teniente  asesor  general  se- 
gundo ha  dispuesto  el  Escmo.  Sr.  Gobernador  y  Capitán  General 
que  loa  dueños  de  esclavos  que  se  dedicau  al  ejercicio  de  caleseros 


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de  alquiler,  especifiquen  la  callu  y  número  ile  la  casa  que  habiten  eti 
las  licencias  que  den  á  aquellos  p;ira  buscnr  jornal:  lo  que  se  publi- 
ca para  general  intelijencia.  Habana  y  octubre  29  de  1845. —  Miguet 
María  Paniagua, 


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.         ...     .—309—  . .    .  • .        j 

REUnON  ÓBITDIRU 

DE  ESt  A  CTODAB  ¥  8\!«\!SB\0S 

JBn  todo  el  mes  deoctabre  de  1945 


En  octubre  se  han  eaterrado,  blancos « .'.       141 

De   color  .  ; 210 


Total 351 


Entre  los  primeros  designamos  los  siguientes  cadáveres  como 
personas  notables. 

Día  1. — Don  José  Marta  Alvarez,  natural  de  esta,  soltero,  veci' 
no  de  la  auxiliar  del  Sto.  Cristo. 

Día  2. — Don  Ramón  de  Irol9«  de  esta,  abogado  de  las  reales  au« 
diencias  de  Cuba,  viudo,  de  40  anos,  vecino  dei  Sto.  Gristo.{t/^Ha 
ocupado  el  nicho  nún».  55. 

Dia  3 — Don  Perfecto  Ponce  de  León  y  Maroto,  de  esta,  vecino 
del  Espíritu-Santo. 

ídem. — Doña  María  de  la  Luz  Arandia,  natmral  de  esta,  vecina 
de)  Espíritu-Santo. 

Día  4. — Doña  Rosa  María  Blartinez,  de  esta,  viuda,  de  72  años, 
vecina  de  la  auxiliar  ¿el  Ángel. 

Idem« — Dona  Merced  Valdés,  de  esta,  casada,  de  53  años,  ve- 
ciña  de  Guadalupe. 

Dia  5. — Ldo.  don  José  Ángel  Marrero,  natural  de  esta,  notario 
auxiliar  de  la  Curia  eclesiástica,  vecino  del  barrio  del  Monserrate. 

Dia  9. — Don  Francisco  Días  Hernández,  natural  de  Sta«  Ma- 
ría  del  Rosario,  casado,  de  54  años,  vecino  de  la  parroquia  de  Gua- 
dalupe. 

ídem. — Doña  Maria  Francisca  Valdés,  naturul  de  esta,  casada, 
de  32  años,  vecina  de  Guadalupe. 

ídem. — Ldo.  don  José  Antonio  del  Rej,  natural  de  esta,  abo- 
gado de  las  reales  audiencias  de  Cuba,  casado,  vecino  de  la  parroquia 
de  Guadalupe.Q^Ha  ocupado  el  nicho  num.  56. 

ídem. — Doña  Juana  de  Jesús  Veoerio,  natural  de  esta,  soltera, 
vecina  del  Espíritu  Santo. 


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/ 


—400— 

Día  11.— Doña  María  Blaudia  Valdés  de  Quintana,  natural  de 
esta,  vecina  del  Monserrate.{t^Ha  ocupado  el  nicho  num.  57. 

ídem. — Señora  condesa  de  Pozoa-dulces,  natural  de  esta,  de  68 
años,  vecina  de  Guadalupe. 

Día  14. — Señora  doña  Josefa  de  Jesús  Ariza  de  Cásenles,  na- 
tural  de  esta,  viuda,  de  60  añog,  vecina  de  la  Parroquial  mayor. 

ídem, — Doña  Dolores  Mulcay  y  Micher,  natural  de  Irlanda,  sol- 
tera, de  30  años,  vecina  de  Guadalupe.fl^Hu  ocupado  el  nicho  nú- 
mero 58. 

Dia  15. — Doña  Eugenia  Alvarez,  natural  de  esta  ,  vecina  de  la 
parroquia  de  Guadalupe. 

Dia  16, — Doña  Manuela  Pérez  Hernández,  natural  de  Bataba- 
n6,  soltera  de  27  años,  vecina  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Dia  17. — Señor  don  Nicolás  Domínguez  y  Alvarez  ,  natura/  c/e 
esta,  de  estado  casado,  Prior  del  Tribunal  del  Consulado,  vecino  á^\ 
Santo  Cristo.(t7**Ha  ocupadp  el  hiclio  número  (i2. 

Dia  18. — Señor  Dr.  D.  Francisco  Alonso  Fernandez,  Sub  ins- 
pector del  Cuerpo  de  Sanidad  militar,  vecino  de  la  Parroquia  del  Es- 
píritu-Santo.  flJ*H  a  ocupado  el  nicho  número  66. 

Dia  21. — Don  Juan  Cabrero  del  Campo,  vecino  de  la  Parroquia 
de  Guadalupe. 

Dia  22. — Don  Francisco  Sánchez,  natural  de  Jerez  de  la  Fron- 
tera, viudo  de  terceras  nupcias  ¡de  106!  años,  vecino  del  Slo.  Cristo. 

ídem. — Don  Francisco  Anoya;  adulto,  remitido  por  el  capellán 
de  Artillería,  no  dan  mas  razón. 

Dia  24. — Doña  María  de  Regla  Mesa,  natural  de  esta,  casada, 
de  34  años,  vecina  de  Guadalupe. 

Dia  25. — Doña  Mariana  Estenoz,  natural  de  estaa,  viuda,  ve- 
cina de  Monserrate. 

Dia  26. — Doña  Francisca  Infante,  natural  de  Canarias,  viuda,  de 
90  años,  vecina  de  Guadalupe. 

Dia  27. — Doña  Jacinta  Naipe,  (no  dan  mas  razón)  vecina  del 
Monserrate. 

Dia  29. — Ldo.  Don  José  Gregorio  de  Lesífma,  profesor  de  me- 
dicina, (no  dan  mas  razón)  vecino  del  Mooserrate. 

*  ídem. — Doña  Francisca  Arduo,  natural  de  esta  ciudad,  (no 
dan  mas  razón)  vecina  de  Jesús  María. 


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DICIEMBRE  DE  1845. 

oNumeto  6. (©nticott  6  ^L  /uCtútuí  <kí  toiito  4ituneio» 


Cuantos  escritos  se  inserten  en  esta  obra,  serán  de  Ínteres  permanente 
que  no  espiren  con  las  pasageras  y  accidentales  circunstancias  déla  época  de 
su  publicación. 


SOBRE   EL 
MODO  Ba  BSC&ZBZ&  lUL  BXSTOBXA.  BXI  BSrAtiírA, 

su  ADTOR 

Don  Juan  Pablo  Forner. 

(finalizan.) 


m. 

Convendría  que  la^  historia  de  llspafta  se  escribiese  de 
distinto  modo  que  hasta  aquí. 

iNo  es  mi  ánírao  defraudar  en  la>pirte  mna  mloima  de  su  gloria 
y  mérito  á  los  varones  doctos  que  se  han  dedicado  á  escribir  nues- 
tra historia.  Veo  en  ellos  dos  calidades  escclentísimas;  una  la  dili* 
gencia  de  investigar;  otra  el  orden,  claridad  j  aun  elegancia  en  dis" 
poner  lo  investigado.  £1  que  tenga  una  idea  de  lo  que  fué  nuestra 
historia  antes  de  los  reyes  Católicos,  j  el  que  la  tenga  de  la  confu- 
sión é  incertidumbre  que  había  en  los  instrumentos  públicos  j  parti- 
culares antes  que  el  Rey  D.  Felipe  II  los  hiciese  depositar  en  el  ar- 
chivo de  Simancas,  y  antes  que  sus  cronistas  empezasen  á  dar  á 
conocer  la  utilidad  grande  de  conservar  los  libros  ,  papeles  y  memo- 
rias antiguas,  admirará  con  razón  los  trabajos  de  Zurita,  Morales  y 

G  aribay,  que  hallándose,  por  decirlo  asi,  dentro  de  un  caos  tenebro- 

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—402— 
sfsimo,  intrincaJísimo,  sin  guia,  norte,  luz,  ni  senda  conocidaí  pene* 
traron  esta  región  obscura  ,  aclararon  su  confusión  ,  abrieron  caml- 
nos  ciertos,  pu8Íer<»n  en  orden  la  selva  enmarañada  de  una  multitud 
de  noticias  derramadas,  ú  olvidadas  6  casi  perdidas;  y  desenredaron 
el  laberinto  de  nuestras  antigüedades,  creando  la  historia^  y  enseñan* 
do  al  mismo  tiempo  las  reglas  críticas  para  tratarla  con  verdad  y  de- 
coro. Florian  de  Ocampo,  aunque  celebrado  con  grandes  elogios  por 
su  ami^o  Ambrosio  de  Morales,  y  recomendado  imparcialmente  por 
Garibay,  fué  nada  en  comparación  de  los  que  le  celebraron  ;  porque 
sobre  haber  sospechas  h^rto  fundadas  para  creer  que  no  fué  mas  que 
un  redactor  de  los  materiales  que  habia  recogido  su  docto  antecesor 
Lorenzo  de  Padilla,  su  Crónica  ceñida  en  gran  parte  á  los  tiempos 
místicos  6  fnbulosos  ,  corre  con  descrédito  en  la  parte  histórica  por 
haber  adherido  á  las  fábulas  de  Juan  Antonio  de  Viterbo*  Así  cuan- 
to es  estimable  su  puntualidad  en  la  parte  geográfica,  es  desatendida 
su  fé  en  los  hechos,  que  ¿  la  verdad  son  novelas  en  la  mayor  parte. 
Zurita,  Morales  y  Garibay  crearon  nuestra  historia,  y  el  que  negase 
á  estos  tres  grandes  hombres  la  alabanza  que  se  debe  k  su  mérito  so- 
bresaliente, cometerá  una  injusticia  digna  del  ceño  y  de  la  indigna- 
ción de  los  hombres  de  bien. 

Ni  es  tampoco  mi  ánimo  peñeren  descrédito  la  historia  del  doc- 
tísimo Juan  de  Mariana.  Atendido  el  fín  que  se  propuso  este  gran  va^ 
ron  cuando  se  entregó  á  ordenar  en  buen  latin  las  crónicas  é  histo* 
rías  castellanas  de  los  que  le  habían  precedido,  y  lo  bien  que  desem- 
peñó la  compilación  que  se  propuso  hacer  ,  su  trabajo  es  dignísimo 
de  grandes  alabanzas  ,  por  mas  que  en  muchos  de  los  hechos  que 
cuenta  no  haya  siempre  aquella  exactitud  que  pide  la  escrupulosi- 
dad de  la  crítica,  por  mas  que  algunas  veces  refiera  sucesos  conocida* 
mente  fabulosos |  y  por  mas  que  algunos  genios  nimios  con  demasía 
le  hayan  notado  de  desafecto  á  las  cosas  de  su  nación.  Su  objeto 
principal  faé  formar  un  compendio  latino  de  lo  que  habían  escríto  y 
averiguado  otros  para  que  las  cosas  de  España  fuesen  conocidas  de  los 
estrangeros.  Púsole  después  en  Castellano  para  satisfacer  la  curiosi-' 
dad  de  muchos  españoles  que,  ó  por  no  entender  el  latin,  ó  por  no 
entenderle  bien ,  sentían  carecer  de  aquel  Mapa  general  de  nuestra 
historia  (así  llamó  el  mismo  Mariana  á  la  suya)  que  en  una  sola  obra 
les  presentaba  sin  interrupción  «  ood  excelente  método  y  estilo  ele-^ 
gante,  lo  que  se  hallaba  esparcido  y  derramado  en  infinitos  libros  de 


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^403— 

distioto  estilo ,  artificio  y  método.  Se  ve  pues  qué  su  intento  no  fué 
detenerse  en  el  examen  crítico  de  lo  que  habia  de  referir  ,  ni  hacer 
aquel  inmenso  trabajo  que  hicieron  Morales,  Zurita  y  Garibay  para 
afianzar  la  verdad  de  sus  narraciones,  sino  atenerse  á  lo  que  haUnba 
escrito  por  otros  (al  modo  que  lo  ejecuto  Tito  Livio)  para  que  la  na- 
ción no  careciese  de  una  obra  tan  digna  y  6til ,  dejando  á  otros  roas 
desocupados  la  exacta  averiguación  de  las  noticias  ,  y  la  ventilación 
de  los  puntos  mas  dudosos  de  nuestra  historia.  Culpamos  muchas 
veces  <i  los  escritores  por  no  querernos  hacer  carero  del  fin  que  se  pro- 
pusieron en  sus  obras.  Urgía  á  la  nación  una  historia  general.  Ma- 
riana, viejo  ya,  y  mas  versado  (hasta  que  la  emprendió)  en  las  mate- 
rias teológicas  que  en  las  históricas ,  quiso  borrar  la  nota  del  descui- 
do que  padecia  en  esta  parte  nuestra  nación;  y  haciendo  con  los  his- 
toriadores quo  le  habían  precedido  lo  que  Libio  con  los  antiguos  ana- 
Jistas  de  Roma,  nos  dio  la  historia  que  no  teníamos,  y  con  todo  eso 
Je  reprendemos  y  criticamos  con  aspereza.  Si  Pedro  Mantuano,  hu- 
hiera  llevado  esta  consideración  por  norte  de  sus  criticas,  las  hubie- 
ra moderado  sin  duda  ,  disculpando  á  Mariana  al  mismo  tietupo  de 
corregirle.  Pero  esta  es  la  suerte  de  los  grandes  hombres  ,  merecer 
mas  reprensión  por  lo  poco  que  yerran,  que  alabanza  y  premio  por  lo 
mucho  que  aciertan.  Zurita,  entuvo  á  pique  de  renunciar  su  oficio  de 
cronista  y  negarse  del  todo  á  la  ejecución  de  sus  Anales ,  ostigado 
de  las  persecuciones  que  le  suscitaron  Santa-Cruz  y  Padilla,  viéndo- 
se obligado  por  ellas  á  andar  en  tribunales  con  su  primer  tomo  en  la 
mano  para  disipar  las  objeciones  que  le  opuso  la  malignidad  6  la  en- 
vidia de  dos  censores  de  mal  humor.  La  crítica  mal  intencionada  es 
uno  de  los  azotes  mas  crueles  que  pueden  sobrevenir  á  una  nación 
culta:  ahoga  la  aplicación,  reprime  los  vuelos  de  los  ánimos  genero- 
sos; amortigua  los  deseos  de  adelantar  las  artes ,  y  pone  muchas  ve- 
ces á  hombres  muy  grandes  en  la  precisión,  o  de  vivir  descontentos, 
b  de  no  dar  de  sí  lo  que  se  podia  esperar  de  su  capacidad  y  estudio. 
Es  imposible  en  la  flaqueza  humana  escribir  obras  sin  defectos.  No- 
tarlos y  corregirlos  aun  en  los  varones  doctos  es  conveniente;  perse- 
guir y  desacreditar  á  estos  mismos  varones  es  delito  que  debia  casti- 
garse con  menos  rigor  que  los  robos  y  los  homicidios. 

Poseyó,  pues,  España  hasta  la  entrada  del  siglo  XVIII  historia* 
dores  no  solo  iguales  pero  superiores  sin  controversia  á  cuantos  po* 
seyenm  por  aquellos  tiempos  las  demás  naciones  de  Europa.  El  co- 


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nt)c¡míento  de  las  humanidades  y  el  estudio  de  la  antigüedad  inspi- 
ró el  deseo  de  competir  con  los  mayores  hombres  de  Grecia  7  Ro* 
ma.  Morales,  catedrático  de  letras  humanas  en  Alcalá  y  muy  docto 
en  ellas,  conociendo  y  quejándose  del  desaliño  de  nuestras  historias, 
se  propuso  unir  la  elegancia  y  el  nrtifíoio  con  ia  verdad.  Los  Anales 
de  Zurita  antes  de  publicarse  pagaban  por  la  corrección  (que  fué  muj 
severa)  del  grande  arzobispo  de  Tarragona  don  Antonio  Agustín. 
Herrera  instruidísimo  en  la  geografia,  y  verdad<)  ptu*  mucho  tiempo 
en  los  negocios  de  las  cortes,  supo  juntar  La  prudencia  y  política  coa 
Ja  pBntualidad  histórica  hasta  el  estremo  de  merecer  por  ésta  uu  elo- 
gio muy  señalado  del  doctísimo  holandés  Juan  Gerardo  Vosio.  Cuaii 
docto  fué  Juan  de  Mariana  en  la  erudición  antigua,  lo  sabe  y  confiesa 
toda  Europa.  D.  Diego  de  Mendoza  se  propuso  competir  con  Sulus* 
tio.  Solís  es  el  Curcio  de  nuestra  historia.  En  los  escritos  de  éstos  y  en 
los  de  algunos  otros  se  trasluce  manifiestamente  la  misma  emulación 
que  tuvieron  los  romanos  con  los  griegos;  gravedad,  pureza  y  noble- 
za en  el  decir;  puntualidad  en  las  descripciones;  retratos  bien  hechos 
de  los  personages;  advertimientos  políticos  en  la  varia  suerte  de  los 
sucesos;  enlace  artificioso  en  la  narración  ;  esposicion  circunstancia- 
da de  los  acaecimientos,  causas  de  ellos  y  término  de  las  empresas, 
sin  dejar  de  imitarlos  hasta  en  las  credulidades  que< inspira  el  dema- 
siado, si  bien  disculpable  afecto  á  la  religión ;  milagros  ,  portentos, 
apariciones,  batallas  en  el  aire,  y  demás  prodigios  que  repugnan  al 
orden  regular  de  la  naturaleza  :  todo  esto  hay  en  nuestras  historias, 
porque  aspirando  á  restaurar  y  mantener  el  buen  gusto  de  las  letras, 
siguieron  los  pasos  de  la  antigüedad,  principal  maestra  en  él;  dejan- 
do á  éus  posteriores  el  cuidado  de  sobrepujar  con  aquel  aire  suelto  y 
original  que  adquieren  los  entendimientos  cuando  radicado  ya  de  to- 
do el  buen  gusto  en  una  nación  ,  rompen  las  trabas  de  la  imitaeiotí 
mecánica,  y  toman  sendas  enteramente  nuevas. 

Fué  desgracia  de  España  que  empezasen  á  decaer  en  ella  las 
letras  cuando  empezó  á  florecer  la  filosofia  en  el  resto  de  Europa. 
Nuestro  saber  cayó  en  un  horrible  pedantismo  cuando  las  demás  na- 
ciones empezaron  á  dar  de  sí  hombres  grandes  en  todas  líneas.  Des- 
pués de  los  ilustres  dias  del  reinado  de  Luis  XIV  apareció  en  Fran- 
cia una  secta  libre  de  filósofos,  que  mirando  con  vista  indiferente  to- 
dos los  establecimientos  religiosos,  y  examinando  con  deseovohura 
los  fundamentos  de  las  instituciones  políticas,  mezclaron  en  todo  lo 


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que  elios  URman  Jílosofia  ,  y  era  en  el  fondo  una  indepeudencta  de» 
senfrenada  que  atropellaba  los  línculos  mas  fuertes  de  las  sucieda* 
des  civiles.  Las  alteraciones  que  padeció  la  religión  en  alemania,  In- 
glaterra, E^scocia  y  parte  de  Francia  ,  no  podian  al  fin  dar  de  si  sino 
esta  indiferencia  de  pensar,  consecuencia  precisa  de  las  religioues  fal- 
sas, j  asilo  perpetuo  de  los  que  naciendo  en  ellas  y  conociendo  su 
falsedad,  incertidombre  y  ridiculez,  faltos  de  ánimo  para  abandonar- 
las, toman  el  medio  de  hiyentar  ellos  su  religión,  y  ajustarse  solo  por 
ceremonia  al  culto  de  la  nación  en  que  viven.  El  ejemplo  de  ios  filó, 
sofos  antiguos  (porque  al  fín  de  un  modo  6  de  otro  hemos  de  imitar- 
los siempre)  autorizó  este  procedimiento  para  con  los  modernos;  y 
rI  tiempo  de  la  revocación  del  edicto  de  Nautes,  pasando  á  Holanda 
algunos  protestantes  franceses  doctos  en  la  filosofía  ,  se  vio  en  ellps. 
una  cosa  harto  estraordinnria,  y  es  que  dejando  su  patria  por  no  ser 
católicos,  establecidos  entre  los  protestantes  ,  por  no  ser  pxotestantea 
se  acogieron  á  las  sectas  fílf*sófícas.  Hobbes  eu  su  Materialismo^ 
Bayle  en  su  Pvrronismoy  Le-Clerc,  con  su  odio  mortal  1  Iqs  dogmas 
y  antigüedades  eclesiásticas ,  levantaron  el  estandarte  de  lo^  cap^:. 
«hos  filpsóficoe*  y  prontamente  se  vio  resonar  por  todas  partes  la  voz. 
Jilosqfia^  acudiendo  ¿  alistarse  en  ella  cuantos  vivian  descontentos 
consigo  mismos,  ó  por  fluctuar  en  la  incertidumbre  de  sus  principios 
de  religión,  ó  por  carecer  de  reputación  en  la  literatura :   porque  es 
un  hecho  cierto  que  así  como  las  mudanzas  de  religión  en  Alemania 
é  Inglaterra  fueron  obra  de  los  intereses  políticos  de  los  príncipes,  y 
no  del  convencimiento  de  que  fuese  verdad  lo  que  predicaba  Lutero, 
asi  también  el  nombre  y  profesión  de  filósofo  ha  sido  adoptado  por 
muchos,  mas  por  vanidad  de  singularizarse  que  por  amor  á  la  ver* 
dad  y  deseo  de  enseñarla.  Pegóse  k  los  católicos  el  filosofismo:  com- 
batiendo lo  bueno»  combatieron  también  lo  malo,  y  esto  ha  abierto  los 
ojos  en  muchas  cosas.  Ds  aquí  la  nueva  reforma  de  la  historia:  de 
aquí  la  infinita  variedad  y  repugnancia  en  las  opiniones,  en  las  mis- 
mas sectas  filosóficas;  sucediendo  en  ellas  lo  miirino   que   en  los 
que  se  oposieron   al  catolicismo.  Arro^rándose  cada   particular  el 
derecho  de   interpretar  á  su  modo  las  ^unins  Escrituras  ,   se  vieron 
entre  los  protestantes  tantas  sectas  cuantos  fueron  los  que  tuvieron 
habilidad  para  grangearse  un  partido;  y  conociendo  los  ñJósoroa  que 
DO  podía  haber  verdad  donde  habia  tanta  oposidoii  en  los  principios 
Y  dogmas,  atendiéndose  á  la  sola  in$pi  ración  de  sus  enteadimtentost 


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—406— 
áiéron  en  el  nriísmo  precipicio  aunque  por  distinta  senda  :  de  suerte 
que  si  un  hombre  docto  hiciera  una  historia  de  las  variaciones  de  los 
jüésofos  semejante  á  la  que  de  ios  protestantes  hizo  el  doctísimo 
BosBuet,  se  veria  en  distintas  opiniones  unos  mismos  procedimientos, 
y  se  convencería  demostrativamente  cuan  débil  es  la  razón  humana, 
y  cuan  poco  á  propósito  para  establecer  la  debida  adoración  de  Dios 
en  la  tierra. 

Los  protestantes  fílósoforf  adoptaron  la  fílosoña  por  una  especie 
d^e  despecho,  y  los  franceses  católicos  por  una  lígertíza,  que  desgra- 
ciadamente ha  caracterizado  en  todos  los  siglos  á  aquel  pueblo  im- 
petuoso. Como  en  Francia,  es  la  novedad  el  alma  de  todas  las  accio- 
nes, lo  nuevo  es  simpre  lo  que  triunfa.  Miran  con  desden,  y  á  veces 
con  ceño  las  cosas  que  huelen  á  antigüedad  :  viven  agitados  en  una 
serie  continua  de  caprichos  que  inventan  para  dar  pasto  i  la  ansia 
de  no  reposar  en  lo  que  poseen:  inventado  un  capricho  se  entregan  á 
él  con  furioso  Ímpetu,  llevándole  hasta  el  punto  á  que  puede  subir; 
amortfguanse  entonces  ,  olvldanle  para  entregarse  á  otro  que  venga 
á  deshacer  con  la  novedad  el  fastidio  que  iba  ya  causando  el  antece- 
dente. Este  carácter  no  desluce  las  grandes  calidades  que  en  lo  de. 
mas  posee  la  gente  del  lado  de  allá  de  los  Piríneos  ;  pero  él  es  sin 
duda  el  que  hace  que  los  franceses  en  lo  malo  y  en  lo  bueno  se  se- 
ñalen siempre  con  gran  pompa  por  un  cierto  número  de  años.  Ellos 
no  han  poseído  filósofos  tan  profundos  como  Alemania  é  Inglaterra^ 
tan  uníversalmente  eruditos  ni  ingeniosos,  tan  fogosos  y  grandes  co. 
mo  nosotros  y  los  italianos.  Pero  cuando  toman  por  su  cuenta  una 
cosa  hallada  en  otro  pais,  es  tanto  lo  que  dicen  y  escriben  sobre  ella; 
Ja  tratan,  mueven  y  representan  de  tantos  modos;  la  pregonan  con 
tanto  afán  y  por  tantos  caminos,  agradables  por  lo  común,  que  al  ca- 
bo de  algún  tiempo  hacen  creer  que  aquella  cosa  les  debió  el  origen, 
la  perfección,  y  toda  Europa  el  conocimiento  de  ella;  y  en  esto  no  se 
engañan,  porque  habiendo  conseguido  por  estos  medios  hacer  su  len- 
gua universal,  tratándolo  todo  en  sus  libros ,  en  ellos  toma  hoy  Eu- 
ropa la  noticia  de  cuanto  se  sabe  en  las  regiones  mismas  que  sumi- 
nistran á  Francia  los  materiales. 

P.írece  esta  digresión  inoportuna  ,  y  no  es  sino  una  esposicion 
de  las  causas  que  han  dado  origen  álos  estraordinarios  progresos  que 
1m  hecho  en  Francia  católica  la  libertad  de  la  ñlosofia.  Empezaron  & 
esparcirla  los  protestantes  por  dar  un  asilo  á  sus  incertidumbre8,y 


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Abrazáronla  1o9  cat61¡co8  franceses  por  amor  á  la  novedad.  Adopta- 
da por  ellos  la  ejercieron  con  su  acostumbrado  ímpetu;  j  los  nombres 
de  Voltaire»  Helvecio»  La-^Metrie,  Treset,  Tousaint  y  otros  ínnume* 
rabies  obscurecieron  bien  prestólos  de  Espinosa,  Hobbes,  Bajle,  Le- 
Cler,  Toland,  Hume,  y  de  cuantos  se  hicieron  filósofos  entre  los  pro* 
testantes,  por  no  hacer  número  en  las  sectas  de  estos.  Empeñados  en 
destruir  la  religión  por  sus  fundamentos,  y  siendo  estos  incontrasta-r 
bles,  se  valieron  sofísticamente  de  los  abusos  de  la  religión  para  ar- 
ruinarla, j  pensando  hacer  guerra  á  la  verdad  hicieron  mas  cautos  y 
reportados  á  los  que  la  profesan.  Empeñados  también  en  mejorar  4 
los  hombres  (según  ellos  decían)  se  hicieron  jueces  del  poder;  llama* 
ron  á  su  tribunal  la  conducta  de  los  soberanos  ,  examinaron  sus  le^ 
yes,  investigaron  sus  miras  y  designios,  y  combatiendo  muchas  veces 
lo  justo  y  bueno,  dieron  también  á  conocer  los  vicios  de  los  gobiernos, 
los  abusos  de  la  autoridad,  lo  tiránico  de  muchas  leyes,  lo  injusto  de 
muchas  guerraS)  lo  útil  6  perjudicial  de  muchos  establecimientos;  la« 
cansas  que  embarazan  la  prosperidad  publica  en  algunas  naciones; 
los  derechos  de  los  hombres  unidos  en  sociedad  ,  y  la  relación  red* 
proca  entre  los  que  gobiernan  y  son  gobernados.  No  diré  yo  que  sean 
laudables  ni  los  fines  que  se  propusieron  en  el  examen  de  estos  asun* 
tos,  ni  el  modo  con  que  lo  ejecutaron.  Quisieron  hacerse  maestro^ 
universales,  y  llenaron  de  injurias  á  todo  el  que  no  pensaba  como 
ellos  6  no  ponia  en  práctica  lo  que  enseñaban.  La  temeridad  guió 
por  lo  común  sus  plumas,  y  con  ferocidad  impaciente  haciendo  un 
triste  uso  de  sus  talentos,  substituían  nuevos  erroreti  á  los  errores  o  ver- 
dades que  cumbatian.  Pero  á  pesar  de  la  enormidad  de  estos  vicios,  no 
puede  negafse  que  los  asuntos  que  ventilaron  estos  filósofos,  suscitaron 
la  afición  á  eaíñjilosofia  moral  pública  ó  de  las  naeionest  que  retrata  no 
los  hombres,  no  las  virtudes  ó  vicios  de  los  individuosi  sino  la  exce- 
lencia ó  deftíctos  de  los  gobiernos ;  no  las  relaciones  del  hombre  con 
el  hombre,  sino  la  de  los  estados  con  los  estados;  no  la  economía  do* 
méstica ,  sino  la  administración  pública  de  una  repáblica  ó  monar- 
quía; no  la  industria  y  comercio  de  un  padre  de  familias,  sino  la  in- 
dustria y  comercio  de  muchas  provincias  sujetas  á  la  dirección  da 
una  suprema  autoridad;  no  la  conducta  que  debe  observar  cada  ciu- 
dadano, sino  la  que  deben  observar  las  comunidades  de  los  ciudada* 
nos,  y  por  consiguiente  el  cunocinaiento  de  los  intereses  de  cada  una 
para  que  la  suprema  autoridad  las  dé  el  impulso  y  las  modificacio* 


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—408- 
n0i  convenientes.  La  antigüedad,  no  hay  duda,  tuvo  estenao  conoci- 
niento  de  estas  materias ,  y  sobre  ellas  creó  la  ciencia  de  la  política^ 
en  cuyn  enseñanza  emplearon  tantos  j  tan  excelentes  libros  Platón, 
Aristóteles,  Xenofonte,  Cicerón  ,  Plutarco  y  otros  innumerables  de 
quienes  queda  hoy  solo  la  memoria  de  que  escribieron.  En  los  libros 
que  se  han  salvado  de  la  persecución  del  tiempo  y  de  las  nacionea 
bárbaras,  vemos  examinada  con  gran  penetración  la  naturaleza  de 
los  gobiernos  de  aquellos  tiempos,  notados  sus  defectos  ,  ponderadas 
sus  exelencias,  señalados  los  medios  de  perfeccionarlos,  indicadas  las 
causas  de  su  engrandecimiento  6  ruina:  y  en  los  buenos  historiadores 
antiguos  vemos  la  práctica  de  estas  especulaciones  políticas  con  roas 
6  menos  candor,  mas  6  menos  malignidad  según  el  genio  de  los  es^ 
critorei. 

La  ruina  de  las  letras  que  lo  confundió  todo  en  la  barbarie  es- 
colástica de  los  siglos  medios,  obscureció  por  largo  tiempo  estas  ideas 
de  la  ciencia  pública  ó  moral  de  las  naciones  ;  y  cuando  después  de 
los  dias  de  Petrarca  comenzó  la  restauración  de  la  cultura  y  buen 
gusto  ,  embebidos  casi  todos  los  doctos  en  las  puras  humanidades, 
queriendo  escribir,  no  hicieron  mas  que  copiar  ó  imitar  servilmente 
no  tanto  las  cosas,  como  el  estilo  de  los  antiguos.  Se  escribieron  his- 
torias sembradas  aquí  y  allá  de  observaciones  singulares,  muchas  ve- 
ces parciales  y  malignas  sobre  las  intenciones  de  los  príncipes,  sobre 
la  justicia  ó  iniquidad  de  los  medios  de  ponerlas  por  obra,  sobre  sus 
empresas,  negociaciones,  alianzaa,  guerras,  paces,  tratados;  sobre  las 
rebeliones  de  los  subditos,  guerras  civiles,  sus  causas  y  objetos;  pero 
vanamente  se  buscará  en  estas  liistorias  la  esposicion  de  las  cos- 
tumbres, leyes,  economía,  saber  y  estado  interior  de  las  naciones;  va- 
namente el  origen  y  progresos  de  ía  legislación,  artea,  con^ercio  y  po- 
^\ev  6  decadencia  de  cada  una  ;  vanamente  la  advertencia  de  los  de- 
fectos 6  vicios  de  la  constitución  política  y  sus  causas:  vanamente  el 
modo  de  pensar  de  los  pueblos  en  las  épocas  de  que  hablan  ,  tenien- 
do esco  tanto  influjo  en  las  modiñcaciones  que  reciben  los  estados  en 
distintos  siglos. 

El  orden  con  que  se  dieron  las  batallas;  la  narración  puntual  de 
K>9  sitios  din  por  día,  hora  por  hora;  las  marchas  y  contramarchas  de 
los  generales,  siguiéndolos  el  historiador  con  la  pluma  como  si  fuera 
detras  de  ellos  en  la  campaña;  los  consejos  de  los  caudillos,  sus  ora- 
ciones, razonamientos  y  diversos  modos  de  opinar;  loa  campamentos^ 


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—409- 

^scaramuzas  y  demás  incidentes  de  las  guerras,  referidos  por  roeoor 
y  circunstanciadamente,  se  llevan  la  mayor  parte  de  los  grandes  cuer- 
pos de  estas  historias ,  que  por  tener  tanta  semejanza  con  las  nove* 
las,  suelen  satisfacer  y  dar  pastó  agradable  á  la  curiosidad  oeíosa  de 
un  buen  n6mero  de  lectores.  Pero  no  siendo  las  guerras  mas  que 
una  enfermedad  de  los  estados,  tolerable  en  cuanto  contribuye  á  <|«a 
estos  estados  logren  tnayór  prosperidad  ó  no  decaigan  en  sus  Itifere^ 
ses,  es  ciettamente  iiíantfiesto  error  reducir  las  historias  á  la  áüiplía 
y  menuda  narratíbti  de  estas  dolencias  de  los  estados,  toeéndo  muy 
ligeramente  fS  ohtdaiido  del  todo  la  narración  y  observation  de  4oa 
institutos  y  me^s  que  forman  por  si  la  constitución  política  de  las 
naciones,  y  ocftsionan  su  miseria  6  felicidad  según  se  yerra  6  se  acier- 
ta en  ellos.  La  historia  de  un  conquistador  de  por  vida,  6  de  una  na- 
ción que  se  engrandece  á  fuerza  de  usurpaciones  6  de  conquistas  le- 
gitimas, sin  droithr  la  parte  política  y  económica  esencial  en  toda  his- 
toria, puede  y  debe  detenerse  en  referir  con  individualidad  los  progre- 
sos de  las  armas  y  las  empresas  de  los  ejércitos.  Tal  vez  ocurren  guer. 
ras  que  por  lo  estraordinario  piden  de  justicia  que  se  conserven  cir- 
cunstanciadamente en  la  memoria  de  los  hombres ,  y  son  un  buen 
ejemplo  nuestras  conquistas  en  el  Nuevo-Mundo.  Pero  atenerse  á 
ellas  con  singularidad,  sin  manifestar  las  grandes  mudanzas  que  oca- 
sionan esias  conquistas  en  las  provincias  conquistadas,  éñ  las  conquis* 
tadoras,  y  por  el  influjo  de  éstas  en  las  circunvecinas,  es  mas  bien 
escribir  para  lucir  la  elocuencia  en  descripciones  pomposas,  que  pa- 
ra instruir  á  los  hombres  públicos  en  lo  que  deben  saber,  á  fin  de  que 
conozcan  el  estado  é  intereses  de  su  patria,  y  de  las  agenas ,  según 
conviene  al  desempeño  de  sus  cargos.  La  historia  de  la  religión  ,  da 
la  legislación,  de  la  economia  interior ,  de  la  navegación,  del  comer- 
cío,  de  las  ciencias  y  artes ,  de  las  mudanzas  y  turbulencias  intesti- 
nas, de  las  relaciones  con  los  demás  pueblos,  de  los  usos  y  modo  de 
pensar  de  estos  en  diferentes  tiempos,  de  las  costumbres  é  inclinacio- 
nes de  los  monarcas,  de  sus  guerras,  pérdidas  y  conquistas,  y  del  influ- 
jo que  en  diversas  épocas  tiene  todo  este  cúmulo  de  cosas  en  la  pros- 
peridad de  las  sociedades  civiles,  es  propiamente  y  debe  ser  la  hiator|^. 
de  las  naciones.  Y  atando  ahora  el  cabo  que  quedó  ¿ntes  peqdie^te  es 
menester  confesar  que  este  género  de  historia  no  ha  sido  practio^do  e(k. 
Europa  desde  que  murió  Tácito  basta  que  los  que  sq  llaman  filósofos 
le  han  resucitado  en  las  que  han  escrito;  Hay  en  ellos  malignidad,  hay 


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—lio- 
miras  particulares,  parcialidad,  petulaacía,  detracción  ,  desaogo,  ma« 

choH  hechos  aduleados  y  torcidos  inicuamente  al  apojo  de  sus  mis* 
roas  opiniones  políticas  6  filosóficas.  Voltaire  torció  todos  los  hechos 
de  su  superñciaiísirao  ensayo  sobre  la  historia  universal  al  apoyo  del 
fatalismo.  Es  tanto  lo  que  inculca,  repite  j  menudea  la  observación 
sobre  La  futaüdad,  que  esto  solo  haria  fastidiosísima  su  lectura  si  no 
arredrase  desde  lue^o  por  lo  poco  que  instruye.  Y  sin  embargo  el  tal 
ensayo  da  la  idea  de  una  historia  política.  Lo  mismo  acaece  con  la 
del  abate  Raynal;  la  afectada  malignidad  de  oponerse  en  todo  al  cris* 
ttanismo,  de  agravar  pésimamente  sus  abusos  de  negar  peatinazmen- 
te  sus  bienes,  da  á  su  historia  un  cierto  aire  de  ridiculez  que  le  pone 
muchos  grados  mas  abajo  de  cualquiera  de  la  antigüedad.  Los  antiguos 
nada  afectaron,  referian  los  abusos  y  errores  sin  encarnizarse  en  ellos 
con  martilleo  fastidioso.  Estos  historiadores  modernos  que  han 
inundado  sus  historias  con  la  voz  filosofia  y  espíritu  filosófico,  son 
las  mas  veces  unos  declamadores  enfurecidos  que  ponen  en  la  rabia 
el  mérito  de  la  elocuencia.  Salustio  con  ser  enemigo  de  Cicerón  no 
escribió  asi  la  sedición  de  Catilina;  y  aunque  no  nombra  la  filosofia, 
tal  vez  hay  mas  en  su  opúsculo  que  en  todo  el  afectado  filosofismo 
de  los  modernos.  En  estos  se  hallan  ponderados  con  demasía  los 
vicios,  calladas  ó  degradadas  las  virtudes,  denigrados  reyes  buenos 
por  levísimas  congeturas,  los  retratos  de  las  personas  célebres  repre- 
sentados casi  siempre  por  el  revetso  de  la  frugilidad  humana;  pero 
en  cuanto  á  la  forma  general  de  la  historia  y  á  lo  que  en  ella  debe 
llevarse  la  principal  atención,  han  dado  ejemplos  muy  notables  para 
que  evitando  sus  vicios  se  escriba  la  historia  de  modo  que  pueda  ser 
con  verdad  la  escuela  de  los  reyes  y  la  maestra  de  la  vida  civil.  Un 
rey  o  un  ministro  que  lea  las  causas  que  engrandecieron  su  nación ^ 
las  que  la  arruinaron,  los  medios  que  en  todas  líneas  tomaron  otras 
naciones  para  deprimirla,  las  que  tomaron  sus  antecesores  para  con» 
servarla,  ó  los  descuidos  y  errores  que  cometieron  con  pérdida  de  su 
gloria  y  de  sus  intereses,  los  motivo'^  que  la  influyeron  en  la  legisla- 
ción, sucesivamente,  los  abusos  que  la  ignorancia  ó  el  descuido  in- 
trodujeron y  autorizaron  en  la  economía  y  constitución  interior,  sa- 
brá sin  duda  que  ha  de  cortar,  que  ha  de  promover,  que  ha  de  mo- 
derar, que  ha  de  alterar,  que  ha  de  corregir,  á  que  ha  de  atender  den-» 
tro  y  fuera  de  sus  estados.  El  pueblo  mismo  leyendo  historias  de 
de  esta  calidad  abrirá  los  ojos  para  lo  que  le  convítfne,  y  no  solo  re* 


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cíbirá  de  buena  gana  las  proTidcncias  del  soberano,  sino  que  él  mis- 
mo las  deseará  y  clamará  por  ellas..,.  Y  ¿historias  de  esta  calidad  se 
han  escrito  hasta  ahora  en  España? 

Convengamos  ante  todas  cosns  en  que  los  tiempos  anteriores  á 
la  invasión  de  los  godos  en  España,  no  pueden  recibir  enteramente 
esta  forma  de  historia.  Dijo  bien  Ambrosio  de  Morales,  que  nuestra 
historia  del  tiempo  de  los  romanos  es  propiamente  historia  romana. 
Libio,  Floro  y  Appiano,  que  son  los  que  mas  abundantemente  han 
referido  lo  que  p<is6  en  aquellos  siglos  en  nuestra  península,  cuen-. 
tan  solamente  batallas,  conquistas  y  generalatos,  la  fundación  de  al- 
gunas colonias  y  las  empresas  particulares  de  algunos  pueblos  y  cau- 
dillos. Del  gobierno  político  de  los  españoles  se  sabe  muy  poco  y 
con  incertidumbre.  Sin  embargo,  nuestra  legislación  esclavizada  aun 
en  gran  parte  á  la  compilación  de  Justiniano,  hace  muy  precisa  la 
ínvestigHcion  del  estado  de  España  en  los  últimos  tercios  del  impe- 
rio; y  en  esta  época  cabe  alguna  mas  luz  sin  duda,  aunque  en  nues- 
tros historiadores  no  se  halla  tanta  como  se  necesita  para  conocer  el 
estado  de  las  cosas  publicas  en  aquellos  tiempos.  La  erupción  de  los 
septentrionales  lo  turbó  todo.  Fijando  por  fín  los  godos  su  dominio 
en  España,  hicieron  leyes,  celebraron  concilios;  y  siendo  una  cosa 
precisa  absolutamente  saber  que  restos  quedan  hoy  en  nuestras  cos- 
tumbres y  leyes  de  las  de  aquellos  tiempos;  que  forma  tenia  enton- 
ces la  disciplina  eclesiástica;  que  poseia  el  clero,  que  se  le  permitia 
poseer  y  deque  modo,  que  depencias  tenia  España  de  Roma,  como 
se  obraba  en  los  concilios,  que  estencion  abarcaba  la  jurisdicción  de 
los  príncipes,  como  se  propagaron  las  órdenes  monásticas,  y  otros 
puntos  importantísimos,  cuyo  conocimiento  es  indispensable  para 
distinguir  bien  muchos  abusos  autorizados  aun  hoy  por  el  olvido  de 
s  US  orígenes,  de  esto  es  poquísimo  lo  que  se  halla  en  nuestras  histo- 
rias. 

Pero  donde  especialmente  abundan  en  grandes  cuentas  de  bata- 
llas y  en  poquísima  noticia  de  las  cosas  públicos  es  en  la  que  llaman 
los  anticuarios  edad  media»  Entonces  fué  cuando  la  especie  humana 
DO  se  componía  mas  que  de  cuatro  clases,  señores,  eclesiásticos,  es- 
clavos y  soldados;  cuando  cada  pueblo  poseia  su  código  de  leyes, 
cuando  los  judíos,  abominados  y  execrados,  recaudaban  no  obstante 
la  hacienda  de  los  reyes,  cuidaban  de  su  salud  y  tiranizaban  á  los 
mismos  cristianos  que  los  abominaban;  cuando  una  cuestión  fútil  é 


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—412— 
incomprehensible  de  metafisica  turbada  una  nación  cristiana  j  en« 

tretanto  poseían  los  moros  las  ciencias  matem&ticas  y   naturales^ 
cuando  se  creia  en  la  magia  y   sortilegios,  cuando  los  grandes  plei- 
tos se  decidian  en  la  lid,  cuando  para  averiguar  la  inocencia  ó  cri^ 
minalidad  de  los  acusados  se  acudia  á  pruebas  milagrosas,  cuando, 
todo  se  creia  milagro  6  todo  encantamiento,  cuando  las  cruzadas  des~. 
poblaron  á  Europa,  cuando  los  caballeros  eran  otros  tantos  Amadi-. 
ses,  y  las  damas  otras  tantas  Dulcineas.  Es  escusado  hacer  una  larga, 
reseña  délas  estrañas  costumbres  de  aquellos  tiempos,  supuesto, 
que  no  hago  aquí  un  plan  de  historia.  Pero  volviendo  la  vista  á  las 
nuestras  si  se  pone  la  consideración  en  el  grande  influjo  que  mucfaaa. 
de  estas  cosas  han  tenido  en  nuestro  estado  actual,  que  nuestras  leyes ^ 
civiles  y  eclesiásticas  son  casi  todas  acomodadas  al  estado  ,  usos  y 
opiniones  de  aquellos  siglos;  que  en  la  credulidad  pábiica  duran  aun. 
reliquias  muy  funestas  de  ellos;  que  nuestra  economía  se  resiente, 
aun  de  lo  que  entonces  estableció  la  ignorancia  de  un  siglo  guerrero  y  • 
devoto;  que  nuestras  ciencias  no  han  sacudido  aun  del  todo  el  yugo  de 
los  métodos  del  siglo  VI;  que  la  idea  de  la  nobleza  derivada  de  aquellas . 
edades  caballerescas  influye  aun  mucho  en  el  atraso  de  nuestras  ar- . 
tes,  y  en  la  manía  de  eternizar  los  apellidos  con  fundaciones  que  pro- . 
mueven  el  ocio,  si  se  pone,  digo,  la  consideración  en  estas  y  otras  infi-  . 
nitas  consecuencias  que  aun  esperimentamos  en  el  dia ,  se  hallara . 
que  nuestras  historias  nada  enseñan  de  esto,  6  si  enseñan  algo  es  pa- 
ra autorizar  en  parte  los  abusos,  bien  que  sin  mucha  culpa  de  los  es- . 
critores,  porque  en  su  edad  se  pensaba  aun  así^  y  era  difícil  despren- 
derse de'opiniones  que  estaban  altamente   arraigadas   en  la  misma 
constitución  política.  Si  á  alguna  nación  de  Europa  le  importa  po- 
seer un  cuadro  político  de  aquellos  siglos  de  anarquía,  es  España 
indubitablemente  la  tiene  mas  necesidad  de  él.  Nos  duran   aun  por 
nuestras  desgracias  muchos  restos  de  la  edad  media;  y  poniendo  á  la 
vista  como  nacieron,  como  crecieron,  como  se  radicaron,  tal  vez  se 
lograria  desengañar  ík  muchos  que  por  ver  lo  que  hoy  existe  y  no  sa-. 
ber  como  se  originó,  creen  buenamente  ser  precisas  y  útiles  muchas 
cosas,  cuyo  establecimiento  no  nació  ni  de  U, utilidad  ni  de  la  nece- 
sidad. 

Diversas  reflecciones  ofrece  la  memorable  época  en  que  unidos, 
los  reinos  de  Aragón  y  Castilla  por  el  matrimonio  de  D.  Fernando  eli 
católico  y  Da.  Isabel ,  comenzó  España  á  hacerse  formidable  á  las^ 


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—413— 
domas  potencias  de  Europa.  La  gloria  de  aqael  príncipe  no  ee  bien 
^sta  entre  los  estrangeros:  tachante  de  pérfido,  de  avaro,  de  ingrato, 
j  aun  de  cruel  7  de  poco  político ,  porque  se  apoderó  de  Navarra, 
porque  economizó  sas  rentas ,  porque  retiró  at^  Gran  Capitán,  j  por- 
que fundó  la  inquisición  y  echó  de  España  á  los  judíos.  Pero  lo  cier- 
to es  que  en  el  arte  de  reinar,  si  consiste  este  arte  en  hacer  felices  á 
lOs  subditos,  7  respetable  el  poder,  son  pocos  los  príncipes  que  le  han 
igualado.  La  toma  de  Granada  ,  las  conquistas  de  Ñápeles  7  Navar- 
ra, el  recobro  del  Rosellon  7  Cerdeña,  la  incorporación  de  los  maes- 
trazgos á  la  corona,  las  conquistas  hechas  en  África,  el  ministerio  del 
cardenal  Jiménez ,  el  favor  concedido  á  las  letras  en  la  persona  de 
Antonio  de  Nebrija,  el  descubrimiento  de  América  ,  la  reducción  de 
Cádiz  á  la  corona,  el  enfreno  del  desmedido  poder  dé  los  grandes,  la 
nueva  forma  que  recibió  el  arte  de  la  guerra  por  el  Gran  Capitán  7 
8U  discípulo  Pedro  Navarro,  sus  Ie7es,  sus  negociaciones  ,  7  la  mu- 
danza sensible  que  debajo  de  su  gobierno  hubo  en  las  costumbres,  eti< 
las  ciencias  7  en  la  administración  publica  ,  obligar&n  siempre  á  re- 
conocer en  aquel  gran  Rey  uno  de  aquellos  pocos  que  han  nacido 
para  fundar  la  prosperidad  7  grandeza  de  las  monarquías.  España 
empezó  en  su  tiempo  á  dejar  de  ser  lo  que  habia  sido  en  los  anterio-< 
res,  7  él  abrió  los  surcos,  7  echó  las  semillas  de  aquella  grandeza  que 
lograron  sus  dos  sucesores  Carlos  7  Felipe,  que  si  hubieran  sabido 
imitarle  en  la  prudencia  7  detenerse  en  lo  conveniente,  hubieran  he- 
cho tal  vez  mas  durable  el  imperio  que  les  dejó  delineado  7  labrado 
en  parte.  Pocos  re7es  han  sabido  como  él  aumentar  su  autoridad  pa- 
ra aumentar  la  libertad  de  sus  subditos.  Pocas  veces  salieron  vanos 
sus  designios  por  la  elección  que  supo  hacer  de  las  personas  que  bar- 
bián de  ejecutarlos.  Manejó  diestramente  el  poder  de  los  papas,  des- 
medido  aun  entonces,  para  sacar  partido  de  4as  preocupaciones  de  su 
siglo.  Puso  en  orden  su  patrimonio ,  siempre  con  protestos  honestos 
por  no  esasperar  á  los  que  le  desmembraban.  Fué  desconfiado,  7  doc- 
tísimo en  el  arte  de  disimular ,  propiedades  que  suelen  ser  virtudes 
precisas  en  los  re7es  cuando  las  practican  con  miras  justas.  En  sus 
dias  se  hizo  culta  España,  rica  7  poderosa  ,  industriosa  7  respetada 
en  todo  occidente;  época  en  verdad  memorable,  7  que  entre  nuestros 
mejores  políticos  merece  la  principal  atención  para  enseñar  á  los  re- 
yes su  arduo  ministerio.  El  reinado  de  este  gran  príncipe  debe  obte- 
ner en  la  historia  el  mismo  lugar  que  obtienen  en  las  pinturas  aque*- 


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—414— 
líos  matices  ó  medias  untas  que  daa  tránsito  por  una  gradación  deli- 
cada para  pasar  de  un  color  obscuro  á  otro  muj  tívo  7  resplande- 
ciente: su  tiempo  participó  algo  de  la  obscuridad  j  rudeza  de  los  an« 
tenores,  7  algo  mas  de  las  luces  7  grandeza  de  los  que  succedieron. 
Después  de  él  hizo  España  el  Principal  papel  de  Europa  por  mas  de 
un  siglo,  y  dilató  sus  dominios  á  una  estension  increíble  sin  hacer 
mas  que  seguir  los  rumbos  y  derroteros  que  dejó  señalados  su  pro- 
funda  política.  Su  muerte  puso  el  cetro  en  manos  de  una  casa  estran- 
gera,  y  esta  casa  asustando  á  Europa  y  poniéndola  en  arma  para  re- 
sistir la  fortuna  de  sus  ejércitos,  ó  como  creian  los  demás  principes, 
las  pretenciones  de  los  austriacos  á  la  monarquía  universal,  produjo 
en  los  gobiernos  del  occidente  una  revolución  tan  notable ,  y  al  fin 
tan  desgraciada  para  España,  que  ella  por  sí  debe  hacer  un  miem- 
bro separado  en  nuestra  historia:  miembro  mezclado  de  grandezas  y 
de  miserias,  de  ciencia  y  de  ignorancia,  de  riqueza  y  de  penuria,  de 
conquistas  y  de  pérdidas,  de  miras  políticas  sostenidas  con  todo  el  ar- 
te de  las  cortes  mas  tramoyeras,  y  de  sucesos  fatales  para  la  felicidad 
de  los  pueblos  por  el  deseo  de  lograr  estas  mismas  miras,  hasta  que 
agotado  y  debilitado  el  reino  por  una  serie  fatal  de  errores  y  de  infor- 
tunios, pasó  á  la  casa  reinante,  que  empezó  k  restaurar  su  prosperi. 
dad  interior  y  su  autoridad  esterna.  Este  período,  pues,  merece  lugar 
y  atención  separada;  y  aun  quizá  sn  conocimiento  individual  es  el  que 
importa  mas  á  nuestros  intereses  actuales  por  los  motivos  que  tocaré 
con  brevedad  en  el  artículo  siguiente. 

Y  volviendo  ahora  al  objeto  del  presente  artículo,  ¿dónde  tiene 
España  una  historia  que  retrate  al  vivo  el  estado  político  de  estos  rei- 
nos en  sus  diversas  épocas?  ¿En  cual  de  ellas  se  puede  aprender  el 
Derecho  Público  de  la  nación,  las  varias  alteraciones  que  ha  padeci- 
do, la  serie  de  sus  progresos  ya  en  bien,  ya  en  maH  Hallamos  ,  es  ver- ' 
dad,  notadas  las  fechas  de  los  conciliosy  de  las  cortes,  y  los  hombres 
de  los  que  asistieron  á  estas  asambleas;  pero  ni  se  reflexiona  sobre  los 
motivos  que  las  ocasionaron  ,  ni  sobre  las  consecuencias  que  produ- 
jeron. Vemos  las  épocas  de  nuestros  códigos,  pero  nadase  deduce  de 
ellas  para  manifestar  el  estado  interior  de  la  administración  en  el  tiem- 
po en  que  se  publicaron.  Las  costumbres,  comercio,  artes  y  ciencias 
se  omiten  en  gracia  de  los  combates ,  derrotas  ,  sitios  y  marchas  de 
ejércitos,  que  por  lo  común  se  refieren  con  gran  puntualidad,  coló* 
cando  la  gloria  y  la  heroicidad  no  en  los  ejemplos  del  buen  gobierno, 


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sino  en  ia  mortandad  de  mayor  numero  de  hombres.  Se  copian  dona* 
Clones  á  monasterios,  privilegios  á  grandes,  y  erecciones  de  señoríos, 
sin  detenerse  en  refleccionar  sobre  sus  utilidades  ó  perjuicios:  se  te- 
jen grandes  listas  de  genealogías,  matrimonios,  enlaces  de  casas,  dis* 
cordias  j  guerrillas  entre  los  ricos  hombres ;  y  como  las  historias  ca- 
recen de  un  sistema  filosófico  en  que  todos  los  sucesos  particulares  se 
encauíinen  á  retratar  el  estado  de  los  hombres  en  cada  siglo,  suelea 
estns  cosas  dar  materia  á  una  refleccion  suelta,  y  no  referirse  al  oo* 
nocimiento  del  todo.  Cuando  nuestros  historiadores  escribian,  se  te- 
nia de  la  historia  una  idea  muy  distinta  de  la  que  se  tiene  hoy;  dura- 
ban aun  ciertas  preocupaciones  sobre  la  gloria,  el  honor,  ia  nobleza/ 
las  letras ;  y  no  se  sabia  que  un  cuerpo  histórico  debe  ser  el  retrato 
del  cuerpo  político  de  que  trata:  el  sistema  completo  de  los  gobier- 
nos, y  la  pintura  fiel  de  lo  que  han  sido  los  hombres  en  estas  gran- 
des sociedades  que  se  llaman  repúblicas  ó  monarquías.  Tengo  por 
muy  cierto  que  si  un  Morales  ,  un  Zurita  ,  un  Mariana  ,  un  Herrera 
hubiera  alcanzado  esta  edad  ,  facilitándoles  los  materiales  y  auxilios 
que  les  facilitaron  los  príncipes  de  quienes  fueron  cronistas ,  nos 
hubieran  dado  ó  darían  historias  superiores  á  cuantas  de  este  género 
pesee  hoy  Europa,  así  como  se  aventajaron  en  su  tiempo  á  cuantos 
historiadores  produjo  ésta  en  los  demás  reinos.  Es  dificíl,  no  hay  du- 
da, que  sean  muy  frecuentes  los  talentos  de  esta  especie;  pero  si  á  la 
escasez  de  la  naturaleza  en  la  producción  de  estos  grandes  hombres 
se  juntan  dificultades  de  parte  de  los  gobiernos,  para  que  no  sean  co- 
nocidos y  emplieados  los  pocos  que  produce  ,  entonces  puede  darse 
por  perdido  aquel  ramo  en  que  se  verifique  esta  complicación.  Así 
que  si  se  ha  de  escribir  la  historia,  es  menester  que  no  haya  quien  es. 
torbe  escribirla;  y  si  se  ha  de  escribir  bien,  es  menester  que  facilitan- 
do al  historiador  apto  los  auxilios  y  materiales  que  poseyeron  los  pa- 
sados, la  escriba  de  distinto  modo  que  éstos  la  escribieron, 

§  IV. 

A  España  le  importa  mucho  que  se  escriba  una  historia  política  de  la 
dominación  austriaca  en  ella. 

Se  puede  dudar  si  el  reinado  de  Carlos  V.  fué  tan  próspero  para 
sus  reinos  como  favorable  á  la  gloria  personal  del  Príncipe.  Sus  gran- 


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des  empresas  7  victorias  Ilenaroa  de  ^espanto  al  mundo  j  ^e  admira- 
cton  á  la  posteridad.  Pero  los  tiempos  guerreros  son  rara  ?ez  felice^ 
majormente  cuando  los  príncipes  se  dejan  llevar  d^  la  saq|*rienta 
pompado  la^  conquistas*  Toda  I9  gloriado  un. g;;r^n  monarca  di»  Fraor 
c¡a«  cantada  pcgr  graa  multitud  de  poetas,  ensalzada  en  estatuas»  tco- 
/eos,  medallas,  obeliscos,  vino  á  parar  en  morir  el  príncipe  con  poeo 
aeotimiento  de  sus  pueblos,  por  |a  miserja  que  recogieron  al  fin  da 
tan  larga  continuación  de  guerras,  sostenidaj^  con  tanto  hervor,  j  ce- 
lebradas mas  comp  fiestas  teatrales  que  como  guerras.  Carlos  V  mu- 
rió  querido  de  mis  españoles,  porque  embeles>ados  oori  su  grandeza 
7  prosperidad  presente  ,  no  previeron  la  triste  herencia  que  dejaban 
con  ella  á  sus  mismos  hijos*  Pero  en  el  resto  de  sus  estados  vio  por 
ultimo  convertidos  sus  vasallos  en  enemigos,  trasladando  á  su  hijo  7 
nietos  el  fatal  patrimonio  de  una  guerra  civil,  que  andando  el  tiempo 
dio  al  traste  con  esta  mcmarquia.  Las  grandes  revoluciones  que  oca* 
siono  su  imperio  forman  época  muy  notable  en  los  anales  de  las  so- 
ciedades políticas  de  Europa,  por  la  amarga  verdad  de  que  el  origen 
de  nuestra  decadencia  anduvo  envuelto  en  parte  con  los  sucesos  que 
hicieron  llegar  á  lo  su  gao  nuestro  poder. 

Las  empresas  militares  7  vida  personal  de  Carlos  V  han  sido  es* 
oritas  por  muchos  7a  naturales  7a  estrangeros.  Entre  estos  solo  uno 
en  el  presente  siglo  ha  hecho  una  historia  política  de  su  reinado. 
Graves  causas  han  dado  motivo  para  que  se  nos  ha7a  prohibido  su 
Jectora:  con  que  sus  observaciones  son  inútiles  para  nosotros;  7  entre 
tanto  hallando  todavia  Bspaña  sufriendo  muchas  consecuencias  del 
gobierno  austríaco,  muchos  miserables  efectos  de  aquella  enorme  de- 
lación da  dominios ,  sostenidos  á  costa  de  las  infelices  Castillas,  ha- 
t>iéndosa  verificado  en  tiempo  de  Carlos  una  mudanza  tan  estraordi- 
naria  en  nuestro  gobierno  7  nuestras  costumbres,  7  por  su  inflijo  «n 
los  gobiernos  7  costumbres  de  toda  Europa,  carece  España  del  cono- 
cimiento político  de  aquella  época,  conocimiento  no  solo  útil ,  pero 
necesario  para  el  desengaño  7  para  la  enmienda  de  lo  que  aun  padece- 
mos ho7  de  resultas  de  aquella  grandeza  mal  manejada.  Carlos  Vt 
siguiendo  el  plan  de  su  abnelo  Fernando,  dilato  en  Et^paña  la  auto- 
ridad real:  fue  el  primer  poseedor  de  los  inmensos  tesoros  de  Améri- 
ca; uniaffl  en  sí  una  vasta  posesión  de  dominios  no  vista  desde  el  im» 
perio  de  Carlos  Magno;  vio  nacer  7  propagarse  en  Alemania,  en  el 
Norte,  y  en  Inglaterra  aquella  gran  sedición  anticatólica  que  dié  »a- 


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tcria  &  sus  triunfos,  y  después  muchos  desvelos  y  pesares  á  sus  suce- 
sores; promovió  la  convocación  de  un  concilio  genera!,  en  que  unida 
la  política  en  Roma  con  el  interés  de  la  religión,  se  vieron  luchar  en- 
tre sí  los  intereses  divinos  y  humanos ,  dejó  á  España  poblada,  opu« 
lenta,  sabía,  hecha  el  emporio  del  comercio  de  Europa  y  aun  del  Orien. 
te;  y  sin  embargo  esta  mismn  prosperidad  ocultaba  en  si  las  semillas 
de  las  dolencias  que  después  nos  consumieron  y  acabaron,  á  saber: 
del  rencor  universal  de  Europa  contra  la  nación  formidable;  de  guer. 
ras  continuas  en  aquella  Holanda  ,  y  en  aquella  Flandes  que  engu- 
lleron, digámoslo  asi,  todas  las  tropas  de  España  ;  de  la  debilidad  de 
la  metrópoli  por  tener  guarnecidas  y  presidiadas  provincias  muy  dis- 
persas y  distuntes;  de  la  ambición  de  Felipe  II,  que  por  fomentar  dis- 
cordias en  toda  Europa,  ó  para  conservar  quietos  sus  estados,  6  co- 
mo quieren  otros,  para  sojuzgar  los  ágenos,  derramó  por  ella  todo  su 
erario  con  prodigalidad  nunca  vista;  de  la  ruina  de  nuestro  comercio 
nacida  de  esta  prodigalidad,  y  de  nuestro  descuido  por  vernos  posee- 
dores del  oro  y  plata;  de  la  despoblación  de  esta  triste  península  por 
las  emigraciones  á  Italia,  á  Flandes,  &  América  y  á  la  India  ,  ¿  tan. 
tos  presidios  lejanos  y  separados ,  y  también  por  el  poco  fomento  de 
los  labradores  y  artífices;  del  lujo  deplorable  que  nació  de  nuestra  ri- 
queza, y  ayudó  á  nuestra  perdición  cuando  ya  no  eramos  ricos;  de 
aquella  tumultuaria  legislación  de  América  ,  formada  sin  plan  ,  sin 
conocimiento,  sin  mas  designio  que  acudir  á  lo  que  ocurría;  y  final- 
mente de  aquel  cúmulo  de  mates  que  empezó  á  sentir  Felipe  III,  y 
acabó  de  esperimentar  del  todo  el  desgraciado  Carlos  II.  La  grande- 
za de  Carlos  Y  puesta  en  manos  de  la  infeliz  política  de  sus  suceso- 
res, convirtió  en  un  país  de  miseria  á  la  nación  mas  opulenta  y  po- 
derosa que  ha  existido  desde  la  antigua  Roma  acá.  Felipe  II  en  sus 
primeros  años  de  reino  gozó  todo  el  lleno  de  la  grandeza  del  impe- 
rio; quiso  ser  arbitro  en  Europa,  y  este  empeño  de  su  ambición  hizo 
que  su  sucesor  inmediato  en  muy  pocos  años  hallase  su  reino  princi- 
pal agotado  de  gentes  y  de  dinero ,  arruinados  los  pueblos,  prófugas 
las  familias,  desiertos  los  campos  ,  abandonadas  las  artes,  las  rentas 
reales  empeñadas  todas  á  genoveses,  plagado  su  reino  de  juros,  inun- 
dados los  pueblos  de  moneda  de  cobre  falsificada,  vacios  los  caminos 
de  gente  de  comercio,  y  poblados  de  grandes  bandadas  de  mendigos 
y  peregrinos:  injuriados,  atropellados  y  encarcelados  los  vasallos  por 

los  avaros  recaudadores  de  los  asentistas ,  olvidadas  las  leyes,  aniqui 

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laila  la  tnariDa,  escaso  é  inobediente  el  ejército  ,  y  en  fin  oprimido  «I 

miserable  reino  de  cuantos  males  trae  consigo  la  debilidad  de  un  go* 
bierno  imprudente,  caprichoso»  incierto  en  sus  principios,  precipita* 
do  en  sus  espedientes,  vago  en  sus  providencias,  y  poco  ó  nada  sabio 
en  los  medios  de  consolidar  una  monarquía. 

Son  muchos  los  quo  han  escrito  sobre  las  causas  de  la  deesde»* 
cin  de  nuestro  poder;  y  á  la  verdad  esta  averíguacioii  es  ufi«  de  1m 
mas  útiles  en  que  puedee  gercitarse  jamas  el  estudio  de  los  doctos  y  la 
observación  de  los  hombres  de  estado.  En  poco  mas  do  dos  siglos  se 
tío  levautarne  y  caer  una  de  las  mayores  monarquías  que  lian  exis- 
tido sobre  la  tierra.  La  metrópoli  apoderada  de  las  regiones  maa  ri- 
cas, fértiles  y  aun  pródigas  en  metales  y  frutos,  al  cabo  de  un  siglo 
de  posesión  se  halló  reducida  á  un  verdadero  estado  de  mendiguez. 
£1  mayor  monarca  de  Europa  ,  el  Señor  del  Perú,  tuvo  por  fin  que 
sujetarse  ¿  vivir  de  unos  mezquinos  alimentos  que  so  le  señalaron 
por  tener  empeñado  el  erario  en  términos  de  haeer  bancarrota  en  él, 
si  no  se  convertía  todo  en   pagar  poco  á  poco  á  los  acreedores.  I^a 
nación  que  proveyó  de  géneros  á  toda  Europa  en  Medina  del  Cam* 
po,  cuya  marina  conquistó  á  Atenas  con  un  puñado  de  aventureros, 
giró  la  primera  él  globo,  descubrió  la  América,  y  se  apoderó  de  todo 
el  comercio  del  Poniente  y  Levante;  en  muy  pooos  años  se  bailó  sin 
fábricas,  sin  marina,  sin  comercio ,  inundada  de  guerras  y  levanta* 
mientos,  perdiendo  provincias  en  Europa  y  América,  y  entre  tanto  cu- 
rando de  hechizos  al  monarca.  Esta  increíble  turbulencia  y  desorden 
en  que  paró  España,  que  dio  motivo  á  una  multitud  de  leyes  econó- 
micas, que  ni  se  observaron  ni  podían  ser  observadas,  y  que  conocí. 
.  das  después  por  la  augusta  casa  de  Borbon  reinante  ,  ha  ido  desapa. 
reciendo  sensiblemente  hasta  el  estremo  de  hallarnos  boy  con  una 
monarquía  respetable  (*),  que  anuncia  el  recobro  de  nuestra  antigua 
grandeza,  no  en  estados^  sino  en  riqueza  y  autoridad,  no  ha  sido  has* 
ta  ahora  bien  desentrañada  en  ninguna  historia.  Los  pocos  historia- 
dores  nuestros  que  han  escrito  de  estos  dos  últimos  siglof,  han  sido 
mas  bien  abogados  de  nuestros  reyes,  que  relatores  im parciales  y  de- 
sinteresados. Los  estrangeros  mal  iafortnados  en  parte»  7  preocupa- 
dos en  parte  contra  nosotros,  han  tocado  inicua  y  superficialmente 
los  motivos  de  nuestros  infortunios;  los  antiguos  con  animosidad,  los 
modernos  con  rabia  filosófica.  Dijo  bien  el  abate  Nuix  que  las  bisto* 

(*)  Esto  se  escribía  á  fines  del  reinado  de  D.  Callos  IIL 


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-.41»- 
fias  de  lo»  filótofoi  de  nuestro  tiempo  deben  llamarse  bistorietaf  roas 

bien  que  btstoriaa.  En  poeas  páginas  acumulan  innumerables  hechos, 
píntenlos  á  su  modo  para  dar  asidero  á  las  declamaciones  sobre  la 
humanidad  y  la  superstición^  y  de  la  verdad  sea  lo  que  Dios  qúisie* 
re.  La  hiiitoria  en  que  no  hay  nobleza  ,  imparcialidad,  estilo  sosega* 
áúi  sencillez  generosa,  es  digna  solo  de  un  escolar  recien  salido  de 
\m  aala  de  la  retórica.  La  malignidHd  y  la  declamación  podrán  agrá* 
dar  á  los  leptores  siiperfioiales,  pero  el  lector  maduro  quiere  mas  sa* 
car  por  si  las  consecuencias  de  lo  que  lee,  que  verlas  prevenidas  por. 
eí  escritor;  y  este  es  el  grande  arte  de  los  autores,  referir  las  cosas  de 
modo  que  se  le  ponga  al  lector  en  la  necesidad  de  rnciocinar  por  sí, 
y  tener  el  gusto  de  creer  que  es  perspicacia  suya  lo  que  es  destreza 
y  habilidad  del  que  escribe. 

En  el  afio  de  16^  publicó  en  Holanda  Juan  Laet  su  comenta- 
rio sobre  España,  perteneciente  á  la  hermosa  colección  de  República 
que  saira  de  la  imprenta  de  los  Elzeviricw.  La  utilidad  de  este  comen- 
tario (rtunque  breve)  está  en  que  el  autor  juntó  en  él  lo  que  sobre 
Képafia  hablan  escrito  los  mas  célebres  esicritores  de  aquellos  tiem^* 
pos.  En  él  son  sobre  todo  dignos  de  observarse  los  capítulos  IV,  XXVI 
y  XXVfL  Bn  el  primero  trata  de  las  causas  de  la  despoblación  de 
España,  en  ios  otfos  dos  de  su  debilidad  ,  y  pobreza  del  erario.  Las 
¿ausas  de  la  despoblación  las  reduce  á  la  esterilidad  de  algunas  pro* 
i^incias,  á  la  infecundidad  de  las  mugeres  españolus,  ó  á  la  espulsion 
de  los  judíos  por  Fernando  el  Católico;  á  la  de  los  moriscos  por  Fe- 
lipe III,  á  las  conquistas  ultramarinas,  á  la  necesidad  de  presidiar 
éon  tropa  española  los  dominios  lejanos,  y  por  último  á  Ja  persecu- 
ción de  la  inquisición.  La  debilidad  de  EspaSa  la  hace  nacer  princi- 
palmente de  la  desunión  de  los  dominios  de  la  monarquíat  y  del  mo* 
do  tan  gonerosode  hacer  In  guerra  á  que  precisaba  esta  misma  desu^ 
nion.'Ln  ^breea  del  erario  la  deduce  de  los  enormes  gastos  de  Felipe 
H  en  toda  Europa,  de  su  célebre  bancarrota  con  que  perdió  el  créditq, 
y  de  fa  guerra  de  Flandes.  Si  Felipe  II  no  hubiera  dado  entrada  en  el 
ftño  de  IS69  áreomereto  de  estrangeros,  y  si  éste  andando  el  tiempo 
no  se  hubiera  hecho  necesario,  aquellas  causas  quiza  no  hubieran  pro*  ^ 
'dncnfo  efecto  alguno,  ó  por  lo  menos  no  irremediable.  Nuestro»  eeonoi» 
mistas  6jan  todoa  el  origen  de  nuestra  <lecadencia  enlajuina  de  nues- 
tra marina  y  fábricas.  Desde  el  el  mtsiiso  tiempo  de  Felipe  11  «e  eatan 
oyendo  estas  quf jas  eu  nuestros  libros  económicos.  Se  sabe  que  los 


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ministres  de  aquellos  reinados  soliaa  ser  aficionados  i  leer,  pero  es- 
tos libros  no  contenian  novelas  ni  lisonjas.  Donde  hay  comercio  (de- 
cían e§tos  boenos  ciudadanos)  hay  riqueza  » doodo  Jiay  riqueza  hay 
población,  y  donde  población  y  riqueza'liay  poder  para  sustentar  un 
imperio  por  dilatado  que  sea.  Habiéndonos  dejado  arrebatar  el  co« 
mercio,  cecró  la  muitiplicacien  de  nuestras  gafianaiaa:  siendo  preciso 
proveer  de  géneros  á  las  dos  Españas  ,  nuestro  diaero  precisaoiente 
había  de  ir  á  parar  á,  tas  raanos  de  los  que  nos  proveían.  La  simpli- 
cidad de  estos  dos  principios  parece  que  se  viene  á  los  ojos  ella  por 
sí,  y  sin  embargo  el  desprecio  de  ellos  ocaciond  la  ruina  de  un  impe- 
rio vastísimo,  sembrado  de  frutos  éxelentes ,  de  minos  y  de  tesoros 
innagotables.  Nada  es  gravoso  (decían  nuestros  españoles)  donde  en- 
tra mucho  y  sale  poco  caudal.  Haya  tributos,  imposiciovf^  guerras; 
¿  todo  se  puede  acudir  cómodamente  donde  hay  ganaaeia  ovutinua 
y  bien  protegida.  Cese  la  ganancia  ;  toda  guerra ,  todo  trihuio«  toda, 
imposición  será  una  herida  mas  que  acelerara  la  ruina  del  estado. 

La  espulsíoü  de  los  judíos  primeramente  ^  y  la  de  los  moriscos 
después  están  tan  agravadas  de  insensatas  por  los  políticos  estrange-i 
ros,  y  ha  sido  tan  defendida  de  justa  y  precisa  por  muchos  españoles, 
que  esta  discusión  merece  en  verdad  una  pluma  desinteresada  que 
bien  provista  de  documentos,  pese  las  utilidades  ó  perjuicios  deeaUui 
enormes  emigraciones  y  resuelva  con  imparcialidad.  Es  grande  el  in- 
terés que  puede  seguirse  de  conocer  como  se  erró  o  se  acertó  ea  ar- 
rojar de  España  cinco  millones  de  sus  habitantes,  en  cuyas  manos 
(así  fo  dicen)  estaba  todo  el  peso  del  comercio  y  agricultura  déla  pe- 
nínsula. EVi  los  libros  que  han  tratado  de  esto  no  se  hallan  maa  que 
generalidades  vagái ,  aplicables  á  toda  emigración  ,  como  ea  efi^^to 
las  aplican  todos  los  historiadores  filósofos  á  la  revocación  del  edicto 
de  Nántes  por  Luis  XIV.  Se  necesita  desentrañar  bieneliCstado  de  la 
monarquía  en  tiempo  de  Felipe  HI,  examinar  si  el  reino  de  éste  po' 
día  sufífir  sin  gran  daño  la  emigración  como  el  de  Luis  XIV«  si  eran 
mas  peligrosos  los  hugonotes  en  Francia  que  los  moriscos  en  Espa- 
ña: si  la  misma  debilidad  del  reino  daba  alas  4. los  moriscos  para  lla- 
mar otra  vez  ha  fuerzas  de  Aíiica  (así  lo  recelabaí))  ó  para  turbar 
ft^cuentemente  la  seguridad  interna  «  ó  bien  si  fuese  iin  puro  e&eto 

de  religión •• .«quéefeetos  causó  el  vado  de  tanta 

^nte  «n  los  talleres ,  loa  campos  y  las  tiendas ,  y  si  los  esCrangeeoe 


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—421— 

que  entraron  á  reemplazar  (eomo  dice  Moneada)  fueron  mas  perju* 
díciales  qae  los  mígmos  moriscos  que  se  tenían  por  i^niciosos. 

£1  mismo  examen  pide  y  aun  con  mas  necesidad*  la  legislación 
política  7  económica  de  las  Américas:  cómo  pudieron  estas  contribuid 
á  la  aniquilación  de  nuestro  comercio:  por  cual  fatalidad  sucedió  que 
todo  su  oro  y  plata  enriqueciese  al  resto  do  Europa,  siendo  nosotros 
el  instrumento  de  la  prosperidad  agena;  qué  efectos  causaron  aquellas 
etiCQtniendas  tan  exageradamente  abominadas  por  Raynal:  si  la  anti- 
gua España  despobló  á  la  nueva  por  el  esterminio  ,  y  ésta  á  la  anti- 
gua por  las  eoloniasu  Ni  merece  menor  consideración,  siendo  un  he. 
obo  solo,  la  subida  de  la  moneda  de  cobre ,  otra  de  las  fuentes  de 
nuestra  ntiserifi,  según  estrangerosy  naturales.  El  tratado  de  Juan  de 
Mariana  de  mutatiorus  mQueta  pronóstico  con  tiempo  cuanto  por  es- 
te y  otros  descuidos  ó  malicias  de  los  ministros  se  verificó  en  £s- 
poña  á  fines  del  siglo  XVII ;  y  no  dá  corto  campo  al  conocimien- 
to del  gobierno  de  aquellos  tiempos  ver  á  Mariana  acusado ,  en- 
carcelado ,  tratado  de  reo  de  lesa  magestad  por  haberse  opuesto 
con  entereza  verdaderamente  filosófica  á  uno  de  los  arbitrios  mas 
ruinosos  y  desatinados  que  puede  inventar  jamas  la  ignorancia  de 
todos  los  principios  de  buen  gobierno :  las  leyes  parciales  que  se 
formaban  para  remediar  daños  y  abusos  que  nacian  de  la  constitu- 
ción política,  y  por  consiguiente  lejos  de  remediar,  aumentaban  los 
pleitos  y  los  delitos.  Los  asientos  ,  arrendamientos,  tributos,  puertos 
secos,  concesiones  particulares  con  perjuicio  del  todo  de  la  repúbli- 
ca, tasas,  gremios,  arbitrios,  y  en  una  palabra  cuanto  los  reinados  de 
Felipe  III,  Felipe  lY  y  Carlos  II  se  ordenó,  adoptó,  y  dispuso  en  to- 
dos ramos  para  el  gobierno  interior  y  esterior  de  una  monarqía  que 
se  iba  cayendo  á  pedazos  por  faltar  firme  apoyo  en  el  centro  de  ella- 
Bierece  purticularísimos  exámenes,  y  una  pluma  diestra  que  enterada 
mas  profundamente  de  lo  que  permiten  los  libros  impresos  en  las  ra 
zones  de  estado  que  dieron  á  la  máquina  de  la  república  movimien- 
tos tan  desconcertados  y  perniciosos  ,  esponga  á  los  ojos  de  Europa 
comocrecimos  y  como  cdimos  tan  precipitadamente;  comü  contribu- 
yeron estos  á  los  damas  estados  de  Europa  formada  en  ella  uaa  nue- 
va política  y  un  nuevo  género  de  intereses;  y  como  ct>ntribuímoá  no- 
sotroft  miamos  á  nuestro  precipicio  por  no  querer  ir  á  In  par  con  Iñs 
damas  naciones  en  los  progresos  del  comercio,  déla  marinayde  tas 
ciencias.  En  estos  reinados  tienen   grandísima  conexión  los  sucesos 


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— 4-22— 
políticos  [aquéllos  que  por  lo  comon  snefen  fbrmÉr  el  «Heffpadeki 

hUtorin]  con  1a«caicla  de  nuestra  poblaciort  ,  aites^  riquezas.  Ante* 
de  los  tiempos  de  Carlos  V  solían  hacerse  las  guerras  ptim  eonqtiis* 
tar  6  usurpar  estados^  tJn  monarca  que  creía  tener^Aerecho  á  tin  pA^ 
dazo  de  tierra  llamado  provincia  ;  un  principe'  que  se  ^empellaba  en 
ganar  título  de  grande  por  esterminar  el  linage  hqmnno;  un  fanático 
masuluiua  que  pensaba  haberle  ordenado  el  cielo  hacer  ifiusulmana 
toda  la  tierra;  los  poderosos  pues  con  este  linagé  de  ambición  &  su- 
perstición inundaban  de  sangre  los  campos  y  los  pueblos^  sin  otro  fia 
que  el  dominar  mas  ostensión  de  tierra,  aunque  en  todas  las  que  con- 
quistasen no  hubiese  tanto  número  de  hombres  coino  pudieran  tener 
en  su  reino  solo  manteniéndole  en  paz ,  y  usando  él  bien  de  sus  fro* 
tos  é  industria.  El  descubrimiento  de  las  Américas  restauró 'el  anti- 
guo arte  de  los  Fenicios  j  Cartagineses;  aquel  arte  no  de  conquistar 
tierras,  sino  de  apoderarse  por  el  comercio  de  las  riquezas  de  países 
firtílespor  medio  de  colonias  7  tratados  yentnjosos  ,  superioridad  de 
fuerzas  con  que  proteger  las  colonias  7  los  tratador.  A  principios  del 
siglo  pasado  empezó  Europa  á  conocer  la  utilidad  grande  de  estas  mi- 
raS|  7  desde  entonces  acá  casi  todas  las  guerras  no  han  tenido  otro 
objeto  que  mantener  la  superioridad  del  comercio,  poniendo  en  con- 
tribución de  la  industria  agena  á  los  reinos  débiles.  De  aquí  el  gran 
cuidado  en  fomentar  la  marina  7  las  fábricas  ;  de  aquí  el  empe?io  de 
obtener  el  dominio  del  mar  ;  de  aquí  las  sagacísimas  negociaciones 
para  sostener  lo  introducción  de  géneros  en  ágenos  países;  de  aquí 
los  conatos  sobre  ciertas  colonias  ,  ciertas  plazas,  puertos  7  terrenos 
bien  situados  para  egercer  el  tranco  ;  de  aquí  haber  los  Holandeses 
tfsurpado  la  India  á  Portugal ,  haber  los  ingleses  establecido  á  viva 
fuerza  colonias  en  aquellos  países  que  nos  eran  casi  inútiles  cuando 
las  dominábamos,  7  haber  la  Francia  7  toda  la  Europa  procurado 
adquirir  establecimientos  ultramarinos,  no  para  catequizarlos,  con « 
vertirlos  7  repartirlos  en  encomiendas:  sino  para  tener  factorías,  al* 
macones,  puertoa  7  escalas.  Si  España  entendió  6  no  bien  esta  poli- 
Mea,  7  si  procuró  ó  no  medios  contrarios  á  ella  en  beneficio  6  per- 
juicio SU70,  es  cosa  que  debe  resultar  de  la  historia  de  esta  época  eé« 
lebre,  fundada  en  documentos  ciertos  que  deben  suministrar  los  ar- 
chivos. Entonces  se  podrá  ver  como  nuestra  ruina  interior  provino  de 
los  intereses  de  toda  Europa  envueltos  en  las  guerras  ,  paces,  trata- 
dos 7  negociaciones,  7  de  qué  modo  7  por  cuates  cansas  se  desplor 


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Mo  mi  impefia  que  baUeadQ  «do  niiierab1«  cuantió  ipare^taba  ma- 
yor yandftgHy  f  a  «ieodo  «a»  f«lÍ2  cuando  bao  quadado  reducidas  i 
brev«  oato  aua  poseaioaea ;  y,  lo  qne  ea  aol^a  todo  útil  >  que  conse* 
cuencíaa  aufriusoa  lodavia  de  aquella  ferie  de  errores  o  fotalidiides 
%U«  aa  ta  guerra,  en  la  política ,  en  la  economía ,  en  la  legítflacion 
empobrecieron  j  debilitaron  en  poco  mas  de  un  siglo  á  una  nación, 
que  por  sus  ?ictorias,  por  el  valor,  fortoleza  j  aun  heroicidad  de  sus 
naturales,  por  sus  exelentes  hombres  en  paz  y  guerra  ,  por  su  domi- 
nio en  regiones  abundantísimas  de  oro,  plata  y  frutos  esquisttos,  y 
por  lo  atrevido  de  sus  negociaciones  y  descubrimientos,  prometía  no 
solo  una  duracio^  igual  á  la  de  los  antiguos  imperios,  pero  una  oros* 
peridad  ioterna  continua ,  fija ,  permanente  ,  fundada  en  la  posesión 
de  los  mayores  tesoros  del  orbe ,  y  en  el  valor  y  disposición  de  los 
subditos  para  usar  bien  de  ellos  y  conservarlos,  si  la  providencia  hu- 
biera tenido  á  bien  dar  entonces  á  este  pueblo  generoso  y  fidelíst* 
mo  cabezas  á  propósito  para  dirigirle. 


CARLOTA  CORDAF. 


Jlln  los  terribles  dias  de  17K,  en  aquellos  tiempos  en  que  el  cri- 
men y  el  terror  eran  los  verdaderos  soberanos  de  Francia,  en  nquo* 
lia  época  de  degradación,  de  vergüenza ,  de  peligros  y  de  ligrimas^ 
vivía  en  Normandía  una  Joven  de  veinticuatro  aftos.  Dotada  por  ta 
naturaleza  de  una  alma  noble  y  enórjica,  ademas  de  una  rara  her- 
mosura,  se  había  estraviado  su  espíritu  adoptando  con  el  fervor  da 
aa  edad  las  opiniones  republicanas.  La  repáblica  que  soñaba  su  ima- 
jioacion  no  era  la  da  Bobespierre  ni  Marat,  no:  había  llorado  4  Luis 
XVI,  y  Ja  rep&blica  que  deseaba  estaba  sometida  á  las  leyes  de  ía 
virtud;  joven  é  ioesperta,  invocaba  á  esta  dulce  quimera  de  su  fantasía. 

En  Caen,  donde  vivía  con  una  de  sus  amigas,  había  encontrado 
i  los  Jiroadinos,  que  se  le  habían  presentado  con  todo  el  prestíjio  da 


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— 45M— 

la  persecución.  Al  verlos  perseguidos  no  se  acordaba  de  que  liabíaa 
sido  también  perseguidores ;  oyendo  proscribir  sus  cabezas  ,  olvidó 
que  habian  hecho  caer  muchas  y  una  mas  sagrada  que  las  demás,  y 
se  intereso  en  su  suerte.  Empezaba  la  guerra  de  Calvados»  y  cuando 
vio  que  las  poblaciones  se  armaban  para  marchar  sobre  Paris  y  des- 
truir el  poder  de  la  montaña,  dijo  para  sí: 

''Yo  también  ayudaré  á  libertar  la  patria :  y  desconociendo  la 
ley  de  Dios  que  dice:  tío  matarás^  partió  de  Caen  engañando  á  su  pa- 
dre  y  escribiéndole  que  los  disturbios  de  la  Francia,  mas  horribles  ca- 
da dia,  le  obligaban  á  buscar  reposo  y  seguridad  en  Inglaterra,  pe- 
ro en  vez  de  embarcarse  para  Londres,  se  encamino  á  Paris.  Antes 
de  salir  de  Caen  había  visto  al  diputado  Barbaroux  ,  que  le  dio  una 
carta  d  recomendación  para  el  ministro  del  interior  y  otra  para  el  di- 
putado Duperret,  amigo  de  Garat." 

Llegada  que  fué  á  Paiis,  vaciló  Carlota  un  instante  en  la  ela- 
ción de  su  víctima.  Daton  y  Robespierre  tenian  suficiente  celebridad 
en  la  montaña  para  merecer  sus  golpes ;  pero  el  nombre  de  Marat 
inspiraba  en  las  provincias  mas  horror  todavía  que  los  otros  dos.  Fué» 
pues,  Marat  el  escojido.  ¿Pero  dónde  ha  de  encontrarle?  Tentacio- 
nes le  dieron  de  irle  á  buscar  á  los  bancos  de  la  montaüa  é  inmolar- 
le en  presencia  de  todos.  Sin  embargo  ,  entonces  el  estado  de  su  sa- 
lud no  le  permitia  á  Marat  tomar  asiento  en  la  Convención;  padecía 
una  de  aquellas  enfermedades  inflamatorias,  tan  comunes  en  las  revo- 
luciones, y  que  con  frecuencia  terminan  esas  borrascosas  existencias 
que  escapan  de  las  manos  del  verdugo.  Un  mes  hacia  que  Marat  no 
salia  de  su  aposento ,  allí  yacía  el  hombre  del  populacho  jacobino 
atormentado  de  voraces  ardores  y  sin  encontrar  mas  descanso  en  su 
atroz  agitación  que  el  espacio  que  duraba  el  baño.  En  el  pasaba  parte 
del  dia  rodeado  de  plumas  y  papeles,  escribiendo  sin  cesar,  redactan- 
do su  periódico,  y  denunciando,  acusando  y  persiguiendo  desde  el  fon- 
do de  su  baño  como  acostumbraba  hacerlo  desde  los  bancos  de  la  mon- 
taña. El  13  de  Julio  acababa  de  escribir  á  la  Convención  quejándose 
del  poco  caso  que  se  hacia  de  sus  cartas,  y  diciendo  que  si  sus  cole- 
gas no  atendían  á  sus  quejas,  se  trasladarla  enfermo  y  todo  á  la  tri- 
buna; terminaba  su  comunicación  denunciando  á  dos  generales;  Cus. 
tine  y  Biron,  á  quienes  acusaba  de  meditar  una  traición  ,  semejante 
á  la  de  Dumourier:  "era  indispensable,  decia,  tomar  una  determina- 
ción definitiva  que  acallase  todas  las  calumnias  y  comprometiese  irre- 


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—435— 

foeablemente  á  todos  los  diputados  en  la  reyolitcion :  taf  era  la  de 

d«ir  muerte  á  moefios  ilustres  prisioneros  j  poner  á  precio  las  cabe- 
zas de  los  fujitivos;  de  este  modo  no  se  acusaría  á  los  unos  de  des- 
tinar el  trono  á  'Orlesnaf ,  j  se  iropedtria  á  los  otros  hacer  las  paz 
con  la  ñimilva  d<F  los  Capetos,*' 

Así  sabia  Marat  conservar  sus  oidos,  f  \n  enf^medad  irritaba 
aun  mas  8n  encono.  Oarlotá  Corda^f ,  no  pudiendo  hallarle  en  ía  asam- 
blea, se  tío  preolsad^i  á  buscnríe  en  su  casa.  Fnéle  negada  la  entra- 
da, porqwe  ima^  miseráfole  que  no  se  avergonzaba  de  dormir  bajo  él 
mismo  techo  qne  el  m6nstruo,  no  quiso  dejarla  penetrar. 

Effl^hees  elta,  étn  desanimarse,  volvió  á  su  alojamiento,  j  escri- 
bió In  siguiente  carta  k  Marat: 

^Ciudadano,  acabo  de  llegar  de  Caen;  vuestro  amor  á  la  patria 
me  hnce  presumir  que  escuchareis  con  interés  la  relación  de  los  des- 
graciados acontecimientos  que  ha  presenciado  aquella  parte  de  la  re- 
publica.  Pasaré  á  veros  á  la  una:  tened  la  bondad  de  recibh*me  y  con- 
cederme algunos  minirtos  de  atención.  Yo  os  prometo  poneros  en  dis- 
posición de  hacer  un  gran  servicio  á  la  Francia." 

Ai  día  siguiente  se  presentó  otra  vez  Carlota  Cordnj  en  casa  de 
Marat.  La  muger,  que  la  víspera  se  opusiera  á  su  entrada,  qoiso  tam- 
bién despedirla,  pero  ojendo  Marat  desde  el  baño  una  voz  descono- 
cida nrandó  que  entrase  la  persona  que  con  tanta  instancia  solicitaba 
Terle.  La  jóvea  al  hallarse  sola  con  él  le  contempla  antes  de  herirle* 

¡Ola!  dijo  Marat ;  con  que  llegáis  de  Caen;  ¿qué  diputados  hay 
allí  ahora? 

Carlota  se  los  vá  nombrando,  mientras  él  los  apunta  con  lápiz, 
y  levantando  la  cabeza  y  mirando  con  hr>rribles  ojos  á  la  joven  que 
«e  habia  acercado  al  baño: 

'^Está  tiertf  dijo,  todos  irán  á  la  guillotina. 

¡A  la  guillotina!  replicó  la  doncella,  toma  malvado;  y  sacando 
un  puñal  del  seno  hiere  á  Marat  en  el  pecho,  y  penetra  hasta  el  co- 
razón. 

¡Socorro!  ¡socorro!  grita  el  tribuno  agitándose  en  el  agua;  ¡so- 
corro! que  rae  matan « 

La.  mujer  que  vivia  con  él,  oye  su  voz  y  se  precipita  en  la  estan- 
cia. Uu  mozo  que  estaba  doblando  periódicos,  acude  también,  y  los 
dos  encuentran  á  Marat  con  las  vascas  de  la  muerte,  y  de  pié  á  su 
lado  i  la  joven  tranquila,  inmóvil  y  sin  miedo...,.  El  mozo  enarbo- 

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^426- 
lando  una  silla  la  asesta  un  golpe  y   la  tiende  en  tierra;  la  impura 

compañera  del  rejicida  la  pisotea Acude  mas  gente  al  tumulto  7  la 

casa  es  innundadn  de  curiosos. 

En  medio  de  sus  gritos,  Carlota  Cordaj  se  ha  vuelto  á  levantar 
y  desafía  con  dignidad  los  ultrajes  y  furores  de  la  multitud  que  va 
acreciendo  gradualmente.  Los  sanguinarios  amigos  del  monstruo  que 
acaba  de  morir  quieren  precipitarse  sobre  ella  y  despedazarla;  pero 
los  comisarios  de  la  sección  la  defienden  y  protegen,  conmovidos  al 
ver  tanta  juventud  y  belleza  unidas  al  tranquilo  valoreen  que  confie- 
sa haber  cometido  su  crimen. 

La  fuerza  armada  la  lleva  á  la  presencia  de  los  hombres  á 
quienes  llamaban  jueces  reunidos  en  la  Abadía.  En  derredor  del  car- 
ruage  que  la  conduce,  el  pueblo  cuyo  favorito  era  Marat  abulia  y  vo- 
cifera horribles  insultos.  Carlota  los  oye  sin  conmoverse,  y  en  su  en- 
cantador semblante  no  se  advierte  mas  que  la  espresion  del  entusias- 
mo por  haber  logrado  su  objeto,  unida  á,  una  sonrisa  de  desprecio  al 
estúpido  populacho  que  la  sigue  amenazándola. 

Chabot  y  Drouet  han  subido  con  ella  en  el  coche,  el  capuchino 
apóstata,  y  el  hombre  que  habia  prendido  á  la  familia  real  en  Ve- 
rennes  querian  tomar  parte  en  todos  los  horrores  revolucionarios  / 
mojar  sus  labios  en  todas  las  copas  de  sangre. 

Llegados  que  fueron  á  la  prisión  de  la  Abadía,  donde  no  se  en- 
traba mas  que  para  padecer,  y  de  donde  no  se  salia  mas  que  para  mo- 
rir. Carlota  Corday  fué  interrogada  minuciosamente,  pero  indignán- 
dose ella  de  las  capciosas  preguntas  que  se  le  hacian  esclama: 

Todas  esas  dilaciones  son  inútiles;  yo  he  dado  muerte  á  Marat. 

Acusada,  preguntó  Montané,  presidente  del  tribunal  de  malva- 
dos: ¿habéis  escojido  defensor? 

Tenia  un  amigo  á  quien  pensaba  darle  el  encargo,  pero  no  ha- 
biendo oido  hablar  de  él  desde  que  se  lo  pedí,  me  figuro  que  no  ha- 
brá tenido  valor  para  aceptar. 

Entonces  divisando  el  presidente  en  un  ángulo  de  la  sala  á  M. 
Chavan  Lagarde,  dijo  á  la  acusada.  — El  tribunal  os  señala  para  de- 
fensor al  ciudadano  Chavan  Lagarde, 

"Como  no  me  conocía,  dice  este  en  sus  memorias  sobre  los  su- 
cesos de  n93,  Carlota  Corday  me  dirijió  algunas  miradas  de  in^ 
quietud  como  temiendo  que  emprendiese  una  justificación  que  no 
deseaba. 


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—427— 

''Comenzaron  los  debates,  y  ge  condujeron  en  menos  de  media 

hora. 

"Ningnn  pintor,  al  menos  de  los  que  yo  conozco  nos  ha  repro- 
ducido fielmente  la  semejanza  de  aquella  rauger  estraordinaría;  se  ha 
trazado  bastante  bien  su  robusta  y  esbelta  estatura,  sus  largos  cabe- 
llos muellemente  esparcidos  por  los  hombros,  sus  ojos  sombreados 
de  largas  pestañas  y  la  forma  ovalada  de  su  rostro;  pero  no  alcanza» 
ba  el  arte  á  pintar  la  energía  de  su  alma  ,  de  la  que  era  fiel  traslado 
BU  fisonomía. 

*'Lo  mismo  sucede  con  los  trámites  de  su  proceso;  fácil  hubiera 
sido  copiar  sus  palabras  literales,  perú  los  periódicos  de  entonces  no 
se  hubieran  atrevido.  Sin  embargo,  una  cosa  había  imposible  de  pintar, 
el  acento  de  su  voz  casi  infantil  y  que  estaba  en  armonía  con  la  senci- 
llez de  su  esterior  y  la  imperturbable  serenidad  de  su  rostro. 

*' Después  que  hubo  dado  cuenta  del  proyecto  que  concibiera  dos 
meses  antes. 

^'Hubiera  querido,  dijo  inmolarle  en  su  mismo  asiento.  Si  me  hu- 
biesen prometido  que  de  este  modo  conseguiria  mi  proyecto  ,  lo  hubie- 
ra preferido  á  cualquier  otro,  entonces  estaba  segura  de  perecer  inme- 
diatamente á  manos  del  pueblo,  porque  entonces  como  todo  el  mun- 
do me  creia  en  Inglaterra  se  hubiera  ignorado  mi  nombre. 

**En  seguida  esplicó  porque  se  habia  resuelto  á  introducirse  en 
casa  de  Marat,  y  porque  medio  lo  habia  conseguido,  y  habiéndola 
manifestado  un  quidam  que  aquella  arteria  habia  sido  una  perfidia, 

"Convengo,  contestó,  en  que  ese  medio  no  era  digno  de  mí,  pero 
todos  son  igualmente  buenos  para  servir  á  mi  patria.  Ademas  de  que 
para  penetrar  hasta  él,  se  necesitaba  un  engaño  por  que  era  hombre 
cauteloso.'^ 

Entonces  procedió  el  tribunal  y  los  jurados  al  interrogatorio  si- 
guiente. 

¿Quién  os  ha  inspirado  tanto  odio  á  Marat? 

No  necesitaba  yo  inspiraciones  de  nadie;  mi  6dio  era  bastante 
implacable  por  si  solo. 

Pero  la  idea  de  asesinarle  os  seria  sujerida  por  alguno. 

Por  nadie,  lo  que  uno  mismo  no  concibe  no  puede  ejecutarlo 
bien. 

¿Por  qué  le  aborrecíais? 

Por  sus  crímenes. 


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—428— 
¿Y  qné  entendéis  por  sus  crímenes? 

Los  trastornos  y  miserias  de  que  él  ha  sido  causa. 

¿Qué  intenciones  llevabais  al  matar  á  Marat? 

Poner  término  á  los  males  de  mi  patria;  he  asesinado  aun  hom- 
bre por  salvar  á  cien  mil,  á  un  perverso  para  salvar  á  millares  de  ino* 
centes,  he  sacrificado  una  fiera  por  el  reposo  general.  Yo  era  repu- 
blicana antes  de  la  revolución,  y  no  me  ha  faltado  la  suficiente  enei- 

¿Qué  entendéis  por  energía? 

Entiendo  por  energía  un  sentimiento  que  anima  á  los  que  dejan- 
do ¿  un  laHo  su  interés  particular,  saben  sacrificarse  por  su  patrio, 

¿Y  creéis  haber  esterminado  á  todos  los  Marat? 

No,  respondió  tristemente  la  doncella;  pero  muerto  él,  acaso  los 
otros  tendrán  miedo. 

Habiéndole  presentado  un  portero  el  cuchillo  de  que  se  habia 
servido  le  preguntó  si  lo  reconociu,  entonces  se  le  vio  conmoverse  por 
primera  vez,  apartó  los  ojos  y  separando  el  cuchillo  con  la  mano  di- 
jo con  voz  trémula. 

— Si  lo  reconozco,  lo  reconozco. 

Como  Marat  estaba  sentado  en  el  baño,  el  cuchillo  habia  pene' 
trado  perpendicularmente  por  la  garganta:  esta  casualidad  sujirió  ni 
acusador  público  la  idea  de  decirle  que  win  duda  estaba  muy  ejercrtada 
en  la  carrera  del  crimen  cuando  habia  tenido  suficiente  sererenidad 
para  elegir  un  parage  donde  no  pudiese  fallar  el  golpe. 

¡Oh!  el  monstruo  me  cree  un  asesino  !Este  grito  de  indignación 
que  se  le  escapó  como  el  rayo  terminó  la  sesiun. 

El  acusador  público  reasumió  sus  cargos,  y  dijo  al  presidente: 
están  concluidos  los  debates,  el  defensor  puede  hablar. 

Al  resonar  estas  palabras  y  cuando  me  levanté  para  hablar,  aña- 
de Mr.  Chevan  Lagnrde;  se  suscitó  en  la  asamblea  un  mido  sordo  y 
confuso,  en  seguida  todo  quedó  en  un  silencio  tan  profundo  que  me 
heló  de  terror. 

Mientras  habló  el  acusador  púhlicoi  los  jueces  me  enviaron  un 
recado  aconsejándome  que  guardase  silencio,  y  el  presidente  me  ma- 
nifestó que  lo  mejor  era  que  me  limitase  á  probar  que  la  acusada  es- 
taba loca.  Todos  querían  humillarla.  Pero  ella  permanecia  impasible 
y  en  las  miradas  que  me  lanzaba  leía  yo  el  deseo  de  no  ser  justifica- 
da; por  desgracia  no  podia  ser  otra  cosa  porque  de  los  debatea  resul- 


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—429— 

taba  la  prueba  legal  de  un  homicidio  premeditado.  Sin  embargo,  fir- 
memente resuelto  á  cumplir  mi  deber,  tomé  la  palabra  con  marcada 
emoción  y  dije: 

La  acusnda  confíesa  con  la  mayor  sang^re  fria  el  horrible  aten- 
tado que  ha  cometido,  confíesa  igualmente  su  lar^a  premeditación, 
confiesa  las  circunstancias  ,  en  una  palabra,  lo  confiesa  todo,  j  ni  si* 
quiera  piensa  en  justificarse. 

He  aquí  ciudadanos,  su  mas  elocuente  defensa  esacalma  imper<- 
turbable  y  esa  abnegación  de  sí  misma  que  no  revelan  remordimien- 
to alguno,  ni  aun  en  presencia  de  la  muerte;  esa  calma  y  esa  abnega- 
ción no  se  encuentran  en  la  naturaleza,  no  pueden  esplicarse  sino  por 
la  exaltación  del  fanatismo  político  que  la  puso  el  puñal  en  la  mano; 
y  á  vosotros  ciudadano?  jurados  ,  toca  decidir  qué  peso  puede  te- 
ner esta  consideración  en  la  balanza  de  Injusticia. 

A  medida  que  yo  me  esplicaba  en  estos  términos,  una  espresioo 
de  contento  brillaba  en  sus  ojos. 

Recojidos  los  votos  del  tribund,  todos  sin  escepcion  estuvieron 
por  la  pena  capital. 

El  presidente  anunció  su  sentencia  de  muerte  y  la  confiscación 
de  sus  bienes;  en  seguida  la  preguntó  si  tenia  algo  que  hacer  presen- 
te sobre  la  aplicación  de  la  ley,  pero  sin  contestarle  se  dirijíó  á  mí,  y 
con  dulce  y  alagüeño  acento: 

Caballero,  me  dijo,  os  doy  mil  gracias  por  la  firmeza  con  que  me 
habéis  defendido,  de  un  modo  digno  de  vosy  de  mí;  esos  señores  [diri? 
jiéndose  á  los  jueces]  me  confiscan  mis  bienes....  pero  yo  quiero  daros 
una  prueba  mas  notoria  de  mi  agradecimiento ,  os  suplico  que  pa- 
guéis por  mi  lo  que  deba  en  la  prisión  ,  y  cuento  con  vuestra  gene- 
rosidad. [*] 

Yemoi,  pues ,  por  relación  de  su  mismo  defensor ,  que  Carlota 
Cjprday  daba  tan  firmes  y  nobles  respuestas  con  seguridad,  pero  sin 
jactancia  alguna;  su  tranquilidad  provenia  de  su  conciencia  y  no  te- 
nia miedo,  porque  la  pobre  niña  se  veía  irreprochable.  Con  admira- 
ble paciencia  oyó  hacer  sus  declaraciones  á  los  testigos ,  y  cuando 
acaba  cada  uno  ,  decia:  ''Es  verdad;  el  declarante  tiene  razón.'*  De 


[*]  Sus  deudas  no  asceodian  mas  que  á  treinta  y  seis  libras  en  asig- 
nados que  aldia  siguiente  pagó  M.  Chauveau  Lagarde  al  conserge  déla 
Abadía. 


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—430- 
h  único  que  se  defendía  era  de  su  pretendida   complicidad  con  lot 

jirondinos. 

En  su  prisión  escribió  dos  cartas,  una  á  su  padre, y  otra  á  Bar- 
baroux.  Hé  aquí  la  que  dirijió  á  su  padre: 

'^Perdonadme  ,  querido  padre ,  por  haber  dispuesto  de  mi  vida 
sin  Tuestro  consentimiento.  He  vengado  á  muchas  víctimas  inocentes 
!he  evitado  infinitas  desgracias!  el  pueblo  se  desengañará  un  dia  / 
me  dará  las  gracias  por  haberle  libertado  de  su  tirano.  Si  procure 
persuadiros  que  pasaba  á  Inglaterra  ,  era  porque  creí  poder  guardar 
el  incógnito;  pero  he  visto  la  imposibilidad  de  mi  plan.  Espero  que 
no  me  lo  echareis  en  cara.  En  Caen  encontrareis  defensores.  Adiós, 

amado  padre,  os  suplico  que  no  me  olvidéis ó  mas  bien  que  o* 

alegréis  de  mi  suerte conocéis  á  vuestra  hija  ,  j  sabéis  que  no 

puede  haberla  guiado  ningún  fin  vituperable.  Abrazad  á  mi  hermana 
á  quien  amo  de  todo  corazón,  y  no  olvidéis  aquello  de  Corneille: 

No  el  cadalso, 

£1  crimen  es  quien  nuestra  mengua  labra. 

Mañana  alas  ocho  es  cuando  deben  juzgarme. 

En  su  carta  á  Barboux  se  trasluce  alguna  alegría:  cuenta  su 
viage  de  Caen  á  Paritf,  y  luego  habla  tranquilamente  de  su  llegada  y 
arresto,  dice  en  un  pasage:  '^Todos  están  descontentos  aquí  por  no 
tener  mas  que  una  muger  que  ofrecer  á  los  manes  del  grande  hom- 
bre  Perdón  !oh¡  hombres;  este  apodo  deshonra  vuestra  espe- 
cie; era  una  vestia  feroz  que  iba  á  devorar  á  la  Francia,  y  yo  la  he 
echado  abajo ! Ahora  viva  la  paz;  Gracias  al  cielo  ,  Marat  no  ha- 
bí a  nacido  francés. 

Confieso  que  he  empleado  un  artificio  para  llegar  hasta  él;  cuan- 
do partí  de  Caen  contaba  sacrificarle  en  la  cima  de  la  montaña  de  la 
convención  nacional,  pero  habia  dejado  de  asistir  á  ella. 

En  París  no  comprenden  como  puede  una  muger  inútil,  cuya  ^- 
da  no  sirve  para  nada  darla  á  sangre  fria  para  salvar  á  su  país.  Espe- 
raba morir  en  el  acto,  pero  algunos  hombres  valientes  y  superiores  á 
todo  elogio  me  han  preservado  de  los  furores  del  populacho.  Como  es- 
taba serena  he  sido  blanco  de  los  gritos  de  muchas  mugeres,  pero 
quien  salva  á  su  patria  no  se  para  en  lo  que  cuesta* 

¡Ojalá  que  se  restablezca  la  paz  tan  pronto  como  deseo!  Por  fin 
ya' tenemos  de  menos  un  criminal,  sin  el  cual  jamás  la  hubiéramos  ob- 
tenido, en  cuanto  á  mí  hace  dos  días  que  la  gozo ,  para  la  felicidad 
de  mi  pais  es  la  mia  propia. 


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—431— 

Lo  que  me  inquieta  es  la  suerte  de  mi  padre:  si  le  persiguen  por 
causa  mia,  os  suplico,  ciudadanos,  así  como  á  vuestros  colegas  que  le 
defendáis  fervorosamente. 

Mañana  á  las  ocho  me  juzgan,  probablemente  á  las  dpce  habré 
vividOy  usando  la  espresion  de  los  romanos. 

Guando  entró  el  verdugo  el  17  de  Junio  por  la  tarde  en  la  pri. 
sion  para  conducirla  al  suplicio,  encontró  á  Mlle.  Corday  escribien- 
do tranquilamente  una  carta.  Con  una  voz  dulce  y  en  ademan  lleno 
de  gracia,  como  si  todavia  se  hallase  en  un  salón  ,  dijo  al  ejecutor: 
''Ciudadano,  permitidme  que  acabe;  no  me  faltan  mas  quedos  líneas.'* 
Era  la  carta  que  dirijia  á  M.  de  Ponte-Coulant  á  quien  acusaba  equi- 
vocadamente,  pues  no  sabia  que  este  diputado  ,  que  habia  escojido 
para  defensor,  no  habia  tenido  noticia  de  su  elección  ni  de  su  deraan. 
da;  el  acusador  público  interceptó  el  billete  que  le  escribiera  con  este 
motivo. 

Al  volver  á  su  interrogatorio,  dijo  á  los  criados  del  verdugo: 

Señores,  si  os  es  indiferente  hacerme  padecer  antes  de  morir,  os 
suplico  me  permitáis  que  me  levante  las  mangas  y  me  ponga  guantes, 

Y  diciendo  estas  palabras  enseñó  sus  hermosos  brazos  entera- 
mente magullados. 

Eran  mas  de  las  siete  de  la  noche  cuando  vestida  de  la  camisa 
roja  de  los  asesinos  salió  de  la  consejería  y  subió  á  la  fatal  carreta. 
El  innoble  vestido  que  cubría  ala  joven  republicana  no  disminuía  sus 
encantos,  y  desde  la  tumba  donde  se  sostenia  de  pié  contemplaba 
con  lástima  y  sin  cólera  la  muchedumbre  que  se  agolpaba  para  ver- 
la correr  á  la  muerte.  Sin  embargo  no  todos  los  circunstantes  la  insul- 
taban; muchos  la  compadecían  y  la  admiraban. 

Cuando  subió  al  cadalso,  hubo  un  movimiento  de  indignacicUf 
originado  por  la  ofensa  del  pudor  en  el  momento  en  que  el  criado  de 
Sansón  le  quitó  el  pañuelo  para  que  la  cuchilla  de  la  guillotina  no 
encontrase  obstáculo. 

La  cuchilla  hizo  su  oficio,  y  la  cabeza  de  Carlota  Corday,  levan- 
tada de  los  cabellos  por  el  criado  del  verdugo,  fué  mostrada  á  los  ca- 
níbales que  rodeaban  el  cadalso.  El  miserable  dio  repetidas  bofetadas  á 
aquella  masa  sin  vida,  acción  que  fué  anatematizada  por  los  mismos 
septembricistas.  ^ 

Algunos  espectadores  de  esta  ejecución  han  asegurado  haber  vis- 
to cubrirse  las  mejillas  de  la  víctima  de  subido  carmin,  fenómeno  que  , 


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-.432— 
se  atribuyo  al  resentimiento   pádico  que  esperímentaba.  Largas  di 
sertaciones  se  han  escrito  sobre  este  particular;  y  un  famoso  anató- 
mico, el  doctor  Sumring»  sentó  entonces  la  proposición  de  que  la  ca- 
beta  separada  del  cuerpo  sobrevive  al  suplicio. 

Hemos  oido  decir  á  una  persona:  ^'cuando  apareció  Carlota  en 
el  umbral  de  la  puerta  de  Marat,  la  vi  palidecer  y  temblar  ante  aquel 
populacho  que  ahullaba  injurias  y  amenazas  ;  entonces  ella  misma 
confbsó  que  temia  ser  despedazada  por  aquellos  frenéticos  ;  la  pobre 
niíía  estaba  bien  resuelta  á  morir,  pero  no  con  muerte  tan  espantosa. 
Horrible  cosa  era  tener  25  años,  ser  bella,  merecer  la  admiración,  y 
verse  insultada,  ultrajada,  y  esperar  á  cada  instante  que  una  mano 
atrevida  diese  la  señal  y  comenzase  la  larga  serie  de  dolorosos  tor- 
mentos que  un  populacho  desenfrenado  acumula  contra  un  infeliz 
indefenso;  esta  idea  le  hizo  estremecerse ,  y  permaneció  algunos  mo. 
mentes  parada  en  el  umbral  de  la  puerta. 

La  relación  de  Carlota  Corday  ha  hecho  siempre  en  nosotros 

una  impresión  mas  triste  que  los  asesinatos  de  los  carmelitas,  de  la 

Forcé  y  de  la  Abadía,  Al  lado  de  las  otras  víctimas  se  encontraba  ua 
áogel  que  las  sostenía  en  su  sangrienta  agonía,  pero  en  vano  busqué 

este  ángel  junto  á  la  muger  animosa  que  mató  áMarat.  Los  últimos 
momentos  de  Carlota  Corday  no  fueron  duleiñcados  por  pensamiento» 
religiosos;  en  sus  cartas  escritas  poco  antes  de  ir  aPcadalso  habla  de 
los  Campos  Elistos  y  de  las  sombras  de  Bruto  y  Catón ,  pero  nada 
diee  de  Dios  ni  de  su  Madre.  La  desgraciada  no  oraba:  miraba  á  la 
tierra  con  desprecio,  pero  no  levantaba  los  ojos  al  cielo:  muere  con 
"^alor,  pero  sin  fé:  una  vendeana  en  su  caso  hubiera  estado  patética 
En  el  cadalso  desaparecen  las  pasiones,  y  dejan  el  lugar  á  divinas  es- 
peranzas. 


EL  MUNDO. 

X  or  mas  que  se  conozca  el  mundo,  siempre  ofrece  que  aprender. 
Las  escenas  que  en  el  pasan,  vaftan  con  tanta  frecuencia,  que  los  que 
han  hecho,  como  se  dice  generalmente,  papel  mas  largo,  y  con  mejor 
•uceso,  no  tienen  ninguna  seguridad  de  ser  aplaudidos,  respetados  ó 


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—433— 
temidos  hasta  el  fin.  Ecsaminemos  ligeramente  los  dirersos  objetos 

que  en  él  se  notan.  El  mundo  donde  está  la  corte,  no  se  parece  al  de 
una  simple  capital,  ni  este  al  de  un  pueblo.  Todos  estos  mundos  for- 
man uno  con  la  serie  del  tiempo,  y  su  composición  no  está  tan  suje- 
ta al  capricho  como  se  cree. 

Cada  hombre  tiene  sus  m&csimns  acerca  del  mundo.  Los  espíri- 
tus apocados  han  hecho  su  fortuna  á  fuerza  de  bajezas  y  avaricia,  no 
conocen  otra  ruta  que  la  que  ellos  han  seguido,  y  dirigen  por  las  mis. 
mas  huellas  á  los  que  van  á  entrar  en  el  mundo,  sin  detenerse  en  re- 
flexionar si  deben  6  les  convendrá  seguir  el  mismo  camino.  Los  mo- 
dos, las  circunstancias  y  los  acontecimientos  Tarian  en  cada  indivi- 
duo; hay  caracteres ,  nombres  y  aun  figuras  á  quienes  no  conviene 
todo. 

Por  todas  partes  y  en  todos  lugares  no  somos  otra  cosa  mas  que 
loque  somos  en  el  fondo  de  nuestra  alma,  los  pasos  mas  escenciales  á 
los  mas  pueriles,  llevan  siempre  nuestro  carácter,  vano  6  molesto,  pru- 
dente ó  atolondrado,  tímido  6  resuelto,  fuerte  6  débil,  bueno  6  malo. 

Para  conducirse  bien  ,  es  necesario  conocerse;  pero  por  desgra- 
cia se  entra  demasiado  temprano  en  el  mundo  para  tener  este  cono- 
cimiento. Los  que  nos  introducen  en  él ,  no  nos  conocen  tanto  como 
cada  uno  se  conoce  asi  mismo;  pero  aun  cuando  así  fuera,  ¿seriaa 
estos  los  mas  ilustrados,  esentos  de  pasiones  para  enseñarnos  un  ca- 
mino que  no  nos  esti'aviase?  Mas  bien  falta  habilidad  á  los  conducto- 
res que  docilidad  á  los  conducidos.  En  el  teatro  de  revoluciones  con- 
tinuas, la  casualidad  mas  bien  que  la  prudencia  ,  decide  de  la  suerte 
de  los  hombres. 

No  hay  regla  cierta  para  hacer  en  el  mundo  lo  que  se  llama  for-» 
tuna;  la  hs^  para  el  buen  éxito  6  para  merecer  la  estimación  gene- 
ral; por  lo  mismo,  es  prudencia  tener  siempre  alguna  incertidumbrer 
y  es  locura  entregarse  enteramente  á  ella.  v 

Se  dice  generalmente  que  el  mundo  se  aprende  por  sí  soloi  Es  cier- 
to que  es  el  mejor  modo  de  estudiarlo,  y  que  nunca  se  posee  su  ciencio 
sino  no  es  viéndolo;  pero  no  es  menos  cierto  que  se  necesita  atención, 
discernimiento  y  saberse  aprovechar  de  los  sucesos  y  de  las  costum- 
bres. Los  que  pretenden  conocerlo  por  medio  del  estudio,  no  tienen 
una  verdadera  idea  de  él,  no  lo  conocen  jamas. 

Los  hombres  mas  sabios  á  quienes  unos  estudios  profundos  y 
abstractos,  tienen  separados  del  trato  del  mundo,  contraen  en  el  ga- 


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—434— 
billete  ua  aire»  un  no  sé  (jué  ,  que  el  oiundo.aia»  «m^ble  na  piie<l# 
horrar.  Su3  coAOciraientoa  profundoe loüka/ifeii i^ourar coom uiw.qq^ 
vedad  que  se  deaea;  j^o  ioHcnsibleaiente  xr^ieWea  4?9iCriir  eo  lapfCttr 
ridad  de  donde  han  salido;  solo  duran  conocidos  el  tiempo  que  d^m 
la  curiosidad  que  escitaron,  .  t 

Se  dice  Creouejiteinente  que  el  mundo  es  la  ninnwoa  de  Ja  injut* 
ticin^  de  la  corrupción  y  de  todos  los  desórdenes^  La  mayor  parte  de 
lúa  que  lo  dicen  no  se  estienden  á  sí  mismos;  muchos  np saben  loque 
dicen,  y  solo  hablan  porque  asi  les  convienew  El  «uvdo,  como  una 
reunión  <le  hombres  de  todas  especies,  pro?ee  de  iodo ,  de  bien  y  de 
msA;  pero  como  interesado  en  la  conserracion  4^  la  sociedad,  es  a4 
mismo  tiempo  un  tribunal  severo,  en  que  se  j»sga  sia  apelación,  y  coa 
un  rigor  peculiar,  los  vicios  y  los  desórdenes  de  la  especie  humana* 
No  pexdona  jamas  una  falta,  por  mas  que  ae  empeñe  el  que  la  cóue» 
tió  ea  repararla:  nada  escucha,  condena  muchas  veces  basta  los  ta9^ 
ti  vos  que  se  tienen  para  apaciguarla.  Su  ánico  eastt^o  es  al  dospra- 
oíot^y  por  lo  mismo  an  inñecsibilidad  es  la  que  hace  temibles  sus  j*ji- 
cioa>  Habiéndole  ofendido  una  vez,  so  pierde  para  siempre  su  favor; 
todoa  están  sujetos  á  sus  decretos,  ios  grandes,  y  los  pequeños,Ios  ri- 
cos y  bs  pobres. 

PiMT  el  contrario,  al  que  mas  lo  ha  ofendido  es  al  que  mas  persi« 
gne;  y  como  nadie  carece  de  defectos,  le  es  fácil  sorprendemos  en  la 
menor  falta.  Por  lo  regular  mira  como  un  desorden  la  superioridad  que 
conceden  los  bienes  de  fortuna,  los  títulos  de  nobleza,  grita  frecuen- 
temente que  son  indignos  de  lo  uno  y  de  lo  otro. 

El  famoso  Catón  que  tanto  temia  los  juicios  del  mundo,  respon- 
dió á  uno  que  se  maravillaba  de  que  no  le  hubiese  erigido  una  está. 
tua:  Mas  quiero  oir  esta  pregunta ,  que  no  la  de  porque  me  la  eri, 
gieron. 

Los  que  han  pasado  su  vida  en  meditar  sobre  las  pasiones ,  en 
analizar  los  vicios  y  las  virtudes,  no  deben  ser  tan  difíciles  de  estima- 
como  lo  es  el  mundo.  A  este  no  se  le  engaña ,  quita  la  máscara  del 
hipócrita  mas  astuto ,  lo  que  aprueba  ó  lo  que  condena  después  de 
cierto  tiempo  [porque  siempre  tenia  algo  para  juzgar  mejor]  queda 
aprobado  ó  condenado  para  siempre. 

Esto  sucede  igualmente  éon  las  obras  de  ingenio  ó  del  arte,  lea 
concede  ó  les  niega  la  inmortalidad  que  piden»  Estiende  •■  oeosvra 
hasta  el  ridículo,  de  que  se  sabe  aprovechar  con  destreza,  y  alga 


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~^5- 
veces  aun  se  le  áeusa'  de  que  lea  tratn  peor  que  á  los  vicios;  no  lincien- 
do mii9iniH> áiviSttírm  eoivetlos,  elige  el  medio  mas segurode  corre. 
gfñtUM^  no  idencb  colpa  'suyá  que  leamos  mas  sensibles  &  tú  burla  que 
^ ^ilespfeero.     •'."-'    r  i-    ••"  -  - 

£1  mundo  es  muy  enquisito  para  su  gusto ;  no  lé  b^sta  que  sea- 
mos tí  rt  a  óéo* ,  quiere  que  seamos  también  amafites  :  abandona  con 
deaden  4  tos  que  <si^uiendo  una  ridfcula  6  mal  entendida  moral, 'á  na- 
da se  prestan,  y  hacen  insociables  las  virtudes  que  poseen ,  las  que 
solo  se  adoptan  "per  el  bien  ^  la  sociedad. 

Se  dice  por  lof egutart  d^confiad  óe\  mundo  que  apíanda;  pero 
también  se  puede  deeW  aprovechaos  de  los  aplausos  que  tributa,  pa'- 
m  que  los  merezcáis  mayores  y  mas  solidos.  Es  necesario  no  confun- 
dir el  mundo  con  la  turba  interesada  en  alabarnos,  siendo  esta  bástan- 
te «abarde  para  dar  Hicieneo  á  los  vicios;  bastante  corrompida  par- 
daeaar  auniaatar  el  número  de  los  que  el  mando  respetable  desapt ué^ 
ba  y  condeiia  con  juetieia. 

Na,  nanea  es  el  mundo  el  que  nos  pervierte.  A  la  vta  qae  se 
complaca  de  las  aeek>ae«  de  los  que  entran  en  él,  es  el  prinieré  qua* 
prohibe  qae  asta  complacencia  inspire  vanidad  :  sabiendo  coafener 
elogios  cuando  se  abosa  de  ellos,  conociendo  el  carácter  de  los  hom- 
bres, sabe  que  la  emulación  es  el  alma  de  las  grandes  eosas,  mffa  co- 
100  hijos  suyos  á  los  que  aprovechándose  de  sus  alabanzaa ,  han  Ba« 
bido  merecerlas  hasta  el  fin  de  su  carrera. 


EL.  TIEMPO. 


lios  antiguos  decían  qne  Saturno,  padre  de  los  Dioses  y  de  tos 
hombres,  devoraba  á  sus  bijos;  ingeniosa  alegoría  por  la  que  ciaban 
i  entender  que  todo  es  creado  y  destruido  por  el  tiempo:  bajo  el  re' 
^do  aspecto  nos  parece  el  tiempo  un  monstruo  espantoso  destinado 


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-43G— 
para  aniquilarnos:  asi  es  que  cada  bora  que  dá  al  relo}  la  aeiitiaiCM 
como  uti  golpe  de  la  terrible  guadañil  con  que  Saturno  vaarmadot 
He  aquí  una  de  las  principales  causas  por  que  deseamos  huir  del 
tiempo,  7  esto  con  tai  aturdimiento  que  nos  quejamos  inconsiderada* 
mente  de  su  ligereza,  de  su  duración  y  de  su  nratabiUdad.  Los  anona* 
tes  le  atribuyen  en  su  propia  inconstancia,  los  desgraciados  sus  desdi* 
chas,  los  ambiciosos  su  calda,  y  hasta  los  imperios  lo  hacen  causante 
de  su  ruina;  de  todo  se  le  culpa,  de  ios  decretos  del  cielo,  de  la  injus- 
ticia de  la  suerte,  de  los  desvarios  de  los  llonJ»jpea:  en  medio  de  todt> 
esto,  la  esperanza  pugna  porque  acelere  su  mareba  y  el  teoMM*  «fosea 
que  la  retarde. 

Por  lo  que  queda  dicho  se  obsenra  que  no  ha  sido  conocido  biea 
lo  que  es  el  tiempo;  pues  de  lo  contario  en  vez  de  mirarlo  eoi^O'  ua 
enemigo  destructor  se  le  consideraría  como  nuestra  verdadera  «xisteo* 
cía,  como  una  propiedad  que  enteramente  noa  perieneoe,  como  un 
caudal  que  podemos  manejarlo  á  nuestro  arbitrio 'éon  absoluta  iodo* 
pendencia,  caudal  que  lo  disipamos  pródigamente  y  lo  perdeoftos  sin 
sentimiento,  llegando  á  tal  estremo  nuestra  ineematcs  qae  miramo» 
con  agrado  á  los  que  nos  lo  hurtan,  al  paso  que  perseguimos  con  fu* 
ror  el  que  nos  quita  otra  cualquiera  propiedad  de  mocho  naénoa  Ta* 
lor.  Es  para  nosotros  el  tiempo  una  carga  tan  pesada  que  no  bace«> 
mos  mas  que  discurrir  el  modo  de  desembarazarnos  de  elki;  y  por 
una  de  las  frecuentes  contradicciones  que  se  notan  en  el  espíritu  Im* 
mano  estamos  siempre  buscando  los  medios  de  matar  el  tiempo,  al 
paso  que  nos  quejamos  de  la  brevedad  de  la  vida. 

Este  abandono  es  un  asunto  tan  esencial  y  de  tan  positi  vo  ínte- 
res, dimana  de  las  falsas  ideas  que  se  han  formado  del  tiempo  ¡>or  no 
haber  sabido  definirlo.  Por  lo  general  se  ha  dividido^el  tiempo  en  tres 
partes,  considerándolo  en  lo  pasado,  en  lo  presente  y  en  lo  futuro, 
pero  uno  de  los  antiguos  filósofos,  Crísipo  decía  ,  que  lo  pasado  no 
^existe,  ni  tampoco  lo  futuro,  sacando  por  consecuencia  que  lo  úni- 
co  es  lo  presente  y  que  en  el  debemes  únicamente  ocuparnos.  Otro 
filósofo,  Arquidamo,  afirmaba  que  lo  presente  nu  tiene  una  existen- 
cia real,  por  ser  divisible  en  dos  partes,  de  las  cuales  una  pertenece 
á  lo  pasado  y  otra  á  lo  futuro.  Adoptando  las  opiniones  de  estos  filoso* 
fos  podremos  decir  que  lo  pasado  no  existe,  que  lo  presente  no  es  na- 
da, y  que  lo  futuro  no  existe  tampoco,  deduciéndose  que  pora  noso- 
tros es  él  tiempo  una  cosa  nula.  Otros  filósofos  mas  modernos,  ski' 


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—437— 
llevar  taa  al  cabo  In  sutiloa,  oompuran  lofireaenle  á  la  elernídad,  re- 

daoiéadolo  por  este  me^io  á  ua  ponto  imperceptible  para  los  que 
pieasan  así,  ao  es  la  vida  otra  cosa  que  uaa  corta  peregrinacioD;  j 
el  mando  una  pesada  de  maj  corto  descanso;  aistenia  eieriamaate, . 
trístísiniey  por  qoe  eegiin  él,  tiene  el  hombre  que  preiiodír  de  la  rea- 
lidad de  la  vida  para  ocnparae  de  un  comprensible  pojr¥enir«  Una. 
variedad  tan  confusa  «de  Ofánionea  demuestra  que  aun  no  se  ba  podi^^ 
do  descubrir  la  verdad  aofare  esta  importante  materia,  y  que  entre* 
tanto  el  tiempo^  esteeSy «1  Satnrno  del  pagapiaoio»  sigue  caminan^ 
do  impánido  oon  au  inseenstancia,  su  rigor,  sus  alas  y  su  guada  ña-r 

A  esta  fabulosa  deidad  le  dan  los  hombres  diferente»  géneros  dcf 
onkos:  loa  i|ue  son  reputados  por  sabios  adoran  solamente  lo  pasado; 
la  esperiencia  no  le  presenta  la  verdad  sino  por  la  boca  de  los  muec*. 
tos;  la  memoria  reduce  su»  placeres  at  estudio  de  las  bellezas  destrui- 
das, y  solameMie  encuentran  flores  y  frutos  en  las  ruinas  de  la  antir 
gdedad,  Lea  anaantes  de  la  gloria  y  los  avaros  solamente  *fijan  su» 
mirada»  en  lo  futuro;  la  posteridad  y  una  innu>rtai  celebridad  ei  lo 
que  ven  los  primaros;  y  llenar  completamente  sus  cofres  es  lo  qne  ea- 
peran  loa  segundos.  £1  vulgo,  que  es  gobernado  generalmente  por  los 
seotidoe  sigue  sin  reflexionar  las  doctrinas  de  Epicuro;  se  deja  domi- 
nar por  lo  presente,  vé  con  indiferencia  lo  pasado  y  se  ocupa  muj  pp- 
co  del  porvenir;  él  solo  trata  de  sustraerse  á  los  pecares  que  incer 
aantemente  le  persiguen,  para  disfrutar  de  los  placeres  materiales  i 
que  ánicamente  aspira* 

No  vemos,  pues,  otra  cosa  que  estravios  en  la  aplicación  y  uso 
del  tiempo ,  y  esto  procede  de  no  haberlo  considerado  como  él  es 
en  sí,  coolentándose  ctm  mirarlo  como  lo  figura  la  imaginación:  ha 
qneriáo  hacerse  del  tien^>o  un  ser  independiente  de  nosotros  que  dis- 
pone de  las  cosas,  de  los  hechos  y  de  la  vida,  siendo  así  que  la  suce- 
cion  ma»  6  menos  rápidos  de  nuestros  pensamientos,  de  nuestros  de- 
seos y  de  nuestros  afectos  es  lo  que  arregla  la  medida  del  tiempo  pues 
hay  en  nuestra»  facultades  mil  medios  para  modificarlo,  alargarlo,  a- 
cortarlo,  detenerlo  y  apresurarlo,  Una  hora  no  es  la  misma  cantidad 
de  tiempo  para  un  hombre  que  duerme  que  para  otro  que  está  des- 
piertO)  para  el  ocioso  que  para  el  ocupado,  para  el  que  goza  qne  pa- 
ra el  que  sufre. 

El  tiempo,  ha  dicho  un  ^oeta,  es  la  imagen  movible  de  la  inmo- 
vible eternidad,  es  un  vacío  infinito  como  lo  es  el  espacio;  pero  como 


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—438— 
solamente  conoóemos  el  espacio  ,  su  medida  /  sus  dimenciones  por 

loft  puntos  ú  objetos  materiales  que  se  hallan  colocados  en  él,  si  fal-. 
tasen  estos  sería  para  nosotros  la  palabra  espacio  una  voz  ininteliji- 
ble:  esto  mismo  sucede  con  el  vacío  inñiiito  llamado  tiempo,  cuya  exis- 
tencia, medida  y  diuturnidad,  no  es  otra  cosa  que  Jp  que  señalan  el^ú' 
mero  y  sucesión  de  nuestras  ideas  y  sensaciones.  Si  todos  los  vivien- 
tes estuviesen  siempre  durmiendo,  no  existiria  el  tiempo  para  ellos;  y 
en  este  caso,  asi  como  no  se  le  da  marcha  al  espacio,  no  se  le  podría 
dar  al  tiempo:  por  tanto,  los  astros  y  todos  los  demás  cuerpos  y  seres 
innanimados  y  animados,  comprendiendo  el  espíritu  del  hombre,  son 
los  que  moviéndose  sin  cesar  en  los  dos  grandes  vacíos  del  espacio  y 
del  tiempo,  constitujjen  la  existencia  y  la  medida  del  prímero  y  del 
segundo* 

El  tiempo  existe  por  entero  en  nuestra  inteligencia  bajo  los  nom. 
brea  de  memoria,  pensamiento  y  previsión;  asi  que ,  el  uso  que  hace- 
mos de  estas  facultades  es  lo  que  nos  convierte  el  tiempo  mas  ó  mé~ 
DOS  Kpido:  el  pensamiento  que  tuve  6  la  memoria  ,  es  lo  pasado ;  e^ 
pensamiento  que  ahora  tengo  es  lo  presente:  el  pensamiento  que  ten' 
dréjo  la  previsión,  es  lo  futuro;  en  este  supuesto  el  tiempo  nada  pue- 
de sobre  nosotros,  por  el  contrario,  nosotros  tenemos  el  poder  dé  mog 
dificarlo.  Ahora  bien,  pasemos  á  discurrir  qué  medios  pueden  ser  los 
mejores  para  hacer  buen  uso  del  tiempo  y  procurarnos  una  vida  tran- 
quila y  agradable,  aprovechando  lo  presente  ,  ünica  parte  del  tiempo 
sobre  la  cual  es  inmediata  nuestra  acción.  Hablando  de  un  modo  me. 
tafisicO,  el  tiempo  presente  es  considerado  como  un  punto,  pero  en  lo 
morat  se  lo  puede  dar  mucha  mayor  estencion  ,  pues  no  tiene  duda 
qüti  htíestras  obras  buenas  y  malas  dejan  ciertas  huellas  ó*i  compla- 
cetieta  6  de  remordimiento,  que  sin  dificultad  se  pueden  confundir  con 
lo  pretefttet  sucede  también  con  bascante  frecuencia  ,  que  abandona, 
roos  lo  presente  para  ocuparnos  de  lo  futuro  ,  entregándonos  á  pro- 
yeetos  qoiméricos  6  á  esperanzas  infundadas  é  inseguras,  resultando 
que  desperdiciamos  un  tiempo  precioso  ,  el  cual  constituye  nuestro 
mas  verdadero  y  sólido  caudal,  que  debiéramos  invertir  con  mucha 
eoofiomla,  pues  no  es  tan  cuantioso  como  algunos  piensan. 

La  naturaleza  nos  ha  concedido  un  cortt»  número  de  años,  de  lo~ 
que  una  tercera  parte  por  lo  menos  se  van  en  el  sueno,  que  es  un  pa- 
recido retrato  de  la  muerte:  la  época  de  lá  infancia  es  una  especie  de 
vejetaeion,  y  los  años  de  la  decrepitud  son  todavía  algo  menos:  añá- 


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—439— 
desd  á  esto  el  tiempo  que  usurpan  las  enfermedades  y  las  pesadum- 
bres, que  son  unos  enemigos  independientes  de  nuestra  voluntad,  y 
sewerÍL  cuan  poco  tiempo  nos  queda  para  gozar  de  nuestra  existencia  y 
que  pérdida  tan  grande  hacemos  al  abandonar  un  solo  día  de  los  úti* 
les  de  nuestra  vida.  ParA  gozar  del  tiempo  presente  es  necesario  sa- 
ber buHcar  el  camino  de  la  felicidad,  que  es  lo  que  msH  se  ignora  y  por 
lo  que  mas  se  ansia:  entremos  pues  en  esta  carrera  reflexionando  que 
lo  presente  depende  de  lo  pasado  y  de  lo  futuro ,  y  que  como  la  ma- 
yor parte  del  tiempo  fa  ocupamos  en  recuerdos  de  lo  pasado,  en  |a 
ansiedad  de  futuras  esperanzas  y  en  la  agitación  de  temores  y  rece, 
los,  este  presente  se  nos  hace  molesto  y  huye  porque  no  lo  retenemos; 
pues  es  innegable  que  el  tiempo  es  rápido  ó  lento  en  su  marcha  se- 
gún se  lo  permiten  las  disposiciones  de  nuestro  espíritu. 

Para  convencerse  de  esta  verdad  observaremos ,  que  cuando  es- 
peramos una  cosa  deseada  parece  que  el  tiempo  se  detiene  haciendo. 
86  cada  minuto  una  hora;  esto  no  es  mas  que  huir  de  lo  presente,  ^Éf^Q' 
zar  á  lo  flituro,  envejecerse,  dar  pasos  hacia  la  muerte;  por  el  contra- 
rio, cuando  se  espera  ó  teme  una  desgracia,  se  hacen  los  minutos  ins- 
tantes, el  tiempo  vuela  y  se  trabaja  como  para  detenerlo.  ¡Qué  larga 
le  parece  la  noche  al  culpado  devorado  por  remordimientos!  Lo  pre- 
sente le  atormenta  ,  lo  futuro  le  horroriza  ;  quisiera  borrar  estas  dbs 
partes  del  tiempo  y  retrogadar  á  los  dias  de  la  niñez.  ¿Pero  que  nos 
parece  la  infancia  la  edad  de  oro  de  nuestra  vida?  Porque  en  ella  no 
86  retienen  sentimientos  de  lo  pasado  ni  se  teme  por  lo  futuro; ,4)uy a 
aparente  felicidad  se  desvanece  y  disipa  luego  que  somos  dominados 
por  la  melancolía  razón  6  por  el  activo  é  inquieto  juicio  previsor;  69» 
tas  dos  facultades  son  las  que  nos  pueden  hacer  felices  siendo  au^i* 
liadas  por  la  prudencia,  que  es  la  que  modera  los  gocjes  d^  lQ;|>re«€^|i- 
te,  haciéndolo  de  modo  que  no  puedan  que  dar  remordimieiji^  poc 
haberlo  perdido,  y  si  por  el  contrarío  dulces  recMerdos  que  convertiráA 
lo  futuro  en  un  tiempo  presente  muy  feliz  y  lleoip  de  satiafaccioaes* 

Lo  pasado  y  lo  futuro  son  los  dos  peligrosos  escollos  que  coa»' 
tantamente  nos  cercan  en  el  curso  de  nuestra  vida :  si  exaltado»  por» 
las  pasiones  nos  entregamos  á  los  placeres  con  que  ellas  nos  brindan  de 
presente,  sin  preveer  los  males  que  ocasionan  en  lo  futuro,  en. es- 
te caso  empleamos  el  placer  en  nuestra  desgracia,  y  por  ua  gti9to  p«^ 
sagero  nos  atraemos  largo  tiempo  de  pesares;  jugamos  «¿ertaiaeiite  ^« 
vida  contra  un  minuto:  así  es  como  la  imprevisión  de  los  hombres  los 


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_440— 
iiace  pródigos  sin  )pelisar  en  su  futura  ruina,  crueles  sin  temer  Ift  ?en- 

gailza»  ambieiosoi  sin  recelar  sa  caida  ,  intemperantes  sin  pensar  en 
]as  enfermedades,  j  egoistas  sin  presagiar  el  aislamiento  que  les  es- 
pera* De  todos  estos  peligros  se  salvarían  si  para  gozar  de  lo  presen, 
te  escuchasen  la  voz  de  la  prudencia,  que  es,  la  que  tiene  presente  lo 
pasado  y  ve  algo  de  lo  futuro.  Si  queremos  dominar  el  tiempo,  j  ha. 
cer  su  marcha  sosegada  y  agradable,  ocupémosle  con  utilidad,  mode* 
remos  nuestros  deseos ,  disminuyamos  nuestros  temores,  y  gocemos 
de  lo  presente,  no  solo  sin  causar  perjuicio  á  otro,  sino  haciéndole  to* 
do  el  bien  que  esté  en  nuestras  facultades  ;  de  esta  manera  y  no  de 
otra  podremos  asociar  la  sabiduría  con  la  moral.  Cuando  el  sabio 
vuelve  atrás  la  cabeza,  no  debe  ver  otra  cosa  que  vicios  combatidos^ 
triunfos  de  virtudes  y  productos  de  su  trabajo. 


^l(|)(|»^üVli^, 


VSL  CARIMBIVAIi  ÜMISVEZ  DE  dSKTEllOS. 

•■francisco  Jiménez  de  Clsneros,  célebre  hombre  de  estado,  ge. 
tieral  de  la  orden  de  S.  Francisco,  Arzobispo  de  Toledo,  cardenal  de 
la  Santa  Iglesia  y  regente  de  España  durante  la  minoridad  y  ausen- 
cia de  Carlos  I  de  España,  nació  en  Torre-Laguna ,  Castilla  en  1437. 
Los  celos,  la  envidia,  y  el  resentimiento  de  los  grandes  á  quienes  ha- 
bia  humillado,  le  echaban  en  cara  h  humildad  de  su  nacimienio,  co- 
mo sino  fuese  mayor  honor  el  hacerse  un  hombre  grande  por  sus  ta« 
lentos  y  virtudes,  que  heredar  una  nobleza  tal  vez  sin  merecerla.  De- 
seoso de  aplicarse  á'los  estudios  fué  á  Salamanca  ,  donde  en  pocos 
afíos  se  distinguió  en  las  aulas  de  filosofía  ,  teología,  derechos  civil  y 
canónico ,  aprendiendo  entre  tanto  las  lenguas  orientiles.  Ordenado 
de  sacerdote  fué  á  Roma  á  defender  ciertos  derechos  del  clero  espa- 
ñol, y  la  habilidad  con  que  desempeñó  esta  comisión ,  le  ganó  el  fa- 
vor del  papa  Sisto  IV.  La  muerte  de  su  padre  le  hizo  volver  á  Espa- 
ña para  atender  á  su  familia,  teniendo  muchos  hermanos  menores  y 
su  madre  poca  fortuna.  El  papa  (]uc  en  aquel  tiempo  tenía  patrona- 


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totalM  igleaUflde  Bs^oai  h  babia  dado  una  Bula  espectaliva  para 
•I  j^'umt  benaficie^iue  ?^|cara  eo  el  arzobispado  de  Toledo^  j  vjfican- 
tf9  una  prebeuda  de  Vce4ef  rwBÚó  dárfeia  el  ansobispo  pero  Jimenef 
obligó,  al  fia  á  equel  prelado  4  darle  el  beoefieio,  el  que  renunció  lue- 
go para  ir  &  eer  Yicajrio  general  del  obispado  de  Sigílenla»  bajo  el 
C9r4eaal  Ooo/ialez  de  Mendosa»  A  ecie  tiempo  uno  de  «ue  hermanoe 
af  ordenó  de  euieerdql9i  y  Jimenes  le  cedió  sus  baneficiot»  entrando 
W  la  orden  de  Ss^  Fraaci«eo»  Es  uu  engaño  suponer  que  Jiménez 
se  bizo  grande  en  la  comunidadi  al  contrario  su  profesiou  fué  bonor 
para  la  órden^  porque  eu  repuucion  estaba  ja  establecida  tanto  en  la 
corte  de  España  como  en. la  de  Boma» 

ProiDQTido  a|  arzobispo  de  Toledo  el  cardenal  de  Mendoza,  cu  jo 
provisor  j  vicario  general  babia  sido  Jiménez  en  Sigüenza*  lo  propuso 
á  la  Ueina  Isabel  de  Castilla  para  ser  su  confesor  ó  ^  lo  que  era  lo  mísuio 
para  ser  su  consejero  privado.  Aquella  gran  princesa,  que  conociaal 
mérito  de  las  personas,  puso  toda  su  confianza  en  Jiménez,  no  habien* 
do  asunto  alguno  político  que  no  consultase  con  su  con6»sor  ántdf  da 
presentarlo  al  Consf^.  de  Eatado»  Un  bombre  de  tanto  crédito  pro- 
metía mueba  utilidad  k  su  religión,  por  lo  que  los  frailes,  le  nombra* 
ron  provincial  de  Castilla.  Jiménez  babia  hedió  sus  votos  al  entrar 
en  la  religión  con  sinceridad  j  por  obediencia  admitip  el .  provincia- 
lato.  Su  primer  deber  era  hacer  la  visita  á  la  provincia,  j  observador 
de  su  regla  caminaba  siempre  á  pié  j  comiendo  de  limosna,  siendo 
tan  largas  las  jornadas  que  hacia  y  tan  pobre  la  comida  que  hallaban^ 
que  el  socio  y  el  lego  que  le  acompañaban  protestaron  contra  los  es- 
cráputos  del  provincial,  diciéndole  que  si  continuaban  en  su  estríctt- 
ca  observancia  se  moriiian  todos  tres  de  hambre  y  cansancio.  En  me- 
dio de  tanta  humildad,  Jiménez  mantenia  oque!  semblante  y  voz  da 
superioridad  con  que  la  naturaleza  había  marcado  al  hombre  gran* 
de. 

El  cardenal  de  Mendoza  estando  para  morir  suplicó  á  la  Reina 
nombrase  á  Jiménez  como  sucesor  al  arzobispado  de  Toledo»  La  prn« 
dente  Isabel  que  preveia  la  resistencia  que  habin  de  hacer  Jiménez  á 
tan  alta  dignidad  pidió  secretamente  las  Bulas  al  papa,  con  una  ezorta* 
cion  ü  orden  para  que  tomase  posesión  de  la  primera  silla  de  Espa« 
fía;  y  aunque  Fernando  V.  deseaba  aquella  dignidad  para  un  hijo  na* 
toral  que  tenía,  la  Reina  insistió  an  la  elevación  del  humilde  religioso 
y  su  hábil  consejero.  Alejandro  VI,  al  despachar  la  Bula  recomendó 

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&  la  Reinü  el  obligar  ai  religioso  á  rivir  con  la  |M)iíipa  eonv^titenteVI 
prímudo  de  Espnñá,  y  el  nuevo  arzobispo  se  sometió  af  mandato  fri 
todo  lo  esterlor  sin  renunciar  á  practicar  en  secreto  la»  pfivatioiiei  y 
penitencias  prescritas  por  la  regl.i  que  había  profesado.  Después  re- 
cibio  el  capelo,  aunque  desde  ahora  le  Ilamarettios  Cardeulrl. 

Obligado  ahora  á  desempeTiar  los  negocios  de  Estado,  los  embu- 
dos de  su  iglesia  y  el  manejo  de  los  conventos  de  str  orden  ,  y  con- 
vencido de  los  abusos  introducidos  en  las  contribuciones  del  pueblo,  en 
fos  cabildos  ecleciásticos  y  en  las  comunidades,  ei  vasto  genio  de  Ji- 
hienez  entró  sin  acobardarse  en  lucha  abierta,  contra  grandes  de  £t« 
paña,  ministros  subalternos,  canónigos  y  frailes,  quedando  todos  ven- 
cidos por  la  firmeza  y  prudencia  del  Cardenal,  recibiendo  las  bendi- 
ciones del  pueblo  por  los  beneficios  que  las  reformas  les  había  proda- 
do. Los  grandes  honores  que  gozaba  Jiménez  en  la  corte,  y  de  loi 
que  era  tan  digno,  ni  lo  engreran  ni  deslumhraban  ,  y  solo  le  serma 
de  estímulo  para  mantener  sn  actividad.  Sn  amor  por  el  érden  y 
justicia,  por  la  grandeza  y  caridad  era  el  ejemplo  de  sn  «éma  grande^ 
la  prudencia  y  perseverancia  eran  los  resortes  qtie  daban  efceto  é  sus 
obras,  edificando,  dotando,  restableciendo  cuanto  podía  eontributral 
bien  del  estado,  &  la  religión  y  á  las  ciencias. 

Fundada  y  dotada  por  él  la  universidad  de  Álcali  de  Henares» 
nombró  para  sus  cátedras  á  los  hombres  mas  hábiles  de  F4uropa  y  et* 
cojió  deentre  ellos  los  mas  idóneos  para  efectuar  una  empresa  ,ciiya 
idea  habla  concebido  desde  sn  juventud  y  á  cuyo  fin  hnbia  dirijido  sus 
estudios,  tal  fué  la  célebre  Biblia  Poligleta,  esto  es,  la  Biblia  escrita  en 
muchas  lenguas,  como  Hebreo  ,  Caldaico  ,  Sirio  ,  Griego ,  Lalin  y 
otros  idiomas,  el  libro  de  mayor  mérito  en  su  especie  pubKcado  hasta 
entonces,  y  que  ha  servido  después  de  tipo  y  modelo  para  todas  Iss 
biblias  peligrosas  publicadas  en  los  siglos  siguientes.  Así  mismo  ar- 
regló é  hizo  imprimir  el  antiguo  ritual  de  las  iglesias  de  España,  co- 
nocido por  el  nombre  de  Mozárabe,  que  eran  los  ritos  llamados  así  por 
haber  sido  usados  en  los  primeros  siglos  de  la  iglesia,  y  conservados 
por  los  cristianos  que  habían  permanecido  bajo  el  dominio  de  los  ira* 
bes ;  y  para  que  manuscritos  tan  antiguos  no  se  perdiesen  los  msii- 
dó  á  imprimir  y  repartir  ejemplares  en  las  mas  frecuentadas  lyfi¿í^ 
tecas  de  Europa. 

Conquistado  el  reino  de  Granada,  mantuvieron  los  Reyes  <J«**^ 
eos  en  la  nueva  capital  una  corle  muy  numerosa  por  consejo  del  Car- 


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¿eúü  Jimen^,  por  qivt  no  habiéndote  bedio  la  conversión,  d^  i»^ue- 
lk>»  üKurost  paligmria  la  tranquilidad»  publica  btijo  uu  solo  goberna- 
dMi  jTOttando  «e  modo  la  corta  tomo  á  su  cargo  el  Cardenal  la  cont. 
fte#s«Mi4e  aqu^Uoa^puevos  subditos.  El  espíritu  imperioso  y  decidida 
de  JimeneK  y  »o  libre  de  la  intolerancia  del  siglo,  le  sugirió  una  medi- 
da eotYM  golpe  decisif  o,  para  desterrar  el  raabomeiismo,  lo  qac  puso 
ea  «oaatirnaoton  al  territorio  conquistado»  el  golpe  fué  quemar  pú- 
bKeamenie  todos  los  ejemplares  del  Alcorán  que  pudo  obtener  por 
grado  ó  foorza*  La  consecuencia  fué  una  revolución  de  los  moros,  j 
para 'apaciguarla  pidió  al  Rey  un  perdón  general  para  todos  \o$  rO'- 
beldes  que. abrasasen  la  religión  cristiana.  ¡ Entraño  modo  de  conver- 
tir) prowikcar  á  los  infieles,  y  prometer  luego  perdón  á  los  qua  aban- 
donasen la  religión  en  cuya  defonaa  se  babiaa  armado.  Esto  mu^tra 
que  el  Caeáaoal  Jiménez  era  superior  ,  no  á  su  siglo  sino  tambieo 
ár  Um  imsibres  de  su  siglo*  Si  aquella  bogaera  pública  jiubiera  causa- 
do solamente  la  destrucción  de  mucho»  ejemplares  del  Alcorán  sacia 
de-poco  momento,  pero  el  daño  que  causo  en  ultramar  fué  mas  U- 
wantable;  porque  sirvió  de  ejemplo  á  los  primeros  misioneroa  en. Mi*. 
»eo«para  quemar  todos  los  escritos  fefogliAEM)9  é  historias  en  langv^ 
mexicana  que  pudieron  hallar  á  las  manos,  y  4Miya  pérdida  es  caua^ 
é%  no  poder  entenderse  loa  cuatro  ó  cinco  volúmenes  de  aquellos  ge- 
rogbficos  preservados  ahora  en  Europa. 

'  La  muerte  de  ia  Reina  Isabel  en  1504,  lejos  de  disminuir  el  cf^é- 
dtlo  del  Cardenal  quedó  m*is  consolidado  por  la  preponderancia  que 
babia  adquirido  como  arbitro  entre  «1  Rey  Fernando  y  el  arobiduqi^e 
Feüp&i  marido  de  la  infanta  doña  Juana  que  Uabia  heredado  la  cch 
roaa  de  Castilla,  pero  la  muerte  de  Felipe  poco  después,  dejando  Á 
•os  hijos  tiernoa  infantes,  produjo  obstáejulos  en  el  ministerio  del 
6ftrd«Mial  que  solo  sus  talentos  eatraordlnarios  pudieron  snperar.  El 
Bnperador  Maximiliano  y  el  Rey  Fernando,  abuelos  ambosdel  joven 
Carlos  de  Austria,  pretendían  eada  uno  un  derecho  igual  á  Ja  regen^ 
mdei  Castilla^  Femando  era  aborreaido  de  la  nobleza  oast^ana,, 
^rqu9  halna  sostenido  con  ^rmezael  poder  da  su  mugar  Isabel  .e0n<> 
Drai  los  grandes  de  Castilla,  y  por  esto,  asi  como  por  haberse  caaa^ 
nagundii  v«2  y  privar  en  caso  de  tener  hijo  varón  á  su  bga  doña  J^a^ka 
dol  rotnode  Ajragon,  se  declararon  por  Maximiliano^  Jiménez  que  np 
^podia  tolararda  idea  de  una  dominación  .esirangera,  aun<|ue  nunca 
hflbia  sido  favorecido  por  el  Rey  de  Aragón,  se  decidió  abiertamente 


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—444— 

por  él,  j  por  su  influjo  sobre  el  dero  y  el  pueblo  triunfo  de  los  nobles 

haciendo  reconocer  á  Fernando  como  regente  del  infante  y  como  go* 
bemador  de  CaMtilla,  aunque  á  la  sazón  se  hallaba  el  Rtjr  en  Nápolot* 
En  este  caso  fué  cuando  resplandeció  mas  la  habilidad  poHtiea  dd 
Cardenal.  Ninguna  nación  tenia  en  aquel  tiempo  ejército  pormaoeot« 
ó  del  gobierno,  /  cuando  se  necesitaban  tropas  las  supüan  los  aedo* 
res  con  sus  subditos  en  virtud  del  derecho  feudal.  El  genio  de  Jimeaes, 
fértil  en  recursos  le  sugirió  el  dar  á  todos  los  pueblos  el  derecho  do  le^ 
lerantar  tropas  para  mantener  so  libertad,  j  de  este  modo  tan  senctHo 
como  eficax  armo  la  nación  con  el  título  de  Comuneroe  contra  los  no- 
bles que  tuvieron  que  ceder  al  superior  talento  del  ministro* 

Vuelto  Fernando  á  España  7  encargado  del  gobierno  de  Coatí* 
Ha,  se  aplico  el  Cardenal  á  una  grande  empresa  que  había  antes  coii*^ 
cebido,  esta  fué  la  conquista  de  Oran  en  AÍKea,  Femando  no  «pro* 
baba  el  projecto,  pero  el  Cardenal  hacia  la  espedicion  á  wa  eosSa  y 
con  tropas  que  le  seguian  volantaríameote ,  por  lo  que  el  rej  josg¿ 
no  debia  oponerse  al  plan  del  arzobispo.  La  Europa  vié  entóneos  ua 
ejército  respetable,  reunido, pagado,  mantenido j mandado pornn s»> 
cerdote  como  le  llamaban  sus  ém«tlos ,  por  un  fraile  da  setenta  aR<Mi. 
Es  verdad  que  habia  escogido  para  dirijir  las  acciones  de  guerra  & 
un  gran  caudillo,  el  famoso  Pedjro  Navarro,  pero  este  orgulloso  ge» 
neral  no  podia  sufrir  verse  sujeto  en  todo,  j  dependiente  de  k  antoó* 
dad  de  un  eclesiástico,  y  Navarro  así  como  Leiva  se  habia  mostra- 
do ito  poco  indiferente  á  todo  lo  que  era  religión.  Elsta  ropugnanciat 
y  el  saber  que  el  rey  no  aprobaba  la  espedicion  ,  le  indujo  á  hacer 
mochas  intrigas  para  frustar  el  proyecto ,  hasta  consentir  á  la  tropa 
amotinarse  al  tiempo  del  embarque*  Sin  inmutarse  el  Cardenal  biso 
conducir  á  bordo  de  los  barcos  la  caja  militar,  todo  el  dinero  destina* 
do  á  pagar  los  sueldos,  y  sin  mas  reconvención,  bastó  esto  para  que 
todos  los  soldados  marchasen  de  su  propia  voluntad  4  embarearse* 
Efectuado  el  desembarco  en  África,  mandó  el  Cardenal  atacar  íame* 
diatamente  la  plaza,  y  su  firmeza  fué  sin  duda  ,  causa  de  la  vieteiía^ 
porque  Navarro,  aunque  el  mas  soberlno  é  intratable  getier iU  de  e« 
siglo,  se  vio  obligado  á  someterse  y  ejecutar  la  orden  absolata  de  «a 
viejo  y  sacerdote.  La  plaza  fué  tomada  con  pérdida  de  toda  la  guar- 
nición, y  el  Cardenal  volvió  á  España,  donde  fué  recibido  con  apiaitr 
*0B«  haciendo  su  entrada  en  trionfo  por  las  calles  de  Aleali  cea  loa 


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—445— 
etolaTOf  biechos  j  el  tesoro  recogido  por  delante  al  estilo  de  los  Ro- 
manos. 

Bl  Rey  de  Arajj^oo  Fernando  mario  en  1516,  dejando  en  su  tes- 
tamento nombrado  al  Cardenal  Jiménez ,  como  regente  de  los  reinos 
de  Castilla  y  Aragón,  durante  la  aufiencia  de  su  nieto  y  heredero  Car*» 
loa  que  á  este  tiempo  tenia  diez  y  seis  años.  Los  grandes  de  España 
no  aprobaron  este  nombramiento  ,  desdeñosos  no  solo  de  rendir  su 
misión  á  uno  inferior  á  ellos  en  nacimiento  ,  mas  aun  atrevido  tni- 
nistro  que  les  habia  <|uitado  las  donaciones  y  privilegios  que  sus  abue- 
loa  habían  obtenido  de  los  Reyes  anteriores,  y  solo  la  necesidad  leu 
aometia  á  obedecer  al  talento  superior.  Luego  que  el  Cardenal  regen- 
te tomo  posesión  del  palacio,  fué  una  diputación  ,  compuesta  de  los 
nobles  mas  distinguidos,  á  preguntarle  arrogantemente  en  virtud  de 
que  poder  habia  tomado  la  regencia  de  España;  el  Cardenal  con  su 
acostumbrada  aerenidad  hizo  señas  á  la  diputación  que  le  siguiese,  y 
acercándolos  á  un  gran  balcón  les  mostró  su  guardia  que  habia  man- 
d«do  poner  sobre  las  armas  en  aquel  campo  ,  y  estendiendo  el  brazo 
hieta  el  campo  marcial  les  dijo:  '*En  virtud  de  aquel  poder  gobier- 
no yo  Y  he  de  gobernar  á  España,  hasta  que  el  príncipe  Carlos  ven* 
ga  y  reciba  el  reino  cuya  regencia  me  han  confiado.**  Y  haciendo 
una  seña  con  el  pañuelo,  hizo  una  descarga  la  artillería  que  puso  en 
consternación  á  los  nobles,  mientras  que  el  Cardenal,  les  dijo:  Heeo 
est  última  ratio  regum,  y  luego  se  retiró  la  diputación. 

Los  enemigos  de  la  inquisición  mas  bien  que  del  Cardenal  Ji- 
ménez, le  acusan  de  que  durante  los  once  años  en  que  fué  inquisi- 
dor general,  fueron  condenados  mas  de  cincuenta  mil  personas;  pero 
los  miamos  que  alegan  esto  confiesan,  que  el  Cardenal  Mendoza,  por 
consej<»  de  su  vicario  general  y  consejero  Jiménez,  se  habia  opuesto 
al  establecimiento  del  odioso  tribunal;  prueba  de  que  Jiménez 
cuando  inquisidor ,  no  pudo  resistir  los  abusos  de  aquel  siglo  encu- 
biertos con  la  religión.  En  la  biblioteca  de  San  Isidoro  en  Madrid  sé 
cooserva  un  manuscrito  del  Cardenal  Jiménez,  titulado:  '^Gobierno 
de  Principe**  y  dedicado  á  Carlos  de  Austria,  6  Carlos  I  en  Espa- 
ña, en  el  que  muestra  los  abusos  de  la  inquisición  y  particularmente 
las  formas  secretas  de  sus  procedimientos,  proponiendo  reformas  muy 
sabias. 

El  Cardenal  había  llegado  ya  á  cerca  de  sus  80  años,  y  aunque 
muy  enfermo  continuaba  en  la  administración  de  la  regencia,  con  él 


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—446— 

colega  Adriano,  obií^po  de  Utrecht ,  y  preceptor  que  liabia  lido  dq 
príncipe  Carlos;  pero  oponiéndose  siempre  con  firmeza  k  la  ambi- 
ción de  los  cortesanos  flamencos  lo  que  produjo  al  fin  su  deshacía, 
sí  puede  ser  desgraciado  el  ijitimo  paso  de  un  grande  hombre,  y  en 
la  mayor  ancianidad  ,  á  su  sepulcro.  Todos  los  hechos  de  su  admi- 
nistración habian  sido  dirigidos  al  bien  de  su  nación  y  al  interés  del 
Rey  en  su  minoridad;  pero  seducido  el  principe,  cuando  declarado  ya 
de  edad  y  que  podía  mandar,  escribió  una  carta  al  anciano  y  patrio- 
ta Cardenal,  diciéndole:  que  cesase  en  entender  en  los  negocios  del 
estado,  y  se  retirase  á  si,i  arzobispado  á  descanzar  como  tanto  habla 
deseado.  Afligido  al  ver  tanta  ingratitud,  y  mas  quizás  con  la  idea  de 
que  la  rapacidad  de  los  flamencos  iba  á  quedar  sin  barreda  que  ía 
contuviese,  murió  pocas  horas  después  de  haber  recibido  el  frió  des. 
pacho  autógrafo  en  1517,  á  los  31  años  de  su  edad. 

El  cardenal  Jiménez  poseia  en  algo  grado  las  cualidades  de  un 
gran  político,  sagacidad,  prudencia  y  firmeza:  con  la  primera  preveía 
muy  de  antemano  los  acontecimientos  posibles;  con  la  segunda  cal- 
culaba lentamente  las  medidas  convenientes  para  asegurarlos  6  efi- 
tartos;  y  con  la  tercera  hacia  ejecutar  con  tanta  prontitud  como  exac- 
titud lo  que  una  vez  estaba  ya  resuelto.  En  medio  dtil  desorden  en 
que  se  hallaban  las  coronas  de  Aragón  y  Castilla  al  tiempo  de  su 
unión  en  el  reinado  de  una  princesa  demente ,  arregló  las  contribu- 
ciones, pagó  la  deuda  nacional,  recobró  las  tierras  y  pueblos  usurpa- 
do! á  la  corona  de  Castilla,  y  mantuvo  el  orden  publico.  Fué  acusa- 
do de  orgullo  y  severidad,  porque  humilló  con  mano  fuerte  lu  sober- 
bia de  los  grandes;  no  es  á  la  verdad  orgulloso  el  carácter  de  un  mi- 
nistro humilde  que  abate  la  arrogancia  de  los  nobles  desmandados, 
ni  severa  la  administración  que  solo  busca  hacer  obedecer  la  ley.  El 
Cardenal  Jiménez  era  en  efecto  un  grande  hombre ,  su  vida  y  su  ad- 
ministración han  merecido  los  elogios  de  los  mas  ilustres  escritores 
en  los  dos  últimos  siglos. 


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_447— 

LOS  PMIOS  DE  MOmCZOMl. 

«-r* 

9IOTIC1AS  QUE  DAIV  DE  ELIiOS  lA^  COlV^llJIST ADORES. 

L/HHudo  lo9  espaaoles  oonquistaroo  este  país,  se  sorprendÍAron 
coD  razoD  de  la  magnificencia  verdaderamente  regia  que  notaron  en 
'os  principales  edificios  de  México,  y  sobre  todo  ,  en  los  palacios  y 
quintas  imperiales.  Tanto  mayor  debe  haber  sido  esta  sorpresa,  cuan- 
^)  que  no  podian  esperar  tantos  adelantos  y  civilización  en  un  pue- 
blo, por  tantos  aáglos  incomunicado  con  las  naciones  mas  cultas  de 
la  tierra. 

Bajo  el  reinado  de  Mocteuzoma  II,  México  había  comenzado  á 
deiarxoUar  aquellas  ideas  de  lujo,  de  ostentación  y  de  grandeza,  que 
hÍq  duda  a(|quirieron  en  Asia  los  progenitores  de  los  aztecas;  que  con- 
servaron por  una  constante  tradición;  pero  que  no  habian  podido  has- 
ta entonces  realizar  por  las  adversidades  que  humillaron  tanto  tiem* 
po  á  los  mejicanos  antes  de  enseñorearse  del  pais,  despojando  de  él 
á  los  antiguos  chichimecas.  No  hablaretnos  ahora,  ni  de  la  pompa  y 
magnificencia  con  que  vivia  Mocteuzoma  en  lo  interior  de  sus  habí* 
taciones,  ni  del  ceremonial  que  en  su  córtese  observaba  estrictamen- 
te^ ni  del  aparato  y  grandeza  con  que  se  hacia  conducir  por  los  prin- 
cipes y  señores  de  su  imperio  cuando  salia  de  las  residencias  impa* 
ríales;  esto  será  objeto  de  otro  artículo;  en  éste  nos  limitaremos  i  ha- 
blar de  lo  que  había  de  material  en  los  palacios.  Por  desgracia,  los 
conquistadores  no  tuvieron  la  curiosidad  de  hacer  levantar  planos  y 
vistas  de  los  edificios  imperiales  de  México,  antes  de  destruirlos;  y 
sin  duda  que  talos  planos  y  perspectivas  se  habian  podido  formar  muy 
fáoilmentei  no  por  leus  españoles^  entre  los  que  no  había  quizás  un  so 
lo  dibujante  pero  sí  por  ipuchos  indios  que  dieron  tantas  pruebas 
de  conocimiento  en  la  pintura  «  diseñando  los  barcos  de  Cortés,  y 
cuantos  objetos  hizo  él  mismo  dibujar  para  que  sirviesen  de  mode- 
lo de  las  obras  de  plata  y  oro  que  se  fundieron  en  Méjico  para  re- 
mitirse á  Carlos  y.  No  obstante;  las  noticias  que  los  primeros  his* 


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—448- 

toríndores  de  la  conquista  nos  dejaron  ■o|>re  los  edificios  imperia- 
les de  México,  aunque  no  son  suficientes  para  formar  una  id«B 
exacta  de  su  arquitectura,  bastan  para  conocer  la  graadesa  /  el  lujo 
de  aquellas  obras,  el  buen  gusto  que  dominaba  en  ellas*  y  el  enoraie 
costo  con  que  habían  sido  formadas. 

Estractaremos  lo  que  Clavijero  ha  escrito  sobre  este  objeto,  j 
añadiremos  lo  que  nos  refieren  sobre  el  mismo  Cortés  j  Bernal  Dtais 
del  Castillo,  que  vieron  y  observaron  prolijamente  las  diferentes  obras 
á  que  este  articulo  se  refiere. 

Clavijero,  después  de  describir  la  pompa  y  cereaioiitiil  de  la  cor- 
te de  Mocteuzoma,  dice:  '^Correspondian  á  todo  este  pomposo  apa« 
rato  la  grandeza  7  magnificencia  de  las  casas  reales ,  de  las  qaintas, 
bosques  7  jardines.  El  palacio  de  su  ordinaria  residencia,  era  tni  bae« 
to  edificio  de  piedra  y  eal^  con  yeinte  poertas  qoe  daban  á  la  plaaa 
7  á  las  calles ,  tres  grandes  patios ,  7  en  uno  de  ellos  una  hermosa 
fuente,  muchas  salas,  7  mas  de  cien  piezas  pequeñas*  Algunas  de  las 
cámaras  tenían  los  muros  cubiertos  de  mármol  ^  6  de  otra  hermosa 
piedra.  Los  techos  eran  de  cedro,  de  ciprés,  6  de  otra  exelente  made* 
ra,  bien  trabajada  7  adornada.  Entre  las  salas  había  una  tan  grande 
que,  según  un  testigo  de  vista,  cabían  en  ella  9.000  hombres. 

Antes  de  pasar  adelante  ,  7  para  que  no  se  crea  qne  el  Abate 
Clayijero,  como  mexicano,  ha  exagerado  al  hacer  esta  descripción 
del  principal  palacio  de  Mocteuzoma,  diremos  que  esta  relaciones' 
tá  apo7ada  en  la  que  hicieron  testigos  presenciales.  El  Conquista- 
dor anónimo,  citado  por  el  mismo  Clavijero,  es  el  que  asegura  haber 
TÍsto  la  sala  en  que  regula  podían  caber  3.000  hombres,  7  aflade:  qn^' 
habiendo  estado  cuatro  veces  en  el  palacio,  7  andando  por  él  hasta 
cansarse,  no  pudo  verlo  todo. 

Los  habitantes  de  Tlaxcala  7  otros  que  conocieron  fa  viva  in* 
clinacion  de  Cortés  á  las  riquezas ,  le  exageraron  de  propósito  laa 
de  Mocteuzoma  para  animarlo  mas  á  la  conquista  de  México,  7  pcir 
«so  él  mismo  Mocteuzoma  en  la  primera  risita  que  el  conquistador 
)e  hizo  en  su  palacio,  le  decía,  según  Bernal  Díaz  refiere!  '*Maiinche, 
bien  sé  que  te  han  dicho  esos  de  Tlaxcala ,  con  quien  tanta  amistad 
habéis  tomado,  que  70  que  S07  como  Dios  ó  Teule;  que  cuanto  hay 
en  mis  casas  es  todo  oro  ,  plata  y  piedras  preciosas  :  bien  tengo  co- 
nocido que  como  sois  entendidos,  no  lo  creiades,  7  lo  teniades  por  bur* 
la  que  ahora,  señor  Malinche  ,  veis  mí  cuerpo  de  hueso  7  de  carne 


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eomah»  iritestnfs:  mw  canas  y  palacio  défiñflrtti  mulera  y  daií^át 
ii»r:yo'graii  Bey;  tlwoy^y  tener  riquei^^s^  mu  anteoaioreB  tá  tengo; 
tmlB  nola» 4oeérc|8  y  muirás  que  de  mroe  han  dicho:  asi  que  tara- 
Iúbo'íqm  (eoeís  popr  baiiÉ^  ceoto  ysa  tengo  íéde  nuestros  truenos  j  re- 
lámpagos." No  obstaste  testas  obsemiAetooeH  de  Mtote^sonia;  ñié 
gffmde  la  sorpráa;qii6'4atl8Ó.iá  Cortee'  la  grandita%  de  los  palacios 
de  Mé»oO|  pues  escribiendo  sobre  esto  á  Carlos  V.,  le  dife^:  ^^Tetiía 
(Moetenaiondn)  así  fuera  dé  ladodtid  coibo  dentro,  iDüchas  casas  de 
placer^  y  <eada  itáa  de  su  manera  de  pasatiempo,  tan  bien  labradas, 
eUMto  se  potkíftKkoirv  y  ««miéis  feqafsrtao  ser  psfa  un  gran  principé 
y  señor.  .i 

'  ti'Teifia  dentm  de  la^siádad* aasrcosas  de  aposentamiento,  tales  y 
tao' aaatwillosat,  qoe  «te  parecería  casi  imposible  decir  la  bondad  y 
l^att<iezadeelia8.>A  portanto  ,  no  me  pondré  en  espresar  bosas  de 
eMasí  mn9-de  qu¿,eu  &paMm  no  km^  su  semejabU,*^ 

MvtneA  Díaz  no  nos  dá  una  idea  e^cacta  déla  distribución  del  pa- 
laeia  principal  doMoctaueoma;  pero  desoribe  tan  minuciosamente  el 
aerettvoaiat  de  su  corte,  la  grande  servifdambre  que  lo  asistía,  y  la 
asudtitud'de  empleados  páblicoH  que  habitaban  en  aquel  edificio,  qué 
por  esto ' solo  se  puede  venir  en  conocimiento  de  la  magnificencia  de 
aquel  edificio. 

Otro  de  los  principales  palacios  de  Moctenzoma  era  el  de  su  padre 
d  Bey  Axayaeatl;  donde  fué  hospedado  Cortés,  y  que  parece  estaba  si- 
tuadoente  e»lle  d«  la  fistampn  de8anta  Teresa  la  Antigua.  Ctatijero 
dice:  **Que  cuando  se  retiro  Moeteuzoma  de  este  palacio:  dejando  allí 
á  Cortee^  este  cameazóá  ezamioar  todos  los  departamentos  del  edi- 
ficio pera  distribuir  los  alojamientos  para  su  tropa." 

**E  volvamos,  ^1100  Bev nal  Diaz,  á-  nuestra  entrada  en  México, 
que  nos  llevaron  4  aposentar  á  unas  grandes  casas  donde  hahia  apo- 
eencoe  para  tedos  nosotros,  que  habían  sido  de  su  padre,  del  gran 
Mocteusoma,  que  se  decía  ÁJtacayátl  donde  en  aquella  sa¿on  tenia  el 
gran  Mocteozoma  sus  grandes  adorátorios  de  ídolos,  é  tenia  una  re- 
cámara muy  secreta  de  piezas  y  joyas  de  oro,  que  era  como  tesoro 
dolo  que  había  heredado  de  su  padre  Axajriieatl  que  no  tocaba  en 
ello,  y  asi  n^ismo  nos  llevaron  á  aposentar  en  aquella  casa,  por  causa 
que  como  nos  llamaban  Teulés  [dioses]^  é  por  tales  nos  tenían* 
Sea  de  tina  tornera  fr^e^otre,:  alli  bc/s  llevaron,  donde  tenia  hecho 
gmndet  estrados  y  salas  níuy  é^ntoldadás  de  paramentos  de  la  tíbrra, 

57 


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-449— 
Ifíira»  nnestro  Oi^itMiv  y  paío  eádauíiode  oototéM  frtras  etnaa  dees* 
ra«,  y  unas  (oidiUos  eA49ÍBMt  que  nó  ae  d&  aistt  Gatea,  por  raoj  grtttt 
8eríori]Qe  aea,  porque  no  las  «aan,  /  todos  aquelkis  palaeloa  vmxf  Is- 
didoi,*y  encaladoa  j  bartridos,  y eerainadaa.  Aftadeqiteia  saladesti^ 
nada  para.  Coftéé  estaba •  muy  rteeníiente  aderesadá* 
• «    .A>i*nqaejiM)  mey  eireulistaiiciildameale  hablen  algneea  híslorís* 
ideret  de  Ja. conquista  de  otros  deapalaeioe  principales  que  téntli 
Mofiteusoma,  uno  que  parece  era  un  grande  arsenal,  ea  que  ee  Mil* 
eaba  7  gpai^aba  el  amameoto»  y  oire  qee  esCaba^dealitiado  pare  la 
vesideeoiade  I(m  emperadores  en  los  día* de  Into^e  de  ayunos  y  réér 
ro  que  exigían  sus  creencias  religiosas. 

'^Pfjemos  de  faablar  (deeia  Barfiel  Oías)  de  le»libree.y  eves- 
fafif  pnief  TA  fuera  de  nue«ira.relaefeoii  y  dj^awea  cerne  tenni  iiee^ 
te^uzomf  doa.castts  llenes  de  todo  géneros  de  «rmeey  muehaede 
ellas  ricas  con  oro  y  pedreriasi  coaio  eran  rodelas  grandes  y  chieas, 
j  uaas  como  macanas ,  y  otras  á  manera  de  espadas,  é  otras  lan- 
i&as  mas  brgas que  las  nuestras,  con  una  brazado  Cuehüla,  yen- 
igaftadas  en  ellas  muchas  navajas,  que  aunque  den  con  elle  ee  ea 
broquel  6  rodela,  np  f^Jt^n;  é  cortan  en  fin,  como  navajas  qaeae 
rapan  con  ellas  las  cabezas:  y  tenían  muy  buetíoa  arcos  y  flechas,  y 
▼aríns  de  á  dos  gajos,  y  otras  de  á  uno  con  sus  tiradoreá  ]f  muebaa 
hondas  y.  piedras  rollizas,  hechas  á  mano,  y  unos  como  payeses,  que 
aon  de  arte  que  los  pueden  arrollar  arriba  cuando  no  pelean,  por* 
que  no  les  estorbe,  y  al  tiempo  de  pelear  cuando  son  meaesüer  loé  de- 
J4f»  cai^r,  él  quedan,  cubiertos  tusouerpes  de  arñba  ebejok 

También  tenia  muchas  armas  de  algeden  ooMiadas;  y  mámete 
te  labradas  por  de  fuera,  de  plumas  de  muchoe  edores  4  manera  de 
divisasi  é  inv^ncioAes»  y  tenían  otros  como  oapaoettii,  y  cascos  de 
madera  y  d^  huf^o  también  muy  labrados  de  piamA  por  dcfuerst  y 
tenían  otras  a|:mnf  de  otras  hechuras,  que  perescusarprolixidad  las 
dejo  de  decir;  y  sus  oficiales  que  siempre  labraban  y  eatendian  en 
ellO|  y  mayordomos  qu^  tenian  cargp  de  las  cosas  de  armes»'" 

Hemos  copiadp  literalmente  las  relaciones  de  dos  testjgos  pre- 
senciales y  ^spanoles,  Cortés  y  Bernal  Díaz;  porque  orili  a  ariamente 
se  cree  que  hay  exageración  en  cuanto  se  refiero  á  la  grandeza  an- 
tigua de  México,  [irincipalmente  cuando  se  asegMjra,  como  lo  dice 
Cortés  cspresamente,  que  en  elgunos  puptos  ^s  mexicanos  del  tiem- 
po de  la  oonquiíjta  estaban  mas  adelantadas  en  civilizeoioa  que  mi^ 


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ahM  i|aflteM»  «iimHM»  ^  que  áhom  h»vim  Jmhm^'Hkrm  km 
jiUffWi  da  MocteuzíHaMir  QO  ea  «ioe  aotasgo  de  tu  Mtf  eificeneM^ 
daJa.^nenoeejtfifdalayMar  luia  ideaoeliel  sino  «oaado  ee  lee  le 
deií^iípeÍDii  que  iikteMO  lee  mÍBoiee  oonqaifi$dei«s  del  oefenieniftl  de 
en eeite, de  ea pneteneae  ew^idnaibre»  de eue  aerrattee> desee  jttdK 
«es»  kimníie4eena>  xe«Mui4e  otmpo,  ea  que  ertebe  aves«  peees,  fie- 
lee  y  ceenleí  tefambe  eeeeooeiea  ee  Aeehvieo  7  en  otree  cemereaé 

De.leepelecíeadieiBiQeteOEoma  nada  qitedé  ea )iíé;  tod» fM 
deetiiHdo  por  lee  eapeieke,  piiee  ee  tímn  eaMdo  qoe  Cortés  per 
abremrla  toma  de  México,  deetíaó  «m  gran  nérmefo  de  dáacaltecaa 
qaeeiiHileee'deaepadefea  deneelli^aa-liaÉta  los  dmíeiitM  los  princi* 
paisa  ééáma^i  f  4f  eepoe»  elloe  aliemos  7  los  metidaaos  leedMearon  la 
eMaé  bejo^om^Amita. 


f  <lftH^  ■!     II 


tnravziAiizBABias 

m-Ámunos  Autores  y  sabios  italianos. 


<Ilac<Ao  Claveiro^  ere  aa  noble  remifno  amigo  de  los  Farnecios 
Y  eepeeíalfiieate  de  an  peteonaje  ilustre  de  esta  ñiroilia;  el  cardenal 
Jlclsjandró;  el  espíritu ,  la  graeta  7'ef  saber ,  que  adornaron  so  edad 
madera,  jiistífleafon  las  felices  disposiciones  que  había  manifestado 
%a^  jarstttttdt  pero  ta  ranidad,  qué  contenia  en  ciertos  limites  es  el 
taóf4l  de  las  belfas  acciones,  habla  llegado  á  ser  en  él  lo  que  en  nues- 
tro sfglo  se  llamaría  una  monomanía.  Ardiendo  en  la  sed  inestingtii- 
ble  de  alabanzas ,  no  habla  espedientes  por  pueriles  7  ridículos  que 
fueran  que  no  pusiera  en  práctica  para  procurárselas.        ^ 

'Animado  déla  esperanza  de  llegar  i  una  alta  dignidad  eclé- 
sl&stfea  se  hizo  ordenar,  7  sus  superiores  lo  enviaban  anualmente  co- 
mo confesor  7  predicador  4  una  ciudad  de  Italia,  donde  habia  un  cé- 
lebre colegio.  Cerca  de  éste,  se  encontraba  precisamente  la  casa  de 
CVaverfo,  7  observaba  con  cuidado  los  que  pasaban  diariamente  bajo 


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^        -4»- 

•M  Woanefe.fiÉAtido  M  le  Mñiüaba  «IgiUo  ip»^Uptiiieiil«»  paivia 

poesúa  6  la  ^kicuenciá,  lo  liai»«iibír  ydesfHMs^de'lHi^U^eAogMt 
muoho^acariciádolo.y  cegaláflolo  oaaoonBtcta8'jrf|Batel6i,tÍ4>ait'iia'^ 
Cuba  la  proiD«8a^4e  ^mú  fneza  ea  vaooió  «ni  peoaa  dingtda  4«utpt«H 
pin  Alabanza,  ouf4>  prd«n  dictaba  el  knmif)^  AaicAítuve  ckinMJi«» 
j6veoe»y  que  ea  lo  de  adelante  ilegeron  átei  s^«bfaf,/aiiai<faleettM» 
de  muy  booUoB  .verso»  ea  su  hooon  Loapoeia&^deai^piMJ^úiBpoine^aí 
escaparon  de  sus  importunidades,  Auibal  Caro,  el  Tas8a^3mm0»  Vw- 
ofait  Jolio  Gétiar  SteUay  FelieífWf,fuefieil  pastos  <áitcpBAnbucíon: 
todos  dierop  v^j^sos  en  ce)ebrid^  <Jíe,..C(ifti(^ÍQr  ReíAoieodp  6$tetUa 
preciosa  materia  forqió  4o^  vaJMq|0Qes ,,  ^  uao¡en  l^M» ,  y^eiaUm, «A 
italiano,  y  ala  cal:feza  de  c«4a  ufu>  A?  eUos  «0  i^iao  ^  4 van  de(eU> 
los  porme^fiOrm.  de  ^u^vid^*  Aiuu|ue.era  irigom^jr  eit|Ui|ii  U^i^íd» 
conocimieotos,  esta  vanidad  sin  embargo,  lo  h^  objfHQ  4j9  l^i^tmAI'h 
rio  bastante  viejo  en  Roma,  en  1600. 

Nicolao  Masíni  de  Caseoa ,  que  vivía,  poco  mas  6  menos  en  el 
teísmo  tiempo  tenia  otro  género  de  originalidad :  su  pretensión  era 
aun  mas  estravagante.  Estaba  muy  versado  en  las  bellas  letras  y  en 
los  conocimientos  abstractos.  Las  n^atei^átic^s^la  filosofía  y  la  medi* 
ciña  le  eran  familiares:  ere  admirable  en  esta  últim#  ciencia  y  ejecuto 
cufM^ones  tff  maravillosas  que  los  mas  |[raode$  se^or^^^í  y.  amiioa 
principes  de  su  tiempo,  ocurriau  á  él. 

£1  Papa  Clemente  VIII  le  eseiibió  diciéndole  que  lo  nombraba 
8«  primer  médico,  y  le  suplicaba  fuese  á  vivir  á  Roma  para  desem- 
peñar suiempleo.  ]M(asiiu  Uipia.  un»  ^i^a  Jlam^dfi»  ^S/imt^t,^  quien 
coasujtebí^, todas  sMfii  cosas  y.cujof  cornejos  seguia  ci^a«9m4^Ü9w 
ploró^.pil^K,  la  opinioJ9  de  e^ta  m,uger,  y  luego  escri^MÓ  al  F^pa  qo^ 
np  podia  C9paplacerlo«  por<;i»e  su  qrifida  noerade.flp^Hia4|UQm|i^ 
ra  de^ISMcilio  lo  que  hisu)  de^eir  ¿  los  burlistpis  de  Ro^ia»  qpe 
Mfu^ipi  tenia  mas  deferencia  por  su  l^aatii  q^ei  por  su  sanUdad.  P^^^ 
lo  que  exitnba  mas  la  lisa,  era  el  cuidado  miau(^of»o  cctn  que  formí^ 
de  su  propio  puño  una  lista  exacta  de  19(^0  lo  que  debia  aeoRipi|&4f;i 
lo  cuando  proyectaba  algún  yiage.  Hombres»  paballps,  pef r0«^  ly^e^io 
lios  de  cocina,  correas  y  los.  objetos  mas  inaigpi^ciiptei.^f^in  allí 
cg^n^pr^kendidos,  Cuando  Uegeba  eJ  dia.de  la  partida ,  tomaba  su  Üe^ 
ta  cori  la  mayor  seriedad,  del  mundo,  y  llamaba  por  su  órden.y  f^n  f^? 
ta  vojfj^  ^as^sus^partiidas  co^yepzando  por  sí  mismo:  ¿Nicolasl  y  ^1 
mismo  re9f)Qndia:  ¡ptjescniel  Llamaba  cle/spues  &,iHa  exilados  j.cppM 


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fba«'AíMf <foe ibs  f^VinyU^  ctíhaliiityeiphifiáíéfñn  áT  llamado  dált«> 
#»'lá'emité8t»'cron'i^%i^rÍ¿'A  ocostunibfada  ^  un  cnador  [á  quSen  ¿n 
éttía  háUa  dUdd  í^ú  comUion]  respondía  por 'elhi9,  imitando  el  retío,- 
dio  de  los  etóaltós/y'ef  ladrido  dfe  los  perros.  Délos  animales  se  pa- 
iabfl  á  los  pa<iiiet4é  y  emb(^ttoH6s,  y  no  se  ponía  en  camino  sino  cuaa- 
Aí%e  Irábia'tenfiftníádo  esta  ceremonia. 

'•'  ^Noípodlá  gnMf  qnc  6e  asara  dé  Fa  agua  fria  y  del  vino  helado: 
su'adversion  agestas  cosas  estaba  de  'ínanitiesto  en  iin  libro  que  inti- 
tofo:  Del  nso  de  láit'h'eMdcts  frias.  Estnbleci6  como  primer  principió 
higiénico  indispensable  la  prohibición  a1)sóluta  de  líqúiclos'en  su  es- 
tado fñó:  aserción  sin^larmetiteflilsa  en  su  aplicación  ¿éneraí  y'que 

desmfente  hi  razón  y  laéspérít^óitt:'     '* '  '. 

'  Pói'  fo  demás,  su  modo  de  eácYibif  era  lY¿no  cíe  éteg'ánéia"  y  de 
cfvffécciernf  irerelá  una  erudición  éstchsn.  Compuso  lííüchas  obras 
que  sus  herederos  dejaron  perecer  míin'uscfitaé.    "  '  ' '    ' 

indrés'Bacclb  dé  San  El[)Í(Tio,'  6<fo  persofíage  cérebre,  autor  dé 
muchos  tratados  de  medicina  muy  dpré¿idbr¿á;¿i'&*'p>^'^^*^^^'^"^^ 
ma  de  esta  cietttHa«  Cnando  tó'énceyAtrab^'c'éyeá'db  d^  léUíSrmft ;  ^i^ 
recia  semejante  á  un  aetor,  que  puesto  sobre  la  Vi(ié()li'ólvi£K^  ^ñ't¿ 
raitfenle  sa  paf^t,  ^'tíet  vacilaba,  tartamudeaba,  f  mdstli^aftü  Üúk  inoa- 
p«eidad  ábsoiutsf,'  queHi'faafftitf  cHIéó  n!  grande  que  qAiiiére  potJMi 
en  8«s  manos;  Aií  es,  qtie  á  p^kñr  de  tóáá  su  ciídiióia  ,  tdVo  sie'íhpré 
.  que  tochar  con  lut*  pobreza.  Por  último,' Sisto  V,  menos  por  apftíftf* 
charse  de  sua  servicios  que  de  su  conversación  insthxctiva  ,  le  di6  A 
titoflo  y  lorehKflirfffentbs  de  pHmér Ynédico; 

'  RntHio  Orneo,  micidl)  en  Roma  al  fin  del  ^déetmo'íÍTglor,  de  una 
familia  noble  pero  muy  pobre,  tenia  un  guato  muy  vivo  pot  )as  cien, 
cías  y  }a  pbesia.  Strs  ensayos  en  este  dtlímó  *¿éti«ro,  no  son  indignos 
de  lat  mejores  poetas  de  en  tiempo.  Repei^titinmenfe  manlfbstó  cien- 
tos eatravios  deespfrHv,  que  no  le  impidieron  i^ntregarse  i  ati  ptíHé 
favorito.  Las  piezas  que  entonces  produjo  tienen  el  carácter  de  la  lo* 
ctttn  y  del  génit»  que  arrancan  la  risa  y  la  admiración. 

-Su  mayor  placer  era  evpKcar  loa  evangelios  al  pueblo  reunido, 
'o  que  desempeñaba  con  satkfkccíon  general :  después  hablando  del 
hijo  del  Centurión  enfermo,  tomaba  un  aire  misterioso,  y  recomenda- 
ba 4  los  concurrentes  y  en  especial  á  las  mugares ,  si  abaso  llevaban 
niños  guardaran  el  mayor  silencio.  **Este  niño  duermiB  aqv(  i  mlla- 
do,  deeifl,  y  seria  ona  crw\  inurbanidad  turbar  el  refoso  de  qua'goza.'* 


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_4§3  — 
Una  Tez  les  dijo  qne  era  el  ante-crístp,  Pero  n^  ctni^p.  ffif^^imt 
sea  aquel  monstruo  feroz  7  diabólico  que  Ihüíq  miedo  os  caufa  joauíf 
un  ante-erísto  suave  j  humano  ,  j  particulacmente  {litigo  di^  J^i^^ar 
Pedidme  todas  las  gracias  posibles,  que  yo  o«  las  concederé/' 

tía  día  de  carnaTal  le  vino  á  la  idea  deseniipeáar  el  papel  d# 
Hércules,  y  en  seguida  imaginó  que  era  el  roiso^p  b^^oe.  En  contó 
cuencia,  conforme  á  las  tradiciones  antiguas,  se  puso  absoluMMoeste 
desnudo,  arrojó  á  su  hombro  una  piel  de  leqn,  subió  á  caballo,  7. 4 
pesar  de  un  frío  de  muebos  grados,  deja  aie?p^|iia  cataei|  fbandaa- 
cia,  dio  de  este  i|io^q  jualta  4  la  ciudad.  A  la  Tisla  de  un  liooslifa 
desnudo  en  tal  estación,  cubierto  üjl^^a^e  7  en  semejante  eqwtpf^t 
causó  por  todas  partes  una  risa  iqostinguihle* 

A  ooj^seo^^^^  da  e^ta  (Donreaa ,  se  le  ^neerró  en  iHia  cc|n  de 
locQs.  Se  co^u}9  en  ella  de  on  nsodo  .muy  ^emplajr.f  e^tcag^odoae 
tranquilamente  á  sos  trabajos  Uterarioa;  pero  ^n  día » estiEindo  ausen- 
te el  cocinero,  ^tró  4  la  cooiiM  7  ^devoró  por  9%  Bphf  ciiaiito  ae  había 
PfSffMrfKlo  para  todos  Ion  <w*^  comprendía  la  easa.vfisle  hecho  ba^ 
]|afa  ^uir)<>  da  allí,  pues  las  administradoras  po  quamn  numle^isff 

.O79,  ua  día  damostnis  A  un  paofaso?  de,  $fúef ,  f|aa  4^$^  aaoioaaf 
^q^MATfM^^^Pi^mUc^^  ¥aiiieama,^  na  4Hs«KHí4tfar» 

9on;ia  la  sensación  pi^  «s^n^plos  4elfirío  7  delrcaloc  .Una  demasVAcioa 
m^7  Sf^ncÁUat  á^f^  ti  loeo  sni&  ra  4  eonfaodíf  tmmIso  HMiaioaiMai, 
j,  Ipiaando  un  majrtí^lch  7  ua  clavo  sumU  éstf ,  en  wa  parad: 

"Vad,  añadió ,  que  7a  abro  7  omro  4  un  núsvlio  líempoc  i^^lj 
cfff^  rnaa^CoaUadialtm  qua  vaciar  y-Maaart^No  embttrgo<,amlhs co- 
sas, p^e^an  teaaoa  «mult4neamattle4" 

£|^r^9^  maa  oa«a^da  da  su  vida  ea  ésle:  Queriendo  i|ar  gra- 
dea prx^fQÍcMi»ateaA*laa'aaludaa  segm  laaaaHdad  defaaperaansvb  eé 
jPMpdfí  haaar  tiea  aombreros  que  se  eoeajabaa  «no«ii'dir(»<  Vfffa  aa* 
Jadiar  4  iW'aasiipíae-qttitaba  iído^  para  aalndar  44iaé  peréboa^ualb 
ficada,  se  quitaba  des,  triando  al-uMOien  la  amio  éMéhíít^  ainMo 
aulla  iaviAiierda.  UltimameBta,  paira  saMar  4  un- gran  dégnata^io,  se 
ipií^aba^el  prinsero  7, el aef ando  t, del  modo  que  7a  faenaos  ditftiO)  7  d 
tm^fi^io, dejaba  oaac  h4oia  airási  quedando  pendiente*  de  ütilisMiL 
i^n.pramio  de  eíste  impértante  deseabrimieak)  pidió  ser  mantetñAo  4 
aapanias  4sl  fislado. 

tfarió  por  total  oemo  había  virido  i  maackmio  siempre'  rtroh^ 


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-.454— 
tmhm  í  fttt  locura*  Venid,  decía  á  sus  amigos ,  venid  á  f  cr  eclipsar 
(tallar  steÉipre  al  sol  del  siglo/*  y  para  hacer  la  cosa  mas  notable  se 
Mto'íkbHcar  sobre  su  eama  mortuoria,  una  corona  de  rayoé  dorado^ 
en  láfaiinas  de  cobre. 


filfUSLITimifll  OmiBRTO. 


..lífol 


i  i^c^.  mucho  tiempo  que  en  la  esfluina  de  una  calle  del  ca* 
^  4^.Puena-|ifi|te^anzm  fe  leia  «o  cartel  ei^o  contenido  nos  trau^» 
cribe  el  autor  de  la  Mqjia  blcmca  á  deseuhurto^  del  modo  siguiente: 

''El  ^cSilcfec»  aiiturf  ^  deBohensia,  doctor  en  pirotecnia,  pro- 
S^pr  dq  q(|ira<|i9Ac¡^,^  i^OAocido  ea  laa  colonia»  íogletas  eon  el  nom- 
^m  de  Crooktf  iflferjaiülii  acaba  da  llagar  i  esle  país  á  instaneks  de 
maehaa  perdonas  de  1^, primera  distinción,  j  con  tal  motiYO  tiene  el 
boo9r  ^  AnaMíar  al  {MÚblico,  qua  despaei  de  haber  vistfeado  todas 
l^aiBQftjIopiís  4a  JaJBiüyípaiftfwa  parfeoaioaarsa  anJaa^neias  fulga* 
res,  que  sonreí. algebra,. la^qjliiQMcat  ia  asiiAaralogia,  la  t4f(eiiometríai 
la  hidrodüjoma  J^  la  astroffOMÍa  %  ha  viajado  por  todo  el  mundo  s&« 
bio  y  aun, entre  |ps.>  paeMoa  iwsdios  aalviyef,  para  iniciarse  en  las 
^aacias  aaaliia9v-miitiaas  y  icasoeodenles,  talea  como  la  cabalística,  . 
U.al^Biia»ia.»igragiaw>»  laaetrologiajudiciamyiaadíviAaeion,  la 
superstición,  la  interpretación  de  los  sueños  y  el  mag—tismo éniftiaU^* 
.  ^'fia  estudiad» eatreiiitajr'dos-onítefaidsídityyisjad^egseten- 
tayi-fiineo  laioos^  doade  kaanasultado  4  lo*  heeiúeefos  da  Mogol  j 
tas  mágieQsJ9anioyeéos9.lMi  navegado  al  redadordel-  mundé  para  bo- 
jear ia  grande  obra  ^.la  aatatalesa)  desde  los  jdoe  del  Norte  /  del 
aaetrai,  hasta  Im  dasiactoe  arctíentes  de  la  zona  t6flrida«  Ha  recorrí- 
do  los  dos  hemisferios  y  vivido  diez  años  ea  Asia  ooa  loa  sahioibaii* 
quie  indida^'  qaa  la  efiseAatda  el  alteada  «alnMsr  faia  tempestades^  y  saU 
vasse  en  un  aaoAvgio,  dasliaáadanr  sabrá  Im  sapegftaia  del  mar  aoia 
zancas  elástiaes*'-'    ,*•(•}• 

,*'9?rae-de  Tunj|ttia'jr  d#  la  Cochinchinri,  «álismaaae  y  aniUaa 
preparado»  baj9  cieftaa  oonstetacioaes,  ppr  coyonMáta  es  láeíl  jreoa» 


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nocer  á  Ioa|adron^;  y  prev^uic  los  ro|t>os:  tienea  también  h  viltydde 
d;^  nmAJbiJidiacl  á.  Us  personas  urañas  j  desdeñosast  «quieUf  á  !•» 
diablos  <:a99|'09,  de(ene^  á  los  duandest  y  conjurar  totf  eupecuro^  noe* 
tarnos; 

** Aprendió  de  los  tártaros  del  Tibet,  el  secreto  del  gran  Ddaf- 
Lama,  que  se  hizo  iamortdí ,  no  como  Voltaire  y  Mootgolfier,  por 
produciones  del  genio,  sino  comprando  en  Suecia  el  elixir  de  larga 
vida,  en  Strasboorg  el  polvo  de  Cagliostro,  en  Hambours  el  oro  pota^ 
ble  del  gratoQ^  DMfcf 'SlTA  <€reitn|in,  en  Stcitt^^fllU  mufeU  del  pa- 
dre Barimbé,  y^él  bastdn*del  judió  errante;  ciíandb  ^e  rieron  pasar 
estos  dos  viejos  por  la  capital  4»^Wf  temberg  el  11  de  Mayo  de  1664. 

'^Usando  del  ungüento  con  que  se  untaba  la  magna  Canidfa  pa- 
ra ir'  á  sus  juntas  hoctumas,  probará  con  esperieneias  milIti^Ueadav, 
qúa  Un  bombre  p¿i^de  entrat  pok*  A  cuello  de  una  botella ,  si  ésta  es 
suficientemente  grande." 

'"  *<Advierte  adenias,  c^eM^ué'ctfrArtrdo  el  doler  de  waetas,  no  co- 
ñÍD  Tés  empírico^,  i^?no  por  un  medio  tan  cierto  como  inaudito,  y 
éihkiste  en  t;orta^'áA  paciente  la  cabeza;  y  para  demostrar  que  esta 
¿pek*a(ñbtt  no  es  -peli^sa  jr  que  puede  practieario  según  las  reglas 
def  arte  eW^  Hité  etjucukde  de  (pronta,  eegura  y  agradablemente)  de« 
¿á^támaelios  animalee,  ylos  reattettari  iui4iietaote  desp«ai,aa- 
gtin  }oH  principios  <hli  padre' Htfker  en  sa  palingenesia, 

'*^E8tá  tau  persuadido  de  la  eficacia  de  sn»  rémeátos  «obre  la 
¿dontálgia  y  «obré  tbdns  las  enfermedades  curables  é  incurables,  que 
no  tem^  prometer  una  suma  estn^ordinaria  á  todds  loe  enfermos  que 
d¿&ptyéli'd«  tétfi  Mete»  de  haberles  aémioistnulo  ana  4fogaa«  eaiéaea 
estado  dteoqaajaive;'^' . .  v  .    . 

-  <'  **fil*ma«MfA  Pliefer«o  se  aveiitaraba  demaaíaAi  en  prometer 
<]fub>anifcría  ^por'elxuéMo'de  oáa^botaila,  jí  eiim^ra  suficimiemenie 
^7UÍ«.'lMo'd0simt»mpañeiÍ9«^  tadaría  mas  atreTÍdo,*4iao jmaaciar 
¿n'Lindi^es,  que  taltdiav  á  tai  liomi  y  en  tal  teatro  ae  raetaria  lodo  attr 
tero  en'tioU  bolettanla  oaatro  auartíHos,  á  pesar  de  qwe  el  taleliarfai- 
tdh  <ét«'tan  grúeeo  oom^i  «n  tonel  .^ 

>r  Una  multiiud  imnenaalooBCurrió  al  laalii»  señalado*  Dada  lalnn 
i%ee  Ie^m6  ettélon  y  dejó  varsoWe  la  asoena  uaá  botella  de  ooa- 
tro  cuartillos.  Presentóse  en  seguida  el  hombre  gordo  ^oe  ^bía^ma^ 
terse  en  eUa,  y  nadie  dudó  qué  iba  &  retractarse  da  io  ofroatdü;  pero 
faé'todo  locottthurio/  .       it: 


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^^Señores  y  teñoras,  ilijo  á  la  concuf  rencia:  no  et  en  esta  bote- 
lla donde  70  quiero  meterme ,  sino  en  una  media  boteÜH  ;  pero  esta 
suerte,  que  es  mas  difícil  que  la  otra,  exige  alguna  prepuracion.  ¿Quie- 
ren Vdes.  concederme  un  solo  minuto?** — Se  le  concedió  de  común 
acuerdo.— Pero  este  minuto  se  pasó:  luego  dos  ,  tres  ,  cinco,  diez  y 
por  ño,  hasta  una  hora.  Entonces  el  público  comenzó  á  enfadarse  f 
á  pedir  á  gritos  que  compareciera  el  juglar.  Levántase  por  segunda 
el  telón  con  gran  gusto  de  los  espectadores ,  y  hubia  efectivamente 
sobre  el  tetitro  una  media  botella;  pero  el  hombre  110  estaba  alK. 

Mientras  que  ios  hábiles  discutían  sobre  la  posibilidad  del  he* 
eho,  el  charlatán  se  habia  metido  cun  el  dinero  de  las  entradas,  en 
una  tilla  de  posta,  y  marchaba  á  todo  escape  para  Douvres  ,  á  fin  de 
pMarse  i  Francia. 


PROTOCOI.ACIOIÍ 

96  todas  las  dlsposleioiiea  realas»  admlatetrativas  7  eéoiiMa* 
eas  publicadas  de  ofteie  en  el  mes  de  XTováembre  tttiltte. 


ComUion  provincial  de  iuitruccion primaria. — En  atenoios4que' 
para  los  exámenes  del  colegio  de  San  Cristóbal  aen  iadiapeasablea 
signóos  días  deasiüeBcia  pon  parte  de  la  comisión  qoeios  fH^siáa, 
á  fin  de  que  esas  tarces  ao  graviten  solamente  en  los  seiloi^sque  ya* 
estáo  elegidos ,  se  ha  acordado  aso<Harlea  para  solo  los  aotds  iesiatia^ 
des  á  loa  Srea.  Dr.  D*  Manuel  González  del  Valle  y  Ldo.  D.  Migué! 
Govántaa^  .... 

También  se  ha  acordado  en  victud  déla  motivada j-eoofÉáe  be-' 
cha  por  el  Ldo.  D«  Esiévan  Morís  de  la  presidencia  de  los  exámenes 
é  inspección  en  los  establecimieotoa  que  se  espresarán ,  hacer  en  au 
reemplazo  los  siguientes  nombramientos: 

Para  loa  qae  diryei^  dofta  Filomena  García  y  D.  Franeiaoo  Yal- 

dei»  al  Lda  D.  José  Ramírez  y  Ovando.  ^ 

58 


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-458- 
Par^^  los  de  cieña  Josefa  Vargas  de  Azcuéoagi  j  doña  Petroaa 

Peyuan,  al  Ldo«  D.  Serañn  Masana. 

, Por  renuncia  también  motivada  d^l  Ldo.  D.  José  Guerrero  so 
ha  acordado  nombrar  para  sustituirle  en  la  comisión  de  presidencia 
de  exámenes  é  inspección  en  el  colegio  de  Humanidades  de  Jesus^  á 
D.  Narciso  Piñeiro  y  por  la  del  Ldo.  D.  Rafael  Matamoros  ea  el  co- 
legio Cubano  á  D.  Juan  Alonso  Pelaez» 

Ademas  se  han  acordado  los  siguientes  nombramifintos. — ^lasti* 
tuto  de  Santa  Clara  á  cargo  de  D.  José  Imbernó«— Ldo«  D»  José  An- 
tonio Cintra  y  D«  Francisco  González  Santos, 

D.  Juan  Bernardo  Pereza. — Ldos*  D.  José  Silrerio  Jorrio  y  Dé 
Marcial  Cla?et, 

D.  Pelayo  González. -^D.  Antonio  Muñoz  y  D.  José  de  JesM 
Villarino. — D.  José  de  Robles. — Dr.  D.  Juan  Prancisco  Chaple. 

Regla. — D.  Onofre  Cortés. — Dr.  D.  Domingo  Pluma.— D,  Jo- 
sé María  Azpeitia  y  D.  Mateo  Quintero* 

Habana  y  Noviembre  4  de  1345. — Jus^  Miguel  Rodríguez^  vo- 
cal-secretario. 


Secntaria  del  Gobierno  superior  ciüil  de  la  isla  de  Cuba» — ^Ha* 
hiendo  hecho  presente  al  Escmo.  Sr.  Gobernador  y  Capitán  general 
Ja  Junta  municipal  del  Escmo.  Ayuntamiento  las  dificultades  que 
ofrece  para  el  cobro  de  los  arbitrios  del  ramo  el  hacer  los  contribu* 
yentes  las  exhibiciones  en  moneda  de  oro  escódente  su  importe  de  la 
cantidad  que  deben  satisfacer;  ha  dispaesto  S.  E.  por  indicscion  de 
dicha  Juola  y  coa  la  consulta  del  Sr.  asesor  general  primero,  que  los 
referidos  pagos  se  verifiqoea  coniptetameote  de  modo  que  ao  teog^ti 
los  recaudadores  qu0  devolf er  residuo  alguno  siempre  que  no  liegoe 
ik  tres  pesos  Ja  cuota  que  se  exija;  enteodiéndose  qc»  esta  ditposioion 
6i  eftensiva  i  todas  las  contribuciones  municipales.  Y  de  órdea  é» 
S.  E.  se  anuncia  en  tres  Diarios  consecutivos  para  general  inteligea- 
cía,  ■  Habana  6  de  Noviembre  de  lSi5p^Miguel  María  Pamagua» 


8i^$fin¿endencia  general  ét  ^éfcit0  y  de  Meal  Hacienda  de  U 
Isla  de  Cu6a.— Habiéndose  acordado  en  Juata  superior  directiva  de 


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—4S«— 
Hacienda  que  lá  habiiitaeion  del  puerto  de  Sagua  la  Grande  se  baga 
esteosiva  al  Comercio  de  importación  en  los  mismos  términos  que  loa 
del  Mariel  y  Cárdenas,  por  las  razones  de  conveniencia  y  utilidad  que 
se  tuvieron  presentes  al  tratarse  del  espediente  del  asunto;  ha  dispues* 
to  el  Escmo.  Sr.  Intendente  de  ejército ,  Superintendente  general  de* 
legado  de  Hacienda,  de  acuerdo  con  jel  Kscmo.  Sr.  Gobernador  y  Ca* 
pitan  general,  que  desde  1.  ®  de  Enero  del  próximo  año  tenga  efecto 
la  mencionada  medida  bajo  las  bases  siguientes: 

1.  ^  Loa  buques  españoles  con  registro  de  Puertos  nacionales, 
pddrán  entraren  el  referido  puerto  de  Sagua  la  Grande  y  hacer  sii  des- 
carga y  cargar  frutos  bajo  las  disposiciones  reglamentarias  vigentes. 

2,  ®  También  serán  admitidos  los  buques  que  de  cualquiera  na- 
ción vayan  en  lastre  á  cargar  aziícar  y  otras  producciones. 

9.  ^'  Se  admitirán  asimismo  los  buques  nacionales  y  estraogeros 
qae  de  procedencia  estrangefn  conduzcan  los  efectos  siguientes: 
— ^AlfardaB.-^Tabla9  y  tablones. — Duelas. — Arcos  de  madera. — Bo- 
coyes ai'mados  y  desarmados. — Barriles  id.  id.-^Tcjamartíes. — Cor- 
tes de  eajas  para  azúcar. — Hormas  de  hierro,  hoja  de  tata  6  zinc  pa- 
ra tdem.^-'Sacos  de  heniquen  6  de  lienzo, — Sogas  de  id,— Carne  de 
vaca  y  puerco  en  salmuera. — Sal,  procedente  de  la  Isla. — Bacalao  y 
pescada.— Caballas  y  macarelas, — Clavazón  de  hierro. — Máquinas 
de  vapor  para  ingenios. — Mazas  y  tambores  para  id.— ^Piezas  sueltas 
para  repuestos  de  máquinas  de  id. — Pailas,  tachos  y  tanques  para 
id. — 'Ladrillos. 

4.  ^  Si  los  espresados  buques  condujesen  otros  artículos  que  los 
mencñonados  en  la  relación  anterior,  en  este  caso  no  podrán  ir  k  di- 
chos puertos  sin  que  primero  bayan  descargado  en  los  habilitados  de 
Ja  Isla,  los  que  estén  prohibidos  su  impoi^tacion  directa  en'  aquellos. 

Lo  que  de  orden  del  espresado  Escmo.  Sr.  Intendente  Síipérin- 
tenáeilté  general  se  publica  para  general  inteligencia.  Habana  7*06 
Ndviembre  de  1645.— ^/ofai^um  Campuzanoy  secretario.  *         ' 


Contaduría  general  de  la  Real  lotería  de  la  Isla  de  Duba.-^Vii 
siendo  suficiente  el  espendio  que  se  ha  hedió  en  toda  la  Isla  Ú»hli 
^bifletes  deJ  sorteo  del  Empedrado  para  que  llene  el  objeto  á  qiié*^ 
dMinabá  su  produeio,  lian  dispuesto  fos  Cscmos,  Sres.  Gobérbitfof 


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—460— 
Qapiiaa  general  y  Superintendetae  Generfil  clele|;adú  de  Real  Haden' 
da,  Ee  transfiera  para  mejor  cÍFcuasunüia  el  ar-bttría  imaginado  suv* 
pQndiéndoae  el  citado  torteo,  para  lo  cual  se  devolveri  á  loa  jugado^ 
res  el  valor  de  loa  billetes  que  tuvieren  eti  su  poder,  tan  Hiego  como 
loa  presenten  en  los  mismos  parages  donde  los  hubieren  comprado,  ad>' 
vutiendo  que  los  espendidos  en  las  diversas  subcoleoturías  de  esta  <^«h- 
dad  y  estramuros,  serán  admisibles  para  su  reembolso  en  la  coleetti* 
ria  principal  sita  en  el  edificio  de  la  Real  Aduana. 

Lo  que  se  aonocia  al  publico  para  general  i ntelige ocia. —Haba- 
na.8  ile  Noviembre  de  i84o.— Xut«  de  Benavides. 


.  Juzgado  de  la  Real  Casa  y  Pa4rtmam0.**^Par  díaposiaion  del 
Eacmo^.Sr*  Jue«  delegado  de  la  Real  Casa  j  Patrimonio,  con  4íe4i*« 
man  del  Illmo^  Sr.  Asesor  general  del  mismo,  ae  maedaque  se  pu* 
bUq^e  el  oficio  y  demás  que  se  inserta  ,  y  es  como  sigue:— ^'^Esctno^. 
Sr. — El  Elscmo,  Sr.  Secretario  de  Estado  j  del  despacho  de  Graeiay 
Justicia,  pie  dicen  en  10  de  Agosto  último  lo  sigaieQte:^^Escraop  Se, 
-^La  Revista  de  España  >  de  Indias  y  del  Estraagero,  que  se  publi^ 
ca  en  la  Península  por  D.  Fermin  Gonzalo  Morón  y  I).  Ignacio  do 
Ramón  y  C^r|j)pnel|,  se  ha  hecho  muy  recomendable  por  los  d^^oa 
é  initructivos  artículos  que  contiene  sobre  la  administración  de  justi« 
cia  en  Ultramar;  y  deseando  el  Gobierno  de  S,  M.  que  se  difundan 
los  conocimientos  de  este  género  con  la  lectura  de  tnn  iitil  publica, 
cion,  se  ha  servido  mandar  la  Reina  Nuestra  Señora,  que  por  V.  E*^ 
se  recomiende  á  las  autoridades  y  funcionarios  de  la  administración, 
djp  justicia  en  esa  Isla.  De  Real  orden  lo  digo  í  V»  E*  para  aii  fcsku^ 
pljmiento. — Lo  cual  traslado  á  Y.  E.  para  Jos  efectos  convenientes 
ppr  su. parte.  Dios  guarde  á  V.  £.  muchos  años.  Habana  33  de  Ooj 
tubre  de  1845. — Escmo.  Sr.-"-Leopoldo  O-Doonell.-^Escmo..  8n 
Subdelegado  de  la  Real  Casa  y  Patrimonio. — Habana  y  Octubre  37 
da  16o5.*-Pa8e  al  Illmo.  Sr.  Asesor  general,  para  lo  que  correspon- 
da*— O-DonnelL  — ürsulo  Dobal. — Escmo.  Sr. — Para  llenar  con  efi- 
PAcia  la  recomendación  de  la  Revista  de  España,  de  Indias  y  del  Es* 
trang^ro,  que  se  ha  hecho  á  V,  E.  de  Rnal  orden,  es  de  publicarse 
este  oficio,  la  presente  consulta  y  decreto  que  le  reeaiga,  por  los-:|^ 
riq4i?pa  de  esta  capital ,  los.de  Cuba ,  Puerto-Príncipe  ,  Trinidad 


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-461— 
Molan'/nf  y  h  inlla  de  Sunta  Ciara,  iovitando  i  lai  penonas  qm  go* 

ysao  el  Aiero  de  la  Real  Caaa  j  Patriraonio ,  pora  qoe  contribnjan 
eon  su  auacrioion  al  éxko  de  tan  apredable  periádioo;  i  eate  fio  de* 
ben  remttirae  ejerapfarefl  de  la  miama  invitaeten  á  loa  Brea.  Slibdele* 
gttáoB  del  Real  Bureo  en  esta  i:4la,  con  encargo  de  imsar  dMraatUÉ- 
eiada mente  á  la  eaerílmnia  el  reaultado  de  la  dlligeaoia.  CottoeMH* 
eoa  las  biienas  doctrinas  de  k>s  Sres.  D.  Fermín  Gonvato  Morón  ^ 
D.  Ignacio  de  Ramón  Carbonell,  qtie  dirigen  la  ReviaMK  y  ae  tiéieii 
merecido  por  su  laboriosidad  é  ilustración,  el  aprecio  de  loa  litdfatót 
y  del  público.  Para  loa  htibitantes  de  esta  isla  de  Cuba,  y  Ptieito^W^ 
eo,  cuenta  otro  mérito  esa  publicación  ,  por  estar  dedicada  btieiMi 
parte  de  ella  á  referir  las  novedades  de  importancia  que  acá  oetirreii, 
y  ^ilustrar  sus  respectivas  cuestiones  de  Hacienda,  Comercio  y  Jui-» 
titila,  que  de  tanta  trascendencia  son  en  la  prosperidad  y  para  ^iMeii 
gobierno  de  los  pueblos.  Dignos  de  consideración  y  estudio  me  parv- 
een loa  trabajos  que  sobre  estos  difíciles  cuanto  delicados  ramos  da 
administración,  tiene  publicados  el^Sr.  Carbonell,  cuyu  retidanpia  en 
la  isla  como  magistrado ,  le  ha  ofrecido  ocasión  de  t/DCar  l^s  malaa 
que  combate  con  tino  y  madurez,  apoyado  en  la  autoridad  de  su  pro* 
pia  esperiencia.  Habana  y  Octubre  31  de  1845. — Esctno.  Sr.-**Ber« 
nardo  de  Hechavarría, — Habana  y  Noviembre  5  de  1845,— 'M?  con- 
formo y  cúmplase. — O-Donnell. — ürsulo  Dobal.**  Habana  y  No- 
viembre 10  de  1845. — Ursulo  Dobal. 


Juzgado  de  la  Real  Marina ,  Comandancia  general  dt  e$U 
ApOitadero, — A  consecuencia  del  espediente  formado  para  ei  remate 
del  privilegio  de  la  impresión  del  Calendario  de  este  Obispado  y  el 
de  Santiago  de  Cuba,, se  ha  proveido  por  el  Escmo.  Sr,  Comandan- 
te general  de  la  Marina  de  este  Apostadero  ,  de  conformidad  con  ni 
dictamen  del  Sr.  Magistrado  honorario  auditor  interino  del  misma« 
lo  siguiente. — <*Escmo.  Sr. — Mandada  publicar  por  la  providencia  dé 
13  de  Agosto  último,  la  proposición  de  D.  Juan  Diaz  de  Castro,  en  1^ 
cual  remataba  la  impresión  del  Calendario,  con  la  precisa  condición 
de  prohibirse  que  la  Guia  de  Forasteros,  los  diarios  todos  de  esta  ca- 
pital, y  cuantos  otros  haya  en  las  demás  ciudades  y  villas  de  la  i^| 
inserten  el  santo  del  dia,  las  observaciones  meteor^dogicas,  ni  cüálei- 


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g^jfSf^  c^a%/M^tÍQÍ»^  fiUiio«i|s  44ie  cooien|^a»  el  CakadArio;  j  cerllr- 
do  tílfy¡gxp 4 mfy^pr  de^el  J8 del pJTPpiq mffi  de ▲§ osuitiporiM» 
l\/^fx  balúdo  i»qiof  ^i^tor*  «ojeado. qua  por-  prestadla CAina  la. e«iá 
k%nf»4a^4H^gOtt4  jii«giid»iu>ipti#d#  menos  ya  d«  iiapactir  Wí 
jfl¿|pjl§l>«p^)^i^^:^l  aaorda  ramera  oaaota  haya  lugar  en  á^tech^ 
W8I^Íáp4^9íl(#<^*I^M>Wie  el  pcocio  4  que  aa  coasúluyó  par«  datleaa 
ynHWIfli"JÍffiH^  d?»(iiQO,.aplk)áadoaa  oJ  pagoiteDOstasUqiHdadaaqao 
fIMAifUey  SffüjW^tQ  ^l  tenor  da  la  Real  Meo  da  foías  37»oir(nM 
^^B^()ff9.(a^U|^qa^Q8  periódiooa  de  aata  capital. loa  ^aHaov4al**f»" 
mi^Mr^í<}Mer»f^Ae^Qgu^igaojrttDcia,  y  d^ar  cumplido  lo  t^aat* 
WAUH^f  Pf^.^i^uAB^ea  la  mauGÁonadH  prevención  de  S.  M.  HabaiMi 
léÍ9t^^Mi^  lfi45*~BaoiW0.  Sf,— Francisco Campoa.— Habana  y 
lífiü^nííWí^j5^4c*  lB4^^r*Mfi  aoofarmo  y  cómplaae.— De  Rivarai^ 
1^^dp.:B<¥^i|aftN'!  .JIMmm  f  NofiaiiilM  U  da  Id4&-Plá«i«i 

1 » /  'Oéh^ariíle  consejó, — El  Escmo  Sr,  Presidente  Gobernador  éupe- 
fftM^^Vtt',  dé  ^onfbi^midad  con  la  consulta  del  Sr.  asesor  General 
pHteérb,  se  Im  servido  disponer:  que  se  publique  el  reglamento  del 
Céíhrt"dé  cortíséjo'que  gobierna  en  el  de  esta  ciudad  y  bajo  el  cual  lo 
aff^éltf  poráórf  aUos  don  Cayetano  Laquillema,  para  general  inteli- 
;geí&cla,^(J6hi</tambÍ6n  que  no  existiendo  otro  depósito  judicial,  deben 
remitirse  al  espresado  Corral  todos  los  animales  embargados  por  or- 
den de  cualquiera  juzgado,  abonándose  al  contratista  los  alimentos 
establecidos  con  arreglo  á  tarifa;  y  que  las  comisiones  que  S.  £.  ha 
concedido  6  conceda  tanto  al  contratista  como  á,  sus  dependientes, 
IJ^É  ¿nicámeote  deducidas  á  que  puedan  recoger  de  los  pedáneos  de 
Ml^htddflfdért'áfdio  de  diex  leguas  que  tiene  él  Corral,  6  de  la  juris- 
dlcti^'de  ésta  Ihdicada  ciudad,  fas  bestias  que  tengan  detenidas  por 
hft^ffirs  encontrado  sueltas,'  sin  que  lo  puedan  ejecutar  de  las  que 
Mlóir^áltihios' encuentren.  Y  comunicada  la  espresada  disposición  de 
A/^i  al  R^cmé.  -Ayuntamiento  para  que  proceda  á  la  publicacian 
pré^diiía,  lacordfó  bu  cumplimiento  en  cabildo  ordinario  del  7  del  cor* 
tiett^^  y  tenor  del  eiíplicado  reglamento  es  como  sigue: 

Reglamento  para  el  gobierno  del  Corral  de  Consejo, 
Art.  1.  ®  Se  formará  el  Corral  de  Concejo  en  un  lugar  fijo  y,  pu- 
blico, donde  con  seguridad  puedan  ocurrir  ios  vecinos,  asi  apreh|^jQ||9- 


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Htaá  etttiegar  lofi  atiimal6§,  eotno  mi»  éueños^á  bti^imtofi.' EtffllAf 
d«froMtai4ii  tni  «•o«Mf  «IgtiiM  del  ftdiiÉiAi0iradtfrlM<ltlo9i^«  éé'^én* 
«MtraratMralu» 6  perdidoi «n  la^wM,  m»  iüftiikttetf<T^riWli€fai§tf 
dti  campoi  DO  yaáñ^ÍM  duefiMCo  su  péneemdiáa. ^  >  *-t*'     -iiot:ir« 

Atr.  2v^  Ningttaa  fiersona  partieübir  poér¿^  deteirér  étf  «u  po- 
der OD  aatatal  de  laclaaa  i|a6  fuere  mas  tiempie  it««^»dinttn'M#,  -^iMI^ 
daatM  de  él  ia  entiragará  al  coaatsarío  del  bftpfioi>  é  -  «|fftff(HlÉHM^ 
oafwpoi  al  eapitan.del'panído)  exigféndo4e  reeibo'eiriqít^  Be'éb^^ 
eluoaabre  M  aprahenaor^  la  aapeeie  dé  auimaH^Mi  eok/lr^'tííÍtV6¡^§S^ 
mil  isgar  de  li^apreheiimon,  aus  cualidiKlea  y  tjÁA^-Uk'éf^K^égñ^^^^^ 

Ai<t  if.  ^>  El  eapiftan  del  partiée  no  teodiá  %tim»^ftm&ÍKPÍ^ 
mal  que  se  le  haya  entregado^  eonforaie  al  *artíe«lo*^t«CWíe^  IM9 
tíaoipft  que  «L/devaiiite  y  cuatra  horasi  debíewi*'  tehiiñrA  il4dm¡- 
DÍatiyi4or  del  Corral  de  Casero  baío  an  recibositai»  qoé^Inhi^^MW 
requískiis  espreaados  ea  dicho  articolo»  dd^rá  a^^refai^é'el  ttéftiOM' 
del  conductor  jT  el  del  capitán  ó  tenieate  del  pairlido^aa-ht^MMlb^  >  * 

Art  4.  ^  El  administrador  abonará  4  dicho  capitaaí  í^iHÉÍOkí^ 
de  partido  un  ducado  por  la  conducción  del  aninial'3^  iííiÉfMllíéé^pí/t 
su  matiteBCton  en  las  veinte  y  cuatro  horas  que  eMr«W  éé  'áif  d^pi^ 
sito ;  pero  cuando  se  justifique  que  lo  retuvo  atasHKiaipi»^  d^'^lÚñ^- 
trábajó  estará  responsable  á  los  costos  como  si  fudra*  dtfi^flB'cflíVMS' 
ftAal)  perdiendo  por  la  misma  ra2on  los  trece  reales  c(á^  tÜéñí/Sft^  (^ 
tregándolo  oportunamente  en  el  Corral  de  Consejo.  ->  r^di^i 

Art  5.  ^  Dicho  administrador  deberá  tener  iró  libró  déí  untíiííkSí 
6  asientos,  y  otro  de  salidas.  En  el  primero 'éiitanípérá  coDf'lJAlMdé^ 
todas  las  circunstancias  prescritas  en  el  artículo  segundo,' a^é^üniífi? 
el  nombré  del  conductor  y  haber  pagado  los  trece' ízales  de  qné'habla 
el  tirtículo  tercero.  En  el  segundo  de  salidas  refiriénÜb^e  al  íli^Si^- 
das^  con  citación  de  sU  página  y  fecha,  se  «sentará  iA  éÜH'Sé  láf'iüíiVlfi* 
cien  del  animal,  el  nombre  de  su  dueño,  si  este  lo  esti^jó  ]^M  o^tAI 
erden  de  autoridad  competente  ,  6  porh6lbé1rldreíi¿refdd«(J*^^ll^tf¿éwt|{! 
ciere  esto  último  se  espresará  el  orden  observado  pfMéVfl<^dííH%AleHéí 
cAlforme  á  los  artículos  siete  y  ocho  y  la  condióióft'U^'él.yüytlft^l^ 
tidade  uno  y  otro  libro  será  firmada  perdí  admihititraaorl'lleilehdolp  ' 
practicar  también  el  aprehensor  6  conductor,  f  etl'el  seguHdo'iélftjfuil 
locntregare.  .  —     a  ^.    ,    ú  i^Wj  « 

Art.  6.®    Luego  que  el  administrador  se  haya  Hétíh8*tfr¿íl!H 
animal  como  sepre viene  en  los  artículos  precedentes'iftti*'^Hrté'ífíHf9ft.¿ 


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Uatíado  á  uno  d«  lo9  Sreí  •  eotAmriof,  auotatido  haberlo  ?eriécado  •! 
margen  del  libro  de  enlrtdae  pera  que  dkpoof  •  eu  amiiiieio  en  el  din» 
i^Q  de  getbtarao  y  Uef«e  por  eete  medio  á  noticia  del  publico,  e«kyo 
importe  satisfará  el  dueño  del  animal  al  adminietrador.     . 

Art*  7,  ^  Será  también  del  cargo  del  administrador  tener  ios  aní- 
mafo*  #A  buena  enstedia*  alimentarlos t  pastorearlos,  en  los  paragee  ét 
oosfumbre  darles  de  beber,  curarlos  si  enfermaren  y  tenerloe  á  lo  m- 
ta  del  público  sin  que  lee  sea  permitido  hacer  uso  de  ellos  en  uftafpua 
tato  ai  bi^  protesto  alguno*  El  pastoreo  deberá  de  aer  desde  ek  ama* 
necer  hasta  ponerse  el  sol,  manteniendo  á  sogas  el  «jpie  porenfcaw- 
4pd  ú  otra  canea  lo  necesitare  sin  perder  jamás  de  vista  loe  animales, 
j^ues  de  eualquiera  fiílta  será  responsable. 

Art.  8«  ®  St  no  obstante  las  diligencias  praotieadas  acaeeiaea  no 
paieoerel  duefto  de  algún  animal,  siendo  este  de  ganado  mayor  perara* 
neeerá  en  el  Corral  de  Concejo  solo  treinta  dbs  contados  óe^dm  la  h* 
€ha,da>au  entrada  y  primer  parte  dado:  bien  entendido  que  al  cum- 
plimienlo  de  loe  veinte  dias  deberá  dar  segundo  parte  espresaodo  fal- 
tar dies  dias  para  el  vencimiento  de  los  treinta  en  que  debe  rematar- 
le: el  ganado  menor  deberá  permanecer  quince  dias,  y  se  observará 
aimiimaordan  para  su  reeaate.  De  la  cantidad  en  que  se  verifique»  se 
taearáp  todos  los  costos  que  haya  ocasionado  desde  su  ingreso  en  di- 
cho Cocral  inclusive  el  importe  de  los  referidos  anuncios*  Si  ademes 
resultare  algún  sobrante,  la  cantidad  que  fuere  quedará  como  ea  de 
iKietttmbre;en  poder  del  administrador  del  Puente^Nuevo,  coo  noticia 
circunatfinciada  para  que  por  la  Coatad uria  general  de  ejército,  aea 
entregada  al  dueño  del  animal,  si  justificare  que  le  pertenece,      i . 

Art*  9l  ^  £n  el  momento  qne  sea  rematado  algún  animalpomo 
está  prevenido  en  el  artículo  precedente,  y  cumpliendo  el  reoiat^doi^ 
las  condiciones,  se  estenderá  en  el  libro  de  salidas  según  se,  preriepe 
en  el  articulo  4.  ®  El  administrador  le  con-tramarcará  el  animal  coa 
«1  letrero  que  tendrá  al  intento,  sin  cuyo  requisito  y  el  de  que  el  ipi. 
ttistro  que  se  comisione  al  efecto,  presencie  uno  y  otro  acto,  po  se  ea^ 
traerá  ninguno  del  corral.  t, 

,  Art.  10.  Dado  caso  que  aparezca  algún  animal  contramarc^o- 
ain  que  que  haya  precedido  remate,  el  administrador  será  responi^e 
4  todos  los  perjuicios  que  resulten  y  ademas  sufrirá  la  pena  doj^mes 
duendos  de  muka,  por  este  hecho,  y  otro  tanto  si  incurriere  en  fraude 
ú  ocultación  alguna. 


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—•468— 
Art.  11.  Biemlo  muy  posible  suceda  que  ponlespiúar  agrartotí 

Melé  fohura  á  algan  animal,  y  lo  aprehendan  haciendo  daño  6  que 
por  aenrirse  de  éJ  lo  tomen  de  su  comedero,  y  al  fin  para  no  ser  descu- 
bierto el  agresor  cometa  la  maldad  de  conducirlo  al  juez  mas  inme- 
diato 6  al  corral  de  concejo,  averiguado  que  sea  el  hecho  [como  lo 
fbcHita  el  artlonlo  tercero]  sobre  el  cobro  que  baya  ocasionado  en  di- 
Ao  corral,  y  qae  debía  abonar  el  propietario,  se  le  impotarin  tanl* 
Mm  los  perjuicios  que  este  reclame  justamente  y  ademas  de  diez  éá- 
cades  de  multa  por  la  primera  Tez,  dobte  la  aeganda  y  así  Busccita- 
Milite oon  la  aplicación  ordinaria. 

Art.  12.  Ntnguua  escusa  será  suficiente  para  q«e  el  admiiiiiti^ 
dor  d^  referido  corral  de  consejo  rehuse  la  admisión  de  emnfos  aní- 
Miales  traigan  á  poner  bojo  su  custodia,  de  cualquiera  condiéion  que 
weññ  y  deberá  obligarse  infaliblemente  á  la  obserTaneia  de  coánilo 
previenen  los  articules  aquí  contenidos. 

Art.  13.  Finalmente,  cualquier  animal  con  el  mero  becbo  de  en- 
trar aprehendido  en  el  corral  de  concejo,  es  responsable  su  doefto  á 
los  veinte  y  seis  reales  que  se  cobran  de  costumbre,  con  la  diferencia 
que  las  circunstancias  exigen  en  su  aplicación.  Se  consignará  un  M- 
cado  al  comisario  6  otro  ministro  que  lo  aprehenda  en  la  clfldad  6 
suburbios,  y  al  capitán  6  teniente  de  partido  dos  reales  mas  que  sote 
consideran  invertidos  en  la  mantención  del  mismo  animal,  en  las  vein- 
te y  cuatro  horas  de  su  deposito:  cuatro  reales  al  administrador  p6r 
el  asiento  que  forme  y  parte  que  debe  dar,  y  los  nueve  con  que  se 
completan  los  espresados  veinte  y  seis  reales,  quedarán  á  beneficio  del 
referido  administrador  para  los  reparos  del  corral,  salario  del  pastor 
y  reposición  de  algunos  ducados  que  haya  escluido  y  no  pueda  re*' 
caudar,  sin  perjuicio  ¿e  los  dos  reales  que  debe  cobrar  por  cada  die- 
ta *que  devenguen  para  su  mantención. 

Es  conforme  á  su  original  á  que  me  remito.  Y  en  cumplim^- 
to  de  lo  mandado  pongo  el  presente,  advirtiendo  que  el  eorral  de  con- 
sejo tiene  concedido  un  radio  de  diez  leguas  para  que  se  remitan  des- 
de esa  distancia  los  animales  estraviados,  y  que  en  lo  restante  de  la 
jurisdicción  de  esta  ciudad  sea  de  cargo  del  administrador  pesar  áloa 
partidos  á  recaudar  en  ellos  los  derechos  que  hayan  correspondido  al 
corral  según  Ins  mismas  condiciones.— «Habana  ctfatro  de  Julio  ^e 
mil  ochocientos  cuarenta  y  cuatro. — Signado.— /Vfl(nct5Cí^r/fc  Cé$tro. 


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—466- 
¥  en  cumplioiiento  de  lo  mandado  doy  h  presente  para  m  pu- 
blicación. Habana  7  Noviembre  11  de  1845. — Francisco  de  Cattr^ 


Seeretaría  dtl  Oúbiemo  Superior  civil  de  la  Ida  de  Cuhaj^Vvs 
^al  ó^dea  de  30  do  Setiembre  último^  se  ba  dignado  S,  M.  aoficedor 
l^fiT^  aupernumeracia  de  la  Real  y  distinguida  orden  de  Ciclan  «^ 
Cfi9Q«  ai  doctor  en  medicina  y  cirujia  D.  Nicolás  Gutiérrez  /  HeriMUb 
dez  en  recompenza  de  los  servicios  y  méritos  contraidos  ea  e)  boupt; 
t^.  militar  de  esta  plaza  y  en  la  enseñanza  de  su  facultad. 

Igualmente  y  con  la  misma  fecha,  S,  M.  ha  agraciado  coala 
cruz  de  caballero  de  Real  orden  americana  de  Isabel  Ja  CHtólicOf  i 
D.José  Laureano  Guitart. — Habana  17  de  Noviembre  de  1845,— 
Miguel  María  Paniagua. 


Comisión  provincial  de  mstruccion  primaria, — Habiendo  ceiMH^ 
eindo  motivadamente  D,  Francisco  de  Justiniani  la  preaid9ii9Ía  A^ios 
eximenes  que  le  fué  delegada  por  la  comisión  provincial  en  el  Colé* 
gio  de  Humanidades  de  Jesús,  se  ha  nombrado  en  su  reemplazo  j 
también  para  la  constante  inspección  de  dicho  establecimiento  en  ios 
camos  de  iostrucciou  primaria,  elemental  y  superior  á  los  doctores  D. 
Pascual  Salazar  y  D.  José  Zacarías  €ronzalez  del  Valle»  Poriga^l 
razón  han  sido  nombrado  para  el  Colegio  Hispano-Cubano  el  Dr*  O^ 
Joéé  Giral  y  Ldo.  D.  Manuel  Costales  en  luffuc  del  Dr.  D.  Nieolnf 
Gptierrez. 

Para  la  escuela  que  dirige  el  bachiller  D.  Manuel  VazqaeZi  9r. 
IX  Juan  Francisco  Chaple  y  Ldo.  D.  José  Aniceto  de  Ayala» 

Para  la  de  niñas  á  cargo  de  D.  ^  Rosa  Beltran,  Dr.  D.  Domia. 
go  Resaifis  y  Ldo.  D.  Pedro  José  Morillas.  ^ 

Para  la  de  M.  Dujasolou,  Ldo.  D.  Ciríaco  Guerrero  y  D.  Jaaa 
jAioaso  Pelc^ez. 

Para  la  de  D.  Antonio  Gutiérrez.  El  R.  P.  Fray  Remigio  Ce^ 
nadas  y  Dr.  D.  Juan  Francisco  Chaple. 

Para  la  de  D.  Ramón  Ituarte,  Ldo.  D.  Anacleto  Bermudez  y  P, 
Pedro  José  Morillas. 


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—467— 
Habftda  y  NoTÍembre  18  de  1645. — José  Miguel  Rodríguez^  vo- 

cftt*«ecretario. 


Secretaría  del  Oí^iemo  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuba, — H¿»- 
bíédoee  dígoado  S.  M.  la  Reina  conceder  á  D.  Ramón  6iiarez,  hí 
gtaeta  de  Gentil  hombre  de  cámara  con  ejercicio,  el  interesado  ha 
prestado  oon  fecha  de  ayer,  y  en  manos  del  Escmo.  Sr.  Gobemadolr' 
Oapitan  general,  el  debido  juramento  de  fidelidad  á  S«  M. — ^Ha^atta 
20  de  Noviembre  de  1845. — Miguel  María  Faniagua, 


Secretaría  del  Oobiemo  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuba. — Por 
real  orden  de  20  de  Setiembre  ultimo,  se  ha  servido  S.  M.  conceder 
al  Ldor  en  medicina  D.  Basilio  García  y  Negrete,  vecino  de  Laguni- 
Ilaa,  la  cruz  de  Epidemias,  en  recompensa  de  los  servicios  que  prestó 
0i>  Ja  época  def  celera  morbiis. — Habana  20  de  Noviembre  de  1845. 
-^Migml  María  Paniagua. 


Administración  General  de  Reales  Rentas.^^El  Eacmo.  Sr.  Sa^ 
pvidatendente  general  delegado  de  Real  Hacienda  se  ha  servido  man- 
dar por  decreto  de  14  del  corriente  ,  que  se  cumpla  el  acuerdo  de  la 
Junta  Superior  Directiva  de  5  del  mismo,  contraído  á  que  el  corre- 
dor mayor  de  Lonja  solo  tiene  derecho  á  practicar  tsusaciones  en  W 
olwos  en  que  se  disponga  de  oficio  por  algún  tribunal,  ó  á  la  solici- 
tud de  partes;  pero  no  en  los  contratos  entre  los  particulares  sobre  e«. 
clavos ,  muebles ,  semovientes ,  establecimientos  y  demás,  trasladan- 
do el  dominio  por  titulo  lucrativo,  después  de  haberse  convenido  en 
el  precio.  Lo  que  de  orden  de  S.  E.  se  publica  por  esta  Administra- 
oion  general  para  inteligencia  de  las  personas  4  quienes  les  interese. 
Habana  24  de  Noviembre  de  1845« — Del  Val 


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—468— 
Por  acuerdo  del  Escmo.  AyuetamíeiUo  ,  en  el  cabildo  ordinario 
de  14  del  corriente,  que  presidió  el  Escmo.  Sr.  €robemador  supmiof 
civil,  se  hace  notorio  al  público  para  su  inteligencia  j  gobierno,  que 
la  matricula  dispuesta  de  los  carruages  de  alquiler  ha  llegado  al  nfi-^ 
mero  410,  y  como  se  ha  visto  que  algunos  tienen  mayor  num^o  ,  lo 
que  indica  que  los  dueños  de  estos  no  han  cumplido  con  la  citada 
pievencioB,  dejando  ásus  carruages  la  antigua  nunreracton,  se  tes  íb« 
vita  á  que  lo  verifiquen  en  el  término  de  ocho  dias,  en  el  concepto  de 
que  pasado,  el  que  se  encuentre  con  dicha  antigua  numeración  que- 
da su  dueño  iocurso  en  la  pena  establecida.  Habana  24  de  FToviem* 
bre  de  1845. — Francisco  de  Castro. 


SureUfTÍa  del  Gobierno  Superior  civil  de  ¡a  Isla  de  Ctt6a^^»Eo- 
terado  el  Escmo.  Sr.  Gobernador  y  capitán  general  de  que  sio  embar- 
go de  la  prevención  que  se  le  hizo  por  los  Diarios  del  mes  de  Agosto 
ultimo  k  varios  mayordomos  de  fábricas  de  las  iglesias  de  esta  dió- 
cesis para  que  presentarán  las  cuentas  que  tenian  pendientes,  ««n  no 
lo  han  verificado  á  pesar  del  tiempo  transcurrido,  ha  dispuesto  8.  E« 
se  les  haga  saber  por  última  vez  en  tres  números  consecutivos  de  di- 
cho periódico,  la  obligación  en  que  están  de  llenar  aquel  precepto 
dentro  el  mas  breve  término,  y  que  al  efecto  se  inserten  sus  nombres 
para  que  no  puedan  alegar  ignorancia. 

D.  Diego  José  Tellez,  mayordomo  que  fué  de  la  Hanábana  hm 
de  1814  á  1818. 

D.  Pablo  González  de  Mujica  que  fué  de  San  Juan  de  los  Re.' 
medios  las  de  1818. 

D.  José  María  Ramirez,  que  fué  de  Managua  las  de  1811  á  1813L 

Los  albaceas  y  herederos  de  D.  José  Alvarez,  que  fué  de  Jiba- 
coa,  las  de  1820  y  1821. 

D.  José  Jacinto  del  Castillo,  que  fué  del  Palmarejo,  las  de  1828 
y  1829. 

D.  Miguel  Ñuño  que  lo  fué  de  S.  Miguel,  las  desde  9  de  Mayo 
de  1840  á  Marzo  de  1843. 

D.  Miguel  Martínez  Canosa,  que  lo  es  de  la  Hanábana,  las  desde 
1842  á  1844. 

El  mismo  que  lo  es  de  Jaruco,  las  de  1843  y  1844. 


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IX  Manae}  de  Lata  Martínez,  que  lo  es  de  Managua  las  éesá» 
t^  <^  de  Abril  de  1842  á  3t  de  Diciembre  de  1844. 

D.  Francisco  de  Paula  Velazques,  que  lo  es  de  Ciego,  la  ÚW 
1844  7  del  Cano,  las  de  1843,  y  1644. 

Dr.  D.  Francisco  Rensoli,  que  fué  del  Espíritu-Santo  las  de 
1648  á  34  de  Majo  de  1844. 

El  mismo  que  lo  es  de  Alvarez,  Cacarajícaras,  Cíehfaego^  Oda- 
mutas,  Güane,  Güira,  Mantua ,  Palma ,  Palmarejo  y  Santiago,  las 
de  1844. 

D.  José  Jesús  Villarino,  que  lo  es  de  Baja  y  S.  Miguel,  las  de 
1843  y  1844. 

El  mismo  que  lo  es  de  Barajagua,  Bejucal,  Cupey,  Guadalupe) 
Güines,  Pinar  del  Rio  y  Santa  Cruz  de  los  Pinos,  las  de  1844. 

Dr.  D.  Isidrc^  Coidovez,  que  lo  es  de  Macurijea  las.de  1844. 

D«  A utonio  Blanco  y  Quey,  que  lo  es  de  yilla-clara,,la  desde  }.  ^. 
de  Setiembre  á  31  de  Diciembre  de  1844. — Habana  2?  de  Ifofiem- 
bre  de  1835. — José  Miguel  Rodríguez. 

Es  copia« — Habana  25  de  Noviembre  de  ISió.^-'Migueldfaria 
Panlagua.  { 


Secretaria  del  Gobierno  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuba.'^ 
Para  castigar  lá  falta  de  cumplimiento  á  la  ordea  4p^^^  deiBneco 
del  año  prócsimo  pasado  cuya  publicación  se  ha  repetido  ep.  eLDia- 
no  de  29  de  Octubre  último,  contraida  á  que  los  puestos  de  ]os<meD" 
cados  se  levanten  precisamente  á  las  once  de  la  mañana,  ha  dia- 
puesto el  Escmo.  Sr.  Gobernador  y  Capitán  general  confotináAdope 
con  la  consulta  del  Sr.  Asesor  general  primero,  que  á  los  infracto- 
res de  aquella  orden  se  impóngala  multa  de  dos  pesos  por  la  pri^ne-. 
ra  vez,  de  cuatro  por  la  segunda  y  de  ocho  por  la  teri^ra  ,  sin  per- 
juicio de  lo  demás  que  corresponda  en  este  último  caso :  lo  ^ue  pe. 
noticia  para  general  inteligencia. — Habana  27  de  Noviembre  de. 
1345. — Miguel  María  Paniagua. 


Sala  Capitular, — En  el  cabildo  ordinario  celebrado  el  dia  de 
la  fecha,  que  presidió  el  Escmo.  Sr:  Gobernador  superior  civil ,  fué 


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—476— 
i^dmJtido  por  el  Esemo.  Ayuntamiento  al  uso  y  ejercicio  de  la  profe- . 
stoo  de  agrimensor  páblieo  D.  José  María  Pacot ,  tereer  piloto  partía 
oulsir  de  U  marina  mercante,  después  de  liaber  llenado  Jo«,  vequísitoe 
del  reglamento  del  asunto,  de  sufrir  el  examen  de  costumbre  poi  la 
J^ota  de  Agrimensores  ,  y  de  prestar  el  juramento  corrosponiliente 
en  el  mismo  cabildo.  Lo  que  se  hace  notorio  para  la  g^eral  iutieli* 
gep^ia.  Habcmay  noviembre  29  de  1845. — Francisco  de  Castro. 


,  E}n  el  cabildo  ordinario  celebrado  el  dia  de  la  fecha  participé  al 
Escmo.  Ayuntamiento  un  decreto  del  Esctno.  Sr.  Presidente  Gober- 
nador superior  civil,  de  conformidad  con  la  consulta  del  Sr.  Asesor 
general  primero,  en  que  se  manda  guardar,  cumplir  y  ejecufer  el  tí- 
tulo dé  abogado  qu^  de  Real  orden  se  espidió  por  el  Ministerio  de  la 
Gobé/nácion  de  la  Península  en  favor  del  Dr.  D.  Justo  de  fa  Torre, 
con  la  Real  auxiliatoría  correspondiente  ;  y  habiendo  hecho  cóbstar 
el  interesado  su  incorporación  y  juramento  en  la  Real  AudiencÜi 
Pretorial,  se  acordó  quedar  en  su  inteligencia  á  los  efectos  consi- 
guientes, tomándose  la  razón  de  estilo.  Habana  y  novienabre  S8  de 
iS45.— Francisco  de  Castro. 


El  Escmo.  Sr.  €robernador  Capitán  general  Vice-Real  Patrono, 
ha  dirigido  con  fecha  2o  del  actual  al  Illmo.  Sr.  Gobernador  Interi- 
no del  obispado  d  oficio  y  relación  que  á  continuación  se  copian.-^ 
Illnow  Sr.— Habiéndome  hecho  presente  la  contaduría  Real  de  Diez- 
moifY  que  los  Mayordomos  de  fábrica  comprendidos  en  In  adjuirta. 
nota,  no  han  presentado  sus  cuentas  ,  la  dirijo  á  ¥«  S.  I.  para  q«e 
en  virtud  de  la  morosidad  en  que  han  incurrido  después  del  aperci- 
bimiento que  les  hizo  por  los  Diarios  del  mes  de  Agosto  último  el  Es- 
ctíeiMsimo  é  Illmo.  Sr.  Arzobispo  de  Guatemala,  Administrador  que 
fué  de  esta  Diócesis,  se  sirva  proveer  lo  conducente  á  que  lo  verifi- 
quen sin  dar  lugar  á  nuevo  requerimiento. 

Y  de  orden  de  S.  S.  I.  se  publican  los  citados  documentos  para 
que  llegando  á  noticia  de  los  individuos  comprendidos  en  la  mencio- 
nada relacipn,  presenten  á  donde  corresponda  dentro  de  quince  dias 
las  espresadas  cuentas,  en  el  concepto  que  de  no  verificarlo  se  lleva- 


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—471— 

rán  á  debido  efecto  las  penas  que  en  consecuencia  ha  uispueato  S.  S. 

L  por  decreto  de  este  dia«  Habana  27  de  Noviembre  de  1845.— Z>r. 
Domingo  de  Pluma^  secretario. 

Nota  de  los  Mayordomos  de  fábrica  de  las  Iglesias  parroquiales  de 
este  obispado  que  no  han  rendido  las  cuentas  de  su  manejo  en  loa 
años  que  se  espresarán^  á  saber : 

Pbro«  D.  José  Antonio  Alfonso  ,  mayordomo  que  fué  do  Bajii 
las  de  1812  á  8  de  Mayo  de  1815, 

Los  albaceas  y  herederos  del  Pbro.  D.  Manuel  Magdaleno  To- 
vastal,  que  fué  de  Quivicah  las  de  1822  á  1824. 

Pbro.  D.  Domingo  Hernández ,  que  fué  de  Guamutas ,  las  de 
1822  á  fin  de  Marzo  de  1827. 

Pbro.  D.  Antonio  María  López,  que  fué  de  Palmarejos ,  las  de 
1838  á  1840. 

Pbro.  D.  Ramón  Quintero ,  que  fué  de  Santi-Esp(ritu,  las  de 
1840  y  1841. 

Los  albaceas  y  herederos  del  Pbro.  D.  Antonio  Galán  t  que  fué 
de  Cacaragícaras,  las  de  1830  á  1834. 

Pbro.  D.  Antonio  José  López  ,que  fué  de  la  Palma ,  la  desde 
L  ^  de  Enero  hasta  6  de  Julio  de  1842.  ' 

Pbro.  D.  José  Beltran  ,  que  fué  de  Macurijcs  ,  las  de  1840  y 
184L 

Pbro.  D.  Felipe  Endara,  que  fué  de  Santi-Espíritu  ,  las  de  1842 
á  fin  de  Octubre  de  1844. 

PbroA  D.  José  Rafael  Fuentes,  que  lo  es  de  Sta.  María  del  Ro'» 
sario,  las  de  1844. 

Pbro.  D.  José  Rafael  de  Medina ,  que  lo  es  de  Trinidad,  las  de 
1844.— X>r.  Domingo  de  Pluma^  secretario. 


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—472— 


necrología. 


ilmmistcador  Ae  esta  Diócesln. 


A 


las  1 1^  de  la  noche  del  9  del  corriente,  toco  agonías  la  cam- 
pana mayor  de  la  Santa  iglesia  Catedral  por  el  Escmo.  é  Ilustrísimo 
Sr.  Arzobispo  de  Guatemala  Fray  Kamon  Cassaus  y  l^orres,  Obis- 
po administrador  de  esta  Diócesis,  terminando  su  larga  y  penosa  en- 
iermedad  con  la  muerte,  acaecida  á  las  3¿  de  la  mañana  del  10,  según 
lo  anunciaron  los  dobles  que  repitieron  todas  las  iglesias  de  la  ciu^ 
dad  y  suburbios.  Su  cadáver  fué  embalsamado  aquel  mismo  día  por 
el  hábil  profesor  Dr.  D;  Nicolás  Gutiérrez,  y  maestramente  hecha  la 
o|>eracion  seguo  el  nuevo  sistema  de  Ganal,  quedó  espuesto  á  la  vis- 
ta publica  en  su  palacio  el  tiempo  que  es  de  costumbre.  Luego  se 
üondujo  á  la  iglesia  matriz  para  el  funeral  que  se  celebró  con  toda 
^ompa  y  magpifícencia,  y  según  entendemos  se  han  depositado  estos 
respetables  restos  para  embarcarlos  á  Guatemala,  en  donde  pidió  ser 
sepultado.  £1  buen  pastor ,  el  sabio  ,  justo  y  ejemplar  administrador 
áe  este  rebano  ha  dejado  de  eitistir:  no  obstante  tan  venerable  aneia* 
nidad,  las  huellas  que  han  marcado  tas  virtudes  que  embellecieron  tu 
alma  se  presentan  todavia  frescas  y  lozanns  en  su  frió  cadáver  cu- 
l)íefto  con  la  investidura  episcopal  que  supo  honrar  con  sus  talentos, 
noble  y  cristiana  conducta. — Sentimos  esta  pérdida  para  nosotros  es 
i;rande,  grandísima  porque  supimos  merecerle  mucho. 


i#M» 


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—473— 

CEMENTERIO  GENERAL. 


RELACIÓN  OBITÜRIA 

IBéUí  ciudad  y  suburMes  en  el  mes  de  jVoTiembre  de  1945. 

En  Noviembre  se  lian  enterrado,  blancos 165  , 

De  color 181 


Total 846 


Entre  los  primeros  designamos  los  siguientes  cadáveres  comQ 
personas  notables. 

Dia  1. — Don  Félix  Tesilld,  natural  de  Santander,  casado,  da  60 
años,  vecino  de  la  parroquia  auxiliar  de  Jesús  Marín. 

ídem.— Doña  María  de  la  Candelaria  Cardona  ,  vecina  del  au- 
xiliar del  Monserrate. 

Dia  3.— Doña  María  de  la  Merced  Barrios,  natural  de  Co8- 
tañrme,  viuda,  de  52  años,  vecina  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

ídem. — Don  Felipe  Santiago  Caballero  ,  natural  de  esta  ciudad, 
yiudo,  de  42  años,  vecino  de  la  antedicha  parroquia. 

Dia  4. — Don  Benito  Abren,  vecino  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Dia  5. — Doña  María  Josefa  Ruiz  j  Paredes  ,  vecina  de  la  pro- 
pia auxiliar  del  Monserrate.  (t^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  63, 

Dia  6. — Doña  Agustina  Marino  de  Infante,  natural  de  Cádiz, 
casada,  vecina  de  Guadalupe. 

Dia  7. — Doña  Juaua  de  Dios  Arocha  de  Valdes  Pina,  natural  de 
esta^  de  37  años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Sto.  Cristo.  (tJ^Ha  ocu- 
pado el  nicho  núm.  60. 

Dia  8. «—Doña  Blasa  de  la  Guerra,  vecina  de  la  auxiliar  del  Mon- 
serrate. ^ 

ídem. — Don  Pedro  Landriao,  soltero,  de  34  años,  vecino  de  la 
auxiliar  del  Sto.  An^cl. 

Dia  9. — Doña  Teresa  Pagés  ,  viuda  ,  vecina  de  la  auxiliar  del 
Sto.  Cristo, 

Dia  10. — Doña  Clara  Teresa  Basilia  Sivore  de  Barre ,  natural 
de  esta,  casada,  de  38  años,  vecina  de  la  parroquial  mayor. 

ídem. — Doña  Juana  Antonia  Hernández.  Este  cadáver  se  oxhu- 
luódcl  cementerio  de  Guanabacoa,  donde  cbtaba  enterrado,  con  las  cor- 

60 


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—474— 
.   respondientes  licencias  sctrnsludó  aquí.  {tT^Ocupa  el  nidio  nóm.  59. 
Día  1 J. — D.  J.  S.  Martin,  natural  de  los  Estados-Unidos,  casa- 
do, de  34  nnos,  vet'inn  de  la  parroquial  mayor. 

ídem. — Doña  Isabel  de  Piedra-Hita,  natural  de  esta,  viuda,  de 
65  años,  vecina  de  la  parroquia  <le  Guadalupe. 

Dia  12. — Escma.  Sra.  Dona  Catalina  Justiz,  naturnl  de  esta,  viu- 
da de  58  años,  vecinn  de  la  aujdliar  del  Sto.  Cristo,  flJ^Ha  ocupa- 
do  el  nicho  núm.  61.  (*) 

Dia  13. — Doña  Rafaela  Tejera,  natural  de  esta  ,  viuda ,  vecina 
del  Sto.  Cristo. 

Dia  14.— Sra.  Dona  Mariana  Jiiztiz  Arriolade  Escoto^  natural  de 
Puerto-Príncipe,  casada,  de  40  afios,  vecina  de  la  parroquia  del  Es- 
píritu-Santo.  Este  cadáver  fué  al  cementerio  con  papeleta  del  .cape- 
llán del  Real  cuerpo  de  Artillería. 

Dia  15.-^Doñíi  Josefa  Trejo ,  Tecina  de  la  auxiliar  del  Mon- 
Dcrrate. 

Dia  16. — Don  José  María  Cicero,  natural  de  Santander,  solte- 
ro, de  36  años,  vecino  de  la  auxiliar  del  Sto.  Cristo.  (¡J^'Ha  ocupa 
do  el  nicho  núm.  64. 

Dia  17.— Doña  María  del  Pilar  Herrerías  ,  natural  de  esta,  sol 
tera  de  28  años,  vecina  de  la  parroquial  de  Guadalupe. 

ídem. — Don  Irans  Young,  natural  de  los  Estados-Unidos,  ca 
•ado,  dé  50  años,  vecino  de  la  parroquial  mayor. 

Dia  18.— Don  Luis  de  G.  Rian,  uaturaF  del  Puerto  de  Santa  Ma 
ría,  soltero,  de  31  años,  vecino  déla  misma  parroquial  mayor 
Ct7*^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  65. 

ídem. — Doña  Genoveva  Novamul ,  vecina  de  la  auxiliar  del 
Monserrate. 

Dia  19. — Doña  Petrona  de  los  Angeles  Jiménez,  nattiral  de  es- 
tq,  viuda,  de  75  años,  vecina  de  Guadalupe. 

Dia  20. — Don  Pedro  Celestino  Garzón,  nntaral  de  esto,  casa- 
do, vecino  del  Monserrate. 

ídem. — Doña  María  de  los  Angeles  Pérez  de  Oliva,  natural  de 
esta,  viuda,  vecina  de  Guadalupe. 

s    j   Wem. — Doña  María  del  Rosario  Bertola,  casada  ,  vino  remitida 
del  Cerro  donde  falleció. 

Dia  21. — Don  Andrés  Quibus,  vecino  del  Monserrate.  (t/^Ha 
ocupado  el  nicho  núm.  11, 

ídem. — Doña  María  Gertrúdiz  Lacourt ,  vecina  del  Espíritu- 
Santo.  . 

(*)  Nosotros  lloramos  la  muerte  do  esta  ¡lustre  Sra,,  y  al  cubrir  de  flo- 
res el  espacio  que  la  guarda,  queremos  recordar  sus  virtudes  y  las  cnali- 
dades  raras  que  la  hicieron  (ligua  de  la  estima  y  aprecio  de  todo  este  ve- 
cindario. Que  no  interrumpa  su  paz  nuestro  voto  decidido,  que  el  gemido 
del  pobre  no  altere  su  reposo  celestial ,  quo  el  llanto  do  los  suyos  no  la  in- 

quieteu He  aquí  nuestras  plegarias  fervorosas Los  decretos  do 

líios  80  cumplen,  y  on  ellos  hay  dcaf;;nios  miatcriosot?  que  no  tstan  al  alcan- 
ce del  hombru  miserable. 


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Dia  23. — D.  Raf.ii'l  Aljuvin,  natural  Jo  esta,  soltero,  ile21  años, 
veciao  (lo  la  parroquial  de  Guailalupe. 

ídem. — Don  Jaime  Fotit ,  natural  de  Motaró  ,  casado ,  de  45 
finos,  vecino  de  Guadalupe.  flC/^Ha  ocupado  el  nicho  nuni.  69. 

ídem. — Don  Manuel  Salvador  Sierra,  vecino  del  Pilar  y  remi- 
tido de  Guadalupe.  {T/^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  68. 

ídem. — Doña  María  de  Regla  Sánchez,  natural  de  esta  ,  viuda^ 
de  70  años,  vecina  del  auxiliar  del  Sto  Ángel.  d/^Uu  ocupado  el  ni- 
cho núm»  70. 

ídem. — Doña  A  na  .Tosefa  Morales,  vecina  del  Monserrftte.(t7^Hli 
ocupado  el  nicho  n (i m:  71. 

Dia  25. — Doña  Dolores  Ortega,  natural  de  esta ,  viud^  ,  de  89 
finos,  vecina  dn  Guadalupe. 

Dia  28. — Don  Ignacio  Arrondo  y  Soto,  de  e^ta,  de  18  años,  sol- 
tero, vecino  de  Guadalupe.  (t/^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  72. 

ídem. — Don  Francisco  de  Velasco,  natural  de  esta ,  vecino  dal 
Monserrate.  fty'Ha  ocupado  el  nicho  núm.  73. 

Dia  30. — Don  Antonio  del  Oazal,  vecino  del  Monserrate. 

CORO  DE  A]VGEIii:S. 

Octubre. 

Dia  2, — D.  Jos6  María  Morales  y  Sotolongo,  párhulo.  (C/*»Octf- 
po  el  nicho  núm.  1ÍJ7. 

Din  8. — Don  Pedro  Sarrnchuga  ,  párhulo.  (t/^Ocupa  el  nicho 
núm.  137. 

Dia  14. — Don  Juan  Espino,  párbulo.  flCT^Ocupa  el  nicho  núm. 


138. 


NOVIRMDRE. 


Din  7. — Doña  Martina  Larin  ,  párbula.   (t/^Ocupa  el  nicho  • 
núm.  139. 

Exin/MACionr. 

Día  23. — Se  exhumaron  los  restos  de  Doña  Petronn  Filomepn 
Robles  previas  las  licencias  necesarias,  trasladándose  de  su  bepultura 
propia,  al  nicho  número  51. 


INDICG  GHRJL  DE  ESTE  TOMO. . 

Fagínai. 

Prospecto  de  esta  obra 3 

Demostraciüntis  fúnobrOsque.  liizo  la   ciudad  du  San  Cristóbal  de  la 

Habana  en  la  muerte  do  su  Kcy  el  »Sr,  D.  Felipe  IV 5 


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•  476— 

Antigua  y  muy  ruidosa  ocurrencií\j — ^Criminales  contra  el  negro  Mi- 
guel; sentenciado  al  patíbulo,  y  que  después  de  cuatro  tiros  de 
pistola  con  dos  balas  cada  una  que  le  dispararon  en  la  sien  dere- 
cha, fué  libre  por  la  Virgen  del  Rosario,  ano  de  1736 8 

Precios  íjue  daban  en  las  haciendas  de  crianza  á  nuestros  ganados  á 

,  mediados  de  la  última  centu ria 2*2 

Bayamo. — Obra-pía  del  capitán  Francisco  Parada 24 

El  conde  Revilla-Gigedo,  Virey  de  Méjico  (con  una  lámina^ 34 

El' triunfo  del  Aye-Maria.  Fernando  Pérez  del  Pulgar   [articulo  im- 

provisadoj., 66 

A  la$  bellezas  del  Nuev«>-Mundo • •       58 

Discurso  del  famoso  Mr.  Dupin  contra  la  funesta  preocupación  de  los 

desafíos. 63 

Cárceles  y  casas  de  corrección 68 

Navegticion  por  medio  del  vapor»»»». • 71 

Conocimientos  útiles. — Barnices •       74 

Real  Cédula  de  S.  M.  y  Señores  del  Consejo,  por  la  cual  se  declara 
que  no  solo  el  oficio  de  curtidor,  sino  también  los  demás  artes  y 
oficios  de  herrero,  sastre,  zapatero,carpintero,  &c.  son  honestos 
y  honrados  y  que  el  uso  de  ellos  no  envilece  las  familias  ni  la 
persona  del  que  los  ejerce,  ni  inabilita  para  obtener  los  empleos 

municipales  de  laRepública 75 

Relación  obituaria  de  esta  ciudad  y  suburbios • ••»       78 

Czistóbal  Colon. — Descripción  de   la  famosa  pintura  de  Mr.  Chap- 

man  [con  una  lámina] • 81 

Descubrimiento  de  la  América. — Primer  desembarco  de  Colon. — Es- 
tracto  de  la  obra  de  Washintgon  Irving , 85 

Sermón  fúnebre  en  elogio  del  Escrao.  Sr.  D.  Cristóbal  Colon,  pro- 
nunciado con  motivo  de  haberse  trasladado  sus  cenizas  de  la  is- 
la de  Santo  Domingo  á  esta  Santa  iglesia  Catedral,  por  el  Dr. 
D.  José  Agustín  Caballero,  maestro  de  filosofía  en  el  Real  y  con- 
ciliar colegio  Seminario  de  S.  Carlos  el  19  do  Enero  de  1796.»»  111 
Discurso  que  en  la  solemne  apertura  de  la  Universidad  literaria  de 

Granada,  pronunció  el  Ldo.  D.  Francisco  de  P.  García  Herreros»     128 

Esculturas  antiguas  del  Nuevo-Mundo , 135 

Acusadores.. • 136 

I403  camafeos  ó  piedras  finas  grabadas  en  relieve. •  • 139 

Peleas  de  gallos 142 

La  infancia  [artículo  remitido]. • 146 

Noticia  del  arte  de  la  imprenta  y  de  algimos  de  sus  privilegios 149 

Protocolacion  de  todas  las   disposiciones  reales,   administrativas  y 

económicas  publicadas  de  oficio  en  todo  el  mes  de  Julio  último»  •  153 
Relación  obituaria  de  esta  ciudad  y  suburbios  en  todo  el  mes  de  Julio*  158 
Noticia  de  las  personas  que  han  comprado  y  ocupado  nichos  en  el 

Cementerio  general  después  de  su  construcción  hasta  hoy»»»»»»     160 
Descripción  de  los  funerales  que  se  hicieron  en  la  Iglesia  de  San  Fran- 
cisco de  Méjico  los  días  23  y  24  de  Octubre  de  1799  al  Escmo, 
Sr.  Conde  de  RevíUa-Gigedo,  escrita  por  el  ex-jesuita  D.  Juan 

Mañero » 161 

Oración  fúnebre  que  predicó  en  estas  honras  el  R.  P.  Fray  Ramón 
Casaus  del  orden  de  Predicadores,  después  obispo  auxiliar  de 
Oajaca,  luego  arzobispo  de  Guatemala  y  hoy  dignísimo  adminis- 
trador de  esta  diócesis 186 


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^^AüMüAi 


—477— 

Paginas. 

Antigüedades  del  país «  213 

Documentos  inédi tos  •  •  •  •  • 219 

Documento  curioso. — Longevidad 222 

Protocolacion  de  todas  las  disposiciones  reales  administrativas  y  eco- 
nómicas publicadas  de  oficio  en  todo  el  mes  de  Agostp 223 

Relación  obituaria  de  esta  ciudad  y  suburbios  en  el  mes  de  Ao^osto.»»  237 
Noticia   de  las  personas  que   han  comprado  y  ocupado  nichos  en  el 

propio  Cementerio  en  el  mismo  mes  de  Agosto 240 

Acto   religioso c , 240 

Biograña. — ^Isidoro  Maiqoez 241 

La  elocuencia  por  Mr.  de  Couttin 249 

Casas  de  corrección  para  jóvenes   delincuentes 267 

Un  consejo  á  los  artesanos 275 

El   siglo  positivo  (articulo  comunicado) • 278 

Administración  general  de  correos  de  la  Habana. • 282 

Sentencia  definitiva  aprobada  por  S.  M.  en  los  autos  de  residencia 

aue  se  mandó  tomar  al  Escmo  Sr.  Conde  de  Ucvilla-Gigcdo--»»  285 

Escribanos  y  procuradores. — Sus  consideraciones  y  privilegios 28S 

Antigüedades  delpais. 293 

Documentos  inéditos 29C 

Protocolacion  de  todas  las  disposiciones  reales,  administrativas  y  eco- 
nómicas, publicadas  de  oficio  en  el  mes  de  Setiembre 299 

Conocimientos  útiles. — Artes  industriales 310 

Cementerio  general. — Relación  obituaria  de  esta  ciudad  y  suburbios 

en  el  mes  de  Setiembre f 319 

Reflexiones  sobre  el  modo  de  escribir  la  histona  de  España,  su  autor 

D.  Juan  Pablo   Forner 321 

Biografía.— Pedro  Abelardo   [Articulo  remitido] 337 

Suicidio 354 

Opinión  de  los  antiguos  sobre  la  existencia  de  un  Nuevo-Mundo 358 

Origen  de  algunos  oficios,  instrumentos  y  materias  primas '«f. 361 

Imitación  industrial •*• 363 

Escrito  fantástico. — Mi  visita  al  cementerio,   original  de  Monseílor 

Chavorini. 367 

Deberes  dei  hombre .370 

Antigüedades  del  pais. — Cabildos  primitivos 376 

Conocimientos  útiles. — Economía  doméstica.  Modo  de  poblar  un  pa- 
lomar.  .•••• 385 

Protocolocion  de  todas  las  disposiciones  reales,  administrativas  y  eco- 
nómicas, publicadas  de  oficio  en  todo  el  mes  de  Octubre 388 

Cementerio  general. — Relación  obituaria  do  esta  ciudad  y  suburbios 

en  el  mes  de  Octubre 399 

Reflexiones  sobre  el  modo  de  escribir  la  historia  de  España  (Finalizan).  401 

Carlota  Corday 423 

El  Mundo 432 

El  Tiempo 435 

Biogrofia. — El  Cardenal  Jiménez  de  Cisneros 440 

Los  palacios  de  Moncteuzoma 447 

Singularidades  de  algunos  autores  y  sabios  italianos 450 

El  charlatanismo  á  descubierto 454 

Protocolacion  de  todas  las  disposiciones  reales,  administrativas  y  eco- 
nómicas publicadas  de  oñcio  en  todo  el  mes  de  Noviembre  último.  457 

mTBSlb  TOMO.    * 


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—478— 


Tkob  Señores: 

Arrieta  D.  Joaquín. 

Arango  D.  Miguel. 

Arcos  tirai*quos  do 

Argudin,  D.  José  Suarcz. 

Armeutoros,  D.  Florentino. 

Adán  y  Bohorqucs,  prebístoro  José 
María. 

Aguírre  y  Alentado,  Ldo.  D.  José  5í'í 

An^el,  Ldo.  Julián  Nicanor. 

Arsitola,  D,  Fernando. 

Arizmendi,  Ldo.  D.  Manuel  de 

Armas,  oidor  honorario  D.  Manuel 

Aguilera  D.  Cayetano, 

Arrale  de  Peralta,  Coronel  D.  Ma- 
nuel. 

Aranda,  D.  José. 

Alcalá,  D.  Francisco. 

Alfonso,  D.  José. 

Alvarez,  D.  Tomas. 

Atrio,  D.  Ramón.  • 

Arias,  D.  Anselmo  do  Paula. 

Armenteros,  D.  Ignacio. 

Avelenda,  D.  Casimiro* 

Anillo,  D.  Manuel. 

Alcántara,  ñscal  de  guerra  D.  Pedro 

Arcos,  D.  Antonio. 

Artigas,  D.  Manuel  María. 

Amable  y  Sánchez,  D.  Juan. 

Aranda,  D.  Felipe. 

Arcongo,  D.  José  del  Cürmcu. 

Azcona,  D.  Patricio. 

Azpeitia,  D.  Ventura. 

Azoy  D.  Manuel. 

Barreto,  Conde  de 

Bruzon«  Audr.  de  guerra  honorario  { 
D.  José.  S 

Bromen,  Cónsul  de 

Bainoa,  Escmo.  Sr.  conde  do 

Bolofla,  impresor  de  cámara  J>.  J. 
Severino. 

})ecerra,  Ldo.  D.  Pedro. 

Basset  y.  compañía. 

Bustamonte,  D.  Jogé  Antonio. 

Batista,  D.  José. 

Bosquez  D.  M¡í;uel. 

Basilio  Barrios,  I).  Antonio. 

Blasco,  D.  Manuel. 


Zios  Señores: 

Barranco,  D.  Matías. 

Bombalicr,  D.  Pedro. 

Bazagoistiá,  D.  Ilario. 

Baezn,  D.  Carlos 

Borrego,  secretario  honorario  do  ¡ 

S.  M.  D.  Plácido. 
Barrios,  D.  Anselmo. 
Bcnitoz,  D.  Juan  de  la  Cruz. 
Bafio,  D.  Isidoro  del 
Buondia,  D.  Manuel. 
Bacz,  D.  Isidoro. 
Bustamanto,  D.  Benito. 
Basco,  D.  José  Ildefonso. 
BolaíTos,  D.  Pedro, 
Barrete,  D.  Francisco  de  Asís. 
Carrion,  Auditor  D.  Antonio  Pío. 
Cervantes,  Intendente  D.  Tomas  A. 
Cruzat.  D.  Carlos. 
Cárdenas,  coronel,  D.  Miguel. 
CaHongo,  Conde  de 
Chacen,  D.  Laureano. 
Corbonell,  D.  Isidoro. 
Copingger,  Audr.  D.  José  Comcfio. 
Calvo,  ü.  Ignacio. 
Córdova,  Audr.  D.  Francisco  de 
Corroa,  Ldo.  D.  Manuel. 
Cenlino,  D  Marcos. 
Cha  vez,  Prelíístcro  D.  Mariano. 
Carvó,  D.  Marín  no. 
Coballos,  Ldo.  D.  Miguel  de 
Cabrera,  Ldo.  D.  José  Teocjoro. 
Cabello,  D.  Ramón.  y¡ 

Cadaval,  Escmo.  Sr.  D.  José. 
Costales,  Ldo.  D.  Manuel. 
Cruz,  Ldo.  1).  Francisco  Javier  de  la 
Cafiedo,  Ldo,  D,  Pedro  Celestino. 
Cowlcy,  Dr.  D.  Ángel  José. 
Contrerns,  D.  José  Irene.  ^ 

Cerda,  D.  Ángel  de  la 
CoU,  D.  José. 
Cristo,  D.  Carlos  del 
Corrales,  D.  Manuel. 
Cernada.  R.  P.  Fra5  Remigio  de 
Chavcz  D.  líiuncio. 
Cruz,  1).  José  «le  la 
('owley,  D.  Antonio, 
Ciiycn,  1>.  Jo.sC'  Julio. 


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—479— . 

Zk>s  Señores: 

Herrera»  D.  Ignacio. 
Cortés,  Dr,  D.  Rafael.  Herrera,  D.  Miguel  Antoaio. 

Crespo  y  P.  Escrao.  8r.  D.  Ignacio.  Herrera,  D.  Juan  Tomas, 


3bo8  Señores: 

Chaple,  D.  Pedro. 


Carménate,  D.  Celestino, 
Castaños,  O.  Rníael. 
Castro,  D.  Ventura. 
Castro,  D.  Manuel  María. 
Capotillo,  D.  Antonio  Marta. 
Careases,  D.  Manuel, 
Domínguez,  D.  Blas. 
Denís,  D.  Próspero. 
Uiago,  D.  Francisco. 
Díaz,  D.  Juaquin, 
Díaz,  D.  Andrea. 
Díaz,  Audr.  1).  Juan  Francisco 


Herrera,  Regidor  D.  Diego  F, 
Heruandoz,  I^lo.  D.  Antonio. 
Hernández,  D.  Domingo. 
Hernández,  D.  Vicente. 
Hoyo,  D.  Manuel  del 
Hernández,  D.  José  María. 
Hernadez,  D.  José. 
Yrigoyen,  D.  José  Antonio. 
Ybañez,  D.  Ramón. 
Jiménez,  D.  Francisco. 
Jiménez,  D.  José  del  Rosario* 
Jiménez,  D.  Diego. 


Duque  de  Heredia  Ldo.  D.  José  M?  Jiménez,  D.  Narciso. 


Duarte,  D.  Emeterio. 
Espino,  D.  Juan. 
Escoto,  D.  Félix  Ignacio. 
Estalella,  D.  Francisco. 
Esvcrel,  D.  Pnlilo. 
Estrada,  D.  Alejandro. 
Estrada,  D.  José  MigueL 
EÍBpada,  D.  Jacinto  do  la 
fÜ izagarate,  D.  José. 
Fernandina,  Escmo.  Sr.  Conde  do 
Francia,  Cónscrt  general  de 
Fernandez,  D.  José. 


Jorge,  D.  Pedro. 

Kruger,  D.  Cristiano  Jacobo« 

Koth,  D.  Mauricio. 

La  Torre  Marín  y  Heredia,  ínter-  } 
ventor  de  Correos  D.  Narciso.  J 

Liceo  artístico  y  literario* 

Luna,  D.  José. 

Lima,  Ldo.  D.  Rafael. 

López,  D.  José  Salomé. 

Ledon,  D.  Juan. 

León,  D.  Francisco. 

López,  Escmo.  Sr.  D.  Narciso. 
Fernandez  de  la  Horquera,  D.  José.  León  y  Mora,  Ldo.  D.  Domingo. 
Perrety  Intendente,  D.  Juan  Agustín.  Lo-Riveren,  Dr.  D.  Luis. 
Fernandez,  D.  Juan  María.  La  Mar,  D.  José  María. 

Fuentes,  D.  Isidoro  de  la  Lizano,  D.  Clemente. 

Gánela,  D.  José.  Lasqueti,  D.  Joaquín. 

Granados.  D.  Luis,  Llopiz,  Prebtstero,  Dr.  D.  F.  Jorge. 

Gironda,  D.  Manuel.  Muñoz,  D.  Antonio  Maiía. 

Gutiérrez,  D.  Ildefonso.  \  Morilla,  D.  José  María. 

Galán,  D.  Ramón.  Marino,  D.  Antonio. 

Crordillo,  D.  José. '  Menendez,  Ldo.  D.  José  María. 

González,  D.  J.de  la  Presentación.  Macedas,  Dr.  D.José. 


Guitart,  D.  Laureano. 
Garíca,  D.  Manuel. 
Guerrero,  D.  José 
Gallegos,  Ldo.  D.  Juan  Antonio. 
Giralt  y  Figuerola,  Dr.  D.  José. 
Galán,  Iido.  D.  Tomas. 
García  Lavin,  D.  Manuel. 
Guarro,  Dr.  D.  Juaquin. 
Gutiérrez,  Dr.  D.  Nicolás  José, 
Gibacoa,  Conde  do 


3Ioreno,  D.  Juan. 

Mariateguí,  D.  Luis. 

Morales,  D.  Alejandro. 

Morales,  D.  José  María. 

Mopox,  Conde  do 

Meireles,  Ldo.  D.  J.  Nepomuceno. 

Morales,  D.  Miguel. 

Mendoza,  D.  Joaquín  de  la  Cruz. 

Moreno,  D.  Antonio. 

Muriedas,  D.  Isidro. 

Matas,  D.  Juan. 


García  Mina,  D.  Francisco. 

González  del  Valle,  Dr.  D.  Manuel.  Marti  yTononts,  D 

García  D.  Nicolás  Maniu'l.  Mcuecí,  D.  Antonio. 

Hernández,  D.  Domiujío.  Miutincz,  í).  Juan. 


Francisco. 


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Xi08  Señores: 


—  380  — 


Zk>s  Séñoreí^ 


Martínez,  D.  Julián. 

JVlartiaez  Caro,  D.  José. 

Morales  Lemus,  Ldo.  D.  José. 

Marques,  D.  José. 

Martínez,  D.  Juan  Francieco. 

Navarro,  Dr.  D.  Luis. 

Nació,  Ldo.  D.  Antonio. 

Oliva,  D.  Teodoro. 

Oríbuela,  D.  Agustín. 

Oro,  D.  Joaquín  de 

Ofarril,  D.  José  Ricardo.    * 

Ortíz,  D.  Juan. 

Oseguera,  D.  Benito. 

Orfiia,  D.  Cristóbal. 

Ofarril,  D.  Ricardo. 

Olivares,  D.  Francisco. 

Ortega  y  Salomón,  D.  Fernando. 

OrduDez,  D.  Simón. 

O'  Conner,  D.  Juan. 

PeEíalver,  Escmo,  Sr.  Conde  de 

Ficard,  D.  Guillermo. 

Pozo,  D.  Agustin  del 

Pantaleon,  D.  Francisco. 

Peüalver,  D.  José  Maria. 

Poze,  D.  Joaquín. 

Patrón,  D.  Dominga* 

Piñeiro,  D.  José. 

Pinto,  D.  Antonio. 

Pacheco,  D.  Rufino. 

Pérez,  D.  Lorenzo. 

Quintero,  D.  Juan. 

Quevedo,  D.  Matías. 

Quintero,  Dr.  D.  Mateo, 

Quibus,  Ldo.  D.  ManueK 

Real  Socorro,  Marques  del 

Reiguera,  Secretario  honorario  de 

S.  M.  D.  Antonio. 
Reunión,  Conde  de  la 
Real  Proclamación  Marques  do  la 
Rodríguez  Reina,  D.  Andrea, 
liojo,  D.  Manuel. 
Ricart,  D.  José. 
Renden,  Oidor  D.  Ambrosio. 
Rodríguez,  D.  Francisco  de  P. 
Real  Tesoro,  Marques  del 
Ramos,  Pérez  D.  José. 
Rotflan,  D,  José. 
Roth,  D.  Luis. 
Hamirez,  D.  Gabriel. 


Ramos,  D.  Antonio. 
Rivas,  D  Julián. 

Rodríguez,  Audr.  h  °  D.  Juau  F. 
Ruiz,  D.  Cándido. 
Sicart,  D.  Isidro. 
Sobrino,  D.  José. 
Sala,  D.  Esteban. 
Salazar,  D.  José  Ramón. 
Salazar,  D.  Manuel  Suzano. 
Salazar,  D.  Anastasio. 
Salazar,  coronel  D.  Fmildio. 
Sauralie,  D.  Francisco. 
Silveira,  Ldo,  D.  José  Cecilio. 
Sirgado,  D.  Patricio. 
Suarez,  D.  Francisco. 
SaldaQa,  D.  Juau  Antonio. 
Soulcr,  D.  Juan  Bautista. 
Suarez,  Dr.  D.  Francisco  de  Paala 
Sastre  y  Puig,  D,  Juan. 
Shatamer,  y  CompaOía. 
Torre,  Ldo.  D.  José  María  de  la 
Travieso,  audr.  de  Marina,  D.  José 
Tomaty,  D.  Ambrosio. 
Vasallo  y  Unzaga,  administrador  7 

general  Je  correos,  D.  José.       ^ 
Villa  Urrutia,  Intendente  honora-  } 

rio,  D.  Wenceslaof  J 

Várela,  D,  Nicolás. 
Valdes,  D.  Tomas. 
Valí,  Intendente  D.  Antonio  M.  d«l 
Urtetígui,  D.  Jorge. 
Valdes,  Dr.  D.  José  Antonio. 
Valdes,  D.  José  Saturnino. 
Vivanco,  D.  Víctor. 
Velaeco,  Brigadier,  D.  Francisco, 
Villavicencio,  D.  José. 
Valdes,  D.  José. 
Vidal  García,  D.  José  María. 
Vilar,  D.  José. 
Várela,  D.  José. 
Valdes,  D.  José  Emenegildo. 
Vargas,  D,  Juan. 
Vidal  Rodríguez,  D.  Ramón. 
Wiarrieta  Ldo.  D.  Blas. 
Zambrana,  Ldo.  D.  Antanio 
Zuazo,  Alcalde  ordinario,  D«  An-  > 

tonio.  ^  I 

^equeira  y  Caro,  Ldo.  D.  Manuel  i 
Zamora,  í).  Manuel, 


^^9A€ 


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nOTDCDlO 


DE 

INTIGIEDIDES,  IITEIUTIIRI,  IGlICIILTIIRá, 

UsIJHIJÜHUA,  G0UERCI0  4. 


POK 


mmm  isi  umk 


TOMO  II.    ])<»•»• 


í'  ,'  f  v  -^ 


HABANA.— 1846. 
lMI^E^•TA^£  D.  Vicente  Í)e  Torres,  calle  i>e  LA  Rekía,  n.  3$. 


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HARVARD  COLLEGE  LI8RARY 
».   ■     >  •'MAT='3   t91T      • 

'•  ••  ♦        •  ■  UT1>l-Ar.!ERl<ÍAI<l         ' 

PROf€9SOn«Hll>  FUÑO. 


./I*  :     ■  í         V  f  > 


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ENE»I8  DE  1846. 


oNtíiiipW  ^^^==knJt^ieao^  á.^====tJo^mO'  U. 


CwteM  MBiPs  M  ia«rtNi  9m  etta  ebn^ieíAti  de  ittursft  permniNinlÉ» 
que  lio  «piren  «OQ  lai  pQ«a||«rM  y  i^ccideiitalef  circ4u»0ti|iic»a0  de  U  éyitea  4b 

•^1  publicación.  , 


JíimiSPRUIIlM€IA« 


ACREEDOR* 

^OMo  las  Imlabras  legales  acreedor  y  detidor  son  eorrHsttiva^ 
bajo  todos  aspectos  que  pueden  coBsidetarse^  nosproJ>onemos  ha* 
Mar  de  htí  dos  eA  este  articulo. 

LUmase  acroédor^  generalmente  hablando,  toda  persona  en  ^- 
yo  ftvov  se  ha  comprometido  otra  á  dar  6  hacer  s^na  cosa:  y  se 
entiende  por  deudor  el  qne  contrae  semejante  compromiso  en  bene- 
ficio deotrO)  cualesquiera  que  sean  las  rabones  que  le  impulsaHon  i 
ktcerla. 

En  toda  obligación  hay  precisamente  un  deudor  y  un  acreedor; 
6  lo  q[ue'€S  lo  mtstiio,  unr  sugeto  á  quien  se  impone  el  deber  y  hí 
carga -de  cumplir  lo  que  en  ella  se  estípula,  y  otra  persona  que  ad^' 
quiere  en  su  virtud  la  acción  ó  el  derecho  de  exijir,  llegado  d  caso,' 
la  resdhsan^otí  fr  cumpKmiento  de  lo  prometido. 

Pero  en  una  acepción  mas  limitada  y  cisounscripta,  se  entiende 
per  aicreeddrelque  presta  o  dá  temporalmente  á  otro  cantidades  en 
ni^tálieo,  y  por  deudor  d  que  se  compromete  á  devoltertas  una  ve¿ 
etaiplide  el  plazo  6  término  fijatk>  de  antemano.  Esté  es  el  uso  áiás 
cóánin  ^6  há  toé^  que  eKatátmHnos,  porque  las  deudas  dé  nume^ 
fArio^  #on  las  mas  genetties  y  frecuentes. 

.  La  etimologfa  de  estos  roc^^lds  es  latína.  De  a*edttdf ,  qtri  eré- 
dU  Mnhriy  se  ha  formado  la  voté^eeá^,  el  que  ettt  en  la  búe^ 


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na  ñy  el  que  se  ^i||erl4  PÍ^^M  4eM44^'iIÍ^^^nte  de  dehitory 
qui  debet  alü^  se  deriva  la  voz  deudor j  el  que  ha  contraído  respecto 
de  otra  persona  la  obligación,  la  deuda,  el  compromiso  de  dar  ó  ha^ 
cer  alguna  cosa.   ■•  ,      *  <y 

N<«5'  heftios  decidido  á  t*r^  hikéricanlente  h  tMestion  legal 
que  marca  las  obligaciones  y  los  derechos  respectivos  de  los  deudo* 
resj  de  lQ^ac£fi£dfiifia,.jior  j^QXifiajxiuy.podec(2sas*.Sin^ 
bMta  eltdrigen  deiaariii0iiliiek>BMÍHUMtiutf^  ski  MMiMüa>riaí8>«ai  to- 
ik»  sus  époeas  y  íases,  sirt  considerarla*  en  el  testo  de  \tíh  lej^,  y 
en  las  costumbres  de  los  pueblos  antiguos  y  modernos,'  ni  es  dado 
conocerlas  cabal  y  profundamente,  ni  cabe  decidirlas  con  tino  y  con 
acierto.  La  historia,  la  legislación,  la  filosofía  del  derecho,  lo  que  fué 
y  debe  ser,  la  consetvtctoi  y  H  'qsfli<M*<t^-1^9  principios  antiguos 
combinadas  entre  si  con  detenimiento  y  cordura,  realizadas  sin  pre^ 
cipitacion  ni  ligereza^  constituyen  los  datos  que  debe  tener  á  la  vkta, . 
y  las  reglas  á  que  debe  ceñirse  el  que  se  dedique  con  digun  interés 
al  estudio  y  á  la  resolucioD  de  loé  itAlüIbé  problemas  del  derecho. 
Obrando  con  este  acuerdo,  si  no  consigue  el  fin  á  que  a^iraba^  to- 
davifi  MpHe(;f^.d|K^iiseqv««ii.4d^«^^  es  ii|^ft¿^iwli^diMi>{pbrá 
arrojado  ^  y^if^.h^  siiD¡ai|t0,dvi  su9iteb^)06'd  v^o  j^.  ^gi»^i^^iAá 
terreno  delacieneia.  Los  datos  que  .ha  r^siwido^  l^iiu|chol('it^ejMi 
py^^^  1^ otaro^iíasta ^x»  pi^pi^ «florea  y  ^eflbftfw^.  ^fMit^^ 
i^  .grgAdeiaeól;^  á  quieoes^  KcQ^atiaUeiHlQ  ea  io  s»oe$ivo(  ig^^  tsM^ 
\kfí^  la  iUtíiaa  piecka  aI  ^goio.  f^  ikni  <siwa^  relieve  y  ^j|eife(«ÍM» 
i  Ip  q]U(ay9„wt^s  e3ástia..^at*l^<consíd^p^ÍQue$  )m  prpeod}dQ:«l 
que  escribe  estas  lineas;  si  sus  deduciones  no  son  admisiblc^-mte 
coq^pc«ndH}o  Jíaal  la  i^iifyyti^fvyrU  \^Ji9m^  ]^<ic!a£(J¿«Miit<í  pue- 
^  fespoodei;  a  lo  m^<^  4ftqi^  tps  ú^im  spn  fmwXmaii  m^f^  ^tk 
algján  molávo,  ^^u^podr^ AinddrseeQ!e)laA HOft  »^qIuoíi)é»<  is^m^s^ 
tad^  fn  juicio' mitii  cabal  y  verdaiJc^*  .  •.  f  -  •/  u^  .i*  i  k:;* 

La  legislación qufi.ba  ¥ei^da  ^aQdp>lo0<ll^ffei^qfp yiaMtidigai^ 
^nesde  los  acreedoireay  d^lo9.d0lidQdP^8b'^p<>^IP:<^<'^^^  w^^^'^ 
to>qitfif>8i^i|i^ere$ftilt^é  wíi|*ruqtivo.  £i\$e^examii^;iooi}cÍQimi^ 
méate,  ^llifpita  de  Ipi^i^^  sobir»  d^ídss^  de^dei^  v^dei^ableiy^wn 
tiqi4^i9P[i$Q4Í9t)  ^  Uá¡iím^kia^^W'í^^  iMóioiéa 

\a»  T^yc\^i¿mp^\  ,d«  }a  j»SNM?Qsa  y  »gJM4A^»)á#|ri(mfde^  nSiX^i 
se  verán  fielmente  retratadoa^^iiSttfídi^pOinQi^Resy  el  i^^twi^^ojiwi 
p|WQÍiHÍq9lM^tei»df||ci^.^08.tie«4^&ea  y  de 


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_6— 

Cuaixio  k  eseluTÍtud  era^d  derecho  comua  en  casi  todas  Iss 
soicie4adefi  anligvae,  la  esclavitud  era  la  pena  ordinaria  que  se  ixít- 
ponia  á  tos  déuddVes  iasalvei^ies;  lodo  el  que  no  satisfaoiatus  dev- 
das,  quedaba  reducido  á  la  condición  de  esclavo,  pasaba  al  domi*> 
nio  del  mímtido^^  j  sus  adiípúsieiones  y  trabajos  cedian  en  provecho 
éel  ákkaO)  porqae^no.  era  ya  una  persona^  era  una  cosa,  y  los  finstos 
y  xerntiimentos  de  las  cosas  ^guen  las  regias  y  las.  leyes  del  donunio 
privade,  peiteiirigen>eedu8ÍwnnenÉe  al  propietario. 

Pero  aunque  este  era  el  principio  general 5*  la  base  mas  ancka 
de  laJegislwzioQ  d»  aquellos  siglos,  modificábanle  hondunente  sin 
embargo  y  a«ii  le  quebrantaban  á  veces  la  índole  y  ri  espíritu  de  las 
diArenas  sociedades^  .j 

Ea  los  puriolos  teoer&ticosd  principio  religioso  suavizaba,  co 
mo  era  naturad,  la  indecible  duresa  de  las  leyes  solure  d^dis:  asi 
sucedió  en  el  pueblo  hebreo.  Moisés,  consignando  en  sus  tablas.  Ja 
esprsaioB  divina^  na  podia  aer  un  legislador  intratable,  iirroa,  san- 
guinarío^  cual- lo  fucisoa  óteos» 

£l.mÍ8ino  resoltado^  aunqtte  nacido  de  diversas  ctuaas,  se-  re* 
produusat  en  las  asaiaactottes  demderiiticas,  en  el  sentido  que  esta  ca- 
lificación puede  aplicarse  á  los  homhjres  y  á  las  cosas  de  la  antigüe- 
dad. JLas  lepúbüsas  griegas  mitigaron  también  sus  penas  contra  los 
deudores^  Solón  hizo  menos  dujra  la  coadicion  de  los  insolveiilea 
enÁtenas# 

Al  confatario,  en  los  pueblos  dominados  por  el  régimen  aristx>- 
crático,  en  el  pueblo  romano,  en  los  pueblos  de  la  edad  media,  eti 
las  sooiedades  feudales,  se  desplegó  una  crueldad  horrible,  una  bar- 
bácieoalealadayiina  legislación  impía  contraías  deudores»  lA.pi- 
¿OH,  la  esclavitud^  la  muecte  á  veces,  la  muerte  con  eircúnstsaoíeias 
1^  hielan  Ja  s^gre  en  las  venas  de  terror,  fueron  los  medios  eaoor 
jitados  por  los  legÍ3ladores  romanos,  y  seguidos  en  gyan:  parta  por 
ka  cofitumbresvi  feudales^  para  resarcir  á  los  acrrecdoreu  de  ;ius 
pérdidas. 

Bn^oto,  desde  el  siglo  XIU,  lasle^la^ionea^  antiguas  y  en 
pos  dt' ellas  las  kgi^laaiones  modernas,  conf'  paradas. en  ju  generar 
lidad,  fueron  cerceúWHlo  las  facultades  exho/bitantes  de  qu^  g^Sfr" 
b«a/loaj»o«eedoms;-oioHiUna  excepción,  sin^ embargo. ^ue, se  jponci- 
bey  ae^espliea  con  facilidad*  Bn  los  pueblos  eseneialmente  me^a% 
tU&sé  industriales,  en  las  naciones  donde -el  tráfi^  ^s  uno  d^.lps 
ft'imexm  elementos  de  prosperídiid  y  <ie  s^quesa^  las  loyes  sobre 


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douJás ban  conservado,  cuando  jqo  toda,  .gran  part^  iie  3vii.rÁgklez  y 
dureza.  Asi  sucede  \^r  ejemplo  ea  iDglajterrd;  asi  sucede  auiH|uo  en 
mucho  menor  escala,  en  algunos  de  los  Erados  dft  la  Usúott  A<q^ 
cana,  y  aun  en  Francia.  .  •        ^  ^      »  -  ^  > 

Todas  estas- variaciones,  todasletías^i^usies  de  la  Iegí«iacion  sot 
hn  deudas,  se  reasumen,  en  nuestra  opinioB,  cmiu  biev'^s  palabm% 
y  en  una  sola  formula.  Dondt!  quiera  que  douúiia  el  pcincipia  xtüf 
gloso,  principio  de  caridad  y  de  faeDevalQBCÍa,'dQnde>quieraqiif 
domina  el  respeto  ai  individuo,  la  coi^isideraciozi  ai.lKHiibpe.aisIado, 
las  leyes  sobre  deudas  se  dulcifican  y  mitigan;  kicoodiciou  de  k» 
deudores  es  mas  suave  y  llevadera.  Donde  qju^era  que  domina  ^ 
principio  aristocrático,  donde  el  respeto  á  la  prc^jiftdad  seJtev»  de* 
«lasiado  lejos,  donde  los  instintoij  sociales  soa  hub  .parepotentes, 
iáonde  la  sociedad  absbrve  al  hombre,  y.ademasy  i!ii.I»poehI«B 
modernos  que  viven  la  vida  del  tráfico  y  la  iñdustna^  en  los  cuaba 
la  consagración  del  dinero  y  del  crédito  oaqfsaa*  idéntkos  ^Mos 
que  en  las  sociedades  antiguas,  el  principio  aiisbcMaráticoiy  el.  respe- 
to exagerado  á.  la  propiedad,  las  leyes  spbre  deudas  senmc^uele- 
cen  y  exacerban,  la  condieiog  de  los  deudones  se  agrava,,  son  ^mas 
latos  los  derechos  de  los  acreedores.  . . 

Guiados  por  este  criterio,  comtenplamos  tm  gnB  eftoñeía  los 
«estravios  de  Jas  legislaciones  antiguas  y  modemas^en  uuo  y  otr o.sai^ 
tido;  no  declamamos  vacíamente  contra  ellos  porque  ssm  ex&aiUb» 
-dones  naturales,  consecuencias,  en  su  mayor  .paite  ndcesariAS,  de 
los  tiempos  en  que  nacieron. 

No  declamamos,  repetimos,  cx>ntrá  efloSfporqoe  ios  vemoe  eá 
las  cíoolU  de  los  sabios,  en  las  enseñanzas  de  los  hombres  eminente^ 
en  las  aulas  de  las  Universidades,  y  en  los  Palacios  de  los  Rv^es, 
porque  eran  las  doctrinas,  en  una  piilabra,  que  dominaban  entonces, 
en  el  mundo.  A  esas  doc^inas  las  combatimos,  pero  no  las  adrni^ 
ramos;  sin  tronar  indignados  contra  eUas^  las  traemos  á  crítica  y 
ajuicio. 

Pero  es  ya^  tiempo  de  examinar  en  6rdeníFuee«vo  hs  legista- 
«iones  antiguas.  En  su  testo  vamos  á  encontrar,  á  to  que  entende<^ 
mes,  una  confirmación  de  las  reflexiones  emitidas. 

£1  pueblo  elegido  de  Dios,  d  pueblo  hebreo,  «s  el'pnmero  qué 
tt  rtfrece  á  nuestras  investigaciofies.  Las  leyes  sobre  demias  qué 
9foisés  di6  á  los  judios  cuando  los  arranco  de  la  esclavitud  y  los 
eondujo  milagrosamente  á  la  tierra  de  promisionpor  entre  las  escase* 


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fxÉ  y  lasiMoturgunis  del  desierto,  scm  mas  notables  en  cuánto  no  par- 
tícifian  de?  ÍB' crueldad  general,  en  cuanto  son  á  manera 'de  una  pro- 
tarta  óontra'  bus  legislaciones  subsiguientes,  en  cuanto  son  una 
emanación  pura  y  sublime  del  principio  religioso.     ' 

En  eMíbrttmiís  antiguo  que  nos  conservan  los  anales  de  lahu- 
HÉuiidad;  sie  fanlbm  estam][)adas  las  siguientes  paleras  que  dij<^ 
Mfeiiéír  al'  pneHtf  hebreo r  -^'Otmído  vieres  gemir  en  la  indigencia' 
5^  tus  hewííanos,'  á:k)S  hmñbres  que  viTirán  al  par  de  tí,  en  la  ti»  r- 
,,ra  que  el  Señor,  tu  Dtas,  ta  á  concederte;  tu  corazón  no  perma- 
5,necerá  sordo  á'  ¿«rruégo^  ni  tu  matio  será  larda  ó  mezquina  en  el' 
,,eo«orro.''*Pwef'OOWtrarto,  serás- generoso  co»  el  pobre,  ylepre»-' 
,{tfffáB  crmnto  *i«iape  pata  'cubrir  tes  necesidades  que  le  aquejen.' 
,,Guárdate  de  dar  oidos  á  pensamientos  impíos  ytoezquinos;  gu&r- 
,jdate'de'itecií:  <*iiflo  seteno,  etaño  de  la  remisión  está  ya  enci- 
„iÉai  para  dejar  coit  este  prttesto-sumitlo  á  tu  hermano  en  la  pobre. 
^W!..*.  N»,  te  socbrrerásr  en  su^Yiecesidíídés,  y  le  socorrerás  sin  in- 
,-,tei*íoil  ditífáda;  con  fe  candidefe  tie  lá  b^uenalífe,  y  el  Señor,  tu 
,,Dk>s,  ^bendecirá  y  bémleeirá  tuS  obrfeá**'  (1 ) 
•'t'  ÍKi  «sel^^tortl  pbr  deudas  estaba  escrita,  con  toílo,  en  1«  legis^ 
lacion  hebrea;  pero  lo  estaba  de  un  modo  especial,  era  espontánea,^ 
norera  urn  derecho^  t(ii€i"9e '«antedía' al  íféré'edor,  era  un  compromi- 
so qtie  el "^dífudor tenia  eii  su  man6  ContrAer,  y  que  nunca  podiacíi* 
latayse  ]^ortin  lespaHo*  mayor  de  siete  afíoá;  llegado  este  plazo,  los 
esclavos  tecobraban  su  Ubertad,  las  deudas  se  consideraban  satis- 
fechas. '   *         MI  '  • 

Eí'dhidor  tleépW«5  Ae  h^ber  vendida"  sus  bienes,  pódia  ena- 
gcnar  su  persona;  la  viuda,  después  de  haber  agotado  todos  sus' 
medios  y  íectítsos;  'estaba  autorizada  pita  proc^er  á  la  venta  de 


(1)  7  Si  unus  de  fratribus  luis,  qni  mf-rantur  inlra  portas  c¡ vitales  iiioe  iii 
téttñ  qtia'ni  Lo'nnituá't)cfes  Uírta  dutnrus  csl  tibí,  ni  páuptriaiem  vtniíril:  non  ordu- 
ra«itft»f  ttf«Hi»  fKKSoofitnher'iiitihntu 

a  S4é  ^^p^ríM  Aa^.|Mi«^pffÍ9f  fK  dabU  nmUinm  qno  eqtn  indif ^re  perepexeria. 

9  Cave  ne  forte  ^ibrepat^  libi  impla  cogitatio,  et  dieas  in  corde  tuo:  appro- 
phiquatgeptimnsannus  íemia}«íoníeí  etaverttis  oculos  toos,  á  paupere  fratret  tno»* 
m>tfeiH^  naM  p(Wtiiltftiíídfti<fthcoártriod<íré;  ue  élattrtt  ebnlMite  ad  Dominnm  ei 

10  Seddabis  ei  nec  ages  qiiiapiam  callide  in  ejus  neceasitatbus  FUblevandis, 
utbenedicat  tibí  Domieui  Deus  tuus  iu  omnii  lenipore  et  ii^ cuiiíi|^a  ad  quem  lua- 

nusAiiseris. 

j(i.íber  Dfttier.  paput.  XV  ) 


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— 8— 
sus  hyos;  (3)  pero  nótese  que  ki  ley  no  le  obligaba  á  «Bo^  la  ley 
Telaba  por  el  contrario  y  80tbre  la  desgracia,  poiiiemiomn.  límiti»  f 
un  término  á  tan  duros  sacrificios^  Tal  era  en  esta  parte  la-  ■legirift*' 
cion  del  pueblo  hebreo. 

£q  Grééia,  especmbaente  en  MeinBM^euya»-iej^  tíos  san.  mas 
conocidas,  estaban  sujetos  al  pago  de  laftrtieudaa^  m  -  defedx>  do 
llenes,  las  personas  de  los  dettderfeSJ'Soíen,.aÍB  vekvaDá'estoS'tk 
sos  obligaciones  como  reclamaban  con  ahmdo;  ^niUl6  toclaa  las  '^ue 
llevaban  aneja  la  facultad  de  prendaír  á  la^  pérm>isas^y  prohibió  para 
I0  sucesivo  que  se  pudiesen  coraprometer  al.  resultado  de  los  prés- 
tamos otra  coífa  que  los  bienes.  De  esta  j^aaneía^H^slMtiroa  -soí  ü* 
bertad  todoli  los  atenienses  reducidos  por  deudas*  ft  kJMnftillBKite 
condición  de  esclavos  (3)-  >      .        ,        . 

Habia  sin  embargo  algunas  escepcicmesf  e4lablm5se  lina  de 
ellas  á  favor  de  los  mercaderes  y  nayi^gantesr  A*cufdquiera  que  lea 
injuriaba  en  el  mercado  público,  ó  en  el^ursO'dArsus  naregicioDes^ 
se  le  reducia  á  prisión  hasta  la  satísfaccicMl  de.  1^  iMltá?  impuesta 
en  el  juicio  provocado  al  eíeet»,  Pero  esto  no  debfe^  eonsidererse 
como  una  deuda  prívadsi^  era  la  imposieicfn  de  una  pena^r^a  un 
castigo.  .      ;         ; 

Le  detención  por  deudas  subsistióedeinas  respecte  de  ks  oait^ 
tidades  adeudadas  alfiscoyypor  laif  multes  ófp^nas  p^toiariasv 
Müciades  murió  en  una  cárcel  á  conseeuencia  de  esta^  ley.  Cimeii^ 
hijo  de  MilciadeSy  no  sufrió  la  misma  stierte^  poirque-sa  muger, 
que  era  al  mismo  tiempo  hermana  suya,  vendió  á  Celias  la  rasAO  de* 
esposa,  para  obtener  á  t^oi  duro  precia  ei  leseate  y  laf  litUertdd  de 
su  hermano  y  marido.  í  - 

Por  lo  demasy  los  legisladores  griego»,  anteiiores  á  Solón',  al 
paso  que  prohibian  á  los  acreedores  tomar  en  prendas  las  armas  6 
el  arado  del  deudor,  les  facultaban  para  prendarle  en  su  misma  per- 
sona (4).  Esta  contradicción  aparente  solo  podría  .e^pjicar^e  en  nm 
hipótesis;  en  la  hipótesis  de  que  el  legislador  oonsitterase'  mes  gralut^ 
tamente  cruel  é  infitil  que  los  acreedores  primasen  4  un  hombre  de  los 
medios  de  ejercer  su  prpfesion,  cuando  le  4<uaban  en  libertad,  y 
menos  absurdo  que  le  emplearan,  una  ve«  detpojado^de  elisi  en 
trabajos  y  servicios  que  pudieran   resarsirlos  de  sus  deudas.  Como»' 


(á)    Líber  Reg.  IV  I.  . 

(3)  Plutarco,  vida  d»  Soinn.  Pastoret,  Legislatioii  del  Atlieniüiia. 

(4)  Dtodor.  Lib.  i.  P.  II,  Cap,  IH. 


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tnufoemfMk«cmoB  de-  espkMUr*  m&i  ndelaiiíte,  h  escfeivitud  de  lop 
lempos  «üd^^ttos-era  mas  nusonable,  b^jo  este  último  aspecto,  qué 
la  prísíoK  ó  dét«iic»m4l6  la  sociedades  modernas. 

Pero  donde  conviene  examinar  mas  detetmlamenfe  la  suerte  y 
la  condieio»:  d»  les  desdores,  es  en  la  historia  y  en  la  legislación 
áel  BueMo  Rc^mano.  LafaculUtd  de  dá^oner  de  la  pefsona  del  de^- 
éar^neam  de  intok^eiioia,  -debió  ser  coetánea  con  la  fundación  de 
Roma*  Semo  Titlio  defogó  esta  dlsposieión  por  br^ve  tiempo: 
Tac^üiiio  el  Sh^betUo,  e«a»d«  despoj6  '  á  aquel  ley  humano  y  pn^ 
dente  del  ceto  yde  -la  vida,  volvió  a  restablecerla:  La  República 
ln  ^ptó  tamo  tiaBr<dba8s  instiliicioties  prediketas;  y  el  i^etiado  y 
«el  gtísietam  eoBmkracreeentaios  sus  rígoras,* para  refrenar  indirec*- 
tameate  por  eslB  medio  pdUttco  «9  ánimci  ^irkoAado*  y  rebelde 
-dft  lafl^e»  B«rQi)»nBpr«dew(!Ía'y>la  crueldad  dé  algunos  acreedo- 
M8  qiia «busaidft  dMüaáado<le ixm ámpüm y  exorbitantes  derechos 
Miuiedido»i¿  au-^'dase,  prodt^^tin-  resultado  cotitrdHo  al  que  se 
JwihiMi  frcM»eti4e.  Utceradat-la  p]cA>e'otkB  la  sobrecarga  de  tales  de^ 
jttistai^ '.]rea{m'le&-Tkieiilo8  4e  la*  sobordinaeion  y  del  respeto, 
^dKUMkH)61aQÍudad,  y  «eraliféal  Moi^sagmdo; 

La  aristociacia  romana  ^e  conservaba  todavía  la  energía  dé 
tsttamqjtfnes  üewpM)  dO' desmayó  por  eso  imte  clamores  en  su  con- 
leftpki'iDJufitoB^y  comigiió  desdeñosamente  en  las  Doce  Tablas,  á 
ákvoi  de  loatiercederas,  detttohos  de*  una  estension  y  de  una  transí 
ioaftdeBcb'afterj*ad«ra. 

'  Las  palabras eacBÍtaspor ios Becemviros íberon  fes  siguientes 

^^Alideudoroon&so  y  al  condenado  «ñ  juicio,  otorgúesele  un 
plazo  de  treinta  días,  y  no  mas: 

^^Pasadoa  estaos,  apodérese  de*tt  elaereedor  y  condézcaferante 
,el  íoez. 

^^Si  no  realisa  el  pago,  y  no  hay  qmen  se  obligtte  á  satlsfecer 
la  deuda  en  nombre  suyo,  Ilcireleel  acreedor  consigo;  sujétele  eo& 
-cadenas  ó  con  grillos  que  no  escedan  de  15  libras;  pero  que  pesen 
menos,  si  lo  quiere. 

*^Viva  el  deudor  de  lo  suyo,  si  tal  fuere  su  voluntad,  en  otai 
jcuao  smniBMOirele  eiaegeedor  una  libnt'  det^hiuniav  -ó  déle  mas,  -ñ 
quisiere. 

"Si  no  entra  en  avenencias,  reténgale  en  prisión  sesenta  dias; 
sáquele  al  morcado  público  tres^yeces,  y  diga  en  voz  de  pregón  cuál 
es  su  deuda. 

T.  II. — 2. 


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<Tero  si  bs  acreedores  fueren  muchas,  pasado  «stetténnbo, 
trozos  su  cuerpo;  si  cortfir?n  mas  6  menos  de  lotque  é  cada 
uno  correspondiere,  sean  inculpables^  Véndanle  4  loe  etiíaog^tw 
del  otro  lada  del  Tiber,  si  quisieren."  (1) 

Por  manera  que  según  el  testo  de  esta  ley  severíakna^  al  deu- 
dor después  de  confeso  ó  sentenciado  en  juicio^  sele-coacedia  «a 
término  ó  plazo  de  treinta  dia«,  dentro  del  cual  babia  de  sattañieer 
el  crédito.  Transcurrido  este  pla^o,  el  acreedor  se  apoderaba  de  mi 
persona  (matms  injecHus)  y  le  conduela  de  nuevo  al  {tribunal,  no 
para  qui;  volviera  4  ventilarse  el  negocio  judicialmente,  pues  al  fi- 
tigio  estaba  concluido,  sino  para  que  el  magistrado  sancionase,  di* 
^ámoslo  asi,  con  su.  presencia  el  acto  de  lud^evae  apoderada  ^ 
ficreedor  de  la  persona,  por  no  haber  satisfecho  k  deuda  dentro  dd 
pla^o  señalado.  Ademas,  esta  pres^]^tacion  ó  comparecencia  judí- 
cial  tenia  el  objeto  de  facilitar  la  ocasión  de  que  aigmi  dikMttto 
xomaiio,  compadecido  de  la  dura  suerte  que  pesaba  sobre  el  deudor, 
j^  ofreciese  (vindexvel  expronmor)  ásati^cerdl  erédito  en  m 
nombre.  En  otro  caso,  se  le  reduela  á  estrecha  éineGmoda  jpiísmi, 
y  la  ley  fija  el  alimento  que  el  acreedor  e«taba  obligado  á  amnír 
nistrarle,  si  no  preferia  mautcner^se  de  su  cuenta.  Durante  un  nue* 
vo  plazo  de  sesenta  días  que  permaneeia  en  esta  aituacion,  pieso 
pn  la  cáfcel  doméstica,  podia  pactar  su  libertad,  con  el  acreedor 
qgiiei)  tenia  ademas  la  obligación  de  conduciHc  tres  veces  al  mercada 
publico  á  fía  de  escitar  la  compasión  en  favor  Juyo«  Si  nadie  veMa 
por  él  en  ^síq  amargo  trance,  al  espirar  ios  sesenta  diaB^  el  deu* 
fipr  perdia  todos  &ius  derechos  civiles  y  poüticost,  y  era  vendido 
como  esclavo  de  la  otra  parte  del  Tiber,  es  decir  al  estrangero. 
Un  caso  habia,  sin  embargo,  en  que  la  crueldad  llegaba  al  último 
esrremo.  Si  los  acreedores  eran  muchos,  la  ley  de  las  Doce  Tablas, 
\ís  aMtorizaba  á  repartirse  los  miembros  despedazados  del  misero 
deudor.  ¡Tertiis  TumdwU  partes  se&tnto! 


(I)  iErís  cotifessi  rebnuqne  jure  jndicattt.  XXX  diei  jnsti  fltmttH  pcMt  Heitide 
mHiiUfl  ínjectHi  esto,  in  jiin  ducito;  ni  jiidícatain  facit.  aut  qoi  lo  copies  eiido  eo  in 
jfire  vindicit,  secnoi  ediicitm  rincito  not  ñervo  aot  compedttia»,  XV  pondo  ne  ma- 
jare «nt'ti  vvlet*  minore  riocito.  Si  vmiH,  cao  vítHo,  m  tito  vtvit,  ift^  enm  rlfietnto 
iNilMbit,  libra*  fiírri*  Mido  dios  dato,  si  volet,  pins  d«to.  Ni  cnm  eo  pocit,  IX  días 
«iido  vincniis  retinotu,  ¡nteribi Trinis  nundinis  continnis  in  oomitimn  procitsto  oe- 
ri]«qiio  ofistiinianjmicati  predieato.  Astsi  phiribiis  eruttt  rei,  tertiis  nnndinis  partes 
é4s«iüito.!ttp}ii«  niinii^vesociiAmnl*  se  itmtáe  esto:  Bi  voHent,  ais  (trans)  Tibenm 
pcrtígré  veuuiidauU).  (Tübula  Terüa) 


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Todo  eshlba  cdculado  en  esta  ley  coíi  la  fria  y  acerada  cruel- 
dad de  hi  Roma  de  Apto  Claudio.  Primero  la  confesión  ó  el  fallo 
judicÍÉl,  luego  aquella  prisión  doméstica  cuyo  carcelero  era  el  mis- 
mo acreedor  exasperado,  en  ultimo  lugar  la  esclavitud,  ó  la  muerte. 

fiseritofes  muy  respetables  han  querido  l»orraresta  éltíma  pala- 
bra, ya  que  no  podtan  del  testo,  de  la  inteligencia  de  la  ley.  No  se 
refiere,  kan  dicho,  a!  cuerpo,  á  la  persona,  se  refiere  á  los  bienes  del 
deudor.  Difk^il  es  sin  embargo,  sostener  esta  opinión  nacida  de  uti 
sentimiento  laudable  y  generoso,  no  solo  porque  la  letra  inflexible 
de  hi  ley  se  revela  contra  dh,  sino  también  porque  vienen  en  apo- 
yo del  pareeer  contrario  autoridades  de  gran  peso,  porque  le  confir- 
man los  Romanos  mfismos.  Los  testimotiios  de  Quintiliano;  (1)  de 
CiBeilio,  delVrorino,  y  de  Tertuliano,  (^)  no  pueden  rechazarse  en 
buena  critica.  Entre  tes  modernos  Bynkershoek  y  Heineccio  com- 
beteti,  y  Pottiicr,  Qibbon  y  Niebnhr,  sostienen  la  opinión  que  noso- 
tros adoptamos.  Valiera  mas  para  sus  impugnadore.'í,  decir  com<>' 
GaecUio  citado  por  Auro  Gelio  (3),  que  ese  suplicio  repugnante  y 
bárbaro  se  eitampó  en  la  ley  á  fin  de  aterrar  á  los  deudores,  sin  que 
se-  llevase  jataiás  á  ejecución  ni  efecto. 

Como  quiera  que  sea,  las  disposiciones  de  las  Doce  Tfeiblas 
eran  harto  duras,  para  que  las  llevasen  en  paciencia  el  ánimo  inquie-^ 
to  y  turbulento  de  la  plebe.  Bastaba  ét  menor  soplo  para  hacet  es- 
tallar el  ittcehdio  que  abrigaba  con  desasosiego  en  sus  entrañas.  El 
espectáculo  irritante  de  un  joven  maltratado  por  su  acreedor,  y  cu- 
bierto de  la  sangre  que  derramaban  sus  heridas,  produjo  un  motin, 
á  cuyo  im{)ulso  los  preceptos  mas  duros  estampados  en  la  ¿uarta 


(1)    ''Sunteiiim  quaedam  non  Uudibilia  natara,  aed  jare  coooeaaa;  uX  m  di^9p 
deciiii  Tabulis  corpiu  ínter  ereditores  dividí  licnit  Inat.  Omt  III.  6. 

(%)    9ed  ecjtidieaii^a  in  pani*8  racari  á  ereditórfbui,  Legea  eranf;  eotteeniA 
taoMu  piüiliow  Cnidelttiía  pontea  craM  eat    Ap«it^  «apot  iV.  •  i      ) 

(¡i).  Na»  de  ianHiaaUato  illa  inqiiit  Favoriaus  atcaudi  partíendiqnt»  hwMNM 
corporia,  ai  miHa  ob  pecuiiiiim  debitam  judieatns  addaatoaqne  ait  plnribiia,  non  li- 
bet  nieminisse  et  piget  dicere.  Quid  eni*u  videre  pnteat  efTentiaaf  Quid  ab  bomL 
nia  ingenio  diveraiiia,  qnam  qued  menibm  et  artua  inopia  debitoria  breviainio  la- 
Buin  #rtr— baatnr»  aáent  mmm  bona  vanuni  énlrafaanuir f  M  bañe  CanaiiiM.  NI» 
hU  piolbeto  inmitiiiai  nibil  iamaBina,  niai  nt  re  ipea  apparat^  oo  oonaili*  lima  ín 
manitaa  paenae  deiknntiata  eat,  m  ad  enm  amqnirai  penr«iin«tn«M....«»diiaectaat 
Mae  anciquilM  nenMneiN«  eqnideni  «eqoe  legi,  neqne  andivt  qnoniaB  aaevhia  mm, 
paMMe  «oniltaBni  «m  qaiin  eat.... Aaarbüaa  plwoñtqwe  nloíaeeiMÜ  UMMMir  í 
atque  oiute  ▼ivendi  diaciplina  est....Apad  Getttfm,  JUÍ,  U 


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—10^ 

ley  de  la  terce^  tabit  decemviml,  desapared^]^»  6»pttte  de fo  le« 
gislacion  Romana  (1).  C-  P^lio  y  L.  Papkio  eraiteteatiaetéJi 
sazón. 

Subsistió  en  medio  de  todo,  la  prisión  ó  detendon  por  deudas. 
El  deudor  no  podia  ser  ya  vendi4a  al  estiaagem  oohí»  esokMo,  ni 
encerrado  en  las  cárceles  domésticas,  ni  cai^iadí)  deeadenaa^m-voHi* 
pelido  á  servir  á  su  acreedor  en  las  frenas  pcopias  de'ltfgtoie.eaiiit* 
va,  pero  todaviase  le  reservó  á  ^ste  la  iacultad  de  r^tolur  ^ueifltf 
le  detuviese  en  la  cárcel  pública  en  caso  de  inqolvencia. 

Julio  César  suavizó  mas  la  lenidad  de  los  fltÍjiMMi.pceofif*a#,y. 
restableció  la  observancia  de  k  ley  un  tanto  desqsfuky  nselvisudo 
que  la  persona  del  «deudor  quedase  librt ,  una  vez  ealm^^Rdos  -Iojím 
sus  bienes  en  pago  de  las  deudas.  Y  como  cayese  taadiieo  prnié^- 
uso  la  ley  de  Jujio  César,  Jnstiniano  la  restableció^   . 

Pero  la  voz  de  las  potestades  civiles,  na  era  ja  J«  é»ÍQaiqii0«e 
hacia  otr  en  fiívor  de  los  deudores  tan  duramQnt^  tratados  por  ím 
leyes;  el  cristianismo  alzaba  en  nombre  de  la  omridad  y  deia  ban»-; 
ficencia,  otra  voz  mas  poderosa  y  entrañable:  los  pieceptos  de  to 
emperadores  se  vigorizaban  por  Ja  ley  de  Dios;  las  eloci^íintts  pilar 
bras  de  los  predicadores  iban  en  auxUio  de  las  doctrinas  emitidas 
por  los  jurisconsultos;  la  razón  cíii^ina  únprimia  else^o  iodfileUO:^. 
su  autoridad  en  la  razón  escnta.  Asi  se  expbca  como  desde  Coi»^ 
laptino  hasta  Justiniano  se  promulgaron  mudxas  leyes  destio^da^Á 
reprimir  las  crueldades  y  la  rigidez,  con  que  se  amagaba  ttnwmfm- 
te  á  los  deudores.  Hasta  aqui  la  historia  de  la  legislación  romana*^ 

Cuando  los  pueblos  d¿  Norte  se  derramaron  por  eLinmidi»*pa* 
ra  á^x  el  golpe  de  muerte  al  imperio  de  los  Césares,  renacieron  con 
la  fiereza  y  la  rusticidad  de  sus  costumbres,  las  disposiciones  abo^ 
Bdas  por  la  religiosidad,  la  civilización  y  la  cultura.  La  esclavitud 
foé  otra  vez  de  detecho  común;  los  deudores  insolventes  i|aedaron 
otra  vez  reducidos  ¿la  eondieionide  esclavos;  LosttdehmtMriaiiÉSB 
somles,  hicieron  una  pausa  para  seguir  después  con  nuwo  brio  en 
su  carrera. 

No  seria  oportuno  entrar  en  el  examen  de  la  legislación  pecur 
Kar  de  ladapuehlo;  basta «nmiaar  k>  que  dispusienMi  ««bm  «sta 


(l>    JoMÍ  oamaiea  raferve  «d  popnliMB,  ae  ^ia  bím  qni  noxam  iperiiiflMi» 
éneo  pomMin lueratt  moompedibiu^aat  ioMtrvo ieiwretat(  piMiMMBe  onidiiaei 

ram  ne  necterenliir.  (Tit«  Jklv*  VULI^ 


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— la- 

mutetíf^  mi^fim  ^^  HQitiguas,  y  lo  qi^ise  halla  ^geote.h^  e^ 

,  Sa  Fuero  Juzgo,  ? s  la»  primera  colección  de  leyes  de  la  Empana 
Goda,  y  l^ppfjqi^ra  ts^nhiefi,  asi  como  la  xoas  filocóñca  y  humana 
e«tr%laa<gu)^ica<iUsiV?i:  1qi&  pueblos  sept^Qtj:¡onalQS,  qpe.serep^ie- 
i^^iyiij^Qrf^<)os-m^gmfícps  d^^ps  d^  imperio,  A  pesar  de 
8\).l^i4ÍM^  eoe^iéa^rfi^  au.  eUa  la  esclavitud  como  imo.  de  los  iii^  ^ 
gpi^,tj(¡U>»W¥^teg  dQ  la,  época.  X^os  d^udor^s,  ca  caso  de.iBSol- 
v^Oeia,  ex^  $aiix^gadpsiá,sus  /acreedores pars^i}\;ie  les  sirviesen  como 
ei;claii^G)&  ^^E  £i  \imeQi^u,mí^chQs  demfiiid?i49res  de.so,  uno^  debe 
^ifafi9^r.pf^  á  ca^í.ui^,  Sffgund  quel  deve;  é  $i  rym^  sea  ;fwrvQ4e 
<%ifl^/Jjí  iaa^;ade^n)tf:  -^JE  si  ,ugp  .oviere  onde^pagi^e  á  loa  otros. 
^jd^b^^r^.^^  ^T  smva  d^iqudlos  pqr  la  debda>^\l).  Eexo  si  el . 
Iiibro.ó.Suera.Ji^Q  (;pAseryala  esclavitud  co^o  el  uljtii;ao  recurso 
4^}Jof.ia^e^fjpj:f^,  ^f>  se  hall^  en  él  lo^  ve]ám^o^3  repugiüi^ntes, 
^UVtgrafui^  Q^ttf^d^iR^  a&aro^  el  4erec^a  roman^  ^  sus  pe^ 
i^ijo^.pr7m^yo4ii>T<lHP  ^pt^rpA  después  las  uaciones ,  mod^api; 
y  aun  España  misma. 

^,,f,  41  ^iw  e^  (^sadalete  i^ixel  últimp.  Rey  d^  los  Qp^c^s.  €$1  pe- 
rioáf^  l^^tocii^ChqM^  ^^b^^^su  49niinacipn,  sobrena^on:  las  aatir 
fpxfta  lQie%^  )f»  r^ina  uB¡,Yersf4-  El  Kaerq  Jfizgo  se  Qonserv9,y  aij» 
^f$»Hf^  W^  ¿  JX)jéQos  en.Qbsej;v^cia,.^i  en  las  ciudades  juiY^didas 
9ar,lo6.p8UfiV4)sco|i/qi^$tadca)s«,  coii^^^  los  reinos  cre^fjp^  lepta* 
üft^l^.M  f^9f9t9i  4^  ^nn^,  4^^^^  ^  época^loriosa  de  la  recon-* 
quista.  Pero  en  esta  época  se  formaron  otros  códigos  ó  cuaderjaqs 
lagl^eii,  ,qife  e^e^aa  mas  fielmente  su  índole  y  su  6sQnomia|  y  á 
eUq»  flebetaos  atenemos  para  conpcerla  y  caracterizada  en  la  cuj3$- 
tüm  que  aQSdoeupa. 

.    El  Fuero  viejo  de  Castilla,  respecto  de  los  nobles,  y  el  Fucfo 
jlegjlp^.lQ.  q^^  b^ce  á.l^  dornas  dases,  en  cp^to  es  una  x^olec- 
^ÍQii^Í9liS(k9^  OüSk  vista  de,Ip«  f'uei;QS.  espe(^^e$  de  las  ciudades  y. 
viUwmaSrRotablesyíifis  servirán  de  Upo.,paxael  ex^en  deísta 
pacte  de  nuestro  derecho  antiguo^  ^    . 

,  '.  Gp^^  loshijpd^lgos  ó  í\¡odaJgos  de  Cí^illa,  y  á  su  imita-» 
^iikl9ftfd«gia£fnobl^d6l,  (eino^.d^  una  legislación  for^  peaulia^^ 
Wy^  que  haciendo  mejor  su  suerte,  les  ooncedia  privilejic^,  jp^' 
recidos  por  sus  hazañas  y  servicios  militares,  y  les  ponia  al  abrigo 


[1]    Ley  5.*^  lít.  6.  »  lib,  5,  ® 


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—14— 
de  b  mancilla  j  de  la  infamia,  aun  en  el  caso  que  huhienm  dé  sq- 
ftir  castigo  y  escarmiento  por  sus  faltas.  De  aqui  que  no  se  encvM. 
tra  entre  las  disposiciones  legales  del  fuero  viejo  sobre  deudas  la 
esclavitud  de  los  deudores,  como  iHtimo  medio  de  cobrarlas. 

Desde  el  momento  en  que  el  fijodalgo  confesaba  la  deuda,  6 
era  condenado  en  juicio  al  pago  de  ella,  se  entregaban  id  aci^edor 
sus  bienes,  primero  los  muebles,  y  en  defeeto  de  dios  los  raices, 
aquellos  se  vendian  á  los  nueve  dias  para  hacer  el  pago,  y  en  cnanto 
á  las  heredades  se  mantenia  el  acreedor  en  su  posesión  y  dtÉürtite 
hasta  la  solución  integra  del  crédito;  ^'fasta  que  sea  pagado  en  sua 
debda."  Y  es  muy  de  notar  que  no  se  concedía  al  acreedor  por  este 
Jkero  de  Castilla  la  facultad  de  proceder  á  la  enage&ation  de  M 
fincas  rurales,  y  m  únicamente  la  de  labrarlas  en  benefieio  propio 
si  quería,  ó  la  de  abandonarías  como  eriales  ea  otro  caso:  ^ 
si  alguna  cosa  metieren  labrarla,  débelo  sacar dende  ^'el  otM) 
débdo  que  a  de  auer,  mas  si  non  quisier  labrarla  mas,  tenería 
ansi  á  menoscabo  fasta  que  le  pague,  e  non  la  pueda  vender  por 
.  fuero."  (1) 

Era  otro  privilegio  de  los  fijodalgos  el  de  no  ser  presos  por 
deudas,  ni  prendados  los  palacios  ó  casas  de  su  morada,  asi  colM 
tampoco  los  caballos,  la  muía,  ni  las  armas  de  su  uso  (9).  La 
S?  parte  de  este  privilegio,  tuvo  su  origen  legal  i  nuestro  modti^' 
de  ver  en  un  precepto  de  don  Alonso  el  Onceno,  de  que  haUafemott 
después,  aun  cuando  antes  pudiese  estar  autorizada  por  el  uso  6  la 
costumbre. 

Pero  debióse  conocer  muy  luego  que  estas  fhmquicias  per¿' 
judicaban  á  los  acreedores,  haciendo  las  deudas  incobrables,  y 
se  recurrió  a  la  prisión  con  circunstancias  singulares  é  ingente»^ 
sos  trámites  para  arrancar  del  deudor  fijodalgo  el  otorgamiento  de 
la  venta,  respecto  de  los  bienes  raices,  que  de  otro  modo  hubiera 
sido  contra  el  fítero.  Son  tan  curiosas  las  palabras  de  la  ley  que  noif 
ha  parecido  oportuno  copiarías;  dice  asi:  **e  si  el  debdor  non  ovier 
"mweSfe,  e  ovier  eredaty  el  Alcalle  métalo  en  plazo  de  díes  dias  ^ 
''que  pague,  e  si  á  este  plazo  non  pagaré,  esté  otros  dies  dias  en 
"el  Palacio  del  Rey,  e  venga  á  sua  casa  á  comer  e  á  bever,  e  s| 
'aparare  con  algund  en  la  carrera,  e  le  fablare  yendo  ó  viniendo  á 


( 1 )  Fntro  Vi«jo  d«  Cutíll»  I,  tit  IV»  lib.  lU. 

(2)  ídem  U.  id.  id. 


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— 1&- 

^ístta  t9^  e  gala  ]M>di^r  probar  aquel,  que  ha  de  Ter  la  deb^n 
.  ,^tcQ9  dos.x^jpes  derecbos,  que  pierda  el  plazo  dtl  Palacio  e esté 
^'otEO^djiss  dias  en  el  castiello,  e  venga  á  comer  dos  vegadas  a  sua 
^^qasa^  ¿  loiaece  i  yacer  al  castiello,  e  si  en  estos  dies  dias  non 
'iipsigv^f  métanlo  en  la  torre  e  en  el  cepo^  e  esté  y  otros  dies  dias, 
'^^.^  non  pagare  en  eslos  dien  dias^  los  Alcalles  e  el  Merino  ven- 
^^dmn  smií  tímes  &fl^  cumprimiento  de  la  debda,  e  paguen  al  deb- 
*^ilor;  e  la  vendida^  que  asi  fueJt  fecha,  debe  valer  á  aquel  que 
^'c<)impr6t  por  íbero,  e  non  SMlga  él  (el  deudor)  ante  de  lu  prisión 
<yMa  fMe  otorgm  la  vendiia  ela  ei^fie  el  m&mo.^^  (1) 

Mientras  e^  diqponia  el  Fuero  Viqo  de  Castilla  re^octo  de  los 

noblí^  el  Fuero  Real,  fijaba  para  las  demás  clases  en  la  ley  17, 

líám  30,  del  libro  3?,  el  orden  que  debía  8^;uir8e  en  el  pago  de 

Jos  d$Uos  ó  créditos^  prefiriendo  s^cillamente  los  de  fecha  mas  ao- 

tigm:  '^eisiel  postremero  deellos  ó  alguno  dellos  quisiere  pagur 

.  ^^al  prirntro  sea  apoderailo  de  los  bienes  del  debdor  fasta  que  sta 

^^entregado  del  sudebdo  e  de  lo  que  pagó  al  primero,  e  si  Ips 

^^bienes  wm  cumplieren^  sea  apoderado  del  cuerpo  del  debdm  asi 

'•'como  manda  la  ley."  (2)  Por  manera  q«e  la  esclavitud  del  deudor 

«qipfí^veníe  y  el  prendamiento  de  su  cuerpo,  estaban  espresamen- 

.  le; consignados  en  la  l^slacion  foral,  ó  lo  que  es  lo  mismo  si* 

.|guie;rpn  en  vigor  con  la  eseepcion  que  va  indicada  en  el  periodo 

Jústófico  de  la  reconquista. 

La  ley  mencionada  en  el  testo  que  acabamos  de  copiar,  es 
muy  notable,  fuera  de  las  reminiscencias  del  Derecho  Romano  que 
^.  dejan  ver  en  sus  disposiciones,  por  el  humano  señalamiei^o  de 
las  utilidades  que  debia  obtener  el  acreedor  en  los  trabajos  hedios 
ó  «n  las  ganancias  adquiridas  por  el  deudor  en  el  desempeño  de 
.  vk  oficio,  y  de  las  que  debían  reservarse  á  éste  para  su  cómoda  y 
decente  subsistencia.  ^'Si  algún  home,  dice  la  ley,  fuer  metido  en 
pieisionpor  debda  que  deva,  aquel  quel  face  meter  en  la  prisión 
il¿l  Qomplim^lo  de  pan  e  de  agua  fasta  nueve  dias  (3),  et  él  non 
•ea  teiádo  de  darle  mas  si  non  quisiere,  mas  si  él  mas  pudiere  aver 
dotra  parte,  ayalo:  et  si  en  este  plazo  pagar  non  pudiere,  nia  pu- 


<i)    ídem- VI,  id.  id. 

L«  iiiiitmo  previen«;  In  ley  6  Fuero  13  al  fin. 
(2)    VssXñ    2.  tit.  8.  ^  De  \on  gobiernof:,  libro  3f  del  mHimo  Fnero  Rea?. 
(3]    Ocho  sftgtin  otroncóiliteH.— 8f*ftiia»t>!iel  testo  del  Futfro  Aoal  que  ha 
publicado  en  eilot  úkiuioif  añas  la  Academia  de  la  Iliituriu. 


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—16— 

diere  aver  fiador,  sí  bviere  ttlgun  menésür  (dicte  b  cftrrfem);  ¥eewi^ 
délo  dqud  &  qm^  ddfe  lá  débdctde  gtíim  qmjmeéa  ttéar  m  HkttiOh 
ter  e  de  lo  que  ganare  dét^q^  coma  e  que  vtsttí  guisad0inén$if,''t  Jo 
dbnas  recaíalo  en  ctUTÜa  de  su  debdüy  tet  si  ttíerter  ftWi  ofierc,  e  a- 
quel  á  quien  deve  la  debuta  le  qüiáterfe  tener,  manténgtdo  tniíMsío 
sobredicho  es,  mvasé  de  éU^'  Otro  tó&cé  añade:  ^éíéií  ^"téa 
pagadó^^*  y  esta  debe  ser*  én  efecto  ía  in*e8gemcía  de  k  tejr.  •*  ' 

Pálpanse  ya  en  las  disposiciones  del  Fuem  Real  ima  létaídád 
racional  y  un'  propteito  de  conciHar  lt)s  tteteckos  de  "tes  aoeéilüfés 
con  el  bienestar  de  los  (íeudores,  m  ctiaAto  nó  ae  ptJl)HiBéab¿'á 
los  primeros,  que  no  era  mity  de  esperar  de  lascostirrffbws  radas 
todavia,  y*  del  carácter  intratable  dfe  los  sigtes'enqt»  ée  formó;' ' 

Las  Pkrtídas  que  suceíierdfl  á  est^  código  en  «l^deh-deMfci 
'formación,  copiaron  en  esta  parte,  como  en  otras,  el  ©erecho  B^ 
mano,  tal  como  existía  en  stís  ttltimíís  Hiempos  después'de  íte  fe- 
forinas  tfue  suavizáronla  crueldad  éríftÉMtiMerigides:  d«  IdÉ^^re- 
'  ceptos  antiguos.  En  las  Partidas  no  se  hallan  ya  vestigios -de'Iá 
esclavitud  de  los  deudores;  y  si  la  pision  subsiste  todáVia  e^j  iñás 
'  bien  que  como  ün  medio  de  solvencia,  á  la  rtíttiéfa  deúh  éUStigo 
impuesto  á  la  rebeldía  y  mala  "fé.  como  una  pena  de  queseMWÉh 
'hecho  merecedores  los  que  no  querían  pagar  sus  tieudas,  ni  des- 
amparar sus  bienes.  „Pb^  jtdció  condepnado  seyendo  ti^n<>,  é^ 
ria  la  ley  (1),  que  pagase  las  debdas  que  debiese  á  otro,  sí  tornea 
quisiese  pdgar^  nin  desamparar  sus  bienes  segunt'de*ímoS  «n*  las  te- 
yes  ante  desta,  eljtSgador  del  logar ^  debelo  Jhter'indér  enprísük 
a  la  demanda  de  los  que  han  de '  resdbir  la  paga,  el  tentrÍ0  en  Mt 
fitsia  que  pague  lo  que  deée,  ó  que  desampare  sus  béene$J^ 

En  las  observaciones  ó  acIemcíones«l  Fuevo  Reel^  qiiéccnrin 
con  el  nombre  de  Leyes  del  Estéio,  hay  dos  que  revela»  el  t»#< 
práctica  aíotorizacta  ya  por  aqu^Uti  época  de  prendar  ei  xsMrpo^é 
reducir  á  prisión  por  ks  costas  judiciales  á  ki6  que  no*4enmi  «^ 
dios  de  satisftíeerlas.  ^Otro  si,  en  casa  *áei  rey  el  que  es  oéAdéMh 
'  do  por  costas,  préndanle  por  &)h>  ^  m  cuerpo,  «inon  ha  bkiies  ée 
qiielopagU€."(2) 

Examinado  el  Ordenamiento  de  Mcalá^  hallamos  nuna  ley  en 
la  cual  se  previene  que  á  los  caballeros  y  hombres  de  armas  no  se 
les  embarguen  para  pago  de  sus  deudas  los  caballos  y  las  armas 

[1]     4  f  ,  tít.  15.  (le  la  Partida  ?>  f 

[2]    Ley  XCIX;  lo  tuiáuio  if;e  previeuc  eo  la  CJLXVIII. 


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MipiíikeM'VMi'álo  tfie  creemos^y  ée  élla^  desptendé'y'^iirilttl! 
Gékm  de  ^Segoviá  de  1347,  y  q»e  se  ihaí  cMsignado'  desptves  eti  Itnt 
céáijgm  pi^^steá^res-tomová  pri^Hegio  de-cteíe  *  fovw  4e> la'ittM 
b)^'  <MkM3  «dh'^^Usdseft^t»  aquf,  quepDf  tes  debdas'que  <tebi&iii 
nWMést^aiten^  de  k  no^e^tra  tiermy  6  pon  ftfeidtifia»  que»ft(6ittn/ 
qtííé''lo8i<0ÍcMMió*aq«e|Io»qQ«'tt^&'^^  fdiMv;>>qtté(  ké» 

petndrabaA  los  earallos,  élas  armas,  é  las  vendían  asi  como  olfbst 
mn&i>  «Mlééquier  de  los  iqtte  atkñi."Et  ptmf^e  es  maé^fk  i^lun- 
titá  d«^l8ií4aKser>4iefced,  «  *^pméem  t9k^  wmfon  ojf  i^atoi  pú¥k 
fims$té^4éf^Ma^4íéiÁmikíé*^  4)re&qiie*pof'd«btiaa^qii»H}eli«^40ir 

gt^^^ moffOi^^mm mb&tUm emriM»^  quele» iHm se«iti  ^p^peíM^^ 

^Ri  uSie6€0ie»é€iki  de  üMM*  en  esta  ley:  ptimei^  que  el  pHvilegio 
cMeeáldd'árto  ttDbleea,»o«ei^«apricib¡^  ni  imtattite^ee  les  dejaba* 
testesl^d^if los  ani|«iipamiq«ie  pudiesen  ^udifá  láf«)eá^  que^m^ 
pop  ai|u^loe<iempt«  >la  profeáon  de  los  nobles  en  £^slKi.  '^IBk  ínt€^> 
res  privaA)táel€ceM»edor  desapateciay  y  esto  era  méy  JustO'^tetiite  el^ 
iftÍjBflisyiwerat  de  1»  8oei«^d«Édqiué<em  'el  í(tt€l^es*  de  la>  religfeU  cris^ 
ti»(avIe)'iitt<íresidelatmlCttra,  d.iiiteres  de  4os  diveivos  AeiMM^tíf 
<flfe<eéts()a>«ttri^a  y-'dbiAria  la  Penünseila;  ia^  sbitta  de  tet^esék/ 
Át  «M  palabra,  qae  Hevalba  escAto^  en  mi  oriflama  la  gbrtosa^MA^l 
daraKkfeMconiGpmta;    '     •*   -•     •  .i   ..  /  , .  ,»  í,V'!-"'q 

«*  '>  ¥  4a  demoetraeion-de'  ^ue  el  prMtsgfio  á  que  alBídimos  eMrilM^ » 
tef^XM'ñnidametito  tanlionrsso^  se  baila'  e»  la  miSMatey  *qtie*U!( 
eMblece.  Noseeit^eihiscribíftd^lknlkaba  esfeeseepdon  á)a 
losncribto^  bbt%(ziaib«áloda^laspemnfRB<qa!etenietido^^ 
mmi podían ^ediosarse' alservieío  laittttr.  '     ^  ^     '' 

»í'  »**fiHiesie  mismo  Grdenamíwito  de  Álcali  coineitóáton  ya»*  dití-* 
Wfle'en^Materíade  dendas  algunas  eseépo!oneañivond>le&á  los  la^' 
biMoi^,-qQe  repMí»<ites^^  D.  J^  il:* 
-'f'íi 'Hasta  aqui  hemos  elatoinado  las  leyes  sobire  deudas  que  ri- 


>"  (T>  Lory  etiftitti,  tú.  \SM^kñémtñ\tn\jft'ñt  Almlá;  y  f^  2íl<)e)0rdeQftro¡<mM• 
dr8efobia,  desdd  donde  se  traskidó  á  aanel  cnaderao.  Ai  hablar  de  este '  pifrHe^»- 
gib  #8<riá>  ¿fi  iMHi-de  las  teyii»(M.Ptfe^6  Viejo  de'CnstRla'f  itidicaHioii  (fée  tk^osu 
origen  en  esta  ley.  No  empecé  á  nuestra  opinlím  la  antigét^dad  del  Pderb^itrén^' 
cionado.  Su  último  complemento  le  lecibié^A  tiempo  d(4  Re/  t>.  P4dré  I^  di- 
chdelCrael.  .  .í  •         J 

T*  II.— 3. 


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gfttp^odo  4ek  ttcesaiÉe  lucba^  que  eamkausft^n  la,m¥afik|«  ámMm 
wmrnsenoB^  y  coaoIi^  en  Isi.oraiiGtfi»  de  It  Momqim  poi  loftftt^ 
j«9>CiilQÜGea)i  fkispucfi  ele  la  toma  de  foraaiMUs  últMa  bdiittrte  4% 
III  diittiiidctaí^  árabe  eajíiqpaaa*  CímpkiiosahiomfesedarAifia-bttf 
vesMMrte,  una  ves  nm  pesoeínmM  eif^Amm^o  de  laya  tPaflogpoeíy 
4ai  y  oflTcaaag»  las  moítifieaeionjwque  .eaii  pwHenondad  liaAufOciiir 
iido«i »  ,.'.-.....■,    -'i     i  ,     M      ■••."? 

Criiando  mm&umt»  uneatoa  aatepaaadas  á^.díifaitas  de  lea 
dubarna de.  lampas,  naijpadíeio»  manofilas  Bayop  Catálkfla  d* 
irf»ftrw>rlai  diapasbiouee  aaitígaas  f  de  dktusotaa  niiavaaw  Jler 
nefioio  de  hayieatonay  figaaim  ptkiMeifMd  detpttebhHaiyniti  *^ím 
dftfcw»^alh^r^^ro4ewi>W  com>  eva.  «hwoieaa  yiéntioa  •  <n  tadoalea 
gobiernos,  de  privilegios  y  ínaapriQíest  ^^aoA  fleiii^taiaadoa^d|í«i 
roa^  ni  prendados,  ju  lembao^doa'pov  wiapina  ai  ilgiian  -jaeiKia» 
biuyea  i¿ hastías  da  af|ür*  •  .»ai  los  instivua^ta^ 
aa«  •  •  «salifa  acámente  p9r  loaauestEaa.paeboay^deíaabm^j^^aia» 
otos  sefioias,  ó  por  deudas  <^  dein  ellabiador^aiaeAor  da  .laba^ 
radadi  no  se  haUaado  otaos  bienesmuebles,  ni  rsiaaa  {%y^     <.•    . 

^jpa0o.(]p^  los  Rejiea  Católicos cmeedíw  eata;  eseapaioa 4 
hialabiiadbieflya^vicabanvelpiivil^ío  akgado  porJatanidlLd^l^iiSar 
viaa,  sifi>n  el  ovalólos  qae  fai^MaateoádacdiM^  parala  y  día  «a- 
podían  ser  pieaos|>Qr  deudas  ^^atento  quelacausajporqiieaediátal 
privilegio  cesa,  y  de  la  guarda  de  a  wsukan  Bwchoa>daaoa4ia» 
convenientes  (2)."  En  estas  medidas  kgiJes  sa  vishuabia  0«  la 
nueva fiaoaottia  de  laaociedad  española,  y  (A  aiieve  aacéc|l9r,í|w 
iba  dominaado  en  elku  Los  bábitos  guerreros  eomanoaban  i  1 
ae  por  los  hábitos  pacificas;  la  espada  cedía  su  paesto  4el  \ 

No  fueron  estas  las  únicas  disposioiaaes  difltadnsyoa  laa- 
Gat61kiic>scgAceladoaá  kis  deudowa^.pOB  ottas^l^^ 
á6chism:qfkr<íbwl0$m  públicos  áÍDa<E»whiftdorf»ynterfflHtereB^qaaaa^ 
aleaban  y  huian  á  otras  partes  coft tosi caadalea  agepoft  (3)«  Aénim 
amedrentar  á  los  deudores  que  oenltahan  parte  de  sus  bienes  eedien» 
do  los  restantes  para  el  pago,  adoptaron  el  censurable  medio  conte- 
nido enlas  palabras  siguientes:  '^hasta  que  se  parta.de  la  tal  cesión 

Cl)    D.  FecBAD^o  7  d^Sa  liabdi  ea  Madrigal,  ano  J476,  p^tig»  3&.  JL^y  6.  ^  ^ 
titulo  17,  lib,  5»  ®  da  la  Recopilación,  . 

[g]    li^  15»  ta  !.<=»,  Ub.  6.9  id.  ,      . 

[3]    Toledo,  1840.— Ley  1.  tít,  19,  Ub.  5.  ^  .     ., 


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«orno  el'dedo^  i««riÍ9iaa  y  dMertameiite  iobipe>d  eoH»  del  jiAnnm 
MI  «ihestiiFMdgttn» aolHrereUa:  uÁ  no  la  traxete  ettikmaiieía  ^p» 
dkba  eS)  que  cada  y  cuando  qae  fuere  haUado  «n  ella^  i  la  tnúfieie 

9&hBgAla^  extí&oióiíoumsupers^nay  biems;  i<)iiet.iiag«!0edela«0» 
smi  de  IneiieB^y  renutteiacionde k  oadenaque  hizo*  * .  «^'  (1) 
•^(.  Paadoa  alg^inoB  aAoc,*4iipHÍ«rMi  qae^dt  deudor  que  M(b  Int- 
^■eaopagidoito  daiida«n  eépkBo  de  ana-meses  deqpues  de^üqmdft- 
-da»  Afwsw<itigtido<ta<aeedoriMÍni«mettidCT^^  ^^(lons'fiii'Ai 
MriigiajparJiirfwriíi>>>*ydé»dtígi»tiftii!toiáa#iog  a<wr.t^ft)¿  < 
Mii-  Ijos  pqwrffltajyqi  pjgwnieaBoiH  imlfti-i;  ^p»emmmgesmmxt^ 

For  maoeía  que  se  ven  letofiar  dgnnoafnneqáoa  dttl  daéeho 
iff'^mmi  nhukiu kbcnigBidad qipe  se aupkftTSlqieeto  da 
algyaasolassi)  ooo'el  úgot  desplegado  «ttgeiiei«i»paracOB4oodM* 
4oisa  insícdnentos»  -w* 

•  f*   .   HttWdO'lkvwBriaíqr^estefluiporlostnkv^^ 
^esÉBSfíroeeptasyyaiiiitse  dmmi  ejexapko  de*fiiorir  nmáim^fet^ 
OflPBS»4raasa  derlftifihawirtiidad  ccoque«  lestrataba«ii4aafEÍaío* 
•eS)  yfaéyatMreckoqwB>-Caifc>aI,yiyjMaiMmandaseti;áiaoat" 
I  saldes  liayoiwtdetoonddawtOTiieiitos  qM  aflojasen  e»  tal  severidad 
éimrssi  isn  Boiadegasu  desgituna  (4). 
iñ<j>  IX  F«lípec&«os«erv6eL[^ilegioconeedidoák»k^^ 
ysiiBBndi^wislMMÉes  ^ü^toníendoqueen  un  par  de  bu^fes,  muías 
éiotnisibffírtasdeaaBr^  no  futüertítéet  ^feeutedos  en  ningiin  iraso, 
««attnpos  los  peehos  y  deredboa  reates,  cantklades  adeudadas  al 
•eliMJioJalMvedady  é  adela«tot4iedio& perdiste  paiasu  labor  (6^ 
ftoUbió  por  oti»in»te)'parawí(ar  ks  demasías  dolos  ^candes  pso* 
vfaetaiios,  qtteetttOMesk«rsiiIos  noUeB)queloslid>mdore0enaia* 

[I ]    Córdoba,  1490,  á  26  d«  jalio.  Lej  6. « ,  tit  16,  lib.  5. 

E9]    En  1501,  á  16  de  octubre.  Ley  7.  «*  id.,  id. 

[3]    Ley  92  de  Toro. 

{4]  Nuera  iminiteioa  de  lia  leyoi^pam  l«»alealdet  mi^raa  dé  iH  ideisn- 
tamletitoa  en  Alcalá  á  3  de  marzo  de  1343.— Ley  34,  th.  4. «  /fibro  t. «  dé  la  Re* 
eopilackni. 

[5]  D.  Felipe II, «B  Madrid,  15^á  9^  nwrao.  Ley 25.  fit^  ti,  lib, 4. <»  de 
la  RMopiit0ion« 


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ibtea^  debft^ioo  á  este  MonancaalgMíBas  diipo8ioioii«>bftito  'Son» 
r»f  Qoatra^los  mdreodb^reSj.eamhiadQr^'y  factotres  fovpadioyo»  48 
ttiíiafé.»(2).  .  .,.».....       » 

j  ,1  H»  Felipe  m,  su  ixifo,fc«itiBM4  daia^o  eniain^Mg  á  >  h»  «ogi» 
^iie34eksiabradope6(3)    .   .^  i,     .    .    .  .  •     ..  ^i 

P»  Felipe  IV,  eoa)eozó*áiQalendftr«ft  eloireulo  <le  laft  ptrsMns 
-^e.privilogio  <le. manera. qué  ooiBgfeR^küB,  miasfke  al  pafeéer  ia- 

'ffm^fÁxraífik.  '^Paia,al6Bt9jr!¿.}o8  labfadase6.ái»xflíaiia»>ifel^ 
^'nado  Uü^^eu^a  Cfiaxoliiáeaevtaiilopiura  iertilüsarlaéiiMPMStiÉi- 
4tma;qa^i¿totf>»,^<>i:dg«awiirrT:y  nuMHtamoiiy  no  pubodaa-sercíechtados 

^^dar  siempre  reservadas;  salvo  ppr.lo  ^quetflabi«p^.ée  úiaamám 
<^^tfeL«lislebt» deliHflfiio|pi9édQ!(4).  m  ^  ......  .i  .    > 

i ;  JX,  €trioli  K^  ÍB9Íg|ijáeiidb  la  faisiáaddta^iC<Hiipre]idM(*J9ftilft 
•«BBttuúoDilas.ial^rifias. otilares  de otcb eitestos-téripáMs:i ^^Sioido 

^<tan  importante  la  restauracioii  del  comercio  y  que  la  ;fiíbnea»4e 
If.^adbuiieilesdBBraeán;  antes  si  aeaumenten^imtitdaitioa  qoAfide  aqai 
«^adehyiiteinoiie  ^mAiargae^  ni  ^anidan  ¿.lo&£abrieaqti9i<de«0áa  -ée 
-^flwtfiptoasiiiMiQoa  los  «tomos,  tslaresíy  i  alemas  instmaieiitos  pmgioog 
'^^pará8ibkd}0npoeB»^ibafixleutÍMtüiVil4á (&)«''•  *  .  * '.  •('rt^fi 
bi .'  vEiMskkfgáty  D*  CárkM|>III  después  de.ha]Dier.;]a^daibáifiuEar 

de  los  acreedores  de  escasas  faoalta^eá^  hizo'OomnMi  -éÉadaalaa^é]»- 
écscs  industriosas^  >eIpfiiirilegio  de  no^.  presoaporidenflns^  ni^émbar- 
>ig;ajdo^ioS'inatrvíB)an|tQadfi  su  ofieiaw.Dió^porjason  deia^.piiflMrrfl 
^«bttsotq^  feaolaséa  diatinguidas.y  acoyadadcM  ¿aéian^<tofasp»-> 
Ittanda^pflÉa  impedir  el.pagodelltii  diku()aa4|ae.habian'iieQntn¿éo 
.  7é^p6oto:deloaa^nie8tralef^jotmlearo%femdo6  jr^HyeeáuiM  aUsifl»- 
■4ag^<M» yal^fátipQgiOf tmm áuMtamaatal < A^l> otna  esÉacaiW|  elbéaét^ 
•miy^utHidsd'OOmu^  obtpaiidiM;  eohk  iotetrranob»de,lQdispiMfi|Q 

[1]    El  mismo  oon  iji^nal  fecha.  «-rL0y  citada. 

[2]    Pragmática  eapedi4«  eu  S.  tK»yeSzo  á  18  4d  julio  de  MSQOj^-tr^  7.  *' , 
ttt  lí),  lib,  4.  ®  de  la  ReeopHaoioti.  ,i  'i         • '       »         j 

r.  '  m-  B.Vtkf^lU  lifrBliei4,jfmg«iéttfcftite  Iftae^mtswi  d»  1619  C<I^j  98^ 
•tiu&i;iik  |..a.|iQ.)«Kenef>iM<Mi..'     .      '    <  t 

L4  J     D.  Felipe  IV  en  Madrid,  1633.  Ley  29,  tít.  21,  lib.  4.,  de  la  Reoopilaetop. 
•u  '  í&)    Dt  ete|d4:U.  Cédula  dea6é«lifB0ro'd«  ¿eedi i.4:f  i8;<1t.  ej,  iit>;  11  de 
ja  NovUima.  ,i..    - ; ,,  k^^H  í,| 


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•^MíWlí  •  rtr*Hí3rfaf*  éh  leí  tÉrcáes  ptyr  jMdas  Hífíífó  ^  c¿í<w/t**  ÍÍWlííwi^, 
^íí'ííwiíb^^ftí^  i*i  i>éndérlh  los  infittvM^tot  éBsAi^ 
^*^>e(m^  IkBmsi^ioí  iifríankpdto^áé.*.  Vi^S^Stptimiúb  toflos  Ws 
'*«ííáaé»ertqtfe'se{)róce»ác6ñtfáellog^^of dfe^  f  la* 

**;  btxM(i^tím,;ípaíeiadú'otr(r ^ce^ó'Oe'^'pifíM r^írffttr ))en«  ct)rt 
pmztfíJ?*'Téés  ^otí  'rfefeiJítítü  Jr  las*áiaip6S!!éJÍó^e*'díf irtiéátra  I¿ 

fflfimo  derecho  de  los  acreedores.  El  Fuero  Viejo  hubo  (fe'bdftjíWn*, 
4^éÍíp*te»'\lé^(«M}»ffá^ '^  p6¥  iéüám  hú'fMfki  y  la 

TííSdaVittidVt>fefO*pi'ec^ida^of*-^fStafté¿  totíÍ^1ttiiíiañbS"5r'*^(¡mí^ 
ilfettetes-jW  V»»látefcfert'e*titaséft  el'FiartíR'éál.íhi'lás'Partidtó 
iW^litílfiñ^lSíí^if^st^ds  a^'la SeWHtti!i«téí%'aetención'éX?^ 
'!^*'é¥ftt)*^.  Eáté'pb^lo'que  Se- relíete  áláltegi^lacion  antSgría.  Éh 
•-^fttíed^li Itólé^^^hitítlériiásf; Ibfe^Reyéár c¿t6Ii6os,  pasátido  en^éti' 
<eib'«glSttte«e(B<íí»^tfé?tígV>i^*q^^^^  étittchrt^  en  áüs í«^mft!ctó, 
comenzaron -í^déi*  tin'ttéfevo  giro  átat'léjtélatibn  ádbHé'tiMdtó/Lxís 
iéirtadtíS]f>AsttílflcrtiéSnb  harl'hechomaáqñe  ir  skcatido'éímsecuencias 
''f^^m^.YeMáñc^ixnSü  los  KttJÍtes"dd*tiritiCipio'^*ttfflfeddo.  Dfe 
"R/WmMóyDoíik  Isabeí  ptiede" decirse" que  datáfen  t^éálidadla 
'^felH;ibhí«*tWVfleb\o'tÓhágnááoá'fo^^  agrióuítote  IfS) 

-|*él^ll  S^StfWjdld  inWrtíb  nbfnbré/Tal^tTfitáftnyla  diéroh  'm* 
*lE(%ift*í-'«lTd*éit^tt^  cuanto  8 "eríSbietb. 

'Wffli»W¥%'efetteWa»»ií  h  ¿áflaflértó^  (Móé lí  á  I6i' teiai^s tiü'sft*!; 
-«á«Wnf*fe#*í(ífrnáiíafté^^«i(íaá*.'**'í  -*  -  ' '"   '•'' '^'^   '   *''"^='" 

"**»  '  M tóttifefa;*(íí«ti<y«ihátódic¿mbib¿"éác!^ 

sultos  que  encuentran' 'éMTó^  y  ¿ejfisiíííible'éstét}(»é  1^  lláiha  pSilk'' 
•?^^iy>Ká!vSÍÜdft''''á>efí  j^i-ópiaáiente  el  derecho  "común  y' la  regla 

;f.i  i'iiljHtDi'CátliMiIlIjpor  pri«niáticMid0.37^tki  ■a[^«»itotl7l8é>hlMy  1^;  tit.  31, 

[23    Aunque  el  origen  primitivo  de  enta  esoepcion,  según  puerros  dato»^  se 

talU  e^  el  Order\aniieuto  de  Alcnlá,  entoiidemos  que  no  se  ob^erv6  do  un  modo  ^e- 
<^^álÍlka6tkláéj^iktt*ée>Í(qHc;Hi*á  ditHiár«tii|  tfMi-^^i^fay^.i^iiJÍ^W'alttoHdati  del  pu- 


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siendo  asi  que  ^  hissQ .  n^g  que  esleniter^  oomo  eia  4e  i«q»| 
mientras  ,pQ  se  9^M4iese  para  lodos,  i  las.ait68.y  oficios  meaos 
nuperosos»  Ja  exención  quc^  se  hallaba  kgalmeate  astableeidnraK 
favor  de, 1^8  ÍAdu^a^^aas  pí^gves  y- loas importantes  deLKgtade^ 
Nf>  ba^  para  quó-J^Aiscar  el  origen  clel  orpor,  dado-^juete  hajFS^  «i 
los  instintos  reformados^ « que  se  desplegaron  en  efiKstO'<<:oasM0 
Q  menos  pfjad^ciaen  -al  reinado  da  D.  Carlos  UI«  Nadie,  jnéffos  ne* 
icH^aiadar,  mdíía  menos  ravoIueionaríO)  por  ejes^plo  que  el  áttimo 
Bey  de  la,  d^«slj^  a«í^napa,>  y  sin^mbaiigo  di6  un  paso»  «o«  innf 
coftOf  atendida  la  époc»,  en  la  senda  que  yt^tm  traaada  d»  antenor 
no.  A  D.  Garios  III  le  cupo  la  buena  ó  suala  suerte  de  dair-el  pos* 
Iroroen.aBaswma  -senda  aUeita  y  antorónda  por  .k  tefUade 
tns^jglofil.  ;. 

De  todos  inodo%  una  vez  leseSada  ligeramente  la  logysloríasi 
general  sobre  deuda^y  la  peculiar  de  Espanm  nos<CHnq4e  discí^ 
tir,  con^uItBi^  los ppscf^pltos  de  la  razón. y  ios  paneipios del dc»- 
lecbo,  si  debe  inantenerse  por  n^la  general  la  deten^^  por  Jirn^ 
dss,  .GoniQ  luediO'  de  escitar  ó  compeler  á  el  pago  i  toda  dase^^n 
deudores  insolventes,  asi  por  asuntos  civiles,  coma^por  aiegecíon 
de  comercio,  ó  si  debe  inqponerse  únicamente,  y  en  con^qf^to  *f 
con  el  nombre  de  castigo,  á  Ips  deudores  fiauídul^^nlos. 

Nuest^  tuimUde  voto  está  por  el  último  estremot  Pasados  Ifs 
.iqeoupveniente&y  las  ventajas  de  uno  y  otro  wstema¡,. atendidas  las 
pasiones  de  equi4^d  y  de  justicia  que  se  aducen  r^qpiectivaini^  sa 
üfffQT  i^  ellos,  entendemos  que  ddi>e  abolirse  lapnsipn  por. deudas 
escepto  enlos  casos  de  falsedad  ó  de  malicia.  £1  fraude  as  un  de* 
lito,  y  á  todo  deUtq  va  anexa,  es  inherente  la  idea  del.cnstigp;  p^ffo 
donde  no  bay  fraudev  donde  no  bay  delito,  la  pq»a  es  uo^.inponir* 
euencia  y  un  absurdo,  la  pena  es  ademas  en  tales  canon  una.  it* 
jttsticiay  unatropellamiento.  Veamos  cxálita  sonlos  demechos  y  los 
deberes  reqpec^vos  del  acreedor  y  del  dei^dor* 

El  deudor  tiene  la  obligaron  estricta,  indeelinnUe  de  cumptiv 
religiosamente  y  con  lealtad  su  compromiso,  mientras  pueda. 

St  aeieedor  tiena  éarenhaá  exijiríntegroel  pa^  de  la.  deuda; 
sino  puede  ser  integro,  hasta  donde  alcancen  loé  Iñenes  y  los*  mé* 
dios  del  deudor. 

Pero  el  deudor  abiWQ^do  por  la  desgracia,  abatido  por  la  mala 
suerte,  el  deudor,  que  denama  lá^rinne  amaigassobscsumiseM 


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eer  kt  tiiii^ftiza  estéril  de  uta  acreedbr  siff^eoiiascm' y  iñn  piedad^ 

*     Bn  Tano-sedM  qtiela  dd:enrion'|K>rde»ldik]t6'e9'tm  castigo 

aitto^MM'Vifpecié'de  apremky  para  el p^/üna-aiñen^tza  cftte*pesá 

scAine^U  fr^tate^  los  de^doi^  á  ñnf  "áet  qtie  fio  (ñfiátti  d  beneficio^ 

McibMb,  un  coto  que  los  apArta  «étidaUemetite,  lo  lÉtismo  del 

Í«m]é','q«Kéé'la^mÁgaIídaééde4á  ' 

'Si-Mieii'tfmtimHit  itjn^dare  eontm  tm '  íséctM  tan'  di^slitiliuo  4e 

terdadf  y  M8tenM<{oek  prisión  es^diia  pénav^fláfüetiélé  6  no  con 

«ite  noMh»e;y  qttek  cáii^yía  priáoii  nná^^ 

-    '  Lttt«rdÉ(dem>ewB6tion  por  tanto,  eil*bié%i^irter  ¿á  todos  los 

4Í»iábre8«ii)'escepek)n  dc^  imponéraele^sti^ 

'  *'lM«'9Mtó!Aedotf6s deitf prittonpOf  dettdas-dieeih sí;  es metie-* 
eedof  despena  el  qoe  comete  la  mala  aeeion  de  tomar  piestado  'W 
<|ae  no  piensa  salisdíaeer,  ó  id-qné  notiene'nfedíos'df^ 'reintegrar. 

Pe^ttOiotras  replicamos  todátfeK  ¿fes  merecédof  de  castigó  an- 
IÜ"dü'qlioi«É<rite  en  juicio  isti  malicia  -ó  stx  imph«déntSa.^'¿Setá  jtistv 
¿tWitodir  en  esa  condenación  anlicipseda  ytiiega  al  inocente  y  tf 
<)«lp«Mlo,  íAnfue  comete  tin  fraude  y^  que  gkne  bsijo  id  pesoabra^ 
ÉHtdor  de  h  desgracia?  N«^;  porque  así  se  hoQaiía  la  máxima  eterna 
Ad-fiereiAb,  qneréla  tnctdpábtlidád  ds  lothbbibi'es,  donde  quiera 
que  no  se  ha  fm>bado  lo  contrario.  No;  porque  lácdletadél  acreedor 
etw  jiiAMt  iiAuy  pMcial  pam  decidir  arfaitiatffáiri#nte  en  este  fallo* 
Ifé,  prindpidmeftrte,  poique  el  acreedor  ninguna  utifitiád  recava  dé 
cata  ^p^máy  ni  la  soeiedad  tampoco.  ' 

La  sociedad  üe  alegará  $  tienen  mteres  eiV '  q<«e  se  ctlmpla#it)da¿ 
IflB^Mgticktoes  contraidas,  es  cierto;  pero  cuando  de^  de  cum- 
pitfSe  por  ufta  imposibilidad  material  i  iftvMuntari^,  la  sbíeíedad^ 
Hjés  dé  liaeeMiR^d(!Í(fo  de  lámala  suelrfe,*  iMracon  tjóiá  de^btnpa-^ 
skm^aldesgraeiadé.  ¿Y  cuáles  son  h»  ventajas  qtieobtiene  e!  acreedor 
de  la  prisión  per  deudas?  El  «lei^dbr  tto-^Tláfee  fefectíto  W  cre¿ 
dito  por  medio  dé  ese  esémulo,  ya  qtie%flt^etir  Mliftriát^te.  La 
deiendbn  no  produce  dinero;  la  cárcel  imÍK>*>iKta  dé^qumrie. 
¿Hará  nacé!^,  por  l&  menos,  la  voluntad  dé^efWe|*tár  el  difiero'  que 
se  oculta?;  SÍeiiipiñanosrbsf^are^do  puéiS'est^^aíiétcfón^  19  deüdof 
qiw  no  paga  anteé  de  pssar'loá  umbraleár  de  W<^^  pfflilteay  el 
deudor  que  no  mueve  Irasta  la  ukíma  piedra  para  evitar  este  trance 
vergonzoso,  ó  carece  de  recursos,  que  es  lo  mas  s^ro,  ó  está 
decidido  á  iMttkne  á  t^da  costa  de  su  aexeedor  y  miuca  cede,  qué 


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esto  que  li9)Wi.«IgW^4iMitKe6  4ift  4áf<H 

los  agriam,  el^cl^i^.^c^  .v^^^rscí  los  aftrnp^ia  4n  3u  prpfwf^ 

JEI^a  ei^eo^  ^^^pr  .sfí/{«(ía^¿e  que  qui^ns  ii)$|ucan»e;4  ^  áeu- 

4^  popo  9  4ejaingw  PÍfC^Pr  í«u .  Jo^  Iwwbfies  baiiradQ%ie^  i?WW|er, 
$aria;los  fplvadQft^a.f^fp^recipo.  Fuera  4e  que  bfljo^.jMliiTaspe^.Jljí, 
ley  de  los  Deceiiyi;iffl^f4fiti|^¡i;^  jad^píarse,  jca»P,.Ia  iefi>^on,;ff^ 
gfta\ijtfiadí^,fifij^?jji^  4.pwwte.  (üigr^.pwtai;  A^fifK,  (pie 

^^U^za^  álQS  4eqfio]^,.c(^j)aic^(,txozo8  9u^,ci:(^ifpoi^^]ü^ 
los  acreedofie^«9¡9^,flfpf)^4^1^H^ 

y  la  esteriUdadcoix^uffdefa{)i^QÍon4^}  QQfG;^^.<'l^aúf»0tp.po€4}e 
se^^ur^í^  natuj5»Uypfí^iWintia,i»B4fi  €«t%s^ 

cede  en favof  de  la  l^gi^Iaciouí  ^up^^neu'  ..    ^  ...m-  .  ^  .,«». 

Cuando  )a  escl^yi^d  f^n^4^4^69cbp  coi]»uu>tCUW^«t(fstahai 
SL^i^atido  ^n  las,costfimbre&y,ea4ac»  l^y^4}UQb9ibopJ^.«^ 
fdq/^iixk  pox  mediaM4^/>t|'os  homhses^  y  acpe^^^ter;^«e»t» iffliMMff j 
§u§^ique;5fi8,jeLqoRvgf)ji¿  4,J^.d^ufJí)Defti^solvent^  «i>j,^la,fflí^.Á 
fin  de  obtener,  hac^?ftriQ^oáí>tr^baJar^ .  d  p^o.de  4ag-4efffÍ^Bj  jw4ii^ 
ser  cruel  y  r^pug^^^  j;i^rxí,at»4np§.íw.4^giw>i«pdwí^l^^ 

,,.  M^tjja/slaiQfff^a.d^encipA  de  Ips  d0udp)r^,pp4^/fe^#Mh 
Hps,ci:>ieJ(í  y.aun.e^to.  e^  dísputjaW^  compan^  4iwiíH»í?kti¿fifB«lf 
y  costumbres  á  costumbres;  pero  tambi^  y  de  ^ag»X0^  ^  ismfm  i6f^ 
]¡^l(b^QS,faciaiial9A9TÍ>roduceresu]^  » •>  ,n^    • 

,  ,  Y  i^ux^e  pufiiei^ ,  bs^er  quien,  aerificando,  la  bHOMttdttd*  k40 
cpn^ef^ii^cia^.A^gjy^.qMe;  se^ obligara  á.los  demi(vr8s>á..^raba^ 
¿i^o  4e  las  c4r^,le^  ^  bpy  ^.  veri^cpi  en  uÍAguu  ¡pu^U^  4e  iB|M 
rppa,  porquie  el  trabajo .  penitenciapp  ó  de  las  fwá^Miiiitfi.  Mi^íM** 
sid^ra,  c<wo  nn  esqari^^en^  x»s(»mido  á  los  d^iofi^ac»^^!  ^ 
reali^^o^  bafifUuri^ jeMiij^s  para  satisfaoec  las  deudas, .  ¿Se,  c^mstítuiíi^ 
al  acreedor  euc^tre,<^|susdieudqres?^l6,£MuUiiriaj^ 
pelerl^s.  al  ti^b^oppr  medio  de)  casti^J  ^  aumariaal  .QÍei^dilto 
4el  \emh]p  derecbp,4e>h0(:;9r9e.  justiciafofisu  manp?  ¿O  ponrftrvcir 
r^cer  á  UQ.pii^s^do.de  aore^oraq  que  ooqguettifrot»  la,  úupnuleiuiia^^ 
pre)5tar.su  ¿iperp  Ápetardistfi^  ó  tuvierpnla  i»aIa.siA?rteí  de  que  «suii 
deudores  viniesíÉ^^á  ílp^gracia»  se  construirían. áwsta.d§los.;fcndof 
públic,op^^e^4^r,  icAS^.dé  todo^Uw  C(irtrib*«Wlt«it  »y.j^i'W 


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im^^  W^^  ^0  tm^^mfkh  sociedad  «oc«  iamadiato)  eárcekiiaqi^ 

c¡ali«i^ efeeto?  ;.:■.. —.  ',> 

,  De  aitíguna  mioiem^  J^  deleooi^o  por  deudaa^aneicNletda  inr>. 
didtij^^meRte  no  as  ua  eas^^.y  sefitade»  esre  priiicipio^«|9.«ysAc«K 
€Úm  a?i¿e^  (fe  unjiUdoy  como  sucede  enf'iaiicia  y  eolttglatdrra  j>or^ 
^mplo»  carace  de  equidad  y  de  juaticia^y  está  pl9g«^a.d€i  difí- 
ficakadeaipar.eiialqHteía  lado* que  se Ja.caDles^plieti  Como  ha  dicho 
umjf  iffopjijaaíumaU  ua  aBcritOff  d»  nu^eUoadiasi  .^^Laa^oetumbrea 
de  Francia,  de  Inglaterra,  y  de  algún  otro  pais,  tQlafanlaprísk>i|. 
jf(^  deudaiVi  pecoJia  tolesan  ea^ila^oooidiaioAfej^fasadpqMeiía  de 
smr  ,iiipipro4)^cUv^  y  estéol/ de  ti^do  paifta  panala-codif^a  d^  los 
acreedores  que  la  imploran  (1).??.  JSaiaataooiadieioay  ^a  Unece* 
sidad«4e,manjtfflffl;\aií  á  su  co^  su^l^wMlar  ki  atweie,MJa  yen- 
gafí^ea  wi.pprü^vo^y  los deodoraadaomla  ji»ytal  caal^  vee,;S)  6tr 
t¡mo„recuraou  .:    ,    .  j  > 

Ahora  b^^o;,  si  el  eiifsamelainüHiUo  ó  detencioi^tpoc  dejadas  na 
aa.una  llena,  judicial,  ni  uottequivsdente  ddLpa^,.ni  un  e^imu]^. 
afioa^b  Quó  6s?  ¿qué  m>mí>m  puede  jcoiivenivle?  Pior  foituna  ^. 
<^i  honrada  de  auefstras  ley0S|  y  ^absolutajofteiitie  hf^frada  de  n^esti^a 
práctioari^eix^MoljFamod  los  ojos  á  las  naciones  donde  existe  y  ve* 
ccmoR.pa^  todas  partes  iloa^uerzos  d^  .hoo^bf^a  eminentes  que  la 
CQCJbaza^^  y  )a  impugnan. £lduqiue  de  Bro^^n.  la  Cámara  de  los 
P^m:cíj  y  M,,  MaUet-rButini  (^)  en  el  consejo.  6  asapJblea,repi;€aentfH 
tKvadi3.Gii]|e];»ea,  la.  .calificaron  de  una  aianei;a4e^  tormehto  destina- 
dná  acrancaff  de  aquel. i  quien ae  impone,  nO' la  iconfeston^dela. 
que  no  quiera  ó  lo  qufiíno  puede  decir,  ^0**61  feiategarotde  kacan^ 
tídadM  ^ae  no  quiere.. ó  no  está  en  su  mano/reeaakolsar.  Lofd 
Brongham,  eminente  jurisconsulto,  y*  el  distingaido  pessoaáje^isiü 
Joími  Cam^aU^  han  eombs^do  tamUénladetencioii  por  deudas  eé 
las  Cámaf»a  iagksas«  .      •  •   '  <  /   f.     rr 

Acaso  no  hnhiáranioS'  dicho  nosotoos  Jos  piimeros,  ^é  lel  ^  »ei^ 
caECtelamiento  de  los  deudores  es  como. na  pálido  i^flejo  «dettor- 
BBiento;  paro  hallándolo  ^ya  enunciado  por  personas  respetables,  no 
estará  de  mas  indicar  la  analogía  que  existe  entre  ambas  cosas.  n 
,  ¿Qué  era  el  tormesito?  Un  medio  de  averiguación  ^  establecido 
por  la  ley,  la  última  pmeba^  á  que  acudían  los  tribunales  para 
.  ■     .»  #.'•,•      'I'  '  .■■ii 

[IJ    Bayle. — Monillard' De   Temprissonnement  pour  dettes  Esta. obra  di¿- 
ta,  de  cóinnltarsé  etl  etOa  inat¿r¡a  fué  premiada  por  el  histitato  fraudes  «n  lé!35. 
.    [91   Véai«to'ObMtihttdlili*tMiortli¿üte.  >  "^      ^  '>'  '     : 

T.  II. — 4. 


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eeicierftiiie  de  la  motímckk  ó  ik  la  crtmímK&id  del  aensad^;^ 

¿Qué  es  la  detención  por  deudas?  Un  medio  legal,  una  enpeée 
de  prwA»  i  que  rdcuiten  en  íláBua  eslremo  los  acieedoresy  á  fin 
de  aTorígaar  si  los  deudores  tateeea  de  medliotf  para  rei£iar  k>e 
pagos,  á  ocuUan  maüebsamente  sos  babet^s. 

Por  manera  qoe  ik>  iban  taa  de^aminaA)»  los  primeros  que 
hallerotí  esa  sediejanza.  La  deloM^ioii  por  deudas^  salvos  ^los-  hom>*^ 
rts  de  tieBtfpos'mas  íhooIIos^  está  fundada  e»  el  oiiemo  {M^fteí^io* 
queeltomteirto. 

Se  da  por  sentado  el  aserto  eafticboso  y  repugnante  de  que 
tes  deudores  tnsol^^ites  pueden  pagar  y  no  tixeftu^  Hé  aqui  la 
razón  de  exigir  el  encarcehimento  eontm  tod^  dk>Sw 

¡Cdmo pttésF  £1  parrieida^  ela*>eÁni0)  elseMeadorde  caminoa» 
todos  los  grandes  enmimdes  en  una  palabra  s^n  presumide» 
por  inocentes,  hasta  que  resulte  en  las  pruebas  judiciales  k>  contia^ 
lio;  la  presunción  de  inculpabilidad  ecsistítá  siempre,  pám  todos  los 
casos,  en  todos  loe  cédigos;  ^  se  habrá  de  eschnr.  de  h  regia 
común  á  los  deudores?  El  criterio  general  de  h,  legi^acion  ^Mbtit 
de  ser  un  nal  criterio  para  lofr  deudores  msofrentes  y  solo  pam 
dios?  Pero  se  dirá:  noeotros  vamos  á  buscar  la  presunción  en  los 
hechos  que  se  repken  con  mas  generaKdad,  en  la  que  sueede  de- 
ordinario. En  hora  buena,  esa  es  también  nuestra  doctrina;  por- 
que son  mas  los  hombres  que  cumfplen  lealmente  con  sus  otltgn* 
cienes  que  los  malos  pagadoiesy  deflendemos  aquettai  presuncioai* 
qe^  iiivorece  á  los  dendoces  insolventes.  La  presuaciott  adeuda 
en  todas  tiempos  y  pabes  por  los  criminalistas,  as  la,  ánka  raaona* 
bk,  h  -  «nica  que  emana  á  la  vez  de  las  enaeianzas^da  l^*  rebgioÉ^ 
y  de  k»  enfeñanxas  de  la  filosofía.  Si  es  cierto  que  no  hiy.bieal 
sin  meaccla  de  mal  entre  bs  hombres^  do  b  es  manos  que  e)  bied- 
moral  y  el  bien  físico  predominan  en  el  mundo.  Pero  nespecto'  ée 
las  deudores,  acontece  lo  que  en  todos 'los  acte  de  ks.  hoiid>res; 
los  nudos  se  presentan  muy  de  bulioy  y  pasan  los  Inienos  desapei^ 
cibidos,  porque  asi  como  en  todo  lo  que  es  ordinaria  y  eomuid  nadies 
fija  la  atención  en  ellos. 

Los  apologistas  de  la  detención  pret^iden  que  nuestra  dictá^ 
mea  es  errado^  porque  tomando  en  cuenta  solamente  el  inteiés  de 
los  deudores,  olvida  ó  desatiende  el  interés  de  los  acreedores,  los 
cuáles,  dicen,  tienen  también  .sus  derechos  y  son  también  dignos,  d^ 
protección  y  aua  de  lástima  en  cuanto  «aiían  birladas  sm  es^eiian- 


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—87— 
mas  y  perdidas  sus  capitales^  siendo  am  ^fue  generaliiÉente  proiÉft" 
von^  Hevada^s  de  un  propósito  benéfiooy  iionpo9o. 

Es  cierto  que  hay  4o»  intereaea  i  que  «tender,  eB  eíevlo  que  €^ 
ifttefé^det  acreedor  es  el  mas  respetaUe,  el  primera  q«e  debe  8a»> 
tisfacerse,  el  que  debe  satisfacerse  en  todos  caeos  y  «in  eseepcíoa, 
mientras  el  deudor  posea  medios  ó  reeuiísos  para  ello.  Pero  la 
prisión,  el  juicio,  e)  castigo,  ha  cast^  severo  y  eficttz,'en  cuanto 
¿  los  deudÑ94m$  fraudulentos.  Y  por  lo  ^^ue  baoe  á  los  deudores  m* 
culpables,  el  prendwattento  de  los  bienes  muebles,  fuera  de  aquefas 
tqu6  ha<i  esceptuftdo  todas  las  le^dackines,  tales  como  los  restidos 
die  uso  ordimirio,  un  lecbo  donde  reposar  y  los  instcnmanloa  dd 
oficio;  y  el  embargo  y  la  ejecución  Tsobre  todos  los  bienes  raicea» 
isotaír  todas  lan  fiawcás,  tódasias  seguridades,  todos  los  medios  de  co^ 
-bro  que  puedeh  «•ooeedefsei  los  aofeedofes^  sm  traspasar  los  «kf- 
danos  de  la  razón  y  la  justicia. 

ConONbrádoles  masse  connetepía  ya  un  abuso,  y  lo  que  es 
peor  un  abuso  inútü  para  ellos  y  muy  peijucicial,  de  inmensa  trw^ 
4)endeRCÍa  para  los  deudores  insoh^ntes,  á  quienes  no  puede  «chañ- 
óte.en  cara  otra  falta  que  la  dé  su  miseria  y  su  irásirtunio.  La  socie» 
<dad  que  está  obligada  á  tender  una  mano  compasiva  hasta  los  pKH 
«idi()s  que  albergan  en  su  seno  el  crimen  y  hi  iii&mia,  no  poede 
lAn^adonarlos  ciegamente  al  capridiot  ó  á  la  venganza  de  sua  acreedo- 
tibs*  UnaTe?  apoderados  estos  de  los  bienes  muebles  y  raices,  din* 
t^rélt  y  los  deifoch)  del  deudor  que  basta  aquel  momento  habían  per- 
ttmmecido  mudos  y  postei^dos,  aparecen  en  primera  linea,  y  no 
deben  ser  sacrificados  sin  distinción  y  sin  examen.  La«utorixfad  at^ 
^1;  los  tribunal!»  deben  intervenir  en  tan  amarga  hioha,  ieben  oir 
^quc^  del  que  prestó  y  los  descargos  del  ínsol^vei^e,  ytnnadds 
de  un  poder  discrecional  y  lato,  y  apoyados  en  lostrámítes  mas  BtBh 
<ñ\ou  que  jíiere  dado  estáUécer,  deben  condenar  al  dendor  si  es  reo 
-de  fraude,  de  ocifltacion,  de  malicia,  aún  si  se  quiere  dé  imprudencia; 
p^ro 'deben  absolverle  si  le  cobijan  y  le  amparan  hs  mlgiratiasdela 
pobreza  y  lasántldad  de  la  desgracia.  i 

Nosotros  queremos  que  se  respete  el  derecho  del  aeieedor, 
queremos  que  jamás  sé  le  rechace  míientras  haya-  medios  de  satis- 
iaoérle;  ¿por  ventura  le  fijamos  otro  Kmite  ni  coto  que  el  dr-la 
imposibitidad  reconocida  y  absoluta?  Else  poder  terrible  de  arrastrar 
á  la  prisión  sin  juíoio,  sin'  discernimiento,  sin  escamen,  le  -  tráete- 
damos  de  las  manos  apasionadas  del  acreedor,  á  hks  manos  impar- 


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«ttí^  dé  Kis' jaeces;  oto  que  es  to  inrk«iH>*<le  las  iftsinos  de  h 
persona  ofendida,  'de 'la*  manos  de  la  venganza  y  de  lacólertt^á 
}as>niiincis-<ie  hi  th^rnxon  y  la 'justicia.  Esto  no  es  atropeSar  ni 
wmir^em  áesdenlos'd^redios dtí  acreedor;  es  impedir  el  sacrífioo 
de  un  hombre  de^raciadó;-  y  si  •  el  -deudor  es  padre,  la  ruina,  la  hor* 
íkndad  y  la  perdición  de  mia'familia« 

*  '  ^  Poco  aficionados  «d -sentviHentalísrao  que  se  ha  hecho  de  moda 
•en  tes  cuestiones  de  legislación,  sereros  como  debe^aerto  }a  1^  eft 
mis  prece]btos,  no  podemos  «n  embargo  cerrar  los  ojos  y  el  cora- 
ron ante  considertciolies  tan  "de btiho,  no  pddemos  abaadoDarl^ 
icaráoter  mas  ó  menos  generoso  del  acreedor  tan  duras  y  tnnseeii- 
dentales  contingencias*' 

Por  otra'  parte,  no  estará  de  rara  examinar  hasta  donde  ptfedefi 
4kgar  las  percudas  respectivas  del  acreedor  y  dd  deudor,  tOih  rez 
establecida  la  prisión  por  deudas. 

£1  acreedor  está  espuesto  á  perder  una  parte  mayor  ¿menor  de 
au  caudal,  pero  na<da  mas;  el  deudorperdiendo  su  libertad,  pierde 
<*on  ella  los  goces  de  la  vida,  el  fruto  de  sa  trabajo,  el  disfrute  de 
^dos  suis  derechos,  los^ cuidados  y  la  intimidad'  de  su  famflia,  todo 
íq  pierde.  Bn  la  primera  hipótesi  la  propiedad  que  rale  menos,  se 
«ubovdk»  á  }« 'libertad  que  vale  mas:  en  la  segunda  la  Hbeftad  <qite 
^es  inestimable,  se  sacriíka  á  k  propiedad  que  por  muy  respetid)Ie 
"qiiie>sea,  yale/nténos;  y- esto  que  en  caso  de  dritto>^  6  existiendo 
fraude,  debe  suceder;  porqne  la  tranquilidad  y  el  bienestar  de  la 
«ociediCd>asith>  exigen,  es  altamente  iagnísto  ouaBé<o  «e  aplica  sin 
•disiineíon  y  sin'  examen  lo  mismo  á  la  cvipabiKdad  que  i  hde^ 
-graoia.  Ester  oolisideraoioii  crece  deputtto  en  razón  inversa  del  va» 
loria*  importaneia -de  les  deudas.  Cuanto  mas. ínfimas  son '^tas, 
iftayoree  eleseátidalo.  t 

Ya  henos  sentado  'que  eii  España  la  prisión  por  deudas  ésta 
east  abolida-  de  derecho,  y  de  hecholo'está'absdkrtamentéi  Ni  por 
ideudafi  eiviles,  «i  por  deudas  comerckles  pisa  nadie  lo^máibrides 
de  la  cárcel.  Respecto  de  aquellas- nanease  pide  k  deteaciony  y 
aí'tse'pidiera,  ooncefítuámos  que  ios^ríbunales.  siguiendo  la  t>rácti- 
•ea  común,  se  abstendrian  de  decretarla.  Y  por  lo  que  hace  i  los 
(Hegooios'  merotntiks,  aunque  los  desadores  suelen  ser  perseguidos 
eon  mayor  severidad  en  el  comercio,  una  fianza  cualquiera  y  el  ap- 
reste enísu  casa  relevaa'al  deudor  de  otras  molestias^  •  • 
.  I      Les  que  akan  k  voz  contra  las  disposioionea  de  nuestras  leyes 


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—29— 
y  contra  las  reglfú»  de  miestre  práclkav  nosf  imn  de  penaktr  que  de<- 
4Ítizcamos  de  ellas  á  iavor  de  la  optatou  qué  sustentamos  un  argumeii»- 
to  de  gran  peso.  Cuando  la  legifilacion[;de  «n  pueblo  vaisamiiiando 
constantemente  y  sininterrapr.ion  por  espacio  de  siglos  ea  un  nifimo 
sentido,  cuando  bpráctica  de  los  tribunales,  eufMdo  la  jurispmden* 
eia  que  t^mpleta  los  preceptos  legales  amoldándolos  á  las  neceil- 
4Íades  de  la  sociedad,  llenando  sus  vaeios  y  dejándolos  en  obidoy 
«desuso  siempre  que  son  perniciosos  ó  meramente  inútiles,  Iqos  á» 
tiponerse  á  eDos,  los  szmdona  coa  la  autoridad  de  los  fiedlos  particu- 
lares, y  en$<an€ba  en  la  aplicación  sus  limites  y  esfera,  preciso  es 
conpenir  en  que  k  opinión  general  estioMi  la  ley  justa,  en  que  k 
coockncia  publica  la  adopta,  en  que  *e\  legislador  debe  reflesdonar 
profundamente  antes  de  combatir  un  faedlo  tan  universal  y  decisivo. 

Y  cuenta  que  ni  desconocemos  Kpie  en  Eqmña  hay  ua  hábito, 
un  vicio  si  se  quiere,  de  pedir  prestadas  cortas  sumas  sin  curarse 
imudio  de  si  mañana  se  estará  ó  no  en  disposicioB  de  reintegrarlas; 
•ni  se  nos  oculta  tampoco  d  grave  inconveniente  de  las  tercenas  ca- 
«i:  siempre  injustas  6  mentidas  con  que  se  trata  de  burlará  los  acree- 
dores^ pero  aun  tenteado  en  cuei^  la  propensión  á  contraei:  den- 
udas, y  la  malicia  de  las  tercerías,  todavia  encoláramos  ínconvenieii- 
ies  mas  graves  y  perjuicios  mas  de  bulto  en  la  detención  arbitraria 
consentida  á  los  acreedores  »n  examen  previo  de  ninguna  especie. 
iio  mismo  que*  nosotros  baipetisado  la  £spaña  legal  y  judicial  dur 
rantc  siglos. 

El  desusó  de  esta  pena  nos  impide  poj  otra  parte,  y  de  dio  no 
-nos  pesa,  esforzar  nuestros  argumentos  con  hechos  doméstícee,  di- 
igásmok'am^.con'idatos  y  guarismos  recogidos  en  nuestro  propio 
«suelo.;  Pero  tolviendo  los  «jos  á  naeíotie»  m^uy  ceromaas  donde es- 
itán'on.viglDr  y  en  práotica,  huestras  doctrinas  recibirán  .tambíi»  ese 
línage  de  apoyo  no  despreciable  por  cierto» 
'.t,  ..  JLbs^^pc^^tas  de  la  detención  nos  dicen  que  generalmente  no 
searcfaliza^  que  ae  ha  eserito  en  las  leyes,  par^  inspirar  un  terrea  salu- 
álable,  que  ios*  Creedores  están  dotidos  de  un  ^gtñU  fondo  de  -gene- 
xosidad,  ty  no  moleslan  al  deudor  por  i&oh  el  placer  de  vejarie^que 
las  cárceles. apenas  sé  abrírian  .para  encerrar. presos  por  deudas»  A 
estoa  galanos  raciocinios  vamos  á  replicar  con  la.  lógica  infie»Ue 
de  los  númeroH.  , 

En  Francia  durante  jos  diez  años  qufl  cpnrieirpn  deífcde  31  de 
diciembre  de  18íi3  á  1-  de  enero  de  l834y.foer(Mi  reduaido»á  pri- 


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—30- 
sion  cuarenta  y  dos  mil  ochocientas  cuwenia  y  dos  persmuts  entre 
hoflibres  y  mugeres,  siendo  por  decontado  mucho  menor  el  núme- 
ro de  estas  (i).  Véase  eomo  la  prisión  por  deudas  produce  graves 
«nudea  y  de  seguro  no  se  palpan  tan  fácilmente  sus  ventajas* 

Mas  desagradables  y  aflictivos  todavia  son  sus  resultados  en  d 
Reino  Unido.  Mientras  en  Fnincia,  según  los  cálculos  de  una  es* 
tadística  escrupulosa,  entra  diariamente  un  deudor  en  las  cáfceles 
•por  cada  25,658  habitantes;  en  Inglaterra  se  reduce  á  prisión  á  um 
hon^e  entre  cada  6,639.  Y  lastima  ciertamente  la  reflexión  de  que 
•ei  námero  de  detenidos  por  deudas  es  tanto  mas  crecido  cuanto 
mayor  es  la  prosperidad  industrial  y  comercial  de  las  naciones. 
Del  misano  modo  que  en  la  Gran-Bretaña  escede  mucho  el  numero 
de  los  deudores  encarcelados  al  de  Francia,  dentro  de  aquel  reino 
,hay  una  escala  descendente,  en  la  cual  ocupa  el  primer  lugar  In- 
glaterra, Escocia  el  segundo  y  el  postrero  Irlanda. 

Y  no  se  alegue  que  las  ventiyas  del  crédito  y  la  seguridad  del 
tráfico  exigen  de  todo  punto  la  prisión,  tratándose  de  negocios  co- 
merciales. Tenemos  contra  esta  objeción  dos  valederas  réplicas.  En 
los  mercaderes  españoles,  á  lo  menos  en  Madrid,  á  ningún  quebra- 
da se  le  lleva  á  la  cárcel  publica;  los  negocios  se  ventilan  ó  transi- 
gen sin  recurrir  á  tal  estremo.  Fuera  de  España,  los  comerciantes 
de  vader  se  apartan  con  el  mismo  desden  de  ese  derecho.  El  célebre 
}r  acaudalado  banquero  de  Paris,  M.  Laffitte,  dijo  en  la  cámara  de 
los  diputados,  agitando  esta  cuestión:  "El  comercio  no  necesita, 
]H>  reclámala  prisión  por  deudas;  los  usureros  son  los  únicos  que 
se  aprovechan  de  ella  en  perjuicio  de  muchos  padres  de  familia  re- 

díucidos ala  indigencia,  y  de  algunos  jóvenes  atolondrados El 

eomeícte  que  derraHaa  en  el  mundo  la  civilización  y  la  cultura,  no 
ha  menester  recurrir  para  su  seguridad,  á  medios  que  Nevaron  en 
sus  entrañas  los  tiempos  de  barbarie.^' 

Los  datos  estadisticos  acumulados  trabajosa  y  esmeradamente 
por  d  activo  escritor  que  hemos  ckado,  (2)  nos  informan  ademas 
«b  que  los  deudores  encarcelados,  no  son,  salvas  algunas  escepcio- 
nes,  de  aquellos  conocidos  por  incorregibles  petardistas.  Estos  tie- 
'tien  lá  suficiente  habilidad  para  evadirse  de  la  prisión  trasegando 
sus  deudas  de  unas  á  otras  manos,  y  acallando  á  los  antiguos  aeree- 


(1)    Bajle-Mouítlard.  De  1'  emprisonnement  poar  dettes. 
C^    M.  Baite-Mooittanl. 


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—31— 

dores  oon  el  celo  que  arrancan  á  los  nuevos.  Aprendemos  tadibien 
en  esos  datos  que  las  prisiones  emanadas  de  préstamos  cuantiosos 
son  muy  pocas,  al  paso  que  se  tropieza  con  muchos  deudores  en- 
carcelados por  cantidades  mezquinas,  todos  estos  hectos- 

Estas  razones  prácticas,  tomadas  de  los  pueblos  en  que  se  ha* 
lia  vigente  la  prisión  por  deudas,  nos  han  hecho  adherir  mas  firme* 
mente  á  la  opinión  que  ya  teniamos  formada  en  vista  de  las  leyes  y 
los  datos  de  nuestro  propio  suelo. 

Consultando  el  interés  de  la  sociedad  y  el  bienestar  de  los  par- 
ticulares, hemos  creido  que  podian  conciliarse  los  derechos  de  los 
acreedores  y  las  consideraciones  debidas  á  los  deudores,  insolven- 
tes, es  cierto,  pero  contra  su  voluntad  y  para  su  desgracia.  A  este 
fin  hemos  rechazado  la  prisión,  que  es  una  pena,  y  muy  dura,  como 
prueba;  pero  al  mismo  tiempo  hemos  reclamado  castigo,  y  castigo 
severo,  contra  los  deudores  fraudulentos  y  sus  cómplices;  hemos  es- 
tablecido que  todos  los  bienes  muebles  y  raices  del  deudor,  tanto 
de  buena  como  de  mala  fé,  se  abjudiquen  al  acreedoren  justo  pago» 
Mal  avenidos  con  el  fallo  arbitrario  y  caprichoso  del  acreedor  que 
valdría  tanto  como  las  decisiones  atropelladas  de  la  cólera  y  los  estí* 
mulos  apasionados  de  la  venganza,  queremos  que  el  fallo  de  los  tri- 
bunales dotados  de  un  poder  facultativo  ó  discrecional  muy  lato  in- 
tervenga en  cada  caso  entre  el  acreedor  y  el  deudor,  á  fin  de  evitar 
por  medio  de  trámites  sencillos  que  el  deudor  defi*aude  al  acreedor 
en  sus  intereses,  y  que  éste  veje  y  persiga  inútihnente  á  aquel  en  sQ 
persona. 

La  cesión  de  los  bienes,  considerada  en  nuestro  sijstema  como 
un  deber,  no  como  un  beneficio,  no  relevaría  al  deudor  para  lo  futt^ 
ro  de  sus  obligaciones.  Los  derechos  del  acreedor  existirían  en  toda 
su  fuerza  para  el  caso  en  que  la  fortuna^  favoreciendo  al  deudor,  le 
llevase  á  mejor  suerte. 

De  esta  manera  el  rigor  penal,  la  confiscación  de  la  p^rsontí 
pesaría  solo  sobre  el  fraude,  se  aplicaría  al  delito  unicanteute;  el 
deudor,  falto  de  recursos  para  satisfacer  toda  la  deuda,  pondría  eú 
manos  del  acreedor  sus  existencias,  y  la  honradez  y  el  infortanio  le* 
salvarían,  hecho  esto,  de  una  prisión  ruinosa  é  infamante.  El  derfe-' 
cho  de  los  acreedores,  en  nuestro  sistema,  permanece  intacto,  no  se 
confunden  inicuamente  las  clases  ó  categorías  de  los  deudores;  las 
consideraciones  debidas  á  la  humanidad  y  los  derechos  de  la  des- 
gracia se  respetan. 


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I 


— ae— 

Discutidas  ya  con  toda  la  latitud  que  eousietiten  l09  límites  de 
esta  publicación^  la  parte  histórica  y  la  parte  doctrinal  de  la  cuestión 
sobre  deudas,  habremos  de  emplear  algunos  renglones  en  la:  parte 
estrictamente  legal,  descendiendo  á  la  clasiñcacion  de  los  diverso» 
acreedores,  según  hs  deudas  que  representan,  materia  pesada  y 
confusa  en  el  estado  actual  de  nuestras  leyes,  á  la  cual  procuraremos 
sin  embaí^  dar  la  claridad  posible. 

En  términos  generales,  á  los  ojos  del  legislador  todas  las  obli^ 
ga'*iones  son  igualmente  saginas,  todas  las  deudas  igualmentle  res* 
petables.  Por  manera  que  mientras  el  deudor  tiene  los  medios  su- 
ficientes para  realizar  sus  compromisos  de  cualquiera  especie,  las 
leyes  le  estrechan  á  su  cpmplimiento  sin  establecer  un  ideada 
prelacion  ó  preferencia  entre  los  acreedores,  innecesario  en  seme- 
jante caso. 

Pero  sucede  con  frexuencia  que  los  medios  ó  facultades  del 
deudor  son  insuficientes  para  cubrir  todos  los  empeños,  ó  satisfacer 
todas  las  deirdas  que  contrajo.  Entonces,  la  ley  que  no  podia 
dejar  al  arbitrio  del  deudor  la  elección  de  los  créditos  que  hubieran 
de  ser  satisfechos  preferentemente,  que  tampoco  debia  precepr 
tuar  que  se  pagase  á  los  acreedores  en  proporción  de  las  cantidades 
acreditadas  en  sus  respectivos  títulos;  porque^esta  decisión  bajo  las 
apariencias  de  equidad,  llevaría  en  sí  nna  injusticia  real  y  verda- 
dera, fijó  ciertas  reglas  destinadas  á  establecer  ó  designar  el  orden 
que  ha  de  seguirse  en  el  pago  de  los  créditos,  reglas  fundadas  en 
su  mayor  parte  en  razones  de  gran  peso  y  en  motivos  de  justiciat 
No  es  pues  bajo  este  aspecto  censurable  la  legislación  vigente,  lo 
que  seria  sí  de  apetecer  es  que  hubiese  menos  confusión,  ms^ 
regularidad,  mas  método;  necesitaríamos .  en  una  palabra  menos 
leyes  y  mas  claras. 

Los  acreedores,  según  los  tratadistas,  se  dividen  prímeramen- 
te  en  personales  y  reales,  ó  lo  que  es  lo  mismo  en  aquellos  que  no 
tienen  acción  sobre  determinados  bienes  ó  objetos  y  los  qne  la 
tienen.  Los  acreedores  personales  se  subdividen  en  escrituraria*', 
quirografarios  ó  verbales,  conforme  la  obligación  está  consignada 
en  una  escritura  solenme,  en  un  recibo  firmado,  ó  meramente  en  la 
palabra  del  deudor,  y  los  acreedores  realeo  en  propietarios,  pigno- 
raticios ó  hipotecarios,  según  la  acción  que  tienen  sobre  la  finca  ó 
cosa  especialmente  designada,  nace  de  un  deiecho  de  propiedad, 
de  un  derecho  de  prenda,  ó  de  un  derecho  de  hipoteca.  En  unas  y 


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-ap- 
otras subdivisiones  hormiguean  á  maravilla  una  porción* de  creditotr 
mas  ó  menos  privilegiados  que  van  descendiendo  gradualmente 
íiasta  tocar  con  los  ordinarios,  esto>s,  con  los'que  carecen  de  toda 
preferencia  y  privilegio.  Tal  es,  en  la  mayor  claridad  que  es  dado 
presentarle,  el  trabajo  analitiíío  hecho  sobre  las  leyes  que  examina- 
mos por  nuestros  prácticos,  á  fin  de  clasificar  sus  disposiciones  con 
una  sombra  siquiera  de  claridad  y  de  buen  método. 

Por  lo  que  á  nosotros  hace,  entendemos  que  seria  mas  oportuno 
dividir  los  acreedores  en  tres  clases,  á  saben  acreedores  por  derecha 
de  dominio,  acreedores  privilegiados,  y  acreedores  scncilFos  u  or- 
dinarios. En  la  primera  ^categoría  se  comprenden  naturalmente 
todos  los  dueños  ó^propietarios  de  cosas  que  existen  en  poder  de 
otros,  ora  en  calidad  de  administración,  de  depósito,  de  comino- 
dato,  ora  por  cualquiera  otros  motivos.  Estos  créditos  son  preftrible^ 
á  todos  los  demás  sin  escepcion  alguna.  Los  acreedores  de  otras  es- 
pecies tienen  derecho  para  hacer  suyos  los  bienes  del  deudor;  pero 
no  pueden  apoderarse  en  pago  de  sus  deudas,  de  los  bienes  ágenos,* 
délos  objetos  que  tienen  ya  un  dueño  conocido.  En  cuanto  á  los 
a.creedores  privilegiados  no  seria  difícil  clasificarlos  en  una  escala 
dejmayorá  menor  prelacion,  graduándolos  por  sr  procedencia,  por^ 
su  objeto,  importancia  y  resultados,  y  finalmente  por  las  mayor  s 
solemnidades  que  hayan  intervenido  vn  los  empeños  ó  contratos. 

Así,  por  ejemplo,  el  crédito  que  tiene  el  dueño  de  una  finca 
rural  ájpercibir  sus  rentas  de  los  productos  de  ^la  misma,  «s  privi- 
legiado sobre  todos  en  razón  al  origen  de  donde  procede.  El  dere- 
cho, el  título*  justo  para  reducir  á  su  dominio  los  frutos  de  las 
tierras*que  lleva  en  arrendamiento  no  comienza  á  existir  legalment© 
para]el  arrendatario  sino  desde  el  punto  en^  que  satisface  la  suma 
convenida  al  propietario 

Por  una  razón  análoga,' el  acreedor  que  entP  gü  dinero  para  la 
compra  de  una  cosa  determinadamente,  ó  para  la  n'cnnipoMcion  da 
una  nave,  ó  para  la  reparación  de  una  casa  niÍMosa;  el  que  asi 
mismo  prestó  ó  confió  sumas  bajo  la  seguridad  de  que  una  finra 
determinad^  habia  de  responder  al  pago,  habia  do  rstnr  hi|>oterada 
en  favor  suyo,  tienen  un  derecho  preferente,  un  tlrrecho  indis- 
putable á  que,  llegado'el  chso  de  la  ventajespecltva  di^  Ios_objetos 
referidos,  se  les  reintegre  de  sus  créditos  con  e]  resultado  de  k 
misma,  ó  á  que  se  les  adjudiquen  las  fincas  en  justo  ]>ago,  ht^rhas 
las  deducciones  convenientes.  '  '    I     ^ 

T.  II. — 5. 


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..  Bf.hs  «pj^cjflrfitio  pñvije|;ip  por  $\\'  ólyetpf  «tendiendo  á  consi- 
dtracianes  soqi^s  y  de  piedad  bien  entendida,  á  la  mujer  por  sus 
bi^A^  dpjt^lesi  úaico  amparp  de  la  familia  en  ciertos  casos,  y  bajo 
ptro»  aspectos,  también  razonables,  y  íiindados  al  fisco  por  sus 
(.l.iditQ^  y  á  los  tribunales  testaipentarios  y  gente  de  la  curia  por  las 
costas  y  gastos  de  justicia. 

Son  ñnalme)3ite  atendidos  con  .preferencia  los  acreedores  según 
]%  maj/iar  stolemnidad  de  sus  títulos^  porque  habiéndose  establecido 
)%9  ri^i^lidades  del  Derecl^o  con  el  fin  de  asegurar  el  cono^jin^eixto 
de  la  verdad,  el  que  reúne  mas  de  aquellas  es  también  el  mas  res- 
petable ante  sus  ojos.  Es  por  lo  mismo  justo  y  de  ra?on  prefenr 
el  acreedor  que  prueba  su  crédito  con  una  escritura. soledme,  ^ 
los  que  solo  aducen  en  su  apoyo  on  vale  ó  recibo  firmado  por  el 
deudor,  y  dos  ó  mas  testigos;  pero  sin  haberse  otorgado  por  ante 
escribano  público;  estos  á  su  vez  son  preferibks  á  los  que  s^  fundan 
en  un  recibo  ordinario,  y  si  este  recibo  está  escrito  en  el  papel 
de  sello  correspoodi^nte,  merece  igualmente  preferencia  sobre  otro 
documento  escrito  en  papel  simple. 

Asi  pues,  cuando  todos  los  acreedores  enumerados,  6  muchos 
entre  ellos^  reclaman  simultáneamente  sus  créditos  respectivos  de 
'i|n  solo  deudor,  hay  que  acudir  al  orden  de  preferencia,  establecido 
en  las  leyes  para  tales  casos.  Este  orden  es  el  siguiente:  Los 
acreedores,  por  derecho  de  dominio,  aparecen  en  el  punto  mas  ele- 
vado de  la  escala.  Entre  los  privilegiados  que  ocupan  el  segundo 
puesto^  preceden  á  los  demás  enórd^n  sucesivo,  los  tribunales,  cu* 
ríales  y  testamentarios  por  las  costad  y  gastos  de  justicia,  la  mujer 
P^r  sus  bienes  dótales,  la  hacienda  pública  por  las  cantidades  que 
deba  recaudar,  el  dueño  de  la  finca  por  sus  rentas,  el  que  prestó 
sumasen  metálico  parala  compra  ó  reparación  urgente  de  una  cosa 
determinada,  el  que  tiene  á  su  favor  una  hipoteca  especial,  y  .final- 
mente los  que  prueban  su  buen  derecho,  presentando  coaiiO  título 
una  escritura  solemne  otorgada  por  ante  escribano,  los  que  se  fundan 
en  un  recibo  firmado  por  el  deudor  y  testigos,  los  que  aducen  un 
vale  sencillo,  y  los  que  se  apoyan  en  tm  documento  estendido  en 
papel  del  sello  prevenido;  que  vienen  4  ser  los  últimos  en  esta  mi- 
nuciosa pero  indispensable  graduación,  establecida  por  las  leyes,  y, 
completada  por  la  práctica,  éntrelos  diversos  acreedores  que  gozan 
de  prejacion  ó  privilesfio. 

Respecto  de  los  acreedores  sencillos  ú  ordinarios,  hay  una  sol^ 


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rrgta  qué  tiH^e  lugar  aséñiísmó  entfé  fois  A<*rei»rtof rtk  |)rít^^to#ft  per- 
fenecientes  á  una  misma  dase:  fc&  dc'  fecha* toítsíínttgttal-tóftfirtíb 
feridos  á  los  mas  recientes;  Ja  antigüedad  dá  prefctertoia.  42»i  ^prttH^ 
est  UmporCy  patíor  estjure. 

Hay  algunos  preceptos  que  son  comunes  á  todos  los  a«reedó« 
res,  y  vamos  á  úfá^lcf  tm  kfflpyf  di|(^(r(>|ee»ioa,  , . ,. 

El  acreemKAÁ^pWeirréiAdtoa#llli^dih^K{tt  no  haya  es- 
pirado el  plazo  convenido;  ínterin  transcurre  este  plazo,  su  derecho 
existe,  pero  está  en  suspenso.  Itlegado  el  término  se  ha  de  apoyar 
en  un  título  justo  y  valedero,  que  traiga  aparejada  ejecución. 

Et^^ffeáSM^tí^eá'-a^MA^'deVXijirtt^Mfi^ 
y  no  por  partes,  da  la  obligación,  en  la  especie,  lugar  y  tiempo  es- 
tipulado  según  las  leyes  de  Partjrfa  pueden  subrogarse  unos  á  otros. 

Los  acreedores  tienen  igualmente  derecho  á  velar  sobre  las 
operaciones  del  deudor,  oponerse  á  los  actos  que  notoriamente  ha- 
brian^  de  c¿dei'*ett  áu  peijiiitío,  y  ejéíoet  h»»éckMi«Kq«c  d  ídfeudor 
sé  abstenga  de  entatilar  por  í^bandoiiü  ófor  Inftlteia/  Las/ persa* 
ñas  de  este  y  de  I03  acteedores  se^  idefttiñdari,  t»e'  consi^^ao  umuí 
mismas  para  tales  casos.  Cuándo  1(M  akeeéofi^s  son  imielioai 
y  los  íienes  insuficientes  para  el  pago  de  ios  ciéditos,  m  ká  con- 
sidera propietarios  deí^c^ocotáúñj  (nuUa  suñi  hmíi^ imi detM^ 
cere  alieno)  j  se  dividen  Tos  bienes  en  ^l  ór^en  de  pi^eferenéia  qult 
dejamos  seSalUdo.  ,  : 

Los  acreedores  en  fin  son  dareflodde  persegi»r¿  I09  aleudares 
por  lá  via  ordinaria,  ó  pdr  h  i4a  ejecutiva,  negun  mas  les  egratie^ 
Como  desde  el  momento  efft  que  hi  obligación  eml  espira,  feaeceii 
C6n  ella  Io)5  derechos  deldéi^edor,  y  la  responsabilidad  y  las  €4pbga« 
ciónes  del  deudor,  concluiremos  esponiendo  los  medios  por  los  cua^ 
lés  se  éstinguen  los  empeños  y  Compromisos  bontraódos.  Estkigaen^ 
'8éhÉ  obligaciones:  1^  Poirla  Pagaó  entrega  délo  estipulado.  2?Pof 
una  decisión  posteH(^de  los  contrayentes  que  modi&ca  el  contra* 
to,  6  le  dá  por  cumplido  y  ultimado,  6  lo  que  es  lo  mbmo  por  la 
ílovacion,  6  la  reibision.  S?  Pbr  la  compenseeic^n  de  itnas  deudaa 
con  otras,  ó  porhabefsereunidoó  confundido  en  im  mismo  sageto  los 
idérechós  de!  deudor  y  de!  acreedor.  4?  Pdr  haberte  deolacado  mué 
el  compiromtso,  6  haberse  rescindido  en  atenoioft  i  sus  deü^etoi; 
y  5?  y  último,  por  la  pirescripcion,  esto  es,  cuando  trapíisourrida  el 
lénnino  preciso  fijado  por  la  lepara  i:eclam9  su  outopUorientOi  na 
B«ha  «¿tablado  lá  accícte  con^eaj^vbbdientai 


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. .  JSigukndo  e\  método. observado  en  esta  pubUcaeion,.se  hablará 
década  iii^o  de  estos  modos  de  extinguirse  las  obligaciones  en  su$ 
lugares  respectiros. 


oíos,  OiDi  lis  p  nos. 


«RaflojdoiiM  4U9  me  oo^tparon  toda  usa  noobei 


El  inmenso  euadio  de  la  creación  manifiesta  á  nuestro  ei^irítri 
y  i  nuestros  sentido»  la  magnificencia  del  pios  que  gobierna  el 
mondo  ^-Qaién  podrá  dudar  de  su  poder,  y  resistirse  á  reconocer 
m  esas  obtaa  al  Selior  del  universo? 

Es  una  obligación  en  el  hombre  buscar  el  conocer  al  Ser  Su- 
premo por  medio  de  ideas  que  sean  dignas  de  su  magestad  y  gran- 
de^a^i  Verdad  es  4fue  nos  es  .imposible  comprenderle  perfectamen- 
te. Dios  nos  es  á  un  mismo  tiempo  muy  conocido  y  muy  oculto* 
está  cerca  de  nosotroft^  é  infinitamente  elevadp  sobre  nosotros:  cono- 
cido y  cerca  atendiendo  á  su  exist^cia>  elevado  y  ocu)to  con  res- 
pecto á  mi  uaturalezai  á  súb  perfecciones  y  dec4:etos.  Pero  por  Iq 
mismo  debemos  aplicarnos  á  conocer  su  grandeza,  tanto  como  es 
necesario  para  concebir  los  sentimientos  de  veneración  que  tan  jusr 
tamente  se  le  deben.  Para  ayudar  en  esto  á  nuestra  íl^quezai  com- 
psftfémode  con  lo  que  mas  estiman  y<admira|i  los  hombres,  y  confe- 
saremos: fiioilmente  cuan  superior  es  á  todas  las  cosa^ 

Admiramos  el  poder  y  la  gloria  áe  los  hombres  que  subyugan 
fiueblos  rebeldes,  y  triunfan  de  una  muh^ud  de  enemigps  conjuí^- 
dos;  que  mudan,  en  cierto  modo  los  destinos  de  las  naciones,  y  que 
hacen  resonar  por  todo  el  mundo  sus  hazañas;  o^as  si  formamos  ui^ 
idea  tan  aka  de  un  mortal;  cuyo  poder  es  tan  l¡mi¡tado,  y  cu)'as  pros- 
eas son  en  parte  tUaídas  á  fuerzas  estranas  y  á  otros  brazos  que  Iq^ 
suyos;  cuya  gloria -puede  eclipsarse  en  un  momento,  y  que  él  misr 
mo  bien  pronto  se  convertía  en  polvo^  ¡cuan  diverso  concepto  9^ 


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-SI- 

debemos,  fqrfnar  de  la  grandeza  y  poder  de  esjj  PÍ9«  que  ba^fornaa-^ 
(lo  la  tierra  y  fabricado  el  cíelo,  y  que  sostiene  el  ín menso  Vdifiuo 
del  universo;  que  arregla,  según  le  place,,  la  suerte  de  los  Imperios 
y  de  todos  los  mortales;  cuya  voluntad  rige  todo'el  mundój  y  dicta 
leyes  á  todos  los  seres! 

Nos  asombramos  con  razón  del  calor  del  sol,,  de  la  impetuosi- 
dad de  lo§  vieiítos,  de  los  bramidos  del  mar,  tíel  esfállido  deT  trueno, 
y  de  la  rápida  claridad  de  los  relámpagos;  pero  Dios  es  el  que  en- 
ciende el  fuego  dpi  sol,  el  que  truena  en  las  nubeá,  e^  qué  sé  sirve 
de  los  vientos  como  de  sus  mensajeros,  y  de  ios  rayos ^cpmb  8^  siíÍí 
ministros;  el  que  en  fin,  levanta  y  calma  l0s  olas  del  ínar.    '^  ^   "' 

Respetamos  á  esos  hombres  raros  que  se  distingiien  poi^s6  gran- 
de ingenio  y  conocimientos;  mas  ^qué  es  la  inteligencia,  y  qué  son 
todas  las  luces  de  los  hombres  comparadas  icón  las  de  ese  gran  Sel* 
á  cuyos  ojos  están  patentes  todas  las  cosas;  que  cuenta  las  estrellas  jí 
las  ha  sembrado  en  la  vasta  estension  de  los  cíelos,  como  híi  e.<;par- 
cido  la  arena  en  las  riberas  del  mar;  que  lásí  llama  por  sus  nóVnbre^ 
y  les  ha  señalado  el  camino  que  deben  segviir;  que  conoce  todo  Id 
que  ha  sido,  es  y  sferá,  y  que  con  un  solo  pensamiento  abraza  de  ünit 
vez  lo  pasado,  lo  presente  y  lo  futuro.  '  -       n 

¿Qué  grandeza  no  se  descubre  en  la  estructura  del  unfvcrs6V 
•en  el  curso  délos  astros,  en  la  disposición  de'ui^t^stro  globo!  ¡V'aun 
pudiéramos  decir  en  el  menor  insecto,  y  en  la  menor  floree  Ha,  ^  sí/-  x 
piéseraos  juzgar  mejor  de  los  mas  pequeños  objetos,  ó  ái  nó  noá  fue- 
sen tan  familiares!  Estas  son  otras  tantas  obras  macjstras  quC  esoe- 
dcn  infinitamente  á  las  mas  grandes  y  acabadas  de  los  hombres.     " 

Nos  deslumhra  el  brillo  de  la  opulencia,  y  nos  admira' y  Sofí 
prende  la  magnificencia  que  brilla  por  todas  partesen  los'palacios 
de  lo§  reyes.  Pero  ¡qué  viene  á  ser  todo  esto  en  comparacióín  deTaá 
riquezas  de  Dios,  que  tiene  el  cielo  por  trono,  y  la  tierra  por  esca- 
bel de  sus  pies!  "Suyos  son  los  cielos  y  suya  es  la  (ierra,  él  tía  fiiridií- 
do  el  universo  con  todo  cuanto  contiene"  (*),  sus  domícilíoá  son 
Jos  que  habitan  todas  las  criaturas,  sus  almacenes  proveen  á  la  sub- 
sistencia de  todos  los  seres  vivientes,  y  sus  praderas  mantienen  áÍo' 
dos  los  ganados.  Cuanto  hay  en  el  mundo  de  ü^  ^  Keritióáa  Há 
salido  de  sus  tesoros.  La  vida,  la  salud,  la  opulencia,  la  gloria,  los 
placeres,  en  unajialabra^  cuanto  j>uedejc_ontribuir  á  la  felicidad  de 


(")    Sdmo  88 


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—38— 

hiM  ermturas,  Wdóéstá  en  su  mano,  y  todo  lo  distrlbujf  según  su 
voluntad.  '.  '       ' 

áe  respetan  á  los  señores  del  mundo,  á  los  que  mandan  una 
multitud  de  vasallos,  y  que  reinan  sobre  vastas /egiones.  Pero  ¡qué 
es  este  rincón  de  la  tierra  que  dominan,  respecto  del  imperio  del 
universo,  del  cual  no  es  nuestro  globo  mas  que  una  pequ*  ña  parte; 
de  ese  impr-rio  qpe  se  estiende  sobre  todos  los  planetas  y  estrellas! 
;Cual  no  será  ja^ande¿a  fie  aauel  Señor,  á  quien  sirven  todos  lo» 
monarcas  de  la  tierra;' jr  que  ve  al  rededor  de  su  trono  á  losquerü- 
bines  y  serafines  ^empre  prontos  á  volar  para  egecutar  sus  ¿rdenes! 

Sojuzga  de  la  grandeza  de  los  hombres  por  sus  acciones,  se 
celebra  á  los  reve.i  que  hap  edificado  ciudades,  que  gobernaron  sÁ^ 
Vs^nente  Sus  estados,  y  que  terminaron  ton  felicidad  grandes  em- 
presas! Mas  ^qué  es  todo  esto  comparado  con  la  creación  del  univer* 
60,  la  conservación  de  tantas  criaturas  el  sabio  y  justo  gobierno 
del  imperio  del  mundo,  con  la  redención  del  género  humano,  la  re- 
compensa de  todas  las  virtudes  y  buenas  obras,  y  con  el  castigo  de 
todos  los  vicios  y  delitos! 

¿Quién  pues  será  semejante  ál)ios?  en  él  todo  es  grande,  y  ¿po* 
drá  acaso  imaginarse  cosa  alguna,  que  tenga  ni  la  menor  propor- 
ción pon  la  grandeza  de  ese  Ser  Supremo?  La  idea  sola  del  Señor 
del  mundo,  de  este  Dios  que  nos  rodea  por  todas  partes,  hace  que  se 
apodere  de  mi  alma  un  religioso  temor. 

El  resplandor  del  sol  oscurece  el  brillo  de  las.  estrellas:  asi  toda 
la  gloria  todas  las  luces,  todo  el  poder  y  todas  las  riquezas  desapa- 
recen quando  se  quieren  comparar  con  la  gloría  y  magestad  de  aquel 
que  es  el  único  principio  de  cuanto  existe.  Nuestra,  alma  se  exhala 
y  se  engrandece  meditando  susobras^  y  esta  sublime  contemplación 
ejgt^r^ita  delicio^ai^ente  todas  nuestras  facultades  espirituales.  Cuan- 
do con  uñ  santo  éxtasis  nos  elevamos  sobre  las  alas  del  pensamien- 
p  hacia  el  Ser  do  los  seres,  el  Eterno,  el  Omnipotente  é  Infinito, 
nos  sentimos  penetrados  de  respeto,  admiración  y  alegría,  y  con  un 
rapto  inefable,  esclamamos  con  los  habitantes  del  cíelo:  ¡El  Señor 
esDips!  Ei  e^  ^luestro  Dios!! 


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mSTOBU. 

BOSQUEJO  DÉ  LA  AJ)fflMSTBACIONPE  LOSLN^AS 

Ha  sido  costumbre  de  lo3  histpriadofijs,  de  los  príticos  y  aun 
de  los  filósofos,  limita  sus  observaclofiesi  afffoe  .de  la  marcha  pro* 
gresiva  ó  retrág^da  de  la  especie  huoiiuiay  á  G]íec;ía  y  ^  Roma,  des- 
deñando  el  fijar  sus  miradas  en  países- que  carecieron  d^  Tácitos  ó 
de  Tucídides,  ó  que  fueron  envueltos  en  la^mbe  de  la  ignorancia 
y  del  olvido.  Pocos  son  en  verdad,, los  escjr¡t<>res  que  caneados  dt 
viiyar  en  el  mundo  antiguo,  ó  de  ver  agotadas  si^s  iuvestigacioneSi 
¡^ecoLTen  toda  la  estension  del  globo,  dunfle  se  les  presentan  rique- 
zas  ignoradas  y  Tasto  capnpo  pax^.sus  !de;$c.uWia)íenTos. 

£1  nacimittntOy  loa  adelan^tos  j  perfección  de  víitiu^  gobiernos 
del  Nuevo  Mundo,  dan  materia  para,  muy  útiles  y  curiosas  medi« 
taciones.  Poco  mas  de  medio  siglo  ha  que  la  América  comenzó  á 
ser  estimada  en  sus  relaciones  morales,  y  políticas,  cuando  antes  no 
se  dirigía  el  pensamiento  mas  que  á  la  esplotacioo  de  las  minas. 
Los  conquistadores,  deslumhrados  con  sus  proezas  y  por  el  brillo 
de  los  metales  que  encontraron  en  tanta  abucidaíicja,  no  disturrie-' 
ron  que  importaba  mucho  al  mérito  de  su  propia  conquista>  no  des- 
truir, ó  evitar  que  otros  destruyera!),  los  monum^^ntos  históricos  de 
.pueblos  que,  en  medio  de  su  aislamiento,  habían  .jbecho  grande.^ 
avances  en  la  carrera  de  la  civilización,  mayores  comparativamente 
que  los  de  otras  naciónos  del  viejo  mundo,  en  igualdad  de  circuns- 
tancias* Ha  sido  preciso  reunir  noticias  aquí  y  pcullá  para  tomar  fl 
hilo  de  la  historia  y  para  que  no  Be  pierdan  salud^Ües  lecciones 
que  ^rovecba  el  hombre  imp^uial  y  ^s)i^ioso. 

Los  antiguos  peruanos,  que  suministraron  á  Marn^oofel  argu- 
mentó  para  un  buen  roi^ance^,  apopas  han  merecido  un  examen 
prolijo  de  sus  costumbres^  d^.  miB  teorías  en  la  di£cil  ciencia  de 
gobierno,  y  de  la  manera  con  qij^  .^ablecieron  su  mosarquia  pa- 
triarcal. Pocos  son  los  a,qo|^tecin)ieHtoSfque  pueds^  ;eompararse  coa 
los.diflPexü  durante, el  gobic^rno-d^  8U«4nc8S|  ;qiiie  m[yei^^{^  lar^g» 


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—40— 

(¡cnipo  en  una  estenslcyi  á\^d^ri/^io  ¿^  (nil  y  trescientas  leguas. 
Se  les  vio  emplear  loísíneldias  TÚai*  esqufeitos  para  llegar  á  obtener 
un  gran  fin  social;  sus  máximas  eran  las  de  una  política  consuma- 
da; insignes  fueron  sus  ejemplos  de  piedad,  de  magnificencia  y  de 
y^lor.  Uim  fian^ilia  pobre  y  sin  los. grandes  recyísos  de  que  dispu- 
^^  Wahoma,  ^pfofeta,  conquistador  y  legislador  de  su  patria,  ense- 
ria las  artes  de  la  vida\>ocial  al  pueblo,  erige  un  imperio  que  domi- 
naba hasta  los  confines  de  Chile,  y  k)  so^iene  con  su  prud«>ntia,  su 
a.stucia  y  sus  esfuerzos. 

Mancb'Capac,  fundador  de  lá  dinastía  de  los  Incas,  fué  hacia 
la  ínitad  (IH "siglo  XIII,  el  Rómuío  del  imperio  peruano.  Masías 
hazañas  de  festefueróf)  guerreras,  y  para  conseguid  su  propósito,  se 
puso  á  la  V^bc'za  dé  una  portion  de  bandidos,  cnando  el  In»*a,  so- 
'•)o,  slñ  partidarios,  sin  armas  y  sin  ejército,  se  anuncia  hijo  del  So), 
•como  el  T<4buloso  Oríeo,  para  sacar  á  los  hombres  del  estado  de 
.bari)arie  eti  que  vivian,  y  hacerles  conocer  su  superioridad  sobre 
Ids  bestias.  Se  condujo  con  tal  tino  y  constancia,  que  logró  reirair 
á  muchos  bárbaros,  se  proclamó  su  gefc,  y  ftirtdó  la  ciudad  de  Cu^ 
ío,  la  Roiíia  del  Nuevo  Mundo.  Los  descendientes  y  también  su- 
cesores de  Manco  Capac,  cuyas  fuerzas  y  poder  habían  crecido 
i'im  lo5f  adehmtós  de  lá  civilización,  fiíeron  llevando  á  su  perfec- 
ción lí»s  designios  que  apenas  pudo  bosquejar  el  creador  de  aquella 
s  )cied;uf.  La  fortuna,  las  circunstanci&s  y  el  valor,  concurrieron  a 
la  consumación  do  esta  obra  verdaderamente  portentosa. 

L(»s  incas  eran  á  la  vez  misioneros  y  conquistadores:  predica- 
ban sus  doctrinas  políticas  y  religiosas  con  la  espada  en  la  mano,  y 
peleaban  con  el  cayado  pastoral.  Sus  dogmas  eran  senciMos  y  tan 
cortos  en  híiráero  como  exigia  la  débil  inteligencia  de  los  que  no 
habían  formado  antes  ideas  abstractas.  Un  Dios  invisible,  creador 
y  conservador  de  todas  las  cosas,  al  que  daban  el  nombre  glorioso 
de  Paclm'camac:  el  Sol,  imagen  visiWe  y  representante  de  Dios, 
encomendado  de-  difundir  con  la  luz  la  virtud  del  cielo,  y  de  ani- 
mar á  todos  los  seres.  Por  esto  se  jactaban  los  incas  de  ser  los  hi- 
jos del  Sol,  j  ¿ñponian  que  hablan  recibido  de  síu  padre  la  augus- 
ta irtisiori'fle  sacara  los  hombres  del  estado  salvage,  para  enseñar- 
h»s  una  fíTigion,  primera  necesidad  de  los  pueblos,  y  qtie  había 
tina  vida  fotura  en  laque  serian  castigados  los  malos  y  recompen* 
«ados  los  que  practicasen  lavirttid  en  la  tierra.  ■ 
■'  ■   *  Se  ha  observado,  y  con  justicia,  que  d^  todos  los  cultos  inVrnta- 


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—41— 

dos  por  el  hombre,  sin  el  auxilio  de  la  revelación,  el  mas  racional  y  to- 
lerable  es  el  del  sol,  porque  la  idea  de  la  divinidad  es  inseparable  á 
la  de  la  beneficencia,  y  todos  palpan  los  bienes  que  produce  la  na- 
turaleza ese  agente  principal  del  verdadero  Dios,  y  depositario,  por 
decirlo  asi,  del  fuego  que  es  el  grande  elemento  de  vida. 

Los  Incas,  que  publicaban  sus  dogmas  al  frente  de  sus  egérci- 
tos,  se  raantenian  á  la  defensiva  hasta  que  los  bárbaros  habian  exa- 
minado y  conocido  su  doctrina,  y  no  los  atacaban  sino  en  caso  de 
obstinación  y  de  resistencia.  La  pronta  felicidad  de  que  disfrutaban 
los  pueblos  que  iban  sucesivamente  sometiendo,  reemplazaba  la 
falta  de  prodigios  con  que  autorizaron  su  misión.  Les  enseñaban 
desde  luego  el  arte  de  hilar  y  de  teger  el  algodón  y  la  lana,  el  de  cul- 
tivar y  regar  las  tierras;  procuraban  que  todos  los  ciudadanos,  de  un 
modo  6  otro,  fueran  útiles  é  la  sociedad,  pagándole  así  el  precio  de 
sus  ventajas,  y  castigaban  el  ocio  como  un  crimen  cometido  contra 
el  estado.  Aun  á  los  ciegos  y  á  los  cojos  se  les  empleaba  en  oficios 
en  que  podían  ser  útiles.  Los  viejos  que  eran  mantenidos  por  las  ren- 
tas públicas,  espantaban  los  pájaros  para  que  no  destruyeran  los 
sembrados.  De  distancia  en  distancia  establecieron  posadas,  en  las 
que  hallaban  los  viageros  para  su  descanso  todas  las  comidas  ape- 
tecibles. En  una  palabra,  esos  sabios  príncipes  nada  omitian  de  lo 
que  podia  servir  á  la  seguridad  de  los  particulares  y  á  la  utilidad 
pública.  Siendo  ellos  padres  de  su  patria,  la  felicidad  de  sus  subdi- 
tos les  abria  el  campo  para  nuevas  conquistas,  y  los  bárbaros  abra- 
zaban con  placer  sus  leyes  y  su  cuho.  Bastara  para  elogio  de  su 
sistema  de  gobierno  el  que  lo  hubiera  fundado  sobre  el  amor  á  la 
ocupación  y  al  trabajo,  objetos  que  tanto  se  descuidan  en  un  siglo 
en  que  la  ociosidades  el  principio  acreditado  de  los  trastornos 
políticos. 

Las  tierras  que  iban  conquistando,  se  dividían  en  tres  porcio- 
nes iguales:  la  primera  se  destinaba  al  culto  del  sol,  la  segunda  á 
los  Inca  para  los  gastos  y  decoro  de  la  autoridad,  y  la  tercera  á  be- 
neficio de  los  habitantes.  Como  la  propiedad  del  pueblo  quedaba 
reducida,  aumentaba  éste  los  esfuerzos  de  su  industria,  y  el  impe. 
rio  y  la  religión  derivaban  su  esplendor  de  la  mayor  fuerza  que  ob- 
tenían. No  de  otro  modo  se  han  establecido  y  consolidado  en  Eu- 
ropa algunas  de  esas  monarquías  que  se  han  envejecido  en  el  trans- 
curso de  los  siglos. 

Los  Incas  habian  revestido  á  su  religión  de  cierta  autoridad 

T.  II. — 6. 


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que  le  daba  un  brillo  especial.  Destinaron  también  al  culto  del  Sol 
AIS  TÍrgenes,  que  se  ligaban  por  votos  solemnes  y  eran  respecto  de 
ellas  mas  severas  las  restricciones,  que  las  impuestas  por  los  roma- 
nos á  sus  vestales  encomendadas  de  conservar  el  fuego  sagrado. 

La  magnificencia  del  templo  en  la  ciudad  del  Cuzco,  el  apa» 
rato  de  las  fiestas  que  se  celebrabran  en  honor  del  sol  y  en  que  to- 
maban parte  todos  los  habitantes  del  imperio,  la  suntuosidad  y 
magnificencia  en  cuanto  decia  relación  al  palacio  y  á  la  corte  del 
soberano,  eran  como  el  fin  principal  de  su  legislación.  Mancomu«- 
nando  el  imperio  con  el  sacerdocio,  el  altar  con  el  trono^  era  claro 
el  designio  de  los  Incas  de  persuadir  á  aquel  pueblo  sobrio  y  sen- 
cillo, que  ellos  participaban  de  la  naturaleza  divina.  Los  fuinlado- 
res  de  las  monarquías,  tanto  en  el  mundo  antiguo  como  en  el  nue* 
To,  han  obrado  por  el  mismo  instinto,  y  se  advierte  que  los  ameri- 
canos que  no  han  hecho  mas  que  adoptar  la  formas  de  gobierno 
que  han  servido  á  su  vez  para  regir  los  pueblos  de  Asia,  AjGrica  y 
Europa,  han  penetrado  la  naturaleza  y  condición  de  cada  una  de 
ellas,  y  han  empleado  precisamente  los  mismos  medios  que  en  otras 
partes  del  globo  se  han  estimado  mas  adecuados  para  realizar  algún 
intento.  Fieles,  como  todos  lo8  partidarios  de  la  monaiquia,  á  las 
mícsimas  aristocráticas,  comunicaban  los  Incas  su  autoridad  al  me- 
nor número  posible  de  sus  subditos.  A  fin  de  apoyar  su  conducta, 
se  valian  de  una  metáfora:  los  rayos,  decian,  del  Sol  son  de  oro,  y 
de  plata  los  de  la  Luna,  para  esplicar  que  los  empleados  en  el  im- 
perio carecían  de  autoridad  y  de  poder  que  pudieran  llamar  propios. 
Jamás  tomaban  estos  monarcas  e^)osa  que  no  fuera  del  seno  de  su 
femiKa,  para  mantener  al  pueblo  en  la  creencia  de  su  carácter  divi- 
no, que  es  incompatible  con  la  comunicación  á  seres  inferiores. 
Mas  también  procuraban  asemejarse  á  la  divinidad,  en  la  multipli- 
cación de  sus  beneficios,  y  por  si  mismos  visitaban  ¿  todas  las  pro* 
vincias  de  su  imperio,  investigaban  las  necesidades  publicas  y  pri- 
vadas, y  con  mano  firanca,  oportuna  y  generosa  las  remediaban. 

Ai  fausto  de  esos  monarcas,  invisibles  deidades  del  Oriente, 
reunian  la  afabilidad  de  un  gefe  republicano.  Los  Incas  poseían  ea 
alto  grado  el  arte  de  ocultar  en  sus  designios  los  intereses  de  sus 
pasiones,  y  el  de  comprometer  á  los  hombres  por  medios  suaves  á 
obrar  contra  sus  propias  inclinaciones. 

Esos  príncipes,  á  quienes  se  continúa  apellidando  bárbaros» 
eran  hombres  áe  estado,  que  úa  comproineter  su  deidad  se  iaco- 


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—43— 
modaban  á  las  circunstancias,  con  tanta  maestría  quizá,  como  ese 
príncipe  de  Talleyrand,  asombro  de  destreza  en  nuestra  c|M>ca>  y 
que  cuando  las  naciones  y  los  gobiernos  zozobraban,  él  se  mante- 
nia  tranquilo  en  una  orilla  ser  en  a,  yfiwmaba  los  monumentos  de  su 
gloría  con  los  restos  de  naves  perdidas  y  de  lastimosos  naufragios. 

La  familia  de  los  Incas,  de  que  era  gefe  el  príncipe  reinante^ 
era  tan  superíor  á  los  varíos  órdenes  del  estado,  que  se  le  considera' 
ba  como  una  cosa  elevada  sobre  la  especie  humana;  y  este  engaño 
supersticioso  era  el  único  apoyo  de  su  poder  absoluto.  Sin  embargo, 
Manco  Capac  concedió  á  los  primeros  pueblos  que  sometió  por  sus 
conquistas,  el  dictado  de  Incas,  como  una  muestra  de  su  bondad. 
Aunque  la  religión  era  la  causa  motriz  y  ostensible  de  las  espedido- 
nes  militares  de  los  Incas,  no  eran  muy  rigurosos  en  materia  de 
creencia;  y  toleraban  el  culto  de  los  vencidos  siempre  que  no  era 
contrarío  al  de  los  vencedores,  y  al  menos  no  empaparon  en  sangre 
sus  altares,  sacríficando  á  los  que  se  mantenian  adheridos  á  los  prin* 
cipios  religiosos  de  sus  mayores.  Viracocha  dio  un  grande  ejemplo 
de  este  espíritu  de  moderación  y  tolerancia,  permitiendo  en  una 
especie  de  concilio  que  celebró  en  Lima,  la  adoración  de  un  ídolo, 
al  que  profesaban  mucho  afecto  los  habitantes:  les  ecsigió  únicamen- 
te que  reverenciasen  al  Sol  y  que  reconociesen  la  soberanía  de 
su  raza. 

Igual  respeto  les  merecían  las  leyes,  usos  y  costumbres  de  los 
países  conquistados,  (conservaban  á  los  caudillos  ó  generales  en  sus 
puestos,  con  subordinación  al  Inca  nombrado  gobernador  de  la  pro- 
vincia.) Con  el  pretesto  de  dispensarles  atención  y  honor,  hacían 
llevar  á  sus  hijos  á  la  corte,  y  el  verdadero  objeto  era  mantenerlos 
en  rehenes,  como  garantes  de  la  felicidad  y  sumisión  de  sus  pa- 
dres. Aquellos  niños,  educados  desde  sus  mas  tiernos  años  en  el 
palacio  de  los  Incas,  iban  formando  insensiblemente  nuevas  ideas, 
se  alimentaban  con  principios  distintos  de  los  de  su  familia  y  llega- 
ban á  cambiar  sus  gustos.  Dejando  los  Incas  á  los  pueblos  vencidos 
alguna  sombra  de  sus  antiguas  libertades,  los  prívaban  asi  de  ele- 
mentos para  insurreccionarse  ¿Eira  otra  la  política  de  los  romanos  en 
los  tiempos  mas  florecientes  de  la  república  y  del  imperío? 

Los  Incas,  sin  haberlos  conocido,  parece  que  los  imitaban  en 
el  arte  de  gobernar  los  pueblos.  Enviaban  colonias  á  los  países  some- 
tidos, construían  fortalezas,  templos,  acueductos  y  aquellas  grandes 
obras  de  utilidad  y  ornato  que  han  sobrevivido  á  su  dominación. 


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-44- 
PacbftcuteCy  uno  de  Id»  ^ncipes  mas  iiistiiiguiflos  de  la  raza,  pre- 
rino  que  la  lengua  universal  fuera  la  que  se  hablaba  en  la  ciudad 
de  Cuzco;  repartió  maestros  de  idioma  por  todas  las  provincias  del 
imperio,  encargándoles  laensefíanza  de  losqmpoSy  especie  de  escri- 
tura original,  que  espresaba  los  conceptos  por  medio  de  nudos  de 
diferentes  colores.  Los  que  ignoraban  el  idioma  de  los  conquistado- 
res no  podian  obtener  empleos  públicos;  castigo  que  por  razones 
semejantes  impuso  á  los  cristianos  el  emperador  Juliano,  aunque 
conducido  por  un  odio  implacable. 

Lo  que  mas  contribuyó  á  la  estension  y  progresos  del  imperio 
de  los  Incas,  fué  su  disciplina  militar.  Permanecían  siempre  como 
si  se  hallaran  en  estado  de  guerra,  y  castigaban  con  la  mí^or  seve- 
ridad cualquiera  feílta  en  el  servicio.  La  paz  no  era  mas  que  una 
tregua  para  prepararse  fila  guerra:  su  ejército  nunca  bajaba  de  cin- 
cuenta á  sesenta  mil  hombres*  Conocían  perfectamente  la  población 
y  sus  catastros  servían  para  el  reemplazo  del  ejército,  al  tiempo  mis- 
mo que  para  el  arreglo  de  la  poUcia  mas  severa. 

Leyes  y  prácticas  tan  juiciosas  y  prudentes  para  la  dirección 
del  ejército  y  gobierno  de  todas  las  clases  del  estado,  nada  tenían 
tjue  envidiar  á  las  mejores  instituciones  de  los  griegos  y  romanos, 
mas  en  un  punto,  la  política  de  los  Incas  fué  tan  singular,  que  no 
se  encuentra  semejante  éntrelos  pueblos  civilizados,  y  es  una  fortu- 
na que  carezcan  de  imitadores  sistemáticos.  Los  Incas  impedían 
con  el  mayor  tesón  y  esmero  los  progresos  de  las  ciencias  y  de  las 
letras.  En  su  opinión,  los  conocimientos  abstractos  luego  que  se  ge- 
neralizaban, se  convertían  en  peligrosos.  Les  pareció  que  las  discu- 
siones abrian  una  brecha  al  prestigio  de  la  autoridad  y  debilitaban 
la  obediencia  debida  á  las  leyes,  y  su  espíritu  era  el  mismo  que  el 
de  aquel  Omar  que  incendió  la  biblioteca  de  Alejandría.  Los  Incas 
se  esforzaban  mas  en  impedir  el  estudio  de  las  ciencias  cuando  re- 
-solvian  comunicar  al  pueblo  algunos  conocimientos,  a  los  que  da- 
ban el  aparato  y  prestigio  de  leyes.  No  sucedía  así  con  las  artes 
mecánicas,  cuyo  ejercicio  era  enteramente  libre,  porque  robustecían 
el  cuerpo,  y  proporcionando  ocupación,  hacían  mas  remotos  los 
proyectos  de  subversión  del  estado.  Merecía  su  primera  atención 
la  agricultura,  ese  fundamento  del  poder  de  los  romanos,  que  lo  es 
también  en  nuestros  días  de  la  grandeza  de  algunas  naciones.  En 
cierto  dia  del  año  el  príncipe  rompía  la  tierra  con  un  arado  de  oro^ 
que  se  conservaba  en  el  tesoro  como  un  instrumento  sagrado.  Las 


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—45— 
agQas  se  distribuían  sabiamente  para  el  riego  y  fecundidad  ik>.  las 
tierras,  imitando  en  esto  á  los  persas,  que  kan  dado  á  la  superlat^ti- 
dencia  de  las  aguas  uno  de  los  primeros  rangos  entre  lo$  destinos 
del  imperio,  y  á  esos  árabes  que  dejaron  en  España  tantos  aM)nuj(aen- 
tos  de  su  ilustración  y  de  su  gloria.  En  una  memoria  que  reciente- 
mente ha  publicado  un  sabio  de  los  Estadoa-Uüidos,  alega  coaio 
testimonio  de  la  civilización  de  los  primeros  pobladores  d£  nuesUo 
pais,  sus  grandes  obras  para  el  regadio  de  los  campos. 

Por  lo  que  toca  á  los  edificios  públicos  del  Perú,  tales  como 
fortalezas,  t-mplos,  canales,  acueductos  y  grandes  caujiinos  abiertos 
en  toda  la  estension  del  imperio,  puede  juzgarse  de  su  magnificen- 
cia, por  los  restos  que  respetó  la  numo  de  los  conquistadores. 

Para  dar  una  idea  esacta  de  las  reglas  que  establiecieron  Iqs 
Inces  para  la  educación  de  los  jóvenes  en  todas  las  provincias  del 
Imperio,  basta  decir  que  en  loa  jóvenes  se  castigaba  el  crimen  con 
una  pena  ligera,  y  que  todo  el  peso  de  las  leyes  se  descargaba  sobre 
«1  padre,  responsid»le  hasta  cierto  tiempo  de  las  faltas  de  sus  hijos, 
á  los  que  debía  enseñar  y  corregir.  Muchas  veces  la  conducta  per- 
versa de  los  jóvenes,  mas  depende  del  abandono  y  egemplo  de  los 
padres,  que  de  l^^s  inclinaciones  de  sus  hijos.  Los  Incas  juzgaban, 
como  el  ¡lustre  canciller  Bacon,  que  serian  inútiles  varias  de  las  le» 
yes  cuyo  objeto  es  la  mejora  de  los  hombres,  si  no  se  descuidase 
tanto  la  educación  de  los  jóvenes.  Dificil  es  desarraigar  las  costum- 
bres adoptadas  desde  la  edad  en  que  las  pasiones  se  esplican  con 
tanta  fuerza  y  energía,  y  los  esfuerzos  posteriores  de  la  legislación 
resultan  débiles  é  ineficaces  en  una  lucha  ciertamente  desigual.  E- 
ducar  á  un  pueblo  es  menos  dificil  que  corregirlo.  Será  siempre 
honroso  para  los  Incas,  haber  comprendido  en  las  miras  de  su  le- 
gislación y  de  su  política,  las  relaciones  mas  distantes,  y  no  haber- 
se contentado  con  orp^anizar  una  corte,  olvidando  enteramente  la 
suerte  del  pueblo,  cuya  felicidad  es  la  única  fuente  de  la  de  los  go- 
biernos. 

Digna  es  de  admiración  y  aun  de  envidia  la  dicha  que  cupo  á 
los  pueblas  del  Perú,  de  ser  gobernados  por  príncipes  que  acerta- 
ban á  conducir  á  sus  subditos  á  sus  designios,  como  si  obraran  por 
i.npulso  propio,  y  persuadiéndoles  que  mas  eran  los  soberanos  los 
egecutores  de  su  voluntad,  que  ellos  de  la  suya.  De  trece  reyes 
que  tuvo  el  Perú,  solamente  Atahualpa  se  separó  de  las  máximas 
de  sus  mayores.  Garcilaso  compara  á  este  tirano  con  Caligula;  mas 


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los  Romanos  continuaron  kigo  tiempo  ^spuesrde  su  muerte  eo  el 
funesto  derecho  de  proclamar  Césares  á  sus  veidugos,  y  de  dego<> 
liarlos  cuando  se  cansaban  de  ellos.  La  caída  de  un  mal  principe 
de  los  Incas,  acarreó  la  de  su  dinastía  y  la  de  sus  vasallos.  En  el 
Perú,  durante  el  curso  de  doscientos  años,  existió  esa  fabulosa  edad 
de  oro  que  creó  la  imaginación  espléndida  de  los  poetas  griegos  y 
latinos.  El  príncipe,  imagen  del  Sol,  era  el  espíritu  que  animaba  á 
todo  el  imperio  Se  perseguía  en  él  á  la  ociosidad  porque  enerva  á 
las  naciones;  y  como  era  máxima  fundamental  evitar  toda  causa 
de  disturbio  6  de  controversia,  ño  se  toleraban  ni  las  sectas  políti- 
cas ni  las  religiosas.  La  religión  y  las  leyes  se  apoyaban  en  las  ar^ 
mas,  y  los  Incas  hallaron  el  secreto  de  reunir  y  combinar  la  ober 
diencia  mas  ciega,  y  el  contento  y  la  prosperidad  de  los  pue- 
blos. 

Sin  que  se  estime  parcialidad  á  favor  de  ningún  gobierno, 
hay  cierta  razón  para  envanecerse  de  que  sean  innegables  los 
testimonios  de  que  en  el  Nuevo  Mundo,  antes  de  que  se  conociese 
la  civilización  europea,  hubo  sus  Licurgos  y  sus  Confucios,  y  hubo 
pueblos  que  planteasen  con  felicidad  todas  las  máximas  de  un  go- 
bierno, que  se  encomia  como  el  resultado  de  la  sabiduría  y  espe- 
riencia  de  muchos  siglos.  Quizá  el  gobierno  monárquico  es  el  mas 
adecuado  para  reducir  a  sociedad  á  pueblos  indóciles  y  bárbaros,  y 
lofif  Incas  demostraron  que  entendieron  perfectamente  la  naturaleza 
del  sistema  de  administración  que  se  propusieron  seguir.  Los  legis- 
ladores del  Perú,  y  sus  dominadores  ala  vez,  deben  ser  examinados 
con  presencia  de  las  circunstancias  que  los  rodearon,  y  sin  perder 
de  vista  que  su  mayor  elogio  consiste  en  haber  penetrado  la  condi- 
ción del  gobierno  que  eligieron,  ó  que  sfe  vieron  obligados  á  elegir. 
En  sus  leyes  secundarias  obraron  en  perfecta  consecuencia,  y  hubo 
algunas  que  todavía  se  podrían  presentar  como  modelos  de  previ- 
sión y  de  sabiduría.  La  especie  himiana,  en  todas  partes  es  fiel  á 
sus  instintos,  y  donde  quiera  que  se  le  suponga  aislada,  ha  de  dar 
los  mismos  pasos  inciertos  y  vacilantes  hacia  el  estado  social;  se  le 
verá  avanzar  y  también  retroceder.  ¿Pueden  compararse  los  griegos 
de  hoy  con  los  del  tiempo  de  Pericles  y  Demóstenes.^  ¿Habrá  quien 
estrañe  que  giman  en  nuestros  días  en  una  semi-barbaríe,  los  mis- 
mos hombres,  ó  la  misma  raza  de  los  que  construyeron  esos  gran« 
''OSOS  monumentos  del  Cuzco.'* 

'     1-"  ntieblos  es  incomprensible,  y  el  filósofo  uo 


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puede  dejiu'  de  o4)seTTar  que  para  todos  hay  ^>oca8  de  lustre  y   de 
gloria,  y  también  de  rergüenzaé  ignominia. 


ANTIGÜEDADES  DEL  PAÍS. 


En  26  de  abril  de  1564  hizo  el  regidor  diputado  cata'  del  vino 
para  el  abasto,  y  resultó  que  había  83  pipas  y  400  botijas;  que  Juan 
Alonso  tiene  50  pipas  y  400  botijas,  Melchor  Rodríguez  25  pipas, 
Antonio  Recio  siete  pipas,  y  Castillo  uña  pipa,  y  así  se  prohibió  la 
estracieion  y  embarque  de  vinos  á  Hernán  López  que  quería  vender 
fuera  al  que  trajo  en  una  carabela. 


En  Cabildo  de  18  de  abril  de  1566  se  acordó  que  poj-  cuánto 
en  esta  villa  están  wias  casas  de  tabica  y  guano ^  las  cuales  son  de 
S.  M.  y  sÍ7DÍeron  de  aposento  á  Diego  Mazariegos  en  tiempo  de  su 
gobernación,  y  que  en  todas  las  partes  de  las  Indias  hay  casa  de  S. 
M.  en  que  se  aposentan  los  gobernadores  que  S.  M.  envía  á  gobei^ 
nar  las  dichas  gobernaciones,  y  estas  dichas  casas  están  diputadas 
para  el  dicho  efecto  que  se  reparen,  &c.  &c. 


En  Cabildo  de  5  de  setiembre  de  1566  se  acordó  que  por  ha- 
ber temores  de  corsarios,  y  existir  en  esta  villa  algunos  forasteros 
que  no  tienen  armas  y  hacienda  de  que  sustentarse,  se  les  den  ar- 
mas para  que  salgan  á  los  rebatos,  repartiendo  á  dichos  forasteros 
entre  algunos  vecinos  que  tienen  posibilidad  para  sustentarlos,  y  no 
puedan  salir  por  enfermedad  ó  vejez:  se  asentaron  por  memoria  los 
vecinos  que  estaban  en  ese  caso,  y  resultaron  ser  Juan  de  Roxas 
— Diego  de  Soto — Antonio  de  la  Torre — Alonso  Sánchez  de  Cor- 
ral— Antón  Recio — La  Portuguesa — Francisco  Hernández — Ce- 
cilia y  Susana — un  soldado — María  Delgado — Catalina  Rodrí- 
guez— la  de  Juan  Alonso  — Eufrasia  Pérez — Teresa  Luisa  Melena 
Isabel  Cafanga — Bartola — ^Beatriz — Nícardo  y  Quiteña — y  también 


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—48— 
se  acordó  que  tochs  las  personas  que  saplen  de  arrebatos  salgan  coa 
armas  y  municiones,  y  asi  se  manda  qae  todas  las  personas  arcabu* 
ceras  salgan   proveídas  de  pelotas  y  pólvora^  so  pena  de  dos  duca- 
dos al  que  faltare. 


En  Cabiltlo  de  29  de  octubre  de  1568  el  teniente  del  Gober- 
nador Dr.  Zayas,  propuso  la  formación  de  arancel  para  lo  judicial  y 
acordado  que  lo  hiciese  en  unión  del  Ldo,  Cabrera,  Juan  de  Inés- 
trosa,  regidores,  Francisco  Pérez  Borroto  escribano  de  Cabildo  y 
Vega  y  Saravia  escribanos  de  S.  M.  se  hizo'en  la  forma  siguiente: 

Parle  del  arancel  que  se  puede  leer. 

REALES^. 


De  la  ejecución  de  sentencia  criminal 4 

De  la  reposición  de  autos '.-   1 

De  la  licencia  y  apartamento  de  querella 1 

Del  consentimiento  de  sentencia  ó  apelación 1 

De  asiento  del  cualquier  proceso  acumulado I 

De  asiento  de  su  representación  en  grado  de  apelación 

en  lo  criminal 2 

De  acuerdo  de  cualquier  auto i 

Auto  de  tregua  y  notificación 1 

De  la  carta  ejecutoria  y  testimonio  de  sentencia  con  re- 
lación de  autos  un  real,  y  si  estuviesen  mas  de  hoja 
al  respecto,  y  un  real  de  signo- 
De  sacar  escrituras  públicas  la  foja 1 

Derechos  del  pregonero — de  cualquier  pregón  asi  de 
edictos  como  de  precios  de  bastimentos  y  de  las  es- 

plicadas 1 

De  llamar  una  persona  en  el  pueblo 1 

Y  si  saliere  fuera  á  tasación  de  juez — 

I->e  cualquiera  petición  que  presentare  en  Cabildo 1 

De  ejecución  de  sentencia  de  azotes  ó  vergüeuza 4 

En  el  llevar  de  las  almonedas  sus  derechos  del  escriba- 
no, juez  y  pregonero  no  ae  esceda  de  la  costumbre 
que  sobre  ello  hay.— El  Dr.  Zayas. 


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—49— 
En  CfebiWd  de  1?  áe  abril  de  1569  ^pjrohibió  que  lusitítige- 
fes'  «algan  el  jnéves  Santo  de  diciplinanUiS,  penas  de  echarlas  pú- 
blicamente y  diez  dtas  de  cárcel. 


En  Cabildo  de  26  de  febrero  de  1569  pasó  lo  siguiente: — 
Habiendo  tratado  el  Sr.  Goberliador  y  justicias  y  raimiento  de  es- 
fa  dicha  Villa  la  gran  necé^dad  qtie  está  Viílk  tiene  de  boticw-J^ 
médico  y  cirujano,  ai^si  páralos  vecinos  como  para  iiiucfhas pierno- 
nas que  á  ella  ocurren  en  flotas  y  fuera  de  ellos,  y  porque  el  Ldt*. 
Gamarra,que  al  presente  está  en  esta  Villa,  es  graduado  en  Alcalá 
líe  Henares  de  todas  hs  tres  liceneias  y  concurran  en  él  todas  las 
calidades  que  se  requieren,  sea  obligado,  como  se  obliga,  á  hacer 
su  asienta  en  esta  dicha  Villa  y  poner  botica  y  servir  los  dichos  ofÍL 
cios  por  sí  y  por  sus  oficiales  suficientes,  atento  que  en  este  dicho 
Cabildo  le  dan  y  ofi'eccn  al  dicho  Ldo.  cierta  paga  en  cada  un  año; 
como  consta  por  la  lista  que  pasó  ante  mí  el  presente  escríbáuio,  y 
queda  en  poder  de  lo  que  cada  uno  da  y  le  ha  de  pagar,  la  cual  nos 
,  la  dicha  justicia  y  regimiento  se  obligaron  de  hacer  cumplir  y  guar- 
dar con  mas  todas  las  personas  que  para  adelailte  en  ella  se  pusie- 
ren, el  cual  dicho  Ldo.  se  obligaba  y  obligó  que  á  las  dichas  tales 
personas,  como  á  sus  mujeres  é  hijos  y  á  todos  los  de  si  casa  los 
curará  y  hará  sangrar,  dándoles  en  todo  el  mejor  remedio  que  e»- 
tendiere  patía  su  salud  y  hánle  de  ser  pagadas  las  medicinas  que  en 
esto  gastare,  y  como  dicho  es,  tendrá  dentro  de  un  breve  tiempo 
que  será  un  año  poíío  mas  ó  menos  pondrá  su  botica  y  en  el  entre- 
tanto curará  las  enfermedades  que  se  ofrecieren  á  los  sobredichos 
con  las  medicinas  y  mas  remddios  que  hubiere  en  la  dicha  tierra;  y  los 
mas  vecinos  que  se  quisieren  curar  que  no  le  hubieren  señalado 
mngun  partido  ,  y  los  mas  yentes  y  vinientes  le  pagaráii  Ío  que 
con  los  tales  se  concertase,  y  no  se  podá/rn  curar  con  otrapersomt  sino 
con  éty  porque  durante  el  tiempo  que  61  quisiere  residir  en  esta 
Villa  á  servir  e!  dicho  oficio  no  puede  servirlo  por  dinero,  ni  sin  él 
ninguna  otra  persona  Ldo.  médico,  cirujano,  boticario,  barbero,  si 
no  fuese  con  su  licencia  y  especial  consentimiento,  sopeña  de  pager 
con  el  doWe  la  persona  que  asi  se  curare,  con  otro  el  que  hiéiere  la 
tal  cura  lo  pague  también,  lo  que  huMerir  recibidb  con  el  aúttro  tanto ^ 
y  durante  el  tiempo  que  el  dicho  Ldo.  Ganiarra  sirviere'  el  dicho 
oficio  en  esta  Villa  hubiera  de  hacer  alguna  ausencia  ha  de  ser  con 

T.  11. — 7. 


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licertcia  de  la  justicia  y  regiinieiito  y  ha  de  dejar  en  su  fugar  pwso- 
natal  y  á  coateoto  de  la  justicia  y  regimieato  de  esta  dicha  Villa,  f 
porque  se  cumplirá  todo  lo  firmó  dicho  i^do.  G^marm. 


£a  Cabildo  de  10  de  abril  de  1573  se  acordó  que  el  día  de 
Corpus-Cristi  viene  presto,  y  que  para  aquel  día  y  cosas  cooveoiefir 
tes  al  servicio  de  Dios  Ntro.  Sr.  que  en  la  procesión  y  fiesta  qfie  se 
hiciere  que  haya  algunos  regocijos  y  fiesta,  mandaron  qu^  para  lo 
susodicho  todos  los  oficiales  como  son,  sastres,  carpiuteros,  scapater 
ros,  herreros  y  calafates  saquen  invenciones  y  juegos  para  aqiuiel 
dia,  y  que  para  ello  se  junten  con  Pedro  Castilla,  e)  que  los  dará 
la  orden  de  como  lo  han  de  hacer  y  repartir,  y  an«.  mi«np  acorda- 
ron que  los  negros  horros  se  junten  á  ayudarla  dichn  fiesta  conforme 
á  como  les  mandare  el  dicho  Pedro  Castilla  con  su  iavei^cion;  lo 
que  se  mandó  pregonar  para  que  venga  ¿noticia  de  todos  y  aiagunu 
pretenda  ignorancia. 


En  Cabildo  de  23  de  noviembre  de  1576  se  mandó  rematar  el 
estipendio  de  agua  de  la  Cliorrera  al  que  masb^ijas  diese  á  instan- 
cias de  Juan  de  Roxas,  y  se  pusieron  penas. — Y  por  otro  Cabildo 
posterior  de  7  de  diciembre  consta,  que  Gines  Horta  proveia  enton- 
ces á  razón  de  cuatro  botijas  por  un  real — pues  ansi  se  dice  al  tiempp 
de  concederle  terreno  para  un  bohio  de  treiniapiéSy  junto  á  la  mv 
para  depósito  de  las  pipas  y  botijas  (cantaras  pequeños  redondos 
con  su  boca). 


En  Cabildo  de  15  de  dicho  mesy  año  se  trató  para  evitar  el  da- 
ñó de  regatones,  que  todo  el  pescado  de  chinchorro,  cpmo  de  i^iza, 
cordel  y  atarralla,  se  traiga  á  la  pescadería  por  peso,  la  sardina  á 
real  el  arrelde  (esta  porción  era  de  4  libras) — el  pece  grande  de 
chinchorro  á  real  y  medio  el  arrelde;  de  pece  grande,  ó  de  la  tortuga 
dos  arreldes  por  un  real,  y  lo  que  fiíere  pescado  con  cordel  p^ce 
grande  dos  realeS,  y  lo  mismo  de  nazas  á  real  y  medio  el  arrelde;  y 
los  de  cordel  á  2  rs.  el  arrelde;  el  pescado  salado  que  lo  ponga  e/ 
diputado,  y  que  ninv^n  regatón  ni  otra  persona  le  ¡traviese,  sino 
que  lo  venda  al  Señor  de  él  por  la  postura,  pena  de  dos  ducados, 


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—51— 
aplicados  por  terceras  partes,  por  la  st»gunila  vez  pena  doblada  y 
por  b  tercera,  cien  as&tesü 

TamUen  de  mandó  que  ninguna  negra  ni  otra  persona  de  las  que 
venden  pescado  frito,  lo  hagan  sino  á  real  la  libra  bajo  igual  pena. 

Se  trató  ansimismo  que  habiendo  Antonio  Delfino,  Melchor 
de  Casas  y  Luis  Boto  comprado  por  junto  pipas  de  vino  para  re- 
vender, fué  acordado  se  les  notifique  no  vender  ninguna  de  las 
ptpas  sin  que  primero  den  memoria  al  Cabildo  del  numero,  precio 
á  que  han  comprado  &,  pena  de  20  ducados  por  la  falta:  parecieron 
al  Cabildo  siguiente:  dijeron  y  juraron  por  mandado  del  Gobernador 
(Grabriel  de  Montalvo)  Delfino  que  compró  á  Domingo  Pérez  diez 
y  siete  pipas  á  41  pesos,  á  Sebastian  Fernandez  diez  y  siete  á  41 
ducados,  á  Manuel  Diaz  doce  pipas  á  42  ducados,  á  Juan  Cabreras 
cinco  pipas  á  40  ducados;  de  Domingo  Rico  seis  pipas  á  41  ducados. 
— Melchor  de  Casas  dijo,  que  compró  de  Francisco  Moreno  oclio 
pipas  á  41  ducados,  de  Pedro  Flamenco  tres  pipas  á  44  ducados, 
de  Manuel  Diaz  una  pipa  en  43  ducados. — Luis  Boto  juró  que  com- 
pró diez  pipas  de  Melchor  Grarcia  y  que  quiere  dar  á  real  el  cuarti- 
llo.— Y  los  dichos  Sres.  mandaron  que  Luis  Boto  y  Melchor  de  Ca- 
sas venden  fT  real  el  cuartillo,  y  Antonio  Delfino  eflvino  que  eonpfó 
lo  pueda  vender  una  pipa  á  real  y  medio  y  otra  á  real. — 

También  mandaron  que  si  Delfino  quisiere  amasar  las  pipas  de 
harina  que  compró,  que  dé  la  libra  de  pan  como  se  dá  en  las  pana- 
derías, y  si  quiere  vender  por  pipan  que  dé  á  42  ducados  pipa  y  no- 
mas. — 

Se  ordenó  que  en  adelante  no  se  venda  la  carga  de  casabe  á 
mas  de  18  rs. 


En  Cabildo  de  5  de  julio  de  15T7  se  acordó  que  no  habiendo 
en  esta  Villa  padrón,  ni  medida  de  arroba,  media  arroba  ni  euarti- 
lio,  ni  de  vara  de  medir,  ni  de  anega  ni  media  anega,  ni  medio  al- 
mund  ni  abnünd,  mandó  el  gobernador  que  en  adelante  se  cotejen 
por  las  que  ha  traido  de  España  Juan  Recb  con  testimonio  de  ser 
ciertas  y  que  todas  las  medidas  sean  con  arreglo  á  Ih  de  Avila,  y 
estén  en  la  casa  de  Cabildo. 


^  Cabildo  de  23  de  setiembre  de  1588  consta  que  la  Villa  ha- 

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—52— 
bia  sufrido  uu  fuerte  huraí:an,  y  se  ti*ató  lo  siguiente. — Se  confirió 
la  gran  falta  de  bastimentos  á  cuya  causa  se  padece  muclia  hau^brt;, 
y  se  espera  ii^ayor  por  la  mucha  gente  que  en  ella  hay  con  lasgale- 
rüft  de  1  a  guarda  de  esta  Isla  y  armada  que  está  en  este  puerto  á  car* 
go  de  Gonzalo  Moftfcey  Bernal,  y  soldados  de  la  fortaleza  de  esta 
Villa,  y  compañiafi  de  Nueva-España  y  vecinos,  porque  con  el  hu- 
racán que  hubo  i  los  20  de  este  mes  y  ano  y  se  han  destruido  totíd- 
mr^te  todas  las  labranzjas  y  estancias  de  esta  Villa  y  su  jurisdicción^ 
y  porque  de  ninguna  parte  quieren  conducir  ba^mentos  á  este 
puerto  por  no  haber  llegado  el  situado  para  pagar  lo  que  toman  di- 
chas galeras  Sücu  se  sicordó — :1^  suplicar  9Í  Virey  de  Nueva-Empana 
200  pipasde  harina  por  cuenta  del  Rey  por  ser  gramdg  la  necesidad 
de  los  «o! dados— 2-  que  se  trate  con  Melchor  Rodríguez,  persona 
aereditadai^nidicha  Nueva-España  para  que  por  su  cuenta  y  rie^o 
traiga  de -allá  baírtimettto$:  Qomp£Mri5CÍ6  jy;se  obligó  á  traer  to  pipas 
de  hetanna  por  medio  de  m&  corresponsales  Bartolomé  González  y 
Juan  de  Uribe-3°.se  ofiteció  también  B-odriquez  mpvido  del  s^picio 
púbiico  y  de  S.  M«  á  traer  de  su  riesgo.  600  cíirgüs  de  qasabede  la 
'VSlfeide  YagUrfn^  e*ii  Isla  de  Santo  Domingo^  dándole  buque — 4^ 
taifkáeft  «e  acordó  en^iair  1000.  dvoados  i  la  VilJ^  de  Bigamo,  de  los 
cuales  ofreció  Rodríguez  40Q  .para  quj^s^  envíen  en  casabe,,  tomándp- 
8epmÉtdo6l«8'600del  fondo  de  lasisaá  devolverlpsconsu^pqoduc- 
ta;  cotttisíonáiidose  para  esta  diligei^i^  al  procurador  general  Fran- 
t»sco  ide  Rottaceoii  antoris^acion  delGoberi^^r  (Gabrii^l.de  Lip^) 
para  todo,  y  bajo  concepto  de  no  subirse  el  precio  sobre  el  que  te- 
nia aales,'iiidmuúzAtidt).á  Roxas  su  viage  con  2  reales  y  J  en  cada 
carga — 5^  se  acordó  también  cometer  el  viage  á  Nueva-Espaíia  ajt* 
capitán  Gómez  de  Rojas:  y  6?  que  se  abran  y  limpien  los  caminos 
para  hatos  y  corrales  que  estaban  cegados  por  el  huracán,  desde  es- 
^íi  Villa  hastía  laHf^r^ba^a^  qoQ]Lftiendo  la  ejecución  j  repyartimien- 
4^¿io&yecÍQfí8  para  peona^  al  ajlcalde  Hernando  de  Orellaoa.y 
Cristob»!  de  Soto—  .        , 

<  '  Laft  toiiiUo^k  <tom^z  se.ve^dianep  octubre  á  ra;son  de  kkz 
ú^nm$  C0da  unay  mi  seriando  e^a  Cabildo  de  1^  que  se  venxliasen  i 
'tre&pc^  ua  real^  y  qu^  ouaudo ;se  diesen  dos  tu\áeran  15  o^as.        [ 


En  abril  de  1590  se  mandó  vender  el  pan  á  razón  de  diez  y 
ochid  oAzas  el  real  de  pan  blanco  cocido,  de  manera  qiiet  c^fla  pan 


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—53— 
Y^i*  ni](^v^  onza^y  j  el  pan  a^tiáte  treiuia  ouzas  .por  un  real  ))aJo 


Mediia prímitiva  de  las  tierras  en  esta  jwisdiccion. 

Cabildo  de  24  de  octubre  de  1596. — En  este  Cabildo  el 
dicho  Sr.  Gobernador  D.  Juan  Maldonado,  y  el  contador  A- 
gustin  de  Mora  y  el  capitán  Francisco  de  Roxas,  comisarios  nom- 
brados por  esto  Cabildo  para  llacer  fe  medida  con  que  se  han  de 
medir  y  amojonar  las  estantriasry  tierr^s^  que  se  huhiewn.  tie  conce- 
der á  los  vecinos  de  esta  Villa  para  ver,  y  animismo  para  la  tieiTa 
que  se  hau  de  vender  unos  á  otros,  dieron  cuenta  de  su  trabajo  eu 
esta  forma — Eo  la  Villa  de  la  Habana  á  17  dias  del  mes  de  octubre 
de  1596  afíos^l  g^obemador  Dr  Juan  Maldonado  Barnuevo,  el  con- 
tador Agustin  de  Mora,  el  capitán  -FraBcisco  de  Roxas,  comisaiipe 
nombrados  por  el  Cabildo  de  esta  Villa  para  señalar  y  hacer  medida 
con  que  se  hayan  de  medir  las  estancias  y  tierras,  que  se  hubieren 
decóncetlerfi  ids  7ecittol»de*es(^cifkdad  y  demás  pei^oo&s  ^e  las 
pidiera»,  y  asinEmnb  sirva  ¿q  mediida  para  las  tierrsi»de  .4}ue  se  ji4- 
bieren  de  vender  entre  los  vleeíiiosunosáolhis,  yhabiéadolo  co;ife- 
rido  y  tratado  entre  sí  y  con  personas  mas  prácticas  y  de  esperien- 
cia  de  esta  dicha  Villa,  ordenaron  lo  siguiente — Primeramente  que 
Imya  unaTfrtti  pltfa-iMdiAlis'qutf^e  llame  esútdatj  la  cual  ha  de  te- 
ner dos  varas  y  una^tewíia  áé  kirgo,  y  ia  cantidad  de  tierra  que  esto 
ocupare,  tendida  por  cuatro  partas  en  cuadra,  que  vendráo  á  Jet  49 
tercias  ó  pies  cuadrados,  que  sean  y  se  llamen  estados,  que  es  lo 
que  ha  menester  con  cabida  de  tierra  un  montón  de  yuca,  que  son 
siete  pies  por  cada  frente,  y  lo  (Jue  sembrare  dentro  se  llame  eetado- 
Item  ha  de  haber  otraAne'dída  que  se  llame  obrada^  que  ha  de 
tener  cada  una  iacluso  tres  mil  estadales  de  los  arriba  dichos,  te-, 
niendo  55  estadales  por  cada  frente,  que  vienen  á  ser  los  dichos  tres 
mil  estadales  ó  mnntnnirs  diyiifii  dft  lot<fch'^y  ^i^t^  pies  en  cuadro- 
ítem  ha  de  haber  otra  medida  que  llamen  cavallería  la  cual  ha 
de  tener*treinta  y  seis  mil  estadales  de  los  dichos  y  doce  obradas  de 
las  arriba  dichas,  y  vienen  á  tener  por  frente  ciento  noventa es- 
tadales de  los  dichos  siete  pies,  que  son  mil  trescientos  pies  por  cada 
frente,  y  lo  que  se  innovare  en  el  cuadro  echada  la  dicha  medida  por 


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—54—. 
las  cuatro  pnrtes  se  llarna  cavallería;  j  etto  les  parece  que  es  la  i 
dida  mas  á  propósito  que  puede  habei',  cotiforme  i  la  disponcioii  y 
calidad  de  la  tierra:  y  lo  firmaron  de  sus  nombres — ^D.  Juan  Maído* 
nado  Barnuevo — ^Agustin  de  Mora — ^Francisco  de  Roxas — Y  visto 
por  los  señores  y  justicia  y  regimiento  el  dicho  parecer  presentado 
por  el  dicho  gobernador  y  comisarios  de  suso  incorporado,  dijeron^ 
que  lo  aprobaban  y  aprobaron  según  como  en  él  se  coirtiane,  y  que 
de  aqui  adelante  se  guarde  y  cumpla  y  ejecute  como  en  él  se  con- 
tiene. 


En  Cabildo  de  31  de  febrero  de  1697  dijo  el  gobernador  Juan 
Maldonado  Bamuevo,  quehid>iendo  quejas  acerca  de  las  regulación 
nes  de  costas  que  se  hacian  los  escribanos  en  los  procesos,  le  pare- 
cía conveniente  nombrar  un  tasador,  y  se  atcordA  su  establecimienta 
hallándose  presente  su  asesor  el  íxlo.  Ronquillo,  y  quedó  <?Iegido 
Gaspar  Pérez  Borroto  que  fué  el  primero. 


En  Cabildo  de  3  de  setiembre  de  1610  se  acordé  daroen  doeft- 
dos  por  un  año  al  Ldo.  Juan  de  Tejada  dt  Pisa,  porque  queda» 
se  de  médico  en  la  ciudad  por  no  haberlo. 


En  10  de  enero  de  16S0  pidió  el  {HrocuradcHr  gesenl  Pedre 
del  Posso  el  establecimiento  de  uo  Corral  del  Consejo,  y  así  quede 
acordado  y  fundado  desde  entonces. 


f^  Cabildo  de  18  de  marzo  de  1669  consta  que  la  fanega  de 
sal  llegó  á  venderse  en  la  Habana  d  20  pesos. 


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—56— 

CtnocHiieitAS  itiles.— fiewonía  ¿oméstiea.* 

SOBRE  LAS  PALOMAS. 
0(»riiafta  •!  artiocdo  principiado  en  el  núm.  5,  plg.  385. 


De  la  comida  fU  debe  dar$e  a  la$  nuevas  pahmas  ó  pichones  en  el 
palomar t  jf  modo  de  gobernarlos. 

Cemdies  los  piebeaes  como  9e  ka  dicho  en  e!  palomar,  s?  Ie$ 
echará  de  QOiaerim)oy  cañamones,  j  algún  puñado  de  tñgo;  pero 
aobre  todo  se  ha  de  caidar  de  darles  de  cuando  en  cuando  algu* 
nos  cominos,  por  ser  un  cebo  que  los  asegura  para  siempre  en  su 
primer  palomar.  Este  trabajo  embarazoso  áolo  dura  quince  días,  y 
á  lo  mas  tres  semanas,  en  cuyo  tiempo  se  vería  que  comen  ya  por  si 
solos,  y  se  oonoctiá  que  puede  dárseles  Hbertad  abriéndoles  el  pa- 
lomar pura  que  empiecen  á  bascar  que  comer  mas  lejos. 

Aunque  se  ha)'a  reconocido  que  los  pichones  comen  ya  por  si 
solos,  no  convendrá  abrirles  tan  pronto  el  palomar  para  que  salgan 
da  el,  sino  que  será  necesario  aguardar  aun  cierto  tiempo  para  que 
en  sus  primeros  vuelos  no  se  alejen  demasiado,  porque  teniendo  1<  - 
davía  poco  conocimiento  de  su  morada,  no  sabrían  volver  á  ella, 
y  se  irían  á  recoger  en  palomares  ágenos.. 

Para  evitar  pues  estos  inconvenientes,  será  bueno  cuando  se 
les  qaiera  dar  libertad  para  que  salgan  á  los  campos,  elegir  un  día 
oscuro  y  Huvioso,  no  abriéndoles  el  palomar  hasta  las  tros  de  la 
tarde,  porque  con  el  temor  que  tendrán  de  mojarse  no  se  alejen  dnl 
palomar  en  tiempo  nublado;  y  no  habiéndoles  permitido  salir  sino 
tarde,  llegará  mas  presto  la  hora  de  recogerse,  y  les  obligará  á  reti- 
rarse»  La  esperíencia  enseña  cada  dia  que  dandjp  á  estas  aves  la  pri- 
mera salida  en  la  forma  esplicada,  no  hacen  otra  cosa  que  dar  vuel- 
tas alrededor  del  palomar  como  si  todo  su  deseo  fuera  el  de  reco- 
nocer el  tem]^  del  pais;  lo  que  dura  hasta  el  anochecer  que  vuel- 
ven á  recogerse  y  se  cierra  el  palomar. 

Algunos  no  permiten  que  salgan  del  palomar  hasta  que  tengan 


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—56— 
ya  pichoncitos,  ■  ó  que  á  lo  menos  estén  empollando  los  primeros 
huevos,*  pero  bastará  que  hayan  e¿»tacb  ceiradad  W  el  ]K3omar  un 
mes  ó  tres  semanas  antes  que  salgan  de  él  la  primera  vez;  y  si  suce- 
diese perderse  ó  estraviarse  algunas*  pstlómaa  ño  deberá  causar  ad- 
miración, porque  después  de  dos  ó  tres  dias  no  dejarán  de  volver 
echando  menos  el  buea  trato  q>ie  se  lea  d^a  .en  el  paloi^^^  (  'tr  ; 

Otros  hay  que  por  escusarse  la  pesadumbre  quepodrian  reribir 
de  que  no  volviesen  al  palomar  algunas  palomas,  antes  de  soltarlas 
les  cortan  ó  arrancan  las  plumas  principales  de  las  alas,  porque,  te- 
niendo poca  fuerza  en  su  vuelo  no  puedan  alejarse  del  palomar,  se 
habitúen  á  volver  á  él,  y  no  le  dejen  mas. 

Para  que  el  palomar  se  vaya  poWaiado  Meir,  al  principio  no  se 
han  de  quitar  pichones  de  los  que  se  van  criando  el  primer  año,  ni 
ios  del  raes  de  julio  del  siguiente;  pero  pasnda  este  tkmpo  jn  po- 
drán sacarse  para  comer  6  vender  los  que  fueren  niAft  á  pitopbfáUf. 
Cuanto  mejor  alimentadas  estén  las  paioinfis  en  eFtien)|>o  qde  no 
hallan  que  comer  en  el  campo,  estarán  mas  gordas  y  producirm 
mayor  utilidad.  «    » 

Así  como  seria  inútil  el  dar  de  comer  á  las  paloma»  en  los 
tiempos  en  que  ellas  pueden  mantenerse  por  si  hueseando  eu  alimen- 
to en  los  campos,  seria  muy  perjudicial  no  hacerlo  cuando  Bde»- 
í;uentran  en  ellos  con  que  poder  alimentarse.  Para  sabercoii  terteza 
los  tiempos  en  que  ha  de  ejecutarse  lo  uno  y  omitirse  lo  otro^  airé 
que  será  preciso  echarles  de  comer  en  fe  casa  desde  mediadb'  éel 
mes  de  noviembre  hasta  fin  de  febrero,  qtte  es  el  tiempo  ea  qwe  «se 
suelen  sembrar  los  granos  de  inferior  calidad,  y  desóe  ei  «prineiflio 
de  abril  hasta  mediado  de  junio,  en  cayo  intermedio  halliffén  bas- 
tantemente con  que  alimentarse  en  los  sembrados^  hasta  que  Ulegue 
nuevamente  el  tiempo  de  vohrerles  á  echar  de  comet  enlacasa.  " 

Comunmente  se  les  da  á  comer  algarroba,  aecharitirtiy  de  trigo, 
cebada  y  avena,  de  que  será  preciso  hacer  sufiefente  prottsion  p»iía 
mantener  el  número  que  quisiere  criarse.  La  simiente  ád  joyo,  que 
es  la  cizaña  ó  mala  yerba  que  se  cria  entre  el  trigOy  es  muy  hwana, 
para  dársela  á  com^r,  porque  les  gusta  mucho  este  grano.  Tamkien 
puede  dárseles  mijo,  pero  seria  mas  el  gasto  que  el  proTecho.  El 
maiz  puede  asimismo  dárseles  algunas  reces;  pero  la  coitiida  conque 
mas  ordinariamente  se  alimentan  es  la  algarroba,  que  no  es  cam  y 
con  abundancia. 

Las  palomas  también  gustan  mucho  de  los  caflamones,  y  es 


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arrojan  ansiosamente  á  ellos  cuando  se  los  dan  á  comer,  y  ann  se 
tiene  por  cierta  que  no  hay  cosa  mejor  para  que  se  detengan  ei?  ej 
palomar  que  darles  este  alimento.  También  les  gusta  la  bellota,  y 
algunos  suelen  hacer  provisión  para  dársela  á  comer  en  invierno 
cortada  en  pedacitos  menudos. 

El  mismo  cuidado  se  ha  de  tener  en  darles  de  beber;  la  vasija 
en  que  esté  el  agua  debe  ser  de  barro,  con  su  cubierta;  por  los  lados 
tendvá  unas  aberturas  para  que  puedan  beber,  y  de  esta  suerte  na 
caerá  inmundicia  alguna  en  el  agiía,  que  ha  de  mudarse  á  menudo^ 
á  fin  de  que  la  tengan  siempre  limpia  y  clara. 

Hacen  mal  los  que  les  dan  de  comer  los  granitos  de  casca,  pues 
con  ellos  dejan  de  poner,  como  las  gallinas,  y  solo  podrán  dársele* 
á  comer  en  tiempo  de  grandes  heladas,  y  antes  de  dárselos  se  han 
de  haber  pasado  por  un  harnero  ó  criba,  porque  aunque  es  buen  ali- 
mento les  dificulta  y  retarda  el  poner  los  huevos. 

El  parage  que  se  destinare  para  darles  de  comer  ha  de  tener  el 
suelo  bien  firme  y  macizo,  y  se  ha  de  cuidar  de  que  esté  siempre 
limpio;  y  para  que  acudan  á  él  con  puntualidad  se  les  ha  de  silvar  ó 
tocar  una  campanilla  al  tiempo  de  echarles  la  comida  para  que,  con 
la  costumbre  de  oir  esta  seña  ordinaria,  acudan  todas  cuando  las 
llamen. 

Las  horas  en  que  debe  dárseles  de  comer  han  de  ser  por  la  ma- 
ñana y  tarde,  y  nunca  al  mediodia,  por  no  turbarles  el  descanso 
que  suelen  tomar  en  esta  hora  por  precisa  necesidad  para  que  les 
ayude  á  digerir  lo  que  han  comido.  Sobre  todo  ha  de  tenerse  gran 
cuidado  de  que  no  les  falte  la  comida  á  las  horas  acostumbradas, 
porque  de  lo  contrario  habría  gran  riesgo  de  que  desamparasen  su 
palomar,  ó  fuesen  á  buscar  otro  en  que  hallasen  que  comer,  lo  cua| 
nopodria  menos  de  ceder  en  gran  perjuicio  del  dueño  del  palomar. 

Las  horas  destinadas  para  dar  de  comer  á  estas  aves  no  han  de 
ser  unas  mismas,  para  evitar  el  inconveniente  de  que  las  palomas 
de  otros  palomares  cercanos  vengan  á  robar  la  comida  de  las  pro* 
pias,  lo  cual  no  dejarla  de  suceder  si  se  les  echase  á  una  misma 
hora;  y  así  deberá  ser  unas  veces  mas  temprano  y  otras  mas  tarde; 
pero  si  no  hay  palomares  en  las  cercanías,  no  importará  que  sea  á  la 
misma  hoira. 


.  T,  u.— 8. 


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PROTOCOLACION 

De  todas  las  disposiciones  reales,  administrativas  y  eoonó- 
mioas  publicadas  de  oficio  en  el  mes  de  dicienibxid  último. 


Secretaria  del  Oobiemo  superior  dvü  de  la  Isla  de  Cuba, — Dis- 
puesto por  el  Escelentísimo  Sr.  Gobernador  y  Capitán  general,  que 
se  formen  nuevos  padrones  para  el  cobro  de  la  capitación  del  segun- 
do semestre  del  corriente  año,  sobre  los  esclavos  al  servicio  domés- 
tico, en  las  poblaciones  conforme  espresa  la  Real  orden  de  29  de 
julio  del  ano  próximo  pasado,  publicada  en  el  Diario  de  6  de  No- 
viembre; se  anuncia  al  publico  para  los  efectos  consiguientes:  en  el 
concepto  de  que  ha  resuelto  S.  E.  que  al  mismo  tiempo  que  se  em- 
padronen los  esclavos,  se  recaude  la  cuota  que  corresponda  pagar 
por  ellos. 

Habana  30  de  Noviembre  de  1845. — Miguel  Maiia  Paniagua. 


Superintendencia  general  de  la  Real  Hacienda  de  la  Isla  de  Cuba. 

El  Escmo.  Sr.  Superintendente  general  delegado  de  Hacien- 
da, en  cumplimiento  de  lo  prevenido  en  Real  orden  de  28  dé  agos» 
to  último,  se  ha  servido  disponer  que  en  el  dia  de  hoy  se  publiquen 
los  nuevos  aranceles  formados  para  el  cobro  de  derechos  en  las 
aduanas  de  esta  Isla,  cuya  observancia  tendrá  efecto  el  primero  de 
Marzo  de  1846,  según  en  la  misma  Real  Orden  se  espresa. — Haba- 
na 1"  de  Diciembre  de  1845. — Joaquín  Campuza7U>, 


Por  disposición  del  Escmo.  Sr.  Superintendente  general  dele- 
gado de  Real  Hacienda,  se  participa  al  comercio  que  estando  es- 
presamente  prevenido  en  Real  orden  de  27  de  Diciembre  ultimo 
que  los  buques  que  salgan  de  los  puertos  de  la  Isla  con  calamentos 
d6  mieles^  paguen  ol  derecho  de  toneladas,  esta  medida  se  observa* 


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lá  desde  1?  de  Marzo  de  1846  en  que  empezarán  á  regir  los  nuevos 
aranceles. — Habaaa  1-  de  Diciembre  de  1845. — Joaquín  Gampa^ 
zano. 


Secretaria  del  Gobierno  Superior  civU  de  la  Isla  de  Cuba. — ^El 
JBscmo.  Sr.  Preádente,  Grobemador  y  Capitán  general  ha  dis- 
puesto se  inserte  en  tres  números  sucesivos  del  Diario  de  gobierno 
para  la  general  inteligencia  el  siguiente  reglamento  de  cimarrones 
reformado  por  la  Real  junta  de  Fomento. 

PARTE  1^ 

amarrones  simples. 

Articulo  1?  Se  considera  cimarrón  en  las  poblaciones  el  escla- 
vo que  pernocta  fuera  de  su  casa  sin  licencia  de  su  amo,  y  en  los 
campos  el  que  se  encuentra  sin  licencia  á  una  legua  del  lindero  de 
la  finca  á  que  corresponde. 

2*  Cualquiera  persona  sea  de  la  clase  que  fuere  tiene  facultad 
de  aprehender  los  cimarrones  y  gana  al  presentarlos  al  amo,  en  el 
Depósito  general  ó  á  las  justicias  territoriales  ó  al  entregarlos  en  las 
nutaciones  litorales  de  fomento  el  derecho  de  captura  que  es  de 
cuatro  pesos  fuerte. 

3-  Nadie  puede  escusarse  de  pagar  al  aprehensor  la  captura 
de  su  esclavo  en  el  acto  de  serle  presentado. 

4?  Los  administradores,  mayorales  y  mayordomos  de  fincas 
son  resqx)nsables  en  ausencia  del  amo  al  pago  de  las  capturas  y  de 
los  costos  que  se  aumenten  al  cimarrón  si  no  lo  verifican  en  el  acto, 

5?  £1  aprehensor  de  un  cimarrón  en  las  poblaciones  tiene 
obligación  de  presentarlo  inmediatamente  á  su  amo,  y  si  este  resiste 
el  pago  de  la  captura  lo  entregará  para  que  le  sea  abonada  en  el 
Depósito  general  en  la  Habana,  ó  á  las  justicias  territoriales  en  lo^ 
pueblos  del  interior. 

6?  El  aprehensor  de  un  cimarrón  en  los  campos  para  deven^ 
gar  la  captura  tiene  obligación  de  llevarlo  inmediatan>ente  á  la  &Et^ 
oa  á  que  pertenece,  cuando  la  aprehensión  se  haga  á  menos  de  tres 
leguas  del  liiulero  de  la  misma,  y  si  se  hace  á  mas  de  tres  leguas  lo 
entrégala  i  la  justicia  territorial  mas  inmediata  la  que  dentro  de 


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—6&— 
veinte  y  cuatro  horas  lo  remitirá  á  la  finca  cobrando  la  captura  jr 
ademas  un  peso  por  la  primera  legua  y  dos  reales  fuertes  por  cada 
una  de  las  siguientes  que  tenga  que  andar  el  conductor. 

T?  Si  en  alguna  finca  se  resistiere  el  que  la  gobierna  á  pagar 
la  captura  al  aprehensor,  este  entrega  el  cimarrón  á  la  justicia  teni- 
torial  mas  inmediata  firmando  la  diligencia  de  no  habérsele  querida 
abonar  sus  derechos,  y  el  juez  volverá  á  remitir' al  cimarrón  al  á- 
goiente  dia  con  orden  de  hacer  efectivo  el  cobro  y  el  de  un  peso  por 
la  primera  legua  y  dos  reales  fuertes  por  cada  una  de  las  siguientes 
que  tenga  que  andar  el  conductor. 

8-  En  el  caso  de  que  el  cimarrón  sea  aprehendido  á  mas  de 
tres  leguas  del  lindero  de  la  finca  á  que  corresponde  ó  de  que  abso- 
lutamente no  quiera  ó  no  pueda  decir  su  nombre,  las  justicias  terri- 
toriales al  siguiente  dia  de  haberles  sido  presentado,  lo  remitirán  á 
la  diputación  litoral  de  fomento  mas  cercana,  donde  se  abonará  la 
captura,  un  peso  de  conducción  por  la  primera  legua  y  dos  reales 
fiíertes  por  cada  una  de  las  siguientes  que  haya  tenido  que  andar  el 
conductor.  Donde  no  haya  Diputaciones  litorales  inmediatas  será 
remitido  al  depósito  general  de  la  Habana. 

9?  En  los  casos  de  que  no  haya  podido  cobrar  del  amo  la 
captura  y  se  entregue  el  cimarrón  á  las  justicias  territoriales,  é  las- 
Diputaciones  litorales  de  fomento  ó  al  administrador  del  Depósito 
general,  la  Junta  de  Fomento  abanará  la  captura  y  los  costos  que 
espresa  este  reglamento  y  los  cobrará  después  del  amo. 

10?  Las  justicias  territoriales  solo  podrán  detener  los  cimar- 
rones los  dias  precisos  para  su  restablecimiento  cuando  en  d  acto 
de  aprehenderlos  hayan  sido  heridos  ó  que  enfermen  de  manera  que 
no  puedan  hacer  el  camino  sin  riesgo  de  la  vida,  y  en  ambos  casos 
lo  axásÍEuán  á  la  finca  á  que  corresponde. 

11.  En  cualquiera  de  los  casos  de  que  habla  el  artículo  ante- 
rior se  le  hará  reconocer  y  asistir  por  el  subdelegado  de  medicina 
residente  en  el  partido  ó  el  facultativo  que  esté  mas  inmediato  hasta 
que  haya  sanado,  pero  si  la  enfermedad  no  presenta  síntomas  de 
gravedad,  se  le  remitirá  inmediatamente  en  cabalgadura. 

12.  Cuando  el  esclavo  declare  al  presentarlo  ala  justicia  ter- 
ritorial que  el  conductor  le  ha  quitado  la  licencia  que  llevaba  para 
tratarlo  como  cimarrón,  se  escribirá  una  nota  de  la  que  refiriere  en 
la  papeleta  con  que  ha  de  ser  remitido  por  la  misma  justicia  á  la  fin* 
ea^  á  la  Diput;^cion  litoral  de  fomento^  ó  al  Depósito  general  para 


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—61— 
poaedo  en  conocónúento  del  amo,  y  en  caso  de  que  este  justifique 
el  aserto  del  esclavo,  se  impondrá  al  aprehensor  la  multa  de  veLite 
y  cinco  pesos  ó  cincuenta  dias  de  cárcel  si  no  la  paga. 

13.  Al  conductor  de  cimarrones  que  los  dejare  escapar  ó  los 
entregue  á  distinta  persona  de  aquella  á  que  van  dirigidos  por  las 
justicias  territoriales  se  le  impondrá  la  multa  de  veinte  y  cinco  pesos 
ó  cincuenta  dias  de  cárcel  si  no  la  paga. 

14.  Las  justicias  territoriales  cobrarán  real  y  medio  fuertes  al 
día  por  las  raciones  de  los  cimarrones  en  el  tiempo  preciso  que  han 
de  estar  en  su  poder,  entendiéndose  que  dichas  raciones  deberán  ser 
dos  por  lo  menos,  y  cada  una  de  seis  a  ocho  onzas  de  tasajo,  dos 
plátanos  y  en  su  defecto  su  equivalencia  de  cualquiera  de  las  otras 
viandas  que  al  efecto  se  usan;  no  debiendo  cobrar  las  citadas  justi- 
cias derechos  de  cepo,  carcelage  ni  otro  alguno  por  la  aprehensión, 
remisión  y  entrega  de  los  referidos  cimarrones. 

15.  No  se  satisfarán  los  gastos  ocasionados  en  la  curación 
del  esclavo  prófugo  si  no  se  presenta  relación  jurada  de  ellos  acom- 
pañada de  la  certificación  del  facultativo,  recibo  del  farmacéutico  y 
de  las  demás  partidas  que  tenga  la  cuenta  comprobada. 

16.  Por  el  alimento  y  asistencia  en  los  casos  de  enfermedad 
8ok>  se  abonarán  cuatro  reales  fuertes  diarios. 

17.  £1  alquiler  de  la  cabalgadura,  cuando  fuere  neftesario  re- 
mitir al  cimarrón  en  ella  por  estar  imposibilitado  para  hacer  el 
viage  á  pié,  se  abonará  á  razón  de  cuatro  reales  fuertes  por  la  pri- 
mera legua  y  dos  reales  fuertes  por  cada  una  de  las  siguientes. 

,  18.  Llegado  el  cimarrón  á  la  diputación  litoral,  si  declarase 
pertenecer  á  vecino  de  la  capital,  se  aprovechará  la  primera  opor- 
tunidad para  remitirlos  por  mar  en  los  buques  de  vapor,  y  donde  no 
los  haya  por  las  goletas  costeras,  ajustado  el  flete  al  precio  mas  mo- 
derado con  encargo  de  que  se  les  trate  como  á  la  tripqjacion;  pero 
si  no  supiere  decir  quien  es  su  dueño,  lo  retendrán  un  mes  con  la 
eonveniente  seguridad  y  al  vencimiento  de  este  término  si  no  fuere 
redamado  harán  su  remisión  al  depósito  general. 

19.  Las  diputaciones  remitirán  cada  dia  primero  de  mes  como 
un  documento  preciso  para  la  glosa  de  sus  cuentas  un  estado  de  los 
cimarrones,  espresivo  de  la  existencia  del  mes  anterior,  entradas 
procedencias,  salidas  y  gastos  ordinarios  y  estraordinarios  del  mis» 
«M)  y  de  la  existencia  que  resulte  para  el  siguiente,  con  sujeción  á 
IftS  pJb^nillas  impresas  de  que  les  proveerá  la  contaduría. 


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20.  A  las  diputackmes  se  abonaran  real  y  medfe  üehn  «K»- 
ríos  por  el  alimento  de  los  cimarrones  durante  el  mes  que  lesees  pet» 
mitido  retenerlos;  pero  no  se  les  satisfará  nada  por  los  dias  quehacer 
dan  de  este  término. 

21.  Lfos  cimarrones  que  se  reciban  en  el  Depósito  general  sd 
aplicarán  inmediatamente  á  las  obras  de  calzadas,  donde  permane- 
cerán hasta  que  los  reclamen  sus  amos  y  reintegren  los  costos  qm 
haya  desembolsado  la  junta.  Mientras  se  hallen  en  estos  trabajos  Ba- 
da se  exigirá  por  lo  que  se  gaste  en  su  alimento. 

22.  Tampoco  se  les  cobrará  nada  por  la  curación  cnando  «e 
ignora  el  nombre  del  amo  del  cimarrón;  pero  cuando  se  sepa  y  po^ 
Uique  por  el  Diario,  se  le  cargarán  en  cuenta  las  hospitalidades  á  4 
rs.  b.j  que  deberá  abonar  el  amo  desde  el  dia  de  la  publieacioa  a) 
tiempo  de  estraerlo  ó  en  caso  de  que  fallcsM^a  el  eísclavo. 

23.  Para  que  los  amos  no  aleguen  ignorancia,  ademas  de  k 
lista  mensual  que  publica  la  contaduría  de  la  existencia  de  oimar> 
iones,  publicará  todos  los  sábados  las  entradas  que  hubiere  con  e»- 
presion  de  dueños  y  procedencias. 

24.  La  contaduría  llevará  un  registro  de  entrada  y  salida  ck 
cimarrones;  otro  de  alta  y  baja  para  la  cuenta  de  hospitalidades;  lí*- 
quidará  los  costos  de  cada  uno,  y  en  virtud  de  esta  liquidacieti  Imh 
rala  tesorería  el  abono  correspondiente  al  conductor,  y  se  elcigirá 
álos  amos  el  reintegro  de  los  costos  y  ho^italidades  de  sos  €fl* 
clavos. 

25.  Siendo  el  contador  de  la  junta  el  único  responaaUe  m 
esta  y  al  Tribunal  mayor  de  cuentas  de  las  resultas  de  este  ramo,  so- 
lo con  su  orden  ó  la  del  oficial  á  quien  tenga  encargado  su  despa^* 
cho,  podrán  entregarse  los  cimarrones  en  el  Depósito. 

26.  Bajo  directa  responsabilidad  del  contador,  ningún  n^;io 
cimarrón  se  entregará  sin  que  preceda  el  reintegro  de  los  costos  que 
ha  causado. 

27.  También  es  responsable  el  contador  de  (pie  no  se  entre- 
guen los  cimarrones,  sino  á  personas  conocidas  que  puedan  respon^ 
der  de  la  entrega,  ó  que  en  caso  de  duda  den  fiador  de  la  calidad 
requerida.  » 

28.  A  las  dos  responsabilidades  precedentes  están  también 
sujetos  los  diputados  de  Fomento. 

29.  El  primer  domingo  de  cada  mes  se  espondrán  al  pi2>ltoo 
fiSji  el  Depósito  general  de  esta  ciudad  todos  los  negros  cimaxrojM# 


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dudeluMBdakimiaxia  hasta  las  dos  de  la  tarde  pam  que  consui^ 
nn  á  recoiK>cerio6  los  que  tengan  esclavos  fugitivos. 

80.  £1  contador  publicará  con  anticipación  la  lista  de  ellos 
espresando  sus  nombres,  el  de  sus  dueños  y  lugares  de  donde  han 
sido  remitidos. 

31  Se  pasarán  en  cuenta  á  los  diputados  de  la  júntalos  suple^ 
BMitoff  qm  hagan  en  los  cimarrones  por  captura  y  conducción,  los 
gastos  de  enfermedad  que  hayan  pagado  estando  arreglados  á  lo 
que  dispone  este  reglamento,  el  alimento  que  les  suministren  mién* 
tías  estén  e»  la  Diputación  y  los  gastos  precisos  de  escritorio  y 
portes  de  pliegos,  pero  para  poder  hacer  cualquiera  otro  estraordú 
Baño  por  justificado  que  parezca  su  objeto,  necesitan  autorización 
sspsciai  de  la  junta. 

32.  Nadie  podrá  ocupar  al  cimarrón  en  su  servicie  particular 
86  pena  de  hacerae  responsable,  probándosele,  al  pago  de  los  jor-* 
nales  al  respecto  de  4  rs.  ís.  y  á  una  multa  de  20  ps.  Los  amos  po-* 
drán  reclamar  el  cumi^imiento  de  este  articulo  ante  cualquiera 
tribunal. 

33.  El  recibo,  depónto  y  entrega  de  loscimarrones  son  car^ 
gas  anexas  jal  emf¿eo  de  diputado  de  k  Real  Junta  de  Fomento  en 
los  pueblos  litorales,  de  las  que  no  pueden  escusarse. 

34.  En  las  diputaciones  donde  no  hubiese  establecido  Depó^ 
sito  para  los  cimarrones,  podrán  los  diputados  retenerlos  en  la  cár« 
cel  has^  cumplir  el  ténnino  en  que  deben  remitirse  al  Depósito 
gfeneral,  abonando  un  peso  al  alcaide  por  custodia  á  la  salida  de 
cada  uno  que  calcará  á  los  costos  del  cimarrón. 

PARTE  IL 

dfnarranes  apalencados. 

35.  Se  consideran  apalencados  seis  ó  mas  cimarrones  qae  se 
encuentren  reunidos. 

36.  Las  justicias  territoriales  darán  parte  inmediatamente  al 
Grobiemo  superior  civil  de  los  palenques  de  que  tengan  noticia  en 
sus  jurisdicciones  y  procederán  sin  dentora  con  servicio  preferente 
i  destruirlos,  empleando  la  fuerza  armada  que  fuere  necesaria. 

37.  En  el  momento  de  atacar  un  palenque  no  se  perdonará 
medio  alguno  para  reducirlos  y  escarmentarlos;  pero  cuando  y» 


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--«4— 
estén  rendidos  y  desannados  los  eisclavas  no  «eiá  pennitido  mal- 
tratarlos. 

38.  Para  la  aprehenskm  de  los  cimarrones  que  nó  lleguen  al 
BÚmero  deformar  palenque,  autorizarán  temporalmente  las  justicias 
territoriales  á  los  ranchadores  que  le  designe  el  dueño  ó  encargado 
de  la  ñnca  á  que  corresponden  los  cimarrones. 

39.  Los  psdenques  no  podrán  ser  atacados  sino  por  las  jostícias 
territoriales  ó  persona  autorizada  al  efecto  por  el. Gobierno  supe- 
rior civil. 

40.  Por  cada  cimanron  aprehendido  en  palenque  se  pagaxáii 
las  (^^)tura8  siguientes:  20  ps.  cuando  los  apalencados  no  hagan  la^ 
sistencia  en  el  ataque,  35  ps.  cuando  la  hagan  con  armas  blancas  }r 
50  ps.  cuando  hagan  la  resistencia  con  armas  de  fuego,  é  ignalmeB? 
te  ae  abonarán  40  ps.  por  cada  apalencado  que  sin  hacer  resistencia 
se  aprehenda  sin.  herida  ni  contusión  grave,  70  pesos  si  haciéodolo 
con  armas  blancas  fues^  aprehendido  en  los  mismos  terminas,  y  lúO 
pesos  sí  usando  armas  de  fuego  se  redujese  en  aquel  estado. 

41.  Estas  capturas  se  dividirán  por  partes  iguales,  eíotre  los 
que  concurran  al  ataque  y  el  que  mande  la  partida,  ademas  de  la 
parte  que  le  corresponda  ganará  un  premio  de  diez  por  cienlo  áol 
importe  total  de  las  capturas,  que  le  será  abonado  separadamente 
por  la  Junta  de  Fomento. 

42.  Ademas  de  las  capturas  espresadas,  si  alguno  de  los 
aprehensores  saliese  herido  se  le  pagará  por  la  Junta  de  Fomento  la 
curación  y  se  le  abonará  todo  el  tiempo  que  esta  dure  el  salario  qua 
ganaba  por  su  oficio. 

43.  Ál  que  resultare  enteramente  inutilizado  para  el  trabajo 
en  ataque  de  palenques  y  á  la  viuda  é  hijos  de  los  que  mueran  en  el 
lance,  les  señalará  la  Junta  de  Fomento  la  pensión  que  tenga  por 
conveniente. 

44.  Los  apalencados  capturados  serán  remitidos  con  toda 
seguridad  por  las  justicias  territoriales  y  del  modo  mafl"  económico 
por  mar  ó  por  tierra  al  depósito  general  de  esta  ciudad  donde  se 
abonarán  las  capturas  y  costosr 

45.  Los  apalencados  aprdiendidos  serán  devueltos  á  sus 
amos,  escepto  aquellos  que  por  ser  cabecillas  de  importancia  juzgue 
la  Junta  que  es  peligroso  que  vuelvan  al  partido  de  que  desertaron; 
lo  que  hará  presente  al  gobierno  para  que  determine  el  lugar  á  que 
deben  ser  confinados. 


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46¿  Los  unos  de  los  apal^cados  están  obligados  á  reinte» 
f;tüt  i  la  Júntalas  capturas  y  gastos  que  hayan  causado  escepto  eá 
el  caso  de  que  los  renuncien  entregándolos  á  la  noxa. 

47.  En  los  casos  de  motín,  salteamiento  de  caminos  ó  de 
ladrones  famosos  debe  procederse  con  arreglo  á  la  ley  26  título  6? 
lib.  T  de  la  Recopilación  de  Indias,  escusando  costas  y  proceso 
porque  esta  lo  reprueba. 

48.  La  aprehensión  de  cimarrones  simples  y  la  destruocioa 
de  palenques  serán  considerados  como  asuntos  puramente  gubema- 
trros  pam  que  en  ningún  caso  tomen  el  carácter  de  judiciales;  y  las 
dudas  que  se  ofrezcan  sobre  la  intervención  de  las  justicias  terntorig- 
les,  los  deberes  de  los  amos  y  de  los  derechos  de  los  aprehensoreg 
y  ranchadores  para  el  pego  de  las  capturas  serán  resueltas  definítír 
Tamente  por  el  Escmo.  Sr.  Cantan  Genend  con  k  Junta  de  Fomeor 
to;  salro  su  derecho  á  los  agraviados  para  los  recursos  ^e  les  per* 
mitán  las  leyes. 

49.  Las  justicias  territoriales  son  responsables  al  gobieriM) 
superior  civil  de  la  isla  de  la  puntual  observancia  de  este  reglameiih 
•to,  que  tiene  por  objeto  proteger  la  incultura  y  conseirar  la  tsaa- 
quilidad  pública.  Habana  primero  deDiciembie  de  mil  ochocientos 
-cuarenta  y  cinco. 

Cuyo  reglamento  debe  regir  y  ser  puesto  en  observancia  desr 
de  primero  de  Enero  del  año  inmediato,  como  parte  del  bando  de 
gobernación  y  policía.  Habana  1?  de  Diciembre  de  1845. — Mgttel 
María  Paniagua. 


Secretaría  dd  gobierno  superior  dvil  de  la  Isla  de  Cuba. — ^Pre- 
cedidas las  formalidades  dispuestas  en  la  Real  Cédula  relativa  á 
inventos  artísticos;  ha  tenido  á  bien  el  Escmo.  Sr.  Presidente  Go- 
bernador y  Capitán  General  espedir  la  correspondiente  por  cinco 
años  á  D.  Gabriel  Claudio  de  Zequeira  para  un  nuevo  modo  que 
ha  inventado  de  cargar  con  un  carretón  las  carretas  conductoras  de 
las  cañas  que  se  muelen  en  los  ingenios  de  fabricar  azúcar,  en  con- 
cepto de  que  esta  gracia  es  y  se  entiende  sin  perjuicio  de  tercero 
en  el  caso  de  que  este  pruebe  en  los  tribunales  establecidos,  ser  fal- 
sos los  datos  en  que  se  apoyó  el  interesado  para  conseguirla;  di^o- 
niendo  igualmente  S.  E.  se  anuncie  al  público  para  su  conoci- 
miento. 

Habana  2  de  Diciembre  de  1845.— -Jl%ii€¿  Mcuia  Pmwguaf 
T.  u. — 9 


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•  i'jiikrmidrabion  gemrei  de  Bentm  Beeies  tenrmbrmV^^fíéÁén^ 
4ose  Yeriíicado  en  el  día  de  ajer  la  pHbUoaoioii  ^  la  Santa  Balar 
para  el  presente  bienio,  se  faaUerán  de  '\ie»ta  desde  este  dia,  en  t» 
Receptoría  del  Ramo,  calle  de  Rick  esquina  á  la  de  Aguiár,  alma* 
cen  de  papel  de  Bíchete,  titulado  la  Cartera,  los  sumarios  de  la»  da^ 
ses  de  Vivos,  Lacticinios,  Composición,  Difuntos  é  indulto  cuadra- 
gecimal.  Lo  que  se  avisa  al  publico  á  fin  de  que  pueda  surtirse  de 
las  que  necesite.  Habana  1?  de  Diciembre  de  184&. — Del  Vél. 


Mndtdstradon  gemrai  de  Rtntas  marítímo^.— En  Jonta  áe 
Autoridades  superiores  de  la  Isla  celebrada  el  21  de  Junio  y  19  de- 
Oetubre  últimos,  se  acordó  que  lá  estraeeion  de  maderas  en  buquei^ 
estrsmgeros,  no  se  permita  sino  por  los  puertoa  habilitados,  á  los 
míales  habrían  de  <;ond)Ucirse  aquellas  por  embarcacioResi^spañehifty 
i6  en  balsas  remoleadas  indistintamente  por  botes  nacionales,  6  es^ 
trangeros,  aunque  con  la  indispensable  condición  en  este  i^imo 
0a^,  de  permanecer  en  el  puerto  habilitado,  como  fianza,  *Ios  bu- 
ques estrangeros  á  que  pertenezcan  diches  botes.  Y  de  orden  dM 
Escmo.  Sr.  Intendente  de  Ejército,  Superintendente  general  dele- 
gado  de  Hacienda,  espresa  en  decreto  de  12  del  actual  recaidb  si 
espediente  de  la  materia,  lo  anuncio  al  público  para  general  isteln 
gencia.  Habante  y  Diciembre  2  de  1845. — Ywrre. 


Comandancia  Militar  de  Matriculas  de  la  Habana. 

D.  Francisco  de  Paula  de  Irigóyen  y  Bed  ya^  cahallero  de  la  Real  y 
distinguida  orden  española  de  Caerlos  III^  comendador  de  la  Real 
orden  americana  de  Isabel  la  Católica^  cruz  y  placa  de  la  miiUar 
'  de  S.  Hermenegildoy  capitán  de  navio  de  la  Armada^  comandaade 
militar  de  matrículas  de  esta  provincia^  y  presidente  del  gremio  de 
nutretíntes  y  pescadores  por  S.  M.  fyc. 

Debiendo  pasarse  la  revista  trienal  en  este  distrko,  <^  está 
dispuesta  por  Real  orden,  reasumiendo  en  ella  lo. que  previenen  les 
artículos  1?  y  2»  del  título  13  de  la  ordenanza  de  matrículas,  que- 
dará abierto  dicho  acto  á  las  horas  de  costumbre  en  esta  comandan- 
cia desde  el  7  de  Enero  próximo. — ^Por  tanto  mando  á  todos  los 
individuos  alistados  en  las  clases  de  patrones,  contramaestres,  vete- 
ranos j  hábiles  é^inbáliiies  de  esta  matrícula,  se  presenten  en  ellaá 


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—67— 
refreiidaT  su  cédnia  desde  dicho  día  hastft  eH5  de  Febrero  «íguáea^ 
te;  en  mteUgencia  que  quedaiá  dado  de  baja  el  que  no  lo  kiciere,  é 
invalidada  toda  cédula  que  no  sea  refrendada  ó  en  la  que  no  conste 
la  presentación.  Habana  y  Diciembre  4  de  1846. — Francisco  de 


JMmmstracum  general  de  Rentas  marítimas.— r^l  Escmo.  Sr. 
Intendente  de  ejército,  Superintendente  delegado  de  Hacienda,  en 
miras  de  espeditar  al  comercio  sus  operaciones,  atendida  la  corte- 
dad de  los  días  y  la  proximidad  de  las  festividades  de  pascuas;  se 
ha  servido  disponer  que  el  despacho  de  la  Aduana  empiece  á  la$ 
ocho  de  cada  mañana  y  concluya  á  las  tres  de  la  tarde. 

Y  de  orden  de  S.  £.  lo  hago  saber  al  publico  á  efecto  de  que 
^iesde  luego  pueda  hacer  uso  en  los  dias  sucesivos  del  mayor  tiem* 
po  que  se  le  franquea. — Habana  5  de  Diciembre  de  1845. —  Yurre. 


Gobierno  político  y  militar  de  Matanzas. — Con  esta  fecha  ha 
flido  admitido  al  ejercicio  de  las  funciones  de  agente  puramente  co- 
iiiíereial  de  los  Estados-Unidos  de  América  para  esta  ciudad,  el 
Sr.  D.  Simón  M.  Tohnson,  en  conformidad  á  lo  determinado  por 
el  Escmo.  Sr.  Gobernador  superior  civil  de  la  Isla,  en  orden  del  2 
del  corriente.  Lo  que  se  hace  saber  al  publico  para  su  conocimiento^ 
Matanzas  5  de  Diciembre  de  1846. — Falguera. 


SALA  CAPITULAR. 

Alumbrado  d^  estramuros. 

Admitido  por  el  Escmo.  Ayuntamiento  con  aprobación  del 
Esmo«  Sr.  Presidente  Gobernador  Superior  civil  y  de  la  Junta  supe- 
rior de  propios,  el  proyecto  de  alumbrado  de  los  barrios  de  estra- 
muros  de  esta  ciudad,  que  presentaron  D.  Pablo  Echevarría  y  com- 
pañía, se  procedió  al  remate  de  la  contrata  en  publica  subasta  con 
las  formalidades  de  la  ley,  y  quedó  celebrada  con  los  mismos,  bajo 
las  condiciones  que  formó  el  Escmo.  Ayuntamiento,  las  cuales  son 
las  que  siguen: 

Artículo  1-  La  sociedad  de  Echevarría,  Roiz  y  compañía,  se 
obliga  á  alumbrar  los  barrios  estrarauros  de  Jesús  María,  Colon,  San 
lázaro,  Peñalver,  Guadalupeí  Chavez  y  el  Horcón  en  k  parte  po- 


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—ra- 
biada de  cada  uno,  y  con  esclusion  de  la  que  deberá  alumbratse  po» 
la  compañía  española  del  alumbrado  de  gas  de  lo  que  está  perfecta* 
mente  instruida  la  sociedad  de  Echevarría  en  los  ténnmos  que  ^a* 
rece  de  este  espediente,  siendo  los  límites  del  barrio  del  Horcón  la 
esquma  de  Tejas,  y  en  general  hasta  donde  se  estiende  hoy  la  co- 
branza de  los  ramos  de  los  serenos  y  bomberos.  Este  alumbrado 
será  igual  en  todo  al  que  actualmente  se  usa  en  la  calle  Real  de  la 
Salud  poniéndose  en  cada  cuadra  el  mismo  número  de  farolas  que 
existen  en  las  de  aquella,  empezando  á  alumbrarse  desde  puesta» 
del  sol  hasta  las  doce  de  la  noche,  entendiéndose  que  lu  poblaeion 
debe  estar  siempre  alumbrada,  bien  con  la  luz  artificial  ó  con  la 
de  la  luna. 

Art.  2?  En  caso  de  incendio,  alarma  6  cualquiera  otro  motivo 
que  altere,  ó  pueda  alterar  la  tranquilidad  pública,  la  doracion  del 
alumbrado  en  el  barrio  respectivo  se  estenderá  á  toda  la  noche  ó 
hasta  que  cese  cualquiera  de  aquellas  causas,  observándose  lo  mis- 
mo las  noches  que  hubiere  fiestas  ó  bailes  públicos  de  disfraces. 

Art.  3^  Comenzarán  á  alumbrar  la  esplicada  parte  de  la  po* 
blacion  de  estramuros  dos  meses  después  de  aprobada  la  subasta 
dispuesta  por  la  superioridad,  empezando  por  las  calles  masprin* 
cipales  6  concurridas  del  barrio  de  Jesús  María,  línea  recta  al  edifi* 
cío  de  Factoría  y  calles  siguientes  hasta  concluir  la  que  divide  aqurf 
establecimiento,  con  inclusión  de  las  cuadras  intermedias,  pero  den- 
tro de  un  año,  que  empezará  á  correr  y  contarse  el  dia  que  venzan 
los  dos  meses  á  que  se  refiere  este  artículo,  estará  alumbrada  toda 
la  población  de  estramuros  á  que  se  obligan  Echevarría  y  socios;  á 
cuyo  efecto  colocarán  por  lo  menos  dos  mil  farolas  á  la  distancia 
que  se  nota  de  una  á  otra,  en  los  que  actualmente  existen  en  la 
4jalle  real  de  la  Salud,  sin  perjuicio  de  adelantar  el  número  de  fa- 
rolas á  las  que  sean  necesarias  para  alumbrar  toda  la  parte  de  la 
población  esplicada  en  el  .artículo  primero. 

Art.  4?  A  medida  que  se  vayan  alumbrando  las  cuadras  de 
las  calles  estramuros,  estarán  los  vecinos  que  disfruten  de  él  obliga- 
dos á  abonar  mensualmente  por  cada  casa  y  establecimiento  una 
suma  igual  á  la  que  hoy  satisfacen  los  de  la  calle  Real  de  la 
Salud. 

Art.  5?  La  sociedad  de  Echevarría  cede  á  favor  del  Escmo. 
ayuntamiento  la  pensión  con  que  debieran  contribuirle  mensualmen- 
te los  duefios  de  solares,  no  obstante  quedar  oUigada  la  enqiresa  á 


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—es- 
establecer  en  ellos  el  mismo  alumbrado  que  se  establece  en  lo  ge- 
neral de  la  población. 

Art.  6"  Esta  contrata  durará  por  el  término  de  cinco  años, 
contados  desde  el  dia  que  venzan  los  catorce  meses  á  que  se  refiere 
el  artículo  tercero. 

Art.  7?  Vencidos  los  cinco  años  que  esplica  el  inmediato 
precedente  artículo,  quedará  á  beneficio  de  la  municipalidad  todo 
el  tren  de  dicho  alumbrado,  sus  farolas,  pescantes,  escaleras,  repues- 
tos, depósitos  y  todo  lo  demás  consiguiente  y  que  tenga  relación  *p1 
objeto;  pues  se  esceptúan  únicamente  los  esclavos  que  se  empleen  en 
el  ramo  por  los  empresarios,  todo  en  el  mejor  estado  y  útil  servicio, 
y  sin  remuneración  de  ninguna  clase  por  parte  de  la  municipalidad. 

Art.  &  Para  el  cumplimiento  de  todo  y  cada  uno  de  los  ar- 
tículos que  anteceden  Echevarría  y  socios,  se  obligan  á  otorgar  fian- 
za hipotecaria  en  finca  urbana  hasta  en  cantidad  de  mil  pesos. 

Art.  9-  Si  dejasen  de  alumbrarse  una  ó  mas  noches  el  todo 
6  parte  de  la  población  de  estramuros.  Satisfarán  Echevarría  y  so- 
cios de  mancomún  et  insolidum  una  multa  desde  veinte  hasta  qui- 
nientos pesos  en  la  aplicación  de  ordenanza. 

Art.  10-  Si  se  notase  poco  aseo  en  el  alumbrado,  ó  se  faltar** 
á  cualquiera  de  las  condiciones  estipuladas  en  lo  relativo  al  modo 
de  verificar  dicho  alumbrado,  incurrirán  los  empresarios  en  la  muí  a 
arbitraria  que  tenga  á  bien  imponerle  el  Escmo.  Sr.  Presidente,  Go- 
bernador y  Capitán  General. 

Art.  11.  Reunidas  en  únalas  contribuciones  de  serenos,  bom- 
beros, alumbrado  y  limpieza  en  cumplimiento  de  lo  prevenido  por 
S.  M.  en  la  Real  orden  de  la  materia,  el  Escmo.  Ayuntamiento  hará 
la  recaudación  correspondiente  á  la  parte  de  la  población  que  ha  de 
alumbrarse  por  Echevarría  y  socios,  á  los  mismos  que  satisfará  1 1 
municipio  todos  los  meses  una  suma  igual  á  la  que  hayan  debido 
percibir  por  razón  de  este  ramo,  conforme  á  los  padrones  que  prac- 
ticarán y  presentarán  á  la  junta  Municipal,  para  que  comparados 
con  los  practicados  últimamente  por  orden  del  gobierno  y  corregi- 
dos del  modo  que  crea  mas  conveniente  la  referida  Junta,  se  tenga 
el  dato  seguro  del  legítimo  abono  que  ha  de  hacerse  á  los  empresa- 
rios en  su  oportunidad,  á  cuyo  efecto  se  otorgarán  á  estos  las  segu- 
ridades competentes,  pero  mientras  no  se  reúnan  dichas  contribucio- 
nes los  empresarios  ó  rematadores  harán  la  recaudación  del  ramo, 
por  su  cuenta,  riesgo  y  ventura. 


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—70— 

Art.  12.  Eti  atención  á  que  los  erappesarios  ó  rematadores  en 
el  caso  de  reunirse  las  contribuciones  á  que  se  refiere  d  iümediatoi 
anterior  artículo,  no  impenden  trabajo  algtino  en  la  recaudación,  ni 
sufren  Ibs  perjuicios  consiguientes  á  la  parte  que  dejare  de  recau- 
darse, consienten  y  se  obligan  á  que  se  les  descuente  ó  deje  de  abo- 
llárseles el  diez  por  ciento  sobre  la  totalidad  del  producto  que  ar- 
rojen los  padrones  que  han  de  servir  de  base  para  su  pago. 

Y  esterado  ya  espeditos  los  contratistas  para  proceder  al  e^a- 
blecimiento  del  indicado  alumbrado,  se  hace  notorio  al  público  para 
su  conocimiento  y  fines  consiguientes  en  virtud  de  lo  acordado  por 
k  Junta  Municipal  que  celebró  la  contrata  con  el  mencionado  don 
Pablo  Echevarría  y  compañía.  Habana  y  Diciembre  9  de  1845. 
— Francisco  de  Castro. 


SALA  CAPITULAR. 

Desde  que  en  Junio  de  este  año  se  cumplieron  los  cuatro  me- 
ses que  señaló  el  Escmo  Ayuntamiento,  para  no  admitir  ninguna 
gestión  que  tuviese  por  objeto  la  alteración  de  los  reglamentos  del 
abasto  de  carnes  y  servicio  de  los  rastros,  supuesto  á  que  era  pre- 
ciso algún  tiempo  de  esperiencia  y  que  esta  fuese  la  que  calificase 
la  necesidad  de  correcciones,  se  ocupó  la  Escma.  Corporación  en 
Cabildos  ordmarios  y  estraordinarios  de  examinar  las  reforma  que 
la  comisión  nombrada  propuso  á  dichos  reglamentos,  con  vista  de 
las  observaciones  que  se  hicieron  y  efectos  que  habiail  prodticido. 
— El  resultado  ha  sido  reformar  algunos  artículos  del  primero  de 
dichos  reglamentos  y  hacer  agregaciones  al  segundo,  cuya  opera?- 
cion  se  concluyó  en  el  cabildo  ordinario  de  24  de  Octubre  último; 
y  remitidos  aquellos  en  copia  certificada  al  Escmo.  Sr.  Presideffte 
Gobernador  superior  civil  con  oficio  de  14  de  Noviembre  próximo 
pasado  para  que  mereciendo  su  superior  aprobación  se  árviese  dis- 
poner su  cumplimiento,  mandándolos  publicar  en  el  Diario.  S.  E. 
Comunicó  é  la  corporación  en  oficio  del  2  del  corriente,  que  habia 
tenido  por  conveniente  aprobar  las  reformas  que  se  han  considera- 
do oportunas  hacerse  en  los  mencionados  reglamentos,  y  por  lo 
tanto  los  devolvía  para  que  se  dispusiese  su  publicación;  y  habién- 
dose visto  dicha  comunicación  en  cabildo  ordinario  de  5,  se  acor- 
dó que  asi  se  verificase,  como  también  de  la  tabla  ó  plantilla 
de  los  precios  de  las  carnes  en  los  rastros  y  en  los  mercados,  paya 


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—71— 
que  el  puUieo  se  instruya  do  las  fraccioBes  que  quedan  á  su  favor 
en  el  espendio  de  dichas  oarnes.  Y  los  citados  reglamentos  y  tabías 
son   las  que  siguen  á  continuación.    Habana  y  Diciembre  9  de 
1845.*— iVíWcisro  de  Castro. 


Reglamento  para  la  venta  de  carnes  asi  en  los  rastros  como  e»  /of 
mercados  de  esta  capital  aprobado  por  el  Escmo,  AymUammto. 

Artículo  1"  Se  estsdplcce  el  tumo  de  alta  y  b^ja  para  la  ma- 
tímza  del  ganado  mayor  y  menor  correspondiendo  la  vjsz  »1  que 
hiciere  la  postura  mas  favorable  al  público,  y  si  hubiese  dos  ó  mas 
posturas  iguales  se  preferirá  la  que  tenga  el  ganado  en  el  corral,  y  si 
ambos  lo  tuvieren  el  que  tenga  la  guia  mas  antigua.  Cuando  estén  los 
ganados  aiBentes  tendrá  la  preferencia  en  igualdad  de  circunstan- 
cias el  que  decida  la  sueiteu  Y  cuando  se  presenten  dos  ó  mas  pos- 
turas relativas  al  consumo  de  bueyes  y  toros  á  precios  proporcional- 
mente  iguales,  será  preferible  la  de  la  última  clase,  es  dech*  la 
de  tooros. 

Art  3-     Todo  el  que  pretenda  matar  presentará  su  postura  ^n 

-  pjiego  cerrado  á  los  Sres.  Diputados  de  ambos  rastros  señalando  los 
precios  á  que  se  propone  vender  las  carnes  respectivas  de  va^ca  (en 
que  se  incluyen,  novillos,  toros  y  bueyes  cebados,  eacluyéndose  estos 
si  no.  lo  estuvieren)  terjaeros,  cerdos  cebados  ó  criollos,  ó  corraleros, 
carneros  y  ohivos  castrados^  entendiéndose,  que  las  reses  que  pasen 

.  <te  dos  años  no  se  ai[lmitirán  como  terneros.  Estos  pliegos  se  entre- 
garán media  hora  antes  de  empezar  diariamente  la  matanza.  Las 
posturas  para  ser  admisibles  serán  á  lo  menos  de  diez  reses  ó  cer- 
dos y  que  las  papeletas  contengan  la  espresion  de  si  el  ganado  está 
e»los  corrales,  loqwe  se  comprobará  con  el  recibo  del  corralero,  ó 
en  camino  y  cual  es  el  número  de  la  guia.  Cuando  se  admitan  dos 
ó  mas  postura»  á  distinto  precio,  el  promedio  servirá  de  b^e  paia 
establecer  el  del  mercado;  quedando  á  beneficio  del  público  las  fnc- 

r  eioaes  menores  de  medio.  Si  de  alguna  postura  admitida,  sobrasen 
re«es,  deberá»  matarse  preciaamente  al  dia  siguiente  por  el  precio 
de  la  postura  de  ese  dia,  á  menos  que  su  dueño  no  quiera  retirarlas. 
Cuando  haya  un  sobrante  que  llegue  á  veinte  toros  y  á  diez  bueyes, 
el  Sr.  Diputado  solo  admitirá  en  la  postura  de  ese  dia,  el  número 
de  reses  y  bueyes  que  unida  al  sobrante  formen  el  necesario  para 
^1  eonsumo;  es  decir,  que  en  lugar  de  sesenta  reses,  solo  admita 


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—72— 
cuarenta,  y  lo  mismo  en  las  otras  clases,  menos  en  las  de  bueyes, 
que  no  pudiendo  esceder  su  numero  en  la  manifestación  de  treinta, 
se  reduce  á  diez. 

Act.  3?  La  postura  en  el  rastro  de  ganado  menor  será  tanto 
respecto  de  cameros  como  de  cerdos,  con  espresion  de  corraleros, 
criollos,  (en  los  que  se  incluyen  los  corraleros  cebones)  y  cebados 
6  de  manteca,  como  se  prescribe  en  el  articulo  2?,  graduándose  el 
consumo  diario  en  cuarenta  cerdos  criollos,  sesenta  corraleros  y 
veinte  cebados  ó  de  manteca,  y  de  treinta  á  treinta  y  cinco  came- 
ros. Las  posturas  de  chivos  castrados  y  cabras  se  admitirán  por  se- 
parado y  su  espendio  se  hará  en  puesto  diverso  de  aquel  en  que  se 
verifique  el  camero  con  tablilla  que  lo  esprese.  Pero  como  no  es  po- 
'  sible  determinar  el  número  de  arrobas  necesarias  para  el  consumo 
por  el  número  de  cerdos,  queda  á  la  prudencia  del  Sr.  Diputado 
aumentar  ó  disminuir  ese  número  según  los  casos  y  circunstancias, 
tomando  siempre  por  base  el  consumo  del  dia  anterior. 

Art.  4°  Cada  pliego  contendrá  una  sola  clase  de  carne  con 
su  precio  y  el  número  de  cabezas  que  el  postor  se  propone  matar, 
y  se  entienda  que  la  postura  se  hace  para  empezar  á  mata^  á  los 
tres  dias  después  de  hecha,  es  decir  el  lunes  se  presentará  para  ma- 
tar el  jueves,  el  martes  para  el  viernes  &c. 

Art.  6«  El  Sr.  Diputado,  revisadas  las  diferentes  posturas, 
asignará  la  vez  a  la  mas  favorable  en  precio,  puesto  que  se  entiende 
que  las  circunstancias  del  ganado  han  de  ser  sano  y  gordo,  cu^  se 
gradúe  ajuicio  del  reconocedor  que  al  efecto  nombrare  el  Escmo. 
Ayuntamiento  y  bajo  la  mas  estrecha  responsabilidad  de  este  em- 
pleado, pero  la  apertura,  confrontación  de  los  pliegos  y  declarato- 
ria de  mejor  proposición  habrá  de  hacerse  á  presencia  de  los  que  en 
la  hora  señalada  hubiesen,  como  interesados  oeurrido  á  informarse 
del  resultado  de  sus  ofrecimientos. 

Art.  6?  El  ganado  comprometido  por  la  postura  deberá  estar 
en  los  corrales  de  los  respectivos  rastros  cuando  mas  tarde  la  to- 
pera  del  dia  en  que  les  toque  la  vez,  para  su  examen  y  aprobación, 
y  no  se  introducirá  por  ahora  y  hasta  tanto  que  estén  espeditos  los 
nuevos  corrales  mas  reses  que  las  comprometidas,  bien  entendido 
que  no  se  permitirá  la  entrada  de  ninguna  res,  sin  acreditarse  pri- 
mero el  pago  de  los  reales  derechos. 

Art.  T  Si  algunas  reses  se  presentaren  de  desecho  por  enfer- 
mas ó  flacas  á  juicio  del  reconocedor,  el  abastecedor  de  vez  estará 


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—73— 
obligado  á  retirarlas  y  reponerlas  con  otras  en  buen  estado,  dándo- 
sela una  papeleta  por  el  Sr.  Diputado  p^ura  el  uso  que  corresponda. 
Estas  reses  rechazadas,  no  se  podrán  retirar,  hasta  tanto  no  se 
marquen,  raspándoles  la  piel  en  la  parte  que  designe  el  Diputado  á 
fin  de  evitar  se  consuman  antes  de  que  puedan  estimarse  de  recibo, 
cujra  marca  la  hará  el  reconocedor  como  carga  de  su  oficio. 

Art.  8?  Tanto  para  esta  reposición,  si  no  la  verificase  en  el 
momento,  como  por  el  total  número  de  reses  comprometidas,  si  este 
no  se  hubiese  presentado,  abrirá  el  diputado  aUi  mismo  una  postura 
estraordinariaparael  dia  siguiente,  y  la  diferencia  en  el  precio,  si  la 
hubiere  la  abonará  al  postor  que  ha  faltado,  sin  perjuicio  de  pagar 
una  multa  de  50  ps.,  si  la  falta  fuese  por  reses  de  desecho;  y  de 
100  pg.  si  fuese  el  número  total  de  cabezas,  entendiéndose  por  la 
primera  vez,  y  por  la  segunda  será  condenado  ademas  á  no  ser  ad- 
misibles en  lo  adelante  sus  posturas. 

Art.  9?  Fijados  los  precios  de  las  posturas  (que  serán  en  rea- 
les sencillos)  para  las  respectivas  clases  de  carnes,  que  deben  ser 
pesadas  con  hueso  correspondiente,  se  entenderá  que  el  espendio 
por  menor  será  de  cinco  reales  de  aumento  por  arroba  en  las  de 
vaca,  ternera  y  buey,  vendidas  con  la  misma  condición  del  hueso 
correspondiente;  haciéndose  saber  así  al  público  por  medio  de  las 
targetas  que  al  efecto  se  fijarán  en  las  calles  de  los  mercarlos  don* 
de  se  haga  su  espendio.  Repítese  aquí  que  las  licitaciones  respecto 
de  los  bueyes  solo  se  admitirán  hasta  el  número  de  treinta:  siete  rea^ 
les  en  las  de  cerdos  y  carneros,  once  reales  en  la  de  masa  ó  pulpa 
sola  de  las  dos  primeras  clases,  y  diez  reales  en  las  de  las  últimas: 
las  costillas  se  venderán  á  precios  convencionales.  Todas  las  frac- 
ciones en  el  menudeo  que  no  lleguen  á  medio  real  quedarán  á  be- 
neficio del  público.  Para  que  se  llene  el  objeto  de  este  artículo  se 
entiende  que  las  posturas  son  para  el  precio  de  la  carne  beneficiada 
por  mitad  ó  en  cuartos  y  cualesquiera  menudencia  que  tenga  el  ani- 
•Hial  ó  desperdicio  se  venderá  por  separado  á  los  precios  que  se  con- 
vengii.  Como  en  las  manifestaciones  relativas  á  los  bueyes  no  es  po- 
séale, determinar  la  diferencia  del  precio  de  estos  á  la  de  los  toros^ 
antes  de  la  publicación  y  consignación  se  hace  indispensable  que 
en  las  posturas  que  se  hagan  se  esprese  la  oferta  de  matar  los  bue- 
yes á  dos  reales  menos  del  precio  en  que  se  consigue  la  vez  ala  clase 
de  la  de  toros. 

Art  10.     Las  firacciones  que  quedan  á  favor  del  público  ó  con- 

T.  II.— 10. 


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—74— 
sumidívres,  serán  las  que  manifiestan  las  tablas  que  se  fijarán  en  el 
rafitro,  de  las  cuales  tomarán  diariamente  ios  Diputados  de  los  rasF- 
tros  los  precios  que  correspondan  á  la  postura  aprobada  para  formAt 
las  papeletas  que  han  de  pasar  á  los  mercados,  así  como  al  Diario  y 
demás  periódicos  que  lo  soliciten  para  que  se  anuncien  con  aatici-» 
pación,  sin  perjuicio  de  que  se  fijen  en  los  mismos  mercados  por 
cartel  que  formarán  los  Diputados. 

Art.  11.  Los  carniceros  tendrán  balanzas  y  pesos  contrasta- 
dos con  aiToba,  mtdia  arroba,  cuarta  y  octava  de  idem,  como  tam- 
bién de  las  que  tengan  el  número  de  onzas  correspondienttss  al  reaj 
sencillo  según  las  posturas  del  (lia  y  las  tablas  de  que  habla  el  ar-* 
tículo  anterior. 

Art.  12.  Por  la  falta  de  peso  comprobada  en  la  venta  ya  lo$ 
que  vendan  una  clase  de  carne  por  otra  con  perjuicio  del  .público 
impondrá  el  Sr.  Diputado  á  los  carniceros  una  multa  de  8p6.  por 
la  primera  vez,  25  por  la  segunda  y  50  por  la  tercera  con  apercibí- 
Baiento  de  espulsion  de  la  plaza  si  reincidiere,  cuya  pena  tendrá 
efecto  irremisiblemente,  y  en  defecto  de  la  multa,  sufrirá  el  infractor 
uh  dia  de  prisión  por  cada  dos  pesos  de  los  que  debiera  abonar? 
Para  constancia  de  las  faltas,  se  llevará  un  libro  de  multas  que  se 
conservará  en  la  casilla  del  diputado,  foliado  y  rubricado  por  el.  pri- 
mer Regidor  diputado  del  mes  de  Enero. 


Reglamento  de  policía  interior  para  el  servido  de  los  rustres j  aproba- 
•    do  por  el  Escelentísimo  Jh/imtamiento, 

El  que  existey  solo  con  las  adiciones  siguientes, 

Art.  1-  Para  que  no  sea  ilusorio  el  artículo  noveno  en  la  parte 
que  prohibe  la  entrada  en  el  rastro  de  ganados  mayor  en  las  horas 
de  matanzas,  peso  &c.  de  personas  que  no  sean  los  matadores,  duer 
ños  ó  compradores,  se  tendrá  el  mas  escrupuloso  cuidado  potioe 
«eñores  Diputados,  formando  para  los  primeros  una  especie  de  uaa- 
trícula,  fijándose  los  nombres  de  aquellos  empleados  en  una  tablilla 
según  se  acostumbra  hacer,  anotándose  las  variaciones  que  ocurran 
para  el  debido  conocimiento,  para  que  no  se  alegue  ignorancia  y 
para  hacer  efectivas  las  penas  que  se  impongan  á  los  contraventores 
sin  necesidad  de  otra  averiguación. 

Art*  2-     Siendo  necesario  el  nombramiento  de  un  reeonoce- 


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—75— 
dor,  y  que  este  tenga  la  dotación  indispensable  que  lo  ponga  cn 
completa  independencia  de  los  enconmenderos  y  dueños  de  gana- 
do y  le  haga  apreciable  el  destino,  se  le  consigna  la  suma  de  un 
real  fuerte  por  cada  diez  reses  ó  cerdos  que  se  admitan  para  la  ma- 
tanza y  se  beneficien  en  ambos  rastros,  cuya  pensión  pagarán  sus 
dueños  por  ahora. 

Arl.  3^  Las  obligíiciones  de  este  reconocedor  están  determi* 
nadas  en  ambos  reglamentos,  este  y  el  de  abastos;  pero  cumplirá 
ademas  y  con  exactitud  cuantas  órdenes  le  comuniquen  los  señores 
Diputados,  en  la  segura  inteligencia  que  las  consecuencias  de  un 
juicio  errado  serán  de  su  responsabilidad,  mas  si  se  comprobare  á 
propuesta  del  Sr.  Diputado  y  acuerdo  del  Escmo.  Ayuntamiento 
que  por  su  parte  hubiere  dolo,  sin  perjuicio  de  la  responsabilidad 
-personal  y  pecuniaria  en  que.  incurra  será  separado  inmediatamente 
de  su  destino,  pudiendo  el  Sr.  Diputado  suspenderlo  siempre  que 
lo  considere  conveniente  participándolo  al  Escelentísimo  Ayunta- 
miento, nombrando  peritos  que  hagan  sus  vaces  sin  opción  á  recla- 
mar los  derechos  que  aquel  devenga. 

Es  copia  de  sus  originales,  que  certifico  en  virtud  de  lo  acor- 
dado por  el  Escmo.  Ayuntamiento.  Habana  y  Noviembre  diez  de 
mil  ochocientos  cuarenta  y  cinco. — Francisco  de  Castro, 


Secretaría  del  Gobierno  Superior  dvil  de  la  Isla  de  Cuba. — El 
Escmo.  Sr.  Gobernador  Capitán  general  ha  dispuesto,  de  conformi- 
dad con  el  Sr.  Asesor  general  primero,  que  se  dé  publicidad  para 
general  inteligencia  y  exacto  cumplimiento,  á  la  siguiente  Real  Cé- 
dula, por  la  cual  se  declara  á  la  Real  Casa  de  Beneficencia,  pobre 
de  solemnidad,  para  que  como  tal  pueda  usar  del  papel  sellado  cor- 
respondiente en  todos  sus  negocios  y  se  le  administre  justicia  sin 
exigírsele  derechos.  Habana  12  de  Diciembre  de  1845. — Miguel 
María  Paniagua.  ' 

El  Rey. — Por  cuanto  la  Junta  de  Gobierno  de  la  Casa  de  Be- 
neficencia de  la  ciudad  de  la  Habana,  en  la  Isla  de  Cuba,  me  hiio 
presente  por  medio  del  Gobernador  Capitán  general  de  la  misma 
Isla,  que  consistiendo  la  mayor  parte  de  sus  bienes  en  censos  y  deu- 
das atrasadas,  se  necesita  para  recuperarlas  entablar  demanda,  pro- 
cedimientos y  litigios  judiciales  siempre  dispendiosos;  y  pocas  ve- 
ces suficiente  lo  que  se  cobra  á  sufragar  las  costas  y  otros  gastos  in- 
dispensables, siguiéndose  de  ello  un  menoscabo  de  gran  tamaño  á 


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—76— 
dicho  estiiblecimiento,  digno  por  su  instituto.de  mi  soberana  con- 
sideración; y  suplicando  en  consecuencia  se  le  declare  pobre  de 
solemnidad,  para  que  como  tal  pobre  pueda  usar  de  papel  sellado 
correspondiente  en  todos  sus  negocios,  y  se  le  administre  la  justicia 
en  el  propio  concepto  sin  exigirle  ningunos  derechos  los  Jueces, 
Asesores,  Abogados,  Escribanos,  Procuradores  ni  Alguaciles.  Y 
examinada  esta  instancia  en  mi  consejo  de  las  Indias  con  inteligen- 
cia de  lo  informado  en  su  razón  por  la  contaduría  general  y  espues- 
to por  mi  fiscal,  me  hizo  presente  su  dictamen  en  consulta  de  veinte 
y  dos  de  Enero  de  este  año,  y  de  conformidad  con  él,  he  venido  en 
acceder  en  todas  sus  partes  á  la  solicitud  de  la  referida  Junta  de  la 
casa  de  Beneficencia  de  la  Habana,  declarándola  pobre  de  solem- 
nidad, mediante  á  que  las  de  esta  clase  son  y  dependen  de  mi  real 
protección,  y  solo  están  destinadas  para  albergue  de  huérfanas  y 
desvalidas,  subsistiendo  de  la  generosa  piedad  de  los  bienhechores 
que  con  sus  donativos  y  limosnas  contribuyen  á  tan  loable  objeto. 
Por  tanto  mando  al  Gjpbernador  Capitán  General  Presidente  y  oi- 
dores de  mi  Audiencia  de  la  Isla  de  Cuba,  al  Superintendente  (Je- 
neral  y  Junta  Superior  Directiva  de  la  Real  Hacienda,  y  á  todas 
las  demás  autoridades  y  personas  á  quienes  toca  ó  tocar  pueda  la 
ejecución  déla  precedente  mi  soberana  resolución,  la  cumplan  guar- 
den y  ejecuten,  y  hagan  guardar,  cumplir  y  ejecutar,  sin  permitir  se 
contravenga  en  manera  alguna;  que  asi  es  mi  voluntad.  Fecha  en 
.  el  Pardo  á  veinte  y  cinco  de  Febrero  de  mil  ochocientos  veinte  y 
siete. — Yo  el  Rey. — Por  mandado  del  Rey  Nuestro  Señor. — Silves- 
tre Collar. — Se  hallan  cuatro  rúbricas. — Es  copia. — Miguel  María 
Pamagua. 


Obispado  de  la  Habana. — El  Sr.  Gobernador  del  Arzobispado 
úe  Santiago  de  Cuba  ha  tenido  á  bien  nombrar  al  lUmo.  Sr.  Dr. 
D.  Pedro  Mendo,  Obispo  electo  de  Segovia,  Vicario  capitular  Gro- 
l^emador  de  esta  Diócesis;  y  habiendo  aceptado  S.  S.  lUma.  en  la 
.forma  que  se  previene  y  prestado  en  consecuencia  en  manos  de  M.  V. 
^Cabildo  el  juramento  de  estilo  lo  aviso  al  público  para  general  cono- 
cimiento.— Habana  12  de  Diciembre  de  1845. — Dr.  Domingo  de 
Plumas^  secretario. 


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—77— 

Relación  del  Gefe  y  oficiales  que  por  Real  orden  de  22  de  octubre 
ante-próximo  han  sido  promovidos  con  destino  á  los  regimientos 
de  Ivfanteiia  de  este  ejército^  qite  la  misma  espresa. 


Empleos  que  obtenían. 

Mayor  comandante 
del  regimiento  de 
Cantabria 

Teniente  de  la  2í? 
Comp')  de  Mérito.. 

Subteniente  gradua- 
do á^  teniente  del 
regimiento  de  Tar- 
ragona  

Id.  del  déla  Habana — \ 

Subteniente  del  del 
Rey  núm.  1" \ 

Sargento  1"  del  de 
Cuba ^ 

Id.  del  de  España...  \ 

Id.   del  de  Borbon  ) 
núm.    17 \ 

Id.  del  de  la  Albue- 
ra  núm.  26 

Id.  del  de  Asturias 
num.  31 


NOMBRES. 


D.  Francisco  Nadal. 


Empleotf  que  "a  le«  cou- 
Cfdf  II. 


2"  comandante    del 
reí^rir.iií-ntotle  í.cori. 


D.  Andrés  W*  de  Foxá  \    de Tiraclüresdel  de 
i    Isabel -2? 


D.  Rafael  Gómez  del 
Mercado 

D.  Patricio  Pila 

D.  Francisco  Rejón... 

D.  Juan  Rodríguez.      ^ 

D.  José  M^  Espino. 
D.  Matías  Aguado . . . 

D.  Pedro  Torres 

D.  Joaquin  del  Campo 


Teniente  de   la   3^ 
del  mismo. 

Id.  de  la  €.  del  de 

la  üiiion. 
Id.  del  cuadro  de  re- 
emplazos de  laHab'^ 
Subteniente  de  la 
com[)añía  de  Tira- 
dores del  regimiento 
de  Tairagona. 

(  Id.  deiadeCazado- 

\    res  del  df  la  Ilab? 

(  Id.  (le  la  5^  del  de 

)    León. 

(  Id.  d(í  la  6^  de  Can- 

\    tabria. 

Ud.  dela2-^  de  Ga- 

/    licia. 


Igualmente  han  sido  dispensadas  por  S»  M,  las  gracias  siguientes. 

Por  Real  orden  de  20  de  octubre  ultimo  se  concede  la  sargen- 
tía mayor  veterana  del  regimiento  de  Milicias  disciplinadas  de  caba- 
llería de  esta  plaza,  á  D.  Antonio  Casaus,  ayudante  mayor  del  de 
Lanceros  del  Rey. 

Por  otra  de  21  del  mismo,  la  ayudantía  mayor  del  regimiento 
de  caballería,  milicias  disciplinadas  de  dragones  de  Matanzas  á  D. 
Rafael  Hernández  de- Al  va,  teniente  del  espresado  regimiento   de 


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—78— 
Lanceros   del  Rey. — La  3?  á  D.  Juan  López. — La.  K  á  D.  Juan 
'  Manso. — Y  la  T'í  al  alférez  D.  Mariano  An¡e.va. 

Por  otra  de  la  propia  fecha  se  ha  dignado  S.  M.  promover  al 
empleo  de  tenientes  veteranos  del  anunciado  regimiento  Milicias 
de  caballería  de  esta  plaza,  á  D.José  Rubio,  D.  Pascual  Rendija, 
D.  Nicolás  Egido  y  D.  Tomas  Renedo,  sargentos  primeros  vetera- 
nos del  mismo  cuerpo. 

Por  Real  cédula  de  31  de  Agosto  anterior  se  concede  la  cruz 
y  placa  de  Real  y  militar  orden  de  S.  Hermenegildo,  al  capitán  con 
grado  de  comandante  del  regimiento  de  León  D.  José  María 
Solas. 

Por  otras  de  la  misma  fecha,  se  concede  la  cruz  sencilla  de  la 
misma  Real  y  militar  orden  á  los  individuos  siguientes: — Co  ronel  gra- 
duado D.  Francisco  Ruiz  de  Apodaca,  primer  comandante  del  regi- 
miento de  Ñapóles. — A  los  capitanes  del  referido  cuerpo  1).  Millan 
Mesquires  y  D.  José  Antonio  Morugan. — A  los  de  la  Union  D. 
Braulio  Iñiguez,  y  D.  Antonio  Mané. — ^Al  de  Tarragona  graduado 
de  comandante  D,  Manuel  Ziburu. — Al  de  Tarragona  D.  Manuel 
Granados. — Al  del  cuadro  de  reemplazos  D., Francisco  de  Mendo- 
za, y  á  los  tenientes  D.  Juan  Batista  Leiba  del  regimiento  de  Isabel 
2^  y  D.  Vicente  Barrutia  del  de  la  Habana. 

Por  real  orden  de  15  del  mismo  Octubre  se  concede  el  empleo 
de  coronel   de  infantería,  al  teniente  coronel  de  dicha  arma  D. 
•  José  Abreu,  capitán  retirado  del  Real  cuerpo  de  ArtiUeria.  ' 

Por  otra  del  29  se  confiere  empleo  de  coronel  de  Milicias  di/s- 
ciplinadas  de  esta  Isla  á  D.  José  de  la  Pezuela  y  Ceballos. 

Por  otra  del  7  y  30  del  repetido  Octubre  se  nombran  capitán 
del  regimiento  de  Lanceros  del  Rey  á  D.  Antonio  Léiva,  y  teniente 
del  mismo  á  D.  José  Marín,  tenientes  ambos  del  ejército  de  la 
Península. 

Por  otra  del  20  se  concede  mejora  de  retiro  al  coronel  gra- 
du^o  D.    Miguel  Moliner. 

Por  otra  de  igual  fecha  ha  sido  promovido  á  mariscal  2^  del 
re^miento  Lanceros  del  Rey,  el  profesor  de  veterinaria  D.  Francis- 
co Baeza. 

Por  otra  del  29  se  concede  la  cruz  de  Isabel  la  Católica  á  D. 
Doaúngo  Rosain«  2?  ayudante  de  Cirugía  del  Real  Cuerpo  de  in- 
genieros. M 

Por  otra  de  la  antedicha  íech?i  sa  concede  grado  de  subtenien- 


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-79- 
te  de  Milicias  disciplinadas,  al  Maestro  Mayprde  obras  de  fortifica* 
cion  D.  José  Sacramento  de  León. 

Por  otra  del  20  del  mismo  sé  concede  la  jubilación  que  pidió 
el  oficial  l°.de  la  secretaria  de  esta  Capitanía  general  D.  Benigno 
Valdes  Ramírez. 

Por  otra  del  21  se  aprueba  el  nombramiento  que  hizo  estíi 
Capitanía  general  á  favor  del  Sr.  Brigadier  D.  Fulgencio  Salas, 
para  la  Presidencia  de  la  Comisión  Militar  de  esta  Isla. 

Por  otra  de  7  del  mismo,  se  aprueba  el  nombramiento  de  Te- 
niente Gobernador  de  Sagua  la  Grande,  que  hizo  esta  Capitanía  ge- 
neral á  favor  del  Capitán  graduado  de  comandante  D.  Francisco 
Fernandez, 

Por  otra  del  20,  se  aprueba  la  comandancia  del  fuerte  del  Mor* 
rillo  de  Matanzas,  que  confirió  esta  Capitanía  general  ínterinamen^ 
te  al  subteniente  D.  Francisco  Jey 

Y  finalmente,  por  otras  reales  órdenes  de  80  de  setiembre,  14 
y  15  de  octubre  últimos  se  aprueban  lo*  r^ros  que  disfrutaban  pro- 
TÍsionalmente  los  individuos  de  tropas  siguientes* — José  Eusebio 
Lobo. — D.  Ramón  Soumel,  D.  Martin  Arroníl,  y  Manuel  Duran. 
Esteban  Gallardo  y  Antonio  Fonseca. — Carlos  Valdes  y  Ramón 
Gabarda. — ^Habana  14  de  Diciembre  de  1845. — Pedro  Egtebany 
secretario. 


Secretaría  del  Gobierno  superior  civil  de  la  isla  de  CWia.-— De 
orden  del  Escrao.  Sr^  Presidente  Gk)bemador  y  Capitsm  general,  se 
inserta  á  continuación  la  siguiente  Real  resolución.  Habana  17  de 
diciembre  de  1845. — Miguel  María  Paniagua. 

Mimskrio  de  Grada  y  Justicia. — Escmo.  Sr. — ^La  Reina  Ntra. 
Sra.  se  ha  servido  espedir  con  fecha  19  de  setiembre  último  el  ^eal 
decreto  siguiente. — Teniendo  en  consideración  las  razones  que  me 
ha  espuesto  mi  Ministro  de  Gracia  y  Justicia,  conformes  con  ti  pa- 
recer de  la  Sala  de  Gobierno  y  del  Tribunal  Supremo  y  con  \o  pro- 
puesto por  mi  fiscal  del  mismo  tribunal,  sobre  la  conveniencia  de 
prohibir  la  concesión  de  honores  de  toga,  he  venido  en  dt  cretar  lo 
siguiente: 

Artículo  1°    En  lo  sucesivo  no  se  concederá  ninguna  clase  de 
honores  de  la  magistratura. 

2?    Tampoco,  se  hará  ninguna  declalraciott  de  que  los  servicios 


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-80- 
prestados  en  un  destinp  de  judicatura  se  entienden  como  hecbos  en 
Juzgado  de  mayor  graduación. 

3-  Me  reservo  atender  al  mérito  y  premiar  los  buenos  servicios 
de  los  empleados  y  funcionarios  de  la  Administración  de  justicia 
por  los  medios  establecidos  para  las  demás  clases  del  Estado,  ó  por 
los  que  mi  Gobierno  creyere  conveniente  proponerme. 

Dado  en  Palacio  á  19  de  setiembre  de  1845. — Está  rubricado 
de  la  Real  mano. — ^El  ministro  de  Gracia  y  Justicia,  Luis  Mayans. 
Lo  que  de  orden  de  S.  M.  comunicada  por  el  espresado  Sr. 
Ministro,  traslado  á  V.  E.  para  su  conocimiento.  Dios  guarde  á  V. 
E.  muchos  años.  Madrid  16  de  octubre  de  1845. — El  subsecreta- 
rio, Manuel  Ortiz  de  Zúñiga. — Sr.  Gobernador  Capitán  general, 
Presidente  de  la  Real  Audiencia  Pretorial  de  la  Habana. —  Es  co- 
pia.— MiguelJíaría  Patdagua. 


Secretaría  dd  Gobiemo  Superior  civil  de  la  isla  de  Cuba, — ^£1 
Escmo.  Sr.  Presidente  Gobems^or  y  Capitán  general,  ha  diq)uesto 
se  publique  para  los  efectos  convenientes  la  siguiente  Real  orden. 
Habana  17  de  diciembre  de  1845. — J^Gguel  María  Pa/niagua. 

Ministerio  de  Gracia  y  Justicia. — Escmo.  Sr. — ^Para  que  en  el 
uso  de  licencias  temporales  ooncedidas  á  los  dependientes  de  ese 
Ministerio  de  Gracia  y  Justicia  en  Ultramar,  no  se  perjudique  al  ser- 
vicio de  los  Tribunales,  ni  se  desvirtúen  las  razones  que  motivaron 
su  concesión,  se  ha  servido  S.  M.  mandan  1^  Que  toda  licen- 
cia temporal  que  sin  valor  alguno,  siempre  que  el  interesado  no 
haya  comenzado  á  usarla  dentro  de  los  tres  meses  siguientes  al  re- 
cibo de  la  Real  orden  de  su  conceáon:  2?  Que  toda  licencia  tempo- 
ral se  tendrá  por  terminada,  cuando  habiendo  comenzado  á  usada 
el  interesado,  vuelva  á  servir  su  destino  sin  haber  corrido  todo  el 
p^zo  del  Real  permiso.  De  Real  orden  lo  digo  á  V.  E.  para  su  in- 
teligencia, publicación  y  cumplimiento.  —Dios  guarde  á  V.  E.  mu- 
chos anos. — Madrid  15  de  Octubre  de  1845. — Mayans. —  Sr. 
Capitán  general,  Presidente  de  las  Reales  Audiencias  de  la  Ida  de 
Cuba. — Es  copia. — J^fíguel  María  Pardagua. 


Ministerio  de  Grada  y  Justicia. — La  Reina  nuestra  Sdiora  se 
ha  servido  espedir  con  fecha  de  29  de  Julio  último  en  Zaragoza  la 
Real  Cédula  siguiente: — 

"Doña  Isabel  II  por  la  gracia  de  Dios  y  por  la  Constitución 


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—81— 
de  la  Monarquía  española  Reina  de  las  Espafías. — Gobernador   y 
Caphan  general  de  la  isla  de  Cuba,  Presidente  de  la  Ileal  Audien- 
cia pretorial  de  la  Habana  y  de  la  Real  Audiencia  Chancillería  de 
Puerto-Principe:  Dedicado  constantemente  mi  Gobierno  á  introdu- 
cir en  todos   los  ramos  de  la  administración  pública  de  mis  domi- 
nios de  Indias  las  mejoras  que  los  adelantos  de  la  civilización  acon- 
sejan y  el  aumento  de  las  necesidades  de  sus  habitantes  exigeii,  sinr 
alterar  no  obstante  el  espíritu  de  las  sabias  leyes  que  los  rigen,  era 
consiguiente  y  preciso  que  se  ocupase  con  asiduidad  de  la  reforma 
de  los  Juzgados  que  en  el  vasto  territorio  de  esa  irarportante  Isla  de 
Cuba  han  de  administrar  á  sus  leales  habitantes  el  inapreciable  bien 
de  la  justicia  en   primera   instancia,  á  la  manera  que  ya  en  otro 
tiempo  y  con  tan  feliz  éxito  lo  hizo  el  Sr.  Rey  mi  Augusto  Padre 
en  el  rerritorio  de  la  Isla  de  Puerto-Rico,  creando  por  Real  Cédula 
de  Junio  de  raíl  ochocientos  treinta  y  uno  Alcaldes  mayores  que  se 
encargaran  de  la  jurisdicción  ordinaria,  y  á  semejanza  también  de 
las  recientes  y  adaptables  mejoras  que  para  las  Islas  Filipinas  tuve 
Yo  á  bien  resolver  acerca  de  las  Alcaldías  mayores  que  ya  existían 
en  mi  Real  Cédula  de  tres  de  Octubre  de  mil  ochocientos  cuarenta 
y  cuatro.  Las  diversas  circunstancias  de  esa  Isla  exigen  sin  embar- 
go medidas  especiales.  El  corto  numero  de  Jueces  que  en  sus  mu- 
-chos  Juzgados  ordinarios  reúnen  el  carácter  de  letrados,  los  pocos 
que  de  ellos  tienen  mi  Real  nombramiento,  la  multitud  de  Asesore/ 
elegibles  que  son  precisos  para  suplir  el  Tacto  que  dejan  los  jueces 
legos,  la  facultad  ilimitada  de  estos  para  nombrar  un  número  inde- 
terminado de  Asesónos,  las   ccmtínuas  recusaciones  á  que  eSto  da 
ocasión,  y  el  mayor  costo  que   originan  las  actuaciones,  son  otros 
tantos  motivos  que  aconsejan  como  indispensable  y  urgente  la  nue- 
va organización  de  est(«  Juzgados.  A  ello  se  agregan  otros  datos 
que  mi  €JobierDO  tiene  á  la  vista,  y  la  opinioi^  de  la  Sala  de  Indias 
del  Tribunal  Supremo  de  Justici-^.  Si  bien  la  falta  de  la  división  ju- 
dicial de  esta  Isla  es  un  obstáculo  para  que  todos  los  Alcaldes  ordi- 
narios cesen  desde  luego  «íi  la  jurisdicción  contenciosa,  sustituyén- 
doles Jueces  letrados  permanentes  de  Real  nombramiento,  se  haoe 
muy  urgente  que  donde  estos  no  se  hallen  establecidos  ó  se  esta- 
blezcan, haya  Asesores  titulares  con  alguna  estabilidad,  elegidos 
por  la  Autoridad  superior  de  la  Isla  con  la  conveniente  interven- 
ción del  respectivo  Real  Acuerdo,  para  que  sean  los  Asesores  natos 
de  los  Jueces  legos;  por  cuyo  medio,  evitándose  la  continua  amovi- 
T.  IL — 11. 


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—82— 
lidad  de  lo¿  Asesores  y  exigiéndoseles  requisitos  y  garantías,  no 
podrá  menos  de  suplirse  por  ahora  con  buen  éxito  la  falta  de  lo$ 
Jueces  letrados  'jíermanentes,  aá¡  como  me  prometo  que  la  creación 
de  algunas  Alcaldías  mayores  en  las  poblaciortes  donde  notoria- 
mente son  necesarias,  y  las  demás  medidas  que  ahora  se  adoptan, 
han  de  .producir  visibles  mejoras  en  lá  buena  administración'  de  jus^ 
ticia.  A  este  efecto  he  tenido  á  bien  espedir  el  Real  decreto  siguien- 
te: "Teniendo  en  consideración  cuanto  me  ha  hecho  presente  mi 
Ministro  de  Gracia  y  Justicia  en  esposicion  de  este  dia  sobre  la  ne- 
cesidad de  mejorar  la  administración  judicial  en  la  Isla  dé  Cuba 
con  la  creación  da  Alcaldes  mayores  y  Asesores  titulares,  y  la  su- 
presión de  los  juzgados  dfe  los  Alcaldes  ordinarios  en  los  pueblo» 
donde  residen  jueces  letrados,  he  venido,  de  acuerdo  con  el  pare- 
cer de  mí  Consejo  de  Ministros,  en  decretar  lo  siguiente: — Artículo 
primero.— Lo5  tres  Asesores  Tenientes  de  Gobernador  q^e  actual- 
mente residen  en  la  Habana;  los  de  los  gobiernos  de  Santiago  de 
Cuba,  Matanzas,  Fernandina  de  Jagua  y  los  que  Yo  tuviere  á  bien 
nombrar  para  el  de  Trinidad  y  demás  tíe  su  clase  que  se.  créareri, 
tomarán  en  k)  sucesivo  el  título  de  Alcaldes  mayof es.— Artículo  se- 
gundo.— Con  ¡guales  atribuciones  que  las  que  boy  egercen.  los 
Asesores  Tenientes  Gobernadores,  se  aumentarán  dos  Alcaldías 
mayores  en  la  Habana,  una  en  Santiago  de  Cuba  y  otra  en  Matanr 
*  zas.  —  \rt5culo  tercero. — Cesarán  én  el  desempeño  de  la  jurisdio- 
eton  ordinaria  todos  los  Alcaldes  de  primera  y  segunda  elección  én 
los  pueblos  que  tengan  ó  en  lo  sucesivo  tuvieren  Alcalde  mayor 
letrado,  quedando  reducidas  las  facultades  de  dichos  Alcaldes  or- 
dinarios, en  cuanto  al  ramo  de  justicia,  á  celebrar  juicios  de  paz, 
verbales  hasta  la  cantidad  de  50  pesos  fuertes  y  á  la  instrucción  de 
diligencias  en  los  mismos  términos  que  lo  hacen  los  Capitanes  de 
partido. — Artículo  Quarto. — En  los  pueblos  donde  hul)¡ere  dos  ó 
mas  Alcaldes  mayores  se  suplirán  mutuamente  en  los  bsaoa  dé  au- 
sencia, enfermedad  ú  otro  impedimento. — ^Artículo  quinto. — Para 
ser  Alcalde  mayor  en  la  Isla  de  Cuba  se  requiere,  ademas  de  lo 
prevenido  en  las  leyes  de  Indias,  acreditar  ejercicio  de  la  abogkcía 
en  los  Rribunales  durante  seis  años,  6  servicio  de  prometería  por 
cuatro,  ó  de  tres  en  judicatura,  asesoría  titular,  agencia  ó  abogacía 
fiscal,  rehitoría  de  Audiencia,  cátedra  en  propiedad,  ó  bfebei-  des- 
empeñado por  igual  tiempo  algún  otro  cargó  de  jufitícia  ó  del  Minis- 
terio del  ramo. — ^Artículo  sesto. — Para  el  ejercicio  délajurisdidcion 


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—83— 
ordinaria  de  los*  Gobernado res-político-militares,  de  los.  Teniente» 
Gobernadores  y  de  los  Alcaldes  en  los  pueblos  donde  no  haya  Al- 
calde mayor  letrado  se  nombrarán  Asesores  titulares  letrados,  cuyo 
cargQ  durará  tres  anas. — ^Articulo  séptimo.— Estos  nombramientos 
los  hará  el  Capitán  general  de  la  Isk  de  Cuba  á  propuesta  en  tern^ 
del  Real  Acuerdo  de  la  Audiencia  respectiva» — ^Articulo  octavo.— 
Los  Asesores  titulares  no  podrán  ser  recusados  sino  en  los  cpsos  y 
forma  que  previenen  las  leyep  resjiecto  de  los  Jueces  letrados. — 
-  Articulo  noveno. — Para  obtener  una  Asesoría  titular  se  requiere  ade- 
mas de  lo  que  previenen  laí  leyes  de  Indias,  haber  ejercido  la  abo- 
gacía en  los  Tribunales  del  Reino  por  tres  años  cuando  pnénos,  ó 
desempeñado. por  dos  alguno  de  los  cargos  que  se  citan  en  el  artí- 
culo quinto. — Artícido  diez. — Lps  Alcaldes  mayores  y  lo^  Aseso- 
res titulares  se  arreglarán .'H  laJey  8*  "tit*  16,  libro  11  de  la  Novísi- 
ma Recopilación,  que  prohibe  motivar  los  autos  y  sentencias^  judi- 
ciales.—Artículo  once.— Los  Alcakles  piayores  no  percjibirán  jiip- 
guna  clase  de  derechos  ó  ^laolumentos  como  Asesores  de  los  Go- 
bernadores ni  como  Jueces  ordinarios,,  ^ino  .un  aneldo  íyo  que  será 
de  5000  pesos  fuertes  los.  de  la  Habana^  4000  los  de  Matanzas  y 
Santiago  de  Cuba,  y  3000  los  de  Ferna^dÍAa  de  Jagua  y  Trinidad. 
Sin  embargo,  continuarán  devengándose  los  d^r^cho^  délos  jueces 
con  arreglo  á  arancel,  los  cuaks  se  cobrarán  por,  la  Real  Hacienda 
del  mismo  modo  que  hoy  se  recauda  el  4  por  100  de  í^ostas  ó  de  la 
manera  que  en  adelante  se  establezca. — Ají^c^O  doce. — Los  Ase- 
sores titulares  no  gozarán  sueldo,  sino  solamente  los  derechos  de 
arancel.— rArtículo  trece.-t-El  Gobernador  Capitán  ijeneral,  Presi- 
dente de  las  Reales  Audiencias  de  Cuba,  cumplirá  y  hará  cumplir 
en  todas  sus  parfces  el  presente  Real  decreto,  y  oyendo  el. parecer  de 
ambos  Tribunales,  resolverá  por  sí  las  duda^ques  pueda  ofrecer  su  eje- 
ouc'ion,  sobre  I^  cual  mé  informará  á  su  tiempo  con  copia  de  tpdo  lo 
obrado  en  esta  materia. — Artículo  catorce. — ^El  mismo  Capitán,  ge- 
neral y  el  Regente  déla  Real  Audiencia  Pretorial  de  la  Habana,  reu- 
nidos con  el  Superintendente  Subdelegado  de  la  Hacienda  publica, 
formarán  una  Junta  que,  tomando  en  pou^ider^cion  las  consult?^  (^e 
las  Reales  Audiencias  de  la  Habana  y  Puerto-Príncipe,  el,  dictamen 
de  personas  de  ilustración  y  cejo  por  el  bien  del  pais  y  los  anteqeden- 
tes  que  existan  sobre  partidos  judiciales,  estienda,  y  con  infornqq  reini- 
ta para  mi  Soberana  resolución,  el  proyecto  de  división  territqrial  pa- 
ra la  administración  de  justicia  en  primera  instancia,  formu^a.do,j)r^n- 


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—84— 
ripalmente  sobre  las  bases  que  signen:  Primera. — División  ile  tmlo 
el  t^íiTÍtorio  en  Alcaldias  mayores,  procurando,  en  cuanto  sea  posi- 
ble, que  corresponda  con  la  eclesiáística,  militar  y  de  Hacienda.-Se- 
gunda.-Atribuciones  de  las  Alcaldias  mayores  en  los  distintos  ramos 
de  la  administración  pública.-Ttrcera.-Su  clasificación  por  el  orden 
de  entrada,  ascenso  y  término,  segtm  su  respectiva  importancia  y 
trabajo.-Cuarta.-Planta  de  los  Jusígados  con  los  oficios  correspon- 
dientes á  cada  alcaldía  mayor  segutí  ^  clase.-Quinta. -Sueldos  fi- 
jos de  los  alcaldes  mayores--Sesta.-UtiKdad  é  inconveniente  dt  do- 
tar con^sueldos  fijos  6  con  derechos  de  actuación  y  diligencias  á  los 
dependientes  de  los  Ju^gados.-Sétima. -Fondos  que  deberán  cu- 
brir los  sueldos  que  sefíale  el  proyecto.-Octava.  Providencias  que 
convendrán  para  remedio  de  los  abusos  qiie  se  obser^^n  en  la  prác- 
tica de  los  actuales  juzgados.-Dado  en  Zaragoza  á  24  de  Julio  de 
1845.-Está  rubricado  de  mi  Real  raano.-EI  ministro  de  Gracia  y 
Justicia,  Luis  Mayans."  Y  para  que  lo  contenido  en  el  Real  decre- 
to inserto  tenga  puntual  cumplimiento,  hé  resuelto  ef?pedir  la  pre- 
sente mi  Real  Cédula,  por  la  cual  os  encargo  y  mando  que  la  guar- 
déis y  hagáis  guardar  y  cumplir,  á  cuyo  efecto  dispondréis  que  se 
publique  y  circule  á  quien  corresponda:  ^ue  asi  conviene  al  mejor 
servicio  publico,  y  es  mi  Real  voluntad.  Dada  en  Zaragoza  á  vein- 
te y  nueve  de  julio  de  mil  ochocientos  cuarenta  y  cinco. — YO  LA 
REINA.— Está  rubricado  de  la  Real  mano.-El  Ministro  de  Gracia 
y  Justicia,  Luis  Mayans. 

Decreto,- — Cf)ufbrmándome  con  !o  que  wie  ha  cons\iltado  la 
Real  Audiencia  Pretorial,  hé  resuelto  que  desdé  el  dia  V  del  año 
próximo  de  1846  tenga  puntúa'  cumplimiento  la  Real  Cédula  de  29 
de  Julio  último,  por  la  cual  S.  M.  la  Reina  se  ha  dignado  mandar 
cesen  los  Alcaldes  ordinarios  en  el  egercicio  de  la  jurisdicción  con- 
tenciosa. En  su  consecuencia,  las  causas  que  en  esta  capital  se  ha- 
llen radicadas  en  los  respectivos  juzgados  de  primera  y  segunda 
'  elección,  pasarán  al  del  Alcalde  mayor  D.  Ramón  Padilla,  quien  las 
continuará  hasta  la  llegada  del  de  igual  c]a»e  D.  Máximo  Cánovas 
en  cuyo  caso  este  Magistrado  se  hará  cargo  de  las  que  cursaban  an- 
te el  Alcalde  segundo;  siguiendo  D.  Ramón  Padilla  en  laoontimia- 
cion  de  las  que  pendían  en  la  primera  Alcaldía;  en  el  concepto  de 
que  para  el  mejor  despacho  de  los  negocios  de  cuakprier  clase  que 
ocurran,  se  considerará  la  ciudad  y  sits  estramuros  dividida.en  cin- 


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—So- 
co cuarteles,  á  cargo  cadu  uno  de  un  Alcalde  Mayor,  componiéndo- 
se cada  cuartel  de  los  barrios  que  se  espresarán. 

En  la  ciudad  de  Matanzas  y  demás  poblaciones  de  esta  Isla, 
pertenecientes  al  distrito  de  la  misma  Audiencia  Pretorial,  y  com- 
prendidas en  las  disposiciones  de  dicha  Real  Cédula,  respecto  al 
nombramiento  de  asesores  titulares,  se  pondrá  en  práctica  tan  luego 
como  aquella  elección  tenga  lugar,  que  comunicaré  oportunamente 
á  quienes  corresponda. 

Con  relación  al  distrito  de  la  Audiencia  de  Puerto  Príncipe  dis- 
pondré lo  convenienre  así  que  evacué  aquel  Superior  Tribunal  el 
voto  consultivo  que  á  su  tiempo  le  he  pedido. — Habana  17  de  Di- 
ciembre (\,e  1845.— 0-jDon7i«//. 

Designación  de  los  cinco  cuarteles  mi  que  se  divide  la  ciudad  de  la  Ha- 
bana y  siis  estramuros. 
Gü ahtki.es.  Barrios.  Alcaloks  Mavuuks. 


1?. 


Santo  An^el 

San  Telrao 

San  Juan  de  Dios. 

La  Fuerza 

Gobierno 


V  Sr.  D.  Blas  Oses. 


\ 


Sr.  D.  Fcrnaiido  O-ReiHy. 


3?. 


Síuito  Domingo. 

San  Francisco . . 

^  San  Felipe 

'  AÍonserrate 

Santa  Teresa.  • . 

Ursulinas 

Santa  Clara .... 

Espíritu-Santo.. 

Belén 

San  Isidro 

Paula 

Colon 

.  San  Lázaro (c«    t\    i     -   k 

<  n  -  ^  S  Sr.  D.  José  Armero. 

)  Penalver j 

[  S.  Antonio  Chiquito,  j 

Guadalupe  . 


4? {  Jesús  Mixría >  Sr.  D.  Ramón  Padilla. 

Chavez 

Horcón 

5^ . .' í  Cerro 

Jesús  del  Monte 

Habana  17  dé  diciembre  tic  1845.-.3%wc/  María  Puniaíxua. 


Sr.  D.  Máxima  Cánovas. 


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—86- 

Serretaría  del  Gob4prn'>  S«iptrior  Civil  de  la  IslVdeCaba. — ^El  Eterno.  Sr. 
Gohernaiior  y  Capitán  general  ha  resuelto  ^alir  boy  de  esta  capital  con  objeto  d« 
recorrer  varios  puntos  de  la  Isla,  encargando  durante  su  ausencia  de  ftitíbos  tnihi- 
dos  político  y  militar  al  f>cino.  ár  D  Vicente  de  Castro,  tnqHBoalde  Caiéposub- 
.inspector  general  del  egército  Y  para  cnnociniienio  de  quien  corresponda  y  a  los 
efectos  convenientes  se  anuncia  al  público.  Habana  18  de  Diciembre  de  ÍM^,*— 
Miguel  Mari;;  Paniagua.  — — -  ^ 

Secretaria  del  (lobiemo  superior  civil  de  la  isla  de  Cuba  —Con  objeto  de  rte- 
mcdíar  los  perjuicios  que  ocasionan  varios  dueños  de  estublecimientofir  |l6<iücda, 
principaloiente  á  la*  clases  de  la  población  menos  acomodada,  rei>Msando  adoiitirlaa 
rooiie<ÍHs  de  plata  fuertes,  cuando  no  están  bien  perceptibles  sus  columnas,  ha  re- 
suelto el  Escmo.  ár.  Gobernador  Capitán  general  q»^  en  lo  soceBivo.se  renibtn 
dichas  monadas  h\n  óbice  ni  restricción  alguna  por  su  legitimo  valor,  á  ha  ser  qae 
se  halfen  complctiimeriie  estinguidas  las  referidas  columnas:  en  inteligencia  que 
Re  tomará  la  mas  sería  deterioinacrou  contra  el  infractor  de  erta  medida,  Y  para 
qi|ie  nndie  pueda  aie^.ir  ignorancia,  ha  dispuesto  asimismo  S.  E.  so  inserte  ^n 
tres  números  sucesivos  del  Diario  dé  esta  ciudad. — Habana  16  de  Diciembre  de 
>845 — Miguel  María  Píiniagua.  ■  • 

Secretaria  del  (robierno  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuba. — Él  Escmo.  Señor 
'Pi'esiHente  Gobernador  ^  Capitán  General  b<i  cUspuestii,  que  todo  iodividao  40^ 
se  ejercite  eu  expender  pan  por  las  calles,  se  provea  en  lo  sucesivo  de  la  corres- 
pondiente 1  c^^ncta  conforme  se  previene  en  el  articulo  9*3  del  bando  dé  goberna- 
cim)  y  policía,  qiredundo  sujeto  á  la  multa  de  50  pesos  que  senal-i  «I  ^tsm^i^el 
que  carezca  de  aquel  requisito,  y  con  objeto  de  que  no  se  alegue  ignorancia  ha 
ordenado  asiuDsmo  S  E.  s'i  inserte  en  el  Diario  de  esta  ciudad  para  conocimiento 
de  aquellos  á  quienes  comprenda.  Habana  17  de  Üieierábre  de  1845. — Miguel 
Marit  Puniagua.  ■ 

Superintendencia  general  lelegada  de  Real  Hacienda  de  la  Isla  de  Coba. — 
Por  el  iVl misterio  de  Rsiaílo  y  *lel  Despacho  de  Marina,  Comercio  y  Gobernación 
de  Ultramar,  se  h'i  doiniinií' ido  con  fbcha  del  16  de  Setiembre  último,  al  Ksomo. 
Sr.  Intendente  de  egérciio  Superiniendente  general  delegado'de'  tleaí'  HacíeiUa 
en  esta  Ish,  los  nombramientos  quo  8.  M  la  Keina  (Cl-  D.  G  )  se  ha  servido  hacer 
para  constituir  el  Real  Tribuniil  Je  Comercio  do  esta  plíiza,  en  el  inmediato  ano, 
y  son  para  Prior  el  Sr  L),  Luis  Mariét^gui.  para  Cólisules  1  p  y  2®  los  Sres. 
D.  Jo:iquin  Vignier.  y  D.  Licio  deAdaro;  y  p^ni  1  p  "4?  3®  y  4?  Cónsules  sus- 
titutos los  Sres.  D.  Carlos  Crnzat  D.  Manuel  áe  Cariaga,  D  Jorge  de  ürtétegui 
f  IL  Alejandro  VIorales;  pero  hallándose  ausente  D.  Luis  Vfbriátegui.  y  ha^'iéndo 
'allocido  D-  Joaquín  Vigiiier.  solo  han  prestado  el  juramento  que  previene  el 
Código  de  Comercio  los  «lemas  Sres.  relacionadas. 

Lo  que  se  anuncia  de  orden  del  espre^ado  Kscmo.  Sr.  Superintendente,  para 
|;en«ral  inteligencitt'-^U^bana  19  dé  Diciembre  de  1845. — Joaquín  Campuzano. 


I 


í 


SALA  CAPITULAR. — En  cabildo  ordinario  celebrado  el  dia  de  la  fecha,  par- 
ticipé al  Esícmo,  Ayunt:imiento  un  auto  proveído  por  el  Escmo.  Sr.  Presidente 
tiohernador  superior  civil,  con  consulta  del  Sr.  asesor  general  segundo  en  17,  del 
comente  en  ^ue  se  sirve  S-  E  declarar,  que  el  Sr.  D  Santiago  Camilo  Ponce  de 
León,  capitán  de  navio  retirado  de  la  Real  Armada,  está  espedito  para  entrar  en 
el  goce  y  posesión  del  tltu'.o  de  Castilla  con  la  uenominacion  de  Conde  de  Casa 
Ponce  de  León  y  MarotO'y  sn  vinculación,  que  ha  ob'enido  enjuicio  contradictorio 
»or  sentencia-*  de  la  Real  Audiencia  Pretorial  de  esta  ciudad  y  del  Supremo  Tri- 
iinai  de  Justicia,  habiendo  dicho  Sr.  satisfecho- el  Real  derecho  de  media  a n nata 
y  diez  y  ocho  por  cien  o  de  cí^iduccion  á  España  que  le  corresponde  por  la  suce- 
sión en  llujea  transversal,  debiendo  eu  consecuencia  gozai"  de  todas  las  houraa, 
preeminencias  y  prerogativas  de  quo  gozaron  sus  antecNisores,  según  elReaf  di- 
ploma de  la  fundación  de  este  titulo;  de  cuya  participación  qipedó enterado  el  Escmo 
Ayuntamiento  a  los  efectos  consiguientes,  acordando  qqe  por  los  Sros.  Regidores 
Conpisarios  se  haga  á  dicho  Sr.  Conde  él  cumplido  de  estilo,  el  dia  y  hora  que  con- 
vengan. Habana  19  de  Diciembre  de  1845  — Francisco  de  Castro. 

«■«^■■■^  * 

JUNTA  SUPERIOR  DEISANIDAD  DC  LAI3LA  r'ApVtJ^^'^qpor  S.  M. 
(Q.  D.  G.)  tfte  Gebierno  Superior  Civil  pam  que  tn  eíease  de  conionnidad  |6 


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Ei 


—87— 

conocida  conveniencia  puffiesa  poner  en  ejecuc'on  el  phoEeni^rnl  de  Sanidad  pro- 

EucMto  para  esta  I>la  Mi/jaJfi&(K)ifícacion64  hecha«'p¿¿Í4  Suprema  del  Reino,  y 
Abá^n<l^8e.en,#U,coii8^aeQcia  puesioen  práctica  pardal  y  suces^if^Aineate  mucbfd 
de  ittadiápiosiciuues  coüiprendidus  en  aquel,  ha  llagado  su  vez  a}  niievu  dereclio  tri- 
nitario, que  debe  cobrarse  Á  todo  buque  tuercante  do  travenluque  entre  enciiHlqui«  r 
iiertó  bubiJitado.de  la  misma  Isla,  y  cuyo  derecho  no  será  ñjo  é  invariable  como  lo 
á  sido  iTasta  ahora,  ¿ino  arreglado  á  bnnderu,y  proporcional  al  arqueo  fiel  buque; 
debiendo  desde  luego  inodifícarae  como  lo  tiene  pedido  la  Junta  Supenor  de  Sa- 
nielad  de  la  Jüla.ñ't  ai  calH)  d«  un  nño  t^  echare  de  vor  quo  au  rtmdimfeiito  supera 
con  eaceso  á  los  precisos  gastos  de  su  rumo. 

-Gn  cnoiph^MieiiUopueA  de  la  voUn^tid  Soberana,  y  conforme  á  lo  dispuesto  por 
e«te  Gobierno  Superior  Civil  en  decreto  de  17  del  presente,  consultado  por  el  Sr. 
Asesor  general  .segundo,  se  cobrará  por  derecho  de  visita  óe.  entrad.i,  dei«de  prime- 
ro del  año  entrante  en  este  puerto  y  el  de  Matanzas  un  sesto  de  real  por  cada  to 
nelada  que  mida  el  biiqvie  siendo  nacional:  y  nu  tercio  de  real  por  cada  una  de  Ua 
mÍ!<ma8,  krendo  e^trongero.  En  cuya  virtud  y  mediante  la  aostitucion  de  este  aroitrio 
cesa  el  de  los  do^  pesos  que  lianta  aquise  han  pagado  por  vis^ita  de  entrfida:  advir* 
tSéAdn^e  que  el-menrcionndo  derecho  no  sh  abonará  pi«r  tos  bilqnefl  de  IraVesin, 
según  lo  acordado  por  la  referida  Junta  Superior  de  Sanidad  en  sesión  de  oatii  feh 
cha,  m%^  que  en  el  primer  pnorto  de  la  L-lt  en  qub  entraren;  quedando  por  consi- 
guíente  eaentos  de. otro  ouovo  abono  on  todo:^  los  demás  de  la  mittma  que  durante 
«s«  \iéi}9,  le^/orrierer^ 

Lo  que  se  anuncia  al  p6blico  para  conocimiento  del  Comercio  y  demás  á  quie- 
nes cocre;!ponda.  Habana  y  Diciembre  2^  de  1845.  P  A.  D  E.  G  S,  C.-r El  ge- 
neral ^,^.  Cabo  ^T- Vicente  do  Castro. — Ang«l  J.  Qowley,  vocal  secretario. 

JUNTA  MUNICIPAL  DE  ESTA  CIUDAD— D  Lnia  Caballero  continúa 
en  etarrendatnrehto  dnl  arbitrio  de  un  peso  tnensal  que  se  cobra  á  Cada  vende- 
dor ambulante  de  efeetos'de  lujay  comodidad,  y  porcada  caballo  de  nial^tja  que 
entra  al  consumo  en  esta  ciudad  y  estramuros,  por  virtud  de  nnber  oelebradf»  nuer 
va  contimta  por  dos  años  que  empezarán  á  correr  y  obntai^  desde  el  1  f  de  lane- 
ro del  prÓKÍnio.  de  lÜiQ,  bajo  las  condieiones  qv«  lo  b^  tenido  eu  d  presente,  con 
las  agregaciones  siguientes; — Eq  Quanto  á  vendedori^íi  atiHb¡ulante«?;  que  tos  aepeix- 
dientes  de  esiabkcimiefitoa  cuando  salgan  á  vender  fuera  íoseferios  de  los  rnÍ6mu>\ 
deben  pagar  §1  arbitfio,  á  menos  que  no  los  lleven  por  encargo  especial  de  algu- 
ivi  persqjví,  en  cuyo,  casó  deberán  ir  acompañado  del  criado  ó  mensagero  conque 
loa  inanae  pedir:  que  no  se  cobrará  el  arbitrio  á  las  mugere.s  ú  hombres  que  dedi- 
cados  al  tejido  de  sombreros  de  pnja,  vendan  por  sí  6  por  otros  aquellas  obraK 
ni  á  los  nebros  esclavos  que  en  los  dias  festivos  con  licencia  de  sus  dueños,  se 
emplean  en  los  mercados  y  calles  en  el  espendio  de  mesas,  tinas,  bateas  y  otraa 
obras  ordmariai  de  madera,  como  también  canastas,  jabas,  encobas  y  otrHS  manu- 
facturas de  paja;'  pero  si  lo  verificasen  en  días  hábiJ«s  6  de  trabajo.  ^eda,i^ -sujetos 
al  pago  del  arbitrio  Los  demás  vendedores  lo  pagarán  según  la  dustfícacion  que 
ya  se  ha  publicado  y  rige  actaalmente.  En  las  nialojas  pagaran  (odas  las  que  se 
conduzcan  por  el  camino  de  hierro,  sin  hacer  distinción  de  las  quesean  para  con- 
sumo publico,  particular  ó  de  algún  tren  de  especulación;  y  los  malojeros  y  ven- 
dedores llevarán  siempre  su  correspondiente  matriciita.  las  cuales  eu  el  Caso  ák 
que  se  les  mojen  6  extravíen,  les  serán  dados  de  nuevo  por  el  rematador  sin  abo- 
nar derecho  alguno. — Lo  que  se  hace  notorio  h\  páblico  pan  su  inteligencia  y  go- 
bierno, en  vlrtiid  de  lo  dispuesto  por  la  Junta  Municipal.  Habana  y  Diciembre  22 
de   1845. — Francisco  de  Castro.  .'  ■  í 

Secretarla  del  Gobierno  Superior  civil  déla  Isla  de  Cbbn  —  Precedidas ías  for- 
malidades  dispuestas  en  la  Real  Cédula  relativa  á  ihv«ntolv  artislicos,  ha  tenido  á  ' 
bien  el  Escmo  Sr,  Presidente- Gobernador  y  Capitán  general,  espedir  la  corres- 
pondiente por  cinco  añosa  D.  José  Caueh  y  1>  J(»s^  Soler  vecii^oa  de  esta  ^iudad, 
pfim  el  uso  da  finos  ^rreloofs  que  han  inventado  de  dos  y  cuatro  ruedas,  log 
cuales  con  una  sola  bestia  pueden  conducir  el  duplo  déla  carga, que  resisten  los  de- 
dicados actualipente  al  tranco  í*e  esta  ciudad;  en  concepto  de  que  esta  gracia'  es  Jr 
se  entiende  sin  perjuicio  de  tercero,  en  ól'caso  de  que  este  prnebe  éu  los  tribunales 
éatablftcidps,  ser  falsos  los  duttis  en  que  se  apoyó  el  interesado  para  conseguirla; 
disponiendo  íguiítménle  V.  É.  *e  anuncia  al  pübhco  paratiu  conocHniento.-^Httba- 
na  24 de  Diciembrada  iíí  i5.— |*.  A.  D.  S.  S.— Manuel  d«  Medina.  • 


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88 

CEMENTERIO  GENURAL.     . 

Rclurion  ohltuaiia  de  esta  ciicdad  y  siJjurbioi  en  iiciembrede  1845. 

Kn  diciüMibre  se   ban  enterrado,  b'auces.  .  .  .  «  . j7i 

De  color 170 

TOTAL 341 

Entre  los  primeros  designamos  los  siguientes  cadáveres  como 
personas  conocidas  y  notables. 

Dia  1? — ^D.'  Dolores  Alvarcz,  vecina  de  la  parroquia  del  Espíritu  Sto. 

Día 3. — Di  María  de  los  Dolores  González  Larrina^a,  natural  de 
esta  ciudad,  casada,  de  31  años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Santo  Cristo. 
gJp^Ocujpa  el  nicho  núm.  75. 

Id. — Pbro.  D.  José  María  Fernandez,  natural  de  Andalucía,  veci- 
no de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Dia  4. — D.  José  Gómez,  natural  de  esta,  soltero,  de  23  anos,  vecino 
á^  la  parroquial  mayor. 
Dia  5.— D.  M.  de  Albo,  natural  de  esta,  de  10  años,  vecino  del  E.  Sto. 

Id. — D.  Francisco  Andrade,  casado,  vecino  de  Guadalupe. 

Dia  6. — D.  José  Busch  y  Mandri,  natural  de  Cataluña,  soltero,  de 
49  alos,  vecino  de  Guadalupe. 
Dia  7. — D.  José  M?  Gómez,  vecino  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 
Dia  8. — D?  Luisa  Diago,  natural  de  esta,  viuda,  vecina  del  E.  Santo.    . 
Dia9—D?  OlallaMons,  nat  de  esta,  viuda,  de64  aüos,  vecina  de  J.  Mí 
Id. — D.  J.  Salinas,  nat.  deesta,solt?de21  auos,  vecino  de  Guadalupe. 

Dia  12. — D.  Juan  Falandrí,  natural  de  Liorna,  soltero,  de  53  años, 
vecino  de  la  Parroquial  Mayor. 

Dia  13. — D?  M^  del  R.  Valdes,  natural  de  esta,  casada,  vecina  de  J.  M? 

Id. — D.  Francisco  Calves,  natural  de  esta,  soltero,  vecino  del  Es* 
pírítu  Santo.  JMf*Ha  ocupado  el  nicho  núm.  76. 

Dia  14. — DT^Maria  Gertrudis  de  Arenas,  natural  de  esta,  soltera, 
vecina  del  Monf^^rrate.  WgTliñ  ocupado  el  nicho  núm.  79. 

Dia  15. — D.  Nicolás  García  de  Tejada,  natural  de  Veracruz,  casa- 
do, de  70  auos,  vecino  de  la  Parrocjuial  Mayor. 

Dia  17 — D.  Manuel  Machín,  capitán  de  Milicias,  nat.  de  esta,  casado, 
de  40aiíü8,  vecino  del  Santo  Ángel. MT^Ha  ocupado  el  nicho  n?  77. 
Id. — D?  M*  Teresa  Herrera,  nat  de  esta,  de  11  aaos,  vecina  de  J.MT 

Dia  18.— -D^osé  Pérez  del  Valle,  soltero,  del  comercio,  vecino  del 
Monserrate. BBr*Ha ocupado  el  nicho  núm.  80. 

Dia  20. — I^í  Josefa  Valdes,  vecina  del  Monserrate. 

Id. — D7  Rosa  Saez^ natural  de  Matanzas,  soltera,  de  18  años,  ve- 
cina de  Guadalupe.  JJT'Ha  ocupado  el  nicho  nurh.  83. 

Dia  21. — Sr.  D.  Antonio  Vázquez,  coronel  de  infantería,  natural  de 
Galicia,  vecino  del  Monserrate.  JB^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  82. 

Dta22j — D.  José  deJesus  Ramírez  Gallo,  cadete  de  infantería,  na- 
tural Hfí  osta,  soltero,  vecino  del  Espíritu  Santo. 

Dia  23. — D.  Pedro  Duran,  soltero,  vecino  del  Espíritu  Santo. 

Día  26.— D*  Dolores  de  Rosas,  vecina  del  Monserrate. 

Dia  27. — M..ThomasB.  Ruttlbrd,  natural  de  los  Estados-Unidos, 
soltero,  de  20  años,  vecino  de  Jesús  María. 

Dia  29. — D.  José  Mate,  natural  del  Puerto  de  Santa  Mana,  casado, 
de  70  afios,  vecino  del  Santo  Ángel. 

Id. — í).  Federico  Orúe,  natural  de  esta,  soltero,  de  18  años,  veci- 
no de  la  Parroquial  Mayor. 

Pia  30.-^D.  José  Domingo  Esteban  Boloiía,  natural  de  esta,  solte- 
ro, de  40  anos,  veciiu)  del  Santo  Cristo. 

Dia  28.— CORO  DE  ANGELES.— D?  Josefa  Cbaplo,  pár\'ula,  ve- 
cina de  Jesús  María.MT^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  140. 


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FEBRERO  DE  1846. 

OntUn/eW  o.=©atieaa  2»*= Joiti^  II. 


Cuantos  escritos  se  inserten  en  esta  obra,  serán  de  interés  perma- 
nente que  no  espiren  con  las  pasageras  y  Bccidentales  circunstancias 
de  la  época  de  su  publicación» 


y 

Advertencia  del  redactoe. 


Jí os  ha  causado  un  verdadero  placer  la  lectura  de  este  artí- 
culo, pues  ademas  del  buen  lenguage  con  que  está  escrito^  reúne 
las  noticias  mas  verdaderas  que  existen  acerca  de  aquellos  desgra-. 
ciados  amantes.  Únicamente  es  de  sentirse  que  el  apreciable  autor 
de  estos  apuntes  no  haya  tenido  proporción  de  consultar  las  inves- 
tigaciones que  sobre  el  mismo  acontecimiento  hizo  con  esquisita  di- 
ligencia el  erudito  D.  J.  Ruiz  de  Lastanosa.  Este  escritor  como  tan 
interesado  en  la  confirmación  de  los  helios  que  podían  aumentar  la 
celebridad  de  Teruel,  su  patria,  llegó  á  adquirir  dos  documentos 
pertenecientes  á  la  casa  de  Salazar,  que  prueban  hasta  la  evidencia 
la  verdad  fundamental  de  la  historia  de  los  amantes.  Uno  de  aque- 
llos documentos  contiene  la  relación  de  los  individuos  que  compusie- 
ron la  mesnada  de  Rodrigo  de  Sandoval  contra  moroSy  el  año  de  1214 

T.  II.— 12. 


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y  al  nombrar  á  Juan  Martines^  de  MardíBa,  el  aiilor  (1^  esta  relación 
añadió  por  nota:  estefalleaó  de  amores  de  la  Segura,  El  otro  docu- 
mento contiene  una  relación  de  aniversarios  y  obras-pias,  fundadas 
en  la  iglesia  parroquial  de  S.  Pedro  dé  Teruel,  y  en  éVaparece  la 
dotación  que  hizo  Rodrigo  de  Azágra  en  1218  para  preces  por  las 
almas  de  Isabel  de  Segura  y  de  Juan  de  Marcilla,  que  se  finaron  en. 
esta  cibdat  (Teruel)  de  mala  muerte. 

Semejantes  pruebas  bastan  para  desvanecer  cualquiera  duda 
que  pudiera  susdtarse,  aun  acerca  de  la  existencia  de  los  amantes 
de  Teruel  y  para  perpetuar  en  ellos  el  modelo  del  verdadero  amor. 


Los  atoores  de  D.  Diego  Juan  Martínez  de  Marcilla,  y  de  Do- 
ña Isabel  de  Segura,  conocidos  comunmente  por  los  Amantes  de 
Teruel,  han  logrado  en  España  de  la  misma  cejebridad,  que  en  Ita- 
lia Julieta  y  Rome^,  y  en  Francia  Eloisá  ^  Afeelardo. 

Hace  mas  de  seiscientos  años  que  existieron  aquellos  desdi- 
chados amantes,  y  sin  embargo,  la  tradición,  ayudada  de  algunos 
romances  y  dramas  fabulosos  (1),  ha  transmitido  hasta  nosotros  la 
triste  historia  de  sus  amores.  &a,  ptíes,  necefario  que  estos  tuvieran 
alguna  crosa  de  estraordinario  y  sorprendente,  para  que  su  fama  atra- 
vesara los  siglos  y  llegara  ij&&c  proverbia  ^1  tkulo^e  los  amantes  de 
Teruel]  pero  los  hechos  se  han  encontrado  frecuentemente  confun- 
didos con  las  exageraciones  poéticas,  y  con  las  tradiciones  popu- 
lares, que  como  todas  las  de  su  clase,  cuidan  mas  de  lo  maravilloso 
que  de  lo  verdadero.  En  medio  de  estas  dificultades,  nos  empeñamos 
en  buscar  datos,  si  no  del  todo  auténticos,  á  lo  menos  los  mas  se- 
guros; y  sus  diligencias  han  dado  por  resultado  no  solo  la  adquisi- 
ción de  los  retratos  de  D.  Diego  y  de  Doña  Isabel,  que  una  persona 
curiosa  y  erudita  conservaba  en  su  Museo  de  antigüedades,  sino  que 
ademas  tenemos  á  la  vista  varios  apuntes  históricos  relativos  ala 
ciudad  de  Teruel,  entre  los  que  se  comprenden  los  que  con  tanto 


(1)  Los  poetas  dramáticos  tío  tardtiro^  en  aproTecliarse  del  argtiDaento  de  la 
bistoriade  estos  amantes  y  en  ol  siglo  XVII  había  ya  tres  comedias  sobre  este  ob- 
jeto. El  primero  que  lo  presentó  en  el  teatro  fué  Tirso  de  Molina,  al  que  sign¡6 
D.  Juan  Pérez  do  Montalvau.  y  el  catálogo  de  Huesca  cita  otra  comedía  cora- 
puesta  por  un  tal  Suarez.  Pero  la  pieza  t^as  recumeudable  es  el  drama  moderno 
4o  D.  Juan  Eugenio  Harlzcuibusch. 


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anhefo  buscábamos.  Nuestros  lectores  podrán  juzgar  de  »su  autenti- 
cidad por  la  relación  ,  siguiente: 

•  El  erudito  D.  Isidoro  Ahtillon,  natural  de  Teruel,  y  discreto 
investigador  de  sus  archivos,  publicó  en  1806  un  folleto  con  el  títu- 
lo de  JSroticias  hidóiieas  sobre  los  amantes  de  Teruel^  en  el  cual  inser- 
tó los  documentos  que  cierta  ó  falsamente  tratan  de  esta  interesante 
historia,  acompañándolos  de  observaciones  críticas,  acerca  de  su 
mayor  á  menor  exactitud,  en  las  cuales  se  descubre  una  esmerada 
diligencia  para  averi^^uar  la  verdad,  que  por  desgracia,  aparece  en 
este  asurito  algo  dudosa,  aun  después  de  aquel  esquisito  trabajo. 
Sin  embargo,  habiéndonos  de  atener  á  lo  que  resulta  escrito,  pare- 
ce que  la  tradición  popular  se  apoya  en  una  relación  que  se  conse- 
vaba  á  principios  del  siglo  XVII  en  el  archivo  municipal  de  la  ciu- 
dad de  Teruel,  en  un  papel  de  letra  muy  antigua,  y  que  copió  en- 
tonces el  secretario  Juan  Yagüe,  según  él  mismo  testifica  como  no- 
tario público.  La  copia  de  que  se  trata  existe  ahora  en  el  archivo  de 
la  iglesia  parroquial  de  S.  Pedro  de  Teruel. 

Según  ella,  vrvia  en  dicha  ciudad  en  1212,  un  joven  de  veinte 
y  dos  años  de  edad,  llamado  D,  Diego  Juan  Martínez  de  Mardlla^ 
de  muy  recomendable  figura,  y  de  una  sensibilidad  estremada,  el 
cual  se  enamoró,  apasionadamente  de  Doña  Isabel  de  Segura,  hija 
única  deD.  Pedro  de  Segura,  vecino  principal  y  rico  de  Teruel. 
Doña  Isabel  por  su  parte  no  tardó  en  corresponder  al  afecto  singu- 
lar de  D.  Diego,  y  arabos  jóvenes  llegaron  á  amarse  con  estre- 
mo. Pidióla  en  matrimonio  á  su  padre,  y  aunque  pareció  bien  á 
este  la  persona  del  pretendiente,  asi  por  lo  distinguido  de  su  cuna, 
como  por  sus  finos  modales,  desechó  la  demanda  por  cuanto  care- 
cía de  bienes  conque  igualar  la  fortuna  que  su  hija  podría  llevar  en 
dote,  que  consistía,  por  entonces,  en  treinta  mil  escudos,  á  mas  de 
lo  que  esta  debia  heredar  después  de  sus  días. 

En  medio  de  la  aflicción  que  causó  á  D.  Diego  la  negativa  de 
de  D.  Pedro  de  Segura,  le  vino  á  la  idea,  que  pues  este  solo  oponía  a 
su  dicha  el  inconveniente  de  la  falta  de  bienes  que  lo  hicieran  digno 
de  la  mano  de  sil  amada,  podría  removerlo  adquiriéndolo  en  un 
tiempo  dado,  y  por  medio  de  un  trabajo  activo  y  constante.  Comu- 
nicó este  pensamiento  á  Doíla  Isabel,  y  ambos  convinieron  en  es- 
perar cinco  años.  "Durante  este  tiempo,  h  deüa  D.  Diego^  aadaré 
toda  la  tierra,  surcaré  los  maresj  me.  alistaré  en  los  ejércitos,  y  no 
habrá  peligro  á  ^ue  no  me  eSponga  por  adquirir  empleos  y  riquezas 


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que  ta&  hagan  merecedor  de  un  bien,  que  hay  me  veo  peeaia^ékt  á 
abandonar,  pero  que  recobraré  muy  en  breve  para  no  8e{>araniie  de 
él  jaioás.^'  Después  de  una  despedida  tierna  y  patétka,  en  q^e  áni^ 
boa  amantes  se  juraron  una  ie  suítuay  D.  Diego  se  apajt6  de  Doaa^ 
Isabel,  y  permaneció  ausente  einco  anos  y  algunos  dias^  Dicese  que 
combatió  con  buen  éxito  en  las  gueiras  que  entonces  se  sosteniaa 
contra  los  moros,  y  que  su  valor  y  proezas  militares  le  grangearoa 
títulos,  bonoies  y  riquezas,  siempre  progresivas  ea  los  cinco  años  de 
su  ausencia,  k>qa^  ciertamente  no  es  dudable,  pues  el  amor  sabe 
hacer  estos  y  aun  mayores  milagro*.  Tirso  de  Mofína  ea  su  trage- 
dia de  los  Amaaáe^  de  Tbrml^  puUicada  en  1635»,  coloca  la  escena 
en  la  época  del  emperador  Carlos  V,  y  hace  asistirá  Marcilla  á  la» 
memorables  jomadas  de  Túnez  y  la  Gioleta  (1);  pero  la  verdad  es 
que  nadie  pudo  seguirle  en  el  curso  de  sus  espediciones  militares, 
y  por  consiguiente  no  existe  constancia  alguna,  ni  de  las  batallas  á 
que  asistió  ni  de  los  g^dos  que  obtuvo. 

Sea  de  esto  lo  que  fuere,  lo  cierto  es,  que  apenas  se  babia  au- 
sentado Marcilla  de  Teruel,  cuando  D»  Pedro  comenzó  á  proponer 
á  su  hija  diversoe  partidos,  y  la  estrecha  tanto  sobre  este  punto,  que 
se  vio  precisada  á  defenderse  contra  aqudla  eqpecie  de  violencia, 
diciéndole  que  estaba  resuelta  á  no  casarse,  sino  basta  cun^lir  sus 
veinte  años  (2),  época  en  que  estaría  ya  en  aptitud  de  gobernar  su 
€asa  y  cumplir  con  lo»  deberes  de  su  estado.  La  amaba  demasiado 
D.  Pedro  para  que  pudiera  oponerse  á  unos  fundamentos  tan  racio- 
nales, como  sumisamente  manifestados,  y  se  decidió  desde  kiego  á 
complac'irla.  En  este  tiempo  sus  gracias  naturales  tomaron  mas 
desarrollo,  y  á  medida  que  iba  en  aumento  su  bellaza,  se  multipli- 
caban las  pretensiones.  Importunado  el  padre  con  tan  frecuentes 
solicitudes  y  viendo  ya  cumplidos  los  cinco  años  que  su  h^ja  le 
pidió  de  plazo  para  decidirse  al  matrimonio,  declaró  á  esta  que  se 
hallaba  resuelto  á  casada  con  D.  Rodrigo  de  Azagra,  caballero  rico 
y  principal  del  lugar,  y  que  debia  prepararse  inmediatamente  para 
esta  boda. 

Hasta  aquel  punto  ignoraba  en  lo  absoluto  Doña  Isabd  el  pa- 


(1)  La  relación  pablioada  por  Yagllo,  dice  que  '*Teroel  era  entóoces  pUza 
d«  arman  en  la  empresa  que  el  Rejr  D.  Jaime  quería  hacer  oootra  loa  moros  de  Tih^ 
leMia  y  qae  había  dies  banderas  de  soldadqa. 

(2)  VerosiRiil mente  tenia  ent6uces  Dona  Isabel  qiráieQ  afloOb 


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radero  de  su  amaftte,  la  familia  de  este  vivía  en  la  misma  ignoran- 
cia, y  eatoB  indicios  unidos  á  las  so^echa^  y  temores  que  producen 
de  ordinario  la  ausencia  en  dos  corazones  que  se  aman,  y  no  se  co- 
munican, llegaron  á  inspirarle  la  idea,  ó  de  que  Marcilla  la  habia 
abandonado  por  otra,  ó  de  que  habia  sido  victima  de  su  arrojo  6 
de  su  desesperación.  De  otro  modo,  ^ómo  conciliar  u!?a  pasión  tan 
activa  con  un  silencio  tan  profundo?  ^Cómo  suponer  en  él  un  olvido 
absoluto  de  lo  estipulado,  y  de  la  espiración  del  término?  Pero  ya 
sen  que  Marcilla  hubiera  sucumbido  á  su  destino,  ó  enagenado  su 
corazón,  todo  anunciaba  que  Isabel  estaba  ya  libre  de  su  empeño  y 
en  aptitud  de  contraer  el  enlace  propuesto  por  su  padre,  á  quien 
por  otra  parte  respetaba  hasta  el  fanatismo.  Estas  consideraciones, 
y  la  de  no  tener  ya  otro  pretesto  plausible  con  que  escusarse,  la  de- 
cidieron par  fin  á  someterse  á  la  voluntad  de  D.  Pedro. 

Este  y  sus  demás  deudos,  que  ignoraban  todo  el  misterio  de  los 
amores  de  Isabel,  sintieron  el  mayor  placer  al  saber  su  condescen- 
dencia, y  no  se  ocuparon  ya  mas  que  de  los  preparativos  de  la  boda; 
pero  entretanto,  permanecía  aquella,  retirada,  melancólica,  y  á  veces 
llorosa.  Su  situación  era  semejante  á  la  de  una  victima  á  quien  se 
adorna  con  flores  para  conducirla  al  sacrificio. 

Llegó  por  fin  el  día  fijado  para  la  celebración  del  matrimonio, 
Los  dos  esposos  recibieron  la  bendición  nupcial  con  gran  pompa  y 
no  menos  r^ocijo  délos  concurrentes.  Concluido  el  acto,  se  volvie- 
ron á  su  casa  donde  los  esperaba  un  espléndido  banquete.  Hacíanse 
alegres  brindis  en  honor  de  los  desposados,  cuando  entró  á  la  sala 
nnpage,  enviado  porel  padre  de  Marcilla.  anunciando  que  su  amo 
habia  recibido  en  aquel  mismo  dia  la  noticia  de  que  su  hijo  se  diri- 
jia  hacia  la  ciudad  á  toda  diligencia,  y  que  venia  con  salud  y  muy 
rico.  Este  anuncio  no  causó  otra  sensación  en  D.  Pedro  de  Segura  y 
en  D.  Rodrigo  de  Azagra,  que  una  alegría  pasagera,  debida  á  la  feli- 
cidad de  su  compatriota;  pero  no  sucedió  lo  mismo  á  Isabel,  quien 
penetrando  inmediatamente  el  objeto  de  la  embajada,  no  pudo  ocuL 
tar  un  movimiento  de  sorpresa,  que  se  atribuyó  al  mismo  principio. 

Poco  antes  de  anochecer  llegó  en  efecto  D.  Diego  á  Teruel  y 
se  dirigió  á  casa  de  sus  padres,  de  quienes  recibió  al  punto  la  tris- 
te nueva  del  matrimonio  de  Isabel;  pefo  acostumbrado  á  disimu- 
lar su  pasión  por  tanto  tiempo,  disimuló  todavia  esta  vez  el  profun- 
do sentimiento  que  le  causó  aquel  inesperado  suceso,  y  pretestando 
tener  necesidad  de  reposo,  se  retiró  i  su  cuarto. 


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Das  horas  después  salió  disfrazado,  y  diri^6  sus  pasos  fa¿cia 
la  casa  de  Azagra:  desde  íbera  pudo  percibir  que  su  eala  estaba 
completaraenre  iluminada,  y  que  resonaban  en  ella  los  instrumentos 
de  música  y  las  voces  tumultuosas  de  los  concurrentes.  *  Entrase  en 
la  casa,  aprovechando  la  confusión  que  reinaba  en  todo  su  recinto, 
y  Ic^gra  penetrar  hasta  la  misma  sala,  sin  ser  de  nadie  conocido,  y 
entonces  tuvo  ocasión  de  ver  á  Isabel,  que  brillando  como  un  sol 
y  adornada  con  todas  sus  galas  nupciales,  se  diqwnia  á  bailar  con 
su  rival.  La  vista  de  esta  muger  adorada,  produjo  en  él  una  mez- 
cla confusa  de  amor,  de  celos  y  de  'rabiosa  desesperación,  y  para 
sustraerse  de  aquel  espectáculo  que  le  despedazíAa  d  al*a,  salió 
Ae  la  sala;  pero  fué  tal  su  aturdimiento  que  en  lugar  de  tomar  la 
escalera,  se  introdujo  á  la  recámara  dondo  estaba  preparado  un 
magnífico  lecho  nupcial  para  los  novios.  Oculto  detrás  de  sus  cor- 
tinas, esperaba  una  oportunidad  para  dejar  el  sitio,  pero  no  se  le 
presentó  en  mucho  tiempo,  y  menos  cuímdo  por  la  retirada  de  los 
concurrentes,  sucedió  en  la  casa  un  profundo  silencio. 

No  tardaron  los  novios  en  ocupar  el  lecho  preparado,  y  Man- 
cilla fué  testigo,  á  pesar  suyo,  de  las  caricias  y  pretensiones  da 
Azagra,  que  quería  usar  de  sus  derechos.  Doña  Isabel  le  opuso 
una  resistencia  tenaz,  suplicándole  respetase  un  voto  que  habia  he- 
cho al  cielo  y  que  no  consentiría  en  violar  aquella  nophe  en  que 
puntualmente  espiraba  el  plazo;  y  viendo  Azagra  que  eran  vanas 
sus  instancias,  se  dejó  al  fin  vencer  de  los  ruegos  de  su  'esposa, 
quedándose  proftmdamente  dormido. 

No  sucedió  lo  mismo  á  D^  Isabel,  á  quien  tenian  despiertasuB 
amorosas  ideas  y  á  cuya  imaginación  se  presentaba  de  continuo  la 
imagen  del  resentido  Marcilla. 

Entre  tanto,  abre  este  repentinametóe  las  cortinas,  y  tomando 
á  Isabel  sus  dos  manos,  le  dice  en  voz  muy  baja:  ''Muger  adora- 
da! aquí  tienes  á  tu  verdadero  esposo."  Sorprendida  Isabel  de  una 
aparición  tan  inesperada,  quiso  dar  voces,  pero  no  pudo:  d  susto 
le  habia  embargado  la  facultad  de  hablar;  pero  recobrada  un  poco 
preguntó:  "¿Quién  es?"  "'Soy,  le  respondió  Marcilla,  tu  desventu- 
rado amante  Diego:  sí,  aquel  desdichado  á  quien  solemnemente 
prometiste  ser  suya.  Óyeme,  bien  mió,  no  me  ha  traído  aqui  dide^ 
signio  de  deshonrarte,  ni  el  de  vengarme  de  la  ofensa. que  acabas 
de  hacerme:  lejos  de  mí  toda  acción  indigna  de  mis  principios  y  de 
mis  generosos  sentimientos:  solo  he  venido  ¡ofo  ingrata!  á  recabar 


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Éte  tí  b1  motiro  ^e  um  conducta  tan  estraíía.  Pudiste,  acaso,  olvi- 
da» que  por  eausa  tttya,  me  desterré  voluntariamente  de  mi  patria, 
á  fin  de  buscar  en  paises  lejanos  un  bien  que  me  hiciera  merecedor 
de  tu  tAano?  ¿Olvidaste  que  consagrado  é  tí  todo  entero,  no  vacilé 
\\n  momeuíto  en  abandonar  por  tanto  tiempo  á  mis  ancianos  padres, 
á  mi»  tiernos  hermanos,  y  que  prescindiendo  de  las  mas  dulces  afec^ 
Clones  de  la  naturaleza  y  de  la  amistad,  he  andado  errante  en  bus- 
ca de  una  íbrtuna  fiígitiva,- por  adquirir  otra  mas  sólida  en  la  pose^ 
sion  tuya?  ¿Cómo  has  podido  olvidar,  Isabel,  los  peligros  á  que  iba 
á  esponenne  en  las  lides  sangrientas  que  mi  patria  sostiene  con  los 
moros,'  cuyas  picas  y  lanzas  amenazaron  tantas  veces  mi  vida?  No 
es  posible  que  hayas  olvidado  todo  esto,  y  menos  la  palabm  que 
me  disté  de  esperarme  cinco  años;  sin  embargo,  apenas  acaban  es- 
tos de  cumplirse  cuando  la  has  creído  desempeñada.   ¡Ah!  no  se 

paga  de  este  modo  un  amor  tan  puro,  un  amor  tan  constante 

Isabel!...  ¿por  qué'me  has  traicionado?  Toma  esta  daga  y  despeda^- 
za  con  ella  mi  coraron...  Ya  nada  apetezco  sino  la  muerte!" 

•  No  pudíendo  dudar  doña  Isabel,  que  era  Marcilla  el  qiie  le 
hablaba,  satisfizo  á  sus  quejas,  alegándole  su  dilatado  silencio,  las 
sospechas  que  este  le  habia  inspirado,  y  sobre  todo,  el  no  haberse 
presentado  con  puntualidad  al  cumplimiento  del  plazo  convenido, 
sabiendo  que  dependía  de  la  voluntad  de  un  padre  demasiado  exi^ 
gente  én  casarla.  Siguiéronse  á  estas  otras  reconvenciones  en  que 
mutuamente  procuraban  culparse. 

'Por  úkimo,  Marcilla  pidió  á  doña  Isabel  un  beso,  como  único 
preihio  dé  su  fó  y  de  sus  sacrificios,  diciéndole  que  aquel  favor  era 
bastante  paca  dejarlo  satisfecho;  pero  ella  se  escusó  de  complacerlo: 
"Iluba  un  tiempo,  le  dijo,  en  que  dividías  conmigo  tus  penas  y  pe- 
sares, eú  que  era  yo  dueña  de  mis  acciones,  y  en  que  podía  libre- 
mente concederte  lo  que  me  pides;  pero  hoy  pertenezco  á  Azagrtf, 
y  le  ofendería -sin  duda,  en  todo  aquello  que  á  tí  pudiera  agradar- 
te. Marcilla,  si  me  amas  no  pretendas  lo  que  es  contrario  á  mis  de- 
beres.'* 

"Te  amo,  perjura,  le  responde  Marcilla  con  entusiasmo,  y  la 
nueva  prueba  que  te  doy  es,  que  ni  tomo  por  fuerza  lo  que  deseo, 
ni  me  desembarazo  ahora  mismo  de  esté  odioso  rival. 

.Bésame,  pues,  Isabel,  mira  que  mi  sangre  fluye  á  torrentes  por 
mi  cerebro... mira  que  el  corazón  quiere  romper  el  pecho.. .mira  que 
muero  déómor." — Y  como  Doña  Isabel  continuara  negándose,  dio 


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Marcilla  un  suspiro,  y  apretando  convulsivaibente  las  manos  ¿0 
aquella:  ^'Bésame,  le  dijo,  ingrata,  que  me  muero!!!..  Cayó  en  efec 
to  al  suelo  sin  vida. 

Sorprendida  Doña  Isabel  de  aquel  inaudito  suceso,  llama  i 
Marcilla  por  sü  nombre;  pero  no  responde:  lleva  una  mano  á  su 
rostro,  y  lo  encuentra  sin  respiración,  y  casi  sin  calor.  Convencida 
entonces  de  que  «u  amante  ya  no  ecsiste,  sin  respetar  la  presencia 
del  marido,  grita  con  doloroso  asento:  ¡Oh  leal  esposo^  digno  de  me" 
jor  suerte!  ¿Quién  te  hg,  quitado  tan  repentínamente  la  vidcfí  A  estas 
voces  despierta  Azagra  con  sobresalto,  y  medio  adormecido  dice  á 
Doña  Isabel  ¿Qwé  quieres  esposad — fj^ara  que  me  invocase  Conoce 
entonces  aquella  su  imprudencia;  y  fínje  que  habia  tenido  un  sue- 
ño espantoso. — '^Soñaba,  le  dijo,  que  una  amiga  mia  de  Cerdeña, 
amaba  con  esceso  á  un  joven  con  quien  no  quisieron  casarla  sus  pa- 
dres, porque  carecia  de  bienes  de  fortuna,  y  que  para  adquirirlos  le 
fué  necesario  ausentarse  del  pais  por  cinco  años,  conviniendo  am- 
bos en  esperar  el  cumplimiento  de  este  plazo:  que  entretanto  mi  ami- 
ga, ó  por  celos,  ó  por  cualquiera  otro  motivo,  faltó  á  lo  estipulado, 
y  se  carió  con  otro;  pero  que  fenecido  el  término  y  después  de  haber 
padecido  el  joven  grandes  infortunios,  pudo  verse  á  solas  con  su  a- 
mada  antes  que  su  esposo  lograra  los  goces  matrimoniales:  y  queján- 
dosele de  su  poca  constancia  y  del  agravio  que  le  habia  hecho,  le 
pidió  por  único  premio  de  su  amor  y  de  sus  sacrificios,  un  solo  beso, 
que  ella  le  negó,  por  guardar  á  su  esposo  el  debido  decoro.  Tres  ve- 
ces se  lo  suplica  diciéndole  que  muere  de  amor,  y  otras  tantas  le  re- 
siste mi  amiga,  prefiriendo  mas  bien  verlo  morir,  que  faltar  á  la  fé 
prometida  á  su  esposo.  En  efecto,  el  joven  dio  un  suspiro,  y  apre- 
tando convulsivamente  las  manos  de  aquella,  cayó  á  sus  pies  sin  vi- 
da. Este  lastimoso  espectáculo  era  el  que  veia  en  mi  ensueño,  cuan- 
do oiste  las  voces  que  te  han  despertado.  Y  pues  eres  discreto  dimc 
¿pudo  mi  amiga  darle  el  beso  que  le  pedia,  sin  cometer  una  faltn 
hacia  su  marido,  ó  debió  consentir  en  que  muriera? — "Azagra  le 
respondió  riéndose:"  Hubiera  sido  una  necia,  una  melindrosa,  y  so, 
bre  todo  una  cruel,  en  negarle  cosa  tan  sencilla,  en  premio  de  tanto 
amor,  y  ya  que  en  vida  no  pudo  darle  ese  beso,  después  de  muerto 
debia  darle,  no  uno,  sino  dos  mil  de  sentimiento.^^ 

Pues  yo  soy  ¡oh  Azagra!  continuó  Doña  Isabel  sollozando,  esa 
necia,  esa  impertinente,  esa  cruel,  que  ha  dejado  morirá  este  joven, 
antes  de  concederle  el  último  premio  que  me  pedia." — Y  abriaido 


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— 97r- 

las  cortinas  de  la  cama,  ved  ahí,  le  dijo,  esa  victima  de  un  amor 
sin  ejemplo!"  Quedó  Azagra  abismado  al  ver  realizada  en  su  casa 
una  historia  que  habia  reputado  como  sueño,  y  de  pronto  no  pen- 
saron en  otra  cosa  que  en  desembarazarse  secretamente  de  aquel 
cadáver  para  no  esponerse  á  la  venganza  de  los  dueños  de  D.  Die- 
go, ni  á  las  persecuciones  de  la  justicia;  y  después  de  varias  confe- 
rencias  resolvieron  trasladarlo  á  la  puerta  de  la  casa  del  viejo  Mar- 
cilla  que  estaba  muy  inmediata,  cuya  operación  quedó  verificada 
antes  de  amanecer  y  sin  que  nadie  la  observara. 

Luego  que  apareció  el  dia,  las  gentes  que  pasaban  por  la  calle 
reconocieron  en  aquel  cuerpo  al  joven  Marcilla,  y  llamando  á  la 
puerta,  hacen  salir  á  su  padre,  el  cual  halló  á  su  hijo  tendido  en 
tierra  y  rodeado  de  sus  amigos,  que  llorando  juraban  vengar  su 
muerte.  Fuera  de  si  el  viejo  á  la  vista  de  aquel  lastimoso  espec- 
táculo, se  arroja  sobre  el  difunto,  y  bañado  en  lágrimas,  le  dice: 
¿Es  posible  hijo  mió,  que  después  de  haber  sufrido  tu  dilatada  au- 
sencia, y  con  ella  los  sobresaltos  y^  disgustos  consiguientes,  hayas 
venido  solo  á  presentarme  el  espectáculo  de  tu  muerta  ?  Dame  ;oh 
Diego!  el  lugar  en  tu  sepulcro,  pues  sin  tí  me  es  ya  imposible  vi- 
vir!" El  triste  padre  quedó  desmayado  sobre  el  cuerpo  de  su  hijo, 
y  metiéndolos  juntos  á  la  casa,  ponen  al  primero  en  la  cama  y  al 
segundo  en  un  féretro. 

En  vano  practicó  la  justicia  esquisitas  diligencias  en  averigua- 
ción del  origen  de  aquella  muerte  repentina,  nada  pudo  descubrir. 
El  mismo  Azagra  acudió  á  la  casa  de  Marcilla  á  manifestar  su  sen- 
timiento y  á  prodigar  á  sus  padres  aquellos  consuelos  cristianos  que 
suelen  darse  en  casos  semejantes.  Ya  no  se  trataba  de  otra  cosa  que 
de  disponer  las  exequias,  y  de  dar  sepultura  al  cadáver.  El  lúgu- 
bre clamor  de  las  campanas  de  la  iglesia  parroquial  de  San  Pedro, 
se  hizo  oir  en  toda  la  ciudad  de  Teruel,  y  sus  calles  resonaban  con 
los  llantos  de  las  mugeres  que  deploraban  la  temprana  muerte  de 
Marcilla.  Presentáronse  en  la  casa  de  este  el  clero  y  las  comunida- 
des religiosas,  quienes  sacaron  procesionalmente  el  cuerpo,  en  hom- 
bros de  cuatro  capitanes,  y  precedido  de  una  compañía  de  solda- 
dos á  la  que  seguia  el  acompañamiento  de  la  oficialidad  con  cirios 
encendidos  en  las  manos:  después  del  cuerpo  iban  formados  y  ves- 
tido» de  gran  luto,  los  parientes,  amigos  y  deudos  del  difunto,  y 
cerraban  la  marcha  las  mugeres,  cuyos  suspiros  lastimosos  pariian 
el  corazón. 

T.  II.— 13. 


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_98— 

Com  o  la  casa  de  Marcilla  estaba  tan  cercana  á  la  de  Azagra, 
llegó  á  los  oidos  de  doña  Isabel  el  canto  fúnebre  de  los  sacerdotes, 
¿sperímentó  entonces  un  estremecimiento  general  en  todos  sus 
miembros,  y  quedó  bañada  de  un  sudor  frío.  Habiéndose  asomado 
al  balcón,  vio  encerrado  en  un  atahud  el  cuerpo  exánime  de  su 
amante,  á  quien  conducian  lentamente  al  sepulcro.  Se  entra  preci. 
pitada,  arroja  al  suelo  sus  galas  y  adornos,  se  suelta  el  pelo,  viste 
un  negro  sayal,  y  bajando  apresurada  á  la  calk,  se  mezcla  en  la  co* 
mitiva  de  las  mugeres. 

Triste  y  llorosa  iba  considerando  en  el  trágico  suceso  de  aquel 
joven  que  perdió  la  vida  por  haberle  negado  un  ósculo,  y  una  vida 
que  con  otras  mil  hubiera  dado  por  eUa  en  caso  de  exigirselo: 
abrióse  en  seguida  su  proceso,  en  el  que  hizo  de  juez  y  de  reo,  y 
no  tardó  en  pronunciar  contra  sí  misma  la  sentencia  de  muerte» 
Afuera,  decia,  todas  esas  vanas  consideraciones,  que  forman  lo  que 
Be  llama  reputación,  mas  quiero  tenerla  de  liviana  que  de  ingrata.... 
¡Esposo  mió!  permita  el  mundo  que  te  dé  este  título,  por  haberlo 
merecido  mejor  que  el  hombre  á  quien  ayer  acepté  ante  los  altare^ 

porque  si  pude  darle  mi  mano,  tuyo  era  ya  mi  corazón 

Oye,  pues,  mis  votos,  que  son  los  de  no  sobrevivirte  un  solo  dia,  y 
hazme  un  lugar  en  tu  sepulcro.  Sin  tí  no  quiero  ya  permanecer 
sobre  la  tierra.  Sin  tí,  todo  es  triste  y  sombrío  para  mí,  puesto  que 
se  ha  eclipsado  la  luz  de  mis  ojos!  La  fé  que  me  juraste  la  considero 
firme  hasta  la  muerte:  deseo  correspondería  del  propio  modo,  y  que 

la  fama  iiunortalice  la  historia  de  nuestro  amor !  Espera, 

Marcilla,  mientras  puedo  llegar  á  darte  lo  que  con  tanta  ingratitud 
te  negué;  y  si  para  quitarme  la  vida  me  faltase  un  puñal  ó  un 
veneno,  bastará  el  agudo  dolor  dfe  haberte  perdido  para  causarme 
la  muerte. 

Entre  tanto,  llegó  la  procesión  seguía  con  el  cuerpo  á  la  iglesia 
parroquial  de  S.  Pedro.  Hallábase  ya  en  medio  del  templo  una  tum- 
ba vestida  de  negro,  rodeada  de  lachas  encendidas,  y  de  grandes 
columnas  adornadas  de  banderas,  estandartes  y  otros  trofeos  de  guer- 
ra; ponen  al  cadáver  sobre  aquel  túmulo  y  los  sacerdotes  comienzan 
á  entonar  el  oficio  de  difuntos.  Entre  tanto,  D*  Isabel  se  adelanta, 
muy  cubierta,  bacía  el  féretro,  y  con  lastimoso  llanto  dirige  al  cuer- 
po estas  palabras.  ¡Es  posible,  mi  bien,  que  estando  tú  muerto  por 
amor  mío,  respire  yo  todavía....!  Y  descubriendo  á  Marcilla  el 
rostro,  le  aplicó  en  la  boca  un  beso  tan  fuerte;,  que  resonó  en  toda 


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—go- 
la iglesia:  dio  en  seguida  un  profundo  suspiro,  y  quedó  postrada  y 
sin  tí  da  sobre  el  cuerpo  de  su  amante. 

Concluidos  los  oficios,  acudieron  á  levantar  el  cuerpo  de  Mar- 
cilla  para  darle  sepultura,  y  creyendo  todos  que  aquella  muger  era 
alguna  hermana  suya,  á  quien  el  sentimiento  habia  reducido  á  un 
estado  de  insensibilidad  momentánea,  procuran  apartarla,  pero  la 
encuentran  tan  firme  é  inmóvil  como  si  fuera  una  losa  que  cubriera 
el  atahud.  Descúbrenla  la  cara,  y  ven  con  asombro  que  era  doña  Isa- 
bel de  Segura,  la  cual  tenia  pegada  su  boca  á  la  del  muerto,  unidas 
sus  manos  con  las  de  este,  y  que  ya  no  existia. 

Fué  general  el  espanto  de  todos  los  concurrentes.  Azagra  que 
estaba  presente,  aunque  demasiado  inconsolable  por  la  pérdida  de 
su  esposa,  se  esforzó  á  alejar  toda  sospecha  que  empañaia  su  memo- 
ria é  hizo  una  abreviada  relación  del  suceso,  lo  que  aumentó  mas  la 
sorpresa  de  los  espectadores.  Un  viejo  pariente  de  Marcilla,  hombre 
de  grande  autoridad  en  Teruel  y  cuyas  palabras  eran  siempre  reci- 
bidas como  las  de  un  oráculo,  al  ver  la  incertidumbre  que  rei- 
naba entre  todos  sobre  lo  que  harian  en  aquel  lance,  levantó  la 
voz  y  dijo:  Siendo  notorio  que  Diego  é  Isabel,  se  amaron  con 
pasión  desde  niños  y  que  en  la  dilatada  ausencia  del  primero,  de- 
bieron padecer  ambos  unos  mismos  tormentos:  siendo  por  otra  par- 
te cierto  que  se  ligaron  con  palabras  y  juramento  de  esposos,  antes 
que  lo  fuera  Azagra,  y  que  ademas  han  tenido  un  mismo  género  de 
muerte,  y  por  una  causa  idéntica:  soy  de  opinión  que  se  entierren 
juntos  en  un  mismo  sepulcro."  Este  consejo  fué  seguido  por  los  pa- 
dres de  Marcilla,  por  los  dfe  Doña  Isabel  y  aun  por  el  mismo  Aza- 
gra quien  prestó  gustoso  su  consentimiento;  y  se  verifiró  así  depo- 
sitando á  los  dos  amantes  en  un  sepulcro  de  alabastro,  sobre  el  que 
sucesivamente  se  pusieron  muchos  epitafios. 

En  la  copia  de  esta  relación,  testificada  por  dos  escribanos  y 
que  existe  en  el  ya  mencionado  archivo  de  la  iglesia  parroquial  de 
Teruel,  se  añade:  que  se  presentó  en  13  de  Abril  de  1619,  al  tiem- 
po de  reconocerse  dos  cajones  que  contenían  los  cuerpos  de  los  dos 
amantes  desde  el  año  de  1555  y  que  descubrieron  entonces  dos 
clérigos  de  la  misma  iglesia  que  poseían  dicha  copia. 

Estas  mismas  apuntaciones  del  archivo  de  S.  Pedro,  dan  noti- 
cia de  las  traslaciones  que  se  han  hecho  de  los  cadáveres  de  los 
amantes  celebres.  Dice  una  de  ellas:  En  1555  al  labrarse  una  capi- 
lla antigua  en  dicha  iglesia  se  hallaron  los  cadáveres  de  Marcilla  é 


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_ioo- 

Isabel,  que  estaban  juntos  en  un  sepulcro  y  enteros,  sin  tener  nada 
gastados  sus  cuerpos:  ella  tenia  todos  sus  dientes  y  al  estraerla  la 
sacaron  un  ojo.  Después  sufrieron  otras  traslaciones  en  distintos  pa- 
rages  de  la  iglesia,  y  últimamente  fueron  colocados  en  el  claustro 
inmediato,  donde  están  los  dos  juntos  puestos  en  pié  en  un  armario 
embutido  en  la  pered. — Yo  los  he  visto,  dice  el  Sr.  Antillon,  en  este 
verano  de  1806  hice  sacar  del  armario  el  esqueleto  de  Marcilla,  lo 
arrimé  junto  á  la  pared  del  claustro  y  lo  examiné  menudamente: 
este  esqueleto  se  conserva  entero  y  tiene  todas  las  muelas  del  lado 
izquierdo  y  algunos  dientes:  el  de  la  muger  está  muy  estropeado,  y 
separado  del  armazón,  sin  duda  á  causa  del  poco  cuidado  que  se 
tuvo  en  la  escavacion  última.  Sobre  el  armario  donde  los  tienen  sin 
ornato,  consideración,  ni  aun  aseo,  hay  la  siguiente  inscripción. 
Aquí  yacen  los  dos  celebrados  amantes  de  Teruel,  D.  Juan  Diego 
Martinez  de  Marcilla  y  Doña  Isabel  de  Segura.  Murieron  el  año  de 
1217  y  en  el  de  1708  se  trasladaron  á  este  Panteón. 

El  Sr.  Antillon  prueba  con  repetidas  citas,  que  el  suceso  de 
los  dos  amantes  de  Teruel,  estuvo  desconocido  ó  poco  propagado 
en  Teruel  hasta  el  hallazgo  de  los  cuerpos  á  mediados  del  siglo  XVI, 
pues  que  ninguno  de  los  cronistas  anteriores  hace  mención  de  él. 
La  causa  principal  de  su  posterior  celebridad,  fué  el  mismo  secre- 
tario Juan  Yagiie  de  Salazar,  quien  en  1616  publicó  en  Valencia  su 
poema  en  veinte  y  seis  cantos  intitulados.  "Los  amantes  de  Teruel." 
A  juicio  del  Sr.  Antillon,  el  mismo  Yagiie,  bajo  la  fé  debida  á  un 
notario  público,  forjó  la  relación  que  hemos  insertado  con  el  objeto 
de  autorizar  la  tradición  popular  y  responder  á  los  que  la  notaban  de 
fabulosa:  pero  es  casi  indudable  que  el  fondo  debia  estar  apoyado 
por  una  creencia  mas  ó  menos  exacta,  sin  la  cual  no  hubiera  podido 
Yagiie  hacer  recibir  bien  su  poema. 


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'  —101— 

y 
APLICACIONES    DE   LA   ClUÍMICA* 


En  vista  del  estado  actual  délos  conocimientos  químicos,  y  de 
los  rápidos  adelantos  que  están  haciendo  las  artes  y  las  manufactu- 
ras, por  medio  de  la  juiciosa  aplicación  de  sus  principios,  seria  de 
desear  que  todas  los  que  pueden  sacar  alguna  ventaja  de  los  produc- 
tos de  la  tierra,  se  aplicasen  al  estudio  de  una  ciencia,  cuyo  uso 
práctico  puede  aumentar  y  perfeccionar  aquellas  ventajas  de  un  mo- 
do incalculable. 

£1  labrador  necesita  de  la  química  para^l  análisis  de  las  tier- 
ras, de  las  aguas  que  las  riegan,  y  de  los  abonos  que  las  fecundan. 
Una  tierra  estéril  deja  de  serlo  combinada  con  otra  tierra.  Unoi 
abonos  queman  la  tierra,  y  otros  la  debilitan^  La  putrefacción  de 
los  estiércoles  tiene  un  periodo  delicado,  pasado  el  cual,  las  partí- 
culas fecundantes  se  evaporan,  y  el  estiércol  se  inutiliza.  La  quími- 
ca enseña  el  modo  de  evitar  estos  inconvenientes.  El  ilustre  Lavoi- 
sier,  cultivaba  240  fanegas  de  tierra,  con  los  medios  que  le  suminis- 
traba la  ciencia,  que  debe  á  sus  tareas  tan  preciosos  adelantos.  El 
resultado  fué  una  cosecha  triple  de  la  que  se  lograba  por  las  rutinas 
ordinarias. 

El  médico  sin  los  auxilios  de  esta  ciencia,  se  espone  á  sufrir 
crueles  desengaños,  y  á  ser  testigo  de  los  inesperados  y  funestos 
efectos  de  la  aplicación  de  las  medicinas  mas  saludables,  cuando 
se  administran  con  otras  que  también  lo  son.  Las  mas  eficaces  re- 
cetas de  las  mejores  farmacopeas,  pueden  dar  un  resultado  contra- 
rio, si  se  emplean  en  unión  de  otras  no  menos  acreditadas  y  seguras. 
El  estudio  de  las  afinidades  que  existen  entre  las  diferentes  sustan- 
cias que  componen  la  Materia  médica^  es  el  único  medio  de  evitar 
tan  graves  inconvenientes.  El  médico  que  adquiera  estos  conoci- 
mientos, obrará  con  toda  confianza,  y  tan  seguro  estará  de  producir 
el  efecto  que  desea  en  la  máquina  del  paciente,  como  en  una  retorta 
ó  en  un  alambique. 


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—102— 

El  cuerpo  humano,  ademas,  es  una  especie  de  laboratorio,  en 
el  cual,  por  medio  de  las  varias  funciones  de  sus  partes  mecánicas  y 
fluidas,  se  está  continuamente  llevando  á  efecto  la  grande  obra  de 
la  composición  y  descomposición  ¿Cómo,  pues,  podrá  el  médico 
entender  la  economía  animal,  si  no  sabe  los  efectos  que  ciertas  cau- 
sas producen  químicamente?  Cada  uno  de  los  movimientos  del  pul- 
món, cada  una  de  las  vibraciones  del  pulso,  ejerce  un  influjo  quí- 
mico en  los  fluidos  animales,  cuya  naturaleza  no  'será  jamás  com- 
prendida por  el  que  no  haya  estudiado  química.  Sin  ella  tampoco 
pueden  adquirirse  ideas  exactas  sobre  las  calidades  de  los  venenos 
animales  y  vegetales  ¡Cuántas  catástrofes  han  producido  las  sustan- 
cias ponzoñosas,  y  cuan  fácil  hubiera  sido  evitarlas,  y  salvar  la  vida 
á  las  víctimas,  si  el  facultativo  llamado  á  su  socorro  hubiera  cono- 
cido las  sustancias  de  que  podria  echar  mano  para  neutralizar  el 
efecto  de  aquellas!  Los  progresos  actuales  de  la  ciencia  han  puesto 
á  descubierto  la  naturaleza  de  todos  los  venenos:  mas  esto  no  ba^ 
sin  el  conocimiento  de  la  de  los  antídotos,  el  cual  proporciona  su 
útil  y  provechosa  aplicación. 

•Si  de  las  ciencias  mas  esenciales  al  mantenimiento  y  conser- 
vación de  la  vida  del  hombre,  pasamos  á  las  manufecturas,  en  que 
se  fonna  todo  cuanto  puede  servir  á  sus  comodidades  y  placeres, 
hallaremos  que  el  establecimiento  de  estos  manantiales  de  riqueza, 
su  práctica  útil  y  sus  progresos,  dependen  esencialmente  de  la 
ciencia  de  que  vamos  hablando.  Para  demostrar  esta  íntima  cone- 
xión entre  la  química  y  la  industria,  séanos  licito  examinar  ligera- 
mente los  principales  ramos  de  esta,  aquellos,  á  lo  menos,  que  pro- 
ducen los  objetos  mas  comunes  del  tráfico,  y  los  mas  necesarios  á 
los  usos  de  la  vida. 

Las  manufacturas  de  hierro  que  proporcionan  á  todas  las  ar- 
tes la  mayor  parte  de  sus  instrumentos,  y  á  los  cuerpos  políticos  los 
medios  de  mantener  su  honor,  su  seguridad  y  su  independencia, 
deben  ocupar  el  primer  puesto  en  esta  nomenclatura.  En  primer  lu- 
gar, se  necesita  una  buena  dosis  de  conocimientos  químicos  para 
dirigir  Con  acierto  todas  las  operaciones  que  se  hacen  con  el  hierro, 
desde  que  sale  de  la  mina,  hasta  que  se  convierte  en  acero,  pues  no 
hay  una  sola  de  ellas  que  no  sea  efecto  de  las  afinidades  químicas. 
Si  no  es  así  ¿cómo  podrá  ser  apreciado  el  valor  de  los  diferentes  mi- 
nerales de  hierro?  ¿cómo  podrán  dirigirse  acertadamentelos  horni- 
llos? ¿cómo  podrán  ponerse  en  uso  con  economía  y  buen  éjcito  los 


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—ios- 
procedimientos  que  hacen  al  hierro  maleable?  En  las  fundiciones 
del  mismo  metal,  que  en  la  época  presente,  y  gracias  á  la  química, 
han  llegado  en  Inglaterra  á  im  grado  increíble  de  perfección  y  de  uti- 
lidad, no  puede  darse  un  paso  sino  es  con  el  auxilio  de  esta  ciencia, 
pues  ella  determina  las  dosis  en  que  deben  mezclarse  las  diferentes 
clases  de  metal,  á  fin  de  que  la  fusión  sea  perfecta,  como  se  igualan 
las  materias  carbonáceas  y  calcáreas;  en  fin,  como  se  puede  apn  - 
vechar  el  hierro  que  la  ignorancia  desecha  como  inútil,  y  que  solo 
sirve  para  el  lastre  de  los  buques,  ó  para  amontonarse  á  las  puertas 
de  la  £ibrica. 

Las  de  tejidos  de  lana,  seda,  lino  y  algodón,  forman  hoy  un 
ramo  vastísimo  de  la  industria  europea,  y  como  su  perfección  depen- 
de de  la  belleza,  variedad  y  duración  de  sus  colores,  el  estudio 
químico  de  las  sustancias  que  se  emplean  en  esta  manipulación, 
viene  á  ser  de  una  necesidad  indispensable.  No  es  posible  aplicar  un 
color  á  un  tegido,  sin  saber  la  afinidad  que  existe  entre  uno  y  otro, 
ó  entre  ambos  y  el  mordente  que  los  une  y  amalgama.  Véase,  pues, 
cuan  provechosa  será  la  educación  química  al  que  maneja  esta  clase 
de  manufacturas,  y  cuanto  provecho  puede  sacar  del  análisis  cientí- 
fico de  las  drogas  de  que  usa,  y  del  conocimiento  de  las  dosis  en  que 
deben  mezclarse.  Todo  color  artificial  cambia  y  se  altera,  sino  se 
calcula  el  influjo  que  ejerce  en  ellos  la  absorción  del  oxígeno.  La  ca- 
lidad buena  ó  mala  de  los  ingredientes,  las  varias  combinaciones 
que  con  ellos  se  pueden  hacer  para  producir  nuevos  y  hermosos  ma- 
nees, la  conservación  de  las  su.«tancias,  de  modo  que  el  tiempo  y 
las  vicisitudes  atmosféricas  no  las  alteren  ni  deterioren,  todos  estos 
problemas  y  otros  muchos,  no  menos  importantes,  dependen  esclu- 
¿vamente  de  la  química. 

A  ella  se  deben  también  los  grandes  adelantos  que  ha  hecho 
en  estos  últimos  tiempos  el  arte  del  blanqueo  de  las  telas,  tan  ínti- 
mamente unido  como  el  de  los  tintes. 

Las  alfarerías  y  manufacturas  de  porcelana  de  loza,  sacan 
de  la  química  el  conocimiento  de  los  materiales,  de  los  medios  de 
dar  solidez  á  su  mezcla,  y  coloridos  brillantes  y  duraderos  á  su  su- 
perficie. El  terreno  que  á  los  ojos  del  ignorante  no  es  mas  que  una 
costra  inútil,  examinado  por  un  químico,  puede  llegar  á  ser  una 
fuente  inagotable  de  riqueza,  si  descubre  en  él,  como  ha  sucedido 
en  muchas  ocasiones,  un  material  escelente  para  esta  industria.  Lo 
mismo  se  puede  decir  del  cristal,  en  el  cual,  ademas,  es  preciso  de- 


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—104— 
terminar  la  naturaleza  de  los  álcalis,  la  cantidad  de  ellos  que  debe 
emplearse,  la  acertada  construcción  de  los  hornos,  y  un  sinnúmero 
de  otros  pormenores,  que  abandonados  á  la  ciega  rutina,  solo  pro- 
ducirán tentativas  infructuosas,  ensayos  groseros,  y  pérdidas  con- 
siderables. 

Tales  han  sido  los  resultados  que  han  dado  muchas  veces  las 
fabricas  de  curtidos,  cuando  han  estado  en  manos  de  los  que  igno- 
raban la  causa  real  de  la  alteración  que  sufre  la  piel  para  poder  ser- 
vir á  sus  diferentes  usos.  Ahora  es  bien  sabido  que  todo  este  arte  con- 
siste en  impregnar  la  piel  de  un  principio  particular  del  reino  vege- 
tal, cuyo  efecto  esplica  la  química  de  un  modo  tan  luminoso  como 
sencillo.  También  se  sabe  que  hay  muchos  vegetales,  ademas  de  la 
corteza  del  roble,  que  contienen  este  principio,  y  á  la  química  se  de- 
ben los  medios  de  averiguar  la  cantidad  de  materia  astringente  que 
se  comprende  en  aquellas  diferentes  sustancias.  Un  químico  emi- 
nente ha  descubierto  el  modo  artificial  de  producir  en  el  cuero  el 
mismo  efecto  que  produce  la  corteza  de  roble,  de  mo  do  que  en  el 
dia  puede  establecerse  una  fabrica  de  curtidos,  sin  necesidad  de 
este  renglón,  que  escasea  en  muchos  países,  y  de  que  otros  ca- 
recen absolutamente.  Todavía  es  mas  notable  el  influjo  de  esta 
ciencia  en  las  fabricas  de  tafilete  y  otras  pieles  finas.  En  Ingla- 
terra, á  pesar  de  toda  su  riqueza  y  actividad,  ha  estado,  hasta  hace 
poco  tiempo,  sometida  al  comercio  estrangero  para  el  suministro  de 
estas  mercancías.  Veinte  ó  treinta  años  hace  que  empezó  á  sacudir 
este  yuv{0,  y  ya  se  han  establecido  en  Lófndres  muchas  manufactu- 
ras que  producen  hermosos  tafiletes,  á  precios  mucho  mas  cómodos 
que  los  estrangeros.  Este  resultado  es  hijo  de  la  química,  que  no 
ha  hecho  mas  que  indicar  las  sustancias  que  pueden  emplearse 
oportunamente  en  calidad  de  mordentes. 

Quizé  no  hay  manufactura  que  pueda  sacar  tanto  provecho  de 
la  misma  ciencia  como  la  jabonería,  aunque  no  se  considere  sino  la 
utilidad  que  resulta  en  ella  del  análisis  de  la  barrilla,  de  la  sosa,  de 
la  potasa,  único  modo  de  adquirir  ventajosamente  estas  primeras 
materias,  tan  varias  en  su  naturaleza  y  cualidades.  Cuando  estos 
renglones  están  á  un  pnecio  exhorbitante,  la  química  los  suple  pro- 
porcionando los  que  puedan  reemplazarlos.  Marsella  que  suministra 
jabón  á  una  gran  parte  de  la  Europa,  y  que  tenia  que  comprar  aque- 
llos materiales  á  los  países  estrangeros,  y  particularmente  á  la  Espa- 
ña, se  ha  librado  de  esta  sujeción  del  modo  que  hemos  indicado,  y 


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— 10&— 
eft  el  fUa«e  üibriciai  copóosamente  en  los  alrededores  da.  aquella 
ciudady  los  preciosos  ixkgrediei»tes,  que  pocos  años  hace,  ocasiona- 
b«&  una  considerable  esportacion  de  dinero,  ademas  de  las  vicisitu- 
des á  que  el  comercio  estrangero  está  comunmente  sometido.  El 
jabonero  ignorante  no  sabe  escoger  los  cuerpos  grasos  que  emplea^ 
Bktimoce  la  importancia  de  elegir  aquellos  que  contengan  menos 
áddo  cebácico^  pues  los  que  lo  contienen  en  gran  cantidad,  requie- 
ren mucha  barrilla  y  daa  menos  jabón.  Tampoco  podrá  calcular  la 
dosis  de  cal  que  es  indispensable  para  que  el  álcali  11*  gue  á  ser 
perfectamente  cáosiico,  sin  necesidad  de  emplear  demasiada  cal  en 
conseguirlo.  £1  conocimiento  de  las  afinidades  químicas,  le  demo»- 
tram  el  modo  de  hacer  económicamente  tan  buen  jabón  con  pota- 
sa, .como  con  álcali  mineral,  el  de  desprender  del  álcali  las  sales 
eterogéneai),  de  modo  que  pueda  formar  una  combinación  química 
con  el  cebo  ó  el  aceite,  en  fin,  el  de  sacar  provecho  de  los  sedimen- 
tos que  se  arrojan  como  inútiles,  y  de  encontrar  en  ellos,  por  la 
descomposición,  las  sales  que  contienen,  convirtiéndolas  en  buen 
álcali  que  se  puede  emplear  en  otras  operaciones. 

La  manu&ctura  de  velas  de  sebo  está  íntimamente  ligada  con 
la  de.jabon-  La  química  ensena,  á  purificar  el  sebo  y  á  dar  blancu- 
ra y  solidez  al  de  peor  calidad. 

JEs  sabido  que  el  admirable  invento  del  alumbrado  por  medio 
del  gas  hidrógeno  carburado,  es  un  descubrimiento  científico,  que 
ha  pasado  en,  pocos  años,  de  la  infancia  á  la  mas  estraordinaria 
perfección,  qup  la  luz  prcKiucida  por  este  medio  es  preferible  á  to- 
das las  luces  artificiales,  por  su  claridad,  intensidad,  aseo  y  econo- 
mía; en  fin,  que  su  uso  se  ha  generalizado  en  Europa,  y  especial- 
mente en  Inglaterra^  donde  en  la  actualidad,  los  conductos  que  lle- 
van el  gas,  desde  el  gasómetro  donde  se  forma,  hasta  los  puntos 
en  que  se  enciende,  ocupa  muchas  de  leguas.  La  mayor  par^ 
te  de  este  gas,  ^ale  del  carbón  de  piedra,  ramo  importantísimo 
de  opulencia  en  aquella  isla,  no  solo  con  respecto  de  la  combustión 
ordinaria  de  los  usos  domésticos,  sino  también  por  su  aplicación 
al  alumbrado,  y  al  inmenso  consumo  que  requieren  las  máquinas 
movidas  por  el  vapor.  Mas  las  minas  de  carbón  ofrecian  un  funes- 
to inconveniente  que  hubiera  podido  acarrear  el  abandono  de  su 
Q^lotacion.  En  efecto^  en  ellas  reinan  ciertas  corrientes  de  gas,  que 
puesto  en  contacto  con.  la  luz  artificial  nec<3aaria  para  sus  manipu- 
laciones, ocasionaban  una  esplosion  espantosa,  que  muchas  veces 

T.  II. — 14. 


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—106— 
arruinaba  las  obras  de  la  mina,  sepultamlo  en  eUas  á  les  iMáéñceg" 
trabajadortíS.  La  química  acudió  presurosa  iJ  socorro  de  la  b»fli»> 
nidad  y  de  la  industria.  El  conociniiento  de  las  afinidades  qvbttí» 
oas  de  los  metales  y  del  gas^  proporciono  el  admirable  y  seneiSH 
simo  invMilo  de  las  lcmipara$  de  seguridad^  que  dan  un  alumbrad» 
sin  el  inconveniente  de  la  esplosion,  y  que  han  colocado  el  newib)» 
de  su  inventor  en  el  catálogo  de  los  bienhechores  del  género  im» 
mano.  Indicar  estos  resultados  es  demostrar  suficientemente  la*  im^ 
portañola  y  utilidad  de  la  ciencia  que  los  produce. 

Siendo  toda  especie  de  fermentación,  una  operación  paramen- 
te química,  para  dirigir  con  tino  la  de  los  licores,  que  son  k  bebida- 
común  de  los  pueblos  civilizados,  se  necesita  el  conociaúcnto  tei^ 
rico  ds  la  operación  misma.  Los  químicos  mas  acreditados  de  £«-^ 
ropa,  han  escrito  sobre  el  arte  de  hacer  el  vino  y  la  cervesa,  y  la* 
aplicación  de  sus  reglas  no  ha  sido  un  estudio  estéril  páralos  fabril' 
cantes»  Las  diversas  combinaciones  de  las  varias  suatanoias  JvsaN^ 
nos  y  esphituosas,  forman  una  base  esencial  de  esta  parte  de  la  cien- 
cia. Ella  prescribe  las  reglas  que  se  han  de  poner  en  uso  para  aede- 
rar  la  fermentación,  y  para  cabnaria  y  retardarla  cuuido  ha  Uega* 
do  á  un  grado  recesivo,  cq)az  de  hacer  un  perjuicio  irreparable  al 
liquido.  Del  propio  modo  el  fabricante  de  vinagre  sacará  de  la  quí* 
mica  ios  mas  preciosos  doeum^itos:  sabrá  como  sucede  á  la  fer- 
mentación espirituosa^  la  acetosa^  y  como  el  liquicb  adquíeie  las 
sustancias  necesarias  para  producir  esta  transformacioa.  £1  proble- 
ma de  IdL  oxidación  pronta  y  barata,  solo  puede  resolverse  con  eq>e- 
riencias  fundadas  en  aquellos  principios. 

En  todas  las  manipulaciones  que  requiere  el  azúcar^  ée  echa  de 
ver  la  pecesidad  de  la  ciencia  que  recomendamos.  La  separaekm 
del  melote  y  del  azácar;  la  granulación  del  azocar  purificado,  la 
cristalización  que  le  sucede,  son  operaciones  que  dirigirán  con  eco- 
nomía y  sia  dificultad  los  que  aplican  al  arte  los  preceptos  de 
la  ciencia. 

No  nos  detendremos  en  hablar  de  los  trabajos  relativos  á  los' 
minerales,  porque  no  hay  quien  ignore  las  ventajas  de  la  ciencia 
comparada  cpn  la  rutina  de  este  ramo  importante  de  riqueza.  El 
juego  de  las  afinidades  hace  el  papel  principal  en  las  labQiies  de  laa 
minerías,  y  disputar  con  los  que  quisieran  negar  la  necesidad  de  SU' 
estudio,  seria  lo  paismo  que  pelear  con  fantatoias. 

El  alumbre,  la  caparrosa,  el  vitriolo  y  las  otras  sales  de  que* 


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—107— 
hm  artes  ImoeD  tinto  uao,  y  cuyo  comercio  es  tan  vasto  y  productiTo, 
a«  fiMoaiiti  y  perfeccionan  por  medio  de  la  críetalizacion)  la  cual  no 
puede  jamás  ser  enteadida  ni  dirigida^  si  no  es  por  medio  de  la 
qúme^L, 

La  propagación  de  lafi  luces,  los  beneficios  de  la  enseñanza  y 
adelaato  de  los  pueblos,  necesitan  de  esta  clase  de  descubri- 
mientos, como  de  un  impulso  que  les  da  movimiento  y  vida.  Ha- 
ce pocos  años  que  los  fabricantes  de  papel  temían  que  Uegase  el 
caso  de  no  poder  satisiacer  alas  demandas  que«e  lea  hacian  por  la 
escasez  de  las  primeras  materias.  La  necesi^ad^  madre  de  tantas 
cosas  buenas,  acudió  á  la  química,  y  en  ella  encontró  los  medios  de 
dar  buen  color  á  los  elementos  mas  ordinarios,  en  términos  que  el 
tr^o,  que  antes  solo  podia  emplearse  en  un  papel  inferior  y  tosco, 
hoy  sirve  para  el  mas  esquisito.  La  aplicación  de  estos  métodos  es 
tan  &cil,  que  pocas  horas,  y  un  gasto  sumamente  moderado,  bastan 
para  preparar  una  cantidad  inmensa  de  material. 

Podria  también  demost,rars6  que  el  pan,  el  almidón,  el  salitre, 
el  barniz,  el  ácido  sulfúrico,  y  todas  las  especies  de  colores  exigen 
para  su  formación  y  preparación  el  eatadio  de  esta  ciencia;  pero  lo 
qae  hemos  dicho,  basta  para  manifestar  la  generalidad  de  sus  aplica- 
don^,  y  los  resukadosque  puede  dar  su  enseñanza,  Elquimit^  co- 
nócelas varias  operaciones  de  la  naturaleza,  y  las  trasformaciones 
que  es^rimentan  todas  las  sustancias  que  nos  rodean.  Por  consi- 
guíente,  en  todas  las  circunstancias  de  la  vida,  lleva  muy  superiores 
ventajas  al  que  carece  de  iguales  recursos.  En  caso  de  faltar  ó  esca- 
sear un  ramo  importante  de  comercio,  el  químico  encuentra  el  ramo 
que  lo  puede  suplir.  Los  franceses  en  tiempo  de  la  repubUca»  su- 
pcieron  hacer  un  nitro  artificial  que .  supha  pedectamente  al  que  se 
emplea  en  el  comercio,  y  que  por  proceder  de  las  Indias  Orientales, 
no  podia  entonces  adquirirse  á  ningún  precio.  La  cristalización  y 
perfecta  calidad  del  azúcar  de  remolachas,  vino  y  miel,  y  otras  sus- 
taniciasy  ik>  es  una  quimera,  sino  á  los  ojos  del  que^no^tiene  lamas  U- 
gera  tintura  de  los  progresos  modernos  del  saber  humano. 

Si  loa  padjFCS  de  familia  «fstu^eran  bien  penetrados*de''estas 
ideas,  no  se  haria  caso  de  aquella  necia  máxima  primd  viverB  eíem- 
de  pbilosopkany  sino  que  doctrmarian  á  sus  hyos  en  la  filosofia  ver- 
dadera, que  es  el  conocimiento  de  los  cuerpos,  de  stis  elementos  y 
descomposición,  y  de  este  modo  los  pondrian  en  estado  de  maaejar 
con  vont^a  cualquiera  especie  de  industria.  Si  «s  cierto,  eomo  ha  di*> 


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—108— 
€ho  un  sabio  que  la  riencia  es  poder,  la  aplicación  á  la  cienciíi,  y  trf 
uso  de  1«  investigación,  son  los  mecüos  mas  seguros  de  Hegar  ai 
bienestar,  á  la  estimación  y  á  los  goces  lícitos. 

El  joven  que  se  acostumbre  á  no  reconocer  por  cierto,  en  d 
órd^i  físico,  sino  lo  que  es  el  resultado  de  la  esperiencia,  no  estará 
espuesto  á  ser  el  juguete  de  la  superchería  y  del  charlatanismo.  Ek 
conocimiento  de  los  hechos^  será  el  único  apreciable  á  sus  ojos^  y  por 
ingeniosos  que  sean  los  raciocinios  que  se  te  presenten,  deseenfia» 
ni  de  ellos,  si  no  ve  que  se  fundan  en  la  demostración  ó  6n  la 
attalogía.— b>3ugt¿5¿o  Grumer^  bibliotecario  de  Ste.  Engracia^ 


i4»^«^ 


mmmk  Piyiiá, 


BALANZA* 

En  su  acepción  'económica,  la  balanz<i  es  el  refmhaclo  de  la 
comparación  del  valor  de  los  productos  del  trabajo  de  ufi  país,  y 
del  valor  de  los  consumos  que  hace  su  población.  Este  resultado  es 
el  termómetro  de  la  prosperidad  pública,  y  de  la  pujanza  y  vigor 
social. 

Si  la  balanza  está  en  fttvor  del  valor  de  los  productos,  fes  de- 
cir, si  este  valor  escede  al  de  los  consumos  que  se  hacen,  no  hay 
duda  que  el  pueblo  está  rico  y  prospera;  pero  su  riqueza  no  será 
progresiva,  sino  tuviere  salida  útil  y  provechosa  del  sobrante  de  los 
productos  no  consumrdos.  En  faltando'  esta  salida,  como  sucede 
con  frecuencia  en  los  paises  mal  administrados,  aquel  sobrante  es 
inútil,  y  la  situación  del  pais  es  la  misma  que  si  no  lo  hubiese,  la 
riqueza  se  llama  entonces  estacionaria. 

Si  por  el  contrario  se  consume  mas  de  lo  que  produce  el  tra- 
bajo del  pais,  los  recursos  de  este  se  agotan,  los  capitales  menguan, 
la  ri<iueza  perece  y  la  fortuna  pública  se  vé  entonces  amenazada  de 
nñl  peligros  y  desastres. 

For  esta  razón  seria  de  la  mayor  importancia  pwa  el  interés 
de  los  p«(eblb6ypítra  la  seguridad  de  los  gobiemot,  que  la  blíl«n«a 


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—109— 
económica  estUTÍese  sienqure  en  evidencia.  De  esta  manera  su  po« 
sicion  sería  tan  demostrable  como  la  de  cualquier  negociante,  ó  dé 
cualquier  particular  que  lleva  la   cu^ita  activa  j  pasiva  de  su 
raudal. 

Pero  si  bien  hay  gobiernos  que  conozcan  las  ventajas  de  este 
examen^  ana  deseándolo  y  sabiendo  apreciario,  encuentran  d^euK 
tedes  para  poder  lo^r  algunos  resultados  seguros,  sobre  los  cítales 
se  puede  coatar  sin  error: 

No  existen  establecimientos  especiales  encargados  de  recojer 
de  una  manera  oficial  los  estados  elementales  de  la  producción  y  el 
consumo,  ni  de  ponerlos  en  ótden,  y  compararlos,  y  presentar  sus 
resaltas.  Cuanto  se  sabe  acerca;  de  esto  no  es  mas  que  conjetura,  y 
podria  apenas  comprenderse  en  la  teoría  de  las  probabilidades 
morales. 

Esta  dificultad  de  encontrar  las  luces  necesarias  acerca  de  la* 
economía  social  de  un  pais,  se  aumenta  mas  y  mas  por  la  necesidad 
de  averiguar  el  estado  de  sus  relaciones  comerciales  con  los  demás 
pueblos,  cu3ra  cuenta  no  es  menos  incierta  ni  menos  arbitraría  que 
la  otra..  Verdad  es  que  eñ  cuando  á  esta  parte  sirven  con  alguna  ra- 
^  zon  de  apoyo  los  documentos  que  pueden  ofrecer  las  aduanas  y  el 
cambio,  pero  estos  datos  son  ^empre  incompletos  y  prometen  poca 
ceite^n. 

Y  en  efecto  ¿como  sería  posible  determinar  el  valor  de  los  pro- 
dilctos  eiipQ.ctados?  PSobte  qué  bases  podria  ñindarse?  ^lá  sobre  lo 
que  ha  costado  su  producción,  ó  sobre  lo  que  valen  en  el  mercado 
istefior;  ó  sobre  el  precio  á  que  serán  vendidos  en  el  mercado  es- 
tra&jeio?  Bero  cualquiera  de  estas  valuaciones  está  sujeta  á  una 
multitud  de  modificaciones  que  pueden  alterar  sus  resultados. 
¿Quién  bastaría  para  calcular  k»  averías  del  camino,  las  estorsiones 
de  la  autoridad  en  los  diferentes  dominios  por  donde  es  nec^^sarío 
pasar,  y  la  estension  de  la  concurrencia  en  el  mercado  estranjero? 
¿Y  como  será  posible  sainar  nunca  resultados  ciertos,  ni  aun  proba- 
bles,  de  tanta  multitud  de  sucesos  inciertos? 

Y  DO  son  menores  que  estas  las  dificultades  que  ofrece  el  apre* 
cío  de  las  imporlaeiones.  ¿De  que  manera  se  fijará  su  valor?  ¿Será 
sobre  el  precio  déla  compra  hecha  al  estranjero?  ¿Se  estimará  me^ 
por  el  de  su  venta  en  el  mercado  interior?  Pero  de  cualquiera  ma- 
nera''quefiaefiie  no  se  tendrían  sino  datos  vagos,  inciertos  é  insuficicn- 
te8«  £n  cnalquMta  de  estas  e^imaciones  dependen  lo«  precios  de 


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— lio- 
una  muhktid  de  ctrcahstancÍBs  j  acaecimientos  que  no  pued«[i  co» 
nacerse  ni  apreciarse  Iiástaqne  el  negocio  está  terminadOé 

La  mas  notable  de  estas  circunstancias  es,  sin  dispata  ninguna, 
el  saldo  de  las  transacciones  privadas  con  los  pueblos.  ¿De  qué 
manera  saldan  estos  sus  cuentas?  ¿Reproducen  en  cuenta  iraeva  A 
alcance  de  la  antigua?  Si  lo  hacen  asi,  no  hay  ningún  medio  tle  sa- 
ber quien  es  el  acreedor  ó  quien  debe?  ¿Se  descargan  tú  rez  por  de« 
legaciones  respectivas?  En  semejante  caso  es  impos9:de  seguir  tantov 
jiros,  y  tan  grandes  rodeos  de  operaciones. 

Cierto  es  sin  embargo  de  esto,  que  el  cambio  esparce  alguna* 
luces  en  medio  de  estas  profundas  tinieblas.  Se  puede  presumir  con 
algún  fundamento  que  el  pais  que  tiene  el  cambio  en  favor  suyo,  con 
los  demás  donde  hace  sus  negocios,  ba  espartado  masque  ha  impor* 
tado,  y  ha  vendido  precisamente  al  estranjero  por  mas  cantidad  de 
lo  que  le  ha  comprado. 

Pero  los  pueblos  no  trafican  solo  con  sus  productos.  Se  les  vé 
interesarse  también  en  loe  empréstitos,  y  llevan  sus  capitales  de  por 
tiempo  á  donde  preveen  que  podrán  sacar  mejor  partido.  Cuando 
sútí&it  9sij  b  mtts  que  podrá  indicar  el  cambio  será  d  estado  de 
los  negocios  en  un  momento  determinado,  y  servirá  para  este  efecto 
lo  mismo  que  sirve  momentáneamente  el  barómetro  para  indicareis 
estado  actual  de  la  atmósfera,  que  un  instante  después  cambia»* 
EslDs  dos  medios  ion  igualmente  impotentes  para  d^eroómar  el  re- 
soltado medio  de  una  dusracion  determinada,  por  ejemplo  de 
uiiailo. 

'  £1  cambitx  no  ofrece  pues,  ni  es  capaz  de  ofrecer  mayor  cortesa 
ni  arrojar  mayor  luz  que  las  aduanas  para  determinar  la  balansa  de^ 
camercio  esterior. 

Sin  embaigo,  todos  los  gobiemos  fundan  su  balanza  comeroiri 
sobre  estos  solos  datos,  sacando  de  ellos  reglas  de  conduela  para 
los  pueblos  que  viven  bajo  sus  leyes. 

Nd  por  eso  deben  ser  enteramente  despreciados  estos  cáteulos 
de  balanza,  pues  por  mas  viciosos  que  sean,  son  los  únicos  docu^ ' 
mcntosque  puedan  ser  consultados  en  una  materia  que  abraza  tan 
grandes  intereses»  Por  lo  inseguro  que  son  se  hace  preciso  trabajar 
rancho  en  rectificarlos,  y  evitar  sus  engañosas  apariencias;  pelo  des- 
pués de  todo  vale  mas  consultarlos  que  andar  á  ciegas  enteramen- 
te. Resignémonos  pues  con  la  endebléas  de  nuecÉra  natwrattza,  y  no 
peordamos  nunca  la  esperanza  de  escapar  á  sus  calamidades.  Con*» ' 


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—111— 

tentémonos  oon  saber  que  la  balanza  del  comet^io  estertor,  y  la  de 
loe  productos  ylo8.coDSuino&  no  ofrecen  ninguna  certeza;  que  im- 
perta esencialmente  perfeccionar  estos  datos,  ó  suplirlos  por  otros 
niedio3)  y  que  mientras  no  tengamos  la  fortuna  de  lograrlo,  no  po- 
dremos taiapooo  prometernos  de  tener. nociones  positivas  sobre,  bir 
situación  económica  de  los  pueblos.  Si  la  duda  es  el  media  mas  po« 
deroao  de  llegar  á  la  verdad,  el  conocimiento  de  nuestra  ignorancia  •. 
áébtííí  9tr  también  el  verdadero  móvil  de  nuestra  ciencia* 

Juan  Manuel  de  Pomares. 


meteorología. 


LLUVIA. 


De  todos  los  meteoros  que  se  engendran  en  la  atmósfera,  ht 
llu^a  es  el  mas  admirable,  mas  benigno  y  útil  á  la-Tegetacíon.  £- 
levada  d  agua  en  partículas  menudísimas  por  el  proceso  de  la  eva- 
poración de  la  superficie  de  algún  océano  remoto,  á  la  región  del 
an-e,  y  hecha  en  lo  ako  el  juguete  de  los  vientos  y  de  variedad  db 
temperaturas,  puede  caminar  en  forma  de  nubes,  haciendo  sombra 
á  la  mitad  del  globo,  antes  de  caer  á  su  superficie.  El  filósofo  se 
hace  cargo  de  la  infiuencia  del  calor,  ve  subir  los  vapores  densos 
de  la  tierra  y  condensarse  en  nubes  ft)rmando  cirros,  cfimtdos  ó  es- 
tractos,  según  su  elevación,  percibe  que  el  viento  las  impele  en 
varias  direeciones,  y  por  una-unión  de  csoincidencias  las  siehte- des- 
cender en  una  lluvia  apacible,  las  vé  caer  en  copos  de  nieve,  d  pre- 
cipitarse en  aguaceros  ó  granizo,  y  queda  suspenso  sin  entender  luí 
causas  ocultas  que  producen  tal  efecto.  Todas  las  teorías  que  los 
químicos  han  hecho  sobre  este  fenómeno  están  fundadas  en  suposi- 
ciones gratuitas,  como  prueba  la  variedad  de  opiniones  sobre  la 
causa  de  la  lluvia.  Presentaremos  á  nuestros  lectores  las  dosló' 
pótesis  mas  plausibles,  y  después  hablaremos  de  sus  efectos  y  be- 
neficios. 

Mr.  Luke  Howard,  el  mas  científico  y  exacto  meteorologista 
del  sigk)  pasado,  fiíé  de  opinión  que  la  lluvia  es  casi  siempre  el  re- 


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—112— 
sultailo  de  la.acckm  déetríca  que  las  nubes aafreii  entnflí ,  Esta  idea 
adqumó  alguna  plausibüidad,  pareciendo  confirmada  con  operacP^ 
oes  hechas  de  varias  maneras,  sobré  el  estado  eléctrico  de  la»  nubta 
y  de  la  lluvia,  y  es  muy  probable  que  una  tormenta  de  truenos  y  agua 
iw>  sea  mas  que  un  repentino  y.sensiUe  desenvolvimienlo  de  aquella» 
energiasque  según  el  orden  que  se  observa  en  la  creación  en  otros  re»- 
pectos,  deben  estar  operando  incoante  y  «ilenciosameata  para  ánc» 
generales  y  benáácos.  Pero  si  esta  teoría  parece  .eqdicar  la  causa 
de  un  aguacero  ó  granizada,  no  satisface  en  el  caso  de  una  lluvia 
regular  y  continuada,  ni  en  la  lenta  caida  de  una  nevada* 

Veamos  ahora  otra  teoría  moderna  sobre  la  causa  de  la  lluvia. 
Es  cosa  evidente  para  los  versados  en  meteorología,  que  existe  *una 
conexión  intima  entre  el  calor  y  el  vapor  en  la  atiQÓ;^era.  £1  calor 
promueve  la  op^itecioa,  y  contribuye  ¿retener  el  vapor  ascendido  a 
la  atmósfera;  y  el  írio,  por  otra  parte,  precipita  ó  condensa  el  vapor. 
Aunque  estos  hechos  no  esplican  por  sí  el  fenómeno  de  la  lluvia^ 
han  servido  de  fundamento  al  Dr.  Hutton  de  Edimbuigo,  para  ha- 
cer varias  observaciones,  y  formar  una  noción,  la  mas  correcta  que 
h;^  llegado  á  nuestra  noticia,  sobre  la  causa  de  la  llovia«  Sin  deci- 
dir sobre  si  el  vapor  está  simplemente  estendido  por  el  calor,  y  di- 
fundido por  la  atmósfera,  ó  combinado  químicamente  con  ella,  sos^ 
tuvo,  fundado  en  fenómenos  evidentes,  que  la  cantidad  de  vapor 
que  el  aire  puede  retener,  crece  á  proporción  con  la  temperatura;  y 
de  aquí  infiere  con  fundamento,  que  cuando  dos  volúmenes  de  aire 
de  temperaturas  diferentes  llegan  á  mezclarse,  estando  cada  uno 
previamente  saturado  con  vapor,  se  ha  de  seguir  una  precipitación 
de  una  porción  de  vapor,  no  siendo  la  temperatura  media  capaz  de 
soportar  la  cantidad  media  de  vapor. 

Por  tanto,  la  causa  de  la  lluvia  nos  parece  no  debe  ser  ya  un 
objeto  de  duda.  Si  dos  masas  de  aire,  de  temperaturas  desiguale^ 
se  Uegian  á  entremezclar  por  las  corrientes  ordinarias  délos  vientos, 
cuando  están  saturadas  de  vapor,  la  consecuencia  será  una  precipi- 
tación. Si  las  masas  no  están  muy  saturadas,  la  precipitación  es 
menoX)  ó  no  habrá  hinguna,  según  el  grado  en  que  estuviesen.  Asi- 
mismo cuanto  mas  caliente  está  el  aire,  tanto  mayor  es  la  cantidad 
de  vapor  precipitado  en  iguales  circunstancias.  Esta  es  la  razón  por 
^ué  las  lluvias  son  mas  pesadas  en  verano  que  en  invierno,  y  en 
países  calientes  que  en  fríos. 

Veamos  ^ra  la  causa  por  qué  cae,  menos  lluvia  en  los  prime: 


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—lia- 
ros seis  meses  del  año,  que  en  los  otros  seis  meses  ókimos.  Toda  la 
cantidad  de  agua  en  la  atmósfera  en  Enero  es  usualmente  como 
tres  pulgadas,  loque  demuestra  el  punto  de  rocío,  que  entonces  es 
como  de  32^.  Ahora  bien,  la  fuerza  del  vapor  en  aquella  tempera- 
tura es  0.2  de  una  pulgada  de  mercurio,  lo  que  es  igual  á  2-8,  ó 
tres  pulgadas  de  agua.  El  punto  de  roció  en  julio  es  usualmente 
de  58°  á  59°,  y  correspondientt  á  0.5  de  una  pulgada  de  mercu- 
rio, lo  que  es  igual  á  siete  pulgadas  de  agua;  la  diferencia  es  cua- 
tro pulgadas  de  agua  mas  en  la  atmósfera  en  los  seis  meses  prime- 
ros que  en  los  últimos.  Por  tanto,  si  suponemos  que  la  entremez- 
cla usual  de  las  corrientes  de  aire  es  la  misma  en  los  dos  periodos 
intervinientes,  la  lluvia  debe  ser  cuatro  pulgadas  menos  en  el  pri- 
mer periodo  del  año  que  en  el  medio,  y  cuatro  pulgadas  mas  en  el  úl- 
timo periodo,  haciendo  una  diferencia  de  ocho  pulgadas  entre  los 
dos  periodos,  lo  cual  conviene  casi  enteramente  con  las  observacio- 
nes siguientes:  * 

Cantidades  inedias  de  lluvia  mensual  y  anual  que  han  caído  en  Parisy 
Londres  y  Livej-pool,  fonjiando  un  medio  por  observación  de  15 
anos  en  Paris^  40  en  Londres  3^  18  en  Liverpool  y  recogidas  por  Mr. 
Dalton  de  Manchester^  y  redundas  aquí  á  pulgadas  castellanas. 


MESES, 


París, 


Pulg,  cast. 


Londres, 


Pulff.  cast. 


Liverpool, 


Pulff.  cast. 


Medio  ge' 
neral. 


Enero 

Febrero 

Marzo. 

Abril 

Mayo 

Junio 

Julio 

Agosí.0 

Setiembre . . 
Octubre. . . . 
Noviembre- 
Diciembre. . 


1473 
1474 
1466 
1465 
2120 
2036 
2100 
2280 
1860 
2136 
2064 
1920 


1610 
1375 
1289 
1406 
1799 
1911 
2692 
1987 
2026 
2301 
2444 
1909 


2304 
2031 
1675 
2314 
2830 
3097 
4029 
3642 
4019 
4096 
3785 
3616 


1888 
1603 
1482 
1860 
2314 
2504 
3064 
2814 
2939 
2216 
2924 
2762 


Total 22394 


22749 


37529 


.  (♦)     Para  averiguar  la  cantidad  de  lluvia  que  cae  en  un   paraje, 
se  valen  los  filósofos  de  un  instrumento  estremamente  simple  y  bas- 
T.  II. — 15. 


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—114— 

Nuestros  lectores  observarán  por  la  tabla  precedente,  q«re  b 
cantidad  media  anual  de  lluvia  que  podensos  suponer  cae  del  cíela 
sobre  la  tierra  es  30  pulgadas,  y  sí  añadimos  6  polg^tdas  p<^  le» 
cantidades  de  roció  y  humedad  qoe  no  podemo»  medir  con  taaita 
facilidad)  diremos  que  el  agua  de  tm  año  sería  bastante  paia  cubrir 
toda  la  tierra  á  la  altura  de  una  vara;  y  si  toda  esta  cantidad  de  fluí' 
do  se  elevara  otra  vez  por  evaporacichfi,  el  vapor  solo  de  ta  tierra 
bastaría  para  mantenerla  en  circulación;  pero  roas  de  una  tercera 
parte  de  la  lluvia  y  de  la  nieve  corre  á  los  rio»  y  va  á  precipitarse 
al  occeano,  por  lo  que  es  necesarío  que  el  mar  la  restítoya  por  su 
evaporación. 

Se  ha  observado,  como  circunstancia  muy  notable,  que  cae 
mayor  cantidad  de  lluvia  en  los  valles  que  en-  las  colmas,  aunque  k 
altura  sea  muy  insignificante^  Lo  contrarío  sucede  en  los  paraje» 
muy  montañosos  como  los  Andes,  y  los  llanos  muy  estensos  como 
en  Egipto,  las  Pampas,  &c.  Los  químicos  han  averiguado  que  cada 
nube  está  cargada  con  mas  ó  menos  electrícidad,  y  que  las  monta- 
ñas que  se  elevan  muy  alto  en  la  atmósfera  sirven  de  conductores. 
Cuando  las  nubes  se  acercan  mucho  á  la  esfera  de  acción  de  las 
cumbres,  su  electricidad  estando  en  un  estado  opuesto,  es  atraída 
en  parte  por  los  montes,  y  prívadas  las  nubes  del  fluido  eléctrico 
necesarío  para  suspender  toda  el  agua  que  contienen,  esta  cae  en 
torrentes  sobre  los  montes,  y  exhaustas  las  nubes  pasan  sobre  las 
llanadas  inmediat^is  sin  agua  suficiente  para  regar  la  tierra.  Esto 
esplica  por  qué  en  las  montañas  del  Egipto  alto,  llueve  tanto  y  casi 
nunca  en  el  Egipto  bajo.  Lo  mismo  sucede  en  los  Andes  del  Pera, 
en  Quito  y  en  las  montañas  al  Norte  y  Oriente  de  Lima;  donde  la 
lluvia  cae  en  torrentes,  mientras  que  en  el  valle  Rimac,  donde  está 
la  capital  y  el  puerto  del  Callao,  no  llueve  jamás,  á  lo  menos  sen- 
siblemente. En  los  montes  junto  á  Jujui  los  aguaceros  son  firecuen- 
tes  y  pesados,  y  en  las  Pampas  de  Buenos  Ayres  son  muy  írecuen* 


tanta  exacto,  el  cual  se  llama  OMBRÓMETRO,  voz  formada  de  las 
palabras  griegas  OMBROS  lluvia,  y  METRO  medida.  Enlatin  llama- 
riamos  PLUVIÓMETRO.  El  ombrómetro  consiste  en  una  vasija  cir- 
cular ó  cuaílrada  con  un  tubo  al  fondo  en  figura  de  embudo  para  reu- 
nir toda  la  lluvia  que  cae  dentro,  y  estimar  su  cantidad  por  una  esca- 
la que  demuestra  el  número  de  pulgadas  cúbicas  de  agua  que  ha  entra- 
do en  la  vasija.  Cualquier  curioso  podrá  hacer  un  pluviómetro,  con 
tal  que  proporcione  la  escala  de  medida  en  la  superficie  de  la  vasija^ 


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—lis- 
tes te  secas  por  todo  un  año,  convirtiéndose  aqüeHas  vastas  j 
Amelias  llanadas  en  campos  de  desolación.  A  escepcion  de  estas  irre- 
galarídades,  efecto  de  algunas  causas  secundarias,  la  perpetua  cir- 
culación de  evaporación  y  lluvia  es  el  fenómeno  que  proclama  con 
mayor  viveza  la  sabia  providencia  del  Criador.  El  método  en  que 
desciende  generalmente  destilando  gota  á  gota,  es  el  modo  mas 
conveniente  para  regar  la  tierra,  porque  si  cayera  de  un  golpe,  aho- 
garla los  vivientes,  destrozaría  los  árboles,  destruiría  las  plantas, 
arrastraría  los  edificios,  y  se  llevaría  al  mar  en  la  inundación,  la  ca- 
pa de  tierra  destinada  á  la  vejetacion.  Pero  la  mano  del  Autor  so- 
berano ha  suspendido  estos  peligros,  y  la  caida  de  la  lluvia,  por  vio- 
lenta que  sea  la  compresión  de  las  nubes  por  el  cambio  de  la  elec- 
tricidad ó  por  la  mudanza  de  temperatura,  es  comparativamente 
pequeña;  destruirá,  es  verdad,  aquellos  árboles  cuyas  fibras  están 
ya  corrompidas,  pero  no  los  sanos  que  tienen  la  tenacidad  apropia* 
da  á  su  parte  leñosa  para  mantener  el  tronco  firme  en  sus  raices, 
y  sus  ramas  sujetas  al  tronco;  destruirá  las  casas  edificadas  sobre  la 
arenay  pero  no  caerán  las  que  Hstán  cimentadas  sobre  las  peñas. 

NIEVE. 

Cuando  las  partículas  acuosas  se  hielan  en  las  lineas  conjelan- 
tes  y  se  agregan,  producen  aquellos  copos  de  nieve  que  descendien- 
do por  el  aire,  se  acumulan  en  la  tierra,  y  forman  aquel  campo  ar- 
jentado  que  caracteriza  la  estación  de  invierno  en  los  paises  fríos. 
Dos  son  las  peculiarídades  mas  notables  de  la  nieve,  su  levedad  y 
su  albura.  Un  copo  de  nieve  tiene  nueve  veces  mas  estension  que 
un  cuerpo  igual  de  agua,  y  por  consiguiente  es  tres  veces  mas  leve, 
y  caerá  tres  veces  mas  de^acio  que  la  lluvia.  La  albura  de  la  nieve 
proviene  de  los  crístales  menudísimos  de  que  se  compone;  de  aqu» 
es  que  si  se  machaca  el  hielo,  sus  partículas  se  mantienen  siempre 
perfectamente  blancas  como  los  crístales  del'azú^ar  refinado^  Se  ha  * 
visto  nieve  de  un  color  pardo,  ocasionado  por  las  partículas  terro- 
sas con  que  se  ha  impregnado  en  los  montes;  pero  esto  se  ha  obser- 
vado tan  rara  vez  que  no  ha  sido  posible  averiguar  su  causa  con 
bastante  probabilidad.  Mas  frecuente  ha  sido  el  hallar  nieve  go1o«« 
rada  en  la  re^on  ártica.  La  que  trajo  á  Inglaterra  el  capitán  Rosa 
en  su  último  viaje  de  e^lora<;ion  hacia  el  Norte,  fué  examinada  pop 
el  £>r.  WeUaston,  quien  creyó  tener  su  orijen  en  alguna^  sustancia 


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—116— 
vejetal  que  no  podia  asesjurar  estando  ignorante  de  las  produccio- 
nes de  la  tierra  en  aquellas  altas  latitudes.  Últimamente  fué  exami- 
nad i  por  Mr.  Bauer,  y  hayo  que  contenia  en  efecto  una  sustancia 
vejetal  del  género  Uredoy  enjendrado  á  su  parecer  en  la  nieve. 

Cuando  la  nieve  se  acumula  en  grande  cantidad,  su  peso  es 
muy  considerable;  árboles  grandes  se  inclinan  doblados  por  el  esce- 
sivo  peso,  y  las  ramas  mas  gruesas  suelen  desgarrarse.  La  capa  de 
nieve  en  los  inviernos  mas  frios  de  Inglaterra  no  tiene  mas  de  diez 
á  doce  pulgadas  de  gr-ueso,  y  en  mayores  latitudes  no  pasa  de  me- 
dia vara,  pero  en  las  cadenas  de  montanas  muy  altas  es  muy  pro- 
funda. Una  plumada,  como  llaman  los  Indios  Pegüenclies  á  una 
fuerte  caida  de  nieve,  suele  cubrir  los  valles  de  la  Cordillera  con 
una  capa  de  algunas  varas  de  alto:  tres  dias  después  de  una  fuerte 
nevada,  hallándose  obligado  un  viajero  á  cruzar  la  Cordillera,  las 
muías  se  le  enterraban  á  punto  de  no  ser  posible  caminar,  y  otra 
igual  le  hubiera  sepultado  enteramente  en  el  valle. 

La  nieve  en  los  valles  ó  llanadas,  desaparece  en  gran  parte 
por  evaporación.  Mr.  Luke  Howard  puso  una  vez  100  granos  de 
nieve  ligera  en  un  plato  de  seis  pulgadas  de  diámetro  (habiendo 
estado  el  plato  previamente  espuesto  á  la  atmósfera)  y  durante  la 
noche  (10  de  Febrero)  perdió  60  granos.  De  esta  observación  infie- 
re este  ingenioso  físico,  que  la  evaporación  de  la  nieve  suple  de 
agua  la  atmósfera  baja,  para  la  formación  de  las  neblinas  que  se  ob- 
servan en  los  inviernos  de  heladas  intensas. 

GRANIZO. 

Se  forma  el  granizo  por  la  congelación  del  vapor  en  las  regiones 
mas  altas  de  la  atmósfera,  causada  por  la  mezcla  de  una  corriente 
de  aire  sumamente  frió,  con  el  aire  mas  caliente  en  que  el  vapor 
está  suspendido.  El  granizo  ha  sido  siempre  definido  como  lluvia 
•  helada:  pero  se  diferencia  del  hielo  en  que  no  está  formado  como 
este  de  una  sola  pieza,  sino  de  muchas  partículas  aglutinadas,  y  tam- 
bién en  que  el  granizo  es  generalmente  mas  leve.  El  granizo  es  mas 
duro  en  el  centro  que  en  la  parte  esterior,  formando  una  especie  de 
núcleo  con  varias  capas  concéntricas,  y  muchas  veces  se  han  halla- 
do dentro  pedacitos  de  paja,  corteza  de  árbol  y  aun  granos  de  tierra' 
lo  que  nos  da  alguna  idea  de  la  elevación  á  que  los  remolinos  de 
viento  pueden  llevar  estas  sustancias.  Los  graaizos  son  de  varias 


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-^117— 
figuras;  generalmente  son  redondos  ó  de  figura  oval,  otras  veces  son 
chatos  como  altramuces,  y  otras  veces  tienen  figura  piramidal  de  án- 
gulos muy  irregulares.  El  tamaño  del  granizo  es  todavía  mas  vario 
que  su  figura:  en  lo  general  son  como  guisantes,  y  frecuentemente 
son  del  tamaño  de  garbanzas  grandes;  no  es  entraño  verlos  mayo- 
res que  huevos  de  paloma,  y  hay  muchos  ejemplos  de  haber  pesa- 
do varias  onzas,  y  hasta  mas  de  una  libra.  Se  halla  mencionado, 
que  durante  las  guerras  de  Italia  entre  franceses  y  españoles  en 
1510,  después  de  una  oscuridad  espantosa  se  rompieron  las  nubes 
en  truenos  y  relámpagos,  y  al  instante  cayeron  granizos  que  algunos 
pesaron  cien  libras.  Pero  á  este  fenómeno  no  se  le  puede  llamar 
granizo,  sino  pedazos  de  hielo,  siendo  probable,  que  por  algunas 
mudanzas  repentinas'  de  la  electricidad  ó  temperatura,  alguna  nube 
entera  se  trasformó  en  una  masa  de  hielo,  que  descendiendo  se  iba 
rompiendo  y  dividiendo  en  fragmentos. 

El  granizo  cae  generalmente  en  ángulos  de  70^  á  50°,  y  mien- 
tras mas  gruesos  tanto  mas  abre  el  ángulo.  La  granizada  que  vi6 
Volney  en  13  de  julio  de  1788  junto  á  Versailles,  del  tamaño  de  limo- 
nes, cayó  en  un  ángulo  de  45°.  La  velocidad  del  granizo  esta  averi- 
guada ser  de  77  pies  por  segundo,  mas  de  20  leguas  por  hora,  y  su 
energía  es  proporcionada  á  su  diárnetro  con  un  poder  tan  destructivo 
que  produce  calamidad,  no  solo  en  los  árboles,  sino  también  en  los 
vivientes.  En  marzo  de  1811  hubo  una  granizada  en  la  costa  del 
Paraná,  junto  al  rio  Tercero,  que  sin  embargo  de  no  serlos  granizos 
mayores  que  nueces,  eran  tan  duros  y  caian  con  tanta  fuerza  que 
entraban  en  los  zapallos  (calabazas)  casi  niaduros,  como  si  hubieran 
sido  balas;  y  algunas  vacas  lecheras  atadas  al  palenque  junto  á  la 
casa  de  una  hacienda  sufrieron  tanto,  que  les  quedó  ensangrentado- 
el  pellejo  sobre  las  costillas;  tales  fueron  las  contusiones. 

En  las  latitudes  muy  altas,  el  granizo  es  pequeño,  entre  trópi- 
cos es  mayor;  y  el  mayor  de  todos  se  ha  observado  siempre  en  las 
zonas  templadas  de  ambos  hemisferios. 


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—118— 

INTEAES  DE  LIS  CLASES  ICOMODADIS 

EN  LA  INSTRUCCIÓN  POPULAR. 

Nadie  tiene  tanto  interés  en  que  la  clase  inñma  y  menesterosa 
del  pueblo  reciba  una  buena  educación,  como  las  clases  acomodadas 
y  ricas.  No  les  basta  á  estas  para  ser  felices  el  tener  comodidades 
y  bienes  de  fortuna,  necesitan  ademas  tener  sosiego,  tranquilidad  y 
seguridad  en  el  goce  de  ellos,  y  si  la  numerosa  clase  proletaria  no 
ha  recibido  buena  educación  religiosa  y  moral,  si  no  se  le  ha  mos- 
trado prácticamente  el  medio  de  adquirir  su  sustento,  tan  fácil  por 
lo  menos,  como  el  de  los  crímenes  y  los  robos,  á  estos  se  entrega- 
rá sin  duda,  y  en  tal  caso  el  peligro  todo  corre  de  parte  de  los  aco- 
modados y  ricos.  La  clase  indigente  hallándose  numerosa  y  fuerte 
tratara  de  socorrer  sus  necesidades  invadiendo  los  bienes  de  los 
ricos ,  cualquier  suceso  de  algún  bulto  le  servirá  de  pretesto 
para  trastornar  el  orden ,  y  ya  que  la  sociodad  no  ha  echa- 
do sobre  su  estado  infeliz  una  mirada  de  precaución,  evitando  que 
llegue  el  caso  de  su  estrema  necesidad,  podrá  creerse  llamada  al  es- 
tado de  la  naturaleza  roto  entre  ella  y  la  clase  proletaria  el  vincu- 
lo social,  y  con  derechos  aparentes  á  la  participación  de  los  bienes, 
cuya  propiedad  esclusiva  no  es  obra  sino  del  pacto  sociaL 

La  necesidad  le  servirá  de  espuela  demasiado  punzante:  su 
fuerza  le  inspirará  la  audacia,  y  no  sintiendo  el  freno  de  la  vir- 
tud y  de  la  moral  que  dá  la  educación  con  un  impulso  casi  irre- 
sistible, se  arrojará  á  los  mas  perniciosos  escesos  y  hará  que  la  cla- 
se acomodada  viva  con  desasiego  y  temor,  y  no  disfrute  con  cal- 
ma y  quietud  las  comodidades  que  posea.  El  que  duerme  en  su 
casa  temerá  una  llave  maestra,  ó  la  abertura  de  una  ventana,  ó  el 
descuido  de  un  portero,  ó  la  infidelidad  de  un  criado,  y  el 
que  viaje  por  un  camino  á  cada  paso  temerá  ser  asaltado  y  robado, 
y  unos  y  otros  tendrán  que  gastar  en  precauciones  y  seguridades 
mas  de  lo  que  hubieran  invertido  en  asociarse  con  otros  de  su  ge- 
rarquía  para  inspirar  moralidad  y  educación  á  los  que  ahora  temen, 
y  en  aquel  caso  serian  sus  mas  seguras  salvaguardias. 

Sin  educación,  en  vano  se  dictarán  leyes;  se  publicarán  códi- 
gos criminales,  se  levantarán  patíbulos,  todo  esto  no  es  bastante,  si 


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—119— 

una  masa  fuerte  y  numerosa  carece  de  costumbres.  Ya  lo  dijo  há 
cerca  de  dos  mil  años  un  poeta,  al  que  no  le  falta  nada  para  ser 
también  un  ñlósofo  y  un  grande  conocedor  de  la  especie  humana. 
¿De  qué  aprovechan  las  leyes,  si  no  están  apoyadas  en  las  costum- 
bres? Quid  teges  sine  rrwriJms  vana  profidunt  Costumbres,  Cífifetum- 
bres  y  virtudes  sociales  y  religiosas,  y  estas  economizarán  el  uso 
de  las  leyes  penales,  que  como  dice  el  Sagrado  testo,  no  se  han  dic- 
tado para  el  bueno  sino  para  el  malo,  para  el  que  no  siente  el  freno 
del  honor  ni  el  de  la  moral,  y  mucho  menos  el  de  la  religión;  fre- 
nos dulces  y  suaves  que  impone  la  educación.  Ella  se  apodera  de 
las  pasiones  y  vence  y  dobla  hasta  la  misma  naturaleza,  de  manera 
que  el  que  ha  recibido  de  ella  el  fatal  presente  de  un  temperamento 
iracundo,  como  se  dice  de  Sócrates  y  del  Crisóstomo,  logra  por  la 
educación  que  recibe  de  sus  maestros  ó  por  la  que  él  mismo  se  ad- 
quiere, ser  el  mas  dulce  y  manso  de  los  hombres.  Asi  es  como  la 
educación  falsea  y  hace  falaces  todas  las  probabilidades  frenológi- 
cas y  celébrales. 

Y  digo  de  la  educación  que  el  hombre  se  adquiere  por  sí  mis- 
mo, porque  seria  un  error  el  persuadirse  que  la  carrera  de  la  edu- 
cación debe  concluirse  á  los  15  ó  á  los  25  años.  Apenas  el  hom- 
bre comienza  á  ser  sinjurisy  esto  es,  á  poderse  dirigir  por  sí  mis- 
mo, se  va  debilitando  en  sus  padres  y  maestros  la  obligación  de 
educarle,  y  va  creciendo  la  que  cada  cual  tiene  de  darse  á  sí  mis- 
mo; educación  durante  todo  el  tiempo  de  su  vida,  Solón  decia,  que 
aun  se  instruía  en  su  vejez,  y  Diógenes  no  se  desdeñó  en  aprender 
de  un  muchacho  un  artículo  de  aquella  economía  cínica  que  profe- 
saba por  vanidad.  La  educación  de  la  infancia,  no  alcanza  á  ma» 
que  á  sembrar  en  el  alma  las  semillas  de  las  virtudes  y  los  elementos 
de  las  ciencias;  pero  semillas  que  el  hombre  debe  cultivar  cuando 
llega  á  raciocinar  por  sí  mismo,  beneficiando  esta  mina  inagotable 
perfectibilidad,  que  le  eleva  sobre  los  demás  seres  y  le  aproxima  al 
Criador.  En  todo  el  curso  de  su  vida,  debe  trabajar  en  depurar  su 
inteligencia  de  errores  y  preocupaciones  vulgares  ó  religiosas,,  por 
medio  del  estudio,  de  la  observación,  de  la  esperiencia,  de  los  bue- 
nos amigos,  de  los  viages  y  del  conocimiento  del  mundo,  debe  mo- 
derar su  egoismo  para  ser  social  y  tolerante  con  los  demás,  y  tem- 
plar su  alma  de  modo  que  pueda  estar  á  los  golpes  de  la  fortuna  ó 
de  la  desgracia,  sin  engreirse  por  aquella  ni  abatirse  por  esta,  has- 
ta el  punto  que  pueda  realizar  en  sí  mismo  la  bella  imagen  deHo- 


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—120— 
racio  en  su  jtistum  et  tenacem  proposite  verum.  Ni  Cicerón  escri- 
bió para  niños  su  escelente  libro  "De  los  oficios,"  ni  para  jóvenes  el 
no  menos  precioso  "De  la  Senectud",  sino  para  contribuir  con  sus 
máximas  al  bienestar  de  aquellos  y  de  estos,  que  es  el  objeto  de 
toda  educación. 

De  aqui  debemos  sacar  una  consecuencia  que  nunca  será  bas- 
tante, bien  inculcada  y  meditada,  y  es  que  el  interés  de  la  educa- 
ción popular  es  casi  todo  de  las  clases  acomodadas,  y  que  cuando 
estas  hagan  un  corto  sacrificio  para  mejorar  la  suerte  de  los  me- 
nesterosos por  instituciones  de  educación,  no  tanto  mirarán  por  el 
bienestar  de  estos,  cuanto  por  el  suyo  propio.  Sacrificarán  una  pe- 
queña parte  por  el  lucro  y  ganancia  de  gozar  con  paz  y  seguridad 
de  la  otra. 


FABRICACIÓN 

POR  MAYOR  DE  LA  CERVEZA  Y  PORTER 
EN  LONDRES. 

El  grado  de  estension  que  reciben  comunmente  en  Inglaterra 
toda  clase  de  fábricas  es  cosa  maravillosa,  á  que  no  han  llegado 
todavialos  firanceses,  y  de  lo  que  tenemos  generalmente  ideas  muy 
limitadas.  Por  esta  razón  voyá  referir  aquí  lo  que  he  tenido  ocasión 
de  ver  en  la  famosa  fábrica  de  porter  de  Barclay  y  Perkins;  y  los 
datos  que  he  adquirido  de  boca  del  mismo  Barclay,  quien  tuvo 
la  bondad  de  acompañarme  en  la  visita  que  le  hice  de  su  esta- 
blecimiento. 

El  porter  es  una  clase  particular  de  cerveza  (1)  de  que  hacen 
gran  consumo  los  ingleses,  y  principalmente  los  obreros;  es  mas 
fuerte  que  la  cerveza  ordinaria,  y  t-xije  una  preparación  mas  larga 
y  costosa.  La  fábrica  de  porter  de  M.  Barclay  en  Londres,  puede 
darnos  suficiente  idea  de  la  gran  estension  á  que  ha  llegado  en  aque- 
lla capital  este  i^énero  de  industria. 

Se  fabrican  anualmente  unos  360,000  barriles  de  cerveza  que 


(1)  El  porter  no  hace  espuma  como  la  cerveza  ordinaria,  por- 
que está  ya  concluida  la  fermentación  antes  de  pasarla  á  las  tinas, 
adonde  se  conserva  hasta  su  despacho. 


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—121— 
<K)ntienen  cada  uno  36  galones  (1)  ó  sean  3,tl0,853  cántaros.  El 
local  ó  almacén  que  contiene  las  tinas  de  porter  es  inmenso;  todas 
ellas  son  de  maderas  enarcadas  en  hierro  y  sostenidas  sobre  pilas- 
tras de  hierro  colado;  las  mayores  son  cónicas,  y  contienen  3000 
barriles  cada  una,  ó  sean  30924  cántaros,  de  las  cuales  hay  hasta 
100.  Una  máquina  de  vapor  de  la  fuerza  de  22  caballos  hace  mover, 
todos  los  aparatos  mecánicos,  como  son  los  que  sacan  la  cebada 
germinada  de  los  almacenes  y  la  hacen  caer  con  la  inclinación  de- 
bida en  los  molinos,  las  bombas  que  suben  el  agua  del  Támesis 
para  la  elaboración  del  porter,  y  otras  que  suben  el  líquido  elabora- 
do; el  cual  por  medio  de  un  cañón  de  fundición  de  hierro,  del  grue- 
so del  cuerpo  de  un  hombre,  que  atraviesa  la  calle  situada  entre 
los  almacenes  y  la  fábrica,  llega  hasta  los  depósitos  cónicos  cita- 
dos, evitándose  así  un  sinfín  de  obreros,  pues  que  la  fuerza  de  22 
caballos  equivale  ala  de  154  hombres.  A  pesar  de  esto  se  ocupan 
diariamente  doscientos  obreros  en  las  diferentes  labores.  El  número 
de  individuos  empleados  esteriormente  en  el  transporte  y  venta  de 
la  cerveza  es  de  tres  á  cuatro  mil.  Las  tres  tinas  de  cobre  en  que  se 
revuelve  la  cerveza  con  el  agua  caliente  contiene  cada  una  150  bar- 
riles, es  decir,  unos  1546  cántaros  de  líquido  (2).  Un  dia  comieron 
juntas  25  personas  en  una  de  aquellas  tinas,  y  50  obreros  bajaron  en 
seguida  para  aprovecharse  de  los  restos  del  festín.  Aquel  dia  se  con- 
sumieron en  el  comedor  de  nueva  invención  170  libras  de  vaca  asada 
(beef-steak).  Los  cuartos  de mamposteria  donde  hacen  fermentarla 
cerveza contienencada uno  1400 barriles  osean  14431  cántaros  de 
porter.  En  uno  de  aquellos  cuartos  vi  el  ácido  carbónico  (gas  seme* 
jante  al  que  produce  la  combustión  del  carbón)  desprenderse  del  lí* 
quido  y  esparcirse  á  tres  pies  y  medio  de  altura  sobre  los  bordes  de 
aquel  receptáculo,  formando  una  corriente  continua,  en  la  cual  se  apa- 
gaba instantáneamente  una  vela  encendida.  Se  resentía  principalmen- 
te en  la  boca,  al  acercar  la  cara,  un  vapor  acre  y  ardiente,  parecido  al 
que  se  despide  en  la  combustión  de  los  licores  fuertes;  y  por  fin,  si  se 
hubiera  metido  en  ella  cualquier  ser  animado,  hubiera  perecido  en 
breve  tiempo.  El  servicio  interior  y  esterior  de  la  cervecería  le  hacen 
160  caballos  que  tienen  sus  cuadras  en  el  mismo  establecimiento,  así 


(1)  El  galón  equivale  á  poco  mas  de  4}  botellas  comunes. 

(2)  Su  fondo  es  plano,  y  son  mucho  mas  anchas  y  largas  que 
profundas. 

T.  11. — 16. 


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—isa- 
como  todo  el  material  que  exijen  indispensablemente,  y  también 
las  fraguas  para  herrarlos,  etc. 

El  establecimiento   de  fábrica,  almacenes  citados,  caballos, 
máquinas,  etc,  ha  costado  unos  cuarenta  millones  de  reales. 

(Del  Sr.  D.  José  Luis  Casaseca.) 


El  arte  de  la  alfarería  que  los  romanos  llamaban  íiguline  y  los 
griegos  cerámica,  tenia  entre  los  antiguos  una  importancia  artística 
que  decayó  después  mucho  entre  las  naciones  del  Occidente  que 
la  practicaban  antes  con  la  mas  grande  habilidad,  ¿Qué  son  en  efecto 
á  pesar  de  la  perfección  á  que  se  ha  llegado  por  los  procedimiento» 
mecánicos,  nuestros  mas  bellos  vasos,  respecto  de  esa  multitud  de 
vasos  etruscos  que  llenaban  los  gabinetes  y  los  museos?  En  la  alfa- 
reria  moderna,  lo  que  decide  mas  comunmente  del  valor  de  los  pro- 
ductos es  la  mas  ó  menos  finura  de  la  materia  en  cuanto  á  los  vasos 
etruscos,  cuya  materia  siempre  es  la  misma,  es  fácil  conocer  que  en- 
tre los  antiguos  la  superioridad  del  dibujo  en  los  adornos  y  de  la 
invención  en  la  forma,  establecen  por  si  solos  una  balanza  entre  la» 
diferentes  producciones. 

Ciertamente  que  la  cualidad  de  la  materia  no  es  una  condición 
indiferente  en  \m  arte  tal  como  la  alfareria,  y  bajo  la  relación  in- 
dustrial, sin  duda  que  las  manufacturas  de  Sevres,  obtienen  mucha» 
ventajas  respecto  de  las  de  la  antigua  Etruria:  pero  ¡cuan  inferiores 
son  á  las  de  Roma  en  tiempo  del  imperio  de  donde  salian  composi- 
ciones cuyos  fragmentos  desalientan  la  ciencia  moderna  que  los  ha 
creido  muy  á  menudo  elaborados  por  la  misma  naturaleza!  Nosotros 
hemos  perdido  ya  tan  bellos  secretos  con  otros  muchos  quedando- 
nos  solamente  la  porcelana  que  viene  del  Oriente  y  la  loza  que  de- 
bemos á  la  edad  media.  En  China,  y  especialmente  en  el  Japón  se 
halla  muy  adelantada  la  alfareria,  si  se  ha  de  juzgar  de  ello  por  los 
productos  que  estas  dos  naciones  envian  á  Europa;  pero  la  superio- 
ridad de  sus  manufacturas  sobre  las  nuestras  seria  mas  demostrable 
si  se  probara  que  solo  nos  envian  sus  desechos. 

Sin  embargo,  no  puede  ponei"se  en  duda  este  hecho  que  tes- 
tifican muchos  viageros  y  está  conforme  con  todo  lo  que  sabemos 


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—123— 
del  carácter  de  los  chinos  y  de  su  política^  si  se  compara  á  la  per-* 
feccion  minuciosa  y  bien  acabada  de  su  pintura  (como  se  ve  en  las 
raras  piezas  que  han  penetrado  entre  nosotros,)  la  práctica  atrevida 
y  suelta  con  que  está  tratada  la  decoración  de  esos  bellos  vasos 
que  nos  abandonan.  Estos  vasos  no  deberían  en  todo  rígor  com- 
pararse sino  con  los  productos  mas  comunes  de  nuestras  fabricas; 
pero  lo  cierto  es,  que  sostienen  este  paralelo,  con  lo  que  podemos 
oponerle  de  mas  perfecto  desde  las  maravillosas  obras  de  Bernar- 
do Palissy,  y  las  muy  hermosas  de  Holanda  y  de  Alemania  hasta 
las  mas  graciosas  porcelanas  de  Sevres  y  de  la  Sajonía.  Pero  ¡cuan 
poca  cosa  es  el  arte  chino  japonés,  francés,  alemán  y  aun  italiano 
respecto  del  etrusco!  En  este  todo  revela  que  el  pueblo  ha  creado 
un  bello  sentimiento  déla  forma  por  la  popularidad  del  dibujo  y  de 
la  plástica  ó  mas  bien  por  la  habitud  de  una  elegancia  sobria  y  de 
buen  gusto.  Los  vasos  destinados  á  los  usos  mas  vulgares  están  reves- 
tidos de  la  imagen  de  los  héroes  y  de  los  dioses  que  refrescan  sin  cesar 
la  memoria  del  pueblo.  La  historia,  la  religión,  las  costumbres  de  una 
nación  sobre  la  que  han  pasado  dos  eras  de  barbarie,  y  lo  que  es  peor, 
dos  eras  de  civilización  pueden  reconstruirse  con  ayuda  de  estos 
vestigios  preciosos;  y  tal  vaso  en  que  se  preparaban  hace  dos  mil 
años  los  alimentos  de  una  pobre  familia  etrusca,  toma  hoy  en  nues- 
tros museos  la  importancia  de  un  monumento,  mientras  que  muchos 
de  nuestros  monumentos,  en  que  no  se  ve  ninguna  individualidad 
nacional  no  tendrán  quizá  de  aqui  á  dos  mil  años  la  importancia  his- 
tórica de  un  vaso  etrusco.  Es  necesario  convenir  en  que  la  impren- 
ta puede  llenar  esta  misión  que  el  arte  parece  olvidar;  pero  se  tra- 
ta aqui  solamente  de  probar  la  decadencia  de  una  industria  útil  y 
que  ofrece  al  arte  tantos  recursos.  La  Alemania  ha  intentado  abrir 
las  vias  del  progreso  por  ensayos  prácticos  y  teóricos:  se  ha  publi- 
cado una  grande  obra  con  el  objeto  de  volver  á  tratar  al  sentimiento 
de  la  elegancia  antigua  á  los  artistas  cuya  rutina  ha  hecho  obreros. 


ÍÍOTICIA  fflSTORICA  DE  LOS  CORREOS. 


El  establecimiento  de  correos  como  se  haUa  al  presente  es  una 
de  las  pruebas  mas  claras  del  estado  superior  de  civilización  de  los 


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—124— 
pueblos  modernos.  Los  romanos  que  se  creyeron  señores  de  toda 
la  tierra,  se  admirarían  al  ver  cuanta  parte  de  ella  les  quedaba  por 
conocer,  y  cuan  inferiores  eran  á  nosotros  en  medios  de  sacar  venta-^ 
jas  de  lo  que  conocian.  Se  puede  decir  que  todos  los  habitantes  del 
globo  forman  en  el  dia,  por  medio  de  los  correos,  una  sola  familia. 
¡Qué  de  ventajas  no  presenta  este  benéfico  establecimiento!  Por  una 
corta  cantidad  pueden  desde  una  á  otra  estremidad  de  la  tierra,  los 
amigos  hablar  con  sus  amigos,  los  padres  con  sus  hijos,  los  sabios 
con  otros  sabios,  comunicándose  sus  respectivos  conocimientos,  los 
traficantíís  en  producciones  del  suelo  y  de  la  industria  con  cuantos 
se  hallen  dispuestos  á  cambiarlas  ó  comprarlas. 

Causa  admiración  el  sistema  de  correos  de  Inglaterra,  tanto 
por  su  esactitud  como  por  sus  infinitas  ramificaciones  en  todas  las 
partes  del  mundo  por  medio  de  sus  paquetes. 

El  primer  establecimiento  de  correos  de  que  hace  mención  la 
historia  antigua  es  el  de  Persia.  Xenofonte  lo  atribuye  al  gran  Ciro. 
Herodotonos  dice  que  desde  las  orillas  del  marEgeo  á  Susa,  corte 
de  los  reyes  de  Persia,  habla  111  casas  de  postas,  distante  launa  de 
otra  un  dia  de  camino.  Un  magnate  era  el  director  de  este  estable* 
cimiento  y  aun  Dario  habla  tenido  este  empleo  antes  de  subir  al  tro- 
no. Pero  este  sistema  de  comunicación  no  estaba  dedicado  al  servicio 
público.  Eñ  Grecia,  según  se  infiere  de  los  autores  de  aquella  na* 
cion  parece  que  no  habia  otro  medio  de  correspondencia  que  una 
especie  de  verederos  célebres  por  su  incansable  andar,  que  ya  el  go- 
bierno, ya  los  particulares  pagaban  para  que  llevasen  cartas.  Entre 
los  romanos  habla  cierto  correo  militar  conducido  por  los  que  lla- 
maban Statores,  y  ciertas  casas  de  posta  coa  el  nombre  de  Síatiotes 
Bajo  el  gobierno  de  Augusto  se  estendió  este  correo  á  todas  las  pro- 
vincias del  imperio,  al  principio  por  mensajeros  á  pié,  y  mas  adelan- 
te  á  caballo.  En  el  código  Teodoslano  se  halla  una  ley  que  fija  las 
distancias  de  las  postas,  y  el  tiempo  que  se  debía  gastar  en  ellas* 
Hasta  entonces  los  correos  del  gobierno  echaban  mano  de  los  caba- 
llos de  cualquiera  individuo  causando  molestia  y  estorsiones. 

Al  considerar  la  escasez  y  poca  conveniencia  de  los  materiales 
que  en  otros  tiempos  se  requerian  para  escribir  no  nos  será  dificil 
imaginar  lo  poco  estendida  que  debia  estar  la  correspondencia 
epistolar  antes  de  la  invención  del  papel.  Esta  no  se  verificó  hasta 
fines  del  siglo  X,  tiempo  en  que  se  empezó  á  fabricar  de  trapos 
4e  algodón. 


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—las- 
carlo Magao  no  desconociendo  las  ventajas  que  resultarían  ales* 
tendido  imperio  que  habia  conquistado  con  el  establecimiento  de  me- 
dios de  comunicación  en  todos  sus  dominios,  los  estableció  del  me* 
jor  modo  posible.  Desde  esta  época,  es  decir,  desde  el  siglo  IX  hasta 
1464  no  se  halla  mención  alguna  de  correos  en  los  historiadores  mo- 
demos.  En  dicho  año  Luis  XI  de  Francia  estableció  correos  para  su 
propio  servicio.  El  primer  establecimiento  de  correos  á  beneficio  del 
público  tuvo  su  orígea  en  la  universidad  de  Paris.  La  multitud  de 
estudiantes  que  de  todas  partes  iban  á  cursar  sus  escuelas,  hacía 
que  fuese  indispensable  hallar  medios  para  comunicarse  con  sus  fa- 
milias. Para  esto  establecieron  mensageros  de  á  pié,  que  según  pa*- 
rece  estaban  matriculados  y  se  hallan  en  los  libros  de  aquella  uni- 
versidad, bajo  el  título  de  mansageros  volantes:  muntii  volantes.  La 
universidad  de  Paris  gozó  por  mucho  tiempo  las  ventajas  de  este 
establecimiento,  de  que  tanto  el  gobierno  como  los  ^particulares 
se  valían  para  su  correspondencia;  pero  como  la  ganancia  fuese 
bastante  grande  se  la  quitó  el  arrendador  general  de  las  postas  del 
gobierno  que  se  estableció  en  4576.  Un  cierto  conde  de  Tajis  esta- 
bleció correos  á  su  costa  en  Alemania,  y  el  Emperador  Matías  que 
reinaba  á  principios  del  siglo  XVII  le  concedió  á  él  y  á  sus  herede- 
ros el  empleo  de  director  general  de  correos.  En  España  se  sabe 
que  la  escelente  organización  de  correos  como  se  halla  en  el  día,  se 
debe  el  zelo  ilustrado  del  Sr.  D.  Carlos  III. 

Si  echamos  una  mirada  á  los  bárbaros  fuera  de  Europa  no$ 
admirará  la  presteza  con  que  sus  correos  atravesaban  distancias 
grandísimas.  El  famoso  viajero  Marco  Polo,  cuenta  que  el  Kan 
de  los  tártaros  habia  establecido  tal  sistema  de  postas  que  por  me- 
dios de  casas  á  cierta  distancia  y  postillones  siempre  con  el  pié 
en  el  estribo  á  sus  órdenes,  caminaban  á  razón  de  doscientas  á  dos- 
cientas ci^icuenta  millas  al  dia.  La  verdad  de  esta  noticia  se  confir- 
jna  por  la  relación  de  Clavijo,  embajador  de  Enrique  III  de  Casti- 
.11a  al  Gran  Tamerlan. 

La  historia  del  establecimiento  de  correos  en  Inglaterra  empie- 
za desde  el  reinado  de  Eduardo  III  que  subió  al  trono  en  1327^ 
j)ues  se  halla  alguna  mención  de  correos  en  los  estatutos  de  aquel 
pais,  aunque  no  hay  razón  para  creer  que  fuesen  ya  un  establecí* 
jniento  publico.  Eduardo  IV  que  empezó  á  reinaren  1461,  estable- 
ció casas  de  posta  cada  veinte  leguas.  En  1543  ecslstia  un  correa 
que  llevaba  eart^s  desde  Londres  á  Edimburgo  en  cuatro  días.  Eti 


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_126— 
1581  ya  habia  en  Inglaterra  un  director  general  de  correos,  Carlos 
I  de  concierto  con  Luis  XIII  de  Francia  estableció  la  mala  de 
Londres  á  París;  En  tiempo  de  Cromwel  mejoró  mucho  el  estable- 
cimiento de  correos  en  Inglaterra,  pero  recibió  aun  mayores  mejo- 
ras en  el  reinado  de  Carlos  II.  Dicho  establecimiento  según  se  ha- 
lla en  el  dia,  se  confirmó  por  un  acta  del  Parlamento  en  el  reinado 
de  la  Reyna  Ana  el  año  de  1711. 

Todos  los  gobiernos  medianamente  civilizados  han  conocido 
la  necesidad  de  correos,  y  los  han  tenido  con  mas  ó  menos  perfec- 
ción. En  Solis  se  halla  el  estado  de  los  correos  de  Méjico  en  tiem- 
po deMotezuma,  que  ala  verdad  era  bastantemente  adelantado. 


HISTORIA  NATURAL. 


EL  PAVO   REAL. 

Si  el  imperio  perteneciese  á  la  hermosura  y  no  á  la  fuerza,  el 
pavo  real,  seria  sin  contradicción  el  rey  de  los  pájaros,  porque  en 
uingun  otro  ha  prodigado  la  naturaleza  sus  tesoros  con  tanta  pro- 
fiísion:  talla  grande,  porte  imponente,  marcha  fiera,  figura  noble, 
proporciones  del  cuerpo  elegantes  y  esbeltas!  todo  lo  que  anuncia 
que  un  ser  distinguido  le  ha  dado;  una  garzota  móvil  y  ligera, 
pintada  de  los  mas  ricos  colores,  adorna  su  cabeza  y  la  eleva  sin 
recargarla;  su  incomparable  plumage  parece  que  reúne  todo  lo  que 
lisongea  nuestra  vista  en  los  coloridos  tiernos  y  frescos  de  las  flo- 
res mas  bellas,  todo  lo  que  la  deslumhra  en  los  reflejos  centellan- 
tes de  las  pedrerías,  todo  lo  que  la  admira  en  el  brillo  magestuoso 
del  arco  irís.  No  solamente  la  naturaleza  ha  reunido  en  el  plumage 
del  pavo  real  todos  los  colores  del  cielo  y  de  la  tierra  para  que  sea 
la  obra  maestra  de  su  magnificencia,  sino  también  los  hamezclado» 
surtido,  matizado  y  vaciado  con  su  inimitable  pincel,  haciendo  un 
cuadro  único,  para  sacar  de  su  varíedad  con  matices  mas  cambia- 
dos y  de  sus  oposiciones  entre  sí  un  nuevo  lustre,  y  efectos  de  luz 
tan  sublimes,  que  Auestro  arte  no  puede  imitarlos  ni  describirlos. 


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—127— 

Tal  parece  á  nuestros  ojos  el  plumage  del  pavo  real  cuando 
se  pasea  pacifico  y  solo  en  un  hermoso  dia  de  primavera;  pero  si 
de  repente  se  le  presenta  la  hembra,  si  el  fuego  amoroso  reunido 
á  las  secretas  influencias  de  la  estación  le  sacan  de  su  reposo,  le 
inspiran  nuevo  ardor  y  nuevos  deseos,  entonces  se  multiplican  to- 
das sus  bellezas,  sus  ojos  se  animan  y  cobran  espresion,  su  pecho 
se  agita  y  anuncia  la  emoción  interior;  las  dilatadas  plumas  de  su 
cola,  elevándose,  desplegan  sus  riquezas  deslumbradoras;  su  ca- 
beza y  cuello  levantándose  noblemente  hacia  atrás,  se  dibujan  con 
gracia  sobre  este  fondo  radioso,  donde  la  luz  del  sol  juega  de  mil 
modos,  se  pierde  y  se  reproduce  sin  cesar  y  parece  tomar  un  nue- 
vo brillo  mas  suave  y  delicado,  y  nuevos  colores  mas  variados  'y 
armoniosos;  cada  movimiento  del  pájaro  produce  millares  de  ma- 
tices, diversos  declives  de  reflejos  undulosos  y  fugitivos,  reempla- 
zados sin  cesar  por  ottos  reflejos  y  otros  matices,  siempre  diversos 
y  siempre  admirables 

Pero  esas  resplandecientes  plumas  que  esceden  en  brillo  á  los 
mas  hermosos  árboles,  se  marchitan  también  y  caen  todos  los  años: 
entonces  el  pavo  real,  como  si  sintiese  la  vergüenza  de  su  pérdida 
teme  mostrarse  en  este  estado  humillante,  y  busca  los  escondites 
m  as  sombríos  para  ocultarse  á  todos  los  ojos,  hasta  que  la  nueva 
primavera  devolviéndole  sus  galas  acostumbradas,  le  conduce  á  la 
escena  para  que  ella  goce  de  los  homenages  debidos  á  su  belleza, 
pues  se  pretende  que  en  efecto  goza  y  que  es  sensible  á  la  admira- 
ción; que  el  verdadero  medio  de  escitarlo  á  desplegar  sus  hermo- 
sas plumas,  es  dirigirle  atentas  miradas  y  alabarlo;  y  que  al  con- 
trario, cuando  parece  que  se  le  mira  con  frialdad  y  sin  interés  re- 
coge todos  sus  tesoros  y  los  esconde  al  que  no  sabe  alabarlos. 


HIMO  i  Ll  (REACION. 

Dios  existe  en  la  eternidad  y  en  la  eternidad  decretó  que  co- 
menzara el  tiempo.  Si  entonces  habia  entonces,  las  tinieblas  silen- 
ciosas llenaban  un  vacio  sin  limites.  Faltaba  la  luz  de  los  astros,  pe- 
ro resplandecia  la  luz  increada  para  quien  no  hay  oriente  ni  ocaso. 


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—128— 

¡Una  palabra  de  trueno,  que  es  la  verdadera,  la  única  palabra, 
mandó  á  lanada  que  produjese,  y  al  instante  la  nada  obedeció!  Lá 
nada  produjo!!  La  portentosa  voz  resonó  por  toda  la  capacidad  de 
su  seno  insaciable  de  creaciones:  se  agitó  la  materia  en  el  espacio 
y....  la  luz  fué  y  comenzó  el  imperio  del  tiempo!  Llamóse  tiempo 
á  las  relaciones  de  los  seres  según  su  duración,  y  luz  al  fluido  su- 
til que  se  agitó  á  la  presencia  del  Escitador.  La  creación  del  Sol 
hizo  brillar  la  luz:  pero  el  Sol  eterno  existia  eñ  su  esencia  vertien- 
do á  torrentes  los  efectos  de  la  sabiduría.  Las  tinieblas  huyeron 
de  pavor,  porque  las  tinieblas  son  enemigas  de  la  luz  y  la  luz  ema- 
na de  Dios. 

Innumerables  globos  encendidos  y  opacos  salieron  de  la  pro- 
fundidad del  caos,  rodando  en  diferentes  direcciones,  sin  separarse 
un  punto  del  camino  trazado  por  el  dedo  de  un  Dios  Omnipotente! 
Se  promulgó  la  ley  universal  á  todos  los  orbes  y  á  todos  entes.... 
Atráiganse  los  seres  mutuamente  y  muévanse  sin  cesar  en  derredor 
de  mí,  porque  yo  soy  el  centro  de  las  creaciones  actuales  y  posi- 
bles  En  el  momento  los  cielos  y  la  tierra;  los  soles  y  sus  plane- 
tas; las  aguas  y  el  firmamento,  y  hasta  el  átomo  imperceptible,  co- 
menzaron su  carrera  constante  en  los  arcanos  de  un  ser  incompren- 
sible. Pero  el  misterio   de  bondad la  obra  de  la  creación  se 

consuma,  y  un  destello  de  la  palabra  divina  es  transmitido  á  las  in- 
teligencias sublimes.  ¡Los  serafines  se  humillan  entonces!  ¡Los  que- 
rubines y  las  potestades  se  postran!  ¡Los  tronos  se  estremecen  y  to- 
dos los  genios  incorruptibles  sienten  la  mas  profunda  sumisión!  To- 
dos claman:  ¿Qué  prodigio  admirable  vemos  realizarse  en  la  esencia 
divina?  ¿Qué  portento  arrebata  la  admiración  de  todas  las  sustancias 
inteligentes  que  estamos  cerca  de  Dios,  que  nos  gozamos  en  él  y  aun 
no  le  comprendemos?  ¿Quién  es  el  ente  que  ha  sido  criado  á  imagen 
y  semejanza  del  Criador? 

Entonces  alzaron  el  grito  todas  las  esencias  superiores  dicien- 
do: ¡Dios!  ¡Dios  Santo!!!  tu  providencia  omnipotente  llena  con  su 
poder  toda  la  inmensidad  del  abismo!!! 

¡Alabanzas,  adoraciones,  himnos  por  siempre  al  Ser  increado, 
á  cuya  mirada  tiemblan  todos  los  mundos,  que  por  la  virtud  de  su 
palabra  marchan  oste;itosos  en  rededor  de  su  trono! 

¡Los  cielos  publican  su  gloria,  y  el  firmamento  anuncia  las 
obras  de  sus  manos!  ¡no  hay  quien  se  esconda  del  color  que  llevan 
los  rayos  de  sus  ojos!  ¡él  habla  por  medio  de  los  vientos  y  de  las 


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—129— 
tempestades:  la  Magestacl  de  su  ser  hace  resaltar  el  trueno  terrible 
de  su  voz  sobre  todji  la  estension  de  los  mares!  Criando  la  luz  y  el 
universo  se  ha  revestido  para  las  criaturas  de  nueva  gloria  y  Mages- 
tad!  ¿Quién  osará  comparar  las  obras  de  los  hombres,  ni  aun  de 
los  ángeles,  con  las  maravillas  de  la  creación?  ¡Adorado  seas,  Ser 
inmenso,  y  bendita  tu  Providencia  eterna! 

Así  se  estasiaban  los  genios  inmortales  ante  la  suma  Omnipo- 
tencia, al  compás  de  sus  cánticos  augustos,  y  hé  aquí  que  el  hombre 
existe  ya  en  un  jardin  de  delicias.  ¿Quién  lo  creeria?  Cuando  uni- 
versal mente  todos  los  seres  lo  veneran  y  ccnfie^an  á  su  modo,  el 
hombre  le  desobedece,  le  desdeña  y  aun  le  niega.  Dijo  el  impío  en 
su  corazón:  JVb  hny  Dios^  y  sin  embargo,  Dios  conserva  al  impío 
para  que  no  vuelva  al  caos  de  donde  lo  sacó  su  palabra.  Su  sabidu- 
ría crió  los  ángeles  en  el  cielo  y  los  gusanos  en  la  tierra,  y  no  es 
mayor  su  sabiduría  en  los  ángeles,  ni  menor  en  los  gusanos.  El  es- 
tendió sobre  nosotros  el  aire  con  su  aliento  vivificante,  y  le  hizo 
henchido  de  agua  para  las  necesidades  de  la  tierra,  él  sembró  de  lu- 
ceros brillantes,  el  pabellón  azul  de  los  cielos  para  alegrar  nuestras 
noches  con  la  magestad  de  su  poder  y  nos  dijo:  ^^Duerme:  los  astros 
que  ves  sobre  tu  cabeza^  te  avisan  que  velo  sobre  tó." 

Ateos  desgraciados:  poned  por  un  momento  la  palma  de  vues- 
tra mano  sobre  ese  pecho,  y  preguntad  á  vuestro  corazón  infeliz 
;quíén  lo  hace  palpitar  tan  fuertemente?  ¿Quién  hace  circular  vues- 
tra sangre  y  demás  líquidos  para  daros  aliento  y  vida?  ¿Quién  sos- 
tiene vuestra  respiración  y  movimientos?  ¿Quién? La  misma  ma- 
no que  sustenta  los  cielos  y  á  todas  las  esferas  inmensas.  Si  aun  lo 
dudáis,  tocad  las  piedras  y  os  hablarán,  preguntad  á  los  brutos,  y 
os  responderán;  examinad  por  un  instante  el  musgo  que  holláis  ó 
el  ínsectillo  que  desprecias  y  su  organización  admirable  os  gritará 
sin  cesar:  "Existe  un  Dios,  un  Dios  existe  criador  y  conservador 

del  universo "  ¡Oh  gran  Jehová.  Sí  en  todas  las  criaturas,  desde 

el  alto  serafín  hasta  la  humilde  larva,  resplandece  tu  Providencia,  la 
haces  todavía  mas  admirable  en  sostener  al  hombre  que  niega  tu 
existencia. 

(De  Monseñor  Salviati.) 


T.  u. — 17. 

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—130— 

LAS  PERLAS. 


Esta  hermosa  producción  de  la  naturaleza  debía  ser  un  ramo 
de  riqueza  muy  importante  para  nuestro  pais;  pero  la  escasez  de 
población  y  otras  causas  que  sería  muy  prolijo  referir,  hacen  que  los 
rusos  y  otros  estrangeros  vengan  á  nuestras  costas  á  pescar  la  perla, 
sin  que  la  nación  saque  provecho  alguno  de  esta  riqueza. 

Vamos  á  presentar  los  pocos  datos  que  hemos  podido  recoger 
sobre  la  importancia  de  la  pesca  de  la  perla  en  Méjico,  y  mas  ade- 
lante publicaremos  un  artículo  sobre  la  manera  conque  se  forma  la 
perla  en  la  concha  que  la  produce,  adornando  dicho  artículo  con 
un  diseño  iluminado  de  aquella  concha.  Hay,  sin  duda,  en  nuestro 
pais,  muchas  personas  que  se  han  hallado  en  situación  de  recoger 
noticias  muy  curiosas  sobre  este  objeto,  y  con  bastante  gusto  publi- 
caremos sus  obser\'aciones,  si  se  sirven  comunicárnoslas. 

Por  lo  que  hace  á  las  conchas,  dice  Clavijero,  las  hay  de  infi- 
nitas especies,  y  entre  ellas  algunas  de  incomparable  hermosura, 
particularmente  en  el  mar  Pacifico.  En  todas  las  costas  de  aquello» 
mares  se  hizo  en  diversas  épocas,  la  pesca  de  las  perlas.  Los  mejica- 
nos las  pescaban  en  la  costa  de  Tototepec,  y  en  la  de  los  Cuitlate- 
ques,  donde  hoy  se  pesca  la  tortuga."  En  otro  lugar  hablando  de 
las  alhajas  que  llevó  Cortés  á  España,  y  que  fueron  hechas  por  los 
joyistas  mejicanos,  dice  el  mismo  Clavijero:  "Una  de  las  esmeral- 
das de  Cortés,  tenia  la  forma  de  una  rosa;  otra  la  de  un  pez  con  los 
ojos  de  oro;  otra  era  una  campanilla,  con  una  perla  Jiña  en  Ivgar  de 
badajoy  y  en  la  orla  esta  inscripción  en  letras  de  oro:  Bendito  quien 
te  crió.  La  mas  preciosa,  por  la  cual  querían  dar  los  genoveses 
40,000  ducados,  era  una  copa  con  el  pié  de  oro,  y  cuatro  cadenillas 
del  mismo  metal,  que  se  unian  en  una  perla  á  guisa  de  boton.^^  Des- 
cribiendo el  mismo  historiador  las  curiosidades  enviadas  por  Cor- 
tés á  Carlos  V,  se  hace  relación  de  las  perlas  conque  algunas  de 
aquellas  joyas  estaban  adornadas.  "Un  collar  de  oro,  compuesto 
de  siete  piezas,  con  ciento  ochenta  y  tres  pequeñas  esmeraldas  en- 
garzadas, y  doscientas  treinta  y  dos  piedras  semejantes  al  rubí. 
Pendían  de  él  veinte  y  siete  campanillas  de  oro,  y  algunas  perlas. 
Otro  collar  de  oro  de  cuatro  piezas,  con  ciento  dos  piedras  como 
rubís,  ciento  setenta  y  dos  esmeraldas,  diez  heiTnosas  perlas  engar^ 


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—131  — 
zadfis  y  veinte  y  seis  campanillas  de  oro.  Una  vara,  á  guisa  de  ce- 
tro, con  dos  anillos  de  oro  en  las  dos  estreraidades,  guarnecidos  de 
perlas.  Cuatro  tridentes  adornados  con  plumas  de  varios  colores, 
con  las  puntas  de  perlas  atadas  con  hilo  de  oro.  Veinte  y  cuatro  ro- 
delas bellas  y  curiosas  de  oro,  de  plumas  y  de  perlas  menudas.  Mu- 
chas mitras  y  coronas  de  plumas  y  oro,  adornadas  de  piedras  y  per» 
las.^^  Esto  prueba  que  los  antiguos  mejicanos,  lo  mismo  que  todas 
las  naciones  civilizadas,  apreciaban  la  perla  como  una  de  las  mas 
raras  y  curiosas  producciones  de  la  naturaleza.  Todos  los  ricos  me- 
jicanos usaban  collares  de  perlas,  y  de  conchas  la  clase  pobre. 

Según  las  instrucciones  del  Sr.  Calvez,  la  pesca  de  la  perla  en 
Californias  fué  de  mucha  importancia  en  los  dos  primeros  sigles  de 
lá  conquista;  pero  la  escasez  de  población,  y  la  lejania  de  aquella 
península,  obligó  al  gobierno  á  arrendar  el  derecho  de  pescar  per 
las.  Llegó  á  producir  este  arrendamiento  á  principios  del  siglo  ante- 
rior, doce  ó  trece  mil  pesos  anuales;  pero  decayó  después,  princi- 
palmente porque  los  jesuitas  prohibieron  á  los  indios  el  buceo,  per- 
mitiéndoles solo  que  lo  hicieran  á  beneficio  de  las  misiones.  El  Sr. 
Gralvez  procuró  fomentar  este  ramo  de  riqueza;  pero  sus  provi- 
dencias no  tuvieron  buen  éxito. 

El  conde  de  Revilla-gigedo  en  sus  instrucciones  espone  de  este 
modo  las  causas  que  habian  influido  en  la  decadencia  del  buceo  de 
perlas.  "La  pesca  ó  buceo  de  las  perlas,  dice,  fué  en  otro  tiempo 
muy  considerable  en  Californias;  y  rindió  utilidades  al  Erario  por 
los  quintos  que  de  ellos  se  pagaba,  y  los  derechos  que  satisfacían 
los  armadores  por  las  licencias  y  despachos  para  armar  sus  canoas; 
pero  posteriormente  decayó  enteramente  este  ramo,  ó  porque  'deja- 
ron de  tener  las  perlas  la  estimación  que  antes  lograban,  ó  porque 
también  contribuyeron  en  mucha  parte  los  mismos  derechos  á  que 
se  abandonase  este  ramo  de  industria,  y  se  aplicasen  á  otros  los  que 
se  ejercitaban  en  él.  El  misionero  de  los  indios  yaquis,  Br.  D.  Jo- 
sé Joaquin  Valdes,  dirigió  á  mis  manos  á  poco  tiempo  de  haber  to- 
mado yo  este  mando,  una  representación  en  que  se  esponia:  Que  los 
indios  habian  abandonado  el  buceo  de  perlas,  por  la  contribución 
de  cien  pesos  anticipados,  que  el  Gobernador  D.  Felipe  Nevé  había 
impuesto  á  los  habilítadores  de  canoas,  por  razón  de  reales  quintos, 
tuviesen  ó  no  buena  fortuna  en  el  buceo:  también  el  Intendente  de 
la  Provincia  manifestó,  que  seria  conveniente  cortar  aquel  género 
de  ^^ala  y  poner  el  pago  de  quintos  con  arreglo  á  las  leyes,  de  lo 


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—132— 
que  resultarían  ventajas  i  la  Real  hacienda.  El  fiscal  de  ella  convino 
en  que  se  quitase  la  contribución  de  los  cien  pesos,  y  que  se  cobra- 
se el  quinto  con  varias  precauciones  para  que  los  indios  no  fuesen 
obligados  á  un  trabajo  tan  arriesgado  y  de  eventual  suceso,  pues 
podían  con  mas  seguridad  dedicarse  al  cultivo  de  las  tierras.  Man- 
dado así,  y  publicado  por  bando,  informó  el  Intendente  que  con- 
vendría conceder  á  los  armadores  la  franquicia  de  quintos,  por  una 
sola  vez,  á  fin  de  que  se  estimulasen  á  armar  con  este  aliciente,  pues 
uno  que  lo  habia  intentado  después  del  bando,  no  habia  podido 
indemnizarse  de  los  costos,  y  también  se  concedió  esta  gracia  en 
27  de  julio  de  93,  con  cuyo  fomento  fué  de  esperarse  que  renaciera 
en  parte  aquella  industria." 

^'Lo  que  mas  ha  escitado  á  los  navegantes,  dice  Mr.  Humboldt, 
á  visitar  la  costa  de  aquel  desierto  de  Californias,  ha  sido  la  pesca 
de  las  perlas,  que  abundan  señaladamente  en  la  parte  meridional 
de  su  península;  y  desde  que  cesó  cerca  de  la  isla  de  la  Mar- 
garita, fi'ente  á  la  costa  de  la  Araya,  los  golfos  de  Panamá  y  de  Ca- 
lifornias son  los  únicos  de  las  posesiones  españolas  que  surtieron  de 
perlas  al  comercio  de  Europa.  Las  de  Californias  tienen  un  agua 
muy  hermosa,  son  grandes,  aunque  la  mayor  parte  de  figura  irregu- 
lar y  poco  agradable  á  la  vista.  La  concha  que  produce  las  perlas 
se  encuentra  principalmente  en  la  bahía  de  Cerralvo,  y  al  rededor 
de  las  islas  de  Santa  Cruz  y  de  San  José.  Las  mas  preciosas  que 
posee  la  corte  de  España,  se  encontraron  en  1615  y  1665,  en  las 
espediciones  de  Juan  Iturbi  y  Bernal  de  Piñadero.  En  la  mansión 
que  en  1768  y  69  hizo  el  visitador  Galvezen  Californias,  un  solda- 
do raso  del  presidio  de  Loreto,  Juan  Ocio,  se  enriqueció  en  muy 
poco  tiempo,  pescando  perlas  en  la  costa  de  Cerralvo.  Desde  en- 
tonces acá  es  casi  nulo  el  envío  de  perlas  de  Californias  para  el  co- 
mercio. La  pesca  está  casi  abandonada,  porque  los  europeos  pagan 
-muy  mal  á  los  indios  que  se  han  dedicado  al  penoso  oficio  de 
busos. 

"Para  completar  el  cuadro  de  las  producciones  animales  de 
la  Nueva-España  (dice  en  otro  lugar  el  mismo  Mr.  Humboldt)  to- 
davía debemos  echar  una  ojeada  rápida  á  la  pesca  de  'perlas  y  de  la 
ballena.  Es  probable  que  estos  dos  ramos  de  pesca,  algún  dia  sean 
objetos  importantísimos  para  un  pais  que  abraza  una  estension  de 
costas  de  mas  de  1700  leguas  marítimas.  Mucho  tiempo  antes  dei 
descubrimiento  de  la  América,  ya  los  naturales  apreciaban  mucho 


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—Isa- 
ías perlas.  ílernando  de  Soto  encontró  una  grande  cantidad  de 
ellas  en  la  Florida,  principalmente  en  las  proviníáas  de  Ichiaca  y  de 
Confachiqui,  en  donde  las  vio  que  adornaban  las  tumbas  de  los 
priftcipes.  Entre  los  presentes  que  Moctezuma  hieo  á  Cortés  antes 
de  su  entrada  en  Méjico,  y  que  este  envió  al  emperador  Carlos  V, 
habia  collares  guarnecidos  de  rubíes,  esmeraldas  y  perlas.  Ignora- 
mos si  los  reyes  aztecas  recibian  una  parte  de  estas  últimas  por  con- 
ducto del  comercio  con  los  pueblos  bárbaros  y  errantes  queAecuen- 
taban  el  golfo  de  Californias;  es  mas  probable  que  las  hacían  pes^ 
car  en  las  costas  que  se  estienden  desde  Colima,  límite  septentrio- 
nal de  su  imperio,  hasta  la  provincia  de  Joconochco  6  Soconusco, 
principalmente  cerca  de  Tototepec,  entre  Acapulco  y  el  golfo  de 
Tehuantepec,  y  en  el  Cuitlatecapan 

"Las  aguas  que  desde  la  descubierta  del  Nutvo  continente  han 
dado  mas  abundancia  de  perlas  á  los  españoles,  son  las  siguientes: 
el  brazo  de  mar  entre  las  islas  Cubagua  y  Coche,  y  la  costa  de 
Cumaná;  el  embocadero  del  rio  de  la  Hacha,  el  golfo  del  Panamá, 
cerca  de  lasís/cw  de  las  Perlas;  y  las  costas  orientales  de  las  Califor- 
nias. En  1587  se  llevaron  á  Sevilla  316  kilogramos  de  perlas,  en- 
tre las  cuales  habia  cinco  kilogramos  que  eran  hermosísimos,  ¿es*. 

tinados  para  el  rey  Felipe  II Desde  principio  del  siglo  XVII 

principalmente  desde  las  navegaciones  de  Iturbi  y  Peñadero,  las 
perias  de  las  Californias  empezaron  á  rivalizar  en  el  comercio  con 
los  del  golfo  de  Panamá.  En  aquella  época  enviaron  buzos  muy 
hábiles  á  las  costas  del  mar  de  Cortés,  con  todo,  pronto  se  volvió 
á  descuidar  la  pesca-  .  .Solo en  1803,  un  eclesiástico  español,  re- 
sidente en  Méjico,  llamó  de  nuevo  la  atención  del  gobierno  sobre 
las  perlas  de  la  costa  de  Cerralvo  en  Californias- . .  .Propuso  valerse 

para  la  pesca  de  ellas  de  una  campana  de  buso Durante  mi 

permanencia  en  la  Nueva- España;  he  visto  en  un  püqueño  estanque 
cerca  del  castillo  de  Chopoltepec,  hacer  una  serie  de  esperiencias 
dirigidas  á  poner  en  práctica  este  proyecto;  seguramente  fué  la 
primera  vez  que  se  ha  construido  una  campana  de  buzo  á  la  altura 
de  2300  metros 

Beltrami  en  la  relación  de  su  viage  á  Méjico,  habla  de  ciertas 
perlas  muy  hermosas  de  Californias  que  logró  llevar  á  Europa,  co- 
mo una  de  las  mas  bellas  curiosidades  de  nuestro  país.  Refiriéndose 
al  cura  de  la  hacienda  de  las  Estancias  en  Etzatlan  (Departamen- 
to de  Jalisco),  dice:  Es  un  viejo  franciscano  que  ha  permanecido 


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—134— 
diez  y  ocho  anos  en  las  misiones  de  Californias.  Entre  las  cosas  ca- 
riosas que  ha  recogido  durante  su  larga  mansión,  figuraba  una  co- 
lección  de  perlas  de  todos  colores^  de  preciosa  forma,  de  un  pulimento 
y  de  un  brillante  de  la  mas  rara  belleza,  algunas  de  ellas  de  un 
grueso  poco  común.  ^^Las  lapis-lazulij  sobretodo,  las  violadas  y  las 
negras  llamaron  demasiado  su  atención.  Al  ñn  las  adquirió  en  cam- 
bio de  un  relox  y  de  otras  curiosidades  de  Europa,  probablemente  de 
muy  p^o  valon"  Habréis  oido  hablar  sin  duda,  dice  el  mismo  Bel- 
trami,  cL  ^ello  collar  de  perlas  negras  que  poseia  la  antigua  reina  de 
España,  la  madre  de  Femando  VII,  se  cree  que  se  ha  perdido;  por 
lo  menos,  unos  dicen  que  se  lo  llevó  el  principe  de  la  Paz, 
otro  que  cayó  en  manos  de  Murat,  y  no  ha  vuelto  á  parecer.  El 
P.  Diego  de  Galicia,  primer  prior  de  las  misiones  de  Californias,  fué 
el  que  poco  á  poco  recogió  esas  perlas  é  hizo  un  presente  de  días 
al  virey  Iturrigaray;  que  las  puso  á  los  pies  de  la  Reina.  Las  mias 
han  sido  recogidas  en  los  mismos  sitios.  Las  que  se  distinguen  por 
una  variedad  y  una  prodigiosa  belleza  de  colores,  ofrecen  según 
creo,  una  colección  casi  única.  Tal  se  ha  juzgado  por  los  sabios 
profesores  de  Inglaterra  y  del  Museo  de  historia  natural  de  París, 
principalmente  por  Mr.  Audoin,  profesor  en  el  jardin  del  Rey  que 
me  ha  hecho  el  honor  de  pedirme  algunas  para  el  Museo. 

En  el  Museo  público  y  en  el  del  Sr.  D.  José  María  Sánchez 
Mora,  mas  conocido  en  esta  capital  por  su  antiguo  título  de  conde 
del  Peñasco,  hemos  visto  hermosas  colecciones  de  conchas  de  per- 
las de  diferentes  puntos  de  la  Nueva-Espaua.  Tendremos  á  la  vista 
estas  mismas  colecciones  cuando  escribamos  sobre  la  perla  conside- 
rada como  una  de  las  mas  hermosas  curiosidades  de  la  naturaleza. 
Entonces  añadiremos  á  las  noticias  que  contiene  este  articulo,  las 
mas  que  hayamos  recogido,  ó  se  nos  hayan  comunicado  sobre  la 
pesca  de  la  perla  en  Méjico. 

(Impreso  de  Méjico.) 


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—135— 

^^Debemos  el  presente  artículo  y  otros  muchos  de  su  dase,  á 
nn  amigo  literato  interesado  en  el  progreso  y  adelcmtos  de  esta  obra, 
y  al  hacerme  su,  atenta  comunicación,  parece  que  envuelve  espresiones 
mistitriosas  para  tirar  el  guante  en  la  liza  provocándonos  á  resolver 
el  inmoral  de  sus  apredables  escritos. 

(ARTÍCULO  COMUNICADO.)  ^ 


BE  m  ILEHIN  DESESPERIDO. 


El  3  de  Octubre  de  1818,  atravesando  cierto  posadero  un 
bosque  cercano  á  Forst,  á  poca  distancia  de  Ziegenkrug,  oyó  \oá 
débiles  gemidos  de  un  hombre,  que  yacía  tendido  en  un  hoyo,  re* 
cientemente  abierto.  Este  hombre  no  tenia  herida  alguna:  sus  ves* 
tidos,  que  indicaban  mas  bien  la  comodidad  que  la  miseria,  no  es- 
taban rotos,  como  quedan  por  lo  común  después  de  una  lucha,  sino 
desaseados  y  mal  puestos.  El  posadero  dirigió  la  palabra  á  este  des- 
dichado, y  procuró  volverlo  en  sí  de  la  manera  que  por  entonces 
le  era  posible;  pero  todos  sus  esfuerzos  fueron  inútiles.  Entonces  lo 
cargó  sobre  sus  espaldas  y  lo  llevó  á  su  posada,  donde  lo  calentó, 
é  hizo  nuevas  tentativas  para  restituirlo  á  la  vida;  y  comprendiendo 
al  fin,  por  su  estremada  flaqueza,  y  por  los  movimientos  convulsivos 
de  sus  labios  que  su  desfallecimiento  provenia  de  debilidad,  le  hi- 
zo tragar,  con  mucho  trabajo,  una  taza  de  caldo  con  una  yema  de 
huevo;  y  al  mismo  tiempo  que  aquel  hombre  pareció  reanimarse 
por  un  instante,  dejó  caer  su  cabeza  y  murió.  Se  le  hallaron  eii 
sus  vestidos  una  bolsa  vacia,  un  puñal,  y  una  cartera:  en  esta  ha- 
bía escrito  con  lápiz  las  líneas  siguientes,  que  publicaron  los 
Sres.  Hufeland,  Marc  y  Fabret. 

I. — "Al  hombre  generoso  que  me  encuentre  aquí  muerto,  le 
suplico  que  me  entierre,  y  que  en  pago  de  este  servicio  conserve 
para  sí,  mis  vestidos,  mi  bolsa,  mi  puñal  y  mi  cartera.'* 


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—136— 

"En  12  de  Febrero  de  1812,  según  puede  verse  por  el  pasa- 
porte adjunto,  era  yo  en  S**  un  acreditado  comerciante;  pero  por 
desgracias  imprevistas,  por  algunos  robos  que  me  hicieron;  y  otros 
accidentes  semejantes,  perdí  la  mayor  parte  de  mi  fortuna.  Fuéme 
ya  imposible  llenar  con  exactitud  mis  compromisos,  y  de  consi- 
guiente se  me  embargaron  y  vendieron  todos  los  bienes.*' 

"¿Qué  m»;  quedaba  que  hacer  sin  dinero  en  este  mundo,  si  no 
era  mcmr  de  hambre?  Toda  la  fortuna  que  llevaba  conmigo  consis- 
tia  en  8  groschen,  6  pfenning  3  y  ^^j.  Iba  con  esta  suma  á  F.,  á  don- 
de llegué  á  las  cuatro  de  la  tarde,  puse  dos  cartas  en  la  estafeta,  y 
pagué  gr  5'j  por  la  que  destinaba  á  mi  tia,  la  cual  no  recibe  cartas 
sin  franquear:  di  por  mi  comida  5  gr.  y  dejé  á  F.,  á  las  cinco  menos 
veinte  minutos  llevándome  2  gr.  6  p.,  que  poseo  todavía  en  el  mo- 
mento en  que  esrcibo.  La  Providencia  me  condujo  al  camino  públi- 
co por  B.,  y  dormí  á  campo  raso  entre  L.  y  F.,  pues  con  mis  2 
groschen  no  podia  encontrar  un  rincón  siquiera  en  una  posada." 

"Eran  las  dos  de  la  mañana,  y  no  podia  sufrir  por  mas  tiempo 
la  lluvia  y  el  frió,  que  me  mortificaban  demasiado  bajo  el  breñal 
donde  me  habia  metido.  En  consecuencia,  me  levanté,  atravesé  á 
P.,  y  siempre  conducido  por  la  Providencia,  tomé  posesión  del  ho- 
yo en  que  ahora  me  hallo,  y  donde  cuento  recibir  una  muerte  muy 
amarga,  á  menos  que  Dios  no  me  socorra,  porque  ni  puedo  ni 
quiero  mendigar." 

"Ayer  15  del  presente  (Setiembre)  me  preparé  con  ramas  esh 
ta  chocita,  y  hoy  16,  escribo  estas  líneas.  ;Ay  de  mí!  aquí  es  donde 
debo  morir  de  hambre,  pues  en  mi  edad  (de  32  años)  no  se  reciben 
soldados,  y  en  vano  me  he  presentado  á  todos  los  gefes  militares. 
No  quiero  solicitar  la  protección  de  mis  parientes,  ni  la  de  mis  ami- 
gos, porque  no  conozco  cosa  mas  horrorosa  en  el  mundo  que  de- 
pender de  los  favores  de  otros,  especialmente  cuando  se  han  poseí- 
do bienes  de  fortuna." 

"Suplico,  pues,  al  que  me  encuentre  aquí  después  de  mi  muer- 
te (la  que  probablemente  se  verificará  dentro  de  pocos  dias,  pues 
no  he  de  poder  sufrir  por  mucho  tiempo  el  hambre,  la  sed,  la  hu- 
medad, el  frió,  y  la  falta  total  de  sueño)  que  envié  por  el  correo  y 
bajo  cubierta  á  mi  hermano  N.  que  vive  en  N.,  este  escrito  con  un 
certificado  de  mi  fallecimiento.  Mi  hermano  pagará  con  mucho  gusto 
el  gasto  que  este  servicio  demande."  Cerca  de  Forst  16  de  &- 
tiembre  de  1818. 


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—137— 

II. — "Hace  unas  seis  ó  siete  semanas  que  me  hallo  enfermo, 
pues  al  llevar  á  cierto  granero  un  tercio  de  cebada,  me  caí,  y  sentí 
que  se  rompió  alguna  cosa  dentro  de  mi  vientre.  Esperímento  contí* 
Buos  dolores. 

"Todavía  existo;  pero  ¡que  noche  he  pasado!  ¡Cuan  mojado  estoy! 
íCuán  traspasado  de  frío!... ¡Gran  Dios!. ..¿Cuando  cesarán  mis  tor- 
mentos?...Ninguna  criatura  humana  se  me  ha  presentado  tres  dias  ha- 
ce....solo  he  visto  algunas  aves."  Cerca  de  Forst  el  17   de  Seliemirre. 

III. — "El  rigoroso  frío  que  hizo  la  noche  anterior,  me  obligó 
á  pasarla  paseándome,  no  obstante  que  el  andar  comienza  ya  á  ser- 
me muy  penoso,  pues  estoy  bien  débil!  Una  sed  ardiente  me  estre- 
cha á  chupar  el  agua  que  han  embebido  los  hongos  que  crecen  á  mi 
rededor,  pero  tiene  un  gusto  detestable!'^  18  de  seUembre. 

TV. — "Mi  situación  es  siempre  la  misma  ¡O  si  tuviera,  á  lo  me- 
nos, un  eslabón  para  hacer  un  poco  deniego  en  la  noche!  Quizá  po- 
dría mantenerlo  con  algunas  ramillas  secas.  Me  hallo  sin  guantes,  y 
mi  vestido  es  muy  ligero!  Imagínese  cualquiera  lo  que  debo  estar 
«ufriendo  en  noches  tan  eternas!  19  de  setiembre. 

V. — "El  Señor  no  quiere  enviarme  la  muerte,  ni  algún  otro 
género  de  socorro.  No  ha  pasado  una  alma  por  este  sitio  donde  per- 
manezco siete  dias  hace.  Entretanto,  oigo  en  mi  estómago  una  alga- 
rabia  terrible,  y  el  andar  me  es  ya  muy  difícil.  Tres  dias  ha  que  me 
llueve.  ¡Si  pudiera,  á  lo  menos  lamer  la  humedad  de  los  hongos!.... 
Ah!  espero  que  dentro  de  dos  dias,  cuando  mucho,  acabarán  mis 
penas! 

"En  caso  de  que  mi  fallecimiento  se  registre  en  la  iglesia  par- 
roquial de  B.,  advierto  que  nací  el  6  de  Marzo  de  1786  en  R., 
cerca  de  N.,  y  que  el  día  en  que  fallezca,  será  precisamente  aquel 
cuya  fecha  falte  en  mi  diario.  Mi  padre  se  llamaba  M.  C.  N.,  y  era 
vecino  de  T.;  mi  madre  era  la  Sra.  G.  D.,  y  no  he  sido  casado."  20 
de  Setiembre. 

VI. — "A  fin  de  calmar  un  poco  la  ardiente  sed  que  me  devora, 
hace  siete  diari,  me  alargué  hasta  Zicgenkrug,  distante  una  legua 
de  mi  cabana,  y  me  tomé  una  botella  de  cerveza,  pagándola  con 
la  última  moneda  que  me  quedaba;  pero  me  fué  necesario  gastar 
mas  de  tres  horas  en  andar  el  camino.  Como  el  posadero  me  vio  ve- 
nir del  lado  de  F.,  regresé  del  lado  de  B.,  y  me  establecí  de  nuevo 
cerca  de  Zicgenkrug.  Sin  embargo,  la  botella  de  cerveza  me  ha  cau- 
sado poco  alivio:  mi  sed  es  siempre  insoportable,  pero  á  lo  menos 


T.  II.— 18. 


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—138— 
tengo  agua  cerca  de  mi,  es  decir,  en  la  bomba  del  posadero,  mien- 
tras que  ninguna habia en  medio  délos  breñales:  haré  uso  de  aque- 
lla cuando  sea  mas  tarde,  si  antes  no  viene  á  libertarme  de  este  tra* 
bajo  la  muerte.... ¡Dios  mió!  ¡Cuan  flaco  y  desfigurado  me  veo  en  d 
espejo  del  posadero!"  Cerca  de  Forst^  21  de  Setiembre. 

VIL — "Ayer  22,  apenas  pude  moverme,  y  menos  aun  dirigir 
el  lápiz.  La  mas  devoradora  sed  que  puede  imaginarse,  me  condu- 
jo ayer  muy  temprano  á  la  bomba;  pero  mi  estómago  vacio  rehusó 
admitir  aquella  agua  helada,  y  no  solo  la  volvi,  sino  que  esperi- 
menté  convulsiones  tan  violentas,  que  me  eran  apenas  soportables, 
durándome  hasta  la  noche.  Entonces  la  sed  me  condujo,  como  esta 
mañana,  á  la  bomba:  el  estómago  parece  querer  habituarse  á  el  agua 
fna;  pero  todo  esto  no  puede  durar  mucho  tiempo,  porque  hoy  es 
él  décimo  dia  que  paso  sin  alimento,  no  habiendo  tomado  otra  co- 
6a  que  agua  y  una  poca  de  cerveza,  y  no  he  probado  un  instante  el 
sueño.  Espero  que  hoy  será  el  ultimo  de  mi  vida  (que  es  justamente 
el  del  cumple  años  de  mi  hermano),  y  con  tal  esperanza,  hago  esta 
oración:  ¡Dios  mió!  en  tus  manos  encomiendo  mi  espíritu."  23  de 
Setiembre. 

VIII.  —¡Gran  Dios!  ¡Se  han  pasado  otros  tres  dias,  y  todavía 
no  se  me  presenta  la  muerte!  Mis  piernas  ya  lo  están,  pues  desde  el 
23  en  la  noche  no  me  ha  sido  posible  ir  á  la  bomba;  asi  mi  sed  y  de- 
bilidad van  en  aumento.  Esto  ya  no  puede  durar  mas. . .  .pero  en- 
tretanto, mi  corazón  permanece  animado. — 26  de  Setiembre. 

IX. — "Ha  llovido  tanto,  que  mis  vestidos  no  tienen  un  punto 
Seco.  Nadie  podrá  creer  cuan  penosa  es  mi  situación!  Tendido  boca 
arriba,  y  con  ella  abierta,  durante  el  mas  fuerte  aguacero,  he  logrado 
que  entre  alguna  agua  á  refrescar  mis  fauces,  pero  ya  el  agua  no  pue* 
de  calmar  mi  sed:  por  otra  parte,  ya  no  puedo  procurarme  ninguna, 
pues  me  encuentro  incapaz  de  variar  de  sitio. 

"Ayer  pasó  por  aquí  un  hombre  conduciendo  cameros,  yesd 
primero  que  he  visto:  cuando  distaba  ocho  ó  diez  pasos  de  mí,  me 
saludó  cortesmente,  y  yo  le  correspondí  de  un  modo  silencioso. 
¡Quizá  cuando  vuelva  me  encontrará  muerto! 

"Concluyo  declarando  ante  Dios  Todopoderoso,  que  á  pesar 
de  los  infortunios  que  me  han  agobiado  desde  mi  juventud,  muero 
con  un  Verdadero  pesar,  aunque  la  miseria  me  haya  obligado  á  ello 
de  una  manera  irresistible. 

"La  debilidad  y  las  convulsiones  me  impiden  escribir  mas,  y 


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—139— 
creo  que  acabo  de  hacerlo  por  la  última  vez."  Cercad*!  For$t  al  lado 
de  Zicgenkrug^  27  de  setiembre  de  1818. 

— Nuestros  lectores  sbran  sacar  por  sí  mismos  la  mo  ral  de  esta 
relación  verídica: 

Este  hombre  fué  un  suicida,  y  lo  que  es  todavía  mas  triste  y  de- 
plorable, un  suicida  sin  ánimo.  Se  dejó  morir  voluntariamente;  pero 
procurando  apartar  de  él  la  reprobación  consiguiente  á  este  acto  de 
desesperación  ¡Pobre  hombre!  ha  merecido  mas  lástima  por  la  mise- 
ria de  su  espíritu,  que  por  su  miseria  material! 

¡Con  qué  cuidado  enumera  las  imposibilidades  de  vivir;  cre- 
yéndolas de  tal  naturaleza,  que  legitimaba  su  resolución.  ^'Estaba 
arniinado,  decía,  y  no  qoeria  mendigar,  ni  pedir  socorros  á  sus  par 
rieotes  y  amigos,  teniendo  por  otra  parte  demasiada  edad  para  ha- 
cerse recibir  de  soldado,  ice." 

¡Con  qué  precaución  evita  toda  circunstancia  que  pueda  des- 
pertar en  él  alguna  chispa  de  amor  á  la  vida!  ¡Cómo  temia  cualquier 
socorro! 

Escoge  un  lugar  apartado,  y  guarda  muchos  dias  su  ultima 
moneda,  sin  que  pensara  en  hacer  uso  alguno  de  ella.  Entra  en  una 
posada  y  teme  que  el  posadero  lo  siga:  pasa  un  pastor,  y  no  le  diri- 
ge ninguna  palabra,  ni  le  hace  señal  alguna. 

El  encadenamiento  de  las  vicisitudes  humanas,  ¡cuántas  fortu- 
nas se  desploman,  cuántos  ciudadanos  se  ven  repentinamente  pre- 
cipitados del  lujo  ó  déla  comodidad,  á  una  angustia  estrema!  Pero 
el  sentimiento  de  los  deberes,  y  el  amor  á  la  vida,  tienen  admirables 
alicientes. 

Ninguna  suerte  puede  ser  desesperada  cuando  hay  un  herma- 
no, un  pariente  ó  un  amigo,  ó  cuando  se  tienen  brazos  y  voluntad 
de  vivir. 

Pregúntese  acerca  de  esto,  y  no  se  tardará  en  oir  cien  ejemplos  de 
ricos,  que  para  llegar  á  serlo,  lo  que  pusieron  en  fondo  no  escedió 
quizá  del  precio  de  una  botella  de  cerveza:  para  ellos  la  necesidad 
filé  madre  de  la  industria.  Se  contarán  también  vok\  ejemplos  de 
hombres  afortunados,  que  fueron  un  día  agobiados  bajo  el  peso  de 
los  mas  horribles  dolores  del  espíritu,  y  el  primer  recibimiento  que 
les  hizo  la  sociedad,  no  fué  mucho  mas  considerable  que  la  piedad 
de  un  posadero,  ó  la  salutación  de  un  pastor;  pero  que  tuvieron  fe 
en  la  caridad  humana  que  siempre  brilla  sobre  la  tierra,  como  laf 
estrellas  en  el  cieb,  durante  las  noches  mas  sombrías. 


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—140— 

Un  célebre  escritor,  de  la  patria  del  poblé  alemán,  escribía  es- 
tas lineas,  á  fines  del  ultimo  sip^lo. 

*'Es  muy  raro  que  un  hombre  se  encuentre  totalmente  abando- 
nado de  los  demás:  si  se  mezcla  con  sus  semejantes,  hallará  al  fin 
algunas  almas  dispuestas  á  protéjerio  :  tal  vez  no  será  entre  esos 
egoistas  y  desnaturalizados  que  siempre  defienden  la  bolsa,  y  que 
por  esta  razón  se  ven  comunmente  privados  del  dulce  sentimiento 
de  la  fraternidad  humana:  tampoco  será  entre  los  reformadores  del 
siglo,  de  esos  misioneros  ambulantes  que  predican  las  ridiculas  doc- 
trinas de  la  moda.  Buscad  la  caridad  y  el  consuelo  entre  cierta  espe- 
cie de  gentes  que  no  saben  negarlo.  Una  gota  no  tiene  mas  que  to- 
car á  la  superficie  del  agua  para  ser  recibida  y  confundida  del  to- 
do, siendo  indiferente  que  esa  gota  venga  del  lago,  del  manantial 
del  rio,  de  la  mar,  del  Báltico  ó  del  Occeano.  ¡Hombres!  todos  per- 
tenecéis á  la  masa  humana,  como  las  diferentes  aguas  á  un  elemen- 
to común:  abrigad  en  vuestro  seno  á  los  desgraciados,  y  hacedlos 
participes  de  vuestra  existencia!" 


5í5-Para  colocar  con  preferencia  este  artículo,  que  recibí  cuan- 
do ya  estaban  arregladas  y  distribuidas  las  materias  del  presente  nú- 
mero, fué  preciso  alterar  el  plan  que  me  tenia  señalado,  posponien- 
do lo  mió  para  insertar  lo  ageno,  y  demostrar  asi  el  alto  aprecio  y 
consideración  que  me  debe  su  ilustrado  autor. 


(artículo  remitido.) 

EDUCACIÓN. 


PEDlGOGIl-rilBlOSY  CÍSTICOS. 


Elí  el  numero  de  conocimientos  que  se  han  elevado  hoy  al 
rango  merecido  de  artes  ó  ciencias,  y  que  como  tales  forman  un  es- 
tudio necesario  y  metódico  para  determinadas  carreras  de  la  vida, 


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—Hi- 
la Pedagogiüy  ó  arte  de  enseñar,  ocupa  un  lugar  preferente  en  los 
países  como  Prusia,  Alemania  y  Francia,  que  miran  la  instrucción 
secundaria  bajo  un  punto  de  vista  concienzudo,  y  que  sin  atender 
al  tiempo  empleado  en  un  Colegio  ó  una  Universidad,  solo  bus- 
can la  solidez,  perfección  y  adelanto  de  los  ramos  que  se  trasmiten 
á  la  juventud.  La  Pedagogía  se  divide  en  general,  y  particular;  ge- 
neral  la  que  es  común  á  toda  la  enseñanza  desde  los  principios  ru- 
dimentales de  la  ortología,  hasta  las  sublimes  teorías  del  cálculo 
infinitesimal,  y  particular  el  sistema  de  profesar  con  buen  éxito  un 
arte  ó  ciencia  con  relación  ó  aplicación  á  los  demás. 

Mi  idea  en  este  ligero  artículo  no  será  por  cierto  dar  un  curso 
de  Pedagogía,  tarea  dificultosa  para  mí,  y  que  no  agradaría  tal  vez 
á  la  mayoría  de  suscritor^s  del  Protocolo:  hablaré  únicamente  de 
los  premios  y  castigos  en  los  colegios  é  institutos  prímarios,  como 
un  poderoso  motor  de  los  progresos  ó  atrasos  de  los  niños,  y  como 
uno  de  los  medios  mas  feHces  que  conocemos  los  maestros  para  ob- 
tener los  placenteros  resultados  de  ver  instruidos  á  nuestros  dis- 
cípulos. 

No  oscureciéndose  á  los  ojos  del  hombre  mas  ignorante  que  la 
misión  de  enseñar  es  de  las  mas  nobles,  sí  no  es  la  príinera,  pues  de 
nada  servirían  los  otros  cargos  del  Estado  si  no  hubiera  hombres 
de  saber  que  los  desempeñasen,  y  que  reputándose  en  la  época  ac- 
tual la  ilustración  conio  el  fundamento  de  la  felicidad  humana,  debe 
seguirse  que  los  que  difunden  l:i  ciencia,  y  las  sanas  máximas  de 
la  virtud  rinden  ante  Dios  y  el  mundo  el  homenage  mas  bello  y  útil 
á  sus  semejantes,  y  debiendo  por  lo  mismo,  ser  el  puesto  del  maes- 
tro todo  nobleza,  todo  dignidad,  hasta  el  estremo  del  prestigio,  sus 
correcciones  han  de  llevar  impresas  el  mismo  sello  de  superior  pe- 
netración y  grandeza  de  alma  que  descubren  los  premios  cuando 
se  distribuyen  al  mérito  verdadero.  Es  decir  que  el  orden  y  suce- 
sión en  unos  y  otros  debe  ser  igual,  la  relación  exactamente  la  pro- 
pía,  y  así,  el  estímulo,  la  emulación  que  despiertan  los  unos,  sin 
envanecer,  sin  crear  un  amor  propio  mal  entendido  en  la  infancia, 
se  mortifican  con  los  otros  sin  envilecer,  sin  rebajar  la  condición 
débil  del  joven,  ni  degradarse  el  preceptor  al  punto  de  ser  mas 
bien  un  mayoral  ó  cómitre  de  una  galera,  que  el  ayo  ó  director  de 
una  escuela,  defecto  en  que  han  incurrido  por  desgracia  de  la  car- 
rera muchos  maestros,  por  creer  que  un  rigor  escesivo  ó  el  miedo, 
eran  los  elementos  seguros  para  manejar  y  educar  los  niños. 


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—142— 

Esta  reflexión,  aunque  tarde,  hubo  de  ocurrir  á  los  gobiernos,  á 
los  padi'es  de  familia,  y  á  los  mismos  profesores.  Se  vio  que  la  máxi* 
^a  de  la  letra  can  sangre  entra  gustaría  en  los  tiempos  de  Atila  6 
Dionisio  el  Siracusano,  por  cierto  de  los  amantes  á  la  flagelación, 
cuando  caído  del  trono  se  dedicó  á  la  enseñanza;  que  el  estado  de 
los  conocimientos,  y  la  simplificación  de  la  manera  de  inculcarlos 
hacian  innecesario  y  hasta  perjudicial  ese  terrorismo  de  las  escue* 
las,  y  poco  á  poco  y  de  grado  se  han  desterrado  los  castigos  corpo- 
rales, sustituidos  en  todos  los  establecimientos  por  penitencias  mo- 
deradas: que  ataquen  si  se  quiere  el  susceptible  pundonor  de  unos, 
ó  los  deseos  de  otros  ó  finalmente  los  placeres  y  momentos  de  jue- 
go de  todos;  pero  que  no  reduzcan  á  la  abyección  al  ser  que  se  va  i 
fbrmar,  y  que  en  lugar  de  un  hombre  morigerado,  de  pensamiento^ 
«obles  y  libres,  y  de  modestia,  reciban  los  padres  otro  destituido  de 
pudor,  habituado  á  sufrir  reprensiones,  y  que,  como  efecto  de  la 
timidez  en  que  vive,  se  vuelva  de  bajas  inclinaciones,  de  rastreros  y 
viciosos  pensamientos,  que  no  diga  jamas  la  verdad,  no  confíese  sus 
faltas  con  franqueza,  porque  aun  en  su  incapacidad  conoce  que  no 
hay  que  aguardar  bondad,  ni  tolerancia  en  su  maestro.  Felizmente 
para  las  generaciones  presentes  y  venideras  ha  variado  ya  esta  tácr 
tica  escolar;  y  vice-versa  de  los  antiguos,  pensamos  ahora  todos, 
aquellas  bases  mas  acordes  con  la  constitución  especial  de  cada  jo- 
ven para  guiarlo  en  el  espinoso  sendero  del  saber,  sin  que  jamas  co- 
bre hastio  á  lo  mismo  que  se  le  quiere  recomendar,  ni  aversión  al  que 
para  con  ellos  hace  los  oficios  de  un  segundo  padre.  Los  resultados 
son  mas  opimos,  hemos  omitido  la  odiosa  costumbre  de  azotar,  y, 
en  cambio,  con  una  cuerda  combinación  de  dulzura  y  carácter  enér- 
gico, los  niños  aprenden  mas  y  mas  pronto,  y  los  preceptores  ponen 
mas  de  su  parte  con  menos  incomodidad,  y  mas  honor. 

Ha  habido  quien  sostuviese  que  la  cara  ceñuda,  y  un  genio  de 
vinagre  eran  condiciones  indispensables  en  un  maestro:  quien,  ape- 
gado á  sus  añejas  rutinas,  proclamase  niño  castigado^  niño  aprove-- 
chado:  y  también  no  faltó  alguno  que  pasando  á  los  estremos  creyó 
que  con  confites  y  besos  aprendían  los  niños.  Estuviéramos  frescos! 
Una  prudente  suavidad  mientras  convenga,  la  entereza  mas  soste- 
nida en  las  correcciones  impuestas,  y  en  su  cumplimiento  mas  es- 
tricto, la  amabilidad,  y  conversación  familiar  é  instructiva  á  que 
^  convida  al  joven  estudioso  y  dó('il,.y  la  indiferencia  ó  disgusta 
para  el  que  pueda  engreírse  por  los  miramientos  con  que  antes  se 


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—143— 
TÍ6  tratar,  he  aqui  á  mi  pareeer  los  primeros  castigos  y  estímulos  i^ 
plicables  á  la  juventud.  Se  encuentran  niños  incorregibles  por  los 
medios  comunes,  me  opondrán  los  corifeos  del  rigorismo:  yo  que 
no  ignoro  que  los  hay,  que  he  procurado  sacar  partido  de  su  carác- 
ter sin  fruto,  confieso  que  para  ellos  no  apruebo  mas  que  un  reme- 
dio, el  de  espulsarlos  inmediatamente  y  de  una  manera  que  produzca 
algún  escarmiento  en  sus  compañeros.  ¡Caan  doloroso  no  será  á  sus 
padres  una  medida  tan  fuerte!  he  oido  decir  á  algunos  maestros. 
Contesto  á  eso  que  el  padre  que  da  lugar  auna  conducta  tan  depra- 
vada en  sus  hijos,  conducta  que  no  puede  serle  desconocida  no 
siente  mucho,  ni  le  escuece  quizá,  la  despedida  de  aquel  de  cual- 
quier colegio  ó  escuela:  mas  bien  creo  que  tema  el  director  essi  ca- 
careada espulsion  por  aquello  de  perder  la  pensión,  máxime  en  est0 
año  que  con  el  huracán^  con  la  secay  con  la  baja  del  azúcar  son  tün 
difíciles  de  cobrar  las  pagas  de  los  niños.  Así  ha  sucedido  siempre^ 
sin  esas  escusas,  porque  el  dinero  que  ganan  los  maestros  con  tanié 
holgura  es  como  el  de  la  Lotería  para  el  concepto  de  muchos. 

En  cuanto  á  los  premios  ¡qué  mies  tan  rica  para  un  maestrd! 
Los  premios  imparciales  son  un  aguijón  para  que  el  niño  redoble  stL 
celo,  su  constancia  por  aprender:  la  esperanza  de  obtenerlos  le  ha^ 
ce  llevaderas,  y  agradables  las  horas  que  pasa  en  un  colegio;  y  cuan- 
do los  gana  se  considera  tan  feliz  como  el  millonario  que  se  entre, 
tiene  contando  los  duros  de  su  arcon,  y  el  júbilo  mas  inocente  y 
mas  puro  inunda  su  corazón.  Quiere  entonces  con  mayor  efusión  i 
su  maestro,  desea  con  ardor  el  instante  de  salir,  no  para  juguetear  6 
retozar  como  otros  dias,  sino  para  mostrar  á  su  familia  la  distinción 
que  ha  merecido,  y  cualquiera  palabra  de  elogio  ó  satisfacción  qué 
oiga  de  boca  de  sus  padres  es  el  colmo  de  su  felicidad.  Yo  he  vis- 
to correr  las  lágrimas  de  un  niño  al  recibir  su  recompensa:  y  tam- 
bién las  he  visto  derramar  de  tristeza  y  abatimiento  á  quien  á  pesar 
de  sus  esfuerzos  y  aplicación,  no  pudo  ganarla  con  sus  composicio- 
nes literarias:  y  como  á  estos  actos  debe  presidir  la  imparcialidad 
mas  sagrada,  el  que  no  lleva  un  premio  alimenta  esperanzas  para  la 
siguiente  distribución,  y  no  queda  mortificado  por  odiosas  preferen- 
cias, ni  injustas  calificaciones; 

Entre  los  objetos  elegidos  para  premiar  á  los  niños  ninguno 
me  gusta  tanto  como  los  libros.  En  anos  pasados  se  daban  dinero, 
medallas,  bandas,  &c.;  pero  ya  el  dinero  puede  sospecharse  que  en- 
jendre  un  principio  de  interés,  indigno  del  alma  de  un  niño,  y  las 


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—144— 

medallas  y  las  bandas  una  superioridad  de  condición indrvidual  que 
si  nMuralmente  puede  despertarse  en  lo  futuro,  jamás  puede  permitir 
un  maestro  en  los  límites  del  recinto  de  la  escuela.  Aquella  repúbli- 
ca de  chicos  ha  de  gobernarse  con  iguales  leyes,  y  solo  el  mérito, 
la  conducta  acrisolada,  la  asidua  aplicación  pueden  distinguir  á  sus 
miembros.  Se  dieron  después  atestados  por  los  señores  inspectores 
de  los  exámenes;  pero  á  veces,  deslumhrados  por  la  locuacidad  de 
un  alumno,  han  premiado  solo  á  un  memorión  deshecho,  que  pue- 
da ser  no  supiese  responder  á  lo  mas  mínimo  que  se  le  interrogase 
sobre  la  materia.  Los  premios  debe  adjudicarlos  el  maestro,  y  para 
que  no  sea  su  capricho  ó  predilección  la  que  le  guie  en  la  reparti- 
ción, he  acostumbrado  1°:  dar  vales  de  conducta  y  aplicación  que 
valgan  cierto  numero  de  notas  favorables  de  conformidad  al  regla- 
mento que  he  hecho  fijar,  pero  que  nunca  liberten  at  poseedor  de 
la  penitencia  que  merezcan  por  alguna  falta:  2°  al  que  reúna  cien 
notas  entre  sus  vales  doy  un  testimonio  impreso,  con  el  que  tiene 
derecho  á  entrar  en  los  sorteos  de  premios:  3«  señalo  dos  ó  tres  de 
estos  al  año,  y  solo  admito  en  ellos  á  los  que  han  adquirido  los 
mencionados  testimonios.  Con  este  sistema  es  imposible  que  el  pre- 
ceptor ásu  antqjo  y  sin  una  meditada  apreciación  del  mérito,  ido- 
neidad, y  progresos  de  cada  uno,  pueda  ser  culpado  de  parcial  en 
sus  recompensas. 

Bastan  estas  apuntaciones  para  que  se  conozca  mi  parecer  en 
el  asunto:  no  ha  sido  mi  idea  la  de  bosquejar  un  cuadro  perfecto  de 
este  importante  artículo  de  la  pedagogía,  por  las  razones  que  al  co- 
menzar dejo  espuestas,  y  sí  tocarlo  como  un  recuerdo  al  respetable 
cuerpo  de  profesores  de  esta  ciudad  para  que  se  estimule  á  escribir 
sobre  el  arte  que  tan  honrosamente  representa,  con  lo  que  hará  un 
bien  incalculable  á  la  juventud  que  le  está  encargada,  y  proporcio- 
nará testos  para  los  cursos  normales  que  en  breve  hemos  de  ver  es- 
tablecidos según  el  espíritu  y  letra  del  plan  general  de  estudios  de 
esta  isla. — Camilo  H,  Mircena. 


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—146— 

PROTOCOIiACIOX 

De  todas  las  disposiciones  reales,  administrativas  y  eoo- 
nómicas  publicadas  de  oficio  en  el  mes  de  Enero  último. 


Sala  CcqAtular. — El  dia  1"  del  corriente  se  reunió  el  Escmo. 
Ajruntamiento  para  la  elección  de  los  individuos  que  en  el  presente 
año  han  de  ejercer  los  oficios  de  concejiles,  y  habiéndolo  verificado 
en  los  que  á  continuación  se  espresan,  fueron  confirmados  por  el 
Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador  superior  Civil  D.  Leopoldo 
0-Donnell. 

Alcaldes  ordinarios. — Escmo  Sr.  Conde  de  Peñahrer  y  Sr.  D. 
Francisco  Valdes  Herrera,  Regidor  Alcalde  Mayor  Provincial. 

De  la  Sania  Hermandad. — Sres.  D.  Antonio  Zuazo  capitán  de 
fragata  retirado  de  la  Armada  y  Ldo.  D.  José  Antonio  de  Galar- 
ragay  Mendiola. 

Síndico  procurador  general. — Sr.  Ldo.  D.  Femando  de  Pe- 
ralta y  Torrontegui,  reelecto. 

Procurador  de  pobres.^Br.  D.  Pascual  Rodriguez,  público 
del  numero  de  esta  ciudad. 

.  Junta  municipcU. — El  Escmo.  Sr.  Alcalde  1?  Presidente. 

Vocales. — Sres.  Regidores  D.  José  Patricio  Sirgado  y  mar- 
ques de  Aguas-Claras  y  Sindico  Procurador  general  D.  Femando 
de  Peralta* 

Mayordomo  de  Propios. — D.  Rafael  de  Castro  Palomino. 

Comisarias  del  Escmo.  Ayuniamientóy  de  Beneficencia  Sumidad, 
Instrucción  primaria  y  obras  públicas. — Sres.  regidores  D.  Joaquín 
de  Peñalver  y  Sánchez  y  D.  José  Francisco  Rodríguez  Cabrera. 

De  fuentes. — Sr.  regidor  D.  Agustín  de  Morales  y  Sotolongo. 

De  lUal  Lotería. — Escmo.  Sr.  conde  de  0-Reilly,  regidor 
alguacil  mayor. 

De  cárcel. — Sres.  Regidores  D.  Manuel  de  Arrate  de  Peralta 
y  D.  Joaquín  Fernandez  de  Velasco,  sostituto. 

De  alamedas  y  paseos.-^  Sres.  D.  Joaquín  de  Peñalver  y  D. 
José  Francisco  Rodriguez. 

Habana  2  de  Enero  de  1846. — Francisco  de  Castro. 


T.  n.— 19. 


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—146— 
Secretaría  del  Gobiemo  Superior  Civil  de  la  bla  de  Cuba, — 
Habiendo  ocurrido  á  este  Gobierno  Superior  civil  D.  Gonzalo  Al- 
fonso presidente  de  la  compañía  de  caminos  de  hierro  de  esta  ciu- 
dad, solicitando  se  aplique  la  ley  de  espropiacion  forzosa  por  utili- 
dad pública  á  los  terrenos  que  necesita  para  la  contmuacion  del  ra- 
mal del  ferro-carril  de  los  Palos  hasta  entroncarlo  con  el  de  la  Sa- 
banilla, y  la  prolongación  ademas  del  de  S.  Antonio  hasta  el  pueblo 
de  Guanajay,  ha  dispuesto  el  Escmo.  Sr.  Presidente  Grobemador  y 
Capitán  General  de  conformidad  con  la  consulta  del  señor  asesor 
general  primero,  que  en  vista  de  lo  que  ordena  el  artículo  3?  del 
Real  Decreto  de  15  de  Diciembre  de  1841  que  trata  de  las  espro- 
piacion«iS,  se  anuncie  al  público  aquella  pretensión  en  tres  números 
sucesivos  del  Diario  de  esta  capital,  á  fin  de  que  las  personas  que 
se  consideren  interesadas,  ocurran  en  el  término  de  quince  dias  á 
hacer  presente  á  esta  superioridad  lo  que  se  les  ofrezca  y  parezca. 
— ^Habana  3  de  Enero  de  1846. — Miguel  Maria  Pardagua. 


Superintendencia  general  delegada  de  Real  Hacienda  de  la  isla 
de  Cuba, — Por  el  Ministerio  de  Hacienda  se  comunicó  al  Escmo. 
Sr.  Intendente  de  ejército  y  superintendente  general  delegado  de 
Hacienda  con  fecha  39  de  Setiembre  último  la  Real  orden  que  sigue: 

^^Escmo.  Sr. -^Determinada  la  creación  de  alcaldes  mayores 
y  reforma  de  la  Administacion  de  justicia  en  esa  isla  por  Real  cé- 
dula de  29  de  julio  último,  de  que  acompaño  á  V.  E.  los  tres  adjun- 
tos ejemplares,  es  la  voluntad  espresa  y  terminante  de  S.  M.  que 
las  disposiciones  que  se  adopten  para  llevar  á  debido  cumplimiento 
el  articulo  11  en  cuanto  á  la  recaudación  de  las  costas,  ó  derechos 
procesales,  se  ajusten  con  tal  previsión  y  cuidado  á  la  naturaleza 
de  este  ingreso  y  al  pensamiento  del  gobiemo  supremo  en  dotar 
oon  sueldos  fijos  á  los  nuevos  agentes  de  la  administración  de  jus- 
ticia, que  por  ningún  título  se  defrauden,  no  dejando  flanco  alguno 
en  lo  posible  á  la  colusión,  y  aplicando  en  caso  de  cometerse  este 
delito  las  penas  severas  conque  habrá  de  ser  inexorablemente  cas- 
tigado. De  Real  orden  lo  comunico  á  V.  £.  Para  su  inteligencia  y 
que  disponga  lo  conveniente  á  su  cumplimiento." 

Y  formado  en  su  consecuencia  espediente  en  que  se  ha  oído  á- 
las  oficinas  y  ministros  de  Hacienda,  la  junta  superior  directiva  con 
asistencia  de  los  Sres.  asesor  y^  fiscd^  del  ramo,  acordó  en  18  del 
actual  las  reglas  siguientes^  que  el  referido  Escmo.  Sr.  Superinten* 


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—147— 
dente  ha  dispuesto  se  cumplan,  y  de  su  orden  se  publican  para  ge- 
neral conocimiento,  en  concepto   de  que  para  que  ejerzan  en  esta 
capital  las  funciones  de  revisores,  ha  nombrado  en  comisión  á  los 
Sres.  oidores  honorarios  D.  Lucas  de  Ariza  y  D.  Joaquin  Oliva. 

1*  Los  escribanos  no  darán  curso  á  ninguna  de  las  primeras 
providencias  que  dictaren  los  alcaldes  mayores  en  las  causas  que 
hoy  corren  en  las  alcaldias,  sin  que  antes  se  les  hayan  abonado  por 
las  partes  solventes  interesadas  en  el  pronto  despacho  los  derechos 
de  vista  que  conforme  á  los  aranceles  vigentes  podrían  exigir  á  la 
mano  los  propios  alcaldes  mayores. 

2?  Tampoco  darán  curso  á  la  primera  providencia  que  se 
dictare  en  las  nuevas  demandas  de  partes  solventes,  sin  el  mismo 
pago  previo  de  vista  y  ocupación. 

3?  Las  informaciones  promovidas  y  las  declaraciones  pedidas 
por  partes  solventes,  no  se  recibiráu  sin  que  al  escribano  público  ó 
Real  que  haya  de  actuar  en  ellas  se  le  adelanten  las  asistencias 
delJuez. 

4?  No  darán  curso  á  ninguna  instancia  de  parte  solvente,  ni 
espedirán  ningún  oficio  ú  orden  sin  que  se  le  satisfagan  las  firmas 
del  juez  con  arreglo  á  lo  que  hoy  se  observa  en  todos  los  tribunales. 

5?  Los  tasadores  de  costas  regularán  á  p  debido  tiempo  los 
derechos  todos  no  satisfechos  de  ocupación,  últimas  vistas,  asisten- 
cias y  firmas  de  los  alcaldes  mayores,  ciñéndose  á  los  aranceles  vi- 
gentes ó  á  los  que  se  establecieren  en  adelante,  para  escusar  á  los 
mismos  Jueces  la  molestia  de  fijarlos  en  cada  ima  de  sus  provi- 
dencias. 

6^  Los  mismos  tasadores  retendrán  en  su  poder  las  tasacio* 
nes  de  costas  hasta  que  se  les  abonen  las  indicadas  partidas  y  las 
^1  ^  P  S  y  diferencia  del  papel;  sin  peijuicio  de  que  una  vez  prac- 
ticadas las  tasaciones  devuelvan  los  autos  con  nota  espresiva  de  la 
importancia  total  de  las  costas  y  de  las  que  deban  cobrarse  á  cada 
parte  de  las  condenadas:  Y  lo  que  percibieren  lo  entregarán  sin  de» 
mora  en  la  Administración  general  de  Rentas  Terrestres. 

7?  En  cada  tasación  espresarán  por  nota  de  importancia  de 
lo  que  se  hubiere  abonado  al  contado  por  virtud  de  lo  dispuesto  en 
las  prevenpiones  1*,  2?,  3*,  y  4* 

8^  Los  escribanos  pondrán  al  pié  de  las  providencias  y  de  las 
declaraciones  á  que  se  refieren  las  mismas  prevenciones  !•  2^  3^  y  4* 
nota  ó  constancia  de  los  pagos. 


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—148— 

9*  Todo  lo  que  percibieren  por  razón  de  derechos  de  ocupa- 
ción, vistas,  asistencias  y  firmas  lo  enterarán  semiinalmente  en  las 
administraciones  de  Rentas  terrestres  con  relación  especificada  de  las 
causas  y  negocios  de  que  proceden  los  enteros. 

10?  Los  escribanos  y  tasadores  que  faltaren  en  algo  á  estas 
prevenciones  pagarán  por  la  primera  vez  la  pena  del  cuatro  tanto  de 
lo  mal  regulado,  defraudado  ó  dejado  de  cobrar  á  su  debido  tiem- 
po: suspensión  de  oficio  por  seis  meses  por  la  segunda;  y  toda  la  pe- 
na de  los  defraudadores  de  Rentas  Reales  por  la  tercera. 

11?  Antes  deprocederse  al  cobro  délas  tasaciones  de  costas 
se  visarán  por  el  revisor  que  nombrará  la  superintendencia  para 
cada  ciudad  de  las  en  que  deben  establecerse  alcaldías  mayores. 
Estos  revisores  dependerán  inmediamente  de  las  Administraciones 
de  Rentas  Terrestres. 

12?  El  revisor  se  limitará  al  examen  de  las  mencionadas  par- 
tidas teniendo  presentes  las  notas  de  pagos  al  contado,  las  relacio- 
nes de  que  habla  la  prevención  9?  y  los  aranceles  que  rigieren. 

13?  Si  advirtiere  faltas  ú  omisiones  de  parte  del  escribano  ac- 
tuario ó  del  tasador,  lo  espresará  por  nota  al  pié  de  la  tasación,  y 
después  de  devolverla  dará  cuenta  especificada  á  la  administración 
para  que  por  ella  se  ponga  en  noticia  de  la  Superintendencia  ó  Juz- 
gado de  Rentas  respectivo,  á  fin  de  que  se  proceda  á  lo  que  mejor 
corresponda. 

14?  Para  la  contabilidad  de  este  nuevo  ingreso  llevarán  un  li- 
bro separado  las  Administraciones  de  Rentas  en  el  orden  que  tam- 
bién prescribirá  la  Superintendencia. — Habana  31  de  Diciembre  de 
1845. — Joaquín  Campuzano. 


Sala  Capitular. — Junta  mumcipal — Marca  de  carruages  corres* 
pondiente  al  a%o  de  1846. — D.  Francisco  Estorino  ha  verificado  el 
remate  del  arrendamiento  del  arbitrio  de  carruages  que  corresponde 
en  el  año  de  1846;  y  habiendo  cumplido  ala  Junta  Municipal  con  lo 
que  ofreció  en  el  mismo  remate,  se  hace  notorio  al  publico  de  orden 
del  Escmo*  Sr.  Presidente  Gobernador  y  Capitán  general,  á  quien 
compete  la  inversión  de  ese  ramo  en  la  composición  de  las  calles» 
para  su  conocimiento  y  gobierno,  en  el  concepto  de  que.  desde  el 
primero  del  año  actual  empezó  á  correr  el  término  de  sesenta  dias 
que  el  reglamento  del  mencionado  ramo  señala  para  que  dentro  de 
él  se  presenten  á  la  marca  y  satisfagan  el  arbitrio,  todos  los  carrua* 


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—149— 
ges,  sean  de  la  clase  que  fuesen  que  transiten  una,  ó  muchas  veces 
dentro  de  la  ciudad  y  sus  términos  inmediatos,  entendiéndose  que 
son  estos  hasta  el  rio  del  Luyanó,  loma  de  la  iglesia  de  Jesús  del 
Monte,  la  población  del  Cerro  en  su  puente,  rio  de  la  Chorrera  en 
el  punto  que  derrama  el  mar  y  pueblo  de  Regla,  en  sus  calles  y  cal- 
zadas correspondientes  á  su  jurisdicción,  y  esceptuándose  las  carre- 
tas que  pertenecen  á  las  obras  del  Real  consulado,  á  los  cuerpos  de 
la  guarnición,  á  los  castillos  ó  fortalezas,  siempre  que  no  pertenez- 
can á  contratistas  de  ellas,  la  volante  del  vecino  de  otro  pueblo  que 
venga  á  diligencia  precisa  ó  de  paseo,  y  la  que  el  hacendado  tenga 
para  conducirse  á  sus  haciendas  y  de  ellas  á  esta  capital,  sin  el  uso 
común,  pagarán  todas  el  arbitrio  señalado  y  que  mas  adelante  se 
dirá,  sin  que  pueda  evadirse  por  escusa  ni  pretesto  alguno.  Lascar- 
retas  de  campo  que  habiendo  entrado  en  la  ciudad  y  límites  espresa- 
dos, se  retirasen  sin  haberse  presentado  á  la  marca  y  á  satisfacer  el 
arbitrio,  serán  aprehendidas  en  la  esquina  de  Tejas,  y  pasado  este 
punto  ya  no  lo  serán,  y  las  que  transiten  por  los  demás  términos 
podrán  ser  aprehendidas  si  no  están  marcadas. — Loé  carruages  su- 
jetos á  la  contribución,  sin  obligación  de  marcarse,  son  los  coches, 
berlinas,  quitrines  y  volantes,  de  uso  particular;  y  los  sujetos  á  di- 
cha marca  son  las  carretas  de  campo,  que  se  entenderá  por  tales,  las 
destinadas  á  conducir  á  la  ciudad  y  términos  referidos,  cuanto  se 
coseche,  crie  y  elabore  en  los  predios  rústicos,  que  sus  du  enos  y 
ellas  residan  en  cualquiera  de  los  partidos  rurales  y  no  se  ocupen  de 
sol  á  sol  en  el  tráfico  de  la  ciudad,  pagando  cada  una  quince  pesos: 
las  de  tráfico  con  una  yunta  de  bueyes  que  se  ejercitan  en  el  trajin 
diario,  treinta  pesos;  las  carretas  con  un  buey  quince  pesos,  los  carre- 
tones de  tráfico  con  una  bestia  doce  pesos;  los  carretones  con  una 
bestia  que  solo  se  ejercitan  en  botar  basuras  por  alquiler  seis  pesos,  los 
carretones  que  se  ocupan  en  botar  basuras  de  las  casas  de  sus  amos  ó 
en  otra  cosa  particular,  tres  pesos:  las  carretillas  de  tráfico  seis  pesos, 
las  volantes  de  alquiler  ocho  pesos:  las  volantes  particulares  «eis  pe- 
sos, los  quitrines  ó  volantes  de  fuelle,  coches,  berlinas  y  demás  de  esta 
clase  seis  pesos,  entendiéndose  que  cada  vecino  pagará  el  arbitrio  por 
tantas  volantes  cuantas  use  á  la  vez,  por  sí  ó  sus  familias,  y  que  dv»be 
rán  hacerlo  el  día  primero  de  Mayo  bajo  el  orden  que  prescribe  el  artí- 
culo 16  del  Reglamento.  Pasado  el  término  de  los  sesenta  dias,  los 
carruages  que  se  encuentren  sin  la  marca,  no  solo  abonarán  el  arbitrio 
rei^ectivo,  sino  una  multa  de  igual  cantidad  y  los  costos  que  causase 


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—150— 
para  ser  impuesta,  coa  la  aplicación  por  terceras  partes  entre  penas 
de  cámara,  pobres  de  la  cárcel  y  aprehensor,  sin  que  pueda  exigirse 
^  mandato  de  la  autoridad  competente;  y  últimamente  tendrán  su 
efectivo  cumplimiento  los  demás  artículos  del  reglamento  del  ramo, 
asi  por  parte  del  rematador  como  por  los  contribuyentes..  —El  pun- 
to de  marca  en  esta  ciudad  es  el  mismo  del  año  anterior,  y  también 
en  Regla. — ^Habana  6  de  Enero  de  1846. — Francisco  de  Castro. 


Secretaría  del  Gobiei-no  superior  Civil  de  la  Isla  de  Cuba. — Pre- 
cedidas las  formalidades  dispuestas  en  la  Real  cédula  relativas  ¿ 
inventos  artísticos,  ha  tenido  á  bien  el  Escmo.  Sr.  Presidente  Go- 
bernador y  Capitán  general,  espedir  la  correspondiente  por  die^ 
años  á  D.  Francisco  Rey,  á  fin  de  que  el  privilegio  concedido  á  es- 
te para  asegurar  la  propiedad  de  un  liquido  que  estraido  de  cierta 
planta  produce  una  luz  clara  y  brillante;  se  entienda  solo  con  el 
propio  fin  para  la  construcción  y  uso  de  unos  candeleros  ó  sean  ha- 
chones que  ha  inventado,  en  concepto  de  que  esta  'gracia  es  y  se 
entiende  sin  perjuicio  de  tercero  en  el  caso  de  que  este  pruebe  en 
los  tribunales  establecidos,  ser  falsos  los  datos  en  que  se  apoyó  el 
interesado  para  conseguirla:  disponiendo  igualmente  S.  E.  se  anun- 
cie al  público  para  su  conocimiento. — Habana  8  de  Enero  de  1846. 
-""-Miguel  María  Pardagua. 


Obispado  de  San  Cristóbal  de  la  ifoiona.— £1  Illmo  Sr.  Dr.  D. 
Pedro  Mendo,  obispo  electo  de  Segovia  y  vicario  capitular  Gober- 
nador de  este  obispado,  se  ha  servido  nombrar  por  decreto  de  este 
dia  secretario  de  gobierno  y  cámara  de  esta  Diócesis  al  señor  Ldo. 
Pbro.don  Onofre  Antonio  Mozo  de  Nevares,  canónigo  de  esta  san- 
ta iglesia  Catedral. 

Lo  que  de  orden  de  S.  S.  I.  se  anuncia  al  público  para  general 
inteligencia. — Habana  9  de  Enero  de  1846. — Dr.  Domingo  de 
Pluma. 


JuTUa  municipal  de  la  Habana. — Por  disposición  del  Escmo» 
Sr.  Alcalde  ordinario  primero,  presidente  de  la  junta  municipal,  de 
acuerdo  con  los  Sres  vocales  de  ella,  consecuente  á  reclamo  que  le 
hizo  D.  Francisco  Toledo,  rematador  del  derecho  de  sellar  las  va-» 
ras  de  medir  correspondiente  al  presente  año,  de  que  las  sastrerías^ 
almacenes  de  ropa  por  mayor,  talleres  y  vendedores  de  maderas  por 


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—151— 
mayor,  no  se  presentan  al  sello  de  las  varas  y  pago  del  derecho  esta- 
blecido, se  previene  que  el  referido  rematador  está  autorizado  para 
ocurrir  á  un  tribunal  de  justicia  á  fin  de  que  haga  cumplir  la  contra- 
ta con  respecto  á  los  indicados  establecimientos  y  demás  que  usen 
varas  de  medir  en  sus  operaciones  lucrativas  ó  establecimientos  pu- 
blico cualquiera  que  sea  su  clase,  de  manera  que  no  quede  una  so- 
la vara  sin  sellar,  pues  bajo  éste  concepto  verificó  el  arrendamiento 
del  indicado  derecho,  y  así  está  declarado  con  anterioridad  á  él. 
Lo  que  se  hace  notorio  para  la  general  inteligencia  y  que  no  se  ale. 
gue  ignorancia.  Habana  y  Enero  12  de  1846. — Francisco  de  Castro, 


Capitanía  general  de  la  isla  de  Cuba, — Gobierno  militar  de  la  Htbana, 


D.  Leopoldo  O-Donnell  y  Joris^  Gran  Cruz  de  la  Rtal  y  distingttida 
órdm  de.  Carlos  ///,  de  la  militar  de  S.  Femando  y  déla  americana 
de  Isabel  la  Católica^  Caballero  de  la  laureada  de  San  Femando  de 
2?  clase  y  déla  3f^  de  la  misma  orden  de  San  Femando^  condecora' 
do  con  otras  varias  cruces  de  distindonpor  acciones  de  guerra  j  Sódo 
honorario  de  la  Sociedad  de  amigos  del  Pais  de  la  ciudad  de  ZarOf- 
goza  y  déla  de  San  Carlos  de  Valencia^  Teniente  general  de  los 
Reales  ejércUoSy  Gobernador  y  Capitán  general  de  la  isla  de  Cuba^ 
Presidiente  de  sus  Peales  AudienciaSy  Gobernador  Político  y  MiU- 
tar  de  esta  Provincia  y  Plaza^  Gefe  Superior  Civil  de  toda  la  Z?- 
Za,  Presidente  de  la  Real  Junta  de  Fomento^  de  ¡a  Inspección  de 
Estudios^  de  la  Asamblea  provincial  de  la  Real  orden  americana 
de  Isabel  la  Católica^  Delegado  del  Juzgado  de  la  Real  Casa  y  Pa» 
trimojvo  en  esta  /s/a,  de  la  Superintendencia  General  de  Correos^ 
Postas  y  Estafetas,  fyc. 

Al  proceder  al  arreglo  de  los  cuerpos  de  Milicias  provinciales 
de  la  Isla  y  de  los  Escuadrones  Rurales  de  Femando  7?  con  suje- 
ción á  lo  determinado  por  S.  M.  en  Real  órd^  de  28  de  Febrero 
del  corriente  afío,  toqué  el  embarazoso  inconveniente  de  no  ha- 
llarse establecidas  las  reglas  fijas  é  invariables  que  tan  necesarias 
son  para  afianzar  en  los  alistamientos  el  principio  de  igualdad  y  de 
justicia  entre  las  personas  que  por  su  edad,  estado,  profesión  ú  otro 
motivo  no  estuviesen  esceptuadas  de  alimentar  sucesivamente'la 
fuerza  de  estos  institutos.  La  Subinspeccioa  General  del  Ejército 


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—152— 
me  hizo  asimismo  presente  este  gran  vacío  del  Reglamento  de  Mili- 
cias de  1769,  rechazando  r?zonadamente  la  práctica  seguida  hasta 
ahora  de  ejercerse  esas  delicadas  y  trascendentales  funciones  por 
los  Tenientes  veteranos  con  los  Comisarios  de  barrio  y  Capitanes 
de  partido  sin  intervención  inmediata  de  Gefes  ni  Autoridades,  y  sin 
otra  formalidad  que  inscribir  en  relación  á  los  individuos  que  en  su 
concepto  debían  enrolarse  en  las  Milicias.  Un  sistema  tan  irregular 
y  vicioso  no  podia  menos  de  traer  consigo  abusos  y  perjuicios  de 
suma  gravedad  que  me  consideré  desde  luego  en  el  deber  de  des- 
terrar para  siempre,  sometiendo  á  la  decisión  de  la  suerte  la  obliga- 
ción con  que  nacen  todos  los  españoles  de  servir  á  su  Rey  y  defen- 
der la  patria  con  las  armas  en  la  mano  cuando  lo  exijan  las  circuns- 
tancias y  lo  ordene  la  autoridad  competente;  haciéndoles  al  propio 
tiempo  partícipe  de  los  honores,  prerogativas  y  exenciones  conce- 
didas por  las  leyes  y  Reglamentos  vigentes  á  los  que  sirven  honra- 
damente en  estos  beneméritos  Cuerpos. 

Mis  convicciones  para  promover  esa  variación  fueron  fortaleci- 
das con  las  leyes  y  disposiciones  delCJobiemo  que  han  ordenado  los 
sorteos  para  el  reemplazo  de  las  Milicias  provinciales  así  en  la  Penín- 
sula como  en  las  islas  de  Canarias  y  Puerto-Rico  confiriendo  á  la 
vez  la  ejecución  de  sus  diferentes  operaciones  á  las  respectivas  au- 
toridades Ci\iles  y  Municipales.  Pero  no  juzgando  prudente,  sin 
embargo,  introducir  en  el  pais  esta  novedad  sin  primeramente  infor- 
marme si  en  ello  habria  algún  inconveniente  que  yo  no  hubiese 
previsto,  encargué  al  Escmo.  Sr.  Mariscal  de  Campo  D.  Vicente 
de  Castro  2°  Cabo  y  Subinspector  General  de  la  Isla  reuniese  á  los 
Coroneles  de  los  mismos  Cuerpos,  y  que  si  en  las  conferencias  re- 
petidas que  con  ellos  tuviera  y  en  los  pareceres  que  debieran  darle 
por  escrito  según  su  esperiencia,  no  presentasen  ninguna  razón  de 
utilidad  pública  que  hiciese  desistir  dt- 1  método  intentado,  pasase  i 
mis  manos  el  correspondiente  proyecto  de  Reglamento.  Adherida 
enteramente  la  opinión  de  los  espresados  Gefes  al  sistema  de  sor- 
teos y  redactado  en  lo  principal  estos  trabajos  bajo  la  base  de  la 
ordenanza  de  reemplazo  de  1837,  con  las  variaciones  que  se  han 
estimado  necesarias,  acomodándolas  alas  instituciones  y  localidades 
del  pais,  todavía  quise  asegurarme  de  su  imprescindible  necesidad 
oyendo  la  opinión  del  Escmo.  Ayuntamiento  de  esta  capital,  del 
Sr.  Oidor  honorario  D.  Blas  Oses,  Asesor  General  1"  de  Gobierno 
y  del  lUmo.  Sr.  Auditor  de  Guerra  de  esta  Capitanía  General  D. 


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—isa- 
Antonio  Armero,  á  quienes  sucesivamente  pasé  el  espediente  gene* 
ral  del  arreglo  de  Milicias,  y  habiéndome  manifestado  tanto  la  Cor- 
poración Municipal  por  su  acuerdo  de  diez  y  siete  de  Octubre  últi- 
mo como  los  espresados  Magistrados  que  á  todas  luces  es  preferible 
el  sistema  de  sorteos  al  antiguo,  cuyos  perniciosos  efectos  y  graves 
inconvenientes  han  tenido  ocasión  deadveitir  tomando  por  otro  la- 
do en  consideración  la  ampliación  que  me  han  propuesto  en  los  ar* 
ticulos  de  escepciones  en  favor  de  ciertas  clases  y  personas  por 
las  ocupaciones  de  interés  público  á  que  están  dedicadas,  he  venido 
en  mandar  y  mando  en  virtud  de  las  facultades  que  me  están  con- 
feridas por  la  espresada  Real  orden  de  28  de  Febrero  del  presente 
año,  se  obsierve  en  esta  isla  para  el  reemplazo  de  sus  Milicias  Pro- 
vinciales y  de  los  Escuadrones  Rurales  de  Fernando  7?  el  Regla* 
mentó  siguiente: 

Artículo  1" — Serán  llamados  al  servicio  de  los  Cuerpos  de  Mili* 
cias  todoá  los  individuos  desde  la  edad  de  16  años  hasta  cuarenta, 
que  no  tengan  las  escepciones  marcadas  por  la  ley  y  sean  blancos, 
hijos  de  padres  blancos,  y  como  este  punto  sea  de  tanta  importancia 
se  exigirá  á  los  Capitanes  de  partido  y  Comisarios  de  barrióla  mas 
estrecha  responsabilidad  en  los  padrones  que  formen. 

Art.  2» — A  la  autoridad  de  la  subinspeccion  General  toca  re- 
clamar de  la  Civil  el  número  de  hombres  necesario  para  el  reempla- 
zo de  Milicias. 

Art  3? — Para  llevar  á  efecto  lo  determinado  en  el  artículo  an- 
terior, los  Coroneles  de  Milicias  remitirán  al  Subinspector  después 
de  la  revista  de  Diciembre  de  cada  ano  una  relación  de  las  bajas 
ocurridas  en  todo  él,  y  otra  de  las  que  deben  acaecer  en  aquel  mo^ 
mentó  por  las  licencias  á  los  cumplidos  ó  inútiles  y  á  los  que  por 
cualesquiera  otra  causa  deban  ser  separados. 

Art.  4^— El  Subinspector  con  la  autoridad  de  su  empleo  dará 
á  los  Gefes  de  Milicias  las  instrucciones  que  tenga  por  conveniente 
para  la  formación  de  las  relaciones  y  recibidas  por  él,  según  tenga 
mandado,  pasará  las  respectivas  á  esta  ciudud  y  su  jurisdicción  al 
Escmo.  Sr.  Gobernador  superior  Civil.  Las  de  Matanzas,  Cuba  y 
Trinidad  á  los  Gobernadores  Políticos  respectivos  y  al  Teniente 
Gobernador  de  Puerto-Príncipe  en  lo  tocante  á  la  suya. 

Art.  5"— Al  mes  de  publicado  este  reglamento  se  habrán  for- 
mado por  los  Capitanes  de  partido  ó  Comisarios  de  barrio,  los  res- 
pectivos empadronamientos  para  la  Milicia  sobre  los  cuales  se  Ueva- 

T.  II.— 20. 


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—154— 

rá  siempre  con  la  mayor  exactitud  el  alta  y  baja  que  ocurra,  á  fio 
de  que  en  todo  tiempo  solo  figuren  en  ellos  los  mo2u>s  hábiles  para 
el  sorteo  desde  la  edad  de  diez  y  seis  años  bástala  de  cuarenta,  sal* 
vas  las  escepciones  que  se  esplícarán  en  capítulo  respectivo, 

Art.  6? — Cada  tres  años  se  hará  un  nuevo  empadronamiento. 

Art.  7°--Recib¡das  por  la  autoridad  civil  respectiva  las  rela- 
ciones de  las  bajas  que  deben  cubrirse  y  en  las  cuales  estarán  ano- 
tados los  partidos  á  quienes  corresponda  aprontar  gente,  se  publica- 
rá el  sorteo  por  los  periódicos  en  los  puntos  que  los  hubiere,  ó  por 
cedulones  colocados  en  los  parages  mas  públicos  de  las  poblaciones 
y  en  las  puertas  de  las  casas  capitulares  ó  de  las  que  habiten  los  capita- 
nes de  partido,  se  colocará  con  el  cedulón  las  relaciones  de  los  hom- 
bres hábiles  y  de  los  esceptuados  para  que  todos  los  interesado» 
puedan  concurrir  á  examinarla  y  hacer  á  la  autoridad  la  reclamación 
de  si  alguno  dejare  de  hallarse  inscripto  en  la  lista,  porque  las  de 
escepcion  habrán  de  presentarse  después  de  verificado  el  sorteo  del 
modo  que  se  espresara,  mas  esta  ha  de  ser  antes  de  aqut:l  acto,  po^ 
que  de  no  el  individuo  será  declarado  prófugo,  y  sujeto  á  la  pena 
de  servir  sin  sorteo  y  por  un  tercio  mas  del  tiempo  señalado. 

Art.  8? — En  los  anuncios  se  fijará  el  dia  del  sorteo  que  debe- 
rá ser  precisamente  en  domingo,  ó  dia  de  fiesta  entera  eñ  los  luga- 
res y  forma  que  á  continuación  se  espresarán. 

Art  9- — En  esta  capital  se  verificará  el  sorteo  en  la  Sala  Capi- 
tular con  los  dos  Alcaldes,  el  Síndico  y  los  Curas  párrocos,  presidi- 
do por  un  Teniente  de  Gobernador.  Lo  mismo  se  practicará  en  las 
ciudades  de  Matanzas,  Trinidad  y  Cuba.  En  las  demás  poblacio- 
nes donde  hubiese  Tenientes  Grobemadores  y  Ayuntamientos,  se  " 
practicará  el  sorteo  en  iguales  términos.  Las  ciudades  y  villas  que 
teniendo  Ayuntamiento  carecen  de  Teniente  Gíobemador  y  Cs^ita- 
de  partido,  harán  el  sorteo  en  la  Sala  Capitular  con  los  mismos  dos 
Alcaldes,  Síndico,  Párroco  y  presidirá  el  comandante  de  armas  que 
reúna  el  mando  politico.  Los  pueblos  que  tienen  Tenientes  Gober- 
nadores y  no  Ayuntamiento,  verificarán  el  sorteo  en  casa  de  este 
uncionario  con  asistencia  del  cura  ó  curas  y  de  tres  vecinos  elegi- 
dos por  el  Teniente  Gobernador  que  reúnan  las  circunstancias  de 
notoria  honradez,  madura  edad  y  suficiente  caudal  y  que  no  sean 
parientes  entre  sí.  En  los  demás  pueblos  ó  partidos  se'  hará  el  sor- 
teo en  casa  del  capitán  concurriendo  el  cura  y  los  tres  vecinos  de 
que  .ic  habla  anteriormente. 


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—155— 

Art.  10. — ^En  todos  los  sorteos  ejercerá  de  Secretario  el  Es- 
«ribaao  público  ó  de  Ayuntamiento,  y  donde  no  lo  hubiese,  desempe- 
ñará sus  funciones  uno  de  los  tres  vecinos  déla  Junta  nombrado  por 
ella  misma  á  pluralidad  de  votos. 

Art  11. — Esta  Junta  asi  constituida  y  declarada  tal  examina- 
rá y  revisará  el  empadronamiento  que  presentará  el  Presidente,  y 
conformándose  con  él  ó  poniendo  las  objeciones  que  sean  justas, 
procederá  acto  continuo  al  sorteo. 

Art.  12, — Rectificado  el  alistamiento  se  escribirán  los  nom- 
bres de  los  comprendidos  en  él  en  papeletas  iguales.  En  otras  papele- 
tas también  iguales  se  escribirán  con  letras  tantos  números  cuantos 
sean  los  enrolados  desde  el  primero  hasta  el  que  corresponda  pro- 
gresivamente. 

Art.  13. — Las  papeletas  s^í  introducirán  en  bolas  iguales  y  es- 
tas en  dos  globos:  en  uno  las  de  los  nombres  y  en  otro  las  de  los  né- 
meros,  leyéndose  los  primeros  separadamente  al  tiempo  de  la  intro* 
duccion  por  el  Presidente  de  la  Junta  y  los  segundos  por  el  SindicQ 
6  el  que  haga  sus  veces. 

Art.  14. — Introducidas  las  papeletas  se  moverán  suficientemen» 
te  los  globos  y  estando  prevenidos  dos  niños  que  no  pasen  de  edad 
de  diez  años,  sacarán  el  uno  una  bola  de  las  que  contengan  los  nomn 
bres  y  la  entregará  al  Síndico.  El  otro  niño  sacará  otra  bola  de  las 
que  contengan  los  números  y  la  entregará  al  Presidente.  El  Síndico 
leerá  en  voz  alta  la  papeleta  que  contenga  el  nombre  y  el  Presidente 
leerá  del  mismo  modo  la  que  contenga  el  número.  Estas  papeletas  se 
manifestarán  á  los  demis  individuos  de  la  Junta. 

Art.  15.— Las  juntas  serán  responsables  délas  ilegalidades  de 
estos  actos  que  deberán  ejecutarse  con  toda  la  formalidad  y  exactitud. 

Art.  16. — El  secretario  que  estienda  el  acta  lo  ejecutará  con  el 
mayor  cuidado,  pureza  y  diligencia  y  en  ella  se  espresarán  los  nom- 
bres de  los  enrolados  según  vayan  saliendo  y  con  letras  el  número 
que  corresponda  á  cada  uno. 

Art.  17. — Estas  actas  leídas  y  salvadas  sus  enmiendas,  si  las 
tuvieren,  se  firmarán  por  los  individuos  de  la  Junta  y  por  el  Secre- 
tario. 

Art.  18. — El  martes  inmediato  al  domingo  en  que  tuvo  lugar  el 
sorteo,  se  pondrá  la  relación  de  los  que  han  salido  soldados  en  los 
mismos  parajes  donde  se  colocarop  los  cedulones  de  citación,  yi&l  jue- 
ves de  la  propia  semana,  se  b^brá  becho  la  notificación  personal  ó  por 


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—156— 
boleta  á  cada  uno  de  los  á  quienes  cupo  la  suerte  de  ser  miliciano. 

Art.  19. — Precederá  al  envío  de  los  hombres  á  los  regimien- 
tos el  reconocimiento  facultativo  para  la  aptitud  física  que  se  verifica- 
rá por  tres  profesores  donde  los  hubiere,  ó  por  lo  que  sea  posible 
reunir,  los  cuales  pondrán  al  pié  déla  relación  una  certificación  en 
que  conste  hallarse  útiles  todos  los  comprendidos  en  ella,  Al  mar- 
gen de  la  misma  relación  espresará  la  Junta  respecto  á  cada  indivi" 
dúo  que  tiene  la  aptitud  moral  necesaria.  Si  los  facultativos  diesen 
por  inútil  algún  mozo,  queda  al  arbitrio  de  cualesquiera  de  los  inte- 
resados repetir  contra  la  declaratoria  ante  la  Junta,  y  de  no  inten- 
tarse ó  de  declararse  inválida  entrará  á  reemplazar  aJ  esceptuado  e^ 
número  que  le  siga  y  así  sucesivamente  si  fuesen  dos  ó  mas. 

Art.  20. — Si  habiéndole  tocado  la  suerte  de  soldado  á  algún 
individuo  se  creyese  con  derecho  á  esponer  alguna  escepcion  legal, 
lo  verificará  ante  la  misma  Junta  en  que  fué  sorteado,  y  en  el  do- 
mingo inmediato  al  en  que  se  hizo  el  sorteo,  la  cual  la  tomará  ea 
consideración  si  fuese  arreglada;  ó  de  no  la  desechará  dando  al  es- 
ponente  si  la  pidiese  una  certificación  en  que  conste  la  escepcion 
interpuesta  y  las  razones  en  que  la  Junta  se  ha  fundado  para  la 
negativa. 

Art.  21. — Con  la  certificación  que  determinad  artículo  ante- 
rior podrá  apelar  el  reclamante  de  grado  en  grado  en  esta  forma; 
de  la  junta  presidida  por  el  Capitán  de  partido  al  Teniente  Gober- 
Hador  déla  jurisdicción,  de  este  al  Gobernador  de  quien  inmedia- 
tamente dependa  y  en  definitiva  al  Gobernador  Superior  Civil  de 
la  Isla,  quienes  oyendo  á  sus  Asesores  deliberarán,  entendiéndose 
que  todos  estos  trámites  se  despacharán  como  de  preferencia,  bre- 
vemente y  sin  costo  alguno  para  el  recurrente. 

Art.  22. — Si  reunida  la  Junta  para  el  sorteo  se  presentasen 
mozos  voluntarios  serán  admitidos  siempre  que  reúnan  las  calida- 
des físicas  y  morales  necesarias  omitiéndose  entonces  el  sorteo  ó 
haciéndose  solo  de  la  diferencia  que  haya  entre  el  número  de  volun- 
tarios y  el  total  del  cupo,  pero  si  los  voluntarios  escediesen  del  cu- 
po, se  verificará  entonces  el  sorteo  entre  ellos  solamente. 

Art.  23. — Si  el  dia  que  la  Junta  se  reúna  para  el  envío  de  los 
mozos  á  los  Regimientos  con  objeto  de  que  sean  filiados,  ya  sean 
de  los  que  deban  ser  soldados  ó  de  los  suplentes,  faltase  alguno  sin 
justificar  la  causa  legal  que  se  lo  impide,  será  declarado  prófugo,  y 
cubierto  su  número  por  el  inmediato,  quedará  él  obligado  á  servir 


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—157— 
por  un  tercio  mas  del  tíempo  señalado  en  cualesquiera  época  en 
que  se  le  aprehenda  para  lo  cual  se  harán  cuantas  diligencias  fue- 
sen posibles. 

Art.  24. — El  plazo  que  debe  servirse  en  Milicias  será  de  10 
años  á  cuyo  vencimiento  se  entregarán  religiosamente  las  licencias 
absolutas  sin  goce  alguno,  pero  el  que  voluntariamente  quiera  con- 
tinuar sirviendo  por  cinco  anos  mas  y  se  separe  después  de  venci- 
dos los  quince,  se  le  dará  la  licencia  con  fuero  militar  por  toda 
su  vida. 

Art.  25. — Los  prófugos  ser^'irán  quince  años,  á  cuyo  tiempo  ob- 
tendrán las  licencias  sin  fuero  ni  goce  alguno;  pero  si  quisiesen  ser- 
vir voluntariamente  hasta  los  20  años,  se  les  concederá  el  fuero  al 
tiempo  de  separarse. 

Art.  26. — Los  que  habiendo  servido  su  plazo  de  10  años  ob- 
tengan sus  licencias  no  volverán  á  ser  llamados  al  servicio  de  Mili- 
cias, pero  si  la  obtuvieren  por  inútiles  antes  de  ese  período  y  reco- 
brasen la  salud  ó  desapareciese  la  caus.i  que  produjo  la  inutilidad, 
volverán  á  entrar  en  suerte  y  de  tocarles  la  de  soldados  estinguirán 
en  el  servicio  el  tiempo  que  les  faltaba  para  cumplir  los  diez  años 
cuando  fueron  separados. 

Art.  27.— Para  el  servicio  de  Milicias  de  Caballería  entrarán 
en  suerte  los  mozos  que  puedan  costear  caballo,  y  para  el  de  Ru- 
rales que  pueda  mantener  caballo  y  equipo,  cuyas  circunstancias . 
constarán  con  anticipación  en  los  padrones,  pero  si  hubiese  mozos 
de  robustez  que  no  lo  tengan,  serán  siempre  alistados,  y  quedarán 
como  agregados  á  las  mismas  compañías  para  que  en  ellas  hagan 
el  servicio  posible  á  la  clase  de  Infante. 

Art.  28. — El  plazo  de  diez  años  se  contará  desdo  el  dia  que 
reunida  la  Junta  se  presentan  en  ella  los  mozos  y  son  enviados  á  los 
gefes   de  milicias  para  filiarlos. 

Art.  29. — Quedan  esceptuados  del  alistamiento  para  las  Mili- 
cias todos  los  estrangaros  aun  cuando  se  hallen  domiciliados  en  el 
pais  y  tengan  carta  de  naturaleza,  petro  no  los  hijos  de  estos  que 
tuvieren  las  cualidades  de  ciudadanos  españoles. 

Art.  30. — Asimismo  se  esoeptúan  del  servicio  de  Milicias  los 
individuos  que  á  continuación  se  espresan: — 

Los  empleados  con  titulo  ó  Despacho  Real. 

Los  abogados. 
Los  Alcaldes  ordmarios  que  sean  ó  hayan  sido. 


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—158— 

Los  de  la  Santo  Hermandad  mientras  ejerzan  sus  funciooes. 

Los  Regidores  de  los  Ayuntamientos. 

Los  Capitanes  de  partido  y  el  número  de  Teiientes  que  á  cada 
uno  tenga  designado  el  gobierno  mientras  estén  ejerciendo. 

Los  Comisarios  de  barrio  y  sus  Tenientes  en  los  mismos  tér- 
minos. 

Los  Síndicos  Procuradores  de  los  Ayuntamientos  Ínterin  ejer- 
zan el  empleo. 

Los  corredores  de  número. 

Los  Diezmeros. 

Los  Médicos  y  Cirujanos  con  títulos  de  tales. 

Los  Notarios  con  título. 

lios  escribanos  con  título. 

Los  procuradores  de  número  con  título. 

Los  boticarios  aprobados  y  con  establecimiento  abierto. 

Los  mayordomos  de  las  ciudades,  mientras  ejerzan  suitócio. 

Los  catedráticos  de  la  Universidad  y  de  los  colegios  que  tengto 
cátedras  permitidas  por  el  Gobierno. 

Los  maestros  de  escuelas  públicas  y  los  de  gramática,  con  titu- 
los  de  tales. 

Los  ordenados  insácrís. 

Los  matriculados  de  esta  Universidad,  con  tal  que  haga  constar 
sus  adelantamientos  en  las  ciencias,  con  certificación  de  catedráti- 
cos visadas  del  Rector,  acreditando  también  hallarse  comprendidos 
desde  sein  meses  antes  cuando  menos  en  la  matrícula  de  la  Univer- 
sidad. 

Los  dueños  de  tienda  abierta. 

Los  comerciantes  por  mayor  y  uno  de  sus  depencUentes  desig- 
nados con  anterioridad. 

Los  retirados  del  ejército  con  inválidos  6  dispersos. 

Los  matriculados  de  marina  y  empleados  en  maestranzas  y  ar- 
senales y  los  alumnos  de  escuela  náutica. 

Los  apoderados  de  los  cosecheros  de  cada  partido. 

Los  impresores. 

Los  fundidores  de  letras  de  continuo  ejercicio. 

Los  abridores  de  punzones  y  matrices. 

Los  albéitares  con  partido  asalariados  por  los  pueblos. 

Los  directores  de  máquinas  de  los  caminos  de  hierro,  y  los  ma« 
quinistas  de  los  ingenios. 


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—159— 

Un  maestro  de  azúcar  por  cada  ingenio  que  muela. 

Los  mayordomos  de  ingenios  y  cafetales. 

Los  mayorales  de  todos  los  predios  rústicos,  cualquiera  que  sea 
i5u  dotación  de  esclavos. 

Los  sacristanes  y  sirvientes  de  la  iglesia  que  gozan  salario. 

Los  poblres  de  solemnidad. 

Lois  imposibilitados  por  impedimento  físico  ó  moral  cono- 
cido. 

£l  hijo  único  de  padre  sexagenario  ó  impedido. 

El  hijo  único  de  viuda. 

Lo  dueños  de  án^ia  que  pasen  de  15  bestias. 

Los  jornaleros. 

Art  31. — Para  el  servicio  de  las  Milicias  Rurales  solo  se  es- 
ceptuarán  los  siguientes; 

Los  Empleados  con  título  ó  Despacho  Real. 

Los  Abogados. 

Los  Alcaldes  ordinarios  que  sean  ó  hayan  sido. 

Los  de  la  Santa  Hermandad  mientras  ejerzan  sus  funciones. 

Los  Regidores  de  los  Ayuntamientos. 

Los  Capitanes  de  partido  y  el  número  de  Tenientes  que  á  ca- 
da uno  tenga  designado  el  Gobierno  mientras  estén  ejerciendo. 

Los  Comisarios  de  barrio  y  sus  Tenientes  en  los  mismos  tér 
minos. 

Los  Síndicos  Procuradores  de  los  Ayuntamientos,  Ínterin  ejer- 
Ean  esít,  empleo. 

Los  Corredores  de  número* 

Los  Diezmeros. 

Los  Médicos  y  Cirujanos  con  títulos  de  tales. 

Los  Notarios  con  título. 

Los  Escribanos  con  título. 

Los  Procuradores  de  número  con  título. 

Los  Boticarios  aprobados  y  con  establecimiento  abierto. 

Los  Mayordomos  de  las  ciudades  mientras  ejerzan  su  oficio. 

Los  Maestros  de  Escuelas  públicas  y  los  de  Gramática  con  tí- 
tulo de  tales. 

Los  ordenados  in  sácris. 

Los  matriculados  de  esta  Universidad  con  tal  que  hagan  cons- 
tar sus  adelantamientos  en  las  ciencias  con  certificación  de  los  ca- 
tedráticos visada  del  Rector,  acreditando  también  hallarse  compren- 


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—160— 
didos  desde  seis  meses  antes  cuando  menos  en  la  Matrícula  de  la 
Universidad. 

Los  dueños  de  tienda  abierta. 

Los  comerciantes  por  mayor  y  uno  de  sus  dependientes,  desig- 
nado con  anterioridad. 

Los  retirados  del  ejercito  con  inválidos  ó  dispersos. 

Los  matriculados  de  Marina  y  empleados  en  Maestranzas  j 
Arsenales. 

Los  impresores. 

Los  fundidores  de  letras  de  continuo  ejercicio. 

Los  abridoras  de  punzones  y  matrices. 

Los  albéitares  con  partido  asalariados  por  los  pueblos. 

Los  directores  de  máquinas  de  los  caminos  de  hierro  y  los  ma- 
quinistas de  los  ingenios. 

Un  maestro  de  aziicar  por  cada  ingenio  que  muela. 

Los  mayordomos  de  ingenios  y  cafetales. 

Los  mayoral«;s  de  todos  los  predios  rústicos  cualquiera  que  sea 
su  dotación  de  esclavos. 

Los  sacristanes  y  sirvientes  de  las  iglesias  que  gozan  salario. 

Los  pobres  de  solemnidad. 

Los  imposibilitados  por  impedimento  fisico  ó  moral  cmiocido. 

Art.  32.— En  los  pueblos  cuyo  territorio  i)o  comprenda  alguna 
parte  de  playa,  no  se  esceptuará  á  ninguno  del  sorteo,  ni  para  las 
milicias  disciplinadas  ni  para  las  rurales,  á  pretesto  de  ser  matricu- 
lados, porque  en  ellos  no  deberá  haber  aforados  de  esta  especie. 

Art.  33. — No  se  admitirán  sustitutos  en  los  cuerpos  de  Mili- 
cias. 

Art.  34. — Para  todo  lo  que  no  se  haya  previsto  en  este  Re- 
glamento se  observará  lo  que  determina  el  de  Milicias  de  1769. 

Y  para  que  llegue  á  noticia  de  todos,  imprímase  y  circúlese 
á  las  Autoridades,  (Jefes  y  demás  funcionarios  á  quienes  correspon- 
de su  cumplimiento,  y  dése  cuenta  á  S.  M.  Dado  en  la  Habma  á24 
de  Diciembre  de  1846. — Leopoldo  0-DonnelL — Es  copia. — Pedro 
Estdxmj  fecretario. 


Mticia  de  los  nombramientos  y  promociones  y  otras  gracias  en  elper- 
sonal  militar  recibidas  en  el  último  correo  de  la  Península. 

Por  Real  orden  de  2  del  mes  y  año  próximo  pasado,  fe  conce- 


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— IGI— 

Por  otra  de  tó  de  Noviembre  loltímo,  se  Dombhi  sargento  ma- 
yoTT^terano  debb^aüOD  de  Mflicias  disciplinadas  de  4ViIles,  á  D* 
Jottquiíi  iRamon  de  Foxá,  éápltaa  de  regimieftto  de  España,  ■ 
dfl^miirteleaeHtaiilazaal  Sr.  Brigadier  D.  Antonio  Qarcía  Oña, 
€h)berimdov  que  fué  de  la  ciudad  dtr  Matanza*. 
^ '    Pwr  otfa  dte  la  misma  fecha  se  concede  igual  erapka  en  el  je^ 
gitinCAitoMitíbias 'Dragones  de  Matanzas  al  capitán  del  de  Lance-' 
rbs  eon  grado  de  teniente  coronel  D.  Joaquia  de  Urrutia. 
,'    Por  otra' de  £4  dd  propio  mes,  se  concede  empleo  de  capitán 
al  comandante' gvadimd(^  D.  Manuel  Pérez  de  Alderete,  primer  ay u- 
<font9  tie  esta' pla¿a. 

'  Porotna  de  iguad  fecha  se  confiere  el  grado  de  capitán  al  ^e-* 
ffíshte  lie  larcvmpeOia  de  depósito  del  regimiento  de  España^  IX' 
Féfoí  Benet 

'  Pior^tra  de39'tkiid«ní^nombfaaIféreflP  d(d  regimiento  de^ 
L«ic«t09  drifíRey^  i  D/José  Oareía  MawAes. 
?'.    \Por^0tra'de  la' repetMa  fechase  concede  tttiro  con  uso  de  uni*; 
forme  y  goce  de  fuero  criminal,  al  coronel  graduado  agregado  á  Ids 
milicias  Dragones  de  *Matanzas,-D.  Juan  Montalvo*y  Castillo,  con- 
^é&  Sé  c«a  Montalvó. 
•>      Pov'Dtnid&ld  del  mismo  Noviembre^  se  coiiccde  ingreso  en 
tt^departaúieaito  xt&artilleria  dé  esta  piaza,  aTcaph&nde  dicha  aarma 
gniluido  **»  tedíente  coronel  D.  José  Maria  Errada. '    '  > 
í;      1M  olrw  dáaSse  aprueba  el  notóbralmiento  que  interinamente 
Mbo  eitaioipitafiíagenex^lá^vor  déitemente  D.  Joaquín  Ckaravig^ 
nao^  iparálaaytftdaÉRtia  del  ^castillo  del  Morro  de  la  plaea  dé  Cuba. 

Ppr Rbál  cédufcí  de  28  de  Noviembre  citado,  se  concede  la  pía- 
Mdeli^flttítl'yi]ftílitoi¿rden^  San  Hermenegildo  altérnente  co^ 
ronel  graduado  D.  Blas  Rodríguez  Ojea,  «argento  mayor  ^  bátíií- 
Uon  de  milicias  de  Pto-Príncipe. 

•  ■.  TOroírafle  Sí  de  Agosto  anterior  se  concede  la  cruz  sencilla 
áé  l»i  nrióia'éf  den  al  «omattdante  graduado  D.  Pascual  Ontiveroá, 
eápkafl'del  rej^mientb  dif  Lanceros  det  Rey. 
•'  í  Tf  ftnalmentei  por  otra  de  Real  orden  de  30  del  mes  ante-próxi- 
mo se  concede  retiro  con  arreglo  al  reglamento  de  1816,  á  los  indi- 
viduos de  tropa  del  regimiento  Milicias  de  caballería,  José  Pérez  y 
José  Marh  Cterefa.  ' 

Habana  18  de  Enet^  de  1846. —Perfro  Estébm^  secretario. 

T.  II.— 20J. 


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—162— 
Secretaría  del  Gobierno  mperior  diril  de  la  Ma  dt  Ctóa..— Ha- 
biendo manifestado  el  Escmo.  Sr.  Intendente  dé  ejército,  svper» 
intendente  general  delegado  de  Real  Hacienda,  que  Tarioe  indi*- 
viduos  se  introducen  en  el  establecimiento  de  D.  Juan  de  Lava- 
lie,  arrendador  de  las  vendutas  públicas  de  esta  ciudad,  j  aprove* 
chandosa  de  la  concurrencia  que  en  él  suele  haber,  venden  efectos 
ó  alhajas  defraudando  asi  sus  derechos;  conforme  con  16  propoest^ 
por  aquella  autoridad  y  la  consulta  emitida  por  el  Sr.  Alcalde  mayor 
primero,  ha  resuelto  el  Escmo.  Sr.  C5robemador  y  Capitán  general, 
prohibir  como  se  prohibe  por  punto  general  toda  venta  en  dicho  es- 
tablecimiento que  no  sea  por  el  arrendador  ó  sus  dependientes,  coft 
entera  sujeción  á  las  reglaá  establecidas,  imponiéndote  á  los  contra- 
ventores la  muha  de  veinte  y  cbco  pesos  por  la  primera  vea,  di>Ue 
por  la  segunda,  y  asi  sucesivamente,  con  la  aplicación  ordímiria, 
sin  perjuicio  de  las  mas  serias  demostraciones  que  exigieren  la 
obstinada  reincidencia  ú  otras  causas:  lo  q\ie  se  hace  áatber  para  ge* 
neral  inteligencia.— Habana  17  de  Enero  de  1846. — J^Bguel  Jlbría 
PaTtiaguaj  secretarío. 


Cmnandanda  general  de  Marina. — Apostadero  dé  te  Htínif 
na, — El  Escmo.  Sr.  Comandante  general  del  apo^adeio,  en  virtud 
de  haber  sido  nombrado  por  S.  M.  Alcalde  mayor  de  F^vianéii^ 
de  Jagua  D.  Vicente  de  la  Torre  Trasslerra,  fiscal  interino  dd  J9Zm 
gado  de  este  apostadero,  ha  elegido  ai  Ldo.  don  Eduardo  Eaponda 
para  que  lo  reemplace  con  la  misma  calida  y  eondicioaes  de  re» 
nuncia  de  vistas  y  ocupaciones  de  las  causas  pendientes.  Y  habien- 
do tenido  efecto  la  entrega  en  el  dia  de  hoy,  se  avisa  al  piU[>Ueo  por  dis- 
posición de  S.  E.  para  general  inteligencia.  Hablma  16  de  Eneró  ét 
1846. — José  Manitel  Pareja,  secretario. 


Obispado  de  la  Habana, — Cabildo  eclesiástica:  — fU  V.  Cabildo 
Eclesiástico,  en  la  sesión  estraordinaria  celebrada  en  este  dia,  sa  ha 
servido  nombrar  secretario  capitular  al  Pbro.  Ldo.  D.  Nicolás  A* 
brantes;  y  habiendo  tomado  posesión  en  esta  fecha,  se  avisa  al  pú- 
blico para  general  inteligencia.  Habana  y  Enero  16  de  1846. 


Secretaria  del  gobierno  Superior  Civil  de  la  isla  de  Cuba,— El 
Escroo.  Sr.  Gobernador  Capitán  General  ha  recibido  con  real  orden 
de  11  de  Noviembre  último,  el  Begium  Exequátur  queS.  M.  la  Rei- 


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—les- 
na se  haserviik)  e^>edir  autorizaDÜo  i  Mr,  J.  F.  Ibbeken,  para  que 
piwda  ejercer  las  funciones  (le -cÓD«ul  de  Old^mburgo  en  esta  ciu- 
dad. Y  en  cumplimiento  de  esta  soberana  disposición,  S.  E.  ha  de- 
terminado que  el  interesado  sea  admitido  al  uso  y  ejercicio  de  sus 
funciones  y  reconocido  como  tal  cónsul  de  Oldemburgo  en  esta  ca- 
pital, publicándose  esta  resolución  para  general  inteligencia  y  efec- 
tos convenientes. — Habana  20  de  Enero  de  1846. — Miguel  María 
Paniagu0j  secretano. 


Marea  de  canuages  del  afio  de  1846.  -  Por  disposición  del 
£sc0io.  Sr.  Presidente  Gobernador  Superior  Civil,  de  conformidad 
txuh  la  consulta  del  Sr.  Alcalde  mayor  segundo,  y  á  instancia  de  D. 
Fmncisco  Estorino,  contratista  del  arbitrio  de  carruages  del  presen- 
te año,  se  publican  en  este  Diario,  para  sumas  exacto  y  puntual 
cumplimiento,  los  artículos  7,  15  y  18  del  reglamento  que  gobierna 
.  en  el  ramo,  que  son  del  tenor  siguiente: 

Art.  T  Desde  el  dia  de  la  publicación  del  remate  del  arbitrio,  pue- 
de el  contratista  aprehend'ír  los  carruages  que  encontrase  sin  la  marca 
y  conducirlo  al  lugar  donde  ha  de  ponérsele,  sin  exigirle  mas  que 
h  contribución  establecida;  pero  si  los  aprehende  después  pasados 
sesenta  dias,  no  solo  le  cobrará  aquella,  sino  le  exigirá  acto  continuo 
lamulta  de  otra  suma  igual  á  la  que  debió  contribuir  por  el  derecho 
y  los  costos  que  causaren. 

Art.  15-  Para  el  abono  de  los  derechos  designados  en  el  ar« 
úcxAo  13,  se  entenderá  por  carreta  de  campo,  aquellas  destinadas 
á  conducir  á  la  ciudad  y  los  términos  espresados  en  el  primero,  to- 
do cuanto  se  coseche,  crie  y  elabore  en  nuestros  predios  rústicos, 
que  sus  dueños  y  ellas,  residan  en  cualquiera  de  los  partidos  rurales 
y  no  se  ocupen  de  sol  á  sol  en  el  tranco  de  la  ciudad:  todas  las  de. 
ttiás  serán  consideradas  como  de  tráfico  y  sujetas  á  la  contribución 
de  su  dase. 

Art  18.  Los  carruages  aprehendidos  por  falta  de  marca,  ó 
por  gereitarse  en  distinto  tragin  de  aquel  para  que  fueron  marcados, 
serán  conducidos  al  depósito  que  el  contratista  designe,  y  si  en  el 
preciso  y  perentorio  término  de  ocho  dias,  no  concurrieren  sus  amos 
porellos,  paraquese  les  marquen,  pagando  el  derecho,  multas  y 
costos,  dará  cuenta  á  la  autoridad  competente,  para  que  á  la  breve- 
dad  posible,  se  proceda  á  su  venta  y  remate,  con  cuyo  producido  se 
abonará  en  primer  lugar  el  derecho;  seguidamente  los  costos  y  des* 


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pues  la  multa,  6  la.  parte  de  ella  á  que  a](taBzate;]r*sibubme)SObfBR- 
te,  se  mantendrá  siempre  ea  deposito  ¿  disposición  de^Mi-diieió»  4 
quien  se  le  entregará  en  el  acto  que  lo  reclame,  precediendo  la  ór* 
den  del  señor  j^ez  que  ha  conocido  el  remate. — ^Habana  y  Enero- 
20  de  1846. — Framcisco  de  Castro  y  escribano  de  cabildo. 


Secretaría  del  Gobierno  Supeiior  Civil. de  ¡a  Isla  de  QAs^fT^ 
El  Escmo.  Sr.  Presidente,  Gobernador  y  Capitán  General^  ^  did^ 
puesto  se  cite  á  la  persona  que  pueda  dar  razón  de  la  familia  de 
D.  Juan  Rebollo,  hijo  legítimo  de  D.  Juan  y  D*  Simona  dehí  .Con- 
cepción Ramos,  para  que  se  presente  en  esta  secretaríftide.mi  oailgo'á 
instruirse  de  cierta  comunicación  que  ha  diir\jido  á  esteígobienM>^Ifl^ 
jimta  principal  de  sanidad  de  Vigo,  á  cuyo  punto. paso  aquel  i»Abin 
dúo  en  la  bric-barca  española  Esmeralda.  Habana  ^  de  Enero  de- 
l846.--.MS^fae/  María  Paniagua,  secretario. 


Comandancia  general  de  marina* — tostadero  de  la  Habana, — 
Dirección  general  de  la  Armada. — Escmo.  Sr.:  el  Esomo.  Sr^  Minisn. 
tro  de  Marina  en  29  del  pasado  dice  al  Escmo.  Sr«  J)irectoiv  Capit'*^ 
an  general  de  la  Armada  lo  siguiente. — ^Escmo.  Sr,:  el  Siub«éeretario! 
del  Ministerio  de  Estado,  con  fecha  de  antes  de  ay^er  m^  dicelo  s^ 
guíente: — ^Escmo.  Sr.:  el  Sr.  Embajador  de  Francia  ea^síacoiáieí 
con  fecha  23  del  corriente  dice  al  Sr.  Ministro  de  Estado  lo  quesigUe;^ 
Resulta  de  una  comunicactondirigida  por  el  ministerio  df  Mf^iaa  al 
de  Negocios  estrangoros^  que  el  17  de  Sietiembre  último  el  Sf..  SU|r 
driguez,  capitán  del  bergantín  español  Cotreo^  encontiTi^do  ciiv.ab^^ 
mar  una  lancha  en  qtie  se  habían  refugiado  pilleo  hombrefi^pi'ocaf» 
dentesde  la  goleta  naufraga  IzAl&rta^  los  recogió  y. afilio  Qiii 
cuánto  pudo,  hasta  tanto  que  los  jtrasladq  á  bordo  de  po  boqua  im^ 
e«8  que  iba  á  Dunkerque.  He  recibido  órdeudepoBer.est^^ecbM 
en  noticia  del  gobierno  de  S.  M.  C,  y  de  hacerle  presente  ^  ütícr) 
mo  tiempo  el  agradecimiento  del  gobierno  del  Re)<  poj:-  )a  generosa 
protección  dispensafia  i  nuestros  compatriotas  po«  etlJcapitoj^^R€l4Hn 
guez.*-*  Er»  posdata.r-rAcabo  de  .recibir  en  este  ínomí&nto  Mm^  aM^ 
cia  semejante  de  Barcelona»  El  capitán  de  la.  goleta*^  ^ífjl^r^f 
Carmen^  D*  AnÉ€iiii(>Dol2^r<9CÍbió  abordo  oobo^mWsfd<í,l^<gOn 
leta^  miercante  JPihcait,  en.  el  laomeato  que  3X»z(^btrab»«  No  ptíedo.  jos^ 
pheacr  á  Y.  £.  cuan  agradecido  esk>y'á  la  generosa  bum(MP^tdaflí4i^ 
estos  dos  capitanes  españoles* — Lo  que  de  Real  orden  tonUAÍiGiidi^ 


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—16a— 

petrel  espresado  Sr.  Ministro  traslado  á  V.  E.  á  fin  ¿e  que  .se  3Ír^ 
ponerlo  en  conocimiento  de  los  interesados  para  su  safisfaccioií.-^ 
Lo  que  traslado  á  V.  E.  de  orden  de  la  Reyna  Nuestra  SeSora  pwl^ 
su  tlrculacion  y  con  d  espresado  objeto. — Y  pcfr  acuerdo  de  la 
Jiínta  de  Dirección  ky  transcribo  á  V.  E.  á  ios  efectos  corresjJoM 
dientes.— Dios  guarde  a  V.  E. 'muchos  años-  Madrid  17  de  Ntíi 
^Píembíe  de  1846.— P.  I.  del  Si*,  primer  Secretario,  Frapcisto  de 
Púíldk  Pavía. — Escrao.  Sr.  Comandante  general  de  Marina  <^tfí 
Apostadero  de  la  Habana.  «^  Es  copia. — Jo^é  Manuel  Par^a^  secc^ 

tario.  

*'  Conmndaiusia  general  de  Marina. — ^postaúeiN>  dt  la  Habana, — 
Por  Real  orden  de  22  de  Noviembre  úhirao  se  ha  dignado  S,  Mí 
nombrar  segundo  géfe  del  Apostadero  de  la  Habana  al  Sr«  brtgat 
dier  D.  Tortas  de  Sostoa,  en  reemplazo  del  Sr.  D.  FraneiACo  da 
Paula  Sevilla,  desu  misma  ciase,  electo  capitán  del  Puerto  d^  Git 
diz;^^  y  habiendo  tenido  efecto  el  acto  de  entrega  en  el  dia  úá  ajrer,* 
ha  dispuesto  el  Escmo.  Sn  Comandante  general  se  inserte  'esta  no-, 
vedad  en  er Diario  de  la  Marina.  Habana  21  de  Enero  de  1846. — 
Jf&sé'Mmuel  Pareja;  secretario.  :     - 

'*'■'■'  '      • '  '         C 

.    AVISO  A  LOS  NAVEGANTES.  ^    -     ' 

Deí  establecimi^ntt}  de  %tn  FaHal'  en  la  entrada  de  Puert^Riep^ 
eniat.  JV,  18^  29"  ylong.  O.  de  Vá^  59^  48'  50".— Des^e  el 
día  IT  de  Enero  de  1846  se  adumbrará  este  fanal  colocail^  en  el 
lado  oricfitalde  isu  c&nal  de  ei^rada^-como  cable  y  medio  ($32  va^ 
ras)inkrxíancte  hacia  el  puerto. 

(  Batribasohile  lo  ma«í  alto  de  an  castillo  que  guarda  su  entrada 
H«mad0  d^l^rra,  jrlo  áif9tingue  de  otro  bastante  semejante  á  él 
síÉiiadpíá  .alia  milla  ieacasaháoia  el  S  y  también  en  lacostaj  llama^dor 
SiCHMhA.  ... 

Sé  entra  eo'  .el  puerta  llevando  ^  fanal  por  el  costado  de  ba* 
horsin  aoeralx^e  á  la  ka  á  menos. de  840  varas  por  su  parteK  y  O^j 
y:á4flK)íid€0^t3'Or.lfi  delSO.;ysiti  apartarse  de  ella  á  740  varas.ó» 
UA  temo^  d¿  QiiUa  piOr  su  parte  occidental.  *      r, 

íS^^eteliacion -Sobre  *€!  mar  es  de  187J  piesde  Bórgojí,^  co^w)j 
aoirias.anttnores  medida9,<y  su  tanjertter  al^  horiasoote  es  de  15  mi«r 
HasnJarítimas.  \ 

-    I  Tiene  114  de  eaUpse  y  8  de1u«.-*Los  prácticoa  salen  coma  *á. 


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—166— 
éow  mUlas  al  N.  y  £.  del  Morro  con  tiempos  comaneA>  J  durante 
el  día  avisados  por  dos  vigías  que  se  repiten  la  misaia  señú  eo  los 
éii^vutillosya  dichos. 

Se  re  esta  luz  de  todos  los  rumbos  comprendidos  entre  O  ^ 
N  0|  j  el  £.  por  la  parte  del  N.  £1  color  de  esta  luz  es  el  natural. 
Puerto-Rico  31  de  Diciembre  de  l845.^~Cayetano  Pilón. 

Lo  que  de  orden  del  £scmo.  Sr.  Comandante  ^neral  de  este 
Apost^idero  s0  anuncia  al  público  para  su  debida  notoriedad.  Ha- 
bana 21  de  £nero  de  1846. — José  Manuel  Par^j  secretario. 


Secretaria  del  Real  Jkuerdo  de  la  Audiencia  Pretorial  de  la 
Habana^* — ^£1  £scmo.  é  lUmo.  Sr.  Regente  interino  de  esta  Audiea» 
ci^,Pretorial  se  ha  servido  nombrará  los  abogados  contenidos  en  la 
siguiente  lista,  para  que  lleven  en  turno  la  defensa  de  pobres  en  el 
presente  año;  disponiendo  al  mismo  tiempo  que  en  el  prtfciso  tér-* 
mina  de  tercero  dia,  pasen  nota  de  sus  respectivas  habitaciones  al 
decano  Dr,  D.  Sebastian  Fernandez  de  Velasco. 

Ldo.  D.  José  Cecilio  Sanm  Cruz  y  Ponce  de  León,  D.  José  Ma- 
nuel Ramirez  y  Ovando,  D.  Rafael  de  Cárdenasy  Cárdeims,  D.  Pablo 
José  Campos  y  Corvo,  D.  José  Antonio  Gamboa,  D.  José  Í5ar- 
ceran  y  Alegría,  D.  Miguel  Antonio  Barbarrosa,  D.  José  Mi- 
guel Justo  Rufino  Araoz  y  Céspedes,  D.  Julio  Bastida,  don 
Manuel  Caifías  y  García,  D.  José  Manuel  Jimeno  y  Fuentes, 
D.  José  Matías  Jenkes,  D.  José  de  Jesús  Botello,  don  Fe^ 
derico  Diego  Fernandez  Vallin,  D.  Ramón  Just,  D.  Manuel  Pem 
Galüe,  D.  £usebio  de  Cortázar,  D.  José  £ttsebio  Faustino  Capaz 
y  Rodríguez,  D.  Manuel  González  Solar  y  Ddgado,  D.  José  Joa- 
quín Castellano  y  Ramón,  D.  Ramón  de  Palma  y  Romay,  D.  Ma' 
Auel  Suarez  del  Villar,  D.  Serafin  Massana  y  González^  D.  Ignacio 
Valor  y  Coca,  D.  Gabriel  Suarez  del  Villar  y  Sánchez,  D.  Fruoicis* 
eo  de  Paula  Pérez  Zúñiga,  D.  Manuel  Andrés  Cárdenas,  D.  José  Mi- 
guel Santillan  y  Carballo,  D.  Antonio  Guiteras,  D.  Silvestre  Manuel 
Salas  y  Lorente,  D.  Joaquin  María  Pinto  y  López,  D.  Juan  Francis- 
eo  García  y  Valdes,  D.  José  García  y  Abstengo,  D.  Antonio  Maiti- 
»ez  Terroba,  D.  José  Francisco  Roche  y  Calzadilla,  D.  Vicente  Ló- 
pez deCastafieds,  D.  Alejandro  Aznar,  D.  Agustin  A.  Coronado,  y 
Pilo^,  D.  Matías  Velazco  y  Rojas,  D.  José  Domingo  Guerrero  y 
Zequeira,  D.  Andrés  Meireles,  D.  José  Mateo  Quintero,  D.  Fran-^ 
eiseo<le  P.  Sotolongo  y  Pérez,  D,  Ignacio  María  de  la  Torre  -y  Ca" 


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'        -167- 
mino,  D.  Leopoldo  ZmTagóitia,  Dr.  D.  Justb  dt  h  Torre,  D.  Jüm 
Francisco  Ledon,  D.  Eusebio  Puig,D.  Francisco  Calmet  y  Llopart, 
D.  Lino  Campos  y  López.  Habana  22  de  Enero  de  1846. — El  se- 
cretario,  Reginó  Martin, 


Real  Colegio  de  Corredores,  ^Ei\  la  Junta  que  tuvo  el  Colegio 
de  Corredores  de  esta  Plaza,  bajo  la  Presidencia  del  Sr.  Prior  interi- 
no del  Tribunal  de  Comercio,  fueron  elegidos:  para  Síndico  de  s« 
Junta  de  gobierno,  en  el  presente  año  D.  Ltds  Susini;  para  adju»toN. 
1?,  2?,  3?y4?,D.  AntonioP.  Solis,  D.  Jaime  Casas,  D.  Nicoláft 
Pulido  Arcos,  y  D.  Manuel  Hernández,  y  para  Contador  Tesorera 
D;  Raimundo  Viñals.  Y  no  habiéndose  gestionado  contra  está  elec- 
ción en  los  ocho  dias  transcurridos,  se  ha  servido  aprobarla,  el 
Escmo.  Sr.  Intendente  de  Ejército  Superintendente  general  delega* 
do  de  Hacienda,  y  disponer  que  los  nombrados  tomen  posesión  de 
sus  respectivos  destinos. 

Lo  que  de  orden  de  S.  E.  se  anuncia  para  general  inteligencia. 
— Joaquín  Campxtzano^  secretario. 


Secretearía  del  Crobierno  Stq)e)iar  Cvoil  de  laida  de  Cu&9.--JIitf^ 
hiendo  llegado  ¿esta ciudad  el  Sr.  D.Máximo  Cánovas,  nombrada 
porS.  M.  Alcalde  mayor  de  la  misma,  ha  dispuesto  el  Escmo.  Sr« 
Gobernador  Capitán  Greneral  que,  previo  el  oportuno  juramento  qw» 
deberá  prestar  el  interesado  ante  la  Real' Audiencia  Pretorial,  empie- 
ce á  ejercer  sus  funciones  desde  el  dia  1-  de  de.Febrero  pró^mof 
habiéndose  al  efecto  cargo,  conforme  á  lo  resuelto  por  S.  E.  en  17 
de  Diciembre  próximo  pasada,  de  los  negocios  que  cursaban  en  et 
juzgado  ordinario  de  2^  elección  de  esta  capital,  y  del  cuartel  com- 
puesto de  lo»  barrios  del  Horcón,  Cerro  y  Jesas  del  Monte,  qu« 
asimismo  le  está  asignado  por  la  propia  res<diicion.  Y  de  orden  de 
S.E.  se  pone  en  conocimiento  del  público  para  los  efectos  conve» 
nientes.  Habana  26  de  Enero  de  1846. — Miguel  Ma^  Painagua^ 
secretario. 


Inspección  de  cstudiotde  las  islas  de  Cuba  y  Puerío^^Rko^-^Ih 
conformidad  con  lo  proputasto  por  la  Sección  de  ciencias  MédUiaa  y 
solicitado  por  el  Subdelegado  de  Farmacia  de  esta  capital,  ha  tenido 
i' bien  aoordar  esta  corporación  que  se  publiquen  por  los  Diarios 


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—16a— 

tos  siguientes  artículds  del  Reglamento  de  }ala[<eii]tad  e^jf^soidá  con 
objeto  de  que  en  ningún  caso  pueda  alegarse  igndraDCÍa  de  lo  que 
en  ellos  se  dispone.  *  .  , 

Art.  15.--Siendo  muy  recomendables  los  lUájiajBettíP5€»  quf , 
se  apoyan  las  leyes  del  Reino  para  conceder  á  solo  los  &rmacéutico9 
aiprobadosrla  venta  dehtsiiedtcihas  simples  y  compueátás,  se  pro- 
hibe en  cumplimiento  de  aquellas,  á  toda  clase  de  persona  de  cttaL 
quiera  clase  y  condición  el  que  venda  medicamento  a^uno  sícúpl^ 
ó  compuesto,  en  inteUgencia  de  que  la  Junta  Superior  cuidará  de  la. 
observancia  rigurosa  de  este  articulo  tomando  las  providencia^  jqim 
jm^e  oportunas.  ,  .     i 

Art.  16. — Se  permite^  no  obstante  de  lo  dispuesto  en  elartipii*f 
lo  precedente,  la  venta  de  medicamentos  simples  siü  preparación 
alguna,  como  pulverización  &c.  á  los  comerciante^  ó  ^ipacenústa^, 
bieo^que,  con  la  precisa  condición  dequeao  hHn  de  poder  espeixder. 
menos  de  cuarterón  de  libra;  pues  si  la  Junta  supiese  ^q^-  alguDQ 
contnTieneá.tan  josta.oamo  equitativa  ii]íedida,;]e  •  ifioif>Qndrá  la 
multa  de  cien  pesos  fuertes  por  la  piiaiera  vez,  íte  doscientos  por  la 
segunda,  y  si  reincidiere  de  doscientos  cincuenta  y  prohibición  de 
vender  dichos  géneros  medicináíes;  dando  aviso  á  la  Junta  en  caso 
de  resieftencla  á  cuiinplit  con  sdgana  de  estas  pedas  al  juez  compe- 
tente,  siendo  los  gastos  que  se  causaren  hasta  la  satisfaceká  de  le 
m^lta  de  cuenta  deltr^isgresor,  pues  estaingr^sará  integra  eb  eUbiif 
tiodek Junta.  *  ..  .  '  .» 

•  ,  Art.  17. — Duando  k  Junta  llegare  á  saber  que  de  la  venta  'db 
tos  indicados  medicamentos,  en  contrav^icion  de  lo  que  queda  er» 
^lecido,  pudiera  recitar  ó  hubiese  resultado,  perpncio  á  la  salud  d 
vida  de  alguna  persona,  dará  cuenta  de  oficia  á  las  cfutoridades  efa 
viles  para  que  sin  perjuicio  de  la  exacción  de  la  multa  inaroáda  en 
•I  articulo  anterior,  formen  causa  al  trasgresor  y  le  juzguéis  y  sentau 
cten  conforme  á  derecho:  teniendo  entendido  que  en  ningún  caso 
estará'obligada  la  Junta  á  entrar  en  juicio,  ni  á  sostener  accioú 
alguna,  ni  sufrir'  contestaciones;  y  sí  únicamente  les  dará  á'los  oficios 
que  le  pasaren  las  mismas  justicias,  juzgados,  ó  tribunales,  ya*  sea 
sobre  el  asunto  principal  en  cuanto  conduzca  á  ilustrarle  con  antece- 
tóitesf  que  tenga  el  proceso,  6  ya  por  la  pearicia  de  la  fiícnltíul. — Ha- 
bsam  26  de  Enero  de  1846. — Pedro  Celestino  CañedOy  secretario." 


Secretaria  del  Gobierno  superior  ávíl  de  h  isla>  de  €bW-tB 

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—169— 
Escmo.  Sr.   (robemador  Capitán  general  ha  dispuesto  se  publique 
para  general  inteligencia  la  siguiente  real  orden. 

Ministerio  de  la  Grobernacion  de  la  Península. — Sección  de 
Gobierno. — ^Negociado  1^ — Escmo.  Sr. — La  Reina  se  ha  dignado 
espedir  el  Real  Decreto  signieate.  ««-Atendiendo  á  lo  que  me  ha 
hecho  presente  el  ministro  de  la  Gobernación  de  la  Península  ¿ 
consulta  de  la  Dirección  general  de  Correos,  con  motivos  de  la  su- 
presión de  la  Junta  de  apelaciones  dispuesta  por  decreto  de  17  de 
Octubre  de  1842,  he  venido  en  resolver  que  para  las  que  hayan 
ocurrido  y  puedan  ocurrir  en  los  juzgados  e^ciales  del  ramo  ert 
Ultramar  se  observe  lo  siguiente: — Art.  1?— En  la  Isla  de  Cuba  la 
Audiencia  Pretorial  de  la  Habana,  y  en  las  de  Puerto-Rico  y  Filipi- 
Bas,  las  territoriales  respectivas,  conocerán  en  segunda  y  tercen  ins- 
t^ancia  de  los  negocios  contenciosos  de  correos  porlos  trámites  estable* 
cides  en  las  leyes.-Art.S^.-EnadeJantelos  subdelegados  de  Correos 
en  Ultramar  otorgarán  para  ante  estos  tribunales  las  apelaciones  en 
derecho  procedentes,  y  con  los  mismos  consultarán  los  asuntos  y 
sentencias  en  las  cansas  criminales,  atendiéndose  á  las  leyes  y  dis- 
posiciones que  en  el  territorio  de  estas  Audiendas  ríien  para  su  sus- 
tanciacion  en  los  juzgados  ordinarios. — Dado  en  Palacio  á  5dé  No- 
viembre de  1845. — Está  rubricado  de  la  Real  mano. — El  Ministro 
de  la  Gobernación  de  la  Península. — ÍPedro  José  Pidal. — De  orden 
de  S.  M.  lo  traslado  á  V.  E.  para  los  efectos  correspondientes.— -Dios 

guarde  á  V.  E.  muchos  años.   Madrid  7  de  Noviembre  de  1845. 

Pidal. — Sr.  Capitán  general,  Subdelegado  de  Correos  de  la  Isla  de 
Cuba. 

Es  copia. — Habana  27  de  Enero  de  1846 — Miguel  María 
Paniagnaj  secretario. 


»»4» 


CEMENTERIO  (ÍENERIL 

Relación  obituaria  de  esta  oludad  y  suburbios  e&  el  me» 
de  enero  de  1846. 

£o  Enero  se  faan  enterrado,  blancos 157 

De  color 162 

TOTAL 319 

Entre  los  primeros  designamos  los  siguientes  cadáyeres  como 
personas  conocidas  y  notables. 

Día  1? — D.  Francisco  Batlle,  soltero,  deSOatSos,  veoino  de  ¡apar- 
roquia del  Espíritu  Santo. 

ídem. — D.  Ramón  Oliver,  vecino  de  la  propia  parroauia. 

ídem. — ^I>}  Dolores*  Braro,  natural  de  esta,  vecina  ae  la  auxiliar 
del  Monserrote. 

ídem.— D?  Josefa  Cabello,  soltera,  vecina  del  Espíritu  Santo 
SP^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  84. 


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— Í70— 

Bia  2.— D^  Rosa  Blmó,  vecina  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Ideru. — D.  José  Méa^  natural  de  la  Coruna,  casino,  de  56  afios, 
vecino  de  Iji  auxiliar  del  Santo  Cristo. 

Üia  5. — D.  Pedro  J03Ó  Guinart,  natural  dc'Mallorca,  soltero,  de 
60  años,  vecino  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

I>ia  6.*^D^  Lugarda  Pinelo,  vecina  de  la  aiixiiiar  del  Monserrate, 

ídem. — D.  AiUonio  García  de  Casares  Babj,  natural  de  esta,  casa- 
do, vecino  de  la  parroquia  del  Espíritu  Santo. 

DiaT^— -D.  José  Fernandez  Farcó,  vecino  de  la  auxiliar  del  Mon- 
serrategl^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  86. 

ídem. — D.  Cipriano  Bilbao,  natural  de  Viscaya,  casado,  de  66 
^os,  vecino  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

ídem. — D.^  Faustina  Lledó,  natur&l  de  esta,  viuda,  de  73  años,  ve« 
ciña  de  la  auxiliar  del  Santo  Ángel. 

ídem. — D?  Teresa  Alegre,  vecina  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Dia  8. — D?  María  de  1^  Angeles  Espadero»  vecina  de  la  misma 
auxiliar  del  MonserrateB^*Ha  ocupado  el  nicho  núm.  85w 

ídem. — D^  Rafaela  Guardista,  vecina  de  la  citada  auxiliar  del 
Monserrate. 

Dia  9. — Sra.  D^  María  del  Rosario  Rodríguez  del  Toro,  vecina 
de  la  parroquia  del  Espíritu  Santo. 

DfalO.— D.  Siman  Afonso,  natural  de  las  Canarias,  OBsado,  de' 
85  años,  vecino  de  la  parroquial  de  Guadalupe. 

Dia  12. — ^Mr.  Samuel  Bell,  natural  de  Halifax,  soltero,  de  31  años, 
vecino  de  la  parroquial  mayor. 

ídem. — ui  Antonia  de  los  Angeles  de  Silvera,  natural  de  esta,  ca- 
sada, de  25  años,  vecina  de  Guadalupe. 

Dia  14. — D^  Mariade  la  Merced  Llano,  natural  de  esta,  soltera,  de 
25  años,  vecina  de  la  {)repJLa  parroquia  de  Guadalupe. 

Di^l8. — ^D.  Agsulin  Mirad,  natural  de  Tescuco,  (Nueva-Espaüa) 
casado,  vecino  de  la  auxiliar  del  Santo  Ángel. 

Dia  19. — D.  José  Batista  López,  natural  de  Granada,  casado,  der 
67  años,  vecino  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Dia  21. — D^  Josefa  Arroyo,  natural  de  esta,  casada,  vecina  de  la 
parroquia  del  Espíritu  Santo. 

Día  23. — D}  Silvestra  Yañez,  natural  de  eaía,^e  73  años,  vecina 
de  la  auxiliar  de  Jesús  Mai4a. 

Dia  23. — D.  Pedro  Esteban  Bosch,  natural  de  Barcelona,  viudo, 
éfs-TA  aftofi,  veciao  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Dia  26. — D.  Máximo  Ferrini,  natural  de  Liorna,  casado,  de  3^ 
años,  vecino  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Idem.->-'Dr.D.  Mariano  de  Medina,  vecino  de  la  misma  auxiliar 
del  MonserrateiSi#~Ha  ocupado  el  nicho  núm.  88. 

Dia  27, — D)  Lugarda  de  Jesús  AiTnenteros,  natural  de  esta,  viuda, 
de  69  años,  vecina  oe  la  parroquia  de  GuadalupeB^*Ha  ocupado  el 
nicho  num.  87. 

Tdem. — D?  Bernarda  Campos,  natural  de  esta,  viuda,  vecina  de 
la  pacroevia  del  Espíritu  SantonifHa  ocupado  el  nicho  núm.  89. 

Dia  28. — D?  Dolores  Festona,  natural  de  esta^,  soltera  de  46  años, 
vecina  de  la  parroquia  del  Espíritu  Santo. 

Dia  30.— d!  Juana  Bautista  Harra,  vecina  de  l?t  auxiliar  del  Mon- 
seiTate. 

CORO  DE  A:9rG^l4£S. 

Dia  19.— D2  Lucía  Domínguez,  párvula,  vecina  de  la  auxiliar  dci 
Mon^rcEiteOP  Ha  ocupado  el  nicho  nám.  141. 


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MARZO  DE  1846. 


Cuantos  escritos  se  inserten  en  esta  obra,  serán  de  interés  perma*^ 
nente  que  no  espiren  con  las  pasageras  j  accidentales  circunstancian 
de  la  época  de  su  publicación. 


MISFRUDENCIl. 

Aousaoion,  acusador,  aoiisado. 

Artículo  original  del  Sr.  D.  Fernando  Alvarez. 


Al  derecho  de  acusar  estabkcido  con  mayor  ó  menor  hdígu- 
ra,  espresado  por  medio  de  unas  6  otras  formulas  ha  hecho  ps^te  de 
la  legislación  de  todos  los  pueblos,  antiguos  y  modernos  como  ua 
elemento  necesario  de  los  juicios  criminales,  ó  mejor  dicho,  cooio 
el  origen  y  punto  de  partida  de  estos  juicios. 

La  facultad  de  sujetar  al  delincuente  al  fallo  del  tribunal  quere* 
liándose  de  él,  es  para  el  ofendido  un  derecho  respetable  y  sagra- 
do, el  derecho  que  tiene  á  la  reparación  pública  y  solemne  de  los 
danos  y  perjuicios  irrogados  á  su  persona,  estimación  y  bienes,  ó  á 
las  personas  y  fortuna  de  sus  mas  inmediatos  allegados;  es  para  la 
sdciedad  en  general  una  fianza  segura  y  provechosa  de  que  la 
pena  y  el  escarmiento  del  culpable  retraerán  á  los  demás  dd  en- 
men. 

Y  puesto  que  son  dos  los  fundamentos  del  derecho  de  acosar, 
á  saber,  el  interés  privado  y  el  interés  público  ó  social,  han  de  ser 
también  dos  las  maneras  de  ejercerle.  En  los  delitos  que  perjudi- 
can mas  inmediatamente  á  los  particulares,  debe  asistir  á  estos  la 
fiícultad  de  entablar  y  seguir  las  acusaciones  que  les  coavengao.£n 

T.  n.— 21. 


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—172— 
los  delitos  públicos,  en  los  crímenes  que  atacan  la  tranquilidad  y  ¿1 
orden  déla  sociedad  6  la  existencia  del  gobierno,  á  este,  al  poder  di- 
rectivo le  incumbe  la  obligación  de  reclamar  un  castigo  rápido  y  seve- 
ro por  medio  del  ministerio  fiscal  que  le.  representa  y  hace  sus  veces  ep 
los  tribunales.  Ocasiones  hay  en  que  los  fiscales  deben  concurrir  en 
nombre  de  la  ley  y  de  la  sociedad,  con  los  acusadores  particulares, 
ó  si  las  desamparan  estos,  apoderars'e  de  sus  acusaciones,  y  conti- 
nuar sosteniéndolas  hasta  que  recaiga  en  el  orden  délos  procedi- 
mientos el  fallo  merecido. 

Pero  esta  distinción  entre  los  individuos  de  la  judicatura  y  de 
la  magistratura,  que  tienen,  no  solo  el  derecho,  sino  la  obligación 
imprescindible  de  acusar  en  nombre  de  la  sociedad  y  de  la  ley,  y 
las  personas  que  gozan  de  la  facultad  de  promover,  si  lo  estiman 
oportuno,  una  querella  en  nombre  propio,  ó  en  nombre  de  sus  alle- 
gados, no  se  conocia  en  las  legislaciones  antiguas,  especialmente 
en  las  legislaciones  romana  y  española;  es  una  creación,  en  nuestro 
concepto  útil  y  atinada,  de  los  tiempos  modernos. 

El  Derecho  Romano  estendió  los  limites  de  la  acusación  hasta 
un  estremo  que  llegó  á  ser  pernicioso.  Se  distinguían  los  delitos, 
como  hoy  se  hace,  en  públicos  y  privados;  los  perpetradores  de 
aquellos  podian  ser  acusados  por  cualquiera  ciudadano  romano  en 
virtud  de  la  acción  que  se  llamaba  popular;  la  acusación  de  los 
últimos  se  reservaba  á  las  personas  ofendidas,  únicas  que  tenisn  ^ 
derecho  á  promoverla.  La  España  antigua  siguió  en  esta,  como  en 
casi  todas  las  materias  legales,  las  huellas  del  Derecho  común. 

La  Constitución  política  del  pueblo  Romano  en  sus  primeras 
épocas  esplica  fácilmente  la  exagerada  latitud  que  el  derecho  de 
acusar  tuvo  en  sus  Códigos.  Las  palabras  y  las  acciones  de  todos 
ios  ciudadanos  se  dirijian  á  un  fin  común,  el  interés  social  absorvía 
todos  sus  pensamientos,  concurrian,  votando  ya  en  el  Senado,  fB. 
en  los  Comicios,  á  la  formación  de  las  leyes,  y  á  la  dirección  de  la 
sociedad,  eran,  en  una  palabra,  parte  integrante  del  gobierno.  lii 
este  concepto,  todos,  y  cada  uno  tenían  la  obligación  de  vigifcur 
por  la  tranquilidad  de  la  República,  y  el  derecho  de  perseguir  el 
delito,  aunque  directa  y  personalmente  no  hubieran  recibido  de 
Sus  resultas  el  menor  perjuicio. 

El  derecho  de  acusar^  formulado  de  tal  suerte,  fué  saludable  y 
provechoso  tanto  tiempo,  cuanto  duraron  las  instituciones  y  tes  cir- 
cunstancias que  le  dieron  nacimiento;  bastardeadas  estas  en  su  ma- 


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—172— 
yor  parie^  y  suluiuiladas  en  el  resto,  degeneró  hasta  el  punto  de 
convertirse  en  velo  de  infames  y  torpes  venganzas,  y  en  instru- 
maito  vituperable  de  una  política  suspicaz  y  bárbara.  Estremécese: 
el  corazón  y  se  atribula  el  ánimo  al  recorrer  la  sangrienta  historia 
de  los  delatores  del  Imp»irio  durante  las  épocas  en  que  para  ludi- 
brio y  escándalo  del  mundo  fueron  regidos  sus  destinos  por  las  ma-, 
nos  indignas  de  principes  dementes  ó  malvados. 

La  índole  y  las  ideas,  diversas,  smo  opuestas,  de  los  pueblos 
modernos,  han  producido  naturalmente  en  aquel  derecho  respeta- 
ble la  variación  y  las  modificaciones  que  dejamos  indicadas. 

Al  estenderse  con  buen  acuerdo  entre  nosotros  á  todos  los  juz- 
gados de  primera  instancia  el  ministerio  fiscal  por  el  Reglamento 
{HTOvisional  para  la  administración  de  justicia  publicado  en  1835, 
que  estableció  la  categoría,  desconocida  antes,  de  los  promotores, 
fiscales  de  real  nombramiento,  no  se  dictaron  las  disposiciones  ne- 
cesarias para  fijar  sus  atribuciones,  deslindar  sus  facultades,  y  de- 
marcar las  relaciones  que  entre  ellos  y  los  jueces  debían  existir. 
De  aquí  hubieron  de  proceder  los  inconvenientes,  las  dudas  y  las 
discordias  que  han  desacreditado  en  algunos  ánimos  estrechos  que 
no  levantan  los  ojos  de  su  alrededor,  la  creación  de  las  promotorias. 

Y  no  son  estos  los  únicos  defectos  que  deben  corregirse  esme- 
radamente cuando  se  proceda  á  una  organización  definitiva  y  ar- 
mónica de  los  tribunales.  Hay  uno  capital  y  de  trascendencia  gra- 
ve', al  cual  por  estar  hondamente  arraigado  en  nuestra  legislación^ 
puede  ser  útil  que  se  le  combata  con  mayor  empeño;  aludimos  á  la 
pcáctica  de  que  los  jueces  y  los  magistrados  tomen  la  iniciativa  de 
los  procesos  en  muchos  casos,  extralimitándose  á  ejercer  atribu- 
ciones puramente  fiscales,  convirtiéndose  hasta  cierto  punto  en  acu- 
sadores, y  confundiendo  en  sí  las  condiciones  opuestas  de  parte  y 
juzgador  en  \m  mismo  negocio. 

La  magistratura,  sobre  todo,  cuando  se  ha  establecido  la  ina- 
movilidad  judicial  que  asegura  la  independencia  de  sus  fallos,  debe 
dvcunscribirse  á  juzgar  y  hacer  que  se  ejecute  lo  juzgado.  Su  ca- 
rácter ha  de  ser  enteramente  pasivo;  tócala  decidir  conforme  á  los 
hedios,  á  las  pruebas^  á  las  consideraciones  de  acusación  y  defen- 
^que  se  sometan  á  la  rectitud  y  á  la  imparcialidad  de  su  juicio;  al 
ministerio  fiscal  incumbe  requerir  la  formación  de  las*  causas  y 
prepara  los  procedimientos  con  celo  infatigable.  La  instrucción 
del  sumario  debe  ser  obra  del  acusador  que  procede  en  ella  como 


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—174— 
parte,  clictiD^laaoia  que  do  cuadra  biea  al  juez.qufs  ka  de  cfictari 
tarde  la  sentencia.  Hay  una  contradicción  repugnante,  se  abreade : 
la  puerta  á  graves  inconvenientes  y  peijuicios,  hijos  unos  del  \ 
propio,  nacidos  otros  de  fines  reprobados,  cuando  la  misma 
Ma  que  da  principio,  impulso  y  dirección  á  la  sumaria,  viene  de»* 
pues  á  resolver  sobre  la  acusación  entablada  en  el  plenario,  qite  es 
el  verdadero  proceso,  pues  las  actuaciones  anteriores  ao  mecseeen 
otro  nombre  que  el  de  una  preparación  ó  ún,  antejuicio. 

Y  cuenta  que  al  sostener  esta  doctrina  no  queremos  reba^  en 
lo  mas  mínimo  el  prestigio  de  la  magistratura,  ni  cercenar  sus  &• 
€ultades;  por  el  contrario,  contribuimos  á  realzar  su  decoro  y  á 
deslindar  sus  atribuciones  de  otras  que  le  son  estraüas  y  aun  pes^ 
judiciales.  £1  juicio,  la  sentencia  son  y  deben  ser  eseiuaivaiBeiite 
.de  los  juzgadores,  la  acusación,  la  ocultad  y  el  deber  át  reckimmw 
que  st  proceda  contra  el  culpable,  la  instrucción  mkma  del  aa^ 
mario,  pertenecen  sin  género  de  duda  al  ministerio  fiscal  á  Jioia- 
bre  y  en  representación  del  poder  publico.  £1  ministerio  fiscal  «§ 
el  actor,  á  él,  pues,  deben  tocar  la  designación  del  crimi^,  lis 
pruebas  del  crimen,  el  sostenimiento  de  la  acusación  y  la  demanda 
del  castigo.  £n  una  palabra,  las  diferencias  palmarias,  uunega* 
bles  que  existen  entre  el  que  acusa  y  el  que  juzga,  ^sas  son  lasque 
debe  haber  entre  la  fiscalía  y  la  magistratura. 

Hemos  creído  conveniente  apuntar  como  de  paso  estas  ideas 
que  se  esplanarán  mas  por  menor  en  el  artkulo  á  que  dicen  rek* 
rencia. 

Ahora,  una  vez  demostrada  la  utilidad  del  derecho  de  acusar^ 
é  iadicados  su  origen  y  los  fundamentos  en  que  estriba,  debemos 
pasar  á  examinarle  bajo  el  aspecto  legal  y  con  relación  á  la  prác« 
tica;  en  el  campo  de  la  ley,  y  en  el  terreno  de  la  jurisprudencia. 

Tres  son  los  medios  consiguados  en  di  Derecho  £spa&)l  pam 
proceder  á  la  averiguación  de  los  delitos.  Pueden  comenzarse  las 
causas  criminales  por  ¿zot^acúm  ó  querella,  por  demincioj  ydes^fetc^ 
á  este  último  ha  venido  á  reducirse  la  manera  4e  proceder  ccmocij 
da  bajo  el  nombre  de  pesquisa. 

Jlciísacion^  dice  la  sétima  Partida  en  el  preámbulo  del  tituló 
primero,  ^^es  cosa  que  dá  carrera  a  los  que  quieren  saber  la  venM, 
de  los  malos  fechos^  par  venir  mas  en  cierto  á  elloSy  y  al  principio 
de  la  ley  primera  la  define  en  estos  términos:  Prepiamenietf  dkha 
écusadon  par  /azamierUa  que  un  homeface  á  otro  mié  eljudgader 


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—175— 
afmúéniolé  de  ^tlgunt  yerr^  que  dice  qtiejko  el  acusadoy  et  piátenr 
dtd  quefir  pengunza  del;  lo  que  trasladado  al  lenguage  de  hues* 
tft»  dias  quiere  decir  tanto  como  la  manifestación  hecha  ante  juez 
omnpetente  de  un  crimen  que  se  ha  cometido  y  de  la  persona  que 
le  perpetró,  reclamando  su  castigo. 

La  etimolojia  de  la  palabra  acusador,  como  la  de  casi  todas 
las  legales,  es  latina:  viene  de  accusaior^  quasi  acusatory  porque 
trae  el  delincuente  á  la  coc^a,  porque  le  somete  al  fallo  del  juez, 
porque  pide  su  castigo. 

Denuncia  es  la  delación  6  manifestación  que  se  hace  judicial*" 
mente  contra  una  persona  por  algún  delito  que  ha  cometido,  no 
con  el  objeto  de  comprometerse  á  probarle  durante  las  actuaciones^ 
ni  de  tomar  satisfacción  para  si  mismo,  sino  con  el  fin  de  poner 
el  hecho  en  conocimiento  del  juez,  y  escitarle  á  las  averiguaciones 
oportunfiís  y  al  castigo  del  deHnouente. 

Se  procede,  por  último,  de  cfido  cuando  el  juez  inquiere  so^ 
bre  el  delito  y  sobre  el  delincuente  en  virtud  de  rumores  públicos, 
ó  á  consecuencia  de  avisos  ciertos,  pero  anónimos  ó  extrajudi- 
ciales. 

A  primera  vista  se  conocen  las  diferencias  que  existen  entre 
hi  acusación,  la  denuncia  y  el  proeedimiento  de  ofieio  (1),  aunque 
han  sido  menguadas  en  gran  parte  por  las  leyes  Recopiladas  las 
desemejanzas  que  habia  entre  la  acusación  y  la  denuncia. 

Haremos  una  ligerisima  re  seña  de  la  acusación  y  sus  circuns- 
tancias según  Derecho  Romano,  para  que  pueda  formarse  juicio, 
iin  ulterior  trabajo  de  la  parte  en  que  le  copiaron  nuestras  leyes,  y 
de  la  parte  en  que  se  separaron  de  sus  disposiciones. 

Ya  hemos  dicho  que  todos  los  ciudadanos  romanos  tenian  el 
derecho  de  entablar  acusaciones  por  delitos  públicos.  Esta  era  \á 
Ksgia  generaL  Las  escepoiones,  si  pueden  llamarse  tales,  la  confir- 
maban doblemente  porque  todas  ellas  se  referían  á  personas  que 
no  gozaban  del  derecho  de  ciudad  (ju$  dutíaOs)  ó  se  fundaban  en 
motivos  e^ecittles  de  decoro  y  conveniencia.  No  podian  acusar, 
por  ejemplo,  las  mugeres;  lo  cual  no  debe  causar  exiiañeza,  si  se 
recuerda  que  estaban  en  perpetua  tutela,  pues  cuando  salian  de  la 
patria  potestad,  mas  autorizada  y  estensa  en  Roma  que  en  ningu* 


(1)    De  la  denuncia  y  el  procedimiento  de  oficio  ae  tratará  con 
la  extensión  debida  en  ios  lugares  respectivos. 


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—ne- 
na otra  parte  del  Orbe  entonces  conocido,  pasaban  á  la  potartid 
del  esposo,  venian  á  caer  en  la  tutela  del  marido.  Por  otra  p^ite 
el  pudor  y  los  miramientos  que  se  deben  á  sí  profuas,  inhabiliteban 
entonces  como  ahora  á  las  mugeres  para  entablar  acusadones  .píe 
blicas.  No  era  sin  embargo  esta  pn^bicion  absoluta  y  para  todoe 
los  casos.  Por  lo  que  hace  á  los  delitos  públicos,  las  mugeres  pa» 
dian  acusar  á  los  reos  de  lesa  magestad  (1)  y  á  los  culpables  de 
sacrilegio  (2);  la  enormidad  de  estos  delitos  hizo  que  la  austexiilad 
romana  rompiese  todas  las  trabas  que  pudieran  oponerse  á  su  per- 
secución; y  en  cuanto  á  los  crímenes  privados,  atendiendo  á  los 
vínculos  de  la  sangre  y  de  la  reveremia,  se  concedió  á  las  muge* 
res  la  facultad  de  acusar  á  los  matadores  de  sus  padres  y  de  ^is 
hijos,  y  á  los  asesinos  de  sus  patronos  y  de  los  hijos  de  estos  (3)^ 

También  á  los  pupilos,  tomada  en  cuenta  la  debilidad  de  sa 
razón,  se  le  prohibió  acusar  por  Derecho  Romano,  escepto  en  e 
caso  de  muerte  de  sus  padres  y  abuelos,  y  aun  entonces  con  el 
consejo  de  sus  tutores.  (4) 

Por  ultimo  recayó  igual  prohibición  sobre  los  infames,  á.  quie- 
nes no  se  podia  dar  crédito  en  juicio,  sobre  los  que  recibían  sala- 
rio respecto  de  sus  amos  ó  favorecedores,  y  sobre  los  Kbertos  res- 
pecto de  sus  patronos.  Motivos  muy  respetables  de  gratitud  y  reve- 
rencia dieron  lugar  alas  dos  escepciones  ukknas. 

En  los  tribunales  de  Roma  había  lugar  á  interponer  el  recurso 
que  se  llamaba  anticcUegortay  ó  sea  acusación  dd  acusador  (entre 
nosotros  recriminacion\  siempre  que  este  apareciera  culpable  ,de 
un  delito  de  mas  entidad  que  el  cometido,  ó  supuesto  tal,  por.  el 
acusado  (5).  Eneste  caso  se  procedía  primero  á  la  averiguacioay 
castigo  del  crimen  mas  grave,  aunque  su  manifestación  judicial  hu- 
biese  sido  de  fecha  mas  tardía. 

Cuando  dos  ó  mas  sugetos  entablaban  á  la  vez  una  misvm 
acusación;  se  decidía  antes  judicialmente,  previo  el  examen  de  los 
derechos  respectivos,  á  quien  asistía  el  mejor  y  mas  atendible  para 
sostenerla..  Ma^  no  por  eso  se  rechazaba  del  juicio  á  otro  ú  otros 
acusadores  que  se  habían  presentado;  todos  eran  admitidos,  si  biea 


(1)  L.  VIII  D.  ad  1.  Jul.  Majest. 

(2)  L.  X,  C.  de  Episc.  et  Cleríc. 

(3)  L.  I,  D.  de  accusat. 
(4>  L.  II,  }  1?D.  de  id. 

(5)  L.  XIX  qui  accus  non  poss. 


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«tíístíntas  CBEtegorías,  para  que  dirigiesen  sus  esftierfeós  á  un  mis- 
^0  objeto  y  común  fin.  El  preferido  por  su  mejor  derecho  se  decía 
€taimdür.  los  demás,  suscriptores  porque  suscribían  á  la  acusación 
del  primero,  y  coadyuvaban  á  que  tuviera  el  resultado  apetecido. 

Para  poner  un  coto  saludable  al  abuso  de  las  acusaciones,  y  á 
!a  procacidad  de  las  venganzas  indignas  y  mezquinas  que  ibah 
alzando  la  cabeza  en  la  República  á  vueltas  de  la  corrupción'  y  el 
'desenfreno,  se  obligaba  al  acusadora  someterse  espresamente,  para 
el  caso  de  no  probar  el  delito  denunciado,  á  una  pena  igual  á  la  qué 
debiera  imponerse  al  reo,  si  el  crimen  aparecía  legalmente  de- 
mostrado. 

Los  acusados  de  crimenes  graves  acostumbraban  á  revelar  por 
medio  de  signos  esteriores,  el  dolor  y  la  amargura  que  interior- 
mente les  aflijian.  Desde  el  momento  en  que  se  entablaba  la  acu- 
feaeion,  y  el  Pretor  la  admitia  como  procedente  y  arreglada,  cambia- 
*ba  el  reo  de  trage,  se  dejaba  crecer  la  barba  y  los  cabellos,  y 
ee  cubria  con  una  toga  blanca,  pero  sucia  y  desaliñada,  (sardidam 
tt  obsoktam)^  lo  cual  solían  imitar  sus  parientes,  amigos  y  allega- 
dos, y  aun  los  magistrados  mismos,  cuando  estaban  en  riesgo  la 
vida  y  el  honor  de  un  célebre  repuWico. 

Concluiremos  esta  breve  reseña  de  lo  que  eran  en  Roma  la 
^acusación  y  los  acusadores,  recordando  que  á  los  últimos  seles  mi- 
raba con  odiosidad  y  menosprecio,  siempre  que  las  acusaciones  no 
procedían  de  motivos  conocidamente  honrosos  y  plausibles,  tales 
'eomo  la  reparación  de  las  ofensas  hechas  á  su  familia,  6  á  ellos  pro- 
piosj  el  amparo  de  sus  patrocinados  ó  clientes,  y  el  bienestar  y  la 
tranquilidad  de  la  República.  Por  eso  se  ve  sin  estrañeza,  que  ejer- 
cieron á  la  ve^  en  Roma  el  cargo  de  acusadores  públicos  loa  hom- 
bres mas  ilustres,  y  la  gente  mas  raez  y  despreciable,  Ciceron  y  los 
^delatores  del  Imperio, 

Esto  por  lo  que  hace  al  Derecho  común.  El  Derecho  español, 
especialmente  el  de  las  Partidas,  le  imitó  en  algunas  cosas,  le  copió 
en  las  mas  y  se  separó  de  él  en  muy  pocas. 

El  Fuero  Juzgo  nos  suministra  una  idea  del  modo  con  que 
-  se  promovían  las  acusaciones  en  la  España   gótica  y  de  la  pena 
con  que  se  escarmentaba  á  los  acusadores  calumniosos,  en  las  si- 
guientes palabras  que  copiamos  á  la  letra.  "Si  las  cosas  criminales 


(1)    Ley  I.  tít.  1? 

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—178— 
'^on  fueren  meioradas  por  algún  recabdo;  la  maldade  de  los  poo^ 
''dores  non  será  refrenada.  £  por  ende  si  algún  quisiere  acusar 
''algún  omme  de  nuestra  corte,  que  fiziera  alguna  nemiga  contra! 
''rey,  ó  contra  pueblo,  ó  contra  la  tierra;  ó  omesillio  ó  adukeiÍQ, 
''primeramiente  sepa  si  lo  podrá  provar,  é  después  lo  puede  acusar; 
"é  si  non  lo  podier  probar,  fiaiga  un  escrípto  con  tres  testimonios, 
"que  meta  su  cuerpo  á  atal  pena  cuerno  debe  recibir  aquel  á  quien 
"él  acusk,  si  le  pudier  probar;  é  assi  debe  ser  tormentado  aquel 
"quien  es  acusado;  casi  después  salier  sin  culpa,  aquel  quel  acusó 
"debe  aeer  su  siervo  assi  que  nol  dé  mueite,  é  iaga  del  lo  que 
"quisiere." 

Las  Partidas  que  recibieron  de  D.  Alonso  Onceno  iuerza  de 
ley  en  concepto  de  código  supletorio,  llegaron  á  ser  con  la  sucesión 
de  los  tiempos  el  único  que  sirvió  de  norma  para  las  dedsiones  de 
los  tribunales,  y  para  los  estudios  de  las  universidades  en  España. 
Calcáronse  en  esta  colección  ordenada  y  filosófica  los  preceptos  del 
Derecho  Romano  y  del  Derecho  Canónico  en  lenguaje  castizo  j 
elegante,  y  hoy  todavía  subsisten  en  vigor  con  algunas  difereaci»! 
mtroducidas  por  leyes  posteriores. 

Hablando  de  la  acusación  dice  la  partida  s^ima:  (1)  "Et  tiene 
"grandprotal  acusamiento  á  todos  los  homes  de  la  tierra  oomunal- 
"m^te,  ca  por  él  quando  es  probado  se  escarmienta  derechamente 
"el  mal  fechor,  et  recibe  venganza  del  aquel  que  recibió  el  tuerto^ 
"et  demás  los  otros  homes  que  lo  oyeron  guardarse  han  detraes  d/d 
"fiau^r  cosas  por  que  puedan  seer  acusados."  Difícil  seria  es^es^ 
con  tanta  perspicuidad;  con  tal  energía  y  en  tan  pocas  palabras  los 
fundamentos  y  la  conveniencia  de  esta  parte  interesante  y  delicads 
de  los  juicios  criminales.  Pasemos  ahora  al  examen  de  las  disposicio- 
nes consignadas  en  este  código  y  en  los  sucesivos;  y  veamos  ante  todo: 

Quiénes  gozan  dd  derecho  de  acusar  y  y  schre  quiénes  fem  ¡a 
prohibidcn  de  hacerlo. 

Nuestra  legislación,  dguiendo  á  la  Romana,  da  facultad  á  cual- 
quiera del  pueblo  para  acusar  á  otro  que  haya  cometido  algún  deli0 
piS)lico;  pero  esta  facultad  puede  decirse  que  se  halla  derogada  de 
hecho  por  la  costumbre.  La  práctica  es  que  los  jueces  procedan  co- 
munmente de  oficio,  y  otras  veces  á  escitacion  de  los  promotores 
fiscales  á  la  averiguación  de  los  delitos,  an  públicos  como  privados, 


(1)    Ley  I,  tft  1? 

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—179— 
con  las  escepciones  espresaménte  consignadas  en  las  leyes  de  que 
mas  adelante  nos  haremos  cargo. 

Al  revés  que  en  los  delitos  públicos,  en  los  cuales  se  ha  dado 
á  la  acusación  la  mayor  holgura  y  latitud  que  es  posible,  sucede  en 
los  delitos  privados;  solo  el  ofendido  ola  persona  que  hace  sus  ve- 
ces, que  le  representa  en  virtud  de  poder  suyo,  puede  reclamar  en 
derecho  contra  el  delincuente.  Y  en  verdad  que  no  debia  ser  lícito 
á  sugetos  estraños  á  quienes  no  se  ha  inferido  perjuicio  de  ninguna 
especie,  interponerse  -con  mejores  ó  peores  intenciones,  entre  el 
agresor  y  el  ofendido,  llevando,  por  lo  general  indiscretamente,  á 
los  tribunales  querellas  que  no  les  incumbe.  Únicamente  al  juez  y 
al  ministerio  fiscal  encargados  de  velar  sobre  el  orden  público,  y 
que  reasumen  en  virtud  de  sus  cargos  uno  de  los  intereses  lastima- 
dos por  los  delincuentes,  el  interés  de  la  sociedad,  únicamente, 
deciamos,  al  juez  y  al  ministerio  fiscal,  se  les  permite  perseguir  los 
delitos  privados,  y  esto  no  en  todos  los  casos,  ni  en  todas  las  cla- 
ses de  crímenes  contra  particulares. 

Aunque  dijimos  que  consultado  el  texto  de  las  leyes,  cualquie- 
ra del  pueblo  tiene  el  derecho  de  acusar  por  dtílitos  públicos,  se  ha 
de  entender  con  la  limitación  de  que  no  le  esté  prohibido  por  las 
mismas.  - 

La  prohibición  legal  abraza  varias  clases  de  personas  que  pue- 
den clasificarse  en  distintos  grupos,  acudiendo  á  los  motivos  que 
tuvo  ó  debió  tener  presentes  el  legislador  al  establecerla.  Estos 
motivos  fueron  en  nuestro  concepto  los  siguientes: 

1?  La  incapacidad  para  presentarse  ante  los  tribunales,  la  fra- 
gilidad, la  inesperiencia,  el  decoro. 

2?  La  desconfianza  que  inspiran  ciertos  hombres  por  sus  hechos 
anteriores,  ó  por  su  situación  actual,  la  carencia  de  crédito  ea 
juicio. 

3-  La  incompatibilidad  del  derecho  de  acusar  con  el  desempeño 
de  ciertos  cargos  públicos.  En  estas  tres  reglas  pueden  compren- 
derse y  se  comprenden  de  hecho,  sin  violencia  y  con  gran  ventaja 
de  la  claridad,  todas  las  escepciones  que  limitan  la  facultad  con- 
cedida á  los  particulares  en  general,  de  entablar  acusación  sobre 
delitos  públicos. 

A  la  primera  pertenecen  las  mugeres  y  los  menores  de  catorce 
años.  La  timidez  propia  de  su  sexo,  su  irreflexión,   su  sensibili- 
dad misma,  escluyen  naturalmente  á  las  primeras;  mientras  incapa- 
T.  u.— 22. 


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—180— 
dta  á  los  últimos  la  falta  de  personalidad  y  madurez,  anexa  á  sus 
pocos  años. 

Corresponden  á  la  segunda: 

1-  Los  testigos  falsos  y  perjuros,  declarados  tales  por  fallo  ju- 
dicial. 

2?  Aquellos  sobre  quienes  ha  recaído,  con  arreglo  á  derecho, 
la  nota  de  infamia  por  condenación  espresa. 

3?  Los  convencidos  de  venalidad;  es  decir,  aquellos  á  quienes 
se  probare  ó  hubiere  probado  que  recibieren  dinero  por  entablar 
una  acusación  ó  por  desampararla.  Respecto  de  estos  ha  lugar  á  la 
sospecha  de  que  se  vendan  ó  hayan  vendido  nuevameuse,  y  por  lo 
mismo  no  se  les  debe  de  dar  crédito  en  juicio. 

4?  Los  pobres  de  solemnidad,  siempre  que  no  afiancen  de  ca- 
lumnia. No  podemos  menos  de  dar  nuestra  pobre  aprobación  á  es- 
te precepto  de  la  ley,  en  apariencia  injusto.  Bien  sabemos  que  la 
veracidad  y  las  demás  cualidades  morales,  no  están  vinculadas  en 
la  gente  rica,  ni  mucho  menos  reñidas  del  todo  con  la  escasez  y  la 
desgracia.  Puede  haber  sugetos  engendrados  y  nacidos  en  la  mise- 
ria, ó  arrastrados  á  ella  por  su  mala  suerte,  que  cultiven  todas  las 
virtudes  con  mayor  esmero  que  otros  muchos  hombres  de  la  clase 
acomodada,  y  su  mérito  será  por  lo  mismo  mas  digno  de  elogb  j 
de  encomio.  Pero  no  puede  negarse  que  el  hombre  rodeado  de  pri- 
vaciones, el  infeliz  que  carece  hasta  de  lo  preciso  para  la  existen- 
cia, se  h:dla  mas  espuesto  á  la  seducción  y  al  soborno,  carece  ab- 
solutamente de  escudo  que  le  preserve  de  sus  golpes,  está  vencido 
antes  de  pelear,  porque  tenida  en  cuenta  la  debilidad  del  corazón 
humano,  no  hay  elección  entre  sufrir  el  refinado  tormento  de  Tán- 
talo, el  martirio  de  los  héroes,  y  aplacar  por  mas  6  menos  tiempo 
el  hambí^,  6  esperimentar  el  goce  de  cubrir  una  desnudez  humi- 
llante y  haraposa.  Fué  pues  acertado  y  necesario  evitar  á  los  po- 
bres de  solemnidad,  un  riesgo  inmediato  de  faltar  á  sus  deberes,  y 
á  los  juicios  criminales  un  escollo,  prohibiéndoles  entablar  acusa» 
Clones  por  delitos  públicos. 

Están  asimismo  comprendidos  en  la  segunda  regla: 

ff  Los  cómplices  en  el  mismo  delito,  porque  el  deseo  natural 
de  libertarse  del  castigo,  les  impulsa  á  descargar  todo  el  peso  de 
la  acusación  sobre  los  compañeros  de  su  crimen. 

6?  Los  que  hubiesen  entablado  anteriormente  dos  acusaciones, 
si  pendientes  éstas  y  no  ultimadas  en  juicio,  pasasen  á  intentar  otra 


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—181- 
tercera,  porque  tales  acusadores  inspiran  graves  recelos  de  que 
obran  por  perversidad  de  ánimo,  monomanía  u  otros  motivos  re- 
probados. 

7?  Los  sentenciados  á  muerte  natural  ó  civil  (destierro  perpetuo) 
á  no  ser  por  delitos  contra  su  persona  y  la  de  sus  parientes,  dentro 
del  cuarto  grado. 

8?  Los  que  están  sujetos  á  acusación  sobre  delitos  mayores  6 
iguales  á  aquellos  que  intentan  probar  en  juicio.  Los  fundamentos 
de  esta  disposición  y  de  la  anterior  no  necesitan  esplicarse;  se  de- 
ducen de  sus  propios  términos. 

Estas  prohibiciones  son  generales,  esto  es,  comprenden  á  toda 
clase  de  personas,  hay  otras  que  solo  se  dirigen  á  'algunas  determi* 
nadamente  y  por  razones  especiales. 

La  ley  ha  querido  que  se  guarde  un  respeto  sagrado,  un 
respeto  que  aconsejan  de  consuno  la  moralidad  y  el  sosiego  del 
hogar  doméstico,  á  los  vínculos  de  la  sangre  y  del  agradecí* 
miento  y  á  las  santas  y  estrechas  relaciones  de  familia.  Por  eso 
ha  prohibido  que  el  hermano  entable  una  acusación  criminal  coih» 
tra  su  hermano,  que  el  hijo  tenga  la  audacia  de  presentar  en 
juicio  á  su  padre  u  otro  ascendiente;  que  el  sirviente,  ó  el  que  ha 
recibido  una  hospitalidad  generosa  y  hecho  parte  de  la  familia 
por  una  especie  de  adopción  moral,  arrastren  aute  el  juez  á  su  amo, 
ó  al  favorecedor  que  les  dio  abrigo  y  amparo.  La  ley  escrita  ha  co« 
piado  en  estos  preceptos  los  sentimientos  grabados  por  la  ley  divi- 
na en  las  entrañas  de  la  humanidad.  ¿Qué  fé  ha  de  darse,  qué  cré- 
dito merece  en  juicio  el  miserable  acusador  que  viola  la  confianza 
del  hogar  doméstico  y  rompe  sin  estremecerse  lazos  tan  iátimo^ 
y  santos? 

En  la  tercera  regla  hay  una  sola  categoría.  A  los  encargados 
de  administrar  justiciarse  les  prohibe  también  entablar  acusaciones 
por  delitos  públicos.  La  influencia  que  podrían  ejercer  en  el  fallo 
por  el  prestigio  de  que  gozan  y  por  sus  relaciones  en  la  carrera  ju- 
dicial, la  conveniencia  de  que  los  individuos  de  la  magistratura  apa- 
rezcan en  cuanto  es  dado  á  la  feble  condición  humana,  exentos  de 
rencores  y  pasiones:  hé  aquí  los  justos  motivos  de  este  precepto 
«tinado  y  saludable. 

Creemos  oportuno  hacer  mérito  de  las  prohibiciones  de  acusar 
que  establece  el  Derecho  canónico,  á  continuación  de  las  consigna- 
das por  la  ley  civil. 


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—182— 

Los  cánones  de  la  Iglesia  vedan  á  los  clérigos  entablar  contra 
los  legos  en  el  fuero  secular  acusaciones  relativas  á  delitos  en  que 
se  interese  la  vindicta  pública,  ora  se  haUa  de  imponer  por  ellos 
pena  capital  ó  de  sangre,  ora  sea  menos  severo  el  castigo  que  me- 
rezcan; pero  bien  pueden  hacerlo  tratándose  de  injurias  inferidas  á 
su  propia  persona  ó  á  la  de  los  suyos,  y  de  perjuicios  y  daños 
causados  á  su  iglesia,  siempre  que  el  delito  sea  tal  que  no  haya  de 
recaer  pena  de  sangre,  ó  si  tal  hubiese  de  venir  atendidas  la  gra- 
vedad del  crimen  y  las  prescripciones  de  la  ley,  protestando  de  an- 
temano que  no  haya  de  imponerse  por  la  acusación  que  intenta. 
Hecha  esta  protesta,  aun  cuando  se  siga  pena  de  sangre,  no  incur- 
re el  clérigo  en  la  irregularidad  qut  le  hubiera  alcanzado  en  otro 
caso. 

Del  mismo  modo  les  está  prohibido  á  los  legos  acusar  á  los 
clérigos  en  el  fuero  eclesiástico,  á  no  ser  por  injurias  hechas  á  sus 
personas,  ó  á  las  de  sus  allegados  dentro  del  cuarto  grado  de  pa 
rentesco,  en  los  casos  de  simonía,  sacrilegio  y  malaversacion  de 
los  bienes  de  la  iglesia  cuyo  patronato  les  esté  encomendado,  y  fi- 
nalmente en  los  delitos  de  lesa  magestad  divina  y  humana,  respec- 
to de  los  cuales,  como  veremos  luego,  se  ha  dado  mayor  latitud 
que  al  derecho  de  acusar  para  los  crímenes  restantes. 

Conocidas  ya  las  personas  que  tienen  este  derecho  en  los  de- 
litos públicos,  ó  lo  que  es  lo  mismo,  en  los  delitos  cuya  represión 
interesa  á  la  sociedad  mas  inmediatamente,  y  aquellas  á  quienes  la 
ley  prohibe  entablar  acusación,  nos  cumple  ahora  examinar. 

Qué  personas  pueden  ser  acusadas  y  cuales  no  pueden  serlo. 

Sobre  e  ste  particular  estableceremos  una  regla  general  acom- 
pañada, como  todas  las  de  su  especie,  de  varias  escepciones. 

La  regla  general  se  funda  en  este  principio:  siempre  que  hay 
un  quebrantamiento  de  la  ley,  de  propósito  deliberado,  con  perjui- 
cio mas  ó  menos  grave  de  la  tranquilidad  pública  ó  de  la  seguridad 
y  propiedad  de  los  particulares,  procede  que  el  autor  de  la  infrac- 
ción sea  acusado  porque  se  ha  menester  de  juicio  y  de  castigo,  de 
ejemplo  y  de  escarmiento.  Por  eso  dicen  las  Partidas:  "Acusado 
puede  ser  todo  ome  mientras  viviere  de  los  yerros,  que  oviese  fe- 
cho." (1)  Pero  sucede  á  veces  que  consideraciones  imperiosas  tem- 
plan la  rigidez  de  la  ley  é  impiden  que  se  acuse  á  algunas  personas 


(1)    Ley  V,  tit.  1?,  Part.  7? 


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—183— 
en  circimtancias  dadas  y  por  motivos  especiales.  Tiene  esto  lugar: 
1?  cuando  no  ha  habido  ni  podido  haber  intención  ó  propósito  de- 
liberado de  delinquir:   2^  cuando  no  se  dan  términos  hábiles  para 
proceder  á  la  acusación. 

Los  menores  de  diez  años  y  medio,  verdaderos  pinos  cuya  ra- 
zón no  se  halla  formada  todavia,  incapaces  por  tanto  de  dañados  y 
maliciosos  propósitos;  los  que  no  han  llegado  á  los  catorce  de  su 
edad  tratándose  de  delitos  contrarios  á  la  continencia  y  á  la  pureza 
Je  costumbres;  los  idiotas,  fatuos,  locos  y  cuantos  carecen  por  su 
desgracia  de  un  juicio  recto  y  cabal,  se  hallan  en  el  primero  de  los 
dos  casos  previstos  por  las  leyes;  estas  le  relevan  y  eximen  de  toda 
acusación.  Hay  qve  advertir,  sin  embargo,  que  á  los  mayores  de 
diez  años  y  medio  y  menores  de  catorce,  si  cometiesen  algún  delito 
grave,  como  los  de  muerde,  heridas  ó  robo  considerable,  se  les 
podrá  acusar,  cuidándose  empero  de  imponerles  una  pena  discre- 
cional siempre  mas  leve  que  la  ordinaria,  lo  cual  se  previene  y  ha 
de  observarse  asimismo  respecto  de  todos  aquellos  delincuentes 
que  no  tengan  diez  y  siete  años  cumplidos.  Y  por  lo  que  hace  á 
los  locos  y  mentecatos  pueden  ser  acusados  de  las  infracciones  de 
ley  que  hubiesen  cometido  en  sus  lucidos  intervalos  porque  en- 
tonces desaparece  la  demencia  ó  extravio  del  entendimiento,  bien 
que  siempre  será  muy  difícil  y  aventurado  resolver  en  juicio,  aun 
con  el  auxilio  de  las  ciencias  médicas,  cuestiones  de  esta  especie. 
Los  parientes  de  tales  desgraciados  que  no  los  hacen  guardar  con 
las  precauciones  oportunas,  no  carecen  de  toda  culpa,  y  la  ley  y 
la  práctica  quieren  que  se  les  exija  la  responsabilidad  á  que  haya 
lugar  conforme  á  las  circunstancias  de  cada  caso,  y  á  la  situación 
de  las  personas. 

El  segundo  estremo,  esto  es,  de  no  darse  términos  hábiles 
para  proceder  á  la  acusación,  comprende:  1-  á  los  que  hubiesen 
sido  ya  juzgados  y  plenamente  a'jsueltos  por  sentencia  solemne  y 
valedera  del  crimen  que  quiere  imputárseles  de  nuevo,  á  no  ser 
que  la  última  acusación  se  estienda  á  probar  que  la  primera  se  hizo 
dolosa  y  amañadamente  con  el  fin  de  que  el  tribunal  diese  por  li- 
bre al  reo,  y  de  proporcionarle  un  escudo  para  lo  futuro  contra 
la  persecución  formal  del  yerro  que  habia  cometido;  y  2°  á  los  de- 
lincuentes que  hayan  fallecido,  porque  dice  la  ley  de  Partida  (1) 


(I)    L.  7}  tít.  1?  P.  7} 


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—184— 
h  muerte  desata  ei  desface  también  á  los  yerros^  corno  a  las  fcuxdom 
delloSy  como  quier  que  la  fama  fimqm?^  En  efecto,  la  justicia  de 
los  hombres  carece  de  jurisdicción  roas  allá  de  la  existencia,  no 
debe  turbar  la  paz  de  los  sepulcros,  no  puede  aplicar  la  correccioa 
saludable  de  la  pena  á  los  restos  frios  é  inanimados  de  los  delin- 
cuentes que  ya  fueron;  sin  embargo  todavía  queda  viva  en  el  inuib» 
do,  aunque  separada  de  su  cuerpo,  la  memoria  de  esos  hombres*, 
todavía  queda  el  recuerdo  de  sus  maldades,  todavía  quedan  los 
bienes  que  les  pertenecieron,  y  en  los  grandes  crímenes,  en  lo« 
crímenes  que  desgarran  las  entrañas  de  la  sociedad,  y  lastimaa 
hondamente  la  seguridad  y  el  bienestar  de  los  asociados,  la  jus- 
ticia de  los  hombres  puede  amancillar  aquella  memoria  con  la  in- 
famia legal  en  todos  aquellos  casos  en  que  sea  una  sanción  alta 
y  solemne  de  la  infamia  pública,  y  resarcir,  en  cuanto  convenga  y 
sea  equitativo;  con  el  auxilio  de  sus  bienes,  los  daños  y  perjuicios 
privados  que  causaron.  Apoyados  nosotros  én  esta  consideración 
de  moralidad  y  de  justicia,  aprobamos  las  limitaciones  puestas  al 
principio  de  que  no  se  puede  acusar  al  reo  muerto,  por  mas  que 
algunos  juristas  la  hayan  tachado  con  escesiva  acrimonia  de  barba- 
tos  y  atroce». 

Las  leyes  de  Partidas  relativas  á  este  punto  (1),  esceptuan  ex- 
presa y  racionalmente  los  crímenes  siguientes:  la  traición  contra 
el  Rey  6  el  estado,  la  heregía,  el  robo  y  la  malaversacion  de  los 
caudales  públicos,  la  fuga  á  los  enemigos,  en  el  lenguaje  militar 
deserción,  el  prevaricato  de  los  juzgadores,  los  hurtos  sacrilegos,  y 
el  asesinato  de  los  maridos  por  sus  propias  mugeres. 

En  los  otros  yerros  y  delitos  de  menor  gravedad  no  solo  está 
vedado  por  la  ley  entablar  acusación  contra  los  muertos,  sino  que 
la  ya  entablada  se  estingue  toda  vez  que  el  fallecimiento  del  acusa- 
do ó  la  muerte  del  acusador  ocurran  antes  de  pronunciarse  la 
sentencia,  sin  que  los  herederos,  ni  los  parientes  de  este  último 
deban  ni  tengan  el  derecho  de  continuar  la  acusación,  si  bien  pue- 
den comenzarla  de  nuevo,  si  lo  creyeren  oportuno.  Dice  una  ley 
de  Partida  (2).  "Muriendo  el  acusador  después  que  ha  fecha  la 
"acusación,  muere  otro  si  el  pleito  del  acusamiento:  et  non  son 
"tenudos  los  herederos  nin  los  parientes  del  acusador  de  s^;uir 


(1)  Ley  7?  y  8^,  tít.  1?,  Part.  T. 

(2)  Ley  23,  tít.  1?,  Part.  7> 


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—185— 
^^aquella  acusación,  como  quier  que  alguno  dellos  ó  otro  cualquier 
**lo  puede  acusar  otra  vez  de  nuevo  sobre  aquel  yerro  mismo:  Otrosí 
^Mecimos  que  si  se  muere  el  acusado  ante  que  den  juicio  contra  él, 
*^que  se  desata  otro  si  la  acusación  et  la  pena  della:  et  non  lo  pue. 
**de  otro  ninguno  acusar  después,  fueras  ende  si  el  yerro  fuese  de 
^^uellos  que  disiemos  en  las  leyes  de  este  titulo  porque  pueden 
"acusar  á  los  homes  después  que  son  muertos,"  los  cuales  quedan 
anteriormente  enumerados. 

No  debemos  omitir  que  si  bien  la  acusación  se  estingue  absolu- 
tamente por  la  muerte  del  acusado,  en  cuanto  á  la  pena,  no  sucede 
asi  por  lo  que  hace  á  la  reparación  de  daños  é  intereses  que  se 
puede  pedir  en  cualquier  caso;  ni  tampoco  debemos  callar  que  si  se 
injurió  al  hombre,  muerto  después,  cuando  se  hallaba  postrado  de 
la  enfermedad  que  lo  llevó  al  sepulcro,  ó  se  ofendió  su  cadáver,  sus 
herederos  y  parientes  tienen  obligación  da  perseguir  un  atentado 
tan  vituperable  y  odioso  ante  los  tribunales  de  justicia. 

Entre  las  personas  á  quien  no  puede  acusarse  suelen  enume- 
rarse nuestros  tratadistas  á  los  jueces  y  magistrados,  mientras  des- 
empeñan sus  cargos  respectivos,  salvo  si  hubiesen  delinquido  en  el 
ejercicio  de  sus  atribuciones  como  tales.  La  razón  que  se  dá  ordi^* 
nariamente  es  la  de  que  debiendo  tener  los  jueces  en  razón  de  su 
destmo  numerosos  enemigos,  se  les  suscitarian  acusaciones  malicio- 
sas é  interesadas  que  entorpecerían  á  cada  momento  la  recta  admi^ 
nistracion  de  la  justicia,  y  esto  mismo  dice  la  ley  de  Partida  (1) 
con  la  elegancia  de  costumbre.  Sin  embargo,  esta  reflexión  no  nos 
persuaüe,  y  entendemos  que  la  ley  está  anticuada  y  sin  uso  en  esta 
parte.  Los  delitos  comunes  de  los  jueces  (si  lastimosamente  los  jue* 
ees  olvidan  sus  deberes  hasta  el  estremo  de  cometerlos,  lo  que  no 
será  muy  general)  deben  ser  reprimidos  y  costigados  mas  acelera- 
damente y  con  mayor  severidad  y  enerjia  que  los  perpetrados  por 
delincuentes  ordinarios.  La  fianza  ds  calumnia,  las  garantías  con- 
cedidas á  los  demás  acusados,  el  temor  del  castigo,  y  sobre  todo 
la  fama  de  su  integridad  y  de  sus  virtudes,  salvarán  á  los  jueces  del 


(1)  "Et  esto  es  porque  los  homes  que  tal  oficio  tienen,  maguer 
fagan  derecho,  non  puede  seer  que  non  ganen  mal  querientes;  et  por 
ende  si  los  pudiesen  acusar,  envilecerse  hia  por  ende  el  lugar  que 
tienen;  et  tantos  podríen  seer  los  acusadores  que  non  podñen  compiir 
su  oficio,  lo  que  eran  tenudos  de  facer.— (Ley  12),  tít.  1,  P.  7.) 


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—186— 
riesgo  que  ha  querido  evitarse,  como  salvan  á  los  demás  hombres 
de  honor  y  probidad  de  iguales  atentados. 

Para  completar  la  enumeración  prolija  que  hemos  hecho  de  las 
personas  que  pueden  acusar,  y  de  las  que  pueden  ser  acusadas, 
añadiremos  que  hay  algunos  delitos  graves  entre  los  llamados  pú- 
blicos, respecto  de  los  cuales  es  lícito  promover  juicio  criminal  á 
tctdos  absolutamente,  inclusos  aquellos  sobre  quienes  pesa  la  pro- 
hibición de  la  ley  para  los  demás  casos;  tales  son  los  delitos  de  alta 
traición.  Y  ya  qu^  hemos  mencionado  la  categoría  de  los  que  no 
pueden  acusar  generalmente,  añadiremos  que  esto  no  se  entiende 
de  las  ofensas  ó  yerros  cometidos  contra  sus  propias  personas,  las 
de  sus  parientes  dentro  del  cuarto  grado,  y  las  de  otros  allegados 
inmediatos  considerados  por  la  ley  en  igual  categoría  de  intimidad 
y  afecto,  á  saber:  el  suegro,  la  suegra,  el  yerno,  el  entenado  y  d 
padrastro.  (1)  De  la  misma  suerte,  la  muger,  no  obstante  la  deci- 
sión que  la  escluye  generalmente  de  sostener  en  juicio  acusaciones 
criminales,  puede  entablarla  contra  el  matador  de  su  marido^  y  sos- 
tenerla hasta  que  recaiga  el  fallo  judicial. 

Hay,  por  el  contrario,  otro  delito  que  á  pesar  de  contarse  en 
la  categoría  de  los  públicos,  ni  el  ministerio  fiscal  puede  proceder 
á  su  acusación,  ni  el  juez  perseguirle  de  oficio,  aludimos  al  adul- 
terio. El  marido  y  solo  él  tiene  derecho  para  acusar  á  los  adúlte- 
ros; pero  con  la  precisa  condición  de  perseguir  judicialmente  á  en- 
trambos delincuentes  ó  á  ninguno.  La  reserva  absoluta  que  hace  la 
ley  en  este  caso  á  favor  del  agraviado,  está  en  consonancia  con  la 
naturaleza.de  un  crimen  tan  odioso  y  con  la  manera  que  tiene  el 
mundo  de  apreciarle.  El  marido  que  quiera  reclamar  un  castigo  se- 
vero y  una  reparación  judicial,  que  no  siempre  es  á  los  ojos  del  pú- 
blico una  rehabilitación  completa,  encuentra  apoyo  en  una  ley  que 
le  autoriza  esclusivamente  para  hacerlo.  Pero  esta  misma  ley  res- 
peta la  voluntad  del  hombre  desgraciado  que  prefiere  sepultar  su 
deshonra  en  el  silencio.  Un  solo  caso  hay  en  que  cualquiera  perso- 
na celosa  de  de  la  moral  pública,  y  el  ministerio  fiscal  con  mas  razón, 
pueden  entablar  acusación  contra  la  adúltera,  es  á  saber,  cuando 
el  marido  comete  la  vituperable  bajeza  de  provocar  ó  consentir  los 
desarreglos  y  liviandades  de  su  muger  por  intereses  pecuniarios 

No  es  permitido,  s^un  el  derecho  de  Partida.  (2)  acusar  por 


(1)     Leyes  2?  y  4?  tít  1?  Part.  7. 
C2)     Ley  61,  tít.  1?.  P.  7. 


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—187— 
medio  de  procurador  ú  apoderado  (personero)  en  los  delitos  gra- 
vevS  de  que  puede  resultar  imposición  de  pena  capital.  Los  guarda- 
dores de  los  huérfianoSj  esto  es,  el  tutor  y  el  curador,  pueden  hacer- 
lo sin  embaído  por  las  ofensas  inferidas  á  aquellos,  ó  á  los  parientes 
inmediatos  de  los  mismos,  cuyas  injurias  podrían  perseguir  los  me- 
nores ante  los  tribunales,  si  tuvieran  personalidad  enjuicio. 

Puede  suceder  que  varias  personas  acusen  simultáneamente  á 
alguno  de  un  mismo  delito.  En  tal  caso  es  necesario  averiguar  si 
las  unen  vínculos  de  familia  ó  de  sangre  con  el  agraviado,  ó  si  son 
estrañas  á  este.  Las  primeras  tienen  un  derecho  preferente  á  enta- 
blar la  acusación,  y  entre  ellas  ha  de  observarse  la  escala  ó  gradua- 
ción siguiente. 

La  muger  ocupa  el  primer  lugar  respecto  de  la  muerte  de  su 
marido,  y  este  respecto  de  la  muerte  de  aquella. 

El  padre  es  preferido  por  la  del  hijo,  y  este  por  la  del  padre. 

El  hermano  por  la  del  hermano,  y  al  contrario. 

Los  demás  parientes  según  su  mayor  ó  menor  proximidad. 

Y  en  último  lugar  los  estraños. 

Cuando  haya  dificultades  para  la  designación  de  aquel  á  quien 
asista  mejor  derecho,  "debe  el  juez  catar  el  escoger  el  uno  de  ellos, 
el  que  entendiere  que  se  mueve  con  mejor  entencion'á  lo  facer 
ca  estonce  á  la  acusación  de  aquel  debe  responder  el  acusa- 
do." (1). 

Hemos  examinado  ya  qué  es  acusación,  que  personas  pueden 
acusar,  en  que  orden  deben  ser  admitidas  á  hacerlo,  y  que  perso- 
nas pueden  ser  acusadas:  réstanos  ahora  esplicar  la  manera  de  enta- 
blarse la  acusación,  si  puede  ó  no  haber  transacion  entre  el 
ofendido  y  el  reo,  los  casos  en  que  es  permitido  desamparar  la 
acción  criminal,  los  medios  de  estinguirse  las  acusaciones,  y  las 
penas  que  ha  establecido  la  ley  contra  los  acusadores  calumniosos. 

La  acusacoin  se  entabla  por  medio  de  un  escrito  á  que  se  dá 
el  nombre  de  querella.  En  este  escrito  se  fija  y  esplica  el  crimen 
con  todas  las  circunstancias  y  pormenores  que  puedgn  contribuir  á 
su  averiguación  judicial,  asi  como  el  nombre  del  acusado,  su  ve- 
cindad, destino  y  paradero;  se  ofrece  una  información  sumaria  diri- 
gida á  justificar  los  hechos  denunciados,  y  se  concluye  pidiendo 
que,  una  vez  justificados,  se  proceda  á  la  detención  del  reo  y  al  em- 


(1)    L.  13,  tít.  1?.,  Part.  V 
X.  II.— 23. 


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—188— 
bargo  (le  sus  bienes,  previo  el  juramento  de  no  obrar  con  malicia, 
ni  intención  aviesa. 

Terminado  el  sumaii)  con  la  confesión  del  reo,  se  dá  traslado 
de  todo  al  actor,  quien  estienda  y  presenta  la  acusación  verdadera  y 
formal  qne  es  la  primera  pieza  del  juicio  plenario.  En  "el  escrito  de 
acusación  discurre  el  actor  sobre  la  justificación  del  hecho  consigna- 
da en  el  sumario,  expone  detenidamente  las  razones  q\ie  le  asisten, 
y  pide  que  sea  castigado  el  delincuente  con  la  pena  (que  ha  de  fijar) 
prevista  por  las  leyes. 

A  fin  de  evitar  acusaciones  mal  intencionadas  exige  la  ley  de 
acusador  que  afiance  de  calumnia^  esto  es,  que  dé  seguridades  de 
estar  á  las  resultas  del  juicio  que  promueve;  pero  nótese  que  la 
obligación  de  afianzar  de  calumnia  no  alcanza  á  los  que  acusan: 
1°  por  injurias  propias  ó  de  sus  parientes;  2?  por  delitos  de  traición^ 
herejía  ó  falsificación  de  moneda;  3?  por  las  ofensas  hechas  á  los  pu- 
pilos ó  menores  puestos  á  su  cargo,  ni,  4?  á  los  fiscales  y  ministro  8 
de  justicia;  pues  interesa  á  la  causa  pública  que  no  se  ponga  trabas 
al  ofendido  ni  á  sus  interesados  para  la  reclamación  del  desagravio, 
y  que  se  facilite  en  todo  lo  posible  la  averiguación  de  ciertos  atenta- 
dos que  arrojan  en  el  seno  de  la  sociedad  una  desconfianza  y  una 
perturbación  muy  perniciosas. 

Disputan  los  juristas  sien  caso  de  remisión  ó  transacción  entre 
el  reo  y  el  ofendido,  se  liberta  ó  no  aquel  de  la  pena  corporal  im- 
puesta por  la  ley,  y  ha  de  sobreseerse  ó  no  en  los  proéedimientos 
entablados.  El  derecho  de  las  Partidas  y  las  disposiciones  de  la 
Novísima  Recopilación  no  están  acordes  en  esta  particular.  Se  lee 
en  aquellas:  (1)  Acaese  á  las  vegadas  que  algimos  homes  son  acu- 
„sados  de  tales  yerros,  que  si  les  fuesen  probados,  que  recibiriea 
„pena  por  ellos  en  los  cuerpos  de  muerte  ó  de  perdimiento  de  miem- 
jjbro:  et  por  miedo  que  han  de  la  pena  trabajanse  de  facer  ave- 
„nencia  con  sus  adversarios,  pechándoles  algo  porque  non  anden 
„mas  adelante  por  el  pleito.  Et  porque  guisada  cosa  es  et  derecha 
„que  todo  home  puede  redemir  su  sangre,  tenemos  por  bien  que  sí 
„la  avenencia  fuere  fecha  ante  que  la  sentencia  sea  dada  sobre 
„tal  yerro  como  este,  que  vala  cuanto  es  para  non  recebir  pena 
„por  ende  en  el  cuerpo  el  acusado,  fueras  ende  si  el  yerro  fuese  de 
^adulterio;  ca  en  tal  caso  como  este  non  puede  ser  fechada  dve- 


(1)     L.  22,  til.  1?,  Part.  77. 


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—189— 
,,nencia  por  dineros,  mas  bien  le  puede  quitar  de  la  acusación  al 
,,marido  si  quiere,  non  recibiendo  precio  ninguno  por  ende.  Pe- 
„ro  si  la  acusación  fuese  fecha  sobre  yerro  que  fuese  de  tal  natura 
jjen  que  non  viniese  muerte  nin  perdimiento  de  miembro,  mas 
,,pena  de  pecho  ó  de  desterramiento,  si  se  aviniese  el  acusador 
,,con  el  acusado  pechandol  algo  segunt  que  es  sobredicho,-  por  ra- 
,,zon  de  tal  avenencia  como  esta  decimos  que  se  dá  por  fechor  del 
„yerro,  et  que  le  puede  condebnar  el  juzgador  á  la  pena  que  man-. 

,,dan  las  leyes  sobre  tal  yerro  como  aquel  de  que  era  acusado " 

Por  manera  que  esta  ley  admite  la  transacción  ó  á  demencia  con  re- 
levación de  pena  corporal  para  los  delitos  mas  graves,  para  los  cri- 
mines capitales,  y  la  rechaza  para  otros  de  menor  entidad,  pues 
tanto  vale  dar  al  juzgador  la  facultad  de  imponer  aireo  la  pena  de  la 
ley  en  el  concepto  de  confeso,  contradicción  monstruosa  que  ú  po- 
dría esplicarse  tal  vez  retrocediendo  á  los  tiempos  en  que  se  esta- 
bleció, es  absolutamente  inadmisible  en  él  estado  actual  de  las  le- 
gislaciones europeas.  Hubieron  de  notar  los  tribunales  los  malos 
resultados  de  esta  ley,  y  ya  en  tiempo  de  Felipe  II  se  promulgó 
una  pragmática  (1)  en  la  cual  se  dispone  lo  siguiente:  ''Por  cuanto 
,.somos  informados  que  algunos  han  querido  poner  duda  y  dificul* 
„tad,  si  en  los  delitos  que  se  procede  á  instancia  y  acusación  de 
„parte,  habiendo  perdón  de  la  dicha  parte,  se  puede  imponer  perut 
j^corporaly  declaramos  que  aunque  haya  perdón  de  parte,  siendo  el 
„delito  y  persona  de  calidad  que  justamente  pueda  ser  condenado 
„6n  pena  corporal,  sea  y  pueda  ser  puesta  la  dicha  pena  en  servi- 
„cio  de  galera  por  el  tiempo  que  según  la  calidad  de  la  persona  y 
„del  caso,  pareciere  que  se  puede  poner."  No  cabe  pues  duda, 
vista  esta  pragmática  que  deroga  la  ley  de  partida,  en  que  no  puede 
sobreseerse  en  los  procedimientos,  y  en  que  la  remisión  del  ofen- 
dido no  releva  al  ofensor  de  toda  culpa  y  pena.  Sin  embargo  nos 
parece  que  la  transacion  debe  influir  algo  en  el  resultado  del  juicio 
y  ensayaremos  determinar  hasra  qué  punto. 

Es  innegable  que  el  agraviado  es  dueño  de  perdonar  ó  remi- 
tir, ora  gratuitamente,  ora  mediante  una  reparación  pecuniaria  con- 
venida de  antemano,  las  vejaciones  y  perjuicios  que  se  le  han  oca- 
sionado en  su  persona  y  bienes.  Hay  mas,  la  reconciliación  del 
ofendido  con  el  ofensor  es  bajo  roas  de  una  consideración  un  acto 
laudable  y  meritorio. 


(1)    L.  4?,  tít.  40,  l¡b.  XII  de  la  Nov.  Recop. 

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—190— 

Esto  sentado,  y  establecido  también  que  la  pena  tiene  dos  ob- 
jetos: primero,  el  de  satisfacer  al  particular  agraviado,  y  segundo, 
el  de  asegurar  el  orden  público  y  el  bienestar  de  la  sociedad  por 
medio  del  escarmiento  y  del  ejemplo,  se  sigue  naturalmente  que 
cuando  el  ofendido  perdona  sus  injurias,  debe  tomarse  en  cuenta 
esta  circunstancia  al  pronunciar  el  fallo,  no  con  el  fin  de  librar  de 
toda  pena  al  delincuente,  sino  para  templar  un  tanto  la  dureza  del 
castigo. 

Asi  sucede  de  muy  atrás  en  la  práctica  y  es  una  regla  de  juris- 
prudencia para  nuestros  tribunales;  el  señor  Escriche,  autor  del 
Diccionario  de  Legislación,  apoya  la  misma  opinión  en  los  términos 
siguientes:  ''La  ley  no  prescribe  dos  penas,  una  por  el  particular 
"ofendido,  y  otra  por  la  sociedad,  sino  que  con  una  misma  venga 
"las  dos  injurias;  pero  esta  pena  común  á  las  dos,  es  sin  duda  mas 
"grave  que  si  solo  hubiera  de  aplicarse  á  la  una;  y  asi  remitiendo 
"el  particular  su  agravio,  debe  rebajarse  por  el  juez  parte  delagra- 
"vedad  de  la  pena"  (1).  Nos  parece  por  lo  tanto  lo  mas  seguro  que 
la  transacción  ó  remisión  no  autoriza  á  sobreseer  en  el  proceso,  ni 
releva  absolutamente  al  reo  de  la  pena  corporal,  si  bien  debe  in- 
fluir en  que  se  suavice  y  atenúe  hasta  cierto  punto  la  pena  prescrita 
por  la  ley. 

Hay  algunos  casos  en  los  cuales  el  acusador  puede  desamparar 
la  acusación,  y  otros  en  que  le  está  vedado.  Puede  apartarse  de  ella 
sin  incurrir  en  pena,  dentro  del  plazo  de  treinta  dias  y  previo  el 
consentimiento  del  juez,  cuando  la  hizo,  no  con  falsedad  y  malicia^ 
sino  por  error  y  lijereza,  con  tal  de  que  el  acusado  no  haya  sido 
puesto  en  prisiones,  ni  padecido  en  su  honor  y  estimación;  le  está 
prohibido  abandonarla  en  los  opuestos  casos,  y  absolutamente  y  sin 
limitación  de  ninguna  especie  en  todos  los  crímenes  de  lesa  mages- 
tad  divina  y  humana. 

Al  que  desampara  la  acusación,  en  los  casos  que  no  es  lícito, 
se  le  impone  la  misma  pena  que,  probado  legalmente  el  delito,  ha- 
bía de  sufrir  el  acusado,  salvo  el  agraviado  y  sus  herederos  que  no 
caen  en  la  pena,  ni  apartándose  de  la  acusación,  ni  dejando  de  pro- 
bar en  autos.  De  todos  modos  cuando  el  actor  desampara  su  quere- 
lla, el  ministerio  fiscal  le  sustituye  en  nombre  de  la  sociedad,  y 
continua  el  proceso  por  los  trámites  legales. 


(1)    Pag.  135,  tom.  1?,  segunda  edición. 


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—191— 

La  acusación  se  estingue  por  la  muerte  del  acusador  ó  por  la 
del  acusado;  pero  no  en  todos  los  casos,  ni-  en  todas  sus  partes.  Sa- 
bido es  que  de  resultas  de  un  delito  pueden  entablarse  dos  acusa- . 
dones:  una  criminal  que  tiene  por  objeto  el  castigo  del  culpable,  y 
otra  civil  que  se  dirige  al  resarcimiento  de  daños  y  perjuicios.  La 
acción  criminal  se  acaba  por  la  muerte  del  acusado,  fenece  con  él, 
escepto  en  los  delitos  enormes  de  que  hicimos  oportuna  mención 
antes  de  ahora,  porque  todaj)ena  seria  ilusoria  respecto  de  unhom. 
bre  que  no  existe.  La  acción  civil  es  también  de  dos  maneras;  ó  se 
entabla  en  concepto  de  pena  pecuniaria,  ó  para  obtener  la  restitución 
de  algunas  cosas.  En  el  primer  supuesto  se  estingue  por  la  muerte 
del  acusador  y  por  la  del  acusado,  ano  haber  tenido  lugar  la  contes- 
tación enjuicio,  en  cuyo  caso  la  acción  se  trasmite  á  los  heredero^ 
del  primero,  y  se  ejerce  contra  los  herederos  del  segundo;  en  el 
otro  supuesto  no  fenece  por  el  fallecimiento  de  ninguno  de  ellos 
si  no  que  pasa  asimismo  á  los  herederos  y  contra  los  herederos. 

Se  estingue  además  el  derecho  de  acusar  siempre  que  hubiere 
recaído  sentencia  favorable  y  adornada  de  todos  los  requisitos  lega- 
les sobre  el  mismo  delito  cuya  acusación  quiere  intentarse  de  nue- 
vo. Y  por  último,  transcurrido  el  término  señalado  por  las  leyes  pa- 
ra intentar  la  acusación,  se  prescribe  el  delito  y  se  acaba  la  acción 
criminal,  de  manera  que  en  adelante  no  puede  piocederse  ya  contra 
el  culpable.  Cuál  sea  aquel  término  se  dirá  oportunamente  en  el 
artículo  respectivo. 

Para  evitar  que  se  abuse  del  derecho  útil  y  respetable  de  acusar, 
se  han  establecido  graves  penas  contra  los  acusadores  calumnio- 
sos (1).  Si  se  hubiese  de  atender  al  testo  espreso  de  las  leyes,  se  les 
impondría  la  pena  del  Talion,  sufrirían  un  castigo  idéntico  al  que, 
probado  el  delito,  se  hubiera  impuesto  al  reo;  pero  desde  muy  atrás 
como  ya  lo  observó  Hevia  Bolaños  en  su  Curia,  se  ha  quebrantado 
en  la  práctica  el  rigor  de  aquel  precepto,  aplicándose,  en  vez  de  la 
señalada,  otra  pena  discrecional  y  estraordinaria. 

Diremos  de  paso  que  se  distinguen  dos  maneras  de  acusacio- 
nes calumniosas;  unas  en  que  la  calumnia  es  evidente^  porque  apare- 
ce haberse  procedido  con  intención  dañada,  y  sabiendo  de  ciencia 
cierta  la  falsedad  de  los  hechos,  y  otras  en  que  la  calumnia  se  pre* 


(1)    En  esta  categoría  se  comprenden  también  los  que  desampa- 
ran la  acusación  en  los  casos  en  que  no  les  es  lícito  apartarse  de  ella. 


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—192— 
sume^  lo  cual  sucede  siempre  que  no  se  prueba  legalmente  la  acusa- 
ción entablada.  La  calumjm  evidente  se  castiga  en  todos  los  acusa-» 
dores,  asi  estraños  como  propios;  la  calumTtia  presurUa  solo  en  los 
estraños,  y  aun  entre  estos  se  esceptuan  por  justas  consideraciones, 
los  fiscales  y  ministros  de  justicia,  los  tutores  que  entablan  acción 
criminal  en  nombre  de  sus  hijos,  y  los  que  acusan  á  los  monederos 
falsos. 

El  Reglamento  Provisional  para  la  administración  de  justicia^ 
previepe  en  el  artículo  tercero,  que  á  todos  los  acusadores  de  aten- 
tados cometidos  contra  sus  personas,  honra  ó  propiedad,  se  les  oiga 
en  juicio  sin  exijírseles,  aun  cuando  no  estén  en  clase  de  pobres, 
derechos  de  ninguna  especie,  siempre  que  fueren  personas  conoci- 
das y  suficientemente  abonadas,  ó  que  dieren  fianza  de  estar  á  las 
resultas  del  juicio.  Y  añade  que  todos  los  derechos  que  se  deven- 
guen serán  pagados,  después  de  pronunciada  la  sentencia,  por  el 
acusado  si  resultare  culpable,  ó  por  el  acusador  si  se  quejó  sin  fun- 
damento, mediante  la  oportuna  imposición  de  costas.  A  primera 
vista  se  conoce  que  el  objeto  de  esta  disposición  ha  sido  facilitar  á 
los  ofendidos,  en  su  beneficio  y  con  ventaja  de  la  sociedad,  los  me- 
dios de  reclamar  el  castigo  de  los  delincuentes. 

Para  fijar  la  verdadera  y  genuina  inteligencia  de  este  articulo, 
han  recurrido  los  prácticos  á  las  leyes  anteriores  y  á  la  jurispruden- 
cia de  los  tribunales,  y  en  su  vista  han  decidido  atinadamente  que  pa- 
ra los  efectos  referidos  en  él,  esto  es,  para  tener  participación  en  la 
gracia  de  no  pagar  derechos  pendiente  el  juicio,  se  han  de  conside- 
rar acusadores  de  ofensa  propia,  no  solo  los  agraviados  directa  y 
personalmente,  sino  también  los  que  con  arreglo  á  la  ley  les  repre- 
sentan, como  el  tutor  respecto  del  pupilo,  el  padre  respecto  del 
hijo,  el  marido  respecto  de  la  muger,  y  en  el  crimen  del  homicidio 
todos  los  parientes  constituidos  dentro  del  cuarto  grado,  todos  los 
parientes  á  quienes  asiste  el  derecho  de  suceder  en  los  bienes  del 
difunto. 

Han  creido  algunos  que  el  beneficio  de  no  pagar  derechos  has- 
ta la  conclusión  del  juicio,  debiera  dispensarse  igualmente  á  los 
acusados,  fundándose  en  que  si  es  justo  facilitar  á  los  acusadores 
los  medios  de  perseguir  al  delincuente,  no  lo  es  menos  facilitar  á 
aquellos  los  medios  de  defensa.  Nosotros  opinamos  de  diverso  mo- 
do, nosotros  no  hallamos  que  aboguen  en  favor  de  todos,  ni  de  par- 
te de  los  acusados  los  respetables  motivos  y  las  razones  especiales 


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— ton- 
que asisten  á  la  categoría  de  los  acusadores,  en  cuyo  auxilio  por  de^ 
cirio  asi,  ha  venido  el  artículo  3?  del  Reglamento  Provisional  para 
la  administración  de  justicia.  La  situación  particular  de  los  agravia- 
dos mismos  y  de  las  personas  que  les  están  unidas  con  vínculos  es- 
trechos, y  las  mayores  consideraciones  q'ie  se  deben  á  esta  situa- 
ción, unidas  al  interés  de  la  sociedad,  justifican  ampliamente  aque- 
íla  medida  escepcional.  Los  acusados  inocentes,  6  culpables,  no 
necesitan  d^  incentivo  alguno  para  su  defensa,  y  en  cuanto  á  los 
perjuicios  que  se  les  puedan  irrogar,  la  pena  prescrita  por  la  ley 
contra  los  acusadores  calumniosos,  le  garantiza  una  reparación  ple- 
na y  completa.  Fuera  de  que  si  es  frecuente  promover  pleitos  civi- 
les por  motivos  baladíes,  raras  veces  se  dá  el  ejemplo  de  entablar 
acusaciones  criminales  sin  fundamentos  valederos. 

El  mencionado  Reglamento  previene  asimismo  con  buen  acuer- 
do en  el  artículo  51  que  los  promotores  fiscales  de  los  juzgados  to- 
men parte  en  las  causas  formadas  por  delitos  públicos,  aunque  ha- 
ya acusador  ó  querellante;  al  revés  de  las  que  versen  sobre  delitos 
privados,  eñ  las  cuales  no  podrán  hacerlo,  sino  en  cuanto  se  ro- 
cen con  la  causa  pública,  ó  con  la  defensa  de  la  real  jurisdicción  or» 
diñaría.  Lo  mismo  y  con  palabras  casi  iguales  viene  á  prescribirse 
en  el  articulo  101. 

Para  poner  fin  á  este  trabajo  estimamos  oportuno  decir  algunas 
píilabras  acerca  de  las  consideraciones  que  se  deben  tener  con  los 
acusados.  Eo  las  leyes  escritas,  como  en  loé  principios  generales  d(  1 
derecho,  lo  mismo  en  la  práctica  que  en  la  teoría,  se  presume  ino- 
cente al  acusado  hasta  que  las  pruebas  legales  y  el  fallo  judicial  de- 
muestran lo  contrario.  Partiendo  de  este  principio,  todas  las  coac- 
ciones innecesarias,  todas  las  prohibiciones  que  no  tengan  por  obje- 
to impedir  la  evasión  ó  dificultarla  fuga  de  los  reos,  serán  hijas  de 
una  severidad,  mejor  dicho,'  de  una  crueldad  gratuita  é  injustifica- 
ble, las  molestias,  los  rigores,  las  privaciones,  los  malos  tratamien- 
tos, serán  actos  merecedores  de  reprobación  y  de  castigo.  El  inte- 
rés del  acusador  particular,  el  interés  de  la  sociedad,  el  interés  de 
la  buena  y  recta  administración  de  justicia,  cada  uno  de  por  sí,  y 
todos  reunidos,  no  pueden  imponer  al  acusado  durante  el  juicio  otro 
gravamen  que  el  de  estar  sujeto  al  fallo,  el  de  no  esquivar  las  resul- 
tas del  juicio,  el  de  cárcel  segura  como  en  nuestro  idioma  legal  se 
dice  con  exactitud  y  consicion.  Pero  la  seguridad  de  las  cárceles  no 
está  reñida,  ni  es  mcompatible  con  razonables  miramientos;  pero  la 


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—194— 
seguridad  de  las  cárceles  no  pe  cifra  en  que  las  habitaciones  sean 
estrechas,  incómodas,  mal  sanas,  sin  aire  que  respirar,  sin  luz  y  sin 
abrigo;  y  esto  es  lo  que  sucede  dolorosamente  en  casi  todas  las  cár- 
celes de  España.  Acontece  mas,  acontece  que  se  hacinan  y  con- 
funden los  foragidos  de  profesión,  los  criminales  declarados  tales  con 
los  reos  pendientes  de  fallo,  cuya  inocencia  ó  culpabilidad  está  en 
tela  de  juicio.  De  esta  manera  el  contagio  del  crimen,  la  peste  de 
la  inmoralidad  y  del  vicio  se  inoculan  en  los  corazones  y  ganan  los 
ánimos  no  pervertidos,  y  hombre  hay  que  cuando  una  sentencia  ju- 
dicial le  declara  inocente  con  justicia,  ha  completado  ya  en  las  cár- 
celes la  infame  y  rápida  educación  de  los  delitos. 

Bien  sabemos  todos  los  obstáculos  que  diñcultan  una  reforma 
completa  y  acertada  en  esta  parte  de  la  administración  pública, 
pero  también  comtemplamos  con  intima  gratitud  los  recomenda- 
bles esfuerzos  de  las  asociaciones  privadas  para  suplir  ó  comple- 
tar la  acción  del  gobierno  en  lo  posible,  y  una  esperanza  halagüeña 
nos  estimula  á  reunir  nuestra  débil  palabra  á  sus  trabajos.  Entre 
tanto,  ya  se  robustezca  aquella  esperanza  en  vista  de  nuevos  y  feli- 
ces resultados,  ya  se  desvanezca  tristemente,  no  se  olvide  nunca 
que  el  hombre  sujeto  á  la  jurisdicción  de  los  tribunales,  no  es  un 
criminal  reconocido  sobre  quien  pesa  ya  la  mano  inflexible  del  cas- 
tigo; no  se  olvide  jamas  que  los  acusados  entran  en  las  cárceles 
solo  para  su  guarda,  á  manera  de  un  depósito,  y  mientras  pronun- 
cia el  juzgador  su  absolHcion  ó  su  condena. 


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—195— 

ANTIGÜEDADES  DEL  PAÍS. 


Una  multitud  de  piratas  bajo  de  diversos  nombres  apa- 
recieron en  las  playas  de  estas  colonias,  caiisando  en 
ellas  el  terror  de  sus  primeros  pobladores. 


^viso  oficial  que  dieron  las  autoridades  de  la  isla  de  Sío.  Do* 
mingo  a  estas  de  Cuba^  para  que  esttwieran  prevenidas  contra  las 
depredaciones  de  estos  enemigos  que  habían  aparecido  sobre  stís  costas^ 


HABANA. 

CABILDO  DE  16  DE  FEBRERO  DE  1586, 

En  el  cual  dio  cuenta  el  escribano  con  los  siguientes  documentoe  t?e* 
nidos  de  Sto,  Domingo,  isla  Española. 

Este  es  un  traslado  bien  y  fielmente  sacado  de  ciertos  recau- 
dos que  á  esta  villa  de  S.  Cristóbal  de  la  Habana  vinieron  de  la 
ciudad  de  S.  Juan  de  Bayahá  sobre  la  toma  que  hicieron  los  ingle- 
ses á  la  ciudad  de  Sto.  Domingo  de  la  isla  Española,  y  lo  que  so- 
bre ello  se  ha  fecho  y  proveido  en  esta  dicha  villa,  todo  uno  en 
pos  de  otro  es  del  tenor  siguiente: 

En  la  ciudad  Real  de  S.  Juan  del  puerto  de  Bayahá  de  la  isla 
Española,  Indias  del  mar  Occéano,  en  lunes  20  dias  del  mes  de 
enero  1580  años,  ante  los  ilustres  Sres.  Sebastian  Paez,  y  Juan 
López  de  Segura,  alcaldes  ordinarios,  y  Blas  González,  y  Manuel 
de  Meza,  regidores,  y  Francisco  Luis  de  Carvallo,  capitán  por 
S.  M.  de  esta  dicha  ciudad,  y  por  ante  mí  el  escribano  público 
yuso  escrito  pareció  presente  Francisco  de  Pedralles  vecino  de  la 
ciudad  de  Santiago  de  esta  dicha  Isla,  y  presentó  los  recaudos  que 
se  siguen. — En  la  ciudad  de  Santiago  de  esta  isla  Española,  Indias 
del  mar  Océano,  en  quince  dias  del  mes  de  enero  año  del  Señor 
1586  años:  estando  juntos  en  la  iglesia  mayor  de  esta  ciudad  ha- 

T.  II. — 24. 


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—196— 
cien  do  cuerpo  de  guardia  los  ilustres  Sres.  capitán  Alonso  de  Ca- 
ceras Carabajal  por  S.  M.,  ^  Andrés  Carrasco,  y  Gerónimo  de  Pa- 
redes  alcaldes  ordinarios,  y  D.  Francisco  Abarca  Maldonado  al-' 
guacil  mayor,  y  Jusepe  Sánchez,  y  Hernán  Rodríguez,  y  Juan 
López  Tirado  regidores:  habiendo  recibido  una  carta  de  aviso  de 
Rodrigo  de  Aíbar  vecino  de  la  ciudad  de  Sto.  Domingo,  persona 
principal,  y  un  billete  firmado  de  ciertos  caballeros  y  personas  no-' 
bles  de  la  dicha  ciudad  de  Sto.  Domingo,  por  la  cual  avisan  á  este 
cabildo  que  la  dicha  ciudad  de  Sto.  Domingo  está  tomada  de  ene^ 
migos  ingleses  de  30  galeones  que  entraron  la  gente  de  ellos  por  mar, 
y  por  tierra  en  tanta  cantidad  que  no  pudieron  amparar  la  ciudad 
ni  resistiila,  y  ansi  se  salieron  de  ella,  á  los  campos  por  mandado 
del  mm  ilustre  Sr.  Presidente  á  proveer  lo  que  mas  convenga  á  la 
ofensa  de  los  enemigos,  y  por  mandado  de  su  Sría.  del  mui  ilustre 
Sr.  Presidente  el  Ldo.  D.  Cristóbal  de  Ovalle,  y  Oidores  de  la  Real 
Audiencia  de  Sto.  Domingo  que  enviasen  aviso  á  los  cabildos  y  jus- 
ticia y  capitanes  de  tierra-adentro  el  dicho  Rodrigo  de  Aibar  y  los 
demás  contenidos  arriba  para  que  se  envié  socorro  de  la  dicha  tier^ 
ra-adentro  á  la  dicha  ciudad  de  Sto.  Domingo,  é  aviso  á  Bayahá  y 
á  Puerto  de  Plata,  para  que  de  ello  se  envié  con  toda  brevedad  y 
cuidado  y  diligencia,  aviso  del  suceso  á  la  Habana  y  á  la  isla  de 
Cuba  para  que  estén  apercibidos  y  se  envíe  desde  allí  á  dar  noticia 
á  S.  M.  de  este  caso,  y  del  gran  daño  que  esta  isla  tiene  y  se  espera 
|K)r  ser  la  fuerza  tan  grande  conque  el  enemigo  ha  entrado  en  ella 
clemás  que  se  entiende  que  es  de  don  Antonio  de  Portugal.^-Acorda^ 
ron  unánimes  de  conformidad,  lo  primero  y  despachar  luego  al  ca. 
nónigo  Alonso  Cobo  de  Urreta^  canónico  de  la  santa  catedral  é 
iglesia  de  la  ciudad  de  Sto.  Domingo  que  se  quiso  encargar  de  ella 
por  servir  á  S.  M.  é  ser  su  persona  tal,  de  quien  se  confia  que  lo  ha^ 
fá  con  mucha  diligencia  y  brevedad,  que  vaya  luego  á  la  ciudad  de 
Bayahá  puerto  de  mar  en  la  banda  del  Norte,  eií  el  cual  hay  al  pre- 
sente navio»  para  los  reinos  de  Castilla  y  otras  partes  que  alH  reqiiíe^ 
Ta  á  las  justicias,  y  oficiales  Reales  y  capitanes,  señores  de  navio  y 
maestres,  representándoles  el  servicio  que  en  esto  S.  M.  aeeibirí 
¿para  que  envíen  el  socorro  necesario  al  daño  qu^esta  isla  Emanóla 
tiene^  y  que  sepa  lo  que  pasa,  y  que  en  nombre  de  este  Cabildo  el 
^ho  Sr.  canónigo  pueda  haoer  toda  diligencia  y  requeríflaento» 
necesarios,  y  prometer  déla  Caja  Real  el  premio  que  le  pareciere 
par  ello  al  maestre  señor  de  nao  que  hubiere  de  ir  á  la  Habana,  pa^ 


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Ira  que  desde  allí  se  envié  el  aviso  á  S.  M.  ó  á  la  casa  de  la  Contra-' 
tecion  de  la  ciudad  de  Sevilla,  y  donde  pareciere  que  mejor  sea,  y 
para  todo  lo  que  dicho  es  le  otorgamos  en  nombre  de  S.  M.  en- 
tero poder  cumplido  para  todo  en  el  caso  necesario — Rem  mas, 
acordaron  que  se  dé  á  la  dicha  ciudad  de  Sto.  Domingo  de  esta  eiu-' 
dad  de  Santiago  el  socorro  posible  que  se  pudiere  dar,  lo  cual  come- 
tieron al  ilustre  Sr.  capitán  Alonso  de  Cáceres  Carabajal  para  que  lo( 
envié  teniendo  atención  que  esta  ciudad  no  quede  desamparada  por 
muchos  respectos  que  convienen;  y  nombraron  por  capitán  de  la  gen- 
te que  ha  de  ir  al  dicho  socorro  de  esta  ciudad  á  Francisco  Tostadoi 
de  Vargas  vecino  de  ella,  al  cual  mandaron  que  lo  acepte  y  vay» 
en  servicio  de  S.  M.  con  la  dicha  gente,  y  ansí  lo  mandaron^  y  que 
un  billete  que  llevan  á  Puerto  de  Plata  saque  el  escribano  un  trasla-' 
do  de  él  para  lo  poner  con  estos  autos,  y  que  se  escriba  á  S.  M.  dán- 
dole aviso  de  lo  que  en  este  caso  pasa,  y  ansí  lo  proveyeron  y  firma- 
ron— Alonso  de  Cáceres  Carbajal — Andrés  Carrasco — Gerónimo^ 
de  Paredes  -Juan  López — Hernán  Rodríguez— Jusepe  Sanche» — 
D.  Francisco  de  Abarca — Ante  mí — Antonio  Henriquez,  escribano» 
publico  de  esta  ciudad  de  Santiago  que  es  en  esta  isla  Española,  In-* 
días  del  mar  Océano,  doy  fé  y  verdadero  testimonio  á  todos  los  Sres^ 
que  la  presente  vieren  como  hoy  miércoles  que  se  contaron  1-5  dia9 
del  mes  de  enero  de  86  años,  estando  en  la  puerta  del  ilustre  Sr.  capi* 
tan  Alonso  de  Cáceres  Carabajal  capitán  por  S.  M.  en  esta  ciudad 
de  Santiago,  y  en  presencia  de  mí  el  escribano  de  yuso  escrito  Iieg6 
Antonio  de  Berbery  esclavo  de  Juan  de  Estrada,  y  dio  al  dicho  Srv 
«apitan  Alonso  de  Cáceres  Carabajal  una  carta  que  es  del  tenor  si* 
guíente — Ilustres  señores,  justicia  y  regimiento  de  la  villa  del  Puer- 
to de  Plata:  se  da  aviso  á  vuestras  mercedes  <:omo  la  ciudad  de  Sto« 
Domingo- queda  en  poder  del  enemigo  inglés,  desde  el  sábado  en 
la  tarde  10  del  mes  de  enero,  y  ñié  tanto  el  poder  de  ellos  poír  tíer^ 
ra  y  mar  de  30  navios  gruesos,  y  avellotomado  por  mar  y  tierní^  y 
anfá  vuestras  mercedes  pongan  remedio  en  la  tierra  de  lo  que  coa- 
viniere, procuren  dar  aviso  á  las  partes  comarcanas  para  que  en- 
víen toda  la  gente  de  á  caballo,  ansí  blancos,  como  mulatos  y  ne^ 
gros  con  toda  brevedad  para  resistir  no  entren  la  tierra  adentro  y  ]ft 
gente  venga  á  recojerse  á  Peralvillo  para  que  de  allí  se  junte  eoft 
la  d^Aás  y  se  acuda^  á  la  mayor  necesidad,  y  pues  esta  ed  Itt 
llave  é  defensa  no  solo  de  esta  isla  pero  de  las  Indias  y  anc»  convie- 
ne al  servicio  de  Dios  y  de  S*  M.  acudir  con  las  veras  que  conviene, 


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de  manera  que  S.  M.  vea  el  amor  y  fidelidad  con  que  le  servimos 
todos  pues  demás  de  servir  esta  nuestra  obligación,  defendemos 
nuestros  hijos  y  mugeres,  y  haciendas  y  no  siendo  para  mas  nuestro 
Señor  &c. — De  Guamuna  hoy  lunes  12  dias  de  enero,  este  aviso  se 
procure  de  enviar  acia  la  Habana,  Cuba  y  otras  partes  que  con- 
vengan para  que  con  toda  brevedad  S.  M.  tenga  aviso  de  tan  pode- 
roso enemigo  y  armada,  y  tanto  que  se  entiende  que  es  D.  Anto- 
nio. —El  Sr.  presidente  y  oidores  han  ido  por  otras  partes  de  la  isla 
á  recojer  la  gente  para  el  efecto  dicho,  y  ansi  la  gente  que  vuestras 
mercedes  tuvieren  y  enviaren  vengan  á  Peralvillo,  hacienda  de  Ro- 
drigo Nuñez  Lobo — Oso  rio  de  Peralta — Miguel  Alemán  —Rodrigo 
de  los  Olivos. — Antonio  Serrano. — Rodrigo  de  Aibar — Juan  Car- 
rillo— Que  es  fecho  y  sacado  este  dicho  traslado  del  billete  original, 
el  cual  fué  enviado  á  la  villa  del  Puerto  de  Plata,  siendo  testigos  Lú- 
eas Vázquez,  el  capitán  Alonso  Cáceres  de  Carabajal  y  Antonio  Por- 
tugués, vecinos  y  estantes  de  esta  dicha  ciudad  fecha  ut  supra — An- 
tonio Henriquez,  escribano  público-El  cual  dicho  traslado  yo  el  dicho 
escribano  lo  iize  sacar  y  saqué  por  mandado  del  ilustres  Cabildo  de 
esta  ciudad  de  Santiago — Yo  Antonio  He  iriquez  escribano  por  S,  M. 
en  esta  ciudad  de  Santiago  fize  sacar  y  saqué  y  presente  fui  á  lo  que 
es  dicho  y  se  hace  mención,  y  fize  aquí  éste  mi  signo  que  es  atal-r- 
En  testimonio  de  verdad — Antonio  Henriquez,  escribano  publico. 

En  la  villa  de  Santiago  que  es  en  esta  isla  Española  Indias 
del  mar  Océano  en  17  dias  del  mes  de  enero  de  1586  años.  Es-  ' 
tando  en  su  Cabildo  ayuntados  los  ilustres  Sres.  Andrés  Carrasco 
y  Gerónimo  Paredes  alcaldes  ordinarios  en  esta  dicha  ciudad  y 
D.  Francisco  de  Abarca  Maldonado,  alguacil  mayor  con  voto  en 
Cabildo,  y  Hernando  Rodriguez,  y  Juan  López  Tirado,  regidores 
por  ante  mí  el  escribano  de  yuso  escrito  y  del  Cabildo,  dijeron: 
que  por  cuanto  sus  mercedes  tenían  nombrado  al  canónigo  Alonso 
Cobo  de  Urreta  para  que  fuese  á  despachar  un  navio  á  la  ciudad 
de  Bayahá  para  dar  aviso  á  S.  M.  del  estado  en  que  está  esta  Isla, 
y  como  la  ciudad  de  Sto.  Domingo  está  en  poder  de  ingleses,  y  el 
dicho  canónigo  está  enfermo  indispuesto,  de  suerte  que  no  puede 
acudir  á  servir  á  S.  M.  y  despachar  el  dicho  navio  de  aviso,  acor- 
daron de  que  Francisco  Pedralves  vecino  de  esta  ciudad  vaya  é 
acuda  á  servir  á  S.  M.  y  despachar  el  dicho  navio  de  aviso  al  cual 
dijeron  que  le  daban  y  dieron  podrir,  comisión  y  facultad  tanto 
cuanto  en  el  caso  se  requiere,  y  le  tienen  de  S.  M.  para  que  despar 


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—loa- 
che el  dicho  navio  y  haga  los  requerimientos  y  protestacionei  que 
en  el  caso  se  requieren  al  capitán,  alcaldes,  regidores  y  oficiales 
Reales  de  S.  M.,  maestres  señores  de  navios  y  de  lo  que  proveyeren, 
y  acordaren  y  despacharen  y  el  caso  lo  pida  que  traiga  por  testimo- 
nio y  ansi  lo  proveyeron  y  firmaron  de  sus  nombres. — Andrés  Car- 
rasco.— Gerónimo  de  Paredes. — D.  Francisco  Abarca  Maldona-' 
do. — Hernando  Rodríguez. —  Juan  López. — Ante  mi. —  Antonio 
Enriquez,  escribano  publico  y  de  Cabildo. 

Y  ansi  presentado  y  leido  el  dicho  Francisco  Pedralvez,  con- 
tenido en  el  dicho  poder,  dijo  que  en  pombre  de  S.  M.  y  de  lo8 
Sres.  presidente  y  oidores  de  la  Real  Audiencia  de  la  ciudad  de 
Sto.  Domingo  les  requeria  y  de  parte  del  dicho  Cabildo  de  la  ciu- 
dad de  Santiago,  les  suplicaba  viesen  los  dichos  recaudos  y  los 
cumpliesen  según  como  en  ellos  se  contenia  y  convenia  al  servicio 
de  S.  M.,  y  que  en  su  cumplimiento  mandasen  luego  que  uno  de 
los  navios  que  están  en  este  puerto  de  esta  dicha  ciudad  fuesen  de 
aviso  á  la  villa  de  la  Habana,  á  dar  razón  de  todo  lo  contenido  en 
los  dichos  recaudos,  y  pidiólo  por  testimonio. — Los  dichos  Sres. 
justicias  y  regimiento,  y  capitán  habiendo  visto  los  dichos  recau- 
dos y  lo  pedido  por  el  dicho  Francisco  Pedralves,  le  mandaron  á 
Felipe  de  Amberes  que  luego  aprestase  su  firagata  nombrada  San 
Bartolomé,  que  al  presente  está  surta  en  el  puerto  de  esta  dicha 
ciudad  para  que  vaya  de  aviso  á  la  dicha  villa  de  la  Habana  y  ha- 
biendo tratado  sobre  él  cuanto  se  le  habia  de  dar  por  el  viage  con- 
certaron se  le  den  cuatrocientos  ducados,  y  mas  piloto  que  lo  lleve, 
todo  lo  cual  se  le  librará  en  la  dicha  villa  de  la  Habana  para  que  se 
le  pague  de  bienes  Reales,  y  mandaron  que  el  dicho  Felipe  de  Am- 
beres esté  presto  para  que  ha  de  partir  dentro  de  dos  dias  naturales, 
por  que  el  dicho  aviso  llegue  en  tiempo  que  la  armada  de  los  ene-, 
migos  no  haya  llegado  á  otra  parte  ni  puerto  de  estas  Indias  donde 
haga  daño,  y  ansí  sus  mercedes  lo  acordaron,  proveyeron  y  manda, 
ron,  y  firmaron  de  sus  nombres — Sebastian  Paez — Juan  López  de 
Segura — Francisco  Luis  de  Carvallo — Blas  Gronzalez — Manuel  de 
Meza — Francisco  Pedralvez — Pasó  ante  mí — Juan  Moreno,  escri- 
bano público. 

Y  después  de  lo  susodicho,  en  la  dicha  ciudad  en  21  dias  del 
mes  de  enero  de  1586  años,  los  dichos  Sres.  justicia  .y  regimiento 
y  capitán  mandaron  parecer  ante  sí  á  Manuel  Fernandez  piloto  re- 
sidente én  esta  dicha  ciudad^  y  hombre  platico,  y  hábil  en  esta   di- 


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—200— 
cha  navegación  y  carrera  de  aquí  á  la  dicha  Habana,  y  parecido, 
trataron  con  él,  el  cuánto  habían  de  dar  porque  fuese  por  piloto  do 
la  dicha  canoa  al  dicho  viaje  hasta  llegar  al  puerto  de  la  dicha  villa 
de  laHavana,  y  habiendo  platicado  sobre  ello  concertaron  con  el  di* 
oho  Manuel  Fernandez  que  se  le  diese  llegado  al  dicho  puerto  de  S. 
Cristóbal  de  la  Habana  de  la  isla  de  Cuba  con  el  aviso,  cien  duca- 
dos, los  cuales  se  le  pagarán  de  la  Caja  de  S.  M.  de  la  dicha  villa 
de  la  Habana  como  sd  dicho  Felipe  de  Amberes,  y  firmáronlo  de 
sus  nombres. — Sebastian  Paez.— Juan  López  de  Segura. — Fran- 
cisco Luis  de  Carvallo. — pias  González. — Manuel  de  Meza. — 
Francisco  Pedralvez. — Pasó  ante  mí,  Juan  Moreno,  escribano  pu- 
blico. 

Oustres  seifores:  el  gobernador,  alcaldes  y  capitán,  justicia  j 
regimiento,  jueces  oñciales  de  la  Hacienda  Real  de  S.  M.  de  la 
villa  de  S.  Cristóbal  de  la  Habana,  que  es  en  la  isla  de  Cuba  de 
estas  Indias  del  mar  Océano.   Como  por  los  despachos  y  recaudos 
de  suso  vuestras  mercedes  verán  ha  convenido  que  esta  ciudad  de 
Bayahá  despachase  de  aviso  esta  fragata  á  vuestras  mercedes,  visto 
del  mal  suceso  acontecido  en  la  ciudad  de  Sto.  Domingo,  vues* 
tras  mercedes  estén  avisados  y  alerta  para  que  el  enemigo  no  ks 
pueda  dañar,  y  pues  que  el  aviso  es  en  servicio  de  S.  M.  suplica» 
mos  á  vuestras  mercedes  de  nuestra  parte  y  de  parte  de  SL  M.  en^ 
cargamos,  que  de  la  Caja  Real  de  S.  M.  ó  de  otra  cualquiera  par- 
te que  á  vuestras  mercedes  pareciere  paguen  y  manden  pagar  á  los 
dichos  Felipe  de  Amberes  y  Manuel  Fernandez  los  600  ducados, 
que  por  llevar  el  dicho  aviso  les  prometimos,  porque  de  ello  S.  M« 
será  servido  y  nosotros  recibiremos  merced,  y  quedamos  obligados 
á  hacer  al  tanto  cada  vez  que  de  parte  de  nuestras  mercedes  vea- 
mos sus  justos  ruegos,  y  de  como  asi  lo  suplicamos  y  de  parte  de 
S.  M.   requerimos  por  testimonio  y  los  firmamos  de    nuestros 
nombres  en  esta  ciudad  de  S.  Juan  de  Bayahá  de  la  Española  en 
22  dias  del  mes  de  enero  de   1586  'anos---Sebastian  Paez*. — Juaa> 
López  de  Segura — Francisco  Luis  de  Carvallo — Manuel  de  Mesa 
— Blas  González — Pasó  ante   mí — Juan  Moreno,   escribano  p6» 
blico. 

Y  después  de  lo  susodicho  en  el  dicho  dia  mes  y  año,  llegó  á 
esta  dicha  ciudad  otro  recaudo  despacljado  por  el  dicho  Cabilda 


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de  la  ciudad  de  Santiago,  el  cual  visto  por  sus  mercedes  dijeroní 
íjue  por  no  detener  la  dicha  fragata  sino  que  se  despache  luego,  man- 
daban y  mandaron  á  mi  el  dicho  escribano  no  me  detenga  en  tras- 
ladallo,  smo  que  originalmente  lo  ponga  en  estos  autos  y  lo  cosa 
■con  ellos,  y  con  los  dichos  despachos  que  ansí  están  fechos  de  suso 
y  que  á  todo  ello  sus  mercedes  interponían  é  interpusieron  su  auto- 
ridad y  decreto  judicial,  cuanto  podían  y  había  lugar  de  derecho,  y 
lo  firmaron  aquí  de  sus  nombres— Sebastian  Paez — Juan  López  de 
-Segura, — ^Francisco  Luis  de  Carvallo — Manuel  de  Meza — Blas 
González— Y  yo — Juan  Moreno,  escribano  público  del  número  y 
del  Cabildo  de  esta  ciudad  Real  de  S.  Juan  del  puerto  de  Bayahá 
por  S.  M.  presente  fui  á  lo  que  dicho  es,  y  lo  escribí  según  que  paso 
y  fize  aquí  mi  signo  á  tal.-En  testimonio  de  verdad-Juan  Morelio, 
escribano  público  y  del  Cabildo. 

£n  la  ciudad  de  Santiago,  que  es  en  esta  isla  Española,  Indias 
del  mar  Occéano  en  18  días  del  mes  de  enero  de  1586  aSos,  los 
ikstres  Sres.  Andrés  Carrasco  y  Gerónimo  de  Paredes,  alcaldes  or- 
dinarios, yD.  Francisco  Abarca  Maldonado,  Hernando  Rodriguez 
y  Juan  López  Tirado,  regidores,  dijeron:  que  habían  recibido  y  re- 
cibieron esta  carta  aquí  contenida  de  Rodrigo  Adilobo  y  Juan  Car- 
vallo Osorio  de  Peralta,  dirigida  á  Juan  Carrasco,  por  la  cual  avi- 
sa á  su  merced  que  haga  dar  aviso  á  Bayahá  y  Puerto  de  Plata,  pa- 
ra que  den  aviso  con  navios  á  la  Habana  y  otras  partes  de  como  es- 
tá la  ciudad  deSto.  Domingo  tomada  del  inglés,  diciendo  que  por 
comisión  de  la  Real  Audiencia  lo  hacen  dijeron:  que  ya  ellos  tienen 
despachado  y  hecho  diligencia  á  Bayahá  y  á  Puerto  de  Plata  dando 
aviso,  como  todo  consta  por  los  autos  que  están  ante  raí  el  escribano 
de  yuso  escritos  y  que  no  embargante  á  las  demás  diligencias  fe- 
chas, se  envía  en  traslado  de  esta  carta  á  Bayahá  y  Puerto  de  PJata 
para  que  les  conste  mas  largamente  por  ella,  que  esta  carta  se  ponga 
con  los  demás  autos  que  se  han  hecho  sobre  estos  casos  y  auM  lo 
proveyeron  y  firmaron  de  sus  nombres — Andrés  Carrasco — Geró- 
nimo de  Paredejs — D.  Francisco  Abarca  Maldonado— Juan  Ló- 
pez— Hernando  Rodriguez— Antonio  Henriquez,  escribano  y  de 
Cabildo. 

Carta. — Yo  Antonio  Enriquez,  escribano  péblico  y  del  Ca- 
bildo de  esta  dicha  ciudad  en  cumplimiento  del  auto  atrás  conteni- 
do saqué  un  traslado  de  la  dicha  carta  aquí  contenida,  su  tenor  de 
la  cual  es  este  que  se  sigue: — Ilustre  Sr. — El  viernes  que  se  conta- 


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ron  10  del  presente  á  la  hora  de  las  8  ó  9  de  la  mañana  entró  un 
barco  huyendo  en  el  puerto  de  Sto  Domingo,  el  cual  dijo  que  había 
visto  en  Sta.  Catalina  el  dia  antes  17  velas,  y  acabado  de  dar  este 
aviso  empezaron  á  mirar  hacia  la  punta  de  Lausedo  y  fueron  descu- 
briendo algunas  de  ellas,  y  como  el  dia  iba  entrando  se  descubrie- 
ron mas,  aunque  estaban  con  los  trinquetes  solos  hasta  5  ó  6,  y  las 
demás  aun  quedan,  hubo  mucho  alboroto  en  algunos  caballeros  de  la 
ciudad,  aunque  el  Sr.  presidente  y  los  señores  oidores  decian  que  era 
cosa  de  busca,  y  otros  decian  lo  propio,  y  hasta  el  anochecer  de  es- 
te propio  dia,  nunca  se  declararon  mas  de  hasta  5  6  6  velas,  las 
cuales  parecían  muy  pequeñas  por  estar  como  he  dicho,  y  saliendo 
la  luna,  que  se  veia  entre  las  doce  y  la  una,  como  todo  el  lugar 
estaba  en  vela  y  ellos  vinieron  navegando,  viniéronse  á  parar  muy 
arrimado  al  puerto  cinco  ó  seis  velas,  hubo  entonces  gran  repiquete, 
alborotóse  toda  la  ciudad  y  estuvo  en  arma,  y  anduvimos  todos  de 
una  parte  á  otra  viendo  á  donde  iban  á  parar,  y  ansi  no  las  vieron 
pasar  de  Guibia  para  el  bajo,  entendieron  que  se  iban  por  habernos 
sentido  y  que  no  se  atrevian  á  pasar,  y  quedamos  con  algún  gusto 
y  desde  una  hora  ó  dos  vieron  pasar  otras  dos  ó  tres  velas,  y  tam- 
bién se  entendió  que  se  iban  por  haber  bajado  de  Guibia  abajo, 
habia  votos  de  que  como  los  habian  sentido  no  se  habian  atrevido 
á  entrar,  y  al  amanecer  viraos  sobre  el  puerto  18  velas,  las  cuales  se 
vinieron  muy  serenas  y  s«  bajaron  por  la  TorregíUa  abajo  hasta  el 
matadero,  y  allí  se  pusieron  algunos  á  la  trinca  y  otros  viraron  á  la 
mar  volviéndose  las  popas  á  la  ciudad,  y  dejáronse  estar  con  los 
trinquetes  y  andándolas  mirando  toda  la  ciudad  puestas  en  armada, 
vieron  á  la  punta  de  Haina  2  ó  tres  velas  y  algunos  tontos  como  yo 
entendimos  que  habian  dado  en  seco,  y  como  hora  de  las  5  llega- 
ron dos  mensageros  de  la  boca  de  Haina  los  cuales  trageron  nueva 
que  estaban  allí  13  velas  y  que  habian  desembarcado  600  ó  70Q 
hombres  y  venían  marchando;  cuando  esta  nueva  llegó  á  la  ciudad, 
toda  ella  quedó  helada,  y  aunque  hizo  una  poquita  de  diligencia 
no  sirvió  de  nada,  porque  fué  tarde,  mas  ya  á  las  2  de  la  tarde  la 
ciudad  era  entrada  con  el  menor  riesgo  que  jamas  se  vio  en  tomar  un 
barco  sin  remos,  hubo  un  juicio  en  la  ciudad  de  las  pobres  señoras 
monjas  y  frailes  el  mayor  que  se  ha  visto,  y  creo  se  verá  en  las  In- 
dias, y  casi  todas  y  todos  á  pié  por  lodos  á  las  rodillas,  vinieron 
huyendo,  y  los  mejores  librados  10  ó  12  en  una  carreta,  y  toda  la 
noche  y  aquel  pedazo  de  tarde  tuvimos  bien  que  hacer  en  salir  de 


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la  ciudad,  quedó  todo  el  pueblo  tan  lleno  de  ropa,  asi  de  mercade- 
rías como  de  muchas  casas  enteras  que  no  se  sacó  cosa,  y  de  mu- 
chos vinos  y  harinas,  y  viscochos,  aves  y  carneros  y  puercos  que 
tienen  que  comer  bien  una  semana;  el  dia  que  entraron  en  la  ciudad 
mataron  al  pobre  bachiller  Francisco  Tostado  de  un  tiro  de  artille- 
ría, quebró  una  nao  por  la  calle  de  las  Damas,  estando  en  la  puer- 
ta del  Arzobispo,  hizo  grande  lástima  á  todos  sus  amigos:  Mi  Sra. 
doña  María  de  Alvarado,  y  doña  Julieta  y  su  sobrina  doña  María 
las  tragimos  el  Sr.  Rodrigo  de  Aibar  y  yo,  desde  media  legua  del 
pueblo  en  una  carreta  hasta  la  Isabela  con  harto  trabajo,  y  allí  hallé 
al  buen  Domingo  Martin,  el  que  me  prestó  un  caballo  rucio  de  vues- 
tra merced  para  en  que  tragese  á  Doña  Julieta,  y  por  ver  cuan  des- 
earríados  estábamos  todos,  que  aun  hay  algunas  mugeres  que  no  han 
hallado  á  sus  marídos,  ni  sus  maridos  á  ellas,  me  vine  con  ellaá  esta 
hacienda  del  Sr.  Rodrígo  Nuñez  Lobo,  donde  pienso  estar  algunos 
dias  hasta  ver  si  hay  algún  nuevo  suceso,  y  porque  habiéndolo,  ten- 
go determinado  de  dar  con  él  el  domingo  con  vuestra  merced,  y 
por  esta  razón  no  envió  el  caballo,  antes  si  fiíere  posible  recibiría  mer* 
ced  que  viniese  de  allá  algún  socorro  para  ponerlo  en  efecto,  por- 
que en  verdad  que  estamos  como  los  de  Egipto:  ¡plegué  á  Dios  que 
nos  socorra  con  su  misericordia!~Esta  carta  suplico  á  vuestra  mer- 
ced la  muestre  á  los  Sres.  canónigos.  Cobos  y  Bartolomé  de  Var. 
gas,  á  los  cuales  beso  las  manos  y  que  hayan  esta  por  suya,  y  no 
ofreciéndose  otro  nuestro  Sr.  la  ilustre  persona  de  vuestra  merced 
guarde  ficc.-De  este  asiento  de  Peralvillo  martes  14  de  Enero  de 
1586  años-Y  que  procure  por  su  parte  y  esos  Sres.  justicia  y  regí, 
miento  de  aviso  de  este  suceso  á  Bayahá  y  por  las  demás  partes 
que  fuese  posible  á  la  Habana  y  Puerto  de  Plata,  y  Tierra  firme 
para  que  vaya  á  España,  y  estén  acá  en  estas  partes  con  aviso  de 
poder  que  traen  estos  ingleses  enemigos,  porque  dicen  que  Jorge 
Díaz  está  en  Bayahá  con  un  navio,  pues  importa  tanto  dar  este  avi- 
so á  S.  M.  y  que  el  mismo  aviso  vaya  á  la  Margarita  por  la  posta, 
porque  se  esperan  de  allá  barcos  con  perlas  y  corales,  y  si  los  toma, 
sen  sería  dar  mas  fuerza  al  enemigo  y  también  por  los  aires  de  Es- 
paña, y  esta  carta  ó  su  traslado  se  envíe  á  Bayahá  al  Sr.  Capitán 
Francisco  Luis,  para  que  por  su  parte  acuda  como  buen  vasallo  de 
S.  M.  hasta  favorecer  con  su  persona  para  que  despache  estos  avi- 
sos y  vigíen  el  puerto  y  manden  gente  del  campo  con  un  caudillo 
para  que  vengan  en  socorro  y  ayuda  de  tornar  á  tomar  la  ciudad,  y 
T.  u. — 25. 


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— 2D4— 
Vijndrfn  dereclit)  á  esta  Hacienda  del  Sr.  Lobo  donde  hallarán  pro- 
visión y  orden  de  lo  que  han  de  hacer  y  prestar  la  priesa — Ntro.  Se' 
ñor  &c. — Ilustres  Sres. — B.  L.  M.  de  vuestra  merced. — Rodrigo 
GidLobo. — Osorio  de  Peralta. — Juan  Carrasco  Barnuevo. — Yo 
Antonio  Henriquez,  escribano  público  por  S.  M.  en  esta*  ciudad  de 
Santiago  y  del  cabildo  de  ella  lo  fize  sacar  y  saqué,  y  preséíte  fui  á 
lo  que  de  mí  se  hace  mención,  y  fize  á  queste  mió  signo,  que  es-á 
Üil.  — En  testimonio  de  verdad,  Antonio  Henriquez,  escribano  pú- 
blico y  del  Cabildo. 

Ilustre  Sr.— Ha  sido  Dios  servido  por  nuestros  pecados  á  10 
de  este  mes  de  enero  sobrevinieron  30  galeones  mui  poderosos  de 
una  mui  formada  armada  de  enemigos  ingleses  á  la  ciudad  de  Sto. 
Domingo,  qu9  la  tomaron  y  tienen  hoi  tomada,  salvo  que  hasta  el 
Domingo,  que  se  contaron  11  del  presente,  aun  no  tenían  ganada  la 
fortaleza,  á  lo  que  hasta  agora  teníamos  por  aviso  aunque  sin  duda 
que  no  se  había  de  poder  manteileí*  á  tanta  fuerza  que  su  resistencia 
á  la  ciudad,  luego  que  fué  vista  tanta  pujanza  se  desamparó  de  to- 
dos los  moradores  de  ella,  y  los  Sres.  presidente  y  oidores  les  fué 
forzoso  retirarse  á  los  campos,  desde  nos  enviaron  á  mandar,  por 
billetes  de  personas  fidedignas,  por  no  tener  de  presente  orden  de 
poderlo  hacer  con  autoridad  de  secretario  y  en  forma  de  Audiencia 
que  por  esta  banda  del  Norte  avisásemos  á  la  Habana  para  que  so- 
bre este  caso  estén  muy  en  orden  y  apercibidos,  y  para  que  también 
se  dé  desde  la  propia  Habana  aviso  á  la  Nueva-España,  habiendo 
sobre  ello  de  verse  Como  es  tan  necesario  hacerse  navios  propios 
de  aviso,  que  llevar  la  nueva  á  la  ima  y  otra  parte,  pues  al  servicio 
de  S.  M.  no  vá  menos  que  la  seguridad  de  todas  sus  Indias  y  ansí 
acordamos  en  este  nuestro  Cabildo  de  la  ciudad  de  Santiago  junta- 
mente con  el  capitán  de  esta  ciudad  Sr.  Alonso  de  Gáceres  Carva- 
jal, despache  luego  tal  persona  á  Bayahá,  que  con  su  autoridad  h¡^ 
cíese  salir  de  allí  algún  navio  que  en  servicio  de  S.  M.  vaya  á  lle- 
var á  vuestra  merced  y  á  la  justicia  de  esa  villa  de  S.  Cristóbal  de 
la  Habana  esta  tan  triste  nueva,  para  que  lo  uno  vuestra  merced  es- 
té con  cuidado,  que  vuestra  merced  sabrá  poner  y  en  lo  demás  nos 
haga  merced  vuestra  merced  de  ser  servido  despachar  esta  nuestra 
carta  á  S.  M.  en  sus  Reales  manos  y  darlos  otros  avisos  á  Nueva^ 
España,  y  Tierra-firme,  que  convenga  al  servicio  y  seguridad  de 
sus  tierras  deludías  de  S.  M.  darse,  y  mui  encarecidamente  suplica- 


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—205— 
mos  otra  vez  á  vuestra  merced  que  nuestra  carta  y  recaudos  vayan 
encaminados  á  la  mano  de  S.  M.  y  nuestro  Señor  la  ilustre  de  vues- 
tra merced  guarde  y  en  mayor  estado  acreciente  &c. — De  Santiago 
de  la  isla  Española  J5  de  enero  de  1586.— Ilustre  Sr. — Besamos 
las  manos  de  vuestra  merced  sus  servidores.  — Andrés  Carrasco.  — 
Juan  de  Cáceres  Carvajal.— Gerónimo  de  Paredes.— D.  Francisca 
de  Abarca  Maldonado.— Jusepe  Sánchez.  -Fernando  Rodríguez. 
Juan  López. — Ante  mí. — Antonio  Henriquez,  escribano  pública 
del  CabUdo. 


FUNDACIÓN 

del  hospital  de  S.  Francisco  de  Paula  de  la  Habana, 
para  mugeres  pobres. 


Somos  deudores  de  este  c^rtíado  á  una  persona  de  nuestro  mas 
dito  respeto. 

En  el  año  de  1664  otorgó  el  Ldo,  D.  Nicolás  Estevez  Borges, 
Cura  rector  de  la  parroquial  de  esta  ciudad,  Dean  electo  de  la  Sta. 
iglesia  catedral  de  Cuba,  su  testamento  ante  el  escribano  Domingo 
Fernandez  Calaza,  y  por  la  cláusula  49  mandó  fabricar  con  la  de- 
bida decencia,  nna  ermita  en  la  que  á  invocación  del  glorioso  S. 
Francisco  de  Paula  se  colocase  su  imagen;  y  que  el  remanente  de 
sus  bienes  se  distribuyera  en  obras  pias  á  voluntad  de  sus  albaceas 
los  Sres.,  D.  Juan  de  Santo  Matías  Saenz  y  Mañosea,  Obispo  de  la 
isla  de  Cuba,  y  D.  Francisco  de  Avila  Orejón  y  Gastón,  Maestre 
¿e  campo,  gobernador  y  capitán  general  de  la  misma;  y  usando  de 
dicha  facultad  dispuso  S,  S.  Illma.  que  se  invirtieran  los  referidos 
bienes  en  la  fundaLcioq  de  un  hospital  de  mugeres  agregado  á  la 
ermita^  declarándose  al  mismo  tiempo  Patrono  del  nuevo  estableci- 
miento. En  15  de  Octubre  de  1736  un  horroroso  temporal  arruinó 
ía  ermita,  quebrantando  hasta  los  altares,  igualmente  que  el  hospital 
que  quedó  inhabitable,  según  consta  del  reconocimiento  que  mandó 
practicar  el  lUmo.  Sr.  Obispo  D.  Fray  Juan  Lazo  de  la  Vega  y 


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—206— 
Cancino,  del  orden  de  S.  Francisco,  al  maestro  arquitecto  y  alarife 
por  el  Ilustre  Ayuntamiento  Andrés  del  Portillo;  y  hecho,  formó  el 
presupuesto  para  la  reedificación  que  deseaba  S.  S.  I.,  ascendien- 
do sin  contar  la  carpinteria  á  quince  mil  pesos  fuertes,  la  que  lle- 
vó á  efecto  (en  la  forma  que  hoy  se  encuentra)  menos  las  salas  al- 
tas que  se  deben  á  la  caridad  y  desvelos  de  la  Exma.  Sra.  Condesa 
de  Sta.  Clara,  y  Exmo.  é  lUmo.  Sr.  D.  Juan  JoséDiaz  de  Espada, 
dignísimo.  Obispo_de  esta  diócesis.  Este  hospital  estuvo  rigiéndose 
sin  constituciones  hasta  el  año  de  1765  que  las  formó  con  veinte  y 
ocho  artículos  el  Illmo.  Sr.  Obispo  D.  Pedro  Agustín  Morel  de 
Sta.  Cruz,  y  fueron  aprobadas  por  Real  Cédula  fecha  en  S.  Loren- 
zo á  31  de  Octubre  del  mismo  año:  en  los  artículos  2*  y  14  se 
manda  que  el  administrador,  y  capellán  sean  sacerdotes  naturales 
de  esta  ciudad  de  la  Habana. 

Sres.  Capellanes  administradores  que  ha  tenido  el  estableci- 
miento desde  su  fundación. 

D.  Antonio  de  Heredia,  D.  Francisco  Rivero  Basconcelos, 
D.  Tomas  de  Morales,  D.  Marcos  Rodríguez  de  Herrera,  D.  José 
de  Padilla,  D.  Pedro  Caro  y  Drogo,  D.  Pedro  Alonso  Lodares 
Cota,  D.  Lucas  Francisco  Duarte  y  Buró,  D.  Leandro  José  de  Ta- 
gle,  D.  Wenceslao  Hernández  del  Cristo  y  Conde,  D.  Manuel 
Antonio  Díaz  y  Ramírez,  D.  Ángel  Reyes,  D.  Francisco  de  Mo- 
rales y  Castillo,  D.  Leonardo  Sánchez,  Canónigo  D.  Antonio  María 
Pereira,  y  Capellán  D.  José  María  Bravo;  estos  últimos  sirven  hoy 
jBUS  respectivos  destinos.  Habana  9  de  Enero  de  1846. 


Del  Exmo.  é  lUmo.  Sr.  Dr.  D.  Pedro  Gutiérrez  de  Cos,  Obis- 
po de  Puerto-Rico,  del  Consejo  de  S.  M.  cabidlero  Prelado, 
Gran  Cruz  de  la  Real  orden  americana  de  Isabel  la  cató- 
lica &c. 

Nació  en  la  ciudad  de  Piura,  diócesis  de  Trujillo  en  el  Peni 
bajo,  en  24  de  Octubre  de  1750.  Fué  hijo  legítimo  de  D.  Tomas 
Gutiérrez  de  Cos,  y  de  D*  María  Antonia  de  Saavedra,  personas 


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—207— 
de  notoria  calidad  y  riquezas:  fué  colegial  en  el  Real  Seminario  de 
Trujillo,  y  cx)mo  tal  asistió  al  servicio  de  la  Iglesia,  estudiando  al 
mismo  tiempo  artes  y  teología  con  conocido  aprovechamiento,  se- 
gún lo  manifestó  en  los  acostuml^rados  exámenes,  en  varios  actos 
públicos,  en  el  destino  de  pasante  en  artes,  en  el  empleo  de  Vice- 
Rector  que  obtuvo  algunos  años  hasta  su  salida  del  colegio,  en  don- 
de sirvió  bastante  tiempo  la  clase  de  latinidad  y  Retóricí^,  y  en  un  * 
sermón  público  de  mucho  empeño.  En  la  misma  catedral  sirvió 
una  capellanía  de  coro,  por  nombramiento  que  en  18  de  Mayo  de 
1T71  le  hizo  aquel  R.  Obispo,  el  cual  le  dio  en  9  de  Enero  de  1776 
titulo  de  juez  examinador  Sinodal  de  aquella  diócesis,  en  la  que 
hizo  oposición  á  los  curatos  vacantes;  y  habiendo  pasado  á  la  ciu- 
dad de  Lima,  y  seguido  sus  estudios,  se  le  confirieron  por  aquella 
Universidad  los  grados  de  Bachiller  en  Teología,  Ldo.  y  Doctor  en 
ambos  Derechos:  se  recibió  también  de  abogado  en  aquella  Rea} 
Audiencia,  y  habiendo  hecho  oposición  á  los  curatos  vacantes,  st$  le 
confirió  cdiocacion  canónica  en  28  de  Setienabre  de  1784  del  de  Ne- 
peña,  en  la  provincia  de  Santa,  y  con  la  misma  fecha  le  espidió  el 
M.  R.  Arzobiq>o  titulo  de  Vicario  eclesiástico:  el  mismo  Metropoli- 
tano le  nombró  Vicario  foráneo  de  toda  la  dicha  Provincia  de  Santa 
en  20  de  Octubre  de  84,  y  el  Tribunal  de  la  Inquisición  le  despa- 
chó en  22  de  Agosto  del  siguiente  año  titulo  de  Comisario  del 
Santo  Oficio  en  el  enunciado  curato  y  Prov  incia:  durante  los  cinco 
años  que  sirvió  el  espresado  beneficio  (del  que  fué  promovido  al 
de  Cotoparaco,  en  la  misma  diócesis),  fabricó  de  nuevo  la  Iglesia 
matriz,  hizo  un  baptisterio,  coro,  retablo,  y  otras  cosas  precisas 
para  la  decencia  del  culto,  y  costeó  varias  alhajas  de  oro  y  plata,  y 
los  ornamentos  necesarios  de  que  carecía  la  Iglesia  por  la  pobre;sa 
de  sus  feligreses,  con  los  cuales  ejercitó  su  caridad  asistiéndoles  en 
sus  necesidades.  Comprueba  la  certeza  de  estos  méritos  el  informe 
que  hizo  el  M.  R.  Arzobispo  con  fecha  22  de  Diciembre  de  92,  es- 
presando que  era  uno  de  los  curas  beneméritos  de  aquel  Arzobis- 
pado, y  por  consiguiente  digno  de  que  S.  M.  se  sirviese  concederle 
las  gracias  que  fuesen  de  su  Real  agrado,  las  que  desempeñaría 
con  la  puntualidad  y  exactitud  con  que  hasta  entonces  había  ejerci- 
do los  caicos  en  que  había  sido  empleado.  Del  citado  curato  fué 
promovido  al  de  Checras,  en  el  partido  de  Chancay,  del  que  se  Je 
dio  c<4ocacion  en  27  de  Noviembre  de  93,  y  en  3  de  Diciembre 
siguiente  le  espidió  su  Prelado  títido  de  Vicario  foráneo  de  dicho 


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—208— 
partido  y  sus  anejos.  Hizo  sucesivamente  dos  oposiciones  á  las  c»i 
nongias  Doctoral  y  Penitenciaria  de   la  Iglesia  metropolitana  de 
Lima,  y  habiendo  practicado  los  egercicios  literarios,  obtuvo   en 
ambas  ocasiones  el  tercer  lugar  en  la  nómina  del  Prelado  y  cabilda 
que  para  la  provisión  de  dichas  prevendas  remitió  á  S.  M.  el  Virey 
del  Perú  con  cartas  de  5  de  Mayo  del  94,  y  23  de  Diciembre  del  95, 
'  En  atención  á  sus  méritos  le  confirió  el  Rey  N.  S*  á  consulta  de  la 
Cámara  de  13  de  setiembre  de  97  una  media  Ración  de   aquella 
Santa  Iglesia,  y  en  15  de  Enero  de  1800  el  tribunal  de  la  Inquisi-. 
cion  dé  Lima  le  nombró  consultor  del  santo  oficio  y  por  abogada 
de  presos,  en  cuya  virtud  hizo  en  el  siguiente  dia  el  acostumbrada 
juramento  de  fidelidad  y  secreto.   En  el  año  de  1802  repitió  nueva 
oposición  á  la  Canongia  doctoral,  y  habiendo  hecho  sus  ejercicios, 
fué  propuesto  en  segundo  lugar  por  el  Prelado,  y  Cabildo;  en  cuya 
consecuencia  y  la  de  haber  muerto  el  propuesto  en  primeras,  le  con-» 
firió  S.  M.  en  24  de  Enero  de  803  la  referida  Canongia:  posterior- 
mente fué  ascendido  á,  las  dignidades  de  Tesorero;  y  Chantre, 
nombrado  Provisor  y  Vicario  general  del  Arzobispado   de  Lima 
hasta  que  ©n  1817  fué  hecho  Obispo  de  Huamanga,  en  el  Peru> 
donde  residió  diez  meses  solamente,  pero  habiéndose  rebelado  aquel 
país  contra  la  madre  patria,  tuvo  que  huir  por  las  montañas  de  la 
cordillera  de  los  Andes  y  refugiarse  á  la  ciudad  de  Lima,  de  donde 
fué  desterrado  por  haberse  negado  con  entereza  á  jurar  obediencia 
al  Gobierno  intruso,  y  embarcado  para  el  puerto  de  Acapulco,  atnh 
veso  todo  el  reino  de  Méjico  por  aquella  parte  y  llegó  á  Veracruz^ 
habiendo  administrado  e;i  su  tránsito  el  Sacramento  de  la  confirma^ 
cion  á  treinta  y  nueve  mil  doscientas  cinco  personas;  y  habiéndosje 
embarcado  en  este  puert  o  aportó  al  de  la  Habana  el  9  de  Julio  d^ 
822:  en  el  de  25  fiíé  nombrado  Gobernador  en  lo  espiritual  y  tem- 
poral de  aquel  Obispado,  cuyo  destino  desempeñó  con  tino  y  pru" 
dencia  hasta  Junio  de  26  en  que  fué  trasladado  á  la  I$la  de  Puerton- 
Rico:  en  Agosto  del  mismo  año  premió  S.  M.  sus  servicios  con  la 
Gran  Cruz  de  Isabel  la  Católica:  en  Febrero  de  29  principió  la  visita 
pastoral,  y  la  concluyó  en  Mayo   del  siguiente:   confirmó  en  ellí^ 
ciento  cincuenta  y  tres  mil  ciento  cincuenta  y  ocho  personas.  Dio 
cuenta  al  Soberano,  y  S.   M.  se  dignó  aprobarla,  mandando  se  le 
dksen  las  gracias  en  su   I^eal  nombre   por  el  zelo  apostólico  que 
habia  desplegado  en  ella,  y  por  los  serviíáos  que  habia  hecho  á  la 
Iglesia,  y  al  Estado.  Del  mismo  modo  fué  aprobada  su  det^rinina^T 


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—209— 
eion  en  llevar  adelante  la  fábrica  del  colegio  seminario,  que  habiá 
comenzado  en  Marzo  de  827,  en  los  mismos  términos  que  lo  habiá 
^solicitado,  manifestándole  el  Monarca  cuan  dignas  eran  de  elogio 
las  ideas  que  le  animaban,  pues  su  ilustrada  y  enérgica  exposición 
daba  una  prueba  del  tino  y  prudencia  con  que  siempre  se  habia 
conducido  en  su  larga  y  brillante  carrera  eclesiástica,  y  por  consi- 
guiente era  la  que  le  ofrecia  mejores  esperanzas  de  que  el  Semina- 
rio de  Puerto-Rico  seria  organizado  y  consolidado  por  el  orden  y 
con  la  regularidad  de  que  prescribe  el  santo  Consilio  de  Trento. 
En  efecto,  concluyó  la  fábrica  del  colegio,  habiendo  invertido  en 
ella  cuarenta  y  un  mil  pesos,  y  en  12  de  Octubre  de  1831  hizo  S.  E. 
lima,  la  erección  formal  del  Seminario  en  doce  Becas  de  merced, 
y  cuatro  cátedras,  dos  de  latinidad,  una  de  filosofía,  y  otra  de  tedo- 
gía.  Fundó  un  hospital  de  éaridad  en  la  villa  de  S.  Germán,  erigió 
varias  Iglesias  parroquiales:  mejoró  otras:  donó  á  la  catedral  algu- 
nas alhajas  de  plata,  y  hermoseó  el  celebré  santuario  de  N.  S.  del 
Monserrate  en  la  población  de  Hormiguero.  Empezó  la  reedifica- 
ción del  monasterio  de  Religiosas  Carmelitas,  la  que  hubiera  sido 
concluida  si  Dios  no  le  hubiese  llamado  á  si  para  premiar  sus  traba- 
jos y  tareas  Apostólicas.  En  sú  última  enfermedad  dio  los  mas  bri- 
llantes ejemplos  de  humDdad,  dé  obediencia,  y  de  resignación  con 
la  voluntad  del  Eterno:  desfallecido  de  fuerzas  corporales  nunca 
faltó  en  él  su  admirable  espíritu:  el  amor  á  los  pobres  de  Jesucristo 
ise  encendió  con  mas  ardor  que  antes,  distribuyendo,  por  el  conduc- 
to de  algunos  Eccos.  y  otras  personas  de  respeto,  grandes  cantida- 
des en  beneficio  de  familias  y  desvalidos  que  siempre  tuvo  presen- 
tes y  grabados  en  su  caritativo  corazón:  dejó  por  heredero  de  todos 
isus  bienes  al  Colegio  Seminario  que  con  tantos  afanes  acababa  dé 
fundar.  Recibió  los  Sacramentos  con  aquella  fé  y  devoción  que  es 
propia  de  los  justos,  y  murió  el  nueve  de  Abril  de  1833  en  el  seno 
de  su  clero  y  amigos  que  fomentan  sin  cesar  tan  grande  pérdida, 
porque  resucitó  en  Puerto-Rico  la  ilustración  interrumpida  por  la 
circunstancia  de  los  tiempos:  por  que  gobernó  con  lá  mayor  dulzu- 
ira:  porque  era  la  lumbrera  del  Santuario:  el  digno  americano  que 
jamas  quiso  ser  infiel  á  su  legítimo  Monarcía;  y  el  padre  común  de 
pobres.  Un  hombre  como  él  merecía  que  los  hijos  de  los  hijos  de 
la  presente  generación,  le  viesen,  le  tratasen,  y  aprendiesen  de  sus 
virtudes  lo  que  deben  á  Dios,  al  Soberano,  á  sí  mismos,  y  á  sus  se- 
mejantes.— P 


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—210— 

In  morte  olarissimi  Viri  Petri  Gutiérrez  de  Oos,  Portas 
Divitis  Autistitis  dlgniflslmi  &o. 


Clara  PiuragemcUy  voces  ad  sidera  tollat 

Et  Boriqtien  tristi  cántica  corde  canaL 
En  Jacet  extintíis  Prcesulj  quem  docta  J^Sinerva 

Doctorís  lauro  instruü  ipsa  suo, 
Munificusj  sapienSyjtLsttts,prtiden$quey  benignas j 

Fceda  superstüio  mente  repuha^ü. 
Prasentor  Lima  catdeque  Vicarias  omms 

Ter  Parockus  vigilanSj  üsiduusquejuü. 
JlnÜstes /actas  Huamancae  tempore  diro 

Adversam  sortem  fortiter  Ule  tulít. 
Begiajura  tuens^  et  dulda  limina  Ihiqaens 

.  ^quora  despexity  crimina  sola  timens. 
Ecce  Petras  secliperagransfirmcmsqaefideles 

Cortesii  tellus  splendida  /acta  videt. 
UabaruB  celebris  recle  tractavit  habencis 

Cubani  poptdisfama  perennis  erit. 
Utque  ValenÜrms  Thomas  dimissus  ab  alto 

lEc  fautor j  pueris  Virginibiísquefuü. 
^amque  Tridentinumccetumpost  seda  perada 

Cos  fecit  rumpens  fortia  vincla  manu. 
Hospitium  Sandi  Germani  condidit  cegris 

Confectum  senio  PrcesiU  ovile  videt, 
Claustrum  VirginUms  Carmeli  construit  almis 

Et  narmnis  plocidé  solvü  et  ipse  suis, 
Sic  oculi  madidant  guttis  sic  vodbus  omnes 

J{unc  resonant  pagi fletas  ad  astraferurU, 
Cordibus  ejfigiesy  sculpentur  marmore  laudes 

Cos  nomen  nobis  gloria  semper  erit. 
JEtemam  réquiem  tribual  Moderator  Olympi 

Claviger  acapiat  bracfda  tendal  amcms, 

J.E. 


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:^  «.i    ^.T» 


Lüoprafiado  espresamente  pa  esle  pfáfeeft-'^^g^^ 


—211—    . 

UN  FENÓMENO  RARO      • 

NACIDO  EN  EL  DEPARTAMENTO  DE  OAJACA. 


La  historia  de  las  monstruosidades  (principalmente  de  la  espe- 
cie humana)  no  es  un  objeto  de  puro  pasatiempo  y  diversión;  la  es 
también  de  grande  interés  y  meditación  para  las  personas'  dedica- 
das á  las  ciencias.  Y  cuando  en  las  monstruosidades  hay  circuns- 
tancias que  parecen  complicar  las  consideraciones,  entonces  la  área 
de  la  meditación  se  estiende,  y  la  vista  se  fija  de  un  modo  profun- 
do sobre  los  mismos  fenómenos  a  que  se  ha  dado  el  nombre  de  aber^ 
raciones  de  la  naturaleza. 

Tal  jne  parece  ser  el  que  me  propongo  describir  en  este  artí- 
culo, y  que  ha  llamado  la  atención  á  muchas  personas  de  esta 
capital. 

En  la  hacienda  de  J5i¿enamía,  perteneciente  al  Sr.  D.  José 
Luis  Bustamante,  dio  á  luz  una  muger  el  dia  6  del  próc^imo  pasado 
Marzo,  después  de  un  parto  laborioso,  un  ser  de  la  especie  huma- 
na, de  que  seguramente  hay  muy  pocos  ejemplos  en  la  historia  de 
hs  anomalías  fisico-morales  del  hombre.  Para  mejor  orden  é  inteli-' 
gencia  de  los  lectores,  dividiré  esta  relación  en  dos  partes,  hablan- 
do en  la  primera  de  lo  esterior  de  este  fenómeno,  y  en  seguida  de 
lo  que  observé  en  su  estructura  interna. 

Esterior,  El  sugeto  sobre  que  se  versa  esta  obsen'acion  es  un 
monstruo  humano  compuesto  de  dos  cabezas^  un  solo  cuerpo,  tres 
brazos^  dos  piernas,  y  dos  secsos. 

Las  cabezas  son  regulares  en  sus  formas  y  tamaño,  abundante 
de  pelo  negi'o  y  fino,  y  con  todos  sus  órganos  y  sentidos  perfecta- 
mente desarrollados.  Las  caras  que  corresponden  á  estas,  son  tan 
semejantes  entre  sí,  como  se  dice  que  lo  eran  las  de  los  condes 
Ligneville  y  Autricourt,  si  hemos  de  dar  crédito  á  Torrente;  y  lejos 
de  presentar  deformidad  alguna  tienen  el  aspecto  y  gracia  de  la  ni- 
ñez: están  colocadas  en  una  misma  dirección,  y  ambas  mirando, 
como  es  regular,  á  lapartfe  anterior  del  cuerpo. 

Dos  cuellos  de  un  tamaño  proporcionado,  correspondientes  á 
cada  cabe/a,  §(b  sitúan  sobre  la  parte  anterior  del  tronco,  este  no 


T.  II.— 26. 


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—212— 
ofrece  mas  iuregularidad  que  ser  en  la  parte    que  corresponde  al 
pecho,  un  poco  mas  ancho  de  lo  que  es  ordinariamente  en  una  cria- 
tura recien  nacida. 

Dos  brazos  qué  nada  presentan  de  notable,  están  situados  ca- 
da uno  en  el  lugar  correspondiente,  y  otro  mas  en  la  parte  poste- 
rior y  superior  del  tronco  entre  una  y  otra  escápula  ó  paletilla,  sa- 
liendo de  enmedio  de  los  dos  pescuezos.  Su  dirección  es  lijera- 
mente  de  derecha  á  izquierda,  y  de  abajo  arriba,  terminando  en  una 
pequeña  mano  con  cinco  dedos,  en  los  que  por  su  figura  casi  igual, 
no  se  pude  decidir  cual  es  el  pulgar,  y  cual  el  auricular.  Los  tres 
del  medio  tienen  uñas  finas  y  notablamente  largas. 

Un  solo  ombligo  se  manifiesta  en  el  lugar  que  es  corriente,  sia 
mayor  número  de  vasos  sanguineos  que  lo  ordinario.  Ignoro  si  hu- 
bo dos  placentas. 

Las  piernas  son  regulares,  lo  mismo  que  los  pies,  y  en  la  reu- 
nión de  aquellas,  asi  á  su  estremidad  anterior-superior  se  manifies- 
ta el  secso  femenino  bien  desarrollado,  y  en  la  parte  posterior-infe- 
rior  el  masculino  menos  desenvuelto.  De  modo  que  á  primera  vista 
se  conoce,  que  en  el  combate  de  estos  dos  pretendientes  ó  aspiran- 
tes á  la  vida,  prevaleció,  ó  como  alguno  ha  dicho,  cedió  el  lugar 
preferencia  el  varón  á  la  hembra,  tienen  de  longitud  doce  pulgar 
das,  y  once  y  media  de  latitud,  tomando  la  medida  en  toda  la  cir- 
cunferencia de  ambas  cabezas.  El  color  es,  el  que  corrientemen- 
te tienen  los  niños  recien  nacido  en  estos  países^  y  es  notable  la 
abundancia  de  vello  que  tienen  en  los  hombros,  brazos  y  pale- 
tillas. 

Si  se  les  cubre  desde  la  mitad  del  pecho  arriba,  cualquiera 
creería  que  no  había  sino  una  niña  que  nada  tenia  de  estraordinario: 
y  si  por  el  contrario  se  les  tapa  desde  cuello  abajo  no  parecen  sina 
dos  niños  que  yacen  juntos. 

El  deseo  de  investigar  la  situación,  número,  figura  y  conexic»- 
nes  de  las  entrañas  de  este  fenómeno  singular,  me  hizo  proceder  á 
la  disección  anatómica,  á  cuya  operación  me  ayudaron  los  profeso- 
íes  de  medicina  D.  Pedro  Ramirez,  el  Br.  en  la  misma  facnkad  D. 
Manuel  Ortega,  y  los  cursantes  D.  Francisco  Valverde,  D.  José 
Antonio  Gamboa,  y  D.  Antonio  Falcon.  La  inspección  dio  los  re»» 
sultados  siguientes. 

'  Interior,     Comenzamos  la  operación  por  la  parte  mas  inferior 
del  vientre,  y  se  halló  que  los  tegumentos,  músculos  abdominales 


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—sis- 
peritoneo  nada  ofrecían  de  notable.  Las  arterías  y  nenios  que 
van  á  distribuirse  á  las  piernas  eran  conformes  al  estado  normal. 
En  la  pelvis  ó  bajo  vientre  estaba  la  vegiga  de  la  orina  vacía,  y  re- 
vestida interiormente  de  una  tela  ó  membrana  mucosa,  como  lo  es- 
tá este  órgano  siempre;  pero  su  tamaño  y  el  espesor  de  sus  paredes 
era  mayor  que  el  que  comunmente  tiene  esta  entraña  en  los  niños 
vecien  nacidos. 

Detrás  y  un  poco  abajo  de  la  vegigá  estaba  el  útero  compues- 
to de  las  membranas  regulares,  y  de  la  figura  que  debia  tener;  mas 
suposición  era  inversa;  esto  es,  el  fondo  y  cuerpo  hacia  abajo,  y  el 
cuello  y  la  vagina  arriba.  Mi  apreciable  compañero  el  Sr.  Ramiren, 
me  hizo  notar  que  en  esta  ultima  había  un  gluten  mucilaginoso,  con? 
creto,  blanquizco  y  muy  análogo  por  sus  ^^ualidades  físicas  al  licores^' 
permático,  de  cuya  semejanza  nos  acabamos  de  convencer  después  de 
haberlo  sometido  á  un  detenido  examen.  El  hocico  de  tencaseperci-e 
bia  perfiectamente,  y  de  un  poco  mas  arriba  de  esta  salían  dos  reme<« 
dos  de  las  trompas  de  Falopio  que  se  conocían  mas  por  la  forma 
de  sus  pabellones  bastante  manifiestos,  que  por  el  resto  de  su  lon- 
gitud. No  se  encontraron  ovarios  perfectos.  En  la  parte  inferior 
dos  cuerpecillos  revestidos  de  la  apariencia  de  túnicas  eritroides  y 
vaginal  hacían  la  naturaleza  mas  equívoca.  El  útero  teAÍa  un  con- 
ducto común  con  la  uretra  ó  caño  de  la  orina.  Esto  consistía  en  que 
la  pared  anterior  del  íondo  del  primero,  era  tan  adherente  á  la  pos- 
terior de  la  segunda,  que  á  poco  se  confundían  y  de  aquí  resultaba 
una  uretrO'Vagina.  La  unión  era  en  tal  grado,  que  antes  de  llegar 
con  el  escalpelo  á  las  adherencias  íntimas,  les  anuncié  á  mis  com«r 
pañeros  de  trabajos  anatómicos  que  sería  imposible  separar  tas  dos 
entrañas  sin  interesar  el  tejido  de  alguna  de  ellas  como  sucedió.  In^ 
troduje  primero  un  estilete;  mas  considerando  que  por  su  dureza  po» 
dría  romper  los  tejidos  usé  de  una  sonda  delgada  de  goma  elásti<# 
ca,  y  por  su  medio  quedamos  convencidos  de  "que  ecsistia  un 
solo  conducto  que  es  «d  que  he  dado  el  nombre  de  uretro^vagina. 

Descubrimos  cuatro  ríñones  de  tamaño  regular  (con  sus  respec- 
tivos uréteres)  colocados  dos  ala  derecha  y  dos  á  la  izquierda  en  la 
región  lombar,  y  como  á  distancia  de  una  pulgada  de  altura  uno 
de  otro. 

Un  solo  paquete  intestinal  replegado  poco  mas  ó  menos  según 
la  forma  ordinaria,  ocupaba  una  gran  parte  de  la  cavidad  abdomi'^ 
|mJ.   El  tejido  y  estructura  de  los  intestinos  era  lo  mismo  que   en 


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—214— 
todos  los  niños,  sin  faltar  el  apéndice  del  ciego.  La  longitud  de  es* 
te  canal  era  de  cuatro  varas  y  tres  cuartas:  tenía  dos  TtieseiUerrios 
con  sus  vasos  absorventes,  cuyas  boquillas  tomaban  origen  en  las 
partes  opuestas  de  la  longitud  del  tubo  intestinal  para  confundirse 
después,  los  que  les  daba  la  forma  de  un  saco  sin  abertura. 

Al  llegar  con  el  escalpelo  al  duodeno  ó  primer  intestino  del- 
gado, obser>"é  con  admiración  que  este  (como  dos  pulgadas  antes 
de  terminar)  se  dividia  en  dos  canales  de  menor  diámetro,  en  forma 
de  una  Y  griega,  que  dirigiéndose  hacia  arriba  se  abrian  ó  comu- 
nicaban con  dos  estómagos j  bien  formados  y  situados  uno  inmedia- 
to al  otro,  como  lo  estaban  las  cabezas.  Son  del  tí^maño,  forma  y  es- 
tructura comunes  en  un  niño  que  acaba  de  nacer,  y  los  conserva 
como  una  curiosa  pieza  anatómica  el  mencionado  D.  Manuel  Orte- 
ga, practicante  mayor  del  hospital  de  Belén. 

Tenía  dos  hígados  y  un  solo  vaso.  El  segundo  estaba  en  el  hi- 
pocondrio izquierdo  como  lo  está  comunmente;  los  dos  primeros  en 
el  derecho,  uno  arriba  de  otro.  El  mas  alto  estaba  envuelto  en  una 
bolsa  membranosa  cuya  superficie  esterior  era  evidentemente  celu- 
lar, y  la  interna  cerosa:  este  carecía  de  végiguilla  biliosa  y  lóbulo  de 
Espigelio.  El  interior  era  del  tamaño  y  figum  normal,  pero  notable 
por  la  multitud  de  nervios  supernumerarios  que  recibía,  y  por  que 
la  vena  porta  en  forma  dedos  troncos  se  abría  en  la  cara  convexa 
de  esta  entraña.  Las  conexiones  de  uno  y  otro  hígado  eran  celu- 
lares, vascular'ís  y  nerviosos.  El  segundo  ó  inferior  tenía  su  végigui- 
lla biliosa  proporcionada,  y  esta  su  conducto  sistico,  que  unido  con 
el  hepático,  se  comunicaban  con  el  duodeno  como  en  el  estado 
ordinario.  Tenía  dos  páncreas  de  Asselioy  bien  manifiestas,  y  del  ta- 
maño y  estructuras  ordinarias. 

El  diafracma  no  ofreció  de  notable  mas  que  el  mayor  número 
de  perforaciones  para  dar  paso  á  los  respectivos  canales  que  le  atra- 
vesaban como  eran  v.  g.  los  dos  esófagos  (ó  conductos  del  alimen- 
to) que  saliendo  cada  uno  de  un  estómago,  se  dirigían  á  su  boca 
correspondiente. 

El  aparato  respiratorio  era  doble^  y  uno  un  poco  mayor  que 
otro;  así  fué  que  se  hallaron  dos  traquearterias  (ó  conductos  del  ai- 
re) cuya  bifurcaciones  terminaban  en  sus  respectivos  pulmones  do* 
bles  muy  completos  y  bien  formados,  al  mismo  tiempo  que  separa- 
dos é  independientes  para  sus  funciones  fisiológicas. 

No  se  podía  decir  lo  mismo  de  los  corazones  (á  quienes  rodea- 


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—215— 
ban  6  abrazaban  aquellos)  porque  aunque  también  eran  dobles^  esta- 
ban tan  íntimamente  unidos,  que  no  formaban  sino  una  sola  erUrafia. 
Mas  claro.  Eraw/i  solo  corazón  con  cuatro  aurículas ^  y  otros  tantos 
nentrículoSy  destinados  á  impulsar  la  sangre  vital  á  cada  uno  de  los 
entes  pensadores  de  quienes  á  su  vez  recibia,  y  á  los  que  enviaba 
su  influencia.  Tal  conformación  del  corazón  muy  notable  por  cier- 
to, indujo  en  su  figura  una  variación  muy  estraña.  No  era  esta  la 
de  un  cono  inverso,  como  lo  es  corrientemente;  sino  imperfecta- 
mente esférica.  Habia  también  dobles  arteiias  y  venas  pulmonarias^ 
destmadas  á  ejecutar  la  circulación  en  cada  uno  de  estos  vasos,  en 
el  distrito  que  le  correspondia:  cada  uno  de  los  cayados  de  la  aorta 
daba  sus  tres  ramos  respectivos  distribuidos  lo  mismo  que  en  el 
estado  ordinario;  y  en  suma,  todo  lo  que  pertenecia  á  la  aorta  as- 
cendente eri  doble.  En  la  descendente  la  duplicaturá  se  estendia 
de  un  modo  manifiesto  hasta  los  estómagos ^  y  desde  estas  entrañas 
se  iba  simplificando  y  confundiendo  en  multiplicados  anastomoses 
hasta  formar  un  solo  sistema  vascular  sanguíneo  quizás  mas  vigoro- 
so, que  lo  es  siempre;  así  es  que  /as  arterias  crurales  no  eran  dobles 
como  ninguna  de  las  que  pertenecían  á  las  estremidades  inferiores. 

El  esqueleto  tiene  de  notable  dos  espinazos  ó  columnas  verte- 
brales: cada  una  toma  origen  de  su  respectiva  cabeza,  y  terminan  en 
im  hue^o  sacro  común,  confundiéndose  al  fin  el  canal  raquidiano. 

Las  costillas  por  la  parte  anterior,  tiene  casi  su  longitud  ordi- 
naria, uniéndose  á  un  esternón  que  se  conoce  ser  compuesto  de 
dos  medias  piezas  perteneííiente.s,  una  á  cada  individuo;  y  por  la 
posterior  salen  de  cada  una  de  las  columnas  vertebrales  correspon- 
dientes, unas  fracciones  de  costillas,  como  de  la  cuarta  parte  de  la 
longitud  común;  uniéndose  estas  por  sus  estreraos,  forman,  en  vir- 
tud de  su  curvatura,  una  elevación  prolongada  que  á  primera  vista 
nos  pareció  un  tercer  espinazo;  mas  el  cursante  D.  Antonio  Falcon 
advirtió,  que  lo  que  se  elevaba  en  medio  de  los  dos  que  podemos 
llamar  normales,  era  la  reunión  mencionada,  y  no  uno  tercera  espi- 
na. Hé  aquí,  la  causa  que  produce  la  mayor  anchura  del  pecho  por 
la  parte  superior. — Las  paletillas  y  las  clavículas  no  son  dobles,  y 
están  situadas  en  su  posición  regular.  El  tercer  brazo  se  apoya  en 
la  unión  de  las  dos  primeras  por  su  parte  superior-postf  rior.  —  Según 
tengo  dicho,  las  cabezas  ni  los  cuellos  presentan  cosa  estraordina- 
ria;  su  figura,  tamaño  y  consistencia  es  la  de  cualquiera  criatura  na- 
cida en  tiempo  regular. 


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—216— 

En  ñn,  doy  el  último  toque  anatómico  diciendo  algo  del  siste- 
ma mas  importante,  al  paso  que  el  mas  oscuro,  el  mas  misterioso^ 
7  el  mas  impenetrable  de  la  economía  animal:  el  sistema  por  el  que 
rada  uno  es  loque  es,  sabio  ó  ignorante,  astuto  ó  imbécil,  activo  ó  pe<r 
rezoso,  magnánimo  ó  abyeto:  el  sistema  en  que  se  difundió  aquel  so- 
plo de  la  divinidad  que  anima  al  hombre,  radicando  en  él  la  ley  eter- 
na de  la  atracción  universal:  el'sistéma,  por  último,  que  dá  por  fiuto 
las  virtudes  ó  los  vicios,  y  que  revela  al  ojo  observador  quién  es  el 
hombre  intelectual  que  le  pertenece.  Bien  se  habrá  comprendido 
ya,  que  hablo  del  sistema  nervioso.  Este  era  doble  en  cada  mitad 
del  cuerpo  (según  su  longitud)  pero  no  absolutamente  de  todos  los 
órganos.  En  las  entrañas  habia  algunas  como  el  corazón,  los  pul- 
mones y  los  estómagos  que  recibian  nervios  dobles;  y  otras  como 
los  intestinos,  el  útero,  y  la  vegiga  de  la  orina  que  los  recibian  sen- 
cillos. Atendiendo  á  la  distribución  que  aquellos  tenian  en  brazos 
y  piernas,  me  parece  que  el  brazo  y  pierna  derechos  pertenecían 
esclusivamente  a  la  cabeza  del  mismo  lado^  y  los  otros  dos  miembros 
á  la  cabeza  correspondiente.  El  brazo  anómalo  parece  pertenecer 
de  preferencia  á  la  cabeza  derecha,  sin  que  dejara  de  recibir  alguna 
influencia  de  la  izquierda,  en  virtud  de  que  tenia  mayor  número  de 
nervios  de  la  primera  que  de  la  segunda.  Al  hacer  la  disección  de^ 
brazo  izquierdo,  hice  notar  á  los  discípulos  que  en  él  habia,  casi  la 
cantidad  de  nervios  que  debiera  haber  en  las  dos. 

Por  último,  respecto  de  la  conformación  esterna  de  este  raro 
fenómeno,  diré  en  resumen,  que  se  compone  de  dos  cabezas  sepa^ 
radas  y  enteras  y  de  dos  medios  cuerpos  unidos  por  la  linea  media  q 
longitudinal;  un  brazo  supernumerario  que  era  común,  aunque  coQ 
desigualdad  de  acción. 

Hé  aqui  en  compendio  la  relación  de  un  producto  orgánico  que 
no  ofrece  menos  motivos  de  interés  y  de  estudio  al  médico  y  al  mo- 
ralista, que  al  psicólogo  y  al  jurisconsulto.  La  naturaleza  casi 
siempre  profunda  é  indefinible  en  sus  obras  como  el  pensamiento 
del  Criador  ejecuta  alguna  vez  combinaciones  ya  no  de  moléculas 
ó  principios,  no  de  tejidos  ó  sistemas,  ni  de  órganos  ó  aparatos  ais^ 
lados;  sino  de  individuos  de  la  especie  humana,  realizando  de  buho 
á  nuestros  ojos,  lo  que  está  escrito  en  una  página  inmortal:  "Sifrón 
dosenuna  carne.^^  (1) 


(1)     Génesis,  cap.  2?  v.  24. 


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—217— 

Los  casos  de  este  género  de  monstruosidad  son  tnuy  raros, 
t>orque  eesistiendo  en  ellos  dos  personas  morales  en  una  física^  no 
parece  sino  que  la  naturaleza  al  economizar  estas  anomalías,  nos 
ha  querido  manifestar  toda  la  importancia  de  la  independencia  per» 
90nal.  Entre  los  pocos  casos  de  este  género,  se  leen  los  que  se  in- 
sertan en  el  tomo  5-  del  Diccionario  de  medicina  de  D.  A.  B.  cuyo 
**tenor  es  como  .«igue:  "Gaspar  de  los  Reyes  Franco,  refiere  la  his^ 
**toria  de  dos  monstruos  con  dos  cabezas  y  cuatro  brazos  cada  uno, 
**ttacidos  en  Inglaterra  en  las  provincias  de  Northumberland  y  de 
**Oxford.  El  primero  vivió  hasta  la  edad  de  veinte  y  ocho  años;  y 
**se  notó  bien  que  en  cada  cabeza  habia  un  principio  de  raciocinar 
**diferente,  porque  unas  veces  convenían  en  sus  pensamientos  y 
«otras  no.  £1  segundo  vivió  unos  dias,  y  aunque  no  llegaron  lad 
"dos  cabezas  á  poder  raciocinar,  sentían  diferentemente;  pues 
"cuando  una  dormia,  solia  estar  despiértala  otra." 

^'£n  las  Memorias  de  la  academia  de  las  ciencias,  de  Paris,  se 
"da  noticia  de  un  monstruo  con  dos  cabezas,  que  una  comadre  sacó 
^^sin  dificultad  del  vientre  de  la  madre,  volviéndolo  y  tirando  por 
**los  pies." 

"En  el  real  colegio  de  cirugía  de  Cádiz,  se  conservan  dos  móns- 
**tnios  con  las  cabezas  dobles,  el  uno  en  esqueleto,  y  el  otro  entero 
**en  espíritu  de  vino.  Del  primero  se  sabe  por  tradición  que  nació 
"en  Medina-Sidonia:  habiendo  arrojado  uno  de  los  Jos  pies  prime- 
"ro,  sobre  él  le  echaron  la  agua  del  santo  bautismo,  especificando  en 
"la  forma  que  se  bautizaba  un  solo  individuo;  pero  habiendo  visto 
"después  que  con  mucho  trabajo  arrojóla  madre  lo  demás  que  eran 
**dos,  consultaron  al  M.  R.  P.  Feijoó,  sobre  si  alguno  se  habría  bau- 
"tiiado;  y  este  sabio  religioso  dedujo  de  sus  razones,  que  proba- 
**blemente  ninguno."  (1) 

"Del  que  se  conserva  en  espíritu  de  dé  vino,  se  sabe  que  na- 
**ció  en  la  isla  de  León,  y  que  la  madre  sobrevivió  y  vino  á  verlo 
^^algunos  años  después.  Este  monstruo  lo  trajeron  al  espresado  co- 
**leg¡o  cerca  de  tres  dias  después  de  nacido.  Las  dos  cabezas  son 
*^bien  conformadas,  medidas  juntas  tenían  diez  y  ocho  pulgadas  de 
"circunferencia,  por  los  hombros  un  poco  mas  de  quince,  y  algo 
"menos  por  las  caderas." 


(1)  Según  informe  verbal  que  recibí  de  las  personas  que  condu- 
jeron á  mi  poder  el  monstruo,  sucedió  esactamente  lo  mismo;  esto  es, 
que  fué  bautizado  en  un  pié  que  salió  antes  que  el  cuerpo. 


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—218— 

De  monstruos  con  tres  cabezas,  solo  se  ha  dado  noticia  del 
que  estrajo  Zimmerman  á  lá  condesa  de  Chercei  por  medio  de  la  ope- 
ración cesárea. 

El  Dr.  Venette,  en  su  célfbte  obra  titulada:  El  amor  conyugal, 
ó  historia  completa  de  la  generaciofi  del  hombre^  haré  mención  de 
dos  niños  pertenecientes  al  gabinete  de  Mr.  Pinsson,  cirujano  de 
Taris,  en  estos  términos.  "La  lámina  14  representa  la  figura  de 
dos  niños  reunidos  desde  la  parte  inferior  del  vientre,  hasta  el*  pe- 
cho y  la  cabeza.  Un  solo  cordón  umbilical  los  ha  nutrido.  Las  dos 
cabezas  reunidas  no  formaban  mas  que  una  sola  cara,  dos  caras  y 
una  sola  lengua  en  la  boca.  La  reunión  de  los  dos  cráneos,  presen- 
taba en  medio  de  la  frente  una  señal,  que  á  cualquiera  le  parecería 
la  parte  secsual  femenina.  Estos  dos  niños  han  muerto  al  nacer." 

El  fenómeno  de  que  habla  Venette,  ofrece  sin  duda  alguna, 
menos  interés  é  importancia  científica,  á  las  indagaciones  del  fisico 
y  del  moralista,  que  el  que  es  objeto  de  este  articulo,  porque  aunque 
tuviera  el  primero  hemisferios  dobles  en  la  cabeza,  y  por  lo  mismo 
resultase  mayor  el  numero  de  lóbulos  cerebrales,  es  incuestionable 
que  no  estando  duplicados  los  sentidos  estemos  ni  los  nervios  con- 
ductores; las  sensaciones  debían  ser  idénticas  en  ambas  cabezas,  y 
por  consiguiente  lo  debían  ser  también  las  ¡deas.  Estas  son  por  una 
ley  precisa  el  resultado  de  aquellas.  ¡Gracias  á  los  trabajos  lumino- 
sos de  Lockcj  célebre  médico  inglés,  y  del  profundo  Cabamis  dig- 
nísimo profesor  de  la  escuela  de  medicina  de  París!  ¡Gracias  tam- 
bién al  sutilísimo  CondillaCy  hoy  es  un  dogma  en  la  filosofía,  que  las 
impresiones  son  la  fuente  de  nuestros  conocimientos,  ó  lo  que  es  lo 
mismo,  qiie  las  sensaciones  son  el  origen  de  las  ideas.  El  estudio  cons- 
tante de  la  anatomía  y  de  la  fisiología,  corrió  por  fin  el  velo  miste-  - 
rioso,  y  fué  descubierto  el  secreto  mas  importante  déla  historia  na- 
tural del  hombre.  Descubrimiento  que  es  el  organismo  fisico-moral, 
loque  el  descubrimiento  de  la  atracción  al  sistema  planetario.  La 
logomaquia  escolástica  de  las  ideas  innatas^  y  otros  delirios  seme- 
jantes, ya  no  pululan  casi;  y  las  quiméricas  abstracciones,  los  fan- 
tasmas, y  las  suposiciones  gratuitas,  han  cedido  por  fin  el  campo  á 
la  observación,  á  la  esperiencia  y  al  raciocinio  filosófico. 

Las  ciencias  naturales  han  tomado  ya  su  marcha  conveniente. 
Hoy  no  domina  en  los  espíritus  la  débil  credulidad  que  reinó  en 
el  siglo  XVL  Hoy  no  diría  Fontenelle^  qne  toda  la  filosofia  consis- 
te en  no  ver  ma^  que  prodigios  en  la  naturaleza,  pero  tampoco 


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—219— 
creería  que  se  someleu  Jos  entendimientos  humanos  al  terco  6  obs^ 
Ciliado  pirronismo.  El  exáinen  atento  de  los  fenómenos,  el  estudio 
mas  6  menos  profundo  de  sus  csiusas;  las  relaciones  de  estas  con 
sos  «feotes;  las  inducciones  racionales  fundadas  en  los  productos 
que  da  de  si  ia  naturaleza;  ved  aquí  los  datos  que  han  servido  para 
esplicar  la  ififinita  variedad  de  objetos  que  se  presentan  á  la  vista 
del  filósofo  en  este  nmoíso  panorama. 

Todos  los  ramos  cuyos  conocimientos  se  fijan  en  la  física  y  en 
la  ciencia  por  escelencia  (las  matemáticas),  han  adquirido  un  es- 
plendor correspondiente  á  los  trabajos  de  sus  cultivadores.  No 
quiero  decir  con  esto,  que  el  siglo  en  que  vivimos  sea  la  época  es- 
clusiva  de  las  luces.  Las  dmcias  y  la  ignorancia  tienen  (como  la 
materia)  su  rotación  ó  movimiento,  por  el  que  alumbran  ú  oscurecen 
en  diversos  tiempos  á  las  naciones  que  se  forman,  crecen  y  mueren 
en  el  espacio.  Paises  nos  presenta  la  historia  que  han  sido  en  otro 
tiempo  la  fuente  de  importantes  conocimientos  y  la  tierra  en  que  ha 
fecundizado  el  pensamiento,  reducidos  hoy  á  nulidad.  Otros  por  el 
contrario,  después  que  han  salido  de  su  infancia,  y  después  que  han 
sido  oscurecidos  con  los  sistemas  de  una  tenebrosa  metafísica,  las 
Sombras  han  pasado,  se  han  abandonado  las  sutilezas  y  fútiles  argu- 
mentaciones, y  se  han  dedicado  los  genios  á  q>iienes  el  cielo  ha  dis* 
tinguido  con  un  presente,  el  examen  de  las  causas  positivas,  á  la 
atentaobservacion  y  alas  tentativas  de  la  esperiencia.  Se  han  con- 
denado al  olvido  al  ente  de  razón  y  á  los  grados  metafisicos^  y  se  ha 
abierto  una  era  de  gloria  y  de  virtud  para  una  parte  de  la  raza  humana, 
dedicándose  al  estudio  á^elgran  libro  que  el  Criador  abrió  á  nuestra 
vista,  que  es  el  de  la  naturaleza,  diciéndonos  con  una  voz  de  iAspi- 
racion:  Toma^  y  fee,  como  en  otro  tiempo  á  un  africano  venerable, 
Séame  permitido  esta  digresión  que  me  ha  provocado  el  observar 
con  grata  satisfacción  el  entusiasmo  y  ardor  con  que  se  cultivan  hoy 
los  diversos  ramosde  las  ciencias  naturales.  Los  puntos  mas  difíciles  de 
ella,  tal  como  el  de  las  monstruosidades  han  sido  atentamente  observa* 
dos,  meditados  y  examinados,  de  una  manera  razonable  y  metódica* 
No  hace  mucho  tiempo  que  se  dio  cuenta  al  instituto  de  Fran- 
cia una  memoria  del  Dr,  Geoffroy,  de  San  Hüaire^  relativa  á  la  his* 
toria  general  y  particular  de  las  anomalías  de  la  organización  en  ef 
hombre  y  en  los  animales  (1).  Dice  el  Dr.  Serres,  hablando  de  esta 


Cl)     Véase  ol  Repertorio  médico-cstrangoro  Tom.  1? 
T.  II. — 27. 


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—220— 
obra  lo  siguiente:  "El  autor  toma  por  primer  término  y  de  compa- 
ración, el  tipo  mas  ordinario  de  un  órgano  ó  de  un  animal,  y  sigue 
todas  las  aberraciones  ó  estravíos  posibles  de  este  tipo:  espone  cada 
una  de  ellas  con  esactitud,  y  compara  los  hechos  y  casos  antiguos 
con  los  modernos,  incorporándolos  con  los  de  su  propia  observa- 
ción; de  este  modo  llega  á  percibir  y  verificar  sus  relaciones,  su 
analogía  ó  su  diferencia;  haciendo  abstracción  de  las  opiniones  ó  de 
las  miras  sistemáticas,  bajo  cuya  influenciase  han  recogido  algunos  de 
ellos.  Siguiendo  este  método  analítico  y  descriptivo,  el  autor  llega 
desde  la  anomalía  mas  simple,  y  que  apenas  cambia  la  forma  de  los 
órganos  y  de  los  animales,  hasta  la  monstruosidad  mas  complicada  que 
los  desnaturaliza,  hasta  el  punto  que  no  pueden  ser  conocidos." 

Las  ciencias  filosóficas  pues,  son  deudoras  á  aquel  sabio  medi- 
co, de  haber  dedicado  sus  trabajos  literarios  al  estudio  de  un  arca- 
uo  de  la  naturaleza  tan  dificil  como  poco  cultivado.  Difícil  cierta- 
mente, porque  ¿sobre  qué  base  se  pueden  establecer  los  fundamen- 
tos de  una  clasificación  esacta?  ¿Puede  la  (matomía  formar  sobre  este 
punto  detalles  seguros,  Id^  fisiología  establecer  principios  ciertos,  ó 
Idizoonomíaj  reglas  que  no  sean  muchas  veces  burladas?  Sin  embar- 
go, las  investigaciones  del  D.  Geqff'royj  y  en  la  esposicion  que  de 
ellas  ha  hecho  el  Dr,  SerreSy  serán  siempre  apreciables  para  los 
amantes  de  las  ciencias,  por  cuanto  han  presentado  esta  materia  ba- 
jo un  punto  de  vista  diverso  del  que  había  tenido  hasta  allí,  ilus- 
trándola con  una  nueva  clasificación. 

Al  estudiar  y  meditar  las  diversas  anomalías  del  fenómeno  que 
ha  motivado  este  artículo,  confieso  que  me  han  servido  de  mucho 
para  la  esplicacion  de  aquellas,  las  teorías  de  estos  dos  ilustres  pro- 
fesores; principalmente  en  lo  relativo  á  la  reunión  de  los  dos  secsos 
en  un  mismo  cuerpo.  El  modo  con  que  consideran  el  desarrollo 
embrión,  ministra  grande  luz  para  la  esplicacion  de  muchos  produc- 
tos anormales  que  se  observan  en  la  generación  del  hombre.  Ver- 
dad es  que  entre  estos  hay  algunos  que  casi  hacen  verosímil  la  ec- 
sistencia  de  la  epigénesis. 

¿Si  se  deberán  tomar  en  consideración  las  monstruosidades  que 
afectan  algunos  formas  de  las  otras  especies,  de  que  hacen  tanto 
mérito  algunos  autores?  "No  llegan  jamás,  dice  un  erudito  fisiólo- 
go (1)  las  monstruosidades  hasta  el  grado  de  desfigurar  completa- 


(1)     Richerand.  Errores  populares  sobre  la  medicina  Tom.  V 


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—221— 
inente  los  distintivos  característicos  de   las   especies  animales,  de 
modo  que  ellas  tomen  absolutamente  las  formas  de  otras  especies." 

Sin  embargo,  de  tener  presente  esta  opinión,  y  otras  de  hom- 
bres igualmente  respetables,  creo  que  las  monstruosidades  de  que 
se  trata,  no  son  de  todo  punto  imposible,  si  se  atiende  á  las  inmen- 
sas y  multiplicadas  combinaciones  de  que  la  naturaleza  se  ocupa 
sin  cesar  en  la  formación  de  los  individuos  y  perpetuidad  de  las  es- 
pecies. No  quiero  decir  con  esto  que  se  deba  dar  crédito  á  una  mu- 
chedumbre de  vulgaridades  estravagantes  y  ridiculas,  que  han  ser- 
vido de  pábulo  á  la  credulidad  y  á  la  admiración  de  los  ignorantes. 
Los  límites  que  debo  poner  á  este  articulo,  no  me  permiten  esten- 
derme mas  sobre  esta  materia.  Quizá  otra  vez  hablaré  de  ella  ha- 
ciendo una  reseña  general  de  las  anomalías  orgánicas  que  he  tenido 
ocasión  de  observar  en  el  ejercicio  de  mi  profesión  en  este  departa" 
mentó.  Entonces  hablaré  de  una  monstruosidad  sumamente  curio- 
sa é  interesante  á  la  biología^  cuyo  ejemplar  rarísimo,  y  tal  vez  no 
visto  antes  en  este  Nuevo  mundo  conservo  en  mi  gabinete. 

Mas  no  dejaré  de  hacer  mención  antes  de  concluir,  de  un  caso 
que  refiere  Lizzeti  en  su  obra  "De  la  Tiaturaleza^  causas  y  dife7'encia 
de  los  monstruoSy  sin  que  me  proponga  sostener  la  veracidad  ó 
falsedad  de  él. 

No  lo  escribo  en  castellano  por  los  motivos  que  del  momento 
ocurrirán  á  cualquiera  que  lo  lea  y  lo  entienda.  El  tener  algunas  ci- 
tas de  circunstancias  que  parecen  comprobantes,  puede  darle  algu- 
na verosimilitud;  sin  embargo  sobre  ello  falle  la  buena  crítica  ausi- 
Bada  de  \z  fisiología',  y  paso  á  referírlo. 

"Scriptum  Volaterranus  in  commentariis  Vrbanis  reliquit,  sub 
Pío,  hujus  nominis  tertio  Pontífice  Máximo,  in  Hetruria  puellam 
quamdam,  quod  cum  cañe  adamato  stupri  consuetudinemhabuisset 
gravídam  esse  factam,  ac  semicanem  foetum  edidisse,  oc  est,  pedí- 
bus  manibus,  ac  auribus  caninis,  coetera  vero,  hominem,  remque 
expiationis  gracia  ad  pontificera  fuisse  delatam." 

A  primera  vista  es  inesplicable  la  repugnancia  que  siente  la 
naturaleza  del  hombre,  á  permitir  la  realidad  de  semejantes  coinci- 
dencias. Parece  que  la  parte  racional  de  él,  la  luz  intelectual  que  lo 
distingue  y  que  lo  alumbra,  rehusa  envilecerse,  degradarse,  oscu- 
recerse hasta  el  punto  de  que  su  especie  (no  obstante  el  distin* 
tivo  que  le  es  característico)  se  mezcle  ó  se  comprenda  con  seres  á 
quienes  la  Eterna  Providencia  puso  bajo  mil  aspectos  y  recursos  en 


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—222— 
escalones  muy  inferiores  á  él.  Pero  no  obstante  esta  repugnancia, 
no  creo  imposibles  tales  anomalías,  así  como  vemos  muchas  vece» 
criaturas,  que  perteneciendo  á  la  raza  humana  por  su  generación  y 
caracteres  principales,  se  desvían  al  mismo  tiempo  de  aquellas  for- 
mas originales  con  que  el  Criador  revistió  al  prototipo  d*t  la  especie, 
cuando  lo  formó  del  limo  de  la  tierra  y  lo  animó. 

En  fin,  para  concluir  diré,  que  de  la  estructura  anatómica  del 
monstruo  cuya  descripción  he  procurado  hacer,  me  parece  que  se 
pueden  deducir  las  consecuencias  siguientes: 

1*  Existiendo  en  él  dos  aparatos  sensitivos  con  sus  dos  ce- 
rebros separados  y  bien  conformados,  ecsistían  también  dos  entes 
pensadores. 

2^  Las  pasiones,  afectos,  propensiones  ó  ideas  que  tuviesen 
uno  y  otro,  serían  idénticas^  diversas  ú  opuestas^  según  el  origen  de 
que  emanaran  las  sensaciones  que  las  producían;  ya  de  las  impre- 
siones que  trasmitiesen  las  entrañas  por  los  nervios,  ó  ya  de  las  que 
hiciesen  los  objetos  estemos  sobre  los  sentidos. 

3^  Según  se  ha  distribuido  el  aparato  nervioso,  circulatorio,  di- 
gestivo, locomotor  y  sensitivo,  bien  pudieron  haber  conseivado  la 
vida  por  quince,  veinte,  ó  mas  años,  aunque  espuesta  á  muchos 
achaques  principalmente  de  la  digestión. 

4*  Las  enfermedades  que  se  limitasen  al  estómago,  inñuirian 
decididamente  sobre  la  persona  á  quien  le  pertenecía,  ún  que  la 
otra  dejase  de  resentir  indirectamente  sus  efectos.  Las  que  se  es^ 
tendiesen  á  los  intestinos  serian  comunes  á  ambos. 

5'^  Bastaría  que  uno  de  los  dos  se  alimentase,  para  que  se  ve- 
rificase la  nutrición  del  todo;  pero  no  para  quitar  absolutamente  ef 
deseo  de  comer  á  la  persona  que  no  lo  hacia. 

6^  Para  conservar  la  salud,  ninguno  de  los  dos  estómagos  de- 
bía condenarse  a  la  inacción,  sino  digerir  ó  trabajar  alternativamen- 
te; quiere  decir,  comer  hoy  una  boca,  y  la  otra  uno,  dos  ó  tres  días 
después.  Tal  recurso  de  poder  dar  al  estómago  uñ  descanso  tan  pro- 
longado (por  tener  compañero)  era  un  verdadero  privilegio  que  re- 
compensaba en  cierto  modo  á  estas  admirables  criaturas,  del  de- 
fecto que  se  les  atribuía. 

7*  Según  la  distribución  del  sistema  nervioso  y  muscular,  el 
brazo  y  pierna  derecha,  pertenecían  á  la  cabeza  del  mismo  lado, 
así  como  la  izquierda  á  la  respectiva,  sin  que  la  voluntad  de  una  u 
otra  pudiese  influir  indiferentemente  en  ambas;  «sino  en  ciertos  casóse 


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—223— 
<|ne  lo  demandara  una  sensación  común:  v.  g.,  en  los  retortijones 
ílel  vientre   conciirririan  ambas  manos  á  apretarse;  en  la  oomezooi 
de  la  cabeza  cada  mano  rascaría  la  suya,  á  no  ser  que  se  convinie- 
sen á  hacerlo  entrambos. 

S^  Si  hubieran  vivido  hasta  una  edad  competente,  habrían  te*- 
nido  diverso  tono  de  voz. 

9?  La  época  del  sueño  habria  sido  algunas  veces  común  y  otras 
diversa. 

10^  El  examen  atento  de  estas  cías  personas  completas  en  las 
cabezas,  y  doe  medim  en  el  cuerpo,  robustece  ta  teoría  del  xlesarro^ 
Bo  independiente  aunque  uniforme  de  cada  mitad  en  el  embrión  y 
feto  humano.  Si  esto  no  es  una  hipótesis,  ¡que  fatalidad  para  el, 
hombre,  que  el  hombre  ha  de  ser  doble  desde  que  se  forma! 

11*?  Pudo  ser  una  de  las  cabezas  de  gran  talento,  6  de  grandes, 
rirtudes,  y  la  otra  inferior;  y  aun  tal  ve?c  imbécil  y  viciosa. 

1*^  Aunque  ecsistian  los  dos  secsos  en  un  mismo  cuerpo,  no 
había  verdadero  hemafrodismo  en  caso  que  sea  cierto  qne  tíJ  ajis* 
tema  del  cielo  ha  caído  sobre  la  especie  humana. 

Quede  cubierto  con  un  velo  lo  que  aconteciera  en  la  pubertad 
de  este  diptongo  humano,  respectos  de  los  afectos  secsuales,  si  su 
ec^tencia  se  hubiera  prolongado  hasta  aquella  época.  Yo  he  for- 
mado mi  juicio  cierto,  probable,  ó  erróneo,  cuyos  apuntes  conser-» 
vo;  pero  que  no  a\'enturo  en  este  papel,  asi  por  la  grande  oscuridad 
en  que  está  envuelta  esta  materia,  cuanto  porque  no  es  conveniente 
á  la  decencia  pública  tratarla  en  un  escrito  que  corre  en  manos  de 
personas  de  todas  clases. 

Muchos  y  muy  curiosos  problemas,  así  de  química,  como  de 
fisiología  y  de  moral,  ofrece  la  contemplación  del  mencionado 
monstruo  biceps;  pero  yo  me  limitaré  á  escribir  solamente  algunos 
de  medicina  forense. 

JURISPRUDENCIA  CIVIL* 

jSi  el  fenómeno  que  nos  ocupa  fuese  el  producto  de  la  nníoa 
conyugal  de  un  hombre  rico,  lle^yado  el  caso  de  que  é^c  hiciese 
testamsento,  lo  debería  hacer  como  para  un  solo  A^'e>,  6  cojuae 
para¿  dos9 

¿Qué  debería  hacer  un  juez  si  se  le  presentaban,  y  uno  pedía 
aatir  de  la  minofia,  alegando  tales  razones  que  no  dej^e  dgda  al 


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—224— 
magistrado,  de  que  aquel  cerebro  lo  habia  sacado  la  naturaleza  dd 
estado  de  menor  y  al  paso  que  el  otro  manifestara  lo  contrario? 

¿En  el  caso  precedente,  se  podría  hacer  al  uno  tutor  dd  otro? 
¿Y  entonces  hasta  que  punto  se  debería  estender  la  intervención 
del  uno  sobre  el  otro? 

JURISPRUDENCIA  CRIMINAL. 

¿Si  una  mano  de  las  dos  normales,  asesinaba  ó  envenenaba  á 
otro  hombre,  y  resultase  plenamente  probado  el  crimen,  que  baria 
el  juez  para  castigar  al  delincuente  con  pena  corporis  ajtictwa^  si  el 
otro  alegaba  que  no  habia  tenido  parte  ni  en  la  meditación  ni  en 
la  ejecución  del  delito,  supuesto  que  no  tenia  poder  alguno  sobre 
el  brazo  que  le  habia  perpetrado? 

¿Tendría  en  este  caso  lugar  aquel  principio  de  deretrho  que 
dice:  vak  mas  dejar  impune  al  delincuente^  que  castigar  al  inocente 
¿Y  esto  no  era  en  cierto  modo  autorizar  aquellos  dos  brazos  para 
que  sin  castigo  acabasen  con  la  sociedad? 

En  caso  que  se  le  debiera  imponer  alguna  pena,  ¿cuál  debería 
ser  esta. 

Cuestiones  son  estas  que  pueden  divertir  á  muchas  personas 
estranas  alas  ciencias;  y  á  los  literatos  darle  matería  para  discusio- 
nes científicas  bastante  profundas,  sobre  un  asunto  que  no  es  impo- 
sible que  alguna  vez  tuvieran  que  ocuparse  prácticamente  de  él  los 
tribunales. 


Esperábamos  encontrar  en  esta  relación  del  fenómeno  de  Oa- 
jaca  algunas  indicaciones  referente  á  los  Mellizos  de  Siam  que  nos 
visitaron  por  el  año  de  1829.  Muchos  motivos  tenemos  para  inge- 
rir en  esta  noticia  científica  la  ecsistencia  de  dos  seres  reunidos  en 
un  mismo  cuerpo,  gobernados  por  las  propias  pasiones  é  inclina- 
ciones. Digan  lo  que  quieran,  el  fenómeno  de  estos  oríentales  pre- 
senta el  cuadro  mas  estupendo  de  que  hasta  ahora  hay  recuerdos, 
porque  la  naturaleza  parece  que  al  formarlos  tuvo  empeño  en  os- 
tentar su  saber  y  maestría. 

Mas  adelante  ofrecemos  tratar  de  estos  fepómenos,  dando  con 


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—225— 
su  relación  histórica  un  precioso  grabado  según  la  copia  de  Hiffer- 
man  espresamente   abierta  para  el  Museo  americano. 

(Jf.  del  R.) 


TAREAS  ACADÉMICAS. 

La  conducta  del  lord  Meríngtan  con  la  joven  Carlota  de  Me. 
Fallen^  fué  un  negocio  muy  ruidoso  en  Londres,  La  siguiente  carta^ 
escrita  con  todo  el  Juego  de  una  alma  bien  cultivada^  ensena  la  bella 
elocuencia  y  la  sensibilidad  de  la  desgraciada  víctima.  El  traductor 
sin  apartar  los  ojos  á  tan  precioso  original  para  darle  toda  aquella 
Jiierza  que  en  él  aparece^  se  empeño  tambieny  a  fin  de  que  en  nuestro 
idioma  resaltasen  los  esmaltes  de  una  obra  bien  acabada;  si  acaso  lo 
ha  conseguido  j  los  inteligentes  lo  juzgarán. 


£LQt^iaiBÜ^WIBÜ<» 


CARLOTA  Me.  FALLEN  AL  LORD  MERINGTON. 

Milord:  Debo  esta  contestación  á  vuestra  última  carta  y  voy  i 
satisfacerla,  pero  como  he  renunciado  á  un  tiempo  á  vos,  á  vuestro 
amor,  á  vuestra  amistad,  á  la  mas  ligera  especie  de  vuestra  memo- 
ria, os  la  envió  en  un  papel  cuya  copia  espera  el  editor  de  una  Ga- 
ceta para  insertarla  en  el  acto:  veréis  en  ella  mi  natural  estilo,  aquel 
estilo  que  tantas  veces  lisongeó  vuestro  orgullo  y  vuestra  vanidad: 
pero  sabed  que  estos  caracteres  que  llamabais  sagrados^  que  apre- 
ciabais con  tanto  ardor,  que  os  eran  tan  recomendablesy  y  que  me 
hacíais  remitir  con  tanta  frecuencia,  ya  no  los  verán  jamás  vuestros 
ojos,  concluirá  con  éste  el  crecido  numero  de  billetes  en  que  con- 
sumia  injustamente  el  tiempo  y  en  donde  para  mi  desgracia  pre- 
sentaba el  espejo  de  mi  alma.  Decis  en  vuestra  última  carta:  que 
JlasteiSy  que  sois  y  que  siempre  seréis  el  mas  afecto^  con  la  mas  tierna 
amistad:  mil  gracias  Milord,  por  tan  arrogante  esñierzo:  mucho  de- 
bería sin  duda  á  la  generosidad  de  vuestro  corazón,  si  este  rasgo 


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—ase- 
os pudiera  indultar  del  odio  y  del  desprecio  que  os  conservará  unai 
muger  á  quien  habéis  ofendido  tan  escandalosamente:  decis  que  no 
merecéis  el  Ütxdo  que  os  doy  y  y  que  nunai  fuisteis  mi  enemigo:  ¿Te- 
neis  la  osadia  de  repetir  que   nunca  lo  fuisteis? ¿Os  atrevéis  á 

rogarme,  que  no  üivide  á  un  liombre  que  me  fué  tata  car^'i  No,  Milord; 
no  lo  olvidaré:  una  ocurrencia  indeleble  lo  grabó  en  mi  memoria; 
pero  jamás  me  acordaré  de  él,  sino  para  detestar  y  maldecir  sus 
artificios. 

Temblad  ingrato:  yo  voy  á  conducir  mi  mano  atrevida  hastaf 
el  fondo  de  vuestro  corazón:  voy  á  desenvolver  vuestros  interiores, 
voy  á  desarrollar,  á  poner  presente  vuestra  perfidia,  vuestra  horrible 
traición.. ..¿Lo  podré  hacer?   ¿Envileceré  á  los  ojos  de  toda  la  In- 
glaterra un  objeto  que  algún  tiempo  lisongeó  los  mios?  No  haré  un 
cuadro  cuyos  colores  tenga  mucha  menos  espresion  de  la  que  real- 
mente debia  darles:  esconderé  entra  sombras  algunos  defectos,  que 
para  vuestra  confusión  yo  los  sé,  y  tengo  la  generosidad  de  f>cul* 
tarlo  al  universo  todo.    Quiero  Milord,  que  por  un  instante  os  en- 
cerréis en  vos  mismo,  que  me  escuchéis  y  me  respondáis.  De  tan- 
tas cualidades  de  que  hacéis  alarde,  de  tantas  virtudes  con  que  os 
decorabais,  decidme  ¿de  cual  me  disteis  pruebas?  Sincero,  gene- 
roso, compasivo,  liberal,  amigo  de  la  humanidad,  lleno  de  aquella 
heroicidad  que  caracteriza  la  verdadera  grandeza,  la  bondad,  la  rec- 
titud, el  honor,  la  verdad..Todas  estas  virtudes  parecía  que  impem- 
ban  en  vuestros  sentimientos,  que  dirigían  todos  vuestros  pasos  y 
que  guiaban  toda  vuestra  conducta;  sí  Milord,  asi  lo  decíais,  y  yo, 
yo  b  creía:  ¿y  por  quehabia  de  dudarlo?  Nada  hallaba  en  mi  corazón 
que  me  hiciese  desconfiar  del  vuestro.   ¡No  os  aplaudais^de  haber- 
me engañado,  no,  no  os  aplaudáis!  ¡Qué  esterior  tan  recomenda- 
ble! ¡Qué  circunstancias!  ¡Qué  gerarquia!  ¿Quién  había  de  creer  en- 
cerrase el  mas  vil  seductor?  Pero  menos  debéis  á  vuestra  destreza, 
que  á  la  buena  fe,  á  la  sinceridad  y  al  candor  de  vuestra  victima» 
Mas,  ¿cómo  un  Lord,  uno  de  los  primeros  papeles  de  la  Gran  Br^ 
taña,  pudo  degradarse  hasta  tal  punjo  de  imponerse  unas  obliga* 
eiones  tan  distantes   de  su  elevado  carácter?   ¿Cómo  tener  tantas 
atenciones?  ¿Pero  con  quien?  ¿Quién  era  el  objeto  de  su  considera- 
ción?  Una  joven  del  estado  llano,  á  quien  solo  distinguía  un  inte- 
i4or  poco  común,  ¿y  qué  una  muger  de  esta  esfera,  merecería  ejer- 
citar los  talentos  de  tal  personaje?  ¡Ali!    ¡Que  honra  tan  fatal!  Por 
qué  desgiacia  me  diste  esta  prcíerencia?  Sin  celebridad,   sin  luci- 


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—227— 
miento.  ¿Como  pude  inspiraros  el  deseo  de  hacerme  feliz?  ?Que  fru- 
to sacasteis  de  esa  injusta  fantasía? Los  gemidos  de  mi  corazón, 

ahogados  por  la  prudeíncia,  mis  lágrimas  derramadas  en  el  seno  de 
únasela  amiga; la  alteración  de  mi  salud,  nada  sirvió  á  vuestra  va- 
nidad!, todavía  se  ignora,  tanto  el  objeto  de  mi  dolor,  como  el  gage 
que  de  todo  haya  sacado  vuestro   orgullo,  es  cierto  que  no  habéis 
triunfado  de  ñá  alma^  por  que  hasta  este  punto  todavía  consen'aba 
y  conservo  los  auxilios  del  pudor,  pero  ¿quién  sabe  silo  hubierais 
hecho,  á  no  haberos  contenido  unintürés  á  quien  os  era  forzoso  do- 
blaro«5?    Pero  continúo  mis  cargos,  ¿con  qué  título  os  halláis  auto- 
rizado para  aflijirme?  ¿Qué  ley  me  sujeta  á  vuestro  capricho?  ¿Quién 
os  permite  abusar  de  mi  sinceridad?  ¿Quién  os  hace  arbitro  de  mi 
destino?  Yo  no  os  buscaba,  tranquila  en  mi  obscuridad,  alejaba  de 
mí  cuanto  podia  turbar  una  vida,  si  no  dichosa,  á  lo  menos  sosega- 
da, ¿por  qué  vuestro  arte  pérfido  se  empleó  todo  en  desfigurar  vues- 
tros designios?  Yo  creo  que  os  propusisteis  entretenerme  y  divertir 
vuestro  ocio,  ínterin  que  la  fortuna  llenaba  vuestros  deseos  ambicio- 
sos é  interesados,  con  objeto  digno  de  vuestra  perpetua  unión;  me 
persuado  que  os  ensayabais  en  mi  corazón  para  acertar  mejor  los 
tiros  que  habían  de  rendir  á  otra  muger,  á  quien  vuestra  vanidad 
hallase  digna  de  ser  vuestra  compañera.   ¡Ah!  ¿Os  leo  el  interior? 
¿Penetro  vuestra  alma?   ¿Os  cubre  en  el  momento  de  leer  estas  cláu- 
sulas un  frío  sudor,  efecto  de  la  misma  naturaleza  conmovida,  a 
quien  no  puede  resistir  el  vicio  del  alma?  ¿Os  confundís?  Pues  sen- 
taos; oíd  mas.  Si  yo  Milord,  conociendo  vuestros  criminales  desig- 
nios, me  hubiera  prestado  á  ellos;  si  con  una  credulidad  común  hu- 
biera condescendido  á  la  correspondencia  de  una  pasión  de  que  tíó 
dejabais  duda,  no  tuviera  de  que  quejarme;   pero   ¡haber  apurado 
Vuestra  idea  las  desmostraciones  del  respeto  mas  profundo;  haber- 
me hecho  Ver  unos  transportes  tan  tiernos  y   dulces  como  modera- 
dos, haber  empeñado  para  el  logro  de  vuestra  empresa  todos   los 
erfiíerzos  de  la  mas  negra  intriga  y  la  capa  del  honor!  ¡Qué  bajeza! 
¡Oh!  Vil  seductor:  digno  para  siempre  de  tai  desprecio,  confundios, 
mi  corazón  os  desdeña,  mas  noble,  sin  comparación  que  el  vuestro^ 
no  otorga  su  amistad  á  quién  no  supo  ó  no  pudo  conservarla  con  esti- 
mación, un  odio  inmortal,  es  el  único  sentimiento  que  le  pueden  ins* 
pihu:  vuestra  ingratitud  y  vuestra  falsedadi^ero  qué,  ¿engañar  á 
una  muger,  es  violar  las  leyes  de  la  probidad?  ¿Es  acaso  faltar  al  ho- 
nor, el  ser  traidor  á  una  dama?  ¿La  seducción  del  secso  es  un  deli- 
T.  II.— 28. 


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—228— 
to?  No,  es  un  proceder  recibido.  . .  .Muchos  k)  han  hecho,  y  lo  hsK 

cen. ...  Y  lo  harán ¡Qué  horror! 

¡Ah  Milord!  Hay  un  momento  escesivo  en  esoshom1*res,  pera 
esos  hombres  viles,  bajos,  sin  carácter;  conducidos  por  su  inclinación 
á  obrar  mal,  no  se  atreven  á  ofender  aquellos  que  pueden  castigarle, 
se  destinan  á  hacer  la  desgracia  del  sexo,  de  aquel  sexo  á  quien  el 
hombre  ha  reducido  á  no  poder  quejarse,  ni  vengarse.  Y  ¿quién  sois 
hombres?  ¿De  donde  sacáis  ese  derecho  de  faltar  con  una  muger,  á  las 
consideraciones  que  os  imponéis  entre  vosotros?  ¿Qué  ley  hay  en  la 
naturaleza;  qué  estatuto  autorizó  jamás  en  un  Estado  esa  insolente 
diversidad?  ¡Qué!  ¿Vuestra  palabra  contraida  simplemente  os  em- 
peña con  el  último  de  vuestro  semejantes;  y  vuestros  repetidos  ju- 
ramentos no  os .  obliga  con  la  muger,  con  la  amiga  que  escogisteis.^ 
Monstruos  feroces,  vampiros  execrables  que  nos  debéis  la  felicidad 
y  el  hechizo  de  vuestra  vida:  vosotros  que  no  conocéis  si  no  el  or- 
gullo y  el  amor  impetuoso  de  vosotros  mismos:  egoistas  desprecia-^ 
bles,  decidme,  ¿sin  la  amenidad,  (que  hacen  nuestro  mayorazgo,) 

cual  sería  el  vuestro? ¿Pensáis  que  nuestras  manos  rehosaiian 

lavar  con  sangre  los  ultrages  que  recibimos,  si  la  bondad  de  nues- 
tros corazones  no  ahogara  el  deseo  de  la  venganza?. .  - .  ¿Sobre  qué 
fundáis  esa  pretendida  superioridad?  ¿Sobre   el   derecho   del  mas 

fuerte? Pues  ¿por  qué  no  lo  hacéis  valer?   ¿Por  qué  cobardes, 

por  qué  no  empleáis  la  fuerza  en  vez  de  la  seducción?  Entonces  nos 
sabríamos  defender,  la  costumbre  de  resistir,  nos  enseñaría  á  ven- 
cer; ¿no  os  educáis  en  el  seno  de  la  molicie  y  la  blandura?  No  os 
volvéis  débiles  y  tímidas?  Mas,  ¡ah  crueles!  Qué  no  es  para  otra  cosa 
sino  para  reservaros  del  injusto  placer  que  disfrutan  aquellos  caza- 
dores, que  sentados  tranquilamente,  ven  caer  en  sus  lazos  las  pre- 
sas inocentes  que  condujeron  con  astucia  á  envolverse  en  sus  redes. 
¿Pero  donde  voy  á  parar?  ¿Hasta  donde  me  precipito?  Vuestra  me- 
moria Milord,  es  la  que  me  presenta  tan  duras  reflexiones  sobre 
todos  vuestros  semejantes:  ¿quién  me  habría  anunciado  que  la  ter- 
nura y  estimación  que  os  tenía,  me  precisarían  algún  dia  á  hacerlas? 
¡Ah  Milord!  Vos  sois  quien  destruís  con  vuestra  conducta  el  respe- 
to que  tenía  á  vuestro  carácter;  mi  corazón  se  adhirió  demasiado  á 
un  error,  no  creyéndolo  sino  cierto,  y  buscaba  todos  los  medios  de 
conservarlo.  Yo  misma  sobornada  por  la  dulzura  de  veros  me  ha- 
cia una  satisfacción  de  disminuir  vuestros  agravios  y  me  hubiera  crei. 
do  dichosa  de  no  tener  que  derramar  lágrimas  sino  por  un  efecto  de 


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—229- 
iTii  delicadeza.  ¡Ah!  Milord,  milord,  ¿cómo  podíais  dudar  que  el 
amor  entrando  en  un  corazón  que  no  había  recibido  antes  otras 
impresiones,  y  que  inocente  y  lleno  de  candor  se  abrió  para  recibir 
el  vuestro,  sea  fácil  echarlo  de  él?  En  el  golfo  del  (folor,  en  aque- 
llos momentos  horrorosos  en  que  el  alma  abatida  y  casi  sin  ejercer 
ninguna  de  sus  facultades,  se  mueve  como  una  máquina  que  cede 
al  peso  que  la  oprime;  aun  entonces,  involuntariamente  me  quería 
volver  hacia  la  causa  de  mi  mal,  me  parecía  que  solo  ía  mano  que 
clavó  el  puñal  tenía  la  facilidad  de  arrancarlo.  ¡Situación  horrible, 
inesplicable!  Verse  reducida  á  un  estado  tan  funesto,  semejante  al 
que  en  el  mar  luchando  con  las  olas  donde  lo  arrrojó  la  tempestad, 
se  abraza  con  cuanto  le  presenta  el  mas  débil  apoyo  para  salvarse. 
Yo  me  encontraba  en  esta  terrible  agitación,  cuando  creí  perdona- 
ros restituyéndoos  mi  ternura  y  mi  confianza:  aun  los  mismos  im- 
properios con  que  no  cesabais  de  aflijirme,  suprimían  los  que  yo 
debía  haberos  hecho  para  recompensaros;  vuestras  atenciones,  vues- 
tras lágrimas,  parece  que  movían  de  nuevo  mi  alma,  y  que  escita- 
ban mi  reconocimiento;  la  amargura  de  mi  dolor,  como  que  no  me 
permitía  dejar  de  ser  sensible  al  vuestro,  ya  no  podía  veros  gemir 
á  mis  pies  sin  que  renaciese  aquel  verdadero  afecto  del  que,  alevo- 
samente me  decíais  que  dudabais  y  que  os  parecía  estinguido;  ya 
iba  á  prepararos  una  nueva  alianza  y  reconcilacion:  mis  lágrimas 
ya  no  eran  causadas  por  el  gozo  y  la  ternura,  y  se  mezclaban  con 
las  vuestras  que  creia  sinceras,  pero  que  eran  producidas  por  la  vani- 
dad y  perfidia;  me  aluciné,  en  fin,  y  creí  que  todavía  podía  ser  dicho- 
sa; pero  cada  dia,  cada  instante,  me  he  ido  convenciendo  mas  y  mas 
de  vuestra  hipocresía:  he  conocido  que  si  es  posible  perdonar  las  in- 
jurias, no  lo  es  someterse  tranquilamente  á  los  caprichos  del  cau- 
sante de  ellas;  en  fin,  que  si  la  bondad  del  natural  puede  impedir  el 
rencory  el  deseo  del  mal  á  un  hombre  pérfido;  una  justa  fiereza  debe 
elevarse  sobre  nuestra  debilidad  y  hacemos  despreciar  á  lo  me- 
nos, no  solo  al  traidor  amante,  sino  á  la  inclinación  que  nos  arrastra 
hacia  él.  Concebí  pues;  Milord,  la  resolución  de  renunciar  á  vos 
y  de  deciros:  Ya  no  sois  aquel  a  quien  amaba;  preferí  el  dolor  á  la 
injusticia:  quise  mas  bien  gemir  con  todo  mi  esfuerzo,  que  dejar 
pendiente  mi  felicidad  de  un  hombre  que  era  ya  indigno  de  ser  ar- 
bitro de  ella,  he  roto  un  comercio  cuya  irregularidad  se  me  presen- 
taba; aquel  hechizo  lisonjero  que  me  lo  ocultaba,  ya  no  existe:  yo 
misma  me  despreciaría  si  pensara  que  os  había  de  continuar  aman- 


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—230— 
do.  No  lo  dudéis,  Milord,  no  lo  dudéis,  vos  sois  á'quien  yo  detes- 
to, á  quien  abomino,  á  quien  desprecio  para  siempre;  no  por  haber- 
me abandonado,  no  por  haberos  manifestado  mas  ambicioso,  mas 
codicioso  que  sensible;  sino  por  que  fingisteis   vuestros  sentimien- 
to, porque  sois  un  vil  seductor,  porque  todas  vuestras  ideas  son  cri- 
minal, porque  habéis  tratado  dura  é  inhumanamente  á  vuestra  ami- 
ga, aquella  cuya  terneza  parecia  que  os  era  de  tanto  aprecio;  á  aque- 
lla que  hubiera  dejado  todo  por  vos;  á  aquella  que  os  era  tan  perfec- 
ta y  á  quien  hallasteis  digna  de  vuestras  atenciones,  y  á  quien  juras- 
teis mil  veces,  poniendo  las  manos  sobre  vuestras   condecoraciones 
y  aun  sobre  los  mismos  evangelios,  de  respetar  su  sensibilidad.  Os 
desprecio  porque  os  habéis  producido  con  bajeza;  porque  sois  inca- 
paz de  confianza  y  amistad,  porque  recurristeis  al  engaño,  medio  el 
mas  infame  y  ageno  de  vuestro  nacimiento,  porque  no  tenéis  ver- 
güenza ni  honor.   ¡Ah!  Sobre  cuantos  puntos  faltasteis  para  seducir- 
me. ¿Podéis  presentaros  sin  rubor  ante  la  sociedad?. . .  .Milord,  no 
sois,  no,  aquel  hombre  digno  á  quien  se   rindió  gustoso   mi  cora- 
zón   Me  ofrecéis  vuestra  amistad  y  su  contiimacion ;  ¿qué  enten- 
déis por  la  amistad?  Cómo  se  atreve  á  proponerla   uA  hombre  sin 
religión,  sin  costumbre  y  sin  moral.  ¡Buitre  sanguinario,  escóndete, 
huye  de  la  Gran  Bretaña!  No  creáis  que  pueda  volver  á  dejarme 
sorprender  de  vuestros  artificios;  mi  determinación  está  tomada  de 
í)0  veros  jamás,  ¿como  podría  hacerlo  sin  ser  digna  del  mayor  des- 
precio? ¡Y  volver  á  continuar  una  amistad  con  el  monstruo  embustero 
que  ha  abusado  de  las  cosas  mas  sagradas  para  dañar  á  los  que  se  la 
han  profesado!  Lejos,  lejos  de  mí,  tan  viles,  tan  infames  pensamien- 
tos.' Diréis  que  no  me  habéis  hecho  perjuicio,  que  antes  bien  me 
prometíais  que  algún  dia,  llegaría  á  conocer  cuanto  os  debía,  ¿y  nn 
tranquilidad?  ¿Y  el  dulce  sosiego  de  mi  alma?  ¿Y  el  haberos  lison- 
jeado de  haber  hallado  en  mí  una  muger  á  vuestra  medida?   ¿Y  el 
ser  esto  público  en  Londres?  ¿Acaso  está  en  vuestra  mano  restituir- 
pie  la  quietud  de  mi  espíritu?  ¿Tenéis  poder  para  ponerme  á  cubier- 
to de  las  críticas? Me  habéis  quitado  mi  paz,  y  no  tenéis  facul- 
tades para  reparar  su  pérdida:  la  idea  fantástica  de  mi  felicidad  se 
ha  desaparecido  para  siempre;  este  ídolo  tan  querido  y  tan  adorado, 
despojado  de  los  adornos  con  que  yo  lo  había  presentado  ^  mi  ima- 
ginación,  no  ofrece  mas   que  un  imperfecto   bosquejo.    Sí,  Die 
avergüenzo  del  culto  que  le  rendí  y  conozco  mi  error,  aunque  tar- 
de. A  Dios  Milord,  á  Dios  para  siempre,  y  para  agradecerme  algo 


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_231— 
basta  en  mi  despedida,  solo  os  diré;  que  os  deseo  que  nxinca  pro- 
béis una  amistad  tan  tierna,  tan  sencilla  y  tan  verdadera   como  la 
que  deois  me  conserváis.  Esto  os  debe  convencer  de  que  no  quiero 
vuestra  ruina,  ni  vuestros  infortunios. — Carlota. 


MmmuLwm. 


Juan  Federico  Cristóbal  Schiller,  nació  el  10  de  noviembre  de 
1759  en  Marbach,  ciudad  pequeña  de  Suabeen  el  reino  de  Wurtem.- 
berg.  Su  padre  era  cirujano  y  habia  servido  en  el  regimiento  de  híi- 
Fares  del  principe  Luis  que  estaba  al  servicio  de  los  Paises  Bajos,  y 
ascendió  sucesivamente  á  los  grados  de  ayudante,  abanderado,  y 
capitán.  Después  fué  encargado  de  la  conservación  del  jardín  d^ 
la  Soledad  perteneciente  al  gran  duque  de  Wurtemberg,  y  situado 
á  una  legua  de  Sluttgart.  La  madre  de  Schiller  era  hija  de  un  pa- 
nadero y  muger  de  unas  escelentes  cualidades.  Amaba  mucho  á 
sus  hijos,  y  el  ultimo  que  tuvo  fué  Federico,  el  cual,  según  se  afir- 
ma, era  su  vivo  retrato,  pues  su  estatura  era  galh  rda,  sus  cabellos 
rojos,  su  tez  llena  de  líneas,  y  su  semblante  pálido;  pero  el  contactp 
de  su  fisonomía  era  noble  y  espresivo. 

•  Schiller  fué  dirigido  en  su  pripiera  educación  por  el  pastor 
Moser  de  la  Alasa  de  Lorch,  donde  sus  padres  residieron  durante 
tres  años.  Cuando  estos  dejaron  á  Lorch,  y  se  establecieron  en 
Luisbourg,  continuó  allí  sus  estudios  de  latín,  bajo  la  dirección  dnJ 
profesor  Jahn.  Hasta  esa  época  los  talentos  de  Schiller  no  se  Qnun- 
ciaban  de  manera  alguna,  pues  era  uno  de  los  discípulos  mas  atra; 
sados;  pero  sí  se  descubría  en  él  cierta  inclinación  á  la  soledad  y 
í  la  meditación.  Próxima  ya  la  época  en  que  debía  fijarse  defini- 
tivamente Schiller  en  escoger  una  carrera,  se  decidió  por  la  ecje- 
siá^c^,  por  la  que  habia  manifestado  una  decidida  afición;  per^ 
eptónc^s  el  duque  de  Wurtemberg  acababa  de  establecer  una  fa- 
mosa escuela  militar,  en  la  cual  hizo  sus  estudios  Cuvier,  y  por 
recomendación  de  Jahn  fué  admitido  en  ella.  Parece  que  esto  dís- 


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—232— 
gustó  mucho  al  joven  que  veia  contrariada  su  inclinación  y  m 
natuml  amor  á  la  independencia  con  las  severas  reglas  militares;  asi 
es  que  rehusando  positivamente  estudiar  para  la  carrera  de  las  ar- 
mas y  aun  la  medicina,  se  dedicó  á  la  lectura  de  Klapstock, 
Shakspeare,  la  Biblia  y  otros  libros  poéticos,  que  exaltaron  su  imagi« 
nación  en  alto  grado,  y  lo  decidieron  á  la  poesía  y  al  teatro.  En  unas 
sus  primeras  composiciones  da  á  conocer  bastante  esta  inclinación. 
Hablando  de  las  bellezas  de  la  naturaleza,  se  esplica  asi  con  un 
candor  y  una  admirable  elevación: 

"Estos  encantos  son  muy  poca  cosa  para  los  grandes  y  los  re- 
yes de  la  tierra;  pero  ellos  conmueven  al  humilde  mortal ¡Oh 

Dios  mió!  tu  me  has  dado  la  naturaleza;  repárteles  á  eQos  el  mun- 
do, y  á  mi.  Padre  mió,  dame  la  poesia.'' 

En  1781  dio  á  luz  su  primer  drama  "Z^í  Ladrones^^  obra  que 
no  es  de  un  efecto  teatral;  pero  que  es  menester  considerarla  como 
el  desahogo  de  todas  las  amarguras  y  dolores  que  se  encerraban 
en  el  alma  del  autor.  La  idea  radical  es  hasta  cierto  punto  un  ul- 
trage  á  la  sociedad,  pues  consiste  en  mostrar  una  alma  noble  y  vir- 
tuosa, que  no  pudiendo  encontrar  lugar  bajo  las  leyes  sociales,  se 
precipita  entre  una  banda  de  criminales,  y  alli  encuenrra  un  em- 
pleo mas  poético  de  sus  facultades.  Casi  ninguna  de  las  traduc- 
ciones que  se  han  hecho  de  esta  pieza,  ha  conservado  su  originali- 
dad y  belleza  primitivas. 

El  éxito  de  Los  Ladrones  fué  prodigioso,  á  pesar  de  las  cri- 
ticas que  se  suscitaron,  hasta  el  punto  que  los  estudiantes  de  Ale- 
mania tomaron  la  cosa  mas  seriamente  de  lo  que  merecía,  y  qui- 
sieron formar  asociaciones  de  bandidos.  Se  asegura  que  en  Bris- 
gau  se  descubrió  una  conjuración  de  varios  jóvenes  que  querian 
marcharse  á  los  bosques,  y  convertirse  en  ángeles  esterminadores. 
Un  ladrón  generoso  cuenta  con  bastantes  simpatías,  bú  sucedía  en 
Sicilia  con  Pascual  Bruno;  mas  sobre  todo  en  Alemania,  las  ideaf 
literarias  germinan  prodigiosamente,  en  las  cabezas  de  sus  fantásti- 
cos estudiantes. 

La  crítica  justa,  y  el  mal  positivo  que  hablan  producido  Los 
LadroneSj  hizo  que  el  duque  de  Wurtemberg,  prohibiera  formal- 
nM!nte  á  Schiller,  el  escribir  nada  que  no  fuera  de  la  profesión  de 
médico.  Schiller  no  pudo  soportar  tal  acto  de  tiranía,  y  en  octubre 
de  1782  se  fugó  del  colegio  y  se  fué  á  Franconia  á  refugiar  á  la 
casa  de  la  madre  de  uno  de  sus  camaradas. 


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_233— 

En  esta  época  publicó  ya  multitud  de  poesias  de  mérito  taleí 
tomo  la  Batallaj  la  Infantidday  y  otros  que  aumentaron  la  reputa- 
ción que  le  habla  grangeado  la  pieza  dramática  de  que  se  ha 
hablado. 

Schiller  salió  de  su  escondite  por  la  protección  del  barón 
Ae  Dalberg,quien  lo  llevo  á  Manhein,  donde  habia  establecido 
un  famoso  teatro.  Allí  Schiller  fué  encargado  de  la  tedaccion  de 
un  periódico  literario  llamado  la  ThcUía  det  Rfán, 

Ül  Segundo  drama  que  compuso  Schiller  fué  ta  Conjuracián  dé 
Meschi.  que  está  muy  distante  de  tener  el  mérito  que  los  Ladrones^ 
pues  los  caracteres  están  mal  concebidos  y  poco  desenvueltos. 

Fieschi  recibió  el  titulo  pomposo  de  tragedia  republicana;  y 
esto  valió  al  autor  el  título  de  ciudadano  francés,  qUe  le  concedie- 
ron los  revolucionarios  de  Francia. 

La  Intriga  y  el  Amor  siguió  á  la  anterior.  Es  uila  tragedia 
republicana  en  toda  su  pureza,  y  tal  como  la  habia  concebido  Di« 
derot  Tuvo  mucho  mejor  éxito  que  Fieschi  y  aun  hoy  es  muy 
popular,  y  muy  alabada  en  Alemania.  Se  ha  intentado  muchas  ve- 
ees  arreglar  esta  pieza  para  el  teatro  francés;  pero  nunca  han  tenido 
buen  éxito  estos  ensayos. 

Ya  d<i  una  manera  nueva  y  diferente  de  la  qUe  habia  seguido 
hasta  aquí,  forjó  á  D.  Carlos.  Considero  mas  bien  esta  tragedia, 
como  un  poema  destinado  á  consignar  los  sentimientos  que  le  agi-» 
taban,  que  como  una  obra  para  el  teatro*  La  repiítacion  de  Schi- 
ller comenzaba  á  ser  tan  grande  en  Alemania,  que  la  sola  elección 
de  un  asunto  dramático  era  un  acontecimiento  literario*  Para  con- 
tentar la  impaciencia  del  público,  dio  á  luz  en  1785,  los  tres  prime- 
ros actos  de  D.  Carlos, 

En  esta  época,  Schiller  se  hallaba  en  todo  el  fuego  y  vigor  de 
su  juventud:  en  esta  época  de  transacion  fatal  en  que  las  creencias 
religiosas  se  debilitan,  y  en  que  el  au)or  cambia  los  destinos  de  la 
vida.  Schiller  concibió  una  pasión  profunda,  por  una  joven:  pero 
viendo  ésta  querida  de  ün  amigo  suyo  venció  su  pasión,  y  se  retiró 
á  otro  lugar.  En  esta  profunda  soledad  concluyó  á  D.  Carlos,  que 
pasa  hoy  por  una  de  las  mejores  piezas  del  teatro  alemán. 

Las  cartas  sobre  D.  Carlos  donde  esplica  el  pensamiento  pro- 
fundo que  lo  dominó  y  la  forma  de  los  caracteres  de  sus  persona- 
ges,  fueron  publicadas  en  el  Mercurio  (rermánico,  periódico  que 
redactaba  en  la  corte  del  duque  de  San  Weimar. 


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—234— 

El  gusto  (le  Schiller  por  el  teatro  le  reemplazó  una  grande 
afición  por  los  estudios  históricos,  y  entonces  se  dedicó  a  escribir 
ía  Historia  de  la  revolución  de  los  Países  BajoSj  y  se  cree  que  tam- 
bién comenzó  su  Guerra  de  treinta  años,  obra  que  puede  clasificar- 
se como  de  la  escuela  histórica  del  siglo  ÍÍVIII,  y  que  ha  sido  tra- 
ducida varias  veces  perfectamente  al  francés. 

Cuando  Goeth  volvió  de  sus  viages  de  Italia,  trabó  una  ínti- 
ma amistad  con  Schiller,  y  le  consiguió  la  plaza  de  catedrático  de 
la  Universidad  de  lena.  Dalberij  cooperó  con  su  influjo  al  del  du- 
que de  Saxe  Weimar  y  estos  dos  protectores  aseguraron  á  nuestro 
poeta  una  ecsistencia  cómoda.  A  poco  tiempo  se  casó  con  la  seño- 
rita de  Langenfels. 

Entonces  comenzó  para  Schiller  una  vida  nueva,  y  se  entregó 
al  estudio  y  al  trabajo,  con  un  tesón  inaudito.  Volvió  á  dedicarse 
á  la  lectura  de  los  clásicos  griegos,  é  hizo  varias  traduciones  de 
Esdiylo  y  de  EurispideSy  y  aun  comenzó  una  versión  de  la  Eneida. 

En  1791  cayó  gravemente  enfermo  de  una  afección  de  pecho, 
causa  por  la  cual  abandonó  sus  trabajos  y  emprendió  un  viage  á 
su  pais  natal.  El  descanso  y  la  vista  de  su  familia  lo  restablecieron, 
y  al  cabo  de  un  año  regresó  á  lena,  donde  se  dedicó  de  nuevo  á 
sus  tareas,  siendo  la  principal  la  póesia,  este  sentimiento  ardiente 
y  espresivo  que  habia  aliviado  los  primeros  sufrimientos  morales 
de  su  vida. 

Después  de  doce  años  de  intervalo  volvió  á  dedicarse  al  tea- 
tro, y  el  público  alemán,  que  á  pesar  de  los  escritos  de  crítica  de 
Schlegel  y  de  la  filosofía  de  Kan,  conservaba  un  gusto  por  el  drama 
declamativo  y  sentimental,  recibió  con  mucha  aceptación  á  Walles- 
ieiny  nueva  pieza  de  Schiller.  Pocos  años  después  publicó  otras 
obras  dramáticas,  tales  como  la  Doncella  de  Orleans,  María  Estuard 
Wardeck  y  Guillermo  TelL  La  vida  de  Schiller  desde  su  regraso  á 
lena,  fué  siempre  activa  y  laboriosa.  En  el  seno  de  esta  actividad 
y  cuando  todavía  tenia  que  esperar  largos  años  de  dicho,  la  muerte 
vino  á  interrumpir  una  ecsistencia  tan  honrosa.  Un  viage  que  hizo 
á  Berlin  para  hacer  representar  á  Guillermo  Tell,  le  fatigó  mucho  y 
regresó  enfermo.  Sus  amigos  y  su  familia  se  alarmaron  mucho:  pero 
se  restableció  en  breve  hasta  el  grado  que  «n  1804  compuso  para 
las  fiestas  del  casamiento  del  príncipe  heredero  de  Weimar  con  la 
gran  duquesa  de  Rusia,  una  escena  lírica  cuyos  versos  están  llenos 
de  elegancia  y  de  gracia. 


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•    —235— 

Pocos  meses  después  se  enfermó  de  nuevo  y  la  afeceioñ  qtic 
había  padecido,  se  presentó  con  un  carácter  serio,  que  aumentó  por 
grados,  hasta  que  sucumbió  de  ella  el  9  de  mayo»  de  1805.  No 
tenia  entonces  mas  de  45  aaos.  Su  muerte  fué  tranquila  como  habia 
sido  su  .vida. 

Como  encargó  que  sus  funerales  fueran  sin  ninguna  pompa; 
durante  la  noche  fué  cuando  condujeron  su  cadáver  á  la  última  mo- 
rada, seguido  sin  embargo  de  muchos  amigos,  y  de  todos  los  jóve- 
nes que  quisieiron  tributar  un  homenage  al  que  durante  la  vida,  los 
habia  llenado  de  entusiasmo  con  sus  cantos.  Se  cuenta  que  mien- 
tras la  procesión  fúnebre  caminaba  por  las  calles,  el  cielo  estaba 
cubierto  de  negros  nubarrones;  mas  en  el  instante  que  llegaron  á 
la  sepultura,  la  luna  apareció  en  todo  su  esplendor  é  iluminó  coa 
&US  pálidos  rayos  el  ataúd  del  gran  poeta. 


CMOCIIENTOS  DTILBS -eCONONIA  DOUTIGI 

SOBRE  LAS  PALOMAS. 


Concluye  este  axtioulo  prinoipiado  y  continuado  en  los 
números  anteriores. 

Para  que  las  palomas  no  se  esáravíen  del  palomar. 

£1  principal  motivo  de  tener  gustosas  á  las  palomas  en  elpalo^ 
míi|;,  y  que  hace  que  no  le  desampsu-en,  es  el  estar  blanco  por  den* 
tío  j  por  fuera,  por  ser  para  ellas  muy  agradable  este  color,  y  por- 
<pje  es  semejante  al  suyo,  con  lo  cual  no  solo  se  logra  conservar  en 
él  las  propias  palomas,  sino  que  atraen  las  agenas,  y  las  campest^ 
ñas  que  no  tienen  domicilio. 

Algunos  toman  un  pedazo  de  sal  como  el  puño,  y  poniéndole 
en  el  palomar,  acuden  las  palomas  á  picar  en  él,  x  les  sirve  de  atraC" 
tivo  para  no  desamparar  su  morada.  Otros  toman  una  cabeza  de  ca** 
bra,  que  echan  á  cocer  con  agua,  con  sal,  cí^ainos,  cañamones  y  ori* 

T.  u.— 29.  '  • .  ^ 


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—236— 
hes,  y  después  de  cocida  la  ponen  en  el  palomar  descubierta,  y  eá 
líimbien  un  eficaz  atractivo  para  ellas.  Otros  hacen  cocer  el  mijo  eií 
miel,  echándole  un  poco  de  agua  para  que  no  se  queme,  cuyo  cebtf 
es  tan  gustoso  para  las  palomas*  que  les  hará  cobrar  grande  afición 
al  palomar,  y  no  solo  no  se  irán  de  él,  sino  que  atraerán  á  otras  f(H 
íasteras. 

En  donde  hay  abundancia  de  mijo  y  maíz  se  hacen  cocer  eú 
agua,  y  habiéndole  después  secado  al  sol,  se  vuelve  á  cocer  cotí 
miel,  y  hecho  esto,  se  refriegan  con  esta  mixtura  los  líidos  del  palo- 
mar y  otras  partes  en  que  pueden  las  palomas  untarse  de  ella  enlos 
pies  y  las  alasí  cuantos  han  usado  de  este  secreto  afirman  ser  muy 
singular,  no  solo  para  aficionar  las  palomas  á  su  propio  palomar,  s¡-^ 
no  para  atraer  otras  á  él. 

Para  que  no  enfermen  se  ha  de  cuidar  de  aplicarles  algún  rc!- 
medio  que  les  purifique  la  sangre,  siendo  el  mejor  quemarles  algu- 
nos perfumes  de  buenos  olores,  de  que  gustan  mucho;  y  como  tie- 
nen el  olfato  tan  fino,  y  los  perciben  por  los  conductos  del  pico, 
las  preservan  de  enfermedades:  por  este  motivo  se  ha  de  perfumar 
amenudo  el  palomar.  Estos  perfumes  podrán  componerse  unas  veceg 
de*incienso,  benjuí  y  estoraque,  y  otras  de  yerbas  olorosas,  coni^ 
espliego,  tomillo,  romero,  y  otras  cosas  de  buen  olor,  que  es  ocioso 
referir  aquí. 

Modo  de  quitar  las  palomas  viejas  del  palomar. 

Con  eí  tiempo  todo  se  envejece;  y  algunas  cosas  que  en  su  prin- 
cipio producían  utilidad,  no  suelen  en  el  fin  servir  mas  que  de  gas- 
to inútil:  tsll  es  la  naturaleza  de  las  palomas,  que  en  suáf  primero» 
años  dan  copioso  fruto  en  los  pichones  que  crian,  pero  siendo  vieja» 
sólo  sirven  de  embarazar  que  las  demás  los  produzcan,  6  los  destru. 
yen  y  echan  á  perder  cuando  los  tienen  ya  sacado»  á  luz.  Para  evL 
tar  este  daño  tan  perjudicial  será  preciso  sacar  del  palomar  esta 
casta  de  aves  tan  perniciosas;  y  aunque  esto  podría  ejecutarse  de 
muchas  maneras  solo  pondré  aquí  la  mas  fácil  y  cómoda. 

El  tiempo  que  ordinariamente  viven  las  palomas  suele  ser  ocht) 
años,  ^ero  Solo  crian  en  los  cuatro  primeros,  y  en  los  demás  para 
nada  son  buenas,  porque  en  pasando  la  p^doma  de  los  cuatro  pri- 
meros años,' solo  sirve  de  comer  sin  provecho,  y  de  echar  á  perder 
lo  que  las  nuevas  producían.  La  dificultad  está  en  conocerlas;  y  {«- 


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^      *    —237— 
ra  saberlas   distinguir  con  alguna  seguridad  será  el  mejor   medio 
el  que  sigue: 

Al  principio  y  cuando  se  echan  las  palomas  en  el  palomar  pa- 
rji  poblarlo  se  ha  de  tener  la  advertencia  de  cortar  á  cada  una  con 
unas  tijeras  la  estremidad  de  sus  uñas,  y  dejar  notado  el  tiempo  en 
que  esto  se  ejecuta.  Al  siguiente  año  y  al  mismo  tiempo  se  le  ha  de 
cortar  otra  uña  á  cada  paloma,  y  para  ejecutarlo  con  menos  inquie- 
tud se  dispondrá  que  estando  ya  recogidas  todas  en  el  palomar  y 
<jue  esté  cerrado  y  oscuro,  entren  dos  hombres  sin  hacer  ruido  con 
uiia  linterna  cerrada  que  no  dé  mas  luz  que  la  que  se  necesite  para 
reconocer  cada  nido.  El  uno  de  ellos  ha  de  tener  la  linterna  y  alum- 
brar al  otro  mientras  va  cogiendo  todas  las  palomas  de  los  nidos, 
mn  que'se  esceptúe  ninguna  de  ellas,  y  les  irá  cortando  la  extrerai- 
4ad  de  una  una  del  otro  pié,  y  ha  de  proseguir  de  la  misma  suerte 
los  demás  años  sucesivamente  hasta  que  tengan,  cortadas  ya  las  cua« 
tiro  uñas.  Como  se  ejecute  en  esta  forma  nohabrá  que  temer  que  las 
palomas  se  ahuyenten  del  palomar  para  no  volver  mas  á  él. 

Pasado  el  cuarto  ano  se  ha  de  entrar  en  el  palomar  en  la  forma 
dicha,  consigo  dos  jaulones  grandes,  en  que  sejuxgue  que  podrán 
caber  todas  las  palomas  del  palomar.  En  el  uno  de  ellos  se  han  (^e  ir 
echando  las  que  tuvieren  señaladas  las  cuatro  uñas  para  comerlíts  ó 
venderlas,  y  en  el  otro  las  que  se  conocerán  por  sus  señales  no 
.  haber  pasado  todavía  los  cuatro  años  para  volverlas  á  soltar  después 
en  el  palomar,  por  ser  las  que  se  reservan  para  que  pueblen  nue va- 
liente. 

Aunque  esto  parezca  difícil  de  ponerse  en  práctica,  será  muy  fá- 
cil observando  lo  que  se  previene,  pues  con  haberse  ejecutado  el 
primer  ano,  se  volverá  á  ejecutar  en  el  segundo  y  siguientes  con 
Haas  facilidad,  y  sobre  todo  cuando  se  vea  con  el  tiempo  la  grande 
abundancia  de  palomas  que  esto  producirá  en  el  palomar. 

Habiendo  puesto  cien  pares  de  palomas,  al  fin  del  año  serán 
cuatrocientos,  ó  cuando  menos  doscientos,  contando  con  los  acci- 
dentes que  pueden  sobrevenir. 

Conviene  no  quitarles  los  pichones  en  el  segundo  año,  para 
lograr  al  tercero  un  producto  mas  ventajoso. 

De  las  palomas  mansas  ó  domesticas. 

Las  paíom'as  mansas  ó  domésticas  son  ordinariamente  calza- 


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—238— 
das,  y  no  se  diferencian  de  las  demás  en  el  liiodo  de  alimentarlas, 
sino  solo  en  ser  mayores  de  cuerpo  y  mas  fecundas  que  las  comu- 
nes, porque  casi  todos  los  meses  del  aíío  crian  pichones  que  llegan 
á  prevalecer  felizmente,  sin  embargo  del  rigor  de  los  inviernos,  co- 
mo se  las  cuide  bien. 

Esta  especie  de  palomas  tiene  las  piernas  y  pies  cubiertos  de 
plumas,  y  cuyo  adorno  le  es  bastante  perjudicial,  porque  las  mas 
veces  que  salen  fuera  vuelven  al  palomar  llenas  de  lodo  y  agua  en 
las  plantas  de  los  pies  y  las  piernas,  y  poniéndose  de  esta  suerte 
sobre  los  huevos  los  enfrian  y  echan  fuera  de  sus  nidos,  lo  cual  ha- 
ce que  sea  inútil  el  que  los  hayan  puesto;  pero  este  defecto  se  cor- 
regirá con  facilidad  por  medio  de  las  tijeras. 

El  palomar  en  i;  ie  se  han  de  poner  éstas  palomas  debe  estar  en 
un  paraje  de  la  casa  donde  ni  el  frió  ni  el  calor  ofendan  demasiada- 
mente, y  ha  de  ser  nluy  claro  y  tener  luces  hacia  oriente  ó  mediodra. 

A  estas  palomas  se  les  ha  de  dar  la  misma  libertad  que  a  las 
otras,  y  no  habrá  que  temer  que  se  alejen;  y  cuanto  mas  bien  ali- 
mentadas estén  saldrán  menos,  y  por  consiguiente  sacarán  mas 
crias.  Por  lo  que  mira  á  los  nidos,  no  habrá  que  diferenciarios  en 
nada  del  palomar;  pero  no  obstante  queda  el  modo  de  hacerlos  á  la 
elección  de  las  personas  que  desearen  criar  esta  especie  de  palomas, 

Siempre  que  estas  palomas  estén  sobre  sus  huevos  para  empo- 
llarlos, y  especialmente  en  tiempo  de  invierno,  se  ha  de  tener  gran 
cuidado  de  que  no  les  falte  jamás  el  agua,  porque  con  el  frió  riguro- 
so podria  co;ijelarse,  ó  cayendo  dentro  ella  algunas  inmundicias, 
no  la  querian  beber  entonces. 

También  se  ha  de  tener  la  advertencia  de  barrer  y  limpiar  á 
menudo  el  palomar  y  los  nidos  que  haya  en  él„  y  sacar  de  allí  to- 
do el  estiércol  de  las  palomas,  para  que  con  esta  limpieza,  y  que- 
mando en  el  palomar  de  cuando  en  cuando  los  perfumes  que  dejo 
dichos,  se  preserven  de  algimas  enfermedades  que  podrían  sobreve- 
nirles si  no  se  practicase  todo  lo  referido. 

De  los  huevos  que  ponen  las  palomas  domésticas. 

Aunque  para  manifestar  la  gran  fecundidad  de  las  palomas  do- 
mésticas se  ha  dicho  que  aun  en  el  invierno  crian,  no  obstante  es 
necesario  entender,  que  nada  llega  á  conseguirse  sii^  que  de  núes* 
áa  parte  se  ponga  un  particular  cuidado  para  ello. 


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_239— 

El  que  deseare  tener  pichon^^s  en  tiempo  de  invierno,  ha  de 
procvirar  elegir  algunos  pares  de  aquellas  palomas  que  se  halla  reco- 
nocido ser  las  mas  quietas  y  sosegadas,  las  cuales  se  han  de  poner 
i  parte  en  una  pieza  estrecha,  abrigada,  y  donde  el  aire  que  respi- 
ren   sea  templado. 

Dentro  de  esta  pieza  en  que  se  hayan  puesto  estas  palomas  no 
ha  de  faltar  jamás  la  comida  de  que  se  puedan  alimentar,  la  cual 
podrá  ser  ordinariamente  algarroba,  avena  y  con  frecuencia  caña- 
mones para  que  tomen  calor,  cuidando  también  de  que  tengan  cer- 
ca de  sí  agua  limpia  y  clara. 

Cada  paloma  pone  dos  huevos  en  menos  de  veinte  y  cuatro 
horas,  el  primero  á  las  cinco  de  la  tarde,  y  el  segundo  á  las  dos  de 
la  tarde  del  dia  siguiente;  y  tarda  en  empollarlos  quince  ó   diez  y 
seis  dias  en  la  primavera  y  verano,  y  veinte  y  uno  en  otoño  é  invier- 
no, un  dia  antes  de  cuya  época  empieza  el  pichoncito  á  taladrar  la 
cascara,  haciendo  una  línea  circular  de  agujeritos  cuyo  plano  es 
perpendicular  al  eje  mayor  del  huevo,  y  ayudado  de  los  padres  ha- 
ce \m  esfuerzo,  separa  en  dos  hemisferio  la  cascara  y   sale  de  su 
prisión.  Los  padres  alimentan  los  pichones  durante  los  seis  dias  pri- 
meros, con  una  masilla  que  preparan  en   su  buche,  y  después  les 
sustituyen  alimentos  mas  sólidos  que  siguen  suministrándoles  hasta 
que  tienen  veinte  y  ocho  dias,  en  que   comienzan  á  comer  por  si 
solos. 

Como  todo  lo  referido  se  ejecute  con  puntualidad  y  cuidado, 
se  verá  por  esperiencia  que  corresponden  siempre  los  efectos  á  me- 
dida del  deseo. 


PROTOCOIiACION 

De  todas  las  disposioiones  reales,  administrativas  y  eeb- 
némicas  publicadas  de  oficio  en  el  mes  de  Febrero  úl- 
timo. 


Secretaría  del  Gobierno  Superior  Civil  de  la  Isla  de  CtAa». — 
Conformándose  el  Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador  y  Capftaq} 
general  con  el  voto  consultivo  emitido  por  la  Real  Audiencia  Pse- 


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_240—  ' 

torial  se  ha  servido  disponer  y  mandar  que  se  publique  para  gene-t 
ral  inteligencia  lo  siguiente:  Que  corresponde  esclusivamente  en- 
tender en  esta  ciudad  y  la  de  Matanzas  á  los  alcaldes  ordinarios  en 
los  juicios  de  paz  con  inhidicioa  de  los  Mayores;  y  que  en  cuanta 
á  las  demandas  de  menor  cuantía  pueden  ambos  alcaldes  ordina- 
rios y  mayores  conocer  de  todas  ellas  á  prevención,  coa  sola  la 
limitación  de  la  Real  cédula  de  29  de  Julio  último,  no  pasando  los 
primeros  de  cincuenta  pesos  y  estendiéndose  los  segundos  á  la  de 
ciento,  y  por  lo  que  hace  á  las  licencias  de  matrimonio  que  hayan 
de  otorgarse  á  los  menores  de  edad,  que  tienen  sus  padres  y  parien- 
tes en  Reinos  distante$,  corresponde  su  otorgamiento  á  los  alcaldes 
mayores,  sin  perjuicio  del  recurso  que  por  irracional  disenso,  y  se-» 
gun  la  pragqaáticí^  sanción  de  veinte  y  ocho  de  Abril  de  mil  ocho- 
cientos tres,  toca  esclusivamente  su  conocimiento  al  Escmo,  Sr. 
Gobernador  Superior.  Habana  1"  de  Febrero  de  ISáG.^— Miguel 
Mckríd  Paniagua^ 


Inspección  de  esfudíos  de  las  islas  de  Cuba  y  Piierto~Rico. -^Tín 
sesión  del  dia  22  del  corriente  ha  tenido  á  bien  acordar  esta  corpo- 
ración que  se  anuncie  por  niedio  del  Diario  que  en  la  Real  Casa 
de  Maternidad  se  halla  abierta  una  cátedra  de  obstectricia  á  cargo 
del  Dr.  D.  Joaquín  Guarro  y  que  pudiendo  recibir  en  ella  las  muge- 
res  blancas  y  de  color  que  quieran  dedicarse  al  ejercicio  de  parte- 
ras la  instrucción  teórica  que  exige  la  Real  orden  de  24  de  Agosto 
de  1842  ninguna  será  examinada  de  Matrona,  ni  se  despachará  á 
su  fevor  licencia  ó  títído  sin  que  previamente  acredite  reunir  los 
requisitos  que  la  citada  Real  orden  exige.  Habana  30  de  linero  de 
1846. — Pedro  Celestino  Cañedoy  secretario. 


Secretaría  de  Real  acuerdo  de  la  Audiencia  pretorial  de  la  Ha- 
bana— .Circular. — En  acuerdo  ordinario  de  la  fecha,  se  ha  proveí- 
do con  otras  cosas,  un  auto  del  tenor  siguiente; 

"Vistos  de  conformidad  con  lo  manifestado  por 
el  3r.  Fiscal,  en  lo  principal  de  la  precedente  re^ 
presentación,  se  declara  que  en  esta  Capital  y  en 
la  ciudad  de  S.  Cários  de  Matanzas,  donde  aca- 
ban de  crearse  Ahraldes  mayores,  deben  entender 
los  ordinarios  con  el  carácter  de  jueces  de  paZjj 
esclusivamente  en  los  juicios  de  Conciliación,  en 


Señores. 
Decano. 
Sanz. 

Escosura. 
Carbonell. 
Valenzuela. 
Presentes,  Sres 
Fiscales. 


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-^241— 
Ia  forma  prevenida  en  el  capítulo  segundo,  sección  primera  del  Re- 
glamento provisional  para  la  administración  de  justicia,  espedido 
en  veinte  y  seis  de  Setiembre  de  mil  ochocientos  treinta  y  cinco, 
en  consecuencia,  y  sin  hacerse  novedad  pot  ahora  én  el  auto  acor- 
dado én  esta  Audiencia  de  veinte  y  uno  de  Mayo  de  1841 
en  las  Ciudades,  Villas  y  Lugares  del  territorio,  donde  toda- 
vía no  se  han  creado  AÍcnldias  mayores,  sustituyase  á  los  artículos 
segiiíldo,  tercero  y  cuítrto  de  dicho  auto,  los  veinte  y  dos,  veinte  y 
tres  y  veinte  y  cuatro,  del  referido  capitulo  del  Reglamento  provi- 
sional, y  circúlese  para  su  ejecución  y  cumplimiento  á  los  Alcaldes 
i^ayores  y  á  los  ordinarios  de  esta  Ciudad  y  Matanzas,  y  á  las  de- 
lYi  as  justicias  del  territorio  para  su  conocimiento  y  efectos  correspon- 
dientes en  las  partes  que  les  toque.  Así  lo  mandaron  y  rubricaron 
los  Sres.  del  margen  en  la  Habana  á  die2  y  nueve  de  Enero  de 
mil  ochocientos  cuarenta  y  seis. — Señores. — Decano. — Sanz. — Eá- 
cosuras. — Carbonell. — Valenzucla. — Presentes,  Señores  Fiscales* 
— Hay  cinco  rúbricas. — Regino  Martin. 


Jlrtículos  del  Reglamento  y  Ateto  acordado  que  se  cUan  y  qtte  han  de 
regir  en  esta  capital  y  en  la  ciudad  de  Matanzas  donde  hay  Alcaldes 

mayores. 

Artículo  1"  Sin  hacer  constar  que  se  ha  intentado  el  medio  de 
\a  conciliación,  y  qüc  esta  no  ha  tenido  efecto,  no  podrá  estable- 
terse  en  juicio  ninguna  demanda  civil  ni  ejecutiva  sobre  negocio 
susceptible,  de  ser  completamente  terminado  por  avenencia  de  las 
partes,  ni  tampoco  querella  alguna  sobre  melas  injurias  de  aquellas 
en  que  sin  detrimento  de  la  justicia  se  repara  la  ofensa  con  sola  la 
condonación  del  ofendido. 

Ésceptúanse  de  la  necesidad  de  que  se  intente  antes  la  conci- 
liación: 

Pí-imero — Las  causas  que  interesen  á  la  Real  Hacienda,  á  los 
Pósitos  ó  á  los  Propios  de  los  pueblos,  á  los  demás  fondos  y  esta- 
blecimientos públicos,  á  herencias  vacantes,  ó  á  menores  de  edad, 
ó  á  los  que  se  hallen  privados  de  la  administración  de  sus  bienes^ 

Segundo. — Los  negocios  de  que  se  debe  conocer  enjuicio  ver* 
bal;  los  interdictos  posesorios;  los  juicios  de  concurso;  las  denun- 
cias de  nueva  obra;  los  recursos  para  intentar  algún  retracto  ó  tan- 
leo;  ó  la  retención  de  alguna  gracia,  ó  para  pedir  la  formación  de 


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—242— 
inventario  6  partición  de  bienes,  ó  para  otros  casos  argentes  de  se^ 
mejante  naturaleza. — Pero  si  hubiere  de  proponerse  despqes  de- 
manda formal  que  baya  de  causar  juicio  contencioso  por  escrito, 
deberá  preceder  precisamente  el  acto  de  conciliación. 

Articulo  2-  Los  alcaldes  ordinarios  ejercerán  el  oficio  de  Jue- 
ces de  paz  ó  conciliadores,  y  ante  cualquiera  de  ellos  deberá  pre- 
sentarse todo  el  que  tuviere  que  demandar  á  otro  por  negocio  civi^ 
ó  por  injurias  que  no  se  comprendan  en  las  escepciones  delartícolo 
precedente. 

Artículo  3"  El  Juez  de  paz,  con  dos  hombres  buenos,  (en- 
tendiéndose por  tales  cualesquiera  personas  que  no  sean  de  letras) 
nombrados  uno  por  cada  parte,  pero  sin  necesidad  de  que  asista  Es- 
cribano, las  oirá  á  ambas  personalmente  ó  representados  por  apode- 
rados con  poder  bastante;  se  enterará  de  las  razones  que  aleguen, 
y  oido  el  dictamen  de  los  dos  asociados,  dará  d«ntro*de  cuatro  dias 
á  lo  mas,  la  providencia  de  conciliación  qué  le  parezca  mas  propia 
pira  terminar  el  juicio,  la  cual  con  espresion  de  si  la&^  partes  se  con- 
forman 6  no,  se  asentará  en  un  libro  que  debe  llevar  dicho  juez  con 
el  titulo  de  Juicios  de  paz,  firmando  él,  los  hombres  buenos  y  los 
interesados,  si  supiesen,  y  se  darán  á  estos  las  certificaciones  que 
pidan. 

Artículo  4?  La  providencia  del  Juez  de  paz  terminará  efectiva- 
mente el  litigio  si  las  partes  se  aquietaren  con  ella,  en  cuyo  caso  la 
hará  aquel  llevar  á  efecto  sin  escusa  ni  tergiversación  alguna. 

Artículo  5?  Si  las  partes  no  s»  conformaren,  todavía  el  juez  de 
paz,  las  exhortará  á  que  por  el  bien  de  ellas  mismas  comprometan  su 
diíerdnciaen  arbitros  ó  mejoren  amigables  componedores,  y  lo  hará 
anotar  en  el  libro,  con  espresion  de  si  se  convienen  ó  no  los  interesa- 
dos. Si  tampoco  en  esto  se  corjvinieren,  dará  al  que  la  pida  una  certi- 
ficación de  haberse  intentado  el  medio  de  la  conciliación,  y  de  que 
no  se  conformaron  las  partes  ni  se  avinieron  á  un  compromiso. 

Artículo  6^  Toda  persona  demandada  á  quien  cite  un  Juez 
de  paz  para  la  conciliación,  está  obligada  á  concurrir  ante  él  para 
este  efecto,  ó  personalmente  ó  por  medio  de  apoderado  con  bastante 
poder:  y  si  residiere  en  otro  pueblo,  la  citará  el  Juez  de  paz  por  me- 
dio de  oficio  á  la  Justicia  respectiva,  señalando  el  término  que  sea 
suficiente. 

Cuando  el  citado  no  cumpliere,  se  le  citará  segunda  vez  á  cos- 
ta suya,  conminándole  el  Juez  de  paz  con  una  multa  de  ^^uarcnta 


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—243— 
á  doscientos  reales  de  plata  según  las  circunstancias  del  caso,  y  de 
la  persona;  y  si  aun  así  no  obedeciere,  dará  dicho  juez  por  termi- 
nado el  acto,  franqueara  al  demandante  certificación  de  haberse  in- 
tentado el  medio  de  la  conciliación,  y  de  no  haber  tenido  efecto  por 
«culpa  del  demandado,  y  declarando  á  este  incurso  en  la  multa,  se 
la  exijirá  ó  hará  exijir  desde  luego  la  aplicación  ordinaria. 

Artículo  T  Si  la  demanda  ante  el  Juez  de  paz  fuere  sobre  re- 
tención de  efectos  de  un  deudor  que  intente  sustraerlos,  ó  sobre  al- 
gún otro  punto  de  igual  urgencia,  y  el  actor  pidiere  á  dicho  juez 
que  desde  luego  provea  provisionalmente  para  evitar  los  perjuicios 
de  la  dilación,  lo  hará  este  así  sin  retraso,  y  procederá  inmediata- 
mente al  juicio  de  paz. 

Artículo  8?  Cuando  sean  demandante  ó  demandados  los  mi^ 
mos  Jueces  de  paz,  y  no  haya  en  el  pueblo  otro  que  tenga  este  carác- 
ter, hará  las  veces  de  Juez  de  paz  el  Reidor  de  Ayuntamiento  que 
primero  siga  en  orden;  y  si  fuere  demandado  6  demandante  el  Ayun- 
tamiento en  cuerpo,  se  ocurrirá  para  la  conciliación  al  Juez  de  paz 
.  del  pueblo  ma^nmediato. 

Artículo  9?  Los  Jueces  de*paz  y  las  demás  personas  que  concur- 
ran á  este  juicio;  no  llevarán  por  él  derecho  alguno;  pero  para  aten- 
der al  necesario  gasto  del  libro  y  escribiente,  se  podrán  exigir  seis 
reales  de  plata  á  cada  parte  que  no  sea  pobre  de  solemnidad. 

Artículo  10.  Losjueces  de  paz,  penetrándose  déla  importan- 
cia de  sus  funciones,  y  de  lo  mucho  que  interesa  el  que  se  eviten 
cuanto  sea  posible  los  pleitos  y  disensiones  entre  los  ciudadanos, 
pondrán  la  mayor  eficacia  en  conciliar  á  los  que  se  presenten  ante 
ellos,  teniendo  entendido,  que  mientras  mas  litigios  y  querellas  cor- 
ten, mayor  será  el  servicio  que  hagan  al  Estado,  y  mayor  el  mérito 
que  contraigan  á  los  ojos  del  Gobierno." 

Lo  que  comunico  á  V.  de  orden  del  Real  Acuerdo  para  su  eje- 
cución y  cumplimiento. 

Dios  guarde  áV.  muchos 'años.— Habana  27  de  Enero   de 
1846.— Regino  Martin,  secretario. — Es  copia. — Regino  Martin. 


Scperintendencia  general  de  Real  Hacienda  de  la  isla  de   CubOj 
iníendencia  de  la  Habana, — Real  orden. — Escmo.  Sr. — He  dado 
cuenta   á  la  Rema  (Q.  D.  G.)  de  lo  espuesto  por  V.  E.  en  sus  car- 
T.ii.— 30. 


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—244— 
tas  números  1024,  1668  y  1963  acerca  del  conflicto  en   que  se  ha* 
Haba  con  motivo  de  las  competencias  suscitadas  sobre  los  negocios 
contenciosos  de  Minas,  por  pretender  la  dirección  general  de   este 
ramo,  tener  conocimiento  de  ellos,  como  los  de  la  misma  especie 
en  la  Península;  y  S.  M.  en  su  vista,  y  habiendo  tenido  por  conve- 
niente oir  sobre  este  punto  al  Tribunal  Supremo  de  Justicia   de 
conformidad  con  su  dictamen  se  ha  servido  resolver.  1-  Que  el  co- 
nocimiento de  la  apelación  interpuesta  por  la   Compañía  Miaef» 
de  Santiago  de  la  sentencia  definitiva  que  el  Intendente  de  Cuba 
dictó  en  los  autos,  que  la  uiisma  Compañía  seguía  con  las  denomi- 
nadas San  José,  y  primera  Consolidada  sobre  posesión  de  un  cria- 
dero de  mineral,  corresponde  á  la  Junta  Superior  Cont^iciosa   de 
Hacienda  de  esa  Capital,  la  cual  deberá  conocer  de  ellos  en  segun- 
da y  tercera  instancia,  quedando  á  salvo  el  recurso  de  nulidad  ó  in- 
justicia notoria  que  cualquiera  de  las  partes  pueda  interponed  co» 
arreglo  al  artículo  16,. de  la  ordenanza  general  de  Intendentes   de 
Indias  de  23  de  Setiembre  de  1803  y  la  Real  orden  de  21  de  Junio 
de  1843.  —2?   Que  por  lo  de  ahora,  y  sin  perjuicio.de  lo  qive  se  de- 
termine en  la  nueva  ordenanza  de  Minas  que  se  ha  mandado  for. 
mar  para  esa  Isla  continúe  la  misma  Junta  conociendo   de   las 
segundas  y  terceras  instancias  en  semejantes  negocios,   sin  otro  re- 
curso contra  sus  sentencias  ejecutorias  que  el  ya  citado  déla  nulidad 
injusticia  notoria.  3°  Y  que  se  encargue  á  V.  E.  que  en  el  proyecto 
de  la  nueva  ordenanza  se  tome  en  consideración  la  conveniencia  de 
establecer  en  la  Isla  juzgados  especiales  de  Minas  para  las  primeras 
instancias  y  otro  Superior  para  las  segundas  y  terceras,  sin  mas  re- 
curso que  los  de  nulidad  6  injusticia,  para  ante  el  espresada  tribunal 
de  Justicia  en  su  Sala  de  Indias,  teniendo  presente  lo  dispuesto  en 
cuanto  á  este  punto  por  la  ordenanza  de  Minería  de  Méjico  de  22 
de  Mayo  de  1783. — De  Real  orden  lo  comunico  á  V.  E.  para  su  in- 
teligencia y  exacto  cumplimiento.  Dios  guarde  á  V.  E.  mucho» 
anos. — Madrid  3  de  Dicisembre  de  1845. — Mon.— Sr.   Intendente 
de  la  Habana. 

Y  de  orden  del  Escmo.  Sr.  Superintendente  general  delegado 
de  Real  Hacienda  se  avisa  al  público  para  su  conocimiento.  Haba- 
na 3  de  Febrero  de  1846. — Joaquín  Cavipuzano» 


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—245— 
Sala  Capi¿uUn\ — El  Elscmo.  Ayuntamiento  de  esta  ciudad  en 
cabildo  ordinario  de  nueve  de  Enero  ultimo,  deseoso  de  cortar  el  abu- 
so que  se  nota  en  el  rastro  público  de  ganado  mayor  de  obligarse  al 
dueño  de  ganado  á  vender  por  menos  precio  á  los  que  se  titulan  re- 
faccionistas,  las  menudencias  de  aquel,  porque  no  hay  otro  lugar  pa- 
ra el  e^ndio  de  ellas,  que  las  mismas  casillas  que  ocupan  los  car- 
niceros ó  banderos,  acordó  con  la  aprobación  del  Escmo.  Sr.  Presi- 
dente Gobernador  superior  civil  un  articulo  adicional  al  reglamento 
novísimo  del  abasto  de  carnes,  el  cual  es  como  sigue.-Artículo  adicio- 
nal: "Sin  embargo  de  que  en  las  casillas  del  espendio  de  carnes  en 
los  mercados  de  esta  capital,  no  se  prohibe  el  de  las  menudencias  de 
las  reses,  se  destinarán  una  ó  dos  de  dichas  casillas  en  cada  mercado, 
para  que  esclusivamt5nte  se  haga  en  ellas  el  espendio  délas  mencio- 
nadas menudencias."  Y  habiéndose  servido  disponer  el  referido 
Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador  Civil  el  cumplimiento  del  artículo 
antecedente,  se  hace  notorio  al  publico  con  ese  objeto. — Habana  7 
de  Febrero  de  1846* — Francisco  de  Castro. 


Por  acuerdo  del  Escmo.  Ayuntamiento  de  esta  ciudad  de  9  de 
Enero  último,  que  se  sirvió  aprobar  y  disponer  su  cumplimiento  el 
Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador  superior  civil,  se  previene  que 
las  negras  que  se  ocupan  en  la  venta  de  carnes  en  tableros  por  las 
calles  y  en  las  casas,  están  obligadas  como  los  demás  espendedores 
de  este  artículo,  á  guardar  y  cumplir  el  reglamento  novísimo  del 
abasto  de  carnes  y  que  no  ejecutando  la  venta  por  mayor,  deben 
llevar  el  peso  correspondiente  á  la  porción  en  que  lo  hagan  para  que 
esta  sea  exacta.  Lo  'que  se  hace  notorio  para  la  general  inteligen- 
cia y  cumplimiento.  Habana  y  Febrero  7  de  1846. — Francisco  de 
Castro. 


Mmifíistradon  general  de  rentas  reales  terrestres. — Siendo  pre- 
ciso tener  conocimiento  exacto  de  las  cantidades  que  por  cualquie- 
ra motivo  debieran  las  comunidades  religiosas  de  esta  ciudad  y  vi- 
lla de  Guanabacoa,  al  tiempo  de  su  supresión,  se  convoca  de  orden 
del  Escmo.  Sr.  Superintendente  general  delegado  de  Real  Hacien- 


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—246- 
da  de  esta  isla,  á  todas  las  personas  que  tengan  créditos  contra  di- 
chas comunidades  para  que  en  el  término  improrogable  dq  cuaren- 
ta dias,  se  presenten  en  esta  Administración  general  con  los  docu- 
meptos  que  los  justifiquen.  Habana  9  de  Febrero  de  1846- — D¿1  Val. 


Comandancia  general  de  marina,  ^^postadero  de  UiHabamL^ 
Con  arreglo  á  la  facultad  que  por  Real  orden  de  30  de  Setíeüabre 
del  año  próximo  pasado,  se  concede  al  Escmo.  Sr.  Comandante 
general  de  este  Apostadero,  al  dignarse  aprobar  S.  M.  ú  acuerdo 
de  junta  de  autoridades  superiores  de  esta  Isla,  sobre  la  neceadad 
de  que  los  buques  de  travesía  que  se  dirijan  á  Cárdenas  tomen  prác- 
tico para  su  entrada  y  salida,  y  previo  los  informes  tomados  en  la 
materia,  hn  dispuesto  S.  E.  que  desde  el  dia  20  del  actual  empiece 
á  regir  el  arancel  de  prácticos  que  á  continuación  se  espresa. 

Por  la  entrada  ó  salida  de  cada  buque  de  travesía  desde  el  Ca- 
yo de  Piedra  al  fondeadero  de  Cárdenas,  se  abonaián  las  cantida- 
des siguientes: 


Ettran- 

Naeio- 

geros. 

ndet. 

n 

8„ 

14 

9  4 

16 

11» 

18 

12  4 

20 

14., 

6 

4    ,. 

De  menos  v  hasta  10  pies  de  calado 

Hasta  11  Ídem  idem 

Hasta  12  idem  idem 

Hasta  13  idem  idem 

Hasta  14  idem  idem 

Por  la  remoción  del  fondeadero   de  Cárdenas  á  88-1 
guagua  (una  legua) 

Els  obligación  de  los  prácticos  tener  un  bote  proporcionado  pa- 
ra su  servicio  y  que  por  su  construcción  sea  fácil  vararlo  en  Cayo 
de  Piedra  en  dias  de  vientos  fuertes. 

Cuya  disposición  ha  prevenido  S.  E.  se  haga  publicar  por  el 
Diario  oficial  de  la  Marma.  Habana  10  de  Febrero  de  1846,— /oíe 
Mmud  Pareja. 


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—247— 
Silla  cíxpitular, — En  cabildo  ordinario  celebrado  en  6  del  cor- 
riente que  presidió  el  Escrao.  Sr.  Gobernador  Superior  civil,   entre 
otras    cosas,  trató  y  acordó  el  Escmo.  Ayuntamiento  lo  que  sigue: 
— El  Sr.  Regidor  Don  José  Francisca  Rodríguez  Cabrera,  llamó  la 
ateaoion  del  Escmo.  Ayuntamiento  sobre  el  abuso   que  está  im- 
puesto por  quejas,  cometen  los  conductores  de  vacas  de  leche,  ala 
cual  le  echan  agua  al  tiempo  de  ordeñarlas,  de  manera  que  siempre 
sufre  el  publico  engaños,  porque  encuentra  el  mismo  fraude  que 
quiere  evitar,  no  comprando  la  leíjhe  á  Ips  que  la  espenden  en  boti- 
jas por  temor  de  que  tenga  alguna  agua,  y  en  tal  concepto  se  acordó 
con  la  aprobación  del  Escmo,  Sr.  Presidente  que  averiguado  que 
el  conductor  de  las  vacas  le  eche  agua  á  la  leche  en  poca  ó  en  mu- 
€^a  cantidad  en  el  acto  de  estraerla,  ó  después^  se  le  imponga  por 
los  Sres.  diputados  la  misma  multa  ei   que  incurre  el  espende- 
dor  de  leche  que  tenga  en  el  puesto  agua  en  botija,  ó  en  otra  vasi- 
ja, en  pena  del  fraude  que  comete,  dándose  conocimiento  al  públi- 
co de  esta  disposición  por  medio  del  Diario  para  la  general  inteli- 
gencia y  cumplimiento. -tY  con  ese  objeto  libro  la  presente.  Haba- 
na y  Febrero  14  de  1846. — Francisco  de  Castro. 


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CEMENTERIO  6ENER1L. 

Relación  obituaiia  de  esta  ciudad  y  suburbioa  en  el  mea 
de  fbbrexo  de  1846. 


En  Febrero  se  han  enterrado,  blancos 122 

De  color 135 

TOTAL. 257 


Entre  los  primeros  designamos  los  siguientes  cadáveres  como 
personas  conocidas  y  notables. 

Día  3. — D.  Nicolás  Urrutia,  natoral  de  esta,  vecino  de  la  auxi- 
liar del  Monserrate. 

Dia  6. — D.  Agustin  Camero,  natural  de  esta,  soltero,  de  12 
años,  vecino  de  la  parroquial  de  Guadalupe. 

Dia  7. — D.  Agustin  Laño,  natural  de  Genova,  casado,  de  54 
años,  vecino  de  la  auxiliar  de  Santo  Cristo. 

Dia  8. — D^  María  del  Rosario  Morejon,  natural  de  esta,  viuda 
vecina  de  la  parroquial  mayor. 

ídem. — D?  Joaquina  E^iinosa,  de  66  años,  vecina  de  la  par- 
roquial del  Espíritu  Santo. 

Dia  10. — D.  Mariano  Celdecoa,  natural  de  Vizcaya,  casado, 
de  48  años,  vecino  de  la  parroquia  mayor.  • 

Dia  11. — D*  Ra&elaDenis,  natural  de  esta,  soJtera,  de  106!!! 
vecina  de  la  parroquia  del  Espíritu  Santo. 

Dia  12. — ^D.  Benigno  José  de  Aguiar,  natural  de  esta,  soltero, 
de  21  años,  vecino  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

ídem. — D.  José  Díaz  Berrio,  natural  de  esta,  soltero,  de  55 
años,  vecmo  de  la  parroquia  del  Espíritu  Santo.Qi^-Ha  ocupado  el 
nicho  número  90. 

ídem. — Pbro.  Dr.  D.  Rafael  de  Hita,  antiguo  capellán  del 
regimiento  de  Lanceros,  natural  de  esta,  de  58  años,  vecino  de  la 
auxiliar  dal  Monserrate. 


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—249— 

bia  13. — D.  Juan  Antonio  Valdes,  natural  de  esta,  casado,  de 
60  años,  vecino  de  la  paftoquial  mayor. 

ídem. — D*  Rosalía  Pina,  natural  de  esta,  soltera,  de  90  años, 
vecina  de  la  auxiliar  del  Saíito  Cristo. 

Dia  14. — D'^  Rosa  Mompesal,  natural  de  Jerez  de  la  Frontera, 
casada,  de  44  años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Dia  20. — D*  Micaela  Zamora,  natural  de  esta,  casada:  vecina 
de  la  auxiliar  del  Monserrate. 

Dia  22. — D.  Pedro  de  la  Cova  y  Sotolongo,  natural  de  esta, 
soltero  vecino  de  la  parroquial  mayor. 

Dia  23.— D*  Dolores  Brito,  natural  de  esta,  casada,  de  62 
años,  vecina  dé  la  auxiliar  de  Jesús  María. 

Dia  24.— D.  Santiago  Choca,  natural  de  Italia,  casado,  de  52 
años,  vecino  de  la  parroquial  mayor. 


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ABRIL  DE  1846. 

QJStúaeta  40.==©ntl^a  4^.^=  Jairto  II. 


Cuantos  escritos  se  inserten  en  esta  obra,  serán  de  interés  perma- 
nente que  no  espiren  con  la.s  pasagoras  y  accidentales  circunstancias 
de  la  época  de  su  publicación. 


JÜRISPRÜDENCIA.-ACCESION. 


A  todos  los  abogados  y  estnftíantes  de  leyes- 
Anda  por  estrerao  y  poco  susceptible  de  embellecimiento  la 
materia  con  que  vamos  á  comenzar  nuestras  tareas  en  esta  publica- 
ción, habremos  de  reclamar  sinceramente  la  paciencia  de  los  lecto- 
res, en  gracia  de  su  utilidad  y  su  importancia. 

Entre  todas  las  cuestiones  del  derecho  civil,  la  que  se  refiere  á 
la  accesión  ha  sido  la  menos  controvertida  en  el  siglo  pasado  y  el  ac- 
tual, por  lo  mismo  tal  vez  que  es  de  suyo  poco  atractiva  y  agrada- 
ble. La  secta  filosófica  que  se  alzó  un  día  con  el  ímpetu  y  la  fuer- 
za de  una  poderosa  máquina  de  guerra  para  descargar  tremendos 
golpes  sobre  todas  las  instituciones  existentes;  la  secta  filosófica  que 
renegó  de  la  fé,  falsificó  la  historia  y  se  rebeló  contra  los  principios 
del  derecho  apoyados  en  la  sanción  del  tiempo  y  la  esperiencia,  la 
secta  filosófica  que  derramó  en  el  mundo  el  desasosiego  de  sus  doc- 
trinas y  la  febril  inqnietud  de  sus  delirios,  ó  despreció  el  derecho 
ele  accesión  por  humilde  y  desapercibido,  ó  le  dejó  á  un  lado  de 
propósito,  como  objeto  rudo  é  inflexible,  que  no  se  prestaba  á  la 
elegancia  del  decir  y  al  fuego  déla  imaginación  con  que  fascinando 
y  sorprendiendo  al  mundo  ,  doraba  los  golpes  de  su  amarga  copa. 

Fué  preciso  que  Benthaní,  audaz  innovador,  hombre  favoreci- 
do con  las  dotes  de  un  talento  privilegiado  y  colosal,    recogiese   el 

leg  ido  que  sus  antecesores  le  dejaron  íntegro.    Este  adversario   á 
T.  u.— 31. 


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—252— 
muerte  del  Derecho  Romano,  cuyo  mérito  no  llegó  á  conocer  nun- 
ca por  que  le  despreciaba  demasiado  para  estudiarle  con  impar- 
cialidad y  esmero,  no  rechazó  sin  embargo  el  derecho  de  accesión* 
pero  sustituyó  á  los  fundamentos  en  que  se  hizo  repasar  el  derecho 
civil  por  cien  generaciones,  otros  principios  que  aceptados,  le  mo- 
dificarían honda  y  profundamente  en  todas  sus  relaciones  y  en  su 
resultado.  —Varios  escritores,  los  menos  entre  los  que  nosotros  co- 
nocemos, han  seguido  después  el  camino  trazado  por  Bentham,  y 
alguno  de  ellos  (Comte)  ha  llevado  la  exageración  hasta  el  estre- 
mo de  asegurar  que  el  derecho  de  accesión  es  una  palabra  hueca 
y  sin  sentido. 

Por  el  contrario,  las  legislaciones  modernas  (1)  acogieron  en 
su  seno  la  doctrina  antigua,  y  la  acogieron  en  toda  su  estension  y 
con  lijeras  modificaciones.  Verdad  es  que  era  ardua  empresa  soca- 
var las  entrañas  de  la  sociedad  para  arrancar  la  firmísima  raigambre 
que  la  enlaza  y  estrecha  con  la  legislación  del  pueblo-rey,  que  su- 
po asimilarse  los  demás  por  medio  de  sus  leyes,  después  de  haber- 
los conquistado  con  la  fuerza  de  sus  armas. 

Por  manera  que  el  derecho  constituido,  la  legislación  actual  es- 
tá de  acuerdo  con  la  romana  en  los  difíciles  é  interesantes  proble* 
mas  que  surgen  profundamente  del  derecho  de  accesión.  No  era 
dudoso  para  nosotros,  conservadores  por  inclinación  y  por  conven- 
cimiento, conservadores,  sobre  todo,  en  materias  de  derecho,  el  gi- 
ro que  habríamos  de  dar  á  nuestras  reflexiones.  Las  fechas  y  las 
reglas  del  buen  método,  la  cronología  y  el  orden  generalmente  ad- 
mitido, la  historia  y  la  lógica  nos  marcaban  la  senda  que  hemos 
adoptado. 

Las  decisiones  de  los  jurisconsultos  romanos,  los  preceptos  de 
derecho  civil  por  escelencia  revindicaban  el  primer  lugar;  las  leye« 
de  Partida  que  formaban  el  derecho  español  en  esta  parte,  y  que 
son  una  elegante  traducción  de  aquellos,  aunque  algo  manca  é  in- 
completa por  lo  que  hace  á  la  accesión,  reclamaba  el  segundo;  era 
evidente  la  conveniencia  de  comparar  esta  disposición  con  las  adop- 
tadas por  el  código  civil  francés,  espresion  y  tipo  de  la  legislación 
moderna  en  sus  mayores  ó  menores  adelantos:  hemos  adoptado 
también  esta  idea  para  arrojar,  por  medio  de  un  cotejo  exacto,  toda 
la  luz,  toda  la  claridad  posible  en  este  artículo. 


ti]    El  código  civil  fraucés,  el  de  AuHtria. 

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—253— 
Reunida  por  este  medio  la  doctrina,  conocido  en  todas  sus. 
partes  y  bajo  todos  sus  aspectos  al  derecho  de  accesión,  podia  ser 
Otil  discutir  el  principio  en  que  se  apoya,  poniéndole  en  parangón 
con  el  adoptado  por  Bentham  y  los  escritores  de  su  escuela,  y  lo 
haremos  asi  para  complemento  de  una  materia  tan  abandonada 
por  nuestros  tratadistas  y  jurisconsultos,  que  apenas  les  ha  merecido 
unalijera  esposicion  de  la  reglas  legales,  ó  un  leve  recuer4o. 

La  accesión  es  una  rama,  pero  una  rama  muy  principal  da 
otro  derecho  muy  respetable,  de  un  derecho  sobre  el  cual  descansa 
y  se  cimenta  la  existencia  de  las  sociedades,  del  derecho  de  propie- 
dad* Se  ha  dicho  muchas  veces  que  la  propiedad  es  el  fruto  amar- 
go de  una  odiosa  y  añeja  usurpación,  nosotros  esplicaremos  que  ea 
la  consecuencia  precisa,  la  emanación  indispensable  de  un  principio 
civilizador  inherente  á  la  naturaleza  del  hombre;  que  nace  con  él, 
que  le  sobrevive  en  cierto  modo,  y  que  si  á  tal  pudiera  llegar  la 
aberración  humana,  existiría  contra  su  voluntad  y  á  pesar  suyo. 

Abora  bien,  donde  existe  el  derecho  de  propiedad  no  puede 
rechazarse  el  de  accesión  que  se  deriva  inmediatamente  de  aquel  y 
le  completa.  No  basta  que  poseamos  con  toda  seguridad,  lo  que  es 
ya  nuestro,  todo  lo  que  se  une  ó  agrega  á  ello,  nos  pertenece  con 
mayor  y  mejor  derecho  que  á  cualquiera  otro. 

Analizando  las  reglas  de  la  doctrina  legal,  veremos  fundado  e^ 
derecho  de  accesión:  en  la  seguridad  é  independencia  de  la  propie- 
dad, en  la  compensación  equitativa  de  las  ventajas  y  los  riesgos 
eventuales,  en  un  sistemada  indemnización  y  reintegro  que  tiene  por 
objeto  reparar  en  cuanto  sea  posible  las  pérdidas  ocasionadas,  sin 
impulso  estraño  por  la  naturaleza  misma  de  las  cosas. 
Entremos  ya  en  materia. 

La  accesión  es  el  derecho  de  dominio  que  tiene  el  propietario 
de  una  cosa  mueble  é  inmueble,  sobre  todo  lo  que  nace  de  la 
misma  ó  se  agrega  á  ella,  ora  sea  naturalmente,  ora  por  medios  ar- 
tificiales. 

En  efecto,  de  tres  maneras  pueden  aumentarse  ó  mejorarse  los 
objetos  de  nuestra  pertenencia:  por  la  reproducción  de  sí  propio;  por 
la  unión  de  otra  cosa,  ó  por  la  modificación  de  la  que  ya  existia. 
En  el  segundo  caso,  adquirimos  un  objeto  que  perteneció  á  otro, 
en  el  segundo  hacemos  nuestro  el  mayor  precio  que  los  primores 
del  trabajo  ó  del  arte  pueden  dar  á  una  cosa  que  ya  de  ante  mano 
poseíamos. 


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Pero  nótese  bien  que  la  accesión,  cualquiera  que  sea  la  causa 
que  la  determine,  se  realiza  .siempre  en  virtud  de  un  derecho 
preexistente,  del  derecho  de  propiedad  como  ya  lo  hemos  indicado; 
el  propietario  se  hace  dueño  de  la  cosa  reproducida,  ó  de  la  cosa 
unida  y  agregada,  td  nc  potestate  rei  suce. 

De  la  definición  que  hemos  dado  nace  espontáneamente  una 
división  aceptable  y  completa.  La  accesión  tiene  lugar:  1-  respec- 
to  de  los  productos  que  nacen  inmediatamente  de  cosas  nuestras: 
2?  respecto  de  los  objetos  que  se  unen  ó  agregan  á  otros  que  nos 
pertenecen. 

Esta  división  (1)  nos  parece  preferible  á  la  trimembre,  ó  sea 
accesión  natural,  industrial  y  mixta  seguida  por  los  tratadistas  aun- 
que bien  puede  defenderse  y  adoptarse  la  antigua,  si  se  quiere. 

La  accesión  en  la  parte  relativa  á  la  reproducción  de  nuestras 
cosas  puede  subdividirse  en  dos  partes;  primera  que  trata  de  los 
/i'utos]  segunda  que  trata  de  su  posesión. 

De  los  frutos. 

Por  fruto  en  su  acepción  mas  lata,  se  entiende  todo  lo  que  na- 
ce de  un  objeto  de  nuestra  propiedad,  y  todo  aquello  que  venimos 
á  adquirir  por  medio  de  él:  Quidquid  in  fundo  nascihir^  guidqtdd 
inde  perdpi potesty  ipsius  fncdus  est  (2).  Ea  qucB  ex  animaltbus  do- 
minio  iuo  subjedis  nata  sunt^  eodemjure  tibi  adquiruntur     (3). 

Pero  los  frui.os  no  son  todos  de  una  misma  especie:  hay  unos 
que  nacen  en  virtud  de  la  facultad  reproductiva  de  que  ha  dotado 
la  naturaleza  á  los  entes  orgánicos;  estos  se  llamanyhiíos  naturales; 
hay  otros  que  hacemos  nuestros  en  virtud  de  un  principio  de 
equidad  elevado  á  precepto  por  la  ley,  estos  se  denominan  frutos 
civiles. 

Todavía  marca  la  ley,  respecto  di3  los  fíOitos  naturales,  respec- 
to de  los  frutos  nacidos  de  la  cosa  misma;  una  subdivisión  que  no 
carece  de  interés:  ó  la  tierra  los  produce  de  suyo  y  espontáneamen- 
te, ó  no  se  dan  sin  el  trabajo  y  el  sudor   del  hombre;  y  en  este 


(1)  Es  U  que  Kigiie  el  código  francés;  la  hemos  preftirido  porque   en  nuesUo 
concepto  es  mas  clara  y  mas  metódica. 

(2)  L.  9,  D.  lib.  VIÍ.  tít.  1;  de  usufructo. 

(3)  L.  6.  D.  Lib.  XLI.  tlt.  1;  de  adquir  rer,  Domin. 


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_e55— 
concepto  son  meramente  nnturales  ó  industriales:  los  árboles  por 
ejeii\¿>lo,  que  pueblan  y  enriquecen  nuestros  montes,  los  árbo- 
les que  sirven  para  tantos  usos  de  la  vida,  no  han  menester  cul- 
tivo; cuando  mas  basta  plantarlos,  y  ellos  crecen  y  se  forman  obe- 
deciendo á  las  leyes  benéficas  y  eternas  de  la  divina  Providencia. 

El  derecho  comprende  también  entre  los  frutos  naturales,  los 
peces  que  se  reproducen  en  nuestros  estanques;  los  conejos  de  un 
vivar,  la  caza  que  se  propaga  en  una  propiedad  rural,  el  parto  de 
los  animales  domésticos.   Pero  como  á  la  generación  ó  reproduc- 
ción de  los  animales  contribuyen  el  macho  y  la  hembra;  á  prime- 
ra vista  parecía  difícil  decidir  á  cual  de  los  propietarios,  en  el  caso 
de  ser  diversos,  corresponderia  el  parto.  El  .derecho  civil  resolvió 
este  problema  apoyado  en  el  buen  sentido;  decidió  áfevor  del  due- 
ño de  la  hembra.  Si  eqtutm  meam  equus  tuus  pr<Bg7ha7Úem  Jecerit, 
non  esse  tunm^  sed  rneum  quod  natum  est,  (1)  Durante  todo  el  tiem- 
po que  el  feto  vive  y  se  alimenta  en  el  vientre  de  su  madre,  per- 
tenece al  dueño  de  la  misma,  como  una  parte  integrante  de  ella,  si 
tal  cabe  decirse.   Esto  sentado  habria  en  cierto  modo  una  despo- 
sesion,  y  de  seguro  una  esperanza  defraudada  si  se  le  arrancara  es- 
te producto  natural,  para  concedérsele  á  otro  que  no  podria  alegar 
motivos  de  igual  peso  en  favor  suyo. 

A  ]os  frutos  industriales  pertenecen  los  cereales,  las  legum- 
bres, las  frutas  de  los  árboles  que  han  menester  cuidados,  y  en 
general,  todo  lo  que  se  obtiene  por  medio  del  cultivo. 

Llámanse yru/o5  civiles  la  rentas  en  dinero  que  el  arrendatario 
entrega  al  dueño  en  representación  de  los  frutos  que  colecta,  y  ^e 
les  da  este  nombre  porque  el  de  frutos  naturales  no  podría  aplicarse 
sin  violencia  á  las  monedas,  que  no  son  productos  inmediatos  y 
reales  de  la  tierra,  por  mas  que  representen  su  valor.  No  sucede  lo 
mismo  cuando  la  renta  consiste  en  una  parte  alícuota  de  los  frutos 
de  la  misma  heredad,  en  cuyo  caso  no  hay  novación,  hay  división 
de  frutos,  hay  lo  que  entre  nosotros  se  llama  aparcería. 

Los  capitales,  estimados  en  concreto,  considerados  en  sí  pro- 
pios, na  encierran  una  fuerza,  no  contienen  una  virtud  inmediata- 
mente reproductiva;  y  sin  embargo  son  conocidamente  una  mag- 
nífica, poderosa,  indispensable  palanca  de  la  industria.  El  interés, 
por  tanto,  de  los  capitales  constituye  la  legítima  representación  de 


(1)    L.  5   D.  iib.  VI,  tít.  4.  De  reí  Vindicatione.  El  fruto  que  de  eWm  sdiere  de 
be  Mr  de  aquellos  cuyas  fueren  las  hembras  que  ios  purieren.  L.  ¿5,  tit.  28,  pag  ;) 


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)o8  beneficios  que  producen  aquellos,  cualquiera  que  sea  el  ramo 
de  industria  á  que  se  les  aplique,  y  en  este  concepto  pertenece  á  la 
categoría  de  frutos  civiles,  como  los  pagos  que  se  estipulan  en  cam* 
bio  de  la  facultad  de  ocupar  una  vivienda,  lo  mismo  que  los  al* 
quileres  de  una  casa.  Prediorúm  urbanarum  pensiones  profnutibm 
accipümíur  (1). 

Conocida  ya  la  primera  parte  de  la  accesión,  esto  es,  conoci- 
das las  clases  de  frutos  que  producen  nuestras  cosas,  ó  muebles  é 
inmuebles  que  nacen  de  ellas;  es  llegado  el  caso  de  decir  que  sien* 
do  el  propio  dueño  absoluto  de  su  propiedad,  en  cuanto  no  coartan 
su  dominio  las  limitaciones  de  la  ley,  á  él  únicamente  incumbe  la 
adquisición  de  todo  cjuanto  nace  desús  animales  y  de  todos  los  pro* 
ductos  de  sus  fondos;  él  solo  tiene  derecho  para  cultivar  estos  últi- 
mos; á  él  solo  corresponde  todo  lo  que  el  suelo  produce  sin  cultivo. 
Los  frutos  naturales,  los  industriales,  los  civiles,  todos  son  suyos 
esclusivamente  suyos. — Nuestra  legislación  lo  sanciona  espresamen* 
te,  el  código  civil  francés  lo  previene  también  en  el  articulo  547  (2) 

Pero  el  propietario  solo  tiene  derecho  á  los  frutos  hecho  de* 
duccion  de  los  gastos:  nullis  sunt  Jhictus  nisi  impensis  áeducHsy 
máxima  eterna  é  incontírovertible  de  razón  y  de  equidad. 

Como  la  distinción  entre  los  poseedores  de  buena  y  mala  fe^ 
tiene  un  lugar  muy  importante  en  las  cuestiones  que  vamos  á  tratar^ 
nos  ha  parecido  conveniente  decir  algo  acerca  de  la  posesión  en 
cuanto  es  indispensable  para  nuestro  objeto. 

De  la  posesión. 

Los  frutos  que  crecen  y  maduran  en  nuestra  heredad,  se  consi- 
deran y  son  una  parte  accesoria  de  la  misma;  el  derecho  de  perci- 
birlos procede  del  terreno,  no  de  la  simiente  que  se  encierra  eo  su 
seno,  ó  lo  que  es  lo  mismo,  no  del  trabajo  del  cultivador.  Qttumi 
fructus  non  jure  seminisy  sed  jure  soU  percipUur  (3).  Por  manera  que 


(1)  L.  56,  D,  lib.  XXn.  tít.  1.  de  uaarís. 

Civiiea  (fractus)  dicuntar  qni  non  ex  corpore  ret  nasctintur.  Sed  extrincMOi 
per  ocationetn  rei  jure  percipiantan  cojas  geaerís  tunt  usan»,  meroedtt  pemior 
Des  reditus  annui:  unde  noc  propie  frnctas  sunt;  »ed  infruota  naroeranCar  qnía  vi- 
ce  ni  fructum  obtment-Viunioa,  ia  lost.  (Véanse  también  los  articnloi  583  j  584, 
del  código  X  francés. 

(2)  Les  fruits  naturels  on  índnstriels  de  la  tenre,  les  fmits  civUs,  te  oroh  dea  uoT 
maux,  appartieneut  au  propietaire  par  droit  d*  accesión. 

(3)  L,  25,  D.  hb  XXII,  Ut.  I,  do  usaris. 


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^\  simple  poseedor  que  uo  es  dueño  de  la  heredad,  no  simboliza 
el  derechú\  pero  como  dispone  sin  embargo  de  ella  en  el  acto,  repre- 
senta el  hecho.  De  aquí  es  que  no  hace  myoSy  ]os/ndo8  porque  no 
es  dueño;  los  retiene  como  poseedor  que  es  de  buena  fé,  y  los  retie- 
ne por  una  escepcion  nacida  de  la  equidad,  la  ciial  templa  la  rigi* 
dez  del  derecho  estricto,  tomando  en  cuenta  el  interés  de  la  socie- 
dad, y  atendiendo  al  bienestar  público. 

Pero  como  no  puede  haber  trabajo  sin  estímulo;  como  el  inte- 
rés privado  desmaya  desde  el  momento  en  que  no  vé  al  rededor 
suyo  la  mas  cabal  seguridad,  conviene  que  al  hombre  laborioso 
y  que  procedió  de  buena  fé  no  se  le  arranquen  unos  frutos  rega- 
dos con  su  sudor,  en  los  cuales  cifra  tal  vez  la  subsistencia  de  su 
familia. 

El  propietario  á  quien  se  ha  perjudicado  sin  intención  dañada 
no  tiene  derecho  para  envolver  á  otro  en  su  desgracia.  La  buena 
fé  del  poseedor  que  le  ha  inducido  á  creerse  dueño  legítimo  y 
verdadero,  produce  en  este  caso  el  mismo  efecto  que  la  verdad  mis- 
ma; su  convicción,  errónea  es  verdad,  pero  inocentemente  errónea» 
constituye  su  titulo  y  le  ampara-  Bona  fides  tantumden  possidenl^ 
prcestat  quantum  vertías  (1). 

Pero  nótese  bien,  á  pretesto  de  favorecer  el  trabajo,  á  pretesto 
de  no  lastimar  en  lo  mas  vivo  al  hombre  que  ha  incurrido  en  una 
equivocación  invencible,  no  se  debe  abrir  la  puerta  á  la  malicia  y  al 
despojo.  De  aquí  la  huella  profunda,  la  barrera  insuperable  que 
debió  levantar  y  realmente  ha  levantado  el  derecho  entre  el  posee«> 
dor  de  buena  y  el  poseedor  de  mala  fé.  Potest  dividí  possesionis  ge* 
ñus  in  duas  specieSj  ut  posideatur  aiU  honajide^  atU  non  bonajide  (2). 
Nuestro  código  de  las  Partidas  (3)  y  el  derecho  civil  francés  (4) 
han  adoptado,  como  no  podía  menos  de  ser,  esta  doctrina  hija  de 
la  razón  y  el  buen  sentido. 

Sin  embargo  la  credulidad  tiene  también  sus  límites;  la  buena 
fe  no  es  compatible  con  el  desvanecimiento  del  error;  desde  que  se 
conoce  la  verdad,  desde  el  momento  eu  que  nos  consta  el  mejor  de- 


(1)  L,  136,  D.  libr.  4,  tit.  17.  de  Regulis  jurli. 

(2)  L.  »,  l¡  22,  D.  lib.  41,  tit.  2,  de  adquir,  vel  amirt  pometione. 

(3)  Tit.  28,  P.  3.— Ley  35  haita  la  44. 

[41  Art  549.  Le  simple  posaessear  ne  fóit  lea  fraitf  aiena  que  daña  le  caá  6a  ¡I 
poaaede  de  bone  foi;  daña  le  qaa  contraire  il  eat  tenu  de  rendre  lea  produita  avec 
la  choae  au  proprieíaire  qai  lu  reveudique. 


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lecho  de  otro,  la  convicción  errónea  espira,  la  l»uena  fe  se  acaba,  el 
título  de  poseedor  no  existe  ya;  y  téngase  muy  en  cuenta  que  entre 
ros  aldeanos  de  mala  fé  {sdenciq  rei  alience^  como  decian  incisiva- 
mente los  jurisconsultos  romanos)  y  los  lindes  de  la  buena,  no  hay 
senda  por  angosta  que  quiera  suponerse,  ni  como  se  dice  ahora,  so- 
lución de  continuidad,  se  pasa  de  la  una  á  la  otra  instantáneamente 
y  sin  recurso. 

Concluida  la  primera,  vamos  á  examinar  la  segunda  parte  del 
derecho  de  accesión  relativa  á  las  cosas  que  se  unen  ó  agregan  á  las 
de  nuestra  propiedad. 

Esta  se  subdivide  naturalmente  en  otras  dos:  primera:  accesión 
que  tiene  lugar  respecto  délas  cosas  inmuebles;  segunda:  accesión 
que  tiene  lugar  respecto  de  las  cosas  muebles. 

Del  derecho  de  accesión  en  cuanto  se  refiere  a  las  cosas 

inmuebles. 

Siguiendo  la  división  clara  y  exacta  adoptada  en  los  artículos 
que  consagra  á  esta  materia  el  código  civil  francés,  diremos  que 
las  propiedades  inmuebles  pueden  recibir  aumento,  primero  por 
el  trabajo  del  hombre  ó  el  cultivo;  segundo  por  la  acción  incesante 
de  los  rios  ó  la  cooperación  paulatina  é  insensible  de  las  aguas,  ter- 
cero por  la  costumbre  que  adquieren  ciertas  razas  de  animales  do- 
mesticados de  adherir,  digámoslo  así^  á  un  terreno  dado  su  exis- 
tencia. 

Aumento  recibido  por  el  trabajo  del  hombre  ó  el  cultivo. 

El  dueño  de  una  heredad  no  lo  sería  realmente,  ó  lo  sería  de 
un  modo  muy  precario  si  cualquiera  otro  pudiera  privarle  de  las 
▼e»tajas  que  le  asegura  su  dominio.  Nadie  tiene  derecho  á  cerce- 
narles la  influencia  benéfica  del  sol  y  de  las  lluvias  del  cielo  que 
fertilizan  su  terreno  y  le  aseguran  cosechas  abundantes.  La  pro- 
piedad territorial  sería  un  nombro  vano  si  ninguno  absolutamente 
ninguno  escepto  el  propietario^  pudiera  arrojar  semillas  en  las  tier- 
ras, plantarlas  de  árboles  y  matas  de  cualquiera  especie,  ó  edificar 
en  ellas. 

Las  entrañas  como  la  superficie  del  fundo  pertenecen  esclusi- 
vamente  al  dueño;  puede  utilizarlas  y  modificarlas   como  lo  tenga 


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por  conveniente,  sin  mas  limitaciones  que  el  respeto  debido  á  los 
derechos  incontrovertibles  de  otro  propietario  y  la  aquiescencia  á 
los  sacrificios  que  demanda  de  nosotros  el  bienestar  público,  á  lo 
que  exige  de  nosotros  el  interés  social.  De  la  primera  considera- 
ción traen  origen  las  servidumbres  que  no  son  objeto  de  este  articu. 
h).  De  la  segunda  emana  la  prohibición  de  estraer  materias  fósiles, 
de  esplotar  minerales  sin  sujetarse  á  las  reglas  establecidas  por  las 
leyes  especiales  y  por  las  ordenanzas  de  minas  (1).  Aquella  es  la 
regla;  estas  dos  las  escepciones. 

Nos  ocuparemos  ahora  de  la  regla  general  en  cuanto  se  refiere 
á  las  labores  hechas  en  la  superficie  del  terreno. 

Todos  los  trabajos  practicados  en  el  suelo  para  la  sementera, 
ó  para  la  construcción,  se  presumen  realizados  por  el  propietario; 
todas  las  plantas  que  se  nutren  de  él,  se  consideran  plantadas  por 
su  mano.  Los  que  trabajan  en  terreno  ageno  pierden  sus  materiales 
y  trabajo:  qtd  suis  ccemeniis  (Bdificcrnt^  statím  comixniafaau'nt  eorvm 
in  quorum  solo  isedificant  (2). 

Pero  pueden  ocurrir  dos  casos  completamente  diversos:  ó  los 
trabajos  ya  de  agricultura,  ya  de  edificación,  se  hacen  por  el  due. 
ño  del  suelo  con  materiales  ágenos;  6  se  hacen  por  el  dueño  de 
los  materiales,  de  las  plantas  y  semillas  en  terreno  que  no  es  suyo. 

En  el  primer  caso,  si  hubiéramos  de  atender  á  la  justicia  es- 
tricta, al  summunjus^  al  rigor  del  derecho,  el  dueño  de  los  materia- 
les utilizados  imprudentemente,  aunque  sin  notoria  mala  fe,  deberia 
tener  opción  á  que  se  demoliese  el  edificio  y  se  arrancasen  las  plan- 
tas, ó  á  que  se  le  entregasen  unos  materiales  idénticos,  y  ademas  á 
la  indemnización  oportuna  por  los  daños  y  perjuicios  recibidos.  Pe- 
ro á  esta  decisión  se  oponen  consideraciones  de  interés  publico  que 
no  pueden  desdeñarse.  Uno  de  los  primeros  objetos  del  legislador 
tratándose  de  valores  ya  creados  y  de  inmediata  utilidad,  debe  ser 
la  conservación  de  lo  que  existe.  ¿Por  qué  se  le  ha^de  consentí^ 
al  dueño  de  los  materiales,  una  vez  que  se  le  afianza  una  indemni. 
zacion  amplia  y  segura,  que  lleve  su  terquedad  6  su  venganza  hasta 
el  estremo  de  reducir  á  escombros  un  edificio  útil  y  agradable?  La 
ley  de  las  Doce  Tablas  obró  pues  previsora  y  socialmente  cuando 
prohibió  derribar  los  edificios  para  revindicar  los  Materiales  coin- 


[  I  ]     Todo  ento  nn  prcvieiifí  litornlmciite  en  ol  art.  552  dol  Código  civil. 
[2]    L.  39,  D.  lib.  Vi,  tit.  J,  de  reí  viudioalione. 
T.II. — 32. 


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pensando  al  agraviado  con  el  doble  de  su  valor  por  la  aocioD  de 
tignojundoy  porque  en  las  cuestiones  de  derecho  civil  no  siempre 
basta  consultar  á  la  equidad  aislada  y  escueta  para  obtener  la  resolu- 
ción mas  acertada.  Otra  cosa  es  si  el  edificio  se  arruina  fortuita  6 
ó  casualmente  antes  de  que  haya  tenido  lugar  la  acción  in  duplumi 
entonces  el  dueño  de  los  materiales  puede  reclamarlos  en  es- 
pecie (1). 

En  este  caso  la  legislación  romana,  y  después  de  ella  la  españo- 
la (2),  la  francesa  y  casi  todas  las  de  Europa  han  atendido  mas  a} 
hecho  que  al  derecho^  sacrificando  al  interés  de  la  sociedad  el  rigor 
de  los  principios. 

Esta  es  la  doctrina  respecto  á  los  edificios,  veamos  ahora  la  re. 
lativa  i  los  sembrados  y  plantíos.  El  derecho  común  decia:  ólsk 
planta  ha  echado  ya  raices  en  el  terreno  donde  se  ha  trasladado  el 
pié  contra  la  voluntad  de  su  dueño,  ó  no:  si  lo  primtero,  queda  des- 
poseído e^  porque  la  planta  se  halla  ya  adherida  al  terreno  con  un 
vinculo  estrecho,  indisoluble;  si  no  ha  prendido,  queda  campo 
abierto  para  la  revindicacion,  para  la  devolución  en  eq^ecde  sin 
perjuicio  de  entrambos  propietarios.  Si  qtd  sciens  aUenvm  agrum 
sevity  vel  planeas  imposuü:  poatquam  fue  radícibus  terramjuerü  om- 
pkxo  solo  cederé  raHonis  est  (3).— El  testo  siguiente  da  la  e^liei^ 
cion  mas  completa  para  todos  los  caso& — Si  ctUenam  piasiiam  ín 
meo  solo  posueroj  mea  erit:  et  diverso^  si  meam  ptantam  in  cUieno  sob 
posuerOy  illius  eríi:  si  modo  lUroque  casu  radices  egerü.  JbfUequem 
tniniradietis  ageretyillius permanet  cujus  etJuU. — Esta  distinción 
equitativa  y  razonable  tiene  hoy  una  aplicación  infinitamente  nu% 
estensa  que  en  el  tiempo  en  que  se  fijó  en  la  ley  romana.  Ahidinios 
al  mayor  ^[usto  y  esmero  con  que  se  cultivan  y  aprecian  en  los  jardines 
las  plantas  traídas  de  diversos  y  remotos  climas. 

Pasemos  ahora  al  segundo  caso,  es  decir,  cuando  el  propieta* 


[  I  ]  Si  aliqaa  ex  eaiiM  diratnm  lit  aedificiam,  poterít  matariae  domionf»  «i  ion 
fuerit  duplamjiun  consecutus,  taam  eam  vindire  et  ad  ezhibendamde  B%n  aferc 
lost.  }  29,  lib.  11   tit.  ],  de  rerum  Divis,  et  adquirir,  ípsar,  dom. 

[2]  Las  reglas  que  se  aplican  á  los  edificios  inherentes  al  suolo*  no  pueden 
abarcar  las  construcciones  susceptibles  de  fácil  traslación,  annque  estén  ligerameSf 
te  unidas  á  la  superficie  del  terreno,  tales  son  los  bórreos  6  casas  de  madens  qiM 
se  destinan  en  alguoas  de  nuestras  provincias  para  la  custodia  de  granos  y  legam* 
bres,  porque  dada  esta  hipótesis,  no  hay  un  vínculo  intimo,  una  identidad  de  eiir 
tencia  entre  las  construcciones  y  el  suelo. 

t3J    L.  11,  c.  lib.  3,  tit.  52,  de  reí  vindioatione. 


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rio  dé  los  materiales  ó  de  las  plantas  y  semillas,  edifica  y  cultiv» 
en  terreno  que  no  es  suyo.  £1  buen  sentido  basta  para  distingu  ir 
en  un  edificio  la  parte  principal  de  la  accesoria.  £1  terreno  tenia 
una  existencia  completa,  una  existencia  propia  suya,  anterior  á  la 
formación  del  edificio;  independiente  de  los  materiales  que  comb^ 
aados  en  esta  ó  la  otra  forma  por  el  arte,'  han  dado  por  resultado 
una  casa  ó  un  palacio.  Esto  es  lo  principal.  Por  el  contrario  los  ma- 
teriales  no  pueden  subsistir  como  edificio,  no  pueden  prestar  utili- 
dad alguna  en  este  concepto,  sin  estar  adheridos  al  terreno  que  los 
sostiene.  De  aquí  la  regla  de  derecho:  JVecesse  est  eirei  cedij  quod 
sime  illa  esse  non  potest  {l)isegvínl?LCixdl  el  dueio  del  suelo  debe 
adquirir,  debe  agregar  á  su  dominio  el  edificio  que  adhiriéndose  á 
su  propiedad  ha  venido  á  formar  con  eUa  un  solo  todo,  y  á  existid 
en  ella  y  por  ella.  Bien  sabemos  que  algunos  jurisconsultos  reeha" 
2an  este  principio  como  falso,  como  contrario  á  la  equidad,  como 
Hicompleto;  pero  ahora  nos  Umitamos  á  esponer  el  derecho  estable- 
cido y  los  respetables  fundamentos  en  que  se  viene  apoyando  por  el 
transcurso  de  los  siglos,  reservándonos  examinar  las  teorías  que  le 
eombaten,  en  lugar  mas  oportuno. 

Hemos  visto  que  por  las  reglas  del  derecho  común  la  propie- 
dad del  terreno  absorve  la  de  los  materiales,  se  asimila,  digámoslo 
asi,  el  dominio  ó  edificio  que,  como  la  planta  en  la  heredad,  ha  e- 
chado  su  raigambre  en  él;  hemos  visto  que  el  dueño  del  terreno  se 
hace  dueño  del  edificio  vi  acpetestate  rei  suce.  Aunque  esta  regla  la 
aplicábamos  también  al  caso  anterior,  es  decir,  al  caso  en  que  el 
dueño  del  terreno  edifica  con  materiales  ágenos,  hay  sin  embargo 
una  diferencia  que  es  muy  de  notar.  £1  propietario  del  suelo  que 
emplea  en  su  utilidad  materiales  que  no  son  suyos ,  comete  una  im- 
prudencia y  causa  un  perjuicio;  mientras  que  al  propietario  del  sue- 
lo sobre  el  cual  se  levanta  un  edificio,  no  se  le  puede  acusar  de 
BÍngun  abuso,  de  ninguna  usurpación  imprudente,  porque  no  obra, 
porque  no  causa  daño  alguno.  El  dueño  de  los  materiales^  el  cons- 
tructor es  el  único  culpable,  ó  de  malicia  6  de  imprudencia.  Inva- 
diendo el  terreno  ageno  se  ha  puesto  bajo  la  férula  del  derecho  co- 
mún; cúlpese  á  sí  mismo  de  los  disgustos  y  escarmiento  que  le  so* 
Prevengan.  Tales  son  las  razones  á  priori  en  que  se  apoya  la  regla 
de  derecho:  si  quis  in  alieno  solo  sua  materia  cedeficaverUy  illiusJU 


[1]    L.  33,  $  3,  D.  Ub.  6;  tít.  1.  de  rei  vlndic. 


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—262— 
adificium^  cujm  et  $olum  est  {!),   El  edificio,  siempre  bajo  todas 
las  hipótesis,  escepto  en  la  de  mala  fé,  cede  al  terreno;  omne  quod 
adificatur  solo  cedit. 

£1  derecho  romano  dá  por  sentado  que  el  constructor  de  mala 
fé,  ha  querido  mejorar  espontáneamente,  síia  volúntate^  el  terreno 
de  otro,  sobre  el  cual  edifica  y  lleva  tan  adelante  el  justo  castigo  de  su 
malicia,  que  aun  en  ^1  caso  de  venir  atierra  el  edificio  fortuitamente 
como  por  un  terremoto,  ó  una  inundación,  no  le  admiten  á  revindi- 
car  los  materiales:  ñeque  diruto  quidem  etdificio  vindicatio  ejus  ma^ 
teria  compeiU  (2).  ¡Admirable  barrera  levantada  por  la  ley  entre  la 
propiedad  y  la  usurpación  que  no  podrá  menos  de  repremir  la  co- 
dicia de  éste  ante  un  escarmiento  tan  cumplido!  El  precepto  legal 
dá  pues  la  preferencia,  como  es  justo,  al  verdadero  dueño  sobre  el 
poseedor  de  bnena  fé;  al  dominio  real  sobre  la  creencia  del  domimo^ 
pero  si  el  propietario  vá  mas  adelante  y  aspira  á  tomar  posesión  dei 
edificio  construido  sin  reintegrar  al  constructor  del  valor  de  los  ma- 
teriales y  de  las  anticipaciones  en  metálico,  este  ultimo  puede  recha- 
zar la  revindicacion  amparándose  con  la  escepcion  de  dolo  nudo  (3). 

Conviene  esplanar  algo  mas  esta  parte  interesante  del  derecho 
de  accesión,  enunciando  las  disposiciones  del  código  francés.  Cuan- 
do el  dueño  de  los  materiales  edificó  de  mala  fé,  la  ley  firancesa  de- 
ja al  arbitrio  del  propietario  territorial  entablar  su  petición,  ó  para 
que  se  derribe  el  edificio  construido  sin  su  consentimiento,  y  se  de* 
je  espedito  su  dominio,  ó  para  que  se  conserve  y  se  le  adjudique 
como  parte  integrante  del  suelo  que  le  pertenece  (4).  Pero  optan- 
do por  esto  ultimo,  no  les  es  licito  abusar  de  la  posición,  ya  triste 
de  suyo,  del  que  edificó,  porque  si  tal  sucediera  se  daria  un  incenti- 
vo á  los  propietarios  territoriales  que  abusarían  de  la  suya,  sepul" 
tando  en  el  silencio  sus  reclamaciones  durante  la  construcción  para 
hacer  valer  después  toda  la  estension  de  sus  derechos.  A  fin  de  evi- 
tar este  inconveniente  se  le  obliga  á  indemnizar  al  dueño  de  los  ma- 
teriales, reembolsándole  el  valor  de  estos  y  los  jornales  de  los  ope- 


[1]    L.  7.  $  12,  D.  lib.  1?,  tit  ít  pe  adquir,  rer,  doroin. 

[2]    L.  7,  $  12,  D.  lib.  12,  tit.  l.lde  adquir,  rer.  Domin. 

[3]  C  erte  si  Dominus  solí  petat  aediíioiam  nec  aolvat,  praetium  matertaa  et 
Mercedes  fabroruní,  poterii  per  ezceptionem  dolí  malí  repelí,  [ibid] 

[4]  Art  555.  Lorsqiie  lea  plantationes,  construccions  ct  ouvragea  ont  été  fíiint 
pnr  un  tiers  et  avoc  sea  materiaiix.  le  propietaire  du  fonda  á  le  droit  ou  de  lea  re- 
teñir, oa  d'  obliguer  ce  tiera  á  lea  en  lever. 


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—263— 
nurios  (1).  Por  el  contrario,  cuando  no  ha. habido  mala  fe,  sino 
error,  el  edificio,  el  sembrado,  el  plantío,  se  conservan  siempre  y 
sin  escepcion.  El  poseedor  de  buena  fé,  se  ha  creído  con  los  dere- 
chos de  verdadero  dueño;  su  equivocación  no  puede  perjudicarle  mu- 
lího  mas  cuando  no  deja  de  tener  alguna  parte  en  ella  el  propietario, 
puesto  que  la  buena  fé  trae  precisamente  su  origen  del  silencio, 
bien  que  no  sea  vohintario,  de  aquel  en  quien  reside  el  derecho  de 
revindicacion.  He  aqui  el  fundamento  de  equidad  y  de  justicia  que 
liberta  á  la  buena  fé  de  la  obligación  de  demoler  los  edificios,  ó  re- 
parar las  plantas,  mientras  la  mala  fé  se  somete  por  un  motivo 
opuesto  al  arbitrio  y  discreción  del  dueño  del  terreno. 

La  decisión  que  dá  el  propietario,  cuyo  terreno  ha  sido  inva- 
<]¡do  á  sabiendas  porun  constructor  mas  audaz  y  malicioso  que  im- 
prudente, la  seguridad  de  que  desaparezca  absolutamente  lo  edi- 
ficado, y  de  que  se  restituirá  la  heredad  á  su  estado  primitivo,  es 
UD  homenaje  tributado  al  derecho  de  propiedad,  el  cual  debeampa? 
rarse  y  protejerse  como  el  primer  fundamento  y  la  garantía  mas 
sólida  del  orden  social,  sin  mas  limitación  que  los  casos  de  recono- 
•cida  utilidad  pública,  no  emanados  de  una  injusta  y  escandalosa 
usurpación. 

Una  suma  mezquina  de  dinero,  una  indemn¡;5acion  pecuniaria 
pueden  satisfacer  el  daño  material;  pero  no  bastan  á  reparar  la  in- 
fracción de  las  leyes  mas  repetables  y  santas.  No  es  suficiente  la  re- 
paración estricta  otorgada  al  propietario  atropellado,  se  ha  menes- 
ter una  expiación  que  satisfaga  á  la  sociedad  entera.  Defender  oti^ 
cosa,  es  ponerse  al  lado  de  intereses  de  un  orden  muy  inferiof 
cuando  se  comparan  con  los  principios  de  moralidad  y  de  justicia. 

Dijimos  antes  que  no  solo  la  superficie  del  fundo,  sino  tam- 
bién el  seno  contenido  ó  interior  del  mismo  pertenece  esclusiva- 
mente  al  dueño;  en  efecto,  la  propiedad  territorial  pasa  mas  allá  de| 
surco  abierto  por  el  arado,  mas  allá  del  sitio  que  ocupan  las  raices 
de  las  plantas.  Del  mismo  modo  que  nadie  tiene  derecho  á  cerce- 
nar al  dueño  la  influencia  de  la  atmósfera,  ni  la  luz  del  sol;  á  nadie 
le  es  dado  tampoco,  por  punto  general,  penetrar  en  las  entrañas  de 
su  terreno,  ni  hacer  en  ellas  trabajos  de  ninguna  e»«:pecie.  Esta  es 
la  regla;  veamos  las  escepciones. 


r.5J    8¡  le  propietaire  prefere  conser/er  cen  platations  etconstrnctions,  il  doit  le 
reoibouriement  de  la  Taleur  dei  materiau  et  du  prlx  de  la  main  d'  oevoie,  utm» 


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—264— 

El  ínteres  particular  raras  veces  logra  sobreponerse  á  ideas  a^ 
trechas  y  á  cálculos  mezquinos;  sin  fuerzas  para  acometer  por  n 
solo  empresas  colosales,  suple  su  debilidad  y  aislamiento  con  d 
espíritu  de  asociación,  á  cuyo  favor  consigue  reunir  todos  los  eapi- 
tales  necesarios  y  toda  la  perseverancia  indispensable  para  los  tn- 
bajos  de  gran  cuoita.  La  esplotacion  ó  laboreo  de  las  minas  es  uno 
de  esos  objetos  que  se  ahoga  y  perece  en  la  atmósfera  limitada  del 
interés  individual.  Por  eso  la  previsión  del  Grobiemo,  inquiriendo 
á  la  vez  la  ruina  y  la  desgracia  de  los  particulares^  cohibe  las  ten- 
dencias de  su  egoismo  caprichoso. 

No  puede  consentirse  que  el  propietario  territorial  sin  mas  ra^ 
%on  que  un  mero  antojo  impida  al  minero,  al  naturalista,  al  investí- 
gador  científico  que  continúen  sus  tareas  mas  allá  de  los  aledaños 
subterráneos  que  corresponden  á  los  lindes  ostensibles  de  su  cam- 
po. Siempre  que  no  se  le  esponga  á  graves  peligros  por  las  esdava- 
ciones  6  trabajos  practicados,  siempre  que  se  le  indemnice  de  los 
menoscabos  que  puedan  causarle  los  pozos  ó  ventOadores  y  las  ga- 
lenas subterráneas,  como  en  tributo  de  respeto  á  su  dominio,  sos 
mtereses  están  á  salvo,  y  no  puede  exigir  que  por  rendir  un  cuhd 
fanático  al  derecho  de  propiedad,  carezcan  las  artes  de  metales,  Itf 
fabricas  de  combustibles,  y  la  sociedad  entera  dé  valores  que  no 
deben  permanecer  ocultos  y  sepultados  inútilmente  en  el  seno  de 
la  tierra. 

Y  compréndase  bien  que  no  queremos  combatir  al  interés  del 
individuo,  que  no  queremos  sacrificarle  al  ínteres  de  la  sociedad* 
{Queremos  que  existan  los  dos  limitándose  y  modificándose  entre  si, 
por  que  entrambos  son  indispensables  para  la  prosperidad  y  la  vida 
de  los  pueblos;  aquel  como  base;  este  como  regulador.  £1  interés 
individual  obra  en  una  esfera  esencialmente  egoísta,  no  pasa  mas 
allá  del  hombre^  del  individuo  mismo,  ó  cuando  mas  de  la  primem 
generación  que  constituye,  por  decirlo  así,  su  complemento:  no  re 
mas  que  lo  presente:  no  piensa  mas  que  en  la  actualidad.  El  inte* 
tés  social  por  el  contrario  es  mas  lato,  abarca  ideas  generales,  no 
considera  á  cada  hombre  circunscrito  á  si  propio,  considera  á  todos 
los  hombres  reunidos  en  común;  no  se  fija  en  las  necesidadi»  de 
uno  solo,  vé  las  necesidades  de  todos;  no  aspira  á  que  algunos  sean 


ügard  á  la  pttis  oa  tnohu  grande  aagmentitiM  dt  fúwr  qae  le  fbndr'á  fu^nti 
voir(«rt.556.) 


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—265— 
Celioes  á  costa  de  Ids  demás;  quiere  que  todos  los  sean  respeetiva- 
mente;  y  á  conseguirlo  se  dirige  su  previsión^  que  es  la  previsión  de 
una  entidad  que  no  muere,  de  una  entidad  que  vela  siempre. 

Al  estado,  al  poder  sodal,  que  no  perdiendo  de  vista  los  mte- 
reses  presentes,  debe  atender  también  á  los  intereses  de  las  genera* 
ciones  venideras,  es  á  quien  corre^onde  el  dominio  de  las  minat 
y  el  que  tiene  derecho  de  permitir  que  se  esploten,  previas  todas 
las  condiciones  precautorias  que  hace  precisa  la  naturaleza  de  esta 
industía.  £1  dueño  del  terreno  si  quiere  convertirse  de  agricul- 
tor en  minero,  tiene  la  obligación  de  acudir  al  gobierno  para  que  le 
autorice  á  obrar  en  este  último  concepto.  Llegado  este  caso,  la  pro* 
piedad  del  fundo  debe  ser  un  titulo  de  preferencia  en  iguales  cir* 
«unstancias. 

Por  lo  demás,  el  dueño  del  terreno  conserva  integro  su  dere<^ 
cho  especia]  y  privativo,  siempre  que  no  se  halle  en  oposición  con 
los  intereses  de  la  sociedad. 

De  la  acción  en  cuanto  pkoviene  de  la  acción  incesante  y 
paulatina  de  las  aguas. 

£1  curso  de  los  rios  produce  á  la  larga  graves  alteraciones  en, 
bs  heredades  tendidas  á  su  orilla. 

Las  partículas  inperceptibles  de  tierra  que  lamen  y  arrastran 
las  aguas  de  algunos  parajes,  las  arrojan  y  depositan  insensiblemen* 
te  en  otros,  dándoles  á  fuerza  de  tiempo  un  aumento  que  pueden 
utilizarle  {ailuvío) 

Otras  veces  sucede  que  en  el  mismo  fondo  del  rio  se  forma  una^ 
congestión  de  tierra  y  de  materiales  vegetales,  la  cual  creciendo  y 
estendiéndose  llega  á  formar  sobre  las  aguas  un  terreno  susceptibU 
de  cultivo  (Ínsula). 

Algunas,  la  rapidez  de  la  corriente  arranca  j>edazos  de  terreno 
y  los  conduce  á  mayor  ó  menor  distancia  de  la  heredad  á  que  perW 
anecian  {visftuminis) 

Sucede  también  por  último,  que  los  rios,  abriéndose  un  nuevo, 
camino  abandonan  su  antigua  dirección.  {Mvei  muiatio.) 

Como  estos  resultados,  nacidos  de  causas  naturales  indepen- 
(}iexites  de  la  vduntad  del  hombre,  modifican  en  mas  ó  menos  la 
situación  de  los  propietarios  ribereños,  la  legislación  civil  ha  tenido 
que  deslindarlos  derechos  y  dictar  las  reglas  que  deben  observarse 
en  todos  ellos.  Nos  proponemos  reseñarlas  brevemente. 


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—266— 

La  circunstancia  característica  y  esencial  del  aluvión  es  que  far 
tierra  conducida  á  la  orilla  paulatina  y  sucesivamente  por  la  acción 
del  agua,  no  puede  ser  conocida,  determinada  ni  apreciada  eo  el  ac- 
to de  su  agregación  (quoquo  temporis  momento.)  Se  ignora  absolu- 
tamente la  parte  de  donde  vinieron  el  limo  y  las  moléculas  de  tie^ 
IH  que  se  unen;  el  dueño  á  que  han  pertenecido;  el  tiempo  que  ha 
tardado  en  formarse  la  nueva  agregación;  todo  se  ignora.  PeraUuvuh 
nem  id  videtur  adjicij  quod  ita  paullatim  adjicitur  ut  intelligi  non  pos- 
sil  quantum  quoquo  temporis  momento  adficUur{l).  Esta  imposibili- 
dad de  conocer  el  origen  délos  aumentos  ó  agregaciones  de  terre- 
no que  escluye  toda  revindicacion  (2),  porque  el  acto  de  reclamar 
lo  que  es  nuestro,  supone  la  existencia  de  un  hecho  conocido  é  io- 
controvertible,  fué  la  causa  de  que  el  Derecho  romano  y  las  le- 
gislaciones posteriores  atribuyesen  á  los  dueños  de  las  heredades 
limitrofes,  la  propiedad  de  los  terrenos  de  aluvión  (3.)  Se  hizo  de 
esta  manera  por  un  principio  de  equidad,  fundado  en  la  circunstan- 
cia de  no  poderse  recurrir  á  las  reglas  sobre  la  propiedad,  cuando 
esta  era  precisamente  desconocida  é  inaveriguable.  Se  quiso  esta- 
blecer una  especie  de  compensación  entre  los  riesgos  y  las  ventajas, 
entre  el  peligro  decimos,  de  perder  por  la  invasión  de  las  aguas,  y 
la  esperanza  de  ganar  por  su  lertta  retirada.  Yo  propiefario  del 
terreno  de  una  de  las  orillas,  estoy  espuesto  á  que  el  curso  de 
las  aguas  vaya  lamiendo  y  descarnando  insensiblemente  mi  here- 
dad, y  de  nadie  puedo  reclamar  este  perjuicio  y  menoscabo; 
tampoco  debe  reclamarse  de  mí  la  agregación  paulatina  y  casual 
que  las  mismas  aguas  verifiquen  en  mis  tierras;  las  condiciones  son 
idénticas  para  los  propietarios  de  una  y  otra  orilla:  el  rio  es  el  que 
decide  de  su  buena  ó  mala  suerte;  y  es  necesario  que  la  ley  san- 
cione su  decisión,  donde  hoy  no  hay,  ni  puede  caber  otra  mas  justa. 

Sería  >ma  violación  escandalosa  de  la  propiedad;  sería  una  injus- 
ticia atroz  privar  al  dueño  de  la  propiedad  acrecentada  por  la  acción 
de  las  aguas,  de  su  posición  ventajosa  en  una  de  las  orillas,  posición 
que  por  la  comodidad  del  riego  dá  un  crecido  valor  á  los  terrenos. 


{\)    Inst  lib.  II.  til   1.  $  20  de  renim  Dir.  et  adquir,  ¡inp*ar   Dom. 

(2)  A  millo  vindican  pnssiunt,  qaia  unde  veniant  neecitnr.  Gro.  Lib  II,  cap.  6* 
$  11.  d^  Jnr«i  belli  et  pacía. 

t3]  Lcy26,  tít  28,  Píiriidali  *=:  allí.  El  por  ende  decimos  que  lodo  cnaato 
]os  rioK  iiirlten  a  los  bornes  puco  á  poco  de  manera  que  uotí  pueden  entender  n 
quanlidad  de  ello  ele. 


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—267— 

Esto  sentado,  se  deduce  con  facilidad  que  el  derecho  de  alu- 
vión se  deriva  natural  y  espontáneamente  de  tres  razones  podero- 
sas: 1?  imposibilidad  de  determinar  la  acción  incesante  de  las  aguas 
con  aprovechamiento  de  unos  terrenos  y  deterioro  de  otros:  2^:  di- 
ficultad insuperable  de  comprobar  los  resultados  de  esta  acción: 
3^  y  principal:  necesidad  de  mantener  la  paz  y  la  armonía  entre  los 
propietarios  de  ambas  orillas.  Su  triple  carácter  es  la  forma  insen- 
sible, la  contigüidad  á  los  terrenos  de  la  orilla,  la  completa  dese- 
cación. 

Pero  este  derecho  tiene  sus  limitaciones. 

No  aprovecha  mas  que  á  los  terrenos,  inmediatos  á  la  corrien- 
te, cuyo  lindero  es  la  orilla  misma  del  rio  y  no  otro  alguno  (1).  El 
crecimiento  de  los  terrenos  que  están  sujetos  á  medidas  ciertas  y 
determinadas,  pertenece  al  Estado,  á  la  nación. 

La  inundación  de  los  terrenos  no  modifica  ó  altera  favorable 
ni  perjudicialmente  el  derecho  de  propiedad.  Inundatio  spedem 
fundí  non  mutat:  et  oh  id  cum  recesseritj  aquapalam  est  yusdem  esse^ 
cujtís  etfait,  (2)  Ulpiano  para  corroborar  esta  doctrina  con  un  mag- 
nífico ejemplo,  recurrió  á  las  famosas  y  periódicas  inundaciones 
del  Nilo. 

TampftCo  tiene  aplicación  este  derecho  á  los  terrenos  que  que- 
dan á  descubierto  en  las  costas  tlel  mar;  los  cuales  pertenecen  al 
Estado,  á  la  sociedad,  como  las  costas  mismas. 

Finalmente,  tampoco  tiene  lugar  el  derecho  de  aluvión  respecto 
de  los  lagos,  ni  de  los  estanques.  Lacus  et  stagna^  Iket  interdum 
crescuntj  interdum  exarescerant,  suos  tamen  términos  retinetü;  ideo^ 
in  hisjus  alluvionis  non  agnosciiur  (3). 

De  la  formación  de  las  islas. 

Una  de  las  condiciones  esenciales  del  aluvión  'es  la  contigüi- 
dad entre  el  terreno  agregado  y  la  heredad  sita  en  la  orilla;  lo  con- 
trario sucede  con  las  islas,  entre  las  cuales  y  las  riberas  hay  sepa- 
ración completa,  ó  solución  de  contigüidad,  como  hoy  se  dice. 
Las  islas  se  van  formando  por  la  aglomeración  de  materias  vegeta- 


[)]    Arcifíniiqui  non  alíos  hnbent  fines,  quam  naturales. 

(2)  L.  7,  D.  ^  6.  ibic.  Ley  5'i,  liL  28,  Partida  3.  ^  —Como  maguerse  cubran lai 
lieredailes,  por  llenas  de  ríos  que  non  pierden  el  señorío  dellaa  aquellos  cuya  son. 

(3)  L,  12,  D.  lib.  XLI.  lii.  1,  du  adquir,  rer.  Doui. 

T.  II.— 33. 


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— C68— 
les  en  el  mismo  fondo  del  rio,  sin  adherirse,  ni  en  la  superficie  de 
las  aguas,  ni  debajo  de  ellas  á  la  orilla. 

El  derecho  Romano  y  el  nuestro  de  Partida,  adjudican  la  isla 
si  ha  nacido  en  medio  del  álveo  á  los  propietarios  de  entrambas  ori- 
llas, según  la  estension  respectiva  de  sus  heredades  á  lo  largo  del 
rio;  si  se  acerca  mas  á  una  de  las  riberas  deciden  que  pertenece  i 
los  propietarios  de  la  misma  bajo  iguales  condiciones.  ínsula  injhi' 
mine  natar  (quodfrecumter  accidit)  si  quidem  medianí  partem  Jk- 
minis  tenetj  communis  est  eorum  qui  ah  utraque  parte  Jiuminis  prope 
ripampraiia  possidenf,  pro  modo  scílicet  laiitudinis  cujusque  fundid 
qti(B  prope  ripam  sit,  Qaod  si  alteri  proximior  sit  partiy  eorum  est 
íantum  qid  ah  ea  parte  prope  ripam  posedia  possident  (1). 

Para  que  la  porción  de  tierra  que  se  ha  ido  elevando  poco  á 
poco  hasta  aparecer  sobre  la  superficie  de  las  aguas  merezca  el 
nombre  de  isla,  es  preciso  que  sea  susceptible  de  aprovechamieato 
y  de  cultivo. 

La  isla  una  vez  reducida  al  estado  de  apropiación,  adquiere,  y 
esto  es  muy  lógico  y  razonable,  todos  los  caracteres  y  derechos 
que  competen  á  la  propiedad  antigua  á  que  le  unió  ó  adhirió  con 
el  vínculo  de  la  accesión.  Asi,  por  ejemplo,  si  se  forma  una  nueva 
acumulación  de  materias  vegetales,  si  se  levanta  otro  terreno  sobre 
el  nivel  de  las  aguas,  en  una  palabra,  si  aparece  otra  nueva  isla  en- 
tre una  de  las  orillas  y  la  isla  antigua,  el  derecho  de  accesión  radica 
ya  en  esta,  y  la  medición  se  hace  partiendo  desde  ella,  del  mismo 
modo  y  bajo  las  mismas  reglas  que  antes  se  hacía,  tomando  la 
orilla  por  punto  de  partida  (2). 

Para  que  la  isla,  ó  el  terreno  circundado  de  agua,  pueda  suje- 
tarse al  derecho  de  accesión,  es  una  condición  precisa  que  haya  na- 
cido, que  se  haya  formado  insensible  y  paulatinamente  en  la  ma- 
dre ó  fondo  del  rio;  instila  influmiiie  nata.  Por  eso  se  escluyen  las 
islas  que  consisten  en  terrenos  de  propiedad  particular,  esto  es,  las 
islas  formadas  por  la  deviación  y  confluencia  posterior  de  una  cor- 


(1)  Inst  lih.  ÍI,  til  1.  ^  22.  He  rer.  división,  ct  adquir.  ipnar.  Dona.  Ley  27,tít 
28.  Pdft  3.  *  Kl  código  fidiices  iranscrihe  igualmente  el  Derecho  Romano  en  lo* 
artículo:*  560  y  Hl. 

1.21  Si  Ínsula  in  flu'nin*»  nata  tua  fuorií,  deldo  inler  cam  insu'am  el  contra- 
riam  rip  un  hIíü  ínfula  nata  fuerit:  men^íura  eo  noiuiue  erii  in<*truendA  ¿  tua  iniO"' 
non  ab  agro  luo,  propter  qnem  ea  inania  tna  facta  fuer  ir;  naní  /quid  interesl'  q"* 
)Í8  agert  Hit.  cn|uft  piopier  propinqnuatern  posterior  insulu.  cujutí  est  quaerutan  1^ 
t>5,  63,  D.  Lib.  li,  tit.  1,  de  adquir  titt.  Dm. 


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—269— 
riente  antigua,  ó  por  la  confluencia  de  dos  corrientes  diversas,  que 
rodean  por  todas  partes  de  agua  los  terrenos  mencionados.  Estas 
islas  eran  y  permanecen  de  propiedad  particular.  La  accesión  no 
alcanza  ni  debe  alcanzar  á  los  caso?  en  que  el  dominio  es  conocido. 
Quod  si  uno  latere  perruperit  flumen:  el  alia  parte  novo  rico  fiuere 
caperít;  deinde  infra  novus  iste  rivus  in  veferem  se  converterit:  agir 
quiaduobus  rivis  comprehensus,  informa  insulce  (á  manera  de  isla; 
pero  que  propiamente  no  lo  es  en  el  lenguaje  legal)  redadus  esty 
ejusest  scilicety  cujuselfaií  (1).  Es  cosa  ciertamente  de  alabar  esta 
exactitud  y  precisión  en  el  lenguaje. 

Reasumiendo,  pues,  las  islas  se  forman  de  tres  maneras  en  los 
rios:  1^  por  la  división  de  una  corriente  antigua  en  dos  brazos  que 
toman  después  á  unirse,  ó  por  la  confluencia  de  dos  rios  diversos  que 
rodean  por  todas  partes  de  agua  un  campo  ó  terreno  de  propiedad 
particular.  2^  por  la  depresión  ó  amenguamiento  de  las  aguas  que 
deja  en  seco  una  parte  de  lo  que  era  antes  alvéo.  3*:  por  la 
acumulación  sucesiva  de  materias  vegetales  que  forman  paulatina- 
mente una  elevación  ó  altura  sobre  el  fondo  del  rio.  Las  reglas  es- 
tablecidas para  el  derecho  de  accesión  dan  fácilmente  resueltos  es- 
tos casos.  En  el  primero  el  dueño  del  terreno  conserva  su  propie- 
dad á  pesar  de  la  modificación  ó  alteración  que  ha  sufrido;  en  los 
otros  dos,  la  isla  pertenece  á  los  dueños  de  ambas  orillas  si  la 
distancia  es  igual;  sino  lo  es^  al  dueño  del  campo  que  se  halle  mas 
cercano  (2). 

No  ha  faltado  quien  diga  que  toda  la  accesión  por  medio  de 
las  aguas  se  funda  en  hacer  á  una  cosa  tan  instable  y  ciega  como  la 
caprichosa  corriente  de  los  rios,  el  arbitro  y  dispensador  de  los  ter- 
renos nacidos  en  su  fondo.  Esta  es  una  objeción  muy  superficial; 
á  poco  que  se  reflexione  se  hallará  que  el  legislador  reproduce  en 
todas-  estas  reglas  las  prescripciones  del  derecho  común  y  los  prin- 
cipios salvadores  de  la  propiedad. 


(1)  L.7,  í  4,  D.  lib  XLl,  til.  1,  de  adquir.  rer  Dom  Ley  28.  tit  28,  Partida  3. 
Como  non  pierde  el  señorío  de  su  heredad  aquel  cuya  fuera,  mnguer  el  río  íicie- 
pe  islán  en  ella.  En  los  misinos  términos  está  coDcebido  el  articulo  562  del  códi- 
go francés. 

(2)  Tribunmodis  ínsula  in  flumine  fít:unoqiuimagrnm  qui  alvei  non  fuitam- 
nis  circamfluit;  altero  qnu'n  locum  qui  alvei  estet,  si  ccnm  relinquit  et  circnmflnere 
eoepit;  tertio  qnun  paullatin  collnenio  locum  eminenten  supra  alveun  fecir  et 
eumalluendo  auxit.  Duobus  posterioribns  modís  privata  ínsula  íit  ejus  cujns  ager 
propríor  fuerit,  qnnm  primun  extitit;. .  prímo  autem  illo  modo  causa  propietaiif 
non  mutatur.  L.  30,  $  2,  D.  lib.  XLI,  tit.  1,  de  adquir.  rer.  Domin. 


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—270— 
De  la  a\tjlsion  (vis  fluminis.) 

La  diferencia  entre  el  aluvión  y  la  aviUsion  se  deja  conocerá 
primera  vista.  En  aquel,  la  acción  de  las  aguas  obra  de  un  modo 
insensible,  continuo,  inapreciable  en  el  acto  quoque  temporis  momenr 
to;  mientras  en  esta  procede  de  una  vez,  no  deja  lugar  á  duda,  no 
destruye  enteramente  el  sello  ó  el  carácter  de  la  propiedad  antigua. 
Entre  las  partecillas  ó  átomos  de  tierra  cuya  pertenencia  es  imposi- 
ble  determinar,  y  la  porción  de  terreno  que  arrastra  la  corriente  ínte- 
gra con  sus  plantas,  tal  vez  con  sus  árboles,  entre  un  suceso  común  y 
constante,  y  un  fenómeno  que  aconte'^.e  raras  veces,  hay  una  déseme* 
janza  que  no  puede  ocultarse  aun  á  los  ojos  menos  perspicaces.  De 
íiquí  también  la  diversidad  de  las  reglas  prescriptas  por  el  Derecho. 
En  el  caso  de  aluvión  se  dá  la  propiedad  al  dueño  de  las  tierras  que 
se  han  ido  aumentando  insensiblemente.  En  el  caso  de  avulsión,  no 
pasa  el  dominio  de  la  porción  de  terreno  arrebatado  por  la  violen- 
cia de  las  aguas  al  dueño  de  la  heredad  á  cuya  inmediación  le  han 
arrojado;  le  conserva  el  antiguo  propietario.  Quod  si  visfluminí^ 
partem  aliquam  ex  tuo  prcBdio  de  traxerii,  et  meopradio  aüulerüy  por- 
lam  est  eam  tuam  permanere  (1). 

Mas  para  que  la  propiedad  se  conserve,  claro  está  que  el  trozo 
de  terreno  arrebatado  ha  de  tener  una  estension  razonable  y  capa» 
de  aprovechamiento  y  de  cultivo,  de  otro  modo  no  habría  intere- 
ses que  reclamar,  y  donde  no  hay  intereses  de  que  reintegrarse,  la 
acción  revindicatoria  no  procede. 

En  el  Derecho  Romano  no  se  determina  de  un  modo  bastante 
claro  el  tiempo  señalado  para  la  revindicacion,  no  se  fija  una  época 
precisa,  inequívoca,  á  cuyo  beneficio  se  eviten  las  dudas  y  disputas, 
punto  interesante  en  el  cual  ha  procedido  con  mayor  acierto  el  có- 
digo civil  francés.  Decia  aquel:  Plam  si  longiore  teinpore  fanda 
meo  hcBSserü,  arboresque,  qxia  secum  traxerit,  in  meumjundo  radices 
egervrU:  ex  eo  tempore  videtur  meo  fundo  adquisiia  esse  (2).  La  cir- 
cunstancia, incierta  ó  difícil  de  averiguar,  de  haberse  enlazado  el 
terreno  nuevo  al  antiguo  por  medio  de  las  raices  de  sus  árboles  ó 


(1)  L.  7, }  2,  D.  I¡b.  XLÍ.  tit.  1,  de  adqnir.  rer.  Domin. 

Nuestro  derecho  do  Partida  en  la  ley  26,  tít.  28,  P.  3,  y  el  códtgd  francés  en 
el  art.  559  traducen  eata  regla. 

(2)  L  7.  $  2,  lib .  XLI,  tit.  1  o ,  de  adqurr .  rer.  Dom, 


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—271— 
plantas,  es  lo  que  según  el  Derecho  Romano,   constituye  en  este 
caso  la  accesión  irrevocable. 

Es  mucho  mas  ventajosa  la  disposición  consignada  en  el  dxA* 
culo  559  del  código  francés  que  reserva  al  propietario  de  la  porción 
arrancada  por  la  fuerza  de  las  aguas,  el  término  preciso  y  perento- 
rio de  un  año  para  deducir  la  demanda  de  revitídicacion:  pasado 
el  cual,  ya  no  se  admite  con  una  sola  escepcion,  á  saber,  la  de  que 
el  dueño  del  terreno,  al  cual  se  ha  unido,  omita  tomar  posesión  de 
ella  (1). 

Este  es  uno  de  los  estremos  en  que  admite  enmienda  nuestra 
Derecho  de  Partida,  que  en  la  ley  26,  tít.  28,  Partida  3?,  disoné  lo 
mismo  que  el  Romano,  atendiendo  únicamente  al  derecho  que  re- 
sulta del  vínculo  físico  y  material  que  ha  estrechado  las  dos  porcio-» 
nes  de  terreno  por  medio  de  la  raigambre  de  las  plantas  siendo  asi 
que  la  ac«;esion  podia  resultar  también  y  resulta  en  efecto  de  la  in- 
tervención del  hombre  por  medio  del  cultivo,  conforme  á  las  reglas 
ordinarias  de  la  posesión. 

Como  quiera  que  sea,  de  todos  estos  preceptos  se  deduce  que 
el  legislador  acepta  como  una  cosa  necesaria  la  accesión  por  me^* 
dio  de  las  aguas,  circunscribiéndola  á  estrechos  límites  y  modifica- 
ciones, siempre  que  pueda  hacerlo  sin  faltar  á  los  principios  de 
equidad  y  de  justicia. 

Del  álveo  en  seco  ó  abandonado  por  la  corriente. 

Cuando  el  rio,  abandonado  su  antiguo  curso,  toma  lina  dirección 
Eueva,  dispone  el  Derecho  Civil  que  el  álveo  abandonado  se  reparta 
entre  las  propiedades  limítrofes:  Quod  si  toto  naiarali  álveo  relicto 9 
fiumen  olías  afuere  ccRperit,  prior  quidem  alv*ius  eoruw  estj  qui  prope 
ripctiv  prcsdia  possident'  pro  modo  sálicet  laiüudinis  añusque  prcB* 
díi  (2);  al  paso  que  los  dueños  del  terreno  ocupado  por  el  rio,   le 


(1)  Art  559.  Le  propietcire  de  la  pnrtie  en  I<>vée  est  tena  de  former  sa  deroan- 
de  da'ng  V  année:  apres  ce  delai,  il  n'  y  aera  plus  recevdbte,  ¿  moins  que  le  pro 
prietaire  du  cham  auquel  la  partie  en  levée  ¿  été  unie,  n'  eulpas  encoré  prU  pos. 
ftesion  de  ci*lle*ci. 

(2)  L.  7.  $  2.  D.  lib.  XLI,  tit.  1  de  adqnir.  rer.  Dom.— Ibid.-*Ley  31,  fit.  38v 
P.  3.  ^ .  et*....  Aqnello  que  asi  finca  [en  aeno]  decimog  qne  d^be  aer  de  nqneilofi  á 
cnyaft  heredades  «e  ayunta,  tomando  cada  uno  en  ello  tanta  parte,  cnanto  et  lii 
frontera  de  lata  heredad  contra  el  rio.  Et  laa  otras  lieredodes  por  do  corre  nneva- 
mente,  pierden  el  señorío  deltas  aquellos  cuyas  eran,  cuanto  en  aquello  pof  4» 


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—272— 
pierden  en  atención  á  haber  borrado  las  aguas  su  dominio,  convir- 
tiéndole en  una  propiedad  social,   en  una  propiedad  destinada  al 
uso  y  aprovechamiento  público.  Ule  etiam  alveus  quebem  sibiflumm 
JecUj  etsi  prívatus  ardejuit^  incipü  tamm  esse  públicuSj 

Esta  decisión,  á  nuestro  modo  de  ver,  es  justa,  roas  justa  en 
el  fondo  aun  cuando  no  lo  aparezca  desde  luego,  que  la  del  có- 
digo francés,  (1),  el  cual  adjudica  al  álveo  antiguo  á  los  dueños  de 
}as  tierras  ocupadas  nuevamente  por  las  aguas.  Entrambas  legisla- 
ciones se  han  propuesto  aplicar  el  principio  equitativo  de  la  com- 
pensación; pero  la  antigua  los  consiguió,  mientras  la  moderna  ha 
errado  completamente  en  está  parte. 

La  mejor  compensación  para  los  propietarios  de  los  terrenos 
ocupados  nuevamente  por  las  aguas,  nace  de  la  naturaleza  misma, 
y  está  representada  en  el  inapreciable  beneficio  del  riego  que  au- 
menta el  valor  de  la  propiedad  territorial  en  una  gran  escala,  sin 
contar  las  ventajas  de  la  pesca  y  la  facilidad  de  los  transportes  don- 
de lo  permite  el  caudal  de  la  corriente,  al  paso  que  los  ribereños  ha- 
llan su  indemnización  natural  en  el  aumento  ó  agregación  del  terre- 
no contiguo  á  sus  heredades  que  antes  formaba  la  madre  del  rio,  y 
ahora  queda  en  seco.  Ubi  damnun^  Un  lucrum. 

Otro  inconveniente  muy  de  bulto,  y  que  no  se  concibe  cómo 
se  ocultó  á  los  ilustrados  redactores  del  código,  lleva  consigo  la 
legislación  francesa.  Siempre  que  el  alvéo  abandonado  se  reparta 
entre  personas  que  nada  poseen  á  su  inmediación,  que  no  tienen 
propiedades  contiguas,  inmediatas  á  él,  su  interposición  entre  he- 
redades agenas  no  puede  menos  de  perjudicar  á  los  intereses  ge- 
nerales de  la  agricultura,  sin  aprovechar  á  sus  propios  intereses. 
La  mayor  ó  menor  distancia  de  su  domicilio  puede  hacer  para 
ellos  completamente  inútil  una  propiedad  fecunda  en  resultados, 
unida  á  las  tierras  que  formaban  las  orillas,  fuera  de  que  asi  lo 
exigen  las  pérdidas  que  se  irrogan  á  los  dueños  por  la  ausencia  de 
las  aguas,  y  de  que  es  mas  conforme  á  los  principios  generales  del 
derecho  de  accesión. 


corre,  et  dende  adelanto  comienza  á  eeer  de  tal  natura  como  el  otro  logar  por  do 
«olía  correr  et  tornase  público,  asi  como  el  rio. 

(1)    Art.  563.   Si  un  fleuTe se  forme^  un  nonvean  cour»  en  abandonnant  aoa 

atieien  lit,  lea  proprietaires  des  fond^tj^nou  velleroent  occupés  prenneni,  á  titre  d* 
inlemnite.  1'  anclen  litabandonné;  chacundans  la  proportiou  du  derrarín  qui  lai* 
á  M  cnlevé. 


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—273— 

Por  lo  (lemas,  la  accesión  de  las  aguas  puede  arrastrar  en  pos 
de  sí  graves  disputas  y  litigios.  Esta  circunstancia  aumenta  la  ne- 
cesidad de  establecer  reglas  claras  y  espeditas  para  las  medicio- 
nes y  demás  trámites  que  han  de  tener  lugar  en  el  repartimiento  de 
las  islas  y  en  la  distribución  del  avéo  dejado  en  seco.  La  legisla- 
ción antigua  es  manca  é  incompleta  en  esta  parte,  y  el  código  fran- 
cés no  ha  llenado  como  debia  esta  laguna. 

Las  corrientes  de  agua,  entre  otros  de  sus  usos,  sirven  tam- 
bién como  medios  de  comunicación  y  de  tráfico,  en  cuyo  concepto 
su  dominio  pertenece  al  Estado,  protector  y  representante  de  to- 
dos los  intereses  sociales;  porque  las  aguas,  teniendo  como  tienen 
una  relación  muy  inmediata  con  el  interés  y  bienestar  públicos, 
exigen  la  suprema  inspeccionyla  vigilancia  inmediata  del  gobierno. 

De  la  accesión  por  medio  de  los  animales  que  tienen  la  cos- 
tumbre DE  VOLVER  (redeuiidí  mos)  a  los  terrenos  en  que  fu  as 

su  DOMICILIO. 

Los  animales  salvagesf^erc?  berticejy  los  animales  qu*í  huyen 
de  la  sociedad  del  hombre,  siguen  las  reglas  de  apropiación  esta- 
blecidas para  los  objetos  naturales  que  no  llevan  todavía  el  sello 
del  dominio  privado;  el  simple  acto  de  apoderarse  de  ellos  es  un 
título  legítimo  de  adquisición;  los  reduce  á  su  propiedad  cualquiera 
tjue  los  hace  presa  suya. 

Lo  contrario  sucede  con  los  animales  domésticos  (mansuetce)^ 
que  habituados  á  volver  á  la  casa  de  su  dueño,  han  abdicado, 
digámoslo  así,  su  libertad  natural,  y  hacen  parte  de  la  fortuna  de 
los  hombres.  Obra  pues  criminalmente,  comete  un  robo  el  que  es- 
travía  algunas  cabezas  del  rebaño  ó  ganado  ageno;  el  que  se  apo- 
dera de  cualquier  animal  doméstico,  porque  aun  fuera  de  la  vista 
de  su  dueño  conservan  el  carácter  de  propiedad  suya  (1). 

Pero  entre  estas  dos  clases,  entre  los  animales  domésticos  y 
los  salvages  hay  otra  de  que  nos  vamos  á  ocupar  ahora,  la  cual  se 
distingue  por  rasgos  peculiares,  hublamos  de  ciertos  animales  que 


(1)  Si  anseres  tui,  nut  gallinflB  tiiffi,  aliqíio  modo  tnrbati  tiirbita  rcevolnverint, 
Hcet  cunspectura  tnum  effogeritit,  ()uocumqiie  tameti  loco  f>int  tui.  tiioe  esse  iiite- 
lliguntur.  et  qut  lucrandi  animo  ea  «miinalia  retinet.  fiirtain  coDinmitere  intelligi* 
tur.  Inat.  lib.  IC,  til.  1,  $.  IG  de  rerum  divis.  et  adquir.  ipsar.  Doinin  — Ley  23, 
lít.  2S,  Parí.  3. 


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—274— 
sin  renunciar  enteramente  á  su  libertad  ni  á  sus  instintos  nativos, 
eligen,  á  pesar  de  ello,  un  terreno  que  sin  violencia  se  pueda  lla- 
mar su  domicilio,  se  adhieren  á  él  temporalmente,  y  se  conceptúan 
en  derecho  una  parte  del  mismo,  ínterin  conservan  el  hábito  ó  cos- 
tumbre de  habitarle;  á  esta  tercera  clase  se  la  distingue  con  la  de- 
nominación de  domesticados  (mansvsfactce)  (1).  Tales  son,  por 
ejemplo,  las  palomas;  no  viven  en  estado  de  domesticidad  como 
los  perros  que  nos  acompañan  espontáneamente  á  donde  quiera, 
6on  á  manera  de  huéspedes  que  aceptan  un  alojamiento  luiéntras 
le  proporciona  subsistencia  y  comodidad,  pero  que  á  la  menor 
causa,  quizá  por  mero  capricho,  abandonan  su  antigua  morada  y 
.buscan  otra. 

En  una  palabra,  los  animales  salvages  están  sujetos  á  las  reglas 
de  apropiación  dictadas   para  las  cosas  que   á   nadie  pertenecen, 
y  como  no  varían  de  naturaleza,  la  propiedad  respecto  de  ello» 
cesa  con  la  ocupación    ó  retención  de  los  mismos:  los  animales 
domésticos  constituyen  una  propiedad  perfecta,  y  pueden  revindi- 
oarse  de  cualquiera  poseedor  de  las  reglas  comunes  del  derecho; 
los  anímales   domésticos  participan   de   entrambos  caracteres;  su 
naturaleza  lo  ha  querido  asi,  y  la  ley  lo  ha  sancionado.  Están  su* 
jetos  al  derecho  de  propiedad;  pero  de  un  modo  accidental,  pasa- 
gero,  dependiente  de  su  voluntad.  El  derecho  de  propiedad  res- 
.pecto  de  ellos  tiene  su  origen  en  una  costumbre  y  espira  con  ella. 
Si  renuncian  el  hábito  de  volver  al  terreno  que  eligieron,  animum 
etindi  et  redeundiy  el  propietario  no  tiene  derecho  á  reclamarios  del 
dueño  de  la  herodad  agena  en  que  buscaron  hospitalidad  como  en  la 
suya;  este  es  el  motivo  de  dárseles  lugar  en  el  derecho  de  accesión. 
Si  no  se  han  adherido  á  ningún  terreno,  quedan  en  la  categoría  de 
ías  cosas  no  sujetas  á  propiedad  determinada,  rei  nuUms  (2), 

Aquí  sucede  que  el  propietario  de  una  heredad  se  lucra  con 
las  pérdidas  del  propietario  de  otra,  y  no  puede  quejarse  sin  em- 
bargo, porque  su  adquisición  fué  idéntica  y  nacida  además  de  un  tí- 
tulo eventual  y  transitorio.    Pero  nótese  que  si  se  ha  hecho  cambiar 


(J)    Ley  22,  lít  28,  Part.  3. 

(2)  In  his  autem  aDÍmalibus.  qu»  ex  consuettidina  abire  et  rediré  solent,  talit 
regiira  coinprobata  eat;  ut  eo  usque  tua  esse  intellig'intur,  dunec  animum  refej- 
tendí  habeant  Nam  si  re vertendi  animum, babero  deiwieriut.  ctiam  tua  es«e  desi- 
iiuut.  etfíuut  uccupantium.  Inst.  lib.  II,  ttt.  1,  $.  15,  de  rer.  div.  et  adquir.  ipsar. 
Uo mili.— Ley  citada  22,  lít  28,  Part  3. 


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'  íiafiñ 


■OOCfK 


—275— 
de  domicilio  á  los  animales  domesticados  por  medios  fraudulentos, 
^■^^  >        estas  malas  artes  no  dan  derecho  alguno  ni  destruyen  el  del  propie- 
*^f ^        tario  legítimo  á  la  revindicacion,  cuando  és  posible,  que  no  siempre 
lo  es,  ó  al  resarcimiento  en  otro  caso  de  los  intereses  lastimados. 

En  este  lugar  debemos  hacer  mención  de  las  abejss  que  en 
%¡^[  cierto  modo  forman  una  clase  aparte.  Estas  aunque  salvajes  por  su 
'^fflj  naturaleza,  como  dice  perf^ctam:ín^e  el  Derecho  civil,  quedan  su- 
JJifu,,  jetas  á  las  condiciones  de  la  propiedad  particular,  como  entidades 
O  anejas  á  la  colmena  en  que  viven  y  trabajan  (1).    Se  le  concede  al 

-í,'  dueño  el  derecho  de  perseguir  al  enjambre  desertor  á  fin  de  atráer- 

ú  ?  le  de  nuevo,  si  es  dable,  á  su  colmena;  pero  siendo  así  que  la  pro- 

piedad mediata  que  nace  de  esta  sobre  las   abejas  no   se  halla  ni 
á¡  puede  hallarse  fundada  en  su  naturaleza  como  sucede  con  los  ani- 

r;  males  domésticos,  tiene  y  con  razones,  límites  muchos  mas  estre- 

Lí  chos.  Por  lo  demás  el   enjambre   pertenece  á  su   antiguo   dueño, 

u  mientr;  s  puede  seguirle  con  la  vista,  y  conseguir  fácilmente   su  re- 

:•  greso,  doñee ijiconspedU  nostro  est nec  difficilisejus  peísecutio..., 

alioqiiin  oecupanlis  Jii  (2).   De  otro   modo   le  hace  suyo  el  primero 
¡  que  se  apodera  de  él. 

Hasta  aquí  la  accesión  en  cuanto  se  refiere  á  las  cosas  in- 
muebles. 

Hemos  visto  que  nada  es  mas  natural,  nada  mas  conforme  á 
la  equidad,  nada  mas  justo  que  los  fundamentos  en  q^'e  descansa 
el  derecho  de  accesión.  Los  aumentos  y  agregaciones  obtenidas 
por  el  trabajo  del  hombre,  por  la  acción  de  las  aguas,  por  medio 
de  ciertas  clases  de  animales,  siguen  y  deben  seguir  la  naturaleza 
del  predio  de  que  forman  parte  y  las  condiciones  de  la  antigua 
propiedad  á  que  se  adhieren,  porque  son  condiciones  nuevas,  for- 
maciones posteriores,  existencias  secundarias  que  se  agregan  á  una 
existencia  previa  y  principal  que  se  confmden  con  la  propiedad 
primitiva,  que  forman  con  ella  un  solo  y  mismo  todo,  un  todb  in- 
divisible sin  gravísimos  iacoaveiiieiites.  Véas-^  pues  cuan  inexacta  y 


£1]  Ap:a.n  quo  ¡  13  fjr.i  nnínri  cst.  Itiq'iG  apesq'ire  \\\  ahore  tiia  cunstiflfiríut 
anteqttíim  á  te  álveo  inclii(ianiiir,  nnii  m  «gis  Iueb  i  nieligiintiir  essc  quuia  voliicitt. 
qu8B  ni  arbore  Uia  tiidum  feceriut.  Ideoqiie  siulliiis  cus  incluserit  \s  eRruiii  dnitii 
nuserit.  Fnvo-^qnoqno  siquopeírHcerintexiiinírequilihet  polnst.  Plaiie  integrire 
fli  praevifj»^r¡9  iügredif^iitcui  fundnin  tiíuiu.  píiteriseiiMi  jure  prohiborR  ne  ingre<l¡a« 
inr.  Iníii.  lih  II,  til.  I,  ^  14,  d«  rf>r.  div.  et  .idqaiie.  Ley  21,  tiu  28,  Partida  3.  íülí: 
^beja  son  coDao  nntas  Aítivajes  etc. 

[2]    L  5  $1.  O.  Hb.  XU.  üt.  J,  de  adquir .  rer.  Doin. 
T.  II. — 34. 


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—276— 
pueril  es  la  aserción  de  que  las  leyes  han  inventado  y  creado  et 
derecho  de  la  accísion;  esto  no  es  cierto,  las  leyes  han  sanciona- 
do lo  que  hallaron  al  derredor  de  sí  cuan  procedieron  el  examen 
minucioso  y  profundo  de  la  propiedad  particular  en  su  origen  y 
en  sus  resultados;  las  leyes  por  otra  parte,  tuvieron  presente  un 
objeto  muy  recomendable  en  todas  sus  decisiones  y  preceptos  el 
de  c^í^ar  á  beneficio  de  los  propietarios,  un  manantial  inagotabfe 
de  contiendas  y  litigios. 

De  la  accesión  respecto  de  las  cosas  muebles. 

Si  los  principios  fundamentales  del  derecho  de  propiedad  htt- 
biei-an  de  llevarse  hasta  el  estremo  del  rigor,  los  problemas  de  la 
accesión  industrial  hallarian  completa  solución  en  una  sola  regla;  i 
s?iher,  el  dominio  pertenece  siempre  y  sin  escepciones  al  dueño  del 
objeto  modifirado  por  el  arte  ó  por  la  industria;  ó  como  decíanlos 
jurisconsultos  antiguos,  la  f orina  debe  ceder  á  la  incUeria.  Pero  sería 
renegar  del  arte,  seria  blasfemar  de  la  industria,  sería  cometer  un 
absurdo  repugnante  y  sacrificar  la  razón  á  la  lógica  de  los  princi- 
pios, consentir  en  los  códigos  la  estricta  aplicación  de  una  teoría  tan 
rigida  y  severa.  • 

La  mágica  influencia  que  ejercen  en  nuestro  ánimo  las  belle- 
zas de  la  pintura  y  la  escultura;  los  suaves  y  delicados  goces  que 
nos  inspiran;  laimportancia  misma,  el  valor  mmenso  á  que  puede 
llegar,  apreciado  materialmente,  el  mérito  artístico  de  un  cuadro, 
ó  de  una  estatua,  no  consiente  que  se  prostergue  envileciéndole 
el  talento  á  la  materia,  cuando  esta  ha  recibido  de  aquel  animación 
y  vida.  ¿Como  pues,  conciliar  los  derechos  del  arte  con  los  dere- 
chos de  la  propiedad?  Cuestión  grave  y  difícil  que  no  acertó  á  re- 
solver la  legislación  romana,  tan  atinada  por  lo  demás,  en  casi  to- 
dos sus  preceptos. 

De  la  especificación. 

La  prueba  de  lo  difícil  que  es  fijar  reglas  generales  por  b  qo^ 
hace  á  esta  parte  de  la  accesión:  se  entrevé  ya  en  la  divergencia  de 
opiniones  suscitada  entre  los  jurisconsultos  antiguos.  Proeurarenaos 
ser  muy  breves  en  la  indicación  de  algimos  datos  históricos  por  lo 
mismo  que  son  generalmente  conocidos. 


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—277— 

Las  dos  célebres  escuelas  romanas,  que  partiendo  de  diversos 
principios  comentaban  a  fin  de  completarlos,  los  preceptos  del  de- 
recho, disculían  acerca  de  la  especificación,  es  decir,  acerca  de  la 
creación  de  una  nueva  especie  con  materia  agena^  Los  uno«  afec- 
tos ala  filosofía,  estoica  y  creyendo  como  ella  que  la  foniMi  ó  el 
modo  de  ser,  constituye  la  esencia  de  la  especie  ó  cosa  creada, 
adjudicaban  su  peopiedad  al  arte:  pda  quod  factura  est  afUea  tvur 
lUusfaerai^  porque  á  nadie  pertenecía  de  antemano  el  objeto  crea- 
do nuevamente. 

Los  otros  amigos  de  novedades  y  poco  afectos  á  los  argumen- 
tos de  autoridad  (1),  saltaban  por  cima  de  la  rutina  estoica  y  daban 
la  primacía  á  la  materia:  quia  sine  materia  nulla  species  effici  pos» 
nt  (2),  porque  nada  puede  existir  que  no  conste  ó  se  componga  de 
materia. 

Últimamente,  otros  jurisconsultos  dichos  ercíseundi  por  su  ten- 
dencia de  buscar  un  término  conciliatorio  para  todas  las  cuestio- 
nes, hacían  la  caprichosa  distinción  siguiente:  ó  la  materia  puede 
restituirse  á  su  estado  primitivo,  ó  no;  si  lo  primero,  como  sucede 
en  las  barras  de  plata  ú  oro  que  se  han  reducido  á  vagilla:  ¿por  qué 
respetar  una  forma  estérior,  una  variación  efimera  que  puede  desapa- 
parecer  tan  fácilmente?  La  especie  nueva  debia  corresponder  al 
propietario  con  la  condición  de  indemnizar  al  artista.  Si  lo  segundo, 
como  un  catre  hecho  con  madera  agena,  ya  se  deja  ver  que  es  ab- 
solutamente imposible  tomar  á  la  forma  antigua  la  materia  elabora- 
da. El  auevo  objeto  corresponde  al  artífice  con  la  obligación  de  in- 
demnizar al  propietario.  Esta  fué  la  regla  adoptada  por  el  Derecho 
civil  en  tiempo  de  Justiniano.  Est  tomen  media  sententía  recte  exis- 
tímantiumy  si  species  ad  maienivm  revertí  possit  venus  esse  quod  et 
Sabinus  et  Casias  senserunt:  si  non  potest  revertid  veríus  esse  quod 
Jfervce  et  Proculo  placuit  (3). 

Los  resultados  de  esta  distinción  pueril  eran  ilógicos  y  absur- 
dos. Una  estatua  de  bronce  por  mas  grande  que  fuese  su  mérito  y 
valor,  por  mas  que  fuese  una  obra  maestra  del  arte,  se  adjudicaba 


[I]    Vinniai,  in  In^.  Tíb.  n,  tit  1.  }  25. 

[2]    L  7.  $  7,  D.  lib  XLI,  tit  1 ,  de  adquir  rer.  Domín. 

•(3)  Id.  ibid.  Lej  33,  tit  27,  Pariida  3:  decimos  que  >i  aquellas  cosas  de  que  Im 
fficen  de  tal  natura  que  non  se  pueden  tornar  al  primer  estado  en  que  eran,  ganan 
^•efiorlo  aqnellof  que  fdcen  algunas  de  la  cosas  sobredichas  á  buena  tt,  etc. 


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—•278— 
al  dueño  del  metal;  mientras  una  estatua  de  mármol  ó  de  jaspe,  no 
importa  su  mérito,  se  adjudicaba  al  escultor,  porque  los  metales 
pueden  fundirse  y  las  piedras  no.  Cua.ulo  los  hechos  son  los  mis- 
mos, cuando  las  circunstancias  son  análogas,  idénticas,  ni  puede 
justificarse  esta  desigualdad,  ni  puede  admitirse  esta  distinción. 

Sin  embargo,  el  mismo  Triboniano  que  la  acogió  con  poca 
examen,  vino  á  confesar  la  debilidad  de  sus  fundamentos,  esclu- 
yendo  á  la  pintura  de  su  férula,  propter  exceleiniiam  artis.  Por  es- 
cepcion,  por  inmunidad  quiso  el  canciller  de  Justiniano  eman* 
cipar  del  lienzo  ó  de  la  tabla,  los  cuadros  de  Apeles  y  Parrasio. 

No  así  á  la  Escritura,  á  la  cual  niega  absoluta  y  rotundamente 
esta  ventaja:  LittercB^  qiioque,  licet  aurce  sintj  penride  chartis  mem^ 
branisque  cedunt  {!).  Esta  contra  Jicion  es  tanto  menos  disculpable 
si  se  atiende  á  los  tiempos  en  qu»^  ocurrió.  El  valor  de  un  manus- 
crito de  algún  mérito  no  cedia  entonces  al  del  cuadro  mas  estimado 
.y  mas  precioso. 

Es  necesario,  en  vista  de  todo,  rechazar  esta  distinción  imper- 
tinente, como  el  código  francés  lo  ha  hecho  estableciendo  en  su 
lugar,  que  el  derecho  de  accesión  cuando  tiene  por  objeto  la  ma- 
teria modificada  por  el  arte,  ó  dos  cosas  muebles  que  pertenecen  á 
diversos  dueños,  debe  decidirse  por  principios  de  equidad,  dejando 
al  juez  holgada  facultad  de  resolver  conforme  á  las  circunstancias  de 
cada  hecho  cuestionable  (2).  El  empeño  de  someter  á  regla  deter- 
minadas á  todas  las  hipótesis  que  pueden  ocurrir  en  la  accesión  mo- 
vilaria  conduciría  como  por  la  mano  á  sancionar  absurdos  é  injus- 
ticias. Entraremos  en  algunos  pormenores  acerca  de  la  legis- 
lación francesa  en  esta  parte  por  creerla  mas  aceptable  que  la 
nuestra. 

La  especificación  tiene  lugar  de  dos  maneras:  ó  modificando 
por  medio  del  arte  una  cosa  que  pertenece  á  otro,  combinándose 
una  parte  de  materia  perteneciente  al  artífice,  con  otra  de  materia 
agena.   En  el  primer  caso  el  trabajo  cede  á  la  materia,  pueda  ó  no 

[i]  V  roas  adelante  añade:  ideoqne  si  iu  charti.^  mcmbranisqiie  tuis  carmen,  vel 
hiHtnriain,  vel  orationem  Titiiis  8ccrips>erít,  bujus  eorporis  non  Titius,  9ed  tu  domi' 
nu8  ea!>e  viJerio.  Inst.  lib.  2.  út.  1.  i  33  de  rerum  División.— «Ley  5G,  tít.  28,  Par- 
tida 'A  Escribiendo  algunt  borne  en  pergamino  agcno  algunt  libro  de  versos  6  de 
bestoriasi  ó  de  otra  cosa  cualquier,  este  libro  á  tal  debe  seer  de  aquel  cuyo  era  el 
pergamino  en  qae  lo  escribieron;  empero  si  aquel  que  lo  escribió  bobo  baena  í^ 
cu  escribiéndolo  etc. 

(2)    Art  525. 


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—279— 
rerol>rar  esta  su  forma  primitiva  (1).  De  esta  suerte  el  código  fran- 
cés rechiza  de  lleno  el  sistemide  trausacion  que  ha  dominado  por 
tarico  tiempo  y  domina  tocUvia  entre  nosotros,  en  eííta  parte  de' 
derec.io.  Pero  entonces,  se  dirá,  la  legislación  francesa  ha  llevado 
íttHs  allá  que  la  legislación  romana  el  absurdo  de  postergar  al  lienzo 
lapiíitura  ¿y  cómo  se  podría  consentir  que  las  magnificas  obras  de 
liis  artes,  que  el  crucifijo  de  Benvenuto  Cellini  (2),  el  Pasmo  de  Si- 
cilia de  Rafaol,la  Virgen  dJ  Pez  ó  el  San  Antonio  de  Mur  lio  se 
entregasen  con  vilipendio  de  sus  célebres  autores  al  dueño  del  már- 
mol 6  del  lienzo? 

No  se  ocultó  esta  poderosa  reflexión  á  los  ilustrados  redacto- 
res del  código  francés.  En  un  artículo  hablan  consignado  los  de- 
rechos sagrados  de  la  propiedad;  en  otro  salvaron  los  intereses  y 
la  dignidad  de  las  bellas  artes.  El  artículo  570  es  la  regla  generah 
el  articulo  571  es  la  escepcion  (3). 

Siempre  que  el  trabajo  de  artífice  sea  tan  importante  que  su- 
pere de  un  modo  considerable  al  valor  de  la  materia  empleada,  la 
industria  es  la  parte  principal,  el  artífice  tiene  derecho  á  retener  la 
nueva  especie,  reintegrando  á  su  dueño  el  precio  de  la  cosa  que 
se  ha  modificado. 

Nótese,  sin  embargo,  que  el  espíritu  de  esta  escepcioa  es  in- 
dudablemente que  no  se  aprovechen  de  ella  los  artífices  medianos, 
y  mucho  menos  los  artífices  malos.  Los  trabajos  del  pintor,  por 
detestable  que  sea  su  pincel,  valen  sieippre  mas  que  el  lienzo  6 
la  tabla  en  que  se  fijan;  pero  los  derechos  de  la  propiedad  valen 
también  mucho,  y  no  se  les  puede  atropellar  por  livianos  inte- 
reses.— Por  regla  general,  la  materia  debe  ceder  á  la  pintura;  pero 
si  el  artífice  carece  de  mérito  y  la  materia  tiene  relativamente  gran 
valor,  no  se  ha  de  sacr'ficar  á  la  brocha  de  un  pintor  de  mamarra- 
chos, una  piedra  de  mármol  ó  de  pórfido. 


(1)  Art  570.  Si  un  art¡f>an  oii  une  pfír.«oiine  qnelcnntiae  á  employé  une  matie 
re  qui  ne  luí  apparlenait  pas  afirmer  tine  chnse,  d'  une  ooiivelle  eMpece,  aoit  que 
la  matiere  puiáse  no  non  reprenrJre  sa  preniiere  forme,  celui  qni  en  etait .  le  pro 
pietaire  á  U  ármt  de  leclamer  la  chuae  qai  ea  á  eté  formée,  en  reboarmnt  le  príx 
de  la  mnin  d*  oeovre. 

{t)  Está  en  el  monasterio  del  Edcorial:  e»  ana  escnltura  admirablemente  con- 
cluida. 

(•'))  Si  cepetidtint  la  main  d'  oenvre  etnit  telleroent  impdrtante  q6-lle  aurpasiat 
de  beaucoup  la  valenr  de  U  maniere  employé,  V  indaetríe  Ferait  alora  teputée  la 
paftie  príbcipale,  et  V  ovrier  anmit  U  droit  de  reteñir  lacliose  travaillée*,  cu  rem- 
bouriíant  le  piix  de  U  materle  au  propietaire. 


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—280— 

No  sucede  lo  mismo  respecto  de  la  escritura  ó  caligrafia,  en  la 
cual  la  materia  debe  cedt^r  siempre  al  trabajo.  El  dueño  de  aquella 
solo  puede  reclamar  equitativamente  que  se  le  entregue  un  papel 
6  pergamino  de  la  misma  clase,  ó  su  valor  intrínseco. 

Pero  cuando  un  artífice  emplea  parte  de  una  materia  que  le 
pertenece,  y  parte  de  otra  que  no  es  suya,  la  especie  nuevamente 
formada  subsistirá  íntegra,  siempre  que  no  admita  cómoda  separa* 
cion,  y  pertenecerá  al  artífice  por  el  valor  de  su  trabajo  y  por  la 
cantidad  de  materia  propia  que  empleó,  y  al  duefio  de  la  materia 
restante  solo  por  el  valor  de  esta  (1).  Comprende  asi  mismo  este 
caso  la  escepcion  establecida  en  el  artículo  571  á  que  nos  hemos 
referido  anteriormente. 

De  la  adjunción.  ^ 

La  adjunción  propiam'^nte  hablando,  es  la  agregación  de  do» 
objetos  que  existían  separados  sin  modificación  grave  ó  trascen- 
dental de  ninguno  de  los  dos,  ó  mas  claro,  es  la  unión  de  dos  cosas- 
pertenecientes  á  diversos  dueños  de  las  cuales  resulta  un  solo 
objeto.  La  circunstancia  mas  notable  que  lá  distingue  de  la  espe- 
cificación, es  que  en  la  adjunción  las  dos  cosas  unidas  conservan 
su  existencia  respectiva  y  peculiar,  mientras  en  la  especificación  se 
alteran  y  modifican  los  materiales  empleados  para  formar  la  nueva 
especie. 

El  Derecho  Romano  la  decidió,  y  con  razón,  por  la  regla  ordi- 
naria que  subordina  el  accesorio  á  lo  principal.  Por  este  principio^ 
si  á  una  estatua  mía  se  le  une  un  pie  ó  una  mano  que  pertenecen 
á  otro,  la  mano  pasa  á  ser  de  mi  propiedad  porque  lo  principal  es 
la  estatua.  Siendo  uno  de  los  objetos  del  derecho  de  accesión  la 
conservación  de  lo  existente,  se  prohibe  al  dueño  de  lo  accesorio 
reclamar  la  separación  de  su  parte;  pero  si  resttlta  desunida  de  lo 
principal,  cualquiera  que  sea  el  motivo  fortuito  ó  meditado,  puede 
revindicarla  y  se  le  debe  entregar.  Hay,  sin  embargo,  una  escep- 
oioA  muy  singular.  Cuando  las  cosa^  unidas  son  homogéneas,  y 
ademas  están  soldadas  con  la  misma  sustancia,  no  hay  medio,  se- 
gún el  Derecho  Romano,  de  impedir  la  accesión;  es  necesario  so* 
meterse  á  ella  sin  recurso.  No  así  cuando  están  unidas  ó  soldadas 
con  un  metal  ó  sustancia  diferente,  en  cuyo  caso  puede  reclamarse 


(1)     VóaM  •!  artículo  572. 


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—281— 
la  separación  desde  el  momento.  Muchas  esplicaciones  se  han  que* 
rido  dar  de  este  precepto;  pero  todas  tan  ligeras  y  triviales  como  él; 
los  principios  fundados  en  razón  y  en  equidad  no  pueden  variar  ca- 
prichosamente con  la  materia  que  se  empleo  en  la  unión  ó  sol- 
dadura. 

El  código  francés  por  su  parte  establece  las  reglas  de  Ia'|ad- 
juncion  de  esta  manera:  según  el  artículo  566,  el  producto  de  la  ad- 
junción pertenece  al  dueño  de  lo  principal,  con  la  obligación  de  in- 
demnizar al  dueño  délo  accesorio.  No  quiso  el  legislador  que  hu- 
biese pérdida  de  valores,  como  sucedería  desmenbrando  el  produc- 
to creado  por  el  arte,  aun  cuando  pudiera  hacerse  sin  deterioro  de 
las  dos  cosas  unidas  consideradas  en  si  mismas.  Pero  sentado  este 
priMf  pió  era  necesario  decidir  cual  seria  lo  principal  y  cual  lo  ac- 
cesorio; es  lo  que  verifica  el  artículo  567  el  cual  define  la  parte  prin- 
cipal aquella  á  la  cual  se  ha  unido  la  otra  para  su  uso,  adorno  ó 
complemento. 

Hay  una  escepcion  de  este  principio  cuando  lo  accesorio  es 
mucho  mas  precioso,  es  de  mucho  mas  valer  que  lo  principal,  y  se 
ha  empleado  sin  conocimiento  y  de  consiguiente,  contra  la  voluntad 
de  su  dueño,  este  puede  reclamar  su  sepaj  ación  y  devolucic)n  aun 
cuando  se  deteriore  algún  tanto  al  otro  objeto  al  cual  se  unió  (1). 
Esta  escepcion  escrita  en  el  artículo  568  es  previsora  y  juiciosa* 

Pero  puede  ocurrir  que  ninguna  de  las  dos  cosas  unidas  ad- 
mita con  justicia  la  calificación  de  accesoria  de  la  otra,  y  pre- 
viéndolo el  artículo  569,  dice:  se  considera  principal  la  de  mayor 
valor,  y  si  los  valores  vienen  á  ser  iguah^s  la  de  mayor  volumen. 
^Y  si  la  igualdad  es  absoluta?  Entonces  ó  la  separación  es  posible, 
y  debe  facultarse  á  cada  cual  para  que  rec-lame  el  objeto  de  su  per- 
tenencia, ó  no  lo  es,  y  estamos  en  el  caso  de  indivisión,  y  de  con- 
siguiente  en  el  de  venta  pública  en  nombre  y  á  favor  de  entrambos 
propietarios. 

Si  se  hubiera  previsto  y  regulado  este  último  caso  en  la  legis- 
lación francesa,  aparecería  en  esta  parte  tan  cabal  como  puede  ape- 
tecerse; de  todos  modos  nos  ha  parecido  útil  reseñarla  con  alguna 
estension. 

No  sfhduvo  mas  acertada  la  legislación  romana  al  tratar  de  la 
fundición  de  los  metales.  O  puedeaseparaj«e,  dice,  los  metales  fun- 


[1]    L.  5,  i  2,  D.  lib.  6,  tit.  1,  de  reí  viudc 

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—282— 
didos,  ó  no:  si  no  es  dable  separarlos,  como  sucede  cuando  se  fnn-^ 
den  dos  porciones  de  piala,  por  pjeraplo  (1),  la  nueva  especie  re^ 
sult;do  del  amalgama,  se  adjudica  á  los  dueños  de  los  metale»;  si 
se  puede  conseguir  su  separación,  como  acontece  respecto  del  oro 
y  déla  plata  (2),  cada  cual  tiene  derecho  á  revi^dicar  la  porción 
de  meíitl  que  le  corresponde;  pero  siempre  sucede  que  las  materias 
fundidas  y  amalgamadas  de  modo  que  es  imposible  desunirlas,  no 
se  adjudican  al  artífice  com">  sucede  en  la  especificación,  síq  que 
esta  diferencia  traiga  origen  de  un  apoyo  razonable. 

De  la  mixtión. 

%     ' 

También  son  débiles,  en  parte,  los  prinoipiqs  relativos  á  la 
mixtión, 

E  ta  se  subdivide  en  dos  ramas:  conmixUon  que  es  la  mezcla 
de  las  cosas  áridas  ó  secUs,  y  covfasioa  que  es  la  mezcla  d^  io» 
líquidos. 

Si  se  mezclan  objetos  que  tieaen  una  existencia  concreta,  co- 
mo ganados  ó  granos  pertenorlentes  á  diversos*  dueños,  no  hay 
indivisibilidad,  y  de  consiguiente  lo  que  procede  es  la  separaciou. 

Y  tratándose  de  los  líquidos,  siempre  que  se  confunden  dos 
de  una  misma  clase,  aunque  de  diferente  valor  y  bondad,  el  re- 
sultado, ó  la  nueva  especie,  pertenece  á  los  propietarios  de  los 
líquidos  en  proporción  á  la  parte  de  cada  cual.  Quici  qaod  ex  re 
nostraJi\  nostniíiessc  v^niia est  (3).  Hasta  aquí  no  podemos  menos 
de  convenir  con  l;i  leg¡>lacion  romana;  pi*ro  no  nos  parece  tan  acer- 
tada cuando  dis[)0]ie  q-ie  si^i  lo  diversas  las  cosas  confundidas,  el 
resultado  pertenece  al  autor  de  la  mixtión  ó  mezcla,  salva  por  de 
contado  la  indemnización  correspondie'nte.  Por  esta  regla  bastaría 
echar  miel  en  caatiilad  suficiente  dentro  de  un  tonel  de  Láchryma 
Chisti  para  hacerse  díieño  del  nuevo  producto,  lo  cual  nos  parece 
ageno  de  justicia.  So  concibe  fácilmente  que  se  prefiera  al  autor 
<de  la  especie  creada  cuando  se  trata  de  una  obra  maestra  en  pin- 
tura ó  escultura;  pero  al  autor  de  una  mezcla  que  ninvrijina  habili* 


(I)     I..  5.  ^  2  D.  lih.  VI.  ri!.  1.  r^P  Hei  vinücnt. 

(J)     L.  H.  ^.  I.  D   lil.   XI.I.  til     !..<.•  «aqnir.  rPr   Dora. 

iS)     L,  JJ,  \.  3,  D.  Ut.  X.  lit.  4.  ad  i  iUbttiiJum. 


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—283— 
dad  exije,  y  por  otra  parte  dá  mucho  lugar  á  fraudes,  no  atínamo* 
por  qué  se  le  han  de  conceder  iguales  derechos  que  al  pintor  y  al 
escultor.  Esta  paridad  es  anómala  y  repugnante;  vale  mas  dejar  al 
arbitrio  del  juez  que  dicte  por  equidad,  en  este  y  otros  casos 
una  decisión  conciliadora  de  todos  los  intereses  y  de  todos  los  de-  ' 
rechos. 

La  legislación  española  sigue  fielmente,  por  lo  que  hace  á  la 
mixtión,  las  huellas  del  Derecho  común  (1).  Esta  identidad  nos 
releva  de  examinarla  en  párrafo  separado. 

Pero  el  código  civil  francés^  merece  ser  citado  al  tratar  de  esta 
materia. 

Cuando  se  mezclan  cosas  áridas,  cuya  existencia  no  se  desna- 
turaliza y  modifica  en  el  acto  de  la  mixtión^  como  granos  ó  gana- 
dos, cada  cual,  según  el  artículo  574,  puede  separar  la  cantidad 
que  le  corresponde,  ó  las  cabezas  que  le  pertenecen.  Y  por  lo  que 
hace  a  la  confusión  de  los  líquidos,  si  uno  de  ellos  escede  mu- 
cho en  valor  y  en  cantidad  al  otro,  su  dueño  podrá  reclamar  el 
nuevo  producto  indemnizando  al  otro  propietario  con  el  precio  del 
líquido  de  su  pertenencia. 

Pero  puede  suceder  que  ninguna  de  las  cosas ,  mezcladas  ó 
confundidas  tenga  el  carácter  de  principal  respecto  de  la  otra;  pue- 
de suceder  que  emtrambas,  bajo  este  aspecto,  sean  completamente 
iguales.  El  artículo  573  ha  previsto  esta  dificultad  y  para  salvarla 
hace  la  distinción  siguiente:  ó  pueden  separarse  sin  inconveniente, 
6  de  su  separación  resulta  grave  pérdida.  En  el  primer  caso,  aquel 
de  los  propietarios  sin  cuyo  conocimiento  se  ha  hecho  la  mezcla, 
puede  reclamar  que  se  divida,  si  cumple  á  sus  intereses. — En  el 
segundo:  el  compuesto  ó  producto  que  resulta  le  adquieren  en  co- 
mún los  dueños  de  entrambos  líquidos,  habida  proporción  á  la  can- 
tidad y  valor  del  suyo  respectivo.  Y  no  aviniéndose  á  tomar  el  uno 
toda  la  espe«iie  nueva,  indemnizando  al  otro,  debe  venderse  aquella 
públicamente  (y  asi  lo  previene  el  artículo  575)  en  provecho  de  en- 
trambos. 

Todas  estas  reglas  nos  parecen  aceptables  y  fundadas.  Mien- 
tras los  objetos  mezclados  ó  confundidos  pueden  separarse  sin 
inconveniente,  se  procede  á  la  separación;  en  el  caso  opuesto  se 
concede  una  elección  justa  y  previsora   además,  por  que  ataca  en 


(1)    L.  33  y  35,  tíí.  28,  Pan.  3. 
T.  II. — 35. 


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—284— 
su  origen  á  la  mala  fé  y  á  la  codicia,  á  aquel  entre  los  dos  dueñof, 
sin  cuyo  conocimiento,  y  de  consiguiente  contra  cuya  voluntad,  se 
ha  procedido  á  emplear  y  modificar  los  objetos  de  su  pertenencia. 
De  este  modo  se  respeta  el  derecho  de  propiedad  que  es  la  regla 
general  y  ordinaria  de  la  accesión. 

Bajo  este  punto  de  vista  nos  parece  también  muy  útil  y  digno 
de  alabanza  el  artículo  577.  El  código  francés  para  evitar  que  el 
crimen  disfrace  sus  robos  con  la  máscara  de  la  accesión,  dice  pro-* 
dentemente:  "Los  que  hayan  hecho  uso  de  materias  ó  cosas  age* 
ñas  sin  conocimiento  de  su  dueño,  podrán  ser  condenados  asimis- 
mo al  pago  de  daños  é  intereses,  si  ha  lugar,  sin  perjuicio  de  qiie 
entablen  contra  ellos  acciones  estraordinarias,  en  caso  de  que  com* 
petan  (1)." 

Aquí  ponemos  término,  no  sin  fatiga  nuestra,  y  á  lo  que  recela- 
mos, no  sin  cansancio  de  nuestros  lectores,  á  las  reglas  formuladas 
por  el  derecho  constituido  para  organizar  el  derecho  de  accesioB* 
Nos  anima  sin  embargo  la  iJea  de  que  este  asunto,  á  pesar  de  su  ari- 
dez, de  las  dificultades  que  por  todas  partes  le  rodean,  y  de  la  repug- 
nancia con  que  se  presta  á  esplanaciones  agradables,  ofrecerá  tal  ves 
incentivo,  servirá  acaso  de  estimulo  á  los  que  aprecian  en  algo  loai 
estudios  severos  y  profundos;  ala  par  q>ie  útiles  y  necesarios  de  la 
legislación  civil. 

Por  lo  demás,  diremos  con  un  respetable  jurisconsulto  frsmcéfif 
cuyas  doctrinas  hemos  consultado  y  seguido  con  predileccioo  en 
este  artículo  (2),  que  la  accesión  del  mismo  modo  y  por  idénticas 
razones  que  la  producción^  lleva  en  su  seno  un  solemne  y  evidente 
carácter  de  justicia. 

Al  comenzar  este  trabajo  prometimos  que  una  ve2  hecha  la 
esposicion  del  Derecho  constituido,  una  vez  desentrañada  la  legisla- 
ción romana,  que  es  también  nuestra  legislación,  y  comparada  coa 
el  código  civil  francés,  nos  ocuparíamos  de  la  opinión  de  Bentbam 
y  sus  adeptos  acerca  del  derecho  de  accesión.  Ahora  vamos  á  cum- 
plirlo; ahora  vamos  á  escribir  esta  opinión  con  las  palabras  de  sos 


(1)  Art.  577.  Ceiix,  qiii  auront  omployé  des  matierea  appartenant  A  d*  aatrciiP 
dt  áleur  iti^u,  poiirront  aiisoi  elré  condamnés  á  dos  dommages-intereta,  a'  il  y  alíe^* 
•ana  prejndice  dea  pniirsuiíos  par  voiea  extra ordinairea,  a*  il  y  écbet. 

(2)  M.  Hennequm  Traite  de  Legislalioii  et  de  Jurifprudeuce. 


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.     «285— 
pfO))ios  autores  y  rechazarla  después  á  favor  de  razones,  en  nuestro 
concepto,  poderosas. 

El  criterio  legal  establecido  por  el  Derecho  Romano,  es  el  res- 
peto á  la  propiedad  llevado  hasta  el  estremo  de  un  culto  religioso, 
y  cuando  ocurre  el  choque  de  dos  propiedades  diversas,  la  prefe-* 
rencia  á  la  mas  antigua,  á  la  menos  controvertible,  á  la  que  no  ema- 
na de  un  agresor  malicioso  ó  imprudente,  á  la  que  lleva  en  sí  misma 
rasgos  mas  profundos  y  marcados  de  justicia  y  buena  fé.  La  com- 
plicación, resultado  natural  del  esmero  con  que  las  leyes  civiles  han 
procedido  á  la  aplicación  de  este  principio,  los  inconvenientes  que 
en  una  materia  tan  dificil  no  pueden  menos  de  surgir  por  todas  par^ 
tes,  la  poca  regularidad  que  ofrecen  aparentemente  los  preceptos  á 
los  que  no  penetran  mas  allá  de  la  corteza  superficial  que  cubre  los 
objetos,  lahostilidad  habitual  de  ciertosescritores,  por  otra  parte  refr» 
petables,  contra  todas  las  instituciones  marcadas  con  el  sello  de  los 
siglos:  hé  aqui  las  causas  impulsivas  de  la  opinión  moderna  en  ma- 
teria de  accesión. 

Según  el  célebre  sostenedor  del  sistema  utilitario  (1),  el  crite^ 
rio  legal  debía  ser  mas  simple,  mas  sencillo,  mas  característico  y  a* 
mismo  tiempo  mas  universal:  todas  estas  ventajas  las  creyó  encon- 
trar señalando  el  valor  de  los  objetos  como  un  tipo,  como  un  princi- 
pio en  que  debía  reposar  esclusivamente  el  derecho  de  accesión.  S* 
Bentham  no  anduvo  muy  acertado,  es  preciso  concederle  que  fué 
muy  lógico,  muy  consecuente  consigo  mismo  y  con  el  sistema  que 
adoptó.  Pero  oigámosle  antes  de  juzgarle. 

Si  yo  he  aplicado  mi  trabajo,  dice,  á  una  cosa  que  es  de 
otro  ¿á  quién  pertenecerá  la  cosa  trabajada?  ¿hay  buena  ó  mala  fé? 
Esto  examinado  ¿cuál  es  el  mayor  de  los  dos  valores^  el  valor  origi' 
nario  de  la  cosa^  6  el  valor  adicional  del  trabajo^  ¿Desde  qné 
tiempo  la  ha  perdido  el  primero,  desde  qué  tiempo  la  he  poseí- 
do yo  (2)?'' 

Aquí  se  encuentra  la  teoría  completa  del  jurisconsulto  inglés. 
Comienza  rechazando  la  mala  fé  con  el  Derecho  Romano;  esto  era 


[  1  ]  Antes  de  Bentham  y  su  escuela  se  habla  soMentdo  qne  el  mayor  valor  d« 
lia  eosas  sajelas  al  derecho  de  accesión,  debía  ser  la  base  del  precepto  tegal  acer« 
ca  de  ella;  pero  como  nadie  ha  defendido  esta  opinon  con  mayor  habilidad  por  aji» 
parte, con  mayor  autoridad  por  otra,  nos  referiremos  á  él  con  preferencia. 

[2]  Segunda  parte  del  código  civil,  cap.  1,  tom.  3.  ® ,  traducciou  de  don  Ra- 
món Salaa- 


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—286—  ^ 
indispensable;  pero  cuando  no  hay  malicia,  cuando  hay  buena  fé, 
su  criterio  es  el  valor  de  lo*?  objetos;  la  balanj^a  de  justicia  se  incli- 
na sin  mas  reflexiones  allí  donde  encuentra  mas  valor  la  condición 
del  tiempo  no  dice  bajo  qué  aspecto  ha  de  considerarse;  pero  la  cir- 
cunstancia de  ponerla  en  último  término  indica  bastante  qaé  lugar 
la  daba.  Veamos  ahora  las  palabras  de  que  usa  Bentham  para  re- 
chazar la  teoría  antigua. 

^^ El  principio  caprichoso  sin  tener  miramiento  á  la  medida  de 
Jas  pehas  y  de  los  placeres,  lo  da  todo  á  una  de  las  partes;  mirúndo 
ton  indiferencia  ó  la  otra.  El  principio  de  la  utilidad,  atento  á  re- 
ducir al  menor  término  un  inconveniente  inevitable,  pésalos  dosim- 
iereseSy  busca  un  medio  que  los  conciiie  y  prescribe  algunas  indesn- 
niaaciones.  Dará  la  cosa  al  interesado  que  perdería  mas  en  ser  pri- 
vado de  ella;  pero  con  el  cargo  de  dar  al  otro  una  indemnización  su* 
Jkienté.'' 

Todavía  otra  cita  antes  de  entrar  en  el  debate.  "El  derecho 
de  accesión,  dice  Charles  Comte  (1),  es  una  palabra  inventada  por 
hombres  que  ignoraban  la  naturaleza  de  la  propiedad,  y  no  habían 
atinado  á  establecer  sus  límites."  Por  lo  demás  opina  como  Beo- 
diam;  el  valor  es  su  regla  universal;  toma  en  cuenta  los  tn/erf ^eí ,  ol» 
vida  completamente  los  derechos. 

Sucede,  pues,  que-  mientras  la  legislación  antigua  bebe  sus 
principios>n  una  fuente  purísima,  en  un  sentimiento  eminentü» 
mente  social  en  el  profundo  respeto  -que  se  debe  á  la  propiedad; 
el  sistema  utilitario  se  arroja  ciegamente  en  brazos  de  un  sentí* 
miento  mezquino  y  superficial,  de  una  idea  engañosa  que  puede 
conducirá  repugnantes  injusticias;  se  arroja,  decimos,  en  brazos 
del  principio  del  interés  ó  del  valor ,  con  olvido  absoluto  del  ite- 
recho,. 

Por  lo  que  á  nosotros  hace,  despties  de  una  meditación  profon* 
da  y  detenida,  hemos  hallado  que  la  teoria  del  Derecho  Romano  e^ 
preferible  a  todas  luces:  primero,  por  tarazón  poderosa  de  que  existe. 

Lo  mas  pernicioso  en  el  Derecho,  lo  que  mas  debe  huirse  ea 
la  legislación,  es  la  falta  de  principios  establecidos,  la  incertidum- 
bre;  una  disposición  mediana,  mas  diremos,  una  disposición  ma- 
la es  preferible  al  estado  de  indeterminación,  á  la  falta  de  regla  de 
conducta. 


1.1  ]     Traite  de  la  Proprieté.  cbap.  XLIX. 


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— ^7— 
Por  conslJeracioiies  análogas,  los  principios  establecidos  desde 
luucho  tiempo,  los  principios  que  han  echado  raices  en  las  leyes./ 
j¿u  las  sociedades  durante  el  transcurso  de  los  siglos  tienen  la  gxan 
ventaja,  la  ventaja  inmensa  cuando  se  trata  de  regular  los  derechos 
de  Jos  hombres  de  ser  conocidos  generalmente  y  respetados  de  to" 
dos.  Desde  que  esto  sucede,  desde  que  el  principio  está  apoyado  en 
el  asentimiento  universal,  la  ley  que  le  sanciona  no  puede  meaos 
de  producir  efectos  útiles.  La  opinión  pública  sigue  dócilmente  el 
dedo  del  legislador  cuando  vienen  de  larga  fecha  sus  preceptos- 
En  este  concepto,  la  razón  de  existencia  es  ya  una  circunstancia 
perjudicial  parala  teoría  moderna,  y  que  favorece  á  la  teoría  anti- 
gua; per^  no  es  la  única. 

Segunda  razón.  Además,  la  re^jla  de  los  jurisconsultos  roma- 
nos vá  mas  derecha,  ;d  fin  cumple  mejor  el  objeto  del  legislador» 
que  es  asegurar  la  propiedad  é  impedir  la  usurpación.  La  regla  de 
Benthara  consulta  muy  poco,  ó  si  no  se  quiere  asi,  consulta  menos 
la  seguridad  de  los  propietarios.  Bastaría  tener  mucho  dinero  y  mu« 
cb4  audacia  para  llevar  á  término  los  caprichos  mas  injustos  j 
mas  repugnantes  á  la  sombra  de  esta  icgla.  Fijémonos,  por  ejem- 
plo, en  la  construcción  de  un  edificio  en  suelo  ageno.  Cualquier 
hombre  adinerado,  cualquier  capitalista,  aprovechándose  de  oca- 
siones favorables  á  su  intento,  y  con  tal  que  cuidara  de  salvar  las 
apariencias  légalas  de  la  buena  fé,  que  no  siempre  son  la  verdad 
real,  podría  arrebatar  las  mejores  y  mas  productivas  localidades! 
contra  la  voluntad  de  su  dueño,  contra  la  voluntad  de  su  eselusi' 
vo  propietario. 

Se  reproduciría  á  cada  paso  el  injusto  y  violento  despojo  de  la 
vina  de  Nabot. 

Véase, pues,  como  la  presunción  légala  favor  del  dueño  del 
terrenp,  esa  la  vez  una  deducción  legítima  del  principio  de  la  pro- 
piedad territorial,  y  su  sanción  mas  poderosa.  Porqué  ¿quién  se 
espondrá  á  consumir  sus  capitales  edificando  en  un  terreno  que  m) 
fiS  suyo,  cuando  la  presunción  de  la  ley  se  halle  pendiente  sobre 
fiw  cabeza  como  la  espada  del  tirano  sobre  la  frente  de  Damocles* 
Asi  queda  demostrado  hasta  la  evidencia  que  la  regla  del  Derecho 
Jlomano,  no  solo  está  fundada  en  principios  de  justicia,  sino  lo 
que  es  mas  provechoso,  que  estirpa  el  mal  por  la  raíz,  evitando 
los  perjuicios  en  su  origen;  al  paso  que  la  regla  adoptada  por  Ben* 
tara  es  un  incentivo,  un  aliciente,  un  cebo  que  conduce  á  ellos. 


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—288— 

Tercera  nizon.  La  reparación  de  los  dafk)s  causados,  de  Im 
esperanzas  defraudadas  tiene  asimismo  mas  lugar,  se  resaelve  fíleíi* 
mente  adoptando  la  antigua  teoría. — Formas  que  Bentbam  faajH' 
asegurado  con  notoria  equivocación  que  el  derecho  Komznolodaio^ 
io  a  una  de  las  partes,  mirando  con  indiferencia  i  la  otra,  eslD  nó 
és  cierto:  uno  de  los  fundamentos  dd  derecho  antiguo,  es  la  coBipen- 
¿ación,  siempre  que  hay  reconocida  buena  fe,  y  algunas  veces,  aua 
cuando  la  hay  mala. 

I^to  sentado,  ¿cuál  de  los  dos  sistemas  se  presta  mejora  nim 
indemnización  casi  completa?  Indudablemente  el  primitivo.  Si-» 
guiendo  el  ejemplo  anterior,  «e  puede  levantar  un  edificio  de  igua* 
les  proporciones,  gusto  arquitectónico  y  distribución  camoda  j 
agradable  en  el  sitio  diferente,  porque  bastan  el  trabajo  y  el  ingnúo 
del  hombre  para  hacerlo;  pero  do  siempre  es  fácil,  muchas  veces  e» 
imposible,  adquirir  un  terreno  que  se  halle  con  todas  las  ventajas 
de  posácton,  localidad  y  comodidades  qne  reunía  el  osiapado 
por  imprudencia  ó  por  malioia;  y  téngase  presente  que  solo  en  el 
caso  de  ser  muy  ventajoso,  se  edificará  en  terreno  de  otro.  Pmt 
manera  que  pudiendo  haber  reparación  en  casi  todos  los  ea«M^ 
observada  la  teoría  antigua,  y  siendo  mas  dificil  conseguirla  »  se 
adopta  la  moderna,  también  esta  observación  milita  en  favor  déla 
primera. 

Cuarta.  Es  de  todo  punto  indispensable  que  haya  diferenciñ 
6  matices  á  lo^  ojos  de  la  ley  entre  el  verdadero  dueño  y  el  posee^ 
dor  de  buena  fé,  diferencias  ó  matices  que  no  pueden  borrarse  por  la 
consideración  aislada  del  mayor  valor  que  tenga  el  objeto  unido,  6 
áe!  trabajo  y  el  arte  que  han  producido  la  modificación.  El  deredia 
del  dueño,  es  y  debe  ser  mas  respetable  siempre  que  la  creencia  & 
convicción  del  poseedor  de  buena  fe,  no  solo  porque  la  verdad  eS 
preferible  al  error,  aun  siendo  involuntario,  sino  porque  tuvo  «na 
existencia  previa  y  la  prioridad  es  también  una  raxon  que  no  pueda 
despreciarse  en  materia  de  derecho. 

Quinta.  Hablando  del  derecho  de  accesión  en  cuanto  tieae  le^ 
lacion  con  las  cosas  inmuebles,  ha  de  añadirse  que  el  teneao  efc 
muy  susceptible  de  un  aprecio  solemne  y  respetable  aficioa,  d 
cual  no  puede  colocarse  en  los  materiales  de  que  se  ha  conalraidé 
tma  casa,  y  si  se  quiere  sostener  que  en  la  casa  puede  haberle,  di» 
.  temos  todavía  que  aquel  es  mas  antiguo,  y  que  este  ha  nftcido  dM» 
pues,  y  ha  nacido  para  contrariarle.  ' 


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Sesta.  Como  todos  los  preceptos  legales  han  de  reducirse,  lle- 
gado el  caso  del  choque  y  de  disputa  entre  los  particulares,  á  cues-. 
tiones  de  procedimientos,  á  reglas  de  sustanciacion,  á  litigios;  se 
hace  preciso  tener  muy  en  cuenta  todas  aquellas  circunstancias  que 
facilitan  y  hacen  espedita  la  aplicación  de  los  preceptos  de  la  ley,  á 
las  contiendas  suscitadas  entre  les  intereses  privados. 

Ahora  bien,  las  decisiones  del  Derecho  Romano;  si  se  escep* 
^úa  la  accesión  industrial,  son  de  mas  fácil  aplicación  en  los  tribuna- 
les, las  reglas  antiguas  son  mas  claras,  menos  sujetas  á  controver- 
«ia,  no  tan  ocasionadas  al  error. 

Cuando  se  ha  dicho,  por  ejemplo,  omne  quod  soio  inmdyicatuT 
*eel  inseritnry,  soio  cedit^  no  hay  ya  motivo  ni  medio  de  vacilar  en  1^ 
inteligencia  del  precepto.  No  sucede  lo  mismo  con  la  regla  de  Ben^ 
tham,  muy  fija,  muy  sencilla  en  apariencia,  pero  en  realidad  muy 
variada  y  complicada,  siempre  que  se  trata  de  valores^  y  de  valores 
apreciables  hay  que  recurrir  á  la  tasación  de  peritos,  y  i  a  tasación 
de  peritos  no  es  mas  que  un  arbitraje,  una  cosa  esencialmente  va- 
riable é  inconMante,  lo  cual  arrastra  en  pos  de  si  la  di6cultBd  de  la 
probanta,  esta  dificultad,  la  de  conocer  y  estimar  la  vertlad  de  los 
hechos,  y  entrambas  la  mayor  posibilidad  ó  cotitingencia  de  errar 
«n  el  fallo  judicial. 

Véase  como  nada  hay  en  el  derecho  que  pueda  desatenderse  6 
despreciarse:  véase,  como  siendo  en  último  resultado  todas  las 
cuestiones  de  legislación  civil,  cuestiones  de  procedimientos,  hay 
qtie  evitar  previsoramente  esa  cadena  de  males  que  arrostra  en  pos 
de  sí  cualquier  norma  legal  inconstante  y  movediza,  á  saber,  la  difi* 
cuitad  délas  pruebas,  el  riesgo  de  una  apreciación  inexacta;  y  el 
error  consiguiente  del  fallo. 

De  tal  manera  convenia  resolver,  en  nuestro  concepto,  est^ 
cuestión  eminentemente  práctica,  como  otras  del  mismo  género 
que  abarca  el  Derecho  civil.  Era  necesario  desentrañar  lo  pasado, 
traer  á  cuenta  las  legislaciones  antiguas  y  modernas,  recorrer  to- 
das las  fases,  hacerse  cargo  de  todas  las  ventajas  é  inconvenientes 
de  una  y  otra  hipótesi,  y  decidirse  luego  por  aquella  que,  no  bajo 
una  ú  otra  consideración,  sino  atendidas  todas,  y  pesadas  maduramen- 
te, ofi^ce  menos  escollos  y  es  de  resolución  mas  fácil  y  hacedera. 
La  decisión  del  Derecho  común  y  la  opinión  de  Bentham  tiene 
por  lo  demás  una  esplicacion  muy  natural  y  que  no  puede  ménog 
de  aceptarse. 


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—590— 

Los  jurisconsultos  Romanos  al  establecer  su  clocfrina  fa  tacía-^ 
ron  en  el  molde  de  la  sociedad  en  que  vivian.  La  accesión  relativaí 
á  las  cosas  inmuebles  lleva  el  sello  de  la  constitución  aristocrática  de 
Roma;  la  accesión  industrial  se  resiente  de  la  mezquina  existencia 
que  el  arte  y  la  industria  alcanzaban  por  aquellos  si¿^os. 

Jeremias  Bentham,  al  inventar  su  teoría  fijó  también  su  vista 
en  la  sociedad  donde  nació.  La  Industria  colosal  de  la  Inglaterra^ 
las  tendencias  del  siglo  XIX,  le  llevaron  demasiado  lejos,  y  para 
esto  hubo  otra  razón  que  merece  indicarse  brevemente.  Bentham 
era  un  adversario  pertinaz  é  irreconciliable  del  Derecho  común,  y 
como  nada  hay  mas  semejante  á  la  aristocracia  romana  que  la  aris- 
tocracia inglesa,  como  la  ley  inglesa  en  su  sanción  y  nplícacion  e^ 
la  misma  ley  romana,  de  aquí  que  sus  esfuerzos  eran  terribles  y  de- 
sesperados como  los  de  un  hombre  que  tiene  que  luchar  con  una 
dificultad  insuperable. 

Con  todo,  la  explicación  de  la  teoría  de  Jeremías  Bentham  no 
puede  abonarla.  Sise  hubiera  limitado  á  modificar  la  legislación  an- 
tigua conciliándola  con  las  exigencias  déla  sociedad  actual,  como 
lo  ha  hecho  la  legislación  francesa  en  todo  lo  relativo  á  la  parte  in- 
dustrial, hubiera  Devado  á  cabo  una  obra  mas  digna  de  su  celebri- 
dad y  su  talento;  pero  escribió  demasiada  apasionada  y  reaccionaria 
mente  para  contenerse  dentro  de  los  limites  que  le  marcaba  la  razón. 

Diremos  sin  embargo,  para  concluir,  que  en  esta  como  en  otras 
materias,  Bentham  combatiendo  el  Derecho  Romano,  le  ha  hecho 
el  mayor  de  todos  los  servicios:  antes  de  Bentham,  el  Derecho  lio- 
mano,  se  fundaba  en  la  autoridad;  después  de  Bentham,  las  pres- 
rripciones  del  Derecho  Romano  se  han  confirmado  por  el  racio- 
cinio. 


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—291— 

ORDENES  MILITARES  RELIGIOSAS. 


ORDEN  DE  MALTA,  DE  S.  LÁZARO  Y  DEL  TEMPLO. 

No  emprenderemos  trazar  aqui  la  historia  de  las  órdenes  reli- 
giosas y  militares  establecidas  en  diferentes  naciones,  limitándonos 
solo  á  las  que  se  consideran  pertenecer  mas  particularmente  á  Fran- 
cia, aunque  muchos  estranjeros  hagan  parte  de  ellas. 

En  el  año  de  1099,  Gerardo  Martiguis,  primer  Rector  de  un 
iospital  fundado  algunos  años  antes  en  Jerusalen,  viendo  enrique^ 
cido  este  establecimiento  por  la  liberalidad  de  Godofredo  de  Boui- 
llon,  Generalísimo  del  ejército  de  los  Cruzados,  y  por  otros  Sres. 
á  su  ejemplo,  se  separó  de  los  relijiosos  de  Santa  María-Latina  de 
que  dependía,  y  fundó  una  orden  bajo  el  nombre  de  Hermanos  del 
Hospital  de  S.  Juan  de  Jerusalen. 

Su  sucesor  Raimundo  Dupui,  reconoció  que  las  rentas  de  este 
hospital  escedían  mucho  al  gasto  necesario  para  la  asistencia  de  los 
enfermos  y  huéspedes,  y  concibió  la  idea  de  emplear  el  resto  en  ha- 
cer la  guerra  á  los  infieles.  Con  este  objeto  dividió  sus  hospitalarios 
en  tres  categorías:  los  caballeros  ó  nobles,  para  el  servicio  militar 
y  ptotejer  á  los  peregrinos;  los  sacerdotes  encargados  del  oficio  di-r 
vino  y  los  hermanos  sirvientes,  los  cuales  no  siendo  nobles  se  agre- 
gaban á  los  primeros,  todos  como  ausiliares. 

Después  de  la  pérdida  de  Jerusalen  se  retiraron  todos  estos 
relijiosos  á  San  Juan  de  Acre  y  le  defendieron  valerosamente  hasta 
1230.  Fuéronse  á  establecer  entonces  en  la  isla  de  Chipre,  y  des- 
pués se  apoderaron  de  la  de  Rodas,  donde  supieron  sostenerse  larr 
go  tiempo  á  pesar  de  los  musulmanes;  hasta  que  fué  atacada  por  So- 
liman  con  un  poderoso  ejército  de  trescientos  mil  hombres,  contra 
el  cual  se  defendieron  los  caballeros  por  el  espacio  de  seis  meses. 
Vencidos  en  fin,  anduvieron  errantes  por  algún  tiempo,  pero  al  cabo 
el  emperador  Carlos  V  les  dio  la  isla  de  Malta,  que  poseyeron  hasta 
el  fin  del  siglo  XVHI  y  de  donde  tomaron  el  nombre  con  que  se 
les  designa  en  la  historia  moderna. 

Para  ser  admitido  en  esta  orden  tenia  el  individuo  que  hacer 
T.  II. — 3G. 


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—292— 
Voto  de  castidad,  y  pruebas  de  cuatro  grados  de  hobleía  por  am- 
bas lineasi 

Los  caballeros  llevaban  en  el  hábito  una  cruz  esmaltada  de 
blanco  con  cuatro  brazos  iguales  que  formaban  ocho  radios. 

El  antiguo  vestido  de  la  orden  consistía  en  una  dalmática  y 
una  gran  capa  donde  estaba  cosida  una  cruz  blanca. 

El  derecho  de  primogenitura  que  sacrificaba  todos  los  hijos 
de  una  familia  al  que  tenia  la  fortuna  de  nacer  primero,  obligaba  á 
la  mayor  parte  de  los  otros  á  entrar  en  las  órdenes;  y  la  de  Malta, 
cuya  regla  muy  severa  en  los  principios  se  habia  ido  relajando  con 
el  tiempo  hasta  permitir  á  los  caballeros  el  gozar  de  los  placeres 
del  mundo,  recojía  en  su  seno  multitud  de  jóvenes  nobles. 

Aunque  los  reglamentos  prohibiesen  el  ingreso  antes  de  los 
diez  y  seis  años,  el  abuso  de  las  dispensas  fué  introduciéndose  hasta 
tal  término,  que  no  se  contaba  con  el  requisito  de  la  edad. 

Sin  embargo  los  que  hablan  sido  recibidos  en  la  orden  durante 
su  minoridad,  no  profesaban  hasta  los 25  años  y  acaecía  que  muchos 
de  ellos  antes  de  llegar  á  esta  época,  bien  fuese  por  la  muerte  de 
sus  hermanos  primojénitos,  ó  bien  por  cualquier  otra  circunstancia, 
eran  dispensados  de  profesar,  y  volvían  libremente  al  siglo.  Así  su- 
cedió con  el  duque  de  Vendoma  hijo  natural  de  Enrique  IV  que 
habiendo  sido  admitido  muy  joven  caballero  de  Malta,  recibió  se- 
guidamente la  gran  cruz  de  la  orden,  al  parecer  con  la  espectativa 
de  gran  Priorato  de  Francia,  lo  que  no  llegó  á  verificarse,  pues  casó 
después  en  1609  con  Francisca  de  Lorena,  Duquesa  de  Mercscfur. 

Los  caballeros  que  querían  optar  á  las  diferentes  dignidades 
de  la  ór  Jen,  estaban  en  la  obligación  de  hacer  cuatro  caravanas  ó 
campañas  de  seis  meses  cada  una.  Al  principio  salían  á  combatir 
contra  los  infieles,  llevaban  sobre  sus  vestidos  un  sobre-todo  ó  ca- 
saca roja  en  forma  de  dalmática  adornada  por  delante  y  por  detnpí 
con  una  cruz  blanca. 

Por  abuso  se  introdujo  después  la  costumbre  de  llevar  una 
cruz  esmaltada  pendiente  de  una  cinsa  negra,  costumbre  que  sub- 
sistió hasta  q>ie  la  revolución  de  1791  acabó  en  Francia  con  todas 
las  corporaciones  religiosas. 

La  orden  de  S.  Lázaro  fundada  en  Jerusalen  en  1119  para 
recibir,  socorrer  y  proteger  á  los  peregrinos  que  visitaban  los  San- 
tos lugares,  vino  á  establecerse  en  Francia  bajo  el  reinado  de  Luis 
el  joven.   Este  monarca  concedió  á  los  caballeros  de  la  orden  la 


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—293— 
tierra  de  Boigni,  cerca  de  Orleans,  donde  siguieron  la  regla  de  San 
Agustin  hasta  1607  en  cuya  época  fueron  reunidos  por  Enrique  IV 
á  la  orden  de  nuestra  señora  del  Monte  Carmelo  que  acababa  de 
fundar. 

El  distintivo  de  las  órdenes  de  S.  Lázaro  y  del  Monte  Car 
meló  era  uita  cruz  de  ocho  puntas,  esmaltada  de  encamado  y  ver" 
de,  y  guarnecida  de  oro,  pendiente  de  una  cinta  también  encama- 
da fija  al  ojal;  y  los  comendadores  la  llevaban  colgada  del  cuello. 
Después  se  añadió  una  cruz  verde  bordada  sobre  el  vestido  ó  sobre 
la  capa. 

Nueve  caballeros  franceses  que  habian  seguido  á  Godofredo 
de  Bouillon  á  la  conquista  de  la  Palestina,  reunieron  sus  esfu«irzos 
para  protejer  contra  los  ataques  de  los  musulmanes  á  los  nume- 
rosos peregrinos  que  un  zelo  santo  conducía  de  todas  partes  á 
Jemsalen. 

Bien  pronto  fué  seguido  su  ejemplo  de  una  tropa  de  guer- 
reros jenerosos,  y  vióse  entonces  aparecer  en  los  combates  una 
milicia  que  se  ilustró  por  acciones  distinguidas,  y  por  la  sincera 
adhesión  á  la  causa  del  santo  Sepulcro.  Tal  fué  el  origen  de 
aquella  orden  famosa  de  los  caballeros,  del  Templo,  llamados  tam- 
bién soldados  de  Cristo,  aprobada  por  el  Concilio  de  Troyes  en 
1128.  Veamos  ahora  como  el  mismo  esplendor  y  prosperidad  á 
que  en  breve  llegara,  escitó  la  envidia,  el  temor  de  la  codicia,  que 
fueron  las  causas  de  su  destrucción,  del  suplicio  de  los  principales 
caballeros,  y  de  la  confiscación  de  sus  bienes. 

Por  los  años  de  1147,  durante  los  últimos  reinado  de  Luis  el 
Grueso,  fundaron  los  templarios  un  establecimiento  en  Paris.  Es- 
ta casa  que  en  1793  sirvió  de  prisión  á  Luis  XVI,  era  el  lugardonde 
se  reunían  en  capitulo  los  caballeros  de  Francia  é  Inglaterra. 

La  orden  estaba  dividida  en  gran  numero  de  Priorados  depen- 
diente$  de  las  Comendadurías  que  reconocían  la  autoridad  superior 
de  un  Gran-Maestre. 

El  poder  que  daban  á  esta  asociación  á  la  vez  militar  y  reli- 
jiosa,  su  riqueza  y  el  valor  esperimentado  de  sus  caballeros,  la  cons* 
tituia  una  corporación  independiente  del  Estado.  No  reconociendo 
otra  autoridad  que  la  de  la  Santa  Sede,  no  podían  tomar  parte  para 
favorecer  á  los  reyes  de  Francia,  sus  soberanos,  en  las  frecuentes 
contiendas  de  estos  y  los  papas.  Muchas  veces  intervinieron  también 
en  guerras  que  no  tenían  por  objeto  la  relijion;  y  qo  debe  estrañarse 


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—294— 
por  lo  tanto  que   se  aprovochnseii  algunos  desordene»  particulares 
para  tratar  de  envolver  la  orden  entera  en  una  proscripción  jeoeraK 

En  1307  época  en  que  ella  habia  subido  á  la  cima  de  su  es- 
plendor; las  rentas  del  reino  se  hallaban  tan  agotadas  que  Felipe  el 
Bello,  que  usara  ya  el  medio  desastroso  de  alterar  las  monedas, 
viéndose  forzado  por  los  Estados  jenerales  á  ofrecer  r^tablecerles 
el  valor  que  tenian  bajo  Luis  IX,  no  tuvo  otro  recurso  que  faltar 
á  su  real  palabra,  y  cometer  nuevas  alteraciones.  Subleváronse  con 
este  motivo  diferentes  provincias,  entre  otras  la  Normandia;  y  cada 
dia  mas  estrechado  por  la  estrema  penuria  de  fondos,  y  precisados 
á  revocar  sus  disposiciones,  se  apropió  primero  los  despojos  de  los 
judios,  y  no  tardó  en  echar  luego  los  ojos  sobre  las  riquezas  de 
los  caballeros  del  Templo.  Bien  es  que  el  colosal  poder  de  ellos  co- 
menzaba á  causar  inquietud,  y  viéraseles  durante  la  guerra  entre 
las  casas  de  Anjou  y  de  Aragón,  que  se  disputaban  el  trono  de 
Italia,  cometer  algunos  caballeros  el  error  de  tomar  parte  por  la 
«egunda,  cuyo  feliz  suceso  habían  asegurado.  Con  tales  anteceden* 
tes  fueron  arrestados  el  12  he  Octubre  de  1307,  en  Paris  el  Gran- 
Maestre  y  una  porción  de  caballeros,  secuestradas  sus  riquezas» 
ocupado  por  el  rey  el  palacio,  y  ejecutados  en  la  propia  fecha 
iguales  arrestos  en  todas  las  Comendadurías  de  Francia. 

Empero  el  pueblo,  entonces  influenciado  enteramente  del  apa- 
rato relijioso,  no  hubiera  visto  tal  vez  con  buenos  ojos  semejante 
proceder,  justificado  solo  por  la  razón  de  Estado.  La  misma  noble- 
za hallábase  dispuesta  á  favorecer  á  los  despojados,  si  el  Rey  no  se 
diera  prisa  á  conjurar  la  tempestad  que  amenazaba  por  el  medio 
inaudito  de  convocar  á  todos  los  habitantes  de  Paris,  con  el  fin  de 
esplicarles  los  motivos  de  sus  providencias,  que  no  eran  otros  sino 
una  acusación  de  herejía  y  sacrilejio. 

Varios  inquisidores  nombrados  por  el  Rey  tuvieron  el  encargo 
de  instruir  el  proceso,  sin  consultar  á  la  corte  de  Roma,  que  no 
tardó  en  despique,  de  suspender  los  poderes  de  los  Obispos  y  de 
los  inquisidores.  Pero  la  firmeza  que  desplegó  el  Rey,  hubo  de 
obligar  el  Papa,  detenido,  por  no  decir  prisionero,  en  Poitiers,  á 
desistir  de  su  oposición. 

Desde  entonces  persiguióse  con  encarnizamiento  la  orden  del 
Templo  en  toda  la  cristiandad,  y  obtúvose  dolorosamente  del  Sobe- 
íano  Pontífice  la  orden  de  emplear  el  tormento  para  arrancar  á  los 
lemplítrios  algunas  confesiones  que  impidiesen  su  justificación. 


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•^295— 
Muchos  perecieron  en  medio  del  tormento,  aunque  muchos 
mas  les  sostuvieron  con  valor;   y  los  que  coiao   Santiago  Molay^ 
Gran-Maestre  depusieron  en  fuerza  del   dolor  á  voluntad  de  sus 
verdugos,  se  retractaron  luego  con  firmeza. 

Multitud  habían  rematado  ya  en  las  hogueras:  consumíase  el 
Gran— Maestre,  en  obscuro  calabozo;  mientras  que  el  Santo  Padre  no 
dejaba  de  reclamar  el  conocimiento  de  este  asunto,  cuyo  juicio  se 
habia  reservado.  Cansado  al  fin,  comisionó  al  obispo  de  Alba  y  dos' 
Cardenales,  los  cuales  condenaron  á  Santiago  de  Molay,  y  á  otrog 
tres  jefes  de  la  orden,  á  una  prisión  perpetua.  Sin  embargo,  el  Rey 
insiraido  que  fué  de  la  retractación  de  Molay,  convocó  su  Consejo^ 
y  sin  atender  la  decisión  de  los  comisarios  del  -Papa,  le  sentenció 
á  las  llamas,  y  con  él  al  ilustre  caballero  que  habia  imitado  su. 
ejemplo.  Las  dos  víctimas  fueron  pues  arrastradas  á  una  pira  que 
la  consumiera  lentamente,  para  que  tuviesen  tiempo  de  implorar  el 
perdón,  confesándose  culpables.  Su  entereza  no  se  desmintió  por 
eso  y  en  tanto  que  el  fuego  devoraba  su  cuerpo  inspirando  horror  y 
piedad,  no  cesaron  de  protestar  su  inocencia,  y  la  de  la  orden.  La^r 
cenizas  de  estos  dos  mártires  fueron  recojidas  y  (•x)nservadas  como 
reliquias. 

Muchos  historiadores  dicen  que  el  Gran-Maestre  antes  de  eqpi* 
rar,  esclamó:  clemente  juez  inicuo  y  cruel,  yo  te  emplazo  á  que 
comparezcas  ante  el  tribunal  divino  dentro  de  cuarenta  dias.  Añá- 
dese que  habia  emplazado  también  al  Rey  dentro  del  año.  El  Papa 
y  el  Rey  murieron  en  efecto  en  aquellos  plazos.  Para  completar 
esta  historia  estrafia  y  misteriosa,  no  pasaremos  en  olvido  que 
Enguermnd  de  Marigny,  ministro  de  Felipe  el  Bello  y  uno  de  Ios- 
mas  encarnizados  enemigos  de  los  templarios,  fué  acusado  de  sor* 
tilejio,  condenado  á  muerte  y  ahorcado  en  el  mjsmo  patíbulo  que 
liabia  hecho  levantar. 


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—296- 


mm  m  u  mMmk 


La  verdadera  gloria  es  ^.1  patrimonio  y  mas  eomunmente  la 
única  recompensa  del  hombre  de  mérito  que  se  ha  distinguido  por 
grandes  virtudes  y  acciones  brillantes. 

Esta  gloria  puede  ser  el  efecto  de  la  pasión,  pero  no  es  la  pa- 
sión misma,  porque  se  puede  adquirir  mucha  gloria  sin  haber  sido 
dirigido  ó  dominado  por  la  esperanza  de  esta  recompensa.  Entonces 
es  cuando  es  mejor  merecida. 

Pero  es  necesario  convenir  en  que  esta  pasión  es  un  gran  esti- 
mulante y  un  poderoso  resorte  para  hacernos  llegar  al  apogeo  de 
la  gloria;  sin  ella  rara  vez  se  alcanza. 

El  amar  ó  la  pasión  de  h  gloria,  es  un  sentimiento  vehemente 
y  sublime  que  nos  lleva  á  hacemos  dignos  de  la  estimación  de  la 
benevolencia  y  del  reconocimiento  de  nuestros  semejantes,  por 
grandes  trabajos,  por  servicios  hechos  á  la  humanidad  y  por  accio" 
nes  heroicas.  Este  sentimiento  se  halla  siempre  acompafiado  de 
ardiente  deseo  de  vivir  en  la  memoria  de  los  hombres  y  de  transmi* 
tir  su  nombre  á  la  posteridad. 

Esta  pasión  nos  eleva  mas  allá  de  nosotros  mismos  y  nada 
remos  de  grande  y  deseable,  sino  lo  que  pueda  satisfacerla,  ella 
nos  hace  vencer  y  superar  todos  los  obstáculos,  todos  los  peligros» 
6  mas  bien  desaparecen  á  la  vista  de  la  inmortalidad  que  nos 
presenta. 

La  virtud  debe  siempre  acompañar  á  la  verdadera  gloría,  de 
otro  modo  no  sería  ya  sino  un  vano  deseo  de  celebridad,  que  pueda 
igualmente  pertenecer  á  las  acciones  atrevidas  y  estraordinarias,  aun 
que  malas  en  si  mismas. 

Esta  pasión  tiene  su  fiebre  y  su  delirio,  lo  que  es  uno  de  sos 
principales  escollos,  olvidamos  enteramente  y  descuidamos  toda 
lo  que  no  es  ella,  ultrajándola  por  adquirir  un  nombre  famoso;  y 
siendo  por  lo  común  conocidos  de  todo  el  mundo,  morimos  sin 
conocernos. 

El  que  aspira  á  la  gloria  debe  marchar  constantemente  en  los 
escarpados  senderos  del  honor  y  sostenerlo  hasta  el  último  instante. 


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—297— 
Si  se  desmiente  pierde  en  un  solo  dia  los  trabajos  y  sacrificios  de 
toda  su  vida. 

Para  la  definición  de  esta  pasión  debe  atenderse  á  que  la  ver 
dadera  gloria  pertenece  á  todos  aquellos  que  han  hecho  grande^ 
servicios  á  la  humanidad.  Los  legisladores  que  aseguran  la  dicha  de 
los  pueblos,  los  que  hacen  adelantar  los  progresos  del  espíritu  hu- 
mano, que  han  abierto  nuevos  caminos  á  las  cié  ncias  y  las  artes, 
que  han  enriquecido  á  los  hombres  con  algunos  descubrimientos  ó 
invenciones  útiles,  tienen  derecho  á  pretenderla» 

"Conviene,  decía  Plino,  hacer  cosas  dignas  de  escribirse  ó  es- 
cribir cosas  de  ser  leidas."  Los  hombres,  tarde  ó  temprano,  apre- 
cian lo  que  les  es  verdaderamente  útil.  Este  reconocimiento  es  e^ 
que  ha  divinizado  á  Céres,  Baco,  Hércules,  y  á  todos  aquellos  dio- 
ses que  pueblan  el  Olimpo. 

El  amor  de  la  gloria  y  el  amor  de  la  patria  pueden  producir  los 
mismos  efectos;  pero  con  esta  diferencia  que  el  amor  de  la  patria 
puede  sostenerse  por  si  mismo  sin  considerar  la  gloria  que  le  espe- 
ra, mientras  que  el  primero  tiene  siempre  la  gloria  en  perspectiva. 
Hemos  tenido  fundamento  para  decir  que  el  heroismo  en  el 
íamor  de  la  patria  pertenece  á  todos  los  estados;  pero  no  sucede  lo 
mismo  respecto  de  la  gloria,  porque  esta  requiere  alguna  cosa  mas 
brillante  y  resplandeciente,  en  consideración  á  que  abraza  á  todo  el 
género  humano,  y  aun  quizá  el  universo  entero  de  quien  ambiciona 
el  sufragio.  El  uno  parece  mas  estrecho,  el  otro  mas  vasto,  mas  esten- 
io. Por  el  común  estas  dos  pasiones  se  reúnen,  y  se  sostienen  mu- 
tuamente. 

El  heroismo  de  la  gloria  mas  bien  que  el  amor  de  la  patria  está 
particularmente  ligado  á  las  virtudes  guerreras,  á  los  gefes,  á  los  ge- 
nerales de  los  ejércitos  que   llenan  sus  deberes  con  distinción. 

Esta  preferencia  viene  naturalmente  del  concurso  y  de  la  reu- 
nión de  cualidades  sin  número,  que  llegan  á  ser  necesarias  en  laa 
posiciones  peligrosas  é  importantes  de  la  carrera  que  han  empren- 
dido. Una  penetración  viva,  una  ojeada  segura,  una  previsión  sin 
límites,  la  elevación,  el  ánimo  y  el  atrevimiento  dirijido  por  la  pru- 
dencia: el  amor  al  orden,  el  rigor,  la  humanidad,  la  fecundidad  de 
los  recursos,  la  prontitud  en  la  ejecución,  la  firmeza  en  los  desas- 
tres, en  los  reveses  y  en  las  circunstancias  mas  desesperadas:  tales 
son  los  deberes  inmensos  de  los  que  mandan,  tales  son  las  cualida- 
des raras  y  numerosas  que  constituyen  á  los  verdaderos  generales» 


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—298— 
^*Y  nos  admiraremos  de  que  la  gloría  de  que  se  cnbren,  despida  ana 
luz  tan  brillante? 

El  soldado  que  se  distingue  por  acciones  heroicas  merece  sm 
duda  laureles  pero  no  sería  justo  que  obtuviera  la  gloria  de  los  ge- 
nerales. Aun  aquellos  que  mandan  bajo  sus  órdenes,  no  pueden 
aspirar  á  ella  sino  en  proporción  de  los  talentos,  de  las  cualidades  y 
de  las  virtudes  que  hayan  desenvuelto. 

Mas  abajo,  y  no  lejos  de  la  gloria,  se  halla  la  reputación,  que 
es  ese  rumor,  ese  murmurio  lisonjero,  esa  aprobación  unánime  que 
hemos  merecido  por  la  utilidad  de  nuestros  talentos,  por  nuestra 
conducta  distinguida,  por  nuestro  celo,  constancia  y  firmeza  en  lle- 
nar nuestros  deberes.  Este  rumor  no  es  tal  que  pueda  forzar  á  la 
fama  á  publicar  nuestras  acciones,  y  á  que  nuestros  contemporáneos 
se  ocupen  de  nosotros,  pero  en  caso  de  hablarse,  estamos  seguros 
que  no  será  sino  con  elojio. 

L'A  falsa  gloi-iaj  esa  apariencia,  ese  brillo  engañoso  que  nos 
deslumhra,  y  fascina  los  ojos  del  estúpido  vulgo,  es  opuesta  á  la 
verdadera  de  la  que  está  tan  lejana  como  el  vicio  de  la  virtud. 

Los  mas  viles  resortes  la  hacen  mover  y  no  tiene  su  principio 
sino  en  el  interés,  la  ambición,  la  vanidad,  y  algunas  veces  en  el 
temor  ó  en  la  desesperación.  Su  audacia  es  indiscreta,  su  temeridad 
inoportuna  y  todo  lo  sacrifica  indistintamente  á  sus  miras  ambi- 
ciosas. 

hn  falsa  gloria  usurpa  por  lo  común,  los  derechos  de  la  ver- 
dadera; pero  se  desmiente  con  frecuencia,  y  cae  y  se  degrada  por 
las  mismas  vias  que  habia  tomado  para  elevarse.  La  verdadera  vir- 
tud desaprueba  los  elogios  que  se  le  hacen,  trastorna  los  trofeos  que 
le  ha  levantado  la  lisonja,  borra  las  inscripciones  engañosas  en  el 
momento  mismo  en  que  se  les  gral)a  y  la  posteridad  desinteresada, 
imparcial,  é  inflecsible,  destruye  infaliblemente  todos  esos  monu- 
mentos de  bajeza  y  de  orgullo. 

Se  deben  aprobar  las  señales,  los  testimonios  de  la  gratitud 
pública  cuando  son  merecidos  y  aun  llegan  á  ser  nec^esarios  para 
servir  de  aguijón  á  la  verdadera  gloria.  Todo  lo  que  es  útil  á  los 
hombres  exige  su  reconocimiento;  pero  los  monumentos  que  lo  re- 
cuerdan no  tienen  valor  alguno  ciando  no  son  elevados  por  las 
manos  de  la  verdad  y  de  la  virtud. 

La  falsa  gloria  del  propio  modo  que  la  verdadera,  está  acom- 
pañada de  la  fama,  pero  de  una   manera  muy  diversa.    La  una 


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—299— 
üeoe  por  precursores  á  lamentúa,  ala  astucia  y  la  trs^aceria y at 
destruye  por  si  misma:  la  otra  tiene  por  guias  á  la  verdad  y  á  la  \irr 
tud  y  se  afinnacon  el  tiempo:  su  brillo  es  tanto  mas  vivo^  Cttaptip^ 
mayores  han  sido  los  esfuerzos  para  oscurecerla  y  sofocar  su  voz.  Ea^ 
taa  dos  especies  defama  tienen  rasgos  de  semejanza  que  los  bacea 
algunas  veces  dificiles  de  distinguir. 

La  falsa  y  la  verdadera  gloria  tienen  su  origen  en  los  tempera* 
mentes  biliosos,  melancólicos  ó  que  tienen  de  uno  y  otro  y  alguna* 
veces  del  sanguíneo;  pero  no  tienen  el  mismo  origen  moral.  La  uom 
tiene  por  principio  una  ambición  sin  limites,  un  oi^llo  on  digni* 
dad,  una  vanidad  ridicula,  ú  otros  motivos  todavía  mas  viles  y  des*. 
prciciables.  La  otra  tiene  por  principio  la  grandeza,  la  elevación  ddi 
k>&  sentimientos,  el  amor  de  los  hombres,  el  deseo  de  servirlos,  dit 
serles  útil  y  merecer  su  reconocimiento. 

Para  destruir  la  inclinación  á  la  falsa  gloria  debemos  empefiar* 
DOS  en  quitarle  su  prestigio  demostrando  que  traiciona  tarde  ó  tem- 
prano i  sus  sectarios  y  que  acaba  por  conducirlos  infaliblemente  i 
b  vergüenza  y  á  la  infamia. 


3LiX  3L^2^ 


£1  sol,  origen  aparente  de  la  luz,  ha  sido  objeto  de  la  adora? 
cton  del  hombre  que  por  acatarlo  se  separó  del  culto  del  verdadero 
Dios.  ¿Cuáles  hubieran  sido  los  sentimientos  de  un  sacerdote  df 
Mirtha,  si  se  le  hubiera  dicho  que  con  el  tiempo  Uegaria  la  ciencia 
i  analizar  aquellos  rayos  que  para  él  indicaban  la  presencia  inme- 
diata de  la  Divinidad?  La  ciencia  moderna  entre  otras  maravillas 
ka  conseguido  hacer  esto,  y  la  investigación  de  las  propiedades  de 
la  luz,  ha  producido  muchos  y  muy  útiles  resultados.  Indicaremos 
algunos  de  ellos  que  tienen  relación  con  los  colores.  Se  ha  proba- 
do por  medio  de  esperimentos  bien  conocidos  ya,  que  un  rayo  de 

T.  II.— 37. 


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— soo— 

Bte  se  compone  de  6iete  eoiores,  encarnado,  naranj^ílo^  aMrilky^ 
vt^rde,  azdJ,  porpurino  y  violeta.  Estos  colojes  que  sonprecMH' 
Mente  los  mismos  (¿ue  se  ven  én  el  arco  iris,  se  Haffifiit  «OfiiaiiBieiH> 
ttf -prismáticos  ó  primitivos  porque  cada  uno  de  eMos  pennaoeeiefft 
éftí  ¿rtteineion  aun  cuando  se  Íes  haga  pasar  aishidamen^  por  «a 
segundo  prisma.  Sabido  es  que  el  blanco  es k  reunión  de  toÚMies^ 
tm  e^bres  asi  como  el  negro  indica  la  ausencia  absoluta  deselles; 
yes^bien  cotiücido  el  esperímento  de  la  roeda  por  la  -eued  1(»'«mé9 
éóldres*  primitivos  combinados  en  ciertas  propoicioned^íoniMai  «I 
crtor  blanco?  sin  embargo  convendrá  tal  vez  repetir  estas  propon- 
mnea.  El  color  violeta  debe  ocupar  ocheata  grados;  el  aüt  0mm' 
fttkiíA)  el  aKUl  sesenta;  el  verde  sesenta;  el  amarillo  cuarenla  y  «cbé^jr 
éf  niíranjado  veinte  y  siete;  y  el  encarnado  cuarenta  ycímjo;  Se 
ban  formado  varias  teorías  para  esplicar  el  fenómeno  dek»s  oo^ 
hjíes:  .por  el  resultado  de  esperimentos  se  ha  inferido  queb^  par- 
tietilas  de  que  se  compone  la  luz  blanca  vanan  en  la  magiftitiMl 
éettáo  las  paniculas  del  encarnado  con  respecto  á  las  de  violfil»en 
proporción  de  1,275  á  1253  cuyos  dos  colares  forman  los  estmmos 
del  espectro  prismático.  Las  partículas  de  todos  los  demás  colores 
son  menores  que  las  del  encarnado,  disminuyendo  á  medida  que  vaa 
acercándose  al  violeta  cuyas  partículas  son  las  mas  pequeñas.  Esto 
manifiesta  la  causa  de  separar  el  prisma  á  un  rayo  de  luz  de  siete 
colores  diferentes:  aquellas  cuyas  partículas  son  mas  tenues  sufren 
uaa  refracción  mas  fuerte,  esto  es,  se  desvían  mas  de  sü  direccian 
recta  al  entrar  en  el  cristal  que  aquellos  que  las  tienen  mayores^  de 
donde  nace  la  separación  de  ellos;  asi  hallamos  los  rayos  encama- 
dos menos  desviados  de  su  dirección  original  que  los  otros;  y  los 
violetas  mas  que  ninguno  de  ellos,  siendo  la  refracción  de  los  io- 
termedios  proporcionada  á  su  distancia  de  uno  y  otro  estremo.  La 
diferencia  de  color  en  los  cuerpos  puede  esplicarse  por  el  mismo 
prineipio:  los  poros  de  algunos  de  ellos  son  de  tal  natnraflezarqtte 
íeflejan  todos  los  rayos  de  luz  que  reciben,  en  la  misma  proporción 
en  qoe  existen  en  el  rayo  solar;  en  cuyo  caso  estos  cueif^os  apareee- 
rán  blancos;  otros  no  reflejan  ninguno  de  los  rayos  y  consigoioBte- 
mente  aparecen  negros.  Entre  el  blanco  y  el  negití  la  variedad  ée 
colores  es  producida  por  la  diferencia  en  la  magnitud  y  arreglo  ite 
las  fibras  y  poros  de  los  cuerpos  que  transmiten  ó  reflejan  la  luz:  «i 
en  la  superficie  del  nácar  es  el  arreglo  fibroso  el  que  hace  «esta 
sustancia  Jcrtejor  tan  vistosos  colores,  y  el  conocimiento  de  esta 


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—301— 
<íi«ruli9tanem  ha  hceho  que  se  cons^iga  obtener  i^ale«  aparieiKá^ll 
Bobre  I»  superficie  bruñida  del  metal  ó  del  v'iúm  bamudo  eB^eUB 
míreos  muy  diminutos.  Que  los  colores  del  Bácár  0on  procUicídc^ 
por  el  arraglo  mecánico  de  las  fibras  y  no  por  oompo^cion-^iiíinif* 
em,  tfñ  la  afpetficie  se  prueba  de  este  nw>do.  Colóqliese  ^nap^tquí^; 
fin  C93iiitidadde  goma  arábiga  diluida  entre  ddslápmas  de  smcwt] 
désfmes  de*  endurecida  ó  seca  se  le  separará  de  ell^. y  se-ve^Lqn^ 
pÉ«9ettta  ya  por  rcñenion  ó  refracoioQ  todo^loei  vistofio^ccdoiea^ 

ná<sar  m<«mo«  ..i. 

También  se  esplica  la  Tariedad  de  colares  q<iede  obimv»  algyr 
luifit  ^iwois  en  el  celaje  por  la  diferencia  que  exiiite  en  la  loagnitiid 
d«  lo€»  rayos  cke  luz.  Cuanto  mayor  es  la  cantidad  de  V9p<#r  qii9.i9f| 
haya  suspendida  entre  el  sol  y  el  espectador,  lautO'  ma&  refraetAdail 
serán  las  poi^ulas  menores  en  su  descenso  á  latierra«  Asif^rUf 
matiafnas  y  por  las  tardes  cuando  el  sol  se  halla  cerca  d^l,  hf^^mUl 
y 'tiene  que  disipar  una  gran  cantidad  de  vapor  antas  de  Ueg9r  á  QO^** 
otix»)  86 observan  los  vistosos  grupos  de  nubes  ana^rai^adas^.^W^ 
Tillas  y  encamadas ;  siendo  esto  como  queda  dicho  los  rajyo$  ^e/S4$ 
componen  de  partículas  mayores*  Es  un  hecho  digno  .  di?,  potáis 
en  eorroboracion  de  esto  mismo  que  bs  buzos  han  observado  smxK 
pi»e  el  color  rojo  de  los  objetos  debajo  del  agua. 

El  fenómeno  de  los  colores  contrastados  6  accidentajes  deb^ 
«er  fiímiliar  á  todos  pero  con  particularidad  á  los  artistas*  Se  esplica 
4eeste  modo.  Cuando  el  ojo  se  dirije  por  cierto,  tiempo  hacia  mi 
mismo  color,  encarnado  por  ejemplo,  es  fuertemente  afectada.ppr  ql 
la*  retina,  y  su  sensibilidad  para  la  impresión  de  rayos  mas  débilc;' 
éel  oúsmo  color  queda  por  consiguiente  momentáneamei^te  des* 
tvukia:  suponed  ahora  que  el  ojo  se  fija  en  un  objeto  blanco;  compo* 
méndofse  este  de  todos  los  colores,  es  la, retina  inseosihle.á  los  ra- 
yos encarnados  que  concurren  á  la  formación  de  este  blanpo  y  t^t 
inie  solo  ía  impresión  de  todos  los  cjemás  cdmbinadoe.  Est^s  for- 
nten  verde,  llamando  por  esta  razón  el  cebr  accidéntalo  «ontrpih 
ta*ite del  encarnado.  Los  colones  accidentales  pueden  heljarsepor 
d  sencillo  esperimento  ya  muy  conocido  de  las  obleas  de  celore»,  o 
bien  por  la  rueda  del  que  se  ha  hecho  mención,  dei  modo  iiguente-' 
Si  se  quita  uno  de  los  colores  oualquiera  ó  se  pinta  -  de  negro-  la 
rueda  al  ponerla  en  movimiento  no  presentará  ya  el  color,  blanco 
como  antes,  sino  el  color  accidental  del  que  haya  5Ído  suprimi- 
do. También  puede  encontrarse  el  color  accidental   traíeaoda  wa 


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—302— 
diámetro  por  d  centro  del  arco  del  color  omitido  y  el  otro  estremo 
de  dicho  diámetro  pasarán  por  el  color  accidental,  y  como  los  eoio^ 
fes  pasan  gradualmente  de  unos  á  otros  produciendo  asi  tmainfini* 
ta  Taríedad  de  tintas  aun  en  el  espacio  destinado  i  cada  uno,  lü-» 
dio  diámetro  indicará  exactamente  el  grado  de  dicho  color  acctckD-» 
tal  por  egemplo,  si  fuese  violeta  el  color  dado,  un  diámetro  trazaéo 
por  el  centro  de  su  arco  pasará  en  su  estremo  opuesto  i  b«m  15 
gradoff  de  la  linea  divisoria  entre  el  verde  y  el  amarillo,  denoteido 
asi- que  el  color  accidental  del  violeta  es  un  verde  amarilkMO^  se»» 
pecto  á  qne  tiene  mas  parte  de  verde  que  de  amarillo. 

Algunos  han  reducido  los  colores  primarios  á  tres^  eneamada, 
Irzul  y  amarillo,  porque  todos  los  demás  pueden  componerse  coa 
estos  y  ocurren  intermediadamente  en  el  espectro  prismático.  Me* 
fece  atención  que  ninguno  de  estos  tres  simples  colores  aparece  ja- 
Iliás  como  el  accidental  de  un  color  compuesto,  al  paso  que  el  co* 
lor  contrastante  de  cualquiera  de  los  tres  citados  se  compone  pre* 
cSsamente  de  los  otros  dos:  asi  el  color  accidental  del  encamado 
pfxe  es  el  que  se  compone  de  azul  y  amarillo.  £1  fenómeno  de  los 
colores  accidentales  ó  contrastantes  indica  la  razón  porque  cuando 
c4  ojo  está  fatigado  de  mirar  á  un  color,  encuentra  mas  descanso  en 
fijarse  en  el  accidental  de  él  que  en  ninguna  otra  tinta;  y  éste  acón* 
tecimiento  puede  ser  de  infinita  utilidad  en  la  aplicación  práctica. 

Los  colores  del  reino  vejetal  asi  como  del  animal  parecen  aer 
ün  secreto  de  la  naturaleza;  juega  con  ellos  respecto  á  las  flores  de 
un  modo  irreconciliable  con  cualquiera  de  las  teorías  estahieddas 
hasta  ahora:  y  como  no  apare(;e  que  haya  de  obtener  el  hombre  re* 
Bultados  ventajosos  del  escrutinio  ó  investigación  de  sus  leyesen  éale 
punto,  aun  suponiendo  que  las  comprendiera,  deberemos  conten 
tamos  con  solo  admirar.  Citaremos  algunas  de  las  anomalías  mas 
notables. 

El  crocus  varia  de  naranjado  y  amarillo  al  color  asu},  ptf# 
nunca  se  acerca  á  una  tinta  encamada,  mientras  que  k  rosa  es  v-' 
carnada,  naranjada  y  amarilla,  pero  nunca  azul.  No  ha  podido  een» 
"Seguirse  que  el  jacinto  adquiera  un  color  naranjado,  ni  el  crisattti^ 
una  tinta  azul.  La  delia  pasa  por  todas  las  variaciones  imaginabhi^ 
^  color  escepto  el  azul,  cuyo  color  han  procurado  en  vano  iAAaamt 
á  costa  de  los  mayores  esfiíerzos  botánicos  mas  eminentes  dú  ávtu 
La  transición  de  encamado  á  azul  (no  morado)  es  tal  vez  k  oíasa 
escasa:  ocurre  en  el  jacinto  y  en  la  hidrangea;  pero  la  azulea  que  os* 


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—303— 
tenta  todas  las  vistosas  tintas  de  encarnado  y  amarillo  no  es  nunca 
azul.  La  colombina  que  recorre  todas  las  gradaciones  de  color  der. 
de  el  morado  fuerte  á  un  lila  muy  bajo,  es  también  naranjada  pero 
nunca  roja*  ^Quién  ha  visto  jamás  una  malva  real  azul?  Sin  embar- 
go ningún  otro  color  le  está  negado  á  esta  majestuosa  flor.  La  ra^ 
ison  del  cambio  y  diversidad  de  colores  en  las  flores  es  todavía  un 
secreto  para  nosotros.  Contentémonos  con  los  inmensos  beneficios 
que  los  descubrimientos  en  las  ciencias  proporcionan  de  dia  en  dia 
¿la  especie  humana,  y  confiemos  en  que  cuando  el  conocimiento 
de  ios  secretos  ahora  ocultos  de  la  naturaleza  contribuya  ^á  la  per-» 
feceion  de  nuestro  ser  intelectual  y  moral,  nos  hallaremos  dcytados 
de  un  espíritu  capaz  de  comprenderlos  y  apreciarlos. 


DEL  DR.  D.  JUAN  VICENTE  HOSCOSO. 


Nació  el  Sr.  D,  Juan  Vicente  Moscoso,  en  la  ciudad  de  Sto. 
Domingo,  capital  de  la  parte  española  de  aquella  Isla,  en  19  de  Ju- 
üio  de  1 763,  y  fué  hijo  legítimo  de  D.  Manuel  Moscoso  ydeD* 
Rosa  Carbajal,  de  familias  decentes  y  distinguidas. 

Hizo  sus  estudios  en  la  Real  y  Pontificia  Universidad  del  An- 
gélico Dr.  Santo  Tomas  de  Aquino  en  el  convento  Imperial  de  pa- 
dres predicadores  de  la  misma  ciudad,  y  obtúvolos  grados  de  ba<^ 
diiller,  licenciado  y  doctor  en  ambos  derechos.  Fué  electo  conci- 
^rio,  y  nombrado  catedrático  de  prima  de  derecho  civil,  la  cual 
¡sirvió  hasta  que  obtuvo  por  oposición  la  de  Instituta,  que  desempe- 
Hó  con  aprovechamiento  de  la  juventud,  y  á  satisfacción  del  Rector^ 
así  como  diferentes  comisiones  de  importancia  que  se  confiaron  i 
sa  celo  é  inteligencia. 

Se  recibió  de  abogado  en  la  Real  Audiencia  y  Chancillería  de] 
{)ropio  distrito  en  11  de  Mayo  de  1738  y  ese  superior  Tribunal  le 


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—304— 
nombró  defensor  de  presos  y  encarcelado?,  y  á  poco  tiempo  \q  des- 
tínó  para  auslliaren  el  despacho  al  felator,  mereciendo  á  pesar  de 
su  corta  edad,  ser  nombrado  Conjuez  por  el  Sr.  Presidente  para  di* 
rimir  dis(X)rdia  en  algunos  negocios. 

Cedida  aquella  parte  de  la  Isla  i  la  Francia  en  el  tratado  de 
Basilea,  emigró  en  ISOI  con  sus  padres  y  hermanos  á  la  ciudad  de 
Maracaiboj  donde  permaneció  mas  de  do3  auos  egerciendo  la  abo- 
gacía con  probidad,  acierto  y  desinterés,  según  lo  atestaron  to- 
das las  autoridades,  encomiando  su  ejcmplíir  conducta  pública, .y 
privada. 

Pasó  á  la  villa  de  la  Aguac|il)a  en  1803,  y  allí  se  ocupó  tam- 
bién en  el  ejercicio  de  su  profesión,  y  fué  noipbrado  Auditor  de 
Marina  del  distrito,  destino  que  desenipeñó  seis  años  sin  sueldo  a 
satisfacción  délos  Sres.  ComandanteSj  y  asi  lo  manifestaron,  asegu- 
rando lo  mismo  que  las  demás  autoridades  al  buen  comportamiento 
que  habia  observifío. 

Reconquistada  la  parte  española  de  la  Isla  de  Santo  Domingo 
por  sus  naturales,  y  restituida  á  los  dominios  de  España,  regresó  á 
la  capital  el  Dr.  Moscoso  con  su  familia,  despees  de  nueve  años  de 
emigración,  y  desde  esta  época  hasta  el  cambio  político  de  1821  se 
consagró  totalmente  al  servicio  de  su  rey  y  da  su  patria,,  cop  el  mas 
generoso  desprendimiento  de  sus  intereses  particulares,  no  habien- 
do cargo  municipal  que  no  obtuviera,  ni  muestras  del  mas  singular 
aprecio  que  no  le  dispensaran  las  autoridades  y  el  público. 

En  1?  de  Abril  de  1811  fué  nombrado  por  el  Sr.  Gobernador 
Político,  Regidor  interino,  cuyo  oficio  ejerció  un  aQo  y  ocUo  nxestaí^ 
funcionando  parte  de  este  tiempo  de  Síndico  Procufaflor  General,  y 
obteniendo  graves  comisiones,  siendo  una  de  ellas  la  de  llevar  )a 
coiYespondencia  con  el  Diputado  á  Cortea,  sin  perpibir  el  menor 
estipendio,  los  cuales  evacuó  á  entera  satisfacción  del  cuerpo  capi- 
tular, que  asi  se  lo  demostró,  dándole  las  mas  expresivas  gracias* 
En  bs  años  de  1813  y  1814,  fué  electo  vocal  de  la  Diputación  Pro" 
vincial,  y  Diputado  á  Cortes  puplente.  Abolida  la  constitución  vol- 
vió á  ser  nombrado  Síndico  y  Regidor  interino,  cargos  ,qji,e  sirvió 
hasta  Noviembre  de  1818  en  que  hizo  renuncia,  la  cual  le  fué  ad* 
mitida  por  el  Sr.  Gobernador  Políticq.  Coa  este  motivo  consideran- 
do el  Ilustre  Ayuntamiento  por  el  Dr.  Moscoso  tanto  en.el  desti- 
no de  Síndico,  como  en  el  de  Regidor  que  había  ejercido,  se  habia 
comportado  con  honradez,  celo,  patriotismo  y  eficacia,  dando  prue- 


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—305— 
bíisffc  su  genio  apaciMe,  de  su   condición  araáble  y  d¿laá  virtu- 
des que  le  caracterizaban,  circunstancias  que  hacían  sensible  fll  cuer- 
po tóuttlcTpal  su  separación,  acordó  testificar  estaá  verdadéfe,  á  fin 
de  que  el  publico  conociese  cuanto  estimaba  el  mérito  de  los  serví* 
dorfes  de  la  patria,  y  recibiera  aquel  esta  señal  de  la  justicia  de  stH 
procederes.    Pero  h  corporación  se  hallaba  demasiado  persuadida 
d¿i  relevante  mérito  del  Dr.  Moscoso  para  dejar  de   darle  otras 
«ítiestraS  mas  positivas  de  su  aprecio.  En  1?  de  Enero  de  18191a 
¿tigi&  Alcalde  ordinario  de  primer  voto,  y  sin  embargo  de  haber  ré^ 
tiíinciado  con  la  modestia  que  le  era  característica,  y  por  las  mas 
justas  Causales;  no  lé  fué  admitida  la  renuncia,  tomando  posesión  Jé 
ln  vara,   que   dese.npeñó   con  el  tino   y  justificación    que   eríni 
de  esperarse.   En  los  años  de  1820  y  1821  volvió  á  ser  nombrado 
Diputado  Provincial,  siendo  de  notarse  que  desde  la  reconquistía  Óñ 
aquella  parte  de  la  Isla,  y  mientras  duró  el  gobierno  español  no  pa- 
só un  año  siquiera,  sin  que  estuviese  ocupado  con   algún  emplea 
municipal;  tan  distinguido  era  el  concepto   que  se  tenia  de  sus  lu- 
ces y  sobresalientes  virtudes. 

No  por  esto  dejó  de  dedicarse  á  otros  ramos  del  servicio  publi- 
có. Reinstalada  en  1815  la  Real  y  Pontificia  Universidad,  se  le  resti- 
tuyó en  la  cátedra  de  Instituta  civil  que  habia  obtenido  en  propie- 
díid  á  fines  del  siglo  pasado,  y  continuó  sus  tareas  en  1^  enseñanza 
con  grandes  ventajas  para  la  estudiosa  juventud,  hasta  que  cesó  aquel 
instituto  Kterario,  presentando  diferentes  actos  de  conclusiones  p4*» 
blicas  en  que  resplandeció  la  sabiduría  de  tan  profundo  maestro. 
Fué  elegido  Vice-Rector  en  1817,  y  Rector  en  el  siguiente,  desti- 
nos en  que  se  manejó  con  la  discreción  y  prudencia  que  t^nia  tftn 
acreditadas.  ' 

En  12  de  Mar^o  de  1812  se  le  despachó  título  de  aiesor  de 
los  Reales  cuerpos  de  Artillería  é  Ingenieros,  y  eseusado  es  decir 
•que  sirx'ió  estos  empleos  con  el  zelo  y  rectitud  acostumbra dós> 
grangeáíídose  la  aceptación  de  los  respectivos  gefes  y  así  \a  átestA- 
toñ  los  Sres.  Comandantes,  Coronel  D.  Joré  Mas*só,  y  Tenientes 
Coroneles  D.  Manuel  de  Hita,  y  D.  Santiago  Fortun. 

Otros  testimonios  no  menos  honoríficos  recibió  de  los  Escmoé. 
Sres.  Capitanes  Generales  de  esa  parte  de  la  isla.  Teniente  Gene- 
ral D.  Carlos  de  Urrutia,  y  Mariscal  de  campo  D.  Sebastian  Kin- 
delan,  del  lUmo.  y  Rrao.  Sr.  Arzobispo  Dr.  D.  Pedro  Valera  y 
del  muy  venerable  Dean  y  Cabildo  de  aquella  Santa  Iglesia  cate- 


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—306— 
clfiil.  tu  General  Kioctelan  asegura  que  el  Dr.  Moscoso  era  ob  wch 
geto  ílígDo  de  la  mayor  recomendación  por  sus  apreeiables  coalí* 
dades  y  por  la  conducta  pública  y  privada  que  en  todds  tíempos 
había  observado,  y  que  lo  hizo  acreedor  al  buen  concepto  que  go** 
mábñ^  constándole  su  honradez,  probidad  y  desinterés^  de  tal  sueite 
que  siempre  que  ocurría  algún  impedimento  al  Sr.  Auditor  de  gner^ 
ira  Asesor  General,  confió  á  sus  luces  la  consulta  de  cansas  de  todo 
género  que  desempeñó  muy  á  su  satisfacción,  sin  que  le  obstasen 
cualesqiriera  inconvenientes  que  pudieran  asistirle  por  los  otros  e»T 
cargos  que  obtenia,  tales  como  la  enseñanza  de  )a  juventud  en  ln 
cátedra  de  jurisprudencia,  cuyos  deberes  llenó  eon  toda  la  ezactí^ 
Uid,  vigilancia  y  esmero  que  acreditaba  el  aprovechamiento  de  sw 
alumnos.  Y  el  Dlmo.  y  Reverendísimo  Sr.  Arzobispo  Valera,  admi- 
nistrador  que  fué  de  este  obispado  de  la  Habana,  ademas  de  testar 
la  buena  conducta  pública  y  privada  de  éste  y  bellas  cualidades  que 
adornaban  al  Dr.  Moscoso,  por  las  que  se  habia  hecho  acieedoi  i 
la  estimación  de  todo  el  público,  añadió:  ^'que  en  casi  todas  \m$ 
causas  que  exigían  nombramiento  de  asesor  lo  prefirió^  prínoipatr 
mente  en  las  mas  graves  y  arduas  que  desempeñó  á  su  satisfacción. 
Que  le  nombró  Promotor  fiscal  y  defensor  de  obras  pías  de  la  cu* 
ría  eclesiástica,  cuyo  ministerio  ejerció  con  la  prudencia,  integridad 
y  pureza  que  lo  caracterizaban.  Que  en  todos  tiempos  manifestó  m 
adhesión  al  Gobierno,  y  que  á  pesar  de  su  modestia,  desinterés  y 
quebraras  de  salud  habia  obtenido  empleos  y  oficios  polítiooa  j 
académicos.  Creemos  no  poder  presentar  testimonios  mas  respeta- 
bles y  fidedignos  de  cuanto  llevamos  dicho  del  Dr.  Moscoso,  sin 
embaigo  de  ser  todo  publico  y  notorio  de  cuantos  lo  conodan* 

Posesionada  la  llamada  República  de  Haity  de  aquel  teiftegn 
rlo  en  1822  el  Dr.  Moscoso  fué  nombrado  juez  del  tribunal  civil,  j 
no  obstante  carecer  absolutamente  de  medios  con  q^e  subsiat»(, 
los  que  le  hubiera  proporcionado  ese  empleo,  hizo  renuncia  de  él, 
y  le  fué  admitida.  Mas  no  permitiéndole  su  carácter  laborioso  pai^ 
manecer  en  inacción,  estableció  con  la  licencia  necesaria,  una  daae 
de  lengua  latina  y  retórica  para  ser  útil  de  este  modo  á  su  país,  ya 
que  su  estado  de  pobreza  le  hacia  imposible  emigrar  con  su  laaaíUa 
como  lo  deseaba  ardientemente  por  su  amor  á  su  Rey  y  adhoBM 
al  golÑemo  español.  Residió  allí  á  su  pesar,  hasta  que  merced  4|a 
generosa  compasión  del  lUmo.  Sr.  Vsdera,  pudo  pasar  á  la  pimiad 
de  Santiago  de  Cuba  en  el  año  de  1830,  dec^iues  de  haber  suínif» 


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—307— 
cüiéles  persecuciones  y  vejámenes  de  los  gobernantes  de  Haitjr 
por  su  decisión  por  la  causa  de  S.  M. 

Como  aquel  dignísimo  Prelado  fué  tan  conocido  y  venerado 
en  esta  isla  por  sus  notorias  virtudes  que  lo  bacian  incapaz  de  fal- 
tar á  la  verdad,  no  podemos  menos  que  transcribir  las  mismas  fra- 
ses con  que  se  esplica  respecto  de  este  amargo  periodo  de  la  vida 
del  hotóbre  benemérito  que  es  objeto  de  este  articulo.  "Que  el  Dr. 
Mbscoso  dice  en  documento  que  tenemos  á  la  vista  ha  sido  uno 
dé  los  muy  buenos  españoles  que  han  manifestado  su  amor  y  leal- 
tad a!  Rey  nuestro  Señor,  Q.  D.  G.,  y  su  mayor  adhesión  á  la  na- 
ción española,  Sosteniendo  con  publicidad  su  opinión. en  medio  de 
las  mayores  persecuciones  que  se  hacian  á  todos  los  que  se  decla- 
nfbftn  eñ  favor  de  la  causa  de  S.  M.  que  por  este  motivo  no  solo 
ha  sido  niuy  perseguido,  sino  que  en  el  año  de  veinte  y  cuatro  fué 
j^ocesado,  encarcelado  y  desterrado  á  los  Cayos  y  Puerto-Prínci- 
pe en  donde  estuvo  desde  Mayo  hasta  Diciembre  del  citado  año, 
jasando  muchas  aflicciones  y  trabajos,  ademas  de  la  ruina  que  es- 
perimentó  elh  sus  intereses,  que  lo  redujo  á  un  estado  casi  de  men- 
dicidad, en  términos  que  á  pesar  de  sus  deseos  de  emigrar  á  vista 
de  que  no  cesaban  ni  las  persecuciones,  ni  las  vejaciones  que  le  hi- 
cieron sufrir  en  todos  tiempos,  no  lo  pudo  verificar  por  su  deplora- 
ble situación  y  escase/  de  proporciones  hasta  que  Nos  compadecido 
de  su  triste  situación,  y  por  la  mucha  estimación  que  hacíamos  de 
su  persona  por  su  fidelidad  á  S.  M!,  su  honradez  y  demás  buenas 
circunstancias  que  en  él  concurren,  le  facilitamos  viage,  trayéndolo 
á  nuestra  costa  con  su  pobre  fiímiRa  en  el  mismo  buque  en  que 
Regamos  aquí  acosados  de  la  muhitud  de  desprecios  hechgs  en 
nuestra  dignidad,  y  sobre  todo  de  los  ultrages  á  la  religión  á  su  mi- 
nistro y  á  la  iglesia,  sin  poderio  evitar,  como  ni  tampoco  consolar 
á  aquellos  afligidos  españoles." 

En  14  de  Setiembre  del  mismo  año  de  1830  en  que  llegó  á 
Cufba  el  Dr.  Moscoso  se  hizo  cargo  de  las  cátedras  de  derecho  ca- 
líónico  y  civil  en  el  Real  Colegio  Seminario  en  calidad  de  substitu- 
to, siendo  tan  grande  su  esmero  que  sus  discípulos  manifestiiron 
mucho  aprovechamiento,  no  solo  en  la  parte  literaria,  sino  también 
^n  las  buenas  costumbres  de  que  les  dio  el  mas  claro  ejemplar  con 
su  conducta  irreprehensible.  En  estos  términos  se  espresó  el  M.  I. 
Ayú'iitamiento  de  aquella  ciudad  en  acta  de  16  de  Febrero  de  1831 
en  la  cual  ©spuso  el  Sr.  Gobernador  su  Presidente  que  como  entre 
r.  II.— 38. 


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—sos- 
ias demostraciones  mas  enérgicas  y  patéticas  conque  el  fiel  Tecia- 
darlo  demostró  su  cordial  júbilo  en  celebridad  del  nacimiento  de 
la  Serenísima  Sra.  D^  María  Isabel  Luisa,  hoy  nuestra  augusta  so- 
berana, han  sido  los  dos  actos  de  conclusiones  públicas  en  derecho 
civil  y  canónico,  los  que  habían  sido  tan  gratos,  asi  por  lo  grandio- 
so del  objeto,  como  por  su  plausible  desempeño  en  el  que  el  maes- 
tro doctor  Moscoso  manifestó  sus  profundos  conocimientos  y  sus 
discípulos  su  esmerada  aplicación,  proponía  se  diese  á  dichos  aetot 
el  distinguido  lugar  que  merece  en  la  cuenta  y  descripción  que  ha- 
ya de  darse  á  S.  M.  de  las  fiestas  públicas;  y  asi  se  acordó*  Fi  Dr» 
Moscoso  continuó  en  el  servicio  de  estas  cate  deas  hasta  su  falleci- 
miento que  acaeció  en  28  de  Setiembre  de  1837, 

Pérdida  muy  sensible  fué  esta  para  las  ciencias.  El  Dr«  Mos- 
coso reunia  á  un  talento  despejado  y  perspicaz  cierta  rectitud  da 
juicio  poco  común  y  una  incansable  dedicación  á  la  lectura  que  ea 
mucha  parte  contribuyó  al  quebranto  continuo  de  su  salad;  j  sqn 
conocimientos  en  la  jurisprudencia  eran  vastísimos.  La  enseñanxa 
era  para  él  un  delicioso  recreo,  y  tenia  un  don  particular  paia  incli» 
nar  lajaventud  al  estudio.  Cuando  tomaba  la  palabra  para  esplicar 
un  párrafo  de  la  instituta,  ó  los  comentarios  del  ilustre  Amoldo 
Vinnio  no  em  posible  ásus  discípulos  rehusarle  la  atención,  porque 
nos  la  arrebataban  la  lógica  y'claridad  de  sus  esplicaciones,  y  la  sabi- 
duría de  sus  doctrinas.  Asombrábanos  ver  cuanto  habia  profundiza* 
do  en  la  intrincada  ciencia  de  las  leyes  del  Pueblo  Rey,  y  lo  versado 
que  se  hallaba  en  los  eternos  oráculos,  como  titulaba  el  Emperadoc 
Justiniano  sus  grandiosos  códigos.  £n  la  jurisprudencia  canónica  y 
patri|  estaba  también  muy  instruido  y  era  un  escalente  abogado» 
resaltando  en  sus  escritos  la  fuerza  del  raciocinio  en  medio  de  la 
modestia  y  sencillez  de  su  estilo.  Sobre  todo  á  sus  consuhaa  preádia 
un  tino  particular  para  herir  la  dificultad  y  resolver  oon  acierto  lai 
Cuestiones  mas  arduas.  Ilimitada  era  la  confianza  que  tenían  las  au- 
toridades y  aun  h^  mismas  partes  cuando  la  decisión  de  9Ígáu  ac« 
g^o  se  sometía  á  las  notorias  luces  y  empááto  distteraiÉBSttftd 
de  tan  insigne  profesor* 

Bien  se  deja  comprender  por  lo  que  se  ha  espuesto  cual  fué 
su  comportamiento  público  y  privado*  Sus  costumbres  desde  sa 
tierna  edad  fueron  puras,  su  religiosidad  ejem|>lar,  su  honradez 
desprendimiento  y  demás  virtudes  políticas  relevaates:  era  natui^lr 
mente  candoroso,  manso,  corte%  y  de  condición  .tan  afioable  q«e  «• 


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—309— 
granjeaba  el  afecto  de  cuantos  le  trataban:  compasivo  con  los  des- 
validos en  cuya  defensa  empleó  mucha  parte  del  tiempo,  lo  mismo 
i^ne  en  los  destinos  públicos,  privándose  de  negocios  lucrativos:  fué 
muy  amante  á  sus  padres  y  hermanos  á  quienes  mantuvo  constante- 
mente á  su  abrigo  con  su  trabajo:  vivió  y  murió  pobre;  y  sin  embar 
go  hacia  algunas  limosnas  cuando  podia.  Manifestó  en  sus  prime- 
ros a6os  inclinación  al  estado  eclesiástico,  y  aun  recibió  la  prima 
tonsura  y  obtuvo  dimisorias;  pero  eran  tan  acendradas  su  modestia 
y  humildad,  y  le  imponia  tanto  la  magestad  del  sacerdocio,  que  no 
aspiró  á  tan  alta  dignidad,  no  obstante  haberle  indicado  repetidas 
veces  el  Ulmo.  Sr.  Valera,  que  le  daría  colación  de  algunas  cape- 
llanías de  la  mitra,  lo  nombraría  su  Provisor,  y  lo  recomendaría  á 
la  piedad  soberana  por  si  tenia  á  bien  presentarlo  para  una  preben- 
da en  la  catedral  de  Santo  Domingo,  si  queria  recibir  las  sagradas 
órdenes.  Las  glorias  mundanas  ninguna  influencia  tenian  en  su 
¿ora^n,  pues  ni  pretendió  jamás  honores  ni  condecoraciones:  ci- 
frábanse todos  sus  afanes,  en  cumplir  escrupulosamente  los  deberes 
de  un  buen  cristiano,  en  cuya  observancia  fué  siempre  exactísimo^ 
y  los  de  buen  español,  fiel  á  su  Rey  y  adicto  á  su  patria;  y  lo  que 
roas  le  agradaba  eralatranquilidao  de  su  conciencia,  el  aprecio  de 
sus  superiores  y  la  consideración  publica. 

Xas  recomendables  cualidades  y  sobresalientes  virtudes  del 
Dr.  Moscoso  no  podían  quedar  en  el  olvido;  y  al  trazar  estas  líneas 
cumplimos  gustosos  un  deber  de  justicia  y  de  gratitud,  presentan- 
do un  modelo  digno  de  ser  imitado  y  del  respeto  y  estimación  que 
f iempre  se  tributa  al  verdadero  mérito.  — /.  M.  M. 


PROTOCOLiACiaX 

Be  todas  las  disposloiones  realM,  administrativas  y  eoo- 
aomioaa  pi^bUoadtti  de  oficio  en  el  o^es  de  MaxBo  ül«» 

tisio* 

SALA  CAPITULAR. 

El  Escmo.  Sr.  Presidente  Gobernador  superior  civil,  en  oficio 
de  18  de  Febrero  ultimo  se  sirvió  comunicar  al  Esemo.  Ayunta- 
miento qué  de  conformidad  con  la  consulta  del  Sr.  Alcalde  mayor 
primero,  y  con  objeto  de  evitar  abusos  por  parte  del  rematador  j 


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Go6gIe 


—310— 
cobradores  .del  arbitrio  municipal  de  puestos  póblicos,  habÍA  dis- 
puesto se  publiquea  por  los  Diarios  de  esta  ciiidad  los  artículos  del 
del  reglamento  del  asunto,  relativos  al  modo  y  forma  en  que  debe 
verificarse  su  cobranza,  cuya  publicación  se  hiciese  por  el  misma 
Escmo.  Ayuntamiento,  quien  acordó  que  asi  se  verificase,  ea  cabil- 
do ordinario  de  20  del  citado  mes,  y  el  tenor  de  dichos  artículos  es 
como  sigue: 

Art.  V  Pagará  un  real  todas  las  semanas  cada  puesto  de 
verduras,  carnes,  frutas,  dulce,  pan,  y  de  cualesquiera  otros  efec- 
tos y  comestibles  que  se  sitúan  para  vender  en  las  plazas,  pla;suel9Sy 
calles,  portales,  recintos  del  teatro  y  de  la  aduana  antigua  y  sin  dis- 
tinción en  cualquiera  paraje  del  tránsito  público  de  intray  estramu- 
ros  hasta  la  esquina  da  Tejas,  sin  escepcion  de  hora  ni  tiempo. 

Art.  2°  Pagarán  igualmente  las  arrias  y  caballos  sueltos  que 
entren  cargados  en  las  plazas  dA  mercado,  con  destino  á  yeuder 
aunque  no  descarguen  en  ellos  ^1  respecto  de  un  r^l  por  cada 
bestia. 

Art.  3^  Pagará  asi  mismo  un  real  cj^da  una  de  las  volantes 
de  alquiler  que  concurran  á  los  parages  destinados  á  su  tráfico;  y 
los  ómnibus  ó  diligencias  dos  reales  cada  una. 

Art.  4?     Los  lecheros  que  se  lijan  á  vender  en  un  sitio  paiga- 
,  tin  un  real  por  cada  caballo  cargado.  ♦ 

Art.  5^  Los  vaqueros,  pagarán  también  el  puesto  que  ocu* 
pcn  al  respecto  de  dos  vacas  por  un  real. 

Art.  6^  Los  puestos  de  madera  y  leña  pagarán  también,  gra- 
duándose entre  el  dueño  y  el  contratista. 

Art.  T  Se  entenderá  por  un  puesto,  el  terreno  de  dos  varas 
de  frente  y  dos  de  fondo  poco  mas  ó  menos  que  es  el  que  se 
gradúa  suficiente  para  colocar  la  carga  de  un  caballo;  mas  si 
en  el  mismo  espacio  6  en  menos  del  que  corresponde  á  dos  pues- 
tos se  pusiere  la  carga  de  dos  caballos,  pagará  doble  pensión,  j  á 
poopoQcion  en  los  demás  casos. 

'  'Art.  .8*  Si  la  carga  de  un  caballo,  carretón  ó^  carretilla  se  dis- 
tribuyere en  diferentes  puestos,  pagará  cada  uno  la  misma  pensión  > 
aunque  ocupen  menos  cantidad  de  terreno. 

Art.  9?  Si  de  los  artículos  que  hay  en  ún  puesto,  que  han  pa- 
gado^ se  pasan  parte  de  ellos  para  vender  en  otro,  que  no  io  hajra 
hisoho,  pagará  la  misma  pensión. 

•  Art.  10.    IJna  cabria,  ápaesto  de  vaca  ó  ternera,  ^tuado  íue- 


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—au- 
pa, de  lnB  €8«Utes  de  los  mercados,  ^&;graduiii¿'eo  dos  varas  .  de  U^ 
go,  poco  mas  ó  menos,  y  el  ancho  correspondiente  para  raaDejatie^ 
el  operario,  mas  si  ocupase  tres  varas,  se  graduará  y  pagará  pordoa 
p^festo».      : 

Art.  11.  Los  puestos  de  m^Qa^  se  graduaráa  por  las  varM 
deterreiHi  qite  obupen  al  respecto  de  cuatro  varas  planas  por  eaUn 
puesto,  fán  sugecioa  al  aúmero  de  bestias  que  en  ellos  se  dea^ 
eapgHen. 

Art  1^.  Los  de  manzanas,  cebollas  y  demás  legumbres  se 
graduarán  igualaaeote  á  dos  varas  de  urente  poco  mas  ó  menos  y  «I 
fondo,  que  le  acomode,  como  no  sea  mas  de  otras  dos-  varas  pava 
que  no  e^orben  el  tránsito  pero  si  ocuparen  tres  varas  de  frentei 
pagaBán  como  dos  puestos. 

'  Art.  13.  Se  esceptuan  de  pagar  el  arbitrio  las  arriáis  y  besi^ 
tias  sueltas  que  andan  vendiendo  pof  las  calles  con  eondieion  de 
q«e  no  se  üje»  en  un  paraje  para  vender  al  público;  pero  si  se  de^ 
tienen  en  cualquiera  plaza  ó  calle,  esperando  á  que  concurran  oom" 
pradores^  como  sucede  con  los  malogeros  q«e  vieaen  de  parte  de 
tarde,  pagarán  la  propia  pensión  de  un  real  por  bestia,  aunque  no 
echen  la  carga  al  suelo.-^Quedan  también  esceptuados  los  carreto- 
lieM  de  alquiler  con  atención  á  la  fagina  que  en  beneficio  público  les 
eBtá  seaalada. — Tampoco  se  pagará  por  ol  caballo  en  que  va  mon^ 
üid©  el  arriero,  ni  por  el  que  hubiese  descargado  ó  entrado  sin  car* 
ga  en  loa  mercados. — Quedan  asimismo  e&:eptuadas  del  pago,  la» 
oaeillasy  pviestos  de  firme  que  tiene  alquilados,  ó  arrendados  la 
cáudad,  y  sob  lo  verificarán  en  el  evento  de  poner  dé  la  parte  de 
afíiem  algunos  efectos  para  espender. 

Art.  14.  Los  cobradores  del  arbitrio  darán  precisamente  re- 
cibo al  que  les  pague,  espresando  la  fecha  y  el  parage;  y  asi  como 
los  recibos  de  un  puesto,  no  servirán  de  abono  para  otro,  tampoco  a« 
volverá  á  cobrar  en  uno,  mientras  que  no  se  haya  cumplido  la  su-» 
ma  pagada,  aunque  el  tenedor  del  recibo  sea  diferente  sugeto. 

Lo  que  se  hace  notorio  para  la  general  inteligencia.  Habana  y 
Afarso  3  de  1846. — Francisco  de  Castro, 


Sacretafia  del  Gahiemo  Superior  civil  de  la  Isla  de  Cuia.^^I^ 
£somo.  &«  Gobernador  Capitaa  (jreneral,  ha  dispuesto  á  instancia 
de  lo»  sefiones:  Coroneles  D.  Manuel  Pastor  y  D.  Antonio  Parejo» 
^ue  se  pnbKque  en  tres  números  ooAseouti^s  del  Diario  la  coi^^ 


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—312— 

ta  y  remate  para  la  «oastrueciein  de  la  puerta  de  San  Jes6  j  dársroa 
para  depósito  de  maderas,  que  celebraron  en  los  térmÚM»  si- 
guientes: 1 

^^£q  la  siempre  fidelísima  ciudad  de  la  Habana  en  treintede  Ju- 
lio de  mil  ochocientos  cuarenta  y  cinco  aflos,  estando  bajo  los  poT* 
tales  de  la  casa  de  Grobiemo  con  asistencia  del  Dr.  D.  Vicente  Oses, 
comisionado  para  estas  diligencias  de  remate,  se  procedió  pormt»dío 
del  moreno  Teodoro  Rodriguez,  que  hizo  las  veces  de  pregonero,  é 
decir  en  altas  é  inteligibles  voces  por  oofao  mil  seiscientos  catorce 
pesos  se  comprometen  á  construir  la  puerta;  cuerpo  de  guardia, 
resguardo  y  muelle  por  donde  se  han  de  introducir  las  ma<)eras  de 
particulares  en  la  muralla  de  San  José,  dando  de  contado  ht  mitad  de 
dicha  cantidad  y  el  resto  en  tres  meses  s^ientes  por  terceras  pw« 
tes,  ó  dando  el  todo  de  contado  si  fuere  necesario,  obligándose  i 
las  reparaciones  que  necesitan  estas  obras  en  lo  sucesivo,  deposi- 
tando al  efecto  su  importancia  en  la  caja  del  Real  cuerpo  de  Inge- 
nieros con  arreglo  al  presupuesto,  que  este  •  forme,  percibiendo  per 
el  desembolso  que  hacen  dos  reales  por  cada  loza  de  cedro,  un  real 
per  tirante,  medio  real  por  pértigo  u  horcón  j  un  peso  por  el  ciento 
de  estacas  ó  ejes  de  canreta:  si  hay  quien  quiera  mejorar  postara 
comparezca  que  se  le  admitirá,  pues  se  ha  de  rematar  en  este  día 
en  quien  mas  diere;  en  este  acto  se  presentaron  los  señores  ooronek^ 
D.Manu<il  Pastor  y  D«  Antonio  Parejo  y  ofrecieron  entregar  les 
ocho  mil  seiscientos  catorce  pesos  en  que  se  ha  fijado  el  valor  dt  hi 
puerta,  cuerpo  de  guardia  y  resguardo  por  el  Real  cuerpo  de  iage* 
nieros  dando  al  contado  la  mitad  y  el  resto  en  los  tres  meses  m* 
guientes  por  terceras  partes  y  si  fuere  necesario  lo  darín  todo  de 
contado;  se  obligan  asi  mismo  á  las  reparsciones  que  ^n  lo  sucesivo 
necesitaren  estas  obras,  tanto  en  las  rampas  como  en  el  cuerpo  de 
guardia  y  habitación  del  resguardo  y  sus  dependencias  por  el  pre- 
supuesto que  entonces  forme  el  Real  cuerpo  de  ingenieros  i  tnjt 
caja  entregarán  su  importancia  para  su  ejecución,  se  obligan  tatt- 
bien  á  construir  la  estacada  y  muelle  para  la  formación  de  la  dárse- 
na y  descarga  de  madera  menuda  en  los  términos  y  formas  sc^tah* 
dos  por  la  marina  en  la  junta  de  Dirección  aprpbada  por  el  Escmo. 
Sr.  Comandante  general  de  este  Apostadero,  quedando  por  consi* 
guiente  este  punto  como  el  único  designado  para  el  acopio  y  veotí 
por  mayor  délas  maderas  del  pais  respecto  al  litoral  de  esta  ciudad  y 
sus  barrios  estramuros,  percibiendo  por  el  desembolso  que  hacen  y 


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— ais- 
las reparaciones  que  aobrevenga  en  liafiibiicas  deiignadas,  tíos  rea- 
les por  cada  toza  de  cedro,  im  real  por  tirante,  medio  real  por  pérti.- 
go  ú  horcón  y  un  ]ttso  por  ciento  de  ejes  6  estacas,  todo  con  arreglo 
á  lo  que  consta  en  el  espediente,  y  ateniéndose  á  un'  derecho  pro- 
porcional en  cualquiera  otra  clase  de  maderas  que  por  ser  raras  no 
86  han  9úK)tado.   Y  habiéndose  procedido  por  medk)  del  prego-^ 
ñero  á  publicar  por  distintas  ocasiones  la  proposición,  j  siendo  las 
dos  de  la  tarde,  dispuso  el  letrado  de  la  comisión  que  s^  avivase 
la  voz  del  pregonero  y  que  se  apercibiera  de  remate  diciendo  en  al- 
tas Toces:  por  ocho  mil  setecientos  catorce  pesos  se  comprometen  á 
construir  la  puerta,  cuerpo  de  guardia,  y  resguardo  en  la  muralla 
de  San  José,  dando  al  contado  la  mitad  y  el  resto  en  tres  meses  si- 
guientes por  terceras  partes,  y  si  fiiere  necesario  k>   darán  todo  de 
contado;  se  obligan  asimismo  á  las  reparacbñes  qtie  en  lo  sucesivo 
necesitaren  estas  obras,  tanto  en  las  rampas  como  en  el  cuerpo  de 
guardia,  habitacrou  del  resguardo  y  sus  dependencias  por  el  presu-^ 
puesto  que  entonces  forme  el  Real  cuerpo  de  ingenieros  á  cuya  caja 
entregarán  su  importancia  para  su  egecucioñ;  se  obligan  también 
á  eonstruir  la  estacada  y  muelle  para  la  formación  de  la  dársena 
y- descarga  de  madera  menuda  en  los  términos  y  forma  señalados 
por  la  Marina  en  la  junta  de  Dirección  aprobada  porelEscmo. 
&*   Comandante   General  del  Apostadero,  quedando  por  consi« 
guíente  este  punto  como  el  único  designado  para  el  acopio  y  venta 
por  mayor  de  las  maderas  del  pais  respecto  al  litoral  de  esta  ciudad 
y  sus  barrios  eslsramuros,  percibiendo  por  el  desembolso  que  hacen 
y  las  reparaciones  que  sobrevengan  en  las  fabricas  que  van  designa*' 
das,  4os  reales  por  cadatoesa  de  cedro,  un  real  por  tirante,  medio 
real  pMgo  u  horcón  y  Un  peso  por  el  ciento  de  estacas  6  ejes  de 
carretas.  Si  hay  quien  quiera  mejorar  postura  comparezca  que  sé 
le  admitirá,  pues  se  ha  de  rematar  en  este  dia  en  quien  mas  diere: 
apercibo  de  remate  á  la  una,  á  las  dos,  á  las  tercera  y  pues  que  no  hay 
quien  diga  ni  quien  quiera,  que  buena,  que  buena,  que  buena  pro  le 
haga  á  los  rematadores.  Y  estando  presente  el  Escmo.  Sr.  D.  Manuel 
Pastor  y  el  Sr.  D.  Antonlo'Juan  Parejo,  prestaron  jurameat^coa  ar- 
reglo á  derecho  por  el  cual  ofrecieron  cumplir  bien  y  fi^Unerite  con 
las  condicioQes  del  remate  por  haberlo  hecho  por  si  segtin-  le  maní» 
Testaron  y  iSirmaron  para  constancia  con  el  letrado  de  la  eonidoa 
y  por  ante  mi  de  que  doy  fé. — Dr.  Oses.  —Manuel  Pastor.— Anto- 
nio Parejo.  Ante  mí.— francisco  de  Casbro. 


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—314— 
•*  •íuto.— Habana  y  Agosto  18  de  1845. — Vistos:  se  apnwba 
cuanto  h\  lugar  en  derecho  al  remate  de  la  construcción  de  k  obra 
Heoesaria  para  la  apertura  de  la  nueva  puerta  pro#ptada  en  la  mura- 
lla de  San  José  celebrado  según  y  en  los  mismos  términos  que  apa- 
rece déla  diligencia  antecedente  a  favor  del  Ecsmo.  Sr.  D.  Manuel 
Pastor  y  del  Sr.  Coronel  D.  Antonio  Parejo  quienes  en  remunera- 
ción de  este  desembolso  y  de  los  que  hagan  en  las  necesarias  repara- 
dones  de  dichas  obras  á  que  también  se  obligan  podrán  percibirlas 
coo^  que  se  espresan  por  las  piezas  de  maderas  que  se  introduz- 
can por  aquel  punto,  único  designado  para  su  acopio  y  venta  por 
mayor  interponiendo  el  Tribunal  para  la  mayor  validación  y  firmeza 
del  citado  remate  la  autoridad  judicial  que  ejerce  en  la  mas  bastan- 
t3e  forma,  y  facilítese  á  los  rematadores  á  los  fines  que  les  conven- 
gaUy  si  lo  pidieren,  á  su  costa  testimonio  de  la  referida  diligencia  y 
áe  este  auto. — 0-DonnelL  — Oses.— Francisco  de  Castro. — Es  co- 
pia.— J\&guei  Maña  Painagua. 


Secretaría  del  Oobiemo  Superior  Civil  de  la  Ma  de  Cvba,-— 
Precedidas  las  formalidades  dis[)uesta6  en  la  Real  Cédula  relativa 
á  inventos  artísticos,  ha  tenido  á  bien  el  Escmo.  Sr.  Presidente 
Gobernador  y  Capitán  general,  espedir  la  correspondiente  por  cinco 
ft&os  á  D.  Víctor  Acosta,para  el  uso  de  una  máquina  que  hainveu^ 
tado,  pera  moler  madz  y  descascarar  arroz,  con  mayores  ventajas 
de  las  obtenidas  por  otros  medios  en  dicha  operación:  en  concepto 
de  que  esta  gracia  es  y  se  entiende  sin  perjuicio  de  tercero,  en  el 
caso  de  que  este  pruebe  en  los  tribunales  establecidos  ser  falsos  ios 
datos  en  que  se  apoyó  el  interesado  para  conseguirla:  di^máendo 
igualmente  S.  £.  se  anuncie  al  publica  para  su  conocimiento. — 
Habana  7  de  Marzo  de  1846. — M^uel  Mafia  Pamagtui. 


/futida  de  las^  promodonesy  nombramientos  y  otras  gradas  concedi- 
das al  Ejército,  Milicias  y  demos  dependeiidas  de  Guerra  de  es- 
tá blay  e)i  la  correspondencia  redhida  en  el  dia  de  ayer  por  el  cor- 
.  -nso  xmm.  ^dela  Empresa  marítinxa,    *  * 

Por  Real  orden  de  6  de  Diciembre  del  año  próximo  pasado, 
«eha  aecrído  &  M.  dar  colocación  de  Tenientes  en  la  T^,  2?  y  5- 
jcompafiras  dd  regimiento  de  Lanceros  del  Rey,  al  teniente  en  si- 
taackm  de  reemplazo  en  Navarra  D.  Tomas  Soriano  al  que  lo  es 
graduado  de  Capitán  en  la  propia  situación  en  Zaragoza  I).  Martin 


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—315— 
Maripe,  y  al  de  la  misma  clase'y  grafdo*  de  Villa  vlciósi  D.  Jeté  An-l 
tonio  Amaté.  Tambfense  concede  colocación  de  Afferea'en  elints^ 
mo  cuerpo  al  de  esta  clase  graduado  de  tehiente  D.  Santiago  <jon- 
zalez  del  Yerro,  todos  en  reemplazo  de  los  oficiales  subalternos  qhe 
pasaron  á  los  regimientos  de  Milicias  de  caballería. 

Por  real  orden  de  4  de  Enero  del  corriente  año  se  prorolievér 
á  capitán  de  la  V  coimpañía  del  taismo  cuerpo  Lanceros  ad  'Ayu- 
dante mayt>r  del  4?  escuadrón  D.  Orencio  Fontcuberta;  para  senrif 
h  plaza  que  este  deja  al  teniente  D.  Antonio  OaEStiIlo  deLerin,  y  pa- 
ra llenar  la  vacante  de  este  éltimo  empleo  al  teniente  graduado  al- 
férez del  precitado  cuerpo  D.  Antonio  Hódriguez.  • 

Por  otra  de  la  misma  fecha  se'  promueve  á  comandantes  doT 
regimiento  Milicias  de  Caballería  de  esta  Plaza  á  lok  capitanes  del 
mismo  D.'  Tomas  Scítolóngo  y  Marques  déRéalProclamadion,  con- 
ciediéndose  igualsoente  el  empleó  de  capitán  del  propio  cuerpo  á 
D.  José  María  Herrera  y  Garro,  á  D.  Manuel  Esteva,  á  D.  José  Es-» 
téva  y  á  los  subtenientes  D.  Francisco  Velazquez,  D.  Manuel  Mo- 
lina, D.  Tomas  Máttio  Cervantes  y  D,  Pedro  Morales  de  Armeiíte- 
ros:  los  de  subtenientes  á  D.  Péli^í  Herrera  Báviiay'D.  Jo^Ignácid 
de  Estenoz,  y  los  de  Porta-Estandailes  al  cadete  á  D.José  Albo  y  áf 
D.  José  Cadaval  y  Cfcacon.  f 

Por  otra  de  5  de  Diciembre  anterior,  se  concede  el  empleo  de 
primer  Comandante  de  infantería  alTeniente  coronel  D.  Manuel 
González  Anleo,  mayor  comandante  y  Teniente  Grobemador  del 
JSIanzanilIo,  pero  sin  salir  de  la  clase  de  retirado. 

,  Por  otra  de  18  del  mismo,  se  concede  la  plaza  facultativo  dé! 
Regimiento  de  Cuba  á  D.  Faustino  Arbe. 

Por  otr;j  Je  24  los  honores  de  Auditor  de  Guerra  á  D.  Miguel 
Ferrer  y  Martínez,  abogado  Je  los  Tribunales  nacionales  y  Vecinii 
de  esta  ciudad. 

Por  otra  del  14  se  nombra  Gefe  del  ramo  de  Sanidad  militar  de 
esta  isla  al  Sr.  D.  Migikl  Pinett,  con  el  sueldo  y  consideraciones 
que  corresponden  á  este  empleo. 

Pbr  Iteal  Cédula  de  17  dé  Noviembre  ultimo,  se  nombra  Ca- 
ballero con  cruz  y  placa  en  la  Real  y  militar  orden  de  S.  Herme- 
wjttdoa!  Coronel  graduado  D.  José  Gallego,  primer  Comandante 
del  regimiento  de  Cuba. 

Por  otras  Reales  Cédulas  de  la  propia  fecha  se  nombran  CiAa- 
lleí  os  de  la  misma  orden  al  Caphaii  del  regimiento  de  Caotabria  D. 
T.  II.— 39. 


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—316— 
JtH<nll9triii,fayi<k  Leon.1>«>RiuQpnSaU)las'y  al  Teniente, vetenw 
del  regí mieiito-ilifanteria  <h  Milicias  D.  José  Antoníp  Vfdfl^rnuw* 
íter  itoi-de  80  ¿t  Diciembre  se  coacede  la  cruz  de  epideniiaf 
áJX  JoséMaíiuel  de  Casas  y  D.  Manuel  de  Jesús  Fpncu^i^ti^  Mé- 
dico cirujano  el  1^  ddi  4^  lEscuadroniloral  de  Femando  TfyY  <d^ 
dttt  Gtt^o  de  honrados  obreros  y  bdUnberos  de  esta  ciudad*  f 

/  Peor  otra  de  14  del  ropetidO'  Dilcíenibre  bao  fid9  no^nlirf^dp^ 
para  eubrif  los^^mpleoa de  Tenientes  veteranos  vqcantes  m^  los . J^ 
giif  ¡entes  de  MUicias  diáúpUn^di$  de  CabaUeria:  de  est^  ciodn^  ji 
cte  U'de'Matansas  i  los  individiioséigttieates  procedentes  det.q^r^ 
cito  de  la  Península:  D.  Antonio  María .Maby»  D*  Enrique  Moi»* 
Beé^  ^^wAiitonto  Arenillas;  D^rJosé  Obejas^  D«  Agustía  Guarnecí, 
DidPranciseo  Martos,  D.  Agustín  Viñals^  D.  Manuel  Díaz,  J>t  F^as- 
eÍ0e#  jéePb  Vafeque^y  D.  Catnilo  Btitísta  y  D.  Francisco  M?i|os«  .  , 
•  •  Por  otitade  4  de  Enero  ante  pr^xiuiio  se  concede  mejora  de 
ret^éf^lTetiienteD.  José  Santos.  >    ..  '    rt 

f '  Y  Fidálmente  en  otra  Real  orden  de  la  misma  fecba  secóse 
cede  religo  con  arreglo  al  reglamento  de  30  de  Ootubre  de  1616  al 
Gaba]P-Isidró:HtviuS)  Sargento!  1^ gradando  José  Basilio. Ariaa  y 
tanbor/Sebaátiáli  Goniale:t.  •    *  .« 

Habana  11  de  Marzo  de  1846.  --Pedro  E9tékm^  9ñC9eít9KW.  t  ] 


f  J. 


Secretaría  dd  Qohiemú  Superior  Civil  de  la  Isla  de  CSJhu^-^ 
£^ibj^^d€)fp  encargado  don  Alfredo  Eligió  Sauvalle  del  destiii'ó  de 
Mampostor  administrador  de  los  bienes  del  hospital  de  San  Lázaro 
ftf^.^ff^  c^itali  se  afiuncia  al  público  para  los  efectos  conveoíeá- 
J¿í(.— /H^tüiifta  \^  d^  Marzo  de  1846.^  JI%m€Í  ^aría  Pa^Uagüa. 


i  » i  >^     J\fi)s4l*lleetor  déla  Real  Umoersidai  de  la  Habana^      .     . 

'  ^  A'tódos  los  Doi^tores,  graduados  enla  fbcuUad  dejiniq^ni* 
^^Cfá'^rf  las  Uni^rsidadesdel  Reino,  hacemos  saben  que  en  esta 
fijéai  ümvé^idad  se  hallan  vacantes  actualmente  dos  phieas  4e 
Catedrático  Supernumerario  de  la  fistcultad  de  Juii^Miideneia  san 
dotadion  fija,  pero  cuyo  título  habilita  para  optar  á  la  propiedad  y 
^stiftucion  de  la  Cátedras  de  la  misma;  y  debiendo  proveerse  por 


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—317— 
S.  M.  h.  Reina  Niíéstra  Señora,  prévte  oposición;  y  á  propue^ia  del 
Escmo.  Sr.  Vice^Real  paroteétor  de  esrte  estafatefiíniento,  ha-aeoí^ 
daáo  él  Claustro  general,  en  uso  de  lasfacnhadeB  qiue  iseccujáieren 
por  el  Pian  general  de  Instrucción  pública  de  esta  ida  i  y  áe  lá  de 
Puerto  Rico  y  Reglamento  de  énta  Universidad,  •  convocar  á  to* 
dois  tos  B^pn^ntes  á  las  citadaB  plazas,  fijando  él  terminó  ■  áe  seis 
meses  improrogables,  contados  desde  esta  fecba,  para<<yue'ios  cant 
didatos  puedan  presentamos  las  memorias  de  que  habda  el  aiticulo 
^M4y  Id&delM^kadósPlan  y  Reglamento  y  hacer  éonsteirlas 
btdidftde^qun^se  le9eiÉigenporel  143  del  primem,  qqe  tüasladaimoa^ 
con  los'bnteriore^yotrDsquese  han  estimado»  pcirtinetites^  atpi^ 
del  presente  edicto  el  cual  se  leerá  y  fijará  en  esta  Real  Universidad 
y  én  \itÁ  dé  Ift 'Península,  é  igualmente  se.  publicará  a»  taréb  n&itieroa 
eotoseoutiva^delos  Diarios  de  esta  Oapitcd  y  de  lo»  de  ks  D^psftai* 
tMttlXM^'de  Mu  Isla  f  de  la  de  Puerto-^Rioó^  A  c\sy&  fiii,''estendbpiet 
Tenido  que  se  determine  la  cuestión  sobre  la  cual  hayan  de  disertan  km 
oipositores  en  bs  indicadas  manoriasel  0)áiistn>g«iemilmaaJÍalado 
kMaigttientes:  -  <  ^  :•-.■...  «.^.^    f 

'  Pirrarla  prímempkii»r  ;,.,.'     . 

Si  en  virtud  de  la  ley  1^  del  titulo  18  Kbvo  10  de  fa  RfcopilaT 
doÉeii  lós  legados  y  fideicomisos^  tendrá  ó  «o  bigar  la<  deducion 
deM««iMaiiFfltcidiay  TuebeliáBitia.  [       , 

Para  la  segunda:  '..... 

'  '8i  consecuente  á  la  ley  1?  del  título  30,  Ubro  10  deila  Norái*^ 
ma  Recopilación,  el  cónyuge  superstite,  teaddí  ó  no  ebligaciéé 
de  íeservar  los  bienes  que  adquiera  por  institución  expireisa  del  hijo. 
<  Dado  en  esta  Real  Universidad  de  la  Habana  firmado,  cop 
nuestro  nombre,  atítoHeadó  con  el  sello  mayor  de  la  misBKi^  y  re* 
firendfedcí  por  su  infrascrito  Secretario  áonoede  marzo'da  hiil  ocho- 
cíiéntos  cuarehta  y  seÍ9.->- José  María  VelazqueZy  sccvetarifci'  ^  -  *  t  * 


Artículos  del  plan  de  tnstruccion  publica  9e  las  Islas  de  Cuba  jf 

*  Puefio-IUcOy  sobre  oposicumes.  '  ■  ' 

•'  "  "■    '       >;»   • ''  '..••-  ■  .•    —     ■  ¡,-..'  .; • 

143. — Para  ser  admitido  al  concurso  se  exigirá  dei8#tiifpít 

itmiteá.  ''.»!•-  '."..;       ,    ^ 

La  i^lidad  de  español  ó*  haber  obtenido  caita  de  naturakzaelí 
estos  Reinos.  *  .i  *    .  .       . 


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-318— 

Et  grado  de  Doctor  ^n  la  respectiva  facultad  p<$.  pualquiea 
Univerridad  6 Colegio  de  Me<lic¡na  y  Ciriyia  del  Reino. 

Un  atestittio  de  moralidad  y  bueaa  conducta  dado  por  la  Au- 
toridad inunictpal. 

Ser  mayor  de  veinte  y  dos  años. 

Nofaaber  sido  condenado-  a  penas  afliutivít»  ó..  íafüu^afites,  á 
menos  qnekubiese  tenido  habilitación.  . 

■144.--^Lo8 ejercicios  coHisústiráa:  ■   ..     , 

l--r^En  una  disertación  6  roeemoria  escrita  (|Nse«et)tada  sin  Mío*' 
biedel  autor  i|i^  eonstaci  en  pliego  separado,  y  üellod^)  Bobreel 
puntb  señalado  por  el  Claustro :  ^neral  en  los,  «dictas;  d&üOi^o* 
caeioD«  I 

•  fi?«— Eb  un  txámeii  pt^ico-  dei  dos  hor^¿oa4a^ aspirante  sobre 
npiopia  iBíeraoria  siempre  que  e«ta-  halla  ^donprobailitpoiipfi 
jwfcSy  aates  de  abrir  el  pliego  que  ddb«  ^Attm^r  ««l^oiphoe^d^I 
autor.'    .  .  ..,.     .... 

Las  mtmoBM  qti«A0inereo¡ere»4^probaei(Hi|rpe9q^tfieo^ 
la  Secretaría  de  la  Universidad  a  disposición  da  las  ft^rsootisi^ifi 
las  hubiesen  presentado,  á  quienes  se  devolvéváa  ctsrr^dos  los;  plie- 
gos yespéctlVofi^  en  que  conste  el  nombra  del  atiUff.    •  ^ 

.3?-*^Eii  una  €lsplk'9ciaiit  publica  de  meái»  hons  i  k|  ipéü^i 
sobre  el  punto  que  entre  los  de  laiueAckistó  íaoultiid  haya^MUA»^ 
suerte  al  candidato  una  hora  antes,  durante  cújrQ.itíettpo*pi|a|Mne- 
cera  ¡áconuiniüádo  cnot  la'BibKotecti^  dxmdd  ae  les  ^umimiiliaién  los 
Iftiros  y  <Jkniás  auálios  que  necesite.  ;;  ** 

'  Conclmáo  este  ejercicio  le  harán  los  d^más  opofiitofa^  por  tien* 
peque  no  baje  de  una  hora,  ni  eseeda  de  tres  Jas  reflecoionet  (pe 
juKgven  oportuRás  sobre  la  materia  que  h^ya  tratado^ 

-4"*— En  un  examen  público  de  dosá  tres  boil^  sobre  Iftdencia 
ó  facultad  en  general,  y  sobre  la  pedagogía  ó  métoKlo  de  enseS&OKS* 

JDe  h^  caiedralicos  propietarios. 

119. — El  sueldo  ^,,los  catedráticos  será^  proporciónala  los 
afios  de  servicio,  según  se  consideren  de  entrada  de  ascenso  ó  de 
térmuiet.  « t  r 

120. — Serán  de  entrada  todos  los  catedráticos  que  no  Ue^it» 
Joee  aiios^e  enseñanza,  y  disfrutará»  el  sueldo  de  mi  peaos  si  lo 
fueren  de  la  Universidad  y  de  seiscientos  si  del  Colegio.       •  * 

m 

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—319—       ' 
12L-^Se  reputará  de  ascenso  los  Cattedrátlcos  que  lleven  mas 
de  doce  años  y  menos  de  veinte  de  enseñanza;  y  disfrutarán  delsuelr 
do  de  ñiil  quihient<^  pesos  los  de  la  Universidad. 

ArKctdos  del  reglamento. 

167.— Concluido  el  término  prefijado  parala  admisión  de  las 
memorias,  nombrará  el  Claustro  general  los  seis  individuos,  de  los 
cuales  han  de  sacarse  por  suerte  los  tres  Jueces,  conforme  al  arti- 
culo 145  delplan. 

158. — Dentro  de  un  mes  deberán  dar  estos  censuradas  las  me- 
morias, ron  su  informe  motivado  que  se  presentará  al  claustro  parti- 
cular para  su  aprobación. 

159,  — Obtenida  esta,  convocará  el  Rector  á  Claustro  general 
para  í a  apertu/a  de  los  pliegos  cerrados  que  acompañen  á  las  me- 
morias a{>robadas,  y  conocidos  que  sean  los  ajiitores,  se  les  avisará, 
si  residiesen  en  la  Isla,  fijándoles  el  dia  en  que  lian  de  empezar  los 
ejercicios  que  en  ningún  caso  podrán  diferirse  mas  de  un  mes. — Es 
€opta.—/oíé  Jifería  Fíf/ozyueZj  secretario. 

wícMí^ríipQM  (?fi7i^«¿|íi^ren^aí  Jleafeí  Tip^íreí.-xDeade  el 
diacJej^aSana  cesará  P.  Antonio.Hu  viross^  de  s^f  rari^ndadoi;  del  Rea| 
€tepe(4u))fif  alcabala  de  ^da  qlas^  de  ve^ntas  de  tie^ílas  de -esta  ciu* 
da4,qiif4i<,uyéwlol^ü.  Gaspar  Villate  por  subrogívcion  que  fea  tenido 
á  .bieif  I  jiprobar  el  £scmo.  Sr.  Superintendente  gep^ral  delegado  de 
fleal  Hacienda  de  e^  Isla.  Lp  qu^  de  orden  de  S.  £.  se  i¡ioticia  al 
p^lico  para  general  i|^elige|ic¡a.  Habana  14  de  Marzo  de  lo46. — 
Del  Val. 

Secretaría  del  Real  acuerdo  de  la  Audiencia  Pretorial  de  la 
Habana, — Circular, --'EX  Rea^Auerdo  de  esta  Audiencia  Pretorial, 
se  ha  servido  proveer  el  auto  siguiente. 

Auió.  -  ^*£nla  ciudad  déla  Habanaá  cinco  de 
m&rzo  de  rbil  ochocientos  cuarenta  y  seis,  rourtv- 
dos  en  Acuerdo  ordinario  de  este  'dia  los  señores 
del  margen,  habiéndose  dado  cnentarde  eite  espe* 
diente  promovido  por  el  mimsterio  Fiscal  sobre 
sí  debian  ó  no  omstir  los  curadores  y  Sindteos  á 
las  confesiones  de  los  reos  menores  ó '  esclavos, 
acordaron;  que  en  cumplimiento  de  lo  prevenido 
por  las  leyes  en  las  causas  criminales  contra  per- 


Señores. 
Decano,  Regente 

iateriiKx 
Sanfe.  . 

Escorará. 
OarboaeR. 
Valenzuela. 
Presentes,  señores 
Fiscales, 


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—320— 
0onás  quesean  menores  dé  edad,  seto  ndmbre  curador  qlrte^ista 
i  aquella  paKe  de  las  deelaraciones  iiidagatórías  y  eonfirstoMk  en 
que  se  les  encarga  que  numífieéte*  la  vérdad-ooeKa''de<tlo»beefaos 
sobre  que  fueren  preguntados  y  á  )a  lectufs^  y  ratificación  de  las 
miomas  diligeaciaft.  Si  los  reos  fuesen  esclavos, podrá  d  Sii^sJioo  ba« 
cei  las  veces  d^  curador,  pero  previo  nombráraiento  y  di^efmimen- 
to  como  otro  cualquiera  a  no  ser  que  los  dueños  se  'jpreserí^aseQa 
defenderlos,  en  cuyo  caso  serán  estos  los  curadores  y  asistiraóila 
primera  parte  de  las  declaraciones  y  confesiones,  y  á  si|  ratificación 
en  la  fonjna  prevenida  anteriormente  para  las  personas  blancas.  Que 
•e  publique  y  circule  este  auto  á  las  justicias  ordinarias '  del  ter- 
ritorio de  esta  Audiencia  en  la  forma  de  estilo  para  su  cump^ien- 
to:  y  lo  firmaron  dichos  Señores  de  que  certifico.-r-Senores!-^Zar- 
co,— ;7§anz.^ — Escosura. — D.  Karaon  Cárboneíl.—  Váletóuda.— 
presentes,  Sres,  Fiscales. — Regino  Martin.— £s  Cí^ia. — ISt  ¡&c re- 
tamo de  Acuerdo.— ikWno  Martin^ 


,..\    . 


SecfetQría  del  ChbieMo  Superior  Cwü  d¿'  ta  tsla  éé  ^ÍJfcfci.— 
For  Heal  orden  dé  10  de  Enei*o  íítíttio,  Se  lia  dígrtádd  S.  M;  1*6* 
ceder  al  lUmo.  Sr.  D.  José  Máriá  Zamora  ílegfetite '  db  la'Rferfl  Aw^ 
djénci'a'PretiHál  deestíi  dudad,  los  hotídres'de  Mihsítrb  ¿WTrifetí^ 
nal  Supremo  de'Guérrá  y  Marina:'  lo  que  se  "anulicia  ál  ]^6bUB¿é 
ordfeV cl?1  ÍScnio; Sr..  Presidente|6t)l>elíiadof  y  CapitaA  g^Hérti  itóá 
Tos  eifectos  consi^ienteá.^— Habária  20  de  Marzo  rfe  184B.— 'JB^» 


Por  Eoal.deditetd  de  19  dé  Diciembrie  (Utiroo  espedido  pord 
Minnteno  de  Hueienday  ha  tenido  á  biesn  &.Mi  ooscedér  Jicmouél 
de  intendente  «de  provincia  á  D.  José  de  y  illanueva,  ofieiid^  «egun- 
éoét^hi  admÍMstracáicm  de  AeAtas  markimaa.iie '  esta  plaza. .  Y(R 
orden  del  Esomo.^.Superan^eiiideQte  genial  d^  Real  Haetenda» 
8e''paillioeí  para  general  céoocimiento.  Habtoa  20  de  Marzo  de 
1846. — Joaquin  Campuzano. 


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—321— 

.  .  .1,  ,    .  t     ■  ■  ■  i  •      ■ 

CfC^BIE^NO  MII4T4R  DE  LA  HABA^ÍA. 

Bdqc¡fínielp$^jm^^idms^^  quienes  j)or  JReal  orden  d^  24  deflnefá 
y,ltimo  se  ha  servido  SI-  M.  conceder  los  empleos  de  qfíctales  vacím-^ 
íesfn  ios  cuerpof  ^infeaúeír^  ,det  egirütode  esUi  hla^  que  en  Id 
misma  se  espresan.  '  , 

,  Capit9n'giT^vtaf}o  de  con^dante  /subinspector  que  fué  del  J^a- 
tallon  de  pardos,  D.  José  Mana  Llórente,  á  Capital^  de  la  3^  comr 
peH^^díil  RfígimieB^p  fie  ?^ñfi. 

'Sujbtenieiite  graduado  de  teniente  del  regimiento  peninsular  de 
Cantabria,  D.  Ventura  Blaché,á  Tísniente  de  la  6'  d^l  de  Isatet  2- 

Jíl*  id»  d^l  ^  PífTceloná^  D.  I'abian  Villanueva,  á  id.  de  la  2> 
d^l  mjsuK). 

.  Id.  id.  del  ^e  Estreni^\*ra  num.  15,  t).  Rafael  tíerona,  á  id* 
de  la  3?  del  de  León.  ,  , 

W.  idr  del  d^  $pria  núpa^ro  9,  D.  .Ciríaco  Villanueva,  i  id  Id- 
diel  de^arc^o^a. 

,     ,  |d.  i4'  4?!  ffc  Afriqa  núm.  i^  D.  José  Buesa,  á  iJ*  del  cualro 
de  reemplazo. 

,  ^b^ni^jite  del  de  1?  Reina  núm.  2,  D.  José  Albarran  y  Apa- 
ricio, 4. ^^  ^^ '^*sn]^'^.      ,  , 

Sargento  l?del  de  Ñapóles,  D,  Juan  Roland,  á  subteniente  de 
lafi^d^ll  de  Barcelona.  ,,  .  .      ,       ^ 

Ii}.  jl^l  d^  l?t  Poipna,  D.  José  Ravilero,  a  id.'  de  la  2^  del  de  la 
jCorona. 

.Id»  .del mismo,  D,  J^ipn  Cordero,  á  id.  de  la  6^  del  de  Ñapóles, 
'   Jd»  de;  U  compañía  de  depósito  del  de  León,   D.  Ramón  Ma- 
ría, á  id,  ,d?  la  6*  del  de  Tarragona. 

•  H-  del  de  h  Albuiera  núm.  26,  D.  Franfcisco  Parera,  á  id.  de 
Uli-  dqKeííápoles.     .  ■         . .     ; 

.¡Solíjadp  ¿ifstiuguido  del  de  Valencia  nüm.  23,  D.  Ricardo 
AgtUrre,,iid.  dp  Ip  de  carabineros  del  de  Barcelona. 

Sangento  1-  graduado  de  subteniente  del  de  Aragón  num.  2l, 
D.  Tomas  de  las  Herfts^  á  id-  de  la  2^  del  de  Cantabria, 

Asimismo  han  sido  dispensadas  por  S.  M.  las  gracias  si- 
guientes. 


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—822— 

Por  Real  orden  de  21  Enero  último  se  concede  el  empleó  de 
comandante  con  mando  de  compañía  en  el  regimiento  de  Miliciag 
Dragones  de  Matanzas  al  Escmo.  Sr.  don  José  María  "Catopos,  con- 
de de  Sanlovenia. 

Por  otra  de  28  del  mismo  se  promueve  al  empleo  efe  coman- 
dante mayor  de  caballería  al  que  lo  es  graduado  de  la  nifsma  arma 
don  Federico  Abadía,  Ay undante  de  ICarapo  del  Éscmo.  Si'.  Capi- 
tán general. 

Por  otra  de  la  misma  fecha  se  nombra  capitán  del  regimiento 
de  Lanceros  del  Rey  al  que  lo  es  del  ejército  dé  la  I*értíns(ífti  don 
José  Remigio  Traxler.      '  *'  ,        '      . 

Por  Real  Cédula  de  K  propia  Teclra  ¿e'homf)ra  cabsillero  de  la 
Real  y  militar  orden  de  San  Ilermensgildo  al  coronel  residente 
en   esta  isla  don  José  Román  Siichez.  ' 

Por  otras  reales  cédulas  de  6  de  diciembre  ultimó,  se  cbnceJe 
la  propia  condecoración  á  los  capitanes  del  Regimiento  de  Barce- 
lona D.  Bernaté  Maldagan  y  1).  Miguel  Praf,  y  di  teniente  de  la 
Habana  D.  Vertin  Mancebo. 

Por  Real  orden  de  13  íle  Enero  ante  próxitno,  Ée  nombra  te- 
niente con  d^stii\o  al  cujidro  veterano  de  las  Milicias  de  caballería 
de  esta  Isla,  aj  capitán  graduado  del  ejército  Je  la  Península  don 
Francisco  Ransfrenstrancb. 

Por  otra  de  18  del  mismo  mes,  se  concede  la  crtiz  de  Milicia 
I^acional  movilizada  ^1  porta-estandarte  de  los  escuadrones  Rufales 
de  Fernando  T  don  Gerónimo  Otero. 

Por  oitra  de  1-  dé  Febrero  último,  se  concede  merced  del  Rá- 
bito  de  la  orden  militar  de  Santiago  al  coronel  retirado  D.  Af  ^nuel 
Arrate  de  Peralta. 

Y  finalmente  por  Reales  órdenes  de  la  antedicha  fecha  se  con- 
cede retiro  con  sujeción  al  Reglamento  de  30  de  Octubre  de  1S16, 
á  los  individuos  de  tropa  del  ejército  de  esta  isla  qiie  á  continua- 
ción se  espresan  D.  Diego  Caballero,  don  Miguel  Cortes,  don  Cle- 
mente García,  don  Juan  Martipez,  don  Francisco  Alcázar,  dcfñ 
Manuel  Regalo,  Domingo  García,  Ramón  Segura,  feidm  Esquinas, 
i\gustin  Manzano,  J^orenzo  Casulla,  Manuel  Reyes,  Pfcdro  Her- 
nández y  Tomas  Biraes. 

Habana  23  de  Marzo  de  1846. ^^Prrfro  Esiebayiy  secretario. 


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—323— 

REAL  AUDIENCIA  PRETORIAL. 

Constituido  el  Superior  Tribunal  de  esta  Real  Audiencia  Pre- 
torial en  la  Sala  de  Acuerdos  bajo  la  presidencia  del  Escmo*  &r. 
Capitán  general  Gobernador  superior  civil,  ha  prestado  el  juramen- 
to con  las  ceremonias  de  costumbre  el  Illmo.  Sr.  D.  José  Mana 
Zamora  y  Coronado,  nombrado  Regente  porS.  M.  de  la  misma  Real 
Audiencia;  después  de  cuyo  acto  el  nuero  Illmo.  Sr.  Regente  pro- 
nuncio un  discurso,  que  con  ia  mayor  satisfacción  y  oomplaceDcia 
ponemos  á  continuación. 

SEÑORES: 

Lo  espinoso  del  cargo  que  acabo  de  jurar,  y  el  grave  peso 
que  impone  el  estricto  cumplimiento  de  sus  asignadas  funciones  me 
hacen  estr€Ínei:er.  ¿A  mis  años  ya  causados  de  afanes  públicos  res- 
tarán aun  fuerzas  para  soportal*  tanta  responsabilidad?  Alientan/ em- 
pero el  ánimo,  de  una  parte  la  amplitud  generosa  de  las  medidas 
administrativaSt  con  que  el  alto  gobierno  sigue  l^brant^o  la  felici- 
dad de  todos  los  españoles  ultramarinos,  y  su  especial  solicitud  en 
proveer  á  las  necesidades  y  bienestar  de  los  cubanos  por  medio  dfí 
la  nueva  organización  dada  á  su  Audiencia  Pretorial,  aumentando 
las  salas,  ministros  y  dotaciones,  y  con  las  establecidas  bases  de  ar- 
reglo de  Alcaldías  mayores,  y  división  de  partidos,  para  formar  en 
la  Isla  un  completo  ordenado  sbtema  de  tribunales.  Y  por  otra,  los 
honrosos  te-ítimoniosde  enérgica  decisión  contra  los  aquejados  desór; 
denes  del  foroy  que  los  fundadores  de  la  Audiencia  y  demás  seSor^ 
que  han  ocupado  estas  sillas  desde  Abril  de  1839,  á  pesar  de  su  re- 
ducido número  y  de  grandes  dificultades,  dejan  consignados  en 
varios  acuerdos  de  justicia,  en  la  vencida  ardua  tarea  de  los  arance- 
les de  costas,  traida  de  tantos  años  atrás,  y  en  el  espediente  gene- 
pal  elevado  por  consulta  al  Supremo  Tribunal  con  los  medios  que  se 
estimaron  oportunos  á  la  reforma  de  los  abusos  forenses,  y  al  logro 
de  enderezar  los  pasos  judiciales  por  el  recto  camino.  Es  decir, 
que  ya  trazado  en  mucha  parte,  y  protegida  ampliamente  su  con- 
tinuación por  la  bondad  del  gobierno,  incumbe  ahora  el  deber  nues- 
tro secundar  sus  magnánimas  intenciones  con  voluntad  firme  y  sin 
descanso,  hasta  dar  cima  á  una  obra  de  esa  importancia,  que  obje- 
to de  la  ansias  del  pais,  y  móvil  esencial  de  la  creación  de  esta  Au- 
T.  II. — 40. 


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— K4— 

dienciá,  hade  producir  resultados  de  bmensa  utilidad.  £d  httve» 
palabras  pues,  reduceee  la  augusta  misioii,  que  aos  fia  la  Reina  N* 
S^  primero:  á  distribuir  en  su  Rl.  nombre  pronta  y  cumplidamente  la 
justicia  civil  y  criminal;  sei^undo,  á  cuidar  de  que  se  egecute  por  los 
trámites  mas  sencillos  y  menos  costosos,  con  que  pennitan  las  le- 
yes satisfacer  esta  necesidad  ui^ntisima  de  los  administrados;  y 
tercero  á  llenar  esmeradamente  los  fines  de  cuerpos  consultiros,  de 
que  reviste  á  las  antiguas  Reales  Audiencias  Chancilleóas  de  I»* 
días  su  vigente  bien  meditada  legislación*  Bajo  los  auspicios  del 
digno  Presidatüe  que  rige  los  destinos  de  la  Isla  y  con  los  magjbtra- 
dos  Íntegros  y  sabios  á  que  hoy  me  cabe  el  honor  deasociaiwe,.la 
diñcil  empresa  que  juntos  acometemos,  alcanzará  (no  hay  que  do- 
darlo)  sostenida  por  la  Providencia  divina,  el  auxilio  eficaz  del  go- 
bierno, y  la  constancia  del  común  trabajo,  su  merecido  ptóspero 
suceso.  Y  á  tan  noble  propósito,  séamc  lícito  inculcar  de  paso» 
aunque  importe  un  sentimiento  de  que  ninguno  deja  de  estar  poseí- 
do, la  obligación  y  conveniencia  de  guardia*  unos  «oo  otros  la  tan 
reencargada  saludable  armonía,  é  intacto  el  gran  prestigio^  queco- 
munica  al  Tribunal  la  observancia  rigurosa  del  jurado  secreta  de 
cuanto  en  él  se  trate,  por  manera  que  sea  cual  fuere  la  divergeiwia 
de  opinión  al  emitir  cada  uno  su  voto  con  la  conciencia  fraooayü' 
bre  que  se  debe,  nada  trascienda  fuera  de  este  recinto,  y  ánte&se 
acaten  los  espedidos  fiíllos  y  acuerdos  como  si  fuesen  re^p^estas 
de  oráculos,  no  sujetos  á  debilidadea  de  la  misera  condición  huQia- 
na.  No  es  dudable  tampoco  la  parte  de  activa  cooperación,  que  al 
cumplimiento  de  los  beneficiosas  planes  del  ramo  dejusticia  pres- 
ten los  Alcaldes  mayores  y  jueces  ordinarios  del  distrito,  con  el 
exacto  arreglo  en  la  sustanciacion  y  resolución  de  los  jiiicios  de  qoe 
conozcan,  y  con  la  inñexible  severidad  en  reprimir  envegecidos 
abusos;  ni  el  interés  de  los  ministros  subalternos  del  Tribunal  en 
acreditarse  siempre  celosos  del  mas  puntual  desempeño  de  sus  res- 
pectivos deberes,  para  no  ofrectr  sino  motivos  frecuente*  de  pre- 
ciarse su  ¿gustada  conducta.  Por  ese  orden,  y  mediante  las|pM- 
tías  de  rígida  probidad,  fervor  puro,  y  miras  imparciales  Ato<^ 
aplicadas  al  despacho  corriente  de  los  negocios,  podrenaosafimr 
la  persuacion  de  los  que  fijan  hoy  sus  miradas  de  cónsul  eiK  lo  au- 
torizado de  nuestros  destinos,  de  que  si  bien  alguna  ves  se  desli- 
cen á  Ui  parte  flaca  de  hombres  errores  involuntarios,  no  habrá  res- 
peto ni  consideración  capaz  de  hacer  desviar  un  ápice  4e-ia  1 


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-^325— 
dd  deber  á  minintros  de  S.  M.  revestidos  de  In  real  cotifianza  para 
eí   alto  encargó  de  proporciónat*  á  sus  fieles  subditos  el  mayor  y  mas 
inapreciable  goce  social,  el  rivir  pacíficos  y  seguros  de  ser  ampara" 
dos  en  su^  deíechos  de  justicia* 


Ha  prestado  asimismo  el  juramento  competente  el  Sr.  D.  Ana- 
cleto  Buelta,  ministro  t(»gado  de  la  Real  Audiencia  Pretorial,  nom- 
brado por  S.  M. 


83&etaña  del  Gobiemo  Superíor  Civü  de  la  Isla  de  Cuba, — 
Habiendo  dispuesto  la  Superintendencia  general  delegada  de  Real 
Hacienda,  que  desde  el  dia  prinaero  del  próximo  Abril  se  pague  el 
derecho  de  Manda  pia  forzosa  por  todo  cadáver  que  se  conduzca 
al  Cementerio  general  directamente  de  la  casa  mortuoria,  á  reserva 
de  justificar  en  forma  en  la  misma  Real  Hacienda  en  el  caso  que 
fiíére  pobr^,  que  el  entierro  fué  costeado  de  limosna,  esceptuándo- 
í?e  de  ese  preciso  pago  los  que  se  remitan  por  los  carros  del  esta- 
bl^imiento  como  está  mandado  y  se  acostumbra  hacer  con  los 
comprendidos  en  aquella  clase,  ha  determinado  el  Escmo.  Sr.  Go- 
behiador  Superior  Civil,  por  indicación  del  Escmo.  Sr.  gefe  de 
Reales  Rentas  en  la  Isla,  que  cese  desde  dicho  dia  la  intervención 
que  hasta  aqui  han  tenido  los  comisarios. y  capitanes  de  barrio  en 
las  papeletas  de  remisión  de  los  cadáveres,  en  obedecimiento  de  la 
orden  inserta  en  el  Diario  del  diez  de  Mayo  último. — Y  para  que 
llegue  á  noticia  de  todos  y  no  ofrezca  inconvenientes  el  nuevo  ré- 
gimen establecido,  ha  resuelto  S.  H  se  anuncie  al  público  en  tres 
números  consecutivos  del  mismo  pei*iódico--Habana  27  de  Marzo 
de  1846. — Miguel  María  Paráagua. 


REAL  JUNTA  DE  FOMENTO. 

Trapiclie  de  doble  presión. 

Acuerdo. — En  sesión  de  la  Junta  de  Fomento  de  Agricultura 
y  Comercio  de  26  del  corriente  leido  el  oficio  del  Sr.  coronel  D.  Jo- 
sé Pizarro  y  Gardin,  sobre  los  efectos  del  trapiche  de  doble  presión 
que  ha  instalado  en  su  ingenio  el  Triángulo,  se  acordó  imprimirlo 
en  el  Diario  de  Gobiemo  para  que  el  público  se  instruya  de  los  re- 
sultados que  manifiesta  su  señoría. — Leopoldo  0-DonneH.  — «íw^o- 
fdo  María  de  Eecovedoj  secretario. 


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~326 — 
Oícío.-Las  importantes  investigaciones héchaspor el Sr.  D.  hxsi 
Luis  jCasaseca  y  ofrenidi^s  á  la  Real  Junta  de  Fomento  comosa  ca- 
tedrático de  química,  en  su  interesante  memoria  fecha  enParis  i25 
de  Setiembre  de  1842,  reñriéndose  á  la  necesidad  de  mejorar  en  la 
isla  la  fabricación  del  azúcar,  6  mas  bien  de  introducir  con  este  fio, 
sistemas  mucho  menos  espuestos  á  dificultades  y  de  mas  apuros  y 
prorechosos  resultados,  me  acaberron  de  convencer  respecto  i  nues- 
tros trapiches  de  lapersuacion  en  que  ya  me  hallaba  de  la  grandíáma 
pérdida  de  guarapo  que  en  ellos  se  espcrimenta  al  esprtmir  la  caña, 
ya  sean  movidos  por  bueyes,  y  tal  vez  mas  cuando  lo  son  pormáqui- 
nas  de  vapor,  puesto  que  en  este  último  caso  contribuye  además  i 
dicha  pérdida  la  violencia  de  las  rotaciones.-r-Las  esperiencias  que 
yo  habia  hecho  al  principiar  la  zafra  del  año  de  1S42  y  repetí  en  la 
de  1843  moliendo  ó  sea  esprimiendo  el  bagazo  que  saÜA  dd  trapi- 
che y  que  publiqué  en  el  Diario  de  la  Habana  de  6  de  Eoero 
del  mismo  afío,  correspondieron  exactamente  á  las  que  el  dichoSr. 
de  Casaseca  había  ejecutado  en  los  ingenios  Alejandría,  Econo- 
mía, Coca  y  Holanda  en  trapiches  de  agua^  de  vapor  y  de  bueyes 
respecto  al  producto  de  la  caña;  puesto  que  la  mayor  ctnttdad  de 
guarapo  eslraido  de  la  de  cinta  y  blanca  ó  de  0-Taití  coa  un  tiapi- 
che  movido  por  agua,  no  escedió  de  un  45  por  100,  en  tanto  que 
yo  habiendo  obtenido  de  caña  sola  de  cinta  44  que  os  igfUalf  adelan- 
te por  la  segunda  presión  el  producto  en  18  por  100  mas  e»  esta 
forma. 

Primera  presión.  Segunda  presión 

Guarapo 44)    ^f^     Ouarapo 18)   ^^^ 

Bagazo 56  J    ^^    Bagazo 38^   ^ 

Producto  de  las  dos  presiones. 

Primera  de  la  cana 44 

Segunda  del  bagazo 18 

Total  producto 62 


Mas  por  los  inconvenientes  de  ejecutar  la  segunda  operacioa 
ya  fuese  en  el  mismo  trapiche,  ó  bien  en  otro  separado,  tanto  por  la 
pérdida  de  tiempo  y  gastos  en  el  primer  caso,  como  por  estos  rois- 
raos  gastos,  aumento  de  cuidado  y  de  brazos  en  el  segundo,  hube 


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—327— 
ñe  desktlr  de  ella  hasta  tener  un  trapiche  que  efectuase  solo  la  doble 
presión,  habiéndome  para  ello  asegurado  del  aumento  de  producto 
por  la  exactitud  con  que  seguí  mi  prueba  durante  la  zafra  de,  1843 
«A  que  adelanté,  coa  la  operación  de  esprimir  el  bagazo,  2,544  pa- 
nes á  los  que  había  hecho  el  año  anterior  con  igual  número  de  car- 
retadas de  caña,  y  esto  con  la  desventaja  de  no  moler  el  bagazo 
en  el  cuarto  de  madrugada. — Llegado  el  trapiche  á  la  conclusión 
de  ia  zafra  pasada,  ratiñqué  mi  prueba  con  cailas  qu^  reservé  al 
efecto;  y  no  ob$taiit«¿  su  mala  calidad  y  su  cortísimo  rendimiento  jt 
€au«B«  del  £ital  huracán  qu'e  arruinó  en  todos  sentidos  nuestros  cam- 
pos  de  caAa,  comprobé  sin  embargo  un  adelanto  de  J  de  pan  por 
csurreUtda  respecto  á  las  medidas  anteriormente;  y  este  adelantp 
hasta  la  condíusiaQ  de  mi  prueba  que  la  hice  con  332  carretadas 
de  laseuaks  149  no  podian  estar  en  peor  estado  me  produjo  el  au- 
mento de  un  18á20  p.g  respecto,  como  he  dicho,  á  lo  molido  ao. 
tertormente. — Asegura  el  Sr.  D»  Luis  de  Casaseca  en  su  ip^sm^  in^ 
teresanta  memoria  que  el  mejor  trapiche  de  vapor  no  estrae  de  )a 
caña  mas  de  las  |  partes  de  su  guarapo,  quemándose  en  su  bagazd 
una  eaorme  cantidad  de  azúcar  que  no  puede  estraerse  por  defacto 
de  aquellos^  cantidad  aun  mayor  que  la  que  se  pierde  en  su  eocíi 
miento  por  la  acción  del  fuego  en  nuestros  imperfectos  trenes  de 
ekütoracion,  á  que  se  pueda  añadir,  ^^y  por  la  impericia  de  nuestros 
llamados  maestro^  de  azúcar:^'  en  fin  todas  mis  pruebas  me  han 
conñf  mado  en  aquel  aserto  no  habiendo  podido  sacar  de  h  mqor 
caña  de  0-Taití  y  con  un  buen  trapiche  de  vapor  bien  cerrado  arri^ 
ba  de  54  i  57  p.g  ,  térmmo  que  dá  las  cinco  novenas  partes  que 
asegura  el  Sr.  de  Casaseca  y  que  en  lo  general  es  nmcho  menos.  £( 
trapiche  de  cuatro  cilindros  y  doble  e&cto  que  tengo  en  ejercicio 
itá  dando  los  siguientes  resultados. 

Caña  de  O-TaUi. 

Guarapo 74  )  jS. 

Bagazo 26  J  100 

Caña  cristalina. 

Guarapo 67  )  JC. 

Bagazo •  •  •  • 33  J  100 

Cafia  de  la  cinta. 

Guarapo 64  >  £. 

Bagazo 36  J  100 


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—328— 
Por  ellos  se  ve  un  espeso  de  18  p.g  en  !a  primera;  de  29  p.g 
en  la  segunda;  y  de  17  p.g  en  la  tercera,  resp»?íto  al  rendiinienm 
común  de  los  ingenios  comprobados  por  d  Sr.  Casaseca  en  el  mes 
de  Abril  de  1842  en  los  cuatro  que  dejo  citados:  y  este  aumento 
de  producto  se  debe  á  la  perfección  y  iloble  efecto  del  trapiche  de 
cuatro  cilindros.  Si  las  tres  especies  de  cañas  referidas,  se  hallasen 
en  igual  proporción  en  todos  los  ingenios,  ya  se  deja  recoooeer  mi 
aumento  de  producto  de  21 1  p.g  ;  pero  abundando   mas  la  de  O- 
Taítí,  en  la  misma  proporción  acrecerá  este  producto. — Y  estando 
persuadido  de  que  desdo  que  se  empezaron  á  esprímir  canas  en  los 
ingenios  de  esta  isla,  ningún  cambio  se  ha  proyectado   ni  llevado 
á  efecto  que  mas  ventajosos  resultados  y  á  menos  costo  pueda  pro- 
ducir á  los  propietarios:  cambio  que  incuestionablemente  ofrece   un 
aumento  de  mas  de  20  p.g  al  producto  que  constituye  la  principal 
riqueza  agrícola  y  comercial  de  esta  Isla  y  por  consecuencia  á 
cuanto  dependa  de  sus  adelantos:  he  considerado  que  debía  dirigir- 
me por  conducto  de  V.  S.  á  la  Real  Junta   de    Fomento,  acompa- 
flando  á  la  presente  esplicacion  y  demostraciones  una  caja  que  'con- 
tiene 26  libras  de  bagazo  producido  hoy  por  cien  libras  de  eaSa  de 
0-Taiti  en  el  instante  mismo  que  lo  ha  soltado  el  trapiche  y  táen  li- 
bras mas  de  las  mismas  6  iguales  cañas  á  las  que  k>  han  producido, 
proponiéndome  en  ello  los  objetos  siguientes:-^!- — Que  sea  noto- 
rio d  Beneficio  que  pueda  producir  la  adopción  del  trapiche  de 
doblé  efecto.— 2". — Que  la  Real  Junta  de  Fomento,  á  quien  S.  M* 
tiene  confiado  los  adelantos  que  puedan  hacerse  en  la  agrictikura  y 
el  comercio  se  sirva  nombrar  una  comisión   de  hacendados  para 
qae  vean  moler  el  trapiche  y  examhien  y  comparen  sus  efectos,  in- 
formando eti  consecuencia  lo  que  juzgaren  conveniente. — 3?  —Que 
la  Real  Junta  reconozca  por  su  mismo  examen  ocular  el  estado  de 
sequedad  y.  utilidad  en  que  da  el  bagazo  el  trapiche  de  cuatro  cilin- 
dros, sirviéndose  después  encargar  á  su  catedrático  de  química  de 
su  examen  y  de  la  presión  de  cien  libras  de  caña  para  su  completo 
convencimiento.-— 4? — Y  por  último  que  igualmente  se  sirva  acor- 
dar la  publicación  de  este  oficio,  á  cuya  notoriedad  me  mueven  los 
adelantosy  bien  del  pais. — Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.  In- 
genio el  Triángulo  20  de  Marzo  de  1846. — José  Pizarro  y  Gardin. 
— Sr.  secretario  de  la  Real  Junta  de  Fomento.— Noia. — Me  ha  pa- 
recido acompañar  igualmente  un  paquete  de  bagazo  tendido  solo 
por  24  horas,  cuya  sequedad  con  dia  y  medio   de  esposicion  al  sol 


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—329— 
y  al  aire,  indica  biea  la  que  saca  del  trapiche.— Fecha  ut  sapra. — 
José  Pizarro  y  Gardin. — Habana  27  de  Marzo  da  1846.— Esí  co- 
pia.— A/UomoMaría  d¿  Escovedo,  secretario. 

-— i^OOOOtl  I  Bi  ■  I 

CEMENTEMO  GENERAL. 

Relación  obituarla  de  esta  ciudad  y  suburbios  en  el  mes 
de  marzo  de  1846. 

^t^  mm^  o      lili     MiP 

'  En  Marzo  se  han  enterrado,  blancos 136 

De  color 177 

TOTAL .  ...4   313 

Entre  los  primeros  designamos  los  siguíejites  cadávejfes  .como 
personas  notables. 

Dia  3. — D^  Dolores  Nates,  viuda,  natural  de  esta  ciudad,  d^ 
81  años,  vecina  de  la  parroquia  del  Espíritu  Santo. 

Dia  7.— Di  Altagracia  Vallejo,  casada,  natural  de  esta,  de  40 
al!o«,  vecina  del  Monserrate. 

Id. — D.  Federico  Montalvo,  soltero^  natural  de  esta,  de  26 
años,  vecino  de  la  parroquial  de  Guadalupe. 

Dia  8. — Di  Teresa  Fernandez  de  Velazco,  soltera,  natural  de 
esta,  de  70  años,  vecina  de  la  parroquial  mayor. 

Id. — D»  Antonia  de  Jesús  Dorca,  casada,  natural  de  esta, 
de  32  años,  vecina  del  Monserrate. 

Dia  9. — D.  Nicolás  Toledo,  soltero,  natural  de  esta, cecino  de 
la  parroquia  del  Espirita  Santo. 

Id. — Di  Josefa  Sánchez,  viuda,  de  56  años^  Vjecin»  delMoifc* 
serrate. 

Dia  12. — D.  Hermán  Vigman,  soltero,,  natural  tfe  Alemanria^ 
^e  28  años,  vecino  de  la  parroqutat  mayor. 

Dia  13. — D,  Pedro  José  Diaz,  casado,  natural  de  esta,  vecino 
de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Id, — Di  Maria  Josefa  González,  viuda,  natural  de  esta,  de  41 
años,  vecina  de  la  propia  parroquia. 

Dia  14. — D.  Manuel  Gironda,  teniente  retiracío  de  ejército  e^h 
sado,  natural  de  S.  Fernando,  de  38  años,  vecino  de  la  auxiliar  del 
Monserrate.  ^ 

Id. — Di  Petrona  de  la  Cruz  Pérez  Salomón,  soltera,  na^ 
de  esta,  deJ[^jañas,>:(^>-'H^  la  auxilian  delSto.  Attgel.i¡i^*H 
pado  el, 


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—330- 

Dia  15.— D.  Juan  González,  casado,  vecino  del  Monserrate. 
^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  93. 

Dia  17. — D'  Viceotu  Tapia,  soltera,  Datural  de  Santo  Domin- 
go, de  60  años,  vecina  de  la  parroquia  de  Guadalupe. 

Dia  19. — D*  Petrona  Bernaza,  vkda,  natural  de  esta,  vecina 
de  la  auxiliar  de  Jefins  María. 

Dia  20. — D.  Pedro  Herrera,  vindo  nataral  de  Santander,  de 
54  años,  vecino  del  Sto.  Ángel. 

icL — P^  María  de  Sosa  y  PerdouK),  viuda,  natunU  de  Cana- 
rias, de  38  años,  vecina  de  Guadalupe. 

Dia  21. — D^  María  de  la  Concepción  Romo,  soltera,  natural 
de  Santiago,  de  36  años,  vecina  de  la  auxiliar  del  Santo  Cristo. 

Dia  27.— D.  José  Furcia,  natural  de  esta,  casado,  de  45  años,  ■ 
vecino  del  Monserrate,  fué  sepultado  en  la  bóveda  de  la  archicofra- 
dta  del  Santísimo  de  la  parroquia  del  Espirita  Santo,  fuera  de  tramo. 

Dia  28. — Di  Dorotea  Pérez,  viuda  de  89  años,  vecina  del  Es- 
píritu Santo,  fué  sepultada  en  bóveda  de  familia  en  primer  tramo. 

ídem,— D^  Juana  de  Dios  Hernández  y  Caballero,  solteTíi,  ve- 
cina del  Espíritu  Santo,  fué  sepultada  en  la  bóveda  del  Real  Colé* 
po  de  escribanos,  en  sesudo  tramo. 

Dia  29. — D.  Antonio  Zapo  y  Martínez,  natural  da  esta,  de  18 
años,  vecina  del  Monserrate. 

Id. — D.  Antonio  Isidoro  blanco,  párvolo,  vecino  del  Moa- 
6errate.{|í^Ha  ocupado  el  nicho  núm.  142,  del  coro  de  Angeles. 

Dia  30. — D'^  María  de  la  Concepción  Calderón,  natural  de 
esta,  soltera,  de  50  años,  vecina  de  la  Catedral,  sepultada  cb  bóve- 
da de  familia,  en  primer  tramo. 

ídem.— Illmo.  Sr.  D.  Prudencio  Echavarria  y  0-:Gavan,  fiscal 
togado  cesante  de  los  tribunales  supreHK)s  de  justicia  ^  India^  ve^ 
ciño  del  Santo  Crii»to.3í$*Ha  ocupado  el  nicho  núm.  100» 

ídem. — Sf.  brigadier  D.  Martin  Aróztegui  y  Herrera,  vecino 
de  la  OatedralQc^IIa  ocupado  el  nicho  núm.  97. 

Resérvase  para  mas  adelante  un  artículo  espreso  que  mani- 
fieste las  virtudes  del  Sr.  D.  Martin  Aróztegui;  y  el  aprecio  que  me- 
reció de  todas  las  clases  sociales.  Preguntad  i  los  pobres  de  la 
ciudad,  los  menesterosos  de  los  campos,  dirán  quien  fué  este  be- 
néfico compatriota.... El  tiempo  ha  sido  muy  limitado  para  que  ]a 
redacción  hubiese  llenado  su  deber. 

ídem. — D.  José  María  Alfaro,  vecino  del  Monserrate.  Sepul- 
tado en  bóveda  de  primer  trarno^ 
^         Dia  31. — D.  José  Coloma,  natural  de  esta,  de  70  años,  vecino 
¿te^  Jesús  María. 

V  Id. — D'  María  de  Jesús  Fiallo,  soltera,  natural  de  esta,  de  20 
añovyecina  de  Jesús  María. 


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