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J f\ i 3
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INTNOiillBS, URÚTHU , lüKNIlLnill ,
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faffeiU de I Soler, «alie de k Mirilla Nm. 82;
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HARVARD COLLEGE LIBRARV
MAY 3 1917
UTIN-AMERICAN
MOFESMMHIP FUNIX
MCROFlUyiED
AT HARVARD
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JULIO DE 1845.
i|ui BU üyiiiiM (lili lii intiprn j nTtiiltrr'TT ' ■ ' ' • i ^^ *^
JimtDBUBIS, LimiT1IU,;JSIIIISL1VU,
htoUB, CMKfeii, Artes, OfioM, kt.
Sajo Me tkwiaj m mas avxUÍM qM mt Mliíles ftiersM, ne
propoBfo pitUiear iiiui obni e* doce tonos per entregas de i díes
püegofl, que te díetríbuirán todos los neses, koeieado esds seis na
tomo ea eaarto ■Mjror, que debesi eoateaer sobre qaiaáeatas págiaas.
Enríqveeido mí srehíro eoa preciosas dssaaMtites qae Im debí-
do si fcror j proCecdon de aús baoaos aiaifos aqnf « ca la Peaf asóla.
j ea otros pooCes de Earopa» seria aaa Moagaav «aa pérdida irrepa-
rable que se estramrsai i q«e qaedasea olridados ea la aocbe de los
tiempoi^yesteesiraode lospriaeipaleeaMtifos qosaM baa estima,
lado á ím preseéie pqbUeacioa.
Ifome Kmiti^soio i insertar eaesu obra el copioso aáoMro de
•poales histéricos del pais« qac be rsnaido en dios aios de constaa'
tos soBcitndes, j correspoadeiicia con los prtnisres genios del atando
eÍ¥Ílíxado, sino que los nuevos descabrimientos en las artes yea las
ciencias, los sucesos mas agradables / sorpreadcntes, los fenomcDOs*
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— 4—
lo« procedimientos agrfcoTas de inler^f , Ua deaeripciones pintoreteas
de los lugares mas famosos del globo, viajes, biografías de hombres
célebres, y muj especialmente los de nuestros compatriotas, poesías
puramente cubanas, jr todo género de amenidad farmaWbi el tegido
bello j variado de esta preciosa colección. No entrará en mi plan ni
la religión ni la política; asf lo protesto desde ahora, porgue estas son
de SUJO delicadas y opuestas á mk ofajeláh £1 Sm^ que me
> esiá mámMo ádoa palabfasr la ■aimr^lagn j la iad«slria*
Aquellos artículos que demanden láminas para la mas perfecttt
inteligencia, irán desde luego con este adorno, y para cu ejecución
cuento con la ayuda de los mejores artistas que tiene la Capiul.
La bondad del público eaftpeñar& mis erfheisos, y no podrá de-
cirse que haya engaño entre nosotros: hace treinta y cinco años que
nos conocemos y traUmos con mñtua intimi^d, debiéndole siempre
consideraciones madores de las qae merece—
Tcoonuv to6¿ H^icía.
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—5—
hiao 1» oiodad de Saa OrliAébalde laBabaam m la witrt»
do ra &ey el Mr. 9, 7e]if0 !▼•
To, el alférez Diego Dia-z Dávila, c^ríbano de minas, re|;ittroe
j aduanas, y del Cabildo y Ajuntamiento de esta ciudail de la Ha-
bana, doy fé que ajcr miércoles que se contaron 6 de julio de 1666,
se empezaron las obsequias y honras que se hicieron por la muerte de
nnestro Rey y Señor I). Felipe IV, (que finta gloria posea) como i
las cinco de la tarde en las casas de la habittelon del seior maestre
de campo don Francisco <Dávila Ortjon Q»ston, Gobernador y Capi-
tán General de esta d¡cb{^iudad é isla de Cuba por S. M,, que soo
las de Cabildo y cuerpo de guardia principal. Estaba S. S. en la sala
mayor de ellas con la justicia y regimiento, la cual estaba toda cu-
bierta de luto de bayeta de alto abajo, y á la^estera desviado de la
pared lo proporcionadamente bastante, un bufete cubierto de dosel de
terciopelo morado y un baldoquia de lo mismo y todo bordado de
oro, y encima de dicho bufete dos Cojines de terciopelo carmesf, j
sobre ellos una almohada de brocado de color pajizo en que estaba
una corona imperial y un cetro, y al rededor, en hacheros que pare-
cían de plata, veinte y cuatro círios,y en candeleros del mismo, vein-
te y cuatro velas de altar, de 4 Wbra, y todo á la vista de cera blanca,
y estando en esta forma, á dicha hora cinco de la tarde, se empeza-
ron los oficios fúnebres, viniendo ^s religiones denlos conventoH que
hay en esta dicha ciudad que son del orden del Sr. Santo Domingo,
Sr. San Francisco, Sr. San Agustín y Sr. San Juan de Dios, cada re-
Hgton según su antigüedad en forma proocsional, con cruz alia, ci-
riales y preste que cerraba la comunidad, coa capa de coro y minis*
tfos eon dalmática, diáconos y subdíáconos y subieron i lo alto de
di^as easas y entraron en dichn forma á dfoho salón, y en 61 hicie.
roa el ofieie de entierro conforme el ceremonial Romano y estilo de
la foaeieo, y haüéndele acabado eada uaa de dichas religiones, bajfr
» suMó á la plaza de armak de dielio euerpo de guardia, dond^
i a^eapitaa don Josépit Calatayod con waa eompafila de dos-
. eaentea piquertie que tnarcharon por retaguardia de todo, arrastran-
do lis píeas 4oe soldados, vueltos los hierros al suelo, y tos alféreces
•
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— 6—
con las banderas negras arrastrando, y todos vestidos de luto, á que se-
guían muchas gentes nobles y ciudadanos, todos con sus lutos largos; -
7 luego las dichas religiones que se pusieron en orden conforme di-
chas antigüedades, después de haber hecho sus oficios, vino la clere*
cía en la misma forma procesional con sobre-peilices, cruz alta y cirin-
Jes y cuatro cetreros con sus cetros altos: y por remate de ella el se-
ñor Obispo de este obispad^, el Illmo. y Bmo. Dr. D. Juan de San-
ta María Saepz de Mañosea y Murillo, vestido de pontifical con sus
dos diáconos asistentes, y ocho sacerdotes delante con dos coros con
sobre-pellices y capa de coro; y habiendo subido á dicha sala, hizo
el oficio de entierro^ dichoteñor Obispo y el clero cantaron el respon-
so en forma, y acabadtib salieron á dicha plaza como vinieron, y en ei
lugar que le tocaba iba la dicha almohada en que estaba dicho cetro
y corona, y la sac6 hasta la primera posa efüPeniente y Auditor gene-
ral, y después la fueron llevando los capitulares según sus antigüe-
dades en lus demás posas; y delante de dicha almohada iba el alfere^
mayor con el estandarte en que estaban las armas de S. M. (que Dios
tenga en su santa gloria) y en forma de ciudad con sus maceres todo
el Cabildo, justicia y regimiento que seguian dicho clero, y en medio
de dichos capitulares en la forma dicha, iba dicho estandarte j al-
mohada y todos los dichos justicia y regimiento con lobas y capuces,
con colas largas, y el ultimo en su lugar de presidencia dicho señor
Gobernador y capitán general, así mismo con loba y capuz muy lar-
go; y detras de S. S. se seguia otra . compañía de piqueros como la
que marchaba delante y en la misma forma; y delante de ella venia-
un caballo despalniodo y enlutado^y con las armas reales curiosa-
iñente dibujadt.s y matizadas de oro. Las religiones y clero iban todos
con velas blancas de á media libra que llevaban en la mimo eneeo-
didas y en la forma dicha, prosiguieron siguiendo la dicha compañía
primera de piqueros que iba delante. Toda esta fúnebre pompa por
espacio de siete (^uadras haciendo en cada una de ellas una suntuosí-
sima posa con todo adorno y hacie;íjflo el oficio dicho Sr. Obispo jr
cantando los respoosos la espilla y música de ja iglesia majror par**
roquial de .esta dicha oiudad| se |leg6*al anochecer á.fUoha i^lesiai en
la cual» al niecUo de ella, Junto á iM'gradas del ^Itar mayor, estaba
fabricado un túmulo, que lleg^ hasta el techo de dicha .igksi», y «fls^-
p^wha sobre tres gradas. que cogían el esfiacio del cuerpo de ella, so-
Ure las cuales á su proporciou^se levantaban otrosí dos y(o«UseBl«(a*-
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das, y cargaiíao sobre eUas ocbo $;oliimtta8 propofctonaifaM á la «bra^
cubiertas coo viros jaspeados de pintur^i oercmadas con laa ama»
reales que, disididas en otros oehaf^cttartelesi le fterríaa de diadeata á
eada una, aiúéadoae toda de enairo eoraísfts i)«e los enlasaban én
mesf naciendo de estas otras cuatro que sujetaban una media naran*
ja, cuja circttulereAcia rodeaba el túmulo, j en.su frente una Umfé^
rial corona dorada y con esmaltes de piniflras que cerraba; el remate
superior estaba cercado en figura ochavada sobre las gradas de baran-
dillas de mas de ?ara de alto, en las cuales estaban, al parecer, ar-
diendo doeóentos cirios blancos, j por la Aadra y |^«tef oonyeten-
tes trecientas velas de á libra en candeleros de plata, todo cera blan-
ca, y en el frente principal entre las columnas, un altar y en el centro
de este túmulo una urna yj^^a de terciopelo morado, sirviéndole de
cielo las armas reales^ sobre la cual orna, eneinaa de dea cornee dé
lereiopelo earmesi se poso la dicha almohada con la dicha corona y
cetro y se emplease el oficio de difuntos que se aeabó á lad ocho de la
noche y bo volvieron dicho Sr. Gobernador y OSpitan general,ju8ticia
regimiento á las dichas casas de Cabildo,
El dia siguiente, hoy que se cuentan siete de este dicho mes de
jtolio, <56mo á las siete de la mañana, fué dicho Sr. Grobernadori jus*
ticiay regimiento con sus macaros en forma de ciudad y con los mes«
mos lutos que hablan ido la tarde antecedente 4 la dicha igleiía pnr*
roquial mayor de esta dicha ciudad^y en la pnarta de eOa por donde
se entra ordinariamente^ que mira á la pcffte del Sur, estaba diehe se*
ñor Obispo con el clero que recibió, á dicho Sr. Gobernador y ciudad,
y todo estaba con la mesma forma y solemnidad de túmulo, cera y lo
demás que habiá estado á la vigilia la tarde antes que vi dicha, y latf
religiones hablan ya todas hecho sus oficios, cantando cada una misa
de difunto por S. M. y sentados todos eoiifoii»e oostnmbre en s<i8 lu-
gares, empoBÓ el oficio el dicho señor Obispo y le hiio y eelebr6 la
misa con el clero y música de la capilla^ en el dicho altar que vi di-
cho, estaba en la frente principal de dicho túmulo y acabada la misa
predicó la oración fúnebre el Dr. D. Francisco de laa Casas^ cmtm
rector Bdo. proyisor y vicario general de este obispado^ por dieiio se-
ñor Obispo, y acabada la dicha oración se dijeron los responsos eon
mucha solemnidad de música, con que sé di^ fin á las obsequias y se
volvieron en forma de ciudad dicho Sr."Gobernador y Capitán gene-
ral, justicia y regioúeuto: y para que de dio conste, íe su mandato
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— 8-
éoj el pvBsente en la Habana boy % de dicho julíoi como á las diez
éñ la BMiñana de 1M6, etendo á todo testigos y á dac^este el alferev
iBtístíéáé Oabrera Montalran, Buq^ordomo de ios propíos y reatas ée
osla eMdad, el tenieme Bernabé Tobal, proeorader general de eHa j
el eapilan Temas de Urabarroi regidor j tesorero general de la Santa
OruMday pnsentes de qae doy íL^Diego D%a% l>éot7a«
CRmiBÍAIJSS
ám»wm de cuatro ttrM de instala €#a ám balaa cadsi
aum que le dlspararoa em la alen derecha, fiíé libre per
la Virgen del Rosario en el afto de 17d6»
■IP'** Asi dice et eocabezamiento del testimonio que vamos á publicar, y
qne debemos á la atención de an amigo. Trae este documento todos los ates-
tados de la Tetdad, se designa el punto en que pasó, sé nombran los jueces
y tas psrssnas qoe tetenrlnieron en el asunto. Sin embargo, los hombres mas
Httstradoa hoy qee enSteces^ haiAa el juicio que quieran de este suceso que la
cieeBcia áe a^loe dias IIstó basta el infinito, y sin adminmne del auto final
que manda registrar e/ eaetys jf ti hokio ékirtotnpa» de traütoé 6 qae ne sw-
licit tener el negro M^^l poeto maligno 6 heohicerimJ ! ! eomparem he Hempü^
k/ digan: lo que fuimos, y lo que eomoo.
Estando en el ingMÍo de (bbriear abocar nombrado 8. Joan, qire
eA& dos legnaa de la ciudad de la Habana en 90 de octubre de 1736
aAos, el Sr. Cépüan Don Antonio Barreto, Regidor y Alcalde mayor
praviiMiat de dicha eiadad y sn jurísdiocion, por S, M., diji^su mer-
ced: que se halla con noticia como en el ingenio nombrado San Hipó«
tito, deqne es dueño el Sn D. Juan de Barrera Sotomayor, oficial
nal 4a dieba ciudad de la Habana, ha acaecido Incendio en uno da
los cañaToralea asas principales de dicho ingenio, y que ahora 16 é «9
dias asimismo aeaeció dicho incendio en la casa de vivienda de dicho
ingenio, y que para que se averigüe lo* referido, sa merced mandó ha*
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Itm xeaúgí^que |Mi4Á8rfa Mr bebidest y ««pierMí de di«bo ¿MMiidiot jr
•cebTCMi de dicbo »n^^pÍQ pam mverigoar lo rderkkH pm e«i víala d«
todo dar la ptovidencía que ooovenga; y por eate que b« meMed iir*
loó a«i lo pivvi^f^ / aiaadó^i^iirwte»^-%áme aw^ Wieetia PAorac
RiiWo. •
JPgctorqfim.'-^Rtfwadff eael ingenia nemWado S«ii HipóUio aa
31 ileoctobre de 17^ años, el Sr» QapUan IX Antoaia Banwlo, Ai*
calde major pro?iiic¡al de la ciodad da la Habaae / •« jsmdífieMí
por & H.t liaUeiK)u fto «lerced petado 4«ile díaho ingeaía aii cam.
plimieoto de lo maududo por el auto de la vuelte, ao «letfced hitó paiá^
^r aote •( «n aegco q«e d^ l|««iare Laureano, eoefe^aaelavada IX
Juma de la Barrera, de quiea M reaíbid^ joraaieata qaa hmo par
Díoe y la arax, aegaa deteeho ofreeió deeir ?«rdad, y prtgaMadaáel
tenor da 4icboaMtOf y béelyíle laa pcegunlef neoeeariaa, dífo; qtfe 99^
tando el que declara ea el cunaaeral aomlira^ S« Hip6Uta eo aam.
pañía de Miguel» Cristóbal» A Iqyo, ^ebastiaa^ Attbroeía* al dia hít-
mo eo que le qaemó la caaa de esteiageaio, iel^dífo el aefra Mijiiet
& loe e«pra»ado« oomo qaarta queoMur la caaa ila rifieada del aegenía
y habiéndole aeplicado lee diehoa y rogádele ao hicici» lal por ei peiu
Juicio que lee podía eobreveair» iasieüá e a au diaiéaHNi el eepresado
Miguel, dicieudo que eelaba peeaudo. aiueboe trabi^Joat ^ae a» qtieria
peear oms; j habiéudoiie veaido i la fuella de loe eeeaa del iegeaia
y wmumo al que declara coa loa espresedoe ea aeguiaMeaia óm tí^
hallaron la caaaardieudo* de bhmío que eo ea pude reawdiif, y tfm
auaque después ee quemó el ca%»verel oeatibrado fi« Juea« ao eaha
d que deelsíra si fiii el mbaso Miguel quíeu i^ qaeaii, 6 olraulgaaoi
j qi«a la que ba ^solaruda es U verdad so cargo de su juraMamoi w
lirnó por no seber» y que ea de edad da 20 eáon, y su neased i»fir-*
mQ.^r-Barreto.««'Ajite mii-^Nioolas de Floree Bubio^
Ollra^-^(«u«^iacoatkieati s« oieroed etSrl AieaÚeoiaywpia»
Tíncial para la averiguación de lo contenido en el auto que esi& pai^
eabefsn daestoe^biao pasecer ifute si á Sebastian Pepo, de quíaa fué
raeíbido jiiramento ipie biio por Dios y la crua» e^gan defaeborofta-
ció decir verdad* 7 peeguotado por el teaor de diebo auto, j béebala-
las preguntas iiecesariaa»dijo; que ua domingo, dia aales que se qaa«
mera la casa de este iugien'u), kv oyó decir' á el uegro Miguel que la-
quería quemar porque su amo k> vendiera por^o paaabu maohos
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fmbtjOff, y que entonces el que dedira le dijo que ne hiciera tal coiM^
porque fiMurtan machos tmlmjos todos; qiie si qtiem que sa amor
lo vendÍMv, que se huyera, 6 fuera .& ta Habana, y que entonces el
dicho Miguel le dijo que sí decía i su amo 6 al mayoral algo de lo ((oe
Jo-hnbia dicho, qtie fe había de ánr wan puñalada; y qile aunque des-
pues se quemo el cañaveral no sabe quien fué; y que esto es lü ▼er-'
dnd so cargo de su juramento, y que en oflo se aítrma y^ratífica; no
firtn6 por no suber, y que será de 22 años, y su merced £rm6.-*Bar-'
reto.'^Anta mt:-^NfCofas de Flores Rublo.
Otra^ — Luego in continenti su merced ef 9r. Alcalde mayor pro-^
vhicial para la averiguación de lo acaecido, hizo parecer árite si 4
Ambrosio mondongo, negro esclaro> de quien ímé recibido juramento
que bítto por IMos y la croe, según derecho ofreció dech' verdad, y
preguntado d el tenor del auto que está por cabeza de estos, dijo^
-Que lo que sabe y puede decir es que ri&ftrder la casa de ririendac
de este ingenio, y que jtio le oyó decir nada itl negro Miguel, ni que
méttos sdbe- quien quQm^ el cañaveral, por no haberse hallado aqui^
en ese día; y que esto es la verdad so cargo de su juramento, y que
en ello se afirma: no ílrm6 por no saber, y era de edad de 90 años, f
su merced lo firmó.^^Barreto. — Ante mf: — Nicolás de Flores Rubío^
Oirek-^En el propio acto su meroed hizo parecer á Alejo, congOt
esclavo, de quien fué recibido jucamento que hnto por Dios y la ero?,
sagm derecho ofreció decir verdad, y preguntado al tenor de dicho
«itOy d^ac-que ef negro Miguel le comunicó como quería quemar la
1 de vfviettda; y le replicé el que declara que no lo hiciera porque
I todos muchos trabajos; qnei;s¡ no quería servir á su amo, que
le pidier» popel y bascara amo, y reposo el díelio Miguel que nó, que
quería quemar lu casa, y con efecto la quemo, y que no sitbe quien'
hieendió el cañsrveral, y que eéto es lo qué sabe, y la verdad, so car^
go de su juramento, cfoe era de edad de 30 afios: no firmó por no sa^
ber, hfsolo su merced de que doy ff .^-^arreto. — ^Ante mí:—- Nicolás
4e Flores Rubio. -
Otfra.-— In continenti su merced, dicho Sr. Alcalde mayor, hizo
ccfmpftreoer i Cristóbal, carabalí, esclavo; de quien fijé recibido jura-
menso que hizo por Dios y la cruz, según derecho ofreció decir ver-
^^ 7 pivguatado id tenor del auto que está por cabez« de eslos, di-
jo: Que lo que sabe es que el negro Miguel quemó la casa de vivien^
da, y que no- le conAa que quemó el cañaveral, y que esté es la ver<>
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—11—
^i«dM «Mfo de 8Q iima>Miti>, y que en ello se afirma y ratifien; m^
ñrmó por no saber; Maolo «u mar^d de que doy DL-^Barraia.' — ^Aai*
m í:--*N¿cola« da florea Rubio.
ApTo.^-£8laQdo eo el ingenio nombradoS. Hipólito anSl da ocia*
br«deI736 añoa, el.Sr. Capiun D. Antopio Barretón Alcalde aa^jor
protincial de la ciwdad daTa Habana y an jurisdicción por S. M. Ha.
bíendo visto estos autos y que de ellos jesuíta culpado el n^yro MiguaJt
natvral de b^ Martinica^ dijo su merced sa ponga en prisión in conti*
nentit y ae pase ,á tomarle su confesión» j por este ^fc su pierced fir-
mo, asi lo proveyó y mando. — Barretq.9-Ante mh^NicaJaa de Flo-
laa BuUpy escpbano real.
Catifcnmí. — Luego in continenti su merced el Sr* Alcalde major
provinciHl pas6 aloalaboz o de este injenio donde se baila fNraM el negro
contenido en el amo de arriba, el cual bizo su merced comparecer ante
H para efecto de tomarle su aonfesion, y babiéndole recibido juramen-i
o que hizo por Dios y la cruz, según derecho, ofreció decir verdad k
laa pr^igiHitaa y repreguntas que se le hicieavs. — !• " Preguntado co-
mo ae llama, de que casta aa, de quien es csclavn y que edad (Jene,dyojt
que se llama Miguel, que es natural de la Martinica, que es esclavo de
D. Juan de la Barrera, y que será de edad de 30 afíos, y responde. —
2. * Preguntado quién lo prendió, cuanto tiempo ha, y por que
causa, dijo: que lo prendió su merced ahora poco'ha; y que la causa de
aa pnsion es por haber quemado la casa de vivienda do su amo, y
le^Mmde.^ — 3. * Preguntado .qué motivo tuvo para haber quemado
la casa de su amo, dijo: que porque los compañeros le dijeron que el
majoral que su amo había meti^ en el iogenio era mal hombre, Y
porque au amo lo votara lo hizo, y responde.— 4. ^ Preguntado que
si lo acompañaron otros de los negros del ingenio para el incendio de
Ja casa, dijo qua sí, que el negro Alejo, Laureano, Ambrosio y Cris-
tóbal; aunque es verdad que estos habiendo llegado á la cocina, se
quedaron tras de ella, y solo él í\ké el incendiario, poniendo un tizón
en una vara larga, en donde lo amarró, y que-asi introdujo el fuego
por arriba, y responde* — 5. ^ Preguntado á donde fué después de
haber quemado la casa, dijo: que se incorporó con los compañeros, y
que se apartaron del fuego, y después acudieron como los demás ne-
gros & la voz de la campana 7 del mayoral, y responde.— 6. • Pre-
guntado si tuvo otro motivo para el incendio, como falta de comida
y mantención ó por castigo, dijo: que no, porque se les asiste
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^12-
eon el mantenimtetrto neoesano, y ^e el urayonJ éssde qoe entró tñ
^8C6 tffigaiilo BO le hft omtignda y responife.-^?. ^ Pregantado tf sa
be quien quemo el cañaveral» dijo: qi|e lo qtiemi el qne dejitra, J f^^
DO le acompañó otro negro alguno, j que sabe que ef negro Laurea-
no ecbo unaar braaas de candela «obre on colgadizo de paja, que eatá
anexo á la caafa de mofíenda, j responde.— 8. * Pfegantado ti «ab«
que cansa taro dicho LaureaiMF^ara querer quemar el coIgadhBO, di-
jo: que «abe que lo ejecutó para^que echaran fuera unos preaoa, 6*
bien porque el líiajoral se dttirtiese con e! incendio, 6 porque se
quemase ef referido colgadizo, y responde.— 9. * Preguntada de
donde sabe ser verdad lo que contiene la antecedente pregunta, dijor
Que antes de poner fuego al cañaveral y al referido co!gad!*zo« qi^
toéo fué á nri*mÍBmo tiempo, trató el qué declara con los cnatro con-
tenidos lo mismo que lleva declarado y que convinieron unánimemen-
te, aunque es verdad que solo introdujo el fuego el que declara en el
cañaveral, y su compafiero Latireano en eí cof^dÍ2^o, aunque este
no tuvo efecto por catar* el mayoral inmediato y responde. Fuéronle
ftechas muchas preguntas, y á todas dijo lo que dicho tiene, y en este
estado su merced mandó suspender esta confesión, para proseguirla
cuando convenga, no firmó por no saber: su merced lo fiizo, de qua
doy fé.— Barrete— Ante mi:— Nicolás de Plores Rubio, escribano
^^^* ----
Auto.— En el ingenio de S. Hipólito en 31 de octubre de 178»
«ños, el Sr. Capitán D. Antonio Barreto, alcalde mayor provhidaí,
de la cindad de la Habana, habiendo visto estos autos y confesión en
ellos fecha por el negro Miguel, d#hacion francés, y la culpa que
contra este resulta, dijo su merced que para mas calificación de lo-
referido se careen este y los demás comprehendidos en su confesión
y por este que su merced firmó así lo proveyó y mandó.^ — Barreta-
Ante mí: — Nicolás de "Flores Rubio» escribano real.
Careo. — In continenti su merced el señor alcalde mayor provin.
cial hijso parecer ante sí á los negros Miguel, Alejo, Cristóbal, Lau-
reano y Ambrosio, y preguntidole al dicho Miguel en presencia de
los demás y recibídoles i todos el juramento necesario que hicieron
por Dios y la cruz,segun derecho; y preguntado Miguel quien le aeom.
paño á la quema de la casa de su amo, dijo que los espresados le a.
compañaron hasta que se escondieron los cuatro traala cocina y que
el dicho Miguel pegó fuego á la casa y entonces todos los 4 ne-
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STDS unánimes bnjo dícliójuramoato aegaron babetle acompallado,
ni que menos se escendíeron dHraa de la cocina; antes sf ttcoaseja*
roo á dicho Miguel que no le hiciera á su amo semejante daño, qntf
mirase lo que hacia; j en este estado su merced mandó suspender
este careo, y lo firmó su merced: doy té, — Barreto«-*Ante mí: — ^m*
colas de Flores Rubio, escribano real.
Otreu — In coutinenti su merced^¿6 tíarecer i Seliastian Pope»
ono de los testigos de la sumaria par^fecto de que se rati8que, de
quien fué recibido juramento que hizo pjr Dios j^Nliicrus según de-
recho ofreció decir verdad, y habjéndele^do yo er|[resente escriba-
no su declarracion de verbo ad verbum, y enterado de su contenido
d^: qaíB es h> mismo que tiene dicho ya, en ello se afirma y ratifica
j 2k mayor abundamiento lo vuelve i decir de nuevo; jb preguntado
por su {perced por qué motivo luego que el negro Miguel le dijo que
queria quemar la casa é después de haberla quemado el susodicho;
DO se lo dijo al mayoral, respondié qu^el tiempo en que se fo dijo 4
la quema de hi casa no hubo lugar por haber ||áe intempestiro, y que
aunque después lo intentó decir, recordó fo que et citado Miguel le
habia dicho, que si lo comunicaba á alguno le habia de dar una puRa.
lada por lo que no lo verificó y responde. Preguntado por su merced
si cuando ef negro Miguel le dijo lo espresado estaba borracho, ó loeo«
dijo que no sabe que se emborrache, y que no lo estaba en lo presen-
te & su parecer, y que esto es la verdad, no firmó por no saber, hizo*
lo su merced. — Barreto. — Ante mí: — Nicolás Je Flores Ibibio, escri-
bano real.
Otra. — In continénti en el propio dia su merced hixo parecer al
negro nombrado Ambrosio, mondongo, uno de los testigos de la su-
maria para efecto de que se ratifique; y habiéndole recibido juramento
que hizo por Dios y la <^ruz, según derecho, ofreció decir verdad, y
habiéndole leido la declaración que hizo á ft>jas 2 vnelta, y oídohl dé
verbo ad verbum, dijo que es lo mismo que tiene dicho y que en elTo
se afirma y ratifica y en caso necesario lo vuelea i hacer de nucro
por ser la verdad; y preguntado si sabe tiene noticia que el negro Mi-
guel sea borracho ó loco, dijo que no la ha visto nunea borracho, ni
loco, y que esto es la verdad so cargo de su juramento, no firmó por
no saber, hízolo su merced: y doy fé. — Barrete. — Nicolás de Plores
Bobío, escribano real.
Otra, — In coutíuenti su merced hizo parecer á Alejo & efecto de
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—14—
que fe ratificase en 911 declaración^ y siéndole recibido juramento que
hizo por Dios j la cruz, ofreció deeir verdad, y habiéndole leido su
declaraciou verbo ad verbum, y habiéndola oído y entendido dijo: que
tM¡o migino que tiene dicho, y que én elfo se afirma y ratifica, y que
ea caso necesario volverá á hacerlo de nuevo por ser la verdad, y
siendo preguntado porque motivo, luego que Miguel le. comunicó que
quería quem|U' la casa, no jrtoo y lo anunció al mayoral? Dijo que
porque lo amenazó el citado «ifí^tiel con que le habia de dar una pu-
ñalada, preguota^ si el dicho negro Miguel estaba loco ó borracho
en aquél acto, 890 que no, hi que nunca lo habia visto, y que esto es
la verdad so cargo de su juramento no firmó por no saber, hízolo su
merced, y deello doy fé. — Barrete.— Nicolás de Flores Subió» escri-
bano real. ^ *
Luego in continenti su merced hizo parecer i su presencia á Cris*
l^bnl, reo en estos autos para que se ratifique en la declaración que
tiene fecha en estos autos; dc^uien fué recibido juramento que hizo
por Pios y la cruz, s^gun derecho, ofreció decir verdad, y habiéndo-
tele leido, y enteraddwsu tenor, dijo: Que es lo mismo que tiene de-
claradoi y que en ello se afirma y ratifica, y en caso necesario lo lia-
ría de nuevo por ser la verdad, y preguntado si sabe que el negro Mi-
guel estaba borracho 6 loco cuando hizo el incendio, dijo que no sabe
ni tiene noticia que el dicho Miguel hubiese bebido aguardiente y que
no lo ha conocido por loeo, y que esto es la verdad, no firmó por no
saber, hízolo su merced, de que doy fé.^Barreto.— Nicolás de Flo-
res Rubio, escríbano real.
Auto. — Estando en el ingenio de San Hipólito en 31 de octubre
de 1736 años: el Sr. capitán D. Antonio Barrete alcalde mayor pro-
TÍncia! de la ciudad de la Habana y su jurisdicción por S. M., ha-
biendo visto estos autos y la confesión y careo en ellos ft^cho 4 fojas
4f 5 y 6 de ellos dijo; Que para que mas plenamente conste
en ellos el incendio ejecutado por Miguel, de nación, y natural de la
Martinica en la casa j cañaveral, debia mandar y mandó su merced
que irfbontinenti pase su merced en compania de mí, el presente escri-
bano y de testigos oculares, y 'se reconozca el incendio acaecido, y
que fecho se ponga pondiligencia en estos autos para que conste, y
por esle que su merc^ firmó y así lo proveyó y mandó. — Barrete.—
Ante mf : — Nicolás de Flores Rubio, escribano real.
Diligencia dt recanocimicnia. — In continenti su merced el Sr. al
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^15—
^Ide tbajrot provincial puso en compañía de rúi el presente K<^
eHbano; la del teniente D. Diego Delgado j el teniente D. f*eUpé
áb Verdejo y Francisco Pérez González, al paraje ó sitio donde eÉUL*
ba fundada la casa de TÍviendá de este ingenio, j nií mismo á el del
eafiaTeral, los cuales se hallaron convertidos en carbón j cenizas. Id
ífae notoriamente se esperímetitó por to^os Fos sujetos espfesadosi y
4 mayor abundamiento lo flritiaron ¡(m^mke supieron y su merced lo
firmo, de que jo el presente escribano doy fé. — Barreto.— Diego pel^
gado y Irarga.^-^FelipeYerdejo.—^Franciaeo Pere»^|^zalez.«^ Ante
tait — Nicolás de Flofes Rubio.
Aüfo.-^Estando en el in^fenio riombrado San Hipólito éil 31 de
octubre de VT96 aflos, el deñor cnpitan D. Antonio Birreto, alcalde
mayor jpfoWnclal de la ciudad de la Habana y sU jttrisdiccion poi*
S. M., habiendo visto este auto, y las diligetícias en eMo» fechas, dijo
au merced que para que mas plenameník conste en ellos él delito c6^
metido por Hi¿uel,negro natural de la Martinica ^debia matídár y man-
dd que* este y los testigos áé la sumarla sé randdueh en la cónfesiolt
7 declaraciones fechas en estod autos y que espresa niente se les pre-*
gante á el reo y testigos de la sumaria' si cuando coiüetiefon el iiA
cendio estaba borracho 6 denieüte el espresado reo^ 6 si antes lo ha
estado^ ó tiene de costumbre y qué á continuación de este auto se
cosa el parecer dado por el Dr. D. Bernardo de Urriitia y Hatos, a-'
bogado de la Real Audiencia de Santo Ddmingo y «"ecino de la CiU'*
dad de la Habana, y para en tista de todo proveer lo que confengn,
y por este que su merced firmo, asf Jo proveyó y maodó;T-Barreto.-^
Ante mí: — ^Nicotaa de Flores Rubio, escribano real.
' Señor Alcalde Mayor Provincial don Antonio Burreto.-^ Muy
Sr. mió: he visto los autos formados por V. eontra Miguel, negro na^
toral de la Martinica, esclavo del Sr. contador D; luán de la ^arre^
re por haberle quemado l^asa y un cañaveral de su ingenio; y oido
la consulta que en stt nomf re me ha hecho D. Felipe Terdejo, propo-
fiiéndoiDe la grave decesídad de nn castigo igualmente ejemplar, á el
esceso, y la instancia con qué el dueño deiea la sktitfaccion pública
y la corrección i los demás sus esclavos por el precedente recelo dé
«¡ife' se repitan nuevos y mayores daños, si se deja este delito sin el
castigo pronto y debido que éli gravedad r)equiere. — Y reconocido el
proceso, me parece que-V. mande ante todas cosas que se haga ins-
pección de la casa y cañaveral quemados, para que así conste suñ*
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eienlecnente del cuerpo de delito» poniéndose en Iq9 autos la difigen-
cisi que M hará por V., el escribano jtoetigos» Ejecutado lo cual^pro- '
verá V. otro autOt para que los testigos de la sumaría se ratifiquen
en presancia del reo por si esta Qonfroiitacion pudiere abrirle pami-
no i alf una defensa mas que lo que hiciera la pura citación, tenien*
do cuidado de que se pregunte i dichos testigosteí dia y hora de lo»
dos incendiost j si en ella réáljioeieron que el leo tu? íeM alguna in-*
mutación del estado natural de au'juieio por embriaguez, furor (i otro
motÍFoi^obre lo Oñ^fX hará V. ecsaminar con oitaoiolfy que le dé á en-
tender á el reo su'^efecto otros dos 6 tres de aqudlot operario» de roaa
r^oQ que hubiere en el ingenio y. que comunicasen i tk reo loa mis-
mos drns y horao, no olvidando saber de su vida j eostumbres lo qua
que condujere á el mayor coneeimieeto de su buena 6 maU indina-
cioni ni tampoca preguntar á los oegroe Laur^aiio^ Seboatian y Ale*
jo, porque motivo no dieron autet gritaron ó de otro' modo contuvie-
ron el mal propóslo que le^Vmunicó dicho reo; /ai de todo esto re^
aultare que el daOo cenado por el incendio fué grave» y que lo lii%o
el reo premeditado y" dolosamente» estando en qI estado natural de
ay juicio, pronunciará V. luogq auto definitivo» condenándole á muer^
te natural» la que hará* ejecutar iif emisiblemeiite, sin mas dilación
que la que requieren las disposiciones cristianas» previniendo que sea
en el mismo par^e donde delinquió, y con la publicidad mas oportu-
na á el escarmiento de esa «ooíndad. Y para que no queden sin aj^unot
los negro8,Laure{^n0t Sebastian y Al^o» mandará V. que estando á la
vista del auplicio» y después dq él, ae les dé, castigo de a«oWSt d^áo-*.
doles por último en. el servicio de su anio f que por su condición
estáa sujetos; loque es m¡ pareoer salvo 4&c* Dios guarde i V. mu-
chos oños como deseo* U^aoa 31 de.octabre de 1736.*-PoQtor Ber<«
nardo de Urrutia y Matos.
El teniente ^ranqiaco Garda BritOieacribaao de S, ML qoqsq ma«
jor puedo y debo» certifico que en mi pres^ftia firmó el . doctor don
Bernardo de Urrutia y Matos, abogado de la Real Audiencia de San-,
to Domingo, el parecer antac^nta* Hallaaa y octubre 31 de 1736^
— iFraociaco García Brito» escribano reaL
RaliJicacÍ9n^-^\j\íkgo in cootinenti su merced el Sr. Alcalde ma«
yor provincial pasó ^n compauia de mi /el prégate eacribono al cala-
bozo donde se halUn presos los testigos de cata sumaria de e^tos auto^
á hizo parecer á Laureano, esclavo de D, Jum de la Barrera, uno de
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-ir-
los testigos de quien fué recibido juramento que hizo por Dios y la criit,
según derecho ofreció decirverdad,y habiéndole leído por mí el escriba-
no la declaración fecha por el susodicho de ?erbo ad verbum, y oídola y
entendido, dijo: que es la misma que tiene fecha, y que en ella se afir-
ma y ratifica, y en caso necesario la vuelve á hhcer de nuevo, y sién-
dole preguntado por su merced que por que motivo cuando Miguel le
dijo que iba á quemar la casa no vino y jsc lo dijo al mayoral, 6 cuando
llegó á vista de la casa que la halló ardiendo dijo: que por miedo de*
negro Mígtiel no lo ejecutó, porque 'le amenazó dJ£¡^idole que si re.
Telaba al mayoral ó á otra persona lo que le habia espresado, le había
de dar una puñalada, y temeroso de qfie no lo ejecutara si lo flegaríi
á saber, no se lo dijo nunca á el mayoral.— Preguntado si sab^quc el
negro Miguel en tiempo pretérito, ó en el de haber puesto íbego á la
casa, le consta que ha sido borracho ó demente; dijo, que sabe que en
algunas ocasiones en la ciudad ha bebido aguardiente; pero que en
aquel entonces que le espresó lo que lleva dicho, no supo que lo es.
tUTiese* Y que esto es la verdad so cargo de su juramento, y que de
noero se afirma y ratifica, y que es de la edad dicha en su declartf-
cíon: no firmó por no saber, hízolo su merced de que doy ^.-^Barre»
to.— Ante mí:— «Nicolás de Flores Rubio, escribano real.
En el propio acto hizo su merced comparecer al negro Miguel,
reo en estos autos para que se ratifique en la confesión que tieme fecha
en ellos, del cual fué recibido juramento que hizo por Dios y la ero?!,
y ofreció decir verdad, y habiéndole leido su confesión de verbo ad
▼erbpm, habiendo oido y entendido que era la misma que antea liabía
pronunciado, dijo que no tenia que añadir ni quitar cosa algnna,enqne
ae afirma y ratifica, y qne en caso necesario la haría de nueve por- ser
▼erdad; siendo preguntado el didio Miguel si ha estado loco ó lo eati^
cuando introdujo el fuego, ó si estaba borracho á la sansen, dijo <f«e
nanea ha estado loco, y que. algunas veces se ka emborradñralo en h\
lugar; pero que acá en el monte nanea ha estado borracho, y que esto
es la verdad: no firmó por no saber, bízblosu Mierced de que doy lék*-^
B arreto, — ^Nicolas de Flores Rubio, eseriteno real.
Raüfieadon dt cdreo.— In continenti su merced híxo paraotr
á los negros Miguel, Alejo, Laureano, Cristóbal, Anbffoaío ^ák-
bastian, y estando todos juntos, se les reeibiv jnranrtntb fne hiéieMn
por Dios y la cruz, según derecho ofreeieron.deéif - veiKMv y liabiJNi-
doles h;idó el careos que tienen * fecho para finde qbc jse litüf tiif|.eii
3
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^t8—
élf habiéndolo oído todos y entendido de ? erbo ad verbunii anáatmei^
dijeron que es lo mismo que tienen fecho j que se afirman j ratifican
▼olviéndolo á hacer de nuevo en caso necesario, por ser todo la pura
▼erdad) no firmaron por no saber, hízolo mu merced de que doj fé.«-^
Barreto. — Nicdas de Flores Rubio, escribano real.
Lu«go su merced el Sr. Alcalde provincial para mas averíguacjov
de lo que se les tiene pregunudo en las ratificaciones que tienen fechan
los testigos 7 reo en estos autos, hizo parecer á Francisco Pérez, mti*
yoral de este ipgenio, de quíett fué recibido juramento que hizo por
Dios y la cruz, y siendo preguntado si ha visto al negro Miguel, reo en
estos autos, loco ó borracho, ó si el día del incendio loestuvQ, 6 recov
noció el menor indicio de ebrio en el ciudo Bfiguel, dijo: que ha masd«
dos mese/ está mandando este ingenio, y que desde el mismo dia en
que vino, conoció al referido negro Miguel, y que nunca ha visto ni re*
conocido que se haya emborrachado, y que la noche del incendio hl*
so ctnfianza del antedicho Miguel,asi para sacar las efigies de algunof
Santos que estaban en la ermita, como para pasarlas de la casa que s^^
estaba quemando, y que mediiinte su diligencia, escapó asi las efigies
eomo algunas albajas, aunque también es cierto que después de hai>
bertas evadido del fuego unas y otras, esperimentó en dicho negro ai^
guna locuacidad mas de la que comunmente conoció en él, con cuyo
motivo concibió que seria porque habia algunas botellas de vino y
•f uardíeQtety que valiéndose de la ocasión ternaria algunos tragos, de
dende infiere haberse escedido en el modo de hablar, ó levantado la voa^-
auD^ue en le formal nunca faltó al respeto ni obediencia, eomo tam»
poce á la amistad y buena alianza que debe tener á sus compañerosi
BÍ otra demostración que realmente indujese al conocí miento'de estv
Arte, y que esto ea la verdad so cargo de su juramento, y lo firmó,
^[ne era de di años, y su merced rubricó de que doy ft.-^ Barrete.-^
FrenoisAS Pérez González.^— Nicolás de Flores Rubio, escribano reaL
EUtaudo ea el ingenio nombrado SKu Hipélik) que estará tres
4egiH» de la Habasa, en 1 P de noviembre de 1736 el Sr. capitán J>.
Antonio Barrete, alcalde mayor provinAal de dicha ciadad y su J^-
tisdJBcion por S.M. habiendo visto eatos auloa y la culpa que de ellos
faaulta eeotn Mignel de nación francés, negro esclavo del Sr« contf •
éar D. Joaé de la Barrera, por haber <)uemado la casa de vivienda/
aB OMfíaveral de dicho ingenio y que de las diligencias ejecutadas jrfi-
múKá qm Hé el dafte gravítiapo por ser la casa y lo que en ella pji^
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— w-
ikaió de coiiÁdefiíUe ?ftlar^ hasu eo «Mt 4e 600 ¿MQ pi. y ek-ct»
üaveralr^ulado en 300 panes de aBucar» oujo iuceodio perpetró di*
cho Miguel dotova y premeditadamente: estando en el eatado naiarat
de au juicio, teniendo presente que delito i¡m grave neoeaita de añ
pronto y ejemplar castigo que contenga semejante» atrerlmientoe, via •
U> j considerado lo demás que eo«vtno, áfjo su merced* qoe eonfor-
«láadose con el parecer del Dr», D. Berna|iÉ|o de Urrntia que consta
4 íofae 8, j haciepdo justicia debía condenar j condenó 4 dicho «e-
gro Miguel á la pena natural de muerte, la -que se le dé atado 4 «a
palo, por medio de armaede fuego por no Kaber jrerdugo que de otra
•tierte lo pueda ejecutar, y que sea en el parage del delito, dándosele
liasta qnB muera naturalmente, y que allí sea llevado acompañándo-
le pregonero qae publique su detito; por la culpa que Resulta contra
ios negros Laureano, Sebastian y Alejo, los gondenaba y condenó,
¿e que á rtsta del suplicio de MigQ0y|||Lyj^ 200 azotes y después
sean entregados 4 su mayoral pan|j^^q^dei^n su cautiverio, y
por este en fuerza dé definitivo así i(pPrOTeyó, mandó j firmó.^ — An-
tonio Bárrelo.— Ante mí: —Nicolás de Flores Rubio, escribano real.
En dicbo día yo el escribano bice saber el auto dé arriba al ne-
gro Miguel, francés, reo en estos autos preso en el calnbozo de esté''
ingenio en su persona. — doy fé. — Nicolás de Flores Rubio, escribano
real. .^
En el diclio dia hice saber dicbo auto á Laureano, Alejo y Se-
bastian, negros esclavos de! Sr. D. Juan de la Barrera, reos en estos
autos, estando todos juntos en sus personas, — doy fé— Nicolás de
Flores Rubio.
Nieolas efe Flores Rubio, escribano de S. M., como mejor puedo
doy fé y verdadero testimonio, como boy dia de la fecha en cumpH-
miento de lo mandado por el auto á la fi»ja antes de esta del Sr. Capi-
tán D. Antonio Barreto, Alcalde mayor provincial de la Habana y su
jurisdicción, por S, M., be visto sacar el negro Miguel, fVances, reo en
'estos autos, del calabozo en que estaba preso, acoto pairado de los H.
HR. PP. Pray Pedro Mártir, y Fray Mannel de León, religiosos
de bi venerable órden'de nuestro padre san Francisco, que le ib«D
aytfdando; atado de las manos, y con unos grillos en los pies, á vor
de pregonero, que decia en alias é Inteligibles voces: ^Estaes la jus-
ticia que manda hacer el Hey Nuestro Señor, y en su nombre el 9r.
"Oapitan D. Antonio Bárrelo, Alcalde mayor provincial de ia ciudad
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de la Hubana j.tu jurÍ9Ücek»n, por S, IVI. á este Kombre por haber
J^ltado al respeto y temor de Dioi, de la justicia y de su amo, que-
mando las casas de la morada de dicho su amo, y uno de los caftsve-
rales mas principales de este ingenio, quien tal hizo, que tal pague"
en cuya conformidad fué llevado hasta donde estaba asignado el patí-
bulo, y habiendo llegado á^l fué atado por el verdugo á un palo» en
cuyo intermedio dicbo re» llamé al M. R, P. Fray Pedro Mártir, j
llegándose á él, el dicha Fádre diciéudole que si quena reeoncilkir;
dijo el reo que sí, y con efecto, hi;&o la demostración de arrimarse á
él, y el reo dijo que^solo lo'que se le ofrecia, era el que diolto Padre
dijese á gritos, que decia dicho reo que los tres negros nombrados
Laureano, Sebastian y Alejo que estaban presente* no habían ineiur-
rido en cosa alguna, que él los había cargado injustamente, y que t^
dos lo perdonasen pQr Dios, como así lo refirié dicho religioso, y
prosiguió dicho verdugo ^ánU^á un palo, por la garganta y cuerpo,
tapándole los ojo^ est<ni|^flMO, cogió una pistola que estaba car-
gada con dos balitílS^ en ía^íei^jfrecha se la descargó; que bi*o ar-
rojar un caño de sangre por las heridas y otro por las narices, é in-
clinó la cabeza para el suelo como que qujsria fallecer, y habiéndosele
-reconocido que estaba vivo, se mandó que con otra pistola cargada
con dus balas, se le disparase por la misma sien derecha, como asi lo
ejecuté el verdugo, y habiéndola descargado en el parage citado, en-
^derezó didio negro la cabeza con mucbo alientu,y abrió los ojos por
haberle levantado las balas la visera, y con la mayor prontitud que se
pudo ae cflU'garon de nuevo las pistolas con otras dos balas cada uua«
á vista y conocimiento de su merced, y de mí el presente escribano, y
tapándole el verdugo los ojos, le dio tercer pistoletazo, por Ja misma
ftien derecha, y ejecutado, dicho reo con gran valor pidió misericordia
por medio de los RR. PP. y no obstante, su merced mandó se volvie-
se á disparar cuarto tiro, como con efecto se ejecutó asi, y después
con gran valor llamó á los Religiosos,y junto con ellos pidieron mise-
ricordia; en cuyo estado su merced el Sr. Alcalde mayor á vista da
tan crecido suceso, y de que cada ve/, que se le disparaba» parecía re-
vivía, le perdonó, y á los demás reos, y se msindó quitar del patíbulo
y llevar para las casas, para que le curasen, como con efecto asi se
jecuto, 'y fué dicho reo por su pié Iftsta el calabozo de doade había
aalido, en donde se le quitaron los pillos, y dijo dicho negro Miguel
que había visto patentemente á María SautísimA del Rosario en el pa-
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—21—
libiiln> j habiendo su merced mandado llamar á Df Tomaa Bonom,
Maestro Cirujano, para que curase dicho aegro, y este naoif«(it4»
dolo en mi presencia, la de au merced, y de otras muchas personas, le
sacó de las heridas dos balas, la una «a poco abollada, y la otra toda
rajada; y viendo dicho cirujano que echaba mucha sangre, porque no
se le desmayase, suspendió diciendo,qi1|||Pl día siguiente le acabaña
de sacar las que le quedaban, y en este estado lo dejó; y para que cons-
te donde convenge, doy la presente en eF ingenio de S. Hip6lito, q^e
estará dos leguas de Guanaba coa, en 3 de uoviembfe de 1736 añus,
siendo testigos el Teniente D. Diego I>eígado j( Vargas: el Capitán
-SLPairMkideOfta^TttaiaQte.Simoa Ueroaiidka; el Subteaieftt» A«r
mon MarrerOf y. Teniente O* /osé Mjlao» y otras machas personas
que 8^ hallaron presentes, de que doy fé. — Bn testimonio de rerdad.
i — Nicolás de Flores Rubio, escribano ri^uí.
En la ciadad déla Hubann en '> -^^^ '^ ■ 'Tf>vieiubre de I7íjf5 »ño*
el Sr. Capitán Don Antonio \^u\ i I Ja ninyor provincml
de la ciudad de la Habana y ?u jurk^i^eú^it por S<,M.>MbÍendi) riscrf
estos autos, y \o acaecido el li > 'í í*! - nrrietite coa el uegro Miguel
de nación francés, reo en ^stos autos, que consta de esta y las dos fo-
fas antecedente8,dijo su merc^ que in continenti pase D. Felipe Ver-
dejo, comisionado de este tribunal en cumpañia del escribano al inge-
nio del Sr. Contador D. Juan de la B^irrera, en donde se halla dicho
negro, y le registren todo su cuerpo y bohío, á fin de ver si le puedea-
encontrar algunos trastos de que se malicie tener dicho negro algún
pacto maligno ó hechicerias, y fecho lo pondrán por d¡ligencia,hacien-
dolas mas eficaces que se puedan pora averiguar lo referido,y por este
asi lo proveyó mandó y firmó. — Barreto. — Ante mí — Nicolás de Flo-
res Rubio, escribano real.
Noticia del entierro de dicho negro^despues del tiempo pie vivió. -^
Libro pri/nero de entierros de negros á fojas 177 vuelta, partida 3. "
está la siguiente.
En la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Aisuncion do
esta villa deGuanabacoa, en 14 de noviembrode 1736 años: Miguel,
criollo da la Martinica, esclavo del Contador D. Juan de Ja Barrera,
falleqpó, habiendo recibido losjiantos Sacramentos, y se ledió sepul-
tura en el Cementerio de diclia.SaiHa iglesia, y.para que conste lo fii'<^
mé.-r-José Hdario Diaz.
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E« copia dé su original ri^ire para orclii?ado en el oficio de P. Jo*
fté Diax. Fué copiada en 1. ^ de Mnrzo de 1809.
Concuerda con su original que existe en el erclriro de mi cargo*
Guanabacoa y muyo 21 de 1813. — Francisco de la Madrid,
itihe dalttii en las imectendcM He eHammá, 6
«os A medlUMÉ de la Altiina cenfnifa.
Don Tomas de jp Torre, ?ecíno de esta ciudad de la Habana^
vendió en 20 de iJLciemlKe a« 1740 á ttüña Juana Teresa' de Zayat,
viuda, vecina da 1« nii^ma, iigun escrüura, ante eJ escribano pnbli^
po don ^unn de Sfilínus, ef haiu y rorruJ deque era dueño, nonabrado
San Pedral de la Lfc^tiadfu, con un síÜkí í\k ganado mayor y menQ!* úrr
tulado Yagüitaa, 40 leguas 4 sotavento de piie Puerto: en |qs aiiaie^
se comprende otro jiitio, en cuya población se está entendi^nc|o para
hacer un corral. I^as tierras bajo los términos porrespoqdfcnl^ á hatoa,
en 6,000 ps., y adenia^ el yaiof que resulte de las fábricaa» corrales y
ganados á los respectos siguientes, que de intento se copian para qui»
se cotejen con los precios de ahora.
P». »»•
Jjñ^ vacas, rejegas y novillos de 3 años, á. . ^ m
Toros viejos. 4 ,,
Toros y novillos de 2 años, á 3 „
Novillos de 2 años, á 4 „
Añojos, á 1 4
GANADO DE CERDA,
Pu<»rca8 madres, y machos de 2 años, á. . . '3 ,,
Machos de 3 años, á. ...••«. ^ ..* t 3 4
Oochinatos de año, á. . . . 1 4
Berracos de 2 años, á . . . - « • 3 4
Lechones de 6 meses, á. • ,i ^
Lechones de 4 meses, á ••.•••• „ 4
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-9$-
BS«TUS«
Garañones y caballos de silla, á ...... . 25 ,,
Yeguas de vientre, á . • . 7 „ .
Potrancas de 2 años, á . i ......... . 5 „
Potros de 3 años, á . . • . : • • 10 „
Potros de 2 años, á". . 8 „
Potros fedoDíoiies^ ¿ ............ , 12 .,
Cabajlos do medía rienda, á ........ . 15 „
Caballos de carga, á . . ; 12 „
Potricosy potraocas de año, á. ..,..,• . 2 „
Júsguese por esta tasación la diferencia de aquel tiempo & esto,*
Don Mateo Pedroso y Florencia por escritura de 3Í de^marzo dé
Í742, ante el escribano don Dionisio Paneorbo, otorga á doña Juanai
Teresa de Znjas, viuda del regidor don Juan de Zayas Basan, recibo
de los bienes totales de su esposa doña Teresa Martina de Zayas, hija
de aquellos, j entre los dichos bienes, recibe el hato j corral San .Pe-
dro de la Llanada, incluso en él un sitio riombrado Yagüitas^ 50 le.
giias á sotavento de este Puerto^ para la parte del Sur. Las tierras en
precio de 6,000 ps. inclusos en estos los 4,000 ps, de unai capelíaniaí
fundada por Phelipe Guillen.
1,124 reses en, ,•«•,•,,«•.««.,. 4350 „
511 cerdos ,.,,,,,. 1060 6
Í99 cerdos en Yagüitas, 346 6
t'ábricas y herramientas del hato y sitio. . • 441 7
t5 reses anecsas á Yagüitas ....... 328 „
Suman 6536
Ésta escritura es muj curiosa y por eso la protocolamos. Se cita
fina calle de la Tenaza y otras «alies que no teniendo non^bres se de-
signan |K)r rodeos. Se refiere tatnbien á un colejto de San Isidro, y
2dlf cerca el paliicio donde vivió un obispo. — Los rotares de la calle
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—24—
de O-Reilly, que prímiliMpiente se Ilfttn6 del Sumidero, se estiraabaa
en aquella época de 8 á lU rs. vara, y los que están por detras de Be-
lén, lugar que conocían por el Quemadero^ donde estuvo ^ Rancho
de los Isleños^ de 4 á 6 rs., y las ventas se hacían con difíoiiltad, re-
cibiendo es parte de pago mueblos de uso y otros electos rezagados.
BAYAMO.
^ CNMLJL-ñA BlUb CAFZSAZT VBJkMCXMCO TAMJLÚJL.
\
^ Que á la mitad del ^fffo XIX , cuando todos estudian y se afu-
, nan por adquirir conocimientos en las ciencias y en las artes, hay^
hombres ilustrados que favorezcan con sus dones esa propensión ge-
I neral, no parece admirable ni causa novedad, pero que en 14 de mar-
I • zp d^ 1571, (¡217 anos!) un individuo que no hiibia probado las deli-
cias del saber, que^estaba dedicado á las armas y al cuidado de sus
haciendas de crianza, distante de la capital 198 leguas, que el capi-
tán Francisco de Parada hubiera pensado entonces en consignar sus
^ cuantiosos bienes, como lo hizo en su testamento de aquella fecha
i para dar clases y propagar la instrucción en la villa del Bayamo, me-
rece un recuerdo honroso, y un tributo de gratitud á su beneficencia
y patriotismo.
Ordenó que con el producto de sus muchas haciendas se funda*
ra una obra-pía, se edificase una iglesia, se estableciera clase de gra.
mática y se eligiesen tres capellanes que doctrinasen álos esclavos de
aqueHas. Asi se cumplió, aunque sin mucho esmero y sin la constan-
cia que 86 impende en negt>cio8 de ínteres particular. Por fortuna los
reverendos padres de Santo Domingo, obtuvieron de los capellanes la
necesaria conformidad para solicitar la conmutación de esta obra-pia
en la fundación del convento de la orden que antes había sido dene-
gada por S. M.: tuvo el éxito que debían prometerse, sabido por el
Rey, que la intención de Parada no^'se ejecutaba con exactitud, 6
t)ue los bienes en que descansaba no recibían el cuidado, ni daban el
aprovechamiento que se habia prometido, y descendió la Real Cédula
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--as-
de 12 de febrero de 1739, con la cual el Illn^ / Rmo. tenor Obiepo
don Fr. Juan Lazo de la Vega y Cancinorpronunció tu auto do
coomutacion en 11 de octubre de 1740, quedando aiS instalado el con*
▼ento.
£1 buen éxito que tuvo aquella obra lo declaran muj bien tan^*
toe religiosos como se educaron para la iglesia en oquel convento, j
muchos seculares que recibieron en sus aulas los primeros rudimen-
tos, riñiendo solo á.esta capitaJ para completar su carrera con el es-
tudio de las lejes, ó para recibir grados en la Unirersidad. En el ma-
nejo de estos bienes se portaron los Dominicos con esplendor, pues
consta de papeles oficiales que en 1796 tenia el convento un Rejente
de estudios, que lo era el R. P. Presentado Fr. Antonio Remires,
que en 1803 lo era otra vez el mismo padre Remires j catedráticos
de teología el R. P. Fr. Francisco Bobadilla, propietario de Ttsperas
é interino de primaj de fílosofia el R. P. Fr. Miguel Selteira, y da
gramática el R. P. Fr. Rafael Pérez. — En 1801 era Rejente el ciu-
do R. P. Ramirez, lector de. prima de teología el R. P. Fr. Pedro
Caballero, de-vísperas el R. P. Fr. José de Luna; de arte el R. P. Fr.
Rafael Pérez y de gramática el R. P. Fr. Vicente González.— Eu
1806 era Rejeute de estudios el R. P. Fr; José Soler; lector de Utmt
Ifigía el R. Pi Fr, Silveira y de gramática el R. P. Fr. Jacinto Ber-
nal, cuyas asignaturas han continuado hasta estos (fitimos dias.*
De todo esto somos deudores, y principalmente los de Bayamo
á su insigne bienhechor Parada, y pues que el contesto de los docu-
mentos á que aludimos en esta pequeña noticia, esplica muy bien el
justo motivo en que se apoya este recuerdo, se ponen á continuación*
~ A RET. — Por cuanto habiéndoseme representado por parte de la
provincia de Sta. Cruz del orden de Predicadores, que por los cape-
llanes y patrono de la iglesia de N^ra. Sra. de la Asumpcion, dota,
cion de la Obra-pía que mando fundar Francisco de Parada en la vi-
lla de San Salvador del Bnynmo de la isla de Cuba se habia cedido
j donado á favor de su religión hi referida iglesia con todos los orna-
mentos conducentes á su culto, y asimismo las posesiones de hatos,
estancias y negror que le pertenecían, cuyo valor pasnba de 70,000 pe*
aos de que en la expresada villa se fundase un convento de su 6rden
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áoñát se ensenase la íU^fiiay la teología, y se lograse por este lui-
dlo el pasto espiritualice se facilitaba á sus moradores como coas-
taba de instrumeotos que se presentaban j suplicando me fuese ser*
tido conceder licencia para que fundase el enunciado convento, y sé
verifícase plenamente la voluntad del citado Francisco Parada, tuve
por bien espedir varias órdenes en 20 deabrll de 1730, para que m0
informase en este asunto con justificación de la espresada obra-pia^
sus bienes y rentas é información de la iftilidad del mencionado coa-
vento, y en su consecuencia lo ejecutaron el obispo de Cuba y otro«
sujetos, espresando que las baciendas de la obra-pia pasaban del va*
lor de 70,000 p9« y que era congrua suficiente para la manuteoícionf
de proporcionado número de religiosos de que habia falta, por ser
mucha la mies y pocos los operarios para el pasto espiritual y des-
tierro de la ignorancia que reinaba en aquel pais; y que asimismo se*
ria mas segura la administración de las espresadas baciendas por lot
religiosos; señalando al patrón y pariente inmediato de la obra-pia^
porción de tierras para que sus descendientes se socorriesen con ía la*
bór personal de ellas. En cuya vista y atendiemlo á que la citada do-
nación no contenia la aprobación y autoridad^ que segim derecho de*
M6 intervenir para su validación, denegué la fundaci<m del conven-
to, mandando por despacho de 18 de diciembre de 1734 se cumpliese
la primitiva erección de la obra-pía, según la mente del fundador de
ella, como está dispuesto por otro de 3 de julio de 1573^, entreganda
la» haciendas á su patrón y capellanes, cuya providencia suspendié
el obispo, representándome, le parecía no se faltaba á la uitima vo*
Inntnd de Francisco Parada con la fundación' del •convento, respecto
que las capellanías permanecerian siempre con aumento del culto de
la iglesia y de las mismas haciendas, y de no hallar motivo que im-
pidiese la conmutación é interpretación de la última voluntad en una
obra taa pía y santa, y ahora por Fr. Garios Pérez Bello, del^rden
de Predicadores, se me ha representado que habiendo reconocido el
obispo don Gerónimo Valdes en su visita el año de 1718 la falta de
educación y enseñanza espiritual de la espresada villa de Bayamo^
|K>r defecto de escuelas y cátedras, di6 providencias para que delcon*
vento de la Habana pasasen á ella dos operarios de su religión, cuyas
misiones produjeron tan favorables efectos^ que los vecinos y morado-
res le pidieron su peraiunencia por el lamentable estado de la referi-
da obra-pía que después de 170 anos estaban deteriora Jos sus ftncaa
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por disipación de sus adiDiiiistradores; y que por el patrono j eape-
lianes de ella, se habían traspasado sus derechos y accionea á favor
de la religión, haciendo donación inter vivos de las haciendas que ec-
sistian, suplicándome fuese servido aprobarla, permitiendo la funda-
ción del convento, por ser este el único medio de añanzar elcumpli*
miento de la voluntad del testador con beneficio de los vecinos y de
fas haciendas que desde su erección eran espirituales. Y habiendo vis-
to an mi consejo de las Indias esta instancia con los instrumentos que
para su justificación se han presentado, lo que informaron sobre ella,
así la Audiencia de Sto. Domingo* como el gobernador, el Obispo,
Bean y cabildo en sede-vacante de la ciudad de Cuba,'y los cabildos
eclesiástico y secular, curas beneficiados, oapellanesde la referida o*
bra-pía, y el guardián y convento de San Francisco de la villa del
Bayamo, sobre las utilidades que resultarían de la espresada funda-
eiou del convento, por la numerosa población de aquella vrlla, del
pasto espiritual que necesitaba y las suficientes rentas que subsistían
para la manutención de sus religiosos, y el logro de que por su me-
dio .hubiese estudios de gramática^ filosofía y teología moral para la
crianza de ministros, su aumento, educación y de8tie^ro de la- ociosi-
dad é ignorancia que feinabn, como también para, dar fin á los contt- -
tinos pleitos en que se disipaban las rentas de la espresada obra-pía^
y considerándose que aunque por leyes y Beáles órdenes está man-
dado no se permita en adelante fundación alguna de convento sin las
circunstanciad prevenidas para ellas de conocida necesidad y utili-
dad, servicio de Dios y raio, yqiie los que asisten en la del Bayamo
son, sin gravamen, del común ni de mi Real Hacienda, hallándose
con iglesia formal,, oficina y rentas necesarias para su permanencia,
siendo una de laacláusnlas del (estamento que otorgó el espresado
Francisco Parada el ailo de 1571 para la fundación de su obra-pía,
hi de que hubiese txefi cspellnn^sixiiie el uno fuese preceptor de gra-
mática y tuviese la olilig^icion áií iitstruir y eoñfesAr á los esclavos y
penóyiRiB que asistian en sus l^sicí^iidns, los cuales hubiesen de ser
faábSesr^y suficientes, modesto^, áa "ejemplar vida y loables cbstum-
bres,.y que para ocurrir al cumpíl miento de la illtima voluntad del
fundadqr, pasaron \n% inism^^ cr^pclij^nes de pnotJ propio, y sm mu-
dar la forma y disposición .suya,^ lífic^n diñacioo inter Vivos por
via de limosna y Obra-pía para la eréctfijOFn de; convento, de la
iglesia, sacristiai imájenes y demás alhnjas del adorno y culto de c-
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ibiSf con los batos y las otras conas que le pertenecían bajo la obliga'
eion dé enseñar la gramática y cumplir con las capellanías y fiestas
prevenidas por el fundador^ de ser el convento tiasa profesa de novi»
cíof, y de mantener lectores de filosofía y teología para enseñanza de
predicadores y confesores, y aumento del culto espiritual, y que con
el nuevo informe del Obispo y su consentimiento en esta conmuta-
ción, cesa toda dudn y se yerifíca que sin perjuicio de la primitiva
fundación se ocurra á las utilidades que resultan del convento. He re-
suelto á consulta de 12 de diciembre de 1730, que precediendo la for-
mal conmutación de la mencionada obra-pía de Francisco Parada, con
aprobación y autoridad del espresado Obispo de Cuba (que ofrece
concurrir por su parte á ella, y á quien encargo su ejecución) se eri-
ja y funde el convento de Predicadores en la villa del Bayamo con
solo los bienes de la espresada obra-pla por ser desde su oríjen ecle-
aiásticos y espirituales, y que el espresado Obispo prefina al tiempo de
bacerse la fundación el número de religiosos que fuere preciso y cor-
responda á la renta con qae establece, imponiéndoles el puntual cum-
plimiento ¿le las cargas y obligaciones contenidas asi en la primitiva
fundación de la:* Obra pía que se intenta conmutar^ como en la escritu^
ra de fundación ^otorgada por sus patronos y capellanes , para que ae
verifique en todo lo posible su ultima voluntad, se aumente el culto de
la iglesia, el pasto espiritual y la enseñanza de aquellos moradores*
Por tanto mando á mi 6roberaador y Capitán General de la is-
la de Cuba y ciudad d§ San Cristóbal de la Habana, al Goberna-
dor y capitán agúerra de la de Santiago de Cuba, al Cabildo, Jus-
ticia y Regimiento de la villa de San Salvador del Bayamo y á todos
los demás ministros,jueces, justicias y personas de cualquier estado y
calidad que sean, y ruego y encargo al Obispo de la iglesia catedral de
la ciudad de Cuba, su provisor y vicario general, Dean y cabildo de
ella, y los demás prelados y jueces eclesiásticos á quienes en todo 6
en parte tocare el cumplimiento de esta mi Real deliberación. Que
luego que por parte de la provincia de Sta. Cruz, del orden de. pre-
dicadores se les presente este deapacbo, guarden, cumplan y ejecu-
ten, y bagan guardar, cumplir y ejecutar su contenido, sin poner
embarazo ni impedimento alguno para que precediendo la formal
conmutación de la enunciada Obra-pia (le Francisco de Parada, con la
aprobación y autoridad del obispo de Cuba, que por derecbo le
corresponde; y ofrece concurrir por su parte á su ejecución, se erija
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y tuoie en la villa de satv Salvador del Bayamo el convento del ¿J^
den de Predicadores que se solicita, conlurme á lo dispuesto por- hf
'ejes de mi Real patronato, y con ^lo lotf bienes pertenecientes 4
. la refeiida Obra-pía, á cuyo fin encargo asimisino al espresada obis-
po de Cuba, aplique todas las providencias que tuviere por conve-
nientes, prefiriendo al tiempo de hacerse esta ¡fundación el«nú^ero'
de religiosos que fuere preciso y correspondiere á la r^t3 con que
se establece, é imponiéndoles d grávame delpuntuql cumplimiento'
de las cargas y obligaciones contenidas en la primitiva fkndaeion de
la enunciada Obra-pia, y la escritura de donación otorgada en ll de
marzo de 1720 por su patrón y capel 1 a ifss, para que por estcm^dio
se verifique y ejecute en todo lo posible la última voluntad del Cata-
dor en aumento del culto de la iglesia, del pasto espiritual y ense-
&anza de los vecinos y moradores de aquella villa; para lo cualquie*
ro y es mi voluntad se dé por todos el favor y auxilio que conviniere
7 se necesitare, y derogo por esta vez las cédulas de 19 de marzo-
de 1593 y 3 de abril de 1605, 14 de julio de 1643, 4 de marzo de
1661, 19 de febrero de 1704 y 15 de mayo de 1717que prohiben las.
fundaciones de conventos y otras cualesquiera que haya en contra^
rio, dejándolas para ea adelante en su fuerza y vigor para su preoii^A
y puntual observancia, por ser así mi voluntad. Fecha en el Pardo
en 12 de febrero de 1739. — Por mandado del Rey N. Sr. — D, Fran-
cisco Campo de Arve. — Y* al pié de dicha Real cédula están tres,
señales de rubricas diferentes.
Auto de conmutación. — En la ciudad de la Habana en 11 de oc->
* tubre de 1740 años, el limo, y Rmo: Sr. D. Fr, Juan La^o de la Ve-
ga y Cansino, dignísimo obispo de esta isla de Santiago de CubH»
Jamaica y la Florida, del Consejo de S. M., mi Sr., habiendo vhx&
estos autos y lo pedido en ellos por el Rdo. P. Fr- Carlos Seres
Bello, del orden de predicadores, en nombre de la provincia/ áh Sta.
Cruz,por su escrito de 26. de setiembre próximo pasado,con. licencia
iuscriptis del M. Rdo. P. Prior y vicario provincial del convento de
SrSto. Domingo de esta dicha ciudad, y de patente y carta de su Rmo.
P, Mtro, general de 30 de marzo del año pasado, y áp las actas de
dicho Rmo. en 15 de mayado 1726 sobre qu^e dé cumplimiento y
ponga en ejecución lo encargado k S. S. I. poRtenl cédula su fecha
en el Par^o^ 19 de febrero del año próximo pasado de 1739, en 6r»
den á que se connuite la erección de la Obra-pia de Francisco de
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Pliradü, y «e funde con ella en la villa del Bayamo un convento
líe .dtcha orden can la condición de que en todo ¡o posible se ob*
gerffe y guafde'Ja últimd íwlíif^tad de dicho '^ranci$to de Para-
da^ y lat puestas por' el patfdno y capellanes de dicha Obra-pia en la
escritura de donación y cesión, que liicieron- á dicho orden, y lo de*
mas i)ue.coiitiene y espresa dicho Real despacho, qae todo corre pre-
sentado 'á /sonliniíacíon de esfos autos: visto asi mismo lo dicho en su
cbfitfadicQioD pof el .padrejy-omotor fiscal en su escrito de 30 del c¡-
.tado njes do-setiembre, e» queppope la escepcion de no darse al dicho
reverendo padre fray Carlos Bello- por no haber presentado poder de
dicha jpVoTincia, en cuyo nombre ne ha. presentado ni el necesario, y
con Tas- solemnidades legítimas para admitir como gravosas y perpe-
tuas las condiciones referidas, y conque precisamente se ba de' hacer
la did)a conmutación, y. que caso que ésto se efectúe debia de prece-
der él conocimiento judicial de causa neqésaria legítima para ello, y
7^ en todo caso, cuando 8. iS« J« ie sirviese usar de su ' autoridad ^ no
fuese absoluta^ 9Íno condicionadamente. Y v¡«to asimismo lo que des-
pués por otro escrito cié 6 del corriente' alegó el dicho reverendo pa.
dte Fr: Carlos Pérez Bello,, con lo demás, que en materia tan grave
yjJe tanta circuspeccion ver. y- considerar convino, S. S. I. dijo: que
lisando de la autoridad de dignidad concedida, y en obedecimiento de
dicho 1R,¿fL\áe%!pfkíih^ teniendo presente las misma.s^.causas que.se infor*
fMCrpn d 8\ itf,.(Q* 1>, ¿r.) en su Real y supremo consejo de las
Indiásde donde dimanó, y en aquella via y forme que mejor haya lu-
gat por derecho haeia, é hizo formal conmutación de la dicha Obrar
pía de Francisco Parada, para qj^e de sus t)ie{ies.y no de otros, se
fundé en dicha villa del Bayaoio en esta isla y diócesi», un convento
Véfórd^en de Predicadores con las condicioqedy declaraciones, cargos
y obUga(XÍones 8igu¡entes:-^Prinieramente) que poi cuanto por dicho
]^eaf despacho en primer lugar se encarga, á S. Suj. que al tiempo de
Imcer Ja'íundacioiI^de dicho convento, prenna el numeró de religiosoa
qué fuese preciso y corresponda á la renta con que se establece, desde
tni^c^lo^Aoe de el de veinte y cinco religiosos, y teniendo presente
8. S%1. que esta se convertirá por ahora en ¡a matorral fundación de
dtcKb convento, clau^may casa de nO>^cios y.demtfs oficinas que ee re-
quiereti á su petfeccK, reediíícaoion de la iglesia, prnígiientos ^ de-
más necesario pva la decencia del^ulto divino^ dentrp^de nueve a.ñosi
que «S8¿1 qíae S. S- Ivha considerado necesario paro la perfeijcioii dp
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diciias obras, debíanle mau Jar y mandó, que por ahora ^náená di-
cha villa ocho religiosos, que seguQ la constitución del. S^o Pad*
lo V., aprobada por S. IVÍ. componen. formal convento én qué se in-
eluja el dicho R. P. Fr. Carlos Pérez Beno, como Ticairio y C091Í;
aairio constituido por su Rmo.^ en cumplimiedto 7 observadcitt dt^líL
patente que tiene presentada pura que desde luego tomen posesión ^e
los bienes que fueron de dicha dbra-pía y contribuyan las divinas alai
hanzas, según sus reglas y constituc¡ones,'9fean cátedra de níofia),*é in-
erin que no se finaliza el convento y obra, las conferencias que sean
odos los jueves no impedidos, se tendrán en la parroquia de dicha vi*
b, y empiecen la obra de dicho convento y demás (Jue ^á referido^
'dentro del término de dichos nueve anos que precisamente se les se^
ñaia para ella, que han de comenzar á correr y contarse desde el di;«
que tomen posesión de dicha obra pía, y concluidas que sean las men-.
Clonadas fábricas, han de pasar á completarse el número espresado da
los veinte y cinco religiosos prefinidos. *
2. ® ítem. — Que han de reconocer por patrono al que lo, es ue^
iualf y á los que le sucedieren^ con soló la facultad de poder nombrar
capellanes^ y de que dichos religiosos le contribuyan de las rentas 40
dicha 06ra-pia^ los diez pesos que le éslán señalados por la funcja-
cioní
á. ^ ítem. — Que á los dos capellanes se les contribuyan por di-
chos religiosos, de las dichas rentas con los 230 peso^ asignudos pot
el fundador^ y con el pan, vino y cera, ornamentos, cantores ydemay
üdcesario para el cumplimiento déla misa de ellas,
4. ® ítem/'-'Que al preceptor de gramática que ha de durar ^.oii
el tiempo de su vida, y después han de recaer en dicho convento perpé»
tuofttente^ se le contribuyan por el de las dichas rentas, los 300 pesos
que le están señalados con la precisa obligación de asistir con los es-
tudiantes á la misa de N. ^. el sábado, y á la tarde^á vísperas, y á lat
mifa f vísperAs del dia siguiente, y por cuanto S, S. I. se haya infor-:
mado que dicho preceptor de gramática está en posesión de una det
dichas haciendas, para hacerse cargo de dichos 300 pesps que le per^
ienecen, debia mandar y mandó la restituya á dichos religiosos^ y
estos le contribuyan con dichos 300 pesos.
$. ® ítem. — Sean obligados dichos religiosos S: recDnocer en di-
chos bienes 1875 pesos de principal á favor de la Capellanía de
jTranctseo Camacho y capellanes.
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^82-
6. ^ Item.-^Así mismo 500 peso? á faror de la de Prancisco
Ba)lejo4 y «US capellanes, de la que al presente lo es D. Luis de Pi-
nas.
Y. ® Item.-^Que han de celebrar todos los años con toda soiem
nidad de vísper&s, misa cantada y sermón las dos festividades de la
Ascensión de N. S. Jesucristo, y Asunción de N. S. por lá intención
del fundador en la conformidad que lo dejó disputsto.
8.^ Ilem. — Que diclfl^ convento ha de ser casa de novicios, j
han de mantener en ella lectores de filosofía j teología para su ense-
ñanza;
9. '^ ítem. — Que ha de ser de la obligación de dichos religiosa
estar á la mira sobre el cumplimiento de las misas de dichas capella-
nías, j especialmente sobre lo que pertenece al preceptor de gramá-
tica dando cuenta á S. S. I. de cualquiera falta á omisión que hubie-
re, y desde luego se apercibe á dicho preceptor, que en caso de ha.
berla.sin Jegítima causa se íe despojará y pasará la lección y renta
al referido convento para que se sirva por sus religiosos.
10 ^ ítem, — Que por cuanto dichos religiosos están convenidos
en que el patrono se mantenga en la posesión en que está del Corra.
litQ de Gibacoa por el tiempo de su vida, por lo que ha de haber de
dicho patronato con la pensión que hasta aqui ha tenido de contri-
bui^r 4 botijas de manteca, mandó S. S. I. no se innore, y que por
su muerte pas^ al convento y á los sucesores en dicho patronato,
se les contribuya el derecho seáalado por el fundador.
11.® ítem. — Que en atención á que por el padre promotor fis-
cal se ha puesto reparo al dicho R. P. Fr. Carlos Bello, sobre fa le-
gitimación de su persona para solicitar en nombre de su provincia
esta conmutación y obligarse á las cargas y pensiones de ella, y aqui
se han referido, para que se proceda con la seguridad que á seme-
jante materia y su perpetuidad corresponde, ha de ser de la^'obliga-
cion de dicho reverendo padre de que tratada esta en el capituló pro-
vincial qijie de próximo se espera hacer en el convento de Predicada-
res de esta ciudad con los instrumentos todos, y aceptadas las car-
gas y obligaciones referidas por dicha provincia, y obtenida aproba-
ción y confirmación del Reverendísimo Padre Maestro General, pre-
sentarse con todo ello, y ratificación de lo que ha obrado en este tri-
imnal.
12. ítem. — Que para que dichos religiosos tengan presentes las
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eargM y obligactonet & que van obligados y m sepa el dia deedc
cuando empiezan á correr los nueve años que les vun eoneedidos pa-
ra la obra material de dicho convento, se les dé para lo primero, y
qae se presenten en dicho capítulo testimonio de todos estos autos e«
pública forma y de manera que haga fé, y para lo segundo, y que se
les dé posesión de todas las rentas, iglesia y bienes de dicha Obra-pia
despacho con inserción de este auto para el ricarío juei eclesiástico
de dicha tíIIh del ^ayamo. ^
13. ^ ítem.— Que aunque S. S. I. está muy satisfecho de que
la provincia de Santa Cruz y sus religiosos no omitirán el cumpli-
miento de todo lo proveido por este auto, no obstante porque puede
en lo adelante y especialmente en el término que está señalado para
la construcción de convento, acontecer el que no se perfeccione, 6 en
étra manera faltarse al cumpUmunio en todo^ 6 en parte de lo áti-
puesto^ S. 8. 1, declara que en este paso {á escepcion de alguna justa
causa que para ello haya^ aprobada por 8. 8. L 6 sus sucesores) sea^
en si nula de ningún valor ni efecto la conmutación que lleva kecka^
declarándola desde ahora para cuando llegue el caso por irrita^ y co'
mo si en ninguna manera se hubiese hecho, quedanho la dicha Obra-
|iia, y sus bienes en su primitivo y antiguo ser, sujeta á la jurisdicción
de S. S. I. y demás señores sus sucesores en la conformidad que lo
estaba antes de hacerse esta conmutación, sin que los religiosos pue-
dan tener ningún derecho á ella, y en esta forma, y no en otra se
entienda hecha la conmutación, y esta cláusula en toda la antece-
dente y cada una en particular y aunque S. S. I. tiene repetidas es-
periencias del gran celo y cordial devoción que los reverendos padres
tienen al Santísimo Rosario, les ruega y encarga que luego que to-
men posesión de' dichas haciendas y demás pertenecientes á dicha
Obra-pia, y teniendo el número completo de los 8 religiosos, soliciten
con su acostumbrado y apostélico celo, que en dicha iglesia y ante la
milagrosa imagen de la Asunción se reze diariamente las tres partea
del Rosario, y que los domingos y dias de fiesta que él tiempo per-
mitiere salga por las calles de dicha villa cantando el mencionado
Santo Rosario, esperando sin duda que en los menciouados dias de
fi^ta exhorten al pueblo con una breve plática en el lugar y sitio que
le pareciere roas cómodo á la secuela de las virtudes, detestación de
loa Ticios, y cordial devoción de nuestra Gran Reina y Señora María
SaBiisima*del Rosario; que por este auto asi lo proveyó y tírm6 de
5 <
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qne day (K.*-Fr. Jumn, obiipo de Cuba«— Ante mi:— Isidro Ignacú»
Magttñfi, notario pábl¡co«
£• conforme á la Real Cédula y auto de conmutación cjtie «n
teetinHMÍo te hallan en loa autos para proveer de capellán la capeUar
nía deMOO pesos del capitán Francisco de Parada á que me remito.
— Bay amo 18 de majo de 182 K — Fructuoso Moxia, notario públi-
co archifista.
DE R£¥IL.L.A-GIGEDO,
TIREY OB MÉJICO.
[Cbfi una láminaJ]
El teniente general D. Manuel Flores, virey deSta. Fé de Bogotá,
fué promovido á Méjico donde llegó en julio de ITS?, pero deseamto
disfrutar de la vida privada, renunció el vireinato y se march<( para
Espaia en noviembre de 1769 en el navio san Ramón, que arribó á
Teracruz en 8 de octubre anterior conduciendo 4 su bordo al Sr. D*
Joan Vicente Guemes Paclieco Horcasitas y aguayo, conde de R«-
viRa-Glgedo, y virey nombrado por el Sr. D. Carlos III para reen-
placar al citado Flores.
La serie de virejes que precedieron á Flores no habían hecho
mejoras notables en la administración general y eeonómiea de la
colonia, hasta que llegó por el camino de la Florids, Tejaa y pro»
i^inctas internas D. José de Qalves, nombrado visitador y con am-
plias instrucciones dé la Corte para corregir, reformar y componer
cnanto no estuviese en perfecto orden y arreglo. Galvez era hombre
activo, tenia talento de Invencien y sobre todo grandes deseos de
dpear algunos ramos j. reformar otros par& acreditar hasta cierto. pim-
to 4 la borona su gapacídad y celo. D. José de Galvez en el tiempo
de ^ii visita hizo reformas de oonsideraeion, tajes como laa de anre-
glar tas compañías presidíales de ios estados intvmos dé Oráme y
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—35 —
OtH^idente, pam evitar las guerras sangrientas áñ las tribus bárbaras
del desierto; fundó la renta del tabaco y dictó otra multitud de pro*
▼ideneias otiles que no es del caso mencionar. D. Manuel Flores,
hombre de juicio, aunque no instruido en los asuntos de estas colo-
DÍas^ no hieo en el corto tiempo de su gobierno mas que cumplir
con las disposiciones del visitador, pues no pudo de pronto compren*
der la entidad deJ etnpleo que tenía, ni hacerse cargo del millón de
asuntos de que ere necesario tener exacto y minucioso eonoeimíento*
No sabemos sí D. José de GalreK se dí6 por satisfecho con ttra
disposiciones y si juzgó que nada faltaba ya para la prosperidad y
buen gobierno de la colonia; pero lo cierto es, que Renlhi«6lgedo
encontró muchos abusos y defectos que procuró corregir eon la aetí*
vidad .de su carácter y con la prodigiosa comprensión de su enten*
dimíento que abarcaba desde las cosas al parecer mas pequeñas é in*
signiñcaotes hasta las do mas entidad 6 importancia para la Corona.
Revilla-Gigedo tomó posesión del gobierno el 17 de octubre de
1789, y el primer suceso en que dio á conocer su actividad yjgrnnóe
rectitud fué el de los asesinatos peVpetrados por 1). Felipe Atdama,
D. Joaquín Blanco y D. Baltazar Quintero, en las personas de D*
Joaquín Dongo y familia. El día 24 de octubre aconteció este hor-
rible atentado; á los trece dias, es decir, el 7 de noviembre, los reos
faeron ejecutados en un tablado que se colocó entre las puertas del
palacio y cárcel de corte.
Algunos meses bastaron para que Revilla-Gigedo comprendiera
lo que habia que trabajar en todos sentidos, para dar una forma re-
gular al conjunto de miseria y desorden que hasta. entonces se no*
taba. No se erea que pretendemos exagerar. Un cuadro del es.
tado que guardaba la colonia en 1789 dará una perfecta idea
del mérito del insigne magistrado á quien no detuvo en su carrera
de progrlsso* ni lo limitado del tiempo, ni las consideraciones socia-
les, ni la lucha constante de preocupaciones que le fué preciso repe-
ler.-*Veamos como estaba la policía entonces. Las calles sin ataiv-
jeas, banquetas ni empedrados, eran el común depósito de labasum
é ibmundicia de las casas, y las lluvias, año por año, ívirmaban natu-
ralmente asquerosos albañales, de don^ emanaban mefíticas y da-
ñosas exhalaciones: la acequia continuaba hasta el* Palacio y ot-raé
eslíes siendo también el receptáculo de las basuras que te estanca-
ban en el agua represa; el merc'>do estaba frente del Palacio y M
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oompoou de un coiniin en el oentrOf y multitud de grandes y peque.
ftos tejados de madera, donde »e espendian las vituallas, arrojándose
las podridas i un lado, que algunas noches servían de alimento á los
cerdos j vacas que pacían libremente por toda la ciuilnd. En esos
tejados de madera dormían á pierna suelta hombres y mugares, / los
vagos y ebrios tenían seguro asilo donde pasar la nc che ó cometer
no pocos crímenes. Los baños en Mégico eran unas grandes galerías
con tema$eaU$ en los lados y bateas en el centro,, y todo el q ue pa-
gaba su t*scote tenía derecho á entrar, pues no había la separación
debida para los sexos,
A las nueve de la noche (si era oscura) no se podía andsr en Ift
ciudad, pues no hnbia alumbrado público y solo los dueños de tien-
das 6 casas tenían obligación de colocar en su puerta un farol^ pero
no cumplían con esta disposición, ó sí cumplían retiraban la luí 4
cierta hora de la noche. La mayor parte de la plebe andaba casi des •
nuda« púas su único vestido consistía en una manta que les servia
tambiej^e ropa de cama, y un sombrero de petate.
Era una costumbre, tanto veniler la ropa de los difuntos en tieo«
das públicas, como enterrar estos en las iglesias dentro de las pobla-
ciones,»-Ambas cosas unidas al desaseo de las calles, causaban fre-
cuentes epidemias.
En cada puerta 6 balcón había un tejado, lo cual daba á la ciu-
dad un aspecto feo y triste, y ocasionaba algunas desgracias por la
caída de los ladrilloM 6 tablones.
Indistintamente se fabricaban edificios, sin cuidar de la armonía
ni rectitud de las calles, y á casi todas Ins casas se les ponían 6ana-
les voladas á la calle, lo cual descomponía notablemente el piso.
No había mas paseo público que el plantado por el virey Buca-
rely que llevaba su nombre.
Las fuentes públicas, que eran unos grandes tazones de mara-
posterla, regularmente estaban sucias, así con el sedimento de la mis.
ma agua, como con el polvo de la calle y el contacto de las manos
de los aguadores, y tampoco era estreno el que las gentes se lavasen
la cabeza y los pies en ellas.
Las pulquerías (1) abui|daban: casi en todas las plazuelas ha-
(1) Aan ha quedado una que otra de estas pulquerías y es en verdad de
toda urgencia que se acaben de destruir.
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—37—
bia iifi enorme JHcalon semejunte á una trox de hacienda. En elceti-
tro hallábanse colocadas inultifUd de tinas enormes llenas de pulque,
j 4 su rededor pululaban los léperos casi desnudos, las prostitutas j
loa mendigos. Todo lo que habia de mas sucio j de mas miserable en
la población se reunía en estas casas. Allí se jugaba á los naipes j i
U rajuela, allí se cantaban versos obcenos, allí se decian entre risas
y algazaras las palabras mas soeces del lenguaje del pueblo, allí, en
fin, había riñas y asesinatos y complots para robos y otras malda-
des.
Las siembras no eran entonces de lo mas abundalites así es qne
cuando las cosechas se perdían algunos acaudalados monopolizaban
losgraooi y el pueblo sufría hambres espantosas.
Por fin, esta ciudad sin un plan regular, sin fa zanja que ahora
la circunda, llena de edificios ruinosos y deformes, con sus callea
Ciogoaas, su plebe desnuda y la suciedad en las casas, en las plazue-
las y hasta dentro del mismo palacio, era el receptáculo de los ladro-
nes, de loe fulleros, de los polizones que venían ocultos en los barcos,
y de multitud de gente ín moralizada y ociosa de ambos sexo^que go-
zaba de la mas segura impunidad, como ne comprueba con el suceso
de Dongo y otros crímenes que han pasado en silencio las crónicas
del tiempo, porque refluían contra personas poco notables en la so-
ciedad.
No sé cómelos antecesores del conde de Revilla-Gigedo, podían
habitar en un país tan puerco. Está visto que nadie hizo por Mégico
hasta que D. José de Galvez indicó algunos pasos en su favor, que
eonclay^ el ilustre Horcasíta. ^
Pues todavía eran mas grandes los defectos que notó el conde* en
hi organización moral del reino. Encontróse con multitud de juzga-
dos privativos y con diferentes y multiplicados sistemas de administrar
la JQsticia: era el superintendente de Hacienda, el de mopeda, el tri-
bunal del consulado, el de minería, el de alzadas, el p roto medí cato,
el del marques del Valle, las audiencias de Mégico y de Guadalajara,
la Acordada por último, que ejercía su jurisdicción por medio de maa
de 2,500 dependientes y que imponía penas infamantes y aun la de
muerte, sin que tuviese ni aun la molestia de que otro tribunal revisa-
se sus sentencias. Cada jurisdicción de estas tenia su fiscal, su escri*
baño y tas formulas y reglas particulares para seguir sus juicios.
En los lugares foráneos, las cosas pasaban todavía peor, puea
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--am-
para los juicios comiines hahia «Hbdelegadoíi, cíe que rríiiltubn nntii-
ralinente una confusión y demora eif la administnicíon áe justicia,
perjuicios que especialmente resentían los que se hallaban en el caso
de venir á pleitear desde trescientas y cuatrocientas leguas de distan-
cia/pues los tribunales superiores residían en la capital.
Révilla-Gigedo, asombrado y no queriendo creer que pudiera lle-
gar la agudeza del entenditqiento humano, hasta el grado de inven-
tar ub sistema tan monstruoso y complicado, tendió su vista pene-
trante y observó los otros ramos generales: ved lo que nptó.
Ninguna eeítnela de primeras letras gratuita, había establecida en
la capital y ni en ninguna parte del reino. La instrucción de la ju-
ventud estuvo al cuidado de los padres jesuítas: y cuando estos fue-
ron espulsadoren 1767 quedaron solo algunas escuelas bajo el cuida-
do de frailes, que no se ocupaban con empeño .ni eficacia en su ma-
gisterio. En cuanto á las escuelas públicas eran regenteadas pormaes-
ras que alimentaban el corazón de las niñas con cuentos absurdos y
ficciones supersticiosas; maestros que enseñaban á los discípulos á
mal lee^ peor escribir, después de haberle sacado la mitad de la
saagréá azotes, y haberles hecho perder la vergüenza con la coroíá
y otros castigos ridículos é ineficaces.
KI colegio de Minería establecido por Carlos III, merced á los
esfuéra&os que hizo Velazquez de León con el visitador Galves, esta»
ba mivy lejos entonces de llamarse propiamente colegio, pues «e ca-
recía de profesores de instrumentos, y de aparatos para la práctica dé
ks ciencias. .La academia^ establecida también recientemente y con
una /amosa colección de yesos, y algunas buenas pinturas permane*
eift^estacionaría.
£n cerca de trescientos años que llevaba la España de poseer
hA regiones de los trópicos, no había pensado un solo día en conocer
BU botánica, y en hacer participante al viejo mundo de los aumen-
tos en esta ciencia, que proporcionaba la e.spontánea producción de
vegetales, de flores, y de fhitos nuevos. Fué Bucareli 6 mas bien
Galves, qiiien tuvo la idea de plantear en el potrero de Atlampa uti
jardín botánico. Flores persistió en la idea, mas en discusiones é is-
^rmes se había tráDscurrido mucho tiempo, y el eiftableaimíeato no
se planteaba.
En cuanto á los caminos (cosa increíble! El de Yeracruc no9#
podta transitar mas fue en muía, y otro tanto sucedft eon los de Tp-
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luca y Tierrii Culieote depópito de ios granos^ j poiset tan itíles CaaM..
lo cercaoíKM á la capital* *)
Los ayuntamientos invertían sus fondos eñ cohetest festividades
y sueldos inútiles, y nada hacían en beneficio de sus municipalidades
sin que por supuesto hubiese una oficina que (Cuidase de contener .e»«
los abusos* 7 de glosar las cuentas del riquísima ramo de -propios.
Las oficinas y efnpleados estaban. en armonía con todo este dé's^
orden. En ninguna había datos ni ideas para formar la eieítadística-
IM ios Irbros, asientos 6 espedientes se llevaban, con 6rden 6 bajo cier^
tas reglaSf sino conforme á la invención .ó capriclio (tel - e:e£e« ninas
oficinas ja de tabacos^ ya de alcabalas^ y puJques estaban -ai tanto poi^
ciento, otras á sueldo fijo,. unas con menos tralrajos tenían mas de*-
pendientes que otras que tenian mucho recargo de quehaceres.
£1 Tribunal- de-Cueutas era insignificante porque nada -hacia, y
aun pretendió tener cierta superioridad al virey« No óbstalite todo sa
tren, las cueotus no se glosaban, y tina que otra quA se revisara,, «ra
á instancias de ios mismos responsables.~^o habla «fdiivo.íbrmadpi
y las cuentas confundidas unas con otras estaban a^logi/eradasóomo
fardos inútiles. Lo que dá mas cabal idea delestado y abandíopo #b
que se bailaba esta oficina, es recordar que el méitQda.de clasificar Iim
pageles, era por mesas, y para mayor claridad, pónfan á-los 4egajos
un rótulo quedecia: asuntos de la mesa 'i'.^^lísüniosdelamesd:^^^
^c.Todo esto referido en el informe de Revilla^Gigedo á S^M., «oH
tono serio, no puede menos que b^er reír. " - -- '
Sin ningunosjeonocimientos geográficos))! lep^ráfices,«flKÍmiMiBí
hecha iuna rarísima diyjsion de suelos ó alcabalatorioá; diferí mí 'q^
jamas pqdo enteudei^ nadie, que di6 «rigen ^^cumtiloscwi.eiqpfkdiliiltes^
y q^,.amcbafr veces "í^e exigiesen iijj (I Btoftpngt3s.^K!*ta división tlt^ sue-
los.teoia.por objeto el'fepeítir el cobróle alcabala tantas veces ci^ajitaa
laj^ t|iercana)^ pasjibcíti cj^ :«.n In^^+ir á otro. ' • -^
>4p^A' ,49^11^^ 5^00^^'^^'?^ ^^^ V^^^ q^& JiÍ£Qul>-'Fra«icisea
Aj^tcMHóf.Ci^esppv est^ el cjérdtp ppc j^akqrden
áúff^^(¿Q^\¿t. de Í.'^^U.ie^J."0?n^> liábiíi lefiiflií efi^etiry fáítAlw f^^"-
cbg pai:¿;)^iiá ¿^ completase» él iiu mero íd6!^03|4a;Ei^ (^m d$b#
. ^j^ifip-BíiliriaMltaB^ ^^^^ inótiles, parqi^no.te-
ni*l^»i <H»i5^^ fron|«wi«fe*toalUi-
ban vau custodia m\ guarnición, y arUii los jiocas ©uerp»« vetcratiíf»
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—40—
qoe había no eran de mocha confianzav porque U major parte de
JU8 gefes y oficiales eran jü virtud de beneficios, honabres acomoda-
dos en el pais, que nada sabían del arte de la guerra.
Tal era'el estado de las cosas en Nueva-España, (3) y es me
nester notar que lo que á otro hubiera costado largos años de esta
dios y observación, Revilla-Gigedo lo hizo con la presteza de un re-
lámpago .Antes de seis»meses habia ja conocido y profundizado el
origen j causa dé estos males.
Otro que no hubiera estado revestido de esa energía, y fuese de
alma que constituyese á un hombre de genio, hubiera retrocedido á
ia vista de tantos inconvenientes y de tantos obsiáculos; como que
habia que vencer para poner en mediano orden eso conjunto infor-
me de que se ha procurado dar una idea. Reviíla-Gigedo eoiAenz6
jcon mano firme ^ segura á reformarlo todo, y merece que mencione-
mos ahora con el mismo orden lo que ejecutó y lo que intentó eje-
cutar en beneficio de este precioso país, que con nada pagará á tu
-memoria el gran «tributo de gratitud de que le es deu'dor.
Cuando llegó el nuevo virey á Veracroz, no perdió el tiempo en
Aicuchar adulaciones, ni recibir visitas, sino que se dirigió al castillo,
Mconocíó minuciosamente la fortaleza y en el acto remitió á España
los cationes instiles que habia, diciéndolo al ministro que los de bron-
eneran de construcción antigua, y que los de hierro se inutilizaban
«<m el clima. (3)
Se acostumbraba que en el tránsito de los vireyes de Veraemz á
Ílf4)l«so, se hiciesen muchas solemnidades y regalos; pero Revilla-
€ri¿e'do nV> adnbitió ninguno, y aun representó á la Corte contra esta
"costvmbre. La primemí orden que ó\6 al llegar á Méjico, ftié man-
dar asear el palacio,. desterrar las almuercerías'que habia dentro de
■él, y*1)rohibir severamente qu^ arrojasen suciedades en los tránsitos.
B» fifeguida mandó destruir los tejados que formaban el indecente
ínercadihdelaDte de palacio, y construir tres plazas /cuevas; una en
(2) Solohabia tres estabifecimientos medianamente arreglados cuando vj-
^10 Revilla-Gigeao, y eran el de 'Montepío de Pied&d, fuAd^dópór el condfde
Re^la, la Cuna y el Hospicio de pobres.
(3) El aSo de 89*c0n8istia la artillería de ITlúa en 139 cafÁnés áe bronce
de vari^ calibres y 173 de hierro, pero se enviaron át Espafla los inúül^, y
asi quedaron el ano de *79i, 198 callones de bronce y HW de híenoy » i
teros: total 301 piezas. •*
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el e#ttado ée a<|Nel*(4)« "blra «n el Fnctor ó baratilto, y otra en la pía-
xiMl.^derSanta- Catalina, fiínnándi^es un. fegtaiaeaio qiie^ «tímente
loa prodfictoa haatar 1^.000- ps.^'CbíiHMonó uii regidor para ^uevisi-
Caae loa'btf^a^.fofíiHiffi un regltiifen|a|A>'«fÍBl aeirerificó mlkidán-
Ox4'esióf^f^^rH0i^9-p¡^t¿¿*lqa. eUierk>a{ qné recf>g¡erañ íaa vñ-
t9ñ f 991^09 qWfBHÚek^n fíi.^Íjm<Mes tantea de día conoide no-
coa* * # , : ■ -.* , . -•-^p
• Fara remediar la desRudejE de ttf plebe^ manduque loa opéraríoa
de}aJttUbeica4B;{>urda jhoig arroai-ee .pi^^ntaíeo v«arido8 dentro de
elerr(UMmp#, ^uea^je Ja.ee4itrariai>áo-:aQ»a4iiiiimiiiv áátfahiijfir.- Esta
neiltda d»á»pficJ'eBtittf\do«tip,84ilo'qve aftJri|^ecatlll|a8 dtf*10,000 ta-
ba<)tiiiro«» aiiMM)iie con éLic^nipIgae vialidKa la «niay qi> par (e de. la
« JVreTtnó que ae quhaa^eh ló/t ^jadtfS de laa jiuertaa y^iml^nem^
qoe^ietb-ie^^^éJaiíte wa^á ppgiJwefioní^mr mngiia edifioio-aín la cor-
ceap^ndieiUaJi^iú^tg^^l^jpa'^eJKite Jas irrefiikiM!ftd^ea'.y:,pocA -aelidez
eoia qiie«pof^,felipfcal*ae'baeianf . í^-- . ..,.-
. ^ Soló en 4áv^aUeari4e l|i,Salma, X}otiaep-y -aan^^ranciaca ae ha-
bla cpmiiníBado el eDipedi(lido, jr no aecontíniraira por. faitea* de feo-
do: ^rtMaNGigade tom¿ praatade dóUd^agiie l<MKe0^pa« ^
qiifiedeUfnaó el trib«líla^<del Centfitíadoi^jrKQandójcoiiUn narria obra
eoñ la^pf^on^aotiridad. -Se* conatruyeron 451^35 varas- de- atargea
Hpit||Mpal: fál^AMe-meDOP^ra ce/nuniiMirlna con 4aa casas: 42 )^.S17
«ac9«.cuadfédaaf4ei«n4iedra<i&4^jiief Oy.y^se iarfapJenaro^3,¿00 • va.
l|unL4i|%contbnta agüía^iiftnuiMlá: toda ^to CMfl43i7.7Í5 pe.:
^^e^sáai tQdt^a^iaa cattee ae eeknpuaíefon en tievipo'de.Rer
^eiaia»Gíf^tf(*je&)<^-«: . /'. • 1 / :.
ipenMT^ pei^r deie maedlídof {as^^ato conío se lia dicho al
(Hliíj^Md, -péraiáneeían piíctHasi ptóyeptó j flev6 4aabo el estab)e-
etmíenteuiél alumbrado <]iié tuvo de coafeo en hierro, farolea d¿c. la
(4^* El meroádo del eoatado de Pftlaoto ae ha auatitutdo'^onJa hermosa
ptua demanipoate'ria, y el baratillo ae ha trasladado á la pla'auela de Villa-
oul. .
■ (5) .Pftrt el t^rao dé empedrado se destiiló el -producto de lácontríbaciotí
de 2 gráLhoa por arroba de pulque, pSro estearbi^o siempre ha stdo iilsiifi-
«léala, y Jlavüla-Oigedo faé de opinión que ae puaieran otnia contríbueionea á
loa carr^ffea y -cSnaiba qae son los que jnaa deatrayen loa empedradas.
6
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—42-
iuma de 35.42D ps. con un gasto uuual de 2 M40 pfi. íncluao cicuer"
po de BOronoH, (6) á^^^^fttm
Estableció en el mismo tiempo ^i^ondas y patrullas qiii? ciütodia'
sen la ciudad, cosa qrie i)Oj|e J^ablu liecbo haBtti eritóueeai
Se Jialiia mandad^ ínatpijr ^n espediente para la copstrucciúTi
de bombas para apagar toa incendio?, pero esie proyecto ^ae Imbia
dormido en laa oficinas como er4.de co6tum|^rQ, bauta que el virey
mando construir varíaa parala Aduana^/ábricft de tabacos y otros
edifícioa.
Ya se ba dicho el estado de lua Fuenes públicfip. ReyiUa*Gt-
gedo mando coaatrnjrp«300 varaa de cnneria general, 3^200 de par-
ticnlar y 20 fuemes con^ grifos en jej ^e íñZQtitBf pfira qu^ loa f eci-
noa bebíeset]^ sgua limpia.
El des^^den de laa,puTqueríai ilajió sti. aleppipn,. y inanUo for-
niar el espediente respectivo, resuítando como debe supoaorae,Ja
deatrnccion de Jas grandca tabernas que ae ban descrito y las pifi-
venciones conBÍguienteS| ppra que eo las casiJlud donde ^e espendit^-
ra ese licor no bubicra ni vendedoras d& ahmiel^os, ni rcuiiioJíta de
pillos y borrachos*
Feneo también nériamcnte el abastecar de granos raríaa alhon^
digas para evitar el monopolio; maa no llego el caso, pues Jas coae-
cbas fueron ricas y abundantes*
Mando formar el plqno de Méjico, reducido ^ una area^cgtilar
y circundado de una zanja prdfundaque t^irviera p^ra^la custo4ia y
cJ desagüe de las calles. Esta obra no se f jecuíi* en su tiempo, por
que no Hegc» oportunemenlc la aprobación de 1r' Corte. - . «_*
Estableció el ficí conirasie para que vigil^ira sobre la legalidad en
el peso del pan, en la medida de los granos, y áio opotlunas priívir
dencinspnra que no ae vendieran jcarues corrompidas ni tn^ileadaa.
Prohibió la venta-de la ropa de loa muertos, de enfermedadea
comagíosaay el enttcrro dentro de las iglesias, matkdó constnifr ce-
menterios á estramuros do las poblaciones.
, Eecompnso la aJameda y paseo de Bucarelli, se formaron laa
Calzadas de S. Cosme, la Verónica ^ la Piedad, compcitiiéndosc igti^-
mente el Camino de Tacubaya, TlalnepantJa, y algunas calleas del
pueblo de S. Agustín dejas Cueva%
(G) Para sostener el aluminado f^r ímptiBf» ta roniríhnírion rff 3 realeí^ á
rada ear^a fk hEnnii, y esla recursu se t-ükylo üu 3ti,5Uií j)S, aauabü*
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— 13 —
* Llev6 & cabo et prdjrecto úet Jardín botánico, y lo estableció en
CháfMiltépecrmedida qoe foé aprobada en rea! cédula de 20 de liiar- -
EataWRNÓ* eséufflls de primeras letras e^ Santiago' Huat&sco,
Tepfr, Sffbta ' Aná;**^za¿an, la Parroquia de ]S. Sebastian deQue-
réterbr'Qtepetl&xtpc, rilla-de Sai\tia¿e, Téquisquiapan, ran^eriarde
S. ]^ell^t*^^^*com|itep.ec; y Cho^amart. ' •
*• So la^eapltal di4;)t6 prbridencias para que los maestro^ y maes-
tras, ñlesend^ boeiias costumbres^ tfpro4>ádos 7 exaitfiiuados, y que
ks esc(4líd sc%isitaran con frjecuejici^.
» < XMtlÍ«)io8y la8ártes'me^áfri6asiBstában divididas en 50 gremios
f«gidd$[ftTjí>rdbttaniltesinujrantigufls. Revilla-Gígedo consultó* á la
Cort0 la 411 presión dealgu'nbs de. estoa gremios, y la reforma de sus
.Offdeiiai|zitoi^ro()e8graciadáoronte nada ptrdo hacer de provecho en
favor de 'wtoft#emos-qu«^ miraba- c5b predilección, por falta de of^or-
tifDa res^luVioiT.' ^ , * :
• • 9« Dotóla b Academia (7) cOh 'íesceleotes-profesolres, -mi en -^r-
*j^it«et{ira^ o^moel^lafeácultura, pintura y grabado, peosionando al
dire^u/r.deeste'ultiiOQ ramo con trescientos peaos mas,-para que en-
*8eñ|tse gratis algunos jóvenes (8)^ fundó ademas una cátedrajde ma.
temificas apli|ada & la «arquitectura, 7 nombró trece académicos de
lionui^para qiie consttfntétnente protegieran tan útil establecimiento.
He .aquí como^^Jtqr unu especie dé magia fundó* Re Wlla-Gigado
. la porcia, eosa deéconociüa ba^á esa épooa, como creó y reformó es-
t$d>teÍMÍitUQs>ttti)as ^^)I>ef|iCi ha podjde el-tiempo destruir, y ^ue se
dbnservan Jiaati^ naeaUflrs días, y. como dio vida y movimiento á estas
A4PIMtM^^ ha^Q permanMüJo ea una prolongada noche de ma-
i^an^Q y ^hatjfjieiito.
Jgnc^ |pdaa«ast4|s oosAfr tuta«qu^JuGbar con I09 magisti^os, con
ía trf Mf i*^iPiá^Pfl)"**^^ ''Ti^^lf " ^J oon«todo8 les kieon veniente» que trae
.-7^'—- •• #'•• : — 7
(7) Los fondos de la academia de S. Carlos, consistían en 13,000 ys. de
'asigwiipn real; 1,000 daba le ciudad deJJdéjico; 5,000 el tribunal de minería;
300 la ciudad de Veracruz; 200 Guanajuaito; 100 la de Querét^ro; 50 la villa de
S. Miguel el Grande; 15 la de Córdova; 15 la de Orinaba y 4,000 ps. rédito
de 80,000 del capkal impuestos al 5 p. §: total 26,580.'
(8) No hemos podido averiguar si en este liempo era director del graba-
dla el'hábü profesqr D. Gerónimo Gü que grabó las medallas de la Jura de
Carlos IV, y aun muchas para Kspana, según asienta el Ldo. Bustamante.
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—44—
cmmgii ft\ hnznrse con eepntju en mntio á iJé^errarr virios cnvcjeci-
tlua, — 'Pem fas coaMs que íiacia d .Vir^j eran tají coiiochJnmeffte biie-
lint y cojrfíjr/nei á (a justítía, que todas se Hpfobabftn por Ja corle.
•El espíritirfiiosoticode reformu dd Cdlltle liO ^e Ihhíto á est6s
cosftA^^por decirlo nsí^ meragneiite lixfiteritilef.»^ la ''primara ofeada
coinpréDtíió todos los víoióa de la adtnhiistcttcjoii mor^h y f(»fmó es-
podkttiea pnra cort»^ de^raíz el mát; péfo urudia» úé e»A8 cosas de
mÁa eiu¡dQdf'SupÍHrati. entorpecerlas .losVen¥Ídioros de^su iuarcJta*
Sin ejiíbargOr ooiisíguió {jue-las stíiitencJHS'deí trifeunaj tie In A corda-
dü, fueran revisrtíJaB por-d ViKcya regla m en 4 6 vário^ribtjittitesf ít>r-
mó arnncele» para el cobro de Jos-de réchd» de la Real A Wíeiibiaf y
luvo-eijfrande senUfuiento de que üo viuitíratla aprobatiQft^ de 1u
rli forma que propuso para eJii^iider en laa' atribticionefl de Jóa ttiten^
dentes y Slib-d tí legados^ asúrilb que lo preocupó iiiycho*y *en que pu^
■íTS« raayor 'c«nato, - -',».;* % ^
#Líi rtíineria y Ja a^j-Joii1turaiíuer(in*4«inb¡en comtf debe pen^r*
sc^tbj^tos de su niayornit end Olí- El üokgio/e crea>l¿rgLNdé 1-7Í7, y.
fué iirra grají forlíiiia qiie-el sabio VfeJazquéz'de^lfÉoií ,(9 )'bii bífera ^r-
d o a uto r de es e proy e ct o, po rq u e pu edé a seguid rse tj u e .e^ le ' ea C)|iH e^ .
cimiento ejitííba en. toda Ja perfección *po8Íblo, - ' . ^' V*
La minería entonetrs estaba en flu auj^e. J^ag rícas^inaa de lá Va-
lenciana y Veta-GríMide prpfipéríibpJJ,'y así el*arbitm de ocliq^ jaranos
por.mariOo.de piala {t^j producía consiJerabí^a'sohias, con las que
.el tribunal tuvo ba^tit^^te pcú porción de baoerJoB deaemlKtko^'^^eBpre-
jadosveo ía iiotH y Jar vueío'-y fBBi.e«tó''qlw"flJtíVw , * * * ' ./
Doí» espediemea volucaiuQsosTorinq HevÜla-^GJgédQ «obre minas:
{ 9 ) V el azq ue£ d e -León' pcompafÍQ ^\ vm tad crr D . José ¿p^Gi\%e%f 4esípuea
Harques deSoriQríi á.su espa^icion á esta ^rüví^ia» con aolo el^ctjfjetctde Qb-*
servar e! paso de.Véo^s por el dUco del &ol, y^l^aquea-eptistrujcí lo^ inaini-
jnentos neceaafÍDa para ealü, los cuales" se coaaervan aun ep el Cdleglb dje mi-
nas.,
(40) Este '¿rfíí trio producía c pin o 1 6d,0ÍK> p?. al año: loa ^stós eraki los sf^
ginentes:saddoSdrél t ri batial 39,000 ps.; i cjéni del colegio 26,(KM>; asigbáclonea
11,000. Los 85,006 fi obran tea ee dedicaban para aviar las minas. El tribunal 4 b
minería hizo dos préstataüs al Eji^f cada uno de 1,000,000 ^-y ^oaíp 550,000
de donqtiv^o!*,' Gastó ad«tiias J .000.000 pSrínaYiar 31 negoeiactonea qae no^pro*
dujeron-nÍ4iguii resallado favorable. Calcúlese por esto la que eraa la» mina*
de Nueva España*
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•t.iinQ</9é.p«ra «} eaiftl^eeimi^oip de Í4s dtputacíoBés proríMialett y
oCro cpnoialíro de'la llognd» de.algiipo8 fnioeros aUmanea que en-
rió l%^Gáile. El primero quedó sía rMelucipn, j sobre el^seguodo ee
dfterniuó qm regraaaaeu. lo^ filejnaDe8,,i9tue4Mgwil los mform^.OQ
hicieron nd^aatoa oí en el. beneficio denlos metales ni en el lalíorio
de]a4.mi|pn8. \ .*•'*:
• El««ci]^o dsl-'desagüe (11), liLagricpUui'a y Ion caminos fueron
ranos jqne ipialménie Jfamaroii i«u.at^ácion» Esj,a ob/a se contrató
coii''eV Cjoñsuiaxla en ,@00,00(^ pf .-y.- se dio pcir ooneluida^n tiempo
del ViffpjhtlX^^pnel Antonio J^^res^qn^dando un sobrante de trein
ta mí) pesos; R^i^^-Gríi^d «omiyi^ó al unidor don. Cosme de Mier
pMH- qiM» la Q06a«lil)J^^•y;Ito qantQAto cop ^io, ísxfi ep persona; y
parac^pdple qu^i^i%Gonsiilad%h# habÍA'<eUni^lid¿, promovi^ que U
rafianocieaeif loa ingenieros Gerraf ^-Konce^tnas e|to nu,se venficó
por balJafs^^iieilosocupadoseu. Verusdcuz/BosUUó poes^ la^.o*
bri»i9|;«i^palQ qiíe «I Gonsttjada-habia'diebot y que solo tenia la Ven-
J^jía d^arj^idiaLriade j(rafltiili^}, sipquQ por esto quedase \^ cío-
da^c<u;nf)p^taQaeille^bJ^ idegéi9*;inundaeionea. Dióse cuentü.al Rejr
XQ». este espedienléf pero e^ noble conde turo el pesar de. que nunca
8# le contestara. * . »i.*,* • * '* : ' * • ' *
Coma, las fjÉbricasno'sokménte'^esCabaif^ probibid sino que
•terapia ae procciFaron alvcxgar Jos^ -pr impero» y eapontáneoV adet^dtéa
de^la'tndas^ia; «1 conde informó al Rey lo Ventajoso y conveniente
^Éetefia fulneMar la siembra del algodón, del cálamo, ^el lirfb y de
la seda; L»:Górte (?onvinaen ello, y Revilkt-Hjrigédo tomó tanto enw
pitffio.ipie. eomtmtco á Las Intendencias- las-órdeiíes-másjpeirentbrias
para.qoe se entendiera en. estos ramos, y aun les envió semillas de
inor6ra,.f J^*df>euló la memoria- sobre la cria de \ú%. gusanos de se-
da poblióflda eWMttdrid ptM- ^í.Jtián de Lunes. Résripecto á los cá-
'mfndst'tíTJfe^eraoráatr^tó'dé'cortt^ córóheKD. Pedro Aris-
téguí con ciertas condiciones que ocasionaron que en Irámites é in-
fprmes no:-ííe. -resüíviéra el eáppdiente, hasta que muy posteriormen-
te^ emprendió íaobr^el Consulado.de Vecacruz. El camino de ^To-
.'> ■^■' ' # * ■ ,^-^ ' .. ' *. . ..,,.-..
(U) Para el WLmp d^ desagüe se habiainapu^to.la contribución de. 4
». peí cada liarril de vino que se importase . en •VeJ'abruz- y otros puertos ha-
bilrfeaáOS|¿ ei> la aduana de Mégico pagaba el vino de Espada 5 rs. Cíida
barril y 410 granos el d«. Mógico.
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--46—
luca, después de no pocas dificultades, se comenso el año de 1793
bajo 1» dirección de los iogenieros D. Maaue( Mascátó y D« Diego
García Conde, con 102,000 ps. que á razón de uo 5 |^. § prestó D.
.Antonio Pérez Soñanes,. tigato para pagar esta deuda como para
componer el catníno de ^A^apulco, estaUeeió una^ontsíbucion «obre
los carruages, caballos y jiestias de carga, llamad» peage^ y. mejo-
ró inmediatamente el camiuo da la Tierra calieitie, mandando cons-
truir unpuei^e en el rio Papagayo con dinero quQ.miHistFÓ da su
bolsa / que mucho tiempo después isfcreintegró el ramo da peage.
£n la Intendencia de Yueataa>ea eoastruyefo»>o*iitfiosy tam-
bién en la de<vuadalajara..£u««áanto' & facititarJasftcomttnicaciones,
los proyectas del Virey eran psandiosps. Quaria s^stablaoer laoave-
gacion^Qn losxioa^la'Tlilpatalpaa jM^oaamaloapan y aún abrir un
c*anal que ^or el rio y laguna de Í.ermá se conuin^ára con ^i de San-
tiagOf
Así quedaba unxanal de comunicación desde Tampico Iftatrsan
Blas; Estos proyectos que aun hoypcft'ecen atrevidos y da iApoaible
realización, los hubiera 'llevado á cabosil hoblé oastellano, si hulúera
tenido tiempo y el omnímodo poder con ^ue vinidronlos Virey es^kas'
ta D;LuisdeVelasco. - - • . * • ' .
* Respecto al hospicio, cana y* fondos de comunidad, (12) tám>
bien tenia proyectos; uao dé ellos era fundar ocro Montepío noctur-
no, para prestar á los infelices cortas sumas y remediar la espantosa
raisefia que habiá en la clase baja del pueblo, y que era \xn tormento
para el Virey que de&eaba ver á ^odos «felices. Estos proyectos no
ile¿arofK4 realizarse: , »
Para que todos los empleados cumplieran* con sus deberes íi|o
las horas diarias de asistencia á 4as oficinas, y preyino que se le pa-
"-♦' '
(12) I4OS Condes del Hospicio* de.* )>pbres c(»a8ÍB^aQ^a«40JMK^:ps. de
asignación sobre la lotería: 2525 dé arrendamientos'sobre unas tablas, y al-
gunas limosnas que harían subir el total á 20.000 ps. Había 750 pobres y
el gasto indispensable en eada adp^i^talaba'.ragulad^n dO.OOO^ps.
iios fondos de la Cuna consistían en 1.46&-p|. de rédito,, tiq^ casa que
rendía I.IQO y algunas limosnas. Mantehía 143 níQos h^sta dé tifa aIlos> 41
qu^ pasaban de esa edad, 112 amas de leche y 14 sirvientes,
i , JLos fondos de £pmu(^idad de indios para fundación, de pueblos y raa-
chop produ^iaircomo 500.000 ps. cada año. Se enviaron á España^én calidad
de préstamo.
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-4t-
Basé Un diairío esacio d^ lils faltas que se notasen, así como que estos
en sus inaoeras,nraj*eapy c.ostumbres se portasen con la decencia y
decoro correspondientes. Mandó formar los archifos, diitríbuir Idis
asQotos porgamos, eticuadernar todos los papeles de la corresponden^
cía de los* ' Vlreyés cfon }&• €)lAc; rég^m^hCó los resguardos y oficí.
ñas, exigiendo- noticias y dictando nfll prevenciones^ sin las cuales '
nunca se'habian podido 'formur los ctiriosoa* datos -sobre rentas, co-
ni€iCt>,^(i8) agricultura y población, de que tiara una ideárel estado
que cob 4üs respéctiras notas «bemos formado é insertamos ¿ conti*
nuacioAipo/\t^ de apéndice á estQs apuntes biográficas, (14)
EJ f^rcito que encontró viciado é incompleto yrn íin cabal imi-
tado de dcflórdt^n fué ühjetn q«e4ó oeupó dntenidnmántef }r en «n lA-
bio ybien combinado reglAm6ntr> propuso su reformrTen 3 'de cnem
de 1792; (15) cnlcüfiHíiMas tí c fen sfi dtr' Uis costar, frofNfía* y pla-
sas, j no perdiendo de viatfi lajnas eslricla economía. Entret:intO|
usaiklo dr sus facuftade^, nr^nnwM la compañía de alaViarderon^ fir-
IQÓ an regí Amcmo pura lr>5 huqiics giiard^^stas^ mandó con^truTr
üirciijirtel en Vemcruas que tuvo de cosiu I^OiOOí^pesoF, y otro» en
(19) E!1 Talor de las importaciones de efectos ascendió ea loe allds de 91^
93 y 93 a 14 mill^nip de pesotf.* La .espeatacion de efectos á 3.600^0^ ps^
Cera iafroclurid» de la Habana á SloJOOO quíntale^; Cacao de los.pyíerio^'d^
H America d^l 8ml g 30.000 cargas. S^^das^v loza de la China á 500.000 ps«
Cítfl a a R f>. G rana jííí coaeehíi ba cada aíla 2 3 .600 arn^ba^ y se ^mpleabj^n^sobre
30.000 personas. Kstoí^ dí\lo3 indican güñcientemente la actividad y arreglo
en qiie paso las oficinas de hacienda. ^ .
(14) Entre las reformas que quiso plantear el Virey^ fué iiBrotíucir en
las bfieínas el sistema db partida ^dobje, para lo cual vinieron dos contadores
de EspaOa. TodasT las oficinas alzar^ la voz contra esta reforma que eorui«
deiaban herética y no pudo tenqr efecto. El ^rey dedicó á los Contadores á
^osar las'cuentas, ^ con notorio dpróbio del tribunal, D. Itunon Martines
del Mazo, sac^ en poco tiempo sobre 200.000 ps. de resultas que fueron rein-
tegradas al erario en su mayor parte.
(15) Con motivo del arreglo del ejército, el Virey mandó formar ün pa.
dron y creemos será curioso reproducir ahora estás noticias estadísticas. En
un |iárraíMíe su instrucción, dice entre otras cosas:— ^^ 'Formado un Tesú«
men general de todas las opefaciones y sos resultas, sé deduce que hay en el
leino familias deisspecie de c^ta limpia 141.348* y de pardos T8.774 siendo
el total 1320.122 y el de almas de la primera clase el de 606.276 y el de la
6<^gunda 331.360 y la- suma total de almas í)39.627.
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—is-
la capital, cuya recompAsicion im portó 14.000 pesoSf y ho8pitale«
miljtaresen Chibuoliiia y Aríspe, con la dotadíoñ d#S5caniaf.
* Por Élcimo,i|^ para que do se diga ffiie la- atención dé Rerilla-
Gigedo se limitaba á las cosas que reki de cerca; estendi^ sus provi-
dencias y el influjo benéfi'(!b ele stf gr)l}nm« 4msfra -los lugares mas re^
'nibtos de Méjico. -Formó iin.plnti para el arregló^nle Jas ciáí^o pro-
vincias interiores, .disfribnyendo'unn compAtit^ presidia! •6jítW Nue-
vo León, ífea' en. Nii»vo*8antander; y xíinco en CJafiforiMir. Se^^/Hkh"
han antes en los ^coadps t!e las. jVrovinéias l.Ó2SwB:16 pesos. 4t)ivilU-
Gi'gedo e8tab)l?bi6 economía^ de tal^áecte qué estund4f^nAjo1i%%teudi*
dasresuUitbá un nímrro anuñl de 2-1.000 pt-sti.^. • ^ i
El actinio da Cnlifornta^ «1 deloiilMfi minuto de ufi ptiao por el
pimtfi N'í>Mltn,15a aviuicfif de loá r(»:ín?iV*lHr ¡jsitjiiicifrtiíji del gobierno
ingle* á*pí1Wflñn2Ír.sí? cle,nf¿É^ tit^nr, c nfK VtAwim^i^^ty'w citíibari en
«rf^ti. Vntíci>uvert, Coolí, y el Cún*hi ¿|u Iíj, Puróiisü bubian dado unii
iilca eij fiíiVftpa de In iiíiportfincií\íle CiiTiílífnriia, y despeftaLJo la .cu*
rfosidrid dfr hiH MííiíñrcqgTnnnqiie el inr^^íitm iiíijlc f[e?cuiJ¿ en onfe-
*nar S í¿e yir^yci'qi¡e?nft^d¡i!!i€ri efp(ídícicií>(iés,'j^t;ij su coM^i^uCn-
tún líR bficieron vurl.js finges de rPCiriKacimííínib, ^1 pri fuero el año
de 1774.*erí Ja -fruíala Saruin^n, sieíid^ Vire; I>. ii,níor>ií> Bucareli.
El sej^tiníioj^l. nño sigiikata^fl fanniK^Tmi fru^ratínSfintiagn^y en la
g*if*rt:i rfíMcidiid, e?ff>eili©fon fjiTc/uó íi cargfí del Tiflitiiie dn N&vio
D*^iíriína K^^a^. ni. tercero' k^ leriílcó i^l nno de Vnt^^mhf Virey.
^T), Mviffín»-iJ#Mfly<íf fí, en lú& fra|Htn* PríucRifr /•¥*!{* o rít/i ñ\ fhnilAo
rBbde-
¡ragfttn
ne7,«afférez de la Marina, Real/ R^ilInGigedo' %f\V\6 la' quinta es-
pedicton al n^an^bVerY^niente de nnvio D. Francisco Elisa, com-
puesta de la frngntf\ .Concepciooija balandra rtincesa. Real, y «I
paquebot S. CárloSr No tenia esta espedicion otro objeto que guarne-
cer y fortificar Jos puertos de Monterey, \h Bodega y Nopi||a, lo
cual se ege€utó con arrala á 'las -instrucciones del Virey.
. Deápués si kicieron otras esploraciones por Salvador4*idalgo y
Juan de Faca, y de todo dio cuenta el Virey á la Corte, enviaado
también para su ap.róbacion, el reglañiei^^ que form6 para el depar-
tamento de marina de S. Blas.
Fam que en el corto tiempo de cinco anos, pudiera hacer las
u, j»tiffin»-U^Ptllfly<n^p, en Iu& fragHtn* PrnicRifry^Fiípfont/i ñ\ fh^
de li>K teMe^Iós Je riíívm D, Ignctcííj .Aiteíifii jrÜ, Juan de? U^B
gs/'lj«J||^tii en 17f*t?, sitando \ivcy D. MíUiutíl^ Fíoreír, en )a fta
Fri^césíi y PnqUebfjt í^: Cárlotní nyn^io rli^ Dr£stebnii Joí^é»W
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—49—
reformas ^ue te liaa relacionado» j otras que por no nlarfar este af*
tículo otnidnios, fuf. necesario un trabaja contiauo. Eo efecto, Reñ-
ila-Gigedo trabajaba todo el día j parte de la n^be, pues solo dor-
mis tres ó coatro boras, regularmente se acostabiA las nueve de la
noche, j se levantaba á la i|Ba á continuar sus trabajos, ó bien sa-
lía por las calles á examinar por sí mismo si las llaves de las fuentes
dafa^Bgua, si las rondas vigilaban, si habia ebrios por las calle#, sí
alg^K laroles estaban apagados* si babta desordenes en los' fandan-
gos o velorios: si en fin, se cumplían todas las disposiciones que díte*
tabh para la seguridad y bienestar del pueblo; era sumamente asea-
do en su persona^ y nimio oBservador de la etiqueta. Comía solo dos
veces al día, j aunque sostenía con mucha decencia su mesa de es-
tado, jamas probaba bocado de su cocina, pues los nflQkres los con-
dfímentaban en el convento drca'^chinas, j se los. enviaban en una
arca cerrada, que tenía dos llavgs^''una él y otra la abadesa. Cuentan-
se muchas anécdotas curiosas de este hombre célebre, de las cuales
estamparemos algunas para mas amenizar el articulo. . *
Una ocasión enTró en su secretaría, y raparS que uri'oAslal de
ella tenía las uñas muy largas y sucias. Se fué sin deoir nada y á po-
co nk^Jmandó al o6cíal unas ligeras finas con urí recado espresivo;
para que las recibiese en su nombre, y colilla se cortase las uñas
diariamente antes de ir á la oficina. Desde entonces todos los em-
pleados concurrían al despacho eon asco y decencia. Otra vez fué al
tríbonal de Cuentas, y como eran las diez y no habían llegado sua
empleados, el Vírey se paso á arreglar un legajo que eslabón el ma*
yor desorden. Cuando *traron los contadores y lo viero^^Bqueda-
ron sorprendidos. RevillaGigedo tomo entonces «lu somüf^ff^con
una sonrisa penetrante les dijo: *'Ya es tarde, me voy, pero tendré
cuidado de venir desde las ocho hasta las once á arreglar el arcluvo,
que no ne parece estar en buen orden; miéntraó tanto no hay nece-
sidad que Vdes. se fatiguen; pueden dormir y almorzar con todo des-
can^confiados en que ePiservicio del Rey no sufre atraso.^'
Vevílla-Gigedo no corría bien con los oidores, y aprovechaba
cuantas ocasiones se le presentaban para humillarlos. Una vez man-
dó á las once de la noche que le llamasen al oidor D. Cosme de Mier,
uno de los hombres mas orgullosos y engreídos de la época. £1 oidor
estaba ya recogido; pero fuéle preciso levantarse, como lo hizo, asaz
de mal humor, y se dirigió al palacio. Se mandó anunciar, y el Vi-
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é
—90—
fey te eontectft qire ngiiardase an^poco. Dieron las doce, la una, las
dos de la mañana, y el 8r. Mier se retorcía de cólera en los escaños
de la antesala. Impaciente por deman, mand6 decir al Virey qne si
«e habla olvidado que el Oidor Mier aguardaba sus órdenes, jr éf lé
contestó que jamas se olvidaba de las losas, que tuviera tm poco ét
paciencia.
Dieron las tres, las cuatro, las cinco; el Tirey no salla y^ .Ole-
dor desesperaba. Por fin, á las siete de la mañana se present^^vi''
Zla-Gigedo restregándose las manos y le dijo: Sr. Mier, es necesarié
que salga V. ahora mismo á Huehaetoca á rei^onocer el desagtie.-*—
Sr. estoy aquí desde las 11 de la noche. — Como hé estado trabajan*
do y ocupa^^n asuntos del Real Se£i¿cio, no me he cuidado de
contor las hor|is, contestó con índi|érencia el Virey. — Iré á mi casa,
y...... — El coche espera á V. en lu py^rta^ señor Oidor. — Señor
— En el acto parte V. ó me responded las resulta?, replicó el Vlrey
con voz firme, entrándose en sii gabinete.
El oidor*- bajq echando chispas, entró en ^1 coche y partió. Lá
Audiencia por este y otros sucesos elevó sus quejas á la Corte, pero
jamas surtieron ningún efecto.
Otra anécdota muy^jgna de citarse, y que dá á. conocei*t1 ca-
rácter de Revilla-GtgedTes la que refiere -el Ldo. Bustamante, y re^
producimos testual mente para completar el bosquejo que nos hemos
trazado.
^ **C¡erta señora viuda se le presentó diciendo: que habiéndose
ido á eqJH|gar á su marido por una deudq^de orden de un juez en
los úki|^Hlia%de su vida, ella cuido de poner en salvo un cofreci*
to d^aihsPFs en que tenia su dote, el cual entregó en depósito confi-
dencial y muysecreto, aun caballero, sin exigirle recibo ni constan-
cia. Que urgida de la necesidad en su viudez, se la pidió al deposita-
rio; quien no solo le negó que lo habia recibido, sino que la había
insultado tratándola como á una loca. «
Revilla-Gigedo la emplazó para la noche siguiente, prg[li|ién-
dota que se mantuviese oculta en cierto lugar, del que saldría á cWta
seña que le haría. Llamó asimismo al depositario, y le recluí amis^
tesamente por las alhajas, quien le negó haberlas recibido: el Yirey
lo escitó repetidas veces á que las devolviese, tratándolo de caballe-
ro á caballero, y le ofreció que aquel hecho quedaría oculto y cu-
bierto su honor, maa el persistió en negarlo. Durante la conversación
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-61-
!• pregunto éi toinaba mpéi si señor, le diyo; tome V. B. •> ^r«e gmk
te^ 7 le^HMiqveó hi oaia; enlbnoee el Viref «iectando distraeeioii f
vmgmoiu ée deipaeher un negocio de momeate,^ 9epav6 y Uem*
reürftidiimente k un ayudante de su persona^ á quien dijes-¿*Fa«e V.
á la eaaa de D. Na entregúete V. á su esposa esta eiija de polvos, y
q/miwm señas de ella le BMindb el eofireeito de alhajas que tíe«e osla»
jFloflBraa señas que le detallo^ iguales 4 las que k Itabia reisrido la
duerna DenUo de poco tiempo hé aqui el ajudante oon el bauitew El
Vifejr hiso salir á la señora, á la que preguntó si era aqueUa la eaji*
ti ^ue deinandaba««,«.aorprettdi(k al verla: es la mi«ma, señor» diio>
que entregué & este caballero en depósito; nada falta de ellut-*^»..*».
Ahora hiea, dijo RevUla-Gigedo dándole una mima de indig-
naoioOf eon que usted ha osado engañarme como á caballero, y
como & Virey, desfMies de haberle allanado el camioa para eu-
hric su honor, y satisfietoer á esta infeliz v¡uda?...«Pue8 bien, usted
eatender& que no debe barlarse impunemente de mí. Queda ustA
aorestado y con vigilancia en el cuerpo de mi guardia; Mae al punta
sr un coohs da camipo eon una escolta, y que partiese á «n casti*
llew B|te es el hombre que mereció el titulo justo de vengador de la
jmgÚMSi^jusiitia: vindex, ¿Y no podremos dlcir en su elogio lo que
Eneas agradecido dijo'á Dido?. ^,Ser>^r honus nomenque tuum^ lau*
de$que^ méaubnnt,
Aabemes que el conde de Revilla- Gigedo nació en la Habana, y
qtte descendía de una ilustre familia, pues su padre, el primer conde
de este título, fué de Vfty á Méjico el año de 1747. En^|y)rímera
edad ia dedicaron al estudio: pero después abrasó la ca^P|||k^ las
■jn^|y)nmf
nto de sus (
acaias, donde siempre fué exactísimo en el cumplimiento de sus de-
heses; flffiistió al memorable sitio de Gibraltar, y se asfgura que loa
ingleses en lo vivo del fuego conocían cuando estaba de gefe de día el
conée» Por felleeimiento de su padre heredó el título, y ñ»é después
condecorado con muchas dignidades* Kl 15 de mayo de 1794 (10)
(16) Los sucesos notables que ocurrieron durante el gobierno de Bevilla-
Glg€^do fueron. La Aurora boreal aparecida la noche del 14 de noviembre de
I7§9l. La Juií. de. Garios IV. £1 asesinato de la ñunilia de Donge. Elasesi»*
nato del prelado de S. Agustín por un fraile del mismo cenvento, v el del ca^
pitan general de Yucatán D. Lucas de Gal vez. D. Toribio de Mazo y Pina
á quien se atribuyó este último delito, estnro preso nmcho tiempo en una
myy fnnrra de Ulua. Al fin SO descubrieron los asesinos que eran Alfonso Lo>
pe%, Esteban de Castro, y Pifia fué puseio en Hbertad. Lopes, condaoMo
ante el tribunal, comenzó á sudar y murió. £n esta causa informó en eslrac«
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<|«e llegó su sucesor el marques de Branciforte, salió de Méjico^ y
permaDeció algún tiempo eo la hacienda de Lucas Martin: á los poeos
deas se embarcó pm. España,' donde el gobierno le nombró director
general de artillería. El 2 de mayo de 1799 murió en Madrid, donde
uaiversahneate fué sentido, asi como en Méjico, donde por lo general
se conservaba indeleble la memoria de sus buenas acciones* El 4fetflM
párrafo d^ su Instrucción completa la idea del carácter de este ifluire
digno de uu trono, y cu va gloría vivirá mientras haya mejieauoa
agradeeidoe y amigos del mérito, y de la herojosa virtud que ejerció
el Coode, y que consistía en cumplir con sus deberes, y hacer bíoB i
sus semejant^L El párrafo á que nos referimos dice asi:
^^Deseo á^. E, (á Branciforte« su sucesor) todas las felicidades
que no dudo merecerán sus esmeros y aciertos en el gobierno de es*
tos reinos, dignos en realidad de que se mejore la infeliz situación y
^atraaos en que han vivido por siglos enteros unos vasallos tan fieles á
siitooberano, tan obedientes á sus gefes, y tan agradecidos á lo que es.
tos hacen en so beneficio, como irá esperímeotando V. £• con aque-
lla satisfacción que dá el obrar bien, y conocer que se logra el fruto
de las tareas que se toman en el mejor servicio del Rey y ntiliéad do
pfiblicoi la cual es la mejir recompensa que se sac^ de las molestias
que son inseparables del mando/'
Hé aquí la espresion mas sincera del carácter del Coode eo es*
te único párrafo, donde este hombre sin soberbia, sin presuncioo ni
vanidad se atrevió á hablar de su persona, al legar á su sucesor ki
/a^ruccMÉ^Jpnon omento de eterna gloria y bibor.
BftjBBbrte ni pensó ni obró como RevíHa-Gigedo; ««oque si
contribuyo^ darle el ultimo toque á su reputación, influyendo en
que el Ayun^míento lo acusara* La miseria y la envidia son necesa-
rias, indispensables para realzar el esplendor de los hombres grandes
como son precisas las nubes del cielo, que al disiparse hacen luck ai
sol con mas brillo y claridad.
En cuanto á nosotros, si fuéramos hombres de poder y de in-
fluencia, haríamos levantar una estatua al que fué el padre« el bien*
hechor de la colonia mejicana; contentémonos, pues, con hacer esto
rápido bosquejo de las gloriosas acciones del mejor de los Vireyes,
del mas admirable de los gobernantes.
lo el Ldo. Bustamante, el eoal dá ana relación estensa de estos sncesosen su
contiiiuacion del Padre Cavo.
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PROTOCOLO DE ANTIGÜEDADES
COM)E DE REVILLAGIGEDO.
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-58-
DC LhM RENTA9 QVB TENIA EL GOBIERNO B^TA^OL BL aRO DB ITtly
BPOCA EN <|UEElJnREY, CONDE DE REV1LLA-O10B8O, ENTB««ÓBL MAIWO A
SU B0CE90B W^nX^íaEg DE BRANCIEORTE.
I 1 fibnVtB. " — T ••«•'
A«of[iw** —
Salinas. •••• ^ ...**.
Póhrora
Naipes
AeuRacton de moneda
Aleábala
Pnl^MS •#••••
Tibaeoe
Palpedas >•
Balas
Lotería
Coffses • •••••
Qointo de plata
Deieeko de fondieioD
Dlesmos
Bfedia annata eclesiástica-
ídem secular
*Produeto$
Uimk9.
U^ímá.
N!
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— 3
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,—26
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► -39
,-33
,-34
-35
-36
,-37
.-38
,— 4Í
--47
Oficios Tendibles y renunetabs
Aguas
GaUos.
Cordobanes
Nlere
Papel sellado
Licencias, multas, comisos* •
Alambra, «<]|>re, estaDo
Aprovechamientos
Aliaojarifaago
Caldos
Grana
SstnccíoBde plata***-'
Imposición de yenas
Panaderías
Hospitak^^»**
Entnda y^flffida*.* • • •
Aumento en el tabSU^d
Miel de purga* •**'77*<
Negros
Tegidos de seda****
Aaoiage
Diferentes frutos****
Chancilleria
Arrendamientos *w ., •
Censo
Pastes
Fletes
• •é •«• • • • •
.069titu
1.166.000
700.000
150.1
500.000
180,000
1.7004)00
3.400.000
800.000
6.360.000
1 10.000
300.000
189 .000
150.000
14.977
96.000
900.000
65.000
74.880
13.660
30
100.000
50.000
56.000
300.000
50.000
400.006
400.000
50.060
8.800,#00
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17.223.878
55.000
5.991
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20.000
4.041
1.400
1.060.000
650.000
160.660
900.000
70.000
1.300.00»
3.000UMHI
750.006
3.500.600
165.666
980.660
100.660
106.000
14.977
86.000
950.009
65.066
66.866
13.660
30.060
9.531
50.000
9.800
30.000
60.009
7.100
^6.996
SOMO
779.139
35.060
60,000
5.000
85UM0
16.000
5.000
3.000
9.100
190
140
930
9.980
996
700
630
1JV70
I.IOO
380
4.394.791
12,829.087
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NOTAS DEL ESTADO ANTERIOBL
I . E^der^^ d« tiibnta üié impuesto el afto de I56f ; se cobiaba á los in-
dios con desiguaiáad, si bien estaban esentes áel pa^ 4e aUabala. « ^
3. El azosae de Almadén se Tendía por el Rey á les mineros^ ¿raxon de
41 ps. d rs. qi. y el de China y Alemania i 63 pe. Los predoetos liquides de
oM» nmo, estaba mandado ifne se remitieTan á Espalla.
3. Las salinas se administraban por separado por cuenta áA Rey, las de
Tehuantepec y PeDon Blanoo. Las del Zapotillc en san Blas las trabajaban
lfD8 particulares, paffand o cierta pensión.
4. La pólvora nna se vendía á 10 is. Ib*, la eomun á 8 rs., la coiríeMta'á
Ise- mineros se les bajaba per gracia especial 9 rs. en cada libra.
6. Las barajas se yendian a im peso cada una. Por- la gran eesistencia que
había se mandó V^Wif^^ Orden del ailo de ^1, qae se Tsadieimn las finas á
4 m. y las corrient^H|0.
6* La utUidad qopMfUltaba al Rey, era kr de 3 rs. en cada maioo. La aea-
üaoion subió en los aSos del gobierno de Reyillá-€Kgedo, 6t ñas de Ysinte mi-
llones de pesos.
7. La alcabala de mi^ ^ae se satisfacía en Veraeros, eia á rason de on tres
por ciento sobre el valor de los efectos en el paerto, y bajo igual preporeienrse
cunaba la de tierra, á razón de un 6 porcirato. Bn algunos pantos fronteriios
aofte sa cobraba el 3 por ciento.
8. So íntrodurian anualmente sobre cuatro millones de arvobas de pt^oe,
y ae cobraba á ríifln TirroÑi un real nueve y medio granos en Méjico y un lual
nueve granoa oq l*iir il i,
9. El tíibaco ir? i^ jEv^ 9^ tüdíIi 1 i 90 rs. Ib.; los puros de 6 &, 6, 7 r 14;
y las cajillas coi\ trf!^ y me^fb d 04 rúas de cigarros. Se vendían 50,000- de n-
pé, 35Ü,(XíO en rain ;i. 5(HljKK> cji fu r.is y 5.400,000 de cigarros.
10. Las p I '< 1 1 1 «' r i ; i - r I" ; : ] M 1 1 V.1 r s j ^ <.'^o ie de tiendas de comestibles que "pagaban
30 p3, cada i.riií ^.U■í t;^»iUnl>iK/M^ii.
II . Xia^ líuMde nruKíiík, tenia u un pr^io desde 2 rs. hasta K) ps.-
12. ' La utiltJat] iiütí quedaba, era la de un 16 por ciento sobre el fondd que
varió mucho. En Real Orden de 28 de enero de 1782, se concedió la graoia
de ana rifa semanaria al convento de la Enseñanza, y en octubre de 93 se otor-
gó igualffracia al Hospicio de pobres.
13. En cada gofesta-correo que llegaba, se embarcaban de esta renta que se
■anejaba por separado 30,000 ps. Las cuentas se llevaban por reales y no
por pesos. 0
14. Este derecho muy antiguo y demasiado ñierte,-ae.redujo por Real Cé-
dula de 1 . ® de marzo de 1777 al 3 por ciento y un real por cada marco de pe-
so de la alhsja que se presentaba á recibir la marca llamada quinto.
15. Se satisfacian 3 ps. por cada 10 marcos de la plata que presentaban
kM plateros para su ensayo. Los tiradores pagaban también 2 reales por cada
Marco de retazos que presentaban para su fundición.
16. Los décimos pertenecían antiguamente á la Corona, quien pagaba á
los eclesiásticos y gastos del culto; después quedaron cardados con a&unas
•ontríbucionea llamadas vacantes, novenos, media annata, &c. Los sueldos de
los empleados eclesiásticos vacantes se apireaban al Erario, asi como dos no-
venos del producto liquido de los décimos.
17 y 18. La media annata secular y eclesiástica consistía en el de8Cuei|to
del sueldo de seis meses á los nuevamente provistos en destinos, producto <pie
se apKeaba al Erario.
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i«w €Wa.<l||||^«b(iOf0Éilla ff^t por éBMh»d» \wmm ^1 fi. al «0$
al^moft ae c^diíaiaa dA»te govámea dando do noa raai 10,000 pa.
20. Muchosg|Éi|p4n.96 vendían, como los oficios de escríbanos, capíta^
tóas, &ó. *^ ^
21. También se Tendían tierras y merotdes de aguas; pcv^ete raoM) pr(V
dueía poco, porque no estuvo bien arreglado desde el princi|||B
33. ly^ un jumdo pnvaUvo óa gaUosw y se ptfpiüba iindereolio por hm
peleas. iWRenta dmgobierne se constmjó la plain & sao Agustín, que co»-
tó 6,838 ps., y en dos años dejó de utilidad 1,740 ps.
93. A petición de los mismos lapateros se impuso un deraelio sobre lo«
k nieve estaba estancada.
S5. la papel sellado se vendía entónoes á 3 ps. el sello primero, 6 rt. el
segmido, 4 rs. el tercero y medio ireal el cuarto.
36. La tercera parte *de Hw «vitad imptiestaS á loe delincuentes, se apli-
caba al erario.
37. El cobre estaba estacado nara remitido á las Tuiciones de Ssfvüm j
Barcelona. -^
88. Eslft TUM se ODupoBát de ta veata da altundipHloa ^ue oD se nece-
sitaban y restituciones por mayor cantidad de platas* iADdwadas en la casa
de moneda.
39. Ei Almojari&sgo era un derecho que se cobraba con variedad, pues ea
Veracruz se pagaba el 3. el 5, el 7, el 15, y aun el 30 por ciento sobre el va-
lor d» las mefcaMéaa. En Acáp«dco pacadyan los efectos de Ifl nao de Chiaa
17 por ciento; mas después se aumentó a 33 sobre el valor que tníaa los eleo»
tos de Manila. ^ ^Ml.
30, á 47. Todos estos derechos insignificante^Mpm ImpuestoA por Mb»
I reales ^idenss.
%
^*
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leste bene articulo
tra detpaetao, ú, mío de nuestros mas affrectaMes coaipa"
triotas, bastante conocido por su ilustracloiH^ amor ú lao
letras.
FBRDWt PEKBÍ BB rilLGAL
El último Rej. de lo« godos liabía perdido en la« márgeoet del
Oundalete «n corons, y con efln la libertad de su patria. Desde las
columnaa de Héfciiíer, liaBin las montañas de Asturias ondeaba la
trtunftitite Medmíann, j^f'! pií^ Hel árabe orgulloso, liollabalos bellos
cam po^ d B A mi ni iic i ri , profa rj ^n h io por todas partes el Santuario del
verdadera Dió!^...,,.....^']iuéii sakaria la España? Pelajo fué quien
empezó h reacoiot) cri&iUana contra el poder africano. Sin embargo»
DGb(^¿D8 fufftn prad9o«t y €Ínco mil batallas para lavar las^injo-
rias que el lascÍTo amor de Rodrigo y la traición de D. Julián traje-
ran á su patr¡a...,..:...«¡Cuánta sangre derramada en estos eombates
por la inmoralidad de tales bombres! ¡Cuántas maldiciones y cssn-
tas lágrimas, basta que á Fernando é Isabel les copo la gloria de es*
tampar en fli minaretes de la suntuosa Alhambra los ókimoa csrsCf-
térds de yenganza! ,^^ ., f _ MPl,
**¡C6mo sucumbió tu poder, 6 Grac]^|! ^ Cómo se ha ajado ttt
,,belleza9 ciudad de los bosques y de fas fuentes! Tiis placas, tus
„calles tan animadas en otro tiemp€>, como ahora se encuentran de-
^siertas y silenciosas. Ya no se tc llegar á tus puertas al nercsder
,,cargaáD con las riquezas de remotos climas: las ciudades que te pn-
,,gaban tributos, no reconocen ja tu señorío, j los nobles caballeros
,,que enftoblecieion tus circos con justas y torneos perecieron en los
^combates. La Albambra eleva aun sus murallas bermejas entra po«
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~m^~^ ^-51 * -MI rf -^m^m m ebr au . . .^^ .i^ ^
—57—
^^mfferoa irbohp; jnás la melancofía se ha sentado en sus safas tile
fiinimiol, y j^^^et^ sus balcones no ve el monarca mas que una
,^des?astada planicie, donde hace poco ostentaba la perfumad» Tega
f^sns tesoros." . '*•
Tal|uen las Tamentaciones de lev eserhoces árabes á fines del
siglo XV, sobre el deplorable estado de Granada, que no coDsenraba
entonces mas que una sombra ds so aatígiía grandeza. Las coseehas
deáquelkif áñós eran enteramente destruidas por el hierro eaemigo,
}ija%l4abmdor nocultiv.aba los campos, persuadido de que no llega-
na á recoger elfnitode sus fatigas. Y con efecto, durante el inY¡e»>
no el Rey QatóKcÓ hiciera todgs los preparattros para -Ja última cam-
paña que Mbift de decidir tá suerte de Granada, y en- 11 de atfríl óm
1491, .partió eon |a ReinrKii^ra ^ sitio, resnelte á no levantar las ar-
masffaasta f^lántar'^l «stándartede 4a Cruft sobre las torres de la Ai-
hambre. ^
£^ dia 33 ya el Monarea.eipafu)! babia sentado sn tienda 4 le-
gua, y ^ny^dia de Gran atlp, 40,Q00 infantes y 10.000 caballos compo-
.t|ían el ejército cristiano, mandado por Jos-^s hábiles bapitaoesde
a^fuel tiemp0,^Cá cfonstelraacion, el espanto se esparció en la ciudad
sitíadn.' W*^
Ncf faltó quien aconsejara á Beoadil'.qWiQmediatainpnte se en-
fr^^pí^e^ la generosidad deFerffando; pero el -valiente Muan ae opu-
so .con ardor, y af.írente«de la"caballería.erapezi á inquietar fas tro^
pas españolas,' qué'jiQ se' determinaban todavía á eiñbestic aluerta*
mente á las mu rallas «
Pequeñas escaramuzas fueron, por algún tiempo los. combates
qtie tenían lugar eátre loe guerrerop épl^s áoa opuestos y eficarni-
zadojí ejércttofi; p«r qvte Fcjiíandrt había resuelto rendirla por hom-
bre, á peear de la .]jmpQólei»:ÍA ó,€ tus soldados que coniínliamenie
ne veían provocados iií^*>s mDros. Vjs^o mas atrevido .q«« Iqs dei«js%
Ttt rfe , a ftt rr» ad o po r ^ a ? (^ i ' ' r ZiíB^y o u d a c ra , y : 0 p í trrñúh ^r© r I a üiaí'.-
eion de los sitiadoces, se §rrojó entooce;^ á^la mas temerarja em-
prean. Sitie de las puertas de Graii^O 1^4:^11 algunos compafieros-,
í ue^i^.^Jas . pr t/n e r ^^ t^iu c h^F^ t r^\^ ^P^ h^ ^1^ ^H^ M ^^^ \ ^ % ^^£JP^^^^i^
j G I aira^jm. í ei|¡z> a ijg^ %l p n hé ki n ^mi,, - C ^ff^'^^ n ^^^$^|^^fitéÉ|^
los guardasen su perseciicioM; mas CQiiÍ0;sÍ &fíra ua^tafií^ajpa^^L
^ftrece del oampo,QrÍJtífi|o. ^ l^l^hza ápl uioro^^iíicbí^f^f^
billete dirJgiiio %;JaJ^j^a f^bel. .{]fobi^^yQ;ti;^iig%'d4^
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—58—
Ioacír ud caballero llamadu Femando Pérez de Puigar^ coiiotido
por el hombre de lasfazañas^ y desde luego se infejki que el honor
español no quedaría mucho tiempo mancillado. Sale pues á la sí-,
guíente noche del campo con^ilS caballeros mas, tan intrépidos como
wforososy aproxímate con cautela á la ciudad, encuentnyuUreabier-
ta una de sus puertas, no vacila un momento en forzarla, y mientras
sos compañeros pelean con valor. Pulgar el valiente, clavando es^
puelas á su caballo, atraviesa la ciudad y llegando á la primera m'ez*
quita, eeha pié á tierra y en altas voces declara que toma poseaion
dfel edificio como convertido en iglesia cristiana y consagrado á la
Madre del Salvador. En testimonio d^ estv ceremonia, tom6 un 'lis-
tón qde consigo llevaba, 7. sobre el cual en letras grandes estaba es-
erito Ave María, j con su puñaNo.clavfu»en la puert»de. la jmoe-
quita. Monta seguidamente en au. fogoso corcel y vtielve en busca
de sus soldados. «.
Habíase dado 7a el grito de alaripa, corren los infieles por to-
das paites despavoridos 7 aterrados, Tiendo. á uñ caballero oriftttsmO'
pasearse por la ciudad.— 'Pérez de Pulgar sigue ipfipávido al Iravgs
de la muchedumbre y atrppellando á unos é hiribiiáb SI otros, entra
en el ca^ppo de los suTo^a^abiendo añadido un título mas á la famu
que se le daba de hombre de las hazañas. ¿Y quién podrá leer esta
acción grande 7 salerosa de nuestros nobles antepasados, sin recQpp-
dar con orgullosa arrogancia que somos e^añoleft?
1 US BELimS
a»ai^ iiv wa>Áiw»a*
*> ¥||t0nv»Bejb^.oÉcelesl¡a( frovidetidli poique ha» nrnmKMiaSo
^rii^^ !9i%05 Mulnh» laMmíoünisid^ de tu ^otM*de UvilHibiddrh^ de
tÍl^¿bd7.Arfógtortlb. ' ^ ;'
* ^tb me>^oto i las cun*m%» 8«l -Í^^P^^ow^^so, del Fichinota,
4A ifa^fficdf €itbpa*f, del Óiítava y dd^guíA) PopocatcpctI, 7
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^59—
cercano ja i tu escelso trono, oigo mugir las tempestades, reo bri«
llar los relámpagos y que se lanza él rajo bajo mis pies. Allí obser*
▼o sin telescopio el curso luminoso de los astros, respiro oo aire se-
reno j puro, noto á lo lejos mares dilatados, j que corren grandes
rifis, como hilos de plata en campos de esmeralda. [Dónde están los
hombrest Son sus ciudades, puntos imperceptibles, Icres manchas en
la estensa superficie de la tierra.: [Y ellos? Átomos inteligentes, f a*
liosos en la presencia de los seres, nada delante de Dios.
[Y esa aye que revolotea sobre mi cabeza j la cubre como ona
ancha tienda, es el gigante de los aires? Es el Cóndor que deposita
su presa ensangrentada en la región de la niere eterna.
No envidies, pequeñísimo colibrí las largas alas, j la garra
atror. del dominador de los Andes: eres tú el epílogp de las maravi-
llas de la Providencia, que visita tu nido, te fiste de púrpura j oro,
hace que no vivas mas que en la estación del amor j de los placeres
j que duermas en loa dias j en las noches del desconsolado j mortí-
fero invierno.
Goza de tu libertad en las llanuras del Nuevo Mundo, Bison-
te, ó Cíbolo, cuja frente indomable jamas ha sufrido el jugo que im-
pone el hombre con halagos y sostiene con rigor. Bendice á nues-
tro Dios, j que tus hijos conserven en lo mas oculto de los bosques
la feliz quietud que debieron 4 la naturakza.
Y tú. Ballena, monstruo del profein; surca las verdes ondas del
Pacífico, como el vapor de Fulton venció los ríos, j se enseñoreó de
los mares. Teme, teme el harpon del pescador codicioso que viene
de lejanas tierras á darte la muerte, para que hermosas bugías
alumbren los festines del poderoso, j los espléndidos salones de
Windsor j de las Tullerias.
Puesto de rodillas y el pecho en tierra, jo adoré la imigen del
Omnipotente, en las cTfiras aguas de la sublime catarata del Niágara^
Un continuo y estrepitoso ruido me sobrecogió con el espanto que
sentian los medrosos hijos de Israel, cunndc^esperaban en la falda del
monte Sinaí, las lejes que grabó el Altísimo en tablas menos dura»
que sus corazones. Una alta j dilatada nube me envolvía de la cabe-
za á los pies, j al derredor de mí, cien j cien arcos de es|>eran'/a j de
consaelo, se formaban para recibir en triunfo, al Señor^ cm¡fo eipiri-
tu era conducido sobre las aguas. Con una lágrima tibia, nacida de un
pecho religioso y conmovido, jo aumenté el caudal del torrente, f
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— «o—
enta lágrima no fué perdida, porcj^ue Dios cueDta las gotas y Ua sire-
nas del mar. Yo arrastré al vil ateo hasta Jas orillas del praeipicio» y
fui libio iamimdo prouunció temblaado: Niágara dicé 9u»s gus wñ
conciencia*
Otro portento en el Surü! El salto da Tequendama! La altura j
el volunoeu de la columna de agua, que baja á confundirse con el rio
de la Magdalena, el aspecto de las rocas porfíríticas, tantos ái>bolea
vigorosos que nacen sobre variadas alfombras de plantas berbicaaat
todo concurre á inspirar en el viagero el sentimiento del terror, y el
mas dulce, de lo bello, y un contraste de afectos que solamente eonr
vienen en proclamar la inefable sabiduría de Dios« Los encinos ere*
cen en la parte eminente de la cascada, y á sus pies Ka palma de la
ardiente Arabia, el plátano y la caña de azúcar. Las produecioaas
de todos climas, y de todas las temperaturas están iinidat oatño por
un lazo, y este lazo ea un rio perpendicular de ciento aetei^ta y cíba»
metros de elevación.
. Entre las románticas y magestuosas escenas de los Andes, po-
cas son comparables con la del puente natural de Icoaonzo, en el
pintoresco valle de Parndi, Hállase el puente á la altura de cuatro-
cientas cincuenta y ocho toesas sobre el nivel del mar, y de ciento
doce varas sobre el del torrente, que serpentea en una caverna oscur
ra; habitada por pájaros, cuyo canto monótono y lúgubre contribuye
á dar á este sitio una apaMencia triste y misteriosa. Tres enorme»
masas de rocaS| cierran el arco; y en esta obra asombrosa pudieron
aprender los antiguos habitantes de la región, los principios mas en-
cumbrados déla arquitectura. El puente de Cedar-Creek^ en Virgi-
nia; el de Rumichaca^ en las montañas de Chumbar; el de Danto^ en
Jas carcanias de Atotouilco, son fanómenos geológicos que sumimsir^n
un campo estenso á las investigaciones del sabio, y á las meditacio-
nes del hombre religioso, que descubre el ded6 de Dios, al travea de
la nube de nuestra ignorancia. Digitus Dei est kic.
Piso cenizas cállenos, y atravesando una cadena de conos ba«
sálticos, me aproximo ál cráter del volcan de Jorullo. He aqui une
de las catástrofes fisicas mas notables y recientes de nuestro planeta
El valle cedió lugar al monte, y el monte se transformó en valle,
donde vapores muy densos comunican al aire un calor sofocante.
ELJúpiter de Homero estremecía las cimas de las montaña^ con una
contracción de su ceja airada: el^ verdadero Dios ha dado leyes á la
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—61—
•tftturale/^a, y la transforma p^r un selo pensamiento. AqneX era na
•tieño poético de la dit ioidad: la poesía do puede oomprendef al
Todopoderoso, mentira.
La f^uta de CacakucamUpa^ esplendor de Méjico, deja muy
atrás las combimidaB impresiones de temor j de deleite, qut causaa
en el ániaM» sorprendido las cavernas dé Darvi, de Antiparos y da
Fingal, Gotas de agua filtradas por los intersticios de piedras cal-
eáreaS) en una serie desconocida de siglos, han obrado allí milagros
^ua Ten los ojos, y apenas alcanza la imaginación. En este palacio
saKtario del Dios de la naturaleza, corresponda el lujo del ornato á
la magnificeneia del ediñcio. Aqui y acullá se multiplican las ilusio*
BaSt lanía como las estalactitas, y en el pavimento se ob^rvan blan-
cas estalármitas, qne reproducen incesantemente los colores del
prisma y la reverberación del diamante. El sabio confundido, pre-
gunta ¿para qué tantos primores y encantos] Calla, hombre mise-
rable, respimdaij} eco lejano: Dios y su$ designios son inescrutables.
Ettel Sud y en el Septentrión de América, el ore y la plata sea
•I fruto mas eom un de las entrañas de la tierra. En la isla Margari-
ta y en loS mares de California, se recojen \v perlas cohio los gra-
nos en un campo de trigo« El diamante y el topacio se producen en
el Brasil: Oajaca se gloría de sus matizades opales, y Sanm Fé de
BWi lindas esmeraldas. ¡Cuántos objetos para la ambición!' (Caántos
prodigios que admirar! ¡Cuántos motivos de tierna grntitnd para el
que vi6 la Inz primera en est<^ suelo tan favorecido de I>ios!
¿Y sos rios? El Missiaipi es el mayor del glotío: el de las Ama-
zonas, el Orinoco, el Missouri, el de la Plata, humillan con su in-
menso raudal al Tajo, al Ebro, al Sena y al Danuvio, orgi»llo de
las cultas naciones que han poblado ^ riberas, y que tantas veces
bao teñido su corriente con la sangre-de los combates»
Los lagos de América son mares; y el -Superior lo es á ese mar
Negro qne tanto figura en los intereses de Europa. Yo he navegado
en el lago Ontario, y en él se advierte el flujo y reflujo, y se levan-
tan de tiempo en tiempo trenaendas tempestades. ^
£1 suelo de la América es una alfombra de florép, y eada-flor
asbsorve la atenciipn del que estudia á Dios en los pétalos y en los
delicados pistilos,
jCtian bellas y galanos son (^ aves que hienden nuestros aires!
El Quetzal es un iris en los bosques deChiapa y de Guateaiala. El
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Centzúntli varía todos los tonos y recorre toda la escala. ¡Pájaro
humilde! tu melodioso canto arrebata mas el alma, que las arias y
los duettos de Rossiní.
Colosales udh los arboles del Nuero Mundo. [Cuál mas Corpu-
lento y frondoso que el de Santa María del Tule? Visitándolo con el
ansia y curiosidad con que se examina un monumento en los desier-
tos arenosos de Palmira!
Bálsamos y olores son el tesoro de miestras selvas. El tolú, el
copáiba, el liquidambar, la vainilla, son blanco de especulación y
>CQUsa de universal sorpresa. La salud del hombre se conserva por
inumerables plantas medicinales: el descubrimiento de la corteza de
quína^ es suficiente precio de la refinada civili'/.acion de que somos
ilendores al viejo hemisferio; á las clases pobres de sus habitantes
los alimentamos con papas. [Se ha olvidado ya que la cochinilla de
Oajaoa, tifie de grana el manto de los reyes?
£1 hombre fué la concepción privilegiada de Qíds, y por esto lo
formó á su imagen y semejanza. [Cómo pues, el hombre de Améri-
ca, habia de ser inferior á los seres prodigiosos que lo rodean? La
fuerza y la paciencia son el carácter distintivo del americano: él ad-
mira la tersa blancura del europeo, porque el ardiente sol de su pa-
tria, le ha tostado la piel, al acercarse á convertir en astros sus bri-
llantes ojos. La muger de América, es una hermosura de la monta-
fia, adornbda por Dios y esquivada por el lujo de los salones. Ma-^
yores dotes son las de ingenio, y el hombre y la muger del Nuevo
Mundo, reúnen á una vasta comprensión, una memoria siempre
nueva y fecunda. £1 corazón del americano es noble, generoso y
sensible; las lágrimas que derrama, son las de la piedad y de la ter-
nura! Entre los nacidos,- es ff americano el que perdona á su enemi-
go con mayor júbilo y presteza. [A quién imita? A la deidad mori-
bunda del Monte Calvario.
¡Omnipotente Dios de América! Tu nombre es bendecido desde
la bahía de Baffin hasta la tierra del Fuego. En las apacibles noches
que platea la luna, te glorificamos y ensalzamos: en los dias en que
el sol nos vivifica^ sentimos y confesamos el poder inmensurable de ,
tu soplo crei^dor. ¡Dios de mis padres, Dios mío y de mis hijos, pro-
teje á mi adorada patria, y haz que nunca desmienta su conducta
acrisolada! Dilo, y su felicidad será cumplida. ¿Hay acaso, imposi*
bles para la voluntad de un Dios misericordioso/
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í
4|inB PROIVUJVCIO BMj FUHOBO BIR. DrPJQf (EL MAwmx
CONTBA
U J^DHBSTA nENDPieiOJI HE U» BIUFIM;
Se ba repetido freeaentemente qtíe en otro tiempo 6NI irl(ñi0
«1 duelo coo mucha rigor, la piena de muerte, sq dice, seri) inei0lii>
paYa contener á perbona» que sin duda alguna no temían él mdrír*'
pues q«e voluntariamente se esponlan á ella$ y ,que urna* pena maá
moderada que llevase consigo, la pérdida de los derechos ei^ileü, b»
esdusion de las funciones públicas, aparecería mas apropotito-pnra
eonsegliirél fío. Sea asi, pero entretanto que el duelo no s'ea caetí^
gado con penas articulares pof una ley especial^ ¿se deduce quesea
un acto enteramente permitido? No: el duelo seguido dé miii^rte* a
heridas, entfa en la categoría de heridas y asesinatos, por*t»sola«^
Konde no estar eseeptuados de este género de atentados: lai|use(^aÍK
de una ley qtte haya hecho de él nn crimen aparté, no le ha eoloqpidp
en el rango <le los hechos laudables 6 inocentes. ...
Los tribunales, preciso es decirlo^ se lian condi(cido -cotidema->
siada desidia en esta cuestión del duelo. $le alega en favor-la^prep^^
pación que lo protege; pero, ¿de esta preoctrpacion d€ÍMBrán«p|i;^a«í|i^
también los magistrados? ¿No es su primer deber el saber ¡yri^^af-
ae de ella? ¡T que en una época en que han sido atcolidas tantQp^jSA*
aas, únicamente pojrque han parecido fundadas sobre* pcegcup«oio)i<v
(annqae estas hayan sino algunais veces m uy jyipft^fi}>iq8)^ t^gpfeiá
precisamtute aquella á que menos debería hacerle gracia^I^ |i^oe«-
pacioB jpas destructora déla mór^)-del ^rden- socíafy* áj^^ la QbsKÜy^»
^ á laa iey^s, y d6 la sujec^n ^ los^^ra^g^tfadfis!. .
£1 díñelo, seüoi^s, e8^el.e8t4i4o^l«agé}'-^^ n^,:^ 4Q«p»hp, «lt#
laxazoo jJel mas fuejrte 6 dd m^itdiststrp,. y algrnia» vanes* 4
insolente.
En k^ififancía de^itií^Ma sociedad-seJia fux^dct t|pr el
Judicial, pero esto tocaba á la barbarie dé los tiempos, Los h^m/btm
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no sabiendo hacer justicia, apelaban á lo que ellos creían ser é\ juicio
de Vio^. Mas aun. entonces se buscaban algunas formas de justicia»
el procedimiento del combate estaba arreglado; habia un juez del
campo, se encontraba alguna suerte de regularidad, y el concurso
ele la acción del poder públicoj á este no se le insultaba; y si habia
ignorancra y falta de civilización, al menos no hubia ni levantamien-
to ni insubordinacÍGüi.
' ]?éro desde ^1 momento en que hicieron progreso^la civilización»
el orden social j.ln» ideas sanas de gobierno, desde que hubo leyes
nia^ humanas y tribunales mas instruidos, los duelos fueron prohibi-
dos i:paio juna infracción del derecho; ¡y. no lo serian bajo. un g^ier-
po«bten constituido, es decir, bajo un gobierfio de dereolto y de Ijsjl
¿El d¿ieL(> no constituya splumente un ataque 6 un .deliro contra
los paHiculares, comoiin robo 6 uú asesinato ordinario; és.jiina ai-
^acbQ deia paz publióa^ un desprecio de la ley, una pr€ites|íi con-
UaJ¿ organización^ spciai; es.k> mismo que gobernarse ft si mismo
pou.. desprecio deja 9oberai)ia del pais en donde se vive; ftsli^ue.en
olro^enipo, bájala legislación de'Lui? XIV» el du^o era ao^Os que
iqd.6,-un'crimende lesa mageatad.
^U-¿y'p»i«fl? ser tolerado semejante orden de cosas? Si un^ riña
estalt? ep^^rjp dos hambres del pueblo, resultando deella algunoagol-
i^esj si ' pop ,ei mislilo motivo algunos compañeros de divei^as. profe-
siones se citan concurriendo con palos, al momento se interviene, ^
Iq^ sejínra^ ^e les funnu un procoso ci>rr«cci(ínal, y lodo m^io con
laititílm ruí^prr; perü qtiti lioyn algunos que se provoquen con la espa-
da 't h pi^toluj^que se trate, no ya de algunas coniuirones sino da
\íi iT^vitNc niisftiíi. Sé recUmarYi eiuónces como de jusücia la ímpuni-
dttiü^^^ yendo todüvia mas léjns, se dirá que loa combatían ttf.«i haa
sali^^ko-al húnorl iX \qs periüdicos hubbrán de ellos con uatenta-
41ÍOU j^c9 11 pI í> gi ü í He , n q u í , . co mo en el se n o d e II n a e r í ci e d ad U us-
tiMd^í^tié-te vmmgUulaxbhaber^veiU^ado.en civUizflcioii'4 Jos si-
glníi ;Aíir. lí ores, j^qufijleuá. (le £>rjgullo descría :.á Jos del poryenirt iw
í Ft f j 2 a s i> b re 1 os c í pí ri, I UÉt^ íu^ id ea ^á e q u e Jba el u <ta d nn os p oe den a pf ^
líJHTttraJtítlü ÍL^a (yoíz^ilbrnrla <^^ det^'d^elaa cuestiofic» á
!§ j>lfl^;^ j^ ¿spaitlaT, j Cüígpar 1^ roljiota JbJiyiduajj^n el j»ga£:(}e
-^^M^ %criO|e^ lic^^j&^^efigiri^fj^^ . preoci^pa^iones é¿
4ftt5^i^Uií4Q i^ ule ^trprq á degii; que ^on tónos generales de lo (|H«
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te pretende que sean) no temo levantar contra elTas la roz con toda
la entereza de mis fanciones, y proclamar que el duelo es la fióla-
cien de todas las leyes divinas y humanas.
Ved ahora el deber de los magistrados; siempre que se en-,
enentre un hombre 6 herido ó muerto, aquel debe al punto tomar
del caso una instrucción jurídica; los procuradores del Rej son culpa-
bles si no requieren una información al punto. A todo duelo debSn
seguir inmediatamente las mas escrupulosas indagaciones, con el
objeto de aclarar sus causas, catiSfid fútiles las mas veces, provoca-
ciones insensatas 6 groseras de personas que no se conocen, que ja-
mas se han visto ni volverán á verse; querellas miirerables de teatro,
donde uno reclama el silencio porque tiene derecho á ello, y ofendí-
do el otro lo provoca. ¡He aquí una causmde desafio! He aquí'el
motivo para que una níuger piarda su marido, una madre ásu hijo*
La grande objeción que se hace es, que el dutfio sirve para cas
tigar hechos que no están aY alcance "de la reprensión ordinaria, fli
esto Aiese asi, preciso es entonces que estos hechos sean muy insig-
nificantes, puesto que las jejes no solo reprimen los crímenes, sino
los detttos y las sim^fes contravenciones, no solo castigan las heri-
das sino los golpes, el ultrage y aun las simples amenazas; ellas
condenan igualmente la calumnia, la difamación, la injuria; y pof
nn acto que tal vez no tendrá nada de esjlo un hombre mal contento
ébíi las leyes, y desconfiando, de los magistrados emprenderá imponer
|M>r si mismo la pena de muerte á aquel de quien se cree ofendido»
haciéndose á la ve2 en pi'o|[)ia causa, legislador, juez y verdugo!
Para legitimar tales violencias, se inventan todávia otros sofis-
ifias; ae dice qu^ el lance ha sido nada Aias que un encuentro. ¡Men^
tira^ Ssos encuentros son siempre originados por una cita anticipa-
da en que se ha fijado' el dia, la hora y el lugar. Se dice que aquel
qtie ha muerto á su contrarío estjiba en estado de defensa» Sí, pero
ambos estaban en estado de agresión y atacándose mutuamente; ^
mas segura'defensa es-la muerte, que cada uno procui^ dar á su ad-
versario.
H^céd, pues, haéed llegado el caso, las diligencias convenientes
ante el jurado; tales el juicio del pais, y bajo este título puedetle-
cíhe que llai competencia pero conocer de los duelos, debe Ht!r de-
vuelta á la autoridad del mismo jurado. Si este, fascinado por f a
^eoettpacion 6 subyugado por los hechos, quiere pronunciar tma
y >
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sontcncia de absolución, lo liará; pero aun asi se liabrá cumplido con
la ley, se le habrá rendido homenage, puesto que en su santuario se
liabria pronunciado la sentencia, j para esto Irabia sido preciso bu-
millarse delante de ella, 7 pedirle sumisamente un )jecreto de indem-
uisacion, €i por el contrario, el jurado cree que baj culpabilidad^
pero viendo motivos de escusa en los lieclios que ban motivado ^
acompañado el duelo, declarará la existencia de circunstancias ate^
Buantes, 7 disminuirá la pena en proporción. En fin, si se trata de
uno de aquellos casos inesplicables acaecidos entre personas que tie-
nen el duelo como una profesión, y en quenin hombre incapaz de
ofendef y falto de esperiencia baya sido víctima de la provocación,
teniendo estedesaiio lo» caracteres de un asesinato, se pronunciará
lampona debida á este crimen. Así ten'dremos completa la escala des-
de In.pena de muerte hasta la absolución.
De-'este modo al menos, ni se desconocerá, ni se despreciará la
justicia^ y ella hará sentir su -legitima y ft^rmidable acción, -En el
gran diade la audiencia, la madrede familia hará defender la causa
de su dolor, su enlutado trage y la desesperación de su acento for-
marán el suplicio del acusado, la voz públicá'se unirá á la sUya, y
aun cuando se diese una sentencia de absolución,, siempre resultarán
impresiones vivas y útiles lecciones. Los periódicos publicarán esta
audiencia y en vez de la apología del duelo, solo se leerá en ellos
la*deshonra de estos cscesos, ¡Aun se habla de la preocupación! Hft
aquí el niedio de destruirla, de luchar contra ella, y reemplazar una
insensata opinión, por otra sana y arreglada.
Mirad si es ya tiempo de atajar el mal! El ha inñcionndo hasta
las escuelas, y aun allí se hacen también puntos de honor!
íAh! qué harán esos niños cuando ya sean hombres, si desde lá
infancia se educan con la idea de que cada uno en etfte mundo es ei
vengador de su propia causa, sin subordinación á la ley alguna, ni
recurso á la autoridad de los magistrados!
¡No hemos visto también qn desafio para la historia; entre el
historiador de una parte y de la otra un oficial que encontraba na
estar bastantemente encomiada por aquel la gloria del general, como
si la verdad de uo hecho histórico, pudiese depe^er de una estoca-
da! Duelo mil veces mas insensato que aquel ordenado para de-
cidir una contienda de representación en materia de sucesión ^
porque al menos este duelo debia poner término y decidir ei^
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— G7—
realidad la cuestión, mientras quo en aquel la muerte del historiador
jamas hubiera cambiado 1& historia. Esta carrera no conoce lUnilest
.se Tsn algunos funcionarios desafiados á ua cpmbate • singular para
dar razón de sus funciones; duelos parlamentarios, diputados provo-
cados por haber señalado con imprudencia 6 con valor, hechos ^ue
juzgan de su deber denunciar á su pais! También podremos ver jue.
ees llamados al campo^ para sostener con la espada In justicia de sus
sentencias, como en el siglo XII en que un desafío se consideraba
como el acto de desmentir.
Señores; si en algunos espíritus se conserva aun esta preocuDa-
cion, no por esto es menos feroz ni menos absurda; y hja llegado eo
mi opinión, el momento de decir, honor ^erno á aquellos que re-
husen un desafio, y que rinden de este modo el homenage debido á
la ley y á la sociedad entera.
La última escusa á que se apela en los duelos es el convenio
de ambas partes! Pero qué, todo ha de arreglarse indiferentemente
por convenio? ¿No hubria pues, una barrera que pueda detener el
orgullo humano? ¿No hay cosas, actos, hechos que nunca podrán ser
la mateiia de un contrato? Por otra parte, ¿será cierto qué el hom-
bre tenga sobre sí un dominio tan absoluto, hasta el punto de com-
prometer su vida cuando quiere? En mi opinión el suicidio es un
crimen, y por tanto creo deber considerarse como muy sabias y ís^o-
rales las antiguas leyes que imponían la deshonra y execración k la
memoria del suicida, ya que no podían castigarlo en su persona. El
hombre pertenece á la tierra por su cuerpo, por su alma al Criador,
quien no U ha dado el derecho de destruirse por sí antes de tiempo;
de otra manera, y si el hombre pudiese darse él mismo la muerte
¿no es cierto que podriu también válidamente decir á otro que lo hi-
ciese; suplicárselo á un amigo, encargárselo á un mercenario? Y
bten ¡el suicidio no es mas que un duelo á medias! En aquel se dis-
pone de la propia vida; en este de ella y de la agena, y tales contra-
tos de ningún modo pueden permitirse.
Yo formo los mas sinceros votos para que la ley pueda ser ejecu-
tada en Francia como lo ss en la Bélgica, donde el mismo testo es
nías sanamente entendido y mas moralmente aplicado. Deseo que la
cuestión se presente á la Corte y se discuta con exactitud; entonces la
trataré no de improviso como, ahorn, sino de una manera mas com-
pícta y cstcnsa, y llamando sobre ella lodo vuestro examen: no dudo
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—es-
fue destruiremos la fatal preocupación que se ha apoderado de una
jurisprudeiuúa anterior, demasiadamente indiscreta.
Hojr en la cuestión puramente civil que se os ha presentado,
concluiré á pesar del proveido, tributando mis elogios á la Corte por
haber pronunciado* una sentencia á que daré el nombre de muy beUa.
CÁRCELES
Para mengua del género humano, al cual parece que debiera
ser inherente la divina máxima, de no hagas d nadie el daño que no
quisieres para tí mismo; el genio del mal lleno el vacio de las flaque-
zas que deshonran á nuestra especie con un veneno tan mortífero,
que originó la necesidad de oponer medios enérgicos al torrente de
las ofensas mutuas: tal fué la emanación de las leyes j de las prisio-
nea. La sensibilidad misma, esta deidad, compañera inseparable de
la justicia, que suaviza sus primeros ímpetus de rigorosa indignación
j la dispone á una ternura compasiva hacia los delincuentes, que de
ordinario llevan tras sí la pobreza, desde el momento mismo de la
perpetración del crimen, y no tienen tal vez otro padre tutelar que
aquel que ha de juzgarlos, se interes.6 sin duda en la adopción de
las capturas con el doble objeto de reparar los daños inferidos á ter-
cero, 6 mas bien á la sociedad entera, y cuidar aun de que el esira-
viado é infeliz causante no fuese, mientras le exonerase la ley física
ó moralmente, víctima de su delito.
Ya pues que la conveniencia pública, y los sentimientos de Ifu*
manidad tienen un influjo tan directo sobre establecimientos taJe8,y
se interesan tanto en que los seres conducidos á ellos, lejos de fami-
liarizarse mas con la relajación de costumbres, y acabar de perderse
en la carrera del crimen, se les procure guiar de nuevo hacia el ca-
mino de la dicha, lo cual es lo mismo que reclamar de las potestades
á quienes compete, porque es posible, necesaria y útil la creación de
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—69—
unas eseuebui e«peeiales de buenas costumbres, j la plaotífieacton de
tallores; de suerte que la virtud y el trabajo contribuyan é. hacer en
ules huéspedes un cambio feliz de ideas y de costumbres; no alean-
fiamos la razón por qué las cárceles, particularmente aquellas muy
frecuentadas y numerosas, y las casas de confinación correccional
donde debieran generalmente encontrarse establecidos unos remedios
tan importantes, se hallen en muchos paises en un estado tan ooo-
tradíctotio*
¿Cómo, pues, coadyuvar con nuestro silencio á la continuación
áe tan grave^males, ni demorar la ocasión que se nos presenta de
manifestar al mundo la dulce emoción con que hemos visto mucjios
establecimientos de seguridad y corrección en los Estados-Unidos,
que pueden servir de modelos para organizar aun ios mejores de go-
bierno de las sociedades?
Estas casas correccionales empiezan desde su construcción 4
estar de acuerdo con el digno objeto que demandan la seguridad de
los confinados y la humanidad: ningún departamento está negado &
la claridad de las luces, ni á las comodidades compatibles con la
coikUcion de los presos: todd^ respiran aires libres, y aun tienen ter-
renos destinados al ejercicio y al recreo: grandes salones contienen
talleres para los que profesan algún arte, y para aprenderlo los que
carecen /de tan importante enseñanza: otros departamentos están
consagrados á actos de virtud, y á escuelas de instrucción. No se
ven allí andrajo&ni miserias, y el aseo y la policía de salubridad son
atenciones de un celo preferente.
Personas de probidad y suficiencia están encargadas del orden
civil y religioso. Separados absolutamente los sexos, intervienen ade-
mas clasificaciones subalternas de cada uno: los individuos de corta
edad constituyen sección aparte para educarlos, precaverlos del roce
é instrucciones peligrosas de personas mas crecidas y adelantadas en
la relajación de costumbres, enseñar á leer y escribir á los que no sa-
ben, é inculcarles los preceptosde la religión y buenas costumbres y
ponerlos á aprender algún oficio de los que contiene el establecimien-
to. A las, personáis adultas se les conduce igualmente por el camino
de la virtud con lecturas, exhortaciones persuasivas y ejemplos á que
se destinan por departamentos ciertas horas de descanso y los niias de
devoción: y por ultimo, una vida activa les abre nueva senda hacia
la prosperidad.
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Aquí ge vé una máquina que dá impulsos á otros artefactos de-
dicados á moliendas, hilazas, tegidos, ¿lc: allí talleres de quincalla,
carpinterías de blanco y de ebanistería, y en una palabra, un pueblo
artista aplicado enteramente á estas y otras varias manufacturas, con
un silencio 7 orden admirables que hacen observar los vigilantes. Es*
tés trabajos tienen sus horas determinadas, y sus productos se npli.
ean al fondo común del establecimiento para costear la subsistencia
y proporcionado vestuario de los confinados, sueldos, gastos de con-
sumos 4&C., y los sobrantes en acopios de primeras materias para sos-
tener la empresa. Pero lo que es aun mas laudable, ei^a de aquellas
horas cuentan los presos con otras cedidas á su utilidad partícula'
^n trabajo remuneratorio, cujo pago proporciona ahorros á unos, y
medios á otros para socorrer á sus mugeres 6 hij«>s indigentes ¿Qué
alma al examinar este cuadro no se sentirá conmovida de la mas
tierna efusión de gratitud á los promovedores de tantos bienes? Asi
es que los confinados por causas leves á pocos meses de corrección,
salen menos felices en su arrepentimiento que aquellos que han es,
perimentado por años sus ventajas, dándose en estos muchos casog
de resistirse á volver á su libertad, y i^i^do raros los ejemplares de
baber reincidido en aIgMn delito.
Asi es, en suma, que estos establecimientos luego que obtuvie-
ron los fondos para tan laudables fines, se dedicaron á la compra de
primeras materias, y á darlas beneficio y salida en el comercio, re-
saltándoles de uño en año el uso de grandes capitales y sobrantes de
consideración.
Ciertamente que si en los países en que están tan mal organiza'*
dos estos establecimientos se suscribiesen primero las potestades con
señalados rasgos de paterna! beneficencia y abriesen listas de suscrip-
tores, las almas generosas se acelerarían á seguir el egempló con do-
nativos tan profusos que sobrarian para calcular sobre grandes em-
presas artísticas y comerciales, en que sin duda se interesarían tam
bien accionistas por el lucro que se prometiesen sacar de ellas.
Concluimos demostrando cuan fácilmente pudieran desterrarse*
de todas las cárceles el terror, la miseria y la inmoralidad, convir-
tiéndolas en depósitos piadosos de aquellos seres que por criminales
que aparezcan, no pueden dejar de interesar á las almas sensibles.
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MVEGKÜfiNMMBIOIELVlPOI.
lS9|perlmeiito de an barco de esta clai^ liefAo en el finerM
de Barcelona, Á presencia del Emperador Ciar-
los T en 1543.
Este íiectio tan notable viene acompañado de una comitiva Ó9
pruebas tal, que no permiten ponerlo en duda. Hemos encontrado su
'elación en un d¡«rio de los Estados Unidos de América, y este dia-
rio le ha tomado de una obra española que ha atr^esado el Occcnno
antes de venir á FraBcia,y que se vá traducir al ingles en América,
siendo apenas conocida en la misma España. Este abandono por un
lado, y esta dili§(Qiicía por otro son fáciles de esplicar; ^e trata de la
obra de D#Maj^in Fernand«?zde Navarretc, sobre los viage$ y los des^
cuhrimunios de los españoles desde jínes dtt siglo ?CV^ en que se ha»
lian documentos inéditos sobre- los establecimierrCos españoles en fae
ludías» Estos documentos pueden no ser estimados en España, pero
no dejarán de serlos en América. En cuanto á Iss^lSstadós-Unido»
basjta que el Sr. Navarrste, dé nuevas notictn» ¿obre ^olen^-fmra qu«
sus esgritoa sean deseado» en esta parte del Nuevo«Mundo, que toma
la iniciativa en todo lo qu% es grande y generoso, y que ha sabida
alejar de sí la reconvención de ingratiiud que se lia hecho frecuente-'
nvcAte á' Jos p9«bl(M ilustrados: se acerca el tiempo efi ^j^ue todos los
puebJo8 4eLcontt nenie americano elevarán; de-'cótnuh acuerdo un ñio-
Dumento al grande luunbre ^ue descubrió aquel Nuevo-IVÍundoy en
que brillaráula verdad-^ las cianci^sy las virtudes. EstAs pueblos sa^
ti«(aráa^i latf4i^uufca de agiiiiiaaimiento de que la E^iropa no ha q4ie-
rido car^iys^. Un sentimiento- que acompaña opdhiarifiiCn^Ote á Ka
gratitud» y qne proviene del mismo origen, es la c^idadr los Esta-
dos-Unidos dan^tambieñ un ejemplo' de ella. Aunque ifn ciudadano
de esta mcpÍLblififí e$i^ tousiderado generalícente como el inventor de
la navegación por el vapor, consienten da buena voluntad en d^r €t
honor de est^descubrimiento al que presente titulos anteijpres ái^a
de Fulton, La Revista de la América del Norte {Nortk Amerkaü Rc"
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—72—
view) nos ha hecho conocer los de Bl^isco de Garay, capitán denaTÍOf
que v¡?ia eti el siglo XVI.
En 1543, este capitán puso á la vista .de Carlos V una máqoína
que habla inventado para hacer naover grandes navios sin velas üi re*
mos. Como siempre sucede, esta novedad encontró incrédulos, y
uaa fuerte oposición prU^iiro estorbar que se espiusiese á la gran luz
de un esperimento publico. El emperador lio fué de esa opinión, y
por sus órdenes se hizo este esperimento en el puerto de Barcelona
el 17 de junio del mísmo-año^. •
El inventor no publicó la descripción de su máquina; pero los
espectadores vieron que esta consistía princípalnfiente en un aparato
pota ha9er hervir una gran cantidad de agua; ruedas que servran de
reraos:^. un uíecaqúmo que les transmitía la acción del vapor de agua
Se hizo el esperimento en una embarcación de doscientas tone-
ladas, cargada de granos, llamada la Trinidad^ mandada por el ca-
pitán Pedro de Scarza, en virtud de órdenes del emperador y de su
hijo Felipe II, que. también se hallaba presente. Fueron citados los
testigos siguientes: Enrique de Toledo, el gobernador Pedro Cardo-
na, el tesorero RálVago^ el vícé-canciller Francisco Gralía,y otras va-
rías personas de distmcjoñ castellanosy Catalanes. El emperador y e!
príncipe su" hijo; como también los asistentes, quedaron muy satisfe-
chos de la máquíRa }^ de sus efectos; pero el tesorero Rávago," qife
ya anterWrmehíe'séfiaBia decrn'ro'd^ contra rainveftcion,dijo que*nO
daba ai búque-^srno iino marcha de dos leguas en tres horas; que el
mecanismo era 'co'mplicado;-qué 1^ caldera^sponia al barco áb riesgo
coTitíiiuüíle tatiíi cs(>!tí3Íon, é^-t. Otros miembros de*lá comisión afir-
niArWt píír c^ hab'm méno§ s.egurldífd en un buque
ini pr I j J.i> [ior , í ■ ; en liña galera , y cjúe coñitinfbabci al
iij^íó iVti'lníj hmy firr4ifey una- velocidad-* d« una legua'por
»*!•■-' '■.■J""'--.' ':.':■ • '■.^■•,.• '^ ./'■■■'■
q*ii no I rrífwjS'ftM eí i f* I n csíural de fíñ rc'eluiia tocfás las pvbüé^áf méde^
uh v'[M'-Fcii^ii V ¡:í. .füicrííoa'de Rávngfe fiicífi^jípoca iínpréisíoQ
y el t!ríV"jirrn<Ií>r IniMi rn h<#fic><:oiTtlnuar las príle!lfas«Q^fMii]évá má-
f|íiyá¿5W en/rtqinJIa época rm- huí) i era csstsviloTa'ft ócupado.''€te redom-
peSBKVOtffny oorí tjtlíréíntitflSít j>íí!nn1^>ria y con otrps'favorés^iy-la
ivl^ííñ/rXi Ritfil prvgM íinlus lfi? Víistaí i!i uunstruccioh y ensayo*
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— 78-i
Bites fidchórettiif tomñias áé los nitros origimifet confer*
▼ttdét 6fi «I ansliiro Retí de Sícnaneaff, enm h»v pApefes^e ¿atalu'
Kv, jr <le lot tegi8trcy)s de la secretaria de fa gttttm del afio' de Y648.'
NOTA DEL TRADÜ¡
'w
No ea e8ta la prirnera ni la aegundaHn?enc¡oii, que nacida y ol«
vidada en Eapaña, ba^rosperado en el estrangero, j que eite lia per-
recciona4o coD ufilidU jrgloriit.- Via heiñvs podido meuoií de insertar
este artlctiJo, im porque oljiec^o. aea totalmente ignorado en Espa-
ña, aino porqtio no e« tan generalmente eonocido, e^ittio'pareee qvn
te pedHina él fi'onor náeion'af. La TngMterré «e enyunvee-ArHaniar
inrent^s dé la bomba de rapor ales Wat y Bohon, y los 'Estados*
XIiijdgA*4f qM W «ÍMdiiiMo Futlto baja ulada principio á lit.nave-
fsfiioa. fWüT madiiMiel. vapor* S^a'^aerer disaiinHif en* Aada Ja justa
floria qfm e«lqa («a» ^Hiahras c^>r«« k^ ^4^miid^ eq fas respect)'
voa ianalasb v JKjJiearippta. aa d#Jkaaaa p(m»iúr «laf- queda eq el al.
kmIo aksiafialm- l^aa^Toa in p<iii{ar*.««9«uaa^Q. dé J9 niqaióa de
TafoTi jda«u aplHuywtai-^o ^'« aavegar» beeba toda por uu esjui.
ñol carca de dos siglos / medie ante^que. Wat y Boltoa eonstrn/e-
•en so. primera bomba de. vapor, y cerca de tres siglos antes que Ful-
too f^MiiUiyfm b ^V^M da este.. pcnUrosa agaata í la aceioa da l^s
▼elas y de los rtm^Ét,'- ^ , * ^
9tspi^á|»nse las ciudades, griegas, y siete de ellas reclamaban
cada una para sf, el bonor de haber dado el ser al inmortal Homero:
^concuánta man razón podrá disputirse algún día la gloiin del sUéRi
naMil del primer ín?entor de In mayor potencia que linsta. ahora se co-
noce, T.cuyas a]{>(icacíone8 son ya tan {irodigiosai) como la potencia
mismaf Ninguno de cuantos inventos lia pr oducidb la casunlKiad o
el astodípi^y ha gi^eccionado el entendimiento h umano, poede coro-
ppraraa tu sus restrltados y aplicaciones con el de la bomba dé va-
ppi^atiB incluso el d^ la pólvora, ror ellas se han acoHado las dís-
taaaias qae separan los pueblos y las naciones; por ella se han re-
BMMitado la« aocfiantes casi inaccesibles anteriormente á la fuerza de
laairiaatoay de los remos: por ella se ha faciliudu el coroercjft inta-
Hén^^^t^^ ^i* Ia^lMfa»a piadifioM acaiaa da ^-^ÍJ^jfi tie
bra^of y de igOO.OOO caballo» it^fatigaMes , acción que se aHmenta de
agua y carbou de piedra: y elÍ4i, eu fin* ai?«riia¿a eu Ju aeitu»Iida«l
JO
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*• ^
—74—
trastornar todo el arte luiJitar, 8iutitujfeu4o 4 íh p»Jvora alll•9é^te iii"
íiiiitaftieirtQ m^ pod«itl¿o y ci««triictAr. Estos progresos ha he^io.Ui
apJieaciatn (t«l va|>oc en aus¿io siglo ¿quién será capaz de calc«lar sua
resultados en otro tauto tiempo como el que lia transcurrido desde
su primera in?encioa e||^España basta su aplioacton en el estrangero.
coNMines Dnifes-MRNK
•»
^preparar al ace|l» secante que «eemplea immU$
en iMi Juntaras como en.yra liuleflu barnices jr^cbaB^es.
De Htargirio, aK»aja4de.cHleiKdot tierra de aotubfa y talco, me,
dia onza dé cada ttnp pars una lihr» de aceite de tino, [*] que se pone
á hervir áua-fnego^suafe é igaal por espacio de ceros de ilhs b«>ras,
remofiémiole inaetias vecas pnrá <|«ie ne s^iti^eztia; cuándo fiiei<-
va se espuma, y cuando la eS|Mim4 se enrojezca H aceite está sufi-
demeraentc cocido'jr desengrasado, se deja 'ciaf tfc^ r /a está lit«ko«
Barals traspsu*ente qne aplieado soiire te pintara, vúeéé
servir de cristal en los cnadMSi
Se estiende la tela en un bastidor, y se. le <Íá por ambos lados
con el barniz siguiente. Se toma aceite de pe/., que se incorporará en
firio con esencia de trementina, renioviéndolo sin cesar basta que la
mezcla tome consistencia dolara de iiuevo, y couúnuando batién-
dola por media hora; después se deja reposar un poco, y se 'decanta
Ip claro en otra basijn: en seguitlu se estiende por amibas partes coq»
un pincel grueso, se alisa con un cuchi lio de uiad<?ra, de hueso o de
marfil» y se .deja secar á la sombra en un lugar aseado; cuando e<<té
seco fe Je puede dar segunda mano del Inismamode y eot6nC€lS fa
tela queda tan trasparente como el cristal,
á^fticuémrtnae esftiB frogas lej^Atns y vdy Mas ^topSisdas ea^íos
teborSWTios 4e los hábiks profesores doctores D. José Maocd^.p^aza del Cns»
to, D. Francibco de Paula 8uarez, calle de Mercudcrcb iiíiíu. 85 J y D, JaaS
Matías Cabeza, calle del OMsik» núm. Sé. ' * ' '
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SISAL (SEBT7L A D± S. Iff.
Y
SEI^ORES DEL. dhNSEJO.
Se declam, qne no solo el ofíck) de curtidor, buio también Iqk ¿^mms arle* y
oñcios de Herrero, sastre, zapa(ero; carpintero y otros á este modo, son
honestos y honrados; y que el uso de ellos no enrilece la fiunilia, ni la
persona del qtie los eferce, ni hi -infniblHtii para obtener tos «mpIeM mn-
Nteifalss ée la Eepáblkaa en que estén avedndadoa tsa artesanos ó ma**
\ qna ka éjeacilea; oon lo éenms qne aa aapresa* Alto I78S%
Doa C&rlo« p/vt Ja Grarák de Dios, rey de CaatUla, da Leo»« de.
Araf[Mi«#e laa doa SeoUiais de Jerasalenfde NaTarra^ de OraMidat
de T<iM», de Vafe^eia, de Gaikiat de Mallorca, de Sevilla, de Cer-,
defta,de Cóf44iTa, de Cireefa, de JMnreio, de Jaén, de loa Algarbea,
de Ayeeiíaa, de Gibraltar, de las islas de Canaria, de laa Indiaa Oríen-,
talea y OcftidenUUp, iada» y tiemirfirme del Mar-Ooéaoo^ Archídvque,
de AfMlffia* dttqiHi d« Borgofla,4k Bmbaote j de Milao; coiMie de
Abfb«rg,4)e FlatKleai TiroJ y Bareei^na, nthor de Vizcaya y de Mo-.
Iiae;j|tc« A Ua del mi Cona^jo, preeidente y oidores de mta Audien-
ctae y Chancillerías, alcaldes, alguaciles de mi Casa y Corte, y 4 to-
dos loa oorrefidcMtea, aawtemes, gobarnadoiea, alealdei aaayorea y or-
diaarioa, asi de maleofo como de,9f rii>rim,abadengo y órdenes, di^
rectores é ÍJ)dlv(duoade laa Sociedades Económicas esiaJilecidas, y ^tte
ae eatabledareii ea eatoa reines* / deaMe jneeef , naioia^os y penoMe.
de ceel^iiier eelided, eaiedo y eondicioo <|iie seen, temé 4 lea qtie
ebeaii «km. eemo 4 los ^ue aeran de aquí é4«UAle» 4 qeteeei loéoA*'
tfieidoqn^ eeU m\ Real Cédete toca ó tececp^eeda eé.eiiak|eittf m^
ñera: Sebed^-qiie por la Soeiadad fiGeeóeoiee ié laBiijae del ^>Me4e
Meriád ee» aielífo de ttita meieerta preeeeledae» eMa,4» Ime imM
ra|^seiHa.gMyi al t^i Consejo en I. ^ de afosco d#l ete Py^i <fe
i7§f,BeBÍfeiMnd<i^ ^ io&lisevuido en qee ea hettan lee e^j^krea
del reteo 4^ G adicta en^meclio. de ^a mndias Mfft»; le biiena diafio*
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-.76—
«icion que tienen pora ejercer el curtido uniéndole con la labranza;
\iñ mucho0 8<ie^fT08q(ié'1ev ofrece este rAm#: queaiii eiabargo de ello
es generalmente abandonado este ofició en el mismo reino, en donde
no se hace comercio alguno actifo de los curtidos, pues la major
parte de Ihs pieles que se gnstan en él entran curtidas d^otros paíaea,
deapojando ad á aqu^^' dinerorque es tan iféeesarfoc ^ue no petin
dé esto de ociosidad de los naturales, sino del desprecio en que sé
tienen las artes é industria, porque su genio es sumamente laborioso
y no perdonan fatiga alguna para asegur ar*8u aubsistencia, deducién.
d(»se«claramente que las verdaderas causas de donde procede el aban-
dono de los^ifrtidos son del error comufi, producido d^ que por las
constituciones gremiales, estat\jt08 de las hermandtrdes, comunidadea
6 cuerpos, se esdujre como viles á Ion qjie profesan el oficio de cur*
tidor, y á sus deseendient^s, 7 por tanto dejan da ipMear 4 sus faijoi
á su mismo ofteto por no incurrir en la nota 6 tnfiíRala an q«« están
de lo cual dimana su ruina; y que teniendo la provincia de Galicia
las BMJores proporciones para fomentar este jramo de coraerefo con
•I que se logrará dar ocupnelon á sus naturales, f etítará H estrao^
clon de crecidos caudales que se sacan por lus eimtdéS| la- hñbkñ pn- .
recido conveniente ponerlo en notidia del mí Consejo para que, revio*
viendo los obstáculos que han embarazado un progreso ^ «delata-*
miento, rúe consultase seria conducente dedanir^ qite á Im ouAMNh
res, surrndores y demás artesanos de cualquiera oMo qod sean^ sé
tengnn en la clase de personas honradas, y que sns nftcios n» fés en^
vllezcnn, ni fes obsten para obtener los empleos municipales dé Re*
püblfcA.
Visto en el mi €oi»^jo, hubtendo examinado este asunte eon la
réüexion y cuidado que pide su gravedad, y teniendo presente lo eS'
pnestso por mi primer fiscal Conde de Campemanes, jne pr^pvso en
<9eMNflu deicineo de lebrero pi*6]timo la decadehék en ^»e se lia"
Ihiti, pf^ solo las artes y oficios, sino también el comercio y fóbr^a»,
praduvtdtt de I* precrevpaeion migar de Tilesa que se les ha ido mñ^
bVfeiMÍ« por espüeaekaies casuales de hs Leyes$ y por las diftposi*-
ekñtm fHirti^vteves dt Batatotos y OonstftaCrovres de tvrias eoíHidfas¿
Iwsnwawdaéer 7 otros everpos poHicM MigkN)s eon attieridad' ptfMI-
et; Sj^|iltcc«}dad de tonanM umt eñcnn provfdenda, que borrsné»'
dtelt^jytocitpamon, promueva l<ni reftfridoB ofiéíos y ftlñfea^ponián'
dolos en la clase de hvnrades^ para que con eit» disrintion ae fjeiw
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~77~
•iten j MgftV de tkodret*á liijot, eoino ac Kace^en etrte. raíaos v pro«
micnii. ¥ pncmk Red jímoIucíini á Ja ciudt toocuitá, 1» tenido á
Uon db 'dedamis oono declaro, que no «Ho el o6cto de etirti(k>r,
•ÓM» tftifcioii k» denlai «rlee j oficios de herrero, MttBtm^ ze^e^eeo,
earpiaieroy etrot 4 eete modo, eon Iionteto^ y benradoe; qme el neo
de «Ib» n« enrileee hi familkii ni la peraoftfi d^f que los ejerce, ni la
iiikaWiui-paradteaer lee enpleee manieipalee d0 la HpúMen en
q«e eateo.ayeeindaéoi k)e arteennot ó oieiieetfalee que títs ejerehen;
j qaa tampoao han da perjudicar los artee j o6efo« para el g^ce y
pmr^gativae de la bidi|%tda, á >oa que la tavíeren legítimamente
cfNfforiiie á Jo def^^aradcr^eit mt Ordetfag»7.a de Beemplszos del tjér-
oito de^ tres de aevlembrede mil tetecfetttoe y entente, fiuñqne ba
éfareiaeea por tus miemaa personas: aieado rsceptaados de estd re*
gla laaartistaa 6 meifestniles, 6 aus híjbs que abandonaren su ofició
d el de sar padrea, y no se dedieiirená otro, óá cttBlqaiera Arte 6
profbsiofi conr apHeacion y aprovechamiento, aunque .el abaiidono'
Béé- por eatrta de Hq'«(¿^a . y abandancta; pues en tal caso, viviendo
oeíeiea f tlñ destino^ quiero les obi^tea los añctoé y estatutos como
MMa depreeenfe; en intellgenoía de que el mi Consejo cuando lia-
liara quérentreé ¿eaeráciones de padre, hijo y nieto, ha 'ejercitado
yf siga eferdtando ana fiímífía el comercio, ó las fübrícas, con ade-'
laütamienfoi ¿^(«Melty^ de atHidad al Estado, me propondrá (según
hf he fvreifenldo) ta divikíeton qtte podi^ concederse al que se supiere
jjaeliífeare ser director A cabeza de la tal familia que promueve y
c<HHMrV« su aplieaciun, sin esceptuar ín concesión ó privilegio de
nobleza st le considerase acreedor por fa calidad de tos adelanta-'
mfomoftdef comercio 6 fábricas. Y mando se obserVe inviolablemen-
te esta ftealireéorueion, sin embargó de lo dispuesto en las Leyes 6
y'%, tHalo 1, libro 4 del Ordenamiento Real; la 3 y 3, título 1, ü-
\m 6, y ta ^tlmlo 16, Kliro 4 de la Recopilación que tratan de loa
ofivKaa bifJoe,^Uaa j mecáfrleos, j todas las demás que fiabfen de este
punto aunque aquí no se especifiquen, pues las derogo y anulo en
omito traten y ee opongan á'lo rvft}r?do, y quiero que en esta parta
qoeden ain ningún efecto, como también cualesquiera otras opinio*
oes, sentencias, estatutos, usos, costumbres y cuanto sea en con-
trario.
Publicada en el mi Consejo esta Real resolución en dacQrdel
corriente^ acordó su cumplimiento, y conforme á ella, y á lo que
é
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fc
—re-
sobre el nodk> ¿e tu ejeencioa esputíeron ni» ñsoulev^ espedir esUi
mi Real cédula: por la eual os mando á todos» 7 á ende uno de voe
en fuestros higares , distritos j jurisdicciones^ veáis esu oh Reat re*
solución, y la guardéis, cemplais y ejecutéis, y bagáis gamémt cubi-
plíf y ejecutar en todo y per todo como en ella se eo«tieiie« SM <oa«
uavenirla, ui permitir su oontrarencion con ningún preteslo6«aiiea,
antes bien para que tenga su entero y debido cumplisiieoto, dsareis
las órdenes y pro?idencÍ4s que eonvengan, y liareis se eepíe en l«e
libros capitulares de los ayutitaroiantos, para que se tenga presente
al tiempo de las elecciones de oficios mutúeípAles de repüiblioa, j no
se4Mieda alegar igoorf ncia ni contrario uso en tiempo alguno: á e«»« .
yo fin dispondréis también se registre y copie esta mi Real eédula
por el escribano de ajuotamieniO| á continuaoion de las Ordeoanaas
de los gremios, 7 de las cofradías, coi'gregncioiies, colegios j elrea
cuerpos en que baja estatutoi* contraríos á Jo diepuesto en ella] ceo
encargo particular que os bage i vos ios tribtuMdes y Socisdadea
Económicas, de que cuidéis de la obücrvancia de dicba mi Real re*
solución, sin interpretaciones ni variedades: é igualmeate eaeaxg» 4.
ios M* RRt arzobispos, RR» obispos, sus provisores y vicarfOf g»Mhl
rales, conourran á su cumplimiento por lo if^spectivodies^congre*
gaciones, hermandades y demás estableciipierUos da simares e» lo,
que les corresponda. Que asi es mi voluntad; y q«e al traslado m*
preso de esta mi ReaJ.cédub, firmada de D, Pedro gseolano de
Arrieta mi secretario y escribano de Cámara mas aiitigno de goUer^
no del mi Consejo, se le dé la misma fé y crédito que á su mgisml*
Dada en el Pardo á diez y ocbo de marzo de mU .setecientos oeb«t-
u 7 tres.^YO EL RE Y.-* Yo Den Juan Francisco de Las(iri« se-
cretario del Rey nuestro señor lo hice escribir por su man^^da.^-
D. Manuel Ventura Figueroad — D. Joséf Martines de Poos/^— 9*
Antonio de Inclan:-rD. Tornee Beraad.-^D. Bernardo Can|ens*«««-
Registrada,— D. Nicolás Verdugo.-rTeaiettte de caMÜler nie7e«'-'*-
D. Nicolás Verdugo.
f!,9 copia de su original, de que certíi|0o.^->i>. Pedro Esc^Umt^^
de Arriéis. ^
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—79—
\S^ Eft^TA C1\]DAB Y S\3B\3EB10S.
En^todo el Me* de Jiuüe dé lg45.
€E]91EIVT£triO OElVteRAI^
Eiijutiío fe ban eot^rrodo, KU0OOS , . , é . . * * 4 . , é . Iá4
De color . ; 4 . . 2$5
XOTAL • é • é • • d^B
Cutre icH» priiflerofinc^niofl los siguieutef codávereéi qu« lian
oeupudo nichos / tramos,
]>oft« Harú d^ Socorro Perea&t natural de esta ciudad^ casadarj
vecina del barrio de Guadalupe.
D« ^ Marm del Rosario Andren^ natuAd de esta ciudad, soltenfi
tecina de Jesos María.
Pi- Manuel López Hid^ilgo^ natural de e^ta ckidad, casado4 ñtí*
tigiio oficial de cuaterno de la escribanía de Marina, Vecino de GMa*
¿ákipff* .
D. "^ María de la Luz íinrraznbal y Arnieutefos< natural de et-*
la ciudiiA» casada^ vecina de Gruadalupe^
i). * Antonia María del Valle, natural de esta ciudad^ casada^
d#,5a añoif. vecina de Guadalupe^
Señora I>. ^ Maiáana Estrada, niarqtiesa viuda de Üuquesna,
iiaturidd0 esu eindad^ vecina' del sagrario de la Catedral,
I). ^ Merced Rodrí^U^z^ viuda, vecina del Espíritu*8anto«
D« ^ María de la Conceocion Lanz, natural de esta ctüdadi cil«
aada^ de 50 años« vecina de Cfuadulupe^
D« Bernardo Dominguez, natnral de la Orotava, v¡ndo« vecino
del Honserrate.
D. * Trinidad Torrontegui^ natural de esta ciudad, tíikUi, veci«
na del MonserratCé
D« * Josefa Ortiz^ natural de San Juan de los Remedios, viuda,
▼ecina de Jesús Maríaé
D. ® Josefii de Castilla^ natural de esta ciudad, viuda, de 80
añoe, vecina de Guadalupe.
D. Francisco Martincz Troncoso, natural de la Nueva Granada,
«iltcro, deS3 años, vecino de Guadulu|>e,
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D. Daniel Bain, natural de Irlanda, soltero, de 35 añof, vecino
de Jesús María.
D. Dionisio Giiirali natural de esta ciudad, casado, de 50 añoff,
segundo comandante de estas matrículas, vecino de Guadalufie.
D. Mariano Gelabert, natural de esta ciudad, vecino de Guada-
lupe."
D. ^ Prudencia Díaz, natural de Guane, casad.i, de 38 años,
vecina de Guadniupe,
D, ^ Josefa Cagides, natural de esta ciudad, viuda, de 60 añoct
vecina de Jesús Mariu.
D. ' Josefa Lop^z, natural de Guanabacos, soltera de 78 años,
vecina de Jesús Mftna.
Presbítero D. Alejo Ramírez Gallo, natural de esta ciudad, veci-
no del Espíritu Santo.
D. José Roig, natural de Cataluña, casado, de 66 años, vecino
de JcMus Maríat
Dv Juan Baez, natural de esta ciudad, soltero, de 60 años, pro-
curador público, vecino del Sto. Cristo.
]X Santiago Neira, casado, segundo comandante del regimien-
to de Leop, vecino del Monserrate,
D. *^ 'Maria del Rosario Cliarum, naturU de esta ciudad^, viuda,
¿e 80 años, vecina de Jesús Marin.
D. Ráinon Rosique, natural de Carta ge na ^«(Murcia) casado, ve-
cino del Espíritu-Santo,
D. Alfonso de Cárdenas y Sania Cruz, naturarde esta ciudad,
soltero, vecino del sagrario de la Catedral.
D. Oubrief Bachiller, natural de Madrid, casfido, áe 75 años,
teniente coronel de egército ret¡ra3o, vecino de Guadalupe.
D.Enrique HomoboQO Nattes, (pátvul<»^ natural de ^staetudaé.
Lijo legítimo de D. Antonio, vecino del Espíritu-Santo.
, D, Julián Mendoza, natural de e¿'ta ciudad, casado, vecino del
Monserrnte.
Dofvi Mariana Giles de Perreli, naturfl) de cstd ciodad, vivAa;
de 48 años, vecina de Guadalupe. * *
Doña Dolores Pérez, natural dé esta^ciudad, soltera, de 70 añof,
vecina del Santo Ángel.
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AGOSTO ME ms,
Ámx0 2,-^nttm ^-
Cuantos escritos se inserten en esta obra, serán de ínteres permanente,
qve no espiren con las pasageras y accidentales circunstancias dé la época de
' Mi poMkacion.
CRISTOBAt COtON-
a>aia(8m3v<o]n!>»
En
El Vftroes: 3. da Rgosto de 149*2 muy temprano,, dio £ ]« reía
Críftólml Colon, de, la Ivirra de Saltes (Puerto de Palos) frente da la
eitidad deiUnelvo, Qon destíopásu piinpier ?iaje de deacubrimiantoob
Goosiftia. esta, e^ppdicion* eo tres buques,. & saher:. el majpor de
ettaa.eapreaiaiPBnte preparado; para el^ objeto y con cubierta, se U»-
mahatv^o^a Varia^ en quo levantó aa pabellón; eJ segundo I» PiV
i Mi idiMAdo de M3rtin Alonso Pínzoo, y el tefcero Vbí Niña^i^
mandaba ViceAte Yañez Pinzoiu Iban de pilotos supecoumer^iríos
Sancho Ruiz, Pedro 4^1oDZO. Niño y ^rtolomé Roldan. Era inspector
general de la armada Rodrigo Sancho, ^Jguacil mayor Diego de Ara-
na y Rodrigo de E8Cobar,0Kcribano real, encargado de tomar nota au-
téntica de todas las transacíones. También ibao un médico y un ci-
r^ijwoycoa varios aventureros, particulares, algunos criados y 90
m^ria^rost hApi^ndu el total de 130 personan
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—62— -
Los incidentes de este viage anteriores ul gran suceso de ve^ íá
nueva tierra, son de lo mas poético que jamas nos trasladó la liisto*
rin. La variación de la aguja, el terror superticioso de las tripulacio-
nes de aquellas carabela?, la estrana perspectiva de un golfo cubier-
to por leguas enteras de semillas y yerbas que parecian islas s^er-
gidas; el constante viento del Este, llevándolos hacia un mar dftco-
nocido; el vuelo no interrumpido de loe pájaros que venian á salu-
darlos en señal de bienvenida; las nubes que se aglomeraban en el
horizonte occidental como lejanas montaTias; los estraordinarios me-
teoros que brillaban al través de los cielos; y finalmente, la temblador
ra é incierta luz que descubrió la penetrante vista de Colon la noche
memorable del 11 de Octubre, forman un conjunto de misteriosas,
belle'/as, que prepara el ánimo para admirar tan maravilloso evento
señalado por el diestro pincel de Chapman. Este pintor an^o-ame-
rícano ha trazado hábilmente el noble carácter de Colon, no en elf
acto de posesionarse de aquella tierra en nombre de España, sino en
su simple aproximación á las playas del Nuevo Mundo. Mr- Gree-
nough concibió la idea de una estatua de Colon, que destinó á ser
la primera de una serie de eventos americanos, que por bella y pere-
grina la citareiQos aquí como un incidente ^ue ilustre la pintura á
que nos referimos. La feliz imaginación del estatuario presenta á
Colon en un gran sillón de estado, envuelto en los ropages de aquel
tiempo, sujetando con la mano una bola, símbolo del globo, y cuya
redondez parece examinar con profunda atención.
Las facciones fijas é interesantes escitadas en la estátun, <lnun-
cian al/nundo, que este es el primer pensamiento del marino Geno-
vés, sobre la existencia de un nuevo hemisferio. La pintura de Chap-
roan nos ofrece al mismo héroe trasladado del sillón de estado, á las
playas de un incógnito continente, realizando el sueño de la estatua^
y ya puede Colon delinear sobre el globo que le sirviera de entrete-
nimiento, los límites de un mundo que se habia escapado al eserim-
nio é investigación de todos los tiempos anteriores.
Tal vez de una humilde fuente
Nace copioso raudal,
Y de frágil arbnstillo
Roble fuerte y colosal.
El hijo de un escardador de lana de Genova; primero estudiante
de la universidad de Pavía, y luego marino, jugando con un globo
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«oncíbió 9I pensamiento de descubrir un Nuevo Mundo, y á fuerza
de los mas arduos é infatigables trabajos y vejaciones, consiguió el
cumplimiento de su designio sublime.
Chflpman en su admirable cuadro nos ha dado, eo verdad, una
esphlndida representación de Colon, en el momento mas glorioso de
su vida. Vá á desembarcaren una tierra con la que habia soñado co-
mo pais encantado, y todas ^s atrevidas y azarosas esperanzas esta-
ban ja cumplidas. Lleva eti la mano el estandarte real ¿y cuál serían
las intensas palpitaciones de su corazón al ecsaminnrr la hermosa isla
que tenia delante, y ver sus selváticos hijos confundidos de espaoto-
y admiración á su arribol ¡Con cuánta gloria habia consumado já \m
gran ambición de su delirio! Conquistó al mundo entero, porqae la
«úeocta de toda la Europa habia pronosticado su mal écsito. ^as tes-
tas coronadas le hnbian condenado como á un loco visionario; y con
^ iodo á la faz ¡Yiisma de eBá ciencia y de todas las diademas, el intré-
pido marino triunfa y tiene delante un Nuevt>-Mundo. ¡Homt^re afor-
tunado! ¡Cuántas veces brilló la escena que ahora tienes delante en
tus lisoujeros sueños! ¡Cuántas veces tu imaginación te pintó la loza-
na isla* la fugitiva y asombrada multitud, los bajeles de tu misma
osada flota moviéndose, y aun tú mismo de pié sobre la proa de tu
chalupa como ahora estás!
El gran esfuerzo de la mente de un pintor es la concepción de
los caracteres que quiere trazar, y seguramente que Chapman estudió
la vida de Cdon; se identificó con el proto-marino en sus pruebas y
sufrimientos; gozó con él la palpitación de sus esperanzas, y con é^
partió la amargura de su ominosa desesperación. Solamente en este
estado de mental simpatía con el gran héroe de su pintura, pudo ha-
ber encontrado la noble semejanza del carácter que en él nos ha da-
do; y solamente escitando su espíritu á la completa ilusión de glorias
y adversidades, pudo haber hecho respirar sobre un lienzo al valien-
te* genovés de que tratamos. El descubrimiento del Nuevo-Mundo por
Colon, es la grah era de los siglos modernos, y ocupa en la historia
universal el puesto Importante de un acaecimiento, que no cede i
ningún otro en los anales del tiempo por la magnitud de sus conse-
cuencias. P arece á la verdad que ha creado de nuevo la mente de*
hombre, y que le ha arrojado al espacio de las edades futuras con u-
oa celeridad profética de mas alto destino.
A la distancia de mas de trescientos años dirije sus recuerdos el
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que estudia la fautoría, y ecsamioando las liueste^ de implica c«/a
existencia decretara el genio de Colon, adora la sola repreaentaeíett
de, ese hombre mas que humanp en su hora de tríunfb. Colon éetaW
en Ja proa d^ «u chalupai y en el momento que pisé la arenóla orí-
lia del Nuevo-Mundo cambió ki suerte del hombre* Los límites de las
empresas se aumentaron, y el eiitendimieato humano fué iluaúnado
con una nueva y briJíanteJuz. {lotendil^ose hasta los génnenes del
pensamiento j de la acción. U&a rasa de silrestres bárbaros fué áem*
cubierta 7 estinguida; y generaciones sobre generaciones de eristia-»
nos aparecieron en activa y itictoriosa existencia. Fué á no dudtarlo^
la hora crítica de la segunda redención del mundo; 7 cuandg ColoA
desembarcó sobre el territorio'de San ISélvador, dio un impulso á la
corriente del destino, que estendiéndose por loa innletísoa desiertos
del Nuevo-Mundo atlántico, desde el cabo de Hornos hasta el pehl
del Norte, bate y vnelve de la cima de dus eternas montañas en el
reflujo de su triunfante carrera.
' El hijo de la ciencia adorará la memoria de Colon, el poeta dé
la naturaleza se sentirá inspirado al repasar su heróicíb vida; el filoso-
fo aprenderá con su ejemplo una lección de paciencia, de meditación
y de sabiduría, y todo el género humano le mirará como agente del
cielo, revelando al hombre civilizado la existencia de otro miludo.'^
La lámina qne ofrecemos hoy es copia esacta del cuadro de
Chapman, grabada por Mr. Danforth en los Estados^ Unidos.
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rV"^-' ,^XAV#fc £^fi
pjívv' >*^
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MBRIMIBNTO OB Ll IMte. .
PRIMER DESEMBARCO DE COLON.
•• .
EiBtracto déla obra de "W ashingtou Imtig.
Vio Colon por primera vez el Nuevo-Mundo, el viernes 12 de
octubre de 1492. Al rayar el dia empezó á aparecérsele una bella y
llana isla de algunas leguas de circuito, muy verde, fresca y lozanat
7 cubierta de árboles como una dilatada floresta. Aunque todos los
objetos parecían existir aun en la lujosa libertad de la inculta natura-
leza, estaba la isla poblada, y se veian salir los habitantes de los bos-
ques, y correr hacia la orilla á donde se paraban absortos contem-
plando los bajeles. Todos estaban desnudos, y sus actitudes y gestos
indicaban la mas profunda maravilla. Colon mandó echar anclas y
armar los botes. Entró en el suyo ricamente vestido de escarlata y
con el estandarte real en la mano; mientras Martin Alonso Pinzón j
Vicente Yañez su hermano, ocuparon los otros, ambos llevando ban*
deras de la empresa con una cruz verde por blasón, y las letras F. é I.9
iniciales de los monarcas de Castilla, Fernando é Isabel, con sus co-
ronas encima.
Al aprocsimarse 4 la playa los alegró la vista de amplias flores-
tas, que en aquellos climas tienen estraordinaria belleza j vigor ve«
jetaL Estaban los árboles de la costa cargados de frutos de preciosos
colores, cuya especie desconocían. La pureza y suavidad de la at-
mósfera, la diafanidad de las aguas que bañan aquellas islas, les da-
ban inesplicable hermosura, y debieron producir mucho efecto en el
ánimo de Colon, tan susceptible dt este género de impresiones. No
bien hubo desembarcado, cuando se arrodilló reverentemente, besó
la tierra y dio gracias al Todo-podei^oso con lá^ímás dealegrfd. Si-
guieron los de la comitivs sti ejemplo Henos d^^ntitud y dé jubiló*
" Coton se levantó después, desnudó la espada; y tremolando el real
estandarte, llamó al rededor suyo á los dos capitanes, á Rodrigo de
Esoovedo, escribano de la escuadra, k Rodrigo Sánchez y los demás
que habian desembarcado, y tomó posesión de |ft isla en ntníbre de
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—se-
les monarcas de Castilla, dándole el nombre de San Saloador.Cum*
plidas aquellas ceremonias y formas, exigió de los presentes el jura-
mento de obediencia, como almirante y yirey, representando las per-
sonas de los soberanos [*]. La tripulación dio entonces libre, ruido-
sa j estravagante muestra de su al«;gria. Los que no había mucho te*
mian apresurarse háck^u destrucción, se consideraban ya como fa-
voritos de la furtuna; y se entregaban al mas ilimitado gozo. Su esce-
sivo celo no les permitia separarse del Almirante. Unos le abrazaban;
otros le besaban las manos. Aquellos que mas turbulentos é indóci*
les habían sido durante el viaje, eran entonces los mas asiduos y en*
tusiastas. Algunos le pedían favores, como á. un hombre que ya te-
nia riquezas y honores que distribuir. Ciertos entes viles que le habían
antes ultrajado con su insolencia, se arrastraban entonces á sus píes,
pidiéndole perdón por todos los agravios que le habían hecho, y ofre-
ciéndole para en ^delante la mas ciega obediencia.
Los naturales de la isla, cuando habían visto aparecer los baje-
les con la aurora» rodeando 4 vela tendida sus costas, los habían su-
puesto grandes monstruos, salidos por la noche de las aguas. Acudie-
ron á la playa y observaban sus movimientos con temerosas dudas.
Su virar sin esfuer¿o alguno visible*, el desplegar y recojer las velas^
parecidas á desmesuradas alas, los tenían llenos de sorpresa. Pero
cuando vieron venir los botes hacia la orilla y tdntos entes estrailos,
vestidos de reluciente acero, 6 de ropas de diversos colores, saltar in-
trépidamente en tierra, huyeron despavoridos á sus bosques. Viendo,
empero, que ni los seguían ni molestaban, se recobraron gradual-
mente de ^ terror, y se acercaron á los espuííoles con grandísima re-
verencia, postrándose frecuentemente, y haciendo señales de adora-
ción. Mientras duraron las ceremonias oñcíales de Colon, se mantu-
vieron admirando con timidez y asombro el color, las barbas, las res-
plandecientes armas y las espléndidas ropas de sus huéspedes. El Al-
mirante atrajo particular atención por lo elevado de su estatura, p ^r
[* En las tablas cronológicas del padre Claudio Clemente, hay una ora^
cien que se dice h^o(^|becho Colon entonces, y que por orden de loa leyea
la usaron después Balboa, Cortes y Pizarro, en sus descubrimientos. Domine •
Ihu8 aetcrnc tt omnipoUnSy mero iuo verbo, cxlum ei terram^ et more ereatiú
benedicatur et giorificcíur nomen tuum, laudatur tua majestas, quse dignala e$t
per humilem servum tuum, ut rjus sacrum nomcn a^noscatur et prxdicetur in
hac aU9r(f\nundi partea
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«1 aire de autoridad, su vestida de escaríalo, j la deferencia cdh mié
h miruban sus compañeroi., todo lo cual daba á entender que él fue-
seel comandante. Después de haberse disipado todavía m^s su mié
do, se aprocsimaron á los espillóles, les focaron las barbas, y ecsal
mmaron las manos y rostros admirando sii blancura. Colon contento
con Ja sencHIeí, la mansedumbre y la confianza que ponían en entes
que debieron haberles parecido tan estraño^^ formidables, sufri«5 a-
quel escrutinio con perfecta condescendencia. Los admirados salvajes
no f«eron insensible» á esta benignidad. Suponían c^ue los bajeles h«.
brian salido del firmamento de cristal que cerraJÜr su horizonte, 6
que habrían bajado de arriba con sus dilatadas alas, y que los mara-
villosos seres que venían en ellos serian habitantes de los cielos [•].
hoB de Ihs islas no eran objeto de menor curiosidad para los es-
pañoles por diferenciarse tanto de todas las otras razas de los hom-
bres. Su apariencia no prometía ni civilización ni riqueza, porque
iban enteramente desnudos jr pintados de varios colores. Algunos se
tefíian solo parte de la cara, la nariz 6 los párpados; otros estendian
este ornato por todo el cuerpo, adquiriendo con él un aspecto fantás-
tico y salvage. Era el cutis tostado, de color de cobre, y estaban en-
teíamcnte destituidos de barbas. No tenían los cabellos crespos, co.
mo las recien descubiertas tribus de la costa africana en la misma
latitud; sino lisos y Ordinarios, corlados en parte por encima de las
orejas, pero dejando algunas mechas detrás que les caian por los
hombros y espaldas. Las facciones, aunque oscurecidas y desfigu-
radas por la pintura, eran agradables; con elevadas frentes, y hermoa
sisimos ojos, L^ estatura modi^na y. bien hecha: los mas d^ ellos pa-
recían de menos de treinta anos; y solo había una hembra muv j6vefi
desnuda como (os hombres y de bellísimasformas^
Como suporta Colon que había desembarcado en una isla de la
estremidad de la India, nombraba á los naturales con la apelación ge^
neral de indiano^niversalmente adoptada antes de conocerse la ver*
dera naturaleza del descubrimiento; habiéndose estendido después
!odos los indígenas del Nnevo-Mundo.
[•] La idea deque los blancos venían del cielo, era general entre losha«
Hitantes del Nuevo-M ando. En los snbsecnentes viajes preguntó el Cacique
Nicaragua á los espióles, como habían bajado del cielo, si vinieron volando
ó si descendieron eiBubes. ^
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Prooto deBCubrieron los españoles que eran aquellos isleñoa ób
dtfiposicioa suave y amigable, sencillos é iooceti|B8 por eBtremo. Noi
teoían mas armas que ciertos bastoxiea que usaban como, laaaaa^ aiir
dureciendo al niego una de las puntas, 6 poniéndoaela de pedernal
Q de espinas de pescado. No se veía hierro entre ellos, ni pareet qiia.
conocían sus propiedades; porque habiéndoseles presentado una e»-
pada desnuda, laempu^jon incautamente por la hoja.
Colon distribuyó entre ellos gorros de colores, cuentas de ▼idtíot
cascabeles 7 otras bagatelas, como las que solían cambiar los poctu-
gueses por el oro de la costa áfrica na« Recibían estos dones comci.
joyas inestimables,, poniéndose las cuentas en el cuello, gozándoce
con admiración, en su propia elegancia, y absortos de placer con el
sonido de los cascabeles. Los españoles permanecieron todo el día
en la costa, descansando de su trabajoso viage, en las ricas arboledaa
de que estaba llena; y no volvieron hasta por la noche, sumamente
satisfechos de todo lo que habían visto.
Al rayar el día siguiente ya estaba la playa llena de indios^ que
habiendo perdido el miedo á los que creyeron de antemano mons-
truos del mar, venían nadando á los bajeles; otros traían ligeros bai)«
quíchualos, que ellos llamaban canoat^ formadas de un solo árbol'
y capaces de llevar desde uno hasta cuarenta ó cincuenta hombres*
Los manejaban diestramente por medio de canaletes, j^ sí. se volca»>
ban, seles veía nadar al rededor con perfecta seguridad como. si es-
tuviesen en su natural eleniento: restablecían las. canoas sin difícuK.
tad, y las vaciaban con calaba^&as. (*)
Mostraban vehemente deseo de -adquirir mas regaos» de. los;
blancos; no tanto, según parecía porque tuviesen alta idea. é»i su var,
lor intrínseco, sino porque todo cuanto venia de loa estrangoros» p<ii
seia á sus ojos una virtud sobns natural, creyendo que habrift bogado
con ellos del cielo. Hasta recogían los fragmentos: der vidriOi quaen-»
contraban por el suelo como preseas de. gran val^ Xcmiw po^]^
obj^os^ue daren cambio, escepto loros^ deque; ha^ndpmas|ícfl^^
muchos, y algodón, que también poseían en. abundancia; y. Cíifmfif
ban grandes ovillos* de veinte y cinco libras tk peso, por el inasjn-^
{*) Las calabazas de los indios, que les servían de vagtlh, y lss.soniinie««
traban toda clase de utensilios domóstícos, las producida ciertod árboles del
tamaño de los olmos. ^ ^
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«igntfieviUa juguete. También trageron tortas de una esperie de pmi
c|iie llainaban cMsave^ que cotiatítuia la parte principal de a« aKmeiH
to,y fué después importante a«ticulo de previsión para los eapanotea.
Eota>^ lieoho de una grande raíz, aambrada yuea^ que coltinbaii
•o sus campos, se cortaha esta en pequen r^s pedassotí se raspaba f
preosaba, haesendo de ella una torta esteadida j mmy delgeéa, que
aeetidurecta después de seca; duraba rtiHcho tóeafipo, y era wsaaeaicr
mojarla en agua para comerla. Era insípida, pero nBtritín^ f el
agm que la prensa hacia deetilar, uii mettílero veneno. Había otra
esperte de juca sin esta cualidad ponzoñosa, que te eoBMi ertidaí
eociila 6 asada.
La avaricia de los dcd<*.ubridore8 no tardó en encenderse á la
vista de alguoos pequeños ornamentos de oro que llevaban los íodioa
en li^ naiiees: los cuales cambiaban ellos alegremente por cueotaa
de vidrio ó cascabeles, y ambos contratantes se vanagloriaban del
a|uatei cada uno sorprendido sin duda de la simplicidad del otro,
pero con^o el oro era objeta de monopolio regio en todas las empresas
df dascubrimientbs, prohibió Colon traficar en él sin su sancíoa es-
preíftit esteudiendo la prohibición al tráfico de algodones* que quiso
taoAbien r^nervar para la corona, siempre que se tratase de. caytiJa*
dea consideraliles. ^
Preguntó á los índins donde se procurabao el oro. EUot rea^
pondjíeron por señas iodicaado el Sur; y aun supuso que decian que
alU moraba un rej de tan grande- opulencia y tan rico, que le sej>-
vian en vajillas de oro labrado» También le pareeió entender que
biibia tierra hacia el Sur, SO. y NE.y que la gente del último puor
ti> viajaban con frecuencia al SO. en Uiaca de ojro y piedras precior
saa; y deeamino venSa svhre las i«lus y se Ikvaba & tus habitantes.
AlguAQs ludios le enseñaron cicatrices díi heridas reeibidaa en bm-
tallas coptjca los invMores. Es evidente que la mayor paule de e^
íiMiginadM infiel igeucia 6té una mera fíguraeion de loe deseo» y es-
transas del A||MÍrantet popque estaba aometído á um eaeaato.dia la
juaf tev 4(iie daba sus propias fosmas y oah>ree 4 todos las al^felai»
Ytvta persuadido de que había Htgado i las islas ctesccitas por Mea*
em Polo, como opuestas al Gathay an hi mar China 6 kiterptetaha
. laa índioaciones délos iadfoa con arreglo á la supueata apuleaeia
da aquqHos pai;Ms« Ahí loe piiemigos del^ NE* de qpie haUaban^ lúe
indiee, pensaba qiie debian de surla^geqtes dul coiitiaeuiede MíK
12
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—ro-
los subditos del grao Kfaao de Tartarwt á quienes eJ viagero vene*
ciaao pintaba aeostumbrados á guerrear por Jas islas y á esclavizar
á sus habitantes» El país del sur, tan albuudante en preciosidades,
no podía ser otro que la fañosa isla de Oipaogo, / el tej á «luieB
ser? ian en vasos de oro» debía ser aquel monarca, cuya suntuosa
ciudad y espléndido palacio, cubierto con láminas del mismo na-
tal, había Marco Polo celebrado en tan magníficos términos. Esta
isla en que Colon puso por primera vez el pié en el Nuevo-Mundo,
se llamaba por los naturales de ella Chtanakemí. Todavía eonserva
el nombre de san Salvador que le dio el Almirante, aunque' los in-
gleses la llaman Cafs Island (isla del gato.) En la mañana del 14
de octubre salió el Almirante al amanecer con los botes de los bu-
ques á reconocer la isla, dirigiéndose al A'E. La costa estaba ro-
deada de una banda de rocas, dentro de la cual había fondo y anr-
plitud bastante para recibir todos los bajeles de la cristiandad. La
entrada era muy estrecha, y dentro se hallaron alganos bancos de
arena, pero el agua tan sosegada coráo en una lagnna« Estaba la
isla bien poblada de árboles, tenía muchas corrientes de agua y un
gran lago en el centro. Pasaron can sus botes por dos 6 frea tuga-
res, cuyos habitantes de ambos sexos acudieron á las orHfas^ pos^
trándose por tierra y levantando los ojos y manos, 6 bien para dar
gracias al cielo, 6 bien en adoración de los españoles, como entes so-
brenaturales. Corrían paralelamente á los botes, llamando á los es-
pañoles, convidándolos por señas á desembarcar, y ofreciéndoles
frutas y agua. Pero viendo que continuaban los botes sus oamiuos,
muchos indios se arrojaron al mar, nadando detras de ellos y otmr
siguiéndolos en canoas. £1 Almirante los recíbia á todos benigna y
' halagüeñamente, dándoles abalorios y otras bagatelas que tomaban
con estasis de alegría, como dones celestiales, porqne era idea in-
variable de los salvages, que los blancos habían bajado del cíelo.
Así continuaron su curso hasta Negar auna pequeña Península que
podía separarse en dos 6 irea días de la isla, dejái^ola rodeada f)e
agua, y que consideró Colon por lo tanto escelente situadon para
una fortaleza. £li etk había seis chozas indianas, rodeadas de ar-
boledas y jardines tan hermosos como los de Castilla. Estando loa
mairinerüs cansados de remar, y no parsNciéndole al Almirante la isla
de sufieiente importancia para colonizarla, volvió á sus buques, to-
mando con él siete indios para que aprendiesen el español y le sk-
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viemn de intérpretes. Después de proveerse de leña y sgiin, dejaron
la isla de san Salvador aquella misma noche: con tal impaciencia
deseaba el Almirante continuar sus descubrimiento, tan satwfacto-
riaroente comenzados, y sobre todo llegar á las opulentas regiones
del Sur, donde se lisonjeaba encontrar la famosa isla de Cipango.
Dudaba Colon al dejar á san Salvador el rumbo que tomaría.
Numerosas y bellas islas, verdes, fértiles y llanas, le convidaban en
▼arias direcciones. Los indios á bordo de «u buque de le decían por
•eñas que eran innumerables, bien pobladas y en guerra unas con
otras. Nombraron mas de ciento de ellas. Odlon supo inmediata-
mente que habia llegado al Archipiélago descrito por Marco Polo,
como eslendido por la costa de Asia, y compuesto de siete mil cua-
trocíentas cincuenta y ocho islas abundantes en especias y arbolea
odoríficos. Contentísimo con tal idea, eligió la mayor isla que divi-
saba para su próxima visita, la cual distaría unas cinco leguas, y
era, según los indios, mas rica que In de san Salvador, pues que sus
habitantes llevaban brazaletes y otros adornos de oro ^aeizo. Como
M acercase la noc^e, mandó Colon que se quedaran los buqnet á
la capa, por ser la navegación difícil y peligrosa entre aquel grupo
de islas desconocidas, é imprudente acercarse en la oscuridad i ana
costa estraña. Por la mañana soltaron de nuevo las velas; pero
impidieron su progreso algunas corríentes contrarías, y no pudieron
anclar en la isla hasta el sol puesto. A la otra mañanai (la del 16)
bajaron á tierra y tomó Colon solemne posesión de ella, llamándola
Sania María de la Concepción, La misma escena ocurrió con sus
habitantes que con los de san Salvador. Manifestaron la propia sor-
ffresa y asombro, la propia sencillez y gentileza, la propia desnadez
y fflkft de bienes. En vano buscaba Colon con la vista los brazaletes
de oro y otros artículos preciosos: todo había sido ficción de los
guias indios, ó mala interpretación suya. Viendo que no había nada
en esta isla que le convidase á detenerse, volvió á bordo, y se pre-
paró para navegar á otra de mucha mayor ostensión que se veía
hacia el ocQÍdente. En aquel momento uno de lo* indios de san
Salvador, que estaba á bordo de la Niña, viéndose llevar tan léjoa
de 80 tierra por aquellos estrangeros, se arrojó al mar, y se refugió
nadando & una canoa llena de indios. £1 bote de la carabela salió
en su persecución, pero los indios resbalaban por la superficie del
mar en su ligero batel tanlnañosos y velocei, que no pudieron ser
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^^y
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ftleanziuloií; j saltando eu tierra huyeron como corzos á los bosques*
Los marineros tomaron por pre^a la canoa, y se volvieron á bordo*
Poco despuea vino otra canoa chica de otra parte de la isla, con un
solo indiano en ella, que traía algodón que cambiar por cascabeles.
Como se pero al lado* de uno de los buques, temiendo entrar en él,
varios marineros se arrojaron al mar y le prendieron. Coleo deseaba
por estremo arrancar todo terror y desconfianza, que la caza de los
fugitivos, ó el guia indio que se habla encapado, hubiesen podido
sembrar en la isla, creyendo de la mayor importancia conciliar U
benef olencia de aqudloe naturales en bene^cio de los futuros via«
gerof»; y habiendo visto desde su castillo de popa, todo loque pasa-
b»! mandó que le trajesen el cautivo. £1 pobre indio llegó temblan-
do de miedo, y ofireeió su algodón humildemente como grato dona-
tivo. £1 Almirante le recibió con la mayor benignidad j sin admitir
su ofrendki le puso en la cabeza un gorro colorado, le ciñó los bra«
aoa eott algunas sartas de cuentas verdes, le colgó muchos cascabe-
les en las ore^s, y mandando que él y su algodón se acomodasen ds
BUSTO en la canoa, le despidió libre y regocijadísimo* Tanibiea
dispuso que la otra canoa que se habia cogido y que estaba atada á
la Nifia, se dejase suelta para que la tomasen sus dueños. Cuaado
llCfgó el indio á la orilla, pudo ver Colon á sus compatriotas agol-
pándomele en derred<tr, examinar con admiración sus brillantes orna-
tos y escuchar la narrativa del generoso reeilámiento que habia es-
perimentado. Tales eran las sabias y suaves medidas que Colon
tomaba para dejar entre los indios una opinión favorable de los blan-
cos. Otro caso semejante ocurría después de salir de la Concepictois»
yendo á una isla mayor que aquella, situada algunas leguas á su'e^
cidentc« £n hi tratesía del golfo que separa las dos islas, alcanz»'
ron á un indio que iba sofo en sn canoa. NcflIeTaba mas que an
bocado de pan de casabe; un calabazo de agua para el ca»iflN>« j
On poco de tinte rojo con* que pintarse á su llegada. También lo
encontraron una sarta de abalorios como los que se habian reparta
do á !os naturales de' san Salvador, lo que manifestad . qoe de aHI
tenia, é iba probablemente de isla en isla dando la noticia do la apa-
rición de los buques. Colón se admiró dé lii fortafóza de aquel so-
fitario nauta, que emprendía en tan frágil bajel vi^je tail' düátado.
Como la isla estaba ibdavia léffos, manda que se recogiesen k botdo
el indio y su canoa; y Te trató después con fa mayor bondad, dándo^
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—os-
le pan y miel para que comiesey vioo para que se refrigerase. Estaba
el agutí muy sosegada, y no llegaron á la Ula liasu que ya era de-
masiudo tarde para anclar, por el peligro de que las rocas cortasen
los cables. Es la mar por aquellas islas tanuliáfana, que se podía
Ter su fondo y escoger sitio para el ancla, y tan profunda, que 4
dos tiros de cañón ya no linbia aurgidero. Volviendo, pues, el vía*
jante indio al UMir conl todos sus efectos, le enviaron alegremeige á
la playa á preparar á los naturales para su llegada, mientras que
los buques esperaban á la capa la mañana, £1 benévolo tfatamieiito
del pobre indio tuvo el deseado efecto; vinieron los naturalea por la
Doebe en sus canoas, deseosos de ver aquellos benignos y admirables
estrangeros. Rodearon los bajeles, trayendo cuanto su isla produ*
eia, frutas, raices y el agua cristalina de sus manantiales. Colon lea
distribuya ligeros regalos, dando á los que subieron á bordo miel j
azóear.
Desembarco por la mañana y puso i esta isla el nombre de
Pemandha en honof' del Rey. Ahora se Hama Exujpa. Loa habí*
tñtiteB eran pareclBiis en todo á los de las islas precedentes, eacepCo
4u#mo8traban mayor actividad é inteligencia. Algunas mugerealle-
vaban escasos cubrídores 6 delantales de algodón, y otras mantos de
lo mismo; pero la generalidad estaba enteramente desnuda. Sus mo«
radas eran sencillas, en forma de pabellones 6 tiendas redoadaa de
campaña, construidas con ramos de árboles, cañas y hojas de pal-
ma. ^ataban limpias y cómodas, protegidas por los estendidos bra-
cos de helémosos y robustos árboles. Sus lechos eran redes de algo*
don colgadas por ambos estremos: ellos les llamaban hatáacaSf nom-
bresque después se ha adoptado universalmente por los marinos.
^ Al círennftavegar la isla encontró Colon i doa leguas del cabo
del NO. un éstenvo puerto, capaz de contener cien bajeles con doe
entradas, formadas por una isleta que le servia como dé puerta. En
éfffl descanso Colon mientras desembarcaron los marineros á llenar
de agua sus toneles", espaciándose á la sombra de las arboledas, que
áiée erati las mas delíoiosas que jama» había visto. Estaba el campo
ta^ fresco y verde, como suele por mayo en Andalucía; loe árboles^
^Oi fhitos, las yerbas, las flores, hasta las mismas piedras, eran en je*
úéM tan diferentes de las de EspaHa, como el dia de la noche. Loa
babitaiites dieron las mismas pruebas ^ue los otros isleños de setles
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totalmente nuera la vista de hombres cifiliztdoe. Miraban á Jos es^
pañoles con terror 7 admiración j se acercaban á ellos con ofrendas
propiciatorias de cnanto su pobreza, ó mas bien su vida natural y
•encillat les proporcionaba, los fruteado sus campos 7 selvas, el al-
godón, qae era el articulo de mu7or valor que tenian 7 sus loros do«
mestices. Cuando los españoles desembarcaron para hacer agoadat
los lleváronla los mas frescos manantiales, á las dulces 7 cristalinas
fuentes, llenándoles los toneles, rodándolos á los botes, 7 esforzán»
dose por todos los medios imaginables en agasajar á sus celestiales
huéspedes*
Por mucho, empero, que este estado de primitiva pobreza hu-
biese podido deleitar la fantasía de un poeta, era oríjen de continuo
quebranto para los espedicionarios, cu7a avaricia 7a apuraba hasta
al estremo las escasas muestras de oro que habían visto, 7 las repe-
tidas noticias de auríferas islas que recibian sin cesar de los indios.
Dejando la Fernandina el 19 de octubre, tomaron el rumbo del
SE. en buscado una isla llamada Saometo^ adonde entendí6 Colon
por los signos de los guias, que se encontraba una^nina de oro, 7 un
re7 morador de cierta opulenta ciudad, poseedor de grandes tesdlDs»
7 que se adornaba con ricas telas 7 jo7as de oro como soberano de
todas las islas del rededor. Encontraron sí la isla, pero no la mina ni
el monarca, 6 bien entendería mal Colon á los indios, ó ellos midién-^
dolo todo por su propia pobreza, habrian ecsageradi) el miserable se*
ñorío 7 triviales adornos de algún caudillo salvaje. Colon celebra,
empero la belleza de la isla, á la que dio el nombre de su real patroi>
na Isabel. En el dia se llama Isla larga y Exumtta, Por deliciosas
que fuesen las otras que habia visto, ninguna se podia comparar con
aquella. Como las demás, estaba cubierta de árboles, arbustos 7 7er-
bas de desconocida especie 7 de la rica vejetacion de los trópicos. El
elima tenia la misma suavidad de temperatura; el aire delicado 7 fra-
gante; la tierra mas alta 7 con una hermosa 7 verde colina; la costa
de fina arena lavada por plácidas 7 trasparentes ondas. Colon estaba
absorto contemplando la belleza 7 paisage de aquella isla: no sé, de*
cía, donde ic primero, ni se cansan mis ojos de contemplar esta pre*
cíosa verdura. Al SO. de la isla encontró abundantes lagos de agua
dulce, coronados de árboles 7 rodeados de feraces praderías. Mandó
que se llenasen en ellos todos Iqs toneles de los buques. Aqui €$ una$
grandes lagunas^ dice en su diario, y sobre ellas yá la rueda es elar^
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—95—
tQkdó en matavüla. y aquí y en toda la ida sen tedes verdes, y toe
yerbas cómo en el abril en él Andalucia; y el cantar de les pajarites^
que parece que el hombre nunca se querría partir de Ofuá^ y las numa-
das de los papagayos que ascurecen el sol; y aves y pajaritos de tantas
maneras^ y tan diversas de las nuestras^ que es maravilla; y después
ha árboles de mil maneras^ y todos de su manera fruto^ y todos huelen
que es maravilla^ que yo estoy el mas penado del mundo^ de los no eog^
noscer^ porque soy bien etertu^ que todos son cosas de valia^ y de ellos
traigo la demuestra, y ad mismo de las yerbas. Colon estaba empeñi^
doeii descubrir las drogai j especies del Orieotet j ai acercarse á esta
isla imaginó que sentia en el aire de ella los olores que ecsalan las
del mar Indialio. Al llegar á este cabo^ dice, vino el olor tan bueno y
suave de jtores b árboles de la tierra^ que era la cosa mas dulce del
mmido. Creo que ha en ellas muchait yerbas y muchos árboles, que va-
ten mucho en España para tinturas y para medicinas de especería^ mas
yo no los cognozeo, de que llevo granpfina^
El pescado, abundante en aquellos mares, participaba de la no^
Tedad carocterístic» de los objetos del Nuevo-Mundo. Rivalisaba 4
loe pájaros en la brillantez de sus colores, y reflejaban en las esca-
mas de algunos • iSs rayos de luz^ como lo hacen las piedras precio^
sas; al jugar por junto á los barcoSf lanzaban vislumbres de oro y
plata al través de límpidas olas; y los delfines arrancados de su ele"
mentó, deleitaban la vista con los cambios de colores que dá la fábu-
la á los camaleones^ No babia en estas islas otros animales que la-
gartos, perros mudos, cierta especie de conejos (los indios Uamaban
hutias) y guanacos. El áltimalo miraban los españoles con horror 7
asco, suponiendo que fuese a.lguna fiera y nociva serpiente} pero
«go conocieren s.u mansedumbrCf y supieron que los indios la es-
aban como esquisik manjar. Pormuchos días se mantuvo Colon
cerca.de esta isla, buscando en vano, su imaginario monarca, é loa
medios de abrir comunicación con él, basta que al fin trabajosamen-
te se convenció de su error^ Pero np bieii se habia desvanecido esta
ilusión, cuando ocupó otra su lugar. En respuesta ^ lae contfnuaa
pregunus de los españoles respecto á las fuentes de donde sacaban
el oro, habian los indios untíormemente señalado el sur. Colon em-
pezó k reunir noticias de una isla que estaba en aquella^ dirección
llamada Cuba, pero cuaVito podria colear acerca de ella por los sig-
no» de los indígenas lo doraba y engran*cia él en su propia imagi-
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nación. Entendí6 que era muy estensaY que abandabii eo ovo, perlaf
y especias, que sostenia grande comercio de estoa precioaos artlculoa
y que muchos buques mayores Tetiiao á traficar con sus habitantes*
Comparando estas mal interpretadas esplicaciones con la cost»
del Asia, según estaba situada en su mapa, y descrita por Marca
Polo, concluía que la isla en cuestión era la de Cipango, y los bu-
ques los del gran Khan, que comerctaban por aquellos mares. For-
mó su plan con arreglo á estas suposiciones, resolviendo darse in.
Ihediatamente á la vela en busca de aquella célebre isla, examinar
sus puertos, ciudades y productos, y establecer desde ínego sus rcln-
ciones mercantiles. Después pensaba buscar otra llamada jBa&ío, da
que los naturales hacian también maravillosas pinturas. Sa morada
en aquellas, islas dependería de las cantidades de oro, especias, píer
dras preciosas y otros objetas de tráfico oriental que encontrase. I>ea-
pues pasando al continente Indio, que debia estar á unos dies diaiF
de navegación, buscaría la ciudad de Quinsay, que según Marco Po-
lo, era una de las mas suntuosas capitales del mundo: en ella entre-
garía en persona las cartas de los soberanos de Oastilia al gfan Kiian«
y cuando recibiera su respuesta, rol vería triunfante á España coa es*
te documento, probando que. había acabado el gr^uáe objeto de au
TÍage. Tales eran los espléndidos proyect4»s con que aUmentaha Cor
Ion su fantH8Ía,al dejar las Bahamas^ y saür para la isla de Cuba.
Dilataron por muchos dias la partida de Colon calmas y vientoa
contraríos, acompañados de fuertes aguaceros, qtie hablan prevaleci-
do con mas 6 menos constancia desde su llegada á las islaa. Era la
estación de las lluvias de otoño, que en los climas tórridos suceden &
los ealores del verano, desdp la menguante de la luna de agosto haa-
ta el mes de noviembre. Al fin, se dio i la vela el 24 de octubi;i^4
media noclie; pero no pudo alcóarse de la islcikabela, por liaher Iv
nido calma hasta el día siguiente, cuando á cosa de las doce |ie le~
vantó un viento suave, que empezó á soplar, eomoél dice, mu^.amo'
roso. Se estendieron las velas, tomando el rumbo del OSO & cuyu
dirección decían los indios que estaban las tierras de Cuha. Despuai
de tres dias de navegación, durante los cuales tocaron on grupo da
siete 6 ocho isletas pequeSas, qne él llamó islas de arenas (aboi;^
las Mucaras) y habiendo atravesado el banco y canal da S^ham^»
llegó el 28 de octobre por la mañana á la vista de Cmb€U La par^
que descubrió primero, se su|)one qu^ aea la ooeta ocoitktitiU de iVifc-
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t>ka» del Príncipe. Al acercarse á mtñ noble UAn,'qne46 sorpreMM»
de 8u nififnitud, j de la grandtosMd efe -««•• contornos, de stls en--
eiimbrudas montufins que le reeordabftn his de Sicilin, de la Istaet*
dad de sus Tallef j dilatadas llivnñras, huriaHas \mr caitcMoeosTMNíj
eoronadas f{e 8nntfl^sa• y altas ñfimsttw^f^ sus atwktces^ pfowMpm»»
rtos 7 eiAendldos cabos i|fte se de«vánl?etan á la vista ew*refnal<rthnii
estancias. Añcfó en nn hermo80.nOf libif^de n>cas7 de-baneo^ de
trasparentes aguas j márjeáes restidas difirbr'd^. T^esetiilMiraii|^
y tfimando<^osesion de la isla; Ib-dió el jiombre-de Jíemim, en.bcMr
deF principe don Juan, j-al ríoe|de SkinMahffld9K ^
A la llegmla de los bt^nes salieron*dos'canoaff ^omndicM de Im
costir, pero f iendd^qne se^acercaban Jo« botes lá smidearlsl Jjl'paia
bitscdr surgidero, hityeron^ a medren Ados. r^ aliofnmtff TÍsitó é^9§
cbo7#as abandmiadas pñr sus dffeños. Contenían poeos eletliw, algiK
nns redes hecha* de fibras de palmf^ anzuelos y harpones de hn^o*,
y litros instfomentos de pesca, y nn 'perro de los que babia visto en
las otras islas, que nmfba ladran^ Mai^ que'á nada se tóense, eon-
tentándose con ^bser#ir los'medíoyr mbdo (t^ Vivir de los hsbiltii'*
tes. V#fviendo% du bote, prosigo^ jjtfariEft^^lda vev mas gotumm
al oooteiQphir M hermosura d^aq^^^ts. Las florestas qiie^vbrían
ambas orillas, eran de abos í&rboles oe dVatfidas y- sFiiebas cepMl utU"
ehos cargtfidos de frutos, otro^ de^res, y aun aI|í«iios de florea jr de
frutos mezclados,. como si tuviese la tiereg\iu círeiUo perpéttip de fer-
tilidad: entre eJbs había palmas, pera JiTerentes de las de JBspMia f
Afíriea: con sus grandes hojas. teeHbban los Indios^sus^^aMS. Loa
repetidoé elogios de Coloo ecsagerlEindo la belleza del palsafe, loa
islificaban las escenas que tenia á la vista. Es ineapIieRbleel iespUo«
variedad 7 pon||^>sa vejetacion d'e üquellos ardientes. y vivifica-
es climas. £1 v^mr de las arSQ^das y los matieea do las plantao
y de las flores, anonetaf^ nuis beldad que encarecerse puedo, de la
pura trasparencia del airé, y de la profunda calma de los acules cíe.
los. Las florestas también estáh llenas de vida, atrav||^)dolas de eon-
tltooó, bandadas de pájaros de brillante plumage. La inmensa varie-
dad de loros y picamaderos que huyen por la selva, y las numerosas
aredllas que vagan de una flor á otra, parecen por su vivo lustre,
como alguno ha dicho, partículas vivas del arco iris. L<io flámeneoe,
6 fenicópterofl escarlatas, suelen verse también porgas aberturas do
la floresta en algún distante llano, formados en escundrones. como loo
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faeneros, con una esoitcha oleru pam dar noticia id cercano pcln
gro«-Nt «8 la eecd<Hi máiHfS bcMa át la naturaleza aninuida la q%t9
^BOWra tantas (rí^s de ítis«etoe <|ije pueblan todaa laa plantas, ha*
cwado aia»4ad»8«M brillantes cota» de malla qu« resplandeeon oo^
no jcifM pr«dÍMaa. 1^^^^ <iu<s despide el émadh^ es iQtpehor á la
^uerpoiduceB l<M^dbíeS| zánroBty 'dianMntes. Tal es el esplendor de
la jffeaaion ammal y v^jta! en aquellos dinas, á donde un sol ai<-
J^to «aoitttti^'au pfDpio^ostre á todos ios objetos, y vtvifioa la nata^»
V^zaj ileiiáiidolá de exuberante feauodídad. Las aves no se dtstin'
gnéh en geneyl por ao nie4odla, lu^fMéndose obaervada que Tara tea
i(f junta en ellas, ki dulsara^del canto c<^n la briUantee del plumaje.
CMo4i^bs6rvó, eaipoao, que tantaban Dteiodiosáfñetite %atre los ar-
boléis y con.ñ^ttenci#lb engañaba creyendo que oía la va» d^ ran
aa^or, pálpro deseonocido en aquellafi regiones. Estaba Colon, en e*
¿Mío, diap^iesto á verlo todo á través de un propicio^ favorable me*
dio« Su ooraoon rebosaba en Jú plenitud del j6bilo de haber akaaaa*
do aus esperanzas, y ef ^laro D|éro glorioso piéaua de sus trabajos y
peligroa. Todo lo c(tnteniplab9|f on el ojo penetrante dd desct^'*
OMeatOé fnesohiBdo jp^a||^rnd|ht |gii el triunfo; f e^dificil ooacebtf
loa éaiaats de so ánimo, miéflHH|spferaba las graciSs de nn nmido
virginal, ganado por su valoi^y sus empresas/
Da sas repetidas observación^^ acerca de la belleza Vef pais y
del placar qa^evtdentem€te||le causaban los sonidos y obfetos rura-
les, se infiere que fué en estremo crusceptible á aquellas deüciosas ín^
llaanciaa qaé ejevcen en alguna^ knagiinaciones las gracias y prodr*
glasda la naturaleza. Pronuncia estos sentimientos con caraetsi^Btioo
etttadasmo, y al mismo tiempo con infantil sencillez y dicción. Oaaa|^
do habla de algún bello paraje Sle las arboledaa^dopeciente co«t^^HL.
aquella hermosa isla, dtcé que pé^ia vwir ttetmmenU en ella. Ca¿<^^
grabó en ra mente las,imájenes de un EUseol Bb la moi hermosa üia^
añade, quejamos viersn ejes humanos] Ikña de esukntes puertos f
profimdos rios^JI^ clima mas templado que en las otras islas^ las ao-
ches til &iai ni calurosas, y los pájaros y his cigarras cantabiUi Dada
alia. En afecto, hay una belleza en las nocbes de los trópioos, eü la
profiíttdidad de su cielo azol y diáfano, en la pureza y despefo de fae
aatrallas, y an la hiz re^landeerente de la luna, bañando el rico par*
saje y odorifícaa arbaiedas, ngias encantadoras que el mismo eaplen-
dor del día. En ef olor de los bosques y de las flores de q<re venia
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eu^da la bmt, ioiagHuira C«loit rMonocer k fagwtiaute hm «••
p«c¿a» orieolafefl, j eMeoniri? por Isa |>ki|rfl»<«BolM9lle 1m #iit«vt)tie
prnliMen ptrkw. P^ Im jwrbte-que otm'^ haeta la mntmh «fula
tU agua, aooooio la nuMiseéiMBlbiMel Oeémio^ quebailapaqueltaa m
\m 9m azatar janaa ana-^oataa eon éflA^||^idfli anáa#«HBfbade Ém
Uagfida áks AatüMb ao babea Opariatentada mas'qiía suaiFr j feto-
namMe tiempo, ila deada eonoluia qae rcÁaaba perpetua Mdanidatf
aa aqaaUo» fauces páras^ Léjoa aatába «le ;^sp^ohar«qpe tas éMi%^
taa á Teces luriosisiaaas lampastades» ^€yjiirkí¥ohE obéMnrpoa «i^l^
rieaaia propia» quee^ia mmr d¿ aquéU^ i§las%as pae^m ík gtmrmh
qm. Im tmmlfüai p&ra emmo.Hfiff» de las ^híUs qde se Aeiím con ^
JUmUádf y cm^os acctsQs^^icét¡^a sgm tm ^MtiiHs «ama noi4|^ ^
territde a§mUa mar mamd^ üegm á irriUsne. Jlaaq» Ud^s loe éifms^ ^
tiuna^Ia las smspos^ omhBia tuanUf se le epmu; y dijm dtiimUmmrm
sms rMqtáas y atselsumm^ psr dé quiera que tíe9&sus kmeHme. ihepmtf
de mttm ianMméms, csHon^m eon etnom^ drMkrtseamss^es suamh S ^
enñ^enirast las p^as et^wrias és esmchas fttttinas^ mmf mt^riortr
en lastre y bdUnu áJa$, d^i^ wutres europeos. ¿I ao hacho «tai^olfr,
eoipara, qae ^e haracanes qoe tHriMbalil^|Pt|||devaataii.lai BsAm-
mas, 7 otras islas iamediatas á* Ri^^Bn^i, rara Vez bao eatanéido
so inflaencia á esta tierra fiíTorecida, Pateco qae ham ios elemenioa
sa ooeaat#i*ydaloifícan al aaeveaase á ella. En unaepaoie de tamaU
to de la imaginación, encuentra Colon |^l^da puso eorroboraciaaas
da las notioias que ha tecibido^ 6 cree haber recibido de los indios,
l*efiia pruebas ooacliiTentes en sa sentir, de'que posaift Cuba arinaa
da oro y arboledas de especias, y de que las ag aaa- arístattaas de saa
«abundaban en perlas, I^^ dudaba estar en la isla de Cipaago;
wla vebs oontt|z6 á. costearla hacia el Occidente; en euyu d»-
n, según las H^&b de aas inHlprétes, estaba la magiiifietf^a.
dad dai Bey* En el discurso dal viaje solia desembarcar, y ^'mnk wir
rioa ]«garaa,partieolan»ente uno en las lAírgen^li de «n ancho fío, al
caal poso Rio de los Mares» Laa casas le paraaiero^^Miy ingaaiosa*
EinM^pÍGibi
1
mattta aonstruldin de braaos de palmas en íi^or
fafwaabaB calles^ nno qiM estaban diseminadas entre los bos<|iits, y
beg/Q kí aoBubra de árboles da firoadoaa copa, c«al suelen las tiattéBa
de «n campo militar: asi se usan ana en madiaa colonias espaMati
y en laa lagares del iatenar de Cubsu Los hnbitaatea haian á laa anoh
lajlas, Q se ocoltaban^eB los bosques* Calón obacrvó caidadoaMBeala
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k M^Mteciura y.mueiilet) «ie siüa u»^aAÍi««. Lus easas eMaban por as*
ifífm^ iiiwyinf yamJQf eüi&ea^an que todiÍB ias qvc basta. eiüóttCM lt«!*
bÍA i(iato.^uooutró eii eihy^ciKliid «MtéMMy másoams át mñá^im an-
uUadas^M^adiuirii^le jnaña. T(4lás '««tas eraa indicsoiiiiies do mas
acte jr oMInmoícmi ^e UiApA» había uUerf^^ en las otras islas, y
sujfottinque üigiti'eii pragroéiqu-asscMclaate, á «ii4Úda que se aoaroa*
Iw á úosrS fipflM.' Vieiuk |K>r todoe ias oasa« ioslriuiiencos <k pasea,
^Mfaifió qae i^qiiatia cotta^ estaba habitada solu por pesoadoras ^a
M%baii s«i. mercaneiá á'-hs^^judades ioteriias. Tambiea creyó üabar
eneaatradft eisráuso d#un» váira, lo qtle probaba qiie liabia jfsMdos
e»»la ishifatm^ue lal vez stsiaii huesos del aiauali, 6 foca de aqiaa-
lU 9oék.JH8pfáM da naira^r pi>r . alf ui^ieaapo alNO., dtó Colom
^vista á na graa*caba, al cual por las^rboledas que esuba «ubierto,
Ilttflíi6 cabo de Jas Pahnm$i él fjrma la entrada orienul da lo qna ae
llama hoy iagum^de M^on, Aquí trea indios nacuralas de k^ isla ám
^ vattahani, que astabaliá bdRb de ia Piula, le digeraii á sit caolaa-
daatio'Martiu Alonso Hhzon, qaa detrás da aquel q§bq había tm rk»
desde et ciiaT salo qaMabao cuatro días de^^^ito pan llegar á Ca«
6anas<n, pacaga abtyjdtetbenVi^^ir^sta palabra queriaa stgaifi-
cax ttoa provincia situada en^^^Rrd de Cuba; pues naemn^ signífi*
CA aa SM leligua gl medio. Ptaio rinzon bnbia estudiado cutdadpsa-
meute. el mapa de Todcanelli, y recibido dé Colon 'todas%u8 idea*
raapactaáIa.coBta del Asia,.^Joocluy6 de aquí que hablaban los in-
dias de Cublay Klian, eí 8oberan<^ tártaro, y desiertas regiones de sus
doBlittios descritas por Marco Polo. Creiá haberles entendido, que no
era Cii^a 'lina ísta, sino tierra ftrme,'e8tendiéndose dilatadlsitaamante
h&cia el norte, .y que el Rey que regla por aquellas cercanías estal
en guerra con el gran Khan. Comunicó inmediy^enta i Colon
te tegtdo da errores y equivooaciílTes, destru^lao. la ilusión de
isla da. Ci pango, qae tanto había deleitado al Almirante, quisa no
tardó, anspero, as «assítuirle Ifera no menos lisongera. Pensó qua ha-
bía llagado aiy^inenie de Asía, ó eomo el decía, de la India, aii
cayo aaaa no p^MRestar muy léjós de Manguí y Cathay, áltímo ab*
jeto da su vtage. Cl principa en cuestión, que gobarnaba los paíaa»
círetuivectnos,. debía ser por consiguiente algún potentado oríaotah
asi, se resolvió buscar el río mas allá del cabo de las Pateos, y en-
viaf un regalo al monarca, con una de las cartas de reeonandacíao
de las soberanos de Castilla, y después de visitar sus dominios, con*
»
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-loU
imiMria hMta H capital de Caihaj, residencia del gran KIihii. Pero
■o pttdo eSre^iHrarse dieho río. Qiredaban sr^empre niievDs cabos que
«Mbr, no hHbni bjuen surgidero, se levantó- viento contnirlo, f «ne-
MMlkaclo mnl tiempo las apariencias del cielo, se volvió á un rio don-
de bAbúi aaclado dos 6 ttesBías cñites, /lll^indolo. rio de los Mares,
El primeiro de noviembre al romper el dia envio^sus botes á la
f^fñ á visitar varías casas, pero ^s bastantes hnBian huido^á los
bfwqiteirK Goleti 8Up4ráo que temeiéan sh et!>cuadráí crejréndola itnf^^
'té «spedfetones^tie enviaba el gran Khan ptfra coger esislavos.'IW^^
la tiNñáe volvíé>á mandar el 1)0(6- c(9^nn intérprete indio, á quien se
difo que «««iiciasé i^\ñ genXe lar paclfiead^y bienechorésintenemnes
da loa espadóles, y 'que no^enian conéAon alguna con el grat/%than.
I>e%Hie#qite'asi -lojiu^ el indto proclamado de^de el «bote á \<M 8*l'á
.V8gaaK|u# étfiaéan es' la* playa, se affnj6 al agua, 7 nadó á la orífta*
La racibieroB 'bien los naturales, y^ogró oalmar tan Completamente
aiM tamore^, qae aletee det anochslber ya habia 4nas de diez y seis jv •
ooaa aá raded|&r <^^te baqjtf^, dhrgatlaa'fl^titgodon y otros artículos
eeneíHos de^ trifiao de aquellbs isleños. Colon p>ohibi6 comerciar en
teda BtéfMM.an oro, paramentar ^jofnatur^s^á prodiftir las iique-
zaa verdaderas ár* sa pais. Nó teniafi^nuiguno qi\^ ofrecer, y estaban
destituidos d^ todo adoriro de metales preciosos, es||^pto uno que lle-
vaba en ln naríz una pieza de plata latirada. Colon entendió que de-
cía este botabre, que vivia el Rey cómala cuatro dias de distancia
liáctá el interfoaaque se le habian dt'spaclíado muchos mensages con
nuevas d% la llegada de los. estrnngeroÍ5.á ln costa, y que*en menos
deti'ee días se esperaban órdenes suya», y varios comerciantes del
^n^ior qae vendrian á trafíóSr^con los buques. Es de notar cuan in-
^^^ÉuMABoénte la fai^|^ de Colon lé^Mrañaba á cada paso, y como
^^Hiatle varios a^cmRms úaa unifbrflpila de falsas conclusrjm.
Comemplaado sin descanso el mapa de Voscanelli, refiriéndose á los
eáleulos d^ su viage, y apropiando á flVaesco las mal interpretadas
{mlabras deloslndros, imaginaba hallarse á los bor^^el Cathay, y
cama uoaa cien leguas de la capital del gran Rhad^T deseoso de lle-
gar allá cuanto antes, deteniéndose lo menos posible en los terríto-
ríos del príncipe inferior, resolrió no esperar la llegada de mensage-
roa ai comerciantes, sino despadhar enviados que buscaaÜ en su mis-
hm reeidancia at vecino monarca.
£ieogi6 para eita misión á los dos españoles, Rodrigo de Jerea
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■»i
—103—
y Luis de Torres,, el último sabia ItaUar el bebfeo, otUho j áfabei,
al|[una de cu^as lenguas pensaba Coloa que debarm «albader ua
príi^ipe or^ntal. Fueron con ellos dos gniaff indios, uno natural é**
Guanahaní, y otro habitan^ de una cbosa de las oriHas del hmSmb
rio. Se provey6r á los embsMbres de sartas-^ «ueatas y otras iaga«
telas para sus gustos de caminOf dándoles por iostniteson al nismo
tiempo, quQ infomasen al Aej de como iba Coloo de parle de- lea
mo¡iiircas 4^ CastUHi, i llevarle Una^carta y un re^lo que dibia en-
tibar personal mente'cen el objeto de establecer uim oomaBicaeíoii
amigable» ebtre ambas pqtencias^.llamiHe» Uefi|batíHristfiioeáo««»pft.
ra observar escrupulosamenie la situación y distancia de •iertas' pro^
vinciai#puefto8 y rios, especlibadosieOfi w0S noatbfe» por .d AÍmíran*
^tegMsfun las descripciones que tenia d« la costt^e Asia« IguWmoftte
se les dieron muestras de espécüb y drofas, -para que liifuatigaien sí
abundaban en aquel pais. «Coa estos eA»ctos é ÍBitMweioftea salivroví
^ Mto|mbajadores, habi^ndoseflh concedido aeis día» para aftiefaf au
^ge de ida y vuelta. P«Mh|ft4iQy canear rita esta4l){>ajlda á un dea*
nudo caudillo salvag^del interior de Cuba, tomado eqáivoaadament»
por u^^ monaftca asiáyo^* perottaUara Ja svogular naturales* de aAe
viage, serie cootiuna de doradK#Í«eñof , y todas ftitetf pretaeíonos dei-
ilusorio volumen de ^arco P^^lo.'
Mientras se esperaba la vuelta do los embajadores mand^eí Almí.
rante carenar y reparar los bageles, empleándose 61 misn|p ^ el exi-
men del pais. Subió en sus- botesario arriba como uq^*dos laguna,
hasta encontrar agua dulocr y desembarcando, ascendió i«U oilisa
de una colina, desde donde se dominaba bien el interior. Pero le in-
terceptaban la vista muchas entreteg1dti% elevadas iorestas de ro*. ^
busta y bella vegetación. Habi^iytre lo5* árboles^gunoa que ai ce;^^^
BÍdAjj^ lináloes, y otros mu^jj^Bodor^eros qu^^^udaba Colon po^^^
seyesen preciosas cualidadefí 'Somáticas. S« notaba entra los viage-
ros un deseo vehemente de ^^j^ontrar loa artículos de Qom|Vcio qae
* crecen en los c^mas orientales, y sus imaginaciones %e eaigafiabMi *
continuamente pUllus esperanzas.' Estuvo el Almirante por dos 4
tres dias vivamente escitado, oyendo continuos rumores aMlCft de
hallazgo de canelos, ruibarbos y nnez moscada; peco el ez&mes «cr»
dito que era^falsos. Ensenó á los natiarales muestras de esUa y oCsaa
especias y drogas cfúe habia tiaido de España, y enteadió que le de*
ciau hallarse aquellos artículos en abundancia hicia ol SO.» Ikss kizo
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V«t i^rbis |r ofof y cbjertHi alfttiwt tndiocr nticidiios qiie4iabia utl pais
•ujroshaMaiitBs Hcirabaa ;||bniM de eHos ai rededor d^uelto^ bra-
MM 7 leUlofl. Repetían mmókio^ ^hhta B^Mn^ que Colon supuso
üQMWtdél Aio.en CMé^ioQ^ el cual serta algún ríeo distrito ó isla;
pero meidiiban BMMbas estMFafancias con sos imperfeotas descríp-
ei^esv púi^nde lejatlas gentes ipie solo tenían an ojo, otros con ca-
biÉae de perfte y caníbales, que degetfaban los prisioneros y les be-
bi^i ki sangre; Todo estos rumore^^ de oro, perias j especiad mu-
chos de-^^Hot pr|bablemente formados para agradar al Almirante,
«MMéboiati á nSüener la persuasión deque se hallaba eiftre las eos-
las y opnfonlae tsiasdd oriente. k\ enceijger Afego para calentar la
brea coa que habían de carenaje ios buques, hallaron los marineros
qttC' deepcdía la madera quemada mi olor fuerte y agradable? y de-
clararon aletaminarla que era almáciga,. Abundaba mucho aquella
madera en las florestas reciñas, de modo que se lisongeaba Colon^e
i|iM cálela año podrian juntarse. aH( mil||i|Uates de ésta preciosa go-
ma, 7 precvrar^ifas abucdaneia de ell% q«c pudíerao dar Scio
ylodaa lasiclastiíel Archipiélagvi» Bn el discurso de sus escnninios
por el retAC rcgetol, en basca de las preciosidades conftrciales, en**
cootrc la patetCi hmilde raíz, poco apreciada entonces, aunque ad'
quisiciígi .mas ralaable para el hombre que todas 4as espacia* del
oríeot^
Bl (d^mricMibre rolrierdii los embajadores, y todos sos com-
{taAcros los rodÉEiiiroii paca cíe. noerm^del interior de aquellos^aises
y ¿^ prhieipe« á coya capital habiali sido enriados* Después de pe*
netrar óot/t leguas^ llegarotí & un lugar de cincuenta ciisas« edificado
como loe de lo cosie, pero algo májor; fifué» tendria por lo menos mH
J|ftliltimtee. Fueron ngibidos con gran^olemoidad, los indios los^mi •
CBijeron & la mejor Wlh; lospttsieronl^^que parecía indfcar*flpi
de eabnio, entalladas en forma de cuadrúpedos, cada una de una sola
pieza de madera. Les ofrecieron luego j0 principales artí<!alo8 de so
áRiiiento, frutas y legumbres. Después de haber cuijUído con las le*
yes dé salraje^ cortesía y hospitalidad, se sehtaro'n tierra al rede*
dor de sus risitantes para oir lo que tenian éstos que decirles. Luii
ác Torres ri6 que du hebreo, caldeo y árabe le eran muy poco útiles»
y turo que ser orador el intérprete de las Lucayas. RMI^ona arenga
en fiorma, según la manera indiana, en que ensalzo el poder, opulen-
cia y liberalidad de los blancos. Cuando hubo acabadOi se rodearon
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itts
mas ettrecliameate los admirados itniuMi, de aqiielloii enteír, i sQ pñ^
rec«r, sobreb^^nanos. Algunos Íes to«dM^ •esamiottmlo'ss eMís f
▼estidos, otros leí» basaban hw pies f* manee en sedal de aderaeiew»
Al. poco tiempo ;Be retiraron Jos hombres, daAdf»Jufar áJas. nMijeece,
que repitierpu las mismas ceremonias. Algunas train mi li^iero eebri*
dor de algodón por medio del cuerf^pero ios .mas de los liikMlao|ee
de ánibos sexos estaban entera menie desnudos^ Parece tfue había ea*
tre sll^s ciertos rangos y órden^^ de sociedad y un g«fe con podeff
irTténtrasveinaba uoax^ompteta igualdad entre los indioif qyie.Ukbiaii
encontrado ^n las otras islas^^Tales fujeiron los vestipTos que h^|ariMi
de la ciudad % corte tf i^t^l ^ donde iban. No había en eléa la a|fe-
nor apariencia de oro ni ae. otros aalcnlos preciosos; y eueodo lee
enseñaron á los indios muesiras«de canela* pimienta y^emiM eepch
cías, d^cian ellos que no las l^^ibia por aquella vecindad, sino nuijr
lójps al SE*
Los enviados 4etermíigiro¡r, pues, yolrer á sue buqeee* por oMe
instaneias que lee hacían Jps indios para que pesaMti oen-eljos alf«»
nos días, pero yiéndolos fesuel tas á nrarclijairY desearon muchos aeoai-
paüarlosy iiaeginando que irian á reodOQtarse á loe cielos;. bms eolo
quisieron llevar los españoles consigo á uno de Íoe prinoipelits iodioe
con ^ h^Oy acotnpanados por uo^ criado.
A BU vuelta vieron por la primera vez el uso de*una yerba, que el
injenioso capricho humano ha eleva<iK> des'pues 4 li^o^ á|tíci|1o de
geneitteonfttmo, á pesar de la^oposiciou de Jos senii^Jos. Ibab/puedt
muchos indios con tizones enceadidos en las Hianoa^ y cierUis bopis
«ecas de que hacían un rollo 6 especie de oanuto, y encendiéndole
por un lado, se ponían e^tnto en la boca y chupaban el hiimo y le
echaban después al aire. Llenaban á'estoe r<^os tabaioSf aoesl
tlHulfido luego á la plaiy^V que esubanh^ftos. Los espaííolesT
aunque preparados, á ver j^Hl^os, no pudieron méniié,áe adnúrar-
se de esta estratía distraccí^
A su lleg^ á los buques dieron favorable informe de la belleza
y fertilidad del pl^. Habían visto muchas aldeas de cuatro ó cioeo
casas, bien pobladas, y rodeadas de árboles de d^co<M>cidoy hermoso
y sabrosísimo fruto. Al rededor de ellas había campos de "pimientos^
patatas, nrnjg^ legumbres. También vieron otros de la planta (yuca)
cuyas raices dan el pan de casave. Estos con los frutos de sus afbo-
ledas, producían el alimento principal de los naturales, cuya comida
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era frogal y tnnple p<Hr ettrtoHK Vieron ademae gmodee
de algodont, parte acaMo de «embr ar, parte crecido, y uÉppw> lieefao
hiJa»!, ó convertido y-aien las redes de que fvrnsaban sus haaaaeas*
De este teaian gran provisión labrado y por labrar en mm easaa* Bsi-
contraroQ también aves de raro pluasage, pero de deseoüoekU espe-
cie; niMcbo^ patos y perdices paqaeAasf y h«bian oidOf ceno GdkMüt
el canto de un pájaro qae creyeron fyese riiiseñer. Todo ottaata vie^
rott» indicaba un estado primitivo de 8odsd«d, porque attttqne beJIe,
estaba le tierra inenlta y satvage* La admiración con que habían st-
do vfstoSf mostraba con evidencia que no cataban bechos loe indios
al trato de hombres civilizados, ni bal^ oído baUar d# wmgmvm
eiudad del interior, mejor que la que acababan de visitar. Los inAil-
mes de los enviados destruyeron mucbes espléndidas fantasSas de
Colon; respecto á aquel bárbaro principe y su cérte^ Vagaba no obe^
tante, el Almirante por encantadoras regiones, sobre bis cuales e$er*
cia so iumginacion mágica y absoluta influsuoia. No bien se babia
desvanecido Una jhisiop cuando otra lo deslumhraba* Durante laaur
seocia de los emisarios, le babian dícbo los indíoe por señas, que ha^
bia un 6itio háeia el Oriente donde por la noche i la luz de las an-
torchas, se recogía oro, que después se hacia barras á nuMtillasoa»
Al haldar^de esta región, usaban da nuevo las palabras BaW^y^Q*
Ais, que Colofi» como de ordinario, supuso que serian los nombres
propios de ly islas ó paisea» £1 verdadero sentido de estas palabcas
se ha esplieado con variedad. Se dice que las aplicabsn los iftdios^á
la costa de Tiorra-firme, llamada por ellos Caritabu. También se cree'
qpie Bohío sigoifíca casa, y lo usaban con firecoaacia Iqs índiosi pam
dar á entender la 'mucha población de una isla. De aquí la oontínaa
^aplicación de esu voz á la Española llamada taaibien Uaift^mm
quiere decir tierra alta y alguna vez Q^JMu^^a (el todo) parara^*
sar. su mpcbn esieeaion.
La mala intelifjeQoia.de esta y otihis palabras cantaba ¿ Colon
perpétuoa errores. Algunas veces confundía B^bcqm con Bokio^ ce»
mo si.fuarairQna misma isla; otras creía que deberían ser diíéraatee
y ertar situadas en diversos puntosi y Qwwgtuya suponía que sigáis
^ca^ Qf^tA ó Qnwaí, (1 saber, la cii^dad pcleítial) dala cu«l, có-
mase ha dicho, había formado tan m^gpifici^.ideA por los eaojcitoa del
viaj/tfo v^B^QÍ^no.
El grw^i^ objetada Colon ei^a llegar i alg^n pai^ opulento jr
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eiViÜzndu del Oriente, con cnyo soberano pudiese ^^sfiitilcccr reí&tílo*
ne» oooMfMies y volrer á Ksparm con nna rica cantidad tie mercan-
eíafl, como triunfo de eos de«cubrimiento«. La estación avanzada en
tanto; kiiVesciira de las noches daba indicios de la oercanía del \n-
¥Íerno, j aat determinó abandonar el rumbo del N., y no detenerse
por lugares incultos que no tenia ^ar entonces medios de colonizar.
Concibiendo que estaba en la costa Oriental del Asia, determinó to-*
ma^ la Ftielia de E.S.E. en busca de Babeque, en que esperaba baflaf
«na rica y civilizada isla. Antes de dejar el rio de Ufares^ tom6
consigo para llevarlos á España algunos indio?, con el objeto deqrre
aprendiesen' la lengua y sirvieran de intérpretes en los futuros vinje*.
Llevó de los dos sé.Tos, habiendo sabido por los descubridores por<^
tugneses que iban los hombres mas contentos y se mostraban mas
eervicialea á la vuelta cuando los acompannban sus hembras. En la
«xtfitaeion de su entusiasmo y de los sentimientos religiosos de nqne-
lla época, antícipabf^ grandes triunfos para la fé, y gloría para la co-
*fona, en la conversión de hs naciones salvnge.«, por medio de los in-
dígenas así instruidos. Imaginaba que no tenían los indios sistema
de religión, pero que estaban bien dispuestos á recibir sus impresio-
nes, y 4HA0 veían con mucha atención y reverencia las ccremoniaa
religiosas de los empanóles, pronto repetían de memoria cualquier re-
7.0 que se les ensefiabni haciejfdo la señal de la cruz con edificante
devoción. Tenian idea de un estado futuro, pero limrtaéa y confusa,
era düTcif para meros salvages concebir la idea de una deliciosa ec-
^aistencia pura y espiritual, separada de la alegria de los sentidos, y
áe aquellas dulces escenas que los habian hecho felices en vida. Pe-
dro Mártir, contemporáneo de Colon,, habla de las opiniones de Toa
liij^^en eata materia. ^^Confíesan, dice, que es el alma inmortal, y|
h*IBR]08a desnudado de yftaroe, imaginan que vuela á los bosques
y á las montañas, y que vive perpetuamente en sus cavernas; ni la
eaceptuan de las necesidades corporales, ptfea dicen que allf ha de
aumentarse. Laa .voces de retorno que se oyen por las cuevas y cavi-
dades, á que los latinos flamaban ecos, suponen que sean de las al-
mas de los difuntos que vagan por aquellos fugares.^*
De la tendencia natural hacia la religión, que creyó Colon dea-
cnbrír entre aquellas pobres gentes, de la benignidad de sa carácter,
de su ignorancia en las artes belígeras, dedujo que sería fllcH haéer-
los á todos devotos miembros de la iglesia y sábditos leales de la Co-
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r«B|L Cattcinye siy especniacion^s sobre los ventajáis ^qoé se deriva^
rí*n de eo^^izar aquellos puutos, anticipando inue!io^|per«i»de
oro eu que abüaduría el interior; de perlas y piedras precresas, de ItM'
cítales, aanqae no había vi^to ninguna, habia recibido frecnentee/in-
ftirmes; de jojas y especias, de que pensaba harber hallado indubita^
blea sefraleSf f del algodon^que nada por todos los campoM. >fü^
eboa de estos artiealog, añade, tendrán probablemente mas cercano
mercado que en España, en los puertos y ciudades del gran Khan,
adunde no dudaba llegar pronto. £1 13 de noviembre tomó Goloii
el rotaba de ESE, para retrogradar en la dirección de la eost^Esto
debe considerarse como otro cambio critico en su viage, y de grande
oeaseeueacia en loa descabrimieutos posteriores. Ya había entrad»
baataote en lo que se llamn el antiguo canal, entre Cuba y las Ba»
haoias. En dos ó tres días mas hubiera descubierto su e^ivoeacioii
eu aupoiier á Cuba paffe de la tierra firme; error en que estuvo hfs*
taeldia|iesu muerte» Hubiera allí podido saber la vecindad. del
continente, ó navegado para la costa de la Fierida^ ó ser impelido
á ella por lus corrientes del Golfo, 6 continuando por la parte de
Cuba que lleva al SO., alcanzar la costa opuesta de Yucatán, reali-
zando quizá sus mas vehementes anticipaciones con el^Mcubri'
miento de Méjico, Pero fué suficiente gloria para Colon h^mf des-
cubierto el Nuevo-Mondo. Sus mas ricas regiones estaban reser?a-
éas para dar esplendor á otras empresas ulteriores.
Navegó, pues, por dos ó tres dias á lo largo de la costa, sin
pararse á esplora/la: no se vio por toda ella ninguna ciudad popu-
losa, Al pasar por on gran cabo, que él Ilnnió de CaAa, puso la proa
al oriente en busca de Babeqiie, pero se vio pronto obligado á vol-
ver, por arreciar el viento y levanlarrie el mar. Surgió en uiy^^ro-
^méo y seguro puerto, á que di6 el noii^e de Puerto delPrínmgii
y pasó algunos dias esplorando con sus botes un archipiélago de
pequeñas, pero bellísimas ¡«las que cerca estaba, conocido desde
enrónces por el nombre de Jtírdín del Rey. Al Golfo, esmaltado por
eetas islas le Hamo mar de Nuestra Señora: en tiempos modernos,
ka lÁéo amparo de piratas que encontraban seguro refugió en los ca-
nales y solitarias calas de sus islas. Estaban estas cubiertas de gi-
gantaieos árboles, entre los cuales pensaban reconocerlos españoles
)a almástiga y el alce. Colon supuso, que serian aquellas, parte de
las iiinumeTubles islas que orlan la costa del Asia, célebres por sua
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Tin IH • — — '
— lee—
espfleias. Mientras estalla en el Puerto del Prtngpe^ larantó «m
eras ea uon elevada coliaa, cerca del puerto: señal acost^bra4« de
haber tomado posesión. •
£1 diez y aaere dio otra vez á la vela, aunque casi en calnM^
pero como el yieatd se levantase del oriente^ viro hacia el NNE^ y
al ponerse el sol estaba 4 siete leguas d^ Puerto del Prijtc^ft. Dea*
de entonces se viá tierra al oriente, como á sesenta millas de distan*
cia« la cual con las señas de los indígenas supuso que sería la tan
deaeadií isla de Babeque. Continuó, pues, toda la noche al NE. Al
otro di|« tuvo viento contrario, soplando en línea recu del pimío k^
dond^eseaba ir. Estuvo algún tiempo delante de la ish Isabela, &
la que no quiso tocar, no fuera que se desertasen sus intérpretes i»»
dios naturales de Guanahaní, que dista solo ocho leguas de Isabela*
No quítabau la vista los indios de la dirección de su isla natal. Vien*
do1)ue estaba el viento obninad amenté adverao, y que había mucha
mar; se determinó al fin Colon á volver i Cuha^ haciendo señalas á
los otros buques paraque le siguieran. La Pinta, mandada por Mar
tin Alonso Pinzón, habia ya adelantado mueho hicia el oriente, y
como podía con facilidad unirse i los buques, teniendo para el/o
viento en [¿opa, repitió Culón sus señales, pero sin efecto. Como vi*
no la liedle, acortó vela y puso luces en los mástiles, pencando qiMi
Pinzón 8^ le juntaría; mns al romper el alba se vio que la Pinta ha*
bia desaparecido. En efecto, dio Pinzón créditos á los estravaganlai
ofiM'mes de un indio que iba á bordo de su carabela, y le ofrecía
guiarlo i una isla ó región de grandes riquezas* Su avaricia se des*
pertó repentinamente, y siendo su buque el mas velero, podia con'
faciJidad virar á barlovento, á donde en vano le seguiriaa los olfoS«
Podia ser él mismo por lo tanto, el primero que descubriese la rc;
gion dorada, enriqqecién4£ise con sus primicias. Ya hacia ro«clN>
tiempo que llevaba con impaciencia el dominio del Almirante, con
quien creía deber estar en términos iguales, por haber contribuido
con muchos fondos al armamento de la espedioion. Era naveganí»
veterano, oráculo de la comunidad marítima de Palos, y acostumn
brudc su influjo á dar la ley entre sus asociados náuticoa. Lhvó il
mal par consiguiente verse obligado á navegar como segundo á bor-
do de su propio buque, y ya se habían ocasionado muchas disputas
entre él y el Almirante. La súbiui tentación que se presentó á su
avaricia, unida á los previos resentimi^tos, fué bastante fuerte para
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ve»oerftt áuher* {MtidttBdo.Io que debía al Alsimáte, cotas i «i
^ÜBf Jiabjii desatendido iaa señales, siguiendo al oriente y separán-
doee á,íümzñ de ?ela dé la escuadra. Se indignó CokfliKen estremo
eoo 60ta deaerctoii. Adftnas de ser un ejemplo pernicioso de inobe*
dieooia, sospechaba en ella algún designio siniestro* O bien Piazoa
quería arrogarse mando separado y separadas ventajas, ó apresurar-
se á volver á EUpaña» para arrebatar el laurel del descubrimiento*
Pero eomo lo poco veJero de su buque inutilizaba todo esfuerzo par*
seguirlo, continuo su rumbo á la isJa de Cuba, con el objeto de aca^
bar de esplorar las costas.
El 24 de noviembre dobló de nuevo el cabo de Cuba y ftcló en
untiWW puerto formado por el desembocadero de un rio; que llamo
de Sta. Catalina. Corria cnUe ricas praderías y estaban las mobta-<
Sas vecinas bien pobladas de árboles^ entre los cuales habia robustas
encinas y pinos bastantes altos para servir de mástiles á los jpaa
grandes bsjeles* £n el lecbo del rio encontraron piedras con venas
de oro.
/^ Colon continuó por algunos días costeando lo que quedaba de
Cuha^ y celebrando con entusiasmada^ palabras la magnificencia,
frescura y colorido del paisage, la pureza de las aguas y el número
y comodidad de los puertos. Su descripción de uno, á quy n dio eb
nombre de Puerto Santo, es una muestra de su viva y candida per*,
capción de las bellezas naturales. „La amenidad de este rio, esda-
ma, la claridad del agua, en la cual se veía hasta la arena del fondo
7 OMiltitud 4^ palmas de vigías formas, las mas altas y hermosos que
be hallado, j otros infinitos árboles grandes y verdes, de los pajari^'
lloay verde de Idb campos, hace este paU, Príncipes Serenísitnoa en-
tente aMUcavilla hermoso, que sobrepuja á los demás en nmenid^ y
belleza» eomo el dia en luz 4 la noche: por lo cual sofóa yo decir á-
mi geckiía muchas veces, que por mucho que me esforzaae 4 dar en«
tera relación de él á VV. A A., no podría mi lengua decir toda la ver*.
dad| ^i mi pluma escribirla; y cierto que yo he quedado asombrado,
viefidP tD^t^ h^mo^ura que no sé como contarlo.'* La diofanidad
del mar, que atribuye Colon á la pureza de los ríos, es propiedad del
océano en aquellas latitudes. Tan clara está la mar en las cercanías
de .algunas de las islas, que se puede ver el fondo en tiempo sereno,.
€U>mo el de una cristalina fuente, y los habitantes bucean á cuatro ó
«neo brazas, en busca de conchas y otros mariscos que se ven desde
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k superficie. Laa ddicndat briras y p<ireH aguas de Tus isíaSf pue-
den contarse entre sus mejores bellezas. Como prueba Éb la vege*»
tacioD gigaátbsca de aquellas ^stas, Itace mérito Colon» del enorme
tamafio de las oanoa^i formadas de un solo^tronco de árbol. Habni
▼ísfo^ canoas capaces de contener 150 personas. Entre otros ártica-^
los Hallados en las habitaciones de los indios, vi6 una torta de cera«
que la trajo de regalo á los reyes» obserrando que donde hay cera,
debe haber otras mil cosas buenas. En tiempos posteriores sé ha bh^'
puesto que vendria aquella cera de Yucatán, pues los. habitantes cte
Cuba no tenian la costumbre de recogerla.
EPcinco de diciembre llegó Colon al término oriental de Cuba
que suponid fuesen los lindes del Asiu, ó como siempre la llamaA)iaf
de India. Le dio en consecuencia el nombre áe Alfa y Onuga^o
el principio y íin. Se vio después perplejo, aeer^i del rumbo quo
toii|^ria. Deseaba seguir la costa en su vuelta al SO., que le ñevaria
á las regiones mas civilizadas y opulentas de la India. For otro la*
do, tomando este rumbo era forzoso abandonase toda esperan^.a de
encontrar la isla de Babeque, que aseguraban los indios hallarse aF'
NE. y de que seguían dándole magníficas descripciones: embaravso-
so dileoxa, característico de un viage tan estraordinario en que ne es-
tendia uiyle&conocido mundo á la vista del esplorador, convidándo-
lo por todas partes con maravillas y bellezas, pero un mun^o eti
que, cualquiera que fuese su elección pedia separarlo de los verdade-
ros países del provecho y de lu delicia.
Mientras navegaba Colon mas allá ¿el estrenao oriental de Cu«
ba, dudoso del rumbo que tomaria, divisó cierta tierra al S£„ que
4 medida que se acercaba, le reveló altas montaña^ por cima del
denigÍAdo horizonte, anunciando una isla de grande eslensioii. Loa
indios .esclamaron al verla, Bohío; nombre por el eaal érela Cotón
que' daban ¿ entender pais ubumlante en oro. Cuando le vieren les
indios tomar rumbo para ella, dieron señales de profundo terror, im-
pleráudole que no la visitase, diciéndole por señas, que sus habitan-
tes eran fieros y crueles, que no tenian mas que un ojo,* y que áe^XH
raban á sus prisioneros. El viento era contrario y las noches largas,
y como no acostumbrabnn navegar en la oscuridad por aquellos ma-
res desconocidos, emplearon cerca de dos días para llegar á la isla.
Ya se ha observado, (jue en la transparente atmósfera de los
trópico», se divisan los objetos á larga distancia, y que la pureza de*
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wYt ysérenidsd del eidír, producen ' mágicos efectos en el paisage^
C«o ettaflefiliiJAé «imreció á su vista la beltn isla de Hm^L
Fu^ tóñ bien recibido del pá|»Ilco e^t^ documeiito, t
tan riYpida su salida, conndo en'aftos pasados lo Inserta-
mos en las Utemorlas de la Real*S<»cledad Econx^mlc^ qiM
teny breve se conclnj'eron los ejemplares y desapareció
la etfeio^. l»tft eltw^nnsi^cin esforzada coik la süiriMA áé
(«rsOfl^U respetables, nos obliga á pnrtocoWlo hoy «ü
«mestra obra con el nol4e ol^f o de per^tnar la bella pro*
dncelon del venerable sacerdote ^oe supo honrar el pate
siempre atareado en el ejerelcio de la- moral y adelanto
de las letras.
£a elogio del Escmo. Sr. D. Cristóbal Colon, primer almirante, rirey j
gobernador general de las Indias Occidentales, su descubridor y conquis-
tador, pronunciado con motilo de bahorse trasladado sus censas de^ la
iglesia Metropolitana de Sto. Domingo, á esta catedral de Ntra. Sra. de
la Cmicepcion de la Habana, por el Dr. D. José Agustín Caballero, mae«-
tto de filosofía en este Real y Coheilla^ Cdegio Seminario de Sm Car«
loe y San Ambrosio, en la maílana del 19 de enero del aOo 1796.
Al M. I. A^ntamícnto de esta ciudad de k HabuM.
SírT ILUSTRE Sr. ^
Si yo bife el sacrificio de mi salud y de algunas de mis octtpa«
tíones, éuando me encargué de formar el elogfia ftinebre á^ síimpre
famoso almirante don Cristóbal Colon ahora que V. S. M. L se b«
i^rvido pedirme el cuaderno para darlo á la pfjlfliea l«7s, aaeriieo U»^
da la fuerza de mi genio y quiz.i la tranquilidad ele mi espíritu. Aq««l
primer sacrhlcip ftié un homenage que rendí guatow» y juatattwnf á
mi é^go el Sr. Dr. D. Diego José Perél Bodrigfoei^ .ctftóttif o d#
m€tteáá% esta catedral, este segundo ea onapolfciott d«ÍBfeiiei« i Um
deseos é Insíb ustiones de V. S. M, I. para mi muy rtapenMf »• De
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iioo y otro podcia jo dedaehr derechos incontestables á redamar im
dot)le paUoátf iou Pero ya que V. S« M. I, añade á la» fíneílis ú&o fue
me honra en su oficio de 29 de enero prócsimo, la de querer se im-
prima mi sermón, sin duda para que ho ignore el mundo ni la menor
de las demostraciones que ha Hecho la Habapa en honor 7 obsequio
del descubrimiento de las A maricas. V. S* M« I. debe quedar consti*
luida i franquearme su protección; condescendencia que siendo en
V.S.M.I, una mera franquicia de su generosidad, será en m4 una hon-
ra y un provecfio. Una honra: ¿Quién no se realzará con la estampfi
del esclarecido nombre de V. S. M. I.? sUii provecho:- jo espero cof|-
fi«daiaente que^los Aristarcos que mordieron mi serm^ al oirí* ^m^
botarán sm dientes al. igual que los zoilos que lastHiiaron eat&neM j
después mi reputación á vista del. digno Mecenas que abriga mi pro-
ducción.
Tenga jo la gloria de ser autor de la primera obra que sale im-
presa bajo los poderosos aaspicios de V; S.M. I.; j tenga Y. S. M. I»
la bondad de opeptarla j protegerja también^ si alguna luz maligna
la ofendiese de nuevo. V^. M. L sabr^ sincerarme j escusar mir
jerros» mientras yo no sé mas que complacer á V. S. M. I. en*
fregándole el cuaderno que me pide» mas trémula mi mano en este
acto quería de Teófilio» cuando puso sobre las aras del Capitolio la»
obras de Marco Tullo. I»
M* I. S. Queda de V. S» M. I. su mas átenlo servidor j capeHaD
tír. Xosé Agustín Caballera,
^ " Patasme vivent ossa í*te? I^eq. cap. J?, v, 3.
¿Qué 08 parece, vivirán ó no, estos haesosT
¡Qué diversa eSf esclarecido CristóbahColon, grande almirai^
de las Indias, q^e diversa.es Ja entrada que acabas de hacer esta w^
nana por las calles 3rplazas.de la Habana, dé la que hiciste en ia
isla deiioiosn de Guanabaní, por lósanos de I492S*¡Qirédis^ntpa
loa motivos de la una j de la otra! ^Qué desem^ántes sod sift ol^
tos! i^Xk entonando &sti?a hacimíent<^ de graeias^ rocHado c^ un ^
parato de trninfa^ rouaícift «niliur y b^nderaa de^gadaa, f^iia^^
primera en pisar \m márj^aea ipcqkas de aquel fiii^vo terrilom: UÁ
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én medio de iinn pompa fúnebre, etirdludos los pabeltones ofH!ionii«
)és, tordü^R músicn, destempladas las cajas 7 afmgado el*i%tphindor
de 8U afta di^njílad, erescondocido en ajenoabrasos hasta elintaríor
• del Santtmn(»« Allá se incitó el deseo de rer realiaadaa tus «ónjettr
ras, y comprobadas tna profundas meditaciones, Aibre la ecaíateacia
deoQ Nuevo ^undo: acá te trae eliJereeJto qiieeaelaaívameiile aai»-
\é á loa americanos, de conservar t^ia Qei^i^as.jr escaparlas del insul-
to que podría i nferírras alguna envidiosa; alfa, en fin, foiste á ea-^
grandécer los timbres del Evangelio y dilatar el imperio da los fejtp
eatolicoi*: ñ^ viisnes á rjecit|ir decoroaamasfe loa «snfrtifiofl que na»
nsee tu digna alma. jSiiiiio Dios! ^Dios inmortnJ! Beadfto aaaa pof*^
que mediante una cadena de sucesos inesperados^l vales hoy delot
huesos del célebre Colon para presentarnos un contrasta aaombrtMa
de gloria y mimtllacion, de flaqueza 7 poderi ¿Pai'o qaét ¿ao e« vfr*
dad, señores, que el hntnbre, aun el mas noble j «I maa distinguid*
pñada faducirse á polvo? ¿río es verdad que eata mismo polvo pueda
elevarse á la cumbre escelsa de los honores? Subamos si quaraoMMi
desehgaftitmos, al orljbn de la verdad^R^andeza« verenMs eanci-
lladas estas aparente! contradicciones j^iistificada la ee/amonia qua
estamos practicando sobre los huesos siempre vivos del faraiMO Co|att*
l^lciierpo humano, esta obra admirable del Omnipotente, m ea
tan precRso como seio figura el sectario de Epicaro qua lo idolatra»
ni tan despreciable como aa lo cree él impio que lo desatieade; ni
merece el aroma que se le qnem(V«á su hermosura, ai los ultrages da
que suelen cubrirae sus reliquias: 61 es un objeto ótil ó fanaato, odio*
so i respetable según el uso á Jo^e se le aplica: la virtad le atrae ho-
nores; el pecado lo llena de hWror; el cumplimiánto de las obUga*
donetf, esoribia, San Gregorio Na/Janzend lo exalta j anaablaee; el
vicio lo denigra y lo diffHHa% Paraíso^ iníianio, las almas solaa tío sos
las que gustan vuestras delicias 6 viiastroa torasaatoa: biea podría su*
ceder que oa habitasen loa espiritus, como aoaadé ouatmio la obe-
diencia 6 desol>ed¡encia separó los ángeles malas de los buaaoa: asas
Dios ha querido qne los cuerpos, £ quien se unan las almas* auaieii-
ten nuestra luz ó nuestra tiniebla. Cuando él venga sobra laa atAaa
á pesar en su fiel hnhinza las oparaetoaea de los vivos y de loa mvtW"
tos, Hu trompeta reanimará las yertas cenizas de los sepulcros, para
que las criaturas congregadas al pié de su tribunal* oigan y vean e«
Jecutar sobre sus propios caerpoa la seatenoiaqiie proaua«iára«
15
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LéjoK, Ujos ik «qui el que sospeobáre que yo trato Je preveuU
el jiitéto 4|u» formará Díob y el deatkio que dará al eiierAde Coloo
el día do la retribución general. Mit anatemas estambadot en el oaof
vo y viejo testamento, cneriañ sobre mí, si yo delinquiese en este pan* .
lo. Mi ánimo ba sido justificar segundas doctrinas de la relifi«>B qiia
ftfofesamos, los honores qi»e rendimos- á los huesos á^ CoIoRi omi-
tiendo, como superfluos, muchos ejeniplos que nos suministran loa
egipcios en el reslibulo de<sus sepulcro?, los atenienses eo el osdá*
ver del venoedor de Sáoios, Perícles; y los mismos hebreos ea el
ftineral de Jesffphat, Oslas y el general Abner. Y si esta justifieaoíoo
use deriva dé la dignidad de los objetos á que se^ aplicaron los difiín*
tos cuando vivo^^ingunos honores, ni mas justos ni mas merecidos
que loe qne estamos haciendo á las cenizas del descubridor de la Amé*
rica. Vosotros me' preguntareis, y [cuáles fueron eaoe cwjetos, esaa
ocupaeionest yo oe respondo: Dios y el estado: una multitud de vir*
tudes morales y cristianas. Ved aquí el plan del elogio, que ae ata tía
encargado forme á la memoria de Colon.
Si ni fantasía y mnHÉ|e elocuencia igualasen al estapojr que
me eausan las acciones déoste héroe tan singlilar, mi discurea eoi>
responderla á vuestra espectacion, á mis deseos y á su gloria* Sta
embargo, por grande qué él haya sido en la opmjon de los hombres,
no recibirá de mf el homenage servil de una adufaoian engmrosa. láS
verdad simple, pura, ingenua, es el lenfuage que debe eeeoobarie
en ta cátedra del R9píritu«Saato.<Asf, pues, óoa lodo el respetada*
bido á este lugar, y con arregU» á loi mandatos de la Silla Apostó*
lica, en especial al de Urbano VIII,^] comenilré diaíetido que J
de cuatro ciudades [2] se disputan ffilavfa la cuna de CMoa, <
disputarcm la de Homero los eolofiintos y chios, Jos aalaamoa 7 •ép
■Hineess prueba incontestable del aprecio con que todos míraJí el
verdadero «vérico» Deade muy temprano' le encierran sus padrifi an
k UnévertkkiddePavfa, mientras logra poaeer eompletaaaeale la Um»
g«a lalMia, la eosmograáa, la astronomía y el áisefio. Su genio le ia*
olina deapnes á la navegación, hasta el estreíAo de considerar conse
esfera muy reducida el Medkerráneo todo; él quiere visitarlos ma«
P69 del Norte y las orillas de Islaadta. Su curiosidad lo arroja allá
[1] Deeretodsfirde janiodel6dl.
]9] Géaova^ Plaseacia, Sabona^ Nerrt, €ugurcoi
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•I dffiüo pokr, y m «M^a i mi penc# tm^Aim <{«• kaeia eiilMcaa
•I eooo á^8 irenecUnoi y ttifWM, rivalet ^ los genov^Ms: ti le rké»
lau con que presencMi 4e etpirilu se sostiene enlre las •llamas que m*
ceadiao sa baque: eo« qué liiUepidex saltad Agua j aada dos legtia%
ékeitm que el Altísinao lo pnrtega j reeeff ab^ para algunas grandes
fifaaas, asi eomo fNneaenrq jui otro tiempo de las oatrientes del im^
petroso JKih» al que deetinaba para gele de su pfeblo. £1 ansia por daseiH
brir nueves países, lo ascribeai serrieio de Portugal: fija su nsslde»^
6ia eo Lislipa y allí contrae matriiuoiiío e»m Felipa Mui&iz Parea*
irallo-
Lñé d^das de[ nuevo esttfdo, ni relajan la integríckd de sos
eostniíibres, n^ener? ao la aetifidadde su,espiritu. Ujo muy bien San
Jaan ^th^ííiojgOi el matrimo^o no se opone á las costumbres, y pa-
ra €olon fué uji motiro de «^pe? as ocupaótones. Su snegro gocabn
•«téaeea la reput^etoivdel mejor u4utico entre los portifgneses. Loe
jliarioa y obserrat^ones jáe este eapiton, inflaman y lisonjean su.ps*
•looy lo llevan-á U Madera, doivde establece comercio por miicbo
tienipo.^con (^Cañarías, las» Azores y^|M|M)8e8ÍouésJSortUguesa8 ea
Ouineky eg'el pniiti|Aent<rd^ África. ^Vp
Ir^MiUemei^ demos «ralbado yápala famosísima época de la
irültt^^^mnaaqugüa,.digft¿en que los mas .^partos náatieos atar*
iiM|^H^uSjl)igeffl9s po( descubrir un tránsito á las ludias Orien*
tales; este fué el importante astinto, que ocupó entonces los entendi*
ii»ieii^)a btimanos;^ pareció seria fur/.oso costear todií la pauta del
Afriea, derreiero dejQoñociJo, Awy dilatado, difícoHoso é incierto*
fil sabio Colon tcntá. si era poflble, hallar otro mas Qorto y üms de*
reeho. Befleéstonando profunqW^nte sobre la materia... no me atre*
ao á prosegoir: ráte paso de mi disenrso' ezije una lengua ménoabal*
Inicieále queja ii|ia', unos retorísmos mas humosos y una energía
de qua carecen, mistlblos labios. ;Gómo podré yo pintar la tituacion
liel cerebro de Colon en este momento disipando preo'copaoionesi re*
tdríeiido Jiñas Y||eas y creado tiUa^ lasr mas étiles qoe ha armada
la mJ^ del J^in0(el.i(lómo podré re{^8ei\(ar rivamente á ¿a sa-
Ms qoe bamiata^ conjetura á i^ co8mÓ|ra^;que,midet i «n astro,
mo q9e4&alc4a, á Calón, én ñn, que navega idealmente hacia el mar
Atlántice! Somei^Ma en laj^ aha madítaetm, trae á rífaroso exá-
«len los pnnciptos de l^fis^Reinaote y las doctrinas úb foteolegía,
¡aéPavo podrán oainhtar eoa las cabezas absfi Wofnbrea eolimvdea m
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# —116-
tttt ktmidferio X)piie8lo aI imectrü! ¡oótno es |>oMb)e que iin<ta hofulurM
separudus de. nosotros por los abisnos*4el Océano, teni^n uneslro
mismo orí jen,. desciendan & Adaii y perlicipen dei beae6oio de ia
l^edeiMÚou! ¿Podrá hábiftir la especie hutiíana bi^ la xona tórrida,
donde es tan violenta ij acción directa de los^ rayos Solares) Por otra
^arte Ta figura esférica do ia^ierra meii9ce eoftcluir que los coati-i
nenies de Europa, Asia y ▲&ica, solo componen una pequemaÍMH
porción dei globo terrestre. La sabiduríory'LieiieficeoQia del Aulocda
la Naturaleza, me prohiben pensar que el* vasto espacio nji^ioiioeido;
8ea«eubierto enteramente de un estéril Océano; no hay di-íicultad ea
íirferir que el continente del mundh conocido^ puesto sobre las cos-
itas del (^lübo, es^ontrapesaiio po» una cautided igual casi de tiefras
en el emtsferio opuesto. ¿Qué otra cosa éomprueban ^s f^g^entoe
lis madera labrada, procedentes del Oefte, que #ehnn visto nota» stt-
bre las aguas? ¿Qué otra coáa dengtan esos irbf^s desarraigiidos, esoc
hoqabres de estraña fisonomía vpmílado portel mjf sobre las costy
de li^ Azores? Así filosofaba, señorea, nuestro profundo niuttoo,.&
veces conven(¿Mov á vece^ia^piso, cuando se acuerda de los coiise*
jos del libro de los prpveiiiBrno fies*de*tU'pri\(^ncia: ifo*sei¿f sabio
en tu esiimact01l^ pregunta, busf^^a^04)sulta d^. otro, «fletólo á, es-
tés dictámenes oaurreji su cuñado Pédrj^. Correa^ t)|strgo^Mar .'A
los hechos, referidos en los papeles públiqps, jr^'^d^ ^IMp^nc^y,
ntédi^ florentino muy célebre por «ua conocimientos en U ^osmoi-
grafie. Si el tiempo nie Jo permiúera me áex^n^í^ de buen gcoiioeii
reeomlndar las^escelentes virtudesi esc'bniíidas en este pasage de Ui
vida de Colon^ su modestia, su hurmidod, la desconfianza de si pro^
pto,.la confianza en Dios, la defere^C ^ ^^^ semejantes: os haría ver
que^estas virtudes solo nacen y. florecen en los terrenos bañados ^
fertilizados con el rocío def Evangelio; y. que cuándo la QÍejDcíá'no se
apoya en el teiiior santo de Dios, hincfas^el coraron, no ilustra al al-
ma, antes bien^la oacurece y ridicu1iza«al Jionibre, como le aua^dió 4
cierto presumido filósofo qite, desnudas sus carues^^e iaátaba da .un
despAbjrimiento^ gritando por las ealles púbikiis,f|pveiy, Hui^^ P^'^
mas adelante úoidlti^rá cdj^uirtifri^'oportiiaft para ^Maajerar la rali^
ftoiidad de 'Colon. • . ' f t ,* • ,
Corrfa y Toscaoelly aprueban eUyvisinwt 4MM»yect^ y elaiH#r
resuelve pasai" de la teoría á k practHl|^ G«ncibe queeMa hada ser
■say oostosai conoce li^ escasez de sus laeolladea; y que es j
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»Jk — m t, ■ j^
—117—
p«iMUe l« pmfttpioa ée algún pivlHiUido de la Europa, Por ^a
egycie de p^tnoiiaRio te dirige á Génoim: la repéblíca fe trata de
visionario* Convierte deiipues^os reetir»O0 á los tronos de Juon II
de Portugal, Enri^we Vll'de Iñgbiterra y Lois XI de Fjraoci^: todas
eaJiioao —ñ propu^ftas py^ aiieñoe de una imarginaeion epferma y
•eaiofada. No obstante, in^l^vMo sienipre<»^ attud maacitd euto-
aiaaaio <]tte sugi^ gramlc^ éinpreaas, y eesteni<k>. siempre *de a».
eitsria^h aatáduria , djgvofa interiormén^loatiieultoay loa afWKÍo^ y co-
MÍenza á aegaoiaroou' España. La dará gnerra t|ue niafttefitajpií;^6n-
•ea noaatra unclop contra el reiao de Granfida, el carácter de ^r*
M»do el Caiólioo, qu^.no entpeiba ltj|U'aMieMte- en nego^i^éS' f^^ei^
aíua ísoH rauoliA prémeditaeion, y lo6-géte8.<|ue dieron algunos pre*
aantaosoi^. pusilánimes, le ahuyentaren del territorio^dé España*. Ya
faid>iir entiE^á en |n. Pnente de Pinos, cuando loa reyes cal^li^os, ra^
jor¿nA»mffidoa-por-lo9 buenos pficjos que praeücaron .cuatrp espanoi'
lea de no migar M||truccion [1] haeen que Colon retJM>cÍQda á la ^¿f«
le. Es imponderHble,«8ep^oras, la rapidez coa que Isabela arr^glii y
. funaali^ el plmi deLviage* ' ^^^. ^ ^ * *•:• *"'
Sus arbttrios«y;^i^{Mbsid¡6 de ^te]]^ff 'florines qoe'^rMa el-e»-
^nbanafl^^^eí, apeo ntjAU, tres enrabíelas en elgujAto.de P^tfy
CoM^^^^H^páchüdo paoi partir. Mas él no quier^.Ut^avia ha*
e^^^^^^^^B|ii su juicia carece de los primerojí preparatin^ Bl
fiab^M^irorqiie si Dios na edifica, tr^baj^ en vano loéuarqilitoe*
toa y «que eHi^i/iibré crue nada puede sin el aukilio.divino, ia púaile
ando eoafortado dé la gracia^oder, protección, riqueza, arftina, (ff^
aaia todas vosotraa en la iQ^ncia del Señor dal universo? Su víata
«8 eá^fMi^ de estpeiQ^cer ei glójl^el ceniacto di stf dedo hace hiK
mear lo*8 mondes mas sólidos y entonces vesotrhs dssapareceia <)dfl«o
sátiles pajas atropelladas de vientOr^leno e|¿peclio de Colon deetf-
toa faügíosos setitimieaibs, invoca por un acto público de devoemí
«i patffoeániojdel .cielo.' ^j^nsorcio de^lbs otros viageros eatr«pfe-
aeaioaaimente en el mon^j^rio di^Rt^bida: todt>s conÜM^oa y ab-
aiieltipf i r^piban de^. pnor Pérez aq^iel gaA sagrado cdin que se'aliea-
laii ÍQa*béroea cfistíapos. C^nr señores, Ijh j^enido ai^ui á solicitar
iikloftaleza'ji.el aaiarto,.nO coma los héroes 'del pe^aniamo» deipstr
[1] Lii^.de San Ángel, ABpo de Qointamlla, don Pedro Gon^al^ 4e
Ff . Joan Pstts, eonáesar de la ^ÜMu
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dazaodo el vUotM de Iok aniíaeiiu pera regitlrtrlet^M 9mitmam j^evf
en eUa la «ueit» que le4 enfieraba, si r«cibieMÍo el «nerpo de Jenwei»-
to coiuo lo usarou Sátíro Alfonso VIH y- GreciaotK
Cuan||o JO me figuro la 6ic««4fa de Oolon ei«fiaQdod mar liár
eitf el .Oeste en poM del NiMfo- Muad^v^e pa«<ece nsortMlir de Imí
ac^mpao^entoe de Israel, aquella p^r^imí de varenee escoydoe ém
/cada lina de las4ribus, para deaoubrlr ^espiorar^a ««era cotí
de Canaa^. Es niujr parecido el f iage de los . uoos jr de léi i
aqtiellos murmurando toda la jornada contra' Moitee 5 Aaren, y ám*
rey do mas bien iiaber perauínecido en el Bgipt^: estos reveladse
^pya Cb(pn| casi^ decididos ñor el regreso á Europa: los pnaseves
intimidados de los rumores q4ie corrían soiire el carácter j cerpuieii*
eia de los habitantes de |a tierra que iban ád«acabrirvloe<«cfiindoa
Msfria4!0S d® baber emprendido el desctibriraiento de unos4)<ibee íg^
norados de los mismosoiávtscos. |¡n un solo purttcnlar diUbren eetM
afluí espediciones^ i saber, ea que Dios oostigó ^os d^raetores de
M oÍ4pff y ahord no quiere esearoMntar á lo; qil^ v^jan, amenazaii de
naerte á Ci^ltm** 7 l# jur^^bandonarlo si al tercer día n^^avietatt
«ierra. ¡Qué estrecho! ¡qc^errjl^le e^eclu> ^tu^ G.oKmi! él apura
cua|^ medio8*le ^inspira ia humanidad, y^lega. cilan^^hgaes 1|^
dieta su Biricia naval: ya les pone delqj^te las glorias^^^^H^po^
deroflfrJA el suelo que iba á tomar el fH>inbre es^^^^^^^Hb»
lus naciones del Orbe^ nadgi logra«^Cíertagaentfi <^uemiPM|BiBOce
hftsta entonces se hübia visto • en empeño táo apretijdo) tan eia r^
duróos. Bven sé el estrecho en que sevióJulio César con todas tue
liumitM i las orilles del Rubicon, pero^ffmbien se halla el íelb m»
«urso de vadear i aiMo las «^asj^jj^hiiiooo ignoro el coi||hcko^de
A^iía.cttando Darío aeampó répeaii ñámente doseiei|^ rail íuImí-
lee.y diez mil caballos.á mil pas09.de los muros poco «mis; pero ae
•abe que la intrepi^ea del joven Mi (ciados, .eludió un lavce que p^^
reda inevitablemente {uné^. La Hislfiría Ssfrada sos refieM te
ttíete aititacion en que puso.LiqHi á Judas Maeabeo, hastajiaoe^
Uoref delante del Señor; peco segoi^mente nos diee, que^pnreeié»-
étme un áofel de improviso, arrolló el agército» y los •elefantesito Li*
Mas el estado actual de las cosas, y las aüterier^ eaorreoda^
no permiten á Colon tomar algún parü^. fie arrojarla al agua eo.
mo «1 Césarl ese sería un suicidio pri3|pido por IfM leyei toda*. ¿A-
camparia de repente como Müeiadesf No había tropaa. - [layaoarta
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^'
^K im§9l ñomo el Maemlwol aaos etpirttut aguardMi l« vot M
Jüt^imáK Ho Ifi t&t,fk otro arbiirio que sUefieiiL^ sufrir con p^eiMichi
y ««elaioar al cielo con d probeta Davtdt -ni anerte^ Señor, sea la que
fitere, esti ea tus ásanos. En eíeeiov Dios,' que jamas abandona fas
notas intaaeion^^ les presenta á loe ireüita y tres días óg natega*-
cioa la isla de Gtianahanl) al puntoi Colon^. siguiendo ePegempro de
Jiijast bendice íaa misericordius del Selk>r$ lf>s'ecos agradables del
binoo Té^Deum^ resuenan por la carabela SMtá-Mafla^ y en esta
Venturoso momento se acallan las hi^tlaa de la tripolaclon, se secg»
sea los ánimos, queda confuudida la errada fisícartle los antiguos»
asqtorado^os deseos de Alejandro, y presEiiada^la virtlté dif f9olon.* ,
\kh\ ¡ah! yo no sé hablar Dios mío; yo boj rouchaebo; es Bienes»
Isor qiie t(v me enseñes; á la manera que enseñaste en la tatigua lej
bI larlamudo Moisés; comuuícalg á mi espresion tt vigor que neos*
aila pava que este rasfio que voy k producir de los merecimientos áe
Cotón» no pierda de su valor ni salir por mr boeat ¡Qué gusfoao espéc»
lÉSMiU^pava Colon estar pisando unas arenas basta entonces descono*
eidaal Verse ea la pMya de In nueva Isla,^ que uno«irteVfí} un torrqp^
te*de lág[imas sobre <a omBllo, de regocijo otro le estrecRli afectuosa*
IfS bracos, aquel le imprimeen lo»pies un oséalo d^re»
\ le besa las manos, y todos de rodillas le piden par-
cidad, de su ignorancia y de su insolencia; CeNKi asi»
fa estaMI5¡ffSs~como dones «gratuitos de Dios; su obrazon no se engríe
en la prosperidad, y muy distnnte de aquella (broa aftoganeta qae ins-
pira ea las almas bajas el^dUí suceso, congrega á su gen te, y Mhro*
te de un crucifijo rinde la^ mas religiosa sccion de graciaS| ^Jnvoca
nuevos auxilios para las empresaVfuturas. Al otro día bojea toda 1a
isla; descubre á Santa .María de la Concepclomá la ,FeriTI1il9hia| i
la I^Sibela y á JuanH, que es esta en que novWidfnos al preseBle^
coneeida con el nombre de Cuba. En la primera srngladif^ que ha*
ca de aquí hiela ehLeste, avisHt la Tortea, y no puliendo aqefoar-
•e|yef losvíeatoe contrarios se mantiene dando vueltas á la Isabela ^
Bespnee de corridas ciento stetq leguas al Levante, por la costa de
Cuba, dirige et rumbo á la puntaoriental de elln, fondea en el Puer-
to San Nicolás, pasa adelante vuelta al Norte, y cnfra en la ftm.
cepcion y en la Española, antas Tortuga.
Yo querría viviesen boy los naturales de Haytí para^que ellos
Miismos fuesen -los pregoneros de la humanidad y amor con que les
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trataba Cdlaii« También querría víriete el cacique Chíacanmiéh^^ pn^
rñ que él recomendase Iñs virtiiJes qrie admrrden Colno, cuando áes^
de Ja jsJa de Santü Tomns le bizo venir al entro FrHnces^ par media
de pnlftícoa cuinpUmrenlod. 9i, 8i-eif.f írtiacanakari no podría ca|l»r
líi prudencia con que el A^mirFnte manfjiñ Ihs estimulaciones que ce-^
lebrafon entr'e tí; \n diligencia con rftia levo ni 6 eJ fuerte Naridnd,' y
el acierio er> úomhruré, Diego de Ai-Tiira por su comandiuiteamtreints
y oclio bombita óe guhrtúcion. El cach^if^ \n liara cnnndn «e deipi*
de; pero á. Colon le precian retirarle, sus mirns don otrat: lan romnr-
caa que va deiciíbriendo m)T\ para an^ reye^r es menester les dé cuerr^
ta«eaii}0 biren vjfBallo; y tomando el rombo del C^té descubre totlett
esos puertos del Se pie ii trio».
Yfl eatan do vuelta en el deflierto de F:*ríin íoi cspJopadores de
Egipto: traen canlígo higoa hermniflp, g^ruesua racim6»de nvaiy gra-
nadas; nsew'iirno que el paia deacubit^rlo ea amenfj^imo, y que por su
püvimenlo fiuypn raudalet de leclie y da mieL Hé aqui un reiriitü
del descubridor Cidon, qoe presenta á los reyeií cntólicos,^ 1« JiabU
aobre las nVarovHloaas pnjdm'.cioneB de la América; bfinrbre^ de ea-
Iraordinaria "corpiílencia, metale» esquisíta?^ piedras prf^í'inaíi* fru-
tos nunca vistoaj rio? de plata, costas de oro. Fernando f íiuti
no aatisftícltos con d magnífico apRrato que díHpíisiemn par/i eu en-
trad a^agfegan nnev ai marcas de distinción, y les ronfirmarn los^rt-
viiegios estipulados eo el tratado de Santa Fé. (*) E^in< in^estras de
buen suceso del Viage de Colon, despierian á los eepaúoles: Jacurío-
(*) 4é Fernando é Isabela como soberanos «kí OfcéaDO, liaeian á Colon
gnu almí Ante de lodos los mares, isl^a y continentes que descubriese^ dig*
nielad i|ü|yj^sari{i á sus liertHleros con las niismus prerrogativas que el gran
Almirante de Castilla; ^CoLon quedaíja nombrado yirey de todas las j^jas y
con ti nenies que descnbrieseí y si para el tieap^icho de loa negocios fuese ne-
cesario esti^btecer algnnos otros go1>e madonna, Colon eslava auiorrxado á nant-
brar tres s age tos: el ano escogWo por Femando é Isab&la. Kste oñcm de vi-
rey seria tartuiien hereditario en la familia de Colean. 3* Femando é Isabela
concedían a Colon para siempre, el die^rno de las ti til ida des del comercio y
demás producciones. de los paisas que descabriese* 4. En caso do qnerellas,
ó pleiltj suscitado sobre materias mercantiles en el te rr i lorio recien tómenle
descubierto, Colon las teniiinaria por sí o por jueces nombrados á su arbiino.
L, Se Ie p^miuaá Colon adelaniar algo para gastos de la esj^edicion, y fon-
dos del comercio que iba á esiablecerse por lo qae tiimria una ocla? a parte d»
lodos lüscmolunMíntos.
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—121—
Mad Im artm, y et 35 de setiembre Taelve á falir Colon con ana e**
ealia mas numerosa fue la primera.
Ahor» sigae ifha moUitad increíble de descubrimientos, 7 para
IM eanaar yuestra atencibn imitaré á los cosmógrafos, que en sns
■Hipas representan ^na gran. ciudad en nn pequeño punto, asilo bi-
sa MA obispo, príncipe de Gínebrs, %logiando las proezas del gran
Felipa Manuel de Lor«^nn. (1) Quiero ^ecir, Sres., no baré mas que
aonkbraroa la isla Deseada, la Dominica, Marigalante, la Guadalupe»
Antii^ua, San'Jiian de *Puerto-Rlco, j qué sé jo que otras mqchai
báaia el Norte/ Culón visita á Diego de Arana j halla atracada *la
foblacion, por desavenencia entre indios .y españoles; trabajada
nucTo para pacifi<5arIofi; su prudencia resiste InS malignas persuacto*
•ea de los que quieren se apodere de la persona del cacique; traslada
laaoloiii^ á danta Isabel y concome el tiempo restante en precaver
^mi ciertos re]|)nraentos nuevos disturbios. Los seis meses siguiep-
iea fueron una serie de peligros j naufragios, sin adelantar^ otro ha-
Maxgo que la isla da Jamaica y los Jardines deja Re[na^ Castigado
as(*de fli^fbrfuna, se fuelve á Ih Isabela. El erftuentro inesperado
con so hermano Bartolomé, alivia sospesares; y las adoraciones queV
recib^w. todos los colonos, le llenan de gloría y satisfacción: se le
Miira.C^BQ un jiámen bajado de los cielos. [Pero qué es lo <^ue es-
etchol^^iyLme engañará mi imaginación? Rato há me parece estoy
escuchando los susurros de la envidia. Asi será|^porque no puede
halüaiae de los' héroes sin oir pronunciar este nombre. ¡Qué enfer-
medadtanvH y cruel, desgraciadamente conocida en tddos tiem-
pos, en todos logares! Los siglos, escribía el mejor orador de Fran-
ela, las artes" las leyes, los» usTos, todo, todo, se muda menos la en-
tidiH: enemiga eterna é. irreconciliable de todo h> que es grande,
combate el talento ó la virtud apenas se presenta. Ella fué la que
matb á Alcibiades, desterró í Temístocles, tiznó la reputación de
Dátames y viene ahora á oscurecer los méritos de Colon. Aguado,
Aguado, ea el fttal instrumento de que se vale:, mas el Ahnirante
siguiendo el consejo del Evangelio, si os persiguieren en una ciudad
pasaos á otra, remite la administración en las manos de su hermano
j se restituye 4 Europa.
La tranqaila y modesta confianza con que aparece, previene en
(1) San Frattcisce de Sales.
' 16
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— I2á-
favor de su virtud y su inocencia, y hace vier que sognn ei^éña el
libro de sabiduría. Dios proporciona en lo8 jifstos e^tós recios cotli-»
hateET, para que ae conozca es mfis ftterte la vJrtTitf. Bnile decir que
CofoQ ie preeentn otra ves en l«i I^abeh,'trítififjOfTte r{e fa envidin^
mas grande á mi ver, mas respetíible.qMe 1ü qiie pareció después
con lfís*lnurt?íí'a gnnndos en e^ desciíhrJmipnio de In isla de Trinis
dad^ de Cnhagua y de ^/ai^gnriia^ Sin embarga» aquel í a fiera ve-
nenoga coma la fJnmó Crjsóistomo, vuefve á vomitar f;u veneno; un
nuevo torbellino $e forma otra vez eobrc tn cníje?:» dé Colon^. Algu^
nrfs portugueses /j espftñoleB que se bwn npafecido en* América, fi
Idea de descubrir también nuevos pni^e? espesan el iiublado: talca'
fueron Gama, Ojedra^y AmcHco Vespucio*
Siispenjauios por un rtto el elo*o de Ciflotf; empíeemoi atgana
parlo del tiempo en iameniFir fíi.injuBiicja mas atroz qire han'cumeti*
do ios hoÍTíbrea coii otro líombre* Levántate tij,'grail4le Almiranlct
levántate de ese sueno augUflio de la muerte: sal de esa noclie eter-
na y vetTá feclíimnr tns dcrf^cbris violnílfís, tus méritos dcpateiididos
y tus, trabajos prftfniadníi en age na Cflbéxnr sal de cfSe magesítjoso
^^%nteon y reclama In Injtts^tjcia con que. escofi continentes descuhirr*
tos ^ fuer de tna medilaeiorcíí, de tus (fesTelos y de tns^filwl^, lle-
van hoy el nombre de un viíígero intruso y envidioso ^ue J<<í*ÍJ4íto
siete auos después que tí, ¡lujiiital deangradecida anEigLÍ|¡¿¡j|^l! ¿í*ftr
qué no llamaste á estas islas Culombianas^ si Colon fué qnien las des^
CtiWióT ¿Por qué con una sola palabra Iras ajíidb el printer laurüfdR
íEU corona, le has usurpa d^.tnJa tn gloria? ¿Me perniitfs decir lo qnc
quiero? Qtiisiera que las naciones todas congregadíis en pkno con-
sejo tratasen de restituir A Colon ésle'derecbo imprescríptiürf á [n
rr^rdad, por nías qne loa hombres -pronuncien siempre Américaf yn
quisiera qiie reproduciendo la sentencia defin¡t¡va"^prBnuni4flaa por
el supremo consejo de Indias el aúo dé" J50S..-»Pero á. qué me deten-
go en inutiW esclamacioueji y vanos ei^fuerzost si el mismo nombre
de Anfíéficft recordará siempre la injusticia de su aplicación y loa
merecimientos del Almirante, como los ha recordado á mi meraotia
solo el haber proferido Aniérico Vespucio*
Iba diciendo que un nuevo torbellino se babia levantado sobre
la cabeza de Colon.. Bobadilla es abora el perquisidor, el encargado
del proceso; y desempeña su comisión con tal abuso, que lo declara
reOf y lo manda cargar de cadenas para enviarlo á Ea[iíiMB, ¡1*6
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oreeriaiSy Sres* nadie, nadie de Jos ^ue están en derredor del Altniran*
te se atreve á |iotierle los grillos: todos según id frase del Crisóstomo»
hasta loa enettiigoA admiran la virtud:, la éj||pucion de la sentencia
se dilata, aporque no hay uno qjie no coi^pudeft^;' que no respete
á CoJon: por últiiiio,es menester que ye^pga un monstruo de la espe-
cie humaim,.no querréis coniicerlo, á dar cumplimiento al bárbaro
decreto fallado por BobudiiJa. Colon eucadenudo entra ^n el buque, su
capitau Alonso Valido, npéuas pierde dv vista la tierra de Sto*. Do«
mingo, le ofrece quitar «los grillos si se lo permite: no bien ¿abia
acabado de hublar, cuando le contesta Colon: „nv'mi amigo» yo loil
cargo por ójden de mis- reyes; debo obedecer este mandato como he
obedecido los otros: elios han querido despojarme de mi libertad^
eUos miamos me la restablecerán»
. Virtud^ s^gr^diláSw^ij'Midea^^vuQgálioas^hijas de hi religión de Je*
«ueristp, 'vosotras solas uonTunicais al corazón de las criaturas unos
iji^tos como los que respiaudeceu en las palabras que ha eructado el
virtuoso Almirante. Si en nuestros tiempos, señores, jiubiera habido
iBUclíos hombres maeatfos y profesores de la u^rnl de Colon, no
hubiéramos tenido que lamentar todos^ esos desastres, esas estraviw
gaiicias q9e han asombrado la faz del giiobo y deslucido para siem-
pre el si<r|o en que vivimos. Coufeseiüos hay mucho de escelente y
cristiuiiS^p la respuesta del Almirante; y que este es uno de aque-
llos raágCs que, par^^do del corazón, caracterizan á un hombre
ni iiamrai; no merece se le sepulte en el silencio y en el olvido; yo
k> estiiito digno de grabarse con letras de oro, y mas digno de la
ÍDBOortali|(ad que todas las otras hasañas de que abunda su vida. *
Vosotros. ^abei 8 muy bien las sentencias de ambos testamentos, que
Mcomiendu la sumisión á los reyes, Ja obediencia á sus soberanos
decretos, la necesidad de someterse á un hombre que sea el mas su-
Mime de todos, y otras doctrinas contenidas en el libro del Ecleslás-
tM, en Jos sainaos -de David y en las cartas de S. Pablo á los romanos
y á Tko. Muy pronto pretmó el cielo la generosa resistencia del
prisionero. Apenas arriba á España cuando los reyes rompen sus
cadeiiaft, le surten de mil ducados y vuelven á enviarle á la Américit
para satis^iOerie y desagraviarle. Oportunamente me ocurre lo que
#0eribi¿ el Orísóstomo esponiendo la conducta de Nabucodonosor
•oo Daniel y los tres niños, á saber; que la virtud es tan respetable,
que el flúmo rtj no. se avergonzó de adorar á ios catitivos*
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— IW—
Un nzflr hacpquc Coíou onde eii In Eiipañob, Su ^oUcjrníidof
Ovando Je nicgn la iMiÑfíitAlidad, Na impoiLFi: él iieik«3 bnstante con
aquel Dw^, de quien cniító D»vjd jamás habia de^aikTpnrado al justo.
Itimedmtaniente a| Unce á la vela, descubre la GiiByarvn, el Dnrien,
toda la costa del con ti líente, desde el cabo de Gracia liaila Fuerto-
Belo, j funda *u na pequeña colonia en la f>rnrihcia de Vei'iiguní á Jiis
órdenei de sir hermano. El maa furioso temporal deacii labra 9U escita-
drft, lo arroja á Jamaica y Jo pone en la triste necesidad de encalluf
á propósito por nq Terse náufrngo. Podría. decirse que aquí pc agra-
vó la mano del Todo-poderoso, y como que ae agotaron acilire Co-
lon aquellus que llamó el Proreta Real, i misionen de los ángeles
maloa. DÍÉitante de la Española, tin bitqneR^ en qne lalir i pro-
curar socorro; eacasos los víveres; si por forttina los naturalef
le franquean sus pequeñas caonaa y Aletee? y. FwncUi snlen en po»
del remedio, el corazón de 0?ando está «cerrado á Ins aentifoienioi
de la humanidad; oclm meses detiene á los erai^arií^s aUi despai;hftr-
loi. Entre tanto i CnUm, el anciano, el virtuoffo Colnn, abionLonado
de nlgnnos da los suyos, ío su liad o como autor de aqueHos trabnjoa,
y beclio ya huésped pecado para íos indios, mendiga el husteiito inli-
'^midándolos artificiosamente con el pronostico de on eclipic^ Do ba-
jel aparece en eMa cojnniurs; es un espía del gobernadc^r Ovando;
lo monta Escobar, ent^mi^o inveterado de Cohtn. Def^pue^ñe fingi-
dos cumplimientos epistolares, se retira á sanrre fiin, hio remediar
fa estrema necesidad. Para apurar mas, m^rdiclio, para probar
Dios mas y mas la coujítiincia del Alo»irnnte, esa virtuíl, que como
^habeia visto ha sido la arquiíectonica de todns susoperaeioi^es, le afli-
ge con la gota hasta el efstremo de no poder ir á sofocar una ftediciaii
entre indios y eiipañolea. Al cabo se ablandaron ios cielos, llovió la
misericordta sobre el ¡nocente, apareciéndose e! socorro déla Espa-
ñola. Allá ae trasporta Colorf^fuego, luego, á ejercitar su paciencia
con la hipócrita política de Ovando, y allá creo jo, qne al llrgar le
jara Dios la misma verdad que juró etí%tro tienapo á David, prome-
tiéndole que iria allá á descansar de sus enemigos, porque el no tra-
ta de otra cosa que de regresar á España de una vez.
Cuando arribó, acaboba de desfallecer doña laabelo: aintió lU
muerte, mas no estrañó su protección, Fernando le ofrece dar. no
lolo los privilegios que le pertenecían, sino otras muchas mercadea
de la Eeal Hacienda: le insinuó, sin cnibargOf qoc no quiere resol-
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—lid-
ver 6Ín ei'conooímíeuurdf su híjn Jaana, á quien esperaba con en
é$po&o Felipe II« Mientras Fe¡-nando esperaba en Laredo, Colon r^
«de en YaUadolld.. ¡Quéeorta, que breve íl^pki residenoia! \ky\ ya
me acerco, eeñ<«re8, al* momento fatal que jra 4 0ü||>ender para siem-
pre el curso de los años de Colon;. terrible prueba para todos los
boflsbr^p, y prineipalineote pBra aquellos á quienes ciertos lasos bon*
roaos y brillantes como* que los mantiene iT ma's atados á la tierra,
bueQ tealif o de lo que hablo fué el temblor y consternación con que
i^ii rey de Anfaleo eselamaba al morir: feon que ía 'inerte me arran-
ca así del mundo por una cruel separación!* Consado ya el cuerpo
dai lilflnírante cTe habeP corrido y recorrido los dos mundos; no pu-
diendoya su cabeza sostener'mi^s tiempcn^l ^eso de los laureles ar-
libelados ora de las sienel de Minerva, ora de' Ins. de Marte; entor*
|>ecidas con la gota aquellas manos qne con tanto acierto manejaron
U brújula por el espacio continuo de diez años, y aquellos pies que
babtaa eslaaspado sus huellas en el suelo amerieano, con preferen-
•ia á todos loa europeos, InandlT buscar «los ministros del Dios vivo
y frts próñsfas, no para imitar 4 Ochoisras («n'm&itítestarles flaqueza
y pesadutdt>ré, si para p'edh'lea el pan de vida eterna, como gajesa*
grado de la roturiTOBiortalidad; lleno, IB fin, según In frase del Pa-
ralípom^^n liabliHR&de David, lleno de dias, de glorias, de mere<*
c¡m«^^HRi buefta ve/ez, y asistido de los sacramentos He la igle-
sia, ¿üp^Kl día d^H^scension, 20 'de mayo de 1506.
Tal ha sido,* eenoM, el héroe cuyas cenizas honramoa; tale*
iaeron los objetos de'esos áridos haesos cuando loj an¡m6 el espiri*
la; lates las oc» paciones del Aímirniile Cofon, cuytts restos presen**
Isa 4 Dueslros rijo^, nos nrroncfui jiiF^tas lágrimas, como á Jacob la
vtsca^ile \ñ iiliiica erisfiTigrentnda de su JmJo Jit^fpfi; tí, bien podéis
derramar lágrimft?, cierto üe que Ih^úevmm^rvh iobre el mismo
CMoiif lo repito fidrede, sobre el miamo Colon. La eniigüedad, justa
algutin vez, ha conservndoS^ttn itoísotros líis tni^mos rtliqííias de ese
pers^age qtie Ui realxo Mis gloriüí^. Eslá comprobnílo cnu testimo-
BÍoa aniéutieos, que Oolr^tt niHn^cla trnsliiijnr sus huesos de las cuevai
dO'StviUn en donde se iepuíteron, á la ciudad de Santo Domingo;
^ilíO^sta los encerró en el pre^sbiterio da-su catedral, jnrjto al araboo
d^ Evangelio. Así lo escribe el historiógrafo Antfmio de Herreras
Diego Ortiz de Zuñiga, aotor de los a ri ti les eclet^l ¿Zaticos y seettlaret
de SevUla: así aparece en el padrón general de notielfts y doctimen-
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á ..^. «.
tos exiüteirtes eu los firtliiios óc átiiboí^ cübilHií»* th* SíiiíIo DtíMiingr^;
aef ]q leetnoa en el tflutüguiiiiu Je] SJiiodu liu üt{t](íl1« ineiro^iiili; u«'
en fin, Jo hají escrito^^a det reino el barón SiitntJi;! PuffeiiJurf en
sü iniroilucciotí 4 leí hiiatofía^ general de vmges.
En IjfjrüLueiiu sean eartü» U>» llli!^m11s liueiios de ChÍojt; esiá lien
todo cuaiilo liemt*s hablado acerca de 4o» ulíjetos y_ ncnpacioiiea á
tjue se destihnrfjii'^en los dian de Ju vida; tit Verdnd que fueron lun-
ch Qi y jJUíTvaB; [jero «íl elogio queda trunco y preferido el lema, si «e
cierra aquf ol^íutursit* Juistifíquese jiucs, Ja dígtiidliJ de esos objp*
toa y de esas ocupnciolies*
¡ Ah! ¿puede liuber rnnyor drguidiid en ítíS objelo's, qiie la de pro-
ducir tarntiB gJurJua al etfto y á lu tiérrn; á Diojs y al Rey; á la relí
|rion y al eiiudo?. Ninguna stn duda itias escelente y níÉigiiii» otm
fué la de las ocupa ció n es de Culón, ¡CuíiijIüü nuevo* alumnos JeJ
Cütolieiíímo! ¡Cuántas almas í^alvadas, qite hub]t^rnn siempre yacido
tuí la ig^norancia tieí i^^rd adero Dio**! ¡Cuántos ináriireá ilel Evan»fe-
lio! ¡qné multitud de noe\^£i arn?,' de éjÚlvh» ohlacioiie&i ^uuánlua
iiuefOs teatinfotiios de la Divina Oniuipoiliicia! ¡qué reforma en hs
ciencia» y en (uh unes, Jia«ta eulúucef! no Ilahian comenzado á sci^r-
carse á »u verdadera consAueioul Desde el ianiT^rlal Colon (estoy
hablando con las mismas eBjiresiones de un hislDriudur <^mBoJ}4(J)
desde et ?tÍitnorial Cuíon liasta el iiicoinparaLle'^Cook, la j^^^^K, In
historia natural y todai> Jaií cíeoeiníi raperinie^uJeB, linn ITIgmlo au-
mentos superiores á los que habtan tenido <frfcie su t»rlj^en en lu ñjus
remota antigüedud. La ioineoí^u cnpin de metíales, los nuevos ramoií
de comercio y tus tmevaí» osadas ijave|iíacÍones, varian Im&tu ef siste-
ma moral del mundo; los mures antea desiertos, se ptiablan de innu-
inerahlea tíotas: descubrir, con lju i i>tar y coíntifíiar, vienen á ser los ca-
minos del honor y de la j;1o¿u, y toda esta revolución, «eñores, co-
menzada por un lioábre so1(^ftr la subiduría, desí?it¿ií69 y consfanciti
de Crisióbui Colaíf. *^ • '
Ahora sí es tiempo oportuno d^^ffjpar á los huesos d« Coló»
el testo de su elogio* AtguncTdirá quehé defeordenado eJ discurso; pero
advierta que la muchedumbre de hechos autoriza á veces el desorden^
Responded, pucs^ á la pr^gunfe que os hice al principio: fE&tos
huesos vivirá uí ó es posible mueran cslos huesos? Yo no siento, es-
(1) Don Juan Bamisin Müfio?..
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wi«MbfteÍ p^vtifiee J.e Nukír nzerM elogia pdo á CesartOf-^su hermano*
»o siento que el cuerpo.de m¡ hermaim cuando mnera te corrompa
y se rediizxA á polvo; lo qué sientaj^^i^iQ^ cuerpo, obra de las
manos Dlvíhasi un cuerpo adoriiado^Rn espíritu racional, sujeto 4
una ley j alctntado di^la^as lisonjera esperánea, perezca. como el
de los brutos )rsert de (abisma condición. Así también sentiría yo»
seúores, que estos hu^s que ejercieron tantas viríudeff, que nivela-
ron 8US operaciones por el contesto déla ley^ y que obraron tantos
prodigios, quedarán ahora confundidos con los de I^Ü^estias; ó con
lo« de aquellos otros hombres que procedieron, á ma^Re de irraclo*
ualeei qile carecen de entendimiento. Pjregtinto pot la ultime vez*
{^vivirán ó'n^orjrán? Vaticina^, vuticinad sobré'esbs huesos, vaticinaré
j^ ossibúsütis, ¿Qué es jo <\iie responderé^? Mas |k> entiendo bien
^y^ttro silencio: mucho, habéis prevenido mi pregunta: mucho ha*
beí||jj|do 4.entendf.t^que, lo» hfueaos dé Colon no morirán, que se
conservarán siempre vivos en vuestro 'reconocimiento. Yo he visto y
todnvif^ estoy viendo las poiup^asu^^n^etraciones con que se quiere
DeracUiar y los fíistos deja nación la memoria del célebre descu-
bridor'd^ las América^ ¿Quién ¡gnqraia,magnííica exhumación que
hizo la Metrópoli fie eetcis digno!* huéso^ ¿Quién no sabe la Ml'UIan'
te a^)gicU| A hiín^^K^cihimmúo que acaba deiíacer ía Habana á
W^^^tífif^íf r,M:EiiM >r. t¡i>be|'nod(>f informa al muy noble Ayun-»
tnni rento, pe I mi huí * n in Iniliín, cuando el ilustre cuerpo acalorado de
Un eníuiííasnia dt ^rf,tiiíul y leítUad caracterÍ8tiicfK''é imitando á Jo-
sppb que solicita permiso cíol soberano de BÍgipto para enterrar á
8u padre* SÍ inveni gratiam in consptctu vestro ascendam ^ sepeliam
pai^ifm^ met/ta, pide costear' de sus propios toda la ceremonia :de la
sepultara; convocar toílas las |¿erarqiiín.<^ y las c(pses, providencie co-
mo á porfíej con IN iwr^^í"^ rTirrpos, ^ nnntocondiizca á la mayor pom-
pa con que deb*eh sep.alrn >e \(\^ \y lu^mnvaós del- gran Celon; y echan-
do el réflo de su recorní luiieüi s H^cuerda supIjcLar. á la^pjedad del
Rey no' selga jamás d(i esta Catedríil ^ I círtimablé deposito q^ieapabn
de entrar por ^u^ puertas; y qué será d<>sde hoy el timbre mas alto,
el primer blasón de la ciudad* El fueg'o eléctrico del entusiasmo se
comunica de irnos á otros, y yo los veo á lodoí eii una satita agita-
Hqo exhalando ahora sus alientos sobre Colon: como para sacar ca-
d4|iino un retrato según se lo figura su fantasía y mantenerle siém-
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^'T
— 1«—
pre tWo en flus eerasenM^ Si la nía no me alucia*, bm pUMee <|MI
a»i como loff haMos que tío Ezequíel en los campos de Seanar, se
reanimaroD coa el it^Hp^^^íeato que soplo sobre ellos el espí-
ritu del Señor, así digo, me^^krece estar viendo los de ,Colon reanl«
tnados al calor de nuestras oraciones j suri(|g¡#ii3 reanimados al g^l^
pe de las vibraciones de ese aire, que conmtleve hoj estos tumultuó**
sos afectos de que nos ^sentimos sobrecogicAf; reanimi|dos para pe»
dimos miseración. Plegué al cielo le veamos el día del juicio finaf|
no como ac^^e representárnoslo la imagíi* ación, recibiendo loe bo<*
ñores del fulreral» ai moviendo nuestros pechos á piedad j coaspa*
sion; si como y\é ensueño San Gregorio Nazianzeno á^sa berpaao
Gesario, refulgente, gozoso, impasible, ^ei^o de gloria.
„Yo se lo deseo pura que descánsenlo paz'.** ¿^
|S^p
QtJE
En la sql^mne dpec(ara de la UMveMdádlR^iygtt^
ibogado dejos tribunales de la nMKItf catedrático de
pronunció el LdaD. Francisco de«|||^üffHRm?
humanidades' ér la misma Uñirersiclad-
Flúnnt cixitutes, ai pililos ophi impenuntr
^- JlR^ffpc rato rea philoaopUíititur,
ijnl. OapiLoL iH >igAuion phiioso|ih)
SEÑORES. ^^§ * ^* ^
La sabiduría hace la felicidad de- lai tmcione*. Penetrado^ de
esta verdad los ingenios mas .sublimes corrieron en pos de belleza
tan luminosa, visitando nuevos pueblos, j vadeando los mares, para
recibir lecciones desús mejores, oráculos, Pitágoras escuchó á los
sacerdotes de Ménfís; Platón discurrió por e) Eppto y aquella costa
de Italia; que se llamaba la gran Grecia; y el que en Atéaaa esa
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4
tnaeilro y poJeroap, j cuya doctrina resonaba en la tfeadcmia, wé
hntn peregrino y ¿R^cipulo. Cicerón se |£É|Mk"">^" Teces de cntu^
siasino para hablar délas uti1iJaderV)i)K^^I)iaiij[ia hizo á la patria.
f,Oli tú\ (esclaraMj^uim de sus Tusculanaf...;) tá has parido
las ciudades; tu á ípa ^'ínbres derrainado|^nvocaste en una vid*
sociable; tú los jiintaste^primero por los ^^lUU)'^^ después por lój
ipatrimonios, ({e^pues por la comunicación defj^qma j^e las leihií^
tá fuiste la inventora de las leyes; tú la luaejlKa d^^il^jd[^ y dé
las costumbres/*^ ^_ ^^_. — ■ ^, ^^B^^T ^
Aquí toca^ este Wraaor ^^yiBf¿H|gy'"^'P'*^^* «rtíciilmi^qti^
airven & la constitución de j«^^i>^^^tj¡^^ ^$,^^^ ^^^ '^'^^^ FratM
3e la i»bt(lurfii. Élln es la escuela de Ihí biienns Ifyea y de la poTi-
'llca; forma' un 01 buenos PriiTcipee, y m^igiatradni Uiimniios y sabios;
«rtü un pueblo dncil y obediente á Ifis padres de h'pntrin, é inlrocJtr-
ice !á pn/, la cnnfinn/,n y «una proporeionadn ignaldnd entre lo» ciif- ^
laJam^?. í? i guien do \ué biielfíiH tiobrf» de etle ?h!iÍ(> romnno, drbo
inanifostívr íjuo fa H»bklinia hace la felicidad de Ioíí citidadai^os y de
las naciotiee. Si coJísigo inipiírircia un divtno entusiat^mo por estn
deidad luniiiioBa, y uti üe^eo ardienie de recibir en ehtc año Uterarío ^
s\j« lecciones vnriasy »irb|tnie?» í^e luibrán cumplido Ins mies. Para
Jleiinr estü» grnndWsn? Ideiia, pitbi TUe&tra vcina, como Cicerón cu
el Senado romano Iñ ííc loa pnd rea couscriploa* > * * ^
La sahidfíria ftaqe la fditidüd^t los dududanüs^ ' ""**
Desde que el priiitiT hombre fné anejado del deliciopo Eden^y
guíirdadaa stra puertas por un Qiíeriibin con empajo de fuegOj te vio
precisado á estudmflá ivatnraleza. Al prírícipiaíTas primeras so- •
ef^fladcs y fi*rmarse las iirtciorie^, las ciencirii y las artcB dtbian cul-
tUaree, y obtener sus profesores \m primeras filhit: aaj 'es que en
'las varias «edades de1 niundOf los bot^bres ciehilffcoa bnit deicolbido
sobre íoá dem^a fer^s, y les tiié contjíido el rétrimeri de b'S luieblas.
Golado por híli ríidismtea 1 tices de la sabiduría, ^iiix.deíir la pro- i
fundidad de Ion abismos; l|j?ga á vér el origen cíe las »corrÍenteií, lf>í
tOÁpros de donde ialen los virrsto^, y m din ira los ninneiruris y prodi*
gios*qtiQ eieotide el mar¿n su seno, l'erietra en las selvas y sierras,
loca las TH ices de bjs íttos níoiitcií, ve sus bóvedas y Jos surtldeton
^ las fue n les; nota Ja ealructnra del globo y la rudera de ]<^ precio-
^ol minerales. Sabe k fas eniLuenci^jS! vé bs rocas qoc barí quedado
dí4 nudas de los icrrcin^s qtíc po^r/ íi4ífíctí*llcTnron'!aií'f!g.tro^, trasbi-
17
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dáiítl{>W á otros piiUea con hs fértilrs hereilnJes. jAbÍ arrebaton loé
Vientos y \nB UnMims eetn» poseí^ioiies qtie ÍJamnmos €terjin»t
A\í¡ se II bufo v^ d cVrau que llcivan Jb& nber^s^ casi paralelo al
lie laíi monUiruis, á quienes lian farnindo, útmfurm&úáo fa antigua
"Cura de ta Ú€rru« Cotitinnplí^ t» fuer/a dVeeias tinísiniaa limas de
«gun, que roen inc^f^aritpmentB los fiit^damüMlos Je los tnonit:?. Es^
IÍ4I0 p4;i|j>zi>tf irregiiinres Je uiánniJf (pie eii%tra tiempo rodaron lisa-
ta el Iüclit> Jtí líí ribtrríi, líimidos coiitínttamettte en torno por elaguA
corriente» han goltaJo sus alíenlos y cFqtiinaK^ suVá^peraa superfi-
ciejí 8G aligaron y (f^esentnii tina ñgurn rtv;ií}a y puEido.
DeftJe el fundo Je ias' afehas leviinta snn inirns á la£ estrefías,
nota sue lugares y aspectos, a visan Jo á íos fabrnjorea las sa/.ftnes, y
á loa sacerdfitett los tiempoa Je la« fi'átjvijajoífi. A tos fiaatore» d4
avifos jmpfírlaiít^s para mejorar las latja§ y eoloftfs de yusfebaños^-y
p paro niultiplicartoi, enÉí€Hliodol^e"^á cniiiar«8i( vida indcettÉF, y^e»ti-
nisrlt^ T^ébic la atterle de íi>a r^yes, A los príncipes dá lecciones áe
|JOidbnc¡a y de inoderactotí^ liaciéJiJMei preft^Hr lifjtiaticia ¿!la gto^
na, y la pal: á las vícionaa^ Sun esiudií»» fortaleceti á !#jiivenmJ y
■^ ulegran la edad decrépita^ son un aJortio efí la prosperMiidj y en ln
adversidad un aiilo: el bienestar, bs honoree^fj^ík íelíci Jad siguen eil
|ios de ella* \ * ' • ^
Las cieiinias liaceii iiuet»! honilí^c b'rilfc en In Sí- ii.dntf, Plafoof
' A rhin t«le s^ G i cero ii , Sé i leca y iít r os as i g riogoe € t j 1 1 1 ^ j r > ■ n i . j i ■ o ? , fu e -
Fort los atácalos de su ^i;,^jp« lio los tietnpáv'híj&deniosr multitud Je
íligeuiot^ sublimes, después lie labrar su felJtifdad^Hian ilustrado á su
|iatria, ya con sus escritos íitaiinosos, ya eo'h^'Bti^rofundas conocí*
tifien to«) en los cütisajoj del reinOf en el saiÉtuario de las leyeSfreri
«i teíuplo de la Justicia, en laa u^tvérsiJaJes, nceiJemins y Mcebs.
La agricultur», 6t*gur» JeHofonleí é^lfí matirelde todas laa aftes^ kt
república' sin ag^ricultm'^fc cstS. );ir;Tein a íiMtieiisa^neCesiJívdesi i|V»e
son causii inmediata de eríft^rtHedades I ^i?rlii:Kiues* y guerrns*eJvilMf
Con BU ejercicio se aUmcntiiii las gocc^tkl l ¡udad&na y ¿c jrafecienta
la riqueza publién; ella Jio'á K^er E^Ufíos hombres éminetiteB. Bu pas-
tor se ki£0 gran soldado y. caplLt1i4:mn[nor^ Vjriatn,* cuyas ñBfóieatf
«t;cioiics llenaron de terror al soberbio Oti pítollb. Lo\ (]u^ ^j^eroo .jt
rjamar á Alitio de parte del Bcutido para <iue t*juiáso'ercftrgo*de elit*
f»eradur ^general del pueblo r'onlMou Ic bailaron q4ie estaba/semokAfi-
ú^: l*e r< j ai|u i^Htíf • mmto n^^stíi^ia t^ni jiit^^M^^s del ca Jitpo rofi^tlK*
*i?.
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cleron el rem^h piíliHco, y tuvieron las riendifs del carro trii»nfiiK
Quincío Ciocinaio cultiv^aba d^la otra parte del Tiber una harmo»»'
keredüd, cuando fué 9<^>n^^*^||ÍctadbjM^|H^^ ¿Y qué diremos ^é
laa artes? Not^oriaes la fama qjie |¡^n^g^|ptdojp.or -^i^ obras iiiino{||^.
let loa^ Ijisíypes^rofen^pm^ la escuj^urarj piíiturj^ En Italia, MjeaeV^^
Ang4?lo, BraijíiMiéJíí, Ríifieí Urbiíja, TrcinoOf Alberto Durero. Ei»^
Francia, Lton/irdi) de Viiicf, piíitor y esc u fiar famoso, Eñ Espafii*^
Berruguete, Becerra , Murijjo, Niivarreíe, y oiim gtirúoH ímigiicB* Pm"
iíjo»eriai sertores^ eí hubiese de eniimcnir todas laa orie!^,;y sus dig^
nos prare^ores. hti fama de Hipófira^üSi de Fitüíis y dí^ A peí es, ^ reto;
nurá crMí gloña vn IfHÍtmips sigloinm^ *^ /
El comercio haca üI liírmlíre^seTior tJe los t^art^* dominnndo Ina
eiitumeciílíis oIüs, lleva Jub prodriccioiie:! pu ir ins^á^e motos climHs* El
coaaercb es et almn Je J»» iiactooes; i^iis nque'¿ha>son ¡nmeoias^ con
«siJaa se acrecieiUii el poder de los imperios: wú ñurccieron eti otros^ ^
tiempos laa repílblicns comerciantea de hx Fenicia.
Verdades, eefKjres, quejí»y.uiias profesiünes inufl oQbleaqu&
otras; pero cada una ikue sup preuwos y sus coromia, y todas conlri*
bviyen á la fóJicidud del ciudadnian. El n/ipJrnr á su perfección es un
deseo lauduble; al cotiseguirlo es un glorioso triunfo* Pero ne necesi-
ta un estudio contitujado, utia ineditíiciop ^irofuridafiy coriauitar á ca-
da paso los autores unti^uns y modernos^ sin ndoptai sus principios,
lino eu cuan lo id (xíiuíco oos b>s nuíestre evidentesi lu minos os y con-
formes á Ja natura I exare^pericncia y iitilidnd de los < hombres de tú-
dos los tiempos, fíigümos á Sócrates cuando nos recomienda que nos
conozcamos á noaétrog mtgmop; eecucbemoÉí k Filágoras y á Platón
erándonos dan precepiota i ntelrgi liles; reciba ai os |gs con^ícjosde Zc'-^
son cuando íoi bailemos conformüs á In nntiiralezadd bombre; du-^
demos epn Pirron deaquellns cosns euvos [irincjpios ba^ta oq^iií no^
hHti sjdOilrien deseo tm Ti ; i díi$;.cmpt<íe>UQs Iti^ ^utiíe^a de Aristotelea
para descubrir lo verdadero, tan frt'Ctien te mente confundido con io^
falso. Mas en el momento q^e ásBcobrriUios el error,, r^o debe la au.^
toridad de estos nombres rcspetuble-"^ avasallar sos^nt i¡fUceearaos en.
manera alguna.
No perdamos de vístanlos progresos í|ue en todos los siglos lian
becbo los gemos sobresalientes para imitarlos y recoger iguales fru-
tos. Estando Julio César en España «n. el templo de ííércules vien-,
do ¡a estatua de Aíejfindro Magno, y pinEadas y esciüpidás f^ns ha»
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Tifian j trofeoi, derramó lá|;^ iinas por no haber iiecho cota dtgim dt
inemorift en U «¡dud que aqirul hému habia fujetiido todo el Oriente.
Sci^uéJ, pues, Uñ hiít-llaü de Ins híHiiUres f^inineiitít** Nuda Imv que
fi&truj(a el camluu i)*' Tti II ristra tjdu lmi un ^ulnetuo bien constituido;
iiaifa es cspaz de jni|iedtr Jos progreMJs de lnvciviliáücion» Imjo Iti»
nuspicíoH de una riinn otigelicaf luja de la culta Rurope. Scutyda en
el trono de Recur^dt» Ui &t«b¡durla oñrmn su mlio; al puso que In ig-
Jtéraiicin I1Í/.0 hupotentes ios esfuerzo* d*5 un príncipe teniernrio.
Si queréis cousulid.ir h\9 instituctooci pniriaa y asegurar la ver-
dadera Ttíficultid, niiKid In ^nUiíliinii. Fonuidahlt» es la lucha que pre-
líéman la luz y hii liuioUh?;; cata es la lid í^angrit'ritn éiífre los tiranos y
iuft pueblot. Hace muchos siglos que pétrea ri con deDuedo la felicidad
V la iguorancia; estaiierá domij^ada m é6 ilustran ^laa uactAues; aqueMa
nerá ireuDJda si Us mñia» popul;irfíá>y»cenen la igfuorinicia. Desgríicin-
das las naciones si una nueva generaciíjn no bate con heroisjno al
f monstruo de la tirnjiju: arrastrarán tas eadetlaii gemiráti en ta escla-
viind^y aun en la oacuridad del scpulerí?, ierán hollada* las í^eni/.íis
de loi héroes. Pero los deseos de ilustración deben ser moderados,
C/fíco que coma opulto Dios el árbol tb? la tida en pena de un deseo
de saberlo iodo. No eligió otro medro para frustrar una curiosidad
oiccsitíi, que ubaadonarla á sus mísmaB empresas, provectos y opi-
iiionei.
^ La sabiduría hace ¡a ftUcidad d€^ las natíúncs* ^UMí^
Abrid el libro iumorial déla híaioriu y farérslas Dacíoucs cieír-^
tíficas en la lutiihre del pt»der que perdieron rápidamente, cuando laa
tinieblas de la ignorancia v ni vieron á dominarlas^ En Atenas ya no
existen sus sabuis, y ^e (^Btlnguió la antorcha lumínofra qtie daba luz
á los pueblas. íloma, ¿ilóude csián tus oradores, tus filósofüs y pa-
dres! Ctm efloi pereció tu poderío, desapareció lu grandeva, y te piu
lie ron iaa cadenas los pueblos bárbaros: en un día se osctin'cié la glo-
ria del soberbio capitolio! Afriea! otro tiempo tierra reninrosn, donde
brillaron la ilustración y el poder» apegas quedan algunos de su%
l^randiosos monumentos: y han sido destruidos hasta lói scpulcrof
«acroiantoi.
Las oaciotiet han tenido lu época de sbsti miento y de grandesa»
de ilustración y de ignorancia, Eti fas eras dt3 ilustración fueron re-
gidas par gobiernos repreflentnsifOf , bajo sus diferentes formas, srftun
c^dhrerio carácter de los pueblos- en los liempoií de ignorapcist
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tibUrttiiiaj el deipoiUmo pesaron tobre elUt^ El fauttiimo ora réti^
gMOt jom poHUoo, Imcin^i^iaiM á millares, por d¿ i|«iera te le^
TAoCavoD boftieraa-y ^h3^ffilíá^,Dpgradi|df]^ d%nídad del hombre y
corrompidas a|^ eostumbrea se entronizaron los crSuenes,^ la virlud
Mifí^va buscó un asilo en los áridos desiertos.
CiiHiidü el CrÍHdi»r del tiniverso proiiunci^ la paliibra liágaH*; la
Iu2, derramo de su boca^una íierniosiira amjib!e que £(iüpettdi6 al
iBuiiJo con sus encantos, y paso cii cadenas á las tíniellns y la iio-
rhe, tirando la uortiaa que envolrin al ojUe como en sü Inrauciup Es-
ta inziravilla natural Fe repite cada dta en lúa íl^irecientes íuliaa del
fltba, £1 mundOf que e^tabn sumido en Ins tioieblys de la nocbe, como
tm un sbismii, aparece de nuevo á los Vijos de ius míseros mortafes, á
cada uno de los «eres vuelve su color ccm la nueva lu/., lus pradob ver"
des, las flores varias, las ag:uaa plnleadast y cada obra de la nnturale-
2a recübru hu gracia y enpleudor* A éFte modo, stüorca, cuauílo l9^^
mano omnipotente derrama ta sabidoriM sobre las nac:lofles, desHpa>^V
rece \\f ignorancia, y hrillBn>de nuevo Jos i ti estimables dones de íu iu- •
leligcncin. Hablo de la j:»biduría que eutra au las ciudades parn te-
ner el princijiado en todaa las amt^: para tiacer reinur et orden y Isa
leyeií, para censurar fas imvedades profanap; para inclinar sus barbas.
Jticientes ¿i los umbrales de los lemplos y Iiacer respetar los mineriot
divinos. \Diu h:úiU> de eaa vana sabiduría que t^e introduce par»
derribar hi^ ciuchidis uutigu«ií4, despeduznr lai tuldns de las le -
yea fundamentales, ^elevar el peuJun en kvs '«ediciones, anular loa.
preciosos derechos del cUidadfinD, apngar los amores legílinins, y
mezcladas entre si. las. co5a3 divinas y liumauas reducirlas de una,
vez á pavesas.
FaFaron ni fin los sigíoa bíiílmrnq, y una era fíe ilustración de-
bía sucede ríos. En Alemania y Holfinda di^ítugüi Jos filósofos creoron
una escuela fecunda, que estén diéndose por Kuropa, babia de conmo-
. ver basta los cimientos de lu suciedad foitdnda pur el feudalif<nio. A
ettus ingenios sublimes eignieron otros que desenvolvían en pulUica,
en tegUlacion y eu economía^eorJas nuevas eji absoluta contradic-
CtOQ dou la» doctrigaa g^qonocida»?x^auii coa los principios que fir
maÍM||p»)a biM» de ft^DnroisacioiÜK^^ La bistoria obsenra-
wk. conasooibro aquej^freoiecimiebto'colosal, que conmovió al mmi*
d» f Dtero^j ectamioará loa portentosos liecbos de las rmcionet le-^
VMtadM th oíaia para derrocar el despbtism'fJ^r aa^Turm^as ttMAta-^.
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^eí ftótrini. Fi^í iMeciiiiii'rHos ciejuiricos se críjtit por to Jss parles^ y
pnncipiít una nueva crn de abiitidRiicÍB y ^ vida para los pueblos. L»
Rgriciiliurfl, los nric» y el ¿bmercio ñofmen donde reino la Bnbidurífl,
al pn»o que bri naciones u^ ífutiiiitadRa ynceii en eE nl^atíuiientoy mi-
■eria. Las naciones ilustrfid»* crecen en poder jr grnndeza^ decayen-
do por momentos los fo^pidübíea imperíoi que dieran la ley al uní-
verso; pnrque se eBlinguiÓ en e líos la nntorchíf qweff^s hubo ílunirnadí>.
En nf>sotros por desgraeioi. no ec han difiiníliíio tanto hn lucei
del siglo; estriba cerrado eÍ*iemplo de la snbklnria, y no era dad^.a"
cercarse á sut itrios. ¡Que era tan desgraciadn! Mejor no ps deicri'
birla. Sin embargo» debo dectrof que lo faltn de ilustración ba prolon-
gado nueairos malea y ea causa de que en alguna» provincias úén to*
dtiFÍa gritos los genios át U% guerra* No es posible tanta desrihcion y
FUJtia cuondt) doniina la intefigencia. Con lodoj nn rayo de la srtbidu.
^■U penelró en el caii>po enemigo, jr «I nfomeiito deponen las armai
^Tas legiones q^>e pretendían con qu ¡alar la corana de Cnstida; esa co*
roña inmortal que ciño la bija d«í^Ioí reyes* |Qne nación lan admira
bleS Los grandes flcontecin*ientos que en otros pneUloa anuncian lii
ruina del Estado, se resneken ftiÜímente en^«ta nación grande, en-
fuaíasta y heroica. Una guerra fraticida y prolongada debía arreba-
tarlos monumentos y fos hombres, y traanjitifse 4 gira generación el
germen de fa discordia; pero de repente briíla la Fcñnl de gaifijy, nii
ejercito ^ngirerrido que poHia continuar la Sucha jJifE deFgracMs de la
pMria, sa coloca bajo el pisbellon de la hija de Pebyo. La sabidurK
ilustra á loa guerreros, y pre6eren el gobierno represenintivo, que ha-.
ce felices hs naciones, á la &ominacioji despótica que sqIo puede líe*
var el futo y deHOÍncíott á los puebío?,
'Abierta está la feen-Ia de la literatura, jtnrenes nl^tnnos, y ecsíi-
íen obra» inmortales que tratan deí derecho natural y de gentes; de
k>s oficios del ciudadano públicos y privados» de las dolencias y re-
medios délas repúblicas, de loajuicioí^ y, sentencias ca pita ka. Abier-,
tas estín las aulas, donde se esplican las diversas ciencias, que ema-
nan deJ trono de^ia sabida ríe. Si hi cultiváis con e&mero, tendreTnoa
'^a esperanza de que algún dia vitelv^ nuestra patria al grado snblime
que octipó en el mundo civilizado por su esncU^ud y grandeza. En-
tóncea tas n^ eiones hoy prepon de rentes recihjau Jecciones de nuea*
trotinmortnJI^B táhioR, y abatían sus pabellones do quiero que treraa***
. *aba I«i1;ínu lífera de €asti)la. "'I ^'^ *kM ^ '-""*^.
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— 4g¿—
Vm IiiJbeifxúdü la |^ía j felicidad que prepara la «abidiKta i
Wf JumladuMI y é 1im^ Aacio^tv Ki> olvide*, 9í;Hh «%u«1 antiguo pr*- ^
MtlM:-|hMi«eM íjH oftvfftíiei^qQde^ loa filóaofos imperaq ó loa einpe- i
Iradorea fik^oftin . t-Ho dicbo. *^
N» »-
. DEL mUpW-MÜNDO.
Bl dimjanoNicotasilfortoftoann, que 1riajaba«ti 1749 en la Amé.
HiBa 4néf«dk>nal>«e8ifeí prituejro- que lia/H Comprobado en su .diario la
exHMkicia át rocas cubitrtaiMfignrtí^. El célebre Mr. de Huniboldt
Vio tambien'iQn las ribera8j|jBl Casiquareí fig;uras imperfectas que ra«
preaantaban o«q|(^,a«4^i^te8, cosp^^'ilo^* sefrpí^ntes, boas, é insirió
melirfíi qtie Mrvl4» pfrn 14 fabricación de la harina de manioc Una
l^i^i. poj^MI^ larÁmérifiQ^^ está también atravesada^
lÉate^t ülhite (^r'unavatta «ona de rocas eséulpijas, que presentan
ligumfdemiimales y rasgos simbólicos, fl^qieotemernte ste ba^ .vuel-
to á abservur pnr Mf. Scbnmburgkt do íu Gocjedad de atJticuarjos de
I^óritlres, en la riberíijJíAEss^íliiibo', en la iiascíjda de IVara^ute,
>,Eita cíiBcñdrt, dice^ es cé/ebie no solu mente á chusa de su ^^eva^
tíoli, sino tnmbien^pofyei gr^in nú mero de íigtifnfi eí»cifrlpidas en'^ui
piedras, -.i-'hice lo p^Vilile parji rcmpA-* «rm de.^ealoB k-ocas» para lle-
^ ,1 11 M ííí cíyiLüii:go; pero ]fi pteJí 1 *?f\t lit^iníisiiiílo duta^ y la^^kfiébr^
vétit] !: -ínTido ííiB fií^rxDs» ¡Vi auitíiiazai, ni pratne^ati' pudieroli
títni^ iijJici.^, ^'il^r'^nl^oto marulínzo á aqucllaB piedrai, ve-
fMfibk;^ moimine^ito:! daln ititüftgeni^iay de la eupertoridad de aua
^«tSQ^iMos*;.. LaMtifarentes uibus qué hemos enoontradoj conóqett
^ÁPP'MiiMflileiKps ¿ ptisa&deia lejanía de Iqs lugares. £l tercer es-
MkMpUtbadbrtfllHv alrQMbdo OEiia eonípañeroa indioi; . psr^» $ü#
wyiíWilMiiL <frtW.ai £^sgodel Alelo cayese ñplin^ii roa -iuibé^ay Vianda
qfde no podta^onseguír ron^perlos, me contenió coii hac^r/de -eUoi
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bñ dmfto eompleto/* Kste ultimo partido era el mus prudente. Es
ée esperar que etree no tendirán iiMfar.éxíto q«e Mr. (MimHlHt|ek« f
que ningún v¡ag<>ro que peftenes^ á^um itfusiott eiirtlhHMd^^poaMlié
una mano destructora sobre efitoa«iii^nuinenll6i» 0
El sabio Mr. Htinfib»ldt, do quí Ji tomamos estos pom
'Xfíf»€oa$ anaUi de ^o^tjt^i,}; coaaidesa estas obras como los 1
de una antigua civili JPS^ que pefleneeeu|uii»á á ttiia*6po«aieD qtf»
las ra7.as que actualmenle jjjstinguiímoa ew* deacouMÜdas por mi
•nombre 7 por tjs ifi4iacíoq.|Sp i^l^diaios indm^no tienen Mm
alguna de la existencia de tales esculturas: Sóbfft^s riberas del OH.
ñoco estas esculturas est4iitfcolocadu9«á«gs|^ndes elevaoionei sobre
muros de rocas inaccesibles, (i) CuaiYdo^e preguatiaá tos itt^^;ei|f«
como han podido ser esculpidas aquellas íig|]ras;yrespofidoB 1
do (como si refiriesen un hecho que solamente un hombie I
.de igggrar) que eso fué allá en lo$ diasát¿^ grwadn^^í^imi^vknáo
^sus padres navegaban en canoas aknivel de<oqttclla elev«
« »
JLI21l3JLBI|Ít:
En Atenas Lijdol los ciudnilanoa teninn Jercclio de acusar i
cualquiera; pero si el acusudor no reunifi la qúit>ia porte de los ?oto9
ó iBrrngia» de I03 jueces á su favor, pagfi^uifn multii de mil draCi»
TOBs/ E^cbinesi acusudor de Cteüifgn Uié coiidt^mdu & eltu. " ^' ' * '
Err la repúbüca/omíinn loB^cüsadfyrea Iflftiiafor parte del licni'
po fueran jóv^tieSf dffeiniiliaiTi^teiH iliielruB y dístiii¿uidaa qite pro-
cu rabÉii^t^urse á conocer y mlquírii- ivoinbradtn Vimatn^ ¿Lio cargo
«a deíenan de una provincia nsolada pOLUU mú magistritdOv ¿ lu dé**
un inocente injuaiamente oprimido. PaVn.csTo'se neefM^I^ 0^^^^ ^^^
lento, y mas que mediauo valor: pues tenían que arrostrar loi tÍK*l
^(1) Un sd, ana luna 7 una mano, están pintailas en la eaBad^^d fió
de Teeomava k QQÍ|olepee, tnmino de Os|aca k Méjieo, quelasateinu tsévé
los Tiageros cttiiosos: están pintadas á maoba altara» qne etmta^ txaÍMii»-MÍMk
aulas..
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— 1»7-~
ésioi i^ftliABKi J MDifit^|«e •! «««Mido tímete m lloMt. CMi9«iik
ñil«rét de In repóbtien qne se catttfiíero \o9 ddítof, por etli «haom
pretefjg de Tartee «iodos á los ecusndoref .
£tt los crkneAs de lena m aginad, se duba áioe aeoeaé^ree ki
pAurte de loe bienes de los eottdetmdos: d^niide ñno que de»*
pues ee les Hamo euadiitplatores; nombre J^^^l adelante bajo loe
easperadAres ftié mmy odioso, j qtie se dabl^^H seerte de Jeiats^
rae. Sin eosbaffo de esto^ ni> todos podían defMRt'l«e mn^res y loe
p«piloe no podiaB lle4l«a^sino en ciertés casos, lo. misoao qae los sel-
dados, Gáfeme notada de iiifaone, &>c« &c.
A la eoétttsabre de mantener acusadores páUteos sedebí6 aepH
I la eonserraeton de las buenas costumbrea e« la rep6Uiea re-
baau mediados -de Gteeron, en que la eerrwpeton pesó á
aer jn^^pw^wv»
QiüniiHnlaiio deeia que habin miij poca diferencia ent|e un le-
df^de earoino real y un acusador de profesión; yOiceron miraba eso*
rron de la familia Junia el bn^r feoido en ella u» orador
la acusación. »
eblo^reinaAo malrotábala OMiyer satásfeéejon cnaMo 9»e
badán á aquellos que babitin obtenido tos cargos de 1^
DO se habian eonduqjdS con* toda integridtt^ miraban i
res como á unos (jarros que echsban soll|| ^ lobee
renia. No obstHOle, el injusto acusiidpr ejiwitewlede
rafamia por la ley.Remnia ^ ee le mareaba l^^pra K.eñ k^eiise cdn
■ mi lúerro'ardieódo.
Por la ley JuHa, se «windó que no pudiese acusarse k ufta Ém-
fer de advilerio, sino después de haber acusado al marid«> deque fe-
TOfveia ie%e8cesos de «ii mujer; por cuyo nQidi^se coartó moebo es-
tigMpecíelde acusación, qiM mns a*yfcte4iijj||lfielipd0 Gonaliffli-
»o.pflC;MI|f diseneiones, y fu^^estas cpBcuencias que acarroAbo en-
Iré fas fiimtlías. . * "^
• A loe ireesadAres sejes pon iañ guardias ^con el ol»ietode que no
fNi^ieeen eovromplP 4 los jueiKs <» á íes testigos.
Catón el Censor, faé acusado y co^peíiée antelos tribunales 44
▼eees, y^en tockw eiks faé absoelto y castigados sos oeoeadereí'-
»n Henpo de la repéblica romans^ tte l«» cOtobatee juieítrios
eSMndase pieáeótabaa mtichos acusadoíts ea¿tra.o«osdo, erfc pre-
Msio qM se pufl^eeD ellos eiKrc ftt acorácrpaf»iM5mbrwa-»B»*^e*4som-
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_k ^--.
én éA que m eftoabeaate la mimmom é ooMiHttaM eon el
£t«i eenibiaba en Roma de vestído, poniétidMe ub« orado j M-
'cio,«de dt)nde viene que loe términos sontínattu y rm9 sMi móiil^
*avm;4é» «Ir acurado era persona de con«iderao¡oB|i|ai3ibtalMin taaiiblea
ém vraltde todo* sufrientes y amigos; y si al mismo tieasfHi ImIihi
iieoka servieíos >]^Hfl|^ ^ ^^ patria, hasta los magistrados y sett»-
lioins daban esta^^^^^sterior de sentimiento, y se empegaban eon
^ ptteUo á lo» qi^^esen que juzgarJu pnrn qae sarkers absueHo*
-W acusado ra dcyaba crecer la barba y el Ctfbello, y se preseiKa«>
ba ante sus jueces en actitud la mas humilde para mover á oompSf-
-ailMi. 6a valiiía algunos de otros mil medios: ya prtseotándeseaconi-
• Ipaáaáos de su muger; padres é hijos en un estado el mae lastímotf^i
ya seduciendo á>uiganos de los tribunos del pueblo, pera que diail
viese la asamblea en que iba á ser ju/.gado, ó bien por medio é^ek*
. guti ajpfur^que aupouieado haber observado señales de sioiesiro pre*
' M^iojiicfese suspender la reunión.
Hubo no obstante ))lgurios ilustres acusados que no p4idiraott#.
venirse con ^tas bajez^, tales como Apio Claudio, Scipio%el yema»*
4or M Auibsl, y ISeipionEtniliano..Etii4)la7«ud# anta los jáecea Sci-
f>ioti el Africano, contestó á los cargos que le hicieron Sfls acniadtt*
Tra«nuitiei^do sencillamente l(Ís (puchos y grandes sérvírioa qiaa
-baya lie<^ en favor de la repúblic;!, de cuyo medio se vaüenMi imm-'
bÍMoirofjloml^ea célebres injustamente calumniados.
neoiar^dp Sontas,, de resoltas de la inicua aeaaaoíoif dt A-^
royto y MéÜtf; que era culpable, sin determinar todavía loa JMC— g
h^efla que habia de sufrí r^ fiorque en Aténaa cuaado no estaba se-
fialada por la ley se dejabtvá lu elección del reo la que couaiderahii
merecer, y advertida» dit qnctenia dereclio de que se le oambiaavlm
|i^ de-muer^ ^IkSi? «ksti^^, multa d«c. respoadi¿jcnei;raaiHyiee
^'Atenienses pues, me pré^ff^ á i
im()onerme á mi mismo Ja
que meaasKo, me condeno poi*^haber pasado toda mi vida en iostriñ*
. roa 4 vraotros y á vuestros hijos, por hn^ dasprociade O0n esta
mira negocios domésiíeos, ectiple^w y^dignidad^, por liabarara oif •
; iMIgrado e^teravieAta^l servicio de la ' patria, u«iwi>aiid# «cuitioiui-
menta Mjiafser virtuosos mis coiK^udadanos: n»e ccMideAO, difo» á
ñ^t alime»tado (^qiü» uks laata de mis dÍM m el PrytáM^ 4 fiapsn-
. ras de laiapábüca.'^ {^st* c^otesudon, 4uuiime h^aisim aliHWiüi
- . Jemitcifti 9Km^tá A tados jius jaeces; que ley atu jabfoft á^^^
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%eM«M la cicutA qtie era un género 4% supKcio may usaé» «M«t«»
^le« ^Yo voj lea dijo ccmi una notable tranqaílidadíi \otfm ^¡m h im*
rimaron ht seotehcia, á ser entregado á la muerte por niaalraa^r»
«iMiaa; la nataralefll me eondenó á lo mismo daade a)ipaMMr*«HÍai»»>
t0 de mi naelmietno; pero mis aqpsadores van^jar eittregailea á ht
hiianiía é injusticia p(»r orden de^ in verd^f^^wiéraíf de mí ^ipm
para Hbrarm€ de ruestras manos hnbiesa é^^^Ht aeg«o «• ana»»
tumbra, palabras lisonjeras j eonipnsiras, pHPniedalea ttmídaa-jpt
lludilldea de un sapticante. Bero en los tribikiniy cono «o la gaer-
ta, no debe an hombre de bren librar su v4da per tedo gémew^ ém
wméhoB* Es igaaknente ignominioso en una y oira no reaeatarla Mi»
aon empeñe, eo<i lágrimaa^y con todas tm otraa indigmdadea i)«e
hacer todos los d^ns" á los qne están dond^'<yo rae ree.
La acusación pública, tnn en uso entre loe aAtí|pe« y eaai- M
i deaterradas per el cambio y mejores inatitucionea de loe tribu-
ía, parece qne iba á retfovarse á óUimge' de-<alglo i^I <^nndb
Mmo V mandó que un marido que né ^ese á ii]ue¡arae de loa eaea^*
ioaéoeu-moger, sería castigado de muerte: cuya diapeai<»en upé*
«08 ttiifo efecto, por haberse conocido "los fatalee reauhedea q«e» Ihi*
i.preducido su ejecución.
• «
~- — ,,,# •
O
obras artlstlct^ son ni mismo 'tiempo un objeto tíedaje f
de cariosklad. Tienen actualmente eu rerdadero logar en lea laJái*
«iMi^ páMkm, y en los gabinét^ diaj^s aoberanoa y deles ríeos de
-%iieft gasto.
* %S1 caaiafiío es un objeto grabado en «na piedra fcolnffda Je «K*
•ftrentte eapbsi de laa ^«e ha sacado partido el grabador |iara bacir
*%a4bMlo*aoWe'«Í'qiie rmrita ana fig«ir&<ei) relieye bíKlMiy ad^-on
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— 140—
Miof otouro, ó oscura sobre un fondo blnneo. Los mas curioseé y
Míos son «quellos cnya piedra tiene tres capns, de las que la om
osoura stnre de fondo; In mas dará queda reservada parit la iguray
1a ieroora para Jos ct^ieilos, la *burba, ios vestidfli el casco, las ar-
nnM u otros atributoa. La piedra i|pe mas coiuumueiito «e emplMi
fiara loa eamafeo^^HBardonyx, cuyo foudo humeado l»«ice reaal—
lar perfoctamente^^^H^ llamado así por ¿I color de hi uña que aa
Wanca coo nn ligero|Rte color de carne.
Es mas fácir^Kpbar el camufio cyae el entallada en piedra á
pralM^do CM hueco; porque como dice Mariette en su Tratada de Im»
pé$dra$ grabadas^ '*el artista tiene continuamente á laTÍsta su olMrat
▼é su progreso y labra el material por donde quiera que lo jaigs 4
^ropésito, sin temor «de des?astarla demasiado, y sin necesidad dm
aotiealt0g á cada instante la impresión en cera que él grabti, como
aoc^e cuaiido obra del otro modo.*' Pero, como nota el mismo Ha-
^rieneif par% grabar lar caipafeos, no basta^ser buen dibujante y tenar
Hbaen. pulso; este género de grabado exige quizá mas iuteligencia qaa
^ fae se hajee en hueco. El artista emplea en 61 (Redras, an flas q^a
la «aturalftaa ha derramado dilerentes colores al acaso; es neeefaría
fue él \o¿ diUrilpiya en los lugares convenientes, que los adapte á
loyliv eraos-objetos que se propoilb representar, y que estas difeposi-
^onají payAhiD tan naturales, que se dude al ver el colorido de la
4iht^ si ei^BM^Oif es el que se aprovechado de uti capricho de la
naturaleza, ó si ella sola ha hecbT^ la operación.
Los antiguos tenian mucha curiosidad por los grabados en pte*
<lfl^ preciodas; y- á mns'diél Oso que hacian de lus camtffeos para ador'
aar sus anillos, lorpeinados de las mugeres, los collares, los broche^
Je los mantos, y aun los calzados formaban también de estas obraa
astMoas, colecciones á quejJAban el nombre de diadf^Uotktques.
Pompeyo colocó en el'capitolio las piedras grabadas que baliia
paitado 4 Mitrldates. César consagró al templo de Féitas úhtátru
las qae babia recogido con enormes gasto^ Marcelo deposité sa ga*
Únele de piedras grabadas en el templo de Apolo PaJaliao.
El roas grande y célebre-de todos los camafeos conaeldoa, 9B^
ét\ gabinete de Francia, llaaoiado vulgarmente Ágata dt Im $mmim cth
'pUlm^ panfue sa ba conaer vado en el tesoro de esta igiasia dtml0 fna
'San Luis lo depositó allí, habiéndolo adquirido de Bandonin If •
ein^eradar ái C'jostaotindpUi. Este camafeo itfnuaata tadt la
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— 141 —
Cai^ilÍA de Augusto y U npute^sia de eate priocipe. £1 arte del grab»-
4o en piedras fínna no lia sufrido interrupción alguna en ctianto á la
parte mecánica; pero había pasado como las dt-mas artes, por una
época de decadeucía, cuando en el siglo XV los artistas que aban- ^
donaron la Grecia para sustraerse de la tiranía de loa turcos, fue-
rou i buscar un asilo á Italia. ^^^tt. #
Laurencio de Mediéis, el mas grandl^^^Hor que han teniAi
las artes, fué el principal motor del feliz cu^Vque esperimentó el
del grabado: su pasión por las piedrss grabadns y por los camafeos,
la hizo buscar y recoger á los mejores grabadores. Los animó con
gas banefieios, y el arte del grabado se propagó muy pronto en toéa
la llalla. Este arte se cultiva actualmente con buen éxito en Roma,
an R«g9 7 an Sunj^^rellj.
CU uso de los camafeos en los adornos de las señoras, ha reapa-
Hf^ido algunas veces en Francia, donde existen hermosas piedras que
bap adquado los braceletes de Diana de Poitiers, de M. de^^cimpa*
danr j el collar de M. du Barry* Al fin de la revolución, bfr|D el du
rectorio y el consulado, con el gusto de los vestidos griegos, inspirado
por la escuela de David, reapareció el uso de los camafeos. Mada^
Bsaa Taiiieu y Beauhariiais, adornaban con ellos^desde sus diademaa
kMta los dedos de sus pies. El emperador Napoleón hizo sacar aa
1S08 delffubinete de medallas / antigüedades 46 camafeos, y Meii-
iallados para adornar un vestido de la emperatriz Josefina. Afortti-
nadamanta estas piedras lian sido restituidas enr* 1832 aFestafolaei-
«uaato, donde están mejor colocadas para el arte y para las cien*
Los camafeos son monumentos en los que se hallan modeldada
l^ato para la invención, y de gracia para la ejecución; ofrecen relni*
Ipa immaantaa para la iconografía, composiciones en lasque sebn-
Mff0 objetos laitolágicos que casi todos se refieren.á pasages depoe-
.Uu aatiguoa y modernos. Pueden inspirar á loY diseñadores y ador-
Bar laa edicioaea de los autores clásicos. Entre los produetoa dal
arta antiguo, los camaftos son los que simpatizan mas con loa usoa
da la vida OMKlerna, y que pueden reunir al atractivo dal liQO toda
.laniUídad da la erudición.
Henoa eatractado estos datos de un artículo muy esteoao di ki
; NttTTa Rtriíjofirílin Vimos hace poco unos hermosos camafeos n-
timtmñiMt , jlijidos de Italia, y entra ellos algunos de concha, que
0 ♦
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liot parecen primorosos. Los de esta clase son los que en nuestro
concepto, ée podrían hacer mas fácilmente en nuestro país, por lo
que publicaremos otra vez algunas obserraciones sobre otifr bello ob«
jeto.
St^i
IPIEILllt® 3D)]E ^ AILIL®^o
Teniendo que combatir Temístocles con Jos persas, dio» B«f«
ftín, 7 viendo que sus soldados mostraban poco ardor, lea bixo mltat
el encarnizamiento con que los gallos se batían: 'iVefl, les dyo, el v»^
]or indomable de esos animales; no obstante ellos no, tienen otro mo*
tivo sijo el deseo de vencer j vosotros que combatís por vuestros ^
garel|.^r las tumbas de vuestros padres " Estas poca%|)alabf«ft
if animaron el valor del ejército y Temístocles alcanzó la victorias en
memoria de este acontecimiento, instituyeron los atenienses utuí em
pe^ie de fiesta que se celebraba con combates de gallos.
Parece que est/e ha sido el origen de esta repugnante diversión
que los conquistadores introdujeron en nuestro pais, y que haoe te^
da^^las delicias de muchos hombres que se creen ci^lizados* SoA
dignas de leerse las siguientes observaciones qu^hacc^obre este pun^
tO cj mismo Buffon. Los hombres, dice, que sacan partido de todov
para su entretenimiento han sabido muy bien poner en acción eaain^
vencible antipatía que la naturaleza ha establecido entre gallo y fttHI^
los hombres han cultivado este odio innato con tanto arte, q«e loa
combates de las avea^e corral se han hecho espectácul|(s dignot A
iflteresar la curiosidad de los pueblos cultos, j al Tnisuo Jtáe^npe mv-^
dios de desarrollar ó conservar en las almas esa prcd^a forocié^
fue $egun se dice e$ eí germen del heroísmo. Se han visto j se in» mh
davta en maa de una comarca, hombrea de todos estados ^•rrefam
tropel i esos grotescos torneos, dividirse en dos partidos, •nai^ecM'-
ae cada ano de estos partidos por su combatiente; añadir el ñiror4i
las mas viles ganancias al interés de tan heü^f espeetácnb, tra#Cor^
liarse la fortuna de muchas familias con el último ji^aiUs dal gallo
v%nced6r. Esta ^era en otro tiempo la locura de loa lUioéIojt; 7 1» ^
W el dlB de loa- Chinos, de 1<9S babitaift^ de FHipiwü^ 4» 4#«aid«
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ii^Éo de iá Áaiáma y de elgimee olrai aecíoliee de loe doe OMiti*
Tüiiibfén- eo Méjieo las peíens de gallos sen por desgreóia iib«
tfo las mee barbaree dtversioDet en que el pucbfo depraira tu eoff«-
«im.o0a»O8aéedeen todoe lot espectáculee de sangroé Si fuera cíer-
lo que eacos eepeeilciil'8 encendían el vd^H|tt%{al en loe que a<*
oe^iuatliran preaencierloe BÍngunos eeria^^H^vaHentee generalee
qa^ loa oarsieeroe qoe def roMn mh cesar lasangie de las bestias;
'%€íB ^e desempeñan el infame ofieio de toreros, loe galleros de pro*
i^esíon j aun los verdugos en jo e<yeerable oficio les hace ejectiiar wn
.— esiauto sin eonmeoion ni repugnancia. Afortunadamente no es auL
1«08 eombates de gallos preidisponen el ánimo del pueblo para esM
finas sangrientas que tan frecuentemente trenüos y en las que no £ii-
iMi OHiohos veces numerosos espectadores que presencian esas es-
e#<ps de inmoraliiilad y de barbarie eon la misma frialdad cttn. quo
ftsian tt»a pelen de .gallos* *
Es honroso para el hombre el haber domado al toro y haber pnes-
.4o bsijo el yugo á, un animal tan fiero y vigoroso, pero es indigno ^
del hombre mismo^ el depravar á In naturalesa en sus mas ha*
Has erinturas* abusando ^e la antipatía que ecsiste entre los gallos
.pam enseñarlos i pelear con encarniaamiento armándoles eoi|ÍM-
aruinentoa que tt#los dio la naturaleza porque jamas en ella hlnm-
btdo el designio de que los seres sensibles de um^ misma esp^ejp
«lyUbatan entre si de una manera t^ sangrienta. No debemos eitr|g|
•Asrei vecprkiclpaliaente en la clase mas miserable del pueblo* esas
-é^UM propensiones á la riña, y aun al asesinato, cuando tan mmlf»
-tofaieinolin aciones se comienzan^ á desarrollar en los nüoe ooa el
«•fecláonlode las peleas de gallos* y se enar^Bcen todaviit mas oQci
«floilrocoasbate <lo toros, que son el oprobio de la civilización 4e
iMesii a patria, V^
A hm ifloonvemeaies de las peleas de gallos, consideradas oonao
MI tfspeétáeulo de atrocidad y de estiirtioia se agregan los que tiene
ps» al taAo juego de asar, en el qoe ee aventura ala ciega oasualldadf
• 4a tentoa y el biagester de las familias. Aun se debe agregar á ee-
^-asáeoomMé, qiMi«o hay »n jue^o de apuesta en el que sean ntai
» f dseiitiievitables los fhrudes y las trampas, fin este juego
»«ne gNMi parle de nuestro pueblo lidqniere ese earieter
•.tnméw/kwám y ipeiidencicrf»i tan opuesto á la buena fé y á to honradez
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ie^pift M se p««4e prMoittdírMí toion ki mwpimoaée la ykk»
9e ha dKeho que el cómbete de gHÜos et un espectáeirio 4|«» «e- *
wle todftWa eo Ba«iaM» tan dvilizadnf, eomo la Francia y la Infla*
%Bffffa; puea bíaN: aaíi an eataa iiaeionef« tal eapeotáoulo noea mm^hii
nato da su barbarie primitiva. También $e acutlaaibrafi ^ñ^n^fmi/km
•naaioiíaa al auicidT<y^BlBf afio; ¡j por eao diremoai qva la oirittaa-
•iea p«ada coaaeqfl^Rulea crSmened, y noa apraauramoa 4 Itttroda*
«raAirenoaotros el desafío y el aoiciái||para aparecer como ^eívUrn*
do«t... Imitamofl á aquellas naciones mi lo que aon verdaliefaaMiita
ealtast á la Francia, por ejempl^ en sus c«panctMi€« eU 0éjeUí0 ca*
duMifialeSt magnifico espectáculo que presenta en un peqoalle c«ft-
dffo; cuanto el ingenio, el cálculo y la inteligencia del tom^e ^«-
docen de mas bello, cuando se aplican á ias artes. Imitemos á la Ia«
l^attirra en el entusiasmo con que fomenta las corridas de cabaMoa,
xlivejftíon hermosa á la que se deben en aquella nación, las m«j««a
de las razas de aquellos animales. Los gobiernos debia pensar mea
de k) que piensan; comunmente, en la grande influencia que ejerces
^ eu el carácter y costumbres de los pueblo», las dirersiones p4UicaS|
j principal inente los espectáculos sangrientos.
No sabemos precisamente, en que tiempo se introdujeron en
Máuco las peleas de gallos, como una diversión tolerads per el go-
Weroo; Un diario muy curioso, dice lo siguitNite: 1667 — M^o 5»- Se
jf^Mó á instíAítias del 8r, Arzobispo el juegú de^tdht^ y &frt€Íé
^indemnizar al asentieta de las ganancias que le rindieran. Después ei
•924le Septiembre de 1686, dice el mismo diario: *'Vino real* cédula
para qne no se jugasen gallos, y se devolTÍeae al Sr. arKoWaiMyla mk-
tídad.qne halii» dado por indemnización al asentiata. Se f«por
datos, qii^,en aquel tiempo las autoridades cifil y eclesiáelsMi,
• nocieron como perjudiciales á la inoral publica, las pelona ám g|illaiu
En 1771 el Sr. J^jf^h^é 6al?ez, visitador general .de la Naava Em
, i»aña# decía en mn instrucciones al Virey BmcairéÁ^ ia qne inaaitsmoa
í«-la If tra. „¿a afiocion desoréenada^ que tienen loeJkmU^méeo é$ mU
^pm$ á hs juegos de-mpuootafXnixoéa^o desde los piineiptea del |
le «i^ las peinas de giíllos arAados con savaíns, piara qpie i
«en breve la suerte del combate enque «e atravícaa- el ifilaséa delnnfn*
. farrea, y daapuea del año de 1790 empeñé ái
> asísfite erigldQ ya en ram&de Meal üfosssaáni y a«Hv \
varios i .4 pf oparcion del color de los postores y de laeeemdlaáMie
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foe ae hnn beeho k» remate», porifne loe iN«bf uitM leprobMloe «k l«i
eeeiitletM, dieron enmpaéqne «e lee - pferinieeefi reflee co loe eoa-
tntor reepeete á q«e le oeKéedde ee»es jtt4|^ no yeriaitee enjeiee»
ioeé une ftdmtníetraeion." Bete déte coaiprue^ t— ibiee yie em> iia>
»iiiideeu tokeedo 3r« lee peleee de f»MM jier elMpebietne ee weíew
tttoe dIversiiMí íneMrel j el rwekede de i«ii^B|9Píwdtneete««
Et 3r. ReriWegífede en sne ImttrmdWff' reeenredee fedeele
dee en 1794, bebiendo ^Ij^iefo de geilofl diee: ,tLe 'ggtieeiál
sería afición de lo$ nahtrmesdñ este r«lno á las peleee de faUov,
proporeiona el que se hícieae de etta' div?rMon, «n efAt^/bataiieele
formal y ime remtáenfMvm'ée la Real Hacienda^ enjoaprciduelea n»
bfijan de 50,600 peeoa sin costos de administración per eetou* refu-
gtilarme«tt#f n arr«idetniento; bien que en los iti^iDoe «ños, per M-
te de poétor s<- puso á cargo de oficiales re<lfcej«qnfenes para preper«
etoaar najores aumentos á la renta, difipesieron íebrtear ana pleaa
en el paeblo de S. Agustín de las Cue? as, muj concurrido de gentee
de eeta ciudad en la temporada de pescve de EepIrrtn-^Bento. Tmto
de eoeto 6688 ps.' y en dos años dos meees ha dejado ubre 1740 ps.
áfevor del ramo. Tenia la renta pocos gastos, tan inéttfee cearo lee
que oeaeiene este juzgado, especialmente en la asigttecion de 1000
ps. que se dan al aeesor, que es un ministro de le audiencia* Beta
renta es poco grarosa á los contrifoujentes, que le hacen ?oluntari««
mente; |9ere $i h e$ al público, porque Jomenia una pamon em €$im$
gentes muy perjudicial^ y que es origen de otros desordenes.
No corresponde á la naturaleza de esta obra éndiear lee diapo-
aieioiiee legalee que mas ó menos direetamenae deberiea -ceatrariar
la propeatiott del pueblo á las peleas de gallee, beeta llegiir á prohi*
bir una dÍTeraion inmoral, ruinosa y bárbara, Baataa lea rsésesieaas
que hemos hecho, para que se conozca la BeeMÍdad qme tienen los
hombres de eeudo de meditar seriamente sob^^p ofajeto. Los otfi4»e
ee edvean en las eecoelas, ea los colegioe j^Tlo íalerior de lee &-
tailias; ef pudilo casi ao tiene otra edueaeiott que la qaa puede ad-
qotrir en be grandee eepaetáeuloe á que ooaeurre uum freeaeala»
BMate. Si eetoa eepect&cttioe te inepiran idea de beaeroleacia, ai b
Hastfan en su ignorancia, ai dvleiéean ene coatumbree, el pad>lo al
üa ee ciiñUaará; pero si las difcraiones mas populares» ao acmeiad
«eeenae sangrientaa y motivos de prodigalidad y de desorden, el p«e-
Me aera inmoral, idiota y bárbaro. De los espectáculos sangrieatos
19
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^ne itmemoBtn fiae«lra paisi la« peJeas de gnUos fon las menos nUo-
«eil pM'o 0ff eoMÍderada esU divefiioii cmho un joaga de as«r» af
itmotifliflM y tma etc«^ «le ««gattOA, de trampaa v da firandea. Ha-
«M9 obaarvado eotí atención laa eostuabres y catado acanomiao da
fNuoiios iufaraa utertüaya-ftipaBftf ytto diidamaa atayifiar .^^aia aoa
muy pocaa eioejl|P]9^Bos pueUoa qua se antfef au caá ,a»aa faroT
ékmyte^É dafaUo^^n notabbmeate nitaanU^laa y I» maf ar parle
da -aas-ifabéiantes ociosos y vagos* d|^
•
(remitido.)
ld*f\fance e9l » touchcmlef
i ^ ' Bk! gu¿/ ame si dure
L ^'^eprouhc en safavour le plus tendré interetf
r ^ Toué les etres naissans ont un ckttrme secreit
. Üelillo
I DEDICADO A MI UifO.
S| El Itombre, objeta siempre de meditación para el liombre, le dút
lecciones importantes en todas las edades, y es uaa escuela que se
abre en la cuna y se cierra con la tmnba. No es en losprímeroa diar
de s« axtstencia cuando el hombre nos enseña ménosr Si la: vida ñ/i
nn libro, la infanaia as la nras interesaente» y siadada la mas inocan*'
<e y sentimental de sus páginas.
No solo frecuttgando lieeos, visitando bibliotecas^ conaultlsiidp'
libros, examLnani^Mgaminoa y observando los usos y costumbrar
de diferentes puebid^ naciones, aprendemos alguna* cps^» „fiboai*
We que buscas la sabiduría, abandona por^un momento laa tñUadaa>
aandas, por donde todos van, y vea á santacte al pié d^ aw cusmi $
meditar sobre la primera edad de la vida." *
La infancia tiene duplicadas rentqjas: ^l paso q/tm instrn|!ai iir»
leraaa al oeca-ifton.
iiaa i&griaaas, kis ríaos del racien«na€«do mneati'an al décimo de
todoe los hombres. La vida cerré d^ipues, del aaodo que eoaM032^
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f mi %üám lo» mAm y esoena» «i» «mu re pt^s entpcioii pa^afora* hmf
fiUitfir*. hry «iiMdUore*» £1 oiia4ro «!« iu vidU no eaá ilumiafMWiN^r
«ifM» 000 '«•ikAolo eeitof; !(«¥« loa i^oj^í^aigunM ««otuma y k«
tawittwi A» amella» 4¡«tfffMÍMN Alternada fk úi:mpt% 4a afliüinwaa
y ú» alay^aft <W Qap6fa«saM jr 4e0iili#utot, d^MÉymas y derr^iaa» iUi
La ignorancia del rafante, cujra alma eflVinn tnbJa rai», —lo kii
RooMi «n ilóattfOf «Da mmxiiJÉt^ \m ign^ranaiii M Iminbvecn todas
kia edaJtif ifaorante MUique su onbasn liJttDifttée ootí laa oMiMit bsffl
asi al aepiriero. /La eíenci* del liotiibre es ooaafanaitfa; sabio aa ai^
^•a Mna, al ijiia iwaca la aabiduriu; asas no aéofve la eneueittfa.
Baldea, jj^láaofo qae fué ornamento da ia Gfaala,«éaeía: que $0*
hkmuiU ^^^f^i^^ ^ igneroéa» {^tro desai%aiío para el oi^pt^km
de los prelerraidos aaWas> pataWas santancioaas p«i% toa raaáaéaaoil
La mudas dd infanta nua daumeslra lo q«« luego k eapariancia
viaaa iaoofi^mat* -fisto «s, qae al siknick), as p^^ftitibla á la lotraa*.
mamé» Nada mal daitn «I ta naeditaaton Ihaee á loa HomWes, la om"
diaacian aa Cttemoiaímante ami|^>i del f«HS«fimieBio y del stlencio* Ntf
ra el hombre á meditar entre el tifmulto:de las filaaaa y Aatros, fausr
ca á este ñu sitios mas apftrtarl(9^ del bnlPicio y estréf5íto de4a vida*
La noeha fatofece la laeiiitaciiMi, porqve es tacitumaf caUadas lla-
man loa polutas «tw dulcíi?im&« horiia. •
Las n^eeatdadea de la ftnáincfl muestran la depeird^néin del
hombre. He frfrt la'bí<»e, el ffiéeíVo de li sociedad. [Q«fé sefin dai vn-
Iknte ^if los desvelos del amor*mf(lernfit! [^caHárnnse por rentura/
tan eátréchas reladoní^ermHiiitla esta jorlftida de la víJh? ^DeHerí
el infante, pasado e^te período, bti^car los bosques, darse á Ih ? ida
errante, ohridada enteramente de stis primeros dia»? ^ffnnoa la vista
de otro infante pendiendo al pecho de su inadi^|^|^ará at^ora/.oiit
¿La sangre nunca le recordará deberes? Nunfl^^iiuturaleza le dic-
tará ternuras?
Filósofos, venid, venid á etnniinnr en* la cuna del infante ol
germen, el diseno de la sociedad humantk
\Y cuánto no interesa á nuestro corazón la edad infantil? Quién
haj que tenga sentimientos delicados, y á>quien Dios baya puesto en
el alma alguna semilla de humanidad, que fijándola vista en esta
primera escena de la vida hamnna, no sienta agradables TOiociones?
¿Qiiíán que al ver las risas inocentes, los agraciados ademanes y Ua-
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^ eunnto preientA Mn edad mmeríoM, no e«p«ríitiei»t6 itim sonve
é ittdecible esplosion de, ternura? Quién que no ae ecbe á sí mitmo
iiiifi miriHlá, al eontemjmr'iJUia^Bopia do Jo que él ñwMt «n el mcjitr
|»ei4«d« do fo vkln? ¿Qin^n no reoeerdo entóneeo los deorek» mñ*
teranlot, tan pron^ ^a despertar la f ratil«dt Y 4 qiNéfi oe le oU
vidan loe afanes^pJK^H^inor, en los días áp secesidaikis y do sk^
ponCWMeíaof ▼
¿Y |»or qué nos ítKoreoa taolo eimMqvoño hbro do la infaiiciaf
FMnqiio MM dá loooionos inféauas é imporiaatos. N*» so eneuodtraa
on sus págiiuis las paoioneo y eaprtcbos do loo bomlftres; no las cor*
rompen fais iaterosos do partido y de aa^isiadi quion osoriho ob oslo
libróos la nataralosa con s« propia mano. Em oste libro je vé lo que
no so poodo dosoribi^y se oye lo que nose puede <^li<»|v^ siealo
íh que moefao m^oos se puedo eomumcar ¿ otros.
El infiínle en la ouna, nos eomplaoomos en repetirlo, tiene la
doMo Tenta|a do ÍAséniír y do ioCerooar al oorascon. A eada osoft-
miento, á cadi gesto, á cada risa y á cada lágrima que so le doaliiui:
á cada alteración de eualqusBra fibra de su rostro» nos muoolra umi
páfina befUi, doüeada, snbHm^t ioolrtictira y afectuosa.
¿^é mas diré de eíta edad de» misteriost
' En oí inrftfite so Té.deeait'ollar uite planHi que un dia vendrá á
ser ^aál á su; contemplador, que estudiando entonces on otra cuna,
easitarft ün bhuno de reconoeiniíento á la gtorta y beneficencia del
Oteador, protector de su flaquei^ y gtiarda de sh iiH»ceMSÍa. En el
Infante se desabrocha un bi^on He asporanxas, á quien la Divina
Providencia favorece, ctmo Ualaga la brisa»4e la mañana i la tier-
na f OiL
¡Tesoro «de esperanzas para los suyos; tal vez para la patria!
'^
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-149—
NOTICIl ML IRTB M! P INHlGIiTl
Y DE ALGUNOS DE SJ^felVILEOIOS.
La imprenta p»^ definirse: Un arte de comfñner y ordenaren
dicciones y líneas seguidas los mides b figuras de todas letras, y es-
tamjmrlas enpaj^elú otra materiti susceptible.
Con el nombVe de imprenta 8Ígn¡ficain««e, tanto la misma arte, co-
mp eí obrador ü oficio donde »e ejerce. En latín ee diee typograpkia^
de las v(i|«jtop«í, que'fifnifica forma, figum 6 molde: y graphú, qae
aign ificájlfH^ra.
El nombre de impresor^ aunque to«ado de la ultima operación
del arte, que es imprimir, coft todo eso es común á todos los artíficen
A oficiales de ello, asi á los compositores ó cajjstas, como á los pren-
Mstas ó tiradores; porque para el efecto de la impresión todo es ne-
cesario, el estudio y destreza de unos, 7 el cuidado y la fuerza de O;
tros; y por la misma causa de cooperar^ dio con hu gobierno, in-
dustria 6 profideucia, no solo á-los regentes. de la oficina, sino á los
mismos "dueños dé ella conVieiie el iiembi¡e de impresores 6 íyi^í^-
grophos.
Generalíheiite conforman los niitorfesen que este noble Mrtc tiwo
,H origen en Alemania á mediados d,A »\g\o XV , En U Pakogra-
phia Española del P. Terreros (ó me>or del P. Burriel) substituida
4fh el Espectáculo de la NaUralezai In Francesa del Abate Pluche,
al tratar deesU invención en la pág. 43, xHce: "La historia de este
hallizgo felicísimo para las letras, i.o puede hacerse con maybr pre-
eision y delicadeza que lo hizo el autor del Egectáculo en este lu-
gar: por esta razón pondremos aquí á la le.tr<ÍR) que escribe sobre
etu materia.!!
Habla primero de lo útil que es este arte#i>ara hacer muchos e-
Jemplaresde un libro en poco tiempo, sobre lo cual d.jo Pohdoro
Tirgllio (I) cuanto se puede decir: Tavium cnim uno die ab uno Mmu
ne mr<^m, ikprimUur, quantum vix Mo anno á pluribu, urthtpo-
(1) De hvent. rerum Hh, 2. cap. 2. edit Rom. 1576.
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test. Y aun con mas concisión lu espresó el Ilustrisimo senor Juan
Antonio Campane, obispo de Terano ó A p rucio (2).
Imprimít illa die^^íHum vix scribiiur anuo,
Que en nuestro ^^Kmo viene á dtcin
**De la imprenla et arte estraño
«8 lí^'milagro á fé mía;
Mas imprime ella en un día, ' »
Que se escribe en toíbo un año.**
La imprenta dicen que es símbolo de la eternidad (d)t á lo que
parece alude N. P. S, Agustín, cuando espreia que lo qué pronunoMi
la voz pasa j se olvida; {^sro lo que se escftbe «e p«rjHl|||^(4)? c«S
major razón podremos decir lo mÍ6mo*j[^r lo que *^flPv^*
♦
Notorio es al orbe literario lo mucho que el Señor D. Carlos
III, honró y favoreció el alOe de la imprenta, ya en Ñapóles, donde
lo demuestra el grande Herculano, impreso con unos gastos tan re-
gios cual se deja considerar a| ver su mngnifícencia en el b«iril y en
la prensa; y ya en Espiiña donde jsmias se vio mas favorecido ni a>
detentado el arte typográphÍQo, habicndd llegado á tomar tal incre"
mentOi (mal parece que nunca tuvo. Viéndole, pues, cuando volvió á
España tan decaído, concedió varias ecsenctonef y franquicias; pues
en la Real Ordenanza adicional del reemplazo del ejército espedida
en 17 de Marzo de 1773 (Auto acordado 32. iib. 6 ^ tít. 4 ® art. 3L)
ae espKoó su Magestad así: *' Desde mi feliz advenimiento al Qi^o
ha merecido mi Renl protección el arte de la imprenta: y para.qq^
pueda arraigarse en^stos reinos sólidamente; vengo en declarar la
esension del sorteo y servicio militar, no solo á los impreaorefli^^i^o
también á los fundidoips de letras que se emplean de continuoen es-
(2) Carminwn Ub. VIH. \\. 43. p. 211. edit. Lip, 8.*» Este obispa
murió (según Fabricio) el ano de 1477.
(3) Simón Majólo m dkh. canicul. collat. XXIII. toth. 1 pág. 551.
(4) (^uod Itngua dicitur, sonat et transit quod seribitud maneta Vi
44. n, 6.
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-m^T . '^ * — "-**
—151 —
tt ejercicio, y i Ion aWridoreB de punzones y^tfCSfett.'^ (1) Y fécú
datfMiti «A 33 de Mareo del mbraa año,^B||ilio á los impreeeree
Tanas franquicias en el bermellón y o^c^^^Kton eorreapoDdientee
á la jüaleria. Años adelante bisóla graRIcIeía teroen pule del pre-
cio del plonio eo W reales estancos á favor d^^ abridores de
Matriees j pntiseoes de letras de ioipreiftta y ftftidi^e» ée ella, Fe«
•Imi 4 5 de eneny de i77é« Aitmismo les eoocedió prírilegloe pars
imprimir libros, todo á fin de fomentar este arte, y que Aorecíete e0
eeta tfoea el Goaiercíe^ y el público gozase beneficio y mejores ím-
fveatones; pero aunque en lo primero se ha adelantado, ha sido y ea
pl precia un esceso considerable, si bien que se discul«
00 ei^l prw
paii sne ^|^B|^vee con decir que han subido sus demás géneros. El
Señor ^jBBP^^ P^c I^e^órden de 36 de Julio dei¿781 ordené
quedaran^esceptu^dos los impresores der alistamiento de Milicias. (3)
y en la Real ordenanza de 37 de octubre de 1800 para el anual re*
empitzo del ejército se esplicó en ios términos siguientes: "Asimismo
lo serán los impresores que manejen por sí mismo sus imprentas.'*
(Novísima recopilación de las leyes de España Hb. 6 ^ tit. 6 ^ del
senricio militar párrafo XVII núm. 1 ^ de loe ejBeatos del sorteo pa«
ra el 8er?icion del reemplazo.
fin virtud de estas gracias y privilegios tuvieron una junta gene-
ral cuarenta facultativos (impresores y libreros) en 34 de Julio de
I77^y loe que otorgaron una escritura, por la que formando una coni-
pittía bajo ciertos cápituloe bien arreglados para el fioi oombrai'Oft
díreetares 4e las dos comunidades (impresores y libreros) ooiitadoresí«
«eaaretariot tesorerof goarda-almacen, y diputados de juntas: todo lo
eoal hieieron saber á los interesados en 5 de agosto de didio aRo^
Ullinanieiite al cabo de taiKos años se efectuó este proyecto en
H ptite principal de itnpriarirse estoe libros del rezo eo Espafia, per
tm^oét «oa ventura de convenio que hizo la citada eowpañia de
mpfÉaoree y libreros de esta Corle con el Real monasterio del Ee-
eorialy apn^dk por el Señor D. Carlos lil, en 3 de juHo de 1774«
No paro aqai el proyecto, poce habiendo tenido Ja compañía
í difereocias acerca del eampUmiento de su contralai faa aolio>>
(1) Campomanes /n(fi4«f . popu/. part. 2. pág. 124.
(2) Reglamento de Milicias de la Isla de Coba impreso en la Habana
el año de 1812 cap. 2. art«25. fól. 12.
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tsdo poner de su cuetita una ¡oiprenta completa con aprobacH^n Metí
lo ^ue le ha sido coivd|j|Qp por ^cédula de S. M, dada en el EsecMÍal
i 36 de noftembre "^jE^^^i^
Con etta mira han ^oSprado una gran casa en la calle ée Um
Preciadoe, la oa&jiírre de alnvacen para aua inprenonea; j aeimMh>
mo han puesto^a d^eva imprentH, muy bien surtida de toda ekt&B
de letra; j en el día está corriente para el rezo y obras que iniprtaM
f reimprime de surtido.
Tpdo este afecto que el Señor D« Carlos III moÉtr6 al arle ém
la imprenta parece le tenia desde muy niño, pues siendo InfaiAe ém
España, j antes de pasar á Nápolef, tufo el gusto dq^nstruirse e«
esta materia, haciendo que le lle?aseti á Palacio una g|^|^ iaspreí^-
ta, cuyo dirytor fué Antonio Marin. ' '
to dq¿nstfi
Es copia de lo$ documentos que se hallan en la tjfpografia E^m
ñola alfolio 3 y 408, impreca en Madrid el año de 1796.
PROTOCOLAClOBí
«e todSMi tas dispoelclonea reales, admtaistratiTSMi j i
Aómicas publicadas de ofldo en el mes de Julio Altloii*.
Steretaría del gobierno superior civil de la i$la de CMa^-^EI
Escmo. Sr. Gobernador y Capitán general, conforme con laoonsnlta
emitida por el Sr. asesor general primero de este gobierno, ea el es^
pedlente formado acerca de las medidas que convendría adoptar petm
impedir que por personas de cualquier clase se infrinja lo dispuesto
en el Bando de policía y órdenes vigentes, respecto á las lieeiicMO
para transitar,- hn resuelto: que en lo sucesivo se ezya la teulto de 4
pesos k toda persona que viage sin la competente üceacáa ds la mm^
cridad respectiva, 6 que lo verifique habiendo transcurrido el teros*-
nó de su uso; el cual según lo prescrito en el aru l^del BydOfSS
el de un año, si fueren espedidas por este goUemo supsfior; si tfe
seis meses cuándo lo son por los gobernadores y tenieotes geberao
dores; y el de dos meses por los capitanes de partido. Estsa liw
cias deben presentarse á la autoridad local siempre qñe nueraoiente
se haya de hacer uso de ellas, siendo refrendadas gratis mientras
dure el tiempo fijado para su uso que en las mismas liceucias im-
t
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^A%ni M espresfirá eoti^inve qwúa o^ridu: cjSjiJitpowclop^a ph
"Wem^ bfótn ét B. £• para iBÍ^itarar^j||g|J^^ 96 dt
— -^JT
JKf6tfMkr»^^Otfeator.«^Fannado eiíMíeate ante el Real Aeaefck» p«*
^ra^^íetat na ditposieioa genaml que evite eti lo fti^oetivo recéauM*
netones tekfe fñ i^tñiMk loa demedies de odtt|MitÍei» ^te ^ar.naf fué-
>^Ífl^alás I» iftifeft #>orre#poiideii á loa ileaMea tetradoa é aiial(|«ift
*#tro juez..c}e la idiama elaae, te fepritoAJté pafte^ 9r* Fkoait-la faib
-#^e«~M!jE. 9<-^£l inaeiil dicr: X|(ia4itA)iaf»do eem^luif oaaiMH
%e do^i^^^ jteaet lefraéos ae le atonen eti eata «yitaly*di#ü'i>i
'^ereek^^^^WíflMpHk no se ofiUto á ^ue en ada dé jtie^iiaMi m rih
(tiliis^l^PiPliH al áfonlde de «i'^ritado voto| 7 teotenda al•w»t«ll^
%veín c» eoenta tfm «o les tfnitif<:»tles pn^titaettov á A. M. sa tsi|pMNi 4
|«e jueces letrados los miamos deveohoa qtie*4 lo< aaaspfus» cree Hf
Tiseál que piidkra por poalo general determHiarsa« cpa ooosiaMi
por ahora cobrando loe tales jueces Tos mismos derechos que loa ase-
%orcs, i reaerVa de \o que á. Bf; tenga á Ivren resohrer coii rista del
cspedienfo^de arantréfes ^onsYiUado, cojgpivicándotfe á quienes cor-
responda Taresolutíon provijriotrtí! qlie recaiga. Habaita Wdejunib
de 181».— Oláh^o. ' ^ *
En SIL vtrtMd*el Real A'<^erdo hn^enMoá liten pVoveer el a'i^to
4el t^iiof s¡gaiéBtet—4olo:— Vistos: hágase cotno fñf^c^ al Sr. Fié-
ealt oomyítfqatse eata determlñaeiotí á las j^s^iciáa llal tmlasriíadb
lísm Aiidfciteta f |íkibHq«ese in 4a*>rma dfe estilo.
•" JM4o mondarern y rttbi^nftn Icwi &res. del márgarfv #• la Ha-
«^«•4 ••'tfá j«#iado^l«4et.*^Si«a.-íi4l«|aiHeu~^andovaÍM^teni«.-4-
Bar tría liMaas.— Ilegwio*Mfl*a».--Ba-aafisi-'^Reghi# MaHÍKi. ^ •
. ! .. ^ ^
IIA1>RID.--*ccdon de -«iatn«cion pwWiea.-iNegociado n. «.
-jn^m^miiiéose ft M . eéir^ #atá»ian ^ consejo á» sMCcueeíon
p«tilli«« ao4hi#MfaMNi daelarar <iiW p«rif*i enfiellaifiro e\tíhtm M^
^m jnUém» iraü6gÍBa» pu>llaads por D. Jas» Rodrt)piea^ dicate»
^ »ta.lt%rtia«aadafcáa*aafethiddeki'C0r»^^» ' ♦
'«a«<«.dfegwayo * it<i. <W sÉbmIisairfi, **nr*dlpa
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Secretaría 'Jtíf^Herjí^*nferi§r cmi de U tela tU Cuha.^
fteJMM Im tMrin^YidatjBsdiipiieatM en U Roiil 'CHíAñ rutaiíf « 4 m*
venioi firtfsticos, liafljH||^biiin eK SmKio. 8r«.fiK•^r^fl4or jr Ciipi-
tan general espedir in^HR>udieiae por diez añoe al lieeMcÍHdo O*
tnmwuo Siitoekez dbTI%id)|)r D. it»*^ Siiare< Argt|4ÍM| «eeio eupi-
taJíala, para el uto de un arte£ioto fiibrii Mif eataüo p«r el pmMCUjn*
m eonelniir losetaf de díittiitas clnee» eon objfto de liaoef ealuviMM
éetcaalquif all« k cireimfereitciM, lieae, 6 con g^ldvnM h taecripeía-
wme% ^im dtafK^e d« acabada* podrán eer eondueídae ft ae i|ftief(Ma
mm l«()«r 4 otro» f «««loe j teobos de adifioíaa, leirniando tod«> wS
buffi aparato jr firnMiais fueilMad j grande aborro de tiappo» de thi«
iM^fl^'coeto en ia Qpera«ion« oti concepto ile qué eet^^HMjLea y 4ie
•Hlieiuteehí perjuteio de tercero^ ea el cnso de gn^^^^^^R en loa
trilwoatof e^tableeidoa, ¿er faUtit les daU>s eif qii^VM^^I^^I ita#-
rasailo (Ara consegnirrn: dispo«iíendo igiral menteos. E. se anuncie a!
püblieo para su conoothienlo* Htibana 9 da Julio áh ISio^^'^-Migisal
MaMPao^irua.
Secretaría del gobierno superior eivU de la tela de Cn^o. «> Frece*
didaslas forraálidmles dispiiestns en la Real cédula relalira & in?en*
tos artistacof, lia tenido á men el Escmo.Sr. Presidente,, Oo^rnador
y Capitán Qeneml espedir la correspondiente por qiftincf auros 4 Mr.
WUlíam Foster, natural de Washington eñ lo» Estailoa-Unidoa, para
el aso de dosLiniquiífas de.distintas foriiiaa« deatinadas a-corta^ la*
Uaa-daifliidife aplicadas-4 laconstrnceíoa de csjooes para tabacos^ aa
concepto de que esta grada eá y ae entiende aiii perjuicio de tlrcasr
ai el eaao 4a q«e este pruebe ^.k^ trHNwales eatablecidoa». aet firfhoa
loa dalaa «n que se apoyi ti ii üereaado para aaiia^fMrlat i
• StE.sewMMMSéeal pábli#< j»ra awcoaiisiiiOniau'
Habana 9lde Jalio de 1645,— MígnelMaria Paniagua*
Cwftíaáía Ckmretfd&lm eiampré^ iekf d9 C«l4i«^-^te iMli*
1^ inM
•«o 4a In p^osa'eafennejhki deque iia ai#a aoaMalidw^ Inma* 4r*
"^BfÁiiKMm ^Armero* y Peñaranda mdtíétit dé g«e|widr\»t» Cafriü*
^ nfa genera^ ba 4isfuesto el ÍSaaaw» Cr* Capitán ganaaal^'aa^aia-
'«Htgtfer fatathtsns— la 4al »diiapyli» 4i lad^ lqjr.«iiq|i^ietada \m
AMupttH ^ra que no sufran atraso alguno durante bi knpif •
brlidod de Señor |»ropi¿tttf i<f ^ si Ldo. D. Fifncíffeo J«f ier de
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Ifi Crii¿ nb^iftlo át Ih» lUalee tnbuntik»» ^m] q^t^ pfltc ti« «bramien*
t» fTftt* al fiáblieo con dereefaos d^^Uu^ y* de huitín de 8. E. ••
manda ftmiocÍHr ««Ui d'^tenniíiMcí'^ii en dt Ok^t'* ci^ G^ibíerno para
'l^etierat íntcrIígenaía.—HabaDa 12 dt^ Julio tÍL* ] 84 5.-«- Pedro Eatj*
lian» leereiarío.
Atcmiftrfa superior eipil d$ la ulm de Cuba.'^fnak loa efecfoa
a^arlttiíaa Un diaj^uesto el Bienio Sr.^Vresidente Gobernador y Cm»
]ilMlo general -aa pi»blMÍiie ia aiguiente Real ónleii.
Ministerio 4e Graotit j J^iattoía.-i-Baeai^ Sr^^*- 8. M. 4a Retas
l^feafrfi Sii^pya en «Mta d|a lo eapneato por la Audiascia Pralorml da
la lliilMni|^Mi3.h>a«iiaultado por laaaU de Indiaadel Tnbaéal Su*
pfain^^^^B|M» ae ha aervido mtindar que para la inalfíioaiuii do
Itud de diapeiisiia de ley y gcaciaa Hamadaa al ali*
carao jiTardé' piiiTlualmeute en lodoa las domiiiioa eapaftoloa de Uf-
uaiMT iodiapueato en la Real ^den de 19 de abril do lSi8.-— Do
Real orden éaoala fecha lo comiNiMK^ á V. B. para au publicación j
>'Sioa gaiirde á V. B. aaucboa aüba.— ^Madrid fS do
I do iBé4.-*»ll4}ratta««— Sr. Gobenindur Capiuin genetolt
de aiahoa audioAciaa de ia Iitla de Ouba.-*Ba eopifi^»*-*
Bbbaaa Ift dá JoUo de 1849.-* Miguel María Panlagua.
Bu99§mria éeíjlCMiemü Superior chUde ¡aisla de Cuba.'-^E}
Beotfio. tsff. Gobarxiador Capitán general ha dispiiealo se publiqae pa«
ra loa efectos que conrengan la siguiente Real órdoas
Mlniaterio de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar .«*•
m^mo« Sré— Se he oolerada la Reina (C^D^.Ldál eapedlonle kia-
tmido 4 oooaecoencia de h conaulta qne ele?aroft - ?arioa ¡odiridnoa
M Ayuntamiento de la villa de Santt^Eapfríto, aobro el modo de o*
■ahlr aua Totoa éo la eleooton do otcioa por haünrao ligadoa en pa« -
raoieaco; y 9. ■. aonfbrmándoae con lo informado por V. É, en car-
ta deMLde Pobrero fihlaiio ndmero 9B6, ha tenida' hioii mandar co*
flro refm general, que en t6dh& Io9á)ianfamiento«*d0.eaa Isla, cmmké^'
ooaiatan dojiid»Bras ca^rfiutaraa parieitl^a dentrp^ de aegundo gta<to»
pMda TOtar aoknlenle al qu^tonerMítafotnaa autifiKido-oilM ilto».
Do Wstkl bráen h> digo á VI C pora au ímeUgenoia y efo<ftoa conal^
gvi^tftoa.— 4>ioa guarde á ▼.I), "mnchoaañoa. MadrM 18 do Mayo
ét tBK.^famiiro.^9r. G<Aor«adCMr* Cbpitan General de lístala do
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C#niitgiii.
¡SeoQctwría delgatéfffti^? ^^fp^nor civil 4k la isla/ic Cuba.. — Pre-.
oe(ti«lM liit f mmlíHi^ - - •^nm >tnfi on In Real Cédula relativa á io*.
ventos artfstiio''. h i tit^ti t*] Escmo. Sr. Presidente Golier*
nÉdor y Gapii-jn general afpedir^ la corraspondieiHe pi»r cinco años
á fX J'ii«n L« CiMistabla para ^us^o de un trapiche que lia iprentade»
pura esprímírJa caña d« a/.úear; de tal miMlo qiie por una- d«tlile pre-
ntmy n^ana aiifa npempinn se le «traiga lo lo el jugo que se píenle
^ en los trnpiclips eomane , ti conrfpto, de que esta graci^f yseeiT*
lieiiilA ain perjuicio de tercero «n el caso de que este P|BÍ| ^H '^*
tvihiinales eMablecidos ser falsris losdatoi en qtiei
saáo pam conseguirla, disponiendo igunltnente
pAjIíoo pera te conoetmteiito. Huibuna 17 de Ji
fiiel Meríe Peoiagua.
Comisión provincial de iHsirucdtm primtiria^'-^Erm
to de todispnestOipoi el Escmp. Sr« PreeidentCt Chibcfaeder fitifMrtor
oi^l jT por eciierikvde la Cojnisíon provincial detnetrticeien prúne*-
ri^t ae recomienda para e\iiso de los establecí nttentot de edueeetoiw
la segunda edfccion«de les elementos de cronologfa universal j par>
Iflcelar de BAptiúa^ esta lála y la de Puerto*Bic(|| Btiblicada per el
Ldo. D. J«>sé María de la Torre, catedrático. de geogra&a 8 liisu»ri.i>.
de esta Real Universidad» no co.iio test/> farKoso» sino como útil á le^
eoscAaniMi ségup lo djcciarado por la m* peccioa d« Estudios. — Ha.
HilPM UdeJttlÍ0 de JL^.^José Miga el Rodríguez, vocal secretario.;
r. ^ - . r
SecrUarín-dcl gobierno Superior civil dv la isla de Cttttf..— la-..
firmado el Cacmo« Sr. Gobcfiudor Suferíoc civil por 1a C^oii^isioiu
pruMocial deies&raccion prímari i de esta ciudad, qiie ain cmbar^^o .
de la éidetteiipe^|;publíwfla n lo«4isrioe de Id, 20 y ^1 -de Sí:-.,
litüdhíe último. efyi^tieDdoíí loa^jiieeflros auxiliares la obligaclpu qx^
q¡im eslán-dc obteoci^niji re8pecti5o«, ií^ii^Q 9^V^^ ^. ¿*fp^ne cu el.
Plengeeeralde e^hulioa; aa ban pcesentttdo en m\^ coFto nuukQCo..
por eso bmUlficcipi^ ba disfMieslo S^E. que se rcQti^r^e á. Ips ii^rer.
8#do4eiktqMi eÁüiiesesdel Diario la^nc^esU^ en que etfin .de licuar.
dMio r^p^isito, en el coneeflo de %ue are 61 o o ^n¿Hou ocn|ierB^.
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4)« hi eu JH^i. — I%á)«lKi 19 üe Julio de 16|fepMiifiicl Muyíh Pa-
9é(ir9iar{a del go$¡€mü Superior ^IMg/g t«/a d^Cb(i« —Ha»
Hándose termiividaa io«i trabajos que en fMSK^de lu poblticíon y v«*n*
taja del Tecindario, tián debido tmcefse ^MflFtalIe de la Rfiíin, ha
raMieHo el R«k:«io. 8f% Giibemador j^^^tifinTii general, que óefáe el
día 24 del netaal, ynson la g{at| oc^ánon de ser días de It AugnaU
l^kui U^dre« ae abra la eafireaédn calle «1 trAnaíM jiñhito» eicep*-
tüánct^ae el ¡mm |M>r ella de la» carretas que queda prohtbidOi«->H«'
lArta y Joiio 33 de l8l5«^Míguel María Pauiaf na.
I líe/ gohtemo Superior tivU de la ísfc de Cuba. — Ha-
bien^Aj^HHy^ el EscnQio. Sr^Oober^adory C«ip¡tan grneral de
ftcverno coo el ^Sscmo. é I limo. Sr. Ars^oblape el administrador de es*
ta Diócesis, fijar las boras ea qwe deba estar abierto el Ceai#imri%
general de esta eivdftd «I ser? ioio p4Uieo, i fiu de evit^jj^ perjudí*
eUl aboao que se oeU de coodueir los ca>i4veres hasta entradla yn t»
noche; se ha servido A« R, señalar en el v^irano de «ít^te á una lic la
j»eft»aa y ¿e mmisao 4 sm de la tar le; y en el invjfrun de oiibo á
d>ce y dtf tres á eiiieoí en el eonce,>Ut do qne á otra hora no ektarl|jir
esped.to dicho asilo. Lo que de orden de S. E. s^ insoluta en trc u-
ia#ro« ttoasecatifosdelDiano para que nadie pueda alegar ignoran-
€Ía.*^IIabanQ ^ dfi «F^tUe de 1845, — Miguel María Paui^gua. ^
4^
«
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RELltlON OBITiJARIl ^
ttm todo el tnei de JuUo Úm KM».
. Ih •tíhf ÍÍ13-
TotAt dr 406
pcrfonat Dotableí , '4
Día 1 ^'^— Dofia Merced Aloma, naturnl de esta cradad» tokem»
4l»1t0 aflon, veeina de la auirílifir del 8lo; Ángel. -
Béi 8^— Dalia A iiM Pasiuriu» uauíral dft eila oúi4lK{s.fl^teri|« da
i4ad de 96 añtia. Tecina d^ id.
Din 3.— D. Domingo Herrera, natural de lu Gran Cannria, ca*
•ado, de 03 aRoü, vecino du la parroquial de Guadalnpe.
|dbro*«^D. Domingo Arozurena, natanl do «tti^ eitÜaiilv dk'M.
,|fioa« veeíuode la parroquia del Sagrario de la ^. ]g(€fia Gfitedxiii.
ídem.— *Doñ» Manuela Zeiabert, ntitururl deefta Qiud^td, soltera,
tecina de la niixitíar'del Sto. Cristo.
ídem.—- Doña Lugardu G inzalez de Oiforiof n^nnd de eetft eífl«*
dhd, soliera, de S9 años, vecina de la parco^itia del Espinlu lla«itii.
Día 4.— D. Lorenxo Mier y Teran, natural de Santander, im-
pre^or, viudo, de&S año^r vecino de GMadalupe.
ídem.— D. José Vicente Capote, natural de las Canarias, del
jioniercio, vecino de la^nxiliar del Monserrate.
DiaS.— D. Jy^ardo Willi.ims, aoltero, vecino del Espíritu Qto,
Idem.-«>Doj[!Ti Serafina Juli, vecina de la auxiliar del Monserrate.
Día 6.— D. Manuel Adot, natural de esu ciudad, abogado, aol*
ter^l, de 40 aAos, vecino del Sto« Ángel.
Día 7.— D, Pííblii CitW.Aáút vecinr» de! Monserrste.
Día 9, — Dimrt Sofiü Clj3»pn^ctít, vpcíort dtl Monserrate.
Día 10.— D^^fi;» M'irírt iK-l RusnrJü Solo longo, natural de emcio*
dad, viud»u ^tTÍnn di' Gii]|)|nl(i|ir. " m
Din II — Ü. Lrifí Driílirí lii*! Cantítln, uafural dr-ejrtaoiMdad «M
eomi'Teio, soitrro, íi*i 39 üü*i»f vei^ino ávi SngTMio de laiSauta ifleeí»
Catedral.
Dia 13 -*DolÍn Juana Calero, natural de esta ciudad, viudaí
Tecina del Kspfritu Santo.
Id||p«— Doflfe Luisa EoiniTarff a, recint ii4 HonieiNtf .
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In
^^ -159-
I(le^ip>ima Jacinta CofomR, ontural iln rs^ ci<ida4l,soltor.a« ^^
Meai«««D. GhUtí^ Martii Birro^t, oijiitiin dttSlsMl C«erpo 4^
Arti44eH i .(le M iHiim, vecino i[v\ E^pfrUii Íj^jiVo.
Día 16. — Doña Rosa Ramoiui G iVMiiiv^. ^ticuraldo esta ciadtMlt
caftM^*9 «i« 39 »fi**9^ v«cíiia de Íes u^ M^Ériju
DiH 17: — D(»ña JEtiia Arcoiunju^ juititFiil de eita ciadad« v¡udt<
da €4 aÍ«Mi« vcciii\dt;l ato. Ai i ge U
Idein.-^Don rMi«.ViMe«, uuur^l de esta ciydad, tohero,daf7
aftos, vecino de id. * .
Qia IS.-*^. Jo^ Bastaquio Brito^ natural d« ésta» %>Itero« dm
17 aSos, vecmo de Guadalupe*
I>ia 19. — Sr« Regidor, Gentil hombre de Cáncifirai rabiillero da
nLiCtfen eapañola de Cárkia II(,%1(in I9árlut Jote PedrMiNi, na*
, casado^de 52 uno», veciuo áh la parcoquial del S^fva*
;le8Ía.Giitedi:a)'. (í) *-
.^JoKé Joa^iiiri Cirilo /le Zatüzor» natural de «ata, éa*
afios, Teciiitf del Sto, CrÍB¿K. (2)
Dia2l.-^Dr. D. Lf'on de Aroza,* uaturiH de ParU« soltero de.S9
aRof« vecino deja C. tcdral. ,. .^Ü»
bia 23.->— Dofia Febroiiia de Arani^a, natural de Jlí|tc0|^ viuda»
de 30 |í\o]«, vecina del Espiritu Santot
Diii 20. — Doña María Cirila Toioiasety, sokérn» v.ecíua d«l E¡t*
ipiriUi Santo. ... .^^ ^. • ■
ídem. - Doña María Luisa W i^ríii,,n;itnfAl de lea Eütadoa CJ*
•idos, casada, de 32 agos, vecimí de la Catrdral. . ^ . :
DiH 30 — Doña María de Ui Merced Gyn/.Mez deÍTallc^ natu*
ral de «siá cjriidad, (párvula) vecina deJ^Esjiirttu Sirlff».
'ídem.-— -Doña María dS .Jesús Buíilfan^, natiirtd'de epta ciudad»
caBada^ife 1^ años:, vecina del Monsérrate» ,
Día 31.— Don Luis Centéj9^>, neníente agregada al ^Udf Majror
ée la plaza. (Remitido del Real Hospital Mditar)
Rlem,-«^i>. Joe6 Acdstti y M<|rtiñez, natural dd e^ta ^udad, sal*
tero, tfp 21 años» veoitio de 6u»dalupe«
aadoi
' ri) Loa deadoa y amiffoa del Sr. Pedroso, inconsolableis lloran la gr?ui
pérdida de un vedno que sopo honrar el pq|s, y que por sus Virtudes civinaa
M dsjado en mieatroe oorasooea la oaenMfia mas ^rr^rtá de amor y de respeto.
(%) La muerte de J). Jos6 Joaquiu jE^laiar, debe anofktse entre los acón*
laeinMento#kAiiatM. Nacido en esta ciudad y eduipulo en láa rae|ofe8 es-
ene|pi de la encantadora luUa, lavio proÉMicion de adquirir 1^ mas aoblimea
ooaodimentos en la4>intuTa j en la nnÁ6lO||^ cuyo^ramos-np eonocté rival,
y sí ft sAabilidad eatiaoidnyifc|*le hBopMEc mpáñad^ un caráctejc mánoa
titrieo 3^|nAS 'i^g^dQ«^siadÍVc¡üe la» büRSs artes le ha'briaa acordado el
I da 4tte.es jígnct pppsii^W. . , *¿
!
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'^ las pcr^oncín ^ue bun eouipraau y o<^4iado flRos 4
.«emeaterío general después de la
L'>8 itip r.evan os tu ¿i^riiL^ff^liaii sido cndá^sf^ tBSdiimiadostlelas «rf-
■figu 18 eefiil ra"ra3 para truslad.rlos á 1^í3 nucvtía oic^ár.
^f 1. felp<it(Jfi en villa pnr fiLtlscinD, Sr/cDnáe deVUfanuefa.
2. Idtíiii, jdeiiij piír Ií4 C^iiuu Sr^u f^u esposa. '
3.»I«K*m, if!eiii,p«ye| Kücmo. Sr. O. Claudia dePtiiJlíos, fuligo.
4. Mein, icJein, por el 6r. coronel dun Marinno Roniiiy.
^. IJetn, iifern, por el Sr. Maestrante de lu Real 7'
' Telifle 5¡mon ijllos Iferrerof.
09^* ¿» Dt»ria Teresa Hern(int}ez Polo de Oríedo*
Oy* 7. Dí»na María Ana de Zayás y PedrosO.
8« Duna Concepción ^}Hi% de -Sta-Ccuz. ^
9. Sra. dofia'Ma{ía de la Trinidad '^orrontegui '
Landa.
]0. M^ído en vida por doña Josefa Sta. tírttz y Oviedo.
H. lIRi, ideni» por aíÁjáo. don Santitigo Roáid^em.
0^12. b )» Togias Rodrigtfez Biiron. . •
10.- Elegido en vida pórdoña Felipa Arangó y Castillo.
14. ídem, idetn, ppr doña Josefa Sia.Crnz 7 Oviedo pura qiiielk
ella dl^jpóB^s.
lo. ídem, ideqi, por doña María d^laS Nieves Perrér & Castró
16. ÓT>n ji^in Baez. . '
17, Klfgidv en vida pior Jon Jo«6 JLrango y tíiistHtii^
1^. Ídem, ídem, por el Cscmo. Sf- dou IgAacio Cres^ y trunco
de León. • * . • * •
\íl. Don Ildefonso María de Cáivdenas.
ÍMK Don Ramón Rosiqne. • .
* CG^^i* Señor InteiTdente iionorarro, cnbalfero de láOnieti ife Cie-
los 111, don Nífrciso García de Moira. .'
■"GJ^23. Daña Adelaida Alonso jr Renté»
05^23. Don Jüíin GoVef.^
24. Djña Ana Fustor¡¿a.
2o. P^íi OiMBiftjro Herrera.
Ct/'<^ D«mfi Mm^u de la Luz' Larraiabal y Armeoj^os.
27. OcAh L»»írarí1ii Gonwdez Oéorio.
á8. Drtntnis Drnkeákt^rtiitíllo. .
29. Señítf don Cárli>aPosé PedfoÉp. ^ T
30' Elegido eri v'uWpbl- don. Iffnl|í5¡i>Armcntero5. •
81. Díiñu Vicenta Eopez L»»je.lRáitflrez de Areíkmb.
má2. EKifia Breboníü ile Ara.ndii. « ^
^3J. (^ñu iVliH-ía da Jesús Boiifante.
t7-J4. Joña^iviqíi^ RBjF^ft <^e Ilodrigucz.
ff7^J.!P yon Francisco dc'Paida Mornilloi. ^
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«
* SETIEMBRE
; ' J^
Cuantos escrilos se inserten en esl^^H, serán de interés permanente^
que no espiren con las pasageras y accideflnes circunstancias de la época de
su publicación.
^^ MMuamai bxsquxas
DinS^PIP^ Jaan Tícente dneme» Pacüfc» 44
Itor^flltaH y AgwAyOj Cande de Itevtna^Olged», 1
,W Sr. territorial de las vUlasy barmaia» de Belllnava y
Rlvarroja, teniente greneral de 1<n( reales ^érgááoHj ca-
ballero gran cruz de la real j dlstlngiilda drden espa-
ñfítaí de C!6rlo« tercero, comendador dtdP^nu de lílar -
tm en la de CMatrava, vlrey, irobemador y capttaA
genital ^pe fué de esta MneTa-Espafta, presidente de
MI real audiencia, in^pectfcr y comandante genoMa del
real cuerpo de artillería, &c« Celebradas por ww apar
alonados en la Iglesia de N. P. S. Francisco de M^lco
los días 23 y 24 de octubre de 1799» Y mandadas Im-
primir por D. Pedro de BasaTC.
BREVE DESCRIPCIÓN
D£ EST08 FUNERALES.
Por el ex-jesQjla don Juan Mañero^ megieano, que habj^regre&ado de Italia.
SI gu^Tpe á fueiza de beoeácios liA^ivenwiÉdad da los^pra^
zoae» de Wm eotom nncioo, es empresa siMameate ardua y diñ«tf«
e$ CQiM|uÍ3ta de un héroe cristiano, es baavaña merecedora de las li§rir
inaa.de an siocero reiK>iM>cinúeQto» No es obra esta 4^ w semieJito
^uáút que con ánimo intrépido arrostra á los ,feli|[i:os, destr^^ «iér-
cíHmi, asalu ítrulASsacs aj^valla Gii»daé90 y reíaos, De este ié^ere de
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i
^ -lea-
a
bazaílas nos ciieJtt||jgMnMHH li i storias pnifknm (^Bo siglu; f
el que nos tocó ei^^ríKpSf^de«¡gii¡os attíeí||^8 de laTivioa provi«
deiieia, es ima épor/l4Í<ftnidÍÉJÍm¡i da semejantes brilloS| que aparen-*
tan heroísmo, y caifin í^nnr.imi^uhi muy tejos de constituir un héroe
cristiano. Obra en r p^i^tna el ?alor, obra la ciencia militar,
obra la táctica, obra ín ^fi /' ní eli los peligros; pero generalmen»
te hablando, tít^^e gran [i;ir,i- l^i ^\híí llama el fulgo fortuna, las que
aparecen á nuestros ^yus cfií^uiHJaJes, y realmente son sabias dispo-
siciones del Señor Dios de los ejércitos, que gobierna su mundo con
ínfiítíta ' sabiduría. &i una paUbni, los^Alejandros en la Asía, los
Césares en la Europa, los Corteses en Méjico, los I^Mrros en el
Perú, los Buonapartes en* Italia, debieron sus laureles^^BMjht^n-
cias extrínsecas, que los hicieron entrar victoriosos á^^^^^Hnstas
de|aB4o las yoluqtades de los conquistados en una et^j^fmÍLlá^d^
j mióolras duró el terror y espanto muy agenas de amor? sus nue-
vos señores. La conquista de corazones de toda una nación, no se
obtiene á punta de espada, sino á fuer/.a de beneficios y de una ro-
luniad conHtan^desinteresada, leal, abiertamente decidida á procu-
rar todo bien á la nacioq.
No pretendemos que haya sido reservada tamaña glofía sola-
mente al Beemo. Sr. D. Juan Vicente Gtiemez de Horcasitas, conde
de Revílta*Gigedo &c,; pero tampoco tememos asegurar en faz de to-
do el universo, que este hombre verdaderamente grande, tan ilustre
por su sangre, carácter y hazañas militares, como admirable por
sus virtudes cristianas y pi>l í ticas, % se arrebato las voluntades de la
Nueva-España, en la feliz época de su vireinato, las arrastró consigo
al Viejo mundo, se las llevó hasta el sepulcro, y las tendrá siempre
á su devoción, mientras oo se destierre de estos países la herposajr
amable virtud del reconocimiento. Eternizó esta gratitud megicana,
^ sus justísimos motivos el famoso sermón, que se oyó en la iglesia
de S. Francisco, el día de las exequias que vamos á describir. {Q«é
orador tan eumplidol qué rasgos de varonil elocuencia! qué golpea
de santa sinceridad! qué Ardades tan macizas! qué pií^Hois tan vi-
vas y enérgicas! No es orador quien ahora teje este cflRrso; pero
sin serlo conoce la perfección de tal pieza, cotejándola con ef origi-
nal que en ella se retrata. No se deslizó el docto predicador en un
ápice centra la verdad. Desmenúcese todo el discurso, desentráñe-
se todo el peso y fuerza de sus convincentes razones. Pobre Plini^
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^ \ f ^
J^ —163— ri
os Imeer eiro ia«lo cord^Moeue^|wK> paiM>g1rico dé
TrajiMioi Sin embar^ el orador de^R^ítttoMM precUado i que-
dar oorto, porque lo era eJ tieopo, ai jM^^^Boca« lii>jat 4eaeiiipe-
fiar enteramente un aeuiito de tanta sS^HBF
Tal ere el formar un completo eFogiToel -difuato Cosda» j pro-
barlo con cTÍdencia an héroe verdac^amente cristiano* El solo ramo
de su vireinat^ en Aiéjico ministra^Bl esto tontas pruebas, que Ia
misma «opja es capaa de embara2ar7la roas feliz y eapedita pluma;
siendo por vina pnrte muj di6cil entresacar los materiales mas opor-
■•s^ cuando son ellos a*iic^os, y por otra^muj doloroso ceder
4 In esire^ez del tiempo, abandonando«rasgos primorosos que lier-
mosefl|É|^^ftretrato« Quién habla de la justicia que forma, sefun
oreéind^^^^^pal distintíro de EHiestrct Conde, se rtréen las mn-
jores^ng^PVsi le falta tiempo para esplajarse deleitoaamettlc ea
casos particulares, qn^prueban hlib&r logVado eo este gran>¡fS3r^ un
benéfico protector la viuda y el pupilof un 9^eitte vigoroso y suma*
mente activo loa pobré^, un defeíisor infatigable los Indios: un pron^
to despaoho los pleitos, aun Jos qifé parecían inlejjpinables j e^f^-<
bau llenos de polvo en los arciíivos; una puerta, la mas franca el mh*
Ns, el agoviado, el oprimido: haber temblado peraquellos días el de.
lál#, y aun nllé en sus oscuros rincones haberse estremecido el aas-
SfiMS el usurero, el ebrio, la ramera*; el taliulfein'iolgazan; haberse
estimulado cou alabanzas los ánimps ncreedores á eilrfs, j'remnnera-
do con empleos de honor y conveniencia 'el ^méqto y la virtud. La
iscreible actividad cdn que paaecia ▼olande%ína ^ otra iSetermina-
0109, y á todas f^endia, como si cadafi^a. fi^ra-.su único negocio;
la fastísima ^tensión 'de au mente, que se paseaba [9br todos los ra-
m^Mme le^rteaeeian, por todos los trib^nldes, por todas Jas callea
po^bdos los oamidos, por todas las cíu'cliideft y pueblos de su virei-
■ato: su portentosa- memo/ia, que no le permi:i^éñ tanta confusión
és-BefefCÍos olvidar pequeñas menuttencias^qqe cóiidugesen al oon-
svélo'del pobre, del afligido: su delicadísioao déüntai^s que Ib llena-
ba dali^bw^á la vista de un regalo que J Aresend^ran, y que derolvla
coa afabvPRbi^nli^ su reatfelta enterez^fariülevar adelante los úti*
hmpr9fec0>8t0¡b ateticioná i^spetoi»:. su crfstiana humildad«en cede^r
á.ía rmio^agéna cuando realmente lo «onocja; su ÜQqomparabie cek»
de 4a gloria <de 11 uestro oatcílico monarcas sti amor^iAiíverrah á tpdo
fv«mio, sin roas acepción depecsofflsqu^ la de indinarse en caso
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lie duda, i favor 4|^iDÍi«rfibteyu pfoteecion á lAt cieticias y fiit«f,
de las q4ie wet dtoIfl^bÉMnal, y cuyos adelaiilaiiiíofitos pK>eiiré oon
tanto e«i»ero: el deci^^^Bufc) por la pñbUcñ felicidad de la ffocion
que gobernaba: su v^P^ffiRKt santuario en tiempos de tanto ftito
yealatMdad para la iglesiíi: tocio esto fonna un complexo de agra-
dables y ames Virtudes de gue|^ulta ima maravíHoaa hemios«ra, tfn
hombre rerdaderameote grai|^Pan estraordinarío moital, nnr héroe»
no á las medidas d.el ? ulgo prorano, sino á-las del religioso adorador
del grao Dios.
Este complejo ^e prendas^ este hombre grande, este héroe 4o
órdefi superior/es puntuahniBhte quien conquistólos coraioiiesde lo»
mejioanoe', que se. precian y glorian de ser liemotf y n^H|^otble¿
á loe beneficióe- £1 Viajero Uiitrersal^ en el cuaden^^^Hnpreso
dOis «ftosk», y/qae todot;? uoá menuda* descripción iM^pco,* dfoet
^^fil carácter de los n&ejtcanbs esier'generosos^corteseey'afables y oa-
ritativos.^' Agradezcor, soore toda espre'sion; el buen conoe|Ho qüa
tiene de mis paisanos; pero tratándose de pintadles el carácter, jú h»-
hiéik deseado qu|^ no se les hubierl defraudado el epíteto de agrmds^
cidos^ que sobre otras prendasJoS distingue. No tengo el htfbor de
conocer oT au]U>r Viaj.eró; pero muy de veras lo estimo y aprecio por
la dulzilrH.de su estilo^ por enis bien oultivados talentos^' por so íñé9^
lefratica y níaFbialJ%W dice mdclias^verdaides, algunas^agrjidabl^ y
no pocas amaí^s. 'De tal cual prpposicion, espero que admitíri mi-
aípelqci<9n i tribunajtioipa*^iai,^rincipaliiient*fl6»aqUi^lá de laoa>*-
ta 503, iqd^hablartfdo lik íaHnipf^nta^ dice: ^^'l^ín 4}udft se peribcct#-
tiAríaes^e arte en Afé^co,.^.^híese autores qu»^ fiMBoñtasen. eoa
piodticcioáesiH^nas de .la atención de) pábittsd." Des^ tni oeeitr#
rliiooní tengo el gusto deMivjsar en Méjico muolioa sabios que-teM ■
tarian l«r imprenta con^-pxodueciones dignas de presentarse ai m^Wli^
nuftado póblico; pe'f^. no ignora el ilustre Viajero» que la» letras por
h>ooni«in tienen él' máfg^sEo déiiíacei: maridage con loe pehree, jr-
Ráelos gastos dlbií¿ffrentoi^en Mé|io6 son escésivos. fisNk mi «poia*
oion aó'Toinpio^la V(AeraG|K||í burila aononia que protéj^j^l^autorv
y á 9U bella ploma tM|tpo8^1a róm^er^ojM aD»or^|s quiPK^
jíeo, que dtjBe, confirmando su eifrái^r.ide'agradenG^ **%f m
■o de ses€;ma y.11^9 li^]^, enn[|uet>lomá tan feliz désortbe^a» firoviH
denciaiT, goe fe* ^stOs'.iltiffTos añoe tanto me ÜeiíiBÓseárón^ enMra^
mtetáe caUa el fiombre dé j¿^ éMereóte «virey, m biefthochor íMÍgoa»
ítÍe.Mác
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>* ._•!.. r«
•I mmmé^ <te BcfiUftiGágitIo» que iaiitoM eaneró 4^ far^rMeriiM, q«e
casa HM ^pó d% tmei^o^ que ftt4.¡a «dniin^^dl||la Nuevi- España.*
BnjttgiuríaaiM lágrínas Méjieot si al fl^^^Ruaihira aa TÍda asía
iMHabta graade, 4 aajos pías rindiera pc^V^os años el debido tri-'
bttlo del qms itemo reeooooi miento. Pero fué servido el |praB*Dios,'
fm huiU m «r¿e Isfftañaah de arraneaflea aun este conaaelo á lea aie*
gMMMMM, recordándoles eoo este tri¿kueeso« qioe toas gloría es ^*
mera^síao as la celestial, psra f|Be Fuimos criados, j á la cwalt eoum
debemos esperar, llsoié por medio de ukia edifiícanjk) maarta al ftimo-
ao oottde el dia 12 de mayo del año JÍ 189* Óydae en Mé)ieo bstafs-
lal jiotioia, cQflM^avélen oírse las celamilosas' desgracias que no sa
aastet^AJ^^D haik á ciertos particulares, á determinadas famüiasi
sino qpl^^Bh inMfB á tdtlo eí póblíco. Aiigt¿se la unfirersidad da
aste beaenfiSao reiao, mucjio^ lloraron tieni.a»^Jágfiima% y, algoaaa
aaai quisieron arrutar dedjK.boca á F\irnto i|iue|las palabras: ^sHiMm
«MMa hmb€0 tujuriam^tuam^ OpBsar^ ^ff^cpti^ut viverem ^ morder m-.
grmiM$: Solo esta'injurla me has b^llb ¡oh Césarl^qife na pudie^ila
ja pagarte tantos beneficios, me ofoliay á vivir y á morir iograto*''
Por evitar esta feísima tacha- j^lffgraqfad, resolvieron alfanos» eé-
úWn
pamlmeate i^bctos á la bucAff^memor^&Bl f}ifiioto conde, p«g«fl«
a» el modo. posible aas nniehas béiai^^^^^ofragando^ sH akaa ooa
aaéasnalsímas exégatas, que fueron qelebradas en la forma aiguiaalas
Eligióse paradla lúgubre función el capaz lemplo'd^.gran Pa-
Utmn^fktnFrancíseOi donAe ae puso unabafip* 6 zócalo de vahiCe jr
ato pies de ancbo y dooé de alto: se levanto sobre esta salida basa 6
la id|a#a de tcpiíita pi^ Un ob^sco magnifico, cuedrangiilar, de is*
éao tosciAio, eo qué se v^ía' pri^ifioroMamaiite' imltadc el jaspe roeak'
€¡MÉ».a«»rpa9, que ühM en armónica diminución, 80ltenian,la*mi^
qH» piramidal, eh cuyas principahis yi|taa^tabaii*coloc^doa Jos es-
audoa da* anuas deí .ilustre difaotOt.y en^i^final remate, sobre nnim^
gÍB d^lerciopeló ^cArmasi-, las insiga»^ de )» gran 'Cruz de la rtfi Otr
da^gql^fiM^R^Uitar.J iialíti^Í$otMre^MRCala,.Bl*{iiur dé'lds caali»-
«Aagaio^W ()Mj¿er ^^rpCf^e lef^t&ttTb^t^ta^btlaidcHw? fía quitet
p&ea 4brWí>/í^aLflerirte ffgÍifS\dq^^i^éJeo¿9^ cada ^faii4pir cq^
otaaa lae^r, JBopa^teiit^ ^a uíp^i^W^v» dSseí^pies^i^jijw f)|tiadela coa
Cttafak% v^l jk^ú, libra* Ocbo .itupcrialesd^ ^ilirtaJ^^&iiftiXstViBuidos eq
laa-dtatro ic^MÁsdel mtsaia prim^ W^iY'i» soi^eDlIa otros taotos tU
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ríos de á diez y se^ libra» endk ntio. Ciento «eseiitii 3^ odio ImeilwfD»
de plttttf, repaitklo9|^^^ci]atro «werpoe orní la mam ampiiiian «^
matrÍH^ oíreeiaii ua go^^Birista ei roas agradable, y llattaban la.gra«
ve magetiad de ki sole^^ funcioo. S(»bre cadti ángalo.del firimer'
9ttej^09 ealaba umi estátu» que rein*e«eiituba una Tirtod cdrdniali to-
das coa tu tarjeta en ia mairo, en que iban eaorilas las poesías de-
que despuea haClareniofl. Otr^^os tarjetas tenia cada frente de eete
pcUiier cuerpQt y todas se Henaroii eon poesías akisfiras 4 las hasato»
del liéroer á eujo luneWé iionor se levanta el nstiusoléo. La suma es-
treeftee dal tiempo y varias ppn^sas ineidetioias^ no dieron iugar ár
que lograran el mismo género. de adorno los oue^^osLsegeade y teroe-^
ro» en que solo lacian bien significantes emblemas» aaÉ^Qs á lee
prendas y virtudes del señor Conde. Lasólos pilucipatf^Hpt^ del
cuarto eu^rup se, ocu^ron cou Jlos ejtjtaj^, uno latinqp otro oas»
tellano. A mas de lus lu<ys que Jluminab^nsal obeli^o, estaban aspar»
oídos por eleuerpo de la iglesia veiut^y cuatre blandones de píate
eas^sus coKre8pT>ndientes oírlos^ didtancM de cinco varas uno de otro*
Seis velas ardian en el altar i^vorv dos en los demás. Se contaron en
en suntuosa iluminación cu|Aroc!en|y cuareuta y otho luces; y el
oeesumo de cera ascetyliq^Rescienan setenta y cuatro libras^ dies
L|y I
iSra I
oQKas, iaelttso el de las.veBl^jiygeno que se preaentaroii á los sefuH
r^M ministros de ileal Audienei^Tcanónigos y prelados de raliftoiies¿
OonvidlMia Ja nobleza y muy crecido número de individuos de
otras clases por medio de un sencillo papel, cuyo* traslado ¿^^Mue»
después, 1a tarde del 23 de octubre, con la asistencia de iimumerablse
personas df todos órdenes, á las 4 y «aparto coipensb Ic^ vigíli» ceo la
mayor solemnidad; y terminnda está -dio principio á la oraftion í^atl
brefatina el Di*. D. Rafítel Moreno, que se esmeH en tejer un ^mm*
pUdo elegto al benieméri^4^unto con rasgos de verdadera elocimRe
y, fti6 oido con los aplausos^orregpondientes «I nonabre del orador, j
afamable objeto de su argumeuto. Con dolor «os vemos prívedes de
krsatmfaecjon que tendFÍaiQOs si Ieyeca*e1 publico^Ataptexa:.e<MS r«e~
gbs y sáplicas ludió persi^ftüj^ autoríd^Ucootra-l^modéi^^ij^ era-
dof; pero c^ Hitaolutamente no qtirso fJtrmi^ijfqoiy^b^y la tas-
árenla .su ef^io' fúnebre. No jjkts ^so^ef^ metiór la {flki.i;^^^^ ad^
quirtó. Coi^Iiiprjíqe<da soRmnidad de^éaiji larde con*e£j:f^onee aeos-
tumbradb, queJ^t^Sócon/v^fa en mano lu venerable éoitíí|iid«d de
Padres de la Observancia* Af dia-*BÍgniente se ofreciere^Al Akkimo
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ÍMT %\ «Itoift M ilualfe ¿ifuiito, doflciettta»o¡ncaentd y uta ttiiiht« o-
f^itpándoy grao parte de la mañana ffeiiita altara; el e«al número né
«oinplet^, aiaüiando k los fijos de la igftl»ÜAgrande y otroa portatí-
lea. Iba de la adjunto capilla de Ealvaiiera, qtre vulgarmente llama-
mol de loa riojaHoe^ Ún peso era la limosna de la misa de seis á oolio
Ú9 la mañana, doee reales de ocho á diez y dos pesos de diez á doce;
y ae advirtió oon ternura y gozo q«ie lyuchos sacerdotes no quisieron
admitir la limosna, dando con esto manifiesta prueba del puro metí-
▼o de reconocimiento, que los condujo á solemnizar las exequias, y
^reeer el Santo Sacri6cio pot alma tan iM^iemérita tiélos nMgieaiios.
Desde ks ocho comenzaron á svcedej^ie euéel canto de a^iemneB rea-
|K>nso8 las sagradas relifienes, enderezadas desde sus respectivos
«onvento^Bti edificantes comunidades, A la«^ueve y media rompió el
lÁlencio Icraiusica oon una d^ücada cu^posiaion del fiímoao maestro
de Capilla, vulgamienteuíl^Pf^cidp con el nyj|^bre de Españuleto; si-*
guió el oficio de difuntos y últiinjumeiitie^lu soiemno^misa, que cantó
el R. P^ guardián del colegio de san Buenaventura, dicho Santiago
l^laltelolco. A las once concluyó ^^yig Si^ibió al pulpito el reveren-
do Padre Dr. Fr. Ramón G^^^s, de^Árden de Predicadores, ám
enya elegantísima pieza híciiiyR^ menc^wl puooipio de esta narra-
Sva, Solo añadimos, que no dejó \^uj^^f afecto alguno^ de los que
en semejantes ocasiones deben manejarse, y que consiguió dejar mar
vivamente impreso en ios corazoties el justo dolor de lu gran pérdida
«|ue tuvimos en la muerte de un ciudadano tan amable y urbano, de
un virey tan átil y benéfiQo, de un cristiano tan modesto y humilde.
Dióae fin* al magnífico sufragio con los cinco acostumbrados respon*
sos, de los que cantaron cuatro en los ángulos del mausoleo cuatro
Vendos padres de Provincia, y el ultimo el reverendo padre guar-
de! convento grande, por hallarse a^^seute el M. R. padre Pro*
vincial.
Pasamos & dar breve noticia de las poesías y elogios que ador*
ciaron esta Pira; y añadiremos á cada una su compendiosa esplica-
cion, para que nadie tropiece, sospeclian^p sentidos ágenos de plu-
ma imflRial, (fWng)iílkja y cristiana, cll cúmulo de estas piezas
podrta^ps tkul^m, Llantos 4fl recomcimiento: pues todas respiran
el agradecij^^^fecto que profesan lu?^ejicau|%al héroe que lloran
pero respet|i|nos; el escrúpulo de algunos mod^c^s que poco gustan
de tku^is alegóricos.
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—II»—
Para la tarjeta de ui^áagulo del primer cmterpo se ideó per ^e»
rogitficci una maUrooa llorosa y este lema:
ami.
• Prob! disecarem roortia ímagHiem»
Mani^cri/enta quffi miliiauatulit
(Ab tetra!) Principem ReviUiMi^:
Qfam quid atrocius bocee fiíctu? ^.
Quid invíderes, pailida, sat vides: '^
Viruní tu1^>i¡, quo quid Rabile
^ Magis fuissc, nou repertuin,
Prisca, rccentiave obtuiisses.
Quid nata p^sit tacta doforibus
Non 6er^'atrem^ui fuit índoles
VirtjStanta» iPanteceliat..^
SP^mala trístia quid recordor?
fiotú sunt dolores, carmine quo» brevi,
Tetráque possit voce revolvere
Vel ¡pse Pindarus, tooanti
Ore modos facilis cieríf.
Erumpe flétus: advenías mihi
Solus mederiy corrue plurimus,
Genas inunda, inceodiumque.
Vi veré si est o pus, obrue intus. ^ft
Et tu, qui in alto vértice consides,
Tu, qui imperas, at que omnia obediunt,
Hbbc aspice, et corrobóralo
Omnipotens fragilem dolentem.
^^
La matrona llorosa representaba í Méjico, eí^aien so¿ tan na-
turales las lágrimas j)or la miierle defceude Revilla-G^do, como lo
son en una tierna bija, que contempla el cadáver de suNfcado padre.
Son muy debidos íós''últiraos oficios que hacemos á persoofl ^e en
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—169—
todasu cooducta nos iftjo^ó entrañas paternay, deaeofiaimas de nuea*
tro bien; piaao aon alcdiamo tiempo' ftftettoa con eaji^eao, ni es fácil
aaístir jl ellos ain movernos á llanto. Espiica la oda latina eale dolor
de Méjico que quisiertí despedazar á^ia muerte, por haber esta tira,
do su sangrienta hoz contra la vida Jk un liongJ>re«grande, tanbeoe*
mérito de la Nueva-'Bspañá, tan generalmente aiQable y |an llene de
preilQas las mas geniales. Ahogada la triste matrona en este mar de
fiares congojas, y queriendo apartar de su memoria loa motivos que
se bs ^usftff, díplai^^u 4na.bilidád para es presar la grandeza de su
dolor; 7 convida álaf lágrimas, que vengan á socorrerla J con el co-
pioiO caudal de sus corneqtes apaguen.el inoéndiof qnS intemaiMt»-
fe la^deyora, £q|hi. última estrofa se convierte cristiana mente* ¿ la
yerdadera.*'7^iepte de todo conaueJo, al 8o]o Señor, gmumanda y ea
obedecido, le suplica que vuelva los 6joa^'e]ra,.y como Tedo poderpAo
conforte su fragilidad, y haga calmar su dolor!
Para la segunda t'arjet^idel: misma cuerpo, muchas tániparas con
eale lema:
CÜM TÉIVEBRIS sCeLERA.
ójfk.
Gnudeti! o superl: ,pelHujf eijjTat
C Delicium; tiitudit párfiidacnmina '•
• Plfliidente líTberRevtlfn,
Nocti lampadrbufl flatríH
Non ulíra teneltrae^ lucida compita
«^ ' Nocni sunt: latebras non habet amplius
Effrons culpa, tim'ori
Cedat, quamiibet impudens.
Junxit nocte diem Vir celeberrimus,
Et fama nitida spiendidus undique:
^ . ■ liUman. perpetuavit
A ' Uroi, ne noceánt mali
' •.; Vos, o Mexicei» plaudite vocibus,
^•- * Pergrat2,'qi\e animd dicite Prin^i
H
^ T¡aiaió: In pace quiesce,
l[ternum^tibi luceat. *
23
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Cüi vl^fiaerat lux ia amol^pii^
Nullae íiiif^eiiebraet tit BÍhil^orridiHBf
Sil ?íti^ nie)ic»pi« " •
Lymen jam aine terminbé
fit tu,. t[tete scelus, triSlíus ¡ngérae^
Ctti jara BontreiflaneDC»atr#lailaBlíA:
OKm noz tíbi/a?it; ^
Jam ncm ast tiae laypadk, • *
SI alunlinrio de la ciudad fué de loe beoéfitios muf^aobreaakHkH
tea ^lfm^íaA ^Méjíoo sii cristí{iBÍttmo yirey eTCende de Riétilla«<3Nge*
do/Lo oayoyi la oda latina, pidietído' apla«K» & loai^habítadoifer def
Gieloyqiie hicjíeraneco á loa vivas j vnivereiA j6bHo, cpn'^lllrarfos aá-
jtdMdpbe bendijeron -tan úCltlS^mHiáotfMii* Bala pbao en deilrotai «iii
ejército de crímenes, qhe ¡avergonzados deaapaiiaeieroD ál velp i
laaiiaahM Humtnada con súcrn heraao^urji la ctndad^ No> káy ytf mo-
mantos de tinieblas en Méjico, ni tiene )ra escondrijos la deacariaiv
culpa, que debe ceder, si no á la vergüenza, por lo menos al temor
de ser descubiertas por la luzrHizo este (n'odigic^de asemejar la nócbe
al dia an varón á todas^ces-ilustre j esclarecido por su buena fama
en imboa mundos perpetuó la luz^n ausencias del sol, para quitar á
los malos el afirtgo de la oscuridad. Aplaudid, mejicanos, diciendo á
tan gran bienhechor: Descansa en pnz, vive eh etlnuia luz; j puea
tan^ He agrado esta en tu vida mortal, no veass jjiiíTás tinieblas, ti%
vbashorArcs; etertiíi sea la claridad de tu nuevji vida. Y tá desventu-
rado Crimeut gime al fatal agolpe de habt^r qut^dado sin tu'amada os-
curidad: te atrincherabas eti las tltiieblas; iuoedia una perpetua luz.
Para la largeta d«jl tercer ái^gulo del mianio cuerpo, uU sol ^po
«n el medio dia, y este lema¿ *
OMNULUSTRAT-
ODE. ' \ *^
^Odas* ut alta Cynttlíius^ rota ^4^
Et astra velox lusUrat, et omnia, • ^
Qtfae sive Mat^r alma Divum,
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8«u Th6ti»un8a ofe«lnifir¡i|aet
Sic jura Tkan bío p^^ulip^^^are,
Sciens que fata evolvere publica
üt kistral (afa!)relici(atis
Arnptnr^tie terqtte beüfn regiial
Nee ilía Mlrti, Mercurio, aut Tíimni,
• VeitJieve parclt, quos fácil impiger
Serviré prósperos hhÍuIí,
Ao dtícori píjpTili superho. ♦^
♦ Keilnbni unum; proestitit hoc ÜeSs,
• tJt visat asirá Jimiu» et 9Úh,
Mensis que EWvüfim filié fnmtur
Neclare di^nus al i Hevilla.
El astrfí lummOBo, preiídente de nuesj^o flia, que ?igíta y cnmu-
ntealur. ámdña los phinetíii de nuestro sistema «olírj ¡guarniente re-
com en veinte y cuntro horas cunritos reinos conríeiie el glano ierra-
l}aeo que hnbitamos. Parangona la oda precedente c<»n este benéfico
Iqmftíar af conde«Reiriria-Gigedo, que diestro en el manejo ije su nd-
lúTúistrñcioT}, Tiiiítal)a sin reposo cuantos rara ga' con tiene el'vastlsjmo
j<bÍenlfad7ido reino de la púlifica feílcidii^k/Presto* el '^íjotfde su
incansable ateircion al bubn orHen^^de! eetadi» milinir, ti\ incremeniü
dfctffta ciencins 3? nrtef, á b» iiias'esacEa udínírusiríicjíin de la justicia, j ,
áP)o8 auges de I5 agricultura; y b*fciendo prspernr á cada uno de estoa
llimOfl, los obligó ú sirrvir con so ^alftial [>r<i'íperidííd hWjí^i píibiic^^i
jr ala decorosa magííiítHd del pueblo infjicaiKK hn íniuensa y afanosa
tarea de eslfugriínde alm|¡^qtie tantt* se e^efchít^cn busca de benefi-
ciba para iiuestm Veinrf^edla ya el preuiib, y üI jiísto Remuneradtír
•e lo concedió, llamándola í descansíiT efi"*el re pos o y* cu o vite ce os-
tial de que se habia hf^clio tan digiifi. •
Para la largeta ág\ cuarto áiiguld.'^nlf esf^élllf unJlante en noche
Ofctfr^Qon este lenm*
PflSC'MDbl'E QUIESJCflT.
*^ € ODE. ^
- *• .. I -% . • - i'^' .
Solé siíb cljy^ í^t wr||. taiwiiii»* ^ ^ .*
Et lí^iWflores apis, iitqiie mella ^ . , , .
r>
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PoDÍt ta oeri^hominique totuí
Tune labor ioiut.
f -^ *
Wtgra sed soni^it genitrtx ni umbra
Ü(3£U|fnt ierras, plHcifUe quieti
Oirintu iiidutgefit, nJii pfira celao /
i. Videra Oiynipo,
Mjjici sdlua (flfíla aemolatui ^
* •'*^ ^%||ifRf*í*f ríffRc, WgiJat beanJti '
-*•*• *' ílmnilíits un US.
*.■> ' 3-
Nil%€Citatibat vigilrije, rtipto * ^
^ L»n<^'uidí#menibrÍ3 plácido á(»poref ^r i:i
#• Srlabor|!ósaet díire Mexicanis f^^
•- iNocte Haluteni. ^
Él iábiíí-autor de Ííi naiuruíezn tumn^ividir nuestro dia nntuml
€ti do0 partea, *urí« íucida, qtlfe llaiíiítmoa dui, otra oscura, que lluma-
^4^ mos íK^ehe^'Jáí^rnkierail^esüneda ni trabajo, la segunda al necesario
deflcaniíO|-^<in.fHíe sv réWhr^n las íf&nñs^' pnn^ repetir jil día üitruíen-
te la tarea. BiSlu^alti^nmiiva qiie oM^vuri ¡ua irnieioAale») gobern#^
' dos portel BOfo mmuto^la piütrámi^^miuhi^n Ws hoiubre?, dirigidu»
^tiarHZun: ^I dia lo i.' . -ledicaii al
*deiCÍi riso ía^ noche, cuv ^ ■ -níainía lux
de las eftU«lbs, quñ ^Iris p^cifen v&l»ri cua|kdtí tddoa lo^ cuerpos de
nuestro fli«i«ím' ' -Dvidím "íiJ sueño con sAjiiieta siJeiicio, £1 con-
de Reviílü-Gi;;; : ' >ii viaeiiiaU^ deaptiea de h^beriuiitado jurante
el dia, 1a iticafisible y f^igoaa-carrera del Sol, eniutuba coa intrépido
Tigor el nuciurni»le!«veio db la| eí^irellat», abundoii^ndose al trabajo
eu fas horas nia*peBad«s, por bacer felices á los^iueblos que gober-
naba. Mada le importaba pasar en vñiñ nocbea eiiter^^obando á
iu cansado cuerpo el Bpaeible reposo-del guefiüi cotí tal que lograra
multiplicar bus obsequio», dia y uochu dirij£Ído|^utiHdttd de sua
mejícanf^A. ^ ^ 9¡jf
En eada frente del mismo cueipn Kobin dm twjetfti; para usa de
• la prini^ri» frente sft'penBo el^iTuglílico de uIyl^E^lna despedüzftüdo
■ui alas y este leíaa^
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—173-
NON DEílRDNT CRISPÍ.
EPIGBAiMA. '•
Hactenu9 Heroís clarissana gesta Revíllie
Per terraa volitanSf^ejc m^re. FamiLlulit,
Nunc irata auas, et pr&ceps impute, pepnaa
Dilácerat, memprans taétá Uolóre Vihinv
Nlim quid, ait, peTíns^v^eant proHesse? Quid ultuí
Nuntía sim, po88Ín|cum aitó tanta moui
Estnétuá destrá, quod cerndT illu^tm cadáver,
Pallidp niorB?«PanitB*perdere dicta pote»?-. ■
Nop tamén evites nomen, qüod claruit instar.
Solía. M'exiceij'plaudite, vivrf 16.
^bstrepo vece quide/n rauca, lacrimabilft alai
Rui||liS>||eQd'histon8B- peona canora raanet,
♦
M||^fao*ha|^a«trabaj^Q Ja Fama en correrías por diversas p^rtM
^1 mundo, li^yuulo ejQ triunfo la esacta re^ieiou de varias hejr4icM
hasañas del condobSev^líta-Gi^edo. Se leyeron algunas de estas con
aplausQ uniTersal'en gasetas de países muy remotos, haciendo eeo/sa^
Cortes, en gábiit^tw^' en tertulias de hombres de fino gusto, el^fambsa
nqnibre del virejjc. mejicano. Pinta el epigrama latino ^p ap^arach|
la Pama.pcn' la temprana muerte de este grande hombre, nue desptq*
inaba sus alas, conuvibstrumentos ya ¡nut¡Ie4H)ara rem/ntar el vuelo,
á pregonar lasL^^zañas de su h^roe. ¿Para qué me^sirven las i|l^
decia, si veo fenecer tan presto persono de. ^n alta etfera^ cuyaaglo*
rías era empeño*niio publicar? ¿Es la hoz que maueja tu diestrai {oh
pálida muerte! quieta me lia causado el dolor de estar viendo ese i|ii»-'
tre cadávec? Acabaste de uQ'foLpe cuanfo ha fabricado k Faipa en
tautpfl Siíos..Ptié^ OQ Jg^dran el consuelo de ocultar 4 la posteri^^d el
•eqlnrttido nombre de mi iTéroe. Alegraos, mejicanos, que no queda-^
tJL eilp sepultado» Es verdad que hsrq^dado ronco mi claria con el .
presaotoiKgolpe, y qM¿ en 6ierza/le él e^toy despedazando mis alas,
fMffo ao faltará mi'^aliUÍlia qiff recojn esta^plumas y l;is h^a feli-
ces, aacribiendo con eMas la hiaicMÚa de mi querido conde.
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fc ^
Para la otra tarjeta de la primera fre^^mio iia?ío abandonado 4
as iras del mar j es^ t^oHi:
; — ^^«Hr = "
Qtiid, snego deme'rgur? Vos, ¡nqiiit, vivite: eunti
Per mare fluGtívHgiirn siínt mihi vota morí.
Vita^mare est, vestraihijueavj^us disquíro salutein,
Pervada salsa rfténs, ¡iffragiriqíie rali, "^
Si proHesse meis pótuí, quid plura? Procellae
lusur^ant, peream; gloria tula mea est
Vó8i¡ ó Mexicei, colui; nuiíc ocS^o fraclua
ViribuSf. in vbbis quas ^osuisse placel
6ac yixi, deoorique datuin satis; este beuti;
Est mibí perpetuó vi veré vestra salus, •
• f :•
Es muy antigua comparación la del gravísimo peso de un gobier-
BOcoB un bajel en la mas terrible borrasca. Él coiftie ReVHJdiG¡gedo
eonocia, como pocos, la-ñaturaleza del gr^^argoAíJ^e ponía sobrd»
sus hombros el vireioato, deseaba tó-^zmente dAempeñar sus oblí-
l^aeioaes, y no perdonaba á esfuerzos por consegftirlp. Los huraca-
iiyá¿V« debía hacer frente, para vencer díficut^dés eh'suadmi-
nistracion peIKica: las formidables olas que naturalmente debían so-
brevenir en-ki contradicciones de algunos, cuyos desórdenes refor-
maba, con^stitúian al b^n virey en estado de violentísima tormenta,
Ko faltaron leales amigos que le détoian: que aquel ilfTatigable tesón»
que dia y hoche*lo ocupad en tinta multitud y variedad de providen-
cias, acarrearía sin duda el total quebranto de su salud. Y aquí en:
tra el epigrama que pinta su' magnánimo tíorazon en esta respuesta-
**tQttí imparta que yo me sumerja] Vf^-vosotros; miénll-as yo na-
vegiHito por un piélago borrascoso, voy^ji-HArttea dfe"la muerde. iLa" .
▼ida es un mar: atravesándolo en la frágil barquilla de mi ruinosa**
salud, voy con ansia en pos d^vúftslro bien estar. Cuando habré^con- '
seguido seros útil ¿qué n^s (^retendd^evi^t^rfte^ lempestalís, pe- *
rezca yo^n ¿lias; mi gloria, esf& en segaro. Pbr vosotros he trníiijá.''
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éó^ Mjtednótt dad d casó qne muero» (|[Uebrantal)á8 «hits tíicrzas, ine
irfSgHi éé MlMrhrt qn^bfáñtadueii i^uéstro eJerWbid. ftastariié tie viñ-
ffo,lM«Mtfte^ hétfdrM Be ^ado: sed feticéí qtté Viiéstf^ fefící^áJ 4i
kMiM dif dtta tida durádehu** Bate es el liaiurafísirao sentido del ép{-
gnttiÉ, fii toér pdiMrbn ptsf \á ixññ^hiícltíh otraá id^as -Cuando ío Kice^
Hm «iMiatadé-eótii^ pttd<y ¿abéf en el bello ébiendiiúientó áé ufi sabio'
ié fl^eho |irleíd| tlf iHief pfehtrTo sílniediram^rite^^ t^fotes'tó ¿8b <a tnaa
i«|pi|M irerdifd, (fuejanládvhe mojado í¿^^luráá en satfrieá iñíorducí-
da{Pe<»lltti iHrigtíQ Qflrticalaf.^statíené aniedranta^lds -«liehds ftge^
néMTeonrtMUil hioceate, \ú dtilcé/la átit y anaabílísíma poesía^
9tfní laf prioMá taijéta de*la frente opuesta, uiv sot qua por to*
áirifñftéé d^fmrramtf f^almeni^sd Igz, con este lemat
Como el sol eh s^ ^6 reltlclente^
Sin respeto de honores, ni de edades.
Sin lustres atender, ni calidades;
Luce j calieifttf M todliy igualmente:
Asi Revilla^ á quien qc le presente,
Protfto entit no distingue dignidades;
Titufos; natTiitiléntod; facultades.
Oficio 6 ti'ajé no hay, «itié'ló amedrente.
Cortétf cón rlboU, li^ío justSclér'ot
Rdsfyétiroab con nóbfóá, péi'ó gf^a(te:
Con póUréáf g^nhfóéó f ¡ilaééntéro'.
A todotr guHtd dar discreto sabe,
Toifós'ltía' pébHó^ sálie' áÜHi^ cert'éirb,
Acoiú'ódhfído it cádá* cual ^u líaVe'.
Vuelve el gerogfTflfcb dU sóf, i^bque á representar objeto dÍTer-
so, 7 es la Igualdad con qúlft e^j^^tTo á todos comunica su lux, áto-
mos abriga y calienta con cfl ful^ ié «"ú&l^yos, & todos es b«|áfico
sin acepción dé petMVhas: Esta virtud de* la igualdáif con todos^Rle
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primera necesidad á quien de^ea gobernar con acicrtOi y realoMilis
Alé de las mas couspicuas y visibles en el conde RevilU^Gifido». Qhími
teiiia negocio que tratar con tu virey, rii se retraía por sa d«Mli6d,,«i
era pobre; ni confiaba efi su fasto y gala, si era rico; ni ae avergonsa*
bn dp tfü abatimiento, si era plebeyo; ni pretendía ser pireferido ^sof
aus tlmbrejf si era*noble; ni el estado^ ni ei^eoso, ai la-edady motto
particulHi^<»tivo cerraba á nadie las puertas. A tpdoareúbia ooDÍpval
franqueza y acamodaba ef tr/ito á la neceydad.del asimté. UrfcwiA^^
afüb|^ c^ Igs opulentos, no se xloblegaba con elfos contra li\il|iti^ft3.
respetuoso con cabailerob y damas^' nc^da (ferdia de* su q^ageslifOflk
gravedad en ilustres'cuncurrencias: á personas de humilde «endisioo? '
aunque mantenía su natural enterca,. Ic^s mostraba.* uA roatro nlij
humano; y nrás de una-vez le sucedió pxes^ntársele perynas en quie-
nes advertía demasiado respeto á su dignidad, y las i^ftpaba, {liciea-
do: **No tenéis que temer; tratanrcon Ci'n b^bre*c<>mo tós: hablad
con santa franqueza: proponed viiestrp Hegocio'^in ^rtedad/*
Para la ptni» tarjeta de la misma frente dos jpaiioB ^n a#to de«o%>
cordia.y estel^ma: «
Clonoordaron por fin en un aaíento
Amor y mageptad, que se decía,
No haberse jamas visto en armonía.
Ni ser podrían de un mismo sentimieotto.
Esta gran maravilla, este portento
Lo ejecutó Revílla» y á porfia
Vinieron á su rostro, en simetría
Pintando cada cual su lucimiento. •
»Sü gravedad heróicaí magestuoso
Lo aclamaba; mas dulce y agracíable
Magostad era én punto luminoiso.
Su trato era genial, cor^s, afable.
Urbano, d^cjado^Víríñoio,
Y con daftoi de afnor hacíase amtfbla^
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(^ogle
>
— 17T^
No son tan difieilet é^ nmjhtnnr ios intereses de la Hagestad y
del amc^, que abs«ilii<fc A eme no se bsiMp ejenii^s de persoaas emi-
neotes en dignidad, que baa* sabido ^narse al anismo ' U^kBfyi al
amor de todo género do*persona6; peiu> por un erri^M eolbeepto de \ñ,
naturaleza da k verdadera •esaeleneíaky auteri^ld*^ fuberon ei^ lo9nti-
guo tan raros los ejemplos, que.s^misma rari^aitl dióiiigAr ji la^gé-
Jebre senteneia: Non éénfi Qgffwtnijfnt^ n^me ¿n luna stie moi^niur
MqisMiust €t Amoi^. Despaginqoe el amab^^ímo Btoe Hombre se ~ j
4igiió«q|||ori»ar ^y^Ví persona esta ^union, ya no^ es*ta» e8lr4í0r4|ha- ^
riaiÍI»óaiMI0 im|bombjse de. sanrta «Bgoiclad y JMHtmaeistm muy ama- ]
m, •HijM^^ii dikia con maf^lloso ^ri«ior eaft^ feii» ea||ae^ef co|^e I
R^íUa-Gkf^ki» supo hacerse l||llpetar y llevar á debflo 0|^cto sus
órdenes, de oftanara q&e paracia presidir eS 8U,gqbierm> el terror;
pero anduvo^io diestro su ingenioso cariño, que supo hacer patente
á toib> el mundo Ja linftf^za de su intención^ dirigida siempre á la
ulDídad de la naeroa que gobernaba. Bn efecto^llorSroh su ausen-
cJ^5^or^9a ftiueitei^db mejicanos, bien* satisfechos del amor que
A bebieron, ^ biem dispuestos á mantener «einpre ^f« la nemoria
de UB lÉrej que reuni6«tan escelentes calidades.
Para la pionera targeta de la tercer firentexlel |nismo cuerpo,
un Argos, en hábito de pa^r, 7 este lema!
GBNflTBNO LÜMlNEJflNCTUS.
- JLYRX.
Argos el pastor griego
Hasta cien ojos, dicen, íjue tenia,
Pero á quien no era ciego,
Tener aun mas de ciento par#cia
El principe Revilla, mejicano,
Yirej, cortés, magnánimo y humano.
Asombro á todos era
Su eomprehension; & todos les espanta,
Gomo baste la esfbra
He humatia ^^A á menudencia tanta. .
Eh todo estal^ln^odb lo sabia:
Tanto hacer eoft ci^n ojos no podría.
23
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Hablad vos, tn%«Mi|i|p *
> I^ M«$i«9f pagad un fiel ^Hbiitat ^
* ' .. Testigo Amparci^IflB,
^ * A la verdad* Lofi Étnicos ser fruto
_ ^ ^ JC^ri«a*de J#ve ¿j vos1iParlad,|piidiem
^ Tajito hac^r h(^^re de ooioiin esfera?
Süt^e^sta se ele valia. . * • •
^ ^ .Y desde $<JueIIa su enunteote aliuia
^ ^^^^ . Todo 1o gobernaba, ^ -♦ ^* '*•
^ ¿ ^ió oljB^r laH;iéfle:0On jn^dtfra, ^« *«^ :^
^^ ^ Ho|pbres]|aj;f que s|A rasgos liberales^ *« 4ít
• ! .♦ Que reservaba Oíos en sus ca^dal¿»V > • .
Fué del poder fTivioo •
^Liberal rasgo el ínoJito ReviUa: ^
Su ^citerto peregrino * ' , «
♦ , Y su gobierno ¿ todos ifíaraV^a. . • . m-
* "* Ve, /répfitif&deluno ]a^ig^ctfenoía,« «H ^ *0
0 ^^> X coMsulta del otro ía inoc^*cia^' • #
Llora desconsolada, ^ ^ ' '
.Méjico, á tu Argos, y ese ¿u8taJ|^Dto
De tu tristeza nada
Enjugue ni consuele tu quebranto,
Sino es la sabia voluntad etftma
Que sus hechuras próbida galerna.
Fingía la antigua fábula cien ojos ''en ef pastot Argos, para dar
á entender la vigilancia que requería^ el • joainisterio encondendádole
por Juno. No bastarán otias tantos para ser hieo espresada la increi-
ble actividad con que atendia el Conde Revilla-jjrigedo á todos los
ramos de su vastísimo gobierno* No hallan lenguas los jaieiosos im-
parciales para significar en algún modo la ma/avillosa com prehensión
de este gran Virej, á cuyo desvelo j vigilancia no escapaba la mas
menuda cosa, que necesitara el cuidado de su providencia. Los tri-
bunales de Méjico podrian levantar un agradable grito, que se ojera
en las cuatro partes del mundo; atestiguando su sorpresa en este
punta; j diciendo cada cual, haber creido á los principios de aqael
vir^ato, que el dicho señor pareql^no pensar masque en loa negó-
^Hle aquella determinada oficina* Y si las caaas particulares, y
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— ni—
1^ Iw NMt deftpre€tiibl0s«c^>fftfs« se congregaran á dar testímouio
dé eaCi verdad; seria cAwi tai) creeylo el n^ero de teslíp>B,^mo fe
es4rf ile Jos habitadores de Méjico* Vo'créeiivos kiber eseedklo JIM
JHato» Kiinte» ia poesía, llamando al.CtAde RefUlá Uberalfaj^o diM
fderdimmo^ esto efr, horn^ de*tt^«ieUl>to1'aro8;t|ue orHi laOniHipl»-
t«Beia para grandes empresa^.* Lldí-e Méjico enhorabiiei)a, y. |^
ruelvn sua enternecidos ojós'iil'étfejgpoSe^rj que todo lo disgooe co|i
lan»its'sab¡a.]Mrovfdé)iciá. v)l »^A * ♦ ^
■Pa» hitq^^a i^Afeta de laf.terfter-frcnte, una oelle muf heon^a-j
'•^ SALUTJf. AC rikCORI.
LYtlA. ••
. A ^i ^d Mágico, Kermo^
DeSuerte que el viagero se emMesft,*
•• * .Hicíido tu 'primorosa • • .
CotTip^Curaj¿*{guién,,4ia|e^ autor fué de #ta
Tan galaBH beilezt^? Fué por cierto
Revilíft tu s'w^yi llóralo* iiftiertcr.
• . 4Si una pluza lograste
Tamaña, tan gentil, tan despejada,
^^ Que puede sin contriute ,-
.. * > Ser ele plazas modelo, y una armada
. '. .Dan tro de ej la alojarse, ¿á qué desvelo
*• Se d^bé? A4 de«Refillajyt»e8 del cíalo. '
¿Y cómo|^a jy) veo
En tus calles inmttndél muladares?
¿Qúiéq profhovió tii asco?
¿Quién cegó acequias? quién ^o tus hogares
' * Cmdíb^^e np^t^ieran v^pa triste?
Fué I^evíMa el ámabif; va no existe.
^ •* |nefl(sf^ ble llora i' . •'
' Pe iin ral héroe la faltíi^pbr>us ojos *
< Jorra de^ufór'f \ aurora '
/%jtí mas amart^^eifte; yiotf despojos
. . QuAí e|fc*í^ra r^np^M^en tu memoria
^B|^ ¥úiferr, cipoiíltadtt 11111 su hfctpria. ^^^
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— lee—
Ufio de los mas iin{ii|M'tantes .eiQ^año8^«é cooirae por mi <
lyvt^n gaf>ic\CBP» ^s el cuidar de la jfiiipieza 7 ateo de ia ciudad; qd^
dMt^rando lo«. vapores p^cilcipa^s.-ooittbleiDeiite conduce á la aani-
éad 4^ 8118 marvdores. Afii íhismo ^e juzga interés púbiice^y dtgtio
ptM'.. consiguieote de los <fUi4ados ¿e qui^n ihandaí el alsader á ia
bl^pnosuní ^ comodidad de laír carll^«, y elegauciu 4e los ediieioap
Su \% bellos *üeiD pos de \\ antiguar Roma* se creyeron dle lal impor-
tancia estos oficios, que habsp sies^pr^lfewintro pefeonaa de 4Miráeiarv
únií^ai^eote de^lnadas á ellof»,^ eifa este conten ipdisi^amtabUs prado
para elevarse á Tas sublii^^^ysnagistrai^p^tis. «i(éy %n^Mi¡m9tmmá&^
nos ilustres,, cuyo cargo es a|^álog^ ai^d^ aquallos Bjl^les roaiiii<^
sin embargo, el conde Revilla-Gigedo lomó con sum# esmero sebro
sus hoipbros así la belleza, como el aseo-de asta nobilísiuta corte, y
en ambos ramos proyecta, afimó ^ coasiguió. toDto, qne di6 p«r íiw
á su querida M^ji<.'fi un S4 mbluMtP enti ntriienit' ^u^vo. lnin«0idos
canos y aceqtUas ct^^aílíi», giro dini iu de CMirttíjnpp^ (¡we recoja \^'
suras y. desechos de ^is chiíiís» ralle» á prÍMicrn^tgz iTef d«B regaditt
empedjrado.coosUnteítictUu riin()voít%* Hie^^es diatribuit^tas ¿ páblicar
comodidad, plazas JíistinruljiM/i ^ot^^s roniüi^tibtej?, ti ingnific A edifi-
cios levantados, y %\\i\\€ pri>vjd«^ncia« de k'^W. jae7., íj^n tantos monu-
mentos, que hablan aua, y ppr cit'u bouas di'miiffiírat^ el eulor de liu^-
novacion de Méjico. Quien vio ^sta ciudad zHttes del vlreinatode núes
tro conde, y admiró d^.^^pues ¡^u lit^rDíosura y lim^ie/.a, no podía
cansarse de^ bendecir á t<tii benéfico iiniU-etot de ía^fiaiün Mejicana,
^ara la pfioiera targetn de trvcimria frrute umi amena ribera fe-
cundada de UB riOt con e^te lemn» , *
JÍIIifC sfbi.
Vil iutef^, por.qjuieoJas m^ gloriosas «
Acciones degenfran
En vergonzp# vicio, «' • . • ^ ^ •
Por quie|[^mi|^Rmas, aunque bfeii jugosas
En vez de fruto dHr,'á(^pfeciylcio
Funesto se «cele^n^ • "^ * *^ '
De Revillo'eis^l-jaecjio 'boxi^iiáste» * •*
Ni maacha^ie bizot tq^powcylli lri:|^«» SíH^
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Godgle
Insinuarle tentaste en su limpieza,
Piis&teLe asechanzas*
# 4
Ofrecístele incienso;}^
Ya juzgabas vencid^ su ñ^metñ^ *
Y hasta cojer en él fTlitos inmensos
Crecían tus esperanzas: ^ -
Pero él es rio que jamas desmiente
Lo limpio del co6c^^uli¿lfe su coj-iente.
GeneratflMii^te dicen, qif^tio hñf gmardap, qjte resistan á la llave
d« ero> p9m^fipí\suf0etmlf *(\}jfn roanufn^^ lison^ y «¿ulacion. Aca-
to Q* h%y peste mas torpe. y yM-goozi»a«,'qMe la del interés; y acaso
no haj otra quelM^a cundida t^^tOf y «Misado taii graviea«daños en los
pobladores de nuestro ^lobo. Bien lo coooelp el que dijo: Quid non
morialia pectora cogUyiomri mcrjafaimú Deísta perniciosa enferme-
dad i^rece que vj^ió epterameote eseuto el ootide Revílfia-Gigedo; al
menos «i la padeció eiitr^e^ros malea do h^eocta de nuestros prime-
ro§pa4/es. Ja «up6 A^uniniir da tal manera, ^«^ jamas tii?o influen-
cia en sus oporacionei^^a «e enliende, r^^en lyia administración
tan estendida y tan. rica,, no falcaron^ ten tatrves» para íéant con precio-
sos dones la puerta, de su coEaaoo; y c^^rauy- diestras ibanos toma-
ron la dorada Ua^o pf^a- abrir, sin ser sentidas, con «4 dulce aliciente
de los elogios y aprobación de su contiucta. Bra muy noble el alma
del •<liid«, para dejarse avasallar del oro; y muy advertida para no pe-
nctf^rel vH q|^m«terio de 4a lisonja: cerró á ésta la boca con no ba-
cer^^as» de sd despreciable bajezn; t^nno embuta las puntas todas de}
interés, n^^f^ibioftdo^ostosos presantes. A^si evidenció & todo el mun*
do ^ue ot dosempeño de sü ofli|rajmp f el bi^n-est^ de la nación me-
jtdan«r, iftMr«n tos resorte de todol ^movimiento que-se -admiraba «rn
s« ijiné^p, y irigilnntísinyo vireinato: no teniendo -por mira en tantos
•hute yysbaj<y yrovecbo ateono suyo; oomo el caudaloso rio no
vseilip utiWkid de bis tlerra%.que vá^jtrohtifruatnoiirte fecundando.
^siAa oiv» taifeía d*; laj|narta ffente .nira imagen de fu muerte
jmiÜ^é J(|.?^eftOW|- ¿el e«^mo eofide^ y este lema:
%
m
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— lea—
• ■ ' ■ ' . •■
morí SqfT, TIMÜIRE NESCIÜS.
El alma 8Íempre.gTancLe de Revilln,
ConAante, ¥al#ro6a^' *%
Igual en 8us,a¿cioiie8 ' •
Polítíeai, guerreras, «in mcTHfcilla, • * -
Síb desdoro, ¡^ Cacha de^efli^M^ t*«' « *^'
CoroDa los blasóiMs; * ;. * . : ^ '
Que le tejió la fafp^ v«ciÁgl^"« « ^^
Llegando al fin de su moctal carrera.
Siente la voz de muerte, dk tmá e¡^ftda
Al pálido -semblante, • « « *
Descarnado Aquelelo: A • '
•*8olo á (HostemoV dice:^ pr^pnriklft * . •
Desde jmtenyjQoá tan«fatal inif^j^i^te, *.
Oye el negro deci^tá, ' . . -
Sin que' el ^eraor^Rl tránsito |a.alter€i;
¡Si vivió siempre grande, mayor -nmerei
Han tenido toados lo^ siglos, y en el nuestro han abundada aier-
tos fallos héroes, que en próspera falúd jactaban una Jbrtaleca y vi<
gor de ánimo á toda prueba; pero^pu^Ptos á la sincera fu2 de la muer*
tc^ deponen la embustera rñ^scarn, y declaran^ tb.que s^jij El camiA
Revilla-Gigedb tuvo^etitre sus m^ft nqbffc»» y prindipate^ distintivos la
virtud de la magnanimiclad, bien n^nifestudli ^'n mocho'# lanéea difir
ciles de su vida militar y política; y la supo cristianatMnte aftaaervar
hasta los últimos suspiro^ No ie acometió la inueije á tr^i^ia»» 4a
manera que no le dejara ver Wep^ claro enrostro del de^^onfañorvi^
venir paso á paso, en aire de segifrá victoria, a»a iav(Bii^l>l9¿ba()aila
eo mano; y él con ánimo intrépido, sin de»^U|icer álah.hé/rjhl^iia*
ta, la recibió como embajairiz del Supremo Señor, da qu¡^ tenemcj^
a vida como en puro depósito. Tuvo sobrado tiempo para diit>oner i
satisfacción los negocios domésticos; perdonó y pidió perdón á sus
enemigos (no era difícil tenerlos en. la luminosa canpeAi. qiie^guió
di|Atfu fresca juventud); se despidió d^ murídán^^ÉHados y en'
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—183—
%ego toda au reOecsion al gr^Mdo^ al importaat^ al úoico oeceMurio
negocio que es el de laeterifk sdhid; jfpór últimovcon serena iranqui-
Iida4 iibandooo los despojo^ a^dkates y «roló áipi^DOsdel Criador. £•'
peraxnos en la Divina tt/Lisen^T^ti que^labcá cerrado la áltima cuea-
ia con felicidad e^te hombre á todas lucesVrüiide, que partió esce-
fierre asimismo en el HCto de partir »l ¡ms á^ la^erdad.
En la fireute^riacip^f ^Jciisrtcr<;iierpuHe l€fu esta latina ins-
cripción:
* '^ * * * 9^
• • • ^ ' * * iJmt^i, iforcmit^^
I^ * /Z e^Mtcgn o q tu* Opk0t * 3Íc rii a
Jjpiltf'fc^tiff^/a n o rificü n éis im is
Qtiod, Provine i ti /ii. ffaiic
JVhUíííü. AtHiiunm^tlsi í\'¿udíff¡á. Puhlicm
Iñdfjwsáo^ Lab me, A^miuá, Vigiiafiíiá
C iHis i au i i -i , Magfhan im á^
*y£C.Mííiort
Auí. E^tíquiutlü. Cchritaie^ Peiifitaieve
# . Sic. Adminhírahit
íJt Omni^nt Síhi^mi^rcín* üonciliarít
J^tíSdan. ^kiSiosi
^ Ati, Dñt ftiücciG, "^
£& muy anticuo el uso de las inscripcioAes en los funerales de
hombres ilustres; habiendo querido cada siglo dejar á la posteridad la
memoria d^^ su» héroes, ddscjribieiido en compendio las hazaña^, que
los disda^iecon^ Llena está la bella Roma de, semejantes monumen-
tos, ^ne Qos han perpetuado la grandeza de sus famosos, guerreros^
Cieruunente J^podian corntai eatos el complexo de acciones 1
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— f84—
^ne ikdortiarotí af eo4k de Rérilla-fKfftftfo, á quien Méjico dedlta «41
latina ÍHBcripcion.comft-áVaroif escliíecido en paz j en guerra; que
deade su florida juvcitel ñié%a9^4^ít¡n]o, y benemérito cindada-
Dú; cjue ftié prenarÍHdo con. lH^ masVi^ii^rf fíeos cargos, y los oéti|9i
coTT lustre y digifkkiffl; qu^i^ Mzn^etreral mente duei^o del amor y vo*
luntadiBs, cuatuli^ i^olftenjí'i eí*Tr ■ n i ni míh, gui ]Kíntr Ju mira en mal
feTtcidad que1a pliblícimticTin'^HÍde tínKj títr*»», ehi re po^ en «u vi-
gilancia, magnánimo en su fortftSezM, "'r'itontfsiino etv «us proyectos,
activo y feliz en^^^^utq|^. * ^ * *
En la frente opins^^^^te eU^gío ca|t#ít!in% .^
• • •
Del EíeeleiHísmiiy Seior
Dcín Juan Vií^nttí'fitíenn^/. y ÍBraisitFis,
Coítíl de Rt«vilhi-Gj|edc^ * •
Virey qué rifÉ ae*efeca N^ueva^^Brra,
Y norífiíi fliie s§rá*de yrreres,
• Miéu^váa^ure '^'^ *•
' h^ inraarlaWliiria qne se ftíitó
*'^ Pqf BU vigiíancm, su aoslTiteré^
Su pruilenoí», mi constancia,
T Hobre todfi por el celo
De la quietud y felicidnJ pública.
Con que se hudlCéJi^ y ámsilile «su f ubie^5.
Si se permitieran akcince1« .«.
Los afegtqs y sentí mientes Je ,una y otra E^afk^^
En órdan á^^ai mérit«;
Hai^iílílpm diida*'
Su mas sincero panegírico," y' el mas hermoso adorno
J^e 'este n>o'nu mentó
Que lo es también «
Del^mor y 9#Va%ratitud
Be sus Apasionados. . *
No neeeaita connoto este casteiiano elogio, bfietantement^ cla-
ro, y todo enderezíado ^ signiñcar la general aprobación^ que mero*
ci^p su Tireynato el conde ileFÍIl>igigedo; euyatMftudies an aMe#-
ctO-^n 81
•4»
e^^B da su empleo lo hipíeron acreedor á la grri mJfcjJspHgsioá de
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bsber ie ser norma de rirejes. No QBben en un^ peqneñe lipide lo9
afeotacMos dembof^off, en que fyrorrnnifHríen ambos mundos, ai con*
curríeren 4 describir el mérito de^te persone^ uiii útil 4 la monar*
^uim española. Este realmente serta el mas eumplído panegírico,/ e|
tmmm fpnlan adorno de esta pira, qae le lerantan con efusión de gene*
foeo amor sm npMÍomNkis, desemido perp4ftu%r «n reeonoeimtento i
loe insignes beBefieios, con (|«e este hombre singnl^r favoreció á la
Naeira-Espafia. Lo que hicieron con el noble desinterés, que demues-
tra el general convite, que suplicaba la asistuncia^iSlDs f&nebres ofi-
cioe, y el que trasladamos aqui para ej^plar de modesta benefi-
cencia*
Sobre todo lo contenido en estos cuadernos protesta el autor U
mae entera obediencia j atijecion á los decretos de los soberanos pon.
tlfieen, 7 principalmente á los del Soto, padre Urbano VliL
Los afectos i la buena memoria del Escmo. Sr. D. Juan Vicente
Cílemex Pacheco de Padilla HorcasitiH 7 Agirajo, conde de Rerilla-
Crigedo, barón 7 señor territorial de las villas 7 baronf as de Beniltova
7 Rivarruja, teniente general de los reales ejércitos, caballero gran
Cru7. de la Real^/ distinguida orden espifñolá de Carlos IIT, coarrenda-
dor de Peñas de Martes en la de Oiilatrava, vire/, gobernador 7 capí-
Uhi general que fué de esta Nueva- E^pafia, presidente de su Renl Au-
dtetMÍn, Inspector/ comandante general del Real cuerpo de Artilleria,
ébc, d^« (que en paa deecanee) deseosos del bien de au alma, han dis-
puesto celebrar un sufragio de honras los dias veinte 7 tres 7 veinte 7
euntrodel corriente en la iglesia de N, S. P. 8. &ancisco; 7 para que
sea CON el ma/or lucimiento, esperan se digne usted asistir á las eua«
tro de la tarde del primer día, 7 & las nueve 7 media de la^ mañana
del segundo; en cu/aa/horas empezarán los oficios por no liacer foi^
maMad de duelo.
2/
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— 18« —
®BJIL9Íl®iB ^VVBSB AB
Bel ISscino. Sr. O. Joan Tícente c^nemeE Padieeo de ]
naHurcorttCBS w Aguayo, condeae Bievllla-€M9e«») vi«
rey 4iae roe de «rta líiieva«*E»ipaáa,&c»Ac.iuc» 4|iie ea
UMlianraseeleteadaseldlaa^ de octubre 4I»V%99^ em
lalslettla 4i N. S. P. S. Francisco de JH^co^ predlcd el
R. P. Fr. RaAon Casaus, Torres j las. Plaasas, del br»
den de predicadores, doctor en sagrada teología por
la Real j Pontificia UnlFersIdad, su catedrático pro*
pletarlo del- doctor Angélica», examinador slniodal de
esto arzobispado, j Regente de estadios en e
Helo eoleglo de Santo Domingo de Porta Cooli, j
brado en üMS obispo auiUlIar de O^ilaca; en ISU ar«*
zoblspo de Ctoatemala, y en lS3S^blspo administrador
de la Habana*
Vmt Domínus: quia reqius es tu, et bonus in conspecta meo:
et ezitus tuus: et introítus mecum est in castris: et non ¡nv^ni in te
f uidqiiam malí ex die qua venístí ad me iisque ¡n diem hanc: sed sa-
trapis non places. Reverteré^ ergo et vade in pace. I^ib. 1 « Reg. Cap.
29. y. 6. 7.
tfo hay arte mas díficil que la de alabar i los hoiabrasso pss«
sencía de sus coetáneos. Muchos de estos se mtercsan so qte ae ss
halle m6rito verdadero en sns semejantes: 6 por estar íVesca la «lemo.
ria de algunos defectos, intentan eclipsar las mas briliatites gioriasi
de modo que es pre|i|io esperar á que el tiempo o<hi so letUa toaao
Thjñ. disipando las ligeras nubes interpuestas, y quede •« fia io litts^
no, lo bello, lo gvande, lo sablimei Jo beoéfíeoy lo piadosoy sia aada
de lo lerrenO) con que estas prendsf ese a vieron ligadas yeavmltaa
acá abajo* Para penetrar en el templo de la inmortalidad son «soA&i*
me consentimiento de los vivientes, se necesitan tal vez mas años
después de la muerte, que para merecerlo, se requirieron en una vida
larga, y llena de hechos memorables; se debe aguardar á que la im-
parcial posteridad, levante el grito de aclamación, cuando ya hayan
aá^^ las pasiones; y á que corone paclñcaracnte los héroes, cuan.
c^^Tno exisflin sus rivales.
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—187—
iQoé príncipe mas esedso, qiié guerrero «im o^fiínado, qué po«
KtíeomiM tibto j-henéfieo que David, héroe eet Inda según eloora^
99n de Dtoel il^if, rej (1) klákÉra, confiesa su mérito» aplaude sa
▼alory fidelidad, reGim<ie« losTuenos servicios que ledebe, jura fOt
el noflsbre terrible de Jeho^á^ que ledo eeto eaindubitabJa; peso» {eb
DOTrtd! no les gostas á mis Sátrapas^ añade el meaeroa* Yo sé que
para mi eres boeno coeao aa iagel de Dios; pero los príaeipales de
loa fiüsleost no q ulerea absolutaoieate que nos acompañes en el
combate. David buho de retirarse porqutr incurrid oa la desgracia»
mejor diré, censig»i6 la dicha de no agradar a loe Sátrapas de A^mj^
Émnqae tenia en su favor el bnea concepto y e&tinsacíoa del n(u>naroa;
y la eenaara ó «tsaeonfiaBasa de aquellos, en nada menoscabó su ver*
dUidera gloria. Mae yo en esto veo una amorosa providencia de Dioa
^e 4í la elevación de ánimo le opone este contrapeso; porque no hay
escollo mas temible, que el de la vanidad y orgullosa altivos, y es
efecto de la misericordia soberuna, él que los héroes mas grandes* en
▼ida no gusten á todos, y después de muertos cuando no hay riesgo
de envanecerse, sean víalos oo» ojos» & mas equitativos, ó mas indul-
gentes, como sus virtudes no se hnyan quedado en la baja esfera de
^htusaaas y sociales.
Arduo empeño Cf» el en que me han puesto. ¿Qué harét (2) Puei|
ni aé mentir, ni sé denigrar, y coraanmeote se piensa que I9 mentira
y la adulación esparcen flores, sobre los sepulcros donde reposan to^
éavta calienta las cenizas de los grandes: y vulgarmente se teme que
la sátira mardaje venga en ayuda del orador, para celebrar al muerto^
á espenaae del honor y buen nombre de los vivos. Lejos de mis labios
hi vU Iísoi\ja: léjoa, lejos de mi corazón la cáustica mordacidad, y las
anetaa enveaenadas de la maledicencia. ¡Dios eterno! cerrad mi bo^
ea, y pegad mt lengua al palndar; quede confufliido en. este momeii,
lot si acaso hubiere de psofenr espresion que desdiga de la santidad
da mi arfoisteriot evaade eon las palabras de Aquis intento, formar q
elogie M Reftmow Sir. D* I. Vieemede Güemee Pacheco 4e Padilla
Heaoaaítas y Afpiayoi e<»de de RevUlaOígedo, Virey i|ue fué de es-
la Hmwm&pmmík^DOu dbc. Vive Dios» que en lí ;^«celso conde! ao hn
i sinb bea^ y fidelidad, honor y valor en la cnrr^ra militar;
(1) Véaee-la BÜia de Vadeé, 6 de Aviftoir sobre sato tssio.
(^ <^id Romae fiíoiam? aientiii nascio. JpvfnaJ. sat. 3. .^
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—188—
**rectu8 est tu, et boims, exfnis taus, etlntroitiig mectim est in eMirí^:
qtie tú de§de que ventste á gobernarncM, lia«ta el día presente, no non
lias dado motivo de «enti miento: impolítica em sáliia, tu eelo acttro,
ífieanaable« benéfico, denintereaado, mimoso: "non invení ra te quid-
quam mali ex díe qua ▼eniati ad me, naque iu diem haoe:" y Dwa hm
purificado tua decretos, para coronarte con una muerte eríttiaaui;
**8ed Satrapis non placea: reverteré erg o et vnde in pace.** Trea ép<»*
caá de su ?ida, en las que deeempeiVó laa oblípicionea **de buen sol-
dado; de escelente vire/ y Ife humilde criatiano, digno de aueatra ad^
miración, de nueatni grañtud, de nuestra compiiaion. Venid, venid,
virtudea milítarea, virtudea políticaa, virtudes religioaaa, bijas del cié*
lo, venid á tejerle las trea guiriiMldaa que ha merecido: no baya fl«»«
res postizas, no baya otras que las que recoja la verdad sacrosanta»
para nuestro consuelo y nuestra edificación, para gloria de nuestra
edad, y envidia de las venideraa.
Que nueatro escelao oonde hubiera nacido en (a belfa, en h cul-
ta, en la delicioaa Habana, pais de las gracias-y de los tesoros, la coh^
fluencia de los dones y riquezas de los dos mundos; su llave recípro.
es, el puerto mas famoso, y mas importante de la América, y tal vex
el mas fuerte del universo; que Habana haya sido su patAa, que aqnel
hermoso clima haya influido en su temperamento amable, que loa
ejemplos y carácter de sus conciudadanos inapiráran elevaetou á aua
*deaa, heroicidad á au alma, grandiosidad á sua espreaionesi podrá aer
todo esto motivo de una dulce competencia, sobre si el héroe reetbtó
en ello mayor gloría^or el suelo donde nació, ó ai la patria quedó
maa ilustrada con las hazañas y virtudes de hijo tan afamado. Ea
la balanza del Santuario, poco ó nada pesa todo esto; ni lo flttatie de
•a cuna, ni la memoria de aua mayores, ni loa ejemf4aifrde a« pailte,
virey de la Nueva- España, ni cuanto es trinaejo y «eeeapho ae búa*
que (que ciertamente ae hallará )• para acumular tíaibraa aoUie la ca-
beza de nueatfo amado conde, añadirá adgo al mér^ real da au par^
aona. Sino virtudea propias, todo es pábulo de hi vanidad, todo «a «!«••
aiy para loa fementidoa mundanoa. Y yo no veHgo & Uaotijearloa,
sSm á destrozar este idola vistoso, para que quede patente á nveatros
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* «
— 189—
éfo8» lo que es éigno de wliiiirHcton .6 de imítaeían, y lo ^oe merec#
oh homeuage justo de nuestra gratitud.
¿A qaé fi* he de detenerme e««u8 primeros fiñoe, en su edueacioa
pnmem, cuando por lo comun<de niños ao hemos entendido, ni jiul*
gado» ni disoorrido coasigaíentea, sino «obre pe4u«ñe€es j nonadas,
Al liemos heelH> mas que indicar alguna indinaeioa á lo que liaUa-
mos de ser en edad provecta (3) y el conde sobresaliendo entre sua
hermanos/ compañeros por la vivacidad de su lenio, gallardía de su
persona» y mejor disposición del cuerpo, ^sin duda se eatretendria en
hacer papel de general, y mandar su peaueño ejéroitot SalleaMM y
salvemos otra época;* ly terrible y funesta edad de las pasiones. No sé
que se hubiera conttfmtuado jiiQias su alma, ni que hubiera naufira-
gado su inocencia. ¡Vos solo grairde, y terrible juex, que esoudriñaia
los -secretos de las coiicienoias, y que ya lo liabe¡8 juzgado nMserícor^
diosamente, vos solo sabéis, sí las delicias de las grandes ciudades
donde vivió, si la Opulencia estrao^iuaria de su casa, si \iM viajes
peligrosos para much(»s y si los aduladores y viles eortesiHioB en algo
pudieron empecerlo, seducirlo, y apartarlo de vuestra ley saercMantaf
Nosotros os repitimos con Dnvid, que no os acordéis de los deKtos y
yerros de la mocedad, j no nos juzguéis por Ib que habirá pasado con
ios mas de ios hijos de Adán, formados de barro deleznable, en la
procelosa edad en quo todo suele ser presunción, yerros, tempesta*
des y* fuegos voracísimos.
Mas puedo asegurar; que en la carrera militiir lo guió el honor, y
siempre le acompañó el valor. Una iiiiidverteiicia é iuconsideroeioli
de su genio fogoso y deterniinado, una nimia coiiíitinza en el favor de
nu ministro, que ya nada podía, fué el medio de que se valió la provi*
deoeia sot)erana para dispertar el fuego del honor, escarmentándolo
para siempre, y dándole la mas terrible leccto<|^ue puede ofrecerse
en la milicia. ¿Por qué he de disimularlo cuando el mismo conde lo
contaba, para demostrar cuan peligrosas son las desobediencias y des-
cuidos en el camino del honor? |Ah! viage inconsiderado*, pronto
volfferás i trasegar esos mares, lleno de dolor. Si Aranda; si este lié-
weititode noestra naekm, eo un siglo en que ha Inibido tantos, j
Un sobresalientes; si el conde de Aranda que conoce tu mérito, y tu
distengue con su amistad, te cubre con su sagrada egtde, y tedirige coa
(3) San Ambrosio pintó la belleza de ValentÍDÍano, &c.
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•190—
mn nMoB «onselcM para renradMir 4i<|ifel ytrro, tv Tknes ti fio á ver
en Cartagena la infame rebelión de tu refimieiito, á aer testigo del ma*
fot eríiiien,j haberle príf^ido de un euerpo^iodígnode tenerte por ca*
beza, deeorganizado entii «uaenoía^ porque no podía diurar el hoi^oc
eti iniot miembros qtíe de tí solo lo.reeibian. De hoy n»as reaonaráih
siempre eq tos oídos estas poderosas palabras: *'el bonoTt ^ bojsor d«
«a soldado eapafiol;" donde quiera que vayas y conduzcas tus tropaan
te aeordarás de aquef desastre y se encenderá en tu ardiente pecho la
llama del honor, de esta virtud de todos los gobiernos, aunque Mon-
tesqvíeo se atreva á privarla y degradarlo de la honra de la virtud^
¿Citántas veees lo oyenni después sus soldados -repetir cou entusias-
mo: (4) el hantr es para el alma lo que la vida para el cuerpo, vivi-
toi todas nuestras accioiies, debe guiarnos como gu¡6 á Regulo, á
Milridales, á Catón, á los Emilios y Escipiones Pero dejemos ejem-
plares paganos; debe g uiarnos el honor, como guió .á los Cortesesf
PixAnroil lioibas, Córdovasr AlviWt Monendezes, Dávilas, Juanes de
Ausirio, Basanes y mil otros recientes, que en Espaíía les han roba-
do 6 oscurecido esloe nombras, escediendo su valor y realzándolo con
stMtiBÚentoa mas nobles |Ah! Los antiguos romanos construyeron
dos templos juntos, dedicado el uno á la virtud y el otro al honor, de
tal modo dispuestos, que al del honor no se podia entrar sin pasar
primero por el templo do la virtud: entrambos nos están abiertos. Sí,
fieles compañeros de mi suerte; el honor es como una segunda pro-
eideoeía bienhechora, para guardar á nuestra nación con el valor de
nuestro brazo y con el sacrificio de nuestra vida. Seguidme, les grita-
\m en el campumento de san Roque, el honor ha puesto en mi mano
effta espada, para cortar laureles. ¿No me conocéis? ¿No os conocéis
i Vosotros? ¿Ignoráis quien es el enemigo que tenemos delante? No
produjo eL dictador ftunilo con mas entereza estas enérgicas espre-
sioaesy^ó) para alentar á sus soldados en uu encuentro, en que la
lOuttitiid de los enemigos los sobrecogía de espanto. Sabiendo el gran
Bevilla, {$te Ipbicrates nuevo, (6) que el ejército no debe estar nun-
(4) De iguales espresiones se habia vatMle el Ahai Qtnm de
itipt^gimido á Monteeqiri0u sóbie el hsnsr^ virtud. Véase en ék
^ausas de la púMiea feÜeidaé.
(5) Hastean, én me, an nos ignoratial Tito IJvio librt VI.
(6) Es muy celebrada la destreza y vigilancia del griego Tphicrates, &c^
Véase tomo 2 del viaje del Joven Anacharsis, &c. pág. 176 imp. en Madrid^
de 17G6.
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—loi-
ca oeíodo sino siempre ocopado, ó en atacar , ó en battealr lo pntcboi
6 en fas evt^luciones militaren, y que el soldado ocíeso ftoikMMH» m
Vuelve (7) 'sedicioso, libentito 6 cobarde; todo era faege y MiívídM
en recorrer las filas, llegar á los 6ltimos cootínelait avaMMrae mm
que nadie, caminar por entre las \^\9^ y bombas, aun cuando & o*
lado caian muertos los compañeros y su edeoán, d laalogftid» coro*
nel Cadahalso; animaba su genCe, teníala alorta; ¿loa Baeoaf €tiíui<
dos, haciaaeles mas temible qne el mitaao mÉtísú^ qve loa acohafdji
ba.... |Afa! Guerra contra Gibraltar; guerra jvsto eoaao k del FueUe
Santo, contra loa habitantes de Gabá; per^gverra aki vieterMí eoaie
la de Israel, tal ve^ por el mismo motivj^ue aeñelan loe eealoe pe*
dres, de confianza orgolloaa en el número de los eeMbetáeates j eaul-
títud de apreaioa militares^ y eo la justicia de nueatffeeeiwe* jOb iiaur-
padora AJbion! |Atbion lücire i inaoleetel Craiamoe^4ie el q^lo eaa«
aado de tus erimeaes quisiere quitarte y defoIreraoB eí^uall^ ptaM
fuerte, romper le cadeee iwneaae de tus bajelea, que ebraiao doa
mundos y arrebatan los tesoros de la tierra ea sua mas fecundoa ma-
■antiaha. Creía el conde y tteytioa km deoMe feaerelea, j Jo eq>e-
ribamoa todos, que en aquella guerra el trono del esemifo, cercada
del mar fluctuando siempre entre lae eleii ealaba amy preemmo el
iMufragio. Pero cerno loa Israehtea horrorixedoa cee loa delítoe de
Ckibá, noa ol?idemoa de loa propios, y nn poco de orgullo beata
aiemplre para alejar la proteeeion del Dioa de loa eféroitoa. ^ ,
Al méeoa ae reconoeie el boeor ; ¥aler de oueatro ooode, j lo
confesaron loa míamoa que de su demaaiado «liño babíaa femado bmI
agttero: pues ae eeombraron éej^r que lo que afemine á loa hombrea
(8), y mea á loa soldadoa, que lo que desalienta 4 loa b^oa de Marte,
k) robusteciera 1 él y le imprimiera cierto aire de elevación j decoro
eapaieído en toda au persona. Sí, señores, en^edio del incesante *
fbego de lá plaza ae presentaba tan peinado j compueatOy como ai
ftieni á cumplimentar á otro geoerel» 6 4 visitar á un Prioeipe. Dí-
(7) Otíoana la Oaatria Milea et sólita manía non obiens, ñcUe evadit se-
ditíaeaaetirviMdeatas. Taeit. lib. 1 annal.
(8) fil abad Plwi«at,aB su tcatado filosófico del lujo, parte 2. Sección 9.
Cap. 3 y 4 (toflu 8 peg. 366 y aiguientea, imp. de Pans en 1786), ha demos-
tiada qoe ea ka catados doade domina el Lojat no hay complecsiones robus-
tas, yqaeelliiio deatrayeen loa oiudadaBoe el valor necesario para la defensa
y eonserraeioB de la Patria. *
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jóle oo Bfi»én»tB que en el ejéroíto ne nurniunilia «u eseestvo a•ell^k
mpMMÜo con prcHititud y vivesn^ como^iitf me tengan por eobauU im*
p^Hapme qm me eriiiqmtn de limpio. Mas no« no te repuAiii por co-
barde: adivirmí iit ? alor y entereza, se aturden de ti> preaencia y vtp"
hnieia. Un general dice á los denlas que lUviüa-Gigedo adivina ln9
ordenet, lo ejeeata todo al punto que iie resiielve, y que lleva au de-
nuedo Imsu rajar en lo que nuestros l&nni los lian llamado Umeridad
f mrrogameia eopafMa. Aunque lo crkícáran, puest de muj aliñado,
nadie se atrevía jamas á taebarlo de cobarde que era la infanM noto
ifveniaa tenía wm alentad^i^pfrítu militar. Tan cier^> «i (y nosotroa
también CaínHM testi^^) qiij? (§1 vivid desmintiendo pronósticos pocoa
&vorable8 á so pficibidad y severidad de costumbres, y que el que pin^
taban ntucboe, asoeUe blando y adoniaado, (9) fué tan rigido^como
Catón, tan raliente. y mas coastante que Apibal, por que este al fí«
se dejó «nervur por las delicias de la vol«»ptuosa Cápua; y este liyo
arruinador de las familias, debiera mirarse cerno el enemigo también
roas formidable de los EUtados«
Ya que la pintura de batallas no se ba beclio part^ mi pincel pacífico,
por que el alma se me estremece con solo imajinar el monstruo deso-
lador de la guerra; Tomttando muertes, rodeados de desdichas sin nú-
mero, y maldecido entre lágrimas por los httérf<in«>s y viudas> quiero
recrear mi vista, fija siempre en el conde,sobre el mismo campo, des-
empeñando con honor y valor otras virtudes, que también sotf mili-
tRres. ¡Valerosos defensores de bi patria! ¡Soldados inietixmenie herí,
dos y mutilados! que yaeeis en un triste leclio, prontos á espirar ea
ruestro juicio, por que creéis que vuestros compañeros no tratan sino
de matar, 6 de morir [no veis la ánimos» caridad de vneitrogefe, que
viene k socorreros, á^rdenar vuestra cura, á ligar vuestras heridas, 4
(9) San Ambrosio en su oración fúnebre del Emperador Válentiaíaao no
oihite los defóetos que le notaron de ser afieioaado á los juegos ciroeases, á la
caza y á comer temprano. En la de Teodosio emperador no calla el santo el
grave crinen que le obligó á él á privar a Teodosio de la entrada en el tessl
pío, sojetándolo á ana pública penitencia. Los Ilhnos. Bosnet y Bove, y e*
padre Burd;ilae, grandes maestros de elocuencia, dieron k conocer sas héroes
cuales eran, con sus defectos y desaciertos aaa los'mas escandalosos; y de ello»
tomaron ocasión para escusarlos ó alabar la enmienda, ó para iastmir la pos*
^eridad. ¡Ojala supiera yo imitar la destreza con que tocaban estos pantos de^
ticados> ya que es inevitable decir algo de lo que lo criticaron al conde.
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— 193—
escudtiar vueitrot gemidos? ¿No lo veiti hon culMefto del poWo del*
batalla» ftidando y empiiriandt) In espada, venir á derraaiar eo vues-
tro pecho el bálsamo de ¡gi consolación, y k ponerocen hiAimfiiOf le
don de Bits libei%lidndeii'Í Pne^sí en otro tiempo une nación «ábia«4Qs
nía erigida una columna, ffonde escnrfua las virtudes dte sus príiieípée|«
vosotros mismos, socorridos sqjdados, venid con vuestras manos se-
millas y ensfngrentidas á grabaf ^n esas dos columnas de {Léreules^
las virtudes de vuestro Coinand>inte, paVa que las lea la posteridad
mas apartada: escríbnl a^:*'*l^'?e Dios; ^ el Con^ de Bevilh^Gige-
do, nuestro Comarffiante Crenerel de Ins armas en Algecír»i, no se
vio flino sinceridad y fidelidad: fué apl^H^Bél modo coa queee con--
diijo en estos campos del honor y .¿élfHíf^, Lo poso nuestra irrati*
tud al héroe y padi% de los aflijidos." Quede as( eseulpido; y desde
estas mismas columna^de Alci«lesi lostfode un vuelo á este liemisfe-
rio, donde desea verlo ahorii vuestra benóvola tftenoion, y doode se le
abrió mayor teatro á sus glorías* * ^
•samroA r ab.txl
¡Qué din tal) alegre y tan esperado, el de su arriba al Nuevo-
Mundo! ¡qué dia tan fausto y tan plausible el de su entrada en esta
Capital, dii;^ como'Plinio(l) de Trajano! El, descollando como alto
^«»dro entre la comitiva, como Saúl entre sus subditos, como Trajano
entre los de Roma* entró en triunfo, óercado del orden ecuestre y de
los graves senadores, precedido ya del gozo y aclamación universal. A
él querían ver y conocer los niños, á«él señalarlo con el dedo los man.
cebos, admirarlo y conocerlo los viejo*s, que lo vieron en otra edad; y
|ior saludarlo con vivas, y demás señales de júbilo y aplauso, los en-
fermos corrían como á su sanidad: las calles llenas de un pueblo in-
menso: referia tecta^ ac labarantia: todo^ con el corazón en los ojos,
llenos de dulces esperanzas. Mas ¡ah! que un fenómeno (2) alegre dej
cielo conmueve á pocos dias al vulgo ignorante de tales signos ^será
funesto agüero? ¿Estamos en edad en que cuanto se observa en la na-
(1) In panegírico. Cap. 22.
(2) Una aurora boreal.
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—194—
twnilfiza, hñjñ de servir para deshoumr á los príncípett CalM, tm^
ctos.-. ..eloMNle ae esfuerza por sosegatoa, j ae coaripadece de viiea*
tro aobreaahp: este si qoe es el feliz anuncic^de su tJastrado gobierno*
féb su heoéfioa hmnafiidiid. . . • Vblrets los ojos á dlro espeetáculo
ara» paTOf080*¡4«ie iforror! ¡qué4))|di^acioil! £1 corazón tienbbla y.la
meoioría se estremece al recordar el horrendo exceao cometido por tres
fiíeÍDeros^s iipj Hace diez años. • . l^f^^^ ¡eiiáiitas Víetimis infeliee«!«
Una eoüsleraaoíon general déapa todos los corazones: no hay según*
dad en las casas; tyloa tiemUan ménotpl viy^y nusTO» que como leo-
na aiíjida á qnien robaron stR hijos; se lanza sobi^ los lobos camice-
TOSf sáoiloa de sus>oscur^^fllrnas; y con un castigo justo y aaom-
broao por lo pronto, dejapare sfi^ipre asegunida la pública tranqni.
lidad. Respiramos) descausamos (3). .
El Moh se fatiga y se destela. Toma el p^so al mando mas vaa.
te de la tierra;' ae ?é investido de muciios tltuíos y cargos. El mismo
ba descrito con propieda^y viveza, lo que es un virejr de Nueva-Es-
paSa; es el que representa la persona del mayor* monarca: que debe
hacer sentir á este dilatado imj^erío la beneficencia del soberano; sos-
tener la religión de Jesu-cristo, hacerla amar y respetar de todos, co-
mo el bien mas granda del cielo, y la mas firme base de los gobier-
nos; es el que debe hacer fq|¡ces estos pueblos, y estender sus miras
á muchos objetos importantes y casi imperceptibles; el que con su fuer-
za, desinterés y luces haga reinar la paz en las familía8,*obfígue á qde
el abuso de la justicia no opijma á nadie, ni la justicia sea oprimida
jamas, que todos los ramos de la administración se manejen con la
fidelidad y pureza, propias de vasallos cristianos. ¿Qué no puede y
que no debe hacer un virey? ¿A cuánto "no debe y no puede estender-
ae Ja esfera de su actividadt ¿Ciián rápido debe ser su movimiento y
su ejecuciont ¡Qué carga tan pesada! casi iba á decir que por el con-
junto de muchas circunstnncias locales, es mas enorme su peso que
el de los mismos cetros. Mas no se agovia la grande alma de nuestro
▼irey: pone mano al timón y empieza á dar tal impulso á la nave de
ao mamlo, que temimos todos que el trabajo y la maniobra rápida 6
incesante dos privase pronto de su gobierno activo.
(3) Ahide al asesinato de D. Joaquín Antonio N. Dongo, y varios cría,
dos por Tobar la casa. Los asesinos fueron: « Aldama, Bkaoo y Quintero, qoe
á los qoinoe días sofrieron la pena de garrote en la plaza mayor."
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¡Ok noches ordenadas por Üios para descanao y vítifieaeioadt)
laborioso mortal! ¿Cuantas boinas os robiij^a y cuanto las mukipUiMh
ba anéelo, de modo qu^eír sus manos nr^míniíto ora un 4ia, y sus
etnce añros estitrierontan cojmados de aecien y de fida« ^'ue parMÍki
nna época de un siglo? I^itre mil testi^fos abonados ¿No podré ser
tino de ellos? Pues yo desde mi habitaoion horailde (4) to oboerré-aU
veces en las boros lasf as de la ,q^be; 7, nunca fal^ q|pe. repoofurM
mis mitfnbrosfatigfuiibili^o tS dd^se enfrento ^ raí aohre tu bUr
fete, t rebujando con aní9Íar'«3r animado pdr «decir v^, la. aaturaloso
muerta en su reposouTé miraba oon em«|«cion y .ptt0fliOt5'to.Me re*
presentabas ora domo él ¿itro del difl^||g^ como^el de la'aoelio, qao
díanaoiefite^condujefi sos giros, y dH^Eento osparoo» 011 lys j ovo
influencias á tod^lo qne \é9 está siQetoi^No éVOIia -la imifon c^ mi
hombre veloz é incansable, (6) que dia por dia^ y nocbe por noebo
despachaba todas lac.ocu frénelas de sismando, qnbcotiuuiioiiboooll
SU9 érdene^biy. k Us ofus remiftiis reffonagj^ipMog pOrspíeaOto oslaba
en todas partesf con sus hiíitijos benignos i^gocijitfa y a ■■O aba leo kr
gares mos oscurosfy olvidados? Decid en hora bueniwqoe tuoo un gran
defecto: defecto que algunos no le perdonarán, ol de irabajar inirolMs
y teñera tod<»s en continuo nH>¥Ímíentoc ifi^Hoes Uchas 4I0 looqiiO
ban resultado tantos bienoal Venturosa antivida^ aunque Cuero ooeoos-
?a, por que era necesaria pura dar 6rden y rida-á una mooa inforoscb
I|^ me retrato. Porque á mi so me tepreeenta la desidíooa perooo, dío^
pertántli se de su letargo con él ruido de las providencias y hechos do
este hombre Mif^tigable, corriendo preeipitada con sus culpables on*
drajos, huyendo (ic^jr^FoÑd i dd esta capital y sus Cfraitonias; Oooso o¿
nímal inmundo de tas selvas, ^ne se hubiese atrevido á ooove^roo á loa
Pialados, y á quien diera eaza uii esp^^rto cAxodor, sin dejarle yo ttmr
drí güera. Al tieíopo mismo^que ciert<is pretendidos políticos {domo d^
ce (6) un estrangero no sogpeolioso.Bejfst dt Angiét) querian eowtet''
iñrenelanti^aomutido, deisde la corte mno brilUintedo EiiropOi loO
(4) La rekia del Orador estaba eo^reoto de la pieoo on que su •
looda ti|ibii)a6a de nocbe.
- (5) Nq ínter rompia el despa4;ho« ot mientras se yestio y pefaMbo;á
Tores ni aun comienüu. ¡Cuántos dias^asó de 16 horas *el trabajo.
(6) Pag. 92. Del Discurso, que dijo en ngmbre de la consisioB^le loo
once, contra el eanglúnario gobierno dc.lloberspierre.
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—196-
cflSM en eabnilaf, \m$ ciuJii(l«ii en urrahMles, Ion campóse» deeierto^,
ouandoun gobierno de terrear sacrifíimlm la virtud, si se |)re«eiitiilm en
MbHo decente,/ nborr^g ciiaiitu ooiideiiabu lu iadeeeute desnudes
«f eaeCij^o ^ iu afiema; eHtóitces es, cuando ¿e nos preseala imin esce-
1MI 0ORlr«ria en el muudu Hiievo. Vt^iaus levifhcarse, desde lo profundo
dkia iiMHUndiaia esU ciudad liennosa, cerrarse las cloacas pestilentes
i|«e e&Mldi^lylueptlos sentidos, ei^ot<i^rse los iniasinas uit;fiiicos que
M^oduoÍMieo larf8pírucionjrj«||n¿j|te li^^)|gcjon y .aineries¿ Vtoio^
f^Mtidoe ó^ repite díe^ rfíil Uonibre8«/>eni {tibiarse á mirar el desaseo
y la iaipá*dtcad«sfit|deB couio el frulu dañino .d(;jnuclio8 vicios de la
igt|oraaott/que no conoce ^tt|ACÍoii algutiVsociul ni relijiosa; de la
iMrrastnida «oiueidad / des tn^BR pureza, que en su voluouiría paruli-
wm^Mo sabe muii'eft'fiMí ni l^/»o^ y del niícuo ni^ nuspreciu de los
ileoMS kombres. /Plejfpe al cielo que las providencias posteriores a*
jabou de desálojilr de este mggestuoso palacio fáf¡esitk ciudad berii|o-
^« digcH donde «venS^J^nrados, y^ecatudes ciudadaiips, á uuos
eipaetffae tan abog^tuaole^t como asque^psos.
Nodtráii y&poomo efautor de Jos -estublecitfiientos ultramari*
iioSt(7j que ea^'BaCavia^Mtán las calles mas aiichus y mejor construí"
dM del osuado: que todas tienen para las gentes de á pié sus Imnque-
4as aodttoSf 6 aceras elevadas, sólidas y curiosas." ¡Btílla Méjico, Lle-
na de* magostad jr grandeza, bien puedes hacer gala, y ostentacioo de
las tOjFttS ancbsurosas, é interminables, y^ recuérdanos siempre, qui|ui
80» proporeíouó igual comoftidad y nos libertó asi de grandes peligros
qiiíea fué el célebre iustituidor de una mas esacta policía; quien te
hermoeeó con paseos amenos y magníficas; quien ideó acueductos
Jimpíoa y aabidabies, quien abrió y culujó cauales capaces para reci-
bíriiis vertientes» cuaato lo sufre tu plano híji declivio*! ¿Pero podre-
nos jaAaa olvidar todo esto?. . • • Abrid. los anafes del siglo quinto de
H reUjion (8) y vereie también ellos á la antigua ciudad de Cyrio ea
la Skitt letanteda de un estado miserable á una magnificencia asom.
brota, por los cuidados y limosnas del grai^e obispo Teodoreto. Teo-
dortta qtie^ nos dice con aprobación y aplauso la bistoriü de la iglesia^
'quien ennobleció la ciudad con obras públicas de pértieos» galerías
foaño9, provisión de agua, dos grandes puentes y ua canal páradiver-
(7) T. 2. p. 315, da la traducción española.
^8) Hsstor. eclesiástica del cardenal Orsi. Ub. 28. n. 55.
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— 19Í—
tir Ifis íiiiiiiflticioiieí^ del río Martita. Estas magnificas obras, m> solo
serrian al isdorno j decoro de In ciudad sino también á la necesidad f
«ttfiode los ciudadanos; por lo que no se detuvo Teodoreto en em*
pléar en ellas las rentas de las iglesia. ¿Quién esfrañará, pues, oue se
iilaben en el templo del Señor, unas obras de igual clane, eroprendidai
por an gefb poKtico, cuando ja t/is tui celebrado la piedad en prlneipes
eefesiásticoÉf El espíritu divino elujib y eternizó las s«biaepro?idenetat
y las grafides obras deldsocente^sef, d« aquel hijo de Jacob Tendido
por sus hermamis, que desde los horrores de una prisión, subi6 á ser
«I nMgor ?irey de Bgiptol y Elgipto cuando mas le aflijió el hambre,
reconoció sus acívtos y desrelos. ¿Y HpK ventura nuestros propioe
bienes y cocnodiftades nos harán ser ingratqp para no coiM>cerlos, ni
querer q«ie otros los reeonoscanl ¿Quién al contemplar esta ciudad tm.
una osctfra noche, al verla convertida en un teatro de briHantes deco*
FMCÍoiiest no fé en eada luz un rayo de so activo celo? Quién al cir en
todRs loe instantes nocturnos la vbz firme d«los dispiertoe atalaya, no
•e dice así misao: RatiUa vela por mi seguridad? no duermen estoa
boinfires pon|úe yo descanse: bendito seas, ¡oh conde! que eres aun el
ángel tntelar de todas Kis fauíilkisl Quién al no escuchar ItM imperta-
nos ladridos de los perros, dejará de repetir: al menos yo agradecido
he esdaoMido: (9) ¡Bien haya el esteroMnador de ufia rasa de aníoialee
SHi hogar, escándale perpetuo de la inocencia, espanto de las rondas»
«viso favorable á los criminosos, molestia eterna de los dormidos ó dea*
píenos, y/imefiaza continua de nuestra seguridad y vida! Quédese
para al monstruo Adriano (10) ser compasivo con los perros; cruel é
iobttMano eon loe hombres. En todo cuanto hizo nuestro conde ¿no
tiivoia recta, la pnra intención de beneficiarnos? Hiso acaso mal en
procnrar la mejora de las costumbres páblicas, en abrir escuelas pa>
rala niñez, formar de ellas el modelo en un colegio? hizo mal en cui«
ilar oHieho de los abastos buenos y cómodos? hizo mal por ventora
en -disponer que el teatro fuera menos malo, para el boen gusto y para
la conducta de los espeiolador^? Dañó acaso á la virtud en suspender
(9) lie leído dos Religiosos Patriotas que han demostrado la necesí.
4aá de precaver les dafios que eaosaa los perros sueltos. En la gaoeta de
O enlómala se imprimieron las reflexiones del uno.
(1^ £1 Emperador Adriano amaba mas á los^perros, qae á los hom-
bres.
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_i9e—
algana ▼•z por devocioD, laa dHreniooes loca* ie no pueblo- vecín^f
en perseguir fin cansiu'se á los jugadore0,.id61alriis íoescusebles de la
mas necia fortuna, arruinadores maligaos de estabilidad jr propkdísd
de sus semcyantes? No aplauden aun la sobriedad y la bonestidnd/ U»
que se afanó y sudo por acabar con las deplorables rícliiñas d^ Ba-
eo» tendidas vilmonte en las calles» ó aj^olpadas en estos eovTentloiikia
secretos de una prostitución pública? Hizo acaso mal en algo de lodo
esto, 6 fué su intención dañada? iVi^ inveni «n U qmidquam mali e%
die^ qua veuiste ad nuusque in diem kanc. Yo, intérprete de todo eate
pueblo diré á voz en grito: no helaos ballado*en ti nada malo desde el
dia en que ?eaiste basta ell|h^nte; y si por que 90 eras angela no
bubieres acertado en todos tus hechos 7 providencias, al menos esta-
mos persuadidos de tu b^en cordón, de tus nobles seniímienloe / de
la beneficencia de todas tus intenciones; • ^
Hablen sino la scademia de San Carlos* las artea protejUas^jc
les artistas alentados y doajtrinados mas de una. Tes por e^e feCstine
aabia pesar bien losílprimores, y aour los descuidos. Hable la inoeea»
te agricultura, la mas necesaria 7 la mas atrasada en ' esta iámensíi»
dad de terreno. ¿A jquién debió escelt ntes pro7eotos para aumenta 7
conserraoion de cobechas, para cria de gusanos de seda, siembras da
cáñamo 7 de lino? A Revilla'GHgédOt ¿A quién debió la minería en
todos sus ramos, la importante minería, que desde «quf comunica el
J4igo átodo el orbe, á quien debió desvelos, planes, arreglos, movr
miento, creces 7 vida? (11). ^ Rejilla- Gigtdo. ¿A, qnjén l|i Jiodmea
noble 7 bienhechora, á quien otras ciejicias ütiles no conocida aquí
7 por eso al principio no mu7 estimadas, á quieu mereeieraii proteo-
eion grande? Al Oran ReviHa-Cfigeda. ¡¿k quién somos deudores del
arreglo de oficinas, del trabajo duplicado de los qne sirven al fS7 «o
ellas, del pronto 7 no esperado curso de negocios sepultados en mi
olvido perpetuo? Al incansable RevUla-Gigedií. |A quién temíafi ka
indolentes perezosos, los vampirifg de lascases, esto es, los viles esta*
fadores, 7 los hombres de mala vida? Al itnible Rmllm^Oiged^^ que
los espoleaba, que los desangraba, que los castigaba que todo k» sa-
bia, 7 al punto ponia remedio en todo. El era como magestuoso rio,
que en su rápido curso reparte snl aguas por todus partes» 6'para
('ll) En la casa ^ moneda de Kj(iíco se acndaban veinte y aeis ral-
llenes de pesos fuertes, y aun mas, en cada aílo.
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Ilnip¡ar;6 para limilizar y embellecerá todo. El fué quien di6 mori-
ññeñto bastante rt\o% á machos ramos de iodustria popular: el tenia
ph>7eetadoa anales nategables para todo el Reino, caminos llanoa
para todas iraftes; realixó ano, j el comercio le deberá utilidades in-
calcttkibl!|L GI,*pof decirlo asi despertó {\Q) al mar pacifico^ para no*
sotrod mar casi muerto por tantos años, y le hizo sentir la soberanía
de nuestras Telas. Bl infamo á los honrados Montañeses, para dar
áf Rey un navio soberbio, que llefiaseá todas partes el nombre y* la leal,
tad generosa de los contribuyentes. El mejoró la milicia y fué el mas
▼igilante celador d¿ su disciplina, y^ nunca antes se había visto aquí
un consejo generayie*guerra. Héroe que á todo atendía, qué vencía
todoa los obstáculos, que en su feAindo ingenio haflabli siempre re-
cursos inagotables, y que casi desafiaba y rendía los imposibles.
ARrad también vuestra doliente voz, enfermes desvalidos i quie-
■es visitó, para mejorar vuestra triste suerte en lor hospitales, ha-
blad pobres encerrados, cuya habitación Os la hizo mas cómoda, y
menos desventurada vuestra miseria. Levantad el grito, reos de las
cárceles cuyo testimonicT ha de sC de mucho peso, pues lo profieren
labios acostumbrados á blasfemar de los que mandan, por que os re.
primen: vosotios diréis que le debisteis mucho; el que sé alijeraráa
vuestras causas, prínier beneficio, él que no fuese tan impenetrable el
laberinto legal (13) de otros tribunales, y se aseguraramas la vida dé
los nusmos presos, segundo beneficio; y qu^ los menos culpados sa-
lieseis á las call^ y obras publicas, á sernos útiles trabajando, y á
conservar vuestra vida y salud, respirando aires purosPel beneficio
(12) Véase el Real Decreto de 10 dé abril d^ If6. ««Para dar estension
al eotoen^redproeo de Nueva EspaKa eon las Islas de América Septen-
itinnai, y por el Sur eon Ooatemala, Santa F!é, y el Perú, ha resuelto
S* M., teníedde ea coosideracioD lo que sobre este asunto espuso el Virey
csttde de Revilla-Gigedo, que los derechos de este Comercio^ asi de frutos
y produccipnes* como de manufacturas del país, ya sean de almojarifazgo
alcabala, 6 otro, sin escepcion de alguno, cualquiera que sea el nombre 6
título para exigirle, se rebajen á la cuarta parte de lo que actualmente im-
portan.** En la Gaceta de Goáteraala de 5 de marzo de 96 p. 24, hablando
del comercio del Sur, y copiando esle Real decreto, se aiade al fin: Béndt-
gamnai Sr. Bortasiku .
(Í9) Se hÉbla del nuevo método establecido*para las sentencias de
Atareada, éus:
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—300—
mayor personal j general. Venid todos los'qoe hubMaie de mpomid^
Tuestras quejas, ó vuestras cuitas* A quie» no oyó con a&bilidad sit-
Qia,con tanta atención como si se tratara de su propia vidat De í^lén
se olvidó jamás su asombrosa memoria que retenia todos los nombre*
7 su corazón compasivo que no descansaba hasta •consflmp aplicar
remedio? A quién no hi£0 prontamente juaticia,j á cuantos^ no sobre-
añadió los frutos de su misericordia^ Tuvo oidos para escuchar lison*
jas? Noi pero sí muy despiertos para oir la verdad. Tuvo acaso ma-
nos para recibir dones quedobla^n é inclinasen la bainoza de la rec-
ta justicia? No; pero sí las tuvo, y muy firmes para mantenerla en o-
quilibrio, y para sostener á la inocencia oprimida. Adoleció de la co-
barde curiosidad de Domiciano y Tiberio? Aunque leia todos los pa-
peles que en una caja se depositaban, aunque muchos iafamea, como,
insectos que se ocultan para esparcir su ponzoña, se valieron ^e esto
para falsas delaciqjaes anónimas, ¿acaso él abusó de este medio, ó se
precipitó? No: pero sí buscp la verdad para usar de ella, y la caHim*
nia también para castigarla y reprimir sus osadías. ¡Así hubiera des*
cubierto á todos cuantos abusaron de esta su ^franqueza, y la han he.
cho mirar como lunar de su gobierno! Atónito con tanta multitnd de
acciones, deque todos somos testigos im parciales; meiba'á atrever á
delinear ásu memoria un alcázar, que quería Ilamarlode lapolitica^
cuyos cimientos fueran sus providencias sabias, su elevación y al-
tura los proyeq||s que maduraba, de cuya base saliera un rio cauda-
loso que c(^iese miles de teguas; de cuyo centro se esparciera un
globo luminoap disipando sombras muy densas, y ^re dijera en su
frontispicio alta sentencia del Espíritu divino: qui sedet in Éhronoju-
dicUjiisiipat omne malum iHtuitu sao: El virey que t$iá en el aeienío
de lajuitUia^ cm solo mirar destruye todos los males: y añadiera i la
do esto... .mas yo creí, que era esta una imaginaeioii imptopia de
este lugar sagrado, cuando veo este mismo alcázar, estos cimientoa y
alturas, estás lacea, y estos ríos formados por manos del mismo conde
en la relación del tiempo de su mando; obra capaz de iormortalttarlo
mas que todos los elogios, y de hacernos felices, sobre nuestas espe-
ranzas mas lisonjeras; obra admirable llena de tino político, de sabi-
duria y celo, digna de ponerse á Ja par con las lecciones del primer hé-
roe del Nuevo- Mundo, HerndVi Cortés: y mas admirable aun per que
confiesa los desaciertos y lo que le fué desaprobado; es decir, el qoe
cada dia era mas sabio, mas prudente, y que para nosotros fué, y es»
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eomoso rio qoe manifiesla el poco cteoo que tíono en tu íbndoi por
que así deibubre mejor la transparooeia j pureza de sus aguas. ¡BMii
Dios! purifícalas tá del lodo, para que ellas resulten después hasta la
Yidabienarenturada. Sí, porque no podemos dudar que su celo era r»>
ligloso.^ pudiera (I) aquí salt^del sepu^ci^y hablarla quelantaa
Teces os etttretendria en el teatro, |coo qué gratitud había de espiv*
aamos, que su muerte edifleante, después de la gracia soberana, fué
obra de las gracias liberales y solic'ittídes del Conde, que fa Irtendi6 en
todo lo necesario, y le puso ¿ la cabecera un ministro celeao de Jesu-
cristo! Mas, ¿no hablan aun (2) .Pochas y oradere$, que en su úem*
po celebraron su religioso celo, j la elocufbntístma boea de nntfitfo
Eterno. Prel¿do,*^e mns de una Fez eli sus edictos sabios exígtó el
mas enérgico elogio del Condet ¿No hablan rarios bandos del mifmo
Conde en ocasión de la desastradn guerra con FranciafAando en
pfibNeo 7 en privado interesy tanto la piedad j íideftdad de estos va-
sallos eu defensa de Dios y del Rey, del altar y dd trono, que todo»
á competencia ibnn á poner doñearen sue manol, para que con estos
homenages, cargase el trono dehaogusto Carlos, j faese como fa nu-
be que recibe los vapores del mar, y los levanta hacia el sol, pam
quo^éste con su fuego y sn fiien^a, los devuelva á'4a tierra trocado*
en espíritus vivificadores? ¿Y qué tdas noble'tes(i«ionio que ese m«-
gestuoso atrio del templo mas suntuoso ée\ Nuevo-Mundo? ¿Qoféii
volverá hacia él los ojos, que no se e'mbeleifb y no se* acuetde de qm
el ESepíritu Divino'despues de alabar á Simón por liab# agrandado
y fortificado á JerusMen, añade, que ad<^uirió gloría pdftel rüodo oon
que vivió con el pueblo, y por hab^ estendido y hermoseada el éM^
del templo de Jerfisalenl No,*ya no nos horrorizamos con ver en su
fr«ote y deltfhte del Keal palacio el patibfllo de iiifkmta, junto é ka
dos ^sas de la clemencña y de ta vUk, el mstru mentó, de la ji^licki
vengadora, y al infeliz culp'^do allí pendiente: np, ya no vemoa a|
lado de ta horca, una Ihe%qu4na estatua de un gran Sobefano eiiAf«
escooibros y l>asurH; vemos ai, la del J^adre (3) de la patrRf dB Vi-
(1) San Ambrosia, c^edyeé aa t^aIentfHan% lo qae biao por la sal-
▼aeion ée una eomedianta Romana y Jo tin^ka por €(a9 üo^l Ssiitoa **D«-
tus est obtrectandi aliquibus 1oí;us.
(2) Están fmprefOB y|po3%e estos papeles ^B"elagio del donde,
que roerecierou la publica apro^aeion. '
(3) *<Mei¡ceo8 ínter Cives, temphimque, Foramque.— ilaam beae
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— ao2—
e^DHM, oi^giUficaca^'^te eri^^iUu y ulo] iJa; y esta (ui tr.13 4 la me-
moria ei <|U» aunque David oiupezó á liücer prepürativos^isolo el sá-
Wa S«doQí)oa tuvo la gloria de edificar todo el templo para la macea**
jMuL... Vemos bia proceiiüii^9 sin edcáiiilaios al gritería^,, "i ?eota9
iíifearffff Vemos eu el ¿la, grande «Ael AltiVtin 1» que su jn^ble So-
jMffiUAÍa lloara ii«eat;raa callei, 'aiu irejaeioo de los p ^brea indios, acoai-
f»cinaüo*«oa mas decencia y soaieg»», (4) sin má^icaras ridiculas, y
«#míttan4o ^ijo el suatuoso toldo, m^jor diría, bajo el arco triunfal
^ue la piedad del Qoi^de le erigió. Vi nosle dediciido 4 establecer y
ioaiealHr La adoraúíi)» porpóiua del SiutisÍQuo Sacrameato, y 4 re*
paMr ti magaitiioso tempto de Guadalupe, y 4 Sermosear las dos
iBapülAs del Heai.palacio. Viéroule nuestros euterutfcidiis oíos^despo-
¿iN|e de-las tnsíxtiias dsl maudp, y llegar como la oreja mas humilde
á recibí lAiLpASto drvioo de manos j|e su bueu p.astor («5). Vimosle regd'
.o^nftlo seguir 4 Dios p^r las calles con la bumildad propia del ?aaaIlo
jnas rendido de tan gran Rtiy, ¡Divina relígioij la# lágrimas me vie-
nen 4 los ojos en fuerza d^ taa Jeliciosaü meúiorias. . ¡Guando mas
.oecsearios estos ejemplos, que e|i ua siglo de írrelígioOf en que taur
tos hombres, no hombres, sino demonios esenpaJos del abismo, rídi-
.««Uzaa sacrilegamente lo m^is augusto y respetable de la religiop» y
.quisieran hacer UK^ompatibles Impiedad- y la heroicidad? Es verdad
,4|iie delante de* Dios sonm^nos qne polvo, nada sonólos mismos Re-
ijNSs; per# cua^ido vemosiá los grandes del mundo humillársele y acá-
(larlo, la iirf%iaacioa se nos inflama, el coüizon se nos regocija y noi»-
;MnMlaAos|pn la dulce reflec^ipn de que también ellos quieren saJ-
.vafse. NflRMtra-aáflúramoii oíifdiid^les agravia 4 ellos; pero tá ¡Beli-
^OA Divinal nos padeces cuasi itfas grande ouand» las graiidezas ter-
i^iMis te sirven óm pedestal, y se anonadan a^pte de tu irono. El con.
-de 'ipaque ^pnde era «omp n^otros, y encesto cqnooia su bajf^züpy
. . * . "
slait populivíta, salusque sui! — Así espre^su g^zo el Orador, cuapdo se
^c^o«6 iiiibi Gscmo. Sr.-Virey Marques de Branciforte la estatua ecuestre
de N. C. BL Carlos IV en 9 de Oic¡em*bréfie 1796.
(4) El ÍM«iénte Iflison de l^ttr^|^icypi hablé eojí desvergaenza un-
|Ha áñámfínjgñ ^noeesioaesu ¿e^ÓQHis» por los gigaates. ¡Que infame
en buscar tal pretefito!
* (5) En eWné^es Santo aaistiaál IqMi vinos oficios én catedral, y
comulgaba de mano del Sr. ^'zqbfspo: ftuuque por la cousagracion de 6lios
daraANuí taas de tres horas.
^
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— 5Í03—
Be igit&litba ni indio mis abntido, porqire debki Micelio, ¿átestigyaré
con rosotrns, regiones distantes y todavía semí-bárlnms del NueH>-'
Mundo, á lfi4 cuales convirtió sus miras sociales j religiosM'j^Hpa
riie9tra fí^lictdad j cultora, para la conservación j estension del Evini<»
gelio, para qne Jeducristo y el Rt^y ftiesen conocidos y amados de lo9
mismos bártHiros, y qne no faltasen tnisioneroi celosos, qite reaorá*^
ran la berlla imagen de los tiempos npostóllcosl¿Atestififaré con tFO*
«otros, padres de los pueblos, de quienes se informaba seereCammM
sohre el estado de las oostitmlires, cíteles eran tos vicios y eseiodafmrt
cuáles los remedios mas oportUnory análogos al páis, y quieoea W^
▼inn tan paganamente qne no cumpliesen con el pteeeiHo anuíiil'dtf
la Santa Iglesia! jOh vigilancia asombros»! |Oh celo sagrado! ^Oli •«
jemplos meitíorabfes! ¡Tu misma! ¡OlidpiedadÜmna! retetidrót wwm»
pre en tas4mino8 las cédulas de o«ife9ion^qoe^sd*e^4l^ te em
ge á todos) como canción mas segura del euiyplimientOf y eomo jbW
critura que ha rubricado el crUtiano celo del conde, ¡Tribu sáTitn de
Levi, pastores de Israel, bien podáis' as^urar qne ifo es el clhid'e«de
los mf>llgmm pn(fiicoB empapMos en las idaais iié%rocío y Wollio, y
otr^fe protestantes ^«e A apropian jss fn^aerv, y^e Ipa pMÉda§lfrf
«•fes qne creen consiste la autoridad temporaleo fftropc||l«rt«omo Im»
^^x%^ J^ás y Jerfrbóái^ los Tueros del sacardoeío;. en ntwrpac eoiw
Ittso Oiiías,' el turibulo sacrosanto, y iraspifar IÍ9 4widerofl titetno» 4m
affnbae^mteetades.pEnuJtiitiittv ftct j^ié^úixAttraJI^ tfstoa prjtosipü
efperl^effttaron utT ternb!^ca4U|:(f 4«f ci^.^Bi en^RevilMhnbo a%iHI
esceao^ seryi frato dAu cate ardfrote, serta escéso f>ropi5 dAi) OlhBa»
tantino; de*iMi "^eoiAlVIo ^ d« .|fT99MMMmi^ffírci^^^if^^^iÍ^oia4
i qnienei^u ^gftsa piedad ilKp&lf6Wh|biíli vez, hdlif elre^rémo'^a
cél^«dema8iádót y ^^^^^^««^^ITmI %m P^ nflce^n ew^asto cqÍ uN^ri-
^nic1]h (Raflo^ft 0(>nodQ|;i(^ el toócjo de sn U9iA oopazon^f. ^6) if M-
fí^oh "de sii^toe1o'searsíemJre«el «QM»^a%iae 4^oblesoa Vida^ \
4en^&a áccfone9'»¡Pu9s isainiindo^cíudattanos! .Si querela^gonsiaf»
monos efi renovar ;^ier9ttin^ley; sgbflPde Ips'egípekt, «^^ízgaf sus
[6] Véase ^aigMiISle Aimqr^hrMa J.W: de orígiiíe potupiaiis
Edestasticae, respondiendo á Hiadtos argudaentos han objethdo los pcotes-
taoaaa eílaiido ejsoiplaA finr¡os,^:|¿mo s?^l Itee^ probafa.si^jnpre el dere-
eho. Altf pacdoi^eese las fél|fo¿i9Nf rlifleéi^íaBes de IpI^SiC^P. so^^
esceso de celo de algunos príncipes anti^^. .
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|^r{iic¡|)es ififtdos» niiiDcfaar tu memoria 6 celebrarla. Todoa aomoa
testigos de lo que hizo en ta gobierno el conde: llegó al término de
8%á|ando; no baj que temerle* no puede vengarte: Dad% puede dar-
nos; Bo tenemos porque adularlo: sentenciadlo en el tribunaJ seirero
de Fuentra razón, anticipaos á la posteridad, ¿haj alguno que se que-
jV ¡Oli'pueblol tU'silencio leea injurioso: qnéjate á alábalo. Maa¡ayl
que vuestras fágrimas en su partida lo bonran mejor que los eneomios;
j QO nos consolaríamos á no -asegw^ai-nos el mUmo conde los esw^eros
y aciertos de su digno sucesor.,. Bate Nuero-Mundo se levanU an laa*
aa para gritar con un solo corazón y una voz sola: *'Vive Dioa* que
tü {ob virey eseelente! nada malo nos hiciste, sino innumerables bie-
nes dcide el día 17 de octubre de i7d% en que Hegasta, basta el 11
dft julio dé 1794, en qais dejasjg el mando.*' VtvU Dominus: non invt-
^inte ^Ki^ttm mcM ex áie^ quamenisti ad «•«, utqut úitfi^n banc.
*Reperiere ergo^ et vadoifp, pace.
Mientras el cSrfde nos honraba oAi su pena y pon aa Itaato, y
rél^^nUtaiidoik lo^isae»(^ lo alabat)^!^, plfbtesf|ba eu tiernas poe-
■íaa, qse siegipre Asteria grabada en su pecho la m%morta y al aie#-
K^dd pueblo mejicano; (jCh inemoria,'*dice (7) dulce' / trf||^ junta-
iBMttte!) nosotros 4lir%laaffbs al cielo votos ardientes por su felicidad
▼eadadera. ^lf^6ktlosles4l lo^áíngeles tutelares d<%efl^ ímpem« qua
Ueifasen al 4Kno de Dioa, ^al tiQflo d^ (^os losPruegos^ Jiueatra
graitu^,^ q#e condujesen salva lalKive et)ido4N iba eat^ impértan-
la ho1KbrlfSI^J|iVb ff^lB^KlMIII"fHR|»iridos^^i%ii* Jr asperleneta» y
€a'rgadO| no dt •enes desf r*¡ W«8,Nfho del larga ^^ut<file auata-
rq^s» Se nuestros robgdl fa^n¿tendnotf4>#ltob^ mageatadek El
Mifjpto Cirios (que ^I^Bhio prtmicias^e Ib Mbado amorof&,«fio^Bb
héaim daid» porvi^y, y á^tnkn«M, «inc^^róólamar P«#e y-fte^ emtí
«■•Mbroaa^Dagniñcencia), se dijiponia pffa pr^iaifb, ya raievánd|^
k d9 laMAeUcia publicar }Vcjpfián*dole; con «poder ampUsioio'el
Bla^ grave gobiefno de Cataluña; ^iV^vánddlo á la comatMlancia
gan^til de artUleria. |6yi^Hlo seJS monaiW ^nei^o, que por tu a-
—^ ' ' ' • • > •* ~
#[7] Etf u^oneto q«e'¿omt>aao 3*% Cambien S. Ambrosio ce*
lebró eu VbftntiaTaiio, isl amará sus cAnpr^fneiales: *' Vitd de amere pro-
viueialium luquar? &c.'
»•
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— 20S—
nit>r y por tu bondad eres padre de tantos hijos, y con tus eleceíottes
•abias, reinas en el corazón de 4(tf mondos.
Dios también. Dios propicio lo esperaba para abrirle en Oádis
OH enm^o noefo de salracion, y para que detenido allí por algún
tiempo, en la uioonstaneia del mar que tenia delante, riese la imi*
gen del tr&fago, bnilicio y mudanzas del mundo. £ii su pecho tenia
ya etarado un dardo agudo. ¿Uno solut ¡a^fririos, que en la amar^
gura de sa dolor, le hacian sentir y c<yiocer bien cuanta es la insta-
bilidad y la raitidad de las cosas ¿tí la tierra. Perdió en Veracruz*
qaiai el msjor de sus amigos y buenos consejeros: cerrólo los ojos»
arrasados los suyos'en lágrimas, qae la santa amistad r^eogig eon sa
aanto foki para enjugárselas /lespues á él en recompeiisa po» mapo
de su ptadoaa hermana, (8) que |m)nto hartaos oficios apreciaides
de Isaiaa profeta, eon el principe Ezequfas, de/iecirle: diñante par»
m^rir, ¡ Ah! Qaé desengaúa tan deJoroso para un fiel anñigo, la maer^
te de quien es la mitad de su vida! Sin^dudn i^ desde ^g puaio em-
pieza á morir ya el eorazon oristíánaiHente sensible* En los eqj^séjos
deDíoe, estos son gol^s de^ijsecicordin pa1*a desengañar, pa^a hu»
dhUar, para salrar^á sue e^gidosiEmp^.^ áesperimentarlos el o^-
de, y naaesilaA aun -de «tros rarios. ¡Oh cuáñ temible es entse loa
gryidesj%D Id^naa Jimn beetfo ruklc^en el 0iundo, y han logrado aplaa-
aoa, euáh tlmi^ es el orgullo, % la vanidadl ^ese miserable orgi^Us
que m» es mas^^una altcLopinion ck si^pappio m^jyto^ de su supe-
noridad«flo6re los^maA^e robres; y esa^ezquiu^ v^^iidad que npo-
yafla sobre eTnecicplesy, d^<pe todos piensen en uno y^ tributen
ÍQátiles alal)|y]|j2^ e^ la pr^^ mí»ai|mpaaMle d%^eet|a dat^ilidad
j miseria! Pues sj por desgracia sélíntrocüij^ro^en m)¡í alma e^os afee-
los; 4eiménoi^lq[^HMno que tmtMa l|eclfo*«l co^de, en algún modo
ib^rofanado, y enyañadg eon «estos«de8easifbtiles'de aura populaTf
•l|nf dfaee' San 4gtiaiínr|^#n aaeeH|pys á (^aiismas virtudes, para
que sean nulas efi ^d^á la vida eterna; ¿qué mejof cemedio, que
eliiaber dispÜsto Bl^por unoSbaanínos admirables, qiiS no todr? h
salierf á medidh^e ^ paladar; para'q*a% no estuviera muy satisfecho
y pagado de sui méftlüi^y qae sí buscaba ñyna universal, entendie-
(6) La Condesa dé BobUlilla. Circnnstancias que se han sabido de
sa maerte por •afganas cartas, aanqne con alguna vaiedad que ebft^ó al
Orador á nombrar otra p^sona^ipspetalileí
a
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— 3fi6—
rA que no liAb¡éniIo!a conseguido raorial alguno, él d&bla esperi«i«ii-
tar la común desgracia de este naufr^io, para trabajir y remar baJ4>.
otro cielo, á fin de salvarse en el puerto de la eternidad? No di^ó de
■entirse David cuando Aquis le dijo, que no le gustaba ¿ los eaud¿-
'los ó Sátrapas de su ejército; Satrapis nonplaeui y que se fuera ei»
pax de Dios porque David le reconviene; ¿que be beclio de malo desda
que vine para que abora'qp te sigH?. . . . Reverteré &,. vade impace.
Vuélvete, veteen paz de Dioi^ No sabia aun David, qne Dios lo Ua<-
inaba entonces por este raro canino, para que i los tres dias consi-
guiera una gran victoria contra ios Amaleeitas, y entrase tríurtfaiita
en Jeri^len j en posesión pacifica de su reino, (No tendría el eoad«
A/nalecitas que vencer, pasionea^iue refrenar^ defifctoa q«e Mtftifii0er«
m^ de entrar en pe^ion del reino de la perpetua pf»2 No eerig
conveniente, que por igual conducta Dios lo Uamase 4 la verdadera
TÍetoria de si mismo» despego de lo caduco, y á U hnnilde sanlifiaa*
42ÍOO de BU újnul ¿oh jj^enDiosI profundos son tus consejos* pero Jl#k
nOft d^ clemeiifiia háo*a los miAsrables mortales. T¿ saJvaa á Iqs grm-
des lyiipillándolos, derribando el,colo|p péreo de su grande^ C4MI
u^ ligera piedra que disij^r^ coinppsivi^esde elmont^ detoglo|r2lu
Es«erdad que nuest^ amado conde^ reconseodaQdapilMlttá integri-
dad de su ilustre sucesor e^os vasallos taii lealeft*^ ta# ngtfüdecjidcíSy
h ]^cta asi; '*irá V, E. experimenta i^dolo conaqu^la ftiíÁébioft i}^
dá el ol|rar1bieny conncpc ^tie^e logra c} fin tojd el us tareas,, ^pes^
toiuan en él servicio del R^^,^ ulilid^il^Lpubíj^: lo calajes ja ma<-
jorfécónt^ensa que se saca de las mo^8titi9'^i|M| #)n riy)iá|>ens|Wea
¿n elJntiAdo." ^ .....
Asi decia. Sin dü(^f)ue es grnjide.el placer de obrar bien; está con
el bjyabj'e aun cuando t\>dotl^nb^nifonen,-jjj|j»l^elsabft.b^i^ las v§-
ces del universo, él lovegMijia^en el^estierro, yTe bariaiíallar. au^pa-
tria en los mas cemoXo^lima^ j eny;e g|ptflH^r{)|ces; este place^d*:^
Jicio so lo ^compaíiaria en las prisíooes, le eón^F^ari% la libei;^d de
espiritu, n^ obstante el peso de lasAdenas,j^#r.lBadaia^niismo4e Jo
trocaría en carro de triunfo.^frverdud todp^tt>; lat^i^ 0Í también Só-
crates hablaba ^i, y si floracio, yt los E8toico;fthgpn<^Gr|Ei)>AD c^^ placer
de b^irtud, como dicha sobernna; el humilde' ci%ti(fno, debe eq la
adversidad y fatigas buscar otras fuenlM mas puras de eonsuelo. Dios
las abre cuando ios humilla, y nos Ueva al pié dejiu Cruz, que es Ifi
cuna de nuestro verdadero nactinietil% y que- debe ser el lecho dioli0-
a
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«D de auefltra muerte, ¿Qué sé yo si algún poco de este apego á la a-
l^sa opiaiott» necesita de an bueo deeaugañu? Al menos puedo ase-
rrar en preaencía de los altares, que ya no respiraba el conde sino
bnmiidad y mansedumbre, que encargaba á los suyos moderaeton en
laa lie&ifteas, y iftte. frecuentando los remedios de la religión, acu-
éieodo á ivcAadoal pié de los altares, su alma sentia aquella melaa-
eolia dulce que obra en secreto la salud y la salvación. ¡Oh! el mucho
orgullo reprimido y humillado se convierte prontamente en ñiror, ó ia-
4lignacioii: no es ya una serpiente que se arrastra primero para insl-
. niftajrse en los ocultos pliegues del corazón humano, sino que se levan-
^ á la altura de gigante para desafiar al «mismo cielo. Pero el orgullo
que empaáa en algo el cristal terso de la virtud, fácilmente desapare-
De, asi que la adversidad hace derramar lág¡|imasy conocer la vani-
dad é insubsistencia de todo# los honores y >de todas las opinionea.
.£4r9 noble y muy gran4e su espíritu; era amante de la verdad, deseo-
M» de bailarla y dócil eti recibirla, constante en soetenerli, infatigable
en promoverla cuando de algún modo era provechosa. Cuantos, cuan-
. loa son testigos de esta wtud,,((\ie lo ha caracterizado singulariyeote,
. porque éi era amigo ganervao, amigo íntimo, ^igo tierno y reobaoci-
do de lo9qu« edn fryíyqueza le hacían presentes advertencias oportji-
mm$ pnif éctOi ütUas, penaamiéhtos saludubleí y ventrosos para el
aefvkio de Dios y del rey! Guardad con respecto los auténticos tastfhio-
BÍpadie eatasa apacible dm^idud, guardadlos vosotras los quAn vuea-
Mis fieles manos los4eneiá depositados con las pruebas de su amistosa
oe«fianza« Habiendi^ llegado á |ps últimos períodos de -su v^a, cuan-
do ya aeotia en su seno fergientarse»|y semillas de 1^ ^orrug^ioj^; y
•como él dice en carta de 29 de. Febrero de ^0: "cuaf^do ya estaba sin
trato de gentes; Men^d^ dolencias y molestias," dio la mas alta prue-
ba de su doAlidad humilde, que parecia á los que no le trataron, tan
•agettd.de ««'Coactar. Üy ice «en la miam^ ^ha ^un tranquilo 8oUta-
rÍQ con esfii^ones so^e manera ingenuas y duloes* ^tre otras ^•
•as, ''que apilará cuanto alcanza sus fuerzas el proyectO||* ¿Y* <mé
jMTO^^^tot oino en que Jiabian etitacj^ encontrados sué dictámenes mu-
.eho tiempo^ sette el cuAl ^eyj^ siempre el Conde tener razones mas
vigorosas qu^su. contradictor,. y que pareciera muy repugnante al^2>
mor propio de un gran^olítico, büjurse á recibA* niejores tuces eooao«>
mitas de la oscuridad de un claustro. Ah! docilidad ^santa, hija de la
uiittd verdadera, f'uto de l# rcflt^xion y del sincero amor de Iv
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^206—
?erdad, tu no degradas al liéroe: solo el necio se imagina cpie no 80
pueden traspasar loa ningunos límites de su sníngunoaconocimieatcys;
él nada vé, y aolo él es capaz de noñar que tampoco ren loa derntrn
Jiombrea: el sabio debe aer dócil j humilde, porque debe saber al me*
nos vencer sus preocupaciones y engaños si loa Hnro, y recibir bw
luces que le faltan; y esta es hi mas bella disposición para compadecer*
sede los yerros ágenos y perdonarlos con las injurias hijas de la igno-
rancia. El altivo menosprecio de la opinión páblica* ea, dice en sa-
bio, el postrer vicio de una persona particular y el último crinen de
un poderoso; mas el querer que prevalezca siempre la opinión propia,
y que en poe de ella sean arrastrados los entendinífentos de todos, es
on despotismo tiránico, insufrible en la sociedad, detestable á los ojos
de la religión. Aunque* el conde era dócil, su genio á veces alga ar-
diente, su carrera brtUante, sos muchas servicios, ¿estarían libres de
todo defecto? ¿No tendría manchas qq^ espiar; intenciones que depe-
^rarl Quien sino Job pudo decir: non peecatn^ *et^in amariíudinibui m#«
rartur oculus meus'i *'En mí no hay pecado; mas con todo eso, míe
ojosjriven en amargniH continua, porque no ven ni sienten sino aflic*
cion y torinegk).'**^N%Rra tiempo de que lodos sus deseos los volviese
el cielo; que perdiese enteramente el gusto ákles cosas del mondo,
que mirase otra iomostaialidad, y no la de fama y gloria perecedera,
q\M se preparase á la niuerte que estaba^^^endo á sus pf^s el éepirN
cro, y ¿pf^ya tenia levantada apbre su cabeza la espada fultahiantet
¡Oh Dios todo de -bondad! hiérelo, hiérelo misericordiosamente, (flñ
empie/ai¿ be^ar tu azote benigno y ya te d4 gaactas por dos grandes
beneíieiqt «|deJo ocupan ent09Aente,*y«ibsorven to4ps los demás ft-
ToresK el* que lo* has he^ho cristianof y el que le has dado á probar
. . . .¿qué? las dulzuras del Tabor! no ciertamente, sitio las amargaras
del Calvario. •
• Ta está preparado pasa el gran sacrificu)^ vé conkentereí^ aeer-
carselos postreros^momontos, y consuela á loí^ueio liasen: Sjñfifu
n^gho vidit ultima et consolutufesflagentes.. Dice que está dispues-
to para morir, que lo estaba ya; <^e venga el^n|^l de paz para oir
la mas humilde confesión de sus culpne, q^e venga el-Díes de conso-
lación, que incline los Cíelos de su grandeza, y venga !í ennoblecer y
levantar su pequenez y su n^dfi. ¡Oh ruegos fiemos! oh suspiros ar-
dientes! oh Iágrimas4iumildes! oidUus sollozos, habitantes de dos Mun-
do»; á vosotros losdirígc, pídeos perdón por lo que haya podido dén-
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—269—
derotei» iu ?¡dii, 7 en su mando, podrein m'j^lolj seretisiie^á por
▼eiiliiini ioaque Jiayaasido enemigos tu708]..8i hay todavía alguno, oi-
l^este, qne.RevHla lo jperdoi^de corazón;^ que le tiene por su mejor
sunigo; j Qiiando ya ^tá páíme 4 si)8 opn el horizonte de las^verda-
d«is elaroi^, prot^flta el conde su.sii^cera amistad, y que á todos los
llera enfl coraipn. Os ama, os ama á todos tiernamente est^ cris-
ttsu^> huimlde* Reverteré et vade iikfwex vuélvete, pues ni seno de
I>to«, rete en paz, y vetú por nosotros, ángel protector d^N'ueva-Es-
psúía, ve á conaolarto con la memoria dulce del muóho bien que'nos
bízof y de \añ truchos males que precavió su bi\^n «elo. Vete en paz,
ob Conde! sosleniífo por la religión, jingido por ella con el Oleo Stfk- ^
to; abr&sate ya ^n ese Dios crucificado por tu amói: espira besando
Im señal de tu red^ncioiw y no quieras ser enterrado con pompa ni
honores müitares, sino.como $1 ^'isti'^no mas pobre y mas hunñlde.
Ahí ftté, aaí lo dispuso» y asi esoiróñel dia J^dAiayo de este año ^
Adiós títulos caducos^ honorer inconstantes, grandezas en^añosast *
Adiós, empleos militares, proezas de las buallas*, emmBsas de la pjit-
hiea: adiós, mundo, amigos y parientes. *L;i amistad del Conde los ha
torrado, dj^tingido, enrlTiil^cido y socorrido/jY para .con quién habia
da osanifestaxse mas lilyral .y caritativo al mofir,^ que para c(ñi iffios
haiéf]nHi^eaQp(ffendac[o%ásu y^oteccion por el desolado Padre ctiah-
do^spiraba, y admitidos qgft compasión y amista(Fgenerosa en* cir-
Jbfff^ que no s^epterneciera; y un móiistrno él ^tie no correspond¡t*se i
ln. lai^ sagrada confianza.] ¡Cielo justo, testí^nt,de estas- dos escenas
dolorosas! tú, t6 no habí^ desapretado la distribución qijor hizo * el
CondB de sos bienes^ y pporé yo decfr qtie soá felftés Ift hoftkianos*
cuando puedan repetido que San Ambrosio en el elogio fúneA'e de|
suyo: ditpem$€Uore$no$^ non kaeredes reliquit. Oh memorias tristes! oh
rajiof pepsaniiejnj^de los mortales! oh bienes que no bajan al sepul-
cro, y ^ügdfi^ntre Ly vivos para^deber aguzar el dolor, por la' perdí-
&k del poseedor Atimot y recuerdo^e la misma suerte que á todos
jeptApara! Aylv^ acabó ya aquella fu beneficencia, y se esting«áio
aqiiel aidor y ^1^1 y4lnaá^tíefr» quien par cinco s^os fué c^mna
qaasaelavo-eipaao en6rme.de este Gbibierao? y desapareóiq tan proa-
Uuaente aquel hombre robusto y R^rioeo, qna parecía ha5ra da vivir
un 8Ígto,yera dignodejdnrar^iw^as generaciones, porqne ía dicha
que proporcioii¿ k esté Nuevo-AIuñdo, el mucffo bi^n que faivo en to-
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das partes, se coüiunicEirá sin duda á los tíeiti|>09 fittaroifT..:..AI titj^
nos le alcanzarátf las bendiciotfes de la posterídad, y sit memorhi ser4
grata á vuestros descendien^s m)is le^fios/Pero de qtié' le Mftieraft
estos aplausos, estas acciones, y todo cuanto ka sido, aanque se le
erigieran estatuas 4)or nuestra gratitud (d); 7 el que to flaniárainod
ahora delicias del pueblo, como llamaron áTitó los#t(y!nanos, fef sil
muerte no hubiera honrado toda su vidaf Como decía Tertuliano del
mayor filrifofo: de quá le* sirven nueHtros elogios aqnf donde no esti,
si es atormentado donde está en persona! Mas ah! To tomo en mis
manos el escudóte armas de la familia del Conde, riéndola ya tendi*
' 00 yerto en la orilla de la eternidad: veo en este es(Ad(f timbres, insig-
nias de guerra y de mando, y cosas que ya acabaron: miro triste es-
tas nadas de nuestra corta vida, que se miden para siempre en itil
oscuro y silencioso sepulcro. Me oñigiera sin consuelo & no leer un
le|pa sublime que dice: Una huena'yi^rU honra4oda fa vida. S¡, si. .«
^sto si que te honra, <^ Conde! honra tus virtudes militares, tn honor
mllmo y tjii grA w^lor, hóniy tu fidétidad y probidad; tu entereza y
severa disciplina: hon^pt^s largTis ligilías, tus incesantes tareas, tn ce*
Ic^cyvo é infatigable, tu política sabia y bienhechora;* honra Tos
egemplos de tur piedad, ios ((fsvelos de tufpelfgiosa vigilancia eit
el Gpbierno de Nueva-España;' honaa tus^amargnra^ y dVsconane*
los; eleva tu resignación y humildad c»|^ana, cubre tus defeeios,
dá heroicidad á toda3 tus acciones y pe^JIpiientos. SÍ: nos* ha T[úer
dado el escudh de arq¡As, único despojo que la muerte ha perdo*
nado: y de cuanto su6 timbres significan, sola esta sentencia le es a
él pro^ch^a en^ eternidad) J ^ nos^tro; no§ sirve ahora de consuelo,
cuan^ esta buena muerte^ honrando toda^su vidd^ lo ha arrebatado
para siempre de la vista de los mortales. Mas ^í que esto misnno avii^
ahora mi penf, y aumenta vuestro justo dolor*
Todos, todos lo sienten, y podré decir cqi^o Shin Ambrosie en la
muerte de un príncipe: Jlent et qm inimici viéUbantuft ^thrando aan
los que parecieron poco adictqi Au persona. *£l (10) sentimiento ge-
^ ¡Qné mezquina íb la gloria de ](fB héraro piBRties! 'Péáa se rt-
duce en suma á d^r de ellos, lo'qoe Fedeviea II de Prqsie, tei^ M ámt»
de Filósofo* de BaasSoiici, d^e en» adiarte á M. Peess.
Ttbere á peíue eapive, on vient JMrysef son baste;
L* ameerde la véhu garde ccliñ cT Augus(e,
(10) Espresion de la Gacetafle Madrid, anunciai^^su fallecimientOr
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—211—
TUtíralde E^aña ha cobrado fuerzas;* atravesando eaa íomensidad de
f^afl(ll) j cogiéndonoa desprevenidos tan infausta nueva, fué oomo
un espantoso trueno» <iue vibi^repentinamente un rayo j desgaja unsb «
robusta encinat oubria^do d^^^esas^al pobre viandante que estaba,
i^pogido á*sn sombra. {Ah! ¡vas 'del Seáori voz terrible! que hiendes
de ako abajo los mas encumbrados cedros, que desmenuzas las coli*
ñas y peñascos, j que igualas en un momento lo^montes mas eleva-
dos con los valles mas hondos y mas humildes! ¡Vos de mi DiosLsia
duda fuiste voz compasiva y misericordiosa, cuando llamabas esta
v^tima diapuesta arl sacrificio; y cuando después de haberlo pufífica-
dojcon amargaras y tribulaciones en el espíritu con penosas enferme-
dades en su cuerpo, tu gracia soberana obró el prodigio de que loa
recios vientos contrarios no apearan sino que encendieran mas y mas
el fuego de la caridad divhia y fraternal. Bendito seas, padre de ele.
mencia, en tus consejos y caminos portentosos: porque mortificas pa-
ra viiúficar, porque humilláis para engrandecer jk porque matas para
s.alvar. Tu pern>aiiec¡endo inmoble en el trona de tu eterpidad, vés
perecer con «uido núserable la giemoria de l^ppoderosos, y tras el
sepalaro los aguarda tu inflecsLble justicia para darles su merecidat
cpmo á los damas hijos ^ Adán. -^Oh Dios miol hiriéndonos con sol-
p« tai^ senaible «n la muerle de nuestro amado conde, nos. avisas que
pronto noa juntaremos c(MM|É|^,que ya la muerte nos amaga con su
huz formidable é irresistii^HIlafl^ue nos resta que hacer, sino 11o-
tsdr 8«bre lüeaüros yerros y dRvasíos? ¿No vemos en esa ^a, ey esta
fúnebre aparato, en ékas luces lánguidas y opacas la rendad de nues-
tra nada, y la locura de todo cuanto na es aprender i mour cristia-
namente? El doliente tañido de las campanas, los tiernos ayca de
nuestra cariñosa madre, La Sion Santa, y de sus sagrados mkiistroa,
^no nos repiten ahora con particular energía: Solo una buena muerte
ktnir^ tqda iJfvidat ¡a meterte* la muert$ aolat.*.
^ Paguémo^e^ sí; ea Auy debido» paguémosle al collde el tributo
de nuestras lágrimas agradecidas. Maa -¿dónde moras, espíritu inmo»-
tal-4# Revilla-Gígedo? ¿Qué lágrimas son las que nos demanda la
gratitud? ¿Rodea» MMo esa tuasba, ó ta aearoas 4 eüos altares sacro-
santos en que acabas de ser rociado con la sangre del cordero sin
(11) Qaantos iste de Hispdnüs totius traetun intinerís, populorum
egit gemltus?— D. Ambr. de Obitu Valentiniani.
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mancilla, pidiendo mas ruegos y mas lágrimas, (12) para acabar de
limpiarte, j tomar desde aquí el vuelo á la mansiotí bienaventvradaf
* Este pueblo á quien procuraste de tajg|^ modos hacerlo bien-hadado
y que debe jurarte una eteruti gfatitud ¿te neyafia ahora tos aollozoa
co'mpasivos j cristianóte, para acelerar ISs suspirados momentos de tu
dicba imperturbable?.... ¿O descansas ya en el seno de Dios, dichoso
en la posesión del Trono y de la corona, que solo se conceden á los
hér<fe& legítimos del Cristianismo, capaz de hacernos mas felices, de
di alcanzarnos bendiciones nuevas, y de infundir nuevos alientos i
sus sucesores? ¡Oh abismo insondable de la eternidad! ¡Oh jaieioa
inescrutables del Altísimo! Nosotros lo hemos juzgado bueno, recio,
fiel, desinteresado, celoso, esacto en el desempeño de ios respeetívas
obligaciones; pero si solo Dios ésóudrVlfli los corazones; y Dios dice
que juzga de an modo terribilísimo i los que mandan, y que ha de
pesar en su balanza las mismas acoiones justaf y virtuosas, si nues-
tro concepto y nuesltros elogios no tienen la virtud dé espiar f puri-
ficar, sino solo nuosti*^ oraciones, limosnas y sacrificios pueden aho-
ra aprovecharle; datlftkinibussanctamnyisteriay pió repíitm ejuspoi»
ékmus afietu; en medio de esta i ncertid timbre sobre su suerte y des*
tin<%eterno; diré con San Ambrosio: pueblo«cristiapo ven á menudo
á ofrecer por él los Santos y terribles misterios; todo -lo puedes«espe->
rar déla clemencia soberana; huj|yia{dfaÉtt^onocido, clama al cíelo,
porque se ^ abran sus puertas e^rnatmj^re ahora en la triunfante
Jerufeleo, desde allá nos mire, parfl qtie cese nuestro llairo>; y desde
allá, presnn^donos su apacible imagen, nos*^ recuerde sin ceaar,
que una buena muerte honra toda la vida.
Todo lo sujeto á la censura de la Santa Iglesia, Católica,
Apostólica, Romana, y en todo obedezco á los Decretos Pootíficios,
particularmente k los de N. SS. P. Urbano VIII.
En 19 de Mayo de 1802 se publicó la jentencia rooy honorífi-
ce del Consejo en el Juicio de residencia oel ' Escmo.«-Sr. Cond%de
Revilla-Gigedo.
(19)
S. Ambrosio las llama: Redemptrices launas.
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lSnGIlMBBS.MIi'riK.
->♦■«-
Perdidos nuestros archivos fundamentales «en los incendios j
(^fmtínuos ataques de los piratas que oon el nombre de FilíbusÑers j
Boucaniert se hicieron temibres en estas nuevas poblyíones de*la8
Indias, principiaremos estas notas municipales por la primera acfte
existente en Jos libros Capitulares. Vamos á trazar un pueblo rodea-
da de necesidades, sin recursos 7 sin cultura; siempre espuésto á Jas
depifedaeiones de estrangeros jíventureros: este pueblo^ que el tiempo
ha convertido eo'la tierra de la abiindancia, deJa civilización, jde la
riqueza 7 del comercio.
Admirémonos de lo que fuimos' ayer, y de lo que somos hoj,
comparemos las épocas pasadas con las pre^ente^ bendiciendo mil
y mil veces las virtudes 7 couAí^iá de aqi^fcg ^fiios ¡lustres que
nos trillaron el camino por donde va«corfíenao en triunfo el carro
de nuestra envidiable p/osperidad 7 grandeza.
Cabildo d¡/ml.^ dejuliodeiioO, — Según se deduce dAsta
acta, parece que en' la an^jÉMMli de junio se dispuso recoger to-
dos los cuartos ezistent^^^^^HHbara que sellados se admitiesen
como monada corrienteimPHPguims los aespugnaban; ||8e ordenó
que todos los que tWMran cuartos los presentaran, biijo la pena de
que sin este requisit^To serian admitidos. Cumpliendo ff prevención,
acudieron á mostrarlos en el referido cabildo, 7 la entrega fué en el
orden siguiente:
El Sr. Juan de Rojas declaró tener un peso de oro en cuartos. ,
•—El Sr. Pedro Velazquez declaró que tiene tres pesos en cuartos.—
Declaró Diego de Soto que tiene del Srao. Sacramento cinco pesos
7 1^70 un peso. — Doplaró el alguacil Antonio Suazo nueve rs. en
cuartos. — Pedro Sánchez declaró cuatro pesos 7 medio, mas (»trosdos
rs. — Flores declaró ocho.... en cuartos. — Zamora cuatro pesos y...
de limosnas de mi el dicho por Juan Sánchez ochocientos; — Juan
de Olivar por Juan Bazan 7 SU70S, diez 7 ocho rs., los cuales dichos
cuartos de sa uso declarados, con los que parecieron tener de limos-
na la iglesia de esta villa mandaron sus mercedes, 7 fué acordado
por el bien 7 pro de esta vHla que se quilaten 7 eche la marca de fue-
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— »14—
Tñ que ei baena, y qae^es como esta Xj que estos pasen y se tra»
ten entre loe reciJiDS j moradores j l^ubitaates j tratables en esta di-
cha villa so penada tres pesos de^Maara fo Cámara deS. M.
la tereeva parü, j la otra tercei^^ffa e) juez que lo sentencie,
j la oC^ tercera parte para el denunciador d^ftis de las otras
penas en que caen é incurren los que desechan la nMftda de S* M.—
T cometierojí el cuíSar de los dichos cuartos & Juan de Olíver,^^
tero oe esta rilla» de que fué tomado y recibido.... en forma de de-
recho. • ^
En cjibildo'de 12 de setiembre de 1550 se pvoh¡bi6 que los* qu-
eros cortasen los cedros y caobas^ como lo rerifícaban pararhacer ba-
teas y lebrillos y otras obras de poca entidad, y destruyen dichos ár-
boles de manera que bacen fal(a pftra los edificios, bajo pena de diez
dias.de prisión en el cepo de li^ cárcel, y de 300 azotes, lo cual se en-
tienda cortando dos leguas al Fededor dé la villa; y si los negros cor-
taren dichos árl]pl^7^i^ mandado d^us amos, incurrirán estos en
pena de 20 ps. de^of^jf^kliGid para 1k Cámara y fisco y la otra mitad
püa obras publicas. .
« £n Cabildo de 27 de febrero[¡^^g^ se acor^flÉI siguiente aran-
Libra de pal ^
^ Torta ^e^eopaOf i
^ Huevos, seis por un real. 4|^
Dos rábanos, medio.
Una lechuga buena, 4 cuartos.
Una col, medio;
Una carga de casabe, 2 ps« de oro.
rero*¡^^^f se ac<
Eq Cabildo de 18 de abril de 1551 se acordó, que por cuaftto
los taberneros tienen mucho desorden en la manera de vender el vino
con perjuicio de la repáblica, mandaban que de estaffecha en adelaiv
te nfngunn persona que tuviese por oficio y trato, y fuese tabei^nero
vendiendo por menudo, no pueda tener ni tenga en su casa, ni fuera
de ella mas que una pipa de vino, la cual pueda vender y venda por
postura del diputado, y que acabada y echada fíiera de casa la made-
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rs) puede eompr» otra 7 elq|^ tvtiert iiuii^ yft «e« «M fV>^ boíl»
ja«> &C.9 sea -penado en 6 MS^Ara.
Eu el mismo se maIi(](I^PpMle»4os f^ooe tmgui espide de
£t j de nodie b|¿o U pe«a de 1 peeof que deiitro da Id dias ¥b pro-
Teao dreilas ioM|c^ ao teaganí j las preseaitea %l foberaador.
^ Eq Cabildo de Id de jumo de 156t se ttMKtd6/qtie pof ouaiUo
hay mueha faha-de easabe en este pueble & eaasa de Itf BiiiehM flo*
taá y armadas ifue deun año 4 esta parte por él han ptiade,*y ie es-
ta cansa algunos reeiaos de osle paeM« iMm tomada la de fbaJer hi
eol'ga de pan á % ps^ 9 1* f aanr 4| lo fue es ««tho perjaloio 1 la re-
pfiblíca, por tanto maadabaa se pregone q«e Míagnno eti esta TíUa
pilede vendep ni renda la cargo do easabe á mas de S ps* de oro pa*
gados en buena monedaren plata q^en oro, 7 1| el preeío Aiere en rea*
ks que ño pueda subir de 25 rs. la earga, y de aHÍ ahajo cada uno
ijfbeda ren'dei* como qaisiere, ^0 pbr lodo \
fkka y necesidad.-«Y así mismo se mand^"^
tino pueda Tender la arrót^ de los tasajee ;
«ada arroba, pena en aitfbasTaltIs de 13 ps, dé oto^ mitad para dteis
pfiblicas T denunolH&r. ^ ^
fin Cabildo áe ^ ^¡^^^^Kfffjflíi se nombr6 para rerdugo y
pregonero de esta villa defambana al tiegro Antón, esclaf o del ae-
il(H- Juan 4^ Rojas, t^kAit del gobernador por haber fugado BM^
lomé Vérnandes que &ntes servid uno jr otro oficié.
ga, y de allí ahajo cada uno
lodo ^Uflw^ 4^® datare la
(itíu^Kn^€in9 ningún v^
ijoe^ mas precio de ttn pu^r
En Citbndo de 14 de febrero de 1559 se acord¿ arrendar 1 fk-
▼or de ios propios \H carga y descarga dé buques y se estableció él
arancel que habia de llevar ét contratistas
Reales.
^
Por una pipa de vino, ¿riesgo del arrendador y daila ar-
rumada^ • ••./. « ¡ ..... í. •»•...• 4
Poruña pipa de harina arruinada • •- 9
Por el barril quintalano de vizcoclio, jabón, pasas, hl-
gos, ó cualquiera mercadería de pesó cíe un quintal. . f . • • • • 1
Por i de tonelada de harina, vizcocho ¿cualquiera otra
mercaderia ......* •.....•....«•.••••> ti
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—216—
BcHT una oaja d« 7 palmos ^e c^^itttera mereaderia • . « * 4
Y ti fuera la tal caja deSpal^Hma arriba 5
Por la caía da 5 paJmoa^hafit^HjK. .':.« •.«•• 3
Por uno petaca da ropa ó de rizcocbo. .... ^^« .«:««. . 1}
Por*ttaa canuf de «n eoldion y fraaada j iSmobada de
un hombre..., •••.. 1
Y ti fue^ 'de2 eofobooes • • •••• M
Por Q«A;}uiera carga <|ue la pueda lle?«r un nefro. .. . I
Por 4 botijaade aceite •«.. • I
j eafiéijleae qae lo ha de lle?ar á riesgo del arrettdador.
Por una botija perulera 4 riesgo «M arrendador 1 •
Por Ikvur un fardo de pafio, de ruae» de angéo ó de
otro cualquier Hienzo i *• %
Porcada cuero vacuno chteo^o griM^de^....^ • 4
En Cabildo jMD de marao d^ 552 el gobernador tfa4Ó j pUP-
tico con los aléS194^^tf gidores ^ore prefencion j buena guarda
^e esta Villa taniéndo^por cog;i cierta la nuafa de la guerra coa
Francia» que se ha sabido por la fia de ftféjico y Sto. Domingo, j
queriendo cumplir la Cédula de S, M. con 1^^^ ha requerido el
HPlsIcaide de la fortaleza Juan d||HHHb^corü^o sif uiente.^que
en la fortaleza cada nophe deJ^H^^^^Knbres que el akaMe tie-
ne» velen cpn ellos tres hombres-^-^IMRl Morro haya dq^ hooa-
hrca dáguacdia que; velen de dia y de Boch^ftp^a que; no puedu pa*
recer navio, que no se ten^k aviso en la l^a y fof;^leza— que del
pueblo Viejo (lo que eiTlioy la Chorrera) cada noeha-aeleo y atalayen
doa hombres de i caballoi los cuales sean de las personas i quienes
está mandado que tengan caballos, según se ordena en acuerdo de
un Cabildo que está en este libro — Y que para repartir estas ve-
jas que han de estar en la fortaleza y Morro y pueblo Viejo 8^«ia
con el menos trabajo que fuese posible para los Teeinos po^^he-
da y turno cometió su merced el Sr. Gobernador á los Sres« Juan
de Roxasy Diego de Soto y Pedro Velasco, alcalde«y regidores que
hagan el dicho repartimiento y lo traigan para ^ue su merced lo ha-
ga guardar y cumplir.
También se proveyó y |^d6, que tod^s las veces que en la ior-
taleza se soltare tiro, que es la señal por donde se conocerá qu9
viene navio al puerto, ftiora sea de dia ó de noche, doce personna
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—217—
1m que señalaren los -comi^^MÉi, acudan á la (brtaíeza 7 «e en'
tren en ellaoon el alcaider^^^Be ^o salgan hasta salmr que navio
6 navios son los que vienff^aHÍQ:en enemigos no pnedan salir de
elta ain espresa licencia de su merced el Sr. Gobernador^ y la resta
de todos los vecino^ de esta Viijn, salidos los que mande acudir á la
fortaleza, |^dan donde su merceil estuviere coa sus unas prontos
p«ra aaOdir á tas partes donde mas viere que eonven^f á la buena
defensa de la Villa, lo cual guarden y cnmplan so pena que el que
no acudiere pierda, cien ps. la mitad para la OánMira, 7 la otra mi-
tad piu^a gastos de esta guerra — Esto fué publicado, por preg^^ro.
En el Cabildo siguiente, se acordó que se pagasen al regidor
Juan de JKuxas eien ps.« en que se le habian oonsprado cuatro pasa-
muros con sus cámaras (cañones) qu% tenia 7 se pusieron en el bas-
tión de la pla7a de esta Villa, obligá^^ose todos á pagarlos 4 pror-
rata si S. IM^ no. aprobaba el gasto de su Imoienda
telenda^.
s^pHMorRwrbero 7 c¡- «
iitras estuviese aquí nadref
En Cabildo de 1, ® de julio de 1552 s<
nyano Juan Gome/, y se mandó que mientras estuviese aquí na
pudiera ejercer^ fj^qjtad sopeña de de^ps. de oro para el mismo
Gomes. VP^ . c ^^
En Cabildo de 15 ^e ^d^W ^SS se acordó que por el riesgo
que hny de los franceses esnccesario que en el Morro ba7a dos hom-
bres que velen de nocl^liirilemas de la vela de dia, 7 que ba7a dos pa*
samuros, 7 cuatro versos, (1) 7 los hombres que allí estuvieran, el
uno de ellos sea hábil para poder tirar la dicha artillería ofreciéndose
necesidad; para efectuarlo se mandó que se compren de Ambrosio
Hej^nnnde? los dos pasamuros, cuatro versos 7 un barril de pólvora,
pagándose de obras públicas 7 gastos de justicia, 7 que se haga so-
br%|^Iorro para resgimrdo de los hombres una casilla de teja. — El
SrtfHPhte Juan de R^as encargado de la compra tomó declara-
ción al maestre Juan Santos 7 Lope Hernández vecino de Sevilla, 7
de Benito de Yaiivan paraque declarasen los valores 7 dijeron que
dos pasamuros uno que se llama* fraudas, 7 otro que fué del Galeón
Santiago váleme 45 ducados de Castilla, 7 el quintal de pólvora 8
ducados 7 que esto valen en este puertw en España 500 rs. —
(1) Versos:, ciGTlíL especio de cañones de artiflcrfa que se usaban en
aquella época. ^ ' '
28
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_218—
SI gobernador I>iegp de Ma2^^||ML trajo 20 soldados cotí nm
aroMfi y aroubucef, ««uicion y^^^^^^^y mU pieziie de artiJierfa
gnieva« en 8 demai^o de 155Q^p||^^^neetriiido ios fratioeses e(
liveUo y se nuAdó que todos reedifícBrati sus casas y los ap«iaeota^
ran.
En CaMfflb de 24 de abril de 1556 presentaron Juan lie Inea^
tirosa y Autopio de la Torre el arancel que se las encomendó» Csé
aprobado y es ooana sigue — :
^ iteales.
Por 3 libras de pan ciwabe ....» 2
Por una Itbra de carne de puerco, que etf la cuarta parte
de un arrelde, cocida 6 asada^ ••••....^ ^
Y 8«- fuera co<^da Ipie den tím coles 6 calabazas con ello—
Por un^ IUm^^ carne de vaca • •••«•• ^
Que déou2Q^^^^^>látano ú otra fruta de la tierra —
i:
un^lUM^^cari
?i ' puemn T^Ke
^Id. que puemn gfflKen el vino que dieren eti cada aifO-
a seis rs. y que lo midan delante de la persona que lo comprare.—»
ídem por una pina ..TH '^^¡t* * * * * ^
ídem por doce plátanos . .5 ^^7. . • ^ . • * • 1
ídem que las tales personaa^cjiMBfen de comer sean obligadas
& dar agua á los que comieren, "fa /pJMW bitstare, mesa j manteles
limpios devalde, sin llevar para ello ínteres^^uno.^-
Idem que si alguna persona quisiere ddflnr en las tales casas de
trato, y se le diere una hamaca, lleven por cada noche un real y si no
diesen hamaca nj otra cosa, medio real.
ídem que si las tales personas que asi mismo dieren de comer^
beber y tengan peso de balanza y medida, para pesar y (pedir lo %ue
asi dieren de comer y beber— ^ ^
ídem que los susodichos tengan colgadas este arancel H^tj/f^'
blico de sus casas, en la pieza ó lugar donde dieren de comerc^ma-
nera que todos le puedan leer y entender— ,todo bajo pena dp tres du-
cados por la primera vez repartidos entre la Cámara, juez y denuo^
cíador, y porTa segunda doblados, 7 por la tercera ea^z ducados y
privación del trato de mesón.
En Cabildo de 16 de abril de 155bi se abordó poner arancel á los
zapateros porque pedían caro por la obra, y se acoriló en ta Sormm
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siguiattte medkuite á que no eran Mhidos ios preeioi de cordobanei
¡f cueroa^-^-
RealM.
punt^HIMroce
íiapaioa de ireoe punt^HIMroce se Fendan á 1#
Zapatoa de^ditoz y de once p^o». •••• 9.
^s de oeho 7 ouefe puntos ,.... 9
B badana ó de f amma d^ J^ á 13 Fy|ft|^ • • ^
¥ aíafldo de naeve 6 díei puntos y^^ • • ^
Por solar unas botas 6 anos zapatos •••• 4
Todo bajo pena de dos pesos de oro»
- •
BOCIIMBNTDilNEDITeS.
Ra llegado á nuestras manos por M^f^K^m^únfíáñá un tomo
«MUMMerito, roído de la polilla j tan ac|^gada la encríeura por l^^-
nedad, inalv^|||É|'y transcurso dé lo^Kropos, que en muchas panes
no hemos poM^enteaderlo. Se dice en su frontis que es la 5. ^ ^^
pía de las apuntaciones (f^^sohre la fundación y progresos de Iv^B
na de la Habana, hizo Hernando de la Parra, criado del Gobernada
Juftn Maldonado y continuadas por Alonzo Iñí|^ de Córdova, cuyo
Rbro perteneció después á Diego de Oquendo, oonde estuvo olvida-
do, bien porque no sabia su importancia 6 porque nunca quiso darlo
á ¿OBocer. Los antiguos tenian sus caprichos y rarezas en esto de re-
sellar notíeias, y de ello ha resultado la pérdida de muchos apuntes
* pMClcvlares' relativos á nuestra ignorada bbtoria. Esperamos sacar
^^odo el partido que nos sea posible de estos preciosos documentos,
^kj^ados q«e no todo sea inteiigible'y el púbitco encontrará en ellos
notas Anj curiosas, que esplicaa el estado de civilización, osos y eo»>
tambres de esta CHodad á ines del siglo XVI y principios éet XVfT.
£1 kagttfigia lo hemos arreglado i la época en que escribimos.
» J^..de San Cristóbal vi progresando, no obstante Iosiae0a«
venientes de piratas y el poco comercio^ Esta peblaeion se está cons-
truyendo con mucha tnregularida4l^La calle Real, (hoy de la Amar-
gura) Inde las Redes, (hoy de los Oficios) la dsl Sumidero, (Imy de
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— 2^—
( O-Reiny) y la del Bosurero, (no hi conocemos pero creemos que sea
Ja del Teniente Rey) es en don^^M|y}rican las habitaciones ell
línea, las demás están plantadas I^^^^^Kd^l propietario, cercadas
ó defendidas, sus frentes, fondo^^^^^Hpcon una muralla dobla
•de tanas bravas. Todas las easH^f^^^Kilia son de paja y tablas de
cedro y en su corral tienen sem^jpdos árboles trutá\§9^ deque resulta
una plaga insufrible de mosquitos, mas feroces que los Qg^aetilla,
Me han asegu^^b que un , Aanoebo de la Nao de Antoa^uíz fué
víctima de empéñenosos insectos. Los mueblas consisten qh bao*
coa y asientos de cedro 6 de caoba, sin espaldar, con coatro pies que
forran en lona 6 en cuero crudo, que por io regalar es el lechó de la
gente poltt. Los poWadores ya acomodados mandan á Castilla el éba-
no y el granadino, maderas preciosas que aquí abundan y de allí les
vienen construidos ricos dorinitorios que llaman camas imperiales.
En todas las salas hay un cuadro de devoción á quien le encienden
luces por la noche para hacer sus* plegarias ordinarias. Las familias
se alumMin con velas de sebo qflie es abundante en el país, los ricos
usan velonesr qi^e y^A|de Sevilla y alimentan con aceite de olivas.
Después de cerraUP^^jpe nadi^ sale á Ja calle y el que tieoe que
hipAMrlo por urgencia, vá acompañado de muchos armados yooA liii*
tenKs; así lo ecsige el crecidolKmaro de perros mojases que v&giin
Ííbaros) por ellas, y el atrevimiento de los cima^MIs que vienes
kjscar recursos en lo poblado.
* Los utensilios de cocina son generalmente de ñerro, aunque loa
indígenas fabrican cacharros de barro que prefieren para condimen*
tar sus alimentos pcMculares. El servicio de las mesas es de loza de
Sevilla y de bateas y pintos que hacen de sus maderas. Los vasos de ^
una madera beteada que llaman ^buayacan) son hermot^os^ y se dice
que sus leños tienen grandes y prodigiosas virtudes medicinales. Las
comidas se aliñan aquí de un modo tan estrañoque repuguaal prlo**
cipio; pero habitáanse luego tanto á ellas los europeos que olvidan^
las de su pais y les dan preferencia. Una reunión de carnes fretcf^^
■aladas, divididas en pequeños trozos que hacen cocer con áíversas
núoes que estimulan por medio del pequeño pimiento cáasttco (oji-ji*
' ji) y dan color con una semilla (viji-ja), que vejeta espontinesoAente
hasta en los corrales de las casas. Es el plato principal, po|{bo decir
el (juico, de que se sirven e^tos primitivos habitantes. El maiz prepa^
radode muchas maneras, es tamMen otro de los alimentos predilec-
tos del pais. El pan de casabe es insípido y desagradable al sabori
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—Pul-
pero la eostumbrCf 6 mojürd^Of la necesidad, nos familiarizan y
iniij breve io eiitoitu-:iii^^^^^^|te j nutdtiirQ. Esta grangerílt se
hace en los cortijos circ^^^^^^^ una raíz ven^K)8a que los indí-
genas llaman (yu-cay). '^'^Í^^IIh^b ^^ hacen i^or t|iie en otros,
ja porque no le eatracii taíJioTn purte jugosa de la plantn, 6 ja por-
que saben templar también los hornos que el fuego traf^aja por igual*
j quedan.! fas tortas doradas j quebradizas como |KtÍzcochos da
Castilla* "* ._, fT^
Esla tierra es hermosa, sus campos conservan el verdor de la
primavera todo el año, haj nguadas buenas j abundantes, los gana-
dos se multiplican prodigiosamente; -pero hasta ahora jo Sveo en
eUa los prospeetos de ricas minas con que se alucinó nuestra imagt-
oaeíon. Si los projectos en que fie entiende de hacer azúcar j de
eoltivar la hoja del tabaco prospera en la Habana elevada úkjpiamen-
la al rango de ciudad, tal vez se aumentará, el tráfico, conT^venta-
fasde su posición geográfica, se hará algún dia^^mas rica ó impor-
tante de las colonias de S. M. en el Nuevo-!
n dia^^ma
Deducimos por estas apuntaciones ote el pnmer ingenio de
briear azúcar qoe se estableció en la JlaMna, fué por el año de 1595,
«n el lugar quTTI amaban los Cangrejos (sin duda por el Horcon)j|^
!)«• fué de un taf Vicente Santa-María, j que su trapiche producía fl|
tostante melado j azúcar terciado (rapadura^, mas adelante, ó por
el prvtpio tiempo fundó otro ingenio «Alonso de I^l^s (el menor) e^
e} paraje qne decian los Rancbitos (donde está hoj el Tívoli), luego
éespues se levantaron otros por el Cerro, Jesús del Monte, la Rinco-
flida, j á la otra banda de la ribera. Guaicanama en los terrenos de
AtttoD Recio en lo que hoj se llama Regla, fué mas tarde j construí*
do en escala major, usando buejes para dar impulso á la máquina
pmtva en lugar de brazos j caballos como lo hicieron los primeros....
Jpentimos que fakando aquí algunas hojas j estando otras des-
trozadas, no podamos continuar esta parte descriptiva de nuestros
ingenios fundadores, pero veamos adelante, aprovechemos este trozo
que ha respetado el insecto devorador, enemigo de ios anticuarios.
tan escasos los azucareros, j tan pocos los intelijentes en el
arte de cocinar el jugo de la caña, que los moldes se evacúan espon-
táneamente j el azúcar ya cuajado se convierte en líquido.....
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—922—
9r. diB S*>^A|M Blaao»» Mur» párroco niM oik^|^ 4o 1«
ifloiia W^eftor Son ZK^ronao de ■q^tU^- ^
Certifioo: que en iino de les libros de entierros ^ueemp^éB el
•ño det^ñé^ i ff^as 30, haj uoe partida j es eemo siguee-^Ea 1 f
de novi^bre de 1788 i^ beoefieiados de esla igltata« eotet reren ea
eUaea la bóveda de los sacerdotes^eraierpo del Ijdo« D. Juan Mafia
Montiel Bustamante-, Calderón de la Berea, Presbítero capeHan de
esta iglSft de 121 aies de 9d%d; hiao iestaeiento ante José Ortis
eseríbano pá^ico^Jt después Codioilo anUMi|(ttel Portülo; ee k^tifo
misa de cuerpo J^fc^e y vigUia; y por ser digao de separo ee peeo
la siguiente note plH^^^P^^^ memoria: — fué casado cinco veoeSf
jHfeprímera con doñlí LuTse Agullar, la segunda cea deña Ana Zamo*
ra, la tercera con doña >Aía Arañá« la cuarta con doña Vielaote
eco y la quinta con doña Beatriz Obregon; tuvo% estos MAtrimo»-
nios 42 hijos y 9 bastardos; fué de venerable preseAcia^y mey capóos
cuando murid estaba eon^poniendo un libro de alabanzas 4 Mario
Santísima, y de ^6 años comj^uso otro de'difereaies asuntos; foé el-
^guaoil mayor de este arzobispado, navegó muchos años; £eá reK^ioao
de San Juan de Dios; sabia siete lenguas; fué mayordomo del eoOr
vento de Sta. Ane, escribano de cámara del Acaevdo de la Beel Aa-
dteneie; secretario ^e la Contratacioa; notario mayor de la reUgion
de Baa Juhu de Dios; se ordenó de sacerdote de 99 años; eelchié
hasta el fin de su vida y murió de una caída que dio en los posadms
del colegro de San Francisco de Paula de esta ciudad. Se pue(^P>r-
mar un poeblo de 300 vecinos con sola su famiUa«^''^Coftuerda oea
911 original du$. — í 4 de febrero de 1794,
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—223-
'41'
PR^^^BLAClOBr
dd todas las ái8|yslclone]PRI9( administrativas y ocoMoii-
cas publicadas de oficio en el mes de agosto áltiao*
ih
REAL ÜNITERSIDiD DE L( HABANA.
Nos ei Rector de la Real Unwcrsidad de la Habana. --A ta*
tíos los doctores graduados «n la facultad de medicitta ^inaa Univer^
BÍdadee del Reino, hacernos snbür: que en esta Renl tnflremdad ae
halla racaote aotualiüeiise unfi phssa de C^^^Lico Bupernumem-
rio de la facultad de medicinir sm dolncioifli^^ero cuyo títufo ha^
iMÜta para optar á la propiedad 7' BustitusionlíZe las Cáeedrn^^t^fl
misma 7 debiendo proveerse por 6. M. la Reina Nuestra Señora pré-
yÍ9L opoMCieOf y á propuesta del fisoelehtísimo señor Viee^Real Pro^
lector de n^te establecimientOi ha acordado el claustro gañera^
en sao de l4|N*^ul^<^®8 que se le confieren por el V'l.in general de
ttistrUccton pública de esta islay ladePto.-Rioo f reglamento da^ta
t/iiÍTériidad, Convocar ^ tados las. aspirantes á. la citada pieza, ^k-
do el término de cinco meses infprorogabies contando desde esta fe«
cha, para que los candidatos puedan presentarnos les niemorías dé
que haUft el artíeulp 144 y. 1^ de los citados Plan 7 Regíanfento f
hacer constar las calidades que«se les exigen jperel 143 del primero^
qué trasladamos, con los anteriores 7 otros que se han eitimido per*
Uneates, al pié del presente edietOf ei eoal se teerá 7 ^ará-es esta
fteal Uifif eraidad 7 ett las de ia Península^ é igualmente se pabltea«
rá-eiitres nisseres eonsseiilivos de los Biarioa de esta capitel jr de loe
Departa'tnentos de esta Isla 7 la^le Puerto^ Rico. A CU70 tin estando
pi^semio que se detereaine la euestion sobre la cual hayan- de diser-
lar los ofMsMores en las indicadas raeniories< el oliüstro general ba
Smalado la llguiente: -
i^cfefrsMsar por ia esfietietieifi 7 pof la obser?aeioti ia «Uided f
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—224—
los peligros de las emisiones ^aitirüiuj^^ dti los purgantes eo el
tratamiento de la^nfermedadüs i
Indicar por Jos autores tarttQ^^^^^H|^Tio modernos y según
su propia observlRou las enfetti}0l^^^^n\e debe preferirse uno
de estos cíos poderosos medios.
Sefialar los casos eu que deben emplearse á la vez esjtas dos me-
dicacibnes. 4íBk
Los oposit^^ esplicarán la composición normal de la sangre
' y de las bilis y de las diversas alteraciones de que son susceptibles
esos dos ñuidos.
DadA^n esta Heal Universidad de la Habana firmado con nues-
tro nombW, autorizado con el sello ma^pr de la misma, y refrendado
por su infrascrito secretario á quince de Julio de mil ochocientos
ovafenta y cinco. — Domingo L. Somoza.-^oih María Velazquex^
ieeretario.
Aríiculos del pla^gUnstruuion púkiica dé las islam dt Cuba y
Ft^&'Rico^ 9obre oposiciones.
143.— Para ser admitido al com;nr8o te exigirá de los aspirante»:
La calidad de español ó haber obtenido carta de naturaleza en
jflb&tos Reinos. ^
£1 grado de doctor en ía respectiva facultad por dUllqoíera Vni-
veisidad 6 eoiegio de medicina y cirnjía del Reino.
PnJn atestado de moralidad y buena conducta dado por la'aato-
riáad fimoieipaL
Ser mayor de veinte y dos años.
NI» haber sido condenado á penas aflictivas b infamantes, á mé'
nos que hubiese obtenido habilitación.
144.— Los ejercicios consistí/án:
L^ En una iffsertaeion ó memoria escrita (presentada sin
Bombre del nutor que constará en pliego separado y sellado) sobfe
•I punto señalado por el claustro general en los edictos de (;^vo-
eaeion. ^
2. ® . En un examen público de dos horas á cada nspírattie
•obre su propia memoria sienipre que esta haja sido aprobada peff
- los jueces, antes de abrir el pliego que debe contener íí noaibre.de4
aulor. Las memorias qne no merecieron afirobacieni pepmAwocerán
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—225—
•a la secretaría üe la UnirersiJad á disposioíou de Vas personas que
]a8 liubiesea presentad(i,JHfl||||y se devolverán cerrados ios pife*
goé respectivos en que ^^^^^^kibre del autor,
3.® En una espIfflij^^^^LHca de mediajj^a» á lo menos»
sobre el punto qoe entre los^^iPóiencia 6 facultad haja cabjdo en
suerte al candidato una hora antes, durante cujo tiempo permanece-
rá incomunicado en ia Biblioteca, donde se le suimnistrarán los ü*
broa y demás auxilios que necesite. j
Concluido este ejercicio le harán los demás opositores por tiem-
po que no baje de una hora, ni esceda de tres las reflexiones que juz-
guen oportunas sobre la materia que baja trataiffi
4*^ En un examen publico de dos á tres horas sobral ciencia
ó facultad en general, y sobro la pedagogia ó método de ens^anza.
5. ^ Los aspirantes n supernumerarios de la facultad de me-
dietna y eirojía tendrán ademas ios ejercicios prácticos,— • En el pri-
mero irán acompañados de los jueces á una de las salas 4e Clínica 6
del hospital en donde estos señalarán á cada a^jttAOte de los que hu-
biereii de ejecutar en el mismo dia, un eoferfl^ de medicina y ciru-
jía. Acto continuo y antes de separarse de4a cabecera de los enfer^
mos deberán aquellos hacerles cuantas preguntas consideren necesa-
rias para caracterizar sus enfermedades.
En segunda trasladados \ób jueces j opositores al anfiteatro es*
pilcarán lof éctuaotes los respectivos casos en todos sns periodos con
espresion de sus causas, del 4>agnóstieo, pronóstico y curación, es-
poniendo por último el estado actual de loV enfermos y maniíestai^||
lo que en su concepto exijia en un principio, j lo que requiere hasta,
el fin de su caraeion, con arreglo á lo que hubiesen determinado en-
•us pronósticos.
Las operaciones quiríírjieas áque deban someterse los enfermos
las practicarán los actuantes sobre un cadáver y satisfarán ademas á
las preguntas que les dirijan sus coop^itores por espacio de un cuar-
to de hora cada uno.
El segundo ejercicio práctico consistirá en preparar en el espa-
cio de veinte y cuatro horas una lección de anatomía práctica sobre
el punto que elija de los tres que le hubiesen cabido en suerte.
Dorante este tiempo permanecerá incomunicado el actuante en
la sala ó pie7a ^stinadaal efecto, donde se le suministrarán todos los
auxilios nccesano4P^n^ ó dos ayudantes discípulos de) primer año.
29
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•22ft—
Dt lo$ eatedráticot propittariou
119. — El sueldo de los Catedr^^^^^toroporcionol & lósanos
deaerfieio, segiin se consideren de^^^^^^ascenso 6 de término.
120. — Serán de entrada todos «^HRedráticos que no Ue?en do-
ce años de enséname, y gozarán el sueldo de mil pesos, si lo fueren
de la Universidad j de seiscientos si del Colegio.
121. — Se raputarán de ascenso los Catedráticos que lleven mas
de doce año» y menos de veinte de enseñanza, y disfrutarán el suel-
do de mil quinientos pesos los de la Universidad,
ja^ Artículos del Reglamento^
IS7. — Concluido el término prefi|ado para la admisión de las
nemorias, nombrará el claustro general loe seis individuo», de los
cuales han de aaóarse por suerte los tres jueces, cooforme ai artíenlo
145 del Plan.
156. — Dentro dj^un mes deberán dar estos censuradas las me«
morías, con su inform^^otivado que se presentará al cláu^U^ pani-
Qiilar para su aprobación.
150.»Obtenida esU, convocará el Rector á clanstro geiMfi^ pa-
ra la apertura de los pliegos cerrados que acompañen á las memorias
aprobadas, j conocidos que sean los ¿atores, se les avisará, si resi-
diesen en la Isla, fijáadoles el dia en que kan de empezsl^los cíecel-
clos, que en ningún caso podrán déferi/se mas de na mes.— Soa os*
yfeB.--Jssé Marím Velaxquez^ secretario.
Capitanía general de la Isla de Cuba. — Gs^mius müilar de bi
Habana. — La Reina Ntra. Sra. se ha servido dispensat las gracias
Sfguienles. — Por Real óiden del mes ante-próximo j consecuente á
otra de la misma fecha se ha dignado S. M. nombrar subinspector
en propiedad dhe Medicina y c^fligia del Cuerpo de Sanidad militar
de esta Isla al Sr. D. Francisco Alonso y Fernandez, con el grado
de coronel de inCánteria.
Por otra de 12 del mismo se concede igual emplao coa destino
á la isla de Puerto-Rico al Sr. IX Miguel Pinet«
Por otra de 19 del repetido oses se ha dignado S. M. noabrar
gobernador de la ciudad de Matanzas al Sr. bri^dter D. José
Falgnelras. ^ ^
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—287—
Por irtra de 90 del propio me* te ha dignado & H. aprobar el
•embraimeiito interio^^|^^dbernador de la villa de Gieafnegoe
que hizo eau capttaníi^^^^Hl favor del Sr. bfígadier D. Ramón
María de Labra. ^^^^^^
Por otra de ^ de maTHnumo se concede mejora de retiro al
soldado residente en Trinidad D. Domingo Feliú.
Por otra de igual fecha se concede uso de uniforme de capitán
del regimiento de Lanceros del Rej á D. José Biqíl^lme Már^vec
ée Pinares.
Por otra de 33 de dicho mes aprueba S. M. el nombramiento
q oe para la comandancia de armas de la villa dd Cobre hiso esta
capitanía general á favor del capitán D. Francisco Moreno.
Por otra de 2 de junio resuelve S. M. que continúe desempe-
^iíMido #1 carro de director subinspector de ingenieros en esta Isla el
Escmo. Sr. mariscando campo D. Mariano Carrillo por el tiempo
máximum de Reglamento.
Y Analmente por otras Reales órdenes de 24 de mayo j 19 és
jiink) se aprueban laMpropuestas^de premios de constancia á favor
de varios individuo^Vi tropa de este ejército. — Habana y agosto 3
de í8i5,r-^Ptdro Esteban^ secretario.
Cém4meUmeÍ4t gentrél de ifonnii.— El Escmo. Sr, Comandante
fanat^de este apostadero ha dispuerto sean admitidos en el Real
Arsenal negros á corrección, debiendo dirigirse al comandant§^de
aquel punto los amos que quieran remitirlos con tal objeto. m§
Y para que esta determinación tenga la debida publicidad ha
mandado 8. E. anunciarla en los diarios de Gobierno- j de la Marina
por tres días consecutivos, tiabana 5 de agosto de 1845.-«-Jb#é Mm^
ría Pareja^ secretario.
Sttniariadtl g9hurm ts^Kn^^tf ds fa iafai Ale €M«w— Pje*
«ed.idas Im farmaUdades dispoestaMTla Real Cédala relativa á in-
vtentos artísticos, ha tenido á bien e^scmo. fir. Presidente CMmt-
sadar y capiAn geaeral espedir la correspondiente por einco aftes
j& D. 6. H« Reattj, natural de los Estados-Unidos, para el uso de tin
apáralo q«e ba inventado para quemar el humo j los gases de toda
oíase de máquinas de vapor, oon la oláusula de que esta gfsda m^ j
se entienda sin pcijuioie de tercero en el caso de que este pruebe eo
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—228—
|08 tribunales establecidos ser falsos los datos en que se apogró el íih
teresado para conseguirla, dísponi^|^|^klQnente S. E. se ammoie
al público para su conoctmiento,-^^^^^^6 de agosto de 1846.—
Miguel María Panlagua,
falsos los datos <
poni^i^l^Lloic
nto,«^^^^^B6
Secretaría del gobierno superior civil de la itUa de Cuba, — El
Esemo. Sr. Gobernador 7 capitán general ha di^pnesto se dé publici-
dad al siguiente decreto espedido por el gobierno de Méjico, j el
cual ha sido comunicado á S, E. por el Sr. ministro plentpotendario
de S. M« cerca de aquella república. — Habana 9 de agosto de 1845.—
Miguel María Paniagua,
Ministerio de Hacienda. — Sección primera. — El Esemo. Señor
Presidente interino de la república se ha servido espedir el decreto
que sigue: ^
''José Joaquin de H'rera, general de dÍFÍaion j presidente ie-
terino de la república mejicana, á los habitantes de ella, sabed: Que
conforme á lo dispuesto en el aif ículo 1 f jb la lej de 22 de Mare-
ro de 1832, he tenido á bien decretar lo sigMinte:
Art. 1 f Se declara cerrado al comercio estrangero 7 al de es-
cala 7 cabotage, el puerto de San Juan Bautista de Tahasco.
Art. 2 f Esta declaración comenzará á tener eí^cto, respecto á
los buques estrangeros, á Tos d^s meses de publicado este d^eto en
la capital de la República, 7 para Ibs nacionales desde el día 25 del
vm actual.
Por tantO) mando se imprima, publique, circule 7 se le dé el de-
bido cumplimiento. — Palacio del gobierno nacional en Méjico ál2
de julio de 18^5.«— José J. de Herrera.— A, D. Luis de.la Rosa.—
Es copia. — Bermudez de Castro.
^ Secrefaríkdel gobierm^gf^iorcivilde laiilade Cuba, — Pre-
cedidas las formalidodea dis^mtas en la Reel Cédula relat¿?a Á io-
▼eotostirtístieos, ha tenido áy^ien el Esemo, Sr. Presidente, Gober-
nador 7 capitán general espedir la correspoadieote pbr 15 años 4 D«
Pedro Geoffro7 Saint Amant, Vecino de Santiago de Cuba, para el
uso esolusifo de un proceder ú operación química que ha inveatado
con aplicación 4 fabricar reías mu7 superiores á las de cebo, con afta
sustancia oleosa de las semillas de tres plantas del suelo de esta Isie;
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Cfm la tíímwAn de que esta gracia es y te entiende sin perjaicio de
tereero, en el caso de que e|mmiebe en los tribunales establecidos
ser lalsos ios datos en qu^^^^Bó el interesado para conseguirlas
disponiendo igualmente S^^^^Hiuiicie al público para su conoci-
miento. Habana 9 de sgosto c^tc45. — Miguel Maria Panlagua.
Real ^r^en.— -Ministerio de Hacienda. — Ultramar. — Escmo. Sr.:
—Enterada fl. Id. la Reina de un espediente remitido por la dirección
l^eral de aduanas por el que aparece que á la llegada á Mallorca
de la polacra española Colombus procedente de ese puerto con esca-
lden Vfgo 7 Alicante, declaró su capitán 1,000 cierros sobrantes de
12,0007 12 ruedas de cagetillas que habia embarcado como partida
de rancho y asimismo que á la llegada á Alicante habia declarado -
dicho capitán un sobrante de 7,200 cigarros 7 12 ruedas de cageti-
lias, lo que demuestra que solamente consumió en su navegación
4,800 tabacos, 7 los 6^200 restantes y los <fP|garrilIos en la travesía de
Alicante á Mallorca revelando esceso tan desproporcionado que se
«imete fraude con perjuicio de la Renta; ha tenido á bien mandar,
conformándose con lo propuesto por la referida dirección que las
aduanas de la Península 7 de las Baleares cuiden de exigir los dere.^
chos de los tabacos sobrantes de los ranchos de los buques á su arri^^^
bo á los puertos; 7 que V. E. disponga que no se permita embarcar
fuera de registro partida que esceda (^1 probable consumo de las tri*
pnlaciones. De Real orden lo comunico á V. E. para los efectos cor-
respondientes. Dios guarde á V; E. muchos años. Madrid 30 de n^
70 de 1845.— Alejandro Mon. — Sr. Intendente de la Habana. Y por
disposición del Escmo. Sr. Intendente de ejército superintendente
general delegado de Hacienda se pnblica para general inteligencia.
Habana 9 de agosto de 1815.— Ji^a^utit Campuzano.
Real orden. — Mitíisterio de H^Bj»^. — Ultramar. — Escmo. Sr:
— El Sr. ministro de Hacienda diceü^^al director general de adua.
nas lo siguiente:
"He dado cuenta á S. M. la Reina de la esposicíon en que
varios comerciantes de la Habana se quejan de los perjuicios que
▼an á seguirse á aquella marina mercante por la pequeña diferencia
qae ba7 en las conducciones en bandera nacional 7 estrangers á con-
1 de la Real orden de 24 de ma70 del año anterior circulada
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por esa direoeion general de 27 de noTtembre del ntisBio, j muy par^
ticularmente en las de algodón eiw^na, j S« M. teníeodo preeeote
lo informado por V. S. se ha seriHHftkurar que dieha Real órdeo
no se refiere al derecho que debe^^HPísu introduoción el algodón
en rama; procedente de América^Ripecto de cajo ariíoolo rige la
Real orden de 6 de mayo de 1634 á consecuencia de lo dispuesto en
el adicional á la \ej de aduanas y aranceles de 9 de julio de 1841.
De Real orden lo digo á V. 8. para su conocimíentogr efeclM con-
siguientes á su cumplimieQto. — De la propia érden comunicada per
el espresado señor ministro lo traslado á V. E. para su iateügenoia.
Dios guarde á ^ E. muchos años. Madrid 10 de junio de 1845^--
£1 sub-secretario Manuel de Sierra.-* Sr. intendente de la lAibana.**
Y por disposición del Eacmo. Sr. Intendente de ejéreilOy tiipe^
rintendente general delegado de Hacienda, se publica para general in-
teligencia.— Habana 9 de agosto de 1845, — Joaquín C(tmpu%n^t
secretario. ^
Secretaría del gobierno euperior cÍ9Íl de la isla de Oaft^i**— Pr«>
cedidas las formalidades dispuestas en la Real Cédula relativa á in<
rentos artísticos, ha tenido á bien el Escmo. Sr. Préndente Gober-
nador y capitán general espedir la correspondiente por cinco años 4
D. Dionisio Leprince para el uso esclusivode iinoe aparatos que de-
sea introdocir para dedicarlqi á la limpieza de letrinas y sumideros,
y tambieu para eátablecer letrinas movibles, con la cláusula de qqe
«a gracia es y se entiende sin perjuicio de tercero que este pruebe
los tribunales establecidos, ser falsos los datos en que se apoyé el
Interesado para conseguirla: disponiendo igualnenteS. E.se ananeie
al público para su conocimiento. Habana 15 de agosto 'de 1S4S.—
Miguel Marta Paniagua.
Secretaria delgobienioá^pior civil de la isla de Ctf6a«— Sien-
do urgente construir 6 dei'r^^la casa situada en la calle de Manri-
que cérea de la Cañada, la cual quedó por bienes de la morena Ubre
Andrea Quintana, que falleció en la casa de mugerea dementes, ha
dispuesto el Esomo Sr. Presidente Gobernador y capitán general qaa
los cointeresados en dicha finca se presenten al Eacmo. Sr. Redar
de la Beneficencia en el término improrrogable de ocbe días, para a-
eordar su derribo y venta, cuyo valor se aplique á loa intarapadet sí
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—381—
Itm huU0r6 en la foma qne oor responda, en el concepto qae trant*
onrrido diebo término sin verificarlo se bará aquel por cuenta de la
Real Casa, á cojo faror se ^Hk^ el producto de los escombros y
terreno. Habana 7 Agosto lüVRslo.— Jli^tie/ ifaría Pamagua.
&aiiA€tt6la del Sm jio. Sr« P. daréttüao Valáéi.
Don Juan de Entralgo^ del consejo de 8. Jf., su sectario honorario^
escribano publico del número y Real Colegio de esta Ciudad óc.
CERTIFICO: Que en el espediente formado para tomar reti-
dencla al Escmo. Sr. D, Geronimd Taldés, por el tiempo que de em*
peít^ el gobierno de esta Isla 7 la presidencia de sus dos Reales Au*
diencias, asi como á sus asesores 7 secretarios de Gobierno, se pro*
nuncio por el Illmo. Sr. Regente D. José Mario Sierra la sentencia
ea7o tenor y el de la resolución del Supremo tribunal de Justicia en
so sala de Indias son como sigue. — En la siempre fidelísima ciu lad
de la Habana en 22 de Febrero de 1845: el Itlmo. Sr. D. José Maríi
Sierra, del Consejo de S. M., ministy honorario del Supremo tribunal
de JusticiSi^egente de esta audiencia Pretorial. Habiendo visto su
Srta. lUma. estos autos formados para tomar residencia al Escmo: Sr.
D. Gerónimo Yaldés por el tiempo que desempeñó el empleo de Go-
bernador político de esta ciudad, la capitanía General de la Isla 7 la
presidencia de las audiencias de la misma, como tambien*de los ase-
sores 7 secretarios de Gobierno, que hubiesen consultado 7 actuado
durante la época de su mando, dijo su Sria. Illma: que no resultando
del mérito de autos cargo alguno que hacer al Escmo. Sr. D. Geró*
nimo Valdés, en la información secr||koue se ha practicado, ni de-
ducidose demanda alguna pública, tle^yii^ el infrascrito Sr. escriba-
no dá fé; 7 apareciendo comprobado el tino, buen nlanejo 7 compor-
tamiento con que se ha conducido dicho gefe en el uso del mando
que ha ejercido en esta Isla por los espresados conceptos, debia de
declarar 7 declaraba al referido Escmo. Sr. D. Gerónimo Valdéí, no
solamente libre 7 exento de todo cargo en este juicio de residencia,
sino también que ha sido buen servidor de S. M. correspondiendo 4
su soberana confianza, 7 haciándose acreedor á las consideracioifes*
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—232-.
de 10 Supremo Crobíerno, señaladamente por su celo y mudio des^
interés 7 pureza; 7 asimismo debia declarar libree también de toda
responsabilidad á los asesores que ^^aM^íí haberle consultado única-
mente, 7 que lo hanjsido los señores^^^osé Maríi^ Pinazo, D. José
María Parejo, D. Pedro María FerDandezViIlaverde,D. J<»8é Laguna
7 Cañedo 7 D. Blas O^és, 7 á los secretarios de Gobierno Teniente co-
ronel D. Gabriel Granados, Coronel D« Francisco Solano, 7 capitán de
nd?ío de la Armada D. Francisco Garnicaí contra todos los cuales tam.
poco ha resultado el mas lijero cai^ en el desempeño de sus respec-
tivos oficios. Elé^^nse estos autos íntegros 7 originales al Supremo
tribunal de Justid^en la forma debida para la aprobación ó reforma
de este proveido, notificándose 7 emplazándose á las partea, 7 sacán-
dose testimono de todo lo actuado que se reserrará hasta su oportu-
nidad, siendo de oficios las costas que se han ocasionado. Que por
esta su sentencia definitivamente juzgando asi lo prove76 mandó 7
firmó por ante mí el infrascrito Escribano de que do7 f¿. — José Ma-
|r^ ría Sierra. — Ante mí, Juan de Entralgo.
En los autos de la residencia secreta tomada por el
- ^^„».. Regente de la Real audiencia Pretorial de la Habana
Jl^ ^^^ SEÑORES. r^ -r é ■m.m / «•
^^■i ^H^ D. José María Sierra, en virtud de Real cédula eape.
^P ^f El Presidente* dida en 23 de Setiembre del año pasado, á D. Geróni-
mo Valdés del tiempo que sirvió el empleo de Gober-
nador de la Habana, 7 á sus asesores gerib^ies 7 se-
creftrios de Gobierno: dijeron los señores Presidentes
del Tribunal Supremo 7 Magistrados de la Sala de. In
dias del mismo se confirma la sentencia dada por el juez comisiona-
do en veinte 7 dos de febrero de este año, con declaración de que las
eostas causadas en este Supremo Tribunal son de oficio. Póngase es.
ta sentencia, en la forma de estilo, en noticia del Gobierno de S. M.
para los efectos convenientes. Así lo prove7eron 7 rubricaron en Ma-
drid á cinco de Ma7o de mil rf^^ientos cuarenta 7 cinco. — Ha7 cin-
co rúbricas de los«m¡nÍ8tros anotados al margen.— Licenciado, Leita.
Y para su publicación en el Diario de Gobierno de esta capital
libro la presente. Habana 13 de agosto de 1845. — Juan de Entralgo.
8 ala delndias.
8EÍ90RES.
El Presidente
Castejon.
Govantes.
Villodres.
Bilvela.
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Eli tesion celebrada anocne bajo la presidencia del Escmo. Sr.
Gobernador Superior ci?il, Capitán general D. Leopoldo O-Donnell,
•6 procedió á las elecciones de los Sres. Diputados en las ciudades j
pueblos litorales y centrales; j observados las formalidades que pres*
cribe la Real Cédula de erección, resultaran elegidos por la suerte
en el orden que van designados.
Cuba.-^l}. Tícente Salazar, diputado. — D.áNicolas Trevllhi,
teniente,
Bayamo. — D. José Feliú, diputado. — D. Francisco Puig» te*
niente.
£íafi Juan de los Remedios, — D. José Rafael Fernanda, dipu-
tado.—D. José Antonio Cirera, teniente.
Puerto-Príncipe. — D. Ci/fo9 Varona y de la Torre, diputado. —
D« Saturnino Cnrrias, teniente.
8anii^8p(ritu. — D. Patricio Estulay, diputado.— D. Manuel de
Castro Pera, teniente. ^^
Trinidad, — D. Gregorio Zulueta, diputado. — D. Juan ManelleJ^^
teniente. • ^^
Villqje Santa Clara. — D. Joaquin Machado Pérez de Cor-
cho, dipulQk — D. Narciso Oms, teniente.
Matanzas. — D. Simón OñatívÍH, diputado. — D. Agustín de
Ibarra, teniente.
Santiago.^D. José Cortada, diputado,— D. Francisco Hernán-
dez Diaz, teniente.
Cienjuegos, — D. Ramón Menacho, diputffdo. — D. Antonio Acea
teniente. ,
Nueviias. — D. Domingo Eatraviz, diputado. — D. Cecilio Sua-
rer, teniente.
B^ural. — D. Agnstin Otero, diputado.— D. Juan Tomás del
Calvo, teniente.
ManzanMo.* — D. Antonio Mayol, diputado. — D. Rafael Alva-
res, tBoiente.
8agua la Grande. — D. Ramón Iglesias, diputado, — D. Fran-
cisco Martin Rodríguez, teniente.
Cárdenas. — D. Jean Pallimonjo, diputado. — D. Inocencio Ca-
sanova, teniente.
30
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—234—
Mariel, — D. Wuldo P.iscuul, diputado. — D. Antonio Regalado
"^ González, teniente.
^ Habana 15 de Agosto de l845A|Antonio María de Escovedo,
r fiAcri>tar¡o. ^^^
[
secretario.
En sesífin de la Real Junta de Fomento de Agricultura y Comer-
cio celebrada en 12 de Junio anterior, bnjo la presidencia del
Escmo. Sr. Góberiiadon Superior Civ.il, capitán general D. Leopoldo
O-Donnell, se trató del reempbr/.ít del empleo de consiliario, vacaa-
te por la ausenci^á Ultramar dul Escmo. Sr. Conde de Casa- Bayona,
y acordado que oorrespondia desempeñarlo á su teniente el Escmo.
Sr. Marques de Eisteva^ no podiendo llenarse la* resulta con el tercero
déla cuaterna, que fué elegido para otro empleo, ni con el cuarto
que sCi^écuáó por junta causa, se convino en la necesidad de otra
elección para proveerla, y en sesión de 14 del corrientCi precedidas
las formalidades prescritas en la R^l Cédula de erección, resultó
nombrado para teniente de S. E. el Sr. D. Miguel Arango y Queaii*
da. HabaHa lo de Agosto de 1845. — Antonio Muría de Esoovedo.
secretario.
^Capitanía General de la isla de Cuba^ — Gobierno militar d^
la Habana, — Restablecido de la penosa enfermedad padecida por el
Illrao. Sr. D. Antonio Armero y Peñaranda, Auditor «ÉAflS^ierra de
esta Capitanía General reasumirá mañana el despacho ue la Ándito-
i^Adeque fué encargacip interinamente durante su imposibilidad,
el Ldot D, Francisco Javier de la Cruz, lo que se anuncia al público
de orden del Escmo, Sr.-Éfapitan General á los^iefdctos que conven-
gan* H'ibaoa y Agosto 17 de 1845. — Pedro Esteban, secretaiiou
CemUion provincial de instrucción j^iaiarúi.*— Halláadose va-
cante la escuela primaria del pueblo de Guanajaj, se avisa al púbUr
DO» para que los profesores con título hábil que quieran encoj^gars^ de
eu dirección, se presente por medio de la Secretaría, sita eala oall^
de- Sea I^oaeio, numero 51. Habana 17 de Agosto de 1845.*^o8é
Miguel Rodríguez, vocal secretario. ^
Contaduría Real de diezmos del Obispado de ta Habmsa^^^Hm.*^
biéiidose servido aprobar el Escmo. Sr. Goberaador y Capícan gene-
ral, Vice Real Patrono con consulta del Sr. Asesor ireneral primevo^
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— 23í>—
«I furittujario para las cueiüiía de iiiayord«>míiifc de f^biiciis, de les
i^leíiias de cátus diócesis formado por esta contaduría disponiendo S.
£. que eii lu sucesivo se arnjrfen á él los mayordomos encargHdot:
ve anuncia al pijidico de ón^ffdei mismo Escmo. Sr, haberse verifi-
cado la impresión de aquel furiiiulario para que llegando^ noticia de
dicbos mayordomo» se provean de e»a precisa instrucion y no pue-
dan alegar ignorancia en lo adelante. IlabaDa 23 de Agosto de i§45.
—José Miguel Rodriguez.
REAL ORDEN. . ,
Escíiio. Sr: He dado cuenta á la Reina (Q. B. G.) de la carta
deV. E. numero I76G y del espediente testimoniado que con ella
acompaña relativos una y otro á las dudas ocurridas sobre la inteligen-
cia y latitud que deba darse al nrt. 6. ^ del Real Decreto de^ de Se-
tiembre de 1842, respecto ala exenci(.n de diezmar en eí espacio de
cjuiüce años, que por él fué co!^edid# á los nuevos pobladores que se
establezcan en la lela y á los rmuradt»res de sus terrenos incultOF,y eii
su vista aprobando S. M. el acuerdo de la junta de autoridades de lu
propia Isl I para su mas geniiina inteligenria se ha servido declarar,
qi.ela conce^sion lieclia por el citado art, ü. ® sojo comprende á loi
roturadores y plantailores tl«-. terrenos montuosos é incultos á los cua-
le.M fué su augurio ánimo pnmiar, indcmiiizar y ai?n alentar, por el
trabajo yga^os que en ello empleasen, pero que no debe ctmbiderar-
so estensiva dicha gracia k los terrenos c ti que no buya descuaje 6
desmonte y por lo mismo, aun cuando á la sazón de meterlos en la-
bor, no estén cultivados, sea fácil y pocodbtoso su cultivo, en cuyo
caso su ntoyor feracidad compensa superal^dantemente los afanes
y anticipos del labrador; y que esta resolución se entienda aplicable
tanto á los terrenos de corta como de mucha estension, toda vez que
en ellos concurran las espresadns circunstancias según las cuales se
considerarán comprendidos bien en el arL 5. ® ó bien en el 6. ^ del
niencíonado Real Decreto. De orden de'S, M. lo comunico á V. £,
para su in#1¡gencia y cumplimiento. Dios guarde á V. E. fnuchos
ños. Madrid 97 de Junio de 1845. — Alejandro Mon. — Sf . IntenJernta
de la Habana. ^
T habiéndose dado cuenta en junta de Autoridades superiores
de esta Isla por su acuerdo y de orden del Escrao- Sr. Superinten-
dente general delegado, se publica para general inteligencia. Tlabona
28 de Agosto de 1845-» Joaquín Campuzano.
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REAL AUDIENCIA PRETORIAL DE LA HABANA:
Cireular.'^El Real Acuerdo de estf Audiencia Pretorial, á con-
pecoencia del espediente formado con motivo de la visita 6 examen
de las eacribanÍM públicas sujetas i su jurisdicción con el fin de traé-
ladar á Ateas Reales todo género de depósitos judiciales, ha tenido á
bien proveer el auto siguiente:
sEffoys.
Regóte.'
Sandoval.
Sr. Fiscal.
, Olivares.
^|0]
JFpoi
'*Eln la siempre fidelísima ciudad de la Habana i 21
de Afoslo de 1845 reunidos en acuerdo ordinario los ae-
ñores Ministros de esta Audiencia Pretorial que al mar-
gen se espresan, dijeron: Que sin perjuicio de las dispo-
siciones adoptadas en los espedientes respectivamente
formadorpsra cada ana de las escribanías de la^Capital, y de que
aquellas se ejecuten con puntua|giad, trasladándose á Arcas Reales
por los respectivos juzgados las suma^ue se hallen en poder de al-
gún escribano ó de persona particular, debian mandar, y mandaron,
que en todo el pisteito jurisdicional se guarde y cumpla lo dispuesto
ir la Real cédula circular de 24 de agosto de 1799, mandada observar
por la Audiencia de Puerto-Príncipe en 16 de setiembre de 1828 y rei-
terada en auto acordado de 8 de agosto de 1842 quoen consecuencia
los jueces y asesores bajo su responsabilidad provean y c(y^|ten, que
en todos los pleitos y causas de su conocimiento se traslX^ á Arcas
tteales dentro de diez dias precisos, cuantas sumas existan en manos
de cualquier escribano ó^grsona de cualquier ciase y condición, que
procedentes de dichos fHI^* Y causas no hayan llegado todavía á
las de acreedores 6 legítimos partícipes, dando cuenta á esta supe-
rioridad de haberlo así veiifícado; que esto mismo guarden y cumplan
con todas las cantidades que en lo sucesivo tengan entrada en sus
juzgados, y que se publique y circule 4 quienes corresponda este auto
que se insertará en contestacioít' al Sr* Capitán General Presidente y
álos comisionados para la visita, de todo lo que certifico. A es. — Re«
(ente. — Sandoval, — Regino Martin — Es copia, Regine Mariim^ se-
cretario. ^
Superintendencia General de Real Hacienda» — Autorizado el
Escmo« Señor Superintendente delegado de Hacienda por Real
orden de 27 de Junio, para el nombramiento de persona que desedl-
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—237—
peñ% bajo la competente ñanza la contaduría de obvenciones de es-
te Obispado» asi como para recolectar la cuarta correspondiente á
la Mitra cufo total importe debe ingresar en Arcas Reales en virtud
de lo dispuesto por S. M.; jr-*mediante también la aquiescencia mani.
festada por el Esemo. é Illmo. Sr* Arzobispo Administrador de esta
Diócesis, se ha servido dicho Escmo* Sr. Superintendente, nombrar
para que desempeñe en comisión dichos encargos al contador de|
Monte de Piedad D. Manuel Carvajal. Y de orden de S. E* se anun-
cia al público para general noticia, y á fin de qtie los curas párrocos
7 tenieotea de Jas iglesias del Obispado dejen de entenderse sobre
c^rto coo otro individuo que no sea el nombrado; en el concepto de
teoer lu oficina en el edificio de la Intendencia — Habana 27 de
Agosto de 1645.«— Joo^m Campuzano»
mum mnum
BE ESTA CTODA» ¥ S13«\3&B10S
En todo el mes de agosto de 1S45.
CEMENTERIO GEIVERAI^
En agosto se han enterrado, blancos , . . 158
De color .^. , ^ 176
^
OTAL 334
Entre los primeros designamos los siguientes cadáveres como
personas notables.
]>¡a 2.«-Do3a Juana Viedma de Conesa, natural de Gren, viu-
«
da, de 70 años, vecina de la auxiliar del Santo Cristo.
ídem* — Fray Francisco Valdés, lego profeso de la orden de la
Msreed, parroquia del Espíritu-Santo.
Dia3.— Doña Olalla Estévez y Conde, natural de esta ciudad,
soliera, de 13 años, vecina de la auxiliar del Monserrate.
Ide^i. — Doña Guadalupe Herrera, natural de esta, viuda, ve-
cina de la parroquia de Guadalupe.
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—238—
Día 4. — Sru. doñu Catalina de Ar6/.tegui, natural de esta, viu*
da, de 77 añog, vecina de la parroquial Ma^ur. (1)
Idem.-^D. Eduardo Llovet, natural de Ids E^tados-Uiiklo», 9oU
tero, de 15 anos, vecino de la pnrroquiaf Mayor.
Día 5. — D, Jo|é Francisco Arlóla, (jiárvulo) taintúen déla par-
* >quia1 Mayor.
Dia 6. — Dona Manuela Rodríguez de Limut casada, parroquia
del Espfritu-Santo.
ídem. — D. Justo Ignacio de Campos, natural de esta, casado, de
la propia parroquia del Espíritu-Santo.
Dia 7. — Doña Juana de Dios Medina, natural de Veraguas, sol-
tera, de 60 años, vecina deGaadakipe.
Dia 9. — D, José Muñoz y Fonseca, natural dn Castilla la Vie-
ja, soltero, de 76 años, vecino de la parroquial Mayor.
Dia 11.— D. Federico Neira, natural de esta, soltero, vecino de
la auxiliar del Monserrate. v
Idem.<— Doña Juana Crespo y N>roñ:?, natural de esta, viuda,
vecina también de la auxiliar «lel.Mm.^erratt*.
ídem. — Doña María de lo^ An^íles Pire/., natural de esta, viu-
da, de 40 años, vecina de Guadahifie.
• Dia 12. — Doña^aría Ambrosia de Acogía, natural de esta, cji-
sada, de 53 años, vecina dt; la propia parroquia de Guadal up<í.
Dia 13. — D. Rafael Gaticas, natural de esta, vecino "Bel Mon-
serrate.
Dia 14 — ^^D. D frainnro Ugarte, teniente coronel de ejército, na-
tural de esta, catada, Jew^^s, vecino de la parroquial Mayor.
Dia 15. — D. Isidorí^Bwiz y Dirz, natural de Castilla la Virja,*
p vecino del Monserrate.
ídem. — D. José Bernardino Castroverde^ licenciado en Fiirma-
' natural de esta, casado, de 57 años, vecino de la auziUajr de Jesua
Muría.
ídem. — Doña Juana Itiaz Horruitiner, natural de esta, oaaada»,
de 55 años, veciua de Guadalupe.
(1) La muerte de esta ilustre matrona ht sido para los suyos y estra-^
&0S una pérdida que llorau incoDiolables. EHa fué la madre benéfica del
desvalido, el apoyo de los pobres» el honor de nuestro país. — ^Descansa eu
pa?., señora respetable, no vuelvas la caía áeste mundo de en^Qos y mise-
rias, reposa tranquila en el Relicario santo, donde triunfante habita el gran
Rey de los Reyes, allf donde en brazos de los ángeles y querubines te lle-
varon rus virtudes y merecimientos.
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iDia 16.-— Doñ»i María del pármeo Bacallao, natural de esta
ciudad, cadadH, de 31 arios<, vcciaa tainbicu de Guadalupe.
ídem,— Sr. D. Rafael O Farrill y Herrera, coronel de Milicias,
natura! do esta ciudad, casado, de 75 unos, vecino de la Parroquial
Mayor. (2)
Día 18. — D. Juan Yaldes y Zayas, natural de esta, soltero^de 16
añop, vecino del Moiiserraie. ^^
ídem. — Dona María del Pilar González Camero, natural de
edta, soltera, vecina de la parroquA del Elspírltu Santo. (3)
Día 19.— Doíia Maria de la Merc^ de Lanz, natural de esta,
soltera, de iyí años, vecina de la auxiliar del Santo Cristo.
Dia 20. — D. Antonio de Flores, natural de esta, soltero, de 22
años, vecino de la misma auiciliar del Saíito Cristo.
Dia 21.— D. Juan Bautista Torres, vecino déla auxiliar del
Monserrate. »
Dia 25. — Doña Antoniní^uig, natural de eita, viuda de 75 afios,
vecina de Guadalupe. *
Dia 26. — D. Juan Bautista Sorra, natural de Matero, casado de
8.5 añ>>s, del comercio, vecino de la Parroquial Mayor.
Día 27. — D, Martin San Sebastian, natural de Vi^eaf a, solte-
ro, de 45 año9, vecino de Guadalupe.
Dia 28. — D. Miguel de Aranguren y Mora, natura] de esta, cu-
yos redtos mortales han sido conducíaos de la ciudad de Boston don-
de falleció.
Idea^ — Señora doña María de||J[]!4gM|udel Río de Seídel* na-
tural de esta ctudisd, casada, vecina de^^^^^quia! del Espíritu-Sto.
Dia 29.- D. Antonio María Urio^te, natural de esta, soltero, de
24 años, vecino del Monserrate* ,
(2) Ya no existe la Habana toda- ha Horado su muerte: ella le ha
rendido el homenaje á que son diguas las virtudes, la honradez y sanoe
principios del hombre justo quemuere sin mancha. La memoria de nuestro
¡lustre patricio será tan daradera como ^ tiempo mismo, y el recuerdo de
su vida un ejemplo para las generaciones que se levantan.^-Este sepulcro
no necesita pomposas inseripcioiies; fuera esa vanidad mundana, baste de-
é\f eon moda eloeueacia:*-^
Jtqui é€ gtiordan Í08 ratoa moríales &£ D, Rafael Ofarrill y Herrera.
(3) Virgen apreciable, modelo de bondad y de virtud, recibe de noea*
tra amistad estas fi-agántes flores que regamos sobre tu sepdlcro.
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—240—
Idem.^Fraj Manuel Pitt, reJígiosii del orden de «San JiAn de
Dios, oatural de esta, de «17 años.
Día 31. — Dono Isabel Soarez, natural de esta, soltera, de 76
años, vecina de la auxiliar del Santo Cristo.
ídem. — Licenciado D. Antonio González, profesor de medicioa
7 cirujia, natural de esta, viudo, de 85 años, vecino de Guadalupe.
IVotlcte de las personas qae 1%b compra^ y <
clios en el Cementerio, durante el mes de agosto.
Los que llevan este s^ipo (t/^ han sido cadáveres exhumados
de las antijgruas sepulturas para trasladarlos á los nichos.
N. 36 07* D- Ángel de la Cruz Muñoz.
37 Sm. doña Catalina Aróztegui.
38 (t^ E^cmo. Sr. D. Juan Montalvo.
39 Elegido en vida por D. Agustín Baro.
40 D. Justo Ignacio de Campos.
41 Doña Juana Dia^* Horruitiner.
42 Doña Juana Crespo j Noroña.
43 Dofta Marta del Carmen Bacallao.
44 D. Isidoro Sainz y Diez.
45 Doña María de la Merced Lanz.
. 4G Sr. don Rafael O-Farrill y Herrera. '
47 • D. Juan Valdós y Zayas*
48 Sra.doña María del Carmen del Rio de Seidel.
49 D. Miguel de Aranguren y Mora.
CORO DE AMGEI.E9.
Empeñada la empresa en el mejor servicio del púNico, ha se-
ñalado por ahora, de ]yM||b d^n la autoridad superior, para el en-
terramiento de los p9^V^^Bie lo soliciten, los nichos que se com-
prenden desde el númer^W3 hasta el 148 inclusives y ya esta a
ocupados:
Número 133 D. Enrique Homohono Nates.
134 Doña María de la Merced González del Valla.
135 D. José Francisco de Artola.
ACTO treuiciioso.
Hemos oído hablar de la soremnidad edificante con que los es-
trangeros irlandeses, que trabajan en las obras que se preparan pam
la iluminación del gas, acostumbran enterrar á sus compañeros ea
el Cementerio general: dícese que hacen la ceremonia con tanto
respeto y veneración, que nadie puede observarla sin conmoverse y
recordar que somos católicos y qae profeaanww la verdadera ley de
Jesu-cristo.
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OCTUBRE m im.
\WMX0 4:.-^1^tH^ 4»
Cuantos eecnios se insertlR'^nesta. ^^ Miáa de iatevM penoanent»
que no espiren oon lüpassgera^y nlideñtales oireanetaneíat é& B epeeade
sn publicación. , • .
biografía.
Nada roas justo que recomeudar á ía poi^terídadla nMOoria de
los hombres distinguidos por su talento, de aquellos qué eonsigutc*
ron formar época en la profesión á que se dedicfiron. Su nombre
auele bastar á Teces para producir reculos agradables» icotificitfc
ideas, j señalar como tipo de lo conveniente y ótil- lo q|pe elloslje-
cutaron, cuando ya el transcurso defi^mpeha debilitado lat iod^,
presiones recibidas en épocas remotas. % t ,. ^
Uno de estos hombres, fué ^^'^^^VI|áflfeHMk ^^P^ ^^^ ilustre
restaurador de la declamación españom^PfaXntfda^ de Cartagena»
el dia 17 de marzo de 1768, y fué bRíhizado en IcLÚníca iglesia par-
roquíat de aquella ciudad. * « - > ^
Hijo de una familia cuja ^íi^n^ habia^ desapííf^^ei^ (cp lacle*
aastrosa guerrtí de sucesión, hubo de buscar aquella uo aailocootra.
la adfersidad de la fortuna en el arte dala sedalinas este ricura»
de Ta necesidad debió sufrir notable detrimento, p^iesto q^ue«el padre
de Máfquez abandoné ¿qüel género de trálicb y se introdujo en
▼arios teatros para desempeñar sucesivamente y cou alguna acepti^-
eioD tas partes de galán y barUa^
E) joven Bf áiquez' aco.mpañaba á su'padre en todas sus espe-
dfeionesi adquiriendo dedia en dia una afición i HMencibte á la carre-
ra cómica, no obstante la repugnancia de a^rl á (|ue abrázase su
Ul
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hijo esta profesión. Pero este cada vez mas firme en eltn, y áAitra
instrucción que la lectura de cuantas comedias llegaban á suPma*
nos» se reaolyio por último á tentar el fairor de la fortuna. Hizo cus
primeros ensajos en el teatro de C*artBgena, y allí recibió desaires
de sus paisanos el mismo que con el tiempo habia de ser embeleso
de la corte j objeto j admirscion para nacionales j estrangeros. Pa*
wi luego al de Milaga^ea d^nde iffuaTmente tuvieron mal éxito sus
lenUilivaK Máiquez no poseía en su primera juv^tud ninguna cua*
lidad artíllica recomendable; ^ escepcion de su i£gura esbelta, inte-
resante y bella: por lo den^ carecia de aocion* su voz era oscura, j
como no tenia modelo alguno por donde estudiar, ni el trato fino y
delicado que proporciona una educación esmerada, su juicio no po-
dia descubrir el verdadero camino déla perfección. Sin embargo de
tamañas desventajas, como naturalmente se hallaba dotado de ima-
ginación viva, p^etrante, tenaz y vigorosa se aían6 en descubrir los
fundamentos de un arte que con serle familiar desde la cuna, leerá
no obstante muy desconocido.
Así continuó recorriendo vaiios teatros de provincia, hasta el
año de 1791 en que se incorporó en la cómpañfa de Manuel Martí-
nez, que á la sazón trabajaba en el teatro del Príncipe. Tres años
pefuin necio en eltn, sin míe la postergación en que se hallaba le
obli^nfee^á seguir Ina liiiellaa de ^tjucJIos que mas gozaban de aura
populnr; medio fácil de atcaninr aplausos de la multitud, sino el
mas seguro para adquirir ^njaa artei aquel concepto bólido que tras-
mite á la postpridnJ fa Tfurfu ílel anítia. Pero Máiquez á nadie imi-
to! habínáe formado uim |^^ panictilurde la declamación, y se afer-
ró á ella con la tenacidad TfTWp¿j de ^\x indomable carácter. Conven-
cido de que el teaü^ dele ser imagen viva de la sociedad, que los
personeges enié^ introducidos han de hablar, moverse y gesticular
como los demás hombres, sometiendo el estilo y ademanes á las le-
yes dd buen gusto y d» la conveniencia escénica, no podia de modo
alguno ii^iscribir al falso gusto de su tiempo. Entonces no accionar,
no gesticular como un demente, era ser ífio: no declamar con énfa-
Bk y caai cantando, era ser insulso. Contra estas dos grandes má-
ximas de naturalidad y buen gusto peeó Máiquez, y á ellas debió loa
dictados de galán de invieimo, agua denUve^ bQz de cántaro; y otros
varios sumamente ^tisfactorios con que le agasajaron sus contem-
poráneos.
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^ -843-
4BrdailerfimeDle Máiquez, no debí¿ á la naturaleía vos liin^M
y sonora cual era de deiear en ui^^ctor do •« date; pt*ffb en te»
compeoBa/le dio sobrada loleiito para conoce/ laneceaidad de liaeer
de ella un estudio muy detenido á fin de modularla y haserla ■•
solamente tolemble, sinoo también sumamente Uigncmj apta para
espresar los mas delicados MMamientos. pulce, tierna y patMea al
par que noble, majestuosa ^rilrrfble en su boca» se oyefoo loa aoM-
tos mas sublimes de dolor ^ los ecos mea aierrado>)ee4e fiíro?/
desesperación. Sin embargo de esto» la paxcialidad de sus ecmps-
tiiotas llegó ha«ta el estrepo de negarle la e^esion de su isoiN>miaf
cuando es poco menos que imposible, se présenle quien reúna vaali^
jns tan e^esivas en esta psrte. Un licmbre que supo trasladar á s«
semblante toda la fer?idez 7 violencia de las pasiones/ .sin v«rse j%-
mas obligado á violentar sus másculoa para conseguirlo, no earaeia
seguramente de espresion en. el gesto; 7 es naeesaria dejarsé%uiar
de una ciega parcialidHd para desconocer que, quien con ^afUi faú-
lidad agitaba á su antojo el ánimo de los espectadores eon una sok
mirada, fuesa«iii&rior en esta parte á aquellos cnya s^sstieulaeM
forzada 7 grotesca descomponen al personage trágico 7 le baca rir
sible. Esta circonstancia destruye igualmente la inculpación de frial-
dad con que le motejaban. jSe creerá con ñicilidad qoe «a actor
dottodo de imaginación ardiente, de temperamento Ibgnao y de fleañ-
bilidad muscular en su semblante^ cual ntncyoo ha tenido^ pueda
pecar jamas de frío en la represeittacionT D«*jamo9 al juicio de 1
tros lectores, la decisión de esté puni|^^^ ^ ^^^^
Continuó asi por elgun tiempo sd^lgiendo umi pugna desigual
con el público, manifestando en ella' la inflexiliilkbd de sn earáeter,
hasta que en el año 99oeupó al* puesto de prime/ a^r. Dueño da#-
de entonas de esplaj^ar sus fuerzas naturales, venc^d^de mm opfr-
Bioa tan eucarnízada eontra U desde io aparieioa en la eaoean; y
realizadas cuantas halagüeñas esperanzas le habían kedio «okiw
los repetidos desaires de la forlnna, nada parada quedarle por iiaaer
ñno entregarse descansadamente á disfrutar la suerte feJiz labrada
por sus propias meaos. Paro Máiquez era un aeior snbürae, no c<-
Biieo adoeenédo; 7 lejos de ejjktregarae á la indolenesa 7 presunción;
que por lo regular predominan en los actores, malogrando s« tálente
7 buena disposieion, él ae ere76 obligado á realizar un pro7«eto que
naueho antes había concebido. Loa nombres de ToloM, KemMe,
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-344- ^^^
JLafiNdd 7 otros actores eMraiigeros, llegaron ft sus nidos con^Hnta
eeldbridad que él deseaba pariMl mistiio, j émtilo de sus glorías, se
propuso estudiarlos para rívalisar eon*lJ4os j arrebatarles una par-
la de s«« tríuDfos. Con este objeto se decidió & pasar á Francia;
pwo no cantando con inas auxilios que 460 reales mensuat^ qu6 le
«eñalll D. Mairuel Gndojí sobre el foi^Q de i^estra embujada en Pa-
tis: fetidi^ todas laa albajas d*e au jiso y ropas^léatrales, y ademas
aae6 "def 4ondo que cada teatro tenin^^itinadó para las J^itaetones
ia parte que le eorr^potklia, sacrificando así su derecbo ala jubi-
Itfeióh. Hecho «sto y reSnídus algunas cartas de recomendación, em-
|>rendi^ su víage i París.
Apenas llegó á la capital de Francia, se puso en comunicación
t»D el colosd de la escena francesa; pero sus refacionés no pasaban
fior-entóiices los términos de la urbanidad, porque la preponderancta
^ue i^ompañabajl Taima y el ningún prestigio del actor espaík)!,
iH) consaiitnin estrecbar aquellas relaciones- Y así es, que Máiqvet
tMtbo de Talerse de mil recursosr para conseguir ef permiso de estar
•ntre bastidores; (üiúcá fineza qae por entdnces le dtspensaron loa
«éteres frarvceses.
Sin embargo de lo penoso y apurado de su situación, Máiquez
■e dedicó á conocer Iss obras maestras de la poesía drnmitica, y con
fflurticularidad ü ejecución escénica de los actores del teatro firances.
Taima, Lafond, Cli^inel, Mlle. Mars, Mlle. Oeorge, Mffie. Duchéa-
mmB^ llamarott especialmeute su atención, proponiendo^ formar de
lo bueno que ¿n j|^JM^pMMf^^ un tipo constante deeu ejecución
escénica, fios estudió, pii«p|bdetenidameftte; pero sin copiarlos. Mái-
^ees tenia sobrád| talento para engañarse hasta el punto de suponer
^me todos los nyoigs de espreston pueden ser aplicables á todos los
pmes ^1 BÍ^imo; y por etra parto era sobradamente ergalloso pata
eoalsatarae con el nwa^ne título de copiante: ea una palabra, s«
aataatto ñkí el qae piede baeer el genio; no efde un escolar qae ai-
g«a eiegaraeate la rutina de si| maestro.
En algunas oartas 4]ue respcetit amenté ae escríbíeron Tahua y
Máiquea, éste se declaraba discípulo de aquel, y aonque Tahna por
modestia rdtaaaae semejante nombre^ do por eso dejaba de teaersa
ipor el nsedelo del hombre, cnjFa fama á aa vuelu á España, había
atraveaado los Pirineos: el hecho siguíenle acredita eau aaereien.
Ett W aio de 1818 bailándose Talkna una tarde en el cafó del teatro
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—345—
ét l^^Sm^ reunkb con varías personas, entre ellas un español digno
de crmtOy que nos lia referido este tfuceso, comenzaron á hablar
acerott de tas tragedias de Ótelo y Oeoar, que aquel estaba ensayan-
de para eiecularlas en la misma ciudad; % haciendo Taima la ealifi-
eaeÍMi ^de varioa actores, dijo entre otras cosas: „Máíquez ha apren-
dido 4^fni; peA indudablemente mé supera en estas dos trage*
días.'' %
Al eaho de afio y medio, ó pqi^o mas de haber permanecido ém
Paria, Ag^Ros los recursos con que contaba^ regresó Máiqaex á
Madrid reducido á la mayor pobreza, pii^ como éTdecia muchaa
veces, los cabellos se le salían por las roturas del sombrero. Púsose
desde iuefo al frente de una compañía compuesta su mayor parte de
jóireBes principiantes, y con la con6attza que su mérito le inspiraba,
akrtó el teatro de los Caños del Peral. Ocioso será enumerar loe
afilánsos eo« que fueron recibidas sus representaciones, y la <ele-
bridad que alcanzó en eHas; pero como el verdadero mérito siem*
pre aatá^ ospuesta á los tiros de la envidia, no cesaban sus émolos de
iebafar«a habilidad por todos los medfts posibles. Una de las tn*
enlpaoíonesiiae le 'hiñeron fué, qtle sohmiente Abia trabajar en el
género trágico, y q4ie convencido él mismo de su nulidad para el
cóflMeo, se abstenía de manejarle. Máiquez, cuyo orgullo era tan
«oloaal como su mérito, invadió entónees todos los géneros con
a^elhi maestrl% que siempre le fué familiar, desmintiendo con lie-
ekae, ridlcohis é infundadas aserciones.
Así continuó cubriéndose de nuevos ta^reles escénicos hasta el
alo de 1805 en que irritado por ciertas *% trigos de bastidores, aban*
donó el teatro y la capital, y no regresa á ella hasta el aiSo sigtíien-
t«« B« el de 18M se vio conducido á Bayona como reo de estado;
paro á instancia de sus muchos apasionados, logró rehuirse á Ma-
étíé y al pacíioo eiercicio de su profesión. Desde esta época co-
«Moaan laa rerdatimia desgracias que lentamente condujeron á
M&Hiaec al «qpttfcro;
Loa franeiaes reconociendo el sobresaliente mérito de aquel,
larftan eaoloeivamente á su teatro, que lo era entonces el del Prín-
cipe. Esta circunstancia dio motivo á que eí vulgo le tuviese en el
coacapt» de ¿tfrmtcesado; así como la de haber representado algu-
ttOB dramas que respiraban ideas de libertad, fué causa de que al re-
gjnm49 Femando VII de su cautiverio, en 1814, se viese Máique/.
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—246—
conducido á la cárcel piHilícA, de donde ígnalienlc le i
amigos, trasladándole desde el calabozo á la escena.
Continuó en su profesión cnbriéndose cada día de tMiavoa !«»-»
relés; pero sin cesar en laf continuas pugnas con sns compa&eroflu
Tal ?ez para rengarse de ellos ó con la idea de sonseterios 4 éiaék*
pUna mas se?era, concibió jr logró que el gobiemo%éoptaaAHi nve*
To reglamento de teatros, por el cual se ci^edian al corregidor <ie
Madrid, como juex protector de ellos, unas facultades suj|^meiite di^
latadas y arbitrarias^^cujas consecuencias recajeron dMR laego so*,
bre la cabeza de su propio in?entor. Esta fulta de imprerisioo pro*
dujo su ruina.
El escaso partido que sin embargo de su ealraordiiHHia mérito
disfrutaba Máiquex, el lujo con que vestia en las representaciones y
algunas deudas contraidas en el año 17 le obligarlMi á trabajar por su
cuenta todo el raes de julio del 18, j el publico <lebió á este inespe-
rado incidente ver representadas en pocos días las piesas fiívoritaa
en que babia admirado por espacio de muchos años. Mascaste es-
fuerzo estraordinario,'que puede llamarse su despedida del toatro» en
estación calurosa, f quebrantada «u sahid, aederó loa efectos de la
estrena enfermedad que le devoraba lentamente, la cimI consíatta em
un ruido sordo dentro del pecho, atribuido, á cantiaaoio del pulnsoii.
No obstante su falta de salud continuó trabajando algnnos mesea
en obsequio de sus compañeros, con quienes se ha^ia rec<Hictliado
sinceramente; y en el mes de setiembre del mismo año recibió una
prueba muy lisonjera del^aprecio que le dispensaba el f^blico ma-
drileño. Una noche eniqae Representaba á García del Castañar, sol*
taron desde la tertulia dos palomas que llevaban pendientes de sua
cuellos unas tarjetas en alabanza de Máiquez: obsequio semejante al
que anteriormente habia recibido en los Caños del Peral á su tegm*
so de Francia. Lejos de lisongearle aquella muestra de apveeiot lo
afligió sobremanera, conociendo la suspicacíAe una corta que ym
comenzaba á mirar con recelo el entusiasmo q|ie 9» nombra i^rodo^
cia en el publico. Así, pues, al entrar dentro de baatidocea, dijo &
sus compañeros: amigos mtos, me han perdido para siem^/rt: vatteioio
confirmado después por una dolorosa esperieneia. i
La decadencia fíiiica de Máiquez, se hacia cada vez maa nota-
ble, así como su tenacidad en seguir desempeñando funciones de
fatigosa ejecución. Obstinóse por último en ejecutar la Numaacia»
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^m iHflkmbre de 181^, y á h segunda noche se declaró la penosa
«a&rm&ttd que calificaroi^ de mortal los facultativos. En ^huacion
|«A af uradf) m bien aliviado algún tanto de su dolencia, repiMucia
el aelof Prieto sw continuas reclnftiaciones para que Máiquez le
itjrvdase á eoportat en el teatro la carga que pesaba sobre él solo. £1
jues prdteetor> (Hcado^e antemano con nuestro trágico, por cierto
asunfto literario sobradamente acces^le á rencillas de baSlidor, y pre-
volido del^Mesívo poder que le concedía el malhadadif^reglamento
do keMffos, imdo por M áiques, inandó'á este salir á 1^ escena* Na-
tural era que te negase tenazmente 4 ello, ^tendido el estado de vm
■olod; pare fo qtte era efecto de imposibilidad fisica se atribuyó á
■MÜcioea deabUAíoneia, y travándose una pugna desagradable entre
l« «•Cortdad y MáiqU^, dio gi^iva 4 quQ tomando parte en ella el
Roy^úeeitose S.Á. la JuAlacióg ¿le iflLlqiAz y t« destierro JPCiu-
dodRMd. Bo Taso pretendieron tnterpcAerse entf^ d^der y la
vklMialaa proléKafl de la mnoM, sus am%ot, sus compañeros y
lioata lo opíoioo general; la aentenoia ero ejecutiva y sin apelación.
Ejecutóse en tedas sus pactes, y co^ una'escolta de caballería y un
carnMge qao so lo híoo parar, salió Máiquez para su destierro á la
Modrogoda del dírn Í9 Se junio de 1619, acompañado de los votos
ofcofuoeoa de sus omisos, de sus colQpa ñeros y de la parte sana del
pueblo, qoe vdli ea «este iucidente el Alimo suspiro de uuestro tea-
Uio.
No eotifioíendoeá ^ salud «I (üima de Ciudad Real, pidió y ob*
tovo porwíso de S. M. para tijisladarse ájfiranuda, á donde llegó
eoSimio y poseído^ ana astremaJa bipócohorSa, en términos de ne*
garse & todo truto y comunicaoéoR: üínic^mento su antiguo amigo
D. Antonio GoiízaleZf de aou^lla vecindad, era su compañero inse-
pafaible,.y participa de la%pe^al¡l!odes de Isidoro, á quien profesaba
uno aiBlstad«tierna y'desintbresa(^. ^ ' ^
No faltó entóope^uren le Mliése proposiciones ventajosas para
tonar por su cuenta eiteatrcNe aquella ciudad, y aun él mismo se
llegó 4 Hsoogear con la-id^ de salir de nuevo á la escena; pero su
enfermedad se agravaba pot' instantes. Una IiincbazdVi general y el
tfoatomo de sus facultades intelectuales anunciaban éu'próximo fin;
y em eftcto, al cabo de 25 dias de dulorosos padecimientos, después
de haber recibido los auxilios espiritualts, arrojo algunos esputos de
^s^^S*^) y espiró con la mayor tranquilklud.
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— ?48—
De nada careció Máiquez miéntrfls e^inré eoftrtno, pJfpté fa
aniflUd suplió 4 la forluan: solaaieiite Aguaos pcN^aaffoa gastos w
pudiefbn satUfacer coa sus ropas tsatrales, úaioo caudal que posehí
po^ premio de su relevante niéáto» La generoMad de sus eoaipuñe-
ros en el teatro del Principe, pudo haber alif indo su desgracia; penr
ya«ra tarde: la muerte le impidió disfrutar dfe sus bfeneficiot.
Ísidor(Mláiqiiez fallecip en la noclie del 18 de «miso de 1§M
y & los o2 años de edad- t^o|>re j desvalido, debió^jM^iaCad tedo
cuanto de ella puede ea^grrs^» y á la piedad orisiisna uNnijwMeft)sa
que guarda sus cenizas.
Pocos hombres aparecen en ja escena del mundo cea aualidadba
naturales tan aventajadas cümq lay que se rcuaíao ^liáiqíMB* Um
estatura era alta y bien proporcionada; ju fisoosAÍa c«pfeaif a y agnK
dableyus ojos nc^rts» |lvo#BeilletrAniB¿^ sfi airAioble, «IgeÉluosüf
& veces imf<{neate y 8eve«p; su tfato a£sbl«, su eso«oler okslitaái^
Entreg^ábase ¿ las emosíouüs^ ^|jH^rszDn -son esftaos^iaaria vcIm«
mencia, con el mis«io fu^o qne^scabria en C»s yapreaaalackiaaa
trágicas. * * . v . *
Entre los hombres instruidos emitía oon suosa teíUdad sus ideaa,
mas sin empeño en sostenerlas; y u ñas ^clk amano, otras cáwstsem
y mordaz, p^o siempre anunciando genio .y tdlenlo. Müques^ taos»
en la escena, como en su trato privado, fué un Mooihfe nada rvigar»
digno del aprecio df sus contemporáneos y de la fama conquestt«
nombre pasará & U posteridad* « . • ^ • ; -
Muy sensible e? si^4uda, que en el arle de fes deslsiaeion ao-
puedan ser consérvado^m aci^rtpl^ oe cu^ntx^ se dedidao i la eÉoo-<
na y que mueran ^on el i§diiúdup Ifs pruebas de su taleaUH 1Í\ p»-
diéramos presentar Ips que Miiquez dio delsujo,,cofi paTtioularídad
en los cuatro últimos años de s^i .vidti,'DQ nu^aria duda» auQ a¡LasM)
incrédulo, de que (^te actor fué étficojen ^laeatro temi^«Oio.pMdis%,
do, pues, manifestar estas pruebfitj&gun v^s^lM]^á.n t^oerei^abo^
no del talento artístico de Máiquez, la^cordi9les.maiúfestfi«oaaa4»*
aprecio que le dio Tal m^or escrito, dispue8.de 17 sños de siltnaíai,
movido de la grande opinión que sus paisanos habian fannado 4a
nuestro primer ^ctor. Algún peso deberá teaer también k epinian
del trágico ingles Kemble, quien Habiendo estado una eonta tyropa
rada en Madrid^ confesor que Máiquez aventajaba á euamos la opi*> .
nion connin designaba como sys rivales* Par último,, op depaii6poaa'
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— S49—
•n fjtfg^r de laidoro Miíqaez, el que después de su regreso de Fran-
cia» ni uiift sola vez diese el publico la muestra mas lere de iaquie-
tud« de disgusto, ni desaprobación a cuanto aquel ejecutaffn, j que
el teatro estuviese constantemente lleno cuando este actor eminente
dksempeñaba la pieza mas despreciable.
Dilatado en estremo sería este articulo si pretendiésemos enu-
merar los rasgos de carácter. Irit anécdotas curiosas j los actos de
usombroMMecucion escénica de que está sembrada la vida de Isi-
doro Ma^H:. Si lo dicho no es suficiente para labrar su reputación,
bastará por lo menos para dar un testimonio del entusiasmo que aquel
actor eminente sabia inHptrarnos en la escena.
a
POR Mr. DE COÜTTIN.
La elocuencia es la facultad de persuadir j de convencer, co*
municando impresiones vivas y fuertes, porque para conmover j
atraer á otros, es indispensable que uno mismo esté viva j fuertemen-
te conmovido. Quid est elocuentia^ dice Cicerón, ni$% continuus anú
mae motus^ „La elocuencia es pues, un don de la naturaleza, diri-
gido 7 |ierfeccionado, y aun algunas veces adulterado por el arte*
A pesar del adagio, el orador se hace^ el poeta nace^lEínto la elocuen-
cia como la poesía se reciben en el nacimiento, y el axioma sola-
mente es verdadero, si se aplica no al don de la elocuencia, sino al i
arte oratorio, 6 al talento que acomoda esta sublime facultad á las
eircunstancias. De otro modo, ni el arte, ni el estudio, concederán al
hombre incapaz de concebir y de esplicar felizmente sentimientos
enérgicos, el poder trasmitirlos; El arte y el estudio por sí solos no
han formado mas que retóricos. Por el contrarío, el hombre mas in-
calió, será elocuente si se agita con fuerza. Todo el mundo conoce
la respuesta que dio un jialvage al europeo civilizado que deseando
desterrarlo de su tierra natel, le aconsejaba* tranquilamente que eihi-
Z2
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--sao-.
gme á otra parta con su tribu. ¿Podremoe nuiotros deibir á tes 1mm->
sos de nuestros padres, levantaos y marchad delanU de nosotros k£^
xia una^ierra ^strangera?^^ Aun no se olvídala famosa arenga de
aqpel marinero ingles mutilado por los españoles, al presentarae al
parlamento: ^^Cuando ellos f/te hicieron sufrir esios tormentos^ ahesi"
doné m cuerpo á mis verdugos^ encomendé mi alma á Dios y mi ven*
ganza á mi patria. ¿Hubieran p(Mdo todas las artes del mundo as-
presar con tanta elocuencia la adhesfoft al suelo nataIyUa confían-
.aa en la pc^trial Pedro el ermitaño, profundamente Vmo por loa
ukrages 7 sufrimientos que hacian padecer loa musulmanes á km
peregrinos, inflamó á los cristianos que lo escuchaban coa el fiíago
que lo devoraba, j lanzó á la Europa contra el Asia. Con las elo-
cuentes inspiraciones del corazón, fué también con las que San Vi-
cente de Paula restituía sus madres á los tiernos niños abandonados,
y con ellas el padre Bridaine, forzal;^a al arrepentin^iento 4 los peca-
dores endurecidos. .
La espresion enérgica y verdadera de un convencimiento fuer-
te, de un sentimiento vivo, tierno ó profundo, es lo que constituye
esencialmente la elocuencia; de donoe se infiere que la facultad de
mover, de persuadir 7 de convencer, no es el privilegio esclusivo de!
orador; pero si la propiedad 7 uno de los grandes medios de acción
del general de un ejército, del moralista, del filósofo, del bistoríadory
del escritor político ó religioso, del poeta épico,' del poeta dramático^
de todo autor, cq fin, que necesita atraer los entendimientos 7 loa
corazones.
La elocuencia constdarada como el atributo 7 el medio de ac-
ción del orador, {jerce su poder en el templo de las ls7eS| en pre-
sencia de los magistrados, en la cátedra apostólica 7 en la tribuna.
Los debates públicos que en algunos pueblos preceden á loa
juicios en que se interesan nada menos que la existencia civili el ho-
nor» la vida 7 la propiedad de los ciudadanos, ban abierto siempre
un vasto campo á la elocuencia. Los mas antiguos, 7 también loa .
mas nobles de estos debates, cu7a tradición ha llegado hasta noso-^
tros, son los que en Egipto, esa tierra clásica de la sabiduría^ de laa
ciencias 7 de las artes» antecedian á las sentencias q^e á nombse del
pueblo se pronunciaba» en favor ó en contra de los re7es después da
BU muerte. Se formaba Causa á su reinado: si la voz pública lo procla-
maba ventajpso á la nacioui se les acordaba sepultura en loa magnl-
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—251—
fieos sepúJero» consagrados por el reeonocimiento á les iMienoe mo*
naroas; mas si ellos habían violado 6 despreciade krs leyee, ^ran pri- *
vados sus restos mortales del honor reservedo solamente á la víitvd.
ildmírable era este medio para eonetlíar el privilegio- de la invíolabí*
lidad, inherente & la autoridad real durante In vida, del Pr íoeipe, een
la justieia que no admite prerogativas- j con los dereelios de^la pea*
teridad. Skipooíeiido qae la. iolRnabilidBd presidia á eetaa solemnes
diaousioo^^Mal carreH^^ia ser mas bella para el orador» qae- l«i
aeuMcion^^efensa de aquel, cuyos actoe habÍAB decidido laq^a
tiempo de la felicidad ó de la desgracia de una naeion enterad £1
tiemfK> ha borrado todos los pormenores de esos grandea procesee
foruMidoa á la memoria de loe rejes del anliguo Egiplo^ peso todhvía
aplaudimos el arte del ingenioso escritor* inieiado* de algún; modo en.
aqii9llos misterios por una erudición profunda,, y el que en lü novela
de 8etbos ha procurado retraaiarnos aquellas importaatea aolamaídar
d^
El aréipago, ese tribunal venerable, cojo namhra se ooneervtt.
conu> un símbolo de sabiduría j^ de justicial temeroso d^ laa eieeia
nes produeidae por la elocuencia, renunció á la hiz qif^llna diAm-
den, pa^a imponer silencio á las pasiones que subleva,.
El pueblo de Atenas, por el contrarío, exigía todos losidieada
IflMi que pereraban delante de él, emociones y lisonjas n navas», Anasna.
condenando á Sócrates y á Phocion, quiso ese pueblo vano 6 irrita-
ble castigar en esos grandes hombres su geiieroaa desfireaio por el
aite« cuyas sediucciones y encantos pagaban tributo >á suaoberaniai.
No solamente la elocuencia judicial, sino también la aloeaaficiapa- .
lítioa« la de ios historiadores y filósofuelacienin^con el mi^yqr hnllo
en la ciudad de Minerva: los céleles debaleada Escbineiiy d*I>a*
mósihenes, no fueron mas que la contin«aeÍQn del gfan peoeaso aa*
tre la Grecia y Filipo. Por lo que toca á los alegatos de Iijraiaa j da
Isceraites, mas; pertenecen, en es{]^cial, los de bóerates^al asle.delí
retQríie,.que al genio del orador^ ^
ARoma^ laidigoA rival de Atañas, es á la que dehoilaaretta fis^
reaee los primerosi milagros del arte*
Desteirada la. eléoMeticia de la tribuna y del eaatnavta da ks lér.
yes^ se refugió, haoe; algunos a&oe, en la cátedra evasfClíaa^ Bl ealar
diov el talento» y sobre todo una , fe tauf viva» armó . cao tinlo el ppn
der da la.palab£a á loa GcBáiümas, á los Origaaas, la» Tertaliaaaa,;
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lo» AgtMtíooB, los Gipríniíotf y loa Ambrosios, á ejemplo sujo, 8. Juan
Grísóstorao, los dos Gregorios y S. Basilio, liicieroD resoiHur en el
palpito los acentos de la elocuencia cristiana. No penséis que se en*
cuentran siempre en esas obras del celo evanjélico, estranjero & las
seducciones de la gloria, esa perfección continua de gusto y estilOf
esos movimientos de pasiones humanas, que nos arrebatan en los
grandes oradores de la antigüedad m|&flli* La elocuencia de los pa-
dres es menos esmerada, menos atraotjPTj^piro ella coMuieve mas
porque se dirige á nuestros sentimientos mas íntimos y misteriosos á
nuestros interesa mayores, mas efectivos y duraderos. ¡Guantas ve-
ces el amor de la religión ha suplido en ellas las pasiones mundanas
que han vencido y que desean enseñarnos á vencer! En Francia es
donde después de un eclifise de ñiuchos siglos, se vi6 renacer la elo-
cuencia del pulpito, con la aurora del gusto y de las letras. Algunas
rá£igas brillaron por intervalos en los sermones de los padres Lln-
gendes y Senaiilt. Estuvo reservado al obispo de Tulles Mascaron,
dar los primeros ejemplos de inspiraciones felices y de' hábiles com-
binaciones del arte. Dettgraciada mente su dicion es aveces afectada,
de mal gustóla desfibrada con locuciones anticuadas. Su rival Fle-
chier, siguiendo una ruta opuesta, se distinguió por el arte, por una
elocuencia demasiado estudiada y por la trabajosa armonía de sus
periodos; mas fué verdaderamente elocuente en varias partes de su
oración de Turena, y lo hubiera sido mas acaso, si el penoso esnae-
ro de estiis, no comprimiera tan frecuentemente en las composicio-
nes del obispo de Nimes el vuelo natural del talento. Aquí se avanza
como maestro aquel á quien proclaman muchas veces, el orador mas
grande de los tiempos antiguos y nipdernos, y que cuando menos no
reconoce superior sobre sí, aquel ]}o8suet, cuyos primeros ensayos
revelaron todo su genio. Ese talento poderoso y profutiSo, nutrido
con una doctrina inmensa y que de una ojeada recorre la vasta esfe-
ra f}e los lieshos y de las ideas, hizo doblegar bajo el yugo de la ra-
zón y del gusto, la audacia de su imaginación y de su palabra. De re-
pente se lanzu á una altura donde ningún otro puede llegan 61 poseía
uno de esos raros genios á los que concede la naturaleza el imperio
sobire las almas. No se crea que le negó alguno délos dotes de la elo-
caeaeiu: la oración fúnebre de Mdma. Henríqueta, la oración para
la profesión de Mdma« dé la Valliere, probaron que sabe ser, osando
quiere, persuasivo, afectuoso y tierno. Mas la autoridad de un genio
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clnniínador, es el carácter distintivo de su elocuencia: intérprete su-
bfime de la Oinnipotencia Divina, espantoso revelador de la nada del
hombre y de la vida, pe presenta como otro Moisés eo el Monte Si-
tial: lleno del'espíiitu del Altlsinso, arrastra, aterra, hiere como el-ra-
JO. La profundidad de sus pensamientos, la rapidez de sus sensacio-
nes, \h grandeaa y la audacia de sus pnlabrasí esceden á tpda ponde-
raelon; él ooé subyuga siiulU^K|ue pensemos en la resistencia. Fué
8u cootemopráneo un f|wHE)ible, por una profundidad y destreza
infinitas: por algunos rasgds tan rápidos como el mirar del águila:
Oronnrel resuelto en algu^^as Hneas de Bossuet. Muere un gran guer-
rero, ilustre por la prontitud de sus decisiones, por la audacia de sus
resoluciones y el fuego de su valor en las batallas: que ninguno se
atreva á tocar sus laureles, que ninguno emprenda bosquejar su ge-
nio: este cuadro pertenece á Bossuet. El solo con esa palabra atrevida
eon eees transportes sublimes, con ese vivo calor que inspiraban al
veoeedor de Roeroi, sabrá reproducirnos el alma y el genio belicoso
de Conde. £1 grande orador ha señalado con rasgos profundos y se-
guro* las revoluciones de los imperios en esa obra inmortal|-en la que
la elocuencia evanjéüca se apodera ya del buril de li^ustoria. ¿Quién
no admirará el cuadro en fas magnflicas composiciones consagradas
á dos princesas de Inglaterra? ¿Quién no ha llorado 7 temblado con
este gran pintor, á la vista de la nada de las grandezas bumanas, tan
deplorables en la relación de la muerte que vinS á arrebatar de re-
pente á la segunda Henriqueta, á la corte de que era ellji todo el or-
namento? Jamas ha penetrado la palabra tan adentro de los cora'/o-
nae, nnnca se ha posesionadlo de ellos con mayor fuefzu. En estas
obA raaestraa es en las queJa elocuencia sagrada se desplega con
ledos sj^errores, eé las que^nspues de haber brillado con el fuego
I sQ^er
• ramm
de los rammpagos, hiere como el rayo. Si el orador se eleva á una
ahura inmensurable, tanto es, sin duda, por el poder y grandeza de
los medios de que dispone, 'como por el ascendiente de su genio.
¿Cémo podía ser que aquel á quien parece que la inspiración divina
de les profetas, transporta á los cielos, no encontrara acentos desco-
nimidoe á las pasiones humanas? Mhs era necesaria la sublimidad
del talento de Bossuet, para elevarse y mantenerse sin esfuerzo al
nhnel de una reputación tan alta, y este mismo talento sublime es un
prodigio. Confesemos sin embargo, que e^ vigor de este genio singu-
lar» no pndo «iMtnerlo de uu escollo de su clase. Nada es hermtv<hii
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—ace-
ito e^ verdader/f^ y |^ voz de Bossjuet oo conservó sus títulos á la elo-
cuencia, cuando esa voz, en todo lo demás, tan imponente fuié conde-
nada á alabar á Miguel ijetellier. Las palmas fúnebres uo puedan
crecer mas que sobre los sepulcros consagrados á la virtud y al le—
lento, ¿nicos objetos verdaderamente dignoa de las alabanzas de un
grande orador y de un obispo ilustre. £1 verdadero domioMO de la elo-
cuencia sagrada, ^s la enseñanza de t^^ÉÉI ^^I Evanjelioi y de Iimi
Yerdades de la religión, y la predicaciflHm^eberes que eUa im-
pone. ¿Cuáles testos mas bellos pudíerai^scojerse p«*a las exhorta-
ciones apostólicas? Nuestra patria y los dos últimos siglosi son loe
que nos ofrecen los mas brillantes modelos.
Si para colocarse en el rango de estos insignes maestros <Íel arte,
ba.stára una grajvdei y sana doctrina, un juicio recto y firme, enalégi*
ca segura, una dialéctica diestra, hábil para perseguir al vioio hasta
8i|s últimos atrincheramientos, para forjarlo á manifesiarse al descu-
bierto y avergpq^arse de su espantosa desnudes; s* ftiera sufideale
despo¡|ar del velo con una rara sagcusidad á loe üubterfugioA ten ra^
rips de esa3 conciencias siempre prontas á seducirse & sí mismas; si
el, arte de dem^Unr y de convencer fuera el atributo esencial del ora-
dor sagrado, la^státua de BourdiÉoue sería eterna sobre el pedestal
en que sus ckmi temporáneos lo han colocado. ¿Mas puede coneiiderBe
1^ palma de la. elocuencia al ministro de loa altares, cuando eonten-
táüdose con esplicar,*eon discutir y probar, y esto en estilo muchoe
veces, seco y £rio, habla no mas á la r(M£on y al entendimieato^ ala di-
rigirse nujDca aJ corazón? ¿Cómo puede ejercer élimpejrio dele pala-
bra, el que p2rf%ce se ba impuesto la obl^ga^ion de manüeslaiee ee*
traiy^ro á todo aiovimiento? Reconozcamos, pues, en Boordol^ftp,
id predicador distinguido en razón jf^n^trina, di deoiostn^d|| hábil
y eaacto; pero renunciemos á la esperanza de encontrar en sflRkutii-
noaa colección, lo que raras veces podríamos hallar, los nuavimieift-
tqs de una verdadera elocuencia.
No se escucha mas qiie una sola voz sobff^ la de MasiUea: jama»
ningún orador ba hecho resonar otra mas tierna, ni mas persoesivas
Como Bourdaloue, él desplega ante los ojos de los culpados loaoiie-
tarios de sus iniquidades. Mas ¡con qué arte t^ superior deseetuel-
ve hasta los pliegues mas secretos del corazón! iCuáatae.iFeiili^ ao
lleva á su antecesor, por esa uneion penetrante, tan pcepia para haeer
amar la moral del Evaojelio, y sobre todo^ por los eneantoa de «na-
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— 2S5—
1dcuei6o taiiffeitade gradas y armonía! ,*Con qué colores tan vivos
BátH3 él pintar la i^icidad dé la virtud y las tnisericordias dividas!
tílettipre diestro para acomodarse á las circunstancias, ^ara connio-
^rer j «traer á los que lo escochanf logra, cuando quiere, 9sT>antlEir á
los malvados ^on el cuadro de la justicia celestial. Este orador se má-
nifeet6 en su peqjteñá cuaresma, digno de enseñar á los reyes sus
obiigaeíones y de deiendH|j^tf ellos la causa sagrada de los pueblo^.
^nt^es menos elocuente J^^^B*os discursos: se entrega en ellos i los
ffrandes transportes de I^^Rcuenoia. Nadie ignora la impresión de
terror que causó en su auditorio la primera ve¿ que pronuncia sa
sermón sobre el*j[)equeño número de los escogidos. Por la perfección
admiratte de su estilo, Masillon se ha cobcado en la primera Unéa
de aquellos modelos en el arte de escribir que se leen sin cesar, y que
mas gustan mientras son mas leídos.
Ninguno de los rivales y sucesores de este grande orador ha
podido igualarlo. Se encuetitnin, sin etñbargo, algunos rasgos de una
eloeuencia atractiva j^ llena de unción en los sermones del padre Che- ^
mínáfis. Los del padre1|p»jeune y del abate Paule olTrecen testknonioa
frecuentes de urt Verdadero talento oratorio. ^^
Todoé estos predicadores del E>vanjelio, formados por largos e^
tudios, eran eacuchmios casi siempre por las clases literatas ^ insltrui-
das; hablaban por lo común delante de los reyes, dé los príncipes, de
los grandes,. encmitrando siempre oyentes benévolos, ¡Ctfánto mas
difícil es el acceso dé- la divina palabra para con la multitud, encor-
vada hajo el doble yuga de la ignorancia y dé la pobreza! ¡Cuánto
mas necesaria ' et la elocu^j^a. del corazón para hacer penetrar en
alian ordinariamente rudas, groseras, amargadas por la desgracia,
^os.^usemí y consu(||os da la religión, para calmar las tempestades
de sos {l^^bes, para inclinarlla paciencia á. espíritus irritados por
una miseria, tantas veces sin término y sin rénledio! |Cuán penosa,
misión la del sacerdote en los campos! Apenas bastan para desempe-
fíaria los mejores talentos, y aquellos á quienes estas dificiles funcio-
iies se encomiendan, no cuentan, mas que con sü fe y con su ciarídad.
Entre estos respetables ap6sto1es, ha habido, sin duda, varios que,
inspirados por la sublimidad dé la religión, han sido elocuentes.
La fknta de uno soto de eflos se ha estendido, uno soló de ésos
noinhres venerables ha llegado fiasta nosotros, el del padre tirydaine,
f esto, gracias i los rasgos y fragmentos que ha conservada él car-
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—256-.
denal Bíaurl Eitos rajos de un genio feliz, aunque inculto y ñffm-
te, han bastado para esplicar los triunfos del célebre misionero, y
paia asegurarle una gloria que desdeñaba su piedad efaojólica» Ba-
tos rasgas dispersos del urudor atestiguan la alta y sublime elocuey-
cía que le había concedido la naturaWza. Calor de alma, elevación y
novedad de ideas, fuerzas de pensamientos, audacia singular de ea-
pjresion, movimientos patétióos y soa|AH|^es, todas estas cu alida- ,
des estraordinarias brillan en el.peq^^^^Hero tie páginas que ia&
«élebre prelado salvó del olvido. ^^^^^ ,
£1 asombroso exhordio, tan felizmente improvisado en presen-
cia de un auditorio escogido, tan nuevo para el huftiüde misionero,
descubre por sí solo al hombre llamado j>tira ejercer el i1hp»rio de la
palabra; Por la lectura de estos preciosos fragmentos, se concibe el
Hscendiente de que gozaba el padre Brjdaine y las conversiones de-
bidas á su celo.
Dps sermones pronunciados, el uno en la consagración del ar-
ftobispo de Colonia, el otro para alentar á los predicadores de la fé
en paisas remototf; en esas misionas que se^Épan hecho célebres por
los sucesos debidos á la dulzura evangélica y á la elocuencia insi-
nuante de lus'nuevos apóstoles, nos dnn el derecho de enumerar en-
tre los ilustres oradores del pulpito al obispo Feíielon^
Este hermoso genio en el mas alto grado, esa elocuencia per-
suasiva, esa caridad afectuosa que conquistan lo8*coiazones, esa ra-
zón llena de sabiduría que se atrae los entendimientos. Si él no atur-
de, sino aterroriza con Bossuet, si como esta^^guila del pulpito no
nos mantiene prosternarlos sin cesar y co^nfundidos de respeto y da
temor al escuchar los milagros de la ^omnipotencia divina, ^nos
encanta con el cuadro de la maravillosa |^ond^ de Dios; él n*in->
funde el amor para con el Supremo Ser que nos ha prod^Bt) tanto«
bienes y esperanzas. Dios en los admirables discursos de Bo8suet«
aparece como un juez severo, dispuesto á Castigar el olvido de nues-
tros deberes. Fenelon nos lo manifiesta como un padre misericordio*
ao, cuya indulgencia nos obliga á amarlo. La parte del obispo de
Cambray en los dones del genio, no es la menos bella, porque es 1^
mas amable: una vida consagrada toda antera al ejercicio de virtudes
generosas y benéficas, un carácter elevado y noble, distinguien-
do las raras cualidades de Fenelon, hacen venerable su memoria pa-
ra siempre. ¿Qué daño pudo causar á la fama de este grande hoio*
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uespitea oe la cátedra eranj
tenso ni mat bello para la n^brí
• bat(n loa p^randes intey^BS^s
jPdyl territorio de un^^^^Bo
^n ia placa páWíüa h en^Rm p
breel«rrard« ima piedad tan deaintereíadat El pont^fice-InQoen*
cío XI doeidié, como hombre de ínrgenio en la dilayidaif eatrafo-
gante querella del quietismo» asegurando que Fenelon hlbia oecado
por esceso de caridad, 7 Bossuet por falta de ella.
Después déla cátedra erangélica no existe un- campo mas es-
tenso ni mas bello para la^^bra, queissas ^isaafibleas en qi^ese de-
as rmcloTies, ara que el pueblo redttd-
lona^eh iliénas y en Rotta,^e reuim
^n k placa pá^tfüa jb e^^Rm para deliberar aHí sobre loWnegovÍM
^dll estado; sea que como entre las naciones modernas, demi^^áo
populosas pase £ ocuparse de W asuiftos*en«eom1in, se confien 4
Vepres«n4a«tes adiHS gnyM nJtiiiiMÍ'MílHt ^p^ijp es eymendiepte de
la elocuencio en las repúblicas de la «ntigüedad, par^kulamente eo
Atenas y «n Roma. El asSe 9^a' palabra era el que domhiMli en In
ciudsd de Minenra* ]Guánto poder no ejercía en la ciudad de ^mulo
7 de Numa, j coamas veces el' forovj efsseaado f(}etofk.H teatro ^e
sus triunfes! Casi todos los hombre grandes de Atenas, como Te-
mlstocles, Arlstidel^ Periclbs, Al9^»ind€« y Phocion, IbMii s^fttla*
dos por la elocuencia. TocidMes, conservando el «l^giode los guer.
reros m'ueHos durante la funesta guerra del Pelóponeso, Ais lia le-
gado un belfWnoDUttento del talento oratorio deresposo de Aspa,
sis, cuyos honores funerales celebró elk misma, si damos crédito á
Platón. Mas hulN> un ateniense que eetipeó é'bifto ohridv á todos
sus rivales. Cuando ft habla de los oradores de Atenas, cbando se
quiere citar al hombre ^cuente por escelencia, y sobre todo, al gran
modelo de la eFocuenda p^ítica, un sole%iombre se presenta, y este
es Demósténes. En elbcto, todo lo que el talento de la palabra, ins*
pirado 1^ el amor tnas sincero y mas ardiente de la patrhi, puede
produ^He hermoso y á^ stiblime, abunda en los discursee de esie
hombre ilnstre., Conforme refieren los histof^adores, él debi6 á les
mas penosos esfuerzos y al' trabajo mas constante, la beUeee i^e s«i
desembsrazo y de flb acciori oratoria. Pero si el estfidio y el árabs^
contr¡büyerc»n á elevarlo á la perfección del arte, é) no fué deodor
mHS que á la natiiralesa y á so generoso patriotlsme, el haber sido
el orador mas eloeiiente qee se eboeeíé basu Bisasoét.^ Uro gran di*
' ferenda hay entrad orador ra^ y-el rom^no: en este afuireóeel
arte éñ todas partes; en la primera lectura de las obras de DMhieCe-
nes no se nota ningon. tra^jo de peesemiei^to, mx de eloc4eiem los
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JÍJ«as» 1^ frsu9ef» la» po»likhni y^ i|piMr«^i«»da en #« di»potÍQÍ4fi 4i»
turai: n^ pareoe prq^rado. ]EW«c^ i|w Jo qm ue efcitolia eJ ua«
Uñe. imprfviaada de raoioCfDJos vig«iiEoao« y de frlie«« iaepítiiclaaoe:
nada^t pompa eo laa eapreaioaea, oadn^ue 4é & oanocer eaMiJMic
toda 46 preaentje^ t^omo eppoiitáueoj todp es oervio, mofinmato y vi-
da.. £1 cov^uütoá*¿ diaciua^ ^el qiiedea4e el iirioeifio al fia, (
mueve fiü(teoiaiiie; se¿i^üU cada uff
da-coutteugidei tá>do8 loa 8eatijn«3{ita
jp^pDAiyfioaa. El estudio -j la roflaxl6VBa^uii¡p«iii^Bie loa <|iiariMi|
.4^Ulbreh'al grande arte d^ sus coolpoatQioooa admifabloa; ea elle
jconSiate la perieeoioj;^ d^ Ijreloeuojicia. Yo ofoo no haber JiaUb ma0
de upa 6vdoa jFeoea ^ '^y ^Íto<Hig"m» ÜT^^ >r^"i ^rTf — *
moer ciMiaaJp físán delieÍMg oo «1 coii^fio» y poeo fiil^ |Mra q«ie Id
ae|^ iedayia% f^moria al eat»o de ^ AiroAto j qíuoo. oñoa, todoa 1m
bolle A de oaa obra maeaU-tt^f apbrelodo, el tiag^iporfte €|ue me oihi-
«aban» mo^^^o ano j^f^eni^ Soy de opiíiioo que. la elo^eacía
aprlíc^la á oeoiitos puramonie )|MmaiMio» do ha ¡vódacido jaoMia iioa
coaa iajiii¿>nte. Yo jasgo qwe diÜflmes d^ la lécfeira de DemóatoDoa,
ae reyuno teataduá aoateiier, que los ol|Jba oráibxea oyia célebres, no
aoo BudPque b&bílea retórieoa« Eschíoea paroce elociLente Mtea de
. bobar ieido á «S adversario. I>eapues ae pieoaa« , cohk» poosó el ah-
dkorto, f|ae bobieiido oído recitar arateaiofiae 4ealerrado loa do^
-déaauraqii oo «pbmdÍQ -aaaa.qae el de De«»oatenisr, / pieeisp á Ba-
•MBmA eaohffur: ^Qoá hubiár^Hs dicJka^ m ^ubiér^9 e»$mi1uid9 ni
El piiaaor orador doaKóaaa y el üMgtp de sus gramlea oiodada-
0os««ea el-qoe sea ha le'gado loaáníeoa inoiiiioieDtQa ddla efteooo-
Wi polilieo loliaa que oa llegado hasu ocaotroa. Laa celajes aloeu-
«iooes de Ciee^oo i duilioa» so areifa eo deJeosa de ifll^ «laai-
IÍD9 8«a diaearaoa oon^a ia lejr agroriá del.tribiiBo Ben iUo lUfo* ana
filipiooa tomsB Aatooio, briUoD eo diferentea gradoa con todo el r»^
fUusdor de a« lai^Dlo. I^aa eatiüiiarias f las filn^loais feevecdaii á vie-
oaa el Wgor y la yebemeocía de Demóstenea»
Áp6aaa ü aatelo Oatawo ooBc^atrft en aví {Mffpopa e| poder co-
laaal de i« o^^^Ud etaraa, mando la vme de k oloepievQÍ» ^«edo m^
oadfti Mm Jo odelaoio fikvty poooa Igpbffea vinkooaoa» coma Helridio
y Thmiea*» m «trarieMm i baoer esSoebor el loAguage au^Mro de
i» vaadai on <ai aerado d<btt-f «onronijiide. tQ«¿ op«a podía bab«r
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itum ñ^mL^f un TiUrio y mi Nenm, (juñ la ufacntotlii de m
hombre justof El Irte oratorio, lt^ieloeiie»eie óe eitíloi y eobre loijk»,
ké AoMeff tfn|p^*^^' f be Wiieieioe <lel héfoe, bee consegro el
{MBogíñoe fie Trajaeor Ifea le Areeveete pottipe , el etmem ^ñ ai^«
tedoo ée míe eloeneion ÓMBefíedo florkia» déaaubwti méeee en eaie
eWa eélebte« lea fiítoixle gMto det orador, qee el éméefMiMe te
eaelatílQd» eeMleiiedeJá|^^ft)e ae» baje en bfiém. pHhtépt* FaA
l^olver 4 eeeoetrer le ^^^^B de Km debates potlticoB y ^ la elo^
eee^eta popehu^ ae ie^^MSable treni(rf|tir diez ^ aiete 8¡|
üe lee offíMea dal Támeaie' ee donde toItíí á leraetaNa Ib tríl
de lae.ereiq^. Mea erelgeaaa palabras elncifente^ m bjcferon ea-^
awshnf dujfmmB (ü^iwrehicíqg^ ijb^t^ X¥H; ji ee le miaela éppea
el idíéeie vf mnl 4i-to 4iapuaieiti ttyió »en lee b<^M|M del peHtele
ee ^fée peaade« &ea f ríaMnts* tuttoil dadas de la Fseneie, es preelte
eeeicafee al lonlCbateny pAa KMtomipar el priiesr eieioff<qiie*1fee*
tro ferdüdetnaieto le triboee aiedei:iMi« Es MkUapaneabte feeeger
Ul ^Uiiea ♦ceetea 4a«eaa. foe yed^osa á Jieor 4t la mfoA amieríea^
na- pata adasiraree éJ% la |e|,*alj^e<Bibve de^eetadolf eltMeáMM
detado«de uaa eer^djBit^eloeeencia. Fox» d aegtiM^ Pitt^ BivIdpV
Sbeivdaay Gi]^li|0,t«iii reitevado^loa fraudes debetea ^ fliílii^^
La joiM|ittcÍA.de las diaeesiihea ^ el peilaaieaUo ieglest
elara el|eriaf V^ ^ ^"* orador^ á ^ akure <fe^eeeaBn#Mee> á
eae fM>der de a^ewRiaaion j aua áTeeee hareüMoa traepeí^ ^«e
edaciiratt)os ee les e^tebses oradores "de k aatígüeded. l^.lbbea
tiHlos, F ^<pees de él el' l»(aiides Chrailaiv*a k^m aaoelrede dl¡gen#
disei^oas aaiaMdoa p<||; |^ai>dea atfelos aíéetapi aoieaíeéfá ^oe ee¿
bea v^verjBoataf feaat . Leje«idi#*les dínf ernoa de Fi», y (enoee q«e
la pafria jj^uilteiaf *odo • k '<jp|e el|f a pederoaamente eeOie #« oerá>
son eoble.y pieneroáo^oae Mdiroe^ él á p«labrB).«ew»aa de aaalÍL
doyioeboa. nee^fnBeíii»dtlee jfwsablea^ -Bl^atfbtiJáiln laftible»
^ppfce aioferai^ee(^ sapairi», ifpeao á la manen^k. kb aaitíf eÉ»
fiará ^aaaa, á«^a de ae pak» .b*do era bárbbra y%ua^eaiíge« Jh^
da aa4aik ^ee paKenexoa efadadanaaaants «ri aaftiksiwite dsle díg-
«Mdad de iMsettra e^pedie; eedtflde aiaapbUoo oí A pefyder «ikdee
dkcTaea deealefciaeao»iekir^i»aabkobepbf^eefaadoywf»>
aeetiladelf bébi^ «aédifeo, ^ue orador ekyueete* "¡paglyícaiiw lee-
^«wroyetrkckaio^ bedül á 4pdee laai|^ydb yoab|aiy y i^ba (
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» A^
— «o—
i I04 pri«tl«gMé de Ut alut clUe», qu* á la protferUUd fMMimt
Mimvía catt siempre tu polHic«« • < • *
I^4ri^»iHi Irahoeta, erigida por le primera feft«^reÍNUi j ocbo
Mte Ropero oprimida por lá eonvenoioii, por el direetorie j por «I
imperio» enema «péaee ?eínie afioe» de iMa verdadera eftecueneia, j
«ío emlMifgo^ op«uie ya á loe oradoree déla atuigtíedad y de Ja Ota»*
Bretaña, mimeroe^Mi rivalee. Eacre U)^^ft||^ortae «iie?ae q«e de-
Ci^r^in 9^n pHmerae de nueetrae aM^^^^^^ionales, eo medio d^
bm€lifcalé8> de los Barn^fel, de loe í!^^^Ke loe ^aurye brilift ea
pnmer lii)^ai- k elocuencia robveta 7 vanmil de Mirabeaa. Ningn-
na de las eaaüdadee <]u.e dieüng nen al fraode orador, laliabaQ.4 eelo
oéleUre trilMimi, cuyo feoio 9^re|i«jabft á eue reK^uiesae pasionaa*
De éUee ha dielMs qao OMuUmku Us pits en eifa^g» y e$€%n¿tim im em*
k0Ui4m lús MúK Lo que es cierto, ée, que niiifiioo«ia»q«e él, e» loe
¿ieaipot modaraoe, be sometida 4 lo^onfbres ai imparto de la palabra.
Su lógica podevoea, la vebeiüeacia de eue reoyirniotiloi, tm eloeaeitia
fraeueuleaMiid incorreeta, algunlb veeee embarasadaí maa.eioq||^
fuerte naaearenfe y a|»a8Íi>iiadiMdo^af(^í>%queDiiisa con la rápidas dpi
rel&oipago, la energía y tauíbiea Ía preoieit^n y |f profundidMl de en
panlmirfRi»l(i^ lee luces que sabe derramar sobA be jfMSiíoim, ein
fatigv del auditoéo, le han dado lugar entre nu^trqfi primeros ora-
dores poUiteos, BarQAvé,»por II deetresa óe su di^ottca, por la pu-
reza dfffus idev,*por la ^¡pilidsd, unida al viopr, qn »u elpcuclon,
liabia^gado, siendo aun mu^ joven á un gradee talento oratorio,
qtia^/omctia adehintoe mee brillantes^ si el hacha 3eee«iiTÍral no hu*»
biera' cortado efe cabera doeueute. Un.^^nde orador do«|iaa tam-
hiea la tribuna eo' Iqe dos asanubleas «tgui^tes. B#e es el faforto-
«ado ¥er|jligad, el águila úf eaa dl(HitaoioQ dela«<3^onde«oemillefO
da hoaUíseí^ elocuentes, belio y g^tind» talento aojado B^^ suerte
en medio de 4a^(mpestbdas, para-||lredooir, ^aque 09 vano, como
•Ira Clasaaára, loÉ^rorae de que ^i mismo serif líctima. Ckmdet y
ÜÉmwinae bCJUoJifV én la tribiroi^ y sin U prsfonda do tt%m\ Im
Meras ofatení4^ Impelida del oracjor. Á su elocsoi^ sbuséafte j
Hoos de«n»áge#eB,*no üita vigor. El dfrdo que seieeeapo da su ms«
m^ htete ^mp^ directameMte á siMijeto. Verfsíatid, tomlMiioqs^
étasilion, SI es«|pfq^pdo eewparur gé«e«r98 tas diversos^ aobicaale
as el arle éf a^rsover y^ de persuod¡r. Su diccioa tb tan éleganu y
t1s«|^mo iisnsr<t>i|a|insipaninnrn del sw>meiito y la ucoaei
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dfid de uim xi^ldik u»prov¡$ifcioiw Sus discursos, IJenos d£ hermcH
sos mofimiofitdd, ¿i calor 7 de patético, subceviviráu á la« discordia»
ekíM ^iie entrittecieroQ su elocuencia taiftas veces.
Nosotros ropreaentam(M y% la po»terid»d para ese oj-Aor do
linestfo tiempo, e^ya muerte prematura lapentamof todos los diaF*
Imnoftal en nueitroa roooerdos, al general F»j se ha colocado en
el Paoteoa déla lúalona^y|^ de Mirabeau y de Vergoiaud. A bíq«
funo cuadra mi'jor qi^^^^^Befíuiolon del orador: Vir bonum, dicen*
di peritm* Una adbesiRH^ffiíofiada pf ra au patria, el desi marea, U
elovaeioii de alma^ aobreaeleo en to<^ líiia diaoursea; eoecgia j \ér«
dad eo loa eeniiaMtitos» estefiaioD en la i^siruocáoo» «afeita. lumi-
noae, admiraWe facilidad para i|»provÍ89ir; oeurjrenoíasjmftfttas, aieiii*
pre ádíeea, vigor j elaeoion da eapreaioDas, movÍBiieiitf»e sorprea-
dantea; tafeólo de primar ¿rdeu perieeaionado por el trabi^o; nada
ím fahadó á eale graade orador, y aun naa grande ciudadano^ de W
que oaraateríza ilos mae^ros del arte. ValieiUe aoU«io« díeetro ge-
nera)! H^poe siempre consagrado i au patria^ aintgo oonstanie de la
vavdadeaa gloria, sin babera^ vellida james á k foMmuí, E^j ron*
nía las virtudes y los talentos del orador, que tan dífieilmente ae 00»-
binan.^1 fe^ ^u% grande bonsbre al modo jle los de Piotanio f da
Amértea*— 'La muerte noa^^Ka revelado que poyia un talento maa, el
djB historiador ocil|^nte y profundo, ffodria deQJ|fÍBe que hablaba «o*-
moC^em óstenm^j^yeleaba y e^ril>fa como Xenofonte*
La tribuna popular de Francia tiene también que enorgullecer*
aede i||ia rara potencia araloriu: es la^nisma íilosofia, la q«ie aervi-
da y —ii^iedi g^ la palabA, pronuncia sus oriculos. Un pensamien*
to prolíindo, una ooojyeeien inerte, distinguen á eaii eloouencia
miera.* Loa dia^imoa d^l 8r..Royel Collard , forman un tegido
.«ampacto, partan las profugdida^dea del corazón y del alma, para vol*
verá entrar^ ella: nna eayaietle ei^tuaiaamo austero del deber y de
'a verdad re^reladai uaa medilaeioa ooncieuMida, iniqíura a) orador,
^|||yKWMpa<iott noMey comuuiea 4 sus oyentes emociones duraderas.
So diaenra» aeaer(|. es>el hacha de aquel Foeion, quedAia 4 aus ooi«-
patriolHSi Sois ^Uo9 MHé Wsinpr^U^ y no seriis^ eomo tUas^ mas qu^s
pmKa.mdQim0ft s^gmlcrmuOfH^T sin modelo y sin rival, todas las veces
que el w^íqm Roy^ C#U«yt |{a*bablado, ka masalado con el idioma
orfrt#rio%An fee4áoa :filose^Mobre la mitteriaxie qtjf^rataba.
Una nasya earreca se aím(biSa4^^ iiem||ps' entiguoa^l arte
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-ató-
de la páfttb^a, Carrera que pertenece mas á loi egenciéios retMcAi
^ue á ía el(^debeiar ^ene^nero ea al que loa moAemoa ban tlamaikf
académico por el uao que de él hacen hia aoeiedadéa !héti#íaa« El
bVi¿eú DO eá úitm puro, puer q«e nacié eo laa eaouelaa de loa retori-
coa y dé loa aofiataa. Tofcnaa ba retrazado •« hianiiría en a«i IgiHf*
ib6i^ ¿o* éib^lM, dbira tnUjraupenor á au itiMerift. Ia6eralaa nd* pf»*
aeota frioa modeloa de eate giénero eqJB|o^QiitAiilMiiM «oa deécri^^
Hb laÉ dloelamacioiiea que aertian á If^^^HLaa de aa tíel»po psrm
IbnAüné én el arte oraiorto; li#a4ratadoaw9éneeii pm^áeñ figtinir
como egemploa ée eataa deelarogeibriea^ cayo eatílo»liÍBehado avosa*
paña á eaai codo» tm eacrhM. La ipayor pam de-ioa «aaatéa paaa^
toa en tottevt^ poi; laa aanJagima Mfderniía, ao' son .i»aa ^«Haaasa
para laa detlaiiiácionea« Hagiuyo»! ain ambffgo, una eaeepbbn é
fttdr de laa fiímoana cveatíonea prepMÉiUia yr^aaéadaaaiade Dqotii
annque »a tea maa qne porqua aírvieroo para, deaaubrif al' genio éé
Jnan SanatiagD Roaaaaau. Si aae geme ífdapendMta no «onalgiiiD
del todé el moiper 4aa 4iabná aandémieat» aua^loa dÍBanraa%biMtayMi
para t«velar4 A E«Nr#p%una atojuaocui de ^rinuir orden^ «á ialenlo
ffoftittdo 7 un grand^ éaerkor. «-' *
^émoa didio iqnéjn etocneneta no e« el prífinlef^ ^l«aiii
«d^HM^dA*! a(po que e% labbien.uná aiseealdaid para todo autor .qne «A.-
f ive á oonvenoOT 'jb4 perauadir* Filóaofiía, nefaij^T, Uaaárladfir^
poetaa célebrea de todaa Ina edadeá j|de todja IqgfflMaea, la ^úóébtm^
da reíglanM la fnáiortalidad de fUeatrea nombrea. En efeot^t no ea
■niiei^te qwe tm dodo aiiéliliB denrtieatre toa prftneifiíea de 1% lilaaui
fia. y d% la moráis nadaré 4ka • éonaégúidT. ai eataa ly^adpa ftamaii
%ietnp^ oactfreeidn^ por laa ^atonea> loa en^praa y Joa violoa oofalen
letal pafpítaMftea de laconeiénola deíiiombfe deéMl) pira pébatmr im
lote coraaenea. ¿Quién producirá éonvi^onea «{iroftiadáa, afiaalas
Mérgitoa, aíno ea la.elDeiiencial -Bmí fiíplriid aara?il|paa na la q«a
ieténtando á Pía ten a^re todoamt tívalea, 4a ba toOMOfdé «• m9m^
bre dé divino. ¿Qué. importa qao baya padecido aigaii«a«iiaq|j|^
éé iomgínaotoRt No^loa ba cabíavio «bn loa rie^e|^oraa A wi-ganM
ff6 boa inapn*a «n noble entaáaaibe por lo J&Marj pot lo verdudeKH
^yó tipo anivefVal eneontrót No nfoa peaetra«4 ^ M MMO mpaii
por fa ptftria, por loa deberea «ny<^ cuny liento jf)to^o»aeraa á4a
aocíe^pid, preftieado^ qbe IJ^pa noa tfÉMi|^* ofienta éa «oda^nifeMl«a
lacteioneal Qué c^dga» maafU^weiMf^e tm rap^^ia^nráMn M jnato
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fmtmw^áio jr nnirí^üdo en una cruz» proftsciu úa duda QccideptfkU
MAS #i6aiprt «(Mrpr«i^QU> de It ?ida jr de la muerte d^ J^ii*
Upa atesada ftloiofia dicta, también al esclaro^iitaetQ) al vir-
tníOBQ Marco^AureUp» eioeiieates If^eciones. LoappanRstaf^ los profe-
tm liei|{feo9, los libcoa de Moisés, el libro antiguo del.árab|9 ^ob, nos
tyfiraaea modelos de elocmMU^ natural éi9ublim^ Go quantft ^ la de^
Era^lgaUOfSirpple, Datuj^JHboipre llena de la autoridad divinai ha
pppditpífo tiernas f iitude.Jv neróipes sacrificios» arrepeptimílbtoa^p-
fondos, en toda la estension de la tierra» por el espafMo de dief( y pch<^
«ífl<»s.E)la apfba dreondudr á los ciímbates y aV|iiar|irio i lop vale-
MiaMBjftfttédWWfcdf Mis pfadífiós^qiiiiWcey ^ oppff el Kb^
4rAas arítfiaoea, dempulraa áMa in^ laaitbKmidad i% su palabra y la
4la sp origs»* La Wnüi^ laj^ei^iaQ hecbo del libip da /<^ /ftír
jia»is«, Is leatara de las 'almas tiernas / piadosas. La piedad imlulf
faata da VAtiMiieésde i0^t0y #¿neloo, ba maneado am asftrUqa frik-
giosoAoa loa misflaos^turaetarea. Si aoa laidos eon igual aobalo, as
por^e satiaiaaen la naeesidad «nlNraal de stlíaato y decoofuab.
fléfeaaa «ambrado^ya al ésóritor moraiíalay al ^iósofb maa abh
cventeMfua ha eaytido en Jos tiempos antiguos y moipTBoa. |<)ttiÍ9
ae atreferá á'dis^tar al fta«ro al aantpr de fimIKo y da Sofiat Qué
^or tan artteaa^-qu^ energía da aatttiaiiento y de eaplasíaaf ^wiáfL
4 tHA Tardad perfóata, i (a raáffla maa sedÍMtora ᧠aoloridoSt i «na
«dmirábla perfeocmi &% eatUaf ¿Cuál orador ka produciéa jarnaa
emoeioaas msa aíraa, mas ft^rtas j duradasaa qaa Juan SaoAíago
Roaaseau aii ava asarítost Ningana sin eontradiaaion, ha aido B^f0r
inspirado qm di; par la aaruralaaa; ninguno ba aaltirada dalea tan
{Measaan ua arta awis aaqjrisiSQ; ntng^Ét, 4 paaar de ana fckaa, ^m
maa prorimaron óo aa pasicÚHi'iqua de su earáeter, faá orador bsm
larforoaa da la virtud, ni le pro«0«ro asas apaataaadas prosélito» *
Si naa oanpaaMa de la masa de la hialona, na raolanMi wa— a
«ivansaaaa al dott de íalarosar, de oioaer y de parasadir, y eftaao aa
iafra ata ««ailsaa 4a> alaosMociiL La biattMÍa, 90 •B^^m aféala, ai
-«aa pesia da üaaoia, ni mák er^aiaa aanailla; aUa daba aar M y
sraffÉMbra «• la pintara de laa aaatiaflibras y an las daaarifHriagiaf»
Maaid hislariador na piali|eoaM> al oronísSa, por el aolo ialama íáe Ja
snasdad éA eaadffoi éí mo prasiba» aomo al títbm^tu p<v al ialar^ da
«un doetrinni el eosela, sin embatga, pai^ae la biataria m immi fraa
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maestra, tnagistra vitae^ pero la enseñanza nüe de la oarracioú ríii
preparativos.^ Las impresiones que el 4iistoriador quiere oattsarf las
debe sentir primero. Se ocupa de. preferencia déla dicha 6 desgracia
dé^as nacione^^erpetuarrdo los heclios dignos dé nneniorTa. La nar.
ración debe estnMfSifli de vida, y lo que se desea cofiocérfn^^ in cute
y verobrjr segnn su carácter y sus pnsioneM, 'es á esos homluies qu^
han sido autores del bien ó del mal da|Hmueblü9. ¡Desgraciado del
historiador que se manifiesta insensiliMÜQ^ bellas acciones é^á loft
críífténes, á las institt/bíoDes cuya sabiduría ó sus vicios, han decidí*
do de la suerte de los imperios!
No .fueron a^l^Herodoto. Thucidides, Xen(tfonte, Plutarco, ©«•
luBÜo, Tito Livit) ||sobre*|odo8 esc TácilS, azóíerlS'tos ll^h^ 'Be-
tos grandes hombres serán pei^i^nnílnte l^p modelos de Ih elocaeñ-
tM histórica y del modo de escitf irfei hístiq|pfi^» han reprobad» Im
hermosas arengas que interruntpen sus i-dacionea. Sin embargo,
eins ho han sido i veces mas que los#6lf^pos«ílel«a-de los autores
de loa discursos: [pbr t|ué ha de reprochaftb al hiatoríadoi4{pie ati-
ponga que dijeron sae' actores, 1% que' pudieron y debieron «leeir?
Bastarian^estas arengas^^para asegurar á loa hiatoria^iaa antiguos
BUS tftulos á la elocuencia. ^^v
Pocos historiadores modernss hlin seguido s9s huelles y oiers-
oen aer contados entre los historiadores elooues||s. Grecío en bus
«iMiles bélgicos, Fra Paok Sarpi en ^u historia del eondiio de "Ihre»-
to. Bossdet ea su discurso sobre Ja historis usieeraál, Jusa do M«-
Jlor en tu bella obra sdbre la onissia materia,*/ on la hiateno do la
eonf»derociou helvétiea, Herder en au filosofa de la bíataoffísi R«lhie-
re en la de la anarquía de loa polacos,* el Sr. I>iiigé o» el 6ntoo do
sul elocuentea disenrsos ^bre la hislcHrMí de Francie,.que be publi-
oodo el Sr. Tierry en so eseelente c1|pdro de la conqtiista do Ingla-
terra por los normandos: tajes son, sobre pooo mas 6 méoos, los
Instoriadores modornos que nos pareoe han insitodo me)sr el modo
estonso, vivo y animado, de los grandes esotitores do Aleñas y da
Roma, á los que esceden sin embargo, en et(ei|aHm de nárasyoa am-
dicion y en especial, por s« res|ielo Ma humaatdadi Por 4o que to-
«a á los historiadores ingleses, so* oscrhoros ssaeatos, instratdss y
elegantes; pero les falta ealor y vida. ^Admiráis m«^M 4 Rofaeit-
son, eacribia Juan do Mulier á Mr: do Borslebeat p«iqu« •<> babaia
leído bastante á Thucidides y 4 Táoko. .
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TTTri^Ma— I -i^iii --^rfiii
[Qníéo 96 atrev^ia á rehwiar el arte de ganar lót cArnTsonaa á
lar'^nindes poetas de Ih epnpejfa j del drama? Cuando Honnero ha-
ce hablar \ foa béroea griegoa empeftadoa en aplacar Ih calara d^
Aqu'rtea, 6 etiando noa rapreaenta al viejo Jrríarao.^oe piéada^^tHil
•guerrero, y encontraado an au terniifa paternal Ifl^lSeMlos que aua-
maran iaa penaa de eae coraxoo ulcerado, ¿no ea igual á loa mea
gpmdea oradores? *¿No rivMJizsn SóplAcles y Isorípidea con lea
inaei^roa'en el arta deJaMJ^ibrftt ¿Pueden brillar aa Biaa<«lto gfáo
el talento eratorio^y In verdadera ^ocoeiicía, que en el alegato del
anciano Horacio á favor de su bijp, en hts conferenoiaa dp Augusto
con Gíniía y Máximo^ de Sert<^io con Pompeto, deXruns ao'n DrM-
to, <m la cxliofttiefvJn patética^e Burrhus á Nerón, y por lo eofnpn
' en Iaa hermosas eseenaa^de €or(yille, de Racin^ j de Voltaií^T ¿No
ae niatiifesto tainVii^ grcuv^e i^dor Grevilloii en la hermosa r^plya
de PluirasfDano á RhadmniSta, hablando á nombre (^e loa remaH&s?
Haatfi hi come4Í9 a^airv|^e1o8 acentos de ja elocuenoim por 'nil^o
^[le.M¿Aeres testigos erAjcestea dbl MiMnir^o y el CleaBt^del«t&i-
pácrkaz le eac^ia de Dhüí^ y ¿e BlHi^§a^n la Metir^matiíg^ en*ia
cuaPloa pfiviJegtoMdel póetn ^ atacftn^ deneiid^n con taj|ta destre-
-zn, ea i|W|Alnia|g^ an i^dllelo ^ elocuencia dramáüca.
Lo¡ osedVpos han^biaMe i}pa nu^va carrera al arte de conven-
«ar y 8e par8ua(^. Jja polémica religiosa y la política, ns> hap des-
-'lilegado une dial éciioa menos vigaros^ineoos llena. de calor y de
j(|ierza, «na rtonía ñiófiosapicante, esfuerzos mén^a feli^ ea t<^ea
-génefoa, paro atraer los capiritus, que |a hicieron loa oradores mea
« eloeventaa. Las apologéticas de .Tertuliano, las de Juatíoo y Lae*
tancio, alginioa.eacriU>s«de Lutero, de Uelancliton y de Celvifte; Im
bellaa- defensas de la fé católica de Avmana^y de Bossuat; las de la
libertad galicana por este último, ofrecen monumentos muy preciosos
de elocuencia -aplicada á ia pelémica religiose. ¿Habrá necesidad de
recordar la obra m^aestra de esta clase, esas inmortales ProvineiaUs^
la maravilla mas antigua ¿e la proaa francesa, ese magnífico alegato
en fiivor de la . viñadera religión y de la sana moral, en el cual el
genio de Pascal entrega aceces al ridículo á sus hipócritas adversa-
rios, y los abruma en otras, bajo el peso de la verdad, armada d% to-
dos los rayos de la elocuencia?
La polémica polUica nos proporciona tAmbien notables monu-
mentos. iAuién no ha leido con delicia éfta sátira Menippta^ de la
^ 84
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eiMJ te^ba dicho qoe vaKó á HenriqíM IV mas de hhh ?ictoría; esns vi«
tm iMMif reftcíaa del íneógnito Junio, modelos de elocuencia pajlame»'*
tArie, loe ftscf Koe de BemamiH Frankiin j de Toipaii Payne, y ea«i8
lig^poe foUeíoe oe.ua escritor, arrebatado pvr un vil asesinato á bis
letras y kwm pm^; de Pablo Luis Courrier,.. que haeiatt derorar mu
malieiosa naturalidad, una ironía llena de s»l, j les rasgos eioeHon—
tes del autor.- ou raro ta#nto ba libettadu del olvido á esos opéaüi-
los del mooiento, y ha conservado ^^.wpe.esparo¡dae. Loa|rtícu-
los del mismo orden, pubiieaaq^ cuarenta anos ba, brindarían á lo«
curioaos^on páginas llenas de vj^rhosidad, arUcuJoa distinguiílos por
jtna ifMlígnadoii geoero^, qué rehusarian los talentos oratorios jnas
«Ii4fientes^ . , % * • *^
£a ^loruenciín^militar eerraij^ {a cán^a que hemos reoiprrido,
gprqtie los grandes capitanes hai^'e^|||pitiiíen|ada frecueoteolesta
euanto eacitfr 9I valor de los soldados dni^alocuéioB ?ÍTS y 4^fvci%.
Aj^ibal, Soipion» Alejandro y'Oésaf, oprrís||n qjas de uo% «e%4
et^ pesaroso medio. Xaa^roclMnas, Jas ordepee daídia d^Bou^-
pi^e^^e coi|9ec^ará|i ^Pci>^|inpre'conjQ«node1os de ejosuencia mi-
litar. X^posteridM no olvlBaíi Iv ftlebré aloci|sioQ dirigida A ejér-
cito áe Egipto, mostrando -las piránydes árjoa soldMk|i: ySríjíiflirfi
de lo alto de esas pirámide9*cuarejif4M^ÉgloyM eomi^fpkmy^
«Nos ha psreeido que el método muís segu|o ^a ^plicÁ' el pm^
der y loa caracteres de Ta^o|gueDcia,''era, no ocurrir á ragba inospa-
e^ <le reproducir los efectos, ^no aeñahir en*lodiis ks ckcuiiaiiyi-
eiss i que puede aplicarse^sta admirable facultad, aíemph>s notables
y ostraordinarios tnodelos. La marebs del orador en el deaempefio
dcrsu «rte, mas pert^eee^áila retéríca que¿ la «toepsaeía.
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CASAS DE CORREOCION
PARA
9%T ttsrss :&»:L3ir«^iairiraa<»
Cnéuáé p«| el^cl& del abandono de los'^Mb'ee, k hfMlkDdad^ ln
miseria, la ígiíoratícía ó la séduecion, del^qoeieditre Jiosotroa alj^
jAvetu en JO corazón no eAabn lodfl^kTÍc^á* en eVcrfftién, ¡cn^ ea
él destino qíiít se le dát iéSál,tiiC^|éiie*fo de cHsfl^oqfve'se le eplievt
Como luí ^17 casas espelftitni'el^ establecidas para eorregirlo y ré*
ffkAar'sii mufal, seife destiita á'ía <;árcel pfibliéa, y el ihii*tno Uétfm
ée'eMntfttiaHo4iM#'eill,n(|ed4b de los ^imdes cfimííiates^ pareie q«e
h SoeMad le^ieflV^DesgriietaVo, ya qne'esiá/míetínio ed unsoU
género der maldad, vé á ínrcíttrte «n-hiMdefims, éM R^nes esfr^rf|in>
de escuela; doifde aprenflerás* cnanto^ ifflHos hl^y 0% ofeiitlet his pér-
sofias'yllb prog^dade», qifb re Artes 4||ben tocarse para cotisegkmlo,
y de que arbitros han dé valerse pnr Aograr ti^nnpuRidád. finiré
IMto qne adquieres estás ftintisttts' lecciones y que abraMi toda 1á
tAfía tie los Jettlos, gózate en el é^o y en la holgaría nerí a, j sal
despuen i^raclicur, ayudado de tus'sócioi, hi iiciaga pnífeston que
te Nbya tticlínadirT, que yo á su vez, deséntendréndone de qu8 soy
quien te conduje ai precipicio, te castigalré con él último rígor.^
Cierto que este es el lenguaje uiudb de que una la Sociedfeid ál
coilstgnar á las prisiones comuhes las tiernas victiman del abandono,
de la nlisertá 6 de la sedoccton. Y éfn efeetó, p^Kendo tM Ibs Jóve-
nes s^. timidez naturary tdílo el rest^Me pudor que MRta entonces
habian consei-vado, no tardan en confundirse por sus meros con hi
'generalidaJ de los. presos, y en lugar de qued'arcofri^dos, se eoii-
viertfn^n enemi^K publico». Por otra parte es ana hnpíedad hútok-
ter á) duro trato que áe esperimenta eti la^ cárceles, á unos seres- tah
imevos, cuyas f}ilt»is'6 delfiri9,*sean los que fijeren, no son eompiará-'
Mes con ios qim ha |>rdducl(to' en el%ombre unu tattta é rovetenüda
liubitud de cotneteTl^s. " * *^P
* Se Mfc tan descuidada la éAcacion Jb les liijt^ emre las Rimi-
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Goógle
lia<9 pobres, y muy especialmente ia» que hal)itnn*los arrabales de la
ciudad, tan esl^ndidnAii mUeria J propogada la ignorancia, qii^no
debe admirarnos que abunden en la Sociedad los jóvenes delincuen*
tes, pero si debe llenarnos de amargura el que no exista entre noso-
tros una casa espresamente destinada para su corrección. Si la hu-
biera^ esos desdiobaSos q^e habiHü puesto ya UB pie en 4a«'carrerH
del crimen, 6 mejor diciio, en la del suplicio, retrocederian al putit*»,
se converttrian en mienfbros úliMÜ,^ cuando llf^ra el caso de edu-
car á sus hijos, sabrían inspkart^s una moral pura y un amor deci-
dido al trabajo, en tu¿rr de legarles sus vicioe y su cAlpi^ile ocio-
it4ad. .* / #
* Nos es i^ensjble d^irjo, -pero «s uoa eosa que está á la vista d«
iodos. ¿Qué esperai^as puedsf^wfl^^rse, sé pai^ de eAAfui^entud ^ne
corre las calles, veodiendó billetes^ de la<Jteal Lotería, guÍAHdoJai
bojwdas y en |a mataxo^ y m^rcnd^s teeieBdoi^rifiGos misoraMMI^
mplorando la caridad públicaílSin educación d% mq^tiii géaeM,.li»
bítoadus á la áesnul^, al ocio y á iTna libertadfhluiAda, cr«ce f- ai
iHftuwitra sunifd^n Ift f^no rnooia, rodeada de pasiones que quiere
satUfacer á cuulqale^costfW>e nijul li^ Srihiinale». proyectos de íh-
vadir la propiedad ajena y dU^come^r t(Ma dase d^dttlttdf.No hay
quedudariov esa ^roion d^ovenes que d#l)ia ocupurlaa escuelas y
loa talleres, es el plantel de d<iride «ale la mayor parte de nues|fos
mas famosos delincuentes* Yaieque no es posible que ftna grande pk>r
blacion se* vea libre de ese fatal semillero, convendría á» lo menos,
que cometido ^ primer Qrimeu se encontraran estos jóvenes imfedi.*
dos de llevar mas a4^lunte sus conocimientos en él, por medio de ui\|i
reformii moral. • *
4 Todo el miñido^sabe los buenos efectoó que han producido his
oeeas de.oorre(!cioiKu los E'ftados^Uuidus^ y seria de deeear que.ee
adoptártin l||uí, así como l%dia«i hecho etros* pueblos del mund4i ci-
.vilizado cou ^uy felices resultados. Francia y Ginebra Jiace tiempo
que abrieron»«MS establecUnientcfl destinados á recibir esas desgraciu-
das víctimas dé una dé()ravaci(m precoS, frutos 4^ la ignoroncAe. La
caridad cristiana con mano iifcu^ral secundó en el primeAi los esfuer-
zos del abate Arnuujc, y allí se inUcod^jo el régnien correcciones ppr
, m^o de una suscricion. volunlaria. tt^ se i^ecesjta ^ucho para e||ft
empresa, ma^^fhente cuando ella misma pued%*prfMlucir para soste-
nerse y reunir ^a capital de cooiii^rácieu. Tode lo qta« aecesit» es
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^mm^.
W'
f^nAv^n^y principiar. Lo8 projcK»^ de e^t» iiAUímkfa, s^ diflcur-
r«ii, §• Irasan^ se ponen en ejecucioH j se acebnn.
. Aül «a lii«o en New- York. U «ama deflUnada ^ Ja reforma moral
dñ ím jduuip»' dtUncauma^ nonúoada U»uu tf Refug$* lUfle^-
«i^aando várMia vaQluoa ecibra^ las causas de) eriu^en en estas edacl^,
7 aaavcA^os de f|ue ei descuida de los padres» la falta de estos^ la
estremada miseria, la ignorancia j la facilidad con qiiie puede coct
c^mp^me 1)4 inuceiiMaí, erailKlos motivos que Cfo/iducian á Ua prisio-
nes UD gcao nüij^ro de jóvenes desventurados de ámbus sexos, ili-
vi^ftU fú^d dQieUos, y concibieron el pJan de%Hslraerlo|k^e la ten*
delicia aJ<rímeiii| y reformar la moral vicÍH|^^e los que hubiaseu
caido en la (atalidad %de «omaterje. Para ello escittron la atenaioa
diftl pitbüeo^ furuiaroip u«a aiosiacion, la que c<^ él auxilio de fuer-
toyiligricionag, kigró estubllcer eii*lS24 la casa de refugio para re-,
e^^r en elUips jóvaAs» s^teacindos por los tribunales, j los que
una vida TagaogFund^ el abandono de Jos padres ú otras causas, es"
pusieran ai crAe^'H^a logislacioo del Estado (d^Qie el Sr. Lias«0|||p
auxilió y apoyó astft nob||^ inteMciones, ^ejaudo al arbitqo de iq^
^mkvilores y delkpógrporackMi, la {ormacion d^ los cegla^entoa» la
inversión 'da los fon^fS#el tiombramieygA de Jos epupleadqs, la detQf-
ini nación ésA tiempo quAdd)ian perm^OTcer los jóvenes eu la casa^
j^«ii fin, concediendo á esta filantrópica iiistitucion el derecboide^m;-
tovía sobre los que recibiese, mientras no llegasen á la edad de vein-
te años.
**£1 plun de la casa está fundado en las ba^s de la mor^ y de
una apUcacidn iiidiistrial no menos provechosa. Los jóvenes la mi-
ran como un verdadero Refugio contra lad^sgcacia y el crimen, ^les
basta lo« que le cometieron s<^n (^tados con la dulzura que^ exigua
edad y que recomiendan unas faltas or¡ginadaf,#mn4K>or la fatalidad
de bis circunstancias, que por vici(4 dd«or«Aon. Las f^acianes que
hneen estos jóvenes al eatrar, prueban q«ie no bubierus cometido el
delito, si bubiesen sido bien educaifts y dirigidos, y en todos eljps se
ba notado, oiie l^fantacion 6 la seducción enrtn efecto de las circuAis-
tancias desgraciadas en que una verdader^fituliciad los ponía. A es-
tas confesiones sigupi naturtUaaent^ las ideas que les sugiere sq nue-*
\fi estado, en el cttal se baÜsa limpios, vestidos, alimentados, agrada-
blemente ocupados en tareas qf superiores á sus fuerzas, recibiendo
una iostruccion que desconocijin^eunidoȟon iNdividuos de su edad
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en jueggs inoeetiias f útiles para lar talud, eáíimtIailiM |M>r d f^émpló
de los que pr^eden bien, y reecHbpensadoa igMniettte si t eHo se
haeefi acreedores* Estas eoB»p»rneíones soo de kis primeros m^iaen-
tes en que se percibe el tránsito de la vida VafaftiMida, 4t la desndi^
dez» de las prív^ienes y de los peügrea á la fptistetieia ihilce, traii*
quila y amena del Refi)glo; y desde este momeutq empitf|ps fdb^
Día del joven infeliz.
El estableefpiiento les da editcaeíA de leetanit «ser iCum, arritf^
mética, geografia ice^, habiéndose notado qne es^tati ebÉÉtm la igniH
nneía eo^os joreáfs eDiriadt>s al reAiglA, qu^ de "^M que eiiNnaroii
tí flfío de 883, 106 ma sabían leer ni escribir^ J ife los9f& que ett«
traron en ¿94, i29 se hallaban en el mismo caso. •
Cada vez qne^ ieiitra un jote|i, e( snpeTftitendeaté* le-fmce ana
afectuosa amonestación, por ¿\jyo rfKdio trae á la menitríi^M
nuevo huésped todos los infottuirioa^l^ «n-^ piea^ vida, al .tafl#-
m» tiempo qne le asegdr\ un olvido total* de •sus faltas paHí
A^defánte. En «t?gutda le pone en el lA/x» ^a plünchüéHi
de la jckise número 1, }a si *n|oniitte el primer m^« cumple exaé-
taníetlte con éus debe||ei>, lo «aseitmde á la ^íflÑf d<e hon4P;'pA«)
ftipor el contrario, es ]rictt|^ sn conducta, ^^jpkfcirnde á las clases
2, 8, 4,'segnu que tea nc^nario, y se le Ai^tlga tambíéti tútí priva-
dfoniA de recreo, de la' nM>jor Cdmidii, ó con^ encierro éli so tlorftvifti-
rio á pan y agtia. Eí castigo corporal se- aplica en casos uiuy espe-
ciales y por fultas de consideración.
iRsvántanse estos jóvenes al amanecer, cada uno hace mi cama
y'á una-campatisda salen todos al vestíbulo. Puestdl en 6'rden, Ve
dñ-igen al lavadero, y luüégo iil patio á pasarr revista de ropa jr aseó.
!||l seguida entran en la escuela, iofule hacen la oración ñeVa ma-
ñana, y contittíían en la enseñanza hasta las siete en veranb. Eil-
tónces se "permite un *cort6 descanso antes de almorzar. I]|iesp^8
pasan á los flalleres; dond% permanecen hiibta medió día: una hora
se destina ptya laf arse y comer: desde la una i las cinco vuelven
ofTa Vez á los tull^es: sigue ¿tra hora de recreo,Skíl q je pasan^'ce*
nár, y entian en la sala dt estudio, donde permanecen hasta las ochó,
' terminando al fin con la oracibo noXsiurnti,^!^ dirige el mismo sú*
perintendente. . • . *
• l>e ios lOO varones y G7 bifhíásque había en esta cfléa en 1S^5
ninguno bajaba' de'^seis años ni eacedia de catorce, y todds parecian
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í y. apliemioa; 104 da loÉPpríoiefot se btlMnii-f a km teNé.
res da liUaS) 67 faaeiando 6I»tos da-meial» 6 eran iMijNitf^ros» 2 sasWají
f ii astüban aaqpados an 4Í8tíiitas tareas. Unm aaaibíon da aeftoias
deja aiadad tiftiía á su ear^a la. iDif>acebn y díaoaaioo dal dt^rta-
wsmo á% aiñase aMtronas j^aiaasuas, dirí^t» la aoaaSanaa y vigilan
la^M^^^É^de aqaallas> OeáfHmsa ea haaar sii pfopía ropa, la de
hp Tafooes y en oirás hi^^i(^^de piasp. Los vlageros ^e Imd tísí-
lado M|«el .estaMeolfú^ato» Ssagiirao^mie la seceioh de las níias
ttaaa el aspeólo de mi <^leglO| y qtfe' la de los ravones parece aaa
fábrica: que- nada^eee la idea de la rtoleacia ni del caüiga^ sitio
qae l««io es ordfil '|4ky;la«ra%n la pHenerij^ actividad, y alegría en la
segoiMia* .^ •• •
Desde. eI.*orlgeh de lá easa^asti^r I f de enerb de 1885 haliía
la^i^é 1.120 varees /édO nifíai^ total 1.480. Las estradas de
reales eo 188^ aseendiero^g^taf^.G^ pesos» j lap salidas á 19.91 1:
Éa 1884 isontarojí las primeras á íib.éM y las seg uadas á 28i0t4,
síeodó de suponerse qm los ingresos los fornt n, no solo el prodiÉ||^
del trabajo de los niños» siao las asignaciones hechas por el Esisdo,
'y lassdeoactoiies dafins pnrtieo lares.
£o ISaaiaoiudiy) deFihidelfiaea||Ueei^ an ^4áMa/strsrA«éi^a-
iior jf ea$á de carreceionimraJóven9$ ,Ilmmeueniii^k tmitaeíon de la
de Nueva-¥ork: en ella se ob'serya an régimen de trabajo» de eas^
ñanm jde disciplina, qae office pocas diferencias. A cada jófen se
le señala una tarea, y rifándola concluye, es dueño de Irse al pi|fio
4 jugar, ó de seguir el trabajo, por el cnal sé le abona on tanlo que
sé te entrega á su salida. Es^ medida es preferente á cualquiere
otra, porque aumenta los estímulos de la apHeaeioo y sugiere laa
ideas de economía y de propiedad.
En esta caáa la enumeradoa de Isía clases comiéiiEa por el tté-
mero 4, y se aseiende i la tercera, segunda y primera al j6f en qae
ae maneja bien, sin que estos grados puedan darse en majKr nómo-
ro de uno por sen^ans. A los tres meses de buena conducta se as-
ciende á la ¿lase.de honor, diridida en tres categcírfas. Ouando la
conducta de un joven es* refiremiiblb, se le desciende de su dase 6 se
emplean los castigos, ^^ndiose también en algunos casos de los cd^-
porales. Las buenas acciolTes se recompensan con regatos de frutas^
dulces dcc. y con libros la apKcaoion en la escuda.
Sos talleres consisten en hermge de paraguas, claros áe dietaf,
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■filhiii «upotos T^eneuackraaeion á¿ libros. Lab jóvenes m oeipMi en
tas mismas labofes que en la casa de Noeva-Yoric A la \Swrm de co-
nieKodos los alunAfroa s» forman en hileras de á doS| se dtstrÜMijreii esi
-los bancos, y permanecen en pié durante la oración. A unn señal, tn-
man asiento simultáneamente. Durante* la eomda, no sa kabla ««a
sola psltbra: el qne necesita algo, levanta ^ jaano, j atsi^Mi^ gis-
ne el sirneniede laliftenf q«« es imo^d^Os misaios jÓ¥ea^ Ijm q«B
han cometido algunas falcM^ñe ecigen eroasttgo de privaron db
¡eomidai permanecen en pióalá lodo de la^pieva, preseneÑituio el eo-
▼idiable cuadro del buen apetito satisfeelio por lofta(^os. «
JSn B«»6to/i existe tamicen una €a9a dg9tfí$fgk»,^pmrm jóvenes
delincuentes, curo régimen es, semejante en un todo ni que.sa.nbser-
\a en los Refugios de Nueva«York^ FiladelAa. La íyiiea dilerencia
>4)ue se hftUa en la parte de ^u^lcion morftl, y lt>s medios empioades
ptra^sotur en los jóvenes los^ohtotgctitimientos del pundonor, é
iApimrles las útiles, ids'ts ..de* la di^fuad del honftre; Los Srep.
^j^umoni y JocqueviMe, on su interesante q^ra, sobf« el sistema pe-
nueociario de los Estados- Unidos, dan una descripción tan e|[acta
del sistema moral y filosófico, que con solo tca^ribir aquí e|gunos
garrafas, bastará para darl^ conocer.
*^Cn Bostón (dicen a^Rilos señorea) se hallan escluidos de la
>€asa de Refiigio los castigos corporalesy pues la discipliim de eaite es-
•tableeimiento es enteramente moral, y descapsa sobre, principios que
corresponden á la mas alta ñlosofia. 'Bodo se dirige á realzar el aliaa
«le tos jóvenes detenidos, y á hacerlos celosos de su propia estimación
y de la de sus semejantes. Para coiistu^irlo, se ha ideado el tratarlos
4»omo hombres y como miembros d^ una sociedad ci.vili%ada. Consi-
deraremos esta teoria bajo el punto de vista de U disciplina, pari|ve
IMS parece qi#e la elevada opinión que se infunde al uÁño de su mora-
'Udad y eondieion soeisl, no solamente es propia piira conseguir su
reforma,*sino que también es .el medio mas hábil para^bteoej* de él
na» sumisión cosíipleta*
'^Primeramente se halla establecia en la casa la m^zinifi ,de que
ninguno podrá ser castigndo por «na falta no prevista, sea en las le*
fes divinas ó en las humanas, ó en las re^glas del establecimiento. Hé
•aquí, pues, el primero de los principólos ^n materia criminal procla-
mado en la casa de Refugio. Su reglamento contiene ademas la
máximar siguiente:
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f^No hdUaaA) en el poésr h^cmine na oMtífo «nfioieiite prwi
eoiile«er Ifie fellu d« respeto á la DiVínídiH), al que se háfa ciifpii^
ye de eete atroe delitO| se le eeeleird 4e tode pertierpatlnn k los oí*
cios religiosos^ abandonando asi el criminal á la jestieia deDfoe, que
le «foarde eirU ponrenir.
# **iS%la eeea «te Hefuf to de Bóetevi, el fAñojtepnrzóo de los ejer-
eíeiúe reUgíeeoe» reeibe á loe ojos de sus ^Mj^dss, y en su prof ie
ofMon, el mas terrible de codos fes ^Mígos.
"Liiegnee previene qée no seta «mitida en nrngiine de los}6«
te«ss k» thntmoi^ de Ia9fa2ia$ de iue^eempañeroe^ y en el artículo ei-
guteirtese^refiqtfe ninguao será castigado per ana falta que ee*»*
ieee^»akieeaidad« Ademas, existe^n registro de moralidades, don-*
de eada lyMft figura con sus notas boenae 6 mnlas. Pero hi qntf dis^
tiogae esle registro del qa^^lJeiB en las otras casas de Refugie, es
qMe ea-BistiHi eada niil|^^Histra por ei misnio las notas que le
ceneieraen. Todfis las j^^^Mon rnterrofadoe euceekatnente les j^
tfaee prisioneros; eada uno debe pronunciar el iwHo de su eoiidi^||^
doMBte cu dia« ce«ftj(rnse i su deelamcion, se éstiende la nota en «I
Vk^K La esperieuei* bizo Ter que el j4?en se juKga stennpve á sí ini»^
ne een am^er severidad <pie si fuese JMgado por los etme, j tonteg
que 4 veeee ee preciso reforjar la serf^ridad y basta la injostrebí de
me ^sef ia aeaee«eía. Cuando 4ieaarén dWkultade» para clasificar el
grado de moralidad respectiva de los jóvenes, ó cuando han infringí^
éetki disoiplinaf se reoi»rre al j|»icio de doce jurados de eetiC los njls-
■JoafeÜisef que-pnmuiMrian eeala oondeaa d'la abeolaeioiv M acm»-
*^B» tedas lee ocMíonee en que se4ratf de elegir d» entre eftai
uo magtainiéaé an monitor, se rMnen to<lof, proeeden é la tieuiie»
f el caedidaie que ebúene la nayerid^de votos, es pfoel%mn<^ por el
ienie. Nada puede oompftritrse á la gfevedad cchi que^ eeiee
I d« dm afíos egercen sae fa wi^aee> *
- *fcttedias cKido deber analÍKar eii&sittentay notable por em ori»
fÍMilidMl» AdeuMe, ensie mai profod|Pad de la que á priaMra vi^
le «parece, erfeeios juegos poKtteos, en roóruo acuerdo ooi» las imeí^
tneiseiee cirl paía^ pdes «pitaá estas iaripi^eaionesde U nulea j este «jen
eíe¡p>pti0OEde fai littertad> eeanibaíiráu á q«e los jéreneardebneaiet»'
lea iM»en lo suiíike nsaa obedientes á leelejyea; j sin preoevpaff-
MM peréete meeltirie ppiliieo« na podeeios EAoeoe de reeoneser «m
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^274—
1^ flisienia eomo medio poderoso de educación momL EfeolüaMen-
le, e« fUkcil concebir el temple de que seráa cnpacee vam alimie jó^
▼enes, en las cuales ae Uan hecho vibrar todoa loa sentímieotoa pro-
ptoa para realrarlaa.
^yAdcmas ladi^sciplina poseo otras armas» que pone en i
los medios morales que acabaasos de iadicar, lli*gttn á ser i
lea. hw niñoS) cujc^jtt^cta es buena, goaan de gfa»dea prktte^
gios. Participan solosoe v^yon las elecciones, y solo clbs poedéto
ser elegidos. El ?oto de los^e pertenecen á la pria^ra dase, ae
cuenta. por dos, de cuya Tentsia no pueden encelerae loa demasi
pues de ellos depende el obtenerla también. Lot baMae^peii depoai*
tarios de las llaves mas importtuites de la casa; salemiibremeate del
estaUecirntento, dejan «u puesto en los parnges de reanidi^ía nace*
Sedad de permiso, se les oree bajo snj^^tñ en todas ocaaiones, y
ae celebra el dia de su nacimiento. fl^^Bh^ ^^^ buenos goaaa d«(
conjunto de estos privUegioe, pero tieNMMecho á algunea de ettea«
^^ „Las penas impuestasá la clase de los malos, son: prívaeiott df I
derecho electoral y del de ser elegido: no pueden ei^ar en la hafaka-
cioo del superintendente, ni bablarle sin su permiso, y les está pi^i
l|ido hacerlo con sus compa^ros. En fin, cuando se cree oeceearkt
se impone al delincuente una pena que le afecta BMCerialaiesle, ya
readándule los ojos; ya poniéndol^ssposas, ya enoe«ri«dolo ea ua»
celda solitario.
• „EAistemH de k>i| establecímientf^s de Nueva* York y Filadd6«
«nnqiM infinitameaft nuénos notables, es tal vez mejor, no porque ki
casa d?ttefugio de Boston dejemos de creerla admirablemente déri-
fMe, sino porque su éx«|o nos parece mas bien fruto áá hombre dia-
liagnide que la puso en pr4et¡<M^ q«e no eíeoto del sisteflia eo al »!••
mo. La oiiiOB de los nüos d&rante la noche, es an giave vicio da
ecte Refugio, y el siatcna que le establece, descaaaa sobre ana tcorfa
elevada q|ie se aventurarla dJIéodo, ai no fuese siempre cumpicadida.
Ademas, la reaüsacion del rátemc espone á grandes coaüelos, si d
aaper|iiteodente no sabe h^P^M^ 9u talento iameaacs recursoa para
Iffianfar de ellos; al eoalrario, en Nueva-York y Filadcüa, doade la
teoría es simple. £1 aislamieato por la noche, la daaüeaoíoQ da día,
el trabajo y la instruccioB, se coaeibaa^y se ejeftatan OeilnMi^ft ata
reqaerir ni un genio profundo para iaventar el sietoma, ni aa eafaer-
M coalÍBUo paia cqaibrvarle. En resumen, la discifiiaa de Bói«aii
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—275—
yrUnaw á un orden d« kleai mvelio mas elevado que Ya de Nnevff-
York j Füadelfia; pero no es de esperar que se encuentren siempre
hoflalNrea como el Sr. Wall* que la estabieeio.*^
Bies hemofl detenido de intento en eeponer laa bases sobre que
eatitt formadas Pas easM de correcioa de los Estados-Unidos, porque
ya es tiempo de que entre nosotros se trate d^^blecer este sistema
tfuo neceaitanioe, j p^A* supuesto, debeaQ|É|P^ner cuanto bnj de
Uietto y ttiil ei| aquellas casas da eonecsion, para que en su oportw.
Mdud se adopit lo que sea mas coaTenieute y mas conforme eon lái
ci^euoilancias parlicularee d^^l palb, sin desatender la ináoencia dd
cuma y ediéarflib Al pueblo que tun poderosamente gobkerMí la iii*
clinacion del himibre. l>»sgracípdHm^te hemos perdido una oportu-
liyild^|ite*o Tolrerá i^resentarft con iántn facilidad. Las amar-
guras, jrsÍBsubores, riftdi^AwDor fin al genio que pudo y que debió
mteiitar fhi eñsajo qiJlM^^VMimortalizado sus acreditados scrH-
cioB.
Si quieres progresar en tu efício y adquirir el nombre ge bjuen
artesano, no olvides jamas estas tres cuali'^es: Yf foriñulhlad en
el cumplimiento de tu pnlabra: 2 f Destreaia y hAbilídad en tu nuinu-
factura: 3 f Baratura en tu obra. — Para ser formal en tu palabAí,
no te comproiAetas jamas á lo que no pol^s hacer por mas que
quieras. Una ftz comprometido, no hagas i^s promesas que te pon-
gan en apuro. Piensa siempre aue tienes que cumplir lo que ofre-
chte. Trabaja todo el día y haz oAMus operarios trabajen igual-
' mente. BSsde oue nace el aol íiasta^ie anochece no dejes tu ofioi-
'na. Tos ftinnoTy tOs ój^s^o hacen todo; sin ti no se hace nada, &
lodo se hace despacio o xÉtv en elFa. No destines dfes determinados
para tagar, diciendo que il^Ata descaTnso el que trabajiu Durmien-
do ocho hbrSs en el dki, *se descansa la ter(;era»parteude liC vida.— -
"Min^i kar «rvet dft^ cíelo que tfl nlibe^el dit^^an at Criadmr con
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—276^
tmúM» melodiosos; ftAcuden su pluoiage y vnná tralmjar i
in úQ^íeda reposo al muncb. Justan el gramo piura son hi}os, «f io-
do y la pelusa pnra suá nidos, y tío se quejan del trab^io k-^pmM.
Criador las tiene deationdas. ¿ Aeaso el forríon ^ la paloma desean-
•an un diasolil de su vida? — Dios te ha dicbo que comerás catf «I
sudor de tu rostro ha|^qiie yoelvas á ia tierra «le que has sido ftomnf-
do.— Bl que no trabiKHjjftaue á lo méitps, tib subsisCéde «n enpilal
firmado por el trubiijo ó 'por la eeonomia, vivé á espensas detlioas'
hre laborioso* y es por lo mrisroo á la Bociedatl de ua feso insoporta»
t>lé.-«Si por tu ociosidad íultas á lo qaetience premetidOf'ta* aaree*-
do res bar á.n tu vida muy amargn; y estarás 4tcMlidÍ ó andaré»
1M*óf^g'>« J abandonado iu iaHer, caferás en descrédito. Rntretaato,
ii as perdido tus ganancias ^e muflios diaa^^tua inarclifffltoa«e'ftaa
i^tirado, y tu patran te volteará la ^^^Por el contrariot si. asas
-cumplido en ta palabra* aati se disim^^HpA defecU«s.dAus obras;
se dirá de tí: „TieiJe esta falta, pero no me ha perjudícalo." — Tra-
bajando así, llegaAs á formar un capital, y con menos fatigaf dis-
frutarás comodidad y crédito;
Si quieres ser hábil en tu ofíoio, sí aspims á perfeccionar tu
industria y á mejorar las obras de tus manos, instruyete^ pcocura co-
nocer muy pormenor kis matermles de qiiK.te wrv*s,*'%n mérito, su
cnlidiid, sus clases, éus valores, las mnn¡pulaci<ines fflas útiles y eco-
nc^i^pas j)fira prepararlrís y labfaAos.V^Mejora hasta donde sea po-
sible tus instrumentos, tus máquinas, todos los utensilios de que usas
para |f|l|bra. — Con buenos instrumentbs, con máquinas perfeccio-
nndas^Sr miihufacturíva se fabrican mejore?, en menos tiempo, con
menos faiig>i»y mas b^tas. — Dos principales medios tienes para
instruirte; el ejemplo y lo^br^. Examina todas 1^ oficinas que
jtertenecen á i\\ itidustr^i, sus talleres, sus aparato^ sus máquinas,
sus utensilios é in^truflRntos; mira si .en ellas h;illal algo de que pue-
das aprovecharte, y luego adóptalo. Si en ellas adviertes faltas, pr^
pon á sus dueños que los caf4Íjnil| qILos otro din, te ri^fidiifáQ con
sus consejos. — Sobretodo pl^Hü'a.fiajar.podfás.bacerliIPÁ antes <|e
establecerte, 6 cuando tu e8tab|Bcimien^^té.bi«íbarre||lada» Si4o
,el que viaja obatrva cosas nuevasi E^i 0<^ pais hay nsos, prácftieaf,
invenciones, adelantos que los deniadii^HTes nocopo^n* fiinii Jiia~
nufacturero, si uit. aflija estrangi^ro ó n^eioaalt qua baya l»echo
grandes adelantos ei^áli indtelriB,'piiBÍ6rea««Ari»»*tii*t« p%ifi'M
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--Í7T —
%B ^f rgikno^ de 0}*ren4er de él lo cfue tío sabes Observa cuid^dh»-
•tfiuf flRiétodot y fN-áctioaev la^enciHes y períeocion desut iesln^
■mstot, el UMO que hace de ellon, un economíiu^ sma ahorróte «ti aML
á« do'vivirl— *NA.rte8ajio8! ^«aebeis ^né naoione§ bao iieaho •masjtfk)»
imHoo en la indiietrial La« que han abienoaus paertoa y froDtcraaá
lea bombraa industrioBoa de todoai los pueblas; j¿s que no han pncate
tffftbas á U reaiánúioR lie tcMla claae de^|^^Hs iudtjatfialta* Sia
1h iniroduceiao de arttslaa estrA^g^eros ¿«^^ps sigka paaarino fiam
qiM4ioaotrosiia|pásaiiiA8 4 inFefaar« á descubrir á imitar io qisa eiloi
aifaaiil^Y «un eu/iiid)» iánfárainos á (Bste.(iui|to ¿dondeesiariaii yft á%
adelantados aqi^lloa^con quienes queríamos competir?....
*Oá4)iiafi«if^iii oeaa»4e que el comercio es4rig;ijeFi) «a VKkpohre'
eaf#e qtie Igota todo el numeraría, de que «olo deja en oantbio atiy
imauíl^etaras, 4e que é:<ta^^ruinan las del país ¿aabata hasta
eoflndé eftará^ esto? H«9«^^P '^ íflduscria estranjera se trasplanle
í:<ta^^rii
tsHrronar
á fiue«frQb8uek>, para de^ammár todoaa vigor /lozanía en esiatiec.
rn ?fr^; enrt^ttecid» con taotas prcrdaeciont^bue ni eonocawof»
A mucho nténofl subemos elaborarlas; ^st#qn^miUarea de familias
e^nnjeraft, cómo ei|^ltbr«8 de abejas lal|príosas, vengan 4<eatjil^-
eefr su rndtrstría en nttestro pfis» á^oifltivar-fiuestms campoe, &' elabo-
Tflrr y mnffñftwturHr stís prodircdonea: entonces se' fijarán, dtreolarftñ
entre nosotros esos caudales que sulen ahora en cambio de las. ma~
nufficturas estranjeras. No temuis4|iie es ts familias industriosas guar-
den-entre sí el secreto de sus adelanto?, y de la perfección de sus
manufacturas. Las grandes empresas indujitrialas no pued^ real^
zarse sin la cooperación de loa operarios del pais. Fuesa de esto, ca-
ái oficial estrnnjero que forme un capital, se^eparará, de sa m(\p6tro,
estableaeA'siM&fictiia ó^ «u t|iFW(;y^eiidrA}tie'ocup(vr áficiáleaMiel
pais y que easefiarios. Tddí^^mpresario estranjero que introdifeea
cualquier ramo de industria, necesitará tatiMlien como ausiliares 4
muchos artesanos de otra claffé, y los ocupará precisamente. El ne-
cesitará herreos, carpinteros^ albafíileSf ^*, para la nTantacion y re-
t^tátjcm d^avs infá<t^iiae, dh sua ifistrumaotós, é» aua aparmo^^jr
.-^iám^kCr^émm Mo^^ pteyo^m^ Ja iadinsp'ia an poca liegipo;
MiámÉasa ki indoaUiíi aatraijera noae ealablezen en owestropiíl'Si leed
^é^td0m hRi'^«e«ito «obre M descdbDfinieoios útiU» y económicos,
l^c^ot^Q «Hedao. lla.prQgreiiido ka ÍAd4ftfÍ« m otros puablot^ Lejos
Kb £iMfaM4 en iiiae<i#» má^Mjittas.^ ea ttMjoiMfvuftatfiM iáaCmmeiv-
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—278-
liw, inforiiraos prioiero si la miquina ó inslniíiiento que
kan aído ja iaveptadot^ si se pueden hacer en ▼aeairo pata, 6 será
flwa económico eaeargarlos ul lugar eo dónde ae fsbricao^ EJ mériibm
prÚKñpal de una maniifactura está en que sea á propóaUo para «1
uao á que se destina; después de esto se basca en ella que sea eom^
aiateote j duradera. Jodavla es necesario mas, j es que sea bernia^,
aa; bermoaa por st^^^^^por sus coloridos ó dibujos; hafinoaai én
fin, según la clase á^^^pi pertenece. Nunca llegues á oreeibque
lias adelantado en tu indu^ia cuanto podía saberse mi ella: te q«e^
dará siempre mucho que aprender; procmn» adelantar en tí^ cada
dia. •
Haa per mo4idrar el precio de tus obra^,. pero%|ttoea haata el
punto de arruinarte. Para que tus obcas sean baratee ef necaaürM*
que compres por major y c*m ciportun^^ los omteriiües; q«e pe|pi^
bien á tus oficialee, si son hábiles; es^^^B^rio, en fíu,. qu» aeaa miijr
90oa6mi¿b, que nada desperdicies, qo^^eAres un capital pana im^
jHilaar tu giro* Al^bpndo un algo cada dia, formarás estosaapitR
con él le- surtí ras K^pd^^á buenos precios; no pedirás adelantado M
Mpcio de tus obras; repoi^^rás á tiempo tus éiíj^umentos, tus máqui-
nas, tua utenatUos que esiéii deHriorades. Si gastas en un dia las fttr
nancias ée una semana, te arruinarás y serás siempre misftable.^.^».
^ (CMHRlCáM.)
- iili SlOIiO POSITIVO.
•• • • • • ,
P
a . . *
^ «Bs una anomalía y una burla ifkcoacelllbld de w^fH^
^segéiaknente serio» llamar r«Mi ^ un perro ññ rakw 5 jmIsh 4 ini
horaSre sin pelo: estas dos palabras son n epigrama cruel, Q«<«leo-
tado á la regla de formar loe^uaMntativos: ¿por qué ai á tfUihcnbK
muy grande se le llama íñltlbrM^ ú á uormudmclio foraido ae le ^-
ce mttckachm, no s^ne dirá rabún al use teega mucho ralm, fpeimt
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eMiarran la ifenm en eims misnms^ cuando en ímé c
té ton». Víettma del ewirtt« «iel s^glo» ó satkMA ce
é% ter el primero que ai6 uAUiñcacioff^^^l^u
^ Qae nuestro tigle deiere de loe pasflü^que
miumree^ la-#d«eaeion v lus ooaas no 8on4a8 mlimai
il i|ii« tenga mnclio pelol OJio debieron tener á lot judioi y á loe
pehHfiieroSf los que dienm stfnifioacíon á tales palabras ce» mengua
j eseániío de los largos rabee y pobladas cabelleras: est.is dos y el
adjetivo |H»tf»o# aplicado á Muestro siglo, eon las tres que creemos
encierran la irenia en ellas mismas^ cuando en las demás consiste en
el ton». Víettma del eyiritu^l s^glo» ó saj^^como Piri^n, kubo
turia*
los bombres, las
•i^pereSf la-#d«eaeion y las oosas no son4as mismasi y que ei el Gidí
4iera «na^eka por Valencia^ es posible que no la conociera ni en-
tendiera el dii^liUlo, asi como los ?alenqanos no lo conocerían, ni lo
emendhrínn á él, es innegable: de modo que no baj duda en que las
mugeree y los hombres^ la lengua, las costumbres y las cosas ban ? a*
riado eoanpletaasente. Bsto^escWiendo de la naturaleza que tam-
lien Im sufriflo (ó ganado)iptiaciooe8, es lo que compone el siglot
■prqne no lo fiirmau loa 100 años sino las revoluoionesi el carácter,
Akaeonteeimientee y el tipo que á cada uno lo (Mingue. Pues bieut
ninguno sino el nuestro ba merecido tal blasón^ el nuestro solo ba
sido llaoHido positirai y es enteramente opuesto á los otros en os*
ráeter mareado en ideas, en principios. ¿Qémo llamaremos ¿ los otros?
• 8i este es positivo sean aquellos ideales.
Uo tiempo en qae cara ¿ cara se buscaba al enemigo para la-
va»coB sangre la mancha de una palabra .irreflecsiva; cuando si f •
le eaconttaba dormido^ se le despertaba golpeando su escudo con el
cweirto de bi lansa y luego fatigados del oQmbate dormian los dos 4
la aofliU>ra del mismo árboU á el vencedor v^aba mientras reposaba
el veacidoc tiempo en que la palabra amigo tenia una súmificaeiocí,
y el pramiociMla solo era un contrato de proUccioí^ ^|b'ificíov, j
fkwfg; tiempo ea que el bonor de ana muger era una cosa sagradm
» la di? Inidad, la mirada de una dama valia una heñda, y por
«a beso ea so maao se tnniaba la muerte: cuandq una palabra sigai*
Aeaba una sola cosa y cada cosa tenia un nombre y Igs bombres de*
^«aa lo qno^nsaben y no dejaban de decir lo que sentían; ciiaadfe
al pador y el recalo no habia buido del corason para refugiarse ea
toa modales, y los bomlÉHfc alimentaban con pan, carne y vino;
aqael tiempo en que el coRRon estaba en la boca y la vénganse en la
espada, ao merece seguraaiente el mimbre de **ideal,**
Empero, no podearas darle el de ^'positivo'' porque positivo es
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0(*ntiettro en qité al hombre que se odia le le prega alai'
está V.< ñnnigft miot En que las palabras han siisiftaido á Ifisaceii»-'
Mes: en que se comen ideas, y el alimento principal es \m ílusiéDy en
que se calcula con la ruina de los demás, y se ftutdan liquexa» «obra
Jm escombros de fortunas destruidas; cuando hay naciones qwm del
papel han bscffo on|^tfas cosas que con sa deuda misBon snn»e*«
tan las rentas; nneS^^H|k^ que la^Krrra Ber haceeoa letrasi y eli
vez de balas se usa p^MT y en ves de hombres námen>s que rej^
preaenCan una cantidad dii#a; eifando los desttnoe <le4a0 naeisnaat
99M tratados y la suerte de millones de sifoditos se dtseetM|||^ feslindi
y'oonirileSy este es el siglo positivo* . j|^
¿Será tal vez que se le dé mas importancia qoc nunca ai Míiisesi
y que esta importancia constttuy^l positiirismo?^... Pobre i4ea iia«
marán de nosotros los siglos venícRrus suponíemto qma sea «íertds es
verdad que lo que hn perdido la aristo^cia lo ha gantdiy el ord^r
pero fa aristocracia no lo ha perdido todo, nr el oro há svdor aele se
heredero. Las ár|PI y la poesí\ han tenido su parte eirel deaplf»
que aquella ha sufrido, y el talento h.'i Iterado su influjo aun al ea«i«'
tro mismo de los hombres muy ricos, entiéndase biefi, que w» redne
no es el mundo, ni una pnivíncia es un reino, y ntuclia menos mta
ciudad es una provincia ei>ternr
De todos modos y cualquiera qoe sea el influjo d«f diMn>, no es
bastante para ganarle al srgfo el adjetivo positivo: el oro sitmprwlMi
ícnido valor, y con é! se han compr«<lo hombres y honores; los'pe«'
^es Obedecen ahora á los fíeos, como los obedeciair antea porque la*
necesitan; el dinero ha sido siempre una cansa tie pederfo y svperie^
rrdad; qu^á en este siglo lo es menos que lo hiBrn en loe pñwñéd^f
porque el^Peoto le ha usurpado una parte de su va4orf .lo que áirtee
valía solo fama, en el dia vale fama y oro. MurvIU», Cervarttee, O»*
moeiui, IVíílton, Boilean y Tasso, fueron pobres, se le daba' áetiaeec^
tesana fo que se le reusaba ñ un artiíita, y el oro se oreia dkanaiai»
para pagar lo que ho se sabia apreciar. Ahom se Te dan 4«TlM0ri
MO;WO frs. poruña obra que ann no ha publicado: Walier Sec^t^eA^
quiriií la nobleza y un titulo y una fortuna, por ntivelas que'sbe ú^
glos antes tal vez habriart sido premiad^fefcn missrna y iioÉibmr wmt
bailarina goisa las mayores atenciones dS^íutéemta M Nettet Éti4a*
tras otra rival suya se sienta en el dosel del presi^knte-de en^iaf^
Wicar y nna artista dramática es recíbide con eotusiasnn^ por le j^-
, Digitizedby VjOOQIC
8tmo foÍQa J la alia arislocraeia de íñ nación tnaa ariatéorata^ En úíM'^
§aü tíei»po^ ut«ito ba aícaoaado tamos triODA»*
Que oa ipglea.ó od alemán ríooy muy neo con inillonet de H^
kraa 6 mtlloaea de falUrest viaje de uij^aie á otro, j veamos tf stt
f iage es una carrera trionfal, si nn puebfo entero lo aelama^ y slloa
bqpbres de todos pairos j de toda» clase^^^eapan en sn venida,
como de tya^lictdacn>úUÍ9aó m «fpnH^^^to historíeosla adu-
jarán los que lo necesiten: los demás noJ^^Rn caso, no sabrán so
^legadaf y úIa saben la oirán, como oiri^n^HR cosa cualquiera: des-
pojadla ejg hombre de su fortuna 7 veréis cuan pocos lo reconoce-
rán ,«7 que n^^yu) tal vez usa con él, el lenguaj^THervil de otro tiem-
fo: pues bien^nno de esos talentos que llenan el mundo, á uno de
esos hombres que son de todos los países 7 da totlas las naciones;
^ presentadlo pobre, andrajoso 7 ^k* decid so nombre 7 este solo nom-
^e le valdrá adoración.
Nunca las ideas han influido tanto en los hombres como ahora:
^pafe^a,, cálculos, empresaa 7 espeealaeloaes, tal es la vida: no con-
tentes los hctfnbrea eoadestaader) las entrañas de la tierra 7 de lan^
Juirse á las nubes» querrán quizás un día variar de planeta 7 estable-
.aeran globos de vapores 6 electro-magnéticos para ir á llercurígi á
Venus, á la Luna 6 á Júpiter:.en todq^os pnatos babri g^nte? mer-
euriales» lunáticos ó Júpiter«..«. (entonces inventarán el ac^etivo) sal-*
-drán pasagerM para aquellos puntos dos 6 tres veces al mes, 7 ei aite
estará también poblado de viageros como lo esta ahora el Océano,
mmum lo est4 la tierra* La idea es tan ridíoala como lo hubiera sido
mhmntt eia« altos, decir que andariad veinte Itgiiss por hora unos aar-
«oa con 3M pasageroe 7 dos mü arrobas de carga, tirados por* é * • ••
vafwrt eosia despreciable 7 de hasta entonces solo se ifl^Q aprove-
diado las cocineraa 6 decir, antes que se conodeaen lonelescópids,
-qw ppdria f«rse diatintaoientB á siete leguas de distancia un hóanbea
^ si tenia patíNas 6 pelo blanco.
N« haeeffueho que en ana cantidad de este mando nuevorVH-,
láñi veté» rica, se reprceeat6 una comedia, tKnlada: „E1 Mundo en
IWOt" fué aplaadida con furor (al contrario, mn muj buenjiaoiw)
^g*i«
suplicándoles con misterio 7 humifdad que pasasen por la
aquai papel. £Uoa unas feces se dignaban darles una cita después
30
7 en ella se veía á las ^||^ta8 con un papefi^o en la «MWOy corrien-
do tiaa los hombres qa^VdebanihueÉ]^ tono 7 no lea hiioían case.
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de recibido el papel, otras nt aun lo recibían •'..•*. Bata .era una
profecía según unos, una burla según otros. . .. será loj)riinero?-.«
Oh, si llegase el dia en que el sexo bello corriese tras ^}f€0 sexo,
pidiéndole citas y eutreg^dole cartas....! lEutÓDces ai que ealaría«
riamos eo el siglo positivamente posi<ti;o!
lDlNISTRAim\ «EMRII. DC PW .*
^
\é^WA
%
Esta administración ha tenido diferentes formas desde ^f crel^
cion. Los primeros correos se Jtablecieron entre eate puerto j la
Coruña por Real decretó de 26 de agosto de 1764. La administra-
cÍQi| luvo sus buques particulares llamados paquebotes^ que eonstmía,
carenaba^ Jiabilítaba en elji^raje conocido por Talla-piedra en el
barrio de Jesus-Maria. Los capitanes de estos paquebotes eran per-
sonas escogidas j de crédito en la navegación, y sus* tripolaciones
gozaban de ciertos privilegios. Mas adelante se abolieron los paque-
botes y el servicio do los correos marítimos continuó haciéndose por
los buques de nuestra marina Real. Las calamidades de una gaerra
después de otra, los numerosos corsarios .que con el pavellon infles
infestaroi^flfcs mares atraidos de la rapiña, interrumpid de necesi-
dad la comunicación entre las colonias y la madrs-patria, y la oonas-
|K>ndencia de España navegaba siempre en la incertidumbre, entre-
gada ala merced del arrojado traficante,que arrostrando pelígro«^|^
sitivos, venia á las Indias buscando mercados parAus efectos. Es
yerdad también, que mientras el comercio prohibitivo fué la base de
nuestra administraeíon financiera, el producto de ks correos no pudo
ser de^mportapcia; Sjjs progresos han B|||ddo la marcha del tráfico
y de la educación de los p|¡|sUodfporquflma y otra han exigido ma-
yores y mas activas comunicaciones.
El primer administrador de correos que hubo en la Habana &é,
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—283—
inn Jdié AiitoQio de Afmona, con título dado en 17 de octubre de
1764, á quien entregó don José Cipriano de la Luz, que tenia el ea-
rieter de Corrt9 mayor de Indias; anexo ^fa plaza de regidor deett"
U ciudad con voz y asiento después dél^Pi ejecutor. El Sr. Luz en"
trego en 21 de lebrero de 1765 y desde entonces cesaron los regido-
res-de funcionar é int^enir en el ramo ^|^^s.
Es dü^m^rtir que antes de este ac^^^Bento se había eeta-
l)lecido y puesto en administración de la^^^Bacienda el ramo de
correos por Real orden de 30 de agosto de 1754, en cuya forma se
8<^uvo basta fines de diciembre de 1757, habiendo producido en la
Habana 736 |||Éhrs. y gastádose 850. Con ? ista de este resultado se
remató el en^prgo de Cbrreos como oficio vendible y renuuciabte en
18,708 ps. con inclusión de la m«dia annata.
El? el año de la instalación citado, ascendieron loe gastos y tueh
^B del correa á 20,70(!^8.— El importe de los portesde correos oree-
mos que era bastante considerable si atendemoe á las circunstancias
^ aquel tiempo.
En 1765 pagiiban las cartas sencillis de Espeña á Indias. . 16 rs. w.
'^ y las de Indias á España. • M „ "
Con estos precios no podian ser muy activas las ébnMink
nes, ni muy adelantada su ilustración y su industria dependie
'tfQfa y otra del bajo precio de los portes. ^
^>||l Elo el diá la oficina de correos de la H^ana está servida por
empleados que nombra el gobierno, y dividida en cuanto á su orga.
niaaoton en dos sistemas. Los correos marítimos peninsulares toe
soetiene una empresa particular que abona el 5 p. § de^s produc-
tos á la Reftta, en cuya oficina se hace el servicio pt^Vo, dando
Üranea la correspondencia oficial.
Comparados hoy los resultados brillantes de la Renta, con loe
lAqiánoB que tuvo en sus tiempos primitivos, podrá calcularse e|
asombroso prenso de Cuba debido á tantas y tan favorables circuns-
tancias.
El pMico ha visto e|^l estado de las entradas y salidas de cau-
dales en la Tesorería general de e8ta|M¿(al eorrespondiente al alie'
pasado de 1844, que pubiicamos effi^HjjjímoríaH de la Real Socie-
dftd, nám. 114, correspondiente al mesTfeabril ulümo, que hi adon*.
mstracioR de correos de la Haliana había consignado á cHn, como se-
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brantcft, émpmen de cubiertas sus perentorias urjétteiatSlOIS )pe.6^ra.
— Y téngate presente que los correos marítimos no #stán ea «u kK*
terveacion, y que el sostenimiento de los terrestres ei^4ia paisainca^
mióos 7 despablado, es es^piakíente costoso y difieil.
La administración de correos de la Habana qiie46 trietargada
por mucho tiempo, iy||ffg diera nn paso vi^Je de adelanto ó nía»
joramiaoto,' hasta l^^^^Bbn que el Sr. don^ranci^fQjilernsndes
Naguas como admim^^pR' general, j el Sr. don Santiago de Cape»
tiUo, como iotervento^Hsieron en movimiento todos los recursos de
pnyvaolioaa organización, y con resultados felices crearon nuevas ad-
ministraciones «n el interior, dando movimiento j^^a á todas ioa
negocios del correo. Permítasenos como un justo des^^o, tribuiar
aquí una señal sincera de respeto y veneración á la -mea^oria d«l se-
ñar CapetiUo^ del honradísimo gefe que se ganó al aprecio pMiico y
cuya muatte hemos sabido llorar. |^ '?
El destino ya estaba decidido en favorecer la admtniatraeioa ¿o
correos de la Habana; y la benignidad Real tuvo el mejor y nuis í|^
lix acieitoc^n llenar la vacante da^ *Sr. Capetillo, nombrando an ad-
ministrador general que con el mas notorio celo y empeño (fot el Real
8u|||É|. continuó los proyectos de sus antecesores, y creó otros de
si^^ue lia» mejorado y adelantado la Renta. El ha oreado nuevas
neffiíPstracioneR y receptorías, poniendo en comunicación las aldeas
y caseríos mns réViotos é insignificantes, ha establecido ua plan ge^^
neral da economía en todas sus dependencius é instituido los cartq||ift
distribuidores tan necesarios en las ciudades populosas y óe gran tra-
fica. Es verdad que estos g«fes han tenido la fortuna de verse au»-^
liados de subakemos intelijentes y pundonorosos, qtie han aabida
secundar i^Rniras, contribuyendo á la perfección y m^ofamianto
de la Renta. Para completar tantos bienes, hemos malo con placar
quB el alto gobierno, siempre atento á las prosperidades d» Cuba, le
ha designado para su contaduría k un empleado ilustrado, queÉp
indica en sus oparacioncH los deseos qi»e lo aaimnn Wpro del Mrví*
cío público.
La administración de correos de la ^bana, está montada hoy
baja los principios mas re<^Mndables de períf^eoioA y de acoii»«Eifa«<
Enouétitransa en todas ans^Hcfllas operaciones, religiosidad» des«
paeho, decoro, urbanidad ^Kpeño en rebajar el porte de los impM*<
sos para que los conocimientos se difundan por todtMS partes^ y ^^
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^ iT MtlMrtl^
—285—
l#s f^neraovmat que b& kTantao conozca^ á su Píos, i mi Baiiia y 4
, Uttiwmnwnte» fio olt idetnos que el grau Pit, el patriarca de loa
míniatros Ingleaea «a 4in io&rote 4ia coronatrefiriéiuloae álaseaun
d«k« aobrafita» del correo al eapre^a eii estoa téranÍBOs; ^'Talea pro-
ducto» deben ínTertirae eo esleuder las c^^^^uisíonea del Reino-
lAnd^ eato inaporu mas que ingreaarJoa^^^Baóvaría geoeial, y
«o aedtfe queeoa eaoasivoa loa coatoa de i^^HRvoa correoa^y me^
jorar loa aatif üoa^ porque ei benefíeio que ^MRn loa puebloa ea a»«
perior^átodoaecrificia." ' , 0
AprolmJla por 8* Hf. ^n Icm autóe de residencia qué Ae
' al Escino. Sr. Colide de ReTllia-Gfgedo.
^tMHar;
^^ ^K
»»<•» — ^^^^H
«FRANCISCO XAVIER DE ELIPÉ, DEL CO^
de S* M,^ su Secretario y_ Escribano de Cámara em eh Retti
tmmo d$ ¡as Indias.
Certtüeox q«e babíéadoae TÍato por lea Sres. del eapreande R^l
y anpremo Conaeíe, loa aetoa de la reaidencia públicS^ tomada al
SaeaiD. Sr. Conde de ReTÍMa-Oigedo, del tiempo que ejereió el eiH'-
pbe de firey , gobernadbr y oepitací general del Reino de la Nueva-
Ri9|^n, y la d||unda de eapíteloa que eotitra dicho Sr, Con^e piih
aiepoffi el Proci^Ar general y el Síndico del Común de la eiadad
de MéytcOi a«il)re 1^ obraa que mandó haeer eo la niiama eiudad
daraote an gobierno; oidae las porte», y lo eapueeto por au razan
V^^ ^* Fiacalf dieron y proveyeron a|^nciade6ii i tira, y un aafo
aMBada para que antea de publicar8e|V||p9fise á las Reales Manoe
de.S« M., qae todo, eeo su proc^ciiMon, es en los térmiuot ei^'
guffcMlett - .
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—286—
Sentencia.— «Viütos por los Sres. del Real y Supremo Conaejo'
de las Indias en sala de Justicia, los autos de la residencia pébUca jr
demanda de capítulos puesta contra el Sr. ('onde de ReviHa-Gigedo»
por el Procurador gendüil y el 8índieo del Comuu de la ehidad de
Méjico, acerca.de las obras que mandó ffacer en aquelhi copital dif
rante su vireinato, mA^ou que se |jecutarou, caudales que se ín»
virtieron en ellas, ^^^^Bjbsas; vista lu Real orden de 19 de fOñrao
de 1794, por la qc^^^MBncion al mérito y servicios del espresad^
Sr* Conde de Revilla-CRgedo, y 4 la pureza, zelo, desinterés y justi-t
ficacion con que hMia servido -el vireínato de Nueva-Bspaña, a^ dig^
u6 S. M. dispensarle de la residencia secreta, y mandar que se pu-
blicase edicto para que si algunas person^tuvio^n q^pedir contra
el indicado Sr. Conde, lo ejecutasen dentro de cuarenla dias, y que
oyendo y sustanciando las demandas que se interpusieren, avisase el
virey y las resultas: Visto lo- resultante d4ki indicada demanda de
capítulos, y los documentos y pruebas producidaappor una y otra par*
te. La Real orden de 28 de febrero de 1799 con que se Kemilieron
]o8 autos al Consejo para que tuviesen en él el debido curso: Lo ac-
tuado á su consecuencia en este tribunal, cuanto ver c^kino, oídos
fBltedos los abogados de las partes, y el Sr. Fiscal: Fallamos:
^KmoB declarar y declaramos por respectivamente voluntarios*
Hhdos y calumniosos los capítulos de la referida demanda: qim
obras de que en ellos se trata; y se han ejecutado durante ^^^^
biernokdel Sr. Conde de Revilla-Gigedo, á iuipulsos de su parl^^^^
y singularísimo zelo, actividad y amor al bien comunlt-que ha t^l^^
pocos ejemplares en su.4 antecesores, y hará época en la serie de
afelios vireves, han sido muchas de ellas necesarias, otras (kiles, y
todas couiffientes para la salud, seguridad y com^idades de loa ha-
bitantes de aquella capital, su adornopy hermosura, limpieza y bnesA
policía, deseada por. aquella ciudad y sus viñByes, proyaeíadii y eai»
pozada varias veces, y nunca llevada á perfecU eí|Mieion, com^lm
■sisma ciudad, su Procurador general y et Síndio^KComun lo ma-
nifestaron repetidas veces en los espedientes fori^uos sobre algonaa,
y las principales de dichas obras, dando gracias al Sr. Conde porque
con su eficacia, amor y ^^^rocuraba las ventajas y adelanlei^hnr
tos de aquella capital, fuo^Bdo lo que la cttidad na había p4H^
sin embargo de haberlo desKdo^igeutísimanente, y eatar obligada
á ejecutarlo, dándole las ma» siiiceras y espresivaa gracias pMr e&
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nuvor y atdiente zelo que tenia por el bien de nquel público, sU (^n^
yeclio y utifidad, proporcionándole la^ ventajas que 0e ad?ertian en
8U8 providencias, efectos todos de cu infatigable celo por la causa
teomnn* que se estendia liasta solicitar la h^raosura de aquella capí-
tal, quitándola los defectos que padecia, y que tanto contribuía» á la
«alud pública y general beneficio de sus bflw^s, con otras espre-
«íones de esta naturaleza, muy contrarias^^^^H que se ha asado
en la demanda: Que por lo tanto, lejos (MB^responsable ai Sr.
Conde por alguna de las cantidades invertidas en 1^ enunciadas obras,
es acreedor por su conducta, infatigable 2elo y actividad con que
proporcionó á aquella capital tantos beneficios como r^ultan de los
autos, y son ||áb!icfe y norrios á los mayores elogios^ y^rpétun gra*
titud y reconocimiento de aquella ciudad y todo su vecindario^ como
igualmente á que sus particulares méritos y servicios, sean atendidos
y premiados por la sufWma justificación de S. M, en las personas
•de sus sucesores, ya que no pueden serlo en la del Sr, Conde, por
su fallecimiento. Condenamos en todas las costas causadas á la par-
le del Sr. Conde con motivo de esta demanda, á todos los sugetos
mancomn jTdamente que compusieron y firmaron la Junta ¿^ ^'ét,
enero de 1705, en que se acordó ponerla, á cuyo electo se titüoria^
por la Contaduría general, las ocasionadas en el Consejo, y ^e vejí-
g^rá en Méjico la misma diligencia 4 consecuencia del dtep^clij^
iMre, por lo respectivo á las causadas en squella capitnl; mnn-
que por los mismos sogetos que compusieron la relerídS Jun«
, ^lenteft itfancomunadamente en las arcas de la ciudad cuanto
de sus fondos se hubiese estraido para gastos de esta demanda, re-
mitiéndose testimonio al Consejo de haberse asi verificado: T lo aoar-
dado. Y por esta nuestra sentencia, qtie se consultará á S. M. antes
ds publicarse, definitivamente juzgando, así lo proveemos, manda-
mos y firmamos^ — El Conde de Pozos-Duices. — José Antonio de
.Urílnr,— ManiMLdeSoto. — García Gómez Xara^
PnoNUNCi^^p. — Dada, y pronunciada y consultada á S. M.
en 20 de marzo de ^ste año, la precedente sentencia, se dignó apro-
liarla, mandando que se publicase, como se ejecutó, haciéndose sa-
bgrfMas partes; y no habiéndose suplüado de ella, y pedido por la
dJMncino, Sr. Conde de Revilla-Gigedo^ de Güemes que se man-
dase llevar á puro y debido efe^É^ustancíada legítimamente esta
instancia, vista por los Sres. del re^ndo Consejo, con lo manifestado
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—288^
pof el Sr. Fiscil, proveyeron en 8 del corriente níayo, «1 áúto ssgtittf*
te; Llévese apuro y debido efecto la sentencia del Conseja proMm^
€Íada en oeho de abril,
^'La reJacionadOf xOnsta moa por este neo dt Ion m^néktuaáotf
éutoSf y cuanto va inserto corresponde con susoriginaleSf que paran
cu la escribanía d^^Hara de mí cargo; y para que conste doy Im
pteaenie 6n Mad^^^B de majo de 1602* — Franmseo Xavier de
Elípe:' ^^^
^SCRIBiNOSfPROCHRJMREfi.
Estando bien instruido de que los escribanos y proeoraJores dal
Utiáaero, lejos de degradarse por su ministeiio de los deteobos que iei^
«orfesponde de honrados ciudadanos, y de la dfstrneion da orígaft
^^^^unos poseeni solo en ra^onr de ejercer dichos olcios; cum^
^^^^^Kb6 laa \ey^9 y reales ¿rdenea que nos gobiernan esactamentOf
t^^^^Vencerian sus desafectos de la injustída é ignomnera con que
a^^Men considerándolos en ménoa valer y confundiéndolo» 6j
riéndolos igualar con los pica-pleitos deaprecrabfes que son el ]
objeto de todos mis pensamientoa, porque ios abominen y detesto
'sa de oue millares de ocasiones han ITegado á mis oídos fbs gel
dé la viuda, y los cíamoreeí del huérfano que tuvieron la deegracia dar
Imber caido en sua garras»
Las consideraciones y privilegios que tiene oomeedidos el Rey
nuestro señor á dichos n^itústros, como oficiales poseedores de oá^
eros de pluma vendibles y rennnciables, son termiiiantea eii la. Reftl
cédula que copio. En ella veta el lector que quieM^^ M. que se lev
mire y trate como ofíciales subalt^nos de la mil^^civil^ y declars
qire lea corresponden iguales privilegios que á loa oficiales que bítimíii
en fa milició^armada, fundándose en queatmque los pcvseedores de
tales oficios tengan el doiifltiro útil con las limitacívne» que P^^^*"
ben las leyes, no se hallan autorizados para disponer de elkMrsc
firbitrio por conservar síempreM|^ona el dominio directa con un
rferecbo espectativo de reversión, deseando conciliar (dice la cedida).
ito^^BL
irelMr
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Ui iwliwnckm de eatos oficios en beoeficios de mi Real Hacienda» el
de la causa común, d&c., ^. ^
Auto de obedecimiento. — En la ciudad de la Habana en prime-
fo de febrero de mil tetecientos ochenta y o^o: £1 Sr. don José de
Eepeleta y Galdeano, caballero del ¿rden de San Juan, subdelegado
de la 8nperintendencia«general de correos gpstas y estafetas, juez
protector de la renta de ffbacos y de la re^Htopañla, gobernador
de esta ciudad y Gap¡|an general de la isla <^^Hf y provincias de la
Luisiana y dos Floridas por S. M. dijo: Qíienarecibido la Real cé-
dula de que se pondrá á c<^tinuacion testimonio fecha en San Lo-
renzo á quince de octubre deNÍfefio prócsimo pnsado, por \n cual p|p.
hibe S. M. toda impesicion de censo ú otro gravamen sobre los ofi-
cios vendibles j renunciables de e&tos miuo8,y aajtnisnio ^^ sirve de-
clarar que en tofios los cesos de interinidad 6 nrrerii]a|nieiH(> de les
oficios de pluma vendióles y renunciables, ee reparta y aplique el
líqujdo producto de ellos después de satisfecho el que los sirva entre
la Real Hacienda y los ititeres^dos particulares, con la misma pro-
porción que 1^ adjudicaría el valor principal en el caso de reíoste,
según el espíritu de las leyes; pero con la prevención de que se es-
cuse en lo posible el poner en arrendamiento estos oficios racaiíie^,
conforme á lo dispuesto en varias reales cédifcs, y finalmente que
DO puedan embargarse mas que la tercera parte de eniolumemfit y^
sueldo de los tales oficios por las deudas de sus poseedores, y obede*¿
Qfftido su señoría con el mas sumiso respeto y acatamiento debídot
W esplicada rffolucion soberana, mandaba y mand¿ se goardci eum*
pía y ejecute puntualmente, y que para su efectiva observancia m
participe en la forma de estilo' al M. I. A. y 4 los Sres. alcaf&es or-
dinarios, y se notifique á los escribanos del número, sus tenientes y
anotadores de hipotecas, y que se libren despachos con su inserción,
y la de este auto á los gobernadores de Cuba y Trinidad, tenientes
y justicias de la isla; pubficándose por bando solemne en los parages
acostumbrados, y lo firmo con el Sr. su auditor de que doy fé^José
de Espeleta. — José de Cartas y Texerina.— Ante mi, Ignacio de
Ayala, escribano interino mayor de gobierno.
Oficio — De acuerdo del consejo remito á Y. 9.j|tor principal,
el real despacho general adjunto de 15 de octubre pro¡JPu> pasado,
prohibiendo por regla general toda impoJicion de censo ú otro gra-
vamen sobre los oficids vendÜÉ^ -renunciables, y deelarando la
^^ 37
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parte que en caso de interinidad 6 afrendiiiniento, delbe reservarse á
8U8 poseedores sobre las utilidades y emolumentos do los mismos
oficios y la en que se podrá hacer ejecución por las deudas que tu-
viesen con lo demás q«e se espresa, y de su recibo jne dará Y. 8*
aviso para ponerlo en noticia del mismo consejo. — Dios ^HiH'de i
V. S. muchos años.— -^adrid 24 de novienlbre de 1787. — ^Antonio
Bentura Tarancio.-«|^wobernador y capitán general de la Habana*
Real cédula,^0ffr^E^Y: — Por cuanto mi real audiencia de
Goatemala me hizo presente con testimonio en earta de 21 de no-
TÍembre de 1781T que de resoltas de hab^ renunciado en mis reales
ritonos D. Antonio López Peñalfór cffli de las escríbunías de cama,
ra, en e I I||ihrf|k^ nombrado interinamente á D/José de la Parte con
la mitad (^BT utilidades, apocando de la otra mitad las dos tercias
pár;^es par^lwatísfaccion de los réditos de l||| gravámenes que reco-
nocía ^obre si el oficio, y la restante á mi Real Hacienda, como se-
gunda renuncia, todo sin perjuicio de las diligencias que dobian
practicarse en el gobierno para su remate y proFlsion, manifestando
con este motivo los perjuicios que diariamente se esperimentan de
que se hipotequen los oficios vendibles y renuneiables, impongan
^ÉH^^obre ellos, v se haga ejecución „pues de^aquí era su poca
jffiBHBt'^i corto valor^' y falta de curiales de probidad é instrucción
"^'^n loa lüiliimales á causa de mudarse todos los días, resultando ade-^
m^^ daños / pérdidas de los acreedores á ellos porque con el favpr
y protección que suelen tener los deudores con los juyes, se atrasa^
y confunden las demandas; por cujas consideraciones propuso como
iitil y necesario me dignase prohibir por cédula circular el que se hi-^
potequen, obliguen é impongan censos sobre Igs oficios vendibles,
declarando que por las deudas de los que los poseen y sirven solo
se pueda hacer ejecución en la tercera parte y no en los mismos ofi-
cios *'como oficiales subalternos de la milicia civil á quienes parecia
eorj?esponder iguales privilegios que á los ministros de orden. superior
según se vitrificaba con los que sirven en la milicia armada.*' „VistQ
este asunto en mi consejo de las Indias, pleno de tres salas, con lo
que en su intelígeacia y de lo informado por la contaduría general
espusieron mis fiscales y consultádome sobre ello en 6 de julio c^
este año teniendo presenteeque aunque los poseedores de los oficios
vendibles y renuneiables, tengan^Upminio ^til con las limitaciones
que prescriben las leyes, no se flMn autorizados para disponer de
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-291-'
•I 4MI á «ti arbitfMi, como de cuai^taquiera otra finca de su patrímoiitOii
por oonsenrar aiempre oii corona el dominio directo con un derecho
•apectativo de rebarcion á ella por causaa diferentea qite puedan ao-
liDevaiiir; y d«8eaiido conoiliar la eatimacioTí de aatoa oñcioa en bene*
ficio de mi Real Hacienda, eh^^la causa oomun y de los particulares
J que recaigan ^n perdlAu i^OTieaa" para sikdeseoipeno, libertando
á loa «rreedorea de loaTíéagoa ¿ q4ie ae hnlj^Hkpu^tOf con talaa
Mya en el caso de la caducidad por falta d^miiicia u otro de loa
motivos que «atablasen laaÍM^ he resuelto prohibir por regla gene-
thI toda imposición de cei»Mú otro gra?ániea ^aUra lus nfiüiüs vea-
díMes y rehunoiábles de mis ^uos de las Iiidiní^, y
peela «I derecho que en caso de interinidad ó anca
aer?arse á sua poseadme a44)re las utilidades y vnl
miamoa afioioa, mn einM%o de que por Real cíniíilft d
de 1733 asp«dida á n^ virey del Perú, audiencias y oü
aquel reino ctin motivo de lo noaecido en un (ficio de escribano de
eánMlra da mi real audiencia de Quito que fué D. Pedro "Sánchez
M.ildttUado, y recayó, por arrendauírio en D. Patricio Villamil y Ta-
püa, fui serfidot pr^euir qiie en hingun tiempo se permiue/^ü 4^ no I
herederos en los oficios vendibles tuviesen parte alguna en »ti# amut'
damieotoa „^ Fcnido an afjrohnr lo acordado en eJ part¡ciil4r'p4| Qli
renl audiencia de Goatemala** declarando asimismo por piuito ^ene-
Fal>^ aonio declaro, que en todos \o» casos de ioterinidml <* utrw.^lfí.
nRanto de aCdia de^ pluam vendibles y reiiunciables, se repartan y
aplique el if^uid») prod^icto de ello^ después de satisfedio el que lo
akraa en est» mi Real Hacienda y los interesados particulares con ki
misma proporción que se adjudioarie el vidor principal en el caso
dbl leteaíMI, «egun^l espíritu de las leyes; pero con la prevención de
que se e^tme'en Jo posible el pooier^n arrendamiento estos oficios
vacantes conforme -á lo diapueato.'en varias véales^ cédulna, y finaJ^
mente declaro que ,,no pnede embargarse mas que la tercera parte
de emolumentos sueldo de los tales oficios por las deudas de sus po-
seedores:" Por tanto ordeno y mando á tnis víreyes, presidentes, au-
diencias, gobernaderes, intendentes y oficiales reales de mi reino de
Jas Indias é islas Filipinas y demás á qnienes tocase el cumplimiento
de ló resuelto, y declarando en esta mi Real cédula que le guarden,
observen y ejecuten y bvgan guaflÉ^r, observar y ejecutar precisa y
puntualmentesin embargo de cualquiera cédula ú órdenes que hubie-
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_2M—
re en contrario y por ler asi mi voluntad y qiM de eata «e tome razón
en la mencionada contadurfa general fecha en tan Lorenzo á 15 de
octubre de 1787. — YO EL REY. — Por nrandado del Rey nuestro
Sr.— Antonio Bentura de Taranco; y al pié de dicha Real cédala ao
hallan tres rúbricas diferentes, ^ ^
Tomóse razony^ contaduría ge ijfljk^e las India». — Madrid
2Q de octubre Je Í^HpD.'Francisco Machado, concuerda con sua
originales quepuse^Oa secretaría del Sr* gobernador y Capitanige-
neral á que me remito. Habana 1 f «|^|||^^rero de 1788. — Signado,
Ignacio de A yak, escribano interinc^^^bierno.
Ceí^oÉmiP el bando antecedente fué publicado en los puestos
púbri€0|^^^^BLudad á son de cajas de guerra y demás instnitnen.
tos i^lico^^Bel ricoropaüamiento de un lünuete de dragones, una
manga dJ^^rtELilema, y otra de fusileroMÍ que asistió el teniente
B-i^omás Gártía Barrera, ayudante de la ca§ítanía general. — Ha-
bana 7 de febrero de 1766. — Signado, Ignacio de Ayala.
En la Habana en dicho día lo participé al M. I. A. estando en
acuerdo ordinario de que quedaron instruidos.— > Doy fé, Ayala.
^^^En el mismo dia lo participé al Sr. D. JuanBautista Lanz al-
^^^Mdinario, doy fé.
I^^^^R dicho dia lo participé al Sr. D. Pedro Morales, alcalde or-
^^HRo, doy fé.
En dicho dia hice saber el auto y Real cédula anterior á los ef-
eribanos procuradores, D. José Antonio Boéqueé. — D. Manuel Ita-
fael Ramirez. — D. Felipe Alvarez.^D. José Marín Hodrígue7. —
D. José Rodríguez. — D. José Díaz. — D. José A}varez.^D. Tomás
García, y quedaron instruidos, ^oy fé.
Es conforme ásu originnl que queda en el libro deikiiidoi da
mi cargo á queype remito. Habana 16 de febrero de 1798r-*StgMi-
do, Miguel de A]^ala, eíNsríbano mayor da gobierno. -
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— 9«3—
ANTIGOEDIDESDEL ril8.
¥^
Cdbiido de 3 de maifo de 1556. — Fué ncordado que al tiempo
que eatrao Ba?ioa en e^|g|i|^ muchas personas de ella, entran en
tales navios luego comi^i^^Ptodo con efecto de atflivesar j com*
prar todas las mercaderias ^K traen para voh erla3^u!g||uder á los
▼eeiflos, lo cual es en perjuicio del pro comua de t^^^^BSnde acor-
daroQ j mandaron que de Koj en adela iite nin^j^^Htiia sin li-
cencia j mandado ae^^aierceá el Sr, Grib€rnni]or,^^Bna de vein-
te pesos, sea osad^Jde entrar en el tal navio ó oñ^^ \ porque
ninguno pretendeP^orancia mandaron que se pregone pública-
mente en la plaza publica de esta villa el primer domingo que viene,
)a cual dicha pena se aplica de esta manera, la tercera parte parala
Cámara, la otra tercera parte para obras publicas, y la otra tercera
para el denunciador, j que solamente pueden entrar los oficia
Rey que tuvieren cargo de cobrar sus derechos.
iak^el
Cabildo de ilde mayo de 1556. — Se acordó, que por cuanto se
espera presto^endrá la Armada que se va para los reinos de Espa-
ña á^ste paertof 7 suele haber en el vender del pan y carne en los
precios dello álgun desorden, y alfünos acostumbran á venderlo en
mastfde 16 que es justo, y conviene que no se dó á mas precio de eo-
mo Btiele ^aler entre los vecinos y otras personas^ue lo compran y
parece por información, por el Sr. gobernador re^pida valer y haber-
se vendido á 2 pesos la carga de pan casabe, y la arroba de carne á
B rs. y 10 r«% conviene moderar lojiusodioho, por ende mandaban y
mandaron, qne no se lleve mas precio por la carga de casabe, que
M rs. ije pkta y por el arroba de carne salada 9 rs. y no i mas
preeloy asi lá vendan por estos preoios á laiMclA Ariiiada;y á4os
navios que a^^ora^átán en camino y -compf arlo quieren, so penn de
2 yso* de oro á la persona que ae haNar^ haber v.eq^ido el dioho
oasabe la carg» & marde lo»; dichos 2i rs., y eLaf roba de oacoe i
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— »4—
mas de los diches 9 rs., bajo las penas en cuales incurra la persona
que lo contrario hiciere, aplicadas la tercera parte para la Cámara
de S. M. y la otra tercera parte para las obras públicas de esta villa
j la otra tercera parte pura el denunciador, mandóse pregonar por-
que venga á noticia de todos.
Jt ue ffSbrí
Cabildo dtZi áiAuíio de 1556. — Jt ué ffrordado que porque en
esta villa de la Habanadespues que los fVanoeses la destruyeron, ha
quedado muy disipada y desproveida^ÉMUtias ofensivas y deleDal*
vas y convierfe que los vecinos y hic^HIb de ella, y qne eo día
habitan J^(y»4<|^n tirngan sus armas, fffra con que poder resklír y
ofender a Tus enemi^'os franceses y otros corsarios sí á ella vinieren, y
estén bien Ttpv^Qibulf^s de ellas, que se baga para ai dfa viernes pr6«
zimo veJLt[l^%C|iie se hará Cabildo, la lista^^copia de todos los ve-
cinos y rntFfKfi^rii'^ 4] lie en ella hay, para qne aijí^Lj^ecba se reparta á
cada uno que antes que en el Arninda se vay% puedan comprar y
aprovecharse de las armas que se le echaren qaetengn.
Cabildo de 18 de stticnibre de Í556. — Antonio de la Torre y
«Inostrosa y Junn Gutiérrez regidores de esta villa, pidieron
rced el Sr. Gubcrnador y dijeron, que por cuanto ya á su
le es notorio la paz qne 8. M. ha sido servido hacer con el
Francir^ que ansí mismo se tiene noticia de no haber cor-
sario francés ogora por estas partes, y que ansí mitmo el invierno
sobreviene y que esta villa y vecinos de ella están gaslfiaas y cansa-
dos, ansí por el daño qiio de los franceses han recilndo» coma ^ las
velas que han tenido y guardadonen esta vill» y puerto, y pu^s poi;
rasvnn de la dicha paz, y no se tener nueva do ningún corsaria, se
pu^de sobreseer la vela que ha habido ó alguna parte de «lia, que su
merced moade ^m se sobresea por. algún espacio de tiempo ó á la
mónoa aliviar parte de ella, pues es eosa de que los vecinos reoibao
merced. Y luego incontinenti vigto por su merced del^ieho :Sf . Go-.
bemador lo pedida por loe dichos Sres. R^^gidoras, y víalo qUe le*
onusta de lo susodicho eoo parecer de los dichos Srea. Regidorea fM
acordado per so ifl^rM) del éitho Sr: G<r>betnador y Regidores fft»
di, aqui adelante, hasta qué otta^cosa se provea sobao eafas mandaran
que vele de día tm homhmt efl el Morro, y de ivoolíe á9trhmikr€t^T^
la Osíl^ta, y laa demus velas se sobresean: así l0 mamlailin.
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^
Cabildo'de I i de diciembre de i55ñ. — En egte Cabildo se lej(ó
lo siguiente. — Yo ÍKego de M^zaríegos Gobernador y Papitan ge-
neral de esta isla de Cuba por S. M, dbc. Hago sábela tos Juan de
Rozas mt lugar teniente y á vos Antonio de la T(»rre y Juan Gutier-
Tez regidores de e«ta villa d^yn Cristóbal de la Hatona y á cadi^
uno y dinlquiera de aVqfl^Br-informacion bastant^ue he toma-
do, he hallado que dSpber alcaldes en esta dicha vilíade la llába-
na se han seguido y siguen muchos alborotos y escándalos y injusti-
•Mis, de qu^ Dios y 8. MJ^isido deservidos y esta villa |^a recibido
notorio agravio, y por el^^H|B, y porque á mí como tal Goberua*
dor toea esousar loa dichoimNirotos y eeeáiydatofi, yprovccr como
€tta TJIla y goberuacioa esté mas en juj»ticia, quituijf^^^a en »cr-
¥Ício da Dtoi y de S. M. tan en tanto que ^. !M. sobre eflo^a iníor-
«Sido y pro....y roamle lo que mas fuese gf^rvulo. Yts ha stíspentlido
im ^iehos Aleaides«^la elección de ellos, por tanto tuandü á vos, loa
éickosmi lagar teniente de goberaador y Regidores de esta digha vi-
Ha, que el día de añl^ue? o primero venideíOi principio del año da
I5&7, os jimteÍB ea vuestro Cabildo y Ayuntamiento según qi^e lo te-
lieiadQ uso'y costumbre, y votéis y elijais^Regidores, cuales os pa-
reoieron mas convenientes al sardio de S. Mi y bien y pro de esta
y^ila, para quo estos dos regidores sirvan el dicho oficio de Regid^tf
JMBtamente con el dicho Antonio de la Torre, regidor perpétuo,^Kro
eJijais ni consintáis elegir Alcaldes ordinafioÉ, ninguno de ftlios so pe-
na de 500 p^ de oro para la Cámara y Fisco de S. M. á cada uno de
vo9*«*4o contrario hiciere, demás de las otras penas en que caen é in-
curren aquellos que no cumplen y esceden de lo que su justicia ma-
yor les suele mandar, que es fecho en la villa de la Habana á 2 dias
del mes de octubre de 1556 anos. — Y otro s(: os mando elijáis Pro-
curador de Consejo y que sea tal persona que convenga al servicio de
Dios y de S. M« Fecha ut supra — 'Diego de Mazariego«.-^Por
mandado del Sr. Gobernador. — Francisco P^re2ME| Borrólo, escri-
bano publico. m
^^f»»-
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So^c
— 3M-
Contift&an lar\ipuntaciones del librom^MiserUo de Hernando de la
Parra^ (mg^lado su lenguaje y e^mjftj^^ea en que láe publi-
camos. ^ *^r
^ 1598 á 1562^
.•...^•. -^^-....que 86 eaperen de lar
]«l«*e8pañola. Las lluvias y los huriÉ^^Bb sueedeD unoii á otros*
Desde el din t ^ \^^*^%^ el 24 de oct^P^159b) no han cesado las
aguas. [.08 |,:> ' on coD asombrosa admiracloD, las labranzas
se levrirunti oiágiCHiiu i^te. Aquí no se conocen ni son necesarios loe
abonos, fu jg^ulo/.ji ^<vlo trabaja y sin las penalidades y fktigas qoe
cuesta Li] 14^301^^1 J''^? *^1 cultÍTO de las mieses, se cog^ndos cos^hae
al año. Los bosques ila Cuba son frondosos y sus árboles de una
construcción estraña para el Europeo. La ¿itba es el gigante de
ellos, y. aunque lu madera^s inútil, sus brazos y follage son bellos y
pintorescos, el refugio mas precioso contra los ardientes rayos de oti
sol abrasador. L^ fornida caoba, fl elevado cedro, el ébano, el gra<-
naáj^, el magestuoso coco, el guayacan, el ácana, el rompehachai
el coposo tamarindo d^c. son leños hermosos, de valor y de ntílidad
que por todos lados abundan y que en todos terrenos vegetan con
magestad y lozanía. En las costas del mar y sobre suAnismas are-
nas nacen unos arbustos que producen unas cerezas grandes que lla-
man icacóes, es en muchísima abundancia, las hay rosadas mas 6
menos bajas, omarillas, blancas y negras, y como sus hojas son ver-
des semejantes á las del laurel, y la planta de bella y proporcionada
$gura, ofrecen ala vista del Europeo un paissge risueño y encanta-
dor. En las misi^u playas aBundan otros árboles que dan unas ce-
rezas gpqueñas fl^as del mar) y los parages cenagosos de ellas están
sembrados de mangles y de un mortífero árbol que in&sta las orinas
de un fruto que llaman manzanillo, que envenena los peces y enfer-
ma al hombre que se alimenta de ellos. Es increíble el numero de
cangrejos que se cria en estas cercanías y el ruido que hacen de no-
che entrando en el poblado, buscando lae^ inmundicias y asquerosida-
des. En Cuba todo es bello, nurvo y encantador para el que viene del
otro hemisferio y se acostumbra á la vida pastoril: La caza es abun-
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—207—
fkMéBi feg9 fa no ^ociWMtrd a^m^Mat aviM de pie«» de pbte y ofe
• ce» |4«iiii4i68. de cimalte que noe. pÍQUbeft.e» Oi|gj|^ £1 gnem*
nejo, eÉlocoró (será el locoroio). ki loenea CQUMra^^nkmeaett, ■••
lee 4Mpo9 que. beii HemedopOii elMcáoft.
Le peeea ee abuari«g||flLui ee otian miichiee^ Kur |
9q# epn^eefDHoa eo E^HpPSo jo a» les enciientro adlk
HMf ew^e) füMo j sunnsia que á Ioa de allá. • • • .•••«^••*
I^M beüea j div.etsioike en la Habaiaa son graeioeea j eakraf ft^
fPio^cii^ eeneer^ea todavi|^M|M( priaasros la lodesa j poícAí cukaia
diaJaP MHtífenasy j e« n|^Kida« iaeseasez y niiigmioft recuifte
49 X^A. poblaQÍQQ .qiie comienza á levaiáarse. U ny e^j^hft i I la eua*
Vr9 i^jíi^íooa qne asielMiiá loa actA ¿ que ae les lytflfflR^lÍHnie un
jPI^tío 4^Qi^v,eaio« Sw estos müsicoe, Pedro Al uian^n, ntUfir^T díMA^
llH^ ifiolUi; J^cqme Vioeire« de Lisboa, clarinete; Pi^^ü&l ^le Ochoftt
de Sevilla, violón; Micaela Ginez negra horrn, de Snnttrti:^ ile loa
CaJfigIleyrMa, vigM«lístai loa eaalee llevan feoeraioieale sus acompaña-
4ofl( pjipra rjiacac el calabaao j tañír laa castañiieías/ Estos raúaieéa
l^9ipfe estÍA c<iiHpro«ielídos j pfht nM^rlos á la preferencia, ea
fpr^so piyarlea.la pai^a, j ad^otas delenS^Pes exhorbitante, Ikvar»
y» .cabik^duxa, darles racioa d^ vii\o j fficerlee á> cada itnoi tan^
bifp 4.a^ SumíiHfipf^ ademen de io c(ue coywen j beben ea la füfwkm
un plato de cnanto se pone en la mesa, el cual se fb llevan i suacar
•aafjái-€Mei>abie^«ro «llaman propina de la funqfon. Estos mismos.
^mMeaa danewvei ifaf^estae solemnes de la parroquia qiíe soalaa
V de san Cristóbal, san- Marcial, C^rpue ^. « . •
En obsequio de noeatro gobernador los mancebos de esta pobla.
elon diapuaieroD una comedia la ñocha de San Juan, para eujo efec-
to hicíerifb construir una barraca, en las cercanías de la ibrtaleía, ti*
tulábaae esta aomedia: "Los buenos en^el cielo j ly malos en el sue-
lo." Era el primer espectáculo de esta clase quájjUiacia en la Ha-
bana j atrajo á todos sus moradores. Hu\)o muchoVborot^^|raDte
la representaoíon, porque la gente no acoatnmbrada á comedia, char-
laba en voz alta j no quería ciillar, hasta que el gobernador le dirigió
^la palabra amenazanda con el cepo al que uo guayase el debido ór-
«den. La comedia se aeabó después de la una dt lá mi^na j lajeo-
ie regustada quedó tan complacida, que iasislió en que volviara i
principiar. '
Aquí carecemos de tmlo y especialmente de artistas, el trabajo
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—208—
de iDoaoíá es darístmo} pot la bediura de uaa ropilla entera de fímoi
llera el mác^^^Aguilera que vive ul lado del huerto del eonyeirto
que «e «etá faSficjaiidOt veíale eseudos de o>o. #
Solo hay dos bolieas en este pueblo, la de Sehastiair Mifanés,
eiúle R^^ y l^áe López Alfaro, cSÉ|cbj|Oe8agiie. No habrá eti
oátila lyMi d4hlas cincaenta embases^^^^^kas tan desvirtuadas,
qte el otro dia presenciamos su ineficacia en^os cán^ieos que die*
pitsierfMi al escribano de mi amo. Las moscas operantes estaban pa-
sadas y Aechas pbkos. Las medicir^JBb se consumen en el pala
vierjbu dt^- (IiiiH[jJltik y ImstH que no sq^Hron no $e hace nnevo pe*
didü ,^»'V ...^•^.•••••...r
Mudt0| iitijci^í^Liuo progresan las siembras^e caSa de asacar j
del laUuér' ^. ^^uí^ dtíben tomar en esta colonia un aspecto favora-<f
ble cun \;i < ■: lucioii del situado de' Méjico que le ha señalado- la
píeJnd «üG^mnnH,
£« pseciso que este pueblo sepa apreciar la zanja del agua pota^
Meque ha.cotiltrirído-á costa de tantos sacríBcíos pUra traerla á Isí
eitidad^ renunciar la wm¿<y P^co aseada con que nos proveía el
río de la Jagüey (Luya^nj^a fábrica de las casas capitulares y ha«
Intaciones para el gobernÜMor . en la calle de his Redes, ffetite á la
mánna, van adelantándose,^ nias^se haria si hubiera operarios dis-
ponibles. • ^
La guarnición de la Habaiia hoy (1598) eoasta de afoa acida-
dos, habiéndole ¿jalado ademas un condestable y doee artilleMMf y
su población. general no«pasará de 800 vecinos.
#
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PROTOCOLAClOír ,,
) todas las disposielMies realest administrativas y eeonond-
•as pvbUcadaii de oAalo en el mee de setiembre óltinHi.
Sala Copt/u/rir.— En. Cabildo ordinario celebrado en 1 f de
agosto último, acordó el Escmo. Ayuntamiento que se publicasen en
este Diario los iiidiv¡duofli||^Hi la aciuafídad son ^sadore^ Je^i\-
casasí urbanas como ruraiM|Rr nombra miento que e^^^ hecho
por la municipalidad á quien única y e&cfíIsiramente-QiniPfte hacer-
los, á fin de evitar el abuso que se está cometiendo flor t<>!^ que se
denominan tasadores sin tener título de aquel i a. Tüfbbtürt :-e reiteró
el acuerdo de 10 de en^ro de 1834 en que ae dijn qin' m Ir^ n^untos.
contenciosos en que deba procederse al remate .de fincas de cual-
quiera clase,, no puedan tasarlas, sino los que^eAO^lM^dores nom-
brados por la municipalidad qué j|u^^||g|yor ser^^o.lo veriQcA
en muchas personas, teniéndose cra^^^^Bbnte por nuiles las que
carezcan de aquel requisito, sin que SP^P^ arbitrio á percibir ni
reclamar los derechos que en ellas devel^lren; agregándo»e ahora
la de imponérsele á los tasadores intrusos la pena^ ademas de perder
los derechos, la de otro tanto de lo queimporUh-en estc^s, con aplica-
ción ordinaria, lo cual se entienda también con loi tasadores pú-
blicos de una clase que jse entrometan á valuar cosas que no com-
prenc^a su i|ombramíentó, para (fortar el perjudicial abuso que ha
llamado la atención del Cuerpo capitular. Y habiendo merecido el
espresad^^cuerdo Iñ aprobación del Escmo. Sr. Presidente Obber-
nador s^rorior civil, según se sirvió comunicarlo en oficio de 18 del
mismo mes-de afosto, se hace notorio al púl}|ico j^si su «if^noj^ymieD-
to y cumplimiento, j que los tasadores nombrad<lM||^^presy^ ans
y los demás que lo son sio necesidad de dicho ftonflKimienr
se espresa á continuación.
^s^e fte
n^^pilal.
En albaffiiería^
e
D. Isidoro Sánchez y Fuentes, roae0l#ffi»eyer yétuñk po^8,M*
D. Frsficüsoo de VHIaifiiinca, también maestro BMiyor ea este ra-
mo polr el Escmo. Ayuntamiento,
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«-300 —
'Antonio Baile, alarife por id.
D. Ped^AiTojro, ídem ídem.
^Julián pStistino Lardier,ideiii ídem.
En earpinterfa.
'^'
D. Jofé de SotO) maestro mayor pIH^^ por el Efcmo* Ajun«
tamíento.
Dionisio Rodríguez de Oliva, ídem segundo por S. M«
D. Ramón Sánchez de Leou, ^¡¡¡^t de carpintería por d
EscmQ. A^uritamieTiCo. Mi^
AotQill^lm^iis, ¡deQi ídem.
Jone TitiiilTitíi, Ídem ídem.
Jimn JoBé de Lean, idem ídem»
^^^ Tasadbret dejtncas rurales.
r •
1). Lúca^lJtJgarte, tpisador inoyor por el Escmo. Ayuntamiento,
ausente. . ' #
1). Fernando Anastasio de Zayas, idem ídem segundo.
D. Agustín José Rmlrigiiez, ídem*
D. José Loiciaftfj V'aldeg, jdeni*
I). Juan Franeiácp Mor^jonj itlf m.
D. Andrés González Ferregut, idem.
]>. Lucas Rodríguez, idem.
1>. Antonio Abad Zarza y Ljal, idem« ^
Ldo. p. Ramón González Aceved0| id. ^
Pg Francisco Santa-cruz y Lanc, id
D. Francisco Ja?ier Rodríguez Víámonte, idem. ^
D. Funcisco Martines, id.
m ' i
Iría Aiaiigo, id.
"Larin, id.
CcntrasUée caldearía.
u, r ^ncisco m
. ^ B<í Ant^iallfcr
B. Pablo C^Lai
^a*> PáMiHÉUtoMo iBilieMiifis.
JlahMia 3 4« «etíeiSbre át 1845<-^riiudseo da CmImk
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—301— . ^
Ea el cabildo ordioario cei^bn^úo eii W de agosto ultimo, entie
otras coai^ trató y acojrdó el Escs»o. Ayuntamiealo 1|^^^p sigue.-*
En ofioio do 25 del corriente se sirve comurticar el Escmo. Sr. Fm^
si4ier^te Gojberiiador sii|^rior civilvque d^ cotifonnidad éon la copaal^
tade)Sr« Asesor gisheral s^MitMld, iiabia aprobado en ui|U>dkr«l
aoii^rdo oieJ^brado poMHljj^sciKia, Corporación de 1 f «bFaiísevaá
Qau0ecii«eiH»a del esp^^mte promovido por D. Luís CaimllefOi f^
inaladoi del arbitrio 4I0 vendedores ambulantes y níaidjePoa>{Jaff»^iili
se voiueu medidfls á ññ úa ^ceilos efeciirot disponienJo S. E. i|ue
ludfislas malojfis que aecdH^cnn por d cnmiao de hierrn deben
abcjDfir dicho arbitrio á razo 11 de un ^eso por cuda cobaijaj si» íiacer
distinción entre las que sean para consiuno pubJicOj^faflbbrv ó de
nlgun tren o e&pecül ación: que igualmente deben lin^^^rít depen*
dientes de establecimientos cuando salgan ¿vender Hi' r i Ui^ eftíctoi
de los mismos» á menos i¡ue no loa Üeven por eit' lecíal da
alguna persorm, en cuyo caso deberán ir acompañado^tl criado 6
meiisagero con quien los m-^tide nedir. y xto^ uliimo^^p se preven-
ga á los malojeros lleven siempre «H^^^^ ^^^ 9|et^de erit^c
abusos, las cuales en el caso de qii^^^^^^Keri 6 esirtivien les se*
rán dudas de ituevo por el rematado|^^^HPiai1es derechos algu-
nos, y lo comunicaba S^ E. para qtie s^^íTpustese su publioacion
Do lodo quedó enterado el Escmn, Ayuntamiento para su cumplí-
miepto: que se 4>ubii(fue ea el Diarlo la^^disposioion <le 8. B^ y .aa
co^lttaique ala J^nta miuiioipal en lo referente paradlos remanes sa-
CAsivom del ramo. Y eo cumplitaienlo dele maud^o libjxtl&praMli^
la. ühbana J «eiian^e 3 de 1845.*— Franei«co de Cast?o.
« .^eqi0aríít del gahimio syperior ciml de la isla de Cubih-^Haí^
biéndose notado que loa números que llevan |M^volante^de aU^ef
en la parte p^s^rior de lacaja noai^n de laa.dioM^oqps H^Wmj^B
sa el art. 96 del Bando de gobernación y po^^^Bacién^^^tan
eifl|nííiae# qoe^Ao es posible distioguirlffto, ha dis|^PR^el EscmoTSr.
Pseáid^isVB GoblBriHidor y capitán general» conforme con lo oonsiilUf-
da «en el Sr.,A«eaor general páaiero y en vista dalo manifufUda.
por el Escmo. Ayuntamiento, se observen y cumplan^lllP aigiilanlai)
#ltfMl<i9»-^l f Se abrirá uifajoatríanbude oafrufgaadealqjuilif, en
laqifp ae.oiprepará no salo al njiaiero que Y estos lar corraapOAd»
ainQ.el(Monbré'dB aua^dueños, númeso de la casa de su membk'^^
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Ue 7 bftrrio j situación del tren á que corresponde el earrtlflge.—
%J PHrail^/niatrícula se llevará un libro en la secretarla del
Eflcmo. Ajuntamiento donde se asienten todos los particulares qué
comprende el anterior articule; abonándose al CMcribano un real por
cada upa para indemnización de los wtos^é libro y demás á qué
leafc que^cudir, — ^f 8e lie?ará en 4^B|eracien el orden rígo^
roao de la matrícula y el que pertenezca a^arruage matriculado ae
dará, eir una papeleta visada por los comisarios y síndico al dueño
de él para que inmediatamente lo hag^HAbar ó pintar efi la .contaba
o parte trtieern del cnrrunge, d«l iiioqKfue esplica el artícuFo qué
sigue.— 4 ?Jjü nu mereció ti que corresponda al carruage se pofidrá
de coloT^^wm^en el centro de utia elipse de color blanco é de per-
la, teníeii^^^BefJa por la menos ire^ pulgadas de diméasion', — 5f
Kl dueñu ^9Riak|uier Cürrung^e de ulqniler que pasados 30 días no
1q hubiese'iuscrito en la matricula y numerado eii el orden y forma
que disponei^ju atiteriores artí(;ulos incurrirá en la mutta.de diez
peiQs por I^^Kior-n vé^^. viiiiLtL- 1 1 El I- Ja seguudn y cuarenta por la
tercera c^lSR^pIl^ /j ó en su defecto sufrirá un dfá
de priaioii por cadü A^a [♦ii&u¿.T^E(iirc las ventajas que produce este
nuevo ajjítema ?e cuenEíy^^ de bastante importancia: primera, que
en el caso de com^ier^e nl^mm fultü por sus conductores ño quedará
impune, -po^ue vist«»jr sabidacel número de sus carruages la matri*
Cilla' indi<!árá%l dueño, su^orada'y las demás circunstancias que sé
dl^jan/fUpresadas, y este manifestará por consiguiente ef nombre del
conductor^,iiemal^ noticias necesarias, y que faciliten su aprehensión
6 para lo que corresponda; y segunda, saber ^||4)UDtd fijo el niimero
de carcuages de alquiler que existen en esta jurisdicción, para que
este dato obre sus efectos en los reates ulteriores de lá^marca de
cammgem^ j^
4^^^||ibana4j^^iembre de 1645.— Miguel María Panlagua.
^
«^^iei
ia^ÍBoh
Secrtiaríct^^Bobierño ikptrior civil de la isla de Cub€U''^ El
Escmo. Sr. Presidente Gobernador, capitán general ha dispueato te
dé* publicidad á la siguiente Real orden y circular que se acémf^éña
fí^ra ios efectos que 6o n vengan; •
Ministerio de í^racia y^a8tiüífl.«-Escmo« Sr,— De Real 6rdétt
cémunicada pbr el Sr. Ministro de Gracia y Justicia remito á V. E.
^ lotj adjuntos ejemplares de la circular de 19 de %bril de 1838 que dic-
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ta las regias que deben obiervarée paní instrucción de espedientes ^en
soIieit«4 de diepeasas de lej y gracias Uamadas al liüc^, á ñn áé
que tonga piititual cumplimiento la disposición Soberana de 13 de
djoWÑbm áUimb« en que se manda hacerla estenstra á los dominies
«ispañojee de Indias* I>fes guarde á V. E, muchos años. Mridrid 15
4e julio de •1845w<-«EI stffecretario, Manuel Ortiznle 8Wiiga;— Se-
ñor GUbeffiador Presidente de las Reales Audieqpías de la istti de
Cabá.
IVIinísterio de Orneifi y ¡fiiaticia — hn ley de [4jlfieFte mes con-
fiere al gobierno 1a faculttid ^eoiiceder faa dispenTO^de ley y gra
ciña H'ítnailas a( Stionr sefi^aladns en su artículo primero^ Mas pafB^
concederlas es necesaria qiie haya motivos jusuiü y raz^dlles debí*
dtmente acreditadoa y con el íín dá que esta jiisiífté^j^pie Tcrifi^
que de] modo mas aeguro y menos dihiorio y díspendioifce ha ser. ♦
vido S- M> dijipo ner que se observen fas realas*» rgiñ|Ji te*; l^^ Loa
que soücilen al gran a de dichas gracias 6 dispensris ¿Sdirán directa-
mente á la Audiencm terriLorial r^fiafiflüM^if ^ ^ ' ' ' ' ^ '^ uUtj en etla la
solicitud para S> M. y los documd^^^^^^Ela fun^HI^Ü.^ Cas
instancias quesa presenten directHm^^^^^^Hrno se dirigirán por
ksecri^taría de Graciif y Justicia bnj^^^^Hp^lerta á (as Audien-
cias correspondientes* Lfis initaneias que sean contrarias & la citada
!ey quedarán ain curso; 3. ^ Laá rf!idie«cíay dirigirán la%fiolicÍtiideg
Cíim prendidas en el artículo 1. ^ (fl la mllhriíi ley ffi jiJez de primera
instancia competente, el cual abrirá un espediente infoisnativo, oirá
por via de initruccion ^irt fij^ur« de juicio á Ina personas ó corpó^-
oiaoes qa^ puedan teoM'interes efi eL.a8«»nto, admitir^ la jostificaeion
qip^Jea intereiiiidQS ofrecierea la recibirá en su oaso de ofieio y de-
yQlyer4 ala Audiencia el espedí eiHe original con su informe; 4 f La
Audiencia oyendo al fiscal, ecaamiuará ai el espediente se Jiall a debi-
damente i^stcuidp: noeüáaidolo ampffará calven ientemcn te b inhume* «
cion y cuando estafe halle completa, efévará ígualmenre origmal el
eifp^ente al. gobierno con la censura ñscal inforqiydo por üu parte
lo. que sai le ofiresca y paresca — De Real órf'en comunicada por el
Sr* Bfúaistrp de Gracia y Justioia, lodigo áY. S, papi au intelijeh-
aia» la da este tríbuninhy efectos consj^iéntes.-'-^ios guarde i V. B.
nfUcliOB años. Madrid 10 de ahiil de*t6nk'^Son coptas.—Habana 9
de setiembre de l845.--«-MJgiiel María Paniángiia.
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—304—
^ ' Sala Capitular. — El Escmo. Ajuntamiento de eytaMinppe t-»
iri^ima dj^lud; ba celobdráde coa don Diofüsio Leprinee iuva eoiH
trata para U Mmpíaca da iatriofei^ y 8URiÍ4lePM da ésta citiciadt «stnH
imiroa-)r^ldi>k> da Regla por -el térouno y bajolaa óofidfciatiea<qae
^ e^prebap á continilacioat la cual hfdbi«Ddafdereeid«9 la aprobaeioa
deiiSaeni^*^- iVre:»idente Gobernadory 8«Bk>r chri^ ^iará príneipra
^ dki'}^ del coriíeatQ J se hace aoCorio al pábéico para aa eénoeí*
miento y efectos consrgtiientefl según está prevenido. Art. 1.^ Li
empresa de la liiii])iií¿-i ó Jiifprincü i.^^iKiriie la ohligaeíon dlp eJlraar
j trattsport^r itlFiiníitenai fecales y \t\%^ iniriutuílcias de las iatrífia^y
itumidtfftíi da esta eii»daJ,^stranitiroff y pueblo^tí 'Raghi OOR dirfoa
y envnaegjRsifeccionfidog y crmjttruidnd tie tai miMki'^fuaeneeiTada
lierméticaHBN^tniíto [us aólrdos camo bs Hqiádo» pueden lletafffa
^ por Ias caldiaeJa pobjacion sia ofenderla vista ni el olfato. Alt. %^
Eíj ohJigacíori Je Le|fyÍnGe poner todos los iltilei y aperiirios, eafroa
y ani malea qiiAMan necesarios para hacer la limpiasa en- el oiemMr
tiempo pn^ibíe y cua^^^^uie sea el número deietiinas 6 suttit.:
defq3 t\m b)^ <]^)e limpia^^mBmo día, no podrá el eoMiralMta da¿
jnr de verificarlo baM el preic^Ti» ni motivo nlgüao daado coraptl-^
%iento esacto k la»^t|cit(ide.s ili \un dueili>s d iitqajlhlos ée láfs ea*
sas que necesUiff aqueílaT>peracJonr quiene» por éu pairte flratli|iiaa^
ráa á diciíacontratí^tu la piiarta 9e au casa al aclaraHií^'dfíIseMlll^
io por ellos pílra^la liinpífta: biefS qne estará obli'gjtlo%l coafüafAta
á veriíicaHa^á la hora que fie a llamado por el dueffo'ó^iiqaHino des*
* de laa3>ha(8ta la» ^4^ la inañaaa. Am. 3. ^ Para quepiíeda veriftcar»
^ el uhímo estrpinodel antariojr aitículo co^rdéa, tagulafífcd y*ea
al^ep Moeres y sospechas^será oMigaciofi delnsisno Leprinee poner
i^p.capptazUaacOien cada una de ies casaadanda se baga la operacíoo'
deJMbai|^za.^Ap^.4l^® ^ Loe partioulareei que necesiten limpiar algUa
^^mVP 6 suoi«Mpasaf In avíÍIS< por escH«a al eobtratisia 4 cayo fiíi
^nuaeíará. poi^^H^iódtadi^al lagar de su dasfpaciib can iaii aalafa*
q/»Qe9 y sañas aHPnientés, cuidaüdo de aaotar el'dia qáe sefialén
pi^r^ la ümpteza, y ^ easó de ser al 'sigaienta é%\ que reesltlin: el'
ayiso^ h^l)r^ ^ entregarlo precisamenta áatea de bs 13 én aídes*
paph^ del caatratisttit Aft« 5 f^Los precios qeb habráh da paga^ lUa
part^uiapa^s á qtiienes el «áAlriffiala pretste stn sefffcíoa M^faaií*
guientes. — Comunes d*||imtd^roii;de tl»« basta quince varaa eúbiaas
de capacidad á 10 rs. el fnáximtimdé mas de quince ?aras y ménoa
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Be treinta &9in. rwñ. Art. 6 f Las fmoeíoiiaa da vara biAiiaa qpa
llenen á media vara quedarán á bénaicio de loa par^^lana jn Jaa
queeecedanse pagariiiat eonlraiiata en pieparelon. AiU7f Al
éontratlata toca abrir j cerrar los oomtines y saaMderoÉf ¡Aasea opa*
raeion anexa á la limpieza. Art. 8^ Leprínee podvá ibmar nn de*
pbfÉító de materias feeajj|í en nn ponto que no padrá eaasr allpisdo 4
Itténos de media leg:oa de distancia y 6 sotavento de esta eiiidad coa
aprobación del gobierno. Art. 9f Lepríaea lia ofrecido baaar gratis
la limpieza de las letrinas y snmiderae de la easa d^Gobiarna cada
res que sea necesaria esa operación y admitida la^^Rta se'enlaada*
rá ya obllgselon. Art 10. A los sais mases eontacRs después de la
aprobscion óe esta contrata ¿ antes si fuese posible deberá Leprsoaa
tener cemente su tren, avisando con anticipación .anBblico el día
4ue deberá eomeaaarse svs operaciones. Art. U. Qneda prohílñdo
desde el día que comience Leprince á la [i m pieza el fjiie e^ta »q veri^
fique por el sistema que basta nhora ie ha usado; ftcro la i^rotiibíciot}
no alcanzará á aquellos ind¡i^fdtJo^aii^^útfan^^H|^ro de Igus)
ventajas al de Leprince; pero diym^^^BWHH^mfíg^^^learge en la
limpieza sin exigir majTor sunu^ |>r^r ta np^^mcinji tjue fa determinada
en el art. 5f Art. 12. La prp^ijid áitvnr^ el término da
cuate años á contar desde el dia aiic et nontrntiála avise que prin-
eipia sus operaetones. Art« 13. Todo el que se emplee en'ki iimpicMi
de letrinift y sumideros en los trenes antiguos queda ínoorso an la
multa de W ps. por cada carretón que destine á ella; y al contratis*
ta se la impondrá la ób 25 ps. por la falta de cumplimiifntp á au con«
trata. Halbafiá y seti^bre 10 de 1645. — Francisco de Castro.
StcreiaHá del gMemo superior eml de l^^Mde GubMtrDo*
fta IsabelII por la gracia de Dios y por la Con^^fj^n da la Monar^
qa^a española, Raina da las Españas. — Gotiernl^^^capitan genalrai
de la ¡slii de Cuba, presidente de la Real Audiencia Pratorial da lá
Habafia: Ya sábela que la constante sotieitud áe mi €k>bianio'se ha
tBM^ptio liaoé largo tiempo á' proporcionar lo||§|^edios de que la aa»
cioa de la justicia sea en esos vastos- dominiqp tan asequíflle y es*
pedlta como lo es en el resto de I^Monarq||{^. A este fin fbé ellraar
y aumentar sucesivamefite lá Real Audiencia de Puerld-Rieo' y^ím
39
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.1.^
9^\oMítd€í IñSMmMr lo qw ftcilkí M . a)«i4fu| qi»; ^^^ ejnfl^
^e tfi lealmd.ée.lo» ^pf áoleí <|ii« U bfthiWim fi^fesurQ á oft^c^^
entóoceii buho 4|ilft.i^ed€ir á I4 neeo9Í4^4 de 1m clrcuqsta/i^ts (^filPt
rudM 01 aUlHi oo»«l bimi d^ to >a«il|;^rHble risaz qi|e 4i;?fr^ta: Ici ^<It
WNquía, han Hacaado deaM^p «u. atf»9«|qp m PW^^iio j í^ ifi^mm
ém lof Míai«tr»8 que GMipoMn Jps t^b.m^A'e^ f^mief ÍQre9 4fi pB^^ 49*:
«iatofé Naaob ha «wuKcídp^V^b Beal A^4íw<úa Pretf^i»! d^ ^
Habana, taitkii^iiaa.aata. «ila ooiopiiea^ de QHaUa'oi4qri^ Ad/^^Wf
del f agente 7 l^^scales» no puede atender al d|(8p.i^cho ei^pf^i^ 4a
. • ka«egocioa^^u8tícia7||9b|er4)oqiiela0,|^4Ul4^
a»n cuandoflpé;,Gai»pl|sU> aii a4merQ, joL eB(^ I9 puede eaMf^ppf; e^
^ rifor del clima* sino q«ft\al.niiaiMi tiifmpit 8e.h%kf)QPl^cJ4Q we;!^
^ dotncÍQn de aquella magistratum y U de toJiia la^íietnaa 4fV4Íe^9<fÚW
de Ultramar se^llciito de una economía rigiJa aunque laM4l^l^ ^tt
I Jaa circuí I stancia^ qiie yn pasaron , porque así In ücuuH]la^9||.4e,^-^
"^ pitalea el aumento lIl! comeréis y la afluencia Je o^trau^fefoji ^ laf
P Antillaa como la prosperidad r-ipida que odquitru el arcipiél^gp j^il
lipiao y la vecinüatí de un rrmigí poJeroao, cuyo ejempjo luí 4^
ni relado ya etiormc::! iiace^l Jadas y loa recur.^oadQ ^B^fir
taa ctasea Ü6 la goctf.dnu exigen que la magistratura dc.]Liv4p<P4(Hf:^
cargada no aolo Je aJminiatrar jasLicia siuo tanibieu de in>|^K^|ílÍ|r.j
^ auxiliar otros ramos de admioistraeion del ser vi cío publio^ 7,4e d^
praatigíOf animidad y ao|i»eJ9 i, Iqa g^e« /qp$ OPI^ 4?pi?e9eiltap e^ j^^
' ^ domíníoa leogan iivl^^iidfináfy hQPiiqsi^.^^torioríd^jK^^ po^f^
^ aienta empañar la Imagen augusta que la toga refleja. Con eate justo
r; deaignio accediendo á lo que me Jua propuesto mi ministro de Gra-
cia uuatioiay deapu^de haber conaultado cuantos datos existen ea
ai iqPsta4o 4a w:^g(t> faa tpnM<^ á JbíoOs^lMKbr el A^l ,^reto
aigiMiita^-^Tcíl^Vm eonsjulaFaaiqn laa ];amQ«afq^efPf N^mpPfUr
toanilliaiat^adMpiúa y Justicia aidbria la pm^wp^mcifi jr ím^49i^
da atoniantw.et n^S^Q,áfi ^dgr^.efi la J^l 4jid.i#opia PrQti^if4 4fl
h Habanay la«4aUieioDeade4o49A lo» ww^^ Vl^ra|iMii;,Ji9
iMÚdoM eapedir dgj^rdo jCoi^^lHIfqi^r d^M^llCo^HÓQ 4^.9iíMm9?r
t&it. J^PJLa R9al.^uUeiM^i<i^retoniü46:l<^^(»l^anc^,«í9f^9^^
*A d^>«i-WfftlHe. pcUo oidwfi* 4ivi#4<pMe|4w wlWJ 4P»,(SlWrt?%
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Jirt. 2i^ Bl sueldo déi Regéntemela deeieüe Mil qwliientof pe^
iM)lrAyiiHee tttiinileto ei el 'estado boncrnéla dándole 4k»a pitra liu minK
da y pmá la ee^sMaeloii^dé loa jiUcioa^eBieaerottaatía ó de nuevoa
Mil éti oaao eohtrariOé Los madores y 6Bc&leegoBaHm de néik mil pef
■(Mítines <mda aoo. * •
Art. 3. ® Los regentes de las Reales Audiencias de Pto^^mo^
cipe 7 Pto.-Ríco, tendrá seis niH pesos fuertes de sneldo y sus oido-
l^sy ñséflitescdlitroéill yqmnientDS. ^
A^, 4. ^ Bl regente de la Real Andiénéia, cbM^lerfa de Ma^
kfíiii'pcfólbiré, sibte mil quinientos penos &e atield^H^ia mil tos oi¿
dores j fifi(cale». ¿^^
Art;'5» ^ El aumento de sueldos cbnteflido eflisste decretó no ál
ést^Néeri respeotodé jubílaekmea césantias y viudedádeé las cua-> ,
)é9 se cótlcederán^pobre la base de sueldos establecido^ eA decre*
tos pfflfcedeai^s. Dad o en Barcél u na á ^ i^ J e j < i nitfjü 1 84 5. — Ei t i
mti^iéUdO de dii Real ni«tio»<^ME I m m 7 -t r 1 1 d i^ G r ncfa )' J u Alicia .^>
Lum If ayans.-<^Y para <]pie looonteíiiihv en eí llf%A ctecreio ^ue t|ue
Hü hiséito levfgé pumual cumplimli » e<¡ie(1ir ín ^iretente*
ibVReiaf 'Cédala, por' la cual oís eticir^a y ínin>h< 'yw te gu^rdtis y
tegafe' gühtñtíT y cumplir i cuyo cfjjet^lisnomlrLj^s ^jue se publique
f ' éhóiÜé ^á iqMléfiéfí éíorresponda q Tie^^^^mené^dl mt!j or aervioío
|»WI}coy«s mi ^luntdd. Dado en Birceloua á 5 de julio de 184.S.
•i^lTblá llefna — Bl minisifo de Gracia y Justlda.^-^Luis MayMn8i««**i
9^^$XrhÍñ>-^óié -Éintótno Hklnlgo.^-^De bfiefo.--^Ufia rübriea^^ Bé
Üfldla utrsetid RéiiK^--^enneTite de Gran GanciNer.-^^^oaé Aniouio'Hi^
jÉ>|é.>^F< Ü^iil.— V. M^ms^nda guardar y cumplir el Rea] decreto
¡MÉbftb, léumeiitundo íina ségbnda sala én \m Real Audié^nela Preio»
ñUfáé' fa Habana f el sitfeMo de "IoIb magistrados de 'esta y ^e lo^ los
dMtIr AbflfémNbi 'clünmUltérías'de Ultrámar.-^^^iegiBtrad^ el- nérae^
rá/'6,dte.-M[Jñ» r^ríf¿a;^Hibana 6 de aetiembrd de 1845.^^Paae
éHfr Rfeál'éédUla ial'Si». AseÉoFgenvruI primero ^mPe^obieimdpars
4^0 'ine «ohsélte 804M»e lóS' psirticufe^es que'contiene.-MD'DoimeU;'^^
lkémo.'8lr>^Pded4B Servirse V. B.mMipdar guardar, leumplir y ejeonr
ttfrfodispu^stopuf fi^/'M^laReMW'Nthi. Sta. en la Real oédiilasqiM
áTNIééMe, ipIaMícáudime ]ior m«dio «del ' D||^e gobierm» tám^
lifi^dMéfen la foítiia de estila á 4a Reíd jIRnoia Pietoriálj^
«éMhtefto'tfelffnm^Sri Régeme, asi c^ tarinUlto «llErsómo.'Sf. Sa-
pelfateoíd^te de9égdd]||^ Reiil Ilaeimijia y cipeuMmdofeí<á3}uíarie9
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•orreapondan.^ Habana 9 de setiembre de 184&— íEsomo. Sr. BU»
Oses. — Habana H de ■eüenibre de 1845. Me oontomo eos el ante-
rior dictamen comaníqneae enta Real cédula á la Real Aadieinsfii
PretorialV al Escmo. Sr . Superintendente de Real Haeíeoda, piir
biioándose como se propone.— O-Donnell. — Son copias — MifuelMa*
ría Pattiagua.
Seeretarin del gobierno superior civil de la isla <le Oieáa«-^DQDa
IflaWl IC por hi gracia de Dtoí^y por U constitución de la Monarquía
EapaÑula^ Rc:ína ún Jaa Cspnfiae. — Gubernador y Capitán General
de iñ i»la de Cubn, Presidente de la Real Audiencia cbancilleria de
PEa.-Príiicipe. Ya'^nbeís que \ñ conitonté solicitud de nil gobéerao se
1 ha dirigido hace Jor^o tiempo á proporcionar los medios< de ^uelat
f acción de la juatícia sea en esoa vastos dokninie^n asequible y ea^
pedica como Jo es eii eJ reito de la Monarquía, A este fio fue el oraajf
y aumentaceiiceííívfi mente U Heñí Audiaueía de Pto.-Rico y la Pía»
loria! de la Uabatta I > <|iiü Licllm) [ae alzadas que inte4 eraaeoalo*
aas y chí^í maccesiliJe^ en af|iiel terrimrío dando tan bueo fruto que
la lealtad de lo^ e^iiDnofes que le lialjituQ. se apresuro áofireceriaiB su
gratitud. No aíui.vfocttp díiu el t!err> ¿a nú gobierno .si bien poreotón^
cea li ti ln> que o^^ S 1 «^FBlSi J n d d e las eircu nata noias meiorada%
ja efitaa con el bien de la iuaJternble paz que disfruta la Manai:^|H<af
han Mamado de nuevo' su ateneion el número y la adwtaeion de4oa
Mlnislroa que ccmiponen los tribunoles superiores de esos dominiof^
No solo ha cooocido que k Real Audiencia Pretorial de la Habi|n%
teniendo una sola sala compuesta de cuatro oidores ilflliiaa del Re»*
gente y km fiscales, no puede atender al despaebo espedito de.lqa ae^
goctas de Justicia j gobierno que las lejes de ludiaa le eonfiaii i^f^
enando esté eomple^p su número^ ni estelo puede estar por el rí^
gorilel clinia, s^b^ue al tnisroo tiempo se ba ciKKi?emrido de 911^
k dotación de ^fRila magistratura y la de todas las deinas Au-,
dienciaa de Ultrafoar se resiente de Maa ecoaomía rigjida, aun^
^ue laudable» en las circuaitaneias que ja pasaron; iporqve,, así Im
acuraulaeion de capitales, el aumentó del comersio j la aflaeo^
eia de estranjeros ^|B|s AntiUaa, como k prosperidad rápida q^
adquiere el Arobi(MI%o Filipiné y La reeíndad de un amigo pode*
roao eujo ejemplo hk desnivelado ja enormemente las neoesidadea
jloa recursos de ciertas c|jaaes déla socg|áad, exigen quela B|a«
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ll^tratiira d« ImliaB aneflrgada no soJo de adiuínislrar justicia^ Mno
tai^ii¡4||^e''interyen^' y auxiliar otros ramos de administración del
a^rviciü púbJioQ y de dar pjrestigío autoridad y consejo á los gefea
qae me representan en esos dominios, tenga independencia y honro-
sa eaterioridad que no qonsienU empeñar la imagen augusta que la
toga refleja. Con este justo designio accediendo á lo que me ha pro-
poestoi mi Ministro de Gracia y Justicia, después de hab^r consulta-
do cuantos dalos ezisteaen el ministerio de su cargo, he tenido á biep
espedir el Real decreto siguiente:
T^euido eq consideración las razones qiio oi^a expuesto mí
Bl^nistro de Gracia y Justicin sobria h aanveiútijiciñ y necesidad de
f^umentar el número de oidores en la Rtíal ^udicrtcúi rr^'turial dts la
I{a|»fMia,j 1^ adotaciones d.e todos los nmgtstfados de Ultramar, he
venido en espedir de acuerdo con et pureeer Je ini consejo de minis-
tros el siguiente Real Decreto* Are, L^ La Rt^al Audiencia Preto-
rial<le lii llábana se compondrá de un regente, ucho oiJore^^, dividi-
dos en dos salas y dos fiscales. Art< 2. ^ El jg^ldo del regente será
ilci fíele mil q^iQieBtos.pfSsos fuenefi|p||ÍEif(tB^t ef psniílo continiía dan-
dfile Qasa¿ paraste morada y para la^lf^bnicioii d^ Krs juieia^ de me-
uofcuanMa 6 de nueve mil en cü.so contrumit Lo:^ ^nforcs y ñs^cales
ggs^axka de sais mil pesos fuerttín cád^no, An. rl ^ L ^^ recentes de
los Reales Audiencias' de Pto^^Priñciptá y Vut-lUco, tendrán %els
mil pesos fuertes de sueldo y s\is oidores y fiscales cuatro mil y qui-
nientos* Art. 4. ® £1 regente de la Real Audiencia chancllleria de
Manila, percibirá s^te mil y quinientos pesos de sueldo, y seit mil
los oidores y finales. Art. 5. ® £1 aumento de sueldos contenido en-
aste decra^o do se entenderá respecto de jubilaciones, cesantías y
viudedadas las cuales se concederán sobre la base de sueldos esta-
bJaeidoa ao daeretos precedentes. Dado en Barcelona á 21 dejunip
de 1845.— £stá rubricado de mi Real mano. — £1 |pn jnistro de Gracia
y Justicia, Luis Mayans. — Y para que \q conteflh|fi|en el Real De-
CPatQ qua queda iqserto teqga puntual cumplimiento,' he resneUo es-
pedir la presente mi ^esi cédula por la cual os encargo y mando que
Iftgiiardeis y hagáis que se guarde y cumpla á cuyo efecto dispqn-
dfeis qu^ se publiquiB y circule á quienes corr|flH|||da que asi convie-
ne al mejor servicio pábtico y es mi voluntacHpMo en Barcelona 4
5 de julio de 1845. — Yo ja Reina. — El ministro de Gracia y Justicia*
^-I«uis Mayaps* — Regalada* — José Antonio Hidalgo. — De oficio^
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— ftay iiná'lrúíirícA.— Hay ün sello real.— Teuiente db GfQ¿.Cáttcí-
ílér.— José Antonio Hidalgo. — iVincípnl.— V, Df. manda gl^9ár y
cumplir eíReal DérTeto inserto, aumentando üiiá s^^nda sala eb ÍÁ
Real Audiencia Pretorial de la Habana, j é) sueldo de (oa Magistrtf-^
dos de ésta y de los dé las denlas Audiencia^ bliáhcülenas dé Ví^
tramar. — Registrado al numero 6534. — Hay uha rfibiricá.
Habana 8 de setiembre de 1845. — Pase esta Réttl Cédilla át 9r«
Asesor geiíéral primero pata que me consulte sobre los particülÜres
que contiene.-^O-Donnel^
Éscmo. ^^M^uede servirse V. *£. mandar guérdár, ciinipHr j
ejecutar lo resdWI^^r S. M. la Heina Ntra.Sra. en la Real Cédula
que antecede, p^^c^(¡bse por medio del Diario de'^obibrüb, ii/o*-
lünnicáiidose en la forma dé estiló á la Retíl Atfdíeihdtf áfí 'PVtértó
Príncipe por cmiducto deau Sr* Re^^enle, asi en rn4> también áVEscmo»
Sr< Superíiiteji4f0te generíil d^l^gnclo de Ren\ Hacienda y cü^ii-
lándoae á quieilfff Cüt-rcspotida' Habana O de setiembre de 1845.-^
Escmo* Sr.— Bles O^íés, ' f^i ' u ,
HiibíinrL H de setietribre dé^lBlo, — Me cnnfí»rmó coVí ¿I ante-
rior diciárnen^^ cnmunicáirjase estn Renf Céduta á lu Rcid Audiencia
de Puerto-Príncipe y al Eicmo- Sr. Superintendente dé ReallYa-
cienda, publicáifi^íjse coíuo rp propone. — 0-DonnelL — Son Wj;i¡ito.— •
Miguel María PtiJiiRgvtri.
^ REAL CASA 1>E BENEtlCBlfClA.
JtJo. don Pedro José Morillas, abogado de la IteiU Aüdüncia Th'í
iorial^ individuo de mérito de la Reát Sociedad eeótt&kitádé iíM^
gok delpais y vocal secreiario de ta Junta guhérkattk^ 9é th'R^aí
Casa de Bcnefííkncia,
.'■ .'* • ' ,■.. ■■ ■ . }
Certifico que en la sesión ordinaria cetebradá (iór'lií Jé/Má'íM
Betieficencia en 10 de julio (jitimo, se acordó á moción de) Si', tcon'^
tador D. Francisco Javier ftamirez y después dé ótdb'éi diétÜméti'dé'
l|i comisión norobjÉMÉÉl intento,' que solo iebdl^áfi opción 'Ü 'ñdM
Jas niñas de i^ Re^^na que ísaTgRn de' ella para c¿htríie^ tDatrlIhb-
iiio con anuencia y beneplácito de la Junta y las qhé Uaí^áií sido és-'
traídas por disposición de la misma corpáiilípn Yiéü)pte que 'li^su
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^da:^i.^«^l^B)ciii^iien^o m la hubiese dedazado opción ^jAot6t Ik*
n^<i^Ojd¡^ ea ^ii|0 jotro cuso les requisitos preyeiiídos Dor^l reglan
B|fi|il^l^o^ j deb>ieii4o ^^e|i|{|s ^^9iper cpii^tair las últinias en ^1^ 4epo«
brj^i no haber desmentido ^n ej siglo aquiella buena moral 7 religiosa
educación recibida en esta casa.— Certiñeo también que por otr6
acuerdo tenido por la gropia Junta en su sesión de 10 de majo de
1832 se determii^ó:
] , f <^ue no se entreguen |as dotes i los que contraigan matri-
mofíiq c<^ las niñas de la Casa, sin (|ue presenten una fianza hipote-
^ia c||te responda á la devolución é integridad de iM^te.
2*9 C^ue en el caso de que no tenga hipotecal^iff^ presentar para
asegurar la dote^ deberán dar un fiador abonado j-á sieitisfaccion de
upa comisión que nombrará la Junta, que responda con sué bienes 4
deyolyerla á li^ mug^r en los casos en que la lej le da e^ derecho á
i^. ^ Que pi 00 ludiere el murlilo pri-sentar la ñnnza Iii potecaria
ni peraonal, 8(^ imponga la d^te en una tincéit se¿rura y urbana á satis-
tfl^c<;ipn j pon aprobación de la Juntfr;^
De la propia manera certifico, que en ta sesión de 11 dü juUo de
1831 S9 J^ciprdó que dichas fianzíis ^e l^vaiitert d To> cjye las presentan
tan pronto como justifiquen ^ner BuceslCft^il^ hospLsi ina, siempre
gue ^ei^as concurran en los agrr^ciadoii las circunátaucins indicadas
|Bp el art. 6 del reglamento de la materia, á fin que puedan disponéis
libremente de la dote. Por último certifico, que el referido art. 6 del
jjif^glamento de dotes está redactado en estos términos.
El oue prcfcenda contraer matrimonio con alguna délas niñas de
esta cas|« deberá acreditar que es católico, apostólico romano j presen-
tarel consentimiento de los padres d^ ambos ó de las personas de quie-
nes mas inmediatamente dependía, j á falta de este requisito la habi-
litación de la autoridad» competente; ademas un iM»rme de sm ejer-
cicio, vidaj costumbres, autorizado por juez civil, el curada la
parroquia del barrio en que viva^ dos vecinos de conocida honradez
j probidad^ cu^os docMmentos cou los informe^ del diputado dem^
^ del inspector, pasarán á la fesoliicíon. Y en cumplimiento délo
ll^eiittelto en el reterido acuerdo de 10 de julio u|tj|po doj la presente
l^f^ja i^ug Reimprima j publique j lleguen los particulares que com-
prende, á noticia de las personas ^ quienes iuferese. llábana j se-
t|ex|i^e 1 f €|^ 1845.'^^^ro José Morillas.
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Stcrdúria del gobierna superior cípíI de la isla de CuBa, — tíí
Bflcmo. Sr. Presidente Gobernfldor /Capitán general habiendo tíe-
creiado el cumpfimienta de la Real óHen de5de jiitíofiltirao ha día-
puesto asimbmo que se fe dé publicidad para loa efectos oporttinof^
en ¡09 términos B¡guíente€>
Ministerio de Gracia j justicia. — Escmr>* Sr> — Enterada la Rt^ina
de to espueito por la Casa de Miserir^ontia de Mrmila en aoíicitud de
f(ue en lo» pleitos y negocina judiciales se la considere como una sola
parte en el pagare las costas, j oido e! parecer de ía nala de Indiaif
del Tribunal siigr$nTr>T se lia servido prohibir el que en ios tribtinaíe»
orJinarios civiles y eclesiásticos de Ultramar se exijan derecíios do-
bles 6 majores á corporación ni persona litigante cualquiera que sea
su clase y cafegoría, consideritidolos como comunidad» pues solo
deben ser tenidos por una parte en la tasación de cosías y derecho?
procesales. D^|Ayl orden lo digo á V. E. para los efectos coaai*
gu lentes* Díoh guanlc i V. E, muchos años, Madrid 5 de julio de
J84o- — Mayaiií*— Sr, L^jony^jite y Reaf Audiencia Pretorial. — Em
copia. Haitiana 17 de fiífiti^mbre de 1845, — Migueí María Paniaguff.
Ministerio dti hi (irmra,'^ Circular nümerú 00* — Esqtno. Sr* —
tlan llamado 1|kteiicion déla Reina (Q. D. G.) las muchas instan-
cias que diariamente se le dirigen en solicitud de Ta gracia de Indul-
to, promovidas por desertores de q ni utas y de diferentes cuerpos del
ejército como igualmente las muchas Teces que queda sin efecto la
resofucion que neae sobre las mismas instancias pqf no presentarse
dichos desertores á la autoridad competente como debiera hacerlo^
dando asi una prueba de arrepentimiento de su delito, Y S. M. deseo-
sa de evitar que confiados en la'R^al clemeticia continúen los de-
sertores perpetrando su crimen, y estén i la espectativa de laconce-
aíon de dicha ¿gracia para presentarse ó no según les conviniere á fas
autoridades ó gefes respectivos, se ha servido resolver la Reina que
cuantas solicitudes de indulto se promuevan en favor de los desertores
de las quintas 6 de nlgun cuerpo del ejército bien por ellos mtsmoa o
por sus parientes é interesados, han de quedar sin curso ínterin no
Conste la prese ntaciDn^e aquellos y que han tenido ingreso en el ar-
ma ó cuerpog^ que Ijes correspondiera estíir sirviendo si no Jitthieren
cometido el deliitode dasercion* De real orden lo*digo % Y^ E« para
su conocimiento y demás efectos corrcsdj^Kutes. Bios guáh!e á
1 orden 1
#■
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y. & rmnb0B t^Q%, Qarceloqa 10 dq julio de ta4$L<— Nunwr.^Bf'*
Capitán general de la IsJa fíe Cuba* 4» . ^
Y de órdoD del Eacmo» t^r. Cig^ítau feneral m patlí^ la pif-
jrniie soberana reaohicipq para geparaJ imeligeocisu babiéodpse igo^l'*
mente circulado i las súb-inspecciones de todas armas 7 demás au*
loridades mili^ires de e^ta ¿sla para su mas exacta observaaoia*
Habaos 19 de setiembre de 1845, — Ptdro Esiébaa, secretario^
C omitían provmdal de instruccien primaría.— P^rs los fines di^
puestos por el Esemoc 8r. Presidente GobernadoiypPerior c¡?íl y ejn
virtud deacuerdo^de la Comisión provincial de instrucción prima-
ria, se avisa á los preceptores del ramo con establecjniiento abierta
en esta ciudad jr sus barrios estfamn ros, que se presenten á esta se-
cretaria sita en la calle de san Ignacio al núm« 51. Habana 13 de
setiembre de 1845. — José Miguel Jftod#guez, vocalsecretario*
Comandancia general de Man na /U h(_If^aiiUu^^llñh'n^t\do
concedido licencia el Escmo. Sr. <"4<mA«iit<irttí^ ovnerfil di'í opo»tñde-
ro al Sr. auditor de guerra del mi m^i* l>^ Ja»^ ftlarcetftio Travieso
para pasar á la Península á diligencr&'pn^fHris, ptrá^ia^ Ims círcuns*
taocias dé rentincia de vistas y dcapüfl'Mrr^ «li |r? fH^tuado á bu re-
gresoy ha dispuesto S. £. se encargue aitci tita^icJiíu 4<r Ja auditor te*
el Sr. Fidcal interino del ramo Dr. D. Francisco (^ampos á quien
reemplazará con la misma calidad elabogado^D. Yj^enté de la. Torre
y Trasierra: bajo el coiy^eptb de que utiq jotro bap réñungac^otW-
bien: lo que por disposición .de S. E.jpe noEfbia ^1 públic() para sa
inteligencia y gobierno!-^lj|^baA9|l^y.setiemRe 30 dé* 184p,-^iiR>|6
Manuel Pareja, secretario^ ^. . •' ..
• -. • • t • • ./^^ . . ■ -.j
Ministerío principal de M.arína é&h^fimhkfró de Uk M<l^miáUh
Di /oaqeín Nivarvó y BKá#c6, éiíñAÉmüfr&e g^rj¿ dé- ifiMi> Maripa
y* «I-dañador boMrario, ministro priiHsipáf ^él'ap<fMadMa.AB4li M-
hwtki^V^aqp flábet aigar raéuelU poé «a^TMta ^M HfíoMOlk^
que la provisión de pertrechos y efectos navales seMt |»ik ti^MHüiia
i»aiiaUlea» adiudteáácliUes pai« tóramo-ifb «u^&MTfc íuvÍMUi' la pef-
•oaa ó paraasas q^ak^n mas Veneficio ala Hswi|#l^ a^ taiié
#b^k>ae.kaMaaá» de m||^ko eii.«ita MMlterltf prHlRpar IW<'V-
díícicuiei jr ptafioa q«^^B|i flg^ido leada«iAii1V,y MiidMiittni^i
40
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— 314—
propcptieiones que se hagan ea pliegos cerrados y sellados, los eüafM
«e abrirán ante la referida JV^ta á Ins 12 del día que se señala cada
ramo y desde esta hora hasta la uua se oirán his mejuras que se hi-
ciesen, quedando rematado á favor del ^ue haya hecho la prop<y-
sicion mas ventajosa, la cual debe ser garantida ron firma de res-
ponsabilidad; en el concepto de que las t)uja8 deben ti'áeerse bajundo
un tanto por ciento á los preoios que se han fijado á cada género y
los pliegos deben espresar el ramo á (^e se dirijo para evitar cual-
quiera duda, ^^ra el efecto de eub inspeccioi! / para la de escrito-
lió se señala eKlla 5 del próximo venidero. Tura la de betunes y
para la de loceria el dia 4. Para la de maderas y f nra la d«) talabarte-
ría el dia 6,ty-finuhuente para la de ferretería, para la de fundición y
para la de farolería el dia 7. Habana 30 de setiembre de 1845. — Joa-
quA Navarro.
Secretaria dd Gobierno superior civil de la Isla de Ca^fl.— Con
nlijetn de v^m e\ de|^si|ct-j4ii[irinl de esclavos produzca á In Real
Cu^u de Bgrefícciipfu laa inilíil^irles que se propuso S. M. en In real
orden de 13 d^ ^^hiú de l^lt) ha determinado el Escnúi, Sr. Presi-
dente Gübernudor y CiipUají ji^tiLi^ral de conformidad con la consulta
del Sr, Asesor g< iicni! sl^ihuIíj au inserten en tres números del Dia-
lio de esta ^ai^ital pai% conocimiento del publico las siguientes pre^
vAiciones. .
Pritt|;era« No se dispondrá d^óbito alguno en poder de par\icu«
lÉres sính ea*el RüsI hóspieío. . * • ^
Segunda, Si alfun paisiciilf^ fuese d|posilario actual de escla-
n^ los íémitirá inmemata^i^AL la*tien«fi«encia apercibido de que
transcurrido no ihea después de «sta puMicacion el que no la baya
obedecido, pttti^ al Hasf^io los joñíaies te los negros que tuviesen
-4nHM>n ide 4 n? fuerrfa OlaciM.
TavMra.* L6* mismo at «tenderá «m aqueHoa oegroa que ha-
Hasdh fiígado deí^íepaako y ae hallasen en podar de ana doeñoa aaa-
Ij^^ea aale OMO \mi JMwaka deberán abottarsa desde el dtade la
^ CiMMli. Se^|poMbe»af^eoCtiedor mayor de lonja ó á eualqaiem
•Iro taaañoMqtie Terifiquo el aTalúo de niogan esclavo mandado tñ-
y^it por leaOMiun^les fuh su remate sin^H^ntes ae le presente hi
papelaka d« la A#mlifcistfaei9u de la I^^^Bncia que acredite ha-
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liarse el iiervo en su depósito. Kiibann y setiembre 22 de 184¿«-*
Miguel María Paniagua.
Inspección de estudios de las islas de Cuba y Pto.-Rico^^ Con-
formándose el Escmo« íS' více-R^al protector de initriiecioii pública
con lo acordHdo por esta Cbfpc^rscion en sesión del día 13 del meP
de agosto próximo pasado, se ha servido disponer qi|^ se recomiende
á los profesores de la cienm de curar, la supcricion al periódico
que con el título del Observador Habanero redacta^d Dr. D. Julio
Jacinto Le-Riverend, por el beneficio que debe re^Kr la huroanH
düd doliente y por lo qu^pueda eoiiveoir á la repoiaciob é intereses
de diebos profesores las ideas y notíeias<|ye comieBeB los lumÍBeaca
artículos que se iosertan en el espresado periódieo,#ja sobre bs ea- .
fexmedades mas frecuentes en esta Isla y ya también sobre los adfo^
lentos^ y progresos de la ciencia que se publican en el estrangafo; y
que esta recomendación se entiendu |>riíicJ|)iJiiitnte couloscirojanos
auiorisadee por laoirai^íar de 5 cíe juU^^l^l^ara'gpeer la me-
dieina en et campo y pueblos tnierio^^^^^^U^i tDcdiftme i qtie <
les será muy útil y conveniente Ih ú<ni^^^^Berido periódico para
adquirir los conocimientos de unic ciciicl^^^os estudios teóricas no
has oompletado y que ofrece tanrns dítícnhndefl parn ejercerla con
asierto. Habaaa 122 de setiembre de ld45.^Pedro Galestiiio Cañe-
do, secietarío.
CowumdancMí general do Marmm del ap0oia¿erü do la BMifíUf.-^
El 4ia da hoy, previo ekjiiramf»^4»i^orveBpondieme, baniomaáo po-
sesión de sus destinos en clasede interinamente y ea la imna anan-
ciada en el aviso público de 3^el .actual, el oéior honorario Dr.
D. Francisco Campos y el auditor thmbien honorario D. Vieanlelda
la Torra Trassierra. Lo que se haaa oolorio por diapaaicioB da!
ESsoroa. Sr. Comaadaata gaoaral dal apoatadaro. Habana M de sa-
tiambra da I84li.-- Jas< Mrnnuol Pmrojm^ searatario.
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—316-
CONiKIlIfim DTILEIS- IRTBS INDimiiU
Barniz para luilefl de
Scdeiriteo éoa onzas de trementina do^Veneeía en una eassuela
de huno; íb aftadet^ eatanéo caliente^ tres oneas de aeeite de treitten-
tinm^ j hiego uaa^dnvaoMi de almáciga en tógrimra.' Bien ttiezclado
todtei aeeelMi en tjn matráf ó en ana botella de Yídrio, y se pone eo-
bfe roacoldo, femoviesdo mvichas feces la mezcla hasta que la aimá-
cif* ae baya||üsuelto.
Eatonéiln^n ei|^|||^^^ela en el bastidor, se dará una man^
óm estÉ barniz con ¿fl^^^B^^ ^*^^ ^^^ ^^^ tafetán, y^ae deja se»
car por dos 6 tres diii^^^^^
▼•'otro.
Ss poQe»«& un puchero barnizado, dos onzas de aceite de nuei
ó de< linaza, y cuatro de tremeniina buena; se pone al fuego hei mez-
cla, j al instante que comienza á hervir su espuma y aparta, se di-
snelTo'ftn afta onto de^aoette de trementina, umi draema de almíti-
ga^ y se añ^de á la cómposiei#n áftte^deafUearla Íberamente sébra
la^teh omi «m pincel.
8a paoea á hervír.<)os «zismifatettle aceite de lino h de nuez, óo»
uam ebrttta de pan en «» oaMem ó perol» pordfos liaras, h^sta que-
metiendo en éh una filitma ne queme. Se «aea entonces la corteza 4b
pan, ee añade en seguida poco á poco media onzi^.de litargirio, he-
cho polFos sutiles j se remueve continuamente con un palo; después
se añaden dos onzas de capuiana Inen pulverizada j se sigue revol-
viéndole con el palo sin cesar, para que las drogas no se peguen j
quemen. Se deja hervir algún tiempo, j^^Muies de añadir poco 4
poco media libra de pez griega, cuatro ^^^Hb sandáraca en polvo,
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«m 1
y rtiM?íenda siempre para que no suba el hervor y te salga el bar-
niz, se deje hervir hastii que tome cuerpo^
OTRO.
ToBka lie Be«jui el mñm blaseo una onrM^ otra de goma arábiga
la mas Uaaaa, que se echau en una redoma eon medio onartiHo de
esyiritu 4e wkko^ y se poü^ ai ^ para que se deJIíagan. Despaes se
eoba una Uhra de-áeeite de Itoaca en una olla vidriada, con una onaa
daalaaáciga mmfy fiaipia y molida^ que se disuelve á fuego lento, lo
QBal verifioado, se eeha con IS demás, y se pone al sol bien tapado
per veinte dias, que se har& un barniz que no le hay de mejor lustre,
laay secante, y que ni el fuego ni el agua podrán dañarle. EfSiá pro*
hado y esperi mentado, si se quiere emplear ea Ifülés, se dé oomki yu
lleiaiaoe espUoado en los hules; y si en madera8»como otro oualquie'
ra' barniz»
i kole, pra^HRra csM»otés,
B^ estirada en el bastidor una tela delgada, gruesa ó bien ta-
feéÉBi dbekf se la dará por cada lado una mano de color gris, com-
pussta de fJbajialde, carbón molido, un poco de añil, y aceite secan-
ta da haaza: se seea al sol ftievte (ad? irtiendo que si pasa nube le
■aadia) y eslavda saco se dá otra mano del mismo modo, 7 si se
qtHeré no se le d4 laas qae^or un lado: luego se le fi, el lustre eon
UB'lRifa^-iioelM» aaii'doce o^fas'^e espíritu de vino, una (rnza de ^ -
tremaatiaaydaa és pez griega, todo derretido.
Propledadea de las gomas j dll^renclaa
de lo» iMlea j ana «olerea.
*
Si se quiere barnizar la tela de color oscuro, se le^nadirán dos
onzas de tierra sombrajil bariítz; si de carmesí, igual cantidad de ver-
mellon; para coloj^^^^ azarcón; para verde, cardenillo; para azul»
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—«18—
aftlte de Yenecia; para blaoco, albajatde; para nagm bumo ée pez
y todo forma un cuerpo con d aceite.
Si se quieren hacer de estos hules adornos, como frieos, tapetes
de mesa ó altares, delantales de señoras, ú otra cosa bardada, se bar-
niza j deja secar el hule del color que se quiera que sea el fondo» j
estando bien saco, se tieae preparado el bacoia ó bafaioes de los co«
lores que se van i hacer los ramos i cenefas; se ponen CMeiaM de \m
tala los moldes quedara el efecto s^j^aen^^preparadoa, ean loadUMiK
jos que se hajan de hacer, y bien puestos las moldéf , j avjetos enei*
ma de la tela de modo que no se muevan, se pasa la brocha 6 píaiaai
por eaeima» j quedará la flor 6 ramo señalado, advirtiendo qae pana
que tenga bastante realce el bordado, debe darse algo espeso el bar*
nis j tener el modelo un grande rato paia que no se corra, y tamblaa
quitarle coa cntdado^ fin de no ensnciar con él la tela.
Siendo las propiedades de las gomas algo diferentes j las de M
secantes mas activas en unas composiciones que en otras, esta ea la'
causa de la divenidad de barnices que se han citado para los bules;
y como tambie^a tempgtiM|^kiene una influencia tan grande en
esta materia, fué necesarM^H^nvestigaciottes y aa aiQ^ttrse i ana
sola operación* Por tanto eiffirgamos á todo el que trabaje en los
barnices ó hules, que se familiarice con las gomas y secantes, y ^e-
gan fuese la ostensión así escoja los barnices: bien eateadíde por to-
dos, tienen igual mérito, con lo sola diferencia que unos son mas la-
▼orables para el calor y otros para el irlo. De todos modos, ea esla
material la práetioo es la üaica que puede perfeccionarla, y darle ua:
conocifairfñeo exacto de las cnalidades de las materias eitadaa* DiaW
asáfliismo obs^varse según varísn (os 6bloree, también baa da rm-
riar las gomas y secantes, pues & ift cffor claro tu firntaá que eoiw
responda lo claro y que al oscuro corresjpoada tambíea lo oaaaaa»- >./
•
MAtm mniiiii
t>íi l^ftTA C1\3DAD Y S\3B\3BB10ft
fin setieoibM ae bafireDteMj^i bliinoo«« , . • . 4 * . « • é 133
iTó color 176
Total 809
^ tentre las primen» designamos los stgnieiites cadáveres costo
w^personas no^ibfes
Día 1— Wí
l)ia i. — IRña Josefa Ñapóles, vecüín de la parroquia ausiUer
del Monserraie.
ídem. — Dona Tomasa de CHStro, natural de esta ciudad» víudsi
vecuia de la parro<|üm del Ciplritu Santo.
Día 3. — Doña Merced FernandesB, natural de esta, sehera de It
aóos, veciua de la auiiiliar del 8ui. Cristfl*
ídem. — Sr. iPretfbro. Dr^ don ]\^|dh|^e Echeverría, caballera
de la Real y distinguida orden espu^pRre Carlos III, TÍce-rector
de esta tteal Universidad, de tO años, vecino de la ausiliur del Santo
Cristo, (1)
ídem. — ^Don José del Carmen ftuc^lo, natural de esta, soltera
it 41 años, vecino de la ausiliar de Jesui» Ainria.
Día áv'-'Doña Jonefa del Castillo^ natural de esta^ viuda^ de 8#
anos, vecina de la parroquia de Guadalupe.
Idem.«-^Rdo. P, Provincial de la orden de Saa Francbeo fray
José Albore.
Dia H. — Don Antonio Rodríguez y Mellado, guarda marina de
la fragata de S. Mw Cristina, natural de Cartajena de Levante, soltero
de 17 años. '
Dia 7. — Doña María def Carmen €lon¿»ile«, natural jde S. Agvf-
lin de la Florida, viuda» de 87 años, vecina de la ausiliar de Jesús
María*
tdem«-^Sra« doñu Josefa Já«t¡z, natural de esta ciudad, soltera
de 63 añ >8, vecitta de la parroquial mayor (2),<fOcupa el nicho nít*
mero 50].
- « -I.
(1) El abate Dessidiea pesa la vtda del hombre con el sentimiento
t\ú9 causa su mnertd entre ágenos y estraRos, 7 siguiendo esta máxima del
erudito autor de los Panteones, diremos que la del Sr. don Manuel de Gcbt*
Terna ííié de un v^r incalculable. La Habana toda se ha mostrado sensi*
Me en tan grande pérdida, y sí el pobre, el desvaíais, la viuda y la donce-
lla Harán sohresa sepuyyj^cábraulo también las ñores que le consigna el
afteeto y amistad qne^^^^pensó.
(2) Al protocolaN^Kierte de es^a ilustre sedora, nos creemos obli-
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— a»—
ídem. — Don Juan Francisco Urrutia, natural de la villa de Ve«
ras» soltero, de 70 tiot, veoiiio de la aasifiar de Jeaua María.
Dia 8. — Doña Dolores Yuldés, natural de esta, aolterat de 33
años, vecina de Jesús Marin.
Idem« — Don Antonio Haría Araago^ natural de esta^ cafado, ve-
cino de la i^arroquia de Guadalupe.
Día' 11. — Doa Magia PareliMda, naturti de Ckntaleña, casado,
de 60 años, vecino de la ausiliar clel Santo Cristo. [Ocupa el nicho
iiilm. 52].
Día 13«^— Don Juan Justo No)ip^atural de ésta, soltero, vecino
de la' ausiliar -del M«>i>serrate. - ..
Dta 14. — Doña Dolores Bullón, natural de esta, casada, vecina
dei Monserrate.
ídem. — Sr. coronel don Luis Antonio Ruiz de Ajda, natural de
Álava, casado, vecino de la ausiliar del Sto. Cristo. j|
Dia 15. — Don Joaquín Porto, natural de esta,<|||fe años, veei^
BO de la afuiliar del Monserrate,
ídem, — Doña Merced Cadenas, natural de esta, viuda, de ¡]CÍenS
•fi«f, vecina de la parroquial mayor.
ídem, — Dona Margarita Alarcon, natural (fe esta, viuda, de 71
años, vecina do la parroquia de Guadalupe.
Dia 19. — Doña Franjea Domínguez de Yaldés, nataral de esta,
viuda, vecina de la parroH^^^l Espírítu-Santo.
Dia í L — Don Antou^TFIernaiidez, natural de esta, viudo, ve-
<0ÍfK> de la ausiliar del Santo Cristo.
Dia 22. — Presbro. don Francisco Agustín Rodríguez, capeflai»
del regimiento do la Union.
Dia 2o. — Doña diaria de Jesws Martínez y Alentado, natural de
^SantuMaria del Rosario, de 75 años,'vecina de la ausiliar del Santo
Cristo, [Ocupa el nicho rHím. 54].
Dia 36.— «Doña Antonia Cristina Borras, vecina del Monserrate.
ídem. — Don Antonio Valdés, natural de esta, soltero, de27 años,
vecino de la ausiliar del Santo Ángel.
Dia 2S. — DoB Federico Pa6í, natural de Aletnantat veetiio fc.
iu parroquia de Guadalupe.
gados á seualar el respeto de que fué merecedora por s^ virtudes dométú'
cas, y por el aprecio que geoeralmcute debió á este veenidario; Buena aaaí-
ga, veraz, cousecuente, generosa, recta, cristiana . . • «he aquí en raafiawt^ql
elogio qüo le tributamos, cubriendo coa blanj^kzucen^ el pórtica4el
nicho que guarda sus restos mortal|'' ^^^
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NOVIEMBRE DE 184*
Qaantos escritos se inserten en esta obra, serán de interés permanentg
qoe no Mpiren cotí las paa^geias y accidentales cireoñstanciafi^ae la época de
su publicación. •;
SOBRE EL
BV AUTOR
Don Joan Pablo Fornerr
.uVQvc el nombre del sabio magistrado D.
Juan Pablo Fomer, es bien conocido en la república
de las letras, la edición de sus obras se ha het*lio tan
rara, que creemos hacer un verdadero servicio á la li-
teratura, protocolando el Discurso sobre el modo de
escribir la Historia de Hspaña, que dio á luz este in-
signe literato , á ñnes del reinado del Sr. D. Car-
los IIL
£1 distinguido poeta D. Manuel José Quintana,
dio lugar en su Colección de poesías castellanas , á
algunas de D. Juan Pablo Forner, que también pulsó
laura, y aunque cortas en numero, serán siempre una
muestra de su profunda erudición y de buena poesía.
En el año de 1816 se publicó en Madrid el
dtctámen que dio Forner , al Consejo , como fis-
cal de la Audi|ncia de Sevilla ^ sobre estableci-
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miento de un teatro en el huerto de Sta. María. £1
editor ofreció publicar otras producciones , no menos
interesantes, del mismo autor, pero por desgracia, es-
tas pYomesas tuvieron el mismo tesirltado que otras
muchas "rfe este género. Las obras de Forner no vie«
ron la luz publica, ó si se vetifícó su publicación, fran-
camente confesamos que no han llegado á nuestras
manos. ¡Lástima en verdad! pues los escritos de For-
ner hubíerim pn>porcionado escelentes lecciones á los
aficionados á las Musas , rico y abundoso pasto á los
literatos y sabios modelos dé elocuencia forense d \6mr
que se dedican á la egregia carrera de la toga.
Aunque obras como la que ahora ofrecemos á
nuestros lectores, no necesitan prólogos ni recomen-
dación alguna» hemoscreido*oportuno estampar estas
cuatro líneas al frente*4l.el Discurso sobre el modo de
escribir la Historia de. -España , pagando xle este
modo un tributo de alabanza y admiración á la me^
moria de un Magistrado que tanto ilu/stró su patri§.
¿oiz^cn ^ó¿ yxitc¿a.
^%<
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ADVERTENCIA.
La lef^ura mianna de estas reflexiones manifestará qu^ no
ba sido mi ánimo formar un plan de ia Historia de España'
Gonforme á la opinión que sigo del modo de escribirla* Seme-
jante plan no puede formarse sino con vista de todos los docu-
mentos que deben servir de materiales á la fábrica 6 composi-
ción de la Historia. El diseño ó modelo, que es propiamente el
modo, economía, estructura y forma que ha de tener la obra en
toda su amplitud, ha desajustarse por precisión á los hechos y á
los motivos que los ocasionaron; y como estos hechos y motivos
han de resultar del examen de gran numero de documentos 'que
yo no be visto, siéndome estos desconocidos, me es imponible
formar un pian o diseño individual, como lo seria al geógrafo
formar una carta de un terreno que no conociese individual-
mente. Lo que hay impreso bastaria sin duda para la época de
loa romanos. Esta éfK>ca debe ocupar pocas páginas en una his-
toria que no ha de atenerse principalmente á describir batallas
y asolamientos de pueblos y provincias. De los tiempos siguien-
tes , esto es , del de los godos , árabes , y erección de los varios
reinos que se fueron formando en las guerras contra estos , es
también mucho lo que hay impreso , tanto dentro como fuera
de España; pero como en una historia política de una nación
cristiana no se puede prescindir de los progresos é influjo de las
gerarqmas eclesiástica y monacal, y como estos progresos ó iu-
Aijo comenzaron á tomar fuerza en la dinastía de los godos , y
crecieron sucesivamente en los peligros y turbulencias de las
guerras con los africanos, aunque de lo que hay impreso puede
sacarse mucho, á imitación de lo que practico Gianone en su
Historia de Nápolesx ^ ioda^iñ, si no me engaño , mucho mas
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lo que hay oculto en ios archivos de varias catedrales y monas-
terios, pues solo del de Toledo saccí el célebre jesüita Burriei
grande numero de documentos no conocidos, que copiados de su
mano paran hoy , eegun he oido , en la biblioteca HeaL En la
historia , mas que en otro género de escritura , es de absoluta
necesidad acudir á las fuentes de las cosas. Ella es la que hace
existir en algún modo los siglos y hombres que ya no existen;
y si ^8ta representación de existencia no corresponde á ia que
verdaderamente tuvieron los siglos y hombres pasados , entona-
ees deja de ser historia y entra en ia clase de novelas. Fuera
de esto, como los intereses de muchas clases que existen ac~
tnalmenfe vienen derivados de los sucesos que hubo en los si«>
glos qae nos antecedieron ; si la historia destinada a mantener
ia memoria de estos sucesos los representa mal , agravia á un
mismo tiempo á difuntos y vivos ; á aquellos por no espresnrlos
oomo fueron, a estos porque verán adulterados los orígenes de
lo que son.
Xa ambición humana ha bocho que en los estados civiles
haya siempre discordia y competencia (á veces sorda , á veces
publica) entre todas las clases que los componen* Lo que se^ltoe
ea &vor de los derechos de una , ofende á la otra. Cada ana
quiere prevalecer y dominar todo lo que puede. El hisCoriador
que no funde sus narraciones en documentos auténticos y origi-
nales, se espondrá á ofender á todas generalmente , porqáe bs
mas agraviadas le notarán de haber procedido sin conocimiento
de causa. Orando atención y grande trabajo es menester para es-»
to; pero á costa de atención y de trabajo se escriben las obras que
inoMMrtalisan á lew naciones. Para hacer un ensayo hiat<$rieo
como el de Voltaire ó unas rapsodias como las de Raynal, bas-*
tan poces libros, y una pluma habituada á escribir epigramas j
declamaciones. El estilo hará agradable una historia , mes wm"
rerdadera. Por esto decía Zurita á su antagonista Santa Oroz^
qm habia eicrita sus Anaki no de otro modo que esiiemk d tieri^
baño MM escrüura^ de suerte que no recelaría ptrner eneUoseisig^
no con SM En testimonio de verdad, cotno aquellos practican*
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—335 -
Mis reflexiones, piief?, no se fíindan mas que en nqnclins
tiotiiones generales que bastan para dar á entender la forma
qne, según mi modo de pensar, puede recibir la historia^ pafa
que ^tñ útil no solo á los ciudadanos, pero principalmente á lo9
monarcas y á los hombres páblicos. Las proezas y hazañas de
los héroes y guerreros están ya bastantemente ensalzadas en
mHNres de tomos; falta representar la vida política , y ver en
los tiempos antiguos los orígenes de lo que hoy somos , y en la
sucesión de los tiempos los progresos no de los hombres en ín<^
dividuo, sino de las clases que forman el cuerpo de los estados.
Una historia de esta iMitur«ilefift, no es imposible en la eje-
cución, facilitando auxilios y removiendo obstáculos. En España
es menester hoy unos y otros mas que en otra nación de las que
en Europa se llaman sabias. En estad hay impresa gran abun-
dancia de documentos en colecciones por la mayor parte mag-
níficas. Subsisten ademas las plazas de bistoriogiafos o cronis-
tas, no solo sin que las academias se ofondarf de ellas , pero
siendo académTcos los mismos qne el monarca nombra hi^lorid-
grnfos. Por esto, y por conocer el genio de nuestros cuerpos lir
terarios, he dado principio á mis reflexiones sentando que para
escribir la historia es de precisa necesidad restaurar las plazas
dtí cronistas. En tiempo de Felipe II fue la época gloniosa dm
nuestra historia, porqife este Rey abrió á sus cronistas no «ok)
los archivos de su corona, sino también ios de las catedrales y
los de los conventos, librando cédulas á Zurita, Morales, \rgo*
te de Molina , Pérez Pacz y otros ^ para que en todas partes
donde las presentasen se les pusiesen de manifiesto los papeles,
códices y libros que hubiese, pidiesen y necesitasen. Los poste-^
rieres que no lograron tales au.tilios, apenas hicieron mas que
copiar á ios cronistas de Felipe II; y Mariana fue el primero y
mm ascelente de los copiantes. ^
En el estilo no he puesto grandísimo cuidado. Simplemen*
te he vertido mis pensamientos conforme se vinieron é la pin*
ma; todo-alio de primera mano, sin mas lima ni corrección : de
suerte que yendo todo escrito de mi letra por no haberlo querido
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fiar á nadie, ni aun me queda borrador de la mayor parte de lo
que abraza este papeU porque el borrador sobre que se (undó
fue io§B bien una serie de apuntamientos , que ún discurso or-
denado. Mi buen deseo de ser útil en lo poco que alcanz<^hará
disculpables mis incorrecciones. En esta ocasión me propuse
escribir cosas, no frases. Por lo demás, la prudencia y suioa pe-
netracion de aquel á quien se ofrecen estas reflexiones (*),^rá
de ellas , como lo hace en todo , el uso mas conveniente para
utilidad de 4a patria.
I.
lA Academia de la Historia no es 6 propítolto para
escribir una buena lilstorla.
VoMo entre una historia y una compilación de hechos hay la
misma diferencia que entre un edificio y los materiales de este mis-
mo edlQcio amontonados en una plaza 6 almacén , tengo por cosa
cierta que asi como son útilísimas las academias para buscar y con-
serrar estos fragmentos, lo son igualmente para investigar y compilar
hechos; pero eu tratándose de formar un cuerpo perfecto de híMoria»
ninguna academia , considerada como tal , podrá jamas formarle ni
producirle, asi como ninguna academia podrá jamas formar una es-
tatua tan escelente como la formaba Fidias solo por sí. Los ejemplos
de la antigüedad pudieran dar peso á esta proposición si Grecia y
Roma hubieran conocido esta especie de academias. En Francia no
hay academia de historia, sino de materiales para la historia ; y esto
es efectivamente en lo que puede ocuparse con grande utilidad una
éongregacion de eruditos tan recomendables como los de la nuestra.
La historia universal que publicaren Inglaterra una sociedad de hom.
bres de letras, do es mas que una serie de estrnetos de las mejores
lúitorias de las naciones, y en las cosas modernas una compilación
(*) Este fue el Escelentísimo Señor Don Eugenio Llagnno , s^retario de
Estado.
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f)« las ¡nnamerables-iiieinorias que se liao escrilo sobre ellas ; ocupa*
eioo que puede ciertamente «er desempeñada pof muchos j.j j¡otk
acierto. España, que por el establecí miento át las plazas de cfonisl^
habla. poseído de tiempos muy autiguos igia serte nointeruimi^aáe
hiftoriadores» ha TÍfltb ceskr la continuacídh ¿e su historítf d^iaM
roíamo punto que se estableció la aQademii^e eiju. En ItaKa haj
gran miitíTtud de fabíAétes de antigiiqdad^ , y escesíro nüáiero da
Bicada|pias qué se «ocupan en investigaciones híslprícas: pero sus bue*
^nos bistAíadorieSf^como sus buBnoa poetas, si bien han sido tal vez
individuos de estaa sociedades, baft trábi^.a4c^ieiítpTe -fia - participa*
cion deelli^ KaA >ez se ha visto óbrá gVande de tti'uchos inganioa*
Cada uno de iosque componéa nuestra itcadéñiia pudiera rhacarla
por si solo; pero es caai.ímpósible .^ue «pidos muchos \ aun de igua-
les talentos» la saqueo perfecta, porque no puede ser que je. conrea*
g^n todos ea el modo de pensar y eq^el de enpreáar lo que piensaaj
y %o lo es menos que. la casualidad jpnte en uña academia taleatoa
igiAiIes j^ aejnejantej que puedaq ptadiicir de mancomún una ebra
que no sea nionetruosa. « • .
Si^como han pretendido algunos) la can|posicJion de upa hiato**
ria hubiera de reducirse á unasimffley d ésnuda compilación 4e^-
chos, adopMindo uA pf an ^ronalógico' y poseyendo los- materiales cor-
respondientes, pudiera sin duda una a^demia 'formar una historia
admirable, y que no fuese demasiadamente pesigual en sus partas*
Aun asi el estilo no seria unifbrme, y dejaría entrever la diferencia
de las man^s. Tal peda2p sería Aorid^, tal seco y descarnado, tal se-
vero y conciso» tal gracioso y encantador, y tal también inelegante y
tosco^ porque al ^n es dificil qye Iqji in diyidqos de una aoadeinía a^an
todos igualmente talentos del primer orden, y es todavía mas diicU
que los' que no lo sean quieran someterse á .la corrección de los mas
aventajados.. Seria sin enlbargo disimulabfe este defecto de desigual,
dad si los grandes ejemplos de •Kistorias escelesmtes que se nos ofre-
cen continuamente á la vista, no nos hubiesen habituado á buscar
en la historia rigq j;nas (}He hechos desnudos. Los nombres de Tud-
dides y de Salustio , d^e Herod*ta«y Libio , de PoUbio . y Tácito , de
Plytarco y César, ¿te. en la misma diversictad d&sos estilos y*modoa
de espóoer.y jrapresantar las cosas, nos han obligado como^ior ííierzm
á pedir en la historia 1m ornamentos mas admirablea de la eloeacioii
y fa pen^tra^on mas praftinda eu las materii^ polític^i y«l conoci-
miento mas puntual de lo interiar del lioni|||e. Queremos que el.his'
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—328—
toriador imite al poeta en el modo de espresar coü novedad lieoliot
que no puede fingir, 7 en el arte dificU de retratar, con propiedad j
.e#celeneia los caráeterea de l^s personiia : qtteremos que se iguale al
político e$ la averiguacioB4de las causas de los hechos que cuenta :
ifaeremcffe que se oouviyt^en filósofo para i^flextOnar y deducir máxi-
m9s útilQ3 sobre efstos q^jaoips byechos; 7 (lo que es sobre todo arduo)
quereiDOStque, sin afectar e|||ganoÍH, política iii filosofia-, ^e^elegau-
te, sea político V sea filosofo cuando ménoe parezca que lo e% Lo^
hombf es, que liacen por ló común poco caso d^ su racionalidad,
aman noobstirntepérdiffainente los frutos de ella,/ cuanto mas racto-
aalea son estos Trutos, tanto mas los aman. No sé Tiin3an en otra ra<
Eon qil^ en las alaban^as'que en todos los siglos hnn merecido tos
hombre de ingenio. Las obfas de estos son pattos no de un irabajo
mecánico^ farraguista, sino del vigor del talento , que hecho dueño
eje la paturaleza, 6 la retrata 6 Ih mejora con las combinaciones de
iu imaginación, j novedad enérgica de su estilo. *Sin grandísimo^ vi-
gor en el entendimiento no puede hajber grandes*poeta8,« oradores ni
historiadores; y las obras de estos én tanto son admirables, en cua^p
"participan mas de aqtselhi sublime Aierzn y de aquel vigor grandí-
simo:
' Una historia de hechos simples yHescnfnados', pue(íe\nuj bien
«er útil para saber la's cosas sncedidas , al modo que lo eran las pri-
ñeras historias de los romanos ; pero la nación en que no hay mas
«fue esta especie de historia, no será c^ebre en este ramo , como no
h> era en efecto Roma cuandp no poseía pías qué mesas analistas.
Aun diré mas, tas glorias de un pueblo no harán gran papel en e|
teatro de Itfs naciones, y la serie de sus sucesos será tsabid^ de muy
potos, y por consiguiente no se sacará de ellos la utilidad á que se
dirige su estudio : porq<ie el común de los hombres no lee solo para
instruirse : así coifio en toáo, buscan también el recreo en la lectura.
Las nneiottes estrañais leen solo por \h opinión y fama de los grande^
nombres, pues para leer obras vulgares son pocos los que se quieren
towar el trabajo de aprender una lengua esfhn^ra. Solo por enten-
der el Quijote se han dedicado mfitítOs literatos de Europa á estu-
diar la^ngua en que está escrito. Machas novelas francesas del siglo
pasado fti«ron compuestas sobre hechos ciertos efe niAstras historias,
que eran entonces leídas en aquella nación , f llegó esto á tal est^e-
wo, qnc lfubo*e8trangc^ -quc cafificó de nivelas'* nué^as*liistoria8
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—329—
mtiguas por la grandeza de los hechos y hazañas. Nuestras come*
días, á pesar de su deearreffle, suministraban los asuntos 7 aun esce-
nas á ios draoiáticos fronceses. Sabia entonces Francia ipénos que
nosotros, nil^stros ingenios (que fueron en* gran nunifro y íviDiindísi*
moa) embelesaban á toda«fiuropa, porque eran los mejores qu9 en-
tonces se conocitn. DiérdVkse las naciMes á escribir; produjeron gran-
des escritores enliquellas artes. en que se r^ezffla el recreo con la uti-
^dad; nos aventajaron , y ay.udandp también nuestro descuido^ sea
por fataflidad, sea ^r efecto de la constitución política , no ^1^ per-
dimos la superioridad literaria , sino que andando el tiempo hemos
sidg mira^ocrcomo bárbaros. Para mí es un hecho cierto q^ie entre
otras muchas causas que coiicurrieron á esta mÍ8ei'*ble decadencia«
fue una de las mas principales el desprecio en que cayeron \ñp letras
bnmanasy y por consiguiente la falta total del buen g^istS yj^f acy e-
Uas obras que inmortalizan á los pueblos y hacen célebraf sus idiomas:
Cicerón, dijo/nuchas veces, y no se cansina de repetirlo^^ue é|
eargo de historiador era propio* de hombres elocuentísímoe. ««¿Veis
(dice en el libro II del Orador) cuan propio y peculiar sea de un ara-
dor escribir la historia? A la verdad considerando la corriente en lo
oración y la variedad de las cosas, estoy por decir que es la mayor
ocupación suya* Sin embargo, aun no he visto que los preceptos de
la. historia hayan sido enseñados en los libros retóricos. Cierto es qde
parecen llanos, y que se ocurren á cualquiera á primera vista. Por.
que ¿quién ignora que la primera ley de la hi^ria es no atreverse á
de€ir cosas falsasy y la segunda no omitir las verdaderas^, juntando 4
ellas una noble*y entera imp^cialidad? Que aon estos los fundamen-
tos sabidos de todos, no hay duda; mas la gran dificultad está en la
eonstraociont la cual consiste en el modo con que se disponen las
eosas y las palabras. El orden de las cosas Jreqnie^B distlncfoü 'e¿ loa
tiempos, y descripciones de los lugares:' requiere*. que por cuanto en
las oosas grandes y dignas de memoria se consideran en pri«ie& lagar
los conseíos, después los hechos, y últimamente los éxitos, resolta»
ó cottseenenetas, esprese el historiador que es lo que aprueba ó re-
prnebaaen los primeros : tlisclare en los segundos^ W1B0I0 loque {Mmo:
y lo que se habló^^pero tflmbien cómi^pasó y c6inov se habló , y ea**
pKqtie en los últimos todas las causas f motivas, y si procedieron*
de la prudencia de los hombres, de su temeridad, ó«de ai|funa casua-
lidad; y tratando de los mismos hombres^ está oblltado^io «olV'á
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—330—
fSonr wn hechos por iiityor« uiao á eontar Ja vidfi, genio y co«tuni«
bN8 d^lofl <|4I6 mas se señareron en glosia y ímmú. En lo que mira
al érdefi de las paUbras y modo de decir requiere la historia un eeti-
Jo eopkiio, no^nierrumpido , que corra con suavidad *SgUHl, sin In
asp0i£z a judicial y »i(\ las agudezas de la» sentenctas forense<>/* Si
ana historia no se escribe así;^ se limita Iblo á la Rmple espdsicíon
de los hechos,. ser^ leiTl a ^e eorto número de estudiosos , que (como
en todo) cebarán su ¡uriosidad e^ los sucesos de las naeiones ; peroApu
sil b3#4ra no será generW ni entre naturales ni eMIre estmn^ros ; y
resultarán de.aqn^dos daños y gravísimos, Pri mcrO|^ a e despreciada
la elocuencia en las obras que ¿ha» la exigea, no sean buymdiMiJcM
libros de la nación én que se escriba nni, S^'^undo , que no hallando
en la lectura el cebo del deleite, caigan en dedcrédiio libros útiles en
la auScancia/é ignore un pueblo su miáma historia , ignorando par
bonsiguiente^as causas dt^ sus miserias 6 prosperidades, Km motifos
^ue te^ngniudecieron-ó debilitaron, el conacímieQto puntual de sug
errores ó^ciertos en la guerra, en la política, en la economía , en la
ref%ion y en el saber.
- Si es áúl pues según estas reflexiones que la historia se escriba
eon profundidad, sagacidad y elocuencia , desde luego se deja oonsi^
derar que una academia, considerada como tal, no eade ningún mo*
dó k proposito para desempeñar una historia d otada de aquellas ca*
lidades.'Los hombres son desemejantes en todo , ora se atienda ai
cuerpo, ora al espíriti^^^ todos son aptos para todo : habrá quien
escriba un ezceleflte alegato, y no podrá escribir cuatro líneas de una
oración fúnebre. En mía misma arte se^ que seg^in* los genios so-
bresalen mas unos que otros en distintas especies. Tal poeta domina
en el epigrama, tal en la tragedia, tal en la sátira , y en saliendo da
aquí oaeiFen'la medianía*. Nace esto de la mayor 6 menor fertilidad
del tdetito, ctj^l domjhio qae én los entendimientos logran uaat po»
tencias sobre otras ; y el que lea eon atención el exoalante Mbro de
Boestro Httar&^ (mas conocido entre los estrangeros qoa entra nos-
otros) sabrá que es lo qae liebe emprender el hombre en qaiea do-
mv^ el juicio ^ qtia'áqQel ^ quien reine la *ímagi«ac»on r qv«» aqaal
ea qttíen 8obresa%a.el iiigenio|4a meBioria,«áte. Se a^i proceda la
fnfinita.yaríedád que se «ota fo concebir y espreear las eosas entíi^
loe hombvesfsy esia variedad infinita hace que siendo Qntoa tí dese-
m^^Btes^^ talentos ao pueda haber jamos uniformidad en ka obrés
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qtte precetWii de mtushof, y que en las que peotleii priiicip«lmeM#
<U uQft ciercit dii>po»iciaii del enieoduniento para «lesempefiarltta c«n
i« debi4a perfección Jio logre, cabiciti la maneomuiíidad sin peügr«
de producir un nténstruo, ó por mejor decir, un tejido de diversas te-
la^, tiuiaé 7 laboree, ,
£} diieño ó pía» de Qiia obra de ingenio podrá sin duda ser
formado p#r maclios» corregido, mejorado , per&ceionado-;.per» 1h
Idebidluajecucion oo ee don de mticbos , y esto- está 'Comprobado en
la esperíeneia de \% que bao ejecutado los hombres mas oélébres en
las iirkes. No liajr dos bi^^toriadores, dos pintores, dos escultoree qua
8| parezúna antaramente eatre 9Í,g;^i en la su^ncia, ni en los acet.
denles. £i esto ai4|Cf^de eittre los^ijíiisoios que*se^refMtan ptf»r emioeti-
tes eo las artet*, ¿qué se cl^be esperar de on cuerpo acadéuiico ^lond*
es di&cil que sean «e minen tes todos los indínduos «ya porque los to.
lentos grandes son yiros, ya poniu^ aunque fueran en mayor núme-
ro de Jo que son, ño siempre son admitidos eu lis academiss?
Qcutveuciitu t4ii.v«tf 4^ R^aI Academia de la Historia del conocí*
miento de estas verdades, 8%prc^)u#o ei^los estatutos de *sa fu»da-
cii>n dedio«irso toda iia ^kr^acmn de unos ^ales , y á la de un
Diccionario histórico amnersal de España deducido del índicg que
reiulta de aquellos, con el fin de aclarar la cierto en los hechos du-
dosos, purg;ir de f/ibulu'^ uajtjtras antigí^Jade^,^jar las épocas, des-
entrañar las ge:ie)il:>;>;í is y sdcceáiones , f )rin ir descripciones ex te-
tas de las provine! is usí antigaij com» m >derna3, y en suma dar se-
gtiridad á la historia en la varia é inmensa mullitud de*sus objetos.
La Real Academia adoptó sabiamente la ocupación que en estos
asuntos puede desempeñar mitajosamente una sociedad de eruditos*
Artículos separfidos, disertaciones singulares, adquisición, ilustración
y publicación de documentos de tod.is especies , discusiones de pun-
tcks dudosos, son propi<ikn:jnte las obras y oúoisterios en quQ.piieda
OCttpMie uoa coagreg loioa, para que puriñcados. en ella los mate-
riaifts paaen al que ha.de labrar con ellos el edi&cio 00 la histotrta.
Esla es la grande utilidad de estaa academias, y cieitameate utilidÍMÍ
muy a^i^erior 4 cuanto se pueda ponderar. La fal^i de las academia»
htxo Ua ÍMaio|ia8 de lotf tiempos pasiyíos inciertas , y contradictorias
e n muchos puntos. Obligados los cronistas 4 averigiiar y á escribir
s^bof aio. otros «uxilios quebsu diligencia, en las cosas dudosas forma-
iKtn sistemas psobables, ae afeanian & conjeturas no dtl lodo sagu
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—332—
y- el trabajo de adivinar y averiguar fue poeo favr^rable muchas rtcew-
á la economía y belleza de la composición. Mariana , que no hizo
mas que copiar lo que bailó ím*pre8o , fiH'mó una historia eacelente
en cuanto á la disposición, la reflexión y «1 estilo. Morales y Zurita,
que se vieron precisados á juntarla materia estrflctando libros , co-
piando y recogiendo monumentos, aunque fueron altamente doctos
en las letras hutiíanas, este mismo trabajo les embarazó n>«elio para ^
atender á aquellas bellezas del arte y del genio que pide la delMade- flPr
za de los iuteKgenteSf refiriendo mas bien loa hechos de ios homt>reK,
que retratado sus costumbres. La obligación queep la antigua Ro-
ma tenían los pantífícA de eserQpr ios anales , escusa á Libio ei|.
gran parte el trabafe de las investigacipnes , y -te dejí» todo el f igor
neeesaria para producir unaJiistoricr perfecta. Cuando el historiador
halla'á la mano los 4n ateríales que necesita, corre eomp en un cam-
po abierto, y desembarazada la pluma labra el %lificio eon mayor
fuer/n y celeridad.. En España sonr poquísimas )as coleccionas que
se han publicado de documento!, rnsp^to de^^nmensa muchedum-
bre que yffce escoadida en las arcliivoi«« l^ia academia puede y debe
atender á esta empresaisque no puede^sér%j«euiaida sino por mudruiá
y a|ítorizado8.para ello. • ♦■
lie
m
lias plazas de jcronistas eran útiles en Vatfsdkeu
La utilidad de las plazas de cronistas no se cenia solo al pro*
vecho que resulta de que un estado ó nación no carezca de historia-
dores. Habiéndose demostrado en el párrafo antecedente que las bue-
ncrs historias no pueden' ser escritas sino* por una mano , es conse-
cuencia precisa que si es útil la historia lo sea igualmente el artífice -
de ella. Otras eran también las ventajas q^e se^ieguian ^ España de
las plazas de cronistas de sus reinos : notaré algunas.
Mniétras hubo plazas de cronistas , li^bo en Ei^añS' hombres
muy señalados que mantuvieron el crédito de Jas letras humanas»
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— 3;w-
dn tas cuales rara vez es gloriosa ni culta una nación. E»to era na-
twal. Muchos jóvenes que il^cinn con afición á las artes de humani-
dad , 8abien<fo que en las plazas de cronistas podían hallar con €t
tiempo un distintivo honorífico que les diese coiisíderacioiFen su ^a^-
tría, aé entregaban entera y eficazmente V aquellas artes, salian emi.
nenüft en i»lla8; y que lograsen f» no las pla'zas , la nación poseí» m
su seno humanistas célebres qtle^udierou competir con lo» mas nonV.
'^Pbrados eñ Holamia y Flande". Lá serie de nuestros cronistas ' desde
el reinado de Fernando el Católrco, ^s un# serle de hofhbres doctos
no interrumpida m\ la continuación ,de*cerca de tres- si^s , yfk se
i|||^nda'á la'coroua de €ustilA , yá á la de Aragón , ya á los domi-'
níos de Ainérica. Antotiio de Nefcrija , Florian de Ocampc^ Ambro-
sio de Morales, Lorenzo d«f*i|d»lla,touan Ginéj de Sepúlved-a, Juan
Pt»ez de Castro, Pedro de Vaiepci/, Prudeiidío de Sandoval, D.. José
Pellicer, D. Luis de Castro, Lurs cb Cabrera , Gerónimo de Zurita, ,
Ltjperclo y Bvtolomé de' Argensola ,*Zayas , Dormer , Antonio de
Herrera, A'ntonió de León jnn€flo^ Salís &c., son nombréis que man/'
^uvieroifftustremeñte Ta jrforJli de*ni»estra literatura mientras hubo
plaias de cpo.nistas en'Espaíia. Con fa estinctoii-de estas acabo la,
raía de esteb grandes li#mbres ; y como en lir náoion ho hay níóhos'
dignos para.los meros pTofespres de letras humanas, ni hay otros ar-
bitrios para ^vir que los que Human empleos 6 profesiones , todo el
mundo descuida y abandona lo que no le ofrece' esperanza de honor
6 conveniencias. Vi la áéademia de la ílistorra es bastante paira lle-
nar este vacío. En España las plazas* de académicos son. mas bieii
UQ titulo de honor que un destino para emplearse. en ana ocupación*
deternilitada. Los académicos de la Historia no son -mords hombres
á^ letras puestos aHí para trabajar única y privativamente en*'la his-
toria. Cade académico suele tener su empleo ó cargo que le Il^vnn hi
principal atención, y las tareas académicas se co^sidesan como tina
aplieacion accesoria. Por tanta nunca fk>drán dedicarse poculíar-
ménie i los trabajos del instituidle la ; Academia; y^o que ha hecho
ésta es un testimonio nada equívoco del pun'clóhor y laboriosidad -dé '
los académicos, que ciertamente no han.sido guiados ^r el estímulo
del ínteres- * . •
tJtra utilidad (y no corta) que proporcionaban los cronistas^ em *
el registro pei'iooal de los archivos páblieos y piirticalares del reino*
L(>s documentos históricos que hay publicados hasta ahora se deben
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—334—
en graD paKe á esta diligencia de loa croiiiatas. Los reinoa , cUiliga'*
dos á sunfioistrar materiales á sus liistoiri adores, revolviaii coatíiiua-
Meóte sus archivos , cotaaiiicábaiiles noticias y copias de sus p^pe»
\e9^f por tflte medio se iban desentrañando cada vez mas estos in-
maofps depósitos de doc^pientos, que yaceriuu boy cerrados dc^todu^
^uo se hubiera restaurado próvidamente la plaza de cronista 4§ I^i-
días. Los «iages que iiicteron Gerónimo de Zurita y Ambrosio de
Morales de orden de l^dipe II por vacias proviiicias de Itolia y £s¡- ^^^
[>aña fueron «ausa paro que se desenterrasen gran parte de nuestros
antiguos ^ónicQ^y anales, privilegios, y otros documentos utiliííimoa
que yacían luchando entre el polvo y loipolilla en los obsi;uro9 só^
nos de alpinos monastdTiGs y casas *de« concejo. Los grandes , que
por haber cronistas en el reino t^fiiaq ^p^tbres de qiúen echar mano
para publipai las gloriaste sus CMaas 6 dtfeuder sua derecho», noip-
brandólos cro^nistas ó defensores ^yas, les abrian .^us archivos libe-
ralmente«y por este medio ¡nvcestigaroii mas D. José Pellicer y.D,
Luis de Castro, siendo dos hombres sq^osii que cuanto habrá inve.«v-
gado hasta aquí la Real Acadcniia^le ík ^istoi^ en esta matey^ia par-
ticular de los untiguos h'éroes de nuesrra nach^i. TI! vez sq dabtm
plazas de cronbtas^á religiosos de varias órd^es , ^mo ^ vio en je)
obispo Sandüval y en fray Juan Barros ; y esto contribuyó en girxn
manera i que se revolvieseiUps archivos cLe estas órdei^s , y se fra-
casen de ellos muchos y muy importantes instrumentos para la no-
ticia d^las casas antiguas. £n España ha sido* siempre queja conti-
nua de los hoinbres mas doctos*en.la historio., |^ fuTta de cuidado en
jutít&f y publicar los docXimentos históricos que en grandísimo nu-
mero se hallap en loa archivos y bibliotecas del reii^o. « ^
Sia embargo, el descubrimiento de. los que poseemos publici^doflb
1q d4ieioo8 todo á los cronistas ó á personan particulares , j|tte por
inclinación á e|te estudio, sin otros auxilios que su laboriosidad, han
formado colecciones de documentosi han publiaado los que han po^
dido haber á las Qianos, y han ilu8tra(|{) y corregido los que fueron
detcnbíertoa por los creni&tas de C&rbs Y y Felipe y. La Academia
de la Historia pliede sin duda^ poseer gsan )eaoro de papeles , Ubros«
códices^ inscripciones , medallas y antiglt^dades de todq^ gélMCos;
Pfro 1^ laa tiene estaneüdas en sí, la Academia yeodra á set proba-
mente na archivo mas en el reino tan cefrado como los demás. ¿ la
ciifiosi''
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iiruestras colecctonetson dimfnatas, uia. kutptéBm por Id ¿omitai
y 16 qii« es peor poco correetñA en los testos. Et obispo SnndoTal
hi/.o harto en ptthlicnr los crónicos de cuatro obispos j los estraetoif
de dos crónicas. Morales y ZnritH poseyeron niucho , j no pudieroik
mprimir sino poco. La antigHedad española debe macho al padfl
Androi Scoto, citya España ilustrada es la únifoa' fibleccion díg^A
de este Aonibre.*Debe trimbien infinito á la diligencia de D. José Pé-
9 Ificer, cuyos ñíetáíñriahs genéaiégtctn son un'tfbpósito mtiy abun«
dante de memorias antiguas; pero estos memoriales se han hecno rá*
As por lo mismo que no se escribian sinn (Ara preteiisiotes dé las
oftsas que daban motivo á eHos. D. Luis de SaFaAr y ^Castro no«
dio un buen número de escrituras en el úftimo^tomo de la HutotU^
de la casa dt Lara. Imit^e el padre Berganza en el tomo II de sus
Antigüedades : á éste el padre Flores en su España sagrada^ y WW-
diendo á éstos los trabajos de los señores t>. fiugenio Llaguno y Ú.
José Miguel de Flores, que aunque académicos no escriberi por en-
cargo de la Academia, queda casi completa la historia de nuestros
materiales históricos, que seria escelente si se le quitase la calidad
minuciosa, indigesta y enmarañada, si se atiende á lo que era razón
esperar de un cuerpo autorizado; porq.ne los cronistas y aíicionadoa
al estudio histórico, harto hicieron en buscar , juntar y publicar los
materiales que poseemos, sin que esto baste para la composición de
sus historias, ciánicas ó anales.
Olra ventHJii que acarreaban las plazas de cronií^s era que la
composición de la historifi caia en manos de perseas aptas para es-
cribirla. Fundábase esto en que fara vez se pfoveyó plaza de cro-
nista del Rey ó de los reinos en quien no hubiese dado testimonios
públicos de su instrucción y suficiencia en las materias históricaa.
En los mismos títulos qne se despachaban se espresaba esta circuns-
tancia, y son un ejemplo bien notable los que se despachardli á Zu-
rita y Pellicer, que son los únicos que se han impreso. De Ibs cin-
cuenta y tres cronistas que ha tenido España en4os dos -siglos ante-
riores no hay uno de quien np poseamoa» libros ó trabajos* históricos
impresos ó manuscritos. Resultarof^de aquí dos grandes utilidadea,
mía que la historia se escribiese : otra qne se escribiese con digni-
dad. Como la obligación del cronista era atender aUcumplimí^to de
este-oficio, si se descuidaba era mirado con poco apreeto^ j las que-
jas de este descuido solian trascender al publico algunas vecee* Pre*
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^336—
cisadoa í trabajar, y yéndoles nada méiK)8 <|ue su mayor crédito en
que estos trabajos correspondiesen á la «lección que se habla hecho
de ellos, se aplicaban i ntedsísi mámente á escribir del m^r modo
que les fuese posible. Una persona, sola en quien tiene puestos ios
oj#9 el público esperando de ella grandes frutos en. el asunto que se
le confía, si es^octa y tiene Iuham^, se ^scede á sí tmisnva por jp co-^
mun por no desmerecer en el concepto que le grang^roii si» talento
y estudios. En una estigregacion de personas no puede suceder esto,
porqift ningún particular desmerece por mas que pueda ser notado
el cuerpo;, pero co-mo essfácil que \oi individuos se echen la culp^
unos á otros de^ que no hacen, ninguno sufre en sí el descrédito^
y como todo cuerpo es mirado en España con una veneración escru-
pulosa, procuran los mismos cuerpos gannr y mantener una cierta
aiUoridad, que no debe haber jamás en las letras. Nadie se atreve á
acriminar eo público su descuido , como era lícito hacerlo con los
cronistas, y la nación sufre el perjuicio de carecer de historiadorery
de historias.
Dije antes que sí los instrumentos históricos que recoge la Reaf
Academia no salen al publico y permanecen estancados en su libre-
ría, ésta viene á ser un archivo mas en el reino, negado al uso y uti-
lídad de los estudiosos. Por esto en el cn9o de que se restableciesen
las plazos de cronistas, 6 tuviese S. M. á bien dar título de historió-
grafo de España á alguna persona determinada , convendría que el
electo 6 electos por el mismo hecho de serlo , obtui^esen plazas en
la ^ademia cotí derecho de hacer uso de sus papeles y dqgMtncn-
tos, igualmente quft de los que existen en lOs demás archivos de la
nación. Si no se ejecvta así, la historia de España puede contarse
entre las cosas perdidas, porque ó no se escribiiá , 6 no se escribirá
bien. (Concluirá en laprócsima entrega.)
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—337-
biografía.
(Artícalo remitido.)
Nació en Palaú, pueblo situado á cuatro leguas de Nantes, pro^
vtuoia de Bretaña, ea 1079, de padres nobles ,- pero^de foi:^ana etfea-*
sa. Desde sus primeros años mostró sobradamente k agudeza de su ^
Htgeiito y U precocidad de su inteligeiieia : dedicado á la carrera de
las letras, fiíe el estudio su pasión favorita , y dejando la éorte dé
MárUpara criarse su el regazo de Minerva , según eua propias es«*
presioti^, salió á los dtes y seis años de su pueble y recorrió di ver*
sas proviocias buscando escuelas de fnma donde aprender , j adver*
sanos de nombradía con quienes discutir : resolución propia de tu
carácter y de un tiempo en que la dispata escolástica tf% el medio
mas adecuado de g^nar sólida fama y duradera fortuna. A ios veinte
años llegó á París donde dirigía los estudios péblioos ,*eo calidad de
arcediano, Guillermo Gfaampeaux , el primero y mas célebve de loe
dialécticos de su época : y enseñaba ademas á nn corso numeroso
la gramática, la retórica y todo lo que con el nombre de dialé^ca se
saAMa en aquel tibmpo de filo^ofia. Arrastrado Abelardo de laj^lnQ*
del profesor y de so amor á la ciencia y á la disputa , asistia como
discípulo á la escuela de Champeauz , qtiien manifbstó grande pro-
dileccioo hacía él, lisongeado con el honor que daria á su esooela
semejante alumno. Pero la amistad y buena armenia entre ambos no
podiH ser duradera. Animado Abelardo con la confiansa de la rooee*
dad, con la conciencia de so talento y con el recuerdo de sus trioo^^
fes; codicioso por otra parte de reputación ; de genio franco ; pero
poce dóvü y buscando en el estudio no opiniones formadas sino la
materia de las suyas propias, no pqdia escucbar coa calma ai reci-
bir coo iudifiereucitt doctrinas que creia refutables , y aserciones quo
estimaba falsas é insostenibles. Abelardo ademas , necesitaba dwtin.
^oirse, quoris osteiitJir su superioridad, y la ettcoláalica le abría el
«auiÍHo de üonseiriiiriu. Pero la escolástica que ai iinncipio busca^so-
• 4a
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lo pretestos pan alimentar las disputas que al esclureeimiento de ln
verdad estima necesarias, aoaba por dudar real, y verdaderamente de
la certidumbre de 4a« doctrina» y por juegar oonchiyentea é incontes-
tables los argumentos que en un principio hiciera para mostrar inge-
nio 7 sutileza. No decimos por esto que la doctrina de Cliampeauz
fuera irrefutable; pero sí, que Abelardo pudo muy bien comenzar sus
argumentaciones sin ninguna mira de reforma ni de innovación fílt*"
sófica, acabando por persuadirse á sí mismo de la certidumbre de
unas fa/ones que en otro tiempo juzgara artificiosas. Abelardo, pues,
comenzó la disputa con todo el ardor de su aimí^ con toda la activi.
<)ad de su .espíritu. Argüyó con su maestro no cobío diselpalo aumiao
^ obediente, sino como rival osado y poderoso : no como quien átñtm
provoear cma esplicaoion mas completa que la que conoee , sino «•<-
mo quien aspira á vencer y á consegair ios honores del triunfo. Y
le era tanco mas ficti lograr su intento cuanto que 4 las grandes do*
tes de su tntokgsneia I reunia otras cualidadee de que carenan mhi
afdversarios» Era elegíante en la diecion, feewHh» y espedito para ii»^
pvovisar, impetitoso y arrebatado en él decir» y orador oihi una espe*
eie de ei«>aaencia poco común ent<(nces en las escuelas; pues al wm'*
fnfo tiempo que arrastraba con ella el convenúimiento de loe inteli^
g^ntes« eaotírvaba la atención de la goDeralidad del amiitorio. Aeí-ei^
q«te la supíefioritlad de Abelardo fué poco tiempo dudosa. Indignada
eoNtfa éi Crut^rmo de OhampeAui traemitiá su eneoMstad á casi to-
aos sos diseíptlIosT y le decJbró una guerra obstinada y sin descanto^
■ ^ los veinte y dos afios, y caando todavía estaba- Abelardo baja
Iftdieciplioa de Cliampeaux, trató de establecer una cátedra; y n^
pttdioildo hacerlo en Paris, en razón de dirigir ios estudios aa eneoil-^
gé e^ aveedianoi se fué á estaUeoerla en Melwi que eraettiÓDees uait
de lee ciudades mas importaates de Francia per residir en ella 4*^
eéffte una piarle del aito. Desde sus primeras leobioaee disit>ó Abetar^
áo cMi su faina la ^ue á coeia de mucho tiempo habían aáqoirlclc^
\w Otros maestros del arte; y queriendo sin duda hacer ñas míiloeo'
ül triiMfo te trasladó á Cocheil desde donde estrechaba mas da cérea
oOD sus argumentos á la escuela de Paris. Empero, su eoseflainia en*
esta oession no pudo ser muy duradera, pues rendido del trabajo ca<-
y6 gravemente eafermo y tuva que volver á Bretaña paira reatafala*
aeree de e« dolencia. Logrólo al cabo de algunos años de vida retira*
éá y pací ftoa, y Astituida i Paris, halló que Champeaux habia he^
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—339--
^!io renuncia de 0us funciones de arcediano j tomado e] hábito reli:
gioso en el monasterio de San Victor, aunque no por eso había deja-
do de enseñar publicamente. Abelardo entonces acudió á sus aulas
j siguió su« lecciones de retórica : suceso entraño por cierto atendida
)a profunda enemistad de los dos dialécticos ; peiro que sin embargo
puede esplicarse por la necesidad que debió tener Abelardo de escu*
darse con el título de discípulo de Champeaux para poder conseivar
la escuela que abrió en Paris por aquel tiempo.
Hr\cía mas de veinte 7 cinco años que agitaban las aulas de^a,
rí?, la cuestión entre los realistas y los nominalistas. Sostenían I04
prún^roSf ^e las ideiis i^eneraiea eran sustaMoias vi^rdaderas que te^
nian exi»teitcia fuera de nuestro entendimiento , al .paso que loa se*
guiidas opinaban que dichas ideas generales no tenian otra realidadl
9éB0 (a da la palabra que laa representaban. Esta cuestión al paraeav
paraaaante fiiosóüea tenia entonces uoa grande traseendeneia religí*.
sa y 4^cia)» y era el germen de dos doetrinas ooatrartas qae «oaa
adalante kabian de conmover á la Curopa ; porque si las ideas itm«
versales no tierten nfugnan realidad en el mundo, fácil es de conocer
que hombres mas lógicos y atrevidos deducirían de este principia»
coaseeuenciaa nada favorables á la pureza de la fé y á lá oitodozía
de la dcpctrtna. Si las ideas generales no son mas que palabras ,^a^
Í9$ vaaif, coíma deata Roscelino , solo baj realidad en los individuos
y por coastgnieate daboa ser simples abstracciones muchna unidades,
entre ólrat la naidid por escelencta, la que eonstituje el fondona la
Sanámma Trinidad, en la oaal pueden ser 6nieamente reaiea las trea
paMonas» fi>rniando una unidad aooiinal , signo repréaantativo da ao
rakioioa; puat a« de adi ertiff qae los teólogos mas famosotf de aqve|
tiampo pralaadían probar este sagrado misterio diciendo : que asá
eomo machos hombres coiisiJerudos como especie no son mas que
«a solo hombre, asi también machas personas cada una de las cuí-
les es on Dios perfecto son un solo Dios. Así pues la doctrina nomi»
nalísta, aunque no ern contraria al dogr^a d e la Trinidad, des.vane-^
da por lo nténos este argumento que intentaba probarlo , lo cual era
uii grnvH escándalo en aquellos tiénripos , en que la 61o8ofía en ves
de ser verdadera ciencia, estaba reducida al modesto if^peíde forma
y auxiliar de la teología.
QM\0ñño de Champeaux, era adversaría aeécrmio de esta éoe»
tfhía : erizaba que las ideas generales lejos de ser paros nombres
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eran Ins únicn» entídath^s que existían , y que los individuos en quíe'
lies liahia querido resolverse las ¡deas generales no tenian existencinr
por sf mismos sino en cuanto estaban relacionados con ellas : lo que
existe, decía, es la humanidad , pues los hombres no son otra cosa
que sus partes i fragmentos. Abelardo sin participar enteramente de
todas las ideas de los nominaiirítas, pues pretendía encontrar realidad
en algunas ideas universales, atacó con grHude energía la doctrintt
de C|iampeaux en la parte que negaba su realidad propia á los indi*
TÍduos : fué pues eclético y esta opinión honra tanto á su ¡nteligen*
eia, cuanto que su carácter apasionado y violento era siempre un
obstáculo que le alejaba de tomar resoluciotnes intermediafl y poco
deciaivas. Su dnputa sin embargo con Cliampeaux fué larga y nit-
rosa : la enveñanza de este célebre profesor llegó á cansar nm &
•^•ellos nismos discípulos que mas ardientes se habiao mostradk
po^ MM taoerle; y sea aulas se vieron deaíertas, mientras que las de su
adremrio estaban ocupadas por una eonourreneia numerosa. El tu-
easor de Champeaux, discípulo suyo, y noraHrado pfobaWemente por
su iiiflueaeia vino á ofrecer su cátedra á Abelardo y ae alíalo eo mu
Wanderas. ludignado Champeaux de su der rotai valióse de su ioñajo
aobre el gobierno para hacer destituir á Abelardo y nomlmuMa su ltt«
gar á uno desús mayores enemigos; Abelardo entonces se retira á Me-
luo para continuar ^im lecciones, pero al poco tieo^^o se aiiué en laa
careanias de Paris, eu la montuna de Sania Genovera , desde donde
oomo^n uo campamento (éon sus prestas palabras) tenia eeroado 4
wm enemigo* ("hampeaux vuelve á U disputa : la coocroversia estm la
escuela de Paria y la de Santa Genoveva, es asunto de todaa laa ovn«
yersacion^ y de la eapectacion del mundo sabio. Abelardo ai a ser
anteramenta nominalista, era tenido por tal á oauea ám esta dispata,
suscitando la animadversión que era consiguiente en los hombrea .a»e*
migos de las innovaciones y de las reformae. Guillermo de Gham*
peauz, aunque tenia en su abono la autoridad de sus años y el prea*
ligio de sus antecedentes, no dejaba tampoco de tener adversarios :
la lucha pues, era empeñada y de dudoKo éxito : el antiguo arcediano
era el representante de una antigua enseñanza que tenia pretenaio»
nes de inContA>vertible y de eterna : el joven profesor «era el nuncio
de una nueva doctrina que aunque entonces prematura, había de re-
sucitar mas tarde coa mayor vida y fuana : al uno era ^éifí9t)^9e de
la tradición y de la íé, el otro era el liombre de la raaon ^ikl porvt*
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—341 —
nir : el primero es el doctor que enserm una doctrina, el «egtmdo es
el genio activo y pensador que aspira á juzgarla.
Pero aun cuando no había terminado esta disputa, tuvo Abelar-
do que volrer á la Bretaña porque su padre acababa de entrar en eh
claustro y su rondre que se prep»»raba á hacer 'jo mismo , quería al
parecer que su hijo fuese testigo de su despalda del mundo. En este
tiempo fué nombrado Champeaux obispo de Chalona , por ki f ««
Tiendo Abelardo mas libre j espedita eu carrera , quiso ponerse ett
estadd de adelantar en ella de una manera mas útil y no menos glo:
rioM, aspirando á su toz á las dignidades eclustásticas. Al efecto pa*
aó i Laoii con ánimo de estudiar teología bajo la direcoion de An-
•daio, que enaefRiba esta ciencia en aqueUa ciudad , y Cenk gran fa*
na de elocuente y erudito entre sus eompatríeios. Pero biso f«n*
porque la repptadon de Anselmo fuera iuniereoída , ó biea porq««
Abelardo no tuviese al principio grande afición á esteealudioY el nao?
vo escolar fué poco asiduo á sus lecciones; y como la «eglig«mcia á%
loe hombres eminentes es tachada por lo común de ménos-preeíOf re*
mattéroase de eate descaído los príiKsipales discípulos de Ans^hno y
tmuron de eompronseter á Abelardo haciéndole proauíioiar algiifia
palabra impradento^ara conseguirlo pregumóle iio día una de^dlos'
q«e M« lo que «pensaba de la enseñanza de loalíbroa eoffiadoa. Abe-*
lardo aunque no había estudiado sino las ciencias fisieas (nn^itire
que ae daba enténces á todos los estudi'os independientes de la teolo^
gfa) reconoció la tAiUdad de esta ciencia en lo conoemíente á la sal- '
vaetoA del alma y se admiró de que unos hombres i nsfraídoa erofe* '
sen que para entender los autores «agrados se necesitara knas que k
sas propioa eacrNos. Una risa irónica asomó entóaces & los labios de
los dreunstantest quienes le preguntaron sí sería capaz de probar lo
que había dicho : Abelardo se ofreció á ello , y sua camaradas cada
vez con un tono mas borlón le señalaron la profecía de Ezequiel pa-
ra ^ue la asplieára al siguiente día. Aceptado el reto , comenzó Abe-
lardo sa esplieacíon; y aunque al {>r¡ncípio acudieron poébs á offlo«
oslM cümfcsaron ptíblicameiite la capacidad del catedrático. Iffzose
niaa bhiisj oso el oooeorso, el cual* le pidió una segunda esj|jcacíofit"
y éo&fifnm ana^reera, hasta que albamtada^^el autá alarmolf Anael-'
mo 7 le prehibió contioiiar u^» esplioaoíooest ao preteüo de q«6 po-^
Sm momnkJmñ]gmn error oomo novieio que era en wetM^am» mt^
t«i«« Bal^lj^iíbícion díapwté aolMre manera -á los eatwMnMe* i {fe«'
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Gaogle
t:
-.548—
■D tii9iiáo no hñ engrandecido la opreaíon & loi hombres ántei» ile
anonadarlos!
Yelvió entonces á París j (úé puesto en posesión de !a eátedra
4He tauto había ambicíanado : y nombrado al nkUroo tiempo eea6<'
aígo de la oetedral^ viese cuando monos lo esperaba fsvonscidv^
en t5do de Ih fortana. Prosiguió las esplicaeioBes de Eaequiel que
cea tanta gloria había comenaado en Laon: por todas partes volé su
fÍMna : las aulas ordinarias no fueron bastantes á contener sos discí-
pulos, los moaarcas le liaongearon con su protección , y los ^Ihioa
del tiempo slnp reconocieron su superioridad miráronk cuando mé«
nos como rival poderoso y temible. Foulques , prior del nMNiaeterio
de Deuil, en una carta diágtda al mismo Abelardo Ib habla en estoa.
térmnios : ,3<»na ^ enviaba sus hijos para que kis instrajeses» y na
obstaste la fam^ que tenia de enseñar todas l*s cie«cisM| , oonfesaha
qie tu s«iber era auperior al suyo. Ni la distancia » ni la altura de laa
awatañaa, la profundidad de los valles, ni el estado de los oamínoa
llenos de facinerosos y de otros mil riesgos, eran parte para ariíedrar.
los qne deseaban oírte : ni el mar, ni las tempestades intimÁdabaac
á la juventud inglesa , que al tener noticia de tu eieaeia acudía en
tropel á eaouoharte* La apartada Bretajía te enviaba taanhieo sua hi*
jos para qu^os enserliras : los orgullosos habitantes' de Anjeo iaoli-
naban su frente ante tu talento : el Poitu , la (jrasentia « la Iberia , la
Normfiadia, Fiandes y Suecia ensalzaban y proclamaban sin oessor
tu iagénio. Y nada digo de los habitantes de la ciudad de París y de
las paatos mas 6 méoos cercarlos de la Francia» donde to4os estaln^»
deseesos de escuchar tus lecciones , como si salo jaolo á> tí podifsen.
hallar ansei^ansa^" De esu célebre escuela salieron un peatífioe (Oe->
lestino II}, nueve pardenalas, mas de cincuen^ obifpQs ó araobippf a.
de Francia, Inglaterra y Alemania, y un número eensiderable de ta^T
logos poco ortodoj^osi que como Arnaldo de Brescia y otr^ , fuere^i
motivo de grave escándalo en In iglesia católica. Afirman aJg aaoa fu»
en este tiempo llegaban á 5000 los discípulos de Abelardo.
Ningún vestigio nos queda ja de esta tan celebrada aaaaftaaafc;
pero no es ciertamente de estrañar su f^iroa, supuesta la sapeíaaeidad
de Abel^l^ sobre todos jos doctores de su época .fka a8eollislia&
aaabab^ de naaar, aunque no cerno medio inibpeadieñle y aapaq d»
caadamr par s( misaría al desa«*bnmia«to da la viecda^Vama «amei
loraja y máxilmít de la teabii^Xt coflia niétodo para «Pf^^BP^ diemMKT
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dad no eran ápéM» ei»fiMid(M : el argánmm de Añá^íi^lkm » ^gmmm
libros de hé Adsélbt de AkjandHa, y de loe psárét de hl ifltite l«ti*
tiod, era el saber cottiMí i loe dt>etorei mas eélebtes del á^oXII. L»
BpHcaeion del método (IYos6§eo*á la enaefiansá eFÍstíaiiá^ la allanscA
entre Sah Agfuátin y Arí8t6teles, era yñ un gran paso en ia marofaá
del espíritu humano, pero todnvf a este método Ora rudo é informe, y
su enseñanza Nerizadli toda de fórmalas , cnreeia de atractivos f de
belleza, Pero Abelardo era mas arudrto que todos los doctores da su
tiempo, había leído á Cicerón y otros libros de la antigBédtfd cnsióa,
era poeta y mésíeo^ quizá habia frecuentado las escuelas jodias tan
numerosas entonce^ erf el medio dta de la Francia. La doctrina que
hasta entonces habta espuesto los docto^A bajo la f rrma pesada y
dogmática de la enseRanza clericK] y en el grosero latín de la eda<f
media, fué presentada por él con la elegancia y claridad antiguas»
Con sB elocuencia "papular daba interés y color á las mas áridas id*
▼estigactoiies científicas, y con so talento profundo y su factÜdad eii
el decir, ponia al alcance de las Inteligencias mas comunes los misie«
riormas hondos f oscoros del cristianismo»
T si hemos de /bagar de sos espticaciones por smf «sofitos; fifceil
es eonoce> cuan iim impresbn haría en if ánimo dfis sus ofenies la
novedad dé sus doctrinas y el atreriraiento de áui infrestigaéiódet*
Abélahio qdiso bacer de la filosofia una creficía kidependtMte éé l«
rellgfón aonqtie no en contradicción con ella, y en tet de «n método
para esponer ¿ probar las divinas verdades^ quilla hacer de la dhiléc-
rica , un arte seguro é* independiente para llegar at conocimiento i y
ette átte mas bíenr qHíe ihIh formn'dócil que se fregara á. las eslfigen*
^M deles teólogos y'sé acomodara áf todas nni opiaiones , fué en*
sus manos ana ciencia verdadera que j0Zg6 con severidad sn^ dbc«'
tHnis y combatía con fberza sus sistemas. Bástatibs citar alguriak dé'
sus aserciones' pai-ar comprender la tendencia dé toda su doctrím. Et
cirtmen no está en el acto^ decid, sino en la intención (*) en la concien-
(*) OperatfoiMm peccatí inhir addere ad reatum, nihil aniiMttii nisl q«^
ipshwest, eoiM|ainat hoeest eonsensus , quem selmmaóíia p^Mflum ess^
díximos. (Véase^celai^^hica, sen líber dictus Seito U i^K^ Opera
¡iidiArtMia swftSiB sersciKeernec boaa, mc aiale,sive4remaaerat¡oúedij|-
IM, irideMiijvAt sesmKlom radieess tatsAttoais» qam eil»arb<
malaai'pfdl^s fractaaa. Comentar, in Bpisc. «d Roñan*
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fÑ«« XipároHn tampoco ¡os que crucificaron á Jesús ignorando ^fu¿
]fue$e ti S^hador (*)* El p«oado original es mas bien tota pena qne
un pecado. La patioa y Fedencioa de J«»ii6ri«to/«é «fi ocio depuro
amor. Dios quiso sustituir la le¡^ del, a$nor^ á la del temar. Abelardo
no saaó d Aalos principiofl Lis conaecuenciafl que natiiraJmeDte ••
deducían; pero elliM eran harto trascendentales para que dejara d^
ejttreveerlas )a iglesia catóJiccr. Si el pecado original no era ja nn pe-
cada sino una pena, CHta pena era injusta j la ledencion inútil. Abe-
lardo negaba esta consecuencia; pe^ justificaba al cristianismo con
tan débiles argumentos que lo perjudicaba dobleroeute cuando decla-
raba que no sabia dar mejores respuestas. Asi quedaban en pie lat
consecuencias da su principio : el hombre no era ja culpable, la car'
ne estaba justificada. ¿De qué servían tantos «iirtirios voluntarioa»
tantos njunos y maceracionea, las vigilias de los monges, las tribula-
ciones de los solitario9« y laS lágrimas derramadas en presencia de
Dios] iVanidad! iirrision! piiés ese Dios , es un Dios amable y con-
téntáUico que nada tenia que hacer de todas aquellas ofertas. Sigaroo^
^'^^ empero la relacioif de la vida de nuestro doctor que roaa adelante
tendremos oportunidad de referir los disturbios y las desgracias de
que fueron ocasión aquellas doctrinas. *
Tooaba ya Abelardo en los treinta y cuatro a^s de sirvida, sin
que los placeres y atractivos del amor, hubiesen interrumpido sus se-
veraa ocupaciones; y no porque dejase de tener fiívor con las muge*
res, pues 4 su prestigio de filósofo y de hombre oelebrailot reunin lea
cualidades de joven, poeta, cantor y galante , prenda muy poco co-
mún eu los austeroa sabios del siglo XII. Empero de todas las her-
mosuras de Paris que codiciaban su corazón, una sola hubo que lo-
graaa poseerlo. EUta fué Eloísa, j6ven de diez y ocbo aft^s , notabla
en hermosura, y que á la elevación de su ingenio, á la noblaza de su
alma y á la energía de su carácter, juntaba lo ardiente de su fantasía
j su afición al estadio y á la ciencia. Educía en el monasterio de
Argenteuil liabia aprendido las lenguas sabias y laido á los poetaa y
filósofos de la antigüedad, Pero hilbiendo salido del convento vivía
con un tío suyo ó padre natural como otros quieren , canónigo de
Paris, |^M|do Fulberto. Abelardo entablé cgi ella una eorfeapoo.
(*) Non possamas dicere martyriiai vel Christi paraecatoies (qaéai pía.
fare deo «redermn) in hbe peccaase^^^^Ba necesario creer. aáUe , qee Diaa
no les castigó mas qao temporalmente y solo para dar ^empl^flltbicaetc.)
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■■■f
—345—
dencia fiter&ria en la cual b)ájo pfenleiito de dfitacidar ciertas cttettfo-
be« cíentiñcas le decfaró bu paMon ardiente; pero como deseara tener
iiras fótico trato con ella hizp proponer & Fülberto por conducto dé
un amigo siiyoqtte le tontára á pendón en su éasa donde ée dedí6ii- .
irf a poír cualquiera precio 4 Completar la liilitt*uceion oé su sobrina.
Coñudo Fülberto en la sev^Hdad de costumbres de Abelardo y eh
la distancia que su celebridad y reputación interponiati entre él 7 sú
sobrina, no creyó posibles otras relaciones entre ambos que fas dé
urfaestro 7 dlscipula^j tanta fo'ésu confianza que ftasta le autorizo
para emplear con élta amenazas y castigos, sietnpre que creyese ne-
cesarios tales medios para corregir su nrala voluntad 6 incuria. Bn.
f rado Abelardo ^n casa del canónigo , estrechó sus relaciones con
Blüisa. El amor fu^ntdnces el ünico pensamiento de su tida : sú
pasión aunque satisfecha uo por evo se vio amortiguada , éino qu^
ál contrarío mas ardiente 7 fí-enética que nunca enagenó Su alma,
embalsó sus sentidos 7 1^ hizo olvidar sus glorias literarias y stis
triunfos académicas. Cuando al cabo de algunos meses se enteró Fül-
berto de su liesgratsia, arrojó á Abelardo de su presencia. ^1 dolót
del áMiano solo faé comparable á su pasada co^g|anza. Stn embar-
co, aun asi no fué larga la soparaéion de los dos amantes, povqtie sa^
biendo Al>elardo que Eloísa habia quedado én cinta la sacó de sá
éasa disfrazada de monja , y la condujo á la Bretaña , tldhde'Oió %
luz un niño que fué llamado Astrolábio. Ind¡<gñado el cainónl^o, tt'a-^
tb tftinqUB en vano de lavar su afrenta , y Abelardo (íára t^ararh
^lieternliñó e^áafire con Eloísa : degradación fnaudíta para- un étéifgó,
im d^n6n1g6, un filósofo, esplendente de todas las glorias teoIó^ióA»
7 en camino de llegar 4* las mas a!la¿ dignidades eclesíástibaís ; fiero
degradación merecida por su perfidia. Propuso pueto í Fut%eHo sil
Éiatrimotño como ánico niedio posible de^'aliabsín; pero 6bn la ^ndí*
itonde^ tenerlo ocnHo, para salvar in fbma de'thl eís^ándalo.' (^£ÜJbK-
i^kio ^éHo Fülberto y de cÍBte niodo, dtífujfite rtt) 'faiáy á gusto süyb
i)lírAlMió Un iécdiiültiéf^ con el rtxbáddr <^)p fió;írÍi.^Pero ^t^otsá iíe
ópam ¿ tan cbMdso%acHfti^ToJ¡d|rábaae entones tóiúó' hfcóHcMas
WéS ér rifitftriAioViio yHi ertseflamía cíentífi¿a,'y ElóteaVo qú'^ía pi4-
vVr'ariMudode'talnMblumS^^^ Per otra (>árte ^ltálM|fl|á^ta ó^
iliréma,ii^iért4^den^||^$preiittr el'Mfltri^^ y I^HKléTá^i.
(*) Eu aoiiel tiempo no se uccealtaban tauías fer«iaUdiide<.4'0#ait»JiiQr
pata la vsK dol inatriuioiiiu.
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mMa
—346-
lia : muchos te61ogos enseñaban que el matrimonio era cuando me-
nos pecado venial: algunos libros gaMntes de la época, sentaban que
entre esposos no podia haber verdadero cariño. Así es, que en la re-
sistencia de Eloísa, debieron de influir dos motivos muy poderosos,
la exaltaciolPde su propia pasión, que le hacia mirar el matrimonio
cpmo ofensivo de su afecto, y las ideas y las costumbres de su épo*
ca. Oigámosla á ella misma justificarse en una de sus cartas de esta
que nos parece estrena resol ncion«
*'iSábelo Dios! Nunca busqué en tí mas que á tí mismo : yo te
ambicionaba á tí^ á tí tan solo, no lo tuyo. Nunca pensé en los lazos
del matrimonio ni en dote alguna: nunca pensé en satisfacer mis pla-
ceres ó en cumplir mi voluntad, sino los tuyos y la tyya. Aun cuan-
do sea mas santo el nombre de esposa, preferia^or mas dulce él de
amiga. Cuanto mas me humillaba en tu obsequio mas esperaba ga-
nar en tu corazón. Sí! aun cuando el dueño del mundo, aun cuando
el emperador hubiese querido honrarme-' con el nombre de esposa
suya, yo hubiera preferido el título de concubina tuya al de empera-
triZf {tua dici meretriz^ quám illius imperatrü ) Y mas adelante
**|no hubiera sido üiipropio y deplorable que una muger tomase po-
aesion por sí sola de aquel á quien la naturaleza habia criado para
todos? ¿Qué espíritu acostumbrado á la meditación de la filosofia ó
de las cosas sagradas podria sufrir los clamores de las ctíatnras, la
charla de las nodrizas y la algarabía y tumulto de los criados!'* Fe-
nelon y Jos místicos han dicho en* sus escritos, que el ideal del alma
religiosa debe s§r el amor puro y desinteresado: Eloísa es el modelo
de este penaamiento, E^loisa ama con esa especie de amor, pero no
al D'ioB invisible y ^terno de los místicos, sino á Abelardo, á su es-
poso, que e»su Dios visible y terrenal.
Pero Eloisa cedió al cabo á los deseos de Abelardo, regresó á
Paris y le dio Ja mano de esposa. Separáronse en seguida y datde
entohces ho se volvieron á ver sino migr raras veces y con «ume búb*
terio. Fulberto y sus paj^ntes no consideraban, sin embargo, bien Re-
parada su honra cq^ e^^mt^ñmQfki^ oculto y ¿omenasaron £ diviil-
gdrlo. Eloísa Ip n^gaDaxon firmeza á las perseas que oaabaa afir*
márselo^jtflo qne bu tio la repnendió f roaltr^ muchas veces. Abe*
lardo, llIllPimp, fh^aodo librarltrde sus,^|Rn]LiosJ|kiecimieato«f
ia sacó de su casadla llevó al monasterio de religiosas de Argan-
teiiil, éende la biso tomar el hábito menos el velo. «Persuadidos en*
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rónces Fulbcrto y sus pariente^ de que la intención de Abelardo era
hacer monja á Eloísa para romper así su matrimonio, tomaron con-
tra él Qua terrible venganza, venganza vil y cobarde que el pudor no
uos consiente referir
Divulgóse al momento ¡^ noticia de este suceso: el infoj^anio de'
Abelardo fué asunto de la pública conversa<)ion: sus discípulos le
compadecían, sus amigos le lloraban, sus adversarios se daban se-
cretamente el parabién, y el infeliz entre tanto tan avergonzado de la
compasión que le tenían, como de las censuras que le prodigaban^
resolvió apartarse del trato del mundo j ocultar su oprobio en el fon-
do de un claustro. Pery antes de consagrarse á Dios, y recelando de
la* cmistancÍ0q|[f#Gioisa, exigió de ella que tomase el velo: sospeeha
en verdad tan indigna de él, como ofensiva á la ternura de su ama-
da: sospecha que le rebuja mucho á nuestros ojos y que casi nos in-
duce i creer que Abelardo nunca comprendió toda la pureza, tofla la
generosidad, toda la elevación del afecto de Eloisa. No merecía tan
injusta desconfianza la que tan desíntere!*adti mente había sacrificado
su hermosura, su juventud, su honor, hasta su exister^ía por el amor
de Abelardo. Eloisa, empero, se resignó tambien^n está injusticia,
tomó el velo, seguii se le exigía, y al subir al altar pronuiíció aque-
llos versos de Lucano; ''¡Oii tú, el mas grande de los mortales, espo.
so mió, que tan digno eras de mas noble himeneo! ¿Porqué ha podi-
do algo contra tu cabeza, la insolente fortuna? El crimen es mío: yo
me casé contigo para tu ruina; al menos lo espiaré. Acepta esta in.
molacion voluntaria.**
Abelardo tomó taqabien el hábito en el m(\na8terío de San Dio-
nisio. El tribunal eclesiástico fornrió causa á Fulberto,^Hy^eI atenta'
do cometido contra él, y primero parece que le condeno severamen'
te; pero instado luego por los amigos del canónigo, r|procó so prime-
ra sentencia: Abelardo quiso apelar al pontífice, el monasterio le ofre-
ció pagarle el proceso, mas aconsejado por su amigo Foulques de.
siitió al fin de su propósito. 4Ml ^
Restablecido Abelardo dAí^olencia, vinieron á rogarle sus dis.
cípulos que continuara su ei^fianza: él se resistió al4)ijnc¡pio poi^
que BU propóMlo er|lfc|A erresto de sus dias en la^||^¡jdad de^
claustro, maSf^tauo^^Rien por los monge^^cedió awBbo á sus
débeos y abrió su cátedra de filosofía y teología en una casa de cam^
po dependiente del convento. Y tan numeroso Ileg6 á ser su audito"
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^348—
no que» Qomo el mismo dice, las viviendas no bastaron para alojarlo»
ni el pais para mantenerlo. Las dedfts escuelas quedaron desiertas^
Habiendo muerto GiiiiJernio de Cliampeaux j Anselmo, AlbericP y
Lotulfo les hablan sustituido as^en el desempeño de sus enseñanzas
como ei> su rivalidad contra Abelardo. Escribió esta entonces au tit-
trQduccxthn,*^ la teología, en cujo libro se propuso defender la Trini-
dad y unidad de Dios^contra los argumentos filosóficos. Es muj dig-
no di) notar el carácter ylpQnsaraiento de esta obra. Escrita en el si-
glo XII, y cuando la autoridad de la revelación era el único criterio
de la certeza, prescinde de los argumentos de autoridad é invoca so-
lamente al raciocinio: compuesta en tiempo en que apenas era cono-
cida otra erudición que la sagrc^da, al lado d# muo|H^düías de san-
tos padres y de los divinos libros, ostenta lan no méNB numerosas
de fílósofos^antiguos y poetas clásicos; y publicada por último cuan*
do Ja razón era esclava de la autoridad, dice en una de sus págíoiis«
oue para defender la Trinidad y la unidad de Dios, es indispensable
ajpelar á todas las fuerzas de la razón con la mira de impedir que. en
cuestiones tan difíMle^ complicadas como las que forman el objeta de
lafé cristianai pue(^ alterarse fácilmente la pureza de esta con las
sutilezas de aquellos enemigos que hacen profesión de filósofos.
Aunque Abelardo habia escrito este libro para justificarse de lat
acusaciones de los filósofos realistas^ no por eso dejó de dar ocasión
por él á nuevas persecuciones y padecimientos. Alberico y Lotulfo
lograron atraer á su partido al arzobispo Raúl y qtie se reuniera ua
concil^^jen Soissons, para juzgar las doctrinas de este libro* Abelar-
do vino 4 Sfís8ons,y aunque el pueblo apedrea á sus discípulos acu* '
sándolos de creer en la triplicidad de Dios, no por eso dejó de espo-
oer sus d^Sln^s sobre la fé singue nadie osara contestarle. Y como
el concilio tocara ya á su fia, sin haber tratado del objeto principal
de ^u convocación, pa^ó Alberioo con algunos de sus dis^pulos í
casa de Abelardo, y 1^ dijo que se aAiiraba de la siguiente propo.
sicion contenida en su Uift|: cuando se dice que Dios ha engendra^,
á ÍDio5 no siendo Dios mWque un&fi0(lf^€garé que Dios haya p^did0
§njendrarse así mismo. Ofreció Abelardo dar las razones de su i^^er*
^. '^En ttrks materias, contesta AlbeWlo,«n^0^ceih^caso alguo^o
de la n<^9Íebuinanqfl|||de nuestros propio^riHHÍs,4||V de la auto-
ridad." ** Abrid, pues, el libro, repuso Abelardo, y hallareis mis au-
toridadeí»," IIízolo así Alberico, y leyendo en el pasaje que buseaba
r
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—349—
Qneomro ckadus en apoyo do aqueJk opiniou e^tis palabras du San
A^fti»: *^ Cual<|iiiera qu« picase que Dios con su ooiiúpoteaei»
pudo engendrarse á sí misino, cae en un error tal, que no solo no
ooneitoe yerdaden(mente á Dios, pero ni siquiera á una criatura cor-
poral bl eaptritual, porque nada ecsis^e (jue se engendre á si mismo.'*
Alberlco quedó avergonzado, mas como todavía tarta mudeffii olgu-
na dUteulpa de su error, contestóle Abelardo que babia caldo en la
hüMfía de los que creen que el padre es hrjo de sí imismo* TJllima-
iMote^spl^s de mu<^hss y acaloradas disputas ei^re los amigos y
enemigos del acusado^ un legado del papa que precia el concilio
co— ínttó en*ct>ndenarl^Conducido Abelardo ante la asamblea, dijo
UQQ d^os aci]|K¿rc5 ^e se habla descubierto en el libro la propo-
siotoffiR (fl^^pire en\ único omnipotente. Mandaron entonces á
Abelardo que hiciese la profesión de la fé, pero .querían do humillarla
no le pexmiáeron decirla libremente, sino que le mandaron leer el
símbolo de San Atanasio. Abelardo entonces tan apocado de corazoa
como osado de espíritu, perdió las pocas fuerzas que le queduban, y
entre tógriraas y sollozos acabo la lectura del^^sfVnbolo, En seguida.
fué 'conducido como preso á una abadía de Soissons, donde no per-
maiieció mucho. tiempo porque convencido el legado de su inocencia
le. mandó poner en libertad, permitiéndole volver á 9an Dionisio.
Bettil^iiido á este monasterio ocurrióle dudar de que fuese su fonda-
dor San Dionisio el areopajita, como aseguraban los monges, fuñdo-
dps.en una auúgna Icyendu. Tocar á esta tradición era atacar la or-
tl>49^ a' cristiana. Los monges le acusaron 4 la corte, y la corte que
hasta entóneos le había patrocinado le abandonó d^sde aqilbl monen.
to. Abelardo se refugió en las tierras del conde de ChanmaFin, en el
monastenio de ^fin Ayul; y obligado también á salir de^Re recinto
se-.ri(tiró« en compañía de un clérigo, á un lugar desierto á doa le-
9mi# da Nogent, donde con cañas labró una choza y un oratodo de-
díoado á Ja.SantísÁma Trinidad, dando áesta morada el nombre de
Paracleto que quiere deeir cojisakj^r, Ma^h|nas supieron susdis-*
clpuloa el lugar de ^ refugio i^Vron á Macarle que continuara
011 enae5a(ntiat v^ fin de no seoararse üe su lado construyeron Gaha<
^
%?*.
9^ #
n«M»<londe "><BR }*^Mit^tlWp de sus manos proveyeron^ su sob* ^ V
gjsttncia. Al -p^nipl^^Hp necesario ensancli^cl orat^R: á laa #
(JiciRiui do cañiPrs^cdier^ edificios de piedra, y kTmodesta capillA
d^-Pucácleto llegó 4 ser una ciudad populosa.
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•'
-^aso-
Pero no íéjos de este lugar existía el centro de otro moviméento
íjgualmeiite innovador y reformista pero que tenia no obstante difw*^
888 tendencias: hablamos del monasterio de Clairvaux de donde era
abad San Bernardo, digno rival del catedrático de Paracleto jr qitmi
superiofcá 61. La civilización en el siglo XII se divide en dos distin-
tas tcnoencias; la una que procura reíbrmar los desórdenea de la so-
ciedad y disipar las tinieblas de la ignorancia, reteniendo, no obstan-
te, en manos de^a autoridad el movimiento progresivo comume«do
al mundo; y lu otra que aspira á la miama reforma si bllo tratmido
de acelerarla por la concurrencia de todas las fuerzas de la intelijen*-
cia; la primera que procediendo de lo ester^ al interior y prescfi*
biendp una regia para cada acción, una djScioJ^b^a cad^|OTt«
miento, pone la virtud del hombre bnjo la ctmodialipRs'flRfffiEadea
encargadas de celar su conducta, y le hace caminar por la senda de
la per&ccion atado con los lazos de la obediencia: la segunda que
procediendo de lo interior á lo esterior funda los deberes morales so-
bré la libertad humtfna, sin darles otra autoridad que la de la concien-
cia, ni otra regla que Ja de la convicción. San Bernardo y Abelardo
son los repreaeutantes de estas diversas tendencias: el primero es un
monge austero que abandona el opulento monasterio de Cister para
fundar el de Claírvaux, donde lleva una vida de penitencia y dolo-
res: el segundo es un hombre del siglo, de costumbres cnltas y mane-
ras elegantes, que se hace clérigo para abrirse el camino de las dig-
nidades del mundo y no toma el hábito de monge, sino despechado
por una desventura de amor; cuntido el uno predica los hijo8 Wate.
jan de las madres, loa maridos de sus mageres, y todos marchan no
á entreteneuu ánimo escuchando elocuentes discarsos Mobre lafilo-
8ofía, sinoa*(fnbr¡r sus cuerpos de cilicios, y pedir misericordia de
sus culpas. Cuando el otro enseña, también atrae á sus áolas nume-
rosos discípulos, pero discípulos que no vienen á ganar el cielo, amo
^ triunfos mundanos y lauros académicos. San Bernardo no es ílfóeo-
(ó ni humanista, pero^^n hom^i^e prodigiosa actividad, de In-
eansable energía, de jMunda ^^Kfh clarfsimS sentidot Abelardo
^.es un verdadero dialéctico, sis'temXt^ hasta elabsuMo, débU de eo-
4 razón j jmenguado de carácter. Fácirel||^||A^Jnbr que la ten-
dencia ae la reforfBk de Ciairvaux era fl^^^Hq^H^Qo la del Pa^
rácleto con el espíritu de 4a iglesia catiSílía: la plméra aspiraba 4
reformar dominando, lo Rotunda reh hiendo el principio de la auto*
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-^351—
rMad, y colocauilo en lugar suyo el de la indepeuüeraa de la raaioa
konMiMi: el fiíodador de la una fué un pontíñoe (Gregorio VII), e|
déla «tra un hombro del siglo, un mósico, un poeta.
C amplía á San Bernardo ref«Ur las doctrinas de su rWal , pero
btf n fuese porque le llamaran la atención cuidados de mucha impor*
taneia^ 6 bien porque no hubiesen llegado á su noticia las censuras
de su competidor, no entró en liza con él sino después de algunos
años. Entre tanto fué nombrado Abelardo prior del monasterio de Sao
Gildasi dnjj ¡t ij' njií piído halfnr el reposo que buscaba, porque
sos mongu^ n » 'i]«> se ritv'-nron rt]Jin i obedecerle, sino que trataron
de asesinrirlr^ ^^nvi. [iriiirh]) el vino que había 'de servirle en la misa.
Al leni/ á $n mmv<3 en reventa IiÍzq dnrtacion del Paracleto á las moa.,
jas^e ArgcrLicuiíj tns €iuí^s truskdíLdas á él sejsusieron biyo su pa-
trocinio y nomBjferon nbailedn 4 Clotsa. Y bien fuese porque con esle
motiro tuviera Abelardo cod ellas un trato mas frecuente, ó bien por
etra raien, ^ino á manos de Eloísa una cartf su]^ én quejreferia&
un amigo sim infortunios, con lo que renovada su pasión eompn^^
^ eotjre ambos esposos esa correspondencia epistolar que traducida- á
todas tas leaguas es tan popular en toda la* Europa , y ha servido de
asunto á una de las mejores poesías de Pope. No entramos en el ana*
lísis detenido de estas famosas epístolas, porque ni nos lo permite la
m^raleza de esta-obra , ni aunque quisiéramos dirlamop nada que
no fuese conocido. Estad cartas s^no son en su original un modelo
de ciencia, d^ erudición, ni de estilo, sonlo al menos de eentímientofl
deseados de pasión y de ternura por parte de Eloísa , y de prudea*
oio, cordura y dignidad por parte de 4^e1ardo. Elosia es una muger
ardiente en quien,. ni el influjo de los años, ni los rigores de la vida
usenástica han apagado las pasiones de Ja juventud : ^elKRlo es un
Miekne austero que ha cenado su pecho 1 todo, sentimiento de ter* ,
«lira f que recuerda con peba la felicidad y los gooftunundfifhfc* -
Asi es (\itft la sola forma de üi.^ cartea basta p^rn coniprdnder la di-
fereaeia di; suh senumientos, [|A^^m l^^uyaé á la esposa de
Chisto^ r-i rsrlaf'f} dñ Cristo; ^^^Kcara ^miana, en Cristo^ "^S
lardo m hi'nn^i^>$j^MÉ^ristú. eWIK de Eloisn es muj diferente
á su fituiífo^nit ií iti n^^^fe^u €spf?$o, no á su hermano; su sUrva^
suosposa; i^ m htja^^^^^fina ; á Ahelarth EJüisif. AsTes tans^
%ien qv*" llif ínl, n Tfií^Bín ii tinca su natTírJ i^^edad y eírcuasr
pecciotí, míén|ras qiie la pasión arranca á Eloísa espresiones impro"
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—352—
pías de la feserFa reli^íása y de las oosturabres del siglo duodétioM»,
;,D{o8 lo sabe, dice en una de sus cartas la abadesa de Paracleto, en
cualquiera situación de mi rida temo naafei ofenderte i tí que mi mic
no DÍ06 : mas deseo complacerte k ú que á él : Ui Tohiotad» y no el
tfmor divino, fué lo que me indujo á vestir el hábito reKgiose." Y en
otro lugar: „ me creen casta porque mis costumbres lo son ,.perfi la
verdadera castidad es la del alma; me creen devota, porque en estos
lienip^ys de hipocresía son suficientes las esteriorídades^ de devooioñs
{pero qué mereceré de Dios si rebelada conini él tnt irriio te sufrir
Étí castigo, y me consumo de pesar^; é incap|¡f. de aborrucf^r un tiem-
)po qile me fué tan grato no puedo apartarlo 1Í0 nirtneEn^fMíir' Eíoisa
p^ies, no estaba resignada eoi^su nueva vilai ^^opariálahí c^^n ilc^s pe-
cho y hasta algunas v^ces censurabfi el ri^^^ ' ' lian Ti]f)n;ia-
tica. No así Abelardo que muerto para el m ^1- píXííioues
hallaba en su estado, no ta felicida^, pero sí el posible conáiRrlo ea
sus inforUinios. É¿jirano probaba sin embargo iiallar reposo en la
enseñanza : cualquier frase un poco libre era asnuto para sas enaoiú
gos de murmuración y de escándalo , y áltimamente bq niievo libn» ^
intitulado Teología cristiana lo fué de una acusación contra él aáte
la iglesia católica. Reunióse un concilio en Sens para juzgar el libro;
y sus deliberaciones no hubieron de ser muy equitativas ni decorosasi
pues la mayor parte de los prelados del siglo duodécimo eran popo
regulares en sus costumbres y no i^uy versados en las divinas ai ea
kis humanas letras. Han Bernardo hubo de temer en un jsrtnoipio eil«
trar en liza con su poderoso rival, pero desde que conoció la kwcési*
tlad de la lucha arrostróla con ];^ábíl firmeza, aunque no eoma deigaát
á igual yjpara oponer argumento i argumento, sinocooio'padredela
iglesia de^syjario de la^lootmna ¿agrada, qué intima á «n teólogo acur
, sado de haberla desconocido que niegue sus escritos, que los justüüqiwai
^ 6/4u^ se siqpeta. San Bernardo' aparece en este concilio con toda la
dignidad, con toda la grtnidu/.rii con taiÍ¿L In supremucía dtfi crtMia-
nismo; él tiene k su J^baaicfo^^^fsr/.af él dísp^oe de la autoridad
^temporal, el rey de ^^Mtiíi Lt^^^B>ven e^ lUi iilbdilo eujo , y «ín
embargo, iio invoca eals f^jer/'i^Mnne g^i • < ^:vd, y se presenta
á combatir en la liía ann^Klo Uo su íígf ^ íiitMijd^idí meramente
espiritual que le daba h igltisíA. Bu vh> ta^^at 4 Abtílardo íe
IMtfiMiSle» iü vez 06 intimidarle le atirlrin . ^ r, vr/ ác deprimirlo lo
exliarla« Y 0I doctor que ImUm íiloaTr¿ai^<> tikitii»¿j tiiunjo^ con su etci^
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-^53—
eaeooia, el maestro qae habia agitado las aulas con su doctrina , el
fijósolb que había conmoYÍdo tantas creencias y mudado tantas con-
▼ieciones, se confunde en presencia del concilio, calla abrumado por
la elocuencia de San Bernardo, se retracta débilmente de sus errores,
y quefaa publicamente sus libros. En ninguna ocasión ha aparecido
mas profunda la diferencia entre estos dos gefcis del movimiento re-
formista del siglo XII. Mientras Abelardo llora y se retracta en el
concilio de Soissons, San Bernardo levanta monasterios y llama á lo»
liombn s h \\\ penitrticin : mitítUraa el abad de Paracleto enmudece
ante el ^^üm ijy de Sen^el ttbiu) \\^ Clairvaux proclama altamente su
Té Y pi' i^Mnci|M Almlnrda * ptien, era un fílóiofo , San Ber.
narijo < , (^VPIVgl*^^^^^ L^Ab^rdo era un hombre del mxiTi'
do, Bjiti B^fíitirUaery Uiftuntíí^ ^ ♦
Cuiiiíenuilgjpi^r di cam^ilia, (Íl¥Ígi6s(3 á Roma para interponer
apelación de la sentencia; pero al llegar á Lion supo que el Pontífice
^Jiabia ratificado, escomulgándole ademas , y condenándole á per-
petuo encierro. Pesaroso y abatido con este nuevo infortunio se diri-
gió al monasterio de Cluni, donde era abad su amigo Pedro el vene-
rable, varón eminente en virtud y de grande influjo en la iglesia. Los
monjes le recibieron con cariño, y el prelado interpuso su rnedíacioa
con San Bernardo y con el papa para que el uno le volviera su anfts-
tad y el otro le alzara la censura. El aoad no quedó desairado de su
empeño, pero cuando Abelardo recibió su perdón hallábase ya á las
puertas de la muerte. Una fiebre continua devoraba lentamente su
vida. Trasladado al priorato do San Marcelo por mandato de los fa-
cultativos, agraváronse mas sus dolencias, y el brillante profesor , el
osado teólogo que tanto ruido había hecho en el mundo , murió co-
mo humilde monje en el fondo de una oscura celda, el 21 de abril de
1142, á la edad de sesenta y tres años. -V
Pedro el venerable escribió al Paracleto la nuev¿^||dj|pu muerte,
Kloisa le contestó pidiendo le devolviese el cuerpo de su esposo para
depositarlo en la capilla de su^|desia, recomendándole á su hijo As-
trolab¡o,.que tanta necesidad ^^Hále un protector , y rogándole en-
carecidament^|m^la»pandase^PPlta y sellada de su mano la abso-
l^icion de .^ti^^HBÍfracoIjtarla en su tumba. El abad accedió á las
súplicas <^4HI^|^fl|B| ^^ haber llorado veiate y un
años la mu(^HSPÍMn|I^B, J¡»ajó á su mismo se|)aIcro. Los despo-
jos mortales de estos amantes célebres se conservan todavía en Pa-
• 45
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—354-
ris en el cetnenteria del padre Lachaise , y su moniinNíiitQ septikaral
se vé cubierto diariamente de coronas de siempreYÍray testimonio de
la simpatía 7 de la admirucion que inspiran á las generacionea que
se sucedeo. Bl talento y la ciencia han proporcionado á Abelardo mi
lugfir preeminente en la historia de la cif ilizacion y de filoaofia t
el amor de Eloisa, la inmortalidad en h>s corazooep, y el afecto de
las almas sensibles.
iio es nuestro proposito al escribir el presente arlíciilo, decln<«
m#r hueca y pomposamente contra ese mal que corroe las socieda*
des modernas, ni desatarnos^en denuestos y ultrajes contra las des-
dichadas víctimas que hace. Queremos solo añadir donde etlá el mal;
indicarlo como se señala á un viajero el precipicio en qué puede des-
lizarse, prócurar-que se corte de raíz y poner coto á esos deplorables
atentados que añigen profundamente al hombre sensato y humano.
Tampoco daremos nosotros el consejo de que á semejanza de los pue.
blos antiguos, se deje insepulto el cuerpo del suicida, y que su nom-
bre sea cubierto de horror yCle vilipendio. Anacronismo fuera esto
en el siglo actual, y barbarie en nosotros el proponerlo. Verteréinos
unalágrima/lübre la tumba del que acaba su ecsistencia; mas levan-
tásemos un grito de ecsecracion eterna contra ese manantial, contra
esa sentina que inspiró al infelizM|||a de su horrendo atentado. No
es solo en Madrid, sino tambieti||^Hí^ provii^oías donde cunde esa
plaga destructora^ ese azoto mortímro. Al niJ^ñfó^lM?^ que los pe-
riódicos ^e la capital han anunciado <ir»9 o tres siiiildia v los délas
provincias refieren también varios cti^o^. Otro^ di verbal ejemplos
pudiéramos citar en apoyo de nuestro arc rioj mm esto, ademas de
ser prolijo nos distraftia de nuestio objeto principal que es el de pro-
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—355—
Curar eon nuestras razones la estirpncion do crímenes que tan lioo'
dumente laetimna la f ndole de los pueblos,
Pfdténdese por algiuios con sobrada candidez ó sobrada mala
ft«qoe la nueva escuela denominada, Romántica^ es la productora de
los suicidios. Citan arteramente varios ejemplos en su apoyo, j er-
rados eii esta iden no tienen reparo en cundirla, en proclamarla. Nos«
otros reohazamos enérgicamente tan absurda inculpación. ¿Preconí-
zase por venlurn en lu lit^ríituru tnodern:! el cielito, el crimen, la per-
ver8Ídndl,«flMOÍ)oriCJitjií..., tte eiisuL/.n?,..^ IVo, se dice: **Ved este es-'
collOf satv^prx Á ntt <]iiertíis perecor." Y h\ ummíod del poeta en el si-
glo preaenti: laur f« deBmfirali/.McitJu, estimular ni crimen?^.
¡Erf'^rV.. |!i p.H í b prfj<*,ntii ciuiijrós tpriiilüi» y horrorosos, cargados
de nr¿¿^>5 üoliiriLtüs^ pulpiíaiites y aierríidííres, para decir al que lo^
ré: ^^Segiiid si ifnenni^ \kn^ senda tan ev^panLosa/' Si fuera cual se
pMlende el orh^Gw del «uíeuiiOf á mUer, el gusto de la literatura mo-
derna, nosotros arrojaríamos la pluma y abjuraríamos nuestras doe*
trinas literarias, diciendo: **No queremos pertenecer á una escuelni
cuya bandera es la corrif)>cion, cuyas premisas están ensangrentadaí*,
cuyos frutos son csímenes espantosos!.*.^' Mss por fortunu no es así;
calumniadas por algunos, la mayoría lince justicia de las intencionee
del poetn, y sigue este su marclia gloriosa entre los n plausos del poe*
blo/entre las béfidiciones de los hombres justos é impareiales. No
negaremos que alguna vez un ingenio estraviado produce eleetoe
opilbstos á lo que se propuso escitar. Goethe al publicar su novela
Wenher 6 las pasiones, no pudo preveer que seria el iiistrumeoto de
cisffi crímenes, pintando el suicidio {on<colorl(| halagüeños, con tin-
tas seductoras; abrió un diqUe á. las 'pasiones cuondo se -propuso cer-
rarlo; obcecado en doctrinas erróneas^ di6 iin golpe n^rtal á*la hkn.
Mlidnd de su patria; raro fu'ó-el'dia'en que algún inf^fnnfuscado no
vertió su sangre para lograr aquella dicha 6clicia, descim por el sur
tor en un momento de error, y dictadas por sus ideas irreligiosas. No^-^
otros maldecimos al que contribuyó al crimen y á la desmordiza-
eton; mas porque una vez una S^Hlla buena haya dado un finito malo»
no debemos i'echaznr esa misma semilla, que otras veoes fué la moa
productiva «^lilddttammhrHdo. El influjo de la literatura em las
oostumbres/SBmpP^^s útil y provechoso. El que no coosídete
en un drami^nio su nparlencia, el que no vislumbre el efecto moral
ocuKo detns de las pnlabrnf», será porque su entendimiento Btnitado
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no concibe sino lo qite vé. Levántese en buen hortrun grko de acu-
sación contra aquel que elogie conocidamente ei crimen, que 1^ pre-
conice, y que por el contrario ridiculícelos prirteipio9 eieruos de- ver-
dad y justicia; porque un hombre sea malo no debe deducirse qaeto*
doAo sean generalmente. Algunos pretenden, en nuestra opiniovstti
fundamento, que las revueltas y convtficiones políticas, ocasíonMi
también los atentados que combatimos. Citan en apojo de 8« ateve*
ración, casos de hombres, que creyendo pecdido el partidla que per-
tenecían se han dado la muerte. Estos ejemplos aÍBlado#]Varo8 nada-
prueban; nosotroM somos de opinión de que las f^uerra^oivXa no con-
tribuyen absolutamente nada al suicidio. Pero had|^^&ps que 110
habiendo podido salir nunca ^ia medianía, de fl^^^^Kái e^qti«
la suerte los colocara, buscan un medio, una co^i^HP^^eiter al-
guna celebridad. Vn suicidio x^on circui^tai^ias estráordinariaa« con
los adminículos de caij^a y pistola, ó veneno, es lo que conciben y po»
nen en práctica. ¡Insensatos!..,. No consideran que aquella eelebríéad
efímera la compran á costa de un crimen espantoso; qne boy ae re-
pite su nombre entre las risas de los imbéciles y las mcUdieiones de
los hombres sensatos, y mañana en el eterno sueño de la tumba, no
hay quien arroje una flor sobre ella, ni quien vierta una lagrimará tu
memoria, ni hay quien dirija una plegaria por su descanso al EiertHh
nt quien recuerde un nombre desconocido en las pá^as'del libro*de
Hi gloria; pero en cambio escrito indeleblemente en el asqueroso vo-
lumen del cKmen. Y con Vliestra'trnprndeneia corrompéis la toAe-
dad, harto corrompida por desgracia, y con la sangre que verteía etu
lais el velo que cubre4p^ defectos, y mostráis el espectáculo horro,
roso de esa Atstpa sociedad en esqueleto; despojada de lo.buetío que
aun leTesta, y del-falso brilloiy'afectada magnificencia que la rodea..
Pero S0 noaSifk: si no es ahí donde 'está* er orígeo del mal,, ¿dónde
podemos nffiarlo? Nosotros vamos á responder, y poniendo el
dedo en la llaga abierta, no nos queremos cuidar de los quejidos áei
enfermo, si estos han de producir su curación?...*: Nosotros os lO va-
mos 4 decir con voz fuerte, con áflmó resuelto. En el ateíamot ea
la falta de religión.
Es uAa verdad eterna y probada qu^m^^U^^Lretígion no
paede sostenerse, porque la religión es co^^QMRfflHPie sostiene
an edificio destruido quitad ese puntal, y el edtffiff social ven-
drá abajo entre los gritos de los que perezcan, y las maldiciones de
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—3-^7—
los que sobreviv^an. Por fortuna, en un país altamente católico como
el nuestro, aun no han cundido esa^ tendencias irreligiosas que son
la plaga de las sociedades.
Mas por desgracia el aliento de Ki víbora ha atraído á varios in*
cautos, y el dogma de! mHterialismo ha hecho algunos prosélitos. ^é
aquí el origen del mal. El infeliz que se suicida cree que después de
este mundo no hay otro; obcecado en sus doctrinas de maldición, se
arranca una vida que eren suya, cuando solo es de la sociedad que le
abstiene, y áel Omnipotente que le cri6; no tiene por crimen asesinar
%i ecsistencia, é ignora que no siendo esta suya, es tan grave delito
quitársela, com^despojar de ella á otro hombre; y sin cuidarse de si
su ejempl^p^3Ber é no pernicioso á la sociedad, á sus hermanos,
solo quiere libertarse de un peso que le agovia, descansar de este
CaQ^ancio que llaman vida, para dormir en un sueño que llaman la
muerte!.- ¡¡¡Y á esto llaman fílosoñaÜ! A esto decimos nosotros estu-
pides; á esto apellidamos corrupción.
Los apóstoles de esas doctrinas se reirán tal vez de nosotros, j
ridiculiearáQ nuestras palabras. No importa; siempre nos quedará la
satisfacción de haber contribuido al bien de la humanidad, y coope-
rado coa nuestros esfuerAos á que la escuela del ateismo no haga
nuevos é incautos prosélitos. Sepan estos que huyendo quizá de la
justicia de la tleira, van á dar con la del cielo, mas inflecsible y mas
pura que aquella, y sobre todo, mas duradera, eterna* Un desvarío
amoroso, una pérdida en el juego suelen producir un suicidio. Cau-
sas tan despreciables son el móvil de esa májjuina social, que rueda
sobre un eje frágil, que roto una vez no hay n)|^fe que pueda compo-
Darla. Lo hemos dicho antes, y, no nos cansaremos de repetirlo nun.
cai.c^sa sangre que se vierte es el riego de un campo de maldición*
frutos sazonados con sangce, qolo pueden producir delitos; y delitoa
frecuentas é impunes acarrean la ruina de las sociedades. Rotos los
vínculos que uaen al hombre con la religión, se relajan los de la vida;
y de aquí la disolución social, el crimen y el sacrilegio. Si .filosofía
llaman á esa escuela de ateismo y corrupción, nosotros rechazamos
esa fílosofia: si la civilización tiene por esencial el suicidio, el cri-
men, nosotros la maldecimos; por último, si la ilustración es esa que
loa ateos proolVmHn^íl%s6's son los adelantos de la edad presente,
nosotros no queremos esa ilustración ni esos adelantos, y marcamos
con el sello de la irreligión y el vilipendio, con esa marca que no
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—358-
borran loa años, que se conserva ^ través de los siglos, á los soste*
nedores de tan peruiciosds ideas.
Pero al hablar asf , no se crea que lo hacemos con personas de-
tenninad(|s: nuestra guerra es 4 las doctrini^i do & los individuos.
Queremos arrancar esa máscara de fílosofía, ese manto' de hipocre*
síu; y mostrando donde está el daño, escarnecerle y demostrar su fal-
sedad para que todos se aparten de él. Nosotros deploramos como el
que mas esas recientes Victimas que hace entre nosotros el espíritu
de irreligión. Vertemos una lágrima sobre la tumba que epcierra sus
restos, y una flor sobre su Josa; mas dt^tpos una moldicion al crimen,
al delito que abrió aquel sepulcro. Y nuestro lamento es el lamento
de la sociedad entera.... nuestra flor la compasión dMwtella.... nues-
tra maldición, la de todos los hombres sensatos. ^
^1 9 tm
OPIHIOITZS DS LOS ▲HTZGTrOS
SOBRE LA
BXnWUBBVNNIJBVO-MDNM.
dCKO O 5»-
(d.
4rRi8TOBAL Colon, Imbia vinj ido mucho, antes de acometer la
empresa que le inmortalizó, y era ya entonces el mas hábil nave-
gante de Europa. Conjeturó que se podian hacer grandes descubri-
mientos hacia la parte de Occidente, mientras casi todos los otros
navegantes pensaban solo en abrirse camino para el Oriente por la
parte del mediodia. No ignoraba la pretendida profecía de Séneca
en su Medea ni la que escribió Platón en su Timeo, á saben que de
la otra parte de las columnas de Hércules habia una isla llamada At-
lantida, mayor que ninguna de las demás l^^yüentónces conocidas»
^*^ cual se habia sumergido de resultas de un ililuvio acompañado de
grandes terremotos. Reflecsionó mucho sobre lo que se publicó poco
después del descubrimiento de las Azore?, los Canarias y la Madera
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—359-^
acerca de encontrarse algunas veces en ius coaitas de estas islus pe*
dazos de madera de una especie descpnpcida, cañati que nú conocían
tampoco y aun varios cuerpos muertos que, ecsámínados, se diferen.
chiban sensiblemente de los habitantes de África y de Et^ropa.
Sus conjeturas acerca del Nuevo- Mundo, se fundaban ademad
én el conocimiento déla figura y estencion def i^Iobo terráqueo, pues
por el curso de los astros reft|^aba evidente que la mitad de él no se
conocía, y que era probable hallar al Occidente rejione^ habitadas.
Observó que los vientos occidentales reinaban con bastante igualdad
por determinados períodos, y dedujo qué ía causa debía consistir eñ
las tierras ignotas. Recordaba que Pluton después de hablar de su
Isla Atlántica, \lice que nías allá había gran númsio de otras islas
pequeñas; que cerca de esta existia un continente, mayor que la Eu-
ropa y el Asia juntas, y que pasado el continente se encontraba la
verdadera mar. Sorprende ^e los recluitados \le los descubrimientos
emprendidos hayan correspondido con tanta ecsactitud á lo que dos
mil años antes escribió aquel filósofo; porque es'ceptuando la Atlan*
^ida, que ya él decía haber desaparecido, se há descubierto de la par-
te de acá del occéano un grande archipiélago que constituye por sí
tolo casi la mitad de la tierra, y mas allá una mar, el Pacifico, que
es sin disputa la mayor de todas.
Algunos autores antiguos hablan de un navio cartajinés, que en
el año 356 de la fundación de Roma, saliendo á descubrir nuevas
tierras, hizo rumbo por entre el Medio-día y Occidente, atreviéndose
á engoífarse en un mar desconocido, sin mas brújula que la obser-
vación del piloto relativan^te á la estrella de^^rte; cuyo navio lle-
gó por fia á una ift desierta, muy espaciosa, abundante en pastos,
dividida en todas direcciones por hermosos ríos, y con grandes y es-
pesos bosques llenos, de árboles dé estraordinaria altura* Añaden que
la bondad del clima y el alhagii^pO aspecto del terreno determinaron
. & muchos de aquellos aventureros á quedarse: que los otros se volvie-
ron á Cartago; y que habiendo dado cuenta al senado del descubri-
miento, resolvió sepultar en eterno olvido la memoria de semejante
enipresa; mandó quitar la vida á todos los qtie h^ian hecho parte
de la espedicion, y abandonó 4 su sueffe á loe carcaj Ineses que se ha«
bian quedadq en el país (fescubierto* ^
Cuenta Juan de Barros, en su historia de ía América, una cosa
que podria tener alguna relación con l||que se acaba de referir y que
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—860—
hasta cierto punto lo comprtiflfoi* Dice que en la isla de Cordolmt '<
mas occidental de las Azores- se encontró, cuando fué descubierta^
una estatua ecuestre de piedra artificial, colocada encima de un pe-
destal de la misma materia; j*que en las faces de este habia inscrip-
cionesi cujos caracteres no pudieron descifrarse, añadiendo que el
caballero restido como la mayor parte de loa americanos, señalaba
con el índice al Occidente, como para advertir que en aquella direc-
ción habianWrras habitadas. El descuffimiento de la isla de Córdoba
era reciente cuando Cristóbal Colon estuvo en Portugal; es probable,
pues, que oyese contar esto.
Los españoles, que por tanto tiempo hablan calificado de visio-
nario al que creía en la existencia de una parte ign^A del mundo,
pretendieron luego encontrar en él provincias que habiao pertenecido
antiguamente á su dominio, y sobre las cuales tenian por esta razón
^erachos incontestable^. Oviedo se atreve á decir que las Antillas son
las famosas Hesperides, tan celebradas por los poetas, y que en tres
mil ciento cincuenta años antes habian pertenecido, en tiempo del
Rey Héspero, cuyo nombre llevan á la corona que en la actualidad
se ceñían los reyes católicos. Dice también que Santiago y San Pa-
blo predicaron allí el Evangelio, y cita, en apoyo de esta noticia, los
Morales de San Gregorio.
Otro autor ha escrito que la isla de Santo Domingo era el anti-
guo Ofir, á donde Salomón envió sus navios en busca de oro, pavos*
reales y dientes de elefante; pero es sabido que ni en esta isla ni en
ninguno otro pais del Nuevo-Mundo, se han hallado elefantes.
Cuéntase igual^l^te que una caravela española, que llevaba vi-
nos y varios comestibffs á Inglateraa, con Airiada^or espacio de mu-
chos dias por los vientos, y no pudiendo ya resistir, se vio en la pre-
cisión de correr en rumbo del Sur, y luego en el de Oeste, encon.
trándose en fin á vista de una isla, donde tomó tierra la tripulación.
Aseguran que esta isla era el Brasil; dicen: que solo el piloto y al-
gunos pocos marineros pudieron volver á Europa, pereciendo todos
los demás de resultas de las incomodidades del viaje. Sobre esta nar-
ración se han fundado para escribir que el piloto era íntimo amigo
de Cristóbal Coioh, |r que halando muerto en casa de este, le dejó
todos sus papeles que le sirvieron mas tarde para forAar su plan y
acometer su empresa. Los buenos críticos desprecian como pura fá-
bula esta narración.
U
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— asi—
De
XVguuos oficios, iust^mentos 3 nfateriQ&jpfimaS.
<Ao hnj cosacas curiosa ni mas interesante cjne la liístorhi
del desoiibrhnieuto de los oficios , de las artes y de las ciencias , así
cerno de las máqHlnas y de los ipétodos que requieren. Efectiva-»
mepte, no tan solo nos dá Iiyfica 4^ su conociraiento, sino qu^ seña-
lándonos su origen* nos (>one 4 nosotros mismos en el caso de hacer
Bueros deacubrtoiieotos* Y entonces tenemos tanto mas ánima j ra«
1^ para emprsndeilos^ onanta qoe los autores de úifeatos anterio*
res suelon haber sido un<M niñíoa» ó bien pastores t artesanos , joven*
eitaa may simples é ingenuas , y aun frecuentemente unos pobres
kicos. Nos limitaremos á indicar el origen de algunos oficios , de al-
gunos instrumentos y de algunas materias primeras , tales co&o loa
tintes, la sierra, el coflipas, el vidrio, etc«
Viui pobre muger tenia un hijo llamado Talus : Ye confia á Dé-
fblo, t|u¡en le enseñó fiu arte; pero el discípulo tenia mas ingenio que
su maAiro. De edad de doce años , habiendo ancontrado la quijada
de Aa sei^nte , y habiéndola empleado con éxito para cortar un
pedacit(l»de maderaje ^ta aventura le dio Itf MA de construir un los.
trumento que imitase la asp^ezuí Tte FQs dTVhtes de aquel animah
Tomo al efecto una hoja de llleiiÑ> y h dbrtó por el estifb de aque-
llos dientes cortos y apretados q^ie habia observado en el reptil. Be
este modo inventó Ui siajVWtlK le acrfbvyeti igdalknejite la invención
del compás, del torno y de la rueda de alfarero.
Aaiiwaé» á perifeguir «ivMki eljierro de^n pastor, se ikP^J^ ilH
la majada. Acosado por el hambre , haM^%noa mvriveos ft IH <frflVa
46
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del mar y los comió^ La aaogre de aquellos marifcoa le tiñó la boca,
y á stf regreso, so amo coikno<ido4Íe compasioo, creyeodo herido á su
fel compañero» porque le vio todo ensangrentado le limpió con lana
blanca, mas ¡qué prodigio.M*«! el animal no esuba herido^ y el blanco
▼aUon ad^4iin6 el bi^po mas vivo..... £1 cielo quiso sin duda recom-
pensar de este modo el cariño del hombre aun animal tan fiel. El
pastor tiñó vellones anteros con el mupp líquido, ylos llevó al Ri^,
quien roadfe^darle magníficos regalo^ .
mMCMTBRmiEIVTO 1»L TIIMUO.
El uso del vidrio es según Plinio^ una invención debida á la oa*
suaHdad. Unos mercaderes de nitro que recorrían la Fenicia , que-
ria^^o cocer carne á la orilla del baudaloso rio Bélus, y no hallando
piedras para levantar sus tréveder, discArieron poner pedamos dé ni«
tro en vez de piedras. Entonces la materia se inflamó , y fluyó en
aHroyueios de sustancia trasparente, que habiéndose cuajado á algu*
nos pasos de distancia, les indicó el modo de-haC^r el vidrio, que se
ha perfeccionado muchísimo desde enftfnces^
,DEIi DIÍBÜJO, I.A PHVTURJl T EL FOSFORO.
Inspirada por el amor, la joven Dibutada , traza á la luz ^ una
Tela los rasgos de un objeto adorada que se piptabaa en la ^óí^ra, y
este procedimiento tan sencillo, origen de la Silueta , nos ha^^ropor-
Clonado el dibujo. , ^
El' amor crea la Mqluraf La locura, seguix dicen , la a<^mpaña;
y un loco, el alquimist^BraQO, triscando la inhallable piedra filoso-
fal, descuide y. nos proporciona el fó$fgro.
CttABAIWBHÍ
AIeiandro^JWü>el Cunio^hermatios mellizos, trataron en su ni-
ñez de ejecutaremos enriMeve aabre pnrtmas de madera. No te*
nian mas que un cuchiflo p^ünico instrumento , y lo llegaron á lo*
gfttiif Bo habían cumplido todavjn di^^ M» ^ños diaado dUairon á
ooMoer el íru^ da sas iffeas.
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—368—
€W«ciiir«Miir?\
instruir al hombre de la cbae pobre , es haceiéi eonoeer hi qve
ae debe á sí mismo, 7 arrancarle al vicio 7 á iWidl^ttcétHnoaaé
{Del Sr. D. José Luis de Cúsmsetd.)
mmm \mm\sL.
K
ib A bondad 7 pronto *e^ndtb de los productos manufNetnra*
dc/s'dependen en ^an parte del^ apJicacion del príneípío de iuiita-
eion, ó fi se quiere del de la eopta- tomada en so sentidlrmaa eaCédap,
En miichas^ eirounstaueíiM se padecen infeitas dificplfadea para pro-
dlkchr JIR (ní^nal sobre el que han de ser eslculadal' todas Tas eoptas:
7 mientras mas considerable es el núnfiero de éstas , debe ser ma7or
el^f^idado tiel manufacturero en preservar el modelo, pues suelde
pof lo' común que una máquina cuesta dies mil veces el precio de
los artículos que debe fabricar.
La nomenclatura de las artes cu7a copie es la base principal* aa
de A Aiodo numerosa qué no intentapemos dribla á nucstroa lecforea
j-mAe nos limftare|jys á presentarles una clasificaci^m general é in-
dicar algunas a'plicactmies. — ^Se copia r
Por impresión en hn«eo.
Por impresión én relieve. « «
¿ Por el molde 74a fundición.
0 Por el molde 7 el 7eso. *
4Por d estampado.
Por el torno; ^
7 en í^rt alterando las dimensiones del ^ginnl.
lMPRBsioi««<-*4ia tipografin ó el arte de imprianr ei eeeneialBmnte
en todbs suff ramoa un arte de Üñtaoíon, 6 uta ^Ptrdadara aayia ea ws»
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—vív-
elos grandes divisiones que^f 04^ In impreeioa en hueco y la impresíofi
en relieve; está comprendido tm^gma aáaiéro de artes^.
Impresión bn hueco sobrb lamina. — En este arte se obtíeneii
c^UMM pwr>at pasando d nwéalo al papel por mxdip é% U prosion
7 de uaa tUUa ü^e^ljpbtenida en k>s buecos que se fcan grabado ao^
bre «|tt« Ukttiaa de cobro. Un artiaia dilata algunas veces uno 6 doa
^oa ea grabar una lámina que en mud^o canos n# da .rnjis de qoU
mentas biiMRb copina. «
^Cteabado 80BRB ACRBOi— ^Eite arta aoki 4*fi^re del grabado so-
hfie cobre en la naturaleza del metal 7 en el néoiepo ménoa limitado
dé coplas que pmduce una lámina de acero, pues es por lo coman
mu7 diftoil distÍRguirJa oienmilésifBa c^pta d^ ht primera. Hace mu-
cbo tiempo que los inglesas ae ocupan de eale arte aan buen suceso;
7 ^os franceses lo hubieran epsayado con mas antícípaci<{n habriaa
esC^dido sus modelos. .
\ *
Impresión de la musioa. — Se imprime ordinariamente la mé-
sica con láminas de estaño grabadaa par .medio, úe punzoae^ aleado
eate metal maa- blando que el cobre, ast4 sagatí» á oobiirae de grtal^a^
7 oarrer por Mas la tinta, d^ donda resulta esa aparieacia d^ 8«c)e-
dad que se nota generaimaiUe sphre 1§ música impcaaa- fia mudioa
caaos »% 8i^titu7ef^ho7 la impresión litográfica, 7 algunas vacai^a da
relieve^ ao caracteres móviles ; pero esto ultimo procedimii^ntOf pre-
senta e\ grave ioeoaveaiatita de ofraeer soiucionaa Jk aantiaaüafi
daaagraUabkes aa Ina líneas á ménoa que no se tome la pracauciaa de
Iropríniir separadamente la^ líneas 7 las notas, lo que auiBeiiai|na-
ckíQ tí praeía da la impraaion.
^»RBaiaBi DE Lo^TEomos por mbbio de cn.umaos.'-^boai^
bafoa dala ma7aff pa|te de los tegtdos, 7 en aspa^al de ias inítftpaa
no son otra cosa que copias obteaidascpor aiedtoae oitiadros de ea^
bre de cuatro á cinco pulgadas dediéaiaUa, aobae los^ue ealán gra-
bad^ en hoeco los jjibujos. Se saaierfe ao al caler juna porción del .
cilindro, mientras que una espacie de naaem aiáatico ée eilte se lle-
va el cdfor supérfluo antes de que toque al teg^o. IJaa^eza da in«
diana de treinta varas francesas de largo^ ae íasprkaa for este medio
en cuatro ó cinco minutos.
Copia por medio de l1Rina& céhAUés^^Son bien conoódaa
laa léaMaas^ cofasa delgada 6 4e hoja de lata ewfiia estáareooru*
doa loa oaaoetéffcs # dibujos que se- Mf»oducea: sabré el ph|mJ, emba*
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dmriiaiMlo úo tinUí cop una brocliUa lor superficie del metal que pro*
tege las purtet leserYadas, no dejando <^acü^ tiatn toque al papel, si
iu> «0 an loa lugares caladot. .
A4gttaa%inji^raaiouaa d^ tagidoa ja4MMeo pnr uo proaedimiajii^
Miálogo« pero rmiclio oma infanioio. Se tina |pkegMÍo ^a pifi^ca da
lui ao^ eolar Uup^9mo€ que se trata de pañuelos o corbatas emp^á^
y '9e rapiega i^«d«iW^ aabfe ai mismo Untaa .vec^g cuantoa paáu^oA
daba ooiiteHe»/c4fk>cadO,eritre dos planchas maciaas d# metal cala;
das aatM^con uu mismo dibujo, y nrreglndas de manera qiia ^l^ca-
lado da la uoa eufreapewda azaotameute con el da la otra se pone
todo aautta prensa para hacer al vado, esto es^ para estraerie el ai-
T^ Bn asta momento aa pone eo comunicación con Jaa aberttfras de
la plaaalm auperiorf ua dep6aito de doniMi liquido, y obrando en-
tMaea por oaa^ma^Ui presión atnaosC^ríca iuema al liquido á atrf^e-
aar loa pafiíiales y loa^n^lidaaa al pasar, solo en las partes correS-
pondíantea i loa ealados da las dos planchas las cuales apretando
faastaaaante las oirás porcionea^del tegido impiden que corra el líqui»
do horiKontalmente.
ItoMUMnoN ii^Rafciaai Eate ramo de la ttpograOk , aa da -ana
apliaacím «mébe maa jBfouatite.^atHas aiples qa% la que acabamos de
JüpmRscov Y oEABADo ivf MADBRA.-«-Este grabndo se ejecuta por
uo prc^ediíaieilio ubsoluJlameiite ipverso del quo se hace en lámina
^ de «obre : ao el primero, los biiACos son los qus dan la tinta al papel
6 al tqgido, y en éste son los relia?es donde previamente se aplica
la tinta para pasarla al papel por medio de la presión. Este grabado
ef^ naas difícil y mas costoso qpe aá primero ; pero también presenta
una gran vengija, y es la que resulta de la facilidad de imprimirlo de
U0 solo goln^, MBH el testo .q^e le acoaApa5a«
IlSPBMiAN CON CARACTERBS MOVIBLES.— ^Dc todoS loS artCS de
iaitlaeion, ^ este ehmas imponente por su inftuencia. 14a parti§ula-
ridad quf|p,distingue ^ todos los demás es la inmensa subdivisión
de laa panae que puedan formar un original para producir copias sin
número. Cuando un original ha dado millares de ellas , los mismos
elementos individuales puedan au%r nuevas combinaciones y abaste-
cer de numerosos originales que produjera cada uuq millares de co-
pias. - . .
Impresión isTBREonFA.-^-^sie modo de imprimir solo difiere
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déT aoteríor, en que ios ea^^éres estáiv fijos, ya poniendo jynUNí le»*
caractérea movibleB, ó ya tli^ndolos^e^ decir, obtenieiido por aso de
Joa procedimientos de que hablaremos en otro artknlo, una planeha
aérlida, de ana matriz moldada aohre la plandia aaÓTÍl. £a(a especie
de impresiov sdo seJ^tMbpIea cuando^ hity de hneer m grao nániero
ét «•pfas, 6 para las obras que tienen necesidad'cTe noa escrapolesa
qprtecrciofi : así es como se imprimen^ fas tablea para el jno de Jea
Matemáticos, en las que una tbz corregidoa^ los eirofes , no paedea
ya fcproducirse.
Impresion-de los papeles FiNTXnos.— 'Esta mpreaíon se hace
por medio de planchas de madera grabadas en reliare siendo necesa-
río emplear tantas planchas cuantos colores hay en el dibujo : su
aplicación sucesiTa sobre el mismo fondo, reproduce ed origíaaL Es-
tajjnpresion se hace á la mano, es decir que eada*plaiicba , deapuee
de^haber recibido el color conTenieote , se aplita la maao aobre el
papel, teniéndose cuidado[)de asentar bien y con mucha e^raetitud to-
das las marcas. Algunas vec^ se «iM]plea el nísMo procedinMto
para las impresiones sobre regidos.
Impresiok lttoorafica. — Con este ti^tte ae oMenen cofiia en
un numero casi ilimitado. Bi original que produce oslaaeopiaa eaua
dibujo hecho sobre una piedra ligeramente porosa , con una tinl«^
grasa. Vertida agua sobre esta piedra solo queda mojada !a parte
que no cubre la tinta, y si se le pasa entonce por encima un lodHIo
elástico, cargado también de tinte grftsifsa, la agua impide que éltii ^
tinta se adhiera á las partes mojadas de la piedra , puesto que no
queda ofra tinta que la de |es caracteres 6 dibujos , préftaraente tra-
zados. En este estado se po^e sobr¿ la piedra un pliego de pape! el
cual^queda estampado por medio de la presión. -
Un procedimiento semejante, que solo ha 6¡do iiAperfectamente
ensayado, nos parece susceptible de ventajosas apUbacione^: él con.
aiste'en reproducir por medio de la impresión lítográfíca las obww
recientemente publicadas en^ otros paises p«es no estaiiBtodavía
completamente seca la tinta de su impresión , puede descargarla so'
bre una piedra litográfica, y sacarse un gran némero de nuevos co-
pias. Hace algunos años que fue Ifnpleado este procedimieiíto én la
Bélgica para reiifiprimir los diarios Franceses ; pero la empresa no
produjo suficientes beneficios. Las obras^ antiguaftietite tmpreaas no
pueden reproducirse por este medio, en razón dequelaTinta ha per'
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—367—
cUdo con el tiempo la grasa que pudiera irasiuitir i la piedra ; pero
es de esperarse^qae la químiea descubrft en lo suceaíf o ua medio ca^
pas de restablecerla á su estado primitivo.
* BSCRITO FANTÁSTICO,
(168 original de MonseñoTchuTeriné. La traducción ee mía, fiiriiniyiüdisuii
«n la Academia de "l^ulacion, y á éRa le debo la cMona dsdmufcu ^ae sapa
«osteneft en cinco s^yoneflTvoBsecatívas.) ,
ssa V$3a3¿L ¿Lh ds3&aK!s:a^sQ. ""¿^
JiSI IUOiHnMHD ■HM^S MW^f PHTR mWlT ^PSUMUUI***^ .
YAl HOLLAN.
4wk fualesqníer sentido que se e»ni«ine el hombie , de cuale»^
^ier modtjí <|ue se vea, no es mas que un profunda laberinto de er^
ror , de contradicción , de debilidad y de sentimiento que- so anipc
propio alimenta alternativamente en la pequeña jornada de la «cía^
teneia( ^uiéh sabo si este examen nos descubrirá algunos doblece»
de su coVazon, pero yo temo que serán muy pocos , y ^e nada h»*
bremas adelqptado ; sin embargo , meditemos. El malrado tanriiiea
ejecuta acciones heroicas y laudables*, el virtuoso se resbala en las -fia»
qiiezas, el potentado «e ahoga en e! centro' de su corte , el ambiemo
teme lu mismo qye despa, el avaro sqfíre 1» privación dar modlos gna*
tos qué apetece , el eeloso crea males en«su imagkiactoii §¡írh ator«
mentarse, el hipócrita piensa* engañarse á sí mismo cuaiMotingaña i
los dem^l^ licencioso .trabaja en ahogar crueles renHifditDientiMi
que amargan su cogcíencia : este hombre qne predica la viHid y en*
seña el camino de la fefitíidad, se halla en so interior desanimado y
próximo 8l espantoso precipicio dc^la desventura : aquel defenaar 40
hi filosofía }Mle la razón alimenta en*su seno el orgullo mas ttrevMo
y tas ideas mas mezquinas át la especie humana : el coMriooy al
aobefbib doWtf la rodilla y se humitla para coaségnir : ei i
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lo es porque gradúa tas propkNi malet : ono m eiaoMote por ?ftiii«
éad, por utilidad 6 por iii|f<^ : otro es generoso por motif oe parlMMi*
lares : tú eres honesto porconsertar tu reputacíoni y no porqneaoiaa
la virtud : tú eres humilUe por artificio : tú eres justo por tu eleva-
ción j fata^ tú ere^^ango por(|juo MiP^f <^s ó quieres mas de mí ....
Las lágrimas, eóos preciosos cristales que destilau nuestros ojos para
esnresai el dolor 6 la compasión, se derraman las mas veces pacj^n-
mascarar auestro modo de petisor;1loraniQ¿lá pérdida del que dlfea-
■HM VjfiT jnuerto^ nos lloramos mútiíameXpá la ^erza de iute^fni-
das cousidscaciíjtaea* El placer, el dolor , el temoi^l deseo , la espe-
ranza, estas son lus^claves del hombre viviente ; si pudiéramos estu-
diarlo en las diversas posiciones de su vida, ganaríamos un tesoro de
importaqpia y de provecho^ pero esto es imposible, preciso es que lo
e jriininamos cuando se ha descompuesto su estado, después de muer-
t^Asi me prometí y para lograrlo gané & fuerza de oro al sepultu-
rero de S. Maximiliano, que .prometió introducirme en el respetable
paateoB de «ib ilvelre fasnüa. Anoche cenanaMMot el proyecto ; el
cielo se mostró teifible con tremendos truenos y una oscuridad es-
pantosa hacia lucir Iqfi continuados relámpagos : yo estaba prepaüi-
ó» de antemano^ mi imagiiia^n se deleitaba xpu la le^u^ de los
ióbregQS escritos ^ Young. « « -
La campana de Ja parroquia avisó que ya eran las doce , j yo
te«>UI4 cy^do.el enterrador llamó á mi puerta.^., ya es la bosa.dc'
aifnadaof Pai|^pio« sin hablarnos, y llegamos con el aukilí^.c^ una
asfl^ilNUidak linterna al gran ceoMiiterio : corriéronse los cerrojos con
pre^Msioiir aoercáiponos á uno de los sepulcros ii»as ria»a y siji^uo*
•osr y en él contentaron mis observaciones.
4i pie del monumento se hallaba una graqj>iedra que cuWía la
entradaj^cavamos silenciosegneate la tierra fy un eco povoroso res-
pondía.^ apesferos golpes*, vacilando entre eljemor de ser desaubicr-
t»3 y la espasanza de la nueva escena que iba á presentarle. Apénaa
pudieron nuestras fuerzas levantar la enorme lápida ,v^mstfada
nos intsodaciniQS por la abertura descendiendo por una ^Meha es-
aalera 4 un panteón. dé mármol oscuro, en cuyo frontis se distinguía
una piránide de calaveras y hue8|p| colocados con arte; á b derecha
é izquierda e«ta|^n diversos nichos para guardar todqi^los grado»
(te ptitrDliiGC^n : aquí habia un cortesano arrebaudo entre las bon">
Ms y Utt proyectos jpas vastos y ruinosos ; allí un y%io oprioHifo
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por el peso de los años en que no aprendió á vivir: mas adelante un
joven víctima de la intemperancia: á su mílo un robusto mancebo que
precedió á su abuelo tísico y enfermo: al frente un malvado; en fin»
el esposo y la adúltera, la doncella y el incestuoso, el hipócrita y e|
asesino; todos habitaban unidos en esta silenciosa tumltt. Al centro
de 1^^ veda hallé un atahud forrado en paño negro con ricas fran-
jaflHRoyque parecia presidir á los demae: pregunté á mi guia q^n
era la persona que guaí:£||^n aquel féretro distinguido. ¡Éugenia!.....f
' JO la conocí entre-Jos vítos. Movido de compasión, y estimulado por
la curiosidad, quim ver esta hermosura que ganó renombre en la Ger
manía; pero la caja bien asegurada se resistió á nuestros esfuerzos, re-
doblanfSs estos con nuevo ánimo.... cedió en fin.... abrióse.. «. ¡qué es?
pectáculo!
En aquel cuerpo descarnado no veia mas que una sola llaga en-
vejecida; sus cabellos separados apenas se sostenian: aquellos ojt^s,
cuya impresión fué tan ti^na como tímida, no ofrecían ahora mas
quelinndibles asquerosidades; aquella boca donde el amor parecia
haber depositado su encanto, las gracias, su sonrisa y el sentimiento
su espresion, ya no tenia labios y la blancura de sus dientes resalta*
ba con el negro de la carne disecada; unc^ de sus pechos había ente-
ramente desaparecido y el otro lo devoraban millares de mónetruoa
pequeños, cuyo movimiento confundía la vista ; las manos estaban
juntas; en uno de sus dedos subsistía el anillo de la amistad, y en los
demás crecían sus uñas encorvadas. Los insectos itfls corpulento^
h^ian consumido los intestinos; por el cuello , los brazos y piernas
se cruzabaa anas largas fibras que parecían los nervios : toda la ma«
sa yacía medio bañada en un espeso fluido; y como el atohud estaba
bien cerrado, la saagre, las aguas*y los sucos no habían podido eva-
cuarse, y en ellos nadaban multitud de hambrientos gusanos. Un
▼apor corrompido exhalaban las reliquias de Eugenia, y su^lii^esura
hacia trémula la luz que ya apenas nos alumbraba,
£1 p6bre sepulturero , mas supersticioso y menos apercibido de
este efecto de la exhalación, se llena de horror, se desmaya ;.quiere
sujetarse d«l atahud, lo arrytra consigo, todo se trastorm ,*todo se
derrama, todq^orre El espantoso cadáver presgiUa nuevos horro-
res, el vapor se aumenta, la luc se apaga y el primer momento de
sorpresa me hacíhuir en busca * Je la subida ; pero el hoi^r y la
compasión me sujetan, no pudiendo consentir que uu hombre jpagafie
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con 811 vidn mi fatal cunosidad : temo tropezar con el horrible cuef-<
po, me resuelTo, agarro miTíioribunda guia por entre los asquerosos
escombros y le tiro, la precipitación mé hace caer por cima de los
nichos y siento quebrarse un esqueleto al peso de mi cuerpo ; toco
mil fauesos'^on las manos , ruedan las cnlaveras , procuro ganar la
abertura y no puedo dar con ella. Quiero sacar fuego, pero lavesca
n^rende, el temor me yela, mis cabellos se erizan, mi coriflApN
•pita, creo desfallecer y ?eo cierto mi fin : md Sentimiento interior me
anima, mi alma se alienta, se eleva á Dios7y desde la posada de loa
muertos le dirijo mis plegarias fervorosas : el eco^epite mis oracio-
nes, la bóveda, los féretos y el tronido sordo de la tormenta acre-
cienta el vapor. Vuelvo á dar al pedernal, chispen, brilla la tl^., tras-
porto mi guia aun aire mas libre y torno la vista para contemplar
de nuevo esta escena de horrores, que ya no me espanta pues en su
espectáculo no vi mas que una fermentación de la materia destinada
á otros usos* Del fondo de este silenciosa) lugar dó reina la podre-
dumbre, la infección, el frió y el miedo, parecia oirse una tremenda
voz que repetia : „tü eres lo que yo fui un dia , tú serás un dia lo
que yo soy c^^fa : la virtud no muere : huye hombre atrevido de este
lugar sagrado.'* Luego qu^liaya meditado en mi visita de anoche
me empeñaré en repetirlas para dar las mejores lecciones.
►►•^
s>9Kmamii3 b;2il stc^imi^ffi.
sMiLiENTRAS el vulgo hab^a continuamente de placeres y dolo-*
resj sudan en vano los filósofos para definir el dolor y el. placer. Es
á la verdad tan imposible analizarlos , como conocer las cualidades
del oldt, del gusto, y^de oti*as sensaciones que no presentan plurali-
dad de ^le'iftentos diversos. El único recvrso , que en tabesterilidad
de ideas jqueda gap ilustrar el raciocinio, consiste en^ñalar algnoa
de las circunstanctas que suelen ácomf>añar 6 seguir á aquellas sen-^
saciónos. ^
Cliando se tocan los labios de un niño con tina esponja empa-
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—371—
paja en viniere, 6 se pone en contacto con su nariz un poco de tac-
uaco , retira la cabeza, tuerce el gesto , y lle?a la mano á la nariz
6 á la boca para desviar el tabaco ó el vinagre ; he aquí circunstan.
cias que suelen acompañar á las sensaciones dolorosos j decimos é
las sensaciones dolorosos son aquellas que procuramos hacer cesar j'evU
lar 6 apartar de nosotros,
^fe||Lel contrario, cuando se ofrece á un sediento un vaso de le-
ch^S^ agua dulce, bebe sin descanso, y si se intenta apartar deflis
labios la bebida, retiene el vaso con ambas manos, y mientras puede
DO lo separa de la jboca : he aquí circunstancias que suelen acompa-
ñar á las sensaciones agradables y decimos : las sensaciones agrada*
bles stmtaquellas que nos esforzamos en retener y hacer duraderas.
£1 tiempo durante el cual cont^iúa la sensación se llama mo-
mento/e/tz,^i la sensación es agradable, é infeliz^ si dolorosa.
El bien, considerado no como causa productiva sino como efecto
producido en nuestro ánimo, es la suma de los momentos felices; el
mal, la de los momentos infelices.
La felicidad es la suma de los bienes que quedan después de
sustraidos los males; la infelicidad es la suma de los males después
de sustraidos los bienes.
El hombre mas feliz no es, pues, el que ha gozado major suma
de bienes : los males en el curso de su vida han disminuido su feli-
cidad; y tan grande puede haber sido la suma de estos , que la dife-
rencia se reduzca á poca cosa, ó á cero , 6 á una cantidad negativa.
Supongamos tres individuos y sus bienes, sus males y su felicidad de
la manera siguiente.
INDIVIDUOS. BIENES. HALK8. PKLICIDAD. INFELICIDAD.
Pedro 10,000 11,000 „ 1,090
Pablo 1,000 900 100 %
Santiago 500 200 300
»)
Es, pues, evidente que un labrador 6 un artista pueden ser mas
felices que un monarca.
Siendo Ufe bienes y los males los elementos #e la felicidad é ki-
felieidad, grand« ha de ser nuestra solicitud por conocerlos exacta-
mente y confrontar los unos cttn los otros , para preferir el bien ma-
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ICTcflWr-
—372—
y^)r 7 evitar el major mal, máxima fucilísima en teoría, pero no tan*
to en la práctica.
Aquel estado inquieto y doloroso de los órganos que cesa con la
sustracción 6 adición de alguna cosa^ se llama necesidad.
'Ejemplos de sustracción : el Uombre pletórico se siente aliviado
8Í le sacan sangre : el hombre cansado se duerme al cesar eo 61 la
acción de los estímulos esteriores.
^ Ejemplos de adición : el hombre debilitado de hambre sei
za comiendo pan ú otro alimento : el hombre trémulo de frió se rea-
nima con la acción de un calor moderado.
Satisfaciendo una necesidad no solo se hace cesar la inquietud
y el dolor que la acompaña, sino que tal vez se produce algui^lacer
mas 6 lyénos intenso : así, el sediento que .apura un vaso de vino, do
solamente se libra de la sensación dolorosa de la sed , sino que tam-
bién gusta el placer del vino , y prueba una sensación de bienestar
que se difunde por toda su máquina.
Quien dice necesidad^ áict deseo de librarnos de la cosa que in-
comoda, 6 de obtener la que nos falta , y que creemos necesaria á
nuestra felicidad.
Pero las cosas no se mueven á un signo de nuestros deseos; los
frutos no se desprenden del árbol cuando sentimos hambre, ni viene
hacia nosotros el agua de la fuente cuando tenemos sed. Para con-
seguir alguno de estos objetos es necesario que nos traslademos á
donde están, y que hagamos ciertos movimientos para obtenerlos, lo
que supone quQ estamos dutados de \^ fuerza física que transporu,
y de \dí fuerza intelectual que conoce y dirige, ulk fuerzas que diri-
gen y ejecutan los movimientos necesarios para satisfacer las necesi-
dades 6 los deseos se llaman facultades.
Cuando nuestras facultades son iguales á nuestros deseos , so-
mos felices : cuando los deseos sobrepujan, á las facultades , somos
desgraciados, y^ somos en razón de la diferencia. Esta máxima se
esplica en los términos siguientes : el esceso de los deseos sobre los
haberes, es el esceso de la infelicidad.
Podemos, pues, proporcionarnos porciones de felicidad.
1. ^ Aumentando has facultades ó los* haberes.
2. ® DÍ8minuyei«o las necesi^lades ó los deseos. »
Ahora bien : c'bmp por una parte no es posible destruir todas las
necesidades y por otra, cada necesidad satisfecha engendra un pía-
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—373—
cer, se deduce en general que lograremos mas ventaja en aumentar
las facultades que en disminuir los deseos,
Lq8 estoicos redujeron á dos principios toda In moral del hom-
bre, obstine et sustine, (*) El dolor producido por las necesidades né
satisfechas les indujo á predicar la destrucción de todas ellas. Según
la i^a de aquellos pensadores, debería hacerse el elogio de^n árbol
que^~ estetidiese ramas ni diese fruto por temor de ser destrozada
por los vientoü, ó de un hombre que en vez de comercínr con su ca«^
dal lo enterrase por miedo de perderlo en el tráfic<^ Luego , en vez*
de predicar abstinencia general de las cosas, aconsejaremos aumento
general en Ins facultades necesarias para conseguirlas, y alabaremos
al árhol que da fruto, no al que ocupa el suelc^ioutllmenfH
Ub» necesidades, tan diversas en especie como en intensiaad, se
di?en en tres clases,
I. Necesidades físicas ^ las cuüles
1.^ Tienen origen en el cuerpo. « • •
2. ® No son comunes con los brutos.
3. ® Algunas son constantes, y otras se reproducen después d®
ciertos intervalos.
4. ® Son las siguientes : hambre, sed, respiración, amor físico;
necesidad de reguardarnos de la intemperie, de las estaciones y de
ahí necesidad de vestido y de alojamiento, necesidad de pasear , etc.
II. Necesidades intelectuales: estas pertenecen enteramente al
hombre, y son la curiosidad 6 anhelo de saber , el deseo de órden^
d^Bélleza, cffi (flverdi|^8.*Lif curifticRid* aWmB^Be^^roiiíirlior-
mas que nos dirijen en la elección de las cosas, nos libra del fastidio.
III. Necesidades morales : Algunas nos son comunes con los bru-
tos, ó al menos con cierta especie de brutos ?%omo por ejemplo , la
necesidad de sociedad; otras son propias de la especie humana , y
<^onsisten en la necesidad de aprecio y de poder, ba delpoder, cqan-
do se refiere á los hombres , se llama amor del matulo 6 mmbicioni
cuando se refiere á las cosas se llama amor dé las riquezas^ Quyo es*
tremo es la avaricia.
Cada una de estas necesidades tiene su esfesa de actividad, que
la fantasía estiende indefinidamente ; por ejempl%, existe inmensa
distancia entre el pan se^ que alimenta al labriego , y las deHcadav
(*) Abstente y persevera.
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—374—
viondas que huoMi^n en Ifi mesa del gastrónomo ; entre la piel con
que té cubre el ssJvage, y-los fíno^ lienzos de Holanda, etc.
Todos los medios qué disminuyen el disgusto 6 el trabajo en la
seUisfacdon de una necesidad^ 6 en el logro de un deuo , se llaman
tpmodid(ides'^[ coche y el reloj son ejemplos de comodidad. Tana-
bien en fes comodidades ha introducido la fantasía variedades infí-
nilas, y asi es que h%^ relojes de plata y de oro , coches* mas Aié-
mp costosos. -
* Los grados ét variedad introducidos en los medios de satisfacer
los deseos ó d< obtener comodidades, son casi todos efectos del an-
helo de pasar por ricos,
Él sesUmiento qil^ esperimentamos por un objeto que obra en
iiosotrfS ae llama amor, ai nos causa placer; odio si dolor. •
• Las pasiones son grados mas 6 menos fuertes de amor ó de odio;
la cólera es un odio repentino contra un objeto presente que creemos
n«cwo : la esperanza es el amor de un bien probablemente futuro.
Los estímulos del placer y del dolor son las primeras señales
q«e DOS indican cuales objetos y cuales acciones conservan ó destru-
yen nuestra máquina.
Mil veces se han comparado las pasiones con las velas de los
navíesf oon los muelles de los relojes, con el agua de los-mol¡no|; sin
pasiones, todos los movimientos- de la máquina social se delendrian*
Supongamos que se estinga en el ánimo del anacoreta el amojr á IHos
y la esperanza del cielo, y le veremos «dormir á pierna suelta en vez
de^ísaflaí^fclííftlf SfficSñ.^* ** • '♦^ ••- •••
Por nidos se entienden aquellos actos 6 no actos que tienden á
debilitar nuestras facultades, ó granjearnos el desprecio de nuestros
SMnejant«s. ^
Por debevts se entienden aquellos actos 6 no aetos que «on ne-
cesarios al aumento^ empleo ó conservación de nuestras facultades 6
ala aubsistencia dei cuerpo social.
Forjpirtud se entieade el hábito de producir actos 6 no actos
útiles y difíciles, pero desinteresados y no impuestos por la ley civil.
En el cálculo de los placeres y <le losd^olores, ademas del tiempo
6 la ditiracion^ ha^^que contar la intensidad j.y\n el cotejo se procu-
rará cUltnto sea posible igualar las porciones de modo que la iliayor
duración uniSa á menor intensidad, resulte igual á mayor inten^dad
unida á duración menor.
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De la misma manera los placeres y dulores presentes sedlslín*
¿lien de los placeres 7 dolores futuros ; por esto nos privamos de uit
placer presente para no atraernos un dolor futuro^ ó noá sonu^mos
á un dolor actual para asegurar un futuro placeré
Y como los placeres y dolores presentes suelen prevalecer sobre
los placeres y dolores futuros, siempre será buen consejo disminuir
un poco la porción de lo presente y recargar la del porvenin
La dificultad del cálculo se aumenta cuando queremos confi^*
tar bienes y males» tanto en intensidad como en (iiversas especies»
pues aunque todos se reducen á sensaciones dolorosas 6 agradabler»
no es fácil formar la ecuación. Un j6?en lacedemonio se quitó la vi-
da áiftes de sujetarse al'servicio de los esclavos; un persa no bubier»
calculado así, y los romanos , en tiempo de Aníbal , disc^rftan d#
muy distinta modo que en tiempo de Alarico,
Los placeres y los dolores físicos presentaivlos siguiente» e^rae-
t^res :
L ^ Loe dolores duran nnicho, los^Haceres harto |MN6o, y pierden-
su intensidad continuando^ y aun estos mismos pbccres ooncluyeo
por fastidiarnos, sino ponemos entre ellos intervalos que pemiitan 6
los sentidos, descanso y recobro de fuerzas. Los placeres mas vivos
son ^munmente los menos duraderos « porque producen en la má-
quina conmoción mas violenta : el .hombre prudente debe| economi-
zarlos, aoprdátidose de%tr propia conservación .
% ^ Todas las partes del cuerpo piieden proporoiotiaf noír dolor>
pocas placer. " ' •*-• •
3. ^ La intenaidad á que et dolor puede llegar es ntoobo nsAyoir
que la que puede alcanasar el plaeer : el sarbor d^\ bocsfib mas etqni*
0ito es nulo en compafaeion del dolor de illKla9<
Les plagares intelectuales y^moraíes presientan c«rte|^ni8 opii^itos^
L ^ La duración y la repetición los aumoniané .
2f ^ El ánimo los siente en toda en estenaíofl , y puede reeHnrlos-
de todas partes.
3. ® Por un lado son inagotables, por otro dependen de nosotros
mismoStf •
4» ^ El goce de estos placeres^igoriza el alma lejos de debilitarlal
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MPEDIDEIS DEL PUS.
Cabildo dé 18 de enero de 1557. — Otro sí : Porqu^muchag nc"
grtü y otraa personas %ndaii por las calles vendiendo longanizas y
buñuelos y maíz molido y sin postura de diputado y en lo que Yen-*
den no se les ha puesto precio , de cuja causa se recibe perjuicio,
y ansiraismo venden pasteles y tortillas de mniz y de'catibíns, y con-
viene que de aquí adelante en ei vender de lo susodicho haya orden,
de inaneifi que no agravie el que lo compre y quien lo vendiere,
mandaban y nanJaron que las longanizas se vendan á vara y me«
diapor un realj, y todas las demás cosas no las vendan sin que el
Regidor 6 Diputado que es 6 fuere, le ponga precio en ello, so la di-
cha pena aplicada de suso, y jorque venga á noticia de todos y nin-
guno pretenda ignorancia , mandaron se pregone publicamente eo
en esta villa.
Cabildo de 14 de mayo de 1557.-^Se proveyó y tpaudó .que mu*
chas negras esclavas en esta villa ha^i tomado por trato de tener casa
para hospedar y tener taberna y tabaco, los que es en mocho perjui-
cio de esta Bepáblica , y mandaron pregonar publicamente que de
^oy en adelante ningbna negra esclava sea osada d^ vivir en caaa
por sí, ni tener tabcrna^i&b^<^9 "^ peneí de cincuenta azotes á cada
una de las dichas negras que lo contraeio hicieren y damas de esta,
que el amo por se Jo consentir incurra en pena de dos pesos para la
Cámara y Fisco, y obras públicas , y mandaron que se pregoncpú-
blicamente.
Cabildo de 19 de julio de 1557.— En la viHa de la Habana i
19 días (iftl nA de julio de lVS7 tfilbs en presencia de mí Frandbco
Pcrez <|í} Borrólo , c3cr¡buno de S. M. y pvlMico del número y Con-
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— -J/ #
tejo ele esta diclm villa , este dia ne juntaron á consulta y Cab¡fcf<>,
Conviene á saber, el muy magnífico Sr. Juan de Roxns teniente de
Gobernador de esta dicha Tilla para entender en lo^ negoríos qite to-
cantes á esta dicha Tilla y al servicio «le Dios nuestro Señor y de
S« M. convenga. Estando en él dicho Cabildo los dichos Sres. dige-
ron que por el muy magnifico Sr. Diego de Maznriegos Gobernador
de esta isla de Cuba, han sido enviadas dos cartas cerradas y sella-
das con el sello Real de S. M. el Rey nuestro Señor, las cuales man-
daron abrirjr leer, y la una de ellas pai'ece estar firmada del Empe-
rador y Rey nuestro Señor, y refrendada de Francisco de Eraso su
secrf'tario y focha y librada en Bruselas é. 16 dins del mes de enero
de f 556 años, por la cual S. M. manda al C»>ncejo, Ju^^ticta y ile^^i-
dores, y Caballeros y Oficíales y homes buenos de esta tilla de San
tJrisíóbnl líela Habana de esm isla de Cuba , tengnn y obedezcan
por su Rey y Señor natural -al Srmo. Príncipe D. Felipe su hijo
'nuestro Señor y cumplan y obedezcan sus mandamientos como Á
mandamientos de su Rey y Señor , y por elln obedezcan y tengan,
porque €i ha renunciado en él los Estados de Casfilla y de León , y
lo demás á ellou anexos, en que se incluyen estas partes de Indias «
según mas largo en la dicha carta se contiene, que aquí va fijada en
este libro, y asimismo se presentó otra Cédula de S. A. el Príncipe
nuestro Señor fecha en Bruselas.. ..« y seis dias del mes de enero
de 55^aíí0s por les manda y hace saber lo por S. M. provehi.
do de que arrifia hace mención, y como por S. A. fué aceptado fo di-
cha renur^glncion de los dichos reinos , según mas larga en la dichn
Cédula. se contiene, las cuales ansí leídas por los dichos señores Jus-
t'rcia y Regidores de esta villa, y estando presente el Procura<lor ge-
nefftl de ella, tomaron en sus manos el dich|||Pr. Teniente y Regi-
dores y Procurador, y las besaron y pusieron sobre sus cabezas y di-
jeron que la obedecran con todo el debido acatamiento como á Pro-
visión y mandamiento de su Rey y Señor naHiral á quien Dios nueé-
tro Señor deje vivir y reinar por muchos y largos tiempos con acre-
eenlamiento de muy mayores reinos y seiioríos , y en cump^'^'^n^^
de ella y haciendo lo que S. M. manda , digeron que obedecían y
obedecieron desde agora por su Rey y Señor natural el Srmo. Prín-
cipe D. Felipe nuestro Señor, y en señal de ello mandaban y man-
daran alzar banderas en su nombre, haciéndole y teniéndole por tal
su Señor Rey, y hacer todas las solemnidades que se requieren el
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—378-
jueves próximo que viene, que es el día de la Magdalena , para que
todos se regocijen y lo sepan y firmáronlo, — Juan de Raxas. — Aa-
touiü de la Torre. — Diego de Solo.
Cabildo 4^ 24 de julio de 1557. — En la villa de la Habana en
24 diad del mes de julio de 1557 años, se juntaron á consulta y Gar-
budo los muy magníficos señores Juan de Ruxas Teniente de Go-
bttrnador de esta diclia villa y dijo : que por cuanto para regocijar el
reconuciinJento de lley al Príacipe D« Felipe nuestro Señor , es ne«
cesarlo mandar hacer un Pendón Real, y trató con los Srea. Regi-
dores de esta villa, conviene á saber, Antonio de la Torre, y Diego
Soto y Diego López Duran regidores^ y aobre lo dioho fué trátadp
por los diclios Sres. Teniente y Regidores, que para el dicbo efecto
i»e haga el dicho Pendón con las armas Realeo de Castilla y de León*
el cual se haga de seda, y en lo que en ello se gastare mandaban j
mandaron- se pague de las obras públicas de estabula, y ansí lo man-
daron, ó deios propios de la dicha villa mandan se pague.
Cabildo de 20 de agosto de 1557. — En este Cabildea se acordó
que por cuanto al buen recaudo de esta villa es necvsario que haya
w\ tambor que toque cuando hubiere navio, y para ello han cogid^
á Juan de Ejnberas, flamenco, el cual ee hábil y sufícíenfe para ello,
y les ha pedido le señalen salario para ello, y porque el susodidio lo
sirva con voluntad, coMacuerdo de todos los Sres. Justicia y Regi-
dores, y de Ambrosio Hernández Procurador le señalaron de salario
al dicho Juan de Emberas, tambor, 36 dueados por an año , el cual
comienza á correr y se cuenta desde lioy, y el ilioho Juan de Embe-
raí lo aceptó y se obligó ¿ lo servir por el dicho precio , y los Seño-
res dijerM ^e se le libre y pague ansí como fuere servido, de penas
aplicadas á gastos de guerra y obras públicas de esta villa.
Cabildo de. 1. ^ de marzw de 155B.«-Acordaron en eile Cabildo
que se escribiese á S. M« dando noticia de como tragema los doce
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niil pesos ie oro ele mínn , pnra la obrn de In fortaW.n que S. M.
mandft se haga en eeta villa j de otras eosas tocantes o I servicio da
S. M. 7 bien y pro de esta villa , la cna) se escribió , cufo original
queda en mi poder. — Joan de Rozas. — Antonio de la Torre.— Diego
de Soto.— Antón Recio. — Por mandado de los l^res. Jnsticta y Re-
gimiento—^Francisco Pérez de Borrólo, escribano publico.
Ed Cabildo de 28 de enero de 1550 se mand6 que por caante-
ha/ guerra y suelen venir corsarios franceses , y si no hubiese vela
en el Morro ó en la Caleta y boca del puerto podrían tomar descui-
dados i Jos vecinos de noche, y supuesto que hay muchas personas
foera y hay muchas negras horras que pueden enviar v«laa las no-
ebea que les cupiere, asá como van tr)das las demás personas , puea
1a« díobAs negr98 gosan de toda libertad , y tienen casas , numdfcirofli
loe Sres« que cMindo el alguacil les echare la» velas , vayan úl velar*
Cabildo de 17 de mayo de I559.«r-En h villa de 4a Habana en
miéroolea W dias del mes de mayo de 1559 años, el muy maf nifíco
8r. Diego Hazariegos Gobernador y Justicia i»«yor de esta kla de
Cuba por S, M. etc., en presencia de mi Francisco Pérez de Borro-
to escribano de S. M., y escribano páMioo del número y Cabildo de
esta villa, dijo que porque eonviene al servicio de. Dt«»fl nuestro Se-
ñor y de I?. M. y bien y pro de esta villa tratar y proveer algunas co-
sas en Cabildo tocantea al bien y pro de esta villa, dife : qae manda-
ba y mandó entrar ios Regidores de ella para comuniear y tratar de
lo susodicho y lo que se trató y proveyó siendo juneoa en el dicho
Cabildo Antonio de la Torre y Diego de Soto y dije^el dicho Sf . Go-
bernador en este dicho Cabüdb, que & su noticia ha venido por car-
tas y que es muy público y notorio que el Rey D. Felipe nuestro
Señor entá viudo por muerte dé la Serenísima Reina de ioglatemí J
que la Megestad del Emperador. • . • • . Carlos es muerto, y que con-
viene .«..•.• haya el semiarietHo que es juste porsus. tes y
que hasta que venga carta -de S. M^ y de sa Real Consejo avisando
dé áu nnuerte y mandando K> que eobre ello se haga y qae basta en^
tóncea que le sobresean hacer las honras de sus Magestades , y que
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en «I entretanto que raanüaba y uiatidó á la« Jasúcins y Regidores
<]4ie trHÍ^n luto so pena de cinoueuta pewM de oro para la Cámara
de S. M. — Y ion tdieho» Sre^. Jitan de Koxas TeiUeute y Antonio'
de la Torre, y Diego de S^uo y Diego Lopes Duran Regidortfi^ «lije-
ron que eetáu prestos de cumplir lo que su merced del Sr. Gobertia*
dor les manda por el uuto de suso contenido y que de mañana en
adelante lo traerán y firmáronlo de sus nombres. — Diego Maxarie-
gos. — Juan de Roxas. — Antonio de la Torre. — Diego de Soto. — *
Diego López Duran. — Pasó ante mí — Fraücisco Pérez de Borroto»
escribano publico y de Cabildo.
En Cabildo de 3 de junio de 1559 se proveyó, qu¿,de hoy eo
adelante haya sobre-rondas que visiten las velas y puestos y piayaa
de esta villa y que anden á caballo siempre de noche* que hay% ca-
balloe en el poeblo y se- reparta en esta forma desde hoy sábado 8 de
junio que sea la sobre-ronda de media noche abajo hasta salir el sol:
Sábado— Hernán Manrique Avellaneda.
Dofflingo-^Cepero y su hermano.
Lunea-^Aranda y Pedro el alguacil.
Martes — Miranda y su hermano. I
Miércoles-^ A velos y Zapata.
Juéves^-Alonso de Rojas y Quiñones.
Viernes — Juan Gutiérrez y Diego López.
Sábado «» Antón Recio y Diegp de Soto.
Domingo-— Juan de Baena y Juan Suarez,
Lánes— ^Melchor Rodríguez y Francisco Pérez.
Mártea — Juan García y Astorga.
Miércolea^^Castilla y Juan Guillen.
Inés de Gamboa que tenga un a^^^boz, el que bien le sirva..
Alonso Sánchez de Corral ni mas ni menos y que salga ouand<»
hablare rebuto.
Y mandaron que se notificase bajo pena á Juan de Rojas qua
tenga dos caballos— á Juan Gutiérrez que tenga un caballo— á Pa«
dro Velasco que tenga otro caballo— á Diego de Soto qaa tenga ca*
bailo— 4 Antón Recio que tenga caballo— á Inés de Gamboii qne
tenga caballo.
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€kikildo de 6 dé^lnil de l5M.~Fii« acordado «o aaCa CsbiJdo
por M 8r* Crobamadori Refidorea y Oficiales de 6« M. que ion Jiiao
de Roxae y (Gerónimo de Arellaneda que trató y comunicó con elloa«
<;oino ee le biio saber por Arguijorea de la carabela , que Tino de.
Hondurae , que hacia la paota de San Antonia en la coéta , vieron '
unos fuegos y se cree que es gente perdida de slgun narlo , y deinna
de e^to, esta noche 4 inedia noche se huyeron doce franceses de los
que trabajaban en la obra de la Fortaleza, en un barco que hurtaron,
y podría ser hiciesen otro mal recaudo de que Dios y S. M. se dewir-
ve mucho, y para enriar tías los dichos franceses y para traerkis y
Toirerios á esta villar y para saber que gente es la que los fuegos ha*
cía eo el dicho cabo, no ha/ dineros de que se pueda pagar, que los
dtehos Oficiales de 8. M. y Regidores juntamente con el Sr. Gober-
nador den orden de que le paguen » y acordaron todoa juntamente -
que se va/a en la fragata del Re/ / otra se envié á buscar los dichos
franceses / saber de la dieba gente q^e escá en la punu de 8. An-
tonio q«e hicieron los dichos fuegos , porque podrían estar perdidos
allí de algún anrlo que dio al través , / que pues no ha/ dinero de
gastos de justicia ni de obras p&blicas , que se gaste de penas de Cá-
mara de la Caja de S. M. pues es en su servicio, / que se pida n^e
al señor del barco, ó oficiales ó marineros del que hubo culpa din^l^
los franceses / sea á su costa de ellos, y si se haUar^ que era «avío .
perdido donde se hacian los fuegos, que si tuvieren de. que pagar por
aer socorrido de ropa / otras cosas que lo paguen y vuelva á la Caja
lo que ansí se gastare.
£n este mismo Cabildo se presentó / le/ó la Real Cédula que
sigue: — El Re/ nuestro Gobernador en la isla de Cuba. — Juan
de Inostrosa Procurador de esa Isla / en su nombre, me ha hecho'
relación que en cuatro ó cinco personas de los primeros con-
quistadores pobladores de esa isla que son tan pobres que nin-
guna cosa tienen, y tan viejos y enfermos que no lo pueden ganar /
Morirían de hambre si los indios de esa tierra no los sustentasen por
amor de Dios, porque los españoles que en ella residen no lu tienen
para si los mas de ellos, y me suplicó les hiciese merced de mandar-
les dar alguna ayuda de costa cada año con que se pudiesen subé-
teotar ó como la mi merced fuese, y porque Yo quiero ser informado
qné personas son lar susodichas / de la necesidad que tienen , y de
lo que seria bien que á cada uno de ello» ^e H<<'««) en nuda un aQo
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para au anktento, j ai lo puedea trabajar y gwiar elloa , y que edí-
d«d tienea, tob arando que veaia lo auaadtoho 7 «as «oviéia larga y
paiticular rolacioo de ello con irue«tro parecer^ para que Yo lo man-
de Tar y proveer lo que fuere 8er?ído« Feeha an Yalladolid & 17 de
marso de 1559 añoa. — ^La Princesa.— Por mandado de S« M» au Al*
tasa en aa nombre.**Ochoa de Layando.
Cabildo de^i de enero de 1561 .-«--Fué acordado que estás eiit*
co aoldados de los que van á poblar la Punta da Ska, Elena^ que tie-
neii neeesidad de comidad hasta que su capitán «al mando que
hasta que de la Nueva-España envíe al Sr. Viso Rey de ella reeaudo
para qoe'se puedan sustentar y pagar lo que se debiere de esta 00-
mida, dijerooi qaa repartían los díolioa oinoo aoldadoa en. laaperao.
nas^ siguientes que les den de oomer y que tengan cuenta y rasen lo
que se lef dá para que su cf pitan lea pague lo que coa ellosae hu<«
biere gastado, y las personas que lea han da dar de comer a<yn las ai-
gmentes:— Juan Gutiérrez.*— Diego López Duran.— Melckor Rodri-
gu^— Ortiz. — ^Juan Alonso.— Juan 6enovéa«^-Margaríta Heraan-
dtAJ^Pedro de Caños, — Francisco de Avalos. — ^Y lo que los dicboa
cinco aoldadoa se les ba de dar no queriéndoloa tener en sus casas
es lo siguiente : dos arreldes y medio de carne para cada día, y para
cada semana una carga de. pan , y ansí lo ordenaban , y maadabaa
porque ansí conviene al servicio de Dios nuestro Señor y de S. M*,
y firmáronlo de sus nombres.
En 12 de febrero de 1561 había en la Tilla diee- y nueve pipaa
de harina que Tendía Melchor Rodríguez 4 los panaderos y en 1. ^
de julio todo el jabón dies qointales que tenía Juan Sabido y lea-
Tendía como factor de Antón Recio.
Cabildo de 23 de junio de 1562. — En este Cabildo parecía Die*
go de Soto Procarador de esta TÜIa, y ¿lijo, que á pedimento do este
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{meblo & M. fam «ler^ed de HMunéar lü CédnU Real pwra qiie it
«obre ^ «nelfl^e de todos loe na^s que en eete paerto entren pan
«feeie de tnfaer á el dicho puetto el egua dei rio de la Chorrera f
qae poniéndoee en efeetoy y cebráadoee el andi^ como haüa aquí
ee fea heoho^ algunos nwlbs j flotee ae han pasado sin querer entrar
en este dicho puerto diciendo ser la causa el dicho anolage por no
quererle pagar ni facer tributarios sus navios , j que agora de |»»-
gente hUn pacecido ciertos naTioa aofere este puerto , 7 de peraonaa
que de ejios.han snltado en tierra se tiene notiela que la flota que
viene de la Nueva-España en que dioeil que viene por general Bst^
bam de las Alas j que el dioho General j los demás raaeatres han
determinado ponerse sobre la boca del puerto para efecto desque si»
no se les lleva el ahclage entrarán y aurgirán en este puerto » y que
ai el dicho aoclage se le ha de llevar^ como se ha llevado i los do-
rnas navios que aquí han entrado en este dicho puerto que no en»
trarin en 61 con sus navios y se irían 4 Matanzas y á otros puertos
k proireerse de lo neoesorío, y que de no haber entrado en este dicha
poeito los navios y flotas que se han pasado , ha renido gran perjui-
cio y pénüda^ de lo cual S. M. ha aido deservido^ p<Mt{tte los veeinoa
da esta villa no tienen otros aprovechamientos mas da lo qué Jf^*
gean el tiempo que est&n los navios en este puerto, loa cuales fid^an-
de, foréosamente habrán de desplorar esta tierra y puerto , y que si
agora de presente estos navios se pasan sin entrar en este puerto, la
tierra y pueblo y vecinos de él quedarán del todo perdidos por estar
eémo eMán pobres y adeudados á cansa de haber cesado la contrata*,
eion de los dichos navios , y forzosamente el pueMo se deipoblari
del todo, de lo que S« M. será deservido , por tanto que piypa algún
Temedio y alivio á los vecinos de esta|ttaha villa en nombre detodoa
ios vecinos y moradores de ella pedía y suplicaba al dtobo 8r* Q»*
bemador y Itegidores , mandasen sobreseer el anolage , y que no aa
les Heve á los natfOs que al plísente estfn sobre este coate para que
libremento puedan entrar en él como <Kcho tiene , en lo que nuestro
Señor Dios y S. M. será servido, y todos los vecinos recibirán graa
bien y merced, y fírni6lo.-^D¡ego de Soto.— Y visto y platicado por
su merced del dicho Sr. Gobernador y Regidores sobre lo pedido por
el dicho Procurador Diego de Soto, el Sr. Gobernador dijo : qne
8. M« lo tiene mandado por su Real Cédula y Carte , que se ejecuta
la eobrtinza del dicho anclage, que de esto no tiefíe mandato de 6. M.
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eb contrarío por donde te deje de eobr^r el dtelMi anelage , empera,
que irlendo como ha TÜito y té la necesidad de la tierra y la pobresa
en que los fecinos y moradores de elta tienea » y qae auoque sabe y
entiende que. si estos no entran en el puerto, este pueblo que-
dará del todo perdido, y porque su merced dará y procurará el bien
j remedie de todos los rocinos de esta Isla y pvrüculannente el de
-esta rílla diJLO : q«e obligándose los dichos Regidores y Procurador
en nombre y rxtz de los recines y moradores de esta djclirt riila y su
térmÍBOy á que S« M. tendrá por bueno el haberse sobreseído la co-
branza del anclttge de estos dichos naríos, y que si S. M. ifblo diere
por bueno y mandare que el dicho Sr. Gobernador pague de alguno
de sus bienes y hacienda por rason de no haberlo ejecutado, que loe
dichos Regidores y Procurador pagarán de sus bieues y hacienda y
4e la de los dichos recinos y moradores todos ios mrs. y .pesos de
orOf en que por razón de lo susodicho condenare al dicho Sr. Gnber^
«ador / le mandaren pagar, y haciéndose ansí , el estaba presto de
sobreseer la cobraoaa del anclage de los naríof de la flota de la Nue-
ra-España tan solamente, y firmólo*— Diego Mazariegos.«-*Pasó an«
te mi. — Francisco Pérez de Borrotp, Bscribano público y de Cabildo-
/ir risto por los dichos Shres. Regidores lo proreldo por el diabo
Sr. Gobernador y risto cuanto importa al remedio de los recinos eii
esta dicba rilla, que estos naríos / todos los deaias que rinieren ea-
^en y surjan eu este dicho puerto libremente sin que se les Mere an-
olage, según pedido lo tieae el dicho Procurador Diego de Soto, ha-
biendo acordado y platicado todos de un acuerdo dijeron : que pe.
dian y suplicabas al dicho Sr. G^>bernador sobresea el dicho anclagst
que ellog como Regidores de esta dicha rilla , y el dicho Diego de
Soto como Procurador de aM^ todos juntamente por sí y en roz / ea
Jiembre 4e les. recinos y mowlores de esta dicha rilla y sus térmi'*>
nos, se obligan por sus personas y bienes, y la de los dichos recinoa
7 moradores que si en algún tiempo S. M« no diere por bueno el so.
breseim lento de la cobranza de dicho anclage, y si en razón de ello
mandare que el dicho Sr. Gobernador por no lo haber ejecutado»
-pague alguna cantidad de pesos de oro de sus bienes y hacienda,
que 0n tal caso los dichos Regidores y Procurador lo pagarán de lía-
fio e^ llano de sus bienes y hacienda y de los dichos recinos j mo-
radores, sin que se haga deseagecion de bienes en la persona y bie.
ites del Sr. Gobernador y para ello obligaron sus personas y bianea
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*• —385-
Iiabidds 7 [ior haver, y.^ns de los dichos vednt», y dieron poder 4 las
Justicias de S. M. para qae les compelan á effo pot ^m ojé»<iiia f
renunciaron las leyes que en este caso se podrintn apnvtttcbar , y ftr»
máronlo. — Juan de Roxas.— Antonio de la Torre.-^^wan de IiiMl^
trosa. — Pedro Velasco. — t^rancisco Avatos; — Diego de Seto*
Visto por el Sr. Gobernador la obligación hecha por loe diobee
Regidores y Procurador, dijo : que debajo de efln sobreaeia ifiie no
Ke cobre de estos navios de Nuera- España de que viene per Getierefl
Estébaiyde las Alas, y de ninguno de ellos , y Ni«ndo ee notifique i
Antoniode la Torre á cuyo cargo es la dicha eobranea , que no eo*
bre ni pida el dicboanclage á ningunp de tos dtcfios aavíos, y firmé*
lo. — Diego Mazariegos. — Acordóse en este dicho Cabildo p«r lee le»-
ñores Justicia y Regidores que se dé noticia á 8. M. de lo frevelndo
en este dicho Cabildp, que se- le envié un testimonio detodoelto» m*
pilcando á S. M, sea servido haber por bii«no el sobreeeímenio de
la cobranza de este dicho anclafei y firmáronlas^ Ante mi— ^fencis-
eo Pérez de Borfoto, Escribano páblico.
ÜONOIlMIGNTeiS IM UHÉNONU iWIIHISrHIl.
QDIBIBia ILAO IP^ÜitlSíIAa;^
Del modo de poUnr m paloiiiw, y de^i» eleccÉMi>de'iM
PAIiWNiA«. «
íBntre las aves no hay otra que tanta? veces mnhipftqtie co^
mo la paloma, piíes aunque la gallina pone mas , no empolla tánCM
veces; bien es verdad que en una sola sacará^ mas -pollos qtie pak»-
minos la paloma en muchas. Hay quien dice que las palomee ponei
huevos todos los meses, y^ lo menos los ponen. seis 6 siete veeee ifl
año, y otras mas, cesando solo cuando tracen los grandes Mesíea el
invierno.
49
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—386—
Ordinariamente ponen dos huevos y algunas veces tres» pero el
uno ao suele valer nada, y de los otros el uno sale inadio , y el otro
btmbas, lo qye se equivoca muy pocas veces; y si estos dos se deja-
nsa juntos para casta, multiplicarán mucho mejor, y se querrán mas*
£1 primer huevo que ponen es macho, y el segundo hembra, y como
M difícil distinguirlos, conviene dejarlos pareados como nacieren. Así
los machos como las hembras trabajan mucho en empollar los hue-
vos y eu criar los hijos, alternando igualmente en los cuidados.
En cuamo al color de las palomas las blancas, no son tan esti-
mables eomo las otras, así por ser menos fecundas , com<r{>or estar
ea ntliyor riesgo que las otras de quejas cojan y lleven las aves de
rapiña. La seña de ser buena una paloma es tener el color pardo,
que tire á negro y ceniciento; y se conocerá ser fecunda cuando ten*
ga los ojos y los pies colorados, y alrededor del cuello un circulo
amarillo como de color de oro.
Hay uua especie de palomas que llaman calzadas por tener los
pies cubiertos de plumas, las cuáles son mas grandes y mucho mas
fecundas que las otras, y que se deberían preferir para poblar el pa.
lonoar, si no fueran tan oosiosas en el aJimsnto qu9lá preciso darles;
y COUQUE el punto mas esencial de la economía consiste en sacar mu- «
cha utilidad con poco gastarse suelen elegir las que cuestan poco de^
alimentarse, porque seria necesario hacer grande provisión de gra-
Bos para mantenerlas. No obstante , como estas últimas son menos
e^antadizas que las primeras , y no hftyen tan fácilmente del palo-
mar, al principióse echarán en él |íara poblarlos de estas dos espe~
cies de palomas mezcladas t á fin de que los palominos que vayan
después criando participen del natural de unas y de oKas.
Las palomas calzadas Ca¡Sb alejan del palomar con la facilidad
que las otras, son mas grandes y fecundas, y-eu carne es maa delica-
da y gustosa, pero cnesta «1 alimentarlas mas de lo que valen. Es
yerdad que las palomas comunes son mas |)equeñas , que no crian
jcon tanta frecuencia, ni suelen estar tan gordas , ni su carpe es tan
sabrosa; pero también es cierto qu^se alimeutan mucho tiempo por
sí mismas enlQSLcampos sia gasto de su dueño ; y si las otras son
mas agradables á la vista, estas no requieren tanto cuidado , y son
monos cQstosas.
Para obrar pues con acierto será lo mejor echar en el palomar
de estas dos especies de palomas > y aunque se pon*gan todas de la«
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, -^ , —387—
éommies solamente, jcíwna se hace en mncliüs pítrles , prevalecerán
muy bien.
Dc*8 tiempos haj á proposito pnra poblar el palomar : e! prime-
ro y mejor es el mes de Mayo, pues pudiendo crecer y cobrar bas-
tantes fuerzas In primera cria, en el inrierno siguiente estará en dts-
posición de criar y producir utilidad mas presto. El segundo es en el
mes de Agosl^, porque suele htiber gran cantidad de pichones bien
alimentados con los granos que sus padres las traen en abundancia
de los que lian caido en los rastnijos segando las mieses en el campo
en el tiempo de la cosecha.
Según lo mas ó menos grande que sea el palomar , debe ser i
proporción el número de las palomas que ha de echarse al principio
para poblarle, siendo ordinariamente las que suelen echarse cuarenta
ó cincuenta pares, la mitad machos y la otra hembras ; y como se
tenga cuidado de aüméntaslas bien, será tanto lo que criarán , qué
en brefe tiempo se hallará el palomar muy bien poblada : si se echa
menor número, se tardará mas en tener el gusto de poder comer pi-
chones de él, porque hasta que esté bien lleno de palomas es muy
pernicioso quitar ninguno del palomar.
f « No basta haber hecho elección de las paTomas para poblv el
^jy^mnr, sino que también es necesario saber el tiempo que hntde
tener l»s que se echen en él; á cayo fín podrán servir de instrucción
Ins advertencias siguientes :
Sobre esto hay varios pareceres : unos dicen que para poblar
un palomar se han de elegir If^^alomas que han empezado ya i
criar, dando la razón de que estarían entonces mas aplicadas al nue-
vo palomar : otros juzgan que son mejores para eso las que nacieron
en Marzo y Julio, y que tengan ya la< edad de seis meses ; y otros
que mas nuevas, que es la mejor opM^^i^
De estas últimas se ha de hacer elección para echar en el palo-
mar, y deben ser los pichones que todavía comen con sus padres ea
los nidos, de donde se deben quitar tan luego comoee hayan vestido
de las glumas pequeñas, y un poop antes que laa graodéede las alas
les hayan crecido. Debe hacerse así, lo primero , porque si se echá«
ran antes en el palomar, estarían muy espúestos á morirse de ham-
bre por el motivo dé que ninguna de las otras palomas sino sus pa-
dres sabriao tan bien y tan naturalmente el modo de alimentarlos; j
lo segundo, porque si se aguardase á que todas sus plumas créciertn
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—388—
y se fdjrtiíiciran enteramente > en luj^ar de hubituarse á estar en el
nuevo palomar, tomarían inmediatamente el vuelo y se remontarian
para volverse á su primera mansión.
Habiendo echado jn las nuevas palomas 6 pichones en el palo-
mar, se han de tener encerrados por espacio de quiíiice dian 6 trea
semanas, teniendo también cerrada la ventana del palomar con su
coropuertat que ha de poder abrirse y cerrarse con una polea.
Gomo se habrán sacado estos pichones del nido , según se ha
dichoy en el que estaban con sus padres , se supone que» aun no sa-
brán comer por sí solos , por lo que será, preciso tener curaado de
paeterles el alimento en el pico, así de comida como de oeorda , lo
pual se podrá ejecutar á fin de engordarlos, pues asi lo hacen en las
pollerías de Roma, poniéndoles d«ntro del pico unos embuditos muy
delgados de madera u hoja de lata, y por ellos se les echa y hace
pasar la comida con un poco de agua : s^ puede hacer también coa
los dedos, obligándoles á que traguen la comida para que no ae mué'
ran de hambre»
Para que se habitúen mas presto á comer por si solos, será con«
veniente echar en el palomar algunos pollos, los cuales comiendo ya
naturalmente por %\ «oíos sin ayuda de sus padres y delante de ellq^ ^
loa!t^rano8 que les habrán echado , incitarán á los pichones á hjfcr^
lo mismo, con lo cual en breve tiempo obrará la naturaleza para que
queden del todo instruidos, y entonces se sacarán los pollos. Lo mis'
mo podría ejecutarse entrando algunas palomas caseras y nransas,
H^niéndolas encerradas con las niwas, pues viéndolas comer harían
lo mismo las otras. ^ (Can¿wtKir¿.)
PR0T0C0I^AC10]!r
9e todas las disposiciones reales* administrativas y econráod-
eas piMicadas de ^Uío en el mes de Octubre sfltimo.
Real AM^tncia Prgtonal. — Por auto de 23del eerrieate 4eon-
socococia de lo resuelto pof S. M, en Real orden de 21 do Junio (A-
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limo i 86 ha sen i(k> áeolarar el Real Acuerdo i de conformidad con
lo reprooootMio pov el 8r. Fiscal, vacante la plasa de Relator de eats
Real AucKeDoia Pretortd , que servia D* Francisco LuislVallejo;
mandando que su provisión se verifique por oposición da la mnoerat
detallada en la ley 2. ^ , título 4. *^ de la Novísima Recopilación, y
que se i^en los edictos é inserten ademas en los periódicos de esta
eapital para qfp ocurran los opasitoreii que se crean con ápcion k
eUOf en el término predao de 60 dies, contados desde la fecha. T en
eampdmlénto de lo mandado fior S. A. y para oonaoimiento del p^-r
Mtoa fijo «4 p'^Knte en la Habana 4 4 de Ootabre de I845.<-^E1I 8ei
eraUífio de Acuerdo, Remigio Martín*— Es copia. — Regtno Martiit.
Obispmdóí de ¡b Aafrana.-^BI Escmo. é limo. 8r. Arzobispo*
Obkpo aémiftrador de eata diócesis, se lia servido espedir el decreto
ée^ tenor 8Ígiilente.^-^Habana 7 de octubre do 1845< — Siendo coOve*
nmota al mejor servicio de esta diócesis de nuestra adiainistraeion
»0«^rar una persona dreunstanciada que durante iraeatra indisposi-
•t^q||deBpi»ehe todos los m^^^ios pertenecientes al gobierno aolesi|^
lit^aOmbffamos al efecto al Ihno^ 8r. D< Pedro Mendo nuestro Pro*
visor j Vicario general, en quien se reúnen las cireunatoneias que se
requieren para el caso. En tal virtud particípese por medio de atento
oficio al Escmo. Sr. Capitán general y al ioteresado , insertándose
ademaa-en loa diarios de Gubi^rno para general inteligencia.-*El
Araobfs|>AidipinistradQr. — Poi; mandado de S. E. lima. , Herroene**
gildo 0^41 xle VaMemia, secretario*— -Y para su debida publicación
libra la pieseiMe en la HabMa á 9 d« ^g^re de 1845.— Hermene^
HHdo GM <le Yaiéemíai secretario.
Caminan pré9meiat dé InsiníecionpríTmma.'^HAh'iendo de pro-
eedeisa desde el primer domingo del mes df dierombre venidero á
loa eximanes i^blíoos que han de darse por este año en todos los es-
I^Ueoimientoa póbUeoe de instrocoion primatia elemental f superior
da la proviaeia, ha aaordado qj¡ie para general noticia se renueve pof
medio d^ Diario la publicación del proyecto provisional , aprobada
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—300- ^
por el Escmn. Sr. Presidente Gobernador superior eívil con |>reTÍá
rnüorme de la Inspección de Eéttidion, y á la letra ea eooio ligue. —
Los exámenes públicos anuales no tienen por objeto «nalÍBar los oié*
todos que se siguen para la enseñanza de los niñ09, j si el averiguar
el estado de instrucción en que estos se hallan segnn las doctrinas
^oe se les han inculcado durante el año : el exámea de los sistema»
adoptados, y su califícacioo pertenecen á las risitas nfirticularee que
debe hacer la Comisión provincial de Instrucción primaria«-*Agré«
gase á la ««puesto que la escesiva duración de los actos ^ijblícosy
siempre en unas-mismas materias en mayor 6 menor étAJ^Ia^ destru-
yen el ínteres de la concurrencia, y hasta llega á cansar la aten«í«n
fatigada de los individuos encargados de la presidencia. Bajo estos
principios la Comisión provincial ha determinado : I. ® Que los exá-
menes públicos de este año comiencen el primer domingo del mes
de diciembre, y ootieluyao el tercer dia de Pascua de Navidad, & fin
de poder instruir de los resultados así al Gobierno como al público
en los primeros dias de enero.— 2. ® Para que tenga eleoto el an(e»-
lo anterior por parte de la Comisión prorineíal, nombrará esta, según
la facultad que le concede el plan general, ios individuos que tanto
p^ sus conocimientos literarios, oomo por su xsonocido ínteres eaY^-^
vor de la juventud, deban auxiliar en las presidencias dcequeHosTu^
tos en los varios establecimientos de intra y estramuros; encargando
á las comisiones locales las de las escuelas de sus respectivos distri*
tos en la misma forma. — 3. ® Señalados los dias de exiroen^or
acuerdo de los maestros con los que deben presidir el acto, m anun-
ciará este al público para conocimierOo de tas personas mteresadas
en solemnizarlo con su asistencia, á cuyo fin ee avisará con antici-
pación por los mismos pi^¡|Dtore8 á la secretaría de esta Comisión.
4. ^ — Se examinarán únicamente las clases mas adelantadas en en-
4a asignatura, y este acto no pasará d%dos horas, ni bajará de una
en cada clase, debiendo ser interrogados los alumnos por los maes-
tros instructores; y si alguna persona concurrente quiere hacer pre-
guntas á los examinados podrá verificarlo libremente sobre las ma-
terias de asignatura, y pon la franquexa y buena fó inseparable de
esta clase de actos. — '5. ® Los premios de los exámenes consiétirán
por ahorff, y mientras la Comisión acuerda un plan general, en men*
eion honorífica individual de aqiiellpp alumnos que. se presenten co¿
mo aptos para despedirse de la escuela, y generalmente sobre aqire-
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Ha clase que presente mu» iustruccioD sobreialieute en la materia en
t|Qe fué examinado.*^. ^ Se enearga á los presiüeotes de los aetoa
que á la major brevedad posible remitan sus informes á esta Comi-
sioii por conducto de su Secretaria» para que pueda cumplir lo que
queda dispuesto en el artículo primero; en concepto de que la Coml>
«ion apreciará en todo lo que Tale el celo que se manifieste en esta
honroso y útil servicio. — 7. *^ Los directores que no presealen sos
exámenes en el término que se ha fijado , quedarán reservados para
una visita estraordin aria, que tendrá efecto cuando la Comisión lo
4let«rminT Habana / octubre 12 de 1645^«*Jos6 Miguel Rodríguez «
vocal Secretario.
Admim^tracwn geturai de Renttu mariiimas. — Estaado dispues-
ta por i?. M. que en las pólizas de frutos del pais que se dirijan á la
Peaínsula é Islas Adyacentes , se estampe el derecho que aquellos
mismos pagarian si fuesen directamente al estrangero « á fin de que
allí se pueda deducir con exactitud, en el caso de trasbordo, el dife-
rencial que á cada artículo corresponda; se hace preciso que las ho-
jas que en lo sucesivo se corran con tal destino ,'se entiendan en el
Orden y forma que modela un ejemplar que al intento existe en esta
«ficina\ ¥ lo aviso ál comereio á efecto de que desde luego concurra
é tomar noticia de dicho modelo , en concepto' de que su uso dará
principio desde el 20 inclusive del mes actual. Habana y octabre 19
de 184j5.— Yurre. ' /
Seeniaríet-del Gobierno Superior civil de ¡a isla de C^ba^^^
0e orden del Escmo. Sr. Gobernador y Capitán general , se ci-
ta por tres números del Di^^o , i. D. Manuel de Lara y Martin^
para que se presente en esta Secretaría á instruirse de cierta provk
dencia que le interesa. Habana 17 de octubre de 1845:-- Miguel Ma«
ría Panlagua.
■ Real Colegio (íe Carr^rfe^réi.— Nombramiento.— Por Real or-
den de 27 de janio áli|mo, se ^a dignado S. M. la Reía» (Q, D. G.)
nombrar á I>. Manuel José Azcuenega, para la plaza de corredor de
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püqo^ro 4«l Cotegio fU «tU ciudad ^|tie refría D» Jiilíao Cduillam
AoBipriift); bftbtfindo ownsplido el agracinda-con ioi r»qtiMÍto» |«r«v«r
«idos eo ol €6difo mereaatil j prasiadoel eompateDttfjiiniaiemo^M
fM^Uea de 6rden M Etooio. Se, Iiiteiid«iite de ejéroilo Svpenoleii*
dente general Dttlafado de Hacienda, para <qii6 aea reooDooido en al
ejetcácio de la HMoetonft4a placa* I]Jaiia«« 16 de o<Ayhra de 184^,«->
Joaquín OaaipiBaaiio. ^
dttAéndtmda general de Marina M Apeteiader^ de l^Mf^kmté^
—Necesitando el Apostadero una goleta de regulafea dimenaioaea»
de buen estado de servicio y da aobresaliente andar; se arisa al públi-
co por disposición del ELscmo. Sr, Comandante general de él, 4 fin
de que el propieiaria 6 poseedor de la ambareacúa» eo quieai ctoncur-
inB aaias cualidades, se dirija 4 esta aaosetaría coo ka pMppsicianaa
eondiioeatest para (\nei se proeeda al ajuate da lia vanta, )»cé?io «á ra-
eoflocimienlo y. d^naa tr4flútes dsbidaiu Uabftna 17 4a oetubfa 4#
l8it5<-^Joaé Manual Pa^^a, secretario.
Obispad» de lü Habana* — Si Baan^- é Uou). &» trwMep»
adoÉÍMalrackir 4a esta dioeesÁa con fecha de 6 dfil eorrieate mas ha
Iproreido el decreto sigui^iue : Habieóde íaHacido. el Uoeociado I>«a
* Ángel Marrero, notario ausiliar^le'esta Curia, y d^rfÑe(i4o en conse-
cuencia nombrar una persona que réuna las circunstancias necesarias
para el desempefio de ese cargo, nombramos 4 JX Mariano Torres*
£u.aui rirMid pactieipeae^este nombramiento 4 qviei^ correapoada , y
librosQ al interesado el correspondiente título por aearqtaria.^-^l Ar-
ifiif^Bpo adeninisCrador. — Por mcindadoKIe 8.. EL, Hermenegildo Cq||
de VaLdemla, secretario^ — Y para la debida publioaaion Ubro la pre-
adue •« la Habsna 4 U de octubre de lS45»^HefmeoefUdo CoU
de Valdemía, secretario.
SHr^inría del Ghbierm» Superior - civil dá ¡a iela de Cuba. —
'Contó 4 pesar de las citaeioaas hechas 4 D. Ffioundo Roonoi por loa
dtarioi 4e julior agosto y setiembre prácsimos antariofos , para fine
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^
^308— ^.
se presentara en esta Secretaría, no lo ha verificado á la fecha ; ha
dispuesto el Escmo; Sr, Gobernador y Capitán general que se le re-
quiera en la misma, por ultima vez, á fin de que ocurra 4 ^facilitar
la noticia que le motiva su emplazamiento. Habana 19 de octubre
de 1345. — Miguel María Paniagua.
Secretaria del Gobierno Superior civil de la isla de CttAa.— Ha-
biendo llegado á conocimiento del Escmo. Sr. Presidente Goberna-
dor/ Capitán general, que muchos dueños de casas, ciudadelas y
cuartos, cometen el abuso de disponer por sí y sin que hHja prece-
dido mandato de la autoridad, el cerrar las puertas de las habitacio-
nes que ocupan sus inquilioos cuando estos les adeudan alguna can-
tidad, embarcándoles los muebles y efectos que tienen para hacerse
pago, sin que para ello hubieren ventilado sus cuestiones en acto ver-
bal conforme se previene en el artículo 108 del Bando de goberna-
ción y policía; ha dispuesto S. E. que los que cometieren tan repren-
sible como injusto manejo, queden incursos en la mulla de 25 pesos
y sujetos á las penas consiguientes á su ilegal comportamiento , de-
biendo demandar á sus deudores ante los tribunales competentes pa
ra que los compelan al pago y desalojo, si fuere procedente. Habana
20 de octubre de 1845. — Miguel María Paniaorua.
Secretaría del Gobierno Superior civil de la isla de Cuba,-^E\
Escmo. Sr. Presidente Gobernador y Capitán general , ha dispuesto
que todo individuo de color que se ejercite en ganar jornal deberá
llevar la correspondiente licencia de su amo visada por el Capitán ó
('emisario respectivo, y el que así no lo hiciere 6 la portare estando
cumplida, en uno y otro caso quedará sujeto á la pena de cuatro pe-
sos como si fuere cimarrón; cnya prevención ha ordenado S. E. se
inserte en tres números consecutivos del Diario de esta ciudad para
conocimiento del publico. Habana 20 de octubre de 1845.— Mignel
Macia Paniagua.
50
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r
/2ea/ Lacería.— El Escmo. St. Superintendente general Dele*
gado de Real Hacienda de esta Isla, conformándose con lo propuesto
por esta contaduría general de mi cargo , ha tenido á bien disponer
que se prohiba la circulación de las facturas de billetes de esta Real
Lotería que circulan impresas de algún tiempo á esta parte, las cuales
se venden al público con gravamen en su precio, y suscritas por indi-
viduos qne se dicen responsables, teniendo efecto esta prohibición des-
de el prócsimo sorteo estraordinario, núm. 41 en adelante. Y se avi-
sa al publico para general inteligencia. Habana 21 de octubre de
1845.— -Luis de Benavides.
Secretaría del Gobierno Superior civil de la isla de Cuba.'^
El Escmo. Sr. Gobernador Capitán general ha dispuesto se dé pu-
blicidad á la siguiente Real orden.
„Primera Secretaría del Despacho de Estado. — Escmo. Señor.
— La Reina nuestra Señora se ha dignado espedir, con fecha 22 del
actual el decreto siguiente. — Vengo en conceder la Gran Cruz de la
Real Orden Americana de Isabel la Católica á D. Manuel María de
Arrieta y Velazquez, Contador mayor decano del Real Tribunal de
Cuentas de la Habana, en recompensa de sus méritos y dilatados
servicios. — De Real orden lo traslado á V. E. para su conocimiento.
—Dios guarde á V. E. muchos años. — Mondragon 28 de agosto de
1845. — Francisco Martínez de la Rosa. — Sr. Capitán general de la
Isla de Cuba." — Es copia. — Miguel María Paniagua.
Secretaría de la Comisión provincial de Instrucción primaria^--^
Quedando aun por presejitarse en esta Secretaría algunos directores
y directoras de establecimientos de Instrucción primaria elemental y
superior con los estados que deben servir para la formación del ge-
neral que está prevenido por el superior Gobernó , se les recuerda
para que en su cumplimiento lo verifiquen con la brevedad posible.
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—395—
Al propio tiempo los directores y directoras , cuyos estableci-
mientos hayan quedado sin nombrárseles comisiones para sus exá-
menes é inspección, lo harán presente en esta SecretarÍH para lo que
corresponda. Habana 26 de octubre de 1845. — José Miguel Rodrí-
guez, vocal Secretario.
Secretaria del Gobierno Superior civil de la Isla de Cuba, — A
solicitud de los interesados y oido al Sr. Asesor general primero, ha
tenido á bien disponer el Escmo. Sr. Gobernador y Capitán general
que se publiquen de nuevo por medio del Diario de Gobierno las dis-
posiciones que siguen, encargándose á los Comisarios de barrio de
esta ciudad y Jueces pedáneos de estramuros cuiden de su puntual
observancia. Habana 27 de octubre de 1845. — Miguel María Pa-
niagua.
Secretaria del Gobierno Superior civil de la Isla de Cuba.-^
Para que tengan su exacto y debido cumplimiento las reglas pre-
venidas en los artículos 52 de la contrata, y 10 y 11 adicionales
del remate del mercado del Cristo que á continuación se insertan; he
determinado que en lo sucesivo se les imponga la multa de 10 pesos
á los que infrinjan dichos artículos por la primera vez , doble en la
segunda y á la tercera se les aplique la pena que corresponda por la
inobediencia; publicándose en el Diario de esta ciudad en tres con-
secutivos para que nadie pueda alegar ignorancia y aumentándose
esta disposición en la tablilla de órdenes de policía de la espresada
plaza. Habana 9 de enero de 1836. — Tacón. — Antonio María de la
Torre y Cárdenas, secretario, — Artículo 52 de la contrata. — Fuera
de las casillas, en los portales de ellas, ni en otro higar de la plaza
podrán ponerse mesas, tablillas ni mostradores para ningún género
de eomestibles, frutas, viandas, menestras, quincallerías ni otros efec-
tos, mucho menos para espendio de carnes y pescados; pues que los
referidos portales han de estar siempre espeditos para el tránsito de
las gentes.-^Artículo« adicionales 10 y 11 del remate. — No se-per-
mitirá dentro oi fuera de la plaza en sus calles laterales , venta c|e
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"^ -.396-
cnrnes, pescado, aves, legumbres y frutas, pues todo se espenderá en
las casillas aun cuando hasta la hora de las nueve, estos tres últimos
renglones podrán espenderse en el centro de la plaza ; pero sin per-
mitirse en ella mesas ni tarimas, como ni tampoco esleriormente es-
tes.— No habrá puestos de venta de carnes , aves , verduras , legum-
bres, frutas y flores, en ningún otro punto de la ciudad iiitrarourosi
ujas que en las plazas que se rematan. — Es copio.— De la Torre.
Do orden del Escmo. Sr. Presidente Gobernador y Capitán ge-
neral se hace saber al público que el domingo J9 del corriente debe
abrirse la carnicería de la plaza del Vapor en cuyas casillas y nada
mas debe espenderse las carnes con arreglo al artículo 4 de la con-
trata pero respecto á que aun no están concluidas las provisionales
que en ampliación al contrato se le concedieron por el Escmo. Ayun-
tamiento al contratista, solo los que tengan tomadas podrán Ínterin
se concluyan las fábricas de sus locolidades espedir en mesas en la
plaza para lo que tendrán del espresado contratista el resguardo cor-
respondiente. Habana 15 de junio de 183(5. — Antonio María de la
Tf>rre y Cárdenas, secretario.
Considerando el beneficio que resultará á las familbs de los bar«
ríos de Jesús María, Guadalupe y San Lázaro, que no puedan ir al
mercado de Tacón , á comprar las carnes que necesiten , convinién-
doles verificarlo en sus mismas casas , he determinado ; después de
haber oidó al Sr. coronel D. Manuel Pastor, contratista de la espre-
sada plaza : que los carniceros del mismo mercado , después del es-
pendió de la mañana, manden negras ó negros con tableros á vender
por las calles; y para evitar reclamaciones llevarán una papeleta fir-
mada por el proveedor de ellas, y con el visto bueno del contratista
autorizando á los verdadores para cada mes, y á fin de evitar fraudes
encargo muy particularmente á los Jueces pedáneos de aquellos tres
barrios vigilen que los que vendan por las calles lleven aquel docu-
mento que legitima la licencia, incurriendo los contraventores en la
multa de ocho pesos, con pérdida de las carnes que destino á la Casa
de Beneficencia, así como los dos tercios de la multa , quedando el
otro para el aprebensor; y para que se cumpla en, todas sus partes
esta providencia y que nadie pueda alegar ignorancia imprimase en
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\
—sor-
el Diario de esta ciudad en tres mi meros consecutivos. Habana 12 de
junio de 1838. — Joaquín Ezpcleta. — Antonio María de Ja Torre y
Cárdenas, secretario.
Instruido el oportuno espediente á consecuencia de la súplica
promovida por varios labradores para que se alterasen algunas de las
disposiciones que rigen para el 6rden de los mercados de esta ciudad
y estramuros, he resuelto : que en lo succhívo los estancieros y toda
otra persona que tenga puestos en los mercados puedan vender en
cada uno de ellos y á la vez, viandas, frutas y verduras hasta las on-
ce de la maiíana que se levantarán todos los puestos y se proceda á
su limpieza en la forma acostumbrada. — Y con el fin de que esta
medida llegue á noticia del público insértese en el Diario de esta
ciudad en tres números consecutivos. Habana 19 de enero de 1844,
— O-Donnell. — Mjguel María Paniagua.
Secretaría de la Comisión provincial de Instrucción primaria. —
Califícndo por la Inspección de Estudios como útil por su sencillez
y concisión, y acomodado por tanto á la inteligencia de los niños el
tratado de dibujo lineal compuesto por D. Andrés María Foxá, á que
se ha servido impartir su conformidad el Escmo. Sr. Presidente Go-
bernador Superior Civil, así como para que se recomiende el citado
libro por esta circunstancia; la Comisión provincial lo hace á los di-
rectores de establecimientos de Instrucción en su cumplimiento. —
De cuyo acuerdo se publica para general inteligencia. Habana y oc-
tubre 26 de 1845. — José Miguel Rodríguez, Secretario,
Secretaria del Gobierno Superior civil de la Isla de Cuba» — De
conformidad con lo consultado por el Sr. Teniente asesor general se-
gundo ha dispuesto el Escmo. Sr. Gobernador y Capitán General
que loa dueños de esclavos que se dedicau al ejercicio de caleseros
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de alquiler, especifiquen la callu y número ile la casa que habiten eti
las licencias que den á aquellos p;ira buscnr jornal: lo que se publi-
ca para general intelijencia. Habana y octubre 29 de 1845. — Miguet
María Paniagua,
4
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. ... .—309— . . . • . j
REUnON ÓBITDIRU
DE ESt A CTODAB ¥ 8\!«\!SB\0S
JBn todo el mes deoctabre de 1945
En octubre se han eaterrado, blancos « .'. 141
De color . ; 210
Total 351
Entre los primeros designamos los siguientes cadáveres como
personas notables.
Día 1. — Don José Marta Alvarez, natural de esta, soltero, veci'
no de la auxiliar del Sto. Cristo.
Día 2. — Don Ramón de Irol9« de esta, abogado de las reales au«
diencias de Cuba, viudo, de 40 anos, vecino dei Sto. Gristo.{t/^Ha
ocupado el nicho nún». 55.
Dia 3 — Don Perfecto Ponce de León y Maroto, de esta, vecino
del Espíritu-Santo.
ídem. — Doña María de la Luz Arandia, natmral de esta, vecina
de) Espíritu-Santo.
Día 4. — Doña Rosa María Blartinez, de esta, viuda, de 72 años,
vecina de la auxiliar ¿el Ángel.
Idem« — Dona Merced Valdés, de esta, casada, de 53 años, ve-
ciña de Guadalupe.
Dia 5. — Ldo. don José Ángel Marrero, natural de esta, notario
auxiliar de la Curia eclesiástica, vecino del barrio del Monserrate.
Dia 9. — Don Francisco Días Hernández, natural de Sta« Ma-
ría del Rosario, casado, de 54 años, vecino de la parroquia de Gua-
dalupe.
ídem. — Doña Maria Francisca Valdés, naturul de esta, casada,
de 32 años, vecina de Guadalupe.
ídem. — Ldo. don José Antonio del Rej, natural de esta, abo-
gado de las reales audiencias de Cuba, casado, vecino de la parroquia
de Guadalupe.Q^Ha ocupado el nicho num. 56.
ídem. — Doña Juana de Jesús Veoerio, natural de esta, soltera,
vecina del Espíritu Santo.
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Día 11.— Doña María Blaudia Valdés de Quintana, natural de
esta, vecina del Monserrate.{t^Ha ocupado el nicho num. 57.
ídem. — Señora condesa de Pozoa-dulces, natural de esta, de 68
años, vecina de Guadalupe.
Día 14. — Señora doña Josefa de Jesús Ariza de Cásenles, na-
tural de esta, viuda, de 60 añog, vecina de la Parroquial mayor.
ídem, — Doña Dolores Mulcay y Micher, natural de Irlanda, sol-
tera, de 30 años, vecina de Guadalupe.fl^Hu ocupado el nicho nú-
mero 58.
Dia 15. — Doña Eugenia Alvarez, natural de esta , vecina de la
parroquia de Guadalupe.
Dia 16, — Doña Manuela Pérez Hernández, natural de Bataba-
n6, soltera de 27 años, vecina de la parroquia de Guadalupe.
Dia 17. — Señor don Nicolás Domínguez y Alvarez , natura/ c/e
esta, de estado casado, Prior del Tribunal del Consulado, vecino á^\
Santo Cristo.(t7**Ha ocupadp el hiclio número (i2.
Dia 18. — Señor Dr. D. Francisco Alonso Fernandez, Sub ins-
pector del Cuerpo de Sanidad militar, vecino de la Parroquia del Es-
píritu-Santo. flJ*H a ocupado el nicho número 66.
Dia 21. — Don Juan Cabrero del Campo, vecino de la Parroquia
de Guadalupe.
Dia 22. — Don Francisco Sánchez, natural de Jerez de la Fron-
tera, viudo de terceras nupcias ¡de 106! años, vecino del Slo. Cristo.
ídem. — Don Francisco Anoya; adulto, remitido por el capellán
de Artillería, no dan mas razón.
Dia 24. — Doña María de Regla Mesa, natural de esta, casada,
de 34 años, vecina de Guadalupe.
Dia 25. — Doña Mariana Estenoz, natural de estaa, viuda, ve-
cina de Monserrate.
Dia 26. — Doña Francisca Infante, natural de Canarias, viuda, de
90 años, vecina de Guadalupe.
Dia 27. — Doña Jacinta Naipe, (no dan mas razón) vecina del
Monserrate.
Dia 29. — Ldo. Don José Gregorio de Lesífma, profesor de me-
dicina, (no dan mas razón) vecino del Mooserrate.
* ídem. — Doña Francisca Arduo, natural de esta ciudad, (no
dan mas razón) vecina de Jesús María.
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DICIEMBRE DE 1845.
oNumeto 6. (©nticott 6 ^L /uCtútuí <kí toiito 4ituneio»
Cuantos escritos se inserten en esta obra, serán de Ínteres permanente
que no espiren con las pasageras y accidentales circunstancias déla época de
su publicación.
SOBRE EL
MODO Ba BSC&ZBZ& lUL BXSTOBXA. BXI BSrAtiírA,
su ADTOR
Don Juan Pablo Forner.
(finalizan.)
m.
Convendría que la^ historia de llspafta se escribiese de
distinto modo que hasta aquí.
iNo es mi ánírao defraudar en la>pirte mna mloima de su gloria
y mérito á los varones doctos que se han dedicado á escribir nues-
tra historia. Veo en ellos dos calidades escclentísimas; una la dili*
gencia de investigar; otra el orden, claridad j aun elegancia en dis"
poner lo investigado. £1 que tenga una idea de lo que fué nuestra
historia antes de los reyes Católicos, j el que la tenga de la confu-
sión é incertidumbre que había en los instrumentos públicos j parti-
culares antes que el Rey D. Felipe II los hiciese depositar en el ar-
chivo de Simancas, y antes que sus cronistas empezasen á dar á
conocer la utilidad grande de conservar los libros , papeles y memo-
rias antiguas, admirará con razón los trabajos de Zurita, Morales y
G aribay, que hallándose, por decirlo asi, dentro de un caos tenebro-
51
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—402—
sfsimo, intrincaJísimo, sin guia, norte, luz, ni senda conocidaí pene*
traron esta región obscura , aclararon su confusión , abrieron caml-
nos ciertos, pu8Íer<»n en orden la selva enmarañada de una multitud
de noticias derramadas, ú olvidadas 6 casi perdidas; y desenredaron
el laberinto de nuestras antigüedades, creando la historia^ y enseñan*
do al mismo tiempo las reglas críticas para tratarla con verdad y de-
coro. Florian de Ocampo, aunque celebrado con grandes elogios por
su ami^o Ambrosio de Morales, y recomendado imparcialmente por
Garibay, fué nada en comparación de los que le celebraron ; porque
sobre haber sospechas h^rto fundadas para creer que no fué mas que
un redactor de los materiales que habia recogido su docto antecesor
Lorenzo de Padilla, su Crónica ceñida en gran parte á los tiempos
místicos 6 fnbulosos , corre con descrédito en la parte histórica por
haber adherido á las fábulas de Juan Antonio de Viterbo* Así cuan-
to es estimable su puntualidad en la parte geográfica, es desatendida
su fé en los hechos, que ¿ la verdad son novelas en la mayor parte.
Zurita, Morales y Garibay crearon nuestra historia, y el que negase
á estos tres grandes hombres la alabanza que se debe k su mérito so-
bresaliente, cometerá una injusticia digna del ceño y de la indigna-
ción de los hombres de bien.
Ni es tampoco mi ánimo peñeren descrédito la historia del doc-
tísimo Juan de Mariana. Atendido el fín que se propuso este gran va^
ron cuando se entregó á ordenar en buen latin las crónicas é histo*
rías castellanas de los que le habían precedido, y lo bien que desem-
peñó la compilación que se propuso hacer , su trabajo es dignísimo
de grandes alabanzas , por mas que en muchos de los hechos que
cuenta no haya siempre aquella exactitud que pide la escrupulosi-
dad de la crítica, por mas que algunas veces refiera sucesos conocida*
mente fabulosos | y por mas que algunos genios nimios con demasía
le hayan notado de desafecto á las cosas de su nación. Su objeto
principal faé formar un compendio latino de lo que habían escríto y
averiguado otros para que las cosas de España fuesen conocidas de los
estrangeros. Púsole después en Castellano para satisfacer la curiosi-'
dad de muchos españoles que, ó por no entender el latin, ó por no
entenderle bien , sentían carecer de aquel Mapa general de nuestra
historia (así llamó el mismo Mariana á la suya) que en una sola obra
les presentaba sin interrupción « ood excelente método y estilo ele-^
gante, lo que se hallaba esparcido y derramado en infinitos libros de
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distioto estilo , artificio y método. Se ve pues qué su intento no fué
detenerse en el examen crítico de lo que habia de referir , ni hacer
aquel inmenso trabajo que hicieron Morales, Zurita y Garibay para
afianzar la verdad de sus narraciones, sino atenerse á lo que haUnba
escrito por otros (al modo que lo ejecuto Tito Livio) para que la na-
ción no careciese de una obra tan digna y 6til , dejando á otros roas
desocupados la exacta averiguación de las noticias , y la ventilación
de los puntos mas dudosos de nuestra historia. Culpamos muchas
veces <i los escritores por no querernos hacer carero del fin que se pro-
pusieron en sus obras. Urgía á la nación una historia general. Ma-
riana, viejo ya, y mas versado (hasta que la emprendió) en las mate-
rias teológicas que en las históricas , quiso borrar la nota del descui-
do que padecia en esta parte nuestra nación; y haciendo con los his-
toriadores quo le habían precedido lo que Libio con los antiguos ana-
Jistas de Roma, nos dio la historia que no teníamos, y con todo eso
Je reprendemos y criticamos con aspereza. Si Pedro Mantuano, hu-
hiera llevado esta consideración por norte de sus criticas, las hubie-
ra moderado sin duda , disculpando á Mariana al mismo tietupo de
corregirle. Pero esta es la suerte de los grandes hombres , merecer
mas reprensión por lo poco que yerran, que alabanza y premio por lo
mucho que aciertan. Zurita, entuvo á pique de renunciar su oficio de
cronista y negarse del todo á la ejecución de sus Anales , ostigado
de las persecuciones que le suscitaron Santa-Cruz y Padilla, viéndo-
se obligado por ellas á andar en tribunales con su primer tomo en la
mano para disipar las objeciones que le opuso la malignidad 6 la en-
vidia de dos censores de mal humor. La crítica mal intencionada es
uno de los azotes mas crueles que pueden sobrevenir á una nación
culta: ahoga la aplicación, reprime los vuelos de los ánimos genero-
sos; amortigua los deseos de adelantar las artes , y pone muchas ve-
ces á hombres muy grandes en la precisión, o de vivir descontentos,
b de no dar de sí lo que se podia esperar de su capacidad y estudio.
Es imposible en la flaqueza humana escribir obras sin defectos. No-
tarlos y corregirlos aun en los varones doctos es conveniente; perse-
guir y desacreditar á estos mismos varones es delito que debia casti-
garse con menos rigor que los robos y los homicidios.
Poseyó, pues, España hasta la entrada del siglo XVIII historia*
dores no solo iguales pero superiores sin controversia á cuantos po*
seyenm por aquellos tiempos las demás naciones de Europa. El co-
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nt)c¡míento de las humanidades y el estudio de la antigüedad inspi-
ró el deseo de competir con los mayores hombres de Grecia 7 Ro*
ma. Morales, catedrático de letras humanas en Alcalá y muy docto
en ellas, conociendo y quejándose del desaliño de nuestras historias,
se propuso unir la elegancia y el nrtifíoio con ia verdad. Los Anales
de Zurita antes de publicarse pagaban por la corrección (que fué muj
severa) del grande arzobispo de Tarragona don Antonio Agustín.
Herrera instruidísimo en la geografia, y verdad<) ptu* mucho tiempo
en los negocios de las cortes, supo juntar La prudencia y política coa
Ja pBntualidad histórica hasta el estremo de merecer por ésta uu elo-
gio muy señalado del doctísimo holandés Juan Gerardo Vosio. Cuaii
docto fué Juan de Mariana en la erudición antigua, lo sabe y confiesa
toda Europa. D. Diego de Mendoza se propuso competir con Sulus*
tio. Solís es el Curcio de nuestra historia. En los escritos de éstos y en
los de algunos otros se trasluce manifiestamente la misma emulación
que tuvieron los romanos con los griegos; gravedad, pureza y noble-
za en el decir; puntualidad en las descripciones; retratos bien hechos
de los personages; advertimientos políticos en la varia suerte de los
sucesos; enlace artificioso en la narración ; esposicion circunstancia-
da de los acaecimientos, causas de ellos y término de las empresas,
sin dejar de imitarlos hasta en las credulidades que< inspira el dema-
siado, si bien disculpable afecto á la religión ; milagros , portentos,
apariciones, batallas en el aire, y demás prodigios que repugnan al
orden regular de la naturaleza : todo esto hay en nuestras historias,
porque aspirando á restaurar y mantener el buen gusto de las letras,
siguieron los pasos de la antigüedad, principal maestra en él; dejan-
do á éus posteriores el cuidado de sobrepujar con aquel aire suelto y
original que adquieren los entendimientos cuando radicado ya de to-
do el buen gusto en una nación , rompen las trabas de la imitaeiotí
mecánica, y toman sendas enteramente nuevas.
Fué desgracia de España que empezasen á decaer en ella las
letras cuando empezó á florecer la filosofia en el resto de Europa.
Nuestro saber cayó en un horrible pedantismo cuando las demás na-
ciones empezaron á dar de sí hombres grandes en todas líneas. Des-
pués de los ilustres dias del reinado de Luis XIV apareció en Fran-
cia una secta libre de filósofos, que mirando con vista indiferente to-
dos los establecimientos religiosos, y examinando con deseovohura
los fundamentos de las instituciones políticas, mezclaron en todo lo
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que elios URman Jílosofia , y era en el fondo una indepeudencta de»
senfrenada que atropellaba los línculos mas fuertes de las sucieda*
des civiles. Las alteraciones que padeció la religión en alemania, In-
glaterra, E^scocia y parte de Francia , no podian al fin dar de si sino
esta indiferencia de pensar, consecuencia precisa de las religioues fal-
sas, j asilo perpetuo de los que naciendo en ellas y conociendo su
falsedad, incertidombre y ridiculez, faltos de ánimo para abandonar-
las, toman el medio de hiyentar ellos su religión, y ajustarse solo por
ceremonia al culto de la nación en que viven. El ejemplo de ios filó,
sofos antiguos (porque al fín de un modo 6 de otro hemos de imitar-
los siempre) autorizó este procedimiento para con los modernos; y
rI tiempo de la revocación del edicto de Nautes, pasando á Holanda
algunos protestantes franceses doctos en la filosofía , se vio en ellps.
una cosa harto estraordinnria, y es que dejando su patria por no ser
católicos, establecidos entre los protestantes , por no ser pxotestantea
se acogieron á las sectas fílf*sófícas. Hobbes eu su Materialismo^
Bayle en su Pvrronismoy Le-Clerc, con su odio mortal 1 Iqs dogmas
y antigüedades eclesiásticas , levantaron el estandarte de lo^ cap^:.
«hos filpsóficoe* y prontamente se vio resonar por todas partes la voz.
Jilosqfia^ acudiendo ¿ alistarse en ella cuantos vivian descontentos
consigo mismos, ó por fluctuar en la incertidumbre de sus principios
de religión, ó por carecer de reputación en la literatura : porque es
un hecho cierto que así como las mudanzas de religión en Alemania
é Inglaterra fueron obra de los intereses políticos de los príncipes, y
no del convencimiento de que fuese verdad lo que predicaba Lutero,
asi también el nombre y profesión de filósofo ha sido adoptado por
muchos, mas por vanidad de singularizarse que por amor á la ver*
dad y deseo de enseñarla. Pegóse k los católicos el filosofismo: com-
batiendo lo bueno» combatieron también lo malo, y esto ha abierto los
ojos en muchas cosas. Ds aquí la nueva reforma de la historia: de
aquí la infinita variedad y repugnancia en las opiniones, en las mis-
mas sectas filosóficas; sucediendo en ellas lo miirino que en los
que se oposieron al catolicismo. Arro^rándose cada particular el
derecho de interpretar á su modo las ^unins Escrituras , se vieron
entre los protestantes tantas sectas cuantos fueron los que tuvieron
habilidad para grangearse un partido; y conociendo los ñJósoroa que
DO podía haber verdad donde habia tanta oposidoii en los principios
Y dogmas, atendiéndose á la sola in$pi ración de sus enteadimtentost
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áiéron en el nriísmo precipicio aunque por distinta senda : de suerte
que si un hombre docto hiciera una historia de las variaciones de los
jüésofos semejante á la que de ios protestantes hizo el doctísimo
BosBuet, se veria en distintas opiniones unos mismos procedimientos,
y se convencería demostrativamente cuan débil es la razón humana,
y cuan poco á propósito para establecer la debida adoración de Dios
en la tierra.
Los protestantes fílósoforf adoptaron la fílosoña por una especie
d^e despecho, y los franceses católicos por una lígertíza, que desgra-
ciadamente ha caracterizado en todos los siglos á aquel pueblo im-
petuoso. Como en Francia, es la novedad el alma de todas las accio-
nes, lo nuevo es simpre lo que triunfa. Miran con desden, y á veces
con ceño las cosas que huelen á antigüedad : viven agitados en una
serie continua de caprichos que inventan para dar pasto i la ansia
de no reposar en lo que poseen: inventado un capricho se entregan á
él con furioso Ímpetu, llevándole hasta el punto á que puede subir;
amortfguanse entonces , olvldanle para entregarse á otro que venga
á deshacer con la novedad el fastidio que iba ya causando el antece-
dente. Este carácter no desluce las grandes calidades que en lo de.
mas posee la gente del lado de allá de los Piríneos ; pero él es sin
duda el que hace que los franceses en lo malo y en lo bueno se se-
ñalen siempre con gran pompa por un cierto número de años. Ellos
no han poseído filósofos tan profundos como Alemania é Inglaterra^
tan uníversalmente eruditos ni ingeniosos, tan fogosos y grandes co.
mo nosotros y los italianos. Pero cuando toman por su cuenta una
cosa hallada en otro pais, es tanto lo que dicen y escriben sobre ella;
Ja tratan, mueven y representan de tantos modos; la pregonan con
tanto afán y por tantos caminos, agradables por lo común, que al ca-
bo de algún tiempo hacen creer que aquella cosa les debió el origen,
la perfección, y toda Europa el conocimiento de ella; y en esto no se
engañan, porque habiendo conseguido por estos medios hacer su len-
gua universal, tratándolo todo en sus libros , en ellos toma hoy Eu-
ropa la noticia de cuanto se sabe en las regiones mismas que sumi-
nistran á Francia los materiales.
P.írece esta digresión inoportuna , y no es sino una esposicion
de las causas que han dado origen álos estraordinarios progresos que
1m hecho en Francia católica la libertad de la ñlosofia. Empezaron &
esparcirla los protestantes por dar un asilo á sus incertidumbre8,y
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Abrazáronla 1o9 cat61¡co8 franceses por amor á la novedad. Adopta-
da por ellos la ejercieron con su acostumbrado ímpetu; j los nombres
de Voltaire» Helvecio» La-^Metrie, Treset, Tousaint y otros ínnume*
rabies obscurecieron bien prestólos de Espinosa, Hobbes, Bajle, Le-
Cler, Toland, Hume, y de cuantos se hicieron filósofos entre los pro*
testantes, por no hacer número en las sectas de estos. Empeñados en
destruir la religión por sus fundamentos, y siendo estos incontrasta-r
bles, se valieron sofísticamente de los abusos de la religión para ar-
ruinarla, j pensando hacer guerra á la verdad hicieron mas cautos y
reportados á los que la profesan. Empeñados también en mejorar 4
los hombres (según ellos decían) se hicieron jueces del poder; llama*
ron á su tribunal la conducta de los soberanos , examinaron sus le^
yes, investigaron sus miras y designios, y combatiendo muchas veces
lo justo y bueno, dieron también á conocer los vicios de los gobiernos,
los abusos de la autoridad, lo tiránico de muchas leyes, lo injusto de
muchas guerraS) lo útil 6 perjudicial de muchos establecimientos; la«
cansas que embarazan la prosperidad publica en algunas naciones;
los derechos de los hombres unidos en sociedad , y la relación red*
proca entre los que gobiernan y son gobernados. No diré yo que sean
laudables ni los fines que se propusieron en el examen de estos asun*
tos, ni el modo con que lo ejecutaron. Quisieron hacerse maestro^
universales, y llenaron de injurias á todo el que no pensaba como
ellos 6 no ponia en práctica lo que enseñaban. La temeridad guió
por lo común sus plumas, y con ferocidad impaciente haciendo un
triste uso de sus talentos, substituían nuevos erroreti á los errores o ver-
dades que cumbatian. Pero á pesar de la enormidad de estos vicios, no
puede negafse que los asuntos que ventilaron estos filósofos, suscitaron
la afición á eaíñjilosofia moral pública ó de las naeionest que retrata no
los hombres, no las virtudes ó vicios de los individuosi sino la exce-
lencia ó deftíctos de los gobiernos ; no las relaciones del hombre con
el hombre, sino la de los estados con los estados; no la economía do*
méstica , sino la administración pública de una repáblica ó monar-
quía; no la industria y comercio de un padre de familias, sino la in-
dustria y comercio de muchas provincias sujetas á la dirección da
una suprema autoridad; no la conducta que debe observar cada ciu-
dadano, sino la que deben observar las comunidades de los ciudada*
nos, y por consiguiente el cunocinaiento de los intereses de cada una
para que la suprema autoridad las dé el impulso y las modificacio*
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—408-
n0i convenientes. La antigüedad, no hay duda, tuvo estenao conoci-
niento de estas materias , y sobre ellas creó la ciencia de la política^
en cuyn enseñanza emplearon tantos j tan excelentes libros Platón,
Aristóteles, Xenofonte, Cicerón , Plutarco y otros innumerables de
quienes queda hoy solo la memoria de que escribieron. En los libros
que se han salvado de la persecución del tiempo y de las nacionea
bárbaras, vemos examinada con gran penetración la naturaleza de
los gobiernos de aquellos tiempos, notados sus defectos , ponderadas
sus exelencias, señalados los medios de perfeccionarlos, indicadas las
causas de su engrandecimiento 6 ruina: y en los buenos historiadores
antiguos vemos la práctica de estas especulaciones políticas con roas
6 menos candor, mas 6 menos malignidad según el genio de los es^
critorei.
La ruina de las letras que lo confundió todo en la barbarie es-
colástica de los siglos medios, obscureció por largo tiempo estas ideas
de la ciencia pública ó moral de las naciones ; y cuando después de
los dias de Petrarca comenzó la restauración de la cultura y buen
gusto , embebidos casi todos los doctos en las puras humanidades,
queriendo escribir, no hicieron mas que copiar ó imitar servilmente
no tanto las cosas, como el estilo de los antiguos. Se escribieron his-
torias sembradas aquí y allá de observaciones singulares, muchas ve-
ces parciales y malignas sobre las intenciones de los príncipes, sobre
la justicia ó iniquidad de los medios de ponerlas por obra, sobre sus
empresas, negociaciones, alianzaa, guerras, paces, tratados; sobre las
rebeliones de los subditos, guerras civiles, sus causas y objetos; pero
vanamente se buscará en estas liistorias la esposicion de las cos-
tumbres, leyes, economía, saber y estado interior de las naciones; va-
namente el origen y progresos de ía legislación, artea, con^ercio y po-
^\ev 6 decadencia de cada una ; vanamente la advertencia de los de-
fectos 6 vicios de la constitución política y sus causas: vanamente el
modo de pensar de los pueblos en las épocas de que hablan , tenien-
do esco tanto influjo en las modiñcaciones que reciben los estados en
distintos siglos.
El orden con que se dieron las batallas; la narración puntual de
K>9 sitios din por día, hora por hora; las marchas y contramarchas de
los generales, siguiéndolos el historiador con la pluma como si fuera
detras de ellos en la campaña; los consejos de los caudillos, sus ora-
ciones, razonamientos y diversos modos de opinar; loa campamentos^
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—409-
^scaramuzas y demás incidentes de las guerras, referidos por roeoor
y circunstanciadamente, se llevan la mayor parte de los grandes cuer-
pos de estas historias , que por tener tanta semejanza con las nove*
las, suelen satisfacer y dar pastó agradable á la curiosidad oeíosa de
un buen n6mero de lectores. Pero no siendo las guerras mas que
una enfermedad de los estados, tolerable en cuanto contribuye á <|«a
estos estados logren tnayór prosperidad ó no decaigan en sus Itifere^
ses, es ciettamente iiíantfiesto error reducir las historias á la áüiplía
y menuda narratíbti de estas dolencias de los estados, toeéndo muy
ligeramente fS ohtdaiido del todo la narración y observation de 4oa
institutos y me^s que forman por si la constitución política de las
naciones, y ocftsionan su miseria 6 felicidad según se yerra 6 se acier-
ta en ellos. La historia de un conquistador de por vida, 6 de una na-
ción que se engrandece á fuerza de usurpaciones 6 de conquistas le-
gitimas, sin droithr la parte política y económica esencial en toda his-
toria, puede y debe detenerse en referir con individualidad los progre-
sos de las armas y las empresas de los ejércitos. Tal vez ocurren guer.
ras que por lo estraordinario piden de justicia que se conserven cir-
cunstanciadamente en la memoria de los hombres , y son un buen
ejemplo nuestras conquistas en el Nuevo-Mundo. Pero atenerse á
ellas con singularidad, sin manifestar las grandes mudanzas que oca-
sionan esias conquistas en las provincias conquistadas, éñ las conquis*
tadoras, y por el influjo de éstas en las circunvecinas, es mas bien
escribir para lucir la elocuencia en descripciones pomposas, que pa-
ra instruir á los hombres públicos en lo que deben saber, á fin de que
conozcan el estado é intereses de su patria, y de las agenas , según
conviene al desempeño de sus cargos. La historia de la religión , da
la legislación, de la economia interior , de la navegación, del comer-
cío, de las ciencias y artes , de las mudanzas y turbulencias intesti-
nas, de las relaciones con los demás pueblos, de los usos y modo de
pensar de estos en diferentes tiempos, de las costumbres é inclinacio-
nes de los monarcas, de sus guerras, pérdidas y conquistas, y del influ-
jo que en diversas épocas tiene todo este cúmulo de cosas en la pros-
peridad de las sociedades civiles, es propiamente y debe ser la hiator|^.
de las naciones. Y atando ahora el cabo que quedó ¿ntes peqdie^te es
menester confesar que este género de historia no ha sido practio^do e(k.
Europa desde que murió Tácito basta que los que sq llaman filósofos
le han resucitado en las que han escrito; Hay en ellos malignidad, hay
52
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—lio-
miras particulares, parcialidad, petulaacía, detracción , desaogo, ma«
choH hechos aduleados y torcidos inicuamente al apojo de sus mis*
roas opiniones políticas 6 filosóficas. Voltaire torció todos los hechos
de su superñciaiísirao ensayo sobre la historia universal al apoyo del
fatalismo. Es tanto lo que inculca, repite j menudea la observación
sobre La futaüdad, que esto solo haria fastidiosísima su lectura si no
arredrase desde lue^o por lo poco que instruye. Y sin embargo el tal
ensayo da la idea de una historia política. Lo mismo acaece con la
del abate Raynal; la afectada malignidad de oponerse en todo al cris*
ttanismo, de agravar pésimamente sus abusos de negar peatinazmen-
te sus bienes, da á su historia un cierto aire de ridiculez que le pone
muchos grados mas abajo de cualquiera de la antigüedad. Los antiguos
nada afectaron, referian los abusos y errores sin encarnizarse en ellos
con martilleo fastidioso. Estos historiadores modernos que han
inundado sus historias con la voz filosofia y espíritu filosófico, son
las mas veces unos declamadores enfurecidos que ponen en la rabia
el mérito de la elocuencia. Salustio con ser enemigo de Cicerón no
escribió asi la sedición de Catilina; y aunque no nombra la filosofia,
tal vez hay mas en su opúsculo que en todo el afectado filosofismo
de los modernos. En estos se hallan ponderados con demasía los
vicios, calladas ó degradadas las virtudes, denigrados reyes buenos
por levísimas congeturas, los retratos de las personas célebres repre-
sentados casi siempre por el revetso de la frugilidad humana; pero
en cuanto á la forma general de la historia y á lo que en ella debe
llevarse la principal atención, han dado ejemplos muy notables para
que evitando sus vicios se escriba la historia de modo que pueda ser
con verdad la escuela de los reyes y la maestra de la vida civil. Un
rey o un ministro que lea las causas que engrandecieron su nación ^
las que la arruinaron, los medios que en todas líneas tomaron otras
naciones para deprimirla, las que tomaron sus antecesores para con»
servarla, ó los descuidos y errores que cometieron con pérdida de su
gloria y de sus intereses, los motivo'^ que la influyeron en la legisla-
ción, sucesivamente, los abusos que la ignorancia ó el descuido in-
trodujeron y autorizaron en la economía y constitución interior, sa-
brá sin duda que ha de cortar, que ha de promover, que ha de mo-
derar, que ha de alterar, que ha de corregir, á que ha de atender den-»
tro y fuera de sus estados. El pueblo mismo leyendo historias de
de esta calidad abrirá los ojos para lo que le convítfne, y no solo re*
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—411—
cíbirá de buena gana las proTidcncias del soberano, sino que él mis-
mo las deseará y clamará por ellas..,. Y ¿historias de esta calidad se
han escrito hasta ahora en España?
Convengamos ante todas cosns en que los tiempos anteriores á
la invasión de los godos en España, no pueden recibir enteramente
esta forma de historia. Dijo bien Ambrosio de Morales, que nuestra
historia del tiempo de los romanos es propiamente historia romana.
Libio, Floro y Appiano, que son los que mas abundantemente han
referido lo que p<is6 en aquellos siglos en nuestra península, cuen-.
tan solamente batallas, conquistas y generalatos, la fundación de al-
gunas colonias y las empresas particulares de algunos pueblos y cau-
dillos. Del gobierno político de los españoles se sabe muy poco y
con incertidumbre. Sin embargo, nuestra legislación esclavizada aun
en gran parte á la compilación de Justiniano, hace muy precisa la
ínvestigHcion del estado de España en los últimos tercios del impe-
rio; y en esta época cabe alguna mas luz sin duda, aunque en nues-
tros historiadores no se halla tanta como se necesita para conocer el
estado de las cosas publicas en aquellos tiempos. La erupción de los
septentrionales lo turbó todo. Fijando por fín los godos su dominio
en España, hicieron leyes, celebraron concilios; y siendo una cosa
precisa absolutamente saber que restos quedan hoy en nuestras cos-
tumbres y leyes de las de aquellos tiempos; que forma tenia enton-
ces la disciplina eclesiástica; que poseia el clero, que se le permitia
poseer y deque modo, que depencias tenia España de Roma, como
se obraba en los concilios, que estencion abarcaba la jurisdicción de
los príncipes, como se propagaron las órdenes monásticas, y otros
puntos importantísimos, cuyo conocimiento es indispensable para
distinguir bien muchos abusos autorizados aun hoy por el olvido de
s US orígenes, de esto es poquísimo lo que se halla en nuestras histo-
rias.
Pero donde especialmente abundan en grandes cuentas de bata-
llas y en poquísima noticia de las cosas públicos es en la que llaman
los anticuarios edad media» Entonces fué cuando la especie humana
DO se componía mas que de cuatro clases, señores, eclesiásticos, es-
clavos y soldados; cuando cada pueblo poseia su código de leyes,
cuando los judíos, abominados y execrados, recaudaban no obstante
la hacienda de los reyes, cuidaban de su salud y tiranizaban á los
mismos cristianos que los abominaban; cuando una cuestión fútil é
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—412—
incomprehensible de metafisica turbada una nación cristiana j en«
tretanto poseían los moros las ciencias matem&ticas y naturales^
cuando se creia en la magia y sortilegios, cuando los grandes plei-
tos se decidian en la lid, cuando para averiguar la inocencia ó cri^
minalidad de los acusados se acudia á pruebas milagrosas, cuando,
todo se creia milagro 6 todo encantamiento, cuando las cruzadas des~.
poblaron á Europa, cuando los caballeros eran otros tantos Amadi-.
ses, y las damas otras tantas Dulcineas. Es escusado hacer una larga,
reseña délas estrañas costumbres de aquellos tiempos, supuesto,
que no hago aquí un plan de historia. Pero volviendo la vista á las
nuestras si se pone la consideración en el grande influjo que mucfaaa.
de estas cosas han tenido en nuestro estado actual, que nuestras leyes ^
civiles y eclesiásticas son casi todas acomodadas al estado , usos y
opiniones de aquellos siglos; que en la credulidad pábiica duran aun.
reliquias muy funestas de ellos; que nuestra economía se resiente,
aun de lo que entonces estableció la ignorancia de un siglo guerrero y •
devoto; que nuestras ciencias no han sacudido aun del todo el yugo de
los métodos del siglo VI; que la idea de la nobleza derivada de aquellas .
edades caballerescas influye aun mucho en el atraso de nuestras ar- .
tes, y en la manía de eternizar los apellidos con fundaciones que pro- .
mueven el ocio, si se pone, digo, la consideración en estas y otras infi- .
nitas consecuencias que aun esperimentamos en el dia , se hallara .
que nuestras historias nada enseñan de esto, 6 si enseñan algo es pa-
ra autorizar en parte los abusos, bien que sin mucha culpa de los es- .
critores, porque en su edad se pensaba aun así^ y era difícil despren-
derse de'opiniones que estaban altamente arraigadas en la misma
constitución política. Si á alguna nación de Europa le importa po-
seer un cuadro político de aquellos siglos de anarquía, es España
indubitablemente la tiene mas necesidad de él. Nos duran aun por
nuestras desgracias muchos restos de la edad media; y poniendo á la
vista como nacieron, como crecieron, como se radicaron, tal vez se
lograria desengañar ík muchos que por ver lo que hoy existe y no sa-.
ber como se originó, creen buenamente ser precisas y útiles muchas
cosas, cuyo establecimiento no nació ni de U, utilidad ni de la nece-
sidad.
Diversas reflecciones ofrece la memorable época en que unidos,
los reinos de Aragón y Castilla por el matrimonio de D. Fernando eli
católico y Da. Isabel , comenzó España á hacerse formidable á las^
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—413—
domas potencias de Europa. La gloria de aqael príncipe no ee bien
^sta entre los estrangeros: tachante de pérfido, de avaro, de ingrato,
j aun de cruel 7 de poco político , porque se apoderó de Navarra,
porque economizó sas rentas , porque retiró at^ Gran Capitán, j por-
que fundó la inquisición y echó de España á los judíos. Pero lo cier-
to es que en el arte de reinar, si consiste este arte en hacer felices á
lOs subditos, 7 respetable el poder, son pocos los príncipes que le han
igualado. La toma de Granada , las conquistas de Ñápeles 7 Navar-
ra, el recobro del Rosellon 7 Cerdeña, la incorporación de los maes-
trazgos á la corona, las conquistas hechas en África, el ministerio del
cardenal Jiménez , el favor concedido á las letras en la persona de
Antonio de Nebrija, el descubrimiento de América , la reducción de
Cádiz á la corona, el enfreno del desmedido poder dé los grandes, la
nueva forma que recibió el arte de la guerra por el Gran Capitán 7
8U discípulo Pedro Navarro, sus Ie7es, sus negociaciones , 7 la mu-
danza sensible que debajo de su gobierno hubo en las costumbres, eti<
las ciencias 7 en la administración publica , obligar&n siempre á re-
conocer en aquel gran Rey uno de aquellos pocos que han nacido
para fundar la prosperidad 7 grandeza de las monarquías. España
empezó en su tiempo á dejar de ser lo que habia sido en los anterio-<
res, 7 él abrió los surcos, 7 echó las semillas de aquella grandeza que
lograron sus dos sucesores Carlos 7 Felipe, que si hubieran sabido
imitarle en la prudencia 7 detenerse en lo conveniente, hubieran he-
cho tal vez mas durable el imperio que les dejó delineado 7 labrado
en parte. Pocos re7es han sabido como él aumentar su autoridad pa-
ra aumentar la libertad de sus subditos. Pocas veces salieron vanos
sus designios por la elección que supo hacer de las personas que bar-
bián de ejecutarlos. Manejó diestramente el poder de los papas, des-
medido aun entonces, para sacar partido de 4as preocupaciones de su
siglo. Puso en orden su patrimonio , siempre con protestos honestos
por no esasperar á los que le desmembraban. Fué desconfiado, 7 doc-
tísimo en el arte de disimular , propiedades que suelen ser virtudes
precisas en los re7es cuando las practican con miras justas. En sus
dias se hizo culta España, rica 7 poderosa , industriosa 7 respetada
en todo occidente; época en verdad memorable, 7 que entre nuestros
mejores políticos merece la principal atención para enseñar á los re-
yes su arduo ministerio. El reinado de este gran príncipe debe obte-
ner en la historia el mismo lugar que obtienen en las pinturas aque*-
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—414—
líos matices ó medias untas que daa tránsito por una gradación deli-
cada para pasar de un color obscuro á otro muj tívo 7 resplande-
ciente: su tiempo participó algo de la obscuridad j rudeza de los an«
tenores, 7 algo mas de las luces 7 grandeza de los que succedieron.
Después de él hizo España el Principal papel de Europa por mas de
un siglo, y dilató sus dominios á una estension increíble sin hacer
mas que seguir los rumbos y derroteros que dejó señalados su pro-
funda política. Su muerte puso el cetro en manos de una casa estran-
gera, y esta casa asustando á Europa y poniéndola en arma para re-
sistir la fortuna de sus ejércitos, ó como creian los demás principes,
las pretenciones de los austriacos á la monarquía universal, produjo
en los gobiernos del occidente una revolución tan notable , y al fin
tan desgraciada para España, que ella por sí debe hacer un miem-
bro separado en nuestra historia: miembro mezclado de grandezas y
de miserias, de ciencia y de ignorancia, de riqueza y de penuria, de
conquistas y de pérdidas, de miras políticas sostenidas con todo el ar-
te de las cortes mas tramoyeras, y de sucesos fatales para la felicidad
de los pueblos por el deseo de lograr estas mismas miras, hasta que
agotado y debilitado el reino por una serie fatal de errores y de infor-
tunios, pasó á la casa reinante, que empezó k restaurar su prosperi.
dad interior y su autoridad esterna. Este período, pues, merece lugar
y atención separada; y aun quizá sn conocimiento individual es el que
importa mas á nuestros intereses actuales por los motivos que tocaré
con brevedad en el artículo siguiente.
Y volviendo ahora al objeto del presente artículo, ¿dónde tiene
España una historia que retrate al vivo el estado político de estos rei-
nos en sus diversas épocas? ¿En cual de ellas se puede aprender el
Derecho Público de la nación, las varias alteraciones que ha padeci-
do, la serie de sus progresos ya en bien, ya en maH Hallamos , es ver- '
dad, notadas las fechas de los conciliosy de las cortes, y los hombres
de los que asistieron á estas asambleas; pero ni se reflexiona sobre los
motivos que las ocasionaron , ni sobre las consecuencias que produ-
jeron. Vemos las épocas de nuestros códigos, pero nadase deduce de
ellas para manifestar el estado interior de la administración en el tiem-
po en que se publicaron. Las costumbres, comercio, artes y ciencias
se omiten en gracia de los combates , derrotas , sitios y marchas de
ejércitos, que por lo común se refieren con gran puntualidad, coló*
cando la gloria y la heroicidad no en los ejemplos del buen gobierno,
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sino en ia mortandad de mayor numero de hombres. Se copian dona*
Clones á monasterios, privilegios á grandes, y erecciones de señoríos,
sin detenerse en refleccionar sobre sus utilidades ó perjuicios: se te-
jen grandes listas de genealogías, matrimonios, enlaces de casas, dis*
cordias j guerrillas entre los ricos hombres ; y como las historias ca-
recen de un sistema filosófico en que todos los sucesos particulares se
encauíinen á retratar el estado de los hombres en cada siglo, suelea
estns cosas dar materia á una refleccion suelta, y no referirse al oo*
nocimiento del todo. Cuando nuestros historiadores escribian, se te-
nia de la historia una idea muy distinta de la que se tiene hoy; dura-
ban aun ciertas preocupaciones sobre la gloria, el honor, ia nobleza/
las letras ; y no se sabia que un cuerpo histórico debe ser el retrato
del cuerpo político de que trata: el sistema completo de los gobier-
nos, y la pintura fiel de lo que han sido los hombres en estas gran-
des sociedades que se llaman repúblicas ó monarquías. Tengo por
muy cierto que si un Morales , un Zurita , un Mariana , un Herrera
hubiera alcanzado esta edad , facilitándoles los materiales y auxilios
que les facilitaron los príncipes de quienes fueron cronistas , nos
hubieran dado ó darían historias superiores á cuantas de este género
pesee hoy Europa, así como se aventajaron en su tiempo á cuantos
historiadores produjo ésta en los demás reinos. Es dificíl, no hay du-
da, que sean muy frecuentes los talentos de esta especie; pero si á la
escasez de la naturaleza en la producción de estos grandes hombres
se juntan dificultades de parte de los gobiernos, para que no sean co-
nocidos y emplieados los pocos que produce , entonces puede darse
por perdido aquel ramo en que se verifique esta complicación. Así
que si se ha de escribir la historia, es menester que no haya quien es.
torbe escribirla; y si se ha de escribir bien, es menester que facilitan-
do al historiador apto los auxilios y materiales que poseyeron los pa-
sados, la escriba de distinto modo que éstos la escribieron,
§ IV.
A España le importa mucho que se escriba una historia política de la
dominación austriaca en ella.
Se puede dudar si el reinado de Carlos V. fué tan próspero para
sus reinos como favorable á la gloria personal del Príncipe. Sus gran-
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des empresas 7 victorias Ilenaroa de ^espanto al mundo j ^e admira-
cton á la posteridad. Pero los tiempos guerreros son rara ?ez felice^
majormente cuando los príncipes se dejan llevar d^ la saq|*rienta
pompado la^ conquistas* Toda I9 gloriado un. g;;r^n monarca di» Fraor
c¡a« cantada pcgr graa multitud de poetas, ensalzada en estatuas» tco-
/eos, medallas, obeliscos, vino á parar en morir el príncipe con poeo
aeotimiento de sus pueblos, por |a miserja que recogieron al fin da
tan larga continuación de guerras, sostenidaj^ con tanto hervor, j ce-
lebradas mas comp fiestas teatrales que como guerras. Carlos V mu-
rió querido de mis españoles, porque embeles>ados oori su grandeza
7 prosperidad presente , no previeron la triste herencia que dejaban
con ella á sus mismos hijos* Pero en el resto de sus estados vio por
ultimo convertidos sus vasallos en enemigos, trasladando á su hijo 7
nietos el fatal patrimonio de una guerra civil, que andando el tiempo
dio al traste con esta mcmarquia. Las grandes revoluciones que oca*
siono su imperio forman época muy notable en los anales de las so-
ciedades políticas de Europa, por la amarga verdad de que el origen
de nuestra decadencia anduvo envuelto en parte con los sucesos que
hicieron llegar á lo su gao nuestro poder.
Las empresas militares 7 vida personal de Carlos V han sido es*
oritas por muchos 7a naturales 7a estrangeros. Entre estos solo uno
en el presente siglo ha hecho una historia política de su reinado.
Graves causas han dado motivo para que se nos ha7a prohibido su
Jectora: con que sus observaciones son inútiles para nosotros; 7 entre
tanto hallando todavia Bspaña sufriendo muchas consecuencias del
gobierno austríaco, muchos miserables efectos de aquella enorme de-
lación da dominios , sostenidos á costa de las infelices Castillas, ha-
t>iéndosa verificado en tiempo de Carlos una mudanza tan estraordi-
naria en nuestro gobierno 7 nuestras costumbres, 7 por su inflijo «n
los gobiernos 7 costumbres de toda Europa, carece España del cono-
cimiento político de aquella época, conocimiento no solo útil , pero
necesario para el desengaño 7 para la enmienda de lo que aun padece-
mos ho7 de resultas de aquella grandeza mal manejada. Carlos Vt
siguiendo el plan de su abnelo Fernando, dilato en Et^paña la auto-
ridad real: fue el primer poseedor de los inmensos tesoros de Améri-
ca; uniaffl en sí una vasta posesión de dominios no vista desde el im»
perio de Carlos Magno; vio nacer 7 propagarse en Alemania, en el
Norte, y en Inglaterra aquella gran sedición anticatólica que dié »a-
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tcria & sus triunfos, y después muchos desvelos y pesares á sus suce-
sores; promovió la convocación de un concilio genera!, en que unida
la política en Roma con el interés de la religión, se vieron luchar en-
tre sí los intereses divinos y humanos , dejó á España poblada, opu«
lenta, sabía, hecha el emporio del comercio de Europa y aun del Orien.
te; y sin embargo esta mismn prosperidad ocultaba en si las semillas
de las dolencias que después nos consumieron y acabaron, á saber:
del rencor universal de Europa contra la nación formidable; de guer.
ras continuas en aquella Holanda , y en aquella Flandes que engu-
lleron, digámoslo asi, todas las tropas de España ; de la debilidad de
la metrópoli por tener guarnecidas y presidiadas provincias muy dis-
persas y distuntes; de la ambición de Felipe II, que por fomentar dis-
cordias en toda Europa, ó para conservar quietos sus estados, 6 co-
mo quieren otros, para sojuzgar los ágenos, derramó por ella todo su
erario con prodigalidad nunca vista; de la ruina de nuestro comercio
nacida de esta prodigalidad, y de nuestro descuido por vernos posee-
dores del oro y plata; de la despoblación de esta triste península por
las emigraciones á Italia, á Flandes, & América y á la India , ¿ tan.
tos presidios lejanos y separados , y también por el poco fomento de
los labradores y artífices; del lujo deplorable que nació de nuestra ri-
queza, y ayudó á nuestra perdición cuando ya no eramos ricos; de
aquella tumultuaria legislación de América , formada sin plan , sin
conocimiento, sin mas designio que acudir á lo que ocurría; y final-
mente de aquel cúmulo de mates que empezó á sentir Felipe III, y
acabó de esperimentar del todo el desgraciado Carlos II. La grande-
za de Carlos Y puesta en manos de la infeliz política de sus suceso-
res, convirtió en un país de miseria á la nación mas opulenta y po-
derosa que ha existido desde la antigua Roma acá. Felipe II en sus
primeros años de reino gozó todo el lleno de la grandeza del impe-
rio; quiso ser arbitro en Europa, y este empeño de su ambición hizo
que su sucesor inmediato en muy pocos años hallase su reino princi-
pal agotado de gentes y de dinero , arruinados los pueblos, prófugas
las familias, desiertos los campos , abandonadas las artes, las rentas
reales empeñadas todas á genoveses, plagado su reino de juros, inun-
dados los pueblos de moneda de cobre falsificada, vacios los caminos
de gente de comercio, y poblados de grandes bandadas de mendigos
y peregrinos: injuriados, atropellados y encarcelados los vasallos por
los avaros recaudadores de los asentistas , olvidadas las leyes, aniqui
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laila la tnariDa, escaso é inobediente el ejército , y en fin oprimido «I
miserable reino de cuantos males trae consigo la debilidad de un go*
bierno imprudente, caprichoso» incierto en sus principios, precipita*
do en sus espedientes, vago en sus providencias, y poco ó nada sabio
en los medios de consolidar una monarquía.
Son muchos los quo han escrito sobre las causas de la deesde»*
cin de nuestro poder; y á la verdad esta averíguacioii es ufi« de 1m
mas útiles en que puedee gercitarse jamas el estudio de los doctos y la
observación de los hombres de estado. En poco mas do dos siglos se
tío levautarne y caer una de las mayores monarquías que lian exis-
tido sobre la tierra. La metrópoli apoderada de las regiones maa ri-
cas, fértiles y aun pródigas en metales y frutos, al cabo de un siglo
de posesión se halló reducida á un verdadero estado de mendiguez.
£1 mayor monarca de Europa , el Señor del Perú, tuvo por fin que
sujetarse ¿ vivir de unos mezquinos alimentos que so le señalaron
por tener empeñado el erario en términos de haeer bancarrota en él,
si no se convertía todo en pagar poco á poco á los acreedores. I^a
nación que proveyó de géneros á toda Europa en Medina del Cam*
po, cuya marina conquistó á Atenas con un puñado de aventureros,
giró la primera él globo, descubrió la América, y se apoderó de todo
el comercio del Poniente y Levante; en muy pooos años se bailó sin
fábricas, sin marina, sin comercio , inundada de guerras y levanta*
mientos, perdiendo provincias en Europa y América, y entre tanto cu-
rando de hechizos al monarca. Esta increíble turbulencia y desorden
en que paró España, que dio motivo á una multitud de leyes econó-
micas, que ni se observaron ni podían ser observadas, y que conocí.
. das después por la augusta casa de Borbon reinante , ha ido desapa.
reciendo sensiblemente hasta el estremo de hallarnos boy con una
monarquía respetable (*), que anuncia el recobro de nuestra antigua
grandeza, no en estados^ sino en riqueza y autoridad, no ha sido has*
ta ahora bien desentrañada en ninguna historia. Los pocos historia-
dores nuestros que han escrito de estos dos últimos siglof, han sido
mas bien abogados de nuestros reyes, que relatores im parciales y de-
sinteresados. Los estrangeros mal iafortnados en parte» 7 preocupa-
dos en parte contra nosotros, han tocado inicua y superficialmente
los motivos de nuestros infortunios; los antiguos con animosidad, los
modernos con rabia filosófica. Dijo bien el abate Nuix que las bisto*
(*) Esto se escribía á fines del reinado de D. Callos IIL
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fias de lo» filótofoi de nuestro tiempo deben llamarse bistorietaf roas
bien que btstoriaa. En poeas páginas acumulan innumerables hechos,
píntenlos á su modo para dar asidero á las declamaciones sobre la
humanidad y la superstición^ y de la verdad sea lo que Dios qúisie*
re. La hiiitoria en que no hay nobleza , imparcialidad, estilo sosega*
áúi sencillez generosa, es digna solo de un escolar recien salido de
\m aala de la retórica. La malignidHd y la declamación podrán agrá*
dar á los leptores siiperfioiales, pero el lector maduro quiere mas sa*
car por si las consecuencias de lo que lee, que verlas prevenidas por.
eí escritor; y este es el grande arte de los autores, referir las cosas de
modo que se le ponga al lector en la necesidad de rnciocinar por sí,
y tener el gusto de creer que es perspicacia suya lo que es destreza
y habilidad del que escribe.
En el afio de 16^ publicó en Holanda Juan Laet su comenta-
rio sobre España, perteneciente á la hermosa colección de República
que saira de la imprenta de los Elzeviricw. La utilidad de este comen-
tario (rtunque breve) está en que el autor juntó en él lo que sobre
Képafia hablan escrito los mas célebres esicritores de aquellos tiem^*
pos. En él son sobre todo dignos de observarse los capítulos IV, XXVI
y XXVfL Bn el primero trata de las causas de la despoblación de
España, en ios otfos dos de su debilidad , y pobreza del erario. Las
¿ausas de la despoblación las reduce á la esterilidad de algunas pro*
i^incias, á la infecundidad de las mugeres españolus, ó á la espulsion
de los judíos por Fernando el Católico; á la de los moriscos por Fe-
lipe III, á las conquistas ultramarinas, á la necesidad de presidiar
éon tropa española los dominios lejanos, y por último á Ja persecu-
ción de la inquisición. La debilidad de EspaSa la hace nacer princi-
palmente de la desunión de los dominios de la monarquíat y del mo*
do tan gonerosode hacer In guerra á que precisaba esta misma desu^
nion.'Ln ^breea del erario la deduce de los enormes gastos de Felipe
H en toda Europa, de su célebre bancarrota con que perdió el créditq,
y de fa guerra de Flandes. Si Felipe II no hubiera dado entrada en el
ftño de IS69 áreomereto de estrangeros, y si éste andando el tiempo
no se hubiera hecho necesario, aquellas causas quiza no hubieran pro* ^
'dncnfo efecto alguno, ó por lo menos no irremediable. Nuestro» eeonoi»
mistas 6jan todoa el origen de nuestra <lecadencia enlajuina de nues-
tra marina y fábricas. Desde el el mtsiiso tiempo de Felipe 11 «e eatan
oyendo estas quf jas eu nuestros libros económicos. Se sabe que los
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ministres de aquellos reinados soliaa ser aficionados i leer, pero es-
tos libros no contenian novelas ni lisonjas. Donde hay comercio (de-
cían e§tos boenos ciudadanos) hay riqueza » doodo Jiay riqueza hay
población, y donde población y riqueza'liay poder para sustentar un
imperio por dilatado que sea. Habiéndonos dejado arrebatar el co«
mercio, cecró la muitiplicacien de nuestras gafianaiaa: siendo preciso
proveer de géneros á las dos Españas , nuestro diaero precisaoiente
había de ir á parar á, tas raanos de los que nos proveían. La simpli-
cidad de estos dos principios parece que se viene á los ojos ella por
sí, y sin embargo el desprecio de ellos ocaciond la ruina de un impe-
rio vastísimo, sembrado de frutos éxelentes , de minos y de tesoros
innagotables. Nada es gravoso (decían nuestros españoles) donde en-
tra mucho y sale poco caudal. Haya tributos, imposiciovf^ guerras;
¿ todo se puede acudir cómodamente donde hay ganaaeia ovutinua
y bien protegida. Cese la ganancia ; toda guerra , todo trihuio« toda,
imposición será una herida mas que acelerara la ruina del estado.
La espulsíoü de los judíos primeramente ^ y la de los moriscos
después están tan agravadas de insensatas por los políticos estrange-i
ros, y ha sido tan defendida de justa y precisa por muchos españoles,
que esta discusión merece en verdad una pluma desinteresada que
bien provista de documentos, pese las utilidades ó perjuicios deeaUui
enormes emigraciones y resuelva con imparcialidad. Es grande el in-
terés que puede seguirse de conocer como se erró o se acertó ea ar-
rojar de España cinco millones de sus habitantes, en cuyas manos
(así fo dicen) estaba todo el peso del comercio y agricultura déla pe-
nínsula. EVi los libros que han tratado de esto no se hallan maa que
generalidades vagái , aplicables á toda emigración , como ea efi^^to
las aplican todos los historiadores filósofos á la revocación del edicto
de Nántes por Luis XIV. Se necesita desentrañar bieneliCstado de la
monarquía en tiempo de Felipe HI, examinar si el reino de éste po'
día sufífir sin gran daño la emigración como el de Luis XIV« si eran
mas peligrosos los hugonotes en Francia que los moriscos en Espa-
ña: si la misma debilidad del reino daba alas 4. los moriscos para lla-
mar otra vez ha fuerzas de Aíiica (así lo recelabaí)) ó para turbar
ft^cuentemente la seguridad interna « ó bien si fuese iin puro e&eto
de religión •• .«quéefeetos causó el vado de tanta
^nte «n los talleres , loa campos y las tiendas , y si los esCrangeeoe
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que entraron á reemplazar (eomo dice Moneada) fueron mas perju*
díciales qae los mígmos moriscos que se tenían por i^niciosos.
£1 mismo examen pide y aun con mas necesidad* la legislación
política 7 económica de las Américas: cómo pudieron estas contribuid
á la aniquilación de nuestro comercio: por cual fatalidad sucedió que
todo su oro y plata enriqueciese al resto do Europa, siendo nosotros
el instrumento de la prosperidad agena; qué efectos causaron aquellas
etiCQtniendas tan exageradamente abominadas por Raynal: si la anti-
gua España despobló á la nueva por el esterminio , y ésta á la anti-
gua por las eoloniasu Ni merece menor consideración, siendo un he.
obo solo, la subida de la moneda de cobre , otra de las fuentes de
nuestra ntiserifi, según estrangerosy naturales. El tratado de Juan de
Mariana de mutatiorus mQueta pronóstico con tiempo cuanto por es-
te y otros descuidos ó malicias de los ministros se verificó en £s-
poña á fines del siglo XVII ; y no dá corto campo al conocimien-
to del gobierno de aquellos tiempos ver á Mariana acusado , en-
carcelado , tratado de reo de lesa magestad por haberse opuesto
con entereza verdaderamente filosófica á uno de los arbitrios mas
ruinosos y desatinados que puede inventar jamas la ignorancia de
todos los principios de buen gobierno : las leyes parciales que se
formaban para remediar daños y abusos que nacian de la constitu-
ción política, y por consiguiente lejos de remediar, aumentaban los
pleitos y los delitos. Los asientos , arrendamientos, tributos, puertos
secos, concesiones particulares con perjuicio del todo de la repúbli-
ca, tasas, gremios, arbitrios, y en una palabra cuanto los reinados de
Felipe III, Felipe lY y Carlos II se ordenó, adoptó, y dispuso en to-
dos ramos para el gobierno interior y esterior de una monarqía que
se iba cayendo á pedazos por faltar firme apoyo en el centro de ella-
Bierece purticularísimos exámenes, y una pluma diestra que enterada
mas profundamente de lo que permiten los libros impresos en las ra
zones de estado que dieron á la máquina de la república movimien-
tos tan desconcertados y perniciosos , esponga á los ojos de Europa
comocrecimos y como cdimos tan precipitadamente; comü contribu-
yeron estos á los damas estados de Europa formada en ella uaa nue-
va política y un nuevo género de intereses; y como ct>ntribuímoá no-
sotroft miamos á nuestro precipicio por no querer ir á In par con Iñs
damas naciones en los progresos del comercio, déla marinayde tas
ciencias. En estos reinados tienen grandísima conexión los sucesos
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— 4-22—
políticos [aquéllos que por lo comon snefen fbrmÉr el «Heffpadeki
hUtorin] con 1a«caicla de nuestra poblaciort , aites^ riquezas. Ante*
de los tiempos de Carlos V solían hacerse las guerras ptim eonqtiis*
tar 6 usurpar estados^ tJn monarca que creía tener^Aerecho á tin pA^
dazo de tierra llamado provincia ; un principe' que se ^empellaba en
ganar título de grande por esterminar el linage hqmnno; un fanático
masuluiua que pensaba haberle ordenado el cielo hacer ifiusulmana
toda la tierra; los poderosos pues con este linagé de ambición & su-
perstición inundaban de sangre los campos y los pueblos^ sin otro fia
que el dominar mas ostensión de tierra, aunque en todas las que con-
quistasen no hubiese tanto número de hombres coino pudieran tener
en su reino solo manteniéndole en paz , y usando él bien de sus fro*
tos é industria. El descubrimiento de las Américas restauró 'el anti-
guo arte de los Fenicios j Cartagineses; aquel arte no de conquistar
tierras, sino de apoderarse por el comercio de las riquezas de países
firtílespor medio de colonias 7 tratados yentnjosos , superioridad de
fuerzas con que proteger las colonias 7 los tratador. A principios del
siglo pasado empezó Europa á conocer la utilidad grande de estas mi-
raS| 7 desde entonces acá casi todas las guerras no han tenido otro
objeto que mantener la superioridad del comercio, poniendo en con-
tribución de la industria agena á los reinos débiles. De aquí el gran
cuidado en fomentar la marina 7 las fábricas ; de aquí el empe?io de
obtener el dominio del mar ; de aquí las sagacísimas negociaciones
para sostener lo introducción de géneros en ágenos países; de aquí
los conatos sobre ciertas colonias , ciertas plazas, puertos 7 terrenos
bien situados para egercer el tranco ; de aquí haber los Holandeses
tfsurpado la India á Portugal , haber los ingleses establecido á viva
fuerza colonias en aquellos países que nos eran casi inútiles cuando
las dominábamos, 7 haber la Francia 7 toda la Europa procurado
adquirir establecimientos ultramarinos, no para catequizarlos, con «
vertirlos 7 repartirlos en encomiendas: sino para tener factorías, al*
macones, puertoa 7 escalas. Si España entendió 6 no bien esta poli-
Mea, 7 si procuró ó no medios contrarios á ella en beneficio 6 per-
juicio SU70, es cosa que debe resultar de la historia de esta época eé«
lebre, fundada en documentos ciertos que deben suministrar los ar-
chivos. Entonces se podrá ver como nuestra ruina interior provino de
los intereses de toda Europa envueltos en las guerras , paces, trata-
dos 7 negociaciones, 7 de qué modo 7 por cuates cansas se desplor
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Mo mi impefia que baUeadQ «do niiierab1« cuantió ipare^taba ma-
yor yandftgHy f a «ieodo «a» f«lÍ2 cuando bao quadado reducidas i
brev« oato aua poseaioaea ; y, lo qne ea aol^a todo útil > que conse*
cuencíaa aufriusoa lodavia de aquella ferie de errores o fotalidiides
%U« aa ta guerra, en la política , en la economía , en la legítflacion
empobrecieron j debilitaron en poco mas de un siglo á una nación,
que por sus ?ictorias, por el valor, fortoleza j aun heroicidad de sus
naturales, por sus exelentes hombres en paz y guerra , por su domi-
nio en regiones abundantísimas de oro, plata y frutos esquisttos, y
por lo atrevido de sus negociaciones y descubrimientos, prometía no
solo una duracio^ igual á la de los antiguos imperios, pero una oros*
peridad ioterna continua , fija , permanente , fundada en la posesión
de los mayores tesoros del orbe , y en el valor y disposición de los
subditos para usar bien de ellos y conservarlos, si la providencia hu-
biera tenido á bien dar entonces á este pueblo generoso y fidelíst*
mo cabezas á propósito para dirigirle.
CARLOTA CORDAF.
Jlln los terribles dias de 17K, en aquellos tiempos en que el cri-
men y el terror eran los verdaderos soberanos de Francia, en nquo*
lia época de degradación, de vergüenza , de peligros y de ligrimas^
vivía en Normandía una Joven de veinticuatro aftos. Dotada por ta
naturaleza de una alma noble y enórjica, ademas de una rara her-
mosura, se había estraviado su espíritu adoptando con el fervor da
aa edad las opiniones republicanas. La repáblica que soñaba su ima-
jioacion no era la da Bobespierre ni Marat, no: había llorado 4 Luis
XVI, y Ja rep&blica que deseaba estaba sometida á las leyes de ía
virtud; joven é ioesperta, invocaba á esta dulce quimera de su fantasía.
En Caen, donde vivía con una de sus amigas, había encontrado
i los Jiroadinos, que se le habían presentado con todo el prestíjio da
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— 45M—
la persecución. Al verlos perseguidos no se acordaba de que liabíaa
sido también perseguidores ; oyendo proscribir sus cabezas , olvidó
que habian hecho caer muchas y una mas sagrada que las demás, y
se intereso en su suerte. Empezaba la guerra de Calvados» y cuando
vio que las poblaciones se armaban para marchar sobre Paris y des-
truir el poder de la montaña, dijo para sí:
''Yo también ayudaré á libertar la patria : y desconociendo la
ley de Dios que dice: tío matarás^ partió de Caen engañando á su pa-
dre y escribiéndole que los disturbios de la Francia, mas horribles ca-
da dia, le obligaban á buscar reposo y seguridad en Inglaterra, pe-
ro en vez de embarcarse para Londres, se encamino á Paris. Antes
de salir de Caen había visto al diputado Barbaroux , que le dio una
carta d recomendación para el ministro del interior y otra para el di-
putado Duperret, amigo de Garat."
Llegada que fué á Paiis, vaciló Carlota un instante en la ela-
ción de su víctima. Daton y Robespierre tenian suficiente celebridad
en la montaña para merecer sus golpes ; pero el nombre de Marat
inspiraba en las provincias mas horror todavía que los otros dos. Fué»
pues, Marat el escojido. ¿Pero dónde ha de encontrarle? Tentacio-
nes le dieron de irle á buscar á los bancos de la montaüa é inmolar-
le en presencia de todos. Sin embargo , entonces el estado de su sa-
lud no le permitia á Marat tomar asiento en la Convención; padecía
una de aquellas enfermedades inflamatorias, tan comunes en las revo-
luciones, y que con frecuencia terminan esas borrascosas existencias
que escapan de las manos del verdugo. Un mes hacia que Marat no
salia de su aposento , allí yacía el hombre del populacho jacobino
atormentado de voraces ardores y sin encontrar mas descanso en su
atroz agitación que el espacio que duraba el baño. En el pasaba parte
del dia rodeado de plumas y papeles, escribiendo sin cesar, redactan-
do su periódico, y denunciando, acusando y persiguiendo desde el fon-
do de su baño como acostumbraba hacerlo desde los bancos de la mon-
taña. El 13 de Julio acababa de escribir á la Convención quejándose
del poco caso que se hacia de sus cartas, y diciendo que si sus cole-
gas no atendían á sus quejas, se trasladarla enfermo y todo á la tri-
buna; terminaba su comunicación denunciando á dos generales; Cus.
tine y Biron, á quienes acusaba de meditar una traición , semejante
á la de Dumourier: "era indispensable, decia, tomar una determina-
ción definitiva que acallase todas las calumnias y comprometiese irre-
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foeablemente á todos los diputados en la reyolitcion : taf era la de
d«ir muerte á moefios ilustres prisioneros j poner á precio las cabe-
zas de los fujitivos; de este modo no se acusaría á los unos de des-
tinar el trono á 'Orlesnaf , j se iropedtria á los otros hacer las paz
con la ñimilva d<F los Capetos,*'
Así sabia Marat conservar sus oidos, f \n enf^medad irritaba
aun mas 8n encono. Oarlotá Corda^f , no pudiendo hallarle en ía asam-
blea, se tío preolsad^i á buscnríe en su casa. Fnéle negada la entra-
da, porqwe ima^ miseráfole que no se avergonzaba de dormir bajo él
mismo techo qne el m6nstruo, no quiso dejarla penetrar.
Effl^hees elta, étn desanimarse, volvió á su alojamiento, j escri-
bió In siguiente carta k Marat:
^Ciudadano, acabo de llegar de Caen; vuestro amor á la patria
me hnce presumir que escuchareis con interés la relación de los des-
graciados acontecimientos que ha presenciado aquella parte de la re-
publica. Pasaré á veros á la una: tened la bondad de recibh*me y con-
cederme algunos minirtos de atención. Yo os prometo poneros en dis-
posición de hacer un gran servicio á la Francia."
Ai día siguiente se presentó otra vez Carlota Cordnj en casa de
Marat. La muger, que la víspera se opusiera á su entrada, qoiso tam-
bién despedirla, pero ojendo Marat desde el baño una voz descono-
cida nrandó que entrase la persona que con tanta instancia solicitaba
Terle. La jóvea al hallarse sola con él le contempla antes de herirle*
¡Ola! dijo Marat ; con que llegáis de Caen; ¿qué diputados hay
allí ahora?
Carlota se los vá nombrando, mientras él los apunta con lápiz,
y levantando la cabeza y mirando con hr>rribles ojos á la joven que
«e habia acercado al baño:
'^Está tiertf dijo, todos irán á la guillotina.
¡A la guillotina! replicó la doncella, toma malvado; y sacando
un puñal del seno hiere á Marat en el pecho, y penetra hasta el co-
razón.
¡Socorro! ¡socorro! grita el tribuno agitándose en el agua; ¡so-
corro! que rae matan «
La. mujer que vivia con él, oye su voz y se precipita en la estan-
cia. Uu mozo que estaba doblando periódicos, acude también, y los
dos encuentran á Marat con las vascas de la muerte, y de pié á su
lado i la joven tranquila, inmóvil y sin miedo...,. El mozo enarbo-
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^426-
lando una silla la asesta un golpe y la tiende en tierra; la impura
compañera del rejicida la pisotea Acude mas gente al tumulto 7 la
casa es innundadn de curiosos.
En medio de sus gritos, Carlota Cordaj se ha vuelto á levantar
y desafía con dignidad los ultrajes y furores de la multitud que va
acreciendo gradualmente. Los sanguinarios amigos del monstruo que
acaba de morir quieren precipitarse sobre ella y despedazarla; pero
los comisarios de la sección la defienden y protegen, conmovidos al
ver tanta juventud y belleza unidas al tranquilo valoreen que confie-
sa haber cometido su crimen.
La fuerza armada la lleva á la presencia de los hombres á
quienes llamaban jueces reunidos en la Abadía. En derredor del car-
ruage que la conduce, el pueblo cuyo favorito era Marat abulia y vo-
cifera horribles insultos. Carlota los oye sin conmoverse, y en su en-
cantador semblante no se advierte mas que la espresion del entusias-
mo por haber logrado su objeto, unida á, una sonrisa de desprecio al
estúpido populacho que la sigue amenazándola.
Chabot y Drouet han subido con ella en el coche, el capuchino
apóstata, y el hombre que habia prendido á la familia real en Ve-
rennes querian tomar parte en todos los horrores revolucionarios /
mojar sus labios en todas las copas de sangre.
Llegados que fueron á la prisión de la Abadía, donde no se en-
traba mas que para padecer, y de donde no se salia mas que para mo-
rir. Carlota Corday fué interrogada minuciosamente, pero indignán-
dose ella de las capciosas preguntas que se le hacian esclama:
Todas esas dilaciones son inútiles; yo he dado muerte á Marat.
Acusada, preguntó Montané, presidente del tribunal de malva-
dos: ¿habéis escojido defensor?
Tenia un amigo á quien pensaba darle el encargo, pero no ha-
biendo oido hablar de él desde que se lo pedí, me figuro que no ha-
brá tenido valor para aceptar.
Entonces divisando el presidente en un ángulo de la sala á M.
Chavan Lagarde, dijo á la acusada. — El tribunal os señala para de-
fensor al ciudadano Chavan Lagarde,
"Como no me conocía, dice este en sus memorias sobre los su-
cesos de n93, Carlota Corday me dirijió algunas miradas de in^
quietud como temiendo que emprendiese una justificación que no
deseaba.
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''Comenzaron los debates, y ge condujeron en menos de media
hora.
"Ningnn pintor, al menos de los que yo conozco nos ha repro-
ducido fielmente la semejanza de aquella rauger estraordinaría; se ha
trazado bastante bien su robusta y esbelta estatura, sus largos cabe-
llos muellemente esparcidos por los hombros, sus ojos sombreados
de largas pestañas y la forma ovalada de su rostro; pero no alcanza»
ba el arte á pintar la energía de su alma , de la que era fiel traslado
BU fisonomía.
*'Lo mismo sucede con los trámites de su proceso; fácil hubiera
sido copiar sus palabras literales, perú los periódicos de entonces no
se hubieran atrevido. Sin embargo, una cosa había imposible de pintar,
el acento de su voz casi infantil y que estaba en armonía con la senci-
llez de su esterior y la imperturbable serenidad de su rostro.
*' Después que hubo dado cuenta del proyecto que concibiera dos
meses antes.
^'Hubiera querido, dijo inmolarle en su mismo asiento. Si me hu-
biesen prometido que de este modo conseguiria mi proyecto , lo hubie-
ra preferido á cualquier otro, entonces estaba segura de perecer inme-
diatamente á manos del pueblo, porque entonces como todo el mun-
do me creia en Inglaterra se hubiera ignorado mi nombre.
**En seguida esplicó porque se habia resuelto á introducirse en
casa de Marat, y porque medio lo habia conseguido, y habiéndola
manifestado un quidam que aquella arteria habia sido una perfidia,
"Convengo, contestó, en que ese medio no era digno de mí, pero
todos son igualmente buenos para servir á mi patria. Ademas de que
para penetrar hasta él, se necesitaba un engaño por que era hombre
cauteloso.'^
Entonces procedió el tribunal y los jurados al interrogatorio si-
guiente.
¿Quién os ha inspirado tanto odio á Marat?
No necesitaba yo inspiraciones de nadie; mi 6dio era bastante
implacable por si solo.
Pero la idea de asesinarle os seria sujerida por alguno.
Por nadie, lo que uno mismo no concibe no puede ejecutarlo
bien.
¿Por qué le aborrecíais?
Por sus crímenes.
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¿Y qné entendéis por sus crímenes?
Los trastornos y miserias de que él ha sido causa.
¿Qué intenciones llevabais al matar á Marat?
Poner término á los males de mi patria; he asesinado aun hom-
bre por salvar á cien mil, á un perverso para salvar á millares de ino*
centes, he sacrificado una fiera por el reposo general. Yo era repu-
blicana antes de la revolución, y no me ha faltado la suficiente enei-
¿Qué entendéis por energía?
Entiendo por energía un sentimiento que anima á los que dejan-
do ¿ un laHo su interés particular, saben sacrificarse por su patrio,
¿Y creéis haber esterminado á todos los Marat?
No, respondió tristemente la doncella; pero muerto él, acaso los
otros tendrán miedo.
Habiéndole presentado un portero el cuchillo de que se habia
servido le preguntó si lo reconociu, entonces se le vio conmoverse por
primera vez, apartó los ojos y separando el cuchillo con la mano di-
jo con voz trémula.
— Si lo reconozco, lo reconozco.
Como Marat estaba sentado en el baño, el cuchillo habia pene'
trado perpendicularmente por la garganta: esta casualidad sujirió ni
acusador público la idea de decirle que win duda estaba muy ejercrtada
en la carrera del crimen cuando habia tenido suficiente sererenidad
para elegir un parage donde no pudiese fallar el golpe.
¡Oh! el monstruo me cree un asesino !Este grito de indignación
que se le escapó como el rayo terminó la sesiun.
El acusador público reasumió sus cargos, y dijo al presidente:
están concluidos los debates, el defensor puede hablar.
Al resonar estas palabras y cuando me levanté para hablar, aña-
de Mr. Chevan Lagnrde; se suscitó en la asamblea un mido sordo y
confuso, en seguida todo quedó en un silencio tan profundo que me
heló de terror.
Mientras habló el acusador púhlicoi los jueces me enviaron un
recado aconsejándome que guardase silencio, y el presidente me ma-
nifestó que lo mejor era que me limitase á probar que la acusada es-
taba loca. Todos querían humillarla. Pero ella permanecia impasible
y en las miradas que me lanzaba leía yo el deseo de no ser justifica-
da; por desgracia no podia ser otra cosa porque de los debatea resul-
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taba la prueba legal de un homicidio premeditado. Sin embargo, fir-
memente resuelto á cumplir mi deber, tomé la palabra con marcada
emoción y dije:
La acusnda confíesa con la mayor sang^re fria el horrible aten-
tado que ha cometido, confíesa igualmente su lar^a premeditación,
confiesa las circunstancias , en una palabra, lo confiesa todo, j ni si*
quiera piensa en justificarse.
He aquí ciudadanos, su mas elocuente defensa esacalma imper<-
turbable y esa abnegación de sí misma que no revelan remordimien-
to alguno, ni aun en presencia de la muerte; esa calma y esa abnega-
ción no se encuentran en la naturaleza, no pueden esplicarse sino por
la exaltación del fanatismo político que la puso el puñal en la mano;
y á vosotros ciudadano? jurados , toca decidir qué peso puede te-
ner esta consideración en la balanza de Injusticia.
A medida que yo me esplicaba en estos términos, una espresioo
de contento brillaba en sus ojos.
Recojidos los votos del tribund, todos sin escepcion estuvieron
por la pena capital.
El presidente anunció su sentencia de muerte y la confiscación
de sus bienes; en seguida la preguntó si tenia algo que hacer presen-
te sobre la aplicación de la ley, pero sin contestarle se dirijíó á mí, y
con dulce y alagüeño acento:
Caballero, me dijo, os doy mil gracias por la firmeza con que me
habéis defendido, de un modo digno de vosy de mí; esos señores [diri?
jiéndose á los jueces] me confiscan mis bienes.... pero yo quiero daros
una prueba mas notoria de mi agradecimiento , os suplico que pa-
guéis por mi lo que deba en la prisión , y cuento con vuestra gene-
rosidad. [*]
Yemoi, pues , por relación de su mismo defensor , que Carlota
Cjprday daba tan firmes y nobles respuestas con seguridad, pero sin
jactancia alguna; su tranquilidad provenia de su conciencia y no te-
nia miedo, porque la pobre niña se veía irreprochable. Con admira-
ble paciencia oyó hacer sus declaraciones á los testigos , y cuando
acaba cada uno , decia: ''Es verdad; el declarante tiene razón.'* De
[*] Sus deudas no asceodian mas que á treinta y seis libras en asig-
nados que aldia siguiente pagó M. Chauveau Lagarde al conserge déla
Abadía.
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h único que se defendía era de su pretendida complicidad con lot
jirondinos.
En su prisión escribió dos cartas, una á su padre, y otra á Bar-
baroux. Hé aquí la que dirijió á su padre:
'^Perdonadme , querido padre , por haber dispuesto de mi vida
sin Tuestro consentimiento. He vengado á muchas víctimas inocentes
!he evitado infinitas desgracias! el pueblo se desengañará un dia /
me dará las gracias por haberle libertado de su tirano. Si procure
persuadiros que pasaba á Inglaterra , era porque creí poder guardar
el incógnito; pero he visto la imposibilidad de mi plan. Espero que
no me lo echareis en cara. En Caen encontrareis defensores. Adiós,
amado padre, os suplico que no me olvidéis ó mas bien que o*
alegréis de mi suerte conocéis á vuestra hija , j sabéis que no
puede haberla guiado ningún fin vituperable. Abrazad á mi hermana
á quien amo de todo corazón, y no olvidéis aquello de Corneille:
No el cadalso,
£1 crimen es quien nuestra mengua labra.
Mañana alas ocho es cuando deben juzgarme.
En su carta á Barboux se trasluce alguna alegría: cuenta su
viage de Caen á Paritf, y luego habla tranquilamente de su llegada y
arresto, dice en un pasage: '^Todos están descontentos aquí por no
tener mas que una muger que ofrecer á los manes del grande hom-
bre Perdón !oh¡ hombres; este apodo deshonra vuestra espe-
cie; era una vestia feroz que iba á devorar á la Francia, y yo la he
echado abajo ! Ahora viva la paz; Gracias al cielo , Marat no ha-
bí a nacido francés.
Confieso que he empleado un artificio para llegar hasta él; cuan-
do partí de Caen contaba sacrificarle en la cima de la montaña de la
convención nacional, pero habia dejado de asistir á ella.
En París no comprenden como puede una muger inútil, cuya ^-
da no sirve para nada darla á sangre fria para salvar á su país. Espe-
raba morir en el acto, pero algunos hombres valientes y superiores á
todo elogio me han preservado de los furores del populacho. Como es-
taba serena he sido blanco de los gritos de muchas mugeres, pero
quien salva á su patria no se para en lo que cuesta*
¡Ojalá que se restablezca la paz tan pronto como deseo! Por fin
ya' tenemos de menos un criminal, sin el cual jamás la hubiéramos ob-
tenido, en cuanto á mí hace dos días que la gozo , para la felicidad
de mi pais es la mia propia.
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Lo que me inquieta es la suerte de mi padre: si le persiguen por
causa mia, os suplico, ciudadanos, así como á vuestros colegas que le
defendáis fervorosamente.
Mañana á las ocho me juzgan, probablemente á las dpce habré
vividOy usando la espresion de los romanos.
Guando entró el verdugo el 17 de Junio por la tarde en la pri.
sion para conducirla al suplicio, encontró á Mlle. Corday escribien-
do tranquilamente una carta. Con una voz dulce y en ademan lleno
de gracia, como si todavia se hallase en un salón , dijo al ejecutor:
''Ciudadano, permitidme que acabe; no me faltan mas quedos líneas.'*
Era la carta que dirijia á M. de Ponte-Coulant á quien acusaba equi-
vocadamente, pues no sabia que este diputado , que habia escojido
para defensor, no habia tenido noticia de su elección ni de su deraan.
da; el acusador público interceptó el billete que le escribiera con este
motivo.
Al volver á su interrogatorio, dijo á los criados del verdugo:
Señores, si os es indiferente hacerme padecer antes de morir, os
suplico me permitáis que me levante las mangas y me ponga guantes,
Y diciendo estas palabras enseñó sus hermosos brazos entera-
mente magullados.
Eran mas de las siete de la noche cuando vestida de la camisa
roja de los asesinos salió de la consejería y subió á la fatal carreta.
El innoble vestido que cubría ala joven republicana no disminuía sus
encantos, y desde la tumba donde se sostenia de pié contemplaba
con lástima y sin cólera la muchedumbre que se agolpaba para ver-
la correr á la muerte. Sin embargo no todos los circunstantes la insul-
taban; muchos la compadecían y la admiraban.
Cuando subió al cadalso, hubo un movimiento de indignacicUf
originado por la ofensa del pudor en el momento en que el criado de
Sansón le quitó el pañuelo para que la cuchilla de la guillotina no
encontrase obstáculo.
La cuchilla hizo su oficio, y la cabeza de Carlota Corday, levan-
tada de los cabellos por el criado del verdugo, fué mostrada á los ca-
níbales que rodeaban el cadalso. El miserable dio repetidas bofetadas á
aquella masa sin vida, acción que fué anatematizada por los mismos
septembricistas. ^
Algunos espectadores de esta ejecución han asegurado haber vis-
to cubrirse las mejillas de la víctima de subido carmin, fenómeno que ,
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se atribuyo al resentimiento pádico que esperímentaba. Largas di
sertaciones se han escrito sobre este particular; y un famoso anató-
mico, el doctor Sumring» sentó entonces la proposición de que la ca-
beta separada del cuerpo sobrevive al suplicio.
Hemos oido decir á una persona: ^'cuando apareció Carlota en
el umbral de la puerta de Marat, la vi palidecer y temblar ante aquel
populacho que ahullaba injurias y amenazas ; entonces ella misma
confbsó que temia ser despedazada por aquellos frenéticos ; la pobre
niíía estaba bien resuelta á morir, pero no con muerte tan espantosa.
Horrible cosa era tener 25 años, ser bella, merecer la admiración, y
verse insultada, ultrajada, y esperar á cada instante que una mano
atrevida diese la señal y comenzase la larga serie de dolorosos tor-
mentos que un populacho desenfrenado acumula contra un infeliz
indefenso; esta idea le hizo estremecerse , y permaneció algunos mo.
mentes parada en el umbral de la puerta.
La relación de Carlota Corday ha hecho siempre en nosotros
una impresión mas triste que los asesinatos de los carmelitas, de la
Forcé y de la Abadía, Al lado de las otras víctimas se encontraba ua
áogel que las sostenía en su sangrienta agonía, pero en vano busqué
este ángel junto á la muger animosa que mató áMarat. Los últimos
momentos de Carlota Corday no fueron duleiñcados por pensamiento»
religiosos; en sus cartas escritas poco antes de ir aPcadalso habla de
los Campos Elistos y de las sombras de Bruto y Catón , pero nada
diee de Dios ni de su Madre. La desgraciada no oraba: miraba á la
tierra con desprecio, pero no levantaba los ojos al cielo: muere con
"^alor, pero sin fé: una vendeana en su caso hubiera estado patética
En el cadalso desaparecen las pasiones, y dejan el lugar á divinas es-
peranzas.
EL MUNDO.
X or mas que se conozca el mundo, siempre ofrece que aprender.
Las escenas que en el pasan, vaftan con tanta frecuencia, que los que
han hecho, como se dice generalmente, papel mas largo, y con mejor
•uceso, no tienen ninguna seguridad de ser aplaudidos, respetados ó
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temidos hasta el fin. Ecsaminemos ligeramente los dirersos objetos
que en él se notan. El mundo donde está la corte, no se parece al de
una simple capital, ni este al de un pueblo. Todos estos mundos for-
man uno con la serie del tiempo, y su composición no está tan suje-
ta al capricho como se cree.
Cada hombre tiene sus m&csimns acerca del mundo. Los espíri-
tus apocados han hecho su fortuna á fuerza de bajezas y avaricia, no
conocen otra ruta que la que ellos han seguido, y dirigen por las mis.
mas huellas á los que van á entrar en el mundo, sin detenerse en re-
flexionar si deben 6 les convendrá seguir el mismo camino. Los mo-
dos, las circunstancias y los acontecimientos Tarian en cada indivi-
duo; hay caracteres , nombres y aun figuras á quienes no conviene
todo.
Por todas partes y en todos lugares no somos otra cosa mas que
loque somos en el fondo de nuestra alma, los pasos mas escenciales á
los mas pueriles, llevan siempre nuestro carácter, vano 6 molesto, pru-
dente ó atolondrado, tímido 6 resuelto, fuerte 6 débil, bueno 6 malo.
Para conducirse bien , es necesario conocerse; pero por desgra-
cia se entra demasiado temprano en el mundo para tener este cono-
cimiento. Los que nos introducen en él , no nos conocen tanto como
cada uno se conoce asi mismo; pero aun cuando así fuera, ¿seriaa
estos los mas ilustrados, esentos de pasiones para enseñarnos un ca-
mino que no nos esti'aviase? Mas bien falta habilidad á los conducto-
res que docilidad á los conducidos. En el teatro de revoluciones con-
tinuas, la casualidad mas bien que la prudencia , decide de la suerte
de los hombres.
No hay regla cierta para hacer en el mundo lo que se llama for-»
tuna; la hs^ para el buen éxito 6 para merecer la estimación gene-
ral; por lo mismo, es prudencia tener siempre alguna incertidumbrer
y es locura entregarse enteramente á ella. v
Se dice generalmente que el mundo se aprende por sí soloi Es cier-
to que es el mejor modo de estudiarlo, y que nunca se posee su ciencio
sino no es viéndolo; pero no es menos cierto que se necesita atención,
discernimiento y saberse aprovechar de los sucesos y de las costum-
bres. Los que pretenden conocerlo por medio del estudio, no tienen
una verdadera idea de él, no lo conocen jamas.
Los hombres mas sabios á quienes unos estudios profundos y
abstractos, tienen separados del trato del mundo, contraen en el ga-
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billete ua aire» un no sé (jué , que el oiundo.aia» «m^ble na piie<l#
horrar. Su3 coAOciraientoa profundoe loüka/ifeii i^ourar coom uiw.qq^
vedad que se deaea; j^o ioHcnsibleaiente xr^ieWea 4?9iCriir eo lapfCttr
ridad de donde han salido; solo duran conocidos el tiempo que d^m
la curiosidad que escitaron, . t
Se dice Creouejiteinente que el mundo es la ninnwoa de Ja injut*
ticin^ de la corrupción y de todos los desórdenes^ La mayor parte de
lúa que lo dicen no se estienden á sí mismos; muchos np saben loque
dicen, y solo hablan porque asi les convienew El «uvdo, como una
reunión <le hombres de todas especies, pro?ee de iodo , de bien y de
msA; pero como interesado en la conserracion 4^ la sociedad, es a4
mismo tiempo un tribunal severo, en que se j»sga sia apelación, y coa
un rigor peculiar, los vicios y los desórdenes de la especie humana*
No pexdona jamas una falta, por mas que ae empeñe el que la cóue»
tió ea repararla: nada escucha, condena muchas veces basta los ta9^
ti vos que se tienen para apaciguarla. Su ánico eastt^o es al dospra-
oíot^y por lo mismo an inñecsibilidad es la que hace temibles sus j*ji-
cioa> Habiéndole ofendido una vez, so pierde para siempre su favor;
todoa están sujetos á sus decretos, ios grandes, y los pequeños,Ios ri-
cos y bs pobres.
PiMT el contrario, al que mas lo ha ofendido es al que mas persi«
gne; y como nadie carece de defectos, le es fácil sorprendemos en la
menor falta. Por lo regular mira como un desorden la superioridad que
conceden los bienes de fortuna, los títulos de nobleza, grita frecuen-
temente que son indignos de lo uno y de lo otro.
El famoso Catón que tanto temia los juicios del mundo, respon-
dió á uno que se maravillaba de que no le hubiese erigido una está.
tua: Mas quiero oir esta pregunta , que no la de porque me la eri,
gieron.
Los que han pasado su vida en meditar sobre las pasiones , en
analizar los vicios y las virtudes, no deben ser tan difíciles de estima-
como lo es el mundo. A este no se le engaña , quita la máscara del
hipócrita mas astuto , lo que aprueba ó lo que condena después de
cierto tiempo [porque siempre tenia algo para juzgar mejor] queda
aprobado ó condenado para siempre.
Esto sucede igualmente éon las obras de ingenio ó del arte, lea
concede ó les niega la inmortalidad que piden» Estiende •■ oeosvra
hasta el ridículo, de que se sabe aprovechar con destreza, y alga
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~^5-
veces aun se le áeusa' de que lea tratn peor que á los vicios; no lincien-
do mii9iniH> áiviSttírm eoivetlos, elige el medio mas segurode corre.
gfñtUM^ no idencb colpa 'suyá que leamos mas sensibles & tú burla que
^ ^ilespfeero. •'."-' r i- ••" - -
£1 mundo es muy enquisito para su gusto ; no lé b^sta que sea-
mos tí rt a óéo* , quiere que seamos también amafites : abandona con
deaden 4 tos que <si^uiendo una ridfcula 6 mal entendida moral, 'á na-
da se prestan, y hacen insociables las virtudes que poseen , las que
solo se adoptan "per el bien ^ la sociedad.
Se dice por lof egutart d^confiad óe\ mundo que apíanda; pero
también se puede deeW aprovechaos de los aplausos que tributa, pa'-
m que los merezcáis mayores y mas solidos. Es necesario no confun-
dir el mundo con la turba interesada en alabarnos, siendo esta bástan-
te «abarde para dar Hicieneo á los vicios; bastante corrompida par-
daeaar auniaatar el número de los que el mando respetable desapt ué^
ba y condeiia con juetieia.
Na, nanea es el mundo el que nos pervierte. A la vta qae se
complaca de las aeek>ae« de los que entran en él, es el prinieré qua*
prohibe qae asta complacencia inspire vanidad : sabiendo coafener
elogios cuando se abosa de ellos, conociendo el carácter de los hom-
bres, sabe que la emulación es el alma de las grandes eosas, mffa co-
100 hijos suyos á los que aprovechándose de sus alabanzaa , han Ba«
bido merecerlas hasta el fin de su carrera.
EL. TIEMPO.
lios antiguos decían qne Saturno, padre de los Dioses y de tos
hombres, devoraba á sus bijos; ingeniosa alegoría por la que ciaban
i entender que todo es creado y destruido por el tiempo: bajo el re'
^do aspecto nos parece el tiempo un monstruo espantoso destinado
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para aniquilarnos: asi es que cada bora que dá al relo} la aeiitiaiCM
como uti golpe de la terrible guadañil con que Saturno vaarmadot
He aquí una de las principales causas por que deseamos huir del
tiempo, 7 esto con tai aturdimiento que nos quejamos inconsiderada*
mente de su ligereza, de su duración y de su nratabiUdad. Los anona*
tes le atribuyen en su propia inconstancia, los desgraciados sus desdi*
chas, los ambiciosos su calda, y hasta los imperios lo hacen causante
de su ruina; de todo se le culpa, de ios decretos del cielo, de la injus-
ticia de la suerte, de los desvarios de los llonJ»jpea: en medio de todt>
esto, la esperanza pugna porque acelere su mareba y el teoMM* «fosea
que la retarde.
Por lo que queda dicho se obsenra que no ha sido conocido biea
lo que es el tiempo; pues de lo contario en vez de mirarlo eoi^O' ua
enemigo destructor se le consideraría como nuestra verdadera «xisteo*
cía, como una propiedad que enteramente noa perieneoe, como un
caudal que podemos manejarlo á nuestro arbitrio 'éon absoluta iodo*
pendencia, caudal que lo disipamos pródigamente y lo perdeoftos sin
sentimiento, llegando á tal estremo nuestra ineematcs qae miramo»
con agrado á los que nos lo hurtan, al paso que perseguimos con fu*
ror el que nos quita otra cualquiera propiedad de mocho naénoa Ta*
lor. Es para nosotros el tiempo una carga tan pesada que no bace«>
mos mas que discurrir el modo de desembarazarnos de elki; y por
una de las frecuentes contradicciones que se notan en el espíritu Im*
mano estamos siempre buscando los medios de matar el tiempo, al
paso que nos quejamos de la brevedad de la vida.
Este abandono es un asunto tan esencial y de tan positi vo ínte-
res, dimana de las falsas ideas que se han formado del tiempo ¡>or no
haber sabido definirlo. Por lo general se ha dividido^el tiempo en tres
partes, considerándolo en lo pasado, en lo presente y en lo futuro,
pero uno de los antiguos filósofos, Crísipo decía , que lo pasado no
^existe, ni tampoco lo futuro, sacando por consecuencia que lo úni-
co es lo presente y que en el debemes únicamente ocuparnos. Otro
filósofo, Arquidamo, afirmaba que lo presente nu tiene una existen-
cia real, por ser divisible en dos partes, de las cuales una pertenece
á lo pasado y otra á lo futuro. Adoptando las opiniones de estos filoso*
fos podremos decir que lo pasado no existe, que lo presente no es na-
da, y que lo futuro no existe tampoco, deduciéndose que pora noso-
tros es él tiempo una cosa nula. Otros filósofos mas modernos, ski'
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llevar taa al cabo In sutiloa, oompuran lofireaenle á la elernídad, re-
daoiéadolo por este me^io á ua ponto imperceptible para los que
pieasan así, ao es la vida otra cosa que uaa corta peregrinacioD; j
el mando una pesada de maj corto descanso; aistenia eieriamaate, .
trístísiniey por qoe eegiin él, tiene el hombre que preiiodír de la rea-
lidad de la vida para ocnparae de un comprensible pojr¥enir« Una.
variedad tan confusa «de Ofánionea demuestra que aun no se ba podi^^
do descubrir la verdad aofare esta importante materia, y que entre*
tanto el tiempo^ esteeSy «1 Satnrno del pagapiaoio» sigue caminan^
do impánido oon au inseenstancia, su rigor, sus alas y su guada ña-r
A esta fabulosa deidad le dan los hombres diferente» géneros dcf
onkos: loa i|ue son reputados por sabios adoran solamente lo pasado;
la esperiencia no le presenta la verdad sino por la boca de los muec*.
tos; la memoria reduce su» placeres at estudio de las bellezas destrui-
das, y solameMie encuentran flores y frutos en las ruinas de la antir
gdedad, Lea anaantes de la gloria y los avaros solamente *fijan su»
mirada» en lo futuro; la posteridad y una innu>rtai celebridad ei lo
que ven los primaros; y llenar completamente sus cofres es lo qne ea-
peran loa segundos. £1 vulgo, que es gobernado generalmente por los
seotidoe sigue sin reflexionar las doctrinas de Epicuro; se deja domi-
nar por lo presente, vé con indiferencia lo pasado y se ocupa muj pp-
co del porvenir; él solo trata de sustraerse á los pecares que incer
aantemente le persiguen, para disfrutar de los placeres materiales i
que ánicamente aspira*
No vemos, pues, otra cosa que estravios en la aplicación y uso
del tiempo , y esto procede de no haberlo considerado como él es
en sí, coolentándose ctm mirarlo como lo figura la imaginación: ha
qneriáo hacerse del tien^>o un ser independiente de nosotros que dis-
pone de las cosas, de los hechos y de la vida, siendo así que la suce-
cion ma» 6 menos rápidos de nuestros pensamientos, de nuestros de-
seos y de nuestros afectos es lo que arregla la medida del tiempo pues
hay en nuestra» facultades mil medios para modificarlo, alargarlo, a-
cortarlo, detenerlo y apresurarlo, Una hora no es la misma cantidad
de tiempo para un hombre que duerme que para otro que está des-
piertO) para el ocioso que para el ocupado, para el que goza qne pa-
ra el que sufre.
El tiempo, ha dicho un ^oeta, es la imagen movible de la inmo-
vible eternidad, es un vacío infinito como lo es el espacio; pero como
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solamente conoóemos el espacio , su medida / sus dimenciones por
loft puntos ú objetos materiales que se hallan colocados en él, si fal-.
tasen estos sería para nosotros la palabra espacio una voz ininteliji-
ble: esto mismo sucede con el vacío inñiiito llamado tiempo, cuya exis-
tencia, medida y diuturnidad, no es otra cosa que Jp que señalan el^ú'
mero y sucesión de nuestras ideas y sensaciones. Si todos los vivien-
tes estuviesen siempre durmiendo, no existiria el tiempo para ellos; y
en este caso, asi como no se le da marcha al espacio, no se le podría
dar al tiempo: por tanto, los astros y todos los demás cuerpos y seres
innanimados y animados, comprendiendo el espíritu del hombre, son
los que moviéndose sin cesar en los dos grandes vacíos del espacio y
del tiempo, constitujjen la existencia y la medida del prímero y del
segundo*
El tiempo existe por entero en nuestra inteligencia bajo los nom.
brea de memoria, pensamiento y previsión; asi que , el uso que hace-
mos de estas facultades es lo que nos convierte el tiempo mas ó mé~
DOS Kpido: el pensamiento que tuve 6 la memoria , es lo pasado ; e^
pensamiento que ahora tengo es lo presente: el pensamiento que ten'
dréjo la previsión, es lo futuro; en este supuesto el tiempo nada pue-
de sobre nosotros, por el contrario, nosotros tenemos el poder dé mog
dificarlo. Ahora bien, pasemos á discurrir qué medios pueden ser los
mejores para hacer buen uso del tiempo y procurarnos una vida tran-
quila y agradable, aprovechando lo presente , ünica parte del tiempo
sobre la cual es inmediata nuestra acción. Hablando de un modo me.
tafisicO, el tiempo presente es considerado como un punto, pero en lo
morat se lo puede dar mucha mayor estencion , pues no tiene duda
qüti htíestras obras buenas y malas dejan ciertas huellas ó*i compla-
cetieta 6 de remordimiento, que sin dificultad se pueden confundir con
lo pretefttet sucede también con bascante frecuencia , que abandona,
roos lo presente para ocuparnos de lo futuro , entregándonos á pro-
yeetos qoiméricos 6 á esperanzas infundadas é inseguras, resultando
que desperdiciamos un tiempo precioso , el cual constituye nuestro
mas verdadero y sólido caudal, que debiéramos invertir con mucha
eoofiomla, pues no es tan cuantioso como algunos piensan.
La naturaleza nos ha concedido un cortt» número de años, de lo~
que una tercera parte por lo menos se van en el sueno, que es un pa-
recido retrato de la muerte: la época de lá infancia es una especie de
vejetaeion, y los años de la decrepitud son todavía algo menos: añá-
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desd á esto el tiempo que usurpan las enfermedades y las pesadum-
bres, que son unos enemigos independientes de nuestra voluntad, y
sewerÍL cuan poco tiempo nos queda para gozar de nuestra existencia y
que pérdida tan grande hacemos al abandonar un solo día de los úti*
les de nuestra vida. ParA gozar del tiempo presente es necesario sa-
ber buHcar el camino de la felicidad, que es lo que msH se ignora y por
lo que mas se ansia: entremos pues en esta carrera reflexionando que
lo presente depende de lo pasado y de lo futuro , y que como la ma-
yor parte del tiempo fa ocupamos en recuerdos de lo pasado, en |a
ansiedad de futuras esperanzas y en la agitación de temores y rece,
los, este presente se nos hace molesto y huye porque no lo retenemos;
pues es innegable que el tiempo es rápido ó lento en su marcha se-
gún se lo permiten las disposiciones de nuestro espíritu.
Para convencerse de esta verdad observaremos , que cuando es-
peramos una cosa deseada parece que el tiempo se detiene haciendo.
86 cada minuto una hora; esto no es mas que huir de lo presente, ^Éf^Q'
zar á lo flituro, envejecerse, dar pasos hacia la muerte; por el contra-
rio, cuando se espera ó teme una desgracia, se hacen los minutos ins-
tantes, el tiempo vuela y se trabaja como para detenerlo. ¡Qué larga
le parece la noche al culpado devorado por remordimientos! Lo pre-
sente le atormenta , lo futuro le horroriza ; quisiera borrar estas dbs
partes del tiempo y retrogadar á los dias de la niñez. ¿Pero que nos
parece la infancia la edad de oro de nuestra vida? Porque en ella no
86 retienen sentimientos de lo pasado ni se teme por lo futuro; ,4)uy a
aparente felicidad se desvanece y disipa luego que somos dominados
por la melancolía razón 6 por el activo é inquieto juicio previsor; 69»
tas dos facultades son las que nos pueden hacer felices siendo au^i*
liadas por la prudencia, que es la que modera los gocjes d^ lQ;|>re«€^|i-
te, haciéndolo de modo que no puedan que dar remordimieiji^ poc
haberlo perdido, y si por el contrarío dulces recMerdos que convertiráA
lo futuro en un tiempo presente muy feliz y lleoip de satiafaccioaes*
Lo pasado y lo futuro son los dos peligrosos escollos que coa»'
tantamente nos cercan en el curso de nuestra vida : si exaltado» por»
las pasiones nos entregamos á los placeres con que ellas nos brindan de
presente, sin preveer los males que ocasionan en lo futuro, en. es-
te caso empleamos el placer en nuestra desgracia, y por ua gti9to p«^
sagero nos atraemos largo tiempo de pesares; jugamos «¿ertaiaeiite ^«
vida contra un minuto: así es como la imprevisión de los hombres los
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iiace pródigos sin )pelisar en su futura ruina, crueles sin temer Ift ?en-
gailza» ambieiosoi sin recelar sa caida , intemperantes sin pensar en
]as enfermedades, j egoistas sin presagiar el aislamiento que les es-
pera* De todos estos peligros se salvarían si para gozar de lo presen,
te escuchasen la voz de la prudencia, que es, la que tiene presente lo
pasado y ve algo de lo futuro. Si queremos dominar el tiempo, j ha.
cer su marcha sosegada y agradable, ocupémosle con utilidad, mode*
remos nuestros deseos , disminuyamos nuestros temores, y gocemos
de lo presente, no solo sin causar perjuicio á otro, sino haciéndole to*
do el bien que esté en nuestras facultades ; de esta manera y no de
otra podremos asociar la sabiduría con la moral. Cuando el sabio
vuelve atrás la cabeza, no debe ver otra cosa que vicios combatidos^
triunfos de virtudes y productos de su trabajo.
^l(|)(|»^üVli^,
VSL CARIMBIVAIi ÜMISVEZ DE dSKTEllOS.
•■francisco Jiménez de Clsneros, célebre hombre de estado, ge.
tieral de la orden de S. Francisco, Arzobispo de Toledo, cardenal de
la Santa Iglesia y regente de España durante la minoridad y ausen-
cia de Carlos I de España, nació en Torre-Laguna , Castilla en 1437.
Los celos, la envidia, y el resentimiento de los grandes á quienes ha-
bia humillado, le echaban en cara h humildad de su nacimienio, co-
mo sino fuese mayor honor el hacerse un hombre grande por sus ta«
lentos y virtudes, que heredar una nobleza tal vez sin merecerla. De-
seoso de aplicarse á'los estudios fué á Salamanca , donde en pocos
afíos se distinguió en las aulas de filosofía , teología, derechos civil y
canónico , aprendiendo entre tanto las lenguas orientiles. Ordenado
de sacerdote fué á Roma á defender ciertos derechos del clero espa-
ñol, y la habilidad con que desempeñó esta comisión , le ganó el fa-
vor del papa Sisto IV. La muerte de su padre le hizo volver á Espa-
ña para atender á su familia, teniendo muchos hermanos menores y
su madre poca fortuna. El papa (]uc en aquel tiempo tenía patrona-
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totalM igleaUflde Bs^oai h babia dado una Bula espectaliva para
•I j^'umt benaficie^iue ?^|cara eo el arzobispado de Toledo^ j vjfican-
tf9 una prebeuda de Vce4ef rwBÚó dárfeia el ansobispo pero Jimenef
obligó, al fia á equel prelado 4 darle el beoefieio, el que renunció lue-
go para ir & eer Yicajrio general del obispado de Sigílenla» bajo el
C9r4eaal Ooo/ialez de Mendosa» A ecie tiempo uno de «ue hermanoe
af ordenó de euieerdql9i y Jimenes le cedió sus baneficiot» entrando
W la orden de Ss^ Fraaci«eo» Es uu engaño suponer que Jiménez
se bizo grande en la comunidadi al contrario su profesiou fué bonor
para la órden^ porque eu repuucion estaba ja establecida tanto en la
corte de España como en. la de Boma»
ProiDQTido a| arzobispo de Toledo el cardenal de Mendoza, cu jo
provisor j vicario general babia sido Jiménez en Sigüenza* lo propuso
á la Ueina Isabel de Castilla para ser su confesor ó ^ lo que era lo mísuio
para ser su consejero privado. Aquella gran princesa, que conociaal
mérito de las personas, puso toda su confianza en Jiménez, no habien*
do asunto alguno político que no consultase con su con6»sor ántdf da
presentarlo al Consf^. de Eatado» Un bombre de tanto crédito pro-
metía mueba utilidad k su religión, por lo que los frailes, le nombra*
ron provincial de Castilla. Jiménez babia hedió sus votos al entrar
en la religión con sinceridad j por obediencia admitip el . provincia-
lato. Su primer deber era hacer la visita á la provincia, j observador
de su regla caminaba siempre á pié j comiendo de limosna, siendo
tan largas las jornadas que hacia y tan pobre la comida que hallaban^
que el socio y el lego que le acompañaban protestaron contra los es-
cráputos del provincial, diciéndole que si continuaban en su estríctt-
ca observancia se moriiian todos tres de hambre y cansancio. En me-
dio de tanta humildad, Jiménez mantenia oque! semblante y voz da
superioridad con que la naturaleza había marcado al hombre gran*
de.
El cardenal de Mendoza estando para morir suplicó á la Reina
nombrase á Jiménez como sucesor al arzobispado de Toledo» La prn«
dente Isabel que preveia la resistencia que habin de hacer Jiménez á
tan alta dignidad pidió secretamente las Bulas al papa, con una ezorta*
cion ü orden para que tomase posesión de la primera silla de Espa«
fía; y aunque Fernando V. deseaba aquella dignidad para un hijo na*
toral que tenía, la Reina insistió an la elevación del humilde religioso
y su hábil consejero. Alejandro VI, al despachar la Bula recomendó
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& la Reinü el obligar ai religioso á rivir con la |M)iíipa eonv^titenteVI
prímudo de Espnñá, y el nuevo arzobispo se sometió af mandato fri
todo lo esterlor sin renunciar á practicar en secreto la» pfivatioiiei y
penitencias prescritas por la regl.i que había profesado. Después re-
cibio el capelo, aunque desde ahora le Ilamarettios Cardeulrl.
Obligado ahora á desempeTiar los negocios de Estado, los embu-
dos de su iglesia y el manejo de los conventos de str orden , y con-
vencido de los abusos introducidos en las contribuciones del pueblo, en
fos cabildos ecleciásticos y en las comunidades, ei vasto genio de Ji-
hienez entró sin acobardarse en lucha abierta, contra grandes de £t«
paña, ministros subalternos, canónigos y frailes, quedando todos ven-
cidos por la firmeza y prudencia del Cardenal, recibiendo las bendi-
ciones del pueblo por los beneficios que las reformas les había proda-
do. Los grandes honores que gozaba Jiménez en la corte, y de loi
que era tan digno, ni lo engreran ni deslumhraban , y solo le serma
de estímulo para mantener sn actividad. Sn amor por el érden y
justicia, por la grandeza y caridad era el ejemplo de sn «éma grande^
la prudencia y perseverancia eran los resortes qtie daban efceto é sus
obras, edificando, dotando, restableciendo cuanto podía eontributral
bien del estado, & la religión y á las ciencias.
Fundada y dotada por él la universidad de Álcali de Henares»
nombró para sus cátedras á los hombres mas hábiles de F4uropa y et*
cojió deentre ellos los mas idóneos para efectuar una empresa ,ciiya
idea habla concebido desde sn juventud y á cuyo fin hnbia dirijido sus
estudios, tal fué la célebre Biblia Poligleta, esto es, la Biblia escrita en
muchas lenguas, como Hebreo , Caldaico , Sirio , Griego , Lalin y
otros idiomas, el libro de mayor mérito en su especie pubKcado hasta
entonces, y que ha servido después de tipo y modelo para todas Iss
biblias peligrosas publicadas en los siglos siguientes. Así mismo ar-
regló é hizo imprimir el antiguo ritual de las iglesias de España, co-
nocido por el nombre de Mozárabe, que eran los ritos llamados así por
haber sido usados en los primeros siglos de la iglesia, y conservados
por los cristianos que habían permanecido bajo el dominio de los ira*
bes ; y para que manuscritos tan antiguos no se perdiesen los msii-
dó á imprimir y repartir ejemplares en las mas frecuentadas lyfi¿í^
tecas de Europa.
Conquistado el reino de Granada, mantuvieron los Reyes <J«**^
eos en la nueva capital una corle muy numerosa por consejo del Car-
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¿eúü Jimen^, por qivt no habiéndote bedio la conversión, d^ i»^ue-
lk>» üKurost paligmria la tranquilidad» publica btijo uu solo goberna-
dMi jTOttando «e modo la corta tomo á su cargo el Cardenal la cont.
fte#s«Mi4e aqu^Uoa^puevos subditos. El espíritu imperioso y decidida
de JimeneK y »o libre de la intolerancia del siglo, le sugirió una medi-
da eotYM golpe decisif o, para desterrar el raabomeiismo, lo qac puso
ea «oaatirnaoton al territorio conquistado» el golpe fué quemar pú-
bKeamenie todos los ejemplares del Alcorán que pudo obtener por
grado ó foorza* La consecuencia fué una revolución de los moros, j
para 'apaciguarla pidió al Rey un perdón general para todos \o$ rO'-
beldes que. abrasasen la religión cristiana. ¡ Entraño modo de conver-
tir) prowikcar á los infieles, y prometer luego perdón á los qua aban-
donasen la religión en cuya defonaa se babiaa armado. Esto mu^tra
que el Caeáaoal Jiménez era superior , no á su siglo sino tambieo
ár Um imsibres de su siglo* Si aquella bogaera pública jiubiera causa-
do solamente la destrucción de mucho» ejemplares del Alcorán sacia
de-poco momento, pero el daño que causo en ultramar fué mas U-
wantable; porque sirvió de ejemplo á los primeros misioneroa en. Mi*.
»eo«para quemar todos los escritos fefogliAEM)9 é historias en langv^
mexicana que pudieron hallar á las manos, y 4Miya pérdida es caua^
é% no poder entenderse loa cuatro ó cinco volúmenes de aquellos ge-
rogbficos preservados ahora en Europa.
' La muerte de ia Reina Isabel en 1504, lejos de disminuir el cf^é-
dtlo del Cardenal quedó m*is consolidado por la preponderancia que
babia adquirido como arbitro entre «1 Rey Fernando y el arobiduqi^e
Feüp&i marido de la infanta doña Juana que Uabia heredado la cch
roaa de Castilla, pero la muerte de Felipe poco después, dejando Á
•os hijos tiernoa infantes, produjo obstáejulos en el ministerio del
6ftrd«Mial que solo sus talentos eatraordlnarios pudieron snperar. El
Bnperador Maximiliano y el Rey Fernando, abuelos ambosdel joven
Carlos de Austria, pretendían eada uno un derecho igual á Ja regen^
mdei Castilla^ Femando era aborreaido de la nobleza oast^ana,,
^rqu9 halna sostenido con ^rmezael poder da su mugar Isabel .e0n<>
Drai los grandes de Castilla, y por esto, asi como por haberse caaa^
nagundii v«2 y privar en caso de tener hijo varón á su bga doña J^a^ka
dol rotnode Ajragon, se declararon por Maximiliano^ Jiménez que np
^podia tolararda idea de una dominación .esirangera, aun<|ue nunca
hflbia sido favorecido por el Rey de Aragón, se decidió abiertamente
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—444—
por él, j por su influjo sobre el dero y el pueblo triunfo de los nobles
haciendo reconocer á Fernando como regente del infante y como go*
bemador de CaMtilla, aunque á la sazón se hallaba el Rtjr en Nápolot*
En este caso fué cuando resplandeció mas la habilidad poHtiea dd
Cardenal. Ninguna nación tenia en aquel tiempo ejército pormaoeot«
ó del gobierno, / cuando se necesitaban tropas las supüan los aedo*
res con sus subditos en virtud del derecho feudal. El genio de Jimeaes,
fértil en recursos le sugirió el dar á todos los pueblos el derecho do le^
lerantar tropas para mantener so libertad, j de este modo tan senctHo
como eficax armo la nación con el título de Comuneroe contra los no-
bles que tuvieron que ceder al superior talento del ministro*
Vuelto Fernando á España 7 encargado del gobierno de Coatí*
Ha, se aplico el Cardenal á una grande empresa que había antes coii*^
cebido, esta fué la conquista de Oran en AÍKea, Femando no «pro*
baba el projecto, pero el Cardenal hacia la espedicion á wa eosSa y
con tropas que le seguian volantaríameote , por lo que el rej josg¿
no debia oponerse al plan del arzobispo. La Europa vié entóneos ua
ejército respetable, reunido, pagado, mantenido j mandado pornn s»>
cerdote como le llamaban sus ém«tlos , por un fraile da setenta aR<Mi.
Es verdad que habia escogido para dirijir las acciones de guerra &
un gran caudillo, el famoso Pedjro Navarro, pero este orgulloso ge»
neral no podia sufrir verse sujeto en todo, j dependiente de k antoó*
dad de un eclesiástico, y Navarro así como Leiva se habia mostra-
do ito poco indiferente á todo lo que era religión. Elsta ropugnanciat
y el saber que el rey no aprobaba la espedicion , le indujo á hacer
mochas intrigas para frustar el proyecto , hasta consentir á la tropa
amotinarse al tiempo del embarque* Sin inmutarse el Cardenal biso
conducir á bordo de los barcos la caja militar, todo el dinero destina*
do á pagar los sueldos, y sin mas reconvención, bastó esto para que
todos los soldados marchasen de su propia voluntad 4 embarearse*
Efectuado el desembarco en África, mandó el Cardenal atacar íame*
diatamente la plaza, y su firmeza fué sin duda , causa de la vieteiía^
porque Navarro, aunque el mas soberlno é intratable getier iU de e«
siglo, se vio obligado á someterse y ejecutar la orden absolata de «a
viejo y sacerdote. La plaza fué tomada con pérdida de toda la guar-
nición, y el Cardenal volvió á España, donde fué recibido con apiaitr
*0B« haciendo su entrada en trionfo por las calles de Aleali cea loa
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—445—
etolaTOf biechos j el tesoro recogido por delante al estilo de los Ro-
manos.
Bl Rey de Arajj^oo Fernando mario en 1516, dejando en su tes-
tamento nombrado al Cardenal Jiménez , como regente de los reinos
de Castilla y Aragón, durante la aufiencia de su nieto y heredero Car*»
loa que á este tiempo tenia diez y seis años. Los grandes de España
no aprobaron este nombramiento , desdeñosos no solo de rendir su
misión á uno inferior á ellos en nacimiento , mas aun atrevido tni-
nistro que les habia <|uitado las donaciones y privilegios que sus abue-
loa habían obtenido de los Reyes anteriores, y solo la necesidad leu
aometia á obedecer al talento superior. Luego que el Cardenal regen-
te tomo posesión del palacio, fué una diputación , compuesta de los
nobles mas distinguidos, á preguntarle arrogantemente en virtud de
que poder habia tomado la regencia de España; el Cardenal con su
acostumbrada aerenidad hizo señas á la diputación que le siguiese, y
acercándolos á un gran balcón les mostró su guardia que habia man-
d«do poner sobre las armas en aquel campo , y estendiendo el brazo
hieta el campo marcial les dijo: '*En virtud de aquel poder gobier-
no yo Y he de gobernar á España, hasta que el príncipe Carlos ven*
ga y reciba el reino cuya regencia me han confiado.** Y haciendo
una seña con el pañuelo, hizo una descarga la artillería que puso en
consternación á los nobles, mientras que el Cardenal, les dijo: Heeo
est última ratio regum, y luego se retiró la diputación.
Los enemigos de la inquisición mas bien que del Cardenal Ji-
ménez, le acusan de que durante los once años en que fué inquisi-
dor general, fueron condenados mas de cincuenta mil personas; pero
los miamos que alegan esto confiesan, que el Cardenal Mendoza, por
consej<» de su vicario general y consejero Jiménez, se habia opuesto
al establecimiento del odioso tribunal; prueba de que Jiménez
cuando inquisidor , no pudo resistir los abusos de aquel siglo encu-
biertos con la religión. En la biblioteca de San Isidoro en Madrid sé
cooserva un manuscrito del Cardenal Jiménez, titulado: '^Gobierno
de Principe** y dedicado á Carlos de Austria, 6 Carlos I en Espa-
ña, en el que muestra los abusos de la inquisición y particularmente
las formas secretas de sus procedimientos, proponiendo reformas muy
sabias.
El Cardenal había llegado ya á cerca de sus 80 años, y aunque
muy enfermo continuaba en la administración de la regencia, con él
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—446—
colega Adriano, obií^po de Utrecht , y preceptor que liabia lido dq
príncipe Carlos; pero oponiéndose siempre con firmeza k la ambi-
ción de los cortesanos flamencos lo que produjo al fin su deshacía,
sí puede ser desgraciado el ijitimo paso de un grande hombre, y en
la mayor ancianidad , á su sepulcro. Todos los hechos de su admi-
nistración habian sido dirigidos al bien de su nación y al interés del
Rey en su minoridad; pero seducido el principe, cuando declarado ya
de edad y que podía mandar, escribió una carta al anciano y patrio-
ta Cardenal, diciéndole: que cesase en entender en los negocios del
estado, y se retirase á si,i arzobispado á descanzar como tanto habla
deseado. Afligido al ver tanta ingratitud, y mas quizás con la idea de
que la rapacidad de los flamencos iba á quedar sin barreda que ía
contuviese, murió pocas horas después de haber recibido el frió des.
pacho autógrafo en 1517, á los 31 años de su edad.
El cardenal Jiménez poseia en algo grado las cualidades de un
gran político, sagacidad, prudencia y firmeza: con la primera preveía
muy de antemano los acontecimientos posibles; con la segunda cal-
culaba lentamente las medidas convenientes para asegurarlos 6 efi-
tartos; y con la tercera hacia ejecutar con tanta prontitud como exac-
titud lo que una vez estaba ya resuelto. En medio dtil desorden en
que se hallaban las coronas de Aragón y Castilla al tiempo de su
unión en el reinado de una princesa demente , arregló las contribu-
ciones, pagó la deuda nacional, recobró las tierras y pueblos usurpa-
do! á la corona de Castilla, y mantuvo el orden publico. Fué acusa-
do de orgullo y severidad, porque humilló con mano fuerte lu sober-
bia de los grandes; no es á la verdad orgulloso el carácter de un mi-
nistro humilde que abate la arrogancia de los nobles desmandados,
ni severa la administración que solo busca hacer obedecer la ley. El
Cardenal Jiménez era en efecto un grande hombre , su vida y su ad-
ministración han merecido los elogios de los mas ilustres escritores
en los dos últimos siglos.
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_447—
LOS PMIOS DE MOmCZOMl.
«-r*
9IOTIC1AS QUE DAIV DE ELIiOS lA^ COlV^llJIST ADORES.
L/HHudo lo9 espaaoles oonquistaroo este país, se sorprendÍAron
coD razoD de la magnificencia verdaderamente regia que notaron en
'os principales edificios de México, y sobre todo , en los palacios y
quintas imperiales. Tanto mayor debe haber sido esta sorpresa, cuan-
^) que no podian esperar tantos adelantos y civilización en un pue-
blo, por tantos aáglos incomunicado con las naciones mas cultas de
la tierra.
Bajo el reinado de Mocteuzoma II, México había comenzado á
deiarxoUar aquellas ideas de lujo, de ostentación y de grandeza, que
hÍq duda a(|quirieron en Asia los progenitores de los aztecas; que con-
servaron por una constante tradición; pero que no habian podido has-
ta entonces realizar por las adversidades que humillaron tanto tiem*
po á los mejicanos antes de enseñorearse del pais, despojando de él
á los antiguos chichimecas. No hablaretnos ahora, ni de la pompa y
magnificencia con que vivia Mocteuzoma en lo interior de sus habí*
taciones, ni del ceremonial que en su córtese observaba estrictamen-
te^ ni del aparato y grandeza con que se hacia conducir por los prin-
cipes y señores de su imperio cuando salia de las residencias impa*
ríales; esto será objeto de otro artículo; en éste nos limitaremos i ha-
blar de lo que había de material en los palacios. Por desgracia, los
conquistadores no tuvieron la curiosidad de hacer levantar planos y
vistas de los edificios imperiales de México, antes de destruirlos; y
sin duda que talos planos y perspectivas se habian podido formar muy
fáoilmentei no por leus españoles^ entre los que no había quizás un so
lo dibujante pero sí por ipuchos indios que dieron tantas pruebas
de conocimiento en la pintura « diseñando los barcos de Cortés, y
cuantos objetos hizo él mismo dibujar para que sirviesen de mode-
lo de las obras de plata y oro que se fundieron en Méjico para re-
mitirse á Carlos y. No obstante; las noticias que los primeros his*
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—448-
toríndores de la conquista nos dejaron ■o|>re los edificios imperia-
les de México, aunque no son suficientes para formar una id«B
exacta de su arquitectura, bastan para conocer la graadesa / el lujo
de aquellas obras, el buen gusto que dominaba en ellas* y el enoraie
costo con que habían sido formadas.
Estractaremos lo que Clavijero ha escrito sobre este objeto, j
añadiremos lo que nos refieren sobre el mismo Cortés j Bernal Dtais
del Castillo, que vieron y observaron prolijamente las diferentes obras
á que este articulo se refiere.
Clavijero, después de describir la pompa y cereaioiitiil de la cor-
te de Mocteuzoma, dice: '^Correspondian á todo este pomposo apa«
rato la grandeza 7 magnificencia de las casas reales , de las qaintas,
bosques 7 jardines. El palacio de su ordinaria residencia, era tni bae«
to edificio de piedra y eal^ con yeinte poertas qoe daban á la plaaa
7 á las calles , tres grandes patios , 7 en uno de ellos una hermosa
fuente, muchas salas, 7 mas de cien piezas pequeñas* Algunas de las
cámaras tenían los muros cubiertos de mármol ^ 6 de otra hermosa
piedra. Los techos eran de cedro, de ciprés, 6 de otra exelente made*
ra, bien trabajada 7 adornada. Entre las salas había una tan grande
que, según un testigo de vista, cabían en ella 9.000 hombres.
Antes de pasar adelante , 7 para que no se crea qne el Abate
Clayijero, como mexicano, ha exagerado al hacer esta descripción
del principal palacio de Mocteuzoma, diremos que esta relaciones'
tá apo7ada en la que hicieron testigos presenciales. El Conquista-
dor anónimo, citado por el mismo Clavijero, es el que asegura haber
TÍsto la sala en que regula podían caber 3.000 hombres, 7 aflade: qn^'
habiendo estado cuatro veces en el palacio, 7 andando por él hasta
cansarse, no pudo verlo todo.
Los habitantes de Tlaxcala 7 otros que conocieron fa viva in*
clinacion de Cortés á las riquezas , le exageraron de propósito laa
de Mocteuzoma para animarlo mas á la conquista de México, 7 pcir
«so él mismo Mocteuzoma en la primera risita que el conquistador
)e hizo en su palacio, le decía, según Bernal Díaz refiere! '*Maiinche,
bien sé que te han dicho esos de Tlaxcala , con quien tanta amistad
habéis tomado, que 70 que S07 como Dios ó Teule; que cuanto hay
en mis casas es todo oro , plata y piedras preciosas : bien tengo co-
nocido que como sois entendidos, no lo creiades, 7 lo teniades por bur*
la que ahora, señor Malinche , veis mí cuerpo de hueso 7 de carne
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eomah» iritestnfs: mw canas y palacio défiñflrtti mulera y daií^át
ii»r:yo'graii Bey; tlwoy^y tener riquei^^s^ mu anteoaioreB tá tengo;
tmlB nola» 4oeérc|8 y muirás que de mroe han dicho: asi que tara-
Iúbo'íqm (eoeís popr baiiÉ^ ceoto ysa tengo íéde nuestros truenos j re-
lámpagos." No obstaste testas obsemiAetooeH de Mtote^sonia; ñié
gffmde la sorpráa;qii6'4atl8Ó.iá Cortee' la grandita% de los palacios
de Mé»oO| pues escribiendo sobre esto á Carlos V., le dife^: ^^Tetiía
(Moetenaiondn) así fuera dé ladodtid coibo dentro, iDüchas casas de
placer^ y <eada itáa de su manera de pasatiempo, tan bien labradas,
eUMto se potkíftKkoirv y ««miéis feqafsrtao ser psfa un gran principé
y señor. .i
' ti'Teifia dentm de la^siádad* aasrcosas de aposentamiento, tales y
tao' aaatwillosat, qoe «te parecería casi imposible decir la bondad y
l^att<iezadeelia8.>A portanto , no me pondré en espresar bosas de
eMasí mn9-de qu¿,eu &paMm no km^ su semejabU,*^
MvtneA Díaz no nos dá una idea e^cacta déla distribución del pa-
laeia principal doMoctaueoma; pero desoribe tan minuciosamente el
aerettvoaiat de su corte, la grande servifdambre que lo asistía, y la
asudtitud'de empleados páblicoH que habitaban en aquel edificio, qué
por esto ' solo se puede venir en conocimiento de la magnificencia de
aquel edificio.
Otro de los principales palacios de Moctenzoma era el de su padre
d Bey Axayaeatl; donde fué hospedado Cortés, y que parece estaba si-
tuadoente e»lle d« la fistampn de8anta Teresa la Antigua. Ctatijero
dice: **Que cuando se retiro Moeteuzoma de este palacio: dejando allí
á Cortee^ este cameazóá ezamioar todos los departamentos del edi-
ficio pera distribuir los alojamientos para su tropa."
**E volvamos, ^1100 Bev nal Diaz, á- nuestra entrada en México,
que nos llevaron 4 aposentar á unas grandes casas donde hahia apo-
eencoe para tedos nosotros, que habían sido de su padre, del gran
Mocteusoma, que se decía ÁJtacayátl donde en aquella sa¿on tenia el
gran Mocteozoma sus grandes adorátorios de ídolos, é tenia una re-
cámara muy secreta de piezas y joyas de oro, que era como tesoro
dolo que había heredado de su padre Axajriieatl que no tocaba en
ello, y asi n^ismo nos llevaron á aposentar en aquella casa, por causa
que como nos llamaban Teulés [dioses]^ é por tales nos tenían*
Sea de tina tornera fr^e^otre,: alli bc/s llevaron, donde tenia hecho
gmndet estrados y salas níuy é^ntoldadás de paramentos de la tíbrra,
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-449—
Ifíira» nnestro Oi^itMiv y paío eádauíiode oototéM frtras etnaa dees*
ra«, y unas (oidiUos eA49ÍBMt que nó ae d& aistt Gatea, por raoj grtttt
8eríori]Qe aea, porque no las «aan, / todos aquelkis palaeloa vmxf Is-
didoi,*y encaladoa j bartridos, y eerainadaa. Aftadeqiteia saladesti^
nada para. Coftéé estaba • muy rteeníiente aderesadá*
• « .A>i*nqaejiM) mey eireulistaiiciildameale hablen algneea híslorís*
ideret de Ja. conquista de otros deapalaeioe principales que téntli
Mofiteusoma, uno que parece era un grande arsenal, ea que ee Mil*
eaba 7 gpai^aba el amameoto» y oire qee esCaba^dealitiado pare la
vesideeoiade I(m emperadores en los día* de Into^e de ayunos y réér
ro que exigían sus creencias religiosas.
'^Pfjemos de faablar (deeia Barfiel Oías) de le»libree.y eves-
fafif pnief TA fuera de nue«ira.relaefeoii y dj^awea cerne tenni iiee^
te^uzomf doa.castts llenes de todo géneros de «rmeey muehaede
ellas ricas con oro y pedreriasi coaio eran rodelas grandes y chieas,
j uaas como macanas , y otras á manera de espadas, é otras lan-
i&as mas brgas que las nuestras, con una brazado Cuehüla, yen-
igaftadas en ellas muchas navajas, que aunque den con elle ee ea
broquel 6 rodela, np f^Jt^n; é cortan en fin, como navajas qaeae
rapan con ellas las cabezas: y tenían muy buetíoa arcos y flechas, y
▼aríns de á dos gajos, y otras de á uno con sus tiradoreá ]f muebaa
hondas y. piedras rollizas, hechas á mano, y unos como payeses, que
aon de arte que los pueden arrollar arriba cuando no pelean, por*
que no les estorbe, y al tiempo de pelear cuando son meaesüer loé de-
J4f» cai^r, él quedan, cubiertos tusouerpes de arñba ebejok
También tenia muchas armas de algeden ooMiadas; y mámete
te labradas por de fuera, de plumas de muchoe edores 4 manera de
divisasi é inv^ncioAes» y tenían otros como oapaoettii, y cascos de
madera y d^ huf^o también muy labrados de piamA por dcfuerst y
tenían otras a|:mnf de otras hechuras, que perescusarprolixidad las
dejo de decir; y sus oficiales que siempre labraban y eatendian en
ellO| y mayordomos qu^ tenian cargp de las cosas de armes»'"
Hemos copiadp literalmente las relaciones de dos testjgos pre-
senciales y ^spanoles, Cortés y Bernal Díaz; porque orili a ariamente
se cree que hay exageración en cuanto se refiero á la grandeza an-
tigua de México, [irincipalmente cuando se asegMjra, como lo dice
Cortés cspresamente, que en elgunos puptos ^s mexicanos del tiem-
po de la oonquiíjta estaban mas adelantadas en civilizeoioa que mi^
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ahM i|aflteM» «iimHM» ^ que áhom h»vim Jmhm^'Hkrm km
jiUffWi da MocteuzíHaMir QO ea «ioe aotasgo de tu Mtf eificeneM^
daJa.^nenoeejtfifdalayMar luia ideaoeliel sino «oaado ee lee le
deií^iípeÍDii que iikteMO lee mÍBoiee oonqaifi$dei«s del oefenieniftl de
en eeite, de ea pneteneae ew^idnaibre» de eue aerrattee> desee jttdK
«es» kimníie4eena> xe«Mui4e otmpo, ea que ertebe aves« peees, fie-
lee y ceenleí tefambe eeeeooeiea ee Aeehvieo 7 en otree cemereaé
De.leepelecíeadieiBiQeteOEoma nada qitedé ea )iíé; tod» fM
deetiiHdo por lee eapeieke, piiee ee tímn eaMdo qoe Cortés per
abremrla toma de México, deetíaó «m gran nérmefo de dáacaltecaa
qaeeiiHileee'deaepadefea deneelli^aa-liaÉta los dmíeiitM los princi*
paisa ééáma^i f 4f eepoe» elloe aliemos 7 los metidaaos leedMearon la
eMaé bejo^om^Amita.
f <lftH^ ■! II
tnravziAiizBABias
m-Ámunos Autores y sabios italianos.
<Ilac<Ao Claveiro^ ere aa noble remifno amigo de los Farnecios
Y eepeeíalfiieate de an peteonaje ilustre de esta ñiroilia; el cardenal
Jlclsjandró; el espíritu , la graeta 7'ef saber , que adornaron so edad
madera, jiistífleafon las felices disposiciones que había manifestado
%a^ jarstttttdt pero ta ranidad, qué contenia en ciertos limites es el
taóf4l de las belfas acciones, habla llegado á ser en él lo que en nues-
tro sfglo se llamaría una monomanía. Ardiendo en la sed inestingtii-
ble de alabanzas , no habla espedientes por pueriles 7 ridículos que
fueran que no pusiera en práctica para procurárselas. ^
'Animado déla esperanza de llegar i una alta dignidad eclé-
sl&stfea se hizo ordenar, 7 sus superiores lo enviaban anualmente co-
mo confesor 7 predicador 4 una ciudad de Italia, donde habia un cé-
lebre colegio. Cerca de éste, se encontraba precisamente la casa de
CVaverfo, 7 observaba con cuidado los que pasaban diariamente bajo
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^ -4»-
•M Woanefe.fiÉAtido M le Mñiüaba «IgiUo ip»^Uptiiieiil«» paivia
poesúa 6 la ^kicuenciá, lo liai»«iibír ydesfHMs^de'lHi^U^eAogMt
muoho^acariciádolo.y cegaláflolo oaaoonBtcta8'jrf|Batel6i,tÍ4>ait'iia'^
Cuba la proiD«8a^4e ^mú fneza ea vaooió «ni peoaa dingtda 4«utpt«H
pin Alabanza, ouf4> prd«n dictaba el knmif)^ AaicAítuve ckinMJi«»
j6veoe»y que ea lo de adelante ilegeron átei s^«bfaf,/aiiai<faleettM»
de muy booUoB .verso» ea su hooon Loapoeia&^deai^piMJ^úiBpoine^aí
escaparon de sus importunidades, Auibal Caro, el Tas8a^3mm0» Vw-
ofait Jolio Gétiar SteUay FelieífWf,fuefieil pastos <áitcpBAnbucíon:
todos dierop v^j^sos en ce)ebrid^ <Jíe,..C(ifti(^ÍQr ReíAoieodp 6$tetUa
preciosa materia forqió 4o^ vaJMq|0Qes ,, ^ uao¡en l^M» , y^eiaUm, «A
italiano, y ala cal:feza de c«4a ufu> A? eUos «0 i^iao ^ 4 van de(eU>
los porme^fiOrm. de ^u^vid^* Aiuu|ue.era irigom^jr eit|Ui|ii U^i^íd»
conocimieotos, esta vanidad sin embargo, lo h^ objfHQ 4j9 l^i^tmAI'h
rio bastante viejo en Roma, en 1600.
Nicolao Masíni de Caseoa , que vivía, poco mas 6 menos en el
teísmo tiempo tenia otro género de originalidad : su pretensión era
aun mas estravagante. Estaba muy versado en las bellas letras y en
los conocimientos abstractos. Las n^atei^átic^s^la filosofía y la medi*
ciña le eran familiares: ere admirable en esta últim# ciencia y ejecuto
cufM^ones tff maravillosas que los mas |[raode$ se^or^^^í y. amiioa
principes de su tiempo, ocurriau á él.
£1 Papa Clemente VIII le eseiibió diciéndole que lo nombraba
8« primer médico, y le suplicaba fuese á vivir á Roma para desem-
peñar suiempleo. ]M(asiiu Uipia. un» ^i^a Jlam^dfi» ^S/imt^t,^ quien
coasujtebí^, todas sMfii cosas y.cujof cornejos seguia ci^a«9m4^Ü9w
ploró^.pil^K, la opinioJ9 de e^ta m,uger, y luego escri^MÓ al F^pa qo^
np podia C9paplacerlo« por<;i»e su qrifida noerade.flp^Hia4|UQm|i^
ra de^ISMcilio lo que hisu) de^eir ¿ los burlistpis de Ro^ia» qpe
Mfu^ipi tenia mas deferencia por su l^aatii q^ei por su sanUdad. P^^^
lo que exitnba mas la lisa, era el cuidado miau(^of»o cctn que formí^
de su propio puño una lista exacta de 19(^0 lo que debia aeoRipi|&4f;i
lo cuando proyectaba algún yiage. Hombres» paballps, pef r0«^ ly^e^io
lios de cocina, correas y los. objetos mas inaigpi^ciiptei.^f^in allí
cg^n^pr^kendidos, Cuando Uegeba eJ dia.de la partida , tomaba su Üe^
ta cori la mayor seriedad, del mundo, y llamaba por su órden.y f^n f^?
ta vojfj^ ^as^sus^partiidas co^yepzando por sí mismo: ¿Nicolasl y ^1
mismo re9f)Qndia: ¡ptjescniel Llamaba cle/spues &,iHa exilados j.cppM
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fba«'AíMf <foe ibs f^VinyU^ ctíhaliiityeiphifiáíéfñn áT llamado dált«>
#»'lá'emité8t»'cron'i^%i^rÍ¿'A ocostunibfada ^ un cnador [á quSen ¿n
éttía háUa dUdd í^ú comUion] respondía por 'elhi9, imitando el retío,-
dio de los etóaltós/y'ef ladrido dfe los perros. Délos animales se pa-
iabfl á los pa<iiiet4é y emb(^ttoH6s, y no se ponía en camino sino cuaa-
Aí%e Irábia'tenfiftníádo esta ceremonia.
'•' ^Noípodlá gnMf qnc 6e asara dé Fa agua fria y del vino helado:
su'adversion agestas cosas estaba de 'ínanitiesto en iin libro que inti-
tofo: Del nso de láit'h'eMdcts frias. Estnbleci6 como primer principió
higiénico indispensable la prohibición a1)sóluta de líqúiclos'en su es-
tado fñó: aserción sin^larmetiteflilsa en su aplicación ¿éneraí y'que
desmfente hi razón y laéspérít^óitt:' '* ' '.
' Pói' fo demás, su modo de eácYibif era lY¿no cíe éteg'ánéia" y de
cfvffécciernf irerelá una erudición éstchsn. Compuso lííüchas obras
que sus herederos dejaron perecer míin'uscfitaé. " ' ' ' '
indrés'Bacclb dé San El[)Í(Tio,' 6<fo persofíage cérebre, autor dé
muchos tratados de medicina muy dpré¿idbr¿á;¿i'&*'p>^'^^*^^^'^"^^
ma de esta cietttHa« Cnando tó'énceyAtrab^'c'éyeá'db d^ léUíSrmft ; ^i^
recia semejante á un aetor, que puesto sobre la Vi(ié()li'ólvi£K^ ^ñ't¿
raitfenle sa paf^t, ^'tíet vacilaba, tartamudeaba, f mdstli^aftü Üúk inoa-
p«eidad ábsoiutsf,' queHi'faafftitf cHIéó n! grande que qAiiiére potJMi
en 8«s manos; Aií es, qtie á p^kñr de tóáá su ciídiióia , tdVo sie'íhpré
. que tochar con lut* pobreza. Por último,' Sisto V, menos por apftíftf*
charse de sua servicios que de su conversación insthxctiva , le di6 A
titoflo y lorehKflirfffentbs de pHmér Ynédico;
' RntHio Orneo, micidl) en Roma al fin del ^déetmo'íÍTglor, de una
familia noble pero muy pobre, tenia un guato muy vivo pot )as cien,
cías y }a pbesia. Strs ensayos en este dtlímó *¿éti«ro, no son indignos
de lat mejores poetas de en tiempo. Repei^titinmenfe manlfbstó cien-
tos eatravios deespfrHv, que no le impidieron i^ntregarse i ati ptíHé
favorito. Las piezas que entonces produjo tienen el carácter de la lo*
ctttn y del génit» que arrancan la risa y la admiración.
-Su mayor placer era evpKcar loa evangelios al pueblo reunido,
'o que desempeñaba con satkfkccíon general : después hablando del
hijo del Centurión enfermo, tomaba un aire misterioso, y recomenda-
ba 4 los concurrentes y en especial á las mugares , si abaso llevaban
niños guardaran el mayor silencio. **Este niño duermiB aqv( i mlla-
do, deeifl, y seria ona crw\ inurbanidad turbar el refoso de qua'goza.'*
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_4§3 —
Una Tez les dijo qne era el ante-crístp, Pero n^ ctni^p. ffif^^imt
sea aquel monstruo feroz 7 diabólico que Ihüíq miedo os caufa joauíf
un ante-erísto suave j humano , j particulacmente {litigo di^ J^i^^ar
Pedidme todas las gracias posibles, que yo o« las concederé/'
tía día de carnaTal le vino á la idea deseniipeáar el papel d#
Hércules, y en seguida imaginó que era el roiso^p b^^oe. En contó
cuencia, conforme á las tradiciones antiguas, se puso absoluMMoeste
desnudo, arrojó á su hombro una piel de leqn, subió á caballo, 7. 4
pesar de un frío de muebos grados, deja aie?p^|iia cataei| fbandaa-
cia, dio de este i|io^q jualta 4 la ciudad. A la Tisla de un liooslifa
desnudo en tal estación, cubierto üjl^^a^e 7 en semejante eqwtpf^t
causó por todas partes una risa iqostinguihle*
A ooj^seo^^^^ da e^ta (Donreaa , se le ^neerró en iHia cc|n de
locQs. Se co^u}9 en ella de on nsodo .muy ^emplajr.f e^tcag^odoae
tranquilamente á sos trabajos Uterarioa; pero ^n día » estiEindo ausen-
te el cocinero, ^tró 4 la cooiiM 7 ^devoró por 9% Bphf ciiaiito ae había
PfSffMrfKlo para todos Ion <w*^ comprendía la easa.vfisle hecho ba^
]|afa ^uir)<> da allí, pues las administradoras po quamn numle^isff
.O79, ua día damostnis A un paofaso? de, $fúef , f|aa 4^$^ aaoioaaf
^q^MATfM^^^Pi^mUc^^ ¥aiiieama,^ na 4Hs«KHí4tfar»
9on;ia la sensación pi^ «s^n^plos 4elfirío 7 delrcaloc .Una demasVAcioa
m^7 Sf^ncÁUat á^f^ ti loeo sni& ra 4 eonfaodíf tmmIso HMiaioaiMai,
j, Ipiaando un majrtí^lch 7 ua clavo sumU éstf , en wa parad:
"Vad, añadió , que 7a abro 7 omro 4 un núsvlio líempoc i^^lj
cfff^ rnaa^CoaUadialtm qua vaciar y-Maaart^No embttrgo<,amlhs co-
sas, p^e^an teaaoa «mult4neamattle4"
£|^r^9^ maa oa«a^da da su vida ea ésle: Queriendo i|ar gra-
dea prx^fQÍcMi»ateaA*laa'aaludaa segm laaaaHdad defaaperaansvb eé
jPMpdfí haaar tiea aombreros que se eoeajabaa «no«ii'dir(»< Vfffa aa*
Jadiar 4 iW'aasiipíae-qttitaba iído^ para aalndar 44iaé peréboa^ualb
ficada, se quitaba des, triando al-uMOien la amio éMéhíít^ ainMo
aulla iaviAiierda. UltimameBta, paira saMar 4 un- gran dégnata^io, se
ipií^aba^el prinsero 7, el aef ando t, del modo que 7a faenaos ditftiO) 7 d
tm^fi^io, dejaba oaac h4oia airási quedando pendiente* de ütilisMiL
i^n.pramio de eíste impértante deseabrimieak) pidió ser mantetñAo 4
aapanias 4sl fislado.
tfarió por total oemo había virido i maackmio siempre' rtroh^
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-.454—
tmhm í fttt locura* Venid, decía á sus amigos , venid á f cr eclipsar
(tallar steÉipre al sol del siglo/* y para hacer la cosa mas notable se
Mto'íkbHcar sobre su eama mortuoria, una corona de rayoé dorado^
en láfaiinas de cobre.
filfUSLITimifll OmiBRTO.
..lífol
i i^c^. mucho tiempo que en la esfluina de una calle del ca*
^ 4^.Puena-|ifi|te^anzm fe leia «o cartel ei^o contenido nos trau^»
cribe el autor de la Mqjia blcmca á deseuhurto^ del modo siguiente:
''El ^cSilcfec» aiiturf ^ deBohensia, doctor en pirotecnia, pro-
S^pr dq q(|ira<|i9Ac¡^,^ i^OAocido ea laa colonia» íogletas eon el nom-
^m de Crooktf iflferjaiülii acaba da llagar i esle país á instaneks de
maehaa perdonas de 1^, primera distinción, j con tal motiYO tiene el
boo9r ^ AnaMíar al {MÚblico, qua despaei de haber vistfeado todas
l^aiBQftjIopiís 4a JaJBiüyípaiftfwa parfeoaioaarsa anJaa^neias fulga*
res, que sonreí. algebra,. la^qjliiQMcat ia asiiAaralogia, la t4f(eiiometríai
la hidrodüjoma J^ la astroffOMÍa % ha viajado por todo el mundo s&«
bio y aun, entre |ps.> paeMoa iwsdios aalviyef, para iniciarse en las
^aacias aaaliia9v-miitiaas y icasoeodenles, talea como la cabalística, .
U.al^Biia»ia.»igragiaw>» laaetrologiajudiciamyiaadíviAaeion, la
superstición, la interpretación de los sueños y el mag—tismo éniftiaU^*
. ^'fia estudiad» eatreiiitajr'dos-onítefaidsídityyisjad^egseten-
tayi-fiineo laioos^ doade kaanasultado 4 lo* heeiúeefos da Mogol j
tas mágieQsJ9anioyeéos9.lMi navegado al redadordel- mundé para bo-
jear ia grande obra ^.la aatatalesa) desde los jdoe del Norte / del
aaetrai, hasta Im dasiactoe arctíentes de la zona t6flrida« Ha recorrí-
do los dos hemisferios y vivido diez años ea Asia ooa loa sahioibaii*
quie indida^' qaa la efiseAatda el alteada «alnMsr faia tempestades^ y saU
vasse en un aaoAvgio, dasliaáadanr sabrá Im sapegftaia del mar aoia
zancas elástiaes*'-' ,*•(•}•
,*'9?rae-de Tunj|ttia'jr d# la Cochinchinri, «álismaaae y aniUaa
preparado» baj9 cieftaa oonstetacioaes, ppr coyonMáta es láeíl jreoa»
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nocer á Ioa|adron^; y prev^uic los ro|t>os: tienea también h viltydde
d;^ nmAJbiJidiacl á. Us personas urañas j desdeñosast «quieUf á !•»
diablos <:a99|'09, de(ene^ á los duandest y conjurar totf eupecuro^ noe*
tarnos;
** Aprendió de los tártaros del Tibet, el secreto del gran Ddaf-
Lama, que se hizo iamortdí , no como Voltaire y Mootgolfier, por
produciones del genio, sino comprando en Suecia el elixir de larga
vida, en Strasboorg el polvo de Cagliostro, en Hambours el oro pota^
ble del gratoQ^ DMfcf 'SlTA <€reitn|in, en Stcitt^^fllU mufeU del pa-
dre Barimbé, y^él bastdn*del judió errante; ciíandb ^e rieron pasar
estos dos viejos por la capital 4»^Wf temberg el 11 de Mayo de 1664.
'^Usando del ungüento con que se untaba la magna Canidfa pa-
ra ir' á sus juntas hoctumas, probará con esperieneias milIti^Ueadav,
qúa Un bombre p¿i^de entrat pok* A cuello de una botella , si ésta es
suficientemente grande."
'" *<Advierte adenias, c^eM^ué'ctfrArtrdo el doler de waetas, no co-
ñÍD Tés empírico^, i^?no por un medio tan cierto como inaudito, y
éihkiste en t;orta^'áA paciente la cabeza; y para demostrar que esta
¿pek*a(ñbtt no es -peli^sa jr que puede practieario según las reglas
def arte eW^ Hité etjucukde de (pronta, eegura y agradablemente) de«
¿á^támaelios animalee, ylos reattettari iui4iietaote desp«ai,aa-
gtin }oH principios <hli padre' Htfker en sa palingenesia,
'*^E8tá tau persuadido de la eficacia de sn» rémeátos «obre la
¿dontálgia y «obré tbdns las enfermedades curables é incurables, que
no tem^ prometer una suma estn^ordinaria á todds loe enfermos que
d¿&ptyéli'd« tétfi Mete» de haberles aémioistnulo ana 4fogaa« eaiéaea
estado dteoqaajaive;'^' . . v . .
- <' **fil*ma«MfA Pliefer«o se aveiitaraba demaaíaAi en prometer
<]fub>anifcría ^por'elxuéMo'de oáa^botaila, jí eiim^ra suficimiemenie
^7UÍ«.'lMo'd0simt»mpañeiÍ9«^ tadaría mas atreTÍdo,*4iao jmaaciar
¿n'Lindi^es, que taltdiav á tai liomi y en tal teatro ae raetaria lodo attr
tero en'tioU bolettanla oaatro auartíHos, á pesar de qwe el taleliarfai-
tdh <ét«'tan grúeeo oom^i «n tonel .^
>r Una multiiud imnenaalooBCurrió al laalii» señalado* Dada lalnn
i%ee Ie^m6 ettélon y dejó varsoWe la asoena uaá botella de ooa-
tro cuartillos. Presentóse en seguida el hombre gordo ^oe ^bía^ma^
terse en eUa, y nadie dudó qué iba & retractarse da io ofroatdü; pero
faé'todo locottthurio/ . it:
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^^Señores y teñoras, ilijo á la concuf rencia: no et en esta bote-
lla donde 70 quiero meterme , sino en una media boteÜH ; pero esta
suerte, que es mas difícil que la otra, exige alguna prepuracion. ¿Quie-
ren Vdes. concederme un solo minuto?** — Se le concedió de común
acuerdo.— Pero este minuto se pasó: luego dos , tres , cinco, diez y
por ño, hasta una hora. Entonces el público comenzó á enfadarse f
á pedir á gritos que compareciera el juglar. Levántase por segunda
el telón con gran gusto de los espectadores , y hubia efectivamente
sobre el tetitro una media botella; pero el hombre 110 estaba alK.
Mientras que ios hábiles discutían sobre la posibilidad del he*
eho, el charlatán se habia metido cun el dinero de las entradas, en
una tilla de posta, y marchaba á todo escape para Douvres , á fin de
pMarse i Francia.
PROTOCOI.ACIOIÍ
96 todas las dlsposleioiiea realas» admlatetrativas 7 eéoiiMa*
eas publicadas de ofteie en el mes de XTováembre tttiltte.
ComUion provincial de iuitruccion primaria. — En atenoios4que'
para los exámenes del colegio de San Cristóbal aen iadiapeasablea
signóos días deasiüeBcia pon parte de la comisión qoeios fH^siáa,
á fin de que esas tarces ao graviten solamente en los seiloi^sque ya*
estáo elegidos , se ha acordado aso<Harlea para solo los aotds iesiatia^
des á loa Srea. Dr. D* Manuel González del Valle y Ldo. D. Migué!
Govántaa^ ....
También se ha acordado en victud déla motivada j-eoofÉáe be-'
cha por el Ldo. D« Esiévan Morís de la presidencia de los exámenes
é inspección en los establecimieotoa que se espresarán , hacer en au
reemplazo los siguientes nombramientos:
Para loa qae diryei^ dofta Filomena García y D. Franeiaoo Yal-
dei» al Lda D. José Ramírez y Ovando. ^
58
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-458-
Par^^ los de cieña Josefa Vargas de Azcuéoagi j doña Petroaa
Peyuan, al Ldo« D. Serañn Masana.
, Por renuncia también motivada d^l Ldo. D. José Guerrero so
ha acordado nombrar para sustituirle en la comisión de presidencia
de exámenes é inspección en el colegio de Humanidades de Jesus^ á
D. Narciso Piñeiro y por la del Ldo. D. Rafael Matamoros ea el co-
legio Cubano á D. Juan Alonso Pelaez»
Ademas se han acordado los siguientes nombramifintos. — ^lasti*
tuto de Santa Clara á cargo de D. José Imbernó«— Ldo« D» José An-
tonio Cintra y D« Francisco González Santos,
D. Juan Bernardo Pereza. — Ldos* D. José Silrerio Jorrio y Dé
Marcial Cla?et,
D. Pelayo González. -^D. Antonio Muñoz y D. José de JesM
Villarino. — D. José de Robles. — Dr. D. Juan Prancisco Chaple.
Regla. — D. Onofre Cortés. — Dr. D. Domingo Pluma.— D, Jo-
sé María Azpeitia y D. Mateo Quintero*
Habana y Noviembre 4 de 1345. — Jus^ Miguel Rodríguez^ vo-
cal-secretario.
Secntaria del Gobierno superior ciüil de la isla de Cuba» — ^Ha*
hiendo hecho presente al Escmo. Sr. Gobernador y Capitán general
Ja Junta municipal del Escmo. Ayuntamiento las dificultades que
ofrece para el cobro de los arbitrios del ramo el hacer los contribu*
yentes las exhibiciones en moneda de oro escódente su importe de la
cantidad que deben satisfacer; ha dispaesto S. E. por indicscion de
dicha Juola y coa la consulta del Sr. asesor general primero, que los
referidos pagos se verifiqoea coniptetameote de modo que ao teog^ti
los recaudadores qu0 devolf er residuo alguno siempre que no liegoe
ik tres pesos Ja cuota que se exija; enteodiéndose qc» esta ditposioion
6i eftensiva i todas las contribuciones municipales. Y de órdea é»
S. E. se anuncia en tres Diarios consecutivos para general inteligea-
cía, ■ Habana 6 de Noviembre de lSi5p^Miguel María Pamagua»
8i^$fin¿endencia general ét ^éfcit0 y de Meal Hacienda de U
Isla de Cu6a.— Habiéndose acordado en Juata superior directiva de
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—4S«—
Hacienda que lá habiiitaeion del puerto de Sagua la Grande se baga
esteosiva al Comercio de importación en los mismos términos que loa
del Mariel y Cárdenas, por las razones de conveniencia y utilidad que
se tuvieron presentes al tratarse del espediente del asunto; ha dispues*
to el Escmo. Sr. Intendente de ejército , Superintendente general de*
legado de Hacienda, de acuerdo con jel Kscmo. Sr. Gobernador y Ca*
pitan general, que desde 1. ® de Enero del próximo año tenga efecto
la mencionada medida bajo las bases siguientes:
1. ^ Loa buques españoles con registro de Puertos nacionales,
pddrán entraren el referido puerto de Sagua la Grande y hacer sii des-
carga y cargar frutos bajo las disposiciones reglamentarias vigentes.
2, ® También serán admitidos los buques que de cualquiera na-
ción vayan en lastre á cargar aziícar y otras producciones.
9. ^' Se admitirán asimismo los buques nacionales y estraogeros
qae de procedencia estrangefn conduzcan los efectos siguientes:
— ^AlfardaB.-^Tabla9 y tablones. — Duelas. — Arcos de madera. — Bo-
coyes ai'mados y desarmados. — Barriles id. id.-^Tcjamartíes. — Cor-
tes de eajas para azúcar. — Hormas de hierro, hoja de tata 6 zinc pa-
ra tdem.^-'Sacos de heniquen 6 de lienzo, — Sogas de id,— Carne de
vaca y puerco en salmuera. — Sal, procedente de la Isla. — Bacalao y
pescada.— Caballas y macarelas, — Clavazón de hierro. — Máquinas
de vapor para ingenios. — Mazas y tambores para id.— ^Piezas sueltas
para repuestos de máquinas de id. — Pailas, tachos y tanques para
id. — 'Ladrillos.
4. ^ Si los espresados buques condujesen otros artículos que los
mencñonados en la relación anterior, en este caso no podrán ir k di-
chos puertos sin que primero bayan descargado en los habilitados de
Ja Isla, los que estén prohibidos su impoi^tacion directa en' aquellos.
Lo que de orden del espresado Escmo. Sr. Intendente Síipérin-
tenáeilté general se publica para general inteligencia. Habana 7*06
Ndviembre de 1645.— ^/ofai^um Campuzanoy secretario. * '
Contaduría general de la Real lotería de la Isla de Duba.-^Vii
siendo suficiente el espendio que se ha hedió en toda la Isla Ú»hli
^bifletes deJ sorteo del Empedrado para que llene el objeto á qiié*^
dMinabá su produeio, lian dispuesto fos Cscmos, Sres. Gobérbitfof
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—460—
Qapiiaa general y Superintendetae Generfil clele|;adú de Real Haden'
da, Ee transfiera para mejor cÍFcuasunüia el ar-bttría imaginado suv*
pQndiéndoae el citado torteo, para lo cual se devolveri á loa jugado^
res el valor de loa billetes que tuvieren eti su poder, tan Hiego como
loa presenten en los mismos parages donde los hubieren comprado, ad>'
vutiendo que los espendidos en las diversas subcoleoturías de esta <^«h-
dad y estramuros, serán admisibles para su reembolso en la coleetti*
ria principal sita en el edificio de la Real Aduana.
Lo que se aonocia al publico para general i ntelige ocia. —Haba-
na.8 ile Noviembre de i84o.— Xut« de Benavides.
. Juzgado de la Real Casa y Pa4rtmam0.**^Par díaposiaion del
Eacmo^.Sr* Jue« delegado de la Real Casa j Patrimonio, con 4íe4i*«
man del Illmo^ Sr. Asesor general del mismo, ae maedaque se pu*
bUq^e el oficio y demás que se inserta , y es como sigue:— ^'^Esctno^.
Sr. — El Elscmo, Sr. Secretario de Estado j del despacho de Graeiay
Justicia, pie dicen en 10 de Agosto último lo sigaieQte:^^Escraop Se,
-^La Revista de España > de Indias y del Estraagero, que se publi^
ca en la Península por D. Fermin Gonzalo Morón y I). Ignacio do
Ramón y C^r|j)pnel|, se ha hecho muy recomendable por los d^^oa
é initructivos artículos que contiene sobre la administración de justi«
cia en Ultramar; y deseando el Gobierno de S, M. que se difundan
los conocimientos de este género con la lectura de tnn iitil publica,
cion, se ha servido mandar la Reina Nuestra Señora, que por V. E*^
se recomiende á las autoridades y funcionarios de la administración,
djp justicia en esa Isla. De Real orden lo digo í V» E* para aii fcsku^
pljmiento. — Lo cual traslado á Y. E. para Jos efectos convenientes
ppr su. parte. Dios guarde á V. £. muchos años. Habana 33 de Ooj
tubre de 1845. — Escmo. Sr.-"-Leopoldo O-Doonell.-^Escmo.. 8n
Subdelegado de la Real Casa y Patrimonio. — Habana y Octubre 37
da 16o5.*-Pa8e al Illmo. Sr. Asesor general, para lo que correspon-
da*— O-DonnelL — ürsulo Dobal. — Escmo. Sr. — Para llenar con efi-
PAcia la recomendación de la Revista de España, de Indias y del Es*
trang^ro, que se ha hecho á V, E. de Rnal orden, es de publicarse
este oficio, la presente consulta y decreto que le reeaiga, por los-:|^
riq4i?pa de esta capital , los.de Cuba , Puerto-Príncipe , Trinidad
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-461—
Molan'/nf y h inlla de Sunta Ciara, iovitando i lai penonas qm go*
ysao el Aiero de la Real Caaa j Patriraonio , pora qoe contribnjan
eon su auacrioion al éxko de tan apredable periádioo; i eate fio de*
ben remttirae ejerapfarefl de la miama invitaeten á loa Brea. Slibdele*
gttáoB del Real Bureo en esta i:4la, con encargo de imsar dMraatUÉ-
eiada mente á la eaerílmnia el reaultado de la dlligeaoia. CottoeMH*
eoa las biienas doctrinas de k>s Sres. D. Fermín Gonvato Morón ^
D. Ignacio de Ramón Carbonell, qtie dirigen la ReviaMK y ae tiéieii
merecido por su laboriosidad é ilustración, el aprecio de loa litdfatót
y del público. Para loa htibitantes de esta isla de Cuba, y Ptieito^W^
eo, cuenta otro mérito esa publicación , por estar dedicada btieiMi
parte de ella á referir las novedades de importancia que acá oetirreii,
y ^ilustrar sus respectivas cuestiones de Hacienda, Comercio y Jui-»
titila, que de tanta trascendencia son en la prosperidad y para ^iMeii
gobierno de los pueblos. Dignos de consideración y estudio me parv-
een loa trabajos que sobre estos difíciles cuanto delicados ramos da
administración, tiene publicados el^Sr. Carbonell, cuyu retidanpia en
la isla como magistrado , le ha ofrecido ocasión de t/DCar l^s malaa
que combate con tino y madurez, apoyado en la autoridad de su pro*
pia esperiencia. Habana y Octubre 31 de 1845. — Esctno. Sr.-**Ber«
nardo de Hechavarría, — Habana y Noviembre 5 de 1845,— 'M? con-
formo y cúmplase. — O-Donnell. — ürsulo Dobal.** Habana y No-
viembre 10 de 1845. — Ursulo Dobal.
Juzgado de la Real Marina , Comandancia general dt e$U
ApOitadero, — A consecuencia del espediente formado para ei remate
del privilegio de la impresión del Calendario de este Obispado y el
de Santiago de Cuba,, se ha proveido por el Escmo. Sr, Comandan-
te general de la Marina de este Apostadero , de conformidad con ni
dictamen del Sr. Magistrado honorario auditor interino del misma«
lo siguiente. — <*Escmo. Sr. — Mandada publicar por la providencia dé
13 de Agosto último, la proposición de D. Juan Diaz de Castro, en 1^
cual remataba la impresión del Calendario, con la precisa condición
de prohibirse que la Guia de Forasteros, los diarios todos de esta ca-
pital, y cuantos otros haya en las demás ciudades y villas de la i^|
inserten el santo del dia, las observaciones meteor^dogicas, ni cüálei-
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g^jfSf^ c^a%/M^tÍQÍ»^ fiUiio«i|s 44ie cooien|^a» el CakadArio; j cerllr-
do tílfy¡gxp 4 mfy^pr de^el J8 del pJTPpiq mffi de ▲§ osuitiporiM»
l\/^fx balúdo i»qiof ^i^tor* «ojeado. qua por- prestadla CAina la. e«iá
k%nf»4a^4H^gOtt4 jii«giid»iu>ipti#d# menos ya d« iiapactir Wí
jfl¿|pjl§l>«p^)^i^^:^l aaorda ramera oaaota haya lugar en á^tech^
W8I^Íáp4^9íl(#<^*I^M>Wie el pcocio 4 que aa coasúluyó par« datleaa
ynHWIfli"JÍffiH^ d?»(iiQO,.aplk)áadoaa oJ pagoiteDOstasUqiHdadaaqao
fIMAifUey SffüjW^tQ ^l tenor da la Real Meo da foías 37»oir(nM
^^B^()ff9.(a^U|^qa^Q8 periódiooa de aata capital. loa ^aHaov4al**f»"
mi^Mr^í<}Mer»f^Ae^Qgu^igaojrttDcia, y d^ar cumplido lo t^aat*
WAUH^f Pf^.^i^uAB^ea la mauGÁonadH prevención de S. M. HabaiMi
léÍ9t^^Mi^ lfi45*~BaoiW0. Sf,— Francisco Campoa.— Habana y
lífiü^nííWí^j5^4c* lB4^^r*Mfi aoofarmo y cómplaae.— De Rivarai^
1^^dp.:B<¥^i|aftN'! .JIMmm f NofiaiiilM U da Id4&-Plá«i«i
1 » / 'Oéh^ariíle consejó, — El Escmo Sr, Presidente Gobernador éupe-
fftM^^Vtt', dé ^onfbi^midad con la consulta del Sr. asesor General
pHteérb, se Im servido disponer: que se publique el reglamento del
Céíhrt"dé cortíséjo'que gobierna en el de esta ciudad y bajo el cual lo
aff^éltf poráórf aUos don Cayetano Laquillema, para general inteli-
;geí&cla,^(J6hi</tambÍ6n que no existiendo otro depósito judicial, deben
remitirse al espresado Corral todos los animales embargados por or-
den de cualquiera juzgado, abonándose al contratista los alimentos
establecidos con arreglo á tarifa; y que las comisiones que S. £. ha
concedido 6 conceda tanto al contratista como á, sus dependientes,
IJ^É ¿nicámeote deducidas á que puedan recoger de los pedáneos de
Ml^htddflfdért'áfdio de diex leguas que tiene él Corral, 6 de la juris-
dlcti^'de ésta Ihdicada ciudad, fas bestias que tengan detenidas por
hft^ffirs encontrado sueltas,' sin que lo puedan ejecutar de las que
Mlóir^áltihios' encuentren. Y comunicada la espresada disposición de
A/^i al R^cmé. -Ayuntamiento para que proceda á la publicacian
pré^diiía, lacordfó bu cumplimiento en cabildo ordinario del 7 del cor*
tiett^^ y tenor del eiíplicado reglamento es como sigue:
Reglamento para el gobierno del Corral de Consejo,
Art. 1. ® Se formará el Corral de Concejo en un lugar fijo y, pu-
blico, donde con seguridad puedan ocurrir ios vecinos, asi apreh|^jQ||9-
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Htaá etttiegar lofi atiimal6§, eotno mi» éueños^á bti^imtofi.' EtffllAf
d«froMtai4ii tni «•o«Mf «IgtiiM del ftdiiÉiAi0iradtfrlM<ltlo9i^« éé'^én*
«MtraratMralu» 6 perdidoi «n la^wM, m» iüftiikttetf<T^riWli€fai§tf
dti campoi DO yaáñ^ÍM duefiMCo su péneemdiáa. ^ > *-t*' -iiot:ir«
Atr. 2v^ Ningttaa fiersona partieübir poér¿^ deteirér étf «u po-
der OD aatatal de laclaaa i|a6 fuere mas tiempie it««^»dinttn'M#, -^iMI^
daatM de él ia entiragará al coaatsarío del bftpfioi> é - «|fftff(HlÉHM^
oafwpoi al eapitan.del'panído) exigféndo4e reeibo'eiriqít^ Be'éb^^
eluoaabre M aprahenaor^ la aapeeie dé auimaH^Mi eok/lr^'tííÍtV6¡^§S^
mil isgar de li^apreheiimon, aus cualidiKlea y tjÁA^-Uk'éf^K^égñ^^^^^
Ai<t if. ^> El eapiftan del partiée no teodiá %tim»^ftm&ÍKPÍ^
mal que se le haya entregado^ eonforaie al *artíe«lo*^t«CWíe^ IM9
tíaoipft que «L/devaiiite y cuatra horasi debíewi*' tehiiñrA il4dm¡-
DÍatiyi4or del Corral de Casero baío an recibositai» qoé^Inhi^^MW
requískiis espreaados ea dicho articolo» dd^rá a^^refai^é'el ttéftiOM'
del conductor jT el del capitán ó tenieate del pairlido^aa-ht^MMlb^ > *
Art 4. ^ El administrador abonará 4 dicho capitaaí í^iHÉÍOkí^
de partido un ducado por la conducción del aninial'3^ iííiÉfMllíéé^pí/t
su matiteBCton en las veinte y cuatro horas que eMr«W éé 'áif d^pi^
sito ; pero cuando se justifique que lo retuvo atasHKiaipi»^ d^'^lÚñ^-
trábajó estará responsable á los costos como si fudra* dtfi^flB'cflíVMS'
ftAal) perdiendo por la misma ra2on los trece reales c(á^ tÜéñí/Sft^ (^
tregándolo oportunamente en el Corral de Consejo. -> r^di^i
Art 5. ^ Dicho administrador deberá tener iró libró déí untíiííkSí
6 asientos, y otro de salidas. En el primero 'éiitanípérá coDf'lJAlMdé^
todas las circunstancias prescritas en el artículo segundo,' a^é^üniífi?
el nombré del conductor y haber pagado los trece' ízales de qné'habla
el tirtículo tercero. En el segundo de salidas refiriénÜb^e al íli^Si^-
das^ con citación de sU página y fecha, se «sentará iA éÜH'Sé láf'iüíiVlfi*
cien del animal, el nombre de su dueño, si este lo esti^jó ]^M o^tAI
erden de autoridad competente , 6 porh6lbé1rldreíi¿refdd«(J*^^ll^tf¿éwt|{!
ciere esto último se espresará el orden observado pfMéVfl<^dííH%AleHéí
cAlforme á los artículos siete y ocho y la condióióft'U^'él.yüytlft^l^
tidade uno y otro libro será firmada perdí admihititraaorl'lleilehdolp '
practicar también el aprehensor 6 conductor, f etl'el seguHdo'iélftjfuil
locntregare. . — a ^. , ú i^Wj «
Art. 6.® Luego que el administrador se haya Hétíh8*tfr¿íl!H
animal como sepre viene en los artículos precedentes'iftti*'^Hrté'ífíHf9ft.¿
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Uatíado á uno d« lo9 Sreí • eotAmriof, auotatido haberlo ?eriécado •!
margen del libro de enlrtdae pera que dkpoof • eu amiiiieio en el din»
i^Q de getbtarao y Uef«e por eete medio á noticia del publico, e«kyo
importe satisfará el dueño del animal al adminietrador. .
Art* 7, ^ Será también del cargo del administrador tener ios aní-
mafo* #A buena enstedia* alimentarlos t pastorearlos, en los paragee ét
oosfumbre darles de beber, curarlos si enfermaren y tenerloe á lo m-
ta del público sin que lee sea permitido hacer uso de ellos en uftafpua
tato ai bi^ protesto alguno* El pastoreo deberá de aer desde ek ama*
necer hasta ponerse el sol, manteniendo á sogas el «jpie porenfcaw-
4pd ú otra canea lo necesitare sin perder jamás de vista loe animales,
j^ues de eualquiera fiílta será responsable.
Art. 8« ® St no obstante las diligencias praotieadas acaeeiaea no
paieoerel duefto de algún animal, siendo este de ganado mayor perara*
neeerá en el Corral de Concejo solo treinta dbs contados óe^dm la h*
€ha,da>au entrada y primer parte dado: bien entendido que al cum-
plimienlo de loe veinte dias deberá dar segundo parte espresaodo fal-
tar dies dias para el vencimiento de los treinta en que debe rematar-
le: el ganado menor deberá permanecer quince dias, y se observará
aimiimaordan para su reeaate. De la cantidad en que se verifique» se
taearáp todos los costos que haya ocasionado desde su ingreso en di-
cho Cocral inclusive el importe de los referidos anuncios* Si ademes
resultare algún sobrante, la cantidad que fuere quedará como ea de
iKietttmbre;en poder del administrador del Puente^Nuevo, coo noticia
circunatfinciada para que por la Coatad uria general de ejército, aea
entregada al dueño del animal, si justificare que le pertenece, i .
Art* 9l ^ £n el momento qne sea rematado algún animalpomo
está prevenido en el artículo precedente, y cumpliendo el reoiat^doi^
las condiciones, se estenderá en el libro de salidas según se, preriepe
en el articulo 4. ® El administrador le con-tramarcará el animal coa
«1 letrero que tendrá al intento, sin cuyo requisito y el de que el ipi.
ttistro que se comisione al efecto, presencie uno y otro acto, po se ea^
traerá ninguno del corral. t,
, Art. 10. Dado caso que aparezca algún animal contramarc^o-
ain que que haya precedido remate, el administrador será responi^e
4 todos los perjuicios que resulten y ademas sufrirá la pena doj^mes
duendos de muka, por este hecho, y otro tanto si incurriere en fraude
ú ocultación alguna.
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—•468—
Art. 11. Biemlo muy posible suceda que ponlespiúar agrartotí
Melé fohura á algan animal, y lo aprehendan haciendo daño 6 que
por aenrirse de éJ lo tomen de su comedero, y al fin para no ser descu-
bierto el agresor cometa la maldad de conducirlo al juez mas inme-
diato 6 al corral de concejo, averiguado que sea el hecho [como lo
fbcHita el artlonlo tercero] sobre el cobro que baya ocasionado en di-
Ao corral, y qae debía abonar el propietario, se le impotarin tanl*
Mm los perjuicios que este reclame justamente y ademas de diez éá-
cades de multa por la primera Tez, dobte la aeganda y así Busccita-
Milite oon la aplicación ordinaria.
Art. 12. Ntnguua escusa será suficiente para q«e el admiiiiiti^
dor d^ referido corral de consejo rehuse la admisión de emnfos aní-
Miales traigan á poner bojo su custodia, de cualquiera condiéion que
weññ y deberá obligarse infaliblemente á la obserTaneia de coánilo
previenen los articules aquí contenidos.
Art. 13. Finalmente, cualquier animal con el mero becbo de en-
trar aprehendido en el corral de concejo, es responsable su doefto á
los veinte y seis reales que se cobran de costumbre, con la diferencia
que las circunstancias exigen en su aplicación. Se consignará un M-
cado al comisario 6 otro ministro que lo aprehenda en la clfldad 6
suburbios, y al capitán 6 teniente de partido dos reales mas que sote
consideran invertidos en la mantención del mismo animal, en las vein-
te y cuatro horas de su deposito: cuatro reales al administrador p6r
el asiento que forme y parte que debe dar, y los nueve con que se
completan los espresados veinte y seis reales, quedarán á beneficio del
referido administrador para los reparos del corral, salario del pastor
y reposición de algunos ducados que haya escluido y no pueda re*'
caudar, sin perjuicio ¿e los dos reales que debe cobrar por cada die-
ta *que devenguen para su mantención.
Es conforme á su original á que me remito. Y en cumplim^-
to de lo mandado pongo el presente, advirtiendo que el eorral de con-
sejo tiene concedido un radio de diez leguas para que se remitan des-
de esa distancia los animales estraviados, y que en lo restante de la
jurisdicción de esta ciudad sea de cargo del administrador pesar áloa
partidos á recaudar en ellos los derechos que hayan correspondido al
corral según Ins mismas condiciones.— «Habana ctfatro de Julio ^e
mil ochocientos cuarenta y cuatro. — Signado.— /Vfl(nct5Cí^r/fc Cé$tro.
ü9
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—466-
¥ en cumplioiiento de lo mandado doy h presente para m pu-
blicación. Habana 7 Noviembre 11 de 1845. — Francisco de Cattr^
Seeretaría dtl Oúbiemo Superior civil de la Ida de Cuhaj^Vvs
^al ó^dea de 30 do Setiembre último^ se ba dignado S, M. aoficedor
l^fiT^ aupernumeracia de la Real y distinguida orden de Ciclan «^
Cfi9Q« ai doctor en medicina y cirujia D. Nicolás Gutiérrez / HeriMUb
dez en recompenza de los servicios y méritos contraidos ea e) boupt;
t^. militar de esta plaza y en la enseñanza de su facultad.
Igualmente y con la misma fecha, S, M. ha agraciado coala
cruz de caballero de Real orden americana de Isabel Ja CHtólicOf i
D.José Laureano Guitart. — Habana 17 de Noviembre de 1845,—
Miguel María Paniagua.
Comisión provincial de mstruccion primaria, — Habiendo ceiMH^
eindo motivadamente D, Francisco de Justiniani la preaid9ii9Ía A^ios
eximenes que le fué delegada por la comisión provincial en el Colé*
gio de Humanidades de Jesús, se ha nombrado en su reemplazo j
también para la constante inspección de dicho establecimiento en ios
camos de iostrucciou primaria, elemental y superior á los doctores D.
Pascual Salazar y D. José Zacarías €ronzalez del Valle» Poriga^l
razón han sido nombrado para el Colegio Hispano-Cubano el Dr* O^
Joéé Giral y Ldo. D. Manuel Costales en luffuc del Dr. D. Nieolnf
Gptierrez.
Para la escuela que dirige el bachiller D. Manuel VazqaeZi 9r.
IX Juan Francisco Chaple y Ldo. D. José Aniceto de Ayala»
Para la de niñas á cargo de D. ^ Rosa Beltran, Dr. D. Domia.
go Resaifis y Ldo. D. Pedro José Morillas. ^
Para la de M. Dujasolou, Ldo. D. Ciríaco Guerrero y D. Jaaa
jAioaso Pelc^ez.
Para la de D. Antonio Gutiérrez. El R. P. Fray Remigio Ce^
nadas y Dr. D. Juan Francisco Chaple.
Para la de D. Ramón Ituarte, Ldo. D. Anacleto Bermudez y P,
Pedro José Morillas.
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—467—
Habftda y NoTÍembre 18 de 1645. — José Miguel Rodríguez^ vo-
cftt*«ecretario.
Secretaría del Oí^iemo Superior civil de la Isla de Cuba, — H¿»-
bíédoee dígoado S. M. la Reina conceder á D. Ramón 6iiarez, hí
gtaeta de Gentil hombre de cámara con ejercicio, el interesado ha
prestado oon fecha de ayer, y en manos del Escmo. Sr. Gobemadolr'
Oapitan general, el debido juramento de fidelidad á S« M. — ^Ha^atta
20 de Noviembre de 1845. — Miguel María Faniagua,
Secretaría del Oobiemo Superior civil de la Isla de Cuba. — Por
real orden de 20 de Setiembre ultimo, se ha servido S. M. conceder
al Ldor en medicina D. Basilio García y Negrete, vecino de Laguni-
Ilaa, la cruz de Epidemias, en recompensa de los servicios que prestó
0i> Ja época def celera morbiis. — Habana 20 de Noviembre de 1845.
-^Migml María Paniagua.
Administración General de Reales Rentas.^^El Eacmo. Sr. Sa^
pvidatendente general delegado de Real Hacienda se ha servido man-
dar por decreto de 14 del corriente , que se cumpla el acuerdo de la
Junta Superior Directiva de 5 del mismo, contraído á que el corre-
dor mayor de Lonja solo tiene derecho á practicar tsusaciones en W
olwos en que se disponga de oficio por algún tribunal, ó á la solici-
tud de partes; pero no en los contratos entre los particulares sobre e«.
clavos , muebles , semovientes , establecimientos y demás, trasladan-
do el dominio por titulo lucrativo, después de haberse convenido en
el precio. Lo que de orden de S. E. se publica por esta Administra-
oion general para inteligencia de las personas 4 quienes les interese.
Habana 24 de Noviembre de 1845« — Del Val
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—468—
Por acuerdo del Escmo. AyuetamíeiUo , en el cabildo ordinario
de 14 del corriente, que presidió el Escmo. Sr. €robemador supmiof
civil, se hace notorio al público para su inteligencia j gobierno, que
la matricula dispuesta de los carruages de alquiler ha llegado al nfi-^
mero 410, y como se ha visto que algunos tienen mayor num^o , lo
que indica que los dueños de estos no han cumplido con la citada
pievencioB, dejando ásus carruages la antigua nunreracton, se tes íb«
vita á que lo verifiquen en el término de ocho dias, en el concepto de
que pasado, el que se encuentre con dicha antigua numeración que-
da su dueño iocurso en la pena establecida. Habana 24 de FToviem*
bre de 1845. — Francisco de Castro.
SureUfTÍa del Gobierno Superior civil de ¡a Isla de Ctt6a^^»Eo-
terado el Escmo. Sr. Gobernador y capitán general de que sio embar-
go de la prevención que se le hizo por los Diarios del mes de Agosto
ultimo k varios mayordomos de fábricas de las iglesias de esta dió-
cesis para que presentarán las cuentas que tenian pendientes, ««n no
lo han verificado á pesar del tiempo transcurrido, ha dispuesto 8. E«
se les haga saber por última vez en tres números consecutivos de di-
cho periódico, la obligación en que están de llenar aquel precepto
dentro el mas breve término, y que al efecto se inserten sus nombres
para que no puedan alegar ignorancia.
D. Diego José Tellez, mayordomo que fué de la Hanábana hm
de 1814 á 1818.
D. Pablo González de Mujica que fué de San Juan de los Re.'
medios las de 1818.
D. José María Ramirez, que fué de Managua las de 1811 á 1813L
Los albaceas y herederos de D. José Alvarez, que fué de Jiba-
coa, las de 1820 y 1821.
D. José Jacinto del Castillo, que fué del Palmarejo, las de 1828
y 1829.
D. Miguel Ñuño que lo fué de S. Miguel, las desde 9 de Mayo
de 1840 á Marzo de 1843.
D. Miguel Martínez Canosa, que lo es de la Hanábana, las desde
1842 á 1844.
El mismo que lo es de Jaruco, las de 1843 y 1844.
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IX Manae} de Lata Martínez, que lo es de Managua las éesá»
t^ <^ de Abril de 1842 á 3t de Diciembre de 1844.
D. Francisco de Paula Velazques, que lo es de Ciego, la ÚW
1844 7 del Cano, las de 1843, y 1644.
Dr. D. Francisco Rensoli, que fué del Espíritu-Santo las de
1648 á 34 de Majo de 1844.
El mismo que lo es de Alvarez, Cacarajícaras, Cíehfaego^ Oda-
mutas, Güane, Güira, Mantua , Palma , Palmarejo y Santiago, las
de 1844.
D. José Jesús Villarino, que lo es de Baja y S. Miguel, las de
1843 y 1844.
El mismo que lo es de Barajagua, Bejucal, Cupey, Guadalupe)
Güines, Pinar del Rio y Santa Cruz de los Pinos, las de 1844.
Dr. D. Isidrc^ Coidovez, que lo es de Macurijea las.de 1844.
D« A utonio Blanco y Quey, que lo es de yilla-clara,,la desde }. ^.
de Setiembre á 31 de Diciembre de 1844. — Habana 2? de Ifofiem-
bre de 1835. — José Miguel Rodríguez.
Es copia« — Habana 25 de Noviembre de ISió.^-'Migueldfaria
Panlagua. {
Secretaria del Gobierno Superior civil de la Isla de Cuba.'^
Para castigar lá falta de cumplimiento á la ordea 4p^^^ deiBneco
del año prócsimo pasado cuya publicación se ha repetido ep. eLDia-
no de 29 de Octubre último, contraida á que los puestos de ]os<meD"
cados se levanten precisamente á las once de la mañana, ha dia-
puesto el Escmo. Sr. Gobernador y Capitán general confotináAdope
con la consulta del Sr. Asesor general primero, que á los infracto-
res de aquella orden se impóngala multa de dos pesos por la pri^ne-.
ra vez, de cuatro por la segunda y de ocho por la teri^ra , sin per-
juicio de lo demás que corresponda en este último caso : lo ^ue pe.
noticia para general inteligencia. — Habana 27 de Noviembre de.
1345. — Miguel María Paniagua.
Sala Capitular, — En el cabildo ordinario celebrado el dia de
la fecha, que presidió el Escmo. Sr: Gobernador superior civil , fué
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—476—
i^dmJtido por el Esemo. Ayuntamiento al uso y ejercicio de la profe- .
stoo de agrimensor páblieo D. José María Pacot , tereer piloto partía
oulsir de U marina mercante, después de liaber llenado Jo«, vequísitoe
del reglamento del asunto, de sufrir el examen de costumbre poi la
J^ota de Agrimensores , y de prestar el juramento corrosponiliente
en el mismo cabildo. Lo que se hace notorio para la g^eral iutieli*
gep^ia. Habcmay noviembre 29 de 1845. — Francisco de Castro.
, E}n el cabildo ordinario celebrado el dia de la fecha participé al
Escmo. Ayuntamiento un decreto del Esctno. Sr. Presidente Gober-
nador superior civil, de conformidad con la consulta del Sr. Asesor
general primero, en que se manda guardar, cumplir y ejecufer el tí-
tulo dé abogado qu^ de Real orden se espidió por el Ministerio de la
Gobé/nácion de la Península en favor del Dr. D. Justo de fa Torre,
con la Real auxiliatoría correspondiente ; y habiendo hecho cóbstar
el interesado su incorporación y juramento en la Real AudiencÜi
Pretorial, se acordó quedar en su inteligencia á los efectos consi-
guientes, tomándose la razón de estilo. Habana y novienabre S8 de
iS45.— Francisco de Castro.
El Escmo. Sr. €robernador Capitán general Vice-Real Patrono,
ha dirigido con fecha 2o del actual al Illmo. Sr. Gobernador Interi-
no del obispado d oficio y relación que á continuación se copian.-^
Illnow Sr.— Habiéndome hecho presente la contaduría Real de Diez-
moifY que los Mayordomos de fábrica comprendidos en In adjuirta.
nota, no han presentado sus cuentas , la dirijo á ¥« S. I. para q«e
en virtud de la morosidad en que han incurrido después del aperci-
bimiento que les hizo por los Diarios del mes de Agosto último el Es-
ctíeiMsimo é Illmo. Sr. Arzobispo de Guatemala, Administrador que
fué de esta Diócesis, se sirva proveer lo conducente á que lo verifi-
quen sin dar lugar á nuevo requerimiento.
Y de orden de S. S. I. se publican los citados documentos para
que llegando á noticia de los individuos comprendidos en la mencio-
nada relacipn, presenten á donde corresponda dentro de quince dias
las espresadas cuentas, en el concepto que de no verificarlo se lleva-
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—471—
rán á debido efecto las penas que en consecuencia ha uispueato S. S.
L por decreto de este dia« Habana 27 de Noviembre de 1845.— Z>r.
Domingo de Pluma^ secretario.
Nota de los Mayordomos de fábrica de las Iglesias parroquiales de
este obispado que no han rendido las cuentas de su manejo en loa
años que se espresarán^ á saber :
Pbro« D. José Antonio Alfonso , mayordomo que fué do Bajii
las de 1812 á 8 de Mayo de 1815,
Los albaceas y herederos del Pbro. D. Manuel Magdaleno To-
vastal, que fué de Quivicah las de 1822 á 1824.
Pbro. D. Domingo Hernández , que fué de Guamutas , las de
1822 á fin de Marzo de 1827.
Pbro. D. Antonio María López, que fué de Palmarejos , las de
1838 á 1840.
Pbro. D. Ramón Quintero , que fué de Santi-Esp(ritu, las de
1840 y 1841.
Los albaceas y herederos del Pbro. D. Antonio Galán t que fué
de Cacaragícaras, las de 1830 á 1834.
Pbro. D. Antonio José López ,que fué de la Palma , la desde
L ^ de Enero hasta 6 de Julio de 1842. '
Pbro. D. José Beltran , que fué de Macurijcs , las de 1840 y
184L
Pbro. D. Felipe Endara, que fué de Santi-Espíritu , las de 1842
á fin de Octubre de 1844.
PbroA D. José Rafael Fuentes, que lo es de Sta. María del Ro'»
sario, las de 1844.
Pbro. D. José Rafael de Medina , que lo es de Trinidad, las de
1844.— X>r. Domingo de Pluma^ secretario.
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—472—
necrología.
ilmmistcador Ae esta Diócesln.
A
las 1 1^ de la noche del 9 del corriente, toco agonías la cam-
pana mayor de la Santa iglesia Catedral por el Escmo. é Ilustrísimo
Sr. Arzobispo de Guatemala Fray Kamon Cassaus y l^orres, Obis-
po administrador de esta Diócesis, terminando su larga y penosa en-
iermedad con la muerte, acaecida á las 3¿ de la mañana del 10, según
lo anunciaron los dobles que repitieron todas las iglesias de la ciu^
dad y suburbios. Su cadáver fué embalsamado aquel mismo día por
el hábil profesor Dr. D; Nicolás Gutiérrez, y maestramente hecha la
o|>eracion seguo el nuevo sistema de Ganal, quedó espuesto á la vis-
ta publica en su palacio el tiempo que es de costumbre. Luego se
üondujo á la iglesia matriz para el funeral que se celebró con toda
^ompa y magpifícencia, y según entendemos se han depositado estos
respetables restos para embarcarlos á Guatemala, en donde pidió ser
sepultado. £1 buen pastor , el sabio , justo y ejemplar administrador
áe este rebano ha dejado de eitistir: no obstante tan venerable aneia*
nidad, las huellas que han marcado tas virtudes que embellecieron tu
alma se presentan todavia frescas y lozanns en su frió cadáver cu-
l)íefto con la investidura episcopal que supo honrar con sus talentos,
noble y cristiana conducta. — Sentimos esta pérdida para nosotros es
i;rande, grandísima porque supimos merecerle mucho.
i#M»
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—473—
CEMENTERIO GENERAL.
RELACIÓN OBITÜRIA
IBéUí ciudad y suburMes en el mes de jVoTiembre de 1945.
En Noviembre se lian enterrado, blancos 165 ,
De color 181
Total 846
Entre los primeros designamos los siguientes cadáveres comQ
personas notables.
Dia 1. — Don Félix Tesilld, natural de Santander, casado, da 60
años, vecino de la parroquia auxiliar de Jesús Marín.
ídem.— Doña María de la Candelaria Cardona , vecina del au-
xiliar del Monserrate.
Dia 3.— Doña María de la Merced Barrios, natural de Co8-
tañrme, viuda, de 52 años, vecina de la parroquia de Guadalupe.
ídem. — Don Felipe Santiago Caballero , natural de esta ciudad,
yiudo, de 42 años, vecino de la antedicha parroquia.
Dia 4. — Don Benito Abren, vecino de la auxiliar del Monserrate.
Dia 5. — Doña María Josefa Ruiz j Paredes , vecina de la pro-
pia auxiliar del Monserrate. (t^Ha ocupado el nicho núm. 63,
Dia 6. — Doña Agustina Marino de Infante, natural de Cádiz,
casada, vecina de Guadalupe.
Dia 7. — Doña Juaua de Dios Arocha de Valdes Pina, natural de
esta^ de 37 años, vecina de la auxiliar del Sto. Cristo. (tJ^Ha ocu-
pado el nicho núm. 60.
Dia 8. «—Doña Blasa de la Guerra, vecina de la auxiliar del Mon-
serrate. ^
ídem. — Don Pedro Landriao, soltero, de 34 años, vecino de la
auxiliar del Sto. An^cl.
Dia 9. — Doña Teresa Pagés , viuda , vecina de la auxiliar del
Sto. Cristo,
Dia 10. — Doña Clara Teresa Basilia Sivore de Barre , natural
de esta, casada, de 38 años, vecina de la parroquial mayor.
ídem. — Doña Juana Antonia Hernández. Este cadáver se oxhu-
luódcl cementerio de Guanabacoa, donde cbtaba enterrado, con las cor-
60
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—474—
. respondientes licencias sctrnsludó aquí. {tT^Ocupa el nidio nóm. 59.
Día 1 J. — D. J. S. Martin, natural de los Estados-Unidos, casa-
do, de 34 nnos, vet'inn de la parroquial mayor.
ídem. — Doña Isabel de Piedra-Hita, natural de esta, viuda, de
65 años, vecina de la parroquia <le Guadalupe.
Dia 12. — Escma. Sra. Dona Catalina Justiz, naturnl de esta, viu-
da de 58 años, vecinn de la aujdliar del Sto. Cristo, flJ^Ha ocupa-
do el nicho núm. 61. (*)
Dia 13. — Doña Rafaela Tejera, natural de esta , viuda , vecina
del Sto. Cristo.
Dia 14.— Sra. Dona Mariana Jiiztiz Arriolade Escoto^ natural de
Puerto-Príncipe, casada, de 40 afios, vecina de la parroquia del Es-
píritu-Santo. Este cadáver fué al cementerio con papeleta del .cape-
llán del Real cuerpo de Artillería.
Dia 15.-^Doñíi Josefa Trejo , Tecina de la auxiliar del Mon-
Dcrrate.
Dia 16. — Don José María Cicero, natural de Santander, solte-
ro, de 36 años, vecino de la auxiliar del Sto. Cristo. (¡J^'Ha ocupa
do el nicho núm. 64.
Dia 17.— Doña María del Pilar Herrerías , natural de esta, sol
tera de 28 años, vecina de la parroquial de Guadalupe.
ídem. — Don Irans Young, natural de los Estados-Unidos, ca
•ado, dé 50 años, vecino de la parroquial mayor.
Dia 18.— Don Luis de G. Rian, uaturaF del Puerto de Santa Ma
ría, soltero, de 31 años, vecino déla misma parroquial mayor
Ct7*^Ha ocupado el nicho núm. 65.
ídem. — Doña Genoveva Novamul , vecina de la auxiliar del
Monserrate.
Dia 19. — Doña Petrona de los Angeles Jiménez, nattiral de es-
tq, viuda, de 75 años, vecina de Guadalupe.
Dia 20. — Don Pedro Celestino Garzón, nntaral de esto, casa-
do, vecino del Monserrate.
ídem. — Doña María de los Angeles Pérez de Oliva, natural de
esta, viuda, vecina de Guadalupe.
s j Wem. — Doña María del Rosario Bertola, casada , vino remitida
del Cerro donde falleció.
Dia 21. — Don Andrés Quibus, vecino del Monserrate. (t/^Ha
ocupado el nicho núm. 11,
ídem. — Doña María Gertrúdiz Lacourt , vecina del Espíritu-
Santo. .
(*) Nosotros lloramos la muerte do esta ¡lustre Sra,, y al cubrir de flo-
res el espacio que la guarda, queremos recordar sus virtudes y las cnali-
dades raras que la hicieron (ligua de la estima y aprecio de todo este ve-
cindario. Que no interrumpa su paz nuestro voto decidido, que el gemido
del pobre no altere su reposo celestial , quo el llanto do los suyos no la in-
quieteu He aquí nuestras plegarias fervorosas Los decretos do
líios 80 cumplen, y on ellos hay dcaf;;nios miatcriosot? que no tstan al alcan-
ce del hombru miserable.
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Dia 23. — D. Raf.ii'l Aljuvin, natural Jo esta, soltero, ile21 años,
veciao (lo la parroquial de Guailalupe.
ídem. — Don Jaime Fotit , natural de Motaró , casado , de 45
finos, vecino de Guadalupe. flC/^Ha ocupado el nicho nuni. 69.
ídem. — Don Manuel Salvador Sierra, vecino del Pilar y remi-
tido de Guadalupe. {T/^Ha ocupado el nicho núm. 68.
ídem. — Doña María de Regla Sánchez, natural de esta , viuda^
de 70 años, vecina del auxiliar del Sto Ángel. d/^Uu ocupado el ni-
cho núm» 70.
ídem. — Doña A na .Tosefa Morales, vecina del Monserrftte.(t7^Hli
ocupado el nicho n (i m: 71.
Dia 25. — Doña Dolores Ortega, natural de esta , viud^ , de 89
finos, vecina dn Guadalupe.
Dia 28. — Don Ignacio Arrondo y Soto, de e^ta, de 18 años, sol-
tero, vecino de Guadalupe. (t/^Ha ocupado el nicho núm. 72.
ídem. — Don Francisco de Velasco, natural de esta , vecino dal
Monserrate. fty'Ha ocupado el nicho núm. 73.
Dia 30. — Don Antonio del Oazal, vecino del Monserrate.
CORO DE A]VGEIii:S.
Octubre.
Dia 2, — D. Jos6 María Morales y Sotolongo, párhulo. (C/*»Octf-
po el nicho núm. 1ÍJ7.
Din 8. — Don Pedro Sarrnchuga , párhulo. (t/^Ocupa el nicho
núm. 137.
Dia 14. — Don Juan Espino, párbulo. flCT^Ocupa el nicho núm.
138.
NOVIRMDRE.
Din 7. — Doña Martina Larin , párbula. (t/^Ocupa el nicho •
núm. 139.
Exin/MACionr.
Día 23. — Se exhumaron los restos de Doña Petronn Filomepn
Robles previas las licencias necesarias, trasladándose de su bepultura
propia, al nicho número 51.
INDICG GHRJL DE ESTE TOMO. .
Fagínai.
Prospecto de esta obra 3
Demostraciüntis fúnobrOsque. liizo la ciudad du San Cristóbal de la
Habana en la muerte do su Kcy el »Sr, D. Felipe IV 5
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• 476—
Antigua y muy ruidosa ocurrencií\j — ^Criminales contra el negro Mi-
guel; sentenciado al patíbulo, y que después de cuatro tiros de
pistola con dos balas cada una que le dispararon en la sien dere-
cha, fué libre por la Virgen del Rosario, ano de 1736 8
Precios íjue daban en las haciendas de crianza á nuestros ganados á
, mediados de la última centu ria 2*2
Bayamo. — Obra-pía del capitán Francisco Parada 24
El conde Revilla-Gigedo, Virey de Méjico (con una lámina^ 34
El' triunfo del Aye-Maria. Fernando Pérez del Pulgar [articulo im-
provisadoj., 66
A la$ bellezas del Nuev«>-Mundo • • 58
Discurso del famoso Mr. Dupin contra la funesta preocupación de los
desafíos. 63
Cárceles y casas de corrección 68
Navegticion por medio del vapor»»»». • 71
Conocimientos útiles. — Barnices • 74
Real Cédula de S. M. y Señores del Consejo, por la cual se declara
que no solo el oficio de curtidor, sino también los demás artes y
oficios de herrero, sastre, zapatero,carpintero, &c. son honestos
y honrados y que el uso de ellos no envilece las familias ni la
persona del que los ejerce, ni inabilita para obtener los empleos
municipales de laRepública 75
Relación obituaria de esta ciudad y suburbios • ••» 78
Czistóbal Colon. — Descripción de la famosa pintura de Mr. Chap-
man [con una lámina] • 81
Descubrimiento de la América. — Primer desembarco de Colon. — Es-
tracto de la obra de Washintgon Irving , 85
Sermón fúnebre en elogio del Escrao. Sr. D. Cristóbal Colon, pro-
nunciado con motivo de haberse trasladado sus cenizas de la is-
la de Santo Domingo á esta Santa iglesia Catedral, por el Dr.
D. José Agustín Caballero, maestro de filosofía en el Real y con-
ciliar colegio Seminario de S. Carlos el 19 do Enero de 1796.»» 111
Discurso que en la solemne apertura de la Universidad literaria de
Granada, pronunció el Ldo. D. Francisco de P. García Herreros» 128
Esculturas antiguas del Nuevo-Mundo , 135
Acusadores.. • 136
I403 camafeos ó piedras finas grabadas en relieve. • • 139
Peleas de gallos 142
La infancia [artículo remitido]. • 146
Noticia del arte de la imprenta y de algimos de sus privilegios 149
Protocolacion de todas las disposiciones reales, administrativas y
económicas publicadas de oficio en todo el mes de Julio último» • 153
Relación obituaria de esta ciudad y suburbios en todo el mes de Julio* 158
Noticia de las personas que han comprado y ocupado nichos en el
Cementerio general después de su construcción hasta hoy»»»»»» 160
Descripción de los funerales que se hicieron en la Iglesia de San Fran-
cisco de Méjico los días 23 y 24 de Octubre de 1799 al Escmo,
Sr. Conde de RevíUa-Gigedo, escrita por el ex-jesuita D. Juan
Mañero » 161
Oración fúnebre que predicó en estas honras el R. P. Fray Ramón
Casaus del orden de Predicadores, después obispo auxiliar de
Oajaca, luego arzobispo de Guatemala y hoy dignísimo adminis-
trador de esta diócesis 186
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^^AüMüAi
—477—
Paginas.
Antigüedades del país « 213
Documentos inédi tos • • • • • 219
Documento curioso. — Longevidad 222
Protocolacion de todas las disposiciones reales administrativas y eco-
nómicas publicadas de oficio en todo el mes de Agostp 223
Relación obituaria de esta ciudad y suburbios en el mes de Ao^osto.»» 237
Noticia de las personas que han comprado y ocupado nichos en el
propio Cementerio en el mismo mes de Agosto 240
Acto religioso c , 240
Biograña. — ^Isidoro Maiqoez 241
La elocuencia por Mr. de Couttin 249
Casas de corrección para jóvenes delincuentes 267
Un consejo á los artesanos 275
El siglo positivo (articulo comunicado) • 278
Administración general de correos de la Habana. • 282
Sentencia definitiva aprobada por S. M. en los autos de residencia
aue se mandó tomar al Escmo Sr. Conde de Ucvilla-Gigcdo--»» 285
Escribanos y procuradores. — Sus consideraciones y privilegios 28S
Antigüedades delpais. 293
Documentos inéditos 29C
Protocolacion de todas las disposiciones reales, administrativas y eco-
nómicas, publicadas de oficio en el mes de Setiembre 299
Conocimientos útiles. — Artes industriales 310
Cementerio general. — Relación obituaria de esta ciudad y suburbios
en el mes de Setiembre f 319
Reflexiones sobre el modo de escribir la histona de España, su autor
D. Juan Pablo Forner 321
Biografía.— Pedro Abelardo [Articulo remitido] 337
Suicidio 354
Opinión de los antiguos sobre la existencia de un Nuevo-Mundo 358
Origen de algunos oficios, instrumentos y materias primas '«f. 361
Imitación industrial •*• 363
Escrito fantástico. — Mi visita al cementerio, original de Monseílor
Chavorini. 367
Deberes dei hombre .370
Antigüedades del pais. — Cabildos primitivos 376
Conocimientos útiles. — Economía doméstica. Modo de poblar un pa-
lomar. .•••• 385
Protocolocion de todas las disposiciones reales, administrativas y eco-
nómicas, publicadas de oficio en todo el mes de Octubre 388
Cementerio general. — Relación obituaria do esta ciudad y suburbios
en el mes de Octubre 399
Reflexiones sobre el modo de escribir la historia de España (Finalizan). 401
Carlota Corday 423
El Mundo 432
El Tiempo 435
Biogrofia. — El Cardenal Jiménez de Cisneros 440
Los palacios de Moncteuzoma 447
Singularidades de algunos autores y sabios italianos 450
El charlatanismo á descubierto 454
Protocolacion de todas las disposiciones reales, administrativas y eco-
nómicas publicadas de oñcio en todo el mes de Noviembre último. 457
mTBSlb TOMO. *
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—478—
Tkob Señores:
Arrieta D. Joaquín.
Arango D. Miguel.
Arcos tirai*quos do
Argudin, D. José Suarcz.
Armeutoros, D. Florentino.
Adán y Bohorqucs, prebístoro José
María.
Aguírre y Alentado, Ldo. D. José 5í'í
An^el, Ldo. Julián Nicanor.
Arsitola, D, Fernando.
Arizmendi, Ldo. D. Manuel de
Armas, oidor honorario D. Manuel
Aguilera D. Cayetano,
Arrale de Peralta, Coronel D. Ma-
nuel.
Aranda, D. José.
Alcalá, D. Francisco.
Alfonso, D. José.
Alvarez, D. Tomas.
Atrio, D. Ramón. •
Arias, D. Anselmo do Paula.
Armenteros, D. Ignacio.
Avelenda, D. Casimiro*
Anillo, D. Manuel.
Alcántara, ñscal de guerra D. Pedro
Arcos, D. Antonio.
Artigas, D. Manuel María.
Amable y Sánchez, D. Juan.
Aranda, D. Felipe.
Arcongo, D. José del Cürmcu.
Azcona, D. Patricio.
Azpeitia, D. Ventura.
Azoy D. Manuel.
Barreto, Conde de
Bruzon« Audr. de guerra honorario {
D. José. S
Bromen, Cónsul de
Bainoa, Escmo. Sr. conde do
Bolofla, impresor de cámara J>. J.
Severino.
})ecerra, Ldo. D. Pedro.
Basset y. compañía.
Bustamonte, D. Jogé Antonio.
Batista, D. José.
Bosquez D. M¡í;uel.
Basilio Barrios, I). Antonio.
Blasco, D. Manuel.
Zios Señores:
Barranco, D. Matías.
Bombalicr, D. Pedro.
Bazagoistiá, D. Ilario.
Baezn, D. Carlos
Borrego, secretario honorario do ¡
S. M. D. Plácido.
Barrios, D. Anselmo.
Bcnitoz, D. Juan de la Cruz.
Bafio, D. Isidoro del
Buondia, D. Manuel.
Bacz, D. Isidoro.
Bustamanto, D. Benito.
Basco, D. José Ildefonso.
BolaíTos, D. Pedro,
Barrete, D. Francisco de Asís.
Carrion, Auditor D. Antonio Pío.
Cervantes, Intendente D. Tomas A.
Cruzat. D. Carlos.
Cárdenas, coronel, D. Miguel.
CaHongo, Conde de
Chacen, D. Laureano.
Corbonell, D. Isidoro.
Copingger, Audr. D. José Comcfio.
Calvo, ü. Ignacio.
Córdova, Audr. D. Francisco de
Corroa, Ldo. D. Manuel.
Cenlino, D Marcos.
Cha vez, Prelíístcro D. Mariano.
Carvó, D. Marín no.
Coballos, Ldo. D. Miguel de
Cabrera, Ldo. D. José Teocjoro.
Cabello, D. Ramón. y¡
Cadaval, Escmo. Sr. D. José.
Costales, Ldo. D. Manuel.
Cruz, Ldo. 1). Francisco Javier de la
Cafiedo, Ldo, D, Pedro Celestino.
Cowlcy, Dr. D. Ángel José.
Contrerns, D. José Irene. ^
Cerda, D. Ángel de la
CoU, D. José.
Cristo, D. Carlos del
Corrales, D. Manuel.
Cernada. R. P. Fra5 Remigio de
Chavcz D. líiuncio.
Cruz, 1). José «le la
('owley, D. Antonio,
Ciiycn, 1>. Jo.sC' Julio.
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—479— .
Zk>s Señores:
Herrera» D. Ignacio.
Cortés, Dr, D. Rafael. Herrera, D. Miguel Antoaio.
Crespo y P. Escrao. 8r. D. Ignacio. Herrera, D. Juan Tomas,
3bo8 Señores:
Chaple, D. Pedro.
Carménate, D. Celestino,
Castaños, O. Rníael.
Castro, D. Ventura.
Castro, D. Manuel María.
Capotillo, D. Antonio Marta.
Careases, D. Manuel,
Domínguez, D. Blas.
Denís, D. Próspero.
Uiago, D. Francisco.
Díaz, D. Juaquin,
Díaz, D. Andrea.
Díaz, Audr. 1). Juan Francisco
Herrera, Regidor D. Diego F,
Heruandoz, I^lo. D. Antonio.
Hernández, D. Domingo.
Hernández, D. Vicente.
Hoyo, D. Manuel del
Hernández, D. José María.
Hernadez, D. José.
Yrigoyen, D. José Antonio.
Ybañez, D. Ramón.
Jiménez, D. Francisco.
Jiménez, D. José del Rosario*
Jiménez, D. Diego.
Duque de Heredia Ldo. D. José M? Jiménez, D. Narciso.
Duarte, D. Emeterio.
Espino, D. Juan.
Escoto, D. Félix Ignacio.
Estalella, D. Francisco.
Esvcrel, D. Pnlilo.
Estrada, D. Alejandro.
Estrada, D. José MigueL
EÍBpada, D. Jacinto do la
fÜ izagarate, D. José.
Fernandina, Escmo. Sr. Conde do
Francia, Cónscrt general de
Fernandez, D. José.
Jorge, D. Pedro.
Kruger, D. Cristiano Jacobo«
Koth, D. Mauricio.
La Torre Marín y Heredia, ínter- }
ventor de Correos D. Narciso. J
Liceo artístico y literario*
Luna, D. José.
Lima, Ldo. D. Rafael.
López, D. José Salomé.
Ledon, D. Juan.
León, D. Francisco.
López, Escmo. Sr. D. Narciso.
Fernandez de la Horquera, D. José. León y Mora, Ldo. D. Domingo.
Perrety Intendente, D. Juan Agustín. Lo-Riveren, Dr. D. Luis.
Fernandez, D. Juan María. La Mar, D. José María.
Fuentes, D. Isidoro de la Lizano, D. Clemente.
Gánela, D. José. Lasqueti, D. Joaquín.
Granados. D. Luis, Llopiz, Prebtstero, Dr. D. F. Jorge.
Gironda, D. Manuel. Muñoz, D. Antonio Maiía.
Gutiérrez, D. Ildefonso. \ Morilla, D. José María.
Galán, D. Ramón. Marino, D. Antonio.
Crordillo, D. José. ' Menendez, Ldo. D. José María.
González, D. J.de la Presentación. Macedas, Dr. D.José.
Guitart, D. Laureano.
Garíca, D. Manuel.
Guerrero, D. José
Gallegos, Ldo. D. Juan Antonio.
Giralt y Figuerola, Dr. D. José.
Galán, Iido. D. Tomas.
García Lavin, D. Manuel.
Guarro, Dr. D. Juaquin.
Gutiérrez, Dr. D. Nicolás José,
Gibacoa, Conde do
3Ioreno, D. Juan.
Mariateguí, D. Luis.
Morales, D. Alejandro.
Morales, D. José María.
Mopox, Conde do
Meireles, Ldo. D. J. Nepomuceno.
Morales, D. Miguel.
Mendoza, D. Joaquín de la Cruz.
Moreno, D. Antonio.
Muriedas, D. Isidro.
Matas, D. Juan.
García Mina, D. Francisco.
González del Valle, Dr. D. Manuel. Marti yTononts, D
García D. Nicolás Maniu'l. Mcuecí, D. Antonio.
Hernández, D. Domiujío. Miutincz, í). Juan.
Francisco.
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Xi08 Señores:
— 380 —
Zk>s Séñoreí^
Martínez, D. Julián.
JVlartiaez Caro, D. José.
Morales Lemus, Ldo. D. José.
Marques, D. José.
Martínez, D. Juan Francieco.
Navarro, Dr. D. Luis.
Nació, Ldo. D. Antonio.
Oliva, D. Teodoro.
Oríbuela, D. Agustín.
Oro, D. Joaquín de
Ofarril, D. José Ricardo. *
Ortíz, D. Juan.
Oseguera, D. Benito.
Orfiia, D. Cristóbal.
Ofarril, D. Ricardo.
Olivares, D. Francisco.
Ortega y Salomón, D. Fernando.
OrduDez, D. Simón.
O' Conner, D. Juan.
PeEíalver, Escmo, Sr. Conde de
Ficard, D. Guillermo.
Pozo, D. Agustin del
Pantaleon, D. Francisco.
Peüalver, D. José Maria.
Poze, D. Joaquín.
Patrón, D. Dominga*
Piñeiro, D. José.
Pinto, D. Antonio.
Pacheco, D. Rufino.
Pérez, D. Lorenzo.
Quintero, D. Juan.
Quevedo, D. Matías.
Quintero, Dr. D. Mateo,
Quibus, Ldo. D. ManueK
Real Socorro, Marques del
Reiguera, Secretario honorario de
S. M. D. Antonio.
Reunión, Conde de la
Real Proclamación Marques do la
Rodríguez Reina, D. Andrea,
liojo, D. Manuel.
Ricart, D. José.
Renden, Oidor D. Ambrosio.
Rodríguez, D. Francisco de P.
Real Tesoro, Marques del
Ramos, Pérez D. José.
Rotflan, D, José.
Roth, D. Luis.
Hamirez, D. Gabriel.
Ramos, D. Antonio.
Rivas, D Julián.
Rodríguez, Audr. h ° D. Juau F.
Ruiz, D. Cándido.
Sicart, D. Isidro.
Sobrino, D. José.
Sala, D. Esteban.
Salazar, D. José Ramón.
Salazar, D. Manuel Suzano.
Salazar, D. Anastasio.
Salazar, coronel D. Fmildio.
Sauralie, D. Francisco.
Silveira, Ldo, D. José Cecilio.
Sirgado, D. Patricio.
Suarez, D. Francisco.
SaldaQa, D. Juau Antonio.
Soulcr, D. Juan Bautista.
Suarez, Dr. D. Francisco de Paala
Sastre y Puig, D, Juan.
Shatamer, y CompaOía.
Torre, Ldo. D. José María de la
Travieso, audr. de Marina, D. José
Tomaty, D. Ambrosio.
Vasallo y Unzaga, administrador 7
general Je correos, D. José. ^
Villa Urrutia, Intendente honora- }
rio, D. Wenceslaof J
Várela, D, Nicolás.
Valdes, D. Tomas.
Valí, Intendente D. Antonio M. d«l
Urtetígui, D. Jorge.
Valdes, Dr. D. José Antonio.
Valdes, D. José Saturnino.
Vivanco, D. Víctor.
Velaeco, Brigadier, D. Francisco,
Villavicencio, D. José.
Valdes, D. José.
Vidal García, D. José María.
Vilar, D. José.
Várela, D. José.
Valdes, D. José Emenegildo.
Vargas, D, Juan.
Vidal Rodríguez, D. Ramón.
Wiarrieta Ldo. D. Blas.
Zambrana, Ldo. D. Antanio
Zuazo, Alcalde ordinario, D« An- >
tonio. ^ I
^equeira y Caro, Ldo. D. Manuel i
Zamora, í). Manuel,
^^9A€
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nOTDCDlO
DE
INTIGIEDIDES, IITEIUTIIRI, IGlICIILTIIRá,
UsIJHIJÜHUA, G0UERCI0 4.
POK
mmm isi umk
TOMO II. ])<»•»•
í' ,' f v -^
HABANA.— 1846.
lMI^E^•TA^£ D. Vicente Í)e Torres, calle i>e LA Rekía, n. 3$.
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HARVARD COLLEGE LI8RARY
». ■ > •'MAT='3 t91T •
'• •• ♦ • ■ UT1>l-Ar.!ERl<ÍAI<l '
PROf€9SOn«Hll> FUÑO.
./I* : ■ í V f >
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ENE»I8 DE 1846.
oNtíiiipW ^^^==knJt^ieao^ á.^====tJo^mO' U.
CwteM MBiPs M ia«rtNi 9m etta ebn^ieíAti de ittursft permniNinlÉ»
que lio «piren «OQ lai pQ«a||«rM y i^ccideiitalef circ4u»0ti|iic»a0 de U éyitea 4b
•^1 publicación. ,
JíimiSPRUIIlM€IA«
ACREEDOR*
^OMo las Imlabras legales acreedor y detidor son eorrHsttiva^
bajo todos aspectos que pueden coBsidetarse^ nosproJ>onemos ha*
Mar de htí dos eA este articulo.
LUmase acroédor^ generalmente hablando, toda persona en ^-
yo ftvov se ha comprometido otra á dar 6 hacer s^na cosa: y se
entiende por deudor el qne contrae semejante compromiso en bene-
ficio deotrO) cualesquiera que sean las rabones que le impulsaHon i
ktcerla.
En toda obligación hay precisamente un deudor y un acreedor;
6 lo q[ue'€S lo mtstiio, unr sugeto á quien se impone el deber y hí
carga -de cumplir lo que en ella se estípula, y otra persona que ad^'
quiere en su virtud la acción ó el derecho de exijir, llegado d caso,'
la resdhsan^otí fr cumpKmiento de lo prometido.
Pero en una acepción mas limitada y cisounscripta, se entiende
per aicreeddrelque presta o dá temporalmente á otro cantidades en
ni^tálieo, y por deudor d que se compromete á devoltertas una ve¿
etaiplide el plazo 6 término fijatk> de antemano. Esté es el uso áiás
cóánin ^6 há toé^ que eKatátmHnos, porque las deudas dé nume^
fArio^ #on las mas genetties y frecuentes.
. La etimologfa de estos roc^^lds es latína. De a*edttdf , qtri eré-
dU Mnhriy se ha formado la voté^eeá^, el que ettt en la búe^
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na ñy el que se ^i||erl4 PÍ^^M 4eM44^'iIÍ^^^nte de dehitory
qui debet alü^ se deriva la voz deudor j el que ha contraído respecto
de otra persona la obligación, la deuda, el compromiso de dar ó ha^
cer alguna cosa. ■• , * <y
N<«5' heftios decidido á t*r^ hikéricanlente h tMestion legal
que marca las obligaciones y los derechos respectivos de los deudo*
resj de lQ^ac£fi£dfiifia,.jior j^QXifiajxiuy.podec(2sas*.Sin^
bMta eltdrigen deiaariii0iiliiek>BMÍHUMtiutf^ ski MMiMüa>riaí8>«ai to-
ik» sus époeas y íases, sirt considerarla* en el testo de \tíh lej^, y
en las costumbres de los pueblos antiguos y modernos,' ni es dado
conocerlas cabal y profundamente, ni cabe decidirlas con tino y con
acierto. La historia, la legislación, la filosofía del derecho, lo que fué
y debe ser, la consetvtctoi y H 'qsfli<M*<t^-1^9 principios antiguos
combinadas entre si con detenimiento y cordura, realizadas sin pre^
cipitacion ni ligereza^ constituyen los datos que debe tener á la vkta, .
y las reglas á que debe ceñirse el que se dedique con digun interés
al estudio y á la resolucioD de loé itAlüIbé problemas del derecho.
Obrando con este acuerdo, si no consigue el fin á que a^iraba^ to-
davifi MpHe(;f^.d|K^iiseqv««ii.4d^«^^ es ii|^ft¿^iwli^diMi>{pbrá
arrojado ^ y^if^.h^ siiD¡ai|t0,dvi su9iteb^)06'd v^o j^. ^gi»^i^^iAá
terreno delacieneia. Los datos que .ha r^siwido^ l^iiu|chol('it^ejMi
py^^^ 1^ otaro^iíasta ^x» pi^pi^ «florea y ^eflbftfw^. ^fMit^^
i^ .grgAdeiaeól;^ á quieoes^ KcQ^atiaUeiHlQ ea io s»oe$ivo( ig^^ tsM^
\kfí^ la iUtíiaa piecka aI ^goio. f^ ikni <siwa^ relieve y ^j|eife(«ÍM»
i Ip q]U(ay9„wt^s e3ástia..^at*l^<consíd^p^ÍQue$ )m prpeod}dQ:«l
que escribe estas lineas; si sus deduciones no son admisiblc^-mte
coq^pc«ndH}o Jíaal la i^iifyyti^fvyrU \^Ji9m^ ]^<ic!a£(J¿«Miit<í pue-
^ fespoodei; a lo m^<^ 4ftqi^ tps ú^im spn fmwXmaii m^f^ ^tk
algján molávo, ^^u^podr^ AinddrseeQ!e)laA HOft »^qIuoíi)é»< is^m^s^
tad^ fn juicio' mitii cabal y verdaiJc^* . •. f - •/ u^ .i* i k:;*
La legislación qufi.ba ¥ei^da ^aQdp>lo0<ll^ffei^qfp yiaMtidigai^
^nesde los acreedoireay d^lo9.d0lidQdP^8b'^p<>^IP:<^<'^^^ w^^^'^
to>qitfif>8i^i|i^ere$ftilt^é wíi|*ruqtivo. £i\$e^examii^;iooi}cÍQimi^
méate, ^llifpita de Ipi^i^^ sobir» d^ídss^ de^dei^ v^dei^ableiy^wn
tiqi4^i9P[i$Q4Í9t) ^ Uá¡iím^kia^^W'í^^ iMóioiéa
\a» T^yc\^i¿mp^\ ,d« }a j»SNM?Qsa y »gJM4A^»)á#|ri(mfde^ nSiX^i
se verán fielmente retratadoa^^iiSttfídi^pOinQi^Resy el i^^twi^^ojiwi
p|WQÍiHÍq9lM^tei»df||ci^.^08.tie«4^&ea y de
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_6—
Cuaixio k eseluTÍtud era^d derecho comua en casi todas Iss
soicie4adefi anligvae, la esclavitud era la pena ordinaria que se ixít-
ponia á tos déuddVes iasalvei^ies; lodo el que no satisfaoiatus dev-
das, quedaba reducido á la condición de esclavo, pasaba al domi*>
nio del mímtido^^ j sus adiípúsieiones y trabajos cedian en provecho
éel ákkaO) porqae^no. era ya una persona^ era una cosa, y los finstos
y xerntiimentos de las cosas ^guen las regias y las. leyes del donunio
privade, peiteiirigen>eedu8ÍwnnenÉe al propietario.
Pero aunque este era el principio general 5* la base mas ancka
de laJegislwzioQ d» aquellos siglos, modificábanle hondunente sin
embargo y a«ii le quebrantaban á veces la índole y ri espíritu de las
diArenas sociedades^ .j
Ea los puriolos teoer&ticosd principio religioso suavizaba, co
mo era naturad, la indecible duresa de las leyes solure d^dis: asi
sucedió en el pueblo hebreo. Moisés, consignando en sus tablas. Ja
esprsaioB divina^ na podia aer un legislador intratable, iirroa, san-
guinarío^ cual- lo fucisoa óteos»
£l.mÍ8ino resoltado^ aunqtte nacido de diversas ctuaas, se- re*
produusat en las asaiaactottes demderiiticas, en el sentido que esta ca-
lificación puede aplicarse á los homhjres y á las cosas de la antigüe-
dad. JLas lepúbüsas griegas mitigaron también sus penas contra los
deudores^ Solón hizo menos dujra la coadicion de los insolveiilea
enÁtenas#
Al confatario, en los pueblos dominados por el régimen aristx>-
crático, en el pueblo romano, en los pueblos de la edad media, eti
las sooiedades feudales, se desplegó una crueldad horrible, una bar-
bácieoalealadayiina legislación impía contraías deudores» lA.pi-
¿OH, la esclavitud^ la muecte á veces, la muerte con eircúnstsaoíeias
1^ hielan Ja s^gre en las venas de terror, fueron los medios eaoor
jitados por los legÍ3ladores romanos, y seguidos en gyan: parta por
ka cofitumbresvi feudales^ para resarcir á los acrrecdoreu de ;ius
pérdidas.
Bn^oto, desde el siglo XIU, lasle^la^ionea^ antiguas y en
pos dt' ellas las kgi^laaiones modernas, conf' paradas. en ju generar
lidad, fueron cerceúWHlo las facultades exho/bitantes de qu^ g^Sfr"
b«a/loaj»o«eedoms;-oioHiUna excepción, sin^ embargo. ^ue, se jponci-
bey ae^espliea con facilidad* Bn los pueblos eseneialmente me^a%
tU&sé industriales, en las naciones donde -el tráfi^ ^s uno d^.lps
ft'imexm elementos de prosperídiid y <ie s^quesa^ las loyes sobre
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douJás ban conservado, cuando jqo toda, .gran part^ iie 3vii.rÁgklez y
dureza. Asi sucede \^r ejemplo ea iDglajterrd; asi sucede auiH|uo en
mucho menor escala, en algunos de los Erados dft la Usúott A<q^
cana, y aun en Francia. . • ^ ^ » - ^ >
Todas estas- variaciones, todasletías^i^usies de la Iegí«iacion sot
hn deudas, se reasumen, en nuestra opinioB, cmiu biev'^s palabm%
y en una sola formula. Dondt! quiera que douúiia el pcincipia xtüf
gloso, principio de caridad y de faeDevalQBCÍa,'dQnde>quieraqiif
domina el respeto ai individuo, la coi^isideraciozi ai.lKHiibpe.aisIado,
las leyes sobre deudas se dulcifican y mitigan; kicoodiciou de k»
deudores es mas suave y llevadera. Donde qju^era que domina ^
principio aristocrático, donde el respeto á la prc^jiftdad seJtev» de*
«lasiado lejos, donde los instintoij sociales soa hub .parepotentes,
iáonde la sociedad absbrve al hombre, y.ademasy i!ii.I»poehI«B
modernos que viven la vida del tráfico y la iñdustna^ en los cuaba
la consagración del dinero y del crédito oaqfsaa* idéntkos ^Mos
que en las sociedades antiguas, el principio aiisbcMaráticoiy el. respe-
to exagerado á. la propiedad, las leyes spbre deudas senmc^uele-
cen y exacerban, la condieiog de los deudones se agrava,, son ^mas
latos los derechos de los acreedores. . .
Guiados por este criterio, comtenplamos tm gnB eftoñeía los
«estravios de Jas legislaciones antiguas y modemas^en uuo y otr o.sai^
tido; no declamamos vacíamente contra ellos porque ssm ex&aiUb»
-dones naturales, consecuencias, en su mayor .paite ndcesariAS, de
los tiempos en que nacieron.
No declamamos, repetimos, cx>ntrá efloSfporqoe ios vemoe eá
las cíoolU de los sabios, en las enseñanzas de los hombres eminente^
en las aulas de las Universidades, y en los Palacios de los Rv^es,
porque eran las doctrinas, en una piilabra, que dominaban entonces,
en el mundo. A esas doc^inas las combatimos, pero no las adrni^
ramos; sin tronar indignados contra eUas^ las traemos á crítica y
ajuicio.
Pero es ya^ tiempo de examinar en 6rdeníFuee«vo hs legista-
«iones antiguas. En su testo vamos á encontrar, á to que entende<^
mes, una confirmación de las reflexiones emitidas.
£1 pueblo elegido de Dios, d pueblo hebreo, «s el'pnmero qué
tt rtfrece á nuestras investigaciofies. Las leyes sobre demias qué
9foisés di6 á los judios cuando los arranco de la esclavitud y los
eondujo milagrosamente á la tierra de promisionpor entre las escase*
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fxÉ y lasiMoturgunis del desierto, scm mas notables en cuánto no par-
tícifian de? ÍB' crueldad general, en cuanto son á manera 'de una pro-
tarta óontra' bus legislaciones subsiguientes, en cuanto son una
emanación pura y sublime del principio religioso. '
En eMíbrttmiís antiguo que nos conservan los anales de lahu-
HÉuiidad; sie fanlbm estam][)adas las siguientes paleras que dij<^
Mfeiiéír al' pneHtf hebreo r -^'Otmído vieres gemir en la indigencia'
5^ tus hewííanos,' á:k)S hmñbres que viTirán al par de tí, en la ti» r-
,,ra que el Señor, tu Dtas, ta á concederte; tu corazón no perma-
5,necerá sordo á' ¿«rruégo^ ni tu matio será larda ó mezquina en el'
,,eo«orro.''*Pwef'OOWtrarto, serás- generoso co» el pobre, ylepre»-'
,{tfffáB crmnto *i«iape pata 'cubrir tes necesidades que le aquejen.'
,,Guárdate de dar oidos á pensamientos impíos ytoezquinos; gu&r-
,jdate'de'itecií: <*iiflo seteno, etaño de la remisión está ya enci-
„iÉai para dejar coit este prttesto-sumitlo á tu hermano en la pobre.
^W!..*. N», te socbrrerásr en su^Yiecesidíídés, y le socorrerás sin in-
,-,tei*íoil ditífáda; con fe candidefe tie lá b^uenalífe, y el Señor, tu
,,Dk>s, ^bendecirá y bémleeirá tuS obrfeá**' (1 )
•'t' ÍKi «sel^^tortl pbr deudas estaba escrita, con toílo, en 1« legis^
lacion hebrea; pero lo estaba de un modo especial, era espontánea,^
norera urn derecho^ t(ii€i"9e '«antedía' al íféré'edor, era un compromi-
so qtie el "^dífudor tenia eii su man6 ContrAer, y que nunca podiacíi*
latayse ]^ortin lespaHo* mayor de siete afíoá; llegado este plazo, los
esclavos tecobraban su Ubertad, las deudas se consideraban satis-
fechas. ' * MI ' •
Eí'dhidor tleépW«5 Ae h^ber vendida" sus bienes, pódia ena-
gcnar su persona; la viuda, después de haber agotado todos sus'
medios y íectítsos; 'estaba autorizada pita proc^er á la venta de
(1) 7 Si unus de fratribus luis, qni mf-rantur inlra portas c¡ vitales iiioe iii
téttñ qtia'ni Lo'nnituá't)cfes Uírta dutnrus csl tibí, ni páuptriaiem vtniíril: non ordu-
ra«itft»f ttf«Hi» fKKSoofitnher'iiitihntu
a S4é ^^p^ríM Aa^.|Mi«^pffÍ9f fK dabU nmUinm qno eqtn indif ^re perepexeria.
9 Cave ne forte ^ibrepat^ libi impla cogitatio, et dieas in corde tuo: appro-
phiquatgeptimnsannus íemia}«íoníeí etaverttis oculos toos, á paupere fratret tno»*
m>tfeiH^ naM p(Wtiiltftiíídfti<fthcoártriod<íré; ue élattrtt ebnlMite ad Dominnm ei
10 Seddabis ei nec ages qiiiapiam callide in ejus neceasitatbus FUblevandis,
utbenedicat tibí Domieui Deus tuus iu omnii lenipore et ii^ cuiiíi|^a ad quem lua-
nusAiiseris.
j(i.íber Dfttier. paput. XV )
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— 8—
sus hyos; (3) pero nótese que ki ley no le obligaba á «Bo^ la ley
Telaba por el contrario y 80tbre la desgracia, poiiiemiomn. límiti» f
un término á tan duros sacrificios^ Tal era en esta parte la- ■legirift*'
cion del pueblo hebreo.
£q Grééia, especmbaente en MeinBM^euya»-iej^ tíos san. mas
conocidas, estaban sujetos al pago de laftrtieudaa^ m - defedx> do
llenes, las personas de los dettderfeSJ'Soíen,.aÍB vekvaDá'estoS'tk
sos obligaciones como reclamaban con ahmdo; ^niUl6 toclaa las '^ue
llevaban aneja la facultad de prendaír á la^ pérm>isas^y prohibió para
I0 sucesivo que se pudiesen coraprometer al. resultado de los prés-
tamos otra coífa que los bienes. De esta j^aaneía^H^slMtiroa -soí ü*
bertad todoli los atenienses reducidos por deudas* ft kJMnftillBKite
condición de esclavos (3)- > . , .
Habia sin embargo algunas escepcicmesf e4lablm5se lina de
ellas á favor de los mercaderes y nayi^gantesr A*cufdquiera que lea
injuriaba en el mercado público, ó en el^ursO'dArsus naregicioDes^
se le reducia á prisión hasta la satísfaccicMl de. 1^ iMltá? impuesta
en el juicio provocado al eíeet», Pero esto no debfe^ eonsidererse
como una deuda prívadsi^ era la imposieicfn de una pena^r^a un
castigo. . ; ;
Le detención por deudas subsistióedeinas respecte de ks oait^
tidades adeudadas alfiscoyypor laif multes ófp^nas p^toiariasv
Müciades murió en una cárcel á conseeuencia de esta^ ley. Cimeii^
hijo de MilciadeSy no sufrió la misma stierte^ poirque-sa muger,
que era al mismo tiempo hermana suya, vendió á Celias la rasAO de*
esposa, para obtener á t^oi duro precia ei leseate y laf litUertdd de
su hermano y marido. í -
Por lo demasy los legisladores griego», anteiiores á Solón', al
paso que prohibian á los acreedores tomar en prendas las armas 6
el arado del deudor, les facultaban para prendarle en su misma per-
sona (4). Esta contradicción aparente solo podría .e^pjicar^e en nm
hipótesis; en la hipótesis de que el legislador oonsitterase' mes gralut^
tamente cruel é infitil que los acreedores primasen 4 un hombre de los
medios de ejercer su prpfesion, cuando le 4<uaban en libertad, y
menos absurdo que le emplearan, una ve« detpojado^de elisi en
trabajos y servicios que pudieran resarsirlos de sus deudas. Como»'
(á) Líber Reg. IV I. .
(3) Plutarco, vida d» Soinn. Pastoret, Legislatioii del Atlieniüiia.
(4) Dtodor. Lib. i. P. II, Cap, IH.
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tnufoemfMk«cmoB de- espkMUr* m&i ndelaiiíte, h escfeivitud de lop
lempos «üd^^ttos-era mas nusonable, b^jo este último aspecto, qué
la prísíoK ó dét«iic»m4l6 la sociedades modernas.
Pero donde conviene examinar mas detetmlamenfe la suerte y
la condieio»: d» les desdores, es en la historia y en la legislación
áel BueMo Rc^mano. LafaculUtd de dá^oner de la pefsona del de^-
éar^neam de intok^eiioia, -debió ser coetánea con la fundación de
Roma* Semo Titlio defogó esta dlsposieión por br^ve tiempo:
Tac^üiiio el Sh^betUo, e«a»d« despoj6 ' á aquel ley humano y pn^
dente del ceto yde -la vida, volvió a restablecerla: La República
ln ^ptó tamo tiaBr<dba8s instiliicioties prediketas; y el i^etiado y
«el gtísietam eoBmkracreeentaios sus rígoras,* para refrenar indirec*-
tameate por eslB medio pdUttco «9 ánimci ^irkoAado* y rebelde
-dft lafl^e» B«rQi)»nBpr«dew(!Ía'y>la crueldad dé algunos acreedo-
M8 qiia «busaidft dMüaáado<le ixm ámpüm y exorbitantes derechos
Miuiedido»i¿ au-^'dase, prodt^^tin- resultado cotitrdHo al que se
JwihiMi frcM»eti4e. Utceradat-la p]cA>e'otkB la sobrecarga de tales de^
jttistai^ '.]rea{m'le&-Tkieiilo8 4e la* sobordinaeion y del respeto,
^dKUMkH)61aQÍudad, y «eraliféal Moi^sagmdo;
La aristociacia romana ^e conservaba todavía la energía dé
tsttamqjtfnes üewpM) dO' desmayó por eso imte clamores en su con-
leftpki'iDJufitoB^y comigiió desdeñosamente en las Doce Tablas, á
ákvoi de loatiercederas, detttohos de* una estension y de una transí
ioaftdeBcb'afterj*ad«ra.
' Las palabras eacBÍtaspor ios Becemviros íberon fes siguientes
^^Alideudoroon&so y al condenado «ñ juicio, otorgúesele un
plazo de treinta días, y no mas:
^^Pasadoa estaos, apodérese de*tt elaereedor y condézcaferante
,el íoez.
^^Si no realisa el pago, y no hay qmen se obligtte á satlsfecer
la deuda en nombre suyo, Ilcireleel acreedor consigo; sujétele eo&
-cadenas ó con grillos que no escedan de 15 libras; pero que pesen
menos, si lo quiere.
*^Viva el deudor de lo suyo, si tal fuere su voluntad, en otai
jcuao smniBMOirele eiaegeedor una libnt' det^hiuniav -ó déle mas, -ñ
quisiere.
"Si no entra en avenencias, reténgale en prisión sesenta dias;
sáquele al morcado público tres^yeces, y diga en voz de pregón cuál
es su deuda.
T. II. — 2.
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<Tero si bs acreedores fueren muchas, pasado «stetténnbo,
trozos su cuerpo; si cortfir?n mas 6 menos de lotque é cada
uno correspondiere, sean inculpables^ Véndanle 4 loe etiíaog^tw
del otro lada del Tiber, si quisieren." (1)
Por manera que según el testo de esta ley severíakna^ al deu-
dor después de confeso ó sentenciado en juicio^ sele-coacedia «a
término ó plazo de treinta dia«, dentro del cual babia de sattañieer
el crédito. Transcurrido este pla^o, el acreedor se apoderaba de mi
persona (matms injecHus) y le conduela de nuevo al {tribunal, no
para qui; volviera 4 ventilarse el negocio judicialmente, pues al fi-
tigio estaba concluido, sino para que el magistrado sancionase, di*
^ámoslo asi, con su. presencia el acto de lud^evae apoderada ^
ficreedor de la persona, por no haber satisfecho k deuda dentro dd
pla^o señalado. Ademas, esta pres^]^tacion ó comparecencia judí-
cial tenia el objeto de facilitar la ocasión de que aigmi dikMttto
xomaiio, compadecido de la dura suerte que pesaba sobre el deudor,
j^ ofreciese (vindexvel expronmor) ásati^cerdl erédito en m
nombre. En otro caso, se le reduela á estrecha éineGmoda jpiísmi,
y la ley fija el alimento que el acreedor e«taba obligado á amnír
nistrarle, si no preferia mautcner^se de su cuenta. Durante un nue*
vo plazo de sesenta días que permaneeia en esta aituacion, pieso
pn la cáfcel doméstica, podia pactar su libertad, con el acreedor
qgiiei) tenia ademas la obligación de conduciHc tres veces al mercada
publico á fía de escitar la compasión en favor Juyo« Si nadie veMa
por él en ^síq amargo trance, al espirar ios sesenta diaB^ el deu*
fipr perdia todos &ius derechos civiles y poüticost, y era vendido
como esclavo de la otra parte del Tiber, es decir al estrangero.
Un caso habia, sin embargo, en que la crueldad llegaba al último
esrremo. Si los acreedores eran muchos, la ley de las Doce Tablas,
\ís aMtorizaba á repartirse los miembros despedazados del misero
deudor. ¡Tertiis TumdwU partes se&tnto!
(I) iErís cotifessi rebnuqne jure jndicattt. XXX diei jnsti fltmttH pcMt Heitide
mHiiUfl ínjectHi esto, in jiin ducito; ni jiidícatain facit. aut qoi lo copies eiido eo in
jfire vindicit, secnoi ediicitm rincito not ñervo aot compedttia», XV pondo ne ma-
jare «nt'ti vvlet* minore riocito. Si vmiH, cao vítHo, m tito vtvit, ift^ enm rlfietnto
iNilMbit, libra* fiírri* Mido dios dato, si volet, pins d«to. Ni cnm eo pocit, IX días
«iido vincniis retinotu, ¡nteribi Trinis nundinis continnis in oomitimn procitsto oe-
ri]«qiio ofistiinianjmicati predieato. Astsi phiribiis eruttt rei, tertiis nnndinis partes
é4s«iüito.!ttp}ii« niinii^vesociiAmnl* se itmtáe esto: Bi voHent, ais (trans) Tibenm
pcrtígré veuuiidauU). (Tübula Terüa)
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/
Todo eshlba cdculado en esta ley coíi la fria y acerada cruel-
dad de hi Roma de Apto Claudio. Primero la confesión ó el fallo
judicÍÉl, luego aquella prisión doméstica cuyo carcelero era el mis-
mo acreedor exasperado, en ultimo lugar la esclavitud, ó la muerte.
fiseritofes muy respetables han querido l»orraresta éltíma pala-
bra, ya que no podtan del testo, de la inteligencia de la ley. No se
refiere, kan dicho, a! cuerpo, á la persona, se refiere á los bienes del
deudor. Difk^il es sin embargo, sostener esta opinión nacida de uti
sentimiento laudable y generoso, no solo porque la letra inflexible
de hi ley se revela contra dh, sino también porque vienen en apo-
yo del pareeer contrario autoridades de gran peso, porque le confir-
man los Romanos mfismos. Los testimotiios de Quintiliano; (1) de
CiBeilio, delVrorino, y de Tertuliano, (^) no pueden rechazarse en
buena critica. Entre tes modernos Bynkershoek y Heineccio com-
beteti, y Pottiicr, Qibbon y Niebnhr, sostienen la opinión que noso-
tros adoptamos. Valiera mas para sus impugnadore.'í, decir com<>'
GaecUio citado por Auro Gelio (3), que ese suplicio repugnante y
bárbaro se eitampó en la ley á fin de aterrar á los deudores, sin que
se- llevase jataiás á ejecución ni efecto.
Como quiera que sea, las disposiciones de las Doce Tfeiblas
eran harto duras, para que las llevasen en paciencia el ánimo inquie-^
to y turbulento de la plebe. Bastaba ét menor soplo para hacet es-
tallar el ittcehdio que abrigaba con desasosiego en sus entrañas. El
espectáculo irritante de un joven maltratado por su acreedor, y cu-
bierto de la sangre que derramaban sus heridas, produjo un motin,
á cuyo im{)ulso los preceptos mas duros estampados en la ¿uarta
(1) ''Sunteiiim quaedam non Uudibilia natara, aed jare coooeaaa; uX m di^9p
deciiii Tabulis corpiu ínter ereditores dividí licnit Inat. Omt III. 6.
(%) 9ed ecjtidieaii^a in pani*8 racari á ereditórfbui, Legea eranf; eotteeniA
taoMu piüiliow Cnidelttiía pontea craM eat Ap«it^ «apot iV. • i )
(¡i). Na» de ianHiaaUato illa inqiiit Favoriaus atcaudi partíendiqnt» hwMNM
corporia, ai miHa ob pecuiiiiim debitam judieatns addaatoaqne ait plnribiia, non li-
bet nieminisse et piget dicere. Quid eni*u videre pnteat efTentiaaf Quid ab bomL
nia ingenio diveraiiia, qnam qued menibm et artua inopia debitoria breviainio la-
Buin #rtr— baatnr» aáent mmm bona vanuni énlrafaanuir f M bañe CanaiiiM. NI»
hU piolbeto inmitiiiai nibil iamaBina, niai nt re ipea apparat^ oo oonaili* lima ín
manitaa paenae deiknntiata eat, m ad enm amqnirai penr«iin«tn«M....«»diiaectaat
Mae anciquilM nenMneiN« eqnideni «eqoe legi, neqne andivt qnoniaB aaevhia mm,
paMMe «oniltaBni «m qaiin eat.... Aaarbüaa plwoñtqwe nloíaeeiMÜ UMMMir í
atque oiute ▼ivendi diaciplina est....Apad Getttfm, JUÍ, U
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—10^
ley de la terce^ tabit decemviml, desapared^]^» 6»pttte de fo le«
gislacion Romana (1). C- P^lio y L. Papkio eraiteteatiaetéJi
sazón.
Subsistió en medio de todo, la prisión ó detendon por deudas.
El deudor no podia ser ya vendi4a al estiaagem oohí» esokMo, ni
encerrado en las cárceles domésticas, ni cai^iadí) deeadenaa^m-voHi*
pelido á servir á su acreedor en las frenas pcopias de'ltfgtoie.eaiiit*
va, pero todaviase le reservó á ^ste la iacultad de r^tolur ^ueifltf
le detuviese en la cárcel pública en caso de inqolvencia.
Julio César suavizó mas la lenidad de los fltÍjiMMi.pceofif*a#,y.
restableció la observancia de k ley un tanto desqsfuky nselvisudo
que la persona del «deudor quedase librt , una vez ealm^^Rdos -Iojím
sus bienes en pago de las deudas. Y como cayese taadiieo prnié^-
uso la ley de Jujio César, Jnstiniano la restableció^ .
Pero la voz de las potestades civiles, na era ja J« é»ÍQaiqii0«e
hacia otr en fiívor de los deudores tan duramQnt^ tratados por ím
leyes; el cristianismo alzaba en nombre de la omridad y deia ban»-;
ficencia, otra voz mas poderosa y entrañable: los pieceptos de to
emperadores se vigorizaban por Ja ley de Dios; las eloci^íintts pilar
bras de los predicadores iban en auxUio de las doctrinas emitidas
por los jurisconsultos; la razón cíii^ina únprimia else^o iodfileUO:^.
su autoridad en la razón escnta. Asi se expbca como desde Coi»^
laptino hasta Justiniano se promulgaron mudxas leyes destio^da^Á
reprimir las crueldades y la rigidez, con que se amagaba ttnwmfm-
te á los deudores. Hasta aqui la historia de la legislación romana*^
Cuando los pueblos d¿ Norte se derramaron por eLinmidi»*pa*
ra á^x el golpe de muerte al imperio de los Césares, renacieron con
la fiereza y la rusticidad de sus costumbres, las disposiciones abo^
Bdas por la religiosidad, la civilización y la cultura. La esclavitud
foé otra vez de detecho común; los deudores insolventes i|aedaron
otra vez reducidos ¿la eondieionide esclavos; LosttdehmtMriaiiÉSB
somles, hicieron una pausa para seguir después con nuwo brio en
su carrera.
No seria oportuno entrar en el examen de la legislación pecur
Kar de ladapuehlo; basta «nmiaar k> que dispusienMi ««bm «sta
(l> JoMÍ oamaiea raferve «d popnliMB, ae ^ia bím qni noxam iperiiiflMi»
éneo pomMin lueratt moompedibiu^aat ioMtrvo ieiwretat( piMiMMBe onidiiaei
ram ne necterenliir. (Tit« Jklv* VULI^
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— la-
mutetíf^ mi^fim ^^ HQitiguas, y lo qi^ise halla ^geote.h^ e^
, Sa Fuero Juzgo, ? s la» primera colección de leyes de la Empana
Goda, y l^ppfjqi^ra ts^nhiefi, asi como la xoas filocóñca y humana
e«tr%laa<gu)^ica<iUsiV?i: 1qi& pueblos sept^Qtj:¡onalQS, qpe.serep^ie-
i^^iyiij^Qrf^<)os-m^gmfícps d^^ps d^ imperio, A pesar de
8\).l^i4ÍM^ eoe^iéa^rfi^ au. eUa la esclavitud como imo. de los iii^ ^
gpi^,tj(¡U>»W¥^teg dQ la, época. X^os d^udor^s, ca caso de.iBSol-
v^Oeia, ex^ $aiix^gadpsiá,sus /acreedores pars^i}\;ie les sirviesen como
ei;claii^G)& ^^E £i \imeQi^u,mí^chQs demfiiid?i49res de.so, uno^ debe
^ifafi9^r.pf^ á ca^í.ui^, Sffgund quel deve; é $i rym^ sea ;fwrvQ4e
<%ifl^/Jjí iaa^;ade^n)tf: -^JE si ,ugp .oviere onde^pagi^e á loa otros.
^jd^b^^r^.^^ ^T smva d^iqudlos pqr la debda>^\l). Eexo si el .
Iiibro.ó.Suera.Ji^Q (;pAseryala esclavitud co^o el uljtii;ao recurso
4^}Jof.ia^e^fjpj:f^, ^f> se hall^ en él lo^ ve]ám^o^3 repugiüi^ntes,
^UVtgrafui^ Q^ttf^d^iR^ a&aro^ el 4erec^a roman^ ^ sus pe^
i^ijo^.pr7m^yo4ii>T<lHP ^pt^rpA después las uaciones , mod^api;
y aun España misma.
^,,f, 41 ^iw e^ (^sadalete i^ixel últimp. Rey d^ los Qp^c^s. €$1 pe-
rioáf^ l^^tocii^ChqM^ ^^b^^^su 49niinacipn, sobrena^on: las aatir
fpxfta lQie%^ )f» r^ina uB¡,Yersf4- El Kaerq Jfizgo se Qonserv9,y aij»
^f$»Hf^ W^ ¿ JX)jéQos en.Qbsej;v^cia,.^i en las ciudades juiY^didas
9ar,lo6.p8UfiV4)sco|i/qi^$tadca)s«, coii^^^ los reinos cre^fjp^ lepta*
üft^l^.M f^9f9t9i 4^ ^nn^, 4^^^^ ^ época^loriosa de la recon-*
quista. Pero en esta época se formaron otros códigos ó cuaderjaqs
lagl^eii, ,qife e^e^aa mas fielmente su índole y su 6sQnomia| y á
eUq» flebetaos atenemos para conpcerla y caracterizada en la cuj3$-
tüm que aQSdoeupa.
. El Fuero viejo de Castilla, respecto de los nobles, y el Fucfo
jlegjlp^.lQ. q^^ b^ce á.l^ dornas dases, en cp^to es una x^olec-
^ÍQii^Í9liS(k9^ OüSk vista de,Ip« f'uei;QS. espe(^^e$ de las ciudades y.
viUwmaSrRotablesyíifis servirán de Upo.,paxael ex^en deísta
pacte de nuestro derecho antiguo^ ^ .
, '. Gp^^ loshijpd^lgos ó í\¡odaJgos de Cí^illa, y á su imita-»
^iikl9ftfd«gia£fnobl^d6l, (eino^.d^ una legislación for^ peaulia^^
Wy^ que haciendo mejor su suerte, les ooncedia privilejic^, jp^'
recidos por sus hazañas y servicios militares, y les ponia al abrigo
[1] Ley 5.*^ lít. 6. » lib, 5, ®
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—14—
de b mancilla j de la infamia, aun en el caso que huhienm dé sq-
ftir castigo y escarmiento por sus faltas. De aqui que no se encvM.
tra entre las disposiciones legales del fuero viejo sobre deudas la
esclavitud de los deudores, como iHtimo medio de cobrarlas.
Desde el momento en que el fijodalgo confesaba la deuda, 6
era condenado en juicio al pago de ella, se entregaban id aci^edor
sus bienes, primero los muebles, y en defeeto de dios los raices,
aquellos se vendian á los nueve dias para hacer el pago, y en cnanto
á las heredades se mantenia el acreedor en su posesión y dtÉürtite
hasta la solución integra del crédito; ^'fasta que sea pagado en sua
debda." Y es muy de notar que no se concedía al acreedor por este
Jkero de Castilla la facultad de proceder á la enage&ation de M
fincas rurales, y m únicamente la de labrarlas en benefieio propio
si quería, ó la de abandonarías como eriales ea otro caso: ^
si alguna cosa metieren labrarla, débelo sacar dende ^'el otM)
débdo que a de auer, mas si non quisier labrarla mas, tenería
ansi á menoscabo fasta que le pague, e non la pueda vender por
. fuero." (1)
Era otro privilegio de los fijodalgos el de no ser presos por
deudas, ni prendados los palacios ó casas de su morada, asi colM
tampoco los caballos, la muía, ni las armas de su uso (9). La
S? parte de este privilegio, tuvo su origen legal i nuestro modti^'
de ver en un precepto de don Alonso el Onceno, de que haUafemott
después, aun cuando antes pudiese estar autorizada por el uso 6 la
costumbre.
Pero debióse conocer muy luego que estas fhmquicias per¿'
judicaban á los acreedores, haciendo las deudas incobrables, y
se recurrió a la prisión con circunstancias singulares é ingente»^
sos trámites para arrancar del deudor fijodalgo el otorgamiento de
la venta, respecto de los bienes raices, que de otro modo hubiera
sido contra el fítero. Son tan curiosas las palabras de la ley que noif
ha parecido oportuno copiarías; dice asi: **e si el debdor non ovier
"mweSfe, e ovier eredaty el Alcalle métalo en plazo de díes dias ^
''que pague, e si á este plazo non pagaré, esté otros dies dias en
"el Palacio del Rey, e venga á sua casa á comer e á bever, e s|
'aparare con algund en la carrera, e le fablare yendo ó viniendo á
( 1 ) Fntro Vi«jo d« Cutíll» I, tit IV» lib. lU.
(2) ídem U. id. id.
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— 1&-
^ístta t9^ e gala ]M>di^r probar aquel, que ha de Ter la deb^n
. ,^tcQ9 dos.x^jpes derecbos, que pierda el plazo dtl Palacio e esté
^'otEO^djiss dias en el castiello, e venga á comer dos vegadas a sua
^^qasa^ ¿ loiaece i yacer al castiello, e si en estos dies dias non
'iipsigv^f métanlo en la torre e en el cepo^ e esté y otros dies dias,
'^^.^ non pagare en eslos dien dias^ los Alcalles e el Merino ven-
^^dmn smií tímes &fl^ cumprimiento de la debda, e paguen al deb-
*^ilor; e la vendida^ que asi fueJt fecha, debe valer á aquel que
^'c<)impr6t por íbero, e non SMlga él (el deudor) ante de lu prisión
<yMa fMe otorgm la vendiia ela ei^fie el m&mo.^^ (1)
Mientras e^ diqponia el Fuero Viqo de Castilla re^octo de los
noblí^ el Fuero Real, fijaba para las demás clases en la ley 17,
líám 30, del libro 3?, el orden que debía 8^;uir8e en el pago de
Jos d$Uos ó créditos^ prefiriendo s^cillamente los de fecha mas ao-
tigm: '^eisiel postremero deellos ó alguno dellos quisiere pagur
. ^^al prirntro sea apoderailo de los bienes del debdor fasta que sta
^^entregado del sudebdo e de lo que pagó al primero, e si Ips
^^bienes wm cumplieren^ sea apoderado del cuerpo del debdm asi
'•'como manda la ley." (2) Por manera q«e la esclavitud del deudor
«qipfí^veníe y el prendamiento de su cuerpo, estaban espresamen-
. le; consignados en la l^slacion foral, ó lo que es lo mismo si*
.|guie;rpn en vigor con la eseepcion que va indicada en el periodo
Jústófico de la reconquista.
La ley mencionada en el testo que acabamos de copiar, es
muy notable, fuera de las reminiscencias del Derecho Romano que
^. dejan ver en sus disposiciones, por el humano señalamiei^o de
las utilidades que debia obtener el acreedor en los trabajos hedios
ó «n las ganancias adquiridas por el deudor en el desempeño de
. vk oficio, y de las que debían reservarse á éste para su cómoda y
decente subsistencia. ^'Si algún home, dice la ley, fuer metido en
pieisionpor debda que deva, aquel quel face meter en la prisión
il¿l Qomplim^lo de pan e de agua fasta nueve dias (3), et él non
•ea teiádo de darle mas si non quisiere, mas si él mas pudiere aver
dotra parte, ayalo: et si en este plazo pagar non pudiere, nia pu-
<i) ídem- VI, id. id.
L« iiiiitmo previen«; In ley 6 Fuero 13 al fin.
(2) VssXñ 2. tit. 8. ^ De \on gobiernof:, libro 3f del mHimo Fnero Rea?.
(3] Ocho sftgtin otroncóiliteH.— 8f*ftiia»t>!iel testo del Futfro Aoal que ha
publicado en eilot úkiuioif añas la Academia de la Iliituriu.
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—16—
diere aver fiador, sí bviere ttlgun menésür (dicte b cftrrfem); ¥eewi^
délo dqud & qm^ ddfe lá débdctde gtíim qmjmeéa ttéar m HkttiOh
ter e de lo que ganare dét^q^ coma e que vtsttí guisad0inén$if,''t Jo
dbnas recaíalo en ctUTÜa de su debdüy tet si ttíerter ftWi ofierc, e a-
quel á quien deve la debuta le qüiáterfe tener, manténgtdo tniíMsío
sobredicho es, mvasé de éU^' Otro tó&cé añade: ^éíéií ^"téa
pagadó^^* y esta debe ser* én efecto ía in*e8gemcía de k tejr. •* '
Pálpanse ya en las disposiciones del Fuem Real ima létaídád
racional y un' propteito de conciHar lt)s tteteckos de "tes aoeéilüfés
con el bienestar de los (íeudores, m ctiaAto nó ae ptJl)HiBéab¿'á
los primeros, que no era mity de esperar de lascostirrffbws radas
todavia, y* del carácter intratable dfe los sigtes'enqt» ée formó;' '
Las Pkrtídas que suceíierdfl á est^ código en «l^deh-deMfci
'formación, copiaron en esta parte, como en otras, el ©erecho B^
mano, tal como existía en stís ttltimíís Hiempos después'de íte fe-
forinas tfue suavizáronla crueldad éríftÉMtiMerigides: d« IdÉ^^re-
' ceptos antiguos. En las Partidas no se hallan ya vestigios -de'Iá
esclavitud de los deudores; y si la pision subsiste todáVia e^j iñás
' bien que como ün medio de solvencia, á la rtíttiéfa deúh éUStigo
impuesto á la rebeldía y mala "fé. como una pena de queseMWÉh
'hecho merecedores los que no querían pagar sus tieudas, ni des-
amparar sus bienes. „Pb^ jtdció condepnado seyendo ti^n<>, é^
ria la ley (1), que pagase las debdas que debiese á otro, sí tornea
quisiese pdgar^ nin desamparar sus bienes segunt'de*ímoS «n* las te-
yes ante desta, eljtSgador del logar ^ debelo Jhter'indér enprísük
a la demanda de los que han de ' resdbir la paga, el tentrÍ0 en Mt
fitsia que pague lo que deée, ó que desampare sus béene$J^
En las observaciones ó acIemcíones«l Fuevo Reel^ qiiéccnrin
con el nombre de Leyes del Estéio, hay dos que revela» el t»#<
práctica aíotorizacta ya por aqu^Uti época de prendar ei xsMrpo^é
reducir á prisión por ks costas judiciales á ki6 que no*4enmi «^
dios de satisftíeerlas. ^Otro si, en casa *áei rey el que es oéAdéMh
' do por costas, préndanle por &)h> ^ m cuerpo, «inon ha bkiies ée
qiielopagU€."(2)
Examinado el Ordenamiento de Mcalá^ hallamos nuna ley en
la cual se previene que á los caballeros y hombres de armas no se
les embarguen para pago de sus deudas los caballos y las armas
[1] 4 f , tít. 15. (le la Partida ?> f
[2] Ley XCIX; lo tuiáuio if;e previeuc eo la CJLXVIII.
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MipiíikeM'VMi'álo tfie creemos^y ée élla^ desptendé'y'^iirilttl!
Gékm de ^Segoviá de 1347, y q»e se ihaí cMsignado' desptves eti Itnt
céáijgm pi^^steá^res-tomová pri^Hegio de-cteíe * fovw 4e> la'ittM
b)^' <MkM3 «dh'^^Usdseft^t» aquf, quepDf tes debdas'que <tebi&iii
nWMést^aiten^ de k no^e^tra tiermy 6 pon ftfeidtifia» que»ft(6ittn/
qtííé''lo8i<0ÍcMMió*aq«e|Io»qQ«'tt^&'^^ fdiMv;>>qtté( ké»
petndrabaA los earallos, élas armas, é las vendían asi como olfbst
mn&i> «Mlééquier de los iqtte atkñi."Et ptmf^e es maé^fk i^lun-
titá d«^l8ií4aKser>4iefced, « *^pméem t9k^ wmfon ojf i^atoi pú¥k
fims$té^4éf^Ma^4íéiÁmikíé*^ 4)re&qiie*pof'd«btiaa^qii»H}eli«^40ir
gt^^^ moffOi^^mm mb&tUm emriM»^ quele» iHm se«iti ^p^peíM^^
^Ri uSie6€0ie»é€iki de üMM* en esta ley: ptimei^ que el pHvilegio
cMeeáldd'árto ttDbleea,»o«ei^«apricib¡^ ni imtattite^ee les dejaba*
testesl^d^if los ani|«iipamiq«ie pudiesen ^udifá láf«)eá^ que^m^
pop ai|u^loe<iempt« >la profeáon de los nobles en £^slKi. '^IBk ínt€^>
res privaA)táel€ceM»edor desapateciay y esto era méy JustO'^tetiite el^
iftÍjBflisyiwerat de 1» 8oei«^d«Édqiué<em 'el í(tt€l^es* de la> religfeU cris^
ti»(avIe)'iitt<íresidelatmlCttra, d.iiiteres de 4os diveivos AeiMM^tíf
<flfe<eéts()a>«ttri^a y-'dbiAria la Penünseila; ia^ sbitta de tet^esék/
Át «M palabra, qae Hevalba escAto^ en mi oriflama la gbrtosa^MA^l
daraKkfeMconiGpmta; ' •* -• • .i .. / , . ,» í,V'!-"'q
«* '> ¥ 4a demoetraeion-de' ^ue el prMtsgfio á que alBídimos eMrilM^ »
tef^XM'ñnidametito tanlionrsso^ se baila' e» la miSMatey *qtie*U!(
eMblece. Noseeit^eihiscribíftd^lknlkaba esfeeseepdon á)a
losncribto^ bbt%(ziaib«áloda^laspemnfRB<qa!etenietido^^
mmi podían ^ediosarse' alservieío laittttr. ' ^ ^ ''
»í' »**fiHiesie mismo Grdenamíwito de Álcali coineitóáton ya»* dití-*
Wfle'en^Materíade dendas algunas eseépo!oneañivond>le&á los la^'
biMoi^,-qQe repMí»<ites^^ D. J^ il:*
-'f'íi 'Hasta aqui hemos elatoinado las leyes sobire deudas que ri-
>" (T> Lory etiftitti, tú. \SM^kñémtñ\tn\jft'ñt Almlá; y f^ 2íl<)e)0rdeQftro¡<mM•
dr8efobia, desdd donde se traskidó á aanel cnaderao. Ai hablar de este ' pifrHe^»-
gib #8<riá> ¿fi iMHi-de las teyii»(M.Ptfe^6 Viejo de'CnstRla'f itidicaHioii (fée tk^osu
origen en esta ley. No empecé á nuestra opinlím la antigét^dad del Pderb^itrén^'
cionado. Su último complemento le lecibié^A tiempo d(4 Re/ t>. P4dré I^ di-
chdelCrael. . .í • J
T* II.— 3.
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gfttp^odo 4ek ttcesaiÉe lucba^ que eamkausft^n la,m¥afik|« ámMm
wmrnsenoB^ y coaoIi^ en Isi.oraiiGtfi» de It Momqim poi loftftt^
j«9>CiilQÜGea)i fkispucfi ele la toma de foraaiMUs últMa bdiittrte 4%
III diittiiidctaí^ árabe eajíiqpaaa* CímpkiiosahiomfesedarAifia-bttf
vesMMrte, una ves nm pesoeínmM eif^Amm^o de laya tPaflogpoeíy
4ai y oflTcaaag» las moítifieaeionjwque .eaii pwHenondad liaAufOciiir
iido«i » ,.'.-.....■, -'i i , M ■••."?
Criiando mm&umt» uneatoa aatepaaadas á^.díifaitas de lea
dubarna de. lampas, naijpadíeio» manofilas Bayop Catálkfla d*
irf»ftrw>rlai diapasbiouee aaitígaas f de dktusotaa niiavaaw Jler
nefioio de hayieatonay figaaim ptkiMeifMd detpttebhHaiyniti *^ím
dftfcw»^alh^r^^ro4ewi>W com> eva. «hwoieaa yiéntioa • <n tadoalea
gobiernos, de privilegios y ínaapriQíest ^^aoA fleiii^taiaadoa^d|í«i
roa^ ni prendados, ju lembao^doa'pov wiapina ai ilgiian -jaeiKia»
biuyea i¿ hastías da af|ür* • .»ai los instivua^ta^
aa« • • «salifa acámente p9r loaauestEaa.paeboay^deíaabm^j^^aia»
otos sefioias, ó por deudas <^ dein ellabiador^aiaeAor da .laba^
radadi no se haUaado otaos bienesmuebles, ni rsiaaa {%y^ <.• .
^jpa0o.(]p^ los Rejiea Católicos cmeedíw eata; eseapaioa 4
hialabiiadbieflya^vicabanvelpiivil^ío akgado porJatanidlLd^l^iiSar
viaa, sifi>n el ovalólos qae fai^MaateoádacdiM^ parala y día «a-
podían ser pieaos|>Qr deudas ^^atento quelacausajporqiieaediátal
privilegio cesa, y de la guarda de a wsukan Bwchoa>daaoa4ia»
convenientes (2)." En estas medidas kgiJes sa vishuabia 0« la
nueva fiaoaottia de laaociedad española, y (A aiieve aacéc|l9r,í|w
iba dominaado en elku Los bábitos guerreros eomanoaban i 1
ae por los hábitos pacificas; la espada cedía su paesto 4el \
No fueron estas las únicas disposioiaaes difltadnsyoa laa-
Gat61kiic>scgAceladoaá kis deudowa^.pOB ottas^l^^
á6chism:qfkr<íbwl0$m públicos áÍDa<E»whiftdorf»ynterfflHtereB^qaaaa^
aleaban y huian á otras partes coft tosi caadalea agepoft (3)« Aénim
amedrentar á los deudores que oenltahan parte de sus bienes eedien»
do los restantes para el pago, adoptaron el censurable medio conte-
nido enlas palabras siguientes: '^hasta que se parta.de la tal cesión
Cl) D. FecBAD^o 7 d^Sa liabdi ea Madrigal, ano J476, p^tig» 3&. JL^y 6. ^ ^
titulo 17, lib, 5» ® da la Recopilación, .
[g] li^ 15» ta !.<=», Ub. 6.9 id. , .
[3] Toledo, 1840.— Ley 1. tít, 19, Ub. 5. ^ . .,
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«orno el'dedo^ i««riÍ9iaa y dMertameiite iobipe>d eoH» del jiAnnm
MI «ihestiiFMdgttn» aolHrereUa: uÁ no la traxete ettikmaiieía ^p»
dkba eS) que cada y cuando qae fuere haUado «n ella^ i la tnúfieie
9&hBgAla^ extí&oióiíoumsupers^nay biems; i<)iiet.iiag«!0edela«0»
smi de IneiieB^y renutteiacionde k oadenaque hizo* * . «^' (1)
•^(. Paadoa alg^inoB aAoc,*4iipHÍ«rMi qae^dt deudor que M(b Int-
^■eaopagidoito daiida«n eépkBo de ana-meses deqpues de^üqmdft-
-da» Afwsw<itigtido<ta<aeedoriMÍni«mettidCT^^ ^^(lons'fiii'Ai
MriigiajparJiirfwriíi>>>*ydé»dtígi»tiftii!toiáa#iog a<wr.t^ft)¿ <
Mii- Ijos pqwrffltajyqi pjgwnieaBoiH imlfti-i; ^p»emmmgesmmxt^
For maoeía que se ven letofiar dgnnoafnneqáoa dttl daéeho
iff'^mmi nhukiu kbcnigBidad qipe se aupkftTSlqieeto da
algyaasolassi) ooo'el úgot desplegado «ttgeiiei«i»paracOB4oodM*
4oisa insícdnentos» -w*
• f* . HttWdO'lkvwBriaíqr^estefluiporlostnkv^^
^esÉBSfíroeeptasyyaiiiitse dmmi ejexapko de*fiiorir nmáim^fet^
OflPBS»4raasa derlftifihawirtiidad ccoque« lestrataba«ii4aafEÍaío*
•eS) yfaéyatMreckoqwB>-Caifc>aI,yiyjMaiMmandaseti;áiaoat"
I saldes liayoiwtdetoonddawtOTiieiitos qM aflojasen e» tal severidad
éimrssi isn Boiadegasu desgituna (4).
iñ<j> IX F«lípec&«os«erv6eL[^ilegioconeedidoák»k^^
ysiiBBndi^wislMMÉes ^ü^toníendoqueen un par de bu^fes, muías
éiotnisibffírtasdeaaBr^ no futüertítéet ^feeutedos en ningiin iraso,
««attnpos los peehos y deredboa reates, cantklades adeudadas al
•eliMJioJalMvedady é adela«tot4iedio& perdiste paiasu labor (6^
ftoUbió por oti»in»te)'parawí(ar ks demasías dolos ^candes pso*
vfaetaiios, qtteetttOMesk«rsiiIos noUeB)queloslid>mdore0enaia*
[I ] Córdoba, 1490, á 26 d« jalio. Lej 6. « , tit 16, lib. 5.
E9] En 1501, á 16 de octubre. Ley 7. «* id., id.
[3] Ley 92 de Toro.
{4] Nuera iminiteioa de lia leyoi^pam l«»alealdet mi^raa dé iH ideisn-
tamletitoa en Alcalá á 3 de marzo de 1343.— Ley 34, th. 4. « /fibro t. « dé la Re*
eopilackni.
[5] D. Felipe II, «B Madrid, 15^á 9^ nwrao. Ley 25. fit^ ti, lib, 4. <» de
la RMopiit0ion«
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ibtea^ debft^ioo á este MonancaalgMíBas diipo8ioioii«>bftito 'Son»
r»f Qoatra^los mdreodb^reSj.eamhiadQr^'y factotres fovpadioyo» 48
ttiíiafé.»(2). . .,.»..... »
j ,1 H» Felipe m, su ixifo,fc«itiBM4 daia^o eniain^Mg á > h» «ogi»
^iie34eksiabradope6(3) . .^ i, . . . . • .. ^i
P» Felipe IV, eoa)eozó*áiQalendftr«ft eloireulo <le laft ptrsMns
-^e.privilogio <le. manera. qué ooiBgfeR^küB, miasfke al pafeéer ia-
'ffm^fÁxraífik. '^Paia,al6Bt9jr!¿.}o8 labfadase6.ái»xflíaiia»>ifel^
^'nado Uü^^eu^a Cfiaxoliiáeaevtaiilopiura iertilüsarlaéiiMPMStiÉi-
4tma;qa^i¿totf>»,^<>i:dg«awiirrT:y nuMHtamoiiy no pubodaa-sercíechtados
^^dar siempre reservadas; salvo ppr.lo ^quetflabi«p^.ée úiaamám
<^^tfeL«lislebt» deliHflfiio|pi9édQ!(4). m ^ ...... .i . >
i ; JX, €trioli K^ ÍB9Íg|ijáeiidb la faisiáaddta^iC<Hiipre]idM(*J9ftilft
•«BBttuúoDilas.ial^rifias. otilares de otcb eitestos-téripáMs:i ^^Sioido
^<tan importante la restauracioii del comercio y que la ;fiíbnea»4e
If.^adbuiieilesdBBraeán; antes si aeaumenten^imtitdaitioa qoAfide aqai
«^adehyiiteinoiie ^mAiargae^ ni ^anidan ¿.lo&£abrieaqti9i<de«0áa -ée
-^flwtfiptoasiiiMiQoa los «tomos, tslaresíy i alemas instmaieiitos pmgioog
'^^pará8ibkd}0npoeB»^ibafixleutÍMtüiVil4á (&)«''• * . * '. •('rt^fi
bi .' vEiMskkfgáty D* CárkM|>III después de.ha]Dier.;]a^daibáifiuEar
de los acreedores de escasas faoalta^eá^ hizo'OomnMi -éÉadaalaa^é]»-
écscs industriosas^ >eIpfiiirilegio de no^. presoaporidenflns^ ni^émbar-
>ig;ajdo^ioS'inatrvíB)an|tQadfi su ofieiaw.Dió^porjason deia^.piiflMrrfl
^«bttsotq^ feaolaséa diatinguidas.y acoyadadcM ¿aéian^<tofasp»->
Ittanda^pflÉa impedir el.pagodelltii diku()aa4|ae.habian'iieQntn¿éo
. 7é^p6oto:deloaa^nie8tralef^jotmlearo%femdo6 jr^HyeeáuiM aUsifl»-
■4ag^<M» yal^fátipQgiOf tmm áuMtamaatal < A^l> otna esÉacaiW| elbéaét^
•miy^utHidsd'OOmu^ obtpaiidiM; eohk iotetrranob»de,lQdispiMfi|Q
[1] El mismo oon iji^nal fecha. «-rL0y citada.
[2] Pragmática eapedi4« eu S. tK»yeSzo á 18 4d julio de MSQOj^-tr^ 7. *' ,
ttt lí), lib, 4. ® de la ReeopHaoioti. ,i 'i • ' » j
r. ' m- B.Vtkf^lU lifrBliei4,jfmg«iéttfcftite Iftae^mtswi d» 1619 C<I^j 98^
•tiu&i;iik |..a.|iQ.)«Kenef>iM<Mi..' . ' < t
L4 J D. Felipe IV en Madrid, 1633. Ley 29, tít. 21, lib. 4., de la Reoopilaetop.
•u ' í&) Dt ete|d4:U. Cédula dea6é«lifB0ro'd« ¿eedi i.4:f i8;<1t. ej, iit>; 11 de
ja NovUima. ,i.. - ; ,, k^^H í,|
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•^MíWlí • rtr*Hí3rfaf* éh leí tÉrcáes ptyr jMdas Hífíífó ^ c¿í<w/t** ÍÍWlííwi^,
^íí'ííwiíb^^ftí^ i*i i>éndérlh los infittvM^tot éBsAi^
^*^>e(m^ IkBmsi^ioí iifríankpdto^áé.*. Vi^S^Stptimiúb toflos Ws
'*«ííáaé»ertqtfe'se{)róce»ác6ñtfáellog^^of dfe^ f la*
**; btxM(i^tím,;ípaíeiadú'otr(r ^ce^ó'Oe'^'pifíM r^írffttr ))en« ct)rt
pmztfíJ?*'Téés ^otí 'rfefeiJítítü Jr las*áiaip6S!!éJÍó^e*'díf irtiéátra I¿
fflfimo derecho de los acreedores. El Fuero Viejo hubo (fe'bdftjíWn*,
4^éÍíp*te»'\lé^(«M}»ffá^ '^ p6¥ iéüám hú'fMfki y la
TííSdaVittidVt>fefO*pi'ec^ida^of*-^fStafté¿ totíÍ^1ttiiíiañbS"5r'*^(¡mí^
ilfettetes-jW V»»látefcfert'e*titaséft el'FiartíR'éál.íhi'lás'Partidtó
iW^litílfiñ^lSíí^if^st^ds a^'la SeWHtti!i«téí%'aetención'éX?^
'!^*'é¥ftt)*^. Eáté'pb^lo'que Se- relíete áláltegi^lacion antSgría. Éh
•-^fttíed^li Itólé^^^hitítlériiásf; Ibfe^Reyéár c¿t6Ii6os, pasátido en^éti'
<eib'«glSttte«e(B<íí»^tfé?tígV>i^*q^^^^ étittchrt^ en áüs í«^mft!ctó,
comenzaron -í^déi* tin'ttéfevo giro átat'léjtélatibn ádbHé'tiMdtó/Lxís
iéirtadtíS]f>AsttílflcrtiéSnb harl'hechomaáqñe ir skcatido'éímsecuencias
''f^^m^.YeMáñc^ixnSü los KttJÍtes"dd*tiritiCipio'^*ttfflfeddo. Dfe
"R/WmMóyDoíik Isabeí ptiede" decirse" que datáfen t^éálidadla
'^felH;ibhí«*tWVfleb\o'tÓhágnááoá'fo^^ agrióuítote IfS)
-|*él^ll S^StfWjdld inWrtíb nbfnbré/Tal^tTfitáftnyla diéroh 'm*
*lE(%ift*í-'«lTd*éit^tt^ cuanto 8 "eríSbietb.
'Wffli»W¥%'efetteWa»»ií h ¿áflaflértó^ (Móé lí á I6i' teiai^s tiü'sft*!;
-«á«Wnf*fe#*í(ífrnáiíafté^^«i(íaá*.'**'í -* - ' '" '•'' '^'^ ' *''"^='"
"**» ' M tóttifefa;*(íí«ti<y«ihátódic¿mbib¿"éác!^
sultos que encuentran' 'éMTó^ y ¿ejfisiíííible'éstét}(»é 1^ lláiha pSilk''
•?^^iy>Ká!vSÍÜdft''''á>efí j^i-ópiaáiente el derecho "común y' la regla
;f.i i'iiljHtDi'CátliMiIlIjpor pri«niáticMid0.37^tki ■a[^«»itotl7l8é>hlMy 1^; tit. 31,
[23 Aunque el origen primitivo de enta esoepcion, según puerros dato»^ se
talU e^ el Order\aniieuto de Alcnlá, entoiidemos que no se ob^erv6 do un modo ^e-
<^^álÍlka6tkláéj^iktt*ée>Í(qHc;Hi*á ditHiár«tii| tfMi-^^i^fay^.i^iiJÍ^W'alttoHdati del pu-
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siendo asi que ^ hissQ . n^g que esleniter^ oomo eia 4e i«q»|
mientras ,pQ se 9^M4iese para lodos, i las.ait68.y oficios meaos
nuperosos» Ja exención quc^ se hallaba kgalmeate astableeidnraK
favor de, 1^8 ÍAdu^a^^aas pí^gves y- loas importantes deLKgtade^
Nf> ba^ para quó-J^Aiscar el origen clel orpor, dado-^juete hajFS^ «i
los instintos reformados^ « que se desplegaron en efiKstO'<<:oasM0
Q menos pfjad^ciaen -al reinado da D. Carlos UI« Nadie, jnéffos ne*
icH^aiadar, mdíía menos ravoIueionaríO) por ejes^plo que el áttimo
Bey de la, d^«slj^ a«í^napa,> y sin^mbaiigo di6 un paso» «o« innf
coftOf atendida la époc», en la senda que yt^tm traaada d» antenor
no. A D. Garios III le cupo la buena ó suala suerte de dair-el pos*
Iroroen.aBaswma -senda aUeita y antorónda por .k tefUade
tns^jglofil. ;.
De todos inodo% una vez leseSada ligeramente la logysloríasi
general sobre deuda^y la peculiar de Espanm nos<CHnq4e discí^
tir, con^uItBi^ los ppscf^pltos de la razón. y ios paneipios del dc»-
lecbo, si debe inantenerse por n^la general la deten^^ por Jirn^
dss, .GoniQ luediO' de escitar ó compeler á el pago i toda dase^^n
deudores insolventes, asi por asuntos civiles, coma^por aiegecíon
de comercio, ó si debe inqponerse únicamente, y en con^qf^to *f
con el nombre de castigo, á Ips deudores fiauídul^^nlos.
Nuest^ tuimUde voto está por el último estremot Pasados Ifs
.iqeoupveniente&y las ventajas de uno y otro wstema¡,. atendidas las
pasiones de equi4^d y de justicia que se aducen r^qpiectivaini^ sa
üfffQT i^ ellos, entendemos que ddi>e abolirse lapnsipn por. deudas
escepto enlos casos de falsedad ó de malicia. £1 fraude as un de*
lito, y á todo deUtq va anexa, es inherente la idea del.cnstigp; p^ffo
donde no bay fraudev donde no bay delito, la pq»a es uo^.inponir*
euencia y un absurdo, la pena es ademas en tales canon una. it*
jttsticiay unatropellamiento. Veamos cxálita sonlos demechos y los
deberes reqpec^vos del acreedor y del dei^dor*
El deudor tiene la obligaron estricta, indeelinnUe de cumptiv
religiosamente y con lealtad su compromiso, mientras pueda.
St aeieedor tiena éarenhaá exijiríntegroel pa^ de la. deuda;
sino puede ser integro, hasta donde alcancen loé Iñenes y los* mé*
dios del deudor.
Pero el deudor abiWQ^do por la desgracia, abatido por la mala
suerte, el deudor, que denama lá^rinne amaigassobscsumiseM
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eer kt tiiii^ftiza estéril de uta acreedbr siff^eoiiascm' y iñn piedad^
* Bn Tano-sedM qtiela dd:enrion'|K>rde»ldik]t6'e9'tm castigo
aitto^MM'Vifpecié'de apremky para el p^/üna-aiñen^tza cftte*pesá
scAine^U fr^tate^ los de^doi^ á ñnf "áet qtie fio (ñfiátti d beneficio^
McibMb, un coto que los apArta «étidaUemetite, lo lÉtismo del
Í«m]é','q«Kéé'la^mÁgaIídaééde4á '
'Si-Mieii'tfmtimHit itjn^dare eontm tm ' íséctM tan' di^slitiliuo 4e
terdadf y M8tenM<{oek prisión es^diia pénav^fláfüetiélé 6 no con
«ite noMh»e;y qttek cáii^yía priáoii nná^^
- ' Lttt«rdÉ(dem>ewB6tion por tanto, eil*bié%i^irter ¿á todos los
4Í»iábre8«ii)'escepek)n dc^ imponéraele^sti^
' *'lM«'9Mtó!Aedotf6s deitf prittonpOf dettdas-dieeih sí; es metie-*
eedof despena el qoe comete la mala aeeion de tomar piestado 'W
<|ae no piensa salisdíaeer, ó id-qné notiene'nfedíos'df^ 'reintegrar.
Pe^ttOiotras replicamos todátfeK ¿fes merecédof de castigó an-
IÜ"dü'qlioi«É<rite en juicio isti malicia -ó stx imph«déntSa.^'¿Setá jtistv
¿tWitodir en esa condenación anlicipseda ytiiega al inocente y tf
<)«lp«Mlo, íAnfue comete tin fraude y^ que gkne bsijo id pesoabra^
ÉHtdor de h desgracia? N«^; porque así se hoQaiía la máxima eterna
Ad-fiereiAb, qneréla tnctdpábtlidád ds lothbbibi'es, donde quiera
que no se ha fm>bado lo contrario. No; porque lácdletadél acreedor
etw jiiAMt iiAuy pMcial pam decidir arfaitiatffáiri#nte en este fallo*
Ifé, prindpidmeftrte, poique el acreedor ninguna utifitiád recava dé
cata ^p^máy ni la soeiedad tampoco. '
La sociedad üe alegará $ tienen mteres eiV ' q<«e se ctlmpla#it)da¿
IflB^Mgticktoes contraidas, es cierto; pero cuando de^ de cum-
pitfSe por ufta imposibilidad material i iftvMuntari^, la sbíeíedad^
Hjés dé liaeeMiR^d(!Í(fo de lámala suelrfe,* iMracon tjóiá de^btnpa-^
skm^aldesgraeiadé. ¿Y cuáles son h» ventajas qtieobtiene e! acreedor
de la prisión per deudas? El «lei^dbr tto-^Tláfee fefectíto W cre¿
dito por medio dé ese esémulo, ya qtie%flt^etir Mliftriát^te. La
deiendbn no produce dinero; la cárcel imÍK>*>iKta dé^qumrie.
¿Hará nacé!^, por l& menos, la voluntad dé^efWe|*tár el difiero' que
se oculta?; SÍeiiipiñanosrbsf^are^do puéiS'est^^aíiétcfón^ 19 deüdof
qiw no paga anteé de pssar'loá umbraleár de W<^^ pfflilteay el
deudor que no mueve Irasta la ukíma piedra para evitar este trance
vergonzoso, ó carece de recursos, que es lo mas s^ro, ó está
decidido á iMttkne á t^da costa de su aexeedor y miuca cede, qué
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esto que li9)Wi.«IgW^4iMitKe6 4ift 4áf<H
los agriam, el^cl^i^.^c^ .v^^^rscí los aftrnp^ia 4n 3u prpfwf^
JEI^a ei^eo^ ^^^pr .sfí/{«(ía^¿e que qui^ns ii)$|ucan»e;4 ^ áeu-
4^ popo 9 4ejaingw PÍfC^Pr í«u . Jo^ Iwwbfies baiiradQ%ie^ i?WW|er,
$aria;los fplvadQft^a.f^fp^recipo. Fuera 4e que bfljo^.jMliiTaspe^.Jljí,
ley de los Deceiiyi;iffl^f4fiti|^¡i;^ jad^píarse, jca»P,.Ia iefi>^on,;ff^
gfta\ijtfiadí^,fifij^?jji^ 4.pwwte. (üigr^.pwtai; A^fifK, (pie
^^U^za^ álQS 4eqfio]^,.c(^j)aic^(,txozo8 9u^,ci:(^ifpoi^^]ü^
los acreedofie^«9¡9^,flfpf)^4^1^H^
y la esteriUdadcoix^uffdefa{)i^QÍon4^} QQfG;^^.<'l^aúf»0tp.po€4}e
se^^ur^í^ natuj5»Uypfí^iWintia,i»B4fi €«t%s^
cede en favof de la l^gi^Iaciouí ^up^^neu' .. ^ ...m- . ^ .,«».
Cuando )a escl^yi^d f^n^4^4^69cbp coi]»uu>tCUW^«t(fstahai
SL^i^atido ^n las,costfimbre&y,ea4ac» l^y^4}UQb9ibopJ^.«^
fdq/^iixk pox mediaM4^/>t|'os homhses^ y acpe^^^ter;^«e»t» iffliMMff j
§u§^ique;5fi8,jeLqoRvgf)ji¿ 4,J^.d^ufJí)Defti^solvent^ «i>j,^la,fflí^.Á
fin de obtener, hac^?ftriQ^oáí>tr^baJar^ . d p^o.de 4ag-4efffÍ^Bj jw4ii^
ser cruel y r^pug^^^ j;i^rxí,at»4np§.íw.4^giw>i«pdwí^l^^
,,. M^tjja/slaiQfff^a.d^encipA de Ips d0udp)r^,pp4^/fe^#Mh
Hps,ci:>ieJ(í y.aun.e^to. e^ dísputjaW^ compan^ 4iwiíH»í?kti¿fifB«lf
y costumbres á costumbres; pero tambi^ y de ^ag»X0^ ^ ismfm i6f^
]¡^l(b^QS,faciaiial9A9TÍ>roduceresu]^ » •> ,n^ •
, , Y i^ux^e pufiiei^ , bs^er quien, aerificando, la bHOMttdttd* k40
cpn^ef^ii^cia^.A^gjy^.qMe; se^ obligara á.los demi(vr8s>á..^raba^
¿i^o 4e las c4r^,le^ ^ bpy ^. veri^cpi en uÍAguu ¡pu^U^ 4e iB|M
rppa, porquie el trabajo . penitenciapp ó de las fwá^Miiiitfi. Mi^íM**
sid^ra, c<wo nn esqari^^en^ x»s(»mido á los d^iofi^ac»^^! ^
reali^^o^ bafifUuri^ jeMiij^s para satisfaoec las deudas, . ¿Se, c^mstítuiíi^
al acreedor euc^tre,<^|susdieudqres?^l6,£MuUiiriaj^
pelerl^s. al ti^b^oppr medio de) casti^J ^ aumariaal .QÍei^dilto
4el \emh]p derecbp,4e>h0(:;9r9e. justiciafofisu manp? ¿O ponrftrvcir
r^cer á UQ.pii^s^do.de aore^oraq que ooqguettifrot» la, úupnuleiuiia^^
pre)5tar.su ¿iperp Ápetardistfi^ ó tuvierpnla i»aIa.siA?rteí de que «suii
deudores viniesíÉ^^á ílp^gracia» se construirían. áwsta.d§los.;fcndof
públic,op^^e^4^r, icAS^.dé todo^Uw C(irtrib*«Wlt«it »y.j^i'W
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im^^ W^^ ^0 tm^^mfkh sociedad «oc« iamadiato) eárcekiiaqi^
c¡ali«i^ efeeto? ;.:■.. —. ',>
, De aitíguna mioiem^ J^ deleooi^o por deudaa^aneicNletda inr>.
didtij^^meRte no as ua eas^^.y sefitade» esre priiicipio^«|9.«ysAc«K
€Úm a?i¿e^ (fe unjiUdoy como sucede enf'iaiicia y eolttglatdrra j>or^
^mplo» carace de equidad y de juaticia^y está pl9g«^a.d€i difí-
ficakadeaipar.eiialqHteía lado* que se Ja.caDles^plieti Como ha dicho
umjf iffopjijaaíumaU ua aBcritOff d» nu^eUoadiasi .^^Laa^oetumbrea
de Francia, de Inglaterra, y de algún otro pais, tQlafanlaprísk>i|.
jf(^ deudaiVi pecoJia tolesan ea^ila^oooidiaioAfej^fasadpqMeiía de
smr ,iiipipro4)^cUv^ y estéol/ de ti^do paifta panala-codif^a d^ los
acreedores que la imploran (1).??. JSaiaataooiadieioay ^a Unece*
sidad«4e,manjtfflffl;\aií á su co^ su^l^wMlar ki atweie,MJa yen-
gafí^ea wi.pprü^vo^y los deodoraadaomla ji»ytal caal^ vee,;S) 6tr
t¡mo„recuraou .: , . j >
Ahora b^^o;, si el eiifsamelainüHiUo ó detencioi^tpoc dejadas na
aa.una llena, judicial, ni uottequivsdente ddLpa^,.ni un e^imu]^.
afioa^b Quó 6s? ¿qué m>mí>m puede jcoiivenivle? Pior foituna ^.
<^i honrada de auefstras ley0S| y ^absolutajofteiitie hf^frada de n^esti^a
práctioari^eix^MoljFamod los ojos á las naciones donde existe y ve*
ccmoR.pa^ todas partes iloa^uerzos d^ .hoo^bf^a eminentes que la
CQCJbaza^^ y )a impugnan. £lduqiue de Bro^^n. la Cámara de los
P^m:cíj y M,, MaUet-rButini (^) en el consejo. 6 asapJblea,repi;€aentfH
tKvadi3.Gii]|e];»ea, la. .calificaron de una aianei;a4e^ tormehto destina-
dná acrancaff de aquel. i quien ae impone, nO' la iconfeston^dela.
que no quiera ó lo qufiíno puede decir, ^0**61 feiategarotde kacan^
tídadM ^ae no quiere.. ó no está en su mano/reeaakolsar. Lofd
Brongham, eminente jurisconsulto, y* el distingaido pessoaáje^isiü
Joími Cam^aU^ han eombs^do tamUénladetencioii por deudas eé
las Cámaf»a iagksas« . • • ' < / f. rr
Acaso no hnhiáranioS' dicho nosotoos Jos piimeros, ^é lel ^ »ei^
caECtelamiento de los deudores es como. na pálido i^flejo «dettor-
BBiento; paro hallándolo ^ya enunciado por personas respetables, no
estará de mas indicar la analogía que existe entre ambas cosas. n
, ¿Qué era el tormesito? Un medio de averiguación ^ establecido
por la ley, la última pmeba^ á que acudían los tribunales para
. ■ .» #.'•,• 'I' ' .■■ii
[IJ Bayle. — Monillard' De Temprissonnement pour dettes Esta. obra di¿-
ta, de cóinnltarsé etl etOa inat¿r¡a fué premiada por el histitato fraudes «n lé!35.
. [91 Véai«to'ObMtihttdlili*tMiortli¿üte. > "^ ^ '>' ' :
T. II. — 4.
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eeicierftiiie de la motímckk ó ik la crtmímK&id del aensad^;^
¿Qué es la detención por deudas? Un medio legal, una enpeée
de prwA» i que rdcuiten en íláBua eslremo los acieedoresy á fin
de aTorígaar si los deudores tateeea de medliotf para rei£iar k>e
pagos, á ocuUan maüebsamente sos babet^s.
Por manera qoe ik> iban taa de^aminaA)» los primeros que
hallerotí esa sediejanza. La deloM^ioii por deudas^ salvos ^los- hom>*^
rts de tieBtfpos'mas íhooIIos^ está fundada e» el oiiemo {M^fteí^io*
queeltomteirto.
Se da por sentado el aserto eafticboso y repugnante de que
tes deudores tnsol^^ites pueden pagar y no tixeftu^ Hé aqui la
razón de exigir el encarcehimento eontm tod^ dk>Sw
¡Cdmo pttésF £1 parrieida^ ela*>eÁni0) elseMeadorde caminoa»
todos los grandes enmimdes en una palabra s^n presumide»
por inocentes, hasta que resulte en las pruebas judiciales k> contia^
lio; la presunción de inculpabilidad ecsistítá siempre, pám todos los
casos, en todos loe cédigos; ^ se habrá de eschnr. de h regia
común á los deudores? El criterio general de h, legi^acion ^Mbtit
de ser un nal criterio para lofr deudores msofrentes y solo pam
dios? Pero se dirá: noeotros vamos á buscar la presunción en los
hechos que se repken con mas generaKdad, en la que sueede de-
ordinario. En hora buena, esa es también nuestra doctrina; por-
que son mas los hombres que cumfplen lealmente con sus otltgn*
cienes que los malos pagadoiesy deflendemos aquettai presuncioai*
qe^ iiivorece á los dendoces insolventes. La presuaciott adeuda
en todas tiempos y pabes por los criminalistas, as la, ánka raaona*
bk, h - «nica que emana á la vez de las enaeianzas^da l^* rebgioÉ^
y de k» enfeñanxas de la filosofía. Si es cierto que no hiy.bieal
sin meaccla de mal entre bs hombres^ do b es manos que e) bied-
moral y el bien físico predominan en el mundo. Pero nespecto' ée
las deudores, acontece lo que en todos 'los acte de ks. hoiid>res;
los nudos se presentan muy de bulioy y pasan los Inienos desapei^
cibidos, porque asi como en todo lo que es ordinaria y eomuid nadies
fija la atención en ellos.
Los apologistas de la detención pret^iden que nuestra dictá^
mea es errado^ porque tomando en cuenta solamente el inteiés de
los deudores, olvida ó desatiende el interés de los acreedores, los
cuáles, dicen, tienen también .sus derechos y son también dignos, d^
protección y aua de lástima en cuanto «aiían birladas sm es^eiian-
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—87—
mas y perdidas sus capitales^ siendo am ^fue generaliiÉente proiÉft"
von^ Hevada^s de un propósito benéfiooy iionpo9o.
Es cierto que hay 4o» intereaea i que «tender, eB eíevlo que €^
ifttefé^det acreedor es el mas respetaUe, el primera q«e debe 8a»>
tisfacerse, el que debe satisfacerse en todos caeos y «in eseepcíoa,
mientras el deudor posea medios ó reeuiísos para ello. Pero la
prisión, el juicio, e) castigo, ha cast^ severo y eficttz,'en cuanto
¿ los deudÑ94m$ fraudulentos. Y por lo ^^ue baoe á los deudores m*
culpables, el prendwattento de los bienes muebles, fuera de aquefas
tqu6 ha<i esceptuftdo todas las le^dackines, tales como los restidos
die uso ordimirio, un lecbo donde reposar y los instcnmanloa dd
oficio; y el embargo y la ejecución Tsobre todos los bienes raicea»
isotaír todas lan fiawcás, tódasias seguridades, todos los medios de co^
-bro que puedeh «•ooeedefsei los aofeedofes^ sm traspasar los «kf-
danos de la razón y la justicia.
ConONbrádoles masse connetepía ya un abuso, y lo que es
peor un abuso inútü para ellos y muy peijucicial, de inmensa trw^
4)endeRCÍa para los deudores insoh^ntes, á quienes no puede «chañ-
óte.en cara otra falta que la dé su miseria y su irásirtunio. La socie»
<dad que está obligada á tender una mano compasiva hasta los pKH
«idi()s que albergan en su seno el crimen y hi iii&mia, no poede
lAn^adonarlos ciegamente al capridiot ó á la venganza de sua acreedo-
tibs* UnaTe? apoderados estos de los bienes muebles y raices, din*
t^rélt y los deifoch) del deudor que basta aquel momento habían per-
ttmmecido mudos y postei^dos, aparecen en primera linea, y no
deben ser sacrificados sin distinción y sin examen. La«utorixfad at^
^1; los tribunal!» deben intervenir en tan amarga hioha, ieben oir
^quc^ del que prestó y los descargos del ínsol^vei^e, ytnnadds
de un poder discrecional y lato, y apoyados en lostrámítes mas BtBh
<ñ\ou que jíiere dado estáUécer, deben condenar al dendor si es reo
-de fraude, de ocifltacion, de malicia, aún si se quiere dé imprudencia;
p^ro 'deben absolverle si le cobijan y le amparan hs mlgiratiasdela
pobreza y lasántldad de la desgracia. i
Nosotros queremos que se respete el derecho del aeieedor,
queremos que jamás sé le rechace míientras haya- medios de satis-
iaoérle; ¿por ventura le fijamos otro Kmite ni coto que el dr-la
imposibitidad reconocida y absoluta? Else poder terrible de arrastrar
á la prisión sin juíoio, sin' discernimiento, sin escamen, le - tráete-
damos de las manos apasionadas del acreedor, á hks manos impar-
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«ttí^ dé Kis' jaeces; oto que es to inrk«iH>*<le las iftsinos de h
persona ofendida, 'de 'la* manos de la venganza y de lacólertt^á
}as>niiincis-<ie hi th^rnxon y la 'justicia. Esto no es atropeSar ni
wmir^em áesdenlos'd^redios dtí acreedor; es impedir el sacrífioo
de un hombre de^raciadó;- y si • el -deudor es padre, la ruina, la hor*
íkndad y la perdición de mia'familia«
* ' ^ Poco aficionados «d -sentviHentalísrao que se ha hecho de moda
•en tes cuestiones de legislación, sereros como debe^aerto }a 1^ eft
mis prece]btos, no podemos «n embargo cerrar los ojos y el cora-
ron ante considertciolies tan "de btiho, no pddemos abaadoDarl^
icaráoter mas ó menos generoso del acreedor tan duras y tnnseeii-
dentales contingencias*'
Por otra' parte, no estará de rara examinar hasta donde ptfedefi
4kgar las percudas respectivas del acreedor y dd deudor, tOih rez
establecida la prisión por deudas.
£1 acreedor está espuesto á perder una parte mayor ¿menor de
au caudal, pero na<da mas; el deudorperdiendo su libertad, pierde
<*on ella los goces de la vida, el fruto de sa trabajo, el disfrute de
^dos suis derechos, los^ cuidados y la intimidad' de su famflia, todo
íq pierde. Bn la primera hipótesi la propiedad que rale menos, se
«ubovdk» á }« 'libertad que vale mas: en la segunda la Hbeftad <qite
^es inestimable, se sacriíka á k propiedad que por muy respetid)Ie
"qiiie>sea, yale/nténos; y- esto que en caso de dritto>^ 6 existiendo
fraude, debe suceder; porqne la tranquilidad y el bienestar de la
«ociediCd>asith> exigen, es altamente iagnísto ouaBé<o «e aplica sin
•disiineíon y sin' examen lo mismo á la cvipabiKdad que i hde^
-graoia. Ester oolisideraoioii crece deputtto en razón inversa del va»
loria* importaneia -de les deudas. Cuanto mas. ínfimas son '^tas,
iftayoree eleseátidalo. t
Ya henos sentado 'que eii España la prisión por deudas ésta
east abolida- de derecho, y de hecholo'está'absdkrtamentéi Ni por
ideudafi eiviles, «i por deudas comerckles pisa nadie lo^máibrides
de la cárcel. Respecto de aquellas- nanease pide k deteaciony y
aí'tse'pidiera, ooncefítuámos que ios^ríbunales. siguiendo la t>rácti-
•ea común, se abstendrian de decretarla. Y por lo que hace i los
(Hegooios' merotntiks, aunque los desadores suelen ser perseguidos
eon mayor severidad en el comercio, una fianza cualquiera y el ap-
reste enísu casa relevaa'al deudor de otras molestias^ • •
. I Les que akan k voz contra las disposioionea de nuestras leyes
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—29—
y contra las reglfú» de miestre práclkav nosf imn de penaktr que de<-
4Ítizcamos de ellas á iavor de la optatou qué sustentamos un argumeii»-
to de gran peso. Cuando la legifilacion[;de «n pueblo vaisamiiiando
constantemente y sininterrapr.ion por espacio de siglos ea un nifimo
sentido, cuando bpráctica de los tribunales, eufMdo la jurispmden*
eia que t^mpleta los preceptos legales amoldándolos á las neceil-
4Íades de la sociedad, llenando sus vaeios y dejándolos en obidoy
«desuso siempre que son perniciosos ó meramente inútiles, Iqos á»
tiponerse á eDos, los szmdona coa la autoridad de los fiedlos particu-
lares, y en$<an€ba en la aplicación sus limites y esfera, preciso es
conpenir en que k opinión general estioMi la ley justa, en que k
coockncia publica la adopta, en que *e\ legislador debe reflesdonar
profundamente antes de combatir un faedlo tan universal y decisivo.
Y cuenta que ni desconocemos Kpie en Eqmña hay ua hábito,
un vicio si se quiere, de pedir prestadas cortas sumas sin curarse
imudio de si mañana se estará ó no en disposicioB de reintegrarlas;
•ni se nos oculta tampoco d grave inconveniente de las tercenas ca-
«i: siempre injustas 6 mentidas con que se trata de burlará los acree-
dores^ pero aun tenteado en cuei^ la propensión á contraei: den-
udas, y la malicia de las tercerías, todavia encoláramos ínconvenieii-
ies mas graves y perjuicios mas de bulto en la detención arbitraria
consentida á los acreedores »n examen previo de ninguna especie.
iio mismo que* nosotros baipetisado la £spaña legal y judicial dur
rantc siglos.
El desusó de esta pena nos impide poj otra parte, y de dio no
-nos pesa, esforzar nuestros argumentos con hechos doméstícee, di-
igásmok'am^.con'idatos y guarismos recogidos en nuestro propio
«suelo.; Pero tolviendo los «jos á naeíotie» m^uy ceromaas donde es-
itán'on.viglDr y en práotica, huestras doctrinas recibirán .tambíi» ese
línage de apoyo no despreciable por cierto»
'.t, .. JLbs^^pc^^tas de la detención nos dicen que generalmente no
searcfaliza^ que ae ha eserito en las leyes, par^ inspirar un terrea salu-
álable, que ios* Creedores están dotidos de un ^gtñU fondo de -gene-
xosidad, ty no moleslan al deudor por i&oh el placer de vejarie^que
las cárceles. apenas sé abrírian .para encerrar. presos por deudas» A
estoa galanos raciocinios vamos á replicar con la. lógica infie»Ue
de los númeroH. ,
En Francia durante jos diez años qufl cpnrieirpn deífcde 31 de
diciembre de 18íi3 á 1- de enero de l834y.foer(Mi reduaido»á pri-
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—30-
sion cuarenta y dos mil ochocientas cuwenia y dos persmuts entre
hoflibres y mugeres, siendo por decontado mucho menor el núme-
ro de estas (i). Véase eomo la prisión por deudas produce graves
«nudea y de seguro no se palpan tan fácilmente sus ventajas*
Mas desagradables y aflictivos todavia son sus resultados en d
Reino Unido. Mientras en Fnincia, según los cálculos de una es*
tadística escrupulosa, entra diariamente un deudor en las cáfceles
•por cada 25,658 habitantes; en Inglaterra se reduce á prisión á um
hon^e entre cada 6,639. Y lastima ciertamente la reflexión de que
•ei námero de detenidos por deudas es tanto mas crecido cuanto
mayor es la prosperidad industrial y comercial de las naciones.
Del misano modo que en la Gran-Bretaña escede mucho el numero
de los deudores encarcelados al de Francia, dentro de aquel reino
,hay una escala descendente, en la cual ocupa el primer lugar In-
glaterra, Escocia el segundo y el postrero Irlanda.
Y no se alegue que las ventiyas del crédito y la seguridad del
tráfico exigen de todo punto la prisión, tratándose de negocios co-
merciales. Tenemos contra esta objeción dos valederas réplicas. En
los mercaderes españoles, á lo menos en Madrid, á ningún quebra-
da se le lleva á la cárcel publica; los negocios se ventilan ó transi-
gen sin recurrir á tal estremo. Fuera de España, los comerciantes
de vader se apartan con el mismo desden de ese derecho. El célebre
}r acaudalado banquero de Paris, M. Laffitte, dijo en la cámara de
los diputados, agitando esta cuestión: "El comercio no necesita,
]H> reclámala prisión por deudas; los usureros son los únicos que
se aprovechan de ella en perjuicio de muchos padres de familia re-
díucidos ala indigencia, y de algunos jóvenes atolondrados El
eomeícte que derraHaa en el mundo la civilización y la cultura, no
ha menester recurrir para su seguridad, á medios que Nevaron en
sus entrañas los tiempos de barbarie.^'
Los datos estadisticos acumulados trabajosa y esmeradamente
por d activo escritor que hemos ckado, (2) nos informan ademas
«b que los deudores encarcelados, no son, salvas algunas escepcio-
nes, de aquellos conocidos por incorregibles petardistas. Estos tie-
'tien lá suficiente habilidad para evadirse de la prisión trasegando
sus deudas de unas á otras manos, y acallando á los antiguos aeree-
(1) Bajle-Mouítlard. De 1' emprisonnement poar dettes.
C^ M. Baite-Mooittanl.
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—31—
dores oon el celo que arrancan á los nuevos. Aprendemos tadibien
en esos datos que las prisiones emanadas de préstamos cuantiosos
son muy pocas, al paso que se tropieza con muchos deudores en-
carcelados por cantidades mezquinas, todos estos hectos-
Estas razones prácticas, tomadas de los pueblos en que se ha*
lia vigente la prisión por deudas, nos han hecho adherir mas firme*
mente á la opinión que ya teniamos formada en vista de las leyes y
los datos de nuestro propio suelo.
Consultando el interés de la sociedad y el bienestar de los par-
ticulares, hemos creido que podian conciliarse los derechos de los
acreedores y las consideraciones debidas á los deudores, insolven-
tes, es cierto, pero contra su voluntad y para su desgracia. A este
fin hemos rechazado la prisión, que es una pena, y muy dura, como
prueba; pero al mismo tiempo hemos reclamado castigo, y castigo
severo, contra los deudores fraudulentos y sus cómplices; hemos es-
tablecido que todos los bienes muebles y raices del deudor, tanto
de buena como de mala fé, se abjudiquen al acreedoren justo pago»
Mal avenidos con el fallo arbitrario y caprichoso del acreedor que
valdría tanto como las decisiones atropelladas de la cólera y los estí*
mulos apasionados de la venganza, queremos que el fallo de los tri-
bunales dotados de un poder facultativo ó discrecional muy lato in-
tervenga en cada caso entre el acreedor y el deudor, á fin de evitar
por medio de trámites sencillos que el deudor defi*aude al acreedor
en sus intereses, y que éste veje y persiga inútihnente á aquel en sQ
persona.
La cesión de los bienes, considerada en nuestro sijstema como
un deber, no como un beneficio, no relevaría al deudor para lo futt^
ro de sus obligaciones. Los derechos del acreedor existirían en toda
su fuerza para el caso en que la fortuna^ favoreciendo al deudor, le
llevase á mejor suerte.
De esta manera el rigor penal, la confiscación de la p^rsontí
pesaría solo sobre el fraude, se aplicaría al delito unicanteute; el
deudor, falto de recursos para satisfacer toda la deuda, pondría eú
manos del acreedor sus existencias, y la honradez y el infortanio le*
salvarían, hecho esto, de una prisión ruinosa é infamante. El derfe-'
cho de los acreedores, en nuestro sistema, permanece intacto, no se
confunden inicuamente las clases ó categorías de los deudores; las
consideraciones debidas á la humanidad y los derechos de la des-
gracia se respetan.
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I
— ae—
Discutidas ya con toda la latitud que eousietiten l09 límites de
esta publicación^ la parte histórica y la parte doctrinal de la cuestión
sobre deudas, habremos de emplear algunos renglones en la: parte
estrictamente legal, descendiendo á la clasiñcacion de los diverso»
acreedores, según hs deudas que representan, materia pesada y
confusa en el estado actual de nuestras leyes, á la cual procuraremos
sin embaí^ dar la claridad posible.
En términos generales, á los ojos del legislador todas las obli^
ga'*iones son igualmente saginas, todas las deudas igualmentle res*
petables. Por manera que mientras el deudor tiene los medios su-
ficientes para realizar sus compromisos de cualquiera especie, las
leyes le estrechan á su cpmplimiento sin establecer un ideada
prelacion ó preferencia entre los acreedores, innecesario en seme-
jante caso.
Pero sucede con frexuencia que los medios ó facultades del
deudor son insuficientes para cubrir todos los empeños, ó satisfacer
todas las deirdas que contrajo. Entonces, la ley que no podia
dejar al arbitrio del deudor la elección de los créditos que hubieran
de ser satisfechos preferentemente, que tampoco debia precepr
tuar que se pagase á los acreedores en proporción de las cantidades
acreditadas en sus respectivos títulos; porque^esta decisión bajo las
apariencias de equidad, llevaría en sí nna injusticia real y verda-
dera, fijó ciertas reglas destinadas á establecer ó designar el orden
que ha de seguirse en el pago de los créditos, reglas fundadas en
su mayor parte en razones de gran peso y en motivos de justiciat
No es pues bajo este aspecto censurable la legislación vigente, lo
que seria sí de apetecer es que hubiese menos confusión, ms^
regularidad, mas método; necesitaríamos . en una palabra menos
leyes y mas claras.
Los acreedores, según los tratadistas, se dividen prímeramen-
te en personales y reales, ó lo que es lo mismo en aquellos que no
tienen acción sobre determinados bienes ó objetos y los qne la
tienen. Los acreedores personales se subdividen en escrituraria*',
quirografarios ó verbales, conforme la obligación está consignada
en una escritura solenme, en un recibo firmado, ó meramente en la
palabra del deudor, y los acreedores realeo en propietarios, pigno-
raticios ó hipotecarios, según la acción que tienen sobre la finca ó
cosa especialmente designada, nace de un deiecho de propiedad,
de un derecho de prenda, ó de un derecho de hipoteca. En unas y
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-ap-
otras subdivisiones hormiguean á maravilla una porción* de creditotr
mas ó menos privilegiados que van descendiendo gradualmente
íiasta tocar con los ordinarios, esto>s, con los'que carecen de toda
preferencia y privilegio. Tal es, en la mayor claridad que es dado
presentarle, el trabajo analitiíío hecho sobre las leyes que examina-
mos por nuestros prácticos, á fin de clasificar sus disposiciones con
una sombra siquiera de claridad y de buen método.
Por lo que á nosotros hace, entendemos que seria mas oportuno
dividir los acreedores en tres clases, á saben acreedores por derecha
de dominio, acreedores privilegiados, y acreedores scncilFos u or-
dinarios. En la primera ^categoría se comprenden naturalmente
todos los dueños ó^propietarios de cosas que existen en poder de
otros, ora en calidad de administración, de depósito, de comino-
dato, ora por cualquiera otros motivos. Estos créditos son preftrible^
á todos los demás sin escepcion alguna. Los acreedores de otras es-
pecies tienen derecho para hacer suyos los bienes del deudor; pero
no pueden apoderarse en pago de sus deudas, de los bienes ágenos,*
délos objetos que tienen ya un dueño conocido. En cuanto á los
a.creedores privilegiados no seria difícil clasificarlos en una escala
dejmayorá menor prelacion, graduándolos por sr procedencia, por^
su objeto, importancia y resultados, y finalmente por las mayor s
solemnidades que hayan intervenido vn los empeños ó contratos.
Así, por ejemplo, el crédito que tiene el dueño de una finca
rural ájpercibir sus rentas de los productos de ^la misma, «s privi-
legiado sobre todos en razón al origen de donde procede. El dere-
cho, el título* justo para reducir á su dominio los frutos de las
tierras*que lleva en arrendamiento no comienza á existir legalment©
para]el arrendatario sino desde el punto en^ que satisface la suma
convenida al propietario
Por una razón análoga,' el acreedor que entP gü dinero para la
compra de una cosa determinadamente, ó para la n'cnnipoMcion da
una nave, ó para la reparación de una casa niÍMosa; el que asi
mismo prestó ó confió sumas bajo la seguridad de que una finra
determinad^ habia de responder al pago, habia do rstnr hi|>oterada
en favor suyo, tienen un derecho preferente, un tlrrecho indis-
putable á que, llegado'el chso de la ventajespecltva di^ Ios_objetos
referidos, se les reintegre de sus créditos con e] resultado de k
misma, ó á que se les adjudiquen las fincas en justo ]>ago, ht^rhas
las deducciones convenientes. ' ' I ^
T. II. — 5.
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.. Bf.hs «pj^cjflrfitio pñvije|;ip por $\\' ólyetpf «tendiendo á consi-
dtracianes soqi^s y de piedad bien entendida, á la mujer por sus
bi^A^ dpjt^lesi úaico amparp de la familia en ciertos casos, y bajo
ptro» aspectos, también razonables, y íiindados al fisco por sus
(.l.iditQ^ y á los tribunales testaipentarios y gente de la curia por las
costas y gastos de justicia.
Son ñnalme)3ite atendidos con .preferencia los acreedores según
]% maj/iar stolemnidad de sus títulos^ porque habiéndose establecido
)%9 ri^i^lidades del Derecl^o con el fin de asegurar el cono^jin^eixto
de la verdad, el que reúne mas de aquellas es también el mas res-
petable ante sus ojos. Es por lo mismo justo y de ra?on prefenr
el acreedor que prueba su crédito con una escritura. soledme, ^
los que solo aducen en su apoyo on vale ó recibo firmado por el
deudor, y dos ó mas testigos; pero sin haberse otorgado por ante
escribano público; estos á su vez son preferibks á los que s^ fundan
en un recibo ordinario, y si este recibo está escrito en el papel
de sello correspoodi^nte, merece igualmente preferencia sobre otro
documento escrito en papel simple.
Asi pues, cuando todos los acreedores enumerados, 6 muchos
entre ellos^ reclaman simultáneamente sus créditos respectivos de
'i|n solo deudor, hay que acudir al orden de preferencia, establecido
en las leyes para tales casos. Este orden es el siguiente: Los
acreedores, por derecho de dominio, aparecen en el punto mas ele-
vado de la escala. Entre los privilegiados que ocupan el segundo
puesto^ preceden á los demás enórd^n sucesivo, los tribunales, cu*
ríales y testamentarios por las costad y gastos de justicia, la mujer
P^r sus bienes dótales, la hacienda pública por las cantidades que
deba recaudar, el dueño de la finca por sus rentas, el que prestó
sumasen metálico parala compra ó reparación urgente de una cosa
determinada, el que tiene á su favor una hipoteca especial, y .final-
mente los que prueban su buen derecho, presentando coaiiO título
una escritura solemne otorgada por ante escribano, los que se fundan
en un recibo firmado por el deudor y testigos, los que aducen un
vale sencillo, y los que se apoyan en tm documento estendido en
papel del sello prevenido; que vienen 4 ser los últimos en esta mi-
nuciosa pero indispensable graduación, establecida por las leyes, y,
completada por la práctica, éntrelos diversos acreedores que gozan
de prejacion ó privilesfio.
Respecto de los acreedores sencillos ú ordinarios, hay una sol^
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rrgta qué tiH^e lugar aséñiísmó entfé fois A<*rei»rtof rtk |)rít^^to#ft per-
fenecientes á una misma dase: fc& dc' fecha* toítsíínttgttal-tóftfirtíb
feridos á los mas recientes; Ja antigüedad dá prefctertoia. 42»i ^prttH^
est UmporCy patíor estjure.
Hay algunos preceptos que son comunes á todos los a«reedó«
res, y vamos á úfá^lcf tm kfflpyf di|(^(r(>|ee»ioa, , . ,.
El acreemKAÁ^pWeirréiAdtoa#llli^dih^K{tt no haya es-
pirado el plazo convenido; ínterin transcurre este plazo, su derecho
existe, pero está en suspenso. Itlegado el término se ha de apoyar
en un título justo y valedero, que traiga aparejada ejecución.
Et^^ffeáSM^tí^eá'-a^MA^'deVXijirtt^Mfi^
y no por partes, da la obligación, en la especie, lugar y tiempo es-
tipulado según las leyes de Partjrfa pueden subrogarse unos á otros.
Los acreedores tienen igualmente derecho á velar sobre las
operaciones del deudor, oponerse á los actos que notoriamente ha-
brian^ de c¿dei'*ett áu peijiiitío, y ejéíoet h»»éckMi«Kq«c d ídfeudor
sé abstenga de entatilar por í^bandoiiü ófor Inftlteia/ Las/ persa*
ñas de este y de I03 acteedores se^ idefttiñdari, t»e' consi^^ao umuí
mismas para tales casos. Cuándo 1(M akeeéofi^s son imielioai
y los íienes insuficientes para el pago de ios ciéditos, m ká con-
sidera propietarios deí^c^ocotáúñj (nuUa suñi hmíi^ imi detM^
cere alieno) j se dividen Tos bienes en ^l ór^en de pi^eferenéia qult
dejamos seSalUdo. , :
Los acreedores en fin son dareflodde persegi»r¿ I09 aleudares
por lá via ordinaria, ó pdr h i4a ejecutiva, negun mas les egratie^
Como desde el momento efft que hi obligación eml espira, feaeceii
C6n ella Io)5 derechos deldéi^edor, y la responsabilidad y las €4pbga«
ciónes del deudor, concluiremos esponiendo los medios por los cua^
lés se éstinguen los empeños y Compromisos bontraódos. Estkigaen^
'8éhÉ obligaciones: 1^ Poirla Pagaó entrega délo estipulado. 2?Pof
una decisión posteH(^de los contrayentes que modi&ca el contra*
to, 6 le dá por cumplido y ultimado, 6 lo que es lo mbmo por la
ílovacion, 6 la reibision. S? Pbr la compenseeic^n de itnas deudaa
con otras, ó porhabefsereunidoó confundido en im mismo sageto los
idérechós de! deudor y de! acreedor. 4? Pdr haberte deolacado mué
el compiromtso, 6 haberse rescindido en atenoioft i sus deü^etoi;
y 5? y último, por la pirescripcion, esto es, cuando trapíisourrida el
lénnino preciso fijado por la lepara i:eclam9 su outopUorientOi na
B«ha «¿tablado lá accícte con^eaj^vbbdientai
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. . JSigukndo e\ método. observado en esta pubUcaeion,.se hablará
década iii^o de estos modos de extinguirse las obligaciones en su$
lugares respectiros.
oíos, OiDi lis p nos.
«RaflojdoiiM 4U9 me oo^tparon toda usa noobei
El inmenso euadio de la creación manifiesta á nuestro ei^irítri
y i nuestros sentido» la magnificencia del pios que gobierna el
mondo ^-Qaién podrá dudar de su poder, y resistirse á reconocer
m esas obtaa al Selior del universo?
Es una obligación en el hombre buscar el conocer al Ser Su-
premo por medio de ideas que sean dignas de su magestad y gran-
de^a^i Verdad es 4fue nos es .imposible comprenderle perfectamen-
te. Dios nos es á un mismo tiempo muy conocido y muy oculto*
está cerca de nosotroft^ é infinitamente elevadp sobre nosotros: cono-
cido y cerca atendiendo á su exist^cia> elevado y ocu)to con res-
pecto á mi uaturalezai á súb perfecciones y dec4:etos. Pero por Iq
mismo debemos aplicarnos á conocer su grandeza, tanto como es
necesario para concebir los sentimientos de veneración que tan jusr
tamente se le deben. Para ayudar en esto á nuestra íl^quezai com-
psftfémode con lo que mas estiman y<admira|i los hombres, y confe-
saremos: fiioilmente cuan superior es á todas las cosa^
Admiramos el poder y la gloria áe los hombres que subyugan
fiueblos rebeldes, y triunfan de una muh^ud de enemigps conjuí^-
dos; que mudan, en cierto modo los destinos de las naciones, y que
hacen resonar por todo el mundo sus hazañas; o^as si formamos ui^
idea tan aka de un mortal; cuyo poder es tan l¡mi¡tado, y cu)'as pros-
eas son en parte tUaídas á fuerzas estranas y á otros brazos que Iq^
suyos; cuya gloria -puede eclipsarse en un momento, y que él misr
mo bien pronto se convertía en polvo^ ¡cuan diverso concepto 9^
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-SI-
debemos, fqrfnar de la grandeza y poder de esjj PÍ9« que ba^fornaa-^
(lo la tierra y fabricado el cíelo, y que sostiene el ín menso Vdifiuo
del universo; que arregla, según le place,, la suerte de los Imperios
y de todos los mortales; cuya voluntad rige todo'el mundój y dicta
leyes á todos los seres!
Nos asombramos con razón del calor del sol,, de la impetuosi-
dad de lo§ vieiítos, de los bramidos del mar, tíel esfállido deT trueno,
y de la rápida claridad de los relámpagos; pero Dios es el que en-
ciende el fuego dpi sol, el que truena en las nubeá, e^ qué sé sirve
de los vientos como de sus mensajeros, y de ios rayos ^cpmb 8^ siíÍí
ministros; el que en fin, levanta y calma l0s olas del ínar. '^ ^ "'
Respetamos á esos hombres raros que se distingiien poi^s6 gran-
de ingenio y conocimientos; mas ^qué es la inteligencia, y qué son
todas las luces de los hombres comparadas icón las de ese gran Sel*
á cuyos ojos están patentes todas las cosas; que cuenta las estrellas jí
las ha sembrado en la vasta estension de los cíelos, como híi e.<;par-
cido la arena en las riberas del mar; que lásí llama por sus nóVnbre^
y les ha señalado el camino que deben segviir; que conoce todo Id
que ha sido, es y sferá, y que con un solo pensamiento abraza de ünit
vez lo pasado, lo presente y lo futuro. ' - n
¿Qué grandeza no se descubre en la estructura del unfvcrs6V
•en el curso délos astros, en la disposición de'ui^t^stro globo! ¡V'aun
pudiéramos decir en el menor insecto, y en la menor floree Ha, ^ sí/- x
piéseraos juzgar mejor de los mas pequeños objetos, ó ái nó noá fue-
sen tan familiares! Estas son otras tantas obras macjstras quC esoe-
dcn infinitamente á las mas grandes y acabadas de los hombres. "
Nos deslumhra el brillo de la opulencia, y nos admira' y Sofí
prende la magnificencia que brilla por todas partesen los'palacios
de lo§ reyes. Pero ¡qué viene á ser todo esto en comparacióín deTaá
riquezas de Dios, que tiene el cielo por trono, y la tierra por esca-
bel de sus pies! "Suyos son los cielos y suya es la (ierra, él tía fiiridií-
do el universo con todo cuanto contiene" (*), sus domícilíoá son
Jos que habitan todas las criaturas, sus almacenes proveen á la sub-
sistencia de todos los seres vivientes, y sus praderas mantienen áÍo'
dos los ganados. Cuanto hay en el mundo de ü^ ^ Keritióáa Há
salido de sus tesoros. La vida, la salud, la opulencia, la gloria, los
placeres, en unajialabra^ cuanto j>uedejc_ontribuir á la felicidad de
(") Sdmo 88
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—38—
hiM ermturas, Wdóéstá en su mano, y todo lo distrlbujf según su
voluntad. '. ' '
áe respetan á los señores del mundo, á los que mandan una
multitud de vasallos, y que reinan sobre vastas /egiones. Pero ¡qué
es este rincón de la tierra que dominan, respecto del imperio del
universo, del cual no es nuestro globo mas que una pequ* ña parte;
de ese impr-rio qpe se estiende sobre todos los planetas y estrellas!
;Cual no será ja^ande¿a fie aauel Señor, á quien sirven todos lo»
monarcas de la tierra;' jr que ve al rededor de su trono á losquerü-
bines y serafines ^empre prontos á volar para egecutar sus ¿rdenes!
Sojuzga de la grandeza de los hombres por sus acciones, se
celebra á los reve.i que hap edificado ciudades, que gobernaron sÁ^
Vs^nente Sus estados, y que terminaron ton felicidad grandes em-
presas! Mas ^qué es todo esto comparado con la creación del univer*
60, la conservación de tantas criaturas el sabio y justo gobierno
del imperio del mundo, con la redención del género humano, la re-
compensa de todas las virtudes y buenas obras, y con el castigo de
todos los vicios y delitos!
¿Quién pues será semejante ál)ios? en él todo es grande, y ¿po*
drá acaso imaginarse cosa alguna, que tenga ni la menor propor-
ción pon la grandeza de ese Ser Supremo? La idea sola del Señor
del mundo, de este Dios que nos rodea por todas partes, hace que se
apodere de mi alma un religioso temor.
El resplandor del sol oscurece el brillo de las. estrellas: asi toda
la gloria todas las luces, todo el poder y todas las riquezas desapa-
recen quando se quieren comparar con la gloría y magestad de aquel
que es el único principio de cuanto existe. Nuestra, alma se exhala
y se engrandece meditando susobras^ y esta sublime contemplación
ejgt^r^ita delicio^ai^ente todas nuestras facultades espirituales. Cuan-
do con uñ santo éxtasis nos elevamos sobre las alas del pensamien-
p hacia el Ser do los seres, el Eterno, el Omnipotente é Infinito,
nos sentimos penetrados de respeto, admiración y alegría, y con un
rapto inefable, esclamamos con los habitantes del cíelo: ¡El Señor
esDips! Ei e^ ^luestro Dios!!
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mSTOBU.
BOSQUEJO DÉ LA AJ)fflMSTBACIONPE LOSLN^AS
Ha sido costumbre de lo3 histpriadofijs, de los príticos y aun
de los filósofos, limita sus observaclofiesi afffoe .de la marcha pro*
gresiva ó retrág^da de la especie huoiiuiay á G]íec;ía y ^ Roma, des-
deñando el fijar sus miradas en países- que carecieron d^ Tácitos ó
de Tucídides, ó que fueron envueltos en la^mbe de la ignorancia
y del olvido. Pocos son en verdad,, los escjr¡t<>res que caneados dt
viiyar en el mundo antiguo, ó de ver agotadas si^s iuvestigacioneSi
¡^ecoLTen toda la estension del globo, dunfle se les presentan rique-
zas ignoradas y Tasto capnpo pax^.sus !de;$c.uWia)íenTos.
£1 nacimittntOy loa adelan^tos j perfección de víitiu^ gobiernos
del Nuevo Mundo, dan materia para, muy útiles y curiosas medi«
taciones. Poco mas de medio siglo ha que la América comenzó á
ser estimada en sus relaciones morales, y políticas, cuando antes no
se dirigía el pensamiento mas que á la esplotacioo de las minas.
Los conquistadores, deslumhrados con sus proezas y por el brillo
de los metales que encontraron en tanta abucidaíicja, no disturrie-'
ron que importaba mucho al mérito de su propia conquista> no des-
truir, ó evitar que otros destruyera!), los monum^^ntos históricos de
.pueblos que, en medio de su aislamiento, habían .jbecho grande.^
avances en la carrera de la civilización, mayores comparativamente
que los de otras naciónos del viejo mundo, en igualdad de circuns-
tancias* Ha sido preciso reunir noticias aquí y pcullá para tomar fl
hilo de la historia y para que no Be pierdan salud^Ües lecciones
que ^rovecba el hombre imp^uial y ^s)i^ioso.
Los antiguos peruanos, que suministraron á Marn^oofel argu-
mentó para un buen roi^ance^, apopas han merecido un examen
prolijo de sus costumbres^ d^. miB teorías en la di£cil ciencia de
gobierno, y de la manera con qij^ .^ablecieron su mosarquia pa-
triarcal. Pocos son los a,qo|^tecin)ieHtoSfque pueds^ ;eompararse coa
los.diflPexü durante, el gobic^rno-d^ 8U«4nc8S| ;qiiie m[yei^^{^ lar^g»
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—40—
(¡cnipo en una estenslcyi á\^d^ri/^io ¿^ (nil y trescientas leguas.
Se les vio emplear loísíneldias TÚai* esqufeitos para llegar á obtener
un gran fin social; sus máximas eran las de una política consuma-
da; insignes fueron sus ejemplos de piedad, de magnificencia y de
y^lor. Uim fian^ilia pobre y sin los. grandes recyísos de que dispu-
^^ Wahoma, ^pfofeta, conquistador y legislador de su patria, ense-
ria las artes de la vida\>ocial al pueblo, erige un imperio que domi-
naba hasta los confines de Chile, y k) so^iene con su prud«>ntia, su
a.stucia y sus esfuerzos.
Mancb'Capac, fundador de lá dinastía de los Incas, fué hacia
la ínitad (IH "siglo XIII, el Rómuío del imperio peruano. Masías
hazañas de festefueróf) guerreras, y para conseguid su propósito, se
puso á la V^bc'za dé una portion de bandidos, cnando el In»*a, so-
'•)o, slñ partidarios, sin armas y sin ejército, se anuncia hijo del So),
•como el T<4buloso Oríeo, para sacar á los hombres del estado de
.bari)arie eti que vivian, y hacerles conocer su superioridad sobre
Ids bestias. Se condujo con tal tino y constancia, que logró reirair
á muchos bárbaros, se proclamó su gefc, y ftirtdó la ciudad de Cu^
ío, la Roiíia del Nuevo Mundo. Los descendientes y también su-
cesores de Manco Capac, cuyas fuerzas y poder habían crecido
i'im lo5f adehmtós de lá civilización, fiíeron llevando á su perfec-
ción lí»s designios que apenas pudo bosquejar el creador de aquella
s )cied;uf. La fortuna, las circunstanci&s y el valor, concurrieron a
la consumación do esta obra verdaderamente portentosa.
L(»s incas eran á la vez misioneros y conquistadores: predica-
ban sus doctrinas políticas y religiosas con la espada en la mano, y
peleaban con el cayado pastoral. Sus dogmas eran senciMos y tan
cortos en híiráero como exigia la débil inteligencia de los que no
habían formado antes ideas abstractas. Un Dios invisible, creador
y conservador de todas las cosas, al que daban el nombre glorioso
de Paclm'camac: el Sol, imagen visiWe y representante de Dios,
encomendado de- difundir con la luz la virtud del cielo, y de ani-
mar á todos los seres. Por esto se jactaban los incas de ser los hi-
jos del Sol, j ¿ñponian que hablan recibido de síu padre la augus-
ta irtisiori'fle sacara los hombres del estado salvage, para enseñar-
h»s una fíTigion, primera necesidad de los pueblos, y qtie había
tina vida fotura en laque serian castigados los malos y recompen*
«ados los que practicasen lavirttid en la tierra. ■
■' ■ * Se ha observado, y con justicia, que d^ todos los cultos inVrnta-
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—41—
dos por el hombre, sin el auxilio de la revelación, el mas racional y to-
lerable es el del sol, porque la idea de la divinidad es inseparable á
la de la beneficencia, y todos palpan los bienes que produce la na-
turaleza ese agente principal del verdadero Dios, y depositario, por
decirlo asi, del fuego que es el grande elemento de vida.
Los Incas, que publicaban sus dogmas al frente de sus egérci-
tos, se raantenian á la defensiva hasta que los bárbaros habian exa-
minado y conocido su doctrina, y no los atacaban sino en caso de
obstinación y de resistencia. La pronta felicidad de que disfrutaban
los pueblos que iban sucesivamente sometiendo, reemplazaba la
falta de prodigios con que autorizaron su misión. Les enseñaban
desde luego el arte de hilar y de teger el algodón y la lana, el de cul-
tivar y regar las tierras; procuraban que todos los ciudadanos, de un
modo 6 otro, fueran útiles é la sociedad, pagándole así el precio de
sus ventajas, y castigaban el ocio como un crimen cometido contra
el estado. Aun á los ciegos y á los cojos se les empleaba en oficios
en que podían ser útiles. Los viejos que eran mantenidos por las ren-
tas públicas, espantaban los pájaros para que no destruyeran los
sembrados. De distancia en distancia establecieron posadas, en las
que hallaban los viageros para su descanso todas las comidas ape-
tecibles. En una palabra, esos sabios príncipes nada omitian de lo
que podia servir á la seguridad de los particulares y á la utilidad
pública. Siendo ellos padres de su patria, la felicidad de sus subdi-
tos les abria el campo para nuevas conquistas, y los bárbaros abra-
zaban con placer sus leyes y su cuho. Bastara para elogio de su
sistema de gobierno el que lo hubiera fundado sobre el amor á la
ocupación y al trabajo, objetos que tanto se descuidan en un siglo
en que la ociosidades el principio acreditado de los trastornos
políticos.
Las tierras que iban conquistando, se dividían en tres porcio-
nes iguales: la primera se destinaba al culto del sol, la segunda á
los Inca para los gastos y decoro de la autoridad, y la tercera á be-
neficio de los habitantes. Como la propiedad del pueblo quedaba
reducida, aumentaba éste los esfuerzos de su industria, y el impe.
rio y la religión derivaban su esplendor de la mayor fuerza que ob-
tenían. No de otro modo se han establecido y consolidado en Eu-
ropa algunas de esas monarquías que se han envejecido en el trans-
curso de los siglos.
Los Incas habian revestido á su religión de cierta autoridad
T. II. — 6.
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que le daba un brillo especial. Destinaron también al culto del Sol
AIS TÍrgenes, que se ligaban por votos solemnes y eran respecto de
ellas mas severas las restricciones, que las impuestas por los roma-
nos á sus vestales encomendadas de conservar el fuego sagrado.
La magnificencia del templo en la ciudad del Cuzco, el apa»
rato de las fiestas que se celebrabran en honor del sol y en que to-
maban parte todos los habitantes del imperio, la suntuosidad y
magnificencia en cuanto decia relación al palacio y á la corte del
soberano, eran como el fin principal de su legislación. Mancomu«-
nando el imperio con el sacerdocio, el altar con el trono^ era claro
el designio de los Incas de persuadir á aquel pueblo sobrio y sen-
cillo, que ellos participaban de la naturaleza divina. Los fuinlado-
res de las monarquías, tanto en el mundo antiguo como en el nue*
To, han obrado por el mismo instinto, y se advierte que los ameri-
canos que no han hecho mas que adoptar la formas de gobierno
que han servido á su vez para regir los pueblos de Asia, AjGrica y
Europa, han penetrado la naturaleza y condición de cada una de
ellas, y han empleado precisamente los mismos medios que en otras
partes del globo se han estimado mas adecuados para realizar algún
intento. Fieles, como todos lo8 partidarios de la monaiquia, á las
mícsimas aristocráticas, comunicaban los Incas su autoridad al me-
nor número posible de sus subditos. A fin de apoyar su conducta,
se valian de una metáfora: los rayos, decian, del Sol son de oro, y
de plata los de la Luna, para esplicar que los empleados en el im-
perio carecían de autoridad y de poder que pudieran llamar propios.
Jamás tomaban estos monarcas e^)osa que no fuera del seno de su
femiKa, para mantener al pueblo en la creencia de su carácter divi-
no, que es incompatible con la comunicación á seres inferiores.
Mas también procuraban asemejarse á la divinidad, en la multipli-
cación de sus beneficios, y por si mismos visitaban ¿ todas las pro*
vincias de su imperio, investigaban las necesidades publicas y pri-
vadas, y con mano firanca, oportuna y generosa las remediaban.
Ai fausto de esos monarcas, invisibles deidades del Oriente,
reunian la afabilidad de un gefe republicano. Los Incas poseían ea
alto grado el arte de ocultar en sus designios los intereses de sus
pasiones, y el de comprometer á los hombres por medios suaves á
obrar contra sus propias inclinaciones.
Esos príncipes, á quienes se continúa apellidando bárbaros»
eran hombres áe estado, que úa comproineter su deidad se iaco-
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—43—
modaban á las circunstancias, con tanta maestría quizá, como ese
príncipe de Talleyrand, asombro de destreza en nuestra c|M>ca> y
que cuando las naciones y los gobiernos zozobraban, él se mante-
nia tranquilo en una orilla ser en a, yfiwmaba los monumentos de su
gloría con los restos de naves perdidas y de lastimosos naufragios.
La familia de los Incas, de que era gefe el príncipe reinante^
era tan superíor á los varíos órdenes del estado, que se le considera'
ba como una cosa elevada sobre la especie humana; y este engaño
supersticioso era el único apoyo de su poder absoluto. Sin embargo,
Manco Capac concedió á los primeros pueblos que sometió por sus
conquistas, el dictado de Incas, como una muestra de su bondad.
Aunque la religión era la causa motriz y ostensible de las espedido-
nes militares de los Incas, no eran muy rigurosos en materia de
creencia; y toleraban el culto de los vencidos siempre que no era
contrarío al de los vencedores, y al menos no empaparon en sangre
sus altares, sacríficando á los que se mantenian adheridos á los prin*
cipios religiosos de sus mayores. Viracocha dio un grande ejemplo
de este espíritu de moderación y tolerancia, permitiendo en una
especie de concilio que celebró en Lima, la adoración de un ídolo,
al que profesaban mucho afecto los habitantes: les ecsigió únicamen-
te que reverenciasen al Sol y que reconociesen la soberanía de
su raza.
Igual respeto les merecían las leyes, usos y costumbres de los
países conquistados, (conservaban á los caudillos ó generales en sus
puestos, con subordinación al Inca nombrado gobernador de la pro-
vincia.) Con el pretesto de dispensarles atención y honor, hacían
llevar á sus hijos á la corte, y el verdadero objeto era mantenerlos
en rehenes, como garantes de la felicidad y sumisión de sus pa-
dres. Aquellos niños, educados desde sus mas tiernos años en el
palacio de los Incas, iban formando insensiblemente nuevas ideas,
se alimentaban con principios distintos de los de su familia y llega-
ban á cambiar sus gustos. Dejando los Incas á los pueblos vencidos
alguna sombra de sus antiguas libertades, los prívaban asi de ele-
mentos para insurreccionarse ¿Eira otra la política de los romanos en
los tiempos mas florecientes de la república y del imperío?
Los Incas, sin haberlos conocido, parece que los imitaban en
el arte de gobernar los pueblos. Enviaban colonias á los países some-
tidos, construían fortalezas, templos, acueductos y aquellas grandes
obras de utilidad y ornato que han sobrevivido á su dominación.
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-44-
PacbftcuteCy uno de Id» ^ncipes mas iiistiiiguiflos de la raza, pre-
rino que la lengua universal fuera la que se hablaba en la ciudad
de Cuzco; repartió maestros de idioma por todas las provincias del
imperio, encargándoles laensefíanza de losqmpoSy especie de escri-
tura original, que espresaba los conceptos por medio de nudos de
diferentes colores. Los que ignoraban el idioma de los conquistado-
res no podian obtener empleos públicos; castigo que por razones
semejantes impuso á los cristianos el emperador Juliano, aunque
conducido por un odio implacable.
Lo que mas contribuyó á la estension y progresos del imperio
de los Incas, fué su disciplina militar. Permanecían siempre como
si se hallaran en estado de guerra, y castigaban con la mí^or seve-
ridad cualquiera feílta en el servicio. La paz no era mas que una
tregua para prepararse fila guerra: su ejército nunca bajaba de cin-
cuenta á sesenta mil hombres* Conocían perfectamente la población
y sus catastros servían para el reemplazo del ejército, al tiempo mis-
mo que para el arreglo de la poUcia mas severa.
Leyes y prácticas tan juiciosas y prudentes para la dirección
del ejército y gobierno de todas las clases del estado, nada tenían
tjue envidiar á las mejores instituciones de los griegos y romanos,
mas en un punto, la política de los Incas fué tan singular, que no
se encuentra semejante éntrelos pueblos civilizados, y es una fortu-
na que carezcan de imitadores sistemáticos. Los Incas impedían
con el mayor tesón y esmero los progresos de las ciencias y de las
letras. En su opinión, los conocimientos abstractos luego que se ge-
neralizaban, se convertían en peligrosos. Les pareció que las discu-
siones abrian una brecha al prestigio de la autoridad y debilitaban
la obediencia debida á las leyes, y su espíritu era el mismo que el
de aquel Omar que incendió la biblioteca de Alejandría. Los Incas
se esforzaban mas en impedir el estudio de las ciencias cuando re-
-solvian comunicar al pueblo algunos conocimientos, a los que da-
ban el aparato y prestigio de leyes. No sucedía así con las artes
mecánicas, cuyo ejercicio era enteramente libre, porque robustecían
el cuerpo, y proporcionando ocupación, hacían mas remotos los
proyectos de subversión del estado. Merecía su primera atención
la agricultura, ese fundamento del poder de los romanos, que lo es
también en nuestros días de la grandeza de algunas naciones. En
cierto dia del año el príncipe rompía la tierra con un arado de oro^
que se conservaba en el tesoro como un instrumento sagrado. Las
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—45—
agQas se distribuían sabiamente para el riego y fecundidad ik>. las
tierras, imitando en esto á los persas, que kan dado á la superlat^ti-
dencia de las aguas uno de los primeros rangos entre lo$ destinos
del imperio, y á esos árabes que dejaron en España tantos aM)nuj(aen-
tos de su ilustración y de su gloria. En una memoria que reciente-
mente ha publicado un sabio de los Estadoa-Uüidos, alega coaio
testimonio de la civilización de los primeros pobladores d£ nuesUo
pais, sus grandes obras para el regadio de los campos.
Por lo que toca á los edificios públicos del Perú, tales como
fortalezas, t-mplos, canales, acueductos y grandes caujiinos abiertos
en toda la estension del imperio, puede juzgarse de su magnificen-
cia, por los restos que respetó la numo de los conquistadores.
Para dar una idea esacta de las reglas que establiecieron Iqs
Inces para la educación de los jóvenes en todas las provincias del
Imperio, basta decir que en loa jóvenes se castigaba el crimen con
una pena ligera, y que todo el peso de las leyes se descargaba sobre
«1 padre, responsid»le hasta cierto tiempo de las faltas de sus hijos,
á los que debía enseñar y corregir. Muchas veces la conducta per-
versa de los jóvenes, mas depende del abandono y egemplo de los
padres, que de l^^s inclinaciones de sus hijos. Los Incas juzgaban,
como el ¡lustre canciller Bacon, que serian inútiles varias de las le»
yes cuyo objeto es la mejora de los hombres, si no se descuidase
tanto la educación de los jóvenes. Dificil es desarraigar las costum-
bres adoptadas desde la edad en que las pasiones se esplican con
tanta fuerza y energía, y los esfuerzos posteriores de la legislación
resultan débiles é ineficaces en una lucha ciertamente desigual. E-
ducar á un pueblo es menos dificil que corregirlo. Será siempre
honroso para los Incas, haber comprendido en las miras de su le-
gislación y de su política, las relaciones mas distantes, y no haber-
se contentado con orp^anizar una corte, olvidando enteramente la
suerte del pueblo, cuya felicidad es la única fuente de la de los go-
biernos.
Digna es de admiración y aun de envidia la dicha que cupo á
los pueblas del Perú, de ser gobernados por príncipes que acerta-
ban á conducir á sus subditos á sus designios, como si obraran por
i.npulso propio, y persuadiéndoles que mas eran los soberanos los
egecutores de su voluntad, que ellos de la suya. De trece reyes
que tuvo el Perú, solamente Atahualpa se separó de las máximas
de sus mayores. Garcilaso compara á este tirano con Caligula; mas
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los Romanos continuaron kigo tiempo ^spuesrde su muerte eo el
funesto derecho de proclamar Césares á sus veidugos, y de dego<>
liarlos cuando se cansaban de ellos. La caída de un mal principe
de los Incas, acarreó la de su dinastía y la de sus vasallos. En el
Perú, durante el curso de doscientos años, existió esa fabulosa edad
de oro que creó la imaginación espléndida de los poetas griegos y
latinos. El príncipe, imagen del Sol, era el espíritu que animaba á
todo el imperio Se perseguía en él á la ociosidad porque enerva á
las naciones; y como era máxima fundamental evitar toda causa
de disturbio 6 de controversia, ño se toleraban ni las sectas políti-
cas ni las religiosas. La religión y las leyes se apoyaban en las ar^
mas, y los Incas hallaron el secreto de reunir y combinar la ober
diencia mas ciega, y el contento y la prosperidad de los pue-
blos.
Sin que se estime parcialidad á favor de ningún gobierno,
hay cierta razón para envanecerse de que sean innegables los
testimonios de que en el Nuevo Mundo, antes de que se conociese
la civilización europea, hubo sus Licurgos y sus Confucios, y hubo
pueblos que planteasen con felicidad todas las máximas de un go-
bierno, que se encomia como el resultado de la sabiduría y espe-
riencia de muchos siglos. Quizá el gobierno monárquico es el mas
adecuado para reducir a sociedad á pueblos indóciles y bárbaros, y
lofif Incas demostraron que entendieron perfectamente la naturaleza
del sistema de administración que se propusieron seguir. Los legis-
ladores del Perú, y sus dominadores ala vez, deben ser examinados
con presencia de las circunstancias que los rodearon, y sin perder
de vista que su mayor elogio consiste en haber penetrado la condi-
ción del gobierno que eligieron, ó que sfe vieron obligados á elegir.
En sus leyes secundarias obraron en perfecta consecuencia, y hubo
algunas que todavía se podrían presentar como modelos de previ-
sión y de sabiduría. La especie himiana, en todas partes es fiel á
sus instintos, y donde quiera que se le suponga aislada, ha de dar
los mismos pasos inciertos y vacilantes hacia el estado social; se le
verá avanzar y también retroceder. ¿Pueden compararse los griegos
de hoy con los del tiempo de Pericles y Demóstenes.^ ¿Habrá quien
estrañe que giman en nuestros días en una semi-barbaríe, los mis-
mos hombres, ó la misma raza de los que construyeron esos gran«
''OSOS monumentos del Cuzco.'*
' 1-" ntieblos es incomprensible, y el filósofo uo
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puede dejiu' de o4)seTTar que para todos hay ^>oca8 de lustre y de
gloria, y también de rergüenzaé ignominia.
ANTIGÜEDADES DEL PAÍS.
En 26 de abril de 1564 hizo el regidor diputado cata' del vino
para el abasto, y resultó que había 83 pipas y 400 botijas; que Juan
Alonso tiene 50 pipas y 400 botijas, Melchor Rodríguez 25 pipas,
Antonio Recio siete pipas, y Castillo uña pipa, y así se prohibió la
estracieion y embarque de vinos á Hernán López que quería vender
fuera al que trajo en una carabela.
En Cabildo de 18 de abril de 1566 se acordó que poj- cuánto
en esta villa están wias casas de tabica y guano ^ las cuales son de
S. M. y sÍ7DÍeron de aposento á Diego Mazariegos en tiempo de su
gobernación, y que en todas las partes de las Indias hay casa de S.
M. en que se aposentan los gobernadores que S. M. envía á gobei^
nar las dichas gobernaciones, y estas dichas casas están diputadas
para el dicho efecto que se reparen, &c. &c.
En Cabildo de 5 de setiembre de 1566 se acordó que por ha-
ber temores de corsarios, y existir en esta villa algunos forasteros
que no tienen armas y hacienda de que sustentarse, se les den ar-
mas para que salgan á los rebatos, repartiendo á dichos forasteros
entre algunos vecinos que tienen posibilidad para sustentarlos, y no
puedan salir por enfermedad ó vejez: se asentaron por memoria los
vecinos que estaban en ese caso, y resultaron ser Juan de Roxas
— Diego de Soto — Antonio de la Torre — Alonso Sánchez de Cor-
ral— Antón Recio — La Portuguesa — Francisco Hernández — Ce-
cilia y Susana — un soldado — María Delgado — Catalina Rodrí-
guez— la de Juan Alonso — Eufrasia Pérez — Teresa Luisa Melena
Isabel Cafanga — Bartola — ^Beatriz — Nícardo y Quiteña — y también
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—48—
se acordó que tochs las personas que saplen de arrebatos salgan coa
armas y municiones, y asi se manda qae todas las personas arcabu*
ceras salgan proveídas de pelotas y pólvora^ so pena de dos duca-
dos al que faltare.
En Cabiltlo de 29 de octubre de 1568 el teniente del Gober-
nador Dr. Zayas, propuso la formación de arancel para lo judicial y
acordado que lo hiciese en unión del Ldo, Cabrera, Juan de Inés-
trosa, regidores, Francisco Pérez Borroto escribano de Cabildo y
Vega y Saravia escribanos de S. M. se hizo'en la forma siguiente:
Parle del arancel que se puede leer.
REALES^.
De la ejecución de sentencia criminal 4
De la reposición de autos '.- 1
De la licencia y apartamento de querella 1
Del consentimiento de sentencia ó apelación 1
De asiento del cualquier proceso acumulado I
De asiento de su representación en grado de apelación
en lo criminal 2
De acuerdo de cualquier auto i
Auto de tregua y notificación 1
De la carta ejecutoria y testimonio de sentencia con re-
lación de autos un real, y si estuviesen mas de hoja
al respecto, y un real de signo-
De sacar escrituras públicas la foja 1
Derechos del pregonero — de cualquier pregón asi de
edictos como de precios de bastimentos y de las es-
plicadas 1
De llamar una persona en el pueblo 1
Y si saliere fuera á tasación de juez —
I->e cualquiera petición que presentare en Cabildo 1
De ejecución de sentencia de azotes ó vergüeuza 4
En el llevar de las almonedas sus derechos del escriba-
no, juez y pregonero no ae esceda de la costumbre
que sobre ello hay.— El Dr. Zayas.
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—49—
En CfebiWd de 1? áe abril de 1569 ^pjrohibió que lusitítige-
fes' «algan el jnéves Santo de diciplinanUiS, penas de echarlas pú-
blicamente y diez dtas de cárcel.
En Cabildo de 26 de febrero de 1569 pasó lo siguiente: —
Habiendo tratado el Sr. Goberliador y justicias y raimiento de es-
fa dicha Villa la gran necé^dad qtie está Viílk tiene de boticw-J^
médico y cirujano, ai^si páralos vecinos como para iiiucfhas pierno-
nas que á ella ocurren en flotas y fuera de ellos, y porque el Ldt*.
Gamarra,que al presente está en esta Villa, es graduado en Alcalá
líe Henares de todas hs tres liceneias y concurran en él todas las
calidades que se requieren, sea obligado, como se obliga, á hacer
su asienta en esta dicha Villa y poner botica y servir los dichos ofÍL
cios por sí y por sus oficiales suficientes, atento que en este dicho
Cabildo le dan y ofi'eccn al dicho Ldo. cierta paga en cada un año;
como consta por la lista que pasó ante mí el presente escríbáuio, y
queda en poder de lo que cada uno da y le ha de pagar, la cual nos
, la dicha justicia y regimiento se obligaron de hacer cumplir y guar-
dar con mas todas las personas que para adelailte en ella se pusie-
ren, el cual dicho Ldo. se obligaba y obligó que á las dichas tales
personas, como á sus mujeres é hijos y á todos los de si casa los
curará y hará sangrar, dándoles en todo el mejor remedio que e»-
tendiere patía su salud y hánle de ser pagadas las medicinas que en
esto gastare, y como dicho es, tendrá dentro de un breve tiempo
que será un año poíío mas ó menos pondrá su botica y en el entre-
tanto curará las enfermedades que se ofrecieren á los sobredichos
con las medicinas y mas remddios que hubiere en la dicha tierra; y los
mas vecinos que se quisieren curar que no le hubieren señalado
mngun partido , y los mas yentes y vinientes le pagaráii Ío que
con los tales se concertase, y no se podá/rn curar con otrapersomt sino
con éty porque durante el tiempo que 61 quisiere residir en esta
Villa á servir e! dicho oficio no puede servirlo por dinero, ni sin él
ninguna otra persona Ldo. médico, cirujano, boticario, barbero, si
no fuese con su licencia y especial consentimiento, sopeña de pager
con el doWe la persona que asi se curare, con otro el que hiéiere la
tal cura lo pague también, lo que huMerir recibidb con el aúttro tanto ^
y durante el tiempo que el dicho Ldo. Ganiarra sirviere' el dicho
oficio en esta Villa hubiera de hacer alguna ausencia ha de ser con
T. 11. — 7.
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licertcia de la justicia y regiinieiito y ha de dejar en su fugar pwso-
natal y á coateoto de la justicia y regimieato de esta dicha Villa, f
porque se cumplirá todo lo firmó dicho i^do. G^marm.
£a Cabildo de 10 de abril de 1573 se acordó que el día de
Corpus-Cristi viene presto, y que para aquel día y cosas cooveoiefir
tes al servicio de Dios Ntro. Sr. que en la procesión y fiesta qfie se
hiciere que haya algunos regocijos y fiesta, mandaron qu^ para lo
susodicho todos los oficiales como son, sastres, carpiuteros, scapater
ros, herreros y calafates saquen invenciones y juegos para aqiuiel
dia, y que para ello se junten con Pedro Castilla, e) que los dará
la orden de como lo han de hacer y repartir, y an«. mi«np acorda-
ron que los negros horros se junten á ayudarla dichn fiesta conforme
á como les mandare el dicho Pedro Castilla con su iavei^cion; lo
que se mandó pregonar para que venga ¿noticia de todos y aiagunu
pretenda ignorancia.
En Cabildo de 23 de noviembre de 1576 se mandó rematar el
estipendio de agua de la Cliorrera al que masb^ijas diese á instan-
cias de Juan de Roxas, y se pusieron penas. — Y por otro Cabildo
posterior de 7 de diciembre consta, que Gines Horta proveia enton-
ces á razón de cuatro botijas por un real — pues ansi se dice al tiempp
de concederle terreno para un bohio de treiniapiéSy junto á la mv
para depósito de las pipas y botijas (cantaras pequeños redondos
con su boca).
En Cabildo de 15 de dicho mesy año se trató para evitar el da-
ñó de regatones, que todo el pescado de chinchorro, cpmo de i^iza,
cordel y atarralla, se traiga á la pescadería por peso, la sardina á
real el arrelde (esta porción era de 4 libras) — el pece grande de
chinchorro á real y medio el arrelde; de pece grande, ó de la tortuga
dos arreldes por un real, y lo que fiíere pescado con cordel p^ce
grande dos realeS, y lo mismo de nazas á real y medio el arrelde; y
los de cordel á 2 rs. el arrelde; el pescado salado que lo ponga e/
diputado, y que ninv^n regatón ni otra persona le ¡traviese, sino
que lo venda al Señor de él por la postura, pena de dos ducados,
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—51—
aplicados por terceras partes, por la st»gunila vez pena doblada y
por b tercera, cien as&tesü
TamUen de mandó que ninguna negra ni otra persona de las que
venden pescado frito, lo hagan sino á real la libra bajo igual pena.
Se trató ansimismo que habiendo Antonio Delfino, Melchor
de Casas y Luis Boto comprado por junto pipas de vino para re-
vender, fué acordado se les notifique no vender ninguna de las
ptpas sin que primero den memoria al Cabildo del numero, precio
á que han comprado &, pena de 20 ducados por la falta: parecieron
al Cabildo siguiente: dijeron y juraron por mandado del Gobernador
(Grabriel de Montalvo) Delfino que compró á Domingo Pérez diez
y siete pipas á 41 pesos, á Sebastian Fernandez diez y siete á 41
ducados, á Manuel Diaz doce pipas á 42 ducados, á Juan Cabreras
cinco pipas á 40 ducados; de Domingo Rico seis pipas á 41 ducados.
— Melchor de Casas dijo, que compró de Francisco Moreno oclio
pipas á 41 ducados, de Pedro Flamenco tres pipas á 44 ducados,
de Manuel Diaz una pipa en 43 ducados. — Luis Boto juró que com-
pró diez pipas de Melchor Grarcia y que quiere dar á real el cuarti-
llo.— Y los dichos Sres. mandaron que Luis Boto y Melchor de Ca-
sas venden fT real el cuartillo, y Antonio Delfino eflvino que eonpfó
lo pueda vender una pipa á real y medio y otra á real. —
También mandaron que si Delfino quisiere amasar las pipas de
harina que compró, que dé la libra de pan como se dá en las pana-
derías, y si quiere vender por pipan que dé á 42 ducados pipa y no-
mas. —
Se ordenó que en adelante no se venda la carga de casabe á
mas de 18 rs.
En Cabildo de 5 de julio de 15T7 se acordó que no habiendo
en esta Villa padrón, ni medida de arroba, media arroba ni euarti-
lio, ni de vara de medir, ni de anega ni media anega, ni medio al-
mund ni abnünd, mandó el gobernador que en adelante se cotejen
por las que ha traido de España Juan Recb con testimonio de ser
ciertas y que todas las medidas sean con arreglo á Ih de Avila, y
estén en la casa de Cabildo.
^ Cabildo de 23 de setiembre de 1588 consta que la Villa ha-
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—52—
bia sufrido uu fuerte huraí:an, y se ti*ató lo siguiente. — Se confirió
la gran falta de bastimentos á cuya causa se padece muclia hau^brt;,
y se espera ii^ayor por la mucha gente que en ella hay con lasgale-
rüft de 1 a guarda de esta Isla y armada que está en este puerto á car*
go de Gonzalo Moftfcey Bernal, y soldados de la fortaleza de esta
Villa, y compañiafi de Nueva-España y vecinos, porque con el hu-
racán que hubo i los 20 de este mes y ano y se han destruido totíd-
mr^te todas las labranzjas y estancias de esta Villa y su jurisdicción^
y porque de ninguna parte quieren conducir ba^mentos á este
puerto por no haber llegado el situado para pagar lo que toman di-
chas galeras Sücu se sicordó — :1^ suplicar 9Í Virey de Nueva-Empana
200 pipasde harina por cuenta del Rey por ser gramdg la necesidad
de los «o! dados— 2- que se trate con Melchor Rodríguez, persona
aereditadai^nidicha Nueva-España para que por su cuenta y rie^o
traiga de -allá baírtimettto$: Qomp£Mri5CÍ6 jy;se obligó á traer to pipas
de hetanna por medio de m& corresponsales Bartolomé González y
Juan de Uribe-3°.se ofiteció también B-odriquez mpvido del s^picio
púbiico y de S. M« á traer de su riesgo. 600 cíirgüs de qasabede la
'VSlfeide YagUrfn^ e*ii Isla de Santo Domingo^ dándole buque — 4^
taifkáeft «e acordó en^iair 1000. dvoados i la VilJ^ de Bigamo, de los
cuales ofreció Rodríguez 40Q .para quj^s^ envíen en casabe,, tomándp-
8epmÉtdo6l«8'600del fondo de lasisaá devolverlpsconsu^pqoduc-
ta; cotttisíonáiidose para esta diligei^i^ al procurador general Fran-
t»sco ide Rottaceoii antoris^acion delGoberi^^r (Gabrii^l.de Lip^)
para todo, y bajo concepto de no subirse el precio sobre el que te-
nia aales,'iiidmuúzAtidt).á Roxas su viage con 2 reales y J en cada
carga — 5^ se acordó también cometer el viage á Nueva-Espaíia ajt*
capitán Gómez de Rojas: y 6? que se abran y limpien los caminos
para hatos y corrales que estaban cegados por el huracán, desde es-
^íi Villa hastía laHf^r^ba^a^ qoQ]Lftiendo la ejecución j repyartimien-
4^¿io&yecÍQfí8 para peona^ al ajlcalde Hernando de Orellaoa.y
Cristob»! de Soto— . ,
< ' Laft toiiiUo^k <tom^z se.ve^dianep octubre á ra;son de kkz
ú^nm$ C0da unay mi seriando e^a Cabildo de 1^ que se venxliasen i
'tre&pc^ ua real^ y qu^ ouaudo ;se diesen dos tu\áeran 15 o^as. [
En abril de 1590 se mandó vender el pan á razón de diez y
ochid oAzas el real de pan blanco cocido, de manera qiiet c^fla pan
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Y^i* ni](^v^ onza^y j el pan a^tiáte treiuia ouzas .por un real ))aJo
Mediia prímitiva de las tierras en esta jwisdiccion.
Cabildo de 24 de octubre de 1596. — En este Cabildo el
dicho Sr. Gobernador D. Juan Maldonado, y el contador A-
gustin de Mora y el capitán Francisco de Roxas, comisarios nom-
brados por esto Cabildo para llacer fe medida con que se han de
medir y amojonar las estantriasry tierr^s^ que se huhiewn. tie conce-
der á los vecinos de esta Villa para ver, y animismo para la tieiTa
que se hau de vender unos á otros, dieron cuenta de su trabajo eu
esta forma — Eo la Villa de la Habana á 17 dias del mes de octubre
de 1596 afíos^l g^obemador Dr Juan Maldonado Barnuevo, el con-
tador Agustin de Mora, el capitán -FraBcisco de Roxas, comisaiipe
nombrados por el Cabildo de esta Villa para señalar y hacer medida
con que se hayan de medir las estancias y tierras, que se hubieren
decóncetlerfi ids 7ecittol»de*es(^cifkdad y demás pei^oo&s ^e las
pidiera», y asinEmnb sirva ¿q mediida para las tierrsi»de .4}ue se ji4-
bieren de vender entre los vleeíiiosunosáolhis, yhabiéadolo co;ife-
rido y tratado entre sí y con personas mas prácticas y de esperien-
cia de esta dicha Villa, ordenaron lo siguiente — Primeramente que
Imya unaTfrtti pltfa-iMdiAlis'qutf^e llame esútdatj la cual ha de te-
ner dos varas y una^tewíia áé kirgo, y ia cantidad de tierra que esto
ocupare, tendida por cuatro partas en cuadra, que vendráo á Jet 49
tercias ó pies cuadrados, que sean y se llamen estados, que es lo
que ha menester con cabida de tierra un montón de yuca, que son
siete pies por cada frente, y lo (Jue sembrare dentro se llame eetado-
Item ha de haber otraAne'dída que se llame obrada^ que ha de
tener cada una iacluso tres mil estadales de los arriba dichos, te-,
niendo 55 estadales por cada frente, que vienen á ser los dichos tres
mil estadales ó mnntnnirs diyiifii dft lot<fch'^y ^i^t^ pies en cuadro-
ítem ha de haber otra medida que llamen cavallería la cual ha
de tener*treinta y seis mil estadales de los dichos y doce obradas de
las arriba dichas, y vienen á tener por frente ciento noventa es-
tadales de los dichos siete pies, que son mil trescientos pies por cada
frente, y lo que se innovare en el cuadro echada la dicha medida por
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las cuatro pnrtes se llarna cavallería; j etto les parece que es la i
dida mas á propósito que puede habei', cotiforme i la disponcioii y
calidad de la tierra: y lo firmaron de sus nombres — ^D. Juan Maído*
nado Barnuevo — ^Agustin de Mora — ^Francisco de Roxas — Y visto
por los señores y justicia y regimiento el dicho parecer presentado
por el dicho gobernador y comisarios de suso incorporado, dijeron^
que lo aprobaban y aprobaron según como en él se coirtiane, y que
de aqui adelante se guarde y cumpla y ejecute como en él se con-
tiene.
En Cabildo de 31 de febrero de 1697 dijo el gobernador Juan
Maldonado Bamuevo, quehid>iendo quejas acerca de las regulación
nes de costas que se hacian los escribanos en los procesos, le pare-
cía conveniente nombrar un tasador, y se atcordA su establecimienta
hallándose presente su asesor el íxlo. Ronquillo, y quedó <?Iegido
Gaspar Pérez Borroto que fué el primero.
En Cabildo de 3 de setiembre de 1610 se acordé daroen doeft-
dos por un año al Ldo. Juan de Tejada dt Pisa, porque queda»
se de médico en la ciudad por no haberlo.
En 10 de enero de 16S0 pidió el {HrocuradcHr gesenl Pedre
del Posso el establecimiento de uo Corral del Consejo, y así quede
acordado y fundado desde entonces.
f^ Cabildo de 18 de marzo de 1669 consta que la fanega de
sal llegó á venderse en la Habana d 20 pesos.
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CtnocHiieitAS itiles.— fiewonía ¿oméstiea.*
SOBRE LAS PALOMAS.
0(»riiafta •! artiocdo principiado en el núm. 5, plg. 385.
De la comida fU debe dar$e a la$ nuevas pahmas ó pichones en el
palomar t jf modo de gobernarlos.
Cemdies los piebeaes como 9e ka dicho en e! palomar, s? Ie$
echará de QOiaerim)oy cañamones, j algún puñado de tñgo; pero
aobre todo se ha de caidar de darles de cuando en cuando algu*
nos cominos, por ser un cebo que los asegura para siempre en su
primer palomar. Este trabajo embarazoso áolo dura quince días, y
á lo mas tres semanas, en cuyo tiempo se vería que comen ya por si
solos, y se oonoctiá que puede dárseles Hbertad abriéndoles el pa-
lomar pura que empiecen á bascar que comer mas lejos.
Aunque se ha)'a reconocido que los pichones comen ya por si
solos, no convendrá abrirles tan pronto el palomar para que salgan
da el, sino que será necesario aguardar aun cierto tiempo para que
en sus primeros vuelos no se alejen demasiado, porque teniendo 1< -
davía poco conocimiento de su morada, no sabrían volver á ella,
y se irían á recoger en palomares ágenos..
Para evitar pues estos inconvenientes, será bueno cuando se
les qaiera dar libertad para que salgan á los campos, elegir un día
oscuro y Huvioso, no abriéndoles el palomar hasta las tros de la
tarde, porque con el temor que tendrán de mojarse no se alejen dnl
palomar en tiempo nublado; y no habiéndoles permitido salir sino
tarde, llegará mas presto la hora de recogerse, y les obligará á reti-
rarse» La esperíencia enseña cada dia que dandjp á estas aves la pri-
mera salida en la forma esplicada, no hacen otra cosa que dar vuel-
tas alrededor del palomar como si todo su deseo fuera el de reco-
nocer el tem]^ del pais; lo que dura hasta el anochecer que vuel-
ven á recogerse y se cierra el palomar.
Algunos no permiten que salgan del palomar hasta que tengan
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ya pichoncitos, ■ ó que á lo menos estén empollando los primeros
huevos,* pero bastará que hayan e¿»tacb ceiradad W el ]K3omar un
mes ó tres semanas antes que salgan de él la primera vez; y si suce-
diese perderse ó estraviarse algunas* pstlómaa ño deberá causar ad-
miración, porque después de dos ó tres dias no dejarán de volver
echando menos el buea trato q>ie se lea d^a .en el paloi^^^ ( 'tr ;
Otros hay que por escusarse la pesadumbre quepodrian reribir
de que no volviesen al palomar algunas palomas, antes de soltarlas
les cortan ó arrancan las plumas principales de las alas, porque, te-
niendo poca fuerza en su vuelo no puedan alejarse del palomar, se
habitúen á volver á él, y no le dejen mas.
Para que el palomar se vaya poWaiado Meir, al principio no se
han de quitar pichones de los que se van criando el primer año, ni
ios del raes de julio del siguiente; pero pasnda este tkmpo jn po-
drán sacarse para comer 6 vender los que fueren niAft á pitopbfáUf.
Cuanto mejor alimentadas estén las paioinfis en eFtien)|>o qde no
hallan que comer en el campo, estarán mas gordas y producirm
mayor utilidad. « »
Así como seria inútil el dar de comer á las paloma» en los
tiempos en que ellas pueden mantenerse por si hueseando eu alimen-
to en los campos, seria muy perjudicial no hacerlo cuando Bde»-
í;uentran en ellos con que poder alimentarse. Para sabercoii terteza
los tiempos en que ha de ejecutarse lo uno y omitirse lo otro^ airé
que será preciso echarles de comer en fe casa desde mediadb' éel
mes de noviembre hasta fin de febrero, qtte es el tiempo ea qwe «se
suelen sembrar los granos de inferior calidad, y desóe ei «prineiflio
de abril hasta mediado de junio, en cayo intermedio halliffén bas-
tantemente con que alimentarse en los sembrados^ hasta que Ulegue
nuevamente el tiempo de vohrerles á echar de comet enlacasa. "
Comunmente se les da á comer algarroba, aecharitirtiy de trigo,
cebada y avena, de que será preciso hacer sufiefente prottsion p»iía
mantener el número que quisiere criarse. La simiente ád joyo, que
es la cizaña ó mala yerba que se cria entre el trigOy es muy hwana,
para dársela á com^r, porque les gusta mucho este grano. Tamkien
puede dárseles mijo, pero seria mas el gasto que el proTecho. El
maiz puede asimismo dárseles algunas reces; pero la coitiida conque
mas ordinariamente se alimentan es la algarroba, que no es cam y
con abundancia.
Las palomas también gustan mucho de los caflamones, y es
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arrojan ansiosamente á ellos cuando se los dan á comer, y ann se
tiene por cierta que no hay cosa mejor para que se detengan ei? ej
palomar que darles este alimento. También les gusta la bellota, y
algunos suelen hacer provisión para dársela á comer en invierno
cortada en pedacitos menudos.
El mismo cuidado se ha de tener en darles de beber; la vasija
en que esté el agua debe ser de barro, con su cubierta; por los lados
tendvá unas aberturas para que puedan beber, y de esta suerte na
caerá inmundicia alguna en el agiía, que ha de mudarse á menudo^
á fin de que la tengan siempre limpia y clara.
Hacen mal los que les dan de comer los granitos de casca, pues
con ellos dejan de poner, como las gallinas, y solo podrán dársele*
á comer en tiempo de grandes heladas, y antes de dárselos se han
de haber pasado por un harnero ó criba, porque aunque es buen ali-
mento les dificulta y retarda el poner los huevos.
El parage que se destinare para darles de comer ha de tener el
suelo bien firme y macizo, y se ha de cuidar de que esté siempre
limpio; y para que acudan á él con puntualidad se les ha de silvar ó
tocar una campanilla al tiempo de echarles la comida para que, con
la costumbre de oir esta seña ordinaria, acudan todas cuando las
llamen.
Las horas en que debe dárseles de comer han de ser por la ma-
ñana y tarde, y nunca al mediodia, por no turbarles el descanso
que suelen tomar en esta hora por precisa necesidad para que les
ayude á digerir lo que han comido. Sobre todo ha de tenerse gran
cuidado de que no les falte la comida á las horas acostumbradas,
porque de lo contrario habría gran riesgo de que desamparasen su
palomar, ó fuesen á buscar otro en que hallasen que comer, lo cua|
nopodria menos de ceder en gran perjuicio del dueño del palomar.
Las horas destinadas para dar de comer á estas aves no han de
ser unas mismas, para evitar el inconveniente de que las palomas
de otros palomares cercanos vengan á robar la comida de las pro*
pias, lo cual no dejarla de suceder si se les echase á una misma
hora; y así deberá ser unas veces mas temprano y otras mas tarde;
pero si no hay palomares en las cercanías, no importará que sea á la
misma hoira.
. T, u.— 8.
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PROTOCOLACION
De todas las disposiciones reales, administrativas y eoonó-
mioas publicadas de oficio en el mes de dicienibxid último.
Secretaria del Oobiemo superior dvü de la Isla de Cuba, — Dis-
puesto por el Escelentísimo Sr. Gobernador y Capitán general, que
se formen nuevos padrones para el cobro de la capitación del segun-
do semestre del corriente año, sobre los esclavos al servicio domés-
tico, en las poblaciones conforme espresa la Real orden de 29 de
julio del ano próximo pasado, publicada en el Diario de 6 de No-
viembre; se anuncia al publico para los efectos consiguientes: en el
concepto de que ha resuelto S. E. que al mismo tiempo que se em-
padronen los esclavos, se recaude la cuota que corresponda pagar
por ellos.
Habana 30 de Noviembre de 1845. — Miguel Maiia Paniagua.
Superintendencia general de la Real Hacienda de la Isla de Cuba.
El Escmo. Sr. Superintendente general delegado de Hacien-
da, en cumplimiento de lo prevenido en Real orden de 28 dé agos»
to último, se ha servido disponer que en el dia de hoy se publiquen
los nuevos aranceles formados para el cobro de derechos en las
aduanas de esta Isla, cuya observancia tendrá efecto el primero de
Marzo de 1846, según en la misma Real Orden se espresa. — Haba-
na 1" de Diciembre de 1845. — Joaquín Campuza7U>,
Por disposición del Escmo. Sr. Superintendente general dele-
gado de Real Hacienda, se participa al comercio que estando es-
presamente prevenido en Real orden de 27 de Diciembre ultimo
que los buques que salgan de los puertos de la Isla con calamentos
d6 mieles^ paguen ol derecho de toneladas, esta medida se observa*
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lá desde 1? de Marzo de 1846 en que empezarán á regir los nuevos
aranceles. — Habaaa 1- de Diciembre de 1845. — Joaquín Gampa^
zano.
Secretaria del Gobierno Superior civU de la Isla de Cuba. — ^El
JBscmo. Sr. Preádente, Grobemador y Capitán general ha dis-
puesto se inserte en tres números sucesivos del Diario de gobierno
para la general inteligencia el siguiente reglamento de cimarrones
reformado por la Real junta de Fomento.
PARTE 1^
amarrones simples.
Articulo 1? Se considera cimarrón en las poblaciones el escla-
vo que pernocta fuera de su casa sin licencia de su amo, y en los
campos el que se encuentra sin licencia á una legua del lindero de
la finca á que corresponde.
2* Cualquiera persona sea de la clase que fuere tiene facultad
de aprehender los cimarrones y gana al presentarlos al amo, en el
Depósito general ó á las justicias territoriales ó al entregarlos en las
nutaciones litorales de fomento el derecho de captura que es de
cuatro pesos fuerte.
3- Nadie puede escusarse de pagar al aprehensor la captura
de su esclavo en el acto de serle presentado.
4? Los administradores, mayorales y mayordomos de fincas
son resqx)nsables en ausencia del amo al pago de las capturas y de
los costos que se aumenten al cimarrón si no lo verifican en el acto,
5? £1 aprehensor de un cimarrón en las poblaciones tiene
obligación de presentarlo inmediatamente á su amo, y si este resiste
el pago de la captura lo entregará para que le sea abonada en el
Depósito general en la Habana, ó á las justicias territoriales en lo^
pueblos del interior.
6? El aprehensor de un cimarrón en los campos para deven^
gar la captura tiene obligación de llevarlo inmediatan>ente á la &Et^
oa á que pertenece, cuando la aprehensión se haga á menos de tres
leguas del liiulero de la misma, y si se hace á mas de tres leguas lo
entrégala i la justicia territorial mas inmediata la que dentro de
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veinte y cuatro horas lo remitirá á la finca cobrando la captura jr
ademas un peso por la primera legua y dos reales fuertes por cada
una de las siguientes que tenga que andar el conductor.
T? Si en alguna finca se resistiere el que la gobierna á pagar
la captura al aprehensor, este entrega el cimarrón á la justicia teni-
torial mas inmediata firmando la diligencia de no habérsele querida
abonar sus derechos, y el juez volverá á remitir' al cimarrón al á-
goiente dia con orden de hacer efectivo el cobro y el de un peso por
la primera legua y dos reales fuertes por cada una de las siguientes
que tenga que andar el conductor.
8- En el caso de que el cimarrón sea aprehendido á mas de
tres leguas del lindero de la finca á que corresponde ó de que abso-
lutamente no quiera ó no pueda decir su nombre, las justicias terri-
toriales al siguiente dia de haberles sido presentado, lo remitirán á
la diputación litoral de fomento mas cercana, donde se abonará la
captura, un peso de conducción por la primera legua y dos reales
fiíertes por cada una de las siguientes que haya tenido que andar el
conductor. Donde no haya Diputaciones litorales inmediatas será
remitido al depósito general de la Habana.
9? En los casos de que no haya podido cobrar del amo la
captura y se entregue el cimarrón á las justicias territoriales, é las-
Diputaciones litorales de fomento ó al administrador del Depósito
general, la Junta de Fomento abanará la captura y los costos que
espresa este reglamento y los cobrará después del amo.
10? Las justicias territoriales solo podrán detener los cimar-
rones los dias precisos para su restablecimiento cuando en d acto
de aprehenderlos hayan sido heridos ó que enfermen de manera que
no puedan hacer el camino sin riesgo de la vida, y en ambos casos
lo axásÍEuán á la finca á que corresponde.
11. En cualquiera de los casos de que habla el artículo ante-
rior se le hará reconocer y asistir por el subdelegado de medicina
residente en el partido ó el facultativo que esté mas inmediato hasta
que haya sanado, pero si la enfermedad no presenta síntomas de
gravedad, se le remitirá inmediatamente en cabalgadura.
12. Cuando el esclavo declare al presentarlo ala justicia ter-
ritorial que el conductor le ha quitado la licencia que llevaba para
tratarlo como cimarrón, se escribirá una nota de la que refiriere en
la papeleta con que ha de ser remitido por la misma justicia á la fin*
ea^ á la Diput;^cion litoral de fomento^ ó al Depósito general para
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poaedo en conocónúento del amo, y en caso de que este justifique
el aserto del esclavo, se impondrá al aprehensor la multa de veLite
y cinco pesos ó cincuenta dias de cárcel si no la paga.
13. Al conductor de cimarrones que los dejare escapar ó los
entregue á distinta persona de aquella á que van dirigidos por las
justicias territoriales se le impondrá la multa de veinte y cinco pesos
ó cincuenta dias de cárcel si no la paga.
14. Las justicias territoriales cobrarán real y medio fuertes al
día por las raciones de los cimarrones en el tiempo preciso que han
de estar en su poder, entendiéndose que dichas raciones deberán ser
dos por lo menos, y cada una de seis a ocho onzas de tasajo, dos
plátanos y en su defecto su equivalencia de cualquiera de las otras
viandas que al efecto se usan; no debiendo cobrar las citadas justi-
cias derechos de cepo, carcelage ni otro alguno por la aprehensión,
remisión y entrega de los referidos cimarrones.
15. No se satisfarán los gastos ocasionados en la curación
del esclavo prófugo si no se presenta relación jurada de ellos acom-
pañada de la certificación del facultativo, recibo del farmacéutico y
de las demás partidas que tenga la cuenta comprobada.
16. Por el alimento y asistencia en los casos de enfermedad
8ok> se abonarán cuatro reales fuertes diarios.
17. £1 alquiler de la cabalgadura, cuando fuere neftesario re-
mitir al cimarrón en ella por estar imposibilitado para hacer el
viage á pié, se abonará á razón de cuatro reales fuertes por la pri-
mera legua y dos reales fuertes por cada una de las siguientes.
, 18. Llegado el cimarrón á la diputación litoral, si declarase
pertenecer á vecino de la capital, se aprovechará la primera opor-
tunidad para remitirlos por mar en los buques de vapor, y donde no
los haya por las goletas costeras, ajustado el flete al precio mas mo-
derado con encargo de que se les trate como á la tripqjacion; pero
si no supiere decir quien es su dueño, lo retendrán un mes con la
eonveniente seguridad y al vencimiento de este término si no fuere
redamado harán su remisión al depósito general.
19. Las diputaciones remitirán cada dia primero de mes como
un documento preciso para la glosa de sus cuentas un estado de los
cimarrones, espresivo de la existencia del mes anterior, entradas
procedencias, salidas y gastos ordinarios y estraordinarios del mis»
«M) y de la existencia que resulte para el siguiente, con sujeción á
IftS pJb^nillas impresas de que les proveerá la contaduría.
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20. A las diputackmes se abonaran real y medfe üehn «K»-
ríos por el alimento de los cimarrones durante el mes que lesees pet»
mitido retenerlos; pero no se les satisfará nada por los dias quehacer
dan de este término.
21. Lfos cimarrones que se reciban en el Depósito general sd
aplicarán inmediatamente á las obras de calzadas, donde permane-
cerán hasta que los reclamen sus amos y reintegren los costos qm
haya desembolsado la junta. Mientras se hallen en estos trabajos Ba-
da se exigirá por lo que se gaste en su alimento.
22. Tampoco se les cobrará nada por la curación cnando «e
ignora el nombre del amo del cimarrón; pero cuando se sepa y po^
Uique por el Diario, se le cargarán en cuenta las hospitalidades á 4
rs. b.j que deberá abonar el amo desde el dia de la publieacioa a)
tiempo de estraerlo ó en caso de que fallcsM^a el eísclavo.
23. Para que los amos no aleguen ignorancia, ademas de k
lista mensual que publica la contaduría de la existencia de oimar>
iones, publicará todos los sábados las entradas que hubiere con e»-
presion de dueños y procedencias.
24. La contaduría llevará un registro de entrada y salida ck
cimarrones; otro de alta y baja para la cuenta de hospitalidades; lí*-
quidará los costos de cada uno, y en virtud de esta liquidacieti Imh
rala tesorería el abono correspondiente al conductor, y se elcigirá
álos amos el reintegro de los costos y ho^italidades de sos €fl*
clavos.
25. Siendo el contador de la junta el único responaaUe m
esta y al Tribunal mayor de cuentas de las resultas de este ramo, so-
lo con su orden ó la del oficial á quien tenga encargado su despa^*
cho, podrán entregarse los cimarrones en el Depósito.
26. Bajo directa responsabilidad del contador, ningún n^;io
cimarrón se entregará sin que preceda el reintegro de los costos que
ha causado.
27. También es responsable el contador de (pie no se entre-
guen los cimarrones, sino á personas conocidas que puedan respon^
der de la entrega, ó que en caso de duda den fiador de la calidad
requerida. »
28. A las dos responsabilidades precedentes están también
sujetos los diputados de Fomento.
29. El primer domingo de cada mes se espondrán al pi2>ltoo
fiSji el Depósito general de esta ciudad todos los negros cimaxrojM#
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dudeluMBdakimiaxia hasta las dos de la tarde pam que consui^
nn á recoiK>cerio6 los que tengan esclavos fugitivos.
80. £1 contador publicará con anticipación la lista de ellos
espresando sus nombres, el de sus dueños y lugares de donde han
sido remitidos.
31 Se pasarán en cuenta á los diputados de la júntalos suple^
BMitoff qm hagan en los cimarrones por captura y conducción, los
gastos de enfermedad que hayan pagado estando arreglados á lo
que dispone este reglamento, el alimento que les suministren mién*
tías estén e» la Diputación y los gastos precisos de escritorio y
portes de pliegos, pero para poder hacer cualquiera otro estraordú
Baño por justificado que parezca su objeto, necesitan autorización
sspsciai de la junta.
32. Nadie podrá ocupar al cimarrón en su servicie particular
86 pena de hacerae responsable, probándosele, al pago de los jor-*
nales al respecto de 4 rs. ís. y á una multa de 20 ps. Los amos po-*
drán reclamar el cumi^imiento de este articulo ante cualquiera
tribunal.
33. El recibo, depónto y entrega de loscimarrones son car^
gas anexas jal emf¿eo de diputado de k Real Junta de Fomento en
los pueblos litorales, de las que no pueden escusarse.
34. En las diputaciones donde no hubiese establecido Depó^
sito para los cimarrones, podrán los diputados retenerlos en la cár«
cel has^ cumplir el ténnino en que deben remitirse al Depósito
gfeneral, abonando un peso al alcaide por custodia á la salida de
cada uno que calcará á los costos del cimarrón.
PARTE IL
dfnarranes apalencados.
35. Se consideran apalencados seis ó mas cimarrones qae se
encuentren reunidos.
36. Las justicias territoriales darán parte inmediatamente al
Grobiemo superior civil de los palenques de que tengan noticia en
sus jurisdicciones y procederán sin dentora con servicio preferente
i destruirlos, empleando la fuerza armada que fuere necesaria.
37. En el momento de atacar un palenque no se perdonará
medio alguno para reducirlos y escarmentarlos; pero cuando y»
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--«4—
estén rendidos y desannados los eisclavas no «eiá pennitido mal-
tratarlos.
38. Para la aprehenskm de los cimarrones que nó lleguen al
BÚmero deformar palenque, autorizarán temporalmente las justicias
territoriales á los ranchadores que le designe el dueño ó encargado
de la ñnca á que corresponden los cimarrones.
39. Los psdenques no podrán ser atacados sino por las jostícias
territoriales ó persona autorizada al efecto por el. Gobierno supe-
rior civil.
40. Por cada cimanron aprehendido en palenque se pagaxáii
las (^^)tura8 siguientes: 20 ps. cuando los apalencados no hagan la^
sistencia en el ataque, 35 ps. cuando la hagan con armas blancas }r
50 ps. cuando hagan la resistencia con armas de fuego, é ignalmeB?
te ae abonarán 40 ps. por cada apalencado que sin hacer resistencia
se aprehenda sin. herida ni contusión grave, 70 pesos si haciéodolo
con armas blancas fues^ aprehendido en los mismos terminas, y lúO
pesos sí usando armas de fuego se redujese en aquel estado.
41. Estas capturas se dividirán por partes iguales, eíotre los
que concurran al ataque y el que mande la partida, ademas de la
parte que le corresponda ganará un premio de diez por cienlo áol
importe total de las capturas, que le será abonado separadamente
por la Junta de Fomento.
42. Ademas de las capturas espresadas, si alguno de los
aprehensores saliese herido se le pagará por la Junta de Fomento la
curación y se le abonará todo el tiempo que esta dure el salario qua
ganaba por su oficio.
43. Ál que resultare enteramente inutilizado para el trabajo
en ataque de palenques y á la viuda é hijos de los que mueran en el
lance, les señalará la Junta de Fomento la pensión que tenga por
conveniente.
44. Los apalencados capturados serán remitidos con toda
seguridad por las justicias territoriales y del modo mafl" económico
por mar ó por tierra al depósito general de esta ciudad donde se
abonarán las capturas y costosr
45. Los apalencados aprdiendidos serán devueltos á sus
amos, escepto aquellos que por ser cabecillas de importancia juzgue
la Junta que es peligroso que vuelvan al partido de que desertaron;
lo que hará presente al gobierno para que determine el lugar á que
deben ser confinados.
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46¿ Los unos de los apal^cados están obligados á reinte»
f;tüt i la Júntalas capturas y gastos que hayan causado escepto eá
el caso de que los renuncien entregándolos á la noxa.
47. En los casos de motín, salteamiento de caminos ó de
ladrones famosos debe procederse con arreglo á la ley 26 título 6?
lib. T de la Recopilación de Indias, escusando costas y proceso
porque esta lo reprueba.
48. La aprehensión de cimarrones simples y la destruocioa
de palenques serán considerados como asuntos puramente gubema-
trros pam que en ningún caso tomen el carácter de judiciales; y las
dudas que se ofrezcan sobre la intervención de las justicias terntorig-
les, los deberes de los amos y de los derechos de los aprehensoreg
y ranchadores para el pego de las capturas serán resueltas definítír
Tamente por el Escmo. Sr. Cantan Genend con k Junta de Fomeor
to; salro su derecho á los agraviados para los recursos ^e les per*
mitán las leyes.
49. Las justicias territoriales son responsables al gobieriM)
superior civil de la isla de la puntual observancia de este reglameiih
•to, que tiene por objeto proteger la incultura y conseirar la tsaa-
quilidad pública. Habana primero deDiciembie de mil ochocientos
-cuarenta y cinco.
Cuyo reglamento debe regir y ser puesto en observancia desr
de primero de Enero del año inmediato, como parte del bando de
gobernación y policía. Habana 1? de Diciembre de 1845. — Mgttel
María Paniagua.
Secretaría dd gobierno superior dvil de la Isla de Cuba. — ^Pre-
cedidas las formalidades dispuestas en la Real Cédula relativa á
inventos artísticos; ha tenido á bien el Escmo. Sr. Presidente Go-
bernador y Capitán General espedir la correspondiente por cinco
años á D. Gabriel Claudio de Zequeira para un nuevo modo que
ha inventado de cargar con un carretón las carretas conductoras de
las cañas que se muelen en los ingenios de fabricar azúcar, en con-
cepto de que esta gracia es y se entiende sin perjuicio de tercero
en el caso de que este pruebe en los tribunales establecidos, ser fal-
sos los datos en que se apoyó el interesado para conseguirla; di^o-
niendo igualmente S. E. se anuncie al público para su conoci-
miento.
Habana 2 de Diciembre de 1845.— -Jl%ii€¿ Mcuia Pmwguaf
T. u. — 9
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• i'jiikrmidrabion gemrei de Bentm Beeies tenrmbrmV^^fíéÁén^
4ose Yeriíicado en el día de ajer la pHbUoaoioii ^ la Santa Balar
para el presente bienio, se faaUerán de '\ie»ta desde este dia, en t»
Receptoría del Ramo, calle de Rick esquina á la de Aguiár, alma*
cen de papel de Bíchete, titulado la Cartera, los sumarios de la» da^
ses de Vivos, Lacticinios, Composición, Difuntos é indulto cuadra-
gecimal. Lo que se avisa al publico á fin de que pueda surtirse de
las que necesite. Habana 1? de Diciembre de 184&. — Del Vél.
Mndtdstradon gemrai de Rtntas marítímo^.— En Jonta áe
Autoridades superiores de la Isla celebrada el 21 de Junio y 19 de-
Oetubre últimos, se acordó que lá estraeeion de maderas en buquei^
estrsmgeros, no se permita sino por los puertoa habilitados, á los
míales habrían de <;ond)Ucirse aquellas por embarcacioResi^spañehifty
i6 en balsas remoleadas indistintamente por botes nacionales, 6 es^
trangeros, aunque con la indispensable condición en este i^imo
0a^, de permanecer en el puerto habilitado, como fianza, *Ios bu-
ques estrangeros á que pertenezcan diches botes. Y de orden dM
Escmo. Sr. Intendente de Ejército, Superintendente general dele-
gado de Hacienda, espresa en decreto de 12 del actual recaidb si
espediente de la materia, lo anuncio al público para general isteln
gencia. Habante y Diciembre 2 de 1845. — Ywrre.
Comandancia Militar de Matriculas de la Habana.
D. Francisco de Paula de Irigóyen y Bed ya^ cahallero de la Real y
distinguida orden española de Caerlos III^ comendador de la Real
orden americana de Isabel la Católica^ cruz y placa de la miiUar
' de S. Hermenegildoy capitán de navio de la Armada^ comandaade
militar de matrículas de esta provincia^ y presidente del gremio de
nutretíntes y pescadores por S. M. fyc.
Debiendo pasarse la revista trienal en este distrko, <^ está
dispuesta por Real orden, reasumiendo en ella lo. que previenen les
artículos 1? y 2» del título 13 de la ordenanza de matrículas, que-
dará abierto dicho acto á las horas de costumbre en esta comandan-
cia desde el 7 de Enero próximo. — ^Por tanto mando á todos los
individuos alistados en las clases de patrones, contramaestres, vete-
ranos j hábiles é^inbáliiies de esta matrícula, se presenten en ellaá
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refreiidaT su cédnia desde dicho día hastft eH5 de Febrero «íguáea^
te; en mteUgencia que quedaiá dado de baja el que no lo kiciere, é
invalidada toda cédula que no sea refrendada ó en la que no conste
la presentación. Habana y Diciembre 4 de 1846. — Francisco de
JMmmstracum general de Rentas marítimas.— r^l Escmo. Sr.
Intendente de ejército, Superintendente delegado de Hacienda, en
miras de espeditar al comercio sus operaciones, atendida la corte-
dad de los días y la proximidad de las festividades de pascuas; se
ha servido disponer que el despacho de la Aduana empiece á la$
ocho de cada mañana y concluya á las tres de la tarde.
Y de orden de S. £. lo hago saber al publico á efecto de que
^iesde luego pueda hacer uso en los dias sucesivos del mayor tiem*
po que se le franquea. — Habana 5 de Diciembre de 1845. — Yurre.
Gobierno político y militar de Matanzas. — Con esta fecha ha
flido admitido al ejercicio de las funciones de agente puramente co-
iiiíereial de los Estados-Unidos de América para esta ciudad, el
Sr. D. Simón M. Tohnson, en conformidad á lo determinado por
el Escmo. Sr. Gobernador superior civil de la Isla, en orden del 2
del corriente. Lo que se hace saber al publico para su conocimiento^
Matanzas 5 de Diciembre de 1846. — Falguera.
SALA CAPITULAR.
Alumbrado d^ estramuros.
Admitido por el Escmo. Ayuntamiento con aprobación del
Esmo« Sr. Presidente Gobernador Superior civil y de la Junta supe-
rior de propios, el proyecto de alumbrado de los barrios de estra-
muros de esta ciudad, que presentaron D. Pablo Echevarría y com-
pañía, se procedió al remate de la contrata en publica subasta con
las formalidades de la ley, y quedó celebrada con los mismos, bajo
las condiciones que formó el Escmo. Ayuntamiento, las cuales son
las que siguen:
Artículo 1- La sociedad de Echevarría, Roiz y compañía, se
obliga á alumbrar los barrios estrarauros de Jesús María, Colon, San
lázaro, Peñalver, Guadalupeí Chavez y el Horcón en k parte po-
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—ra-
biada de cada uno, y con esclusion de la que deberá alumbratse po»
la compañía española del alumbrado de gas de lo que está perfecta*
mente instruida la sociedad de Echevarría en los ténnmos que ^a*
rece de este espediente, siendo los límites del barrio del Horcón la
esquma de Tejas, y en general hasta donde se estiende hoy la co-
branza de los ramos de los serenos y bomberos. Este alumbrado
será igual en todo al que actualmente se usa en la calle Real de la
Salud poniéndose en cada cuadra el mismo número de farolas que
existen en las de aquella, empezando á alumbrarse desde puesta»
del sol hasta las doce de la noche, entendiéndose que lu poblaeion
debe estar siempre alumbrada, bien con la luz artificial ó con la
de la luna.
Art. 2? En caso de incendio, alarma 6 cualquiera otro motivo
que altere, ó pueda alterar la tranquilidad pública, la doracion del
alumbrado en el barrio respectivo se estenderá á toda la noche ó
hasta que cese cualquiera de aquellas causas, observándose lo mis-
mo las noches que hubiere fiestas ó bailes públicos de disfraces.
Art. 3^ Comenzarán á alumbrar la esplicada parte de la po*
blacion de estramuros dos meses después de aprobada la subasta
dispuesta por la superioridad, empezando por las calles masprin*
cipales 6 concurridas del barrio de Jesús María, línea recta al edifi*
cío de Factoría y calles siguientes hasta concluir la que divide aqurf
establecimiento, con inclusión de las cuadras intermedias, pero den-
tro de un año, que empezará á correr y contarse el dia que venzan
los dos meses á que se refiere este artículo, estará alumbrada toda
la población de estramuros á que se obligan Echevarría y socios; á
cuyo efecto colocarán por lo menos dos mil farolas á la distancia
que se nota de una á otra, en los que actualmente existen en la
4jalle real de la Salud, sin perjuicio de adelantar el número de fa-
rolas á las que sean necesarias para alumbrar toda la parte de la
población esplicada en el .artículo primero.
Art. 4? A medida que se vayan alumbrando las cuadras de
las calles estramuros, estarán los vecinos que disfruten de él obliga-
dos á abonar mensualmente por cada casa y establecimiento una
suma igual á la que hoy satisfacen los de la calle Real de la
Salud.
Art. 5? La sociedad de Echevarría cede á favor del Escmo.
ayuntamiento la pensión con que debieran contribuirle mensualmen-
te los duefios de solares, no obstante quedar oUigada la enqiresa á
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—es-
establecer en ellos el mismo alumbrado que se establece en lo ge-
neral de la población.
Art. 6" Esta contrata durará por el término de cinco años,
contados desde el dia que venzan los catorce meses á que se refiere
el artículo tercero.
Art. 7? Vencidos los cinco años que esplica el inmediato
precedente artículo, quedará á beneficio de la municipalidad todo
el tren de dicho alumbrado, sus farolas, pescantes, escaleras, repues-
tos, depósitos y todo lo demás consiguiente y que tenga relación *p1
objeto; pues se esceptúan únicamente los esclavos que se empleen en
el ramo por los empresarios, todo en el mejor estado y útil servicio,
y sin remuneración de ninguna clase por parte de la municipalidad.
Art. & Para el cumplimiento de todo y cada uno de los ar-
tículos que anteceden Echevarría y socios, se obligan á otorgar fian-
za hipotecaria en finca urbana hasta en cantidad de mil pesos.
Art. 9- Si dejasen de alumbrarse una ó mas noches el todo
6 parte de la población de estramuros. Satisfarán Echevarría y so-
cios de mancomún et insolidum una multa desde veinte hasta qui-
nientos pesos en la aplicación de ordenanza.
Art. 10- Si se notase poco aseo en el alumbrado, ó se faltar**
á cualquiera de las condiciones estipuladas en lo relativo al modo
de verificar dicho alumbrado, incurrirán los empresarios en la muí a
arbitraria que tenga á bien imponerle el Escmo. Sr. Presidente, Go-
bernador y Capitán General.
Art. 11. Reunidas en únalas contribuciones de serenos, bom-
beros, alumbrado y limpieza en cumplimiento de lo prevenido por
S. M. en la Real orden de la materia, el Escmo. Ayuntamiento hará
la recaudación correspondiente á la parte de la población que ha de
alumbrarse por Echevarría y socios, á los mismos que satisfará 1 1
municipio todos los meses una suma igual á la que hayan debido
percibir por razón de este ramo, conforme á los padrones que prac-
ticarán y presentarán á la junta Municipal, para que comparados
con los practicados últimamente por orden del gobierno y corregi-
dos del modo que crea mas conveniente la referida Junta, se tenga
el dato seguro del legítimo abono que ha de hacerse á los empresa-
rios en su oportunidad, á cuyo efecto se otorgarán á estos las segu-
ridades competentes, pero mientras no se reúnan dichas contribucio-
nes los empresarios ó rematadores harán la recaudación del ramo,
por su cuenta, riesgo y ventura.
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Art. 12. Eti atención á que los erappesarios ó rematadores en
el caso de reunirse las contribuciones á que se refiere d iümediatoi
anterior artículo, no impenden trabajo algtino en la recaudación, ni
sufren Ibs perjuicios consiguientes á la parte que dejare de recau-
darse, consienten y se obligan á que se les descuente ó deje de abo-
llárseles el diez por ciento sobre la totalidad del producto que ar-
rojen los padrones que han de servir de base para su pago.
Y esterado ya espeditos los contratistas para proceder al e^a-
blecimiento del indicado alumbrado, se hace notorio al público para
su conocimiento y fines consiguientes en virtud de lo acordado por
k Junta Municipal que celebró la contrata con el mencionado don
Pablo Echevarría y compañía. Habana y Diciembre 9 de 1845.
— Francisco de Castro.
SALA CAPITULAR.
Desde que en Junio de este año se cumplieron los cuatro me-
ses que señaló el Escmo Ayuntamiento, para no admitir ninguna
gestión que tuviese por objeto la alteración de los reglamentos del
abasto de carnes y servicio de los rastros, supuesto á que era pre-
ciso algún tiempo de esperiencia y que esta fuese la que calificase
la necesidad de correcciones, se ocupó la Escma. Corporación en
Cabildos ordmarios y estraordinarios de examinar las reforma que
la comisión nombrada propuso á dichos reglamentos, con vista de
las observaciones que se hicieron y efectos que habiail prodticido.
— El resultado ha sido reformar algunos artículos del primero de
dichos reglamentos y hacer agregaciones al segundo, cuya opera?-
cion se concluyó en el cabildo ordinario de 24 de Octubre último;
y remitidos aquellos en copia certificada al Escmo. Sr. Presideffte
Gobernador superior civil con oficio de 14 de Noviembre próximo
pasado para que mereciendo su superior aprobación se árviese dis-
poner su cumplimiento, mandándolos publicar en el Diario. S. E.
Comunicó é la corporación en oficio del 2 del corriente, que habia
tenido por conveniente aprobar las reformas que se han considera-
do oportunas hacerse en los mencionados reglamentos, y por lo
tanto los devolvía para que se dispusiese su publicación; y habién-
dose visto dicha comunicación en cabildo ordinario de 5, se acor-
dó que asi se verificase, como también de la tabla ó plantilla
de los precios de las carnes en los rastros y en los mercados, paya
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que el puUieo se instruya do las fraccioBes que quedan á su favor
en el espendio de dichas oarnes. Y los citados reglamentos y tabías
son las que siguen á continuación. Habana y Diciembre 9 de
1845.*— iVíWcisro de Castro.
Reglamento para la venta de carnes asi en los rastros como e» /of
mercados de esta capital aprobado por el Escmo, AymUammto.
Artículo 1" Se estsdplcce el tumo de alta y b^ja para la ma-
tímza del ganado mayor y menor correspondiendo la vjsz »1 que
hiciere la postura mas favorable al público, y si hubiese dos ó mas
posturas iguales se preferirá la que tenga el ganado en el corral, y si
ambos lo tuvieren el que tenga la guia mas antigua. Cuando estén los
ganados aiBentes tendrá la preferencia en igualdad de circunstan-
cias el que decida la sueiteu Y cuando se presenten dos ó mas pos-
turas relativas al consumo de bueyes y toros á precios proporcional-
mente iguales, será preferible la de la última clase, es dech* la
de tooros.
Art 3- Todo el que pretenda matar presentará su postura ^n
- pjiego cerrado á los Sres. Diputados de ambos rastros señalando los
precios á que se propone vender las carnes respectivas de va^ca (en
que se incluyen, novillos, toros y bueyes cebados, eacluyéndose estos
si no. lo estuvieren) terjaeros, cerdos cebados ó criollos, ó corraleros,
carneros y ohivos castrados^ entendiéndose, que las reses que pasen
. <te dos años no se ai[lmitirán como terneros. Estos pliegos se entre-
garán media hora antes de empezar diariamente la matanza. Las
posturas para ser admisibles serán á lo menos de diez reses ó cer-
dos y que las papeletas contengan la espresion de si el ganado está
e»los corrales, loqwe se comprobará con el recibo del corralero, ó
en camino y cual es el número de la guia. Cuando se admitan dos
ó mas postura» á distinto precio, el promedio servirá de b^e paia
establecer el del mercado; quedando á beneficio del público las fnc-
r eioaes menores de medio. Si de alguna postura admitida, sobrasen
re«es, deberá» matarse preciaamente al dia siguiente por el precio
de la postura de ese dia, á menos que su dueño no quiera retirarlas.
Cuando haya un sobrante que llegue á veinte toros y á diez bueyes,
el Sr. Diputado solo admitirá en la postura de ese dia, el número
de reses y bueyes que unida al sobrante formen el necesario para
^1 eonsumo; es decir, que en lugar de sesenta reses, solo admita
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—72—
cuarenta, y lo mismo en las otras clases, menos en las de bueyes,
que no pudiendo esceder su numero en la manifestación de treinta,
se reduce á diez.
Act. 3? La postura en el rastro de ganado menor será tanto
respecto de cameros como de cerdos, con espresion de corraleros,
criollos, (en los que se incluyen los corraleros cebones) y cebados
6 de manteca, como se prescribe en el articulo 2?, graduándose el
consumo diario en cuarenta cerdos criollos, sesenta corraleros y
veinte cebados ó de manteca, y de treinta á treinta y cinco came-
ros. Las posturas de chivos castrados y cabras se admitirán por se-
parado y su espendio se hará en puesto diverso de aquel en que se
verifique el camero con tablilla que lo esprese. Pero como no es po-
' sible determinar el número de arrobas necesarias para el consumo
por el número de cerdos, queda á la prudencia del Sr. Diputado
aumentar ó disminuir ese número según los casos y circunstancias,
tomando siempre por base el consumo del dia anterior.
Art. 4° Cada pliego contendrá una sola clase de carne con
su precio y el número de cabezas que el postor se propone matar,
y se entienda que la postura se hace para empezar á mata^ á los
tres dias después de hecha, es decir el lunes se presentará para ma-
tar el jueves, el martes para el viernes &c.
Art. 6« El Sr. Diputado, revisadas las diferentes posturas,
asignará la vez a la mas favorable en precio, puesto que se entiende
que las circunstancias del ganado han de ser sano y gordo, cu^ se
gradúe ajuicio del reconocedor que al efecto nombrare el Escmo.
Ayuntamiento y bajo la mas estrecha responsabilidad de este em-
pleado, pero la apertura, confrontación de los pliegos y declarato-
ria de mejor proposición habrá de hacerse á presencia de los que en
la hora señalada hubiesen, como interesados oeurrido á informarse
del resultado de sus ofrecimientos.
Art. 6? El ganado comprometido por la postura deberá estar
en los corrales de los respectivos rastros cuando mas tarde la to-
pera del dia en que les toque la vez, para su examen y aprobación,
y no se introducirá por ahora y hasta tanto que estén espeditos los
nuevos corrales mas reses que las comprometidas, bien entendido
que no se permitirá la entrada de ninguna res, sin acreditarse pri-
mero el pago de los reales derechos.
Art. T Si algunas reses se presentaren de desecho por enfer-
mas ó flacas á juicio del reconocedor, el abastecedor de vez estará
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—73—
obligado á retirarlas y reponerlas con otras en buen estado, dándo-
sela una papeleta por el Sr. Diputado p^ura el uso que corresponda.
Estas reses rechazadas, no se podrán retirar, hasta tanto no se
marquen, raspándoles la piel en la parte que designe el Diputado á
fin de evitar se consuman antes de que puedan estimarse de recibo,
cujra marca la hará el reconocedor como carga de su oficio.
Art. 8? Tanto para esta reposición, si no la verificase en el
momento, como por el total número de reses comprometidas, si este
no se hubiese presentado, abrirá el diputado aUi mismo una postura
estraordinariaparael dia siguiente, y la diferencia en el precio, si la
hubiere la abonará al postor que ha faltado, sin perjuicio de pagar
una multa de 50 ps., si la falta fuese por reses de desecho; y de
100 pg. si fuese el número total de cabezas, entendiéndose por la
primera vez, y por la segunda será condenado ademas á no ser ad-
misibles en lo adelante sus posturas.
Art. 9? Fijados los precios de las posturas (que serán en rea-
les sencillos) para las respectivas clases de carnes, que deben ser
pesadas con hueso correspondiente, se entenderá que el espendio
por menor será de cinco reales de aumento por arroba en las de
vaca, ternera y buey, vendidas con la misma condición del hueso
correspondiente; haciéndose saber así al público por medio de las
targetas que al efecto se fijarán en las calles de los mercarlos don*
de se haga su espendio. Repítese aquí que las licitaciones respecto
de los bueyes solo se admitirán hasta el número de treinta: siete rea^
les en las de cerdos y carneros, once reales en la de masa ó pulpa
sola de las dos primeras clases, y diez reales en las de las últimas:
las costillas se venderán á precios convencionales. Todas las frac-
ciones en el menudeo que no lleguen á medio real quedarán á be-
neficio del público. Para que se llene el objeto de este artículo se
entiende que las posturas son para el precio de la carne beneficiada
por mitad ó en cuartos y cualesquiera menudencia que tenga el ani-
•Hial ó desperdicio se venderá por separado á los precios que se con-
vengii. Como en las manifestaciones relativas á los bueyes no es po-
séale, determinar la diferencia del precio de estos á la de los toros^
antes de la publicación y consignación se hace indispensable que
en las posturas que se hagan se esprese la oferta de matar los bue-
yes á dos reales menos del precio en que se consigue la vez ala clase
de la de toros.
Art 10. Las firacciones que quedan á favor del público ó con-
T. II.— 10.
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—74—
sumidívres, serán las que manifiestan las tablas que se fijarán en el
rafitro, de las cuales tomarán diariamente ios Diputados de los rasF-
tros los precios que correspondan á la postura aprobada para formAt
las papeletas que han de pasar á los mercados, así como al Diario y
demás periódicos que lo soliciten para que se anuncien con aatici-»
pación, sin perjuicio de que se fijen en los mismos mercados por
cartel que formarán los Diputados.
Art. 11. Los carniceros tendrán balanzas y pesos contrasta-
dos con aiToba, mtdia arroba, cuarta y octava de idem, como tam-
bién de las que tengan el número de onzas correspondienttss al reaj
sencillo según las posturas del (lia y las tablas de que habla el ar-*
tículo anterior.
Art. 12. Por la falta de peso comprobada en la venta ya lo$
que vendan una clase de carne por otra con perjuicio del .público
impondrá el Sr. Diputado á los carniceros una multa de 8p6. por
la primera vez, 25 por la segunda y 50 por la tercera con apercibí-
Baiento de espulsion de la plaza si reincidiere, cuya pena tendrá
efecto irremisiblemente, y en defecto de la multa, sufrirá el infractor
uh dia de prisión por cada dos pesos de los que debiera abonar?
Para constancia de las faltas, se llevará un libro de multas que se
conservará en la casilla del diputado, foliado y rubricado por el. pri-
mer Regidor diputado del mes de Enero.
Reglamento de policía interior para el servido de los rustres j aproba-
• do por el Escelentísimo Jh/imtamiento,
El que existey solo con las adiciones siguientes,
Art. 1- Para que no sea ilusorio el artículo noveno en la parte
que prohibe la entrada en el rastro de ganados mayor en las horas
de matanzas, peso &c. de personas que no sean los matadores, duer
ños ó compradores, se tendrá el mas escrupuloso cuidado potioe
«eñores Diputados, formando para los primeros una especie de uaa-
trícula, fijándose los nombres de aquellos empleados en una tablilla
según se acostumbra hacer, anotándose las variaciones que ocurran
para el debido conocimiento, para que no se alegue ignorancia y
para hacer efectivas las penas que se impongan á los contraventores
sin necesidad de otra averiguación.
Art* 2- Siendo necesario el nombramiento de un reeonoce-
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—75—
dor, y que este tenga la dotación indispensable que lo ponga cn
completa independencia de los enconmenderos y dueños de gana-
do y le haga apreciable el destino, se le consigna la suma de un
real fuerte por cada diez reses ó cerdos que se admitan para la ma-
tanza y se beneficien en ambos rastros, cuya pensión pagarán sus
dueños por ahora.
Arl. 3^ Las obligíiciones de este reconocedor están determi*
nadas en ambos reglamentos, este y el de abastos; pero cumplirá
ademas y con exactitud cuantas órdenes le comuniquen los señores
Diputados, en la segura inteligencia que las consecuencias de un
juicio errado serán de su responsabilidad, mas si se comprobare á
propuesta del Sr. Diputado y acuerdo del Escmo. Ayuntamiento
que por su parte hubiere dolo, sin perjuicio de la responsabilidad
-personal y pecuniaria en que. incurra será separado inmediatamente
de su destino, pudiendo el Sr. Diputado suspenderlo siempre que
lo considere conveniente participándolo al Escelentísimo Ayunta-
miento, nombrando peritos que hagan sus vaces sin opción á recla-
mar los derechos que aquel devenga.
Es copia de sus originales, que certifico en virtud de lo acor-
dado por el Escmo. Ayuntamiento. Habana y Noviembre diez de
mil ochocientos cuarenta y cinco. — Francisco de Castro,
Secretaría del Gobierno Superior dvil de la Isla de Cuba. — El
Escmo. Sr. Gobernador Capitán general ha dispuesto, de conformi-
dad con el Sr. Asesor general primero, que se dé publicidad para
general inteligencia y exacto cumplimiento, á la siguiente Real Cé-
dula, por la cual se declara á la Real Casa de Beneficencia, pobre
de solemnidad, para que como tal pueda usar del papel sellado cor-
respondiente en todos sus negocios y se le administre justicia sin
exigírsele derechos. Habana 12 de Diciembre de 1845. — Miguel
María Paniagua. '
El Rey. — Por cuanto la Junta de Gobierno de la Casa de Be-
neficencia de la ciudad de la Habana, en la Isla de Cuba, me hiio
presente por medio del Gobernador Capitán general de la misma
Isla, que consistiendo la mayor parte de sus bienes en censos y deu-
das atrasadas, se necesita para recuperarlas entablar demanda, pro-
cedimientos y litigios judiciales siempre dispendiosos; y pocas ve-
ces suficiente lo que se cobra á sufragar las costas y otros gastos in-
dispensables, siguiéndose de ello un menoscabo de gran tamaño á
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—76—
dicho estiiblecimiento, digno por su instituto.de mi soberana con-
sideración; y suplicando en consecuencia se le declare pobre de
solemnidad, para que como tal pobre pueda usar de papel sellado
correspondiente en todos sus negocios, y se le administre la justicia
en el propio concepto sin exigirle ningunos derechos los Jueces,
Asesores, Abogados, Escribanos, Procuradores ni Alguaciles. Y
examinada esta instancia en mi consejo de las Indias con inteligen-
cia de lo informado en su razón por la contaduría general y espues-
to por mi fiscal, me hizo presente su dictamen en consulta de veinte
y dos de Enero de este año, y de conformidad con él, he venido en
acceder en todas sus partes á la solicitud de la referida Junta de la
casa de Beneficencia de la Habana, declarándola pobre de solem-
nidad, mediante á que las de esta clase son y dependen de mi real
protección, y solo están destinadas para albergue de huérfanas y
desvalidas, subsistiendo de la generosa piedad de los bienhechores
que con sus donativos y limosnas contribuyen á tan loable objeto.
Por tanto mando al Gjpbernador Capitán General Presidente y oi-
dores de mi Audiencia de la Isla de Cuba, al Superintendente (Je-
neral y Junta Superior Directiva de la Real Hacienda, y á todas
las demás autoridades y personas á quienes toca ó tocar pueda la
ejecución déla precedente mi soberana resolución, la cumplan guar-
den y ejecuten, y hagan guardar, cumplir y ejecutar, sin permitir se
contravenga en manera alguna; que asi es mi voluntad. Fecha en
. el Pardo á veinte y cinco de Febrero de mil ochocientos veinte y
siete. — Yo el Rey. — Por mandado del Rey Nuestro Señor. — Silves-
tre Collar. — Se hallan cuatro rúbricas. — Es copia. — Miguel María
Pamagua.
Obispado de la Habana. — El Sr. Gobernador del Arzobispado
úe Santiago de Cuba ha tenido á bien nombrar al lUmo. Sr. Dr.
D. Pedro Mendo, Obispo electo de Segovia, Vicario capitular Gro-
l^emador de esta Diócesis; y habiendo aceptado S. S. lUma. en la
.forma que se previene y prestado en consecuencia en manos de M. V.
^Cabildo el juramento de estilo lo aviso al público para general cono-
cimiento.— Habana 12 de Diciembre de 1845. — Dr. Domingo de
Plumas^ secretario.
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—77—
Relación del Gefe y oficiales que por Real orden de 22 de octubre
ante-próximo han sido promovidos con destino á los regimientos
de Ivfanteiia de este ejército^ qite la misma espresa.
Empleos que obtenían.
Mayor comandante
del regimiento de
Cantabria
Teniente de la 2í?
Comp') de Mérito..
Subteniente gradua-
do á^ teniente del
regimiento de Tar-
ragona
Id. del déla Habana — \
Subteniente del del
Rey núm. 1" \
Sargento 1" del de
Cuba ^
Id. del de España... \
Id. del de Borbon )
núm. 17 \
Id. del de la Albue-
ra núm. 26
Id. del de Asturias
num. 31
NOMBRES.
D. Francisco Nadal.
Empleotf que "a le« cou-
Cfdf II.
2" comandante del
reí^rir.iií-ntotle í.cori.
D. Andrés W* de Foxá \ de Tiraclüresdel de
i Isabel -2?
D. Rafael Gómez del
Mercado
D. Patricio Pila
D. Francisco Rejón...
D. Juan Rodríguez. ^
D. José M^ Espino.
D. Matías Aguado . . .
D. Pedro Torres
D. Joaquin del Campo
Teniente de la 3^
del mismo.
Id. de la €. del de
la üiiion.
Id. del cuadro de re-
emplazos de laHab'^
Subteniente de la
com[)añía de Tira-
dores del regimiento
de Tairagona.
( Id. deiadeCazado-
\ res del df la Ilab?
( Id. (le la 5^ del de
) León.
( Id. d(í la 6^ de Can-
\ tabria.
Ud. dela2-^ de Ga-
/ licia.
Igualmente han sido dispensadas por S» M, las gracias siguientes.
Por Real orden de 20 de octubre ultimo se concede la sargen-
tía mayor veterana del regimiento de Milicias disciplinadas de caba-
llería de esta plaza, á D. Antonio Casaus, ayudante mayor del de
Lanceros del Rey.
Por otra de 21 del mismo, la ayudantía mayor del regimiento
de caballería, milicias disciplinadas de dragones de Matanzas á D.
Rafael Hernández de- Al va, teniente del espresado regimiento de
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—78—
Lanceros del Rey. — La 3? á D. Juan López. — La. K á D. Juan
' Manso. — Y la T'í al alférez D. Mariano An¡e.va.
Por otra de la propia fecha se ha dignado S. M. promover al
empleo de tenientes veteranos del anunciado regimiento Milicias
de caballería de esta plaza, á D.José Rubio, D. Pascual Rendija,
D. Nicolás Egido y D. Tomas Renedo, sargentos primeros vetera-
nos del mismo cuerpo.
Por Real cédula de 31 de Agosto anterior se concede la cruz
y placa de Real y militar orden de S. Hermenegildo, al capitán con
grado de comandante del regimiento de León D. José María
Solas.
Por otras de la misma fecha, se concede la cruz sencilla de la
misma Real y militar orden á los individuos siguientes: — Co ronel gra-
duado D. Francisco Ruiz de Apodaca, primer comandante del regi-
miento de Ñapóles. — A los capitanes del referido cuerpo 1). Millan
Mesquires y D. José Antonio Morugan. — A los de la Union D.
Braulio Iñiguez, y D. Antonio Mané. — ^Al de Tarragona graduado
de comandante D, Manuel Ziburu. — Al de Tarragona D. Manuel
Granados. — Al del cuadro de reemplazos D., Francisco de Mendo-
za, y á los tenientes D. Juan Batista Leiba del regimiento de Isabel
2^ y D. Vicente Barrutia del de la Habana.
Por real orden de 15 del mismo Octubre se concede el empleo
de coronel de infantería, al teniente coronel de dicha arma D.
• José Abreu, capitán retirado del Real cuerpo de ArtiUeria. '
Por otra del 29 se confiere empleo de coronel de Milicias di/s-
ciplinadas de esta Isla á D. José de la Pezuela y Ceballos.
Por otra del 7 y 30 del repetido Octubre se nombran capitán
del regimiento de Lanceros del Rey á D. Antonio Léiva, y teniente
del mismo á D. José Marín, tenientes ambos del ejército de la
Península.
Por otra del 20 se concede mejora de retiro al coronel gra-
du^o D. Miguel Moliner.
Por otra de igual fecha ha sido promovido á mariscal 2^ del
re^miento Lanceros del Rey, el profesor de veterinaria D. Francis-
co Baeza.
Por otra del 29 se concede la cruz de Isabel la Católica á D.
Doaúngo Rosain« 2? ayudante de Cirugía del Real Cuerpo de in-
genieros. M
Por otra de la antedicha íech?i sa concede grado de subtenien-
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-79-
te de Milicias disciplinadas, al Maestro Mayprde obras de fortifica*
cion D. José Sacramento de León.
Por otra del 20 del mismo sé concede la jubilación que pidió
el oficial l°.de la secretaria de esta Capitanía general D. Benigno
Valdes Ramírez.
Por otra del 21 se aprueba el nombramiento que hizo estíi
Capitanía general á favor del Sr. Brigadier D. Fulgencio Salas,
para la Presidencia de la Comisión Militar de esta Isla.
Por otra de 7 del mismo, se aprueba el nombramiento de Te-
niente Gobernador de Sagua la Grande, que hizo esta Capitanía ge-
neral á favor del Capitán graduado de comandante D. Francisco
Fernandez,
Por otra del 20, se aprueba la comandancia del fuerte del Mor*
rillo de Matanzas, que confirió esta Capitanía general ínterinamen^
te al subteniente D. Francisco Jey
Y finalmente, por otras reales órdenes de 80 de setiembre, 14
y 15 de octubre últimos se aprueban lo* r^ros que disfrutaban pro-
TÍsionalmente los individuos de tropas siguientes* — José Eusebio
Lobo. — D. Ramón Soumel, D. Martin Arroníl, y Manuel Duran.
Esteban Gallardo y Antonio Fonseca. — Carlos Valdes y Ramón
Gabarda. — ^Habana 14 de Diciembre de 1845. — Pedro Egtebany
secretario.
Secretaría del Gobierno superior civil de la isla de CWia.-— De
orden del Escrao. Sr^ Presidente Gk)bemador y Capitsm general, se
inserta á continuación la siguiente Real resolución. Habana 17 de
diciembre de 1845. — Miguel María Paniagua.
Mimskrio de Grada y Justicia. — Escmo. Sr. — ^La Reina Ntra.
Sra. se ha servido espedir con fecha 19 de setiembre último el ^eal
decreto siguiente. — Teniendo en consideración las razones que me
ha espuesto mi Ministro de Gracia y Justicia, conformes con ti pa-
recer de la Sala de Gobierno y del Tribunal Supremo y con \o pro-
puesto por mi fiscal del mismo tribunal, sobre la conveniencia de
prohibir la concesión de honores de toga, he venido en dt cretar lo
siguiente:
Artículo 1° En lo sucesivo no se concederá ninguna clase de
honores de la magistratura.
2? Tampoco, se hará ninguna declalraciott de que los servicios
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-80-
prestados en un destinp de judicatura se entienden como hecbos en
Juzgado de mayor graduación.
3- Me reservo atender al mérito y premiar los buenos servicios
de los empleados y funcionarios de la Administración de justicia
por los medios establecidos para las demás clases del Estado, ó por
los que mi Gobierno creyere conveniente proponerme.
Dado en Palacio á 19 de setiembre de 1845. — Está rubricado
de la Real mano. — ^El ministro de Gracia y Justicia, Luis Mayans.
Lo que de orden de S. M. comunicada por el espresado Sr.
Ministro, traslado á V. E. para su conocimiento. Dios guarde á V.
E. muchos años. Madrid 16 de octubre de 1845. — El subsecreta-
rio, Manuel Ortiz de Zúñiga. — Sr. Gobernador Capitán general,
Presidente de la Real Audiencia Pretorial de la Habana. — Es co-
pia.— MiguelJíaría Patdagua.
Secretaría dd Gobiemo Superior civil de la isla de Cuba, — ^£1
Escmo. Sr. Presidente Gobems^or y Capitán general, ha diq)uesto
se publique para los efectos convenientes la siguiente Real orden.
Habana 17 de diciembre de 1845. — J^Gguel María Pa/niagua.
Ministerio de Gracia y Justicia. — Escmo. Sr. — ^Para que en el
uso de licencias temporales ooncedidas á los dependientes de ese
Ministerio de Gracia y Justicia en Ultramar, no se perjudique al ser-
vicio de los Tribunales, ni se desvirtúen las razones que motivaron
su concesión, se ha servido S. M. mandan 1^ Que toda licen-
cia temporal que sin valor alguno, siempre que el interesado no
haya comenzado á usarla dentro de los tres meses siguientes al re-
cibo de la Real orden de su conceáon: 2? Que toda licencia tempo-
ral se tendrá por terminada, cuando habiendo comenzado á usada
el interesado, vuelva á servir su destino sin haber corrido todo el
p^zo del Real permiso. De Real orden lo digo á V. E. para su in-
teligencia, publicación y cumplimiento. —Dios guarde á V. E. mu-
chos anos. — Madrid 15 de Octubre de 1845. — Mayans. — Sr.
Capitán general, Presidente de las Reales Audiencias de la Ida de
Cuba. — Es copia. — J^fíguel María Pardagua.
Ministerio de Grada y Justicia. — La Reina nuestra Sdiora se
ha servido espedir con fecha de 29 de Julio último en Zaragoza la
Real Cédula siguiente: —
"Doña Isabel II por la gracia de Dios y por la Constitución
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—81—
de la Monarquía española Reina de las Espafías. — Gobernador y
Caphan general de la isla de Cuba, Presidente de la Ileal Audien-
cia pretorial de la Habana y de la Real Audiencia Chancillería de
Puerto-Principe: Dedicado constantemente mi Gobierno á introdu-
cir en todos los ramos de la administración pública de mis domi-
nios de Indias las mejoras que los adelantos de la civilización acon-
sejan y el aumento de las necesidades de sus habitantes exigeii, sinr
alterar no obstante el espíritu de las sabias leyes que los rigen, era
consiguiente y preciso que se ocupase con asiduidad de la reforma
de los Juzgados que en el vasto territorio de esa irarportante Isla de
Cuba han de administrar á sus leales habitantes el inapreciable bien
de la justicia en primera instancia, á la manera que ya en otro
tiempo y con tan feliz éxito lo hizo el Sr. Rey mi Augusto Padre
en el rerritorio de la Isla de Puerto-Rico, creando por Real Cédula
de Junio de raíl ochocientos treinta y uno Alcaldes mayores que se
encargaran de la jurisdicción ordinaria, y á semejanza también de
las recientes y adaptables mejoras que para las Islas Filipinas tuve
Yo á bien resolver acerca de las Alcaldías mayores que ya existían
en mi Real Cédula de tres de Octubre de mil ochocientos cuarenta
y cuatro. Las diversas circunstancias de esa Isla exigen sin embar-
go medidas especiales. El corto numero de Jueces que en sus mu-
-chos Juzgados ordinarios reúnen el carácter de letrados, los pocos
que de ellos tienen mi Real nombramiento, la multitud de Asesore/
elegibles que son precisos para suplir el Tacto que dejan los jueces
legos, la facultad ilimitada de estos para nombrar un número inde-
terminado de Asesónos, las ccmtínuas recusaciones á que eSto da
ocasión, y el mayor costo que originan las actuaciones, son otros
tantos motivos que aconsejan como indispensable y urgente la nue-
va organización de est(« Juzgados. A ello se agregan otros datos
que mi €JobierDO tiene á la vista, y la opinioi^ de la Sala de Indias
del Tribunal Supremo de Justici-^. Si bien la falta de la división ju-
dicial de esta Isla es un obstáculo para que todos los Alcaldes ordi-
narios cesen desde luego «íi la jurisdicción contenciosa, sustituyén-
doles Jueces letrados permanentes de Real nombramiento, se haoe
muy urgente que donde estos no se hallen establecidos ó se esta-
blezcan, haya Asesores titulares con alguna estabilidad, elegidos
por la Autoridad superior de la Isla con la conveniente interven-
ción del respectivo Real Acuerdo, para que sean los Asesores natos
de los Jueces legos; por cuyo medio, evitándose la continua amovi-
T. IL — 11.
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—82—
lidad de lo¿ Asesores y exigiéndoseles requisitos y garantías, no
podrá menos de suplirse por ahora con buen éxito la falta de lo$
Jueces letrados 'jíermanentes, aá¡ como me prometo que la creación
de algunas Alcaldías mayores en las poblaciortes donde notoria-
mente son necesarias, y las demás medidas que ahora se adoptan,
han de .producir visibles mejoras en lá buena administración' de jus^
ticia. A este efecto he tenido á bien espedir el Real decreto siguien-
te: "Teniendo en consideración cuanto me ha hecho presente mi
Ministro de Gracia y Justicia en esposicion de este dia sobre la ne-
cesidad de mejorar la administración judicial en la Isla dé Cuba
con la creación da Alcaldes mayores y Asesores titulares, y la su-
presión de los juzgados dfe los Alcaldes ordinarios en los pueblo»
donde residen jueces letrados, he venido, de acuerdo con el pare-
cer de mí Consejo de Ministros, en decretar lo siguiente: — Artículo
primero.— Lo5 tres Asesores Tenientes de Gobernador q^e actual-
mente residen en la Habana; los de los gobiernos de Santiago de
Cuba, Matanzas, Fernandina de Jagua y los que Yo tuviere á bien
nombrar para el de Trinidad y demás tíe su clase que se. créareri,
tomarán en k) sucesivo el título de Alcaldes mayof es.— Artículo se-
gundo.— Con ¡guales atribuciones que las que boy egercen. los
Asesores Tenientes Gobernadores, se aumentarán dos Alcaldías
mayores en la Habana, una en Santiago de Cuba y otra en Matanr
* zas. — \rt5culo tercero. — Cesarán én el desempeño de la jurisdio-
eton ordinaria todos los Alcaldes de primera y segunda elección én
los pueblos que tengan ó en lo sucesivo tuvieren Alcalde mayor
letrado, quedando reducidas las facultades de dichos Alcaldes or-
dinarios, en cuanto al ramo de justicia, á celebrar juicios de paz,
verbales hasta la cantidad de 50 pesos fuertes y á la instrucción de
diligencias en los mismos términos que lo hacen los Capitanes de
partido. — Artículo Quarto. — En los pueblos donde hul)¡ere dos ó
mas Alcaldes mayores se suplirán mutuamente en los bsaoa dé au-
sencia, enfermedad ú otro impedimento. — ^Artículo quinto. — Para
ser Alcalde mayor en la Isla de Cuba se requiere, ademas de lo
prevenido en las leyes de Indias, acreditar ejercicio de la abogkcía
en los Rribunales durante seis años, 6 servicio de prometería por
cuatro, ó de tres en judicatura, asesoría titular, agencia ó abogacía
fiscal, rehitoría de Audiencia, cátedra en propiedad, ó bfebei- des-
empeñado por igual tiempo algún otro cargó de jufitícia ó del Minis-
terio del ramo. — ^Artículo sesto. — Para el ejercicio délajurisdidcion
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—83—
ordinaria de los* Gobernado res-político-militares, de los. Teniente»
Gobernadores y de los Alcaldes en los pueblos donde no haya Al-
calde mayor letrado se nombrarán Asesores titulares letrados, cuyo
cargQ durará tres anas. — ^Articulo séptimo.— Estos nombramientos
los hará el Capitán general de la Isk de Cuba á propuesta en tern^
del Real Acuerdo de la Audiencia respectiva» — ^Articulo octavo.—
Los Asesores titulares no podrán ser recusados sino en los cpsos y
forma que previenen las leyep resjiecto de los Jueces letrados. —
- Articulo noveno. — Para obtener una Asesoría titular se requiere ade-
mas de lo que previenen laí leyes de Indias, haber ejercido la abo-
gacía en los Tribunales del Reino por tres años cuando pnénos, ó
desempeñado. por dos alguno de los cargos que se citan en el artí-
culo quinto. — Artícido diez. — Lps Alcaldes mayores y lo^ Aseso-
res titulares se arreglarán .'H laJey 8* "tit* 16, libro 11 de la Novísi-
ma Recopilación, que prohibe motivar los autos y sentencias^ judi-
ciales.—Artículo once.— Los Alcakles piayores no percjibirán jiip-
guna clase de derechos ó ^laolumentos como Asesores de los Go-
bernadores ni como Jueces ordinarios,, ^ino .un aneldo íyo que será
de 5000 pesos fuertes los. de la Habana^ 4000 los de Matanzas y
Santiago de Cuba, y 3000 los de Ferna^dÍAa de Jagua y Trinidad.
Sin embargo, continuarán devengándose los d^r^cho^ délos jueces
con arreglo á arancel, los cuaks se cobrarán por, la Real Hacienda
del mismo modo que hoy se recauda el 4 por 100 de í^ostas ó de la
manera que en adelante se establezca. — Ají^c^O doce. — Los Ase-
sores titulares no gozarán sueldo, sino solamente los derechos de
arancel.— rArtículo trece.-t-El Gobernador Capitán ijeneral, Presi-
dente de las Reales Audiencias de Cuba, cumplirá y hará cumplir
en todas sus parfces el presente Real decreto, y oyendo el. parecer de
ambos Tribunales, resolverá por sí las duda^ques pueda ofrecer su eje-
ouc'ion, sobre I^ cual mé informará á su tiempo con copia de tpdo lo
obrado en esta materia. — Artículo catorce. — ^El mismo Capitán, ge-
neral y el Regente déla Real Audiencia Pretorial de la Habana, reu-
nidos con el Superintendente Subdelegado de la Hacienda publica,
formarán una Junta que, tomando en pou^ider^cion las consult?^ (^e
las Reales Audiencias de la Habana y Puerto-Príncipe, el, dictamen
de personas de ilustración y cejo por el bien del pais y los anteqeden-
tes que existan sobre partidos judiciales, estienda, y con infornqq reini-
ta para mi Soberana resolución, el proyecto de división territqrial pa-
ra la administración de justicia en primera instancia, formu^a.do,j)r^n-
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—84—
ripalmente sobre las bases que signen: Primera. — División ile tmlo
el t^íiTÍtorio en Alcaldias mayores, procurando, en cuanto sea posi-
ble, que corresponda con la eclesiáística, militar y de Hacienda.-Se-
gunda.-Atribuciones de las Alcaldias mayores en los distintos ramos
de la administración pública.-Ttrcera.-Su clasificación por el orden
de entrada, ascenso y término, segtm su respectiva importancia y
trabajo.-Cuarta.-Planta de los Jusígados con los oficios correspon-
dientes á cada alcaldía mayor segutí ^ clase.-Quinta. -Sueldos fi-
jos de los alcaldes mayores--Sesta.-UtiKdad é inconveniente dt do-
tar con^sueldos fijos 6 con derechos de actuación y diligencias á los
dependientes de los Ju^gados.-Sétima. -Fondos que deberán cu-
brir los sueldos que sefíale el proyecto.-Octava. Providencias que
convendrán para remedio de los abusos qiie se obser^^n en la prác-
tica de los actuales juzgados.-Dado en Zaragoza á 24 de Julio de
1845.-Está rubricado de mi Real raano.-EI ministro de Gracia y
Justicia, Luis Mayans." Y para que lo contenido en el Real decre-
to inserto tenga puntual cumplimiento, hé resuelto ef?pedir la pre-
sente mi Real Cédula, por la cual os encargo y mando que la guar-
déis y hagáis guardar y cumplir, á cuyo efecto dispondréis que se
publique y circule á quien corresponda: ^ue asi conviene al mejor
servicio publico, y es mi Real voluntad. Dada en Zaragoza á vein-
te y nueve de julio de mil ochocientos cuarenta y cinco. — YO LA
REINA.— Está rubricado de la Real mano.-El Ministro de Gracia
y Justicia, Luis Mayans.
Decreto,- — Cf)ufbrmándome con !o que wie ha cons\iltado la
Real Audiencia Pretorial, hé resuelto que desdé el dia V del año
próximo de 1846 tenga puntúa' cumplimiento la Real Cédula de 29
de Julio último, por la cual S. M. la Reina se ha dignado mandar
cesen los Alcaldes ordinarios en el egercicio de la jurisdicción con-
tenciosa. En su consecuencia, las causas que en esta capital se ha-
llen radicadas en los respectivos juzgados de primera y segunda
' elección, pasarán al del Alcalde mayor D. Ramón Padilla, quien las
continuará hasta la llegada del de igual c]a»e D. Máximo Cánovas
en cuyo caso este Magistrado se hará cargo de las que cursaban an-
te el Alcalde segundo; siguiendo D. Ramón Padilla en laoontimia-
cion de las que pendían en la primera Alcaldía; en el concepto de
que para el mejor despacho de los negocios de cuakprier clase que
ocurran, se considerará la ciudad y sits estramuros dividida.en cin-
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—So-
co cuarteles, á cargo cadu uno de un Alcalde Mayor, componiéndo-
se cada cuartel de los barrios que se espresarán.
En la ciudad de Matanzas y demás poblaciones de esta Isla,
pertenecientes al distrito de la misma Audiencia Pretorial, y com-
prendidas en las disposiciones de dicha Real Cédula, respecto al
nombramiento de asesores titulares, se pondrá en práctica tan luego
como aquella elección tenga lugar, que comunicaré oportunamente
á quienes corresponda.
Con relación al distrito de la Audiencia de Puerto Príncipe dis-
pondré lo convenienre así que evacué aquel Superior Tribunal el
voto consultivo que á su tiempo le he pedido. — Habana 17 de Di-
ciembre (\,e 1845.— 0-jDon7i«//.
Designación de los cinco cuarteles mi que se divide la ciudad de la Ha-
bana y siis estramuros.
Gü ahtki.es. Barrios. Alcaloks Mavuuks.
1?.
Santo An^el
San Telrao
San Juan de Dios.
La Fuerza
Gobierno
V Sr. D. Blas Oses.
\
Sr. D. Fcrnaiido O-ReiHy.
3?.
Síuito Domingo.
San Francisco . .
^ San Felipe
' AÍonserrate
Santa Teresa. • .
Ursulinas
Santa Clara ....
Espíritu-Santo..
Belén
San Isidro
Paula
Colon
. San Lázaro (c« t\ i - k
< n - ^ S Sr. D. José Armero.
) Penalver j
[ S. Antonio Chiquito, j
Guadalupe .
4? { Jesús Mixría > Sr. D. Ramón Padilla.
Chavez
Horcón
5^ . .' í Cerro
Jesús del Monte
Habana 17 dé diciembre tic 1845.-.3%wc/ María Puniaíxua.
Sr. D. Máxima Cánovas.
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—86-
Serretaría del Gob4prn'> S«iptrior Civil de la IslVdeCaba. — ^El Eterno. Sr.
Gohernaiior y Capitán general ha resuelto ^alir boy de esta capital con objeto d«
recorrer varios puntos de la Isla, encargando durante su ausencia de ftitíbos tnihi-
dos político y militar al f>cino. ár D Vicente de Castro, tnqHBoalde Caiéposub-
.inspector general del egército Y para cnnociniienio de quien corresponda y a los
efectos convenientes se anuncia al público. Habana 18 de Diciembre de ÍM^,*—
Miguel Mari;; Paniagua. — — - ^
Secretaria del (lobiemo superior civil de la isla de Cuba —Con objeto de rte-
mcdíar los perjuicios que ocasionan varios dueños de estublecimientofir |l6<iücda,
principaloiente á la* clases de la población menos acomodada, rei>Msando adoiitirlaa
rooiie<ÍHs de plata fuertes, cuando no están bien perceptibles sus columnas, ha re-
suelto el Escmo. ár. Gobernador Capitán general q»^ en lo soceBivo.se renibtn
dichas monadas h\n óbice ni restricción alguna por su legitimo valor, á ha ser qae
se halfen complctiimeriie estinguidas las referidas columnas: en inteligencia que
Re tomará la mas sería deterioinacrou contra el infractor de erta medida, Y para
qi|ie nndie pueda aie^.ir ignorancia, ha dispuesto asimismo S. E. so inserte ^n
tres números sucesivos del Diario dé esta ciudad. — Habana 16 de Diciembre de
>845 — Miguel María Píiniagua. ■ •
Secretaria del (robierno Superior civil de la Isla de Cuba. — Él Escmo. Señor
'Pi'esiHente Gobernador ^ Capitán General b<i cUspuestii, que todo iodividao 40^
se ejercite eu expender pan por las calles, se provea en lo sucesivo de la corres-
pondiente 1 c^^ncta conforme se previene en el articulo 9*3 del bando dé goberna-
cim) y policía, qiredundo sujeto á la multa de 50 pesos que senal-i «I ^tsm^i^el
que carezca de aquel requisito, y con objeto de que no se alegue ignorancia ha
ordenado asiuDsmo S E. s'i inserte en el Diario de esta ciudad para conocimiento
de aquellos á quienes comprenda. Habana 17 de Üieierábre de 1845. — Miguel
Marit Puniagua. ■
Superintendencia general lelegada de Real Hacienda de la Isla de Coba. —
Por el iVl misterio de Rsiaílo y *lel Despacho de Marina, Comercio y Gobernación
de Ultramar, se h'i doiniinií' ido con fbcha del 16 de Setiembre último, al Ksomo.
Sr. Intendente de egérciio Superiniendente general delegado'de' tleaí' HacíeiUa
en esta Ish, los nombramientos quo 8. M la Keina (Cl- D. G ) se ha servido hacer
para constituir el Real Tribuniil Je Comercio do esta plíiza, en el inmediato ano,
y son para Prior el Sr L), Luis Mariét^gui. para Cólisules 1 p y 2® los Sres.
D. Jo:iquin Vignier. y D. Licio deAdaro; y p^ni 1 p "4? 3® y 4? Cónsules sus-
titutos los Sres. D. Carlos Crnzat D. Manuel áe Cariaga, D Jorge de ürtétegui
f IL Alejandro VIorales; pero hallándose ausente D. Luis Vfbriátegui. y ha^'iéndo
'allocido D- Joaquín Vigiiier. solo han prestado el juramento que previene el
Código de Comercio los «lemas Sres. relacionadas.
Lo que se anuncia de orden del espre^ado Kscmo. Sr. Superintendente, para
|;en«ral inteligencitt'-^U^bana 19 dé Diciembre de 1845. — Joaquín Campuzano.
I
í
SALA CAPITULAR. — En cabildo ordinario celebrado el dia de la fecha, par-
ticipé al Esícmo, Ayunt:imiento un auto proveído por el Escmo. Sr. Presidente
tiohernador superior civil, con consulta del Sr. asesor general segundo en 17, del
comente en ^ue se sirve S- E declarar, que el Sr. D Santiago Camilo Ponce de
León, capitán de navio retirado de la Real Armada, está espedito para entrar en
el goce y posesión del tltu'.o de Castilla con la uenominacion de Conde de Casa
Ponce de León y MarotO'y sn vinculación, que ha ob'enido enjuicio contradictorio
»or sentencia-* de la Real Audiencia Pretorial de esta ciudad y del Supremo Tri-
iinai de Justicia, habiendo dicho Sr. satisfecho- el Real derecho de media a n nata
y diez y ocho por cien o de cí^iduccion á España que le corresponde por la suce-
sión en llujea transversal, debiendo eu consecuencia gozai" de todas las houraa,
preeminencias y prerogativas de quo gozaron sus antecNisores, según elReaf di-
ploma de la fundación de este titulo; de cuya participación qipedó enterado el Escmo
Ayuntamiento a los efectos consiguientes, acordando qqe por los Sros. Regidores
Conpisarios se haga á dicho Sr. Conde él cumplido de estilo, el dia y hora que con-
vengan. Habana 19 de Diciembre de 1845 — Francisco de Castro.
«■«^■■■^ *
JUNTA SUPERIOR DEISANIDAD DC LAI3LA r'ApVtJ^^'^qpor S. M.
(Q. D. G.) tfte Gebierno Superior Civil pam que tn eíease de conionnidad |6
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Ei
—87—
conocida conveniencia puffiesa poner en ejecuc'on el phoEeni^rnl de Sanidad pro-
EucMto para esta I>la Mi/jaJfi&(K)ifícacion64 hecha«'p¿¿Í4 Suprema del Reino, y
Abá^n<l^8e.en,#U,coii8^aeQcia puesioen práctica pardal y suces^if^Aineate mucbfd
de ittadiápiosiciuues coüiprendidus en aquel, ha llagado su vez a} niievu dereclio tri-
nitario, que debe cobrarse Á todo buque tuercante do travenluque entre enciiHlqui« r
iiertó bubiJitado.de la misma Isla, y cuyo derecho no será ñjo é invariable como lo
á sido iTasta ahora, ¿ino arreglado á bnnderu,y proporcional al arqueo fiel buque;
debiendo desde luego inodifícarae como lo tiene pedido la Junta Supenor de Sa-
nielad de la Jüla.ñ't ai calH) d« un nño t^ echare de vor quo au rtmdimfeiito supera
con eaceso á los precisos gastos de su rumo.
-Gn cnoiph^MieiiUopueA de la voUn^tid Soberana, y conforme á lo dispuesto por
e«te Gobierno Superior Civil en decreto de 17 del presente, consultado por el Sr.
Asesor general .segundo, se cobrará por derecho de visita óe. entrad.i, dei«de prime-
ro del año entrante en este puerto y el de Matanzas un sesto de real por cada to
nelada que mida el biiqvie siendo nacional: y nu tercio de real por cada una de Ua
mÍ!<ma8, krendo e^trongero. En cuya virtud y mediante la aostitucion de este aroitrio
cesa el de los do^ pesos que lianta aquise han pagado por vis^ita de entrfida: advir*
tSéAdn^e que el-menrcionndo derecho no sh abonará pi«r tos bilqnefl de IraVesin,
según lo acordado por la referida Junta Superior de Sanidad en sesión de oatii feh
cha, m%^ que en el primer pnorto de la L-lt en qub entraren; quedando por consi-
guíente eaentos de. otro ouovo abono on todo:^ los demás de la mittma que durante
«s« \iéi}9, le^/orrierer^
Lo que se anuncia al p6blico para conocimiento del Comercio y demás á quie-
nes cocre;!ponda. Habana y Diciembre 2^ de 1845. P A. D E. G S, C.-r El ge-
neral ^,^. Cabo ^T- Vicente do Castro. — Ang«l J. Qowley, vocal secretario.
JUNTA MUNICIPAL DE ESTA CIUDAD— D Lnia Caballero continúa
en etarrendatnrehto dnl arbitrio de un peso tnensal que se cobra á Cada vende-
dor ambulante de efeetos'de lujay comodidad, y porcada caballo de nial^tja que
entra al consumo en esta ciudad y estramuros, por virtud de nnber oelebradf» nuer
va contimta por dos años que empezarán á correr y obntai^ desde el 1 f de lane-
ro del prÓKÍnio. de lÜiQ, bajo las condieiones qv« lo b^ tenido eu d presente, con
las agregaciones siguientes; — Eq Quanto á vendedori^íi atiHb¡ulante«?; que tos aepeix-
dientes de esiabkcimiefitoa cuando salgan á vender fuera íoseferios de los rnÍ6mu>\
deben pagar §1 arbitfio, á menos que no los lleven por encargo especial de algu-
ivi persqjví, en cuyo, casó deberán ir acompañado del criado ó mensagero conque
loa inanae pedir: que no se cobrará el arbitrio á las mugere.s ú hombres que dedi-
cados al tejido de sombreros de pnja, vendan por sí 6 por otros aquellas obraK
ni á los nebros esclavos que en los dias festivos con licencia de sus dueños, se
emplean en los mercados y calles en el espendio de mesas, tinas, bateas y otraa
obras ordmariai de madera, como también canastas, jabas, encobas y otrHS manu-
facturas de paja;' pero si lo verificasen en días hábiJ«s 6 de trabajo. ^eda,i^ -sujetos
al pago del arbitrio Los demás vendedores lo pagarán según la dustfícacion que
ya se ha publicado y rige actaalmente. En las nialojas pagaran (odas las que se
conduzcan por el camino de hierro, sin hacer distinción de las quesean para con-
sumo publico, particular ó de algún tren de especulación; y los malojeros y ven-
dedores llevarán siempre su correspondiente matriciita. las cuales eu el Caso ák
que se les mojen 6 extravíen, les serán dados de nuevo por el rematador sin abo-
nar derecho alguno. — Lo que se hace notorio h\ páblico pan su inteligencia y go-
bierno, en vlrtiid de lo dispuesto por la Junta Municipal. Habana y Diciembre 22
de 1845. — Francisco de Castro. .' ■ í
Secretarla del Gobierno Superior civil déla Isla de Cbbn — Precedidas ías for-
malidades dispuestas en la Real Cédula relativa á ihv«ntolv artislicos, ha tenido á '
bien el Escmo Sr, Presidente- Gobernador y Capitán general, espedir la corres-
pondiente por cinco añosa D. José Caueh y 1> J(»s^ Soler vecii^oa de esta ^iudad,
pfim el uso da finos ^rreloofs que han inventado de dos y cuatro ruedas, log
cuales con una sola bestia pueden conducir el duplo déla carga, que resisten los de-
dicados actualipente al tranco í*e esta ciudad; en concepto de que esta gracia' es Jr
se entiende sin perjuicio de tercero, en ól'caso de que este prnebe éu los tribunales
éatablftcidps, ser falsos los duttis en que se apoyó el interesado para conseguirla;
disponiendo íguiítménle V. É. *e anuncia al pübhco paratiu conocHniento.-^Httba-
na 24 de Diciembrada iíí i5.— |*. A. D. S. S.— Manuel d« Medina. •
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88
CEMENTERIO GENURAL. .
Rclurion ohltuaiia de esta ciicdad y siJjurbioi en iiciembrede 1845.
Kn diciüMibre se ban enterrado, b'auces. . . . « . j7i
De color 170
TOTAL 341
Entre los primeros designamos los siguientes cadáveres como
personas conocidas y notables.
Dia 1? — ^D.' Dolores Alvarcz, vecina de la parroquia del Espíritu Sto.
Día 3. — Di María de los Dolores González Larrina^a, natural de
esta ciudad, casada, de 31 años, vecina de la auxiliar del Santo Cristo.
gJp^Ocujpa el nicho núm. 75.
Id. — Pbro. D. José María Fernandez, natural de Andalucía, veci-
no de la parroquia de Guadalupe.
Dia 4. — D. José Gómez, natural de esta, soltero, de 23 anos, vecino
á^ la parroquial mayor.
Dia 5.— D. M. de Albo, natural de esta, de 10 años, vecino del E. Sto.
Id. — D. Francisco Andrade, casado, vecino de Guadalupe.
Dia 6. — D. José Busch y Mandri, natural de Cataluña, soltero, de
49 alos, vecino de Guadalupe.
Dia 7. — D. José M? Gómez, vecino de la auxiliar del Monserrate.
Dia 8. — D? Luisa Diago, natural de esta, viuda, vecina del E. Santo. .
Dia9—D? OlallaMons, nat de esta, viuda, de64 aüos, vecina de J. Mí
Id. — D. J. Salinas, nat. deesta,solt?de21 auos, vecino de Guadalupe.
Dia 12. — D. Juan Falandrí, natural de Liorna, soltero, de 53 años,
vecino de la Parroquial Mayor.
Dia 13. — D? M^ del R. Valdes, natural de esta, casada, vecina de J. M?
Id. — D. Francisco Calves, natural de esta, soltero, vecino del Es*
pírítu Santo. JMf*Ha ocupado el nicho núm. 76.
Dia 14. — DT^Maria Gertrudis de Arenas, natural de esta, soltera,
vecina del Monf^^rrate. WgTliñ ocupado el nicho núm. 79.
Dia 15. — D. Nicolás García de Tejada, natural de Veracruz, casa-
do, de 70 auos, vecino de la Parrocjuial Mayor.
Dia 17 — D. Manuel Machín, capitán de Milicias, nat. de esta, casado,
de 40aiíü8, vecino del Santo Ángel. MT^Ha ocupado el nicho n? 77.
Id. — D? M* Teresa Herrera, nat de esta, de 11 aaos, vecina de J.MT
Dia 18.— -D^osé Pérez del Valle, soltero, del comercio, vecino del
Monserrate. BBr*Ha ocupado el nicho núm. 80.
Dia 20. — I^í Josefa Valdes, vecina del Monserrate.
Id. — D7 Rosa Saez^ natural de Matanzas, soltera, de 18 años, ve-
cina de Guadalupe. JJT'Ha ocupado el nicho nurh. 83.
Dia 21. — Sr. D. Antonio Vázquez, coronel de infantería, natural de
Galicia, vecino del Monserrate. JB^Ha ocupado el nicho núm. 82.
Dta22j — D. José deJesus Ramírez Gallo, cadete de infantería, na-
tural Hfí osta, soltero, vecino del Espíritu Santo.
Dia 23. — D. Pedro Duran, soltero, vecino del Espíritu Santo.
Día 26.— D* Dolores de Rosas, vecina del Monserrate.
Dia 27. — M..ThomasB. Ruttlbrd, natural de los Estados-Unidos,
soltero, de 20 años, vecino de Jesús María.
Dia 29. — D. José Mate, natural del Puerto de Santa Mana, casado,
de 70 afios, vecino del Santo Ángel.
Id. — í). Federico Orúe, natural de esta, soltero, de 18 años, veci-
no de la Parroquial Mayor.
Pia 30.-^D. José Domingo Esteban Boloiía, natural de esta, solte-
ro, de 40 anos, veciiu) del Santo Cristo.
Dia 28.— CORO DE ANGELES.— D? Josefa Cbaplo, pár\'ula, ve-
cina de Jesús María.MT^Ha ocupado el nicho núm. 140.
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FEBRERO DE 1846.
OntUn/eW o.=©atieaa 2»*= Joiti^ II.
Cuantos escritos se inserten en esta obra, serán de interés perma-
nente que no espiren con las pasageras y Bccidentales circunstancias
de la época de su publicación»
y
Advertencia del redactoe.
Jí os ha causado un verdadero placer la lectura de este artí-
culo, pues ademas del buen lenguage con que está escrito^ reúne
las noticias mas verdaderas que existen acerca de aquellos desgra-.
ciados amantes. Únicamente es de sentirse que el apreciable autor
de estos apuntes no haya tenido proporción de consultar las inves-
tigaciones que sobre el mismo acontecimiento hizo con esquisita di-
ligencia el erudito D. J. Ruiz de Lastanosa. Este escritor como tan
interesado en la confirmación de los helios que podían aumentar la
celebridad de Teruel, su patria, llegó á adquirir dos documentos
pertenecientes á la casa de Salazar, que prueban hasta la evidencia
la verdad fundamental de la historia de los amantes. Uno de aque-
llos documentos contiene la relación de los individuos que compusie-
ron la mesnada de Rodrigo de Sandoval contra moroSy el año de 1214
T. II.— 12.
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—90—
y al nombrar á Juan Martines^ de MardíBa, el aiilor (1^ esta relación
añadió por nota: estefalleaó de amores de la Segura, El otro docu-
mento contiene una relación de aniversarios y obras-pias, fundadas
en la iglesia parroquial de S. Pedro dé Teruel, y en éVaparece la
dotación que hizo Rodrigo de Azágra en 1218 para preces por las
almas de Isabel de Segura y de Juan de Marcilla, que se finaron en.
esta cibdat (Teruel) de mala muerte.
Semejantes pruebas bastan para desvanecer cualquiera duda
que pudiera susdtarse, aun acerca de la existencia de los amantes
de Teruel y para perpetuar en ellos el modelo del verdadero amor.
Los atoores de D. Diego Juan Martínez de Marcilla, y de Do-
ña Isabel de Segura, conocidos comunmente por los Amantes de
Teruel, han logrado en España de la misma cejebridad, que en Ita-
lia Julieta y Rome^, y en Francia Eloisá ^ Afeelardo.
Hace mas de seiscientos años que existieron aquellos desdi-
chados amantes, y sin embargo, la tradición, ayudada de algunos
romances y dramas fabulosos (1), ha transmitido hasta nosotros la
triste historia de sus amores. &a, ptíes, necefario que estos tuvieran
alguna crosa de estraordinario y sorprendente, para que su fama atra-
vesara los siglos y llegara ij&&c proverbia ^1 tkulo^e los amantes de
Teruel] pero los hechos se han encontrado frecuentemente confun-
didos con las exageraciones poéticas, y con las tradiciones popu-
lares, que como todas las de su clase, cuidan mas de lo maravilloso
que de lo verdadero. En medio de estas dificultades, nos empeñamos
en buscar datos, si no del todo auténticos, á lo menos los mas se-
guros; y sus diligencias han dado por resultado no solo la adquisi-
ción de los retratos de D. Diego y de Doña Isabel, que una persona
curiosa y erudita conservaba en su Museo de antigüedades, sino que
ademas tenemos á la vista varios apuntes históricos relativos ala
ciudad de Teruel, entre los que se comprenden los que con tanto
(1) Los poetas dramáticos tío tardtiro^ en aproTecliarse del argtiDaento de la
bistoriade estos amantes y en ol siglo XVII había ya tres comedias sobre este ob-
jeto. El primero que lo presentó en el teatro fué Tirso de Molina, al que sign¡6
D. Juan Pérez do Montalvau. y el catálogo de Huesca cita otra comedía cora-
puesta por un tal Suarez. Pero la pieza t^as recumeudable es el drama moderno
4o D. Juan Eugenio Harlzcuibusch.
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— M—
anhefo buscábamos. Nuestros lectores podrán juzgar de »su autenti-
cidad por la relación , siguiente:
• El erudito D. Isidoro Ahtillon, natural de Teruel, y discreto
investigador de sus archivos, publicó en 1806 un folleto con el títu-
lo de JSroticias hidóiieas sobre los amantes de Teruel^ en el cual inser-
tó los documentos que cierta ó falsamente tratan de esta interesante
historia, acompañándolos de observaciones críticas, acerca de su
mayor á menor exactitud, en las cuales se descubre una esmerada
diligencia para averi^^uar la verdad, que por desgracia, aparece en
este asurito algo dudosa, aun después de aquel esquisito trabajo.
Sin embargo, habiéndonos de atener á lo que resulta escrito, pare-
ce que la tradición popular se apoya en una relación que se conse-
vaba á principios del siglo XVII en el archivo municipal de la ciu-
dad de Teruel, en un papel de letra muy antigua, y que copió en-
tonces el secretario Juan Yagüe, según él mismo testifica como no-
tario público. La copia de que se trata existe ahora en el archivo de
la iglesia parroquial de S. Pedro de Teruel.
Según ella, vrvia en dicha ciudad en 1212, un joven de veinte
y dos años de edad, llamado D, Diego Juan Martínez de Mardlla^
de muy recomendable figura, y de una sensibilidad estremada, el
cual se enamoró, apasionadamente de Doña Isabel de Segura, hija
única deD. Pedro de Segura, vecino principal y rico de Teruel.
Doña Isabel por su parte no tardó en corresponder al afecto singu-
lar de D. Diego, y arabos jóvenes llegaron á amarse con estre-
mo. Pidióla en matrimonio á su padre, y aunque pareció bien á
este la persona del pretendiente, asi por lo distinguido de su cuna,
como por sus finos modales, desechó la demanda por cuanto care-
cía de bienes conque igualar la fortuna que su hija podría llevar en
dote, que consistía, por entonces, en treinta mil escudos, á mas de
lo que esta debia heredar después de sus días.
En medio de la aflicción que causó á D. Diego la negativa de
de D. Pedro de Segura, le vino á la idea, que pues este solo oponía a
su dicha el inconveniente de la falta de bienes que lo hicieran digno
de la mano de sil amada, podría removerlo adquiriéndolo en un
tiempo dado, y por medio de un trabajo activo y constante. Comu-
nicó este pensamiento á Doíla Isabel, y ambos convinieron en es-
perar cinco años. "Durante este tiempo, h deüa D. Diego^ aadaré
toda la tierra, surcaré los maresj me. alistaré en los ejércitos, y no
habrá peligro á ^ue no me eSponga por adquirir empleos y riquezas
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—n—
que ta& hagan merecedor de un bien, que hay me veo peeaia^ékt á
abandonar, pero que recobraré muy en breve para no 8e{>araniie de
él jaioás.^' Después de una despedida tierna y patétka, en q^e áni^
boa amantes se juraron una ie suítuay D. Diego se apajt6 de Doaa^
Isabel, y permaneció ausente einco anos y algunos dias^ Dicese que
combatió con buen éxito en las gueiras que entonces se sosteniaa
contra los moros, y que su valor y proezas militares le grangearoa
títulos, bonoies y riquezas, siempre progresivas ea los cinco años de
su ausencia, k>qa^ ciertamente no es dudable, pues el amor sabe
hacer estos y aun mayores milagro*. Tirso de Mofína ea su trage-
dia de los Amaaáe^ de Tbrml^ puUicada en 1635», coloca la escena
en la época del emperador Carlos V, y hace asistirá Marcilla á la»
memorables jomadas de Túnez y la Gioleta (1); pero la verdad es
que nadie pudo seguirle en el curso de sus espediciones militares,
y por consiguiente no existe constancia alguna, ni de las batallas á
que asistió ni de los g^dos que obtuvo.
Sea de esto lo que fuere, lo cierto es, que apenas se babia au-
sentado Marcilla de Teruel, cuando D» Pedro comenzó á proponer
á su hija diversoe partidos, y la estrecha tanto sobre este punto, que
se vio precisada á defenderse contra aqudla eqpecie de violencia,
diciéndole que estaba resuelta á no casarse, sino basta cun^lir sus
veinte años (2), época en que estaría ya en aptitud de gobernar su
€asa y cumplir con lo» deberes de su estado. La amaba demasiado
D. Pedro para que pudiera oponerse á unos fundamentos tan racio-
nales, como sumisamente manifestados, y se decidió desde kiego á
complac'irla. En este tiempo sus gracias naturales tomaron mas
desarrollo, y á medida que iba en aumento su bellaza, se multipli-
caban las pretensiones. Importunado el padre con tan frecuentes
solicitudes y viendo ya cumplidos los cinco años que su h^ja le
pidió de plazo para decidirse al matrimonio, declaró á esta que se
hallaba resuelto á casada con D. Rodrigo de Azagra, caballero rico
y principal del lugar, y que debia prepararse inmediatamente para
esta boda.
Hasta aquel punto ignoraba en lo absoluto Doña Isabd el pa-
(1) La relación pablioada por Yagllo, dice que '*Teroel era entóoces pUza
d« arman en la empresa que el Rejr D. Jaime quería hacer oootra loa moros de Tih^
leMia y qae había dies banderas de soldadqa.
(2) VerosiRiil mente tenia ent6uces Dona Isabel qiráieQ afloOb
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radero de su amaftte, la familia de este vivía en la misma ignoran-
cia, y eatoB indicios unidos á las so^echa^ y temores que producen
de ordinario la ausencia en dos corazones que se aman, y no se co-
munican, llegaron á inspirarle la idea, ó de que Marcilla la habia
abandonado por otra, ó de que habia sido victima de su arrojo 6
de su desesperación. De otro modo, ^ómo conciliar u!?a pasión tan
activa con un silencio tan profundo? ^Cómo suponer en él un olvido
absoluto de lo estipulado, y de la espiración del término? Pero ya
sen que Marcilla hubiera sucumbido á su destino, ó enagenado su
corazón, todo anunciaba que Isabel estaba ya libre de su empeño y
en aptitud de contraer el enlace propuesto por su padre, á quien
por otra parte respetaba hasta el fanatismo. Estas consideraciones,
y la de no tener ya otro pretesto plausible con que escusarse, la de-
cidieron par fin á someterse á la voluntad de D. Pedro.
Este y sus demás deudos, que ignoraban todo el misterio de los
amores de Isabel, sintieron el mayor placer al saber su condescen-
dencia, y no se ocuparon ya mas que de los preparativos de la boda;
pero entretanto, permanecía aquella, retirada, melancólica, y á veces
llorosa. Su situación era semejante á la de una victima á quien se
adorna con flores para conducirla al sacrificio.
Llegó por fin el día fijado para la celebración del matrimonio,
Los dos esposos recibieron la bendición nupcial con gran pompa y
no menos r^ocijo délos concurrentes. Concluido el acto, se volvie-
ron á su casa donde los esperaba un espléndido banquete. Hacíanse
alegres brindis en honor de los desposados, cuando entró á la sala
nnpage, enviado porel padre de Marcilla. anunciando que su amo
habia recibido en aquel mismo dia la noticia de que su hijo se diri-
jia hacia la ciudad á toda diligencia, y que venia con salud y muy
rico. Este anuncio no causó otra sensación en D. Pedro de Segura y
en D. Rodrigo de Azagra, que una alegría pasagera, debida á la feli-
cidad de su compatriota; pero no sucedió lo mismo á Isabel, quien
penetrando inmediatamente el objeto de la embajada, no pudo ocuL
tar un movimiento de sorpresa, que se atribuyó al mismo principio.
Poco antes de anochecer llegó en efecto D. Diego á Teruel y
se dirigió á casa de sus padres, de quienes recibió al punto la tris-
te nueva del matrimonio de Isabel; pefo acostumbrado á disimu-
lar su pasión por tanto tiempo, disimuló todavia esta vez el profun-
do sentimiento que le causó aquel inesperado suceso, y pretestando
tener necesidad de reposo, se retiró i su cuarto.
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_g4—
Das horas después salió disfrazado, y diri^6 sus pasos fa¿cia
la casa de Azagra: desde íbera pudo percibir que su eala estaba
completaraenre iluminada, y que resonaban en ella los instrumentos
de música y las voces tumultuosas de los concurrentes. * Entrase en
la casa, aprovechando la confusión que reinaba en todo su recinto,
y Ic^gra penetrar hasta la misma sala, sin ser de nadie conocido, y
entonces tuvo ocasión de ver á Isabel, que brillando como un sol
y adornada con todas sus galas nupciales, se diqwnia á bailar con
su rival. La vista de esta muger adorada, produjo en él una mez-
cla confusa de amor, de celos y de 'rabiosa desesperación, y para
sustraerse de aquel espectáculo que le despedazíAa d al*a, salió
Ae la sala; pero fué tal su aturdimiento que en lugar de tomar la
escalera, se introdujo á la recámara dondo estaba preparado un
magnífico lecho nupcial para los novios. Oculto detrás de sus cor-
tinas, esperaba una oportunidad para dejar el sitio, pero no se le
presentó en mucho tiempo, y menos cuímdo por la retirada de los
concurrentes, sucedió en la casa un profundo silencio.
No tardaron los novios en ocupar el lecho preparado, y Man-
cilla fué testigo, á pesar suyo, de las caricias y pretensiones da
Azagra, que quería usar de sus derechos. Doña Isabel le opuso
una resistencia tenaz, suplicándole respetase un voto que habia he-
cho al cielo y que no consentiría en violar aquella nophe en que
puntualmente espiraba el plazo; y viendo Azagra que eran vanas
sus instancias, se dejó al fin vencer de los ruegos de su 'esposa,
quedándose proftmdamente dormido.
No sucedió lo mismo á D^ Isabel, á quien tenian despiertasuB
amorosas ideas y á cuya imaginación se presentaba de continuo la
imagen del resentido Marcilla.
Entre tanto, abre este repentinametóe las cortinas, y tomando
á Isabel sus dos manos, le dice en voz muy baja: ''Muger adora-
da! aquí tienes á tu verdadero esposo." Sorprendida Isabel de una
aparición tan inesperada, quiso dar voces, pero no pudo: d susto
le habia embargado la facultad de hablar; pero recobrada un poco
preguntó: "¿Quién es?" "'Soy, le respondió Marcilla, tu desventu-
rado amante Diego: sí, aquel desdichado á quien solemnemente
prometiste ser suya. Óyeme, bien mió, no me ha traído aqui dide^
signio de deshonrarte, ni el de vengarme de la ofensa. que acabas
de hacerme: lejos de mí toda acción indigna de mis principios y de
mis generosos sentimientos: solo he venido ¡ofo ingrata! á recabar
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Éte tí b1 motiro ^e um conducta tan estraíía. Pudiste, acaso, olvi-
da» que por eausa tttya, me desterré voluntariamente de mi patria,
á fin de buscar en paises lejanos un bien que me hiciera merecedor
de tu tAano? ¿Olvidaste que consagrado é tí todo entero, no vacilé
\\n momeuíto en abandonar por tanto tiempo á mis ancianos padres,
á mi» tiernos hermanos, y que prescindiendo de las mas dulces afec^
Clones de la naturaleza y de la amistad, he andado errante en bus-
ca de una íbrtuna fiígitiva,- por adquirir otra mas sólida en la pose^
sion tuya? ¿Cómo has podido olvidar, Isabel, los peligros á que iba
á esponenne en las lides sangrientas que mi patria sostiene con los
moros,' cuyas picas y lanzas amenazaron tantas veces mi vida? No
es posible que hayas olvidado todo esto, y menos la palabm que
me disté de esperarme cinco años; sin embargo, apenas acaban es-
tos de cumplirse cuando la has creído desempeñada. ¡Ah! no se
paga de este modo un amor tan puro, un amor tan constante
Isabel!... ¿por qué'me has traicionado? Toma esta daga y despeda^-
za con ella mi coraron... Ya nada apetezco sino la muerte!"
• No pudíendo dudar doña Isabel, que era Marcilla el qiie le
hablaba, satisfizo á sus quejas, alegándole su dilatado silencio, las
sospechas que este le habia inspirado, y sobre todo, el no haberse
presentado con puntualidad al cumplimiento del plazo convenido,
sabiendo que dependía de la voluntad de un padre demasiado exi^
gente én casarla. Siguiéronse á estas otras reconvenciones en que
mutuamente procuraban culparse.
'Por úkimo, Marcilla pidió á doña Isabel un beso, como único
preihio dé su fó y de sus sacrificios, diciéndole que aquel favor era
bastante paca dejarlo satisfecho; pero ella se escusó de complacerlo:
"Iluba un tiempo, le dijo, en que dividías conmigo tus penas y pe-
sares, eú que era yo dueña de mis acciones, y en que podía libre-
mente concederte lo que me pides; pero hoy pertenezco á Azagrtf,
y le ofendería -sin duda, en todo aquello que á tí pudiera agradar-
te. Marcilla, si me amas no pretendas lo que es contrario á mis de-
beres.'*
"Te amo, perjura, le responde Marcilla con entusiasmo, y la
nueva prueba que te doy es, que ni tomo por fuerza lo que deseo,
ni me desembarazo ahora mismo de esté odioso rival.
.Bésame, pues, Isabel, mira que mi sangre fluye á torrentes por
mi cerebro... mira que el corazón quiere romper el pecho.. .mira que
muero déómor." — Y como Doña Isabel continuara negándose, dio
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Marcilla un suspiro, y apretando convulsivaibente las manos ¿0
aquella: ^'Bésame, le dijo, ingrata, que me muero!!!.. Cayó en efec
to al suelo sin vida.
Sorprendida Doña Isabel de aquel inaudito suceso, llama i
Marcilla por sü nombre; pero no responde: lleva una mano á su
rostro, y lo encuentra sin respiración, y casi sin calor. Convencida
entonces de que «u amante ya no ecsiste, sin respetar la presencia
del marido, grita con doloroso asento: ¡Oh leal esposo^ digno de me"
jor suerte! ¿Quién te hg, quitado tan repentínamente la vidcfí A estas
voces despierta Azagra con sobresalto, y medio adormecido dice á
Doña Isabel ¿Qwé quieres esposad — fj^ara que me invocase Conoce
entonces aquella su imprudencia; y fínje que habia tenido un sue-
ño espantoso. — '^Soñaba, le dijo, que una amiga mia de Cerdeña,
amaba con esceso á un joven con quien no quisieron casarla sus pa-
dres, porque carecia de bienes de fortuna, y que para adquirirlos le
fué necesario ausentarse del pais por cinco años, conviniendo am-
bos en esperar el cumplimiento de este plazo: que entretanto mi ami-
ga, ó por celos, ó por cualquiera otro motivo, faltó á lo estipulado,
y se carió con otro; pero que fenecido el término y después de haber
padecido el joven grandes infortunios, pudo verse á solas con su a-
mada antes que su esposo lograra los goces matrimoniales: y queján-
dosele de su poca constancia y del agravio que le habia hecho, le
pidió por único premio de su amor y de sus sacrificios, un solo beso,
que ella le negó, por guardar á su esposo el debido decoro. Tres ve-
ces se lo suplica diciéndole que muere de amor, y otras tantas le re-
siste mi amiga, prefiriendo mas bien verlo morir, que faltar á la fé
prometida á su esposo. En efecto, el joven dio un suspiro, y apre-
tando convulsivamente las manos de aquella, cayó á sus pies sin vi-
da. Este lastimoso espectáculo era el que veia en mi ensueño, cuan-
do oiste las voces que te han despertado. Y pues eres discreto dimc
¿pudo mi amiga darle el beso que le pedia, sin cometer una faltn
hacia su marido, ó debió consentir en que muriera? — "Azagra le
respondió riéndose:" Hubiera sido una necia, una melindrosa, y so,
bre todo una cruel, en negarle cosa tan sencilla, en premio de tanto
amor, y ya que en vida no pudo darle ese beso, después de muerto
debia darle, no uno, sino dos mil de sentimiento.^^
Pues yo soy ¡oh Azagra! continuó Doña Isabel sollozando, esa
necia, esa impertinente, esa cruel, que ha dejado morirá este joven,
antes de concederle el último premio que me pedia." — Y abriaido
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— 97r-
las cortinas de la cama, ved ahí, le dijo, esa victima de un amor
sin ejemplo!" Quedó Azagra abismado al ver realizada en su casa
una historia que habia reputado como sueño, y de pronto no pen-
saron en otra cosa que en desembarazarse secretamente de aquel
cadáver para no esponerse á la venganza de los dueños de D. Die-
go, ni á las persecuciones de la justicia; y después de varias confe-
rencias resolvieron trasladarlo á la puerta de la casa del viejo Mar-
cilla que estaba muy inmediata, cuya operación quedó verificada
antes de amanecer y sin que nadie la observara.
Luego que apareció el dia, las gentes que pasaban por la calle
reconocieron en aquel cuerpo al joven Marcilla, y llamando á la
puerta, hacen salir á su padre, el cual halló á su hijo tendido en
tierra y rodeado de sus amigos, que llorando juraban vengar su
muerte. Fuera de si el viejo á la vista de aquel lastimoso espec-
táculo, se arroja sobre el difunto, y bañado en lágrimas, le dice:
¿Es posible hijo mió, que después de haber sufrido tu dilatada au-
sencia, y con ella los sobresaltos y^ disgustos consiguientes, hayas
venido solo á presentarme el espectáculo de tu muerta ? Dame ;oh
Diego! el lugar en tu sepulcro, pues sin tí me es ya imposible vi-
vir!" El triste padre quedó desmayado sobre el cuerpo de su hijo,
y metiéndolos juntos á la casa, ponen al primero en la cama y al
segundo en un féretro.
En vano practicó la justicia esquisitas diligencias en averigua-
ción del origen de aquella muerte repentina, nada pudo descubrir.
El mismo Azagra acudió á la casa de Marcilla á manifestar su sen-
timiento y á prodigar á sus padres aquellos consuelos cristianos que
suelen darse en casos semejantes. Ya no se trataba de otra cosa que
de disponer las exequias, y de dar sepultura al cadáver. El lúgu-
bre clamor de las campanas de la iglesia parroquial de San Pedro,
se hizo oir en toda la ciudad de Teruel, y sus calles resonaban con
los llantos de las mugeres que deploraban la temprana muerte de
Marcilla. Presentáronse en la casa de este el clero y las comunida-
des religiosas, quienes sacaron procesionalmente el cuerpo, en hom-
bros de cuatro capitanes, y precedido de una compañía de solda-
dos á la que seguia el acompañamiento de la oficialidad con cirios
encendidos en las manos: después del cuerpo iban formados y ves-
tido» de gran luto, los parientes, amigos y deudos del difunto, y
cerraban la marcha las mugeres, cuyos suspiros lastimosos pariian
el corazón.
T. II.— 13.
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_98—
Com o la casa de Marcilla estaba tan cercana á la de Azagra,
llegó á los oidos de doña Isabel el canto fúnebre de los sacerdotes,
¿sperímentó entonces un estremecimiento general en todos sus
miembros, y quedó bañada de un sudor frío. Habiéndose asomado
al balcón, vio encerrado en un atahud el cuerpo exánime de su
amante, á quien conducian lentamente al sepulcro. Se entra preci.
pitada, arroja al suelo sus galas y adornos, se suelta el pelo, viste
un negro sayal, y bajando apresurada á la calk, se mezcla en la co*
mitiva de las mugeres.
Triste y llorosa iba considerando en el trágico suceso de aquel
joven que perdió la vida por haberle negado un ósculo, y una vida
que con otras mil hubiera dado por eUa en caso de exigirselo:
abrióse en seguida su proceso, en el que hizo de juez y de reo, y
no tardó en pronunciar contra sí misma la sentencia de muerte»
Afuera, decia, todas esas vanas consideraciones, que forman lo que
Be llama reputación, mas quiero tenerla de liviana que de ingrata....
¡Esposo mió! permita el mundo que te dé este título, por haberlo
merecido mejor que el hombre á quien ayer acepté ante los altare^
porque si pude darle mi mano, tuyo era ya mi corazón
Oye, pues, mis votos, que son los de no sobrevivirte un solo dia, y
hazme un lugar en tu sepulcro. Sin tí no quiero ya permanecer
sobre la tierra. Sin tí, todo es triste y sombrío para mí, puesto que
se ha eclipsado la luz de mis ojos! La fé que me juraste la considero
firme hasta la muerte: deseo correspondería del propio modo, y que
la fama iiunortalice la historia de nuestro amor ! Espera,
Marcilla, mientras puedo llegar á darte lo que con tanta ingratitud
te negué; y si para quitarme la vida me faltase un puñal ó un
veneno, bastará el agudo dolor dfe haberte perdido para causarme
la muerte.
Entre tanto, llegó la procesión seguía con el cuerpo á la iglesia
parroquial de S. Pedro. Hallábase ya en medio del templo una tum-
ba vestida de negro, rodeada de lachas encendidas, y de grandes
columnas adornadas de banderas, estandartes y otros trofeos de guer-
ra; ponen al cadáver sobre aquel túmulo y los sacerdotes comienzan
á entonar el oficio de difuntos. Entre tanto, D* Isabel se adelanta,
muy cubierta, bacía el féretro, y con lastimoso llanto dirige al cuer-
po estas palabras. ¡Es posible, mi bien, que estando tú muerto por
amor mío, respire yo todavía....! Y descubriendo á Marcilla el
rostro, le aplicó en la boca un beso tan fuerte;, que resonó en toda
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—go-
la iglesia: dio en seguida un profundo suspiro, y quedó postrada y
sin tí da sobre el cuerpo de su amante.
Concluidos los oficios, acudieron á levantar el cuerpo de Mar-
cilla para darle sepultura, y creyendo todos que aquella muger era
alguna hermana suya, á quien el sentimiento habia reducido á un
estado de insensibilidad momentánea, procuran apartarla, pero la
encuentran tan firme é inmóvil como si fuera una losa que cubriera
el atahud. Descúbrenla la cara, y ven con asombro que era doña Isa-
bel de Segura, la cual tenia pegada su boca á la del muerto, unidas
sus manos con las de este, y que ya no existia.
Fué general el espanto de todos los concurrentes. Azagra que
estaba presente, aunque demasiado inconsolable por la pérdida de
su esposa, se esforzó á alejar toda sospecha que empañaia su memo-
ria é hizo una abreviada relación del suceso, lo que aumentó mas la
sorpresa de los espectadores. Un viejo pariente de Marcilla, hombre
de grande autoridad en Teruel y cuyas palabras eran siempre reci-
bidas como las de un oráculo, al ver la incertidumbre que rei-
naba entre todos sobre lo que harian en aquel lance, levantó la
voz y dijo: Siendo notorio que Diego é Isabel, se amaron con
pasión desde niños y que en la dilatada ausencia del primero, de-
bieron padecer ambos unos mismos tormentos: siendo por otra par-
te cierto que se ligaron con palabras y juramento de esposos, antes
que lo fuera Azagra, y que ademas han tenido un mismo género de
muerte, y por una causa idéntica: soy de opinión que se entierren
juntos en un mismo sepulcro." Este consejo fué seguido por los pa-
dres de Marcilla, por los dfe Doña Isabel y aun por el mismo Aza-
gra quien prestó gustoso su consentimiento; y se verifiró así depo-
sitando á los dos amantes en un sepulcro de alabastro, sobre el que
sucesivamente se pusieron muchos epitafios.
En la copia de esta relación, testificada por dos escribanos y
que existe en el ya mencionado archivo de la iglesia parroquial de
Teruel, se añade: que se presentó en 13 de Abril de 1619, al tiem-
po de reconocerse dos cajones que contenían los cuerpos de los dos
amantes desde el año de 1555 y que descubrieron entonces dos
clérigos de la misma iglesia que poseían dicha copia.
Estas mismas apuntaciones del archivo de S. Pedro, dan noti-
cia de las traslaciones que se han hecho de los cadáveres de los
amantes celebres. Dice una de ellas: En 1555 al labrarse una capi-
lla antigua en dicha iglesia se hallaron los cadáveres de Marcilla é
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_ioo-
Isabel, que estaban juntos en un sepulcro y enteros, sin tener nada
gastados sus cuerpos: ella tenia todos sus dientes y al estraerla la
sacaron un ojo. Después sufrieron otras traslaciones en distintos pa-
rages de la iglesia, y últimamente fueron colocados en el claustro
inmediato, donde están los dos juntos puestos en pié en un armario
embutido en la pered. — Yo los he visto, dice el Sr. Antillon, en este
verano de 1806 hice sacar del armario el esqueleto de Marcilla, lo
arrimé junto á la pared del claustro y lo examiné menudamente:
este esqueleto se conserva entero y tiene todas las muelas del lado
izquierdo y algunos dientes: el de la muger está muy estropeado, y
separado del armazón, sin duda á causa del poco cuidado que se
tuvo en la escavacion última. Sobre el armario donde los tienen sin
ornato, consideración, ni aun aseo, hay la siguiente inscripción.
Aquí yacen los dos celebrados amantes de Teruel, D. Juan Diego
Martinez de Marcilla y Doña Isabel de Segura. Murieron el año de
1217 y en el de 1708 se trasladaron á este Panteón.
El Sr. Antillon prueba con repetidas citas, que el suceso de
los dos amantes de Teruel, estuvo desconocido ó poco propagado
en Teruel hasta el hallazgo de los cuerpos á mediados del siglo XVI,
pues que ninguno de los cronistas anteriores hace mención de él.
La causa principal de su posterior celebridad, fué el mismo secre-
tario Juan Yagiie de Salazar, quien en 1616 publicó en Valencia su
poema en veinte y seis cantos intitulados. "Los amantes de Teruel."
A juicio del Sr. Antillon, el mismo Yagiie, bajo la fé debida á un
notario público, forjó la relación que hemos insertado con el objeto
de autorizar la tradición popular y responder á los que la notaban de
fabulosa: pero es casi indudable que el fondo debia estar apoyado
por una creencia mas ó menos exacta, sin la cual no hubiera podido
Yagiie hacer recibir bien su poema.
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' —101—
y
APLICACIONES DE LA ClUÍMICA*
En vista del estado actual délos conocimientos químicos, y de
los rápidos adelantos que están haciendo las artes y las manufactu-
ras, por medio de la juiciosa aplicación de sus principios, seria de
desear que todas los que pueden sacar alguna ventaja de los produc-
tos de la tierra, se aplicasen al estudio de una ciencia, cuyo uso
práctico puede aumentar y perfeccionar aquellas ventajas de un mo-
do incalculable.
£1 labrador necesita de la química para^l análisis de las tier-
ras, de las aguas que las riegan, y de los abonos que las fecundan.
Una tierra estéril deja de serlo combinada con otra tierra. Unoi
abonos queman la tierra, y otros la debilitan^ La putrefacción de
los estiércoles tiene un periodo delicado, pasado el cual, las partí-
culas fecundantes se evaporan, y el estiércol se inutiliza. La quími-
ca enseña el modo de evitar estos inconvenientes. El ilustre Lavoi-
sier, cultivaba 240 fanegas de tierra, con los medios que le suminis-
traba la ciencia, que debe á sus tareas tan preciosos adelantos. El
resultado fué una cosecha triple de la que se lograba por las rutinas
ordinarias.
El médico sin los auxilios de esta ciencia, se espone á sufrir
crueles desengaños, y á ser testigo de los inesperados y funestos
efectos de la aplicación de las medicinas mas saludables, cuando
se administran con otras que también lo son. Las mas eficaces re-
cetas de las mejores farmacopeas, pueden dar un resultado contra-
rio, si se emplean en unión de otras no menos acreditadas y seguras.
El estudio de las afinidades que existen entre las diferentes sustan-
cias que componen la Materia médica^ es el único medio de evitar
tan graves inconvenientes. El médico que adquiera estos conoci-
mientos, obrará con toda confianza, y tan seguro estará de producir
el efecto que desea en la máquina del paciente, como en una retorta
ó en un alambique.
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—102—
El cuerpo humano, ademas, es una especie de laboratorio, en
el cual, por medio de las varias funciones de sus partes mecánicas y
fluidas, se está continuamente llevando á efecto la grande obra de
la composición y descomposición ¿Cómo, pues, podrá el médico
entender la economía animal, si no sabe los efectos que ciertas cau-
sas producen químicamente? Cada uno de los movimientos del pul-
món, cada una de las vibraciones del pulso, ejerce un influjo quí-
mico en los fluidos animales, cuya naturaleza no 'será jamás com-
prendida por el que no haya estudiado química. Sin ella tampoco
pueden adquirirse ideas exactas sobre las calidades de los venenos
animales y vegetales ¡Cuántas catástrofes han producido las sustan-
cias ponzoñosas, y cuan fácil hubiera sido evitarlas, y salvar la vida
á las víctimas, si el facultativo llamado á su socorro hubiera cono-
cido las sustancias de que podria echar mano para neutralizar el
efecto de aquellas! Los progresos actuales de la ciencia han puesto
á descubierto la naturaleza de todos los venenos: mas esto no ba^
sin el conocimiento de la de los antídotos, el cual proporciona su
útil y provechosa aplicación.
•Si de las ciencias mas esenciales al mantenimiento y conser-
vación de la vida del hombre, pasamos á las manufecturas, en que
se fonna todo cuanto puede servir á sus comodidades y placeres,
hallaremos que el establecimiento de estos manantiales de riqueza,
su práctica útil y sus progresos, dependen esencialmente de la
ciencia de que vamos hablando. Para demostrar esta íntima cone-
xión entre la química y la industria, séanos licito examinar ligera-
mente los principales ramos de esta, aquellos, á lo menos, que pro-
ducen los objetos mas comunes del tráfico, y los mas necesarios á
los usos de la vida.
Las manufacturas de hierro que proporcionan á todas las ar-
tes la mayor parte de sus instrumentos, y á los cuerpos políticos los
medios de mantener su honor, su seguridad y su independencia,
deben ocupar el primer puesto en esta nomenclatura. En primer lu-
gar, se necesita una buena dosis de conocimientos químicos para
dirigir Con acierto todas las operaciones que se hacen con el hierro,
desde que sale de la mina, hasta que se convierte en acero, pues no
hay una sola de ellas que no sea efecto de las afinidades químicas.
Si no es así ¿cómo podrá ser apreciado el valor de los diferentes mi-
nerales de hierro? ¿cómo podrán dirigirse acertadamentelos horni-
llos? ¿cómo podrán ponerse en uso con economía y buen éjcito los
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—ios-
procedimientos que hacen al hierro maleable? En las fundiciones
del mismo metal, que en la época presente, y gracias á la química,
han llegado en Inglaterra á im grado increíble de perfección y de uti-
lidad, no puede darse un paso sino es con el auxilio de esta ciencia,
pues ella determina las dosis en que deben mezclarse las diferentes
clases de metal, á fin de que la fusión sea perfecta, como se igualan
las materias carbonáceas y calcáreas; en fin, como se puede apn -
vechar el hierro que la ignorancia desecha como inútil, y que solo
sirve para el lastre de los buques, ó para amontonarse á las puertas
de la £ibrica.
Las de tejidos de lana, seda, lino y algodón, forman hoy un
ramo vastísimo de la industria europea, y como su perfección depen-
de de la belleza, variedad y duración de sus colores, el estudio
químico de las sustancias que se emplean en esta manipulación,
viene á ser de una necesidad indispensable. No es posible aplicar un
color á un tegido, sin saber la afinidad que existe entre uno y otro,
ó entre ambos y el mordente que los une y amalgama. Véase, pues,
cuan provechosa será la educación química al que maneja esta clase
de manufacturas, y cuanto provecho puede sacar del análisis cientí-
fico de las drogas de que usa, y del conocimiento de las dosis en que
deben mezclarse. Todo color artificial cambia y se altera, sino se
calcula el influjo que ejerce en ellos la absorción del oxígeno. La ca-
lidad buena ó mala de los ingredientes, las varias combinaciones
que con ellos se pueden hacer para producir nuevos y hermosos ma-
nees, la conservación de las su.«tancias, de modo que el tiempo y
las vicisitudes atmosféricas no las alteren ni deterioren, todos estos
problemas y otros muchos, no menos importantes, dependen esclu-
¿vamente de la química.
A ella se deben también los grandes adelantos que ha hecho
en estos últimos tiempos el arte del blanqueo de las telas, tan ínti-
mamente unido como el de los tintes.
Las alfarerías y manufacturas de porcelana de loza, sacan
de la química el conocimiento de los materiales, de los medios de
dar solidez á su mezcla, y coloridos brillantes y duraderos á su su-
perficie. El terreno que á los ojos del ignorante no es mas que una
costra inútil, examinado por un químico, puede llegar á ser una
fuente inagotable de riqueza, si descubre en él, como ha sucedido
en muchas ocasiones, un material escelente para esta industria. Lo
mismo se puede decir del cristal, en el cual, ademas, es preciso de-
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—104—
terminar la naturaleza de los álcalis, la cantidad de ellos que debe
emplearse, la acertada construcción de los hornos, y un sinnúmero
de otros pormenores, que abandonados á la ciega rutina, solo pro-
ducirán tentativas infructuosas, ensayos groseros, y pérdidas con-
siderables.
Tales han sido los resultados que han dado muchas veces las
fabricas de curtidos, cuando han estado en manos de los que igno-
raban la causa real de la alteración que sufre la piel para poder ser-
vir á sus diferentes usos. Ahora es bien sabido que todo este arte con-
siste en impregnar la piel de un principio particular del reino vege-
tal, cuyo efecto esplica la química de un modo tan luminoso como
sencillo. También se sabe que hay muchos vegetales, ademas de la
corteza del roble, que contienen este principio, y á la química se de-
ben los medios de averiguar la cantidad de materia astringente que
se comprende en aquellas diferentes sustancias. Un químico emi-
nente ha descubierto el modo artificial de producir en el cuero el
mismo efecto que produce la corteza de roble, de mo do que en el
dia puede establecerse una fabrica de curtidos, sin necesidad de
este renglón, que escasea en muchos países, y de que otros ca-
recen absolutamente. Todavía es mas notable el influjo de esta
ciencia en las fabricas de tafilete y otras pieles finas. En Ingla-
terra, á pesar de toda su riqueza y actividad, ha estado, hasta hace
poco tiempo, sometida al comercio estrangero para el suministro de
estas mercancías. Veinte ó treinta años hace que empezó á sacudir
este yuv{0, y ya se han establecido en Lófndres muchas manufactu-
ras que producen hermosos tafiletes, á precios mucho mas cómodos
que los estrangeros. Este resultado es hijo de la química, que no
ha hecho mas que indicar las sustancias que pueden emplearse
oportunamente en calidad de mordentes.
Quizé no hay manufactura que pueda sacar tanto provecho de
la misma ciencia como la jabonería, aunque no se considere sino la
utilidad que resulta en ella del análisis de la barrilla, de la sosa, de
la potasa, único modo de adquirir ventajosamente estas primeras
materias, tan varias en su naturaleza y cualidades. Cuando estos
renglones están á un pnecio exhorbitante, la química los suple pro-
porcionando los que puedan reemplazarlos. Marsella que suministra
jabón á una gran parte de la Europa, y que tenia que comprar aque-
llos materiales á los países estrangeros, y particularmente á la Espa-
ña, se ha librado de esta sujeción del modo que hemos indicado, y
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— 10&—
eft el fUa«e üibriciai copóosamente en los alrededores da. aquella
ciudady los preciosos ixkgrediei»tes, que pocos años hace, ocasiona-
b«& una considerable esportacion de dinero, ademas de las vicisitu-
des á que el comercio estrangero está comunmente sometido. El
jabonero ignorante no sabe escoger los cuerpos grasos que emplea^
Bktimoce la importancia de elegir aquellos que contengan menos
áddo cebácico^ pues los que lo contienen en gran cantidad, requie-
ren mucha barrilla y daa menos jabón. Tampoco podrá calcular la
dosis de cal que es indispensable para que el álcali 11* gue á ser
perfectamente cáosiico, sin necesidad de emplear demasiada cal en
conseguirlo. £1 conocimiento de las afinidades químicas, le demo»-
tram el modo de hacer económicamente tan buen jabón con pota-
sa, .como con álcali mineral, el de desprender del álcali las sales
eterogéneai), de modo que pueda formar una combinación química
con el cebo ó el aceite, en fin, el de sacar provecho de los sedimen-
tos que se arrojan como inútiles, y de encontrar en ellos, por la
descomposición, las sales que contienen, convirtiéndolas en buen
álcali que se puede emplear en otras operaciones.
La manu&ctura de velas de sebo está íntimamente ligada con
la de.jabon- La química ensena, á purificar el sebo y á dar blancu-
ra y solidez al de peor calidad.
JEs sabido que el admirable invento del alumbrado por medio
del gas hidrógeno carburado, es un descubrimiento científico, que
ha pasado en, pocos años, de la infancia á la mas estraordinaria
perfección, qup la luz prcKiucida por este medio es preferible á to-
das las luces artificiales, por su claridad, intensidad, aseo y econo-
mía; en fin, que su uso se ha generalizado en Europa, y especial-
mente en Inglaterra^ donde en la actualidad, los conductos que lle-
van el gas, desde el gasómetro donde se forma, hasta los puntos
en que se enciende, ocupa muchas de leguas. La mayor par^
te de este gas, ^ale del carbón de piedra, ramo importantísimo
de opulencia en aquella isla, no solo con respecto de la combustión
ordinaria de los usos domésticos, sino también por su aplicación
al alumbrado, y al inmenso consumo que requieren las máquinas
movidas por el vapor. Mas las minas de carbón ofrecian un funes-
to inconveniente que hubiera podido acarrear el abandono de su
Q^lotacion. En efecto^ en ellas reinan ciertas corrientes de gas, que
puesto en contacto con. la luz artificial nec<3aaria para sus manipu-
laciones, ocasionaban una esplosion espantosa, que muchas veces
T. II. — 14.
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—106—
arruinaba las obras de la mina, sepultamlo en eUas á les iMáéñceg"
trabajadortíS. La química acudió presurosa iJ socorro de la b»fli»>
nidad y de la industria. El conociniiento de las afinidades qvbttí»
oas de los metales y del gas^ proporciono el admirable y seneiSH
simo invMilo de las lcmipara$ de seguridad^ que dan un alumbrad»
sin el inconveniente de la esplosion, y que han colocado el newib)»
de su inventor en el catálogo de los bienhechores del género im»
mano. Indicar estos resultados es demostrar suficientemente la* im^
portañola y utilidad de la ciencia que los produce.
Siendo toda especie de fermentación, una operación paramen-
te química, para dirigir con tino la de los licores, que son k bebida-
común de los pueblos civilizados, se necesita el conociaúcnto tei^
rico ds la operación misma. Los químicos mas acreditados de £«-^
ropa, han escrito sobre el arte de hacer el vino y la cervesa, y la*
aplicación de sus reglas no ha sido un estudio estéril páralos fabril'
cantes» Las diversas combinaciones de las varias suatanoias JvsaN^
nos y esphituosas, forman una base esencial de esta parte de la cien-
cia. Ella prescribe las reglas que se han de poner en uso para aede-
rar la fermentación, y para cabnaria y retardarla cuuido ha Uega*
do á un grado recesivo, cq)az de hacer un perjuicio irreparable al
liquido. Del propio modo el fabricante de vinagre sacará de la quí*
mica ios mas preciosos doeum^itos: sabrá como sucede á la fer-
mentación espirituosa^ la acetosa^ y como el liquicb adquíeie las
sustancias necesarias para producir esta transformacioa. £1 proble-
ma de IdL oxidación pronta y barata, solo puede resolverse con eq>e-
riencias fundadas en aquellos principios.
En todas las manipulaciones que requiere el azúcar^ ée echa de
ver la pecesidad de la ciencia que recomendamos. La separaekm
del melote y del azácar; la granulación del azocar purificado, la
cristalización que le sucede, son operaciones que dirigirán con eco-
nomía y sia dificultad los que aplican al arte los preceptos de
la ciencia.
No nos detendremos en hablar de los trabajos relativos á los'
minerales, porque no hay quien ignore las ventajas de la ciencia
comparada cpn la rutina de este ramo importante de riqueza. El
juego de las afinidades hace el papel principal en las labQiies de laa
minerías, y disputar con los que quisieran negar la necesidad de SU'
estudio, seria lo paismo que pelear con fantatoias.
El alumbre, la caparrosa, el vitriolo y las otras sales de que*
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—107—
hm artes ImoeD tinto uao, y cuyo comercio es tan vasto y productiTo,
a« fiMoaiiti y perfeccionan por medio de la críetalizacion) la cual no
puede jamás ser enteadida ni dirigida^ si no es por medio de la
qúme^L,
La propagación de lafi luces, los beneficios de la enseñanza y
adelaato de los pueblos, necesitan de esta clase de descubri-
mientos, como de un impulso que les da movimiento y vida. Ha-
ce pocos años que los fabricantes de papel temían que Uegase el
caso de no poder satisiacer alas demandas que«e lea hacian por la
escasez de las primeras materias. La necesi^ad^ madre de tantas
cosas buenas, acudió á la química, y en ella encontró los medios de
dar buen color á los elementos mas ordinarios, en términos que el
tr^o, que antes solo podia emplearse en un papel inferior y tosco,
hoy sirve para el mas esquisito. La aplicación de estos métodos es
tan &cil, que pocas horas, y un gasto sumamente moderado, bastan
para preparar una cantidad inmensa de material.
Podria también demost,rars6 que el pan, el almidón, el salitre,
el barniz, el ácido sulfúrico, y todas las especies de colores exigen
para su formación y preparación el eatadio de esta ciencia; pero lo
qae hemos dicho, basta para manifestar la generalidad de sus aplica-
don^, y los resukadosque puede dar su enseñanza, Elquimit^ co-
nócelas varias operaciones de la naturaleza, y las trasformaciones
que es^rimentan todas las sustancias que nos rodean. Por consi-
guíente, en todas las circunstancias de la vida, lleva muy superiores
ventajas al que carece de iguales recursos. En caso de faltar ó esca-
sear un ramo importante de comercio, el químico encuentra el ramo
que lo puede suplir. Los franceses en tiempo de la repubUca» su-
pcieron hacer un nitro artificial que . supha pedectamente al que se
emplea en el comercio, y que por proceder de las Indias Orientales,
no podia entonces adquirirse á ningún precio. La cristalización y
perfecta calidad del azúcar de remolachas, vino y miel, y otras sus-
taniciasy ik> es una quimera, sino á los ojos del que^no^tiene lamas U-
gera tintura de los progresos modernos del saber humano.
Si loa padjFCS de familia «fstu^eran bien penetrados*de''estas
ideas, no se haria caso de aquella necia máxima primd viverB eíem-
de pbilosopkany sino que doctrmarian á sus hyos en la filosofia ver-
dadera, que es el conocimiento de los cuerpos, de stis elementos y
descomposición, y de este modo los pondrian en estado de maaejar
con vont^a cualquiera especie de industria. Si «s cierto, eomo ha di*>
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—108—
€ho un sabio que la riencia es poder, la aplicación á la cienciíi, y trf
uso de 1« investigación, son los mecüos mas seguros de Hegar ai
bienestar, á la estimación y á los goces lícitos.
El joven que se acostumbre á no reconocer por cierto, en d
órd^i físico, sino lo que es el resultado de la esperiencia, no estará
espuesto á ser el juguete de la superchería y del charlatanismo. Ek
conocimiento de los hechos^ será el único apreciable á sus ojos^ y por
ingeniosos que sean los raciocinios que se te presenten, deseenfia»
ni de ellos, si no ve que se fundan en la demostración ó 6n la
attalogía.— b>3ugt¿5¿o Grumer^ bibliotecario de Ste. Engracia^
i4»^«^
mmmk Piyiiá,
BALANZA*
En su acepción 'económica, la balanz<i es el refmhaclo de la
comparación del valor de los productos del trabajo de ufi país, y
del valor de los consumos que hace su población. Este resultado es
el termómetro de la prosperidad pública, y de la pujanza y vigor
social.
Si la balanza está en fttvor del valor de los productos, fes de-
cir, si este valor escede al de los consumos que se hacen, no hay
duda que el pueblo está rico y prospera; pero su riqueza no será
progresiva, sino tuviere salida útil y provechosa del sobrante de los
productos no consumrdos. En faltando' esta salida, como sucede
con frecuencia en los paises mal administrados, aquel sobrante es
inútil, y la situación del pais es la misma que si no lo hubiese, la
riqueza se llama entonces estacionaria.
Si por el contrario se consume mas de lo que produce el tra-
bajo del pais, los recursos de este se agotan, los capitales menguan,
la ri<iueza perece y la fortuna pública se vé entonces amenazada de
nñl peligros y desastres.
For esta razón seria de la mayor importancia pwa el interés
de los p«(eblb6ypítra la seguridad de los gobiemot, que la blíl«n«a
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—109—
económica estUTÍese sienqure en evidencia. De esta manera su po«
sicion sería tan demostrable como la de cualquier negociante, ó dé
cualquier particular que lleva la cu^ita activa j pasiva de su
raudal.
Pero si bien hay gobiernos que conozcan las ventajas de este
examen^ ana deseándolo y sabiendo apreciario, encuentran d^euK
tedes para poder lo^r algunos resultados seguros, sobre los cítales
se puede coatar sin error:
No existen establecimientos especiales encargados de recojer
de una manera oficial los estados elementales de la producción y el
consumo, ni de ponerlos en ótden, y compararlos, y presentar sus
resaltas. Cuanto se sabe acerca; de esto no es mas que conjetura, y
podria apenas comprenderse en la teoría de las probabilidades
morales.
Esta dificultad de encontrar las luces necesarias acerca de la*
economía social de un pais, se aumenta mas y mas por la necesidad
de averiguar el estado de sus relaciones comerciales con los demás
pueblos, cu3ra cuenta no es menos incierta ni menos arbitraría que
la otra.. Verdad es que eñ cuando á esta parte sirven con alguna ra-
^ zon de apoyo los documentos que pueden ofrecer las aduanas y el
cambio, pero estos datos son ^empre incompletos y prometen poca
ceite^n.
Y en efecto ¿como sería posible determinar el valor de los pro-
dilctos eiipQ.ctados? PSobte qué bases podria ñindarse? ^lá sobre lo
que ha costado su producción, ó sobre lo que valen en el mercado
istefior; ó sobre el precio á que serán vendidos en el mercado es-
tra&jeio? Bero cualquiera de estas valuaciones está sujeta á una
multitud de modificaciones que pueden alterar sus resultados.
¿Quién bastaría para calcular k» averías del camino, las estorsiones
de la autoridad en los diferentes dominios por donde es nec^^sarío
pasar, y la estension de la concurrencia en el mercado estranjero?
¿Y como será posible sainar nunca resultados ciertos, ni aun proba-
bles, de tanta multitud de sucesos inciertos?
Y DO son menores que estas las dificultades que ofrece el apre*
cío de las imporlaeiones. ¿De que manera se fijará su valor? ¿Será
sobre el precio déla compra hecha al estranjero? ¿Se estimará me^
por el de su venta en el mercado interior? Pero de cualquiera ma-
nera''quefiaefiie no se tendrían sino datos vagos, inciertos é insuficicn-
te8« £n cnalquMta de estas e^imaciones dependen lo« precios de
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— lio-
una muhktid de ctrcahstancÍBs j acaecimientos que no pued«[i co»
nacerse ni apreciarse Iiástaqne el negocio está terminadOé
La mas notable de estas circunstancias es, sin dispata ninguna,
el saldo de las transacciones privadas con los pueblos. ¿De qué
manera saldan estos sus cuentas? ¿Reproducen en cuenta iraeva A
alcance de la antigua? Si lo hacen asi, no hay ningún medio tle sa-
ber quien es el acreedor ó quien debe? ¿Se descargan tú rez por de«
legaciones respectivas? En semejante caso es impos9:de seguir tantov
jiros, y tan grandes rodeos de operaciones.
Cierto es sin embargo de esto, que el cambio esparce alguna*
luces en medio de estas profundas tinieblas. Se puede presumir con
algún fundamento que el pais que tiene el cambio en favor suyo, con
los demás donde hace sus negocios, ba espartado masque ha impor*
tado, y ha vendido precisamente al estranjero por mas cantidad de
lo que le ha comprado.
Pero los pueblos no trafican solo con sus productos. Se les vé
interesarse también en loe empréstitos, y llevan sus capitales de por
tiempo á donde preveen que podrán sacar mejor partido. Cuando
sútí&it 9sij b mtts que podrá indicar el cambio será d estado de
los negocios en un momento determinado, y servirá para este efecto
lo mismo que sirve momentáneamente el barómetro para indicareis
estado actual de la atmósfera, que un instante después cambia»*
EslDs dos medios ion igualmente impotentes para d^eroómar el re-
soltado medio de una dusracion determinada, por ejemplo de
uiiailo.
' £1 cambitx no ofrece pues, ni es capaz de ofrecer mayor cortesa
ni arrojar mayor luz que las aduanas para determinar la balansa de^
camercio esterior.
Sin embaigo, todos los gobiemos fundan su balanza comeroiri
sobre estos solos datos, sacando de ellos reglas de conduela para
los pueblos que viven bajo sus leyes.
Nd por eso deben ser enteramente despreciados estos cáteulos
de balanza, pues por mas viciosos que sean, son los únicos docu^ '
mcntosque puedan ser consultados en una materia que abraza tan
grandes intereses» Por lo inseguro que son se hace preciso trabajar
rancho en rectificarlos, y evitar sus engañosas apariencias; pelo des-
pués de todo vale mas consultarlos que andar á ciegas enteramen-
te. Resignémonos pues con la endebléas de nuecÉra natwrattza, y no
peordamos nunca la esperanza de escapar á sus calamidades. Con*» '
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—111—
tentémonos oon saber que la balanza del comet^io estertor, y la de
loe productos ylo8.coDSuino& no ofrecen ninguna certeza; que im-
perta esencialmente perfeccionar estos datos, ó suplirlos por otros
niedio3) y que mientras no tengamos la fortuna de lograrlo, no po-
dremos taiapooo prometernos de tener. nociones positivas sobre, bir
situación económica de los pueblos. Si la duda es el media mas po«
deroao de llegar á la verdad, el conocimiento de nuestra ignorancia •.
áébtííí 9tr también el verdadero móvil de nuestra ciencia*
Juan Manuel de Pomares.
meteorología.
LLUVIA.
De todos los meteoros que se engendran en la atmósfera, ht
llu^a es el mas admirable, mas benigno y útil á la-Tegetacíon. £-
levada d agua en partículas menudísimas por el proceso de la eva-
poración de la superficie de algún océano remoto, á la región del
an-e, y hecha en lo ako el juguete de los vientos y de variedad db
temperaturas, puede caminar en forma de nubes, haciendo sombra
á la mitad del globo, antes de caer á su superficie. El filósofo se
hace cargo de la infiuencia del calor, ve subir los vapores densos
de la tierra y condensarse en nubes ft)rmando cirros, cfimtdos ó es-
tractos, según su elevación, percibe que el viento las impele en
varias direeciones, y por una-unión de csoincidencias las siehte- des-
cender en una lluvia apacible, las vé caer en copos de nieve, d pre-
cipitarse en aguaceros ó granizo, y queda suspenso sin entender luí
causas ocultas que producen tal efecto. Todas las teorías que los
químicos han hecho sobre este fenómeno están fundadas en suposi-
ciones gratuitas, como prueba la variedad de opiniones sobre la
causa de la lluvia. Presentaremos á nuestros lectores las dosló'
pótesis mas plausibles, y después hablaremos de sus efectos y be-
neficios.
Mr. Luke Howard, el mas científico y exacto meteorologista
del sigk) pasado, fiíé de opinión que la lluvia es casi siempre el re-
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—112—
sultailo de la.acckm déetríca que las nubes aafreii entnflí , Esta idea
adqumó alguna plausibüidad, pareciendo confirmada con operacP^
oes hechas de varias maneras, sobré el estado eléctrico de la» nubta
y de la lluvia, y es muy probable que una tormenta de truenos y agua
iw> sea mas que un repentino y.sensiUe desenvolvimienlo de aquella»
energiasque según el orden que se observa en la creación en otros re»-
pectos, deben estar operando incoante y «ilenciosameata para ánc»
generales y benáácos. Pero si esta teoría parece .eqdicar la causa
de un aguacero ó granizada, no satisface en el caso de una lluvia
regular y continuada, ni en la lenta caida de una nevada*
Veamos ahora otra teoría moderna sobre la causa de la lluvia.
Es cosa evidente para los versados en meteorología, que existe *una
conexión intima entre el calor y el vapor en la atiQÓ;^era. £1 calor
promueve la op^itecioa, y contribuye ¿retener el vapor ascendido a
la atmósfera; y el írio, por otra parte, precipita ó condensa el vapor.
Aunque estos hechos no esplican por sí el fenómeno de la lluvia^
han servido de fundamento al Dr. Hutton de Edimbuigo, para ha-
cer varias observaciones, y formar una noción, la mas correcta que
h;^ llegado á nuestra noticia, sobre la causa de la llovia« Sin deci-
dir sobre si el vapor está simplemente estendido por el calor, y di-
fundido por la atmósfera, ó combinado químicamente con ella, sos^
tuvo, fundado en fenómenos evidentes, que la cantidad de vapor
que el aire puede retener, crece á proporción con la temperatura; y
de aquí infiere con fundamento, que cuando dos volúmenes de aire
de temperaturas diferentes llegan á mezclarse, estando cada uno
previamente saturado con vapor, se ha de seguir una precipitación
de una porción de vapor, no siendo la temperatura media capaz de
soportar la cantidad media de vapor.
Por tanto, la causa de la lluvia nos parece no debe ser ya un
objeto de duda. Si dos masas de aire, de temperaturas desiguale^
se Uegian á entremezclar por las corrientes ordinarias délos vientos,
cuando están saturadas de vapor, la consecuencia será una precipi-
tación. Si las masas no están muy saturadas, la precipitación es
menoX) ó no habrá hinguna, según el grado en que estuviesen. Asi-
mismo cuanto mas caliente está el aire, tanto mayor es la cantidad
de vapor precipitado en iguales circunstancias. Esta es la razón por
^ué las lluvias son mas pesadas en verano que en invierno, y en
países calientes que en fríos.
Veamos ^ra la causa por qué cae, menos lluvia en los prime:
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—lia-
ros seis meses del año, que en los otros seis meses ókimos. Toda la
cantidad de agua en la atmósfera en Enero es usualmente como
tres pulgadas, loque demuestra el punto de rocío, que entonces es
como de 32^. Ahora bien, la fuerza del vapor en aquella tempera-
tura es 0.2 de una pulgada de mercurio, lo que es igual á 2-8, ó
tres pulgadas de agua. El punto de roció en julio es usualmente
de 58° á 59°, y correspondientt á 0.5 de una pulgada de mercu-
rio, lo que es igual á siete pulgadas de agua; la diferencia es cua-
tro pulgadas de agua mas en la atmósfera en los seis meses prime-
ros que en los últimos. Por tanto, si suponemos que la entremez-
cla usual de las corrientes de aire es la misma en los dos periodos
intervinientes, la lluvia debe ser cuatro pulgadas menos en el pri-
mer periodo del año que en el medio, y cuatro pulgadas mas en el úl-
timo periodo, haciendo una diferencia de ocho pulgadas entre los
dos periodos, lo cual conviene casi enteramente con las observacio-
nes siguientes: *
Cantidades inedias de lluvia mensual y anual que han caído en Parisy
Londres y Livej-pool, fonjiando un medio por observación de 15
anos en Paris^ 40 en Londres 3^ 18 en Liverpool y recogidas por Mr.
Dalton de Manchester^ y redundas aquí á pulgadas castellanas.
MESES,
París,
Pulg, cast.
Londres,
Pulff. cast.
Liverpool,
Pulff. cast.
Medio ge'
neral.
Enero
Febrero
Marzo.
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosí.0
Setiembre . .
Octubre. . . .
Noviembre-
Diciembre. .
1473
1474
1466
1465
2120
2036
2100
2280
1860
2136
2064
1920
1610
1375
1289
1406
1799
1911
2692
1987
2026
2301
2444
1909
2304
2031
1675
2314
2830
3097
4029
3642
4019
4096
3785
3616
1888
1603
1482
1860
2314
2504
3064
2814
2939
2216
2924
2762
Total 22394
22749
37529
. (♦) Para averiguar la cantidad de lluvia que cae en un paraje,
se valen los filósofos de un instrumento estremamente simple y bas-
T. II. — 15.
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—114—
Nuestros lectores observarán por la tabla precedente, q«re b
cantidad media anual de lluvia que podensos suponer cae del cíela
sobre la tierra es 30 pulgadas, y sí añadimos 6 polg^tdas p<^ le»
cantidades de roció y humedad qoe no podemo» medir con taaita
facilidad) diremos que el agua de tm año sería bastante paia cubrir
toda la tierra á la altura de una vara; y si toda esta cantidad de fluí'
do se elevara otra vez por evaporacichfi, el vapor solo de ta tierra
bastaría para mantenerla en circulación; pero roas de una tercera
parte de la lluvia y de la nieve corre á los rio» y va á precipitarse
al occeano, por lo que es necesarío que el mar la restítoya por su
evaporación.
Se ha observado, como circunstancia muy notable, que cae
mayor cantidad de lluvia en los valles que en- las colmas, aunque k
altura sea muy insignificante^ Lo contrarío sucede en los paraje»
muy montañosos como los Andes, y los llanos muy estensos como
en Egipto, las Pampas, &c. Los químicos han averiguado que cada
nube está cargada con mas ó menos electrícidad, y que las monta-
ñas que se elevan muy alto en la atmósfera sirven de conductores.
Cuando las nubes se acercan mucho á la esfera de acción de las
cumbres, su electricidad estando en un estado opuesto, es atraída
en parte por los montes, y prívadas las nubes del fluido eléctrico
necesarío para suspender toda el agua que contienen, esta cae en
torrentes sobre los montes, y exhaustas las nubes pasan sobre las
llanadas inmediat^is sin agua suficiente para regar la tierra. Esto
esplica por qué en las montañas del Egipto alto, llueve tanto y casi
nunca en el Egipto bajo. Lo mismo sucede en los Andes del Pera,
en Quito y en las montañas al Norte y Oriente de Lima; donde la
lluvia cae en torrentes, mientras que en el valle Rimac, donde está
la capital y el puerto del Callao, no llueve jamás, á lo menos sen-
siblemente. En los montes junto á Jujui los aguaceros son firecuen-
tes y pesados, y en las Pampas de Buenos Ayres son muy írecuen*
tanta exacto, el cual se llama OMBRÓMETRO, voz formada de las
palabras griegas OMBROS lluvia, y METRO medida. Enlatin llama-
riamos PLUVIÓMETRO. El ombrómetro consiste en una vasija cir-
cular ó cuaílrada con un tubo al fondo en figura de embudo para reu-
nir toda la lluvia que cae dentro, y estimar su cantidad por una esca-
la que demuestra el número de pulgadas cúbicas de agua que ha entra-
do en la vasija. Cualquier curioso podrá hacer un pluviómetro, con
tal que proporcione la escala de medida en la superficie de la vasija^
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—lis-
tes te secas por todo un año, convirtiéndose aqüeHas vastas j
Amelias llanadas en campos de desolación. A escepcion de estas irre-
galarídades, efecto de algunas causas secundarias, la perpetua cir-
culación de evaporación y lluvia es el fenómeno que proclama con
mayor viveza la sabia providencia del Criador. El método en que
desciende generalmente destilando gota á gota, es el modo mas
conveniente para regar la tierra, porque si cayera de un golpe, aho-
garla los vivientes, destrozaría los árboles, destruiría las plantas,
arrastraría los edificios, y se llevaría al mar en la inundación, la ca-
pa de tierra destinada á la vejetacion. Pero la mano del Autor so-
berano ha suspendido estos peligros, y la caida de la lluvia, por vio-
lenta que sea la compresión de las nubes por el cambio de la elec-
tricidad ó por la mudanza de temperatura, es comparativamente
pequeña; destruirá, es verdad, aquellos árboles cuyas fibras están
ya corrompidas, pero no los sanos que tienen la tenacidad apropia*
da á su parte leñosa para mantener el tronco firme en sus raices,
y sus ramas sujetas al tronco; destruirá las casas edificadas sobre la
arenay pero no caerán las que Hstán cimentadas sobre las peñas.
NIEVE.
Cuando las partículas acuosas se hielan en las lineas conjelan-
tes y se agregan, producen aquellos copos de nieve que descendien-
do por el aire, se acumulan en la tierra, y forman aquel campo ar-
jentado que caracteriza la estación de invierno en los paises fríos.
Dos son las peculiarídades mas notables de la nieve, su levedad y
su albura. Un copo de nieve tiene nueve veces mas estension que
un cuerpo igual de agua, y por consiguiente es tres veces mas leve,
y caerá tres veces mas de^acio que la lluvia. La albura de la nieve
proviene de los crístales menudísimos de que se compone; de aqu»
es que si se machaca el hielo, sus partículas se mantienen siempre
perfectamente blancas como los crístales del'azú^ar refinado^ Se ha *
visto nieve de un color pardo, ocasionado por las partículas terro-
sas con que se ha impregnado en los montes; pero esto se ha obser-
vado tan rara vez que no ha sido posible averiguar su causa con
bastante probabilidad. Mas frecuente ha sido el hallar nieve go1o««
rada en la re^on ártica. La que trajo á Inglaterra el capitán Rosa
en su último viaje de e^lora<;ion hacia el Norte, fué examinada pop
el £>r. WeUaston, quien creyó tener su orijen en alguna^ sustancia
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—116—
vejetal que no podia asesjurar estando ignorante de las produccio-
nes de la tierra en aquellas altas latitudes. Últimamente fué exami-
nad i por Mr. Bauer, y hayo que contenia en efecto una sustancia
vejetal del género Uredoy enjendrado á su parecer en la nieve.
Cuando la nieve se acumula en grande cantidad, su peso es
muy considerable; árboles grandes se inclinan doblados por el esce-
sivo peso, y las ramas mas gruesas suelen desgarrarse. La capa de
nieve en los inviernos mas frios de Inglaterra no tiene mas de diez
á doce pulgadas de gr-ueso, y en mayores latitudes no pasa de me-
dia vara, pero en las cadenas de montanas muy altas es muy pro-
funda. Una plumada, como llaman los Indios Pegüenclies á una
fuerte caida de nieve, suele cubrir los valles de la Cordillera con
una capa de algunas varas de alto: tres dias después de una fuerte
nevada, hallándose obligado un viajero á cruzar la Cordillera, las
muías se le enterraban á punto de no ser posible caminar, y otra
igual le hubiera sepultado enteramente en el valle.
La nieve en los valles ó llanadas, desaparece en gran parte
por evaporación. Mr. Luke Howard puso una vez 100 granos de
nieve ligera en un plato de seis pulgadas de diámetro (habiendo
estado el plato previamente espuesto á la atmósfera) y durante la
noche (10 de Febrero) perdió 60 granos. De esta observación infie-
re este ingenioso físico, que la evaporación de la nieve suple de
agua la atmósfera baja, para la formación de las neblinas que se ob-
servan en los inviernos de heladas intensas.
GRANIZO.
Se forma el granizo por la congelación del vapor en las regiones
mas altas de la atmósfera, causada por la mezcla de una corriente
de aire sumamente frió, con el aire mas caliente en que el vapor
está suspendido. El granizo ha sido siempre definido como lluvia
• helada: pero se diferencia del hielo en que no está formado como
este de una sola pieza, sino de muchas partículas aglutinadas, y tam-
bién en que el granizo es generalmente mas leve. El granizo es mas
duro en el centro que en la parte esterior, formando una especie de
núcleo con varias capas concéntricas, y muchas veces se han halla-
do dentro pedacitos de paja, corteza de árbol y aun granos de tierra'
lo que nos da alguna idea de la elevación á que los remolinos de
viento pueden llevar estas sustancias. Los graaizos son de varias
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-^117—
figuras; generalmente son redondos ó de figura oval, otras veces son
chatos como altramuces, y otras veces tienen figura piramidal de án-
gulos muy irregulares. El tamaño del granizo es todavía mas vario
que su figura: en lo general son como guisantes, y frecuentemente
son del tamaño de garbanzas grandes; no es entraño verlos mayo-
res que huevos de paloma, y hay muchos ejemplos de haber pesa-
do varias onzas, y hasta mas de una libra. Se halla mencionado,
que durante las guerras de Italia entre franceses y españoles en
1510, después de una oscuridad espantosa se rompieron las nubes
en truenos y relámpagos, y al instante cayeron granizos que algunos
pesaron cien libras. Pero á este fenómeno no se le puede llamar
granizo, sino pedazos de hielo, siendo probable, que por algunas
mudanzas repentinas' de la electricidad ó temperatura, alguna nube
entera se trasformó en una masa de hielo, que descendiendo se iba
rompiendo y dividiendo en fragmentos.
El granizo cae generalmente en ángulos de 70^ á 50°, y mien-
tras mas gruesos tanto mas abre el ángulo. La granizada que vi6
Volney en 13 de julio de 1788 junto á Versailles, del tamaño de limo-
nes, cayó en un ángulo de 45°. La velocidad del granizo esta averi-
guada ser de 77 pies por segundo, mas de 20 leguas por hora, y su
energía es proporcionada á su diárnetro con un poder tan destructivo
que produce calamidad, no solo en los árboles, sino también en los
vivientes. En marzo de 1811 hubo una granizada en la costa del
Paraná, junto al rio Tercero, que sin embargo de no serlos granizos
mayores que nueces, eran tan duros y caian con tanta fuerza que
entraban en los zapallos (calabazas) casi niaduros, como si hubieran
sido balas; y algunas vacas lecheras atadas al palenque junto á la
casa de una hacienda sufrieron tanto, que les quedó ensangrentado-
el pellejo sobre las costillas; tales fueron las contusiones.
En las latitudes muy altas, el granizo es pequeño, entre trópi-
cos es mayor; y el mayor de todos se ha observado siempre en las
zonas templadas de ambos hemisferios.
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—118—
INTEAES DE LIS CLASES ICOMODADIS
EN LA INSTRUCCIÓN POPULAR.
Nadie tiene tanto interés en que la clase inñma y menesterosa
del pueblo reciba una buena educación, como las clases acomodadas
y ricas. No les basta á estas para ser felices el tener comodidades
y bienes de fortuna, necesitan ademas tener sosiego, tranquilidad y
seguridad en el goce de ellos, y si la numerosa clase proletaria no
ha recibido buena educación religiosa y moral, si no se le ha mos-
trado prácticamente el medio de adquirir su sustento, tan fácil por
lo menos, como el de los crímenes y los robos, á estos se entrega-
rá sin duda, y en tal caso el peligro todo corre de parte de los aco-
modados y ricos. La clase indigente hallándose numerosa y fuerte
tratara de socorrer sus necesidades invadiendo los bienes de los
ricos , cualquier suceso de algún bulto le servirá de pretesto
para trastornar el orden , y ya que la sociodad no ha echa-
do sobre su estado infeliz una mirada de precaución, evitando que
llegue el caso de su estrema necesidad, podrá creerse llamada al es-
tado de la naturaleza roto entre ella y la clase proletaria el vincu-
lo social, y con derechos aparentes á la participación de los bienes,
cuya propiedad esclusiva no es obra sino del pacto sociaL
La necesidad le servirá de espuela demasiado punzante: su
fuerza le inspirará la audacia, y no sintiendo el freno de la vir-
tud y de la moral que dá la educación con un impulso casi irre-
sistible, se arrojará á los mas perniciosos escesos y hará que la cla-
se acomodada viva con desasiego y temor, y no disfrute con cal-
ma y quietud las comodidades que posea. El que duerme en su
casa temerá una llave maestra, ó la abertura de una ventana, ó el
descuido de un portero, ó la infidelidad de un criado, y el
que viaje por un camino á cada paso temerá ser asaltado y robado,
y unos y otros tendrán que gastar en precauciones y seguridades
mas de lo que hubieran invertido en asociarse con otros de su ge-
rarquía para inspirar moralidad y educación á los que ahora temen,
y en aquel caso serian sus mas seguras salvaguardias.
Sin educación, en vano se dictarán leyes; se publicarán códi-
gos criminales, se levantarán patíbulos, todo esto no es bastante, si
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—119—
una masa fuerte y numerosa carece de costumbres. Ya lo dijo há
cerca de dos mil años un poeta, al que no le falta nada para ser
también un ñlósofo y un grande conocedor de la especie humana.
¿De qué aprovechan las leyes, si no están apoyadas en las costum-
bres? Quid teges sine rrwriJms vana profidunt Costumbres, Cífifetum-
bres y virtudes sociales y religiosas, y estas economizarán el uso
de las leyes penales, que como dice el Sagrado testo, no se han dic-
tado para el bueno sino para el malo, para el que no siente el freno
del honor ni el de la moral, y mucho menos el de la religión; fre-
nos dulces y suaves que impone la educación. Ella se apodera de
las pasiones y vence y dobla hasta la misma naturaleza, de manera
que el que ha recibido de ella el fatal presente de un temperamento
iracundo, como se dice de Sócrates y del Crisóstomo, logra por la
educación que recibe de sus maestros ó por la que él mismo se ad-
quiere, ser el mas dulce y manso de los hombres. Asi es como la
educación falsea y hace falaces todas las probabilidades frenológi-
cas y celébrales.
Y digo de la educación que el hombre se adquiere por sí mis-
mo, porque seria un error el persuadirse que la carrera de la edu-
cación debe concluirse á los 15 ó á los 25 años. Apenas el hom-
bre comienza á ser sinjurisy esto es, á poderse dirigir por sí mis-
mo, se va debilitando en sus padres y maestros la obligación de
educarle, y va creciendo la que cada cual tiene de darse á sí mis-
mo; educación durante todo el tiempo de su vida, Solón decia, que
aun se instruía en su vejez, y Diógenes no se desdeñó en aprender
de un muchacho un artículo de aquella economía cínica que profe-
saba por vanidad. La educación de la infancia, no alcanza á ma»
que á sembrar en el alma las semillas de las virtudes y los elementos
de las ciencias; pero semillas que el hombre debe cultivar cuando
llega á raciocinar por sí mismo, beneficiando esta mina inagotable
perfectibilidad, que le eleva sobre los demás seres y le aproxima al
Criador. En todo el curso de su vida, debe trabajar en depurar su
inteligencia de errores y preocupaciones vulgares ó religiosas,, por
medio del estudio, de la observación, de la esperiencia, de los bue-
nos amigos, de los viages y del conocimiento del mundo, debe mo-
derar su egoismo para ser social y tolerante con los demás, y tem-
plar su alma de modo que pueda estar á los golpes de la fortuna ó
de la desgracia, sin engreirse por aquella ni abatirse por esta, has-
ta el punto que pueda realizar en sí mismo la bella imagen deHo-
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—120—
racio en su jtistum et tenacem proposite verum. Ni Cicerón escri-
bió para niños su escelente libro "De los oficios," ni para jóvenes el
no menos precioso "De la Senectud", sino para contribuir con sus
máximas al bienestar de aquellos y de estos, que es el objeto de
toda educación.
De aqui debemos sacar una consecuencia que nunca será bas-
tante, bien inculcada y meditada, y es que el interés de la educa-
ción popular es casi todo de las clases acomodadas, y que cuando
estas hagan un corto sacrificio para mejorar la suerte de los me-
nesterosos por instituciones de educación, no tanto mirarán por el
bienestar de estos, cuanto por el suyo propio. Sacrificarán una pe-
queña parte por el lucro y ganancia de gozar con paz y seguridad
de la otra.
FABRICACIÓN
POR MAYOR DE LA CERVEZA Y PORTER
EN LONDRES.
El grado de estension que reciben comunmente en Inglaterra
toda clase de fábricas es cosa maravillosa, á que no han llegado
todavialos firanceses, y de lo que tenemos generalmente ideas muy
limitadas. Por esta razón voyá referir aquí lo que he tenido ocasión
de ver en la famosa fábrica de porter de Barclay y Perkins; y los
datos que he adquirido de boca del mismo Barclay, quien tuvo
la bondad de acompañarme en la visita que le hice de su esta-
blecimiento.
El porter es una clase particular de cerveza (1) de que hacen
gran consumo los ingleses, y principalmente los obreros; es mas
fuerte que la cerveza ordinaria, y t-xije una preparación mas larga
y costosa. La fábrica de porter de M. Barclay en Londres, puede
darnos suficiente idea de la gran estension á que ha llegado en aque-
lla capital este i^énero de industria.
Se fabrican anualmente unos 360,000 barriles de cerveza que
(1) El porter no hace espuma como la cerveza ordinaria, por-
que está ya concluida la fermentación antes de pasarla á las tinas,
adonde se conserva hasta su despacho.
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—121—
<K)ntienen cada uno 36 galones (1) ó sean 3,tl0,853 cántaros. El
local ó almacén que contiene las tinas de porter es inmenso; todas
ellas son de maderas enarcadas en hierro y sostenidas sobre pilas-
tras de hierro colado; las mayores son cónicas, y contienen 3000
barriles cada una, ó sean 30924 cántaros, de las cuales hay hasta
100. Una máquina de vapor de la fuerza de 22 caballos hace mover,
todos los aparatos mecánicos, como son los que sacan la cebada
germinada de los almacenes y la hacen caer con la inclinación de-
bida en los molinos, las bombas que suben el agua del Támesis
para la elaboración del porter, y otras que suben el líquido elabora-
do; el cual por medio de un cañón de fundición de hierro, del grue-
so del cuerpo de un hombre, que atraviesa la calle situada entre
los almacenes y la fábrica, llega hasta los depósitos cónicos cita-
dos, evitándose así un sinfín de obreros, pues que la fuerza de 22
caballos equivale ala de 154 hombres. A pesar de esto se ocupan
diariamente doscientos obreros en las diferentes labores. El número
de individuos empleados esteriormente en el transporte y venta de
la cerveza es de tres á cuatro mil. Las tres tinas de cobre en que se
revuelve la cerveza con el agua caliente contiene cada una 150 bar-
riles, es decir, unos 1546 cántaros de líquido (2). Un dia comieron
juntas 25 personas en una de aquellas tinas, y 50 obreros bajaron en
seguida para aprovecharse de los restos del festín. Aquel dia se con-
sumieron en el comedor de nueva invención 170 libras de vaca asada
(beef-steak). Los cuartos de mamposteria donde hacen fermentarla
cerveza contienencada uno 1400 barriles osean 14431 cántaros de
porter. En uno de aquellos cuartos vi el ácido carbónico (gas seme*
jante al que produce la combustión del carbón) desprenderse del lí*
quido y esparcirse á tres pies y medio de altura sobre los bordes de
aquel receptáculo, formando una corriente continua, en la cual se apa-
gaba instantáneamente una vela encendida. Se resentía principalmen-
te en la boca, al acercar la cara, un vapor acre y ardiente, parecido al
que se despide en la combustión de los licores fuertes; y por fin, si se
hubiera metido en ella cualquier ser animado, hubiera perecido en
breve tiempo. El servicio interior y esterior de la cervecería le hacen
160 caballos que tienen sus cuadras en el mismo establecimiento, así
(1) El galón equivale á poco mas de 4} botellas comunes.
(2) Su fondo es plano, y son mucho mas anchas y largas que
profundas.
T. 11. — 16.
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—isa-
como todo el material que exijen indispensablemente, y también
las fraguas para herrarlos, etc.
El establecimiento de fábrica, almacenes citados, caballos,
máquinas, etc, ha costado unos cuarenta millones de reales.
(Del Sr. D. José Luis Casaseca.)
El arte de la alfarería que los romanos llamaban íiguline y los
griegos cerámica, tenia entre los antiguos una importancia artística
que decayó después mucho entre las naciones del Occidente que
la practicaban antes con la mas grande habilidad, ¿Qué son en efecto
á pesar de la perfección á que se ha llegado por los procedimiento»
mecánicos, nuestros mas bellos vasos, respecto de esa multitud de
vasos etruscos que llenaban los gabinetes y los museos? En la alfa-
reria moderna, lo que decide mas comunmente del valor de los pro-
ductos es la mas ó menos finura de la materia en cuanto á los vasos
etruscos, cuya materia siempre es la misma, es fácil conocer que en-
tre los antiguos la superioridad del dibujo en los adornos y de la
invención en la forma, establecen por si solos una balanza entre la»
diferentes producciones.
Ciertamente que la cualidad de la materia no es una condición
indiferente en \m arte tal como la alfareria, y bajo la relación in-
dustrial, sin duda que las manufacturas de Sevres, obtienen mucha»
ventajas respecto de las de la antigua Etruria: pero ¡cuan inferiores
son á las de Roma en tiempo del imperio de donde salian composi-
ciones cuyos fragmentos desalientan la ciencia moderna que los ha
creido muy á menudo elaborados por la misma naturaleza! Nosotros
hemos perdido ya tan bellos secretos con otros muchos quedando-
nos solamente la porcelana que viene del Oriente y la loza que de-
bemos á la edad media. En China, y especialmente en el Japón se
halla muy adelantada la alfareria, si se ha de juzgar de ello por los
productos que estas dos naciones envian á Europa; pero la superio-
ridad de sus manufacturas sobre las nuestras seria mas demostrable
si se probara que solo nos envian sus desechos.
Sin embargo, no puede ponei"se en duda este hecho que tes-
tifican muchos viageros y está conforme con todo lo que sabemos
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—123—
del carácter de los chinos y de su política^ si se compara á la per-*
feccion minuciosa y bien acabada de su pintura (como se ve en las
raras piezas que han penetrado entre nosotros,) la práctica atrevida
y suelta con que está tratada la decoración de esos bellos vasos
que nos abandonan. Estos vasos no deberían en todo rígor com-
pararse sino con los productos mas comunes de nuestras fabricas;
pero lo cierto es, que sostienen este paralelo, con lo que podemos
oponerle de mas perfecto desde las maravillosas obras de Bernar-
do Palissy, y las muy hermosas de Holanda y de Alemania hasta
las mas graciosas porcelanas de Sevres y de la Sajonía. Pero ¡cuan
poca cosa es el arte chino japonés, francés, alemán y aun italiano
respecto del etrusco! En este todo revela que el pueblo ha creado
un bello sentimiento déla forma por la popularidad del dibujo y de
la plástica ó mas bien por la habitud de una elegancia sobria y de
buen gusto. Los vasos destinados á los usos mas vulgares están reves-
tidos de la imagen de los héroes y de los dioses que refrescan sin cesar
la memoria del pueblo. La historia, la religión, las costumbres de una
nación sobre la que han pasado dos eras de barbarie, y lo que es peor,
dos eras de civilización pueden reconstruirse con ayuda de estos
vestigios preciosos; y tal vaso en que se preparaban hace dos mil
años los alimentos de una pobre familia etrusca, toma hoy en nues-
tros museos la importancia de un monumento, mientras que muchos
de nuestros monumentos, en que no se ve ninguna individualidad
nacional no tendrán quizá de aqui á dos mil años la importancia his-
tórica de un vaso etrusco. Es necesario convenir en que la impren-
ta puede llenar esta misión que el arte parece olvidar; pero se tra-
ta aqui solamente de probar la decadencia de una industria útil y
que ofrece al arte tantos recursos. La Alemania ha intentado abrir
las vias del progreso por ensayos prácticos y teóricos: se ha publi-
cado una grande obra con el objeto de volver á tratar al sentimiento
de la elegancia antigua á los artistas cuya rutina ha hecho obreros.
ÍÍOTICIA fflSTORICA DE LOS CORREOS.
El establecimiento de correos como se haUa al presente es una
de las pruebas mas claras del estado superior de civilización de los
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—124—
pueblos modernos. Los romanos que se creyeron señores de toda
la tierra, se admirarían al ver cuanta parte de ella les quedaba por
conocer, y cuan inferiores eran á nosotros en medios de sacar venta-^
jas de lo que conocian. Se puede decir que todos los habitantes del
globo forman en el dia, por medio de los correos, una sola familia.
¡Qué de ventajas no presenta este benéfico establecimiento! Por una
corta cantidad pueden desde una á otra estremidad de la tierra, los
amigos hablar con sus amigos, los padres con sus hijos, los sabios
con otros sabios, comunicándose sus respectivos conocimientos, los
traficantíís en producciones del suelo y de la industria con cuantos
se hallen dispuestos á cambiarlas ó comprarlas.
Causa admiración el sistema de correos de Inglaterra, tanto
por su esactitud como por sus infinitas ramificaciones en todas las
partes del mundo por medio de sus paquetes.
El primer establecimiento de correos de que hace mención la
historia antigua es el de Persia. Xenofonte lo atribuye al gran Ciro.
Herodotonos dice que desde las orillas del marEgeo á Susa, corte
de los reyes de Persia, habla 111 casas de postas, distante launa de
otra un dia de camino. Un magnate era el director de este estable*
cimiento y aun Dario habla tenido este empleo antes de subir al tro-
no. Pero este sistema de comunicación no estaba dedicado al servicio
público. Eñ Grecia, según se infiere de los autores de aquella na*
cion parece que no habia otro medio de correspondencia que una
especie de verederos célebres por su incansable andar, que ya el go-
bierno, ya los particulares pagaban para que llevasen cartas. Entre
los romanos habla cierto correo militar conducido por los que lla-
maban Statores, y ciertas casas de posta coa el nombre de Síatiotes
Bajo el gobierno de Augusto se estendió este correo á todas las pro-
vincias del imperio, al principio por mensajeros á pié, y mas adelan-
te á caballo. En el código Teodoslano se halla una ley que fija las
distancias de las postas, y el tiempo que se debía gastar en ellas*
Hasta entonces los correos del gobierno echaban mano de los caba-
llos de cualquiera individuo causando molestia y estorsiones.
Al considerar la escasez y poca conveniencia de los materiales
que en otros tiempos se requerian para escribir no nos será dificil
imaginar lo poco estendida que debia estar la correspondencia
epistolar antes de la invención del papel. Esta no se verificó hasta
fines del siglo X, tiempo en que se empezó á fabricar de trapos
4e algodón.
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—las-
carlo Magao no desconociendo las ventajas que resultarían ales*
tendido imperio que habia conquistado con el establecimiento de me-
dios de comunicación en todos sus dominios, los estableció del me*
jor modo posible. Desde esta época, es decir, desde el siglo IX hasta
1464 no se halla mención alguna de correos en los historiadores mo-
demos. En dicho año Luis XI de Francia estableció correos para su
propio servicio. El primer establecimiento de correos á beneficio del
público tuvo su orígea en la universidad de Paris. La multitud de
estudiantes que de todas partes iban á cursar sus escuelas, hacía
que fuese indispensable hallar medios para comunicarse con sus fa-
milias. Para esto establecieron mensageros de á pié, que según pa*-
rece estaban matriculados y se hallan en los libros de aquella uni-
versidad, bajo el título de mansageros volantes: muntii volantes. La
universidad de Paris gozó por mucho tiempo las ventajas de este
establecimiento, de que tanto el gobierno como los ^particulares
se valían para su correspondencia; pero como la ganancia fuese
bastante grande se la quitó el arrendador general de las postas del
gobierno que se estableció en 4576. Un cierto conde de Tajis esta-
bleció correos á su costa en Alemania, y el Emperador Matías que
reinaba á principios del siglo XVII le concedió á él y á sus herede-
ros el empleo de director general de correos. En España se sabe
que la escelente organización de correos como se halla en el día, se
debe el zelo ilustrado del Sr. D. Carlos III.
Si echamos una mirada á los bárbaros fuera de Europa no$
admirará la presteza con que sus correos atravesaban distancias
grandísimas. El famoso viajero Marco Polo, cuenta que el Kan
de los tártaros habia establecido tal sistema de postas que por me-
dios de casas á cierta distancia y postillones siempre con el pié
en el estribo á sus órdenes, caminaban á razón de doscientas á dos-
cientas ci^icuenta millas al dia. La verdad de esta noticia se confir-
jna por la relación de Clavijo, embajador de Enrique III de Casti-
.11a al Gran Tamerlan.
La historia del establecimiento de correos en Inglaterra empie-
za desde el reinado de Eduardo III que subió al trono en 1327^
j)ues se halla alguna mención de correos en los estatutos de aquel
pais, aunque no hay razón para creer que fuesen ya un establecí*
jniento publico. Eduardo IV que empezó á reinaren 1461, estable-
ció casas de posta cada veinte leguas. En 1543 ecslstia un correa
que llevaba eart^s desde Londres á Edimburgo en cuatro días. Eti
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_126—
1581 ya habia en Inglaterra un director general de correos, Carlos
I de concierto con Luis XIII de Francia estableció la mala de
Londres á París; En tiempo de Cromwel mejoró mucho el estable-
cimiento de correos en Inglaterra, pero recibió aun mayores mejo-
ras en el reinado de Carlos II. Dicho establecimiento según se ha-
lla en el dia, se confirmó por un acta del Parlamento en el reinado
de la Reyna Ana el año de 1711.
Todos los gobiernos medianamente civilizados han conocido
la necesidad de correos, y los han tenido con mas ó menos perfec-
ción. En Solis se halla el estado de los correos de Méjico en tiem-
po deMotezuma, que ala verdad era bastantemente adelantado.
HISTORIA NATURAL.
EL PAVO REAL.
Si el imperio perteneciese á la hermosura y no á la fuerza, el
pavo real, seria sin contradicción el rey de los pájaros, porque en
uingun otro ha prodigado la naturaleza sus tesoros con tanta pro-
fiísion: talla grande, porte imponente, marcha fiera, figura noble,
proporciones del cuerpo elegantes y esbeltas! todo lo que anuncia
que un ser distinguido le ha dado; una garzota móvil y ligera,
pintada de los mas ricos colores, adorna su cabeza y la eleva sin
recargarla; su incomparable plumage parece que reúne todo lo que
lisongea nuestra vista en los coloridos tiernos y frescos de las flo-
res mas bellas, todo lo que la deslumhra en los reflejos centellan-
tes de las pedrerías, todo lo que la admira en el brillo magestuoso
del arco irís. No solamente la naturaleza ha reunido en el plumage
del pavo real todos los colores del cielo y de la tierra para que sea
la obra maestra de su magnificencia, sino también los hamezclado»
surtido, matizado y vaciado con su inimitable pincel, haciendo un
cuadro único, para sacar de su varíedad con matices mas cambia-
dos y de sus oposiciones entre sí un nuevo lustre, y efectos de luz
tan sublimes, que Auestro arte no puede imitarlos ni describirlos.
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—127—
Tal parece á nuestros ojos el plumage del pavo real cuando
se pasea pacifico y solo en un hermoso dia de primavera; pero si
de repente se le presenta la hembra, si el fuego amoroso reunido
á las secretas influencias de la estación le sacan de su reposo, le
inspiran nuevo ardor y nuevos deseos, entonces se multiplican to-
das sus bellezas, sus ojos se animan y cobran espresion, su pecho
se agita y anuncia la emoción interior; las dilatadas plumas de su
cola, elevándose, desplegan sus riquezas deslumbradoras; su ca-
beza y cuello levantándose noblemente hacia atrás, se dibujan con
gracia sobre este fondo radioso, donde la luz del sol juega de mil
modos, se pierde y se reproduce sin cesar y parece tomar un nue-
vo brillo mas suave y delicado, y nuevos colores mas variados 'y
armoniosos; cada movimiento del pájaro produce millares de ma-
tices, diversos declives de reflejos undulosos y fugitivos, reempla-
zados sin cesar por ottos reflejos y otros matices, siempre diversos
y siempre admirables
Pero esas resplandecientes plumas que esceden en brillo á los
mas hermosos árboles, se marchitan también y caen todos los años:
entonces el pavo real, como si sintiese la vergüenza de su pérdida
teme mostrarse en este estado humillante, y busca los escondites
m as sombríos para ocultarse á todos los ojos, hasta que la nueva
primavera devolviéndole sus galas acostumbradas, le conduce á la
escena para que ella goce de los homenages debidos á su belleza,
pues se pretende que en efecto goza y que es sensible á la admira-
ción; que el verdadero medio de escitarlo á desplegar sus hermo-
sas plumas, es dirigirle atentas miradas y alabarlo; y que al con-
trario, cuando parece que se le mira con frialdad y sin interés re-
coge todos sus tesoros y los esconde al que no sabe alabarlos.
HIMO i Ll (REACION.
Dios existe en la eternidad y en la eternidad decretó que co-
menzara el tiempo. Si entonces habia entonces, las tinieblas silen-
ciosas llenaban un vacio sin limites. Faltaba la luz de los astros, pe-
ro resplandecia la luz increada para quien no hay oriente ni ocaso.
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—128—
¡Una palabra de trueno, que es la verdadera, la única palabra,
mandó á lanada que produjese, y al instante la nada obedeció! Lá
nada produjo!! La portentosa voz resonó por toda la capacidad de
su seno insaciable de creaciones: se agitó la materia en el espacio
y.... la luz fué y comenzó el imperio del tiempo! Llamóse tiempo
á las relaciones de los seres según su duración, y luz al fluido su-
til que se agitó á la presencia del Escitador. La creación del Sol
hizo brillar la luz: pero el Sol eterno existia eñ su esencia vertien-
do á torrentes los efectos de la sabiduría. Las tinieblas huyeron
de pavor, porque las tinieblas son enemigas de la luz y la luz ema-
na de Dios.
Innumerables globos encendidos y opacos salieron de la pro-
fundidad del caos, rodando en diferentes direcciones, sin separarse
un punto del camino trazado por el dedo de un Dios Omnipotente!
Se promulgó la ley universal á todos los orbes y á todos entes....
Atráiganse los seres mutuamente y muévanse sin cesar en derredor
de mí, porque yo soy el centro de las creaciones actuales y posi-
bles En el momento los cielos y la tierra; los soles y sus plane-
tas; las aguas y el firmamento, y hasta el átomo imperceptible, co-
menzaron su carrera constante en los arcanos de un ser incompren-
sible. Pero el misterio de bondad la obra de la creación se
consuma, y un destello de la palabra divina es transmitido á las in-
teligencias sublimes. ¡Los serafines se humillan entonces! ¡Los que-
rubines y las potestades se postran! ¡Los tronos se estremecen y to-
dos los genios incorruptibles sienten la mas profunda sumisión! To-
dos claman: ¿Qué prodigio admirable vemos realizarse en la esencia
divina? ¿Qué portento arrebata la admiración de todas las sustancias
inteligentes que estamos cerca de Dios, que nos gozamos en él y aun
no le comprendemos? ¿Quién es el ente que ha sido criado á imagen
y semejanza del Criador?
Entonces alzaron el grito todas las esencias superiores dicien-
do: ¡Dios! ¡Dios Santo!!! tu providencia omnipotente llena con su
poder toda la inmensidad del abismo!!!
¡Alabanzas, adoraciones, himnos por siempre al Ser increado,
á cuya mirada tiemblan todos los mundos, que por la virtud de su
palabra marchan oste;itosos en rededor de su trono!
¡Los cielos publican su gloria, y el firmamento anuncia las
obras de sus manos! ¡no hay quien se esconda del color que llevan
los rayos de sus ojos! ¡él habla por medio de los vientos y de las
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—129—
tempestades: la Magestacl de su ser hace resaltar el trueno terrible
de su voz sobre todji la estension de los mares! Criando la luz y el
universo se ha revestido para las criaturas de nueva gloria y Mages-
tad! ¿Quién osará comparar las obras de los hombres, ni aun de
los ángeles, con las maravillas de la creación? ¡Adorado seas, Ser
inmenso, y bendita tu Providencia eterna!
Así se estasiaban los genios inmortales ante la suma Omnipo-
tencia, al compás de sus cánticos augustos, y hé aquí que el hombre
existe ya en un jardin de delicias. ¿Quién lo creeria? Cuando uni-
versal mente todos los seres lo veneran y ccnfie^an á su modo, el
hombre le desobedece, le desdeña y aun le niega. Dijo el impío en
su corazón: JVb hny Dios^ y sin embargo, Dios conserva al impío
para que no vuelva al caos de donde lo sacó su palabra. Su sabidu-
ría crió los ángeles en el cielo y los gusanos en la tierra, y no es
mayor su sabiduría en los ángeles, ni menor en los gusanos. El es-
tendió sobre nosotros el aire con su aliento vivificante, y le hizo
henchido de agua para las necesidades de la tierra, él sembró de lu-
ceros brillantes, el pabellón azul de los cielos para alegrar nuestras
noches con la magestad de su poder y nos dijo: ^^Duerme: los astros
que ves sobre tu cabeza^ te avisan que velo sobre tó."
Ateos desgraciados: poned por un momento la palma de vues-
tra mano sobre ese pecho, y preguntad á vuestro corazón infeliz
;quíén lo hace palpitar tan fuertemente? ¿Quién hace circular vues-
tra sangre y demás líquidos para daros aliento y vida? ¿Quién sos-
tiene vuestra respiración y movimientos? ¿Quién? La misma ma-
no que sustenta los cielos y á todas las esferas inmensas. Si aun lo
dudáis, tocad las piedras y os hablarán, preguntad á los brutos, y
os responderán; examinad por un instante el musgo que holláis ó
el ínsectillo que desprecias y su organización admirable os gritará
sin cesar: "Existe un Dios, un Dios existe criador y conservador
del universo " ¡Oh gran Jehová. Sí en todas las criaturas, desde
el alto serafín hasta la humilde larva, resplandece tu Providencia, la
haces todavía mas admirable en sostener al hombre que niega tu
existencia.
(De Monseñor Salviati.)
T. u. — 17.
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—130—
LAS PERLAS.
Esta hermosa producción de la naturaleza debía ser un ramo
de riqueza muy importante para nuestro pais; pero la escasez de
población y otras causas que sería muy prolijo referir, hacen que los
rusos y otros estrangeros vengan á nuestras costas á pescar la perla,
sin que la nación saque provecho alguno de esta riqueza.
Vamos á presentar los pocos datos que hemos podido recoger
sobre la importancia de la pesca de la perla en Méjico, y mas ade-
lante publicaremos un artículo sobre la manera conque se forma la
perla en la concha que la produce, adornando dicho artículo con
un diseño iluminado de aquella concha. Hay, sin duda, en nuestro
pais, muchas personas que se han hallado en situación de recoger
noticias muy curiosas sobre este objeto, y con bastante gusto publi-
caremos sus obser\'aciones, si se sirven comunicárnoslas.
Por lo que hace á las conchas, dice Clavijero, las hay de infi-
nitas especies, y entre ellas algunas de incomparable hermosura,
particularmente en el mar Pacifico. En todas las costas de aquello»
mares se hizo en diversas épocas, la pesca de las perlas. Los mejica-
nos las pescaban en la costa de Tototepec, y en la de los Cuitlate-
ques, donde hoy se pesca la tortuga." En otro lugar hablando de
las alhajas que llevó Cortés á España, y que fueron hechas por los
joyistas mejicanos, dice el mismo Clavijero: "Una de las esmeral-
das de Cortés, tenia la forma de una rosa; otra la de un pez con los
ojos de oro; otra era una campanilla, con una perla Jiña en Ivgar de
badajoy y en la orla esta inscripción en letras de oro: Bendito quien
te crió. La mas preciosa, por la cual querían dar los genoveses
40,000 ducados, era una copa con el pié de oro, y cuatro cadenillas
del mismo metal, que se unian en una perla á guisa de boton.^^ Des-
cribiendo el mismo historiador las curiosidades enviadas por Cor-
tés á Carlos V, se hace relación de las perlas conque algunas de
aquellas joyas estaban adornadas. "Un collar de oro, compuesto
de siete piezas, con ciento ochenta y tres pequeñas esmeraldas en-
garzadas, y doscientas treinta y dos piedras semejantes al rubí.
Pendían de él veinte y siete campanillas de oro, y algunas perlas.
Otro collar de oro de cuatro piezas, con ciento dos piedras como
rubís, ciento setenta y dos esmeraldas, diez heiTnosas perlas engar^
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—131 —
zadfis y veinte y seis campanillas de oro. Una vara, á guisa de ce-
tro, con dos anillos de oro en las dos estreraidades, guarnecidos de
perlas. Cuatro tridentes adornados con plumas de varios colores,
con las puntas de perlas atadas con hilo de oro. Veinte y cuatro ro-
delas bellas y curiosas de oro, de plumas y de perlas menudas. Mu-
chas mitras y coronas de plumas y oro, adornadas de piedras y per»
las.^^ Esto prueba que los antiguos mejicanos, lo mismo que todas
las naciones civilizadas, apreciaban la perla como una de las mas
raras y curiosas producciones de la naturaleza. Todos los ricos me-
jicanos usaban collares de perlas, y de conchas la clase pobre.
Según las instrucciones del Sr. Calvez, la pesca de la perla en
Californias fué de mucha importancia en los dos primeros sigles de
lá conquista; pero la escasez de población, y la lejania de aquella
península, obligó al gobierno á arrendar el derecho de pescar per
las. Llegó á producir este arrendamiento á principios del siglo ante-
rior, doce ó trece mil pesos anuales; pero decayó después, princi-
palmente porque los jesuitas prohibieron á los indios el buceo, per-
mitiéndoles solo que lo hicieran á beneficio de las misiones. El Sr.
Gralvez procuró fomentar este ramo de riqueza; pero sus provi-
dencias no tuvieron buen éxito.
El conde de Revilla-gigedo en sus instrucciones espone de este
modo las causas que habian influido en la decadencia del buceo de
perlas. "La pesca ó buceo de las perlas, dice, fué en otro tiempo
muy considerable en Californias; y rindió utilidades al Erario por
los quintos que de ellos se pagaba, y los derechos que satisfacían
los armadores por las licencias y despachos para armar sus canoas;
pero posteriormente decayó enteramente este ramo, ó porque 'deja-
ron de tener las perlas la estimación que antes lograban, ó porque
también contribuyeron en mucha parte los mismos derechos á que
se abandonase este ramo de industria, y se aplicasen á otros los que
se ejercitaban en él. El misionero de los indios yaquis, Br. D. Jo-
sé Joaquin Valdes, dirigió á mis manos á poco tiempo de haber to-
mado yo este mando, una representación en que se esponia: Que los
indios habian abandonado el buceo de perlas, por la contribución
de cien pesos anticipados, que el Gobernador D. Felipe Nevé había
impuesto á los habilítadores de canoas, por razón de reales quintos,
tuviesen ó no buena fortuna en el buceo: también el Intendente de
la Provincia manifestó, que seria conveniente cortar aquel género
de ^^ala y poner el pago de quintos con arreglo á las leyes, de lo
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—132—
que resultarían ventajas i la Real hacienda. El fiscal de ella convino
en que se quitase la contribución de los cien pesos, y que se cobra-
se el quinto con varias precauciones para que los indios no fuesen
obligados á un trabajo tan arriesgado y de eventual suceso, pues
podían con mas seguridad dedicarse al cultivo de las tierras. Man-
dado así, y publicado por bando, informó el Intendente que con-
vendría conceder á los armadores la franquicia de quintos, por una
sola vez, á fin de que se estimulasen á armar con este aliciente, pues
uno que lo habia intentado después del bando, no habia podido
indemnizarse de los costos, y también se concedió esta gracia en
27 de julio de 93, con cuyo fomento fué de esperarse que renaciera
en parte aquella industria."
^'Lo que mas ha escitado á los navegantes, dice Mr. Humboldt,
á visitar la costa de aquel desierto de Californias, ha sido la pesca
de las perlas, que abundan señaladamente en la parte meridional
de su península; y desde que cesó cerca de la isla de la Mar-
garita, fi'ente á la costa de la Araya, los golfos de Panamá y de Ca-
lifornias son los únicos de las posesiones españolas que surtieron de
perlas al comercio de Europa. Las de Californias tienen un agua
muy hermosa, son grandes, aunque la mayor parte de figura irregu-
lar y poco agradable á la vista. La concha que produce las perlas
se encuentra principalmente en la bahía de Cerralvo, y al rededor
de las islas de Santa Cruz y de San José. Las mas preciosas que
posee la corte de España, se encontraron en 1615 y 1665, en las
espediciones de Juan Iturbi y Bernal de Piñadero. En la mansión
que en 1768 y 69 hizo el visitador Galvezen Californias, un solda-
do raso del presidio de Loreto, Juan Ocio, se enriqueció en muy
poco tiempo, pescando perlas en la costa de Cerralvo. Desde en-
tonces acá es casi nulo el envío de perlas de Californias para el co-
mercio. La pesca está casi abandonada, porque los europeos pagan
-muy mal á los indios que se han dedicado al penoso oficio de
busos.
"Para completar el cuadro de las producciones animales de
la Nueva-España (dice en otro lugar el mismo Mr. Humboldt) to-
davía debemos echar una ojeada rápida á la pesca de 'perlas y de la
ballena. Es probable que estos dos ramos de pesca, algún dia sean
objetos importantísimos para un pais que abraza una estension de
costas de mas de 1700 leguas marítimas. Mucho tiempo antes dei
descubrimiento de la América, ya los naturales apreciaban mucho
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—Isa-
ías perlas. ílernando de Soto encontró una grande cantidad de
ellas en la Florida, principalmente en las proviníáas de Ichiaca y de
Confachiqui, en donde las vio que adornaban las tumbas de los
priftcipes. Entre los presentes que Moctezuma hieo á Cortés antes
de su entrada en Méjico, y que este envió al emperador Carlos V,
habia collares guarnecidos de rubíes, esmeraldas y perlas. Ignora-
mos si los reyes aztecas recibian una parte de estas últimas por con-
ducto del comercio con los pueblos bárbaros y errantes queAecuen-
taban el golfo de Californias; es mas probable que las hacían pes^
car en las costas que se estienden desde Colima, límite septentrio-
nal de su imperio, hasta la provincia de Joconochco 6 Soconusco,
principalmente cerca de Tototepec, entre Acapulco y el golfo de
Tehuantepec, y en el Cuitlatecapan
"Las aguas que desde la descubierta del Nutvo continente han
dado mas abundancia de perlas á los españoles, son las siguientes:
el brazo de mar entre las islas Cubagua y Coche, y la costa de
Cumaná; el embocadero del rio de la Hacha, el golfo del Panamá,
cerca de lasís/cw de las Perlas; y las costas orientales de las Califor-
nias. En 1587 se llevaron á Sevilla 316 kilogramos de perlas, en-
tre las cuales habia cinco kilogramos que eran hermosísimos, ¿es*.
tinados para el rey Felipe II Desde principio del siglo XVII
principalmente desde las navegaciones de Iturbi y Peñadero, las
perias de las Californias empezaron á rivalizar en el comercio con
los del golfo de Panamá. En aquella época enviaron buzos muy
hábiles á las costas del mar de Cortés, con todo, pronto se volvió
á descuidar la pesca- . .Solo en 1803, un eclesiástico español, re-
sidente en Méjico, llamó de nuevo la atención del gobierno sobre
las perlas de la costa de Cerralvo en Californias- . . .Propuso valerse
para la pesca de ellas de una campana de buso Durante mi
permanencia en la Nueva- España; he visto en un püqueño estanque
cerca del castillo de Chopoltepec, hacer una serie de esperiencias
dirigidas á poner en práctica este proyecto; seguramente fué la
primera vez que se ha construido una campana de buzo á la altura
de 2300 metros
Beltrami en la relación de su viage á Méjico, habla de ciertas
perlas muy hermosas de Californias que logró llevar á Europa, co-
mo una de las mas bellas curiosidades de nuestro país. Refiriéndose
al cura de la hacienda de las Estancias en Etzatlan (Departamen-
to de Jalisco), dice: Es un viejo franciscano que ha permanecido
\*
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—134—
diez y ocho anos en las misiones de Californias. Entre las cosas ca-
riosas que ha recogido durante su larga mansión, figuraba una co-
lección de perlas de todos colores^ de preciosa forma, de un pulimento
y de un brillante de la mas rara belleza, algunas de ellas de un
grueso poco común. ^^Las lapis-lazulij sobretodo, las violadas y las
negras llamaron demasiado su atención. Al ñn las adquirió en cam-
bio de un relox y de otras curiosidades de Europa, probablemente de
muy p^o valon" Habréis oido hablar sin duda, dice el mismo Bel-
trami, cL ^ello collar de perlas negras que poseia la antigua reina de
España, la madre de Femando VII, se cree que se ha perdido; por
lo menos, unos dicen que se lo llevó el principe de la Paz,
otro que cayó en manos de Murat, y no ha vuelto á parecer. El
P. Diego de Galicia, primer prior de las misiones de Californias, fué
el que poco á poco recogió esas perlas é hizo un presente de días
al virey Iturrigaray; que las puso á los pies de la Reina. Las mias
han sido recogidas en los mismos sitios. Las que se distinguen por
una variedad y una prodigiosa belleza de colores, ofrecen según
creo, una colección casi única. Tal se ha juzgado por los sabios
profesores de Inglaterra y del Museo de historia natural de París,
principalmente por Mr. Audoin, profesor en el jardin del Rey que
me ha hecho el honor de pedirme algunas para el Museo.
En el Museo público y en el del Sr. D. José María Sánchez
Mora, mas conocido en esta capital por su antiguo título de conde
del Peñasco, hemos visto hermosas colecciones de conchas de per-
las de diferentes puntos de la Nueva-Espaua. Tendremos á la vista
estas mismas colecciones cuando escribamos sobre la perla conside-
rada como una de las mas hermosas curiosidades de la naturaleza.
Entonces añadiremos á las noticias que contiene este articulo, las
mas que hayamos recogido, ó se nos hayan comunicado sobre la
pesca de la perla en Méjico.
(Impreso de Méjico.)
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—135—
^^Debemos el presente artículo y otros muchos de su dase, á
nn amigo literato interesado en el progreso y adelcmtos de esta obra,
y al hacerme su, atenta comunicación, parece que envuelve espresiones
mistitriosas para tirar el guante en la liza provocándonos á resolver
el inmoral de sus apredables escritos.
(ARTÍCULO COMUNICADO.) ^
BE m ILEHIN DESESPERIDO.
El 3 de Octubre de 1818, atravesando cierto posadero un
bosque cercano á Forst, á poca distancia de Ziegenkrug, oyó \oá
débiles gemidos de un hombre, que yacía tendido en un hoyo, re*
cientemente abierto. Este hombre no tenia herida alguna: sus ves*
tidos, que indicaban mas bien la comodidad que la miseria, no es-
taban rotos, como quedan por lo común después de una lucha, sino
desaseados y mal puestos. El posadero dirigió la palabra á este des-
dichado, y procuró volverlo en sí de la manera que por entonces
le era posible; pero todos sus esfuerzos fueron inútiles. Entonces lo
cargó sobre sus espaldas y lo llevó á su posada, donde lo calentó,
é hizo nuevas tentativas para restituirlo á la vida; y comprendiendo
al fin, por su estremada flaqueza, y por los movimientos convulsivos
de sus labios que su desfallecimiento provenia de debilidad, le hi-
zo tragar, con mucho trabajo, una taza de caldo con una yema de
huevo; y al mismo tiempo que aquel hombre pareció reanimarse
por un instante, dejó caer su cabeza y murió. Se le hallaron eii
sus vestidos una bolsa vacia, un puñal, y una cartera: en esta ha-
bía escrito con lápiz las líneas siguientes, que publicaron los
Sres. Hufeland, Marc y Fabret.
I. — "Al hombre generoso que me encuentre aquí muerto, le
suplico que me entierre, y que en pago de este servicio conserve
para sí, mis vestidos, mi bolsa, mi puñal y mi cartera.'*
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—136—
"En 12 de Febrero de 1812, según puede verse por el pasa-
porte adjunto, era yo en S** un acreditado comerciante; pero por
desgracias imprevistas, por algunos robos que me hicieron; y otros
accidentes semejantes, perdí la mayor parte de mi fortuna. Fuéme
ya imposible llenar con exactitud mis compromisos, y de consi-
guiente se me embargaron y vendieron todos los bienes.*'
"¿Qué m»; quedaba que hacer sin dinero en este mundo, si no
era mcmr de hambre? Toda la fortuna que llevaba conmigo consis-
tia en 8 groschen, 6 pfenning 3 y ^^j. Iba con esta suma á F., á don-
de llegué á las cuatro de la tarde, puse dos cartas en la estafeta, y
pagué gr 5'j por la que destinaba á mi tia, la cual no recibe cartas
sin franquear: di por mi comida 5 gr. y dejé á F., á las cinco menos
veinte minutos llevándome 2 gr. 6 p., que poseo todavía en el mo-
mento en que esrcibo. La Providencia me condujo al camino públi-
co por B., y dormí á campo raso entre L. y F., pues con mis 2
groschen no podia encontrar un rincón siquiera en una posada."
"Eran las dos de la mañana, y no podia sufrir por mas tiempo
la lluvia y el frió, que me mortificaban demasiado bajo el breñal
donde me habia metido. En consecuencia, me levanté, atravesé á
P., y siempre conducido por la Providencia, tomé posesión del ho-
yo en que ahora me hallo, y donde cuento recibir una muerte muy
amarga, á menos que Dios no me socorra, porque ni puedo ni
quiero mendigar."
"Ayer 15 del presente (Setiembre) me preparé con ramas esh
ta chocita, y hoy 16, escribo estas líneas. ;Ay de mí! aquí es donde
debo morir de hambre, pues en mi edad (de 32 años) no se reciben
soldados, y en vano me he presentado á todos los gefes militares.
No quiero solicitar la protección de mis parientes, ni la de mis ami-
gos, porque no conozco cosa mas horrorosa en el mundo que de-
pender de los favores de otros, especialmente cuando se han poseí-
do bienes de fortuna."
"Suplico, pues, al que me encuentre aquí después de mi muer-
te (la que probablemente se verificará dentro de pocos dias, pues
no he de poder sufrir por mucho tiempo el hambre, la sed, la hu-
medad, el frió, y la falta total de sueño) que envié por el correo y
bajo cubierta á mi hermano N. que vive en N., este escrito con un
certificado de mi fallecimiento. Mi hermano pagará con mucho gusto
el gasto que este servicio demande." Cerca de Forst 16 de &-
tiembre de 1818.
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—137—
II. — "Hace unas seis ó siete semanas que me hallo enfermo,
pues al llevar á cierto granero un tercio de cebada, me caí, y sentí
que se rompió alguna cosa dentro de mi vientre. Esperímento contí*
Buos dolores.
"Todavía existo; pero ¡que noche he pasado! ¡Cuan mojado estoy!
íCuán traspasado de frío!... ¡Gran Dios!. ..¿Cuando cesarán mis tor-
mentos?...Ninguna criatura humana se me ha presentado tres dias ha-
ce....solo he visto algunas aves." Cerca de Forst el 17 de Seliemirre.
III. — "El rigoroso frío que hizo la noche anterior, me obligó
á pasarla paseándome, no obstante que el andar comienza ya á ser-
me muy penoso, pues estoy bien débil! Una sed ardiente me estre-
cha á chupar el agua que han embebido los hongos que crecen á mi
rededor, pero tiene un gusto detestable!'^ 18 de seUembre.
TV. — "Mi situación es siempre la misma ¡O si tuviera, á lo me-
nos, un eslabón para hacer un poco deniego en la noche! Quizá po-
dría mantenerlo con algunas ramillas secas. Me hallo sin guantes, y
mi vestido es muy ligero! Imagínese cualquiera lo que debo estar
«ufriendo en noches tan eternas! 19 de setiembre.
V. — "El Señor no quiere enviarme la muerte, ni algún otro
género de socorro. No ha pasado una alma por este sitio donde per-
manezco siete dias hace. Entretanto, oigo en mi estómago una alga-
rabia terrible, y el andar me es ya muy difícil. Tres dias ha que me
llueve. ¡Si pudiera, á lo menos lamer la humedad de los hongos!....
Ah! espero que dentro de dos dias, cuando mucho, acabarán mis
penas!
"En caso de que mi fallecimiento se registre en la iglesia par-
roquial de B., advierto que nací el 6 de Marzo de 1786 en R.,
cerca de N., y que el día en que fallezca, será precisamente aquel
cuya fecha falte en mi diario. Mi padre se llamaba M. C. N., y era
vecino de T.; mi madre era la Sra. G. D., y no he sido casado." 20
de Setiembre.
VI. — "A fin de calmar un poco la ardiente sed que me devora,
hace siete diari, me alargué hasta Zicgenkrug, distante una legua
de mi cabana, y me tomé una botella de cerveza, pagándola con
la última moneda que me quedaba; pero me fué necesario gastar
mas de tres horas en andar el camino. Como el posadero me vio ve-
nir del lado de F., regresé del lado de B., y me establecí de nuevo
cerca de Zicgenkrug. Sin embargo, la botella de cerveza me ha cau-
sado poco alivio: mi sed es siempre insoportable, pero á lo menos
T. II.— 18.
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—138—
tengo agua cerca de mi, es decir, en la bomba del posadero, mien-
tras que ninguna habia en medio délos breñales: haré uso de aque-
lla cuando sea mas tarde, si antes no viene á libertarme de este tra*
bajo la muerte.... ¡Dios mió! ¡Cuan flaco y desfigurado me veo en d
espejo del posadero!" Cerca de Forst^ 21 de Setiembre.
VIL — "Ayer 22, apenas pude moverme, y menos aun dirigir
el lápiz. La mas devoradora sed que puede imaginarse, me condu-
jo ayer muy temprano á la bomba; pero mi estómago vacio rehusó
admitir aquella agua helada, y no solo la volvi, sino que esperi-
menté convulsiones tan violentas, que me eran apenas soportables,
durándome hasta la noche. Entonces la sed me condujo, como esta
mañana, á la bomba: el estómago parece querer habituarse á el agua
fna; pero todo esto no puede durar mucho tiempo, porque hoy es
él décimo dia que paso sin alimento, no habiendo tomado otra co-
6a que agua y una poca de cerveza, y no he probado un instante el
sueño. Espero que hoy será el ultimo de mi vida (que es justamente
el del cumple años de mi hermano), y con tal esperanza, hago esta
oración: ¡Dios mió! en tus manos encomiendo mi espíritu." 23 de
Setiembre.
VIII. —¡Gran Dios! ¡Se han pasado otros tres dias, y todavía
no se me presenta la muerte! Mis piernas ya lo están, pues desde el
23 en la noche no me ha sido posible ir á la bomba; asi mi sed y de-
bilidad van en aumento. Esto ya no puede durar mas. . . .pero en-
tretanto, mi corazón permanece animado. — 26 de Setiembre.
IX. — "Ha llovido tanto, que mis vestidos no tienen un punto
Seco. Nadie podrá creer cuan penosa es mi situación! Tendido boca
arriba, y con ella abierta, durante el mas fuerte aguacero, he logrado
que entre alguna agua á refrescar mis fauces, pero ya el agua no pue*
de calmar mi sed: por otra parte, ya no puedo procurarme ninguna,
pues me encuentro incapaz de variar de sitio.
"Ayer pasó por aquí un hombre conduciendo cameros, yesd
primero que he visto: cuando distaba ocho ó diez pasos de mí, me
saludó cortesmente, y yo le correspondí de un modo silencioso.
¡Quizá cuando vuelva me encontrará muerto!
"Concluyo declarando ante Dios Todopoderoso, que á pesar
de los infortunios que me han agobiado desde mi juventud, muero
con un Verdadero pesar, aunque la miseria me haya obligado á ello
de una manera irresistible.
"La debilidad y las convulsiones me impiden escribir mas, y
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—139—
creo que acabo de hacerlo por la última vez." Cercad*! For$t al lado
de Zicgenkrug^ 27 de setiembre de 1818.
— Nuestros lectores sbran sacar por sí mismos la mo ral de esta
relación verídica:
Este hombre fué un suicida, y lo que es todavía mas triste y de-
plorable, un suicida sin ánimo. Se dejó morir voluntariamente; pero
procurando apartar de él la reprobación consiguiente á este acto de
desesperación ¡Pobre hombre! ha merecido mas lástima por la mise-
ria de su espíritu, que por su miseria material!
¡Con qué cuidado enumera las imposibilidades de vivir; cre-
yéndolas de tal naturaleza, que legitimaba su resolución. ^'Estaba
arniinado, decía, y no qoeria mendigar, ni pedir socorros á sus par
rieotes y amigos, teniendo por otra parte demasiada edad para ha-
cerse recibir de soldado, ice."
¡Con qué precaución evita toda circunstancia que pueda des-
pertar en él alguna chispa de amor á la vida! ¡Cómo temia cualquier
socorro!
Escoge un lugar apartado, y guarda muchos dias su ultima
moneda, sin que pensara en hacer uso alguno de ella. Entra en una
posada y teme que el posadero lo siga: pasa un pastor, y no le diri-
ge ninguna palabra, ni le hace señal alguna.
El encadenamiento de las vicisitudes humanas, ¡cuántas fortu-
nas se desploman, cuántos ciudadanos se ven repentinamente pre-
cipitados del lujo ó déla comodidad, á una angustia estrema! Pero
el sentimiento de los deberes, y el amor á la vida, tienen admirables
alicientes.
Ninguna suerte puede ser desesperada cuando hay un herma-
no, un pariente ó un amigo, ó cuando se tienen brazos y voluntad
de vivir.
Pregúntese acerca de esto, y no se tardará en oir cien ejemplos de
ricos, que para llegar á serlo, lo que pusieron en fondo no escedió
quizá del precio de una botella de cerveza: para ellos la necesidad
filé madre de la industria. Se contarán también vok\ ejemplos de
hombres afortunados, que fueron un día agobiados bajo el peso de
los mas horribles dolores del espíritu, y el primer recibimiento que
les hizo la sociedad, no fué mucho mas considerable que la piedad
de un posadero, ó la salutación de un pastor; pero que tuvieron fe
en la caridad humana que siempre brilla sobre la tierra, como laf
estrellas en el cieb, durante las noches mas sombrías.
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—140—
Un célebre escritor, de la patria del poblé alemán, escribía es-
tas lineas, á fines del ultimo sip^lo.
*'Es muy raro que un hombre se encuentre totalmente abando-
nado de los demás: si se mezcla con sus semejantes, hallará al fin
algunas almas dispuestas á protéjerio : tal vez no será entre esos
egoistas y desnaturalizados que siempre defienden la bolsa, y que
por esta razón se ven comunmente privados del dulce sentimiento
de la fraternidad humana: tampoco será entre los reformadores del
siglo, de esos misioneros ambulantes que predican las ridiculas doc-
trinas de la moda. Buscad la caridad y el consuelo entre cierta espe-
cie de gentes que no saben negarlo. Una gota no tiene mas que to-
car á la superficie del agua para ser recibida y confundida del to-
do, siendo indiferente que esa gota venga del lago, del manantial
del rio, de la mar, del Báltico ó del Occeano. ¡Hombres! todos per-
tenecéis á la masa humana, como las diferentes aguas á un elemen-
to común: abrigad en vuestro seno á los desgraciados, y hacedlos
participes de vuestra existencia!"
5í5-Para colocar con preferencia este artículo, que recibí cuan-
do ya estaban arregladas y distribuidas las materias del presente nú-
mero, fué preciso alterar el plan que me tenia señalado, posponien-
do lo mió para insertar lo ageno, y demostrar asi el alto aprecio y
consideración que me debe su ilustrado autor.
(artículo remitido.)
EDUCACIÓN.
PEDlGOGIl-rilBlOSY CÍSTICOS.
Elí el numero de conocimientos que se han elevado hoy al
rango merecido de artes ó ciencias, y que como tales forman un es-
tudio necesario y metódico para determinadas carreras de la vida,
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—Hi-
la Pedagogiüy ó arte de enseñar, ocupa un lugar preferente en los
países como Prusia, Alemania y Francia, que miran la instrucción
secundaria bajo un punto de vista concienzudo, y que sin atender
al tiempo empleado en un Colegio ó una Universidad, solo bus-
can la solidez, perfección y adelanto de los ramos que se trasmiten
á la juventud. La Pedagogía se divide en general, y particular; ge-
neral la que es común á toda la enseñanza desde los principios ru-
dimentales de la ortología, hasta las sublimes teorías del cálculo
infinitesimal, y particular el sistema de profesar con buen éxito un
arte ó ciencia con relación ó aplicación á los demás.
Mi idea en este ligero artículo no será por cierto dar un curso
de Pedagogía, tarea dificultosa para mí, y que no agradaría tal vez
á la mayoría de suscritor^s del Protocolo: hablaré únicamente de
los premios y castigos en los colegios é institutos prímarios, como
un poderoso motor de los progresos ó atrasos de los niños, y como
uno de los medios mas feHces que conocemos los maestros para ob-
tener los placenteros resultados de ver instruidos á nuestros dis-
cípulos.
No oscureciéndose á los ojos del hombre mas ignorante que la
misión de enseñar es de las mas nobles, sí no es la príinera, pues de
nada servirían los otros cargos del Estado si no hubiera hombres
de saber que los desempeñasen, y que reputándose en la época ac-
tual la ilustración conio el fundamento de la felicidad humana, debe
seguirse que los que difunden l:i ciencia, y las sanas máximas de
la virtud rinden ante Dios y el mundo el homenage mas bello y útil
á sus semejantes, y debiendo por lo mismo, ser el puesto del maes-
tro todo nobleza, todo dignidad, hasta el estremo del prestigio, sus
correcciones han de llevar impresas el mismo sello de superior pe-
netración y grandeza de alma que descubren los premios cuando
se distribuyen al mérito verdadero. Es decir que el orden y suce-
sión en unos y otros debe ser igual, la relación exactamente la pro-
pía, y así, el estímulo, la emulación que despiertan los unos, sin
envanecer, sin crear un amor propio mal entendido en la infancia,
se mortifican con los otros sin envilecer, sin rebajar la condición
débil del joven, ni degradarse el preceptor al punto de ser mas
bien un mayoral ó cómitre de una galera, que el ayo ó director de
una escuela, defecto en que han incurrido por desgracia de la car-
rera muchos maestros, por creer que un rigor escesivo ó el miedo,
eran los elementos seguros para manejar y educar los niños.
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—142—
Esta reflexión, aunque tarde, hubo de ocurrir á los gobiernos, á
los padi'es de familia, y á los mismos profesores. Se vio que la máxi*
^a de la letra can sangre entra gustaría en los tiempos de Atila 6
Dionisio el Siracusano, por cierto de los amantes á la flagelación,
cuando caído del trono se dedicó á la enseñanza; que el estado de
los conocimientos, y la simplificación de la manera de inculcarlos
hacian innecesario y hasta perjudicial ese terrorismo de las escue*
las, y poco á poco y de grado se han desterrado los castigos corpo-
rales, sustituidos en todos los establecimientos por penitencias mo-
deradas: que ataquen si se quiere el susceptible pundonor de unos,
ó los deseos de otros ó finalmente los placeres y momentos de jue-
go de todos; pero que no reduzcan á la abyección al ser que se va i
fbrmar, y que en lugar de un hombre morigerado, de pensamiento^
«obles y libres, y de modestia, reciban los padres otro destituido de
pudor, habituado á sufrir reprensiones, y que, como efecto de la
timidez en que vive, se vuelva de bajas inclinaciones, de rastreros y
viciosos pensamientos, que no diga jamas la verdad, no confíese sus
faltas con franqueza, porque aun en su incapacidad conoce que no
hay que aguardar bondad, ni tolerancia en su maestro. Felizmente
para las generaciones presentes y venideras ha variado ya esta tácr
tica escolar; y vice-versa de los antiguos, pensamos ahora todos,
aquellas bases mas acordes con la constitución especial de cada jo-
ven para guiarlo en el espinoso sendero del saber, sin que jamas co-
bre hastio á lo mismo que se le quiere recomendar, ni aversión al que
para con ellos hace los oficios de un segundo padre. Los resultados
son mas opimos, hemos omitido la odiosa costumbre de azotar, y,
en cambio, con una cuerda combinación de dulzura y carácter enér-
gico, los niños aprenden mas y mas pronto, y los preceptores ponen
mas de su parte con menos incomodidad, y mas honor.
Ha habido quien sostuviese que la cara ceñuda, y un genio de
vinagre eran condiciones indispensables en un maestro: quien, ape-
gado á sus añejas rutinas, proclamase niño castigado^ niño aprove--
chado: y también no faltó alguno que pasando á los estremos creyó
que con confites y besos aprendían los niños. Estuviéramos frescos!
Una prudente suavidad mientras convenga, la entereza mas soste-
nida en las correcciones impuestas, y en su cumplimiento mas es-
tricto, la amabilidad, y conversación familiar é instructiva á que
^ convida al joven estudioso y dó('il,.y la indiferencia ó disgusta
para el que pueda engreírse por los miramientos con que antes se
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—143—
TÍ6 tratar, he aqui á mi pareeer los primeros castigos y estímulos i^
plicables á la juventud. Se encuentran niños incorregibles por los
medios comunes, me opondrán los corifeos del rigorismo: yo que
no ignoro que los hay, que he procurado sacar partido de su carác-
ter sin fruto, confieso que para ellos no apruebo mas que un reme-
dio, el de espulsarlos inmediatamente y de una manera que produzca
algún escarmiento en sus compañeros. ¡Caan doloroso no será á sus
padres una medida tan fuerte! he oido decir á algunos maestros.
Contesto á eso que el padre que da lugar auna conducta tan depra-
vada en sus hijos, conducta que no puede serle desconocida no
siente mucho, ni le escuece quizá, la despedida de aquel de cual-
quier colegio ó escuela: mas bien creo que tema el director essi ca-
careada espulsion por aquello de perder la pensión, máxime en est0
año que con el huracán^ con la secay con la baja del azúcar son tün
difíciles de cobrar las pagas de los niños. Así ha sucedido siempre^
sin esas escusas, porque el dinero que ganan los maestros con tanié
holgura es como el de la Lotería para el concepto de muchos.
En cuanto á los premios ¡qué mies tan rica para un maestrd!
Los premios imparciales son un aguijón para que el niño redoble stL
celo, su constancia por aprender: la esperanza de obtenerlos le ha^
ce llevaderas, y agradables las horas que pasa en un colegio; y cuan-
do los gana se considera tan feliz como el millonario que se entre,
tiene contando los duros de su arcon, y el júbilo mas inocente y
mas puro inunda su corazón. Quiere entonces con mayor efusión i
su maestro, desea con ardor el instante de salir, no para juguetear 6
retozar como otros dias, sino para mostrar á su familia la distinción
que ha merecido, y cualquiera palabra de elogio ó satisfacción qué
oiga de boca de sus padres es el colmo de su felicidad. Yo he vis-
to correr las lágrimas de un niño al recibir su recompensa: y tam-
bién las he visto derramar de tristeza y abatimiento á quien á pesar
de sus esfuerzos y aplicación, no pudo ganarla con sus composicio-
nes literarias: y como á estos actos debe presidir la imparcialidad
mas sagrada, el que no lleva un premio alimenta esperanzas para la
siguiente distribución, y no queda mortificado por odiosas preferen-
cias, ni injustas calificaciones;
Entre los objetos elegidos para premiar á los niños ninguno
me gusta tanto como los libros. En anos pasados se daban dinero,
medallas, bandas, &c.; pero ya el dinero puede sospecharse que en-
jendre un principio de interés, indigno del alma de un niño, y las
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medallas y las bandas una superioridad de condición indrvidual que
si nMuralmente puede despertarse en lo futuro, jamás puede permitir
un maestro en los límites del recinto de la escuela. Aquella repúbli-
ca de chicos ha de gobernarse con iguales leyes, y solo el mérito,
la conducta acrisolada, la asidua aplicación pueden distinguir á sus
miembros. Se dieron después atestados por los señores inspectores
de los exámenes; pero á veces, deslumhrados por la locuacidad de
un alumno, han premiado solo á un memorión deshecho, que pue-
da ser no supiese responder á lo mas mínimo que se le interrogase
sobre la materia. Los premios debe adjudicarlos el maestro, y para
que no sea su capricho ó predilección la que le guie en la reparti-
ción, he acostumbrado 1°: dar vales de conducta y aplicación que
valgan cierto numero de notas favorables de conformidad al regla-
mento que he hecho fijar, pero que nunca liberten at poseedor de
la penitencia que merezcan por alguna falta: 2° al que reúna cien
notas entre sus vales doy un testimonio impreso, con el que tiene
derecho á entrar en los sorteos de premios: 3« señalo dos ó tres de
estos al año, y solo admito en ellos á los que han adquirido los
mencionados testimonios. Con este sistema es imposible que el pre-
ceptor ásu antqjo y sin una meditada apreciación del mérito, ido-
neidad, y progresos de cada uno, pueda ser culpado de parcial en
sus recompensas.
Bastan estas apuntaciones para que se conozca mi parecer en
el asunto: no ha sido mi idea la de bosquejar un cuadro perfecto de
este importante artículo de la pedagogía, por las razones que al co-
menzar dejo espuestas, y sí tocarlo como un recuerdo al respetable
cuerpo de profesores de esta ciudad para que se estimule á escribir
sobre el arte que tan honrosamente representa, con lo que hará un
bien incalculable á la juventud que le está encargada, y proporcio-
nará testos para los cursos normales que en breve hemos de ver es-
tablecidos según el espíritu y letra del plan general de estudios de
esta isla. — Camilo H, Mircena.
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—146—
PROTOCOIiACIOX
De todas las disposiciones reales, administrativas y eoo-
nómicas publicadas de oficio en el mes de Enero último.
Sala CcqAtular. — El dia 1" del corriente se reunió el Escmo.
Ajruntamiento para la elección de los individuos que en el presente
año han de ejercer los oficios de concejiles, y habiéndolo verificado
en los que á continuación se espresan, fueron confirmados por el
Escmo. Sr. Presidente Gobernador superior Civil D. Leopoldo
0-Donnell.
Alcaldes ordinarios. — Escmo Sr. Conde de Peñahrer y Sr. D.
Francisco Valdes Herrera, Regidor Alcalde Mayor Provincial.
De la Sania Hermandad. — Sres. D. Antonio Zuazo capitán de
fragata retirado de la Armada y Ldo. D. José Antonio de Galar-
ragay Mendiola.
Síndico procurador general. — Sr. Ldo. D. Femando de Pe-
ralta y Torrontegui, reelecto.
Procurador de pobres.^Br. D. Pascual Rodriguez, público
del numero de esta ciudad.
. Junta municipcU. — El Escmo. Sr. Alcalde 1? Presidente.
Vocales. — Sres. Regidores D. José Patricio Sirgado y mar-
ques de Aguas-Claras y Sindico Procurador general D. Femando
de Peralta*
Mayordomo de Propios. — D. Rafael de Castro Palomino.
Comisarias del Escmo. Ayuniamientóy de Beneficencia Sumidad,
Instrucción primaria y obras públicas. — Sres. regidores D. Joaquín
de Peñalver y Sánchez y D. José Francisco Rodríguez Cabrera.
De fuentes. — Sr. regidor D. Agustín de Morales y Sotolongo.
De lUal Lotería. — Escmo. Sr. conde de 0-Reilly, regidor
alguacil mayor.
De cárcel. — Sres. Regidores D. Manuel de Arrate de Peralta
y D. Joaquín Fernandez de Velasco, sostituto.
De alamedas y paseos.-^ Sres. D. Joaquín de Peñalver y D.
José Francisco Rodriguez.
Habana 2 de Enero de 1846. — Francisco de Castro.
T. n.— 19.
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—146—
Secretaría del Gobiemo Superior Civil de la bla de Cuba, —
Habiendo ocurrido á este Gobierno Superior civil D. Gonzalo Al-
fonso presidente de la compañía de caminos de hierro de esta ciu-
dad, solicitando se aplique la ley de espropiacion forzosa por utili-
dad pública á los terrenos que necesita para la contmuacion del ra-
mal del ferro-carril de los Palos hasta entroncarlo con el de la Sa-
banilla, y la prolongación ademas del de S. Antonio hasta el pueblo
de Guanajay, ha dispuesto el Escmo. Sr. Presidente Grobemador y
Capitán General de conformidad con la consulta del señor asesor
general primero, que en vista de lo que ordena el artículo 3? del
Real Decreto de 15 de Diciembre de 1841 que trata de las espro-
piacion«iS, se anuncie al público aquella pretensión en tres números
sucesivos del Diario de esta capital, á fin de que las personas que
se consideren interesadas, ocurran en el término de quince dias á
hacer presente á esta superioridad lo que se les ofrezca y parezca.
— ^Habana 3 de Enero de 1846. — Miguel Maria Pardagua.
Superintendencia general delegada de Real Hacienda de la isla
de Cuba, — Por el Ministerio de Hacienda se comunicó al Escmo.
Sr. Intendente de ejército y superintendente general delegado de
Hacienda con fecha 39 de Setiembre último la Real orden que sigue:
^^Escmo. Sr. -^Determinada la creación de alcaldes mayores
y reforma de la Administacion de justicia en esa isla por Real cé-
dula de 29 de julio último, de que acompaño á V. E. los tres adjun-
tos ejemplares, es la voluntad espresa y terminante de S. M. que
las disposiciones que se adopten para llevar á debido cumplimiento
el articulo 11 en cuanto á la recaudación de las costas, ó derechos
procesales, se ajusten con tal previsión y cuidado á la naturaleza
de este ingreso y al pensamiento del gobiemo supremo en dotar
oon sueldos fijos á los nuevos agentes de la administración de jus-
ticia, que por ningún título se defrauden, no dejando flanco alguno
en lo posible á la colusión, y aplicando en caso de cometerse este
delito las penas severas conque habrá de ser inexorablemente cas-
tigado. De Real orden lo comunico á V. £. Para su inteligencia y
que disponga lo conveniente á su cumplimiento."
Y formado en su consecuencia espediente en que se ha oído á-
las oficinas y ministros de Hacienda, la junta superior directiva con
asistencia de los Sres. asesor y^ fiscd^ del ramo, acordó en 18 del
actual las reglas siguientes^ que el referido Escmo. Sr. Superinten*
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—147—
dente ha dispuesto se cumplan, y de su orden se publican para ge-
neral conocimiento, en concepto de que para que ejerzan en esta
capital las funciones de revisores, ha nombrado en comisión á los
Sres. oidores honorarios D. Lucas de Ariza y D. Joaquin Oliva.
1* Los escribanos no darán curso á ninguna de las primeras
providencias que dictaren los alcaldes mayores en las causas que
hoy corren en las alcaldias, sin que antes se les hayan abonado por
las partes solventes interesadas en el pronto despacho los derechos
de vista que conforme á los aranceles vigentes podrían exigir á la
mano los propios alcaldes mayores.
2? Tampoco darán curso á la primera providencia que se
dictare en las nuevas demandas de partes solventes, sin el mismo
pago previo de vista y ocupación.
3? Las informaciones promovidas y las declaraciones pedidas
por partes solventes, no se recibiráu sin que al escribano público ó
Real que haya de actuar en ellas se le adelanten las asistencias
delJuez.
4? No darán curso á ninguna instancia de parte solvente, ni
espedirán ningún oficio ú orden sin que se le satisfagan las firmas
del juez con arreglo á lo que hoy se observa en todos los tribunales.
5? Los tasadores de costas regularán á p debido tiempo los
derechos todos no satisfechos de ocupación, últimas vistas, asisten-
cias y firmas de los alcaldes mayores, ciñéndose á los aranceles vi-
gentes ó á los que se establecieren en adelante, para escusar á los
mismos Jueces la molestia de fijarlos en cada ima de sus provi-
dencias.
6^ Los mismos tasadores retendrán en su poder las tasacio*
nes de costas hasta que se les abonen las indicadas partidas y las
^1 ^ P S y diferencia del papel; sin peijuicio de que una vez prac-
ticadas las tasaciones devuelvan los autos con nota espresiva de la
importancia total de las costas y de las que deban cobrarse á cada
parte de las condenadas: Y lo que percibieren lo entregarán sin de»
mora en la Administración general de Rentas Terrestres.
7? En cada tasación espresarán por nota de importancia de
lo que se hubiere abonado al contado por virtud de lo dispuesto en
las prevenpiones 1*, 2?, 3*, y 4*
8^ Los escribanos pondrán al pié de las providencias y de las
declaraciones á que se refieren las mismas prevenciones !• 2^ 3^ y 4*
nota ó constancia de los pagos.
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—148—
9* Todo lo que percibieren por razón de derechos de ocupa-
ción, vistas, asistencias y firmas lo enterarán semiinalmente en las
administraciones de Rentas terrestres con relación especificada de las
causas y negocios de que proceden los enteros.
10? Los escribanos y tasadores que faltaren en algo á estas
prevenciones pagarán por la primera vez la pena del cuatro tanto de
lo mal regulado, defraudado ó dejado de cobrar á su debido tiem-
po: suspensión de oficio por seis meses por la segunda; y toda la pe-
na de los defraudadores de Rentas Reales por la tercera.
11? Antes deprocederse al cobro délas tasaciones de costas
se visarán por el revisor que nombrará la superintendencia para
cada ciudad de las en que deben establecerse alcaldías mayores.
Estos revisores dependerán inmediamente de las Administraciones
de Rentas Terrestres.
12? El revisor se limitará al examen de las mencionadas par-
tidas teniendo presentes las notas de pagos al contado, las relacio-
nes de que habla la prevención 9? y los aranceles que rigieren.
13? Si advirtiere faltas ú omisiones de parte del escribano ac-
tuario ó del tasador, lo espresará por nota al pié de la tasación, y
después de devolverla dará cuenta especificada á la administración
para que por ella se ponga en noticia de la Superintendencia ó Juz-
gado de Rentas respectivo, á fin de que se proceda á lo que mejor
corresponda.
14? Para la contabilidad de este nuevo ingreso llevarán un li-
bro separado las Administraciones de Rentas en el orden que tam-
bién prescribirá la Superintendencia. — Habana 31 de Diciembre de
1845. — Joaquín Campuzano.
Sala Capitular. — Junta mumcipal — Marca de carruages corres*
pondiente al a%o de 1846. — D. Francisco Estorino ha verificado el
remate del arrendamiento del arbitrio de carruages que corresponde
en el año de 1846; y habiendo cumplido ala Junta Municipal con lo
que ofreció en el mismo remate, se hace notorio al publico de orden
del Escmo* Sr. Presidente Gobernador y Capitán general, á quien
compete la inversión de ese ramo en la composición de las calles»
para su conocimiento y gobierno, en el concepto de que. desde el
primero del año actual empezó á correr el término de sesenta dias
que el reglamento del mencionado ramo señala para que dentro de
él se presenten á la marca y satisfagan el arbitrio, todos los carrua*
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—149—
ges, sean de la clase que fuesen que transiten una, ó muchas veces
dentro de la ciudad y sus términos inmediatos, entendiéndose que
son estos hasta el rio del Luyanó, loma de la iglesia de Jesús del
Monte, la población del Cerro en su puente, rio de la Chorrera en
el punto que derrama el mar y pueblo de Regla, en sus calles y cal-
zadas correspondientes á su jurisdicción, y esceptuándose las carre-
tas que pertenecen á las obras del Real consulado, á los cuerpos de
la guarnición, á los castillos ó fortalezas, siempre que no pertenez-
can á contratistas de ellas, la volante del vecino de otro pueblo que
venga á diligencia precisa ó de paseo, y la que el hacendado tenga
para conducirse á sus haciendas y de ellas á esta capital, sin el uso
común, pagarán todas el arbitrio señalado y que mas adelante se
dirá, sin que pueda evadirse por escusa ni pretesto alguno. Lascar-
retas de campo que habiendo entrado en la ciudad y límites espresa-
dos, se retirasen sin haberse presentado á la marca y á satisfacer el
arbitrio, serán aprehendidas en la esquina de Tejas, y pasado este
punto ya no lo serán, y las que transiten por los demás términos
podrán ser aprehendidas si no están marcadas. — Loé carruages su-
jetos á la contribución, sin obligación de marcarse, son los coches,
berlinas, quitrines y volantes, de uso particular; y los sujetos á di-
cha marca son las carretas de campo, que se entenderá por tales, las
destinadas á conducir á la ciudad y términos referidos, cuanto se
coseche, crie y elabore en los predios rústicos, que sus du enos y
ellas residan en cualquiera de los partidos rurales y no se ocupen de
sol á sol en el tráfico de la ciudad, pagando cada una quince pesos:
las de tráfico con una yunta de bueyes que se ejercitan en el trajin
diario, treinta pesos; las carretas con un buey quince pesos, los carre-
tones de tráfico con una bestia doce pesos; los carretones con una
bestia que solo se ejercitan en botar basuras por alquiler seis pesos, los
carretones que se ocupan en botar basuras de las casas de sus amos ó
en otra cosa particular, tres pesos: las carretillas de tráfico seis pesos,
las volantes de alquiler ocho pesos: las volantes particulares «eis pe-
sos, los quitrines ó volantes de fuelle, coches, berlinas y demás de esta
clase seis pesos, entendiéndose que cada vecino pagará el arbitrio por
tantas volantes cuantas use á la vez, por sí ó sus familias, y que dv»be
rán hacerlo el día primero de Mayo bajo el orden que prescribe el artí-
culo 16 del Reglamento. Pasado el término de los sesenta dias, los
carruages que se encuentren sin la marca, no solo abonarán el arbitrio
rei^ectivo, sino una multa de igual cantidad y los costos que causase
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—150—
para ser impuesta, coa la aplicación por terceras partes entre penas
de cámara, pobres de la cárcel y aprehensor, sin que pueda exigirse
^ mandato de la autoridad competente; y últimamente tendrán su
efectivo cumplimiento los demás artículos del reglamento del ramo,
asi por parte del rematador como por los contribuyentes.. —El pun-
to de marca en esta ciudad es el mismo del año anterior, y también
en Regla. — ^Habana 6 de Enero de 1846. — Francisco de Castro.
Secretaría del Gobiei-no superior Civil de la Isla de Cuba. — Pre-
cedidas las formalidades dispuestas en la Real cédula relativas ¿
inventos artísticos, ha tenido á bien el Escmo. Sr. Presidente Go-
bernador y Capitán general, espedir la correspondiente por die^
años á D. Francisco Rey, á fin de que el privilegio concedido á es-
te para asegurar la propiedad de un liquido que estraido de cierta
planta produce una luz clara y brillante; se entienda solo con el
propio fin para la construcción y uso de unos candeleros ó sean ha-
chones que ha inventado, en concepto de que esta 'gracia es y se
entiende sin perjuicio de tercero en el caso de que este pruebe en
los tribunales establecidos, ser falsos los datos en que se apoyó el
interesado para conseguirla: disponiendo igualmente S. E. se anun-
cie al público para su conocimiento. — Habana 8 de Enero de 1846.
-""-Miguel María Pardagua.
Obispado de San Cristóbal de la ifoiona.— £1 Illmo Sr. Dr. D.
Pedro Mendo, obispo electo de Segovia y vicario capitular Gober-
nador de este obispado, se ha servido nombrar por decreto de este
dia secretario de gobierno y cámara de esta Diócesis al señor Ldo.
Pbro.don Onofre Antonio Mozo de Nevares, canónigo de esta san-
ta iglesia Catedral.
Lo que de orden de S. S. I. se anuncia al público para general
inteligencia. — Habana 9 de Enero de 1846. — Dr. Domingo de
Pluma.
JuTUa municipal de la Habana. — Por disposición del Escmo»
Sr. Alcalde ordinario primero, presidente de la junta municipal, de
acuerdo con los Sres vocales de ella, consecuente á reclamo que le
hizo D. Francisco Toledo, rematador del derecho de sellar las va-»
ras de medir correspondiente al presente año, de que las sastrerías^
almacenes de ropa por mayor, talleres y vendedores de maderas por
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—151—
mayor, no se presentan al sello de las varas y pago del derecho esta-
blecido, se previene que el referido rematador está autorizado para
ocurrir á un tribunal de justicia á fin de que haga cumplir la contra-
ta con respecto á los indicados establecimientos y demás que usen
varas de medir en sus operaciones lucrativas ó establecimientos pu-
blico cualquiera que sea su clase, de manera que no quede una so-
la vara sin sellar, pues bajo éste concepto verificó el arrendamiento
del indicado derecho, y así está declarado con anterioridad á él.
Lo que se hace notorio para la general inteligencia y que no se ale.
gue ignorancia. Habana y Enero 12 de 1846. — Francisco de Castro,
Capitanía general de la isla de Cuba, — Gobierno militar de la Htbana,
D. Leopoldo O-Donnell y Joris^ Gran Cruz de la Rtal y distingttida
órdm de. Carlos ///, de la militar de S. Femando y déla americana
de Isabel la Católica^ Caballero de la laureada de San Femando de
2? clase y déla 3f^ de la misma orden de San Femando^ condecora'
do con otras varias cruces de distindonpor acciones de guerra j Sódo
honorario de la Sociedad de amigos del Pais de la ciudad de ZarOf-
goza y déla de San Carlos de Valencia^ Teniente general de los
Reales ejércUoSy Gobernador y Capitán general de la isla de Cuba^
Presidiente de sus Peales AudienciaSy Gobernador Político y MiU-
tar de esta Provincia y Plaza^ Gefe Superior Civil de toda la Z?-
Za, Presidente de la Real Junta de Fomento^ de ¡a Inspección de
Estudios^ de la Asamblea provincial de la Real orden americana
de Isabel la Católica^ Delegado del Juzgado de la Real Casa y Pa»
trimojvo en esta /s/a, de la Superintendencia General de Correos^
Postas y Estafetas, fyc.
Al proceder al arreglo de los cuerpos de Milicias provinciales
de la Isla y de los Escuadrones Rurales de Femando 7? con suje-
ción á lo determinado por S. M. en Real órd^ de 28 de Febrero
del corriente afío, toqué el embarazoso inconveniente de no ha-
llarse establecidas las reglas fijas é invariables que tan necesarias
son para afianzar en los alistamientos el principio de igualdad y de
justicia entre las personas que por su edad, estado, profesión ú otro
motivo no estuviesen esceptuadas de alimentar sucesivamente'la
fuerza de estos institutos. La Subinspeccioa General del Ejército
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—152—
me hizo asimismo presente este gran vacío del Reglamento de Mili-
cias de 1769, rechazando r?zonadamente la práctica seguida hasta
ahora de ejercerse esas delicadas y trascendentales funciones por
los Tenientes veteranos con los Comisarios de barrio y Capitanes
de partido sin intervención inmediata de Gefes ni Autoridades, y sin
otra formalidad que inscribir en relación á los individuos que en su
concepto debían enrolarse en las Milicias. Un sistema tan irregular
y vicioso no podia menos de traer consigo abusos y perjuicios de
suma gravedad que me consideré desde luego en el deber de des-
terrar para siempre, sometiendo á la decisión de la suerte la obliga-
ción con que nacen todos los españoles de servir á su Rey y defen-
der la patria con las armas en la mano cuando lo exijan las circuns-
tancias y lo ordene la autoridad competente; haciéndoles al propio
tiempo partícipe de los honores, prerogativas y exenciones conce-
didas por las leyes y Reglamentos vigentes á los que sirven honra-
damente en estos beneméritos Cuerpos.
Mis convicciones para promover esa variación fueron fortaleci-
das con las leyes y disposiciones delCJobiemo que han ordenado los
sorteos para el reemplazo de las Milicias provinciales así en la Penín-
sula como en las islas de Canarias y Puerto-Rico confiriendo á la
vez la ejecución de sus diferentes operaciones á las respectivas au-
toridades Ci\iles y Municipales. Pero no juzgando prudente, sin
embargo, introducir en el pais esta novedad sin primeramente infor-
marme si en ello habria algún inconveniente que yo no hubiese
previsto, encargué al Escmo. Sr. Mariscal de Campo D. Vicente
de Castro 2° Cabo y Subinspector General de la Isla reuniese á los
Coroneles de los mismos Cuerpos, y que si en las conferencias re-
petidas que con ellos tuviera y en los pareceres que debieran darle
por escrito según su esperiencia, no presentasen ninguna razón de
utilidad pública que hiciese desistir dt- 1 método intentado, pasase i
mis manos el correspondiente proyecto de Reglamento. Adherida
enteramente la opinión de los espresados Gefes al sistema de sor-
teos y redactado en lo principal estos trabajos bajo la base de la
ordenanza de reemplazo de 1837, con las variaciones que se han
estimado necesarias, acomodándolas alas instituciones y localidades
del pais, todavía quise asegurarme de su imprescindible necesidad
oyendo la opinión del Escmo. Ayuntamiento de esta capital, del
Sr. Oidor honorario D. Blas Oses, Asesor General 1" de Gobierno
y del lUmo. Sr. Auditor de Guerra de esta Capitanía General D.
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—isa-
Antonio Armero, á quienes sucesivamente pasé el espediente gene*
ral del arreglo de Milicias, y habiéndome manifestado tanto la Cor-
poración Municipal por su acuerdo de diez y siete de Octubre últi-
mo como los espresados Magistrados que á todas luces es preferible
el sistema de sorteos al antiguo, cuyos perniciosos efectos y graves
inconvenientes han tenido ocasión deadveitir tomando por otro la-
do en consideración la ampliación que me han propuesto en los ar*
ticulos de escepciones en favor de ciertas clases y personas por
las ocupaciones de interés público á que están dedicadas, he venido
en mandar y mando en virtud de las facultades que me están con-
feridas por la espresada Real orden de 28 de Febrero del presente
año, se obsierve en esta isla para el reemplazo de sus Milicias Pro-
vinciales y de los Escuadrones Rurales de Fernando 7? el Regla*
mentó siguiente:
Artículo 1" — Serán llamados al servicio de los Cuerpos de Mili*
cias todoá los individuos desde la edad de 16 años hasta cuarenta,
que no tengan las escepciones marcadas por la ley y sean blancos,
hijos de padres blancos, y como este punto sea de tanta importancia
se exigirá á los Capitanes de partido y Comisarios de barrióla mas
estrecha responsabilidad en los padrones que formen.
Art. 2» — A la autoridad de la subinspeccion General toca re-
clamar de la Civil el número de hombres necesario para el reempla-
zo de Milicias.
Art 3? — Para llevar á efecto lo determinado en el artículo an-
terior, los Coroneles de Milicias remitirán al Subinspector después
de la revista de Diciembre de cada ano una relación de las bajas
ocurridas en todo él, y otra de las que deben acaecer en aquel mo^
mentó por las licencias á los cumplidos ó inútiles y á los que por
cualesquiera otra causa deban ser separados.
Art. 4^— El Subinspector con la autoridad de su empleo dará
á los Gefes de Milicias las instrucciones que tenga por conveniente
para la formación de las relaciones y recibidas por él, según tenga
mandado, pasará las respectivas á esta ciudud y su jurisdicción al
Escmo. Sr. Gobernador superior Civil. Las de Matanzas, Cuba y
Trinidad á los Gobernadores Políticos respectivos y al Teniente
Gobernador de Puerto-Príncipe en lo tocante á la suya.
Art. 5"— Al mes de publicado este reglamento se habrán for-
mado por los Capitanes de partido ó Comisarios de barrio, los res-
pectivos empadronamientos para la Milicia sobre los cuales se Ueva-
T. II.— 20.
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—154—
rá siempre con la mayor exactitud el alta y baja que ocurra, á fio
de que en todo tiempo solo figuren en ellos los mo2u>s hábiles para
el sorteo desde la edad de diez y seis años bástala de cuarenta, sal*
vas las escepciones que se esplícarán en capítulo respectivo,
Art. 6? — Cada tres años se hará un nuevo empadronamiento.
Art. 7°--Recib¡das por la autoridad civil respectiva las rela-
ciones de las bajas que deben cubrirse y en las cuales estarán ano-
tados los partidos á quienes corresponda aprontar gente, se publica-
rá el sorteo por los periódicos en los puntos que los hubiere, ó por
cedulones colocados en los parages mas públicos de las poblaciones
y en las puertas de las casas capitulares ó de las que habiten los capita-
nes de partido, se colocará con el cedulón las relaciones de los hom-
bres hábiles y de los esceptuados para que todos los interesado»
puedan concurrir á examinarla y hacer á la autoridad la reclamación
de si alguno dejare de hallarse inscripto en la lista, porque las de
escepcion habrán de presentarse después de verificado el sorteo del
modo que se espresara, mas esta ha de ser antes de aqut:l acto, po^
que de no el individuo será declarado prófugo, y sujeto á la pena
de servir sin sorteo y por un tercio mas del tiempo señalado.
Art. 8? — En los anuncios se fijará el dia del sorteo que debe-
rá ser precisamente en domingo, ó dia de fiesta entera eñ los luga-
res y forma que á continuación se espresarán.
Art 9- — En esta capital se verificará el sorteo en la Sala Capi-
tular con los dos Alcaldes, el Síndico y los Curas párrocos, presidi-
do por un Teniente de Gobernador. Lo mismo se practicará en las
ciudades de Matanzas, Trinidad y Cuba. En las demás poblacio-
nes donde hubiese Tenientes Grobemadores y Ayuntamientos, se "
practicará el sorteo en iguales términos. Las ciudades y villas que
teniendo Ayuntamiento carecen de Teniente Gíobemador y Cs^ita-
de partido, harán el sorteo en la Sala Capitular con los mismos dos
Alcaldes, Síndico, Párroco y presidirá el comandante de armas que
reúna el mando politico. Los pueblos que tienen Tenientes Gober-
nadores y no Ayuntamiento, verificarán el sorteo en casa de este
uncionario con asistencia del cura ó curas y de tres vecinos elegi-
dos por el Teniente Gobernador que reúnan las circunstancias de
notoria honradez, madura edad y suficiente caudal y que no sean
parientes entre sí. En los demás pueblos ó partidos se' hará el sor-
teo en casa del capitán concurriendo el cura y los tres vecinos de
que .ic habla anteriormente.
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—155—
Art. 10. — ^En todos los sorteos ejercerá de Secretario el Es-
«ribaao público ó de Ayuntamiento, y donde no lo hubiese, desempe-
ñará sus funciones uno de los tres vecinos déla Junta nombrado por
ella misma á pluralidad de votos.
Art 11. — Esta Junta asi constituida y declarada tal examina-
rá y revisará el empadronamiento que presentará el Presidente, y
conformándose con él ó poniendo las objeciones que sean justas,
procederá acto continuo al sorteo.
Art. 12, — Rectificado el alistamiento se escribirán los nom-
bres de los comprendidos en él en papeletas iguales. En otras papele-
tas también iguales se escribirán con letras tantos números cuantos
sean los enrolados desde el primero hasta el que corresponda pro-
gresivamente.
Art. 13. — Las papeletas s^í introducirán en bolas iguales y es-
tas en dos globos: en uno las de los nombres y en otro las de los né-
meros, leyéndose los primeros separadamente al tiempo de la intro*
duccion por el Presidente de la Junta y los segundos por el SindicQ
6 el que haga sus veces.
Art. 14. — Introducidas las papeletas se moverán suficientemen»
te los globos y estando prevenidos dos niños que no pasen de edad
de diez años, sacarán el uno una bola de las que contengan los nomn
bres y la entregará al Síndico. El otro niño sacará otra bola de las
que contengan los números y la entregará al Presidente. El Síndico
leerá en voz alta la papeleta que contenga el nombre y el Presidente
leerá del mismo modo la que contenga el número. Estas papeletas se
manifestarán á los demis individuos de la Junta.
Art. 15.— Las juntas serán responsables délas ilegalidades de
estos actos que deberán ejecutarse con toda la formalidad y exactitud.
Art. 16. — El secretario que estienda el acta lo ejecutará con el
mayor cuidado, pureza y diligencia y en ella se espresarán los nom-
bres de los enrolados según vayan saliendo y con letras el número
que corresponda á cada uno.
Art. 17. — Estas actas leídas y salvadas sus enmiendas, si las
tuvieren, se firmarán por los individuos de la Junta y por el Secre-
tario.
Art. 18. — El martes inmediato al domingo en que tuvo lugar el
sorteo, se pondrá la relación de los que han salido soldados en los
mismos parajes donde se colocarop los cedulones de citación, yi&l jue-
ves de la propia semana, se b^brá becho la notificación personal ó por
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—156—
boleta á cada uno de los á quienes cupo la suerte de ser miliciano.
Art. 19. — Precederá al envío de los hombres á los regimien-
tos el reconocimiento facultativo para la aptitud física que se verifica-
rá por tres profesores donde los hubiere, ó por lo que sea posible
reunir, los cuales pondrán al pié déla relación una certificación en
que conste hallarse útiles todos los comprendidos en ella, Al mar-
gen de la misma relación espresará la Junta respecto á cada indivi"
dúo que tiene la aptitud moral necesaria. Si los facultativos diesen
por inútil algún mozo, queda al arbitrio de cualesquiera de los inte-
resados repetir contra la declaratoria ante la Junta, y de no inten-
tarse ó de declararse inválida entrará á reemplazar aJ esceptuado e^
número que le siga y así sucesivamente si fuesen dos ó mas.
Art. 20. — Si habiéndole tocado la suerte de soldado á algún
individuo se creyese con derecho á esponer alguna escepcion legal,
lo verificará ante la misma Junta en que fué sorteado, y en el do-
mingo inmediato al en que se hizo el sorteo, la cual la tomará ea
consideración si fuese arreglada; ó de no la desechará dando al es-
ponente si la pidiese una certificación en que conste la escepcion
interpuesta y las razones en que la Junta se ha fundado para la
negativa.
Art. 21. — Con la certificación que determinad artículo ante-
rior podrá apelar el reclamante de grado en grado en esta forma;
de la junta presidida por el Capitán de partido al Teniente Gober-
Hador déla jurisdicción, de este al Gobernador de quien inmedia-
tamente dependa y en definitiva al Gobernador Superior Civil de
la Isla, quienes oyendo á sus Asesores deliberarán, entendiéndose
que todos estos trámites se despacharán como de preferencia, bre-
vemente y sin costo alguno para el recurrente.
Art. 22. — Si reunida la Junta para el sorteo se presentasen
mozos voluntarios serán admitidos siempre que reúnan las calida-
des físicas y morales necesarias omitiéndose entonces el sorteo ó
haciéndose solo de la diferencia que haya entre el número de volun-
tarios y el total del cupo, pero si los voluntarios escediesen del cu-
po, se verificará entonces el sorteo entre ellos solamente.
Art. 23. — Si el dia que la Junta se reúna para el envío de los
mozos á los Regimientos con objeto de que sean filiados, ya sean
de los que deban ser soldados ó de los suplentes, faltase alguno sin
justificar la causa legal que se lo impide, será declarado prófugo, y
cubierto su número por el inmediato, quedará él obligado á servir
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—157—
por un tercio mas del tíempo señalado en cualesquiera época en
que se le aprehenda para lo cual se harán cuantas diligencias fue-
sen posibles.
Art. 24. — El plazo que debe servirse en Milicias será de 10
años á cuyo vencimiento se entregarán religiosamente las licencias
absolutas sin goce alguno, pero el que voluntariamente quiera con-
tinuar sirviendo por cinco anos mas y se separe después de venci-
dos los quince, se le dará la licencia con fuero militar por toda
su vida.
Art. 25. — Los prófugos ser^'irán quince años, á cuyo tiempo ob-
tendrán las licencias sin fuero ni goce alguno; pero si quisiesen ser-
vir voluntariamente hasta los 20 años, se les concederá el fuero al
tiempo de separarse.
Art. 26. — Los que habiendo servido su plazo de 10 años ob-
tengan sus licencias no volverán á ser llamados al servicio de Mili-
cias, pero si la obtuvieren por inútiles antes de ese período y reco-
brasen la salud ó desapareciese la caus.i que produjo la inutilidad,
volverán á entrar en suerte y de tocarles la de soldados estinguirán
en el servicio el tiempo que les faltaba para cumplir los diez años
cuando fueron separados.
Art. 27.— Para el servicio de Milicias de Caballería entrarán
en suerte los mozos que puedan costear caballo, y para el de Ru-
rales que pueda mantener caballo y equipo, cuyas circunstancias .
constarán con anticipación en los padrones, pero si hubiese mozos
de robustez que no lo tengan, serán siempre alistados, y quedarán
como agregados á las mismas compañías para que en ellas hagan
el servicio posible á la clase de Infante.
Art. 28. — El plazo de diez años se contará desdo el dia que
reunida la Junta se presentan en ella los mozos y son enviados á los
gefes de milicias para filiarlos.
Art. 29. — Quedan esceptuados del alistamiento para las Mili-
cias todos los estrangaros aun cuando se hallen domiciliados en el
pais y tengan carta de naturaleza, petro no los hijos de estos que
tuvieren las cualidades de ciudadanos españoles.
Art. 30. — Asimismo se esoeptúan del servicio de Milicias los
individuos que á continuación se espresan: —
Los empleados con titulo ó Despacho Real.
Los abogados.
Los Alcaldes ordmarios que sean ó hayan sido.
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—158—
Los de la Santo Hermandad mientras ejerzan sus funciooes.
Los Regidores de los Ayuntamientos.
Los Capitanes de partido y el número de Teiientes que á cada
uno tenga designado el gobierno mientras estén ejerciendo.
Los Comisarios de barrio y sus Tenientes en los mismos tér-
minos.
Los Síndicos Procuradores de los Ayuntamientos Ínterin ejer-
zan el empleo.
Los corredores de número.
Los Diezmeros.
Los Médicos y Cirujanos con títulos de tales.
Los Notarios con título.
lios escribanos con título.
Los procuradores de número con título.
Los boticarios aprobados y con establecimiento abierto.
Los mayordomos de las ciudades, mientras ejerzan suitócio.
Los catedráticos de la Universidad y de los colegios que tengto
cátedras permitidas por el Gobierno.
Los maestros de escuelas públicas y los de gramática, con titu-
los de tales.
Los ordenados insácrís.
Los matriculados de esta Universidad, con tal que haga constar
sus adelantamientos en las ciencias, con certificación de catedráti-
cos visadas del Rector, acreditando también hallarse comprendidos
desde sein meses antes cuando menos en la matrícula de la Univer-
sidad.
Los dueños de tienda abierta.
Los comerciantes por mayor y uno de sus depencUentes desig-
nados con anterioridad.
Los retirados del ejército con inválidos 6 dispersos.
Los matriculados de marina y empleados en maestranzas y ar-
senales y los alumnos de escuela náutica.
Los apoderados de los cosecheros de cada partido.
Los impresores.
Los fundidores de letras de continuo ejercicio.
Los abridores de punzones y matrices.
Los albéitares con partido asalariados por los pueblos.
Los directores de máquinas de los caminos de hierro, y los ma«
quinistas de los ingenios.
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—159—
Un maestro de azúcar por cada ingenio que muela.
Los mayordomos de ingenios y cafetales.
Los mayorales de todos los predios rústicos, cualquiera que sea
i5u dotación de esclavos.
Los sacristanes y sirvientes de la iglesia que gozan salario.
Los poblres de solemnidad.
Lois imposibilitados por impedimento físico ó moral cono-
cido.
£l hijo único de padre sexagenario ó impedido.
El hijo único de viuda.
Lo dueños de án^ia que pasen de 15 bestias.
Los jornaleros.
Art 31. — Para el servicio de las Milicias Rurales solo se es-
ceptuarán los siguientes;
Los Empleados con título ó Despacho Real.
Los Abogados.
Los Alcaldes ordinarios que sean ó hayan sido.
Los de la Santa Hermandad mientras ejerzan sus funciones.
Los Regidores de los Ayuntamientos.
Los Capitanes de partido y el número de Tenientes que á ca-
da uno tenga designado el Gobierno mientras estén ejerciendo.
Los Comisarios de barrio y sus Tenientes en los mismos tér
minos.
Los Síndicos Procuradores de los Ayuntamientos, Ínterin ejer-
Ean esít, empleo.
Los Corredores de número*
Los Diezmeros.
Los Médicos y Cirujanos con títulos de tales.
Los Notarios con título.
Los Escribanos con título.
Los Procuradores de número con título.
Los Boticarios aprobados y con establecimiento abierto.
Los Mayordomos de las ciudades mientras ejerzan su oficio.
Los Maestros de Escuelas públicas y los de Gramática con tí-
tulo de tales.
Los ordenados in sácris.
Los matriculados de esta Universidad con tal que hagan cons-
tar sus adelantamientos en las ciencias con certificación de los ca-
tedráticos visada del Rector, acreditando también hallarse compren-
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—160—
didos desde seis meses antes cuando menos en la Matrícula de la
Universidad.
Los dueños de tienda abierta.
Los comerciantes por mayor y uno de sus dependientes, desig-
nado con anterioridad.
Los retirados del ejercito con inválidos ó dispersos.
Los matriculados de Marina y empleados en Maestranzas j
Arsenales.
Los impresores.
Los fundidores de letras de continuo ejercicio.
Los abridoras de punzones y matrices.
Los albéitares con partido asalariados por los pueblos.
Los directores de máquinas de los caminos de hierro y los ma-
quinistas de los ingenios.
Un maestro de aziicar por cada ingenio que muela.
Los mayordomos de ingenios y cafetales.
Los mayoral«;s de todos los predios rústicos cualquiera que sea
su dotación de esclavos.
Los sacristanes y sirvientes de las iglesias que gozan salario.
Los pobres de solemnidad.
Los imposibilitados por impedimento fisico ó moral cmiocido.
Art. 32.— En los pueblos cuyo territorio i)o comprenda alguna
parte de playa, no se esceptuará á ninguno del sorteo, ni para las
milicias disciplinadas ni para las rurales, á pretesto de ser matricu-
lados, porque en ellos no deberá haber aforados de esta especie.
Art. 33. — No se admitirán sustitutos en los cuerpos de Mili-
cias.
Art. 34. — Para todo lo que no se haya previsto en este Re-
glamento se observará lo que determina el de Milicias de 1769.
Y para que llegue á noticia de todos, imprímase y circúlese
á las Autoridades, (Jefes y demás funcionarios á quienes correspon-
de su cumplimiento, y dése cuenta á S. M. Dado en la Habma á24
de Diciembre de 1846. — Leopoldo 0-DonnelL — Es copia. — Pedro
Estdxmj fecretario.
Mticia de los nombramientos y promociones y otras gracias en elper-
sonal militar recibidas en el último correo de la Península.
Por Real orden de 2 del mes y año próximo pasado, fe conce-
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— IGI—
Por otra de tó de Noviembre loltímo, se Dombhi sargento ma-
yoTT^terano debb^aüOD de Mflicias disciplinadas de 4ViIles, á D*
Jottquiíi iRamon de Foxá, éápltaa de regimieftto de España, ■
dfl^miirteleaeHtaiilazaal Sr. Brigadier D. Antonio Qarcía Oña,
€h)berimdov que fué de la ciudad dtr Matanza*.
^ ' Pwr otfa dte la misma fecha se concede igual erapka en el je^
gitinCAitoMitíbias 'Dragones de Matanzas al capitán del de Lance-'
rbs eon grado de teniente coronel D. Joaquia de Urrutia.
,' Por otra' de £4 dd propio mes, se concede empleo de capitán
al comandante' gvadimd(^ D. Manuel Pérez de Alderete, primer ay u-
<font9 tie esta' pla¿a.
' Porotna de iguad fecha se confiere el grado de capitán al ^e-*
ffíshte lie larcvmpeOia de depósito del regimiento de España^ IX'
Féfoí Benet
' Pior^tra de39'tkiid«ní^nombfaaIféreflP d(d regimiento de^
L«ic«t09 drifíRey^ i D/José Oareía MawAes.
?'. \Por^0tra'de la' repetMa fechase concede tttiro con uso de uni*;
forme y goce de fuero criminal, al coronel graduado agregado á Ids
milicias Dragones de *Matanzas,-D. Juan Montalvo*y Castillo, con-
^é& Sé c«a Montalvó.
•> Pov'Dtnid&ld del mismo Noviembre^ se coiiccde ingreso en
tt^departaúieaito xt&artilleria dé esta piaza, aTcaph&nde dicha aarma
gniluido **» tedíente coronel D. José Maria Errada. ' ' >
í; 1M olrw dáaSse aprueba el notóbralmiento que interinamente
Mbo eitaioipitafiíagenex^lá^vor déitemente D. Joaquín Ckaravig^
nao^ iparálaaytftdaÉRtia del ^castillo del Morro de la plaea dé Cuba.
Ppr Rbál cédufcí de 28 de Noviembre citado, se concede la pía-
Mdeli^flttítl'yi]ftílitoi¿rden^ San Hermenegildo altérnente co^
ronel graduado D. Blas Rodríguez Ojea, «argento mayor ^ bátíií-
Uon de milicias de Pto-Príncipe.
• ■. TOroírafle Sí de Agosto anterior se concede la cruz sencilla
áé l»i nrióia'éf den al «omattdante graduado D. Pascual Ontiveroá,
eápkafl'del rej^mientb dif Lanceros det Rey.
•' í Tf ftnalmentei por otra de Real orden de 30 del mes ante-próxi-
mo se concede retiro con arreglo al reglamento de 1816, á los indi-
viduos de tropa del regimiento Milicias de caballería, José Pérez y
José Marh Cterefa. '
Habana 18 de Enet^ de 1846. —Perfro Estébm^ secretario.
T. II.— 20J.
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—162—
Secretaría del Gobierno mperior diril de la Ma dt Ctóa..— Ha-
biendo manifestado el Escmo. Sr. Intendente dé ejército, svper»
intendente general delegado de Real Hacienda, que Tarioe indi*-
viduos se introducen en el establecimiento de D. Juan de Lava-
lie, arrendador de las vendutas públicas de esta ciudad, j aprove*
chandosa de la concurrencia que en él suele haber, venden efectos
ó alhajas defraudando asi sus derechos; conforme con 16 propoest^
por aquella autoridad y la consulta emitida por el Sr. Alcalde mayor
primero, ha resuelto el Escmo. Sr. C5robemador y Capitán general,
prohibir como se prohibe por punto general toda venta en dicho es-
tablecimiento que no sea por el arrendador ó sus dependientes, coft
entera sujeción á las reglaá establecidas, imponiéndote á los contra-
ventores la muha de veinte y cbco pesos por la primera vea, di>Ue
por la segunda, y asi sucesivamente, con la aplicación ordímiria,
sin perjuicio de las mas serias demostraciones que exigieren la
obstinada reincidencia ú otras causas: lo q\ie se hace áatber para ge*
neral inteligencia.— Habana 17 de Enero de 1846. — J^Bguel Jlbría
PaTtiaguaj secretarío.
Cmnandanda general de Marina. — Apostadero dé te Htínif
na, — El Escmo. Sr. Comandante general del apo^adeio, en virtud
de haber sido nombrado por S. M. Alcalde mayor de F^vianéii^
de Jagua D. Vicente de la Torre Trasslerra, fiscal interino dd J9Zm
gado de este apostadero, ha elegido ai Ldo. don Eduardo Eaponda
para que lo reemplace con la misma calida y eondicioaes de re»
nuncia de vistas y ocupaciones de las causas pendientes. Y habien-
do tenido efecto la entrega en el dia de hoy, se avisa al piU[>Ueo por dis-
posición de S. E. para general inteligencia. Hablma 16 de Eneró ét
1846. — José Manitel Pareja, secretario.
Obispado de la Habana, — Cabildo eclesiástica: — fU V. Cabildo
Eclesiástico, en la sesión estraordinaria celebrada en este dia, sa ha
servido nombrar secretario capitular al Pbro. Ldo. D. Nicolás A*
brantes; y habiendo tomado posesión en esta fecha, se avisa al pú-
blico para general inteligencia. Habana y Enero 16 de 1846.
Secretaria del gobierno Superior Civil de la isla de Cuba,— El
Escroo. Sr. Gobernador Capitán General ha recibido con real orden
de 11 de Noviembre último, el Begium Exequátur queS. M. la Rei-
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—les-
na se haserviik) e^>edir autorizaDÜo i Mr, J. F. Ibbeken, para que
piwda ejercer las funciones (le -cÓD«ul de Old^mburgo en esta ciu-
dad. Y en cumplimiento de esta soberana disposición, S. E. ha de-
terminado que el interesado sea admitido al uso y ejercicio de sus
funciones y reconocido como tal cónsul de Oldemburgo en esta ca-
pital, publicándose esta resolución para general inteligencia y efec-
tos convenientes. — Habana 20 de Enero de 1846. — Miguel María
Paniagu0j secretano.
Marea de canuages del afio de 1846. - Por disposición del
£sc0io. Sr. Presidente Gobernador Superior Civil, de conformidad
txuh la consulta del Sr. Alcalde mayor segundo, y á instancia de D.
Fmncisco Estorino, contratista del arbitrio de carruages del presen-
te año, se publican en este Diario, para sumas exacto y puntual
cumplimiento, los artículos 7, 15 y 18 del reglamento que gobierna
. en el ramo, que son del tenor siguiente:
Art. T Desde el dia de la publicación del remate del arbitrio, pue-
de el contratista aprehend'ír los carruages que encontrase sin la marca
y conducirlo al lugar donde ha de ponérsele, sin exigirle mas que
h contribución establecida; pero si los aprehende después pasados
sesenta dias, no solo le cobrará aquella, sino le exigirá acto continuo
lamulta de otra suma igual á la que debió contribuir por el derecho
y los costos que causaren.
Art. 15- Para el abono de los derechos designados en el ar«
úcxAo 13, se entenderá por carreta de campo, aquellas destinadas
á conducir á la ciudad y los términos espresados en el primero, to-
do cuanto se coseche, crie y elabore en nuestros predios rústicos,
que sus dueños y ellas, residan en cualquiera de los partidos rurales
y no se ocupen de sol á sol en el tranco de la ciudad: todas las de.
ttiás serán consideradas como de tráfico y sujetas á la contribución
de su dase.
Art 18. Los carruages aprehendidos por falta de marca, ó
por gereitarse en distinto tragin de aquel para que fueron marcados,
serán conducidos al depósito que el contratista designe, y si en el
preciso y perentorio término de ocho dias, no concurrieren sus amos
porellos, paraquese les marquen, pagando el derecho, multas y
costos, dará cuenta á la autoridad competente, para que á la breve-
dad posible, se proceda á su venta y remate, con cuyo producido se
abonará en primer lugar el derecho; seguidamente los costos y des*
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pues la multa, 6 la. parte de ella á que a](taBzate;]r*sibubme)SObfBR-
te, se mantendrá siempre ea deposito ¿ disposición de^Mi-diieió» 4
quien se le entregará en el acto que lo reclame, precediendo la ór*
den del señor j^ez que ha conocido el remate. — ^Habana y Enero-
20 de 1846. — Framcisco de Castro y escribano de cabildo.
Secretaría del Gobierno Supeiior Civil. de ¡a Isla de QAs^fT^
El Escmo. Sr. Presidente, Gobernador y Capitán General^ ^ did^
puesto se cite á la persona que pueda dar razón de la familia de
D. Juan Rebollo, hijo legítimo de D. Juan y D* Simona dehí .Con-
cepción Ramos, para que se presente en esta secretaríftide.mi oailgo'á
instruirse de cierta comunicación que ha diir\jido á esteígobienM>^Ifl^
jimta principal de sanidad de Vigo, á cuyo punto. paso aquel i»Abin
dúo en la bric-barca española Esmeralda. Habana ^ de Enero de-
l846.--.MS^fae/ María Paniagua, secretario.
Comandancia general de marina* — tostadero de la Habana, —
Dirección general de la Armada. — Escmo. Sr.: el Esomo. Sr^ Minisn.
tro de Marina en 29 del pasado dice al Escmo. Sr« J)irectoiv Capit'*^
an general de la Armada lo siguiente. — ^Escmo. Sr,: el Siub«éeretario!
del Ministerio de Estado, con fecha de antes de ay^er m^ dicelo s^
guíente: — ^Escmo. Sr.: el Sr. Embajador de Francia ea^síacoiáieí
con fecha 23 del corriente dice al Sr. Ministro de Estado lo quesigUe;^
Resulta de una comunicactondirigida por el ministerio df Mf^iaa al
de Negocios estrangoros^ que el 17 de Sietiembre último el Sf.. SU|r
driguez, capitán del bergantín español Cotreo^ encontiTi^do ciiv.ab^^
mar una lancha en qtie se habían refugiado pilleo hombrefi^pi'ocaf»
dentesde la goleta naufraga IzAl&rta^ los recogió y. afilio Qiii
cuánto pudo, hasta tanto que los jtrasladq á bordo de po boqua im^
e«8 que iba á Dunkerque. He recibido órdeudepoBer.est^^ecbM
en noticia del gobierno de S. M. C, y de hacerle presente ^ ütícr)
mo tiempo el agradecimiento del gobierno del Re)< poj:- )a generosa
protección dispensafia i nuestros compatriotas po« etlJcapitoj^^R€l4Hn
guez.*-* Er» posdata.r-rAcabo de .recibir en este ínomí&nto Mm^ aM^
cia semejante de Barcelona» El capitán de la. goleta*^ ^ífjl^r^f
Carmen^ D* AnÉ€iiii(>Dol2^r<9CÍbió abordo oobo^mWsfd<í,l^<gOn
leta^ miercante JPihcait, en. el laomeato que 3X»z(^btrab»« No ptíedo. jos^
pheacr á Y. £. cuan agradecido esk>y'á la generosa bum(MP^tdaflí4i^
estos dos capitanes españoles* — Lo que de Real orden tonUAÍiGiidi^
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—16a—
petrel espresado Sr. Ministro traslado á V. E. á fin ¿e que .se 3Ír^
ponerlo en conocimiento de los interesados para su safisfaccioií.-^
Lo que traslado á V. E. de orden de la Reyna Nuestra SeSora pwl^
su tlrculacion y con d espresado objeto. — Y pcfr acuerdo de la
Jiínta de Dirección ky transcribo á V. E. á ios efectos corresjJoM
dientes.— Dios guarde a V. E. 'muchos años- Madrid 17 de Ntíi
^Píembíe de 1846.— P. I. del Si*, primer Secretario, Frapcisto de
Púíldk Pavía. — Escrao. Sr. Comandante general de Marina <^tfí
Apostadero de la Habana. «^ Es copia. — Jo^é Manuel Par^a^ secc^
tario.
*' Conmndaiusia general de Marina. — ^postaúeiN> dt la Habana, —
Por Real orden de 22 de Noviembre úhirao se ha dignado S, Mí
nombrar segundo géfe del Apostadero de la Habana al Sr« brtgat
dier D. Tortas de Sostoa, en reemplazo del Sr. D. FraneiACo da
Paula Sevilla, desu misma ciase, electo capitán del Puerto d^ Git
diz;^^ y habiendo tenido efecto el acto de entrega en el dia úá ajrer,*
ha dispuesto el Escmo. Sn Comandante general se inserte 'esta no-,
vedad en er Diario de la Marina. Habana 21 de Enero de 1846. —
Jf&sé'Mmuel Pareja; secretario. : -
'*'■'■' ' • ' ' C
. AVISO A LOS NAVEGANTES. ^ - '
Deí establecimi^ntt} de %tn FaHal' en la entrada de Puert^Riep^
eniat. JV, 18^ 29" ylong. O. de Vá^ 59^ 48' 50".— Des^e el
día IT de Enero de 1846 se adumbrará este fanal colocail^ en el
lado oricfitalde isu c&nal de ei^rada^-como cable y medio ($32 va^
ras)inkrxíancte hacia el puerto.
( Batribasohile lo ma«í alto de an castillo que guarda su entrada
H«mad0 d^l^rra, jrlo áif9tingue de otro bastante semejante á él
síÉiiadpíá .alia milla ieacasaháoia el S y también en lacostaj llama^dor
SiCHMhA. ...
Sé entra eo' .el puerta llevando ^ fanal por el costado de ba*
horsin aoeralx^e á la ka á menos. de 840 varas por su parteK y O^j
y:á4flK)íid€0^t3'Or.lfi delSO.;ysiti apartarse de ella á 740 varas.ó»
UA temo^ d¿ QiiUa piOr su parte occidental. * r,
íS^^eteliacion -Sobre *€! mar es de 187J piesde Bórgojí,^ co^w)j
aoirias.anttnores medida9,<y su tanjertter al^ horiasoote es de 15 mi«r
HasnJarítimas. \
- I Tiene 114 de eaUpse y 8 de1u«.-*Los prácticoa salen coma *á.
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—166—
éow mUlas al N. y £. del Morro con tiempos comaneA> J durante
el día avisados por dos vigías que se repiten la misaia señú eo los
éii^vutillosya dichos.
Se re esta luz de todos los rumbos comprendidos entre O ^
N 0| j el £. por la parte del N. £1 color de esta luz es el natural.
Puerto-Rico 31 de Diciembre de l845.^~Cayetano Pilón.
Lo que de orden del £scmo. Sr. Comandante ^neral de este
Apost^idero s0 anuncia al público para su debida notoriedad. Ha-
bana 21 de £nero de 1846. — José Manuel Par^j secretario.
Secretaria del Real Jkuerdo de la Audiencia Pretorial de la
Habana^* — ^£1 £scmo. é lUmo. Sr. Regente interino de esta Audiea»
ci^,Pretorial se ha servido nombrará los abogados contenidos en la
siguiente lista, para que lleven en turno la defensa de pobres en el
presente año; disponiendo al mismo tiempo que en el prtfciso tér-*
mina de tercero dia, pasen nota de sus respectivas habitaciones al
decano Dr, D. Sebastian Fernandez de Velasco.
Ldo. D. José Cecilio Sanm Cruz y Ponce de León, D. José Ma-
nuel Ramirez y Ovando, D. Rafael de Cárdenasy Cárdeims, D. Pablo
José Campos y Corvo, D. José Antonio Gamboa, D. José Í5ar-
ceran y Alegría, D. Miguel Antonio Barbarrosa, D. José Mi-
guel Justo Rufino Araoz y Céspedes, D. Julio Bastida, don
Manuel Caifías y García, D. José Manuel Jimeno y Fuentes,
D. José Matías Jenkes, D. José de Jesús Botello, don Fe^
derico Diego Fernandez Vallin, D. Ramón Just, D. Manuel Pem
Galüe, D. £usebio de Cortázar, D. José £ttsebio Faustino Capaz
y Rodríguez, D. Manuel González Solar y Ddgado, D. José Joa-
quín Castellano y Ramón, D. Ramón de Palma y Romay, D. Ma'
Auel Suarez del Villar, D. Serafin Massana y González^ D. Ignacio
Valor y Coca, D. Gabriel Suarez del Villar y Sánchez, D. Fruoicis*
eo de Paula Pérez Zúñiga, D. Manuel Andrés Cárdenas, D. José Mi-
guel Santillan y Carballo, D. Antonio Guiteras, D. Silvestre Manuel
Salas y Lorente, D. Joaquin María Pinto y López, D. Juan Francis-
eo García y Valdes, D. José García y Abstengo, D. Antonio Maiti-
»ez Terroba, D. José Francisco Roche y Calzadilla, D. Vicente Ló-
pez deCastafieds, D. Alejandro Aznar, D. Agustin A. Coronado, y
Pilo^, D. Matías Velazco y Rojas, D. José Domingo Guerrero y
Zequeira, D. Andrés Meireles, D. José Mateo Quintero, D. Fran-^
eiseo<le P. Sotolongo y Pérez, D, Ignacio María de la Torre -y Ca"
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' -167-
mino, D. Leopoldo ZmTagóitia, Dr. D. Justb dt h Torre, D. Jüm
Francisco Ledon, D. Eusebio Puig,D. Francisco Calmet y Llopart,
D. Lino Campos y López. Habana 22 de Enero de 1846. — El se-
cretario, Reginó Martin,
Real Colegio de Corredores, ^Ei\ la Junta que tuvo el Colegio
de Corredores de esta Plaza, bajo la Presidencia del Sr. Prior interi-
no del Tribunal de Comercio, fueron elegidos: para Síndico de s«
Junta de gobierno, en el presente año D. Ltds Susini; para adju»toN.
1?, 2?, 3?y4?,D. AntonioP. Solis, D. Jaime Casas, D. Nicoláft
Pulido Arcos, y D. Manuel Hernández, y para Contador Tesorera
D; Raimundo Viñals. Y no habiéndose gestionado contra está elec-
ción en los ocho dias transcurridos, se ha servido aprobarla, el
Escmo. Sr. Intendente de Ejército Superintendente general delega*
do de Hacienda, y disponer que los nombrados tomen posesión de
sus respectivos destinos.
Lo que de orden de S. E. se anuncia para general inteligencia.
— Joaquín Campxtzano^ secretario.
Secretearía del Crobierno Stq)e)iar Cvoil de laida de Cu&9.--JIitf^
hiendo llegado ¿esta ciudad el Sr. D.Máximo Cánovas, nombrada
porS. M. Alcalde mayor de la misma, ha dispuesto el Escmo. Sr«
Gobernador Capitán Greneral que, previo el oportuno juramento qw»
deberá prestar el interesado ante la Real' Audiencia Pretorial, empie-
ce á ejercer sus funciones desde el dia 1- de de.Febrero pró^mof
habiéndose al efecto cargo, conforme á lo resuelto por S. E. en 17
de Diciembre próximo pasada, de los negocios que cursaban en et
juzgado ordinario de 2^ elección de esta capital, y del cuartel com-
puesto de lo» barrios del Horcón, Cerro y Jesas del Monte, qu«
asimismo le está asignado por la propia res<diicion. Y de orden de
S.E. se pone en conocimiento del público para los efectos conve»
nientes. Habana 26 de Enero de 1846. — Miguel Ma^ Painagua^
secretario.
Inspección de cstudiotde las islas de Cuba y Puerío^^Rko^-^Ih
conformidad con lo proputasto por la Sección de ciencias MédUiaa y
solicitado por el Subdelegado de Farmacia de esta capital, ha tenido
i' bien aoordar esta corporación que se publiquen por los Diarios
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—16a—
tos siguientes artículds del Reglamento de }ala[<eii]tad e^jf^soidá con
objeto de que en ningún caso pueda alegarse igndraDCÍa de lo que
en ellos se dispone. * . ,
Art. 15.--Siendo muy recomendables los lUájiajBettíP5€» quf ,
se apoyan las leyes del Reino para conceder á solo los &rmacéutico9
aiprobadosrla venta dehtsiiedtcihas simples y compueátás, se pro-
hibe en cumplimiento de aquellas, á toda clase de persona de cttaL
quiera clase y condición el que venda medicamento a^uno sícúpl^
ó compuesto, en inteUgencia de que la Junta Superior cuidará de la.
observancia rigurosa de este articulo tomando las providencia^ jqim
jm^e oportunas. , . i
Art. 16. — Se permite^ no obstante de lo dispuesto en elartipii*f
lo precedente, la venta de medicamentos simples siü preparación
alguna, como pulverización &c. á los comerciante^ ó ^ipacenústa^,
bieo^que, con la precisa condición dequeao hHn de poder espeixder.
menos de cuarterón de libra; pues si la Junta supiese ^q^- alguDQ
contnTieneá.tan josta.oamo equitativa ii]íedida,;]e • ifioif>Qndrá la
multa de cien pesos fuertes por la piiaiera vez, íte doscientos por la
segunda, y si reincidiere de doscientos cincuenta y prohibición de
vender dichos géneros medicináíes; dando aviso á la Junta en caso
de resieftencla á cuiinplit con sdgana de estas pedas al juez compe-
tente, siendo los gastos que se causaren hasta la satisfaceká de le
m^lta de cuenta deltr^isgresor, pues estaingr^sará integra eb eUbiif
tiodek Junta. * .. . ' .»
• , Art. 17. — Duando k Junta llegare á saber que de la venta 'db
tos indicados medicamentos, en contrav^icion de lo que queda er»
^lecido, pudiera recitar ó hubiese resultado, perpncio á la salud d
vida de alguna persona, dará cuenta de oficia á las cfutoridades efa
viles para que sin perjuicio de la exacción de la multa inaroáda en
•I articulo anterior, formen causa al trasgresor y le juzguéis y sentau
cten conforme á derecho: teniendo entendido que en ningún caso
estará'obligada la Junta á entrar en juicio, ni á sostener accioú
alguna, ni sufrir' contestaciones; y sí únicamente les dará á'los oficios
que le pasaren las mismas justicias, juzgados, ó tribunales, ya* sea
sobre el asunto principal en cuanto conduzca á ilustrarle con antece-
tóitesf que tenga el proceso, 6 ya por la pearicia de la fiícnltíul. — Ha-
bsam 26 de Enero de 1846. — Pedro Celestino CañedOy secretario."
Secretaria del Gobierno superior ávíl de h isla> de €bW-tB
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—169—
Escmo. Sr. (robemador Capitán general ha dispuesto se publique
para general inteligencia la siguiente real orden.
Ministerio de la Grobernacion de la Península. — Sección de
Gobierno. — ^Negociado 1^ — Escmo. Sr. — La Reina se ha dignado
espedir el Real Decreto signieate. ««-Atendiendo á lo que me ha
hecho presente el ministro de la Gobernación de la Península ¿
consulta de la Dirección general de Correos, con motivos de la su-
presión de la Junta de apelaciones dispuesta por decreto de 17 de
Octubre de 1842, he venido en resolver que para las que hayan
ocurrido y puedan ocurrir en los juzgados e^ciales del ramo ert
Ultramar se observe lo siguiente: — Art. 1?— En la Isla de Cuba la
Audiencia Pretorial de la Habana, y en las de Puerto-Rico y Filipi-
Bas, las territoriales respectivas, conocerán en segunda y tercen ins-
t^ancia de los negocios contenciosos de correos porlos trámites estable*
cides en las leyes.-Art.S^.-EnadeJantelos subdelegados de Correos
en Ultramar otorgarán para ante estos tribunales las apelaciones en
derecho procedentes, y con los mismos consultarán los asuntos y
sentencias en las cansas criminales, atendiéndose á las leyes y dis-
posiciones que en el territorio de estas Audiendas ríien para su sus-
tanciacion en los juzgados ordinarios. — Dado en Palacio á 5dé No-
viembre de 1845. — Está rubricado de la Real mano. — El Ministro
de la Gobernación de la Península. — ÍPedro José Pidal. — De orden
de S. M. lo traslado á V. E. para los efectos correspondientes.— -Dios
guarde á V. E. muchos años. Madrid 7 de Noviembre de 1845.
Pidal. — Sr. Capitán general, Subdelegado de Correos de la Isla de
Cuba.
Es copia. — Habana 27 de Enero de 1846 — Miguel María
Paniagnaj secretario.
»»4»
CEMENTERIO (ÍENERIL
Relación obituaria de esta oludad y suburbios e& el me»
de enero de 1846.
£o Enero se faan enterrado, blancos 157
De color 162
TOTAL 319
Entre los primeros designamos los siguientes cadáyeres como
personas conocidas y notables.
Día 1? — D. Francisco Batlle, soltero, deSOatSos, veoino de ¡apar-
roquia del Espíritu Santo.
ídem. — D. Ramón Oliver, vecino de la propia parroauia.
ídem. — ^I>} Dolores* Braro, natural de esta, vecina ae la auxiliar
del Monserrote.
ídem.— D? Josefa Cabello, soltera, vecina del Espíritu Santo
SP^Ha ocupado el nicho núm. 84.
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— Í70—
Bia 2.— D^ Rosa Blmó, vecina de la auxiliar del Monserrate.
Ideru. — D. José Méa^ natural de la Coruna, casino, de 56 afios,
vecino de Iji auxiliar del Santo Cristo.
Üia 5. — D. Pedro J03Ó Guinart, natural dc'Mallorca, soltero, de
60 años, vecino de la parroquia de Guadalupe.
I>ia 6.*^D^ Lugarda Pinelo, vecina de la aiixiiiar del Monserrate,
ídem. — D. AiUonio García de Casares Babj, natural de esta, casa-
do, vecino de la parroquia del Espíritu Santo.
DiaT^— -D. José Fernandez Farcó, vecino de la auxiliar del Mon-
serrategl^Ha ocupado el nicho núm. 86.
ídem. — D. Cipriano Bilbao, natural de Viscaya, casado, de 66
^os, vecino de la parroquia de Guadalupe.
ídem. — D.^ Faustina Lledó, natur&l de esta, viuda, de 73 años, ve«
ciña de la auxiliar del Santo Ángel.
ídem. — D? Teresa Alegre, vecina de la auxiliar del Monserrate.
Dia 8. — D? María de 1^ Angeles Espadero» vecina de la misma
auxiliar del MonserrateB^*Ha ocupado el nicho núm. 85w
ídem. — D^ Rafaela Guardista, vecina de la citada auxiliar del
Monserrate.
Dia 9. — Sra. D^ María del Rosario Rodríguez del Toro, vecina
de la parroquia del Espíritu Santo.
DfalO.— D. Siman Afonso, natural de las Canarias, OBsado, de'
85 años, vecino de la parroquial de Guadalupe.
Dia 12. — ^Mr. Samuel Bell, natural de Halifax, soltero, de 31 años,
vecino de la parroquial mayor.
ídem. — ui Antonia de los Angeles de Silvera, natural de esta, ca-
sada, de 25 años, vecina de Guadalupe.
Dia 14. — D^ Mariade la Merced Llano, natural de esta, soltera, de
25 años, vecina de la {)repJLa parroquia de Guadalupe.
Di^l8. — ^D. Agsulin Mirad, natural de Tescuco, (Nueva-Espaüa)
casado, vecino de la auxiliar del Santo Ángel.
Dia 19. — D. José Batista López, natural de Granada, casado, der
67 años, vecino de la parroquia de Guadalupe.
Dia 21. — D^ Josefa Arroyo, natural de esta, casada, vecina de la
parroquia del Espíritu Santo.
Día 23. — D} Silvestra Yañez, natural de eaía,^e 73 años, vecina
de la auxiliar de Jesús Mai4a.
Dia 23. — D. Pedro Esteban Bosch, natural de Barcelona, viudo,
éfs-TA aftofi, veciao de la parroquia de Guadalupe.
Dia 26. — D. Máximo Ferrini, natural de Liorna, casado, de 3^
años, vecino de la auxiliar del Monserrate.
Idem.->-'Dr.D. Mariano de Medina, vecino de la misma auxiliar
del MonserrateiSi#~Ha ocupado el nicho núm. 88.
Dia 27, — D) Lugarda de Jesús AiTnenteros, natural de esta, viuda,
de 69 años, vecina oe la parroquia de GuadalupeB^*Ha ocupado el
nicho num. 87.
Tdem. — D? Bernarda Campos, natural de esta, viuda, vecina de
la pacroevia del Espíritu SantonifHa ocupado el nicho núm. 89.
Dia 28. — D? Dolores Festona, natural de esta^, soltera de 46 años,
vecina de la parroquia del Espíritu Santo.
Dia 30.— d! Juana Bautista Harra, vecina de l?t auxiliar del Mon-
seiTate.
CORO DE A:9rG^l4£S.
Dia 19.— D2 Lucía Domínguez, párvula, vecina de la auxiliar dci
Mon^rcEiteOP Ha ocupado el nicho nám. 141.
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MARZO DE 1846.
Cuantos escritos se inserten en esta obra, serán de interés perma*^
nente que no espiren con las pasageras j accidentales circunstancian
de la época de su publicación.
MISFRUDENCIl.
Aousaoion, acusador, aoiisado.
Artículo original del Sr. D. Fernando Alvarez.
Al derecho de acusar estabkcido con mayor ó menor hdígu-
ra, espresado por medio de unas 6 otras formulas ha hecho ps^te de
la legislación de todos los pueblos, antiguos y modernos como ua
elemento necesario de los juicios criminales, ó mejor dicho, cooio
el origen y punto de partida de estos juicios.
La facultad de sujetar al delincuente al fallo del tribunal quere*
liándose de él, es para el ofendido un derecho respetable y sagra-
do, el derecho que tiene á la reparación pública y solemne de los
danos y perjuicios irrogados á su persona, estimación y bienes, ó á
las personas y fortuna de sus mas inmediatos allegados; es para la
sdciedad en general una fianza segura y provechosa de que la
pena y el escarmiento del culpable retraerán á los demás dd en-
men.
Y puesto que son dos los fundamentos del derecho de acosar,
á saber, el interés privado y el interés público ó social, han de ser
también dos las maneras de ejercerle. En los delitos que perjudi-
can mas inmediatamente á los particulares, debe asistir á estos la
fiícultad de entablar y seguir las acusaciones que les coavengao.£n
T. n.— 21.
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—172—
los delitos públicos, en los crímenes que atacan la tranquilidad y ¿1
orden déla sociedad 6 la existencia del gobierno, á este, al poder di-
rectivo le incumbe la obligación de reclamar un castigo rápido y seve-
ro por medio del ministerio fiscal que le. representa y hace sus veces ep
los tribunales. Ocasiones hay en que los fiscales deben concurrir en
nombre de la ley y de la sociedad, con los acusadores particulares,
ó si las desamparan estos, apoderars'e de sus acusaciones, y conti-
nuar sosteniéndolas hasta que recaiga en el orden délos procedi-
mientos el fallo merecido.
Pero esta distinción entre los individuos de la judicatura y de
la magistratura, que tienen, no solo el derecho, sino la obligación
imprescindible de acusar en nombre de la sociedad y de la ley, y
las personas que gozan de la facultad de promover, si lo estiman
oportuno, una querella en nombre propio, ó en nombre de sus alle-
gados, no se conocia en las legislaciones antiguas, especialmente
en las legislaciones romana y española; es una creación, en nuestro
concepto útil y atinada, de los tiempos modernos.
El Derecho Romano estendió los limites de la acusación hasta
un estremo que llegó á ser pernicioso. Se distinguían los delitos,
como hoy se hace, en públicos y privados; los perpetradores de
aquellos podian ser acusados por cualquiera ciudadano romano en
virtud de la acción que se llamaba popular; la acusación de los
últimos se reservaba á las personas ofendidas, únicas que tenisn ^
derecho á promoverla. La España antigua siguió en esta, como en
casi todas las materias legales, las huellas del Derecho común.
La Constitución política del pueblo Romano en sus primeras
épocas esplica fácilmente la exagerada latitud que el derecho de
acusar tuvo en sus Códigos. Las palabras y las acciones de todos
ios ciudadanos se dirijian á un fin común, el interés social absorvía
todos sus pensamientos, concurrian, votando ya en el Senado, fB.
en los Comicios, á la formación de las leyes, y á la dirección de la
sociedad, eran, en una palabra, parte integrante del gobierno. lii
este concepto, todos, y cada uno tenían la obligación de vigifcur
por la tranquilidad de la República, y el derecho de perseguir el
delito, aunque directa y personalmente no hubieran recibido de
Sus resultas el menor perjuicio.
El derecho de acusar^ formulado de tal suerte, fué saludable y
provechoso tanto tiempo, cuanto duraron las instituciones y tes cir-
cunstancias que le dieron nacimiento; bastardeadas estas en su ma-
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—172—
yor parie^ y suluiuiladas en el resto, degeneró hasta el punto de
convertirse en velo de infames y torpes venganzas, y en instru-
maito vituperable de una política suspicaz y bárbara. Estremécese:
el corazón y se atribula el ánimo al recorrer la sangrienta historia
de los delatores del Imp»irio durante las épocas en que para ludi-
brio y escándalo del mundo fueron regidos sus destinos por las ma-,
nos indignas de principes dementes ó malvados.
La índole y las ideas, diversas, smo opuestas, de los pueblos
modernos, han producido naturalmente en aquel derecho respeta-
ble la variación y las modificaciones que dejamos indicadas.
Al estenderse con buen acuerdo entre nosotros á todos los juz-
gados de primera instancia el ministerio fiscal por el Reglamento
{HTOvisional para la administración de justicia publicado en 1835,
que estableció la categoría, desconocida antes, de los promotores,
fiscales de real nombramiento, no se dictaron las disposiciones ne-
cesarias para fijar sus atribuciones, deslindar sus facultades, y de-
marcar las relaciones que entre ellos y los jueces debían existir.
De aquí hubieron de proceder los inconvenientes, las dudas y las
discordias que han desacreditado en algunos ánimos estrechos que
no levantan los ojos de su alrededor, la creación de las promotorias.
Y no son estos los únicos defectos que deben corregirse esme-
radamente cuando se proceda á una organización definitiva y ar-
mónica de los tribunales. Hay uno capital y de trascendencia gra-
ve', al cual por estar hondamente arraigado en nuestra legislación^
puede ser útil que se le combata con mayor empeño; aludimos á la
pcáctica de que los jueces y los magistrados tomen la iniciativa de
los procesos en muchos casos, extralimitándose á ejercer atribu-
ciones puramente fiscales, convirtiéndose hasta cierto punto en acu-
sadores, y confundiendo en sí las condiciones opuestas de parte y
juzgador en \m mismo negocio.
La magistratura, sobre todo, cuando se ha establecido la ina-
movilidad judicial que asegura la independencia de sus fallos, debe
dvcunscribirse á juzgar y hacer que se ejecute lo juzgado. Su ca-
rácter ha de ser enteramente pasivo; tócala decidir conforme á los
hedios, á las pruebas^ á las consideraciones de acusación y defen-
^que se sometan á la rectitud y á la imparcialidad de su juicio; al
ministerio fiscal incumbe requerir la formación de las* causas y
prepara los procedimientos con celo infatigable. La instrucción
del sumario debe ser obra del acusador que procede en ella como
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—174—
parte, clictiD^laaoia que do cuadra biea al juez.qufs ka de cfictari
tarde la sentencia. Hay una contradicción repugnante, se abreade :
la puerta á graves inconvenientes y peijuicios, hijos unos del \
propio, nacidos otros de fines reprobados, cuando la misma
Ma que da principio, impulso y dirección á la sumaria, viene de»*
pues á resolver sobre la acusación entablada en el plenario, qite es
el verdadero proceso, pues las actuaciones anteriores ao mecseeen
otro nombre que el de una preparación ó ún, antejuicio.
Y cuenta que al sostener esta doctrina no queremos reba^ en
lo mas mínimo el prestigio de la magistratura, ni cercenar sus &•
€ultades; por el contrario, contribuimos á realzar su decoro y á
deslindar sus atribuciones de otras que le son estraüas y aun pes^
judiciales. £1 juicio, la sentencia son y deben ser eseiuaivaiBeiite
.de los juzgadores, la acusación, la ocultad y el deber át reckimmw
que st proceda contra el culpable, la instrucción mkma del aa^
mario, pertenecen sin género de duda al ministerio fiscal á Jioia-
bre y en representación del poder publico. £1 ministerio fiscal «§
el actor, á él, pues, deben tocar la designación del crimi^, lis
pruebas del crimen, el sostenimiento de la acusación y la demanda
del castigo. £n una palabra, las diferencias palmarias, uunega*
bles que existen entre el que acusa y el que juzga, ^sas son lasque
debe haber entre la fiscalía y la magistratura.
Hemos creído conveniente apuntar como de paso estas ideas
que se esplanarán mas por menor en el artkulo á que dicen rek*
rencia.
Ahora, una vez demostrada la utilidad del derecho de acusar^
é iadicados su origen y los fundamentos en que estriba, debemos
pasar á examinarle bajo el aspecto legal y con relación á la prác«
tica; en el campo de la ley, y en el terreno de la jurisprudencia.
Tres son los medios consiguados en di Derecho £spa&)l pam
proceder á la averiguación de los delitos. Pueden comenzarse las
causas criminales por ¿zot^acúm ó querella, por demincioj ydes^fetc^
á este último ha venido á reducirse la manera 4e proceder ccmocij
da bajo el nombre de pesquisa.
Jlciísacion^ dice la sétima Partida en el preámbulo del tituló
primero, ^^es cosa que dá carrera a los que quieren saber la venM,
de los malos fechos^ par venir mas en cierto á elloSy y al principio
de la ley primera la define en estos términos: Prepiamenietf dkha
écusadon par /azamierUa que un homeface á otro mié eljudgader
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—175—
afmúéniolé de ^tlgunt yerr^ que dice qtiejko el acusadoy et piátenr
dtd quefir pengunza del; lo que trasladado al lenguage de hues*
tft» dias quiere decir tanto como la manifestación hecha ante juez
omnpetente de un crimen que se ha cometido y de la persona que
le perpetró, reclamando su castigo.
La etimolojia de la palabra acusador, como la de casi todas
las legales, es latina: viene de accusaior^ quasi acusatory porque
trae el delincuente á la coc^a, porque le somete al fallo del juez,
porque pide su castigo.
Denuncia es la delación 6 manifestación que se hace judicial*"
mente contra una persona por algún delito que ha cometido, no
con el objeto de comprometerse á probarle durante las actuaciones^
ni de tomar satisfacción para si mismo, sino con el fin de poner
el hecho en conocimiento del juez, y escitarle á las averiguaciones
oportunfiís y al castigo del deHnouente.
Se procede, por último, de cfido cuando el juez inquiere so^
bre el delito y sobre el delincuente en virtud de rumores públicos,
ó á consecuencia de avisos ciertos, pero anónimos ó extrajudi-
ciales.
A primera vista se conocen las diferencias que existen entre
hi acusación, la denuncia y el proeedimiento de ofieio (1), aunque
han sido menguadas en gran parte por las leyes Recopiladas las
desemejanzas que habia entre la acusación y la denuncia.
Haremos una ligerisima re seña de la acusación y sus circuns-
tancias según Derecho Romano, para que pueda formarse juicio,
iin ulterior trabajo de la parte en que le copiaron nuestras leyes, y
de la parte en que se separaron de sus disposiciones.
Ya hemos dicho que todos los ciudadanos romanos tenian el
derecho de entablar acusaciones por delitos públicos. Esta era \á
Ksgia generaL Las escepoiones, si pueden llamarse tales, la confir-
maban doblemente porque todas ellas se referían á personas que
no gozaban del derecho de ciudad (ju$ dutíaOs) ó se fundaban en
motivos e^ecittles de decoro y conveniencia. No podian acusar,
por ejemplo, las mugeres; lo cual no debe causar exiiañeza, si se
recuerda que estaban en perpetua tutela, pues cuando salian de la
patria potestad, mas autorizada y estensa en Roma que en ningu*
(1) De la denuncia y el procedimiento de oficio ae tratará con
la extensión debida en ios lugares respectivos.
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—ne-
na otra parte del Orbe entonces conocido, pasaban á la potartid
del esposo, venian á caer en la tutela del marido. Por otra p^ite
el pudor y los miramientos que se deben á sí profuas, inhabiliteban
entonces como ahora á las mugeres para entablar acusadones .píe
blicas. No era sin embargo esta pn^bicion absoluta y para todoe
los casos. Por lo que hace á los delitos públicos, las mugeres pa»
dian acusar á los reos de lesa magestad (1) y á los culpables de
sacrilegio (2); la enormidad de estos delitos hizo que la austexiilad
romana rompiese todas las trabas que pudieran oponerse á su per-
secución; y en cuanto á los crímenes privados, atendiendo á los
vínculos de la sangre y de la reveremia, se concedió á las muge*
res la facultad de acusar á los matadores de sus padres y de ^is
hijos, y á los asesinos de sus patronos y de los hijos de estos (3)^
También á los pupilos, tomada en cuenta la debilidad de sa
razón, se le prohibió acusar por Derecho Romano, escepto en e
caso de muerte de sus padres y abuelos, y aun entonces con el
consejo de sus tutores. (4)
Por ultimo recayó igual prohibición sobre los infames, á. quie-
nes no se podia dar crédito en juicio, sobre los que recibían sala-
rio respecto de sus amos ó favorecedores, y sobre los Kbertos res-
pecto de sus patronos. Motivos muy respetables de gratitud y reve-
rencia dieron lugar alas dos escepciones ukknas.
En los tribunales de Roma había lugar á interponer el recurso
que se llamaba anticcUegortay ó sea acusación dd acusador (entre
nosotros recriminacion\ siempre que este apareciera culpable ,de
un delito de mas entidad que el cometido, ó supuesto tal, por. el
acusado (5). Eneste caso se procedía primero á la averiguacioay
castigo del crimen mas grave, aunque su manifestación judicial hu-
biese sido de fecha mas tardía.
Cuando dos ó mas sugetos entablaban á la vez una misvm
acusación; se decidía antes judicialmente, previo el examen de los
derechos respectivos, á quien asistía el mejor y mas atendible para
sostenerla.. Ma^ no por eso se rechazaba del juicio á otro ú otros
acusadores que se habían presentado; todos eran admitidos, si biea
(1) L. VIII D. ad 1. Jul. Majest.
(2) L. X, C. de Episc. et Cleríc.
(3) L. I, D. de accusat.
(4> L. II, } 1?D. de id.
(5) L. XIX qui accus non poss.
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«tíístíntas CBEtegorías, para que dirigiesen sus esftierfeós á un mis-
^0 objeto y común fin. El preferido por su mejor derecho se decía
€taimdür. los demás, suscriptores porque suscribían á la acusación
del primero, y coadyuvaban á que tuviera el resultado apetecido.
Para poner un coto saludable al abuso de las acusaciones, y á
!a procacidad de las venganzas indignas y mezquinas que ibah
alzando la cabeza en la República á vueltas de la corrupción' y el
'desenfreno, se obligaba al acusadora someterse espresamente, para
el caso de no probar el delito denunciado, á una pena igual á la qué
debiera imponerse al reo, si el crimen aparecía legalmente de-
mostrado.
Los acusados de crimenes graves acostumbraban á revelar por
medio de signos esteriores, el dolor y la amargura que interior-
mente les aflijian. Desde el momento en que se entablaba la acu-
feaeion, y el Pretor la admitia como procedente y arreglada, cambia-
*ba el reo de trage, se dejaba crecer la barba y los cabellos, y
ee cubria con una toga blanca, pero sucia y desaliñada, (sardidam
tt obsoktam)^ lo cual solían imitar sus parientes, amigos y allega-
dos, y aun los magistrados mismos, cuando estaban en riesgo la
vida y el honor de un célebre repuWico.
Concluiremos esta breve reseña de lo que eran en Roma la
^acusación y los acusadores, recordando que á los últimos seles mi-
raba con odiosidad y menosprecio, siempre que las acusaciones no
procedían de motivos conocidamente honrosos y plausibles, tales
'eomo la reparación de las ofensas hechas á su familia, 6 á ellos pro-
piosj el amparo de sus patrocinados ó clientes, y el bienestar y la
tranquilidad de la República. Por eso se ve sin estrañeza, que ejer-
cieron á la ve^ en Roma el cargo de acusadores públicos loa hom-
bres mas ilustres, y la gente mas raez y despreciable, Ciceron y los
^delatores del Imperio,
Esto por lo que hace al Derecho común. El Derecho español,
especialmente el de las Partidas, le imitó en algunas cosas, le copió
en las mas y se separó de él en muy pocas.
El Fuero Juzgo nos suministra una idea del modo con que
- se promovían las acusaciones en la España gótica y de la pena
con que se escarmentaba á los acusadores calumniosos, en las si-
guientes palabras que copiamos á la letra. "Si las cosas criminales
(1) Ley I. tít. 1?
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—178—
'^on fueren meioradas por algún recabdo; la maldade de los poo^
''dores non será refrenada. £ por ende si algún quisiere acusar
''algún omme de nuestra corte, que fiziera alguna nemiga contra!
''rey, ó contra pueblo, ó contra la tierra; ó omesillio ó adukeiÍQ,
''primeramiente sepa si lo podrá provar, é después lo puede acusar;
"é si non lo podier probar, fiaiga un escrípto con tres testimonios,
"que meta su cuerpo á atal pena cuerno debe recibir aquel á quien
"él acusk, si le pudier probar; é assi debe ser tormentado aquel
"quien es acusado; casi después salier sin culpa, aquel quel acusó
"debe aeer su siervo assi que nol dé mueite, é iaga del lo que
"quisiere."
Las Partidas que recibieron de D. Alonso Onceno iuerza de
ley en concepto de código supletorio, llegaron á ser con la sucesión
de los tiempos el único que sirvió de norma para las dedsiones de
los tribunales, y para los estudios de las universidades en España.
Calcáronse en esta colección ordenada y filosófica los preceptos del
Derecho Romano y del Derecho Canónico en lenguaje castizo j
elegante, y hoy todavía subsisten en vigor con algunas difereaci»!
mtroducidas por leyes posteriores.
Hablando de la acusación dice la partida s^ima: (1) "Et tiene
"grandprotal acusamiento á todos los homes de la tierra oomunal-
"m^te, ca por él quando es probado se escarmienta derechamente
"el mal fechor, et recibe venganza del aquel que recibió el tuerto^
"et demás los otros homes que lo oyeron guardarse han detraes d/d
"fiau^r cosas por que puedan seer acusados." Difícil seria es^es^
con tanta perspicuidad; con tal energía y en tan pocas palabras los
fundamentos y la conveniencia de esta parte interesante y delicads
de los juicios criminales. Pasemos ahora al examen de las disposicio-
nes consignadas en este código y en los sucesivos; y veamos ante todo:
Quiénes gozan dd derecho de acusar y y schre quiénes fem ¡a
prohibidcn de hacerlo.
Nuestra legislación, dguiendo á la Romana, da facultad á cual-
quiera del pueblo para acusar á otro que haya cometido algún deli0
piS)lico; pero esta facultad puede decirse que se halla derogada de
hecho por la costumbre. La práctica es que los jueces procedan co-
munmente de oficio, y otras veces á escitacion de los promotores
fiscales á la averiguación de los delitos, an públicos como privados,
(1) Ley I, tft 1?
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—179—
con las escepciones espresaménte consignadas en las leyes de que
mas adelante nos haremos cargo.
Al revés que en los delitos públicos, en los cuales se ha dado
á la acusación la mayor holgura y latitud que es posible, sucede en
los delitos privados; solo el ofendido ola persona que hace sus ve-
ces, que le representa en virtud de poder suyo, puede reclamar en
derecho contra el delincuente. Y en verdad que no debia ser lícito
á sugetos estraños á quienes no se ha inferido perjuicio de ninguna
especie, interponerse -con mejores ó peores intenciones, entre el
agresor y el ofendido, llevando, por lo general indiscretamente, á
los tribunales querellas que no les incumbe. Únicamente al juez y
al ministerio fiscal encargados de velar sobre el orden público, y
que reasumen en virtud de sus cargos uno de los intereses lastima-
dos por los delincuentes, el interés de la sociedad, únicamente,
deciamos, al juez y al ministerio fiscal, se les permite perseguir los
delitos privados, y esto no en todos los casos, ni en todas las cla-
ses de crímenes contra particulares.
Aunque dijimos que consultado el texto de las leyes, cualquie-
ra del pueblo tiene el derecho de acusar por dtílitos públicos, se ha
de entender con la limitación de que no le esté prohibido por las
mismas. -
La prohibición legal abraza varias clases de personas que pue-
den clasificarse en distintos grupos, acudiendo á los motivos que
tuvo ó debió tener presentes el legislador al establecerla. Estos
motivos fueron en nuestro concepto los siguientes:
1? La incapacidad para presentarse ante los tribunales, la fra-
gilidad, la inesperiencia, el decoro.
2? La desconfianza que inspiran ciertos hombres por sus hechos
anteriores, ó por su situación actual, la carencia de crédito ea
juicio.
3- La incompatibilidad del derecho de acusar con el desempeño
de ciertos cargos públicos. En estas tres reglas pueden compren-
derse y se comprenden de hecho, sin violencia y con gran ventaja
de la claridad, todas las escepciones que limitan la facultad con-
cedida á los particulares en general, de entablar acusación sobre
delitos públicos.
A la primera pertenecen las mugeres y los menores de catorce
años. La timidez propia de su sexo, su irreflexión, su sensibili-
dad misma, escluyen naturalmente á las primeras; mientras incapa-
T. u.— 22.
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—180—
dta á los últimos la falta de personalidad y madurez, anexa á sus
pocos años.
Corresponden á la segunda:
1- Los testigos falsos y perjuros, declarados tales por fallo ju-
dicial.
2? Aquellos sobre quienes ha recaído, con arreglo á derecho,
la nota de infamia por condenación espresa.
3? Los convencidos de venalidad; es decir, aquellos á quienes
se probare ó hubiere probado que recibieren dinero por entablar
una acusación ó por desampararla. Respecto de estos ha lugar á la
sospecha de que se vendan ó hayan vendido nuevameuse, y por lo
mismo no se les debe de dar crédito en juicio.
4? Los pobres de solemnidad, siempre que no afiancen de ca-
lumnia. No podemos menos de dar nuestra pobre aprobación á es-
te precepto de la ley, en apariencia injusto. Bien sabemos que la
veracidad y las demás cualidades morales, no están vinculadas en
la gente rica, ni mucho menos reñidas del todo con la escasez y la
desgracia. Puede haber sugetos engendrados y nacidos en la mise-
ria, ó arrastrados á ella por su mala suerte, que cultiven todas las
virtudes con mayor esmero que otros muchos hombres de la clase
acomodada, y su mérito será por lo mismo mas digno de elogb j
de encomio. Pero no puede negarse que el hombre rodeado de pri-
vaciones, el infeliz que carece hasta de lo preciso para la existen-
cia, se h:dla mas espuesto á la seducción y al soborno, carece ab-
solutamente de escudo que le preserve de sus golpes, está vencido
antes de pelear, porque tenida en cuenta la debilidad del corazón
humano, no hay elección entre sufrir el refinado tormento de Tán-
talo, el martirio de los héroes, y aplacar por mas 6 menos tiempo
el hambí^, 6 esperimentar el goce de cubrir una desnudez humi-
llante y haraposa. Fué pues acertado y necesario evitar á los po-
bres de solemnidad, un riesgo inmediato de faltar á sus deberes, y
á los juicios criminales un escollo, prohibiéndoles entablar acusa»
Clones por delitos públicos.
Están asimismo comprendidos en la segunda regla:
ff Los cómplices en el mismo delito, porque el deseo natural
de libertarse del castigo, les impulsa á descargar todo el peso de
la acusación sobre los compañeros de su crimen.
6? Los que hubiesen entablado anteriormente dos acusaciones,
si pendientes éstas y no ultimadas en juicio, pasasen á intentar otra
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—181-
tercera, porque tales acusadores inspiran graves recelos de que
obran por perversidad de ánimo, monomanía u otros motivos re-
probados.
7? Los sentenciados á muerte natural ó civil (destierro perpetuo)
á no ser por delitos contra su persona y la de sus parientes, dentro
del cuarto grado.
8? Los que están sujetos á acusación sobre delitos mayores 6
iguales á aquellos que intentan probar en juicio. Los fundamentos
de esta disposición y de la anterior no necesitan esplicarse; se de-
ducen de sus propios términos.
Estas prohibiciones son generales, esto es, comprenden á toda
clase de personas, hay otras que solo se dirigen á 'algunas determi*
nadamente y por razones especiales.
La ley ha querido que se guarde un respeto sagrado, un
respeto que aconsejan de consuno la moralidad y el sosiego del
hogar doméstico, á los vínculos de la sangre y del agradecí*
miento y á las santas y estrechas relaciones de familia. Por eso
ha prohibido que el hermano entable una acusación criminal coih»
tra su hermano, que el hijo tenga la audacia de presentar en
juicio á su padre u otro ascendiente; que el sirviente, ó el que ha
recibido una hospitalidad generosa y hecho parte de la familia
por una especie de adopción moral, arrastren aute el juez á su amo,
ó al favorecedor que les dio abrigo y amparo. La ley escrita ha co«
piado en estos preceptos los sentimientos grabados por la ley divi-
na en las entrañas de la humanidad. ¿Qué fé ha de darse, qué cré-
dito merece en juicio el miserable acusador que viola la confianza
del hogar doméstico y rompe sin estremecerse lazos tan iátimo^
y santos?
En la tercera regla hay una sola categoría. A los encargados
de administrar justiciarse les prohibe también entablar acusaciones
por delitos públicos. La influencia que podrían ejercer en el fallo
por el prestigio de que gozan y por sus relaciones en la carrera ju-
dicial, la conveniencia de que los individuos de la magistratura apa-
rezcan en cuanto es dado á la feble condición humana, exentos de
rencores y pasiones: hé aquí los justos motivos de este precepto
«tinado y saludable.
Creemos oportuno hacer mérito de las prohibiciones de acusar
que establece el Derecho canónico, á continuación de las consigna-
das por la ley civil.
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—182—
Los cánones de la Iglesia vedan á los clérigos entablar contra
los legos en el fuero secular acusaciones relativas á delitos en que
se interese la vindicta pública, ora se haUa de imponer por ellos
pena capital ó de sangre, ora sea menos severo el castigo que me-
rezcan; pero bien pueden hacerlo tratándose de injurias inferidas á
su propia persona ó á la de los suyos, y de perjuicios y daños
causados á su iglesia, siempre que el delito sea tal que no haya de
recaer pena de sangre, ó si tal hubiese de venir atendidas la gra-
vedad del crimen y las prescripciones de la ley, protestando de an-
temano que no haya de imponerse por la acusación que intenta.
Hecha esta protesta, aun cuando se siga pena de sangre, no incur-
re el clérigo en la irregularidad qut le hubiera alcanzado en otro
caso.
Del mismo modo les está prohibido á los legos acusar á los
clérigos en el fuero eclesiástico, á no ser por injurias hechas á sus
personas, ó á las de sus allegados dentro del cuarto grado de pa
rentesco, en los casos de simonía, sacrilegio y malaversacion de
los bienes de la iglesia cuyo patronato les esté encomendado, y fi-
nalmente en los delitos de lesa magestad divina y humana, respec-
to de los cuales, como veremos luego, se ha dado mayor latitud
que al derecho de acusar para los crímenes restantes.
Conocidas ya las personas que tienen este derecho en los de-
litos públicos, ó lo que es lo mismo, en los delitos cuya represión
interesa á la sociedad mas inmediatamente, y aquellas á quienes la
ley prohibe entablar acusación, nos cumple ahora examinar.
Qué personas pueden ser acusadas y cuales no pueden serlo.
Sobre e ste particular estableceremos una regla general acom-
pañada, como todas las de su especie, de varias escepciones.
La regla general se funda en este principio: siempre que hay
un quebrantamiento de la ley, de propósito deliberado, con perjui-
cio mas ó menos grave de la tranquilidad pública ó de la seguridad
y propiedad de los particulares, procede que el autor de la infrac-
ción sea acusado porque se ha menester de juicio y de castigo, de
ejemplo y de escarmiento. Por eso dicen las Partidas: "Acusado
puede ser todo ome mientras viviere de los yerros, que oviese fe-
cho." (1) Pero sucede á veces que consideraciones imperiosas tem-
plan la rigidez de la ley é impiden que se acuse á algunas personas
(1) Ley V, tit. 1?, Part. 7?
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—183—
en circimtancias dadas y por motivos especiales. Tiene esto lugar:
1? cuando no ha habido ni podido haber intención ó propósito de-
liberado de delinquir: 2^ cuando no se dan términos hábiles para
proceder á la acusación.
Los menores de diez años y medio, verdaderos pinos cuya ra-
zón no se halla formada todavia, incapaces por tanto de dañados y
maliciosos propósitos; los que no han llegado á los catorce de su
edad tratándose de delitos contrarios á la continencia y á la pureza
Je costumbres; los idiotas, fatuos, locos y cuantos carecen por su
desgracia de un juicio recto y cabal, se hallan en el primero de los
dos casos previstos por las leyes; estas le relevan y eximen de toda
acusación. Hay qve advertir, sin embargo, que á los mayores de
diez años y medio y menores de catorce, si cometiesen algún delito
grave, como los de muerde, heridas ó robo considerable, se les
podrá acusar, cuidándose empero de imponerles una pena discre-
cional siempre mas leve que la ordinaria, lo cual se previene y ha
de observarse asimismo respecto de todos aquellos delincuentes
que no tengan diez y siete años cumplidos. Y por lo que hace á
los locos y mentecatos pueden ser acusados de las infracciones de
ley que hubiesen cometido en sus lucidos intervalos porque en-
tonces desaparece la demencia ó extravio del entendimiento, bien
que siempre será muy difícil y aventurado resolver en juicio, aun
con el auxilio de las ciencias médicas, cuestiones de esta especie.
Los parientes de tales desgraciados que no los hacen guardar con
las precauciones oportunas, no carecen de toda culpa, y la ley y
la práctica quieren que se les exija la responsabilidad á que haya
lugar conforme á las circunstancias de cada caso, y á la situación
de las personas.
El segundo estremo, esto es, de no darse términos hábiles
para proceder á la acusación, comprende: 1- á los que hubiesen
sido ya juzgados y plenamente a'jsueltos por sentencia solemne y
valedera del crimen que quiere imputárseles de nuevo, á no ser
que la última acusación se estienda á probar que la primera se hizo
dolosa y amañadamente con el fin de que el tribunal diese por li-
bre al reo, y de proporcionarle un escudo para lo futuro contra
la persecución formal del yerro que habia cometido; y 2° á los de-
lincuentes que hayan fallecido, porque dice la ley de Partida (1)
(I) L. 7} tít. 1? P. 7}
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h muerte desata ei desface también á los yerros^ corno a las fcuxdom
delloSy como quier que la fama fimqm?^ En efecto, la justicia de
los hombres carece de jurisdicción roas allá de la existencia, no
debe turbar la paz de los sepulcros, no puede aplicar la correccioa
saludable de la pena á los restos frios é inanimados de los delin-
cuentes que ya fueron; sin embargo todavía queda viva en el inuib»
do, aunque separada de su cuerpo, la memoria de esos hombres*,
todavía queda el recuerdo de sus maldades, todavía quedan los
bienes que les pertenecieron, y en los grandes crímenes, en lo«
crímenes que desgarran las entrañas de la sociedad, y lastimaa
hondamente la seguridad y el bienestar de los asociados, la jus-
ticia de los hombres puede amancillar aquella memoria con la in-
famia legal en todos aquellos casos en que sea una sanción alta
y solemne de la infamia pública, y resarcir, en cuanto convenga y
sea equitativo; con el auxilio de sus bienes, los daños y perjuicios
privados que causaron. Apoyados nosotros én esta consideración
de moralidad y de justicia, aprobamos las limitaciones puestas al
principio de que no se puede acusar al reo muerto, por mas que
algunos juristas la hayan tachado con escesiva acrimonia de barba-
tos y atroce».
Las leyes de Partidas relativas á este punto (1), esceptuan ex-
presa y racionalmente los crímenes siguientes: la traición contra
el Rey 6 el estado, la heregía, el robo y la malaversacion de los
caudales públicos, la fuga á los enemigos, en el lenguaje militar
deserción, el prevaricato de los juzgadores, los hurtos sacrilegos, y
el asesinato de los maridos por sus propias mugeres.
En los otros yerros y delitos de menor gravedad no solo está
vedado por la ley entablar acusación contra los muertos, sino que
la ya entablada se estingue toda vez que el fallecimiento del acusa-
do ó la muerte del acusador ocurran antes de pronunciarse la
sentencia, sin que los herederos, ni los parientes de este último
deban ni tengan el derecho de continuar la acusación, si bien pue-
den comenzarla de nuevo, si lo creyeren oportuno. Dice una ley
de Partida (2). "Muriendo el acusador después que ha fecha la
"acusación, muere otro si el pleito del acusamiento: et non son
"tenudos los herederos nin los parientes del acusador de s^;uir
(1) Ley 7? y 8^, tít. 1?, Part. T.
(2) Ley 23, tít. 1?, Part. 7>
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^^aquella acusación, como quier que alguno dellos ó otro cualquier
**lo puede acusar otra vez de nuevo sobre aquel yerro mismo: Otrosí
^Mecimos que si se muere el acusado ante que den juicio contra él,
*^que se desata otro si la acusación et la pena della: et non lo pue.
**de otro ninguno acusar después, fueras ende si el yerro fuese de
^^uellos que disiemos en las leyes de este titulo porque pueden
"acusar á los homes después que son muertos," los cuales quedan
anteriormente enumerados.
No debemos omitir que si bien la acusación se estingue absolu-
tamente por la muerte del acusado, en cuanto á la pena, no sucede
asi por lo que hace á la reparación de daños é intereses que se
puede pedir en cualquier caso; ni tampoco debemos callar que si se
injurió al hombre, muerto después, cuando se hallaba postrado de
la enfermedad que lo llevó al sepulcro, ó se ofendió su cadáver, sus
herederos y parientes tienen obligación da perseguir un atentado
tan vituperable y odioso ante los tribunales de justicia.
Entre las personas á quien no puede acusarse suelen enume-
rarse nuestros tratadistas á los jueces y magistrados, mientras des-
empeñan sus cargos respectivos, salvo si hubiesen delinquido en el
ejercicio de sus atribuciones como tales. La razón que se dá ordi^*
nariamente es la de que debiendo tener los jueces en razón de su
destmo numerosos enemigos, se les suscitarian acusaciones malicio-
sas é interesadas que entorpecerían á cada momento la recta admi^
nistracion de la justicia, y esto mismo dice la ley de Partida (1)
con la elegancia de costumbre. Sin embargo, esta reflexión no nos
persuaüe, y entendemos que la ley está anticuada y sin uso en esta
parte. Los delitos comunes de los jueces (si lastimosamente los jue*
ees olvidan sus deberes hasta el estremo de cometerlos, lo que no
será muy general) deben ser reprimidos y costigados mas acelera-
damente y con mayor severidad y enerjia que los perpetrados por
delincuentes ordinarios. La fianza ds calumnia, las garantías con-
cedidas á los demás acusados, el temor del castigo, y sobre todo
la fama de su integridad y de sus virtudes, salvarán á los jueces del
(1) "Et esto es porque los homes que tal oficio tienen, maguer
fagan derecho, non puede seer que non ganen mal querientes; et por
ende si los pudiesen acusar, envilecerse hia por ende el lugar que
tienen; et tantos podríen seer los acusadores que non podñen compiir
su oficio, lo que eran tenudos de facer.— (Ley 12), tít. 1, P. 7.)
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riesgo que ha querido evitarse, como salvan á los demás hombres
de honor y probidad de iguales atentados.
Para completar la enumeración prolija que hemos hecho de las
personas que pueden acusar, y de las que pueden ser acusadas,
añadiremos que hay algunos delitos graves entre los llamados pú-
blicos, respecto de los cuales es lícito promover juicio criminal á
tctdos absolutamente, inclusos aquellos sobre quienes pesa la pro-
hibición de la ley para los demás casos; tales son los delitos de alta
traición. Y ya qu^ hemos mencionado la categoría de los que no
pueden acusar generalmente, añadiremos que esto no se entiende
de las ofensas ó yerros cometidos contra sus propias personas, las
de sus parientes dentro del cuarto grado, y las de otros allegados
inmediatos considerados por la ley en igual categoría de intimidad
y afecto, á saber: el suegro, la suegra, el yerno, el entenado y d
padrastro. (1) De la misma suerte, la muger, no obstante la deci-
sión que la escluye generalmente de sostener en juicio acusaciones
criminales, puede entablarla contra el matador de su marido^ y sos-
tenerla hasta que recaiga el fallo judicial.
Hay, por el contrario, otro delito que á pesar de contarse en
la categoría de los públicos, ni el ministerio fiscal puede proceder
á su acusación, ni el juez perseguirle de oficio, aludimos al adul-
terio. El marido y solo él tiene derecho para acusar á los adúlte-
ros; pero con la precisa condición de perseguir judicialmente á en-
trambos delincuentes ó á ninguno. La reserva absoluta que hace la
ley en este caso á favor del agraviado, está en consonancia con la
naturaleza.de un crimen tan odioso y con la manera que tiene el
mundo de apreciarle. El marido que quiera reclamar un castigo se-
vero y una reparación judicial, que no siempre es á los ojos del pú-
blico una rehabilitación completa, encuentra apoyo en una ley que
le autoriza esclusivamente para hacerlo. Pero esta misma ley res-
peta la voluntad del hombre desgraciado que prefiere sepultar su
deshonra en el silencio. Un solo caso hay en que cualquiera perso-
na celosa de de la moral pública, y el ministerio fiscal con mas razón,
pueden entablar acusación contra la adúltera, es á saber, cuando
el marido comete la vituperable bajeza de provocar ó consentir los
desarreglos y liviandades de su muger por intereses pecuniarios
No es permitido, s^un el derecho de Partida. (2) acusar por
(1) Leyes 2? y 4? tít 1? Part. 7.
C2) Ley 61, tít. 1?. P. 7.
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medio de procurador ú apoderado (personero) en los delitos gra-
vevS de que puede resultar imposición de pena capital. Los guarda-
dores de los huérfianoSj esto es, el tutor y el curador, pueden hacer-
lo sin embaído por las ofensas inferidas á aquellos, ó á los parientes
inmediatos de los mismos, cuyas injurias podrían perseguir los me-
nores ante los tribunales, si tuvieran personalidad enjuicio.
Puede suceder que varias personas acusen simultáneamente á
alguno de un mismo delito. En tal caso es necesario averiguar si
las unen vínculos de familia ó de sangre con el agraviado, ó si son
estrañas á este. Las primeras tienen un derecho preferente á enta-
blar la acusación, y entre ellas ha de observarse la escala ó gradua-
ción siguiente.
La muger ocupa el primer lugar respecto de la muerte de su
marido, y este respecto de la muerte de aquella.
El padre es preferido por la del hijo, y este por la del padre.
El hermano por la del hermano, y al contrario.
Los demás parientes según su mayor ó menor proximidad.
Y en último lugar los estraños.
Cuando haya dificultades para la designación de aquel á quien
asista mejor derecho, "debe el juez catar el escoger el uno de ellos,
el que entendiere que se mueve con mejor entencion'á lo facer
ca estonce á la acusación de aquel debe responder el acusa-
do." (1).
Hemos examinado ya qué es acusación, que personas pueden
acusar, en que orden deben ser admitidas á hacerlo, y que perso-
nas pueden ser acusadas: réstanos ahora esplicar la manera de enta-
blarse la acusación, si puede ó no haber transacion entre el
ofendido y el reo, los casos en que es permitido desamparar la
acción criminal, los medios de estinguirse las acusaciones, y las
penas que ha establecido la ley contra los acusadores calumniosos.
La acusacoin se entabla por medio de un escrito á que se dá
el nombre de querella. En este escrito se fija y esplica el crimen
con todas las circunstancias y pormenores que puedgn contribuir á
su averiguación judicial, asi como el nombre del acusado, su ve-
cindad, destino y paradero; se ofrece una información sumaria diri-
gida á justificar los hechos denunciados, y se concluye pidiendo
que, una vez justificados, se proceda á la detención del reo y al em-
(1) L. 13, tít. 1?., Part. V
X. II.— 23.
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bargo (le sus bienes, previo el juramento de no obrar con malicia,
ni intención aviesa.
Terminado el sumaii) con la confesión del reo, se dá traslado
de todo al actor, quien estienda y presenta la acusación verdadera y
formal qne es la primera pieza del juicio plenario. En "el escrito de
acusación discurre el actor sobre la justificación del hecho consigna-
da en el sumario, expone detenidamente las razones q\ie le asisten,
y pide que sea castigado el delincuente con la pena (que ha de fijar)
prevista por las leyes.
A fin de evitar acusaciones mal intencionadas exige la ley de
acusador que afiance de calumnia^ esto es, que dé seguridades de
estar á las resultas del juicio que promueve; pero nótese que la
obligación de afianzar de calumnia no alcanza á los que acusan:
1° por injurias propias ó de sus parientes; 2? por delitos de traición^
herejía ó falsificación de moneda; 3? por las ofensas hechas á los pu-
pilos ó menores puestos á su cargo, ni, 4? á los fiscales y ministro 8
de justicia; pues interesa á la causa pública que no se ponga trabas
al ofendido ni á sus interesados para la reclamación del desagravio,
y que se facilite en todo lo posible la averiguación de ciertos atenta-
dos que arrojan en el seno de la sociedad una desconfianza y una
perturbación muy perniciosas.
Disputan los juristas sien caso de remisión ó transacción entre
el reo y el ofendido, se liberta ó no aquel de la pena corporal im-
puesta por la ley, y ha de sobreseerse ó no en los proéedimientos
entablados. El derecho de las Partidas y las disposiciones de la
Novísima Recopilación no están acordes en esta particular. Se lee
en aquellas: (1) Acaese á las vegadas que algimos homes son acu-
„sados de tales yerros, que si les fuesen probados, que recibiriea
„pena por ellos en los cuerpos de muerte ó de perdimiento de miem-
jjbro: et por miedo que han de la pena trabajanse de facer ave-
„nencia con sus adversarios, pechándoles algo porque non anden
„mas adelante por el pleito. Et porque guisada cosa es et derecha
„que todo home puede redemir su sangre, tenemos por bien que sí
„la avenencia fuere fecha ante que la sentencia sea dada sobre
„tal yerro como este, que vala cuanto es para non recebir pena
„por ende en el cuerpo el acusado, fueras ende si el yerro fuese de
^adulterio; ca en tal caso como este non puede ser fechada dve-
(1) L. 22, til. 1?, Part. 77.
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,,nencia por dineros, mas bien le puede quitar de la acusación al
,,marido si quiere, non recibiendo precio ninguno por ende. Pe-
„ro si la acusación fuese fecha sobre yerro que fuese de tal natura
jjen que non viniese muerte nin perdimiento de miembro, mas
,,pena de pecho ó de desterramiento, si se aviniese el acusador
,,con el acusado pechandol algo segunt que es sobredicho,- por ra-
,,zon de tal avenencia como esta decimos que se dá por fechor del
„yerro, et que le puede condebnar el juzgador á la pena que man-.
,,dan las leyes sobre tal yerro como aquel de que era acusado "
Por manera que esta ley admite la transacción ó á demencia con re-
levación de pena corporal para los delitos mas graves, para los cri-
mines capitales, y la rechaza para otros de menor entidad, pues
tanto vale dar al juzgador la facultad de imponer aireo la pena de la
ley en el concepto de confeso, contradicción monstruosa que ú po-
dría esplicarse tal vez retrocediendo á los tiempos en que se esta-
bleció, es absolutamente inadmisible en él estado actual de las le-
gislaciones europeas. Hubieron de notar los tribunales los malos
resultados de esta ley, y ya en tiempo de Felipe II se promulgó
una pragmática (1) en la cual se dispone lo siguiente: ''Por cuanto
,.somos informados que algunos han querido poner duda y dificul*
„tad, si en los delitos que se procede á instancia y acusación de
„parte, habiendo perdón de la dicha parte, se puede imponer perut
j^corporaly declaramos que aunque haya perdón de parte, siendo el
„delito y persona de calidad que justamente pueda ser condenado
„6n pena corporal, sea y pueda ser puesta la dicha pena en servi-
„cio de galera por el tiempo que según la calidad de la persona y
„del caso, pareciere que se puede poner." No cabe pues duda,
vista esta pragmática que deroga la ley de partida, en que no puede
sobreseerse en los procedimientos, y en que la remisión del ofen-
dido no releva al ofensor de toda culpa y pena. Sin embargo nos
parece que la transacion debe influir algo en el resultado del juicio
y ensayaremos determinar hasra qué punto.
Es innegable que el agraviado es dueño de perdonar ó remi-
tir, ora gratuitamente, ora mediante una reparación pecuniaria con-
venida de antemano, las vejaciones y perjuicios que se le han oca-
sionado en su persona y bienes. Hay mas, la reconciliación del
ofendido con el ofensor es bajo roas de una consideración un acto
laudable y meritorio.
(1) L. 4?, tít. 40, l¡b. XII de la Nov. Recop.
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Esto sentado, y establecido también que la pena tiene dos ob-
jetos: primero, el de satisfacer al particular agraviado, y segundo,
el de asegurar el orden público y el bienestar de la sociedad por
medio del escarmiento y del ejemplo, se sigue naturalmente que
cuando el ofendido perdona sus injurias, debe tomarse en cuenta
esta circunstancia al pronunciar el fallo, no con el fin de librar de
toda pena al delincuente, sino para templar un tanto la dureza del
castigo.
Asi sucede de muy atrás en la práctica y es una regla de juris-
prudencia para nuestros tribunales; el señor Escriche, autor del
Diccionario de Legislación, apoya la misma opinión en los términos
siguientes: ''La ley no prescribe dos penas, una por el particular
"ofendido, y otra por la sociedad, sino que con una misma venga
"las dos injurias; pero esta pena común á las dos, es sin duda mas
"grave que si solo hubiera de aplicarse á la una; y asi remitiendo
"el particular su agravio, debe rebajarse por el juez parte delagra-
"vedad de la pena" (1). Nos parece por lo tanto lo mas seguro que
la transacción ó remisión no autoriza á sobreseer en el proceso, ni
releva absolutamente al reo de la pena corporal, si bien debe in-
fluir en que se suavice y atenúe hasta cierto punto la pena prescrita
por la ley.
Hay algunos casos en los cuales el acusador puede desamparar
la acusación, y otros en que le está vedado. Puede apartarse de ella
sin incurrir en pena, dentro del plazo de treinta dias y previo el
consentimiento del juez, cuando la hizo, no con falsedad y malicia^
sino por error y lijereza, con tal de que el acusado no haya sido
puesto en prisiones, ni padecido en su honor y estimación; le está
prohibido abandonarla en los opuestos casos, y absolutamente y sin
limitación de ninguna especie en todos los crímenes de lesa mages-
tad divina y humana.
Al que desampara la acusación, en los casos que no es lícito,
se le impone la misma pena que, probado legalmente el delito, ha-
bía de sufrir el acusado, salvo el agraviado y sus herederos que no
caen en la pena, ni apartándose de la acusación, ni dejando de pro-
bar en autos. De todos modos cuando el actor desampara su quere-
lla, el ministerio fiscal le sustituye en nombre de la sociedad, y
continua el proceso por los trámites legales.
(1) Pag. 135, tom. 1?, segunda edición.
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La acusación se estingue por la muerte del acusador ó por la
del acusado; pero no en todos los casos, ni- en todas sus partes. Sa-
bido es que de resultas de un delito pueden entablarse dos acusa- .
dones: una criminal que tiene por objeto el castigo del culpable, y
otra civil que se dirige al resarcimiento de daños y perjuicios. La
acción criminal se acaba por la muerte del acusado, fenece con él,
escepto en los delitos enormes de que hicimos oportuna mención
antes de ahora, porque todaj)ena seria ilusoria respecto de unhom.
bre que no existe. La acción civil es también de dos maneras; ó se
entabla en concepto de pena pecuniaria, ó para obtener la restitución
de algunas cosas. En el primer supuesto se estingue por la muerte
del acusador y por la del acusado, ano haber tenido lugar la contes-
tación enjuicio, en cuyo caso la acción se trasmite á los heredero^
del primero, y se ejerce contra los herederos del segundo; en el
otro supuesto no fenece por el fallecimiento de ninguno de ellos
si no que pasa asimismo á los herederos y contra los herederos.
Se estingue además el derecho de acusar siempre que hubiere
recaído sentencia favorable y adornada de todos los requisitos lega-
les sobre el mismo delito cuya acusación quiere intentarse de nue-
vo. Y por último, transcurrido el término señalado por las leyes pa-
ra intentar la acusación, se prescribe el delito y se acaba la acción
criminal, de manera que en adelante no puede piocederse ya contra
el culpable. Cuál sea aquel término se dirá oportunamente en el
artículo respectivo.
Para evitar que se abuse del derecho útil y respetable de acusar,
se han establecido graves penas contra los acusadores calumnio-
sos (1). Si se hubiese de atender al testo espreso de las leyes, se les
impondría la pena del Talion, sufrirían un castigo idéntico al que,
probado el delito, se hubiera impuesto al reo; pero desde muy atrás
como ya lo observó Hevia Bolaños en su Curia, se ha quebrantado
en la práctica el rigor de aquel precepto, aplicándose, en vez de la
señalada, otra pena discrecional y estraordinaria.
Diremos de paso que se distinguen dos maneras de acusacio-
nes calumniosas; unas en que la calumnia es evidente^ porque apare-
ce haberse procedido con intención dañada, y sabiendo de ciencia
cierta la falsedad de los hechos, y otras en que la calumnia se pre*
(1) En esta categoría se comprenden también los que desampa-
ran la acusación en los casos en que no les es lícito apartarse de ella.
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sume^ lo cual sucede siempre que no se prueba legalmente la acusa-
ción entablada. La calumjm evidente se castiga en todos los acusa-»
dores, asi estraños como propios; la calumTtia presurUa solo en los
estraños, y aun entre estos se esceptuan por justas consideraciones,
los fiscales y ministros de justicia, los tutores que entablan acción
criminal en nombre de sus hijos, y los que acusan á los monederos
falsos.
El Reglamento Provisional para la administración de justicia^
previepe en el artículo tercero, que á todos los acusadores de aten-
tados cometidos contra sus personas, honra ó propiedad, se les oiga
en juicio sin exijírseles, aun cuando no estén en clase de pobres,
derechos de ninguna especie, siempre que fueren personas conoci-
das y suficientemente abonadas, ó que dieren fianza de estar á las
resultas del juicio. Y añade que todos los derechos que se deven-
guen serán pagados, después de pronunciada la sentencia, por el
acusado si resultare culpable, ó por el acusador si se quejó sin fun-
damento, mediante la oportuna imposición de costas. A primera
vista se conoce que el objeto de esta disposición ha sido facilitar á
los ofendidos, en su beneficio y con ventaja de la sociedad, los me-
dios de reclamar el castigo de los delincuentes.
Para fijar la verdadera y genuina inteligencia de este articulo,
han recurrido los prácticos á las leyes anteriores y á la jurispruden-
cia de los tribunales, y en su vista han decidido atinadamente que pa-
ra los efectos referidos en él, esto es, para tener participación en la
gracia de no pagar derechos pendiente el juicio, se han de conside-
rar acusadores de ofensa propia, no solo los agraviados directa y
personalmente, sino también los que con arreglo á la ley les repre-
sentan, como el tutor respecto del pupilo, el padre respecto del
hijo, el marido respecto de la muger, y en el crimen del homicidio
todos los parientes constituidos dentro del cuarto grado, todos los
parientes á quienes asiste el derecho de suceder en los bienes del
difunto.
Han creido algunos que el beneficio de no pagar derechos has-
ta la conclusión del juicio, debiera dispensarse igualmente á los
acusados, fundándose en que si es justo facilitar á los acusadores
los medios de perseguir al delincuente, no lo es menos facilitar á
aquellos los medios de defensa. Nosotros opinamos de diverso mo-
do, nosotros no hallamos que aboguen en favor de todos, ni de par-
te de los acusados los respetables motivos y las razones especiales
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— ton-
que asisten á la categoría de los acusadores, en cuyo auxilio por de^
cirio asi, ha venido el artículo 3? del Reglamento Provisional para
la administración de justicia. La situación particular de los agravia-
dos mismos y de las personas que les están unidas con vínculos es-
trechos, y las mayores consideraciones q'ie se deben á esta situa-
ción, unidas al interés de la sociedad, justifican ampliamente aque-
íla medida escepcional. Los acusados inocentes, 6 culpables, no
necesitan d^ incentivo alguno para su defensa, y en cuanto á los
perjuicios que se les puedan irrogar, la pena prescrita por la ley
contra los acusadores calumniosos, le garantiza una reparación ple-
na y completa. Fuera de que si es frecuente promover pleitos civi-
les por motivos baladíes, raras veces se dá el ejemplo de entablar
acusaciones criminales sin fundamentos valederos.
El mencionado Reglamento previene asimismo con buen acuer-
do en el artículo 51 que los promotores fiscales de los juzgados to-
men parte en las causas formadas por delitos públicos, aunque ha-
ya acusador ó querellante; al revés de las que versen sobre delitos
privados, eñ las cuales no podrán hacerlo, sino en cuanto se ro-
cen con la causa pública, ó con la defensa de la real jurisdicción or»
diñaría. Lo mismo y con palabras casi iguales viene á prescribirse
en el articulo 101.
Para poner fin á este trabajo estimamos oportuno decir algunas
píilabras acerca de las consideraciones que se deben tener con los
acusados. Eo las leyes escritas, como en loé principios generales d( 1
derecho, lo mismo en la práctica que en la teoría, se presume ino-
cente al acusado hasta que las pruebas legales y el fallo judicial de-
muestran lo contrario. Partiendo de este principio, todas las coac-
ciones innecesarias, todas las prohibiciones que no tengan por obje-
to impedir la evasión ó dificultarla fuga de los reos, serán hijas de
una severidad, mejor dicho,' de una crueldad gratuita é injustifica-
ble, las molestias, los rigores, las privaciones, los malos tratamien-
tos, serán actos merecedores de reprobación y de castigo. El inte-
rés del acusador particular, el interés de la sociedad, el interés de
la buena y recta administración de justicia, cada uno de por sí, y
todos reunidos, no pueden imponer al acusado durante el juicio otro
gravamen que el de estar sujeto al fallo, el de no esquivar las resul-
tas del juicio, el de cárcel segura como en nuestro idioma legal se
dice con exactitud y consicion. Pero la seguridad de las cárceles no
está reñida, ni es mcompatible con razonables miramientos; pero la
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seguridad de las cárceles no pe cifra en que las habitaciones sean
estrechas, incómodas, mal sanas, sin aire que respirar, sin luz y sin
abrigo; y esto es lo que sucede dolorosamente en casi todas las cár-
celes de España. Acontece mas, acontece que se hacinan y con-
funden los foragidos de profesión, los criminales declarados tales con
los reos pendientes de fallo, cuya inocencia ó culpabilidad está en
tela de juicio. De esta manera el contagio del crimen, la peste de
la inmoralidad y del vicio se inoculan en los corazones y ganan los
ánimos no pervertidos, y hombre hay que cuando una sentencia ju-
dicial le declara inocente con justicia, ha completado ya en las cár-
celes la infame y rápida educación de los delitos.
Bien sabemos todos los obstáculos que diñcultan una reforma
completa y acertada en esta parte de la administración pública,
pero también comtemplamos con intima gratitud los recomenda-
bles esfuerzos de las asociaciones privadas para suplir ó comple-
tar la acción del gobierno en lo posible, y una esperanza halagüeña
nos estimula á reunir nuestra débil palabra á sus trabajos. Entre
tanto, ya se robustezca aquella esperanza en vista de nuevos y feli-
ces resultados, ya se desvanezca tristemente, no se olvide nunca
que el hombre sujeto á la jurisdicción de los tribunales, no es un
criminal reconocido sobre quien pesa ya la mano inflexible del cas-
tigo; no se olvide jamas que los acusados entran en las cárceles
solo para su guarda, á manera de un depósito, y mientras pronun-
cia el juzgador su absolHcion ó su condena.
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ANTIGÜEDADES DEL PAÍS.
Una multitud de piratas bajo de diversos nombres apa-
recieron en las playas de estas colonias, caiisando en
ellas el terror de sus primeros pobladores.
^viso oficial que dieron las autoridades de la isla de Sío. Do*
mingo a estas de Cuba^ para que esttwieran prevenidas contra las
depredaciones de estos enemigos que habían aparecido sobre stís costas^
HABANA.
CABILDO DE 16 DE FEBRERO DE 1586,
En el cual dio cuenta el escribano con los siguientes documentoe t?e*
nidos de Sto, Domingo, isla Española.
Este es un traslado bien y fielmente sacado de ciertos recau-
dos que á esta villa de S. Cristóbal de la Habana vinieron de la
ciudad de S. Juan de Bayahá sobre la toma que hicieron los ingle-
ses á la ciudad de Sto. Domingo de la isla Española, y lo que so-
bre ello se ha fecho y proveido en esta dicha villa, todo uno en
pos de otro es del tenor siguiente:
En la ciudad Real de S. Juan del puerto de Bayahá de la isla
Española, Indias del mar Occéano, en lunes 20 dias del mes de
enero 1580 años, ante los ilustres Sres. Sebastian Paez, y Juan
López de Segura, alcaldes ordinarios, y Blas González, y Manuel
de Meza, regidores, y Francisco Luis de Carvallo, capitán por
S. M. de esta dicha ciudad, y por ante mí el escribano público
yuso escrito pareció presente Francisco de Pedralles vecino de la
ciudad de Santiago de esta dicha Isla, y presentó los recaudos que
se siguen. — En la ciudad de Santiago de esta isla Española, Indias
del mar Océano, en quince dias del mes de enero año del Señor
1586 años: estando juntos en la iglesia mayor de esta ciudad ha-
T. II. — 24.
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cien do cuerpo de guardia los ilustres Sres. capitán Alonso de Ca-
ceras Carabajal por S. M., ^ Andrés Carrasco, y Gerónimo de Pa-
redes alcaldes ordinarios, y D. Francisco Abarca Maldonado al-'
guacil mayor, y Jusepe Sánchez, y Hernán Rodríguez, y Juan
López Tirado regidores: habiendo recibido una carta de aviso de
Rodrigo de Aíbar vecino de la ciudad de Sto. Domingo, persona
principal, y un billete firmado de ciertos caballeros y personas no-'
bles de la dicha ciudad de Sto. Domingo, por la cual avisan á este
cabildo que la dicha ciudad de Sto. Domingo está tomada de ene^
migos ingleses de 30 galeones que entraron la gente de ellos por mar,
y por tierra en tanta cantidad que no pudieron amparar la ciudad
ni resistiila, y ansi se salieron de ella, á los campos por mandado
del mm ilustre Sr. Presidente á proveer lo que mas convenga á la
ofensa de los enemigos, y por mandado de su Sría. del mui ilustre
Sr. Presidente el Ldo. D. Cristóbal de Ovalle, y Oidores de la Real
Audiencia de Sto. Domingo que enviasen aviso á los cabildos y jus-
ticia y capitanes de tierra-adentro el dicho Rodrigo de Aibar y los
demás contenidos arriba para que se envié socorro de la dicha tier^
ra-adentro á la dicha ciudad de Sto. Domingo, é aviso á Bayahá y
á Puerto de Plata, para que de ello se envié con toda brevedad y
cuidado y diligencia, aviso del suceso á la Habana y á la isla de
Cuba para que estén apercibidos y se envíe desde allí á dar noticia
á S. M. de este caso, y del gran daño que esta isla tiene y se espera
|K)r ser la fuerza tan grande conque el enemigo ha entrado en ella
clemás que se entiende que es de don Antonio de Portugal.^-Acorda^
ron unánimes de conformidad, lo primero y despachar luego al ca.
nónigo Alonso Cobo de Urreta^ canónico de la santa catedral é
iglesia de la ciudad de Sto. Domingo que se quiso encargar de ella
por servir á S. M. é ser su persona tal, de quien se confia que lo ha^
fá con mucha diligencia y brevedad, que vaya luego á la ciudad de
Bayahá puerto de mar en la banda del Norte, eií el cual hay al pre-
sente navio» para los reinos de Castilla y otras partes que alH reqiiíe^
Ta á las justicias, y oficiales Reales y capitanes, señores de navio y
maestres, representándoles el servicio que en esto S. M. aeeibirí
¿para que envíen el socorro necesario al daño qu^esta isla Emanóla
tiene^ y que sepa lo que pasa, y que en nombre de este Cabildo el
^ho Sr. canónigo pueda haoer toda diligencia y requeríflaento»
necesarios, y prometer déla Caja Real el premio que le pareciere
par ello al maestre señor de nao que hubiere de ir á la Habana, pa^
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Ira que desde allí se envié el aviso á S. M. ó á la casa de la Contra-'
tecion de la ciudad de Sevilla, y donde pareciere que mejor sea, y
para todo lo que dicho es le otorgamos en nombre de S. M. en-
tero poder cumplido para todo en el caso necesario — Rem mas,
acordaron que se dé á la dicha ciudad de Sto. Domingo de esta eiu-'
dad de Santiago el socorro posible que se pudiere dar, lo cual come-
tieron al ilustre Sr. capitán Alonso de Cáceres Carabajal para que lo(
envié teniendo atención que esta ciudad no quede desamparada por
muchos respectos que convienen; y nombraron por capitán de la gen-
te que ha de ir al dicho socorro de esta ciudad á Francisco Tostadoi
de Vargas vecino de ella, al cual mandaron que lo acepte y vay»
en servicio de S. M. con la dicha gente, y ansí lo mandaron^ y que
un billete que llevan á Puerto de Plata saque el escribano un trasla-'
do de él para lo poner con estos autos, y que se escriba á S. M. dán-
dole aviso de lo que en este caso pasa, y ansí lo proveyeron y firma-
ron— Alonso de Cáceres Carbajal — Andrés Carrasco — Gerónimo^
de Paredes -Juan López — Hernán Rodríguez— Jusepe Sanche» —
D. Francisco de Abarca — Ante mí — Antonio Henriquez, escribano»
publico de esta ciudad de Santiago que es en esta isla Española, In-*
días del mar Océano, doy fé y verdadero testimonio á todos los Sres^
que la presente vieren como hoy miércoles que se contaron 1-5 dia9
del mes de enero de 86 años, estando en la puerta del ilustre Sr. capi*
tan Alonso de Cáceres Carabajal capitán por S. M. en esta ciudad
de Santiago, y en presencia de mí el escribano de yuso escrito Iieg6
Antonio de Berbery esclavo de Juan de Estrada, y dio al dicho Srv
«apitan Alonso de Cáceres Carabajal una carta que es del tenor si*
guíente — Ilustres señores, justicia y regimiento de la villa del Puer-
to de Plata: se da aviso á vuestras mercedes <:omo la ciudad de Sto«
Domingo- queda en poder del enemigo inglés, desde el sábado en
la tarde 10 del mes de enero, y ñié tanto el poder de ellos poír tíer^
ra y mar de 30 navios gruesos, y avellotomado por mar y tierní^ y
anfá vuestras mercedes pongan remedio en la tierra de lo que coa-
viniere, procuren dar aviso á las partes comarcanas para que en-
víen toda la gente de á caballo, ansí blancos, como mulatos y ne^
gros con toda brevedad para resistir no entren la tierra adentro y ]ft
gente venga á recojerse á Peralvillo para que de allí se junte eoft
la d^Aás y se acuda^ á la mayor necesidad, y pues esta ed Itt
llave é defensa no solo de esta isla pero de las Indias y anc» convie-
ne al servicio de Dios y de S* M. acudir con las veras que conviene,
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de manera que S. M. vea el amor y fidelidad con que le servimos
todos pues demás de servir esta nuestra obligación, defendemos
nuestros hijos y mugeres, y haciendas y no siendo para mas nuestro
Señor &c. — De Guamuna hoy lunes 12 dias de enero, este aviso se
procure de enviar acia la Habana, Cuba y otras partes que con-
vengan para que con toda brevedad S. M. tenga aviso de tan pode-
roso enemigo y armada, y tanto que se entiende que es D. Anto-
nio. —El Sr. presidente y oidores han ido por otras partes de la isla
á recojer la gente para el efecto dicho, y ansi la gente que vuestras
mercedes tuvieren y enviaren vengan á Peralvillo, hacienda de Ro-
drigo Nuñez Lobo — Oso rio de Peralta — Miguel Alemán —Rodrigo
de los Olivos. — Antonio Serrano. — Rodrigo de Aibar — Juan Car-
rillo— Que es fecho y sacado este dicho traslado del billete original,
el cual fué enviado á la villa del Puerto de Plata, siendo testigos Lú-
eas Vázquez, el capitán Alonso Cáceres de Carabajal y Antonio Por-
tugués, vecinos y estantes de esta dicha ciudad fecha ut supra — An-
tonio Henriquez, escribano público-El cual dicho traslado yo el dicho
escribano lo iize sacar y saqué por mandado del ilustres Cabildo de
esta ciudad de Santiago — Yo Antonio He iriquez escribano por S, M.
en esta ciudad de Santiago fize sacar y saqué y presente fui á lo que
es dicho y se hace mención, y fize aquí éste mi signo que es atal-r-
En testimonio de verdad — Antonio Henriquez, escribano publico.
En la villa de Santiago que es en esta isla Española Indias
del mar Océano en 17 dias del mes de enero de 1586 años. Es- '
tando en su Cabildo ayuntados los ilustres Sres. Andrés Carrasco
y Gerónimo Paredes alcaldes ordinarios en esta dicha ciudad y
D. Francisco de Abarca Maldonado, alguacil mayor con voto en
Cabildo, y Hernando Rodriguez, y Juan López Tirado, regidores
por ante mí el escribano de yuso escrito y del Cabildo, dijeron:
que por cuanto sus mercedes tenían nombrado al canónigo Alonso
Cobo de Urreta para que fuese á despachar un navio á la ciudad
de Bayahá para dar aviso á S. M. del estado en que está esta Isla,
y como la ciudad de Sto. Domingo está en poder de ingleses, y el
dicho canónigo está enfermo indispuesto, de suerte que no puede
acudir á servir á S. M. y despachar el dicho navio de aviso, acor-
daron de que Francisco Pedralves vecino de esta ciudad vaya é
acuda á servir á S. M. y despachar el dicho navio de aviso al cual
dijeron que le daban y dieron podrir, comisión y facultad tanto
cuanto en el caso se requiere, y le tienen de S. M. para que despar
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—loa-
che el dicho navio y haga los requerimientos y protestacionei que
en el caso se requieren al capitán, alcaldes, regidores y oficiales
Reales de S. M., maestres señores de navios y de lo que proveyeren,
y acordaren y despacharen y el caso lo pida que traiga por testimo-
nio y ansi lo proveyeron y firmaron de sus nombres. — Andrés Car-
rasco.— Gerónimo de Paredes. — D. Francisco Abarca Maldona-'
do. — Hernando Rodríguez. — Juan López. — Ante mi. — Antonio
Enriquez, escribano publico y de Cabildo.
Y ansi presentado y leido el dicho Francisco Pedralvez, con-
tenido en el dicho poder, dijo que en pombre de S. M. y de lo8
Sres. presidente y oidores de la Real Audiencia de la ciudad de
Sto. Domingo les requeria y de parte del dicho Cabildo de la ciu-
dad de Santiago, les suplicaba viesen los dichos recaudos y los
cumpliesen según como en ellos se contenia y convenia al servicio
de S. M., y que en su cumplimiento mandasen luego que uno de
los navios que están en este puerto de esta dicha ciudad fuesen de
aviso á la villa de la Habana, á dar razón de todo lo contenido en
los dichos recaudos, y pidiólo por testimonio. — Los dichos Sres.
justicias y regimiento, y capitán habiendo visto los dichos recau-
dos y lo pedido por el dicho Francisco Pedralves, le mandaron á
Felipe de Amberes que luego aprestase su firagata nombrada San
Bartolomé, que al presente está surta en el puerto de esta dicha
ciudad para que vaya de aviso á la dicha villa de la Habana y ha-
biendo tratado sobre él cuanto se le habia de dar por el viage con-
certaron se le den cuatrocientos ducados, y mas piloto que lo lleve,
todo lo cual se le librará en la dicha villa de la Habana para que se
le pague de bienes Reales, y mandaron que el dicho Felipe de Am-
beres esté presto para que ha de partir dentro de dos dias naturales,
por que el dicho aviso llegue en tiempo que la armada de los ene-,
migos no haya llegado á otra parte ni puerto de estas Indias donde
haga daño, y ansí sus mercedes lo acordaron, proveyeron y manda,
ron, y firmaron de sus nombres — Sebastian Paez — Juan López de
Segura — Francisco Luis de Carvallo — Blas Gronzalez — Manuel de
Meza — Francisco Pedralvez — Pasó ante mí — Juan Moreno, escri-
bano público.
Y después de lo susodicho, en la dicha ciudad en 21 dias del
mes de enero de 1586 años, los dichos Sres. justicia .y regimiento
y capitán mandaron parecer ante sí á Manuel Fernandez piloto re-
sidente én esta dicha ciudad^ y hombre platico, y hábil en esta di-
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—200—
cha navegación y carrera de aquí á la dicha Habana, y parecido,
trataron con él, el cuánto habían de dar porque fuese por piloto do
la dicha canoa al dicho viaje hasta llegar al puerto de la dicha villa
de laHavana, y habiendo platicado sobre ello concertaron con el di*
oho Manuel Fernandez que se le diese llegado al dicho puerto de S.
Cristóbal de la Habana de la isla de Cuba con el aviso, cien duca-
dos, los cuales se le pagarán de la Caja de S. M. de la dicha villa
de la Habana como sd dicho Felipe de Amberes, y firmáronlo de
sus nombres. — Sebastian Paez.— Juan López de Segura. — Fran-
cisco Luis de Carvallo. — pias González. — Manuel de Meza. —
Francisco Pedralvez. — Pasó ante mí, Juan Moreno, escribano pu-
blico.
Oustres seifores: el gobernador, alcaldes y capitán, justicia j
regimiento, jueces oñciales de la Hacienda Real de S. M. de la
villa de S. Cristóbal de la Habana, que es en la isla de Cuba de
estas Indias del mar Océano. Como por los despachos y recaudos
de suso vuestras mercedes verán ha convenido que esta ciudad de
Bayahá despachase de aviso esta fragata á vuestras mercedes, visto
del mal suceso acontecido en la ciudad de Sto. Domingo, vues*
tras mercedes estén avisados y alerta para que el enemigo no ks
pueda dañar, y pues que el aviso es en servicio de S. M. suplica»
mos á vuestras mercedes de nuestra parte y de parte de SL M. en^
cargamos, que de la Caja Real de S. M. ó de otra cualquiera par-
te que á vuestras mercedes pareciere paguen y manden pagar á los
dichos Felipe de Amberes y Manuel Fernandez los 600 ducados,
que por llevar el dicho aviso les prometimos, porque de ello S. M«
será servido y nosotros recibiremos merced, y quedamos obligados
á hacer al tanto cada vez que de parte de nuestras mercedes vea-
mos sus justos ruegos, y de como asi lo suplicamos y de parte de
S. M. requerimos por testimonio y los firmamos de nuestros
nombres en esta ciudad de S. Juan de Bayahá de la Española en
22 dias del mes de enero de 1586 'anos---Sebastian Paez*. — Juaa>
López de Segura — Francisco Luis de Carvallo — Manuel de Mesa
— Blas González — Pasó ante mí — Juan Moreno, escribano p6»
blico.
Y después de lo susodicho en el dicho dia mes y año, llegó á
esta dicha ciudad otro recaudo despacljado por el dicho Cabilda
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de la ciudad de Santiago, el cual visto por sus mercedes dijeroní
íjue por no detener la dicha fragata sino que se despache luego, man-
daban y mandaron á mi el dicho escribano no me detenga en tras-
ladallo, smo que originalmente lo ponga en estos autos y lo cosa
■con ellos, y con los dichos despachos que ansí están fechos de suso
y que á todo ello sus mercedes interponían é interpusieron su auto-
ridad y decreto judicial, cuanto podían y había lugar de derecho, y
lo firmaron aquí de sus nombres— Sebastian Paez — Juan López de
-Segura, — ^Francisco Luis de Carvallo — Manuel de Meza — Blas
González— Y yo — Juan Moreno, escribano público del número y
del Cabildo de esta ciudad Real de S. Juan del puerto de Bayahá
por S. M. presente fui á lo que dicho es, y lo escribí según que paso
y fize aquí mi signo á tal.-En testimonio de verdad-Juan Morelio,
escribano público y del Cabildo.
£n la ciudad de Santiago, que es en esta isla Española, Indias
del mar Occéano en 18 días del mes de enero de 1586 aSos, los
ikstres Sres. Andrés Carrasco y Gerónimo de Paredes, alcaldes or-
dinarios, yD. Francisco Abarca Maldonado, Hernando Rodriguez
y Juan López Tirado, regidores, dijeron: que habían recibido y re-
cibieron esta carta aquí contenida de Rodrigo Adilobo y Juan Car-
vallo Osorio de Peralta, dirigida á Juan Carrasco, por la cual avi-
sa á su merced que haga dar aviso á Bayahá y Puerto de Plata, pa-
ra que den aviso con navios á la Habana y otras partes de como es-
tá la ciudad deSto. Domingo tomada del inglés, diciendo que por
comisión de la Real Audiencia lo hacen dijeron: que ya ellos tienen
despachado y hecho diligencia á Bayahá y á Puerto de Plata dando
aviso, como todo consta por los autos que están ante raí el escribano
de yuso escritos y que no embargante á las demás diligencias fe-
chas, se envía en traslado de esta carta á Bayahá y Puerto de PJata
para que les conste mas largamente por ella, que esta carta se ponga
con los demás autos que se han hecho sobre estos casos y auM lo
proveyeron y firmaron de sus nombres — Andrés Carrasco — Geró-
nimo de Paredejs — D. Francisco Abarca Maldonado— Juan Ló-
pez— Hernando Rodriguez— Antonio Henriquez, escribano y de
Cabildo.
Carta. — Yo Antonio Enriquez, escribano péblico y del Ca-
bildo de esta dicha ciudad en cumplimiento del auto atrás conteni-
do saqué un traslado de la dicha carta aquí contenida, su tenor de
la cual es este que se sigue: — Ilustre Sr. — El viernes que se conta-
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ron 10 del presente á la hora de las 8 ó 9 de la mañana entró un
barco huyendo en el puerto de Sto Domingo, el cual dijo que había
visto en Sta. Catalina el dia antes 17 velas, y acabado de dar este
aviso empezaron á mirar hacia la punta de Lausedo y fueron descu-
briendo algunas de ellas, y como el dia iba entrando se descubrie-
ron mas, aunque estaban con los trinquetes solos hasta 5 ó 6, y las
demás aun quedan, hubo mucho alboroto en algunos caballeros de la
ciudad, aunque el Sr. presidente y los señores oidores decian que era
cosa de busca, y otros decian lo propio, y hasta el anochecer de es-
te propio dia, nunca se declararon mas de hasta 5 6 6 velas, las
cuales parecían muy pequeñas por estar como he dicho, y saliendo
la luna, que se veia entre las doce y la una, como todo el lugar
estaba en vela y ellos vinieron navegando, viniéronse á parar muy
arrimado al puerto cinco ó seis velas, hubo entonces gran repiquete,
alborotóse toda la ciudad y estuvo en arma, y anduvimos todos de
una parte á otra viendo á donde iban á parar, y ansi no las vieron
pasar de Guibia para el bajo, entendieron que se iban por habernos
sentido y que no se atrevian á pasar, y quedamos con algún gusto
y desde una hora ó dos vieron pasar otras dos ó tres velas, y tam-
bién se entendió que se iban por haber bajado de Guibia abajo,
habia votos de que como los habian sentido no se habian atrevido
á entrar, y al amanecer viraos sobre el puerto 18 velas, las cuales se
vinieron muy serenas y s« bajaron por la TorregíUa abajo hasta el
matadero, y allí se pusieron algunos á la trinca y otros viraron á la
mar volviéndose las popas á la ciudad, y dejáronse estar con los
trinquetes y andándolas mirando toda la ciudad puestas en armada,
vieron á la punta de Haina 2 ó tres velas y algunos tontos como yo
entendimos que habian dado en seco, y como hora de las 5 llega-
ron dos mensageros de la boca de Haina los cuales trageron nueva
que estaban allí 13 velas y que habian desembarcado 600 ó 70Q
hombres y venían marchando; cuando esta nueva llegó á la ciudad,
toda ella quedó helada, y aunque hizo una poquita de diligencia
no sirvió de nada, porque fué tarde, mas ya á las 2 de la tarde la
ciudad era entrada con el menor riesgo que jamas se vio en tomar un
barco sin remos, hubo un juicio en la ciudad de las pobres señoras
monjas y frailes el mayor que se ha visto, y creo se verá en las In-
dias, y casi todas y todos á pié por lodos á las rodillas, vinieron
huyendo, y los mejores librados 10 ó 12 en una carreta, y toda la
noche y aquel pedazo de tarde tuvimos bien que hacer en salir de
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la ciudad, quedó todo el pueblo tan lleno de ropa, asi de mercade-
rías como de muchas casas enteras que no se sacó cosa, y de mu-
chos vinos y harinas, y viscochos, aves y carneros y puercos que
tienen que comer bien una semana; el dia que entraron en la ciudad
mataron al pobre bachiller Francisco Tostado de un tiro de artille-
ría, quebró una nao por la calle de las Damas, estando en la puer-
ta del Arzobispo, hizo grande lástima á todos sus amigos: Mi Sra.
doña María de Alvarado, y doña Julieta y su sobrina doña María
las tragimos el Sr. Rodrigo de Aibar y yo, desde media legua del
pueblo en una carreta hasta la Isabela con harto trabajo, y allí hallé
al buen Domingo Martin, el que me prestó un caballo rucio de vues-
tra merced para en que tragese á Doña Julieta, y por ver cuan des-
earríados estábamos todos, que aun hay algunas mugeres que no han
hallado á sus marídos, ni sus maridos á ellas, me vine con ellaá esta
hacienda del Sr. Rodrígo Nuñez Lobo, donde pienso estar algunos
dias hasta ver si hay algún nuevo suceso, y porque habiéndolo, ten-
go determinado de dar con él el domingo con vuestra merced, y
por esta razón no envió el caballo, antes si fiíere posible recibiría mer*
ced que viniese de allá algún socorro para ponerlo en efecto, por-
que en verdad que estamos como los de Egipto: ¡plegué á Dios que
nos socorra con su misericordia!~Esta carta suplico á vuestra mer-
ced la muestre á los Sres. canónigos. Cobos y Bartolomé de Var.
gas, á los cuales beso las manos y que hayan esta por suya, y no
ofreciéndose otro nuestro Sr. la ilustre persona de vuestra merced
guarde ficc.-De este asiento de Peralvillo martes 14 de Enero de
1586 años-Y que procure por su parte y esos Sres. justicia y regí,
miento de aviso de este suceso á Bayahá y por las demás partes
que fuese posible á la Habana y Puerto de Plata, y Tierra firme
para que vaya á España, y estén acá en estas partes con aviso de
poder que traen estos ingleses enemigos, porque dicen que Jorge
Díaz está en Bayahá con un navio, pues importa tanto dar este avi-
so á S. M. y que el mismo aviso vaya á la Margarita por la posta,
porque se esperan de allá barcos con perlas y corales, y si los toma,
sen sería dar mas fuerza al enemigo y también por los aires de Es-
paña, y esta carta ó su traslado se envíe á Bayahá al Sr. Capitán
Francisco Luis, para que por su parte acuda como buen vasallo de
S. M. hasta favorecer con su persona para que despache estos avi-
sos y vigíen el puerto y manden gente del campo con un caudillo
para que vengan en socorro y ayuda de tornar á tomar la ciudad, y
T. u. — 25.
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Vijndrfn dereclit) á esta Hacienda del Sr. Lobo donde hallarán pro-
visión y orden de lo que han de hacer y prestar la priesa — Ntro. Se'
ñor &c. — Ilustres Sres. — B. L. M. de vuestra merced. — Rodrigo
GidLobo. — Osorio de Peralta. — Juan Carrasco Barnuevo. — Yo
Antonio Henriquez, escribano público por S. M. en esta* ciudad de
Santiago y del cabildo de ella lo fize sacar y saqué, y preséíte fui á
lo que de mí se hace mención, y fize á queste mió signo, que es-á
Üil. — En testimonio de verdad, Antonio Henriquez, escribano pú-
blico y del Cabildo.
Ilustre Sr.— Ha sido Dios servido por nuestros pecados á 10
de este mes de enero sobrevinieron 30 galeones mui poderosos de
una mui formada armada de enemigos ingleses á la ciudad de Sto.
Domingo, qu9 la tomaron y tienen hoi tomada, salvo que hasta el
Domingo, que se contaron 11 del presente, aun no tenían ganada la
fortaleza, á lo que hasta agora teníamos por aviso aunque sin duda
que no se había de poder manteileí* á tanta fuerza que su resistencia
á la ciudad, luego que fué vista tanta pujanza se desamparó de to-
dos los moradores de ella, y los Sres. presidente y oidores les fué
forzoso retirarse á los campos, desde nos enviaron á mandar, por
billetes de personas fidedignas, por no tener de presente orden de
poderlo hacer con autoridad de secretario y en forma de Audiencia
que por esta banda del Norte avisásemos á la Habana para que so-
bre este caso estén muy en orden y apercibidos, y para que también
se dé desde la propia Habana aviso á la Nueva-España, habiendo
sobre ello de verse Como es tan necesario hacerse navios propios
de aviso, que llevar la nueva á la ima y otra parte, pues al servicio
de S. M. no vá menos que la seguridad de todas sus Indias y ansí
acordamos en este nuestro Cabildo de la ciudad de Santiago junta-
mente con el capitán de esta ciudad Sr. Alonso de Gáceres Carva-
jal, despache luego tal persona á Bayahá, que con su autoridad h¡^
cíese salir de allí algún navio que en servicio de S. M. vaya á lle-
var á vuestra merced y á la justicia de esa villa de S. Cristóbal de
la Habana esta tan triste nueva, para que lo uno vuestra merced es-
té con cuidado, que vuestra merced sabrá poner y en lo demás nos
haga merced vuestra merced de ser servido despachar esta nuestra
carta á S. M. en sus Reales manos y darlos otros avisos á Nueva^
España, y Tierra-firme, que convenga al servicio y seguridad de
sus tierras deludías de S. M. darse, y mui encarecidamente suplica-
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mos otra vez á vuestra merced que nuestra carta y recaudos vayan
encaminados á la mano de S. M. y nuestro Señor la ilustre de vues-
tra merced guarde y en mayor estado acreciente &c. — De Santiago
de la isla Española J5 de enero de 1586.— Ilustre Sr. — Besamos
las manos de vuestra merced sus servidores. — Andrés Carrasco. —
Juan de Cáceres Carvajal.— Gerónimo de Paredes.— D. Francisca
de Abarca Maldonado.— Jusepe Sánchez. -Fernando Rodríguez.
Juan López. — Ante mí. — Antonio Henriquez, escribano pública
del CabUdo.
FUNDACIÓN
del hospital de S. Francisco de Paula de la Habana,
para mugeres pobres.
Somos deudores de este c^rtíado á una persona de nuestro mas
dito respeto.
En el año de 1664 otorgó el Ldo, D. Nicolás Estevez Borges,
Cura rector de la parroquial de esta ciudad, Dean electo de la Sta.
iglesia catedral de Cuba, su testamento ante el escribano Domingo
Fernandez Calaza, y por la cláusula 49 mandó fabricar con la de-
bida decencia, nna ermita en la que á invocación del glorioso S.
Francisco de Paula se colocase su imagen; y que el remanente de
sus bienes se distribuyera en obras pias á voluntad de sus albaceas
los Sres., D. Juan de Santo Matías Saenz y Mañosea, Obispo de la
isla de Cuba, y D. Francisco de Avila Orejón y Gastón, Maestre
¿e campo, gobernador y capitán general de la misma; y usando de
dicha facultad dispuso S, S. Illma. que se invirtieran los referidos
bienes en la fundaLcioq de un hospital de mugeres agregado á la
ermita^ declarándose al mismo tiempo Patrono del nuevo estableci-
miento. En 15 de Octubre de 1736 un horroroso temporal arruinó
ía ermita, quebrantando hasta los altares, igualmente que el hospital
que quedó inhabitable, según consta del reconocimiento que mandó
practicar el lUmo. Sr. Obispo D. Fray Juan Lazo de la Vega y
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Cancino, del orden de S. Francisco, al maestro arquitecto y alarife
por el Ilustre Ayuntamiento Andrés del Portillo; y hecho, formó el
presupuesto para la reedificación que deseaba S. S. I., ascendien-
do sin contar la carpinteria á quince mil pesos fuertes, la que lle-
vó á efecto (en la forma que hoy se encuentra) menos las salas al-
tas que se deben á la caridad y desvelos de la Exma. Sra. Condesa
de Sta. Clara, y Exmo. é lUmo. Sr. D. Juan JoséDiaz de Espada,
dignísimo. Obispo_de esta diócesis. Este hospital estuvo rigiéndose
sin constituciones hasta el año de 1765 que las formó con veinte y
ocho artículos el Illmo. Sr. Obispo D. Pedro Agustín Morel de
Sta. Cruz, y fueron aprobadas por Real Cédula fecha en S. Loren-
zo á 31 de Octubre del mismo año: en los artículos 2* y 14 se
manda que el administrador, y capellán sean sacerdotes naturales
de esta ciudad de la Habana.
Sres. Capellanes administradores que ha tenido el estableci-
miento desde su fundación.
D. Antonio de Heredia, D. Francisco Rivero Basconcelos,
D. Tomas de Morales, D. Marcos Rodríguez de Herrera, D. José
de Padilla, D. Pedro Caro y Drogo, D. Pedro Alonso Lodares
Cota, D. Lucas Francisco Duarte y Buró, D. Leandro José de Ta-
gle, D. Wenceslao Hernández del Cristo y Conde, D. Manuel
Antonio Díaz y Ramírez, D. Ángel Reyes, D. Francisco de Mo-
rales y Castillo, D. Leonardo Sánchez, Canónigo D. Antonio María
Pereira, y Capellán D. José María Bravo; estos últimos sirven hoy
jBUS respectivos destinos. Habana 9 de Enero de 1846.
Del Exmo. é lUmo. Sr. Dr. D. Pedro Gutiérrez de Cos, Obis-
po de Puerto-Rico, del Consejo de S. M. cabidlero Prelado,
Gran Cruz de la Real orden americana de Isabel la cató-
lica &c.
Nació en la ciudad de Piura, diócesis de Trujillo en el Peni
bajo, en 24 de Octubre de 1750. Fué hijo legítimo de D. Tomas
Gutiérrez de Cos, y de D* María Antonia de Saavedra, personas
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de notoria calidad y riquezas: fué colegial en el Real Seminario de
Trujillo, y cx)mo tal asistió al servicio de la Iglesia, estudiando al
mismo tiempo artes y teología con conocido aprovechamiento, se-
gún lo manifestó en los acostuml^rados exámenes, en varios actos
públicos, en el destino de pasante en artes, en el empleo de Vice-
Rector que obtuvo algunos años hasta su salida del colegio, en don-
de sirvió bastante tiempo la clase de latinidad y Retóricí^, y en un *
sermón público de mucho empeño. En la misma catedral sirvió
una capellanía de coro, por nombramiento que en 18 de Mayo de
1T71 le hizo aquel R. Obispo, el cual le dio en 9 de Enero de 1776
titulo de juez examinador Sinodal de aquella diócesis, en la que
hizo oposición á los curatos vacantes; y habiendo pasado á la ciu-
dad de Lima, y seguido sus estudios, se le confirieron por aquella
Universidad los grados de Bachiller en Teología, Ldo. y Doctor en
ambos Derechos: se recibió también de abogado en aquella Rea}
Audiencia, y habiendo hecho oposición á los curatos vacantes, st$ le
confirió cdiocacion canónica en 28 de Setienabre de 1784 del de Ne-
peña, en la provincia de Santa, y con la misma fecha le espidió el
M. R. Arzobiq>o titulo de Vicario eclesiástico: el mismo Metropoli-
tano le nombró Vicario foráneo de toda la dicha Provincia de Santa
en 20 de Octubre de 84, y el Tribunal de la Inquisición le despa-
chó en 22 de Agosto del siguiente año titulo de Comisario del
Santo Oficio en el enunciado curato y Prov incia: durante los cinco
años que sirvió el espresado beneficio (del que fué promovido al
de Cotoparaco, en la misma diócesis), fabricó de nuevo la Iglesia
matriz, hizo un baptisterio, coro, retablo, y otras cosas precisas
para la decencia del culto, y costeó varias alhajas de oro y plata, y
los ornamentos necesarios de que carecía la Iglesia por la pobre;sa
de sus feligreses, con los cuales ejercitó su caridad asistiéndoles en
sus necesidades. Comprueba la certeza de estos méritos el informe
que hizo el M. R. Arzobispo con fecha 22 de Diciembre de 92, es-
presando que era uno de los curas beneméritos de aquel Arzobis-
pado, y por consiguiente digno de que S. M. se sirviese concederle
las gracias que fuesen de su Real agrado, las que desempeñaría
con la puntualidad y exactitud con que hasta entonces había ejerci-
do los caicos en que había sido empleado. Del citado curato fué
promovido al de Checras, en el partido de Chancay, del que se Je
dio c<4ocacion en 27 de Noviembre de 93, y en 3 de Diciembre
siguiente le espidió su Prelado títido de Vicario foráneo de dicho
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—208—
partido y sus anejos. Hizo sucesivamente dos oposiciones á las c»i
nongias Doctoral y Penitenciaria de la Iglesia metropolitana de
Lima, y habiendo practicado los egercicios literarios, obtuvo en
ambas ocasiones el tercer lugar en la nómina del Prelado y cabilda
que para la provisión de dichas prevendas remitió á S. M. el Virey
del Perú con cartas de 5 de Mayo del 94, y 23 de Diciembre del 95,
' En atención á sus méritos le confirió el Rey N. S* á consulta de la
Cámara de 13 de setiembre de 97 una media Ración de aquella
Santa Iglesia, y en 15 de Enero de 1800 el tribunal de la Inquisi-.
cion dé Lima le nombró consultor del santo oficio y por abogada
de presos, en cuya virtud hizo en el siguiente dia el acostumbrada
juramento de fidelidad y secreto. En el año de 1802 repitió nueva
oposición á la Canongia doctoral, y habiendo hecho sus ejercicios,
fué propuesto en segundo lugar por el Prelado, y Cabildo; en cuya
consecuencia y la de haber muerto el propuesto en primeras, le con-»
firió S. M. en 24 de Enero de 803 la referida Canongia: posterior-
mente fué ascendido á, las dignidades de Tesorero; y Chantre,
nombrado Provisor y Vicario general del Arzobispado de Lima
hasta que ©n 1817 fué hecho Obispo de Huamanga, en el Peru>
donde residió diez meses solamente, pero habiéndose rebelado aquel
país contra la madre patria, tuvo que huir por las montañas de la
cordillera de los Andes y refugiarse á la ciudad de Lima, de donde
fué desterrado por haberse negado con entereza á jurar obediencia
al Gobierno intruso, y embarcado para el puerto de Acapulco, atnh
veso todo el reino de Méjico por aquella parte y llegó á Veracruz^
habiendo administrado e;i su tránsito el Sacramento de la confirma^
cion á treinta y nueve mil doscientas cinco personas; y habiéndosje
embarcado en este puert o aportó al de la Habana el 9 de Julio d^
822: en el de 25 fiíé nombrado Gobernador en lo espiritual y tem-
poral de aquel Obispado, cuyo destino desempeñó con tino y pru"
dencia hasta Junio de 26 en que fué trasladado á la I$la de Puerton-
Rico: en Agosto del mismo año premió S. M. sus servicios con la
Gran Cruz de Isabel la Católica: en Febrero de 29 principió la visita
pastoral, y la concluyó en Mayo del siguiente: confirmó en ellí^
ciento cincuenta y tres mil ciento cincuenta y ocho personas. Dio
cuenta al Soberano, y S. M. se dignó aprobarla, mandando se le
dksen las gracias en su I^eal nombre por el zelo apostólico que
habia desplegado en ella, y por los serviíáos que habia hecho á la
Iglesia, y al Estado. Del mismo modo fué aprobada su det^rinina^T
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—209—
eion en llevar adelante la fábrica del colegio seminario, que habiá
comenzado en Marzo de 827, en los mismos términos que lo habiá
^solicitado, manifestándole el Monarca cuan dignas eran de elogio
las ideas que le animaban, pues su ilustrada y enérgica exposición
daba una prueba del tino y prudencia con que siempre se habia
conducido en su larga y brillante carrera eclesiástica, y por consi-
guiente era la que le ofrecia mejores esperanzas de que el Semina-
rio de Puerto-Rico seria organizado y consolidado por el orden y
con la regularidad de que prescribe el santo Consilio de Trento.
En efecto, concluyó la fábrica del colegio, habiendo invertido en
ella cuarenta y un mil pesos, y en 12 de Octubre de 1831 hizo S. E.
lima, la erección formal del Seminario en doce Becas de merced,
y cuatro cátedras, dos de latinidad, una de filosofía, y otra de tedo-
gía. Fundó un hospital de éaridad en la villa de S. Germán, erigió
varias Iglesias parroquiales: mejoró otras: donó á la catedral algu-
nas alhajas de plata, y hermoseó el celebré santuario de N. S. del
Monserrate en la población de Hormiguero. Empezó la reedifica-
ción del monasterio de Religiosas Carmelitas, la que hubiera sido
concluida si Dios no le hubiese llamado á si para premiar sus traba-
jos y tareas Apostólicas. En sú última enfermedad dio los mas bri-
llantes ejemplos de humDdad, dé obediencia, y de resignación con
la voluntad del Eterno: desfallecido de fuerzas corporales nunca
faltó en él su admirable espíritu: el amor á los pobres de Jesucristo
ise encendió con mas ardor que antes, distribuyendo, por el conduc-
to de algunos Eccos. y otras personas de respeto, grandes cantida-
des en beneficio de familias y desvalidos que siempre tuvo presen-
tes y grabados en su caritativo corazón: dejó por heredero de todos
isus bienes al Colegio Seminario que con tantos afanes acababa dé
fundar. Recibió los Sacramentos con aquella fé y devoción que es
propia de los justos, y murió el nueve de Abril de 1833 en el seno
de su clero y amigos que fomentan sin cesar tan grande pérdida,
porque resucitó en Puerto-Rico la ilustración interrumpida por la
circunstancia de los tiempos: por que gobernó con lá mayor dulzu-
ira: porque era la lumbrera del Santuario: el digno americano que
jamas quiso ser infiel á su legítimo Monarcía; y el padre común de
pobres. Un hombre como él merecía que los hijos de los hijos de
la presente generación, le viesen, le tratasen, y aprendiesen de sus
virtudes lo que deben á Dios, al Soberano, á sí mismos, y á sus se-
mejantes.— P
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—210—
In morte olarissimi Viri Petri Gutiérrez de Oos, Portas
Divitis Autistitis dlgniflslmi &o.
Clara PiuragemcUy voces ad sidera tollat
Et Boriqtien tristi cántica corde canaL
En Jacet extintíis Prcesulj quem docta J^Sinerva
Doctorís lauro instruü ipsa suo,
Munificusj sapienSyjtLsttts,prtiden$quey benignas j
Fceda superstüio mente repuha^ü.
Prasentor Lima catdeque Vicarias omms
Ter Parockus vigilanSj üsiduusquejuü.
JlnÜstes /actas Huamancae tempore diro
Adversam sortem fortiter Ule tulít.
Begiajura tuens^ et dulda limina Ihiqaens
. ^quora despexity crimina sola timens.
Ecce Petras secliperagransfirmcmsqaefideles
Cortesii tellus splendida /acta videt.
UabaruB celebris recle tractavit habencis
Cubani poptdisfama perennis erit.
Utque ValenÜrms Thomas dimissus ab alto
lEc fautor j pueris Virginibiísquefuü.
^amque Tridentinumccetumpost seda perada
Cos fecit rumpens fortia vincla manu.
Hospitium Sandi Germani condidit cegris
Confectum senio PrcesiU ovile videt,
Claustrum VirginUms Carmeli construit almis
Et narmnis plocidé solvü et ipse suis,
Sic oculi madidant guttis sic vodbus omnes
J{unc resonant pagi fletas ad astraferurU,
Cordibus ejfigiesy sculpentur marmore laudes
Cos nomen nobis gloria semper erit.
JEtemam réquiem tribual Moderator Olympi
Claviger acapiat bracfda tendal amcms,
J.E.
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:^ «.i ^.T»
Lüoprafiado espresamente pa esle pfáfeeft-'^^g^^
—211— .
UN FENÓMENO RARO •
NACIDO EN EL DEPARTAMENTO DE OAJACA.
La historia de las monstruosidades (principalmente de la espe-
cie humana) no es un objeto de puro pasatiempo y diversión; la es
también de grande interés y meditación para las personas' dedica-
das á las ciencias. Y cuando en las monstruosidades hay circuns-
tancias que parecen complicar las consideraciones, entonces la área
de la meditación se estiende, y la vista se fija de un modo profun-
do sobre los mismos fenómenos a que se ha dado el nombre de aber^
raciones de la naturaleza.
Tal jne parece ser el que me propongo describir en este artí-
culo, y que ha llamado la atención á muchas personas de esta
capital.
En la hacienda de J5i¿enamía, perteneciente al Sr. D. José
Luis Bustamante, dio á luz una muger el dia 6 del próc^imo pasado
Marzo, después de un parto laborioso, un ser de la especie huma-
na, de que seguramente hay muy pocos ejemplos en la historia de
hs anomalías fisico-morales del hombre. Para mejor orden é inteli-'
gencia de los lectores, dividiré esta relación en dos partes, hablan-
do en la primera de lo esterior de este fenómeno, y en seguida de
lo que observé en su estructura interna.
Esterior, El sugeto sobre que se versa esta obsen'acion es un
monstruo humano compuesto de dos cabezas^ un solo cuerpo, tres
brazos^ dos piernas, y dos secsos.
Las cabezas son regulares en sus formas y tamaño, abundante
de pelo negi'o y fino, y con todos sus órganos y sentidos perfecta-
mente desarrollados. Las caras que corresponden á estas, son tan
semejantes entre sí, como se dice que lo eran las de los condes
Ligneville y Autricourt, si hemos de dar crédito á Torrente; y lejos
de presentar deformidad alguna tienen el aspecto y gracia de la ni-
ñez: están colocadas en una misma dirección, y ambas mirando,
como es regular, á lapartfe anterior del cuerpo.
Dos cuellos de un tamaño proporcionado, correspondientes á
cada cabe/a, §(b sitúan sobre la parte anterior del tronco, este no
T. II.— 26.
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—212—
ofrece mas iuregularidad que ser en la parte que corresponde al
pecho, un poco mas ancho de lo que es ordinariamente en una cria-
tura recien nacida.
Dos brazos qué nada presentan de notable, están situados ca-
da uno en el lugar correspondiente, y otro mas en la parte poste-
rior y superior del tronco entre una y otra escápula ó paletilla, sa-
liendo de enmedio de los dos pescuezos. Su dirección es lijera-
mente de derecha á izquierda, y de abajo arriba, terminando en una
pequeña mano con cinco dedos, en los que por su figura casi igual,
no se pude decidir cual es el pulgar, y cual el auricular. Los tres
del medio tienen uñas finas y notablamente largas.
Un solo ombligo se manifiesta en el lugar que es corriente, sia
mayor número de vasos sanguineos que lo ordinario. Ignoro si hu-
bo dos placentas.
Las piernas son regulares, lo mismo que los pies, y en la reu-
nión de aquellas, asi á su estremidad anterior-superior se manifies-
ta el secso femenino bien desarrollado, y en la parte posterior-infe-
rior el masculino menos desenvuelto. De modo que á primera vista
se conoce, que en el combate de estos dos pretendientes ó aspiran-
tes á la vida, prevaleció, ó como alguno ha dicho, cedió el lugar
preferencia el varón á la hembra, tienen de longitud doce pulgar
das, y once y media de latitud, tomando la medida en toda la cir-
cunferencia de ambas cabezas. El color es, el que corrientemen-
te tienen los niños recien nacido en estos países^ y es notable la
abundancia de vello que tienen en los hombros, brazos y pale-
tillas.
Si se les cubre desde la mitad del pecho arriba, cualquiera
creería que no había sino una niña que nada tenia de estraordinario:
y si por el contrario se les tapa desde cuello abajo no parecen sina
dos niños que yacen juntos.
El deseo de investigar la situación, número, figura y conexic»-
nes de las entrañas de este fenómeno singular, me hizo proceder á
la disección anatómica, á cuya operación me ayudaron los profeso-
íes de medicina D. Pedro Ramirez, el Br. en la misma facnkad D.
Manuel Ortega, y los cursantes D. Francisco Valverde, D. José
Antonio Gamboa, y D. Antonio Falcon. La inspección dio los re»»
sultados siguientes.
' Interior, Comenzamos la operación por la parte mas inferior
del vientre, y se halló que los tegumentos, músculos abdominales
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—sis-
peritoneo nada ofrecían de notable. Las arterías y nenios que
van á distribuirse á las piernas eran conformes al estado normal.
En la pelvis ó bajo vientre estaba la vegiga de la orina vacía, y re-
vestida interiormente de una tela ó membrana mucosa, como lo es-
tá este órgano siempre; pero su tamaño y el espesor de sus paredes
era mayor que el que comunmente tiene esta entraña en los niños
vecien nacidos.
Detrás y un poco abajo de la vegigá estaba el útero compues-
to de las membranas regulares, y de la figura que debia tener; mas
suposición era inversa; esto es, el fondo y cuerpo hacia abajo, y el
cuello y la vagina arriba. Mi apreciable compañero el Sr. Ramiren,
me hizo notar que en esta ultima había un gluten mucilaginoso, con?
creto, blanquizco y muy análogo por sus ^^ualidades físicas al licores^'
permático, de cuya semejanza nos acabamos de convencer después de
haberlo sometido á un detenido examen. El hocico de tencaseperci-e
bia perfiectamente, y de un poco mas arriba de esta salían dos reme<«
dos de las trompas de Falopio que se conocían mas por la forma
de sus pabellones bastante manifiestos, que por el resto de su lon-
gitud. No se encontraron ovarios perfectos. En la parte inferior
dos cuerpecillos revestidos de la apariencia de túnicas eritroides y
vaginal hacían la naturaleza mas equívoca. El útero teAÍa un con-
ducto común con la uretra ó caño de la orina. Esto consistía en que
la pared anterior del íondo del primero, era tan adherente á la pos-
terior de la segunda, que á poco se confundían y de aquí resultaba
una uretrO'Vagina. La unión era en tal grado, que antes de llegar
con el escalpelo á las adherencias íntimas, les anuncié á mis com«r
pañeros de trabajos anatómicos que sería imposible separar tas dos
entrañas sin interesar el tejido de alguna de ellas como sucedió. In^
troduje primero un estilete; mas considerando que por su dureza po»
dría romper los tejidos usé de una sonda delgada de goma elásti<#
ca, y por su medio quedamos convencidos de "que ecsistia un
solo conducto que es «d que he dado el nombre de uretro^vagina.
Descubrimos cuatro ríñones de tamaño regular (con sus respec-
tivos uréteres) colocados dos ala derecha y dos á la izquierda en la
región lombar, y como á distancia de una pulgada de altura uno
de otro.
Un solo paquete intestinal replegado poco mas ó menos según
la forma ordinaria, ocupaba una gran parte de la cavidad abdomi'^
|mJ. El tejido y estructura de los intestinos era lo mismo que en
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—214—
todos los niños, sin faltar el apéndice del ciego. La longitud de es*
te canal era de cuatro varas y tres cuartas: tenía dos TtieseiUerrios
con sus vasos absorventes, cuyas boquillas tomaban origen en las
partes opuestas de la longitud del tubo intestinal para confundirse
después, los que les daba la forma de un saco sin abertura.
Al llegar con el escalpelo al duodeno ó primer intestino del-
gado, obser>"é con admiración que este (como dos pulgadas antes
de terminar) se dividia en dos canales de menor diámetro, en forma
de una Y griega, que dirigiéndose hacia arriba se abrian ó comu-
nicaban con dos estómagos j bien formados y situados uno inmedia-
to al otro, como lo estaban las cabezas. Son del tí^maño, forma y es-
tructura comunes en un niño que acaba de nacer, y los conserva
como una curiosa pieza anatómica el mencionado D. Manuel Orte-
ga, practicante mayor del hospital de Belén.
Tenía dos hígados y un solo vaso. El segundo estaba en el hi-
pocondrio izquierdo como lo está comunmente; los dos primeros en
el derecho, uno arriba de otro. El mas alto estaba envuelto en una
bolsa membranosa cuya superficie esterior era evidentemente celu-
lar, y la interna cerosa: este carecía de végiguilla biliosa y lóbulo de
Espigelio. El interior era del tamaño y figum normal, pero notable
por la multitud de nervios supernumerarios que recibía, y por que
la vena porta en forma dedos troncos se abría en la cara convexa
de esta entraña. Las conexiones de uno y otro hígado eran celu-
lares, vascular'ís y nerviosos. El segundo ó inferior tenía su végigui-
lla biliosa proporcionada, y esta su conducto sistico, que unido con
el hepático, se comunicaban con el duodeno como en el estado
ordinario. Tenía dos páncreas de Asselioy bien manifiestas, y del ta-
maño y estructuras ordinarias.
El diafracma no ofreció de notable mas que el mayor número
de perforaciones para dar paso á los respectivos canales que le atra-
vesaban como eran v. g. los dos esófagos (ó conductos del alimen-
to) que saliendo cada uno de un estómago, se dirigían á su boca
correspondiente.
El aparato respiratorio era doble^ y uno un poco mayor que
otro; así fué que se hallaron dos traquearterias (ó conductos del ai-
re) cuya bifurcaciones terminaban en sus respectivos pulmones do*
bles muy completos y bien formados, al mismo tiempo que separa-
dos é independientes para sus funciones fisiológicas.
No se podía decir lo mismo de los corazones (á quienes rodea-
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—215—
ban 6 abrazaban aquellos) porque aunque también eran dobles^ esta-
ban tan íntimamente unidos, que no formaban sino una sola erUrafia.
Mas claro. Eraw/i solo corazón con cuatro aurículas ^ y otros tantos
nentrículoSy destinados á impulsar la sangre vital á cada uno de los
entes pensadores de quienes á su vez recibia, y á los que enviaba
su influencia. Tal conformación del corazón muy notable por cier-
to, indujo en su figura una variación muy estraña. No era esta la
de un cono inverso, como lo es corrientemente; sino imperfecta-
mente esférica. Habia también dobles arteiias y venas pulmonarias^
destmadas á ejecutar la circulación en cada uno de estos vasos, en
el distrito que le correspondia: cada uno de los cayados de la aorta
daba sus tres ramos respectivos distribuidos lo mismo que en el
estado ordinario; y en suma, todo lo que pertenecia á la aorta as-
cendente eri doble. En la descendente la duplicaturá se estendia
de un modo manifiesto hasta los estómagos ^ y desde estas entrañas
se iba simplificando y confundiendo en multiplicados anastomoses
hasta formar un solo sistema vascular sanguíneo quizás mas vigoro-
so, que lo es siempre; así es que /as arterias crurales no eran dobles
como ninguna de las que pertenecían á las estremidades inferiores.
El esqueleto tiene de notable dos espinazos ó columnas verte-
brales: cada una toma origen de su respectiva cabeza, y terminan en
im hue^o sacro común, confundiéndose al fin el canal raquidiano.
Las costillas por la parte anterior, tiene casi su longitud ordi-
naria, uniéndose á un esternón que se conoce ser compuesto de
dos medias piezas perteneííiente.s, una á cada individuo; y por la
posterior salen de cada una de las columnas vertebrales correspon-
dientes, unas fracciones de costillas, como de la cuarta parte de la
longitud común; uniéndose estas por sus estreraos, forman, en vir-
tud de su curvatura, una elevación prolongada que á primera vista
nos pareció un tercer espinazo; mas el cursante D. Antonio Falcon
advirtió, que lo que se elevaba en medio de los dos que podemos
llamar normales, era la reunión mencionada, y no uno tercera espi-
na. Hé aquí, la causa que produce la mayor anchura del pecho por
la parte superior. — Las paletillas y las clavículas no son dobles, y
están situadas en su posición regular. El tercer brazo se apoya en
la unión de las dos primeras por su parte superior-postf rior. — Según
tengo dicho, las cabezas ni los cuellos presentan cosa estraordina-
ria; su figura, tamaño y consistencia es la de cualquiera criatura na-
cida en tiempo regular.
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—216—
En ñn, doy el último toque anatómico diciendo algo del siste-
ma mas importante, al paso que el mas oscuro, el mas misterioso^
7 el mas impenetrable de la economía animal: el sistema por el que
rada uno es loque es, sabio ó ignorante, astuto ó imbécil, activo ó pe<r
rezoso, magnánimo ó abyeto: el sistema en que se difundió aquel so-
plo de la divinidad que anima al hombre, radicando en él la ley eter-
na de la atracción universal: el'sistéma, por último, que dá por fiuto
las virtudes ó los vicios, y que revela al ojo observador quién es el
hombre intelectual que le pertenece. Bien se habrá comprendido
ya, que hablo del sistema nervioso. Este era doble en cada mitad
del cuerpo (según su longitud) pero no absolutamente de todos los
órganos. En las entrañas habia algunas como el corazón, los pul-
mones y los estómagos que recibian nervios dobles; y otras como
los intestinos, el útero, y la vegiga de la orina que los recibian sen-
cillos. Atendiendo á la distribución que aquellos tenian en brazos
y piernas, me parece que el brazo y pierna derechos pertenecían
esclusivamente a la cabeza del mismo lado^ y los otros dos miembros
á la cabeza correspondiente. El brazo anómalo parece pertenecer
de preferencia á la cabeza derecha, sin que dejara de recibir alguna
influencia de la izquierda, en virtud de que tenia mayor número de
nervios de la primera que de la segunda. Al hacer la disección de^
brazo izquierdo, hice notar á los discípulos que en él habia, casi la
cantidad de nervios que debiera haber en las dos.
Por último, respecto de la conformación esterna de este raro
fenómeno, diré en resumen, que se compone de dos cabezas sepa^
radas y enteras y de dos medios cuerpos unidos por la linea media q
longitudinal; un brazo supernumerario que era común, aunque coQ
desigualdad de acción.
Hé aqui en compendio la relación de un producto orgánico que
no ofrece menos motivos de interés y de estudio al médico y al mo-
ralista, que al psicólogo y al jurisconsulto. La naturaleza casi
siempre profunda é indefinible en sus obras como el pensamiento
del Criador ejecuta alguna vez combinaciones ya no de moléculas
ó principios, no de tejidos ó sistemas, ni de órganos ó aparatos ais^
lados; sino de individuos de la especie humana, realizando de buho
á nuestros ojos, lo que está escrito en una página inmortal: "Sifrón
dosenuna carne.^^ (1)
(1) Génesis, cap. 2? v. 24.
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—217—
Los casos de este género de monstruosidad son tnuy raros,
t>orque eesistiendo en ellos dos personas morales en una física^ no
parece sino que la naturaleza al economizar estas anomalías, nos
ha querido manifestar toda la importancia de la independencia per»
90nal. Entre los pocos casos de este género, se leen los que se in-
sertan en el tomo 5- del Diccionario de medicina de D. A. B. cuyo
**tenor es como .«igue: "Gaspar de los Reyes Franco, refiere la his^
**toria de dos monstruos con dos cabezas y cuatro brazos cada uno,
**ttacidos en Inglaterra en las provincias de Northumberland y de
**Oxford. El primero vivió hasta la edad de veinte y ocho años; y
**se notó bien que en cada cabeza habia un principio de raciocinar
**diferente, porque unas veces convenían en sus pensamientos y
«otras no. £1 segundo vivió unos dias, y aunque no llegaron lad
"dos cabezas á poder raciocinar, sentían diferentemente; pues
"cuando una dormia, solia estar despiértala otra."
^'£n las Memorias de la academia de las ciencias, de Paris, se
"da noticia de un monstruo con dos cabezas, que una comadre sacó
^^sin dificultad del vientre de la madre, volviéndolo y tirando por
**los pies."
"En el real colegio de cirugía de Cádiz, se conservan dos móns-
**tnios con las cabezas dobles, el uno en esqueleto, y el otro entero
**en espíritu de vino. Del primero se sabe por tradición que nació
"en Medina-Sidonia: habiendo arrojado uno de los Jos pies prime-
"ro, sobre él le echaron la agua del santo bautismo, especificando en
"la forma que se bautizaba un solo individuo; pero habiendo visto
"después que con mucho trabajo arrojóla madre lo demás que eran
**dos, consultaron al M. R. P. Feijoó, sobre si alguno se habría bau-
"tiiado; y este sabio religioso dedujo de sus razones, que proba-
**blemente ninguno." (1)
"Del que se conserva en espíritu de dé vino, se sabe que na-
**ció en la isla de León, y que la madre sobrevivió y vino á verlo
^^algunos años después. Este monstruo lo trajeron al espresado co-
**leg¡o cerca de tres dias después de nacido. Las dos cabezas son
*^bien conformadas, medidas juntas tenían diez y ocho pulgadas de
"circunferencia, por los hombros un poco mas de quince, y algo
"menos por las caderas."
(1) Según informe verbal que recibí de las personas que condu-
jeron á mi poder el monstruo, sucedió esactamente lo mismo; esto es,
que fué bautizado en un pié que salió antes que el cuerpo.
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—218—
De monstruos con tres cabezas, solo se ha dado noticia del
que estrajo Zimmerman á lá condesa de Chercei por medio de la ope-
ración cesárea.
El Dr. Venette, en su célfbte obra titulada: El amor conyugal,
ó historia completa de la generaciofi del hombre^ haré mención de
dos niños pertenecientes al gabinete de Mr. Pinsson, cirujano de
Taris, en estos términos. "La lámina 14 representa la figura de
dos niños reunidos desde la parte inferior del vientre, hasta el* pe-
cho y la cabeza. Un solo cordón umbilical los ha nutrido. Las dos
cabezas reunidas no formaban mas que una sola cara, dos caras y
una sola lengua en la boca. La reunión de los dos cráneos, presen-
taba en medio de la frente una señal, que á cualquiera le parecería
la parte secsual femenina. Estos dos niños han muerto al nacer."
El fenómeno de que habla Venette, ofrece sin duda alguna,
menos interés é importancia científica, á las indagaciones del fisico
y del moralista, que el que es objeto de este articulo, porque aunque
tuviera el primero hemisferios dobles en la cabeza, y por lo mismo
resultase mayor el numero de lóbulos cerebrales, es incuestionable
que no estando duplicados los sentidos estemos ni los nervios con-
ductores; las sensaciones debían ser idénticas en ambas cabezas, y
por consiguiente lo debían ser también las ¡deas. Estas son por una
ley precisa el resultado de aquellas. ¡Gracias á los trabajos lumino-
sos de Lockcj célebre médico inglés, y del profundo Cabamis dig-
nísimo profesor de la escuela de medicina de París! ¡Gracias tam-
bién al sutilísimo CondillaCy hoy es un dogma en la filosofía, que las
impresiones son la fuente de nuestros conocimientos, ó lo que es lo
mismo, qiie las sensaciones son el origen de las ideas. El estudio cons-
tante de la anatomía y de la fisiología, corrió por fin el velo miste- -
rioso, y fué descubierto el secreto mas importante déla historia na-
tural del hombre. Descubrimiento que es el organismo fisico-moral,
loque el descubrimiento de la atracción al sistema planetario. La
logomaquia escolástica de las ideas innatas^ y otros delirios seme-
jantes, ya no pululan casi; y las quiméricas abstracciones, los fan-
tasmas, y las suposiciones gratuitas, han cedido por fin el campo á
la observación, á la esperiencia y al raciocinio filosófico.
Las ciencias naturales han tomado ya su marcha conveniente.
Hoy no domina en los espíritus la débil credulidad que reinó en
el siglo XVL Hoy no diría Fontenelle^ qne toda la filosofia consis-
te en no ver ma^ que prodigios en la naturaleza, pero tampoco
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—219—
creería que se someleu Jos entendimientos humanos al terco 6 obs^
Ciliado pirronismo. El exáinen atento de los fenómenos, el estudio
mas 6 menos profundo de sus csiusas; las relaciones de estas con
sos «feotes; las inducciones racionales fundadas en los productos
que da de si ia naturaleza; ved aquí los datos que han servido para
esplicar la ififinita variedad de objetos que se presentan á la vista
del filósofo en este nmoíso panorama.
Todos los ramos cuyos conocimientos se fijan en la física y en
la ciencia por escelencia (las matemáticas), han adquirido un es-
plendor correspondiente á los trabajos de sus cultivadores. No
quiero decir con esto, que el siglo en que vivimos sea la época es-
clusiva de las luces. Las dmcias y la ignorancia tienen (como la
materia) su rotación ó movimiento, por el que alumbran ú oscurecen
en diversos tiempos á las naciones que se forman, crecen y mueren
en el espacio. Paises nos presenta la historia que han sido en otro
tiempo la fuente de importantes conocimientos y la tierra en que ha
fecundizado el pensamiento, reducidos hoy á nulidad. Otros por el
contrario, después que han salido de su infancia, y después que han
sido oscurecidos con los sistemas de una tenebrosa metafísica, las
Sombras han pasado, se han abandonado las sutilezas y fútiles argu-
mentaciones, y se han dedicado los genios á q>iienes el cielo ha dis*
tinguido con un presente, el examen de las causas positivas, á la
atentaobservacion y alas tentativas de la esperiencia. Se han con-
denado al olvido al ente de razón y á los grados metafisicos^ y se ha
abierto una era de gloria y de virtud para una parte de la raza humana,
dedicándose al estudio á^elgran libro que el Criador abrió á nuestra
vista, que es el de la naturaleza, diciéndonos con una voz de iAspi-
racion: Toma^ y fee, como en otro tiempo á un africano venerable,
Séame permitido esta digresión que me ha provocado el observar
con grata satisfacción el entusiasmo y ardor con que se cultivan hoy
los diversos ramosde las ciencias naturales. Los puntos mas difíciles de
ella, tal como el de las monstruosidades han sido atentamente observa*
dos, meditados y examinados, de una manera razonable y metódica*
No hace mucho tiempo que se dio cuenta al instituto de Fran-
cia una memoria del Dr, Geoffroy, de San Hüaire^ relativa á la his*
toria general y particular de las anomalías de la organización en ef
hombre y en los animales (1). Dice el Dr. Serres, hablando de esta
Cl) Véase ol Repertorio médico-cstrangoro Tom. 1?
T. II. — 27.
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obra lo siguiente: "El autor toma por primer término y de compa-
ración, el tipo mas ordinario de un órgano ó de un animal, y sigue
todas las aberraciones ó estravíos posibles de este tipo: espone cada
una de ellas con esactitud, y compara los hechos y casos antiguos
con los modernos, incorporándolos con los de su propia observa-
ción; de este modo llega á percibir y verificar sus relaciones, su
analogía ó su diferencia; haciendo abstracción de las opiniones ó de
las miras sistemáticas, bajo cuya influenciase han recogido algunos de
ellos. Siguiendo este método analítico y descriptivo, el autor llega
desde la anomalía mas simple, y que apenas cambia la forma de los
órganos y de los animales, hasta la monstruosidad mas complicada que
los desnaturaliza, hasta el punto que no pueden ser conocidos."
Las ciencias filosóficas pues, son deudoras á aquel sabio medi-
co, de haber dedicado sus trabajos literarios al estudio de un arca-
uo de la naturaleza tan dificil como poco cultivado. Difícil cierta-
mente, porque ¿sobre qué base se pueden establecer los fundamen-
tos de una clasificación esacta? ¿Puede la (matomía formar sobre este
punto detalles seguros, Id^ fisiología establecer principios ciertos, ó
Idizoonomíaj reglas que no sean muchas veces burladas? Sin embar-
go, las investigaciones del D. Geqff'royj y en la esposicion que de
ellas ha hecho el Dr, SerreSy serán siempre apreciables para los
amantes de las ciencias, por cuanto han presentado esta materia ba-
jo un punto de vista diverso del que había tenido hasta allí, ilus-
trándola con una nueva clasificación.
Al estudiar y meditar las diversas anomalías del fenómeno que
ha motivado este artículo, confieso que me han servido de mucho
para la esplicacion de aquellas, las teorías de estos dos ilustres pro-
fesores; principalmente en lo relativo á la reunión de los dos secsos
en un mismo cuerpo. El modo con que consideran el desarrollo
embrión, ministra grande luz para la esplicacion de muchos produc-
tos anormales que se observan en la generación del hombre. Ver-
dad es que entre estos hay algunos que casi hacen verosímil la ec-
sistencia de la epigénesis.
¿Si se deberán tomar en consideración las monstruosidades que
afectan algunos formas de las otras especies, de que hacen tanto
mérito algunos autores? "No llegan jamás, dice un erudito fisiólo-
go (1) las monstruosidades hasta el grado de desfigurar completa-
(1) Richerand. Errores populares sobre la medicina Tom. V
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inente los distintivos característicos de las especies animales, de
modo que ellas tomen absolutamente las formas de otras especies."
Sin embargo, de tener presente esta opinión, y otras de hom-
bres igualmente respetables, creo que las monstruosidades de que
se trata, no son de todo punto imposible, si se atiende á las inmen-
sas y multiplicadas combinaciones de que la naturaleza se ocupa
sin cesar en la formación de los individuos y perpetuidad de las es-
pecies. No quiero decir con esto que se deba dar crédito á una mu-
chedumbre de vulgaridades estravagantes y ridiculas, que han ser-
vido de pábulo á la credulidad y á la admiración de los ignorantes.
Los límites que debo poner á este articulo, no me permiten esten-
derme mas sobre esta materia. Quizá otra vez hablaré de ella ha-
ciendo una reseña general de las anomalías orgánicas que he tenido
ocasión de observar en el ejercicio de mi profesión en este departa"
mentó. Entonces hablaré de una monstruosidad sumamente curio-
sa é interesante á la biología^ cuyo ejemplar rarísimo, y tal vez no
visto antes en este Nuevo mundo conservo en mi gabinete.
Mas no dejaré de hacer mención antes de concluir, de un caso
que refiere Lizzeti en su obra "De la Tiaturaleza^ causas y dife7'encia
de los monstruoSy sin que me proponga sostener la veracidad ó
falsedad de él.
No lo escribo en castellano por los motivos que del momento
ocurrirán á cualquiera que lo lea y lo entienda. El tener algunas ci-
tas de circunstancias que parecen comprobantes, puede darle algu-
na verosimilitud; sin embargo sobre ello falle la buena crítica ausi-
Bada de \z fisiología', y paso á referírlo.
"Scriptum Volaterranus in commentariis Vrbanis reliquit, sub
Pío, hujus nominis tertio Pontífice Máximo, in Hetruria puellam
quamdam, quod cum cañe adamato stupri consuetudinemhabuisset
gravídam esse factam, ac semicanem foetum edidisse, oc est, pedí-
bus manibus, ac auribus caninis, coetera vero, hominem, remque
expiationis gracia ad pontificera fuisse delatam."
A primera vista es inesplicable la repugnancia que siente la
naturaleza del hombre, á permitir la realidad de semejantes coinci-
dencias. Parece que la parte racional de él, la luz intelectual que lo
distingue y que lo alumbra, rehusa envilecerse, degradarse, oscu-
recerse hasta el punto de que su especie (no obstante el distin*
tivo que le es característico) se mezcle ó se comprenda con seres á
quienes la Eterna Providencia puso bajo mil aspectos y recursos en
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escalones muy inferiores á él. Pero no obstante esta repugnancia,
no creo imposibles tales anomalías, así como vemos muchas vece»
criaturas, que perteneciendo á la raza humana por su generación y
caracteres principales, se desvían al mismo tiempo de aquellas for-
mas originales con que el Criador revistió al prototipo d*t la especie,
cuando lo formó del limo de la tierra y lo animó.
En fin, para concluir diré, que de la estructura anatómica del
monstruo cuya descripción he procurado hacer, me parece que se
pueden deducir las consecuencias siguientes:
1* Existiendo en él dos aparatos sensitivos con sus dos ce-
rebros separados y bien conformados, ecsistían también dos entes
pensadores.
2^ Las pasiones, afectos, propensiones ó ideas que tuviesen
uno y otro, serían idénticas^ diversas ú opuestas^ según el origen de
que emanaran las sensaciones que las producían; ya de las impre-
siones que trasmitiesen las entrañas por los nervios, ó ya de las que
hiciesen los objetos estemos sobre los sentidos.
3^ Según se ha distribuido el aparato nervioso, circulatorio, di-
gestivo, locomotor y sensitivo, bien pudieron haber conseivado la
vida por quince, veinte, ó mas años, aunque espuesta á muchos
achaques principalmente de la digestión.
4* Las enfermedades que se limitasen al estómago, inñuirian
decididamente sobre la persona á quien le pertenecía, ún que la
otra dejase de resentir indirectamente sus efectos. Las que se es^
tendiesen á los intestinos serian comunes á ambos.
5'^ Bastaría que uno de los dos se alimentase, para que se ve-
rificase la nutrición del todo; pero no para quitar absolutamente ef
deseo de comer á la persona que no lo hacia.
6^ Para conservar la salud, ninguno de los dos estómagos de-
bía condenarse a la inacción, sino digerir ó trabajar alternativamen-
te; quiere decir, comer hoy una boca, y la otra uno, dos ó tres días
después. Tal recurso de poder dar al estómago uñ descanso tan pro-
longado (por tener compañero) era un verdadero privilegio que re-
compensaba en cierto modo á estas admirables criaturas, del de-
fecto que se les atribuía.
7* Según la distribución del sistema nervioso y muscular, el
brazo y pierna derecha, pertenecían á la cabeza del mismo lado,
así como la izquierda á la respectiva, sin que la voluntad de una u
otra pudiese influir indiferentemente en ambas; «sino en ciertos casóse
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<|ne lo demandara una sensación común: v. g., en los retortijones
ílel vientre conciirririan ambas manos á apretarse; en la oomezooi
de la cabeza cada mano rascaría la suya, á no ser que se convinie-
sen á hacerlo entrambos.
S^ Si hubieran vivido hasta una edad competente, habrían te*-
nido diverso tono de voz.
9? La época del sueño habria sido algunas veces común y otras
diversa.
10^ El examen atento de estas cías personas completas en las
cabezas, y doe medim en el cuerpo, robustece ta teoría del xlesarro^
Bo independiente aunque uniforme de cada mitad en el embrión y
feto humano. Si esto no es una hipótesis, ¡que fatalidad para el,
hombre, que el hombre ha de ser doble desde que se forma!
11*? Pudo ser una de las cabezas de gran talento, 6 de grandes,
rirtudes, y la otra inferior; y aun tal ve?c imbécil y viciosa.
1*^ Aunque ecsistian los dos secsos en un mismo cuerpo, no
había verdadero hemafrodismo en caso que sea cierto qne tíJ ajis*
tema del cielo ha caído sobre la especie humana.
Quede cubierto con un velo lo que aconteciera en la pubertad
de este diptongo humano, respectos de los afectos secsuales, si su
ec^tencia se hubiera prolongado hasta aquella época. Yo he for-
mado mi juicio cierto, probable, ó erróneo, cuyos apuntes conser-»
vo; pero que no a\'enturo en este papel, asi por la grande oscuridad
en que está envuelta esta materia, cuanto porque no es conveniente
á la decencia pública tratarla en un escrito que corre en manos de
personas de todas clases.
Muchos y muy curiosos problemas, así de química, como de
fisiología y de moral, ofrece la contemplación del mencionado
monstruo biceps; pero yo me limitaré á escribir solamente algunos
de medicina forense.
JURISPRUDENCIA CIVIL*
jSi el fenómeno que nos ocupa fuese el producto de la nníoa
conyugal de un hombre rico, lle^yado el caso de que é^c hiciese
testamsento, lo debería hacer como para un solo A^'e>, 6 cojuae
para¿ dos9
¿Qué debería hacer un juez si se le presentaban, y uno pedía
aatir de la minofia, alegando tales razones que no dej^e dgda al
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magistrado, de que aquel cerebro lo habia sacado la naturaleza dd
estado de menor y al paso que el otro manifestara lo contrario?
¿En el caso precedente, se podría hacer al uno tutor dd otro?
¿Y entonces hasta que punto se debería estender la intervención
del uno sobre el otro?
JURISPRUDENCIA CRIMINAL.
¿Si una mano de las dos normales, asesinaba ó envenenaba á
otro hombre, y resultase plenamente probado el crimen, que baria
el juez para castigar al delincuente con pena corporis ajtictwa^ si el
otro alegaba que no habia tenido parte ni en la meditación ni en
la ejecución del delito, supuesto que no tenia poder alguno sobre
el brazo que le habia perpetrado?
¿Tendría en este caso lugar aquel principio de deretrho que
dice: vak mas dejar impune al delincuente^ que castigar al inocente
¿Y esto no era en cierto modo autorizar aquellos dos brazos para
que sin castigo acabasen con la sociedad?
En caso que se le debiera imponer alguna pena, ¿cuál debería
ser esta.
Cuestiones son estas que pueden divertir á muchas personas
estranas alas ciencias; y á los literatos darle matería para discusio-
nes científicas bastante profundas, sobre un asunto que no es impo-
sible que alguna vez tuvieran que ocuparse prácticamente de él los
tribunales.
Esperábamos encontrar en esta relación del fenómeno de Oa-
jaca algunas indicaciones referente á los Mellizos de Siam que nos
visitaron por el año de 1829. Muchos motivos tenemos para inge-
rir en esta noticia científica la ecsistencia de dos seres reunidos en
un mismo cuerpo, gobernados por las propias pasiones é inclina-
ciones. Digan lo que quieran, el fenómeno de estos oríentales pre-
senta el cuadro mas estupendo de que hasta ahora hay recuerdos,
porque la naturaleza parece que al formarlos tuvo empeño en os-
tentar su saber y maestría.
Mas adelante ofrecemos tratar de estos fepómenos, dando con
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su relación histórica un precioso grabado según la copia de Hiffer-
man espresamente abierta para el Museo americano.
(Jf. del R.)
TAREAS ACADÉMICAS.
La conducta del lord Meríngtan con la joven Carlota de Me.
Fallen^ fué un negocio muy ruidoso en Londres, La siguiente carta^
escrita con todo el Juego de una alma bien cultivada^ ensena la bella
elocuencia y la sensibilidad de la desgraciada víctima. El traductor
sin apartar los ojos á tan precioso original para darle toda aquella
Jiierza que en él aparece^ se empeño tambieny a fin de que en nuestro
idioma resaltasen los esmaltes de una obra bien acabada; si acaso lo
ha conseguido j los inteligentes lo juzgarán.
£LQt^iaiBÜ^WIBÜ<»
CARLOTA Me. FALLEN AL LORD MERINGTON.
Milord: Debo esta contestación á vuestra última carta y voy i
satisfacerla, pero como he renunciado á un tiempo á vos, á vuestro
amor, á vuestra amistad, á la mas ligera especie de vuestra memo-
ria, os la envió en un papel cuya copia espera el editor de una Ga-
ceta para insertarla en el acto: veréis en ella mi natural estilo, aquel
estilo que tantas veces lisongeó vuestro orgullo y vuestra vanidad:
pero sabed que estos caracteres que llamabais sagrados^ que apre-
ciabais con tanto ardor, que os eran tan recomendablesy y que me
hacíais remitir con tanta frecuencia, ya no los verán jamás vuestros
ojos, concluirá con éste el crecido numero de billetes en que con-
sumia injustamente el tiempo y en donde para mi desgracia pre-
sentaba el espejo de mi alma. Decis en vuestra última carta: que
JlasteiSy que sois y que siempre seréis el mas afecto^ con la mas tierna
amistad: mil gracias Milord, por tan arrogante esñierzo: mucho de-
bería sin duda á la generosidad de vuestro corazón, si este rasgo
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—ase-
os pudiera indultar del odio y del desprecio que os conservará unai
muger á quien habéis ofendido tan escandalosamente: decis que no
merecéis el Ütxdo que os doy y y que nunai fuisteis mi enemigo: ¿Te-
neis la osadia de repetir que nunca lo fuisteis? ¿Os atrevéis á
rogarme, que no üivide á un liombre que me fué tata car^'i No, Milord;
no lo olvidaré: una ocurrencia indeleble lo grabó en mi memoria;
pero jamás me acordaré de él, sino para detestar y maldecir sus
artificios.
Temblad ingrato: yo voy á conducir mi mano atrevida hastaf
el fondo de vuestro corazón: voy á desenvolver vuestros interiores,
voy á desarrollar, á poner presente vuestra perfidia, vuestra horrible
traición.. ..¿Lo podré hacer? ¿Envileceré á los ojos de toda la In-
glaterra un objeto que algún tiempo lisongeó los mios? No haré un
cuadro cuyos colores tenga mucha menos espresion de la que real-
mente debia darles: esconderé entra sombras algunos defectos, que
para vuestra confusión yo los sé, y tengo la generosidad de f>cul*
tarlo al universo todo. Quiero Milord, que por un instante os en-
cerréis en vos mismo, que me escuchéis y me respondáis. De tan-
tas cualidades de que hacéis alarde, de tantas virtudes con que os
decorabais, decidme ¿de cual me disteis pruebas? Sincero, gene-
roso, compasivo, liberal, amigo de la humanidad, lleno de aquella
heroicidad que caracteriza la verdadera grandeza, la bondad, la rec-
titud, el honor, la verdad..Todas estas virtudes parecía que impem-
ban en vuestros sentimientos, que dirigían todos vuestros pasos y
que guiaban toda vuestra conducta; sí Milord, asi lo decíais, y yo,
yo b creía: ¿y por quehabia de dudarlo? Nada hallaba en mi corazón
que me hiciese desconfiar del vuestro. ¡No os aplaudais^de haber-
me engañado, no, no os aplaudáis! ¡Qué esterior tan recomenda-
ble! ¡Qué circunstancias! ¡Qué gerarquia! ¿Quién había de creer en-
cerrase el mas vil seductor? Pero menos debéis á vuestra destreza,
que á la buena fe, á la sinceridad y al candor de vuestra victima»
Mas, ¿cómo un Lord, uno de los primeros papeles de la Gran Br^
taña, pudo degradarse hasta tal punjo de imponerse unas obliga*
eiones tan distantes de su elevado carácter? ¿Cómo tener tantas
atenciones? ¿Pero con quien? ¿Quién era el objeto de su considera-
ción? Una joven del estado llano, á quien solo distinguía un inte-
i4or poco común, ¿y qué una muger de esta esfera, merecería ejer-
citar los talentos de tal personaje? ¡Ali! ¡Que honra tan fatal! Por
qué desgiacia me diste esta prcíerencia? Sin celebridad, sin luci-
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miento. ¿Como pude inspiraros el deseo de hacerme feliz? ?Que fru-
to sacasteis de esa injusta fantasía? Los gemidos de mi corazón,
ahogados por la prudeíncia, mis lágrimas derramadas en el seno de
únasela amiga; la alteración de mi salud, nada sirvió á vuestra va-
nidad!, todavía se ignora, tanto el objeto de mi dolor, como el gage
que de todo haya sacado vuestro orgullo, es cierto que no habéis
triunfado de ñá alma^ por que hasta este punto todavía consen'aba
y conservo los auxilios del pudor, pero ¿quién sabe silo hubierais
hecho, á no haberos contenido unintürés á quien os era forzoso do-
blaro«5? Pero continúo mis cargos, ¿con qué título os halláis auto-
rizado para aflijirme? ¿Qué ley me sujeta á vuestro capricho? ¿Quién
os permite abusar de mi sinceridad? ¿Quién os hace arbitro de mi
destino? Yo no os buscaba, tranquila en mi obscuridad, alejaba de
mí cuanto podia turbar una vida, si no dichosa, á lo menos sosega-
da, ¿por qué vuestro arte pérfido se empleó todo en desfigurar vues-
tros designios? Yo creo que os propusisteis entretenerme y divertir
vuestro ocio, ínterin que la fortuna llenaba vuestros deseos ambicio-
sos é interesados, con objeto digno de vuestra perpetua unión; me
persuado que os ensayabais en mi corazón para acertar mejor los
tiros que habían de rendir á otra muger, á quien vuestra vanidad
hallase digna de ser vuestra compañera. ¡Ah! ¿Os leo el interior?
¿Penetro vuestra alma? ¿Os cubre en el momento de leer estas cláu-
sulas un frío sudor, efecto de la misma naturaleza conmovida, a
quien no puede resistir el vicio del alma? ¿Os confundís? Pues sen-
taos; oíd mas. Si yo Milord, conociendo vuestros criminales desig-
nios, me hubiera prestado á ellos; si con una credulidad común hu-
biera condescendido á la correspondencia de una pasión de que tíó
dejabais duda, no tuviera de que quejarme; pero ¡haber apurado
Vuestra idea las desmostraciones del respeto mas profundo; haber-
me hecho Ver unos transportes tan tiernos y dulces como modera-
dos, haber empeñado para el logro de vuestra empresa todos los
erfiíerzos de la mas negra intriga y la capa del honor! ¡Qué bajeza!
¡Oh! Vil seductor: digno para siempre de tai desprecio, confundios,
mi corazón os desdeña, mas noble, sin comparación que el vuestro^
no otorga su amistad á quién no supo ó no pudo conservarla con esti-
mación, un odio inmortal, es el único sentimiento que le pueden ins*
pihu: vuestra ingratitud y vuestra falsedadi^ero qué, ¿engañar á
una muger, es violar las leyes de la probidad? ¿Es acaso faltar al ho-
nor, el ser traidor á una dama? ¿La seducción del secso es un deli-
T. II.— 28.
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to? No, es un proceder recibido. . . .Muchos k) han hecho, y lo hsK
cen. ... Y lo harán ¡Qué horror!
¡Ah Milord! Hay un momento escesivo en esoshom1*res, pera
esos hombres viles, bajos, sin carácter; conducidos por su inclinación
á obrar mal, no se atreven á ofender aquellos que pueden castigarle,
se destinan á hacer la desgracia del sexo, de aquel sexo á quien el
hombre ha reducido á no poder quejarse, ni vengarse. Y ¿quién sois
hombres? ¿De donde sacáis ese derecho de faltar con una muger, á las
consideraciones que os imponéis entre vosotros? ¿Qué ley hay en la
naturaleza; qué estatuto autorizó jamás en un Estado esa insolente
diversidad? ¡Qué! ¿Vuestra palabra contraida simplemente os em-
peña con el último de vuestro semejantes; y vuestros repetidos ju-
ramentos no os . obliga con la muger, con la amiga que escogisteis.^
Monstruos feroces, vampiros execrables que nos debéis la felicidad
y el hechizo de vuestra vida: vosotros que no conocéis si no el or-
gullo y el amor impetuoso de vosotros mismos: egoistas desprecia-^
bles, decidme, ¿sin la amenidad, (que hacen nuestro mayorazgo,)
cual sería el vuestro? ¿Pensáis que nuestras manos rehosaiian
lavar con sangre los ultrages que recibimos, si la bondad de nues-
tros corazones no ahogara el deseo de la venganza?. . - . ¿Sobre qué
fundáis esa pretendida superioridad? ¿Sobre el derecho del mas
fuerte? Pues ¿por qué no lo hacéis valer? ¿Por qué cobardes,
por qué no empleáis la fuerza en vez de la seducción? Entonces nos
sabríamos defender, la costumbre de resistir, nos enseñaría á ven-
cer; ¿no os educáis en el seno de la molicie y la blandura? No os
volvéis débiles y tímidas? Mas, ¡ah crueles! Qué no es para otra cosa
sino para reservaros del injusto placer que disfrutan aquellos caza-
dores, que sentados tranquilamente, ven caer en sus lazos las pre-
sas inocentes que condujeron con astucia á envolverse en sus redes.
¿Pero donde voy á parar? ¿Hasta donde me precipito? Vuestra me-
moria Milord, es la que me presenta tan duras reflexiones sobre
todos vuestros semejantes: ¿quién me habría anunciado que la ter-
nura y estimación que os tenía, me precisarían algún dia á hacerlas?
¡Ah Milord! Vos sois quien destruís con vuestra conducta el respe-
to que tenía á vuestro carácter; mi corazón se adhirió demasiado á
un error, no creyéndolo sino cierto, y buscaba todos los medios de
conservarlo. Yo misma sobornada por la dulzura de veros me ha-
cia una satisfacción de disminuir vuestros agravios y me hubiera crei.
do dichosa de no tener que derramar lágrimas sino por un efecto de
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iTii delicadeza. ¡Ah! Milord, milord, ¿cómo podíais dudar que el
amor entrando en un corazón que no había recibido antes otras
impresiones, y que inocente y lleno de candor se abrió para recibir
el vuestro, sea fácil echarlo de él? En el golfo del (folor, en aque-
llos momentos horrorosos en que el alma abatida y casi sin ejercer
ninguna de sus facultades, se mueve como una máquina que cede
al peso que la oprime; aun entonces, involuntariamente me quería
volver hacia la causa de mi mal, me parecía que solo ía mano que
clavó el puñal tenía la facilidad de arrancarlo. ¡Situación horrible,
inesplicable! Verse reducida á un estado tan funesto, semejante al
que en el mar luchando con las olas donde lo arrrojó la tempestad,
se abraza con cuanto le presenta el mas débil apoyo para salvarse.
Yo me encontraba en esta terrible agitación, cuando creí perdona-
ros restituyéndoos mi ternura y mi confianza: aun los mismos im-
properios con que no cesabais de aflijirme, suprimían los que yo
debía haberos hecho para recompensaros; vuestras atenciones, vues-
tras lágrimas, parece que movían de nuevo mi alma, y que escita-
ban mi reconocimiento; la amargura de mi dolor, como que no me
permitía dejar de ser sensible al vuestro, ya no podía veros gemir
á mis pies sin que renaciese aquel verdadero afecto del que, alevo-
samente me decíais que dudabais y que os parecía estinguido; ya
iba á prepararos una nueva alianza y reconcilacion: mis lágrimas
ya no eran causadas por el gozo y la ternura, y se mezclaban con
las vuestras que creia sinceras, pero que eran producidas por la vani-
dad y perfidia; me aluciné, en fin, y creí que todavía podía ser dicho-
sa; pero cada dia, cada instante, me he ido convenciendo mas y mas
de vuestra hipocresía: he conocido que si es posible perdonar las in-
jurias, no lo es someterse tranquilamente á los caprichos del cau-
sante de ellas; en fin, que si la bondad del natural puede impedir el
rencory el deseo del mal á un hombre pérfido; una justa fiereza debe
elevarse sobre nuestra debilidad y hacemos despreciar á lo me-
nos, no solo al traidor amante, sino á la inclinación que nos arrastra
hacia él. Concebí pues; Milord, la resolución de renunciar á vos
y de deciros: Ya no sois aquel a quien amaba; preferí el dolor á la
injusticia: quise mas bien gemir con todo mi esfuerzo, que dejar
pendiente mi felicidad de un hombre que era ya indigno de ser ar-
bitro de ella, he roto un comercio cuya irregularidad se me presen-
taba; aquel hechizo lisonjero que me lo ocultaba, ya no existe: yo
misma me despreciaría si pensara que os había de continuar aman-
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do. No lo dudéis, Milord, no lo dudéis, vos sois á'quien yo detes-
to, á quien abomino, á quien desprecio para siempre; no por haber-
me abandonado, no por haberos manifestado mas ambicioso, mas
codicioso que sensible; sino por que fingisteis vuestros sentimien-
to, porque sois un vil seductor, porque todas vuestras ideas son cri-
minal, porque habéis tratado dura é inhumanamente á vuestra ami-
ga, aquella cuya terneza parecia que os era de tanto aprecio; á aque-
lla que hubiera dejado todo por vos; á aquella que os era tan perfec-
ta y á quien hallasteis digna de vuestras atenciones, y á quien juras-
teis mil veces, poniendo las manos sobre vuestras condecoraciones
y aun sobre los mismos evangelios, de respetar su sensibilidad. Os
desprecio porque os habéis producido con bajeza; porque sois inca-
paz de confianza y amistad, porque recurristeis al engaño, medio el
mas infame y ageno de vuestro nacimiento, porque no tenéis ver-
güenza ni honor. ¡Ah! Sobre cuantos puntos faltasteis para seducir-
me. ¿Podéis presentaros sin rubor ante la sociedad?. . . .Milord, no
sois, no, aquel hombre digno á quien se rindió gustoso mi cora-
zón Me ofrecéis vuestra amistad y su contiimacion ; ¿qué enten-
déis por la amistad? Cómo se atreve á proponerla uA hombre sin
religión, sin costumbre y sin moral. ¡Buitre sanguinario, escóndete,
huye de la Gran Bretaña! No creáis que pueda volver á dejarme
sorprender de vuestros artificios; mi determinación está tomada de
í)0 veros jamás, ¿como podría hacerlo sin ser digna del mayor des-
precio? ¡Y volver á continuar una amistad con el monstruo embustero
que ha abusado de las cosas mas sagradas para dañar á los que se la
han profesado! Lejos, lejos de mí, tan viles, tan infames pensamien-
tos.' Diréis que no me habéis hecho perjuicio, que antes bien me
prometíais que algún dia, llegaría á conocer cuanto os debía, ¿y nn
tranquilidad? ¿Y el dulce sosiego de mi alma? ¿Y el haberos lison-
jeado de haber hallado en mí una muger á vuestra medida? ¿Y el
ser esto público en Londres? ¿Acaso está en vuestra mano restituir-
pie la quietud de mi espíritu? ¿Tenéis poder para ponerme á cubier-
to de las críticas? Me habéis quitado mi paz, y no tenéis facul-
tades para reparar su pérdida: la idea fantástica de mi felicidad se
ha desaparecido para siempre; este ídolo tan querido y tan adorado,
despojado de los adornos con que yo lo había presentado ^ mi ima-
ginación, no ofrece mas que un imperfecto bosquejo. Sí, Die
avergüenzo del culto que le rendí y conozco mi error, aunque tar-
de. A Dios Milord, á Dios para siempre, y para agradecerme algo
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basta en mi despedida, solo os diré; que os deseo que nxinca pro-
béis una amistad tan tierna, tan sencilla y tan verdadera como la
que deois me conserváis. Esto os debe convencer de que no quiero
vuestra ruina, ni vuestros infortunios. — Carlota.
MmmuLwm.
Juan Federico Cristóbal Schiller, nació el 10 de noviembre de
1759 en Marbach, ciudad pequeña de Suabeen el reino de Wurtem.-
berg. Su padre era cirujano y habia servido en el regimiento de híi-
Fares del principe Luis que estaba al servicio de los Paises Bajos, y
ascendió sucesivamente á los grados de ayudante, abanderado, y
capitán. Después fué encargado de la conservación del jardín d^
la Soledad perteneciente al gran duque de Wurtemberg, y situado
á una legua de Sluttgart. La madre de Schiller era hija de un pa-
nadero y muger de unas escelentes cualidades. Amaba mucho á
sus hijos, y el ultimo que tuvo fué Federico, el cual, según se afir-
ma, era su vivo retrato, pues su estatura era galh rda, sus cabellos
rojos, su tez llena de líneas, y su semblante pálido; pero el contactp
de su fisonomía era noble y espresivo.
• Schiller fué dirigido en su pripiera educación por el pastor
Moser de la Alasa de Lorch, donde sus padres residieron durante
tres años. Cuando estos dejaron á Lorch, y se establecieron en
Luisbourg, continuó allí sus estudios de latín, bajo la dirección dnJ
profesor Jahn. Hasta esa época los talentos de Schiller no se Qnun-
ciaban de manera alguna, pues era uno de los discípulos mas atra;
sados; pero sí se descubría en él cierta inclinación á la soledad y
í la meditación. Próxima ya la época en que debía fijarse defini-
tivamente Schiller en escoger una carrera, se decidió por la ecje-
siá^c^, por la que habia manifestado una decidida afición; per^
eptónc^s el duque de Wurtemberg acababa de establecer una fa-
mosa escuela militar, en la cual hizo sus estudios Cuvier, y por
recomendación de Jahn fué admitido en ella. Parece que esto dís-
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gustó mucho al joven que veia contrariada su inclinación y m
natuml amor á la independencia con las severas reglas militares; asi
es que rehusando positivamente estudiar para la carrera de las ar-
mas y aun la medicina, se dedicó á la lectura de Klapstock,
Shakspeare, la Biblia y otros libros poéticos, que exaltaron su imagi«
nación en alto grado, y lo decidieron á la poesía y al teatro. En unas
sus primeras composiciones da á conocer bastante esta inclinación.
Hablando de las bellezas de la naturaleza, se esplica asi con un
candor y una admirable elevación:
"Estos encantos son muy poca cosa para los grandes y los re-
yes de la tierra; pero ellos conmueven al humilde mortal ¡Oh
Dios mió! tu me has dado la naturaleza; repárteles á eQos el mun-
do, y á mi. Padre mió, dame la poesia.''
En 1781 dio á luz su primer drama "Z^í Ladrones^^ obra que
no es de un efecto teatral; pero que es menester considerarla como
el desahogo de todas las amarguras y dolores que se encerraban
en el alma del autor. La idea radical es hasta cierto punto un ul-
trage á la sociedad, pues consiste en mostrar una alma noble y vir-
tuosa, que no pudiendo encontrar lugar bajo las leyes sociales, se
precipita entre una banda de criminales, y alli encuenrra un em-
pleo mas poético de sus facultades. Casi ninguna de las traduc-
ciones que se han hecho de esta pieza, ha conservado su originali-
dad y belleza primitivas.
El éxito de Los Ladrones fué prodigioso, á pesar de las cri-
ticas que se suscitaron, hasta el punto que los estudiantes de Ale-
mania tomaron la cosa mas seriamente de lo que merecía, y qui-
sieron formar asociaciones de bandidos. Se asegura que en Bris-
gau se descubrió una conjuración de varios jóvenes que querian
marcharse á los bosques, y convertirse en ángeles esterminadores.
Un ladrón generoso cuenta con bastantes simpatías, bú sucedía en
Sicilia con Pascual Bruno; mas sobre todo en Alemania, las ideaf
literarias germinan prodigiosamente, en las cabezas de sus fantásti-
cos estudiantes.
La crítica justa, y el mal positivo que hablan producido Los
LadroneSj hizo que el duque de Wurtemberg, prohibiera formal-
nM!nte á Schiller, el escribir nada que no fuera de la profesión de
médico. Schiller no pudo soportar tal acto de tiranía, y en octubre
de 1782 se fugó del colegio y se fué á Franconia á refugiar á la
casa de la madre de uno de sus camaradas.
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_233—
En esta época publicó ya multitud de poesias de mérito taleí
tomo la Batallaj la Infantidday y otros que aumentaron la reputa-
ción que le habla grangeado la pieza dramática de que se ha
hablado.
Schiller salió de su escondite por la protección del barón
Ae Dalberg,quien lo llevo á Manhein, donde habia establecido
un famoso teatro. Allí Schiller fué encargado de la tedaccion de
un periódico literario llamado la ThcUía det Rfán,
Ül Segundo drama que compuso Schiller fué ta Conjuracián dé
Meschi. que está muy distante de tener el mérito que los Ladrones^
pues los caracteres están mal concebidos y poco desenvueltos.
Fieschi recibió el titulo pomposo de tragedia republicana; y
esto valió al autor el título de ciudadano francés, qUe le concedie-
ron los revolucionarios de Francia.
La Intriga y el Amor siguió á la anterior. Es uila tragedia
republicana en toda su pureza, y tal como la habia concebido Di«
derot Tuvo mucho mejor éxito que Fieschi y aun hoy es muy
popular, y muy alabada en Alemania. Se ha intentado muchas ve-
ees arreglar esta pieza para el teatro francés; pero nunca han tenido
buen éxito estos ensayos.
Ya d<i una manera nueva y diferente de la qUe habia seguido
hasta aquí, forjó á D. Carlos. Considero mas bien esta tragedia,
como un poema destinado á consignar los sentimientos que le agi-»
taban, que como una obra para el teatro* La repiítacion de Schi-
ller comenzaba á ser tan grande en Alemania, que la sola elección
de un asunto dramático era un acontecimiento literario* Para con-
tentar la impaciencia del público, dio á luz en 1785, los tres prime-
ros actos de D. Carlos,
En esta época, Schiller se hallaba en todo el fuego y vigor de
su juventud: en esta época de transacion fatal en que las creencias
religiosas se debilitan, y en que el au)or cambia los destinos de la
vida. Schiller concibió una pasión profunda, por una joven: pero
viendo ésta querida de ün amigo suyo venció su pasión, y se retiró
á otro lugar. En esta profunda soledad concluyó á D. Carlos, que
pasa hoy por una de las mejores piezas del teatro alemán.
Las cartas sobre D. Carlos donde esplica el pensamiento pro-
fundo que lo dominó y la forma de los caracteres de sus persona-
ges, fueron publicadas en el Mercurio (rermánico, periódico que
redactaba en la corte del duque de San Weimar.
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—234—
El gusto (le Schiller por el teatro le reemplazó una grande
afición por los estudios históricos, y entonces se dedicó a escribir
ía Historia de la revolución de los Países BajoSj y se cree que tam-
bién comenzó su Guerra de treinta años, obra que puede clasificar-
se como de la escuela histórica del siglo ÍÍVIII, y que ha sido tra-
ducida varias veces perfectamente al francés.
Cuando Goeth volvió de sus viages de Italia, trabó una ínti-
ma amistad con Schiller, y le consiguió la plaza de catedrático de
la Universidad de lena. Dalberij cooperó con su influjo al del du-
que de Saxe Weimar y estos dos protectores aseguraron á nuestro
poeta una ecsistencia cómoda. A poco tiempo se casó con la seño-
rita de Langenfels.
Entonces comenzó para Schiller una vida nueva, y se entregó
al estudio y al trabajo, con un tesón inaudito. Volvió á dedicarse
á la lectura de los clásicos griegos, é hizo varias traduciones de
Esdiylo y de EurispideSy y aun comenzó una versión de la Eneida.
En 1791 cayó gravemente enfermo de una afección de pecho,
causa por la cual abandonó sus trabajos y emprendió un viage á
su pais natal. El descanso y la vista de su familia lo restablecieron,
y al cabo de un año regresó á lena, donde se dedicó de nuevo á
sus tareas, siendo la principal la póesia, este sentimiento ardiente
y espresivo que habia aliviado los primeros sufrimientos morales
de su vida.
Después de doce años de intervalo volvió á dedicarse al tea-
tro, y el público alemán, que á pesar de los escritos de crítica de
Schlegel y de la filosofía de Kan, conservaba un gusto por el drama
declamativo y sentimental, recibió con mucha aceptación á Walles-
ieiny nueva pieza de Schiller. Pocos años después publicó otras
obras dramáticas, tales como la Doncella de Orleans, María Estuard
Wardeck y Guillermo TelL La vida de Schiller desde su regraso á
lena, fué siempre activa y laboriosa. En el seno de esta actividad
y cuando todavía tenia que esperar largos años de dicho, la muerte
vino á interrumpir una ecsistencia tan honrosa. Un viage que hizo
á Berlin para hacer representar á Guillermo Tell, le fatigó mucho y
regresó enfermo. Sus amigos y su familia se alarmaron mucho: pero
se restableció en breve hasta el grado que «n 1804 compuso para
las fiestas del casamiento del príncipe heredero de Weimar con la
gran duquesa de Rusia, una escena lírica cuyos versos están llenos
de elegancia y de gracia.
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• —235—
Pocos meses después se enfermó de nuevo y la afeceioñ qtic
había padecido, se presentó con un carácter serio, que aumentó por
grados, hasta que sucumbió de ella el 9 de mayo» de 1805. No
tenia entonces mas de 45 aaos. Su muerte fué tranquila como habia
sido su .vida.
Como encargó que sus funerales fueran sin ninguna pompa;
durante la noche fué cuando condujeron su cadáver á la última mo-
rada, seguido sin embargo de muchos amigos, y de todos los jóve-
nes que quisieiron tributar un homenage al que durante la vida, los
habia llenado de entusiasmo con sus cantos. Se cuenta que mien-
tras la procesión fúnebre caminaba por las calles, el cielo estaba
cubierto de negros nubarrones; mas en el instante que llegaron á
la sepultura, la luna apareció en todo su esplendor é iluminó coa
&US pálidos rayos el ataúd del gran poeta.
CMOCIIENTOS DTILBS -eCONONIA DOUTIGI
SOBRE LAS PALOMAS.
Concluye este axtioulo prinoipiado y continuado en los
números anteriores.
Para que las palomas no se esáravíen del palomar.
£1 principal motivo de tener gustosas á las palomas en elpalo^
míi|;, y que hace que no le desampsu-en, es el estar blanco por den*
tío j por fuera, por ser para ellas muy agradable este color, y por-
<pje es semejante al suyo, con lo cual no solo se logra conservar en
él las propias palomas, sino que atraen las agenas, y las campest^
ñas que no tienen domicilio.
Algunos toman un pedazo de sal como el puño, y poniéndole
en el palomar, acuden las palomas á picar en él, x les sirve de atraC"
tivo para no desamparar su morada. Otros toman una cabeza de ca**
bra, que echan á cocer con agua, con sal, cí^ainos, cañamones y ori*
T. u.— 29. ' • . ^
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—236—
hes, y después de cocida la ponen en el palomar descubierta, y eá
líimbien un eficaz atractivo para ellas. Otros hacen cocer el mijo eií
miel, echándole un poco de agua para que no se queme, cuyo cebtf
es tan gustoso para las palomas* que les hará cobrar grande afición
al palomar, y no solo no se irán de él, sino que atraerán á otras f(H
íasteras.
En donde hay abundancia de mijo y maíz se hacen cocer eú
agua, y habiéndole después secado al sol, se vuelve á cocer cotí
miel, y hecho esto, se refriegan con esta mixtura los líidos del palo-
mar y otras partes en que pueden las palomas untarse de ella enlos
pies y las alasí cuantos han usado de este secreto afirman ser muy
singular, no solo para aficionar las palomas á su propio palomar, s¡-^
no para atraer otras á él.
Para que no enfermen se ha de cuidar de aplicarles algún rc!-
medio que les purifique la sangre, siendo el mejor quemarles algu-
nos perfumes de buenos olores, de que gustan mucho; y como tie-
nen el olfato tan fino, y los perciben por los conductos del pico,
las preservan de enfermedades: por este motivo se ha de perfumar
amenudo el palomar. Estos perfumes podrán componerse unas veceg
de*incienso, benjuí y estoraque, y otras de yerbas olorosas, coni^
espliego, tomillo, romero, y otras cosas de buen olor, que es ocioso
referir aquí.
Modo de quitar las palomas viejas del palomar.
Con eí tiempo todo se envejece; y algunas cosas que en su prin-
cipio producían utilidad, no suelen en el fin servir mas que de gas-
to inútil: tsll es la naturaleza de las palomas, que en suáf primero»
años dan copioso fruto en los pichones que crian, pero siendo vieja»
sólo sirven de embarazar que las demás los produzcan, 6 los destru.
yen y echan á perder cuando los tienen ya sacado» á luz. Para evL
tar este daño tan perjudicial será preciso sacar del palomar esta
casta de aves tan perniciosas; y aunque esto podría ejecutarse de
muchas maneras solo pondré aquí la mas fácil y cómoda.
El tiempo que ordinariamente viven las palomas suele ser ocht)
años, ^ero Solo crian en los cuatro primeros, y en los demás para
nada son buenas, porque en pasando la p^doma de los cuatro pri-
meros años,' solo sirve de comer sin provecho, y de echar á perder
lo que las nuevas producían. La dificultad está en conocerlas; y {«-
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^ * —237—
ra saberlas distinguir con alguna seguridad será el mejor medio
el que sigue:
Al principio y cuando se echan las palomas en el palomar pa-
rji poblarlo se ha de tener la advertencia de cortar á cada una con
unas tijeras la estremidad de sus uñas, y dejar notado el tiempo en
que esto se ejecuta. Al siguiente año y al mismo tiempo se le ha de
cortar otra uña á cada paloma, y para ejecutarlo con menos inquie-
tud se dispondrá que estando ya recogidas todas en el palomar y
<jue esté cerrado y oscuro, entren dos hombres sin hacer ruido con
uiia linterna cerrada que no dé mas luz que la que se necesite para
reconocer cada nido. El uno de ellos ha de tener la linterna y alum-
brar al otro mientras va cogiendo todas las palomas de los nidos,
mn que'se esceptúe ninguna de ellas, y les irá cortando la extrerai-
4ad de una una del otro pié, y ha de proseguir de la misma suerte
los demás años sucesivamente hasta que tengan, cortadas ya las cua«
tiro uñas. Como se ejecute en esta forma nohabrá que temer que las
palomas se ahuyenten del palomar para no volver mas á él.
Pasado el cuarto ano se ha de entrar en el palomar en la forma
dicha, consigo dos jaulones grandes, en que sejuxgue que podrán
caber todas las palomas del palomar. En el uno de ellos se han (^e ir
echando las que tuvieren señaladas las cuatro uñas para comerlíts ó
venderlas, y en el otro las que se conocerán por sus señales no
. haber pasado todavía los cuatro años para volverlas á soltar después
en el palomar, por ser las que se reservan para que pueblen nue va-
liente.
Aunque esto parezca difícil de ponerse en práctica, será muy fá-
cil observando lo que se previene, pues con haberse ejecutado el
primer ano, se volverá á ejecutar en el segundo y siguientes con
Haas facilidad, y sobre todo cuando se vea con el tiempo la grande
abundancia de palomas que esto producirá en el palomar.
Habiendo puesto cien pares de palomas, al fin del año serán
cuatrocientos, ó cuando menos doscientos, contando con los acci-
dentes que pueden sobrevenir.
Conviene no quitarles los pichones en el segundo año, para
lograr al tercero un producto mas ventajoso.
De las palomas mansas ó domesticas.
Las paíom'as mansas ó domésticas son ordinariamente calza-
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—238—
das, y no se diferencian de las demás en el liiodo de alimentarlas,
sino solo en ser mayores de cuerpo y mas fecundas que las comu-
nes, porque casi todos los meses del aíío crian pichones que llegan
á prevalecer felizmente, sin embargo del rigor de los inviernos, co-
mo se las cuide bien.
Esta especie de palomas tiene las piernas y pies cubiertos de
plumas, y cuyo adorno le es bastante perjudicial, porque las mas
veces que salen fuera vuelven al palomar llenas de lodo y agua en
las plantas de los pies y las piernas, y poniéndose de esta suerte
sobre los huevos los enfrian y echan fuera de sus nidos, lo cual ha-
ce que sea inútil el que los hayan puesto; pero este defecto se cor-
regirá con facilidad por medio de las tijeras.
El palomar en i; ie se han de poner éstas palomas debe estar en
un paraje de la casa donde ni el frió ni el calor ofendan demasiada-
mente, y ha de ser nluy claro y tener luces hacia oriente ó mediodra.
A estas palomas se les ha de dar la misma libertad que a las
otras, y no habrá que temer que se alejen; y cuanto mas bien ali-
mentadas estén saldrán menos, y por consiguiente sacarán mas
crias. Por lo que mira á los nidos, no habrá que diferenciarios en
nada del palomar; pero no obstante queda el modo de hacerlos á la
elección de las personas que desearen criar esta especie de palomas,
Siempre que estas palomas estén sobre sus huevos para empo-
llarlos, y especialmente en tiempo de invierno, se ha de tener gran
cuidado de que no les falte jamás el agua, porque con el frió riguro-
so podria co;ijelarse, ó cayendo dentro ella algunas inmundicias,
no la querian beber entonces.
También se ha de tener la advertencia de barrer y limpiar á
menudo el palomar y los nidos que haya en él„ y sacar de allí to-
do el estiércol de las palomas, para que con esta limpieza, y que-
mando en el palomar de cuando en cuando los perfumes que dejo
dichos, se preserven de algimas enfermedades que podrían sobreve-
nirles si no se practicase todo lo referido.
De los huevos que ponen las palomas domésticas.
Aunque para manifestar la gran fecundidad de las palomas do-
mésticas se ha dicho que aun en el invierno crian, no obstante es
necesario entender, que nada llega á conseguirse sii^ que de núes*
áa parte se ponga un particular cuidado para ello.
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_239—
El que deseare tener pichon^^s en tiempo de invierno, ha de
procvirar elegir algunos pares de aquellas palomas que se halla reco-
nocido ser las mas quietas y sosegadas, las cuales se han de poner
i parte en una pieza estrecha, abrigada, y donde el aire que respi-
ren sea templado.
Dentro de esta pieza en que se hayan puesto estas palomas no
ha de faltar jamás la comida de que se puedan alimentar, la cual
podrá ser ordinariamente algarroba, avena y con frecuencia caña-
mones para que tomen calor, cuidando también de que tengan cer-
ca de sí agua limpia y clara.
Cada paloma pone dos huevos en menos de veinte y cuatro
horas, el primero á las cinco de la tarde, y el segundo á las dos de
la tarde del dia siguiente; y tarda en empollarlos quince ó diez y
seis dias en la primavera y verano, y veinte y uno en otoño é invier-
no, un dia antes de cuya época empieza el pichoncito á taladrar la
cascara, haciendo una línea circular de agujeritos cuyo plano es
perpendicular al eje mayor del huevo, y ayudado de los padres ha-
ce \m esfuerzo, separa en dos hemisferio la cascara y sale de su
prisión. Los padres alimentan los pichones durante los seis dias pri-
meros, con una masilla que preparan en su buche, y después les
sustituyen alimentos mas sólidos que siguen suministrándoles hasta
que tienen veinte y ocho dias, en que comienzan á comer por si
solos.
Como todo lo referido se ejecute con puntualidad y cuidado,
se verá por esperiencia que corresponden siempre los efectos á me-
dida del deseo.
PROTOCOIiACION
De todas las disposioiones reales, administrativas y eeb-
némicas publicadas de oficio en el mes de Febrero úl-
timo.
Secretaría del Gobierno Superior Civil de la Isla de CtAa». —
Conformándose el Escmo. Sr. Presidente Gobernador y Capftaq}
general con el voto consultivo emitido por la Real Audiencia Pse-
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_240— '
torial se ha servido disponer y mandar que se publique para gene-t
ral inteligencia lo siguiente: Que corresponde esclusivamente en-
tender en esta ciudad y la de Matanzas á los alcaldes ordinarios en
los juicios de paz con inhidicioa de los Mayores; y que en cuanta
á las demandas de menor cuantía pueden ambos alcaldes ordina-
rios y mayores conocer de todas ellas á prevención, coa sola la
limitación de la Real cédula de 29 de Julio último, no pasando los
primeros de cincuenta pesos y estendiéndose los segundos á la de
ciento, y por lo que hace á las licencias de matrimonio que hayan
de otorgarse á los menores de edad, que tienen sus padres y parien-
tes en Reinos distante$, corresponde su otorgamiento á los alcaldes
mayores, sin perjuicio del recurso que por irracional disenso, y se-»
gun la pragqaáticí^ sanción de veinte y ocho de Abril de mil ocho-
cientos tres, toca esclusivamente su conocimiento al Escmo, Sr.
Gobernador Superior. Habana 1" de Febrero de ISáG.^— Miguel
Mckríd Paniagua^
Inspección de esfudíos de las islas de Cuba y Piierto~Rico. -^Tín
sesión del dia 22 del corriente ha tenido á bien acordar esta corpo-
ración que se anuncie por niedio del Diario que en la Real Casa
de Maternidad se halla abierta una cátedra de obstectricia á cargo
del Dr. D. Joaquín Guarro y que pudiendo recibir en ella las muge-
res blancas y de color que quieran dedicarse al ejercicio de parte-
ras la instrucción teórica que exige la Real orden de 24 de Agosto
de 1842 ninguna será examinada de Matrona, ni se despachará á
su fevor licencia ó títído sin que previamente acredite reunir los
requisitos que la citada Real orden exige. Habana 30 de linero de
1846. — Pedro Celestino Cañedoy secretario.
Secretaría de Real acuerdo de la Audiencia pretorial de la Ha-
bana— .Circular. — En acuerdo ordinario de la fecha, se ha proveí-
do con otras cosas, un auto del tenor siguiente;
"Vistos de conformidad con lo manifestado por
el 3r. Fiscal, en lo principal de la precedente re^
presentación, se declara que en esta Capital y en
la ciudad de S. Cários de Matanzas, donde aca-
ban de crearse Ahraldes mayores, deben entender
los ordinarios con el carácter de jueces de paZjj
esclusivamente en los juicios de Conciliación, en
Señores.
Decano.
Sanz.
Escosura.
Carbonell.
Valenzuela.
Presentes, Sres
Fiscales.
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-^241—
Ia forma prevenida en el capítulo segundo, sección primera del Re-
glamento provisional para la administración de justicia, espedido
en veinte y seis de Setiembre de mil ochocientos treinta y cinco,
en consecuencia, y sin hacerse novedad pot ahora én el auto acor-
dado én esta Audiencia de veinte y uno de Mayo de 1841
en las Ciudades, Villas y Lugares del territorio, donde toda-
vía no se han creado AÍcnldias mayores, sustituyase á los artículos
segiiíldo, tercero y cuítrto de dicho auto, los veinte y dos, veinte y
tres y veinte y cuatro, del referido capitulo del Reglamento provi-
sional, y circúlese para su ejecución y cumplimiento á los Alcaldes
i^ayores y á los ordinarios de esta Ciudad y Matanzas, y á las de-
lYi as justicias del territorio para su conocimiento y efectos correspon-
dientes en las partes que les toque. Así lo mandaron y rubricaron
los Sres. del margen en la Habana á die2 y nueve de Enero de
mil ochocientos cuarenta y seis. — Señores. — Decano. — Sanz. — Eá-
cosuras. — Carbonell. — Valenzucla. — Presentes, Señores Fiscales*
— Hay cinco rúbricas. — Regino Martin.
Jlrtículos del Reglamento y Ateto acordado que se cUan y qtte han de
regir en esta capital y en la ciudad de Matanzas donde hay Alcaldes
mayores.
Artículo 1" Sin hacer constar que se ha intentado el medio de
\a conciliación, y qüc esta no ha tenido efecto, no podrá estable-
terse en juicio ninguna demanda civil ni ejecutiva sobre negocio
susceptible, de ser completamente terminado por avenencia de las
partes, ni tampoco querella alguna sobre melas injurias de aquellas
en que sin detrimento de la justicia se repara la ofensa con sola la
condonación del ofendido.
Ésceptúanse de la necesidad de que se intente antes la conci-
liación:
Pí-imero — Las causas que interesen á la Real Hacienda, á los
Pósitos ó á los Propios de los pueblos, á los demás fondos y esta-
blecimientos públicos, á herencias vacantes, ó á menores de edad,
ó á los que se hallen privados de la administración de sus bienes^
Segundo. — Los negocios de que se debe conocer enjuicio ver*
bal; los interdictos posesorios; los juicios de concurso; las denun-
cias de nueva obra; los recursos para intentar algún retracto ó tan-
leo; ó la retención de alguna gracia, ó para pedir la formación de
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—242—
inventario 6 partición de bienes, ó para otros casos argentes de se^
mejante naturaleza. — Pero si hubiere de proponerse despqes de-
manda formal que baya de causar juicio contencioso por escrito,
deberá preceder precisamente el acto de conciliación.
Articulo 2- Los alcaldes ordinarios ejercerán el oficio de Jue-
ces de paz ó conciliadores, y ante cualquiera de ellos deberá pre-
sentarse todo el que tuviere que demandar á otro por negocio civi^
ó por injurias que no se comprendan en las escepciones delartícolo
precedente.
Artículo 3" El Juez de paz, con dos hombres buenos, (en-
tendiéndose por tales cualesquiera personas que no sean de letras)
nombrados uno por cada parte, pero sin necesidad de que asista Es-
cribano, las oirá á ambas personalmente ó representados por apode-
rados con poder bastante; se enterará de las razones que aleguen,
y oido el dictamen de los dos asociados, dará d«ntro*de cuatro dias
á lo mas, la providencia de conciliación qué le parezca mas propia
pira terminar el juicio, la cual con espresion de si la&^ partes se con-
forman 6 no, se asentará en un libro que debe llevar dicho juez con
el titulo de Juicios de paz, firmando él, los hombres buenos y los
interesados, si supiesen, y se darán á estos las certificaciones que
pidan.
Artículo 4? La providencia del Juez de paz terminará efectiva-
mente el litigio si las partes se aquietaren con ella, en cuyo caso la
hará aquel llevar á efecto sin escusa ni tergiversación alguna.
Artículo 5? Si las partes no s» conformaren, todavía el juez de
paz, las exhortará á que por el bien de ellas mismas comprometan su
diíerdnciaen arbitros ó mejoren amigables componedores, y lo hará
anotar en el libro, con espresion de si se convienen ó no los interesa-
dos. Si tampoco en esto se corjvinieren, dará al que la pida una certi-
ficación de haberse intentado el medio de la conciliación, y de que
no se conformaron las partes ni se avinieron á un compromiso.
Artículo 6^ Toda persona demandada á quien cite un Juez
de paz para la conciliación, está obligada á concurrir ante él para
este efecto, ó personalmente ó por medio de apoderado con bastante
poder: y si residiere en otro pueblo, la citará el Juez de paz por me-
dio de oficio á la Justicia respectiva, señalando el término que sea
suficiente.
Cuando el citado no cumpliere, se le citará segunda vez á cos-
ta suya, conminándole el Juez de paz con una multa de ^^uarcnta
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—243—
á doscientos reales de plata según las circunstancias del caso, y de
la persona; y si aun así no obedeciere, dará dicho juez por termi-
nado el acto, franqueara al demandante certificación de haberse in-
tentado el medio de la conciliación, y de no haber tenido efecto por
«culpa del demandado, y declarando á este incurso en la multa, se
la exijirá ó hará exijir desde luego la aplicación ordinaria.
Artículo T Si la demanda ante el Juez de paz fuere sobre re-
tención de efectos de un deudor que intente sustraerlos, ó sobre al-
gún otro punto de igual urgencia, y el actor pidiere á dicho juez
que desde luego provea provisionalmente para evitar los perjuicios
de la dilación, lo hará este así sin retraso, y procederá inmediata-
mente al juicio de paz.
Artículo 8? Cuando sean demandante ó demandados los mi^
mos Jueces de paz, y no haya en el pueblo otro que tenga este carác-
ter, hará las veces de Juez de paz el Reidor de Ayuntamiento que
primero siga en orden; y si fuere demandado 6 demandante el Ayun-
tamiento en cuerpo, se ocurrirá para la conciliación al Juez de paz
. del pueblo ma^nmediato.
Artículo 9? Los Jueces de*paz y las demás personas que concur-
ran á este juicio; no llevarán por él derecho alguno; pero para aten-
der al necesario gasto del libro y escribiente, se podrán exigir seis
reales de plata á cada parte que no sea pobre de solemnidad.
Artículo 10. Losjueces de paz, penetrándose déla importan-
cia de sus funciones, y de lo mucho que interesa el que se eviten
cuanto sea posible los pleitos y disensiones entre los ciudadanos,
pondrán la mayor eficacia en conciliar á los que se presenten ante
ellos, teniendo entendido, que mientras mas litigios y querellas cor-
ten, mayor será el servicio que hagan al Estado, y mayor el mérito
que contraigan á los ojos del Gobierno."
Lo que comunico á V. de orden del Real Acuerdo para su eje-
cución y cumplimiento.
Dios guarde áV. muchos 'años.— Habana 27 de Enero de
1846.— Regino Martin, secretario. — Es copia. — Regino Martin.
Scperintendencia general de Real Hacienda de la isla de CubOj
iníendencia de la Habana, — Real orden. — Escmo. Sr. — He dado
cuenta á la Rema (Q. D. G.) de lo espuesto por V. E. en sus car-
T.ii.— 30.
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—244—
tas números 1024, 1668 y 1963 acerca del conflicto en que se ha*
Haba con motivo de las competencias suscitadas sobre los negocios
contenciosos de Minas, por pretender la dirección general de este
ramo, tener conocimiento de ellos, como los de la misma especie
en la Península; y S. M. en su vista, y habiendo tenido por conve-
niente oir sobre este punto al Tribunal Supremo de Justicia de
conformidad con su dictamen se ha servido resolver. 1- Que el co-
nocimiento de la apelación interpuesta por la Compañía Miaef»
de Santiago de la sentencia definitiva que el Intendente de Cuba
dictó en los autos, que la uiisma Compañía seguía con las denomi-
nadas San José, y primera Consolidada sobre posesión de un cria-
dero de mineral, corresponde á la Junta Superior Cont^iciosa de
Hacienda de esa Capital, la cual deberá conocer de ellos en segun-
da y tercera instancia, quedando á salvo el recurso de nulidad ó in-
justicia notoria que cualquiera de las partes pueda interponed co»
arreglo al artículo 16,. de la ordenanza general de Intendentes de
Indias de 23 de Setiembre de 1803 y la Real orden de 21 de Junio
de 1843. —2? Que por lo de ahora, y sin perjuicio.de lo qive se de-
termine en la nueva ordenanza de Minas que se ha mandado for.
mar para esa Isla continúe la misma Junta conociendo de las
segundas y terceras instancias en semejantes negocios, sin otro re-
curso contra sus sentencias ejecutorias que el ya citado déla nulidad
injusticia notoria. 3° Y que se encargue á V. E. que en el proyecto
de la nueva ordenanza se tome en consideración la conveniencia de
establecer en la Isla juzgados especiales de Minas para las primeras
instancias y otro Superior para las segundas y terceras, sin mas re-
curso que los de nulidad 6 injusticia, para ante el espresada tribunal
de Justicia en su Sala de Indias, teniendo presente lo dispuesto en
cuanto á este punto por la ordenanza de Minería de Méjico de 22
de Mayo de 1783. — De Real orden lo comunico á V. E. para su in-
teligencia y exacto cumplimiento. Dios guarde á V. E. mucho»
anos. — Madrid 3 de Dicisembre de 1845. — Mon.— Sr. Intendente
de la Habana.
Y de orden del Escmo. Sr. Superintendente general delegado
de Real Hacienda se avisa al público para su conocimiento. Haba-
na 3 de Febrero de 1846. — Joaquín Cavipuzano»
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Sala Capi¿uUn\ — El Elscmo. Ayuntamiento de esta ciudad en
cabildo ordinario de nueve de Enero ultimo, deseoso de cortar el abu-
so que se nota en el rastro público de ganado mayor de obligarse al
dueño de ganado á vender por menos precio á los que se titulan re-
faccionistas, las menudencias de aquel, porque no hay otro lugar pa-
ra el e^ndio de ellas, que las mismas casillas que ocupan los car-
niceros ó banderos, acordó con la aprobación del Escmo. Sr. Presi-
dente Gobernador superior civil un articulo adicional al reglamento
novísimo del abasto de carnes, el cual es como sigue.-Artículo adicio-
nal: "Sin embargo de que en las casillas del espendio de carnes en
los mercados de esta capital, no se prohibe el de las menudencias de
las reses, se destinarán una ó dos de dichas casillas en cada mercado,
para que esclusivamt5nte se haga en ellas el espendio délas mencio-
nadas menudencias." Y habiéndose servido disponer el referido
Escmo. Sr. Presidente Gobernador Civil el cumplimiento del artículo
antecedente, se hace notorio al publico con ese objeto. — Habana 7
de Febrero de 1846* — Francisco de Castro.
Por acuerdo del Escmo. Ayuntamiento de esta ciudad de 9 de
Enero último, que se sirvió aprobar y disponer su cumplimiento el
Escmo. Sr. Presidente Gobernador superior civil, se previene que
las negras que se ocupan en la venta de carnes en tableros por las
calles y en las casas, están obligadas como los demás espendedores
de este artículo, á guardar y cumplir el reglamento novísimo del
abasto de carnes y que no ejecutando la venta por mayor, deben
llevar el peso correspondiente á la porción en que lo hagan para que
esta sea exacta. Lo 'que se hace notorio para la general inteligen-
cia y cumplimiento. Habana y Febrero 7 de 1846. — Francisco de
Castro.
Mmifíistradon general de rentas reales terrestres. — Siendo pre-
ciso tener conocimiento exacto de las cantidades que por cualquie-
ra motivo debieran las comunidades religiosas de esta ciudad y vi-
lla de Guanabacoa, al tiempo de su supresión, se convoca de orden
del Escmo. Sr. Superintendente general delegado de Real Hacien-
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—246-
da de esta isla, á todas las personas que tengan créditos contra di-
chas comunidades para que en el término improrogable dq cuaren-
ta dias, se presenten en esta Administración general con los docu-
meptos que los justifiquen. Habana 9 de Febrero de 1846- — D¿1 Val.
Comandancia general de marina, ^^postadero de UiHabamL^
Con arreglo á la facultad que por Real orden de 30 de Setíeüabre
del año próximo pasado, se concede al Escmo. Sr. Comandante
general de este Apostadero, al dignarse aprobar S. M. ú acuerdo
de junta de autoridades superiores de esta Isla, sobre la neceadad
de que los buques de travesía que se dirijan á Cárdenas tomen prác-
tico para su entrada y salida, y previo los informes tomados en la
materia, hn dispuesto S. E. que desde el dia 20 del actual empiece
á regir el arancel de prácticos que á continuación se espresa.
Por la entrada ó salida de cada buque de travesía desde el Ca-
yo de Piedra al fondeadero de Cárdenas, se abonaián las cantida-
des siguientes:
Ettran-
Naeio-
geros.
ndet.
n
8„
14
9 4
16
11»
18
12 4
20
14.,
6
4 ,.
De menos v hasta 10 pies de calado
Hasta 11 Ídem idem
Hasta 12 idem idem
Hasta 13 idem idem
Hasta 14 idem idem
Por la remoción del fondeadero de Cárdenas á 88-1
guagua (una legua)
Els obligación de los prácticos tener un bote proporcionado pa-
ra su servicio y que por su construcción sea fácil vararlo en Cayo
de Piedra en dias de vientos fuertes.
Cuya disposición ha prevenido S. E. se haga publicar por el
Diario oficial de la Marma. Habana 10 de Febrero de 1846,— /oíe
Mmud Pareja.
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Silla cíxpitular, — En cabildo ordinario celebrado en 6 del cor-
riente que presidió el Escrao. Sr. Gobernador Superior civil, entre
otras cosas, trató y acordó el Escmo. Ayuntamiento lo que sigue:
— El Sr. Regidor Don José Francisca Rodríguez Cabrera, llamó la
ateaoion del Escmo. Ayuntamiento sobre el abuso que está im-
puesto por quejas, cometen los conductores de vacas de leche, ala
cual le echan agua al tiempo de ordeñarlas, de manera que siempre
sufre el publico engaños, porque encuentra el mismo fraude que
quiere evitar, no comprando la leíjhe á Ips que la espenden en boti-
jas por temor de que tenga alguna agua, y en tal concepto se acordó
con la aprobación del Escmo, Sr. Presidente que averiguado que
el conductor de las vacas le eche agua á la leche en poca ó en mu-
€^a cantidad en el acto de estraerla, ó después^ se le imponga por
los Sres. diputados la misma multa ei que incurre el espende-
dor de leche que tenga en el puesto agua en botija, ó en otra vasi-
ja, en pena del fraude que comete, dándose conocimiento al públi-
co de esta disposición por medio del Diario para la general inteli-
gencia y cumplimiento. -tY con ese objeto libro la presente. Haba-
na y Febrero 14 de 1846. — Francisco de Castro.
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CEMENTERIO 6ENER1L.
Relación obituaiia de esta ciudad y suburbioa en el mea
de fbbrexo de 1846.
En Febrero se han enterrado, blancos 122
De color 135
TOTAL. 257
Entre los primeros designamos los siguientes cadáveres como
personas conocidas y notables.
Día 3. — D. Nicolás Urrutia, natoral de esta, vecino de la auxi-
liar del Monserrate.
Dia 6. — D. Agustin Camero, natural de esta, soltero, de 12
años, vecino de la parroquial de Guadalupe.
Dia 7. — D. Agustin Laño, natural de Genova, casado, de 54
años, vecino de la auxiliar de Santo Cristo.
Dia 8. — D^ María del Rosario Morejon, natural de esta, viuda
vecina de la parroquial mayor.
ídem. — D? Joaquina E^iinosa, de 66 años, vecina de la par-
roquial del Espíritu Santo.
Dia 10. — D. Mariano Celdecoa, natural de Vizcaya, casado,
de 48 años, vecino de la parroquia mayor. •
Dia 11. — D* Ra&elaDenis, natural de esta, soJtera, de 106!!!
vecina de la parroquia del Espíritu Santo.
Dia 12. — ^D. Benigno José de Aguiar, natural de esta, soltero,
de 21 años, vecino de la parroquia de Guadalupe.
ídem. — D. José Díaz Berrio, natural de esta, soltero, de 55
años, vecmo de la parroquia del Espíritu Santo.Qi^-Ha ocupado el
nicho número 90.
ídem. — Pbro. Dr. D. Rafael de Hita, antiguo capellán del
regimiento de Lanceros, natural de esta, de 58 años, vecino de la
auxiliar dal Monserrate.
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bia 13. — D. Juan Antonio Valdes, natural de esta, casado, de
60 años, vecino de la paftoquial mayor.
ídem. — D* Rosalía Pina, natural de esta, soltera, de 90 años,
vecina de la auxiliar del Saíito Cristo.
Dia 14. — D'^ Rosa Mompesal, natural de Jerez de la Frontera,
casada, de 44 años, vecina de la auxiliar del Monserrate.
Dia 20. — D* Micaela Zamora, natural de esta, casada: vecina
de la auxiliar del Monserrate.
Dia 22. — D. Pedro de la Cova y Sotolongo, natural de esta,
soltero vecino de la parroquial mayor.
Dia 23.— D* Dolores Brito, natural de esta, casada, de 62
años, vecina dé la auxiliar de Jesús María.
Dia 24.— D. Santiago Choca, natural de Italia, casado, de 52
años, vecino de la parroquial mayor.
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ABRIL DE 1846.
QJStúaeta 40.==©ntl^a 4^.^= Jairto II.
Cuantos escritos se inserten en esta obra, serán de interés perma-
nente que no espiren con la.s pasagoras y accidentales circunstancias
de la época de su publicación.
JÜRISPRÜDENCIA.-ACCESION.
A todos los abogados y estnftíantes de leyes-
Anda por estrerao y poco susceptible de embellecimiento la
materia con que vamos á comenzar nuestras tareas en esta publica-
ción, habremos de reclamar sinceramente la paciencia de los lecto-
res, en gracia de su utilidad y su importancia.
Entre todas las cuestiones del derecho civil, la que se refiere á
la accesión ha sido la menos controvertida en el siglo pasado y el ac-
tual, por lo mismo tal vez que es de suyo poco atractiva y agrada-
ble. La secta filosófica que se alzó un día con el ímpetu y la fuer-
za de una poderosa máquina de guerra para descargar tremendos
golpes sobre todas las instituciones existentes; la secta filosófica que
renegó de la fé, falsificó la historia y se rebeló contra los principios
del derecho apoyados en la sanción del tiempo y la esperiencia, la
secta filosófica que derramó en el mundo el desasosiego de sus doc-
trinas y la febril inqnietud de sus delirios, ó despreció el derecho
ele accesión por humilde y desapercibido, ó le dejó á un lado de
propósito, como objeto rudo é inflexible, que no se prestaba á la
elegancia del decir y al fuego déla imaginación con que fascinando
y sorprendiendo al mundo , doraba los golpes de su amarga copa.
Fué preciso que Benthaní, audaz innovador, hombre favoreci-
do con las dotes de un talento privilegiado y colosal, recogiese el
leg ido que sus antecesores le dejaron íntegro. Este adversario á
T. u.— 31.
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—252—
muerte del Derecho Romano, cuyo mérito no llegó á conocer nun-
ca por que le despreciaba demasiado para estudiarle con impar-
cialidad y esmero, no rechazó sin embargo el derecho de accesión*
pero sustituyó á los fundamentos en que se hizo repasar el derecho
civil por cien generaciones, otros principios que aceptados, le mo-
dificarían honda y profundamente en todas sus relaciones y en su
resultado. —Varios escritores, los menos entre los que nosotros co-
nocemos, han seguido después el camino trazado por Bentham, y
alguno de ellos (Comte) ha llevado la exageración hasta el estre-
mo de asegurar que el derecho de accesión es una palabra hueca
y sin sentido.
Por el contrario, las legislaciones modernas (1) acogieron en
su seno la doctrina antigua, y la acogieron en toda su estension y
con lijeras modificaciones. Verdad es que era ardua empresa soca-
var las entrañas de la sociedad para arrancar la firmísima raigambre
que la enlaza y estrecha con la legislación del pueblo-rey, que su-
po asimilarse los demás por medio de sus leyes, después de haber-
los conquistado con la fuerza de sus armas.
Por manera que el derecho constituido, la legislación actual es-
tá de acuerdo con la romana en los difíciles é interesantes proble*
mas que surgen profundamente del derecho de accesión. No era
dudoso para nosotros, conservadores por inclinación y por conven-
cimiento, conservadores, sobre todo, en materias de derecho, el gi-
ro que habríamos de dar á nuestras reflexiones. Las fechas y las
reglas del buen método, la cronología y el orden generalmente ad-
mitido, la historia y la lógica nos marcaban la senda que hemos
adoptado.
Las decisiones de los jurisconsultos romanos, los preceptos de
derecho civil por escelencia revindicaban el primer lugar; las leye«
de Partida que formaban el derecho español en esta parte, y que
son una elegante traducción de aquellos, aunque algo manca é in-
completa por lo que hace á la accesión, reclamaba el segundo; era
evidente la conveniencia de comparar esta disposición con las adop-
tadas por el código civil francés, espresion y tipo de la legislación
moderna en sus mayores ó menores adelantos: hemos adoptado
también esta idea para arrojar, por medio de un cotejo exacto, toda
la luz, toda la claridad posible en este artículo.
ti] El código civil fraucés, el de AuHtria.
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Reunida por este medio la doctrina, conocido en todas sus.
partes y bajo todos sus aspectos al derecho de accesión, podia ser
Otil discutir el principio en que se apoya, poniéndole en parangón
con el adoptado por Bentham y los escritores de su escuela, y lo
haremos asi para complemento de una materia tan abandonada
por nuestros tratadistas y jurisconsultos, que apenas les ha merecido
unalijera esposicion de la reglas legales, ó un leve recuer4o.
La accesión es una rama, pero una rama muy principal da
otro derecho muy respetable, de un derecho sobre el cual descansa
y se cimenta la existencia de las sociedades, del derecho de propie-
dad* Se ha dicho muchas veces que la propiedad es el fruto amar-
go de una odiosa y añeja usurpación, nosotros esplicaremos que ea
la consecuencia precisa, la emanación indispensable de un principio
civilizador inherente á la naturaleza del hombre; que nace con él,
que le sobrevive en cierto modo, y que si á tal pudiera llegar la
aberración humana, existiría contra su voluntad y á pesar suyo.
Abora bien, donde existe el derecho de propiedad no puede
rechazarse el de accesión que se deriva inmediatamente de aquel y
le completa. No basta que poseamos con toda seguridad, lo que es
ya nuestro, todo lo que se une ó agrega á ello, nos pertenece con
mayor y mejor derecho que á cualquiera otro.
Analizando las reglas de la doctrina legal, veremos fundado e^
derecho de accesión: en la seguridad é independencia de la propie-
dad, en la compensación equitativa de las ventajas y los riesgos
eventuales, en un sistemada indemnización y reintegro que tiene por
objeto reparar en cuanto sea posible las pérdidas ocasionadas, sin
impulso estraño por la naturaleza misma de las cosas.
Entremos ya en materia.
La accesión es el derecho de dominio que tiene el propietario
de una cosa mueble é inmueble, sobre todo lo que nace de la
misma ó se agrega á ella, ora sea naturalmente, ora por medios ar-
tificiales.
En efecto, de tres maneras pueden aumentarse ó mejorarse los
objetos de nuestra pertenencia: por la reproducción de sí propio; por
la unión de otra cosa, ó por la modificación de la que ya existia.
En el segundo caso, adquirimos un objeto que perteneció á otro,
en el segundo hacemos nuestro el mayor precio que los primores
del trabajo ó del arte pueden dar á una cosa que ya de ante mano
poseíamos.
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—254—
Pero nótese bien que la accesión, cualquiera que sea la causa
que la determine, se realiza .siempre en virtud de un derecho
preexistente, del derecho de propiedad como ya lo hemos indicado;
el propietario se hace dueño de la cosa reproducida, ó de la cosa
unida y agregada, td nc potestate rei suce.
De la definición que hemos dado nace espontáneamente una
división aceptable y completa. La accesión tiene lugar: 1- respec-
to de los productos que nacen inmediatamente de cosas nuestras:
2? respecto de los objetos que se unen ó agregan á otros que nos
pertenecen.
Esta división (1) nos parece preferible á la trimembre, ó sea
accesión natural, industrial y mixta seguida por los tratadistas aun-
que bien puede defenderse y adoptarse la antigua, si se quiere.
La accesión en la parte relativa á la reproducción de nuestras
cosas puede subdividirse en dos partes; primera que trata de los
/i'utos] segunda que trata de su posesión.
De los frutos.
Por fruto en su acepción mas lata, se entiende todo lo que na-
ce de un objeto de nuestra propiedad, y todo aquello que venimos
á adquirir por medio de él: Quidquid in fundo nascihir^ guidqtdd
inde perdpi potesty ipsius fncdus est (2). Ea qucB ex animaltbus do-
minio iuo subjedis nata sunt^ eodemjure tibi adquiruntur (3).
Pero los frui.os no son todos de una misma especie: hay unos
que nacen en virtud de la facultad reproductiva de que ha dotado
la naturaleza á los entes orgánicos; estos se llamanyhiíos naturales;
hay otros que hacemos nuestros en virtud de un principio de
equidad elevado á precepto por la ley, estos se denominan frutos
civiles.
Todavía marca la ley, respecto di3 los fíOitos naturales, respec-
to de los frutos nacidos de la cosa misma; una subdivisión que no
carece de interés: ó la tierra los produce de suyo y espontáneamen-
te, ó no se dan sin el trabajo y el sudor del hombre; y en este
(1) Es U que Kigiie el código francés; la hemos preftirido porque en nuesUo
concepto es mas clara y mas metódica.
(2) L. 9, D. lib. VIÍ. tít. 1; de usufructo.
(3) L. 6. D. Lib. XLI. tlt. 1; de adquir rer, Domin.
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_e55—
concepto son meramente nnturales ó industriales: los árboles por
ejeii\¿>lo, que pueblan y enriquecen nuestros montes, los árbo-
les que sirven para tantos usos de la vida, no han menester cul-
tivo; cuando mas basta plantarlos, y ellos crecen y se forman obe-
deciendo á las leyes benéficas y eternas de la divina Providencia.
El derecho comprende también entre los frutos naturales, los
peces que se reproducen en nuestros estanques; los conejos de un
vivar, la caza que se propaga en una propiedad rural, el parto de
los animales domésticos. Pero como á la generación ó reproduc-
ción de los animales contribuyen el macho y la hembra; á prime-
ra vista parecía difícil decidir á cual de los propietarios, en el caso
de ser diversos, corresponderia el parto. El .derecho civil resolvió
este problema apoyado en el buen sentido; decidió áfevor del due-
ño de la hembra. Si eqtutm meam equus tuus pr<Bg7ha7Úem Jecerit,
non esse tunm^ sed rneum quod natum est, (1) Durante todo el tiem-
po que el feto vive y se alimenta en el vientre de su madre, per-
tenece al dueño de la misma, como una parte integrante de ella, si
tal cabe decirse. Esto sentado habria en cierto modo una despo-
sesion, y de seguro una esperanza defraudada si se le arrancara es-
te producto natural, para concedérsele á otro que no podria alegar
motivos de igual peso en favor suyo.
A ]os frutos industriales pertenecen los cereales, las legum-
bres, las frutas de los árboles que han menester cuidados, y en
general, todo lo que se obtiene por medio del cultivo.
Llámanse yru/o5 civiles la rentas en dinero que el arrendatario
entrega al dueño en representación de los frutos que colecta, y ^e
les da este nombre porque el de frutos naturales no podría aplicarse
sin violencia á las monedas, que no son productos inmediatos y
reales de la tierra, por mas que representen su valor. No sucede lo
mismo cuando la renta consiste en una parte alícuota de los frutos
de la misma heredad, en cuyo caso no hay novación, hay división
de frutos, hay lo que entre nosotros se llama aparcería.
Los capitales, estimados en concreto, considerados en sí pro-
pios, na encierran una fuerza, no contienen una virtud inmediata-
mente reproductiva; y sin embargo son conocidamente una mag-
nífica, poderosa, indispensable palanca de la industria. El interés,
por tanto, de los capitales constituye la legítima representación de
(1) L. 5 D. iib. VI, tít. 4. De reí Vindicatione. El fruto que de eWm sdiere de
be Mr de aquellos cuyas fueren las hembras que ios purieren. L. ¿5, tit. 28, pag ;)
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—266—
)o8 beneficios que producen aquellos, cualquiera que sea el ramo
de industria á que se les aplique, y en este concepto pertenece á la
categoría de frutos civiles, como los pagos que se estipulan en cam*
bio de la facultad de ocupar una vivienda, lo mismo que los al*
quileres de una casa. Prediorúm urbanarum pensiones profnutibm
accipümíur (1).
Conocida ya la primera parte de la accesión, esto es, conoci-
das las clases de frutos que producen nuestras cosas, ó muebles é
inmuebles que nacen de ellas; es llegado el caso de decir que sien*
do el propio dueño absoluto de su propiedad, en cuanto no coartan
su dominio las limitaciones de la ley, á él únicamente incumbe la
adquisición de todo cjuanto nace desús animales y de todos los pro*
ductos de sus fondos; él solo tiene derecho para cultivar estos últi-
mos; á él solo corresponde todo lo que el suelo produce sin cultivo.
Los frutos naturales, los industriales, los civiles, todos son suyos
esclusivamente suyos. — Nuestra legislación lo sanciona espresamen*
te, el código civil francés lo previene también en el articulo 547 (2)
Pero el propietario solo tiene derecho á los frutos hecho de*
duccion de los gastos: nullis sunt Jhictus nisi impensis áeducHsy
máxima eterna é incontírovertible de razón y de equidad.
Como la distinción entre los poseedores de buena y mala fe^
tiene un lugar muy importante en las cuestiones que vamos á tratar^
nos ha parecido conveniente decir algo acerca de la posesión en
cuanto es indispensable para nuestro objeto.
De la posesión.
Los frutos que crecen y maduran en nuestra heredad, se consi-
deran y son una parte accesoria de la misma; el derecho de perci-
birlos procede del terreno, no de la simiente que se encierra eo su
seno, ó lo que es lo mismo, no del trabajo del cultivador. Qttumi
fructus non jure seminisy sed jure soU percipUur (3). Por manera que
(1) L. 56, D, lib. XXn. tít. 1. de uaarís.
Civiiea (fractus) dicuntar qni non ex corpore ret nasctintur. Sed extrincMOi
per ocationetn rei jure percipiantan cojas geaerís tunt usan», meroedtt pemior
Des reditus annui: unde noc propie frnctas sunt; »ed infruota naroeranCar qnía vi-
ce ni fructum obtment-Viunioa, ia lost. (Véanse también los articnloi 583 j 584,
del código X francés.
(2) Les fruits naturels on índnstriels de la tenre, les fmits civUs, te oroh dea uoT
maux, appartieneut au propietaire par droit d* accesión.
(3) L, 25, D. hb XXII, Ut. I, do usaris.
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--257—
^\ simple poseedor que uo es dueño de la heredad, no simboliza
el derechú\ pero como dispone sin embargo de ella en el acto, repre-
senta el hecho. De aquí es que no hace myoSy ]os/ndo8 porque no
es dueño; los retiene como poseedor que es de buena fé, y los retie-
ne por una escepcion nacida de la equidad, la ciial templa la rigi*
dez del derecho estricto, tomando en cuenta el interés de la socie-
dad, y atendiendo al bienestar público.
Pero como no puede haber trabajo sin estímulo; como el inte-
rés privado desmaya desde el momento en que no vé al rededor
suyo la mas cabal seguridad, conviene que al hombre laborioso
y que procedió de buena fé no se le arranquen unos frutos rega-
dos con su sudor, en los cuales cifra tal vez la subsistencia de su
familia.
El propietario á quien se ha perjudicado sin intención dañada
no tiene derecho para envolver á otro en su desgracia. La buena
fé del poseedor que le ha inducido á creerse dueño legítimo y
verdadero, produce en este caso el mismo efecto que la verdad mis-
ma; su convicción, errónea es verdad, pero inocentemente errónea»
constituye su titulo y le ampara- Bona fides tantumden possidenl^
prcestat quantum vertías (1).
Pero nótese bien, á pretesto de favorecer el trabajo, á pretesto
de no lastimar en lo mas vivo al hombre que ha incurrido en una
equivocación invencible, no se debe abrir la puerta á la malicia y al
despojo. De aquí la huella profunda, la barrera insuperable que
debió levantar y realmente ha levantado el derecho entre el posee«>
dor de buena y el poseedor de mala fé. Potest dividí possesionis ge*
ñus in duas specieSj ut posideatur aiU honajide^ atU non bonajide (2).
Nuestro código de las Partidas (3) y el derecho civil francés (4)
han adoptado, como no podía menos de ser, esta doctrina hija de
la razón y el buen sentido.
Sin embargo la credulidad tiene también sus límites; la buena
fe no es compatible con el desvanecimiento del error; desde que se
conoce la verdad, desde el momento eu que nos consta el mejor de-
(1) L, 136, D. libr. 4, tit. 17. de Regulis jurli.
(2) L. », l¡ 22, D. lib. 41, tit. 2, de adquir, vel amirt pometione.
(3) Tit. 28, P. 3.— Ley 35 haita la 44.
[41 Art 549. Le simple posaessear ne fóit lea fraitf aiena que daña le caá 6a ¡I
poaaede de bone foi; daña le qaa contraire il eat tenu de rendre lea produita avec
la choae au proprieíaire qai lu reveudique.
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—258—
lecho de otro, la convicción errónea espira, la l»uena fe se acaba, el
título de poseedor no existe ya; y téngase muy en cuenta que entre
ros aldeanos de mala fé {sdenciq rei alience^ como decian incisiva-
mente los jurisconsultos romanos) y los lindes de la buena, no hay
senda por angosta que quiera suponerse, ni como se dice ahora, so-
lución de continuidad, se pasa de la una á la otra instantáneamente
y sin recurso.
Concluida la primera, vamos á examinar la segunda parte del
derecho de accesión relativa á las cosas que se unen ó agregan á las
de nuestra propiedad.
Esta se subdivide naturalmente en otras dos: primera: accesión
que tiene lugar respecto délas cosas inmuebles; segunda: accesión
que tiene lugar respecto de las cosas muebles.
Del derecho de accesión en cuanto se refiere a las cosas
inmuebles.
Siguiendo la división clara y exacta adoptada en los artículos
que consagra á esta materia el código civil francés, diremos que
las propiedades inmuebles pueden recibir aumento, primero por
el trabajo del hombre ó el cultivo; segundo por la acción incesante
de los rios ó la cooperación paulatina é insensible de las aguas, ter-
cero por la costumbre que adquieren ciertas razas de animales do-
mesticados de adherir, digámoslo así^ á un terreno dado su exis-
tencia.
Aumento recibido por el trabajo del hombre ó el cultivo.
El dueño de una heredad no lo sería realmente, ó lo sería de
un modo muy precario si cualquiera otro pudiera privarle de las
▼e»tajas que le asegura su dominio. Nadie tiene derecho á cerce-
narles la influencia benéfica del sol y de las lluvias del cielo que
fertilizan su terreno y le aseguran cosechas abundantes. La pro-
piedad territorial sería un nombro vano si ninguno absolutamente
ninguno escepto el propietario^ pudiera arrojar semillas en las tier-
ras, plantarlas de árboles y matas de cualquiera especie, ó edificar
en ellas.
Las entrañas como la superficie del fundo pertenecen esclusi-
vamente al dueño; puede utilizarlas y modificarlas como lo tenga
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—259—
por conveniente, sin mas limitaciones que el respeto debido á los
derechos incontrovertibles de otro propietario y la aquiescencia á
los sacrificios que demanda de nosotros el bienestar público, á lo
que exige de nosotros el interés social. De la primera considera-
ción traen origen las servidumbres que no son objeto de este articu.
h). De la segunda emana la prohibición de estraer materias fósiles,
de esplotar minerales sin sujetarse á las reglas establecidas por las
leyes especiales y por las ordenanzas de minas (1). Aquella es la
regla; estas dos las escepciones.
Nos ocuparemos ahora de la regla general en cuanto se refiere
á las labores hechas en la superficie del terreno.
Todos los trabajos practicados en el suelo para la sementera,
ó para la construcción, se presumen realizados por el propietario;
todas las plantas que se nutren de él, se consideran plantadas por
su mano. Los que trabajan en terreno ageno pierden sus materiales
y trabajo: qtd suis ccemeniis (Bdificcrnt^ statím comixniafaau'nt eorvm
in quorum solo isedificant (2).
Pero pueden ocurrir dos casos completamente diversos: ó los
trabajos ya de agricultura, ya de edificación, se hacen por el due.
ño del suelo con materiales ágenos; 6 se hacen por el dueño de
los materiales, de las plantas y semillas en terreno que no es suyo.
En el primer caso, si hubiéramos de atender á la justicia es-
tricta, al summunjus^ al rigor del derecho, el dueño de los materia-
les utilizados imprudentemente, aunque sin notoria mala fe, deberia
tener opción á que se demoliese el edificio y se arrancasen las plan-
tas, ó á que se le entregasen unos materiales idénticos, y ademas á
la indemnización oportuna por los daños y perjuicios recibidos. Pe-
ro á esta decisión se oponen consideraciones de interés publico que
no pueden desdeñarse. Uno de los primeros objetos del legislador
tratándose de valores ya creados y de inmediata utilidad, debe ser
la conservación de lo que existe. ¿Por qué se le ha^de consentí^
al dueño de los materiales, una vez que se le afianza una indemni.
zacion amplia y segura, que lleve su terquedad 6 su venganza hasta
el estremo de reducir á escombros un edificio útil y agradable? La
ley de las Doce Tablas obró pues previsora y socialmente cuando
prohibió derribar los edificios para revindicar los Materiales coin-
[ I ] Todo ento nn prcvieiifí litornlmciite en ol art. 552 dol Código civil.
[2] L. 39, D. lib. Vi, tit. J, de reí viudioalione.
T.II. — 32.
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-.260—
pensando al agraviado con el doble de su valor por la aocioD de
tignojundoy porque en las cuestiones de derecho civil no siempre
basta consultar á la equidad aislada y escueta para obtener la resolu-
ción mas acertada. Otra cosa es si el edificio se arruina fortuita 6
ó casualmente antes de que haya tenido lugar la acción in duplumi
entonces el dueño de los materiales puede reclamarlos en es-
pecie (1).
En este caso la legislación romana, y después de ella la españo-
la (2), la francesa y casi todas las de Europa han atendido mas a}
hecho que al derecho^ sacrificando al interés de la sociedad el rigor
de los principios.
Esta es la doctrina respecto á los edificios, veamos ahora la re.
lativa i los sembrados y plantíos. El derecho común decia: ólsk
planta ha echado ya raices en el terreno donde se ha trasladado el
pié contra la voluntad de su dueño, ó no: si lo primtero, queda des-
poseído e^ porque la planta se halla ya adherida al terreno con un
vinculo estrecho, indisoluble; si no ha prendido, queda campo
abierto para la revindicacion, para la devolución en eq^ecde sin
perjuicio de entrambos propietarios. Si qtd sciens aUenvm agrum
sevity vel planeas imposuü: poatquam fue radícibus terramjuerü om-
pkxo solo cederé raHonis est (3).— El testo siguiente da la e^liei^
cion mas completa para todos los caso& — Si ctUenam piasiiam ín
meo solo posueroj mea erit: et diverso^ si meam ptantam in cUieno sob
posuerOy illius eríi: si modo lUroque casu radices egerü. JbfUequem
tniniradietis ageretyillius permanet cujus etJuU. — Esta distinción
equitativa y razonable tiene hoy una aplicación infinitamente nu%
estensa que en el tiempo en que se fijó en la ley romana. Ahidinios
al mayor ^[usto y esmero con que se cultivan y aprecian en los jardines
las plantas traídas de diversos y remotos climas.
Pasemos ahora al segundo caso, es decir, cuando el propieta*
[ I ] Si aliqaa ex eaiiM diratnm lit aedificiam, poterít matariae domionf» «i ion
fuerit duplamjiun consecutus, taam eam vindire et ad ezhibendamde B%n aferc
lost. } 29, lib. 11 tit. ], de rerum Divis, et adquirir, ípsar, dom.
[2] Las reglas que se aplican á los edificios inherentes al suolo* no pueden
abarcar las construcciones susceptibles de fácil traslación, annque estén ligerameSf
te unidas á la superficie del terreno, tales son los bórreos 6 casas de madens qiM
se destinan en alguoas de nuestras provincias para la custodia de granos y legam*
bres, porque dada esta hipótesis, no hay un vínculo intimo, una identidad de eiir
tencia entre las construcciones y el suelo.
t3J L. 11, c. lib. 3, tit. 52, de reí vindioatione.
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—261—
rio dé los materiales ó de las plantas y semillas, edifica y cultiv»
en terreno que no es suyo. £1 buen sentido basta para distingu ir
en un edificio la parte principal de la accesoria. £1 terreno tenia
una existencia completa, una existencia propia suya, anterior á la
formación del edificio; independiente de los materiales que comb^
aados en esta ó la otra forma por el arte,' han dado por resultado
una casa ó un palacio. Esto es lo principal. Por el contrario los ma-
teriales no pueden subsistir como edificio, no pueden prestar utili-
dad alguna en este concepto, sin estar adheridos al terreno que los
sostiene. De aquí la regla de derecho: JVecesse est eirei cedij quod
sime illa esse non potest {l)isegvínl?LCixdl el dueio del suelo debe
adquirir, debe agregar á su dominio el edificio que adhiriéndose á
su propiedad ha venido á formar con eUa un solo todo, y á existid
en ella y por ella. Bien sabemos que algunos jurisconsultos reeha"
2an este principio como falso, como contrario á la equidad, como
Hicompleto; pero ahora nos Umitamos á esponer el derecho estable-
cido y los respetables fundamentos en que se viene apoyando por el
transcurso de los siglos, reservándonos examinar las teorías que le
eombaten, en lugar mas oportuno.
Hemos visto que por las reglas del derecho común la propie-
dad del terreno absorve la de los materiales, se asimila, digámoslo
asi, el dominio ó edificio que, como la planta en la heredad, ha e-
chado su raigambre en él; hemos visto que el dueño del terreno se
hace dueño del edificio vi acpetestate rei suce. Aunque esta regla la
aplicábamos también al caso anterior, es decir, al caso en que el
dueño del terreno edifica con materiales ágenos, hay sin embargo
una diferencia que es muy de notar. £1 propietario del suelo que
emplea en su utilidad materiales que no son suyos , comete una im-
prudencia y causa un perjuicio; mientras que al propietario del sue-
lo sobre el cual se levanta un edificio, no se le puede acusar de
BÍngun abuso, de ninguna usurpación imprudente, porque no obra,
porque no causa daño alguno. El dueño de los materiales^ el cons-
tructor es el único culpable, ó de malicia 6 de imprudencia. Inva-
diendo el terreno ageno se ha puesto bajo la férula del derecho co-
mún; cúlpese á sí mismo de los disgustos y escarmiento que le so*
Prevengan. Tales son las razones á priori en que se apoya la regla
de derecho: si quis in alieno solo sua materia cedeficaverUy illiusJU
[1] L. 33, $ 3, D. Ub. 6; tít. 1. de rei vlndic.
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—262—
adificium^ cujm et $olum est {!), El edificio, siempre bajo todas
las hipótesis, escepto en la de mala fé, cede al terreno; omne quod
adificatur solo cedit.
£1 derecho romano dá por sentado que el constructor de mala
fé, ha querido mejorar espontáneamente, síia volúntate^ el terreno
de otro, sobre el cual edifica y lleva tan adelante el justo castigo de su
malicia, que aun en ^1 caso de venir atierra el edificio fortuitamente
como por un terremoto, ó una inundación, no le admiten á revindi-
car los materiales: ñeque diruto quidem etdificio vindicatio ejus ma^
teria compeiU (2). ¡Admirable barrera levantada por la ley entre la
propiedad y la usurpación que no podrá menos de repremir la co-
dicia de éste ante un escarmiento tan cumplido! El precepto legal
dá pues la preferencia, como es justo, al verdadero dueño sobre el
poseedor de bnena fé; al dominio real sobre la creencia del domimo^
pero si el propietario vá mas adelante y aspira á tomar posesión dei
edificio construido sin reintegrar al constructor del valor de los ma-
teriales y de las anticipaciones en metálico, este ultimo puede recha-
zar la revindicacion amparándose con la escepcion de dolo nudo (3).
Conviene esplanar algo mas esta parte interesante del derecho
de accesión, enunciando las disposiciones del código francés. Cuan-
do el dueño de los materiales edificó de mala fé, la ley firancesa de-
ja al arbitrio del propietario territorial entablar su petición, ó para
que se derribe el edificio construido sin su consentimiento, y se de*
je espedito su dominio, ó para que se conserve y se le adjudique
como parte integrante del suelo que le pertenece (4). Pero optan-
do por esto ultimo, no les es licito abusar de la posición, ya triste
de suyo, del que edificó, porque si tal sucediera se daria un incenti-
vo á los propietarios territoriales que abusarían de la suya, sepul"
tando en el silencio sus reclamaciones durante la construcción para
hacer valer después toda la estension de sus derechos. A fin de evi-
tar este inconveniente se le obliga á indemnizar al dueño de los ma-
teriales, reembolsándole el valor de estos y los jornales de los ope-
[1] L. 7. $ 12, D. lib. 1?, tit ít pe adquir, rer, doroin.
[2] L. 7, $ 12, D. lib. 12, tit. l.lde adquir, rer. Domin.
[3] C erte si Dominus solí petat aediíioiam nec aolvat, praetium matertaa et
Mercedes fabroruní, poterii per ezceptionem dolí malí repelí, [ibid]
[4] Art 555. Lorsqiie lea plantationes, construccions ct ouvragea ont été fíiint
pnr un tiers et avoc sea materiaiix. le propietaire du fonda á le droit ou de lea re-
teñir, oa d' obliguer ce tiera á lea en lever.
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—263—
nurios (1). Por el contrario, cuando no ha. habido mala fe, sino
error, el edificio, el sembrado, el plantío, se conservan siempre y
sin escepcion. El poseedor de buena fé, se ha creído con los dere-
chos de verdadero dueño; su equivocación no puede perjudicarle mu-
lího mas cuando no deja de tener alguna parte en ella el propietario,
puesto que la buena fé trae precisamente su origen del silencio,
bien que no sea vohintario, de aquel en quien reside el derecho de
revindicacion. He aqui el fundamento de equidad y de justicia que
liberta á la buena fé de la obligación de demoler los edificios, ó re-
parar las plantas, mientras la mala fé se somete por un motivo
opuesto al arbitrio y discreción del dueño del terreno.
La decisión que dá el propietario, cuyo terreno ha sido inva-
<]¡do á sabiendas porun constructor mas audaz y malicioso que im-
prudente, la seguridad de que desaparezca absolutamente lo edi-
ficado, y de que se restituirá la heredad á su estado primitivo, es
UD homenaje tributado al derecho de propiedad, el cual debeampa?
rarse y protejerse como el primer fundamento y la garantía mas
sólida del orden social, sin mas limitación que los casos de recono-
•cida utilidad pública, no emanados de una injusta y escandalosa
usurpación.
Una suma mezquina de dinero, una indemn¡;5acion pecuniaria
pueden satisfacer el daño material; pero no bastan á reparar la in-
fracción de las leyes mas repetables y santas. No es suficiente la re-
paración estricta otorgada al propietario atropellado, se ha menes-
ter una expiación que satisfaga á la sociedad entera. Defender oti^
cosa, es ponerse al lado de intereses de un orden muy inferiof
cuando se comparan con los principios de moralidad y de justicia.
Dijimos antes que no solo la superficie del fundo, sino tam-
bién el seno contenido ó interior del mismo pertenece esclusiva-
mente al dueño; en efecto, la propiedad territorial pasa mas allá de|
surco abierto por el arado, mas allá del sitio que ocupan las raices
de las plantas. Del mismo modo que nadie tiene derecho á cerce-
nar al dueño la influencia de la atmósfera, ni la luz del sol; á nadie
le es dado tampoco, por punto general, penetrar en las entrañas de
su terreno, ni hacer en ellas trabajos de ninguna e»«:pecie. Esta es
la regla; veamos las escepciones.
r.5J 8¡ le propietaire prefere conser/er cen platations etconstrnctions, il doit le
reoibouriement de la Taleur dei materiau et du prlx de la main d' oevoie, utm»
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—264—
El ínteres particular raras veces logra sobreponerse á ideas a^
trechas y á cálculos mezquinos; sin fuerzas para acometer por n
solo empresas colosales, suple su debilidad y aislamiento con d
espíritu de asociación, á cuyo favor consigue reunir todos los eapi-
tales necesarios y toda la perseverancia indispensable para los tn-
bajos de gran cuoita. La esplotacion ó laboreo de las minas es uno
de esos objetos que se ahoga y perece en la atmósfera limitada del
interés individual. Por eso la previsión del Grobiemo, inquiriendo
á la vez la ruina y la desgracia de los particulares^ cohibe las ten-
dencias de su egoismo caprichoso.
No puede consentirse que el propietario territorial sin mas ra^
%on que un mero antojo impida al minero, al naturalista, al investí-
gador científico que continúen sus tareas mas allá de los aledaños
subterráneos que corresponden á los lindes ostensibles de su cam-
po. Siempre que no se le esponga á graves peligros por las esdava-
ciones 6 trabajos practicados, siempre que se le indemnice de los
menoscabos que puedan causarle los pozos ó ventOadores y las ga-
lenas subterráneas, como en tributo de respeto á su dominio, sos
mtereses están á salvo, y no puede exigir que por rendir un cuhd
fanático al derecho de propiedad, carezcan las artes de metales, Itf
fabricas de combustibles, y la sociedad entera dé valores que no
deben permanecer ocultos y sepultados inútilmente en el seno de
la tierra.
Y compréndase bien que no queremos combatir al interés del
individuo, que no queremos sacrificarle al ínteres de la sociedad*
{Queremos que existan los dos limitándose y modificándose entre si,
por que entrambos son indispensables para la prosperidad y la vida
de los pueblos; aquel como base; este como regulador. £1 interés
individual obra en una esfera esencialmente egoísta, no pasa mas
allá del hombre^ del individuo mismo, ó cuando mas de la primem
generación que constituye, por decirlo así, su complemento: no re
mas que lo presente: no piensa mas que en la actualidad. El inte*
tés social por el contrario es mas lato, abarca ideas generales, no
considera á cada hombre circunscrito á si propio, considera á todos
los hombres reunidos en común; no se fija en las necesidadi» de
uno solo, vé las necesidades de todos; no aspira á que algunos sean
ügard á la pttis oa tnohu grande aagmentitiM dt fúwr qae le fbndr'á fu^nti
voir(«rt.556.)
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—265—
Celioes á costa de Ids demás; quiere que todos los sean respeetiva-
mente; y á conseguirlo se dirige su previsión^ que es la previsión de
una entidad que no muere, de una entidad que vela siempre.
Al estado, al poder sodal, que no perdiendo de vista los mte-
reses presentes, debe atender también á los intereses de las genera*
ciones venideras, es á quien corre^onde el dominio de las minat
y el que tiene derecho de permitir que se esploten, previas todas
las condiciones precautorias que hace precisa la naturaleza de esta
industía. £1 dueño del terreno si quiere convertirse de agricul-
tor en minero, tiene la obligación de acudir al gobierno para que le
autorice á obrar en este último concepto. Llegado este caso, la pro*
piedad del fundo debe ser un titulo de preferencia en iguales cir*
«unstancias.
Por lo demás, el dueño del terreno conserva integro su dere<^
cho especia] y privativo, siempre que no se halle en oposición con
los intereses de la sociedad.
De la acción en cuanto pkoviene de la acción incesante y
paulatina de las aguas.
£1 curso de los rios produce á la larga graves alteraciones en,
bs heredades tendidas á su orilla.
Las partículas inperceptibles de tierra que lamen y arrastran
las aguas de algunos parajes, las arrojan y depositan insensiblemen*
te en otros, dándoles á fuerza de tiempo un aumento que pueden
utilizarle {ailuvío)
Otras veces sucede que en el mismo fondo del rio se forma una^
congestión de tierra y de materiales vegetales, la cual creciendo y
estendiéndose llega á formar sobre las aguas un terreno susceptibU
de cultivo (Ínsula).
Algunas, la rapidez de la corriente arranca j>edazos de terreno
y los conduce á mayor ó menor distancia de la heredad á que perW
anecian {visftuminis)
Sucede también por último, que los rios, abriéndose un nuevo,
camino abandonan su antigua dirección. {Mvei muiatio.)
Como estos resultados, nacidos de causas naturales indepen-
(}iexites de la vduntad del hombre, modifican en mas ó menos la
situación de los propietarios ribereños, la legislación civil ha tenido
que deslindarlos derechos y dictar las reglas que deben observarse
en todos ellos. Nos proponemos reseñarlas brevemente.
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—266—
La circunstancia característica y esencial del aluvión es que far
tierra conducida á la orilla paulatina y sucesivamente por la acción
del agua, no puede ser conocida, determinada ni apreciada eo el ac-
to de su agregación (quoquo temporis momento.) Se ignora absolu-
tamente la parte de donde vinieron el limo y las moléculas de tie^
IH que se unen; el dueño á que han pertenecido; el tiempo que ha
tardado en formarse la nueva agregación; todo se ignora. PeraUuvuh
nem id videtur adjicij quod ita paullatim adjicitur ut intelligi non pos-
sil quantum quoquo temporis momento adficUur{l). Esta imposibili-
dad de conocer el origen délos aumentos ó agregaciones de terre-
no que escluye toda revindicacion (2), porque el acto de reclamar
lo que es nuestro, supone la existencia de un hecho conocido é io-
controvertible, fué la causa de que el Derecho romano y las le-
gislaciones posteriores atribuyesen á los dueños de las heredades
limitrofes, la propiedad de los terrenos de aluvión (3.) Se hizo de
esta manera por un principio de equidad, fundado en la circunstan-
cia de no poderse recurrir á las reglas sobre la propiedad, cuando
esta era precisamente desconocida é inaveriguable. Se quiso esta-
blecer una especie de compensación entre los riesgos y las ventajas,
entre el peligro decimos, de perder por la invasión de las aguas, y
la esperanza de ganar por su lertta retirada. Yo propiefario del
terreno de una de las orillas, estoy espuesto á que el curso de
las aguas vaya lamiendo y descarnando insensiblemente mi here-
dad, y de nadie puedo reclamar este perjuicio y menoscabo;
tampoco debe reclamarse de mí la agregación paulatina y casual
que las mismas aguas verifiquen en mis tierras; las condiciones son
idénticas para los propietarios de una y otra orilla: el rio es el que
decide de su buena ó mala suerte; y es necesario que la ley san-
cione su decisión, donde hoy no hay, ni puede caber otra mas justa.
Sería >ma violación escandalosa de la propiedad; sería una injus-
ticia atroz privar al dueño de la propiedad acrecentada por la acción
de las aguas, de su posición ventajosa en una de las orillas, posición
que por la comodidad del riego dá un crecido valor á los terrenos.
{\) Inst lib. II. til 1. $ 20 de renim Dir. et adquir, ¡inp*ar Dom.
(2) A millo vindican pnssiunt, qaia unde veniant neecitnr. Gro. Lib II, cap. 6*
$ 11. d^ Jnr«i belli et pacía.
t3] Lcy26, tít 28, Píiriidali *=: allí. El por ende decimos que lodo cnaato
]os rioK iiirlten a los bornes puco á poco de manera que uotí pueden entender n
quanlidad de ello ele.
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—267—
Esto sentado, se deduce con facilidad que el derecho de alu-
vión se deriva natural y espontáneamente de tres razones podero-
sas: 1? imposibilidad de determinar la acción incesante de las aguas
con aprovechamiento de unos terrenos y deterioro de otros: 2^: di-
ficultad insuperable de comprobar los resultados de esta acción:
3^ y principal: necesidad de mantener la paz y la armonía entre los
propietarios de ambas orillas. Su triple carácter es la forma insen-
sible, la contigüidad á los terrenos de la orilla, la completa dese-
cación.
Pero este derecho tiene sus limitaciones.
No aprovecha mas que á los terrenos, inmediatos á la corrien-
te, cuyo lindero es la orilla misma del rio y no otro alguno (1). El
crecimiento de los terrenos que están sujetos á medidas ciertas y
determinadas, pertenece al Estado, á la nación.
La inundación de los terrenos no modifica ó altera favorable
ni perjudicialmente el derecho de propiedad. Inundatio spedem
fundí non mutat: et oh id cum recesseritj aquapalam est yusdem esse^
cujtís etfait, (2) Ulpiano para corroborar esta doctrina con un mag-
nífico ejemplo, recurrió á las famosas y periódicas inundaciones
del Nilo.
TampftCo tiene aplicación este derecho á los terrenos que que-
dan á descubierto en las costas tlel mar; los cuales pertenecen al
Estado, á la sociedad, como las costas mismas.
Finalmente, tampoco tiene lugar el derecho de aluvión respecto
de los lagos, ni de los estanques. Lacus et stagna^ Iket interdum
crescuntj interdum exarescerant, suos tamen términos retinetü; ideo^
in hisjus alluvionis non agnosciiur (3).
De la formación de las islas.
Una de las condiciones esenciales del aluvión 'es la contigüi-
dad entre el terreno agregado y la heredad sita en la orilla; lo con-
trario sucede con las islas, entre las cuales y las riberas hay sepa-
ración completa, ó solución de contigüidad, como hoy se dice.
Las islas se van formando por la aglomeración de materias vegeta-
[)] Arcifíniiqui non alíos hnbent fines, quam naturales.
(2) L. 7, D. ^ 6. ibic. Ley 5'i, liL 28, Partida 3. ^ —Como maguerse cubran lai
lieredailes, por llenas de ríos que non pierden el señorío dellaa aquellos cuya son.
(3) L, 12, D. lib. XLI. lii. 1, du adquir, rer. Doui.
T. II.— 33.
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— C68—
les en el mismo fondo del rio, sin adherirse, ni en la superficie de
las aguas, ni debajo de ellas á la orilla.
El derecho Romano y el nuestro de Partida, adjudican la isla
si ha nacido en medio del álveo á los propietarios de entrambas ori-
llas, según la estension respectiva de sus heredades á lo largo del
rio; si se acerca mas á una de las riberas deciden que pertenece i
los propietarios de la misma bajo iguales condiciones. ínsula injhi'
mine natar (quodfrecumter accidit) si quidem medianí partem Jk-
minis tenetj communis est eorum qui ah utraque parte Jiuminis prope
ripampraiia possidenf, pro modo scílicet laiitudinis cujusque fundid
qti(B prope ripam sit, Qaod si alteri proximior sit partiy eorum est
íantum qid ah ea parte prope ripam posedia possident (1).
Para que la porción de tierra que se ha ido elevando poco á
poco hasta aparecer sobre la superficie de las aguas merezca el
nombre de isla, es preciso que sea susceptible de aprovechamieato
y de cultivo.
La isla una vez reducida al estado de apropiación, adquiere, y
esto es muy lógico y razonable, todos los caracteres y derechos
que competen á la propiedad antigua á que le unió ó adhirió con
el vínculo de la accesión. Asi, por ejemplo, si se forma una nueva
acumulación de materias vegetales, si se levanta otro terreno sobre
el nivel de las aguas, en una palabra, si aparece otra nueva isla en-
tre una de las orillas y la isla antigua, el derecho de accesión radica
ya en esta, y la medición se hace partiendo desde ella, del mismo
modo y bajo las mismas reglas que antes se hacía, tomando la
orilla por punto de partida (2).
Para que la isla, ó el terreno circundado de agua, pueda suje-
tarse al derecho de accesión, es una condición precisa que haya na-
cido, que se haya formado insensible y paulatinamente en la ma-
dre ó fondo del rio; instila influmiiie nata. Por eso se escluyen las
islas que consisten en terrenos de propiedad particular, esto es, las
islas formadas por la deviación y confluencia posterior de una cor-
(1) Inst lih. ÍI, til 1. ^ 22. He rer. división, ct adquir. ipnar. Dona. Ley 27,tít
28. Pdft 3. * Kl código fidiices iranscrihe igualmente el Derecho Romano en lo*
artículo:* 560 y Hl.
1.21 Si Ínsula in flu'nin*» nata tua fuorií, deldo inler cam insu'am el contra-
riam rip un hIíü ínfula nata fuerit: men^íura eo noiuiue erii in<*truendA ¿ tua iniO"'
non ab agro luo, propter qnem ea inania tna facta fuer ir; naní /quid interesl' q"*
)Í8 agert Hit. cn|uft piopier propinqnuatern posterior insulu. cujutí est quaerutan 1^
t>5, 63, D. Lib. li, tit. 1, de adquir titt. Dm.
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—269—
riente antigua, ó por la confluencia de dos corrientes diversas, que
rodean por todas partes de agua los terrenos mencionados. Estas
islas eran y permanecen de propiedad particular. La accesión no
alcanza ni debe alcanzar á los caso? en que el dominio es conocido.
Quod si uno latere perruperit flumen: el alia parte novo rico fiuere
caperít; deinde infra novus iste rivus in veferem se converterit: agir
quiaduobus rivis comprehensus, informa insulce (á manera de isla;
pero que propiamente no lo es en el lenguaje legal) redadus esty
ejusest scilicety cujuselfaií (1). Es cosa ciertamente de alabar esta
exactitud y precisión en el lenguaje.
Reasumiendo, pues, las islas se forman de tres maneras en los
rios: 1^ por la división de una corriente antigua en dos brazos que
toman después á unirse, ó por la confluencia de dos rios diversos que
rodean por todas partes de agua un campo ó terreno de propiedad
particular. 2^ por la depresión ó amenguamiento de las aguas que
deja en seco una parte de lo que era antes alvéo. 3*: por la
acumulación sucesiva de materias vegetales que forman paulatina-
mente una elevación ó altura sobre el fondo del rio. Las reglas es-
tablecidas para el derecho de accesión dan fácilmente resueltos es-
tos casos. En el primero el dueño del terreno conserva su propie-
dad á pesar de la modificación ó alteración que ha sufrido; en los
otros dos, la isla pertenece á los dueños de ambas orillas si la
distancia es igual; sino lo es^ al dueño del campo que se halle mas
cercano (2).
No ha faltado quien diga que toda la accesión por medio de
las aguas se funda en hacer á una cosa tan instable y ciega como la
caprichosa corriente de los rios, el arbitro y dispensador de los ter-
renos nacidos en su fondo. Esta es una objeción muy superficial;
á poco que se reflexione se hallará que el legislador reproduce en
todas- estas reglas las prescripciones del derecho común y los prin-
cipios salvadores de la propiedad.
(1) L.7, í 4, D. lib XLl, til. 1, de adquir. rer Dom Ley 28. tit 28, Partida 3.
Como non pierde el señorío de su heredad aquel cuya fuera, mnguer el río íicie-
pe islán en ella. En los misinos términos está coDcebido el articulo 562 del códi-
go francés.
(2) Tribunmodis ínsula in flumine fít:unoqiuimagrnm qui alvei non fuitam-
nis circamfluit; altero qnu'n locum qui alvei estet, si ccnm relinquit et circnmflnere
eoepit; tertio qnun paullatin collnenio locum eminenten supra alveun fecir et
eumalluendo auxit. Duobus posterioribns modís privata ínsula íit ejus cujns ager
propríor fuerit, qnnm primun extitit;. . prímo autem illo modo causa propietaiif
non mutatur. L. 30, $ 2, D. lib. XLI, tit. 1, de adquir. rer. Domin.
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—270—
De la a\tjlsion (vis fluminis.)
La diferencia entre el aluvión y la aviUsion se deja conocerá
primera vista. En aquel, la acción de las aguas obra de un modo
insensible, continuo, inapreciable en el acto quoque temporis momenr
to; mientras en esta procede de una vez, no deja lugar á duda, no
destruye enteramente el sello ó el carácter de la propiedad antigua.
Entre las partecillas ó átomos de tierra cuya pertenencia es imposi-
ble determinar, y la porción de terreno que arrastra la corriente ínte-
gra con sus plantas, tal vez con sus árboles, entre un suceso común y
constante, y un fenómeno que aconte'^.e raras veces, hay una déseme*
janza que no puede ocultarse aun á los ojos menos perspicaces. De
íiquí también la diversidad de las reglas prescriptas por el Derecho.
En el caso de aluvión se dá la propiedad al dueño de las tierras que
se han ido aumentando insensiblemente. En el caso de avulsión, no
pasa el dominio de la porción de terreno arrebatado por la violen-
cia de las aguas al dueño de la heredad á cuya inmediación le han
arrojado; le conserva el antiguo propietario. Quod si visfluminí^
partem aliquam ex tuo prcBdio de traxerii, et meopradio aüulerüy por-
lam est eam tuam permanere (1).
Mas para que la propiedad se conserve, claro está que el trozo
de terreno arrebatado ha de tener una estension razonable y capa»
de aprovechamiento y de cultivo, de otro modo no habría intere-
ses que reclamar, y donde no hay intereses de que reintegrarse, la
acción revindicatoria no procede.
En el Derecho Romano no se determina de un modo bastante
claro el tiempo señalado para la revindicacion, no se fija una época
precisa, inequívoca, á cuyo beneficio se eviten las dudas y disputas,
punto interesante en el cual ha procedido con mayor acierto el có-
digo civil francés. Decia aquel: Plam si longiore teinpore fanda
meo hcBSserü, arboresque, qxia secum traxerit, in meumjundo radices
egervrU: ex eo tempore videtur meo fundo adquisiia esse (2). La cir-
cunstancia, incierta ó difícil de averiguar, de haberse enlazado el
terreno nuevo al antiguo por medio de las raices de sus árboles ó
(1) L. 7, } 2, D. I¡b. XLÍ. tit. 1, de adqnir. rer. Domin.
Nuestro derecho do Partida en la ley 26, tít. 28, P. 3, y el códtgd francés en
el art. 559 traducen eata regla.
(2) L 7. $ 2, lib . XLI, tit. 1 o , de adqurr . rer. Dom,
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—271—
plantas, es lo que según el Derecho Romano, constituye en este
caso la accesión irrevocable.
Es mucho mas ventajosa la disposición consignada en el dxA*
culo 559 del código francés que reserva al propietario de la porción
arrancada por la fuerza de las aguas, el término preciso y perento-
rio de un año para deducir la demanda de revitídicacion: pasado
el cual, ya no se admite con una sola escepcion, á saber, la de que
el dueño del terreno, al cual se ha unido, omita tomar posesión de
ella (1).
Este es uno de los estremos en que admite enmienda nuestra
Derecho de Partida, que en la ley 26, tít. 28, Partida 3?, disoné lo
mismo que el Romano, atendiendo únicamente al derecho que re-
sulta del vínculo físico y material que ha estrechado las dos porcio-»
nes de terreno por medio de la raigambre de las plantas siendo asi
que la ac«;esion podia resultar también y resulta en efecto de la in-
tervención del hombre por medio del cultivo, conforme á las reglas
ordinarias de la posesión.
Como quiera que sea, de todos estos preceptos se deduce que
el legislador acepta como una cosa necesaria la accesión por me^*
dio de las aguas, circunscribiéndola á estrechos límites y modifica-
ciones, siempre que pueda hacerlo sin faltar á los principios de
equidad y de justicia.
Del álveo en seco ó abandonado por la corriente.
Cuando el rio, abandonado su antiguo curso, toma lina dirección
Eueva, dispone el Derecho Civil que el álveo abandonado se reparta
entre las propiedades limítrofes: Quod si toto naiarali álveo relicto 9
fiumen olías afuere ccRperit, prior quidem alv*ius eoruw estj qui prope
ripctiv prcsdia possident' pro modo sálicet laiüudinis añusque prcB*
díi (2); al paso que los dueños del terreno ocupado por el rio, le
(1) Art 559. Le propietcire de la pnrtie en I<>vée est tena de former sa deroan-
de da'ng V année: apres ce delai, il n' y aera plus recevdbte, ¿ moins que le pro
prietaire du cham auquel la partie en levée ¿ été unie, n' eulpas encoré prU pos.
ftesion de ci*lle*ci.
(2) L. 7. $ 2. D. lib. XLI, tit. 1 de adqnir. rer. Dom.— Ibid.-*Ley 31, fit. 38v
P. 3. ^ . et*.... Aqnello que asi finca [en aeno] decimog qne d^be aer de nqneilofi á
cnyaft heredades «e ayunta, tomando cada uno en ello tanta parte, cnanto et lii
frontera de lata heredad contra el rio. Et laa otras lieredodes por do corre nneva-
mente, pierden el señorío deltas aquellos cuyas eran, cuanto en aquello pof 4»
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—272—
pierden en atención á haber borrado las aguas su dominio, convir-
tiéndole en una propiedad social, en una propiedad destinada al
uso y aprovechamiento público. Ule etiam alveus quebem sibiflumm
JecUj etsi prívatus ardejuit^ incipü tamm esse públicuSj
Esta decisión, á nuestro modo de ver, es justa, roas justa en
el fondo aun cuando no lo aparezca desde luego, que la del có-
digo francés, (1), el cual adjudica al álveo antiguo á los dueños de
}as tierras ocupadas nuevamente por las aguas. Entrambas legisla-
ciones se han propuesto aplicar el principio equitativo de la com-
pensación; pero la antigua los consiguió, mientras la moderna ha
errado completamente en está parte.
La mejor compensación para los propietarios de los terrenos
ocupados nuevamente por las aguas, nace de la naturaleza misma,
y está representada en el inapreciable beneficio del riego que au-
menta el valor de la propiedad territorial en una gran escala, sin
contar las ventajas de la pesca y la facilidad de los transportes don-
de lo permite el caudal de la corriente, al paso que los ribereños ha-
llan su indemnización natural en el aumento ó agregación del terre-
no contiguo á sus heredades que antes formaba la madre del rio, y
ahora queda en seco. Ubi damnun^ Un lucrum.
Otro inconveniente muy de bulto, y que no se concibe cómo
se ocultó á los ilustrados redactores del código, lleva consigo la
legislación francesa. Siempre que el alvéo abandonado se reparta
entre personas que nada poseen á su inmediación, que no tienen
propiedades contiguas, inmediatas á él, su interposición entre he-
redades agenas no puede menos de perjudicar á los intereses ge-
nerales de la agricultura, sin aprovechar á sus propios intereses.
La mayor ó menor distancia de su domicilio puede hacer para
ellos completamente inútil una propiedad fecunda en resultados,
unida á las tierras que formaban las orillas, fuera de que asi lo
exigen las pérdidas que se irrogan á los dueños por la ausencia de
las aguas, y de que es mas conforme á los principios generales del
derecho de accesión.
corre, et dende adelanto comienza á eeer de tal natura como el otro logar por do
«olía correr et tornase público, asi como el rio.
(1) Art. 563. Si un fleuTe se forme^ un nonvean cour» en abandonnant aoa
atieien lit, lea proprietaires des fond^tj^nou velleroent occupés prenneni, á titre d*
inlemnite. 1' anclen litabandonné; chacundans la proportiou du derrarín qui lai*
á M cnlevé.
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—273—
Por lo (lemas, la accesión de las aguas puede arrastrar en pos
de sí graves disputas y litigios. Esta circunstancia aumenta la ne-
cesidad de establecer reglas claras y espeditas para las medicio-
nes y demás trámites que han de tener lugar en el repartimiento de
las islas y en la distribución del avéo dejado en seco. La legisla-
ción antigua es manca é incompleta en esta parte, y el código fran-
cés no ha llenado como debia esta laguna.
Las corrientes de agua, entre otros de sus usos, sirven tam-
bién como medios de comunicación y de tráfico, en cuyo concepto
su dominio pertenece al Estado, protector y representante de to-
dos los intereses sociales; porque las aguas, teniendo como tienen
una relación muy inmediata con el interés y bienestar públicos,
exigen la suprema inspeccionyla vigilancia inmediata del gobierno.
De la accesión por medio de los animales que tienen la cos-
tumbre DE VOLVER (redeuiidí mos) a los terrenos en que fu as
su DOMICILIO.
Los animales salvagesf^erc? berticejy los animales qu*í huyen
de la sociedad del hombre, siguen las reglas de apropiación esta-
blecidas para los objetos naturales que no llevan todavía el sello
del dominio privado; el simple acto de apoderarse de ellos es un
título legítimo de adquisición; los reduce á su propiedad cualquiera
tjue los hace presa suya.
Lo contrario sucede con los animales domésticos (mansuetce)^
que habituados á volver á la casa de su dueño, han abdicado,
digámoslo así, su libertad natural, y hacen parte de la fortuna de
los hombres. Obra pues criminalmente, comete un robo el que es-
travía algunas cabezas del rebaño ó ganado ageno; el que se apo-
dera de cualquier animal doméstico, porque aun fuera de la vista
de su dueño conservan el carácter de propiedad suya (1).
Pero entre estas dos clases, entre los animales domésticos y
los salvages hay otra de que nos vamos á ocupar ahora, la cual se
distingue por rasgos peculiares, hublamos de ciertos animales que
(1) Si anseres tui, nut gallinflB tiiffi, aliqíio modo tnrbati tiirbita rcevolnverint,
Hcet cunspectura tnum effogeritit, ()uocumqiie tameti loco f>int tui. tiioe esse iiite-
lliguntur. et qut lucrandi animo ea «miinalia retinet. fiirtain coDinmitere intelligi*
tur. Inat. lib. IC, til. 1, $. IG de rerum divis. et adquir. ipsar. Doinin — Ley 23,
lít. 2S, Parí. 3.
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—274—
sin renunciar enteramente á su libertad ni á sus instintos nativos,
eligen, á pesar de ello, un terreno que sin violencia se pueda lla-
mar su domicilio, se adhieren á él temporalmente, y se conceptúan
en derecho una parte del mismo, ínterin conservan el hábito ó cos-
tumbre de habitarle; á esta tercera clase se la distingue con la de-
nominación de domesticados (mansvsfactce) (1). Tales son, por
ejemplo, las palomas; no viven en estado de domesticidad como
los perros que nos acompañan espontáneamente á donde quiera,
6on á manera de huéspedes que aceptan un alojamiento luiéntras
le proporciona subsistencia y comodidad, pero que á la menor
causa, quizá por mero capricho, abandonan su antigua morada y
.buscan otra.
En una palabra, los animales salvages están sujetos á las reglas
de apropiación dictadas para las cosas que á nadie pertenecen,
y como no varían de naturaleza, la propiedad respecto de ello»
cesa con la ocupación ó retención de los mismos: los animales
domésticos constituyen una propiedad perfecta, y pueden revindi-
oarse de cualquiera poseedor de las reglas comunes del derecho;
los anímales domésticos participan de entrambos caracteres; su
naturaleza lo ha querido asi, y la ley lo ha sancionado. Están su*
jetos al derecho de propiedad; pero de un modo accidental, pasa-
gero, dependiente de su voluntad. El derecho de propiedad res-
.pecto de ellos tiene su origen en una costumbre y espira con ella.
Si renuncian el hábito de volver al terreno que eligieron, animum
etindi et redeundiy el propietario no tiene derecho á reclamarios del
dueño de la herodad agena en que buscaron hospitalidad como en la
suya; este es el motivo de dárseles lugar en el derecho de accesión.
Si no se han adherido á ningún terreno, quedan en la categoría de
ías cosas no sujetas á propiedad determinada, rei nuUms (2),
Aquí sucede que el propietario de una heredad se lucra con
las pérdidas del propietario de otra, y no puede quejarse sin em-
bargo, porque su adquisición fué idéntica y nacida además de un tí-
tulo eventual y transitorio. Pero nótese que si se ha hecho cambiar
(J) Ley 22, lít 28, Part. 3.
(2) In his autem aDÍmalibus. qu» ex consuettidina abire et rediré solent, talit
regiira coinprobata eat; ut eo usque tua esse intellig'intur, dunec animum refej-
tendí habeant Nam si re vertendi animum, babero deiwieriut. ctiam tua es«e desi-
iiuut. etfíuut uccupantium. Inst. lib. II, ttt. 1, $. 15, de rer. div. et adquir. ipsar.
Uo mili.— Ley citada 22, lít 28, Part 3.
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' íiafiñ
■OOCfK
—275—
de domicilio á los animales domesticados por medios fraudulentos,
^■^^ > estas malas artes no dan derecho alguno ni destruyen el del propie-
*^f ^ tario legítimo á la revindicacion, cuando és posible, que no siempre
lo es, ó al resarcimiento en otro caso de los intereses lastimados.
En este lugar debemos hacer mención de las abejss que en
%¡^[ cierto modo forman una clase aparte. Estas aunque salvajes por su
'^fflj naturaleza, como dice perf^ctam:ín^e el Derecho civil, quedan su-
JJifu,, jetas á las condiciones de la propiedad particular, como entidades
O anejas á la colmena en que viven y trabajan (1). Se le concede al
-í,' dueño el derecho de perseguir al enjambre desertor á fin de atráer-
ú ? le de nuevo, si es dable, á su colmena; pero siendo así que la pro-
piedad mediata que nace de esta sobre las abejas no se halla ni
á¡ puede hallarse fundada en su naturaleza como sucede con los ani-
r; males domésticos, tiene y con razones, límites muchos mas estre-
Lí chos. Por lo demás el enjambre pertenece á su antiguo dueño,
u mientr; s puede seguirle con la vista, y conseguir fácilmente su re-
:• greso, doñee ijiconspedU nostro est nec difficilisejus peísecutio...,
alioqiiin oecupanlis Jii (2). De otro modo le hace suyo el primero
¡ que se apodera de él.
Hasta aquí la accesión en cuanto se refiere á las cosas in-
muebles.
Hemos visto que nada es mas natural, nada mas conforme á
la equidad, nada mas justo que los fundamentos en q^'e descansa
el derecho de accesión. Los aumentos y agregaciones obtenidas
por el trabajo del hombre, por la acción de las aguas, por medio
de ciertas clases de animales, siguen y deben seguir la naturaleza
del predio de que forman parte y las condiciones de la antigua
propiedad á que se adhieren, porque son condiciones nuevas, for-
maciones posteriores, existencias secundarias que se agregan á una
existencia previa y principal que se confmden con la propiedad
primitiva, que forman con ella un solo y mismo todo, un todb in-
divisible sin gravísimos iacoaveiiieiites. Véas-^ pues cuan inexacta y
£1] Ap:a.n quo ¡ 13 fjr.i nnínri cst. Itiq'iG apesq'ire \\\ ahore tiia cunstiflfiríut
anteqttíim á te álveo inclii(ianiiir, nnii m «gis Iueb i nieligiintiir essc quuia voliicitt.
qu8B ni arbore Uia tiidum feceriut. Ideoqiie siulliiis cus incluserit \s eRruiii dnitii
nuserit. Fnvo-^qnoqno siquopeírHcerintexiiinírequilihet polnst. Plaiie integrire
fli praevifj»^r¡9 iügredif^iitcui fundnin tiíuiu. píiteriseiiMi jure prohiborR ne ingre<l¡a«
inr. Iníii. lih II, til. I, ^ 14, d« rf>r. div. et .idqaiie. Ley 21, tiu 28, Partida 3. íülí:
^beja son coDao nntas Aítivajes etc.
[2] L 5 $1. O. Hb. XU. üt. J, de adquir . rer. Doin.
T. II. — 34.
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—276—
pueril es la aserción de que las leyes han inventado y creado et
derecho de la accísion; esto no es cierto, las leyes han sanciona-
do lo que hallaron al derredor de sí cuan procedieron el examen
minucioso y profundo de la propiedad particular en su origen y
en sus resultados; las leyes por otra parte, tuvieron presente un
objeto muy recomendable en todas sus decisiones y preceptos el
de c^í^ar á beneficio de los propietarios, un manantial inagotabfe
de contiendas y litigios.
De la accesión respecto de las cosas muebles.
Si los principios fundamentales del derecho de propiedad htt-
biei-an de llevarse hasta el estremo del rigor, los problemas de la
accesión industrial hallarian completa solución en una sola regla; i
s?iher, el dominio pertenece siempre y sin escepciones al dueño del
objeto modifirado por el arte ó por la industria; ó como decíanlos
jurisconsultos antiguos, la f orina debe ceder á la incUeria. Pero sería
renegar del arte, seria blasfemar de la industria, sería cometer un
absurdo repugnante y sacrificar la razón á la lógica de los princi-
pios, consentir en los códigos la estricta aplicación de una teoría tan
rigida y severa. •
La mágica influencia que ejercen en nuestro ánimo las belle-
zas de la pintura y la escultura; los suaves y delicados goces que
nos inspiran; laimportancia misma, el valor mmenso á que puede
llegar, apreciado materialmente, el mérito artístico de un cuadro,
ó de una estatua, no consiente que se prostergue envileciéndole
el talento á la materia, cuando esta ha recibido de aquel animación
y vida. ¿Como pues, conciliar los derechos del arte con los dere-
chos de la propiedad? Cuestión grave y difícil que no acertó á re-
solver la legislación romana, tan atinada por lo demás, en casi to-
dos sus preceptos.
De la especificación.
La prueba de lo difícil que es fijar reglas generales por b qo^
hace á esta parte de la accesión: se entrevé ya en la divergencia de
opiniones suscitada entre los jurisconsultos antiguos. Proeurarenaos
ser muy breves en la indicación de algimos datos históricos por lo
mismo que son generalmente conocidos.
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—277—
Las dos célebres escuelas romanas, que partiendo de diversos
principios comentaban a fin de completarlos, los preceptos del de-
recho, disculían acerca de la especificación, es decir, acerca de la
creación de una nueva especie con materia agena^ Los uno« afec-
tos ala filosofía, estoica y creyendo como ella que la foniMi ó el
modo de ser, constituye la esencia de la especie ó cosa creada,
adjudicaban su peopiedad al arte: pda quod factura est afUea tvur
lUusfaerai^ porque á nadie pertenecía de antemano el objeto crea-
do nuevamente.
Los otros amigos de novedades y poco afectos á los argumen-
tos de autoridad (1), saltaban por cima de la rutina estoica y daban
la primacía á la materia: quia sine materia nulla species effici pos»
nt (2), porque nada puede existir que no conste ó se componga de
materia.
Últimamente, otros jurisconsultos dichos ercíseundi por su ten-
dencia de buscar un término conciliatorio para todas las cuestio-
nes, hacían la caprichosa distinción siguiente: ó la materia puede
restituirse á su estado primitivo, ó no; si lo primero, como sucede
en las barras de plata ú oro que se han reducido á vagilla: ¿por qué
respetar una forma estérior, una variación efimera que puede desapa-
parecer tan fácilmente? La especie nueva debia corresponder al
propietario con la condición de indemnizar al artista. Si lo segundo,
como un catre hecho con madera agena, ya se deja ver que es ab-
solutamente imposible tomar á la forma antigua la materia elabora-
da. El auevo objeto corresponde al artífice con la obligación de in-
demnizar al propietario. Esta fué la regla adoptada por el Derecho
civil en tiempo de Justiniano. Est tomen media sententía recte exis-
tímantiumy si species ad maienivm revertí possit venus esse quod et
Sabinus et Casias senserunt: si non potest revertid veríus esse quod
Jfervce et Proculo placuit (3).
Los resultados de esta distinción pueril eran ilógicos y absur-
dos. Una estatua de bronce por mas grande que fuese su mérito y
valor, por mas que fuese una obra maestra del arte, se adjudicaba
[I] Vinniai, in In^. Tíb. n, tit 1. } 25.
[2] L 7. $ 7, D. lib XLI, tit 1 , de adquir rer. Domín.
•(3) Id. ibid. Lej 33, tit 27, Pariida 3: decimos que >i aquellas cosas de que Im
fficen de tal natura que non se pueden tornar al primer estado en que eran, ganan
^•efiorlo aqnellof que fdcen algunas de la cosas sobredichas á buena tt, etc.
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—•278—
al dueño del metal; mientras una estatua de mármol ó de jaspe, no
importa su mérito, se adjudicaba al escultor, porque los metales
pueden fundirse y las piedras no. Cua.ulo los hechos son los mis-
mos, cuando las circunstancias son análogas, idénticas, ni puede
justificarse esta desigualdad, ni puede admitirse esta distinción.
Sin embargo, el mismo Triboniano que la acogió con poca
examen, vino á confesar la debilidad de sus fundamentos, esclu-
yendo á la pintura de su férula, propter exceleiniiam artis. Por es-
cepcion, por inmunidad quiso el canciller de Justiniano eman*
cipar del lienzo ó de la tabla, los cuadros de Apeles y Parrasio.
No así á la Escritura, á la cual niega absoluta y rotundamente
esta ventaja: LittercB^ qiioque, licet aurce sintj penride chartis mem^
branisque cedunt {!). Esta contra Jicion es tanto menos disculpable
si se atiende á los tiempos en qu»^ ocurrió. El valor de un manus-
crito de algún mérito no cedia entonces al del cuadro mas estimado
.y mas precioso.
Es necesario, en vista de todo, rechazar esta distinción imper-
tinente, como el código francés lo ha hecho estableciendo en su
lugar, que el derecho de accesión cuando tiene por objeto la ma-
teria modificada por el arte, ó dos cosas muebles que pertenecen á
diversos dueños, debe decidirse por principios de equidad, dejando
al juez holgada facultad de resolver conforme á las circunstancias de
cada hecho cuestionable (2). El empeño de someter á regla deter-
minadas á todas las hipótesis que pueden ocurrir en la accesión mo-
vilaria conduciría como por la mano á sancionar absurdos é injus-
ticias. Entraremos en algunos pormenores acerca de la legis-
lación francesa en esta parte por creerla mas aceptable que la
nuestra.
La especificación tiene lugar de dos maneras: ó modificando
por medio del arte una cosa que pertenece á otro, combinándose
una parte de materia perteneciente al artífice, con otra de materia
agena. En el primer caso el trabajo cede á la materia, pueda ó no
[i] V roas adelante añade: ideoqne si iu charti.^ mcmbranisqiie tuis carmen, vel
hiHtnriain, vel orationem Titiiis 8ccrips>erít, bujus eorporis non Titius, 9ed tu domi'
nu8 ea!>e viJerio. Inst. lib. 2. út. 1. i 33 de rerum División.— «Ley 5G, tít. 28, Par-
tida 'A Escribiendo algunt borne en pergamino agcno algunt libro de versos 6 de
bestoriasi ó de otra cosa cualquier, este libro á tal debe seer de aquel cuyo era el
pergamino en qae lo escribieron; empero si aquel que lo escribió bobo baena í^
cu escribiéndolo etc.
(2) Art 525.
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—279—
rerol>rar esta su forma primitiva (1). De esta suerte el código fran-
cés rechiza de lleno el sistemide trausacion que ha dominado por
tarico tiempo y domina tocUvia entre nosotros, en eííta parte de'
derec.io. Pero entonces, se dirá, la legislación francesa ha llevado
íttHs allá que la legislación romana el absurdo de postergar al lienzo
lapiíitura ¿y cómo se podría consentir que las magnificas obras de
liis artes, que el crucifijo de Benvenuto Cellini (2), el Pasmo de Si-
cilia de Rafaol,la Virgen dJ Pez ó el San Antonio de Mur lio se
entregasen con vilipendio de sus célebres autores al dueño del már-
mol 6 del lienzo?
No se ocultó esta poderosa reflexión á los ilustrados redacto-
res del código francés. En un artículo hablan consignado los de-
rechos sagrados de la propiedad; en otro salvaron los intereses y
la dignidad de las bellas artes. El artículo 570 es la regla generah
el articulo 571 es la escepcion (3).
Siempre que el trabajo de artífice sea tan importante que su-
pere de un modo considerable al valor de la materia empleada, la
industria es la parte principal, el artífice tiene derecho á retener la
nueva especie, reintegrando á su dueño el precio de la cosa que
se ha modificado.
Nótese, sin embargo, que el espíritu de esta escepcioa es in-
dudablemente que no se aprovechen de ella los artífices medianos,
y mucho menos los artífices malos. Los trabajos del pintor, por
detestable que sea su pincel, valen sieippre mas que el lienzo 6
la tabla en que se fijan; pero los derechos de la propiedad valen
también mucho, y no se les puede atropellar por livianos inte-
reses.— Por regla general, la materia debe ceder á la pintura; pero
si el artífice carece de mérito y la materia tiene relativamente gran
valor, no se ha de sacr'ficar á la brocha de un pintor de mamarra-
chos, una piedra de mármol ó de pórfido.
(1) Art 570. Si un art¡f>an oii une pfír.«oiine qnelcnntiae á employé une matie
re qui ne luí apparlenait pas afirmer tine chnse, d' une ooiivelle eMpece, aoit que
la matiere puiáse no non reprenrJre sa preniiere forme, celui qni en etait . le pro
pietaire á U ármt de leclamer la chuae qai ea á eté formée, en reboarmnt le príx
de la mnin d* oeovre.
{t) Está en el monasterio del Edcorial: e» ana escnltura admirablemente con-
cluida.
(•')) Si cepetidtint la main d' oenvre etnit telleroent impdrtante q6-lle aurpasiat
de beaucoup la valenr de U maniere employé, V indaetríe Ferait alora teputée la
paftie príbcipale, et V ovrier anmit U droit de reteñir lacliose travaillée*, cu rem-
bouriíant le piix de U materle au propietaire.
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—280—
No sucede lo mismo respecto de la escritura ó caligrafia, en la
cual la materia debe cedt^r siempre al trabajo. El dueño de aquella
solo puede reclamar equitativamente que se le entregue un papel
6 pergamino de la misma clase, ó su valor intrínseco.
Pero cuando un artífice emplea parte de una materia que le
pertenece, y parte de otra que no es suya, la especie nuevamente
formada subsistirá íntegra, siempre que no admita cómoda separa*
cion, y pertenecerá al artífice por el valor de su trabajo y por la
cantidad de materia propia que empleó, y al duefio de la materia
restante solo por el valor de esta (1). Comprende asi mismo este
caso la escepcion establecida en el artículo 571 á que nos hemos
referido anteriormente.
De la adjunción. ^
La adjunción propiam'^nte hablando, es la agregación de do»
objetos que existían separados sin modificación grave ó trascen-
dental de ninguno de los dos, ó mas claro, es la unión de dos cosas-
pertenecientes á diversos dueños de las cuales resulta un solo
objeto. La circunstancia mas notable que lá distingue de la espe-
cificación, es que en la adjunción las dos cosas unidas conservan
su existencia respectiva y peculiar, mientras en la especificación se
alteran y modifican los materiales empleados para formar la nueva
especie.
El Derecho Romano la decidió, y con razón, por la regla ordi-
naria que subordina el accesorio á lo principal. Por este principio^
si á una estatua mía se le une un pie ó una mano que pertenecen
á otro, la mano pasa á ser de mi propiedad porque lo principal es
la estatua. Siendo uno de los objetos del derecho de accesión la
conservación de lo existente, se prohibe al dueño de lo accesorio
reclamar la separación de su parte; pero si resttlta desunida de lo
principal, cualquiera que sea el motivo fortuito ó meditado, puede
revindicarla y se le debe entregar. Hay, sin embargo, una escep-
oioA muy singular. Cuando las cosa^ unidas son homogéneas, y
ademas están soldadas con la misma sustancia, no hay medio, se-
gún el Derecho Romano, de impedir la accesión; es necesario so*
meterse á ella sin recurso. No así cuando están unidas ó soldadas
con un metal ó sustancia diferente, en cuyo caso puede reclamarse
(1) VóaM •! artículo 572.
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—281—
la separación desde el momento. Muchas esplicaciones se han que*
rido dar de este precepto; pero todas tan ligeras y triviales como él;
los principios fundados en razón y en equidad no pueden variar ca-
prichosamente con la materia que se empleo en la unión ó sol-
dadura.
El código francés por su parte establece las reglas de Ia'|ad-
juncion de esta manera: según el artículo 566, el producto de la ad-
junción pertenece al dueño de lo principal, con la obligación de in-
demnizar al dueño délo accesorio. No quiso el legislador que hu-
biese pérdida de valores, como sucedería desmenbrando el produc-
to creado por el arte, aun cuando pudiera hacerse sin deterioro de
las dos cosas unidas consideradas en si mismas. Pero sentado este
priMf pió era necesario decidir cual seria lo principal y cual lo ac-
cesorio; es lo que verifica el artículo 567 el cual define la parte prin-
cipal aquella á la cual se ha unido la otra para su uso, adorno ó
complemento.
Hay una escepcion de este principio cuando lo accesorio es
mucho mas precioso, es de mucho mas valer que lo principal, y se
ha empleado sin conocimiento y de consiguiente, contra la voluntad
de su dueño, este puede reclamar su sepaj ación y devolucic)n aun
cuando se deteriore algún tanto al otro objeto al cual se unió (1).
Esta escepcion escrita en el artículo 568 es previsora y juiciosa*
Pero puede ocurrir que ninguna de las dos cosas unidas ad-
mita con justicia la calificación de accesoria de la otra, y pre-
viéndolo el artículo 569, dice: se considera principal la de mayor
valor, y si los valores vienen á ser iguah^s la de mayor volumen.
^Y si la igualdad es absoluta? Entonces ó la separación es posible,
y debe facultarse á cada cual para que rec-lame el objeto de su per-
tenencia, ó no lo es, y estamos en el caso de indivisión, y de con-
siguiente en el de venta pública en nombre y á favor de entrambos
propietarios.
Si se hubiera previsto y regulado este último caso en la legis-
lación francesa, aparecería en esta parte tan cabal como puede ape-
tecerse; de todos modos nos ha parecido útil reseñarla con alguna
estension.
No sfhduvo mas acertada la legislación romana al tratar de la
fundición de los metales. O puedeaseparaj«e, dice, los metales fun-
[1] L. 5, i 2, D. lib. 6, tit. 1, de reí viudc
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—282—
didos, ó no: si no es dable separarlos, como sucede cuando se fnn-^
den dos porciones de piala, por pjeraplo (1), la nueva especie re^
sult;do del amalgama, se adjudica á los dueños de los metale»; si
se puede conseguir su separación, como acontece respecto del oro
y déla plata (2), cada cual tiene derecho á revi^dicar la porción
de meíitl que le corresponde; pero siempre sucede que las materias
fundidas y amalgamadas de modo que es imposible desunirlas, no
se adjudican al artífice com"> sucede en la especificación, síq que
esta diferencia traiga origen de un apoyo razonable.
De la mixtión.
% '
También son débiles, en parte, los prinoipiqs relativos á la
mixtión,
E ta se subdivide en dos ramas: conmixUon que es la mezcla
de las cosas áridas ó secUs, y covfasioa que es la mezcla d^ io»
líquidos.
Si se mezclan objetos que tieaen una existencia concreta, co-
mo ganados ó granos pertenorlentes á diversos* dueños, no hay
indivisibilidad, y de consiguiente lo que procede es la separaciou.
Y tratándose de los líquidos, siempre que se confunden dos
de una misma clase, aunque de diferente valor y bondad, el re-
sultado, ó la nueva especie, pertenece á los propietarios de los
líquidos en proporción á la parte de cada cual. Quici qaod ex re
nostraJi\ nostniíiessc v^niia est (3). Hasta aquí no podemos menos
de convenir con l;i leg¡>lacion romana; pi*ro no nos parece tan acer-
tada cuando dis[)0]ie q-ie si^i lo diversas las cosas confundidas, el
resultado pertenece al autor de la mixtión ó mezcla, salva por de
contado la indemnización correspondie'nte. Por esta regla bastaría
echar miel en caatiilad suficiente dentro de un tonel de Láchryma
Chisti para hacerse díieño del nuevo producto, lo cual nos parece
ageno de justicia. So concibe fácilmente que se prefiera al autor
<de la especie creada cuando se trata de una obra maestra en pin-
tura ó escultura; pero al autor de una mezcla que ninvrijina habili*
(I) I.. 5. ^ 2 D. lih. VI. ri!. 1. r^P Hei vinücnt.
(J) L. H. ^. I. D lil. XI.I. til !..<.• «aqnir. rPr Dora.
iS) L, JJ, \. 3, D. Ut. X. lit. 4. ad i iUbttiiJum.
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—283—
dad exije, y por otra parte dá mucho lugar á fraudes, no atínamo*
por qué se le han de conceder iguales derechos que al pintor y al
escultor. Esta paridad es anómala y repugnante; vale mas dejar al
arbitrio del juez que dicte por equidad, en este y otros casos
una decisión conciliadora de todos los intereses y de todos los de- '
rechos.
La legislación española sigue fielmente, por lo que hace á la
mixtión, las huellas del Derecho común (1). Esta identidad nos
releva de examinarla en párrafo separado.
Pero el código civil francés^ merece ser citado al tratar de esta
materia.
Cuando se mezclan cosas áridas, cuya existencia no se desna-
turaliza y modifica en el acto de la mixtión^ como granos ó gana-
dos, cada cual, según el artículo 574, puede separar la cantidad
que le corresponde, ó las cabezas que le pertenecen. Y por lo que
hace a la confusión de los líquidos, si uno de ellos escede mu-
cho en valor y en cantidad al otro, su dueño podrá reclamar el
nuevo producto indemnizando al otro propietario con el precio del
líquido de su pertenencia.
Pero puede suceder que ninguna de las cosas , mezcladas ó
confundidas tenga el carácter de principal respecto de la otra; pue-
de suceder que emtrambas, bajo este aspecto, sean completamente
iguales. El artículo 573 ha previsto esta dificultad y para salvarla
hace la distinción siguiente: ó pueden separarse sin inconveniente,
6 de su separación resulta grave pérdida. En el primer caso, aquel
de los propietarios sin cuyo conocimiento se ha hecho la mezcla,
puede reclamar que se divida, si cumple á sus intereses. — En el
segundo: el compuesto ó producto que resulta le adquieren en co-
mún los dueños de entrambos líquidos, habida proporción á la can-
tidad y valor del suyo respectivo. Y no aviniéndose á tomar el uno
toda la espe«iie nueva, indemnizando al otro, debe venderse aquella
públicamente (y asi lo previene el artículo 575) en provecho de en-
trambos.
Todas estas reglas nos parecen aceptables y fundadas. Mien-
tras los objetos mezclados ó confundidos pueden separarse sin
inconveniente, se procede á la separación; en el caso opuesto se
concede una elección justa y previsora además, por que ataca en
(1) L. 33 y 35, tíí. 28, Pan. 3.
T. II. — 35.
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—284—
su origen á la mala fé y á la codicia, á aquel entre los dos dueñof,
sin cuyo conocimiento, y de consiguiente contra cuya voluntad, se
ha procedido á emplear y modificar los objetos de su pertenencia.
De este modo se respeta el derecho de propiedad que es la regla
general y ordinaria de la accesión.
Bajo este punto de vista nos parece también muy útil y digno
de alabanza el artículo 577. El código francés para evitar que el
crimen disfrace sus robos con la máscara de la accesión, dice pro-*
dentemente: "Los que hayan hecho uso de materias ó cosas age*
ñas sin conocimiento de su dueño, podrán ser condenados asimis-
mo al pago de daños é intereses, si ha lugar, sin perjuicio de qiie
entablen contra ellos acciones estraordinarias, en caso de que com*
petan (1)."
Aquí ponemos término, no sin fatiga nuestra, y á lo que recela-
mos, no sin cansancio de nuestros lectores, á las reglas formuladas
por el derecho constituido para organizar el derecho de accesioB*
Nos anima sin embargo la iJea de que este asunto, á pesar de su ari-
dez, de las dificultades que por todas partes le rodean, y de la repug-
nancia con que se presta á esplanaciones agradables, ofrecerá tal ves
incentivo, servirá acaso de estimulo á los que aprecian en algo loai
estudios severos y profundos; ala par q>ie útiles y necesarios de la
legislación civil.
Por lo demás, diremos con un respetable jurisconsulto frsmcéfif
cuyas doctrinas hemos consultado y seguido con predileccioo en
este artículo (2), que la accesión del mismo modo y por idénticas
razones que la producción^ lleva en su seno un solemne y evidente
carácter de justicia.
Al comenzar este trabajo prometimos que una ve2 hecha la
esposicion del Derecho constituido, una vez desentrañada la legisla-
ción romana, que es también nuestra legislación, y comparada coa
el código civil francés, nos ocuparíamos de la opinión de Bentbam
y sus adeptos acerca del derecho de accesión. Ahora vamos á cum-
plirlo; ahora vamos á escribir esta opinión con las palabras de sos
(1) Art. 577. Ceiix, qiii auront omployé des matierea appartenant A d* aatrciiP
dt áleur iti^u, poiirront aiisoi elré condamnés á dos dommages-intereta, a' il y alíe^*
•ana prejndice dea pniirsuiíos par voiea extra ordinairea, a* il y écbet.
(2) M. Hennequm Traite de Legislalioii et de Jurifprudeuce.
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. «285—
pfO))ios autores y rechazarla después á favor de razones, en nuestro
concepto, poderosas.
El criterio legal establecido por el Derecho Romano, es el res-
peto á la propiedad llevado hasta el estremo de un culto religioso,
y cuando ocurre el choque de dos propiedades diversas, la prefe-*
rencia á la mas antigua, á la menos controvertible, á la que no ema-
na de un agresor malicioso ó imprudente, á la que lleva en sí misma
rasgos mas profundos y marcados de justicia y buena fé. La com-
plicación, resultado natural del esmero con que las leyes civiles han
procedido á la aplicación de este principio, los inconvenientes que
en una materia tan dificil no pueden menos de surgir por todas par^
tes, la poca regularidad que ofrecen aparentemente los preceptos á
los que no penetran mas allá de la corteza superficial que cubre los
objetos, lahostilidad habitual de ciertosescritores, por otra parte refr»
petables, contra todas las instituciones marcadas con el sello de los
siglos: hé aqui las causas impulsivas de la opinión moderna en ma-
teria de accesión.
Según el célebre sostenedor del sistema utilitario (1), el crite^
rio legal debía ser mas simple, mas sencillo, mas característico y a*
mismo tiempo mas universal: todas estas ventajas las creyó encon-
trar señalando el valor de los objetos como un tipo, como un princi-
pio en que debía reposar esclusivamente el derecho de accesión. S*
Bentham no anduvo muy acertado, es preciso concederle que fué
muy lógico, muy consecuente consigo mismo y con el sistema que
adoptó. Pero oigámosle antes de juzgarle.
Si yo he aplicado mi trabajo, dice, á una cosa que es de
otro ¿á quién pertenecerá la cosa trabajada? ¿hay buena ó mala fé?
Esto examinado ¿cuál es el mayor de los dos valores^ el valor origi'
nario de la cosa^ 6 el valor adicional del trabajo^ ¿Desde qné
tiempo la ha perdido el primero, desde qué tiempo la he poseí-
do yo (2)?''
Aquí se encuentra la teoría completa del jurisconsulto inglés.
Comienza rechazando la mala fé con el Derecho Romano; esto era
[ 1 ] Antes de Bentham y su escuela se habla soMentdo qne el mayor valor d«
lia eosas sajelas al derecho de accesión, debía ser la base del precepto tegal acer«
ca de ella; pero como nadie ha defendido esta opinon con mayor habilidad por aji»
parte, con mayor autoridad por otra, nos referiremos á él con preferencia.
[2] Segunda parte del código civil, cap. 1, tom. 3. ® , traducciou de don Ra-
món Salaa-
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—286— ^
indispensable; pero cuando no hay malicia, cuando hay buena fé,
su criterio es el valor de lo*? objetos; la balanj^a de justicia se incli-
na sin mas reflexiones allí donde encuentra mas valor la condición
del tiempo no dice bajo qué aspecto ha de considerarse; pero la cir-
cunstancia de ponerla en último término indica bastante qaé lugar
la daba. Veamos ahora las palabras de que usa Bentham para re-
chazar la teoría antigua.
^^ El principio caprichoso sin tener miramiento á la medida de
Jas pehas y de los placeres, lo da todo á una de las partes; mirúndo
ton indiferencia ó la otra. El principio de la utilidad, atento á re-
ducir al menor término un inconveniente inevitable, pésalos dosim-
iereseSy busca un medio que los conciiie y prescribe algunas indesn-
niaaciones. Dará la cosa al interesado que perdería mas en ser pri-
vado de ella; pero con el cargo de dar al otro una indemnización su*
Jkienté.''
Todavía otra cita antes de entrar en el debate. "El derecho
de accesión, dice Charles Comte (1), es una palabra inventada por
hombres que ignoraban la naturaleza de la propiedad, y no habían
atinado á establecer sus límites." Por lo demás opina como Beo-
diam; el valor es su regla universal; toma en cuenta los tn/erf ^eí , ol»
vida completamente los derechos.
Sucede, pues, que- mientras la legislación antigua bebe sus
principios>n una fuente purísima, en un sentimiento eminentü»
mente social en el profundo respeto -que se debe á la propiedad;
el sistema utilitario se arroja ciegamente en brazos de un sentí*
miento mezquino y superficial, de una idea engañosa que puede
conducirá repugnantes injusticias; se arroja, decimos, en brazos
del principio del interés ó del valor , con olvido absoluto del ite-
recho,.
Por lo que á nosotros hace, despties de una meditación profon*
da y detenida, hemos hallado que la teoria del Derecho Romano e^
preferible a todas luces: primero, por tarazón poderosa de que existe.
Lo mas pernicioso en el Derecho, lo que mas debe huirse ea
la legislación, es la falta de principios establecidos, la incertidum-
bre; una disposición mediana, mas diremos, una disposición ma-
la es preferible al estado de indeterminación, á la falta de regla de
conducta.
1.1 ] Traite de la Proprieté. cbap. XLIX.
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— ^7—
Por conslJeracioiies análogas, los principios establecidos desde
luucho tiempo, los principios que han echado raices en las leyes./
j¿u las sociedades durante el transcurso de los siglos tienen la gxan
ventaja, la ventaja inmensa cuando se trata de regular los derechos
de Jos hombres de ser conocidos generalmente y respetados de to"
dos. Desde que esto sucede, desde que el principio está apoyado en
el asentimiento universal, la ley que le sanciona no puede meaos
de producir efectos útiles. La opinión pública sigue dócilmente el
dedo del legislador cuando vienen de larga fecha sus preceptos-
En este concepto, la razón de existencia es ya una circunstancia
perjudicial parala teoría moderna, y que favorece á la teoría anti-
gua; per^ no es la única.
Segunda razón. Además, la re^jla de los jurisconsultos roma-
nos vá mas derecha, ;d fin cumple mejor el objeto del legislador»
que es asegurar la propiedad é impedir la usurpación. La regla de
Benthara consulta muy poco, ó si no se quiere asi, consulta menos
la seguridad de los propietarios. Bastaría tener mucho dinero y mu«
cb4 audacia para llevar á término los caprichos mas injustos j
mas repugnantes á la sombra de esta icgla. Fijémonos, por ejem-
plo, en la construcción de un edificio en suelo ageno. Cualquier
hombre adinerado, cualquier capitalista, aprovechándose de oca-
siones favorables á su intento, y con tal que cuidara de salvar las
apariencias légalas de la buena fé, que no siempre son la verdad
real, podría arrebatar las mejores y mas productivas localidades!
contra la voluntad de su dueño, contra la voluntad de su eselusi'
vo propietario.
Se reproduciría á cada paso el injusto y violento despojo de la
vina de Nabot.
Véase, pues, como la presunción légala favor del dueño del
terrenp, esa la vez una deducción legítima del principio de la pro-
piedad territorial, y su sanción mas poderosa. Porqué ¿quién se
espondrá á consumir sus capitales edificando en un terreno que m)
fiS suyo, cuando la presunción de la ley se halle pendiente sobre
fiw cabeza como la espada del tirano sobre la frente de Damocles*
Asi queda demostrado hasta la evidencia que la regla del Derecho
Jlomano, no solo está fundada en principios de justicia, sino lo
que es mas provechoso, que estirpa el mal por la raíz, evitando
los perjuicios en su origen; al paso que la regla adoptada por Ben*
tara es un incentivo, un aliciente, un cebo que conduce á ellos.
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—288—
Tercera nizon. La reparación de los dafk)s causados, de Im
esperanzas defraudadas tiene asimismo mas lugar, se resaelve fíleíi*
mente adoptando la antigua teoría. — Formas que Bentbam faajH'
asegurado con notoria equivocación que el derecho Komznolodaio^
io a una de las partes, mirando con indiferencia i la otra, eslD nó
és cierto: uno de los fundamentos dd derecho antiguo, es la coBipen-
¿ación, siempre que hay reconocida buena fe, y algunas veces, aua
cuando la hay mala.
I^to sentado, ¿cuál de los dos sistemas se presta mejora nim
indemnización casi completa? Indudablemente el primitivo. Si-»
guiendo el ejemplo anterior, «e puede levantar un edificio de igua*
les proporciones, gusto arquitectónico y distribución camoda j
agradable en el sitio diferente, porque bastan el trabajo y el ingnúo
del hombre para hacerlo; pero do siempre es fácil, muchas veces e»
imposible, adquirir un terreno que se halle con todas las ventajas
de posácton, localidad y comodidades qne reunía el osiapado
por imprudencia ó por malioia; y téngase presente que solo en el
caso de ser muy ventajoso, se edificará en terreno de otro. Pmt
manera que pudiendo haber reparación en casi todos los ea«M^
observada la teoría antigua, y siendo mas dificil conseguirla » se
adopta la moderna, también esta observación milita en favor déla
primera.
Cuarta. Es de todo punto indispensable que haya diferenciñ
6 matices á lo^ ojos de la ley entre el verdadero dueño y el posee^
dor de buena fé, diferencias ó matices que no pueden borrarse por la
consideración aislada del mayor valor que tenga el objeto unido, 6
áe! trabajo y el arte que han producido la modificación. El deredia
del dueño, es y debe ser mas respetable siempre que la creencia &
convicción del poseedor de buena fe, no solo porque la verdad eS
preferible al error, aun siendo involuntario, sino porque tuvo «na
existencia previa y la prioridad es también una raxon que no pueda
despreciarse en materia de derecho.
Quinta. Hablando del derecho de accesión en cuanto tieae le^
lacion con las cosas inmuebles, ha de añadirse que el teneao efc
muy susceptible de un aprecio solemne y respetable aficioa, d
cual no puede colocarse en los materiales de que se ha conalraidé
tma casa, y si se quiere sostener que en la casa puede haberle, di»
. temos todavía que aquel es mas antiguo, y que este ha nftcido dM»
pues, y ha nacido para contrariarle. '
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Sesta. Como todos los preceptos legales han de reducirse, lle-
gado el caso del choque y de disputa entre los particulares, á cues-.
tiones de procedimientos, á reglas de sustanciacion, á litigios; se
hace preciso tener muy en cuenta todas aquellas circunstancias que
facilitan y hacen espedita la aplicación de los preceptos de la ley, á
las contiendas suscitadas entre les intereses privados.
Ahora bien, las decisiones del Derecho Romano; si se escep*
^úa la accesión industrial, son de mas fácil aplicación en los tribuna-
les, las reglas antiguas son mas claras, menos sujetas á controver-
«ia, no tan ocasionadas al error.
Cuando se ha dicho, por ejemplo, omne quod soio inmdyicatuT
*eel inseritnry, soio cedit^ no hay ya motivo ni medio de vacilar en 1^
inteligencia del precepto. No sucede lo mismo con la regla de Ben^
tham, muy fija, muy sencilla en apariencia, pero en realidad muy
variada y complicada, siempre que se trata de valores^ y de valores
apreciables hay que recurrir á la tasación de peritos, y i a tasación
de peritos no es mas que un arbitraje, una cosa esencialmente va-
riable é inconMante, lo cual arrastra en pos de si la di6cultBd de la
probanta, esta dificultad, la de conocer y estimar la vertlad de los
hechos, y entrambas la mayor posibilidad ó cotitingencia de errar
«n el fallo judicial.
Véase como nada hay en el derecho que pueda desatenderse 6
despreciarse: véase, como siendo en último resultado todas las
cuestiones de legislación civil, cuestiones de procedimientos, hay
qtie evitar previsoramente esa cadena de males que arrostra en pos
de sí cualquier norma legal inconstante y movediza, á saber, la difi*
cuitad délas pruebas, el riesgo de una apreciación inexacta; y el
error consiguiente del fallo.
De tal manera convenia resolver, en nuestro concepto, est^
cuestión eminentemente práctica, como otras del mismo género
que abarca el Derecho civil. Era necesario desentrañar lo pasado,
traer á cuenta las legislaciones antiguas y modernas, recorrer to-
das las fases, hacerse cargo de todas las ventajas é inconvenientes
de una y otra hipótesi, y decidirse luego por aquella que, no bajo
una ú otra consideración, sino atendidas todas, y pesadas maduramen-
te, ofi^ce menos escollos y es de resolución mas fácil y hacedera.
La decisión del Derecho común y la opinión de Bentham tiene
por lo demás una esplicacion muy natural y que no puede ménog
de aceptarse.
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—590—
Los jurisconsultos Romanos al establecer su clocfrina fa tacía-^
ron en el molde de la sociedad en que vivian. La accesión relativaí
á las cosas inmuebles lleva el sello de la constitución aristocrática de
Roma; la accesión industrial se resiente de la mezquina existencia
que el arte y la industria alcanzaban por aquellos si¿^os.
Jeremias Bentham, al inventar su teoría fijó también su vista
en la sociedad donde nació. La Industria colosal de la Inglaterra^
las tendencias del siglo XIX, le llevaron demasiado lejos, y para
esto hubo otra razón que merece indicarse brevemente. Bentham
era un adversario pertinaz é irreconciliable del Derecho común, y
como nada hay mas semejante á la aristocracia romana que la aris-
tocracia inglesa, como la ley inglesa en su sanción y nplícacion e^
la misma ley romana, de aquí que sus esfuerzos eran terribles y de-
sesperados como los de un hombre que tiene que luchar con una
dificultad insuperable.
Con todo, la explicación de la teoría de Jeremías Bentham no
puede abonarla. Sise hubiera limitado á modificar la legislación an-
tigua conciliándola con las exigencias déla sociedad actual, como
lo ha hecho la legislación francesa en todo lo relativo á la parte in-
dustrial, hubiera Devado á cabo una obra mas digna de su celebri-
dad y su talento; pero escribió demasiada apasionada y reaccionaria
mente para contenerse dentro de los limites que le marcaba la razón.
Diremos sin embargo, para concluir, que en esta como en otras
materias, Bentham combatiendo el Derecho Romano, le ha hecho
el mayor de todos los servicios: antes de Bentham, el Derecho lio-
mano, se fundaba en la autoridad; después de Bentham, las pres-
rripciones del Derecho Romano se han confirmado por el racio-
cinio.
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—291—
ORDENES MILITARES RELIGIOSAS.
ORDEN DE MALTA, DE S. LÁZARO Y DEL TEMPLO.
No emprenderemos trazar aqui la historia de las órdenes reli-
giosas y militares establecidas en diferentes naciones, limitándonos
solo á las que se consideran pertenecer mas particularmente á Fran-
cia, aunque muchos estranjeros hagan parte de ellas.
En el año de 1099, Gerardo Martiguis, primer Rector de un
iospital fundado algunos años antes en Jerusalen, viendo enrique^
cido este establecimiento por la liberalidad de Godofredo de Boui-
llon, Generalísimo del ejército de los Cruzados, y por otros Sres.
á su ejemplo, se separó de los relijiosos de Santa María-Latina de
que dependía, y fundó una orden bajo el nombre de Hermanos del
Hospital de S. Juan de Jerusalen.
Su sucesor Raimundo Dupui, reconoció que las rentas de este
hospital escedían mucho al gasto necesario para la asistencia de los
enfermos y huéspedes, y concibió la idea de emplear el resto en ha-
cer la guerra á los infieles. Con este objeto dividió sus hospitalarios
en tres categorías: los caballeros ó nobles, para el servicio militar
y ptotejer á los peregrinos; los sacerdotes encargados del oficio di-r
vino y los hermanos sirvientes, los cuales no siendo nobles se agre-
gaban á los primeros, todos como ausiliares.
Después de la pérdida de Jerusalen se retiraron todos estos
relijiosos á San Juan de Acre y le defendieron valerosamente hasta
1230. Fuéronse á establecer entonces en la isla de Chipre, y des-
pués se apoderaron de la de Rodas, donde supieron sostenerse larr
go tiempo á pesar de los musulmanes; hasta que fué atacada por So-
liman con un poderoso ejército de trescientos mil hombres, contra
el cual se defendieron los caballeros por el espacio de seis meses.
Vencidos en fin, anduvieron errantes por algún tiempo, pero al cabo
el emperador Carlos V les dio la isla de Malta, que poseyeron hasta
el fin del siglo XVHI y de donde tomaron el nombre con que se
les designa en la historia moderna.
Para ser admitido en esta orden tenia el individuo que hacer
T. II. — 3G.
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—292—
Voto de castidad, y pruebas de cuatro grados de hobleía por am-
bas lineasi
Los caballeros llevaban en el hábito una cruz esmaltada de
blanco con cuatro brazos iguales que formaban ocho radios.
El antiguo vestido de la orden consistía en una dalmática y
una gran capa donde estaba cosida una cruz blanca.
El derecho de primogenitura que sacrificaba todos los hijos
de una familia al que tenia la fortuna de nacer primero, obligaba á
la mayor parte de los otros á entrar en las órdenes; y la de Malta,
cuya regla muy severa en los principios se habia ido relajando con
el tiempo hasta permitir á los caballeros el gozar de los placeres
del mundo, recojía en su seno multitud de jóvenes nobles.
Aunque los reglamentos prohibiesen el ingreso antes de los
diez y seis años, el abuso de las dispensas fué introduciéndose hasta
tal término, que no se contaba con el requisito de la edad.
Sin embargo los que hablan sido recibidos en la orden durante
su minoridad, no profesaban hasta los 25 años y acaecía que muchos
de ellos antes de llegar á esta época, bien fuese por la muerte de
sus hermanos primojénitos, ó bien por cualquier otra circunstancia,
eran dispensados de profesar, y volvían libremente al siglo. Así su-
cedió con el duque de Vendoma hijo natural de Enrique IV que
habiendo sido admitido muy joven caballero de Malta, recibió se-
guidamente la gran cruz de la orden, al parecer con la espectativa
de gran Priorato de Francia, lo que no llegó á verificarse, pues casó
después en 1609 con Francisca de Lorena, Duquesa de Mercscfur.
Los caballeros que querían optar á las diferentes dignidades
de la ór Jen, estaban en la obligación de hacer cuatro caravanas ó
campañas de seis meses cada una. Al principio salían á combatir
contra los infieles, llevaban sobre sus vestidos un sobre-todo ó ca-
saca roja en forma de dalmática adornada por delante y por detnpí
con una cruz blanca.
Por abuso se introdujo después la costumbre de llevar una
cruz esmaltada pendiente de una cinsa negra, costumbre que sub-
sistió hasta q>ie la revolución de 1791 acabó en Francia con todas
las corporaciones religiosas.
La orden de S. Lázaro fundada en Jerusalen en 1119 para
recibir, socorrer y proteger á los peregrinos que visitaban los San-
tos lugares, vino á establecerse en Francia bajo el reinado de Luis
el joven. Este monarca concedió á los caballeros de la orden la
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—293—
tierra de Boigni, cerca de Orleans, donde siguieron la regla de San
Agustin hasta 1607 en cuya época fueron reunidos por Enrique IV
á la orden de nuestra señora del Monte Carmelo que acababa de
fundar.
El distintivo de las órdenes de S. Lázaro y del Monte Car
meló era uita cruz de ocho puntas, esmaltada de encamado y ver"
de, y guarnecida de oro, pendiente de una cinta también encama-
da fija al ojal; y los comendadores la llevaban colgada del cuello.
Después se añadió una cruz verde bordada sobre el vestido ó sobre
la capa.
Nueve caballeros franceses que habian seguido á Godofredo
de Bouillon á la conquista de la Palestina, reunieron sus esfu«irzos
para protejer contra los ataques de los musulmanes á los nume-
rosos peregrinos que un zelo santo conducía de todas partes á
Jemsalen.
Bien pronto fué seguido su ejemplo de una tropa de guer-
reros jenerosos, y vióse entonces aparecer en los combates una
milicia que se ilustró por acciones distinguidas, y por la sincera
adhesión á la causa del santo Sepulcro. Tal fué el origen de
aquella orden famosa de los caballeros, del Templo, llamados tam-
bién soldados de Cristo, aprobada por el Concilio de Troyes en
1128. Veamos ahora como el mismo esplendor y prosperidad á
que en breve llegara, escitó la envidia, el temor de la codicia, que
fueron las causas de su destrucción, del suplicio de los principales
caballeros, y de la confiscación de sus bienes.
Por los años de 1147, durante los últimos reinado de Luis el
Grueso, fundaron los templarios un establecimiento en Paris. Es-
ta casa que en 1793 sirvió de prisión á Luis XVI, era el lugardonde
se reunían en capitulo los caballeros de Francia é Inglaterra.
La orden estaba dividida en gran numero de Priorados depen-
diente$ de las Comendadurías que reconocían la autoridad superior
de un Gran-Maestre.
El poder que daban á esta asociación á la vez militar y reli-
jiosa, su riqueza y el valor esperimentado de sus caballeros, la cons*
tituia una corporación independiente del Estado. No reconociendo
otra autoridad que la de la Santa Sede, no podían tomar parte para
favorecer á los reyes de Francia, sus soberanos, en las frecuentes
contiendas de estos y los papas. Muchas veces intervinieron también
en guerras que no tenían por objeto la relijion; y qo debe estrañarse
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—294—
por lo tanto que se aprovochnseii algunos desordene» particulares
para tratar de envolver la orden entera en una proscripción jeoeraK
En 1307 época en que ella habia subido á la cima de su es-
plendor; las rentas del reino se hallaban tan agotadas que Felipe el
Bello, que usara ya el medio desastroso de alterar las monedas,
viéndose forzado por los Estados jenerales á ofrecer r^tablecerles
el valor que tenian bajo Luis IX, no tuvo otro recurso que faltar
á su real palabra, y cometer nuevas alteraciones. Subleváronse con
este motivo diferentes provincias, entre otras la Normandia; y cada
dia mas estrechado por la estrema penuria de fondos, y precisados
á revocar sus disposiciones, se apropió primero los despojos de los
judios, y no tardó en echar luego los ojos sobre las riquezas de
los caballeros del Templo. Bien es que el colosal poder de ellos co-
menzaba á causar inquietud, y viéraseles durante la guerra entre
las casas de Anjou y de Aragón, que se disputaban el trono de
Italia, cometer algunos caballeros el error de tomar parte por la
«egunda, cuyo feliz suceso habían asegurado. Con tales anteceden*
tes fueron arrestados el 12 he Octubre de 1307, en Paris el Gran-
Maestre y una porción de caballeros, secuestradas sus riquezas»
ocupado por el rey el palacio, y ejecutados en la propia fecha
iguales arrestos en todas las Comendadurías de Francia.
Empero el pueblo, entonces influenciado enteramente del apa-
rato relijioso, no hubiera visto tal vez con buenos ojos semejante
proceder, justificado solo por la razón de Estado. La misma noble-
za hallábase dispuesta á favorecer á los despojados, si el Rey no se
diera prisa á conjurar la tempestad que amenazaba por el medio
inaudito de convocar á todos los habitantes de Paris, con el fin de
esplicarles los motivos de sus providencias, que no eran otros sino
una acusación de herejía y sacrilejio.
Varios inquisidores nombrados por el Rey tuvieron el encargo
de instruir el proceso, sin consultar á la corte de Roma, que no
tardó en despique, de suspender los poderes de los Obispos y de
los inquisidores. Pero la firmeza que desplegó el Rey, hubo de
obligar el Papa, detenido, por no decir prisionero, en Poitiers, á
desistir de su oposición.
Desde entonces persiguióse con encarnizamiento la orden del
Templo en toda la cristiandad, y obtúvose dolorosamente del Sobe-
íano Pontífice la orden de emplear el tormento para arrancar á los
lemplítrios algunas confesiones que impidiesen su justificación.
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•^295—
Muchos perecieron en medio del tormento, aunque muchos
mas les sostuvieron con valor; y los que coiao Santiago Molay^
Gran-Maestre depusieron en fuerza del dolor á voluntad de sus
verdugos, se retractaron luego con firmeza.
Multitud habían rematado ya en las hogueras: consumíase el
Gran— Maestre, en obscuro calabozo; mientras que el Santo Padre no
dejaba de reclamar el conocimiento de este asunto, cuyo juicio se
habia reservado. Cansado al fin, comisionó al obispo de Alba y dos'
Cardenales, los cuales condenaron á Santiago de Molay, y á otrog
tres jefes de la orden, á una prisión perpetua. Sin embargo, el Rey
insiraido que fué de la retractación de Molay, convocó su Consejo^
y sin atender la decisión de los comisarios del -Papa, le sentenció
á las llamas, y con él al ilustre caballero que habia imitado su.
ejemplo. Las dos víctimas fueron pues arrastradas á una pira que
la consumiera lentamente, para que tuviesen tiempo de implorar el
perdón, confesándose culpables. Su entereza no se desmintió por
eso y en tanto que el fuego devoraba su cuerpo inspirando horror y
piedad, no cesaron de protestar su inocencia, y la de la orden. La^r
cenizas de estos dos mártires fueron recojidas y (•x)nservadas como
reliquias.
Muchos historiadores dicen que el Gran-Maestre antes de eqpi*
rar, esclamó: clemente juez inicuo y cruel, yo te emplazo á que
comparezcas ante el tribunal divino dentro de cuarenta dias. Añá-
dese que habia emplazado también al Rey dentro del año. El Papa
y el Rey murieron en efecto en aquellos plazos. Para completar
esta historia estrafia y misteriosa, no pasaremos en olvido que
Enguermnd de Marigny, ministro de Felipe el Bello y uno de Ios-
mas encarnizados enemigos de los templarios, fué acusado de sor*
tilejio, condenado á muerte y ahorcado en el mjsmo patíbulo que
liabia hecho levantar.
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—296-
mm m u mMmk
La verdadera gloria es ^.1 patrimonio y mas eomunmente la
única recompensa del hombre de mérito que se ha distinguido por
grandes virtudes y acciones brillantes.
Esta gloria puede ser el efecto de la pasión, pero no es la pa-
sión misma, porque se puede adquirir mucha gloria sin haber sido
dirigido ó dominado por la esperanza de esta recompensa. Entonces
es cuando es mejor merecida.
Pero es necesario convenir en que esta pasión es un gran esti-
mulante y un poderoso resorte para hacernos llegar al apogeo de
la gloria; sin ella rara vez se alcanza.
El amar ó la pasión de h gloria, es un sentimiento vehemente
y sublime que nos lleva á hacemos dignos de la estimación de la
benevolencia y del reconocimiento de nuestros semejantes, por
grandes trabajos, por servicios hechos á la humanidad y por accio"
nes heroicas. Este sentimiento se halla siempre acompafiado de
ardiente deseo de vivir en la memoria de los hombres y de transmi*
tir su nombre á la posteridad.
Esta pasión nos eleva mas allá de nosotros mismos y nada
remos de grande y deseable, sino lo que pueda satisfacerla, ella
nos hace vencer y superar todos los obstáculos, todos los peligros»
6 mas bien desaparecen á la vista de la inmortalidad que nos
presenta.
La virtud debe siempre acompañar á la verdadera gloría, de
otro modo no sería ya sino un vano deseo de celebridad, que pueda
igualmente pertenecer á las acciones atrevidas y estraordinarias, aun
que malas en si mismas.
Esta pasión tiene su fiebre y su delirio, lo que es uno de sos
principales escollos, olvidamos enteramente y descuidamos toda
lo que no es ella, ultrajándola por adquirir un nombre famoso; y
siendo por lo común conocidos de todo el mundo, morimos sin
conocernos.
El que aspira á la gloria debe marchar constantemente en los
escarpados senderos del honor y sostenerlo hasta el último instante.
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—297—
Si se desmiente pierde en un solo dia los trabajos y sacrificios de
toda su vida.
Para la definición de esta pasión debe atenderse á que la ver
dadera gloria pertenece á todos aquellos que han hecho grande^
servicios á la humanidad. Los legisladores que aseguran la dicha de
los pueblos, los que hacen adelantar los progresos del espíritu hu-
mano, que han abierto nuevos caminos á las cié ncias y las artes,
que han enriquecido á los hombres con algunos descubrimientos ó
invenciones útiles, tienen derecho á pretenderla»
"Conviene, decía Plino, hacer cosas dignas de escribirse ó es-
cribir cosas de ser leidas." Los hombres, tarde ó temprano, apre-
cian lo que les es verdaderamente útil. Este reconocimiento es e^
que ha divinizado á Céres, Baco, Hércules, y á todos aquellos dio-
ses que pueblan el Olimpo.
El amor de la gloria y el amor de la patria pueden producir los
mismos efectos; pero con esta diferencia que el amor de la patria
puede sostenerse por si mismo sin considerar la gloria que le espe-
ra, mientras que el primero tiene siempre la gloria en perspectiva.
Hemos tenido fundamento para decir que el heroismo en el
íamor de la patria pertenece á todos los estados; pero no sucede lo
mismo respecto de la gloria, porque esta requiere alguna cosa mas
brillante y resplandeciente, en consideración á que abraza á todo el
género humano, y aun quizá el universo entero de quien ambiciona
el sufragio. El uno parece mas estrecho, el otro mas vasto, mas esten-
io. Por el común estas dos pasiones se reúnen, y se sostienen mu-
tuamente.
El heroismo de la gloria mas bien que el amor de la patria está
particularmente ligado á las virtudes guerreras, á los gefes, á los ge-
nerales de los ejércitos que llenan sus deberes con distinción.
Esta preferencia viene naturalmente del concurso y de la reu-
nión de cualidades sin número, que llegan á ser necesarias en laa
posiciones peligrosas é importantes de la carrera que han empren-
dido. Una penetración viva, una ojeada segura, una previsión sin
límites, la elevación, el ánimo y el atrevimiento dirijido por la pru-
dencia: el amor al orden, el rigor, la humanidad, la fecundidad de
los recursos, la prontitud en la ejecución, la firmeza en los desas-
tres, en los reveses y en las circunstancias mas desesperadas: tales
son los deberes inmensos de los que mandan, tales son las cualida-
des raras y numerosas que constituyen á los verdaderos generales»
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—298—
^*Y nos admiraremos de que la gloría de que se cnbren, despida ana
luz tan brillante?
El soldado que se distingue por acciones heroicas merece sm
duda laureles pero no sería justo que obtuviera la gloria de los ge-
nerales. Aun aquellos que mandan bajo sus órdenes, no pueden
aspirar á ella sino en proporción de los talentos, de las cualidades y
de las virtudes que hayan desenvuelto.
Mas abajo, y no lejos de la gloria, se halla la reputación, que
es ese rumor, ese murmurio lisonjero, esa aprobación unánime que
hemos merecido por la utilidad de nuestros talentos, por nuestra
conducta distinguida, por nuestro celo, constancia y firmeza en lle-
nar nuestros deberes. Este rumor no es tal que pueda forzar á la
fama á publicar nuestras acciones, y á que nuestros contemporáneos
se ocupen de nosotros, pero en caso de hablarse, estamos seguros
que no será sino con elojio.
L'A falsa gloi-iaj esa apariencia, ese brillo engañoso que nos
deslumhra, y fascina los ojos del estúpido vulgo, es opuesta á la
verdadera de la que está tan lejana como el vicio de la virtud.
Los mas viles resortes la hacen mover y no tiene su principio
sino en el interés, la ambición, la vanidad, y algunas veces en el
temor ó en la desesperación. Su audacia es indiscreta, su temeridad
inoportuna y todo lo sacrifica indistintamente á sus miras ambi-
ciosas.
hn falsa gloria usurpa por lo común, los derechos de la ver-
dadera; pero se desmiente con frecuencia, y cae y se degrada por
las mismas vias que habia tomado para elevarse. La verdadera vir-
tud desaprueba los elogios que se le hacen, trastorna los trofeos que
le ha levantado la lisonja, borra las inscripciones engañosas en el
momento mismo en que se les gral)a y la posteridad desinteresada,
imparcial, é inflecsible, destruye infaliblemente todos esos monu-
mentos de bajeza y de orgullo.
Se deben aprobar las señales, los testimonios de la gratitud
pública cuando son merecidos y aun llegan á ser nec^esarios para
servir de aguijón á la verdadera gloria. Todo lo que es útil á los
hombres exige su reconocimiento; pero los monumentos que lo re-
cuerdan no tienen valor alguno ciando no son elevados por las
manos de la verdad y de la virtud.
La falsa gloria del propio modo que la verdadera, está acom-
pañada de la fama, pero de una manera muy diversa. La una
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—299—
üeoe por precursores á lamentúa, ala astucia y la trs^aceria y at
destruye por si misma: la otra tiene por guias á la verdad y á la \irr
tud y se afinnacon el tiempo: su brillo es tanto mas vivo^ Cttaptip^
mayores han sido los esfuerzos para oscurecerla y sofocar su voz. Ea^
taa dos especies defama tienen rasgos de semejanza que los bacea
algunas veces dificiles de distinguir.
La falsa y la verdadera gloria tienen su origen en los tempera*
mentes biliosos, melancólicos ó que tienen de uno y otro y alguna*
veces del sanguíneo; pero no tienen el mismo origen moral. La uom
tiene por principio una ambición sin limites, un oi^llo on digni*
dad, una vanidad ridicula, ú otros motivos todavía mas viles y des*.
prciciables. La otra tiene por principio la grandeza, la elevación ddi
k>& sentimientos, el amor de los hombres, el deseo de servirlos, dit
serles útil y merecer su reconocimiento.
Para destruir la inclinación á la falsa gloria debemos empefiar*
DOS en quitarle su prestigio demostrando que traiciona tarde ó tem-
prano i sus sectarios y que acaba por conducirlos infaliblemente i
b vergüenza y á la infamia.
3LiX 3L^2^
£1 sol, origen aparente de la luz, ha sido objeto de la adora?
cton del hombre que por acatarlo se separó del culto del verdadero
Dios. ¿Cuáles hubieran sido los sentimientos de un sacerdote df
Mirtha, si se le hubiera dicho que con el tiempo Uegaria la ciencia
i analizar aquellos rayos que para él indicaban la presencia inme-
diata de la Divinidad? La ciencia moderna entre otras maravillas
ka conseguido hacer esto, y la investigación de las propiedades de
la luz, ha producido muchos y muy útiles resultados. Indicaremos
algunos de ellos que tienen relación con los colores. Se ha proba-
do por medio de esperimentos bien conocidos ya, que un rayo de
T. II.— 37.
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— soo—
Bte se compone de 6iete eoiores, encarnado, naranj^ílo^ aMrilky^
vt^rde, azdJ, porpurino y violeta. Estos colojes que sonprecMH'
Mente los mismos (¿ue se ven én el arco iris, se Haffifiit «OfiiaiiBieiH>
ttf -prismáticos ó primitivos porque cada uno de eMos pennaoeeiefft
éftí ¿rtteineion aun cuando se Íes haga pasar aishidamen^ por «a
segundo prisma. Sabido es que el blanco es k reunión de toÚMies^
tm e^bres asi como el negro indica la ausencia absoluta deselles;
yes^bien cotiücido el esperímento de la roeda por la -eued 1(»'«mé9
éóldres* primitivos combinados en ciertas propoicioned^íoniMai «I
crtor blanco? sin embargo convendrá tal vez repetir estas propon-
mnea. El color violeta debe ocupar ocheata grados; el aüt 0mm'
fttkiíA) el aKUl sesenta; el verde sesenta; el amarillo cuarenla y «cbé^jr
éf niíranjado veinte y siete; y el encarnado cuarenta ycímjo; Se
ban formado varias teorías para esplicar el fenómeno dek»s oo^
hjíes: .por el resultado de esperimentos se ha inferido queb^ par-
tietilas de que se compone la luz blanca vanan en la magiftitiMl
éettáo las paniculas del encarnado con respecto á las de violfil»en
proporción de 1,275 á 1253 cuyos dos colares forman los estmmos
del espectro prismático. Las partículas de todos los demás colores
son menores que las del encarnado, disminuyendo á medida que vaa
acercándose al violeta cuyas partículas son las mas pequeñas. Esto
manifiesta la causa de separar el prisma á un rayo de luz de siete
colores diferentes: aquellas cuyas partículas son mas tenues sufren
uaa refracción mas fuerte, esto es, se desvían mas de sü direccian
recta al entrar en el cristal que aquellos que las tienen mayores^ de
donde nace la separación de ellos; asi hallamos los rayos encama-
dos menos desviados de su dirección original que los otros; y los
violetas mas que ninguno de ellos, siendo la refracción de los io-
termedios proporcionada á su distancia de uno y otro estremo. La
diferencia de color en los cuerpos puede esplicarse por el mismo
prineipio: los poros de algunos de ellos son de tal natnraflezarqtte
íeflejan todos los rayos de luz que reciben, en la misma proporción
en qoe existen en el rayo solar; en cuyo caso estos cueif^os apareee-
rán blancos; otros no reflejan ninguno de los rayos y consigoioBte-
mente aparecen negros. Entre el blanco y el negití la variedad ée
colores es producida por la diferencia en la magnitud y arreglo ite
las fibras y poros de los cuerpos que transmiten ó reflejan la luz: «i
en la superficie del nácar es el arreglo fibroso el que hace «esta
sustancia Jcrtejor tan vistosos colores, y el conocimiento de esta
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—301—
<íi«ruli9tanem ha hceho que se cons^iga obtener i^ale« aparieiKá^ll
Bobre I» superficie bruñida del metal ó del v'iúm bamudo eB^eUB
míreos muy diminutos. Que los colores del Bácár 0on procUicídc^
por el arraglo mecánico de las fibras y no por oompo^cion-^iiíinif*
em, tfñ la afpetficie se prueba de este nw>do. Colóqliese ^nap^tquí^;
fin C93iiitidadde goma arábiga diluida entre ddslápmas de smcwt]
désfmes de* endurecida ó seca se le separará de ell^. y se-ve^Lqn^
pÉ«9ettta ya por rcñenion ó refracoioQ todo^loei vistofio^ccdoiea^
ná<sar m<«mo« ..i.
También se esplica la Tariedad de colares q<iede obimv» algyr
luifit ^iwois en el celaje por la diferencia que exiiite en la loagnitiid
d« lo€» rayos cke luz. Cuanto mayor es la cantidad de V9p<#r qii9.i9f|
haya suspendida entre el sol y el espectador, lautO' ma& refraetAdail
serán las poi^ulas menores en su descenso á latierra« Asif^rUf
matiafnas y por las tardes cuando el sol se halla cerca d^l, hf^^mUl
y 'tiene que disipar una gran cantidad de vapor antas de Ueg9r á QO^**
otix») 86 observan los vistosos grupos de nubes ana^rai^adas^.^W^
Tillas y encamadas ; siendo esto como queda dicho los rajyo$ ^e/S4$
componen de partículas mayores* Es un hecho digno . di?, potáis
en eorroboracion de esto mismo que bs buzos han observado smxK
pi»e el color rojo de los objetos debajo del agua.
El fenómeno de los colores contrastados 6 accidentajes deb^
«er fiímiliar á todos pero con particularidad á los artistas* Se esplica
4eeste modo. Cuando el ojo se dirije por cierto, tiempo hacia mi
mismo color, encarnado por ejemplo, es fuertemente afectada.ppr ql
la* retina, y su sensibilidad para la impresión de rayos mas débilc;'
éel oúsmo color queda por consiguiente momentáneamei^te des*
tvukia: suponed ahora que el ojo se fija en un objeto blanco; compo*
méndofse este de todos los colores, es la, retina inseosihle.á los ra-
yos encarnados que concurren á la formación de este blanpo y t^t
inie solo ía impresión de todos los cjemás cdmbinadoe. Est^s for-
nten verde, llamando por esta razón el cebr accidéntalo «ontrpih
ta*ite del encarnado. Los colones accidentales pueden heljarsepor
d sencillo esperimento ya muy conocido de las obleas de celore», o
bien por la rueda del que se ha hecho mención, dei modo iiguente-'
Si se quita uno de los colores oualquiera ó se pinta - de negro- la
rueda al ponerla en movimiento no presentará ya el color, blanco
como antes, sino el color accidental del que haya 5Ído suprimi-
do. También puede encontrarse el color accidental traíeaoda wa
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—302—
diámetro por d centro del arco del color omitido y el otro estremo
de dicho diámetro pasarán por el color accidental, y como los eoio^
fes pasan gradualmente de unos á otros produciendo asi tmainfini*
ta Taríedad de tintas aun en el espacio destinado i cada uno, lü-»
dio diámetro indicará exactamente el grado de dicho color acctckD-»
tal por egemplo, si fuese violeta el color dado, un diámetro trazaéo
por el centro de su arco pasará en su estremo opuesto i b«m 15
gradoff de la linea divisoria entre el verde y el amarillo, denoteido
asi- que el color accidental del violeta es un verde amarilkMO^ se»»
pecto á qne tiene mas parte de verde que de amarillo.
Algunos han reducido los colores primarios á tres^ eneamada,
Irzul y amarillo, porque todos los demás pueden componerse coa
estos y ocurren intermediadamente en el espectro prismático. Me*
fece atención que ninguno de estos tres simples colores aparece ja-
Iliás como el accidental de un color compuesto, al paso que el co*
lor contrastante de cualquiera de los tres citados se compone pre*
cSsamente de los otros dos: asi el color accidental del encamado
pfxe es el que se compone de azul y amarillo. £1 fenómeno de los
colores accidentales ó contrastantes indica la razón porque cuando
c4 ojo está fatigado de mirar á un color, encuentra mas descanso en
fijarse en el accidental de él que en ninguna otra tinta; y éste acón*
tecimiento puede ser de infinita utilidad en la aplicación práctica.
Los colores del reino vejetal asi como del animal parecen aer
ün secreto de la naturaleza; juega con ellos respecto á las flores de
un modo irreconciliable con cualquiera de las teorías estahieddas
hasta ahora: y como no apare(;e que haya de obtener el hombre re*
Bultados ventajosos del escrutinio ó investigación de sus leyesen éale
punto, aun suponiendo que las comprendiera, deberemos conten
tamos con solo admirar. Citaremos algunas de las anomalías mas
notables.
El crocus varia de naranjado y amarillo al color asu}, ptf#
nunca se acerca á una tinta encamada, mientras que k rosa es v-'
carnada, naranjada y amarilla, pero nunca azul. No ha podido een»
"Seguirse que el jacinto adquiera un color naranjado, ni el crisattti^
una tinta azul. La delia pasa por todas las variaciones imaginabhi^
^ color escepto el azul, cuyo color han procurado en vano iAAaamt
á costa de los mayores esfiíerzos botánicos mas eminentes dú ávtu
La transición de encamado á azul (no morado) es tal vez k oíasa
escasa: ocurre en el jacinto y en la hidrangea; pero la azulea que os*
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—303—
tenta todas las vistosas tintas de encarnado y amarillo no es nunca
azul. La colombina que recorre todas las gradaciones de color der.
de el morado fuerte á un lila muy bajo, es también naranjada pero
nunca roja* ^Quién ha visto jamás una malva real azul? Sin embar-
go ningún otro color le está negado á esta majestuosa flor. La ra^
ison del cambio y diversidad de colores en las flores es todavía un
secreto para nosotros. Contentémonos con los inmensos beneficios
que los descubrimientos en las ciencias proporcionan de dia en dia
¿la especie humana, y confiemos en que cuando el conocimiento
de ios secretos ahora ocultos de la naturaleza contribuya ^á la per-»
feceion de nuestro ser intelectual y moral, nos hallaremos dcytados
de un espíritu capaz de comprenderlos y apreciarlos.
DEL DR. D. JUAN VICENTE HOSCOSO.
Nació el Sr. D, Juan Vicente Moscoso, en la ciudad de Sto.
Domingo, capital de la parte española de aquella Isla, en 19 de Ju-
üio de 1 763, y fué hijo legítimo de D. Manuel Moscoso ydeD*
Rosa Carbajal, de familias decentes y distinguidas.
Hizo sus estudios en la Real y Pontificia Universidad del An-
gélico Dr. Santo Tomas de Aquino en el convento Imperial de pa-
dres predicadores de la misma ciudad, y obtúvolos grados de ba<^
diiller, licenciado y doctor en ambos derechos. Fué electo conci-
^rio, y nombrado catedrático de prima de derecho civil, la cual
¡sirvió hasta que obtuvo por oposición la de Instituta, que desempe-
Hó con aprovechamiento de la juventud, y á satisfacción del Rector^
así como diferentes comisiones de importancia que se confiaron i
sa celo é inteligencia.
Se recibió de abogado en la Real Audiencia y Chancillería de]
{)ropio distrito en 11 de Mayo de 1738 y ese superior Tribunal le
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—304—
nombró defensor de presos y encarcelado?, y á poco tiempo \q des-
tínó para auslliaren el despacho al felator, mereciendo á pesar de
su corta edad, ser nombrado Conjuez por el Sr. Presidente para di*
rimir dis(X)rdia en algunos negocios.
Cedida aquella parte de la Isla i la Francia en el tratado de
Basilea, emigró en ISOI con sus padres y hermanos á la ciudad de
Maracaiboj donde permaneció mas de do3 auos egerciendo la abo-
gacía con probidad, acierto y desinterés, según lo atestaron to-
das las autoridades, encomiando su ejcmplíir conducta pública, .y
privada.
Pasó á la villa de la Aguac|il)a en 1803, y allí se ocupó tam-
bién en el ejercicio de su profesión, y fué noipbrado Auditor de
Marina del distrito, destino que desenipeñó seis años sin sueldo a
satisfacción délos Sres. ComandanteSj y asi lo manifestaron, asegu-
rando lo mismo que las demás autoridades al buen comportamiento
que habia observifío.
Reconquistada la parte española de la Isla de Santo Domingo
por sus naturales, y restituida á los dominios de España, regresó á
la capital el Dr. Moscoso con su familia, despees de nueve años de
emigración, y desde esta época hasta el cambio político de 1821 se
consagró totalmente al servicio de su rey y da su patria,, cop el mas
generoso desprendimiento de sus intereses particulares, no habien-
do cargo municipal que no obtuviera, ni muestras del mas singular
aprecio que no le dispensaran las autoridades y el público.
En 1? de Abril de 1811 fué nombrado por el Sr. Gobernador
Político, Regidor interino, cuyo oficio ejerció un aQo y ocUo nxestaí^
funcionando parte de este tiempo de Síndico Procufaflor General, y
obteniendo graves comisiones, siendo una de ellas la de llevar )a
coiYespondencia con el Diputado á Cortea, sin perpibir el menor
estipendio, los cuales evacuó á entera satisfacción del cuerpo capi-
tular, que asi se lo demostró, dándole las mas expresivas gracias*
En bs años de 1813 y 1814, fué electo vocal de la Diputación Pro"
vincial, y Diputado á Cortes puplente. Abolida la constitución vol-
vió á ser nombrado Síndico y Regidor interino, cargos ,qji,e sirvió
hasta Noviembre de 1818 en que hizo renuncia, la cual le fué ad*
mitida por el Sr. Gobernador Políticq. Coa este motivo consideran-
do el Ilustre Ayuntamiento por el Dr. Moscoso tanto en.el desti-
no de Síndico, como en el de Regidor que había ejercido, se habia
comportado con honradez, celo, patriotismo y eficacia, dando prue-
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bíisffc su genio apaciMe, de su condición araáble y d¿laá virtu-
des que le caracterizaban, circunstancias que hacían sensible fll cuer-
po tóuttlcTpal su separación, acordó testificar estaá verdadéfe, á fin
de que el publico conociese cuanto estimaba el mérito de los serví*
dorfes de la patria, y recibiera aquel esta señal de la justicia de stH
procederes. Pero h corporación se hallaba demasiado persuadida
d¿i relevante mérito del Dr. Moscoso para dejar de darle otras
«ítiestraS mas positivas de su aprecio. En 1? de Enero de 18191a
¿tigi& Alcalde ordinario de primer voto, y sin embargo de haber ré^
tiíinciado con la modestia que le era característica, y por las mas
justas Causales; no lé fué admitida la renuncia, tomando posesión Jé
ln vara, que dese.npeñó con el tino y justificación que eríni
de esperarse. En los años de 1820 y 1821 volvió á ser nombrado
Diputado Provincial, siendo de notarse que desde la reconquistía Óñ
aquella parte de la Isla, y mientras duró el gobierno español no pa-
só un año siquiera, sin que estuviese ocupado con algún emplea
municipal; tan distinguido era el concepto que se tenia de sus lu-
ces y sobresalientes virtudes.
No por esto dejó de dedicarse á otros ramos del servicio publi-
có. Reinstalada en 1815 la Real y Pontificia Universidad, se le resti-
tuyó en la cátedra de Instituta civil que habia obtenido en propie-
díid á fines del siglo pasado, y continuó sus tareas en 1^ enseñanza
con grandes ventajas para la estudiosa juventud, hasta que cesó aquel
instituto Kterario, presentando diferentes actos de conclusiones p4*»
blicas en que resplandeció la sabiduría de tan profundo maestro.
Fué elegido Vice-Rector en 1817, y Rector en el siguiente, desti-
nos en que se manejó con la discreción y prudencia que t^nia tftn
acreditadas. '
En 12 de Mar^o de 1812 se le despachó título de aiesor de
los Reales cuerpos de Artillería é Ingenieros, y eseusado es decir
•que sirx'ió estos empleos con el zelo y rectitud acostumbra dós>
grangeáíídose la aceptación de los respectivos gefes y así \a átestA-
toñ los Sres. Comandantes, Coronel D. Joré Mas*só, y Tenientes
Coroneles D. Manuel de Hita, y D. Santiago Fortun.
Otros testimonios no menos honoríficos recibió de los Escmoé.
Sres. Capitanes Generales de esa parte de la isla. Teniente Gene-
ral D. Carlos de Urrutia, y Mariscal de campo D. Sebastian Kin-
delan, del lUmo. y Rrao. Sr. Arzobispo Dr. D. Pedro Valera y
del muy venerable Dean y Cabildo de aquella Santa Iglesia cate-
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clfiil. tu General Kioctelan asegura que el Dr. Moscoso era ob wch
geto ílígDo de la mayor recomendación por sus apreeiables coalí*
dades y por la conducta pública y privada que en todds tíempos
había observado, y que lo hizo acreedor al buen concepto que go**
mábñ^ constándole su honradez, probidad y desinterés^ de tal sueite
que siempre que ocurría algún impedimento al Sr. Auditor de gner^
ira Asesor General, confió á sus luces la consulta de cansas de todo
género que desempeñó muy á su satisfacción, sin que le obstasen
cualesqiriera inconvenientes que pudieran asistirle por los otros e»T
cargos que obtenia, tales como la enseñanza de )a juventud en ln
cátedra de jurisprudencia, cuyos deberes llenó eon toda la ezactí^
Uid, vigilancia y esmero que acreditaba el aprovechamiento de sw
alumnos. Y el Dlmo. y Reverendísimo Sr. Arzobispo Valera, admi-
nistrador que fué de este obispado de la Habana, ademas de testar
la buena conducta pública y privada de éste y bellas cualidades que
adornaban al Dr. Moscoso, por las que se habia hecho acieedoi i
la estimación de todo el público, añadió: ^'que en casi todas \m$
causas que exigían nombramiento de asesor lo prefirió^ prínoipatr
mente en las mas graves y arduas que desempeñó á su satisfacción.
Que le nombró Promotor fiscal y defensor de obras pías de la cu*
ría eclesiástica, cuyo ministerio ejerció con la prudencia, integridad
y pureza que lo caracterizaban. Que en todos tiempos manifestó m
adhesión al Gobierno, y que á pesar de su modestia, desinterés y
quebraras de salud habia obtenido empleos y oficios polítiooa j
académicos. Creemos no poder presentar testimonios mas respeta-
bles y fidedignos de cuanto llevamos dicho del Dr. Moscoso, sin
embaigo de ser todo publico y notorio de cuantos lo conodan*
Posesionada la llamada República de Haity de aquel teiftegn
rlo en 1822 el Dr. Moscoso fué nombrado juez del tribunal civil, j
no obstante carecer absolutamente de medios con q^e subsiat»(,
los que le hubiera proporcionado ese empleo, hizo renuncia de él,
y le fué admitida. Mas no permitiéndole su carácter laborioso pai^
manecer en inacción, estableció con la licencia necesaria, una daae
de lengua latina y retórica para ser útil de este modo á su país, ya
que su estado de pobreza le hacia imposible emigrar con su laaaíUa
como lo deseaba ardientemente por su amor á su Rey y adhoBM
al golÑemo español. Residió allí á su pesar, hasta que merced 4|a
generosa compasión del lUmo. Sr. Vsdera, pudo pasar á la pimiad
de Santiago de Cuba en el año de 1830, dec^iues de haber suínif»
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cüiéles persecuciones y vejámenes de los gobernantes de Haitjr
por su decisión por la causa de S. M.
Como aquel dignísimo Prelado fué tan conocido y venerado
en esta isla por sus notorias virtudes que lo bacian incapaz de fal-
tar á la verdad, no podemos menos que transcribir las mismas fra-
ses con que se esplica respecto de este amargo periodo de la vida
del hotóbre benemérito que es objeto de este articulo. "Que el Dr.
Mbscoso dice en documento que tenemos á la vista ha sido uno
dé los muy buenos españoles que han manifestado su amor y leal-
tad a! Rey nuestro Señor, Q. D. G., y su mayor adhesión á la na-
ción española, Sosteniendo con publicidad su opinión. en medio de
las mayores persecuciones que se hacian á todos los que se decla-
nfbftn eñ favor de la causa de S. M. que por este motivo no solo
ha sido niuy perseguido, sino que en el año de veinte y cuatro fué
j^ocesado, encarcelado y desterrado á los Cayos y Puerto-Prínci-
pe en donde estuvo desde Mayo hasta Diciembre del citado año,
jasando muchas aflicciones y trabajos, ademas de la ruina que es-
perimentó elh sus intereses, que lo redujo á un estado casi de men-
dicidad, en términos que á pesar de sus deseos de emigrar á vista
de que no cesaban ni las persecuciones, ni las vejaciones que le hi-
cieron sufrir en todos tiempos, no lo pudo verificar por su deplora-
ble situación y escase/ de proporciones hasta que Nos compadecido
de su triste situación, y por la mucha estimación que hacíamos de
su persona por su fidelidad á S. M!, su honradez y demás buenas
circunstancias que en él concurren, le facilitamos viage, trayéndolo
á nuestra costa con su pobre fiímiRa en el mismo buque en que
Regamos aquí acosados de la muhitud de desprecios hechgs en
nuestra dignidad, y sobre todo de los ultrages á la religión á su mi-
nistro y á la iglesia, sin poderio evitar, como ni tampoco consolar
á aquellos afligidos españoles."
En 14 de Setiembre del mismo año de 1830 en que llegó á
Cufba el Dr. Moscoso se hizo cargo de las cátedras de derecho ca-
líónico y civil en el Real Colegio Seminario en calidad de substitu-
to, siendo tan grande su esmero que sus discípulos manifestiiron
mucho aprovechamiento, no solo en la parte literaria, sino también
^n las buenas costumbres de que les dio el mas claro ejemplar con
su conducta irreprehensible. En estos términos se espresó el M. I.
Ayú'iitamiento de aquella ciudad en acta de 16 de Febrero de 1831
en la cual ©spuso el Sr. Gobernador su Presidente que como entre
r. II.— 38.
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—sos-
ias demostraciones mas enérgicas y patéticas conque el fiel Tecia-
darlo demostró su cordial júbilo en celebridad del nacimiento de
la Serenísima Sra. D^ María Isabel Luisa, hoy nuestra augusta so-
berana, han sido los dos actos de conclusiones públicas en derecho
civil y canónico, los que habían sido tan gratos, asi por lo grandio-
so del objeto, como por su plausible desempeño en el que el maes-
tro doctor Moscoso manifestó sus profundos conocimientos y sus
discípulos su esmerada aplicación, proponía se diese á dichos aetot
el distinguido lugar que merece en la cuenta y descripción que ha-
ya de darse á S. M. de las fiestas públicas; y asi se acordó* Fi Dr»
Moscoso continuó en el servicio de estas cate deas hasta su falleci-
miento que acaeció en 28 de Setiembre de 1837,
Pérdida muy sensible fué esta para las ciencias. El Dr« Mos-
coso reunia á un talento despejado y perspicaz cierta rectitud da
juicio poco común y una incansable dedicación á la lectura que ea
mucha parte contribuyó al quebranto continuo de su salad; j sqn
conocimientos en la jurisprudencia eran vastísimos. La enseñanxa
era para él un delicioso recreo, y tenia un don particular paia incli»
nar lajaventud al estudio. Cuando tomaba la palabra para esplicar
un párrafo de la instituta, ó los comentarios del ilustre Amoldo
Vinnio no em posible ásus discípulos rehusarle la atención, porque
nos la arrebataban la lógica y'claridad de sus esplicaciones, y la sabi-
duría de sus doctrinas. Asombrábanos ver cuanto habia profundiza*
do en la intrincada ciencia de las leyes del Pueblo Rey, y lo versado
que se hallaba en los eternos oráculos, como titulaba el Emperadoc
Justiniano sus grandiosos códigos. £n la jurisprudencia canónica y
patri| estaba también muy instruido y era un escalente abogado»
resaltando en sus escritos la fuerza del raciocinio en medio de la
modestia y sencillez de su estilo. Sobre todo á sus consuhaa preádia
un tino particular para herir la dificultad y resolver oon acierto lai
Cuestiones mas arduas. Ilimitada era la confianza que tenían las au-
toridades y aun h^ mismas partes cuando la decisión de 9Ígáu ac«
g^o se sometía á las notorias luces y empááto distteraiÉBSttftd
de tan insigne profesor*
Bien se deja comprender por lo que se ha espuesto cual fué
su comportamiento público y privado* Sus costumbres desde sa
tierna edad fueron puras, su religiosidad ejem|>lar, su honradez
desprendimiento y demás virtudes políticas relevaates: era natui^lr
mente candoroso, manso, corte% y de condición .tan afioable q«e «•
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—309—
granjeaba el afecto de cuantos le trataban: compasivo con los des-
validos en cuya defensa empleó mucha parte del tiempo, lo mismo
i^ne en los destinos públicos, privándose de negocios lucrativos: fué
muy amante á sus padres y hermanos á quienes mantuvo constante-
mente á su abrigo con su trabajo: vivió y murió pobre; y sin embar
go hacia algunas limosnas cuando podia. Manifestó en sus prime-
ros a6os inclinación al estado eclesiástico, y aun recibió la prima
tonsura y obtuvo dimisorias; pero eran tan acendradas su modestia
y humildad, y le imponia tanto la magestad del sacerdocio, que no
aspiró á tan alta dignidad, no obstante haberle indicado repetidas
veces el Ulmo. Sr. Valera, que le daría colación de algunas cape-
llanías de la mitra, lo nombraría su Provisor, y lo recomendaría á
la piedad soberana por si tenia á bien presentarlo para una preben-
da en la catedral de Santo Domingo, si queria recibir las sagradas
órdenes. Las glorias mundanas ninguna influencia tenian en su
¿ora^n, pues ni pretendió jamás honores ni condecoraciones: ci-
frábanse todos sus afanes, en cumplir escrupulosamente los deberes
de un buen cristiano, en cuya observancia fué siempre exactísimo^
y los de buen español, fiel á su Rey y adicto á su patria; y lo que
roas le agradaba eralatranquilidao de su conciencia, el aprecio de
sus superiores y la consideración publica.
Xas recomendables cualidades y sobresalientes virtudes del
Dr. Moscoso no podían quedar en el olvido; y al trazar estas líneas
cumplimos gustosos un deber de justicia y de gratitud, presentan-
do un modelo digno de ser imitado y del respeto y estimación que
f iempre se tributa al verdadero mérito. — /. M. M.
PROTOCOLiACiaX
Be todas las disposloiones realM, administrativas y eoo-
aomioaa pi^bUoadtti de oficio en el o^es de MaxBo ül«»
tisio*
SALA CAPITULAR.
El Escmo. Sr. Presidente Gobernador superior civil, en oficio
de 18 de Febrero ultimo se sirvió comunicar al Esemo. Ayunta-
miento qué de conformidad con la consulta del Sr. Alcalde mayor
primero, y con objeto de evitar abusos por parte del rematador j
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Go6gIe
—310—
cobradores .del arbitrio municipal de puestos póblicos, habÍA dis-
puesto se publiquea por los Diarios de esta ciiidad los artículos del
del reglamento del asunto, relativos al modo y forma en que debe
verificarse su cobranza, cuya publicación se hiciese por el misma
Escmo. Ayuntamiento, quien acordó que asi se verificase, ea cabil-
do ordinario de 20 del citado mes, y el tenor de dichos artículos es
como sigue:
Art. V Pagará un real todas las semanas cada puesto de
verduras, carnes, frutas, dulce, pan, y de cualesquiera otros efec-
tos y comestibles que se sitúan para vender en las plazas, pla;suel9Sy
calles, portales, recintos del teatro y de la aduana antigua y sin dis-
tinción en cualquiera paraje del tránsito público de intray estramu-
ros hasta la esquina da Tejas, sin escepcion de hora ni tiempo.
Art. 2° Pagarán igualmente las arrias y caballos sueltos que
entren cargados en las plazas dA mercado, con destino á yeuder
aunque no descarguen en ellos ^1 respecto de un r^l por cada
bestia.
Art. 3^ Pagará asi mismo un real cj^da una de las volantes
de alquiler que concurran á los parages destinados á su tráfico; y
los ómnibus ó diligencias dos reales cada una.
Art. 4? Los lecheros que se lijan á vender en un sitio paiga-
, tin un real por cada caballo cargado. ♦
Art. 5^ Los vaqueros, pagarán también el puesto que ocu*
pcn al respecto de dos vacas por un real.
Art. 6^ Los puestos de madera y leña pagarán también, gra-
duándose entre el dueño y el contratista.
Art. T Se entenderá por un puesto, el terreno de dos varas
de frente y dos de fondo poco mas ó menos que es el que se
gradúa suficiente para colocar la carga de un caballo; mas si
en el mismo espacio 6 en menos del que corresponde á dos pues-
tos se pusiere la carga de dos caballos, pagará doble pensión, j á
poopoQcion en los demás casos.
' 'Art. .8* Si la carga de un caballo, carretón ó^ carretilla se dis-
tribuyere en diferentes puestos, pagará cada uno la misma pensión >
aunque ocupen menos cantidad de terreno.
Art. 9? Si de los artículos que hay en ún puesto, que han pa-
gado^ se pasan parte de ellos para vender en otro, que no io hajra
hisoho, pagará la misma pensión.
• Art. 10. IJna cabria, ápaesto de vaca ó ternera, ^tuado íue-
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—au-
pa, de lnB €8«Utes de los mercados, ^&;graduiii¿'eo dos varas . de U^
go, poco mas ó menos, y el ancho correspondiente para raaDejatie^
el operario, mas si ocupase tres varas, se graduará y pagará pordoa
p^festo». :
Art. 11. Los puestos de m^Qa^ se graduaráa por las varM
deterreiHi qite obupen al respecto de cuatro varas planas por eaUn
puesto, fán sugecioa al aúmero de bestias que en ellos se dea^
eapgHen.
Art 1^. Los de manzanas, cebollas y demás legumbres se
graduarán igualaaeote á dos varas de urente poco mas ó menos y «I
fondo, que le acomode, como no sea mas de otras dos- varas pava
que no e^orben el tránsito pero si ocuparen tres varas de frentei
pagaBán como dos puestos.
' Art. 13. Se esceptuan de pagar el arbitrio las arriáis y besi^
tias sueltas que andan vendiendo pof las calles con eondieion de
q«e no se üje» en un paraje para vender al público; pero si se de^
tienen en cualquiera plaza ó calle, esperando á que concurran oom"
pradores^ como sucede con los malogeros q«e vieaen de parte de
tarde, pagarán la propia pensión de un real por bestia, aunque no
echen la carga al suelo.-^Quedan también esceptuados los carreto-
lieM de alquiler con atención á la fagina que en beneficio público les
eBtá seaalada. — Tampoco se pagará por ol caballo en que va mon^
üid© el arriero, ni por el que hubiese descargado ó entrado sin car*
ga en loa mercados. — Quedan asimismo e&:eptuadas del pago, la»
oaeillasy pviestos de firme que tiene alquilados, ó arrendados la
cáudad, y sob lo verificarán en el evento de poner dé la parte de
afíiem algunos efectos para espender.
Art. 14. Los cobradores del arbitrio darán precisamente re-
cibo al que les pague, espresando la fecha y el parage; y asi como
los recibos de un puesto, no servirán de abono para otro, tampoco a«
volverá á cobrar en uno, mientras que no se haya cumplido la su-»
ma pagada, aunque el tenedor del recibo sea diferente sugeto.
Lo que se hace notorio para la general inteligencia. Habana y
Afarso 3 de 1846. — Francisco de Castro,
Sacretafia del Gahiemo Superior civil de la Isla de Cuia.^^I^
£somo. &« Gobernador Capitaa (jreneral, ha dispuesto á instancia
de lo» sefiones: Coroneles D. Manuel Pastor y D. Antonio Parejo»
^ue se pnbKque en tres números ooAseouti^s del Diario la coi^^
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—312—
ta y remate para la «oastrueciein de la puerta de San Jes6 j dársroa
para depósito de maderas, que celebraron en los térmÚM» si-
guientes: 1
^^£q la siempre fidelísima ciudad de la Habana en treintede Ju-
lio de mil ochocientos cuarenta y cinco aflos, estando bajo los poT*
tales de la casa de Grobiemo con asistencia del Dr. D. Vicente Oses,
comisionado para estas diligencias de remate, se procedió pormt»dío
del moreno Teodoro Rodriguez, que hizo las veces de pregonero, é
decir en altas é inteligibles voces por oofao mil seiscientos catorce
pesos se comprometen á construir la puerta; cuerpo de guardia,
resguardo y muelle por donde se han de introducir las ma<)eras de
particulares en la muralla de San José, dando de contado ht mitad de
dicha cantidad y el resto en tres meses s^ientes por terceras pw«
tes, ó dando el todo de contado si fuere necesario, obligándose i
las reparaciones que necesitan estas obras en lo sucesivo, deposi-
tando al efecto su importancia en la caja del Real cuerpo de Inge-
nieros con arreglo al presupuesto, que este • forme, percibiendo per
el desembolso que hacen dos reales por cada loza de cedro, un real
per tirante, medio real por pértigo u horcón j un peso por el ciento
de estacas ó ejes de canreta: si hay quien quiera mejorar postara
comparezca que se le admitirá, pues se ha de rematar en este día
en quien mas diere; en este acto se presentaron los señores ooronek^
D.Manu<il Pastor y D« Antonio Parejo y ofrecieron entregar les
ocho mil seiscientos catorce pesos en que se ha fijado el valor dt hi
puerta, cuerpo de guardia y resguardo por el Real cuerpo de iage*
nieros dando al contado la mitad y el resto en los tres meses m*
guientes por terceras partes y si fuere necesario lo darín todo de
contado; se obligan asi mismo á las reparsciones que ^n lo sucesivo
necesitaren estas obras, tanto en las rampas como en el cuerpo de
guardia y habitación del resguardo y sus dependencias por el pre-
supuesto que entonces forme el Real cuerpo de ingenieros i tnjt
caja entregarán su importancia para su ejecución, se obligan tatt-
bien á construir la estacada y muelle para la formación de la dárse-
na y descarga de madera menuda en los términos y formas sc^tah*
dos por la marina en la junta de Dirección aprpbada por el Escmo.
Sr. Comandante general de este Apostadero, quedando por consi*
guiente este punto como el único designado para el acopio y veotí
por mayor délas maderas del pais respecto al litoral de esta ciudad y
sus barrios estramuros, percibiendo por el desembolso que hacen y
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— ais-
las reparaciones que aobrevenga en liafiibiicas deiignadas, tíos rea-
les por cada toza de cedro, im real por tirante, medio real por pérti.-
go ú horcón y un ]ttso por ciento de ejes 6 estacas, todo con arreglo
á lo que consta en el espediente, y ateniéndose á un' derecho pro-
porcional en cualquiera otra clase de maderas que por ser raras no
86 han 9úK)tado. Y habiéndose procedido por medk) del prego-^
ñero á publicar por distintas ocasiones la proposición, j siendo las
dos de la tarde, dispuso el letrado de la comisión que s^ avivase
la voz del pregonero y que se apercibiera de remate diciendo en al-
tas Toces: por ocho mil setecientos catorce pesos se comprometen á
construir la puerta, cuerpo de guardia, y resguardo en la muralla
de San José, dando al contado la mitad y el resto en tres meses si-
guientes por terceras partes, y si fiiere necesario k> darán todo de
contado; se obligan asimismo á las reparacbñes qtie en lo sucesivo
necesitaren estas obras, tanto en las rampas como en el cuerpo de
guardia, habitacrou del resguardo y sus dependencias por el presu-^
puesto que entonces forme el Real cuerpo de ingenieros á cuya caja
entregarán su importancia para su egecucioñ; se obligan también
á eonstruir la estacada y muelle para la formación de la dársena
y- descarga de madera menuda en los términos y forma señalados
por la Marina en la junta de Dirección aprobada porelEscmo.
&* Comandante General del Apostadero, quedando por consi«
guíente este punto como el único designado para el acopio y venta
por mayor de las maderas del pais respecto al litoral de esta ciudad
y sus barrios eslsramuros, percibiendo por el desembolso que hacen
y las reparaciones que sobrevengan en las fabricas que van designa*'
das, 4os reales por cadatoesa de cedro, un real por tirante, medio
real pMgo u horcón y Un peso por el ciento de estacas 6 ejes de
carretas. Si hay quien quiera mejorar postura comparezca que sé
le admitirá, pues se ha de rematar en este dia en quien mas diere:
apercibo de remate á la una, á las dos, á las tercera y pues que no hay
quien diga ni quien quiera, que buena, que buena, que buena pro le
haga á los rematadores. Y estando presente el Escmo. Sr. D. Manuel
Pastor y el Sr. D. Antonlo'Juan Parejo, prestaron jurameat^coa ar-
reglo á derecho por el cual ofrecieron cumplir bien y fi^Unerite con
las condicioQes del remate por haberlo hecho por si segtin- le maní»
Testaron y iSirmaron para constancia con el letrado de la eonidoa
y por ante mi de que doy fé. — Dr. Oses. —Manuel Pastor.— Anto-
nio Parejo. Ante mí.— francisco de Casbro.
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—314—
•* •íuto.— Habana y Agosto 18 de 1845. — Vistos: se apnwba
cuanto h\ lugar en derecho al remate de la construcción de k obra
Heoesaria para la apertura de la nueva puerta pro#ptada en la mura-
lla de San José celebrado según y en los mismos términos que apa-
rece déla diligencia antecedente a favor del Ecsmo. Sr. D. Manuel
Pastor y del Sr. Coronel D. Antonio Parejo quienes en remunera-
ción de este desembolso y de los que hagan en las necesarias repara-
dones de dichas obras á que también se obligan podrán percibirlas
coo^ que se espresan por las piezas de maderas que se introduz-
can por aquel punto, único designado para su acopio y venta por
mayor interponiendo el Tribunal para la mayor validación y firmeza
del citado remate la autoridad judicial que ejerce en la mas bastan-
t3e forma, y facilítese á los rematadores á los fines que les conven-
gaUy si lo pidieren, á su costa testimonio de la referida diligencia y
áe este auto. — 0-DonnelL — Oses.— Francisco de Castro. — Es co-
pia.— J\&guei Maña Painagua.
Secretaría del Oobiemo Superior Civil de la Ma de Cvba,-—
Precedidas las formalidades dis[)uesta6 en la Real Cédula relativa
á inventos artísticos, ha tenido á bien el Escmo. Sr. Presidente
Gobernador y Capitán general, espedir la correspondiente por cinco
ft&os á D. Víctor Acosta,para el uso de una máquina que hainveu^
tado, pera moler madz y descascarar arroz, con mayores ventajas
de las obtenidas por otros medios en dicha operación: en concepto
de que esta gracia es y se entiende sin perjuicio de tercero, en el
caso de que este pruebe en los tribunales establecidos ser falsos ios
datos en que se apoyó el interesado para conseguirla: di^máendo
igualmente S. £. se anuncie al publica para su conocimiento. —
Habana 7 de Marzo de 1846. — M^uel Mafia Pamagtui.
/futida de las^ promodonesy nombramientos y otras gradas concedi-
das al Ejército, Milicias y demos dependeiidas de Guerra de es-
tá blay e)i la correspondencia redhida en el dia de ayer por el cor-
. -nso xmm. ^dela Empresa marítinxa, * *
Por Real orden de 6 de Diciembre del año próximo pasado,
«eha aecrído & M. dar colocación de Tenientes en la T^, 2? y 5-
jcompafiras dd regimiento de Lanceros del Rey, al teniente en si-
taackm de reemplazo en Navarra D. Tomas Soriano al que lo es
graduado de Capitán en la propia situación en Zaragoza I). Martin
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—315—
Maripe, y al de la misma clase'y grafdo* de Villa vlciósi D. Jeté An-l
tonio Amaté. Tambfense concede colocación de Afferea'en elints^
mo cuerpo al de esta clase graduado de tehiente D. Santiago <jon-
zalez del Yerro, todos en reemplazo de los oficiales subalternos qhe
pasaron á los regimientos de Milicias de caballería.
Por real orden de 4 de Enero del corriente año se prorolievér
á capitán de la V coimpañía del taismo cuerpo Lanceros ad 'Ayu-
dante mayt>r del 4? escuadrón D. Orencio Fontcuberta; para senrif
h plaza que este deja al teniente D. Antonio OaEStiIlo deLerin, y pa-
ra llenar la vacante de este éltimo empleo al teniente graduado al-
férez del precitado cuerpo D. Antonio Hódriguez. •
Por otra de la misma fecha se' promueve á comandantes doT
regimiento Milicias de Caballería de esta Plaza á lok capitanes del
mismo D.' Tomas Scítolóngo y Marques déRéalProclamadion, con-
ciediéndose igualsoente el empleó de capitán del propio cuerpo á
D. José María Herrera y Garro, á D. Manuel Esteva, á D. José Es-»
téva y á los subtenientes D. Francisco Velazquez, D. Manuel Mo-
lina, D. Tomas Máttio Cervantes y D, Pedro Morales de Armeiíte-
ros: los de subtenientes á D. Péli^í Herrera Báviiay'D. Jo^Ignácid
de Estenoz, y los de Porta-Estandailes al cadete á D.José Albo y áf
D. José Cadaval y Cfcacon. f
Por otra de 5 de Diciembre anterior, se concede el empleo de
primer Comandante de infantería alTeniente coronel D. Manuel
González Anleo, mayor comandante y Teniente Grobemador del
JSIanzanilIo, pero sin salir de la clase de retirado.
, Por otra de 18 del mismo, se concede la plaza facultativo dé!
Regimiento de Cuba á D. Faustino Arbe.
Por otr;j Je 24 los honores de Auditor de Guerra á D. Miguel
Ferrer y Martínez, abogado Je los Tribunales nacionales y Vecinii
de esta ciudad.
Por otra del 14 se nombra Gefe del ramo de Sanidad militar de
esta isla al Sr. D. Migikl Pinett, con el sueldo y consideraciones
que corresponden á este empleo.
Pbr Iteal Cédula de 17 dé Noviembre ultimo, se nombra Ca-
ballero con cruz y placa en la Real y militar orden de S. Herme-
wjttdoa! Coronel graduado D. José Gallego, primer Comandante
del regimiento de Cuba.
Por otras Reales Cédulas de la propia fecha se nombran CiAa-
lleí os de la misma orden al Caphaii del regimiento de Caotabria D.
T. II.— 39.
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—316—
JtH<nll9triii,fayi<k Leon.1>«>RiuQpnSaU)las'y al Teniente, vetenw
del regí mieiito-ilifanteria <h Milicias D. José Antoníp Vfdfl^rnuw*
íter itoi-de 80 ¿t Diciembre se coacede la cruz de epideniiaf
áJX JoséMaíiuel de Casas y D. Manuel de Jesús Fpncu^i^ti^ Mé-
dico cirujano el 1^ ddi 4^ lEscuadroniloral de Femando TfyY <d^
dttt Gtt^o de honrados obreros y bdUnberos de esta ciudad* f
/ Peor otra de 14 del ropetidO' Dilcíenibre bao fid9 no^nlirf^dp^
para eubrif los^^mpleoa de Tenientes veteranos vqcantes m^ los . J^
giif ¡entes de MUicias diáúpUn^di$ de CabaUeria: de est^ ciodn^ ji
cte U'de'Matansas i los individiioséigttieates procedentes det.q^r^
cito de la Península: D. Antonio María .Maby» D* Enrique Moi»*
Beé^ ^^wAiitonto Arenillas; D^rJosé Obejas^ D« Agustía Guarnecí,
DidPranciseo Martos, D. Agustín Viñals^ D. Manuel Díaz, J>t F^as-
eÍ0e# jéePb Vafeque^y D. Catnilo Btitísta y D. Francisco M?i|os« . ,
• • Por otitade 4 de Enero ante pr^xiuiio se concede mejora de
ret^éf^lTetiienteD. José Santos. > .. ' rt
f ' Y Fidálmente en otra Real orden de la misma fecba secóse
cede religo con arreglo al reglamento de 30 de Ootubre de 1616 al
Gaba]P-Isidró:HtviuS) Sargento! 1^ gradando José Basilio. Ariaa y
tanbor/Sebaátiáli Goniale:t. • * .«
Habana 11 de Marzo de 1846. --Pedro E9tékm^ 9ñC9eít9KW. t ]
f J.
Secretaría dd Qohiemú Superior Civil de la Isla de CSJhu^-^
£^ibj^^d€)fp encargado don Alfredo Eligió Sauvalle del destiii'ó de
Mampostor administrador de los bienes del hospital de San Lázaro
ftf^.^ff^ c^itali se afiuncia al público para los efectos conveoíeá-
J¿í(.— /H^tüiifta \^ d^ Marzo de 1846.^ JI%m€Í ^aría Pa^Uagüa.
i » i >^ J\fi)s4l*lleetor déla Real Umoersidai de la Habana^ . .
' ^ A'tódos los Doi^tores, graduados enla fbcuUad dejiniq^ni*
^^Cfá'^rf las Uni^rsidadesdel Reino, hacemos saben que en esta
fijéai ümvé^idad se hallan vacantes actualmente dos phieas 4e
Catedrático Supernumerario de la fistcultad de Juii^Miideneia san
dotadion fija, pero cuyo título habilita para optar á la propiedad y
^stiftucion de la Cátedras de la misma; y debiendo proveerse por
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—317—
S. M. h. Reina Niíéstra Señora, prévte oposición; y á propue^ia del
Escmo. Sr. Vice^Real paroteétor de esrte estafatefiíniento, ha-aeoí^
daáo él Claustro general, en uso de lasfacnhadeB qiue iseccujáieren
por el Pian general de Instrucción pública de esta ida i y áe lá de
Puerto Rico y Reglamento de énta Universidad, • convocar á to*
dois tos B^pn^ntes á las citadaB plazas, fijando él terminó ■ áe seis
meses improrogables, contados desde esta fecba, para<<yue'ios cant
didatos puedan presentamos las memorias de que habda el aiticulo
^M4y Id&delM^kadósPlan y Reglamento y hacer éonsteirlas
btdidftde^qun^se le9eiÉigenporel 143 del primem, qqe tüasladaimoa^
con los'bnteriore^yotrDsquese han estimado» pcirtinetites^ atpi^
del presente edicto el cual se leerá y fijará en esta Real Universidad
y én \itÁ dé Ift 'Península, é igualmente se. publicará a» taréb n&itieroa
eotoseoutiva^delos Diarios de esta Oapitcd y de lo» de ks D^psftai*
tMttlXM^'de Mu Isla f de la de Puerto-^Rioó^ A c\sy& fiii,''estendbpiet
Tenido que se determine la cuestión sobre la cual hayan de disertan km
oipositores en bs indicadas manoriasel 0)áiistn>g«iemilmaaJÍalado
kMaigttientes: - < ^ :•-.■... «.^.^ f
' Pirrarla prímempkii»r ;,.,.' .
Si en virtud de la ley 1^ del titulo 18 Kbvo 10 de fa RfcopilaT
doÉeii lós legados y fideicomisos^ tendrá ó «o bigar la< deducion
deM««iMaiiFfltcidiay TuebeliáBitia. [ ,
Para la segunda: '.....
' '8i consecuente á la ley 1? del título 30, Ubro 10 deila Norái*^
ma Recopilación, el cónyuge superstite, teaddí ó no ebligaciéé
de íeservar los bienes que adquiera por institución expireisa del hijo.
< Dado en esta Real Universidad de la Habana firmado, cop
nuestro nombre, atítoHeadó con el sello mayor de la misBKi^ y re*
firendfedcí por su infrascrito Secretario áonoede marzo'da hiil ocho-
cíiéntos cuarehta y seÍ9.->- José María VelazqueZy sccvetarifci' ^ - * t *
Artículos del plan de tnstruccion publica 9e las Islas de Cuba jf
* Puefio-IUcOy sobre oposicumes. ' ■ '
•' " "■ ' >;» • '' '..••- ■ .• — ■ ¡,-..' .; •
143. — Para ser admitido al concurso se exigirá dei8#tiifpít
itmiteá. ''.»!•- '."..; , ^
La i^lidad de español ó* haber obtenido caita de naturakzaelí
estos Reinos. * .i * . . .
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-318—
Et grado de Doctor ^n la respectiva facultad p<$. pualquiea
Univerridad 6 Colegio de Me<lic¡na y Ciriyia del Reino.
Un atestittio de moralidad y bueaa conducta dado por la Au-
toridad inunictpal.
Ser mayor de veinte y dos años.
Nofaaber sido condenado- a penas afliutivít» ó.. íafüu^afites, á
menos qnekubiese tenido habilitación. .
■144.--^Lo8 ejercicios coHisústiráa: ■ .. ,
l--r^En una disertación 6 roeemoria escrita (|Nse«et)tada sin Mío*'
biedel autor i|i^ eonstaci en pliego separado, y üellod^) Bobreel
puntb señalado por el Claustro : ^neral en los, «dictas; d&üOi^o*
caeioD« I
• fi?«— Eb un txámeii pt^ico- dei dos hor^¿oa4a^ aspirante sobre
npiopia iBíeraoria siempre que e«ta- halla ^donprobailitpoiipfi
jwfcSy aates de abrir el pliego que ddb« ^Attm^r ««l^oiphoe^d^I
autor.' . . ..,. ....
Las mtmoBM qti«A0inereo¡ere»4^probaei(Hi|rpe9q^tfieo^
la Secretaría de la Universidad a disposición da las ft^rsootisi^ifi
las hubiesen presentado, á quienes se devolvéváa ctsrr^dos los; plie-
gos yespéctlVofi^ en que conste el nombra del atiUff. • ^
.3?-*^Eii una €lsplk'9ciaiit publica de meái» hons i k| ipéü^i
sobre el punto que entre los de laiueAckistó íaoultiid haya^MUA»^
suerte al candidato una hora antes, durante cújrQ.itíettpo*pi|a|Mne-
cera ¡áconuiniüádo cnot la'BibKotecti^ dxmdd ae les ^umimiiliaién los
Iftiros y <Jkniás auálios que necesite. ;; **
' Conclmáo este ejercicio le harán los d^más opofiitofa^ por tien*
peque no baje de una hora, ni eseeda de tres Jas reflecoionet (pe
juKgven oportuRás sobre la materia que h^ya tratado^
-4"*— En un examen público de dosá tres boil^ sobre Iftdencia
ó facultad en general, y sobre la pedagogía ó métoKlo de enseS&OKS*
JDe h^ caiedralicos propietarios.
119. — El sueldo ^,,los catedráticos será^ proporciónala los
afios de servicio, según se consideren de entrada de ascenso ó de
térmuiet. « t r
120. — Serán de entrada todos los catedráticos que no Ue^it»
Joee aiios^e enseñanza, y disfrutará» el sueldo de mi peaos si lo
fueren de la Universidad y de seiscientos si del Colegio. • *
m
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—319— '
12L-^Se reputará de ascenso los Cattedrátlcos que lleven mas
de doce años y menos de veinte de enseñanza; y disfrutarán delsuelr
do de ñiil quihient<^ pesos los de la Universidad.
ArKctdos del reglamento.
167.— Concluido el término prefijado parala admisión de las
memorias, nombrará el Claustro general los seis individuos, de los
cuales han de sacarse por suerte los tres Jueces, conforme al arti-
culo 145 delplan.
158. — Dentro de un mes deberán dar estos censuradas las me-
morias, ron su informe motivado que se presentará al claustro parti-
cular para su aprobación.
159, — Obtenida esta, convocará el Rector á Claustro general
para í a apertu/a de los pliegos cerrados que acompañen á las me-
morias a{>robadas, y conocidos que sean los ajiitores, se les avisará,
si residiesen en la Isla, fijándoles el dia en que lian de empezar los
ejercicios que en ningún caso podrán diferirse mas de un mes. — Es
€opta.—/oíé Jifería Fíf/ozyueZj secretario.
wícMí^ríipQM (?fi7i^«¿|íi^ren^aí Jleafeí Tip^íreí.-xDeade el
diacJej^aSana cesará P. Antonio.Hu viross^ de s^f rari^ndadoi; del Rea|
€tepe(4u))fif alcabala de ^da qlas^ de ve^ntas de tie^ílas de -esta ciu*
da4,qiif4i<,uyéwlol^ü. Gaspar Villate por subrogívcion que fea tenido
á .bieif I jiprobar el £scmo. Sr. Superintendente gep^ral delegado de
fleal Hacienda de e^ Isla. Lp qu^ de orden de S. £. se i¡ioticia al
p^lico para general i|^elige|ic¡a. Habana 14 de Marzo de lo46. —
Del Val.
Secretaría del Real acuerdo de la Audiencia Pretorial de la
Habana, — Circular, --'EX Rea^Auerdo de esta Audiencia Pretorial,
se ha servido proveer el auto siguiente.
Auió. - ^*£nla ciudad déla Habanaá cinco de
m&rzo de rbil ochocientos cuarenta y seis, rourtv-
dos en Acuerdo ordinario de este 'dia los señores
del margen, habiéndose dado cnentarde eite espe*
diente promovido por el mimsterio Fiscal sobre
sí debian ó no omstir los curadores y Sindteos á
las confesiones de los reos menores ó ' esclavos,
acordaron; que en cumplimiento de lo prevenido
por las leyes en las causas criminales contra per-
Señores.
Decano, Regente
iateriiKx
Sanfe. .
Escorará.
OarboaeR.
Valenzuela.
Presentes, señores
Fiscales,
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—320—
0onás quesean menores dé edad, seto ndmbre curador qlrte^ista
i aquella paKe de las deelaraciones iiidagatórías y eonfirstoMk en
que se les encarga que numífieéte* la vérdad-ooeKa''de<tlo»beefaos
sobre que fueren preguntados y á )a lectufs^ y ratificación de las
miomas diligeaciaft. Si los reos fuesen esclavos, podrá d Sii^sJioo ba«
cei las veces d^ curador, pero previo nombráraiento y di^efmimen-
to como otro cualquiera a no ser que los dueños se 'jpreserí^aseQa
defenderlos, en cuyo caso serán estos los curadores y asistiraóila
primera parte de las declaraciones y confesiones, y á si| ratificación
en la fonjna prevenida anteriormente para las personas blancas. Que
•e publique y circule este auto á las justicias ordinarias ' del ter-
ritorio de esta Audiencia en la forma de estilo para su cump^ien-
to: y lo firmaron dichos Señores de que certifico.-r-Senores!-^Zar-
co,— ;7§anz.^ — Escosura. — D. Karaon Cárboneíl.— Váletóuda.—
presentes, Sres, Fiscales. — Regino Martin.— £s Cí^ia. — ISt ¡&c re-
tamo de Acuerdo.— ikWno Martin^
,..\ .
SecfetQría del ChbieMo Superior Cwü d¿' ta tsla éé ^ÍJfcfci.—
For Heal orden dé 10 de Enei*o íítíttio, Se lia dígrtádd S. M; 1*6*
ceder al lUmo. Sr. D. José Máriá Zamora ílegfetite ' db la'Rferfl Aw^
djénci'a'PretiHál deestíi dudad, los hotídres'de Mihsítrb ¿WTrifetí^
nal Supremo de'Guérrá y Marina:' lo que se "anulicia ál ]^6bUB¿é
ordfeV cl?1 ÍScnio; Sr.. Presidente|6t)l>elíiadof y CapitaA g^Hérti itóá
Tos eifectos consi^ienteá.^— Habária 20 de Marzo rfe 184B.— 'JB^»
Por Eoal.deditetd de 19 dé Diciembrie (Utiroo espedido pord
Minnteno de Hueienday ha tenido á biesn &.Mi ooscedér Jicmouél
de intendente «de provincia á D. José de y illanueva, ofieiid^ «egun-
éoét^hi admÍMstracáicm de AeAtas markimaa.iie ' esta plaza. . Y(R
orden del Esomo.^.Superan^eiiideQte genial d^ Real Haetenda»
8e''paillioeí para general céoocimiento. Habtoa 20 de Marzo de
1846. — Joaquin Campuzano.
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—321—
. . .1, , . t ■ ■ ■ i • ■
CfC^BIE^NO MII4T4R DE LA HABA^ÍA.
Bdqc¡fínielp$^jm^^idms^^ quienes j)or JReal orden d^ 24 deflnefá
y,ltimo se ha servido SI- M. conceder los empleos de qfíctales vacím-^
íesfn ios cuerpof ^infeaúeír^ ,det egirütode esUi hla^ que en Id
misma se espresan. ' ,
, Capit9n'giT^vtaf}o de con^dante /subinspector que fué del J^a-
tallon de pardos, D. José Mana Llórente, á Capital^ de la 3^ comr
peH^^díil RfígimieB^p fie ?^ñfi.
'Sujbtenieiite graduado de teniente del regimiento peninsular de
Cantabria, D. Ventura Blaché,á Tísniente de la 6' d^l de Isatet 2-
Jíl* id» d^l ^ PífTceloná^ D. I'abian Villanueva, á id. de la 2>
d^l mjsuK).
. Id. id. del ^e Estreni^\*ra num. 15, t). Rafael tíerona, á id*
de la 3? del de León. , ,
W. idr del d^ $pria núpa^ro 9, D. .Ciríaco Villanueva, i id Id-
diel de^arc^o^a.
, , |d. i4' 4?! ffc Afriqa núm. i^ D. José Buesa, á iJ* del cualro
de reemplazo.
, ^b^ni^jite del de 1? Reina núm. 2, D. José Albarran y Apa-
ricio, 4. ^^ ^^ '^*sn]^'^. , ,
Sargento l?del de Ñapóles, D, Juan Roland, á subteniente de
lafi^d^ll de Barcelona. ,, . . , ^
Ii}. jl^l d^ l?t Poipna, D. José Ravilero, a id.' de la 2^ del de la
jCorona.
.Id» .del mismo, D, J^ipn Cordero, á id. de la 6^ del de Ñapóles,
' Jd» de; U compañía de depósito del de León, D. Ramón Ma-
ría, á id, ,d? la 6* del de Tarragona.
• H- del de h Albuiera núm. 26, D. Franfcisco Parera, á id. de
Uli- dqKeííápoles. . ■ . . ;
.¡Solíjadp ¿ifstiuguido del de Valencia nüm. 23, D. Ricardo
AgtUrre,,iid. dp Ip de carabineros del de Barcelona.
Sangento 1- graduado de subteniente del de Aragón num. 2l,
D. Tomas de las Herfts^ á id- de la 2^ del de Cantabria,
Asimismo han sido dispensadas por S. M. las gracias si-
guientes.
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—822—
Por Real orden de 21 Enero último se concede el empleó de
comandante con mando de compañía en el regimiento de Miliciag
Dragones de Matanzas al Escmo. Sr. don José María "Catopos, con-
de de Sanlovenia.
Por otra de 28 del mismo se promueve al empleo efe coman-
dante mayor de caballería al que lo es graduado de la nifsma arma
don Federico Abadía, Ay undante de ICarapo del Éscmo. Si'. Capi-
tán general.
Por otra de la misma fecha se nombra capitán del regimiento
de Lanceros del Rey al que lo es del ejército dé la I*értíns(ífti don
José Remigio Traxler. ' *' , ' .
Por Real Cédula de K propia Teclra ¿e'homf)ra cabsillero de la
Real y militar orden de San Ilermensgildo al coronel residente
en esta isla don José Román Siichez. '
Por otras reales cédulas de 6 de diciembre ultimó, se cbnceJe
la propia condecoración á los capitanes del Regimiento de Barce-
lona D. Bernaté Maldagan y 1). Miguel Praf, y di teniente de la
Habana D. Vertin Mancebo.
Por Real orden de 13 íle Enero ante próxitno, Ée nombra te-
niente con d^stii\o al cujidro veterano de las Milicias de caballería
de esta Isla, aj capitán graduado del ejército Je la Península don
Francisco Ransfrenstrancb.
Por otra de 18 del mismo mes, se concede la crtiz de Milicia
I^acional movilizada ^1 porta-estandarte de los escuadrones Rufales
de Fernando T don Gerónimo Otero.
Por oitra de 1- dé Febrero último, se concede merced del Rá-
bito de la orden militar de Santiago al coronel retirado D. Af ^nuel
Arrate de Peralta.
Y finalmente por Reales órdenes de la antedicha fecha se con-
cede retiro con sujeción al Reglamento de 30 de Octubre de 1S16,
á los individuos de tropa del ejército de esta isla qiie á continua-
ción se espresan D. Diego Caballero, don Miguel Cortes, don Cle-
mente García, don Juan Martipez, don Francisco Alcázar, dcfñ
Manuel Regalo, Domingo García, Ramón Segura, feidm Esquinas,
i\gustin Manzano, J^orenzo Casulla, Manuel Reyes, Pfcdro Her-
nández y Tomas Biraes.
Habana 23 de Marzo de 1846. ^^Prrfro Esiebayiy secretario.
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—323—
REAL AUDIENCIA PRETORIAL.
Constituido el Superior Tribunal de esta Real Audiencia Pre-
torial en la Sala de Acuerdos bajo la presidencia del Escmo* &r.
Capitán general Gobernador superior civil, ha prestado el juramen-
to con las ceremonias de costumbre el Illmo. Sr. D. José Mana
Zamora y Coronado, nombrado Regente porS. M. de la misma Real
Audiencia; después de cuyo acto el nuero Illmo. Sr. Regente pro-
nuncio un discurso, que con ia mayor satisfacción y oomplaceDcia
ponemos á continuación.
SEÑORES:
Lo espinoso del cargo que acabo de jurar, y el grave peso
que impone el estricto cumplimiento de sus asignadas funciones me
hacen estr€Ínei:er. ¿A mis años ya causados de afanes públicos res-
tarán aun fuerzas para soportal* tanta responsabilidad? Alientan/ em-
pero el ánimo, de una parte la amplitud generosa de las medidas
administrativaSt con que el alto gobierno sigue l^brant^o la felici-
dad de todos los españoles ultramarinos, y su especial solicitud en
proveer á las necesidades y bienestar de los cubanos por medio dfí
la nueva organización dada á su Audiencia Pretorial, aumentando
las salas, ministros y dotaciones, y con las establecidas bases de ar-
reglo de Alcaldías mayores, y división de partidos, para formar en
la Isla un completo ordenado sbtema de tribunales. Y por otra, los
honrosos te-ítimoniosde enérgica decisión contra los aquejados desór;
denes del foroy que los fundadores de la Audiencia y demás seSor^
que han ocupado estas sillas desde Abril de 1839, á pesar de su re-
ducido número y de grandes dificultades, dejan consignados en
varios acuerdos de justicia, en la vencida ardua tarea de los arance-
les de costas, traida de tantos años atrás, y en el espediente gene-
pal elevado por consulta al Supremo Tribunal con los medios que se
estimaron oportunos á la reforma de los abusos forenses, y al logro
de enderezar los pasos judiciales por el recto camino. Es decir,
que ya trazado en mucha parte, y protegida ampliamente su con-
tinuación por la bondad del gobierno, incumbe ahora el deber nues-
tro secundar sus magnánimas intenciones con voluntad firme y sin
descanso, hasta dar cima á una obra de esa importancia, que obje-
to de la ansias del pais, y móvil esencial de la creación de esta Au-
T. II. — 40.
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— K4—
dienciá, hade producir resultados de bmensa utilidad. £d httve»
palabras pues, reduceee la augusta misioii, que aos fia la Reina N*
S^ primero: á distribuir en su Rl. nombre pronta y cumplidamente la
justicia civil y criminal; sei^undo, á cuidar de que se egecute por los
trámites mas sencillos y menos costosos, con que pennitan las le-
yes satisfacer esta necesidad ui^ntisima de los administrados; y
tercero á llenar esmeradamente los fines de cuerpos consultiros, de
que reviste á las antiguas Reales Audiencias Chancilleóas de I»*
días su vigente bien meditada legislación* Bajo los auspicios del
digno Presidatüe que rige los destinos de la Isla y con los magjbtra-
dos Íntegros y sabios á que hoy me cabe el honor deasociaiwe,.la
diñcil empresa que juntos acometemos, alcanzará (no hay que do-
darlo) sostenida por la Providencia divina, el auxilio eficaz del go-
bierno, y la constancia del común trabajo, su merecido ptóspero
suceso. Y á tan noble propósito, séamc lícito inculcar de paso»
aunque importe un sentimiento de que ninguno deja de estar poseí-
do, la obligación y conveniencia de guardia* unos «oo otros la tan
reencargada saludable armonía, é intacto el gran prestigio^ queco-
munica al Tribunal la observancia rigurosa del jurado secreta de
cuanto en él se trate, por manera que sea cual fuere la divergeiwia
de opinión al emitir cada uno su voto con la conciencia fraooayü'
bre que se debe, nada trascienda fuera de este recinto, y ánte&se
acaten los espedidos fiíllos y acuerdos como si fuesen re^p^estas
de oráculos, no sujetos á debilidadea de la misera condición huQia-
na. No es dudable tampoco la parte de activa cooperación, que al
cumplimiento de los beneficiosas planes del ramo dejusticia pres-
ten los Alcaldes mayores y jueces ordinarios del distrito, con el
exacto arreglo en la sustanciacion y resolución de los jiiicios de qoe
conozcan, y con la inñexible severidad en reprimir envegecidos
abusos; ni el interés de los ministros subalternos del Tribunal en
acreditarse siempre celosos del mas puntual desempeño de sus res-
pectivos deberes, para no ofrectr sino motivos frecuente* de pre-
ciarse su ¿gustada conducta. Por ese orden, y mediante las|pM-
tías de rígida probidad, fervor puro, y miras imparciales Ato<^
aplicadas al despacho corriente de los negocios, podrenaosafimr
la persuacion de los que fijan hoy sus miradas de cónsul eiK lo au-
torizado de nuestros destinos, de que si bien alguna ves se desli-
cen á Ui parte flaca de hombres errores involuntarios, no habrá res-
peto ni consideración capaz de hacer desviar un ápice 4e-ia 1
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-^325—
dd deber á minintros de S. M. revestidos de In real cotifianza para
eí alto encargó de proporciónat* á sus fieles subditos el mayor y mas
inapreciable goce social, el rivir pacíficos y seguros de ser ampara"
dos en su^ deíechos de justicia*
Ha prestado asimismo el juramento competente el Sr. D. Ana-
cleto Buelta, ministro t(»gado de la Real Audiencia Pretorial, nom-
brado por S. M.
83&etaña del Gobiemo Superíor Civü de la Isla de Cuba, —
Habiendo dispuesto la Superintendencia general delegada de Real
Hacienda, que desde el dia prinaero del próximo Abril se pague el
derecho de Manda pia forzosa por todo cadáver que se conduzca
al Cementerio general directamente de la casa mortuoria, á reserva
de justificar en forma en la misma Real Hacienda en el caso que
fiíére pobr^, que el entierro fué costeado de limosna, esceptuándo-
í?e de ese preciso pago los que se remitan por los carros del esta-
bl^imiento como está mandado y se acostumbra hacer con los
comprendidos en aquella clase, ha determinado el Escmo. Sr. Go-
behiador Superior Civil, por indicación del Escmo. Sr. gefe de
Reales Rentas en la Isla, que cese desde dicho dia la intervención
que hasta aqui han tenido los comisarios. y capitanes de barrio en
las papeletas de remisión de los cadáveres, en obedecimiento de la
orden inserta en el Diario del diez de Mayo último. — Y para que
llegue á noticia de todos y no ofrezca inconvenientes el nuevo ré-
gimen establecido, ha resuelto S. H se anuncie al público en tres
números consecutivos del mismo pei*iódico--Habana 27 de Marzo
de 1846. — Miguel María Paráagua.
REAL JUNTA DE FOMENTO.
Trapiclie de doble presión.
Acuerdo. — En sesión de la Junta de Fomento de Agricultura
y Comercio de 26 del corriente leido el oficio del Sr. coronel D. Jo-
sé Pizarro y Gardin, sobre los efectos del trapiche de doble presión
que ha instalado en su ingenio el Triángulo, se acordó imprimirlo
en el Diario de Gobiemo para que el público se instruya de los re-
sultados que manifiesta su señoría. — Leopoldo 0-DonneH. — «íw^o-
fdo María de Eecovedoj secretario.
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~326 —
Oícío.-Las importantes investigaciones héchaspor el Sr. D. hxsi
Luis jCasaseca y ofrenidi^s á la Real Junta de Fomento comosa ca-
tedrático de química, en su interesante memoria fecha enParis i25
de Setiembre de 1842, reñriéndose á la necesidad de mejorar en la
isla la fabricación del azúcar, 6 mas bien de introducir con este fio,
sistemas mucho menos espuestos á dificultades y de mas apuros y
prorechosos resultados, me acaberron de convencer respecto i nues-
tros trapiches de lapersuacion en que ya me hallaba de la grandíáma
pérdida de guarapo que en ellos se espcrimenta al esprtmir la caña,
ya sean movidos por bueyes, y tal vez mas cuando lo son pormáqui-
nas de vapor, puesto que en este último caso contribuye además i
dicha pérdida la violencia de las rotaciones.-r-Las esperiencias que
yo habia hecho al principiar la zafra del año de 1S42 y repetí en la
de 1843 moliendo ó sea esprimiendo el bagazo que saÜA dd trapi-
che y que publiqué en el Diario de la Habana de 6 de Eoero
del mismo afío, correspondieron exactamente á las que el dichoSr.
de Casaseca había ejecutado en los ingenios Alejandría, Econo-
mía, Coca y Holanda en trapiches de agua^ de vapor y de bueyes
respecto al producto de la caña; puesto que la mayor ctnttdad de
guarapo eslraido de la de cinta y blanca ó de 0-Taití coa un tiapi-
che movido por agua, no escedió de un 45 por 100, en tanto que
yo habiendo obtenido de caña sola de cinta 44 que os igfUalf adelan-
te por la segunda presión el producto en 18 por 100 mas e» esta
forma.
Primera presión. Segunda presión
Guarapo 44) ^f^ Ouarapo 18) ^^^
Bagazo 56 J ^^ Bagazo 38^ ^
Producto de las dos presiones.
Primera de la cana 44
Segunda del bagazo 18
Total producto 62
Mas por los inconvenientes de ejecutar la segunda operacioa
ya fuese en el mismo trapiche, ó bien en otro separado, tanto por la
pérdida de tiempo y gastos en el primer caso, como por estos rois-
raos gastos, aumento de cuidado y de brazos en el segundo, hube
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—327—
ñe desktlr de ella hasta tener un trapiche que efectuase solo la doble
presión, habiéndome para ello asegurado del aumento de producto
por la exactitud con que seguí mi prueba durante la zafra de, 1843
«A que adelanté, coa la operación de esprimir el bagazo, 2,544 pa-
nes á los que había hecho el año anterior con igual número de car-
retadas de caña, y esto con la desventaja de no moler el bagazo
en el cuarto de madrugada. — Llegado el trapiche á la conclusión
de ia zafra pasada, ratiñqué mi prueba con cailas qu^ reservé al
efecto; y no ob$taiit«¿ su mala calidad y su cortísimo rendimiento jt
€au«B« del £ital huracán qu'e arruinó en todos sentidos nuestros cam-
pos de caAa, comprobé sin embargo un adelanto de J de pan por
csurreUtda respecto á las medidas anteriormente; y este adelantp
hasta la condíusiaQ de mi prueba que la hice con 332 carretadas
de laseuaks 149 no podian estar en peor estado me produjo el au-
mento de un 18á20 p.g respecto, como he dicho, á lo molido ao.
tertormente. — Asegura el Sr. D» Luis de Casaseca en su ip^sm^ in^
teresanta memoria que el mejor trapiche de vapor no estrae de )a
caña mas de las | partes de su guarapo, quemándose en su bagazd
una eaorme cantidad de azúcar que no puede estraerse por defacto
de aquellos^ cantidad aun mayor que la que se pierde en su eocíi
miento por la acción del fuego en nuestros imperfectos trenes de
ekütoracion, á que se pueda añadir, ^^y por la impericia de nuestros
llamados maestro^ de azúcar:^' en fin todas mis pruebas me han
conñf mado en aquel aserto no habiendo podido sacar de h mqor
caña de 0-Taití y con un buen trapiche de vapor bien cerrado arri^
ba de 54 i 57 p.g , térmmo que dá las cinco novenas partes que
asegura el Sr. de Casaseca y que en lo general es nmcho menos. £(
trapiche de cuatro cilindros y doble e&cto que tengo en ejercicio
itá dando los siguientes resultados.
Caña de O-TaUi.
Guarapo 74 ) jS.
Bagazo 26 J 100
Caña cristalina.
Guarapo 67 ) JC.
Bagazo • • • • 33 J 100
Cafia de la cinta.
Guarapo 64 > £.
Bagazo 36 J 100
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—328—
Por ellos se ve un espeso de 18 p.g en !a primera; de 29 p.g
en la segunda; y de 17 p.g en la tercera, resp»?íto al rendiinienm
común de los ingenios comprobados por d Sr. Casaseca en el mes
de Abril de 1842 en los cuatro que dejo citados: y este aumento
de producto se debe á la perfección y iloble efecto del trapiche de
cuatro cilindros. Si las tres especies de cañas referidas, se hallasen
en igual proporción en todos los ingenios, ya se deja recoooeer mi
aumento de producto de 21 1 p.g ; pero abundando mas la de O-
Taítí, en la misma proporción acrecerá este producto. — Y estando
persuadido de que desdo que se empezaron á esprímir canas en los
ingenios de esta isla, ningún cambio se ha proyectado ni llevado
á efecto que mas ventajosos resultados y á menos costo pueda pro-
ducir á los propietarios: cambio que incuestionablemente ofrece un
aumento de mas de 20 p.g al producto que constituye la principal
riqueza agrícola y comercial de esta Isla y por consecuencia á
cuanto dependa de sus adelantos: he considerado que debía dirigir-
me por conducto de V. S. á la Real Junta de Fomento, acompa-
flando á la presente esplicacion y demostraciones una caja que 'con-
tiene 26 libras de bagazo producido hoy por cien libras de eaSa de
0-Taiti en el instante mismo que lo ha soltado el trapiche y táen li-
bras mas de las mismas 6 iguales cañas á las que k> han producido,
proponiéndome en ello los objetos siguientes:-^!- — Que sea noto-
rio d Beneficio que pueda producir la adopción del trapiche de
doblé efecto.— 2". — Que la Real Junta de Fomento, á quien S. M*
tiene confiado los adelantos que puedan hacerse en la agrictikura y
el comercio se sirva nombrar una comisión de hacendados para
qae vean moler el trapiche y examhien y comparen sus efectos, in-
formando eti consecuencia lo que juzgaren conveniente. — 3? —Que
la Real Junta reconozca por su mismo examen ocular el estado de
sequedad y. utilidad en que da el bagazo el trapiche de cuatro cilin-
dros, sirviéndose después encargar á su catedrático de química de
su examen y de la presión de cien libras de caña para su completo
convencimiento.-— 4? — Y por último que igualmente se sirva acor-
dar la publicación de este oficio, á cuya notoriedad me mueven los
adelantosy bien del pais. — Dios guarde á V. S. muchos años. In-
genio el Triángulo 20 de Marzo de 1846. — José Pizarro y Gardin.
— Sr. secretario de la Real Junta de Fomento.— Noia. — Me ha pa-
recido acompañar igualmente un paquete de bagazo tendido solo
por 24 horas, cuya sequedad con dia y medio de esposicion al sol
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—329—
y al aire, indica biea la que saca del trapiche.— Fecha ut sapra. —
José Pizarro y Gardin. — Habana 27 de Marzo da 1846.— Esí co-
pia.— A/UomoMaría d¿ Escovedo, secretario.
-— i^OOOOtl I Bi ■ I
CEMENTEMO GENERAL.
Relación obituarla de esta ciudad y suburbios en el mes
de marzo de 1846.
^t^ mm^ o lili MiP
' En Marzo se han enterrado, blancos 136
De color 177
TOTAL . ...4 313
Entre los primeros designamos los siguíejites cadávejfes .como
personas notables.
Dia 3. — D^ Dolores Nates, viuda, natural de esta ciudad, d^
81 años, vecina de la parroquia del Espíritu Santo.
Dia 7.— Di Altagracia Vallejo, casada, natural de esta, de 40
al!o«, vecina del Monserrate.
Id. — D. Federico Montalvo, soltero^ natural de esta, de 26
años, vecino de la parroquial de Guadalupe.
Dia 8. — Di Teresa Fernandez de Velazco, soltera, natural de
esta, de 70 años, vecina de la parroquial mayor.
Id. — D» Antonia de Jesús Dorca, casada, natural de esta,
de 32 años, vecina del Monserrate.
Dia 9. — D. Nicolás Toledo, soltero, natural de esta, cecino de
la parroquia del Espirita Santo.
Id. — Di Josefa Sánchez, viuda, de 56 años^ Vjecin» delMoifc*
serrate.
Dia 12. — D. Hermán Vigman, soltero,, natural tfe Alemanria^
^e 28 años, vecino de la parroqutat mayor.
Dia 13. — D, Pedro José Diaz, casado, natural de esta, vecino
de la parroquia de Guadalupe.
Id, — Di Maria Josefa González, viuda, natural de esta, de 41
años, vecina de la propia parroquia.
Dia 14. — D. Manuel Gironda, teniente retiracío de ejército e^h
sado, natural de S. Fernando, de 38 años, vecino de la auxiliar del
Monserrate. ^
Id. — Di Petrona de la Cruz Pérez Salomón, soltera, na^
de esta, deJ[^jañas,>:(^>-'H^ la auxilian delSto. Attgel.i¡i^*H
pado el,
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—330-
Dia 15.— D. Juan González, casado, vecino del Monserrate.
^Ha ocupado el nicho núm. 93.
Dia 17. — D' Viceotu Tapia, soltera, Datural de Santo Domin-
go, de 60 años, vecina de la parroquia de Guadalupe.
Dia 19. — D* Petrona Bernaza, vkda, natural de esta, vecina
de la auxiliar de Jefins María.
Dia 20. — D. Pedro Herrera, vindo nataral de Santander, de
54 años, vecino del Sto. Ángel.
icL — P^ María de Sosa y PerdouK), viuda, natunU de Cana-
rias, de 38 años, vecina de Guadalupe.
Dia 21. — D^ María de la Concepción Romo, soltera, natural
de Santiago, de 36 años, vecina de la auxiliar del Santo Cristo.
Dia 27.— D. José Furcia, natural de esta, casado, de 45 años, ■
vecino del Monserrate, fué sepultado en la bóveda de la archicofra-
dta del Santísimo de la parroquia del Espirita Santo, fuera de tramo.
Dia 28. — Di Dorotea Pérez, viuda de 89 años, vecina del Es-
píritu Santo, fué sepultada en bóveda de familia en primer tramo.
ídem,— D^ Juana de Dios Hernández y Caballero, solteTíi, ve-
cina del Espíritu Santo, fué sepultada en la bóveda del Real Colé*
po de escribanos, en sesudo tramo.
Dia 29. — D. Antonio Zapo y Martínez, natural da esta, de 18
años, vecina del Monserrate.
Id. — D. Antonio Isidoro blanco, párvolo, vecino del Moa-
6errate.{|í^Ha ocupado el nicho núm. 142, del coro de Angeles.
Dia 30. — D'^ María de la Concepción Calderón, natural de
esta, soltera, de 50 años, vecina de la Catedral, sepultada cb bóve-
da de familia, en primer tramo.
ídem.— Illmo. Sr. D. Prudencio Echavarria y 0-:Gavan, fiscal
togado cesante de los tribunales supreHK)s de justicia ^ India^ ve^
ciño del Santo Crii»to.3í$*Ha ocupado el nicho núm. 100»
ídem. — Sf. brigadier D. Martin Aróztegui y Herrera, vecino
de la OatedralQc^IIa ocupado el nicho núm. 97.
Resérvase para mas adelante un artículo espreso que mani-
fieste las virtudes del Sr. D. Martin Aróztegui; y el aprecio que me-
reció de todas las clases sociales. Preguntad i los pobres de la
ciudad, los menesterosos de los campos, dirán quien fué este be-
néfico compatriota.... El tiempo ha sido muy limitado para que ]a
redacción hubiese llenado su deber.
ídem. — D. José María Alfaro, vecino del Monserrate. Sepul-
tado en bóveda de primer trarno^
^ Dia 31. — D. José Coloma, natural de esta, de 70 años, vecino
¿te^ Jesús María.
V Id. — D' María de Jesús Fiallo, soltera, natural de esta, de 20
añovyecina de Jesús María.
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