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RAZÓN Y FE
TOMO XXV
RAZÓN Y FE
REVISTA MENSUAL
REDACTADA POR PADRES DE lA COMPAÑÍA DE JESÜS
CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA
ANO NOVENO ^^ TOMO XXV
SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 1909
Beatushomo, quem tu erudieris, Domine, ct
de lege tua docueris eum.
PS. XCIII, 12.
MADRID
¡(edacción: J/lárlires de jfilcalá, 8. — jfidministración: plaza de Santo domingo, Ik-*
e Apartado de corraos, 38t5. .
RESERVADOS LOS DERECHOS DE PROPIEDAD LITERARIA
riP
Est. tip. «Sucesores de Rivadeneyra». — Paseo de San Vicente, 20.— MADRID
jSlH PATRIA V 6IM FS!
m.
lENTRAS se estaba imprimiendo en Madrid nuestro último ar~
tículo (1), donde probamos que el odio á la Religión católica se junta, en
extranjeros y nacionales, con el odio á España, nación católica por su
mismo desenvolvimiento histórico; hemos asistido en Barcelona á una
espantosa confirmación y comentario práctico de nuestras asevera-
ciones.
¡Eterna ignominia para nuestros republicanos, anarquistas, anticleri-
cales, revolucionarios: nombres distintos que vienen á significar, en este
país, una misma cosa! En los momentos en que la patria concentraba en
jyielilla sus miradas y sus fuerzas, para defender, junto con el honor de
su pabellón, las esperanzas de su porvenir y las garantías de su sig-
nificación europea; en el mismo día en que nuestros hermanos teñían
una vez más con su sangre generosa, en el suelo africano, esa ban-
dera patria mil veces ensangrentada y nunca rendida: los hombres
sin patria y sin /e, los apóstatas de nuestra Religión y renegados de
nuestra historia, han vuelto contra el corazón mismo de nuestra patria
catalana y española sus armas parricidas, han profanado el noble solar
de Cataluña, y han cubierto de oprobio á Barcelona, ayer orgullo de
nuestra civilización, emporio de nuestro comercio, centro activo de
nuestra industria...; hoy teatro de asesinatos, desolaciones, incendios y
salvajadas, cuales no se habían producido en Europa ya ha cerca de
medio siglo, y ¡ante los que palidecen las profanaciones de la Setembrina
y las abominaciones de la Commune que oprimió á París más duramente
que el hierro de los prusianos!
¿Por qué vamos al África á combatir la salvaje ferocidad de los rí-
fenos, si tenemos en la más hermosa de nuestras ciudades levantinas ca-
bilas más feroces y mil veces más abominables y punibles? ¿Cómo nos
defenderemos del odio y violencia de los extranjeros, si llevamos en el
seno una víbora que atisba el instante propicio para clavarnos su en-
venenado diente en el corazón?
Desde este Colegio de San Ignacio, donde escribimos, hemos visto
surgir y extenderse sobre la vasta ciudad, coronada de ordinario con
los penachos de vapor de laboriosas fábricas, nubes funestas de humo,
producidas por el incendio de los templos de Dios, de los asilos de la
caridad y de la inocencia, de los establecimientos de educación y
enseñanza religiosa.
(1) Razón Y Fe, t. XXIV, pág. 466.
6 ¡SIN PATRIA Y SIN Fe!
Tres días mortales han fatigado nuestros ojos los rojizos fulgores
del incendio, mientras atormentaban los oídos y afligían el corazón las
repetidas descargas. ¡Se mataba villanamente en las calles de Barcelona á
los soldados de quien la patria espera la defensa de su honor, de su se-
guridad é independencia! (1).
1
La revolución se urdió en los conocidos centros, donde impunemente
se congregan á la luz del sol, y á ciencia y paciencia de las autoridades,
los hombres sin patria y sin fe; los que apellidan la libertad para matar
la facultad de hacer el bien; los que vitorean al ejército y disparan ale-
vosamente contra el soldado; los que erigen Casas del Pueblo para per-
vertir al pueblo y precipitarlo en el crimen y en la ruina.
Parece que se había celebrado una reunión previa,* y hecho un nume-
roso alistamiento de foragidos (20.000 dicen), y el lunes 26 de Julio, gru-
pos de ellos obligaron á suspender el trabajo de las fábricas, prohibieron
la circulación de carruajes, y acribillaron á balazos los tranvías, volcando
y destrozando varios de sus coches.
Entonces comenzó la vandálica faena de! espíritu destructor.
Los RR. PP. Escolapios tenían un colegio secular (2), bajo la advo-
cación de San Antonio, en el barrio del mismo nombre. Apenas hay en
España otro centro docente tan benemérito de las clases populares; pues,
situado en medio de una barriada pobre, en su mayor parte de trabaja-
dores y menestrales, daba gratuita educación é instrucción á millares de
hijos del pueblo.
Este colegio hubo de ser, no obstante, el primer blanco de la furia de
esos salvajes de la civilización, que pretenden difundir la peor de las
barbaries, presupuestando una cultura enemiga de la fe, y por ende, ene-
miga de la patria española.
En vano rechazaron los PP. Escolapios los primeros intentos de los
incendiarios y lograron extinguir el fuego; los bandidos sacrilegos repi-
tieron una y otra vez sus conatos, apoyados por las soeces turbas, hasta
que los religiosos se vieron obligados á abandonar aquella antigua mo-
rada de la piedad y el saber, para pasto de las llamas y el salvajismo.
El método seguido por los sicarios en casi todos los edificios reli-
giosos ha consistido en echar por delante grupos de mozalbetes, casi
niños (3), provistos de petróleo y otras materias inflamables. Estos gru-
(1) Escrito este artículo, casi mientras se desarrollaban tan lamentables acaecimien-
tos, adolece de lo iricompleto de la información de aquellos tristes días. Hoy, al corre-
gir las pruebas, la pintura nos resulta muy pálida, pero no tenemos ya tiempo ni alien-
tos para rehacerla (12 de Agosto).
(2) Se estaban disponiendo á celebrar su centenario.
(3) ¿Alumnos de las Escuelas Modernas? La enseñanza de éstas forma presunción
afirmativa. -■.■■■'.
¡SIN PATRIA Y SIN Fe! 7
pos, á quien álrigian prudentemente personas que no eran del pueblo ni
del país (pues algunos daban sus órdenes en buen castellano), estribaban
en el apoyo moral del populacho, que se agolpaba, recibiendo con
aplausos y rechiflas. cada uno de sus éxitos ó bestiales hazañas.
El colegio de los PP. Escolapios era un edificio vasto y sólido; por
lo, cual, mientras las llamas iban haciendo lentamente su obra destruc-
tora, los incendiarios y ladrones, acompañados de mujeres perdidas, en-
traban en los claustros y aposentos, y arrojaban para atizar el fuego los
libros, vestidos y muebles de los religiosos; y á cada objeto notable, sa-
crilegamente abrasado, la chusma brutal prorrumpía en alaridos y
aplausos.
¡No todo se ha perdido! Los defensores de la mora! neutra sacaron
el arca de caudales del colegio, y se repartieron públicamente su con-
tenido, como salario por la obra de cultura que estaban ejecutando. Tam-
poco faltaron mujercillas que solicitaban la posesión de algunos objetos
(colchones, mesas, ropas), y la obtenían de la magnanimidad de los eje-
cutores de aquella obra redentora.
Casi simultáneamente con el colegio de los PP. Escolapios, se vio
atacado el convento de !as monjas Jerónimos, situado al extremo de la
calle del Carmen, en la plaza del Padró. Dicha comunidad, conocida an-
tiguamente con el nombre popular de les Margaridoyes (las Margaritas),
alcanzó del Papa Sixto IV (1471-1484) un breve pontificio concedién-
doles vivieran como verdaderas religiosas con el hábito y regla de San
Jerónimo. Al principio habitaron en una casa adjunta á la capilla de San
Lázaro (entonces de Santa Margarita); la cual permutaron en 1484 con
el hospital de San Matías, cediendo á los leprosos su antiguo domi-
cilio.
El nuevo monasterio de las Jerónimas tenía, por consiguiente, más de
cuatro siglos de fecha, se hallaba enriquecido con inestimables monu-
mentos y recuerdos históricos, entre los cuales se contaban no pocos de
la permanencia en Barcelona de Nuestro Santo Padre Ignacio de Lo-
yola (1). ¡Había sobrevivido, pues, á tantas revoluciones y violencias
civiles y extranjeras; á los sitios, bombardeos é incendios que sufrió la
capital del Principado durante más de cuatro centurias; para sucumbir
en los comienzos del siglo XX, siglo de cultura sin Dios, de ilustración
sin fe, de altruismo sin caridad...; siglo de bellas palabras y denomina-
ciones, mas cuyos hechos eclipsan y disculpan las mayores atrocidades
de la barbarie!
Las monjas Jerónimas, pobres mujeres indefensas, han visto su mo-
nasterio incendiado; se han visto echadas á la calle, en una ciudad cuyas
nuevas vías desconocían, después de largos años de clausura; y cuyas
costumbres les eran todavía más desconocidas;- ¡porque ellas nacieron y
(1) Véase el libro de P. Creixell, San Ignacio en Barcelona, cap. IV.
8 ¡SIN PATRIA Y SIN FÉ!
pasaron su niñez en una Barcelona culta, pacífica y cristiana, y se ha-
llaban hoy lanzadas en medio de una orgía de caníbales!
' jPero no! Los caníbales y las razas más degradadas del mundo, si
clavan el diente en las carnes frescas de sus víctimas recién degolladas,
reverencian con sagrado horror los cadáveres que yacen en los sepulcros.
¡La hazaña de profanar los restos momificados de los difuntos, estaba re-
servada para nuestros modernos salvajes; los cuales han abierto las se-
piílturas de las religiosas, extraído los cuerpos secos y podridos, y pa-
seádolos en procesión macabra, con befas y escarnios que sólo pueden
nacer del sectarismo, cuando anida en cabezas preparadas por una incul-
tura de cafres!
En medio de esa embriaguez de pasiones bestiales y diabólicas, sólo
ha parecido quedar despierto el espíritu de los sectarios, para mezclar
con el insulto y la profanación las más burdas é inverosímiles ca-
lumnias.
Los profanadores de los sepulcros, ladrones é incendiarios, han pre-
tendido cubrir tan inauditas abominaciones con un pretexto de huma-
nidad absurda. Si pegaban fuego á los conventos; si echaban á la calle
desnudas á las religiosas; si les robaban de entre las manos las limosnas
de que vivían... ¡hacían todo eso en bien de las mismas religiosas, para
librarlas de los suplicios que en los mismos conventos padecían!
Se pondera (no sin alguna razón) la ignorancia de nuestro pueblo»
y para demostrarla, se exagera el número de los analfabetos. Para probar
la ignorancia y estupidez en que sume al mísero pueblo la maliciosa
seducción de los sectarios, basta saber que se ha encontrado quien crea
las patrañas que se han urdido sobre los tormentos monásticos, demos-
trados, según ellos, en los desenterrados cadáveres.
• Pasearon uno de éstos, atado con una soga y taladrado con grandes
clavos. Sólo que, las personas que no estaban ebrias, advirtieron que el
cadáver era muy antiguo y la soga y los clavos eran nuevos. Se pre-
tendió que las momias tiesas por su aridez eran de monjas emparedadas
en pie. Mas luego hizo notar alguien que estaba en su juicio, que la po-
sición inclinada de las cabezas daba evidente testimonio de haber es-
tado apoyadas en el féretro sobre una almohada.
Ha alcanzado singular celebridad, y ha sido visitada por millares de
personas, en el arruinado convento delasJerónimas,/¿7 cama del tormento,
donde se torturaba á aquellas desgraciadas, recientemente libertadas con-
tra su voluntad por los piadosos incendiarios y ladrones. La tal cama pa-
rece haber estado empotrada en el suelo, por haber sido destinada á una
pobre loca. Constaba de una especie de somier elemental, formado de
una plancha con orificios, por los cuales la fantasía delirante ó calum-
niante ha hecho pasar las llamas con que se tostaba á la monja sobre ella
espetada. Naturalmente, no hay rastro de fuego, ni cosa que lo valga (sino
el que han puesto en el monasterio los incendiarios); pero esto no im-
¡SIN PATRIA Y SIN Fe! 9
pide que muchos estólidos sectarios hayan hecho acto de fe sobre la
autenticidad de la cama del tormento.
Otras calumnias, todavía más inverosímiles, son de índole tal, que la
honestidad nos impide reproducirlas.
La profanación de los sepulcros continuó en el incendio del convento
de las Capuchinas, edificio humilde, modernamente construido en la
parte más exterior del ensanche. Sus religiosas fueron llevadas al
Hospital clínico, donde se las empleó en curar y servir á losnumerosos he-
ridos del paisanaje que allí se conducían. Y han estado aquellas
pobres monjas, privadas de su hogar, admirando á los médicos y
practicantes por la asiduidad y excelencia de su servicio como enfermeras;
pero admirando mucho más á todos los hombres reflexivos, al verlas
cuidar con caridad cristiana á los compañeros de los que incendiaron su
morada y profanaron y escarnecieron á sus hermanas difuntas; y por ven-
tura, cicatrizar las heridas del cuerpo, de algunos de aquellos mismos
que tan insanables heridas les infirieran á ellas en el alma.
Á este mismo género de cristiano heroísmo pertenece otro episodio,
que por esta causa pondremos aquí.
• Los PP. Franciscanos, que habitaban junto á una iglesia en cons-
trucción de la calle de Santaló, avisados del peligro, procuraron ponerse
en salvo.
El P. Guardián (P. Usó), como solícito superior, cuidó de enviar á sus
religiosos de dos en dos, saliendo el último con el P. Brugulat el martes
por la tarde, ambos vestidos con su sagrado hábito.
Á poco trecho se divisó un grupo de mozalbetes, que dispararon con-
tra ellos sus pistolas; y habiendo los Padres emprendido la fuga, á pocos
pasos, el P. Usó se sintió herido y llamó á su compañero, que le prece-
día, exclamando: «¡Padre! Me han muerto. ¡Pero yo íes perdono!*
Al volver la esquina hallaron una puerta abierta, y una buena mujer,
que les acogió y cerró, despistando á los perseguidores. Llevado después
por los de la Cruz Roja á una Casa de Socorro, falleció el P. Usó á las
cinco de la madrugada del miércoles, en brazos del P. Brugulat. Éste lo-
gró disfrazarse, y su primer cuidado fué ir á celebrar el santo sacrificio de
la Misa, para que Dios acogiera á la víctima y se apiadara de sus verdu-
gos y de nuestra pobre ciudad.
II
Pero no era precisamente contra las monjas y frailes, ni contra los
colegios ó conventos, contra quienes se dirigía la furia salvaje de los
incendiarios. ¡Todo lo que lleva el nombre de Dios y sirve para tributarle
el debido culto, ha sido igualmente odioso para ellos!
Por eso la tea incendiaria se ha cebado también en los templos parro-
10 ¡SIN PATRIA Y SIN Fe!
quiales, sin, arredrarse ante la antigüedad, ni respetar los tesoros de valor
artístico.
No hace mucho que Nakens (de quien nos han dicho estaba estos
días no lejos de Barcelona, en compañía de Ferrer, el famoso director y
colega de Morral en la Escuela Moderna) tuvo la imponderable sereni-
dad de dirigir una hoja al clero secular español, incitándole á luchar
contra el clero regular, y ofreciéndole, para semejante lucha ¡«el valor de
su invencible brazo»!
¡Al venir á los hechos, han demostrado los sectarios, cómo distinguen
entre uno y otro clero; pues, mientras pegaban fuego al colegio de los
PP. Escolapios, incendiaban los templos parroquiales, comenzando por
el de San Pablo del Campo, uno de los más insignes por su antigüedad,
y recientemente restaurado con muniñcencia y arte exquisito, dignos de
la Barcelona cristiana!
Esta iglesia, que fué de monjes Benedictinos, y se hallaba fuera de las
antiguas murallas (de donde le vino el sobrenombre del Campo), después
de varias vicisitudes y de los atropellos del año 1835, había sido con-
vertida en parroquia. ¡Era uno de nuestros templos románicos más anti-
guos y notables; y de hoy más será, con sus ruinas calcinadas, un testigo
elocuente de la índole de la cultura sin Dios, y de las simpatías de Na-
kens y comparsa hacia el clero parroquial!
El mismo día que la de San Pablo, era pasto de las llamas la parro-
quia de San Pedro, que fué en otro tiempo del monasterio de las Puel-las
(ó doncellas), fundado por el Conde de Barcelona, Suñer, en el siglo X.
Las religiosas de aquella antigua fundación han escapado al furor de los
incendiarios, gracias á haberse trasladado hace años á este hospitalario
pueblo de Sarria, donde escribimos.
Las parroquias de San Cugat (Cucufate), Santa Madrona, San Andrés,
del Clot; la antigua iglesia de la Ayuda (servida por PP. Capuchinos),
el antiguo y nobilísimo monasterio de Valldoncella, de monjas Bernardas,
verdadero archivo y museo de preciosos recuerdos; la hermosa iglesia
de las Adoratrices y otro gran número de templos del Señor, han^ sido
incendiados de la manera más aleve.
En casi todos estos templos y conventos, los salteadores juntaron
con el incendio los robos más escandalosos y las befas más sacrilegas de
los objetos del culto cristiano. Ha habido imágenes de la Virgen Santí-
sima arrojadas sacrilegamente á las hogueras. Crucifijos destrozados á
hachazos y quemados, y uno de ellos, de gran tamaño, plantaron en una
barricada, poniéndole por sombrero un vaso de inmundicia.
Al párroco de San Juan de Gracia le exigieron primero que entregara
todos los objetos y vasos preciosos, y luego quemaron su iglesia, De
yalldoncella y otros conventos, salían mujeres cargadas con cestos de
ropas y objetos de valor. Y ha sido una de las más repugnantes notas,
el desenfreno y crueldad mostrados por las mujerzuelas, las cuale? per-
¡SIN PATRIA Y SIN FE! U
seguían con los más abominables insultos á las religiosas fugitivas, di-
suadiendo á los vecinos piadosos que se mostraban dispuestos á hospe-
darlas, amenazándolos con incendiar sus moradas.
Ni los Hermanos Salesianos, que, siguiendo el ejemplo de Dom Bosco,
su fundador, recogen y educan á los niños abandonados, para hacer de
ellos artesanos de provecho; ni los Hermanos Maristas, que tan relevantes
servicios prestan á la educación é instrucción mercantil y técnica de los
hijos del pueblo; ni aun las mismas Hermanitas de los pobres, han hallado
gracia ante los facinerosos, que están deduciendo con fuego y sangre, en
las calles de Barcelona, las consecuencias prácticas de las coctrinas sos-
tenidas por los anticlericales en los Parlamentos y mítines, y uno y otro
día propaladas é inculcadas en el populacho por una prensa criminal.
Había en uno de nuestros barrios obreros (Poblé sec) un convento de
Hermanitas de la Asunción^ las cuales cuidan y sirven á los pobres
enfermos, acudiendo á las casas de ellos y ejerciendo en las mismas todos
los oficios de verdaderas madres y siervas, por puro amor de Dios y sin
admitir de sus favorecidos ni un vaso de agua. Con tales obras de cris-
tiano heroísmo habían logrado ablandar el corazón y atraerse las volun-
tades de muchos obreros, aun de los de cascara amarga. Pero no les ha
valido en el día del salvajismo, y han visto su morada invadida, robada
y entregada á las llamas (!)• Otro tanto ha cabido en suerte á las sa-
crificadas Siervas de María, que hace años perseveraban en su penoso
empleo de velar á los enfermos.
Un sacerdote, beneficiado de Santa Madrona, había reunido muchos
obreros, fundádoles un Círculo Católico, y les prestaba en él toda clase
de beneficios. En pago le han quemado el Círculo, su casa y cuanto
tenía y la parroquia donde poseía su beneficio, dejándole pobre de so-
lemnidad.
Idéntico pago han obtenido los esfuerzos de los congregantes de
María Inmaculada, que con una constancia y abnegación pasmosas
había fundado el Centro de San Pedro Claver. Escuelas gratuitas para
los hijos del pueblo, clases nocturnas y dominicales para los obreros,
salón para recreaciones populares; ¡todo ha sido objeto de la vandáHca
furia de nuestros progresivos civilizadores!
Ni la caridad, ni la abnegación, ni la inocencia, han sido parte para
detener á los salteadores é incendiarios. ¡Sólo se han detenido donde se
ha encarado valerosamente contra sus cobardes pechos el cañón de un
fusil!
Aunque el tumulto de las revoluciones es de suyo inmoral y aborre-
cible, todavía se hallan á veces en los hombres furiosos, perturbadores
(1) Como una religiosa echase en cara á los incendiarios su ingratitud y crueldad,
acabaron ellos por contestar: «que eran mandados y tenían que cumplir sus órde-
nes»... ¿Quién se las habrá dado?
12 ¡SIN PATRIA Y SIN FE!
del orden social, cualidades naturales que producen asombro, y templan
con la admiración estética del arrojo y la osadía, las repugnancias del
sentido moral. Pero en los caribes que han vejado á Barcelona estos
días, la cobardía y vileza han corrido parejas con la rabia salvaje y sacri-
lega maldad.
En la noche del martes 27 dirigiéronse numerosos grupos de sica-
rios á incendiar el Colegio del Sagrado Corazón, que la Compañía de
Jesús tiene en la calle de Caspe, entre las de Lauria y Claris. Apagaron
el alumbrado de la calle, y aproximáronse sigilosamente á ambas puer-
tas, procurando encenderlas con paja empapada en petróleo y por medio
de una bomba de materias inflamables. Pero esperábanlos dentro algu-
nos individuos de la Benemérita, acompañados de buen número de Con-
gregantes de María Inmaculada; de esos jóvenes admirables, de quien
bien podemos decir lo que San Bernardo de los primitivos caballeros del
Temple: que son corderos al tañido de la campana y leones al sonido de
la trompeta.
Certificados, pues, de que se estaba perpetrando un atentado incen-
diario, hicieron fuego sobre la vil canalla; y aunque no se sabe que co-
rriera la sangre, corrieron los pies de los asesinos con tanto ahinco, que
dejaron despejada la calle (1).
Á la noche siguiente volvieron al intento; pero traían ya tanto miedo
en el cuerpo, que no fué necesario disparar las armas, porque los ahu-
yentaron con unos cuantos estornudos.
Esta condición de los modernos sectarios, cuyas dos raíces son igno-
rancia y corrupción de costumbres, de las cuales puede brotar la cruel-
dad salvaje contra los débiles ó indefensos; pero no el valor y la sereni-
dad ante el peligro; debe aleccionarnos para lo porvenir á los católicos,
y generalmente á todos los que aman el orden, porque tienen algo que
perder en el desorden.
Si con un Gobierno como el que se halla en estos días al frente de
nuestro país, ha podido darse el caso de que una ciudad de más de medio
millón de habitantes no tuviera apenas millar y medio de hombres de
armas para su defensa; de suerte que la propiedad, las leyes, la religión
y la inocencia, se hallasen á merced de unas cuantas docenas de asesinos
cobardes; menester será que los hombres honrados piensen seriamente
en ponerse en defensa para repeler por sí mismos, cuando fuere necesa-
rio, la avilantez criminal de esos canallas sin patria y sin fe, empujados
y dirigidos por los corifeos del anticlericalismo.
Así lo hemos sentido prácticamente en esta ocasión, y así lo hemos
ejecutado en parte con el éxito más Usonjero.
(1) En San Andrés, solos ocho HH. Maristas, provistos de carabinas, detuvieron á
los salteadores dos días y dos noches. Al tercer día, creyendo que toda Barcelona, y
por ventura España, estaba en poder de los republicanos, abandonaron su Colegio»
que fué objeto del saqueo más vergonzoso.
¿SIN PATRIA Y SIN FE! 13
Ya hemos dicho cómo se libró de los incendiarios el Colegio d€l
Sagrado Corazón, el que más ganosos estaban de arrasar. En este pue-
blo de Sarria, sembrado de villas donde la población barcelonesa busca
el aire puro, que falta en verano en sus húmedas calles; y no menos
poblado de colegios y casas religiosas; al ver que la barbarie de los
incendiarios iba subiendo como una creciente marea; que iban siendo
acometidos é incendiados el Seminario y las Siervas de María de la calle
de la Universidad, los Frailes de la Granja, las Concepcionistas, las Mag-
dalenas, los Paúles y los Hermanos de la Doctrina Cristiana, de la carre-
tera de Sarria; y sobre todo, al ver ya envuelto en llamas el hermoso
Colegio de Loreto, se tomaron precauciones para la defensa (1).
Las religiosas, que en gran número habitan en estas amenas alturas,
(I) Para completar en alguna manera la nota de los edificios incendiados, inserta-
mos el siguiente recorte de La Vanguardia de 6 de Agosto de 1909:
«Los EDIFICIOS QUEMADOS.— He aqui un resumen de los edificios totalmente destruí-
dos durante los días 27 y 28 de Julio último:
«Iglesia de San Antonio Abad y colegio de las Escuelas Pías; iglesia parroquial de
San Pablo; convento é iglesia de San Vicente de Paúl; iglesia parroquial y convento
de las Jerónimas; convento de las Siervas de María; convento é iglesia de Religiosas
Arrepentidas; convento é iglesia de las Magdalenas; iglesia y residencia de los Misio-
neros del Sagrado Corazón; iglesia parroquial de San Pedro; convento de PP. Francis-
canos (Santaló); iglesia de San Cucufate; capilla de Marcús; Colegio de las Concepcio-
nistas; iglesia y convento de Capuchinos de Nuestra Señora de la Ayuda; iglesia de
los Agonizantes; iglesia parroquial de Santa Madrona; templo de Santa Madrona (an-
tiguo); convento de religiosas Cistercienses (Valdoncella); convento de Salesianas;
convento de la calle de La Granja; Colegio de Salesianos; Colegio de Hermanos de la
Doctrina Cristiana (calle de Tapiólas); convento de la plaza de Blasco de üaray
(colegio); convento-colegio del Remedio; convento de la calle de Blay; Centro Ca-
tólico de la calle de Tapiólas; iglesia parroquial de San Juan; convento de la calle
del Ángel; convento de la calle del Sol (Gracia); Colegio de los Hermanos de la
Doctrina Cristiana (Sarria); Colegio de Religiosas de Nuestra Señora de Loreto
(Sarria); Colegio de Religiosas del Niño Jesús; convento de Carmelitas (calle de San
Francisco); iglesia parroquial de San Andrés de Palomar; iglesia y Colegio de los Her-
manos Maristas (San Andrés); Colegio de monjas del paseo de Santa Eulalia; Co-
legio de Madres Escolapias; Asilo de monjas de la calle de Mallorca; Sociedad
Católica Obrera de San Pedro Claver; iglesia parroquial de Santa María del Taulat;
iglesia de la plaza del Clot; iglesia de San Pedro Pescador (barriada de Pekín); iglesia
de San Joaquín; Colegio de Hermanos Maristas (Guinardó); Colegio de monjas de
la Rambla (Horta); iglesia parroquial de Horta; iglesia y convento de la calle de Roger
de Flor. Total, 48.
»Los revolucionarios intentaron quemar, entre otros, los templos del Pino, Santa
María del Mar, San Francisco de Paula, Nuestra Señora de los Ángeles y la residencia
de los jesuítas de la calle de Caspe; pero no lo consiguieron.
»A1 Seminario intentaron varios asaltos, logrando quemar una de las puertas. El
edificio y la iglesia se salvaron del siniestro, así como el convento de Montesión^ gra-
cias á la oportuna llegada de las tropas.
»E1 convento llamado de las Arrepentidas también sufrió los ataques de las turbas,
pero á pesar de que fueron rociadas las puertas con petróleo y de que comenzaron á
arder, pudo sofocarse el fuego momentos después de iniciado.»
Í4 ¡SIN PATRIA Y SIN FE!
salieron de sus conventos y colegios, y repartiéronse por las casas del
pueblo; y lo propio hicieron parte de los religiosos, vistiéndose de pai-
sano muchos de ellos.
Por la tarde vino á aliviar nuestra ansiedad la llegada de una sección
de caballería. Cerró la noche, clara con la luna casi llena, y apacible en
extremo por la tranquilidad del aire, y hecha, al parecer, por Dios, para
convidar á los hombres al sosiego, á amarse unos á otros y gozar de
aquella apacibilidad de la Naturaleza, después de un día de fatiga y de
lucha.
Pero á la serenidad halagüeña del cielo contradecía la obstinación de
los malvados. Por todas partes la vasta llanura que se extiende hasta el
mar cubierta de edificios, se veía sembrada de incendios, cuya luz rojiza
en medio de la ciudad, obscura por la falta del alumbrado, contrastaba
con el hermoso halo de luz que la envuelve en las noches pacíficas.
Todavía acrecentó nuestro sobresalto un vivo fuego de fusilería enta-
blado por las tropas que nos custodiaban, por el lado del Colegio de las
Madres del Sagrado Corazón. ¡Y así transcurrió aquella noche funesta,
para dar lugar á un día todavía más triste!
En medio de estas tribulaciones y temores, aumentados por las exa-
geradas noticias que á cada hora de Barcelona se recibían, nos conso-
laba ver la resignación de tantos religiosos echados de sus celdas, y el
eminente ejemplo de caridad que ha dado este cristiano pueblo. ¡Que tal
es la inagotable fecundidad bienhechora del Cristianismo, que hace brotar
una flor de virtud al lado de cada espina de sufrimiento!
¿A qué ánimo versado en los Ejercicios espirituales de San Ignacio,
podía dejarse de ofrecer en tal ocasión aquella viva imagen que propone
el Santo en el ejercicio de las Dos Banderas? Allá abajo se extendía la
inmensa ciudad «como un gran campo de Babilonia», sumido en tinieblas
físicas, y todavía en más profundas tinieblas morales; y sobre ella, «en
una gran cátedra de fuego y humo», vomitado por los incendios, asen-
tábase «horrible y espantoso» el espíritu del mal.
Arriba, en los suaves declives de los montes, bajo un cielo puro y
placidísimamente iluminado por la luna llena, surgía el espíritu del Cris-
tianismo, inspirando los más hermosos actos de las virtudes evangélicas:
recogiendo al fugitivo, dando de comer al hambriento y de beber al
sediento; vistiendo con prestados trajes á los que había desnudado de
sus sagrados hábitos la furia de la revolución; y sobretodo, consolando,
alentando, y hasta esparciendo la alegría, que acompaña siempre á la
resignación y nace de la buena conciencia, en medio de los mayores
desastres.
Las Comunidades religiosas, Barcelona cristiana, la España católica
y la Iglesia toda, conservarán, en medio de la amargura de su corazón
lacerado, el dulce recuerdo y agradecimiento al vecindario de Sarria,
por los actos de Virtud de que ha hecho verdadero alarde.
¡SIN PATRIA Y SIN Fe! Í5
Ricos y pobres han andado como á porfía en generosidad y abnega-
ción, habiendo casa que acogió diez y hasta veinte religiosas ó religiosos,
reteniéndolos amorosa y casi celosamente, cuando otras invitaciones los
requerían á mejorar las circunstancias materiales de su alojamiento.
A los que echen en cara á Cataluña las salvajadas de las turbas incen-
diarias, no les podrá oponer otro mejor descargo que la hospitalaria
caridad de este cristiano pueblo, verdadero representante del espíritu y
tradición catalanes (1).
El domingo, 1.° de Agosto, estaban cerrados los templos de Barce-
lona, interrumpido en ella el público Sacrificio, como en otra desolada
Jerusalén.
En cambio, en Sarria, acudían los seglares y las religiosas dispersas
á oir misa y recibir la Sagrada Comunión en las iglesias y capillas de
este pueblo, refugio de la perseguida fe y depositario de las esperanzas
de un porvenir más halagüeño.
III
Resta ya que, levantando los ojos de los hechos concretos, reflexio-
nemos brevemente sobre sus causas y efectos inmediatos.
Acerca de las causaSy nos ahorran sus mismos autores el trabajo de
discurrir.
Parece éste uno de aquellos acertijos burlescos, que nos proponían
en nuestra niñez:— ¿Cuál es el árbol que produce peras y se llama peral?
¿Quiénes son los causantes de un incendio, que han estado predi-
cando é inculcando hace años, parte de los actuales representantes de
Barcelona en las Cámaras legislativas, y poseedores de más de la mi-
tad de los asientos en su Concejo municipal?
Ellos han excitado asiduamente al populacho, en sus discursos y en
sus periódicos, á quemar las iglesias y los conventos; ellos son los ada-
lides de esas mismas turbas de sicarios, que han incendiado ahora los
conventos y las iglesias. ¿Quién será, pues, el autor moral y el respon-
sable de esos incendios?
¿No son por ventura unos mismos los que con su voto electoral han
hecho á esos hombres diputados y concejales, y los que con su tea in-
cendiaria han puesto por obra el programa de esos politlcoSy como se
dice ahora, en lugar de llamarlos facinerosos y violadores de sepulcros?
Cotéjense las peroraciones y escritos de esos sectarios, con el catá-
logo de horrores perpetrados estos días en Barcelona, y no se hallará
más discrepancia sino faltar en la ejecución algunos de los artículos del
(1) No menores actos de cristiana caridad y fortaleza han ejercitado muchos cató-
licos en Barcelona, acogiendo á los religiosos en sus casas, á pesar de las amenazas
de l03 incendiarios. ¡Mientras llega el día de las divinas recompensas, á todos envia-
mos desde estas páginas la expresión d€ nuestro más vivo agradecimiento!
16 ¡SIN PATRIA Y SIN Fe!
proyecto (1). A pesar de lo cual, mientras los ejecutores han sido acribi-
llados á balazos, y se ven ahora aprisionados en número crecido, tal vez
para ser luego justísimamente ejecutados, los verdaderos autores del
crimen; los que han dirigido á su perpetración esos instrumentos semi-
inconscientes, permanecen impunes, y se ampararán mañana con su par-
lamentaria inmunidad, para continuar esgrimiendo la espada de dos
filos de su propaganda impía é inmoral, hiriendo con un filo á la Reli-
gión, y asesinando con el otro á la patria.
Hace años que Pérez Galdós formuló ese programa, y excitó pública-
mente á los incendios que hoy nos afligen, y nos deshonran á los ojos
del mundo civilizado. En su Electra se dice: «Hay que pegar fuego á esta
casa.» (2) Hoy se ha pegado fuego á esas casas. ¿Quién es el incitador de
tales crímenes? ¡Vergüenza da confesarlo! Ese hombre ha sido celebracjo
por gran parte de las personas que se tienen por amigos del orden y
hasta por cristianos; su obra, literariamente soporífera, se ha paseado por
todas nuestras ciudades como un símbolo de las aspiraciones del partido
liberal. Lo cual no impedirá que una buena parte del partido liberal abo-
mine de las salvajadas de Barcelona, y se rasgue las vestiduras con
farisaica indignación, sin perjuicio de continuar glorificando á Galdós
y su obra nefanda, que es una de las chispas que han producido este in-
cendio criminal y sacrilego.
Lerroux, la hechura del partido liberal sagastino en Barcelona— el
adalid de la unidad de la Patria (¡oh sarcasmo!)— contra el separatismo
de los catalanes, ha dicho en todos los tonos, que haría arder á Barce-
lona por sus cuatro costados. ¡Y poco antes de que sus partidarios
pusieran por obra ese número de su programa, el Gobierno español de-
cretaba una amnistía, para que pudiese ir al Congreso ese hombre vio-
lento, á representar— investido de la inmunidad parlamentaria— las aspi-
raciones de esas turbas de foragidos que le han hecho el Emperador
del Paralelo (3).
Estos son hechos públicos, indiscutibles.
También se ha asegurado estos días, que en cierta reunión de per-
sonas influyentes, encaminada á restablecer el orden, un prohombre de
la pandilla lerrouxista se comprometió á volver á Barcelona la tranqui-
lidad, bajo determinadas condiciones.— Luego ese prohombre tenía en
(1) El domingo, 25 de Julio, El Diluvio y El Progreso excitaban claramente á las tur-
bas al incendiD de los conventos. El primero, reproduciendo un artículo de Pi y Mar-
gal!, y el segundo, trayendo á la memoria los crímenes de 1835. El suelto *Remember^
terminaba, hablando de la corrida de toros: «Pero ¡ay! que el gran cartel de la corrida
de esta tarde no tendrá [como aquella del 35] un epilogo de liberación.*
(2) Electra, acto último, escena V.
Marqués: Emplearemos medios eficaces..,
MXxiMo: Eflcacísimos, sí: pegar fuego á esta casa,
(3) Oportunamente reproducía La Veu de Catalunya del 7 del corriente (Agosto,
jSIN PATRIA Y SIN FE! 17'
SU mano las voluntades de esa plebe soliviantada; luego conocía, por lo
menos, los secretos de su organización; luego sabía los resortes que ha- '
bían de ponerse en juego para detenerlos... ¡y con todo eso, dejó que
prosiguieran sus vandálicos atentados!... ¡Y ese hombre vive!.. Vivtt?
Immo vero...! y se prepara por ventura á formular interpelaciones y exi-
gir responsabilidades, y usar de los otros recursos de la farsa liberal!
¿Y buscaremos todavía los autores de esos atentados, que lastiman '
el corazón y hacen caer la cara de vergüenza á toda Cataluña?
Pero hay que ahondar todavía más. Claro es como la luz del día,
quiénes son los que han empujado al incendio á esas turbas populares
envilecidas. Pero, ¿quiénes son los que las han hecho descender á ese
grado de envilecimiento y de barbarie?
Ese populacho, á quien hay que acorralar ahora y acribillarlo á bala-
zos como á una manada de bestias carniceras, es una parte del pueblo
español; de ese pueblo generoso, sufrido, heroico, mientras conserva la
fe y el espíritu cristiano.
La mayor parte de esas gentes vinieron de sus aldeas á Barcelona,
traídos por su pobreza, en busca de un jornal. Pero aquí los recibió la
irreligión y el espíritu revolucionario. Comenzaron por apartarlos de
toda práctica religiosa; los rodearon de una atmósfera de corrupción
moral; llenaron sus cabezas de los más insensatos delirios, é inflamaron
su corazón y su carne con las concupiscencias más bestiales.
Sólo así preparados, se hicieron materia apta para recibir sus crimi-
nales ideas, é instrumento á propósito para ejecutar sus designios van-
dálicos.
Y ese mismo pueblo miserable, víctima de todos los sofismas y
engaños, es el que más pesadamente está sufriendo las consecuencias
próximas de este crimen social. Súfrenlas en el cuerpo, acribillados á
balazos en las barricadas; súfrenlas en la hacienda, privados de sus jor-
nales y desposeídos aun de los socorros de la beneficencia, cuyas fuentes
ciegamente han secado. Súfrenlas en el alma, en la religión y en la cul-
tura, privados de las escuelas populares, de los templos y de las obras
sociales que en el arrebato de su furor diabólico han destruido.
¡Tales son los frutos de esa propaganda impía, obscena, bestial, que
á ciencia y paciencia de los gobiernos y de los hombres honrados, hace
un siglo está minando nuestra nación!
1909), las siguientes palabras dirigidas por Lerroux á sus «bárbaros», en Septiembre
de 1906: «Jóvenes bárbaros de hoy, entrad á saco en la civilización decadente y mise-
rable de este país sin ventura; destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el
velo de las novicias...; penetrad en los registros de la propiedad y haced hogueras con
sus papeles, para que el fuego purifique la infame organización social...
•Hay que hacerlo todo nuevo, con los sillares empolvados, con las vigas humeantes
de los viejos edificios derrumbados...
•Seguid, seguid... No os detengáis ni ante los sepulcros, ni ante los altares...» .
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 2
18 ¡SIN PATRIA Y SIN Fe!
¿Qué se puede esperar de esos hombres sin fe, apóstatas de Dios y
de la patria?
Si la razón no lo hubiera demostrado de antemano con evidencia,
bastaría para ponerlo de bulto ante los ojos, el espectáculo que en estos
momentos ofrece Barcelona.
Los hombres honrados vuelven al tráfico de la vida ordinaria cabiz-
bajos y como abrumados por el peso de una afrenta nacional, como si
vagamente resonara en sus almas el eco de la universal execración con
que la Humanidad presente y futura abominará los crímenes sacrilegos
que han manchado el solar de nuestra patria catalana.
Y el corazón del sacerdote siente brotar sollozos de dolor, en que re-
percuten los inmortales lamentos del profeta, testigo de la desolación
de su ciudad querida:
¡Oh hermosa Barcelona! ¿Por ventura no te ha sobrevenido esta des-
dicha—qu¿a dereliquisti Domínum Deum /üí/m— porque has abandona-
do al Señor tu Dios?
F¿1¿¿ Mempheos et Taphnes constapraverunt te usque ad verticem.
¡Los extraños, cuyas abominaciones acogiste en tu seno, te han profa-
nado hasta la coronilla de la cabeza!...
Qaam vilis facta es nimis, iterans vías tuas. ¡Hasta qué extremóte
has envilecido, persistiendo en apartarte de Dios por seguir tus errados
caminos!
¡Tu orgullo te ha cegado! ¡Desvanecido te has en tu hermosura, y has
olvidado al Dios de tus padres!
¡Pero Dios no se ha olvidado de ti!
¡Aquí se han hecho insensatas campañas contra el Ejército, y el Ejér-
cito te salva, y te hace posible en estos momentos recobrar la respira-
ción y volver á la normalidad!
¡Te has preferido vanamente á tus hermanas, las demás provincias
españolas; y ellas acuden ahora enviándote la flor de su juventud para
romper tus cadenas!
¡Has desdeñado la Monarquía histórica, y ella extiende hoy sobre ti
su manto protector, para que á su sombra renazca tu paz y tu prospe-
ridad!
Razón tenemos, pues, 'para humillarnos bajo la poderosa mano del
Señor, y golpear nuestros pechos con profunda contrición.
Él nos hiere piadosamente con estas calamidades, por habernos apar-
tado de Él, y en volvernos humildemente á Él está nuestro remedio.
Jerusalem, Jerüsalem; convertere ad Dominum Deum íuuml
¡Barcelona, ciudad prevaricadora! ¡Conviértete al Señor, que es tu
Dios!
Sarria, 2 de Agosto de 1909.
Ramón Ruiz Amado.
Nuevas orientaciones de la moral.
8
es innegable que las ciencias en general y en especial la filosofía
han sufrido en estos últimos años honda transformación, también lo es
que á este influjo no ha podido sustraerse la filosofía moral. Tres años
hace que M Gsell dirigió á muchos ñlósofos de Francia esta pregunta:
¿Se puede establecer una moral sin Dios? ¿Es posible fundar actualmente
una moral popular sobre la única base de la razón? Las respuestas
fueron tantas y tan diferentes, que las hubo para todos los gustos.
Y á la verdad, es cosa que pasma ver cómo se han multiplicado en
nuestros días las hipótesis acerca de las bases de la ética ó moral filosó-
fica. Sin hacer mención de los nombres de Bentham y Stuart Mili, de
Hume y Spencer, de Kant, Hobbes y Schopenhauer, que tiempo ha son
conocidos como portaestandartes de sendas concepciones morales, apa-
recen hoy en escena nuevos heraldos de la moral, predicando unos la
moral de las ideas-fuerzas, dando otros á la suya el pomposo nombre de
moral cientíñca, éste pregonando el sentimentalismo estético de Ra-
vaisson ó el sentimentalismo místico de Secretan, proclamando aquél la
moral del anticlericalismo, quién haciéndola depender de la opinión pú-
blica, quién basándola en la ley de la solidaridad, sin faltar quienes
hayan pretendido suprimirla, bautizándola con el nombre de amoralismo,
y aun erigir en sistema, en nombre de la ciencia, algunos tipos de inmo-
ralismo. Con razón ha dicho Baylac: «Los ensayos de moral se multi-
plican de algunos años á esta parte, tanto que apenas hay profesor de
filosofía que no tenga un sistema particular» (1). En una palabra: hay
tantas escuelas, y dentro de cada escuela tantos colores y matices, que
forman una gama completa, si acaso no fuera más exacto decir que la
filosofía moral, al separarse de la moral evangélica, se ha convertido en
un verdadero campo de Agramante.
Pero, aparte del modernismo, entre los conatos de síntesis moral rea-
lizados últimamente, los que merecen especial atención, ya que no por la
verdad ó bondad de su sistema, por su novedad al menos ó por su in-
genio, por la gravedad de sus fatales consecuencias y aun quizá por la
extravagancia de su concepción, son, á nuestro juicio, las teorías que
vamos á exponer en este artículo. Bien quisiéramos extendernos en al-
gunas de ellas; pero entre examinarlas detenidamente, lo cual nos
ocuparía varios artículos, ó dar de una sola vez una idea breve pero su-
ficiente para conocer su naturaleza, finalidad y consecuencias, prefe-
(1) Baylac, Revae de Philosophie, Septembr., 1907, pág. 257.
20 NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL
rimos lo segundo. Y si la importancia misma del asunto no fuera sobrado
motivo para que le consagráramos algunas líneas, moveríanos á ello la
relativa conveniencia de completar con estas nuevas orientaciones los
varios aspectos de la moral modernista, á saber: el independiente, el de
evolución inmanente y de utilitarismo pragmatista, de que hablamos en
otro número de la Revista (1).
MORAL DE LAS IDEAS-FUERZAS
Entre las nuevas concepciones de moral filosófica, la que se presenta
revestida con más arreos de sistematización es la moral de las ideas-
fuerzas de Fouillée. Los lectores de Razón y Fe podrán recordar fácil-
mente en qué consiste la psicología de las ideas-fuerzas (2); ahora vamos
á describir brevemente su construcción moral. M. Fouillée rechaza
todos los sistemas éticos por ser unilaterales, por estar, como él dice,
fundados en principios de determinadas escuelas, y pretende levantar
una moral omnilateral, en que entre algo de todas las escuelas, del kan-
tismo, platonismo, evolucionismo, etc.; pero todo puesto en juego por la-
fuerza de la idea.
El punto de partida de su moral es el análisis de la conciencia y de la
idea misma de moralidad. La conciencia es, para él, «la condición de toda
experiencia y la experiencia primordial». Ella ha de ser consultada como
principio de toda ciencia, y en derredor de ella se han de agrupar todas
las demás formas de experiencia. De este modo, dice Fouillée, la moral
viene á ser el «complexo de consecuencias prácticas deducidas principal-
mente del análisis de la experiencia interna». La materia que abarca la
moral es, al decir del mismo, cuádruple: sujeto, relación de sujetos entre
sí, objeto y relación del sujeto con el objeto; de ahí que el cuadro de la
moral comprenda cuatro partes: 1.^ el primado teórico y práctico de la
conciencia; 2.^ su íntima sociabilidad, ó, como él dice, el altruismo de la
conciencia; 3.^ la jerarquía de los valores ideales, que son las ideas-
fuerzas directrices del pensamiento y de la acción; 4."*, el ideal persuasivo
que se impone al sujeto pensante. Estas cuatro partes, añade, se pueden
expresar, bien que inadecuadamente, en otras tantas proposiciones:
«1."* La idea-fuerza de moralidad está ligada al primado de la conciencia
de sí: Yo pienso, luego yo poseo un valor moral. 2^ La idea-fuerza de
moralidad crea valores objetivos y los clasifica: Yo pienso, luego yo va-
loro los objetos. 3."* La idea-fuerza de moralidad, por el mero hecho de ser
concebida, se realiza: Yo pienso, luego yo realizo el ideal. 4.^ La idea-
fuerza de moralidad funda la verdadera sociedad: Yo pienso, luego yo
(l) Razón y Fe, Mayo de 1909: <^La Moral evangélica y la Moral del modernismo».
<2) Ibíd., julio de 1933: «Valor trascendental de las ideas».
NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL 2l
comienzo á crear en y por la sociedad humana la sociedad universal de
las conciencias» (1).
Como se ve, oXfac-totum de esta moral es la idea, la cual no se ha
de considerar como una representación ó simple reverberación del ob-
jeto, sino como generadora y constituyente de su objeto, de la moral
misma. Los caracteres de esta moral casi se desprenden de lo dicho: son
la inmanencia, la evolución, la autonomía y el desinterés. Y en efecto,
fundada sobre la conciencia y la moral de las ideas-fuerzas, excluye todo
principio y norma moral trascendente; poseyendo la idea su gran resorte
de la fuerza, ella por sí misma va evolucionando, siendo generadora y
automotriz, razón por la que se basta á sí misma y se constituye autó-
noma y rechaza todo agente ó entidad superior y extrínseca, legislativa;
y como la idea no es inmóvil, sino expansiva; ni egoísta, sino esencial-
mente altruista; ni mera receptora ó representación pasiva de su objeto,
sino productora del mismo y de su bondad intrínseca; he ahí por qué
resulta también desinteresada.
Y ¿cómo se introducen aquí el deber y la obligación, propios de la
moral? Sencillamente; el deber sale de la idea del deber; ^lla es quien lo
engendra, pero sin que la idea del deber signifique un mandato ni pre-
suponga una obligación propiamente dicha. Esta moral no reconoce las
ideas de obligación y deber estrictamente tales cuales proclama la moral
tradicional, ni admite el imperativo categórico de Kant; en su lugar pone
el xúQ^diX-persuasivo. Porque bajo la acción impulsiva del pensamiento,
dice Fouillée, el supremo inteligible se transforma en supremo amable,
y desde entonces decimos que él debe ser, que debe ser realizado. El
debe (le doit) es una idea-fuerza, la más poderosa de todas, y cuya
verdad se funda en otra realidad, que es el querer. De ahí que yo debo
signifique en el fondo yo quiero...; más aún: yo debo significa también yo
quiero el deber, yo acepto el deber, porque esto es más conforme al ideal-
supremo de mi voluntad, de mi inteligencia y de mi sensibilidad. En
otros términos: la persuasión, y no la obligación, es el móvil de esta
moral: he ahí otro de los aspectos bajo el cual presenta Fouillée el des-
interés de su moral (2).
Gustosos alabamos en la moral de las ideas-fuerzas el tesón con que
Fouillée mantiene los derechos de la conciencia y de la dignidad perso-
nal contra los que no ven en el hombre más que un producto de la
sociedad; como también es digno de loa el que no siga la corriente
de muchos filósofos modernos que rebajan el nivel y categoría de la
ética al orden físico ó fisiológico. Lo que no se puede aplaudir es cierta
obscuridad en que quedan envueltos algunos pensamientos; lo cual es
(1) Morale des Ídées-Forces, París, 1908. Préface. M. Fouillée reconoce que el sen-
tido de estas fórmulas queda algo obscuro.
(2) Fouillée, í¿?/í/., ch. I, I-XVIII.
22 NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL
bastante corriente en quienes se esfuerzan por presentar como verda^
deros conceptos que no lo son. Mucho menos se puede alabar la idea
fundamental del sistema: es á saber, que la idea de la moral produzca
ó realice la moral: esto no pasa de ser un sueño y una fantasía de Foui-
llée. Él mismo confiesa que en la moral de las ideas-fuerzas queda la
duda de cómo la idea puede tener ese poder objetivo (1).
Pero supongamos que estuviera revestida de tan gran poder: ten-
dríamos tantas especies de moral como individuos hay, ó poco menos,
por ser tan diferentes las ideas individuales sobre la moral, sin que en
un mismo individuo sea tampoco siempre la misma. Pero hay más: en
esta moral no puede haber libertad, como moral engendrada en fuerza
de la idea, que es fatal. Y si Fouillée nos responde, como responde, que
es libre bajo otro aspecto, á saber, en cuanto se funda en la persuasión
y no en la obligación, podremos replicar que una moral apoyada en la
mera persuasión, carece de sanción suficiente para mantener en vigor
los principios de la moral. ¿Quién será capaz de exigir, en nombre de la
sola persuasión, el sacrificio de la vida ú otros grandes sacrificios, que,
de grado ó por fuerza, acepta á veces el hombre para no infringir la
ley moral? Además, una cosa es la idea y persuasión de la libertad, y
otra el hecho de la libertad: la primera no basta para lo segundo.
MORAL SOCIOLÓGICA Y SOLIDARIA
La moral de Fouillée gravita demasiado, como se ve, hacia la psico-
logía; la de Durkheim y Lévy Bruhl queda, como veremos, absorbida por
la sociología. El punto de partida de la moral sociológica, en sentir de
ellos, que son sus principales representantes, es que «los hechos mora-
les son hechos sociales y varían en función de éstos» (2). «Si se le quita
al hombre, dice Durkheim, todo lo que recibe de la sociedad, no queda
más que un ser reducido á la sensación» (3). De ahí que para ellos la
vida moral comienza y termina donde comienza y termina la social, ó,
mejor dicho, queda encerrada dentro de ella; no existe otra moral que
la reclamada por el estado social del tiempo y del medio en que se vive;
no hay más autoridad moral que la misma sociedad y la conciencia mo-
ral colectiva ó la opinión pública, y el método moral se reduce á obser-
var los hechos morales desde el punto de vista meramente experimen-
tal. Por tanto, la ciencia moral no debe en manera alguna investigar lo
que debe ser, sino lo que es. De ahí que, al preguntarse cómo ha de
constituirse la ciencia moral, respondan los partidarios de la moral socio-
lógica: de ninguna manera; no hay problema moral, como no hay pro-
(1) Fouillée, 1. c, pág. 382.
(2) Lévy Bruhl, La Morale el la Science des moeurs, pág. 14.
(3) Bulletin de la Société de Philos., Avril, 1906, pág. 132.
NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL 23
blema físico ó problema fisiológico (1). Bastan estas líneas para sinteti-
zar la moral de Durkheim y Lévy Bruhl.
Ahora bien: si es verdad que la observación de los hechos en moral,
como en otras muchas ciencias, es necesaria, no es posible conceder
que sea suficiente. Después de los hechos vienen los juicios morales;
dados los actos, ha de preguntarse el moralista: ¿por qué el género hu-
mano llama buenos á unos actos y malos á otros? ¿Cuál es la norma de
esta clasificación? ¿Cuál debe ser el acto para ser moralmente bueno?
Es un hecho que tales juicios morales los formulan los hombres para
apreciar la conducta propia y la ajena. Es, por consiguiente, gratuito y
falso afirmar que no hay problema moral. «Cuando un centinela, por
ejemplo, pregunta Fouillée, se halla en la alternativa de da; el ale-ta,
exponiéndose á un balazo, ó callarse y ocultarse dejando que el ene-
migo se apodere de la posición y sacrifique á sus camaradas, ¿no se
plantea un problema moral concreto?» (2).
Además, para el carácter obligatorio de las leyes, esto es, para obli-
gar eficazmente á su cumplimiento, se requiere sanción, ya que no en
absoluto y universalmente, al menos para la mayor parte de los hom-
bres inclinados poderosamente al mal; requiérese un principio superior
capaz de obligar y exigir sumisión; y para esto no basta observar los
hechos. La base de esta obligación tampoco puede ser la opinión colec-
tiva y el estado social del tiempo en que se vive. Si así fuese, el infanti-
cidio hubiera sido moral en algunas tribus y épocas; y algunos mons-
truos de la historia, que realizaron verdaderos horrores, aplaudidos por
la opinión pública de su tiempo, hubieran sido más morales que los hé-
roes cristianos que sucumbieron resistiendo á ella; serían más morales
que Jesucristo, cuya muerte fué juzgada por la opinión pública de su
tiempo como locura de la cruz. Estas ideas, que ante el recto sentido
moral son verdaderas aberraciones, han sido, con todo, profesadas por
los partidarios de esta moral. Así, Mr. Bayet, entusiasta propagandista
de ella, afirma expresamente: «Las formas que reviste la idea del bien
son múltiples, contradictorias y cambiantes. El bien es en cada país, en
cada instante, lo que las conciencias colectivas, implícita ó explícita-
mente juzgan ser bueno... El bien es hoy lo que las conciencias colecti-
vas juzgan ser bueno; será mañana lo que mañana juzgarán ser
bueno» (3). No necesita comentarios (4).
Otro de los graves defectos de esta hipótesis es identificar la socie-
(1) Lévy Bruhl, ibid., pág. 263.
(2) Los elementos sociológicos de la Moral, versión castellana, Madrid, 1908, pá-
gina 299.
(3) L'idée de Bien, París, 1903, pág. 228.
(4) Véase, si se quiere, Razón y Fe, Mayo de 1909, «La moral evangélica», donde se
demostró la inmutabilidad de la moral.
»24 NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL
dad con un organismo, y al individuo con una célula. Pero, aunque ofre-
cen algunas semejanzas, las diferencias son demasiado grandes para
que se les pueda confundir. Porque, como dice el mismo Spencer, la
sociedad ó el organismo social no posee una conciencia colectiva, un
sensorium commune, no tiene más conciencia ni más sensación que la
de sus individuos; el centro psíquico se halla en cada una de las unida-
des, no en el todo; ó, como dice Hoffding, en el organismo social son
los individuos, y en el organismo viviente son los órganos centrales los
, que experimentan el placer y el dolor. Por otra parte, las células que
.constituyen el organismo de un hombre no tienen aisladas, sino por su
unión con el conjunto, vida propia, mientras que el hombre la posee por
sí mismo. Mas, si el hombre no fuera propiamente más que una célula
del organismo social, desaparecerían los derechos y deberes individua-
les, siendo así que en el orden genético y cronológico son antes los de-
rechos y deberes individuales que los de la sociedad. Ni ¿quién puede
negar que la misma perfección social resulta de la perfección de los in-
dividuos?
*
* *
No son pocos los escritores que barajan indistintamente los nombres
de los que enseñan la moral sociológica con los que figuran al frente de
la moral solidaria; pero los principales representantes de ésta son: M. Bou-
glé y M. Bourgeois. La doctrina del primero puede resumirse en estas
tres proposiciones: 1." «La moral solidaria no es metafísica ni confesio-
nal.» 2."" «Así como en la ley de la gravitación buscamos el modo de
establecer el equilibrio de nuestros edificios materiales, así en la ley de
la solidaridad es donde hemos de buscar el medio de poner en equili-
brio las cosas morales y sociales; es decir, la justicia.» 3."" La solidari-
dad es la expresión de un «deber que todo hombre tiene en presencia
de sus semejantes, de un deber más lato (étendu) que el deber de justi-
cia, pero más riguroso y más obligatorio que el deber de caridad» (1).
Esta doctrina ha sido erigida en sistema por M. Bourgeois. He aquí
sus principios fundamentales. La solidaridad es un hecho, así entre las
células que componen el individuo como entre los individuos que for-
man el cuerpo social, la solidaridad en el tiempo y en el espacio, con
nuestros contemporáneos y nuestros abuelos. «La solidaridad aparece
• én todas partes» (2), dice M. Izoulet en Biología, con el nombre de inter-
dependencia de las células; en Sociología, con el de interdependencia
de los seres humanos; y en el mismo sentido añade M. Bouglé: «Econo-
mía política y Biología mezclan sus aguas en el solidarismo* (3)
(1) Bouglé, Essai d'une philosophie de la solidante, pág. 234.
(2) Izoulet, Cité moderne, pág. 443.
(3) Le Solidarisme, 1907, pág. 15.
NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL 25
Este hecho del solidarismo moral se apoya, al decir de sus patronos,
en la hipótesis de la deuda social y del casi-contrato. He aquí por qué.
El hombre es deudor á sus antepasados, porque, cuando se presenta en
la escena de la vida goza de un gran capital acumulado por las genera-
ciones que le precedieron. Es deudor á sus contemporáneos, porque el
hombre es un ser social, y la asociación supone un cambio continuo de
servicios. Es deudor á las generaciones futuras, porque como la huma-
nidad no trabaja sólo por cada uno de nosotros, tenemos el deber de
conservar y aun de aumentar y transmitir á los venideros nuestro capi-
tal. «Las aptitudes de nuestro cuerpo, los instintos..., las palabras de que
nos servimos..., todo eso es la obra lenta del pasado, se halla á nuestra
disposición y se nos incorpora. Desde el momento en que el niño es un
ser distinto, es un deudor... Deuda es su sustento... Deuda su lenguaje...
Deuda el libro y la herramienta... Y cuanto más avance en la vida, más
crecerá su deuda...» (1). He ahí la deuda social. ¿Dónde está el casi-con-
trato? El hombre, por el mero hecho de aprovecharse de las ventajas de
la sociedad, acepta implícitamente sus cargos. ¿Es este un contrato?
Expreso no, pero sí presunto. Porque suponiendo que los hombres al
nacer pudieran entenderse para regular las condiciones del contrato, lo
harían en el sentido indicado: tal es el casi-contrato de los solidaristas.
¿Y en qué grado obliga? Menos que la justicia y más que la caridad. Es
un deber más extenso que el de justicia, y más riguroso que el de la ca-
ridad; un deber tal, que la sociedad puede prescribirlo y sancionar su
ejecución.
No cabe duda de que hay algo de verdad en esta teoría. La solidari-
dad bien entendida es un hecho comprobado. En muchos órdenes de
vida son los unos solidarios de los otros. En Biología las células son
solidarias entre sí, dividiéndose el trabajo y conspirando juntas á la for-
mación del organismo; en Fisiología se observa lo mismo: «el borracho
de la comedia dejefferson, dice W. James, á cada nueva recaída en su
vicio se excusa diciendo: ¡esta vez no se cuenta!...; pero resulta contada
de todos modos, porque en el fondo, entre sus células y fibras nerviosas,
las moléculas la cuentan, la registran y la almacenan para servirse de
ella contra él á la primera ocasión en que la tentación se reproduz-
ca...» (2). En Economía las horas de trabajo y los salarios de un país
influyen en otro, y en Moral todo acto de virtud produce, como dice
Fonsegrive, una onda de bien que en círculos concéntricos se va extea-
diendo por la humanidad. ¿Dónde se podrá encontrar solidaridad más
perfecta que en la Iglesia católica? ¿No es ella la que, al decir de Mas-
sillón (Sermón sobre el perdón de las injurias), hace de los cristianos
«los miembros de un mismo cuerpo, los hijos de un mismo Padre, los
(1) Bourgeois, So/ManYé, pág. 118.
(2) W. Jamas, Los ideales de la vida, trad. cast., 1904, t. II, pág. 67,
26 NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL
herederos de un mismo reino, las piedras de un mismo edificio, las partes
de un mismo todo»? «La carmelita descalza, añade Brunetiére, que llora
en su convento por los pecados del mundo, los destruye. El fraile que
mendiga por los caminos, rescata á la mujer adúltera con el precio de las
humillaciones que padece. Se establece en la sociedad católica una cir-
culación de perpetua caridad. Los vivos rezan por los muertos, los muer-
tos interceden por los vivos... Y del centro á la circunferencia de ese
círculo infinito... no hay nadie en quien no repercutan para herirle los
pecados y para consolarle los méritos de las demás» (1). Magnífica
demostración de la solidaridad cristiana es la Comunión de los San-
tos, y una de las verdades más profundas de la misma es el dogma
del pecado original y el de la justificación, verdad expresada por San
Pablo, cuando dice: «Todos nosotros somos miembros de un solo
cuerpo... Así como por la caída de uno solo todos los hombres cayeron
en la condenación, así reciben todos su justificación por la justicia de uno
solo. Así como todos mueren en Adán, así reviven todos en Cristo.»
Pero la moral solidaria de Bouglé y de Bourgeois adolece de graves
defectos.
Ante todo, la moral solidaria en boca de sus patronos tiene una
significación equívoca ó ambigua. «Puesto que somos solidarios, sacri-
fiquémonos los unos por los otros, dirán los altruistas; puesto que somos
solidarios, sirvámonos de los otros en beneficio nuestro, dirán á su vez
los egoístas» (2). Por eso dice P. Burean que la tal solidaridad «se presta
lo mismo á las combinaciones ingeniosas del sacrificio y del amor, que
á los cálculos cínicos del egoísmo» (3). Claro está que la solidaridad de
suyo parece indicar la idea de altruismo; pero en las miras de los que se
llaman solidarios entra también el egoísmo: lo dice la experiencia.
Concedida su parte de verdad á la solidaridad como hecho, hay que
negársela á la solidaridad como deber, porque ni la pretendida deuda
social ni el llamado casi-contrato son bastantes á transformar el hecho
de la solidaridad en deber de la solidaridad. Toda deuda supone moral
y jurídicamente un acreedor; y pregunta Brunetiére: «¿Dónde están los
herederos de Gutenberg y los derechohabientes de Stephenson? Á
falta de ellos, ¿quién tiene derecho á cobrar ese crédito?» No se puede
señalar el heredero, á no ser que se diga que lo somos todos y ninguno;
pero siempre será imposible determinar nuestra parte de deuda y nues-
tra parte de crédito. Ni la deuda de la sociedad á los grandes bienhecho-
res de ella por su santidad, ciencia ó heroísmo es deuda legal ó de jus-
ticia; significa tan sólo deuda de gratitud, admiración ó reconocimiento.
Otro tanto se puede decir del casi-contrato. Éste, así en Moral como
(1) J. Brunetiére, La Science et la religión, pág. 82.
(2) Palabras de M. Fouillée. Los elementos sociológicos de la Moral, pág. 381.
(3) Paul Bureau, La crise morale des temps nouveaux, 1907, ch. IX.
NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL 27
en Derecho, no tiene significación ni valor si no recae sobre hechos vo-
luntarios de los contrayentes. El hombre, ni nace libremente ni acepta
libremente el compromiso que proponen los solidaristas, y de muchos se
presume que lo rechazarían^, especialmente aquellos que reciben de sus
padres una naturaleza enclenque ó viciada, ó una posición sumida en la
miseria. De modo que la solidaridad en muchos casos podrá ser un
hecho, pero en la acepción de sus patronos está lejos de ser un derecho
ó un deber. «El odio y la tiranía, dice Seailles, son formas de la solidari-
dad, como lo son la concordia y el amor» (1). Por eso la solidaridad, eri
vez de ser norma de conducta, en vez de ser un deber, nos pone á veces
en la obligación de oponernos á ella y de no aceptarla en modo alguno,
como en los casos de odio y de tiranía. Esto sin contar con que los par-
tidarios de la moral solidaria la exageran, aun como hecho, negando la
libertad > ligando con los lazos del determinismo el influjo mutuo de
las acciones solidarias. Este determinismo, por otra parte, no basta para
establecer la obligación moral ó el deber; porque el deber de la solida-
ridad, como todo deber, supone una ley superior al hombre, según se verá
en el párrafo siguiente.
MORAL CIENTÍFICA
Así como Fouillée sustituye la idea de deber con la de ideal persua-
sivo, así otros la reemplazan con la de algún principio estético, ó la de-
claran incomprensible ó adulteran su concepto: tales son los que han
dado á su Ética el nombre de moral científica. ¡Como si la Ética, si ver-
daderamente es tal, pudiera no ser científica! Pero ya se ve en qué sen-
tido toman ellos la palabra ciencia, para quienes no hay más ciencia que
la positivista ó meramente experimental. La moral, pues, llamada cien-
tífica es un legado del positivismo, el cual, si como sistema y como
forma de doctrina ha pasado de moda, ha dejado en herencia su espí-
ritu, que vive y palpita en muchas concepciones modernas.
M. Gaultier, después de relegar al olvido, así el imperativo categórico
como la idea del deber y de la obligación, pregunta: ¿cuál ha de ser la
base del nuevo edificio moral? Y responde: «este principio ha de ser de
naturaleza y sentido estético, el placer causado por la consideración de
cualquier suceso de la naturaleza, independiente del placer sensual é in-
teresado» (2).
Otros admiten la idea de obligación y de deber, pero la interpretan
mal, diciendo que yo debo significa yo estoy dispuesto, pronto á deter-
minarme, á punto de hacer. M. Guyau se atreve á negarla, pretendiendo
(1) Gabriel Seailles, Les affirmations de la Conscience moderne, 1903, pág. 182.
(2) Veas 2 en Rev. Augustinienne, 15 de Junio de 1905, el juicio d¿ la obra Les Rai-
sons de l'idéalisme, par J. de Gaultier.
28 NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL
fundar una moral sin obligación y sin sanción, y M. Bayet llega á afir-
mar que la idea del deber se ha hecho incomprensible (1).
Ahora bien: una de las ideas fundamentales de la moral es la idea de
la obligación y del deber: «bueno, malo, virtud, vicio, lícito, ilícito, de-
recho, deberj obligación..., son palabras que emplea el ignorante como
el sabio en todos tiempos y países, y este lenguaje es perfectamente
entendido por todo el linaje humano, sean cuales fueren las diferencias
en cuanto á la aplicación del significado á casos especiales» (2), El
concepto de obligación, como el mismo nombre lo dice, envuelve un lazo
ó vínculo, y así la concibe todo el mundo, y si es así, no se podrá encon-
trar en el hombre mismo la razón última de la obligación. ¿Cómo ha de
ser el hombre la razón última de un vínculo que á él mismo se le im-
pone? Si la obligación procediese del hombre ó de otro inferior á él,
¿por qué razón no habría de poder violarla? Y caso de que pudiera vio-
lar la obligación, la obligación no sería tal. Por tanto, 1^ obligación se
presenta al hombre con carácter de necesidad moral y de superioridad.
Como los fenómenos físicos están sujetos á sus respectivas leyes, así
nuestros actos morales obligatorios lo están á leyes morales. La diferen-
cia está en que la naturaleza física no depende de nosotros, y no la po-
demos alterar; el cumplimiento de la moral, sí, ya que podemos infringir
la ley. Alguien ha dicho que una ley que se infringe no es ley, no es ex-
presión de una obligación; mas no es así. La infracción deja intacta la
naturaleza é inmutabilidad de la ley moral. El que comete, v. gr., un adul-
terio, infringe la ley moral, es decir, no la cumple en el orden de los
hechos; pero no la quebranta en el sentido de que con la infracción haya
cesado en aquel momento de regir la ley contra el adulterio. Cierto que
la derogación de la ley física es imposible por un agente ó fuerza del
mismo orden, porque la ley se funda en la necesidad del orden físico,
mientras que la infracción de la ley moral es y tiene que ser físicamente
posible, porque la ley moral se funda ó presupone la libertad; pero no le
es permitido al hombre infringirla; le está positivamente prohibido, obli-
gado como está á guardar el orden moral impuesto por una voluntad
superior, es decir, por Dios.
Porque como la voluntad divina al crear al hombre le asignara un
fin proporcionado á su naturaleza específica, dióle ipso fado una regla
para sus acciones, y el hombre está obligado á proceder según esa regla,
ó sea, conforme á su naturaleza específica. Esta voluntad superior, divina
es inviolable, debe ser respetada. He ahí cómo el deber moral significa
«sujeción de la criatura libre al orden moral» (3) establecido por Dios.
Por tanto, así la idea de obligación como la del deber suponen en el
(1) Guyau, (.a Morale scientifigue, pág. 119.
(2) Balmes,£f /ca, c. 1.
(3) Balmes, ibid., p. 56.
NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL 29
hombre una ley que le sujeta, como expresión de una voluntad superior,
de una autoridad soberana, de un legislador invisible, que no es ni puede
ser otro que Dios, que habla en la razón y en la conciencia del hom-
bre. De Él recibe órdenes á que no puede faltar sin faltar á su deber. Y
para evitar toda duda, todo equívoco, el mismo Dios se ha dignado for-
mular en el Decálogo los deberes esenciales del hombre para con Dios,
para consigo y para con el prójimo. Estas leyes del Decálogo constitu-
yen el Código de la moral natural. Ellas son obligatorias, porque son
expresión de la voluntad divina, que tiene derecho absoluto, esencial,
incondicional de mandar á su criatura. Ellas son universales, porque se
imponen á todos los hombres sin excepción. Ellas son inmutables, según
se dijo en otro número de la Revista (1).
De lo dicho se desprende claramente: 1.°, que las ideas de obligación
y del deber son fundamentales y necesarias para constituir el orden mo-
ral y la Ética; 2.°, que no son ideas incomprensibles; S."", que la idea de
obligación no se ha de confundir con la de estar dispuesto ó pronto á
hacer una cosa; 4.°, que la razón última de la obligación moral no se ha
de buscar en el hombre, sino en una voluntad superior á él, en Dios. De
donde se infiere á su vez, que la moral llamada científica está muy lejos
de ser científica ó racional y de ser la expresión de una verdadera moral.
Esto, considerado el aspecto de obligación y de deber; que si nos fijára-
mos en la falta de sanción suficiente que presenta dicha moral, sacaría-
mos la misma conclusión. Porque negar toda sanción ó contentarse con
un principio de placer estético para exigir en su nombre el cumplimiento
de los grandes preceptos, es desconocer por completo la naturaleza de
la moral y del hombre, tan inclinado al mal.
Además la moral científica, contenta con su ciencia, es decir, con la
positivista, se limita á observar los hechos, los actos en sí, sin cuidarse
para nada de la intención con que se ejecutan los actos, y confiesa ade-
más paladinamente su impotencia para resolver el problema relativo al
destino del hombre. Ahora bien: sin la intención no se puede apreciar la
responsabilidad moral y jurídica, y el destino final del hombre es una de
las cuestiones más fundamentales de la moral. Respecto de esto último,
hasta el mismo Renán está en contra de la moral científica, cuando dice:
«Estoy más convencido que nunca de que la vida moral tiene un fin su-
perior... Desde el momento en que el sacrificio se convierte en deber, ya
no veo límites en el horizonte que se abre ante mí. Como los perfumes
de las islas del mar Eritreo que vagaban sobre la superficie de los mares
y caminaban delante de los barcos, ese instinto divino es para mí un
augurio de una tierra desconocida y un mensajero de lo infinito.» No
tratamos ahora de probar la vida futura y la inmortalidad del alma, que
(1) Véase Razón y Fe, Mayo de 1909: «La Moral evangélica y la Moral del moder-
nismo».
30 NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL
es cuestión psicológica; lo que decimos es que el hombre no puede ne-
garse á investigar cuál es su destino final, y que la moral que se declara
impotente para resolver ese gran problema no merece en modo alguno
llamarse científica. Cuánto más sublime aparece aquí la Ética tradicio-
nal y cristiana, que demuestra y resuelve sin vacilaciones que el hombre
viene de Dios y vuelve á Él para vivir una vida futura é inmortal san-
cionada con premios y castigos correspondientes á los méritos ó demé-
ritos contraídos por él en esta vida.
AMORALISMO É INMORALISMO
De suprimir ó adulterar la verdadera idea del deber y de la obliga-
ción moral á negar la idea misma de la moral no hay más que un paso,
y este paso lo han dado los partidarios del amoralismo moderno. El
amoralismo ha revestido dos formas, la de hedonismo y la de voluntad
de potencia. El hedonismo, psicológicamente considerado, se levanta so-
bre estas dos bases: 1.^ que el placer es el único objeto final de nuestra
actividad; 2.^ que él es su único motor inicial. En conformidad con ellas
el hedonismo ético erige en sistema la doctrina del placer, como único
valor de las acciones voluntarias, como único fin que debe pretender la
voluntad. De ahí las dos consecuencias, que son como la expresión de
esta hipótesis: Nada en el mundo tiene ni puede tener valor antes de
haber producido alguna sensación de goce, algún sentimiento de alegría.
Todo valor asignado á un objeto ó á una acción representa un placer ó
actual ó pasado, ó la anticipación de un goce futuro. Esta forma de amo-
ralismo es antigua y muy conocida, y ha sido mil veces refutada.
El nuevo aspecto de amoralismo es el que lleva el nombre de «volun-
tad de potencia» . Fouillée, uno de los que más detenidamente lo han estu-
diado y refutado, lo atribuye principalmente á Nietzsche (1). El amora-
lismo de Nietzsche ofrece tres aspectos: metafísico, psicológico y moral;
la brevedad y el fin que nos hemos propuesto en este artículo nos obligan
(1) La filosofía de Nietzsche ha sufrido varias transformaciones. La primera, bajo la
inmediata influencia de Schopenhauer, se contiene principalmente en sus libros: El
nacimiento de la tragedia, Las consideraciones inactuales, Schopenhauer como edu-
cador. La S2s:un.ia (1375-1879) está expresada en su obra positivista, titulada Humano,
demasiado humano. La tercera 0880-1884) está sintetizada en Aurora, Asi habla Zara-
tustra, Pensamientos sobre el retorno de lo semejante y La gaya ciencia, en que apa-
rece fenomenista metafisico á lo Taine. La cuarta (1885-1889) no expresa propiamente una
transformación, sino una expresión sistemática y completa de su doctrina. A este pe-
fíodo pertenecen: Mis allá del bien y del mal. La genealogía de la moral, La voluntad
depotencia y el Antecristo. El último periodo de Nietzsche representa el abandono de
la teoría del superhomo, que no significa ya una especie verdadera nente sobrehumana
superhominem, sino solamente una humanidad más fuerte y dominadora. Véase Foui-
llée, El Moralismo de Kant y el Amoralismo contemporáneo, versión castellana de
González Carreño, 1908.
NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL 31
á ceñirnos al último aspecto. Nietzsche rechaza el hedonismo y lo susti-
tuye con la «expansión de la potencia». «¿Por qué, pregunta Nietzsche,
luchan entre sí los árboles de una floresta virgen? ¿Luchan acaso por la
felicidad? No, luchan por la potencia.» Y añade: «Lo que el hombre quiere,
lo que quiere la más pequeña porción del organismo viviente, no es sino
un aumento de potencia.» «El tener fines é intenciones, el querer, en
suma, equivale á querer ser más potente» (1). Esta es la idea directriz
del amoralismo de Nietzsche. Alrededor de ella agrupa unas cuantas
ideas formando una amalgama con las de Schopenhauer, de Herbart, de
W. James y de Fouillée. «El placer, dice, no es más que el síntoma del
sentimiento que ha alcanzado la potencia.» Con esto y con que la «vo-
luntad de poder» reemplace á la «voluntad de vivir», ya aparece un
aspecto del voluntarismo de Schopenhauer». «El placer, añade, es la
percepción de una diferencia», y el dolor un obstáculo, un juicio nocivo:
he ahí también un aspecto del intelectualismo de Herbart. Pretender,
como pretende, que la idea de lo nocivo es la que causa el dolor, mas no
viceversa, que del dolor surge la idea de lo nocivo, se parece mucho á
la hipótesis de W. James, según el cual no lloramos porque sentimos
dolor, sino que sentimos dolor porque lloramos. Querer «edificar, como
el dice, un orden moral sobre una escala graduada de las fuerzas», ó
cotizar todos los valores morales por el grado que ocupan en la escala
de las potencias y de las fuerzas, se asemeja no poco á la hipótesis de
las ideas-fuerzas de Fouillée; es, como se lo dice el mismo Fouillée, «vol-
ver por todos los caminos á su ley de las ¿deas-fuerzas».
Dejando á un lado la síntesis de las ideas de Nietzsche sobre la gene-
ración y la vida, que está saturada de un crudo materialismo, y viniendo
á las consecuencias amoralistas de su doctrina, establece en el orden
que sigue estas afirmaciones, que no necesitan comentarios: 1.^ Que no
debe condenarse naí/a. Partiendo del fatalismo y determinismo universal,
«en el que todo se encadena de una manera absoluta», afirma que conde-
nar alguna cosa sería condenarlo todo; condenar un parricidio sería
condenar la naturaleza entera. 2.^ Refiriéndolo todo á la voluntad de
potencia, ó á una misma potencia de energía inicial, establece que los
actos buenos y malos tienen el mismo valor. \Como si en los actos buenos
y malos sólo se atendiera al gasto de fuerzas musculares ó á las ca-
lorías que produce en el organismo un esfuerzo masó menos enérgico de
la voluntad! De ahí pasa á la tercera afirmación, que es más extravagante
aún, cuando dice: «la moral es toda ella tan inmoral como cualquiera otra
cosa»; la moralidad es una forma de inmoralidad, ó lo que es lo mismo,
que el ser justo, por ejemplo, es ser inmoral. Y se lanza á velas desple-
gadas en medio del inmoralismo cuando proclama que el progreso tiende
hacia la inmoralidad. Avanzando un poco más, hace la cuarta afirmación
(1) Nietzsche, Volonté de puissance, II, pág. 302 y sig.
32 NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL
la condenación del hombre bueno. El hombre bueno, dice, inventa acciones
que no existen: las acciones santas, las no egoístas; inventa facultades
que no existen: el alma, el espíritu, el libre albedrío; inventa seres que
no existen: los santos. Dios, los ángeles; inventa un orden de aconteci-
mientos que no existe: el orden moral, con la recompensa y el castigo.
Cierra esta serie de errores y horrores con la quinta y última afirmación,
que es la apoteosis del hombre malo. «Al hacer más malo al hombre, dice
Nietzsche, se le hace mejor.» Que es como decir: criad Nerones y ten-
dréis Vicentes de Paúl. Doctrina es ésta en que, más que los errores, que
son gravísimos, aparece el desequilibrio intelectual del autor. Verdad
es que Nietzsche se limita á meras afirmaciones, y, como dice Fouillée,
«desde el momento en que se oprime un poco un pensamiento de
Nietzsche, estalla como una burbuja de jabón» (1).
*
* *
Como sea verdad, y verdad muy comprobada, que abyssus abyssum
invocat, no parecerá extraño que del amoralismo se haya pasado al in-
moralismo. Dicho se está que no vamos á examinar aquí la naturaleza de
la inmoralidad, sino que vamos á considerar el inmoraüsmo bajo otro as-
pecto. M. Palante, colocándose en el punto de vista del influjo que la
moral puede ejercer en la conducta humana, distingue dos tipos de inmo-
raüsmo. Consiste el primero en suponer que ese influjo, si no es del todo
nulo, es al menos muy débil; al segundo, por el contrario, le atribuye un
influjo poderoso, casi tiránico y odioso (2).
En cuanto al primer tipo, el filósofo francés Bayle escribía en 1862
que la moral ejerce tan insignificante influjo en el hombre, que éste hace
siempre aquello á que su temperamento le incita (3). Fourier opina que
la moral nada contribuye á dominar los vicios. «La moral, dice, cuando
manda á las pasiones se puede comparar al jefe bárbaro á quien el Rey
de Inglaterra hizo esta pregunta: «¿Os obedece bien vuestra gente?» El
jefe respondió: «¿Por qué no, si yo les obedezco á ellos?» (4). El Conde
de Gobineau no concede ningún valor á la moral, y afirma que el temor
de Dios no es ningún obstáculo para ser asesino (5). Gourmont (6),
Barres (7),Maeterlinck (8) y Guide (9) participan de las mismas ideas. Y
J. Dumas, al hablar de las condiciones biológicas del remordimiento, dice
(1) Fouillée, obra citada, pág. 356.
(2) Palante, Rev. philos., Mars, 1908, pág. 274.
(3) Bayle, Pensées diverses sur le Comete, table des matiéres.
(4) Fourier, Théorie des quatre mouvements, pág. 188.
(5) Gobineau, Rev. de Deux Mondes, 1»' Juin 1907.
(6) R. de Gourmont, Epilogues, segunda serie, pág. 41,
(7) M. Barres, Lejardin de Bérénice, al fin.
<8) Maeterlinck, L'Inielligence desfleurs, pág. 155.
<9) A. Guide, L'lnmor aliste, pág. 82.
NUEVAS ORIENTACIONES DE LA MORAL 33
que una inyección de cafeína basta á cambiar el tono de la conciencia
moral de un hombre y abolir ó matar en él todo remordimiento (1).
El segundo tipo de inmoralismo está representado por Stirner, el cual
concede á la moral un influjo extraordinario en la conducta del hombre.
Cree que nunca se exagera cuando se habla del poder de las ideas mo-
rales. Es muy conocido el célebre y patético pasaje de la joven que hace
dolorosamente el sacrificio de la pasión al deber. Stirner, como Corneille,
representa la lucha de la pasión con el deber; sólo que mientras Cor-
neille exalta el triunfo del deber, Stirner detesta esta victoria, injuria al
vencedor y convoca furiosamente al instinto vencido á nuevas revueltas.
¿Cuáles son las diferencias entre ambos tipos de inmoralismo? El
primero participa más del carácter psicológico que del ético, el segundo
al revés. La actitud de Bayle es tan reposada ante el insignificante poder
de la moral, que no piensa en irritarse contra ella; en cambio la de Stirner
es la de un revolucionario. Aquél admite grados, pues su influencia,
aunque débil, tiene al fin algún valor, más ó menos considerable: medir
este influjo es problema de dinámica mental. Éste ofrece un carácter
absoluto, porque Stirner ataca á toda moral. El inmoralismo del primer
género no es forzosamente antisocial, y si conduce al egotismo, es á un
egotismo especulativo; el del segundo género es claramente antisocial.
¿Cuál de estas concepciones, pregunta M. Raíante, es la expresión
más exacta de la verdad psicológica, ética y social? Según él, la res-
puesta debe variar, habida consideración de los individuos. Los hay tan
débiles, tan apáticos, tan timoratos, que apenas tienen resorte interior,
ni grandes pasiones, ni grandes deseos. En éstos, dice, la moral ejerce
un influjo extraordinario, y la concepción de Stirner viene á ser psicoló-
gicamente exacta. Por el contrario, hay naturalezas tan vigorosas, que
en ellas influye sólo superficialmente la moral, y en éstas la concepción
de Bayle se ajusta á la verdad psicológica. Pero existe además una ca-
tegoría media, quizá la más numerosa, la de aquellos que reúnen á la vez
pasiones- bastante vivas y un vivo sentimiento del deber. En esas almas
estalla el conflicto entre el deber y la pasión, esas son las víctimas de la
moral, almas inquietas «cogidas en la tela de araña de la hipocresía».
Nosotros no respondemos de la exactitud y conformidad de estos
tipos con la realidad, antes bien, creemos que en el primero se peca por
carta de menos y en el segundo por carta de más. Vese además que
ambos están inspirados en el determinismo,sin tener en cuenta el arranque
de la libertad y del dominio de sí mismo para sobreponerse en uno ú
otro sentido, aun sin hacer ahora mención de la soberana eficacia de la
gracia divina. También es una falsa apreciación la de suponer en abso-
luto que la clase media, descrita por Palante, sea víctima de la moral.
E. Ugarte de Ercilla.
(1) J. Dumas, Rev. philos., Octobre, 1906
RAZÓN Y FE, TOMO XXV
LORENZO HERVÁS
SU VIDA Y SUS ESCRITOS (1735-1809)
VvoNOCiDAS son las elocuentes palabras con que el P. Carlos Borgo,
desde el pulpito de Reggio, predicaba las glorias de San Ignacio de Lo-
yola en su fiesta de 1781 y la patética imagen de aquel sacrificio de la
Compañía de Jesús, que á su amor de padre exigió, según dijeron, la paz,
el bienestar de las naciones.
«Paréceme ver, decía, á la Hija magnánima de Ignacio en el trance en que Su San-
tidad Beatísima le intimaba, que en rehenes de la paz universal era menester que diese
su vida en sacrificio. Acaso tan hermosa, pero no más esforzada, adelantóse hacia el
tremendo altar la virgen hija de Jefté. La virgen Hija de Ignacio en oyendo el precio de
su muerte, no hizo cuenta de su vida. Brilló su noble frente y resplandecieron sus ojos
más apacibles que nunca con la nueva luz, que desde el alto asiento de la gloria le in-
fundía Ignacio, luz de obediencia y luz de celo. Dobló sus rodillas ante el venerando
pie de Clemente con aquel sosiego y serenidad con que solía tantas veces acercarse al
mismo trono á recibir victoriosas palmas por los reinos conquistados á la Iglesia y
— por Vos (dijo), por Vos, oh Padre Santísimo, nací, por Vos moriré contenta.— Y en di-
ciendo estas palabras, desprendió el reluciente yelmo, guarnecido de rica y eterna pe-
drería de innumerables mártires y confesores, y lo colocó en el regazo de Clemente,
junto con aquel escudo de diamante con que de tantos dardos enemigos defendiera la
fe y autoridad de Roma, diciendo:— Con estos arneses, Padre mío, podrá ser que ar-
méis otra hija más afortunada, pero no más fiel.— Quitóse del dedo el anillo nupcial de
su amado Jesús; tres veces besó su adorado nombre y— oh Padre beatísimo, dijo, que
no deis á nadie esta joya; guardadla Vos para memoria no ingrata de este día.— Desci-
ñóse luego del cinto virginal la espada y— con esta (añadió) ¡oh Dueño y Padre mío!
he comprado hasta hoy para vuestro reino la ventura y la paz á precio de victorias; si
hoy es menester comprarla á costa de mi vida, tomad esta misma espada y comprad
esa paz con mi cabeza. Os recomiendo, sí, mis prendas más queridas, que quedan huér-
fanas y sin arrimo; los pequeñuelos más desamparados de vuestro pueblo; la juventud
estudiosa, esperanza flaca y vacilante de la Iglesia; la cristiandad del Paraguay, la más
amable é inocente manada de vuestro rebaño.— Dijo, é inclinó al golpe su cabeza. Tem-
blóle, creo, á Clemente su brazo, al fin de Padre, mas su corazón de Rey no cedió en
esfuerzo al de Jefté sobre su hija degollada.— £/ fecit ei sicut voverat. (Judie, 11, 39.)»
Pues, cuando tras pocos años esa virgen guerrera, dejando los hielos
de Rusia, donde su cuerpo había conservado misteriosa y oculta vida,
otra vez se acercó al trono pontificio y de los pies de Pío VII se levantó
el 7 de Agosto de 1814 con nueva vida, recobrados su escudo, su yelmo,
su anillo y su espada; era natural sintiera el deseo de recoger la heren-
cia de santidad y sabiduría que le dejaba la antigua Compañía, ya que
en adelante iba á ser la nueva Compañía de Jesús.
De los muertos en su seno antes de 1773, la herencia estaba ya incor-
porada á la antigua Compañía, pues como buenos hijos, al morir habían
LORENZO HERVÁS 35
ido dejando sus trofeos sobre el regazo de su bondadosa madre que les
sobrevivía; de los que aun quedaban en vida el 1814, aguardó la Compa-
ñía que ellos mismos volvieran á depositar sus propias glorias entre los
brazos de una madre que de nuevo les brindaba con su amor; quedaba
una tercera clase de bienes, pertenecientes á los que habían trabajado y
muerto entre esas dos memorables fechas. Á estos últimos nadie podía
presentar más legítimos títulos que la restablecida Compañía.
Á formar este cúmulo de espirituales riquezas, contribuyeron indivi-
duos de todas las principales lenguas y naciones; contribuyeron no poco
los españoles, entre éstos, para la segunda y tercera clases de las tres
dichas, una muchedumbre considerable de Abates que con su zapato de
hebilla, calzas, calzón corto y ajustado, chupa, casaca, collarín, corbata,
peluca y sombrero de tres candiles, habían hecho generosamente tres sa-
criñcios, los mayores que se pueden exigir, de mirar como extraña á su
propia madre, extraña á su propia patria y extraña á su propia lengua;
á quienes los italianos han llamado, con el título doblemente glorioso
aunque de diverso modo, de expulsos de España y literatos en Italia.
De los frutos que produjo la santidad de esos expulsos, sólo Dios es
justo apreciador, como fué testigo; de los frutos que produjo la sabidu-
ría de esos literatos son testigos sus escritos y apreciadores los más
eminentes hombres de letras.
«Ciertamente, decía el Sr. Menéndez y Pelayo en el artículo que luego
citaré, ciertamente que en la lista interminable de los jesuítas españoles
que desde 1767 á 1814 escribieron poco ó mucho, abundan, como en
todas partes, las medianías estudiosas y los autores de escritos efíme-
ros... Pero todavía, y dicho sea en honra de nuestros expulsos, el número
de los que se levantan sobre este nivel es harto considerable.»
Entre éstos figura el P. Andrés (1740-1817), creador de la historia li-
teraria, el primero que intentó trazar un cuadro fíel y completo de los
progresos del espíritu humano; Hervás y Panduro (1735-1809), padre de
la ñlología comparada y uno de los primeros cultivadores de la etnogra-
fía y de la antropología; el P. Serrano (1715-1784), elegantísimo poeta
latino; Llampillas (1731-1810), el apologista de nuestra literatura contra
las detracciones de Tiraboschi y Bettinelli; Nuix (1740-1783), que justi-
ficó contra las declamaciones del abate Raynal la conquista española en
América; Masdeu (1744-1817), que tanta luz derramó sobre las primeras
edades de nuestra historia; Eximeno (1729-1808), filósofo sensualista,
matemático no vulgar é. ingenioso autor de un nuevo sistema de estética
musical; Garcés (1733-1805), acérrimo purista, enamorado del antiguo
vigor y elegancia de la lengua castellana, dique grande contra la inco-
rrección y el gahcismo; el P. Arévalo (1747-1824), luz de nuestra histo-
ria eclesiástica y de las obras de nuestros Santos Padres y poetas cris-
tianos; el P. Arteaga (1747-1799), autor del mejor libro de estética que
se publicó en su tiempo, historiador de las revoluciones de la ópera ita-
36 LORENZO HERVÁS
liana, hombre de gusto fino y delicadísimo en toda materia de arte, sobre
todo en la crítica teatral; el P. Aymerich (1715-1799), que exornó con
las Flores de la más pura latinidad un asunto tan árido como el episcopo-
logio barcelonés; el P. Pía (1745-1817), uno de los más antiguos proven-
zalistas; el P. Gallisá (1731-1811), discípulo y digno biógrafo del gran
romanista y arqueólogo Finestres; Pequeño (1743-1811), el restaurador
de la pintura pompeyana é historiador de la pantomima entre los anti-
guos; Colomés (1740-1807) y Lasala (1738-1806), cuyas tragedias admi-
raron á Italia; el P. Isla (1703-1781), cuya popularidad de satírico, nunca
marchita, y el recuerdo del Fr. Gerundio bastan; Montengón( 1745- 1824),
secularizado el 1769, único novelista de entonces; el P. Aponte
(1737-1815), maravilloso helenista, restaurador del gusto clásico en Bo-
lonia; el P. Pou (1727-1802), por quien Heródoto habló en lengua caste-
llana; los matemáticos Campserver (1722-1798) y Ludeña (1740-1820);
el P. Alegre (1729-1788), insigne por su virgiliana traducción de Ho-
mero; el P. Landivar (1731-1793), cuya Rusticatio mexicana recuerda
algo de la hermosura de estilo de las Geórgicas; Clavijero (1731-1787),
el historiador de la primitiva Méjico; Molina (1740-1829), el naturalista
chileno; el P. Maceda (1744-1805), apologista de Osio; el P. Terreros
(1707-1782), autor del único diccionario técnico que España posee; el
P. Lacunza (1731-1801), peregrino y arrojado comentador del Apoca-
lipsis; el P. Gusta (1744-1816), controversista incansable, siempre
envuelto en polémicas con jansenistas y filosofantes; el P. Pons
(1730-1816), que cantó en versos latinos la atracción newtoniana; el
P. Prats (1749-1825), ilustrador de la inscripción de Rosetta y de la rít-
mica de los antiguos; Prat de Sabá (1733-1810), bibliógrafo de la Com-
pañía y fecundísimo poeta latino; Diosdado Caballero (1740-1829), que
echó las bases para la historia de la tipografía española; el P. Gil
(1745-1807), indicador y defensor de las teorías de Boscowich; y tantos
y tantos otros que aun aguardan un diligente y desapasionado bió-
grafo (1).
(1) Éstas frases, huelga casi decirlo, están al pie de la letra tomadas de la Historia
de los Heterodoxos españoles, III, 145.
Para la bíbliografia de esos expulsos véase la copiosa lista que cierra el prólogo del
Catálogo razonado de obras anónimas y seudónimos de autores de la Compañía de
Jesús pertenecientes á la antigua Asistencia española, por el P. J. Eug. de Uriarte,
I, págs. XXI-XXXII.
Como libros sobre la materia, puede consultarse la menjoria de Victorio Cian L'im-
migrazione dei Gesuiti spagnuoli letterati in Italia, con los reparos que puso la Civiltá,
ser. 16, t. V, pág, 152, y las añadiduras propuestas por el Sr. Menéndez y Pelayo en el nú-
mero correspondiente á Enero de 1896 de la Revista Critica de Historia y Literatura
Españolas, Portuguesas é Hispano-Americanas; con nuevos apéndices en la traduc-
ción del trabajo de la Civiltá: Jesuítas expulsos de España, literatos en Italia, de An-
tonio de Madariaga, S. J.
Noticias más ó menos extensas se hallarán en los cursos de Literatura, Filosofía...,
V. gr., Historia de las Ideas estéticas en España, t. III, vol. 2.", pág. 99.
LORENZO HERVÁS , 37
El segundo de esta lista, que fácilmente se pudiera triplicar, va á la
cabeza, de este modesto trabajo, porque de Lorenzo Hervás y Panduro
me voy á ocupar; no para escribir una detenida Memoria de su vida^
sino sus hechos principales; pues ni tengo datos suficientes, sobre todo
de su residencia en Italia, ni el cariño al asunto elegido me ciega hasta
el extremo de pensar que sea útil una investigación detenida sobre la
vida de un sujeto que vivió en España y en Italia como otros muchos je-
suítas, primero, ex-jesuítas después, aunque con más acomodo, en este
segundo período, que muchos de sus hermanos por sus particulares
prendas y circunstancias (1).
La vida, además, de Hervás son sus escritos. En éstos, no todos, ni
todo tiene el mismo valor; pero cuando más ó menos conscientemente
Hervás, puesto en especialísimas circunstancias para estudios á que te-
nía especialísima disposición, logra prescindir del carácter enciclopédico
de su siglo, Hervás resulta digno de estudio, y este estudio, nuevo y
provechoso.
«El afán de las empresas enciclopédicas fué carácter común en los
hombres más señalados del siglo XVIII... Cuando esta ambición recaía
en espíritus ligeros y superficiales, engendraba compendios y libros de
tocador. Cuando los autores eran hombres serios y de muchas letras, tra-
(1) Fermín Caballero, en el primer tomo de sus Conquenses ilustres, intentó hacer
esa completa biografía en su Abate Hervás (Madrid, 1868).
Es libro imprescindible, más como único en su género, que por su valor intrínseco,
pues se detiene en menudencias impertinentes, y no examina á fondo la materia. Ni
aun siquiera supo el autor aprovechar la mejor fuente para su biografía, cual es, sin
duda, el tomo de Cartas, que tuvo entre manos.
El mérito del Sr. Fermín Caballero, en lo referente á Hervás, está, no en haber es-
crito esta biografía, sino en que procuró impedir se destruyeran ó quedaran descono-
cidas las obras de Hervás; por esto, con plena justicia, va unido su nombre al de su
ilustre paisano, y en varias de las papeletas de la Biblioteca Nacional (sección de ma-
nuscritos) se nota que aquel escrito de Hervás fué regalado por Caballero.
Aunque en esto padeció D. Fermín un error gravísimo, siendo quizá causa de una
pérdida irreparable. Dice, en efecto (pág. 14), que reconociendo los papeles de Hervás
vio «que una parte eran borradores de obras ya mpresas, como la Historia de la vida
del hombre y el Catálogo de tas lenguas...», y los devolvió «al interesado como de
escasa importancia». Sin advertir que hay notable diferencia entre lo impreso y manus-
crito, á causa de las correcciones y omisiones de los censores. Por esto, si el intere-
sado al oir que eran de escasa importancia aquellos papeles los destruyó, como era
natural, la pérdida no ha podido ser más funesta é irreparable.
Es, por último. Caballero acreedor al agradecimiento de los aficionados á Hervás
por haber arreglado y conservado los dos retratos que existen del célebre Abate. El
uno, dibujado por Domingo Cardelli y grabado en cobre por José Ximeno, va al frente
de algunos ejemplares de la Historia del hombre y Viaje estático; el otro, hecho restau-
rar por Caballero y regalado á la Academia de la Historia, se debe al pincel de Angélica
Kauffman; de él se sacó el grabado que acompaña la biografía hecha por Caballero.
Cf. pág. 170. El original pintado por Kauffman sigue en el Museo de la Academia de la
Historia, con el núm. 605; una buena copia que la Academia encargó para la familia de
Hervás, está hoy en poder de los Padres de la Compañía de Jesús de Madrid.
38 LORENZO HERVÁS
zaban planes cuya sola enumeración asusta, y se ponían á desarrollarlos
en muchos y abultados volúmenes, hasta que la vida ó la paciencia les
faltaban... No se hacía la historia de tal ó cual literatura particular, sino
que se investigaban (al modo del Abate Andrés) los orígenes y progre-
sos de toda literatura^ tomada esta palabra en su acepción latísima...
Otros con nada menos se contentaban que con trazar la Idea del uni-
verso ó la Historia del hombre, como lo hizo en más de veinte tomos el
doctísimo Hervás y Panduro, que á lo menos fué digno de tener tan altos
pensamientos, puesto que supo más que otro hombre alguno del si-
glo XVín, y hasta adivinó y creó ciencias nuevas.» (Historia de los He-
terodoxos, III, 326.)
Frases son éstas que alguno quizá tendrá por paradójicas, si se con-
tenta con pasar los ojos por el índice de las obras italianas, v. gr., Storia
delta vita dell'uomo; no tanto si hojea las españolas, y exactas si con pa-
ciencia mira el conjunto de las obras de Hervás, examina lo que nos ha
quedado de lo inédito, conjetura cuánto se ha perdido y se da cuenta de
las ideas que brotaban de aquella cabeza, cómo ingenuamente confesaba
que no hacía sino abrir una senda para que luego otros abrieran camino
real. Cf. Catálogo,}, 122 (1); que «del artificio de estas [lenguas] apenas
he dado idea, pues para empezar á darla con la debida extensión y cla-
ridad, necesitaría escribir largos tratados en que con exemplos se pu-
siera á la vista la varia y artificial formación de las partes de la oración
en los idiomas, el diferente orden que tienen en el raciocinio y la gran
diversidad que existe en los elementos alfabéticos y en la pronunciación
de las palabras». Escuela, I, 126.
Verdaderamente en Hervás se cumple lo que Leibnitz decía de sí á
Plació en carta de 21 de Febrero de 1696: Qui me non nisi editisno-
vit, non novit
Justo es, pues, examinar en este sentido la vida y los escritos de Lo-
renzo Hervás, levantando así un modesto monumento á su memoria en
el primer centenario de su muerte, ocurrida en Roma el 24 de Agosto
de 1809 (2).
(1) Cito abreviadamente las obras de Hervás; muchas son conocidas de los lectores,
de todas me ocuparé en la segunda parte de este traha\o.— Catálogo, es el Catálogo de
las lenguas; Escuela, la Escuela de Sordo-mudos; Viaje ó Viaggio, es el Viaje estático
al mundo planetario, en castellano ó en italiano; Storia ó Historia, la Historia de la vida
del hombre, en italiano ó en castellano; Biblioteca, es la Biblioteca jesuítica.
(2) En el «Libro in cui si scrivono H Nomi de'Defonti che si seppeliscono nella
Chiesa del Gesú dall'anno 1792 a lutto il T^ro 1847» se dejó escrito: «El día 24 de Agosto
de 1809 entregó su alma á su Creador, en el Colegio Romano, el Muy Reverendo Señor
D. Lorenzo Hervás, ex jesuíta español, bibHotecario de N. S. el Papa Pío Vil, después
de penosa y larga enfermedad, recibidos los Santos Sacramentos de la Eucaristía y Ex-
tremaunción; hechas las acostumbradas exequias, fué sepultado en la sepultura de los
Sacerdotes del lado del evangelio del altar mayor.»
LORENZO HERVÁS 39
Las fuentes biográficas del presente trabajo, son:
1.° Un grueso tomo de Cartas, conservadas por la familia de Hervás,
y ahora en nuestro poder, á saber, escritas por el Abate á su primo An-
tonio Panduro, y escritas al Abate por diversos personajes, entre éstos,
por no pocos de los que fueron sus hermanos en religión, y conserva-
ban de él agradable recuerdo.
2.° Las obras de Hervás, ya impresas, ya inéditas.
3.*" Como bibliografía especial de Hervás, he podido utilizar los
apuntes del P. Uriarte, S. J., que generosamente ha puesto á mi dispo-
sición.
4.° Algunos documentos del Archivo de Simancas, leg. 5.065 y 5 066;
'del Archivo Histórico, leg. 3.240 y 3.911; de la Academia de la Histo-
ria.—Censura de libros, leg. 9, 12 y 14.
S."" La citada biografía de Caballero.
6." Considera á Hervás como filólogo, entre nosotros, el excelentí-
simo Sr. D. Antonio Balbín de Unquera, en su trabajo, que no he logrado
ver. El P. Hervás y la filología comparada, conferencia dada el 21 de
Abril de 1885, y extractada en el Boletín del Círculo Filológico Ma-
tritense (1885), y reúne algunas consideraciones y citas de extranjeros
al principio del segundo tomo, el Dr. A. Amor Ruibal: Los problemas
fundamentales de la filología comparada.
No incluyo las diversas enciclopedias y diccionarios que pudiera citar,
porque, más que fuentes, son meros aljibes de aguas harto cenagosas,
en no pocos casos.
I
LORENZO hervás: SU VIDA
PRIMER PERIODO
Desde su nacimiento al extrañamiento de los jesuítas
españoles (1755-1767).
Sumario: 1. El Horcajo y la casa García de Hervás.— 2. Vocación de Lorenzo para la
Compañía de Jesús.— 3. Estudios ordinarios.— 4. ¿Hervás es enemigo de la Escolásr
tica?— 5. Hervás maestro.— 6. Su espíritu de observación.
1. Nació Lorenzo Hervás en el Horcajo, villa de la orden militar de
Santiago y de la jurisdicción eclesiástica de Uclés, el 10 de Mayo de 1735.
Fueron sus padres Juan García de Hervás (f 16 de Agosto de 1736) é
Inés Panduro (f 9 de Noviembre de 1777); de su madre guardó siempre
Lorenzo dulce memoria, como puede verse frecuentemente en las cartas
á su primo Antonio, y en la Biblioteca, artículo Hervás y Panduro (Lo-
renzo), le dedicó estas líneas: «Murió con fama correspondiente á su
4G LORENZO HERVÁS
santa vida y alta contemplación, en la que, tal vez, de noche continuaba
por más de ocho horas» (1).
La casa de Hervás fué de pobres labradores, y así no es de extrañar
que al volver Lorenzo á su pueblo en 1799, después de dejar los honores,
amigos, y conveniencias literarias de Italia, Horcajo le pareciera estre-
cho. Fácil sería trazar el círculo de objetos y personas que rodearon
la niñez de Hervás con sólo seguir su correspondencia de años poste-
riores con su primo, pues no sin motivo, aunque con alguna exageración,
dice de ella Caballero (pág. 45): que «cuanto sabía [Hervás] déla vida
doméstica y aldeana, que era muchísimo, lo iba suministrando, á dosis,
en cada una de sus cartas... Lecciones sobre educación de los hijos,
sobre comida, bebida y vestidos, sobre labranza y especulaciones enla-
zadas con ella; obras de casa, comodidades racionales, modo de tratar
á los señores, manera de hacer limosna; hasta sobre la ortografía de las
contestaciones que le daban, la forma de la letra..., nada, nada falta. Re-
cogiendo y ordenando los párrafos referentes á esta didáctica epistolar,
pudiera formarse una guía del labrador, una colección de máximas de
moral lugareña, de provechosísima utilidad en la pedagogía».
Con estos consejos procuró Hervás poner remedio á las necesidades
que conocía; procurólo también con su dinero cuando hecho Abate, ó
como diría el P. Isla, en una de sus cartas de vísperas de Navidad
de 1773: «Monsieur l'Abbé, convertido en tal por virtud de cierta trans-
migración que no conoció Pitágoras y en fuerza de una especie de me-
tamorfosis que se le escondió al tomitano Nason», pudo disponer del
fruto de sus obras, de las larguezas del Marqués de Ghini, cuyo palacio
habitaba y cuyos pleitos defendía, y de otros no pocos amigos y favore-
cedores.
Esto, como suele suceder, llevó la desunión y la discordia entre los
parientes, llegando á escribir el 3 de Abril de 1799 al primo Antonio, el
más favorecido por el Abate Hervás: «Olvida todos los parientes; yo voy
al Horcajo como si no los tuviera. Si son bárbaramente inciviles, hu-
yelos y considéralos como extraños, no haciendo caso de ellos, ni dán-
doles más que como á próximos lo que manda la santa religión.»
Palabras duras, pero que no extrañarán al que considere la desunión
que causa el dinero aun entre deudos, y que fueron precedidas de un
para ti solo al primo que bien pudiera servir de eficaz remedio para
(1) La fe de bautismo y el árbol genealógico de Hervás pueden verse en Caballe-
ro, páginas 217, 221.
Se empeña éste (pág. 22) en sostener que el apellido paterno Garda queaó pros-
crito en toda la parentela. No está en lo cierto; pues aunque es verdad que nuestro
Lorenzo siempre se firmó Hervás, no tuvo dificultad en escribir en la Biblioteca que su
padre fué García de Hervás; en el Catálogo, V, 260, que él era de la familia García de
Hervás; Gabriel García Hervás se firmaba su hermano en 2 de Febrero del 73, y Gabriel
Hervás en 30 de Abril del mismo año.
LORENZO HERVÁS 41
todos los parientes y personas reñidas por semejantes causas: «A lo que
me dice [tío Alejandro] de pleitos, respondo que cuando yo salí del
Orcajo dejé parientes pobres, mas cristianos en paz de Dios y después
que se han enriquecido ha entrado la discordia del diablo, etc. Que el
primer paso debe ser reconciliarse con Dios y entre sí, y que para este
fin no hai mejor medio que por ocho días, tú, el tío Alejandro y su hijo
Antonio hicierais los ejercicios espirituales, retirados en un convento, bajo
la dirección de un religioso docto; que con la dirección de éste el tío
Alejandro ponga ó diga lo que en conciencia se le debe; se elegirá en
Madrid persona eclesiástica docta á quien se dé el papel, y tú ú yo res-
ponderemos á sus peticiones.» (Carta de 18 de Enero de 1791.)
Si procuró Hervás favorecer á su familia, no dejó olvidados á los
pobres, harto necesitados, de su pueblo. Léanse sus cartas, v. gr., de 30 de
Junio, 16 de Septiembre, 30 de Noviembre de 1805... En la de Noviembre
escribía: «Una de las obras de caridad más necesarias en el Orcajo es
hacer algunas casas para pobres que viven como bestias en cuevas con
indecencia y con casi necesidad de ser malos. Yo había pensado apro-
vecharme del sitio que hai entre la hermita de Santa Ana y el camino de
la derecha, y tirando una pared paralela á la hermita y casa, hacer allí 12
casas de pobres á lo menos. Esto es, hacerlas de piedra y de dos altos,
y de este modo se acomodarían 12 familias.»
Y más tarde (15 de Junio de 1806): «Aunque yo tengo intención de
hacer testamento, por si acaso no lo hiciere, dejo á tu cargo y conciencia
y de tus herederos mi voluntad, que es ésta: Del dinero que he puesto ó
pondré en tu poder y de la mitad del valor de mi impresión [obras im-
presas] se hará un capital; lo administraréis tú y tus herederos primo-
génitos; gozaréis la cuarta parte de la renta del dicho capital y daréis á
los pobres las otras tres cuartas partes; primeramente á los niños y niñas,
pagándoles las escuelas y dándoles entre año algunas limosnas para que
asistan á la escuela; en segundo lugar, á los pobres totalmente huérfanos;
en tercer lugar, á los huérfanos pobres de padres; en cuarto lugar, á
viejos y enfermos pobres.»
Qué estabilidad se dio á estas limosnas, sobre todo á aquel pensa-
miento tan benéfico de dotar de hogar á los pobres, no es fácil averiguar,
ni Caballero lo averiguó estando sobre el terreno; quizá paró todo en
la renta de alguna tierra comprada (1); de todos modos, pudo escribir
Hervás: «Yo he deseado corresponder al Señor con pensar en los pobres,
pues de este modo seremos ricos en esta vida y en la futura, y yo atri-
(1) Entre las disposiciones testamentarias que conservamos de Hervás, escritas de
mano del P. Ramón Diosdado Caballero, su heredero fiduciario junto con el Cardenal
Antonio Despuig, además del dinero y fruto de los libros, se habla de la renta de un
terreno comprado con dinero de Hervás para los pobres. Véase en nuestro archivo el
legajo intitulado: Italia. P. Diosd. Caballero y otros padres. Núm. 3.° Testamentaría
del Ab. Hervás.
42 LORENZO HERVÁS
buyo á las limosnas los bienes que Dios ha dado á la casa.^> (Carta á An-
tonio Panduro, de 30 de Junio de 1805.)
Esto era Horcajo, esto la casa García de Hervás, donde se crió
nuestro Lorenzo; estrecha esfera de donde bien pronto salió para po-
nerse en ocasión de lograr los ricos caudales de su alma.
2. Dice Caballero (pág. 23): que «nuestro Abate careciendo de legí-
tima y aspirando á seguir carrera literaria que no podía costear su
madre enferma y recientemente viuda (1); sin vocación propia é impul-
sado por el Abad su tío, se entró jesuíta en Madrid á 29 de Setiembre
de 1749, cuando únicamente contaba catorce años y cuatro meses de
edad», y más adelante (pág. 103) al trasladar el pasaje del Viaje (que
va aquí en nota) y las reflexiones que suscitaron en la mente del Abate
la vista de Madrid, Alcalá y Horcajo, añade por su cuenta Caballero:
«Largo ha sido el traslado; merecerá no obstante disculpa á quien con-
sidere que encierra... sucesos importantísimos de su vida y una con-
fesión que hace la apología del penitente. Si entró jesuíta sin una vo-
cación verdadera, sin ella supo ser un jesuíta perfecto» (2).
La culpa de esa penitencia y confesión es, según la mente de Ca-
(1) Esto es manifiestamente falso; pues el esposo había muerto, como dijimos con
palabras del mismo Lorenzo, en 1736.
(2) He aquí el pasaje aludido; acaban Hervás y su compañero Cosmopolita la ter-
cera jornada de su Viaje (H, 28^), y aquél dice á éste:
«He hablado estáticamente arrebatado, Cosmopolita; he vuelto ya en mí, y veo que
ya estamos sobre la población, que es centro de los inmensos dominios españoles...
Su vista y la de sus países circunvecinos despiertan en mi memoria ideas antiguas, que
ya no me acordaba de haber sido mías. Ve y observa hacia el austro y á la distancia de
catorce leguas en el principio de aquella llanura, que en el antiguo romance de los es-
pañoles debió de llamarse Marca, y hoy, por corrupción de nombre, se llama Mancha;
ve, pues, una no despreciable población, cuya largura le hace parecer mayor que es; y
desde ella, considerada en el vértice de un triángulo casi isósceles, fíngete dos líneas
hasta los ángulos de su basa, que sean Madrid y la universidad Complutense. En la pe-
queña área de este triángulo tienes el pequeñísimo espacio de mis correrías en la in-
fancia, niñez, pubertad y juventud. En el centro de la población, llamada Orcajo, está
el terrón que al aparecer á la vista [vida?] mortal me recibió; sin perderlo de vista
crecí hasta el principio de la pubertad, en el que fui trasplantado á Madrid y después á
la universidad Complutense, para que mi mente se formase primeramente según el es-
píritu de la religión y después según el de la sabiduría; porque en vano se busca ésta,
quando para hallarla no se conoce anticipadamente el norte de la religión. Las ciencias
que con empeño aprendí, nada sirvieron para los fines á que las dirigía, pues que des-
tino superior de insondable é infalible providencia aceptó la intención del sacrificio y
repudió la oferta de la víctima sacrificada. Un caos inmenso veo interponerse entre el
tiempo presente y aquel en que yo habitaba en estos países... Las nuevas especies, que
en mi fantasía brotan á vista de los objetos que los excitan, se representan lánguida-
mente como en un profundísimo sueño.»
Las palabras que más hacen al caso y sonaron á los oídos de Caballero como con-
fesión, sin duda, son aquellas de intención del sacrificio y oferta de la victima sacrifi-
cada, en que cualquier otro verá lo contrario, á saber: el pesar de no haber seguido en
el estado de victima ofrecida y sacrificada á Dios por los votos religiosos.
LORENZO HERVÁS 43
ballero, más haber entrado jesuíta, que haber entrado jesuíta sin voca-
ción; pues no pudo figurarse el malogrado seminarista y aprovechado
progresista D. Fermín Caballero, que un paisano suyo y tan ilustre, de
otro modo que forzado hubiera podido caer en la tentación de ingresar
en la Compañía de Jesús.
En verdad que si fué culpa, fué felicísima culpa; pues aunque perdió
la Mancha en nuestro Lorenzo un industrioso expendedor de anís y de
cominos, cultivo preferente del Horcajo, según Caballero (pág. 26), que
con su caballejo y unas alforjillas de varios senos recorriera gran parte
del reino y llegara á Portugal y por la vía del Norte se alargara hasta
Bayona de Francia; ganó España al P. Hervás, cuya fama y escritos
recorrieran más de un reino, llegaran más allá de Portugal y se alarga-
ran algo más que hasta Bayona de Francia.
Por lo demás, cómo se despertó en el niño Lorenzo la vocación reli-
giosa á la Compañía de Jesús, nos lo cuenta él mismo cuando, ya hom-
bre y sin vínculo alguno externo con la Compañía, por aquellos años
destruida, escribía su Biblioteca, y hablando en tercera persona decía en
el artículo Hervás, redactado ó retocado «en el presente año de 1799»: «No
habiendo visto jamás á los jesuítas, y en la edad de doce años, oyendo
una vez hablar de ellos á un religioso reformado de San Francisco, con-
cibió deseo de entrar en la Compañía de Jesús; lo manifestó á su madre,
la cual, después de dos años, suplicó al noble y sabio Sr. D. Rafael Cha-
cón, amigo de los jesuítas, que lo condujese al colegio jesuítico más
vecino , que era el de Villarejo de Fuentes, cuyo Rector, el religiosísimo
Josef de Peñaranda, 'e acogió tiernamente, y del Provincial Bernardo
Granados prontamente obtuvo la licencia para que entrase en el novi-
ciado jesuítico de Madrid, como lo efectuó á 29 de Septiembre
de 1749)) (1).
(1) He aquí otro pasaje de las cartas, que tuvo á su disposición Caballero, y que
encierra también algo de confesión, en cuanto lo permitían en España los que tanto
habían criticado la obediencia ciega y perinde ac cadáver de los jesuítas; responde
Hervás á una carta de D. Manuel Garcés de Marcilla, escrita en Molina de Aragón á 8
de Noviembre de 1800, preocupado por la educación de su hijo; es el borrador de la
respuesta escrito al dorso de la carta: «No me molesta, más me favorece Vm. con la
suya... En la religión que por gracia divina profesamos elegí aquel estado que más
im[med¡atamen]te se dirige para ayudar y servir á los próximos y principalmente á
aquellos que, iluminados celestialmente, desean y anelan guías y directores para mexor
acertar. Si yo para tan cristiano fin soi útil, Vm. me tiene á su servicio, persuadido que
sirviéndole sirvo á Nuestro Dios. Su divina Magestad ha excitado en Vm. el vivo co-
nocimiento de su obligación paternal con su hijo; este conocimiento ha sido fecundo
de los deseos de satisfacer á ella... No dude Vm. que el Señor corresponderá á sus
deseos... Vm., pues. Señor mío, con livertad me escriba cuando á dicho fin y al servi-
cio del Señor crea convenir, y procuraré satisfacerle en cuanto la escasez de mis luces
alcance...»
Vemos que si Hervás dejó de ser jesuíta, porque cesó su religión, supo fuera de
ella ser un perfecto jesuíta.
44 LORENZO HERVÁS
La vida de Hervás puede encerrarse en estas tres palabras: aprender,
enseñar y escribir, pues aunque en ocasiones ejercitó el sagrado minis-
terio, como en los alrededores de Cuenca y en la peste de Cáceres, eso
fué como de pasada (1).
3. Los estudios ordinarios de la Compañía cursólos Hervás en Al-
calá desde 1752 á 1760 (2). En ellos, si hemos de creer al P. Luengo en
su Diario (26.", 546), no sobresalió mucho, pues hablando de la obra que
escribió Hervás en defensa de la teoría de Bolgeni sobre la caridad,
dice que «algunos de sus amigos y condiscípulos tienen un concepto
mui moderado de su doctrina Theológlca, pues quando la estudió no
sobresalió en ella, y después por el curso de más de treinta años (escribe
Luengo en 1792) no ha podido pensar en cosas theológicas».
Esto no quita que tuviera Hervás dos actos de Teología, uno en Al-
calá el 1759 y otro luego en Madrid, como escribe en su Biblioteca; del
primero conservó Hervás ingrata memoria (3).
Dotado de especial ingenio para ciencias de positiva observación, y
oyendo la muerte de su profesor de Astronomía el P. Tomás Cerda
(1718-1791), no es de extrañar se renovase en su alma toda la admira-
ción y cariño de discípulo y que le dedicase las páginas 20-23 del tomo
tercero del Viaje, donde están aquellas palabras que en vida le dirigió y
que casi escandalizan á Caballero (29): «Padre Cerda..., yo estoy per-
suadido á que los matemáticos tenemos en nuestra cabeza un mundo
(1) Véanse datos curiosos sóbrela peste en Cáceres el 1764 en la Historia, III, 247;
VII, 84.
(2) ídem IV, 233, nota 2: «Entre los intérpretes insignes españoles [de Sagrada Escri-
tura] hay no pocos jesuítas; y de éstos dio algunos la cátedra doméstica de Teología exe-
gética en su Colegio Complutense, á cuya memoria por haber estudiado yo en él desde
el año 1752 hasta el de 1769, consagro la siguiente noticia de sus profesores escritúra-
les.» Enumera, naturalmente, á Gaspar Sánchez, Juan Mariana, Cristóbal de Castro,
Juan de Azor..., notando que los comentarios inéditos de éste sobre los Cánticos están
«en quatro tomos en quarto... en la biblioteca del Colegio Romano».
(3) Es el paso que se suele traer para pintar á Hervás opuesto á la forma silogís-
tica; aunque, como se verá, sólo es opuesto á la usada en la clase de Fr. Toribio, in-
signe profesor de Fr. Gerundio de Campazas. Copia, traducidas de Vives, las cláusulas
contra el desorden en las disputas De causis corrupt. artium, lib. I, cap. VII (ed. de Va-
lencia de 1785, t. VI, pág. 50): «¿Quántos inconvenientes resultan de estas disputas?
Gritos rabiosos, amenazas, contumelias; y faltando las palabras, se ha visto venir los
disputantes á las manos, á bocados y bofetadas. ¿Y es este el ejercicio de la sabidu-
ría? ¿Esta es la profesión de la venerable doctrina?» Y continúa Hervás: «Á la verdad
no se pueden oír sin escándalo, desprecio ó risa algunas disputas, en que personas
eclesiásticas ó religiosas vocean, manotean y patean como desesperados, sin respetar
su carácter ni el de los oyentes. El silogizar es ya lo mismo que hablar incivilmente...
El silogizar es método bueno para proponer brevemente una dificaltad; más tres ó á
lo más quatro silogismos bastan para proponerla. El año de 1759 defendí en Alcalá de
Henares un acto teológico, en que debían argüir diez maestros; y el primero (que era
uno de los mayores sabios de la Universidad) me puso más de quarenta silogismos.
De este modo las funciones literarias se hacen pesadas y escuela de especulaciones
comúnmente inútiles.» Historia, t. II, pág. 52.
LORENZO HERVÁS 45
diverso del que vemos y totalmente diferente del que en la suya tiene el
común de los hombres He estudiado por siete años la Filosofía y Teolo-
gía, y me parece que todo su estudio en tanto tiempo no ha dado á mi
razón natural idea tan clara del Supremo Criador, como la que en un
mes he logrado con el estudio astronómico.^
4. Pero dicho esto, pues no hay razón de ocultarlo, no es justo dejar
de advertir que es inexacto presentar á Hervás como enemigo de la
Escolástica, debidamente entendida, ó despreciador de los estudios filo-
sófico-teológicos, aunque más inclinado y dispuesto para otros estu-
dios, trató mejor de otras cosas, y escribiendo obras teológicas buscó
más en ellas la parte positiva que la escolástica.
He aquí lo que dice del método escolástico (Historia, IV, 315):
«Esta crítica reproducimos actualmente los católicos, aprobando el
métodoescolástico enlosque hacen buen uso de él, y reprobando el abuso
de los que con palabras bárbaras, silogismos encadenados y distinciones
continuas é inoportunas de términos nada significantes, desfiguran la
doctrina teológica. Los católicos, con los heterodoxos verdaderamente
críticos, alabamos el escolasticismo y la latinidad de la teología de Pe-
tavio y de aquellos autores que más se le asemejan. Confieso que en
el vulgo literario de algunos países católicos prevalece el abuso del es-
colasticismo; mas este abuso no se debe llamar general, porque es muy
particular y está ya casi para desaparecer. Entretanto los heterodoxos
críticos desengañen á su vulgo literario, alaben claramente el buen uso
del escolasticismo y vituperen solamente el abuso.»
Y al hablar de la Metafísica de Suárez, dice (ídem, III, 100): «Enciclo-
pedia de todas las especulaciones metafísicas, que se hallan en los libros
escolásticos de mayor renombre, es la gran obra que de metafísica escri-
bió el Dr. Francisco Suárez. Este insigne autor reduxo al mejor orden
de metafísica las qüestiones principales..., se empeñó en notar las opi-
niones de todos los metafísicos y en impugnar las contrarias á la suya,
aunque sean extravagantísimas, y de este modo hizo una obra volumi-r
nosa en que es necesario leer muchísimas cosas inútiles para encontrar
las útiles que propone el autor. Si éste hubiera escrito su metafísica po-
niendo en ella solamente las opiniones que defiende, su obra se hubiera
hecho más común, y con suma utilidad hubiera reformado prontamente
el estudio metafísico.»
Paladar, pues, que sabe gustar las doctrinas de Suárez, podrá sentir
predilección por uno ó por otro estudio, estará tal vez en algunas cosas
mal purificado, pero no se puede justamente llamar estragado (1),
(1) No negaré que en más de una página de las obras de Hervás se hallen quejas
contra el método de enseñanza usado en su tiempo, planes de reforma más ó menos
decisivos. No es ocasión de tratar aqui si aquéllas eran del todo justas y éstos del todo
acertados; pero de eso, hasta ver en todas esas novedades, novedades peligrosas ó
vitandas, hay un abismo, que la suspicacia de D. Joaquín Lorenzo Villanueva saltó.
46 LORENZO HERVÁS
5. Terminados para Hervás los estudios, que pudiéramos llamar or-
dinarios en la Compañía de Jesús, supone Caballero, en su deseo de pon-
derarlo todo (pág. 29), que aun antes de ordenarse de sacerdote «debió
descubrir claramente su afición á las ciencias exactas [y] se dedicó á
ellas en la Corte y con gran provecho. Aprendió matemáticas y astro-
nomía con el famoso profesor jesuíta P. Tomás Cerda, maestro á quien
consagra recuerdos en sus escritos».
El lugar citado es el siguiente fWa/e, III, 20):
«Sobre esta renovación de ideas, siempre correspondiente á la no-
vedad y grandeza de los objetos..., permite. Cosmopolita, que yo breve-
mente hable de la que con admiración un poco graciosa experimenté en
los primeros meses del estudio astronómico. Hacía yo éste con el mayor
ardor y empeño baxo de la instrucción de D. Tomás Cerda, ilustre y
honradísimo sabio... Mi fantasía, algo desenfrenada con el ardor juvenil,
corría curiosa y aceleradamente por los inmensos espacios que en las
regiones celestes le descubría el estudio astronómico, y desde los pri-
meros meses que en éste me ocupé, me parecía vivir en otro mundo. En
estas circunstancias, hablé á mi maestro una vez así: «Padre Cerda... He
estudiado por siete años la Filosofía y Teología...» Á las palabras que se
copiaron antes sigue la larga y prudente respuesta del maestro (1).
Esta conversación debió tenerse sin embargo en Italia ó si acaso en
Madrid, cuando Hervás después de enseñar latín y moral estuvo en la Cor-
te enseñando Geografía y sin tiempo para dedicarse á las Matemáticas.
Llegado el tiempo de la enseñanza, nuestro Lorenzo tuvo clase dela-
porque habiendo impugnado en su Catecismo del Estado, la introducción á la His-
toria de la vida del hombre, de Hervás, y logrado su prohibición, temió cobardemente,
reconociendo asi la superioridad del adversario, dejar libre la pluma de Hervás. Alguien
hubiera dicho que Villanueva había leído las palabras de Hervás á su primo, de 27 de
Noviembre de 1793: «Mucho te has inquietado con Villanueva por su desvergonzada
y satírica impugnación; esto no se remedia á bofetones ni á desvergüenzas, mas á ra-
zones buenas y cristianas; á su tiempo las daré yo y le responderé... bien y como me-
recen su malicia é ignorancia.»
Luego hablaremos de esto al ocuparnos entre los escritos de Hervás de su Historia.
Aquí sólo quiero notar los principales pasajes, además de la impugnada Introducción
en que Hervás propone esas quejas y esos planes, serán útiles las citas al que deteni-
damente estudie el movimiento literario, filosófico, científico y teológico del siglo XVIII,
ya se examine abstractamente, ya reflejado en alguna institución docente como sería la
Universidad de Alcalá, ya agrupando los hechos alrededor de un hombre. Ese hombre
seguramente no sería Hervás.
Quejas y planes en los estudios de latinidad: Historia, II, 104; de Filosofía: ídem, III,
13, 28, 38, 44, 100, 105; de ciencias: Viaje, IV, 280; de las ciencias sagradas: Historia, IV,
280. En general, sería útil leer atentamente lo que Hervás llama el Hombre en las cien-
cias, que comprende el capítulo IV del Hbro IV, tomo II, el tomo III y gran parte del IV
en la Historia de la vida del Hombre.
(1) Tomás Cerda fué profesor de Matemáticas en Cervera, Barcelona y Madrid,
donde recibió el nombramiento de Cosmógrafo del Real Consejo de Indias. En la Bi-
blioteca, articulo Cerda (Thomas), dice Hervás: «El Sr. Cerda, mi maestro de Materna-
LORENZO HERVÁS 47
tinidad en Cáceres (Historia, III, 242). Enfermó con ocasión de auxiliar á
los apestados en 1764, y fué destinado en su convalecencia á Huete, con
alguna ligera clase de Moral (1); luego á Madrid, donde enseñó Metafí-
sica en el Seminario de Nobles; cf. Historia, III, 76 y 105; y Geografía:
cf. Biblioteca, artículo Hervás; siendo además Director mayor en el
mismo Seminario.
Muchas son las ocasiones en que hablan del Seminario de Nobles las
obras de Hervás, ya italianas, ya españolas; sabemos que se juntaron en
aquél 120 alumnos (2); que hubo por aquellos años un cambio en los
estudios, que desgraciadamente no se indica (3); y otras noticias no des-
ticas, con quien algunos años he vivido en Italia...»; y en el artículo Hervás: «Habiendo
concluido los estudios de Filosofía y Teología, instruyéndose al mismo tiempo en
Jas lenguas eruditas y en las matemáticas (que después estudió por cuatro años)...»
De donde se saca:
I.'' Que Hervás estudió las lenguas eruditas (latín, griego y hebreo) y las Matemá-
ticas en Alcalá.
2." Estudió luego cuatro años de Matemáticas, no en España, pues los empleos de
Hervás desde 60 al 67 no dan lugar, sino en Italia, donde vivió con Cerda y fué su dis-
cípulo. La conversación que se refiere en el texto debió, pues, tenerse en Italia.
De estos estudios de Matemáticas, hechos en Italia,procedieron los elementos cos-
mográficos escritos en italiano, y el curso de Matemáticas empezado en 1769, ambos
inéditos.
3.° Como Hervás enseñó Geografía en Madrid, en donde estaba el P. Cerda, no
hay dificultad en que privadamente aprendiera aquél con éste, y empezara á escribir la
Cosmografía, que llevó consigo á Murcia y dejó en su aposento con un billete que
decía: Estos papeles pertenecen al Sr. D. Antonio Fontes Paz. Cf. Biblioteca.
(1) Estando en Cáceres, dice Hervás en su Biblioteca: «Con la asistencia á un hos-
pital militar en las guerras con Portugal, del que él solo [Hervás] cuidaba en lo espi-
ritual y temporal, enfermó grave y pertinazmente, con recaídas, por lo que fué nom-
brado maestro de Teología moral en Huete, y no convaleciendo bien, pasó á Madrid.»
(2) Storia, I, 168: «lo stessonegli anni scorsi trovadomi nel real CoUegio de'Nobili
di Madrid (ove si contavano cento e venti alunni, che in gran parte erano sotto la mía
direzione) compresi benissimo...»
Dato que falta en la obra española correspondiente, I, 332. La dirección que tuvo
Hervás en el Seminario, no es como la entiende Caballero (33), desconocedor de las
costumbres jesuíticas y empeñado en rodear á Hervás de gloria propia ó ajena, estar al
frente..., sino subordinada, como el mismo Hervás pone, ///s/í7r/a, IV, 359: «Parte de mi
juventud y virilidad he empleado en la enseñanza cientifica y en la dirección subor-
dinada de un numeroso é ilustre Seminario de Nobles.» Cf. Cartas familiares del padre
José Francisco de Isla (León, 1903) pág. 191 nota sobre los estudios de la Compañía de
Jesús en Villagarcia de Campos.
(3) Después da poner algunas noticias sobre el Ratio Studioruní, termina la nota
(Historia...W, 303): «Yo, aunque español, no dexo de conocer, que España ha venerado
tenazmente con alguna superstición la antigüedad filosófica y teológica. Los jesuítas de
Madrid desde el 1750, en mi tiempo tuvieron varias consultas para renovar esta anti-
güedad, y no se atrevieron á efectuar la renovación sino en los colegios de nobles que
estaban á su dirección. Este temor provino del imperio que el partido contrario tenia
en los estudios públicos, y de no querer dar causa á nuevas inquietudes (sobre las
muchas que desde dicho año empezaron á tener) con una empresa trabajosa que
tendría por premio la contradicción.»
48 LORENZO HERVÁS
preciables (1). Quiero notar solamente lo que refieren sobre los ejercicios
militares, en que se adiestraban los alumnos del Seminario de Nobles.
Storia..., I, 199, y mejor en la española. I, 356:
«Estando [siendo] yo Director mayor del Seminario de Nobles, que en Madrid te-
nían los Jesuítas, procuraba que los Seminaristas saliesen á paseo, siempre que el
tiempo lo permitía. La experiencia me había hecho conocer, que convenía tener siem-
pre ocupados á los niños en las horas de recreación; y por esto hacía que todos juga-
sen, ó se ocupasen en alguna cosa; y para obligarlos, yo mismo me unía con ellos en
los juegos que me permitían mis circunstancias. Para ocupar la fantasía de los Semina-
ristas y divertirlos, con toda utilidad, hice que aprendiesen el exercicio mihtar y los
proveí de toda especie de utensilios militares, poniendo en ellos versos é inscripcio-
nes doradas. Las horas de recreación, en que no se podía salir á paseo, se ocupaban
en el exercicio militar, que muchos Seminaristas con la dirección y gran actividad de
su compañero el señor Marqués Don Joseph de Ovando, aprendieron en pocos días,
empleando gustosamente en su instrucción hasta el último minuto délas horas de des-
canso... (2). En los paseos con relox en mano, la tropa infantil se empeñaba en cami-
nar una ú dos millas, contándose el número de pasos simples ú doblados, para obser-
var su correspondencia exacta con el tiempo. La niñez desea variedad y novedad en
susexercicios; por lo que yo cada día pensaba en condecorar 'la comparsa militar.
Convidaba á algunos señores para que su presencia animase la tropa, y entre ellos me
honraron algunas veces el Excmo. Sr. Conde de Fernán-Núñez y el Sr. D. Anto-
nio Idiáquez, que se dignaron mandar el exercicio, admirando su destreza y exactitud
militar. En algunos días la comparsa militar se hacía con la asiste.ncia de los que sabían
tocar instrumentos músicos; en otros se variaban los exercicios militares, y siempre
se pensaba en alguna invención de fusiles, bombas, etc., que sin uso de pólvora y con
muelles elásticos pudiesen figurar vivamente los utensilios militares (3). Yo confieso in-
genuamente que experimenté útilísimos para la educación física, civil y moral estos
exercicios, que después debí abandonar poco á poco porque la emulación antijesuí-
tica empezó á prever en la tropa infantil las semillas de un exército invencible y ex-
terminador de reynos. En estas circunstancias yo promoví otros exercicios dentro y
fuera del Seminario para ocupar y fatigar con moderación la niñez. Fuera del Semina-
rio proponía paseos largos rodeando á Madrid ó encaminándome á sitios algo lexos.
Valiéndome del favor del señor Loinaz, llevaba los Seminaristas á su gran jardín y
huerta, que están cerca de Madrid y abundaban de liebres; y se ejercitaban en correr
tras de ellas. Dentro del Seminario ocupaba á los Seminaristas en juegos de exercicio
y movimiento del cuerpo, principalmente en el útilísimo d© la pelota, con el que, ha-
ciendo diferentísimas posturas corporales, se exercitan todos los músculos.»
Poco tiempo antes que esa emulación antijesuítica se desbordase en
España, llegó Hervás á Murcia para enseñar Filosofía. Aquí le cogió la
orden de destierro, embarcándose en Cartagena, con los demás Padres
(1) Historia..., I, 340; Storia..., I, 195, 196, etc.
(2) En el pasaje italiano: «Fra questi miei allievi ritrovavasi S. E. il Signor Márchese
Don Qiuseppe di Ovando, instruit'O nel militare esercizio. Proposi il mió pensiero a
questo Signorino... Corrispose egli generosamente al mío progetto, supplendo col
denaro ad alcune spese utili per la maggior forinalitá...»
(3) Para formar mejor idea de este ejército infantil, téngase entendido que los alum-
nos del Seminario de Nobles de Madrid tenían traje negro, con su espada, banda roja
y el nombre de Jesús en ella.
Cf. Razón y Fe, t. XXI, 73, nota.
LORENZO HERVÁS 49
y Hermanos de la Compañía que formaban la provincia de Toledo (1).
De este modo harto providencial iba á encontrar Hervás (que qui-
zá no había pensado aún en estudios lingüísticos) su verdadera voca-
ción, el tema de los escritos que le habían de hacer inmortal, fundador y
padre de la lingüística moderna; pues en el convoy, que mandaba la fra-
gata del Rey Sania Rosalía, se encaminaba á Italia y allí podría tratar
con aquellos misioneros, que, arrancados de entre los brazos de sus in-
dios con brutal violencia, se vengaron de España dando los materiales
que Hervás necesitaba para crear una ciencia nueva (2).
6. Pero ya antes de salir de España se iba desarrollando en el alma
de Hervás el instinto de observación detenida, de comparación atenta,
el afán de lograr las ocasiones que se le iban presentando.
De residencia en Cáceres, procuró Hervás hacer una visita á las anti-
güedades de Mérida; «yo hice, decía, una visita á la ciudad de Mérida
para observar los [monumentos romanos] que había en ella; y según las
noticias que adquirí, con poco coste y trabajo se pueden descubrir en
Mérida monumentos romanos para formar varios tomos en folio»: His-
toria, II, 217. Los pocos meses de estancia en Murcia no fueron inúti-
les para Hervás (ídem, VI, 105).
«A últimos de Diciembre de 1766 llegué á la ciudad de Murcia para
enseñar la Filosofía, y salí de ella para Italia al principio de Abril; no obs-
tante el poco tiempo que estuve en dicha ciudad, porque el comercio de
franceses de Madrid, de donde yo había salido para ir á Murcia, me favo-
reció con cartas de recomendación para que sus corresponsales en Mur-
cia, me iluminasen con las noticias que yo deseaba tener...», «inferí que
calculado y distribuido entre los habitantes de Murcia y su campo el
valor de los frutos terrestres del año 1766, tocaban treinta escudos de
oro á cada habitador; de donde inferí, que en una ciudad de no gran
luxo, como entonces era Murcia, y en que no eran caros los géneros de
primera necesidad, debía crecer algo la población, mas con límites es-
trechos y por pocos años, porque el pequeño número de propietarios
haría que el pueblo experimentase presto la miseria, aunque no cre-
ciese el luxo».
Como las anteriores se podrían encontrar otras pruebas de este espí-
(1) Historia, VI, 105. El arresto de los jesuítas en Murcia dio ocasión años atrás á
varias hermosísimas cartas, que se conservan entre las Cartas de Hervás, ya que están
á él dirigidas. Julián Martín de Retamosa tropezó, leyendo la Historia del hombre,
escrita por Hervás, con la mención de este arresto, y se animó á escribirle declarando
su amor á la Compañía, y cómo había tomado parte en aquel atropello, pero de mala
gana y forzado por la obediencia militar.
(2) Es de advertir que Hervás no estuvo en misiones extranjeras, y así el viaje á
América que algunos autores suponen, es un puro error perdonable en Diccionarios y
Bibliotecasanteriores á la biografía de Caballero (pág. 77), imperdonable después, como
en el reciente libro de Amor y Ruibal.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV. 4
50 LORENZO HERVÁS
rltü de observación (cf. Historia..., I, 366) seguramente pertenecientes
al primer período de la vida de Lorenzo Hervás; aunque muchas más
sin comparación en los años sucesivos; en esto hubo dos grandes
bienes: el primero que sembró sus numerosos escritos de curiosidades
peregrinas, y el segundo que poco á poco iba formando su espíritu para
lo que después había de ser. De lo primero daré alguna prueba al
examinar los escritos, de lo segundo en el período siguiente de su vida,
E. Portillo.
(Continuará.)
Fuerza expansiva del sistema de IRaiffeisen
(Las Cajas rurales en Italia.)
Á GUISA DE PRÓLOGO
<5.
'ONTRA la introducción del sistema de Raiffeisen en España se ale-
gaba tiempo atrás su condición de planta exótica difícil, si no imposible,
de aclimatar en nuestro suelo. Confesamos paladinamente que nunca
pudimos alcanzar la fuerza de este argumento. El sistema de Raiffeisen
se había paseado triunfante por toda clase de países; habíase acomodado
á las razas más diversas del Oriente y del Occidente, del Septentrión y
del Mediodía, germánicas, célticas, eslavas, latinas... ¿Qué carácter, decía-
mos para nuestros adentros, será el de la raza española que, sola entre
las civilizadas, ha de ser refractaria á las Cajas rurales? ¿Qué campesi-
nos engendrarán nuestros montes y nuestros valles, tan diferentes del
resto del planeta? ¿Será excelencia ó degeneración de la raza constituir
excepción tan singular? Por lo demás, ¿es el carácter español tan único
que ninguna diferencia exista entre los habitantes de las distintas regio-
nes de España? ¿Serán de igual temperamento el navarro y el andaluz,
el catalán y el extremeño, el castellano y el gallego? Pues ¿cómo se
habla del carácter español cual si fuese uno mismo en todas las provin-
cias? Porque si es en algo diferente ¿quién sabe? quizá las instituciones
reñidas con el carácter y la situación económico-social del Sud hagan
amigable consorcio con los moradores del Norte, y, por tanto, no pueden
condenarse en globo las Cajas rurales. ¿Cuántas instituciones, aun eco-
nómicas, nacidas en el extranjero no se han aclimatado en nuestra patria?
Por hablar de una sola, que guarda cierta analogía con las Cajas rurales,
¿no son acaso los Montes de Piedad de importación extranjera? ¿No
nacieron en la Italia de la Edad Media? Se dirá que en España no son
cosa nueva ahora, que han encanecido ya en nuestro suelo. Enhorabuena;
pero todas las cosas viejas fueron en un principio nuevas, y contra ellas
podí'a entonces oponerse el escrúpulo de la novedad.
Pero el argumento Aquiles de la oposición era la solidaridad ilimi-
tada. Á esto sí que no se allanarán nuestros campesinos, se objetaba.
Buenos son ellos para aventurarlo todo por el vecino. Cada uno mire
por sí, exclamarán. ¿Quién será tan bobo que con todos sus bienes salga
fiador de los demás? Este argumento nos dolía más porque nos repre-
sentaba al campesino de todas las provincias españolas como soberana-
mente egoísta, desconfiado, receloso. Bien que no acabábamos de darle
52 FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN
crédito. Examinábamos la historia de las Cajas de Raiffeisen, y hallába-
mos que también en el extranjero se había esgrimido esa arma contra
las Cajas rurales; también allí se había ponderado la dificultad de meter
en la mollera del labriego la mancomunidad ilimitada. Mas la práctica
demostró bien pronto que no era el buen aldeano tan palurdo, ni tan
envidioso, ni tan suspicaz como se le había pintado. ¿No ocurrirá lo
mismo en España?, nos decíamos. La experiencia convence que no nos
engañábamos. Así que, hoy por hoy, es menos necesario persuadir á los
españoles con el ejemplo de fuera. Con todo eso, no sería inútil, antes
sumamente provechoso, declarar la fuerza expansiva del sistema y su
poder de adaptación á toda clase de gentes. ¡Con qué gusto trazaríamos
la historia de la fundación y progresos de una institución que, nacida en
Alemania el 1869, contaba á fínes de 1907 eii doce países diferentes unas
27.000 Cajas con dos millones de socios, y aun más. Recorreríamos, por
el orden de fundación de la primera Caja, Alemania (año 1869), Itaüa
(1883), Austria (1885), Suiza (1887), Bélgica (1892), Francia (1893), Ser-
via (1894) Reino Unido y sus Colonias (1894), Holanda y sus Colo-
nias (1895), Rusia (1896), Bulgaria (1899), para detenernos, finalmente, en
España (1901).
El viaje sería largo, demasiado largo. De sobra hemos entretenido á
nuestros lectores con las Cajas rurales; fuerza es poner punto final. Mas
no podemos resignarnos á dar por concluida esta materia sin reseñar,
más que sea con toda brevedad, las vicisitudes por que han pasado las
Cajas rurales en Francia y en Italia. Son naciones hermanas, y la histo-
ria es harto instructiva para condenada al silencio.
Respecto de Italia, nos mueve también un sentimiento de justicia, el
deseo de reparar el olvido de algunos escritores, que, tratando de la mate-
ria, no tienen recuerdos más que para Wollemborg y Luzzatti, dejándose
en el tintero al que más que ellos ha contribuido á fundar Cajas rurales:
el presbítero Cerutti.
Es cosa que da grima ver cómo algunos pretensos informadores que
se las echarán sin duda de imparciales y anunciarán á son de bombo y
platillos sus informaciones, como la última palabra de la exactitud, de la
diligencia y de la probidad, son tan ciegos ó tan obcecados que no ven ó
no quieren ver, ó si lo ven no quieren hacer constar los méritos de los
católicos en la institución de las obras sociales. Para que se vea que no
hablamos de memoria, vamos á citar un hecho referido por Veggian (1):
«El Conde de Chambrun, fundador ha pocos años del Museo Social, envió algunas
comisiones con el fin de estudiar las condiciones económico-agrarias de todas las
naciones de Europa. Como fruto de los estudios de la Comisión que visitó á Italia por
encargo del Museo Social, salió á luz un grueso volumen (La Prévoyance sociale en
Italie-Lerp. Mabilleau-Paris, Colin e Comp. 1898), el cual habla de todas las institu-
(1) // movimento sociale cristiano^ pág. 578, nota 2. Vicenza, 1899.
FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN 53
ciones de crédito liberales, pero no tiene una sola palabra para las instituciones de cré-
dito católico (Bancos y Cajas rurales).»
No nos importa averiguar la causa de tamaño silencio; pero ¿no es
verdad que es significativo? Ea, pues, veamos de indagar los primeros
pasos y el crecimiento de las Cajas de Raiffeisen, tanto de las católicas
como de las neutras (1).
ORIGEN DE LAS CAJAS RURALES ITALIANAS. WOLLEMBORG
En Italia apenas se conocían las Cajas rurales de Raiffeisen hasta
que el senador A. Rossi dejó correr la pluma largamente en elogio de
ellas (2). Por aquel tiempo se hacía por orden del Gobierno una infor-
mación para preparar una ley agraria, y como resultado de la suya sobre
los campesinos de la provincia de Venecia publicó el economista Emilio
Morpurgo á principios de 1882 una obra, que si descubría tristísimas
llagas y dolencias, no atinaba con los remedios eficaces (3).
El sentimiento producido en la prensa por esa información movió á otro
economista, A. Keller, á leer en la Real Academia de Ciencias, Letras y
Artes de Padua una Memoria, en que, después de examinar la situación
descrita por Morpurgo y los medios por éste propuestos para remediarla,
concluía proponiendo como la solución más acertada la adopción del
sistema de Raiffeisen, cuyo origen, organización y excelencias prego-
naba, é implorando al efecto auxilio eficaz para una primera tentativa, que
deseaba se hiciese á la mayor brevedad.
No se hizo esperar el ensayo. Un joven doctor, León Wollemborg,
de raza judía, natural de Padua, movido al parecer por las palabras de
Keller, estudió el lado práctico del sistema, y como tenía algunas fincas
en Loreggia, pueblecillo de la provincia de Padua, donde solía pasar
algunos meses, fundó allí el 20 de Junio de 1883 la primera Caja rural
italiana, según los principios de Raiffeisen. De 2.995 habitantes se alista-
ron como socios 17 modestos terranientes, 17 colonos (fittaiuoli), el
médico, el secretario del municipio y el mismo Wollemborg. Las opera-
ciones de la Caja comenzaron con 2.000 liras ó pesetas prestadas á
módico interés por los ricos del lugar. Á los seis meses, esto es, á fines
de Diciembre de 1883, los préstamos hechos á los socios habían ascen-
dido á 7.510 pesetas, y los depósitos entregados á la Caja á 7.507,98.
Con tan felices auspicios animóse Wollemborg á propagar el sistema.
Los agoreros de desdichas, siempre dispuestos á derramar en el ánimo
el tósigo del pesimismo, augurábanle siniestro fracaso. «De todos lados,
escribe Wollemborg, se me repetía que mi tentativa era imposible, mas
(1) Véase Civiltd Cattolica, 15 de Diciembre de 1894.
(2) Del crédito popolare nelle odierne associazioni cooperativa. Firenze, Bar-
bera, 1880.
(3) Le condizioni dei contadini nel Véneto. Roma, Forzani, 1882.
54 FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN
yo murmuraba, por lo bajo, la hermosa frase de Carlyle: toda noble em-
presa es imposible al principio.»
Contra viento y marea siguió adelante su camino fundando otrasl
Cajas, casi todas en la provincia de Venecia; de suerte que en Abri
de 1892 eran ya 72. Para difundir su conocimiento publicó desde 1885
un periódico, y en 1888 instituyó en Padua la Federación de las Cajas
italianas y Asociaciones afines, con el fin de suministrar informes úti-
les para la fundación y administración de las Cajas, ayudarlas con
obras y consejos, guiarlas por el recto sendero, crear un centro común
de acción para la propaganda y la defensa, así como para solicitar del
legislador las reformas necesarias. No fundó una Caja central, aconse-
jando que para los préstamos necesarios ó los depósitos excedentes se
recurriese á los bancos ordinarios; ni siquiera constituyó sociedad alguna
para la compra al por mayor de los objetos agrícolas. La mayor parte de
las Cajas rechazaron de propósito, con altivez, el apoyo ofrecido por
los grandes propietarios, según refiere el lugarteniente de Wollemborg,
Carlos Contini.
«Sin embargo de esto, dice La Civiltá Cattolica, y dando á Wollem-
borg el aplauso que merece como introductor de las Cajas rurales en Ita-
lia, fuerza es reconocer que no les dio aquel sello cristiano que imprimió
en las suyas Raiffeisen; cosa natural, dada su religión. Limitóse, por
tanto, á invocar la civilización, la dignidad humana, la religión universal
del bien, tomando como fórmula redentora: todos por cada uno, cada
uno por todos; glosando de este modo aquella máxima evangélica tan
hermosa: Amarás al prójimo como á ti mismo.» Á la caridad cristiana,
que constituía para Raiffeisen el alma del sistema, sustituyó Wollemborg
la probidad natural. No es que positivamente excluyese de sus fundacio-
nes al espíritu cristiano, sino que lo dejaba al albedrío de los socios ó á
la influencia del clero, al cual no se mostraba hostil, sino todo lo con-
trario. Eran, pues, las suyas cajas neutras.
LAS CAJAS RURALES CATÓLICAS
Esta falta de fundamento religioso, como lazo de unión de todas las
voluntades, había de ser causa de excisión, como de hecho aconteció en
la Caja rural de Gambarare, en la provincia de Venecia, para gran bien
y progreso de la misma institución. El párroco de dicha población, ani-
mado por el buen suceso de la Caja rural de Vigonovo, pensó fundar
una á su vez, dirigiéndose con este fin á Wollemborg. Constituida la Caja,
pero compuesta de elementos heterogéneos en sus ideas y aspiraciones,
convirtióse pronto en campo de batalla. Los unos, por ser liberales, no
querían saber nada del párroco, por más que fuese el fundador, ni del
presbítero Luis Cerutti, que tenía oficio de secretario y consejero, hos-
tilizando de mil maneras la autoridad de entrambos. Los católicos, que
FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN 55
eran el mayor número, mantenían firmes sus derechos y defendían á los
sacerdotes. Fué aumentando la discordia hasta el otoño de 1891. Enton-
ces, como hubiese de elegirse un consejero, fué propuesto un liberal por
el voto unánime de la presidencia, á excepción del de Cerutti, el cual,
con noble valentía, declaró verse obligado á negar su voto por no ser
posible que quien no es cristiano y católico reúna las cualidades morales
exigidas por los estatutos, mucho menos para formar parte de la pre^
sidencia.
Alegráronse los católicos con esta franca declaración y el 14 de
Enero de 1892, al procederse á confirmar la elección, fué derrotado el
liberal. De 112 votos, 12 salieron en blanco, 16 á favor del liberal, 84 por
un nuevo candidato de principios netamente católicos, sostenido por el
párroco y el vicario. La presidencia presentó la dimisión, y todos los
liberales dejaron la Caja, que, reorganizada el 6 de Abril, cobró mayor
fuerza y prosiguió tranquilamente sus operaciones con espléndido suceso.
PROGRESO DE LAS CAJAS RURALES CATÓLICAS
Este fué el principio de la primera Caja rural católica. En tanto, el pres-
bítero Cerutti, entregóse con ardor á librar de las manos de los judíos la
obra de Raiffeisen y encargarla á los católicos. Peroró á este fin, con for-
tuna, en el Congreso católico de Vicenza en Septiembre de 1891, y cuanto
prosperó su obra, tanto desmereció la de Wollemborg. No es que los
liberales dejasen de moverse, sino que les faltó el apoyo del clero. Para
vencerle y traerle á su causa llegaron á solicitar de eminente eclesiástico
una recomendación para con los curas. Todo en vano. La Obra de los
Congresos, los Obispos y el clero todo prefirieron hacer el bien con las
propias fuerzas católicas, antes que con el auxilio de un partido liberal,
por moderado y cortés que se presentase.
La primera conferencia para propagar la institución se tuvo— al decir
de Veggian— en Paderno, de la provincia de Treviso! Diéronle vigoroso
impulso los Congresos católicos de Genova (1892), Roma y Pavía (1894),
Turín (1895), las asambleas regionales y diocesanas, los periódicos La
Vita del Popólo, UOperaio Caüolico, etc. Para facilitar la propaganda
se constituyeron dos juntas, una para la región véneta y otra para Lom-
bardía. La segunda sección de la Obra de los Congresos instituyó á este
mismo fin una subcomisión, cuya presidencia confió al apóstol de las
Cajas rurales católicas D. Luis Cerutti (1).
Pero el testimonio que más alientos hubo de infundir á Cerutti vino
de la suprema autoridad apostólica. En nombre de León XIII le feUcitó
por su obra el Cardenal Secretario Rampolla en 10 de Marzo y en 4 de
(1) Veggian, El movimiento sociale cristiano, pág. 567.
56 FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN
Mayo de 1894, y al soplo favorable de la apostólica aprobación, fueron
prosperando más y más cada día las Cajas católicas.
En 1894 vio por primera vez la pública luz el boletín de las Cajas de
Cerutti, titulado La Cooperazione Popo lar e. Acudían las Cajas para sus
negocios á los bancos ordinarios, mas, aunque hallaron favor al prin-
cipio, «era fácil prever— dice La Civiltá— que tarde ó temprano el espí-
ritu de partido y el hastío usual contra todas nuestras empresas (esto es,
las católicas) suscitaría dificultades y pondría en peligro el crédito; así
que era preciso hacerse de ellos independientes». Surgieron, pues, ban-
cos estrictamente católicos. El primero, en orden de tiempo y de impor-
tancia, fué la Banca caüolica S. Libérale, de Treviso, alrededor de la
cual se agruparon las Cajas rurales de Venecia, á excepción de las de
Vicenza, que constituyeron unión aparte. Más tarde se fundó una Caja
central domiciliada en Parma.
Desde 1894 «inteligentes apóstoles de estas modestas instituciones
populares de crédito iniciaron activísima propaganda en todas las regio-
nes de Italia; propaganda afortunada, así por el número de las Cajas ru-
rales que fueron fundando rápidamente, como por la importancia de los
beneficios que difundieron. La usura recibió tremendo golpe, el ahorro
popular incremento notabilísimo, la agricultura poderoso impulso para
resurgir y acarrear á los propietarios y cultivadores más abundantes
provechos» (1).
En la época del Congreso de Milán de 1897 se contaban 705 Cajas
rurales católicas en Italia. Un año después publicaba el Dr. D. José Mi-
cheli, de Parma, una diligente estadística en que figuraban 904. En 1905
las Cajas adheridas á la Unión económico-social católica llegaban
á 1.092, de las cuales concurrieron á la famosa exposición de Milán de
dicho año 914, que reunían 100.715 socios, ó sean unos 110 por Caja
como promedio. No todas las 914 dieron completos informes de sus ne-
gocios. Hiciéronlo únicamente 844, con los siguientes resultados, hasta el
31 de Diciembre de 1905 (2).
Depósitos de ahorros Liras (pesetas) 282.318.37,77
Préstamos activos >> » 290.419.50,28
Préstamos pasivos » « 6.655.291,64
Fondo de reserva >> >> 692.620,94
En 1906 las cooperativas de crédito rural italianas ascendían á 1.461,
de las cuales las católicas estaban, respecto de las neutrales, en la pro-
porción de siete á uno (3).
Según los informes de Medolago Albani, secretario de la Unión eco-
(1) 2.783 istituzioni cattoliche economko-sociali aW'Esposmone di Milano. Bergamo,
1906, págs. 13/14.
(2) ídem id., pág. 34.
(3) G. Fay, Cooperation at home and abroad. King, London, 1908.
FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN 57
nómico-social de los católicos italianos, á los comienzos de Mayo
de 1907 se contaban cerca de 1.400 Cajas católicas de Raiffeisen; unas
500 en Venecia, 200 en Lombardía, otras tantas en Romanía, 130 en Pia-
monte, 170 en Sicilia, 60 en las Marcas, 80 en la Emilia, etc. La Campa-
nia venía en último lugar con cinco.
OFICIOS DE LA CAJA RURAL. — CAJAS OBRERAS
Las Cajas rurales italianas no suelen ser simplemente cajas de ahorros
y préstamos, sino que, á imitación de las alemanas, se encargan también
de comprar simientes, abonos, máquinas agrícolas para provecho de los
socios. Muchas, señaladamente las más distantes de los centros princi-
pales, son también cooperativas de consumo para proveer á los socios
de comestibles y vestidos.
Las Cajas rurales han contribuido mucho á la fundación de seguros
de ganados y de cantinas cooperativas. La cantina toma prestado á la
Caja rural, que le abre cuenta corriente y se encarga de todo su movi-
miento de fondos. Hace de ordinario anticipos directos á los socios en
proporción del número de quintales de uva entregados á la cooperativa,
por las tres cuartas partes del valor de la uva, establecido aproximada-
mente según la riqueza del mosto en azúcar.
Además de las Cajas rurales, hay un centenar de cajas obreras fun-
dadas en los principios de Raiffeisen (1).
FEDERACIOiNES Y BANCOS
Buen número de Cajas rurales están unidas en Federaciones dioce-
sanas, de las cuales había 23 en Mayo de 1907, según la cuenta de
(1) Como ejemplo típico, razón es conmemorar los frutos de la actividad del funda-
dor de las Cajas católicas italianas, Mons. Cerutti. en el pueblo de Murano, de
donde es párroco y síndico á la vez. La Caja obrera católica, que comenzó con 12 so-
cios, llegó, después de diez años, á 367. Cuenta con un capital de 84.000 liras (pesetas)
y un movimiento de préstamos como de 54.000 pesetas anuales, los más para casas
populares. La Caja hizo propaganda á favor de la Caja nacional de pensiones, en la
cual inscribió 255 socios, ganando la primera medalla de oro por la propaganda y dos
premios en dinero en los años subsiguientes. En 20 de Diciembre de 1903, un grupo
de socios de la Caja promovió una cooperativa de consumo que, habiendo empezado
con 8.000 liras de capital, posee hoy 17.000, con tal organización, que los socios perci-
ben notabilísimos provechos. Últimamente fundó Mons. Cerutti una fábrica de vidrio
que tiene 132.000 liras.de capital y 350.000 de producción anual que se vende por entero.
Los géneros principales son botellas para medicinas, licores y cerveza; emplea 143
obreros, de los cuales 70 son muchachos. Esta es la obra más importante, porque salvó
la fe de la población. Hay además las casas obreras y los cinematógrafos morales y
populares, en que puso todo su conato el admirable sacerdote, y que han dado esplén-
didos resultados. (Rivista Internazionale, Enero de 1909, pág. 156.)
58 FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN
Medolago; las otras seguían adheridas á los Consejos de obras diocesa-
nas. Finalmente, estaban todas afiliadas, no á" una Unión general espe-
cialmente creada para las Cajas rurales, sino á la Unión económico-
social de católicos italianos, cuyo domicilio social se halla en Bérgamo.
De las cien Cajas obreras que dijimos, 16 están federadas en una
unión particular que tiene su centro en Venecia. Las demás entran en
los mismos grupos que las rurales. Así la Unión de Bolonia se intitula
Unione delle casse rurali e popolari deíla diócesi di Bologna.
Grande ayuda han prestado á las Cajas rurales los Bancos católicos.
Á la mencionada Exposición de Milán concurrieron 79 de los adheridos
á la Unión económico-social. Muchos han tomado el nombre áo. pequeño
crédito, á semejanza del Piccolo crédito bergamasco, que fué el primero
en llamarse de ese modo, porque al fundarse en 1892 se propuso ayudar
con preferencia á la pequeña propiedad, á la pequeña industria y al pe-
queño comercio. Algunos de los mejor organizados han instituido, de
acuerdo con las Uniones agrícolas, la cuenta corriente agrícola, forma
de crédito ingeniosa que permite al agricultor tener abierto por todo el
año agrícola un crédito correspondiente á sus necesidades.
Pero entre todos los Bancos ha merecido bien de las Cajas rurales el
de Bérgamo. Á él deben su fundación en esta provincia, habiendo sido
la primera la de Martinengo, parroquia de unos 6.000 habitantes, el 19
de Febrero de 1893. Nada puede dar mejor idea de la acción del Banco
que el opúsculo de UAction Populaire, traducido al castellano con el
título de El catolicismo social práctico en Bérgamo. He aquí algunos
párrafos:
«¿Trátase de establecer una Caja rural en una aldea? Pues se empieza por dar á los
habitantes, por uno de los individuos de la Unión de las instituciones católicas, una ó
más conferencias, en las cuales se expone el objeto del nuevo establecimiento de cré-
dito, su manera de funcionar y los beneficios que reporta. Tras de esto, ábrese discu-
sión, y todo el que quiere emite su parecer. Asi preparado el terreno, los labradores
no tardan en decidirse y constituir su Caja rural, siempre por acta notarial.
»Como la Unión cuenta entre sus individuos más de una docena de notarios, el acta
de creación es gratuita. Para dirigir y administrar el nuevo organismo elígense siempre
personas capaces, solventes y reconocidas en la parroquia por sus arraigadas ideas
católicas.
«¿Que no se encuentran estas personas en la localidad? No importa: el Banco
suple la falta, enviando uno de sus empleados, que enseña á los futuros encargados
de la administración y contabilidad de la Caja todos los detalles comerciales: modo de
llevar los libros, redacción de estados de situación, balance anual, etc.; este mismo
empleado tiene la obligación de abrir en el Banco una cuenta corriente proporcional
á la importancia de la Caja, desde 5 á 20.000 pesetas, al 4,75 por 100 de interés. La Caja
puede, pues, desde el primer día abrir préstamos al 5,50 por 100 (1).
«Además, cuando las cantidades impuestas en las Cajas rurales exceden de lo que
éstas necesitan, se las faculta para colocar el metálico sobrante en el Banco Católico,
(1) // Movimento CattoUco, pág. 77.
FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN 59
el cual concede en estos casos al dinero de las Cajas interés superior al que abona á
sus propios imponentes.
«Prodúcese así un cambio continuo, una circulación sin fin de numerario entre el
Banco y las Cajas rurales, y el profesor Rezzara pudo con legitimo orgullo escribir:
«Este desarrollo del crédito popular es el terror de los usureros, que son en determi-
«nadas regiones causa principal de la emigración de los labradores. Nuestras Cajas ru-
«rales pusieron en fuga á estas aves de rapiña.»
»Así sostenidas, las Cajas rurales aumentaron rápidamente. En 1899 había 64 en
toda la provincia de Bérgamo; paríenecían á ellas 3.618 labradores; el capital con que
funcionaban ascendía á 1.391.017,79 pesetas, los reembolsos á 698.771,58 pesetas y á
692.246,21 pesetas el activo en circulación. Concediéronse en ese mismo año 5.888
préstamos, importantes 1.205.565,16 pesetas, y las adquisiciones colectivas, hechas por
23 Cajas rurales,'importaron 254.259,39 pesetas.
«Desde entonces hasta 1904 abriéronse en la diócesis 16 nuevas Cajas, con lo
cual elevóse á 83 el número de éstas. Para imprimir á estos pequeños Bancos rús-
ticos la marcha más conveniente, preservarlos de todo riesgo de pérdida y aun de mal-
versaciones voluntarias, porque es preciso preverlo todo, la tutelar Unión de las insti-
tuciones católicas montó el servicio de inspectores mercantiles, los cuales, elegidos por
pluralidad de votos por las Cajas mismas, entraron en funciones el 2 de Enero de 1897,
y visitaron las Cajas todas sin mis remuneración que el reembolso de gastos de viaje.
Estos inspectores son cuatro, dos sacerdotes y dos seglares.
»Más ricas que las francesas, gracias al Banco Católico, las Cajas rurales de Bér-
gamo hicieron en grande lo que en menor escala hacen sus similares de Francia: com-
praron colectivamente simientes, abonos, máquinas agrícolas y organizaron las coope-
rativas de seguros del ganado.
» En cuatro años las Cajas rurales italianas invirtieron en estas adquisiciones
254.259,39 pesetas, resultando los artículos, comprados en grande, pagados al contado
y bonificados por el descuento, en precios muy económicos. Funcionando en esto
como cooperativa de consumo, la Caja recibe las mercancías y las distribuye entre sus
imponentes, quienes las pagan al contado ó á plazos, dejando en este último caso un
pequeño interés para la Caja. Para tales compras el único intermediario es la Unión
Católica Agrícola, de que luego hablaremos, y las garantías que debe dar á la Caja el
labrador á quien se concede un préstamo sirvieron de origen á la idea de asegurar el
ganado, el cual vino de esta suerte á convertirse en base hipotecaria del crédito.
»La Unión de las instituciones católicas redactó estatutos paralas cooperativas de
seguros del ganado, y éstas hiciéronse bien pronto populares.
»En 1897, 45 Cooperativas de esta clase reunían 82 parroquias, con 9.394 cabezas de
ganado aseguradas. Las pérdidas de animales ascendieron á 355, y el valor de éstos,
62.470,04 pesetas, fué puntualmente pagado á sus dueños.
»No debemos omitir, al hablar de estos seguros, un hecho social que, como al señor
Rezzara, parécenos elocuente ejemplo de una transformación en el modo de ser de la
propiedad. En la diócesis de Bérgamo el ganado de los arrendatarios era casi siem-
pre, no de la propiedad exclusiva de éstos, sino también, y por mitad, de la del dueño
de las tierras, lo cual dificultaba el seguro. ¿Qué hacer para convertir al medialista en
amo único del ganado?
»Se saUó del apuro muy ingeniosamente: la Caja rural y la Cooperativa de seguros
de una parroquia compraron el ganado necesario para sus asociados, y he ahí á éstos
hechos de pronto propietarios provisionales. Las bestias se entregaron á los arrenda-
tarios, mediante el pago por éstos á la Caja del 5 por 100 del costo de adquisición; y
como los asociados tienen en la Caja rural cuenta corríente, fueron reembolsando
á ésta poco á poco. Una vez abonadas las tres cuartas partes de la deuda, el asociado
es propietario incontestable del buey ó la vaca que tenía en depósito; el resto del valor
del semoviente lo pagaba en cuatro, seis, ocho meses ó un año. Metamorfosis notable
60 FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN
de la propiedad y exención afortunada de una de tantas servidumbres como pesan
sobre el labrador pobre.
LA UNIÓN CATÓLICA AGRÍCOLA
»En Bérgamo, donde todas las obras adoptan la forma cooperativa y de federación,
no podían permanecer por largo tiempo aisladas las sociedades rurales.
»En Junio de 1894 empezó á funcionar la Unión Católica Agrícola, constituida por
acta notarial. También en esto se echa de ver el espíritu inteligente y práctico de los
italianos; porque esta Unión agrícola, que agrupó todas las asociaciones de crédito
rural, es á la vez sociedad financiera.
»E1 lazo, más ideal que efectivo, que liga á la Sociedad de agricultores de Francia
con los Sindicatos agrícolas del mismo país, no pareció bastante á los italianos. La
Unión, tal como ellos la entienden, es una sociedad cooperativa de capital ilimitado,
que puede, por medio de este capital, obrar con toda eficacia. No quedan, á pesar de
ello, desatendidos los intereses morales: la Unión representa la clase de agricultores y
tiende á defenderla, favoreciendo, por medio de conferencias teóricas y prácticas, la
fertilización de los terrenos; pero se erigirá en sociedad comercial para adquirir má-
quinas agrícolas, simientes, plantas y abonos; se transformará en granja modelo, á fin
de aquilatar extensos terrenos y cultivarlos con sujeción á los mejores procedimien-
tos; agregará á sus múltiples cometidos un pequeño ministerio de Instrucción pública,
y abrirá escuelas teórico-prácticas en beneficio de los agricultores en general y de los
obreros del campo en particular (1).
»La Unión Católica Agrícola es hoy la gran proveedora de toda la región, y á ella
dirigen sus pedidos las Cajas rurales. En 30 de Junio de 1897, es decir, á los tres años
de su fundación, había comprado por cuenta de sus adheridos:
«Trigo para sembrar, 6.195,63 pesetas; superfosfatos, 40.138,94; abonos para maíz,
9.888,10; nitratos de sosa, 7.182,43; sulfatos de amoniaco, 933,90; cloruros de potasa,
1.527; escorias Thomas, 33.588,25; abonos de la fórmula Golari, 9.014,53; yeso, 120,55;
simientes de forrajes; 397,34; máquinas agrícolas, 240,50. Total, 109.227,17 pesetas (2).
»La Unión publica un Boletín, que envía gratis á las asociaciones católicas adheri-
das, en el cual se inserta amplia información agrícola.»
LAS CAJAS RURALES EN EL CONGRESO DE CREMONA
La importancia de las Cajas rurales católicas, y su benéfico influjo en
la población agrícola recibieron espléndido testimonio de los mismos que
ven con ojeriza su condición religiosa. Así se hizo en el VII Congreso de
\os Bancos populares italianos, reunido en Cremona en 1907(3). Son esos
Bancos fundación del judío y conocido hacendista italiano Luis Luzzatti,
quien en 1863 estableció el primero en Milán, y después acá con singular
constancia ha seguido propagándolos. Tomó por norma los de Schulze-
Delitzsch, aunque modificándolos y acomodándolos á los italianos. Pues
en ese Congreso se reconoció como hecho incontestable que los servi-
cios de los Bancos populares y los capitales por ellos empleados en el
(1) Estatutos de la Unión bergamense, tít. I.
(2) // Movimento Cattolico, pág. 20.
(3) M. le Comte de Rocquigny, Les Congrés Coopératifs de Crémone. (Le Musée
social. Mémoires et documents. N.° 1, 1908.)
FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN 61
desenvolvimiento económico de la nación, han aprovechado hasta ahora
mucho menos á la agricultura que á la. industria y al comercio, y que
para remediar esta deficiencia lo que precisamente falta son Cajas rura-
les que vivan con los labradores en contacto más inmediato que los
Bancos.
De otro sistema de sociedad local de crédito, existente en Italia hace
unos quince años, se habló también en el Congreso de Cremona. Consti-
túyenlo las Cajas neutras llamadas Casse agrarie, establecidas primero
en la provincia de Parma por la Caja de ahorros y propagadas más re-
cientemente por la Caja de ahorros de Coni. Estas Cajas, á diferencia
de las rurales, no gozan de autonomía real ni reciben depósitos; son sim-
ples organismos locales de la Caja de ahorros, instituidos para ayudar al
progreso agrícola, completando la acción del sindicato y de la cátedra
ambulante de agricultura. Las Cajas agrarias del Apenino Parmesano
en total quince, forman una federación domiciliada en Langhirano.
Mas para que se vea cuánto sobrepujan en número las Cajas católi-
cas, vamos á extractar los datos presentados en el mismo Congreso de
Cremona, por donde se verá que ellas solas son más que todas las otras
Cajas rurales y Bancos populares juntos:
Cajas rurales católicas 1.461
Cajas rurales Woll^mborg 127
Cajas agrarias 20
Bancos populares (de Luzzatti) ... 829
¡Loor al clero católico, que ha sido el más activo propagador de las
Cajas rurales católicas!
LAS CAJAS RURALES Y EL ESTADO
Si las Cajas católicas italianas fueron siempre favorecidas por los
curas, los Obispos y el Papa, no así por la administración civil, que á
veces les hizo sentir el p2so de su hostilidad. Sometidas á las prescrip-
ciones del Código de Comercio, necesitaban para constituirse la homo-
logación de los tribunales, que á las veces la denegaban cuando, á su
parecer, era la tendencia de las Cajas evidentemente católica.
También con el fisco hubieron de averiguarse. En 1897 se estableció
enTurín una jurisprudencia tan amenazadora para las Cajas, que en24de
Enero de 1893 se tuvo en Parma una importantísima reunión de coope-
radores católicos, en la cual, después de madura discusión, se aprobaron
los estatutos de una sociedad civil particular con que se había de sus-
tituir la forma cooperativa allí donde la hiciesen imposible las persecu-
ciones del fisco ó el arbitrio de los magistrados. Pocas fueron las Cajas
que de dicha forma se aprovecharon; en 1903 más de las nueve décimas
partes conservaban todavía la forma jurídica comercial.
62 FUERZA EXPANSIVA DEL SISTEMA DE RAIFFEISEN
En Mayo de 1898, en tiempos del ministerio Rudini-Zanardelli, cuando
alborotos y motines revolucionarios ensangrentaron la península, ciertos
prefectos, entre los cuales se señaló el de Mantua, disolvieron muchas
Cajas rurales, quizá para que, mostrándose fieros con la derecha, disi-
mulasen mejor los golpes asestados á la izquierda. Una circular ministe-
rial de 27 de Mayo revocó estos decretos, multiplicándose desde enton-
ces sin molestia las Cajas rurales.
CARÁCTER RELIGIOSO DE LAS CAJAS ITALIANAS
Cualquiera que sea la enemiga de los liberales contra el carácter re-
ligioso de las Cajas, empéñanse en conservarlo los católicos, y no sólo
en las Cajas, sino en las otras instituciones económicas. En la Relación
histórico-estadística, varias veces citada en estos apuntes, se dice á este
propósito (1):
«El carácter cristiano-católico impreso en todas y cada una de las
instituciones adheridas á la Unión central y mantenido constantemente^
si en alguna parte pudo dificultar la fundación de alguna institución eco-
nómica, en la mayoría de los casos ha sido uno de los principales coefi-
cientes de vitalidad, de prosperidad, de administración regular.
»La práctica ha demostrado que el principio religioso-moral, común
á todos los socios, es fuerte vínculo de unión, elemento de una actividad
más concorde, freno para evitar irregularidades, abusos, quebranta-
miento de la ley, y medio eficacísimo de elevación moral y civil de los
socios.
»Se ha visto también por la práctica que el principio confesional no
ha sido ni es obstáculo á la fundación de instituciones económicas, aun
cooperativas, ni causa ó pretexto de rozamientos ó de luchas con insti-
tutos regidos por otros principios ó simplemente neutros...
y> Particularmente en las instituciones de crédito el principio religio-
so-moral ha sido y es medio eficacísimo para asegurar la prosperidad
moral, y hasta agente principal de su florecimiento económico, de arte
que algunas podrán ser señaladas entre los beneméritos cooperadores
del resurgimiento agricoía-industrial de las respectivas provincias.»
N. NOGUER.
(1) 2.783 istituzíoni cattoliche, etc., págs. 10/ 11.
IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
EN
EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS
F,
lEL la Compañía de Jesús á la consigna recibida de su fundador, San
Ignacio de Loyola, ha procurado en todos tiempos, con la divina gracia,
fomentar la mayor gloria de Dios en la santificación de sus hijos y en la
de los prójimos. Para esto la norma ha sido preferir, según las circuns-
tancias lo permitían, los ministerios más universales, más duraderos y
de fruto más sólido, desentendiéndose de las obras, aunque buenas, que
impiden otras más importantes.
Así, aunque el arte de la imprenta parece á primera vista menos aco-
modado á los ministerios sacerdotales y apostólicos, y aun incompatible
con ellos, sin embargo, desde muy á los principios vieron los jesuítas
en él un arma poderosa contra el error y la maldad, y en defensa de los
sagrados intereses de la Religión cristiana; y movidos de estos fines no-
bilísimos, pusieron en todas las partes del mundo tipografías en mayor
número del que generalmente se cree.
Las establecieron en varios de sus colegios con la mira de propor-
cionar fácilmente á los discípulos libros escogidos de texto y de sana
doctrina, que de otro modo sólo con grandes dispendios de tiempo y di-
nero y no leves dificultades hubieran adquirido ¿rayéndolos de lejanas
tierras, si es que en ellas existían. Al propio tiempo, teniendo prensas en
casa y todo el material tipográfico necesario, era dado á los profesores
imprimir los libros que ellos mismos componían, reproducir los de otros
autores, acomodándolos á la capacidad y alcance de los discípulos, y re-
imprimir los autores clásicos expurgados de lo que podía mancillar la
pureza de la fe y las buenas costumbres de los alumnos.
Otras imprentas estableció la Compañía de Jesús para estampar obras
domésticas, destinadas á su uso exclusivo, acerca de su legislación inte-
rior y prácticas piadosas, ó enderezadas al buen gobierno de la vida
común, y otros libros en que se consignan su historia, privilegios y de-
más cosas concernientes á una orden religiosa. Es verdad que también
se dieron á la estampa muchas de estas obras en imprentas públicas de
varios reinos, por la dificultad que entonces había en las comunicacio-
nes, mayormente en las internacionales, y en el giro de la moneda.
En las naciones infestadas de la herejía, por ser al principio escasas
en número las tipografías católicas y muchos y por demás perniciosos
64 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
los libros que divulgaban los disidentes, se vieron precisados los hijos
de San Ignacio á refutar aquellos errores, y fomentar y consolidar la ins-
trucción religiosa y la piedad cristiana por medio de libros que salían de
sus prensas; de éstas veremos que se establecieron muchas en el Norte
de Europa para beneficio de tan necesitadas comarcas.
Tanto en las naciones católicas cuanto en los protestantes, fueron las
imprentas jesuíticas auxiliares poderosos para difundir entre los fieles el
conocimiento y amor del Criador y de su sacrosanta Religión, fomentar
la piedad, favorecer el culto é impedir muchas ofensas de Dios y la per-
dición de innumerables almas.
Finalmente, auxiliaron en su grandiosa empresa á los varones apostó-
licos las imprentas que ellos crearon en el extremo Oriente y el Occi-
dente, siendo en general los jesuítas los primeros en poner tipografías
en los países de infieles ó de los nuevos cristianos, reproduciendo por su
medio gran multitud de obras escritas en las lenguas propias de cada
región, para anunciar el Evangelio con sus dogmas y preceptos, refutar
las sectas y moralizar los pueblos según las enseñanzas y mandamien-
tos del divino Redentor. Por medio de los libros suplían la falta de Mi-
sioneros y completaban la grande obra del cultivo espiritual de los
neófitos.
Creyendo, pues, que el conocimiento de los frutos obtenidos por este
singular ministerio de las imprentas de la Compañía de Jesús, contribuirá
en alguna manera ádar la gloria al Autor de todo bien, que se dignó to-
mar á los jesuítas por instrumentos de sus divinas misericordias, hemos
recogido y puesto en orden los datos esparcidos en muchas obras, que
incidentalmente han tratado este asunto.
Dado este primer paso, no dudamos que otros completarán la his-
toria de las imprentas jesuíticas con nuevos documentos que se habrán
escapado á nuestra investigación.
ITALIA
Roma.— Precedió con el ejemplo el colegio universal, que toda la
Compañía tenía en la Ciudad Eterna. Pudiera ser que se hubiera resuelto
el plan de adquirir una imprenta en tiempo de San Ignacio; pues habiendo
muerto el Santo fundador el 31 de Julio de 1556, á fines del mes siguiente
la estaban instalando, según se lo comunicaba el P. Juan de Polanco al
Provincial de Sicilia, P. Jerónimo Doménech. El mismo P. Polanco,
tratando de los sucesos del tiempo de San Ignacio, da la noticia con estas
palabras: «Se empezó á poner este año [1556] en nuestro Colegio una
prensa con los tipos necesarios para imprimir libros» (1). Y ciertamente
(1) Hoc anno in Collegio nostro prelum cum typís necessariis ad librorum impres-
sionem instituí coeptum est. Chonicon Soc. Jesu, año 1556, núm. 88, t. VI, pág. 33, en
la colección Monamenta Histórica Soc. Jesu.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 65
no es nada probable que el prudente P. Diego Laínez, á quien se admi-
nistró el sacramento de la Extremaunción el día en que se dio sepultura
al cadáver de San Ignacio, se diera tanta prisa en adquirir una imprenta,
que antes de terminado el mes estuviera á punto de funcionar. Cuánto
más que su cargo de Vicario General más propio es para ejecutar lo de-
terminado por su antecesor, y remitir al siguiente los negocios que ad-
miten espera, que para tomar nuevas resoluciones y emprender cosas
desusadas.
Por el mismo tiempo ideaban poner otra imprenta en Mesina, y ade-
más una fábrica de papel, los jesuítas de Sicilia, como diremos poco des-
pués; y para llevarla á cabo escribió el P. Doménech á San Ignacio el
día 4 de Agosto de 1556, ignorando que el Santo había fallecido cuatro
días antes. A esta carta contestó el P. Polanco, en italiano, en nombre
del P. Laínez, con fecha 31 de Agosto; y respecto á la tipografía le decía
estas palabras: «De la imprenta me dice el P. Vicario que avise á
V. R. que aquí empezamos á poner en orden una, y la hemos probado
estampando esos epitaños que aquí incluyo, y tendremos diversas clases
de letra. Si parece bien á V. R., la podrán asentar también en Mesina, y
servirá para Sicilia y acaso también para otras partes^ no coincidiendo
en imprimir los mismos libros que en esta de Roma, sino de común
acuerdo.
»De la fábrica de papel también parece ¡sería muy al caso; y fabricán-
dose bueno y á precio arreglado, nos podríamos nosotros ayudar, sur-
tiéndonos de ahí» (1).
No satisfaciendo á los Padres de Roma la letra por ellos adquirida,
trataron de obtenerla de mejor clase, y para conseguirlo escribió el
P. Polanco, también en italiano, al P. Pascasio Broet, Provincial de la
Provincia de Francia, el 15 de Septiembre de 1556 y el 22 de Febrero de
1557, suplicándole les proporcionase de París y Lyón matrices para
fundir la letra (2).
Quedó la imprenta del Colegio Romano bien surtida de letra, pues
salieron de sus prensas gran multitud de obras latinas en octavo, para el
uso exclusivo de los jesuítas, haciéndose de algunas de ellas repetidas
ediciones. Los libros principales fueron los siguientes: Constitutiones;
Regülae; Compendium privÚegiorum; Compendium facultatum et indul-
gentiarum; Decreta Congregationum generalium; Formulae Congrega-
tionum; Exercitia Spiritualia; Director ium; Ratio atque institutio stu-
diorum; Litterae annuae; Litterae Apostolicae, etc., y papeles sueltos.
(1) Registro oficial de las cartas de Roma, t. IV; Epistolae Italiae, 1556-1557, fo-
lio 156 v.
(2) Registro oficial, t. V; Germán. Gallia^ 1556-1559, folios 60 v. y 94 r. Respondió
el P. Broet, en italiano, el 3 de Enero y el 4 de Febrero de 1557. Epist. PP. Paschasii
Broé'ti..., páginas 118 y 121, en la colección citada Monum. Hist. Soc. Jesu.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 5
66 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
como Assertiones. También se imprimió alguno que otro libro para los
colegios, como el titulado M. Valer ¿í Mariialis epigrammata.
Cuando la imprenta tomó mayor vuelo fué durante el generalato del
P. Claudio Aquaviva (1581-1615), estampándose aquellos años más
crecido número de obras.
De éstas, la principal, de que pudiera justamente gloriarse cualquiera
imprenta de las mejores, es la llevada á cabo en 1606 con el título Con-
stitvtiones Societatis lesv. latinee, et hispance, cvm earvm declarat oni-
büs. Romae, In Collegío eiusdem Societatis. MDCVÍ. Superiorvm per-
missv. El tamaño es en folio mayor, de 0,405x0,275'""i. La ejecución tipo-
gráfica no pudo menos de ser obra de algún cajista muy inteligente y
laborioso, porque cada página tiene dificultades especiales que vencer.
Las pares contienen el texto latino de la traducción oficial de las Cons-
tituciones, y las impares el castellano, compuesto por San Ignacio, uno
y otro de redondo. En ambos textos las Declaraciones, añadidas por el
mismo San Ignacio, van puestas alrededor del texto, de suerte que en
cada página se hallan las correspondientes á ella. Hay además en cada
una de las páginas dos ladillos en las partes opuestas de la caja: el uno
contiene la numeración de los párrafos y las llamadas que remiten á las
Declaraciones: el otro ladillo los lugares paralelos de las Constituciones
y del Examen. En el texto hay dos ciases de llamadas, que indican la
palabra ó frase á que corresponden las Declaraciones ó los lugares pa-
ralelos. Todas las páginas esián orladas. Hay que ver el libro para hacer-
se cargo de su mérito tipográfico.
El papel es magnífico, los tipos grandes y hermosos. Consérvanse
pocos ejemplares de esta obra monumental. El que tenemos delante al
escribir estos apuntes se halla ricamente encuadernado, con encuader-
nación de la época, en piel encarnada, con elegantes adornos dorados, y
en el centro de ambas tapas el nombre de JHS, rodeado de estrellas y
llamas.
Ignoramos quiénes estuvieron al frente de la imprenta del Colegio
Romano. Sólo sabemos, por carta del P. Polanco al P. Pedro Canisio,
escrita el 5 de Agosto de 1559, que entonces tenían un impresor
alemán, entendido en su arte, pero desconocedor del latín, y que los es-
colares de la Compañía se encargaban de corregir las pruebas (1).
La experiencia enseñó que pedía la imprenta mayor cuidado y per-
sonal más numeroso de lo que al principio se había creído (2).
Carecía en 1564 la Ciudad Eterna de calcografía árabe, cosa nada
(1) P. Braunsberger, Beati Petri Canisii, Societatis lesu, epistulae et acta, t. II, pá-
gina 496. ,
(2) Carta del P. Ganísio al P. Victoria, 7 Oct. 1559; Braunsberger, 1. c, pág. 528.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 67
extraña, pues hasta entonces sólo se habían impreso en aquella lengua
tres obras en todo el mundo.
Queriendo, pues, la Santidad de Pío IV dar á conocer á los orientales
el Concilio Tridentino, suministró dinero para que adquiriese la Compa-
ñía los tipos árabes necesarios. El P. Juan Bautista Eliano, por otro
nombre Romano, natural de Alejandría, en Egipto, conocedor del hebreo,
árabe, turco, latín, italiano, castellano y otras lenguas, hizo la traducción
del texto latino al arábigo, y se dio á la estampa en la tipografía del Co-
legio Romano (1).
El P. Sommervogel, que parece no haber visto esta obra, pues sólo
la indica someramente, anuncia dos ediciones de la Profesión de Fe, com-
puesta por el Concilio Tridentino, traducida por el P. Eliano, é impresa
en árabe, y luego en árabe y latín, en dicha imprenta del Colegio Romano
el mismo año 1566 (2).
A los veinte años de funcionamiento, la imprenta del Colegio Romano
vióse dotada de tipos hebreos, con grande ahorro de tiempo de los jó-
venes jesuítas dedicados á estudiar la lengua santa, y no pequeño
ahorro de dinero, evitando traer de lejos los libros necesarios para el
curso de hebreo (3).
Mesina.— Muy desde los principios vio la Compañía de Jesús en el
humilde, penoso y entonces despreciado ejercicio de enseñar á la juven-
tud, un ministerio fructuosísimo, de que dependía en gran parte la rege-
neración social en la instrucción religiosa y moralización de los pue-
blos, tomando por base la enseñanza y educación de los jóvenes.
Gobernaba con admirable prudencia el valenciano P. Jerónimo Do-
ménech, con el cargo de Provincial, á los jesuítas que gloriosamente
trabajaban en la isla de Sicilia en los Colegios de Mesina, Palermo,
Monreal, Siracusa y Bibona, y en el recién fundado en Catania. Tropezó
desde luego con la dificultad de adquirir para los discípulos libros de
texto en número suficiente, y de tal naturaleza, que con la enseñanza
literaria y científica no les inoculasen el error ó la inmoralidad. Subidos
eran los precios de los libros, difíciles los transportes, y complicada la
transmisión de la moneda á partes remotas.
Ocurriósele cortar de raíz todas estas dificultades creando una tipo-
grafía propia, que, además de los libros de texto, podría estampar obras
(1) P. Sacchino, Hist. Soc.Jesa, p. II, I. VIII, núm. 40; P. Juvencio, Epitome Hist S.J.
t. II, pág. 130-131.
(2) P. Sommervogel, Bibliothéque de la Comp. dejésus, t. III, col. 380.
(3) «Jam uero iuuandis Hebraicae linguae studiosis instituía est Hebraica typo-
graphia ad omnia non paruo cum t¿mporis tum pecuniarum compendio coaimódius
imprimenda.» Laurentius Tertius, Litterae Annuae Provinciae Romanae, 1577.
68 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
de piedad, con que mantener y fomentar en muchos fieles la vida del
espíritu. Para esto ninguna ciudad mejor que Mesina, cuyo puerto se
prestaba al envío de libros á todas partes. Difícil era la empresa, en
aquellos tiempos más que en los nuestros, pero no imposible.
Trató el proyecto el año 1556 con el entendido y celoso Virrey de
España en aquella isla, D. Juan de Vega, quien, no sólo le aprobó, sino
además tomó por su cuenta procurar que la ciudad ayudase á pagar los
gastos de la instalación. De la voluntad del Ayuntamiento no dudaba,
pues favorecería éste cuanto redundaba en bien común, y la idea era
honrosa y útil para Mesina.
Como complemento propuso al Virrey el P. Doménech poner fábrica
de papel, pues no la había entonces en toda la isla.
Ambos planes fueron aprobados generalmente, y con el intento de
facilitar la ejecución del primero, proponíase que el Colegio se hiciese
cargo de una tipografía existente en la ciudad. Pero el intento del ani-
moso valenciano era más vasto. Pretendía adquirir.tipos latinos, griegos
y hebreos en Francia, Bélgica, Alemania ó Venecia, los mejores que se
encontrasen, ofreciendo desde luego el Ayuntamiento el dinero nece-
sario.
Tocante á la fábrica de papel, puesto que la había en Bolonia y Fa-
briano, indicó el P. Provincial que se llevase de allí algún operario in-
teligente en el ramo, á quien pagaría la ciudad el salario.
En una cosa no estaban acordes el Provincial y el Virrey, y era en
el precio que se debía poner á los Hbros. Quería el celoso Padre que se
vendieran lo más baratos que se pudiese, sin computar el jornal de los
jesuítas empleados en la imprenta. Pero el prudente Juan de Vega, con
miras no menos elevadas, era de parecer que se ganase algo en la venta,
pues así se podrían dar algunos libros gratis á los discípulos pobres.
Como ambos deseaban acertar, indicó el Virrey al P. Doménech que
propusiese el caso á San Ignacio, y se siguiese en todo su parecer. Así
lo hizo. Escribió, como antes dijimos, al Santo fundador el 4 de Agosto
de 1556, ignorando que el 31 de Julio había ido San Ignacio á recibir en
el cielo el premio debido á sus relevantes méritos. Fué elegido Vicario
general de la Compañía el P. Diego Laínez, entonces gravemente enfer-
mo. Después de convalecido y de haber despachado los negocios más
urgentes, contestó por medio de su secretario, el P. Juan de Polanco, á
31 de Agosto, la carta antes citada, añadiéndole:
«Bien está que se tasen los libros en precio moderado para que de
las ganancias puedan participar los pobres, y se pague el jornal de los
que trabajen en la imprenta; y aunque se ganase algo más, no habría
inconveniente, con tal que no se falte á la edificación.
» Nosotros pensamos encargar á los Padres que vengan á la Congre-
gación, que traigan de París y Lyón algunas matrices para fundir aquí
los tipos.» Hasta aquí la prudente respuesta de Roma.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 69
De la imprenta de Mesina no tenemos más datos.
Palermo.— También la capital de Sicilia tuvo imprenta jesuítica,
por lo menos de 1732 á 1735, según consta por dos libros que llevan
este pie de imprenta: «Palermo, nel Real Collegio Carolino, appresso
Stefano Amato.» «Palermo, nella stamperia del Regio-Imperial Collegio
de' Nobili, della Compagnia di Gesú, presso Stefano Amato.*
De estos y de otros muchos pies de imprenta parece deducirse que
se realizaron en varias partes los deseos manifestados al P. Victoria:
que la imprenta estuviese á cargo de persona de fuera de la Compañía,
y, á poder ser, fuera del Colegio.
Cecilio Gómez Rodeles.
(Continuará.)
OUservaciones solire ll flpstolano Eiiceríslíco He Ssd Ignacio^
tlíNTRE los varones apostólicos que más han contribuido con sus
ejemplos y palabras á iniciar entre los fieles un movimiento de retorno
hacia la Comunión frecuente y diaria, que estuvo en uso entre los fieles
de los primeros tiempos de la Iglesia, merece, sin duda, un puesto dis-;
tinguido nuestro Padre San Ignacio de Loyola, de quien dice el Brevia-
rio Romano en la lección e."", del día 31 de Julio: «...Concionum ac Sa-
cramentorum frecuentia ab ipso incrementum accepere.»
Y entre las obras que instituyó é inspiró San Ignacio para restaurar y
fomentar entre toda suerte de fieles esta frecuencia de Sacramentos, no
ocupa, por cierto, el último lugar el libro que hizo escribir al P. Cristóbal
de Madrid, y que se publicó por vez primera en Ñapóles, el año 1556, con
este título: «De frequenti usu sanctissimi Eucharistiae sacramenti libel-
lus» (1).
De él decía el P. Ferreres, por Junio de 1906, en el Comentario Ca-
nónico-Moral sobre el decreto «Sacra Trideritina Synodus», publicada
en esta revista: «Es todo el opúsculo tan conforme al decreto de Pío X,
que todavía hoy su publicación sería oportunísima, y en él se hallarían
reunidas las autoridades de la Sagrada Escritura, de los Santos Padres,
la práctica de los primeros cristianos y las más sólidas razones teológi-
cas que en favor de la comunión frecuente pueden alegarse» (2).
Así es, en verdad, como cualquiera puede convencerse con sólo re-
correr sus páginas, que si no «encierran en sí toda la gloria eucarística
de la Compañía de Jesús» (como alguien con marcada exageración ha
dicho), son, al menos, fiel eco y trasunto del espíritu eucarístico de San
Ignacio. Y esta última razón ha sido la que ha movido principalmente,
primero al P. Cros, á emprender la directa traducción de esa obrita (3),
y luego al P. Bock á reimprimir fielmente su texto latino (4). Pero am-
(1) Cf. Sommervogel: Bibliothéque, etc., V, 278: «editus hoc anno (1556) Neapoli, et
Caesaraugustae vulgatus» (Orlandini, Hist. S.J., lib. XVI, núm. 46). «Le P. Polanco dans
une leUre de 20 dejuillet 1556 dit: «quídam amici illum Neapoli imprimendum curave-
runt.»
(2) Razón y Fe, t. XV, pág. 242, núm. 72.
3) Cf. Études„2ld]n\x\ 1908: «Saint Ignace de Loyola et la Communion Quolidienne.*
El P. Cros dice en nota, al pie de la pág. 752: «Les pages quisuiventformentlapréface
d'une traduction, préte á paraitre, de l'opuscule rédigé sous l'inspiration de saint Ig-
nace, par le P. Chistophe de Madrid, S. J. De frequenti usu sanctissimi Eucharistiae
libellus.
(4) De frequenti usu 1 Sanctissimi Eucharistiae Sacramenti | libellus 1 per R. P Chri-
stophorum Madridium 1 ... Romae, in aedibus Societatis Jesu \ 1557 | denuo, praemissa
OBSERVACIONES 71
bos Padres, no satisfechos con esto, para que resulte más interesante é
instructiva la lectura del libro del P. Madrid (1), y por ella se haga más
patente el sentir de San Ignacio sobre la Comunión frecuente y coti-
diana (2), han hecho preceder sus respectivos trabajos de un interesante
prólogo en que se estudia la historia ó la labor eucarística del mismo
Santo.
Merece mil plácemes el P. Bock por la reimpresión del librito del
P. Cristóbal de Madrid, que ha sabido presentarnos en buen papel,
caracteres nítidos y conveniente distribución por capítulos y números,
todo ello precedido de un copioso índice que facilita sobremanera la
pronta averiguación de cualquier punto que en él se contiene. El texto
va enriquecido además con numerosas notas, en que, ó se indican el
tomo y la columna de la colección de Santos Padres, de Migne, de los
textos patrísticos que aduce el P. Madrid, ó se aclara algún pasaje del
autor, ó se hace notar su conformidad con la doctrina enseñada por San
Ignacio en algunas de sus cartas, ó con las enseñanzas últimamente
emanadas de la Santa Sede sobre la comunión frecuente y diaria.
No hay por qué decir la viva satisfacción que en nuestro ánimo ha
producido la atenta lectura de esta nueva edición de la obrita del Pa-
dre Madrid, que es, al fin y al cabo, una nueva gloria eucarística de Es-
paña y de la Compañía de Jesús, que tanto se distinguieron en siglos
pasados en la gloriosa cruzada en favor de la comunión frecuente. Y ya
que con gusto cedemos al P. Bock el mérito de haber reimpreso esme-
radamente en nuestros días el opúsculo eucarístico del P. Cristóbal de
Madrid, abrigamos, en cambio, la satisfacción de que nadie se atreverá
á arrebatarnos la gloria de que un español, y un meritísimo escritor de
esta revista, ha sido el que, con dos años de anticipación al P. Cros, ha
llamado la atención sobre ese opúsculo, analizando brevemente su doc-
trina, y recomendando al mismo tiempo su reimpresión (3).
Ahora nos permitirá el P. Bock que, no por manía de contradecir,
sino para evitar que se deslicen exageraciones ó inexactitudes, hagamos
algunas pequeñas observaciones acerca del prefacio que ha añadido al
texto primitivo del P. Madrid sobre el Apostolado Eucarístico de San
Ignacio, las cuales podrán aprovecharse, si parecieren justas, en las si-
guientes ediciones.
El autor confiesa ingenuamente al principio del prólogo, que muchos
datos que en él aduce no se deben á su propia investigación, sino á la
de otro hermano suyo en religión, que con humilde modestia ha querido
praefatione ! de eucharistico apostolatu S. Ignatii de Loyola, 1 editus a P. Bock, S. J. |
Viennae Austriae. I 1909 I Sumptibus Ordinis. . ,
(1) P. Cros, 1. c. !
(2) P. Bock, Praef. X.
(3) P. Ferreres, !. c, pág. 241.
72 OBSERVACIONES SOBRE
quedase oculto su nombre (1). Y al fin del mismo prólogo, al decirnos
que el ejemplar de que se ha valido para la reimpresión del librito euca-
rístico del P. Madrid, es el perteneciente al archivo de la provincia To-
losaná «in residentia Tolosana S. J.» (sic) «unde nobis RR. Patres no-
stri» «opusculum hoc rarum etpretiosum» «novis typis edendum peraman-
ter miserunt, grato animo nostro sic admodum sibi devincto», declara en
nota que los Padres de la misma residencia son los que le proporciona-
ron los puntos culminantes que en él debía tratar (2).
Ahora bien: comoquiera que el artículo del P. Cros, á que en esa
nota alude, se publicó en 20 de Junio de 1908, y el prólogo del P. Bock
está firmado en Sarajevo el día 31 de Julio del mismo año, ocurre pensar
que el P. Bock apenas tuvo más que el tiempo necesario para traducir
al latín los documentos que se le remitieron en francés, sin poder con-
sultar por sí mismo las fuentes ni el texto original de esos mismos docu-
mentos que aduce. Y á nuestro modo de ver, este es el defecto capital
de que adolece el prólogo, debido á la prisa con que lo ha compuesto,
fiado en demasía en la escrupulosa exactitud con que, á su juicio, debie-
ron transcribirse los documentos que, «con caridad fraterna», le fueron
remitidos. De ahí cierta vaguedad y falta de precisión en algunas citas;
de ahí también algunas discrepancias en los mismos textos latinos que
aduce, y poca fidelidad en la traducción de algunos textos que en el ori-
ginal están escritos en castellano. Apuntemos algunos ejemplos:
1.'' Dice el P. Bock (praef. XI-XII), hablando de la frecuencia de Sa-
cramentos que San Ignacio promovió con sus exhortaciones en Manresa
confirmándola con el propio ejemplo: «Ceterum Ignatius hortando alios
suo ómnibus exemplo praeibat. Loquens enim de se ipso»: <^Quovis, in-
quit, die Dominico secundum novam consuefudinem suam Peregrinas
confitebatur et communicabat, quod nunquam praetermisit.» Y en nota
dice: « V. Acta quaedam P. N. Ignatii de Loyola... a Ludovico Consalvo
ex eiusdem ore Sancti excepta.^ Cualquiera pensará que las palabras que
el P. Bock pone entre comillas son traducción directa del texto original
castellano, ó al menos reproducción exacta del Acta quaedam P. N. Ig-
natii, publicado en latín el año 1873 en París. Nada de eso. He aquí lo
que dicen dichos textos:
Castellano Latín
{Mon. Ignat, S. IV, 1. 1, c. III. n. 21, p. 50.) (C. II, n. 21, p. 28.)
« Perseveraba siempre en sus sólitas «Nunquam autem ab incaepto more de-
confessiones y comuniones cada do- sistebat confitendi communicandique sin-
mingo.» gulis Dominicis diebus.»
<1) «Fraternae caritati cuiusdam Patris S. J. complura documenta perutilia et in hac
praefatione contenta referimus accepta, hac tamen conditione, ut ipso sic postulante,
nomen eius omnino taceremus in afferendis his documentis eorumque fontibus.»
(Praef. IX.)
(2) «Summa quaedam capitain hac praefatione nobis tractanda praebuerunt iidem
Patres nostri. V. Étiides, 1908, t. CXV. págs. 752-765.» (Praef. XXXIV.)
«EL APOSTOLADO EUCARÍSTICO DE SAN IGNACIO» 73
Como ven nuestros lectores, nada se dice aquí, ni antes ni después de
los párrafos aducidos acerca de «secundum novam consuetudinem». Por
eso llama todavía más la atención que continúe el P. Bock diciendo:
«Nec sine ratione commemorat ^novam consuetudínem suam*, quam mo-
nachus quídam Benedictinus in Monte Serrato ipsi praeter morem tum
fere ubique vigentem permiserat et confessarius ex Ordine S. Dominici
Manresae degenti mendico liberam reliquerat» (praef. XII. n. 1). Sospe-
chamos que el P. Bock, en vez de ceñirse al texto de Acta quaedam,.., que
cita en nota, no ha hecho sino copiar y traducir libremente lo que es-
cribe el P. Cros en el artículo citado de Études, pág. 753: «Ce fut le 25
mars 1522 qu'il commenga de communier tous les huit jours et de précher
aux autres la communion fréquente. Ce fut, dit-il lui-méme, «ma coutume
nouvelle». Un moine de Montserrat venait de luí conceder cette extraor-
dinaire mesure de communion...»
Como el P. Cros no aduce las fuentes de donde ha sacado los hechos
y testimonios que presenta, por «no embarazar, dice, las pocas páginas
de su artículo, ó prólogo á la traducción del libro del P. Madrid, con
referencias que sus lectores presentes no aguardan», no sabemos dónde
ha encontrado esa frase hecha de San Ignacio, ni nos saca de mucho apuro
el consejo que nos da en otra parte de leer los tomos de Monumenta, en
donde resplandecen muchos hechos instructivos referentes al apostolado
eucarístico de Ignacio y de la Compañía, con esta indicación en nota:
Monumenta histórica Socittatis Jesu. París, Picard. 29 volumes, grands
in-8 de prés de 800 pages, ont deja paru, et la publication se poursuit»
(1. c, pág. 760, not. 1).
Creemos, sin embargo, que si el P. Cros no tiene otro fundamento
para atribuir esa frase á San Ignacio que el Acta quatdam del P. Gon-
zález de Cámara, ha ido un poco más allá de lo justo, corroborando
una simple conjetura suya con un dicho formal de San Ignacio, que
no se encuentra ni en el texto latino de Cámara, publicado en París,
ni en el texto castellano fielmente reproducido en Monumenta^ de Ma-
drid.
Y es de notar que el P. Cámara, ni siquiera dice expresamente que San
Ignacio comulgara en Montserrat: «Llegado á Monserrate, se confessó
por escritto generalmente, y duró la confessión tres días, y concertó con
el confessor que mandasse recoger la muía, y que la espada y el puñal
colgase en la iglesia en el altar de nuestra Señora. Y este fué el primer
hombre á quien descubrió su determinación, porque hasta entonces á
ningún confessor lo abia descubierto. y>
«La bíspera de nuestra Señora de Mar^o en la noche, el año 22, se fué
lo más secretamente que pudo á vn pobre, y, despojándose de todos sus
vestidos los dio á vn pobre, y se bestió de su deseado vestido, y se fué
á hincar de rodillas delante el altar de nuestra Señora, y vnas ve-
zes desta manera, y otras en pie, con su bordón en la mano, pasó
74
OBSERVACIONES SOBRE
toda la noche. V en amaneciendo se partió por no ser conocido...» (1).
De esta relación del P. Cámara creemos que se puede conjeturar, no
falto de todo fundamento, que San Ignacio tomó la costumbre de confe-
sarse con alguna frecuencia, antes de confesarse en Montserrat, quizá
desde que salió de Loyola; pues así se explica mejor que el P. Cámara
diga que hasta que se confesó Ignacio en Montserrat, «á ningún conf es-
sor... abia descubierto... su determinación» («de ir á Hierusalem» y de
«las hazañas que abía de hazer por amor de Dios») (2).
2." En la pág. XIII, hablando el P. Bock del apostolado eucarístico de
Ignacio, en Barcelona, cita un trozo de la carta de Antonio Gou, diciendo
en nota: «Tota plañe apostólica epistula..., habetur in hispánico originali
in Epistolis mixtis I, 279-281. (Monum. hist. S. ].).» Está bien citado el
lugar de Monumenta; pero en vez de traducir el texto castellano de esa
carta, no ha hecho el P. Bock sino seguir al pie de la letra el texto
francés del P. Cros, como es fácil de comprobarse con el siguiente
cotejo:
TRADUCCIÓN DEL P. CROS
«Lorsque nous com-
mengames, nous n'étions
guére que sépt ou huit.
Aujourd'hui,gráce á Dieu,
nous sommes nombreux,
et le nombre va toujours
croissant, spécialement
dans les deux grandes pa-
roisses de Santa Maria
del Mar et del Pino.»
(Études, 20 Juin 1908,
t. 115, pág. 754.)
TRADUCCIÓN DEL P. BOCK
«Initio vix septem octo-
ve numero eramus. Ho-
die, Deo sint laudes, per-
multi sumus, ac numerus
in dies crescit, praesertim
in duabus magnis paro-
chiis (De Santa Maria del
Mar et del Pino).«
TEXTO DE MONUMENTA
«Porque cuando nosotros
comengamos ácomulgaraquí
juntos, no éramos más de
7 ó 8, y después en breve
tiempo crecieron mucho, y
oy día por la gracia del Se-
ñor va creciendo más el nú-
mero, que pienso yo que en
breve por aqueste medio
será Dios muy glorificado en
esta ciudad.
»Ya van los que comulgan
con sus obras diciendo quién
son entre sus parrochianos,
en particular los de la parro-
chia de Santa María de la Mar
y del Pino, y assí la gente no
tiene boca para mormurar de
la obra, esto es, que no sea
buena, antes parece que el
pueblo está atónito y de-
seoso de seguir.»
Con sólo comparar entre sí estos textos, se ve en seguida que el
P. Cros, de dos párrafos de Monumenta, ha hecho uno solo, sin indicar
siquiera con unos puntos suspensivos que estaba truncado el texto de
la carta, y cambiando además algo el sentido de la frase. Ya se ha hecho
notar en otro niímero de esta misma Revista (y nosotros habíamos no-
(1) Monumenta Ignatiana, Series quarta, 1. 1: «Acta P.Ignatii ut primum scripsit P.Lu-
douicus Gonzalesexcipiens ex ore ipsius Patris», cap. II, núms. 17-18, pág. 47. El texto
latino de Acta quaedam..., editado en París en 1873, dice: «Adventante die, sumpta sacra
Eucharistia, ah'útne agnoscevetüT» {pág. 23, núm. 18). Pero el texto castellano nada
dice, como hemos visto, de la comunión.
(2) L. c, núms. 16-17, pág. 46.
EL APOSTOLADO EUCARÍSTICO DE SAN IGNACIO>
75
tado ya antes), que haya veces diferencia notable entre el texto caste-
llano de algunas cartas ó documentos y la traducción que de los mismos
publica el P. Cros(l).
3.° Para hacer ver cuan arraigadas estaban por ese tiempo las
preocupaciones contra la comunión frecuente, aduce el P. Bock, en la
pág. XIV, núm. 2, un dicho recogido por Fr. Estrada (2), poniendo
en nota: «V. Cartas de San Ignacio, II, pág. 517.» En ese tomo y en esa
página de las Cartas de San Ignacio, se encuentra ese dicho; pero no
como lo trae el P. Bock, traduciendo el texto francés del P. Cros (Elu-
des, 1. c, pág. 755), sino como á continuación lo transcribimos:
P. CROS
«Vingt ans plus tard (3)
scandaíisée du mouve-
ment de communion heb-
domadaire que les prédi-
cations des fils d'Ignace
propageront á Valladolid
une piense dame s'ecrie-
ra: «Gráce á Dieu, il n'y a
»pas d'hérétique dans no-
»tre malson; nous ne com-
«munionstousqu'unefois
»ran!>>
CARTAS DE SAN IGNACIO
«Sabe el Señor que digo la
verdad, y es que estando yo
en cierta casa de un caballero
casado, harto católico., como
se tratase de los luteranos, te-
niendo ella entendido que lle-
vaban la vida de los teatinos,
dijo delante de mí, con grande
exclamación y suspiro: «¡Oh!
«¡Gracias sean dadas á Dios,
»Padre Abad, que nunca en
»esta casa dimos en comulgar
ȇ menudo, sino de tarde en
tarde!» Esto dijo la devota
mujer, porque le pareció que
si hubiera frecuentado el Sa-
cramento, hubiera caído en
la herejía.»
P. BOCK
«Quam sinistre quídam
hac aetate, praeconceptis
ducti opinionibus, de fre-
quentior^ Communione
iudicarent, docuit praeter
alias, etiam publicas incri-
minationes contra Igna-
tium eiusque socios iac-
tatas, «p/a» quaedam ma-
trona, quae, elapsis exinde
triginta annis, cum Pa-
tres S. J. Vallisoleti Com-
munionem hebdomada-
riam promoverent, Deo
publice gratias egit, quod
domi suac' nuUum homi-
nem haereticum haberet,
quum omnes domestici
sui nonnisi semel in anno
ad S. Communionem ac-
cederent.»
No se necesita saber mucho castellano ni haber vivido largos años
en España para caer en la cuenta de que «nunca dimos en comulgar...,
(1) Aquí advertiremos de paso que aunque en Monumenta se pone esta carta de
Antonio Gou, como fechada en 16 de Mayo de 1546, debe, sin embargo, ponerse como
escrita en 16 de Mayo del año anterior. Así lo dice el P. Gabriel Álvarez, en el capi-
tulo VIII del libro II de su Historia ms. de la provincia de Aragón: «La fecha es de Baiv
celona á 16 de Mayo 1545»; y así se colige de lo que el mismo Gou dice más abajo re.-
firiéndose á la carta que el P. Araoz les escribió en Valladolid «á 1.° de Abril de 1545»
para animaries á sobrellevar las persecuciones que les acarreaba el frecuentar los Sa-
cramentos: «Estos días recibimos vna carta del Sr. Licenciado (así le llamaban al padre
Antonio de Araoz) muy espiritual (que es la que pusimos arriba), en la qual nos anima
á la paciencia en las persecuciones.» Las palabras que están entre paréntesis son las
que ingiere el mismo P. Álvarez, y con ellas se refiere á la carta del P. Araoz, que copia
al fin del capítulo anterior, y que termina así: «De Valladolid á l.'^ de Abril de 1545.
Vuestro en Christo.— Araoz.»
Y claro está que una carta escrita en Valladolid, no habla de emplear más de un año
en llegar á Barcelona. Puede verse también copiada esta carta en Monumenta, Ep. Mixt.,
J, págs. 205-209.
(2) Fr. Luis Estrada, abad del Monasterio de Huerta.
(3) No <^vingty>, sino trente deux ans plus tard, debiera decir, pues lo primero ocu-
rrió en 1526, y esto en 1558.
76
OBSERVACIONES SOBRE
sino de tarde en tarde^, no equivale á «nous ne communions... qu' une
fois l'an».
El P. Gabriel Álvarez, en todo el cap. LXXIII del lib. 11 de su Historia
manuscrita de la provincia de Aragón, copia á la larga esta carta que
Fr. Luis de Estrada escribió en 1558 al P. Alonso Román, rector del
Colegio de Zaragoza, y en cuanto al dicho de esa devota mujer, lo pone
así: «¡Oh, gracias sean dadas á Dios, Padre Abad, que nunca en esta casa
dimos en comulgar á menudo, sino de tarde en tarde!» Esto dijo la
devota mujer, porque le parecía que si hubiera frecuentado el Sacra-
mento^ ya ella y su marido hubieran caído en la herejía...» También
había aducido el mismo dicho el P. Ferreres, tal como se encuentra en
las Cartas de San Ignacio, pero tomado del P. Astrain, primero en
Razón y Fe (1), y luego, en él opúsculo aparte que publicó en 1907, del
mismo «Comentario Canónico-Moral sobre el decreto Sacra Tridentina
Synodus» (2).
4." En la pág. XVI, núm. 3, siguiendo al P. Cros, dice el P. Bock que,
por no escandalizar á los venecianos, dejaron los primeros compañeros
de Ignacio de comulgar todos los días, como lo vinieron haciendo en su
viaje de París á Venecia, no sin que su comunión semanal excitase
también una grande admiración en aquella ciudad; de modo que,
según escribe el P. Rodríguez, en su Memorial «De origine et pro-
gressu S. J.», escribían de ellos que habían llegado á Venecia unos
hombres que comulgaban cada ocho días. No es exacto que el P. Rodrí-
guez diga precisamente de ellos tal cosa, sino que lo refiere en general
de cualquiera persona que se atreviese á comulgar cada ocho días. Com-
paremos los textos:
P. BOCK
«Venetias vero cum
pervenissent, vel hebdo-
madaria Communione
suatantam populiadmira-
tionem moverunt,ut quí-
dam velut rem inauditam
nuntiarent, advenisse ali-
quos homines, qui singu-
lis diebus Do miniéis
S. Communionem reci-
perent.»
P. CROS
«Mais á Venise leur
communion hebdomadai-
re, des qu'elle fut connue,
stupéfia la ville entiére,
d'oú Ton écrivait, comme
grande nouvelle: «II est
»arrivé íci, quelques hom-
»mes quicommunienttous
«les dimanches h
(Études, 1. c, pág. 756.)
p. rodríguez
«Quamvis a meo instituto
alienum forte videatur, scien-
dum est tamen, quo tempore
ad eam patres accesserunt,
adeo a frequentatione sacra-
mentorum eucharistiae, et cri-
minum confessionis alienam
fuisse, ut si quis forte octavo
quoque die conscientiam sor-
dibus expiasset et sacram sy-
naxim sumpsisset, statim in
ore ac sermone omnium ver-
saretur, amicique, qui in alus
agerent locis, per literas fie-
rent certiores, quasi nouum
aliquid et inusitatum in ea
contígisset.»
(Monum. Hist. Soc. Jes.:
Ep. PP. Paschasii Broeti... et
Sim. Rodericií; De orig. et pro-
gressu Soc. Jesu, pág. 477.)
(1) L.C., pág. 517, núm. 101.
<2) Pág. 57, núm. 101.
«EL APOSTOLADO EUCARÍSTICO DE SAN IGNACIO* 77
5.° En las págs. XVIH-XIX copia el P. Bock un buen trozo de la carta
que escribió San Ignacio á los azpeitianos, sobre la Comunión frecuente,
citando, en nota: «Cartas de San Ignacio, I, p. 94-5.» Lo curioso aquí es
que hasta se ponen palabras y frases enteras en castellano, de manera
que uno estaría á punto de creer que el P. Bock no ha hecho sino ir
traduciendo directamente el texto castellano de las Cartas; pero á poco
que se repare en el orden con que están colocadas algunas cosas, etc.,
se echa de ver que el P. Bock ha seguido más bien el texto francés del
P. Cros, incurriendo en la misma libertad de alterar el orden de algu-
nos párrafos, sin dejarlo traslucir ni aun por medio de algunos puntos
suspensivos. Esta libertad que el P. Cros se tomaba en la versión
de esta carta publicada en su artículo citado de Études (págs. 757-758),
y que nosotros advertimos é hicimos notorio á otros, mucho antes
que el P. Portillo le hiciera parecidas advertencias en lo tocante á
la versión de las Cartas de San Francisco Javier; fué la que nos abrió
los ojos para no creer á ojos cerrados (como hasta entonces lo había-
mos hecho) todo lo que veíamos citado entre comillas por el diligente
y crítico escritor P. Cros, S. J., y nuestras ulteriores investigaciones nos
han confirmado en la prudente desconfianza de sus comillas. Nótese
el siguiente cotejo de los textos:
P. BOCK P. CROS CARTAS DE SAN IGNACIO
«Quod si integre non «Si nous ne ie pouvons «...; y si en todo no pode-
possumus, faciamus sal- faire entiérement, faisons- mos, á lo menos en parte,
tem ex parte. Confiteamur le du moins en partie; con- confesándonos y comunican-
et communicemus semel fessons-nous et commu- donos, como arnba dije, una
singulis mensibus. Indul- nions une fois chaqué vez en el mes. Y quien más
gentiae communicantibus mois. Les indulgences ac- adelante querrá pasar, sin al-
concessae tantae sunt, ut cordéesauxcommuniants guna duda, irá conforme á
earum valorem appretiare sont si riches, que je ne Nuestro Criador y Señor...»^
non possim...» saurais en estimer assez
la valeur...»
Pues ¿y donde está lo de «les indulgences accordées aux commu-
niants», «indulgentiae communicantibus concessae?, dirán, quizá, nues-
tros lectores, al notar la discrepancia del texto castellano. Sí, también
está en el texto castellano de esa carta, pero dos páginas antes del
primero de esos párrafos que acabamos de copiar, y no del modo que
dicen los PP. Bock y Cros:
«...; y ofreciéndose una grande obra que Dios Nuestro Señor ha hecho por un
fraile dominico, nuestro muy grande amigo y conocido de muchos años, es á saber,
en honor y favor del Santísimo Sacramento, determiné de consolar y visitar vuestra^
ánimas in Spiritu Sancto, con esa bula que el Señor Bachiller lleva, con las otras indul-
gencias que en la bula rezan; que son tantas y de tanta estima, que yo no lo sabría
estimar ni encarecer.» (Cartas de San Ignacio, I, págs. 91-92.)
También el P. Bock, en la misma pág. XVIII, después del primer
párrafo que copia de esa carta, pone entre paréntesis las palabras caste-
78 OBSERVACIONES SOBRE
llanas de la carta de San Ignacio, como sigue: «Todos y todas comul-
gaban cada día»; pero el texto castellano dice: «Tomaban cada día el
Santísimo Sacramento todos y todas...»
6.° En la pág. XX, después de hablar de la frecuencia de Sacramen-
tos que promovieron en Parma los PP. Fabro y Laínez, el año 1540,
afirma dos cosas el P. Bock acerca del B. Fabro, casi con las mismas
palabras con que las dice también el P. Cros. (utudes, 1. c, pág. 758):
P. Bock. P. Cros.
«Quirecedensexhac urbe sacerdotibus «11 y laissa une nombreuse confrérie
discipulis suis scriptam reliquitinstitutio- qui s'imposa la loi de communier « au
nem, in qua ínter alia haec leguntur: »/77C»//zs, tous les dimanches», et Le Févre
«Cávete, ne umquam omittatis confiteri et recommende aux confréres de n'y man-
«communicaresa/femquavis hebdómada.» quer jamáis, li leur écrit: «G rdez-vous de
Immo ipsam quotidianam Communionem »jamais manquer de communier, au moins
hos Patres iamiam ausos esse commen- »une fois chaqué semaine!» En parlant
daré, patet ex gravi tempestate brevi post ainsi, lui et les autres disciples d'Ignace
exorta, «cuius occasio fuit quaedam Julia ouvrent aux ames le chemin de la com-
»Zerbini, valde devota Patribus nostris, munion fréquente et quotidienne, mais ils
»quae in infirmitate sua quotidie commu- se gardent encoré de diré á personne:
»nicabat...». «Communiez tous les jours.» Pour avoir
. donné á une piense femme de Parme le
conseil d'agir ainsi, le P. Le Févre y sou-
leva une vraie tempéte.»
No sabemos de dónde han sacado que el B. Fabro hubiese fundado
una Congregación que se impusiera la ley de comulgar al menos cada
ocho días, y que el Padre les escribiese que se guardasen de no hacerlo
así, ni menos que el B. Fabro hubiese aconsejado á su devota Julia Zer-
bini, como afirma el P. Cros, que comulgase cada día. Dos citas pone
en nota el P. Bock. («Epist Mixtae, I, 584. Cf. Chron., S. J., I, 127.> )
Ahora bien: en el lugar citado de las Epist Mixtae, ni una sola pala-
bra se encuentra que haga alusión á dicha cofradía y á las instrucciones
que el B. Fabro les envió; pero en cambio desde la página siguiente, 585,
hasta la pág. 587, hay un documento que en 1647 el H. Teólogo Julio
Grimaldi, S. J., dirigió á Roma al P. Bartoli, en el cual le dice:
«Ho fatto ogni diligenza possibile per haver cognitione delle 2 congregationi, delli
quali é chiamato institutore in questa cittá il P. Fabro nell'Istoria della sua vita.»
Y de sus diligencias resulta que la una, llamada «della Carita» fué
fundada «nel anno 1500», cuarenta años antes que partiese de Parma el
B. Fabro. Por lo cual concluye el H. Grimaldi:
«Potrebbe esser che ¡1 P. Fabro, uenendo á Parma, habbia fatto qualche bene in
detta congregatione, o riformandola, o promovendola; ma di questo non s'é trovata
alcana memoria.»
Y en cuanto á la segunda, que primeramente se llamó «compagnia di Giesú», y
después «compagnia di S. Giovanni decollato», por haberse trasladado á «la chiesetía
et oratorio di S. Giovanni decollato», dice que la formaron por el año de 1540 «2 mila-
nesisecolari, persone di molto zelo», á los cuales se unieron «li suddetti sacerdoti,
asciati per sui successori del P. Fabro et Lainez».
«EL APOSTOLADO EUCARÍSTICO DE SAN IGNACIO» 79
Y así también concluye:
«Questo é quanto ho trovato del P. Fabro et del P. Lainez nel libro dell'institutione
di detta com.agnia, di cui quelli paiono fondatori molto remoti, se bene essa nel cata-
logo di sui institutori li nomina nel primo luogo.»
Hay que advertir además que en los dos documentos citados siempre
se habla en términos generales de la «frecuencia de Sacramentos» que
promovieron en Parma los PP. Fabro y Lainez, y de la que introdujeron
en la cofradía «di S. Giovanni» los sacerdotes que allí dejaron dichos
Padres para mantener esta costumbre piadosa:
«... detti Padri nostri predicauano ogni festa la mattina..., et introdussero in molti la
frequentia de santi sacramenti.» (Epist. Mixtae, I, pág. 584.)
Y el H. Grimaldi dice también:
«Persuadevan particolarmente lafrequenza dei SS. Sacramenti, la quale comíncló
ad usarsi con molto concorso. Doppo due anni furono i detti Padri richiamati a Roma,
et assió le sante opere, qui comiciate, nella loro lontananza non perissero, lasciarono
in vece sua alcuni devoti sacerdoti, acció le promossero e mantenessero.» (Ep. Mix-
tae, I, pág. 586.)
Y más abajo, contando cómo á la invitación hecha por «aquellos dos
celosos milaneses» para fundar «una compañía dedicada á enseñar la
doctrina cristiana», accedieron de los primeros, los sacerdotes «lasciati
per sui successori del P. Fabro et Lainez», dice que
«... fondarono la detta compagnia... impiegandosi poi tutti frequentemente, tanto in
insegnare la dottrlna christiana, quanto in altre opere pie, come l'emosinare per li
poweri, freguentare le communione», etc. (Ibid., pág. 586.)
No parece, pues, «la ley de comulgar á lo menos cada semana», y
menos como impuesta por el B. Fabro.
Veamos ahora qué nos dice el Chron. S.J. del P. Polanco, en el t. I,
pág. 127, núm. 67, que es el lugar á que alude en su segunda cita el
P. Bock:
«Cum etiam Parmae gravis tempestas contra eos Sacerdotes esset exorta, qui,
Patrum Laynez et Fabri doctrina instituti, per Sacramentorum frequentiam et pías
meditationes multos de populo in spirituali aedificatione promovebant, et infamia, qua
perstringebantur, in magistrorum atque adeo in Societatis dedecus, et divini honoris
imminutionem redundaret, effectum est opera Ignatii,ut per publicam sententiam Romae
latam, ái eorum innocentia et adversariorum calumnia constaret.»
Como se ve, menos aún es lo que puede sacarse de este pasaje del
Chronicon S. /, para ninguna de las afirmaciones de los PP. Bock y
Cros respecto al B. Fabro. Ni es más favorable á esas aserciones otro
pasaje del mismo Chronicon en que el P. Polanco habla expresamente
de los ministerios apostólicos de los PP. Fabro y Lainez en Parma el
año 1540. En este pasaje, omitido por el P. Bock, y que es el de la pá-
gina 82, núm. 13, dice el P. Polanco:,
80 OBSERVACIONES SOBRE
«Ineunte anno 1540, iisdem Patribus in Parmensi vinea laboraníibus, per confessio-
nes generales etfreqaentiam Sacramenti Poenitentiae et Eucharistiae eo inductam...
fructum spiritualem valde auxit Dominus.»
¿Será por lo menos exacto y del todo averiguado que el B. Fabro
aconsejase á su devota (Julia Zerbini) que comulgase cada día, como
parece afirmar rotundamente el P. Cros? Confesamos ingenuamente que
no lo sabemos. Sólo diremos que el Chronicon Soc.Jesu, en los pasajes
ya citados , nada dice acerca de este punto, y que del primero de los
dos documentos insertos en las Epist. Mixtae, I, páginas 583-585, tam-
poco se deduce que Julia Zerbini comulgase ordinariamente cada día,
y menos aún que así lo hiciese «por consejo del B. Fabro». He aquí
sus palabras textuales:
«..., detti Padri nostri predicauano ogni festa la matina, ... e introdussero in molti la
frequentla de santi sacramenti, se bene ció da molti era preso in mala parte, come cosa
nuoua; e talmente, che per questo si leuó contro di Padri una tempesta e persecutione,
dalla quale fu capo un certo P. Giuliano, dell'ordine d'Heremitani; et l'occasione fu una
certa Qiulia Zerbini, molto diuota de nostri Padri, che per communicarsi ogni giorno
in una sua infirmitá e essersi diuolgato che, mentre si communicaua, non prendeua
alcun cibo, diede molto che diré alia cittá, et ando il rumore tant'auanti, che per ordine
di Monsignore III.'"» Cardinale di S. Fiore, all'hora uescouo di Parma,*il vicario suo ne
formó un processo, ...» («Alcuni Ponti per indrizzo dell'historia della Compagnia di
Parma.— Del 42.» Ep. Mixtae. I, pág. 584.)
Aquí se habla de cierta persecución suscitada en Parma contra los
PP. Fabro y Laínez «con ocasión de una tal Julia Zerbini, muy devota
de esos Padres, y que por comulgar todos los días en ayunas in una sua
infirmitá... dio mucho que hablar á la ciudad». Pero ¿en qué año sucedió
esa persecución? El año 1542, como se desprende del encabezamiento
de ese documento y por la fecha «28 d'Agosto del 1542», que lleva el
oficio que remitió el Cardenal de S. Fiore al Cardenal Cambara, rogán-
dole mandase formar causa y dar la sentencia, como se hizo al fin el 30
de Diciembre de 1543.
Y si el origen de esta persecución del año 1542 fué el que «Julia
Zerbini comulgase en ayunas todos los días en cierta enfermedad
suya», ¿cómo es de creer que así lo hiciese por consejo del B. Fabro,
que había ya salido de Parma en 1540? Más creíble se nos hace que esto
lo hiciese con aprobación ó consejo de aquellos piadosos sacerdotes
que dejaron en Parma los PP. Fabro y Laínez para que promoviesen y
sustentasen la práctica de la frecuencia de Sacramentos que ellos habían
introducido en aquella ciudad y que por eso hiriese de rechazo á nuestros
Padres aquella persecución, que derecha y primariamente se había levan-
tado contra los sacerdotes sus discípulos. Así lo indica el P. Polanco en su
Chronicon Soc.Jesu (I, pág. 127, núm. 67), á que remiten en este lugar
los Padres de Monumento, y que nosotros hemos copiado más arriba.
De todos modos, si hubiese algún otro documento que pusiese de
«EL APOSTOLADO EUCARÍSTíCO DE SAN IGNACIO» 81
manifiesto lo contrario, sería bueno que lo adujesen los PP. Bock y
Cros, para corroborar sus aserciones acerca de este punto.
7.° Para corroborar con un ejemplo más el laudable empeño de nues-
tros primeros Padres de introducir y promover, no sólo la comunión se-
manal, sino también la comunión diaria, añade el P. Bock en la pág. XXI:
«Similem fructum, adiuvante iuvenili Estrada (Strada), B. Petrus Fa-
ber inde ab a. 1540 consecutus est Brixiae concionibus suis et associa-
tione sacerdotum, quae paulatim per urbem illam et dioecesim Com-
munionem quotidianam fidelium utriusque sexus promovebat, ut patet
ex causa Episcopi Brixiensis a. 1587, per Decretum Sixti V dirempta.»
Bien pudo ser que el uso de la comunión diaria que el año 1587 se
veía ya consolidada desde hacia algunos años (jam abhinc aliquot
anuos) en la ciudad y diócesis de Brescia, se debiese en parte ala acción
de los sacerdotes formados espiritualmente por el B. Fabro; pero ni en
elfolium de la Sagrada Congregación del Concilio en que se expone el
sentido de la consulta al Obispo de Brescia, ni en la carta que en 24 de
Enero de 1587 envió en respuesta la Sagrada Congregación al mismo
Obispo (1), se hace ni remotamente mención de tal asociación de sacer-
dotes. Por otra parte, al decir que sólo desde hacía algunos años se
había extendido esa costumbre entre los fieles seculares de ambos sexos,
mal puede atribuirse ese movimiento de comulgar todos los días, á los
Padres de la Compañía, á quienes precisamente desde el año 1559 se
les había comunicado la orden de que: «Caeterum,ut singulis diebus
mysteria divinissima laici sumant,permitti nequáquam deberé...» (Cf. Sa-
chini, Hist. Soc.Jes.; L. 3, A. D. 1559, núm. 7.) Creemos, pues (mientras no
se nos aduzcan otros documentos más claros), que la costumbre de co-
mulgar todos los días que empezó á cundir en la diócesis de Brescia por
los años de 1580 entre los seglares de ambos sexos, no es gloria que
deba imputarse al B. Fabro ni á ningún otro Padre de la Compañía.
Harta honra será para la Compañía (sin querer apropiarse las ajenas) el
haber iniciado poderosamente ese movimiento hacia la comunión fre-
cuente, que sin cesar ha ido acrecentándose entre los fieles de la Iglesia,
hasta llegar á la comunión diaria, que indistintamente recomienda á to-
dos los católicos el Papa Pío X en nuestros días.
8 ° Mayor exageración comete aún el P. Bock, y, á nuestro pobre
sentir, agravada con un manifiesto yerro, al estampar en la pág. XXII,
núm. 7:
«Sed iam clarissima testimonia proferamus, quibus ipse Ignatius hoc tempore directe
Communionem quotidianam commendabat^ eamque talibus conditionibus, quae no-
vissimum Decretum «Sacra Tridentina Synodus» quodammodo praesagirent. Omittimus
(1) Ni el P. Cros ni el P. Bock, aducen el texto de este documento, que puede verse
en el opúsculo citado del P. Ferrercs, apéndice I.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 6
82 OBSERVACIONES
duas epístolas reciprocas S. Ignatii et S. Francisci Borgiae a P. Van Nieuwenhoff
(II, 27-8), Orlandinum ac Ribadeneiram citante, ad a. 1542 commemoratas, nobis tamen
parum compertas. Illud certe exinde patet, Ignatium Francisco, Proregi Catalauniae,
consulenti de frequentiore Communione, iam tum quotidianam Communionem vefie-
menter suasisse.»
Las últimas palabras con que termina este párrafo, nos llenaron de
admiración desde la primera vez que las leímos; porque teníamos ya
hecho un estudio particular y algo detenido, precisamente acerca de este
punto. Y nuestra admiración subió de punto cuando, habiendo consul-
tado al P. Orlandini, nos cercioramos de que en los números 76-77-78 y
79 del lib. III de su Historia, donde habla de la estancia del P. Araoz en
Barcelona y de las virtudes y oración, etc., del Virrey de Cataluña San.
Francisco de Borja, nada se dice acerca de estas cartas que se dirigieron
mutuamente San Ignacio y San Francisco de Borja. Consultamos tam-
bién el índice para ver los diferentes lugares en que el P. Orlandini ha-
bla de San Francisco de Borja, pero no dimos con ninguno en que se
hablase de la comunión diaria que le recomendó encarecidamente San
Ignacio.
En cuanto al P. Ribadeneira, ya teníamos antes averiguado que él no
afirma que San Ignacio en la carta de contestación recomendase á San
Francisco de Borja la comunión cotidiana. He aquí sus palabras (Vida
del P. Francisco de Borja, cap. X):
«Porque ya en este tiempo se confesaba y comulgaba cada domingo y las fiestas
principales del año. . Pero las confesiones y comuniones tan frecuentes y ordinarias
del Marqués daban mucho que hablar, no solamente á la gente popular, sino también
á la devota y espiritual...
«... Y por esto, juzgando que la persona de nuestro Padre... sería la que más luz le
podria dar en lo que él tanto deseaba saber, se determinó luego de escribirie una carta.
En ella... le proponía su duda, y le rogaba le escribiese lo que habla de hacer...
»Á esta carta del Marqués respondió el B. P. Ignacio otra. En ella le decía que entre
los otros frutos admirables que el comulgarse á menudo suele causar en las ánimas,
es uno preservarlas que no caygan en pecado grave: ó si por la flaqueza humana ca-
yere, darles la mano para que presto se levanten. Y que aunque no se podía dar una
regla cierta y universal para todos; pero que de suyo es más seguro y acertado el lle-
garse con amor y reverencia debida al Señor á menudo, que el arredrarse de él con
temor y pusilanimidad...
»Pero que cuanto á la persona de su Señoría, según lo que le escribió, y él había en-
tendido por relación de otros de su oración y vida, se atrevía á aconsejarie que, con-
fiado de la misericordia del Señor, y animado de muchas que había recibido de su ben-
dita mano, hiciese lo que hacía y se comulgase cada ocho días.»
Mal puede, pues, deducirse claramente de estas palabras, «Ignatium
Francisco... iam tum quotidianam Communionem vehementer suasisse,*
Justo Bequiriztain.
(Se continuará.)
boletín bíblico
1. Jesús Christus. Vortrage auf dem Hochschulkurs zu Freiburg im Breisgau
1908, gehalten von Dr. Karl Braig, Dr. Gottfried Hoberg, Dr. Cornelius
Krieq, Dr. Simón Weber, Professoren an der Universitát Freiburg im Breis-
gau, und von Gerhard Esser, Professor an der Universitát Bonn.— Jesu-
cristo: Conferencias habidas en el curso de Estudios superiores de Fribur-
go en Brisgovia, el año 1908 por los Doctores Carlos Braig, Godofredo
Hoberg, Cornelio Krieg y Simón Weber, Profesores de la Universidad de Fri-
burgo, y por Gerardo Esser, Profesor de la Universidad de Bonn.— Freiburg,
1908. Un volumen en 4." de VIÍI-440 páginas. Precio, 7 marcos. (Herder.)
2. Das Evangelium, vom Gotte.ssohn; eine Apologiederwesenhaften Gottes-
sohnschaft Christi gegenüber der Kritik der modernsten, deutschen Theologie,
von Dr. Antón Seitz.— Friburgo, 1908. (Herder.)— El Evangelio del Hijo
de Dios: apología de la filiación divina substancial de Cristo, contra la crí-
tica de la novísima teología alemana, por el Dr. Antonio Seitz, profesor de
Apologética en la Universidad de Munich. Un volumen en 8.'' de XII-545 pá-
ginas. Precio, 5,60 marcos; encuadernado, 6,40.
3. La Arqueología greco-latina ilustrando el Evangelio, por D. Ra-
miro Fernández Valbuena, canónigo Penitenciario de la Santa Iglesia Pri-
mada y Prefecto de estudios del Seminario Pontificio de San Ildefonso.
Tomo I. Toledo, 1909. Un volumen en 4.*" de X-610 páginas. Precio, 8 pesetas.
(Rafael Gómez.)
4. Le Cantique des Cantíques: Commentaire philologique et exegetique par
P. JoüON, Professeur a la Faculté oriéntale, Université S. Joseph Beyrouth. —
París, 1909 (Beauchesne). Un volumen en 12.° de Vl-334 páginas. Precio, 5
francos.
El movimiento en las ciencias bíblicas continúa con el mismo ardor;
y los católicos en especial despliegan actividad infatigable. He aquí al-
gunas entre las innumerables publicaciones recientes de importancia:
1. Entre otros procedimientos dignos de imitación que para promo-
ver la cultura, sobre todo entre el clero, emplean nuestros hermanos los
católicos alemanes, uno es la de los «Cursos superiores», en los que uno
ó varios doctores exponen en varias conferencias un tema de conve-
niente amplitud é interés ante un público escogido, resumiendo en breve
las conclusiones ó puntos más culminantes de la ciencia contemporánea
sobre la materia. En 1906 hizo su primer ensayo de estos cursos la Uni-
versidad de Friburgo, tomando por asunto la «cuestión bíblica» y encar-
gándose de las conferencias el P. Fonck y el Dr. Hoberg. El resultado
satisfactorio de aquel ensayo movió al celoso Prelado de la diócesis á
repetir el otoño pasado de 1908 la tarea, como se hizo del 12 al 16 de
Octubre, tomando por tema la persona augusta de Jesucristo, y desenvól-
84 BOLETÍN BÍBLICO
viéndole en 15 conferencias repartidas entre los cuatro profesores nom-
brados en el título.
El Dr. Hoberg explanó en dos discursos el carácter histórico de los
cuatro Evangelios como fuentes de información sobre la persona y mi-
sión de Jesucristo: al Dr. Weber tocó exponer la divinidad del Señor en
el Antiguo Testamento (la predicción mesiánica), en las Epístolas de San
Pablo y en los Evangelios, dividiendo su argumento en tres conferencias.
El profesor Braig se encargó de desenvolver, en tres discursos, los sen-
timientos de la incredulidad contemporánea sobre la persona, doctrina é
institución de Jesús. Al Dr. Esser cupo en suerte explicar el dogma cris-
tológico en su desenvolvimiento histórico y teniendo en cuenta los erro-
res del protestantismo actual y del modernismo, consumiendo cuatro
turnos ó conferencias. Por fin, estuvo á cargo del Dr. Krieg manifestar,
en tres discursos, cómo Jesucristo es, en efecto, Verdad, Camino y Vida.
La concurrencia al curso fué muy nutrida, atendiendo, sobre todo,
á la calidad de los oyentes: más de 300 sacerdotes llenaban los espacio-
sos salones donde los oradores exponían sus doctas producciones, á
cuyo número debe agregarse el de no pocos seglares instruidos, ávidos
de seguir el movimiento científico en las controversias religiosas de
nuestros días. Y á la verdad, las aspiraciones del concurso no quedaron
frustradas: como era de esperar de personal tan escogido como el de los
conferenciantes, el curso en su conjunto representa una digna expresión
de la ciencia católica en frente de la ciencia heterodoxa, que con erudi-
ción y perseverancia dignas de mejor causa se esfuerza sin tregua ni
descanso en demoler hasta sus cimientos más profundos la majes-
tuosa construcción de la verdad cristiana. Los lectores reflexivos que se
fijen en la selección y orden de las materias, podrán observar cómo en
los temas del curso están recogidos los puntos más selectos de la con-
troversia actual. Á la selección y distribución de la materia corresponde
el desempeño: cada uno de los conferenciantes se ha hecho cargo de lo
más capital que los adversarios de la verdad católica oponen en su ma-
teria respectiva, resultando así un conjunto brillante y una apología
completa de la doctrina profesada por la Iglesia tocante á la persona,
prerrogativas, ministerio y obra de Jesucristo. «Ciencia, oportunidad y
sano criterio» son los distintivos del «curso», y el virtuoso Prelado de
Friburgo puede estar justamente ufano del brillante espécimen que su
profesorado y Universidad acaban de dar á la faz de su patria alemana
y de toda la Europa. Por nuestra parte enviamos al ilustre Prelado, al
claustro universitario y al clero de la diócesis de Friburgo nuestros más
cumplidos plácemes por el ejemplo que han dado á sus hermanos los sa-
cerdotes católicos de todos los países.
Alas 15 conferencias que propiamente forman el «curso» se agregan
otras dos del Dr. Esser, cuyo argumento son el Syllabus y la Encíclica
Pascendi de Pío X.
BOLETÍN BÍBLICO 85
2. He aquí un libro cuya composición ha costado seguramente á su
autor prolongadas vigilias. La controversia más capital que hoy se ven-
tila en el mundo entre la fe y la incredulidad es la que se refiere á la
verdadera índole de la persona de Jesucristo. ¿Quién es este personaje?
¿Cuáles son los atributos esenciales de su personalidad? ¿Es ésta terrena
ó celestial, creada ó increada, humana ó divina? En una palabra, ¿Jesu-
cristo es un puro hombre ó es Dios? Numerosos y distinguidos campeo-
nes de la ciencia contemporánea toman parte en este solemne pugilato,
en el que se discute el porvenir del mundo. El Dr. Seitz desciende á la
arena comprendiendo perfectamente lo trascendental del problema, y
colocándose desde luego en el punto de vista capital: á las alturas en que
se halla la cuestión, el artículo culminante que absorbe todos los restan-
tes, cuando se trata de la persona de Jesucristo, es su divinidad, su con-
substancialidad con el Dios sumo: Jesucristo es Hijo de Dios, pero no por
adopción, siquiera sea excelentísima, sino por naturaleza y consubstancia-
lidad; es el Dios-Hijo. Por eso el Dr. Seitz afronta inmediata y resuelta-
mente la dificultad capital, estableciendo que al abordar el problema
cristológico ante todo y sobre todo debe demostrarse que Jesucristo es
el Hijo de Dios hecho hombre, el Verbo encarnado. Todos los nombres
que en el Evangelio y las Epístolas de San Pablo, ó en general, en el
Nuevo Testamento, designan sustantivamente, es decir, como nombres
personales, á Jesucristo, expresan su divinidad. Esta es la tesis del doctor
Seitz y este el argumento de su libro. Ni sólo Bn el Nuevo Testamento:
también en el Antiguo muchos de los pasajes que enuncian la promesa
mesiánica aplican al Mesías predicados y atributos que expresan su divi-
didad; así el Salmo II, así el Salmo CIX y así varios pasajes de Isaías y
otros profetas. Cierto que para penetrar todo el alcance de aquellas
expresiones es necesaria la luz refulgente del Nuevo Testamento; es
decir, del cumplimiento histórico de la promesa; pero esta luz ilustra,
ilumina, descubre lo que allí está significado, no lo fabrica, no añade
elementos objetivos.
El autor hace preceder á la demostración positiva de su tesis una
nutrida introducción, donde expone la situación actual de los espíritus
con respecto al gran problema, distinguiendo las varias escuelas racio-
nalistas y protestantes, que ó niegan ó disfiguran la verdad bíblica, y
notando también, no sin mucha razón, el proceder sobrado tímido y con-
descendiente de algunos católicos, ya en el uso de las fuentes históricas
(los Evangelios), ya en la interpretación de algunos pasajes y títulos de
Cristo, quedándose á medio camino sin explotar todo su alcance. Sobre
todo, se detiene en exponer ampliamente los errores de la escuela radi-
cal (Hartmann) y los de la semirradical (Harnack).
El Dr. Seitz refuta á los que en la designación del ámbito de las
fuentes históricas sobre la vida de Jesucristo, se limitan á los Sinópticos,
excluyendo, mutilando ó haciendo abstracción del Evangelio de San Juan.
86 BOLETÍN BÍBLICO
¿Qué motivo hay para semejante excepción? Ya sabemos cuál es el fun-
damental que suele alegarse: «El Cristo de San Juan no es el de los Sinó-
ticos.» Y, sin embargo, los Sinópticos proclaman en múltiples pasajes la
divinidad de Jesús, y aun á veces emplean fórmulas de especulación y co-
lor completamente juanista, como son las del capítulo XI de San Mateo
y X de San Lucas; y si omiten los discursos sublimes pronunciados por
Jesús en Jerusalén, y el milagro de la resurrección de Lázaro, ó si en gene-
ral acentúan más el lado humano del Señor y economizan los títulos que
hacen resaltar más su divinidad, la razón es, no una evolución objetiva
obrada en el dogma cristiano, sino una prudente economía que condes-
ciende con las disposiciones del pueblo judío y no quiere romper con
él antes de la catástrofe del año 70.
En la demostración de la tesis el Dr. Seitz se sirve de testimonios
tomados de todos cuatro Evangelistas, esforzándose por hacer ver la
equivalencia y paridad de alcance en los testimonios. Cuando en la intro-
ducción se le oye abogar por la absoluta equiprobanza de los cuatro Evan-
gelios, y más todavía, al enunciar que entre los testimonios va á propo-
ner en primer lugar las declaraciones del mismo Cristo acerca de su per-
sona, suscita naturalmente la idea de que va á servirse en grande escala
del cuarto Evangelio, y sin embargo no es así; porque si bien hace uso
de él, es con notable, quizá excesiva, moderación. Tampoco se limita,
ni siquiera da la preferencia á los testimonios especulativos; concede
grande importancia y explota ampliamente los que él llama testimonios
prácticos.
No es el libro del Dr. Seitz para leerse de corrida, y por vía de en-
tretenimiento; es uno de esos trabajos concienzudos, fruto de larga me-
ditación y de prolijo examen, de una materia dificultosísima. Pero e
Dr. Seitz al emprender su obra tenía conciencia de que contaba con
caudal para realizarla, y realizarla á satisfacción. Sospechamos que
no pocos, aun entre los católicos, tendrán el trabajo por excesiva-
mente abstracto; tal vez le tacharán de tendencioso; y no faltarán segura-
mente quienes le juzguen poco critico. Pero á nosotros nos parece que
el punto de vista en que se coloca al proclamar la necesidad del análisis
teológico, es el único aceptable; porque, en efecto, la cuestión que se
ventila es, sobre todo, teológica (1). No quiere esto decir seguramente
que deje de ser crítica: ¿cómo puede dejar de serlo cuando la verdad
dogmática enunciada por los textos descansa en la autenticidad y exac-
titud de libros y pasajes, es decir, en datos que pertenecen de lleno al
ámbito propio de la crítica superior y de la crítica textual? Por eso el
centroversista católico no desdeña ni recusa un análisis histórico hecho
(1) Escritas estas líneas leemos el juicio del Dr. Braig en el Literariche Ruadschan
de 1.° de Mayo, que coincide en el fondo con el nuestro; y posteriormente hemos
leído otros juicios igualmente ventajosos.
BOLETÍN BÍBLICO 87^
de buena fe. Pero una vez demostrada la autenticidad y exactitud literal
de los pasajes, analizar el alcance de sus términos pertenece de lleno al
teólogo, el cual, en la determinación precisa del sentido de los textos,
puede y debe hacer uso áe los criterios y tópicos propios de la teología,
algunos de.los cuales, por otra parte, tampoco son más que críticos, como
lo es, V. gr., el análisis del contexto, de la situación histórica, ocasión y
fin con que fué pronunciado el testimonio, etc., etc.
Cierto que en la discusión analítica de los pasajes cabe mayor ó me-
nor destreza, mayor ó menor acierto en la selección de argumentos, ma-
yor ó menor adaptación á las disposiciones de los adversar:os con quie-
nes se discute, y puede suceder que se empleen con excesiva prolijidad
los procedimientos teológicos descuidando los críticos; pero un lector
prudente debe hacerse cargo de que en una controversia eminentemente
teológica, como que en ella se discuten las bases más hondas de la cris-
tología y del dogma cristiano, no puede pasarse de corrida el examen
atento del texto. Decimos todo esto porque el Dr. Seitz ha dado á su
trabajo un pronunciadísimo tinte teológico que seguramente no agrada-
rá á aquellos exégetas, aun católicos, que se complacen en divorciar la
teología de la crítica, y no contentos con eso, no pueden soportar un
análisis teológico serio, aun en materias dogmáticas, sin sufrir convul-
siones nerviosas, pareciéndoles que la ciencia católica hace un papel
desairado ante la ciencia progresiva de las escuelas modernas. Como sí
la crítica practicada, v. gr., por Harnack al discutir el problema cristoló-
gico no fuera eminentemente teológica!
A ja verdad, nadie podrá echar en cara al Dr. Seitz el desconoci-
miento de bu época, pues las citas de escritores heterodoxos recientes
de todos los matices, muestra una noticia extensísima de la situación
presente en todo el ámbito de la ciencia crítico-bíblica de nuestros días;
y más de cuatro de esos convulsionistas desearían poseer la erudición del
Dr. Seitz en punto á noticia de notabilidadesyliteratura heterodoxa. Tam-
poco emplea poco ni mucho el testimonio delatradición, teniendo presente
el escaso valor que sus adversarios habían de concederle. Hemos indicado
la parsimonia, cuando menos relativa, conque el Dr. Seitz procede, á nues-
tro juicio, en el empleo del cuarto Evangelio, y hemos de confesar en par-
ticular nuestra extrañeza de la brevedad con que estudia el discurso del
capítulo V, el cual, en el pensamiento del evangelista San Juan, es indu-
dablemente el eje, el centro y el foco regulador de todo el cuerpo de su
Evangelio. Es evidente que las tesis del teólogo son el extracto de aquel
discurso; y que las continuas declaraciones de la divinidad de Jesu-
cristo en los razonamientos restantes constituyen otras tantas remisiones
a\ mismo, como á documentación plenaria. Así, pues, creemos que una
exposición bien razonada y amplia de aquel discurso habría dado gran
realce al conjunto.
Terminaremos diciendo que para nosotros es una satisfacción ver con-
88 BOLETÍN BÍBLICO
firmadas casi in terminís numerosas apreciaciones emitidas en nuestro
último trabajo sobre San Juan. Tales son la interpretación que se da al
título de Hijo del hombre; la del pasaje del capitulo XVIII del Deutero-
nomio, y la de las palabras «aperti sunt ei coeli» en la escena del Bau-
tismo; la explicación de los artículos propuestos por Jesús en su primera
presentación solemne en Jerusalén; la que se da de la^legitimidad en la re-
prensión de Jesús á los doctores por losfundamentos que para reconocerle
como Mesías tenían en el Antiguo Testamento, enlapredicción del Bautista
y en la voz del cielo después del Bautismo; la adjudicación del razona-
miento de Joann., III, 13 sigg., á Jesús y no al Evangelista; la explicación
de la escena de Joann., XX, 26-29 (1); la del alcance que se concede á las
expresiones: «yo soy la resurreción y la vida»; la del fin atribuido á la
oración de Jesús en la resurrección de Lázaro, etc., etc.
3. Como lo indica el distinguido autor, tan conocido y estimado en
toda España por su ciencia y el gran número de sus escritos, propónese
en esta obra un fin análogo al que se propuso en la que años atrás escri-
bió bajo el título de Egipto y Asiria, resucitados. Esta tuvo por objeto
ilustrar el Antiguo Testamento, mediante la arqueología de los dos gran-
des pueblos de la antigüedad con quienes estuvo más en contacto el pue-
blo judío; en el trabajo presente pretende ilustrar los Evangelios con los
monumentos de la arqueología, sobre todo romana. Va dividido el tomo
en cuatro libros, de los cuales el primero comprende la introducción y
los restantes el cuerpo de la obra. La parte introductoria expone en tres
capítulos el estado de la cuestión, el origen y formación del canon del
Nuevo Testamento con el especial de los cuatro Evangelios, distinguien-
do y tratando por separado el problema sinóptico y el juanista, agregan-
do finalmente una explicación exegético-crítica del prólogo del Evange-
lio de San Juan. El cuerpo de la obra, de conformidad con su título, es
una confirmación de la autenticidad del canon, basada en argumentos
arqueológicos tomados de los monumentos (dibujos, esculturas, inscrip-
ciones), principalmente de las Catacumbas romanas; de la filología en su
concepto más amplio (ideología, psicología y lenguaje ó idioma propia-
mente dicho), y de ciertos detalles históricos (el censo de Quirino), que
han sido objeto de animadas controversias entre los críticos contemporá-
neos. Ambas partes están tratadas con gran extensión. Después de expo-
ner en el primer capítulo de la primera el estado de la cuestión, ó sea la
situación respectiva del catolicismo y la crítica incrédula de nuestros
días (Harnack, Loisy) respecto de las proporciones en que existió y debe
admitirse desde los orígenes de la Iglesia el contenido histórico y doc-
trinal del Nuevo Testamento, pasa el autor en el siguiente capítulo á
demostrar la antigüedad del canon, haciendo remontar su origen á la
(1) Aunque no convenimos en la asignación del término en la experiencia de Tomás.
BOLETÍN BÍBLICO 89
edad apostólica. Los argumentos están tomados naturalmente de testimo-
nios históricos que, en orden ascendente, van desde el siglo V hasta la
edad apostólica, dividiendo ese espacio en tres períodos: hasta el siglo II;
en el siglo II y desde éste hasta los Apóstoles. En el primer período los
testimonios son: el canon hipo-cartaginés, el del códice claromontano, y
los de San Dámaso, San Atanasio, Ensebio y Orígenes. En el segundo
el canon muratoriano y los de Tertuliano, Clemente alejandrino, San Ire-
neo y San Justino. En el tercero los testimonios de San Ignacio M., Cle-
mente romano, San PoHcarpo y la doctrina de los Apóstoles. Como
los testimonios desde el siglo II al V (Clemente alejandrino. Orígenes,
Ensebio, San Atanasio, los Concilios africanos) se remiten cons-
tantemente al testimonio de los ancianos, y los Padres apostólicos con-
firman la remisión, resulta perentoria la demostración del origen apos-
tólico del canon. Por lo que hace al proceso de formación, primero apa-
recieron los Evangelios, luego los libros restantes. En cuanto al valor
canónico de los libros y la noticia del mismo en la Iglesia, respecto de
los escritos por Apóstoles no había dificultad: tales libros eran de suyo
de autoridad canónica, y bastó la firma de los autores: respecto de los
demás, los Apóstoles los fueron declarando de igual valor á medida que
iban escribiéndose.
De la demostración expuesta resulta la falsedad de la tesis raciona-
lista (Harnack, Jülicher) de que el canon sólo data de mediados del
siglo II, y que su primer autor es Marción.
En el capítulo III, dividido en varios artículos y secciones, se explica
el origen especial de los Evangelios, primero de los Sinópticos y luego
del de San Juan. Con respecto al problema sinóptico, el autor adopta
el sistema de la mutua dependencia, aunque combinado con respecto al
primer Evangelio en su redacción primitiva ó aramea, con el de la tradi-
ción oral, no pasiva, ó cuyas fuentes fueran las muchedumbres, sino
activa, ó de los predicadores apostólicos. El traductor griego de San
Mateo se sirvió además del Evangelio de San Marcos; como éste se
había servido de la edición primitiva aramea de San Mateo. Por lo que
toca al cuarto Evangelio, su autor es San Juan el Apóstol, como lo
prueba el testimonio de Tertuliano, Clemente alejandrino, San Ireneo, é
indirectamente Papías, y San Ignacio M.; y lo confirman los caracteres
internos del libro. La índole de éste es mixta de histórica y teológica:
«es una obra aparte que refleja la tradición apostólica conservada de
viva voz, interpretada y fecundada por un elevadísimo pensamiento teo-
lógico; producto este libro de largas meditaciones y de especulaciones
profundas, hace aparecer la historia á través de los descubrimientos del
dogma Su fuente principal es la enseñanza oral que florecía en Asia
menor á fines del siglo I» (pág. 187). Sigúese la exposición exegética del
prólogo.
La segunda parte, y principal en la intención del autor, tiene por objeto
90 BOLETÍN BÍBLICO
presentar una corroboración arqueológica de la tesis establecida sobre
la antigüedad del canon del Nuevo Testamento en general, y más espe-
cialmente de los Evangelios. El autor busca esa corroboración primero
en los monumentos de las Catacumbas, empezando por la descripción
de éstas y enumerando algunos símbolos del Antiguo Testamento, como
introducción á los del Nuevo Pasando á éste, recoge, consigna y expone
ampliamente los símbolos del pez y del buen Pastor (ya solos, ya reuni-
dos y adicionados con el complemento del áncora); el de los Evangelis-
tas remando en la barca de la Iglesia; el del Cordero, varios alusivos á
la Eucaristía y á los cuatro Evangelios, con otras escenas evangélicas es-
peciales, como la concepción y parto virginal de Cristo, la adoración de
los Magos, etc., etc. (libro II, capítulos II y III), haciendo constar que los
monumentos citados son en su mayoría de los siglos II y III, resultando
así que para ese tiempo estaban ya difundidos los Evangelios. En el si-
guiente, libro III, capítulos I y II, propónese el autor presentar una nueva
confirmación de la antigüedad de los Evangelios por el análisis filoló-
gico de los mismos. El estudio del lenguaje en que están escritos los
Evangelios demuestra que Jesús y los Apóstoles no hablaron ni el latín
ni el griego, sino el arameo; y en consecuencia, los Evangelios son ante-
riores al contacto del cristianismo con la civilización griega, ó lo que es
lo mismo, pertenecen á la época apostólica. A la misma conclusión nos
conduce el análisis ideológico: el mundo de ideas en que se mueven los
Evangelistas es arameo, no griego. En suma, el vocabulario, los giros
sintáxicos, el caudal ideológico de los libros del Nuevo Testamento y
sobre todo de los Evangelios denuncian pensamiento y concepción ara-
mea, por más que la lengua en que escribieron los Apóstoles y Evange-
listas sea la griega, á excepción del primer Evangelista. En efecto: su
vocabulario es reducidísimo, y los términos no están empleados según la
propiedad del idioma griego, sino simplemente como sustitución mecá-
nica á voces arameas; en el giro y construcción de la frase no se descu-
bre ni indicio de la rotundidad característica de la lengua helénica; en el
mundo ideológico los conceptos son totalmente extraños á la filosofía
griega; y en vano se buscará noción alguna dialéctica, lógica ó psicoló-
gica tan características en la cultura helénica.
Tal es, á grandes rasgos, el trabajo que ofrece al público la fecunda
pluma del Sr. Valbuena, trabajo que da elocuente testimonio de su labo-
riosidad, erudición y extensa lectura. Sus citas y remisiones bibliográfi-
cas, sobre todo de bibliografía extranjera, son numerosísimas, y en este
punto rivaliza seguramente, si no les supera, con los escritores que entre
nosotros se distinguen por una lección vastísima, como es, v. gr., el
Padre Juan Mir. En la nacional parece no haberse fijado tanto, si bien
no deja de utilizarla, aunque no siempre la cita.
En lo que toca al método de exposición, nos parece en primer lugar
que podría ser más conciso abreviando los razonamientos, reduciendo
BOLETÍN BÍBLICO 91
las citas y también omitiendo lo accesorio en gracia de lo principal, que
de este modo recibiría mayor relieve, y el conjunto ganaría en claridad
y orden. Además, el libro en su conjunto excita la impresión de un tra-
bajo compuesto algo de priesa y sin revisar con bastante cuidado la
primera redacción. De aquí procede, á nuestro juicio, cierta imprecisión
que indudablemente no debe atribuirse á otra causa. Al tratar del origen
del canon no se ve con claridad si el intento del autor es vindicar crítica
é históricamente el origen apostólico del canon Tridentino en su integri-
dad, ó sólo probar que desde la época de los Padres apostólicos existió
en la Iglesia cristiana un canon del Nuevo Testamento, prescindiendo de
su amplitud y del número de libros que abrazaba. El modo de proponer
los testimonios históricos cuya mayor parte sólo recae sobre una porción
del canon, y algunas expresiones que el autor emplea, parecen dar á en-
tender esto último (1). Seguramente esto basta para impugnar la tesis
racionalista de Harnack y Jülicher, según los cuales antes de promediar
el siglo lí no existía canon alguno completo ni incompleto de libros escri-
tos del Nuevo Testamento. Pero no basta para la integridad de la tesis
católica; porque, según el Vaticano, «todos los libros del canon fueron
entregados á la Iglesia por los Apóstoles en concepto de libros sagra-
dos y canónicos»; y en consecuencia es menester presentar pruebas
históricas de que en efecto los 27 libros fueron reconocidos como
canónicos desde la edad apostólica. No es esto desaprobar el primer
procedimiento: cada escritor es dueño de señalarse los límites y el punto
de vista que tenga por conveniente al exponer una cuestión susceptible
de división en partes: es simplemente llamar la atención sobre la conve-
niencia de precisar conceptos, á fin de que lectores poco habituados á
estos problemas sepan hacerse cargo de los varios puntos de vista de
esta controversia (2).
Al exponer la tesis racionalista de Harnack sobre el origen del canon,
el Sr. Valbuena emplea expresiones que tomadas como suenan no for-
(1) En la pág. 74 se escribe: «Por lo expuesto se ve que estaba ya esbozado el canon
de los libros sagrados del Nuevo Testamento antes de Marción... Es verdad que no hay
un catálogo completo de libros canónicos tal como le hubo algún tiempo después y le
tenemos hoy; pero eso no quita ni pone en la existencia de tales libros (es decir, de los
primitivos), reconocidos ya entonces como sagrados, y citados como haciendo prueba
plena por los escritores cristianos.»
(2) En nuestra obvsL Jesucristo y la Iglesia Romana, parte II, t. I, páginas 637-650,
seguimos otro método. Distinguiendo elpunto de vista protestante y el racionalista, y
teniendo ante los ojos la tesis del Vaticano, creemos ser deudores de su demostración
completa á la faz de la Historia, vindicando contra ambas clases de adversarios el canon
del Tridentino y haciendo ver que sus libros todos fueron reconocidos como sagrados
y canónicos desde la edad apostólica. Para demostrar esa proposición, ante todo ex-
plicamos su sentido legítimo, y á continuación proponemos los testimonios históricos
en la forma que conceptuamos únicamente adaptada á ese fin. Después pasamos (650-
657) á exponer con más precisión y á refutar más directa y expresamente la tesis racio-
nalista.
92 BOLETÍiN BÍBLICO
muían con exactitud el pensamiento del profesor de Berlín, y que éste no
aceptaría. En la pág. 8 se dice: «Los racionalistas, hasta los más mode-
rados, como Harnack, sostienen que muchos ó casi todos los libros del
Nuevo Testamento no aparecieron hasta el siglo 11»; y en la pág. 69:
«Cierto que Harnack considera como una paradoja la existencia misma
del cuádruple Evangelio y la aceptación de él por la Iglesia tal como le
tenemos hoy, antes de mediar el siglo II.» Harnack, en su Chronologie
der altchr. Liter., t I, dice en el prólogo que «en el espacio de treinta ó
cuarenta años desde la muerte de Jesús pudo formarse completamente
todo el yacimiento histórico relativo á dichos y hechos de Jesús que
leemos en los Sinópticos» (pág. X); que «parte antes de la ruina de Jeru-
salén, parte hasta la época de Trajano (98), quedaban substancial-
mente terminadas en sus tipos fundamentales las tradiciones todas cris-
tianas en doctrinas, predicaciones y aun estatutos jerárquicos, á excep-
ción del canon (ó codificación de libros) del Nuevo Testamento» (pá-
gina XI). Y con respecto á las fechas concretas que atribuye á los libros,
he aquí su opinión: las dos Epístolas á los de Tesalónica datan de 48 ó
49; la I."" y 2.'^ ad Cor., de 52 á 53; Rom., Colos., Filémón, Efesios y
Filip., de 57 á 59; las Pastorales en su fondo substancial, de 59 á 64; San
Mateo, de 70 á 75; Lucas y Hechos apostólicos, de 78 á 93 (ahora de 60
á 70); el Apocal., de 93 á 96; el Evangelio de San Juan antes de 110 (1).
Es decir que, según Harnack, el contenido entero del canon del Nuevo
Testamento en sus dos partes, histórica y doctrinal, y la redacción escrita
de la mayor parte de sus libros (ó sea el cuádruple Evangelio y muchos
escritos apostólicos) estaba terminada antes del segundo decenio del
siglo II.
Tampoco todos los lectores se formarán idea clara de la tesis racio-
nalista de Harnack, Jülicher y otros sobre el canon, por no distinguirse
con precisión entre la existencia de los libros y su canonización, ni expo-
nerse con exactitud el sentido en que los mismos escritores entienden las
palabras del Señor (Herrenwórte), como constitutivo único del canon
anterior á la controversia gnóstica (2). Ni dejarán algunos de sorpren-
derse cuando en la página 51 lean estas palabras: «El primer canon de
que tenemos noticia es de un hereje, de Marción», y pocas líneas después
estas otras: «El canon de Marción es una prueba concluyente de \di pre-
existencia de otro canon católico.»
(1) Chronol der altchristl. Liter., 1. 1, páginas 717 y 718.
(2) La tesis racionalista de Harnack, Jülicher, Weiss, etc., sobre el canon del Nuevo
Testamento encierran tres aserciones: 1.^ los libros <todos ó casi todos) existían
antes de la controversia gnóstica; 2.^ pero no eran reconocidos en la Iglesia como
Escritura, al igual con el Antiguo Testamento; 3.^ el canon cristiano en esa época se
reducía al Antiguo Testamento escrito, y á las palabras ó sentencias del Señor como
tales, bien se conservaran en la tradición oral, bien consignadas por escrito. Véase Je-
sucristo y la Iglesia Romana, parte II, 1. 1, pág. 650 sig.
BOLETÍN BÍBLICO 93
Al exponer el proceso de formación de los libros y la noticia que de
ellos tuvo la Iglesia, habría convenido explicar el carisma de la inspi-
ración ad scribendum, y su distinción y separabilidad del de la in-
falibilidad doctrinal apostólica (1). Al tratar de la autenticidad (pág. 196)
del cuarto Evangelio, dícese también que «Harnack en su Chronologie,
pág. 657, asiente y reconoce la aserción de San Ireneo de que Papías fué
discípulo de San Juan, hermano de Santiago». Pero precisamente Har-
nack toma como base de su larga, aparatosa y erudita argumentación
contra la autenticidad del cuarto Evangelio el supuesto de que el Após-
tol San Juan nada tuvo que ver con las Iglesias de Asia, ni puso jamás
sus pies en esta región, ni pudo, por lo tanto, tener comunicación con los
Presbíteros de Asia, de que habla San Ireneo, uno de los cuales era Pa-
pías. Tal vez el Sr. Valbuena se refiere á los pasajes de Harnack en las
páginas 668 y 678, donde, después de decir que «el problema juanista
termina con un non liquet, concluye concediendo la posibilidad de haber
venido al Asia el hijo del Zebedeo» (2). Sobre el carácter de especula-
ción teológica del cuarto Evangelio, no estaría de más alguna explana-
ción para que no se crea al autor solidario, si no de Bernardo Weiss,
del P. Teodoro Calmes, como de seguro no quiere serlo, y á quien, sin
embargo, copia ó extracta (3).
Claro es que estas faltas de precisión y otras análogas no pueden
atribuirse sino á las causas que señalamos; y la imprecisión nace de la
celeridad con que trabaja el Sr. Valbuena, quien fiándose, no sin sobrado
fundamento, en su erudición y fecundidad, escribe sin duda á la carrera,
y á veces no advierte que la pluma le es infiel no reproduciendo con
exactitud los conceptos de su mente. Si á esto se añade que tal vez por
(1) No se descubre con bastante claridad la mente del docto escritor en este punto.
Por una parte escribe, pág. 95: «Entre los monumentos de literatura cristiana de los
tiempos primitivos los hay escritos por Apóstoles y por discípulos de los Apóstoles:
respecto á los primeros, parece que no cabe dudar que formaran desde luego parte de
la Escritura del Nuevo Testamento...; así es que la obra literaria de un Apóstol era por
lo mismo la obra del Espíritu Santo, que hablaba por su boca ó por su pluma.» Según
eso basta la firma ó suscripción de un Apóstol para la canonicidad de un libro. Pero en
la pág. 85 leemos: «Que la suscripción apostólica de un libro le había de conciliar y de
hecho le conciliaba grande autoridad no lo dudamos; pero eso no bastaba para que tu-
viera tanta como el Antiguo Testamento, como la Escritura.^
(2) Véase San Juan: Estudio crítico-exegético sobre el cuarto Evangelio, páginas 39-
47, Barcelona, 1908. Pero claro es que Harnack no puede conceder que Papías fuera con
efecto discípulo de San Juan: sería declarar expresamente nula toda su argumentación
precedente desde la pág. 641: ¡y eso es demasiado!
(3) Conocida es la prop. 16 del Syllabus de Pío X.
«Las narraciones de S. Juan no son propiamente historia, sino contemplación místi-
ca del Evangelista; y los discursos contenidos en su Evangelio meditaciones teológi-
cas acerca del misterio de la salud...» Cómo conciliar esta declaración con el carácter
«de expeculación teológica y con descubrimientos dogmáticos en el 4.° Evangelio?
94 BOLETÍN BÍBLICO
SUS muchas atenciones confía la segunda revisión á personas no tan há-
biles é instruidas como él, resultan explicables tales descuidos.
Hagamos ahora alguna brevísima indicación de otra índole: En la
explanación del argumento deducido de los monumentos, sería de de-
sear mayor variedad de símbolos; tres ó cuatro para todo el canon y aun
para solo el Evangelio es poco. Al exponer el argumento filológico en
favor de la autenticidad de los Evangelios, propone, en general, concep-
tos muy acertados y dignos de su reconocido talento; pero, ¿no podría
haber abreviado y reducido á un solo artículo los tres de que «Jesucristo
no predicó en latín, ni en griego, sino en arameo»? Para hacerlo ver ccn
brevedad basta el testimonio de Papías y San Ireneo sobre el origen del
primer Evangelio. También nos parecen algo avanzadas y absolutas las
apreciaciones sobre la ideología de los escritores del Nuevo Testamento,
y en general de los doctores judíos. Las Epístolas de San Pablo revelan
un dialéctico muy sutil y habituado á la polémica: y los capítulos II, VI,
VII y VIII de la Epístola á los romanos, penetran muy adentro en el aná-
lisis psicológico de las facultades y actos directos y reflejos del alma,
siendo por otra parte esta cultura indudablemente de procedencia ge-
nuinamente judía. La voz Mammona según los mejores filólogos se
deriva del verbo p2"i2, y el nombre mismo paua ocurre en el Génesis^
XLIII, 23(1).
Pero las observaciones hechas sobre los puntos indicados, además
de ser apreciaciones personales, no disminuyen el mérito del conjunto; y
lo que llama la atención en el Sr. Valbuena no es que en sus escritos
haya aveces faltas de precisión, sino que un hombre ocupado por sus
elevados cargos en tantos y tan graves negocios, pueda hallar todavía
espacio para estudios tan varios como suponen las múltiples obras que
lleva ya publicadas; la mayor parte, y entre ellas la presente, de carácter
serio y nada fácil.
4. De dos partes consta el libro: una introducción (VI-140) y la tra-
ducción con el Comentario (141-334). La introducción estudia el problema
sobre la índole del argumento, la autenticidad y data cronológica del libro.
Según M. Joüon tres son los sistemas ó escuelas en la interpretación del
argumento: la escuela naturalista, la alegórica y la mixta. La primera, re-
presentada en la antigüedad cristiana por Teodoro Mopsuesteno, y se-
guida en la actualidad por el racionalismos avanzado (Siegfried, Budde),
sólo descubre en el Cántico lo que su letra material suena: un poema
(1) Como menudencias, pero en que alguno reparará, observaremos que á la orto
grafía ordinaria Pesquito, para designar la versión sira, es preferible la de Peschito, que
ocurre una vez (448), porque el sonido sch corresponde mejor á la schin, con que se es-
cribe la voz en caldeo y siriaco. La palabra Julicher va escrita siempre sin diéresis (•),
debiendo escribirse con ella: Julicher. Mejor le hubieran impreso el libro en Madrid.
Pero no hacemos extensiva la advertencia á escribir las dicciones hebreas y griegas con
caracteres propios.
BOLETÍN BÍBLICO 95
erótico donde se celebran las bodas de Salomón con la hija de Faraón,
ó las de otro personaje con su consorte. La segunda, común ya entre
los intérpretes judíos y no menos entre los cristianos, hasta la época del
racionalismo, ve en e: Cántico una alegoría en la cual, bajo el velo de
símbolos del matrimonio natural, se propuso describir el autor la unión
entre Dios y la Iglesia, ó anterior al cristianismo (la Sinagoga judía); ó
en el cristianismo (la Iglesia cristiana); ó una y otra (la Iglesia verdadera,
primero en el Antiguo y después en el Nuevo Testamento). La tercera
distingue en el Cántico dos aspectos ó elementos: el material y el espiri-
tual: el material resulta del tenor gramatical é inmediato de los signos y
tiene su valor propio y por sí, aunque no definitivo y completo, sino
sólo instrumental y de medio, porque el escritor se propuso no detenerse
en el sentido inmediato y material, sino significar por su medio otro sen-
tido más elevado; bajo los símbolos ó figuras del amor humano y natural,
el amor sobrenatural que une á Dios y á la Iglesia, que es semejante al
que en lo natural media entre dos consortes. Á primera vista no es fácil
distinguir la escuela mixta de la simplemente alegórica, por cuanto,
constando el tenor de la letra en toda la extensión del libro de signos
(términos y sentencias) del orden humano, es imposible no admitir un
sentido ó valor del mismo orden en todo el conjunto de la pieza; pero
M. Joüon se esfuerza por sensibilizar la diferencia, distinguiendo en el
cuadro de los signos dos maneras de representarnos el objeto: el cuadro
muerto, ó de simple pintura, y el vivo ó de acción. Un personaje, v. gr.,
Napoleón, puede ser representado ó por ima pintura ó por un actor: en
el primer caso toda la razón de ser del cuadro es la simple representa-
ción del objeto: en el segundo no; si al actor que representa á Napoleón
le acomete un accidente, se le socorre por lo que el actor es en su perso-
nalidad, olvidando al personaje á quien representa. Pues bien: continúa
M. Joüon, para la escuela alegórica el tenor de las palabras y escenas
en el Cantar es un cuadro muerto, una simple pintura; para la escuela
mixta es un cuadro vivo.
Él, por su parte, se adhiere á la escuela alegórica pura, impugnando
á las otras dos. La naturalista desde luego es inadmisible, por ser his-
tóricamente absurda la hipótesis de suponer que siendo el Cántico en su
origen un libro profano, pasara á formar más adelante parte del canon
judaico; pues no hay buena fe que alcance á explicarnos cómo pudo
empezar á ser tenida por sagrada una pieza como el Cántico, mirada
antes como profana, siendo así que si se prescinde ó niega la ordenación
primordial del conjunto á un fin superior, nada se descubre allí que des-
pierte idea alguna del orden religioso. De suerte que la explicación na^-
turalista se estrellará siempre contra el hecho histórico de la admisión
del libro en el canon judaico. También impugna el autor la explicación
propuesta por la que él llama escuela m/xto, contra la cual, si bien no es
leal combatirla farisaicarnente, cree M. Joüon poder urgir dos argu-
96 BOLETÍN BÍBLICO
mentes que conceptúa graves: el primero, el de oponerse á la tradición
general judía y cristiana; el segundo, el de que dando al tenor material
de la letra un valor por si, no pone bastantemente á salvo la santidad
del libro: no sería digno del Espíritu Santo dictar una historia real ó
imaginaria, cual es la expresada por el tenor de la letra, si se le concede
valor propio. El profesor Joüon previene la retorsión que de este argu-
mento podría hacérsele, recordando la distinción entre el cuadro vivo y
el cuadro muerto y haciendo notar la gran diferencia que entre ambos
media, de la cual resulta que mientras el primer sentido repugna visi-
blemente á la santidad de Dios, no sucede lo mismo con el segundo.
Por lo que hace al argumento de la alegoría, para el profesor Joüon
es la historia completa de la alianza entre Jehová y la Sinagoga ó el
pueblo judío en la doble fase que atravesó: su primera celebración en
tiempo del Éxodo al salir del cautiverio de Egipto, y su renovación á
perpetuidad después del cautiverio de Babilonia. Por eso el poema va
dividido en dos partes: I, 5-V, 1 (después de una breve introducción
I, 1-4); y V, 2-VIII, 14, correspondientes á las dos épocas históricas
dichas. M. Joüon descubre en las varias secciones en que divide ambas
partes la expresión alegórica de otros tantos episodios de la historia de
Israel en sus relaciones con Jehová, como su marido, según se expresan
con frecuencia los Profetas. El autor cree que esta expHcación satisface
plenamente á los desiderata exigidos por la exégesis para la exposición
de este dificilísimo libro. Además, añade, esta explicación es altamente
bíblica, pues se armoniza perfectamente con las ideas del profetismo,
donde con tanta frecuencia se propone la alianza entre Jehová y el
pueblo escogido bajo el símbolo alegórico del enlace matrimonial. Es,
por último, en sus rasgos principales enteramente conforme á la tra-
dición judía y cristiana; y con respecto á los detalles, el desarrollo del
argumento en el poema presenta sorprendentes analogías con la historia
de la alianza: tal es, por ejemplo, la doble pérdida del esposo que expe-
rimenta la esposa; el doble encuentro de ambos, etc., tan semejantes á la
pérdida del arca y destrucción dejerusalén, las primeras, y las dos res-
tituciones á Palestina en el Éxodo y los libros de Esdras, por lo que
hace á los últimos.
En lo que toca á la época de su composición y autor, el profesor
Joüon hace al Übro muy reciente y á su autor un distinguido literato
judío. Las pruebas que se proponen del origen reciente son: primera, el
escritor conoce el cautiverio de Babilonia (V, 2-7); segunda, la angelo-
logia; tercera, el cántico depende del Génesis y de los libros proféticos;
cuarta, la lengua; quinta, los aramaísmos; sexta, el uso del ^' ó vi.
Sigúese luego la versión y á continuación el comentario.
El profesor Joüon ha puesto en la composición de su libro ciencia,
erudición, lectura y diligencia más que común. La versión está muy bien
hecha; es exacta, fiel y bien meditada, con conocimiento de la lengua
BOLETÍN BÍBLICO 97
original y comprensión exacta del sentido gramatical; y el comentario
revela extensa y escogida lectura. Con respecto á sus apreciaciones so-
bre el argumento, la explicación de éste, ateniéndose al sentido alegórico,
es acertada y bien fundada en su conjunto y rasgos fundamentales, es de-
cir, mientras se mantiene en los conceptos generales de las relaciones en-
tre Jehová y la Sinagoga. Pero tropieza con graves dificultades desde el
momento en que se pretende concretarlo á la historia, sobre todo si se
quiere ver descrita en el poema la serie toda de la historia judía. Desde
luego tiene el inconveniente de suponer que el Cántico pertenece á época
reciente. Además, ¿qué fundamento hay para descubrir en las doncellas
del coro á las naciones, en los hermanos de la esposa, á los egipcios; en
las ausencias del esposo la pérdida del arca y la destrucción del templo,
cuando las dos primeras aplicaciones son totalmente contrarias á las si-
tuaciones históricas, y las otras al tono general del poema? Los egipcios
no pueden ser llamados con verosimilitud alguna hermanos de la esposa
en la época del Éxodo, ni las naciones comparadas con el coro ó cortejo
de amigas de la esposa, pues fueron constantemente enemigas de Israel,
y éste por su ley misma estaba aislado de todas ellas. Las ausencias del
esposo no pueden representar en la mente del autor del cántico reproba-
ción, pues en el poema la esposa aparece invariablemente fiel y apasio-
nada hacia su esposo; tales ausencias no pueden representar un repudio,
como lo representa, en expresión de Isaías, Jeremías y Ezequiel, la des-
trucción de Jerusalén y su templo. Parecida inverosimilitud aparece en
otras muchas aplicaciones.
Viniendo á la data cronológica, sorprende la facilidad con que el autor
tiene por buenos los argumentos en que apoya su opinión. El primero
es sencillamente una petición de principio, porque el escritor conoce el
cautiverio de Babilonia si los pasajes V, 2-7, etc., hablan de él; pero ¿por
dónde consta eso? El segundo, además de la misma suposición, pues na-
die concederá fácilmente que en I, 7; II, 7; V, 7 se trate de ángeles, no
prueba origen reciente; pues los ángeles aparecen ya en la historia pa-
triarcal, en la época de Josué, en la de los Jueces, ios Reyes, etc. El terce-
ro supone que el Génesis es posterior al cautiverio, ó de época próxima;
suposición totalmente inadmisible, no sólo dogmática sino críticamente)
como lo hemos hecho ver en repetidas ocasiones. El cuarto es ambiguo,
porque no sabemos quién depende de quién. Del quinto repetiremos la
frase de Wellhausen: que la lengua hebrea está acostumbrada á ser tra-
tada como cera blanda. No puede negarse que en el Cántico el lenguaje
es singular y sui generis por varios conceptos; pero ¿quién definirá la
antigüedad precisa de sus voces, giros y gustos geniales del autor?
El tono general del poema supone una situación muy distinta de la aflic-
tiva y precaria de los repatriados en cualquiera de los períodos que
M. Joün quiera fijarse.
La clasificación de las escuelas y la asignación de ciertos autores á
RAZÓN Y FE. TOMO XXV 7
98 BOLETÍN BÍBLICO
ellas bajo los caracteres con que el profesor Joün las define tampoco
satisfarán á todos; la distinción entre la escuela alegórica pura y la mixtQy
sobre todo con respecto á ciertos matices de ésta, es demasiado sutil: el
cuadro vivo en los signos de expresión inmediata lo tienen que admitir
irremisiblemente todos, pues lo exige la naturaleza de la descripción em-
pleada en el poema. El P. Hontheim, en especial, dudo mucho se con-
forme con las apreciaciones de M. Joün.
Las correcciones del sufijo de primera persona singular, por primera
plural en 1, 1-4 no son verosímiles: ¿cómo han de pedir tal cosa en 1, 1
ni en 1, 4^ todas las doncellas, cuando aun para la misma esposa es favor
no común el expresado en el primer pasaje, y exclusivo de ella el del se-
gundo?
L. MURILLO.
BOLETÍN CANÓNICO
SUEVA ORGAMZAClto DE LA CURIA ROMANA DECRETADA POR PIÓ X^^^
ARTICULO II
Sobre las causas que se traten disciplinar
y administrativamente.
(normas peculiares, cap. III, ART. Il)
248. En las causas que en las Sagradas Congregaciones hayan de
tratarse disciplinar y administrativamente no se admitirá liüsconíesta-
ción, ni se oirá testigos, ni se recibirán alegatos de abogados; pero se
oirá á las partes y se examinarán los documentos que ellas presenten.
249. Para que las partes puedan exponer lo que les convenga se
las avisará, ya por medio de su Ordinario, ya directamente, con arreglo
al derecho común.
260. Si quieren exponer sus razones por escrito, lo harán servato
proportione, con arreglo á lo que dispone el can. 29 de la ley propia de
la Rota. (Véase Razón y Fe, vol. 22, p. 220.)
251. Desde el momento en que una causa se empieza á tratar por la
vía administrativa y disciplinar en una Congregación, consintiendo en
ello las partes ó no disintiendo, ya no pueden éstas entablar una causa
estrictamente judicial, y mucho menos podrán hacerlo después que la
Congregación haya dado sentencia.
252. Sin embargo, la Sagrada Congregación podrá remitir la causa á
los jueces ordinarios, cualquiera que sea el estado en que ésta se halle.
N. B. Lo que sobre este punto había establecido Sixto, puede verse
en las declaraciones que hizo en el Consistorio de 11 de Mayo de 1587,
á saber:
253. «Prima est, quod si ante inchoatum judicium coram aliquo judice, pars coram
congregatione conventa, renuerit in illam consentiré, et noluerit causam a congregatione
íerminari, tune ad judicem competentem remittatur.
«Secunda est, quod si coram aliquo judice inclioatum fuerit judicium, et deinde
partes concordes cong; egationem adiverint, tune congregado causam decidat, et acta
ad se transportari faciat.
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXIV, p. 376.
100 BOLETÍN CANÓNICO
«Tertia est, quod si causa coram congregatione coepta fuerit, et deinde aliquod
emergens supervenerit, tune nedum illa causa coepta, verum etiam illud emergens a
congregatione expediatur.
=»Quarta, quod si causa in ipsa congregatione decisa requirat ut super illa expedia-
tur supplicatio vel breve, tune decrevit Sanctitas Sua, quod in ipsa supplicatione, vel
ín ipso breve, fiat mentio causam de ordine congregationis fuisse ita terminatam.»
Bull. Rom. Taur., vol. 8, p. 999.
ARTICULO III
Otros principios generales
aplicables á todas las Congregaciones, Tribunales y Oficios.
254. I. Es también principio fundamental para todas las Congrega-
ciones, Tribunales y Oficios que no puedan hacer nada grave y extra-
ordinario sin dar antes cuenta de ello al Romano Pontífice. (Const. Sa-
pienti consilio, al final. Cfr. Razón y Fe, vol. 22, pág. 15.)
Este principio substancialmente coincide con lo dispuesto por Sixto V
en su Const. Immensa, § 2, con respecto á las Congregaciones: «Ita üt
graviores difficilioresque consultationes ad nos referant.» (Bull. Rom.
Taur., vol. 8, p. 986.)
Dicha cuenta ó relación debe hacerse teniendo á la vista, á lo menos
en los asuntos más difíciles, un resumen escrito del asunto, el cual se
archivará juntamente con la resolución que recaiga, con anotación del
día y año y con la firma del que hizo la relación. (Norm. pee, c. 5, n. 1.)
255. II. Menos las sentencias de la Rota y de la Signatura Apostó-
lica, dadas según su competencia, todas las demás sentencias, ya seden
por vía de gracia, ya de justicia, necesitan ser aprobadas por el Papa, á
no ser aquellas sobre las que se hayan comunicado especiales faculta-
des á los Prefectos délas Congregaciones, Tribunales ú Oficios. (Const.
Sapienü consilio, 1. c.)
256. III. . Todos los documentos oficiales que deben imprimirse en
nombre de los Oficios de la Curia, como son, v. gr., los folios que redac-
tan los secretarios de las Sagradas Congregaciones, los votos de los con-
sultores, etc. (así como también los documentos y las defensas que pre-
sentan las partes, dado caso que se trate de causas criminales ó matrimo-
niales que pidan especial cautela y secreto), deben ser impresos en la
tipografía Vaticana. Los demás podrán editarse en otras imprentas apro-
ba das por el Secretario de la Sagrada Congregación Consistorial, en
las cuales se deberá guardar la circunspección que la naturaleza de tales
e scritos requiere. (Norm. pee, cap. 4, n. 3.)
Los que tales impresos reciben deben guardar el secreto que, ya por
m andato especial, ya por la naturaleza delicada del asunto, se requiera;
y cuidarán que después de su muerte se restituyan fielmente tales docu-
mentos al Oficio respectivo: lo cual es igualmente obligatorio para los
BOLETÍN CANÓNICO 101.
oficiales de todos y cada uno de los Oficios, para los consultores y para
los Emos. Cardenales. (Norm. pee, 1. c, n. 5)
257. IV. En todas las Congregaciones, Tribunales y Oficios hay dos
órdenes de oficiales: mayores y menores. También en todos (menos en
la Rota) existe lo que se denomina Conjgreso, el cual consta del Carde-
nal presidente y de los oficiales mayores. (Norm. gen., c. 1, n. 3.)
Cuáles sean estos oficiales mayores y menores se dirá al tratar en
particular de cada Oficio.
Al Congreso pertenece el estudio y despacho de los asuntos meno-
res del respectivo Oficio; así como el preparar los otros que ha de resol-
ver la Congregación, Tribunal ú Oficio en pleno. (Ibid., n. 4.) (1).
Lo demás puede verse en las Normas generales, que se hallan en
Razón y Fe, vol. 22, p. 490, sig.
CAPÍTULO III
LAS CONGREGACIONES
A) Sü constitución.
258. Compónense éstas de solos Cardenales, como ya antes (n. 45)
hemos indicado, en cuanto sólo los Cardenales tienen en ellas voto de-
cisivo; pero puede tomarse la palabra Congregación en sentido más
amplio, y entonces comprende también los oficiales mayores y menores,
los cuales no son Cardenales. Véase además lo dicho en los números
143, 148 y siguientes.
259. Uno de los Cardenales ejerce el cargo de Prefecto, menos en
el Santo Oficio y en la Consistorial, las cuales tienen por Prefecto al
Papa.
(1) Días feriados: Además de los domingos y fiestas de guardar, son días feriados
para todos los Oficios:
El aniversario de la elección y coronación del Papa.— El de la muerte del Predece-
sor.—Los días en que se celebre consistorio público ó semipúblico.— El día de Ceniza
y los dos precedentes.— Los cuatro últimos días de Semana Santa y el lunes y martes
de Pascua. —La víspera de Pentecostés y el lunes y martes después de esta fiesta.—
La vigilia de la Asunción.— El día de difuntos.— La vigilia de Navidad y los tres días
siguientes.— El último día del año.
En estos días suele haber un oficial en cada oficina para despachar los asuntos que
ocurran.
Desde el 10 de Septiembre hasta el 31 de Octubre son las vacaciones de Otoño.
Durante ellas no deja de funcionar ninguno de los Oficios, sino que hay un número sufi-
ciente de oficiales mayores y menores para el despacho de los asuntos ordinarios más
urgentes. Los asuntos de mayor importancia, las deliberaciones sobre los más graves
y^dificiles se han de diferir hasta Noviembre, á no ser que la urgencia del asunto pi-
diera despacho inmediato, pues en este caso se proveerá meramente hasta donde la
necesidad lo exija. (Cfr. Norm. gen., c. 5.)
102 BOLETÍN CANÓNICO
El principal auxiliar del Prefecto es el Secretario, que suele ser, aun-
que no siempre, un Prelado, por lo común Arzobispo titular. En las
Congregaciones cuyo Prefecto es el Papa, el Secretario es un Cardenal,
el cual preside la Congregación cuando el Papa no lo hace personal-
mente. En estas Congregaciones el Asesor desempeña la mayor parte de
las funciones que en las otras ejerce el Secretario.
B) Naturaleza de su jurisdicción.
260. La jurisdicción que, con arreglo á la Const. Sapienti consilio,
compete á las Congregaciones es ordinaria, y no delegada. Cfr. Fagna-
ñus, in cap. Cum olim, De maj. et ob., n. 64 sig.; Wernz, Jus Decretal.,
vol. 2, n. 654; Analectaj. /?., vol. 1, col. 2.369, sig.
261. No es ordinaria la que sólo ejercen en virtud de facultades espe-
ciales y extraordinarias, ó aquella para la que necesitan de especial au-
diencia ó particular mandato del Papa.
262. Durante la vacante de la Silla Apostólica conservan las Sagra-
das Congregaciones su jurisdicción ordinaria, de la cual pueden usar
libremente en la concesión de gracias de menor importancia. En cuanto
á los asuntos más graves ó controvertidos, si pueden éstos diferirse no
los resuelven, sino que los difieren hasta que haya nuevo Papa.
263. Pero si el asunto no sufre dilación, entonces el Sacro Colegio lo
remitirá al Prefecto y á algunos de los Cardenales de la Congregación
á que pertenezca tal asunto, ó á la cual probablemente lo hubiera come-
tido el Papa, los cuales, después de estudiarlo y discutirlo, resolverán
provisionalmente, hasta que sea elegido nuevo Papa, lo que estimen
más acertado y más conforme á derecho.
264. Así consta de la Const. de Pío X. Vacante Sede Apostólica
(25DÍC. 1.904), art. 23-25.
«Sacrae Congregationes, eadem Sede vacante, nullam potestatem habent in lis,
quae Sede plena faceré et expediré non possunt msi fado verbo cum SSmo. vel ex
audientia SSmi.y vel vigore specialium et extraordinariarumfacultatum, quae a Roma-
no Pontífice earumdem Congregationum Praefectls vel Secretaríis concedí solent».
265. »Facultates vero quae ipsis per Litteras apostólicas attributae sunt, et proinde
tamquam ordinariae atque ipsarum Congregationum propriae censentur, eae morte Re-
maní Pontiflcis non extinguuntur.
266. vVolumus tamen ut his facultatibus ordinariis Sacrae Congregationes solum-
modo in iis gratiis concedendis, quae minoris momenti sunt, libere, pro rei opportu-
nitate, utantur. In iis vero expediendisdefiniendisque negotiis quaegraviora vel contro-
versa esse videntur, illud statuimus, ut, si res talis sit, quae in aliud tempus differri valeat,
futuro Pontiflci reservetur omnino: sin autem nullam admittat moram, tune S. Collegio
Goncedimus ut commitere possit negotium Praefecto et aliquot alus Cardinalibus ejus
Congregationis, ad quam Pontifex illud examinandumverisimilitercommisisset,qui, ne-
gotio accurate discusso, ea desuper decernere possint, per modum tamen provisionis,
doñee eligatur Pontifex, quae, juxta datam sibi a Domino prudentiam, juribus et ratio-
nibus ecclesiasticis custodiendis ac tuendis apta et consentanea censuerint.» (Cfr. Acta
Pii X, vol. 3, p. 251-252.)
BOLETÍN CANÓNICO 103
267. Sin embargo, si no se trata de cosa grave y urgente, no suelen
despacharse asuntos con la firma del Cardenal Prefecto, durante el Con-
clave. Card. De Laca, Relatio Curiae Romanae, disc. 3; Analecta J. /?.,
1. c, col. 2.371, slg.
268. Los asuntos que sólo suelen llevar la firma del Secretario (véase
el núm. 294) continúan despachándose aun durante la vacante de la
Sede Apostólica. Lega, 1. c, n. 28 (p. 26).
N. B. Cuando ocurra un asunto y se dude de la Congregación á
cuya jurisdicción pertenezca, toca á la Sagrada Congregación Consis-
torial resolver y fallar dicha duda. (Const. Sapienti consilio.)
Pero si la duda recae sobre si el tal asunto es ó no de la competencia
del Santo Oficio, esta Congregación, y no la Consistorial, es la llamada á
resolver y dar el fallo. (Norm. pee, c. 7, n. 6.)
D) Modo de proceder,
269. Las resoluciones se toman en las Congregaciones por mayoría
de votos, y si hay empate se difiere la resolución y se responde Dilata.
270. Es costumbre que el Cardenal que asiste por vez primera á la
Sagrada Congregación se abstenga por modestia de dar su voto. Lega,
De judiciis, vol. 2, n. 104 (p. 111).
271. Como las Congregaciones proceden á manera de tribunales co-
legiados, requiérese para la validez que asistan cuando menos tres Car-
denales. (Sixto V, Const. Immensa.)
272. El Santo Oficio puede proceder aunque sólo asistan dos Carde-
nales, con tal, por supuesto, que ambos convengan en la resolución que
debe darse al asunto. (S. Pío V, motu pr. Cumfelicis, año 1566.) Véase
más abajo el n. 327.
273. Para los asuntos que por su gravedad han de tratarse en la Con-
gregación plena, escribe el Secretario un foliOj en el que presenta en
compendio la cuestión, con las razones que deben tenerse presentes,
para la resolución, así como un breve sumario y las dudas que deben
resolverse. (Norm. pee, c. 4, n. 2.)
274. Además, para los asuntos más graves debe pedir el parecer de
uno ó dos Consultores, el cual se añadirá al folio. (Ibid.)
El voto de los Consultores es sólo consultivo, no deliberativo, aun-
que suele tenerse siempre en mucha consideración. Ejercen gratis su
oficio. Lega, De judiciis, vol. 2, n. 94 (p. 98).
275. Todos estos documentos se han de imprimir y entregar á los
Emos. Cardenales por lo menos diez días antes de aquel en que haya de
reunirse la Congregación. (Norm. pee, c. 4, n. 4.)
276. En los asuntos más graves suele pedirse el voto corporativo de
todos los Consultores reunidos. Algunas Congregaciones suelen habi-
104 BOLETÍN CANÓNICO
tualmente tener tales reuniones. (Norm. pee, c. 4, n. 6.) Véase el nú-
mero 323.
277. En la Congregación plena el primero que habla es el Cardenal
ponente, ó relator, si lo hay; el último el Cardenal Prefecto ó el que
hace sus veces; los demás Cardenales hablan por orden de antigüedad.
(Ibid.^n.l.)
278. Los acuerdos, sean por unanimidad, sean por mayoría de votos,
deben escribirse en seguida, leerse y aprobarse inmediatamente antes de
levantarse la sesión. (Ibid., n. 8.)
279. Si el asunto es de tal naturaleza que para su valor deba darse
cuenta de él al Papa, si Su Santidad modificare el acuerdo de la Sagrada
Congregación se les notificará esto, para que les sirva de norma, á los
Emos. Cardenales en la reunión plenaria próxima. (Ibid., c. 5, n. 2.)
280. Si ninguna cosa obsta, las sentencias de las Sagradas Congre-
gaciones se publican inmediatamente por orden del Secretario en la res-
pectiva secretaría, y de ellas se da copia impresa ó manuscrita á todos
los Cardenales de la Congregación presentes en Roma. (Ibid., c. 4, n. 9.)
281. Contra las sentencias de las Sagradas Congregaciones, como
Tribunales Supremos que son, no se da apelación propiamente dicha;
sino solamente beneficio de nueva audiencia, el cual debe pedirse dentro
de diez días desde que se publicó la sentencia. (Ibid., n. 10.)
282. El conceder ó negar dicho beneficio, según lo pidan las circuns-
tancias, pertenece al Cardenal-Prefecto, después de haber oído el pare-
cer del Congreso; pero si la sentencia lleva la cláusula et amplias (non
proponatur), la concesión toca á la Congregación plena, (fbid.)
E) Costas.
283. En cuanto á las costas de las causas que se tratan en las Sagra-
das Congregaciones, por lo general cada parte paga las suyas.
Pero en las causas en que una de las partes sea declarada en contu-
macia ó rebeldía, si después quiere que se vuelva á ver la causa, deberá
ó justificar su contumacia, ó depositar una cantidad conveniente de di-
nero para pagar los nuevos gastos que se originen á la Sagrada Congre-
gación y á la otra parte.
284. El mismo depósito previo debe exigir el Cardenal Prefecto á la
parte que temerariamente pretenda que la causa se vea en Congregación
plena. {Ibid., c. 4, n. 1 1 .)
F) Congreso y Congregación plena.
285. En cada Congregación pertenece á ésta en pleno la resolución
de todas las cuestiones ó dudas relativas á la interpretación del derecho
el examen de las controversias administrativas y disciplinares más gra-
BOLETÍN CANÓNICO 105
ves, ya por su naturaleza ya por razón de las circunstancias; el de las
gracias y facultades de mayor importancia; de las extraordinarias en
sí ó en cuanto al modo, y todas las instrucciones y prescripciones de
carácter general y público.
«In sacris ómnibus Congregaííonibus communiter judicio Patrum Cardinalium,
quibus ipsae constant (vel, uti vulgo dicitur, plenae Congregationi), est reservata solu-
tio dubiorum omníum aut quaestionum de jure interpretando; examen controversia-
rum ordinis administrationem ac discipiinam spectantis, vel per se vel adjuncta gravio-
rum; disceptatio de gratiis ac facultatibus majoris momenti, iisdemque vel per se vel
rationi modi insuetis; acta deníque omnia publici ordinis atque communis, sive prae-
ceptiones ea sint sive praescriptiones.» (Norm. pee, c. 2.)
286. Al Congreso corresponde preparar los asuntos que han de lle-
varse á la Congregación plena; cuidar de la ejecución de las decisiones
después que hayan sido aprobadas por el Papa; aplicarlas á los casos
análogos cuando la cosa es clara, obvia y sin género de duda; conceder,
con arreglo á la potestad recibida del Papa, las facultades, gracias é in-
dultos que sean de costumbre y no ofrezcan dificultad; cuidar de que las
cosas todas de la Congregación procedan rectamente según las normas
generales y particulares y con arreglo á lo prescrito por la Constitución
Sapiente consilio.
«Ad Congressum pertinet ea praeparare quae ad plenam Congregationem erunt de-
ferenda; deliberata exsequi post approbationem Summi Pontificis; eadem casibus aptare
similibus, ubi res perspicua sit, obvia, nullique objecta controversiae; largiri, pro po-
testate á Pontífice Máximo facta, facultates, gratias, indulta, quae consueta sint et faci-
lia; providere ut quae in Officio geruntur, omnia rite procedant secundum normas tum
communes tum peculiares hujus legis, et Const. Sapienti consilio,» (Ibid.)
287. El Congreso suele reunirse una ó dos veces por semana en casa
del Cardenal Prefecto.
288. Los asuntos menores que no ofrecen ninguna dificultad se re-
dactan en forma por los oficiales de secretaría y se despachan con la
firma del Prefecto y del Secretario. Si ofrecen alguna dificultad se discu-
ten en el Congreso, y después de la conveniente deliberación se despa-
chan; pero si del examen y discusión aparece que la cosa es más grave,
se reserva para la Congregación plena.
289. Nótese que tanto las resoluciones de la Congregación plena
como las del Congreso se expiden con el nombre y autoridad de la Sa-
grada Congregación. Cfr. Lega, De judie, vol. 2, n. 96.
G) El Secretario y Subsecretario.
(NORM. PEC, C. 6.)
290. Pertenece al Secretario el cuidado de que los asuntos se des-
pachen con la prontitud y diligencia convenientes, según las normas tra-
zadas.
106 BOLETÍN CANÓNICO
291. Á él toca de un modo particularel estudio de los asuntos, en es-
pecial el de los más graves, y el cuidado de que se escriban las cartas y
rescriptos que á ellos se refieran.
292. Encarga á los Consultores el estudio de las causas ó posiciones
para que den su voto, y los convoca cuando lo juzga oportuno y los
preside.
293. Asiste á las Congregaciones de los Cardenales, anota en forma
las resoluciones, y hace relación al Papa en los días que para eso se le
señalen.
294 En ausencia del Cardenal Prefecto, tócale á él presidir y go-
bernar el Congreso. Generalmente suscribe las actas de la Congregación
con el Cardenal Prefecto.
295. Debe entregar al Director de Acta Apostolicae Sedis los de-
cretos de la Congregación que deben promulgarse, y, con el consenti-
miento del Prefecto, los que sea útil divulgar, firmándolos en ambos
casos de su mano, ó haciéndolos firmar á otro oficial de su orden para
que hagan fe.
296. Tanto si ha de comunicar ó enviar algo á otro Oficio, como
siempre que ocurra algo grave ó urgente debe avistarse con el Cardenal
Prefecto.
297. El Secretario tiene también cuidado especial de la parte eco-
nómica, y resuelve si los despachos deben entregarse antes ó después de
cobradas las tasas ó expensas.
198. El Subsecretario ó sustituto ayuda al Secretario en lo que este
le encarga y le suple en ausencias y enfermedades.
COlfSTITüCM ^COMMISSÜM NOBIS», POR LA QUE PÍO X COPEM El «YETO=
m LA ELECCiOl DEL ROMASO PONTÍFICE í^)
F) El veto hoy más que nunca carece de fundamento razonable.
12. Si, como hemos visto, el veto nunca ha sido un derecho legí-
timo, sino una extralimitación de la autoridad civil, hoy, como observa
Pío X, dicha intrusión está más que nunca, por efecto del cambio de cir-
cunstancias, destituida de todo fundamento de razón y de equidad.
73. Porque de parte de la Santa Sede las cosas han cambiado nota-
blemente.
Compréndese de algún modo que cuando el Papa tenía en su mano
toda la fuerza material que los Estados Pontificios y las alianzas con
otros príncipes ponían á su disposición, se preocupara políticamente de
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXIV, p. 501.
BOLETÍN CANÓNICO 107
las cualidades del futuro Papa, España, por ejemplo, que tenía en Italia
tantos estados y tan grandes intereses, á los cuales podía perjudicar ó
favorecer mucho, en cuanto era Soberano temporal, el Pontífice que re-
sultara elegido, como más de una vez lo demostró la experiencia.
74. Lo mismo puede decirse hasta cierto punto de Austria, y también
de Francia, á lo menos por la enemiga que ésta siempre tuvo contra Es-
paña y por sus pretensiones sobre diversos estados de Italia.
75. Mas ahora que el Papa, á ciencia y paciencia de esas mismas na-
ciones, se ve inicuamente desposeído de todos sus Estados y prisionero
en su propio palacio, ¿qué razones pueden justificar tales intrusiones,
como no sea la de ayudar á los verdugos del Padre Santo en la conso-
lidación del inicuo despojo, é impedir á la augusta víctima la justa rei-
vindicación á que tiene derecho sacratísimo?
76. Por parte de los Gobiernos no es menor el cambio de circuns-
tancias. En aquellos príncipes, por lo común sinceramente católicos,
muchos de los cuales pusieron al servicio del catolicismo cuanto eran y
cuanto tenían, y cuyas leyes estaban inspiradas en los principios cris-
tianos, bien pueden presumirse sinceras intenciones de procurar el bien
de la Iglesia, aunque en el modo se extralimitaran.
77. Así se ve que un Carlos V, por ejemplo, escribió á los Carde-
nales congregados en el Conclave de 1549: «Proinde Rev. Paternitates
Vestras summopere et hortamur et obtestamur, ut huic reí omnem curam
et cogitationes omnes impendant, atque Dei imprimís causa, deposito
omni humano affectu in deligendo novo Pontífice hunc solum praestare
velint (quicumque tándem ille talis est), qui mérito Ecclesiae Dei utilis et
commodus censeatur.» Eisler, 1. c, pág. 47.
78. Felipe II, en 8 de Enero de 1560, decía á su Embajador que no
nombre ni excluya á ninguno de los que fueren aptos, y termina con estas
palabras: «Se cono2ca por todos que no queremos otra cosa que el bien
público y que la elección se haga con la libertad que se requiere y sin
tener respeto á ningún interés temporal.» Cfr. Ferreiroa, 1. c, vol. 9,
pág. 194.
Todavía son más hermosas las que el mismo Felipe II escribió al
Duque de Sesa, Embajador en Roma, con fecha 31 de Diciembre de 1590:
«Para llegado el caso, habéis de tener entendido, como ya lo sabéis de
otros, que lo que yo desseo es que se elija y presida en la Iglesia de Dios
el que ubiese de ser mejor para ella, y éste habéis de procurar que salga
y desviar el que se entendiere que no conviene al bien público, yendo
siempre con esta máxima: que no se ha de tener por bueno para mi, por
otros respetos, el que no lo ha de ser para la Iglesia y el bien de la cris-
tiandad. Porque además que se han ya puesto de manera las cosas que
se ha hecho causa común la de la Iglesia con la mía, quando fuera lo
contrario prefiriera yo el buen govierno delta á mis particulares, con
ayuda de Nuestro Señor. Mas pues Él ha sido servido que anden estas
108 BOLETÍN CANÓNICO
dos cosas juntas, confío también de su bondad que el que se entendiere
que ha de andar muy á una conmigo, siendo bueno en las demás partes,
no le dexará de importar esta calidad para el bien común. ^> Cfr. Hinojosa,
Los despachos de la diplomacia pontificia, vol. 1, p. 414, nota.
Por su parte los teólogos consultados por el Rey y por el mismo Em-
bajador decían expresamente en 1574: «Pero porque ésta es materia pe-
ligrosa y ocasionada á mucho daño de las consciencias, y por su interesse
particularmente suelen los hombres atropellar la razón y ley de Dios, ó á
lo menos dexarse engañar teniendo por mejor lo que les es á ellos más útil,
por tanto, débense sumamente advertir dos cosas. Una, cuanto á la in-
tención, que en todas maneras se procure el bien de la cristiandad antes
que el particular interesse, porque si por fines particulares se excluyese
el que es más conveniente á la Iglesia, ó se incluyese el que es menos
inconveniente, sería sin duda grave ofensa de Dios y de la Iglesia é in-
justicia contra el excluido. La otra advertencia, cerca de los medios, es
que de tal modo se pongan, que dexen en su entera libertad á los elec-
tores; de suerte que les conste claramente que su príncipe sobre todo
pretende el servicio de Dios, y que si juzgan ser contra su consciencia
dar su voto al tal ó quitárselo al tal, no es la intención de Su MagA que
hagan en modo alguno contra su consciencia, ni se tendría por de-
servido quando, siguiendo el dictamen de su consciencia, no hizieren lo
que se les pide. En esta parte, podría ser que los embaxadores exce-
diesen poniendo más fuerza de la que sufre la libertad de juezes y elec-
tores, mayormente en acto tan importante á la cristiandad.» Hinojosa,
l.c.,pp. 417-418.
79. También en el Conclave de 1657, en que fué elegido Clemente XI,
dijo el Embajador francés en nombre de Luis XIV, que éste no excluía á
nadie y sólo deseaba ver la tiara en la cabeza de quien «per i sentimenti
pii e desinteresati possa governare la Chiesa con la giustitia necessaria
tra le corone e lontano de tutte le partialitá fatigare airaccrescimento
della sola gloria di Dio». Cfr. Eisler, 1. c, c. 312.
Véase también lo. que en 8 de Marzo de 1730 escribía Carlos VI de
Austria al Sacro Colegio reunido en Conclave para dar sucesor á Bene-
dicto XIII: «Ne alium, nisi quem nos vosque jugiter optamus, vigilantem
ac zelotem pastorem, providum ac pacificum cathedrae Petri antistitem,
equum, justum et timoratum ómnibus unum Patrem, morum sanctitate,
animi moderatione, doctrina et sapientia fulgentem eligatis, qui tem-
porum felicitati consulere adque singula protinus erigere adque restau-
rare valeat.» Cfr. Eisler, 1. c, p. 321.
Seis días antes había escrito Felipe V de España, manifestando, entre
otras cosas, que había mandado hacer rogativas públicas para el feliz
éxito de la elección del futuro Papa. Ibid.
80. Pero ¿qué móviles favorables al catolicismo pueden impeler á
mezclarse en la elección del Papa á unos Gobiernos inficionados del
BOLETÍN CANÓNICO ' 109
virus del liberalismo y complacientes con los carceleros del Papa?
De éstos no siempre será temerario sospechar que siguen las teorías
de los regalistas del siglo XVIII, manifestadas por Galiani, el cual, con
ocasión del Conclave en que fué elegido Clemente XIV, escribía á Ta-
nucci en 13 de Febrero de 1769: «Todo Papa es enemigo nuestro; será la
instrucción de V. E. al buen Orsini.» Y en 20 del mismo mes añadía:
«Francia, según su costumbre, querrá mezclarse en hacer un Papa, cre-
yendo hacer uno bueno y á propósito, como si tales Papas pudiesen exis-
tir... Cuanto más hombre de bien sea el nuevo Papa, más daño hará.»
Cfr. Ferreiroa, 1. c, vol. 10, p. 350.
81. Hoy, claro está, que Francia no pretenderá ese derecho, hallán-
dose en abierta rebelión con la Iglesia. Pero ni España ni Austria tienen
ya sombra de razón para reclamarlo.
82. ¿Cómo va en España, por ejemplo, á querer inmiscuirse en la
elección de la cabeza de la Iglesia un Moret ó un Canalejas ó un Ro-
manones, cuando sean poder, siendo su programa de libertad de cultos
y acariciando proyectos tan hostiles á la misma Iglesia?
83. Nótese además que estas naciones, hoy nada escrupulosas, im-
ponen el veto, no porque tal vez juzgan que esto es conveniente para los
intereses de sus subditos católicos, sino por complacencias diplomáticas
para con sus aliados, con lo cual veríamos al Gobierno de Austria impo-
ner el veto por exigirlo así Italia ó Alemania; lo que equivale á dejar in-
miscuirse en el gobierno de la Iglesia á sus más acérrimos enemigos y á
los mismos herejes declarados.
84. Además, ¿sus Gobiernos no se llaman liberales? ¿No están procla-
mando á cada paso el principio de libertad é independencia y el de no
intervención? ¿No acusan falsamente á la Iglesia de querer inmiscuirse en
los asuntos del Estado, y le niegan, con título de independencia del poder
civil, la legítima intervención que le corresponde en los asuntos de fuero
mixto? Pues sean consecuentes y dejen en libertad á la Iglesia, y no quie-
ran inmiscuirse en asunto que á todas luces es extraño á su compe-
tencia.
85. Á este cambio general de circunstancias se debe indudable-
mente la extrañeza que causó en todo el mundo el veto pronunciado en
el último Conclave (1). Á todos pareció, dice el Cardenal Mathieu, una
especie de anacronismo chocante, sólo comparable con los planes y pro-
cedimientos más anticuados que se hayan podido jamás echar en cara á
los que vienen de un largo destierro sin haberse enterado de lo que du-
rante él ha ocurrido en la patria.
(1) He aquí el texto tal como lo publicó el Card. Mathieu, que asistió al Conclave:
«Honori mihi duco, ad hoc officium jussu altissimo vocatus, humillime rogare Ve-
stram Eminentiam, prout Decanum Sacri CoUegii Eniinentissimorum Sacrae Romanae
Ecclesiae Cardinalium et Camerarium S. R. E. ut ad notitiam suam percipiat idque noti-
ficare et declarare modo officioso velit: nomine et auctoritate suae Majestatis Aposto-
lio BOLETÍN CANÓNICO
*Nous ne voulons pas ajouter une dissertation á toutes celles qui ont déjá été edi-
tes sur le veto. Nous constaterons seulement qu'il produisit sur les cardinaux d'abord,
et ensuite sur tous les juges compétents l'effet d'un anachronisme choquant, compa-
rable aux propos et aux procedes les plus arriérés qui alent jamáis été reproches aux
revenants de l'emigration.»
Cfr. Vidal (Gabriel), Du veto d'exclusion, p. 158 (Toulouse, 1905).
(Continuará.)
SAGRADA CONGREGACIÓN DEL CONCILIO
No consta que el Clero Castrense de España esté obligado
á aplicar la Misa pro populo.
A esta Sagrada Congregación propuso el limo. Obispo titular de
Sión, como Provicario general castrense, lo siguiente: «Castrensem clerum
hispanicum, vi dudum receptae consuetudinis, festis quibusque diebus
Missam applicare pro populo, quum se minime exclusum putet a gene-
rali praescriptione, facta iis qui curae vacant animarum. Verum cum
gravi et rationabili dubio circa praedictam obligationem det locus, tum
natura ipsa privilegiatae jurisdictionis castrensis, tum in clero castrensi
defectus canonicae institutionis parochorum, tum demum carentia hujus-
modi obligationis in Bullis institutionis castrensis, Episcopus orator im-
plorat hac de re declarationem juris constitutivam.»
Propuesta en 22 de Mayo del corriente año dicha duda bajo la si-
guiente fórmula: An clerus castrensis in Híspanla teneatur Missam pro
populo applicare in casu, la Sagrada Congregación contestó: Ex dedu-
ctis non constare de obligatione.
OBSERVACIONES
I."" Aunque la Sagrada Congregación se limita á declarar que de los
datos aportados no consta de tal obligación, parécenos que los capella-
nes castrenses pueden tuta conscientia dejar de aplicar la Misa pro po-
pulo, mientras no venga nueva declaración en contrario.
2.^ Es cosa extraña que en el folio del limo. Secretario, ó en
el voto del primer Consultor, tal como aparece en Acta A. Sedis, vol. 1,
licae Francisci Josephi Imperatoris Austriae et Regis Hungariae, jure et privilegio anti-
quo uti volentis, veto exclusionis contra Eminentissimum Dominum meum carJinalem
Marianum Rampolla del Tindaro.
«Romae, 2 Augusti 1903.
»t J- Card. PuzYNA.»
(Cfr. Vidal, 1. c, p. 156, 157.)
BOLETÍN CANÓNICO 111
pág. 553, se lea: «lam vero, ceteris praetermissis, auctores non desunt,
quibus arrisit sententia deobligans capellanos castrenses hispanos ab
applicanda Missa, v. gr., Mack (sic), Tesoro del sacerdote, 12
ediz., p. 447; Moran, Theol. mor., lib. 6, tract. 4, p. 343; Várela, Lux
canónica, n. 4, t. 3.» Decimos ser esto extraño, porque precisamente
los tres únicos autores que ahí se citan en favor de que el clero castrense
español no está obligado á aplicar la Misa pro populo, dicen todo lo
contrario, es á saber, afirman que sí que está obligado á dicha aplica-
ción. Véase también Martínez, Manual del Clero Castrense, p. 44.
¡. B. Ferreres.
EXAMEN DE LIBROS
The Catholic Encyclopedia. — Enciclopedia católica, obra internacional de
consulta sobre la constitución, doctrina, disciplina é historia de la Iglesia cató-
lica, editada por Ch. G. Herbermann, doctor en Filosofía y Derecho;
E. A. Pace, doctor en Filosofía y Teología; Conde B. Pallen, doctor en Fi-
losofía y Derecho; T. J. Shahan, doctor en Teología; J. Wynne, S. J., con el
concurso de una numerosa colaboración. Quince tomos en folio menor. Volu-
men I, Aachen-Assize; vol. II, Assize-Brownr; vol. III, Brow-Clancy; vol. IV,
Cland-Diocesan. Con aprobación de la Autoridad eclesiástica. Nueva York,
Robert Appleton Company.
Esta Enciclopedia, que honra verdaderamente á los católicos norte-
americanos, y puede servir de indicio de su gran pujanza intelectual y
material, se propone ofrecer á sus lectores entera y autorizada informa-
ción, en toda la esfera de los intereses católicos, así en lo tocante á la
acción como á la doctrina. Cuanto la Iglesia enseña y ha enseñado;
cuanto hizo y continúa haciendo por los intereses y bienestar de la Hu-
manidad; sus procedimientos antiguos y modernos; sus luchas, sus triun-
fos y los éxitos de sus hijos, no sólo para su inmediato provecho, sino
para extender y ahondar toda verdadera ciencia, literatura y arte: todo
eso cae dentro del plan de la nueva Enciclopedia católica, la cual no se
ciñe, por consiguiente, á las cosas eclesiásticas, sino abraza cuanto los
católicos han hecho, así para fomento de la moralidad y beneficencia,
como también para el desarrollo intelectual y artístico del humano linaje.
En una época en que se pretende demostrar, que los principios católicos
son una remora para el progreso de la cultura, atiende especialmente á
consignar todo lo que los católicos han llevado á cabo para adelantar
cada uno de los ramos de los humanos conocimientos.
Aun cuando es muy difícil, en el examen de una obra de este género^
descender á la apreciación particular del valor científico de cada uno de
sus innumerables artículos, la Enciclopedia católica nos ofrece en esta
parte una cualidad, que en gran manera nos facilita su estimación; como-
quiera que en ella todos los artículos van firmados por su autor, y basta
pasar los ojos por la lista de colaboradores que contribuyen á la
composición de cada tomo, y se enumeran al principio de él, para con-
vencerse de que los editores han tenido solicitud de acudir, no sólo á
personas de los países de cuyas cosas se trata, y de las profesiones á
que cada uno de los artículos atañe, sino aun á las más concretas espe-
cialidades de reconocida eminencia en cada punto particular. Así, para
no alegar sino un ejemplo, nos ha producido grata sorpresa encontrar.
EXAMEN DE LIBROS 113
acerca del seudo-Dionisio, un artículo de nuestro hermano y amigo el
P. J. Stiglmayr, profesor del Colegio Stella Matutina de Feldkirch, que
anteriormente había dedicado á dicho punto de crítica histórica y teoló-
gica un estudio muy apreciado en Alemania. Aun cuando no pertenece
todavía á los tomos que aquí examinamos, podemos adelantar asimismo
que, para la historia del célebre monasterio de las Huelgas de Burgos, se
ha acudido á su docto capellán é historiador D. Amancio Rodríguez, el
cual ha facilitado un substancioso extracto de sus estudios acerca de
tan interesante fundación, para servir de base al correspondiente ar-
tículo.
En los puntos referentes á la Historia de la Compañía de Jesús en
España, ha colaborado el eruditísimo historiador y muy querido hermano
nuestro P. Antonio Astráin, S. J., cuya Historia de la Compañía de Jesús
en la Asistencia de España anda ya en su tomo III; en puntos de Histo-
ria de España han contribuido el R. P. Fidel Fita y D. Eduardo de Hino-
josa, ambos de la Real Academia de la Historia; y también nosotros he-
mos tratado algunos temas referentes á nuestra patria, aunque sin otro tí-
tulo sino el de que sabe más el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.
En las materias que á España se refieren, hallamos además las firmas del
R. P. Tirso López, de la Sagrada Orden de San Agustín; la de los Obis-
pos mejicanos Rmos. Sres. Montes de Oca, Orozco y Jiménez y Plan-
earte y Navarrete; la del canónigo ecuatoriano D. Tomás Alvarado; de
D. Manuel García Osuna, de Córdoba; de los PP. Pódeles, Pablo Her-
nández y Nazario Pérez, S. J., á par de otros apellidos tan españoles
como los de D. Ventura Fuentes (Nueva York), D. Feliciano Herrera
(Honduras), López Marcilla (Méjico), etc., etc.
Los nombres que actualmente gozan mayor celebridad en materias
de erudición, historia, estudios bíblicos, etc., etc., desfilan en los regis-
tros de colaboradores de cada tomo: Battandier, Besse, Benigni, Camp-
bell, Fischer, Fitzgerald, Gasquet, Gietmann, Goyau, Leclercq, Schaefer,
Vacandard, Otto Willmann, Beccari, Brunetiére, Cabrol, De Smedt,
Gerard, S. J.; Hagen, Kurth, Maas, Horace Mann, Portalier, Baumgarten,
Maher, Ojetti, Prat, S. J.; Vermeersch, y otros muchos, menos conocidos
para nosotros, tal vez por ser menos afines á nuestros estudios.
En tan prestigiosas firmas, que no van sólo en la portada como ala-
barderos, sino cada cual al pie de sus artículos, respondiendo de ellos
y autorizándolos con su nombradía; se halla el más elocuente encomio
que pudiéramos hacer del carácter serio y científico de obra de tan
grandes alientos.
Las condiciones materiales son de primer orden: excelente papel,
impresión esmeradísima y abundancia de oportunas ilustraciones dividi-
das en tres clases: viñetas intercaladas en el texto, láminas fototipiadas,
mapas y láminas en colores. Estas ilustraciones no son tan numerosas
como las de alguna otra Enciclopedia reciente, pero su adaptación al
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 8
114 EXAMEN DE LIBROS
carácter de la obra excluye toda sospecha de haberse utilizado ajenos
atavíos.
Finalmente, para facilitar la adquisición de tan magnífica obra, se
ofrecen cuatro formas de contrato: A, pagando desde luego todo el
precio; B, pagando la mitad por adelantado y la otra mitad á los seis
meses; C, en cuatro trimestres, y D, por volúmenes publicados, hacién-
dose concesiones y rebajas proporcionadas, según la forma de contrato.
El precio fuerte de la obra, encuadernada en tela, será de 90 dollars; en
piel(3/4Morocco), 120, y enpiel de lujo (Full Morocco), 225 dollars. Cada
tomo suelto cuesta: en tela seis dollars, y en piel ocho ó 15, respectiva-
mente.
R. R. A.
Biografía del limo. Sr. D. Fr. Ezequiel Moreno y Díaz, Agustino
Recoleto y Obispo de Pasto (Colombia), muerto en opinión de santi-
wcíu. escrita por el R. P. Fr. Toribio Minquella y Arnedo, de la misma
Orden y Obispo de Sigüenza. Con las debidas licencias. — Luis Gili, editor,
librería católica internacional, Balmes, 83, Barcelona, 1909. Un volumen
en 4.° de XVI-486 páginas.
Varias veces hemos tenido el gusto de hablar del limo. Sr. Moreno,
Obispo de Pasto, y siempre con elogio. Pero el mejor y más cumplido
es el qne hoy podemos consignar después de leída la Biografía que
acaba de publicar su limo. Hermano el Sr. Obispo de Sigüenza y apo-
yado en testimonios particulares de los Padres de la Compañía de Jesús
de Pasto; y es que no sólo el limo. Sr. Moreno se muestra por sus escri-
tos « ferviente y observante religioso, celoso misionero y prudente y
vigilantísimo Pastor, dotado de claro entendimiento, carácter enérgico,
doctrina sana y tierna piedad», como decíamos al dar cuenta de sus
Cartas, Pastorales, etc. (1), sino también hombre de oración y penitencia,
«ejemplo de excelente cristiano, de perfecto religioso y de humilde,
prudente y valerosísimo Prelado, según escribe el limo. Sr. Minguella,
verdadero apóstol y verdaderamente santo, como se le ha llamado jus-
tamente, sin dar, claro es, á esta palabra más alcance del que puede
tener, según la apreciación de cuantas personas le conocieron y trataron,
dejando á nuestra madre la Iglesia el derecho exclusivo de calificar á sus
hijos de venerables, beatos y santos» (pág. 128).
La biografía no es tan completa como algunos desearían, por las
razones que apunta el ilustrísimo autor en la pág. VIII; pero expresa lo
bastante para que pueda conocerse el bello carácter moral del Prelado,
para justificar la frase del mismo autor, al decir que trataba de publicar
(1) Véase Razón y Fe, t. XXII, pág. 371.
EXAMEN DE LIBROS 115
«la admirable vida de aquel santo varón» (1) y para mostrar con cuánta
razón se ha estampado en la lápida que cubre su sepulcro en la iglesia
de su convento de Monteagudo (Navarra), donde éste murió, el siguiente
epitafio: «Hic jacet Illmus. et Rdmus. Dominus F. Ezequiel Moreno
Diaz, hujus Collegii Filius ac Rector Episcopus Pastopolitanus in Co-
lumbia scientiae clarus virtute clarissimus catholicae veritatis propu-
gnator strenuus ex hac domo ad superos evolavit die XIX Augusti
anni MCMVI. Oremus pro eo vel ipse pro nobis oret» (2).
Se divide toda la obra en tres partes. Comprende la primera la vida
del limo. Moreno, desde su nacimiento hasta su consagración episcopal;
llega la segunda hasta la muerte del venerable Prelado y la reseña de
manifestaciones de duelo, alabanzas y vituperios^ que son alabanzas^
que con tal motivo tuvieron lugar. La tercera parte trata de las virtudes
teologales y morales del siervo de Dios y de algunos casos extraordina-
rios de conversiones y curaciones (cap. IV) atribuidas á su intercesión,
refiriéndose en la última, hora una curación verdaderamente extraordi-
naria acaecida este mismo año á 26 de Enero en Granada.
Toda la obra, muy bien impresa por cierto, con ilustraciones y un
facsímile del Prelado, se lee con edificación y gusto por la calidad de
las virtudes y de los hechos que se refieren y por la variedad de los tes-
timonios ingenuos con que se confirma la narración. Bien poco ha puesto
el autor de su cosecha, aunque sí escogido, dejando hablar á los que
conocieron y trataron personalmente al biografiado, y copiando algunos
trozos de cartas íntimas de éste, en que se revela espontáneamente la
hermosura de su alma. La parte principal de la biografía se dedica á re-
señar el apostolado episcopal del limo. Sr. Moreno en Pasto.
«Pudiera decirse, escribe el insigne autor, que todos los capítulos an-
teriores de la primera y segunda parte de esta biografía eran el preám-
bulo de la vida del R. P. é limo. Sr. Moreno. Había venido al mundo...
para ser lo que la divina Providencia quería que fuese. Obispo de Pasto.*
Á Pasto y á toda Colombia se consagró por entero el celoso y santo
Pastor, llegando á merecer el calificativo de Salvador de Pasto (3), y
aun de la república, por su intervención decisiva para dominar la suble-
vación del 5 de Octubre de 1904, por la que le felicitaron las autorida-
des civiles y el mismo jefe del Estado Sr. Reyes (4). La narración de
los sucesos se va entrelazando con la exposición de las enseñanzas y
avisos de sus escritos pastorales. Algo indicamos en Razón y Fe al dar
(1) Razón y Fe, t. XXII, I. c.
(2) Aquí yace el limo, y Rmo. Sr. Fr. Ezequiel Moreno Díaz, Hijo y Rector de este
Colegio, Obispo de Pasto, en Colombia, esclarecido en ciencia, muy esclarecido en
virtud, valeroso defensor de la verdad católica. Desde esta casa voló al cielo el día XIX
de Agosto de MCMVI. Roguemos por él, ó él ruegue por nosotros.
' (3) Véase en la pág. 281 el testimonio del P. Justo Reyes, S. J.
(4) Véase págs. 384 á 386.
116 EXAMEN DE LIBROS
cuenta de ellos; pero léanla toda con atención, considérenla despacio
nuestros lectores y los fieles todos y no se arrepentirán. Algunos, sin
duda, se formarán idea muy distinta de la que corre todavía sobre el ca-
rácter del gran Obispo de Pasto. Se le ha presentado siempre ó casi
siempre como intransigente en absoluto, según indica el limo. Sr. Min-
guella; intransigente en la doctrina y en los procedimientos, tenaz é in-
flexible en sus juicios, duro en su trato y aun poco respetuoso con las au-
toridades. Nada más falso; lo contrario es la verdad. Se muestra, sí, enér-
gico en el cumplimiento de su cargo pastoral con todos, pero sumamente
atento con las autoridades, como se ve en su correspondencia, y lleno
de mansedumbre, caridad cristiana y amor paternal para con sus dioce-
sanos, no reñido con la prudente severidad en ciertos casos. Fué intran-
sigente en la doctrina cierta de la Iglesia, no en los procedimientos ni en
las cosas opinables; defensor acérrimo de la verdad, cuando pensaba
estar en posesión de ella; pero ante todo amante de la misma y deferente
al juicio de los otros, si le parecía mejor. Como prueba de lo primero, re-
fiere el limo. Minguella lo que á continuación copiamos: «Reunióse en
una población de Colombia una junta ó conferencia de varias personas
eclesiásticas, y entre ellas el limo. Sr. Obispo de Pasto.— Al tratar— nos
dice el que por escrito nos facilitó la noticia,— al tratar sobre el modo que
convenía usar con los llamados liberales, si era más ventajoso ir á ellos
de frente en la forma que siempre lo hizo el P. Ezequiel, ó bien de una
manera velada, indicó otro insigne Prelado que lo segundo le daba á él
mejores resultados. Á esto contestó el P. Moreno las siguientes palabras,
que indican su grande amor á Dios y á las almas, y dicen también
que, á pesar de haberle anunciado la experiencia que los paños calientes
ningún efecto producían en esta clase de enfermos, sin embargo, no pre-
tende imponer su pensamiento, sino que fija su mirada en Dios y en las
almas, prescindiendo de su juicio y buscando sólo la gloria divina. Ilus-
trisimo señor, le dice, los Obispos nada debemos pretender sino llevar
almas á Jesucristo; si su señoría salva más almas obrando asi, siga en
esa forma, ya que procediendo de ese modo consigue el fin de nuestra
misión.^
Lo segundo arriba indicado se muestra bien en la carta autógrafa,
hasta hoy inédita, que recibimos de Su Ilustrísima el año 1903, y que he-
mos conservado cuidadosamente como recuerdo precioso de un varón in-
signe, ó, si se quiere, como reliquia de un santo. Público fué y lo re-
cuerda el ilustrísimo biógrafo, que el Sr. Obispo de Pasto, alabando la
parte teórica de la obra célebre de su hermano en religión, el limo. Casas,
Vicario de Casanare, las enseñanzas déla Iglesia sobre el liberalismo, no
estaba conforme con determinados puntos de la parte práctica, que le
parecían demasiado benignos, y escribió unas Instrucciones para refu-
tarlos. El que esto escribe lo sabía, al tener que dar cuenta de la obra
del limo. Sr. Casas, aunque no hubiese entonces leído las Instrucciones^
EXAMEN DE LIBROS 117
que se publicaron primero en Pasto y luego en Barcelona (1). Así es que,
para guardar el debido respeto á los dos Ilustrísimos escritores, juzgó
conveniente exponer con la mayor exactitud que le fué posible y con cierta
extensión, la doctrina teológico-moral sobre los puntos debatidos, de la
cual se pudiera fácilmente deducir lo que no parecía tan exacto ó com-
pleto en uno ú otro de los insignes contrincantes (2). Por eso hubimos
de tratar principalmente las cuestiones acerca «del uso ordinario de la
palabra liberal y sobre la obligación de abandonar el partido liberal y
protestar, según los casos» (3). Pues bien: de este abandono del partido
liberal (4) trata con especialidad la carta mencionada, que es del te-
nor siguiente:
«J. M. J.
»R. P. Pablo Villada.— Madrid.
»Mi estimado Padre en Jesucristo: He conocido á V. R. hace tiempo,
por sus obras, y ahora me he ocupado mucho más de V. R. con motivo
de la obra del limo. Sr. Casas, y del folleto que escribí contra algunas
de las cosas que ese ilustrísimo señor enseña sobre práctica, que venían
á echar abajo las que por aquí habíamos enseñado y practicado con
hermosísimos resultados.
»No me acordé de decir en mi folleto de un modo claro, que admito
con V. R. que un individuo, colocado en circunstancias especiales, no
esté obligado, por de pronto, á abandonar el partido liberal, si nada hace
que sea malo de suyo, lo que es difícil, como dice V. R. He mandado esta
advertencia á Barcelona, donde imprimen mis InstruccioneSf y Dios quiera
que llegue á tiempo.
» Según entiendo, parece que está escribiendo de nuevo el ilustrísimo
Sr. Casas (5). Tiene párrafos en la obra á los que se agarró V. R. para
(1) Véase Razón y Fe, t. VI, pág. 385.
(2) Véase Razón y Fe, t. V, pág. 62 y sig.
(3) Razón y Fe, t. V, pág. 69 y sig.
(4) Sobre este punto, para hacer ver con mayor claridad y eficacia la conclusión, hu-
bimos de notar la diferencia esencial entre secta (la religión falsa enseñada por algún
hombre famoso: la secta de Lutero, etc., según el Diccionario de la Academia) ó asocia-
ción determinada liberal (v. gr., una sociedad de propaganda del error liberal) y un par-
tido político liberal. Aquélla, por su misma naturaleza, se especifica por un fin particu-
lar, de que no pueden menos de participar los que la componen, quienes se declaran
así sectarios ó liberales; éste, el partido político, si lo es en verdad aunque sea liberal,
abarca el fin general de la gobernación de la sociedad política, el cual comprende mu-
chos fines particulares buenos, subordinados á la prosperidad pública de la nación.
Quienes, por tanto, se adhieran á ese partido, no teniendo ellos en su programa doctri-
na alguna condenada, podrían lícitamente al hacerlo, separar los fines honestos y
meramente políticos ó administrativos de los malos y político-irreligiosos, adhirién-
dose sólo á los primeros y no admitiendo los segundos; separación aue no puede
hacer el que se adhiere á una secta ó asociación particular.
(5) Omitimos algunas líneas que se refieren á determinadas personas.
118 EXAMEN DE LIBROS
aminorar el mal efecto que pudieran causar ciertas cosas que dice; pero
¿quién no ve lo que dice sobre ciertas cuestiones?
» Adiós, Padre mío: me están esperando sus hermanos para que vaya
á la «tres horas»; es hoy Viernes Santo. Que me encomiende mucho,
mucho á nuestro buen Jesús, y esté seguro que le ha de corresponder su
afectísimo en el mismo Jesucrito, S. S., t Fr. Ezequiel, Obispo de Pasto.*
De gran consuelo sirven siempre las oraciones de los siervos de Dios.
Que el santo Obispo de Pasto «ruegue por nosotros», como se pide en
su epitafio.
P. ViLLADA.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
BIBLIOTECAgDE PSICOLOGÍA
[EXPERIMENTAL
1. Bibliothéque de Psychologie experimén-
tale et de Metapsychie: Directeur, Ray-
MOND Meunier, Travail et Folie par les
Drs, A. Marie et R. Martial, 1 vol.
XI- 111 pages in-16. Prix, 1 fr.5G.— Le Ha-
chich, par Raymond Meunier, 1 vol. 219
pages in-16, avec 3 planches, 3 fr.—L'Evo-
lution psychique de VEnfant, par le
Dr. BouQUET, Ivol. lV-111 pages in-16,
lfr.50.— Bloud, éditeur,^?, Saint-Sulpice,
Paris (VI), 1909.
2. Essai sur la Psychologie de la main,
parN.VASCHiDE,directeur-adjoint du La-
boratoire de Psychologie pathologique
de l'Ecole des Hautes-Etudes, avec 37
planches hors texte, 1 vol. in-8.° V-504
pages, 12 fr. broché, 13 fr. 50 relié. Mar-
cel Riviére, éditeur, 31, rué Jacob, Pa-
ris, 1909.— ¿'i4/2/7ee Psychologique, pu-
bliée par AlfredBinet, 14«année, 1 vol.
in-8° VI-500 pages, 15 fr.— Masson et
Oe, editeurs, 120, Boulevard:Saint-Ger-
main, Paris, 1908.
3. Introduction physiologique á l'étude de
La Philosophie, par J. Grasset, avec 47
figures dans le texte, 1 vol. in-8° 368
pages, 5 ír.—L'Esthétique Experimén-
tale Contemporaine, par Charles Lalo,
agrégé de Philosophie. 1 vol. in-8° XV-
208 pages, 3 fr. 75.— F. Alean, éditeur,
108, Boulevard Saint-Germain, Paris,
1908.
4. Estudios psiquiátricos, por el Dr. Ro-
dríguez-Ponga. Opúsculo en 8.° menor
de 128 páginas.— Imprenta helénica, á
cargo de Nicolás Millán, Pasaje de la
Alhambra, núm. 3. Madrid, 1909. Precio,
0,50 pesetas.
5. Psicología experimental y metafísica,
por el Dr. D. Gregorio González Pi-
NiLLOS, opúsculo en 12." de 151 pági-
nas.—Madrid, 1909, librería de los Suce-
sores de Hernando, calle del Arenal, 11.
1. El trabajo y la locura y el Ha-
chich son estudios que propiamente
pertenecen á la Psiquiatria; La evolu-
ción psíquica del niño es asunto de
Psicología pedagógica. El primero es un
trabajo de inducción en que de las en-
fermedades observadas en los trabaja-
dores y de la proporción en que á ellas
contribuyen las condiciones del oficio,
las taras individuales, el alcohol, la in-
fección, la miseria fisiológica y las auto
y exo-intoxicaciones, se trata de deter-
minar, no el grado de locura que se
haya podido originar del trabajo en
cada caso concreto, sino solamente
una cierta relación general entre éste
y aquélla, á saber: la parte que corres-
ponde al trabajo en el Complexas etio-
lógico, el número de obreros que pa-
decen psicosis en comparación con el
número total de obreros en general y
de los de algunas profesiones en espe-
cial. El examen másconcienzudo de este
interesante trabajo está expresado en
los cuadros estadísticos, que compren-
den, por una parte, la estadística, por
profesiones, de las enfermedades men-
tales comprobadas en los obreros asi-
lados en Villejuif, del total de enfer-
mos desde 1884 á 1900 y de la mitad
próximamente desde 1900 á 1907; y
por otra, el tanto por ciento de enfer-
mos en cada profesión: las industrias
agrícolas dan á los asilos un contin-
gente de 5 por 100; las de productos
químicos, 1,12 por 100, y los S. P. (sir
profesión), 4,55 por 100.
— ¿Qué es el Hachich? ¿Cómo lo es-
tudia el autor? ¿Qué conclusionec
saca? Tales son los tres aspectos que
se ofrecen á la consideración del que
lee el segundo de los libros arriba
mencionados. El Hachich es un pro-
ducto tóxico que se extrae de la flo-
ración del Cannabis indica, y se fu-
ma, á semejanza del opio, ó se in-
giere en el estómago en pildoras y ex-
tractos. M. Meunier lo estudia desde
el punto de vista químico, geográfico
é histórico, examinando en sendos ca-
pítulos las preparaciones orientales y
productos farmacéuticos, los tomado-
res del Hachich, la em.briaguez hachí-
chica, las investigaciones y teorías
neuro-biológicas, la locura hachíchica,
120
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
el hachich— el delirio— y la locura, y la
acción terapéutica del hachich. De
todo lo cual deduce el autor varias
conclusiones, siendo las principales
que el hachichismo crónico origina la
locura; que el hachich es un veneno
que ataca á la corteza cerebral y al
bulbo y pone al individuo en un in-
tenso estado de sugestibilidad, y que
la intoxicación por el hachich se pres-
ta para las manifestaciones del fondo
subconsciente.
—El estudio de la Psicología del
niño ofrece dos dificultades: una ge-
neral y otra especial. Procede la pri-
mera de las relaciones, aun no del todo
conocidas, entre el alma y el cuerpo;
la segunda proviene de que el niño
en muchas de sus manifestaciones sen-
sitivas y conscientes aparece inferior á
los mismos animales, por no estar aún
suficientemente desarrollados su en-
tendimiento y su conciencia. Pero de
esto mismo fluye en parte el interés
de este trabajo, porque como la cons-
titución del niño no ha de perma-
necer en estado estático, conviene ir
observando la gradación sucesiva de
su desarrollo psíquico. Esto es lo que
ha hecho el autor, examinando en par-
ticular el estado del niño al nacer, sus
primeras manifestaciones vitales, el
desarrollo de los sentidos, marcha y
lenguaje, hábito, memoria, vida afec-
tiva, imaginación, fetichismo, imita-
ción y la evolución de las ideas esté-
ticas y morales del niño.
Estos tres trabajitos son fruto de
mucha observación y repetidas expe-
riencias; todos tres interesantes, prác-
ticos, obra de laboratorio y de docu-
mentación, con datos preciosos y ma-
terial muy utilizable.
2. La mano ofrece á la observación
científica y filosófica ancho campo de
investigaciones. El arte para las ma-
nifestaciones de la delicadeza y de la
elegancia, la medicina para la evolu-
ción de los procesos mórbidos, la qui-
romancia para sus adivinaciones y la
psicología para el estudio del sentido
muscular la han tenido siempre pre-
sente. M. Vaschide la considera desde
el punto de vista experimental, y ha
escrito sobre ella una monografía llena
de erudición, informada de espíritu
analítico y enriquecida con abundan-
tes datos de la ciencia, psicología, me-
tafísica, estética, fisiología y medici-
na, haciendo ver el valor y significa-
ción de la mano ante estas ciencias.
Claro está que sería un error creer en
las tonterías de la quiromancia, que
por las líneas de la mano pretende
adivinar la suerte futura y los más de-
licados matices del carácter; pero hay
que reconocer que la mano, bien exa-
minada, puede suministrar argumen-
tos para inferir, si no con certeza, con
visos de probabilidad, algunas propie-
dades del individuo. Porque ello es
así, que la mano, sobre ser uno de los
órganos principales del hombre, ofre-
ce tales diferencias en cada individuo,
que apenas se encontrarán dos cuyas
manos tengan la misma precisa con-
figuración. Y así como la fisonomía
revela en parte los sentimientos, y la
grafología, también á veces y en parte,
el estado de ánimo, tranquilo ó agita-
do, así la mano, más que en sus líneas
en sus movimientos puede inducir á
conjeturas relativamente aproximadas
de los afectos y pasiones, carácter y
temperamento. Así sucede que para
orar se juntan naturalmente las manos,
para expresar cólera se amenaza con
la mano levantada, el horror se expre-
sa con cierta forma de la mano, etc., y
hasta el hábil operador quirúrgico y el
diestro violinista muestran con las ha-
bilidades de su mano las aptitudes de
su inteligencia y las bellezas de su
gusto estético. De donde fácilmente
se infiere que el libro de M. Vaschide
es de sumo interés y actualidad, y está
tan concienzudamente trabajado, que
resultad másacabado que hasta ahora
hemos leído sobre esta materia.
— Entre los libros franceses que in-
forman acerca del movimiento psico-
lógico experimental figura en primera
línea L'Année psychologique. El pre-
sente, que comprende á la 14' année,
contiene 14 trabajos originales. «El
desarrollo de la inteligencia en los ni-
ños», por A. Binet y F. Simón, es un
estudio práctico, basado en la psicolo-
gía y de un fin pedagógico. «Las ideas
de los físicos sobre la materia», por
L. Houllevique, más que trabajo psico-
lógico, lo es de cosmología. P. Souriau
trata de La enseñanza de la Estética»,
reclamando en la clase de filosofía una
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
121
enseñanza más completa de estética.
E. Borel se ocupa en el estudio del
cálculo de las probabilidades bajo el
aspecto lógico, matemático y psicoló-
gico. A. Binet echa una mirada á la
«evolución de la enseñanza filosófica»,
y hace un «ensayo de quiromancia ex-
perimental». F. Rauh estudia las rela-
ciones de la Moral con la Biología, y
G. Cautecor el pragmatismo: «el hecho
biológico no se debe confundir con el
moral», y el pragmatismo no tiene «ni
problema definido, ni método en la
discusión, ni solución precisa». Tales
son los principales artículos del libro,
sin que nosotros participemos de to-
das las ideas y apreciaciones en ellos
contenidas. Las memorias originales
ocupan 431 páginas; el resto, hasta la
página 500, lo llenan los diferentes
análisis bibliográficos.
3. La Introducción fisiológica al
estudio de la filosofía del Dr. Grasset,
es un libro en que el autor ha colec-
cionado las conferencias dadas á los
alumnos de la Universidad de Mont-
pellier. Su fin no fué otro que prepa-
rarlos en los conocimientos fisioló-
gicos más directamente relacionados
con los psicológicos, y viceversa. Por
eso estudia primero el sistema ner-
vioso, pasa al examen de las funciones
psíquicas generales, las especiales de
la vida individual, de la vida social y
de la vida de la especie, localización
anatómica de. los centros psíquicos, el
problema fisiopatológico de la respon-
sabilidad y la terapéutica de las fun-
ciones psíquicas. Al fin, en la tercera
parte de la obra, analiza el elemento
psíquico en combinación con el ele-
mento, ora motor, ora sensitivo ó sen-
sorial. Dentro de este cuadro agrupa
M. Grasset las cuestiones relativas al
lenguaje, la emoción y la mímica, la
función sensitivo-motora general, la
orientación y el equilibrio, la visión, el
oído, el gusto, el olfato y las funciones
de nutrición. Todas las cuestiones las
trata el autor, no como en un simple
manual de psicología fisiológica, sino
con cierta novedad en los varios pun-
tos de vista que estudia. Lo más origi-
nal de este libro, y que le ha dado cier-
ta celebridad, es el famoso polígono
con que trata de exponer, á su manerala
distinción entre el psiquismo superior
é inferior. Según él, estos dos psiquis-
mos, gráficamente representados en el
polígono, se hallan condicionados por
dos grupos de centros nerviosos dis-
tintos, demostrando que la localiza-
ción de las funciones psíquicas supe-
riores se adapta mejor á los hechos y
se recomienda como principio de inves-
tigación. Francamente, creemos que la
concepción es ingeniosa, y sirve para
la más fácil inteligencia de estas cues-
tiones, algo obscuras; pero los argu-
mentos en que la apoya no pueden
llamarse demostrativos. De todos mo-
dos, el intento del autor revela un es-
fuerzo loable y una aptitud nada
común para sensibilizar los misterios
psicofisiológicos.
—El autor de la Estética experi-
mental y contemporánea se propone
examinar el método y las investiga-
ciones de la escuela experimental es-
tética, representada por el célebre
psicólogo experimental Fechner. Exa-
mina los tres aspectos de la estética
experimental, á saber: hedonismo, em-
pirismo y experimentación y sus leyes
respectivas, y deduce en conclusión
que dicha estética experimental no
pasa de ser una de las fases necesarias
para llegar á constituirse la estética
integral científica. No cabe duda, para
quien haya leído la Estética experi-
mental, de Fechner, que el psicólogo
de Leipzig se muestra deficiente en al-
gunos puntos por su exclusivismo, por
su indeterminación y por su criterio;
es más feliz cuando trata de ordenar
metódicamente y sintetizar los hechos
y las experiencias. También en la obra
de M. Lalo hay que distinguir dos
partes: la expositiva y la crítica. En la
primera hay orden, método y fidelidad
en reproducir los pensamientos de
Fechner; comprende siete capítulos: la
estética experimental, principios mate-
riales y formales del placer, los tres
métodos de la experimentación esté-
tica, condiciones de la objetividad de
la experiencia, principio indirecto del
placer y combinaciones diversas de
las leyes estéticas. La segunda abarca
el estudio de la originalidad de la es-
tética experimental, valor estético de
la experimentación exacta, del placer
y de la asociación. Es de advertir en
esta crítica que si Fechner exagera el
122
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
valor del aspecto psicológico como fac-
tor de la estética, M. Lalo parece dar
demasiado valor al elemento socioló-
gico.
La psiquiatría, ó ei estudio de lo
que se llaman perturbaciones del
alma, es sin duda uno de los estudios
más interesantes. En Alemania prin-
cipalmente se ha cultivado mucho este
terreno. No ha mucho que dimos
cuenta de un opúsculo de esta índole
que con este mismo título Stórungen
der Sede (perturbaciones del alma)
recibimos de nuestro compañero en la
Universidad de Leipzig P. Bessmer.
En España hasta ahora han salido
pocos trabajos de esta naturaleza. El
presente es como el primer paso que
el autor da en un camino, que poco á
poco y de año en año trata de reco-
rrer. Contiene tres partes: la primera
trata de la monoidea ó unidad psí-
quica; la segunda de la aplicación clí-
nica de la teoría monodeica (leyes de
irradiación y proyección psíquicas),
concepto de la psicosis; la tercera
comprende las historias clínicas. En la
monoidea el autor se limita á exponer
ligeramente y como por encima al-
gunas nociones psicológicas; termi-
nando con un esquema de la concien-
cia psicológica, parecido al polígono
de Grasset. Las leyes, que llama de la
monoidea, sobre todo algunas, están
todavía bastante lejos de llegar á la
categoría de tales; pero es bueno el
intento del autor de agrupar de algún
modo los hechos. El verdadero campo
de los trabajos de psiquiatría es la ter-
cera parte; el autor explora por vez
primera ese terreno: ahí es donde
puede ir demostrando su habilidad:
primero, en reconocer tendencias y
caracteres psíquicos, y segundo, en la
seguridad, rectitud y profundidad de
interpretación. En lo primero hemos
tenido ocasión de admirar á uno de
los más celebrados psiquiatras alema-
nes; en lo segundo, pareciónos ha-
llarla deficiente.
El título de Psicología experimental
y metafísica equivale en este opúsculo
al de psicología inferior y superior,
pues el autor no trata de explicar las
experiencias psicológicas, y menos las
de laboratorio. La pretensión del autor
parece mucho más modesta que la de
escribir sobre psicología experimental,
en el sentido novísimo de la palabra,
comoquiera que se limita á desflorar
algunas nociones de fisiología, que sir-
ven de preparación para el estudio de
la psicología inferior, los conceptos
más elementales de la vida sensitiva,
intelectiva y volitiva, y á indicar, en lo
que llama psicología metafísica, las
tesis principales de la psicología su-
perior, como son la substancialidad,
simplicidad, espiritualidad, inmortali-
dad del alma, etc., etc. La sencillez y
sobriedad con que expone las nociones
hacen el libro recomendable.
E. U. DE E.
La Compagnie dejésus en Belgíque; aper-
gu historique á roccasion du 75^ anni-
versaire de l'érection de la province
belge (3 Décembre 1832—3 Décembre
1907).— Imprimerie Scientifique Charles
Bulens, rué Terre-Neuve, Bruxelles,
1908. En 4.° de 216 páginas.
Para celebrar una fiesta de familia,
el 75 aniversario de su establecimiento
como provincia religiosa belga, los
Padres de la Compañía de Jesús en
Bélgica idearon publicar este libro, que
les sirviera de recuerdo, de estímulo,
de acción de gracias y de argumento
para responder á los que les pregun-
taran qué había hecho en Bélgica la
Compañía de Jesús.
Perfectamente impreso é ilustrado,
más que libro es un sumario de un
libro, en que, con la natural división
de período antiguo y moderno de la
Compañía, se nota su establecimiento,
casas y obras en Bélgica y sus glorio-
sas misiones extranjeras para el perío-
do moderno; sin que falten oportunas
estadísticas de los sujetos, misiones...
Ojalá aparezca pronto el libro que
dé la suficiente extensión á este su-
mario.
Princesse de Sayn-Wittgenstein. Souve-
nirs (1825-1907).— París, P. Lethielleux,
rué Cassette, 10. En 8.° de 182 páginas,
3,50 francos.
Llegando ya á los límites de la vida,
como la ilustre Princesa reconoce,
tiene el gusto de repasar en su mente
los sucesos principales de su existen-^
cia, unos alegres, otros tristes.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
123
Unida la Princesa á la primera no-
bleza rusa, tuvo ocasión de ver de
cerca muchas cosas de ordinario ocul-
tas, que ahora el lector lee con sumo
gusto, disintiendo tal vez sobre juicios
formados sobre ciertas personas, v. gr.,
sobre Dupanloup, ya que la amistad
suele ser mala consejera del entendi-
miento.
Tres discursos históricos del R. P. Fidel
Fita y Colomer, S. J., individuo de nú-
mero de la Real Academia de la Histo-
ria. Segunda edición.— Madrid, estable-
cimiento tipográfico de Fortanet, Liber-
tad, 29;í1909. En 4.° de 156 páginas.»
Los discursos pronunciados^en oca-
siones y sitios diversos son: un pane-
gírico de la Inmaculada Concepción-
predicado en la Catedral de Barcelona
el 8 de Diciembre de 1874; el elogio de
León XIII, pronunciado en una velada
de 3 de Marzo de 1903, y el elogio
asimismo de la esposa de Alfonso VIII,
Doña Leonor de Inglaterra, leído ante
la Academia de la Historia el 1.° de
Noviembre de 1908.
Mas lo que supera á las tres piezas
en interés y mérito es la memoria
histórico-jurídica, que sigue al pane-
gírico, sobre el tít. II, lib. I de las
Constituciones de Cataluña y la Co-
lección diplomática que la acompaña.
E.P.
La mujer perfecta, por el R. P. V. Mar-
CHAL, Misionero Apostólico. Nueva
traducción por S. P. Vicens y Mar-
có.—Barcelona, Gustavo Gilí, editor,
MCMIX.
Otros antes de ahora han elogiado
ya esta obrita de extraordinario mérito
y general aceptación. Pero quizá no le
hayan tributado toda la alabanza que
merecen las interesantes materias que
trata, su oportunidad para nuestros
tiempos y la manera tan delicada con
que procede en su desarrollo el celoso
y prudentísimo autor.
Es un libro que deben tener y medi-
tar todas las señoras católicas, y muy
en particular todas las madres cris-
tianas.
Mehr freude. (¡Más alegría!). Una saluta-
ción de Pascua, por el Dr. Paul Wil-
HELM von Keppler, Obispo de Rotten-
burg. Primero á cuarto millar, en 8.''
con VI y 200 páginas.— Hender, Fribur-
go, 1909. En rústica, 1,80 marcos; en
tela, 2,60.
Este hermoso y provechoso librito
es una tirada aparte del último capí-
tulo de la obra del Sr. Obispo de
Rottenburg Aus Kunst und Leben (Del
arte y de la vida). La alegría, tan ne-
cesaria para el espíritu y aun para el
cuerpo humano, va desapareciendo del
mundo, merced á las prematuras con-
gojas que, en grandes y chicos, pro-
duce una cultura tan refinada como
mal orientada. Es, pues, necesario fo-
mentar la alegría, y para ello recorre
el autor las razones que tenemos los
cristianos para estar alegres, y los ca-
minos para recobrar esa alegría que
nos roba el moderno desequilibrio de
nuestra sociedad.
Platiques de comunió, de Lluis Banús, li-
cenciado en Teología y Rector de Sant
Cristófol les Fonts. — Luis Gilí, Barce-
lona, 1909. En 8.°, con 218 páginas, dos
pesetas.
La necesidad de predicar al pueblo
la palabra de Dios en su propio idioma,
y el natural deseo del clero catalán de
extender al lenguaje oratorio el rena-
cimiento de todos los géneros litera-
rarios en Cataluña, va moviendo á pu-
blicar sermones catalanes que ayuden
á vencer la dificultad, no pequeña, de
expresar en un lenguaje correcto las
ideas tomadas comúnmente de autores
ascéticos que escribieron en otros
idiomas. En este concepto ha prestado
un buen servicio á sus compañeros en
el ministerio pastoral, el licenciado
D. Luis Banús, publicando sus bre-
ves Pláticas de Comunión, en número
de 50, en cada una de las cuales se
desarrolla un texto acomodado de la
Sagrada Escritura.
Ames Juives, par Stéphen Coubé. Un tomo
en 12.°'con XLVII y 390 páginas. — Le-
thielleux, París, tercera edición, 3,50
francos.
Esta novela fendenciosq, con tenden-
cia agriamente antisemítica, se ha
propuesto mostrar en la Historia
124
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
evangélica la génesis de ese judaismo
pérfido que se esfuerza por continuar
la obra del Gólgota, ensañándose en la
Sagrada Eucaristía y en todo lo que
ve ungido con la Sangre de Cristo.
Reservando nuestro juicio sobre este
movimiento antisemita, que no nos es
simpático por ser campaña de odios, y
de odios á carga cerrada contra una
raza, hemos de manifestar nuestros
escrúpulos acerca de la licitud de atri-
buir, en una novela, á personajes his-
tóricos, por muy aborrecibles que sean
(Judas, Caifas, Anas), crímenes graves
que no se sabe cometieran, y aun al-
gunos que es inverosímil que hayan
cometido. No faltan en este libro pá-
ginas bellas y conmovedoras; pero el
predominio concedido á los caracteres
perversos le da el aire de caricatura
de la narración evangélica. Además,
aunque la novela histórica puede in-
ventar pormenores y acciones secun-
darias, tratándose de la Historia evan-
gélica no parece bien se prescinda
tanto de la verdad, aun contradicién-
dola en pormenores, como, v. gr.: que
Judas no sabía de antemano el lugar á
donde Jesús se retiró á orar (Jo., 18, 2,
Sciebat), que á más de los 30 dineros
se le ofrecieron unos jarrones de oro;
que las santas mujeres fueron al sepul-
cro el sábado, etc. Literariamente, de-
muestra el libro que, se puede ser tan
notable orador como lo es el abate
Coiibé sin tener dotes de novelista.
Lecturas recreativas del Apostolado de
la Prensa; en hermosos tomos en 8.°
de 300 á 500 páginas, cada tomo una pe-
seta.—Madrid, 1909.
Aunque de ponerse caro algún gé-
nero literario, ninguno debíamos de-
sear se encareciera más que la nove' a,
cuya lectura produce generalmente,
por lo menos, una pérdida conside-
rable del tiempo precioso que todos
los cristianos necesitamos para cosas
de tanta trascendencia; en la ineludible
hipótesis de que se publiquen novelas
baratas, y ante la tremebunda tesis de
que las más de las que se publican y
leen por todo género de personas son
inmorales, hechas para socavar las
creencias y arruinar las costumbres de
sus lectores; no se puede desconocer
que cae bajo la esfera del Apostolado
de la Prensa surtir á los contumaces
lectores de novelas de un pasto abso-
lutamente inocuo, ó por lo menos, no
tan nocivo; pues el daño de la pérdida
de tiempo, exaltación desmedida de la
fantasía, disipación del ánimo y otros
que sería largo enumerar, apenas
pueden evitarse en el género nove-
lesco.
Las obras oportunamente escogidas
para dar principio á esta nueva sec-
ción del Apostolado de la Prensa, son:
Los njvios (I promessi sposi), de
Manzoni, traducción de D. Gabino Te-
jado; dos tomos. Víctimas y vercugos,
cuadros de la revolución francesa, por
D. Gabino Tejado; dos tomos. Fabio-
la, ó la Iglesia de las Catacumbas, por
el Cardenal Wisemann. La gran amiga,
por Pierre L'Ermite, traducción de don
V. Orti y Escolano. La mujer fuerte,
por D. Gabino Tejado. Ángela, por
Conrado de Bolanden. Simón Pedro y
Simón Mago, por el P. Franco, S. ].Ben-
j amina, por el P. Franco, S. J. Mis
prisiones, por Silvio Pellico. Las vela-
das de San Petersburgo, ó Coloquios
sobre el gobierno temporal de la Pro-
videncia, por el Conde de Maistre.
Las dos últimas obras salen del gé-
nero novelesco á que pertenecen las
demás, y por ser todas ellas de cono-
cido mérito literario y moral, nos cree-
mos dispensados de entrar en más
extensas consideraciones.
Quisiéramos poder elogiar tan'in-
condicionalmente otra publicación no
menos económica, dirigida por D. Sa-
turnino Calleja, de la cual hemos reci-
bido cuatro fascículos que contienen la
hermosa novela de costumbres cantá-
bricas Amaya ó los Vascos en el si-
glo VIII, de D. J. Navarro Villoslada,
y Brígida, por Carlos Frontaura. Por
desgracia, en La novela de ahora, que
alcanza ya la tercera época de su exis-
tencia, no ha presidido siempre la se-
lección severa que nos daría facultad
para recomendarla, como sin duda
hemos de recomendar el precioso libro
de Navarro Villoslada.
Biblioteca Patria. Trozos de vida. Cuen-
tos originales de Concha Espina de
Serna.— Tomo LV. (Fuera de concurso.)
Trozos de vida es otro de los bue-
nos libros que incesantemente viene
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
125
publicando la Biblioteca Patria. Palpita
tanto interés en estas cortas narracio-
nes, que se comprende sin dificultad
la razón de haberse puesto el título
que llevan estos cuadros y escenas de
la vida real, que tales deben llamarse
más bien que cuentos de invención y
fantasía.
Colección de cuentos morales, escritos
por D. Francisco Fatou Lucas, maestro
de primera enseñanza normal y direc-
tor de la escuela pública de niños de
Ubrique (Cádiz), con un prólogo del
Loo. D. Luis Montoto y Rautens-
TRAUCH. Con licencia eclesiástica.— Se-
villa, 1909.
Conocido es el Sr. D. Francisco
Fatou Lucas por sus bellas cualidades
de escritor y pedagogo. Pero aspira á
más: aspira á ser apóstol de la niñez,
y para conseguirlo pone en manos de
los niños estos hermosos cuentos mo-
rales, muchos de los cuales han sido
justamente premiados en certámenes
de la Asociación de Maestros de pri-
mera enseñanza, que lleva el nombre
de San Casiano y se halla establecida
en Sevilla. Esta edición económica va
enriquecida con numerosas ilustracio-
nes, muy á proposito para niños. No
podemos menos de recomendar efica-
císimamente esta obrita , verdadera
joya literaria, de grato solaz y purísima
doctrina, y ¡ojalá contribuya su lectura
á desterrar tantos cuentos insulsos y
de neutra moralidad como andan en
manos de la niñez!
Elisardo Sayans. Intermezzo.
1909.
Corufta,
Elisardo Sayans es un joven literato,
poeta y polemista. En el estadio de la
prensa periódica ha luchado y sigue
luchando con denuedo por los fueros
de la religión y de la verdad. Muestra
de ello son los artículos que ha colec-
cionado en su opúsculo Intermezzo.
Vida futura, por Gonzalo Cordero Dá-
viLA. Poema.— Cuenca (Ecuador), 1908.
Palabras de aliento y cordiales en-
horabuenas merece ese joven de diez y
ocho años, que tan bien sabe sentir y
tan castamente expresar el fuego que
ha prendido en su puro corazón. De-
seamos que el novel poeta ecuatoriano
vea venturosamente realizadas sus no-
bles aspiraciones, para bien de la reli-
gión, de la patria y de las letras, y que
le acompañe en la dicha el varonil y
cristiano prologuista D. Remigio Ta-
mariz Crespo.
Recuerdo del colegio. Lecturas amenas y
edificantes dedicadas á la juventud de
los colegios católicos, por la Madre
María Loyola, Religiosa profesora del
convento de Santa María de York
(Inglaterra). Publicado bajo la dirección
del P. TuRSTON, de la Compañía de
Jesús. Traducido del inglés por el
P. Juan Mateos. Con las debidas licen-
cias.—Luis Gilí, editor, Barcelona, 1909.
El título de la obra y los nombres
que en ella figuran recomiendan su
oportunidad y conveniencia, y son la
mejor garantía del acierto con que se
ha llevado á cabo. Su lectura convence
al lector de que es un excelente libro
educativo que merece recomendarse
por su fondo y por su forma.
El Clasicismo poético de Manuel de Ca-
banyes. Oración inaugural del curso
académico de 1908-1909, leída en el Se-
minario Conciliar de Barcelona por el
Dr.D. íosé María Baranera, presbítero,
catedrático de Literatura preceptiva.—
Barcelona, 1909.
Con vasta erudición y sano criterio
examina el ilustrado catedrático de
Barcelona las distintas acepciones en
que suele tomarse la palabra clasicis-
mo, y al adjudicar al insigne poeta de
Villanueva y Geltrú lo que tiene de
honroso y elevado esta escuela, vin-
dica al propio tiempo para la Iglesia
católica y para los siglos de fe el sen-
timiento de la belleza y el haber ino-
culado en el fondo y forma de la poesía
el esplritualismo cristiano.
R. R. C.
Le Soc. Sindicatos agrícolas. Vademécum
del propagandista. Tercera edición.—
Zaragoza, 1909. Precio, 1,25 pesetas (Bi-
blioteca de La Paz Social). Un tomo en
8.° de VIII-299-VI páginas.
La recomendación que hicimos de la
edición anterior puede repetirse con.
126
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
creces á favor de ésta, que es la terce-
ra, considerablemente aumentada en
su parte práctica. En seis meses se
agotó la primera edición, en ocho la
segunda y esperamos que la tercera
exigirá pronto una cuarta.
Sindicatos y Cajas rurales: su administra-
ción y contabilidad, por el P. Luis Chal-
BAUD Y Errazquin, S. J.— Barcclona, Ofi-
cina de Trabajo de la Acción Social Po-
pular, Duque de la Victoria, 12 y 14, prin-
cipal; 1909. Un tomo en 8.° de 408 pági-
nas, 3 pesetas.
P^Mil plácemes al P. Chalbaud y á la
Acción Social Popular por un libro que
debe estar en todos los Sindicatos y
Cajas rurales, pues será el hilo de
Ariadna que los guíe en el laberinto de
la administración y contabilidad, tan
importantes para el progreso y éxito
feliz de esas instituciones. Hemos di-
cho laberinto, no porque en sí lo sea
la contabilidad, sino por la poca ó nin-
guna noticia que de ella tienen á veces
los que la necesitan, de donde se sigue
la dificultad que sienten para llevar las
cuentas. El libro del P. Chalbaud es
guía que tiene muy en cuenta estas di-
ficultades, enseñando las cosas más
menudas á los más rudos y proponien-
do estatutos, modelos y formularios
que no hay sino copiar ó pedir impre-
sos.
Lesindustries á domicile en Belgique. Vo-
lúmen'X.—Étade statistique desfamilles
ouvriéres comprenant des ouvriers d
domicile. (Office du Travail, Belgique.)
Un volumen en 4.« de CLXXVII-381 pá-
ginas. Precio, 4,50 francos.— Bruxelles,
1909.
Este volmen es digno complemento
de los nueve anteriormente publicados
sobre las industrias á domicilio en Bél-
gica. Propónese la descripción estadís-
tica de la composición de las familias
obreras que por la profesión de algu-
no de sus miembros se relacionan con
las industrias estudiadas Dor el Institu-
to belga del Trabajo en los nueve to-
mos dichos. Estas familias son 60.898.
j-L los cuadros estadísticos que llenan
381 páginas precede un análisis donde
sé trata del fin que se proDuso en esta
obra el Instituto del Trabajo, de su
ejecución y extensión; se estudian la
composición de las familias obreras y
los grupos profesionales en ellas, con-
cluyéndose en los Annexes con un cua-
dro de la industria á domicilio en Bélgi-
ca. Analyse y Annexes tienen CLXXVI
páginas. Es libro que recomendamos
no sólo á los profesionales, sino á cuan-
tos de algún modo se interesan en las
cuestiones sociales y estadísticas.!
L'Association dans les Métiers et Négoces
Belges en 1908. (Supplément au Bulletin
de V office des Métiers et Négoces 1909.)
Bruxelles, 1909. Un tomo en 4.° de 184
páginas. Precio, 0,60 francos.
U office des Métiers et Négoces ha
reunido en este opúsculo una porción
de datos referentes á las asociaciones
profesionales y económicas formadas
entre artesanos, patronos de la peque-
ña industria y detallistas. Trae la lista
de las asociaciones agregadas, por lo-
calidad primero y después por profe-
siones, la de los museos profesionales
(6) y de los periódicos profesionales de
la pequeña burguesía (45).
Consejo provincial de Agricultura y Ga-
nadería de Toledo. Proyecto de Asilos
agrícolas colonizadores, por Tomás
Costa Martínez, jefe provincial de Fo-
mento. Un folleto de 70 páginas en 4.°
Madrid, 1909.
El Sr. D. Tomás Costa Martínez, jefe
provincial de Fomento, propone trasla-
dar al campo los asilos de beneficen-
cia provincial, para bien de la agricul-
tura y de los mismos asilados. Varios
Consejos provinciales de Agricultura y
Ganadería, personas respetables y pe-
riódicos han manifestado su parecer
sobre el proyecto, ya adhiriéndose, ya
poniendo reparos; pero reconociendo
todos los nobles intentos del autor.
Todo esto se hallará en el folleto que
anunciamos y que merece atenta con-
sideración.
Las huelgas en Barcelona y sus resultados
durante el año 1907..., por D. Miguel
Sastre, miembro consultor de la Acción
Social Popular (Volksverein hispano-
americano). (Quinto año.) Un tomo en
4.° de 169 páginas. Una peseta.
Conrinuando el Sr. Sastre en su me-
ritísima labor, nos da otro volumen so-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
127
bre las huelgas en Barcelona, pero au-
mentado con nuevas secciones, tales
como la de la Bolsa del Trabajo, insti-
tuida en el Fomento del Trabajo Nacio-
nal, y otras.
En la Introducción hace constar algu-
nas inexactitudes de las estadísticas
del Instituto de Reformas Sociales so-
bre huelgas y accidentes del trabajo en
Barcelona. También nota algunas defi-
ciencias de la Administración, que ha-
cen desconfiar de los datos oficiales.
Las lachas del periodismo, por Salvador
MiNQuijóN. Un volumen en 4.° de IX-314
páginas, 3 pesetas. (Biblioteca de La
Paz Socza/.)— Imprenta de Salas, Zara-
goza.
[$.;E1 autor del libro tiene hechas sus
pruebas, como dicen en el periodismo;
así que habla por ciencia propia, aun-
que acrecienta su propio caudal con el
de muchos otros periodistas, sobre
todo franceses. El libro es interesante
y sugestivo.
N. N.
Pensamientos escogidos de Santa Teresa
de Jesús, entresacados de sus coras y
distribuidos según el orden de los Ejer-
cicios Espirituales de San Ignacio, por
el P. Jaime Pons, S. J. Con licencia.—
Barcelona, G. Gili, Universidad, 45;
MCMVIII.
Feliz idea, y felizmente realizada,
nos ha parecido la idea del P. Pons en
este librito, cuya lectura recomenda-
mos eficazmente, seguros de su utili-
dad. Los avisos, en particular, mere-
cen ser aprendidos de memoria, como
otros tantos apotegmas religioso-mo-
rales, y practicados cuidadosamente.
Reflexiones y oraciones para la Sagrada
Comunión, por el autor de los Avisos
espirituales; traducción del francés por
el P. Dionisio Fierro Gasca, Escolapio.
Con licencia.— Barcelona, Q. Gili, calle
de la Universidad, 45; MCMIX. Dos to-
mos en 8.° de 554 y 450 páginas, 6 pese-
tas los dos tomos.
Otra excelente obra, llena de doc-
trina y unción santa, nos ofrece el
docto y piadoso autor de los Avisos
espirituales. Su materia no puede ser
más provechosa y agradable: la Sa-
grada Comunión. Además de los ejer-
cicios que se ponen para oir devota-
mente la Misa y los actos para la
Sagrada Comunión, que constan en uno
y otro tomo, los ejercicios preparato-
rios á la misma son sesenta, treinta en
cada volumen, con muy jugosas consi-
deraciones y reflexiones, que suelen
versar sobre textos ó pasos de la Sa-
grada Escritura.
De la traducción nada hay que decir
sino elogios, sabiendo que el traductor
es el P. Fierro Gasca, ya conocido de
nuestros lectores.
P. V.
MoNS. NiccoLó Marini. L'Immacolata
Concezione di Maria Virgine e la chiesa
greca ortodossa dissidente. — Roma,
tipografía del Cav. V. Salviucci, 1908.
En 4.° de 172 páginas.
El autor, en medio de sus ocupacio-
nes como secretario de la Signatura
Apostólica, ha hallado tiempo de de-
dicar á Nuestra Señora este libro, que
no puede menos de serle agradable;
pues tiende á mostrar la fe de la Igle-
sia rusa, aun disidente, en el dogma de
la Inmaculada Concepción, mereciendo
á la vez los más vivos plácemes del
Vicario de Cristo, comunicados en
carta autógrafa de 26 de Octubre
de 1938.
Conférences de N.-D. de Paris. Exposi-
tion de la Morale catholique, VI, Le
Vice et le Peché. II. Leurs effets, leurs
formes, leurs remedes. Conférences et
Retraite. Caréme, 1903. Par E. Janvier.
Deuxiéme édition.— Paris, P. Lethielleux,
libraire-éditeur, 10, rúa Cassette, 10. En
4.° de 433 páginas. Precio, 4 francos.
En el quinto tomo de las Conferen-
cias explicó el R. P. Janvier los carac-
teres que constituyen la malicia del
pecado y las causas que los producen.
En el sexto trata en seis Conferencias
y cinco Instrucciones de sus efectos,
sus formas y remedios; al principio
trae una carta de alabanzas al autor
del Cardenal Merry del Val y al fin dos
apéndices, uno de autores consultados
y otro de notas aclaratorias.
Las mismas virtudes y dotes que
hicimos notar que resplandecían en el
128
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
volumen anterior, se echan también de
ver en el presente, es, á saber: clari-
dad de lenguaje, pureza de doctrina,
solidez en el discurso, precisión en los
conceptos y tersura en la exposición.
Conoce el ilustre dominico bien las
enseñanzas de Santo Tomás; ha estu-
diado maduramente los grandes ora-
dores franceses; ha leído muchos auto-
res modernos, de cuyas sentencias se
aprovecha discretamente; ha penetra-
do en las entrañas de la actual socie-
dad, descubriendo sus gustos, sus afi-
ciones, sus debilidades, los vicios que
la carcomen, los anhelos y ansias que
la devoran y los errores funestísimos
en que se ve engolfada. Con gustarnos
todas las conferencias, la quinta, sobre
la eternidad de las penas, es la que
más nos ha complacido. En ella hemos
hallado varios argumentos nuevos ex-
celentemente presentados, que, á no
dudarlo, harán mella aun en entendi-
mientos poco avezados á discurrir y
no exentos de prejuicios.
La claridad, pues, y el raciocinio se-
guro y severo son las prendas que
abrillantan estos discursos; pero no se
busquen aquí, porque no se encontra-
rán, acentos de vehemente elocuencia,
ideas grandiosas y sublimes que arre-
baten y enajenen, figuras de deslum-
brador colorido, cuadros de palpitante
interés y expresiones de fuego que
dejan huellas indelebles en donde
caen. Además el horizonte teológico
en que se espacia el orador parece
bastante reducido, como puede infe-
rirse de los autores de Teología con-
sultados y de ciertas ideas (v. gr., pá-
gina 137) (1) moldeadas en las forjas
de una exclusiva escuela.
Pero sin género de duda que estas
Conferencias producirán copioso fruto
en los oyentes de estos tiempos y
serán una ejecutoria que colocará al
P. Janvier entre los grandes oradores
que han glorificado el pulpito de Nues-
tra Señora de París.
A. P. G.
(1) Nos ha sorprendido lo que dice el
R. P. Janvier en la pag 390, nota 3.'^, hablando
de la famosa cuestión de la coexistencia en el
hombre, potentia Dei absoluta, del pecado y
de la gracia. «Ciertos maestros, entre los que
se cita á... Suárez, Ripalda, no admiten la tesis
porque no creen que el pecado sea opuesto á
la gracia por naturaleza, sino por consecuen-
cia de una disposición extrínseca de Dios.»
Esto es inexacto. Suárez no la admite, porque
la necesidad intrínseca que la gracia posee de
expeler al pecado no es esencial, sino conna-
tural, ó no es efecto primario, sino secundarlo.
Véase Opera Omnia, edición de Vives, pági-
nas 97 y 250. Ripalda se expresa así: «Indubi-
tatum secundum estmihi: gratiam justificantem
habere aliquam oppositionem ex natura reí
(hoc est, ortaní ex naturis ipsis rerum) cum
actu peccati, prout morallter includit malitiam
ac injuriam gravem Dei. Hoc clare concluditur
ex Triden., sess. 6, cap. 7, post cujus decretum
mérito statult Suárez, supra temerarium esse
gratiae justificanti aliquam oppositionem ex
natura reí cum peccato negare...» De Ente
Supernaturali, Parisiis apud Victorem Palmé,
1870, pág. 726, núm. 189. Véase el núm. 203,
pág. 728.
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Julio.-20 de Agosto de 1909.
ROMA.— Cómo muere un modernista. Tyrrell, uno de los hiero-
fantes del modernismo, se presentó al juicio de Dios el 15 de Julio por
la mañana. Vivo, levantó bandera de rebelión contra la Iglesia; muerto,
ha servido de bandera á sus secuaces para vomitar injurias contra la
autoridad eclesiástica. Feneció en Storrington, diócesis de Southwark
(Londres), en casa de una fervorosa modernista llamada Maud D. Petre,
que le hospedaba, y de la cual fué constantemente vigilado en el lecho
de muerte, en compañía del Barón von Hügel, otro corifeo de la secta.
Apenas había exhalado el alma, cuando la señora Maud D. Petre envió
al Times una carta con todos los visos de manifiesto, publicada el día
siguiente 16, y enderezada á persuadir que el difunto había muerto cató-
lico sin necesidad de retractar sus errores. Según L'Osservaíore Romano
(30 de Julio de 1909), la camarilla modernista rodeó el lecho del infortu-
nado Tyrrell «para hacerle imposible, ó por lo menos muy difícil, una
palabra ó una señal cualquiera de retractación». El Obispo de South-
wark, una vez bien examinado el caso, prohibió dar al difunto sepultura
eclesiástica, «por no haber obtenido de él, cuando se hallaba en estado
de hacerlo y á pesar de repetidas solicitaciones paternales, ninguna
prueba de arrepentimiento». Rechazado del cementerio católico, fué el
cadáver inhumado en el protestante. Allá se dirigió la comitiva fúnebre,
compuesta de unas treinta personas. Señores y señoras llevaban coro-
nas de flores, y á manera de preste los dirigía un sacerdote católico,
l'abbé Brémond, modernista él y otro tiempo hermano en religión del
difunto. Á despecho de la prohibición eclesiástica, Brémond recitó las
preces públicas sobre el cadáver, lo bendijo con agua bendita y por
conclusión de la mascarada pronunció una apología de Tyrrell. No es,
pues de maravillar que fuese castigado por el Obispo de Southv^^ark con
la suspensión a divinis. La conducta firme del Prelado en todo este
asunto sacó de quicio á la camarilla modernista, demostrando así, como
dice L'Osservatore Romano, poseer aquellas notas características del
espíritu sectario: la doblez y la mala fe.
Libros modernistas proiiibidos.— Por decreto de 2 de Junio
de 1909 la Sagrada Congregación del índice condenó varios libros de
Turmel, Herzog, Murri, Sostene Gelli (seudónimo de Murri) y Fortu-
nato Russo.— Turmel se ha sometido. Cuanto al libro prohibido de Mu-
rri, Battagiie d'oggi, al decir del semanario neoyorquino America
(7 de Agosto de 1909), había estado á la venta durante diez años, y en
algunos seminarios se usaba públicamente como lectura espiritual y se
daba como premio á los alumnos más aprovechados.
RAZÓN Y F£, TOMO XXV 9
130 NOTICIAS GENERALES
El clero y los cinematógrafos.— El Cardenal-Vicario de Roma,
enterado de que había eclesiásticos, así regulares como seculares, que
frecuentaban los cinematógrafos públicos, «donde no pocas veces se
ofende ala religión y la moral», ha prohibido, por expresa voluntad del
Papa, que se siga en adelante esa conducta, amenazando, de lo contrario,
con las penas canónicas, inclusa la suspensión a divinis.
La Santa Sede y el matrimonio mixto del infante D. Al-
fonso de Orleans con la princesa Beatriz de Coburgo.— L'Os-
servatore Romano del 21 de Julio hace saber oficiosamente lo que sigue:
«Rueda por los diarios la noticia de que en la iglesia católica de Co-
burgo se celebró la ceremonia del matrimonio religioso católico entre el
príncipe Alfonso de Orleans y la princesa Beatriz de Coburgo, y que
después de tal ceremonia se dio en el Castillo de Callenberg la bendi-
ción según el rito protestante. Estamos autorizados para declarar que la
Santa Sede es enteramente extraña al hecho.*
I
ESPAÑA
La campaña de Melilla. — La opinión pública y la guerra. No se
puede negar que por varias y diversas causas era al principio la opinión
pública enemiga de la guerra. Abatía los ánimos de muchos el recuerdo de
Cavite y Santiago; influía en algunos el sentimiento pacifiquista, que en
muchos es egoísmo y en algunos sentimentalismo modernista; disuadía á
otros el ansia de reconstitución nacional, que sólo en la paz es posible;
repugnaba á no pocos ir á defender, como creían, intereses y empresas
de extranjeros; mientras no faltaba quien tenía la persuasión de no valer
el Rif una gota de sangre española. Difícil era hacer penetrar en las cabe-
zas de muchos que la dignidad é independencia nacional estaban intere-
sadas en que ninguna Potencia europea, mucho menos Francia, asentase
su dominación más allá del Estrecho. Lo cual no quiere decir que esa
penetración pacífica y fementida civilización de Marruecos no sea para
nuestros vecinos, los verdaderos provocadores de la cuestión marro-
quí, un pretexto no más para quitar al Mogreb sus riquezas en bene-
ficio exclusivo de unos cuantos industriales, comerciantes y políticos,
dándole, en cambio, con algunas migajas de bienes materiales, la incre-
dulidad y los vicios de la nación explotadora. Fué preciso que corriese
en abundancia sangre española por las vertientes del Gurugú para que
reaccionase el espíritu público en España con sentimientos bélicos.—
Protestas y algaradas. El llamamiento de los reservistas atizó el fuego
de la indignación, en el cual soplaron los periódicos bullangueros, con
que, enardecido el pueblo, promovió en algunas partes algaradas opo-
niéndose á la marcha de las tropas. En Madrid se intentó por todos los
NOTICIAS GENERALES Í3l
medios sublevar al batallón de Figueras en la estación del Mediodía, ó,
por lo menos, hacer que resistiese pasivamente la orden de marcha. El
Ministro de la Gobernación, liándose, como dijo, la manta á la cabeza,
estableció rigurosa censura para los periódicos acerca de lo referente
á la guerra y al orden público.
Combates.— Entretanto se estaban librando en el Rif porfiados y
sañudos combates. El enemigo es temerario, sufrido, pertinaz; está en
admirable posición para defenderse; posee excelentes tiradores y en los
últimos tiempos ha adquirido también gran copia de fusiles, aun de
los mausers. Nuestra línea de defensa era muy extensa y escasas nues-
tras tropas; las más, bisoñas ó con poca instrucción. Así, pues, aprove-
chando los rífenos la ocasión, quisieron el 21 y el 23 flanquear y envolver
las fuerzas más distantes, aislándolas de la plaza. No lo pudieron conse-
guir, aunque muy á costa nuestra. En el combate del 20 al 21 perdimos
al capitán de artillería D. Alfredo Roger; en el del 23 al coronel D. Ve-
nancio Álvarez Cabrera y al teniente coronel D.José Ibáñez Marín. Pero
la refriega más formidable fué la del 27, en que mientras una columna
custodiaba un convoy á la segunda caseta, la brigada del general Pintos
atacaba rápidamente y á la carga las alturas del Gurugú. Después de una
épica lucha, hubieron de replegarse nuestras fuerzas, siendo acometidas
entonces por un alud considerable é impetuoso de rífenos. En esta acción
cayeron gloriosamente el general Pintos, los tenientes coroneles de ca-
zadores de Arapiles y las Navas, Sres. Ortega y Palacios, gran número
de oficiales y muchísimos soldados. Desde entonces no ha habido otro
combate; pero todos los días tirotean los moros nuestros convoyes de
aprovisionamiento, causándonos pocas pero sensibles bajas. Nuestras
baterías cañonean las gargantas y barrancos del Gurugú, para lo cual
ayudan las indicaciones del globo que desde el 3 de Agosto se eleva
á veces en nuestro campamento. Peñón y Alhucemas han sido hosti-
lizados frecuentemente. En el último punto los moros disponen de al-
gunos cañones.
La prensa extranjera, especialmente la francesa, inventa mil patrañas
sobre la guerra y nuestra situación interior. Al partido colonial francés
le trae muy preocupado nuestra acción en Marruecos, que quisiera exclu-
sivamente para Francia.
Envió de refuerzos.— Ldi impresión del desastre del 27 fué enorme en
España, y ya no se pensó más que en excitar el celo del Gobierno para que
á toda prisa mandase el mayor contingente de tropas á Melilla para de-
fender nuestra bandera y socorrer á los combatientes. Desde el 1 1 de Julio
al 10 de Agosto se han enviado, en efecto, varias expediciones, que, al
decir de una comunicación del Ministro de la Guerra, «comprenden en
conjunto una fuerza total de 22.170 hombres de infantería, 1.000 de caba-
llería, 2.224 de artillería, 674 de ingenieros zapadores, 400 telegrafistas,
113 del tren de aerostación y alumbrado de campaña, 111 de ferrocarri-
132 NOTICIAS GENERALES
les, 904 de administración militar y 228 de sanidad militar, que suman
27.598 hombres. El ganado lo componían 1.856 caballos, 265 muías de tiro
y 2.749 mulos de carga, que suman 4.870. Además de todo el material
correspondiente á las distintas unidades y de las municiones de reserva,
llevan 23 ametralladoras, 20 cañones de tiro rápido y 36 de montaña, que
suman 56; dos globos, uno cometa y otro esférico; 18 estaciones ópticas,
12 eléctricas, ocho telefónicas, ocho acústicas, 18 teléfonos de alta voz
y 128 kilómetros de cable, seis proyectores, y tiendas de campaña para
34.000 hombres. Todo esto sobre las fuerzas de las diversas armas y
cuerpos, material y servicios de la guarnición de Melilla, que se habían
aumentado en el interior». «La Compañía Trasatlántica ha efectuado los
transportes por mar con toda regularidad, sin que haya ocurrido el
menor accidente, y llevando en litera á los individuos de tropa.»— ¿í7
redención á metálico, se ha suspendido por real decreto mientras dure
la campaña. Han sido llamados á las armas los excedentes de cupo de
1908. Se organiza una división de 16.000 hombres, que otros hacen subir
á 24.000 para acudir á África en cuanto sea menester.
La Marina.Se han hecho obras de dragado en la Mar Chica, por
efecto de las cuales se ha unido ésta con el Mediterráneo por la Restinga
hasta nivelarse las aguas. Se establecerá en Mar Chica una batería flo-
tante y un barco aljibe. La escuadra se dividirá en dos secciones: una,
á las órdenes del contralmirante Sr. Morgado, estará siempre á dis-
posición del general Marina; otra, compuesta de seis cañoneros, re-
primirá el contrabando desde Cabo Tres Forcas hasta Tánger. Que-
darán siempre dos barcos de reserva.
Voluntarios. - Hermosas iniciativas se han despertado para la gue-
rra. Varios aristócratas han sentado plaza de soldados. El bizarro tenien-
te de navio D. Francisco Arderíus ha solicitado la organización de un
regimiento, á semejanza de los «Rough Riders» ingleses. Constará de 750
plazas: 500 para aristócratas jóvenes que contribuyan individualmente
con 5.000 pesetas para equipo, armamento y otras atenciones de cam-
paña; 250 para los que no disponiendo de esa cantidad se obliguen á
prestar todos los servicios mecánicos de esa fuerza. La Diputación de
Vizcaya ha pedido permiso al Ministro de la Guerra para formar una
sección, que se llamará «Contraguerrilla de Vizcaya», compuesta de 200
hombres, cuyo equipo, armamento y sueldos pagará el erario provin-
cial. En algunas partes se han presentado varios voluntarios del
pueblo.
La caridad y la guerra.-Hsiy verdadera emulación por socorrer á
los soldados en general y en particular á los heridos, á las familias de
los difuntos, y más especialmente á los reservistas. Una Junta benéfica,
presidida por la reina D."" Victoria, y de la que es secretaria la Conde-
sa del Serrallo, allega recursos para socorrer á las familias de los sol-
dados muertos y á los heridos. Otra Junta, presidida por la reina doña
NOTICIAS GENERALES 133
Cristina, y de la que es vicepresidenta la Marquesa de Squilache, reúne
fondos á favor de la Cruz Roja y de los reservistas. El Gobierno ha
concedido cincuenta céntimos diarios á las familias de los reservistas.—
El clero y la guerra. El clero ha demostrado una vez más su patriotismo
al par que su caridad. Escojamos algunas muestras. En todas las diócesis
se reza en la Misa la oración pro tempore helli; se han hecho rogativas
por iniciativa de los Prelados, cosa de notar, pues el Estado no se ha
encargado esta vez de pedir oraciones; el Obispo de Málaga ofreció el
Seminario con treinta camas para otros tantos enfermos; el Arzobispo de
Sevilla, el Seminario y el Palacio Episcopal; el Cabildo de Málaga comu-
nicó al Gobernador militar los siguientes acuerdos: 1.°, encargarse de la
asistencia material y espiritual de los heridos y enfermos; 2."", ceder el 10
por 100 de sus haberes á los reservistas casados y con hijos; 3.", susti-
tuir á los capellanes castrenses que pasen al Ejército de operaciones.
Los PP. jesuítas de la misma ciudad han cedido su Colegio para hospi-
tal militar. Los sacerdotes de Madrid han ofrecido su hospital. El Arzo-
bispo de Zaragoza, abrió una suscripción á que ha cooperado con entu-
siasmo el clero. Los capellanes castrenses de Melilla se han coronado
de gloria en la famosa jornada del 27, no sólo auxiliando á los solda-
dos espiritualmente, sino supliendo á los oficiales y salvando los res-
tos de las compañías.
La situación de Marruecos.—Vn cambio brusco, muy notable en las
actuales circunstancias, ha ocurrido en Marruecos. Muley Hafid, cuyo
reinado parecía estar en la agonía, revive de pronto y adquiere recur-
sos bastantes para derrotar completamente al Rogui el 16 de Agosto,
con escarmiento cruel de los prisioneros. Dícese que envía una comisión
á los rífenos para obligarles á desistir de la guerra contra España.
El prólogo de la revolución en Cataluña. — Prólogo fué efectiva-
mente el que se escribió en Cataluña durante la semana trágica, como se
llama á la última de Julio; prólogo que, si Dios no lo remedia y los hombres
no escarmientan, tendrá más tarde su confirmación y epílogo. De los su-
cesos de Barcelona se habla largamente en el primer artículo de fondo, y
lo que allí se dice se puede repetir, en proporción, de muchos pueblos de
Cataluña. No es posible enumerarlos todos. En Sabadell ardieron el Con-
sistorio, la iglesia de San Félix, con la rectoría, y el convento del Sagrado
Corazón. En Manresa fué apedreada, saqueada é incendiada la Adminis-
tración de consumos y entregadas á las llamas las casillas del ramo; sa-
queados é incendiados los conventos de monjas Capuchinas y de Siervas
del Sagrado Corazón y el convento-colegio de San Francisco ó de la En-
señanza; alevosamente asesinado el honrado alcalde de barrio D.Joaquín
Cardona, cuando iba á reunirse con el somatén. En Granollers incen-
diaron las turbas el convento é iglesia de los Menores conventuales, co-
metiendo profanaciones y sacrilegios imposibles de describir. Como
Viesen el día siguiente que no había ardido una Virgen de Montserrat, que
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 9*
134 NOTICIAS GENERALES
en el altar mayor se veneraba, la hicieron añicos y arrojaron al fuego.
En San Felíu de Guíxols, en Palamós, en Calonge, en San Adrián de
Besos... alumbraron los incendios el programa de civilización y cultura
con que regenerará á España la república.
Del cúmulo de hechos narrados se sacan notas bien tristes. El des-
amparo de los religiosos ha sido grande; en algunas partes el somatén,©
el vecindario honrado, se opuso á los sediciosos, pero en otras nadie es-
torbó sus desafueros. Hemos visto abajo los instintos desatados de la fiera
azuzados por el espíritu satánico de los directores; más arriba, en las clases
burguesas, con honrosas excepciones, la apatía y el miedo durante los in-
cendios, la indiferencia después, cuando no la malquerencia del egoísmo
que reniega de la víctima por haber sido causa, aunque involuntaria, de
sobresalto: manifestaciones del sanchopancismo dominante y de la indi-
ferencia religiosa que, descendiendo de las alturas de la política sin Dios,
pasando por los organismos sociales, termina en el escepticismo ener-
vante y egoísmo feroz de los individuos. ¡Ay de los pueblos que, re-
pudiando el reinado de Cristo, escogen como única norma de su vida
pública un pedazo de papel llamado Constitución^ fabricado por ese
mentecato anónimo de la soberanía popular!
En todos los pueblos de Cataluña ha andado la mano del lerrouxismo
y de la conjuración judaico-masónica, empeñada en descatolizar y arrui-
nar á España. Sabido es que la masonería, para mejor alcanzar su fin,
prefiere la república, contentándose mientras tanto con la monarquía
liberal y parlamentaria. Lo que no puede tolerar de ningún modo es la
monarquía tradicional, con su espíritu radicalmente antiliberal y genuina-
mente católico.
Muchas han sido las protestas, entre las cuales se ha de mencionar la
del Ayuntamiento de Barcelona, que no quisieron suscribir los lerrouxis-
tas por no ser posible apreciar todavía los sucesos. ¡Si serán escrupulo-
sos los muy taimados! Ciertos periódicos liberales comienzan á desfigu-
rar los hechos, á escamotear las causas, hasta á culpar á las víctimas
más ó menos embozadamente. Entre las declaraciones hechas, han sido
famosas las del senador por Romanones y diputado por Lerroux, Sol
y Ortega, quien no sólo atenúa, sino que llega casi á idealizar los incen-
dios. Digno colector de estos desahogos ha sido El País.
El 17 de Agosto se levantó en Barcelona el estado de guerra, mas no
se restablecieron las garantías constitucionales.
II
EXTRANJERO
AMÉRICA.- Méjico. Horrendo terremoto ha conmovido á Mé-
jico Central desde el Atlántico al Pacífico en una extensión de 1.000
NOTICIAS GENERALES 135
millas cuadradas. Chalpancingo ha sido destruido y Acapulco parcial-
mente arrasado.
Colombia.— Ha quedado extinguido el movimiento revolucionario,
que nunca revistió gran importancia.
Chile. — Por oponerse el Presidente á la prórroga de la conversión
metálica, el Gabinete presentó la dimisión.
EUROPA. — Portugal. Mitin , tumultos en la Cámara y otros ex-
cesos. Convocada por la Junta liberal se realizó el 2 de Agosto una ma-
nifestación popular con el fin de pedir á las Cortes la expulsión de las
Órdenes religiosas. Organizada en la plaza de Camoens, se dirigió al
palacio del Congreso, donde entregó al Presidente, Silva Amado, dos
exposiciones. Al salir de dicha plaza eran los manifestantes unos 12.000,
según la cuenta de O Portugal, diario católico; bien que no falta perió-
dico republicano que, poco escrupuloso con los ceros, los hace ascender
á 150.000. Durante el trayecto los apóstoles de la libertad hacían violen-
cia á los tenderos que tenían abiertas las tiendas, obligándoles á cerrar-
las en señal de adhesión. La manifestación tuvo un epílogo escandalosí-
simo en la Cámara, á mayor gloria del sistema parlamentario y honra
de los republicanos, los cuales, al ser rechazada la urgencia de una pro-
posición del Sr. Brito Camacho, promovieron un alboroto tan descomu-
nal, con vivas desaforados á la república, coreados en las tribunas por
ciudadanos y ciudadanas de la futura Jauja republicana, que el presi-
dente hubo de suspender la sesión y la fuerza pública desalojar las tri-
bunas. Anudada la sesión media hora después, el Sr. Brito Camacho
pidió la urgencia para restablecer la legislación contra las Órdenes reli-
giosas. Rechazada la proposición, los republicanos, agitándose cual
energúmenos, repitieron el escándalo con imprecaciones furiosas, gol-
pes estrepitosos, aullidos y aclamaciones á la república, contestadas
por los monárquicos con vítores á la monarquía; hasta que, después de
bien desgañitados todos, cerró el Presidente de golpe y porrazo la
sesión, y las tribunas fueron otra vez despejadas manu militari,— Te-
rremotos. En la región de Ribatejo se sucedieron por varios días sacu-
didas sísmicas acompañadas de fuertes ruidos subterráneos. El fenóme-
no, que se registró el 2 de Agosto, fué de tal intensidad que los habitan-
tes de muchas poblaciones abandonaron sus hogares para pasar la noche
en el campo.
Francia.— Lí7 papeleta de presencia. Las votaciones del Parlamento
francés solían dar unos totales de 400 á 500 votos. Di j érase que los di-
putados tomaban muy á pechos el oficio, asistiendo puntualmente á las
sesiones, cuando menos para votar en pro ó en contra. Pues no había
nada de eso. Todo ese cúmulo de votos no era más que obra de una
veintena de jefes que por tradición antigua votaban por sus partidarios,
mientras éstos pasaban el tiempo donde les venía en gana. Este escán-
dalo era todavía más inaguantable desde que los padres de la patria, en
136 NOTICIAS GENERALES
dos sesiones memorables, se adjudicaron una sinecura de 15.000 francos
anuales... por no hacer nada, ni siquiera votar personalmente. Pero si tal
expediente reportaba muchas comodidades, tampoco dejaba de acarrear
peligros, como sucedió este año en una de las sesiones en que se aprobó
un voto de confianza al Ministerio. El día siguiente una manga de dipu-
tados, á quienes los jefes habían hecho votar en pro, subieron á la tri-
buna para manifestar que su intención hubiera sido votar en contra. Era
cuestión que interesaba á los electores, y por ende, á la reelección del
diputado que los representaba. Bien es verdad que la protesta prepós-
tera era inútil, con lo cual podían los diputados jugar á dos manos, dando
satisfacción al Ministerio con el voto delegado en el jefe y lisonjeando á
los electores con la tardía protesta. Las protestas, empero, de la sesión
mencionada dieron motivo al bonapartista Lasies para proponer que en
adelante sólo valiesen los votos dados en persona. Así se resolvió, y
aun se hizo más. En lo futuro, los diputados han de firmar una papeleta
de presencia al principio de la sesión, «á manera de malos empleados
incapaces de cumplir con su deber sin la amenaza del castigo», que son
palabras de L'Echo de París. Ni el descrédito del Parlamento pudo subir
á más, ni el crédito de los diputados bajar á menos. La proposición de
Lasies contribuyó á la caída de Clémenceau, quien se vio acorralado por
Delcassé cuando se hallaban ausentes muchos amigos, cuyos votos, apro-
vechados por los jefes, le hubieran sacado á paz y salvo, si hubiese con-
tinuado la antigua corruptela.
Clémenceau derrotado. — Su caída le vino á Clémenceau como suele
venir la muerte, de improviso; pero, más que morir á manos del adversa-
rio, se suicidó con su ciega soberbia é intemperancia. Continuaba el de-
bate acerca de la Marina; iba ya á concluir, saliendo Clémenceau una
vez más á flote é indemne. Pero Delcassé, presidente de la Comisión
investigadora, le seguía los alcances, ansioso de vengar antiguos agra-
vios. Tomando pie de la anarquía en la Marina, descargó golpe tras
golpe contra Clémenceau, quien, saliendo de estampía, disparó ciego de
cólera contra su rival, con tan mala fortuna que, errando el tiro, en vez
de dar en Delcassé, hirió á los diputados y al amor propio nacional, ca-
lificando el Acta de Algeciras de la mayor humillación de Francia.
Pronto hubo de ver en la votación adversa de una proposición ó voto de
confianza cuánto importa á los hombres públicos tener frenillo en la len-
gua. Los mismos que pocos días antes le habían manifestado su adhe-
sión, le acompañaron ahora con silbidos al salirse del salón para presen-
tar incontinenti á Fallieres la dimisión del Ministerio. — Un socialista
Presidente del Consejo. La herencia del Gobierno ha pasado á manos de
un sucesor digno de Clémenceau. Todos saben— dice L'Univers— que la
persona de Clémenceau, comparada con la de Briand, puede considerarse
cual la de un santito. Como político, Briand fué representación del anti-
militarismo, de la anarquía, de rabioso anticlericalismo. En el poder fué el
NOTICIAS GENERALES 137
más enconado y metódico perseguidor de la Iglesia, autor de la odiosa
ley de separación y de tantas otras providencias arbitrarias y tiránicas.
Del Ministerio de Clémenceau se conservan en el nuevo seis ministros,
entre los cuales se halla Viviani, aquel socialista que se gloriaba de
«haber apagado las estrellas». Los nombres de los entrantes son significa-
tivos: Millerand, socialista; Juan Dupuy, antiguo director de un periódico
cuya única razón de ser ha sido siempre arrastrar cada día por el lodo
una nueva sotana, como si dijéramos EL País, de Madrid. Tres golpes
hábiles ha dado Briand ó los directores judío-masónicos que se lo hayan
inspirado. Para adormecer á los capitalistas ha nombrado ministro de
Hacienda á Cochery, el adversario más declarado del impuesto sobre la
renta que tanto turbaba á los pudientes. Para halagar á los patriotas ha
roto con la costumbre de entregar á hombres civiles las carteras de Gue-
rra y Marina. Como si quisiese trabajar de veras en la defensa naval, ha
nombrado ministro de Marina al almirante Boué de Lapeyréce, y con el
nombramiento del general Brun para el ministerio de la Guerra parece
asegurar á los que ven con espanto los progresos del antimilitarismo. Lo
malo es que el general Brun fué el organizador de las Mutualidades de
regimiento, añagaza con que todos los soldados son afiliados á la maso-
nería. Con el flamante Ministerio presentóse Briand á la Cámara, donde
con frases melosas, vagas, ondeantes, predicó armonía y paz, mas para
el bloc. Esto no obstante, no han faltado los eternos candidos, aun entre
los católicos, dispuestos á una expectación benévola.
Inglaterra.' 'Nuevos acorazados. El 26 de Julio declaró el ministro
de Marina en la Cámara de los Comunes que el Gobierno había acordado
la construcción de cuatro grandes acorazados complementarios, de tipo
nuevo, más potente que el Dreadnought. El armamento principal estará
formado por cañones de 34,2 centímetros; en velocidad y blindaje serán
superiores á todos los acorazados construidos y proyectados hasta el
presente. El programa ordinario de nuevas construcciones para 1910
consignará seis acorazados, que con los cuatro complementarios se-
rán 10.
Alemania.— Espléndida manifestación de fe y de amor á la Euca-
ristía dio el Congreso euciristico de Colonia, comenzado el 4 de Agos-
to y al cual han asistido muchos españoles presididos por el Obispo de
Pamplona. Concurrieron á la procesión de clausura 4 Cardenales, 43
Arzobispos y Obispos y más de 40.000 personas.
Creta.— La cuestión cretense trae al retortero á las potencias inte-
resadas. Notas cambiadas entre Grecia y Turquía, aquélla humillán-
dose y ésta mostrándose cada vez más fiera y belicosa; obstinación
de los cretenses en mantener la bandera griega en la Canea; solicitud
de las potencias para evitar el conflicto armado: todo ha parado hasta
ahora en que el 18 las compañías de desembarco de las divisiones nava-
les bajaron á tierra, derribaron la bandera de un disparo de fusil, y de-
13S VARIEDADES
jando un destacamento donde antes ondeaba la bandera helénica, se
volvieron á sus barcos respectivos.
ASIA.— Japón. So pretexto de mejorar una insignificante vía férrea,
casi un tranvía, desde Antung á Mukden pretende el Japón establecer
en Mandchuria, tierra china, un cuerpo de ocupación militar fuerte, por
lo menos, de 4.000 hombres. La China, ha tenido que ceder á las refor-
mas proyectadas; pero declara que no tolerará el envío de nuevas tro-
pas japonesas.
N. NOGUER.
VARIEDADES
ooivEisioisr ^i:bil.ioj^.
Del carácter histórico de los tres primeros capítulos del Génesis:
I. Utrum varia systemata exegetica, quae ad excludendum sensum
litteralem historicum trium priorum capitum libri Céneseos excogitata et
scientiae fuco propúgnala sunt, solido fundamento fulciantur?
Resp. Negative.
II. Utrum non obstantibus Índole et forma histórica libri Céneseos,
peculiari trium priorum capitum inter se et cum sequentibus capitibus
nexu, multiplici testimonio Scripturarum tum Novi Testamenti, uná-
nime fere sanctorum Patrum sententia ac traditionali sensu, quem, ab
israelítico etiam populo transmissum, semper tenuit Ecclesia, doceri pos-
sit, praedicta tria capita Céneseos continere non rerum veré gestarum
narrationes, quae scilicet obiectivae realitati et historicae veritati res-
pondeant; sed vel fabulosa ex veterum populorum mythologiis et cosmo-
goniis deprompta et ab auctore sacro, expurgato quovís polytheismi
errore, doctrínae monotheisticae accommodata; vel allegorias et sym-
bola, fundamento obiectivae realitatis destituta, sub historiae specie ab
religiosas et philosophicas veritates inculcandas proposita; vel tándem
legendas ex parte históricas et ex parte fictitias ad animorum ínstructio-
nem et aedificationem libere compositas?
Resp. Negative ad utramque partem.
III. Utrum speciatim sensus litteralis historicus vocari in dubium pos-
sit, ubi agitur de factis in eisdem capitibus enarratis, quae cristianae relí-
gionis fundamenta attingunt: uti sunt, inter caetera, rerum universarum
VARIEDADES 139
creatio a Deo facta in initio temporis; peculiaris creatio hominis; forma-
tio primae muüeris ex primo homine; generis humani unitas; originaüs
protoparentum felicitas in statu iustitiae, integritatis et immortalitatis;
praeceptum a Deo homini datum ad eius obedientiam probandam; divini
praecepti, diabolo sub serpentis specie suasore, transgressio; protopa-
rentum deiectio ab illo primaevo innocentiae statu; nec non Reparatoris
futuri promissio?
Resp. Negative.
IV. Utrum in interpretandis illis iiorum capitum locis, quos Patres et
Doctores diverso modo intellexerunt, quin certi quidpiam definitique tra-
diderint, liceat, salvo Ecclesiae indicio servataque fidei analogia, eam
quam quisque prudenter probaverit, sequi tuerique sententiam?
Resp. Affirmative.
V. Utrum omhia et singula verba videlicet et phrases, quae in prae-
dictis capitibus occurrunt, semper et necessario accipienda sint sensu
proprio, ita ut ab eo discedere numquam liceat, etiam cum locutiones
ipsae manifestó appareant improprie, seu metaphorice vel anthropomor-
phice usurpatae, et sensum proprium vel ratio tenere prohibeat vel ne-
cessitas cogat dimittere?
Resp. Negative.
VI. Utrum, praesupposito litterali et histórico sensu, nonnullorum
locorum eorumdem capitum interpretatio allegorica et prophetica, prae-
fulgente sanctorum Patrum et Ecclesiae ipsius exemplo, adliiberisapien-
ter et utiliter possit?
Resp. Affirmative.
VII. Utrum, cum in conscribendo primo Céneseos capite non fuerit
sacri auctoris mens intimam adspectabilium rerum constitutionem ordi-
nemque creationis completum scientifico more docere; sed potius suae
genti tradere notitiam popularem, prout communis sermo per ea ferebat
témpora, sensibus et captui hominum accommodatam, sit in horum inter-
pretatione adamussim semperque investiganda scientifici sermonis pro-
prietas?
Resp. Negative.
VIII. Utrum in illa sex dierum denominatione atque distinctione, de
quibus in Céneseos capite primo, sumi possit vox Yóm (dies), sive sensu
proprio pro die naturali, sive sensu improprio pro quodam temporis
spatio, deque huiusmodi quaestione libere inter exegetas disceptare li-
ceat?
Resp. Affirmative.
Die autem 30 lunii anni 1909, in audientia ambobus Rmis. Consulto-
ribus ab actis benigne concessa, Sanctissimus praedicta responsa rata
habuit ac publici iuris fieri mandavit.
Romae, die 30 lunii 1909. -Fulcranus Viqouroux, P. S. 5.— Lauren-
tiusJanssens, o. S. B.
OBRAS RECIBIDAS EN LA REDACCIÓN
AiTA Agustín Cardaberaz. Jaincoaren
serbitzari audiaren Berri Laburrac— Du-
rango, N. F. Elosu.
Almanaque de la Familia Cristiana
PARA 1910.— Benziger & C^, Einsiedeln.
Alocución pastoral sobre los sucesos
DE Melilla, por el Sr. Obispo de Máfaga.
Asuntos económicos y fiscales. J. M. Ri-
vas Groot.— Bogotá.
IIibliophoros. Vol. I. Fase. IV. -M. Bret-
schneider, Librarius, Romae.
Biblioteca bibliográfico-auoustiniana
del Colegio de Valladolid, ordenada por
el P. A. Blanco.— Tipografía de Cuesta.
Caja dotal para las Escuelas domini-
cales. P. O, Gil.— Madrid.
Crónica del Congreso Nacional de
HuRDANÓFiLos.— Plasencia, 14 y 15 de Ju-
nio de 1908.
El deber de los católicos en política.
D. B. de la Cruz. 0,45 francos.— B. Her-
der, Friburgo.
Fortschritte in der Loreto-Kunde,
von G. Kresser.— Linz.
Historia de la Pasión de Jesucristo.
M. Mir, presbítero. Tercera edición, 7 fran-
cos.—B. Herder, Friburgo.
JosECHO. Echeita-Tar José Manuel-Ek.
Biskai-ko euskeraz iratziriko. Irakurgeya,
— Durango, N. Elosu.
■-.A Adoración Nocturna, por D. A. de
la Cuesta. 25 céntimos.~F. Elosu, Durango.
La Comunión cotidiana, por el P. R. Vi-
lariño, S. J.— La Editorial, Zaragoza.
La Inmaculada en Lourdes, por don
B Florit.— Madrid, 1909,
Las Musas delante de Jesús, por J. de
Frezáis.— Roma.
Les premieres pages du Pontificat du
Pape Pie IX. P. R. Ballerini, S. J.—
M. Bretschneider, éditeur, Rome.
Los últimos Sacramentos, por don
R. Fernández. Novena edición.— F. Elosu,
Durango.
Manual del Catequista. Segunda edi-
ción. 2 francos.— B. Herder.
Meditationum et c o n t e m p l a t i o n u m
S. Ignatii de Loyola Puncta. F. de Hum-
melauer, S. J. 4,25 francos.— B. Herder, Fri-
burgo.
Memorias de la Real Academia de Cien-
cias Y Artes de Barcelona. Volumen Vil,
números 16 y 17. Volumen VIII, núme-
ros 1-3.
Monografía de la Sociedad Altos
Hornos de Vizcaya de Bilbao. 1909.
ÜOBLE, militar Y MENDIGO, por cl Pa-
dre Marci. Númcro 182 de Lecturas Cató-
licas.--Libreña Salesiana, Sarria-Barce-
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Nuevo hospital de Basurto. Su histo-
ria.—Bilbao.
■■anegíricos sagrados, del P. Pablo
Señeri. Traducción española. — A. C. Vi-
llar, editor, Madrid.
Précis de Psychologie, par W. James;
traduit par E. Bandín et G. Bertier. 10 fr.—
M. Riviére, éditeur, París.
Ííeminario de Granada. Curso periodís-
tico de 1908-1909.
Storia della Compagnia di Gesú in Ita-
lia. P. P. Tacchi Venturi, S. J. Vol. I, 15
1.— Roma-Milano, A. Segati & C.
Teatro y moralidad. J. M. de Echáva-
rri.— Valladolid.
Colecciones completas
de t^fíZÓfi V FE
Desde Septiembre de 1901 á fin de Agosto 1909, van publicados
XXIV tomos de 556 páginas cada uno. Los pocos ejemplares completos
que quedan los ofrecemos al precio de 140 pesetas en España y 170
^n el extranjero, franco de porte.
NUESTRA PETICIÓN
«Es preciso castigar la propaganda por la idea para no tener que
castigar tardíamente la propaganda por el hecho. No se podrá detener
los brazos que ejecutan, si se deja libres á las cabezas que ordenan, di-
rigen y mandan.» Así se expresan los venerables Prelados de la provin-
cia eclesiástica de Burgos en su protesta por los sucesos de Barcelona al
Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros. Y por eso «acudimos
hoy respetuosamente, dicen, á V. E. suplicándole que, á fin de que el or-
den social, cuya defensa le está encomendada, no se perturbe y los de-
rechos de los ciudadanos estén sólidamente garantidos, se adopten las
medidas necesarias para que la prensa no abuse de su poder, convir-
tiéndose en instrumento, el más eficaz, de difamaciones y de motines y
sediciones».
Movidos por tan noble ejemplo y del dado asimismo por los Señores
Obispos de otras provincias eclesiásticas y por varias entidades, publi-
caciones y asociaciones católicas, nos dirigimos á las mismas Cortes,
donde se ha de tratar el asunto, y ojalá lo hagan otros muchos, pidiendo
una ley represiva de la propaganda antisocial y antirreligiosa. Y con
tanta mayor razón lo hacemos, cuanto que da pie para reclamarla la
misma Constitución del Estado, la cual, al otorgar á todo español «el
derecho de emitir libremente sus ideas, ya de palabra ya por escrito»
(art. 13), exige, para este y para los otros derechos individuales, que se
ejercite «sin menoscabo de los derechos de la nación, ni de los atributos
esenciales del poder público» (art. 14).
I
Pero es indispensable repetirlo y dejarlo aquí bien asentado: para
que la ley represiva satisfaga las exigencias apremiantes y sentidas del
orden social, es menester que comprenda, además de la propaganda di-
rectamente antisocial, la propaganda irreligiosa é impía. Ya lo hemos
visto en Barcelona: los enemigos de la sociedad lo son ante todo de la
Religión, y no creen poder destruir los fundamentos sociales sin echar
antes por tierra los religiosos. De aquí su odio preferente, su encarniza-
miento privilegiado contra las iglesias y los conventos y contra todo lo
que lleva el sello de la cruz, aunque sea para derramar con la caridad
por ella infundida toda suerte de beneficios de alma y cuerpo sobre la
misma clase proletaria. De aquí también que los maestros y jefes de la
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 10
142 NUESTRA PETICIÓN
revolución social encuentren en las ideas religiosas su mayor obstáculo
para ganar en la clase ínfima de la sociedad prosélitos, que luego hayan
de lanzar á la calle como fieras para el incendio y la rapiña, y exponer-
los como ánima vil, y á veces casi inconsciente, á las balas de los mausers.
Por esto trabajan y se desviven para arrancar la fe á la masa del pueblo
con la propaganda activa de mentiras y patrañas contra la Iglesia y sus
ministros, contra los religiosos y religiosas y contra todo lo que suena
á Dios y al alma inmortal. Primero incrédulos y ateos, y luego revolu-
cionarios. Este es el plan. «No sabíamos que hubiese esto aquí», dijeron
en Barcelona unos miserables, que asaltaron un asilo de niños escrofulo-
sos, dirigido por los Hermanos de San Juan de Dios, y no pudieron menos
de conmoverse, á pesar de su fiereza, al ver el espectáculo de aquellos
niños desgraciados. ¿Qué habíais de saber, infelices, si los maestros á
quienes oís, os llenan la cabeza de mentiras, y los papeles que leéis y de
que os saturáis, os revuelven los sesos con ideas y embustes que os llevan
hasta el delirio? El hombre que no cree en un Dios vengador, el hombre
para quien el alma muere con el cuerpo, reduciéndose á la nada, que no
tiene, por lo tanto, un cielo que esperar ni un infierno que temer, es ma-
teria dispuesta para el vicio y el crimen, si es que de ellos espera alguna
ventaja, riqueza ó placer sin temor de la justicia humana; y se dejará
llevar fácilmente á todos los desmanes y á todas las revoluciones por los
que le prometen un paraíso en la tierra, en cambio de la pobreza en que
gime y del trabajo con que tiene que ganar el pan. La Religión es el ante-
mural de la sociedad. Y siendo así, ¿cómo es posible que puedan estar
tranquilos los ciudadanos, aun suponiendo que se reprima la propaganda
abiertamente antisocial, si al mismo tiempo se deja impune la propa-
ganda contra la Religión? Y no importa que se la ataque de una manera
aparentemente razonada y con aire de serena imparcialidad, sin el acom-
pañamiento de burlas y ultrajes, que suele ser ordinario. Porque de
cualquiera que se haga, el efecto de la propaganda irreligiosa siempre
es el amortiguar, cuando no matar del todo, las creencias, sobre todo en
la clase del pueblo ignorante, y á veces con mayor eficacia cuando se
usa de una moderación aparente; con lo cual— ya lo hemos dicho— se
echa por tierra el principal valladar que hay contra la disolución de las
costumbres y la revolución social. Aquí también, cuanto haga el Gobierno
en ese sentido, tiene su apoyo en la Constitución, contra cuyo artículo 11
va la propaganda irreligiosa, según lo hicimos ver en otra parte (1).
No hacen falta otros razonamientos donde tan alto habla el recuerdo
y la impresión dejada en los ánimos por hechos tan horribles y brutales,
que están íntimamente relacionados en la conciencia de todos con la
propaganda de las sociedades y de las reuniones revolucionarias, de es-
(1) «La punibilidad de las ideas», sección 2.^ cap. VI, art. 2.°, y véase «Reclamacio-
nes legales», por el P. Villada, cap. IV, segunda sobre la propaganda religiosa.
NUESTRA PETICIÓN 143
cuelas tales como la Moderna de Barcelona y sus afines, de la prensa en
folletos y periódicos y en libros tales, por no citar otros como los textos
<le la misma Escuela Moderna. Hasta en representaciones como la Elec-
tra, se ha excitado al incendio de los conventos, diciendo: «Hay que pegar
fuego á esta casa», y la casa era un convento. Y ¡todo esto se ha tolera-
do! Y ¡todavía hay quien diga que para remediar lo de Barcelona no hay
sistema como el régimen de libertad! Pues ¿qué había de suceder sino lo
que ha sucedido? En el artículo publicado el mes último en esta revista
por el P. Ruiz Amado pueden verse, entre otras consideraciones, las exci-
taciones de El Diluvio y El Progreso, este último órgano de Lerroux, el 25
de Julio de este año, es decir, la víspera del comienzo de los atentados.
«Desde el Evangelio hasta el Contrato social, dice Bonald, todas las
revoluciones, que han cambiado en bien ó en mal el estado general de
Ja sociedad, no han tenido otra causa que la manifestación de grandes
verdades ó la propagación de grandes errores» (1). Y podemos añadir
que desde el Contrato social se ha visto y estamos viendo ahora lo
mismo con la propaganda republicana, socialista y anarquista. Y siem-
pre sucederá así, porque siendo el hombre al cabo un ser racional, y aun
teniendo en cuenta todas las deficiencias y excepciones nacidas de la
libertad, la regla general siempre será que se guíe por la razón para el
bien ó para el mal, según la ilumine la verdad ó la ofusque el error; y lo
que se dice de los individuos se debe decir aun con mayor motivo de
las colectividades.
Se han sembrado las semillas de la irreligión y del ateísmo; se ha
logrado obscurecer en las inteligencias del pueblo las verdades más
fundamentales del orden moral y social, se han excitado todas sus con-
cupiscencias y todos sus odios contra los religiosos y los sacerdotes,
contra las autoridades y los capitalistas, contra todo lo que signifique
algo en la sociedad; ¿qué extraño es que de. ese caos revuelto de todos
los errores y de ese hervidero de todas las malas pasiones salgan luego
toda clase de desmanes, las violaciones sacrilegas de las personas y de
las cosas sagradas, los asesinatos y los incendios, los robos y los
saqueos?
Y si esta vez no se ha ido contra los poseedores del capital, no ha
sido más que por una táctica diabólica para así adormecerlos cal-
mando sus alarmas y temores; mas ¡ay de ellos si se duermen en una
estúpida apatía é indiferencia! Porque los que hoy incendian los tem-
plos, mañana incendiarán sus fábricas y establecimientos y palacios,
envolviendo en un odio común á la Iglesia y á los ricos, tanto, que una
de las razones porque los proletarios seducidos aborrecen á la Iglesia,
es porque dicen que ampara á los ricos. Y después de todo— lo que ellos
dirán,— ¿qué sacamos con reducir á pavesas unas cuantas iglesias y con-
(1) Théorie du pouvoir poUtique et religieux, Paris, 1843, 1, pág. 5.
144 NUESTRA PETICIÓN
ventos, si con eso no mejoramos nuestra suerte, ni se disminuye en un
adarme nuestra miseria, y si, mientras nosotros carecemos de lo necesa-
rio, vemos á nuestro lado á los ricos abundar en todo á costa de nues-
tros sudores, provocando nuestra vida de malestar y privaciones con el
espectáculo de su lujo y de sus delicias? En una de las circulares ocupa-
das á Ferrer (véase La Época 12 de Septiembre) se dice: «El militarismo
y el clericalismo son los verdugos de los hombres... Acabemos con los
brazos, que luego será fácil decapitar al monstruo.»
Se ha dicho, como para excusar ó atenuar la gravedad y trascenden-
cia de los hechos criminales, que no ha sido todo ello más que una ma-
nifestación anticlerical. Si así es— respondemos,— eso nos da una medida
y norma para saber lo que es el anticlericalismo; pero, ¡cuidado, mucha
cuenta!, porque esos enemigos de curas y frailes, lo son también encar-
nizados de todas las clases sociales, fuera del proletariado, y, por lo
tanto, de la vuestra , á que pertenecéis vosotros los intelectuales^ que
hacéis ahora el oficio de encubridores. Es lo que les habéis enseñado, y
en prueba de ello aun se han recordado con esta ocasión ciertas palabras
de Lerroux, que le muestran tan enemigo de toda la organización social
actual, y en las que excita abiertamente á la destrucción de la propiedad.
Y esto basta hoy por toda razón para que la autoridad tome á pechos
y como cosa la más apremiante la represión de la propaganda irreligiosa
y antisocial; la luz de los incendios, ó sea la influencia de tal propaganda
en los desórdenes sociales que lamentamos.
No hacen falta más razones, que si necesario fuera, no sería difícil
encontrarlas en contra de una libertad tan absurda como es la libertad
ilimitada para la emisión del pensamiento, ya sea de palabra ó por me-
dio de la imprenta. Mirando de frente y sin temor una libertad hoy tan
acatada y casi adorada como si fuese un ídolo, veríamos que no es sino
un ídolo despreciable, que no es una libertad sagrada é intangible, sino
que, lejos de esto, es una libertad justiciable y punible, cuando lanza al
público ciertas ideas. Y esto, no sólo por su complicidad en el delito
cuando ha sido impulsora de consecuencias materiales tan abiertamente
criminales como las que hemos visto, sino en sí misma, por lo que en sí
tiene de culpable y antisocial en el hecho mismo de propagar ideas que
perturban el orden social en lo que éste tiene de más valioso y elevado,
que es su elemento intelectual y moral. Bastaríanos para ello extractar
algo de lo que hemos publicado sobre este asunto, que ya no es poco,
dentro y fuera de esta revista (1).
Durante los años que llevamos dedicados á este estudio hemos po-
(1) «Punibilidad de las ideas», sección primera, parte general. «La propaganda anar-
quista ante el Derecho», y los artículos de Razón y Fe, Octubre y Diciembre de 1908, Fe-
brero y Abril de 1909. Pueden verse también los artículos sobre «La libertad de im-
prenta y la legalidad vigente de España», Razón y Fe, 1904, Enero...
NUESTRA PETICIÓN 145
dido observar que los partidarios de la libertad del pensamiento no se
dignan de ordinario presentar razones que la abonen, sino que se con-
tentan con afirmaciones gratuitas ó con frases declamatorias: ¡La libertad
del pensamiento! ¡Oh! ¡La libertad de la prensa! La libertad del pensa-
miento y de la imprenta, su órgano principal, es un derecho innato é
inalienable, es una libertad ilegislable, el instrumento más eficaz del pro-
greso. La emancipación del pensamiento es la gran conquista de los
tiempos modernos. Así que bien está que se empleen todos los medios
de coacción contra los atentados de la calle, con tal que no se toque á
la libertad del pensamiento. Las ideas son indiferentes é inofensivas, el
pensamiento es impecable é impunible.
Si menester fuera, haríamos ver que no hay tal derecho inalienable,
ni tal independencia absoluta é ilimitada del pensamiento, ni semejante
libertad ilegislable. Porque el pensamiento, aun antes de que se encarne
en la palabra hablada ó escrita, está sujeto á leyes divinas; mas después
que arrostra la publicidad, como en nuestro caso, no sólo sigue ligado
con ellas, sino que además entra bajo la jurisdicción de las leyes huma-
nas, en cuanto las pida la conservación y defensa del orden social , no
sólo material, sino también intelectual y moral. ¡Instrumento del pro-
greso! Que lo diga la anarquía que reina en las inteligencias aun de
muchos de los llamados intelectuales; que lo digan los avances de la
irreligión y de la impiedad, del socialismo y del anarquismo. Pues para
saber y convencerse de si las ideas son ó no inofensivas, no hay más
que mirar el cuadro que ha ofrecido á nuestra vista la bella ciudad con-
dal, y antes la Commune de París, y antes todavía la revolución del 93,
fruto sangriento y monstruoso del filosofismo francés. Sí, es menester afir-
mar una vez más: hay ideas punibles, hay propagandas criminales; esta
es la enseñanza que nos da el resplandor lúgubre de los incendios de
Barcelona. Propagandas criminales, no sólo por ser causantes de graví-
simos daños y violaciones de derechos, sino porque de ellas es respon-
sable ante Dios el propagandista desde que tales ideas concibió y aprobó,
abusando de su libertad, y es responsable ante la sociedad desde que las
arrojó como víboras en medio de su seno.
II
Mas ¿qué es lo que ha de comprender la ley que pedimos? Fácilmente
se pueden trazar sus líneas generales con lo que dejamos dicho. Claro está
que si la ley ha de castigar la propaganda de ciertas ideas, con mayor
razón habrá de hacerlo con las inducciones al delito, que se acercan más
á la acción criminal, y con las apologías que lo alientan y encubren, ya
sean las inducciones y las apologías directas ó indirectas. La ley que el
año pasado propuso el Gobierno á las Cámaras hablaba de represión de
la propaganda anarquista, si bien no de un modo completo. Estaba to-
146 NUESTRA PETICIÓN
mado el texto de la ley de 1896, que fué más feliz que la de 1908, puesto
que nació sin dificultad y vio la luz pública como ley aprobada y sancio-
nada, mientras que la de 1908 no ha pasado todavía de proyecto; aun
está en el período de gestación. Mas como aquella ley era temporal, por
el mero hecho de haber transcurrido el tiempo cesó de existir. Habiendo-
pasado el proyecto del año último al informe de la Comisión parlamen-
taria del Senado, suprimió ésta lo referente á las ideas, y con esta muti-
lación se presentó á la deliberación de las Cortes; mas aun á pesar de
ella, levantó una tempestad increíble dentro y fuera del Senado. Esto na
obstante, se aprobó en el Senado, mas el Gobierno aplazó su discusión
en el Congreso. No es, pues, un proyecto retirado, sino solamente apla-
zado. Hoy, en vista de la impresión producida por los acontecimientos
es de esperar que la ley no encontrase tan gran oposición, y que el
Gobierno también por su parte se sentiría animado á arrostrar la que
hubiese contra su proyecto, y aun acaso á completarle.
Ya dejamos dicho que para satisfacer la necesidad social, la repre-
sión no ha de limitarse á las ideas anarquistas, ni aun sólo á las ideas
abiertamente antisociales, ó sea, á las que miran directa y manifiesta-
mente los fundamentos sociales, sino que ha de extenderse á las ideas
irreligiosas é impías, que también socavan indirecta, si bien no menos
eficazmente, el cimiento más hondo de la sociedad. La represión debe
ser judicial y gubernativa, así como lo es la de los atentados contra la
moral pública, y comprender, además de la prensa, los centros y las aso-
ciaciones, aunque sean de recreo, las reuniones, las escuelas, los teatros,,
en una palabra, toda clase y manera de propaganda.
Concretando más, nos atreveríamos á proponer por ahora y por lo
que hace á la imprenta, para que pueda servir como de guía ó como de
cierta norma y pauta general, la ley de 7 de Enero de 1879, y nótese que
se dio después de la tolerancia de cultos introducida por la Constitución
de 1876, y que no está refrendada por ningún ministro reaccionario, sino
por el Sr. Romero Robledo. Para no alargarnos, extractaremos lo que
más hace á nuestro caso.
«Art. 16. Constituye delito de imprenta:
»1.° Atacar directamente ó ridiculizar los dogmas de la Religión deí
Estado, el culto ó los ministros de la misma, ó la moral cristiana.
»9.° Defender ó exponer doctrinas contrarias á la organización de la
familia y de la propiedad, ó que se encaminen á concitar unas clases
contra otras, ó á concertar coaliciones con el mismo objeto.
»11. Provocar á la desobediencia délas leyes y de las Autoridades
constituidas, ó hacer la apología de acciones calificadas por las leyes de
delitos ó faltas.»
Esté bien seguro el Gobierno de que nuestro deseo y súplica es tam-
bién la súplica y el deseo de todos los buenos católicos y de todos los
demás ciudadanos reflexivos, aun del campo liberal, quienes, á pesar de
NUESTRA PETICIÓN 147
SUS prejuicios en favor de una falsa libertad, no habrán podido menos
de ver á qué extremos conduce una propaganda desenfrenada. Este de-
seo y petición ha tenido ya, según hemos dicho, su expresión pública;
pero conviene de todas maneras que la tenga mayor en la prensa perió-
dica, sobre todo católica, y fuera de ella, en exposiciones y protestas de
las asociaciones, círculos, cámaras, corporaciones ó de ciudadanos no
asociados que reúnan sus firmas para este fin. ¿Quién no recuerda las
manifestaciones que se hicieron el año pasado contra el proyecto de ley
sobre el terrorismo? Pues otro tanto y más se debe hacer en favor de la
represión de la propaganda, con mayor razón y con mejor derecho. No
todo lo ha de hacer el Gobierno; necesita éste el apoyo de los ciudadanos,
y en cosa tan racional y tan requerida por el bien de la nación, nada más
justo que el prestarle este apoyo.
V. MlNTEGUIAGA.
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS
€,
s imposible, para cualquiera persona reflexiva, dejar de conocer la
gravedad de los criminales atentados que se han llevado al cabo en Bar-
celona, y en otras poblaciones de Cataluña, en la última semana de Julio,
¡semana que la prensa ha designado con el epíteto de trágica; pero que
se llamaría con propiedad infinitamente mayor, criminal, sacrilega, van-
dálica; semana de retroceso desde los más brillantes esplendores de la
civilización á los mayores horrores de la barbarie!
Gravísimos son los acaecimientos de fin de Julio, desde cualquiera
punto de vista que se los considere, ya se atienda á la imprevisión incon-
cebible del Gobierno, en dejar desguarnecida una ciudad de más de medio
millón de habitantes, en medio de la cual anidan los autores de los aten-
tados anarquistas; ya se pondere la infinita villanía de los republicanos,
aprovechándose del compromiso internacional de la patria, para sacar á
flote sus absurdos y nefandos designios; ya se mire, finalmente, á la enti-
dad misma de los daños inferidos y de los crímenes perpetrados.
Pero por mucho que lastimen nuestro corazón de católicos los templos
de Dios profanados sacrilegamente; por mucho que nos duelan tantos
colegios y establecimientos de beneficencia y tesoros artísticos consu-
midos por las llamas; por mucho que subleve nuestros sentimientos de
humanidad la violación de los sepulcros, y haber visto los fúnebres des-
pojos de la muerte hechos objeto de salvajes escarnios y materia de im-
béciles calumnias; hay todavía otra cosa que nos ha herido más sensi-
blemente, al ahondar, después de la catástrofe, en las purulentas llagas
sociales por ella descubiertas.
No tanto nos ha contristado la salvaje alegría de las hordas lerrouxis-
tas en la destrucción de los tesoros científicos y monumentos históricos,
ni la indiferencia bestial con que las gentes olvidadas de Dios, y hundi-
das en el cieno de los vicios, han asistido á los incendios como á un
curioso espectáculo; cuanto nos ha asombrado y afligido la actitud de
una gran parte de la población, que reserva para su uso particular las
denominaciones de personas honradas, de gentes de orden, de clases con-
servadoras. ¡Conservadoras (según se ha visto ahora) de su propio y
cuidadísimo cutis, amantes del orden que da tranquilidad para hacer la
digestión; honradas con aquella elemental honradez del baturro, que se
tiene por virtuoso porque no roba ni íl^ta.J
Esas numerosísimas clases de la sociedad se han estado en sus casas,
cerradas con tres cerrojos, mientras dominaban en las calles los incen-
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS 149
diarios y ladrones, ó se andaba á tiros en las barricadas; y en cuanto se
les ha pasado el susto, han dado fe de vida, no para dejar oir las protes-
tas de su honradez indignada, ni para reclamar el restablecimiento y
afianzamiento del orden moral, ni para preocuparse por la conservación
de nuestras instituciones y monumentos históricos; sino para lamentarse
en sus corrillos ásperamente del excesivo número de religiosos; del exce-
sivo número de monjas; áo. la imprudencia con que se meten en los barrios
donde no se los ama; de la temeridad con que provocan, con sus obras
religiosas y benéficas, á los impresionables lerrouxistas, y acaban con la
longanimidad y paciencia de los tolerantísimos republicanos y anticle-
ricales de todos los matices, hasta venir á motivar explosiones y des-
ahogos populares, como los que en estos días lamentamos. Y los lamen-
tamos por el daño causado en tantos monumentos y edificios de la capi-
tal del Principado y otras poblaciones catalanas; ¡pero sobre todo, deplo-
rémoslos por el pésimo rato que nos han dado, interrumpiendo nuestros
viajes de veraneo, teniéndonos tres días sin pan tierno ni carne fresca,
sin contar los sustos, carreras y molestísimo encerramiento en nuestras
cómodas habitaciones!
Es verdad que la causa próxima y criminal de tales desmanes han
sido los furibundos lerrouxistas, á quienes una propaganda violenta ha
llenado de ardientes odios sectarios. Pero comoquiera que el objeto de
tales odios sean los frailes y monjas, tampoco se debe negar que son
éstos, por lo menos, la causa ocasional remota de nuestra perturbación.
¡Y como no es cosa fácil echar de Barcelona toda esa hez de anarquis-
tas, socialistas y sans-culotes de todo género, que aborrecen á los frai-
les y monjas, bueno sería que los frailes y monjas se redujeran á tan
corto número, y vivieran tan disimuladamente, que los sans-culotes no
los echaran de ver; con lo cual, á ellos se les calmarían los nervios, y
nosotros evitaríamos semejantes sinsabores!
¡No es que seamos nosotros irreligiosos, ni aun poco religiosos! ¡Eso
no! Nosotros somos personas honradas, gente de orden, clases conserva-
doras. Queremos que haya religiosidad en el pueblo, pues esto es una
garantía del orden social; queremos que la gente se confiese, para que
no nos robe, ó nos restituya lo robado; queremos que haya cierto número
de curas, que prediquen al pueblo la sumisión y la paciencia; pero, des-
pués de todo, ¿para qué nos hacen falta tantas monjas? ¿No les parece
á ustedes que verdaderamente hay demasiadas monjas?
I
Para hacernos cargo de esta cuestión, permítasenos que, en primer
lugar, prescindamos de todos los criterios sobrenaturales ó religiosos;
pues tales criterios serían indudablemente de ninguna eficacia para las
personas de orden á quienes semejante cuestión ha podido ocurrirse. No
150 EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS
propondremos, pues, las excelencias del estado religioso, ni su espiri-
tual superioridad sobre el estado seglar. Al preguntarse, si las monjas
son muchas ó demasiadas, se propone sencillamente un problema de
estadística, y con la estadística, con el censo en la mano, vamos á plan-
tearlo y resolverlo.
Conforme al censo de la población de España de 1900, había en nues-
tra Península, islas y posesiones adyacentes, un número de 9.087.821
varones; y en la misma fecha y territorios se contaba un número de
9.530.265 hembras; es decir, que hay en nuestro país un exceso de 442.444
personas del sexo femenino, á las cuales, salvo el principio de la mono-
gamia, está por la naturaleza imposibilitado el contraer matrimonio; que
están por naturaleza excluidas de la vocación ordinaria de la mujer para
esposa y madre.
¿Qué ley, justicia ó razón puede, por consiguiente, vedará esas 442.444
irredimibles solteras reunirse en habitaciones comunes, y hasta dar á
esas viviendas el nombre de conventos ó monasterios? ¿Por qué no podrán
llamarse conventos las moradas donde convienen esas desamparadas
doncellas, en lugar de vivir en triste aislamiento, cada una en su casa?
¿Qué dificultad hay para que se llamen monasterios, pues en ellas viven
esas mujeres solitarias ó privadas de marido?
Ahora bien: si esas 442.444 mujeres españolas incasables se reunie-
ran de veinte en veinte para llevar esa vida familiar ó común, única que
les está concedida, darían para España un contingente de 22.122 con-
ventos, número evidentemente muy superior al de los que actualmente
existen, no siendo el de 20 desproporcionado para estimar el termina
medio de las moradoras de cada una de las casas religiosas.
Pero hay más: esa desigualdad numérica entre los sexos de las per-
sonas que constituyen nuestra población, se agrava muy notablemente
por el crecido número de los varones que no deben, ó no pueden, ó no
quieren contraer matrimonio.
El sacerdocio católico, llevando consigo la obligación indispensable
del celibato, deja por este concepto sin colocación un número de jóvenes
del otro sexo, igual al número de sacerdotes necesarios para el culto y
gobierno de la Iglesia. El mencionado censo de España arroja un total de
33.275 clérigos célibes, en sólo el clero secular ó parroquial; á los cuales
han de añadirse los que componen los diferentes institutos del clero regu-
lar, cuya cifra (á nuestro parecer, muy baja) fija el citado censo en 12.121.
Quedan, pues, otras 45.396 mujeres excluidas del matrimonio, por efecto
del celibato religioso ó virtuoso de los varones.
Pero (para que nadie se altere, protestando contra ese género de celi-
bato) son más sin comparación las personas del sexo femenino á quie-
nes priva de toda esperanza de entrar en otro estado que el religioso, el
celibato vicioso ó indiferente.
Consultado el censo, nos da en este concepto un total de 149.275
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS 151
solteros de más de cuarenta años; por consiguiente, más de 150.000 sol-
terones, hombres refractarios á las seducciones de Himeneo (¡aunque no
todos ellos lo sean á las de Venus!). Como los célibes eclesiásticos de uno
y otro clero no llegan á 50.000, resulta que son más de 100.000 los varo-
nes que, por otros motivos, se niegan á casarse, cerrando su hogar á
otras tantas mujeres dispuestas para desempeñar en él el papel de legí-
tima compañera de su vida.
Sumando, pues, las 149.275 solteras forzosas, por el celibato virtuoso
ó vicioso de otros tantos hombres, á las 442,444 solteras irredimibles, por
el exceso numérico del sexo femenino, arrojan un total de 591.719 don-
cellas perpetuas, ó sea, más de medio millón de personas del sexo débil
sin opción á constituirse una familia natural.
¿Qué razón sólida pudiera, pues, oponerse á ese medio millón de vir-
genes, si naciera en su ánimo el propósito de hacerse monjas? ¿Qué
quiere decir, para una joven, hacerse monja, sino formarse wm familia
espiritual; un hogar donde no tendrá esposo, ni hijos nacidos de su seno;
pero donde tendrá personas que desempeñen para con ella todos los
cuidados y atenciones de una familia honesta, que la acompañen en su
soledad, la consuelen en sus tribulaciones, la cuiden en sus enfermeda-
des, la auxilien en sus menesteres, y creen en torno de ella ese ambiente
de amor y de familiaridad que es el más importante de los bienes que
se hallan en el propio hogar doméstico?
Todo individuo humano, por efecto de su sociabilidad, y de sus
mismas necesidades físicas y morales, tiene derecho estricto á consti-
tuirse una familia. ¿Quién se atreverá á negar, ni siquiera á discutir este
principio? Pero es un hecho ineludible, que hay en nuestro país más de
medio millón de doncellas que no pueden (con imposibilidad absoluta ó
relativa) constituirse una familia física; luego hay que reconocerles el
derecho de formarse unsi familia moral; que es lo que buscan y obtienen
ingresando en una familia religiosa, nombre el más adecuado de las
congregaciones monásticas.
Discútase, si se quiere, el origen del derecho de asociación, en cuanto
mira á otros fines honestos de la vida. Pero en toda sociedad constituida
sobre bases jurídicas, y con doble motivo en las sociedades que pro-
claman la completa libertad de asociarse, será siempre una abominable
tiranía privar á la persona humana, y sobre todo á la mujer, doblemente
necesitada de amor y auxilio, de la facultad de formarse un hogar moral,
un hogar donde halle lo que su debilidad y su corazón más imperiosa-
mente reclaman.
Pero esto es cabalmente lo que se niega á la mujer, cuando se coarta
su libertad de entrar en una asociación religiosa; comoquiera que, en la
sociedad presente, sólo por excepción puede hallar la mujer, fuera del
matrimonio, otra satisfactoria manera de proveer á esas necesidades de
su vida íntima.
152 EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS
Mas digamos de paso que, al fundar la necesidad de los conventos,
en la de proveer de un hogar propio á las doncellas á quienes está ve-
dado aspirar al matrimonio, no pretendemos en manera alguna decir
«que las jóvenes que entran en los monasterios, lo hagan precisamente
y en la mayoría de los casos, por imposibilidad de casarse». Tal supo-
sición sería absurda, y fácilmente se la refutaría alegando innumerables
ejemplos de jóvenes pretendidas por muchos para esposas, las cuales se
acogieron, sin embargo, á los monasterios, desdeñando los halagos más
lisonjeros déla fortuna y felicidad mundanas. Pero no es menos cierto
que, si esas jóvenes hubieran aceptado los matrimonios que se les
ofrecían, hubieran por el mismo caso excluido del tálamo conyugal á
otras que, gracias á la vocación de las primeras, son hoy esposas de los
que en otro caso hubieran sido maridos de aquéllas.
¡Son éstas, como dicen, habas contadas! Hay en nuestra nación más
de medio millón de doncellas sobrantes, parte por no haber donceles,
parte por no doblegarse 150.000 de éstos al yugo familiar. Por consi-
guiente, si algunas de las casables no hubieran preferido el convento,
otras tantas de las actualmente casadas hubieran tenido que resignarse á
vestir santos.
Debe considerarse, pues, como uno de los factores inevitables de
nuestro estado social, ese medio millón de solteras, y hemos de con-
venir en que, la mejor manera de colocarlas, moral y socialmente con-
siderado, es abrir para ellas todos los conventos necesarios; aunque, á
razón de 20 monjas en cada uno, se necesitarían 25.000 monasterios.
Ahora bien: de esos 25.000 monasterios de derecho, corresponderían
1.250 á cada millón de habitantes de nuestro censo, ó sea, uno y un
cuarto á cada mil habitantes; por consiguiente, á la población de Barce-
lona corresponderían de derecho 750 conventos, y á la de Cataluña dos
mil y quinientos. ¡Como sea, pues, indudablemente muy inferior á ése
el número de las casas religiosas que de hecho existen, es gran sandez
é injusticia lamentarse del excesivo número de monjas! (1).
(1) Aunque las cifras que hemos dado adolecen del defecto de todos los cálculos
estadísticos, para obviar algunas objeciones que pudieran oponérseles hemos de hacer
observar: que si bien el exceso de 442.444 hembras sobre el número de varones en
nuestro censo, comprende las niñas que mueren antes de la edad nubil (las cuales, por
tanto, no podian aspirar al matrimonio), también en el número de los varones (maridos
posibles) se comprende el de los que mueren antes de la pubertad y edad viril. Por
tanto, pueden compensarse ambas inexactitudes. En cambio, no contando, como ha-
cemos, sino los solterones de más de cuarenta años, despreciamos un número muy
considerable de hombres que no se prestan á contraer matrimonio. En comparación
de esta cifra de célibes, que despreciamos, resulta insignificante el de bigamos (per-
sonas que contraen sucesivamente más de un matrimonio); fuera de que se halla
además repartido entre uno y otro sexo. Por estas razones creemos que nuestros
cálculos ofrecen toda la exactitud que se puede alcanzar en los de semejante natu-
raleza.
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS 153
II
Quien haya seguido nuestros raciocinios, se persuadirá fácilmente de
la superficialidad de ciertas apreciaciones que hacen las personas del
mundo, acerca de las particulares vocaciones religiosas que llegan á su
noticia.
Cuando una joven agraciada, y por añadidura, de buena posición,
renuncia á los partidos que se le ofrecen, y entra en un convento; suelen,
las personas que no ven más allá desús narices, levantar indignadas pro-
testas. ¿Cómo? ¿No es un pecado contra la Naturaleza; no es un crimen
de odio contra la Humanidad, encerrar entre las tapias de un monasterio
tantos atractivos, y segar en flor un porvenir tan Heno de risueñas espe-
ranzas? ¿Para qué marchitar bajo un fúnebre velo monacal, una belleza
que podía haber hecho la felicidad (¡es frase de cajón!) de un marido y
de toda una familia?
Pero ¡señoras y caballeros quejumbrosos! ¿Pensáis lo que decís? ¡Si
esa joven lindísima no se hubiera hecho monja por su espontánea vo-
luntad, otra menos linda hubiera tenido que escoger, con espontaneidad
menor, la vida del convento! ¡Si esa rica heredera hubiese consentido en
casarse con cualquiera de los pretendientes que aspiraban á su blanca
mano ó á sus rubios millones, hubiera tenido que poner en conserva su
doncellez otra de dote menor, aunque enriquecida por ventura con no
menores dotes! Y ¿quién os ha dicho que las segundas no harán la feli-
cidad de su marido tan bien como las primeras? Por de pronto, la vo-
cación, ó el deseo de casarse, no deja de ser uno de los indicios de la
aptitud para ser y hacer feliz en el matrimonio.
¡No olvidemos que hay medio millón de doncellas, las cuales no
pueden entrar en la cuenta de las casadas, sino bajo precisa condición
de que otras tantas renuncien al tálamo conyugal, degrado ó por fuerza!
Pues, siendo esto así, ¿qué disposición más suave de la Providencia pudo
imaginarse, que haber cien ó doscientas mil jóvenes que se retiren es-
pontáneamente de esa lucha por el marido, que tiene, para innumerables
mujeres, el lugar de la lucha por la existencia?
Y ya que de esto tratamos, bueno será hacer observar, que lo que
pasa en la concurrencia matrimonial, acontece, ni más ni menos, en todos
los demás ramos de la social competencia por los premios de la habi-
lidad, del talento y de la fortuna. ¡Cada joven que abraza la vida reli-
giosa, es un émulo que, sonriendo amigablemente á sus competidores,
les deja libre el palenque de la vida y felicidad mundanales!
Para no salir de mi propia casa, entre los hermanos de religión que
tengo actualmente en la Compañía de Jesús, hay uno que, cuando Dios
le llamó al estado religioso, era coronel de Estado Mayor, y estaba para
154 EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS
ascender á general de brigada. Otro era ingeniero militar, y acababa de
ascender á capitán. ¿Creen ustedes que el coronel que ascendió en lugar
del primero, y el teniente que ocupó la vacante del segundo, tuvieron
razón para quejarse amargamente del excesivo número de las vocaciones
religiosas? Tengo otros compañeros que debían heredar un título nobi-
liario, otros muchos más á quienes estaba destinada una pingüe fortuna.
¿Serán sus hermanos segundos, en quienes recayó la primogenitura y la
herencia, los que se lamenten razonablemente de que haya tanto fraile
y tanta monja?
Y este género de ejemplos es muy visible; pero hay un infinito nú-
mero de otros casos no muy desemejantes, siquiera sean más difíciles de
comprobar. La inmensa mayoría de los religiosos pertenecen á la clase
media, ¡y como en las congregaciones religiosas no se admite cualquiera
zoquete (siquiera por la cuenta que les trae), los más de los que ahora
son sus individuos, serían, si no los hubiera secuestrado la religiosa vo-
cación, temibles rivales de los que luchan en la actualidad tan encarni-
zadamente por resolver el problema de la existencia! Unos son ó serían
ingenieros y arquitectos, que disputarían á los demás las empresas y
construcciones; otros emplearían todos sus talentos y energías en le-
vantar una casa de comercio ó un establecimiento industrial; muchos son
ó serían médicos, que aumentarían la ya innumerable pléyade de espe-
cialistas, y dificultarían la vida de los que ahora se la ganan; ¡y un nú-
mero casi infinito somos y seriamos abogados, y acabaríamos de llenar y
obstruir todos los arcaduces y desaguaderos de la carrera, que aun sin
nosotros está suficientemente abarrotada!
¡Cuántos que son ahora registradores, notarios, empleados, perio-
distas, etc., etc., están muy ajenos de pensar, que deben esa modesta po-
sición, con que viven ellos y sus familias, á haberse hecho fraile fulanito
ó menganito, el cual, de haber seguido otro rumbo, hubiera sido su vic-
torioso contrincante en unas oposiciones, ó disfrutaría actualmente esa
más ó menos pingüe breva, que por su religiosa vocación quedó vacante
y accesible para el que ahora la chupa!
Por más que no sean fáciles de contar, no es menos indiscutible que
están contados los cubiertos que puso la Fortuna en este mezquino
banquete de la vida; y es menester que un convidado se levante ó renun-
cie á su plato, para que pueda gozar de él otro, el cual no seria de los
convidados si no precediera la renuncia del primero.
Pues qué, ¿imaginan ustedes que yo me estaría á estas horas te-
cleando por amor de Dios en mi máquina de escribir, y llenando cuar-
tillas ^raí/s en favor de las monjas, si la religiosa vocación no me hu-
biera apartado de otras más interesadas y lucrativas pretensiones? ¿Ó
piensan ustedes que todos los religiosos somos cojos y mancos, y que,
si consideraciones de otro orden superior no nos contuvieran, renuncia-
ríamos así como así á los deleites, á las comodidades, á los honores, y
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS 155
nos estaríamos en nuestro rincón, dejándoles á ustedes repartirse muy á
su sabor los bienes de la Naturaleza y de la fortuna?
¡Nada menos que eso! El censo dice que hay en España 12.121 reli-
giosos. ¡Mas yo les digo á ustedes que, si no los hubiera, habría 12.121
hombres más, de más constancia, de más moralidad, y por ende, de más
energía y no de menos talentos que sus coetáneos, los cuales se lanza-
rían al combate por la existencia, colmando los escalafones de las carre-
ras cerradas, y disputando palmo á palmo el terreno de las carreras
libres, invadiendo la industria y el comercio, y arrancando el mendrugo
de pan y dejando fuera de combate á una gran parte de los que ahora
viven y medran!
Pero volvamos ya á las monjas, y reconozcamos que, aun prescin-
diendo de toda consideración espiritual, aun fijándonos puramente en
las razones sociales, los conventos vienen á resolver en parte e\ problema
feminista; y si no lo resuelven del todo, es por la sencilla razón ¡ de no
haber suficiente número de conventos, ni estar dispuestas á vivir en ellos
todas las mujeres que, por motivos sociales y económicos, convendría
que en ellos viviesen!
¿Á qué se reduce el famoso problema feminista, despojado de la
hojarasca fútil de disertaciones y peroraciones utópicas? Se reduce á la
dificultad de colocar honestamente al crecido número de mujeres que no
€ncuentran su natural colocación como esposas y madres en una familia
legítima. Por eso no existe el problema feminista en las sociedades donde
está admitida \di poligamia; pues en ellas la mujer queda reducida á la
condición de ganado, y ningún género de ganaderos se ha quejado jamás
de la excesiva abundancia de las reses.
Tampoco existiría el problema feminista donde el número de varo-
nes, física, moral y económicamente aptos para contraer matrimonio,
fuese igual ó superior al de mujeres nubiles. Pero semejante equilibrio
no existe, y amenaza faltar cada día más.
En primer lugar no existe, por la superioridad numérica del sexo
femenino, no sólo en España, sino en toda Europa y en todo el Occi-
dente (al contrario de lo que en Oriente se observa). En segundo lugar,
á medida que aumenta la corrupción de costumbres (y, por desgracia, no
se ha hallado ni está en camino de hallarse la asepsia moral, como se ha
descubierto la asepsia clínica), aumenta en todas las naciones el celibato
vicioso y e\ forzoso. No hay sino recordar la decadencia de Roma, con
sus leyes contra los contumaces celibatarios, á lo cual se agrega ahora
el considerable número de jóvenes, que se incapacita para el matrimonio
por las enfermedades contraídas en los excesos de una vida crapulosa.
Si las cosas continúan de este modo (y por ahora no vemos indicio nin-
guno de remedio), se habrán de poner ciertas enfermedades vergonzosas
y hereditarias entre los impedimentos del matrimonio, so pena de preci-
pitar la raza en la podredumbre y la degeneración.
156 EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS
A todo lo cual se añaden los impedimentos económicos, que obligan
á la mayoría de los jóvenes á diferir su matrimonio excesivamente, con
lo cual los desvían de la vida de familia. Hay mil razones físicas y mo-
rales, que hacen sin comparación más difícil al hombre contraer matri-
monio de los treinta á los cuarenta que de los veinte á los treinta.
De todas esas causas nace la innumerable muchedumbre de las jóve-
nes que se ven condenadas á perpetua soltería, las cuales, ó entran en
los conventos, donde los hay, ó no tienen más remedio sino lanzarse á
competir con los varones en el ejercicio de todas las carreras que en
progresión creciente les abren las costumbres y las leyes. Esto se ve cla-
rísimamente en los países protestantes, donde la mujer célibe no tiene el
refugio de los monasterios.
En los Estados Unidos especialmente, la invasión femenina en todas
las esferas de la actividad social se presenta con caracteres alarmantes,
que dan mucho que pensar á los hombres que todavía se permiten el
lujo de esta operación mental. Si en Francia, en España, en Italia, en
una palabra, en las naciones donde florece todavía la vida religiosa cató-
lica, se siente mucho menos la gravedad de ese daño, se debe sin duda
en gran parte á que los monasterios ofrecen á muchos millares de jóve-
nes, alejadas del matrimonio voluntaria ó involuntariamente, el asilo de
una familia moral, donde sumamente se facilita su existencia.
¿Quién será tan ciego que no entienda esto, ó tan absurdamente sec-
tario que lo niegue? La vida común es económicamente la más ventajosa
para toda clase de personas. Ni los soldados podrían sustentarse fuera
de los cuarteles con la reducida pensión con que en ellos se los man-
tiene, ni las jóvenes podrían vivir en sus casas, ni siquiera en ruines
casas de huéspedes, con la renta del dote, siempre muy reducido, con
frecuencia insignificante, con que se las admite en los conventos.
¿Qué puede hacer una joven de la clase media: una huérfana de un
hombre de carrera ó de un modesto propietario rural, sin otros recur-
sos que una dote de 4 ó 5.000 pesetas? Si no tiene vocación religiosa,
habrá de meterse en un escritorio, excluyendo de él aun joven del otro
sexo, ó sustituirle en el mostrador de una tienda, ó consumirse (si tiene
menos habilidad para tales menesteres) trabajando noche y día en
labores femeninas para ganar una peseta, con la cual y la renta de
su caudal mezquino apenas podrá sufragar á sus más apremiantes nece-
sidades.
Mas permitid á esa joven que se asocie con otras 20 de sus mismas
costumbres; pongan sus dotes en común; empléense en comunes traba-
jos, absteniéndose además de todo gasto superfluo en el vestir, en la
habitación y en los mil caprichos y fruslerías de que apenas puede care-
cer en el mundo la vida femenina; herédense además mutuamente, de
suerte que vayan acumulando un patrimonio social, y con todo esto go-
zarán de las ventajas morales de la sociedad doméstica, y podrán pasar
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS 157
SU vida pobremente, pero libres de las miserias y peligros morales y
sociales de una pobre mujer aislada é indefensa.
¿Puede haber algo más legítimo que esa asociación de los débiles?
¿Puede haber algo más ventajoso para ellos? Pues, eso es, considerado
desde el punto de vista económico y social, el monasterio^ el convento...
¡llamadlo, si os empeñáis, gineceo!
La mujer célibe es un ser digno de la particular solicitud de toda
sociedad civilizada. El Autor de la Naturaleza hizo á la mujer para com-
pañera del varón, y, por consiguiente, el celibato la priva naturalmente
del complemento y finalidad natural de su vida. La mujer es toda sensi-
bilidad y ternura, y el celibato la desposee del objeto natural de esos
afectos que brotan de su corazón con tanta espontaneidad como nacen
las flores en las orillas del arroyo y las aguas destilan del seno de las
nubes.
El Autor del orden sobrenatural proveyó á las mujeres, á quien el
celibato privaba de la familia natural, de otra familia sobrenatural, donde
puedan hallar todas las afecciones más íntimas y puras. ¿Qué mayor
crueldad puede haber, que arrebatar al sexo débil uno y otro de sus des-
tinos?
No consideréis á la mujer en la lozanía de su juventud y en el esplen-
dor de sus atractivos. Esa edad privilegiada apenas abraza un tercio de
la vida, y si la niña sería infeliz faltándole el amparo de sus padres y
naturales protectores, todavía es más desgraciada la mujer adulta y an-
ciana, destituida del apoyo que le destinaba la Naturaleza y del refugio
que para suplirlo le deparó la Religión.
Esto olvida un feminismo aturdido é insensato, el cual, si lograre dar
ocupación y sustento á las mujeres jóvenes, nunca podrá llenar el in-
menso vacío que se abre en el alma femenina, cuando comienza á decli-
nar el día de su existencia, si no acuden á llenarlo las afecciones del
hogar natural ó los santos afectos de la vida religiosa.
III
Pero hasta aquí hemos considerado la cuestión que nos ocupa sola-
mente bajo un aspecto negativo. Nos hemos limitado á poner ante los
ojos el hecho de que existe medio millón de doncellas perpetuas, y á
demostrar que, entrándose en los conventos no dañan á nadie, antes se
retiran de una concurrencia, ya sin ellas harto encarnizada, contribu-
yendo con esto á evitar el problema feminista.
Aun cuando las monjas se entregasen en sus monasterios á un ocio
completo; aun cuando no orasen ni procurasen su perfección moral, ó
aun cuando sus oraciones y ejemplos fueran enteramente inútiles; nada
tendría que oponerles la sociedad laica, antes debería estarles muy agra-
RAZÓN Y FE. TOMO XXVI 11
158 EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS
decida porque la desembarazan de una dificultad no pequeña. Pero en
realidad de verdad hay algo más.
Y en primer lugar, los cristianos hemos de creer y profesar que
vale mucho la asidua oración de los justos; y que los que viven fuera
de los conventos, y la sociedad en general, reciben del Cielo innumera-
bles bienes naturales y sobrenaturales por las plegarias de esas almas
puras que se dan á la oración y mortificación en el silencio de los
claustros.
Además, aun naturalmente, la sociedad alcanza grandes provechos
por los ejemplos de virtud que le dan las personas entregadas á cultivar
la perfección evangélica. No hay mayor antiséptico para las costumbres
de una sociedad, que esa sal de la tierra, que se halla en las instituciones
monásticas. Y por lo que se refiere particularmente al sexo femenino,
ninguna mayor garantía puede tener un pueblo, de la santidad del tálamo
conyugal, que el florecimiento de la vida religiosa.
En otra parte lo hemos dicho, y no está de más repetirlo aquí. Las
jóvenes que en su primera edad se han acostumbrado al espectáciilo de
la castidad perfecta de las vírgenes del Señor, y por ventura han sen-
tido el atractivo de su hermosura, tendrán mucha mayor facilidad en
observar escrupulosamente sus deberes de esposas, que las que, desde
su primera infancia, no acariciaron otro ideal sino el de una felicidad
sensitiva, que las más de las veces se les frustra, ó no corresponde á sus
ilusiones, en el matrimonio.
Y con esto tenemos dos soluciones á una vanísima objeción, que á la
vida monástica oponen los imperitos ó los sectarios. La mujer que se
mete en un convento, no da hijos á la patria (¡digámoslo así, con todo
ornato de palabras!). En primer lugar, esas 591.719 solteras forzosas
que arroja nuestro censo, ¿cómo quieren ustedes que den hijos á la
patria? Mas de ese número se sacan las religiosas, como ya tenemos re-
petidamente demostrado.
En segundo lugar, en los países donde florece la vida religiosa, y por
ende la moralidad, abundan los hogares fecundos, y la patria se ve co-
piosamente proveída de numerosa prole. No es el celibato religioso,
sino la corrupción del matrimonio y el celibato vicioso, propios de las
sociedades desmoralizadas, lo que disminuye la población; y es mejor
para la patria la familia que da á la Religión uno ó dos de sus cinco ó
seis hijos, que la familia que se funda sobre el pacto implícito ó explícito
del hijo único, ó todo lo más, de los dos hijos.
Por otra parte, los monasterios, aun los de vida más contemplativa,
no son estériles, sino fecundísimos en obras de caridad y beneficencia
con los prójimos.
En este punto necesitamos ceñirnos mucho; pues, á poco que dejá-
ramos correr la mano, nos saldría, no ya un artículo prolijo, sino un
voluminoso libro.
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS 159-
¿Dónde nació y vivió durante muchos siglos, la educación de la
mujer, sino en los monasterios de monjas? Las cuales fueron, no sólo las
personas, casi únicas de su sexo, dotadas de literaria instrucción, sino
las únicas maestras de las niñas en los siglos que nos precedieron.
Y en el siglo en que vivimos, no se han limitado las religiosas á ésta
y otras obras compatibles con el encerramiento de los claustros; antes
han salido de ellos para atender á todas las miserias y sufrimientos de la
Humanidad, multiplicándose sus institutos en la medida en que se multi-
plican los dolores de nuestra sociedad enferma.
No se han contentado con abrir hospitales donde recoger á los enfer-
mos y ancianos, orfanotrofios y cunas donde recibir á los hijos á quienes
echa al arroyo el vicio sin piedad ó desampara la prematura muerte de
sus padres; ¡han ido á los campos de batalla á vendar las heridas de los
soldados, ó recibir su postrer aliento, haciendo con ellos el oficio de una
madre ó una hermana ausente; han ido á todas las moradas donde se
sufre, para sentarse á la cabecera del enfermo, para suplir los oficios del
ama de casa; para esparcir el perfume de la resignación y el consuelo,
donde no había sino la rabia de la impaciencia y el furor de la deses-
peración!
¿Qué dolor, qué miseria humana, no ha hallado una de esas institu-
ciones monásticas, que tomara el cuidado de su alivio? Y ¿diremos que
hay demasiadas monjas? ¿No hay por ventura más miserias que necesi-
tan lenitivo? ¿No hay más ignorantes que necesitan religión? ¿No hay
más afligidos que necesitan consuelo?
Y aunque así no fuese, ¿era esto suficiente motivo para justificar el
despojo de mujeres indefensas, el incendio de sus moradas y el robo de
sus modestos haberes? De todo lo cual se han hecho en cierto modo
cómplices, los que al día siguiente de tan vandálicos atentados han pro-
curado atenuar su salvaje criminalidad, saliendo con esa absurda cues-
tión sobre el excesivo numero de monjas!
Los que se esfuerzan por paliar la barbarie inaudita, manifestada por
los revolucionarios de Barcelona en el incendio de los conventos y casas
religiosas, ponderan que los tales bandidos — respetaron la propiedad
privada,— y por lo que toca á las monjas, las trataron ¡hasta con urba-
nidad! En efecto: hubo alguno de esos cafres que llevaron su simiesca
cortesanía hasta ofrecer el brazo á las religiosas á quienes echaban de
sus moradas para ponerles fuego.
¡Quisiéramos saber cuan agradecidos quedarían los dueños de las fá-
bricas y almacenes de comercio, á los que les volaran con dinamita sus
edificios, y entregaran á las llamas su hacienda, si al propio tiempo les
saludaran y hablaran con la más exquisita urbanidad!— «Tenga usted la
amabilidad de salir de su establecimiento, mi señor don Torcuato; no
venimos más que á pegarle fuego; ¡dispense usted la molestia!»
¿No es añadir la befa al latrocinio, el hablar con urbanidad de pala-
160 EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS
bras á quien se roba y despoja, con brutal violencia de obra, de las
cosas más necesarias para la vida?
Pero se ha respetado, añaden, la propiedad privada. — ¿Por ventura
son los conventos y casas religiosas- pertenencia del primero que quiera
reducirlos á pavesas? ¿Qué son esos edificios y ajuares, sino los dotes
reunidos de honestas doncellas que han ido á buscar en esos pacíficos
retiramientos, el ambiente moral, el hogar amoroso que no les fué dado
encontrar en el seno de una familia de otra índole?
¡Delito es, indudablemente, todo atentado injusto contra la propiedad
particular; pero el despojar á pobres mujeres de los edificios donde
tienen su vivienda, y de los objetos más necesarios para su honesta
vida, pasa de latrocinio y entra de lleno en la criminalidad de asesinato!
Pues, ¿qué diferencia hay entre sofocar á una persona apretándole el
cuello, ó privándola del aire respirable? ¡Podrá ser la primera forma más
brutal; pero no es menos homicida!
Aun cuando se tratara de las mujeres más viles, aun de las rameras
encenagadas en las sentinas del vicio, sería inhumanidad quemarles sus
viviendas y condenarlas á morir de inanición, despojándolas de los habe-
res adquiridos como precio de sus torpezas. ¿Qué será someter á igual
tormento á las más puras vírgenes, á las más nobles almas, que despre-
ciaron todos los halagos del mundo para vivir entregadas solamente al
culto de la virtud y al ejercicio de la caridad que derraman sobre sus
prójimos?
¡Crimen es éste que sólo puede inspirarlo un infernal fanatismo!
¡Crimen de aquellos que el hombre reflexivo apenas puede explicar por
el desorden de las pasiones bestiales; antes le conducen á creer en la in-
tervención de un poder demoníaco, cuyas sugestiones obsesionan á los
miserables, que por una vida impía se han sujetado á su infernal in-
fluencia (1).
Y las circunstancias de los atentados cometidos en Barcelona y otras
poblaciones de Cataluña son tales, que indican bien de dónde procede la
saña que en ellos se ha explayado. Porque ¡no se han dirigido sólo
contra las monjas, cuyo número se pretende ser excesivo; no se han li-
mitado á los institutos religiosos; sino hanse extendido á los templos pa-
rroquiales, á los hospitales y asilos de ancianos y niños huérfanos, á los
círculos de obreros, á todo aquello que lleva el sello cristiano, á todo lo
que se ordena al culto y particular servicio de Dios!
¿Había por ventura excesivo número de templos? ¿Había excesivo
número de hospitales y asilos para los desgraciados? ¿Había excesivo
número de instituciones católicas para moralizar y dignificar al obrero?
¡Con todo eso, ha habido demasiados para los sectarios que los handes-
(1) Véase Razón y Fe, 1. 1, «Por qué se odia á los religiosos».
EL EXCESIVO NÚMERO DE MONJAS 161
truído con el fuego! Luego es una insensatez buscar la causa de tales crí-
menes en el excesivo desenvolvimiento de las congregaciones religiosas;
y las personas que expresan ó abrigan semejantes ideas, ¡dan muestra
de los enormes desatinos que puede inspirar el miedo, ó de la ruin ca-
lidad de los sentimientos y creencias que profesan!
Es absurdo decir que haya excesivo número de religiosos, desde el
momento que todos los que lo son han abrazado ese estado libremente,
y libremente perseveran en él; comoquiera que las leyes civiles están
hoy siempre prontas á reconocer y amparar cualquiera apostasía. Pero
es doblemente insensato, por cuanto su existencia viene á remediar una
verdadera necesidad social, aliviando el problema del exceso de pobla-
ción, que ha preocupado con frecuencia á los estadistas; y resolviendo el
problema, feminista, que actualmente constituye una de las dificultades
más graves de las sociedades modernas.
Y los atentados contra los conventos, no sólo no tienen menor crimi-
nalidad que los dirigidos contra la propiedad privada, sino envuelven
las circunstancias agravantes de encaminarse contra la religión, y contra
la misericordia debida á la debilidad del sexo, y á la virtud imbele é in-
defensa.
R. Ruiz Amado.
Historia de las Keíigiooes
1. Un libro interesante ha publicado el Obispo de Alinda, monseñor
A. Le Roy, intitulado La Religión de los Primitivos, ó sea de los pueblos
que, al decir de algunos, conservan el modo de ser de los aborígenes del
mundo (1). Su examen nos va á dar ocasión de hablar de la historia de
las religiones y sincretismo religioso, materia á que hoy día se atribuye
extraordinaria importancia. «Quien la ignora, escribe monseñor Le Roy
en el prólogo, ignora una parte de la Teología.» Y en el primer Congreso
Científico internacional de católicos, en Abril de 1891, el abate Peisson
terminó su memoria sobre el Estado actual de la ciencia de las reli-
giones, con estas conclusiones: «Que los clérigos la estudien cada vez
más; que se creen cátedras de ellas en los Institutos católicos, y que al
tratado de Religión en los Seminarios mayores preceda, como prólogo
necesario y obligado, una historia de estos nuevos estudios.»
2. Pero ¿qué pretende esta ponderada y novísima ciencia? Pues no
otra cosa que testiñcar y explicar, contesta el Prelado de Alinda, la
creencia religiosa, ese hecho universal tan antiguo como el hombre, pe-
culiar y característico suyo, y que, á pesar de los pronósticos de malos
agoreros, subsiste floreciente y subsistirá hasta que desaparezca de la
tierra la raza humana. Según Goblet d'Alviella, comprende dos partes: la
hierografia, 6 descripción de las religiones conocidas y de su desenvol-
vimiento, y la hierologia, ó cotejo y relación de las mismas con la deduc-
ción de las leyes porque se rigen.
3. Que con afán y empeño inusitados, desde que Max Müller fundó
el edificio de la Historia de las Religiones, como quiere Chantepie de la
Saussaye, aunque otros le contradicen, se ha dedicado una falange de
aficionados á este estudio, es imposible negarlo ó desconocerlo. Hay cá-
tedras de esta ciencia en no pocas ciudades principales; se han escrito
innumerables libros, conforme se infiere de la larguísima lista de ellos
que trae el erudito autor, en la que omite, como era de presumir, los es-
pañoles; infinitos artículos en distintas publicaciones; existen varias re-
vistas cuyo fin y blanco es tratar exclusivamente de este asunto (2); se
han creado museos de objetos religiosos, como el de Guimet, abierto en
(1) La Religión des Primififs,paiT Mgr. A. Le Roy,Evéque d'Alinda, Supérieur general
des Peres du Saint-Esprit. París, Gabriel Beauchesne et Ci«,Édlteurs, Ancienne Librairie
Delhomme et Briguet, Rué de Rennes, 117, 1907. En 8.°, VIII-518 páginas. Precio, 4
francos.
(2) V. Dufourcq, Histoire compairée des Religions Paiennes et de la Religión
Juive, pages 2-13.
HISTORIA DE LAS RELIGIONES 163
Lyon en 1878 y trasladado á París en 1888, y celebrado los Congresos
de Chicago, en 1893; Stokolmo, en 1897; París, en 1900; Basilea, en 1904,
y últimamente el de Oxford, del 15 al 18 de Septiembre de 1908, al que
asistieron al pie de 500 personas.
4. No estará de sobra el advertir que el Congreso masónico parisiense
de 1907, en su sesión del 29 de Septiembre, significó el anhelo de la
Orden de que se propagara entre los niños de las escuelas semejantes
estudios, poniendo en sus inocentes manos compendios de la Historia de
las Religiones, tan perniciosos como el del masón Lahy. No es sorpren-
dente que abriguen esos deseos; porque no hay sino abrir los ojos para
ver la justicia con que en su libro Les Religions acaba de indicar el abate
Brouselle que la incredulidad intenta hacer de esta ciencia una formi-
dable máquina de guerra contra el catolicismo (1).
5. Pero nos atrevemos á pronosticar que va á obtener escaso fruto;
pues analizando severa é imparcialmente sus obras y trabajos se echa al
punto de ver lo torcido de sus procedimientos, lo vano de sus deduc-
ciones y lo mezquino y poco lisonjero de los resultados. Elogie la His-
toria de las Religiones y levántela á las estrellas William James: con ella
acaecerá lo que con otras ciencias muy alabadas por lo que parecían
tener de anticatólicas: estuvieron algún tiempo sobre el celemín; después
se desvanecieron á manera de fuegos fatuos, sin dejar de sí el menor
rastro.
LO TORCIDO DE SUS PROCEDIMIENTOS
6. Con sobradísima razón insiste el Sr. Obispo de Alinda en mani-
festar el desvariado procedimiento que emplean en esta materia la ma-
yoría de los escritores incrédulos. Parten de principios falsos; estriban
en hechos inciertos; raciocinan y discurren desdichadamente, y, en fin,
revelan supina ignorancia de la Religión católica, contra la que pretenden
enderezar sus baterías.
7. Incontables son los sistemas modernos que han intentado explicar
el origen de las religiones: mas en casi todos esos sistemas se presu-
ponen como inconcusos dos axiomas. El primero es la negación de lo so-
brenatural. Mr. A. Réville, que rechaza los dogmas como aprioristicos,
no titubea en contradecirse, asentando, al modo de axioma indiscutible,
que nada hay de sobrenatural, que son partos de la fantasía el milagro y
el misterio. El segundo es el de la evolución ó desarrollo. La evolución,
dice Mr. Reinach, se designa como la ley de los estudios religiosos,
porque ella es la ley del género humano. Pero con esto se va abierta-
mente contra la naturaleza de la ciencia de las religiones. Esos axiomas
(1) El abate Labourt dice lo mismo: Cours supérieur d'instruction religieuse, París,
1909. Avertissement.
164 H.STOiíiA ü^ LAS RELIGIONES
no deben ser principios ó puntos de partida, sino, á lo más, conclusiones.
Lo que se pretende es descubrir y hallar hechos, examinarlos á la clara
luz de la razón, reunirlos bajo una divisa en géneros y especies, y á la
postre deducir las leyes á que se someten ó las consecuencias, sin pre-
vención de ningún linaje. Me encuentro que hay un lugar en el que,
merced á un influjo que se dice sobrenatural, los huesos rotos se solidi-
fican inmediatamente, los cariados pierden su roña, los pulmones lasti-
mados recobran su ser primitivo, úlceras del rostro se cicatrizan, aber-
turas de llagas y heridas se cierran; niños, doncellas, mujeres, varones,
obreros, empleados, enfermos pobres y ricos, hombres de todas edades
y condiciones á la faz de todo el mundo hallan la salud apetecida... Y
salen los materialistas y racionalistas diciendo, sin molestarse siquiera
en examinar los hechos: no, no hay en ellos cosa de sobrenatural; lo sa-
bemos perfectamente; lo sobrenatural es un mito. Precisamente eso se
debe demostrar por los hechos, según dictan las leyes de la historia; y
mezclar un principio de metafísica kanciana ó naturalista, como argüía
Brunetiére, es destruir esas leyes... A no dudarlo, así los negrillos y
bantús como todas las tribus del África, admiten y proclaman la exis-
tencia de un Ser superior á todo lo creado, al que se denomina con nom-
bre especial, y que se diferencia de los elementos naturales, de las
sombras, de los manes, de los espíritus, y se acerca al Dios vivo y per-
sonal de los europeos. No puede ser, grita Réville: porque la idea de un
dios al modo judaico ó cristiano, nació poco á poco;se fraguó lentamente,
mediante la regla y cánones del progreso, y esos pueblos sumidos en la
barbarie ó el salvajismo tienen que ser animistas ó fetiquistas. Ya se
supone la tesis; se empieza por donde debía finalizarse.
8. Bien es verdad que se alegan hechos en abundancia abrumadora.
Mas aquí ocurre algo muy original. No pocos de ellos ó son falsos, ó se
interpretan mal, ó se confunden entre sí, ó se presentan incompletos.
Falsos. Baldv^in, Spencer y F. J. Gillen testifican con toda seriedad
que en la tribu de los Aruntas, en la Australia, no se vislumbra forma
superior de religión, siendo sus individuos perfectamente ateos. Pues
Mr. Strehlow, peritísimo en costumbres australianas, ha demostrado con
razones incontestables la falsedad de esas afirmaciones. Con no menos
desenfado que los anteriores aseguraba Tylor que los jesuítas en 1633
introdujeron entre los indios de la América del Norte la fe en el Kitchi-
Manitou ó gran espíritu. Falso, responde Lang: mucho antes de esa época
varios viajeros, cuyos testimonios alega, hallaron entre aquellos indios
esa creencia, que venía, al menos en parte, de tiempo inmemorial (1). Mal
interpretados. En ocasiones se interpreta como indudable en un sentido,
y acaso con recta intención, lo que entraña otro distinto. El abate A. Bros,
(1) Anthropos. Revista internacional de Etnología y Lingüística. Tomo III, páginas
567, 575, 819.
HISTORIA DE LAS RELIGIONES 165
siguiendo las huellas de MM. Réville, Tylor y Frazer, señala por materia
de culto entre los negros objetos diversos que reputan animados y los
miran como dioses: así el Morimo entre los Cafres y el Waka entre los
Gallas, que parecen representar el cielo fecundo y lluvioso. Si los Gallas,
que se irritarían al oirse calificar de negros, leyeran estas obras, respon-
derían que Waka es el Ser Supremo, tan real y personal como el Alá de
los árabes y el Jahvéh de los judíos. Basta haber hablado con ellos para
convencerse de que entienden por Waka, no el cielo material y extenso
que constituye la bóveda del firmamento, sino el personificado, esto es,
el Gran Espíritu que lo habita (1). Lo mismo cabalmente que acontece
entre los civilizados. Segismundo el héroe de La vida es sueño, de Cal-
derón, contesta á Rosaura con aquella célebre décima, que la saben de
coro los niños: «Apurar, cielos, pretendo -Por qué me tratáis así.— ¿Qué
delito cometí— Contra vosotros naciendo?...» Y Heraclio en la Exaltación
de la Cruz, del mismo poeta, pronuncia aquella bellísima cuarteta: «El
madero soberano, — Iris de paz, que se puso -Entre las iras del cielo —
Y los delitos del mundo» (2). Trastrocados. La equivocación, no leve, en
que se ha tropezado en esta materia, es el haber confundido lastimosa-
mente la mitología y magia natural y preternatural con la religión; el
haber cambiado los frenos tomando una cosa por otra. Según Guyeau,
de quien no difiere Winckler, «la religión ensayó desde luego la reso-
lución de problemas físicos». La religión no, la mitología sí, responde el
P. Lagrange. Aquélla reconoce un soberano único y seres superiores so-
brenaturales en el mundo invisible, rindiéndoles adoración; ésta intenta
rasgar el velo de lo desconocido en alas de la fantasía. No se confundan
los términos (3). Pues para la escuela sociológica de Mr. Durkheim,
como notan A. Bros y O. Habert, «entre los dos órdenes de hechos má-
gicos y religiosos existe más que una semejanza exterior, hay una iden-
tidad real; los unos y los otros tienden al mismo fin» (4). Eso es lo
mismo que querer pasar por de buena ley la moneda falsa; es como si
defendiéramos que las actuales cartomanceras y adivinas de París, que
venden amuletos y talismanes muy recomendados en el periódico Matin,
practicaban la verdadera religión ó no se distinguían de los que la prac-
tican. Cierto es, según testifica el Prelado de Alinda, que entre los sal-
vajes la magia está entreverada con la religión y puede compararse al
musgo que abraza el árbol secular hurtándole la savia; pero no lo es
menos que se señalan doce caracteres distintos y perfectamente deter-
minados que separan la religión de la magia, y que mientras aquélla se
(1) Véase lo que sobre la palabra cielo dice compendiosamente en su obra La cos-
mogonía mosaica, Barcelona, 1906, pág. 88, el P. Juan de Abadal, S. J.
(2) Véanse otros ejemplos curiosos de torcidas interpretaciones en Anthropos,
pág. 1.095.
(3) Études sur les religions sémetiques. París, 1903; páginas 28-38.
(4) L'Univers, 16 Junio 1909, segunda hoja.
166 HISTORIA DE LAS RELIGIONES
endereza, como lo ha definido el lenguaje vulgar en dos palabras, al ser-
vicio de Dios y reconoce un Ser Soberano, dueño del mundo y padre de
los hombres, á quien se debe acatamiento, la otra procura atraer á su ser-
vicio con malas artes y sortilegios las fuerzas de la naturaleza ó captarse
el poderío de los manes y espíritus inferiores. Incompletos. Lo que pasma
y fuerza á concebir desventajosa idea de estos historiadores de las reli-
giones es, que presentan los hechos truncados é incompletos. En el haci-
namiento de noticias encaminadas á probar la creencia en los pueblos
primitivos de la personificación de los objetos materiales, de los es-
pectros, de las almas, de los tótem, se omiten y desfiguran cuidadosa-
mente las que atañen á la noción de Dios. Es el modo de proceder de
Spencer, Tylor, Tiele, Réville, como lo ha patentizado, con no escaso
ingenio, Andrew Lang en su obra The Making of Religión, sobre la que
se ha guardado significativo silencio. ¿Por qué conducta tan poco caba-
llerosa? Porque no les conviene; porque entonces sus teorías caerían por
su base, como una estatua á la que se quita el plinto del pedestal en que
se sustentaba. Si apareciera desde luego el concepto de un Ser Supremo
vivo y personal, ¡adiós su evolución! Luego hundámosla en la sima del
olvido, aun cuando la verdad histórica, herida en sus mismas entrañas,
proteste airadamente (1).
9. No suelen pasar generalmente estos escritores, de que hablamos,
sus raciocinios por el alquitara de la lógica; por eso emplean muy co-
múnmente dos sofismas que los dialécticos apellidan de non causa pro
causa, y de fallada fictae universalitatis ó syllogismus pseudographus.
Hoc post hoc; ergo propter hoc. Apenas tropiezan con un rito en las reli-
giones antiguas que parece asemejarse á otro de la católica ó tener cierta
analogía, siquiera sea remota con él, luego deducen que el uno es causa
ú origen del otro. ¡Cuantos casos pudieran citarse! (2). Para E. Burnouf,
Cristo es dios del fuego de los indios, porque el cordero ó personifica-
ción del fuego salido del frotamiento de dos palos, prodújolo Twastri,
especie de carpintero divino, que como dios indiano, tenía su Aíaia ó
compañera celeste. Esta fábula, secretamente enseñada entre los hebreos,
se aplicó á la persona de Cristo, hijo de José y María, clavado en la
cruz, esto es, en dos palos y considerado como el Cordero pascual (3).
Pues W. Robertson Smith, J. B. Ferons y Salomón Reinach descubren en
el sacrificio del animal tótem y la participación de la carne de la vícti-
ma, la explicación de la Misa y Comunión cristiana. Sí, algún viso tiene;
aunque las segundas difieran del primero radicalmente en cuanto á la
forma propia y elementos; pero ya no se requiere más para fallar que
(1) Antr hopos, páginas 365-563.
(2) Véase Praelectiones Scholastico-dogmaticae..., auctore Horatio Mazzella. Editio
tertia. Romae, 1904, núm. 290, pág. 318.
(3) La Religión católica vindicada de las imposturas racionalistas, por el P. José
Mendive, de la Compañía de Jesús, cuarta edición, 1897, pág. 92.
HISTORIA DE LAS RELIGIONES 167
Cristo, los Apóstoles ó cristianos de las primeras edades se apropiaron
tales ritos gentílicos con el fin de fabricar dichos dogmas, ó que éstos no
vienen á ser sino aquéllos un poco transformados, limados y bruñidos.
Ni son menos audaces y aventurados en sacar conclusiones universales
de hechos particulares é inducciones imperfectas, no obstante el consejo
que les daba Max Müller (1), al que tampoco él se atuvo, que se preca-
vieran de no incurrir en prematuras generalizaciones. Ve en algunas tri-
bus W. Robertson Smith que el animal tótem es sacrificado; y se apre-
sura á concluir que el sacrificio no es más que un rito totémico, aunque
la experiencia enseña que el totemismo no se ejercita entre todas las
gentes que usan sacrificios. Advierte Mr. Frazer que los pueblos de la
Austria central estudiados por MM. Spencer y Gillen, y los indios de
Méjico descritos por M. Preuss, apenas conocen más que la magia (2),
y saca la deducción de que toda religión procede de ella, sin reparar
que en otras tribus degeneradas pudo suceder, lo que es más natural y
verosímil, que la magia proviniera, ó mejor dicho, fuera como una carroña
y tumor maligno de la religión (3).
10. La prudencia dictaba que antes de entregarse de lleno á estudios
tan delicados se tuviese preciso y distinto conocimiento, así de la religión
en general como de la católica en particular, para no desfigurarla; por-
que si se la desquicia es fácil presentarla como reñida con la experien-
cia. Ne ignoraia damnetur, repetimos con Tertuliano; no se la condene
sin conocerla. Mas á esto se ha atendido poco, según se echará de ver
en algunos ejemplos cogidos al azar y que podrían multiplicarse hasta
lo inverosímil. En la Encyclopédie des sciences religieuses, en la palabra
Adoration, J. Monod escribe lo siguiente: «La Virgen (en la religión cató-
lica) es objeto de una adoración especial, llamada la Adoración perpe-
tua.» Con saña reconcentrada atestigua Tylor que el catolicismo conser-
va, como joyas, ritos que dirían mejor con épocas bárbaras; que es
odioso al sabio, ya porque mira á destruir los fueros de la ciencia libre,
ya porque la casta sacerdotal extiende su señorío al campo de la inteli-
gencia, de tal suerte, que en nuestros días (en 1870) un Obispo viejo ha
osado, en virtud de no sé qué inspiración infalible, definir sentencias sobre
estudios que exceden sus conocimientos y capacidad intelectual (4). El fa-
moso Salomón Reinach, en un artículo sobre la evolución en Teología, da
por averiguado que la Apología católica se apoyó durante siglos en el ma-
nifiesto círculo vicioso de fundar la autoridad de la Iglesia en las Escri-
turas y la de las Escrituras en la de la Iglesia, como si esa objeción no
(1) Historia de las Religiones, por Max Müller. Traducción de L. Terán. Madrid,
pág. 406.
(2) Z,'í//2/ver5, 16Jun. 1909.
(3) V. Zigliara, Propedéutica ad Sacram Tlieologiam. Editio quinta. Roma, 1906,
pág. 218. Conclusio prima.
(4) Anthropos, pág. 335, nota.
168 HISTORIA DE LAS RELIGIONES
hubiera sido mil veces deshecha, pulverizada y aventada y no se hallara
su solución en todos los manuales de Teología (1). Réville compara á
los amuletos las medallas benditas, en cuyo metal encuentran los católi-
cos secretas virtudes, y nos enseña que éstos sostienen una revelación
primitiva para establecer el dogma de la infalibilidad de la Iglesia. En
fin, para no alargarnos en demasía, Frazer, en su libro Adonis, Attis,
Osiris, pone á cargo del catolicismo el que en Bélgica se coma el día de
ánimas el soul-cakes, costumbre de los paganos, que juzgaban que al
cabo de cada año las almas de los muertos se hallaban presentes y las
regalaban con un festín (2).
LO VANO DE sus DEDUCCIONES
11. Se comprende sin mucho trabajo que no serán de muy grande
peso las deducciones que se colijan de procedimiento tan manco y defec-
tuoso; pero examinadas en sí mismas, se entiende todavía mejor que no
sólo contra la revelación, pero ni aun contra el modo tradicional de ex-
plicar los hechos encierran valor alguno positivo.
12. El argumento rey, que diría el P. Gracián, sacado de la historia
de las religiones contra la católica, y al que como á potente foco conver-
gen otros varios, se reduce á que ésta se origina de diversos cultos (3).
Delátalo á voces dicen su misma esencia, que se compone de muchos ritos
que se hallan en flor, en germen ó en todo su ser en las religiones dise-
minadas por el mundo. De ellas los extrajo, cual solícita abeja, el catoli-
cismo, perfeccionándolos después y constituyendo un cuerpo de doctrina.
Arriba indicamos lo que sienten E. Burnouf, Smith, Ferons y Reinach,
acerca de algunos dogmas. Frazer opina que la divinidad de Cristo es el
panal elaborado con los jugos libados en las supersticiones babilónicas,
pérsicas, índicas y romanas; y en una palabra, todos los racionalistas uno
ore, como afirma Mazzella (4), con perfecta unanimidad, apoyados en
los rasgos y analogías entre la verdadera religión y las falsas, achacan
á aquélla tan bastardo y espúreo nacimiento.
13. No es reciente esta dificultad, y aun Mazzella divisa vestigios de
ella en el filósofo Celso (5). En el siglo XVIII Voltaire buscó en esas
(1) Por ejemplo, Wirceburgenses, Theolog., II, pág. 232; Hurter, Theologia genera-
lis, núm. 265; Mazzella, Praelectiones, I, núm. 331; Lorini, Introductio in Sacram Theo-
logiam, núm. 373; Mendive, Institutiones, \.^ pars, pág. 329; Saiz Ruiz, Synthesis..., nú-
mero 438; Miguel Blanc, Theologia Generalis, núm. 334, etc., etc.
(2) The Irisch Ecclesiastical Record. January, 1907.
(3) G. Van Noort, Tractatus de Vera Religione. Editio altera, Amstelodami, 1907,
núm. 74.
(4) Loe. cit., números 289 y 290. Véase también la Historia de la Civilización de am-
bos continentes, obra eserita por Bonifacio Seviñe y Miqueláiz. Madrid, 1899, pág. 632.
(5) ídem, núm. 288.
HISTORIA DE LAS RELIGIONES 169
conexiones y enlaces un ariete demoledor del cristianismo; y por cierto
que tradujo en francés un pretendido Ezar-Veda, henchido de tales ana-
logías, que supuso ser cuatro siglos anterior á Alejandro Magno, y que
resultó obra del célebre misionero jesuíta del siglo XVII Roberto de
Nobili, conforme comprobó Ellis (1). Sin embargo, no se ha de negar
que se ofrece ahora con nuevo aparato científico y muchedumbre de
ejemplos. Pero todos sus esfuerzos se estrellan contra la roca de la ver-
dad. En general y en particular (2), se han triturado cuantos argumentos
se amontonan en pro de semejante hipótesis. Indicaremos nosotros, ya
que no es posible otra cosa, algunas contestaciones generales que ex-
pone con su sobriedad y nervio acostumbrados Van Noort (3). Primero:
no se entiende cómo pudo formarse por ese método una religión univer-
sal con un sistema de doctrinas maravillosamente entretejidas. Segundo:
ni cómo el cristianismo originó contradicciones y persecuciones rabio-
sas, siendo así que de suyo tendía á atemperarse y aun á convertir en
sangre propia los cultos ajenos. Tercero: ni cómo Cristo y los Apóstoles
ó cristianos de los primeros siglos conocieron religiones extrañas y re-
motísimas y tuvieron arte de despojarlas de lo ridículo y extravagante y
asimilarse lo más puro y acendrado. Cuarto: ni cómo los misterios y
dogmas cristianos puedan poseer su propia forma y elementos caracte-
rísticos esenciales, de modo que, cotejados con las doctrinas que se miran
como sus fuentes y raíces, la semejanza es vaga y meramente externa;
la desemejanza incomparablemente mayor, verdadera y real. Por último,
diremos con Mazzella (4), que mientras quede en pie que Cristo fué legado
de Dios, no destruyen los adversarios el origen divino de la religión; pues
pudo el cielo auxiliarle é inspirarle para que eligiese y compaginara los
elementos útiles, buenos y verdaderos esparcidos en otros cultos, for-
mando una religión propia cuya predicación se confirmara con milagros.
14. No se ha conseguido tampoco enflaquecer el modo tradicional de
explicar las mencionadas analogías y hechos. Los antiguos atribuíanlos
universalmente á una de tres causas: á la naturaleza humana, á la revela-
ción primitiva, á la intervención diabólica. Á la naturaleza humana, por-
que muchas verdades teóricas y prácticas, muchos ejercicios y ceremo-
nias del culto son tan naturales al hombre, que no es maravilla se vean
en todos los confines habitados de la tierra y en la verdadera y falsas
religiones; v.gr., el sacrificio, cierta confesión y expiación de los pecados,
el canto religioso, etc. El cristianismo ni prescinde de la naturaleza, ni
(1) Pawlicki P. Stefano, Le Origini del Cristianismo. Roma, 1882, pág. 8.
(2) Véanse Pesch, Praelectiones dogmaticae, t. I, números 310-356; Mazzella, I. c,
núm. 293; Mendive, La Religión..., 1. c; Egipto y Asirla resucitados, por D. Ramiro Fer-
nández Valbuena. Toledo, 1895. Primera parte, páginas 33, 69, etc.
(3) L.C.
(4) L. c, pág. 319, núm. 290, nota.
170 HISTORIA DE LAS RELIGIONES
profesa que todos los ritos que encierra sean sobrenaturales (1). ¿Qué
opone á este discurso la historia de las religiones? Lejos de oponer nada
de consideración, más bien lo confirma. Monseñor Le Roy, estribando
en su larga experiencia de veinte años y en el estudio constante de los
escritos de autores que pasan por lumbreras en esta ciencia comparada,
nos da cuenta y razón de los sacrificios morales, de las expiaciones, de
los cantos religiosos de los primitivos, como flores vistosas y brotes
espontáneos de su naturaleza...; luego en esto no destruye, sino ratifica la
explicación tradicional.
15. Otros hechos se explicaban por la desfiguración de la revelación
primitiva. Esta revelación abarcaba el monoteísmo y un número de verda-
des harto difícil de precisar; pero al correr de las edades sufrió un des-
arrollo progresivo, por especial providencia divina, en el pueblo esco-
gido (época patriarcal, mosaica y luego cristiana) y regresivo y muy
desigual en los demás. En Occidente y Oriente el monoteísmo degeneró
en politeísmo, después en antropomorfismo é idolatría; entre los bárba-
ros y salvajes, cuya historia es un caos, como declara De Broglie, se
adulteraron las narraciones primeras, abrillantándoselas con el ropaje de
la fábula y galas y errores fantásticos é ilusorios; sin embargo, no las
destruyeron. El abate A. Bros, haciéndose en parte eco de los voceros de
la incredulidad, asegura, que hoy día esa suposición se desecha general-
mente. ¿Qué razones aduce? Dos principales: primera, las razas decaí-
das no sobresalen por la tenacidad de su memoria. Los negros del Congo
formaron en el siglo XVI una cristiandad de doce millones; ahora no se
busque entre ellos huellas de creencias católicas. Segunda, las analogías
son pocas y sin importancia, ni vale la pena de que en ellas intervenga
la Providencia. Escasa fuerza, á la verdad, encierran estas razones. Por
endeble y fugaz que se finja la memoria, cuando las enseñanzas encarnan
en hechos prácticos y las historias son deslumbradoras y se archivan en
el seno de las familias ó se incorporan y entallan en monumentos más ó
menos rudos, se mantienen frescas siempre, y su relación se vincula al
modo de ser y á la vida de las tribus. Al ejemplo hay que poner no flojos
reparos: primero, la cifra parece exagerada; segundo, la inmensa mayo-
ría de esos negros no tenían de cristianos sino el nombre, ó no recibieron
instrucción ó fué harto somera y así se olvidó presto; tercero, aquí trope-
zamos con la funesta generalización, en el Congo... luego en todas partes;
olvido de la religión cristiana... luego de todas las creencias. Lo que evi-
dentemente es falso; porque en Ambaca (detrás de Loanda) los negros
conservan hace años y años sus principios católicos y escritura, á pesar
de carecer de sacerdotes. En cuanto á la escasez y desinterés de las ana-
logías, hemos de responder que aunque no desconocemos, con el Padre
Pesch, que algunos católicos han ido por ventura más alia de la raya de
(1) Van. Noort, 1. c.
HISTORIA DE LAS RELIGIONES 171
lo justo, todavía es innegable que existen varias. El Prelado de Alinda
apunta doce tan capitales que son las zanjas en que se cimentan la moral
y religión. Todo ello sin apelar al recurso de la Providencia, que en
determinados casos por fines especiales puede de mil modos hacer que
no se borren los rastros de la primitiva revelación. Otra objeción pone
Réville: no pudo existir tal revelación, como lo significa el estado de
abatimiento y postración de las razas primeras. Pero aquí se parte del
principio engañoso de la evolución; á mayor cultura, religión más aca-
bada; no de los hechos que deben ser el único norte para Réville, y los
hechos dan que pueblos atrasadísimos en cultura, como los pigmeos
actuales, sobrepujan religiosa y moralmente á pueblos tan adelantados
como griegos y romanos.
16. Ritos hay, como el de la manera de confesión en algunos pueblos
gentiles (1) y otros análogos, bien extraños y sorprendentes. Fundán-
dose los autores antiguos en aquella idea de Tertuliano de que el demo-
nio es la simia ó mona de Dios (2), y considerando su señorío en gentes
privadas de la lumbre de la fe, y separadas de todo comercio cristiano,
creyeron que les inspiró algunos de esos ritos que son caricaturas y paro-
dias de los dogmas instituidos por Jesucristo (3). ¿Se ha echado por
tierra esta hipótesis? Con burlas punzantes y dicterios de dudoso gusto,
sí; con pruebas, que son las que hacían al caso, no. Lo indudable es que
el Obispo de Alinda habla repetidas veces y como testigo ocular, aunque
siempre tímida y veladamente, del trato de los hechiceros y brujas con
espíritus malos, de los que reciben inspiraciones y noticias de secretos
que por el camino ordinario es difícil averiguarlos. No merece, por tanto,
la opinión tradicional, cifrada en esta comunicación diabólica patentizada
de mil modos, ni los desdenes compasivos con que se la mira, ni los
denuestos y dictados más ásperos y desabridos del diccionario. Persiste
en todo su vigor y lozanía, y persistirá hasta que con hechos se la
desautorice.
LO POCO LISONJERO DE LOS RESULTADOS
17. ¿Es completamente estéril é infecundo el estudio de la historia
de las religiones? ¿Se han obtenido de él bienes sin cuento? No demos
oídos ni al canto épico entonado por William James en loor de esta cien-
(1) Véase en Tres relaciones de antigüedades peruanas. Madrid, 1879, la anónima,
pág. 165.
(2) La Théologiede Tertullien, par Adhemar d'AIés, páginas 158, 159.
(3) Véanse Historia eclesiástica indiana, por Fr. Jerónimo de Mendieta, O. S. F., Mé-
jico, 1870, páginas 97-107, y la Historia Natural y Moral de las Indias, por el Padre
José de Acosta. El título del capítulo XI del libro V de esta obra dice así: «De cómo el
demonio ha procurado asemejarse á Dios en el modo de sacrificios, religión y sacra-
mentos.» Edición de Madrid, 1792, pág. 27.
172 HISTORIA DE LAS RELIGIONES
cia, ni á las diatribas de sus enemigos. Juzguemos de los resultados, y
sin salir, por supuesto, de su esfera propia, esto es, de lo que pertenece
á la religión de los pueblos primitivos, ó que como tales se consideran,
aunque sin fundamento alguno ó con bien escaso fundamento.
18. Dichos resultados ha resumido monseñor Le Roy en estas frases:
«En los diversos sistemas que pretenden explicar el origen de la religión,
en los de Tylor, Frazer, W. R. Smith, y aun en los francamente doctrina-
rios y ciegamente materialistas de Girard de Rialle, A. Lefévre y Letour-
neau se hallan observaciones exactas, conjeturas juiciosas, deducciones
ingeniosas, teorías parciales innegables y, sobre todo, multitud de hechos
que deben contarse como meras adquisiciones.» Desentrañemos el sen-
tido de estas palabras, poniendo á la vista, en términos propios, lo que
han llevado á cabo los cultivadores de estos nuevos estudios. Puédese
conceder generosamente que han contribuido á esclarecer los conceptos
de la Exogamia, ó regla de buscar esposas fuera de su parentela; de las
Sociedades secretas, funestísimas por su tiranía en las poblaciones de los
salvajes; del taíuage, ó pinturas y mutilaciones de los primitivos; de los
mitos, ó fabulosas narraciones sobre el origen de los dioses y costumbres;
de la magia, ó arte de servirse de las fuerzas de la naturaleza y con-
quistarse el influjo de los espíritus; del tabú (1), ó prohibiciones religio-
sas; del totemismo, ó dedicación de un clan ó familia á una especie, las
más de las veces, de animales; del shamanismo, ó ceremonias con que
los prestidigitadores procuran aplacar el enojo de los espíritus; de los
amuletos y talismanes, género de salvoconductos para preservarse de
sucesos siniestros; del naturismo, ó adoración de las cosas inanimadas
de la naturaleza, con sus divisiones de litolatría, hidrolatría, dendolatría,
astrolatría, etc., del animismo, ó culto de los seres que rodean al hombre
á los que se cree dotados de alma; del fetiquismo, ó reverencia á un objeto
en que habita un espíritu; del politeísmo, ó reconocimiento de muchos
dioses; del henoteismo, ó catenoteismo, ó elección por protector de un
dios entre múltiples, á quien el adorador atribuye una supremacía rela-
tiva (2); de la antropolatria, ú homenaje á Dios bajo la forma humana, y
de la idolatría, ó acatamiento de las imágenes como seres divinos.
19. Mas aquí se han detenido casi todos, ganosos de acreditar sus
teorías, haciéndose reos de graves omisiones; porque estudiando afano-
samente lo secundario, han desdeñado lo más esencial: la organización
general de la familia, la creencia en un Dios, que brilla en el alma del
hombre como en el fondo del cielo las estrellas; los fundamentos de la
(1) Icardi del Villar, en su Historia descriptiva y filosófica de las Religiones, Barce-
lona, pág. 559, los llama también tambú ó tapú.
(2) De Harlez entiende por henoteismo el reconocimiento de un Dios, cuya natura-
leza no se conoce determinadamente. El P. Zigliara, que aprueba esta definición»
rechaza la de Max Müller. Propedéutica, pág. 222. Véase también Van Noort, De Deo
uno et trino, núm. 49.
HISTORIA DE LAS RELIGIONES 173
moral, la inmortalidad del espíritu humano, el pensamiento de un más
allá, las manifestaciones del culto, sacrificio y oración.
20. Ni se vaya á pensar que, aun en lo que han investigado, su origi-
nalidad es tan absoluta y completa que no hayan tenido precursores de
ninguna clase. Recuérdese que esta ciencia comparada de las religiones
se funda en hechos; y los antiguos, ¿ignoraron por ventura los hechos que
han dado pie á esas explicaciones? Sin miedo de ser desmentidos, afir-
maremos que serán contados los que los desconocieron, pareciéndonos un
tanto hiperbólica la locución de monseñor Le Roy sobre las nuevas ad-
quisiciones. Léanse si no las infinitas historias (1) que de la conquista
temporal y espiritual del nuevo mundo y de las misiones entre indios y
negros compusieron los españoles, á las que ni alude siquiera nuestro
insigne autor, y se hallarán casi todos minuciosamente referidos y ex-
puestos varios con exquisita precisión. La diferencia, á no dudarlo, está
en que los antiguos no compararon unos hechos con otros, ni los clasifi-
caron, ni los llamaron con nombres tan adecuados, ni constituyeron un
estudio y ciencia propia, como han realizado los historiadores de las reli-
giones. ¿Se ha de estimar esto por un resultado gigantesco? Los que se
prometían descubrir horizontes. inacabables en donde resplandeciesen
astros nunca soñados ni imaginados, extensísimos campos cubiertos de
bosques seculares y vegetación tropical, mundos nuevos con riquísimos
é inagotables mineros, ¿se darán por satisfechos y contentos con tales
invenciones?
21. Pero aun estos frutos, que no son para ponderarse en extremo,
tuvieron su contrapeso en el fracaso de las hipótesis. Ya de suyo esa
variedad de sistemas, que se suceden al modo de las hojas de los árboles
y de las olas de los mares, ese tejer y destejer de la tela de Penélope,
argüiría, según advierte Van Noort (2), falta de fundamento científico.
«Os ha acontecido lo mismo que á los arquitectos ignorantes, exclama-
remos con San Hilario (3), á quienes sus propias obras desagradan siem-
pre; no hacéis sino edificar y destruir.» Mas esos indicios de incon-
sistencia y liviandad en las teorías convierte en pruebas irrecusables la
acerada lógica del Obispo de Alinda al sacar del estudio de las Religio-
nes de los Primitivos las siguientes conclusiones: Primera: Para el primi-
tivo existe distinción entre el mundo visible é invisible, el alma es in-
(1) Léase, por ejemplo, la carta de D. Marcos Jiménez de la Espada al Conde de
Toreno, que va al frente de las Tres relaciones de antigüedades peruanas, que he-
mos citado, ó el «Catálogo de las obras y manuscritos que deben consultarse para la
historia de América latina, y particularmente del Perú», del Sr. Mendiburu, en su Dic-
cionario Histórico-biográfico del Perú, Lima, 1874, y se verá la asombrosa fecundidad
de los españoles que escribieron sobre los indios.
(2) L. c, pág. 103.
(3) Contra Const., núm. 23.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 12
174 HISTORIA DE LAS RELIGIONES
mortal, hay espíritus superiores al hombre. Luego falsa la teoría de los
viejos materialistas Petronio, Stracio, Lucrecio y la de los positivistas
Comte, Schutlze, Riall, que en pueriles temores ó en fetiches deificados,
sin otros conocimientos en el orden espiritual, colocaban la religión ori-
ginaria. Segunda: Creen las razas degradadas en un Ser Supremo, crea-
dor del mundo, padre de los hombres; de donde brotan el sacrificio y en
general el culto y su organización. Creencia que si no es, como parece
más lógico, la primera que amanece en la mente del salvaje, cuyos ojos
miran escritos en los cielos con caracteres de luz el nombre del Señor,
al menos no se demuestra que sea posterior á otra ninguna. Por tanto,
se deshacen como humo las cavilaciones de Preuss, Vierkandt, King,
Frazer, Hubert, que derivan la religión de la magia; las argucias de Révi-
lle, inventor del naturalismo, las fantasías de Lubboc, mantenedor del
ateísmo como punto de arranque en el desenvolvimiento de las religio-
nes; los ensueños de Herbert Spencer y Alien, para quienes el fecundo
manantial de todo está en la veneración de los ghost, ó almas de los di-
funtos, y el sistema clásico de Tylor, base del mítico de Usener y del
pan-babilónico de Winckler, cuyo primero y primordial principio es que
á la idea de Dios personal, inasequible al salvaje, debía preceder la
animación de los seres mundanales. Tercera: Florece en todos los pueblos
y en individuos solitarios el sentimiento de la moral, cimentado en la
distinción del bien y del mal, en los efectos espontáneos de pudor, jus-
ticia, responsabilidad y reconocimiento más ó menos explícito de la con-
ciencia; de aquí nacen los mandamientos y prohibiciones, la noción del
pecado, con su sanción ejercida por autoridad visible é invisible. Por
donde los delirios de la escuela sociológica de Durkheim, que en la so-
ciedad encuentra el origen de la moralidad, quedan desvanecidos; ya que
tales sentimientos están entrañados y esculpidos, como en piedra ó
bronce, en la conciencia de todos. Cuarta: La familia, importantísima en
los aborígenes, viene á ser el sostén del edificio religioso y social, y al
propio tiempo que mira á mantener la pureza de sangre y propias tradi-
ciones, da lugar al nacimiento del sacerdocio. Ridicula y extravagante
es, por consiguiente, la concepción de Le Bon, que consideraba á las pri-
meras sociedades á la manera de rebaños de antílopes discurriendo por
los bosques; errónea la idea de que el totemismo de Smith y Reinach
constituya la piedra angular de las creencias religiosas; pues presupone
formada la familia, con su fe en los espíritus, á los que intenta ganar por
medio del pacto mágico establecido con el tótem (1).
(1) The American Catholic Quarterly Review, pág. 304, April, 1909, dice: «La teoría
del tótem, del profesor W. R. Smith, ha caído en descrédito entre los cultivadores de
esta ciencia (de las Religiones); ni siquiera consideran al tótem como objeto religioso,
al menos en su origen.»
HISTORIA DE LAS RELIGIONES 175
LA OBRA DE MONSEÑOR LE ROY
Tales son las conclusiones que se deducen de este estudio imparcial,
severo, concienzudo, práctico, eruditísimo, bien pensado y ordenado, del
Prelado de Alinda. Poco importa que á veces, en ciertos capítulos, sea
el ilustre autor algo confuso por amontonar demasiadas noticias y aludir
á muchedumbre de escritores, señal, por otro lado, de su copiosa lectura;
poco importa que se adviertan en el libro frecuentes repeticiones, que
podrían haberse evitado sin que ni el fondo ni los argumentos sufrieran
menoscabo alguno; poco que se muestre no tan versado en la literatura
española y algo blando al impugnar á escritores heterodoxos demasiado
pagados de su saber: nadie dejará de reconocer que monseñor Le Roy
ha prestado un excelente servicio á la causa del catolicismo con su obra
magistral, de primera mano, que debe considerarse como una de las me-
jores en la materia. Á los destellos brillantes que despide, aparecen fla-
cos, débiles y rastreros los raciocinios de los más de los cultivadores de
la Historia de las Religiones: desatentadas sus hipótesis y contradictorias
entre sí sus teorías; se ve que los hechos en que pretendían apoyarse se
tornan contra ellos, al modo de aquellos dardos que en Covadonga,
según Mariana, se revolvían contra las huestes agarenas al dispa-
rarlos contra los cristianos, y, por último, en medio de ese flujo y reflujo
de sistemas resplandece la Religión católica, siempre la misma, firme, in-
conmutable, inconmovible, cimentada en la roca indestructible contra la
que no prevalecerán, según está escrito por el dedo del Altísimo, todos
los poderes del abismo.
A. Pérez Goyena.
La ínsipia de los perepos Se Santiago fle Compstela.
€
L presente año jubilar será uno de los más memorables y gloriosos
para la Jerusalén de Occidente, como llamaron nuestros antepasados á
Santiago de Compostela. De todas las partes del mundo cristiano acuden
cada día innumerables peregrinos á visitar el venerado sepulcro del in-
signe Apóstol y Patrón excelso de España.
La antigua basílica, en donde reposa el santo cuerpo de uno de los
Apóstoles más queridos del Señor, del hijo del trueno, de Santiago el
Mayor, oye resonar en sus espaciosos ámbitos los himnos de alabanza
que en su loor entonan millares de almas de las regiones más apartadas
del mundo, pero unidas siempre por el lazo indestructible de la fe más
pura y ardiente.
Todos estos peregrinos, después de haber satisfecho su devoción á
los pies del bendito Apóstol, y después de haber dado una y otra vez el
último abrazo de despedida á la imagen del Santo en su precioso y
riquísimo camarín, llevan, según la costumbre inmemorial, al volver á sus
hogares una insignia, como testimonio irrecusable de su estancia y
visita al glorioso sepulcro de Santiago de Compostela. Y como recuerdo
de este año santo, en el cual tantos miles de romeros ostentan con santo
LA INSIGNIA DE LOS PEREGRINOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA 177
orgullo sobre sus pechos la preciosa insignia de su peregrinación á
Santiago, vamos á dedicar un breve estudio á examinar esa insignia
célebre, considerándola bajo tres diversas significaciones: la etimoló-
gica, la simbólica y la malacológica ó científica.
I. SIGNIFICACIÓN ETIMOLÓGICA DEL «PECTÉN»
¿Qué señal es esa imprescindible que todo peregrino muestra como
prueba de haber visitado el glorioso sepulcro del Santo Apóstol de
España? Es un Pectén, llamado vulgarmente la concha de Santiago, ó
la concha del peregrino. Y entre tanta variedad de conchas de gasteró-
podos y pelecípedos como enriquecen las costas de Galicia, sólo el
Pectén fué siempre la preferida, la clásica, la concha oficial, por decirlo
así, la que los romeros ostentan como señal distintiva de su peregrina-
ción á Compostela. La palabra pectén entre los latinos, como entre los
griegos el sustantivo xTet?, parécenos ser un radical, del cual han de-
ducido varias formas gramaticales en ambas lenguas. Y si la palabra
española peine, como la francesa peigne, con todas las acepciones y
con todos sus compuestos, se derivan de la palabra latina pectén, el radi-
cal pectén será una palabra original y primitiva. Parece que los latinos
fueron los que inventaron el vocablo pectén, con todas sus formas grama-
ticales diferentes, aunque en el fondo semejantes; y á ellos se deben las
múltiples acepciones en que han tomado esa palabra, tanto en el sentido
propio como en el sentido figurado, pudiendo observarlo recordando
algunas de las muchas que con verdadera profusión se hallan en los
escritos.
1." En el sentido primitivo de la palabra, pectén significa peine, ins-
trumento de aseo y objeto imprescindible de tocador. Los griegos y
romanos procuraron con exquisito cuidado estos instrumentos para la
limpieza y adorno de sus cabellos. Tenían el batidor y escarpidor, rarus
pectén, y el peine fino, pectén denso dente, como escribe Tibulo:
Tu ne putas illam pro te disponere crines?
Aut tenues, denso, pectere dente comas? (1).
Anthony Rich en su obra trae un grabado de un peine fino, denso
dente, hecho de boj, con el lomo de marfil y lleno de incrustaciones de
oro, formando caprichosos dibujos (2).
Y los latinos se valían de ese instrumento, no sólo para desenredar
sus cabellos y alisarlos, dándoles formas variadas y llamativas sobre la
frente y las sienes, sino como objeto de adorno, que eran verdaderas
peinetas de concha, de las que nos habla Ovidio, diciendo que había
(1) Tibulo, Elegías, lib. I, elegia IX.
(2) Anthony Rich, 1859, Dictionnaire des antiquités romaines et grecques, pág. 464.
178 LA INSIGNIA DE LOS PEREGRINOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
mujeres aficionadas á hermosear su cabeza con la tortuga de Cillenea.
Los artistas depilatores, además de entresacar las canas del cabello,
empleaban el peine para cortar y arreglar con sumo estudio la barba, en
lo que consumían los romanos más tiempo del que debiera gastar un
hombre en semejantes cosas, propias tan sólo de la vanidad afeminada y
mujeril é indigna de aquellos varones preclaros, que calificaban á una
barba mal peinada de ¿mpexa, y á los cabellos en desorden de intactum
buxo, como decía Juvenal en la sátira XIV. Del ejemplo:
Sed caput intactum buxo, naresque pilosas
Adnotet, et grandes miretur Laelius alas.
2.° De igual modo el nombre Peden significa en el sentido propio
carda ó peine para cardar. Los más antiguos en este arte de preparar las
lanas y toda materia textil fueron los egipcios y los hebreos, de donde la
tomaron tal vez las naciones que los conquistaron. El Profeta Isaías,
cerca de setecientos años antes de Jesucristo, escribía en su inspirado
libro: Confundentur qui operabantur linum, pedentes et texentes subtilia.
Isaías, cap. XIX, v. 9.
S."" También el nombre Peden significa marisco, pescado de concha.
Entre los antiguos cuyos escritos se conservan parece ser el primero
que haya hablado del Peden, separándole de los otros moluscos, el in-
mortal Horacio, cuando dice:
Sed non omne mare est generosae fertile testae.
Ostrea Circeiis, Miseno oriuntur echini;
Pectinibus patulis jactat se molle Tarentum (1).
Plinio, después de Horacio, describe y explica con toda claridad el
mismo Peden, de suerte que no pueda confundírsele con ningún otro
molusco, citando los pectenes de Tíndaro en Sicilia, los de Salona en
Dalmacia, los de Altium en Venecia y los de la isla de Pharos cerca de
Alejandría (2).
Y no sólo en sentido propio, sino también los antiguos usaron el
nombre Pectén en sentido figurado, como lo hacían al referirse á las
fibras de la madera, á cierta especie de danza frecuentada en Samotra-
cia, pectine amazonio; al orden de los versos de un poema, á las cuerdas
de la lira y algunas más que se pudieran enumerar.
II. SIGNIFICACIÓN SIMBÓLICA DEL «PECTÉN»
Todos los pueblos de la antigüedad, dice el abate Martigny, pusieron
gran cuidado en adornar las tumbas de las personas queridas que cerra-
ban los ojos á la presente luz, depositando al lado de sus restos mortales,
(1) Horacio, Sátiras, lib. II, sát. IV.
(2) Plinio, Historia Natural, lib. IX, cap. 51-6, cap. 52-1 y 2, cap. 74-5, etc.
LA INSIGNIA DE LOS PEREGRINOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA 179
los objetos que habían sido de su uso y servicio mientras vivieron en la
tierra. Los primitivos cristianos adoptaron también de algún modo esa
costumbre, pero santificándola con el aliento divino del espíritu vivifi-
cante y purísimo de la religión del Crucificado (1). Por eso se han hallado
en diversas ocasiones peines de marfil y de boj en las sepulturas cris-
tianas, que debían tener un significado muy expresivo para aquellos que
representaban por ese único emblema las ideas que llenaban su mente y
los sentimientos que guardaban en lo más recóndito de sus corazones.
Boldetti ha dado á conocer tres de esos peines, que se encontraron
en alguno de los antiguos sepulcros que pertenecieron á la primitiva
Iglesia (2).
El caballero Comendador De Rossi, cuya autoridad en esta materia es
de grandísimo peso, afirma estos hechos, declarando que se veían peines
grabados en los mármoles de los antiguos cementerios, y que con fre-
cuencia se hallaban trozos de peine entre la cal ó ;el mortero que había
servido para cerrar las tumbas de las necrópolis cristianas (3). El peine
de marfil fué un objeto que se conservaba con gran cuidado, como
parte integrante del mobiliario de la primitiva Iglesia. Así lo afirma
expresamente Du Cange: Peden, inter ministeria sacra recensetur, quod
scilicet. Sacerdotes ac clerici antequam in Ecclesiam procederent crines
pecterent (4).
¿Qué otra significación se le puede dar al peine que conservó la
Iglesia en su liturgia, sino la que recuerda y expresa una idea esencial-
mente simbólica, que tuvo siempre, como lo prueban terminantemente las
palabras del antiguo pontifical de París, citadas por Dom Claudio de
Vert, tesorero de la Abadía de Cluny?
«Episcopus vel Sacerdos missarum solemnia celebraturus... dum se
pectinai dicat: intus exteriusque caput nostrum, totumque corpus et
mentem meam, tuus Domine, purget et mundet Spiritus almus» (5).
Pide al Señor que le limpie y purifique de toda mancha del cuerpo y
del alma, expresando al usar ese instrumento el deseo de aparecer puro
y sin mácula ante la Divina Majestad, para ejercitar santamente los
divinos misterios. Así lo han entendido los autores de arqueología sa-
grada, como lo testifica el insigne historiador de la S. M. I. Composte-
lana, cuando dice: <E1 peine es símbolo de aseo, limpieza y purificación y
(1) L'abbé Martigny, 1865, Dictionnaire des antiquités chrétiennes, pág. 466.
(2) Boldetti, 1720, Observazioni sopra i cimeterí de Santi Martiried antichi Chris-
tiani di Roma, pág. 503, Pl. III, f. 22.
(3) El Comendador Juan Bautista de Rossi, 1881, In Bulletin d'archéologie chré-
tienne. El mismo autor en la Roma Soterranea, t III, pág. 305.
(4) Du Cange, Glossarium mediae et infimae latinitatis. Art. Pectén.
(5) Dom Claudio de Vert, Explication littérale et historique des cérémonies reli-
gieuses, t. II, páginas 338, 340.
180 LA INSIGNIA DE LOS PEREGRINOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
SU simbolismo es ya muy antiguo» (1). De estos peines litúrgicos, prosigue
el sabio arqueólogo antes citado, se conservan aún varios ejemplares
muy notables: entre ellos el de San Lupo, Obispo Sens; el de San Gozlin
ó Gauzelin, de Toul; el de San Aubert, de Tongres; el de Guillermo, de
Saint Brieuc, y los que custodian en el monasterio de Celanova, de Gali-
cia. Parece confirmar este simbolismo espiritual del Peden (peine)
usado por los cristianos de los primitivos tiempos, la inscripción publi-
cada por Marangoni (2), y hallada en el cementerio cristiano de Trasón,
en Italia. Sobre la cal que cerraba un lóculo se halló embutido un peine
de marfil, y debajo se leía:
RUFINA HISPIRITUS TUUS IN BONO PECTINE
La expresión In Bono Pectine que á los ojos de algunos arqueó-
logos, como dice M. Armellini (3), ofrece dificultad en su interpretación,
se facilitaría sobremanera al ver la presencia de un peine de marfil sobre
la inscripción de Rufina; pues siendo el peine símbolo de purificación es-
piritual y corporal, al colocar aquel emblema sobre una tumba cristiana,
debía ser, sin duda, con la idea simbólica que el peine representaba, es
decir, como señal de purificación. Y en este sentido la frase In Bono
Peciine, podía tomarse por un testimonio de la muerte de Rufina en es-
tado de limpieza, bien purgada y purificada, como si dijera en estado de
gracia. Así lo explica A. Locard (4). Es, pues, innegable que el Peden
(peine), instrumento de limpieza, se consideró siempre como símbolo de
purificación en la religión cristiana.
¿Podría decirse otro tanto del Pectén, significando la concha del pere-
grino? Algún autor hay que no tiene por extraña esa idea atribuida á la
concha del romero, llamada Peden, por la idea general de limpieza que
representa esa palabra, y por una misteriosa relación que la une siempre
en la significación, en la figura y algunas veces hasta en el uso con el
peine, emblema universal de purificación (5). Lo que no puede ponerse
en duda es que todos los romeros en la Edad Media adornaron sus ves-
tidos siempre, y sin excepción, en el Mediodía de Francia con el Peden
máximas ó el Pectén jacoboeus, en la Mancha con el Pectén varias y en
España con el Peden máximas de Linneo... Y llama poderosamente la
atención que, en medio de una fauna malacológica tan rica y variada,
haya sido el Pectén la concha preferida, la oficial, la clásica de los pere-
grinos, teniendo á la mano en los mismos sitios y con igual abundancia
(1) Don Antonio López Ferreiro, Arqueología Sagrada. Santiago, 1889.
(2) Marangoni, Cose chenUlesche, pág. 454.
(3) Armellini, Descrizione populare degli cimiteri Cristiani di Roma, pág. 142.
<4) A. Locard, Coquilles des Pélerins, pág. 75.
(5) A. Locard, Coquilles des Pélerins, páginas 77-78.
LA INSIGNIA DE LOS PEREGRINOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA 181
conchas tan elegantes, como el Trochas máximas 6 la Haliotis íaberca-
lata, y tan hermosamente decorativas como el Cardiam ó la brillante y
nacarada Anomia de Linneo... Fué además el Pectén^ concha del peregri-
no, el principal distintivo de ía devoción al glorioso Apóstol Santiago,
dentro y fuera de España; y en todo tiempo se estimaron tanto las conchas
legítimas de Santiago, que para asegurar su autenticidad los Prelados
compostelanos, como el Arzobispo D. Pedro Suárez de Deza, se vieron
precisados á tomar providencias severísimas, á fin de evitar las falsifica-
ciones que introducían muchos concheiros (1), comerciantes sin con-
ciencia que salían al paso á los romeros para ofrecerles conchas fabri-
cadas por ellos, con perjuicio de los derechos de la Iglesia de Santiago,
que gozaba del exclusivo privilegio de hacerlas y venderlas en su histó-
rica ciudad. Es notable el documento que á este propósito pone en el
apéndice V del tomo V de su obra monumental el virtuoso y ejemplar
sacerdote D. Antonio López Ferreiro, gloria de la Iglesia Compostelana.
III. SIGNIFICACIÓN MALACOLÓQICA DEL «PECTÉN»
Hemos dicho al principio de este escrito que la concha con que se
adornaban los peregrinos que venían á Compostela era un Peden (2).
Esta insignia tan apreciada tuvo en cada nación su nombre peculiar (3).
Pero estas denominaciones, originadas de las valvas del molusco á
que pertenece, muy similares á otros de diversa especie y del lugar á
donde iban los peregrinos á visitar al Apóstol de España en Compos-
tela, se han generalizado hasta nuestros días, persistiendo en nombrar á
esas conchas con el único nombre de conchas de Santiago. Hemos oído
no pocas veces llamarlas con su nombre genérico verdadero de Pectén^
añadiendo equivocadamente el específico de jacoboeas. No es extraña
semejante equivocación en quienes no se hayan dedicado á estudios es-
peciales. Por eso creemos oportuno en el presente trabajo hacer un
examen de la insignia de los romeros de Santiago en este año jubilar,
(1) Don Alfonso X dispuso: «Á todos los conceios dellas villas que son en el ca-
mino de Santiago desde Logroño fasta León» (año 1260). Habíanse quejado el Arzo-
bispo y Cabildo compostelanos de «muchos omes en nuestros logares et yaderredor
que fazen los sennales de Santiago destanno et de plomo et los venden á los romeros
que vienen et que van pera Santiago». Manda el Rey que «los sennales de Santiago
non se fagan nin que se vendan en otro logar, si non en la villa de Santiago ó los man-
daren fazer el Arzobispo et el Cabildo de Santiago». Estos sennales eran medallas en
forma de conchas ó con conchas impresas.
(2) Existen en Galicia del género Pectén las especies siguientes: Pectén maximus,
Linneo; P. varius, Lin.; P. pusio, Lin.; P. opercularis, Lin.; P. tigrinus, Müller; P. striatus,
Müller; P. similis, Laskey; P. testae, Bivona; P. vitreus, Chemnitz; P. pes-lutrae, Lin.
(3) En 1547 vemos que la llamaban ya Coquille de Saint Jacques, Grande Pélerine,
en Provenza; The Mediterraneam Seallop, en Inglaterra; Saint-Jacobsmantel, en Bél-
gica; Die Jacobsmuschel, en Alemania; Peregrina, en España, etc..
182 LA INSIGNIA DE LOS PEREGRINOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
que ha de ser de tantos recuerdos para los que hayan ido y vayan á pos-
trarse á los pies del Patrón invicto de España, y conserven ese piadoso
objeto, emblema de la ferviente devoción al hijo del trueno, nuestro
amadísimo Apóstol.
La concha de Santiago es el Peden máximas, de Linneo. Por su des^
cripción se puede observar claramente la variedad de sus caracteres,
que la distinguen completamente del Pectén jacoboeus, con la que se la
confunde de ordinario. El Pectén máximas, de Linneo, es pues, una
concha de gran tamaño, bastante sólida, oblicuamente redondeada, con
el diámetro antero-posterior, más largo que el umboventral, de valvas
desiguales entre sí, cubiertas de soleos radiales con estrías, y de costillas
en número de 12 ó 13 plano-convexas, que parten simétricamente del
ápice umbonal hasta el borde ventral; adornadas de estrías más visibles
en la región dorsal: la valva izquierda en la parte exterior es aplanada,
con una depresión antes del gancho y suavemente elevada en su parte
media, de color rojo-obscuro ó datilado claro ó amarillo borroso y man-
chado desigualmente de tonos castaños y blancuzcos, algo violada cerca
del nate: en lo interior es más regularmente plana, algo prominente de-
bajo del ápice; la impresión muscular es redondeada y situada en la
parte anterior de la valva; el color es leonado más ó menos subido en
toda ella, excepto entre el espacio comprendido entre la región dorsal
y ventral, que es blanco; la valva derecha es convexa, blanca general-
mente en los individuos adultos; las aurículas son iguales, sulcadas obli-
cuamente y á las veces presentan cierta granulación; las dos valvas se
unen por el ligamento, que es interno, situado debajo de la parte media
del borde cardinal é inserto en una foseta triangular; su constitución
aparente es gomosa, blanda y flexible, cuando está tierno y húmedo,
pero duro y quebradizo depués de seco; en los senos de los bordes an-
terior y posterior de ambas aurículas está el falcrum, ó pie de las valvas
en forma de diente y de color blanco; la longitud de la concha llega
á 135 milímetros (1). El Pectén jacoboeas de Linneo es:
Una concha de buen tamaño, algo sólida, de forma oblongo-ahuevada,
de lados iguales, de valvas desiguales; la izguierda es plano-cóncava;
las costillas son 14-16 elevadas, superiormente redondeadas y casi
planas hacia el margen; borrosamente sulcadas; los intersticios de las
costillas están elegante, apretada y concéntricamente acanaladas; man-
chada de color rojo-claro ú obscuro-terroso ó rojo-castaño ó de un solo
color y á la vez con zonas desiguales de tonos más vivos; la valva de-
recha es convexa, sus costillas son cuadrangulares, sulcadas, con pe-
(1) Entre las iconografías malacológicas que representan con perfección el Pectén
máximas de Linneo se pueden citar: Donovan, 1800, Brit. Shells, II, pl. XLIX; Forbes
et Hanley, 1853, Brit. molí., pl. XLIX; Hidalgo, 1870, Molí, marín., pl. XXXIII, fig. t.,
pl. XXXIV, fig. t.
LA INSIGNIA DE LOS PEREGRINOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA 183
quenas escamas; los intersticios con estrías poco visibles, blanca, y cerca
del ápice roja, alguna vez con manchas blanquecinas; las aurículas son
iguales. Su longitud llega á 125 milímetros. La simple comparación de
los caracteres del Peden máximas y del Peden jacoboeus demuestra
la diversidad de ambas conchas, de modo que no pueden confundirse.
Además, la habitación del Peden maximus es el mar Océano principal-
mente, y en las costas de Galicia se conocen con el nombre vulgar de
Vieiras. Los pescadores gallegos la encuentran desde 8 á 25 brazas de
profundidad en fondo de arena.
La habitación del Peden jacoboeus es el mar Mediterráneo, y no se
halla fuera de sus aguas.
Tomás Arguelles.
Olijetiviflaa fie la sensación extenia ei las mpresiones eléctricas
(1)
R
ERMOSAMENTE dicc uii sabio profcsoF de la Universidad Católica de
Lille, M. H. Dehove, que el gran escándalo de la Sicología moderna es
la percepción inmediata del objeto, y, por tanto, la objetividad de la sen-
sación externa.
Ya Juan Müller (a. 1826), fijando su atención en las impresiones anó-
malas de los sentidos, ó sea en todas aquellas causas exteriores que, sin
constituir el sensible propio de la potencia orgánica, determinan equiva-
lente sensación, caminó al sujetivismo al formular la conclusión, un tanto
peregrina de que los objetos exteriores poco ó nada importan para espe-
cificar las sensaciones, sino la sustancia corpórea y especial que en
cada nervio reside: la luz, el sonido, el olor, etc., no es propiamente algo
que esté fuera de nosotros; el nervio raquídeo es el que luce, el que
suena, el que asimismo se huele y se gusta, se palpa y se lastima; haya
luz por fuera ó no la haya, poco importa; lo que importa para ver es que
el nervio óptico se impresione; como eso se tenga, sea mediante las ondas
(1) ¥\]EíiTES.— Filósofos escolásticos: Aristóteles, De sensu et sensili. (Nos referimos
á la clásica traducción latina y parafraseada de Silv. Mauro, S. J., nuevamente editada
en París (1886) bajo la dirección de A. Bringmann, S. J.) Sus comentadores: Santo To.
mas, QQ. DD. De anima, a. 13; Duns Escoto (opera t. 3.°); Suárez, De an., 1. 3.° y 5°-
c. 5°; Toledo, In II De an., q. 32, in III, q. 2; Boedder, Psychol. ration., n. 55; Rmo. Farges,
Théorie de la perception inmediate. Congrés... des catholíques (París, 1891), páginas
157-175); Rmo. Mercier, Psychol, (a. 1892), en la pág. 124, propone la importancia de la
cuestión que vamos á estudiar; Til. Pescfi, Inst. Psychol., n. 554-560; H. Dehove, Sur la
perception extérieure (Revue de philos., t. 9.°, págs. 430-443, 580-595; t. 10, págs. 71-90,
186-199); Urráburu, Inst. Philos., t. 5.°; Comp. Psychol., n. 406; Vander Aa, Cosmol.,
prop. 37, obj. 6.°
Sicofisiólogos: E. Becher, Uber die Sensibilitát der inneren Organe (Zeitsch. für
Psych. u. Phys. d. Sinn., t. 49, págs. 341-373); Bonnier, L'audition (1901); Theories de l'Au-
dition(Journel de Physique, 1896, págs.578-592);y. C/z. Bose, De lageneralité des phenom,
moléc. produits par l'electricité (Congrés intern. de Physique, París,' 1900, t. 3.°, páginas
561-585); Cajal, Textura del sistema nervioso (t. 1.°, 1899; t. 2.", 1904); Manual de Histo-
logía normal (1905); Garteu, Die Veránderungen der Netzhaut durch Licht (Graefe-Sae-
misch, t. 3.°, c. 12, 1908; Helmholtz, Optique Physiol.. traduite par E. Javal et N. Th Klein
(1867); Keller, Sammel referat über die Neuerscheinungen des Akustik... (Archiv für
die Gesamte Psychol., 1. 13, págs. 43-11); Sergueyeff, Le sommeil et le systéme nerveux
(t. 2.", 1890); Sidney Alrutz, Unterzuchungen über die Temperatursinne (Zeitsch. für
Psych. u. Phys. d. Luin., t. 47-48); /?. Tigerstedt. Lehrbuch der Physiol. des Menschen
(Leipzig, 4 aufl., t. 1.°, 1907; t. 2.°, 1908); R. Weismann, Die Lehre von den spezifischen
Sinnesenergien (1895); Wundt, Grundzüge der Phys. Psych. (t. 1.°, 1908; t. 2.^ 1902),
Zeitschrift für Psychol. und Physiol. des Sinnesorgane, t. 48, págs. 290-298; t. 50, pág. 154,
etcétera, pág. 453, etc.
OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA 185
luminosas, sea por corriente eléctrica, sea al tacto y fricción, el resultado
siempre será el mismo: la visión de luz y colores. Tanto que si el mismo
estímulo que excite el nervio óptico logra, cual sucede con la corriente
eléctrica, estimular el nervio acústico, podremos con el mismo objeto,
con la misma excitación, tener dos sensaciones muy diferentes: visión en
el nervio óptico, audición en el nervio acústico, y semejantemente gusto
en el nervio gustativo, dolor en el nervio del tacto. ¿Se pretende prueba
más clara que la diferencia de las sensaciones no está en la diferencia de
objetos exteriores ni de externas impresiones, sino que es intrínseca, suje-
tiva, dependiente sólo de la naturaleza y condición del nervio herido?
Los escritos de J. Müller (1), aunque no descubrían hechos antes ig-
norados—Aristóteles y sus comentadores escolásticos, los físicos como
Newton (1706), Sulzer (1752), Volta (1800) y principalmente Purkinje
(1823-1825) los habían ya conocido y publicado,— dieron ocasión á críti-
cas diferentes, en que unos, como Aubert, veían en Müller el perfeccio-
nador de Kant, cuyas categorías quedaban así en los diversos nervios
materializadas; otros, como Bohmer, consideraban á Kant y Müller como
dos escritores de sistemas distintos, que no podían el uno con el otro
completarse. Ello es que Müller formó escuela, á que pertenecieron hom-
bres de la fama de Helmholtz, quien á su vez arrastró consigo una legión
de fisiólogos.
Cuéntase entre este número el clásico Roberto Tigerstedt, quien des-
pués de enumerar con su maestro, aunque no sin recelo, las siguientes
modalidades en la sensación externa: sensaciones de presión y contacto,
sensaciones de calor y frío, sensaciones del gusto, olfato, oído y vista,
estampa y pretende probar empíricamente la proposición siguiente:
«La diferencia hondamente apreciable en las percepciones de los
diferentes sentidos, en modo alguno depende, como la experiencia enseña,
de la diferente clase de impresión exterior con que la sensación se excita,
sino total y exclusivamente depende del nervio sensorial que la impre-
sión recibe» (2).
Enfrente de esta proposición oponemos la nuestra: «Dos son las cau-
sas de toda sensación, aun en las impresiones eléctricas, y de sus diferen-
cias: el órgano con su virtud sensitiva y el objeto exterior (3): entre las
cuales hay la diferencia capitalísima que, siendo la primera absolutamente
(1) Las obras de Müller son: «Zur vergleichenden Physiologie des Gesichtssinnes
(Leipzig, 1826). «Uber die phantastischen Gesichts-erscheinungen» (Coblenz, 1826).
«Handbuch der Physiologie» (Coblenz, 1838).
(2) «Der tief eingreifende Unterschied zwischen verschiedenen Sinnenhang, wie die
Erfahrung ergibt, ganz und gar nicht von der Art des ausserens Eindruckes, durch den
die Empfindung erregt, ist, ab, sondern ist ganz allein und ausschliesslich durch den Sin-
nesnerven bestimmt, der von dem Eindrucke getreffen werden ist», t. II, pág. 71.
(3) Es ya proverbial en la filosofía escolástica la frase de San Agustín: «Ab utroque
enim notitia paritur, a cognoscente et cognito.» De Trinit, 1. 9, c. 12, n 18, etc. etc.
186 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
insustituible, no lo es la segunda, que entre las energías exteriores cuenta
con alguna que la remeda en la virtuosidad del objeto y el sensible
propio.
I
El hecho principal en que el citado fisiólogo hace cimentar su pro-
posición es el de que la corriente eléctrica ó la presión, etc., excita, con
ser idéntica, diversas sensaciones en los diferentes sentidos. Antes de
inquirir la interpretación de este hecho hay que contestar con Lotze que
las ondas luminosas son inactivas para el oído, gusto y olfato, y aun
entre las luminosas, las infrarrojas, por más que en cantidad suficiente
hieran la retina, no la impresionan; que asimismo las sonoras son imper-
ceptibles á la vista, olfato y gusto; que las térmicas no se sienten ni por
la vista, ni por el oído, ni por el gusto, ni por el olfato, y, finalmente, que
las excitaciones propias del gusto y olfato no impresionan la vista, oído,
ni tacto. De donde muy bien colige Weismann cuan exageradamente
afirma Fick estar suficientemente probada por unos pocos hechos anor-
males (que, según este mismo autor, debieran para ser probativos distri-
buirse en cinco series para cada uno de los cinco sentidos) la tesis de la
irritabilidad de cada uno de los nervios sensitivos con toda (!) clase de
excitaciones; el grado de probabilidad de esta tesis, dijo Fick, es el que
alcanzan ordinariamente las otras recibidas en la Fisiología.
A nombre de la Fisiología protestamos ser muy exagerada tal aprecia-
ción, verdaderamente indigna de un crítico y más indigna aún para escrita
en libro de texto. De ser verdadera la supuesta tesis, ¡qué algarabía y
barullo turbarían la quietud y orden de nuestras sensaciones! Justamente
pone atención Weismann en que los aludidos hechos son anormales,
singulares, que generalmente necesitan un lujo de medios experimenta-
les, que no se hallan en mano de todos, por lo cual la mayor parte de los
hombres, con hacer uso diario de las excitaciones periféricas de los sen-
tidos, pasan de este mundo con poca ó ninguna noticia de las otras irre-
gulares y anómalas.
¿Acaso la misma Fisiología no es ya la primera en establecer con el
vulgo la inconmovible distinción de los cinco sentidos externos? Y aun,
avanzando más allá de lo justo, los multiplica, asignando el suyo aun
para los sensibles comunes del tiempo y extensión. Ella escudriña si en
cada sentido externo hay sus nervios y aparatos especiales y heterogé-
neos apropiados á los objetos diversos, que dentro del ámbito de cada
sentido se distinguen. Fisiólogos como Brix, Goldscheider, v. Frey
Alrutz... han señalado en la superficie del cuerpo humano los puntos que
sienten el frío (criótopos, 250.000), los que sienten el calor (termótopos,
30.000), los de sentir la presión (tiponótopos 500.000, sin contar la cabeza)
y los de sentir el dolor (algótopos, de 2 á 4 millones). Y en el gusto ¿no
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 187
se distinguen zonas para las sensaciones de acidez, amargor y dulzura,
señalando la punta de la lengua para el sabor dulce y el salado, la base
y paladar para el amargo, los bordes laterales para el ácido, por exten-
derse preferentemente en esas zonas los nervios específicamente diferen-
tes, en sentir de algunos, entre ellos Tigerstedt, apropiados cada nervio
á cada uno de los cuatro sabores elementales? ¿Y en la vista no discuten
si entre los conos y bastoncitos hay alguna diferencia fisiológica en orden
á los colores, y no es célebre la teoría de Young-Helmholtz del triple
nervio óptico ajustado á la triple componente de la escala cromática?
Si pues hay tal correspondencia entre el nervio y órgano sensitivo
con el objeto y sensible propio, ¿cómo se afirma que el objeto para
nada entra en la especificación de las sensaciones? Si cada objeto sen-
sible es sólo capaz de impresionar un solo sentido y aun á éste parcial-
mente, de ahí llamársele sensible propio; entre el sentido y el objeto hay
una relación íntima que no puede lógicamente desatenderse.
Precisamente da cuenta el Ángel de las Escuelas (1) de la clasifica-
ción de los sentidos externos admitida por sabios é ignorantes, par-
tiendo de que la diferencia específica de la sensación se ha de tomar de
la diferencia específica de las excitaciones, advirtiendo que ésta ha de
considerarse desde su punto de vista sicológico, á saber, de su mayor ó
menor elevación sobre la materia inanimada, y no del puramente mecá-
nico que en la regularidad y frecuencia de las vibraciones pretende fun-
dar Wundt.
En efecto: aplicando ese doble principio profundamente filosófico,
desde luego aparece que la excitación más grosera y materializada es la
del choque y contacto cuantitativo de dos cuerpos, la que se usa entre
las acciones físicas del mundo inorgánico, la que brota de la misma
cuantidad, accidente en que se manifiesta principalmente la materia.
Para recibir ese influjo de contacto cuantitativo en nuestro cuerpo, hay
en las papilas de la piel, particularmente en la cara palmar y en el pul-
pejo de los dedos, en las regiones profundas de la piel, en el dermis
labial y en el de la conjuntiva, etc., corpúsculos de 30, 40, 50 [a, y aun de
uno á dos milímetros de longitud por 20 á 30 de anchura (corpúsculos
de Meissner, de Krause, de Paccini). Todos ellos de forma de pelota,
dispuestos á recibir el golpe y en comunicación con plexos ramificados
de nervios que avisan al organismo acerca de los cuerpos extraños que
tienen poder de alterarlo y desorganizarlo. (Cajal.)
Es el sentido del tacto el más ínfimo de todos, imprescindible para
todo animal, á fin de ponerle en aviso y asegurarlo contra los riesgos
que corre y de los bienes que le aprovechan (2).
(1) QQ. DD. De anima, a. 13. Véase también á Duns Escoto, t. III, páginas 495-498.
(2) El calórico radiante no se siente hasta que se calienta el tejido contiguo al ter-
mótopo, y entonces hay choques de unas partes orgánicas en otras.
188 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
«Quia igitur hujusmodi sensibilia immutant nos etiam materialiter
agendo, materialis autem immutatio fit per contactum, necesse est quod
hujusmodi sensibilia contingendo sentiantur; propter quod potentia sen-
sitiva comprehendens ea, vocatur tactus.»
De aquí se sigue que la sensación experimentada en su finísima der-
mis por la lombriz de tierra al contacto de la luz, es sí verdadera sensa-
ción, en que el sistema nervioso funciona y en que hay un conocimiento
y no meramente una reacción ceMar fototáxica; pero no es sensación
luminosa y de visión: lo que el animalillo siente en las acciones foto-
químicas es un malestar, un dolor producido por la alteración del tejido,
y por eso huye á esconderse: su organismo se halla bien á la intensidad
luminosa comprendida entre 0,0011 y 0,012, bujía Kercel.
Sentido superior al tacto es el áe\ gusto, al que hacen mella los sabo-
res, no precisamente por la cantidad de movimiento del cuerpo sólido ó
líquido recibido en la lengua, sino según la disociación que éste sufre en
la saliva. De una y otra parte hay alteración: el alimento y la bebida en
la insalivación y masticación emprenden la serie de transformaciones
eslabonadas en la digestión fisiológica; el organismo se altera en cuanto
que el mismo alimento y bebida excitan la segregación glandular, y en
el tejido glandular hay fibras nerviosas que parten del gran simpático,
constituyendo plexo tupido, cuyas trabéculas ó haces de fibrillas com-
plejamente entrecruzadas, van dividiéndose y ramificándose hasta termi-
nar en finísimas hebras que acaban libremente en la cara externa de los
corpúsculos glandulares. (Cajal.)
«Quod materialis immutatio annexa sit tam ex parte sensibilis quam
ex parte sentientis... pertinet ad gustum; licet enim sapor non immutet
organum sensus faciendo ipsum saporosum, tamen haec immutatio non
est sine aliquali transmutatione tam saporosi quam etiam organi gustus
et praecipue secundum humectationem.» (Santo Tomás.)
Al olfato ya no van moles de sólidos y líquidos, sino partículas in-
visibles, vapores tenuísimos, los cuales llegando á la mucosa nasal supe-
rior, quedan apresados en los apéndices libres, en que chocan y se con-
densan, finísimos, no vibráctiles, y extendidos casi horizontalmente por
la capa de mucina que moja exteriormente el epitelio. Las glándulas tubu-
losas de Bowmann, esparcidas por el dermis de la mucosa, alteran quí-
micamente las partículas olfativas, que por su finura no alteran el órgano
olfatorio; sólo se impresionan sensoriamente las células bipolares de la
mucosa, que se continúan cada una con su nervio olfatorio propio é in-
dependiente en todo el trayecto, hasta perderse con arborización libre
en el bulbo. (Cajal.)
«Quod transmutatio materialis anexa sit solum ex parte sensibilis...
secundum resolutionem et alterationem quamdam sensibilis... accidit in
sensu odoratus.»
El sentido del oído ya no recibe dentro de sí el cuerpo sonoro, sino
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 189
la ondulación mecánica en que va su virtud sensible; y ya se admita que
la conducción acústica se refuerce por resonancia en la membrana baci-
lar, en las fibras de Corti, en la zona arcuata, en la zona pectinata; ya
se considere la conducción directa sin resonancia, aumentada por la
fuerza viva de los otolitos (á lo menos para la trepidación y rumores);
bien se atienda á la oleada del líquido laberíntico que tal vez sube á
mayor ó menor altura por la rampa del caracol; bien á la tirantez que
la membrana basilar sufre con la desigualdad de presiones en el líquido
laberíntico; ora se considere la diferencia de presiones laterales que las
ondas estacionarias causan en las membranas; ora se les imagine á los
ciliares en que terminan las células nerviosas, hiriendo y golpeando
como palillos de tambor la membrana de Corti, lo cierto es que el oído
es un aparato cuyas membranas suspendidas, cuyas palancas articula-
das, cuyos filetes nerviosos, abandonados en el seno de líquidos, gozan
de condiciones aventajadísimas de perfectísima sensibilidad mecánica.
(Bonnier.)
«Transmutatio... solum ex parte sensibilis... secundum loci muíatio-
nem... accidit in auditu.» (Santo Tomás.)
De lo dicho no se sigue que el oído sea un sentido mecánico, sino
que la conducción del sonido externo debe hacerse mecánicamente; por-
que estando las células auditivas internadas en el organismo, la ondula-
ción externa debe propagarse conforme á su modo cuantitativo y mecá-
nico de obrar, general á toda energía del mundo inorgánico; pero la
audición no es mecánica; no se oye ni la presión del líquido laberíntico,
ni la vibración de las fibras de Corti, ni la tensión de la membrana basi-
lar, ni la dureza de la membrana de Corti en que el ciliar nervioso choca.
La prueba está en la multiplicidad de las hipótesis de los sabios antes
citados para el mecanismo de la excitación. Lo que oímos es el sonido,
el cual está en el trueno que retumba, en el cañón que dispara, en la
campana que voltea, en el timbre eléctrico que vibra, etc.; pero en la
ondulación mecánica que en el oído entra, llega la virtud del sonido in-
mutativa de la célula auditiva.
El último grado de elevación en los sentidos alcanza la vista, propor-
cionalmente á la excelencia de su inmutación: en la cual hay, sí, inmuta-
ción regulada mecánicamente en la córnea, humor acuoso, cristalino y
cuerpo vitreo; pero de mecánica tan elevada y noble, que con razón ó
sin ella se ha ideado el éter interatómico para esas ondas cuya elastici-
dad cuenta por billones las vibraciones y por mieras las longitudes de
sus ondas. Llega á la retina el rayo luminoso, y ya no hay que pensar en
inmutaciones mecánicas y comunes á la materia inanimada. La contrac-
ción y deformación de los conos, bastones y células epiteliales son fenó-
menos propios de células organizadas; la elaboración y decoloración de
la púrpura retinal no tiene semejanza en el arte fotográfico; las corrien-
tes eléctricas de la retina, apreciables con galvanómetros y electróme-
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 13
190 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
tros capilares, en su origen, conservación, leyes de aumento y disminu-
ción á la exposición de la luz, indican regirse por un principio vital y
superior á la materia inanimada. La vista será, pues, el sentido más
elevado sobre la materia, y, por tanto, el más conoscitivo.
«Sunt autem alia sensibilia quae immutant sensum absque materiali
immutatione annexa, sicut lux et color, quorum est visus; unde visus est
altior quam omnes sensus et universalior.» (Santo Tomás.)
He aquí la conveniencia recíproca que entre el objeto sensible y la
potencia orgánica sensitiva existe. El objeto entra, pues, con mucho en
la clasificación de las sensaciones.
II
Una corriente eléctrica, se dice, que circula por los nervios centrípetos,
excita en éstos, mientras vaya pasando, sus sensaciones características.
Luego...— ¿Luego, qué? 1.° Que el nervio no es sólo conductor, sino aun
parte integrante del órgano sensitivo, dado que la misma sensación se
experimenta, interrumpidas las comunicaciones con los extremos peri-
féricos (Grützner, Langendorff, Biedermann). 2.° Y es lo que nos hace al
caso: que la corriente es virtualmente múltiple; al circular por los nervios
produce en ellos el objeto sensible, y con él determina la sensación pecu-
liar. Este segundo corolario tratamos de probar, uno á uno, en cada
sentido.
Tacto de la presión (1). — Las excitaciones eléctricas pueden apli-
carse á los nervios y músculos en la doble forma de corriente unipolar
ó alterna de una frecuencia inferior á 10.000 períodos por segundo.
Igualmente en la materia inorgánica y organizada los choques y vibracio-
nes eléctricas modifican las moléculas y células con variaciones en la
conductibilidad eléctrica, y aun en los músculos hay contracciones
patentes á simple vista. Estudiar tales cambios y modificaciones molecu-
lares en los cuerpos organizados é inorgánicos es, á juicio de Bose, uno
de los más arduos problemas de Física y de Fisiología.
Á nuestro propósito basta indicar ligeramente algunos resultados. El
efecto obtenido por las excitaciones eléctricas depende de la constitu-
ción del tejido, que cuanto más irritable, tanto antes hace manifiestos los
cambios en él ocasionados. La corriente debe atravesar longitudinal-
mente el nervio y músculo, y no transversalmente: en hombres con vida
claro es que las corrientes se aplican con electrodos que descansan sobre
la piel en los puntos más próximos á los nervios y músculos que se estu-
dian. En los músculos, tanto lisos como estriados, y en los nervios moto-
res ocurren contracciones continuadas, si la corriente es constante; rít-
(1) Véase Bose y Tigerstedí, II.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 191
«micas, si las corrientes son intermitentes; pero la contracción puede ir
subiendo hasta un máximo para bajar luego que cese el estímulo eléc-
trico, á no ser que la fatiga detenga la reacción del músculo. Fatiga en
los nervios motores apenas hay, aunque sí en sus terminaciones, las
cuales se cansan primero que la sustancia del músculo, por más que el
músculo se canse mucho antes que el nervio motor. Cuando las excita-
ciones se suceden muy rápidamente, se produce en los músculos el estado
llamado tétanus, cuya curva representativa es una hipérbola que va
acercándose á la asíntota; no obstante las alteraciones en la conductibi-
lidad eléctrica indican que aun entonces la curva es interminable. (Kro-
necker y Stiling.) Tanto en los nervios como en los músculos la repeti-
ción del estimulo hace crecer la irritabilidad, tanto, que una corriente
insuficiente acaba muchas veces por irritarlos.
Así queda evidenciado que la excitación eléctrica determina choques
interiores en los mismos tejidos, y, por lo tanto, existe mecánicamente el
órgano táctil de la presión.
Tacto del dolor.— Las contracciones musculares y las irritaciones de
los nervios periféricos y las excitaciones de los centros, medula espinal
y oblongada y ganglios cerebrales, no pueden menos de causar dolor y
alterar la sensibilidad dolorosa, ya acrecentándola (hyperalgesia) ya
abajándola (hypalgesia).
Mas, ¿qué es el dolor? Más fácil es sentirlo que definirlo. El dolor,
como toda sensación, es un conocimiento del objeto representado: sólo
que el elemento de la afección sujetiva aquí domina, porque precisamente
el objeto real conocido en la sensación dolorosa es, ó la modificación y
desorganización del protoplasma celular, especialmente del muscular y
del nervioso («Dolor est sensatio disconvenientiae et solutionis continui»,
dice Toledo, ó sea «la impresión de desorganización», que define Cajal),
ó es, con más propiedad, el objeto y cualidad sensible que por ese movi-
miento protoplásmico y esa desorganización nace y se desarrolla fisioló-
gicamente en los tejidos. («Quapropter dicendum, indolore non calorem
tantum vel frigus sentiri, nec solam divisionem aut commotionem, sed
qaalitatem inde resultantem , quae dolorifera qualitas dici potest.»
Suárez.)
Para explicar un poco esta definición, que es la que más nos place,
convendrá recordar una de tantas observaciones del hábil experimen-
tador V. Frey. La excitación dolorosa, excitada mecánicamente en el
algótopo, depende en grado sumo del tiempo de la excitación, y viene
siempre con más ó menos retraso, que puede ser de muchos segundos
cuando la excitación es débil; crece sucesivamente en intensidad hasta
un máximum, obtenido el cual, baja gradualmente: con que la sensación
dura mucho más que la excitación. De ahí que oscilaciones mecánicas ó
eléctricas en número de cinco por segundo, aplicadas en un algótopo,
•dan sensación de dolor continuado.
192 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
La sensación táctil, en cambio, excitada en el tiponótopo al contacto
del hilo metálico capilar, aparece en seguida, pronto se debilita y á poco
cesa. Por eso el tiponótopo cuenta en un segundo más de 130 pulsacio-
nes del objeto distintamente.
Estas y otras circunstancias de la sensación dolorosa explica, sin
suponer absurdo alguno, la definición suarista. Sin absurdo alguno;
porque si la vibración mecánica de la membrana del fonógrafo es capaz
de producir tanta multitud de sonidos como el oído hieren, y tan fuerte-
mente, ¿por qué la vibración y alteración fisiológica del protoplasma vivo
no podrá producir, y aun en grado intenso, el dolor objetivo que percibe
la facultad en el algótopo y nervios sensíferos residente? Explícanse con
tal definición las circunstancias del dolor: a) Su retraso, porque no hay
sensación sin previo objeto, y el objeto de la sensación dolorosa debe
primero brotar por medio del proceso fisiológico irritado ó por la presión
directa ó eléctrica ó por la acción de las enzymas de los líquidos que
bañan los tejidos, iniciada en la rotura de éstos ó de los capilares sanguí-
neos, y por otras causas diferentes, calor, sustancias químicas, etc., etc.
b) LdLgran sensibilidad del algótopo al menor contacto, en que se funda
el cuidado de pulimentar y redondear las superficies de los objetos de
frecuente uso; porque no es el contacto ni presión lo que ahí se siente, y
porque con ligerísimas causas puede iniciarse el proceso fisiológico
origen del dolor objetivo, c) Su marcha gradualmente ascendente y des-
cendente: es carácter de la reacción fisiológica consiguiente á la irritabi-
lidad celular, d) Explica también la variedad de dolores, por ser múltiples
los irritantes celulares, varias las reacciones fisiológicas que en los teji-
dos se originan y varias en consecuencia las cualidades doloríferas pro-
ducidas (1).
El órgano con que sentimos el dolor objetivo, si se trata del tejido
nervioso, es «toda fibra sensitiva, ó sea nacida en los ganglios raquídeos
ó craneales (la cual), es susceptible de generar dos impresiones: la ordi-
naria ó específica, correspondiente á su tonalidad particular, la cual es
provocada por estímulos moderados y específicos; y la extraordinaria^
que cabría llamar impresión de desorganización, causada por toda clase
de estímulos destructores, y que representa algo así como el grito de
alarma con que avisa á la conciencia el protoplasma nervioso, cuya
desintegración físico-química se inicia». (Cajal.) (2). Pero si se trata del
dolor objetivo nacido en las células no nerviosas, lo más probable es que
hay algótopos destinados á impresionarse con él y transmitir su impresión
y sentir el dolor.
Con esto fácilmente se sobreentiende cuan buena coyuntura hallan
las excitaciones eléctricas para causar dolor con las contracciones mus-
(1) Véase Suárez, De Mysteriis, d. 33, 1. 2.
(2) Textus, c. I, pág. 444.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 193
Guiares y modificaciones nerviosas arriba descritas. Para mayor abun-
dancia, será bueno recordar cuánta eficacia tiene, según la moderna elec-
troterapia, en nuestro organismo toda clase de corrientes eléctricas.
Keating-Hart desorganiza con la fulguración tejidos enfermos, provo-
cando disociaciones electrolíticas. Nagelschmidt obtiene con las corrien-
tes de Arsonval, dispuestas bipolarmente, convulsiones musculares que
hacen esperar su empleo terápico para el sistema muscular. Einthoven
con ellas logra impresionar los nervios, á pesar de su rapidísimo período
de casi un millón de vibraciones por segundo. Y todos los médicos con-
vinieron en el Congreso internacional de sicoterapia celebrado en
Roma (Octubre, 1907), que á lo menos influyen en el sistema simpático,
regulando las contracciones vasculares, la segregación glandular, los
centros de temperatura, etc.
Tacto de temperatura. — Experimento antiguo es que se excita por
medio de la electricidad un tronco nervioso sobre un punto cualquiera;
las fibras de temperatura en él contenidas, pueden irritarse directamente
sintiéndose, en consecuencia, frío ó calor localmente en tales ó cuales
partes excéntricas respecto al punto ocupado por el electrodo. (Sergue-
yeff.) Más reciente es el experimento hace un año publicado por E. Be-
cher, el cual, tratando de estudiar la sensibilidad táctil del tubo diges-
tivo, introducía en éste, y con las precauciones convenientes, uno de los
reóforos del hilo secundario, mientras tenía el brazo izquierdo dentro de
agua tibia, donde estaba el otro reóforo. En todo el tubo digestivo sen-
tíase claramente sensación táctil, que en la garganta estimulaba la tos;
en la parte superior del tubo picaba con escozor; en la parte baja del
tubo había ardor. Esta sensación de ardor.se extendía por el tubo, esta-
bleciendo entre las paredes de éste y el reóforo contacto suficiente.
Y se pregunta: ¿Hay en estos casos calor y frío objetivos que al paso
de la corriente eléctrica se produzcan? ¿Cómo debe interpretarse la sen-
sación de ardor?
Para responder debidamente sirve el cuadro de Alrutz, quien, estu-
diando de propósito el tacto de temperatura, deslinda así los límites de
las sensaciones térmicas en el dorso de la mano:
Límites ^ ^ Sensadon
J^riú doloroso Saisadm^filo nmiindes Sensación 3e xcdar Setisaáondc aitbr de (jaemadurcí
I I jÍ" I I 4?"!
Admitiendo la distinción real de los termótopos, criótopos y algóto-
pos, tenemos que los termótopos sienten el calor del tejido contiguo y
(1) Esta línea punteada hemos añadido para denotar los lindes de la sensación pa-
radójica (42°— 75^') que en los criótopos tiene su asiento.
194 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
del cuerpo extraño (el hilo metálico capilar ó temperator), sin otra sen-
sación concomitante en la extensión 33,3°— 36°— ; con las sensaciones
concomitantes de ardor y quemadura dolorosa á mayores temperaturas.
Con los criótopos sentimos el frío, sin otra sensación concomitante entre
los límites 32,8°— 12°; de ahí para abajo se añade la sensación dolorosa.
En las sensaciones dolorosas de ambos extremos entran en juego los
algótopos. Lo singular en el trabajo de Alrutz es que la sensación de
ardor es peculiar á los criótopos, con lo cual se añade una nueva sen-
sación paradójica de frío observada por v. Frey.
Los fundamentos de la opinión de Alrutz, entre otros, son: a) la topo-
grafía de la sensación ardorosa, que es tanto más perceptible cuanto la
zona abunde en criótopos; b) el retraso de O^^^-filb que entre la excita-
ción de ardor media; cuando el retraso en la sensación de calor es sola-
mente de Oseg-,241, ó sea dos veces y media menor; c) la separabilidad
de la sensación de dolor; así en el labio superior, aplicado el temperator
de 35,5° á 48,5°, sólo se tiene sensación de ardor: si el temperator mide
51°, entonces al ardor se une el dolor.
La distinción sicológica es la indicada en su tiempo por el Cardenal
Toledo. La sensación del calor es la que representa el calórico del ob-
jeto extraño y del tejido contiguo; en la sensación de ardor se reconoce
el calor inherente al mismo nervio. Todo nervio termosensitivo es capaz
de sentir ardor, pero especialmente el nervio criotópico, por irritarse antes
y más fuertemente. Cuando la alteración del protoplasma nervioso viene
á ser más honda, llega á sentirse calor que abrasa y duele.
Con estos prenotandos, aparece en las excitaciones eléctricas pro-
ducción sufíciente de calor, frío y ardor reales.
De calor.— Las excitaciones eléctricas hacen funcionar los músculos;
el juego muscular es fuente de calórico, no sólo en animales de sangre
caliente, sino aun en los de sangre fría. (Tigerstedt.) Aun las corrientes
Tesla elevan en muchos grados la temperatura de la superficie del
cuerpo. (Sommerville-Glascow.)
De frío (¿paradójico?).— Una excitación térmica de 40° para arriba
produce una súbita contracción en los vasos musculares, á que sigue una
dilatación; y pregunta Alrutz: ¿podrá contracción tan momentánea
excitar los criótopos para sentir su frío paradójico? Y responde con los
hechos que extractamos. Cuando la excitación térmica corresponde á
una temperatura 33°— 43°, se dilatan los vasos musculares; pero un des-
censo súbitp de temperatura desde los 40 á los 35° los encoge. (Amitin.)
Estímulo térmico en el antebrazo modifica el volumen en los vasos de
la mano; generalmente el estímulo frío trae disminución de volumen, au-
mento el estímulo caliente; mas la temperatura superior á 40° reduce el
volumen. (Lommel y Matthes.) Un baño de 40° produce disnea no de
otra suerte que un frío intenso. (Balz.) La acción refrescante délos baños
se debe al funcionamiento de los nervios criótopos. (Goldscheider.) Re-
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 195
cordando que los cambios de volumen en los vasos sanguíneos modifi-
can la velocidad de las acciones oxidantes provocadas por el curso san-
guíneo, tendremos explicada una de las causas del frío paradójico. Otra
puede ser la mayor evaporación cutánea, cuya importancia no podemos
amplificar en atención á la brevedad. Tercera causa puede ser originarse
f. c. m. contrarias en la corriente nerviosa: observación de Biedermann
es que el enfriamiento producido en la superficie epitelial de la lengua al
contacto de un hierro, es debido á una corriente de f. c. m. contraria á
la que existía en la glándula salival.
La sensación de ardor es naturalísima al paso de las corrientes: los
nervios no pueden menos de irritarse y alterarse con toda clase de co-
rrientes, faradaica, sinuosidal, etc., más ó menos, según su intensidad,
intermitencias y cambios de dirección, como es fácil preverlo en gene-
ral, ya se admita que la propagación de la corriente en los nervios y
músculos sea por acciones y transportes electrolíticos, ya se haga por
descargas sucCvSivas, como en los cohesores de Brauly, ya por conduc-
ción continua, como en los alambres metálicos. Hecho consignado por
Hornung es que cuando el número de períodos llega á la frecuencia de
las centrales eléctricas (2.400—3.000 por minuto=4.800— 6.000 cambios
de polo), suele el paciente sentir ardor ingrato en la piel, que se mitiga
usando el transformador dinámico que reduzca el período á 800—1.500.
(Reiniger.)
José M. de Ibero.
(Continuará.)
Eli VlflO DÜÜCE PMt^ñ IVIISAS
§ I
PRELIMINARES
1. El motivo de escribir estas páginas son las noticias que de dife-
rentes regiones de España he tenido sobre la manera de fabricar el vino
para el Santo Sacrificio; noticias motivadas por una consulta que me hizo
una familia muy cristiana, la cual, para proceder con mayor seguridad en
asunto de tanta trascendencia, fabricaba en su propia casa el vino de
Misa para uno de sus individuos que es sacerdote. El resultado de esta
consulta fué venir en conocimiento de que el método empleado no da
materia lícita, aunque sí válida, para el Santo Sacrificio, y como con tal
ocasión se me dijera que este procedimiento seguían los vinicultores más
concienzudos de todo aquel país, los cuales garantizaban como vino de
absoluta confianza el por ellos fabricado, resolví hacer indagaciones por
diversos puntos de la Península, y escribir algunas páginas que ayudaran
á los interesados á conocer el vino legítimo y exigirlo á los cosecheros,
y á los agricultores les diera la pauta según la cual podían proceder
para quedar tranquilos en sus conciencias.
2. Ni se crea que será aplicable sólo á los puntos consultados, por-
que en otras partes de España y del extranjero se siguen prácticas aná-
logas. Hago caso omiso de las mil sofisticaciones á que se presta el
asunto, motivadas por el prurito de vender mucho vino, muy dulce y á
muy buen precio.
3. Porque, por un lado, lo desagradable que suele ser al paladar el
vino seco tomado en ayunas, y por otro, el sabor atractivo del vino dulce,
han hecho que éste se emplee en muchas partes como materia ordinaria
para el Santo Sacrificio; y si el vinicultor va puramente en busca de su
negocio, no reparará en prometer y dar vino blanco de fuerza y tan dulce
como se quiera, añadiendo para ello el alcohol y el azúcar que sean
necesarios. Pero si quiere ser fiel á su conciencia, y ésta es tan delicada
como el caso se merece, no dejará de encontrar sus dificultades para
proporcionar vino legítimo, dulce y de fuerza.
4. Mi objeto es, pues, estudiar el problema de la fabricación del vino
de Misas desde el punto de vista químico, viendo qué operaciones dejan
intacto y cuáles cambian el producto, de suerte que, considerado cien-
tíficamente según los adelantos modernos, deba considerarse como vino
legítimo de Misas ó no, en el verdadero sentido de la palabra.
5. Pero como las cuestiones relativas á la materia de los sacramen-
1
EL VINO DULCE PARA MISAS 197
tos dependen exclusivamente de la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo,
que pudo fijar tal ó cual substancia en particular, revestida de determi-
nados accidentes ó condiciones más ó menos extrínsecas; y siendo la
Santa Madre Iglesia la única, la fiel, la infalible intérprete de la voluntad
de Jesucristo, á ella corresponde definir ó fallar si son ó no aplicables y
cuánto, según la mente de Jesucristo, los recientes descubrimientos quí-
micos relativos á la naturaleza, fabricación, mejoras y conservación del
vino para las Misas. Por tanto, á su infalible criterio someto cuanto
indicaré en este sencillo estudio, que he emprendido con el único fin de
evitar tantos abusos como entiendo que se cometen, unos inocente, otros
maliciosamente, en asunto tan grave y tan inmediatamente ligado con la
honra y culto de Cristo nuestro bien.
6. Es cierto que los modernos inventos se apoyan sobre datos y
hechos cien veces comprobados, y que deben, por tanto, admitirse como
verdaderos; pero repito que esto no basta para que se les aplique ya
desde luego lícitamente á la elaboración del vino de Misas, sino que
conviene que preceda el fallo aprobativo de la Esposa de Jesucristo; la
cual, como Madre bondadosa que es, gusta de que se le expongan con
su verdadera fuerza las razones que militan en favor del moderno pro-
greso, para bendecir sus continuos y notables descubrimientos y some-
terlos gozosa al servicio de Dios Nuestro Señor. Á nosotros, sus hijos, nos
toca acatar y cumplir los decretos ya dados y estar dispuestos á recibir
con humildad sus enseñanzas.
§11
NATURALEZA DEL VINO
7. El vino propiamente dicho es una bebida alcohólica resultante de
la fermentación del mosto ó zumo de las uvas, ora vaya acompañada del
hollejo, semillas y escobajo, ora no. El vino completo debe, pues, conte-
ner alcohol. En términos más amplios, se toman también como vinos
los líquidos procedentes de la fermentación alcohólica de otros frutos,
como las manzanas, las peras, etc. Que para tener vino, como tal, se
necesite como requisito esencial la fermentación, es indudable. Así lo
entiende el común sentir de las gentes y así hablan los autores. «Le vin
proprement dit est la liqueur alcoolique qui resulte de la fermentation
du jus de raisin.» (A. G., Dictionn. de Wurtz, t. III, pág. 680.) «La loi
définit le vin: le produit immédiat de la fermentation naturelle des raisins
frais.» (Astruc, Le vin, pág. 39.) Si se quiere, es algo exagerada esta defi-
nición, porque también la uva que no es frais... da vino por fermenta-
ción...; pero de todos modos se ve la exigencia de la fermentación para
obtener vino verdadero. «La fermentation du jus de raisin donne le vin.»
(Ozar, Lesferm. indusír., pág. 137.)
198 EL VINO DULCE PARA MISAS
«La fermentación, operación esencial de la vinificación...» (Fuster,
Eletn. de agrie, III, «Industrias», pág. 37), etc.
8. La naturaleza alcohólica del vino es debida á la presencia de una
substancia fermentecible, la glucosa, en sus dos formas isoméricas (1), la
dextrosa y la levulosa, las cuales, por virtud de ciertos microorganismos
ó fermentos, se transforma en etanol (alcohol etílico, ordinario ó de vino,
espíritu de vino), y anhídrido carbónico, principalmente.
El alcohol etílico procede, pues, del azúcar de las uvas. De aquí
que la uva en agraz será poco apta para fabricar el vino, porque aunque
la uva ya desde el comienzo de la formación del grano contiene algo de
glucosa, sin embargo, es muy pequeña su porción; ésta va creciendo
hasta la completa madurez, pasando desde el centro del grano á su peri-
feria; en cambio, al mismo paso va decreciendo la proporción de los
ácidos contenidos en los granos, que puestos al principio en la parte
más próxima á la película, se internan poco á poco, á medida que la madu-
ración adelanta. La cantidad de glucosa que contiene la uva varía entre
10 y 30 por 100; la de ácidos varía también, y, por tanto, la relación
-^^^ oscila entre j^ y 2^' de ordinario; si baja hasta -' es señal de que la
uva está aún en agraz. Esta relación es muy estimada como indicador de
la calidad de la cosecha y de la uva.
10. De aquí la costumbre lógicamente fundada de que la vendimia se
realice cuando la uva está ya en sazón, la cual depende de la naturaleza
de las cepas, de las condiciones del terreno y de las circunstancias de
temperatura, humedad, etc., que suelen ser variables no pocas veces
hasta en un mismo paraje. En los países más septentrionales la vendimia
se tiene que retardar, y aun entonces la uva no adquiere ordinariamente
el grado de madurez y dulzor que caracteriza la de nuestros campos
meridionales.
11. Con uvas que se dejan desecar en la misma vid, ó que se ex-
tienden, ya cortadas, sobre cañizos, se fabrican á veces vinos licorosos
pues la pérdida del agua produce una notable concentración del mosto
mayor riqueza sacarina y por ende alcohólica.
§111
LA FERMENTACIÓN Y SUS PRINCIPALES TEORÍAS
12. Al definirse antiguamente el vino de vid, como no se conocía el
por qué de la fermentación, se entendía ésta en el sentido obvio de la
(1) La dextrosa (aldosa) y la levulosa (cetosa) son dos formas isoméricas, porque
su molécula se compone de los mismos elementos en especie y en número (Ce H12 Oe);
pero su carácter químico difiere parcialmente, pues la dextrosa es lo que se dice un
aldehido, y la levulosa es una acetona, aunque ambos compuestos convienen en su
múltiple carácter alcohólico.
EL VINO DULCE PARA MISAS 199
palabra fervere, es decir, ebullición, puesto que se observaba el espon-
jamiento de la masa, la producción de burbujas y el desprendimiento de
gases.
13. Andando el tiempo, vinieron á estudiarse las causas de semejantes
fenómenos, que no parecían tener razón alguna de ser, pues el mosto se
manifestaba homogéneo y libre de toda causa que pudiera determinar su
enturbiamiento y descomposición.
14. Lo oculto y obscuro del fenómeno hizo creer á Berzelius que era
debido á una fuerza particular, pero muy extendida, que llamó catalítica,
la cual presidía la destrucción de la glucosa, como dirigía y ejecutaba
otros muchos fenómenos, por ejemplo, el de la síntesis del agua mediante
el musgo ó negro de platino, en presencia de la mezcla oxhídrica. (Véase
Berzelius, Traite de Ch., I, pág. 111, París, 1845.)
15. Para Lavoisier (Traite élément. de Ch., I, pág. 150, 1789) el
azúcar era un óxido complejo: por la fermentación se escindía en dos
partes, oxidándose una á expensas de la otra, dándonos anhídrido car-
bónico, mientras ésta quedaba reducida á alcohol; de igual opinión se
hizo eco Gay-Lussac (Ann. Chim., 95, pág. 318.)
16. El hallazgo del ácido succínico por Ch. Schmidt en 1847, su con-
firmación después y el nuevo hallazgo de la glicerina por Pasteur, así
como los de otros alcoholes superiores, el propílico (Chancel, C. /?., 37,
pág. 410), el butílico (Wurtz, ídem, 35, pág. 310), el amílico (Pelletan,
Ann. Ch. et Phys., 30, pág. 221), el caproico (Faget, C. /?., 37, pág. 730),
no definían nada nuevo sobre la naturaleza de la fermentación.
17. Sólo cuando Liebig, por un lado, estableció su teoría química de
la fermentación, por la que el fermento es una substancia nitrogenada en
vías de alteración y dotada de vibraciones intramoleculares, que se co-
munican á las materias fermentescibles, y cuando Pasteur, por otro,
asentó su doctrina vitalista, según la cual la alcoholización del azúcar es
un efecto real de la nutrición celular, no un mero producto accidental de
la vida, se pudo decir con verdad que se comenzó á estudiar á fondo la
cuestión.
18. Posteriormente inició Berthelot (Ann. de Ch. et Phys. (3), 51,
pág. 326) la opinión de que la fermentación, á lo más, era debida á se-
creciones de la levadura, y que aun podría realizarse sin ella. (Ibid. (3),
50, pág. 322.)
No entraré en detalles sobre la disputa entablada entre estas lum-
breras científicas, pues me llevaría sin necesidad demasiado lejos.
19. Sólo diré, por lo que atañe á nuestro asunto, que, tanto en una
opinión como en la otra, se supone la existencia de una causa extraña á
la masa fermentable, es decir, de una causa, el fermento, que presencia,
dirige y realiza la destrucción del azúcar, sin quedar formando parte de
los productos resultantes. Esto es de una importancia suma para la re-
solución de nuestro problema.
200 EL VINO DULCE PARA MISAS
20. Porque si el fermento no queda en la masa del vino, como cons-
titutivo del mismo, se desprende que, sin alterar la substancia del vino,
podré: lo primero, realizar la alcoholización de la glucosa utilizando sólo
el fermento, que naturalmente acompaña á la uva; ó bien, segundo, in-
troduciendo mayor masa de fermento de la misma ó análoga especie; ó
bien, tercero, destruyendo, si me conviene, el que preexistía en la uva, y
añadiendo después fermento que logre el mismo resultado que aquél. Y
esto no sólo debe entenderse de la sustitución de los fermentos figu-
rados (es decir vivos), por otros figurados, sino también por otros cua-
lesquiera, ora deriven de éstos, ora no tengan con ellos ningún pa-
recido.
21. Las modernas diastasas, zimasas, enzimas ó fermentos solubles ó
no figurados, son secreciones múltiples celulares descubiertas en órga-
nos y líquidos animales, así como en semillas y jugos vegetales: de
naturaleza compleja, albuminoidea, pero cuantitativamente desconocida,
están dotadas de una actividad catalítica (1) asombrosa, en general ace-
lerante de las reacciones; á ellas se atribuye hoy la acción directamente
fermentativa.
22. Estas secreciones aparecen en las células según las condiciones
en que se tiene que realizar su nutrición, y su producción va vinculada á
la vida anaerobia (2) de la levadura: en esta vida es en la que la zimasa
abunda, y la producción de alcohol crece considerablemente: se dice
entonces que el poder-fermento de la levadura es grande, es decir, que
devuelve bajo forma de alcohol gran parte del azúcar (glucosa) des-
truido.
23. Pongamos un ejemplo que aclare la cuestión anterior. La saca-
rosa (azúcar de caña ó remolacha) tiene por fórmula C^^ H22 0^^'.
cuando se la hidroliza, es decir, cuando se le da una molécula de agua,
se convierte en Cj, H24 Oj,: desde este momento deja de ser sacarosa
y pasa á ser dos moléculas de glucosa (el azúcar de la uva, Cg H12 Og)
en sus dos formas isómeras, dextrosa y levulosa. Ahora bien: este trán-
sito de la sacarosa á glucosa, llamado inversión de la sacarosa, se
puede realizar de varias maneras.
1) Mediante la levadura misma del mosto: de suerte que si á un
mosto se le añade sacarosa, al terminar la fermentación tumultuosa, ve-
remos que á poco se reanuda la efervescencia, á la manera que si hubié-
ramos puesto verdadera glucosa: la levadura, pues, ha transformado la
sacarosa previamente en glucosa y levulosa, y sólo entonces ha fer-
mentado, pues la sacarosa de suyo no es fermentescible.
(1) Se dice que un cuerpo obra catalíticamente en una reacción, cuando influye en
ella activándola (ó retardándola), al parecer, por su sola presencia, puesto que al fin de
la reacción se encuentra dicho cuerpo el mismo que al comienzo.
(2) Las vidas anaerobia y aerobia son las que tienen lugar en ausencia y en presencia
del aire, respectivamente.
EL VINO DULCE PARA MISAS 201
2) Por medio de los ácidos diluidos, especialmente minerales: es pre-
cisamente uno de los casos más interesantes de catálisis y más estu-
diados ya desde Wilhelmy en 1850, y cuya realización está indicada
claramente en ecuaciones matemáticas, expresiones de la velocidad de
transformación.
3) Por cierto producto llamado ¿nvertasa, perteneciente al grupo de
los enzimas ó fermentos solubles, ya citados. Á este tercer modo viene
á reducirse el primero, pues los modernos experimentos deducen que las
levaduras realizan la inversión de la sacarosa mediante la invertasa que
ellas segregan.
24. Resultado: en todos estos casos la causa determinante queda
extrínseca á la glucosa separada; por todos los caminos se llega al
mismo término. Si el producto final, la glucosa (dextrosa levulosa), des-
pués de bien purificada, se presenta al químico para que lo analice, su
fallo será que es el mismo producto; ni se preocupa del modo de prepa-
rarlo, ni lo podrá averiguar, si en su preparación se han tomado las
debidas precauciones; lo que puede asegurar es que semejante cuerpo
es sacarosa invertida: químicamente, pues, la inversión es la misma,
única, específicamente considerada.
25. Este es el caso del vino. La fermentación alcohólica de la glucosa
puede hacerse de varios modos, que van á parar al mismo resultado
sübstancialmente, sin que las causas determinantes sean particioneras de
la masa final producida: á lo sumo, habrán consumido más ó menos ma-
teria fermentable con ó sin provecho. Luego la operación químicamente
es la misma, y tanto deberá llamarse vinificación la fermentación del
mosto que brota espontánea en el lagar al exprimir el jugo de las uvas,
como la que presupone la evaporación previa de parte del agua, á fin
de aumentar la dosis de glucosa: lo mismo si se utilizan los saccharo-
myces traídos del campo con los racimos, como si á éstos se añaden otros
del país ó importados de fuera: lo mismo, finalmente, si en un mosto
previamente esterilizado, introduzco levaduras artificiales vivas, que si
en su representación introdujera su zimasa, ora provenga de la levadura
misma destrozada entre arena de cuarzo, cual la obtuvo Büchner, ora de
cualquier otra parte.
§IV
CONCLUSIONES IMPORTANTES
26. De donde concluyo: I) Todo aquello que cambie la naturaleza
de la fermentación vinosa (por ejemplo, adición de bacterias ó myco-
dermas), ó altere la composición natural de cada vino, debe excluirse de
su fabricación. Por tanto, debe prohibirse la adición de yeso, sacarosa,
glucosa, colorantes y decolorantes, tanino, bisulfitos y anhídrido sulfu-
202 EL VINO DULCE PARA MISAS
roso (líquido ó gas); antisépticos en general; la mayor parte de los cla-
rificantes (gelatina, sangre, creta, mármol, cascaras de huevo, conchas,
crémor tártaro, etc.).
27. La razón del cambio de naturaleza es, en efecto, la que hace ile-
gítimo el vino agrio y análogamente la que no permite añadir carbonato
ó bicarbonato sódico, carbonato de calcio ó tartrato neutro de potasio
al vino acescente. El avinagrado ó picado del vino es debido á una can-
tidad mayor ó menor de ácido acético procedente de la oxidación del
alcohol que ha ocasionado el mycoderma aceti en contacto con el aire:
si se introduce carbonato sódico, por ejemplo, se produce acetato sódico,
que queda en solución, y anhídrido carbónico que se desprende con
efervescencia. El vino queda, pues, alterado substancialmente. Pero
además hay en los vinos una acidez natural (véase núm. 9), formada
principalmente por el ácido tartárico y tánico, en menor escala por el
acético y en mucho menor aún por el cítrico, málico, etc. Como todos
estos ácidos reaccionan inmediatamente con el bicarbonato, se trans-
forman en las sales correspondientes, desaparecen en todo ó en parte
(según la cantidad de carbonato añadido), y, por tanto, queda alterada
por nuevo concepto la composición del vino.
28. El vino modificado, pues, de esa manera es materia grave ó leve-
mente ilícita, lo mismo que el acescente, según el grado de alteración
que ha sufrido; y tan profunda podría ser, que fuese también materia
inválida. (Véanse los autores de Moral.)
¿Cuándo tendrá esto lugar? Digo que cuando la acescencia del vino
lo hiciese materia ilícita, seguirá siendo materia ilícita aun después de
neutralizado; y si el vino fuese tan agrio que se le reputase materia invá-
lida, sería también inválida aunque se le hubiera quitado toda la acidez,
mediante el carbonato sódico ú otro compuesto cualquiera. La razón,
repito, es obvia. Porque la neutralización de la acidez no sólo no quita
al vino el defecto de su alteración (que suponemos lo hacía materia ilí-
cita ó inválida), sino que se le aumenta porque añade nuevas substan-
cias extrañas que antes no tenía, y hace pasar á sales los ácidos naturales
del vino (1).
29. II) Todo cuanto, científicamente estudiado, coincida con el
método natural de la vinificación, será químicamente lícito, y aun en
casos más ó menos generales, recomendable. Aquí se incluye: a) ante
(1) Las rúbricas que se leen en el Misal romano, relativas á los defectos del vino,
son las siguientes (tit. IV):
1. Si vinum sit factum penitus acetum, vel penitus putridum, vel de uvis acerbis,
seu non maturis expressum, vel ei admixtum tantum aquae, ut vinum sit corruptum,
non conficitur Sacramentum. (Luego estas materias son inválidas.)
2. Si vinum ceperit acescere, vel corrumpi, vel fuerit aliquantum acre, vel mustum
de uvis tune expressum... conficitur Sacramentum, sed conficiens graviter peccat.
<Luego tales materias son válidas, pero gravemente ilícitas.)
EL VINO DULCE PARA MISAS 203
todo, la pasteurización del vino; b) la concentración por el frío del mosto
ó del vino (1); c) la concentración del mosto ó del vino por el calor y
el vacio; d) la concentración del mosto por sólo el calor moderado, al
baño maria, no á fuego directo. Pero téngase presente que este mosto
no es vino completo, sino sólo incoado, y, por tanto, materia ilícita
(aunque válida), si la necesidad no urge: si se le ha calentado sobre
los 55° C. es casi seguro que todas sus levaduras han perecido: es pre-
ciso, pues, hacerle fermentar para que sea materia lícita, para lo cual se
puede seguir uno de estos procedimientos: a') la adición de este mosto
concentrado (y frío) á otro mosto natural, que ya fermenta ó va á fer-
mentar; b') la adición de levaduras del país ó extrañas, multiplicadas arti-
ficialmente; c) la adición de zimasa ó alcoholasa, si se llegara á expender,
debidamente preparada por centro científico de autoridad y confianza.
30. El Cardenal Gennari, en sus Quistioni teologico-morali, I, 2.^ ed.,
Roma, 1907, pág. 118, propone el caso de añadir el mosto al vino cocido
(éste en corta cantidad, la quinta ó sexta parte), y resuelve en favor de
la licitud, con tal que todo fermente; y añade además la condición de
que el mosto debe ser de uvas no acidas, sino maduras (2). De la misma
manera aboga en favor de la condensación de todo el mosto, siempre
que defacto tenga lugar naturalmente la fermentación de dicho caldo,
según el decreto de la Congregación del Santo Oficio de 6 de Agosto
de 1895 (3).
31. Aquí puede ofrecer alguna dificultad el sentido de la palabra
naturalmente. Pero parece el más obvio el de que la fermentación tenga
lugar en la forma en que de ordinario se realiza; es decir, mediante las
levaduras (ó sus representantes, si no son ellas las que inmediatamente
(1) Sobre el empleo del frío para concentrar y clarificar los vinos, se leerán con
^usto las memorias de Caries, Haas, Pini, Tellier y Birkett, presentadas en el primer
Congreso internacional del frío, tenido en París del 5 al 12 de Octubre de 1908. Dichas
memorias se encuentran en el tomo III de las Actas del Congreso, que acaban de pu-
blicarse, páginas 29, 49, 54, 65 y 273.
Como resumen práctico para nuestro objeto, puedo decir que no sólo la clarifi-
cación del vino dulce, sino especialmente la concentración del vino por el frío intenso
ha dado grandes pasos; especialmente esta última ha logrado evitar las pérdidas de
alcohol que antes con razón se le achacaban. La aplicación del frío artificial sigue, sin
embargo, sólo del dominio de las grandes industrias enológicas.
Las pérdidas de alcohol las evita el sistema patentado Monti, de Turín. Este autor
habló ya en el quinto Congreso de Química, de Berlín (1903), sección IX, vol. IV, pá-
gina 446; en el sexto Congreso, celebrado en Roma (1906), vol. IV, págs. 145-149, y en
el primer Congreso del frío citado acaba de recibir nuevos plácemes. El mismo Con-
greso ha emitido un voto en favor de la congelación de mostos y vinos para obtener
su concentración. (Tomo I, pág. 639.)
(2) Esta condición consta de la Rúbricaantes citada, nüm. 1. (Véase la notaal núm 28.)
(3) Ad Archiep. Tarracon., 6 aug. 1896. Lícere (utivino ex musto obtento, quod ante
fermentationein vinosam, per evaporationem igneam condensatum est); dummodo de-
coctio huiusmodi fermentationem alcoolicam haud excludat, ipsaque fermentatio natu-
raliter obtineri possit, et de facto obtineatur. (A. S. S., vol. XXIX, pág. 319.)
204 EL VINO DULCE PARA MISAS
la producen). En este sentido, los tres medios que acabo de insinuar,
estarían incluidos en las palabras del decreto.
32. Si la palabra naturalmente suena espontáneamente, los medios
indicados quedan excluidos por el decreto. Pero entonces el decreto
haría á la fermentación solidaria de determinadas levaduras, numérica-
mente tales, lo cual no es en manera alguna creíble, porque la vinifica-
ción, sin género de duda, no es operación propiamente individual, sino
especifica, y aun genérica, hablando con más propiedad; no es, pues, tal
ó cual individuo el que hará que tal mosto sea convertido en vino, sino
la levadura alcohólica en general. Esta verdad no debe perderse de vis-
ta, porque es la que ha de ayudar á decidir muchas cuestiones relativas
á este asunto.
33. Se me podrá objetar que lo que se ha de pretender en el caso es
que la levadura, aunque no sea numéricamente tal, sea la que existía de
suyo en la uva. Pero esto es, en realidad, exigir las levaduras individua-
les, que casualmente se encontraban en los granos de la uva. Además,
según lo que acabamos de citar del Cardenal Gennari, es lícita la adi-
ción de la quinta ó sexta parte de mosto cocido al mosto restante, que
fermenta naturalmente. Pero todo el mundo ve que para el mosto cocido
(que ha perdido sus levaduras naturales) la única fermentación que queda
posible es la debida á levaduras extrañas, á saber, las que tenía el
mosto no cocido: luego resulta que aquel mosto cocido pasará á ser
vino legítimo, merced á levaduras que no son las suyas. Ni vale decir
que por esto se limita la cantidad de mosto á la quinta parte, para que la
mayor parte arrastre á la menor; porque, en primer lugar, la quinta parte
no es tan pequeña como á simple vista parece, y además, porque sea lo
que fuere, siempre queda en pie que hay vino licito de Misas que no ha
fermentado con su fermento natural.
34. Pongamos otro caso. Tomo un decalitro de mosto, lo hiervo
durante una hora. Todas las levaduras han perecido, puesto que húme-
das no resisten los 65" durante un cuarto de hora. En estas circunstan-
cias retiro el mosto del fuego, lo dejo enfriar y lo coloco (en su propio
recipiente, sin cubrir) en una bodega donde está fermentando el mosto
natural. En esta ocasión pululan en las bodegas por todas partes innu-
merables levaduras, y por lo mismo es cierto que el mosto cocido fer-
mentará y pasará á ser vino.
35. No creo que haya nadie que diga que este vino no se puede usar
lícitamente para la Misa. Es, en efecto, fruto de vid, con color, olor,
sabor, composición de vino legítimo: ha fermentado por sí solo. ¿Qué
más se le puede pedir? Y sin embargo, ha fermentado con levaduras que
no eran las suyas, pues de las suyas, ni una siquiera le ha quedado des-
pués de una ebullición de una hora. Luego no es de esencia para que un
vino sea materia lícita del sacramento que haya fermentado con sus
propias levaduras.
EL VINO DULCE PARA MISAS 205
36. Ahora pregunto: ¿Qué más tienen de artificial para este decalitro
de mosto esterilizado las levaduras que yo puedo cultivar en caldo esco-
gido, respecto de las que se han reproducido naturalmente en la bodega,
mientras ha estado realizándose la fermentación del mosto de la restante
cosecha? ¿Por ventura no proceden tales levaduras en ambos casos por
procreación natural de otras levaduras? ¿No son ambas extrínsecas al
mosto esterilizado? ¿Qué dificultad se puede oponer á los cultivos artifi-
ciales de las levaduras escogidas, de que antes hemos hablado, que no
tenga idéntica retorsión en el caso que acaba de exponerse? Luego la
adición de cultivos seleccionados al mosto, hervido en todo ó en parte,
produce una fermentación que cumple absolutamente con cuantos requi-
sitos señala nuestra Santa Madre la Iglesia, y por lo mismo se arguye
química y filosóficamente que semejante adición tiene en su favor, es
decir en favor de su licitud, sólidos argumentos.
37. III) La Santa Madre Iglesia, siempre bondadosa para con sus
hijos, á la par que solícita por conservar incólume el tesoro que le ha
confiado su divino Esposo, ha permitido ya (S. Off., 30 jul. 1890) que
se pueda añadir al mosto flojo, mientras fermenta ó inmediatamente
después de terminada la fermentación tumultuosa, la cantidad de alco-
hol puro extraído del vino necesario para impedir que el vino resultante
se agrie ó se corrompa. La dosis total ha de ser de 12° de alcohol (1), y
si la clase de vino que se maneja suele llegar á mayor fuerza, permite
hasta dosis total de 18°, si corre riesgo de corromperse en caso de tener
menor graduación. (S. Off., 6 aug. 1896) (2).
(1) Ad Episc. Massilien. (30 juL 1890). (A. S. S., voL XXIIl, pág. 699.)
Responsio. «Dummodo spiritus (alcool), extractus fuerit ex genimine vitis, et quan-
titas alcoolica addita una cum ea quam vinum de quo agitur, naturaliter continet, non
excedat proportionem duodecim pro centum, et admixtio fíat quando vinum est valde
recens, nihil obstare quominus idem vinum in Missae Sacrificium adhibeatur.»
(2) Ad Archiep. Tarracon., 6 aug. 1896.
«L Attentis noviter deductis, dummodo in casu proposito spiritus extractus fuerit
ex genimine vitis, et quantitas alcoolica adiungenda, una cum ea quam vinum de quo
agitur, naturaliter continet, non excedat proportionem septendecim vel octodecim pro
centum, et admixtio fíat quando fermentatio tumultuosa, ut aiunt, defervescere incepe-
rit; nihil obstare quominus vinum in Missae Sacrificium adhibeatur.» (A. S. S., voL XXIX,
pág. 319.)
N. B. Á este mismo decreto se refiere el decreto dado en 22 de Mayo de 1901.
(A. S. S., vol. XXXIV, pág. 256.)
Adviértase que anteriormente se había negado la adición de análoga cantidad de al-
cohol. Así en decreto expedido en 15 de Abril de 1891 al mismo Prelado Tarraconense,
se decía:
«Vinum dulce quod pro Missae Sacrificio adhiberi solet in Híspanla, spiritum ultra
proportionem duodecim pro centum naturaliter continet. Quaeritur.
»!. Utrum decem partium spiritus pro centum commixtio, ut ex experientia con-
stat, omnino ad vini dulcís conservatíonem necessaria continuarí possit.
»II. Utrum vinum ita confectum adhiberi possit in Missae Sacrificio. Resp. Negativa
in ordine ad Missae Sacrificium.» (A. S. S., vol. XXIX, pág. 572.)
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 14
206 EL VINO DULCE PARA MISAS
38. IV) Si por razones especialísimas no bastase este medio de
conservación de un vino, por ejemplo, que debe transportarse á país
lejano, caluroso, etc., no veo inconveniente, desde el punto de vista qui-
mico, en que al elaborarlo, se concentrase extraordinariamente el vino
mediante aparatos á propósito, con los cuales sólo se quitase 50 por 100
de agua, dejando la misma, por lo demás, la composición química del
vino (alcohol, extracto, materias sápidas y olorosas, etc.), y después en
el término de su destino añadirle una cantidad conveniente, siempre me-
nor, ó á lo más igual, de agua destilada.
39. Ya sé que este punto se presta á abusos; pero aquí prescindo de
ellos, pues los abusos no hacen falsa una opinión que de suyo sea ver-
dadera. Sólo trato de exponer el caso químicamente, aunque, como he
dicho ya al principio, la solución química no basta para cuestiones que
necesitan el fallo de la Iglesia. Y químicamente entiendo que no cambia
la naturaleza de un vino si se le deja tal y como sale de la fermentación,
ó bien si se le evapora convenientemente en el vacío y después se le
restituye el agua destilada que ha perdido. Las razones son éstas:
1) Los ensayos hechos sobre este particular han conducido á la conclu-
sión de que la concentración de la parte acuosa en el vacío no altera en
nada las cualidades del vino: sólo resulta haberse escapado una insigni-
ficante porción de ácidos volátiles, que es despreciable respecto de la
masa total del vino. 2) El agua que contiene el vino no está combinada
con los cuerpos que lo forman, sino sólo mezclada: luego su separación
parcial no altera de suyo la naturaleza del vino. Como, por otra parte, la
adición ulterior del agua evaporada no altera tampoco las substancias
remanentes del mismo, puede decirse con verdad que este vino es el
mismo substancialmente que el que había resultado sin previa evapora-
ción. Téngase también presente que el agua destilada en todas partes es
químicamente la misma; y, además, que el agua contenida en el vino, no
es tanto producto sintético de la vid, cuanto líquido absorbido del exte-
rior; es el vehículo de los principios nutritivos, el disolvente más impor-
tante de los compuestos minerales que la planta toma del suelo, la base
para la realización de los fenómenos osmóticos celulares y el medio más
necesario para la germinación y el desarrollo de las plantas.
40. Este problema ha sido estudiado y resuelto industrialmente
en 1892 por Baudoin y Schribaux, profesores del Instituto Agronómico
de Francia, sirviéndose del método de Roos. El metal que mejor se
presta á tal concentración es el aluminio químicamente puro; el platino
y el oro, además de su precio elevado, presentan el serio inconveniente
de ser atacados por el vino durante la operación. Téngase, sin embargo,
en cuenta que el procedimiento, aunque ingenioso, resulta difícil y caro.
41. He dicho por razones especialísimas; pero dudo que tal caso
se presente, y aunque se ofreciese, es mejor y más fácil el transporte de
las pasas adonde convenga, con las cuales se fabrica pronto y sin temor
EL VINO DULCE PARA MISAS 207
de equivocarse (porque la Iglesia lo permite) el vino necesario, aun en
los países más distantes y sometidos á los climas más desfavorables
para la conservación de las bebidas alcohólicas. (Véase el núm. 70.)
Otra solución sería también en casos tan excepcionales pedir á la Sa-
grada Congregación una especial facultad para poder aumentar la dosis
de alcohol que se hubiera de añadir al vino: por ejemplo, hasta obtener
20 ó 22 ó más grados centesimales totales, si tanta fuerza alcohólica se
juzgara necesaria para la conservación del vino. (Véanse los números 37
y 84.)
42. V) Si por razones también particulares de premura de tiempo
ú otras análogas fuera preciso clarificar el vino, creo que podrían em-
plearse sin dificultad los siguientes clarificadores: a) La albúmina ó
clara de huevo /resco, en la razón de dos claras por 100 litros de vino:
se toma la precaución de batirlas bien y mezclarlas mediante agitación
continua con un litro de vino, lo cual todo se echa en seguida en el vino
restante, agitando también durante toda esta operación. Esta pequeñí-
sima cantidad de albúmina se coagula y precipita toda en presencia del
alcohol, de los ácidos y del tanino, arrastrando á la par todas las subs-
tancias que hay en suspensión, b) Tampoco (jueda nada en el vino si se
emplea la arena silícea, previamente lavada con ácido clorhídrico y
después con agua y desecada, c) Es recomendable por la misma razón
la pasta de papel, á razón de 100 gramos por 100 litros: la pasta se hace
machacando bien, entre agua, en un mortero, papel de filtro blanco; se
deja reposar, se decanta toda el agua, se pone en suspensión dicha pasta
en tres ó cuatro litros de vino y se añade, mediante agitación al vino;
después de sedimentado, se puede trasegar el vino clarificado.
43. VI) Pero no se eche en olvido que existen medios para acele-
rar la clarificación del vino blanco, sin que introduzcan ninguna subs-
tancia ajena al vino, ni aun en mínima cantidad, y, por tanto, éstos deben
preferirse en nuestro caso, á ser posible. Tales son: a) la rodadura y
fuerte agitación de los toneles, dejándolos después en reposo; b) la
acción del calor, que ayuda á coagular las albúminas allí existentes;
c) el frío, que produce análogo resultado; d) sobre todo la presencia
de suficiente cantidad de tanino: aquí este medio es de escasa aplica-
ción, porque el vino blanco se hace en ausencia de las semillas y del
escobajo, que son las partes más ricas en tanino de todo el racimo, y,
por tanto, es mucho más pobre en ácido tánico que el vino tinto.
Eduardo Vitoria.
(Concluirá.)
La regeieracion fle m pneWo por la cooperación.
R
AY al Norte de Italia un territorio de unos 6.300 kilómetros cuadra-
dos conocido con el nombre de Trentino, de su capital Trento, famosa
en la historia por el Concilio Ecuménico allí celebrado desde 1545 á 1563.
Aunque políticamente es de Austria, pertenece etnográficamente á Italia,
ya que italiana es casi toda su población, de 366.000 habitantes, é ita-
liano el idioma que se habla.
Ramificaciones de los Alpes lo cubren en gran parte, dejando entre
sí dilatados valles cruzados por diferentes ríos, siendo el rey de todos
éstos el Adigio, que despeñándose del collado de Reschen en los Alpes
Réticos, engrosado por multitud de arroyos procedentes de los glaciares
y aumentado con los caudales del Rienz y del Grudner, corre de Norte á
Sur por el centro del país, adonde acuden á pagarle tributo, por la dere-
cha el Noss, que atraviesa los valles de Solé y de Añone, y por la iz-
quierda el Avisio, el cual, desatándose de los glaciares de la altiva Mar-
molata, penetra, á manera de barranco por lo regular, en los valles de
Fassa, Fiembre y Cembra, hasta caer como torrente en el cauce princi-
pal á tres kilómetros de Lavis. Sigue al Adigio en importancia el Brenta,
que, saliendo del lago de Caldonazzo, fertiliza el gracioso valle de
Sugana.
Por esta disposición geográfica del territorio se echará fácilmente de
ver que la población ha de ser máximamente rural. La cría de ganado,
el cultivo de la vid y del gusano de seda eran sus labores principales,
bien que con mezquinos rendimientos. Carecía de industria, de exporta-
ción y aun de transportes que no fuesen los primitivos. Conjurábanse
contra su bienestar la naturaleza y los hombres: aquélla con violentas
tempestades, á cuyo empuje llegaba el labriego á dos dedos de la ruina,
éstos estrujándola con la usura ó vendiéndole los bastimentos al precio
fijado por la codicia de negociantes dueños absolutos del mercado. Lo
peor de vida tan miserable, con serlo tanto la presente, era que para lo
futuro no se descubría esperanza de remedio. Mas hallólo un hombre de
gran corazón, un sacerdote, un párroco. Su obra la describe en el nú-
mero de 15 de Mayo último el nuevo semanario católico neoyorquino
América, de cuyos datos principalmente nos queremos servir aquí, por-
que, á la vez que estímulo y consuelo de los católicos españoles, será
para todos uno de esos argumentos prácticos que tanto abundan en la
apología de la religión cristiana.
Lorenzo Giretti(l) (que así se llamaba el párroco) entendió que lo más
urgente era suprimir el intermediario, poniendo en contacto al puebla
LA REGENERACIÓN DE UN PUEBLO POR LA COOPERACIÓN 209
con los industriales 6 productores. Nacida y como de molde para ese fin
parecióle la cooperación; y he aquí que funda cooperativas de consumo
con el nombre de Familias Cooperativas, Mas la experiencia le enseñó
bien pronto que le faltaba un punto de apoyo, una base, es á saber, el
crédito. ¿Dónde hallar esa institución de crédito bastante sólida y flexible
á la vez que fuese el nervio, el alma de las familias cooperativas?
¿Dónde? En las Cajas rurales de Raiffeisen. La primera Familia Coope-
rativa sentó sus reales en Santa Croce el 28 de Septiembre de 1890;
la primera Caja rural se abrió en 1893. El cimiento de la regeneración
del Trentino estaba echado. El generoso párroco podía ya tranquilo ce-
rrar los ojos á la luz de este mundo para abrirlos á los resplandores de
la gloria. Y así fué que en 1898, desatada de los lazos del cuerpo, voló el
alma al cielo, acompañada de las bendiciones de todo un pueblo agra-
decido.
Desde 1890 á 1894 el progreso fué escaso. En 1895 sólo había 37 Fa-
milias) en 1896 bajaron á 33; pero á fines de 1900 subieron hasta 136 y
en 1907 á 244, con un número de 31.500 socios, que representaban otras
tantas cabezas de familia. La Familia Cooperativa es asociación de res-
ponsabilidad limitada. Cada socio se suscribe por 12,50 francos. Unos
pocos guarismos expresarán el incremento de los negocios en el espacio
de diez años. Ya es sabido que sin números no se pueden declarar estas
cosas. *%íÜ
En 1896 el capital suscrito era de 188.750 francos; mas en 1906 era
de 1.569.625 francos. Asimismo el capital de explotación sumaba en 1896
un total de 1.337.500 francos y en 1906 nada menos que 9.200.000. El
ahorro efectuado en la compra de mercancías antes de 1897-98, cuando
la institución estaba todavía en pañales, llegó á 1.295.000 francos; hoy,
en un solo año ya iguala casi este número, pues anualmente es
de 1.250.000. Ni dejan de llegar á los no asociados las ventajas de la
cooperación, pues los comerciantes se ven forzados á vender á los mis-
mos precios de la cooperativa, si no quieren quedarse con las manos va-
cías y sin clientela.
No menos próspero que el de las Familias cooperativas fué el suceso
de las Cajas rurales. La primera, como se ha dicho, se estableció en 1893;
á fines de 1907 eran 156, con un total de 18.000 socios. Ninguno puede
serlo si no es católico honrado. Veamos también el aumento de los nego-
cios en el lapso de diez años. ~~_ ^
En 1896 los préstamos fueron de 292.000 francos, ó sea un promedio
de 215 por socio; en 1906 montaron 9.208.750 francos, ó 555 por socio.
También en estas Cajas rurales se nota la misma singularidad que en las
de otras naciones, conviene saber, que los depósitos son mucho más
considerables que los préstamos, es decir, que las Cajas rurales obran
(1) Guetti dice América; Revista internazionale le llamó Qiretti.
210 LA REGENERACIÓN DE UN PUEBLO POR LA COOPERACIÓN
todavía más como cajas de ahorro que como cajas de préstamos. En 1896
los ahorros depositados fueron 728.625 francos; mas en 1906 la enorme
suma de 20.266.250 francos. ¡Y pensar que en buena parte esta ingente
cantidad habrá sido recogida céntimo á céntimo en la ruda labor del
campo, desenterrada del inútil rincón en que yacía, hurtada acaso á los
entretenimientos del juego ó de la bebida ó á otras diversiones y pasa-
tiempos!
No se acaba todo con las Familias Cooperativas ni con las Cajas
rurales. Hanse formado además unas 20 asociaciones de viticultores,
una compañía para el suministro de luz eléctrica, una unión de carpin-
teros, otra de herreros y algunas más.
En 1896 las Cajas rurales y las cooperativas formaron una Federa-
ción, con domicilio social en Trento. Propónese promover los fines pro-
pios de las asociaciones federadas, estimular el ahorro y la mutuali-
dad, establecer la inspección y tutelar los derechos morales, materiales y
legales de los asociados. Compónese de un Consejo de las Cooperativas,
con su presidente, y de otro Consejo de las Cajas rurales, con el suyo.
Los dos Consejos se juntan en Congreso general y eligen el Consejo fe-
deral. En 1896 constaba de 87 sociedades y 27 Cajas rurales. A fines
de 1907 el número había ascendido á 243 cooperativas, 155 Cajas rura-
les, ocho sindicatos profesionales ó trades unions y otras siete asocia-
ciones. El total de socios era de 48.900.
Habiéndose resuelto que la contabilidad fuese uniforme en las Cajas
y en las Cooperativas, se abrieron cursos al propósito, los cuales desde
1896 á 1906 fueron frecuentados por 621 alumnos, con tanto aprovecha-
miento, que solos 53 fueron hallados menos aptos. Pónese gran empeño
en el examen de cuentas de las asociaciones federadas, como bien claro
lo dice el número de los realizados entre 1896 y 1906, que fueron 902 y
argüyeron un total de 3.935 días de labor. Sólo en 1907 hubo 167. Tanto
es el crédito de que en este punto goza la Federación, que el Gobierno
austríaco se vale de ella para verificar la contabilidad de otras socie-
dades.
No podían faltarle á la Federación dos elementos importantes: un
órgano en la prensa é instituciones centrales de cooperación y de cré-
dito. El primero lo tiene en La Cooperazione Trentina, revista trimestral
muy bien editada; lo segundo vamos á especificar ahora.
En 1898 se fundó una sociedad de responsabilidad limitada con el
título de Banca Cattolica Trentina. Es el Banco central encargado de
recibir los excedentes de las Cajas rurales y de las cooperativas. En
diez años ha tenido que establecer en el Trentino 21 sucursales de las
casas centrales de Trento y Rovereto. A fines de 1908 tenía en depósito
26.250.000 francos. Entre otras obras, ha construido un ferrocarril eléc-
trico en el Val del Noce, que es el primer ferrocarril que los italianos
sujetos al Austria han hecho por sí solos sin ayuda de alemanes.
LA REGENERACIÓN DE UN PUEBLO POR LA COOPERACIÓN 211
De la Banca Cattolica salió la Banca Industríale, que empezó en 1908
con un capital de explotación de 1.250.000 francos, y ha hecho ya mucho
por el Trentino.
Las diversas cooperativas sintieron á su vez la necesidad de consti-
tuir un sindicato central que comprase á precios módicos y vendiese
luego á las cooperativas afiliadas con ligera ganancia. De ahí nació en
1900 el SindacatoAgricolo-Industríale, que en pocos años ha reunido 260
sociedades. En 1904 edificó magníficos almacenes y oficinas en Trento á la
vera de la estación del ferrocarril. Su capital de garantía es de 461.250
francos, con un capital desembolsado de 93.750. En 1907 hizo negocios
por más de 6.250.000 francos con sus propios bastimentos, vestidos,
utensilios domésticos y agrícolas, maquinaria, etc. Habiendo comenzado
con solo un vendedor y un mancebo, tenía ya á los diez años 24 vende-
dores y 20 mancebos.
También los alfareros han constituido sus hornos cooperativos, y ta-
les, que amenazan con una revolución en la alfarería. Baste decir que en
un valle nada más, y en solo un año, ha ganado el pueblo con su horno
250.000 francos. Actualmente hay más de diez é irán aumentándose en
adelante.
Gracias á la cooperación es hoy el Trentino una de las comarcas
más florecientes del mundo y de las más avanzadas en el movimiento
cooperativo. Fruto es éste de la actividad católica. El clero, dolido de
la miseria y de las necesidades del pueblo, se entregó con el alma y la
vida al remedio de los males por medio de la cooperación. Con él junta-
ron sus esfuerzos la juventud universitaria y la prensa: aquélla con lec-
turas y conferencias, ésta con el diario Trentino y el semanario popu-
lar Squilla, periódicos muy leídos, como que el segundo despacha 20.000
números; cosa notable en una población de 360.000 almas.
Otra causa de prosperidad ha sido la integridad de los administra-
dores y la firmeza en la selección de empleados. El socialismo no puede
levantar cabeza en el Trentino. El pueblo, reconociendo en el clero y en el
partido católico sus mejores aliados, envió el 14 de Mayo de 1907 á la
Cámara de Viena los candidatos escogidos por dicho partido, conocido
oficialmente con el nombre de Partido popular trentino.
El pueblo halla mucho más grata la religión desde que debe su sal-
vación económica á sus compatricios católicos.
N. NOGUER.
OUservaciones sotire "El Hposlolano Eucarísííco de San IgDacío"
(Conclusión.)
9." En la pág. XXV, cítase también un hecho, referido por el P. Cros
en su artículo de Études (1. c, p. 760, nota 2), que no sabemos si es tan
cierto como estos autores suponen, al decirnos:
P. BOCK P. CROS
«Anno 1551 P. Laynez aliud etlam eius- «En 1551, reforma le couvent des car-
dem Ordinis monasterium ab Angelis vo- mélites de Florence et parvint á y établir
catum Florentiae ita reformavit, ut monia- la communión quotidienne.»
les illas quotidianam Communionem ipso
usu doceret.»
Y el P. Bock pone luego en nota: «V. Bolland., 27 Mai, in vita
S. Mariae Magdalenae de Pazzi.»
Cuando por vez primera leímos esta aserción en Études, nos llamó
poderosamente la atención, y al punto procuramos cerciorarnos bien de
este hecho, que no deja de ser bien singular, de modo que justamente
podía escribir el P. Cros á renglón seguido:
«A cette date, on n'eút pas trouvé, dans l'Europe entiére, un monastére qui, sous
cet aspect, ressemblát, méme de loin, au monastére florentín» (1. c, pág. 760).
Y aun nos parecía más admirable que el P. Laínez dejase de buenas á
primeras establecida la comunión cotidiana en un monasterio que aca-
baba de reformar. Para salir de dudas consultamos la Vida del P. Laí-
nez, escrita por el P. Boero, y vertida al castellano por el P. Ignacio
Torre, S. J. (Barcelona, 1897); y aunque en lo referente á la corta
estancia que hizo en 1551 el P. Laínez en Florencia nada se dice de sus
ministerios espirituales en los conventos de esa ciudad, en cambio, al
tratar de su permanencia en la misma en el año 1547, dice el P. Boero lo
siguiente:
«Al mismo tiempo que con tanta asiduidad atendía al cultivo del pueblo, no se des-
cuidó de ayudar y promover en el espíritu los monasterios de las vírgenes consagra-
das á Dios, enfervorizándolas en la adquisición de las virtudes con los Ejercicios espi-
rituales y con exhortaciones acomodadas á su estado. Pero donde fueron más fruc-
tuosos sus trabajos fué en el monasterio de las Carmelitas, llamado de Santa María de
los Ángeles. Habiendo encontrado allí una comunidad de religiosas dispuestísimas á
recibir toda buena dirección, se dio á cuidarias con mayor solicitud, amaestrándolas
acerca del modo de orar mentalmente, de hacer el examen general y particular, y de
renovar cada año el espíritu con los Ejercicios espirituales y otras prácticas devotas.
Á petición de ellas, se lo puso todo por escrito, y añadió prudentísimas reglas y pres-
cripciones, que observadas puntualmente por aquellas esposas de Cristo, avanzaron
OBSERVACIONES SOBRE 213
cada día más en la vía de la perfección, y dieron de sí tan buen olor á toda la ciudad,
quede allí á pocos afios se disputaron por unirse á ellas muchas jóvenes de la primera
nobleza florentina, entre las cuales se contó el gran Serafín del Carmelo, Santa Marta
Magdalena de Pazzi, que ahora veneramos elevada al honor de los altares.» (Lib. I, cap. VII,
páginas 158-159.)
No pude deducir de este pasaje que el P. Laínez reformase dicho
monasterio de los Angeles, ni menos que dejase establecida entre sus
monjas la comunión cotidiana. Afortunadamente, el P. Bock cita la
fuente de donde ha sacado esa noticia, poniendo en nota: «V. Bolland,
27 Mai, in vita S. Mariae Magdalenae de Pazzi» (1). Pero cuando pen-
sábamos ver en ese lugar el testimonio convincente de la doble afirma-
ción de los PP. Bock y Cros, hemos sufrido una pequeña decepción al
leer en el «Comentario previo» que los PP. Bolandos ponen antes de
la versión latina de las dos vidas de la Santa, escritas en italiano por el
presbítero D. Vicente Puccini y por el P. Virgilio Cepari, S. J.:
«Ex eo tempore (1591) Societatis nostrae Sacerdotes, qui jam inde ab anno 1551
coeperant monasterii illius Virgines permissu S. Ignatii curare; tum ipsi (Mariae Magda-
lenae de Pazzis) tum alus ibidem Virginibus, in sacra Confessione extraordinarie
audiendis constanterfuerunt adhibiti; in eoque caritatis officio hodiedum perseverant,
máximo cum ipsarum solatio et fructu: quae et S. P. N. exercitia spiritualia sub eorum-
dem directionem quotannis obeunt, exemplo ipsius sanctae Matris, ea primum in seipsa
expertae, sub R. P. Virgilio Cepario.» (Die vigésima quinta Maii, pág. 643, núm. 2.)
¿Cómo puede deducirse de este pasaje de los PP. Bolandos que el
P. Laínez reformó el convento de los Ángeles de Florencia, y que en él
llegó á establecer la comunión cotidiana?
Bien es verdad que en varios capítulos de la vida de la Santa, escrita
por Puccini, aparece la costumbre que en aquel convento había de co-
mulgar todas las monjas cada día (no se dice desde cuándo); lo cual fué
una de las razones más principales que indujo á Santa María Magdalena
de Pazzis á preferir aquel monasterio; pero ni una sola vez se dice ó se
insinúa que esa costumbre la introdujesen nuestros Padres^ y menos
aún el P. Laínez, de quien no se hace mención alguna.
Más explícito es el P. Cepari en la vida que escribió de Santa María
Magdalena de Pazzis, y que los Bolandos traen vertida en latín, después
de la de Puccini. Aquí se encuentran algunas frases que han podido dar
ocasión á las afirmaciones de los PP. Cros y Bock, aunque, á nuestro
parecer, sin suficiente fundamento.
Al tratar el P. Cepari de las dudas que abrigaba la Santa sobre el
Monasterio que debía escoger para vivir en él como religiosa perpetua-
mente, dice:
«Verum quia multum laudari a Patre Rectore audiebat monasterium S. Mariae An-
gelorum, non tantum propter perfectissimam vitae communis observantiam et studium
(1) Es equivocación del P. Bock ó delvque le ha enviado esa cita. Debe decir: «Die
vigésima quinta Maji.»
214 «EL APOSTOLADO EUCARÍSTICO DE SAN IGNACIO»
speciale perfection¡sinternae;sed etiam quia ibi quotidie mane communiteraReligiosis
suscipitur sancííssimumAltaris sacramentum; decrevit illuc experiundi causa ingredi.»
(Bolland., 1. c, pág. 722, núm. 26.)
Y después de describir en los números 27, 28 y 29 el origen de la
fundación de dicho monasterio, su sujeción al Ordinario, confirmada por
Breves de León X en 1520, y de Pío V en 1567; hasta que, después del
Concilio Tridentino, fueron modificadas sus Constituciones por Pío IV
en 1564, «et a Paulo Papa V anno 1610 magis restrictae, atque ad arctio-
rem observantiam ipsismet postulantibus reductae»; de modo que «Hac
ratione conservatus fuit semper locus in magna observantia», en el nú-
mero 30 añade:
«Multa enim subsidia spiritualia idem locus a nostra Jesu Societate accepit. Etenim
cum S. Ignatius anno 1551 rogatu Principum Florentinorum Cosmi de Mediéis etuxo-
ris Eleonorae de Toleto, Collegium desiderantium, Pisis Florentiam misisset P. Jaco-
bum Laynez, Roma vero ac Patavis alios Patres; neo ilii haberent adhuc comparatum
sibi locum, domuncuiam conductam acceperunt circa hoc monasterium. Defecerat au-
tem eidem per istud tempus Confessarius suus extraodinarius: quare, curante Nobili
Matrona Marietta Gondi, Sanctimonialibus illis pie affecta, rogati fuerunt Patres, earum
audiendis confessionibus tantisper operam commodare. Hoc vero ipsi eo fecerunt liben-
tius,quod et earum ecclesia utebantur ad Confessionum, Praedicationumque ac aliarum
functionum exercitium, et libenterconferebant aliquidad promovendum Matrum ipsa-
rum spiritum. Quia vero erant omnes magnae perfectionis viri, magnum in monasterio
fervorem excitarunt; et observantiam regularem, quam optime constitutam repererunt,
magis magisque confirmarunt, per usum orationis frequentibus (sic) Communionis et
spiritum mortificationis: idque non obiter, sed moróse: siquidem adannum usque 1552
in pió isto opere perseverarunt. Quia tamen Societas, ex sui instituti propria ratione,
abstinet a cura Monacharum, scrupulo sibi ducebant boni isti Patres tamdiu retiñere
occupationem istiusmodi; sed Sor Dianora et Sor Victoria Contugi, quae habebant
patrem tune temporis medicum Julii Papae III, eo mediante impetrarunt a Sua Sanctitate,
ut Patres coepta prosequerentur, quemadmodum fecerunt de consensu S. Ignatii usque
ad annum 1553. Tune assignatus Societati est locus, quo hodieque situm est Collegium,
juxta ecclesiam S. Joannis, quae, quia párvula erat S. Joannini dicebatur. Huc immigran-
tes Patres, destiterunt ordinarias Matrum confessionis (sic) audire: quae tamen eiga
Societatem gratae beneque affectae manserunt; et vicissim Societas eas libenter fovet,
subministrandis quoties opus est Confessariis extraordinariis, et concionatoribus ad
pias exhortationes.» (Páginas 722-723.)
Nos perdonarán los lectores que hayamos transcripto tan por extenso
todo este pasaje del P. Cepari. Nos ha parecido conveniente hacerlo,
puesto que él ha sido, sin duda, el fundamento de la doble aserción de
los PP. Cros y Bock. Pero aun suponiendo, por ahora, que no hay nin-
guna inexactitud en todo lo que aquí narra el P. Cepari, no vemos aún
cómo de todo ello se saca que «según dicen los Bolandos en la Vida de
Santa María Magdalena de Pazzis, el P. Laínez reformó el convento de
los Ángeles y llegó á establecer en él la comunión cotidiana». Si así lo
hubiese creído el P. Cepari, buena ocasión se le presentó aquí para afir-
marlo en términos claros. Pero no lo hizo, ni pudo hacerlo. Y decimos
que no pudo hacerlo, porque el P. Laínez, que en 1551 pasó á Florencia
OBSERVACIONES SOBRE 215
para fundar el Colegio, no fué el P. Diego Laínez, á quien se refieren los
PP. Cros y Bock, sino su hermano el P. Cristóbal Laínez, junto con el
P. Luis Coudret, que fué su primer Rector, y otros catorce ó quince Pa-
dres y Hermanos que de diversas partes envió San Ignacio á Pisa y á
Florencia. Cuando llegaron éstos á Florencia, el último día de Noviem-
bre de 1551, hacía más de cuatro meses y medio que el P. Diego Laínez
había marchado, junto con el P. Salmerón, al Concilio de Trento (10 de
Julio de 1551), y no volvió á ella hasta mediados del año siguiente. To-
dos estos datos, y otros más, referentes al Colegio Florentino pueden
verse en el Chronicon S. J. del P. Polanco, II, Anno '1551 (páginas
174-185, números 20-40), y Anno 1552 (pág. 509-516), donde se cuentan
las cosas de modo algo distinto de como las narra el P. Cepari, y no
hay nada sobre la reforma del convento de Santa María de los Ánge-
les y sobre la comunión cotidiana que allí dejase establecida el Padre
Laínez.
10. ¿Y qué decir, por último, de lo que el P. Bock afirma categórica-
mente en la pág. XXVI, núm. 9:
«De conatibus igitur perpetuis Ignatii primorumque sociorum prudenter promoven-
dae frequentioris, immo quotidianae Communionis non est dubitandum. Quod si
saepius scandali vitandi causa necesse fuit, fidelium desideria eucharistica aliquantulum
cohíberi, minime hoc ideo fecerunt Ignatius eiusque socii, quasi per insignium virtutum
exercitium frequentior Communio prius merenda esset»?
El P. Ferreres había dicho antes que nadie, acerca de este punto:
«No sabemos si estos virulentos ataques dirigidos por personas católicas y aun re-
ligiosas contra la frecuencia de sacramentos bastarán á explicar el tiento con que San
Ignacio se andaba para conceder la comunión con mayor frecuencia que cada ocho
días» (1).
En cambio, el P. Cros, como respondiendo tácitamente á estas dudas
del P. Ferreres y de otros muchos que sienten de la misma manera, dice
categóricamente que sí; que esas persecuciones contra la comunión fre-
cuente que por doquiera se levantaban en los malos tiempos que alcanzó
San Ignacio, son causa más que suficiente para explicarnos la cautela con
que procedió el Santo en no recomendar y alabar expresamente en el libro
de los Ejercicios, etc., la comunión cotidiana, de que era ardiente parti-
dario. «Pour vouloir mieux faire, on eút tout ruiné» (2), dice el P. Cros. Y
á continuación añade:
«De lá telles réponses d'Ignace á ses fils, qui surprendraient d'abord, et que les neces-
sités du temps exigeaient de son zéle méme pour la restauration de la communion des
premiers síécles (3).
(1) Comentario canónico-moral sobre el decreto Sacra Tridentina Synodus, pág. 58,
núm. 101, y Razón y Fe, 1. c, pág. 517, núm. 101.
(2) L. c. pág. 762.
(3) Ibid.
216 «EL APOSTOLADO EUCARÍSTICO DE SAN IGNACIO»
Como ejemplo de una de esas respuestas, pone la siguiente:
«Ceux qui veulent communier tous les jours, ne les empéchez pas; mais exhortez-les
á le faire moins souvent. Tous les jours, je le toléreraís, mais j'aimerais mieux encoré
de trois en trois jours...; et il recommande de veiller á ce que les communiants ne
donnent ancune prise au scandale pharisaíque des adversaires» (1).
Y luego, diciéndonos que:
«De Plasencia, Ignace , prés de mourir, regut les ligues suivantes»: «Nous táchons de
fermer la bouche aux contradícteurs, en veillant á ce que les personnes qui commu-
nient le plus souvent soient d'une vertu notoire»,
concluye así:
«Est-ce á diré que Saint Ignace ne voulait la communion fréquente, ^í/of/í//e/7/2e, que
pour de telles ames? Nous savons le contraire» (2).
Pero, con perdón sea dicho de un escritor tan diligente como el
P. Cros, creemos que los ejemplos y razones que aduce no bastan
para desvanecer las dudas que uno puede abrigar acerca de la mente de
San Ignacio sobre la comunión cotidiana concedida indistintamente á
todos los fieles. Lo que sí aparece claro por la carta que escribió á Sor
Teresa Rejadella, es que San Ignacio estaba seguro de que «no ay orde-
nación ni escritura alguna de la nuestra sancta madre yglesia, ni de los
santos doctores escolásticos ni positivos, que no puedan comulgar cada
día las personas que fueren movidas por devoción» (3). Y por esto la
decía:
«Esto todo seyendo así, avnque no vbiese tantas buenas señales ni tan sanas mo-
ciones, el bueno y entero testimonio es el propio dictamen de la conciencia, es á
saver: después que todo os es lícito en el Señor nuestro, si juzgáys, apartada de peca-
dos mortales claros, ó que podáis juzgar por tales, que vuestra ánima más se ayuda y
más se inflama en el amor de vuestro criador y señor, y con tal intención os comuni-
cáis, hallando por experiencia que este santísimo manjar espiritual os sustenta, quieta
y reposa, y conserbando os aumenta en su mayor seruicio, alabanza y gloria, no dubi-
tando, os es lícito, y os será mejor comulgaros cada día» (4).
Pero esta doctrina que San Ignacio juzgaba conveniente reducir ala
práctica en personas tan espirituales y de tanta perfección como era Sor
Rejadella, no opinaba el Santo que debía aplicarse de igual modo á to-
dos los fieles, como afirman los PP. Cros y Bock. Los cuales, quizá, no
osaran hablar tan categóricamente acerca de este punto, si hubiesen po-
dido leer la carta que el P. Polanco escribió, por comisión de San Ignacio,
al P. Esteban Baroello, en 29 de Diciembre de 1554, y que dice así:
«..; prouedete uoi di la come conuiene, tenendo certo che la mente di N. P. é, che,
si alcana persona maritata si comunicasse ogni giorno, doueria essere continente ex
(1) L.c, pág.763.
(2) Ibid.
(3) Monumenta Ignatiana, s. l.^ 1. 1, Epist .73, pág. 275.
(4) Ibid. págs. 275-276.
OBSERVACIONES SOBRE 217
consensu, et altrimenti nongiudica douersifrequentare in tal modo questo sacramento.
Ma di questo forse in breue si dará qualche ordine uniuersale, come anche d'altre cose
conuenienti» (1).
Y aquí pondremos término á estas observaciones sobre el Aposto-
lado Eucarístico de San Ignacio, que nos ha parecido conveniente dejar
consignadas por escrito, á fin de que no se introduzcan ó no se arraiguen
y tomen cuerpo ciertas exageraciones ó inexactitudes, que fácilmente
pudieran reproducirse de buena fe por muchos piadosos autores, fiados
demasiadamente en la autoridad, de mucho peso sí, pero no infalible, del
diligentísimo P. Cros, á quien somos los primeros en apreciar y respetar
por sus muchos trabajos históricos. Y lejos de concebir ningún temor de
que por ellas se haya de resentir en lo más mínimo el ánimo del P. Cros,
abrigamos, por el contrario, la más segura confianza de que él será quien
más que ninguno apreciará nuestras pobres observaciones, ya que, con
justa razón, es ardiente celador de no permitir que se introduzcan nin-
guna suerte de falsedades ó de leyendas en las vidas de los Santos.
Ni creemos haber derogado en nada á la legítima gloria de N. P. S. Ig-
nacio, si de nuestras observaciones resultase que no se pueda llamarle á
boca llena con el glorioso renombre de Apóstol de la Comunión coti-
diana, Pues, fuera de que los Santos no necesitan de nuestras erróneas
ó exageradas alabanzas para su verdadera é incomparable gloria; cree-
mos que ninguno podrá al menos negar á N. P. S. Ignacio el mérito de
haber sido el que más contribuyó á sacar á los fieles de la perniciosa
rutina que les tenía sujetos á la práctica de la comunión anual, y haber
merecido, con igual ó mayor derecho que otro ningún Santo, el título de
Apóstol de la Comunión frecuente, Y esta gloria sube de punto si se
considera que San Ignacio comenzó á practicar y recomendar la comunión
de cada ocho días en una época en que, como ya escribía el P. Gabriel
Álvarez á principios del siglo XVII, «era más que ahora cada día» (2). Y
con razón; pues,
«tan nuevo era en aquel tiempo comulgar más que una vez al año, no liabiendo
peligro de muerte, que si alguno quería comulgar más á menudo, por excusar murmu-
raciones, se iba á comulgar á las hermitas del campo; porque no causaba esto menos
admiración (dijo después uno de los oyentes de San Ignacio, en Alcalá, al P. Miguel
Pérez), que si vieran volar á un buey» (3).
Pero no por esto se arredraba el corazón magnánimo de Ignacio,
antes las mismas persecuciones parece le daban mayores fuerzas para
(1) Monumenta Ignatiana, s. 1.^, t. VIII, fascic. II, Junio 1909, Epist. 5.053, pág. 206.
(2) Historia ms. de la Provincia de Aragón, lib. I, cap. IV.
(3) P. García, Vida de San Ignacio, lib. I, cap. VII, pág. 145, tercera edición. Barce-
lona, 1890. El P. Alcázar dice también, que Ignacio y sus compañeros en Alcalá «se
vieron necesitados, para excusarla nota, á ir mudando de Iglesias, y á valerse de las
hermitas del campo.» (Crono-Historia de la Compañía de Jesús en la provincia de
Toledo, cap. III, p. I., p. XIX.)
218 «EL APOSTOLADO EUCARÍSTICO DE SAN IGNACIO»
proseguir adelante en su laudable empeño de propagar por todas partes
el uso de la comunión frecuente, y excogitar nuevos medios para reba-
tir las argucias del enemigo mortal de nuestras almas, y cerrar la boca
de los que con falso celo se oponían al movimiento siempre creciente en
favor de la frecuencia de Sacramentos. Por esto hacía escribir al P. Al-
fonso Román, Rector del Colegio de Zaragoza, el 8 de Noviembre
de 1554, haciendo alusión, sin duda, al librito del P. Cristóbal de Madrid,
que más tarde le fué remitido:
«De la contradicción que hay al freqüentar los santos sacramentos en essa cibdad
no nos marauillamos, porque también en otras partes se haze la mesma resistencia, pro-
curando el demonio ympedir uno de los mayores y más efficaces medios que para
defenderse del y ayudarse en toda virtud tenemos en la santa yglesia, que es el destos
sacramentos de la confessión y comunión. Y assy acá se ha hecho un trattado con dili-
gencia, fundando en razones y auctoridades y exemplos de santos esta bendita vsanza,
que en todas partes donde reside nuestra Compañía se vsa. Y si no fuéssemos tan
ocupados, podríase embiar allá vna copia, en special si se juzga ser necesaria» (1).
Por esto no se nos hace del todo inverosímil lo que dice el P. García:
«El Cardenal de Lugo contó en Roma recién ido de España, ser en ella tradición
que un día del Corpus se le mostró á Santa Teresa de Jesús una procesión en el cielo,
en que después de los coros de los ángeles y santos, por su orden, vio debajo de palio
un sacerdote revestido que llevaba en la mano el Santísimo Sacramento, y á su lado
iba la Virgen, y que le fué dicho á la Santa por un ángel, que el sacerdote era San Ig-
nacio, á quien se hacía aquella honra por la frecuencia de comulgar» (2).
No recordamos bien si esto es precisamente lo que representa un
cuadro eucarístico que hace muchos años vimos con frecuencia, en una
de las sacristías de la Catedral de Buenos Aires, donde también se con-
servan muchos otros grandes y hermosos cuadros, pertenecientes á la
antigua Compañía. Sea de ello lo que fuere, no se. puede al menos dejar
de reconocer que uno de los servicios más señalados que San Ignacio,
por sí y por medio de sus hijos, prestó á la Santa Iglesia, fué el renovar
y acrecentar entre los fieles la frecuencia de los Santos Sacramentos.
Y esta gloria eucarística de San Ignacio ponía de relieve el Cardenal
Relator Francisco M."* del Monte, en el consistorio secreto que se cele-
bró delante de Gregorio XV, el día 19 de Enero de 1622, como prepara-
torio de la solemne canonización del Santo, diciendo: ^Administró asi-
duamente los Sacramentos de la Penitencia y Comunión, y exhortó á los
mismos á todos los fieles, é introdujo la frecuencia de dichos Sacramen-
tos y de las Misas, lo mismo que de los sermones y lecciones sacras en
los templos» (3).
Por lo cual, recurriendo este año el tercer centenario de la Beatifica-
(1) Monumenta Ignatiana, s. 1.^, t. VIII. Fascic. I, Mayo, 1909, págs. 13-14.
(2) L. c, lib. V, cap. XVIII, pág. 599.
(3) Cf. Bolland. Acta Sanctorumjulii, t. Vil, p. 613, n. 1061.
OBSERVACIONES 219
ción de N. P. San Ignacio de Loyola, creemos que de ninguna manera po-
demos acabar mejor estas observaciones sobre e\ Apostolado Eucarístico
de San Ignacio, que copiando á la letra las palabras que el Patriarca
Beato Juan de Ribera pronunció desde el pulpito en Gandía el día 13 de
Mayo de 1607, cuando se estaban haciendo las diligencias para la Bea-
tificación del Santo:
«Siempre he tenido muy asentado este pensamiento, que el mayor testimonio de la
santidad del Beato Padre Ignacio, es la religión que el fundó, tan santa, con un ejem-
plo tan universal cual ha dado al mundo tan extraordinaria mudanza en las costumbres,
tanta frecuencia de los santos sacramentos, que en tiempo de nuestros abuelos cuando
mucho se allegaban de aflo á año al Santísimo Sacramento, sin haber en toda la cris-
tiandad quien más á menudo se llegase, y entonces con tan poca luz y aparejo, y agora,
es frecuentado tan á menudo por tantas personas que tratan de cosas de devoción y
oración adonde la Compañía está...» (1).
Justo Bequiriztain.
(1) Carta del P. Miguel Julián al P. Ribadeneira, apud P. Astrain: Historia de la asis-
tencia de España, I, lib. II, c. XXII, págs. 664-665. Cf. también P. Ferreres; 1. c, pág. 56,
núm. 99.
NOTICIAS CIENTÍFICAS
Una visita al Instituto Pastéate, de Pafís,
H
L pasar por París para el Congreso internacional de Psicología, de
Ginebra, hame parecido conveniente visitar el tantas veces y tan mere-
cidamente celebrado Institut Pastear. Dos razones de actualidad me han
movido á ello: la de haber sido honrado este año con el premio Nobel,
de Stokolmo, el subdirector del Instituto M. Metchnikoff, y la de haber
yo escrito para el número de Razón y Fe, que saldrá precisamente
cuando envío estas cuartillas á España, un artículo contra la generación
espontánea, que en nombre de la ciencia fué victoriosamente combatida,
muerta y sepultada por el insigne biólogo y fundador del Instituto.
Bien se verá que no trato de escribir un artículo, sino una sencilla
relación, en que necesariamente habré de prescindir de muchos porme-
nores que no hacen al caso.
El Instituto Pasteur está destinado al estudio de las ciencias aplica-
das á la biología, bacteriología, terapéutica, higiene, etc., y al trata-
miento preventivo de la rabia. Delante de la fachada y sobre un pedes-
tal de piedra se levanta una estatua de bronce que representa al joven
pastor Jupille luchando con un lobo rabioso. Jupille fué uno de los pri-
meros inoculados según el método de Pasteur, y es hoy uno de los por-
teros del Instituto.
Este Instituto fué en un principio de modestas dimensiones, pero se
ha agrandado, se ha desarrollado, se puede decir, como se desarropan
los microbios que Pasteur trató de combatir. Este aumento y desarrollo
es debido á la suscrición nacional, en que se recogieron más de dos
millones y medio de francos, y á otros grandes donativos de insignes
bienhechores. El Instituto se compone de varios edificios, que están
emplazados en medio de hermosos jardines. El director general es
M. Roux, y M. Metchnikoff es subdirector.
1 . Instituto bacteriológico. —Ocu^di un área de 1 1 .000 metros, y consta
de dos cuerpos de edificio paralelos, unidos por un tercero perpendicular.
En su parte anterior están instalados los servicios generales, en la pos-
terior los laboratorios. En el lado izquierdo, según se entra, está la mag-
nífica cripta, de elegante estilo bizantino, que contiene los restos de Pas-
teur (1822-1895). La bóveda y las paredes están lujosamente decoradas:
aquélla con las alegorías de la Fe, Esperanza, Caridad y ciencia; en
NOTICIAS CIENTÍFICAS 221
éstas, elevadas sobre doce soberbias columnas de mármol, se hallan
representados con figuras en mosaico los principales trabajos de Pas-
teur. El lado derecho del piso bajo está destinado al servicio de la rabia.
Hay tres salas para los enfermos: una de espera, otra para el examen de
las mordeduras é inscripción, y la tercera para las inoculaciones; para
las señoras y niños hay sala reservada. Las hay también para archivos,
curas y preparaciones. En el ala izquierda hay varias piezas para clases,
laboratorios, cámaras oscuras para la fotografía microscópica y disec-
ción de animales.
El primer piso está todo él destinado á trabajos prácticos y cursos
de microbio técnico. El centro de la biblioteca, espaciosa sala y bien ilu-
minada, lo ocupa un busto de Pasteur, rodeado de otros seis que repre-
sentan á los principales bienhechores del Instituto. La biblioteca es rica
en boletines, archivos, revistas de medicina y tesis de ciencias para el
doctorado; entran en ella cosa de 150 revistas del ramo. En el laboratorio
bacteriológico, muy claro y capaz, llaman singularmente la atención los
innumerables ratoncillos blancos que han de servir para las experiencias.
En el segundo piso no hay laboratorios de enseñanza para los alum-
nos, sino privados y de investigación, donde los mismos directores y
profesores preparan sus trabajos originales: toda el ala derecha de este
piso está bajo la dirección de M. Metchnikoff.
El funcionamiento de los servicios está dividido en cuatro secciones:
a) Servicio de las vacunas, que comprende la preparación de las vacu-
nas anticarbonosas y contra le rouget (escarlata) del cerdo, de la maleína
y tuberculina. Los beneficios obtenidos por las dos primeras vacunas han
sido notables: han disminuido la mortandad por carbón de los animales
bovinos, de 5 por 100, á H; la de las ovejas y carneros, de 10 por 100, á
1 por 100; la de los cerdos, de 20 por 100, á 1 i por 100. Los beneficios
reportados á la agricultura francesa pasan de 20 millones de francos. El
método de atenuación del virus y de inmunización de los animales fue
descubierto en 1880 por MM. Pasteur, Roux y Chamberland, así como
el de las vacunas contra le rouget de los cerdos lo fué por Pasteur y
Thuillier. La maleína sirve para diagnosticar pronto el muermo; una cir-
cular del Ministerio de la Guerra ha declarado obligatorio su empleo en
el ejército francés. Asimismo la tuberculina, descubierta por Koch, sirve
para revelar la existencia de la tuberculosis en los animales bovinos
que la padecen.
b) Servicio de la rabia, cuyo fin es evitar el contagio de la rabia, ó
del agente patógeno de la rabia en las personas mordidas por perros ra-
biosos, inyectando con una pequeña jeringa de Pravaz el virus rábico
atenuado. Desde que Pasteur leyó el 2 de Marzo de 1886, ante la Aca-
demia de Ciencias de París, su Memoria sobre la vacuna de la rabia, se
han presentado anualmente, por término medio, en aquel establecimiento
más de 1.500 personas mordidas, cifra que va aumentando, á pesar de
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 15
222 NOTICIAS CIENTÍFICAS
los nuevos Institutos antirrábicos fundados en Francia y fuera de ella, y
mientras las estadísticas anteriores á la fundación del Instituto señalaban
una mortalidad de 15 por 100 de las atacadas, el tratamiento de la va-
cuna las ha reducido á5 por 1.000. El tratamiento dura de quince á
veinte días, según la gravedad de la mordedura.
c) Servicio del microbio técnico: comprende dos series de cursos
anuales de microbio técnico, que constan, respectivamente, de 48 leccio-
nes, con sus trabajos prácticos correspondientes; la primera serie es en
Noviembre-Diciembre, la segunda en Febrero-Marzo. De entre los que
asisten á estas clases los hay que son meros oyentes, y los hay inscritos
á los trabajos prácticos; éstos abonan 50 francos anuales.
d) Servicio de Metchnikoff: se compone de científicos y profesores
que preparan trabajos originales bajo la dirección de Metchnikoff; entre
estos trabajos figuran en primera línea los de \2i fagocitosis; ahora tra-
bajan mucho en la tuberculosis. Además de dirigir estos trabajos de la-
boratorio, M. Metchnikoff, da lecciones en los cursos del microbiotécnico.
Él ha sido el representante de Francia en el centenario de Darwin, cele-
brado en junio en Cambridge, y de que oportunamente di cuenta en Razón
Y Fe. En el discurso que pronunció, manifestó ser transformista radical á
lo Darwin, y aun más, y es, por confesión propia, materialista y ateo; pero
que prescinde de cómo se explica el origen de la vida y del pensamiento.
Ha escrito Études sur la nature humaine y Essais optimistes, y son fa-
mosas las desarmonías que atribuye al cuerpo humano, diciendo que en
él sobran algunos órganos y faltan otros, que el coecum es, además de
inútil, perjudicial, con otras desarmonías que él cree encontrar en el ins-
tinto de conservación, en los órganos de la digestión y de la generación.
Lo cual es tanto más raro, cuanto que estas desarmonías las cree hallar
sólo en la naturaleza humana, que es precisamente la obra más admirable
de la creación visible.
2. Instituto seroterápico. — Comprende cuatro secciones: en la primera
se preparan los líquidos de inoculación, ó sea el suero antidiftérico, an-
titetánico, antiestreptocóccico y antipestilencial; en la segunda se hace la
inmunización de los caballos, esto es, la inoculación del virus obtenido
por cultivo para preservar su organismo de ciertas enfermedades; la ter-
cera se dedica á la distribución y venta del suero, y la cuarta á su em-
pleo. Empléasele, bien como preventivo bien como curativo, en las di-
versas intoxicaciones contra el bacilo de Loeffler, la angina y garrotillo
ó crup diftérico. Gracias al uso del suero, la mortahdad por difteria en
París ha disminuido notablemente, bajando del 40 por 100 al 10 por 100.
La media anual de la mortandad, que de 1890 á 1894 llegó á 1.432, des-
cendió á 354 en el período de 1895 á 1899. También el suero anti tetánico
ha prestado grandes servicios como preventivo en ciertos casos de heri-
das y llagas, tanto que su uso se ha hecho obligatorio en la milicia por
una circular del Ministerio de la Guerra. El suero antiestreptocóccico es
NOTICIAS CIENTÍFICAS 223
medio preventivo ó curativo en la fiebre puerperal y otras enfermedades
humanas; asimismo el suero antipestilencial es preventivo y curativo, y
fué empleado con éxito hace algunos años durante la epidernia de Oporto,
con inoculaciones preventivas por espacio de veinte días á las personas
que vivían en un hogar de peste; con inoculaciones curativas en la piel
al principio de la enfermedad; en la vena en caso de agravarse la enfer-
medad.
3. Instituto de Química biológica.— Es un gran edificio, separado del
bacteriológico por lo ancho de una calle; dispone de una pieza principal
en forma de hermosa galería. En el piso bajo está la fuerza motriz, con
tres generadores destinados á la calefacción por vapor, á la luz eléctrica
y al movimiento de las máquinas y aparatos, que ocupan el piso primero
del hall. Alrededor del este hall central, y en comunicación con él, están
la sala del curso y los laboratorios. Dos de éstos, los más próximos á la
galería de las máquinas, están destinados al examen de los líquidos or-
gánicos. Cada uno de ellos constituye una sala rectangular capaz para
unos 30 alumnos de trabajos prácticos. Hay también cuartos ó departa-
mentos privados para trabajos aislados ó incomunicados. El laboratorio
general de Química biológica es capaz para 96 operadores; en él pueden
manipular en verano los candidatos; en el invierno se destina para curso
práctico de análisis de productos fisiológicos y patológicos y materias
ahmenticias. Tiene también su biblioteca, más que grande, escogida en
revistas y archivos.
Anejos á este Instituto están el laboratorio de Estudios superiores, el
servicio de fermentación y el laboratorio de Química agrícola. El labora-
torio de Estudios superiores tiene su personal diseminado en los varios
servicios en que son recibidos. Le están reservadas dos salas indepen-
dientes, bajo la vigilancia directa del jefe de servicio, que es actualmente
M. Bertrand.
La parte del edificio situada en el extremo del ala izquierda está des-
tinada á las industrias de fermentación, á la enseñanza y aplicación de
los conocimientos científicos á la práctica industrial. En la planta baja
se halla la parte mecánica y práctica del servicio. Encima de ella está el
laboratorio del jefe de servicio y de los preparadores, que viene á ser
un como burean ú oficina de consultas. En el piso superior hay un gran
laboratorio de investigación, en que pueden trabajar 20 alumnos para es-
tudiar la teoría y la práctica de las operaciones industriales, los diversos
métodos de fabricación del vino, cerveza, sidra, etc., el análisis de las
primeras materias y el manejo del microscopio.
Al lado de los servicios de seroterapia se halla el laboratorio de Quí-
mica agrícola, para examinar la fisiología y patología vegetales. A la
verdad, está bien que el estudio de la célula vegetal no se separe del de
la animal: comprende dos salas de trabajo.
4. Hospital Pasteur.— Es otro gran edificio, destinado, según la
224 NOTICIAS CIENTÍFICAS
mente del donante que lo hizo construir, al tratamiento de las enferme-
dades de microbios según los métodos de Pasteur, y señaladamente á la
aplicación del nuevo tratamiento antidiftérico. Las diversas partes del
hospital se comunican entre sí por galerías cubiertas. En el servicio de
consulta se separa ante todo á los enfermos contagiosos de los que no
lo son. Para los primeros hay una serie de pequeñas habitaciones; los
segundos son llevados á una gran sala de espera para ser allí examina-
dos. No hay para qué decir que los pisos de este edificio están ocupados
por el personal de enfermeros, farmacia, fotografía y cámara oscura
para el servicio de oftalmología y otología. Se compone de dos pabello-
nes enteramente semejantes. Cada uno comprende una parte rectangular
central. La parte anterior del primer piso está ocupada por el servicio
de la cirugía; detrás, á derecha é izquierda, hay dos habitaciones, una
para el uso del cloroformo y esterilización de los instrumentos, otra para
los exámenes ú observaciones microscópicas rápidas. El segundo piso
lo habita el internado del servicio. La parte central del pabellón se com-
pone en cada piso de 12 habitaciones. No descendemos á más porme-
nores.
Tal es el Instituto Pasteur, mirado en conjunto; obra de iniciativa
privada, no depende del Estado ni está bajo su tutela; ha producido
grandes beneficios á la ciencia y al hombre, y promete producirlos en
adelante. A su imitación se han erigido en varios países otros Institutos
que llevan el nombre de Pasteur y están dirigidos en su mayor parte por
los que fueron discípulos del gran biólogo: tales son los de Lille, de
Constantinopla, Tananarive, San Luis de Senegal, etc., siendo uno de los
mejores y mejor montados el Instituto Pasteur que el año pasado visita-
mos en Utrecht.
E. Ugarte de Ercilla.
Gabinetes Rettodinátnieos.
I
Líos recientes y rápidos progresos de la Aviación, al mismo tiempo
que levantan un grande entusiasmo en el espíritu de la masa popular,
encauzan las investigaciones científicas hacia un campo que está casi
sin explorar, campo dilatadísimo y del que la Aviación ha de reportar
seguramente el impulso que le es debido para su completo desenvolvi-
miento. Hasta hace muy poco tiempo, puede decirse que los inventores
se han dejado llevar, en gran parte, del genio de la propia inspiración,
sin basarse en sólidos y claros principios que hubieran debido suminis-
trarles las investigaciones aerodinámicas.
Los hermanos Wright, después de haber trabajado en sus comienzos
conforme á los datos que les suministraban las tablas que sobre la pre-
sión del aire estaban entonces en uso, hallan por experiencia que son
erróneos los tales datos, y que lo que hay de verdad se halla tan mez-
clado con el error, que no tienen más remedio que prescindir de todo
principio empírico y dejarse guiar por los datos que les suministre la
práctica experimental. El mismo Chanute, tan benemérito en la escuela
de la Aviación, después de haberse dado durante bastantes años al estu-
dio teórico del problema, animado por los éxitos de Lilienthal, abandona
los papeles y cifras algebraicas por el campo de experimentación, confe-
sando poco después que en unos meses de práctica había obtenido re-
sultados más positivos que todos los que pudo conseguir en los veinte
años de trabajos teóricos.
Resultados tan absurdos, al parecer, no dependen de otra cosa que de
lo poco que actualmente sabemos respecto á los coeficientes prácticos,
de lo poco que se conocen los principios y leyes fijas en que apoyarnos
para la aplicación del cálculo á las superficies sustentatrices y para hallar
el trazado exacto de la hélice integral. Y si es cierto que en medio de
estas obscuridades es mucho lo que se ha hecho y adelantado, es evi-
dente que hubieran sido muchos más los progresos en este difícil pro-
blema si la seria investigación científica hubiera venido á dar un poco
de luz en medio de tanta sombra como rodea á esta naciente ciencia.
Es, por tanto, de absoluta necesidad la creación inmediata de gabinetes
aerodinámicos, en donde esta rama de la mecánica gaseosa sea estudiada
con gran detenimiento, ya que de ello dependen un sinnúmero de pro-
blemas, al presente obscuros y que son de grandísima trascendencia en
la locomoción aérea. Es necesario que el ingeniero sepa al fin las reglas
226
GABINETES AERODINÁMICOS
fundamentales á que debe ajustarse la construcción de un aeroplano y
los coeficientes numéricos que en cada uno de los casos le es necesario
aplicar.
II
Afortunadamente, algo práctico se ha hecho ya en esta materia. Sin
hacer mención de los laboratorios particulares, como el del profesor
Zahm y de Loessl, en Austria, y el de Langley, en América, algún tanto
abandonado desde la muerte de tan ilustre profesor, casi todas las
naciones poseen ya parques de aerostación militar y cuentan con gabi-
netes más ó menos perfeccionados. En Italia la brigada de aerostación
está dotada de un crédito importante, poseyendo un laboratorio para
ensayos aerodinámicos. En Francia acaba de hacerse un esfuerzo gene-
roso, debido á la iniciativa de su Aero-Club, y hoy día son muchos los
miles de francos reunidos por suscripción á fin de levantar en París un
laboratorio de aerodinámica. Mientras tanto se prosiguen en Francia los
estudios de este género en un pequeño laboratorio, en donde el Sr. Ra-
tean, ingeniero de minas, ha instalado el aparato que lleva su nombre, y
con el cual pueden hacerse las más principales investigaciones aerodi-
námicas.
El objeto principal de este aparato es poder colocar las superficies
que se quieren experimentar, ya sean éstas sustentatrices ya propulsoras,
bajo la acción de una corriente de aire perfectamente homogénea; lo que
se obtiene por medio de un ventilador eléctrico que inyecta el aire en un
gran túnel prismático cuadrangular. Después de algunos tanteos, se con-
sigue la homogeneidad en la corriente y el que los filetes de aire salgan
sensiblemente paralelos, salvo los que se escapan por los bordes del
tubo. Esto obtenido, se coloca la superficie que tratamos de analizar á
%/f
una corta distancia de la salida del aire, á fin de que los filetes obren
libremente y no bajo la acción de las presiones laterales que pudieran
tener dentro del tubo; pudiendo de esta suerte hallarse en poco tiempo
datos y cifras de inestimable valor.
GABINETES AERODINÁMICOS
227
Este aparato se halla actualmente instalado en Levallois-Perret. La
corriente de aire es producida por un ventilador helicoidal, V (fig. I.""),
de lm,20 de diámetro, accionado por un motor de 25 caballos. Este ven-
tilador inyecta el aire en la cámara C, de lm,60 de lado, con paredes
muy lisas, á fin de evitar remolinos y obtener filetes perfectamente para-
lelos. La cámara C tiene en un extremo una salida piramidal, ^,que mide
70 centímetros en su base menor. La velocidad del aire se mide por medio
de un tubo Pitot, en combinación con un manómetro de agua, llegando
esas velocidades á unos 35 metros por segundo. No muy distante de la sa-
lida existe el bastidor A, sumamente ligero, y cuyo peso es equilibrado por
medio de dos flotadores sumergidos en dos recipientes de agua.En la parte
media del bastidor se hallan dos planchetas, £", capaces de poder ser
inclinadas á voluntad mediante sus correspondientes tornillos depresión.
Llevan estas planchetas ranuras especiales, en las que se ajustan perfec-
tamente las piezas ó super-
ficies que se quieren ensa-
yar, con ángulos de inci-
dencia variables. Ahora
bien, al soplar el aire en
una dirección sensiblemen-
te horizontal, A B (fig. 2."),
choca obücuamente sobre
la superficie de experimen-
tación 5 S, formando con
ella el ángulo a y ejerciendo
una presión O /?, que se descomponed su vez en la componente vertical
O P, opuesta á la acción de la gravedad, y capaz, por consiguiente, de
levantar un peso, y en otra componente horizontal, O //, que es una resis-
tencia hacia el avance. Esto en las superficies planas, pues en las curvas,
O /?, ó coincide con la vertical ó se aproxima mucho á ella. El aparato
está dispuesto de tal manera que simultáneamente y con gran facilidad
nos puede dar el valor de estas dos componentes. Al efecto, el bastidor A
(fig. I."*) lleva fijos á su parte media dos brazos horizontales, F, articu-
lados á los soportes verticales G, que á su vez descansan sobre dos cu-
chillas de acero, //. En cada una de las experiencias se determina la
componente vertical, colocando pesos simétricos en los platillos /. La
componente horizontal se mide poniendo igualmente pesos en los platillos
y, atados á cada uno de los balancines K, que forman un cuerpo con los
soportes verticales Q. Antes de cada una de las experiencias es nece-
sario hacer coincidir el centro de presión de la superficie con el centro
O del bastidor, para lo cual es preciso hallar con anterioridad el sitio en
que se encuentra este centro en los diversos ángulos de ataque que
puede formar la superficie de estudio.
Por este sencillo método experimental se puede hallar con bastante
228 GABINETES AERODINÁMICOS
exactitud la presión que ejerce el aire sobre una superficie fija, si bien
., en la práctica sucede todo lo contrario, es decir, que no es la superficie
la que está fija, sino más bien ésta es la que se mueve en un aire relati-
vamente estacionario. Puede decirse, sin embargo, que en ambos casos
las presiones son exactamente iguales, pues las fuerzas que entran en
juego tienen velocidades relativas exactamente idénticas. Los resultados
no han podido ser más satisfactorios, pues las fórmulas halladas para la
presión horizontal y la presión vertical son muy semejantes á las que
M. Soreau presentó hace algún tiempo á la Sociedad de Ingenieros ci-
viles de Francia.
III
Como se ve, el aparato de M. Ratean es digno de figurar en todo
gabinete aerodinámico. En la actualidad puede decirse que Francia no
posee aún un completo gabinete para esta clase de estudios. No sucede
¡o mismo en Rusia, cuyo Instituto Aerodinámico de Koutchino puede
servir de modelo para todos aquellos que se traten de crearen lo futuro.
Erigido merced á la prodigalidad de M. Riabouchinsky, es en su género
un edificio completo, con dependencias para el alto personal y los nume-
rosos subalternos. Contiene, entre otras cosas, talleres completos para
mecánica de precisión, arreglo y ajuste de las grandes superficies sus-
tentadoras, con instrumentos adecuados para el caso, entre otros, un
torno americano sistema Pittles; otro para trabajos delicados, marca
Kupper; máquinas Cincinnati, perforadores eléctricos, etc., etc. Todos
estos aparatos son movidos por una máquina de vapor de 90 caballos,
que sirve también para mover una dínamo productora de una corriente
continua de 175 amperios y 115 voltios. El material de precisión desti-
nado á las investigaciones aerodinámicas ha sido construido en esos
mismos talleres, y consta de un aparato de precisión para ensayos de
hélices aéreas, un túnel cilindrico de 14 metros de largo por 1,20 de
sección, provisto de un ventilador, para experiencias de presión del
aire en movimiento, sobre superficies fijas, algo parecido al sistema de
M. Ratean, pero aproximándose más al indicado por el coronel Renard;
posee además un aparato del profesor Joukosky, instalado en una mag-
nífica torre del edificio, cuyo objeto no es otro que el estudio de la re-
sistencia del aire sobre diversas formas de superficies; sin que falten
los globos-sondas, cometas-aeroplanos para estudios meteorológicos y
fenómenos de la alta atmósfera.
El programa que este magnífico laboratorio trata de desarrollar en
sus investigaciones aerodinámicas, está compendiado en los tres puntos
siguientes, que á su vez se subdividen en otros secundarios. Son: I. Es-
tudios sobre la resistencia en el aire, a) Determinación de los coeficien-
tes de resistencia, b) Determinación del centro de presión, c) Determi-
GABINETES AERODINÁMICOS 229
nación del poder ascensional y del efecto útil en las hélices aéreas.
d) Estudio de las aletas de propulsión/ej Estudio de la estabilidad en los
aeroplanos. II. Aplicaciones prácticas que se pueden sacar de las leyes
sobre la resistencia del aire, a) Construcción de helicópteros, b) Cons-
trucción y estudio de cometas-aeroplanos de diferentes sistemas, c) Cons-
trucción y estudio de aeroplanos, d) Elevación de pesos considerables
mediante cometas- aeroplanos, e) Señales que se pueden hacer á dife-
rentes alturas, mediante cometas- aeroplanos, f) Fotografías obtenidas
mediante las cometas-aeroplanos en sus aplicaciones al arte militar y
topográfico. III. Estudios científicos de las diferentes capas atmosféricas.
Este programa no es sino algo de lo mucho que se puede ver y estu-
diar en un buen gabinete de aerodinámica. Sus utilidades prácticas
quizás parezcan al presente, si no quiméricas, cuando menos prematuras
y aun exageradas; sin embargo, aparte de que no faltan quienes pien-
sen lo contrario, el tiempo, gran maestro de la verdad, en un porvenir
no lejano, demostrará, según creemos, cuánto se ha descuidado este
ramo de la aerodinámica, de la que la locomoción aérea pudiera haber
obtenido ya rápidos progresos, á los que tiene indiscutibles derechos por
ser uno de los problemas más grandiosos de cuantos ha dejado el Señor
al alcance y dominio de la sabiduría humana.
Enrique Ascunce.
boletín canónico
Sueva or(;aizaci6eí de la curia romam decretada por pío x^*>
ARTÍCULO PRIMERO
Cjongregación del Santo Oficio.
(Véanse los números 8, 14, 107, 116, 132 y 189.)
299. Es la primera en dignidad entre todas las Sagradas Congre-
gaciones.
§1
su CONSTITUCIÓN
300. Esta Sagrada Congregación tiene por Presidente ó Prefecto al
Papa. (Sixto V, Const. Immensa; Pió X, Const. Sapienti consilio.) El
número de los Cardenales de que consta depende de la voluntad del
Romano Pontífice, lo cual téngase por dicho en las demás Congregacio-
nes. Secretario suele ser uno de los Cardenales más antiguos, no preci-
samente el Decano del Sacro Colegio. Cfr. La Gerarchia cattolica y
Acta A. Sedis, vol. 1, p. 109.
301. Los Oficiales mayores del Santo Oficio, después del Cardenal-
Secretario, son el Asesor y el Comisario.
Tiene esta Congregación sus consultores nombrados por el Papa y
además algunos calificadores. (Norm. pee, c. 7, art. 1, n. 1.°, 2.° Cfr. Be-
ned. XIV, Const. Sollicita ac provida, Qá^ Julio de 1753, §3: Bull. Be-
ned. XIV, vol. 4, p. 51.) Á estos últimos se les pide alguna vez que den por
escrito la calificación, nota ó censura teológica que, á su juicio, merezca
alguna proposición, libro ó escrito (2).
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXV, pág. 99.
(2) Qualificatores praebent juramentum Secreti in aedibus S. Officii in manibus
Commissarii, praesente uno Notario; et ita pariter praebent qui non sunt Consultores,
nempe Secundus Socius, Summista, Relator, Notarii, Archivista, et Procomputista, et
inservientes.
Consultores omnes emittunt jurameiitum Secreti in prima Congregatione feriae
quartae post eorum electionem, coram Cardinalibus genuflexi, et postea sedent pro-
prio loco.
BOLETÍN CANÓNICO 231
302. El Asesor suele ser un Prelado secular que prepara los negocios
del Santo Oficio de una manera análoga á como los preparan los secre-
tarios de otras congregaciones.
303. El Comisario es de la Orden de Santo Domingo, y suele tener
dos compañeros de la misma Orden, los cuales se designan con el nom-
bre de primero y segundo compañero. Cfr. Acta A. Seáis, vol. 1, p. 110.
Suele el Comisario preparar é instruir las causas criminales que debe
fallar el Santo Oficio.
304. Entre los consultores figura siempre el General de los Padres
Dominicos, el Maestro del sacro Palacio, también Dominico, y (por privi-
legio de Sixto V) un sacerdote profeso de los Menores Conventuales;
todos los cuales son como consultores natos.
305. También son consultores el Promotor fiscal y el abogado de
los reos. El Notario y varios sustitutos pertenecen á los oficiales meno-
res. (Cfr. Paulo ni, Const. Licetah initio, § 4; Colomiatti, vol. 1, p. 809;
Acta A. Seáis, Yol I, p, no.)
306. El Santo Oficio extiende su jurisdicción á todas las religiones
del mundo, sin limitación de territorio alguno. (N. pee, c. I, 1.° a,)
§11
su COMPETENCIA
307. I^e está encomendada a) la defensa de la fe y costumbres; b) lo
relativo al privilegio Paulino y á los impedimentos de mixta religión y
disparidad de culto; c) lo referente á las indulgencias.
308. Cuando sea dudoso si un asunto es ó no de la competencia del
Santo Oficio, á esta misma Congregación toca resolverlo y no á la Con-
sistorial. (Ibiá., c. VII, a. 1, 6.°) Véase el n. 268, A^. B.
A) La áefensa áe la fe y áe las costumbres.
309. Por consiguiente, á ella sola queda exclusivamente reservado,
además de cuanto se refiere á la doctrina dogmática, el juzgar sobre la
herejía y demás crímenes que inducen sospecha de herejía.
310. Para lo cual tiene competencia aun en el fuero contencioso-
criminal.
311. Y así procede contra los herejes cismáticos, apóstatas de la fe,
magos, adivinos, sortílegos, contra los que abusan de los sacramentos
Itemque Cardinales in Congregatione feriae quartae, prima post eorum nominatio-
nem, jurant coram alus Cardinalibus sistentes proprio loco.
Caput Notariorum praesens est juramento et actum redigit.
(Ex actis S. Officii Colomiatti, vol. 1, p. 810, nota (2).
232 BOLETÍN CANÓNICO
(Sixto V, Const. Immensa); contra sus secuaces, fautores, defensores;
contra los que les prestan pública ó privadamente, directa ó indirecta-
mente auxilio, consejo ó favor (Paulo III, Const. Licet ab initio^ 21
Jul. 1542: Büll. Rom, Taur., vol. 6, p. 344; Pío IV, Const. Pastoralis
officii, 14 Oct. 1562: Büll. Rom. Taur., vol. 7, p.237, sig.), aunque sean
Obispos, Arzobispos, Primados, Patriarcas ú oíros inferiores (Sixto V,
Const. Immensa; Pío IV, Const. cit. y Const. Romanas Pontifex, 6
Abril 1563: Bull. Rom. Taur., vol. 7, p. 249).
312. Los Cardenales quedan exentos de la jurisdicción del Santo
Oficio (contra lo que afirma Russo) y sus causas son juzgadas por el
Romano Pontífice. Véase Sixto V, Const Immensa.
313. Entiende en las causas (1) de solicitación (Pío IV, Const. Cum
(1) Recuérdese que los Superiores Regulares no pueden, bajo ningún pretexto de
cualesquiera privilegios, inmiscuirse en las causas sobre fe y costumbres pertene-
cientes al Santo Oficio, sino que, si en ello delinquen los Religiosos, deben éstos ser
inmediatamente denunciados a! Santo Oficio, como cualesquiera otros fieles.
Esto fué declarado primeramente por el Santo Oficio en 23 de Enero de 1901, con
ocasión de una consulta del P. General de los Capuchinos. Alegó éste un privilegio
que había sido concedido por la Santa Sede á la Orden en 3 de Julio de 1625 (Bull.
Capuce, vol. 1, pp. 73 y 74), en cuya virtud «concedebatur facultas procedendi contra
suos subditos in Causis ad Sanctum Officium spectantibus in locis, ubi haereses impune
grassarentur, et Sanctum Officium Inquisitionis, necper Inquisitores, nec per locorum
Ordinarios exerceretur», y propuso la duda «utrum in hocce privilegio comprehende-
retur etiam casus sollicitationis ad turpia in Confessione», etc.
La Sagrada Congregación contestó en 23 de Enero de 1901 que el privilegio no sólo
no comprendía aquel caso, sino que carecía de todo vigor: «Negative, et privilegium
de quo sermo, non existere.» Cfr. Analecta Eccles., vol. 9, p. 154.
Poco después el Santo Oficio publicó el siguiente decreto de carácter general:
Decretum: quo edicitur nullo titulo nulloque praetextu pertinere ad Supe-
riores Regulares causas agnoscere subditorum in rebus ad S. Officiorum spe-
ctantibus.
Feria IV, die 15 maji 1901.
In Congregatione Generali Sacrae Romanae et Universalis Inquisitionis, Eminentis-
simi ac Reverendissimi Domini Cardinales in rebus Fidei et morum Inquisitores Gene-
rales sequens tulere Decretum: Uti pluries a Summis Pontificibus sancitum est, in rebus
ad S. Officium spectantibus nullo modo ad Superiores Regulares pertinere subditorum
suorum causas agnoscere, nulloque proinde titulo aut praetextu posse vel deberé, nisi
de expresso S. Congregationis mandato de his inquirere, denunciationes recipere,
testes interrogare, reos excutere, judicium instituere, sententiam ferré aut alia quavis
ratione vel modo in eis sese immiscere vel manus apponere: sed quos Religiosi Viri
ex suis subditis vel confratribus vel etiam superioribus hujusmodi criminum (prae-
sertim quod ad abusum Sacramentalis Confessionis spectat), reos vel suspectos no-
verint, strictim teneri, absque uUa cum alus quibuscumque communicatione, nulla petita
venia, nullaque fraterna correptione aut monitione praemissa, eos S. Officio aut locorum
Ordinariis incunctanter denuntiare. Ne vero sanctissimae hae leges ex ignorantia vel
malitia (quod Deus avertat) negligi aut infringí contingat, Superioribus grave onus in-
cumbere eas, quo opportuniori putaverint modo, ad subditorum suorum certam et di-
stinctam identidem deferre notitiam earumque ab eis plenam observantiam urgere.
BOLETÍN CANÓNICO 233
sicut nuper, 16 Abril 1561: Bull. Rom. Taur., vol. 7, p. 126; Gregorio
XV, Const. Uníversi Dominici gregis, 30 Ag. 1622: Bull, Rom. Taur.,
vol. 12, p. 731; Benedicto XIV, Const. Sacramentum poenitentiae, 1
Junio 1741: Bull. Rom. Prat., vol. 1, p. 24), y también contra confes-
sarios, exquirentes nomen complicis (Benedicto XIV, Const. Suprema^
7Jul. 1745; Ubi prímum, 2 jun. 1746; Ad eradicandum, 28 Sept. 1746;
Apostolici minisierii, 9 Dic. 1749: Bull. Ben. XIV, vol. 2, p. 25, 66; vol. 3,
p. 46).
314. Extiende igualmente sus atribuciones á la proscripción de libros
inficionados de perniciosas doctrinas (Benedicto XIV, Const. Sollicita
ac provida, 9 Jul. 1753: Bull. Bened. XIV, vol. 4, p. 51; Pío X, Const. Sa-
pienti consilio), como diremos al tratar de la Sagrada Congregación del
índice.
315. Por el motu propio Cum inter, de 27 de Agosto de 1564, Pío IV
concedió á los Cardenales del Santo Oficio la facultad de tener y leer
libros prohibidos de herejes, y de dar licencia á otros para lo mismo.
(Bull Rom. Taur.,Yo].7,p,30\,s\g.)
B) Privilegio Paulino^ impedimentos de mixta religión y disparidad
de cultos.
316. No obstante hallarse establecida la congregación especial de la
disciplina de los Sacramentos, á la que pertenecen las dispensas de los
impedimentos matrimoniales, quédale, sin embargo, al Santo Oficio ín-
tegra la facultad de conocer en lo relativo al llamado privilegio Paulino
y á los impedimentos de la disparidad de cultos y de mixta religión, así
como también todo lo referente á la doctrina dogmática del matrimonio
y de los otros sacramentos.
317. Juzga, por consiguiente, de la existencia ó no existencia de tales
impedimentos. Concede dispensas de disparidad de cultos, con las cláu-
sulas acostumbradas (1), y de mixta religión. Juzga sobre las condiciones
Quae omnia Sanctissimus Dominus Noster Leo Divina Providentia Papa XIII, in
audientia R. P, D. Commissario Generali, die 17 ejusdem mensis et anni impertita, be-
nigne approbare et confirmare dignatus est.
L. ^ S. I. Can. Mancini, S. R. et U. I. Notarías.
(Acta S. Sedis, vol. 34, p. 383, 384.)
(1) He aquí un ejemplar auténtico de estas dispensas:
«Beatissime Pater,
Aloysia D., catholica, dioecesis Taurinensis, ad pedes Sanctitatis Vestrae provoluta, hu-
millime implorat dispensationem ab impedimento disparitatis cultus, ut matrimonio
uniri possit cum judaeo Alexandro T.
Causae sunt: forma civilis ab an. 1867 facta; nulla spes prolis; nullumque periculum
perversionis mulieris; eique vir promittit omnimodam libertatem profitendi catholicam
religionem. Cautiones.
234 BOLETÍN CANÓNICO
en que puede tener lugar el privilegio Paulino y concede dispensas
sobre alguna de las interpelaciones.
318. La Congregación para los Negocios de los ritos orientales
puede en los países sujetos á la Propaganda Fide conceder dispensas de
mixta religión y de disparidad de cultos; pero no tiene facultad alguna
en lo relativo al privilegio Paulino (1). (S. C. Consistorial, 12 Nov. 1908,
ad VI: Acta A. Seáis, vol. 1, p. 148.)
C) Lo referente á indulgencias.
319. Al Santo Oficio le está confiada también toda la materia de in-
dulgencias, tanto en la parte doctrinal como en lo referente al uso (y
concesión) de las mismas.
Feria V,die 19 febr. 1891.
Sanctissimus D. N. Leo Divina providentia PP. XIII, in audientia R. P. D. Assessori
S. O. impertita, remisit preces prudenti arbitrio et conscientiae R. P. D. Ordinarii Tau-
rinen., qui, attentis ómnibus, praevia separatione per aliquod tempus arbitrio Ordi-
narii, si abque gravi damno fieri possit, ut pars catholica rite disponatur, dispensare
valeat infra fines suae dioecesis, facta etiam potestate subdelegandi si opus sif, Aloy-
siam D. catholicam ab impedimento disparitatis cultus, ut valide, licite et legitime ma-
trimonium contrahere possit cum judaeo Alexandro T,, dummodo cautum sit condi-
tionibus ab Ecclesia praescriptis, praesertim de amovendo a conjuge cathoUco
perversionis periculo, de conversione conjugis judaei ab illa pro viribus curanda, ac
de universa prole utriusque sexus in catholicae religionis sanctitate omnino baptizanda
et educanda, et dummodo, ñeque ante ñeque post matrimonium coram parodio catho-
Uco initum, partes adeant ministrum acatholicum. Juxta instructionem alias datam ma-
trimonium celebretur privatim extra ecclesiam et absque ullo ritu ecclesiastico. Con-
trariis quibuscumque non obstantibus.
I. Mancini, S. R. et Univ. Inq. Notarías.
Cnutíones:
' La sottoscritta, cattolica, desiderando contrarre matrimonio con Alessandro T., ebreo,
promette con giuramento:
; 1.", di fare battezzare ed educare cattolicamente tutta la prole d'ambo i sessi, che
sará per venire da tale matrimonio; 2°, di fare quanto la carita e la prudenza suggeris-
cono per ricondurre la comparte alia vera religione.
In fede, Torino... Luigia D.
II sottoscritto, ebreo, desiderando contrarre matrimonio con Luigia D., cattohca,
promette, con giuramento:
1.^ di lasciare battezzare ed educare cattolicamente la prole di ambo i sessi; 2.°, di
lasciare piena liberta alia comparte cattolica nell'esercicio della propria religione.
In fide, Torino...
Alessandro T.
(Véase Colomiatti, 1. c, vol. 1, pp. 749-750, nota.) Véase también p. 755.
' (1) VL Utrum Congregatio pro negotiis rituum orientalium valeat etiam in posterum
concederé dispensationes matrimoniales mixtae religionis ac disparitatis cultus. Resp.
Ad. VI. Affirmative, excepto tantummodo privilegio Paulino, quod pertinet ad Con-
gregationem S. Officii.
BOLETÍN CANÓNICO 235
D) Cambios de competencia.
320. La materia de indulgencias era antes propia y peculiar de la
Sagrada Congregación de Indulgencias y sagradas Reliquias. Dicha
Congregación hace poco que fué unida á la de Ritos (véase el n. 133), y
ahora, en virtud de la Constit. Sapienti consilio, queda extinguida, y la
materia de indulgencias se confía al Santo Oficio, quedándole á la Sa-
grada Congregación de Ritos lo referente á sagradas Reliquias.
321. Por el contrario, todo lo relativo á los preceptos de la Iglesia,
como abstinencias, ayunos, fiestas de guardar, quítase al Santo Oficio y
se traslada á la Sagrada Congregación del Concilio; lo referente á la
elección de Obispos corresponderá en adelante á la Sagrada Congrega-
ción Consistorial; la dispensa de los votos emitidos en Religión ó en los
Institutos religiosos, á la Sagrada Congregación de Religiosos.|
§ HI
MODO DE PROCEDER
I
322. En la tramitación de asuntos concernientes al dogma y á la
moral, y en el juicio de los crímenes de herejía ó sospecha de herejía,
y en todo lo que se refiere á la dispensa de los referidos impedimentos
matrimoniales (n. 313), el Santo Oficio procede según la antigua cos-
tumbre, salvo lo dispuesto en la Constit. Sapienti consilio, que no sea
compatible con la disciplina del Santo Oficio.
N. B. La indicada manera de proceder, propia del Santo Oficio,
como también el Reglamento para su administración temporal, se pon-
drán cuanto antes por escrito, y revisados por los Cardenales, los some-
terá el Cardenal-Secretario á la aprobación del Papa. (Normae pee, c. 7,
a. 1, n. 6.)
323. Todos los lunes ¡suelen reunirse en 'el mismo palacio del Santo
Oficio (antes se reunían en el convento de los PP. Dominicos de la
Minerva) el Comisario, Fiscal, Notario, juntamente con los otros consul-
tores, bajo la presidencia del^Asesor, y discuten y resuelven consultiva-
mente los asuntos por mayoría de votos. Esto es, propiamente el Con-
greso (véase el n. 319) del Santo Oficio. Cfr. Bened. XIV, Constitución
Sollicita, 9 de [ulio de 1753, § 4. (BaíL Ben. XIV, vol. 4, p. 51.)
324. De estas discusiones y resoluciones da cuenta á los Cardenales
en la Congregación del miércoles el Asesor, ó en su defecto el Comi-
sario. (Ex actis S. Officii, apud Colomiatti, vol. 1, p. 810, nota 4.)
325. Las reuniones de la Congregación en pleno tiénense en el pala-
236 BOLETÍN CANÓNICO
cío del Santo Oficio los miércoles, y es la única Congregación que en
dicho día las tiene. (Ibid., c. 4, 1.°)
326. Los jueves suele el Asesor dar cuenta á Su Santidad de las re-
soluciones tomadas el miércoles por la Sagrada Congregación.
Á veces los asuntos de más gravedad vuelven á ser tratados el jueves
en el Palacio Vaticano por el Santo Oficio, presidido personalmente por
el Papa, y éáta se llama Congregatio coram Sanctissimo, ó Congrega-
üo feriae quintae. Cfr. Colomiatti, 1. c, p. 813.
327. Pío IV Motu propio Cum Nos, a. 1564 (Bull. Rom. Taur., vol. 7,
p. 298), decretó que se tenga por hecho por toda la Congregación lo que
hace la mayor parte de los Cardenales que asistieren.
Éste fué confirmado por San Pío V por otro Motu proprio Cumfelicís
a. 1566 (Bull. Rom. Taur., vol., 7, p. 502), por el cual estableció que
bastan dos Cardenales, si por ausencia de los otros constituyen ma-
yoría.
328. El mismo San Pío V, por el Motu propio Inler multiplices, de
21 de Diciembre de 1566 (Bull. Rom. Taur., vol. 7, p. 499), decretó que
las sentencias ya dadas ó que se den en lo futuro en favor de los reos
de herejía por cualesquiera jueces contra el estilo ó disposición del Santo
Oficio, jamás puedan pasar á ser firmes, sino que el Santo Oficio podrá
examinarlas nuevamente, aunque tales sentencias estén confirmadas con
letras apostólicas, cualesquiera que sean las cláusulas en éstas conteni-
das, excluyendo al Santo Oficio.
329. En cuanto á la parte disciplinar y de gracia en lo referente á las
Indulgencias, el Santo Oficio ha de proceder conforme á las normas
prescritas en la Constitución In ipsis, de Clemente IX, fecha del 6 de
julio de 1669, la cual se mantiene en pleno vigor.
330. Por tanto, «resolverá toda dificultad y duda que surgiere en las
indulgencias, oído, sin embargo, el Papa en las cosas más graves y difí-
ciles; corregirá y enmendará de plano todos los abusos que en ellas se
introdujeren; remitirá á sus propios jueces las causas que exijan forma
judicial; prohibirá la impresión de indulgencias falsas, apócrifas é indis-
cretas; reconocerá y examinará las ya impresas, y después de referirlo
al Papa, las rechazará en su nombre y usará moderación en conceder
indulgencias».
331. Queda igualmente en pie el Decreto de la Sagrada Congrega-
ción de Indulgencias, aprobado por Benedicto XIV el 28 de Enero
de 1756, y por Pío IX en 14 de Abril de 1856, esto es: «Que cuantos en
adelante obtuvieren concesiones generales de indulgencias están obliga-
dos, so pena de nulidad de la gracia obtenida, á presentar el ejemplar de
dicha concesión á la Secretaría de la Sagrada Congregación.»
BOLETÍN CANÓNICO
237
332. Para las materias de esta sección hay libro de protocolo y ar-
chivo aparte. Hay también un Oficial mayor, con el título de Sustituto
y algunos consultores especiales.
Los Cardenales, consultores y oficiales, en cuanto tratan resuelven ó
despachan lo referente á indulgencias, no están sujetos al secreto del
Santo Oficio, sino al general (1) de todas las Sagradas Congregaciones.
(Norm.pec.,c.7,2i.\,n.\\.)
333. El Congreso, para tales asuntos, constará del Cardenal -Secre-
tario, del Asesor, Comisario y Sustituto de indulgencias. (Véase el
n. 323.)
334. Las peticiones de indulgencias, las dudas y las cuestiones que
se propongan deben, después de ser registradas en el protocolo, trans-
mitirse al Sustituto para su primer examen.
335. Si, conforme á lo dispuesto en el cap. 11 de las Normas peculia-
res (véase el n. 285, sig.), se trata de gracia que, según la práctica co-
rriente, suele habitualmente concederse, ó de dudas y cuestiones cuya so-
lución es obvia y clara según los principios admitidos, el asunto podrá
resolverse en el Congreso, según las facultades que el Papa juzgare con-
ceder. De lo contrario, el asunto se ha de tratar en Congregación ple-
naria, con folio de oficio, redactado por el Sustituto, y con uno ó varios
votos de los consultores. De la resolución tomada se debe hacer rela-
ción al Papa.
336. Deben ser expedidas por Breve las indulgencias perpetuas, y
entre las temporales aquellas que se refieren á toda una diócesis, pro-
vincia, región, ó á la Iglesia universal, así como también las facultades
perpetuas de aplicar indulgencias á algún objeto piadoso. Para este fin
el Sustituto debe pasar las comunicaciones oportunas al Canciller de
Breves.
337. Las cartas y rescriptos de indulgencias expedidas por el Santo
Oficio han de llevar la firma del Cardenal -Secretario ó de otro de los
Cardenales de dicha Congregación, y además la del Asesor, ó, en su de-
fecto, la del Sustituto de indulgencias.
338. Uno de los Notarios sustitutos tasa los rescriptos de dispensas
de los impedimentos de disparidad de culto y mixta religión y los de
concesión de indulgencias, y otro cuida de repartir las cartas y rescriptos
y de exigir las tasas. (Ncrm. pee, art. 1, n. 4, 5.)
(Continuará.)
(1) Véase la fórmula de este juramento en Norm. com., cap. III (Razón y Fe, volu-
men XXII, pág. 492).
RAZÓN Y FE, TOMO XXV
16
238 BOLETÍN CANÓNICO
ÍOMLTAS SOBRE EL DECRETO «M TEMERÉ'
DISPENSA DE IMPEDIMENTOS Y CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO «IN EXTREMIS»
De Portugal hemos recibido la siguiente consulta, que traducimos
de aquella lengua:
«Un simple sacerdote asistió á un matrimonio ¿n extremis. Los con-
trayentes no estaban unidos civilmente ni vivían en concubinato; pero
por la celebración del matrimonio se impedía el mal uso del patrimonio
perteneciente al enfermo, y se extinguía un odio antiguo de familia.
»Entre los contrayentes mediaban dos impedimentos dirimentes, am-
bos de derecho eclesiástico, y el sacerdote dispensó de tales empedi-
mentos en virtud del decreto Ante editum, de 14 de Mayo de 1909.
»¿Es válido dicho matrimonio?»
Respuesta.— T^nQmos por válido, saltem probabiliter, dicho matri-
monio.
Las razones son:
I."* Porque dado caso que no existieran dichos impedimentos, el sa-
cerdote podría probablemente autorizar dicho matrimonio (suponiendo,
como suponemos, que no se pudo recurrir al párroco ni al Ordinario), ya
que por la celebración de este matrimonio se logra, como se dice, extin-
guir un odio inveterado de familia. Luego los contrayentes contribuyen
con el matrimonio á reahzar, por lo menos, una obra buena de consejo.
Es así que el que realiza una obra buena de consejo, conscientiae consu-
lit, atiende á su conciencia. Luego el matrimonio se celebró ad consulen-
dum conscientiae, como pide el decreto Ne temeré. Cfr. Vermeersch, n. 73.
2."* Porque parece probable que, en virtud del decreto Ante editum,
el sacerdote puede dispensar en los matrimonios in extremis de todos
los impedimentos dirimentes de derecho eclesiástico, exceptuando los
consabidos de presbiterado y afinidad en línea recta ex copula licita (y
tal vez el de clandestinidad cuanto á los dos testigos), siempre que
pueda asistir á dichos matrimonios, con arreglo al art. VII del decreto
Ne temeré, puesto que al tal sacerdote se le concede que in iisdem rerum
adjunctis, pueda conceder las mencionadas dispensas.
En este sentido más moderado queremos que se entienda la interpre-
tación del decreto Ante editum, que dimos en Razón y Fe, vol. XXIV,
p. 373, n. 5, y 374, n. 9, y así la damos en la cuarta edición del opúsculo,
nn. 582 d, 282 h.
BOLETÍN CANÓNICO 239
SI SE PUEDE CONTRAER MATRIMONIO
SIN LA PRESENCIA DEL PÁRROCO, CUANDO ÉSTE SE NIEGA Á ASISTIR
POR TEMOR Á LAS LEYES MILITARES (1).
«Facundo, ingresado en Caja como soldado, no halla párroco que se
arriesgue á casarlo; se encuentra, pues, en la imposibilidad, ^e/zera/á los
infinitos de su clase, de recurrir al párroco, y opina que por derecho na-
tural, en este caso, puede contraer clandestinamente, y en efecto, con
este ánimo se lleva á su novia, que consiente en tal contrato marital. —
Su compañero Alvaro aquilata menos, y por hallarse en las mismas cir-
cunstancias, ya que no puede casarse in facie Ecclesiae, vive con su novia
con ánimo marital. Ambos dicen que viven tranquilos en conciencia.
Porque el párroco predica con insistencia y energía contra esta calami-
dad de lo que él llama amancebamientos, se creen injuriados todos los
Facundos y todos los Alvaros, que son muchos, de la parroquia. Si en
algún caso, por evitar el pecado, el ¡párroco procede al matrimonio de
algún Facundo ó Alvaro, tal vez merecerá por esto un proceso de la Curia
eclesiástica.
»¿Qué se ha de sentir de esa imposibilidad general de una clase nume-
rosa? ¿qué de la legitimidad de la unión marital de Facundo y de la de
Alvaro? ¿qué de la predicación injuriosa del párroco y del proceso que
se le puede seguir por la Curia eclesiástica?
» ¡Lástima que tanto silencio se guarde sobre una legislación que sólo
prohibe y castiga la creación de familias legítimas, y no se mete con las
ilegítimas que se crean estos mismos subditos!
»¿No le bastaba á la legislación militar prohibir sin penar, y, por con-
siguiente, sólo desconocer estas familias ilegales, pero no en conciencia
ilícitas, quiero decir, los matrimonios canónicos de los comprendidos en
Caja, etc.?»
Respuesta.—Son muy prudentes y atinadas sus observaciones, y más
de una vez se han ocupado los Prelados en ese triste asunto, que toca
también el Sr. Obispo de Jaca en su preciosa obra El Derecho Espa-
ñol, § XIV. A estas dificultades se alude en los nn. 234 y 416 del
opúsculo.
No obstante ser tan mala y tiránica dicha legislación, por mi parte
tengo por nulos dichos matrimonios clandestinos; aunque alabana al pá-
rroco que se prestara á legitimar dichas uniones, cuando son concubina-
rias ó se teme con fundamento que se ¡llegue hasta el concubinato. Mucho
más alabaría al Provisor que las autorizara, y sé de algún Provisor que
solía legitimarlas.
(1) Á quiénes ¡y por cuánto tiempo les prohiban el matrimonio dichas leyes puede
verse en Mach-Fer reres, Tesoro del Sacerdote, n. 652, pp. 635, 633, vol. 2.
240 BOLETÍN CANÓNICO
El párroco no debe temer proceso de la Curia eclesiástica, sino del
fuero de guerra (Cfr. Código de justicia militar, aa. 293 y 332; Código
civil, a. 493; Mach-Ferreres^ Tesoro del Sacerdote, n. 658); pero creo
que se podría decir de él que padecía persecución por la justicia.
He dicho que tengo por nulos dichos matrimonios, y evidentemente
lo son en estos casos propuestos, ya que los contrayentes no los cele-
braron por lo menos delante de dos testigos. Aunque tales matrimonios
se contraigan con la presencia de dos testigos, creo también que son
nulos, por faltar la presencia del párroco, aunque el P. Ojetti, n. 122, y
el P. Vermeersch, De Religiosis, vol. 4, p. 272, parecen en casos análo-
gos inclinarse á la validez. Piensan que en estos casos se cumple lo que
previene el art. VIH, pues aunque el párroco se halla físicamente pre-
sente, pero moralmente dicen no lo está, puesto que no puede asistir al
matrimonio (1). Y por eso creen que el art. VIII dice: si no puede acu-
dirse al párroco (si parochus... haber i non possit), y no dice si el párroco
estuviese ausente.
Ambos se apoyan también en la Instrucción dada para la isla de Cu-
razao, que puede verse en la nota del n. 581 h. de nuestro opúsculo.
Nos fundamos para pronunciar la nulidad de dichos matrimonios:
1.°, en que en nuestro caso no hay imposibilidad general para toda una
región, sino particular para algunas personas de dicha región ó regiones,
y así parece no cumplirse el art. VIII; 2.°, en la respuesta ad VII dada por
la S. C. del C. en 27 de Julio de 1908 (véase Razón y Fe, vol. 22, pág. 88),
en donde en un caso en el que el contraer delante del párroco ofrece
mucha mayor dificultad y afecta á muchísimas más personas que en el
nuestro, juzgó la Sagrada Congregación ser obligatoria la presencia del
párroco, y facultó á los Prelados para dispensar en este punto. Y no sólo
en este caso es más dih'cil que en el nuestro recurrir al párroco y afecta
á muchísimas más personas, sino que, además, las dificultades aquellas
del Imperio Chino son perpetuas; las de nuestro caso sólo duran algunos
años para cada sujeto.
En cuanto á la Instrucción dada para la isla de Curazao, además de
tratarse allí de una imposibilidad perpetua (como la ley) y en el nuestro
sólo de imposibilidad temporal (mientras están sujetos al fuero de gue-
rra, lo que sólo suele durar tres años y un día), debe decirse que no pa-
rece constar suficientemente que allí no haya intervenido dispensa de
la ley.
Véase también la nota de la pág. 229 del dicho tomo 22, de Razón
Y Fe.
(1) «Porro videtur mihi impossibilitas ista non referencia tantummodo ad casum, in
quo parochus physice impossibilitetur, ut ita dicam, assistere, sed etiam ad casum, in
quo aliunde ex gr. ex imperio legis poenas minitantis, prohibetur ab assistendo.»
Ojetti, 1. c, n. 122.
BOLETÍN CANÓNICO 241
SAGRADA CONGREGACIÓN DE LOS SACRAMENTOS
DECLARACIÓN SOBRE EL DECRETO «ANTE EDITUM»
Compuesto ya todo lo que antecede, llega á nuestras manos Acta A.
Seáis, de I.'' de Septiembre, y en ella hallamos (pág. 656) el siguiente
decreto de la Sagrada Congregación de los Sacramentos, que confirma
la interpretación que en la consulta de Portugal, que antes hemos copia-
do, habíamos dado el 20 de Agosto.
VENETIARUM
De facúltate dispensandi ab impedimentis matrimonialibus imminente mortis periculo.
In plenario coetu a S. Congregatione de disciplina Sacramentorum, habito die 13
mensis augusti anno 1909, dirimendum propositum est dubium, «utrum facultas dispen-
sandi ab impedimentis matrimonialibus imminente mortis periculo in casu art. VII de-
creti Ne temeré, facta per decretum hujus S. Congregationis die 14 Maji 1909, valeat
dumtaxat pro concubinariis; an etiamsi non agatur de concubinariis, sed alia adsit causa
ad consulendum conscientiae et (si casus ferat) legitimationi prolis?» Cui dubio Emi.
Patres responderunt: «Negative ad primam partem, ajfirmative ad secundam.»
Die antem 15 praefati mensis et anni SSmus D. N. Pius Papa X, audita relatione
R. P. D. Secretarii ejusdem S. Congregationis, supra relatam Emorum. Patrum declara-
tionem ratam habere et confirmare dignatus est.
Datum Romae ex aedibus ejusdem S. Congregationis, die 16 mensis augusti
anno 1909.
L. t S. D. Card. Ferrata, Praefectus.
Ph. GiusTiNi, Secretarias.
Por consiguiente, siempre que el sacerdote asiste á un matrimonio
en las circunstancias que determina el art. 7.° del decreto Ne temeré
puede conceder las dispensas mencionadas en el decreto Ante editum^
(véase Razón y Fe, vol. 24, p. 372), aunque los contrayentes no vivan
en concubinato, ni estén casados civilmente, basta que celebren el matri-
monio ad consulendum conscientiae et (si casus ferat) legitimationi
prolis.
Confiamos que esta mayor amplitud que se concede ahora á las fa-
cultades otorgadas en 1888, será pronto comunicada expresamente á los
párrocos y á los Ordinarios.
Juan B. Ferreres.
EXAMEN DE LIBROS
Primer Sínodo diocesano de Madrid-Alcalá, convocado y presidido por
el ExcMO. Y RvMO. Sr. D. José María Salvador y Barrera, y celebrado en
la Santa Iglesia Catedral-Basílica de esta Corte en los días 10, 11 y 12 deFe-
orero de 1909.— Madrid, imprenta del Asilo de Huérfanos, calle de Juan
Bravo, núm. 5; 1909. Un volumen en 4.° de 781 páginas. Se puede comprar
en la Secretaría de Cámarajá 9 pesetas, y 10 en pasta.
Cuantos tuvimos la dicha de presenciar la celebración del Sínodo
diocesano de Madrid-Alcalá en los ¡días 10-12 de Febrero último, con-
servaremos indeleble el grato recuerdo de tan grandiosa y edificante
solemnidad. Porque era realmente de gran edificación contemplar tan
numeroso y venerable clero de la diócesis (1) reunido devotamente en la
Catedral con su Prelado, para implorar las luces del Espíritu Santo, y
junto con él trabajar, sin descanso alguno apenas, para «procurar la
guarda y custodia de la Santa Fe Católica, la conservación y defensa de
la integridad del dogma y pureza de la doctrina católica, la fiel obser-
vancia de las leyes de la Iglesia y la corrección y disciplina, en fin, de
las costumbres que tanto han menester siempre de protección y amparo,
y singularmente en estos tiempos de tantas inquietudes y atrevidas rebel-
días contra la Iglesia Santa y la misión divina que viene ejerciendo entre
los hombres; para defensa y guía de la vida cristiana enfrente de las ase-
chanzas de la malicia y concupiscencias humanas...»; que son los fines se-
ñalados á estas Asambleas por la misma Iglesia, como elocuentemente
expuso el Excmo. Sr. Obispo en la primera sesión. (Véase pág. 47.)
Desde el año 1885, en que, segregada de la Archidiócesis de Toledo,
fué canónicamente erigida (25 de Julio) esta diócesis de Madrid-Alcalá,
ha venido rigiéndose por las Constituciones toledanas de 1682. Mas,
como observa en la Introducción el Dr. Luis Pérez Estévez, Canónigo-
Secretario, y Secretario asimismo del Sínodo, «los cambios y vicisitudes
de los tiempos, las diferencias de usos y costumbres y otras muchas
causas hacían necesaria la formación de unas nuevas Sinodales que,
conservando todo el espíritu y piedad de las antiguas, vinieran á ser la
más segura y completa norma á que hubieran de ajustar su conducta en
estos tiempos y circunstancias el clero y fieles de esta diócesis». Y en
efecto, las Constituciones Sinodales y demás documentos contenidos en
el volumen publicado con el epígrafe que encabeza estas líneas, pueden
justamente considerarse como una guía muy segura de la vida cristiana
para todos los fieles, y un manual muy completo de la vida parroquial y
sacerdotal para el clero de la diócesis. Ocupan las Constituciones el es-
(1) Véase la lista de los señores asistentes al Sinodo, al final del libro, pág. 751.
E n ella aparecen sobre 300 sacerdotes del clero catedral y parroquial.
EXAMEN DE LIBROS 243
pació principal de la obra. Consta ésta de los preliminares (circular
anunciando la celebración del Sínodo, programa ó índice de materias
—comisiones para el estudio de las mismas,— edicto de convocación, acta
de sesiones, etc., págs. 13-86, las Constituciones, págs. 87-569 y los apén-
dices, págs. 573-740, en tipo de letra menor). Éstos son en número de 20,
muy interesantes, algunos aun para los simples fieles, como los referentes
al arancel de derechos para las parroquias de Madrid y para los expe-
dientes matrimoniales, y la Constitución Apostólica y decretos sobre la
prohibición y censura de libros, etc. Las Constituciones están distribuidas
en seis libros, cada uno de los cuales se divide en varios títulos^ y agru-
padas en ellos se ponen las Constituciones correspondientes, ya sean
doctrinales ó dogmáticas, ya disciplinares. Así, las de los tres primeros
títulos del libro primero son doctrinales, excepto la I."" del título se-
gundo, sobre la profesión de fe que por mandado de la Iglesia deben hacer
los sujetos que han de desempeñar ciertos cargos; las otras en general
son disciplinares. El número total de las Constituciones sinodales as-
ciende á 266.
Bastaría indicar las múltiples materias importantísimas sobre que
versan, tales como se resumen en el índice, para mostrar cuan completa
es la obra realizada por el clero y principalmente por el Prelado matri-
tense. Ya que la falta de espacio no nos lo permite, trasladaremos
siquiera los epígrafes de los libros y de sus títulos, que dan alguna idea
de la obra. Libro I. De la Santa Fe católica. Sus títulos son seis: Déla
revelación— De la fe y de la doctrina de la Iglesia— Errores opuestos á
la fe— Peligros de perder la fe— Medios de conservar y robustecer la
fe — De la vida cristiana. Libro II. De los Sacramentos, sacramentales é
indulgencias. Títulos: Del Bautismo— De la Confirmación- De la Peniten-
cia—De la Eucaristía— De la Extremaunción— Del Orden— Del Matri-
monio—Sacramentales- De las indulgencias. Libro III. Del culto. Títulos:
Del culto público y solemne— Santificación de las fiestas — Cultos espe-
ciales (al Santísimo Sacramento, Sagrado Corazón de Jesús, á la Santí-
sima Virgen, San José, Via crucis)—De los templos con relación al
culto — De las procesiones- De los sufragios solemnes. Libro IV. De las
personas eclesiásticas: De los Obispos— Del Cabildo catedral— De los
Arciprestes— De los Párrocos y sus auxiliares— De otros cargos eclesiás-
ticos-De los Seminarios— De las comunidades religiosas— Archicofra-
días, cofradías, hermandades y asociaciones- De la provisión de ciertos
cargos eclesiásticos. Libro V. De los bienes eclesiásticos: De las cosas
sagradas y benditas — De los cementerios — De los bienes temporales de
la Iglesia — Acervo parroquial — Registro diocesano de la propiedad.
Libro VI. De la Curia, Título 1.° De la Curia de Gracia— 2.° De la admi-
nistración diocesana— 3.° De la Curia de Justicia— 4.° De la delegación
de capellanías- 5." De otros jueces, al tenor de lo dispuesto por el Santo
Concilio de Trento.
244 EXAMEN DE LIBROS
Por este breve resumen se echa de ver cuántos puntos se tratan en
esta obra que son de interés general para todos los fieles en nuestros
tiempos, y que desearíamos poder copiar; v. gr., las Constituciones sobre
el peligro de perder la fe con el trato de los acatólicos, las escuelas pro-
testantes, laicas y neutras, secta masónica, socialismo, etc., malas lec-
turas, espectáculos públicos. Por regla ordinaria, además de la doctrina
de la Iglesia y de la disciplina general, y la concordada, si ha lugar, y
además de la doctrina de los Doctores, aun modernos, v. gr., sobre la
muerte real y aparente, se atiende en las Constituciones Sinodales á lo
que, consideradas las costumbres y todas las circunstancias de la dióce-
sis, parece más conducente á los fines arriba propuestos. Por eso tal
vez se determina para la diócesis lo que en el derecho común no apa-
rece suficientemente determinado. Así, se prohibe á los diocesanos «la
lectura de cualquier libro que, tratando de religión ó costumbres, no
lleve la aprobación eclesiástica», aunque por derecho común se prohi-
ben, sí, determinados escritos cuando se publicaren sin la debida licen-
cia; pero no basta que una obra cualquiera se edite sin la necesaria
licencia para que por ello haya de tenerse ciertamente por prohibida su
lectura ó retención.
Notaremos una que otra errata, ó equivocación material, por si á
alguno no le es fácil salvarla: En la pág. 543, línea 5, se pone Occidente,
en vez de Oriente; página 248-5.°, ó dos, en vez de y dos.
No hemos de terminar estas cortas líneas sin unir nuestra cordial y
entusiasta feHcitación á las tributadas al Excmo. Sr. Salvador y Barrera
por la obra magna que, con el favor de Dios y la cooperación de su
clero, ha tenido la satisfacción de llevar á cabo para bien espiritual de
esta su amada diócesis de Madrid-Alcalá. «Esperamos, dice el mismo
Sr. Obispo, después de inculcar la obediencia para la ejecución de las
nuevas Constituciones, que ha de ser venturosa y fecunda en frutos de
salud y vida para esta porción de la grey cristiana que Nos ha tocado
regir, la obra que hoy terminamos.»
P. ViLLADA.
Christus Lux raundi. Die Parabeln des Herrn im Evangelium, exege-
tisch und praktisch erláutert, von Leopold Fonck, S. J., Dr. Theol. et phil., ord
Prof. der Theol. an der Univers. Innsbruck.— Innsbruck, 1909 (Rauch-Pustet).
Las Parábolas del Señor en el Evangelio, explicadas exegética y prác-
ticamente por L. FoNCK, de la Compañía de Jesús, doctor en Teología y Fi-
losofía, profesor ordinario de Teología en la Universidad de Innsbruck. Un
volumen de XXXÍV-936 páginas en 4."^ Precio: en rústica, 6. marcos; encua-
dernado, 8,40.
El P. Fonck, antes profesor de la Universidad de Innsbruck, hoy
de la Gregoriana, y nombrado director del nuevo Instituto bíblico, ha
consagrado con preferencia sus desvelos al esclarecimiento de las Para-
EXAMEN DE LIBROS 245
bolas del Señor, argumento cultivado también por Jülicher y Loisy. Son
en número de 72 las propuestas y explicadas por el autor del presente
volumen. La obra, naturalmente, no es de carácter polémico, ni crítico,
sino sencillamente didáctico, y de aplicación al pulpito y á la instrucción
ascética, aunque en cada sección tiene cuidado el escritor de consig-
nar, si las hay, las variantes del texto. El orden de la exposición es el
siguiente: después del texto original, el de la Vulgata y la versión ale-
mana directa de la letra, se explican las voces ó expresiones que
necesitan declaración; propónese luego el pensamiento culminante del
pasaje; á continuación el sentido de la parábola, y, por fin, sus apli-
caciones prácticas con el empleo que de la misma han hecho los ora-
dores y ascetas católicos. El conocimiento de la geografía, fauna y
flora de Palestina, asuntos sobre los que el P. Fonck ha hecho profun-
dos estudios, visitando dos veces ese país, ha habilitado al autor para
tratar su argumento con excepcional competencia. Merced á ésta, no
pocos pasajes, difíciles y hasta paradójicos para quien no posee esos
conocimientos, resultan fáciles y sumamente naturales bajo la pluma del
docto profesor de la Universidad Gregoriana. Esa competencia le pro-
porciona también ocasiones de corregir las inexactitudes de Jülicher.
Sin embargo, si bien hace notar en ocasiones los descuidos y deficien-
cias de este escritor en punto á la geografía, fauna y flora de Palestina,
así como su exagerado antialegorismo, el tono que domina la obra es el
de simple exposición, acentuando muy poco la nota apologética: la mejor
apología de la literatura evangélica en esta materia como en muchas
otras, es su explanación sencilla; pues ella hace resaltar en la narración
un conjunto de cualidades históricas, geográficas, religiosas, étnjcas y
locales de toda especie, un sello de majestad, elevación, sencillez,
sobriedad y exactitud que está pregonando la genuinidad de cada pieza.
La exposición es clara y exacta, dando á cada parábola su sentido y
alcance propio: esta circunstancia y la de añadir en las principales pará-
bolas una ó más sinopsis de sermones y meditaciones, ya que brotan es-
pontáneamente del texto, ya tomadas de escogidos autores, cuyas obras
se citan, y de las que se intercalan también largos pasajes, hacen la obra,
además de interesante, altamente apreciable y de gran utilidad para el
ministerio sacerdotal. Los predicadores, los directores espirituales y los
que se ocupan en proponer al clero los ejercicios espirituales hallarán en
el libro del P. Fonck un verdadero y copioso arsenal, donde podrán pro-
veerse de excelentes materiales para uno y otro ministerio. Cualquiera
sección ó cualquier punto del Evangelio es de sumo interés para el pre-
dicador evangélico y suministra útilísimas lecciones para la vida cris-
tiana; pero entre todos los demás argumentos ofrece este de las parábo-
las enseñanzas de singular provecho para la instrucción de los fieles por
la amenidad y carácter práctico y eminentemente popular con que en
ellas se exponen artículos de doctrina los más capitales. Ya desde los
246 EXAMEN DE LIBROS
primeros siglos de la Iglesia hicieron notar los Padres, entre ellos Oríge-
nes, el tesoro inestimable que está encerrado en las Parábolas evangéli-
cas; y el conocimiento exacto de su significado pone en manos del minis-
tro del Evangelio los ejemplos más adecuados para sensibilizar y hacer
accesibles las verdades más elevadas y difíciles de la fe y de la moral
cristiana. La parábola del grano de mostaza manifiesta la eficacia y fecun-
didad de la doctrina evangélica; la de la levadura, lo rápido de su propa-
gación; la del tesoro escondido y la perla preciosa, el valor inestimable
de la fe y la gracia; en otras se pone de relieve, ya la dignación y bondad
de Dios, ya la ingratitud de los hombres, ya la raíz del mérito en las
obras, ya la necesidad de éstas. Como las parábolas versan sobre el
reino de Dios^ el autor distribuye la materia, ordenándola en tres gru-
pos: parábolas que explican el reino de Dios en su formación, en su
ser, sus efectos; parábolas que se ocupan en los miembros del mismo
reino y sus deberes; parábolas que declaran cuál es la cabeza de ese reino
y cuál su relación á los miembros. El trabajo del R. P. Fonck por lo
completo, erudito y acertado de su análisis y exposición, es una con-
tribución excelente á la exégesis católica en un argumento que no ha sido
tratado de propósito, sobre todo en nuestros días, y con arreglo á los
adelantos actuales, por ninguno ó casi ninguno de los doctores católicos.
L. MURILLO.
La unión hispano-americana en el Pilar de Zaragoza. Relación his-
t'rica por el P. Manuel Traval, S. J.— Eugenio Subirana, editor y librero
pontificio. Barcelona, 1909. Un hermoso volumen de 148 páginas. Dos edi-
ciones: económica, 2 pesetas; la de lujo, 3,50.
Este libro es un digno monumento dedicado á la memoria de uno de
los días más gloriosos de nuestra cara patria. Día fué de dulces y per-
durables recuerdos para España el 29 de Noviembre del año pasado. El
triunfo moral alcanzado por nuestra patria en aquella memorable fecha
colmó de alegría á todos los hijos legítimos de esta hidalga nación. Diez
y nueve naciones hispano-americanas, iluminadas por los fulgores de
una estrella no menos misteriosa que la de los Magos, se lanzan á través
de los mares y vienen á ofrecer al Vicario de Cristo, no ya oro, incienso
y mirra, sino lo que estiman sobre todos los tesoros del mundo, las
nobles banderas que simbolizan el amor patrio de sesenta millones de
americanos. La estrella que los guía es la lumbre esplendorosa de aquel
bendito Pilar, cuna de su fe y oriente de su civilización. Por esto aquellos
esclarecidos pabellones tremolados por hijos amantes de María y de
España, vuelan gozosos desde el Vaticano al Pilar de Zaragoza, y, pa-
seados en triunfo por las calles y plazas de aquella -heroica ciudad, son
depositados por manos de dos insignes Prelados ante el trono de María.
No era razón que un acontecimiento de tanta trascendencia y, cuya
EXAMEN DE LIBROS 247
noticia hizo estremecerse de santo júbilo á todos los buenos españoles,
quedara sepultado en el olvido; ni que España se hiciera sorda á la noble
exhortación del gran orador chileno, el limo. Sr. D. Ramón Ángel Jara,
Obispo de Ancud y alma de esta gloriosa empresa, cuando al terminar su
elocuentísimo discurso, pronunciado al pie del monumento erigido á los
mártires de Zaragoza, dirigía estas frases á la apiñada y conmovida mu-
chedumbre que le rodeaba: «Sí, señores, guardad la memoria de este
día, porque es anillo de oro que deja abrazados para siempre á los hijos
y á los nietos de la vieja España sobre el corazón déla Virgen del Pilar.»
He aquí lo que se ha propuesto y ha conseguido el autor de la obra que
examinamos. El P. Traval se ha propuesto mantener encendido en los
corazones españoles «la llama del más intenso amor á la patria», con el
recuerdo «de un hecho gloriosísimo acaecido ha poco en España: la
unión hispano-americana en el Pilar de Zaragoza». Para esto ha reunido
por orden cronológico los datos más interesantes referentes á tan fausto
suceso, formando con ellos una historia completa, verídica y de sabor
altamente religioso y patriótico.
Grata impresión recibe el lector al abrir el libro y ver su linda por-
tada esmaltada con los vivos colores de los veinte pabellones de España
y sus hijas las diez y nueve naciones americanas que en el Pilar son rica
diadema de María, y aquí del título de la obra. Después de sobria
introducción y dedicatoria al Romano Pontífice Pío X, narra el autor el
origen de tan feliz idea, que brotó del corazón hidalgo de un Prelado, cuya
caridad, como la del Corazón deífico, no reconoce límites ni fronteras.
El Jubileo sacerdotal del Sumo Pontífice fué la ocasión providencial que
hizo cristalizar aquella grandiosa idea. Noventa y dos Prelados de otras
tantas diócesis la prohijaron con el mismo entusiasmo con que fué con-
cebida por Monseñor Jara. El Episcopado español la aplaudió, y varios
Arzobispos y Obispos tomaron parte en Roma y Zaragoza en tan so-
lemnes festejos. Los documentos que se cruzaron entre los Prelados his-
pano-americanos con tal ocasión, la exposición de los mismos á Su
Santidad, con la narración del feUz éxito de estas gestiones, constituye la
primera parte de este libro.
Sigúela descripción circunstanciada de la bendición de las banderas
por el Vicario de Cristo en el palacio Vaticano, la llegada de los Pre-
lados y banderas á Zaragoza, su paseo triunfal por las calles y plazas
de la invicta y gloriosa ciudad, su oblación solemnísima á la Virgen del
Pilar en su augusto templo, y, finalmente, los agasajos con que después
de tan espléndida manifestación de amor y gratitud á la madre patria
fueron obsequiados en Zaragoza y Barcelona los insignes Prelados.
Digno remate de todo fué la ovación tributada á los mismos por la ciudad
condal en su despedida.
Dan notable realce á este hermoso libro los elocuentísimos discursos
de los Prelados y del Sumo Pontífíce, las vistas y retratos de los princi-
248 EXAMEN DE LIBROS
pales personajes que figuran en la narración y los primores artísticos que
demuestran el esmero y buen gusto del editor de esta obra.
Terminaremos estos renglones con las palabras del autor del libro,
que recomendamos á nuestros lectores: «No debe echarse en olvido esta
íntima Í//2/Ó/7, representada por sesenta millones de habitantes. Conviene
enaltecerla, darle toda la publicidad que justamente se merece, como un
pequeño tributo de amor y gratitud á las naciones hispano-americanas
y á monseñor Ramón Ángel Jara, obispo de San Carlos de Ancud
(Chile), que llevó al cabo tan hermosa ¡dea de paz y unión bendecida
por Su Santidad el Papa Pío X, y para que, al tener exacto conocimiento
de tan grandioso y patriótico acontecimiento, los nobles pechos de tantos
millones, repartidos entre las diez y nueve jóvenes repúblicas ameri-
canas, se enardezcan cada día más en el amor de la madre España.»
F. Cervós.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
La gloria del martiri. (Després de la per-
secució del últim Juliol.) Carta-Pastoral
del Ilmo. Sr. Dr. D. Joseph Torras y
Bages, Bisbe de Vich.— Vich, imprenta
de Anglada, 1909. Un volumen en 4.°
de 24 páginas.
Nutrida de sólidas enseñanzas y vi-
brante celo, la Carta-Pastoral del ilus-
trísimo Prelado demuestra con evi-
dencia que los horrendos atropellos
de la última semana de Julio en Cata-
luña son debidos exclusivamente al
odio contra Dios, contra Cristo y su
Iglesia; conforta á los perseguidos que
han tenido la dicha de participar del
gremio de los mártires y los exhorta
á rogar por sus perseguidores y á tra-
bajar en provecho del pueblo.
N. N.
Enrico Rosa, S. J. L' Encíclica «Pascendi»
e il modernismo. Studii e commenti. Se-
cunda edizione corretta e accesciuta. —
Roma, Cm/fd Cattolica,v\a di Ripet-
ta, 246; 1909. Un volumen en 4.° de VII-
471 páginas.
Al publicarse por vez primera en la
Civiltá los artículos de que principal-
mente se compone la obra que tene-
mos el gustó de anunciar, llamaron
justamente la atención de los sabios y
merecieron elogios á la prensa cató-
lica. Esto nos excusa la nueva reco-
mendación á una obra que el eminen-
tísimo Cardenal-Secretario de Estado
de Su Santidad califica de insigne:
«l'egregia opera sul modernismo del
P. Rosa, S. J.», dice en la carta al Padre
director de la Civiltá, 22 de Junio de
1909.
Después de los preliminares sobre la
condenación del modernismo, comenta
el docto P. Rosa la Encíclica Pascendi,
siguiendo el orden y consideración del
modernista filósofo creyente, teólogo,
critico é histórico, apologista y refor-
mador. El apéndice primero es análisis
y sumario de la Encíclica Pascendi; el
tercero inserta el decreto Lamentabili
con un artículo sobre su importancia
y un breve análisis del mismo de-
creto.
Juan Antonio Zugasti, S.J. El Santo Ma-
rinerillo. Con las licencias necesarias.
Segunda edición.— Imprenta y librería,
«La Propaganda Católica», Santander,
1909. En 8.° de 43 páginas.
El Santo Marinerillo es un joven
novicio de la Compañía de Jesús, cuya
vida, y especialmente la heroica cons-
tancia en seguir á los Padres expulsa-
dos por Carlos III, se refiere en esta
conferencia. Se lee con el interés de
una novela y con la piedad y edifica-
ción de una historia santa. Pruébenlo
leyéndola nuestros amigos.
Estudio critico sobre el probabilismo mo-
derado ó verdadero probabilismo de
San Alfonso, por el R. P. Cipriano
Arribas, O. S. A., licenciado en Sa-
grada Teología y profesor de Moral en
el Real Monasterio de El Escoria!. Ter-
cera edición corregida. Con licencia. —
Barcelona, G. Gili, editor, calle de la
Universidad, 45, MCMIX. En 8.° prolon-
gado, 208 páginas, 2,50 pesetas.
Es obra seria y bien escrita, que lo-
gra poner en claro el punto fundamen-
tal que se propone demostrar, á saber:
que conviniendo del todo ó casi del
todo, especialmente en la práctica, los
llamados equiprobabilistas y los que
el docto autor llama probabilistas pu-
ros ó simples, conviene mucho que
cese toda polémica y convengan en los
términos, como convienen en las ¡deas,
tomando todos el nombre de probabi-
listas moderados, y estableciendo esta
doctrina en las obras de Moral, en
los libros de texto que en adelante se
escriban. De la segunda edición hici-
mos merecidos elogios (véase Razón
Y Fe, t. XVI, pág. 255) y algunos lige-
250
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
ros reparos. En ésta sólo queremos no-
tar que el probabilismo simple no es,
como dice el autor, pág. 202, «que se
puede seguir una opinión probable,
aunque la contraria lo sea mucho más»,
ni verdaderamente más probable sig-
nifica mucho más probable ni cierta-
mente más probable (véase Bucceroni,
citado en Razón y Fe, pág. 256). En
la nota de la pág. 204 hubiera conveni-
do mostrar cómo hay contrasentido ó
falta de lógica, en afirmar que los pro-
babilistas, siguiendo la sabia doctrina
de Santo Tomás (y de San Alfonso),
«nuUus ligatur per praeceptum aliquo
juris», ni mediante si«scientiae illius
praecepti», lógicamente enseñan que la
falta de ciencia ó conocimiento del pre-
cepto tanto se da cuando hay sólida
probabilidad contra la existencia de la
ley, como cuando se da la misma pro-
babilidad en favor de la cesación de
aquella ley que en algún tiempo exis-
tió y que ya probablemente no existe.
Aequiprobabilismus ab ultimo funda-
mento discussus. Auctore Guillelmo
Arendt, Societatis Jesu sacerdote.—
Romae, ex officina polygraphica in pla-
tea dicta della Pigna, n. 53, MCMIX. Un
volumen en 4.'^ menor de 128 páginas.
Parecía que después de tantos es-
critos publicados en estos últimos
años por equiprobabilistas y probabi-
listas, especialmente por los redento-
ristas Ter Haar y Wouters y los jesuí-
tas Lehmkuhl y el mismo Arendt, entre
otros, nada útil quedaba por decir
acerca del equiprobabilismo. Y sin
embargo, esta nueva obra del Padre
Arendt contiene puntos de vista, ob-
servaciones críticas y datos de gran
utilidad, con que se vindica juntamente
la honra de los acusados de laxismo
por defender el probabilismo simple
(distinto en teoría del equiprobabilis-
mo), y se esclarece toda la cuestión
desde sus últimos fundamentos al últi-
mo fundamento.
Especulativamente hace ver la fal-
sedad ó, á lo menos, lo gratuito del
supuesto principal del P. Wouters, por
el que cree triunfar de sus adversarios
cuando para los entendidos confiesa
implícitamente su derrota, según frase
enérgica del autor.
En cuanto á la interpretación de las
reglas de San Alfonso, muestra cómo
el Santo no se contradice en sus escri-
tos sobre este sistema moral, si se en-
tiende debidamente la frase opinio
certe probabiiior en contra de algunos
modernos equiprobabilistas. La obra
es digna de estudio, y en particular el
apéndice, con el argumento de pres-
cripción, la práctica de la curia romana
y la serie continua de teólogos (jesuí-
tas) de la Sagrada Penitenciaría, años
1569-1909.
Acaba de ser nombrado el P. Arendt
en sustitución del P. Palmieri, q. s. g. h.
Sobre esponsales y matrimonios clandes-
tinos. Comentarios al decreto Ne te-
meré, por el R. P. Manuel de Arrian-
daga, Misionero Hijo del Corazón de
María. Nueva edición corregida y au-
mentada.—Madrid, administración de
las revistas Ilustración del Clero y El
Iris de Paz, Buen Suceso, 18; 1909. Un
tomo en 8.° d¿ 208 páginas, una peseta.
Este comentario, cuya primera edi-
ción se publicó en Ilustración del
Clero, es uno de los más recomenda-
bles por lo completo que es en medio
de su relativa brevedad. No sólo con-
tiene las declaraciones de la Santa
Sede hasta el 27 de Julio de 1898, sino
la discusión de múltiples cuestiones
debatidas últimamente entre los co-
mentadores, que cita con cuidado el
P. Arriandaga y juzga con imparciali-
dad. Al desechar una opinión ó elegir
otra lo hace generalmente por motivos
graves. No le tiene, á nuestro juicio,
para atribuir contradicciones á los Pa-
dres Ferreres y Vermeersch; ni nos pa-
rece bien la nota del núm. 98, en que
indica que los herejes públicos no pue-
den autorizar los matrimonios. El co-
mentario es claro y bien ordenado, con
un paralelo ent e la antigua y nueva
disciplina, y formularios conforme á la
legislación canónico-civil vigente en
España.
Bibliothéque Apolegétique. (8^ volume.)
La Théologie scolastique etla transcen-
dance da surnaturel, par H. Ligeard,
professeur d'Apologétique á l'école de
Théologie de Lyon-Francheville. 1 vo-
lume in-16 de VIll-138 pages, 1 fr. 50;
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
251
franco, 1 fr. 75.— Librairie Gabriel Beau-
chesne et C" , rué de Rennes, 1 17, Paris.
Esta nueva obra del docto profesor
de Apologética H. Ligeard es de
oportunidad manifiesta contra el mo-'
dernismo, á quien combate victoriosa-
mente en una de sus más fundamenta-
les teorías, la de la inmanencia de lo
sobrenatural. Lo hace exponiendo con
precisión é imparcialidad las enseñan-
zas de las escuelas tomista, que abarca
la suaresiana, escotista y agustiniana
sobre las «recíprocas relaciones de la
actividad natural y de la vida sobre-
natural»; y haciendo de ellas discreta
aplicación á la Apologética, que con-
viene explanen hoy día los católicos,
lejos siempre de la doctrina inmanen-
tista, abiertamente opuesta á la cató-
lica defendida por los escolásticos. El
apéndice sobre la potencia obedencial
nos parece en su punto. En la pág. 47
podrá parecer menos propio decir que
el término de la actividad natural es
un fin sobrenatural, cuando sólo se ha
hablado del apetito innato, pág. 41, que
no es actividad, sino mera inclinación
ó peso de la naturaleza.
The decree on daily communion. A histo-
rical Sketch and Commentary by
Father Juan B. Ferreres, S. J.,professor
of moralTheology and canon law trans-
lated by H.Jiménez, S. I. Sand and Co.,
London, 15, King Street, covent garden,
1903.
El opúsculo del P. Ferreres sobre la
comunión frecuente, de tanta acepta-
ción en España, ha merecido ser fiel-
mente trasladado al inglés por el P. Ji-
ménez, y elegantemente impreso por
Mr. Sand. Sale enriquecido con una
carta del Cardenal Merry del Val al
autor y dos apéndices, uno sobre el
triduo anual para la propagación de la
comunión diaria y otro sobre la Misa
de media noche en la Vigilia de Na-
vidad.
Chsfs d'oeuvre de la litterature religieuse.
NicoLE, Le prime, Des défauts des gens
de bien, Des moyens de profiter des nou-
veau sermons. Pensées sur divers sujets
de moral letres choisies. Introduction
par H. Brémond. Deuxiéme édition.
j. Barbey d'Aurevilly, L'internelle con-
solatión, Sainte Térése, Pascal, Bossuet,
Saint Benoir Labre, Le Curé d'Ars.—
Bloud et C'«, 7, place Saint-Sulpice, 7,
Paris, 1909. Dos tomitos de la colección
S. et R. (Ciencia y Religión). Precio,
0,60 francos.
En la colección de obras maestras
de la literatura francesa se ha pro-
puesto el diligente editor Sr. Bloud in-
cluir las de algunos autores poco co-
nocidos ú olvidados respecto de sus
obras de carácter religioso, y que, sin
embargo, merecen conocerse y estu-
diarse literariamente por los amantes
de la literatura francesa. Tales son
las de Nicole y de Barbey d'Aurevilly,
arriba anunciadas.
José Burch y Ventoi, presbítero. Datos
para la historia del tradicionalismo po-
lítico durante nuestra revolución.— L\-
brería católica internacional, Luis Gili,
Balmes, 83, Barcelona, 1909. Un volu-
men en 4." de 294 páginas, 3 pesetas.
La obra del Sr. Burch Ventoi res-
ponde cumplidamente á su título. Está
bien concebida y bien desarrollada.
Su método no puede ser más claro y
sencillo. Expone en la primera parte
la doctrina católico-política enseñada
por la Iglesia; en la segunda lo que el
ilustrado autor llama verdadera polí-
tica tradicionalista, y en la tercera
«la desviación de la verdadera políti-
ca tradicionalista» mantenida por la
escuela de Balmes. En las tres son los
documentos los que hablan y suminis-
tran los datos de la historia, siendo
pocas relativamente las notas y obser-
vaciones, pero sí substanciosas, que
añade el autor. Creemos que leída
esta obra con la buena intención con
que aparece escrita, contribuirá eficaz-
mente á la restauración gloriosa de la
patria, que todos deseamos con el au-
tor, por medio de la fiel aplicación de
las normas dadas por la Santa Sede á
católicos españoles.
El problema religioso en España, por
José de los Perales y Gutiérrez, pres-
bítero.—Madrid, imprenta «El Membre-
te», León, 28; 1909. Un tomo en 4.*^ de
V-462 páginas, 4 pesetas. De venta en
todas las librerías.
Es una obra digna de leerse con
atención y estudiarse detenidamente»
252
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Su objeto no puede ser de mayor ac-
tualidad é importancia, el problema re-
ligioso en España. Se le considera en
todos sus aspectos, estudiándose sere-
na é imparcialmente la viva realidad.
Sobre los diversos puntos que toca
hace el discreto autor muchas y muy
atinadas observaciones, fruto de su
propia consideración y de las ideas
manifestadas competente aunque pri-
vadamente por otros, como lo expresa
respecto de uno de los puntos princi-
pales, cap. XXI, acerca de los proble-
mas internos del Catolicismo en Es-
paña.
Tal vez se note alguna vaguedad y
falta de orden; tal vez alguna locución
impropia ó inexacta, v. gr., la guerra
es anticristiana, pág. 295; no todo lo
que propone, v. gr., omitir en la pren-
sa el nombre de liberalismo como error
condenado por la Iglesia, parecerá
bien á todos; pero creemos que en ge-
neral ha de parecer acertado el juicio
del autor en las muchas conclusiones
que sienta y en otras que indica con di-
versas preguntas. Son dignos de espe-
cial atención los capítulos XXIX-XXXI,
sobre la unión ó coalición de los cató-
licos y sobre el estado económico del
clero.
P. V.
Rerum Aethiopicarum Scriptores Occi-
dentales Inediti a saeculo XVI ad XIX,
curante C. Beccari, S. I., vo!. VIII y IX.
Patriarchae Alph. Méndez, S. I. Expe-
ditionis Aethiopicae libri /K. — Romae,
1908, 1909. Excudebat C. de Luigi.
Propuesto ef P. Alfonso Méndez
para Patriarca de Etiopía por Feli-
pe IV y elegido por Urbano VIII, fué
consagrado en Lisboa en 1623. Llegó
á Goa en 1624, y el año siguiente entró
en Etiopía, donde trabajó gloriosa-
mente, no sin graves dificultades, con-
tradicciones é intrigas de hombres
perversos. Desterrado en 1633, ence-
rrado por un turco en una mazmorra,
y rescatado por crecida suma de di-
nero, fué á Goa, donde vivió hasta su
muerte, acaecida el 29 de Junio de 1656.
En los cuatro libros de su Expedi-
ción Etiópica compendia los sucesos
referidos por sus antecesores los
PP. Páez y Almeida, añadiendo datos
nuevos, y describe su viaje desde Euro-
pa, y cuenta los sucesos de su patriar-
cado, destierro, cautiverio y perma-
nencia en Goa. Añade la relación de
lo sucedido en Etiopía durante su au-
sencia, sacándolo de testigos orales y
documentos fidedignos.
Va precedido el tomo VIII de una
erudita y sobria pero copiosa intro-
ducción del editor, en que resume el
contenido de la obra, da á conocer su
gran mérito y de su autor, sin descono-
cer sus defectos, citando las copiosas
fuentes históricas. El método seguido
en estos dos tomos no difiere del de los
anteriores. (Véase Razón y Fe, Enero
de 1909, pág. 112.)
C. G. R.
BIBLIOGRAFÍA FILOSÓFICA
1. Filosofía. Elementa Philosophiae
Aristotelico-thomisticae, auctore P. Jos.
Gredt, o. S. B., in Collegio S. Anselmi
de Urbe Philosophiae Professore. Volu-
men 1: Lógica, Philosophia Naturalis.
Editio altera, aucta et emendata. XXV-
496 pags. in 8.°— Herder, Friburgi Bris-
goviae, 1909. Precio: 9,25 francos en
rústica, 10,75 encuadernado.
El autor se propone poner en mano
de los alumnos un libro escrito con
claridad, concisión y sólida doctrina,
de tal manera que, oída la explicación
del profesor, puedan aquéllos no sólo
entender las cuestiones en él tratada?,
sino también encomendarlas á la me-
moria. El autor puede tener la satis-
facción de haberlo conseguido. Este
libro contiene las materias del primer
año, de los dos en que los alumnos de
la Academia de San Anselmo, de Roma,
terminan el curso breve de Filosofía.
En él se estudian las cuestiones prin-
cipales de Lógica, Cosmología y Psi-
cología inferior; al hablar de la canti-
dad de la sensación y de su mensura-
bilidad, aunque se limita á ligeras in-
dicaciones, nos agrada el criterio del
autor. La obra está bien presentada,
con dos clases de tipos, grandes y pe-
queños, y con el gusto con que sabe
hacerlo la casa de Herder.
2. LÓGICA. Essais sur la Connaissance,
par Georgé Fonsegrive. Un volumen
en 12." de 273 páginas. Precio: 3,50
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
253
francos.— Librairíe Lecoffre, J. Gabalda
etO«, Paris, 1909.
El libro comprende cuatro seccio-
nes: Lo incognoscible en la filosofía
moderna; Generalización é inducción;
El kantismo y el pensamiento con-
temporáneo; Certeza y verdad. Des-
cendiendo más en particular, el pensa-
miento filosófico desarrollado por el
autor va tocando las cuestiones prin-
cipales y de más actualidad sobre la
ciencia, el conocimiento, la verdad, las
leyes, métodos y principios, para de-
ducir qué es lo que sabemos ó pode-
mos saber de estos casos , si nuestros
conocimientos son meramente relati-
vos ó absolutos, si las ciencias son
concepciones puramente sujetivas ó
tienen fundamento objetivo y cuál es
la trascendencia de nuestros conoci-
mientos en el orden científico y meta-
físico. Cuestiones todas, como se ve,
de palpitante actualidad en el campo
de la filosofía, y que el autor ha sabido
tratar con verdadero interés, no pre-
cisamente para resolverlas, sino más
bien para indicar el camino que él cree
se debe recorrer para llegar á su so-
lución. En lo cual es de notar que el
autor se aparta un poco del dogmatis-
mo tradicional; y aunque combate al
criticismo moderno, lo hace de modo
que el ataque va á veces suavizado
con ciertas manifestaciones de sim-
patía.
3. Cosmología ó Filosofía de la natura-
leza, a) Cuestiones filosófico - cientí-
ficas, por D. José Hernández Martínez,
doctor en Filosofía y Sagrada Teología
y profesor del Seminario de Tarazona.
Un volumen en 8.° de 422 páginas.—
Tarazona, imprenta de Félix Meléndez,
Viscontí, 4; 1909. Precio, 3,50 pesetas.
«Bajo el título de Cuestiones filosó-
fico-cientiftcas, dice el ilustrado pro-
fesor, doy á luz unos cuantos artículos
que escribí siendo alumno de la Uni-
versidad Gregoriana de Roma, y unos
pocos más que he escrito después... >>
Con esta confesión del autor no tiene
el crítico derecho á exigir ni extraor-
dinaria profundidad en la materia ni
una esmerada y gradual trabazón y
orden en el curso de las cuestiones.
El volumen está dividido en tres li-
bros: en el primero se estudian al-
gunas materias concernientes al len-
RAZÓN Y FE, TOMO XXV
guaje; el segundo trata de la belleza,
cuantidad y universo; el tercero se re-
monta á lo infinito. La lectura es
amena, el estilo más bien retórico y de
amplificación que didáctico y de rigor
científico. Comienza con las cuestiones
de más humilde categoría, como las
del artículo y el nombre, y termina con
las trascendentes de lo infinito y de lo
eterno.
b) La decadenza di una Teoría, per Giu-
seppe Tuccimei, Dott. in Scienze natu-
ral!, ecc— Roma, Federico Pustet. En
12.« de 150 páginas, 1,60 liras.
En este opúsculo, pequeño en di-
mensiones, pero lleno de doctrina,
trata su autor de demostrar, con ar-
gumentos sacados de la observación
y de la experiencia, que la teoría de la
evolución está ya tocando á su ocaso.
Comprende sólo tres capítulos: sín-
tomas de la decadencia, experiencia y
observaciones recientes, tentativas
para retardar su caída y ruina. Vienen
luego apéndices y notas. Como sobre
la evolución tendremos ocasión de ha-
blar detenidamente en uno de nuestros
artículos, nos creemos dispensados de
exponer aquí de pasada nuestro pa-
recer. Sólo diremos que el doctor Tuc-
cimei es muy conocido por sus nume-
rosas publicaciones científicas, y es
escritor que pule y lima mucho los
conceptos y discursos.
c) La Fe y las Ciencias Naturales, por
J. GuiBERT, Superior del Seminario del
Instituto católico de París. Traducción
de la tercera edición francesa por José
PuGÉs. Un volumen en 8." menor de 305
páginas.— Gustavo Gilí, Barcelona 1909.
Precio, 3 pesetas.
Hállanse recogidas en este libro ocho
lecciones de Apologética, explicadas
por el autor durante el segundo semes-
tre de 1907 en el Instituto Católico de
París. Cada lección tiende á resolver,
y resuelve cumplidamente, un conflicto
que los incrédulos creen hallar entre
la ciencia y la fe. Origen y orden del
mundo, la evolución, la biología, el
determinismo, el origen del hombre,
la Biblia y la ciencia: tales son los
puntos que Mr. J. Guibert trata con
claridad, interés y lógica irrefutable.
La traducción no desmerece del ori-
ginal, y el tomo está presentado con el
17
254
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
gusto estético que caracteriza á la
casa editorial de G. Gili. La obra, pues,
resulta muy recomendable á los qne
se dedican á la Apologética.
4. Psicología. L'Intellectualisme de Saint
Thomas. Thése presentée á la Faculté
des Lettres de TUniversité de París, par
PiERRE RoussELOT. Un vol. in-8.° de 259
pages.— París, Alean, Boulevard Saint-
Germaín, 108.
El intelectaalismo de Santo Tomás
es un trabajo de altos vuelos; talentos
medianos pecarían de audaces si se
lanzaran á empresas tan difíciles como
el describir, en la forma en que lo ha
hecho el autor, el intelectualismo de
Santo Tomás. Esto, juntamente con el
análisis y confrontación de textos y
criterio de interpretación que se reve-
lan en la obra, dicen mucho en favor
del autor: in magnis voluisse sat est.
Pero en este trabajo hay más que vo-
luisse; hay también realización, pues
aunque no sea una obra acabada, es
muy digna de ser presentada aun á las
personas más cultas del ramo. El fin
que se ha propuesto es excelente: de-
mostrar, contra los injustos ataques de
los adversarios de Santo Tomás y del
escolasticismo, que el intelectualismo
del Angélico Doctor no es un intelec-
tualismo estéril, árido y de puras abs-
tracciones, sino de vida palpitante, real
y de fecunda efectividad. Algunos re-
paros han hecho los críticos á este
trabajo. Nosotros nos permitiremos
aconsejar al autor por si tiene que
hacer otra edición— bien lo merece,—
que haga una distinción que puede
servirle de clave, á saber: que el as-
pecto de intelectualismo que atribuye
á Santo Tomás, no es aspecto ex-
clusivo ni aun el característico, si se
quiere; pero se encuentra real, verda-
dera y sobradamente en las obras y
mente del Ángel de las Escuelas. Y ya
con esto hubiera conseguido igual-
mente su laudable propósito, y, por
otra parte, hubiera evitado el que al-
guna revista le dijera— no sin exage-
ración — que el intelectualismo que
atribuye á Santo Tomás, más que de
éste, es de la concepción sujetiva del
autor.
5. Teodicea. Dieu et Science, par J. de la
Perriére. Dos volúmenes en 8.° menor
de 344 y 369 páginas. — Libraírie catho-
lique, Emmanuel Vítte; París, 14, rué de
l'Abbaye; Lyon, 3, place Bellecour, 1909.
Príx, 7 fr.
Estos dos libros contienen nume-
rosas cuestiones de Ontología, Cosmo-
logía, Biología, Psicología, Antropo-
logía, Etnografía, Prehistoria, etc.
Describir la mentalidad de un hombre
de fe, su armonía con un hombre de
ciencia, y cómo ésta acerca al hom-
bre á Dios: he ahí el noble fin que se
propone el autor. Trata generalmente
las cuestiones con maestría, y la obra
viene á ser útil á los sacerdotes y apo-
logistas. Es obra que supone mucha
lectura y cultura en el autor. Pero
permítasenos decir que algunas veces
se echa de ver cierta falta de unidad
y de método, así como también es lás-
tima que el autor esté poco informado
de lo que era la «poderosa corpora-
ción de los jesuítas» en tiempo de su
extinción.
6. Ética, a) Die Ethik des heiligen Augu-
stinus (La Etica de San Agustín), ven
JosEPH MAUSBACH,Doktor derTheologie
und Professoran der Westfálischen Wíl-
helms-Universitat ín Münster. Zwei Bán-
de, ín 8.° (XXI-442 und Vll-402 bezíe-
hungsw. S.).— Herder, Freíburg i. Br.,
1909. Precio (de los dos tomos), 15
marcos.
San Agustín, así como es el gran
maestro de la Patrología, así baña con
la luz, de sus enseñanzas los campos
de la Ética cristiana, en especial las
cuestiones fundamentales de la mora-
lidad y del impulso religioso. El fin del
autor ha sido exponer los principios
morales del gran Doctor de Hipona
para que sirvan de base, de confirma-
ción y de ,luz á las cuestiones mo-
dernas de Ética. Está enriquecida la
obra con muchas citas tomadas de
obras científicas y oratorias de San
Agustín, lo que supone un gran trabajo
en el autor de estos dos tomos. El
primer tomo, titulado Orden moral y
sus fundamentos, estudia los principios
y normas de la moralidad, y el punto
de vista en que se coloca el Santo res-
pecto de la vida natural, de la cultura
y de la ascética. El segundo, apelli-
dado Facultad moral del hombre y su
realización, se eleva á las altas cues-
tiones agustinianas de la gracia, libre
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
255
albedrío, pecado original, juicio de la
moral pagana, etc. Lleva al fin dos
índices, uno de autores y otro de ma-
terias. Es un trabajo serio y concien-
zudo que honra al autor.
b) Las morales independientes y la moral
evangélica. Ensayo de síntesis cristiana
por M. J. Brugerette, profesor, licen-
ciado de Historia y de Filosofía. Tradu-
cido de la cuarta edición francesa y
precedido de un prólogo del Conde de
Rascón. Opúsculo de 78 páginas en 12.*^
Madrid, Centro de publicaciones cató-
licas, librería religiosa, Pontejos, 8. Pre-
cio, 60 céntimos.
En este folleto se ofrece al público
un bonito trabajo acerca de varios as-
pectos de la moral heterodoxa en pre-
sencia de la moral evangélica. Con-
tiene dos partes: en la primera se
contraponen las morales filosóficas á
la evangélica, en la segunda se pon-
dera la antítesis entre la moral evan-
gélica y la científica. La traducción
está bien hecha; el prólogo es atinado
y está saturado de espíritu y unción
evangélica.
. Historia de la Filosofía, a) Die Ge-
schichte der Scliolastischen Methode
(Historia del método escolástico), nach
den gedruckten und ungedruckten Que-
ilen dargestellt, von Dr. Martin Grab-
MANN, professor der Dogmatik am bi-
schoflichen Lyzeum zu Eichstátí. Erster
Band: Die scholastísclie Methode von
ihren ersten Anfángen in der Váterlitera-
tur bis zum Beginn des 12 Jahrhun-
derts. El método escolástico desde sus
comienzos en laliteratura patrística has-
ta principios del siglo XII. 353 p. in 8"".
Herder, Freiburg i. Br., 1909. M. 5,60.
En cualquiera de los manuales de
Filosofía escolástica se podrá encon-
trar brevemente expuesto el método
escolástico; pero el autor ha querido
estudiar la cuestión desde el punto de
vista histórico, punto de vista en cier-
to modo original. El presente volumen
es el primero de la serie que el autor
piensa publicar: en él se estudian los
fundamentos y curso del método esco-
lástico desde la época de los Santos
Padres hasta el comienzo del siglo XII.
Abarca cinco secciones: Introducción á
la historia del método escolástico; sus
comienzos en la patrística; Boecio, el
primer escolástico; tradición y exten-
sión del movimiento patrístico y boe-
ciano en los albores de la Escolástica;
San Anselmo, padre de la Escolástica.
Para este hermoso y concienzudo tra-
bajo el autor ha utilizado los manus-
critos de algunas universidades nacio-
nales y extranjeras.
b) Essai Historique sur les rapports
entre la pfíilosophie et la foi, de Béren-
ger de Tours á Saint Thomas d'Aquin,
par Th. Heitz, docfeur és-lettres. Un
vol. in-8° de XV-176 pages. Prix, 3 fr. 50.
Librairie Víctor Lecoffre. J. Gabalda et
jC*e, rué Bonaparte, 90, Paris.
El problema de las relaciones entre
la filosofía y la fe, aunque es de suma
trascendencia, ha sido tratado y re-
suelto muchas veces bajo su aspecto
científico, pero pocas desde el punto
de vista histórico; á llenar esta laguna
viene oportunamente el presente vo-
lumen, y ofrece la ventaja deque con-
sidera una de las épocas más impor-
tantes, á saber, la que transcurrió des-
de Berenguer de Tours hasta el Doctor
Angélico, ambos inclusive. M. Heitz
expone las tendencias generales de
cada autor notable, tales cuales apare-
cen en los textos originales. Demues-
tra al mismo tiempo cómo en el fondo
de las especulaciones teológicas de
los teólogos del siglo XI y Xll se en-
cierra el problema de las relaciones
entre la ciencia y la fe; cómo de etapa
en etapa se van precisando las nocio-
nes de «ciencia» y de «fe», apareciendo
clara y fijamente determinada en el
siglo XIII la distinción formal de estas
dos clases de conocimiento Es una
labor que recibirá merecidos plácemes
de cuantos se dedican á la Historia de
la Filosofía.
8. Filosofía social. La Philosophie sú-
dale de Renouvier, par Roger Picaro.
Un vol. in-8" de 344 pages.— Paris, li-
brairie Marcel Riviére. Prix, 7 fr. 50.
Sabido es que Renouvier trata de
rejuvenecer el criticismo de Kant, sien-
do uno de sus principales representan-
tes en Francia, y dicho se está que
el criticismo kantiano no lo podemos
nosotros admitir. Pero en esta obra
no se trata del criticismo del filósofo
de Koenigsberg;se trata de cfar á cono-
cer la personalidad filosófico-social de
256
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Renouvier y la originalidad de su sis-
tema, sistematizando las ideas espar-
cidas del filósofo francés, y poniendo
de relieve la unión del pensamiento
filosófico de Renouvier con sus ideas
morales y político-sociales. Es, pues,
un trabajo histórico más bien que crí-
tico, y Mr. Picard tiene el cuidado de
advertir que no mezcla ni une sus
ideas con las de Renouvier. La labor
de Mr. Picard es útil para la Historia
de la Filosofía, se distingue por la cla-
ridad y se lee con interés.
E. U. DE E.
juicio, pericia consumada, de que tan
gallardas muestras tiene dadas en sus
libros, persigue en todos los terrenos,
histórico, económico, filosófico, á los
más famosos defensores del socialis-
mo agrario, Emilio de Laveleye y En-
rique George, belga el primero y nor-
teamericano el segundo. Siempre aten-
to á poner al corriente su obra, utiliza
los más recientes escritos é investiga-
ciones, dándonos en la parte histórica
una idea clara y sucinta de las céle-
bres malandanzas del Dr. McGlynns
con la Santa Sede.
Le Chómage, par M. Philippe de Las
Cases, avocat á la Cour d'appel, docteur
en droit. 1 vol. in-12. (XVl-191 pages.)
Prix: 2 fr — ^Librairie Víctor Lecoffre,
J. Gabalda et C^s rué Bonaparte, 90,
París.
Uno de los problemas sociales más
importantes, y no de los más fáciles, es
el del paro, como se dice ya entre nos-
otros. Propúsolo en Francia como
tema de concurso la Academia de
Ciencias Morales y Políticas, y M. Phi-
lippe de Las Cases mereció ver pre-
miada su obra, la cual publica ahora
la Biblioteca de Economía Social edi-
tada por Lecoffre y Gabalda. El lau-
reado autor, antes de investigar las
causas y estudiar el remedio, se cer-
ciora del mal con encuestas hechas
personalmente en Francia y en las
otras naciones, señaladamente en Ale-
mania. Asentada esta sólida base, defi-
ne el mal, expone sus causas, propone
ios medios de prevenirlo y de curarlo
y en nueve capítulos estudia en sus
variados aspectos el seguro contra el
paro. Bastan estas someras indicacio-
nes para que nuestros lectores se ha-
gan cargo de la importancia y utilidad
del libro.
Das Privatgrundeigentum und saine
Gegner (La propiedad privada del suelo
y sus adversarios), por el P. Víctor Ca-
THREiN, S. J. Cuarta edición, enteramen-
te refundida y aumentada. Un tomo en
8." de VIII- 162 páginas.— Herder, Fri-
burgo de Brisgovía, 1909. Encuaderna-
do, 2 marcos; en rústica, 1,60.
El P. Cathrein con aquel su conoci-
miento claro de la materia, solidez de
Die Frauenfrage (El feminismo), por el
P. Víctor Cathrein, S. J. Tercera edi-
ción, revisada y acrecentada. Un tomo
en 8.° de VIII-240 páginas. En rústica,
2,40 marcos; encuadernado, 2,90.— Her-
der, Friburgo de Brisgovia, 1909.
Suelen algunos con mejor deseo que
prudencia navegar en el mar alborota-
do de las cuestiones sociales del día
sin piloto y sin brújula, con que no
pocas veces dan al través y naufragan
desdichadamente. Una de las más agi-
tadas controversias de nuestros tiem-
pos, una de las que muchos y, sobre
todo, muchas resuelven más con el
corazón que con la cabeza, es la que
llamamos nosotros feminismo, y los
alemanes, si es lícito trasladar su ex-
presión al pie de la letra, la cuestión
de las muferes (Die frauenfrage). Pues
quien desee brújula y piloto, es decir,
normas precisas y seguras lea el exce-
lente libro del P. Cathrein, que le ins-
truirá soberanamente y con brevedad
sobre la mujer en la historia; la mujer
y la familia; la participación de la mu-
jer en la vida industrial y económica;
la formación y ios estudios de la mujer;
la mujer y la política; la actividad ca-
ritativa de la mujer; el problema feme-
nino y el culto de la Madre de Dios.
N.N.
Opúsculos de la casa Bloud, de París.
En 16.° Pertenecen á las diversas seríes
comenzadas:
1.^ Historia de las religiones: Notions
sur les Religions de l'Inde, Le Vedisme
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
257
Louis DE LA Vallée Poüssin. Dc 128 pá-
ginas, 1,20 francos.
Danse las principales nociones y ex-
plicaciones de la religión de los vedas.
2.^ Cuestiones históricas: Les Croisades,
Adrien Fortín. De 62 páginas, 0,60
francos.— Les Assemblées da Clergé et
le Protestantisme, L. Boürbon. De 128
páginas, 1,20 francos.
Es útil, sobre todo, el segundo
opúsculo, porque, recorriendo las di-
versas asambleas del clero en Francia,
se va notando, sacándolo de los Pro-
cesos verbales, cuánto hicieron por
oponerse á la extensión y arraigo del
protestantismo en Francia.
3.^ Litúrgica: La Dédicace des Églises,
Le Pallium, Jules Baudot, bénédictin
de Farnborough. Cada uno de 64 pági-
nas, 0,60 francos.
Con mucha sencillez, pero con sólida
erudición, encierra el primero la parte
litúrgica é histórica de la dedicación de
las iglesias, y el segundo de la insignia
arzobispal que llamamos el palio.
4.^ Hagiográfica : Les livres de Saint Pa-
trice, apotre de l'Irlande, Georoes
DoTTiN. De 64 páginas, 0,60 francos.—
Ifioretti, les petites fleurs de la vie da
petit pauvre de Jesús -Christ, Saint
Franjáis d'Assise, Arnold Goffin. De
144 páginas, 1,20 francos.
En el primer opúsculo se reprodu-
cen, con su introducción, traducción y
notas, los diversos escritos atribuidos
á San Patricio y que dan mucha luz
sobre su acción apostólica en Irlanda;
y en el segundo la encantadora narra-
ción de algunos hechos de la vida de
San Francisco, que como florea lias es-
parcen un olor suave y agradable.
E. P.
Études de Philosophie et de critique
religieuse. Art et Apologétique, par
A.-D. Sertillanges , Professeur á l'Ins-
titute Catholique de Paris. — Paris, Li-
brairie Bloud et O^, 7, place Saint -Sul-
pice, 7; 1909. Reproduction et traduc-
tion interdites. En 8.° de 334 páginas.
Hermoso y muy bien escrito aparece
este libro, que, si no es notable por su
volumen, lo es por la materia de que
trata. Arte y Apologética, ó relaciones
entre estas dos materias, he aquí el
asunto que desenvuelve el autor de la
siguiente manera: Excitar el sentimien-
to religioso, glorificar y comentar los
hechos religiosos, expresar y predicar
á su modo los dogmas religiosos, tal
es el triple objeto que asignamos al
arte. Convirtiendo estas proposicio-
nes, afirmamos que en el cristianismo,
y singularmente en el catolicismo, el
sentimiento religioso, al modo que en
él resplandece, los hechos religiosos,
según allí se descubren, y el dogma re-
ligioso, conforme aquél lo predica, su-
ministran al arte su materia más sor-
prendente y sus más altas inspira-
ciones.
Lo más admirable de esta obra nos
parece la viveza, galanura y esplendor
con que se realzan los temas que con-
tiene, demostrando Mr. Sertillanges
prácticamente y á las claras lo que vale
el arte cuando diestramente se lo em-
plea. Conocedor de la Teología, hábil
dialéctico, erudito en las bellas artes
y en la historia, amante de Santo To-
más de Aquino se muestra el esclare-
cido autor; pero, ante todo y sobre
todo, artista. Ideas que acaso no sal-
gan de la esfera de lo vulgar, las re-
viste con tan bellas figuras y tan mag-
nífico ropaje de rica fraseología, que
excitan la admiración y cautivan el
interés. Tal vez, por sintetizar dema-
siado, se puedan poner ciertos concep-^
tos en tela de juicio; tal vez se podría
suprimir alguna alusión benévola á
determinada novela modernista; tal
vez á los españoles disgustará que
apenas se haga caso de sus prodigio-
sos artistas, pero estas son pequeneces
que no empañan el innegable mérito
del presente libro.
A. P. G.
Gramática de la Lengua griega, compues-
ta por los profesores del Colegio de
Nuestra Señora de Veruela, de la Com-
pañía de Jesús.— Madrid, 1910. Adminis-
tración de Razón y Fe. Un hermoso
tomo en 4.° con XV y 394 páginas, 6 pe-
setas en rústica y 7,50 en pasta.
Después de someterla á ocho años
de experiencia, en un colegio donde
se estudia el griego con ardor y éxito
pocas veces superado, se han resuelto
258
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
los Padres profesores de Veruela á dar
al público su Gramática griega, ador-
nándola con todos los primores tipo-
gráficos que se pueden desear y hallar
en los libros mejor presentados en el
extranjero.
La impresión clara, los tipos griegos
grandes y elegantes, la increible abun-
dancia de paradigmas, índices y ejem-
plos (en los cuales vence á todas las
gramáticas elementales que conoce-
mos), contribuyen poderosamente á
hacer este libro en sumo grado prác-
tico, como lo han pretendido sus au-
tores.
Según debe hacerse en los libros
elementales, si, por una parte, nada se
ha puesto que no esté conforme con
los últimos adelantos de la Lingüística
general y clásica, por otra, se ha evi-
tado el escollo en que muchos tropie-
zan ahora, de querer dar razón de todo
á los principiantes, confundiéndolos y
aburriéndolos con la multitud de reglas
y excepciones, ó con teorías sobre su
alcance, antes de introducirlos en lo
más esencial y primero, que es el co-
nocimiento de la lengua que estudian.
La obra de los profesores verulen-
ses tiene, por esta causa, en lo exte-
rior, el aspecto de una gramática á la
antigua; sin que por eso deje de ser
modernísima en lo acendrado de la
doctrina filológica y metódica. Con
buen acuerdo se ha separado del mé-
todo, por muchos ahora seguido en el
estudio de la sintaxis de los casos, no
aglomerando en sendos capítulos to-
das las construcciones en que se em-
plea cada uno de ellos (como lo hacen
Curtius, Kaegi y muchos otros moder-
nos), sino agrupando las reglas sobre
el uso de los casos, en la sintaxis del
nombre, del verbo, etc., y estudiando
juntas las construcciones de lugar,
tiempo, instrumento, etc. La síntesis
de las diferentes aplicaciones de cada
uno de los casos gramaticales, puede
hacerse luego fácilmente, valiéndose
del índice alfabético.
Más discutible es la elección, al tra-
tar del uso de los modos del verbo; en
el cual los profesores verulenses han
preferido el antiguo método que se
fija en las conjunciones, al moderno
que parte de las relaciones lógicas.
In dübiis libertas, y aunque hemos pre-
ferido el otro camino, no tenemos bas-
tante causa para reprender el ajeno.
En lo tocante á los dialectos, se li-
mita esta Gramática, á fuer de elemen-
tal, al dialecto Homérico y al Pindárico,
cuyo conocimiento ayudará también
para leer los trágicos. Como base de
la Morfología general, se toma el dia-
lecto ático de Jenofonte, Platón y De-
móstenes, sin preocuparse por las va-
riantes del griego alejandrino; pues
realmente, los alumnos versados en la
lectura de dichos clásicos, no tendrán
seria dificultad para leer el Nuevo
Testamento ó las obras de los Padres
griegos.
La Gramática de Veruela es, á nues-
tro juicio, como libro de texto, la me-
jor que poseemos actualmente en Es-
paña, y marca un verdadero progreso
en el camino de los estudios helénicos,
tan poco cultivados en nuestra patria,
á pesar de haberlo sido de Arias Mon-
tano y del autor de la Políglota Com-
plutense.
R. R. A.
La Foi Catholique, par H. Lesétre, Curé
de Saint-Etienne du Mont. Troisiéme
édition.— París, Gabriel Beauchesne et
O^, Editeurs Ancienne Librairie Del-
homme et Briguet, rué de Renes, 117;
1909. Tous drots reserves. Depót a
Lyon, 3, Avenue de TArchevéché.
En 8.°, X-497 páginas. Precio, 3,50 fran-
cos.
Puede considerarse este libro como
una pequeña apología, ó mejor, expli-
cación metódica de algunos capítulos
de la doctrina cristiana. En los 30 que
comprende se tocan materias tan im-
portantes como la revelación, la fe.
Iglesia, Trinidad, divinidad de Jesu-
cristo, vida sobrenatural, sacramentos
y novísimos. El autor las expone, dando
la doctrina suficiente para que se en-
tiendan, sin entrar en polémica ni con
los racionalistas y modernistas que las
atacan é introducen nuevas teorías, ni
mucho menos con los católicos que,
coincidiendo en lo esencial, difieren en
el modo de explicarlas, según perte-
nezcan á una ú otra escuela. Brilla esta
obra por su método, claridad, sencillez
y naturalidad y por los copiosos testi-
monios de Concilios y Pontífices en
que estriban los argumentos. Nos han
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
259
gustado particularmente algunos pen-
samientos (páginas 7, 69, 196, 448),
ciertas comparaciones (86, 105, 256,
292) y lo.que se dice sobre las Fórmu-
las de la fe (106). Otras cosas no nos
han complacido tanto. En ocasiones se
nos figura que el autor es demasiado
breve, y de aquí que resulten sus ex-
plicaciones un poco imperfectas y
como truncadas. Dos puntos hemos
hallado expuestos con algo de vague-
dad. Refiérese el primero á la transmi-
sión del pecado original (138y 139). No
vemos bien cómo salva Mr. Lesétre la
justicia de Dios al hacer que nazcan
los hombres con el reato de la culpa
original. El segundo atañe á la ciencia
de Cristo, que, al decir del autor, se
limitó al fin y al cabo á las cosas de
este mundo, que le venían por la ex-
periencia cotidiana (174): pues Cristo
no sólo tuvo ciencia experimental, sino
beatífica y también infusa, de la que ni
mención se hace. Acaso no sean éstos
defectos, sino ilusión nuestra. Pero
tal ilusión ó realidad no ha de impedir
que reconozcamos la utilidad que sa-
carán del libro los que con reflexión lo
lean.
A. P. G.
R. P. Alberto M. Weiss. La Ciencia prác-
tica de la vida; traducción de la décima
edición alemana por el Dr. Modesto
Hernández Villaescusa.— Herederos de
Juan Gili, Barcelona, 1909. Un volumen
en 4.° de 470 páginas.
Obra también de índole apologética,
aunque de mayor extensión en el cua-
dro de materias que comprende. El
R. P. Weiss imprime á todas sus obras
un sello personalísimo: la concepción
y estilo son una mezcla de serio y jo-
coso, patético y humorístico, pesimista
y jovial, que no tiene parecido en nin-
gún otro escritor. También este libro
participa de esas cualidades; pero no
tanto como otras producciones suyas,
por el giro pecuh'ar que en ésta ha
dado á su pensamiento. El libro es una
serie de reflexiones, parte en forma de
apotegmas, parte de racetillas, sobre
puntos los más interesantes de con-
troversia y apolo";ética contemporá-
nea. El fondo está inspirado en el cri-
terio más sano, el espíritu más recto
y el celo más sincero de la gloria de
Dios y bien de las almas. Todo el libro
es altamente recomendable; pero entre
las muchas y muy variadas lecciones
que merecen especial atención, citare-
mos el párrafo XVII del cap. XI: en él
está retratada al vivo la conducta de
gran número de bautizados que, lla-
mándose católicos, sólo sirven de es-
torbo á la marcha y operaciones del
verdadero ejército católico.
MoNS. DE Camus. Los Orígenes del Cristia-
nismo; traducción del Dr. J. B.^ Codina
Y FoRMOSA. Parti l.^ volúmenes II y III.
Barcelona, 1909. Dos volúmenes de 477
y 469 páginas en 4.", respectivamente.—
Herederos de Juan Gili. Precio, 6 pese-
tas cada tomo.
Con los volúmenes II y III da fin la pri-
mera parte de la gran obra de Mons. Ca-
mus, que comprende la Viia de Jesu-
cristo. El tomo II abraza desde la pro-
mulgación de la Ley Nueva, ó Sermón
del Monte, hasta la última subida á Je-
rusalén, y el III desde ésta hasta la
Ascención. Va agregada una Carta geo-
gráfica de Palestina, para orientación
del lector y comprobación del relato
histórico. Nada hemos de añadir á lo
ya dicho al anunciar el primer tomo
sobre el mérito del original y versión
de esta obra y la oportunidad de su
publicación. Con muy buen acuerdo, la
Carta no va fija, sino separada, para
que el lector pueda cómodamente te-
nerla siempre á la vista.
L. M.
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Agosto.— 20 de Septiembre de 1909.
ROMA.— Jubileo Episcopal de Su Santidad. El 16 del próximo
mes de Noviembre se cumple el quincuagésimo aniversario de la Consa-
gración episcopal de Pío X. Según // Giornale d' Italia, se preparan
solemnes fiestas para celebrarlo dignamente, y al Vaticano irá con ese
motivo una peregrinación francesa que organiza la piadosa asociación
de Nuestra Señora de la Salvación de París.— Acta Apostolicae Sedis.
Entre los documentos que publica el último número aparecen una carta
pontificia elevando á Vicariato apostólico la misión del Kenna en el
África Oriental inglesa y un decreto de la Sagrada Congregación de
Ritos concerniente á la introducción de la causa de beatificación y cano-
nización del siervo de Dios P. Pablo Capelloni, sacerdote profeso de
la Compañía de Jesús, que nació en Roma el 21 de Febrero de 1776 y
murió en Ñapóles en 1857.— Congregación de Ritos. Reunióse el 24
de Agosto esta Sagrada Congregación para deliberar sobre los siguien-
tes asuntos: la aprobación de los Oficios y Misas del Beato Juan Rasbro-
kio, Canónigo seglar; la traslación de San Paulino, Obispo de Ñola,
la Beata Juana de Arco, y bienaventurado Federico de Ratisbona, lego
profeso de la Orden de la San Agustín; la revisión de los escritos del
venerable Cosme Carbognano, ó sea Gomislas Keumengian, sacerdote y
párroco armenio, y la sierva de Dios Luisa de los Ángeles Monteagudo,
dominica del convento de Santa Catalina de Arequipa. — Fiestas en
honor de San Anselmo. Del 4 al 8 de Agosto se celebraron en Aosta
grandes fiestas para solemnizar el octavo centenario de San Anselmo.
Asistieron todos los Prelados del Piamonte, los Abades benedictinos, el
Arzobispo de Westminster y el Obispo de Clifton. Inauguróse el Con-
greso Mariano y se descubrió una estatua en bronce del Santo Doctor,
colocada en una de las plazas de la población. Su Santidad, por medio
del Cardenal Merry del Val, contestó al telegrama de adhesión del Epis-
copado subalpino en estos términos: «Conmovido el Padre Santo por los
afectos de filial devoción de ese Episcopado, le envía especial bendición
apostólica, que anhela sea presagio de la celestial y divina.» — Cambio
de representantes rusos en el Vaticano. En sustitución de Mr. Sa-
zanow, ministro de Rusia en el Vaticano, que dimitió por causa de salud,
ha sido nombrado Mr. Boulatrel. A pesar de las noticias que propalan los
periódicos anticatólicos con siniestra intención, de que se habían resfria-
do las relaciones entre Rusia y la Santa Sede, es lo cierto que éstas han
mejorado de un modo notable desde el arreglo interino de la cuestión de
Wilna, ó sea desde hace un año próximamente.— Instituto Bíblico.
NOTICIAS GENERALES 261
Según escriben de Roma, regresó á aquella capital el R. P. Funck, S. J.,
para preparar la inauguración del nuevo Instituto Bíblico. Desea Su San-
tidad que esta fundación se convierta en un verdadero Instituto interna-
cional de primer orden. La apertura del Instituto se verificará en los
grandes locales del Colegio Leonino, en donde quedará interinamente
establecido. Se asegura que el sitio definitivamente elegido es el antiguo
palacio del Banco Romano, que la Santa Sede ha adquirido reciente-
mente y que se encuentra entre la Minerva y corso Vittorio. Tenemos la
satisfacción de anunciar que uno de los profesores de Sagrada Escritura
nombrados para ese centro de enseñanza, es nuestro distinguido compa-
ñero en Razón y Fe P. Lino Murillo, profesor de Escritura del Seminario
de Madrid, harto conocido de nuestros lectores por sus numerosos artícu-
los. El nuevo cargo no le impedirá honrar con sus escritos, como hasta
aquí, las páginas de nuestra revista. — Asociaciones católicas de de-
porte. En Milán organizó la Asociación católica italiana gimnástica un
concurso internacional de Gimnasia. Estuvieron representadas 101 socie-
dades y pasearon las calles de la ciudad 3.000 gimnastas. Con el fin de
deslustrar el Concurso, la Federación italiana neutra convocó á los suyos
para otro concurso en Várese; pero su fracaso ha sido manifiesto, pues
no consiguió que se reunieran arriba de 24 asociaciones y 900 gimnas-
tas. La medalla de oro que ofreció Su Santidad lleváronla las sociedades
francesas.— El Papa consolando á los católicos barceloneses. En
el Boletín Oficial del Obispado de Barcelona se insertó una carta, fecha
del 12 de 'Agosto, del Emmo. Cardenal Vives y Tudó al limo. Sr. Cortés,
Obispo titular de Eudoxia, en la que le decía, entre otras cosas:... «Nues-
tro bondadosísimo Padre y Pastor Supremo Pío X se dignó manifestar-
me lo mucho que sufre pensando en las tribulaciones de tantos sacerdo-
tes, religiosos y religiosas perseguidos por turbas desalmadas, y me
encargó que de su augusto nombre dirigiese palabras de aliento á V. S.,
como Prelado Ordinario de la ciudad y diócesis, que más cruelmente han
experimentado los horrores de la impiedad cosmopolita, y en la persona
de V. S. á todos los Prelados diocesanos y Superiores religiosos y á sus
respectivos subditos perseguidos, añadiendo merecidos elogios para
las personas que tan generosamente han acogido á los religiosos y reli-
giosas, y comunicando algunas facultades extraordinarias que Su Santi-
dad se digna conceder al Ordinario de Barcelona y demás Ordinarios de
Cataluña, que en tan excepcionales circunstancias las necesitan.»
I
ESPAÑA
Notas de actualidad. — La guerra de Melilla. — £/ avance.
El 27 comenzó felizmente el avance de nuestras tropas, ocupando sin
dificultad el zoco de El Arbaa. El 31 obtuvieron los españoles una vic-
262 NOTICIAS GENERALES
toria, derrotando en Addara á la harca que allí había acudido para levan-
tar en armas á las cabilas de Quebdana. Según el parte oficial, la Arti-
llería hizo grandes estragos en el enemigo, que en su huida fué atacado
por un escuadrón de caballería. Este triunfo ha producido excelentes
efectos en el Ejército. Posteriormente se han apoderado los nuestros de
la posición de Mayen-Mohu-Ibrahim, hacia la alcazaba de Zeluán. El tele-
grama del general Marina decía así: «Confirmo á V. E. sumisión á España
de región Quebdana y parte de la Ulad-Settut, hasta inmediaciones
Zeluán.» Tenemos, pues, una faja de 150 kilómetros de la región del Rif
sometida á nuestras armas, habitada por cabilas indomables, á causa de
su vida nómada y de su barbarie y fanatismo.— A^wevos refuerzos. Para
reforzar el ejército de África y la línea de operaciones hasta el Muluya,
partió, al mando del general Álvarez Sotomayor, una nueva división
de 11.000 hombres, compuesta de los regimientos de Infantería del Prín-
cipe, Cuenca, Guipúzcoa y Burgos, cada uno de 1.600 plazas, de dos
escuadrones del regimiento de Alfonso XIII, del décimo regimiento mon-
tado, que maneja cañones Schneider, y de las secciones correspondien-
tes de Ingenieros, Administración y Sanidad.— Los honderos. Para utili-
zar la invención, debida al coronel Burguete, de unas balas explosivas,
poco menores que las de Artillería de montaña, que producen, al estallar,
estragos en 15 metros á la redonda, el batallón de cazadores de Chi-
clana ha elegido 40 hombres forzudos, procedentes de las serranías de
Ronda y cordilleras de Toledo y Extremadura, que las dispararán con
hondas de cáñamo retorcido. Á cada compañía se han destinado 10 hon-
deros, y á cada hondero se han entregado 50 balas. — Donativos y soco-
rros. De todas partes se reciben donativos y socorros para el sosteni-
miento de la guerra y alivio de nuestros soldados. Por no citar más que
algunos, diremos que el Duque de Tovar entregó al Ministro de la Gue-
rra 80.000 pesetas; el Marqués de Riera entrega mensualmente 1.000 pese-
tas; la colonia española de la Habana ha recaudado 50.000 pesetas; la
Junta patriótica española de Méjico, 15.000; los españoles del Río de la
Plata, 10.000; la suscripción de la Junta central asciende á unas 600.000
pesetas; las Hermanas de la Caridad de Santa Ana han ofrecido al
Gobierno una sala con 10 camas para los heridos, corriendo á su cuenta
la asistencia y manutención: igual ofrecimiento han hecho, para mayor
número de heridos, los jesuítas de Málaga, etc., etc.— Los sucesos de
Barcelona. — Prisión de Ferrer. En Alella una pareja del somatén se
apoderó el 1.° del revolucionario Francisco Ferrer, reclamado por la
autoridad militar con motivo de los infaustos sucesos de Barcelona.
Según el Fiscal del Supremo, el alma de las algaradas y desmanes de la
Ciudad Condal, encaminados contra el Gobierno constituido y orden
social, fué el amigo y compañero de Morral. En su finca de Mas Germi-
nal se han encontrado varios documentos, entre ellos una circular, cuyo
resumen hace así A B C: «Expulsión de las Órdenes religiosas. Disolu-
NOTICIAS GENERALES 263
ción de la Magistratura, Ejército y Marina. Derribo de las iglesias y con-
fiscación de los Bancos y bienes de los hombres públicos.» AI final de
este escrito hay unas líneas de Ferrer, que dicen: «Adjunta una receta
para fabricar panclastita. » En otra proclama que han publicado los
periódicos afirma el feroz anarquista que desea encontrar 300 hombres
«dispuestos á jugarse la cabeza», para poder decapitar á la familia real
y sus ministros, ó hacer que se hundan los edificios que los cobijan, pro-
moviendo de esta suerte la revolución. — Amigos de Ferrer. Extranje-
ros. En Francia, Inglaterra é Italia se está haciendo una verdadera cam-
paña antiespañola, trabajando por desprestigiar á nuestra justicia, que,
no en uso de su derecho, sino en cumplimiento del deber, pretende escla-
recer los hechos para castigar á los criminales de Barcelona. En París
se ha constituido una Comisión para protestar contra la conducta
seguida por el Gobierno español en la capital del Principado. Espa-
ñoles. Lerroux se adhirió á un mitin de anarquistas celebrado en defensa
de Ferrer, y entre los papeles de éste se encontró una carta de aquél, en
que se decía: «Busquemos al pueblo, y digámosle: viven del Estado el
rico, el cura, el soldado y el juez, que te roban las dos terceras partes de
un producto que es tuyo. Lucharemos hasta conseguir que los hombres
no necesiten leyes ni Gobiernos, ni Dios ni amo.» El lugarteniente de
Lerroux, el senador por Guadalajara Sr. Sol y Ortega, ha sido acu-
sado, según El Imparcial, por uno de los Juzgados de Barcelona de
haber tomado parte en la sedición é inducido al incendio de templos y
casas religiosas. Giner de los Ríos, el diputado lerrouxista, conferencia
con los prohombres liberales, y ha conseguido que todos, al decir de un
periódico, desde D. Pío Gullón hasta Lerroux, clamen contra las perse-
cuciones horrendas de que son blanco los pobres incendiarios de los
conventos y asesinos de los religiosos y sacerdotes. En tan noble tarea
no podía faltar la ayuda desinteresada de los periódicos del trust, en
cuyas acciones parece, si se ha de creer á El Mundo, que tiene parte
Ferrer.— Medidas acertadas. El Gobernador civil de Barcelona ha man-
dado cerrar más de 120 escuelas y centros radicales y ácratas. Los
detenidos hasta el 24 de Agosto eran 990. Sesenta jueces militares instru-
yen procesos en Barcelona, que se elevan á unos 1.000, y á algunos más
los de la provincia. En Valencia ha sido también cerrada la Escuela ra-
cionalista y desterrado su director, en cuyo poder se hallaron nnmerosas
hojas contra la Religión y la Patria: igu^l suerte les ha cabido á las
escuelas laicas de Vizcaya. — Protestas contra los atentados de
Barcelona. Multitud de Prelados, como los de las provincias eclesiás-
ticas de Zaragoza, Burgos, Granada, Tarragona, Sevilla, etc., no pocas
corporaciones seglares é infinidad de particulares han protestado ante
el Gobierno y la nación contra los salvajes atropellos de Barcelona.
Últimamente, á instancia de una señora de la aristocracia, se ha promo-
vido una protesta que irá suscrita por millares de firmas: para eso se
264 NOTICIAS GENERALES
ha nombrado una Comisión encargada de recoger adhesiones, y se han
repartido por toda España 30.000 circulares y otros tantos pliegos.—
Política periodística. El lunes 13 se reunieron los representantes
de 13 periódicos madrileños para protestar contra la aplicación de la
censura que ejerce el Gobierno. Nombróse una Comisión, que fué á
exponer sus quejas á S. M. el Rey, y enviáronse por diversos puntos
varios periodistas para atraer á su partido y miras interesadas á los
periódicos de provincias. El Sr. La Cierva remitió á los gobernadores
un telegrama, en que manifiesta que las declaraciones hechas en la corte
por diversos directores de periódicos, protestando contra las restriccio-
nes que se suponen establecidas en daño de la prensa, son apasionadas
é injustas.
Disposiciones y reales órdenes.— En la Gaceta de 29 de Agosto
se publica una real orden de Guerra disponiendo se celebren exequias
y sufragios por las clases é individuos de tropa que fallezcan en activo.
Otra del mismo Ministerio, de 1.° de Septiembre, autorizando á los re-
clutas para comer y dormir en sus casas. En la del 29 de Agosto un
real decreto de Hacienda acerca del timbre y libros de contabilidad; en
la del 10 de Septiembre otro de Gobernación sobre elecciones de dipu-
tados. En el Diario del Ministerio de la Guerra del 31 de Agosto vio la
luz una disposición concediendo á las familias de los militares muertos
en acción de guerra, á partir del 9 de Julio, ó fallecidos á consecuencia
de heridas, una pensión que se regulará por el empleo que tenía
cada uno.
Fomentos matQrialQs.— Asamblea de Diputaciones provinciales,
Én Santander se reunió el 30 el Congreso de las Diputaciones provin-
ciales, bajo la presidencia de D. Críspulo Ordóñez, presidente de la Di-
putación de Santander. Su primer acuerdo fué felicitar á cuantos luchan
á la sombra de nuestra gloriosa bandera en las inhospitalarias costas
africanas, y protestar contra los desmanes de Barcelona. La quinta y
última sesión se tuvo el día 5, determinándose que la próxima asamblea,
ó sea la cuarta, se verifique en Valladolid. — Escuela Superior del Ma-
gisterio. Se celebró el día 1.° la inauguración de la Escuela Superior del
Magisterio, asistiendo el Ministro, Subsecretario y Jefe de sección del
Ministerio de Instrucción. Pronunció un discurso el Sr. Rodríguez San
Pedro enalteciendo la importancia de la nueva Escuela, cuyo fin no es
otro, dice, que formar buenos maestros y buenos ciudadanos.— Gra/2 Via
de Madrid. La Gaceta del 2 de Septiembre publicó el anuncio de su-
basta de la Gran Vía y el pliego de condiciones facultativas para la
ejecución de las obras. El concurso terminará el 12 de Noviembre
próximo,— Congreso esperantista internacional T>t\ ^ al 11 se celebró
en Barcelona, bajo la presidencia de Dr. Zamenhof, un Congreso interna-
cional del esperanto. Asistieron 1.400 congresistas, que representaron á
33 naciones. Quedó aprobada la proposición creando el Consejo ínter-
NOTICIAS GENERALES 265
nacional para ayudar pecuniariamente á las corporaciones denominadas
Komitato y Komitata Kongresa Komitata. El próximo Congreso se tendrá
en Washington y el siguiente en Amber es.— Museo Sarasate. En la finca
que poseía en Biarritz el artista español Sarasate se verificó la inaugu-
ración del Museo Sarasate, hacia mediados de Septiembre. Concurrió
selecto y numeroso público, se pronunciaron varios discursos, y en el
concierto que se tuvo tomaron parte la pianista Berta Marx, el violon-
cellista Hekking y nuestros compatriotas Bordas y Arbós. — Juegos flo-
rales en Salamanca. El 15 se verificaron en el patio del Colegio de Irlan-
deses de Salamanca, hermosamente decorado, los Juegos florales, á los
que asistió, en representación de la reina D/ Victoria, la infanta D/ Isabel.
Sentáronse á su derecha el Cardenal Primado de Irlanda Monseñor
Logue, los Prelados irlandeses de Cloyne y Dromore, el de Salamanca
y Plasencia, y á su izquierda las autoridades civiles y militares. Pro-
nunció el discurso, en sustitución del Sr. Moret, designado como mante-
nedor, el senador liberal Sr. López Muñoz. También habló el poeta por-
tugués Eugenio de Castro, y leyeron los poetas laureados Rueda y Ro-
mano sus poesías premiadas. La función resultó solemne y esplén-
dida.
Noticias religiosas. — Patriótica Pastoral. Lo es la que ha publi-
cado el Sr. Obispo de Sión saludando á los soldados que combaten va-
lerosamente en las asperezas del Rif. El ilustre Prelado, al propio tiempo
que patentiza su amor al Ejército y su esperanza en la victoria, promete
que todos los viernes aplicará la Misa por el eterno descanco de los que
mueren en la guerra.— ¿a Cruz de Tierra Santa en Covadonga. El día 5
se colocó en el santuario de Covadonga la Cruz que llevaron los pere-
grinos á Tierra Santa. De todas partes acudieron gentes á la fiesta,
yendo sólo de Oviedo más de 400 personas. Realzaron las solemnidades
con su presencia los Prelados de Oviedo, Valencia y el P. Nozaleda, y
el ilustre Magistral de Covadonga pronunció una elocuentísima plática.—
Peregrinaciones españolas á Lourdes. El 17 salió de Tudela y Pamplona
la segunda peregrinación navarra á Lourdes. Presidíanla los Prelados de
Pamplona y Tarazona. De Barcelona saldrá el 20 la que todos los años,
desde hace treinta, se veriñca. Sin duda, que, por razón de las circunstan-
cias, ha de verse muy concurrida. — Plausible idea. Algunas señoras de
Barcelona, contristadas y heridas en sus religiosos sentimientos por la sa-
crilega destrucción de tantos templos incendiados, han propuesto la idea
de una Liga femenina española de reparación de los ultrajes inferidos al
Corazón de Jesús, cuyo objeto inmediato sería recaudar fondos para la
reconstrucción de las iglesias. Con esta ocasión hase indicado el pensa-
miento de ediñcar en el Tibidabo, dominando sobre Barcelona, el Tem-
plo Expiatorio al Sagrado Corazón, á la manera que la Francia penitente
edificó en París el de Montmartre. Nuestra humilde opinión es que lo
más urgente en Barcelona parece la reedificación de los templos parro-
266 NOTICIAS GENERALES
guíales, á fin de que el pueblo no abandone sus prácticas religiosas, con
lo que fácilmente vendría á perder la fe.
EXTRANJERO
AMÉRICA. — Méjico. Terribles inundaciones han asolado las re-
giones septentrionales de la república. Un telegrama de Monterrey par-
ticipa que el número de víctimas es, poco más ó menos, de lO.COO. Mu-
chos lugares han sido devastados, y millares de buitres se ciernen en los
alrededores para cebarse en los cadáveres insepultos. Las personas que
se salvaron de la catástrofe, ó se mueren de hambre ó se ven forzadas á
aumentarse de hojas y raíces de árboles. Toda la cosecha ha quedado
destruida y las pérdidas materiales son enormes; algunos las calculan en
75 millones de pesos.
Perú-Bolivia.— Terminó la tirantez de relaciones entre Perú y Boli-
via, causa de no escasas inquietudes en las dos repúblicas y en la Ar-
gentina durante los últimos meses. Telegrafían de La Paz que el 17 se
firmó el protocolo bolivio -peruano, en que se zanjan todas las cuestio-
nes pendientes entre los dos países firmantes, y, por tanto, la concer-
niente á las fronteras, que dio margen á la sentencia arbitral del Sr. Fi-
gueroa Alcorta, Presidente de Buenos Aires.
Chile.— Según telegramas recibidos el 14 en Londres, el nuevo Go-
bierno chileno quedó constituido en la forma siguiente: Interior, D. Ismael
Tournal; Negocios Extranjeros, D. Agustín Edwards; Justicia é Instruc-
ción, D. Emiliano Figueroa; Hacienda, D. Manuel Salinas; Guerra y Ma-
rina, D. Aníbal Rodríguez, y Obras públicas, D. Eduardo Delano.
Buenos Aires.— Importantes leyes ha votado la Cámara de los
diputados de esta república. Una de ellas concierne á los trabajos de
regadío que se ejecutarán con el producto de la venta del ferrocarril
andino y la emisión de 25 millones de pesos oro en títulos del 5 por 100.
Otra autoriza la emisión de 18 millones de pesos papel al 5 por 100 para
los gastos que ocasionarán la traída de aguas potables y el alcantari-
llado de Buenos Aires. Una tercera concédela construcción de un puerto
en Mar de la Plata, cuyo coste se hace subir á 12 millones y, por fin,
aprobó el Parlamento el proyecto autorizando la unión de los ferroca-
rriles argentino y paraguayo.
Estados Unidos.— Dos norteamericanos se disputan la gloria de
haber llegado al polo Norte. El 21 de Abril de 1908, según los perió-
dicos, logró el Dr. Cook colocar allí el pabellón de Norte América.
Cuando más entusiasmados estaban los sabios con la noticia y el famoso
explorador recibía distinguidos honores del Gobierno danés y felicita-
ciones de todas partes, recibióse un radiograma del comandante
NOTICIAS GENERALES 267
Peary, que decía: «Bandera norteamericana plantada en polo Norte. -
Firmado, Comandante Peary.» De aquí se originó recia contienda entre
los dos viajeros, procurando cada cual desacreditar á su adversario y
patentizar su triunfo. Los científicos también se han dividido, favore-
ciendo unos á Cook, otros á Peary y no pocos burlándose de las afirma-
ciones de entrambos. Mr. Taff quiere que el pleito se someta á un
tribunal de hombres competentes, y que su fallo se acepte en el mundo
sabio.
EUROPA.— Francia. No hace mucho declaró el Ministro de Ha-
cienda que al presupuesto de 1910 le faltan 200 millones de ingre-
sos. Para obtenerlos ha creado nuevos impuestos sobre los artículos
de lujo y los capitalistas. Los tabacos, alcoholes, que no son artículos de
primera necesidad, y el total de las herencias, resultan cargados con ma-
yores gravámenes que hasta aquí. El proyecto provocará protestas, y
son muchos los diputados que censuran esas medidas.— La situación del
Gabinete presidido por Briand no parece firme, pues tropieza con no
cortas dificultades en la política y administración. — El 29 falleció en
París en la paz del Señor, á los setenta años de edad, el famoso escritor
y polemista P. Du Lac, de la Compañía de Jesús.
Inglaterra.— El Gobierno liberal que preside Mr. Asquith se en-
cuentra en no flojo aprieto. Necesítanse 400 millones de pesetas para
atender á los gastos de la defensa nacional; pero, ¿de dónde se sacan? El
Ministro de Hacienda pretende gravar los grandes capitales: la Cámara
de los lores, formada de capitalistas, rechaza esa imposición. No se ve,
pues, otro remedio que disolver el Parlamento y convocar á nuevas elec-
ciones, en las que se tendría que decidir la cuestión de los poderes del
Senado, que tantos disgustos produce á los Gobiernos; lo que signifi-
caría un trastorno constitucional en la nación. Los conservadores se
oponen también á los proyectos del Gobierno y abogan por un protec-
cionismo aduanero, que, á su juicio, permitiría reforzar los ingresos.
Alemania.— Grande es el entusiasmo que ha despertado en Ale-
mania el globo dirigible Zappelin, modelo III, en su viaje desde Friedris-
chshafen á Berlín. La llegada á esta capital estaba señalada para el 28
de Agosto; pero por el mal tiempo y haber sufrido varias rupturas la
hélice propulsora, no pudo llegar sino el 29 por la mañana. Siendo el
tiempo favorable, vuela con la velocidad de un tren. El número de los
que presenciaron el espectáculo puede inferirse de las siguientes no-
ticias: En los registros de los hoteles y fondas de Berlín constó medio
millón de huéspedes; los tranvías eléctricos llevaron en los días del sá-
bado y domingo 1.450.000 y 1.650.000 viajeros, respectivamente: los di-
ferentes ómnibus fueron utilizados por 780.000 personas. Todos los te-
jados, por poco que se prestasen para ello, se vieron llenos de curiosos
y en las calles principales hubo ya á las ocho de la mañana tal concu-
rrencia que apenas podía transitarse.
268 NOTICIAS GENERALES
Austria -Hungría. — El Congreso internacional de Medicina se
inauguró en Budapest el 2 de Septiembre, con una alocución del archi-
duque José y un discurso del conde Apponi, ministro de Instrucción
pública de Hungría. Más de 4.500 médicos, pertenecientes á todas las
naciones, se reunieron en la capital húngara. Se distribuyó el Congreso
en 21 secciones, cada una con su presidencia y vicepresidencia. Llamaron
la atención los informes del Dr. Guido Baccelli, sobre la introducción de
los medicamentos en las arterias; del profesor de Viena Franz, acerca de
la tuberculosis entre los jóvenes militares; del profesor de Londres
Rosfhord, en orden al cáncer, y del Dr. Kanflaman, de Roma, referente
al diagnóstico del cólera.
ÁFRICA. —Marruecos. El 25 de Agosto cayó en manos de las
tropas imperiales el célebre Bu Hamara, ó sea el Roghi, que por varios
años ha mantenido viva la insurrección en el imperio de Marruecos.
Encerrado en una jaula de hierro, colocada en un camello, le introduje-
ron los imperiales en Fez para que pudiera burlarse de él á su sabor el
populacho; después fué recluido en el palacio del Sultán. Terribles han
sido las crueldades que cometió el Sultán con los partidarios del Roghi,.
hasta el punto de que han tenido que intervenir las potencias para ha-
cerle entrar en razón. Muley Hafid se disculpó como pudo y prometió
moderarse. Con todo, se corre que el mismo día de la representación de
las naciones al Sultán, fué ejecutado el Roghi, sin que á ciencia cierta
se sepa el género de muerte que le dieron.
OCEANÍA.— Islas Filipinas. Nuestra correspondencia. Manila^
6 de Agosto de 1909.
Ha vuelto á aparecer el cólera en provincias, aunque no en proporciones alarman-
tes. Según los informes dados, la causa del recrudecimiento del mal es la mala alimen-
tación de las clases trabajadoras por la suma miseria que padecen. En prueba de ello,
se ha dado el caso de proveer á los pobres de una localidad afligida por la epidemia
de arroz en abundancia, y mejorar repentinamente el estado sanitario de la misma.— El
Gobernador general interino ha recorrido varias islas del archipiélago, con objeto de
enterarse por sí mismo de las necesidades del país. En todas partes ha sido bien reci-
bido, y en Zamboanga, capital de la provincia mora, sujeta á un Gobierno militar, le
han pedido con mucha instancia les concedan el régimen civil. Con la pacificación de
los sublevados en Dávao y con la muerte del pirata Yakari y siete de sus partidarios
en un combate, en el que tuvieron las tropas del Gobierno tres muertos y unos veinte
heridos, se ha restablecido la calma en Mindanao é islas cercanas.— La nota más sa-
liente de este periodo ha sido la celebración del día español. Los naturales han rivali-
zado en entusiasmo con los mismos españoles, y los americanos han presenciado la
fiesta con muestras de aprobación. En Manila fué notable la fiesta religiosa, en la que
pronunció un sermón entusiasta y elocuente el R. P. Fr. Francisco García, O. P. En la
recepción celebrada en el Casino Español lució sus galas oratorias y su amor á España
el insigne periodista D. Manuel Rávago, y se leyó una poesía de D. Jesús Bahnori, en
donde hay conceptos hermosísimos para nuestra madre patria. Las noticias que se
reciben de provincias respecto del día español no pueden ser más gratas y consolado-
ras. Para obsequiar al Sr. Rávago por su discurso del día español se ha celebrado un
banquete, al que han asistido, S2gún el diario español El Mercantil, unos doscientos
VARIEDADES 269
comensales, filipinos en su mayoría, figurando entre ellos diputados y otras personas
de representación en el país.
ASIA.— China. De nuestro corresponsal en aquel imperio. Zi-
kawei, 11 de Agosto de 1909.
1. El famoso empréstito chino de capitales alemanes, ingleses, franceses para la
construcción de la vía férrea de Cantón á Han K'eou y de aquí á Se-tch'oen no acaba
de realizarse, porque los americanos y rusos quieren tener su parte en él. Por otro lado,
los personajes más distinguidos de las provincias son contrarios al empréstito, pues
desean que no se empleen sino capitales chinos.— 2. Meses y meses han estado nego-
ciando los japoneses con la China para que la vía estrecha que construyeron en Ngan-
tong y Muckden durante la guerra, se convirtiese en ancha y ordinaria, por ser impor-
tante bajo el punto de vista estratégico y comercial. Los chinos ponían mil obstáculos
á la terminación del asunto, y el Japón, al fin, sin consentimiento de la China, comenzó
los trabajos. Al instante el Gobierno chino ordenó á sus delegados que reanudasen
las negociaciones, mostrándose conciliadores. Se espera que los nipones las acepten,
pero... sin interrumpir los trabajos. El golpe al prestigio chino es duro, mas habrá que
devorarlo sin abrir la boca. Buen ejemplo para otras naciones.— 3. Por decreto de 1 1 de
Julio es declarado el Emperador generalísimo de las tropas de mar y tierra, y se ordena
la formación de un Consejo de Estado Mayor para tratar de asuntos miUtares; y en la
previsión de que el Emperador no pudiera ponerse al frente del ejército, se le sustituye
por el Príncipe Regente.— 4. Sigue adelante el proyecto de una Universidad inglesa en
Hong-Kong para los chinos. Como muestra de aprobación del proyecto el Wai-ou-pou
(Ministro de Negocios Extranjeros) ha prometido la suma de 10.000 táels. La suscrip-
ción alcanza hasta la fecha un millón de dollars. Á propósito de estudios: hay 5.000 es-
tudiantes chinos en el Japón: á la mitad de ellos les pagan los estudios las provincias
á que pertenecen.
A. Pérez Goyena.
VARIEDADES
Protestas contra los sucesos de Barcelona. — Son ya mu-
chas, como arriba se indicó (1), las que se han elevado á los poderes
públicos. Entre todas nos ha parecido trasladar aquí la del limo. Sr. Vi-
cario Capitular de Barcelona, ya por ser la primera que, según enten-
demos, publicó la autoridad eclesiástica, ya porque en ella se expresan
las ideas que de un modo ó de otro se han reproducido en otras pos-
teriores:
Protesta elevada por el limo. Sr, Vicario Capitular al
Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros.- Excmo. Sr.: La
extraordinaria gravedad de los tristes acontecimientos ocurridos durante
la semana próxima pasada en esta ciudad y diócesis de Barcelona, me
(1) «Noticias generales», págs. 260, 262, y el primer artículo, pág. 141.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 18
270 VARIEDADES
impone el penoso deber de llamar la atención de V. E. sobre los ultrajes
y violencias de que ha sido víctima la Religión del Estado, y los daños
morales y materiales sufridos en consecuencia por las personas y bienes
religiosos.
La huelga general iniciada en nuestra ciudad el 26 de Julio, con el
villano y antipatriótico pretexto de protestar contra la campaña de Ma-
rruecos, tomó desde sus comienzos el carácter anárquico y preferente-
mente antirreligioso, que desde mucho tiempo venía preparándose en
mítines y reuniones y en insolentes artículos de la prensa populachera,
empeñada en negar á los católicos, no solamente los derechos que les
reconocen las leyes civiles y concordadas, sino aun los respetos que por
los sentimientos más rudimentarios de humanidad se imponen á los
pueblos menos civilizados.
Estas constantes excitaciones á la persecución contra las personas
religiosas y al incendio y saqueo de sus propiedades y de sus bienes
hallaron ocasión favorable de traducirse en actos de horrible vanda-
lismo, merced al desenfreno de las turbas que con el indicado pretexto
se lanzaron al motín. Como consecuencia de esa indescriptible perturba-
ción, que sumió á los pacíficos barceloneses bajo el imperio del terror y
el triunfo de la anarquía del 27 al 30 de Julio último, han sido incendia-
das doce iglesias parroquiales, algunas de ellas totalmente destruidas,
profanadas por modo horripilante sus imágenes, saqueados todos sus
bienes, quemados varios archivos, con daño incalculable de la sociedad
y de las familias, sin que pudieran librarse de la general devastación
preciosas joyas del culto y arte cristiano, como la iglesia de San Pablo
del Campo, elevada á la categoría de monumento nacional. La misma
suerte ha cabido á otras treinta iglesias y casas religiosas, que han que-
dado total ó parcialmente derruidas, y entre las cuales se contaban
grandes establecimientos de instrucción y beneficencia, patronatos cató-
licos de obreros y otras importantísimas instituciones de acción social.
Muchas comunidades religiosas, especialmente de mujeres, han que-
dado sin otro albergue que el que les ha proporcionado la caridad de
algunos particulares; abandonados están sus educandos, dispersos sus
pupilos, errantes sus huérfanos y asilados de uno y otro sexo...
¡Los cementerios particulares de las comunidades de clausura han
sido teatro de las más repugnantes profanaciones; y la ciudad de Barce-
lona hubo de presenciar con horror el bárbaro y sacrilego espectáculo
de ser paseados por sus calles y plazas, hasta las mismas Casas Consis-
toriales, los cadáveres despojados y los esqueletos mutilados de las que
fueron vírgenes consagradas al Señor, en cuyos restos se cebó el impío
furor y la obscenidad del populacho!
Y lo más grave, Excmo. Sr., es que buena parte de esos monstruosos
crímenes fueron perpetrados en presencia de los agentes de la autoridad,
que en muchos puntos por espacio de dos días contemplaron impasibles
VARIEDADES 271
esas vandálicas escenas de incendio y de pillaje. Sólo la Guarcia civil
resistió con valor y tenacidad dignos de todo elogio desde los primeros
instantes; pero ¿qué representaba el número relativamente escaso de sus
individuos ante las colosales proporciones que tomó en un día el movi-
miento revolucionario?
Verdad es que las urgentes atenciones de la guerra de África habían
distraído gran parte de las fuerzas que componían la guarnición de esta
plaza; verdad es que las restantes fueron repetidas veces solicitadas por
los halagos y cantos de sirena de las turbas amotinadas; pero aun reco-
nociendo estas circunstancias como atenuantes (y sea dicho sin ánimo
de concretar la responsabilidad en persona alguna determinada), el he-
cho es que los intereses sagrados de la Religión católica que el Estado
debe amparar por todos los medios, así represivos como preventivos,
quedaron impunemente, durante dos días cuando menos, á merced de los
enemigos de la Iglesia, de la Patria y de la Monarquía.
Ante la gravedad de los ultrajes y perjuicios sufridos por esta dió-
cesis, no puedo eludir el imperioso deber de elevar á la consideración
de V. E. la más respetuosa pero enérgica protesta contra actos tan inca-
lificables de salvajismo, que merecen ponerse en parangón con los sacri-
legos desmanes de 1835, de tan trágicos y vergonzosos recuerdos en la
historia de nuestra Patria. Es necesario de toda urgencia, Excmo. Sr., que
sea contenido en sus propias fuentes ese torrente devastador del anar-
quismo, antirreligioso y antisocial, que está asolando nuestra ciudad en
todos los órdenes de su vida; es necesario que descargué todo el rigor de
la ley penal contra esos padres del crimen que desde las columnas del
periódico están provocando sin cesar y directamente á las masas al in-
cendio, al pillaje y al asesinato; es necesario proceder con toda energía
á disolver esas sociedades secretas y á impedir la celebración de esos
mítines públicos donde se fraguan las grandes conspiraciones contra el
orden social y de donde salen en un momento millares y millares de des-
almados para lanzarse sin freno á la perpetración de los crímenes más
horrendos. Excmo. Sr.: á grandes males grandes remedios; y los males que
están afligiendo á nuestra ciudad son de lo más grave que haya podido
sufrir cualquiera de las capitales españolas en el decurso de varios siglos.
Sin perjuicio de incoar, como serán incoados á la mayor brevedad,
los oportunos expedientes para la reparación ó nueva construcción de
los edificios eclesiásticos perjudicados, á tenor del real decreto de 13 de
Agosto de 1876 y en virtud de lo establecido en el art.36 del vigente Con-
cordato y en el 13 del Convenio adicional de 1859, me permito adelantar
una consideración que no dudo será apreciada por el Gobierno de Su Ma-
jestad en todo su alcance. Doce iglesias parroquiales, de Patronato de
la Corona, absolutamente indispensables para el servicio de sus 281.000
feligreses, y varios establecimientos de beneficencia y de enseñanza
gratuita para millares de desvalidos ó hijos de familias obreras, des-
272 VARIEDADES
truídas en cuatro días por haberles faltado en el momento crítico la pro-
tección que tenían derecho á esperar del Gobierno, preocupado en ver-
dad en aquel instante por otras atenciones de carácter nacional, bien
merecen, Excmo. Sr., que se considere la catástrofe de Barcelona como
otra desgracia de la Nación, y que los presupuestos nacionales contribu-
yan á reparar el daño material experimentado, siquiera queden sin posi-
ble reparación tantos otros intereses de orden más alto. No dudo que el
Gobierno de Su Majestad sabrá apreciar esta reclamación por tantos
títulos justificada, echando así un velo sobre la triste memoria de esas
escenas de destrucción que han cubierto de ignominia á Barcelona, á Ca-
taluña y á España entera. Dios guarde á V. E. muchos años. Barce-
lona, 6 de Agosto de 1909.— Excmo. Sr.: El Vicario Capitular, S. V.,
f Ricardo, Obispo de Eudoxia.
Real orden de la Presidencia al limo. Prelado diocesano. —
Presidencia del Consejo de Ministros.— limo. Sr.: Al execrar V. S. I., en
su escrito del 6 del corriente, los crímenes perpetrados en Barcelona
durante los últimos días de Julio, coincide con la protesta indignada de
España entera.
Cánsale además al Gobierno dolor vivísimo que no se lograse impe-
dirlos, y con toda decisión ha puesto y pondrá cuantos medios dependen
de su mano para que en justicia sean castigados los culpables, y no su-
fran nuevo quebranto la seguridad y la tranquilidad públicas.
En estos empeños deben secundarle cuantos no tengan contaminados
el ánimo ó la voluntad; urgiendo ahora, por no mirar atrás, que hallen
los Tribunales el concurso social indispensable para sus indagaciones y
para sus reparadores veredictos.
Atiende y atenderá el Gobierno á combatir con la eñcacia mayor po-
sible las causas originarias del mal; mas no puede imponer al Estado la
reparación material de los daños y estragos que llegaron á causar los
delincuentes, según conocerá el claro juicio de V. S. I.
Otra cosa es, y muy conforme con sus deseos, que dentro los ex-
pedientes que se sirve anunciar, sean tenidas en consideración las ex-
cepcionales circunstancias al aplicar cuanto remedio consientan las
disposiciones vigentes y los recursos destinados á necesidades seme-
jantes.
De Real orden lo digo á V. S. I. para su conocimiento y efectos con-
siguientes. Dios guarde á V. S. I. muchos años. Madrid, 12 de Agosto
de 1909.— A. Maura.— Sr. Obispo de Barcelona.
Instituto Católico de Artes é Industrias, dirigido por Padres de
la Compañía de jesús (Madrid, Alberto Aguilera, 25).— Para responder
á las muchas preguntas que continuamente se hacen acerca de este Ins-
tituto, único en su género que tiene la Compañía de Jesús en España, y
para darlo á conocer á quienes pudiera interesar su noticia, nos ha pa-
recido conveniente publicar estos datos.
VARIEDADES 273
I. Lo QUE ES ESTE INSTITUTO.— El ¡nstítuto CatóUco de Artes é Indus-
trias es una Escuela industrial donde pueden adquirir una sólida for-
mación los jóvenes que deseen consagrarse á trabajos relacionados con
las industrias mecánicas y eléctricas.
II. Grados de enseñanza que comprende.— Tres grados comprende
esta enseñanza: la del obrero, la del perito y la del ingeniero. Para la en-
señanza del obrero hay de siete á nueve de la noche escuelas gratuitas
de aprendizaje, donde los alumnos aprenden la teoría y se ejercitan en
la práctica conveniente para los oficios de ajustadores, forjadores, ma-
quinistas, electricistas y fundidores.
Durante el día se tienen las clases correspondientes á la carrera de
Perito mecánico-electricista, y para los que vayan terminándola y mues-
tren disposición se proyecta establecer una ampliación de los estudios,
á fin de que puedan los alumnos obtener el grado superior de Ingeniero
mecánico-electricista.
III. Carácter de la enseñanza.— El carácter de la enseñanza es
eminentemente práctico. Ni en el número de las asignaturas ni en la ex-
tensión de las materias se tiene otra norma que dar al alumno lo necesa-
rio y conveniente para las aplicaciones prácticas propias de la industria.
Por esto en las Matemáticas, Mecánica y Electricidad tienen grande im-
portancia los ejercicios de resolución de problemas industriales. En los
trabajos de dibujo, laboratorio y prácticas de taller se invierten varias
horas diariamente, siguiendo en esto el ejemplo de las escuelas prácticas
industriales del extranjero. El Francés se aprende hablándolo y oyéndolo
hablar, no sólo en las explicaciones de clase, sino en las horas de taller,
de Tecnología y de Dibujo. La enseñanza teórica se da por ingenieros
españoles y la práctica por técnicos, en su mayoría belgas, que han ejer-
cido largo tiempo su profesión en la industria extranjera.
IV. Materias que se cursan. - Para obtener el grado de Perito las
asignaturas fundamentales son: Aritmética y Álgebra, Geometría y Tri-
gonometría, Geometría analítica y descriptiva. Mecánica general y
aplicada. Electrotecnia y Dibujo. El Dibujo comprende: ejercicios á mano
alzada, dibujo geométrico, dibujo de proyecciones, dibujo mecánico, di-
bujo de construcción y dibujo eléctrico. Además de estas asignaturas
hay clase de Religión, de Francés, de Economía y Legislación industrial,
de Física general, de Química general é industrial y manejo de tablas y
formularios.
V. Talleres y laboratorios. Todos los alumnos que aspiran al
grado de Perito han de pasar por los talleres de modelado, fundición,
forja, ajuste, máquinas-herramientas, construcción y reparación de dína-
mos y motores eléctricos, y por los laboratorios de Química, de genera-
dores de fuerza mecánica y energía eléctrica, de medidas eléctricas y de
instalaciones eléctricas. Todos estos talleres y laboratorios ó están ya
instalados ó se instalarán en breve.
27,4 VARIEDADES
VI. Años de estudio.— La carrera de Perito mecánico-electricista
podrá hacerse en cuatro años. La ampliación para el grado de Ingeniero,
caso de establecerse, podrá cursarse en dos ó tres años.
VIL Preparatoria.— El grado de bachiller, bien hecho, es buena pre-
paración para la carrera. En el mismo ediñcio existe el Colegio destinado
á la enseñanza de un bachillerato, en seis años, sin sujeción á los planes
ofíciales, y que podrá servir de excelente formación previa para los que
más tarde deseen seguir en el Instituto la carrera industrial.
El número de plazas para esta carrera es limitado, y se obtiene el in-
greso en ella mediante ejercicios de oposición que se tendrán en el mes
de Septiembre. Versarán éstos sobre puntos de Aritmética, Geometría,
Dibujo á mano alzada y Catecismo, con arreglo á los programas que po-
drán obtenerse en la Secretaría del Instituto. Para que puedan dispo-
nerse á este examen, los que no hubieren aún cursado las materias que
se requieren, hay clases preparatorias en el mismo Instituto.
VIH. Edad de los alumnos. — Para entrar en el curso preparatorio,
los alumnos han de ser mayores de doce años y menores de quince.
Para comenzar el primer año de carrera han de tener cumplidos los ca-
torce y no pasar de diez y siete. Esta regla general, por circunstancias par-
ticulares, puede admitir excepción.
IX. Gastos. — En el Instituto no. hay sino alumnos externos y medio-
pensionistas: los externos satisfacen mensualmente 15 pesetas, si no es-
tudian en el Instituto, y 20 pesetas si tienen en él tiempo de estudio,
siendo de cuenta del alumno los gastos de libros, herramientas, material
de dibujo, gastos de laboratorio, etc. Prácticamente suelen los gastos to-
tales ascender hasta 20 ó 25 pesetas mensuales. Los mediopensionistas
satisfacen 100 pesetas mensuales, y tendrán desayuno, comida y me-
rienda.
X. Horas de entrada y salida.— Los alumnos entran á las ocho de
la mañana y salen á las doce y media: vuelven á las dos y media y salen
á las seis y media.
XI. Casa-pensión para los de fuera de Madrid.- Para los alumnos
que no son de Madrid hay una casa de confianza, establecida con inde-
pendencia económica del Instituto, pero bajo su inspección y vigilancia.
Los domingos y días de ñesta, después de cumplir con sus prácticas
religiosas, se concede á estos alumnos un rato de salida por la mañana
y otro por la tarde, habiendo de estar en casa antes de anochecer. El pu-
pilaje es de tres pesetas y media diarias.
XII. Exámenes y títulos.— Hay exámenes trimestrales orales, y es-
critos, casi todos los meses. Se califica por puntos buenos, siendo 20 el
máximum que puede obtenerse y 8 el número que corresponde á la cali-
ficación de suspenso. Las notas de estos exámenes influyen en la nota de
fin de curso. Mensualmente se comunica á los padres el resultando de
estos exámenes.
OBRAS RECIBIDAS
2t5
Los títulos que al fin se obtengan no son oficiales, sino privados; pero
es de notar que tampoco reconoce el Estado los títulos de los ingenieros
dados en el extranjero, y no por eso dejan de ser buscados y estimados
los que los poseen.
XIII. Para quiénes puede ser útil esta carrera. — Supuesta la falta
de personal competente práctico que en España hay, y que con grandes
gastos se hace venir del extranjero, y el desenvolvimiento que las in-
dustrias mecánica y eléctrica van teniendo en España, no es aventurado
afirmar que es. carrera de porvenir. En efecto, puede ser útil: 1.° Á los
hijos de industriales que tienen gran parte de su capital invertido en ma-
quinaria. 2." Á los hijos de capitalistas que se sienten con vocación para
emplear el capital en industrias, para las cuales pueden servir de base
sólida los estudios y prácticas de esta carrera. 3." Á los jóvenes dispues-
tos y de iniciativa que, sin capital ni industria propia, puedan montarla
asociándose á capitalistas como socios industriales. 4." Á los que tienen
fincas y posesiones de jabor, para entablar en ellas, montar y dirigir la
maquinaria agrícola. 5." Á los de menos iniciativa, para ocupar plazas
bien remuneradas en las industrias existentes; á más de que, en el caso
más desfavorable, como montadores ú obreros competentes no dejarían
de estar más bien retribuidos que muchos médicos, abogados, etc.
OBRAS RECIBIDAS EN LA REDACCIÓN
/tCTAS Y Memorias del primer Congre-
so DE NATURALISTAS ESPAÑOLES (ZaragOZa,
7-10 Octubre 1908). Extracto. Arañas de la
familia de los argiópidos observadas jun-
to á la desembocadura del Miño, por el
P. Franganillo Balboa, S. J.~Zaragoza, 1908.
A LA BANDERA ESPAÑOLA, pOr J. EspañOl.
Imprenta de Archivos.
AlCOY EN EL XXV ANIVERSARIO DE LA
MUERTE DE CASIMIRO Barello.— Tipografía
de la Buena Prensa, 1909 Panegírico del
ilustre penitente en sus honras fúnebres
del XXV aniversario, por el P. Juan María
Sola, S.J.
Amor de madre (colección de poesías),
por el P. A. Risco, S. J. 2,50 pesetas— Le-
ganitos, 27, segundo derecha, Madrid.
^Antídoto, por el P. A. Gallerani, S. J.;
traducción de la duodécima edición ita-
liana por D. A. Piaggio, presbítero. 3,50
pesetas.— L. Gili, Barcelona.
Apología popular de la fe cristiana.
Tomo I, por J. L. de la Paquerie; traduc-
ción por el P. M. Coco. 4 pesetas.— Luis
Gili, Barcelona.
Catecismo completo del escapulario
del Carmen, por Fr. S. M.'' Besalduch.
Una peseta.— L. Gili, Barcelona. Ajustado
á los decretos vigentes de la Sagrada Con-
gregación. Contiene varios ejercicios de-
devoción á la Virgen.
Cedularios para Catálogos y otros
artículos para bibliotecas. — Madrid,
Ayala, 15.
Christus ein Gegner des Marienkultus?
J. Von Dr. B. Bartmann. M. 3.— B, Her^
der, Friburgo.
Her einheimische klerus in den heiden-
lándern, von A. Huonder, S. J. M. 4,20.—
B. Herder, Friburgo.
Die Menschenopfer der alten Hebraer
und der benachbarten Vólker, von E. Ma-
der.— M. 5,60.— B. Herder, Friburgo.
Dios, principio de la ley moral, por
P. Vallet; traducción por J. de Hinojosa.
0,60 pesetas.— Librería Religiosa, Ponte-
jos, 8, Madrid.
Dos cartas sobre el principio de auto-
ridad.—Tipografía Excelsior, Panamá,
1909. Exponen con erudición y claridad
la doctrina teológica sobre tan importan-
te materia..
276
OBRAS RECIBIDAS
El alma del hombre, por J. Guibert;
traducción de J. de Hinojosa. 0,60 pesetas.
Librería Religiosa, Pontejos, 8, Madrid.
El catolicismo ante la actual litera-
tura FRANCESA, por J. de Hinojosa. 0,60
pesetas.— Librería Religiosa, Madrid.
El Principado. (Diario.) Año I, núm. \.
Gijón, L" de Septiembre. «Su fin principal,
es, dice, contrarrestar los efectos perni-
ciosos de los malos periódicos, propagan-
do los principios católicos por los mis-
mos medios con que aquéllos propagan
sus errores», y cuidando preferentemente
de la información. En los números hasta
ahora publicados cumple el valiente pe-
riódico su palabra, y ya se ha hecho notar.
Enciclopedia universal ilustrada eu-
ropeo-americana. Cuadernos 116 á 125.—
José Espasa é Hijos, editores, Barcelona.
Frivolidades, por V. Aza. 2 pesetas.—
Herederos de J. Gilí, Barcelona.
ClACETA DEL SUR.— Númcro extraordi-
nario con dibujos y fotograbados, dedi-
cado á Nuestra Señora de las Angustias,
Patrona de Granada.
Gramática elemental y Ejercicios
(ExERCARo), por L. de Beaufront; traduc-
ción por A. Galant y P. Marcilla. 1,25 pe-
setas.—F. Fe, Madrid.
Guía escolar de España. Julio de 1909.
Unión Ibero-Americana, Madrid.
Introducción al estudio de la Socio-
logía. Tomo II, por L. Garriguet; traduc-
ción por R. de Iranzo. 60 céntimos.— Li-
brería Religiosa. Pontejos, 8, Madrid.
Juan del Encina-León, por E. Díaz Ji-
ménez. 2 pesetas.— V. Suárez, Madrid.
La Ciencia en la acción, por el P. J. M.
Llovera, C. C. 50 céntimos.— Acción So-
cial Popular, Barcelona.
L'ACiÉRO-cÉMENTATfON. 3, Rue de Metz,
París.
La Communion fréquente et quotidien-
NE, par le P. J. B. Ferreres, S. J.; traduction
de l'espagnol par un anclen directeur de
Séminaire.— París, Rue Bayard, 5.
La comunión frecuente y diaria y las
Congregaciones Marianas, por el P.Justo
Beguíriztaín, S. J.— Madrid, Razón y Fe,
1909. Todas sobresalieron siempre en la
práctica saludable de la comunión fre-
cuente, mostrando así su devoción al San-
tísimo Sacramento.
La cooperación en la Agricultura, por
A. Castroviejo. Segundo volumen.— Bi-
blioteca Agraria Solariana, Sevilla.
La Corona de María. Número extraor-
dinario dedicado á los proceres del 10 de
Agosto de 1809.— Qmio. Es notable el
último documento del Sr. Obispo, Invita-
ción patriótica.
La Iglesia y el trabajo manual, por
M. Sabatier; traducción por J. de Hinojo-
sa. 0,60 pesetas.— Librería Religiosa, Ma-
drid.
La Revelación ante la razón, por
F. Verdier; traducción por A. Machuca,
presbítero. 0,60 pesetas.- Librería Reli-
giosa, Madrid.
La Sagrada Eucaristía, por el Licen-
ciado D. P. Mir, presbítero.— Palma de
Mallorca.
La Semana. Se publica los miércoles.
Ocho páginas en folio menor. Su lectura
en los números que hemos visto es ins-
tructiva por la información, y piadosa.
Las morales independien fes y la moral
evangélica, por M. I. Brugerette; traduc-
ción del Conde de Rascón 0,60 peseta^.—
Librería Religiosa, Pontejos, 8, Madrid.
Las razones actuales de la creencia,
por F. Brunetiére; traducción de J. de Hi-
nojosa.—Librería Religiosa, Madrid.
Las Religiones Chinas, por el P.J. Hos-
pital.—L. Gilí, Barcelona.
L'IGNORANCE ACTUELLE en MATIÉRE RELl-
gieuse, por P. Barbier. 0,75 fr.— P. Lethie-
lleux, édíteur, París.
L'Inspection du Travail, par L. Delpé-
rier. N.° 206 de L'Action Populaire. O f r. 25.
Reims.
LOIS DES DISTANCES DES SaTELLITES DU
SoLEiL, por Delauney.— Gauthíere.-Villars,
París.
Los ORÍGENES DEL CRISTIANISMO, pOr
Mons. Le Camus; traducción del Dr. J. B.
Codina. III. Primera parte: La Vida de
Nuestro Señor Jesucristo. Volumen III. 6
pesetas.— Herederos de J. Gilí, Barcelona.
Los Patronatos de jóvenes obreros,
por el Dr. D. M. Julia.— Valencia, Tipogra-
fía Moderna.
Maná cotidiano. Devocionario, por el
P. F. J. Trovarellí; traducción del doctor
C. Martínez. Una peseta.— Herederos de
J. Gíli, Barcelona.
Manual completo de la Lengua inter-
nacional, por J. Casares, A. Galán y
P. Marcilla. 0,50 pesetas.— F. Fe, Madrid.
Manuale christianum. 6 pesetas en Es-
paña.—Herederos de J. Gilí, Barcelona.
Mens sana in corpore sano. Prospecto
del Colegio Universitario de Panamá, fun-
dado en 1905.— Panamá. 1909.
■■OR LAS víctimas DE LOS TERREMOTOS DE
Italia. Oración fúnebre, por el P.J. M. So-
la, S. J.— Murcia, 1909. Es, según se lee en
el Boletín Eclesiástico de aquella dióce-
sis, «seniida, sublime, profunda y grandi-
locuente oración fúnebre».
PRAELECTIONES DOGMATICAE, Ch. PcSCh,
S. J. Editio 4.^ T. I. M. 7.— B. Herder, Fri-
burgo.
Programa de estudios del Seminario-
Colegio DE San Carlos, dirigido por los
PP. Paúles.- Cebú, 1909.
¿4ÍUÉ ES LA FE?, por F. Mallct; traduc-
ción por A. López. 0,60 pesetas.— Libre-
ría Religiosa, Pontejos, 8, Madrid.
¡Quedaos en casa! Primer tomo. Núme-
ro 183 de Lecturas Católicas.— Librería
Salesiana, Sarria-Barcelona.
(Continuará.)
LORENZO HERVÁS
SU VIDA Y SUS ESCRITOS (1735-1809)
I
LORENZO HERVÁS: SU VIDA
SEGU.NDO PERÍODO
El primer destierro (1767-1798).
Sumario: 1. El P. Hervás en Forlí.— 2. El abate Hervás en Cesena.— 3. Sus estudios
lingüísticos: plan, ocasión y medios.— 4. Ocupaciones en Roma.— 5. Distinciones
honoríficas.
1. Al levar anclas y salir del puerto las naves que conducían hacia
Italia álos jesuítas españoles en 1767, bien pudieron quedar éstos, gra-
cias al decreto de expulsión, sin patria y sin hogar, expuestos á las in-
clemencias del tiempo, del mar y de los hombres, apenados con las
deserciones de algunos, animados por la heroicidad de otros, que prefirie-
ron el destierro en la alternativa de optar entre la patria y la religión;
pero no pudo romperse el vínculo sagrado, que tenía unidos á aquellos
religiosos entre sí y con la Compañía de Jesús (1).
Salieron de España desterrados, pero quedaron jesuítas. El vínculo
de los votos religiosos, fuera del alcance de Carlos III y sus ministros,
vino luego á romperse á los pies de Clemente XIV al golpe inexorable
del breve Dominas ac Redemptor.
Llegados aquellos religiosos expulsos de España y sus posesio-
nes, en número de más de 5.000, á los Estados pontificios, después de
las peripecias que no es del caso referir, urgía colocarlos de modo que
conservasen lo más posible las agrupaciones que habían formado hasta
entonces con el nombre de provincias. Los religiosos, que componían
la llamada en España provincia de Castilla, pudieron colocarse á fines
de 1768 en la campaña de Bolonia, con la mayor parte de la pro-
vincia de Méjico; en la ciudad de Ferrara, los demás de Méjico, con
las provincias de Aragón y Perú; en Imola, la de Chile; en Faenza, la
del Paraguay y algunos como destacamentos de otras provincias. En
Rímini se reunió la de Andalucía; las dos provincias de Santa Fe y Quito,
(1) Parece negar verdad tan palmaria Caballero en su Abate Hervás; y así supone á
nuestro Lorenzo llegado á Italia de treinta y dos años, de hoy más, peregrino en el
mundo, aislado y de su propia cuenta; era jesuíta, va á ser abate (pág. 37); á la página
siguiente, no obstante, nos cuenta que Hervás en 1769 hizo el cuarto voto como je-
suíta.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 19
278 LORENZO HERVÁS
en algunas ciudades y pueblos pequeños de la Marca de Ancona y del
Ducado de Urbino; la provincia de Filipinas se estableció en Bagnaca-
vallo y, por fin, la de Toledo en Forlí (1).
Entre estos religiosos de la provincia de Toledo iba nuestro Hervás,
quien ponderando años después en su Viaje (II, 283) los males que veía
extenderse por Europa, que «antes maestra de la virtud y de la sabiduría,
ha querido ser discípula del vicio y del delirio», afirma con dolor:
«Estos males por contagio se van extendiendo por varios principados de Europa,
en la que se conserva aún virtuosa y sabia la hermosa Italia,... en la que la religión
santa fabricó para sí la más augusta y sagrada habitación, poniendo por adorno á sus
murallas las ciencias, las bellas artes y la humanidad, que es el fundamento de la reli-
gión civil. La Italia á mi, náufrago entre las fieras olas á que como desecho de mis na-
cionales fui arrojado, me dio ayuda y benigno asilo, en que después de haber temido
[tenido?] ayrado el Cielo contra mi y después de haber experimentado un tumulto de
ejicadenadas desgracias, vivo en dulce retiro y calma; porque de mí desapareció ya la
memoria de los males padecidos y del bien perdido.»
Pero mientras todos estos males no acabaron de llover sobre las ca-
bezas de los expatriados, continuaron éstos su vida religiosa en Italia
con el orden que en España, según las difíciles circunstancias lo sufrían;
así, Hervás profesó solemnemente en 1769 (2); y quizás continuó su in-
terrumpido curso de Filosofía, pues sabemos que también en Italia la en-
señó, así como las Matemáticas (3). Sin embargo, su principal ocupación
en estos primeros años antes y después de 1773, fué el estudio detenido
de las Matemáticas, Astronomía y el escribir entre las obras italianas las
que tienen marcado carácter enciclopédico (4).
(1) Cf. El V. P.José Pignatelliy la Compañía de Jesús en su extinción y restable-
cimiento, por el P. J. Nonell, S. J., I, 331.
(2) Biblioteca, v.° Hervás; el P. Uriarte, cuya muerte deja entre los bibliófilos espa-
ñoles un vacío que difícilmente podrá llenarse, nota en sus manuscritos que profesó
Hervás en Cesena el 2 de Febrero.
(3) ///síor/a. III, 76: «Al explicar la Metafísica, que según Redhlamer enseñé en el
Seminario matritense de Nobles, y según Mako en Italia...» Sobre enseñar las Mate-
máticas, véase la nota siguiente.
(4) En la Biblioteca dice de sí mismo: «El autor en 1769 empezó á escribir un curso
matemático, y efectivamente concluyó un tomo de Geometría superior y de Trigono-
metría esférica; otro de fluxiones ó de cálculo infinitesimal; otro de curvas, y otro de
arquitectura civil. La escritura de estos tomos y la enseñanza de las matemáticas fue-
ron su ocupación hasta la mitad del año 1773; mas conociendo que sus circunstancias
no le permitirían hacer ni procurar las expensas de la costosa impresión de libros ma-
temáticos, abandonó la empresa del empezado curso.»
Sobre el estudio de la Astronomía y trato con el P. Cerda se habló en el párrafo
anterior, tomándolo del Viaje III, 2C-23.
En la Biblioteca se nota entre las obras de Hervás: «6. Elementos cosmográficos.
Un volumen en 4.° Esta obra entra en el título de la obra grande que el autor escribió en
italiano... El autor la había escrito en italiano y suspendió su publicación á instancias
del Señor Frey Don Antonio Panduro...»
LORENZO HERVÁS 279
2. Hecho Hervás de religioso abate, quedó á la merced de su fortuna,
que de ordinario le fué más próspera que á muchos de sus antiguos her-
manos, y con razón el P. Luengo (Diario, XLIII, 121), al anotar años
después su muerte, podía decir: Hervás «era tenido comúnmente por
hombre, ya que no digamos rico, á lo menos que podía tener algún
caudal > (1).
El refugio habitual de Hervás por muchos años desde 1774 fué Ce-
sena y la casa de los Marqueses de Ghini, donde era tratado como de
la familia y defendía sus pleitos (2). Á Cesena dedicó su primera obra
italiana; pues, como dice en su Historia (VI, 104): «El magistrado de
Cesena imprimió una larga memoria (que yo á sus instancias hice sobre
sus [de Cesena] ventajas y desventajas temporales) y la presentó al
Papa y al Colegio Cardenalicio» (3). En Cesena escribió en gran parte
é imprimió todos los 21 tomos de sus obras italianas (4). En Cesena, por
último, con la ocasión que luego diré, empezó Hervás á trabajar con ar-
dor, nunca disminuido hasta su muerte, en los estudios lingüísticos.
La cadena, que ataba á los expatriados jesuítas al territorio pontificio.
b
(1) No fué mucho el dinero que dejó en su testamento, unos 850 escudos. En vida
reunió bastante más, que empleó en sus estudios, en su familia y en los pobres.
(2) En la carta que prece&e á la Vida de San José, del P. José Ignacio Vallejo (Ce-
sena, 1774), escribe el P. Hervás desde Cesena, 24 de Septiembre de 1774: «La necesi-
dad de buscar alivio al quebranto de mi salud, que me ha obligado á interrumpir el
estudio y abandonar mi retiro en Forlí, me ha ofrecido la gustosa concurrencia con
Vm., que al mismo tiempo ha llegado á ella [Cesena], con el fin de dar á pública luz la
vida del glorioso San Josef.»
Á su primo Antonio decía Hervás en 20 de Febrero de 1777: «Mantenido con apar-
tamento, mesa, criado, etc., en casa del Marqués de Ghini, cuyos pleitos gravísimos
defiendo con feliz éxito...» Al volver por segunda vez á Italia contaba parar en Cesena,
donde «tengo casa como propia, esto es, apartamento magnífico en el palacio del Mar-
qués de Ghini...; el Marqués presente y su padre han hecho obligación jurada de darme
vivienda, mesa, coche, etc., como al primer hijo de la casa». Carta de 2 de Junio de 1801.
Así, no es de extrañar el agradecimiento que conservó Hervás ásus bienhechores.
Cf. Viaggio (IX, 235).
(3) Lo primero, no obstante, que veo impreso de Hervás es la carta sobre la Vida
de San José, del P. Vallejo; en la Biblioteca es llamada breve discurso del Abate Hervás
sobre dicha vida.
(4) Los 17 primeros tomos tienen la dedicatoria firmada en Cesena:
I, Cesena, 10 de Agosto de 1778.
XVII, Cesena. IV Idus Augusti 1784.
XVIII, Roma, 15 de Agosto de 1785.
XIX, Cesena, 31 de Diciembre de 1785.
XX, Roma, 21 de Junio de 1787.
XXI, Roma, 10 de Agosto de 1787.
El tomo sobre la caridad, aunque extraño por su materia á los anteriores, es mirado
por el mismo autor como tomo XXII de sus obras italianas, Cf. Revolución, I, 169; está
impreso en Fuliño en 1792 y con dedicatoria en Roma, 30 de Mayo del mismo 1792.
Supone Caballero (pág. 41) que debió estar Hervás para eso en Fuliño; la cosa podrá
ser verdad, pero la razón no es eficaz.
280 LORENZO HERVÁS
no era tan corta que les impidiera viajar dentro de él, aunque con cier-
tas trabas. Así vemos que Hervás habla de sus viajes por Italia durante
el tiempo de la impresión de sus obras en Cesena (Historia, II, 71); de
su estancia en Bolonia (Idea, XVII, 191, y Catálogo, VI, 83), donde creyó
eran suizos los paisanos que hablaban el bolones, que él no entendía,
aunque bastante bien impuesto en la lengua toscana.
Estas saHdas de Cesena fueron transitorias, y con razón pudo decir
en el tomo VI de la Historia (pág. 104), que en Forlí y Cesena había
habitado quince años, á saber, desde 1768 á 1783 ó 1784, próximamente.
No mucho después pasó á Roma, «la siempre grande, augusta y ma-
jestuosa Roma, que sobre todas la poblaciones se distingue quantum
lenta solent inter viburna cupressi..., centro de nuestra Religión Chris-
tiana, madre de los que afortunadamente la profesamos y patria común
de todos los terrícolas». Viaje, (II, 283), no sólo para consultar la Biblio-
teca de Propaganda Fide como consta en el tomo XIX (páginas 92 y 163),
sino para fijar su morada en la Ciudad Eterna, que no dejó hasta el 17 de
Octubre de 1798, pues escribiendo el principio del Catálogo (I, 74), de-
dicado el 15 de Febrero de 1798, podía decir que hacía ya catorce años
tenía su residencia en Roma (1).
3. Pero antes de seguir á Hervás á la ciudad de. los Papas, dejando
Cesena, es preciso hablar ya de los trabajos lingüísticos que le hicieron
inmortal, pues en Cesena, como dije, se comenzaron, cayendo Hervás en
la cuenta de lo que dejó repetidas veces escrito, á saber, la capital im-
portancia y singular abandono en que yacían estos estudios (2).
Cualquiera que haya manejado un poco las numerosas obras del
abate Hervás, habrá advertido que hay entre las italianas y castellanas
marcado paralelismo. La razón es obvia; desde 1785 se dedicó, por insi-
nuación de su tío materno Frey D. Antonio Panduro, á traducir en
español lo escrito antes en italiano, mas no como mero intérprete,
sino como verdadero autor. Cf. Biblioteca; Historia, I, XXIII; Catálo-
go, I, 63 (3).
(1) En Roma no debió domiciliarse Hervás hasta 1785. Pues desde Roma le escri-
ben sus amigos en Enero (XVII, 109), en Marzo (XVII,48); en Agosto dedica desde
Cesena el tomo XVII; desde Cesena envía á Azara sus obras en 23 de Septiembre, y,
por fin, en el Catálogo (I, 202) expresamente dice que el abate Felipe Gilii, misionero
antes en el Orinoco, «correspondió prontamente á mi deseo y petición, y en carta con
fecha de 25 de Marzo de 1784 desde esta ciudad de Roma, de la que yo en dicho año
estaba ausente, me escribió...»
(2) Cf. Idea, XVII, 14, 91; XVIII, 10; XXI, 26; Escuela, I, 68; Historia, I, Introducción,
pág. VIII; Catálogo, I, 27; en la Introducción á esta última obra se notan (art. IV-VIII) las
diversas épocas por que han pasado estos estudios y los diversos autores que aníes
de Hervás han escrito sobre ellos.
(3) Entre las obras italianas y las españolas de Hervás hay que colocar un ejemplar
de aquéllas que, como dice el P. Uriarte, se guarda en la biblioteca del colegio de Lo-
yola, con «numerosas añadiduras, enmiendas y cambios muy substanciales..., de su
puño y letra».
LORENZO HERVÁS 281
Por esto, para conocer las primeras ideas de Hervás hemos de acu-
dir á las obras italianas, y á las castellanas para notar su progresivo
desarrollo.
Cinco son las obras impresas en italiano y exclusivamente dedicadas
al estudio de lenguas; ocupan los tomos XVII, XVIII, XIX, XX y XXI de
su Idea dell' universo, y forman, según frase del mismo autor, la Storia
delle tingue, á saber: Catalogo dette tingue conosciute e Notizia detla
loro af finita e diver sita. —Origine, Formazione, Meccanismo ed Armonía
degl'Idloml. — Aritmética delle Nazioni e Divisione del tempo fra
V Orientan.— Vocabolario Poligloto con Prolegomeni sopra piii di CL
Lingue.—Saggio Pratico delle tingue con prolegomeni e una raccolta
di orazioni Dominicali in piii di trecento tingue e dialetti (1).
La primera de estas obras, dedicada, con una larga inscripción latina,
á los infantes gemelos Carlos y Felipe, está fechada en Cesena el IV de
los Idus (el 10) de Agosto de 1784; la última lleva la misma fecha de 1787
y está dedicada á Pío VI. Ocurre, pues, preguntar: 1.° ¿Son estas obras
continuación de las anteriores, de modo que formen los 21 tomos una
obra, la Idea delV Universo? 2.° Dado caso que no sea así, ¿cuándo y
cómo vino á Hervás idea de escribirlas, apartándose de su plan ó dán-
dole mayor extensión?
En cuanto á lo primero, aunque sea de suyo harto vago el programa
de la Idea delV Universo, y en decir del P. Luengo (Diario XXI, 629), como
tiene 21 tomos, lo mismo podría tener «ciento, si el autor tuviese gana y
vida para escribirlos, porque baxo de dicho título, como es claro, se puede
escribir de todas las cosas que hai en el cielo y en la tierra»; sin em-
bargo, el mismo autor desde un principio dejó trazados los principales
límites de su obra, siendo el primero en confesar que la materia de suyo
era latísima (2).
En el prólogo, v. gr., de toda la obra (I, 7), fechado en Cesena el 10
de Agosto de 1778, dirigiéndose á su magnífico favorecedor el mar-
qués Nicolás Ghini, dice que va á tratar «del hombre, del cielo y de
Como en la segunda parte me pienso ocupar, Dios mediante, de las obras de Lo-
renzo Hervás, en esta primera sólo de ellas noto lo que puede dar alguna luz sobre
la vida del autor.
(1) Estos son los títulos de las cinco obras publicadas aparte; en los tomos que
forman la colección italiana, ó no llevan título particular ó lo tienen muy reducido.
(2) Al terminar la primera parte decía el autor (VIII, 217): «Ecco, caro Leggitore,
fornita la Storia della vita dell'Uomo, prima parte della Idea deW Universo. Quest'opera
cominciata da me col disegno solo di distrar la mente da molti motivi d'afflizione, che
bene spesso mi assalivano é stata poi continuata non solamente ad oggetto di procu-
rarmi lo stesso solliero, ma eziandio di far alcun bene a'miei confratelli in Gesucristo...
Taluno per avventura desidererebbe, che io avessi trattato con maggior estensione le
materie, posto che un argomento cosi vasto... mi presentava un campo assai ampio e
spazioso, ma questo desiderio é insaziabile; mentre Topera, ;che si vorrebbe a soddis-
forlo, sarebbe interminabile.»
282 LORENZO HERVÁS
la tierra», de modo que en la parte dedicada al hombre ofrezca «una
exacta relación de la concepción, nacimiento, vida, muerte y de cuanto
puede decirse que sea el hombre» (pág. 9). Después del hombre dirige
Hervás su vista al cielo, y admirado de su grandeza, propone un viaje
extático «en que, volando invisiblemente con el espíritu por los inmensos
espacios del cielo, pueda en pocos momentos trasponer distancias infini-
tas y observar cuerpos de inconmensurable grandeza» (pág. 9); y como
el argumento del Viaje (pág. 10) «puede excitar la curiosidad de muchos
que deseen entender con mayor fundamento cuanto en él se dice, por esto
el Viaje extático irá precedido de un tratado de Elementos cosmográficos
que pueda satisfacer no sólo al que lea dicho Viaje, sino también al que
quiera leer la última parte de esta obra, que será la Historia de la Tie-
rra» (1). Con esto, la Historia de la Tierra quedó hecha cuarta parte; «en
esta Historia hablo del principio del orbe terráqueo que habitamos, y de-
muestro-no ser tan antiguo como algunos creen; utilizando para ello la
Historia Sagrada y profana, la tradición universal de las naciones, la re-
ciente invención de las artes y otras solidísimas razones naturales. Des-
pués considero la magnitud da la tierra y su figura, penetro hasta lo más
recóndito de sus entrañas, observo la admirable variedad de las cosas
que se encuentran escondidas á nuestras miradas; discurro luego por su
superficie, haciendo reflexión sobre los mares que la rodean. Por último,
me ocupo de las alteraciones á que desde su creación ha estado sujeta
la tierra, y no dejo de considerar la población de la especie humana, aun-
que de esto se hablará en la Historia de la vida del hombre. Después de
todo esto, contemplo también la magnitud de la atmósfera que nos en-
vuelve, su figura, peso, extensión y principales meteoros que en ella ad-
miramos... Questa é... la idea genérale di tutta la opera esposta colla
brevitá propria di questo luogo» (pág. 10). En donde es de advertir la
parte tan insignificante que se concede á la población del globo ó pro-
pagación de los hombres, y eso como cosa tratada ya en Storia della
vita deiruomo (VI, pág. 178).
Este mismo plan se repite al principio del Viaggio (2). Y aquí tene-
mos la extensión que pensaba Hervás dar á su obra, por lo menos hasta
el 1 de Febrero de 1781, en que firmó la dedicatoria del primer tomo del
Viaggio.
(1) Estando tan clara la mente del autor, y no menos claro el título general de la
obra: Idea deW Universo, che contiene la Storia della vita dell'Uomo, Elementi Cosmo-
grafici, Viaggio estático al Mondo planetario e Storia della térra, es más de maravillar
creyera Caballero ser Elementi Cosmografici titulo general para las dos partes Viaggio
y Storia della térra (pág. 85).
(2) Tomo IX, pág. 9: En cuanto á la historia de la tierra, que es el punto principal y
en que se incluyó luego la historia de las lenguas, dice: «Riguardo alia térra saper ci con-
viene il suo principio, antichitá, figura, grandezza, superficie, ['interiore di essa, le dife-
reníi parti, onde si compone, per esempio l'acqua, i minerali e la popolazione, con cui
dagli uomini viene abbellita.»
LORENZO HERVÁS 283
Pocos meses después se empezaba la publicación de la Sforia della
Terra, y, según lo prometido, trata su primer tomo de la creación, expo-
niendo los dos primeros puntos del programa, principio y antigüedad
de la tierra. El segundo tomo ó parte se ocupa también de la creación,
pero no en general, sino en especial, y siguiendo los libros sagrados y
tradiciones más racionales, describe la creación de nuestros primeros
padres, su estado de inocencia y su ruina (XII, 3).
Los tomos XIII y XIV, impresos en 1783, explican la figura, magnitud,
superficie y elementos de la misma tierra, según el consabido plan, pro-
metiendo al fin del último (XIV, 243) que «en este año de 1783 se dará
fin á la impresión de esta obra: Idea deír Universo», porque en realidad
bien poco faltaba para darla por concluida. Cuando he aquí que el 23 de
Marzo de 1783 aparece el tomo XV, dedicado á la ilustrísima señora
marquesa Mariana Ghini; Hervás da una inusitada amplitud á su obra,
y promete comenzar «la historia más útil de la tierra, cuya relación voy
describiendo, después de haber expuesto en los precedentes tomos
aquellas materias que, por relacionarse con el orden físico, pueden con
razón decirse que contienen la historia física de la misma tierra... Ahora
bien: siguiendo yo el espíritu y curso de la historia terrestre, y querien-
do reducirla á justos términos, me creo en la obligación de tratar las
principales épocas y acontecimientos, de los cuales los primeros han de
ser aquellos memorables del diluvio universal, fábrica de la torre de Babel
y castigo impuesto en su construcción» (pág. 5). Y aquí tenemos á
Hervás, que, olvidado de todas sus promesas y planes, toma un rumbo
nuevo en un mar sin riberas, confesando que en parte ya lo había nave-
gado; es decir, que había tratado del diluvio en el tomo XIV (tr. 2.'',
cap. IV, art. 5.°); pero también tenemos á Hervás que advierte haber sido
el castigo de los soberbios fabricadores de la torre la confusión de las
lenguas, de donde se originaron los idiomas, y en este punto empieza
sus estudios favoritos. Por esto Hervás concluye en el tomo XVI breve-
mente lo que debía decir sobre la repoblación del globo por Noé y sus
hijos, y abre en él XVII la Historia de las lenguas (1).
La Historia, pues, de las lenguas en Idea delVUniverso, es un injer-
to, que siendo de especie diversa, de más valor y con propia vida, dejó
secar el árbol en donde prendió. Porque al lado de los cinco tomos últi-
mos, los anteriores no merecen leerse.
El tomo XV, impreso en 1783, es digno de especial estudio, pues en
su preparación, y no antes, se encontró Hervás con los materiales de sus
estudios lingüísticos entre las manos (2). En este tomo, como en todo
(1) En la portada del tomo XVII se leen por vez primera las palabras Historia de
las lenguas: Idea delVUniverso che contiene la Storia della vita... e Storia della Terra
e delle tingue,
(2) No creo haya alusión alguna en los catorce primeros tomos italianos á estudio
284 LORENZO HERVÁS
período de transición, se nota cierto desorden é inexactitudes que mani-
fiestan claramente cómo Hervás iba concibiendo un plan vasto y gran-
dioso, sin tenerlo aún fijo y determinado (1). En sus últimas páginas, no
obstante, hallamos casi formado del todo el plan de la Historia de las
lenguas, y con él la respuesta dada por el mismo Hervás á la segunda
pregunta que se propuso de cuándo y cómo empezó sus estudios sobre
lenguas. Dice Hervás (XV, 172):
«Sobre la confusión de las lenguas, ó más bien, sobre el origen de los idiomas que
aparecieron por primera vez en la fábrica de la torre de Babel, se hacen por los autores
muchos y variadísimos discursos... Yo, por ahora, sobre estas cuestiones... brevemente
diré que la confusión de la antigua y única lengua hablada entre los hombres en el
tiempo del Diluvio, y el origen de los nuevos idiomas resultantes en la misma confu-
sión, son hechos que aunque no se contaran en la Historia Sagrada, ni se hallasen indi-
cados en la tradición de los pueblos, se deducirían indudablemente y aparecerían evi-
de lenguas que tuviera Hervás entre manos, ni siquiera donde la materia le podía su-
gerir esas ideas, como años después se las sugería... Verbigracia, en el tomo I, pág. 127:
Tempo in cui I' infante incomincia a parlare, se c'é idioma naturale all'Uomo, e sulla
diversitá degVidiomi; VI, 178: Propagazione del genere amano; XI, 24: Invenzione dei
Caratteri scriturali.
Siendo muy de advertir: 1.°, que en 1785, al dar cuenta en su prospetto della Storia
della vita dell'uomo, del capítulo VIH del libro II (donde está el primer pasaje aquí se-
ñalado), en seguida habla de sus estudios lingüísticos (pág. 6, columna 2.^); 2.'^, que la
misma idea de la propagación del género humano le lleva en el tomo XV á considerar
la confusión de las lenguas y su diversidad, y 3.", que á la invención de los alfabetos
se hace alusión al fin del tomo XV, donde expone el programa de sus estudios lingüís-
ticos, como en el texto se dirá en seguida.
Si alguno tuviera aún alguna duda de esto, considere que.las obras españolas escri-
tas después del tomo XV, constantemente hablan de lenguas, v. gr., la Historia y la
Escuela, lo mismo que á partir del tomo XV las obras italianas; v. gr., XVI, 8, 60,
90; XVII, 2, 91...; XX, 9, donde se dice expresamente:
«Le míe circostanze e ristrettissime facoltá lontaníssimo mi tengono dal potere
sperare questi vantaggi necessarj a ben riuscire nella quasi temeraria impresa della
storia delle Hngue, che nel tomo XV dell'Idea dell'Universo, e poi in altri tomi promisi
di publicare.»
(1) No deja de ser curiosa la confrontación de las referencias del tomo XV á los
tomos que habían de seguirse, XV, 90: «Giacché per non interrompere il discorso ho
tralasciato di notare tali nomi [del sol, luna... en diversas lenguas] e mesi che,., ho rac-
colto coH'occasione di radunare notizie particolarissime che nel tomo XVI sí metteranno
sulla moltitudine delle lingue, e sul loro vario e mirabíle artifizio...» Ahora bien, sobre
la muchedumbre de las lenguas trata el tomo XVII, y sobre el artificio el XVIII; el XVI
no se ocupa de eso. En el XV, 141, se promete «traduzione letterale del Pater noster'm
molte lingue Madri, che si metterá nel tomo XVI». Pues bien: tales traducciones se
ponen en el tomo XXI. Nótase el mismo error en las citas al tomo XVI de las páginas
148, 172, 173, 174.
De modo análogo se hallan en el tomo XV citas del tomo XVII, que no le correspon-
den; V. gr., XV, 55, 148, 150, 152, 155.
Estas equivocaciones no son casuales, sino que pretendió indudablemente incluir
en el tomo XWltodo lo referente á lenguas, y en el XVII lo perteneciente á la dispersión
de los hombres, población del mundo, establecimiento de las más antiguas y famosas
naciones, que en parte va en el XVI, tal como ahora lo tenemos, cf. XV, 148.
LORENZO HERVÁS 285
dentes, considerando y observando con atención la muchedumbre de las lenguas que
hay en el mundo esencialmente diversas, ya por la variedad de sus palabras, ya por la
notabilísima diferencia de su peregrino y admirable artificio. Si en la confusión de las
lenguas acaecida en la construcción de la torre de Babel no hubieran nacido nuevos y
diferentísimos idiomas, en todas las lenguas de las naciones se descubrida alguna rela-
ción de unas con otras, se hallarían ideas relativas á aquella primera y única lengua...
así como todos los alfabetos de las naciones, por proceder de un mismo origen, nos
ofrecen en el orden de las letras, como se notó en el tomo XI, capítulo III, § I [pág. 24,
clara relación entre sí, aunque se encuentren alterados en la figura ó forma de los carac-
teres. De aquí que la muchedumbre y variedad admirable de las lenguas que hasta
ahora existen (habiendo perecido muchísimas), sin asemejarse en nada, son prueba
concluyente del hecho de la confusión de las lenguas narrado por Moisés. Esta prueba
aparecerá verdaderamente eficacísima y sorprendente cuando se presente á la vista un
ensayo de la muchedumbre y variedad admirable de las lenguas; por esto yo, con tra-
bajo y fatiga grande, he procurado formar un tal ensayo, y con este fin he reunido la
oración del Padre nuestro en más de sesenta lenguas, de las cuales más de cuarenta son
lenguas madres (1). He recogido también los numerales de muchísimas naciones y los
elementos gramaticales de no pocas lenguas desconocidas de los europeos. Mi pensa-
miento, que era vastísimo,. pues se extendía á dar alguna idea de más de cien lenguas
madres, de cuya existencia tengo noticia cierta, se hubiera efectuado perfectamente
diez y seis años ha, cuando llegué á Italia con los demás compañeros jesuítas españo-
les, de cuyo singular conocimiento y pericia en las lenguas hubiera podido aprove-
charme (2). Al presente no tengo esta ventajosísima ocasión, puesto que en este tras-
curso de años han pasado á mejor vida, y al goce del premio de sus fatigas, más de
doscientos Misioneros de naciones bárbaras, en cuyas lenguas bien pocos españoles ó
americanos instruidos encuentro en Italia.»
Y lo que dice Hervás al principio de su tarea, lo confiesa desde la
primera página del Catálogo (italiano) y lo repite á cada paso en sus
demás obras, y sobre todo en la más acabada del Catálogo (castellano),
dando así la gloria á quienes de derecho en gran parte pertenecía (3).
En este Catálogo tenemos además indicados los medios con que
contó Hervás para sus estudios sobre lenguas.
Pues en el art. IX de la Introducción, recordando que en artículos
(1) En el avviso de la pág. 2 del tomo XVII se promete la oración del Padre nuestro
en doscientas lenguas al menos; en el tomo XXI cumple lo prometido con el Saggio
Pratico delle tingue... e una raccolta d'orazioni Domínícali in piú di trecento tingue e
diatetti.
(2) En el tomo XXI (dedicado, como ya se notó, en 10 de Agosto de 1785) viene á
decir lo mismo:
(Pág. 56.) «Sonó poco piú di due anni, che mí venne il pensiere di scrivere la Storla
delle lingue coU'oportunitá, che mi dava... II pensiere m'é venuto un poco tardi perche
in 18 anni dalla loro venuta sonó morti piú di dugento.»
(3) Dejo á los que quieran recorrer las páginas del Catátogo italiano y castellano el
gusto de encontrar por silos nombres propios de esos misioneros.
Justo es, no obstante, confesar, y Hervás no lo niega, que otras personas, y sobre
todo religiosos de otras Órdenes, también le ayudaron con sus obras ó escritos.
Cf. Catátogo, I, 206; Historia, I, 128; Viaje, IV, 7...; y entre sus cartas se halla una de un
tal Jácome Capistrano de Moya, que se profesa discípulo y afectísimo de la Compañía
de Jesús y ofrece á Hervás libros y datos para la «vastísima obra de la Paleografía
universal».
286 LORENZO HERVÁS
anteriores había discurrido del modo de conocer el número, afinidad y
diversidad de las naciones por medio de las lenguas, sobre la manera útil
con que se deben observar esas mismas lenguas, la utilidad religiosa,
civil y científica de esta observación, las ideas con que otros autores se
han dedicado á estos estudios, junto con sus principales obras, entra á
proponer los medios y circunstancias que él ha tenido para escribir
esta obra:
«En la exposición de todos estos asuntos habrá conocido claramente el lector que
para la formación de la obra presente he debido consultar los libros gramaticales de
las lenguas, ó á los que las hablaban ó entendían á lo menos... Yo, pues, he procurado
leer y aun comprar (sin temor de la incomodidad á que me exponía la estrechez de mis
limitadísimas facultades) libros gramaticales de cuantas lenguas he tenido noticia. Esta
me hizo conocer que de poco número de ellas había libros impresos, y que, por tanto,
debía yo suplir la falta de éstos consultando á los que hablaban ó entendían los mu-
chísimos lenguajes de que nada se ha impreso. Para esta consulta me han ofrecido mis
circunstancias presentes la ocasión más ventajosa que hasta ahora ha habido en el
mundo y que difícilmente se logrará otra vez en los siglos venideros. Esta ocasión ha
sido y es la de hallarme en Italia en medio de muchedumbre de jesuítas sabios, antes
dispersos por casi toda la faz terrestre para anunciar el Santo Evangelio aun á las na-
ciones más remotas y bárbaras, y ahora compañeros míos envueltos en la misma des-
gracia, que arrancándonos del seno de la patria nos ha arrojado á las playas de Italia.
»En ésta, rodeado yo de zelosos y sabios misioneros de casi todas las naciones
conocidas del mundo, he podido fácilmente consultar á unos de palabra y á otros por
escrito, pidiendo á cada uno las palabras que de la lengua de la nación de su misión
pongo en mi vocabulario polígloto y en otros tomos, y alguna noticia de su artificial
gramática. Con la dirección de varios de dichos misioneros he formado algunas gra-
máticas y otros me han favorecido formándolas. Estos manuscritos y las muchas car-
tas con que los misioneros han respondido á mis preguntas y dudas sobre las lenguas
y naciones que las hablan, forman parte preciosa de mi pequeña librería políglota (1).
»Á esta ciudad de Roma, que ahora como centro del catolicismo es patria común
de todo el orbe catóUco..., concurren freqüentemente forasteros de gran número de
naciones de todo el mundo, y en los catorce años de mi residencia en ella he procu-
rado informarme del carácter de aquellas lenguas que los dichos forasteros sabían ó
de que tenían noticias que yo no había logrado...»
Quede, pues, asentado que si Lorenzo Hervás y Panduro merece
con justicia el nombre de padre y fundador de la Filología comparada,
que alguno ha pretendido negarle (2), por confesión del mismo Hervás
los desterrados ex-jesuítas españoles le proporcionaron los materiales
necesarios.
4. De residencia Hervás en Roma, donde pudo firmar el 15 de Agosto
(1) De estas cartas sólo conservamos entre las de Hervás una del P. Ignacio Mon-
tenegro, escrita desde Genova el 5 de Julio de 1783, con el Padre nuestro en holandés
y dinamarqués, y otra del P. Petisco, del 22 de Mayo del mismo año, con el Padre
nuestro y numerales en vascuence.
(2) Cf. Biblioteca histórica de la filología castellana, por el Conde de la Vinaza,
pág. XXV, y Max Müller, Lectures on the Science, of language (en Abril, Mayo y Junio
de 1861), páginas 135 y 136.
LORENZO HERVÁS 287
de 1785 la dedicatoria del tomo XVIII, fácil es prever las ocupaciones que
llenarían su vida.
Convencido como estaba de que sus estudios lingüísticos, así como
la Historia, no podían prosperar sin conocer los documentos que se
guardan en bibliotecas y archivos, cf. Historia, II, 407, sus principales y
constantes visitas fueron á las bibliotecas de Roma y al archivo de Pro-
paganda Fide, junto con la continua comunicación por cartas y de pala-
bra con los misioneros y otras personas que le podían dar alguna luz;
siendo no pocos los que, como afirma expresamente de los ex-jesuítas
Camaño, Velasco, Gilii y Clavijero, sufrieron sus frecuentes y raras
preguntas (XIX, 92).
Sobre esto tercero se ha dicho algo, aunque no todo lo que podría
decirse; v. gr., sabemos por el Catálogo (III, 51) que para tener algunas
palabras sobre el lenguaje cimbro escribió á quien pudiera instruirle;
y dudando sobre la semejanza entre el croato, ilírico ó dalmatino, bohe-
mio, polaco y moravo, un religioso franciscano, «el P. Zaidler, moravo,
conventual de San Francisco y actualmente penitenciario de San Pedro
en esta ciudad de Roma, me ha hecho la siguiente advertencia: el mo-
ravo entiende perfectamente al bohemio; bastante bien al húngaro escla-
vón; menos bien al polaco, menos al croato y al dalmatino y mucho me-
nos al ruso y al moscovita». Catálogo, III, 138.
Á este cuidado de aprovechar las ocasiones de instruirse iba unido
un diligentísimo espíritu de investigación personal de que hay numero-
sas pruebas en todos sus escritos.
En más de una ocasión pudo decir con legítimo orgullo (Escuela, I,
32 y 35), refiriéndose á estudios médicos á que era inclinado, «sobre las
causas de la sordera en los que nacieron sin falta de oído largamente
tratan los anatómicos y físicos, mas ninguno de ellos (según mis noticias
y he observado más de cien obras de famosos físicos) ha indagado la
causa de la sordera en los que nacen sordo-mudos», y «en circunstan-
cias de haberse impreso en italiano un libro, que reproduxe con nuevas
observaciones en castellano sobre la anatomía físico-filosófica del hom-
bre, he examinado á lo menos cincuenta obras diversas de los más famo-
sos anatómicos y no me acuerdo haber leído alguna noticia sobre la
anatomía de la cabeza de los sordo-mudos».
Esta investigación era sostenida por el deseo insaciable de acudir á
las verdaderas fuentes; por esto, aunque alaba en la Revolución (I, 226)
de crítica y excelente la historia del Calvinismo de Maimbourg y su re-
lación sobre las rebeliones y guerras que causó, «mas yo de este autor
[dice] nada me sirvo y ni aun he querido observarlas en su historia, por-
que he determinado decir... lo que he observado en los manantiales más
puros de la historia».
Después de preguntar á los misioneros vivos, nada más útil que pre-
guntar á los muertos, cuyos testimonios escritos guardaba el Colegio de
288 LORENZO HERVÁS
Propaganda (XIX, 163): «Buscando documentos para descubrir la afini-
dad de algunas lenguas orientales, tuve la suerte de leer en la biblioteca
del Colegio de Propaganda algunos manuscritos donde los misioneros
habían notado los nombres que ellos no entendían, pero sí sabían eran
usados en dos naciones orientales para designar los días de la semana y
los meses del año.» Y en el Viaje (IV, 7) tiene cuidado de notar que
«las obras manuscritas de Hanxleden [Juan Ernesto Hanxleden, S. J.]
están en la biblioteca del Colegio de Roma llamado de Propaganda fide;
en dicha biblioteca las he leído».
No eran solos los libros ó manuscritos del colegio urbano ó de Pro-
paganda los que utilizaba Hervás, y así, hablando del Derecho canónico
ó eclesiástico de España en su Historia (IV, 131), dice:
«Los códices romanos son los siguientes: el exemplar del códice
Lucense (cuyos índices están en la biblioteca del Escorial)... Este códice
está en el núm. 4.887 de la biblioteca Vaticana. En ésta, al núm. 1.341,
se halla el códice llamado Heduense ó Agustodonense... En el núm. 575
de la dicha biblioteca Vaticana hay otro códice imperfecto que pertene-
cía al Monasterio de San Martín de Maguncia... En el núm. 1.338 he
visto y observado un gran códice de pergamino en folio...», etc.
Pero no es preciso revolver las obras de Hervás para mostrar su
diligencia en acudir á las bibliotecas romanas, cuando una de sus obras
lo prueba sola bien claro.
Me refiero al «Catálogo de manuscritos de Escritores Españoles y
Portugueses, existentes en siete bibliotecas insignes de Roma, que son
las siguientes: I, Angélica; II, Barberini; III, Casanatense; IV, Corsini;
V, Jesuítica; VI, Vallicellana; VII, Zelada», y á los «Códices que de
Colecciones canónico-españolas hai en las bibliotecas de Roma»; obras
ambas que forman parte ó complemento de la Biblioteca Jesuitico-espa-
ñola de Hervás, fechada en Roma el 2 de Abril de 1794 y aumentada
hasta 1799.
En la introducción al Catálogo de manuscritos hay noticias que no
merecen desconocerse.
«Mi venida á esta ciudad de Roma y mi establecimiento en ella no tuvieron otro fin
que el de poder aprovecharme del tesoro de sus muchas y excelentes bibliotecas; y
apenas empecé á observarlas cuando advertí que en ellas se depositaba de escritores
españoles muchedumbre de preciosos manuscritos...; al Señor Bayer, Prefecto de la
Real Biblioteca de Madrid... escribí, proyectándole [proponiéndole] que con la rara y
ventajosísima ocasión de hallarse en esta ciudad de Roma muchedumbre de ex-jesuitas
españoles instruidos en toda clase de ciencias, se podria pensar en valerse de ellos con
poco gasto para observar y trasladar los manuscritos que, depositados en dichas bi-
bliotecas, se juzgarían convenir y ser útiles á los intereses de la nación española... El
aviso de mi proyecto no tuvo ni aun el mérito de lograr respuesta... y... determiné em-
prender por mí solo la laboriosa y útil tarea de observar á lo menos el número y la
calidad de los manuscritos que de escritores españoles existen en las bibliotecas ro-
manas.» Grande ha sido el trabajo por la falta de los Índices. «El Índice de manuscritos
que he hallado más completo es de la biblioteca Vallicellana...; esta biblioteca contiene
LORENZO HERVÁS 289
un tesoro de manuscritos pertenecientes á la historia eclesiástica de España; los ma-
nuscritos de las demás bibliotecas pertenecen á diversos ramos de literatura, entre los
que el teológico es el más abundante.»
En la introducción á los Códices expresa que, recogiendo los que
pertenecían á colecciones canónicas guardados en las bibliotecas de
Roma, ha querido dar alguna ilustración á la obra manuscrita de Burriel
sobre los códices que se guardan en España, cuando llegue el deseado
tiempo de publicarse este insigne trabajo sobre nuestra antigua legisla-
ción canónica.
Estas ocupaciones literarias de Hervás, continuadas con incansable
diligencia hasta su salida de Roma, dieron por resultado sus mejores
escritos. En Roma acabó la colección italiana de sus obras; empezó á
publicar en castellano sus diversas partes por separado, notablemente
mejoradas y aumentadas. Allí escribió la Escuela de sor do-mudos, ia
Biblioteca; arregló el Arte de escribir y la Paleografía y otras muchas
obras; del mismo Catálogo decía en el tomo IV, pág. 3:
«Habiéndole [el tomo III] enviado á España en el año 1798 para que
se diera á la pública luz, luego en 17 de Octubre del mismo año salí yo
de Roma para la misma península, en donde esperaba escribir el pre-
sente... Mas hallándome en ella falto de los apuntamientos y libros que
para continuar dicha obra había preparado... me ocupé en escribir otras
obras...»
En medio de estas ocupaciones halló Hervás tiempo para asistir á las
disertaciones de Anatomía del Sr. Flajani, protocirujano de su Santidad
(Historia, III, 319), estudio á que se sentía inclinado y de que dio pruebas,
sobre todo, en su Hombre físico ó Anatomía humana f Isleo-filosófica; se
ocupó en recoger libros sobre lenguas para los trabajos del Sr. Pallas (1);
(1) Catálogo, I, 64:
«El año 1785 el Señor Santini, agente imperial de la corte de Petersburgo en esta
ciudad, tuvo orden de su corte para enviar á ella todas las obras que los jesuítas habían
pubhcado en Italia sobre las naciones americanas y asiáticas y principalmente sobre
lenguas. Estas obras que por encargo de dicho agente yo recogí, debían servir de ma-
teriales al señor Pallas, famoso literato y viajador por todo el imperio rusiano, para
que hiciera una confrontación ó cotejo de todas las lenguas conocidas. No he visto
aún esta obra, que sé haberse empezado á publicar antes del año 1789...»
Al comunicar en el tomo XVIII (pág. 12) el mismo proyecto del Sr. Pallas, termina
Hervás el párrafo: «II Signore Pallas conta coll'assistenza del Ministero Russiano, ed io
soltanto colle míe prívate fatiche dovendo scrivere tutto dapperme e fare dapper me
solo tutte le ricerche.»
Al escribir, no obstante, las Hneas del Catálogo gozaba de doble pensión, concedida
en 1787. Informando Azara en 15 de Junio de 1785 sobre el asunto, daba este testi-
monio de Hervás: «Es de buenas costumbres y muy aplicado á las ciencias.»
Sabido es que la pensión anual concedida á los ex-jesuitas era de 100 pesos, de 15
reales, para los sacerdotes y escolares, y 90 páralos coadjutores, correspondiendo á
cada trimertre 375 reales vellón para los unos, y 337 reales con 17 maravedises para
los otros. Cantidad á todas luces insignificante.
290 LORENZO HERVÁS
hizo en Abril de 1792 un viaje á Ñapóles, pudiendo examinar las excava-
ciones que por entoncen se llevaban á cabo en Pompeya (1); y en el
mismo Roma no quedó insensible ante las obras de arte ó de la antigüe-
dad. Cf. Historia, V, 95.
Así pasaron los años para Hervás, sin que apenas amargaran su vida
sino los disgustos de familia, que en otra parte se insinuaron y no es del
caso relatar por menudo, y las dificultades no ligeras que encontró en la
impresión de sus obras en España (2). De éstas tratará la segunda
parte, haciendo ver cómo las fué venciendo, gracias á la protección
decidida del Duque de Montemar, su antiguo alumno en el Seminario de
Nobles; de Tomás Bernad, Barón de Castiel, y de D. José Cistue, fiscal de
Á esto se añade la gravísima dificultad que á veces se sentía en los Estados pontiü-
cios, y sobre todo en Roma, de cambiar las cédulas por dinero efectivo; véase en el
Archivo histórico (Estado, 3.906) una carta de Azara al Duque de la Alcudia, de 30 de
Septiembre de 1795, y una representación, con la misma fecha, á D. Diego de Gardo-
quí. En ambos documentos hay cláusulas que sin duda representan más el espíritu
descreído del Ministro que la verdad; pero en otras se pinta, sin exageraciones, un
estado de la hacienda pública lamentable; la suerte de los ex-jesuítas causaba lástima
al mismo Azara.
Léese en el segundo documento: «Todos los empleados del Rey en este Estadol
todos los Jesuítas y todos los pagos que se hacen para las expediciones, padecemos
un agravio tal, que si no se remedia será imposible tirar adelante.» No queremos
aumento de sueldo, «se trata solamente de proporcionarnos el modo de poder vivir, ya
que con las cédulas en que se nos paga es imposible. Un solo hombre, sin otra ocupa-
ción, no me basta á mí para recoger la moneda de cobre necesaria para el gasto de mi
casa y paga de familia pagando el 16 i por 100 de premio... Los pobres Jesuítas, con la
miserable pensión de 6 escudos [mensuales] los sacerdotes, y de 5 i los legos, es impo-
sible que puedan sufrir el menor descuento. Pagándoseles como se les paga de tres en
tres meses, se les da á los que están en Roma una cédula de 18 escudos; con ella nó
hallan quien les dé ninguna cosa por menor y se ven obligados á cambiarla como
pueden con la pérdida acostumbrada.»
Con esto podemos conjeturar que Hervás, aun con su doble pensión, no andaría
muy holgado para gastos de sustentación, libros, copistas, propinas...
Véase sobre la riqueza de Roma en tiempo de Pío VI, la Civiltá, 1906, t. II, pági-
nas 44, 586; III, 56, 274; IV, 129, 433; 1907, t. I, 657.
(1) En carta de 18 de Abril, á su primo, anuncia Hervás su ida á Ñapóles. Sobre
Pompeya, véase El hombre fisico (I, 56, nota d).
No eran empero, muy del gusto de Hervás los viajes como medio de instrucción,
sobre todo tratándose de gente muy moza y sin una persona discreta y sabia. Cf. Sto-
ria, II, 51; Historia, II, 78.
(2) Es típico el párrafo de una carta de 11 de Noviembre de 1790; hele aquí: «Sigo
yo con el mismo [estado de salud], gracias al Señor, que en la Italia me ha preparado
una especie de paraíso, en que no conozco el menor mal corporal, y si es verdadero
lo que me dicen todos los conocidos, no doy pruebas sino Hgerísimas del efecto de
los años; á la verdad, muchos que no me han conocido sino poco tiempo me dan
cuarenta años de edad, mas tengo cincuenta y cinco cumplidos. La vida literaria me
acomoda y la distribución de comer y dormir me conserva. Como comúnmente á las
cuatro de la tarde, no ceno jamás y duermo una vez sola, esto es, ocho horas por la
noche. El comer tardísimo es aquí común, y yo más de la mitad del año como en con-
LORENZO HERVÁS 291
la Cámara de Indias. A éste enviaba, en carta á Antonio Panduro en 10 de
Noviembre de 1790, «los dos tomos impresos de la Historia del Hombre,
suplicándole que los reciba como obsequio y no como correspondencia á
los favores que sin conocerme me dispensa, dándome motivo para apli-
carle las palabras del Salvador al Centurión: Non inveni tantam fidem in
Israel, por Israel debo yo entender España».
5. Antes de pasar al tercer período de la vida de nuestro Hervás, que
comienza cuando en 1798 pudo volver á su patria, levantado el des-
tierro por real orden de 11 de Marzo de 1798, justo es notemos las prin-
cipales distinciones con que en Roma se vio honrado; algunas insinúa
Caballero con no poca indecisión (páginas 46 y 71).
La principal distinción para un autor es la estima de sus obras, el
verse citado con honor de amigos y desconocidos. De estas citas y ala-
banzas copia algunas el mismo Hervás en el principio de su obra manus-
crita Respuesta apolegética (que, como veremos, está en la Biblioteca
Nacional); hizo esto para defender y acreditar sus escritos, que encon-
traban seria oposición en España. En esta Respuesta hay una noticia
interesante: «Sepa también el censor que los manuscritos inéditos del
autor sobre lenguas, &, se han querido comprar á caro precio, pues el
Sr. Pallas, consejero imperial de Rusia, escribió al Sr. Gilii para que
redujese al Autor á venderlos, y el primer Ministro de Rusia escribió
al Sr. Santini, agente de Rusia en Roma, para que págase quanto pidiese
el autor, que no quiso venderlos para hacer el servicio de regalarlos á
España».
Fué Hervás grande admirador de Humboldt (Catálogo, V, 220), y
según Caballero (pág. 137), citando al P. Ramón Diosdado Caballero,
que á su vez lo supo del mismo Hervás, no pudiendo continuar las pro-
yectadas gramáticas de las principales lenguas americanas, confió á
Humboldt este cuidado, regalándole sus manuscritos. «Por este medio, el
filólogo prusiano Juan Cristóbal Adelung, en el tomo de su Mithri-
dates, 1806, y. el sajón Juan Severino Vater, continuador de la misma
obra, 1807-1817, aprovecharon las Gramáticas abreviadas del escritor
español, citándolo con merecido elogio.» En los apuntes del P. Uriarte
veo escrito que aún se guardan en la Biblioteca imperial de Berlín, nú-
vites, los que me distraen del estudio y de[l] continuo pensar á que estoy acostum-
brado.»
Por esto dos años más tarde decía á su primo:
«Si, como es voz pública, se publica el decreto de vuelta de los ex-jesuítas, nos vere-
mos, quizá, primero en Madrid que en el Orcajo; pues yo en ninguna ciudad de España
puedo tener libros para escribir sino en Madrid, y aun en éste no hallaré la mitad de
los que hallo aquí y necesito.»
«Si viniere orden para ir á España... sentiré dejar esta ciudad, que excede tanto á
Madrid como éste al Orcajo; yo ya me creía romano para siempre, mas estol dispuesto
para ser otra vez español.» 18 de Julio de 1792.
292 LORENZO HERVÁS
mero 24 de la colección de Humboldt, Elementi gramatical: della lingua
guaraní, por el abate D. Lorenzo Hervás y Panduro, escritos en italiano,
con notas en español del autor y otras de Humboldt.
La Real Academia de las Ciencias y Antigüedades, de Dublín, hizo
á Hervás su socio en 1785, y á esta Sociedad dedicó Hervás reconocido
el tomo XVIII de sus obras italianas (1). En 1786 le abrió sus puertas la
Academia de la Etrusca de Cortona (2), y los últimos años de su resi-
dencia en la Ciudad Eterna pudo Hervás agregar á su nombre en la
portada de las obras (v. gr., Historia, V): Teólogo del Eminentísimo
Señor Cardenal Juan Francisco Albani, Decano del Sagrado Colegio y
Canonista del Eminentísimo Señor Cardenal Aurelio Roverella, Pro-
Datar io del Santo Padre.
Azara, no obstante, en una carta dirigida á Floridablanca sobre las
obras del abate Hervás y fechada el 7 de Noviembre de 1787, al firmar
había puesto de puño propio esta
«P. D. Esperando un poco, este autor irá á la casa de locos, y ya
poco falta, basta leer su obra.»
Si Hervás hubiera leído esa frase, al verse honrado en Italia con las
distinciones dichas, hubiera podido repetir también: Non inveni tantam
fidem in Israel, por Israel debo yo entender España.
E. Portillo.
(Continuará.)
(1) En la dedicatoria, firmada en Roma el 15 de Agosto de 1785, decía: «L'accoglienza
che dal benigno vostro compatimento é stata data alie mié produzioni, e la vostra
singolare bontá nel distinguermi di proprio moto ne'mesi scorsi coH'onorevole
aggregazione al vostro illustre corpo, da me exigono, che... vi offerisca questo tomo...»
(2) En el tomo XX, pág. 110, al hablar de la lengua eírusca: «A questa impresa mi
spingea non solamente l'impegno di'trattare di tutte le lingue conosciute, ma ancor un
altro per me nuovo estimólo, ed obbligazione di'significare allilustrisima Accademia
Etrusca la mia gratitudine per avermi distinto di proprio moto coll'aggregazione al suo
ilustre corpo, facendo, che per mezzo del chiariss. Socio Etrusco Sig. Márchese Cuzzio
Venuti la patente dell'aggregazione ed il primo avviso dell'onore compartitomi mi
giungessero insieme.»
Esto se escribía en 1786, pues hablando luego (pág. 111) de la consulta hecha al
ex-jesuíta Lanzi, dice que éste le enseñó su ensayo sobre la lengua etrusca y otras
antiguas de Italia «che si pubblicherá sul principio del venturo anno 1787», aunque en
el tomo XIX (Cesena, 1786) no pudo poner aún Hervás junto á su nombre este segunda
titulo honorífico.
Las misiones católicas entre infieles.
Una de las páginas más consoladoras de la historia eclesiástica con-
temporánea es la de las misiones católicas entre infieles. Casi aniqui-
ladas hace un siglo, se presentan hoy tan llenas de vida como en sus
mejores tiempos, como en los días de los Apóstoles, como en la época
de las misiones benedictinas entre germanos y eslavos, como en los dos
siglos que siguieron al descubrimiento de América y de las Indias Orien-
tales.
Á mediados del siglo XVIII las misiones, aunque decaídas algún tan-
to, conservaban aún una buena parte de su anterior grandeza; pero
desde el año 1759, en que fueron expulsados los jesuítas de Portugal, la
decadencia fué rapidísima. Con la expulsión de la Compañía de Jesús de
los dominios portugueses, franceses y españoles, perdieron las misiones
más de 3.000 misioneros, que en vano se procuró suplir con nuevos ele-
mentos; y en 1773 lograron los impíos ministros de las Cortes borbóni-
cas completar su obra destructora, arrancando á Clemente XIV el breve
de extinción de la Compañía. En 1789 estalló la revolución francesa,
que casi logró acabar con los misioneros de esta nación. Siguieron pocos
años después las guerras de la Independencia en las repúblicas hispano-
americanas, y las luchas civiles y persecuciones religiosas que allí se
sucedieron y acabaron de arruinar las misiones de casi toda América;
mientras que las guerras y revoluciones europeas, y las persecuciones
contra las Órdenes religiosas, secaban casi por completo las fuentes de
misioneros. Al finalizar el primer tercio del siglo XIX las misiones cató-
licas presentaban el aspecto de un inmenso montón de ruinas.
Poco á poco empezaron á remediarse tantos estragos; y las misiones
católicas comenzaron su obra de reparación, lentamente en el segundo
tercio del siglo XIX, y después cada vez con más rapidez, hasta que en
nuestros días el entusiasmo por las misiones se va apoderando uno tras
otro de todos los pueblos católicos. Las Órdenes religiosas antiguas
y las nuevas Congregaciones, el clero secular y los católicos seglares
rivalizan en celo por las misiones, y el número de misioneros y de neó-
fitos, en progresión creciente cada año, nos hace esperar triunfos mayo-
res para el porvenir.
Una ligera ojeada (1) por las actuales misiones catóUcas nos dará
una idea de su organización y florecimiento. Después en un segundo
(1) Para mayor amplitud puede consultarse la obra de Fried. Schwager, Die Katho-
lische Heidenmission der Gegenwart, Steyl, 1907-1909; la obra no está aún terminada,
pero es excelente y, según creemos, única en su género.
Como complemento puede consultarse el hermoso Katholischer Missionsatlas, de
K. Streit, Steyl, 1906.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 20
294 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
párrafo trataremos de lo que se trabaja entre los católicos de Europa y
América por las misiones.
I
ESTADO ACTUAL DE LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
América.— Comencemos nuestra reseña por las misiones de Amé-
rica, empezando por la América latina. Estaba ya ésta á mediados del
siglo XVIll casi del todo ganada para el Catolicismo y la civilización,
cuando los trastornos que acabamos de indicar, no solo impidieron los
progresos de las misiones, sino que hicieron que muchas tribus de indios
ya convertidos, pero todavía poco firmes en la fe, volvieran á su antigua
vida de salvajes. Después han ido los misioneros ocupando poco á poco
sus antiguos puestos, y es de esperar que la evangelización, tan brusca-
mente interrumpida en el siglo XVIII, quedará felizmente terminada en
el XX. Las actuales misiones en la América latina comprenden cerca de
un millón de católicos; pero de éstos una buena parte son de origen euro-
peo, ó mestizos, ó indios convertidos antiguamente, etc. Precisamente
por esta mezcla de tan diversos elementos es por lo que las misiones
de la América latina son las más deficientes en sus estadísticas, sin que
sea posible determinar el número de neófitos, ó sea de infieles conver-
tidos en los últimos tiempos al Catolicismo; sin embargo, bien se puede
asegurar que se acercan á medio millón. Faltan asimismo datos para
calcular, siquiera aproximadamente, el número de infieles que aún que-
dan en la América latina; pero se conjetura que será de poco más de dos
millones, de ellos unos 600.0C0 en el Brasil, 350.000 en el Perú, 250.000
en Bolivía, 200.000 en el Ecuador, etc.
Aunque, como se ve por estas cifras, la misión entre los infieles de
la América latina no tenga, ni con mucho, la importancia de las grandes
misiones de Asia y África, es, sin embargo, muy digna de atenderse,
para acabar de ganar para Jesucristo estas regiones de tanto porvenir.
Por razones fáciles de comprender, es esta misión la preferida por los
religiosos españoles.
^ Fuera de la América latina, existen en América algunas misiones de
indios en los Estados Unidos, en el Canadá y demás posesiones ingle-
sas, y en las posesiones holandesas. Desgraciadamente, el sistema de
exterminio de la raza india, seguido por los anglo-sajones, ha reducido
la' población indígena á unos cuantos centenares de miles, de los cuales
son católicos unos 200.000.
Mucho más importante que esta misión es la de los negros de los
Estados Unidos, como que su número pasa de ocho millones. Es cierto
que una buena parte de ellos, por lo m^os de cuatro á cinco millones,
pertenece exteriormente al Protestantismo; pero tanto entre los negros
infieles, como en los otros que llevan el nombre, y nada más que el nom-
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 295
bre, de protestantes, se podría hacer mucho fruto. Mas los católicos
norteamericanos no han trabajado en esta misión como lo pedía su im-
portancia; de aquí que el número de negros católicos norteamericanos
apenas llegue á 200.000. Últimamente parece que se va cayendo en la
cuenta de la falta cometida, y sobre todo desde el último Congreso cató-
lico de Chicago se nota en este punto una actividad que promete me-
jores tiempos para la infeliz raza negra de los Estados Unidos.
Nada menos que unos 1.000 sacerdotes misioneros, aparte de unos
300 religiosos no sacerdotes y de más de 1.000 religiosas (1), están con-
sagrados á la instrucción de los neófitos americanos y á la envangeliza-
ción délos infieles que aún quedan en aquel continente. El número de ope-
rarios es sin duda respetable, pero todavía no es suficiente para la com-
pleta evangelización de América; tanto más, cuanto que por la escasez
de clero allí reinante se ven obligados los misioneros á atender también á^
los cristianos antiguos, y por otra parte, las distancias enormes de aque-
llos territorios dificultan extraordinariamente la misión.
Las misiones entre los míz/zo/Tzeía/zos.— Interpuestos entre la Europa
cristiana y los pueblos paganos de África y Asia, viven los mahometanos,
que durante muchos siglos fueron el obstáculo principal de las misioneS)
católicas y el enemigo más formidable del Cristianismo. Todavía son los>
infieles más difíciles de convertir, y sabido es el proselitismo que aún
despliegan entre los negros del continente africano y hasta en la India y^
las islas del Extremo Oriente; pero ya no pueden ejercer sino en casos
aislados aquella propaganda armada, á la que deben el ser una religión
de 230 millones de adeptos. Hay escritores, y no pocos, á quienes trae
preocupados el panislamismo con su misterioso centro de propaganda de
Dscharabub, sus agentes extendidos por el norte y centro de África y
sus atrevidos planes de arrojar del África á los cristianos; hasta hay
quienes temen que el movimiento panislamista se extienda por todos los
pueblos musulmanes y produzca una conflagración universal; pero, al me-
nos por ahora, nos parece que hay en esto más de fantasía, que de ver-
dadero peligro. Algo más cierto es que el Mahometismo, como el Bu-
dismo y el Brahmanismo, empieza á vacilar en sus cimientos ante la luz
que le viene de Europa. Verdad es, y muy triste, que esta luz no es la
luz verdadera del Cristianismo, sino los engañosos fuegos fatuos de la
moderna incredulidad. Por eso es deber de los católicos aprovechar es-
tos momentos tan críticos, y para conquistar esos pueblos infieles, luchar
con las mismas armas que la moderna incredulidad, la escuela y la
(1) En aquellas misiones donde no, existen aún estadísticas posteriores, tomamos
IOS datos estadísticos de la preciosa Obrita del P.Krose.S. ]., fCatholische Missions-
statistik, Freiburg i. Br., 1908. Las tablas estadísticas del P. Krose pueden verse repro-
ducidas en el libro que acaba de publicar el P. Esteban Sacrest, O. P., Catecismo doc-
trinal y apologético sobre el Estado Religioso, Madrid, 1909, páginas 370-411 y 456.
296 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
prensa. No ha dejado de conocer el Protestantismo lo crítico de estas
circunstancias, cuando entre los 33 millones de mahometanos de Turquía,
Persia y Egipto empiezan á dominar ideas que han de transformar radi-
calmente aquellos países, y los 62 millones de la India y los 20 de la
China se encuentran en medio de una de las evoluciones más profundas
que registra la Historia. Por eso en la Conferencia que celebraron en 1906
en el Cairo 62 delegados de las sociedades de misiones protestantes, se
resolvió emprender en gran escala la evangelización de los pueblos ma-
hometanos; y efectivamente, los protestantes están desplegando una
activa propaganda en este sentido, y sus escuelas y demás centros de en-
señanza en Egipto, Siria, el Asia Menor, etc., se multiplican con rapidez
vertiginosa.
También, gracias á Dios, las misiones católicas establecidas en Egipto,
en todo el Imperio turco y en Persia han tomado en los últimos tiempos
un vuelo sorprendente. Los centros de enseñanza: escuelas de niños, co-
legios, escuelas de artes y oficios, etc.; así como los establecimientos be-
néficos: hospitales, casas de huérfanos, casas para peregrinos, etc., se
han ido multiplicando á la par que las iglesias y conventos. Es ver-
dad que todo este movimiento progresivo ha tenido por objeto, más el
conservar á los católicos en la verdadera fe y el atraer á ella á los cis-
máticos, que el convertir á los mahometanos. Pero también á éstos se ha
extendido la influencia bienhechora de la misión: las conversiones par-
ciales de mahometanos se suceden sin interrupción, y la influencia indi-
recta que se ejerce sobre ellos, desterrando prejuicios y ganando volun-
tades, es una preparación á la conversión que merece promoverse con
todo empeño. Además, todo lo que sea robustecer el elemento católico
en estas regiones, es asimismo una preparación indirecta para la misión
entre los mahometanos; y en este punto no se puede negar que ha
habido progresos, y muy notables: baste recordar los millares de cismáti-
cos, coptos, armenios, nestorianos, etc., que han ingresado en el seno de
la Iglesia católica, sobre todo desde el Pontiñcado de León XIII. El nú-
mero de católicos, sólo en Persia, la Turquía asiática y Egipto, pasa ya
de 1.300,000; sacerdotes católicos hay allí más de 3.000, entre ellos unos
900 misioneros europeos; los religiosos no sacerdotes son más de 2.200,
y mayor es aún el número de religiosas. A las escuelas y demás centros
de enseñanza de estas misiones asisten unos 100.000 alumnos.
Con los mahometanos de la India y de la China se trabaja desgracia-
damente muy poco; ni puede ser de otra manera, dada la escasez de ope-
rarios apostólicos en aquellas extensas regiones. Es una verdadera lás-
tima, pues los 62 millones de mahometanos de la India constituyen el
grupo más numeroso, y los 20 millones de la China el menos fanático de
esta secta. Más abandonados aún están los restantes mahometanos del
Asia, pues no se ejerce con ellos casi ninguna misión. Únicamente en
Mindanao tenemos una excepción, y muy brillante. Un Padre jesuíta es-
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 297
pañol, que todavía trabaja en aquellas misiones, logró á fuerza de pa-
ciencia y de caridad, despertar entre los moro^un movimiento en masa
hacia el Catolicismo, y varios miles de ellos abrazaron en poco tiempo
nuestra santa religión.
Un ensayo feliz de misión entre los musulmanes es el que han hecho
los Padres Blancos (fundación del Cardenal Lavigerie) entre los cabi-
leños de Argel, estableciendo en aquellas montañas varias residencias
con escuelas, hospitales, etc. En realidad, la instrucción y la caridad cris-
tiana son los medios más eficaces para iluminar el obscurecido entendi-
miento y ablandar el duro corazón del musulmán. La labor es en verdad
dificultosa, y más aún por la guerra que hacen al Cristianismo las auto-
ridades francesas; mas á pesar de todo, los Padres han logrado ganarse
el corazón de aquellos cabileños, y en 1906 tenían ya allí 13 residen-
cias con 804 católicos y 163 catecúmenos, 17 escuelas con 844 ni-
ños, y 17 establecimientos benéficos cuidados por 92 Hermanas Blan-
cas. Los convertidos, que han pasado antes por una larga prueba,
se distinguen por su sólida piedad y su celo, y los Padres abri-
gan fundadas esperanzas de llegar á convertir pueblos enteros. También
en el Sahara han empezado los Padres Blancos con el mismo método
que en Argel, y tienen ya unos pocos convertidos y 480 niños en sus
escuelas.
En Marruecos, que tanto interés tiene para España, es tan escasa la
libertad que se concede á los misioneros, que los franciscanos españoles,
encargados de aquella misión, apenas pueden hacer más que ejercitar su
ministerio con los europeos y preparar el campo para mejores tiempos.
En nuestra colonia de Río de Oro no sabemos que se haya intentado
hasta el presente la fundación de ninguna misión.
k¥mck.- Misiones entre los idólatras.— Además de los 44 millones
de mahometanos extendidos hacia el norte del continente africano,
se encuentran en el centro y el sur unos 130 millones de infieles en-
vueltos en el más grosero fetichismo. Todavía reinan entre ellos, más de
lo que vulgarmente se cree, el canibalismo y el sacrificio de víctimas hu-
manas, la poligamia y la caza y comercio de esclavos; miles de hombres
perecen cada año en la bárbara prueba judicial del veneno, y miles de
niños mueren violentamente, víctimas de los infames hechiceros; y tras
esto, los animales feroces, las serpientes venenosas, la terrible enferme-
dad del sueño, el clima abrasador. Mas todas estas dificultades no han
hecho sino avivar el celo de los misioneros.
La misión del África central y meridional, casi muerta en el si-
glo XVlll, empezó de nuevo con modestos y penosos principios en el se-
gundo tercio del siglo XIX, sostenida principalmente por los intrépidos
misioneros de la Congregación del Espíritu Santo. Vinieron más tarde
los grandes viajes de célebres exploradores, como Livingstone y Stan-
ley; la repartición de los territorios africanos entre las naciones euro-
298 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
peas (mientras los Gobiernos españoles perdían el tiempo en cuestión-
cillas de partido); el movimiento antiesclavista, cuyo principal héroe fué
el Cardenal Lavigerie. Aprovecharon estas favorables circunstancias los
misioneros, y fueron también repartiéndose para el trabajo las diversas
regiones africanas, llenando siempre en creciente número los claros que
el clima producía en sus filas. Empecemos á recorrer las principales mi-
siones africanas, siguiendo la costa al sur de nuestra colonia de Río
de Oro.
Desde el Senegal hasta nuestras posesiones del golfo de Guinea se
extiende una larga zona, en su mayor parte de clima mortífero para los
europeos. Fuera del pequeño territorio de la Guinea portuguesa, en todas
partes hay establecidas misiones florecientes. Ninguna de ellas está to-
davía muy desarrollada, puesto que la mayor, formada por el Vicariato
apostólico de Senegambia junto con la Prefectura del Senegal, sólo
cuenta 19.500 católicos. Sin embargo, todas han vencido felizmente las
dificultades propias del principio de una misión, y en todas son cada día
más numerosas las conversiones. Otro de los frutos principales de mu-
chas de estas misiones es el contener los progresos del Islam, que, á no
ser por los misioneros, se haría pronto dueño de casi todas estas regio-
nes. Los principales operarios apostólicos de este espinoso campo son
los Padres de la Congregación del Espíritu Santo y los Sacerdotes del
Seminario de Misiones africanas de Lyón.
Bien merece siquiera una breve mención la misión de la Guinea es-
pañola, que desde 1857 fué regada durante 13 años con los sudores de
los jesuítas españoles y hoy está dirigida por los celosos Hijos del Inma-
culado Corazón de María. En 1898 eran allí los católicos 2.897; en 1908
subían ya á 6.963. En cambio, ¡con qué sacrificios tan costosos habían
comprado nuestros compatriotas estos progresos! Desde que se encar-
garon de la misión en 1883 hasta 1908, habían pasado á.la misión 213
religiosos, y de ellos habían muerto allí 52 (la gran mayoría antes de los
cuarenta años de edad); además habían vuelto á España 84 enfermos y
muerto de ellos 20; total, entre muertos y enfermos, 136.
Á continuación de la Guinea española vienen el Congo francés, el
Congo belga y las posesiones portuguesas de Angola con el pequeño te-
rritorio de Cabinda. En el Congo francés, cuyos habitantes pasan de siete
millones, y en las posesiones portuguesas con cuatro millones, nos
encontramos con siete distritos de misiones dirigidas por los Padres de
la Congregación del Espíritu Santo. Estos misioneros veteranos de África
van dando á sus misiones un impulso que abre el corazón á las más
lisonjeras esperanzas. Las magníficas plantaciones y dilatados pastos
que se extienden junto á sus residencias, y que, cultivadas por los alum-
nos de la misión, acostumbran á un trabajo inteligente á aquellos pue-
blos atrasados y perezosos; sus bien dirigidos talleres, donde los naturales
aprenden todo género de oficios, y al mismo tiempo que se instruyen en
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 299
las verdades de la fe, se aseguran un porvenir material, han sido justa-
mente alabadas aun por muchos europeos no católicos. Entre estos siete
distritos se cuentan ya por lo menos 50.000 católicos (se entiende, pres-
cindiendo de los católicos antiguos); millares de catecúmenos se prepa-
ran para abrazar el Catolicismo, y los niños, que en número de más de
10.000 frecuentan sus escuelas, forman una base sólida para el porvenir.
No menos halagüeño es el estado de las misiones del Congo belga,
vastísimo territorio poblado sólo por unos 15 millones de habitantes. En
1885, después de las célebres exploraciones de Stanley, se puso el Estado
del Congo bajo la soberanía del Rey de Bélgica. Pocos años antes habían
penetrado allí los Padres Blancos, que después quedaron con sólo el Vi-
cariato del Congo Superior, siendo ocupado lo restante del territorio,
desde 1888 en adelante, por los misioneros de Scheut, Jesuítas, Sacerdo-
tes del Sagrado Corazón, Premostratenses, Redentoristas, Padres de la
Congregación del Espíritu Santo, Trapenses, Franciscanos y Misioneros
de Mill-Hill. El número de todos estos misioneros es de 281. Hay ade-
más 108 religiosas, que cuidan de 26 hospitales, dirigen las escuelas de
niñas, etc. Los católicos indígenas del Congo belga pasan ya de 60.000;
los catecúmenos son más aún, de 80 á 90.000.
El territorio africano que nos presenta un aspecto verdaderamente
triste es el sur del África, nombre con que suele designarse la región
comprendida entre el cabo de Buena Esperanza y los ríos Cunene y
Zambeza. El clima es de los más sanos de África; una excepción es el
territorio de la misión del Zambeza, dirigida por Padres de nuestra Com-
pañía de Jesús: en aquel mortífero suelo murieron 37 jesuítas en los
veinte primeros años de la misión. El Protestantismo, introducido en
gran parte del sur del África por los colonos ingleses y boers, pudo
hacer grandes progresos entre los negros, mientras que los católicos,
parte por haber sido en algunos sitios coartados en su libertad de acción,
parte por falta de recursos, parte también por no haber prestado á este
territorio la atención que merecía, están en una minoría casi insignifi-
cante: 30.000 negros católicos habrá en el África meridional, mientras
que los negros protestantes pasan de medio millón. Es cierto que el pro-
testantismo de muchos de estos negros es muy superficial, pero esto no
quita el que sean un obstáculo formidable para la misión católica, tanto
más cuanto que ellos son los principales representantes de la llamada
agitación etiópica. Y aunque todavía no ha logrado ésta penetrar entre
los negros católicos, es por sus ideales y por su activa propaganda su-
mamente peligrosa para la población indígena del sur y del centro del
África. La agitación etiópica, ó lo que pudiéramos llamar el partido
negro, ha sido fruto principalmente de las violentas predicaciones de los
negros metodistas emigrantes de los Estados Unidos, y su fin es unir á
los negros contra los blancos. En el movimiento han entrado una gran
parte de los negros protestantes del sur de África y no pocos gentiles.
300 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
y aunque un tanto contenidos hoy los agitadores por la falta de recursos
y por la energía del Gobierno inglés, no ha desaparecido ni con mucho
el peligro de graves trastornos políticos, que traerían también con-
secuencias lamentables para la misión. Un síntoma consolador, en
medio de tantos males, es la mudanza obrada en los boers durante la
guerra con los ingleses. Los boers, como calvinistas, habían sido siem-
pre muy intolerantes con los católicos; pero al ver en la última guerra
la caridad y el espíritu de sacrificio de los Padres Oblatos de María In-
maculada y de las Hermanas de la Sagrada Familia, se cambió su manera
de pensar para con los católicos. Hoy son, tanto los Padres como las
Hermanas, muy estimados entre los boers, de los cuales se han conver-
tido ya varios centenares al Catolicismo, y sin duda serían mucho más
numerosas las conversiones si no fuera tan reducido el personal de la
misión.
En frente de las posesiones portuguesas del África meridional se en-
cuentra la isla de Madagascar, con tres millones de habitantes, cuyas
misiones ofrecen una historia muy variada. Después de las inútiles ten-
tativas hechas en los siglos anteriores para establecer allí una misión, y
de no pocos esfuerzos sin resultado para lo mismo, desde el año 1830
al 1861, consiguieron por fin los misioneros establecerse en la isla, y la
misión, confiada á los Jesuítas franceses, fué prosperando, á pesar de las
trabas que le ponía el Protestantismo, declarado entonces religión del
Estado en Madagascar. Ya el año 1882 contaba la misión católica con
80.000, entre bautizados y catecúmenos. Hoy día, aun después de haber
cedido á los Padres de la Congregación del Espíritu Santo y á los La-
zaristas dos distritos, uno al norte y otro al sur de la isla, la misión de
los Jesuítas tiene 174.533 católicos y 258.000 catecúmenos; las escuelas
de la misión son 1.253, con 62.961 alumnos. El personal del Vicariato lo
componen dos Obispos, 183 sacerdotes, 72 reliosos no sacerdotes, 94
religiosas y 1.609 maestros de escuela. Los misioneros residen en sus
estaciones principales, pero van recorriendo las estaciones secundarias,
dando misiones, instruyendo de un modo especial á los catecúmenos y á
los niños que se preparan para la primera comunión. Al frente de cada
estación secundaria está el catequista, que instruye á los fieles, espe-
cialmente á los niños, en las verdades de la fe, dirige las oraciones reza-
das en común, y ayudado de un consejo de personas principales, forma
una especie de ayuntamiento patriarcal del pueblo. Los catequistas, que
suelen ser á la vez maestros de escuela, son formados por los misioneros
con mucho esmero, y para que conserven el espíritu que recibieron en
su educación, cada mes, generalmente el primer viernes, acuden á la
estación principal más próxima para recibir la sagrada Comunión y
tratar con los misioneros, y cada año hacen los ejercicios espirituales de
San Ignacio.
Volviendo de Madagascar á la costa oriental del continente africano,
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 301
las principales misiones que allí encontramos son los dos Vicariatos del
Zanzíbar central y septentrional, que dirigen con el celo que ya hemos
visto los Padres de la Congregación del Espíritu Santo. Más de 17.000
católicos hay ya en los dos Vicariatos, y sus 7.200 catecúmenos y más
de 7.500 niños que frecuentan sus escuelas, nos muestran cuanto pode-
mos esperar de esta misión.
Por fin, terminaremos nuestra reseña de las misiones africanas con
las establecidas por los Padres Blancos en el interior del África, á orillas
de los grandes lagos Victoria-Nyansa, Tanganika y Nyassa. Estos intré-
pidos misioneros emprendieron la misión en 1878 en medio de grandes
trabajos, pues para llegar á estas regiones se necesitaban en aquel tiempo
meses enteros de viaje. Las persecuciones y destierros por parte de los
Reyes de Uganda fueron tan poca parte para arredrar su celo, como
los obstáculos de todo género que ponían á la misión protestantes y
musulmanes. Otra prueba mayor aún se ha añadido en los últimos años,
la enfermedad del sueño, que ha despoblado comarcas enteras del África
central. Pero tampoco este formidable enemigo ha conseguido otra cosa
que poner más de maniñesto la caridad inagotable de los misioneros.
Seis Vicariatos regentan allí los Padres Blancos, y en todos ellos reco-
gen con sus sudores el ciento por uno; citaremos los cuatro principa-
les. Subiendo hacia el norte del río Zambeza, se encuentra el Vicariato
de Nyassa, á orillas del lago de su nombre; tiene 2.649 católicos y 34.447
catecúmenos; más arriba está, á orillas del lago Tanganika, el Vicariato
del Congo Superior en el Congo belga, con 5.504 católicos y 27.372
catecúmenos; finalmente, más al norte y á orillas del gran lago Victoria-
Nyansa, encontramos los Vicariatos de Nyansa meridional, con 9.650
catóUcos y 10.281 catecúmenos, y Nyansa septentrional, llamado general-
mente de Uganda, (1) con 98.009 católicos y 112.579 catecúmenos.
Nueve son las misiones africanas de los Padres Blancos: la de los cabile-
ños de Argel, la del Sahara, la del Sudán occidental y los seis Vicariatos
del África central; y entre todas tienen 127.178 católicos, fruto sin duda
extraordinario para tan pocos años; pero lo que da mayores esperanzas
son sus 197.632 catecúmenos; sus 245 hospitales, lazaretos, casas de
huérfanos, etc., donde el año último fueron cuidadas 885.494 personas;
sus 840 escuelas, con 22.052 niños y 10.074 niñas; sus 440 misioneros,
190 religiosas y 1.495 catequistas. Y ¿qué diremos del fervor de los neó-
fitos dj estas misiones del África central, cuyos habitantes están ya de
suyo mejor dispuestos para ser buenos cristianos, por no haber llegado
hasta ellos los vicios que suelen reinar en los negros de la costa? Basta
(1) Á Uganda pertenece también el floreciente Vicariato del Alto Nilo, dirigido por
los misioneros inojleses de Mill-Hill, con 18.847 católicos y 13.707 catecúmenos. El nú-
mero de protestantes en todo Uganda es de 164.000, el de mahometanos 40.000, el de
idólatras 330.000.
302 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
hojear las revistas de los Padres Blancos para encontrar en seguida ac-
tos admirables de estos buenos neófitos, que son muchas veces un ejemplo
para el mismo misionero. Sólo traeré un ejemplo de la misión de Ugan-
da, de ese pueblo inteligente y simpático de los Bagandas. Veamos cómo
celebran la Pascua estos fervorosos émulos de los primeros cristia-
nos (1).
Ya antes del Domingo de Ramos acuden por todos los caminos á la
estación principal, donde viven los misioneros, hombres mujeres y niños
por familias en grupos de 10 á 12 personas. Hay quienes para celebrar
la Pascua con sus misioneros han tenido que hacer un viaje de tres y
cuatro días; y ¡por qué caminos!, á veces por pantanos, á veces con el
agua al pecho. Los neófitos traen sobre la cabeza alimentos para varios
días, bananas, etc.; los de mejor posición traen también una gallina ó un
cabrito para celebrar la Pascua con sus parientes y amigos. Muchas
mujeres traen además á sus niños más pequeños á la espalda. Pronto se
levantan alrededor de la iglesia numerosas cabanas de toda especie;
pero, á pesar de todo, tienen que dormir muchos al aire libre. Todos estos
cristianos han observado la Cuaresma con un rigor propio de los prime-
ros cristianos; nadie come carne desde el Miércoles de Ceniza hasta Pas-
cua y no prueban bocado fuera de -la comida ordinaria que hacen por la
noche; hasta cuesta trabajo á los misioneros el persuadir á las madres que
tomen al mediodía un par de batatas. Para el Domingo de Ramos se han
reunido alrededor de la iglesia unos 3.500 cristianos, y aquel mismo
día, á las cinco de la tarde, empiezan los santos ejercicios, que duran
hasta la mañana del Domingo de Pascua. Desde que se da la señal para
comenzar los ejercicios hasta la Pascua, el silencio de toda aquella mul-
titud es completo, el recogimiento admirable. Todos asisten cada día á
tres pláticas ó meditaciones y un via-crucis, y en los tiempos interme-
dios se les ve rezando el rosario ó haciendo largas visitas al Santísimo.
Todo el tiempo libre lo emplean los Padres en oir confesiones, y no hay
que decir, después de semejante preparación, que son un gran consuelo
para los misioneros. Llega, por fin, el gran día de la Pascua; 7.000 cris-
tianos se han reunido para celebrarla; la iglesia es incapaz de contener
á la multitud, y se celebra la Misa al aire libre. ¡Qué gratos deben ser al
Cielo los cánticos piadosos de aquella fervorosa multitud!, y, sobre todo,
¡cómo deben regocijarse los ángeles en las comuniones de aquellos bue-
nos cristianos! Pues no hay que decir que comulgan todos los que han
podido confesarse. Después de la Misa solemne reina entre aquellos fie-
les una alegría indescriptible: todos se felicitan las Pascuas y van en
grandes grupos á felicitárselas á los misioneros. Solamente hay unos
(1) Vid., entre otras, la relación del P. J. Saane en Afrika-Bote, Tréveris, Mayo 1909,
páginas 170-171.
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 303
que no pueden estar satisfechos del todo en medio de la alegría general,
los que no han podido comulgar; los tres misioneros no han podido en
las dos semanas precedentes oir á todos en confesión, y todavía se que-
dan á esperar su vez unos 2.500, en cuyas confesiones tendrán que em-
plear los misioneros los días restantes.
El número actual de cristianos ganado en África por las misiones
católicas contemporáneas, esto es, prescindiendo de los católicos afri-
canos ganados en las misiones antiguas, y mucho más de los de origen
europeo, es, por lo menos, de 720.000. El número de catecúmenos no se
puede precisar, pues faltan estadísticas de no pocas misiones; pero, con-
tando sólo los datos conocidos, nos dan ya 556.281; de modo que bien
se puede asegurar que los catecúmenos pasan con mucho de 600.000-
En estas misiones trabajan 1.842 sacerdotes, 1.357 religiosos no sacer-
dotes, 3.668 religiosas y mayor número de catequistas; las iglesias y ca-
pillas son 3,418; en sus casas de huérfanos tienen acogidos más de
10.000 niños, y hay además otros 374 establecimientos benéficos; los
centros de enseñanza son 3.392, con unos 200.000 alumnos. Y lo más
consolador de todo es, que las misiones africanas han tomado de unos
años á esta parte un vuelo inmenso, de modo que se pueden esperar
mayores triunfos para el porvenir. Sin embargo, es preciso confesar que
al lado de las misiones católicas van creciendo también en grandes pro-
porciones las misiones protestantes. Las considefaciones que parecen
consolar á algunos católicos, de que la conversión de los infíeles al
Protestantismo es muchas veces superficial, de que es más cómodo y
fácil ser protestante que católico, etc., son muy verdaderas y muy á pro-
pósito para empleadas en la polémica con los protestantes; pero no bas-
tan para tranquilizar á los verdaderos católicos, que deben contribuir
con todas sus fuerzas al triunfo de las misiones católicas en África y en
todas partes. En África se está librando una gran batalla entre el Protes-
tantismo y el Catolicismo. Al paso que van las cosas, cree Schwager (1)
que en cincuenta años el África, prescindiendo de la parte mahometana,
será en casi su totalidad cristiana; pero cuál ha de ser el Cristianismo que
ha de preponderar, si el falso de los protestantes ó el verdadero de los
católicos, eso está aún indeciso. Los misioneros católicos son incompara-
blemente superiores á los protestantes en celo y en espíritu de sacrificio;
pero son pobres, y muchas veces están faltos de iglesias, de escuelas,
de catequistas, etc. En cambio, los protestantes tienen recursos abun-
dantes y pueden emplear todos los medios de propaganda; escuelas, ca-
tequistas, médicos, etc. Quiera Dios mover á aquellas naciones católicas,
que no acaban de entrar con decisión en el movimiento general de las mi-
(1) En la obra citada; II. «D/e Mission im afrikanischen Weltteil»^ pág. 217.
304 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
siones, para que decidan la batalla en favor del Catolicsimo. Hágalo Dios
sobre todo con España, con esta nación que, por sus tradiciones, por su
posición geográfica y su clima, y por las energías que en ella se ateso-
ran, podría ser, si se decidiese á ello, el principal apóstol del continente
africano.
(Continuará.)
Hilarión Gil.
Eli ViHO DÜÜCE PRlt^R JVlISñS^'^
BT^O
§ V
LAS LEVADURAS ARTIFICIALES Y EL VINO
44. El mosto fermenta, pues, merced á ciertos vegetales de constitu-
ción sencillísima, monocelular, que pueden reunirse en tres grupos: 1) las
levaduras ó saccharomycetes (Meyen, 1837); 2) las bacterias ó schi-
zomycetes; 3) los mycodermas. Haremos caso omiso de los dos últimos
grupos, pues son puramente perjudiciales en la elaboración y conserva-
ción del vino.
45. De las levaduras, aunque hay algunas inútiles ó nocivas, porque
impiden ó debilitan el rendimiento alcohólico, hay otras, como el sac-
charomyces apiculatus, el pastorianus y sobre todo, el ellipsoideus,
que son beneficiosas, porque con ellas el tanto por ciento de alcohol,
procedente del azúcar descompuesto, es grande. Las levaduras de un
país suelen ser distintas de las de otro; cada una contribuye por su parte
á dar al vino de cada comarca su sello, su quid especial.
46. Pero prescindiendo de las pequeñas variantes que pueden pre-
sentar las especies, en general, puede decirse que la levadura del vino es
una célula ó saquito ovalado, transparente, formado por una envoltura
celulósica, que encierra un líquido más ó menos espeso, el protoplasma,
de naturaleza muy compleja, y en el cual se ve una nueva y diminuta ca-
vidad, mal llamada vacuola, pues no está vacía, sino llena de un líquido
hialino y muy refringente.
47. Estas células cuya multiplicación ordinaria se hace por gemación
y sólo en circunstancias criticas por esporulación (Rees, Botan. Zeítung,
1869, núm. 7); (Engel, Théses de VAcad. des Se, París, 1872), poseen
una fecundidad asombrosa, pues se calcula que cada una engendra otra,
en el espacio de diez á treinta minutos. Si suponemos, para simplificar,
que se necesita un cuarto de hora para la producción de otra nueva célula,
se ve que una célula única dará origen, al fin de la primera hora, á 16 cé-
lulas hijas; al fin de la segunda hora existirán 256; al cabo de la tercera,
4.096, etc.; lo cual conduce á la procreación de muchos millones al cabo
de las veinticuatro primeras horas. Hágase el cálculo, si se gusta de ello,
en el supuesto de existir ya en el comienzo de la fermentación princi-
pal, muchísimos individuos-fermentos, y se comprenderá por qué en diez
ó catorce días (y en países cálidos muchos menos) ha terminado la trans-
formación de casi toda la glucosa del mosto en alcohol ordinario, con
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXV, pág. 196.
306 EL VINO DULCE PARA MISAS
abundante desprendimiento de anhidrido carbónico, según la ecuación
química
CeH.^Os = SCaH^.OH -f 2C0,
glucosa. etanoL anhídrido carbónico.
De suerte que por cada descomposición de 180 gramos de glucosa
se producen teóricamente 92 gramos de alcohol y unos 45 litros de gas
carbónico (prescindiendo de las trazas de glicerina, ácido succínico, etc.,
que acompañan).
48. Por lo dicho se ve que al agricultor le interesa disminuir el nú-
mero y la energía vital de las levaduras flojas ó malas, y aumentar y ro-
bustecer las beneficiosas. De aquí que cuando un cosechero se empeña
en obtener una misma marca de vino, aparte del empleo de la uva pro-
cedente de cepas de la misma calidad, se vea precisado á realizar la fer-
mentación de su mosto, mediante la misma ó las mismas razas de leva-
duras. Por esto en regiones vinícolas rodeadas de frutales ó de bosques,
es sumamente difícil llegar á esa meta, á causa de las múltiples levadu-
ras salvajes que son transportadas por el viento y los insectos á los ra-
cimos, y con éstos al lagar. Sólo á fuerza de empeño y, sobre todo, aña-
diendo considerables masas de su levadura predilecta, comprada de otros
países ó cultivada artificialmente con gérmenes puros, en mosto debida-
mente esterilizado, es como se logra dominar la invasión forzosa de aquel
ejército de obreros endógenas, cuya labor ó es deñciente ó dañina.
49. Hoy está averiguado que no se obtiene'una buena casta de vino
empleando sólo una clase de saccharomyces; pero también se tiene por
cierto que no pocas razas de saccharomyces, y sobre todo las bacterias
y los mycodermas, perjudican á la buena vinificación. Será poco menos
que imposible desentenderse en absoluto de semejantes adversarios, es
verdad; pero se puede logra reducirlos á una expresión mínima ó al me-
nos obligarles á trabajar en condiciones tan desfavorables (de tempera-
tura, acidez, asepsia, etc.), que los resultados de su labor sean casi im-
perceptibles. El campo de acción quedará, pues, de la levadura selecta,
útil.
50. Si además la raza de fermento empleada y dominante es propia
de un vino de calidad superior, comunicará al nuevo mosto cualidades
sobre todo aromáticas y sápidas más ó menos semejantes al caldo en
cuyo seno se multiplicó. Por eso es hoy cosa frecuente el transporte de
levaduras á distintos países. Pasa en esto algo parecido á lo que sucede
con los fermentos de los quesos, que siendo diversos unos de otros, pue-
den ser llevados á regiones diversas donde producirán análogos resul-
tados: el queso de Holanda, el mahonés, el gruyere, pueden hoy fabri-
carse en todas partes.
51. El procedimiento empleado para la preparación de semejantes le-
vaduras seleccionadas, ora sean indígenas, ora exóticas, es el siguiente.
EL VINO DULCE PARA MISAS 307
52. Por de pronto, el mosto-madre debe obtenerse con racimos sanos,
selectos, maduros, descobajados, bien estrujados; se le esteriliza á unos
65° y se le pone en un recipiente á propósito, tonel ó cono, bien lavado
con agua hirviente.
53. Como la acidez del mosto, aunque algo perjudicial á los saccha-
romyces, lo es mucho más á las bacterias y mycodermas, viene á ser al
fin de cuentas más bien útil que dañosa á la buena levadura; por lo cual
si el mosto no dosifica unos 10 gramos de ácido tartárico por litro, hay
que acidificarlo hasta llevarlo á este tipo. En este líquido se siembra la
levadura escogida.
54. Si se toma la precaución de calentar suavemente á unos 25° una
parte de este mosto, y se le añade al restante (un par de hectolitros en
total), la fermentación se manifiesta á las seis ú ocho horas, y si se airea
la masa, para que la multiplicación se active, es preciso ya al cabo de
día y medio ó dos días añadir más mosto, porque el anterior ha perdido
toda su glucosa, destruida por la proliferación de las levaduras: adición
que conviene repetir cada día, ó con más frecuencia, si no se quiere que
el líquido quede empobrecido y la multiplicación del fermento se pa-
ralice.
55. Á los cuatro ó cinco días se pueden ya extraer 100 litros de este
mosto avivado, que se echarán en un tonel donde haya 40 ó 50 hectoli-
tros de vendimia. Mientras tanto, se pueden añadir al primitivo mosto-
madre, para compensar el que se ha sacado, otros 100 litros de nuevo
mosto selecto y perfectamente esterilizado por el calor, no por los anti-
sépticos. Con esto se tiene un semillero inagotable de fermentos alcohó-
licos escogidos.
56. La aplicación de los fermentos nuevos data de unos veinte años,
y se extiende más cada día: sus resultados son satisfactorios y sus ven-
tajas incalculables. Con ellos se obtiene, con mostos previamente esteri-
lizados, una fermentación rápida, regular, enérgica, que acaba con la
casi totalidad del azúcar y con gran rendimiento alcohólico, casi todo
etílico, por no estar presentes otros organismos maléficos. Las oposicio-
nes, que en un principio se levantaron contra su uso en la viniñcación,
han ido desapareciendo poco á poco, y hoy no sé si se hallarán perso-
nas peritas en la materia que se atrevan á sostener químicamente la
tesis contra el empleo de las levaduras seleccionadas.
57. El interés de los agricultores y de los consumidores, la salud
pública y, por lo que á nuestro asunto toca, la severa obligación de ofre-
cer para el Sacrosanto Sacrificio no mostos, sino vinos verdaderos y selec-
tos, como destinados a realizar 16 más grande que fenem'os enelmundo,la
consagración de la preciosísima Sangre de nuestro adorable Redentor,
deben estimularnos á aceptar, favorecer y difundir estos nuevos y segu-
ros procedimientos de viniñcación, una de las más hermosas aplicacio-
nes cientíñcas modernas que han de hacer abandonar, tarde ó temprano.
308 EL VINO DULCE PARA MISAS
las prácticas rutinarias empleadas hasta ahora en las explotaciones
agrícolas.
58. Si, andando el tiempo, se llegase á aislar la cimasa y obtenerla
pura, no vemos tampoco inconveniente, como ya hemos dicho antes, que
se la pudiera aplicar á la fabricación del vino de Misas, sobre todo pre-
supuesta su actividad catalítica muy acentuada; ya porque la cantidad
de ella que sería necesaria debería ser muy pequeña, ya porque sería lo
mismo para el caso añadírsela al mosto ab extrínseco, que dejar que la
segregara la levadura en su vida anaerobia, como dijimos que lo hace:
de cualquier manera que sea, la diastasa sigue siendo un producto ex-
traño al mosto, como lo es la célula que la segrega, y á las cuales (por
lo mismo que fueron desconocidas hasta hace poco) podemos fundada-
mente sostener que nunca fué intención de la Iglesia considerar como
una parte integrante del vino; pues en realidad de verdad no lo son,
como nos consta, al menos de las levaduras, ya que se las encuentra
precipitadas entre las heces del mosto fermentado.
§ VI
EL VI BLANCH.— EL VINO BLANCO. — EL VINO DE PASAS
59. El vino resultante de la fermentación completa de la glucosa
del mosto se llama seco: se contrapone á éste el dulce, que conserva
parte de la glucosa, sin haber sido transformada en alcohol; y si la con-
sistencia de éste es algo espesa, se apellida vino licoroso ó de licor.
Los vinos dulces se fabrican á veces quitando al mosto parte de su
agua, mediante la evaporación á elevada temperatura (vinos cocidos):
si se recoge el mosto así concentrado, resulta lo que los catalanes lla-
man vi blanch; añadiendo alcohol al mosto natural, sin fermentar, resul-
tan las mistelas.
60. Respecto de la esterilización por temperatura, que, como he
dicho, es aquí la única recomendable, se tropieza con el inconveniente
de que haciéndola á fuego directo, y llevada hasta la ebullición y con-
centración de un tercio ó más, el vino sabe á cocido (1). No soy parti-
(1) Este procedimiento de decocción ó arropado del vino es conocido desde tiem-
pos muy antiguos. Así ya Virgilio nos habla de él en el libro primero de sus Geór-
gicas, vv. 295-6:
Interea, longum cantu solata laborem
Arguto, coniux percurrit pectine telas:
Aut dulcís musti Vulcano decoquit huniorem
Et folils undam trepidi despumat aheni.
Mientras que con sus cantos aliviando,
La molesta labor, su esposa activa
Teje sus telas con sonoro peine:
Ó recociendo al fuego el dulce mosto,
Con hojas el caldero hirviente espuma.
Ramón de Siscar y de Montoliu.
EL VINO DULCE PARA MISAS 309
dario de hacer hervir el mosto, y menos de ponerle en contacto del
fuego directo: hágase dicha concentración al baño maría ó mediante el
vapor de agua. Algunos, como Kayser y Barba, evitan el gusto á cocido
calentando sólo á 65" de un solo golpe y al aire libre. Tyndall lo hace
á 50"" tres veces, en atmósfera de anhídrido carbónico. Kühn calienta una
sola vez en vaso cerrado. Otros esterilizadores modernos emplean el va-
por de agua sobrecalentado. Hay aparatos bastante perfectos, entre los
que podemos citar el de Pastor. Otro procedimiento estriba en hacer la
evaporación acompañada de un gran vacío, método para mí muy reco-
mendable (aunque resulta caro), porque á la vez que se concentra el
mosto, no se le da gusto á vino cocido, su composición queda más ase-
gurada contra las alteraciones y no se maltratan tanto las levaduras; pu-
diendo, por tanto, con mayor probabilidad fermentar espontáneamente
después de frío.
Á este método creo, pues, que debe tenderse, en el caso de querer
concentrar el mosto.
61. La composición del vino es sumamente compleja, pues com-
prende principios minerales y orgánicos: algunos de éstos son olorosos,
otros colorantes; varía extraordinariamente de una clase de cepas á otra,
y aun en una misma planta de un año á otro, ó según que se adelante
ó atrase la vendimia, etc. De aquí la dificultad de poder asegurar algu-
nas veces si un vino es ó no es natural; aunque esto no obsta para que
un análisis detenido del mismo descubra en la generalidad de los casos
las adiciones de substancias extrañas, como el agua, el alcohol, la saca-
rosa, las glucosas, los antisépticos, los colorantes artificiales, etc. Nada
digamos de los cambios que pueden ocasionar las enfermedades á que
se ve sujeto el vino después de elaborado, ora porque estaba averiado
el mosto de donde procedió, ora por la mala conservación del mismo
vino.
62. No hay que confundir el vino arropado con el pasteurizado: el
primero, en sentido riguroso, no es verdadero vino, sino mosto muy con-
centrado al que se ha añadido ó no alcohol: si la concentración no ha
sido excesiva y se ha hecho fermentar después, se tiene el verdadero
vino dulce. En cambio, el vino pasteurizado es verdadero vino, ya aca-
bado y sometido á una temperatura de unos 60", ora sea dentro de bote-
llas, ora en las mismas pipas. La pasteurización tiene por blanco impe-
dir en el vino el desarrollo de las enfermedades (ó su continuación si ya
están incoadas), matando los gérmenes por la elevación de la tempera-
tura. El vino pasteurizado es, pues, un vino legítimo, si lo era antes de
calentarlo. El empleo de la pasteurización está aprobado por la Iglesia
(S. Off., 4 de Mayo de 1887), prefiriéndolo al encabezamiento (adición
de alcohol), como medio de conservación de los vinos (1).
(1) Ad Episc. Carcasson. (4 maii 1887). (A. S. S., vol. XXIII, pág. 572.)
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 21
310 EL VINO DULCE PARA MISAS
63. Otro criterio más cauto hay que tener acerca del mosto calentado,
como acabo de indicar, y sobre lo cual se ha de llamar la atención de los
señores sacerdotes y de los cosecheros, porque indudablemente muchos
son víctimas de un error triste, aunque sin mala voluntad.
64. En muchas regiones de Cataluña se llama vi blanch al mosto her-
vido á fuego directo durante mucho tiempo, tanto, que se le llega á
quitar una tercera parte ó casi una mitad del agua que contiene. Así me
lo dicen varias cartas de cosecheros honrados y timoratos, á quienes he
preguntado sobre este particular. Este mosto concentrado sin fermentar
es el que se expende con la mayor buena fe en muchas partes del Prin-
cipado como vino legítimo de Misas, y este es el error lamentable: el
vi blanch, fabricado en la forma dicha, no es vino legítimo para Misas.
Es simple mosto, y aun me atrevo á decir menos que mosto. Porque
siquiera el mosto natural exprimido de las uvas, que la Iglesia considera
por materia válida, aunque ilícita fuera de caso de necesidad, tiene en
su favor el hecho de contener vivos los gérmenes de la fermentación,
gérmenes que, viniendo con los racimos, manifestarán su actividad al
poco tiempo, si el mosto queda en contacto del aire: como, por otra
parte, ignoramos el tiempo preciso, pero siempre corto, que tarda en
iniciarse la fermentación, puede decirse con verdad que el mosto es vino
incoado, y por esto la Santa Madre Iglesia lo admite como materia váhda
y en casos gravísimos también lícita. (Rubr. Miss., tít. IV, núm. 2.)
65. En cambio, el vi blanch de Cataluña no tiene de su parte tanta
razón para que se le tenga por vino, ni siquiera incoado, porque además
de que inmediatamente después de exprimido se lleva á las calderas de
calefacción (y, por tanto, es sumamente dudosa la fermentación inci-
piente), se le somete á una larga ebullición, con lo cual no es posible
que quede ninguna razón probable que justifique la permanencia de los
microbios vivos necesarios para la fermentación vínica. No obstante,
como el vi blanch es verdadero zumo de uvas, debe ser tenido como ma-
teria válida.
66. No quiero ocultar dos razones que pudieran justificar aparente-
mente el título de verdadero vino aplicable al vi blanch de los catalanes:
la primera es que la opinión corriente sostiene que los jugos azucarados
vegetales pueden fermentar espontáneamente con producción abundante
de levadura (cuyos gérmenes allí preexistían), con tal que estén en con-
tacto del aire algún tiempo; la segunda es la opinión de Berthelot
(Ann. de Chim. et Phys., (3), 50, pág. 322), quien al obtener, al cabo de
algunas semanas, la fermentación de una mezcla de gelatina (una parte),
Ad vini corruptionis periculum praecavendum, dúo remedia proponuntur:
L Vino naturali addatur parva quantitas d'eau de vie.
II. Ebulliatur vinum usque ad sexaginta et quinqué altitudinis gradus.
Resp. Praeferendum vinum prout secundo loco exponitur.
EL VINO DULCE PARA MISAS 311
glucosa (10 partes), bicarbonato sódico (cinco partes) y agua (100 par-
tes), privada de aire por una corriente de anhídrido carbónico, sostuvo
que toda materia análoga á la albúmina puede hacer igual papel que el
fermento vivo, con tal que se la coloque en condiciones convenientes.
67. Pero por poco que se analice el estado de nuestra cuestión, se
verá que desaparecen en absoluto las condiciones, no sólo favorables,
sino aun las indispensables á la fermentación; pues aparte de que por la
ebullición se coagulan las albúminas, sólo en el caso de haber presentes
esporos de las levaduras, los cuales resisten mejor á las altas tempera-
turas, se podría creer que había allí levaduras. Pero tratándose en nues-
tro caso de un asunto relativo á la materia de un sacramento, no nos
hemos de apoyar en una probabilidad tan tenue, á lo menos para ser-
virnos de ella de una manera usual y corriente en la elaboración del vino
dulce para Misas.
68. No se confunda el vi blanch de los catalanes con el vino blanco
del resto de España y el vin blanc de los franceses. Porque estos dos
últimos son vinos verdaderamente tales, pues se les supone siempre fruto
de alguna fermentación. «Los vinos de baja fermentación, ó vinos blan-
cos, dice el Dr. Fuster (Elementos de Agricultura, III, Industrias, pá-
gina 36)..., proceden de la fermentación de mostos en los que se han
separado el hollejo y el escobajo.» «Los vinos blancos, escribe Abela
(Programa razonado de Agricultura, 1881, pág. 441), resultan de la
fermentación del zumo de la uva, sin mezcla de ningún cuerpo extraño.»
Véase también Hidalgo en su Tratado de la fabricación de vinos, 1880:
en cuantas ocasiones habla de vinos blancos, dulces, etc., supone que
ha habido fermentación. Y Paccottet (Vinification, pág. 210) añade:
*Le vin blanc a une fermentation toujours lente, rarement complete...»
Puede leerse todo el capítulo Vinification en blanc, y se verá que ni por
asomo hay una expresión, lo mismo que en toda la obra, que haga tener
al mosto cocido por vino blanco.
69. Aunque parezca difícil poder precisar la fermentación esencial
que autoriza para llamar á un mosto vino, para nuestro caso entiendo
que es muy sencillo, pues nos basta que el mosto haya fermentado, poco
ó mucho. Así parece que se desprende del caso propuesto á la Sagrada
Congregación sobre el uso del vino de pasas, puesto que allí es induda-
ble que la fermentación, al cabo de ocho ó diez horas de exprimido el
íjugo, es incompletísima, la casi totalidad de la glucosa está intacta y la
cantidad de alcohol producido es insignificante. Y, sin embargo, la Iglesia
ha decretado (S. C. S. Off., 22 de Julio de 1706; S. Off., 10 de Abril
de 1889) que semejante zumo es materia válida y también lícita, con tal
que se conozca que es verdadero vino, por su color, olor y gusto.
(Véase Gury-Ferreres, Comp. Theol. Mor., II, núm. 279 bis; Lehmkhul,
Theol. Mor., II, núm. 119, nota 1; Card. Gennari, Consultazioni morali-
acnoniche-liturgiche, I, pág. 534.)
312 EL VINO DULCE PARA MISAS
70. Exponiendo el Cardenal Gennari la manera de elaborar licita-
mente el vino de pasas, dice que se añade á un peso dado de éstas otro
peso igual de agua, se deja todo unas ocho ó diez horas, se exprime
y se filtra el líquido resultante. En diferentes dudas propuestas á la Santa
Sede (4 de Septiembre de 1850, 7 de Mayo de 1879, etc.), la Sagrada
Congregación del Santo Oficio ha remitido siempre al citado decreto
de 1706(1).
71. Algunos creen preferible poner las pasas en maceración en el
agua, y, una vez henchidas, separarlas del agua restante, exprimirlas bien,
recoger el zumo, etc. No se puede negar que este método evita mejor
cualquier exceso de agua; pero hablando en puridad, presupuestas tantas
variedades de uvas, unas más, otras menos aguajinosas, y, sobre todo, si
se tiene en cuenta que, en general, la cantidad en peso de agua corres-
pondiente al mosto extraído de las uvas frescas es de 70 á 80 por 100,
creo que no sólo se puede añadir á las pasas su peso de agua, sino tam-
bién el doble, sin peligro ninguno de alterar la naturaleza del vino re-
sultante.
72. Esta licitud en el empleo y en el modo de elaborar el vino de
pasas da, á mi entender, una confirmación al caso hipotético propuesto
en el núm. 38; porque el agua añadida á las pasas ó al vino muy evapo-
rado se encuentra en iguales condiciones: en ambos llega ab extrínseco,
en ambos se pone dentro de cierta justa medida, en ambos hace el
mismo papel, el papel de mero disolvente; en ambos se obtiene olor,
color y sabor de vino, como la Iglesia demanda. La cuestión, pues, estu-
diada químicamente, es en todo análoga: ni creo que haya dificultad
alguna que se oponga á un caso que no pueda retorcerse contra el otro.
Únicamente queda la determinación de la Iglesia, que ha aprobado ya el
uso del vino de pasas y no ha aprobado aún el del vino muy evaporado
y después justamente diluido. Y no sin razón: lo primero, por el gran
peligro que hay en estas licencias, si se llega á facilitar su uso; lo se-
gundo, porque ya existe con las pasas el medio fácil y seguro de procu-
rarse vino apto, en las misiones, países lejanos, cálidos, etc.; lo tercero,
porque el método para concentrar el vino sin alterar su composición es
recentísimo, como he dicho, costoso en su ejecución, caro en sus resulta-
dos, y, por tanto, no llevado aún á la práctica: su resolución, pues, ha ca-
recido, hasta ahora, de razón suficiente, hubiera traído inconvenientes y
ninguna ventaja. «
La misma elaboración del vino de pasas que propone el Cardenal
Gennari (2) autoriza a fortiorí la modificación que he propuesto para
el uso del vi blanch de los vinicultores catalanes, dejándolo al mismo
(1) Utrum liceat celebrare cum vino facto ex uvis passis? Resp. Licere, dummodo
liquor ex colore et gustu dignoscatur esse verum vinum. (S. C. S. Off., 22 de Julio de
lim.) (A. S. S., vol. XXV, pág. 441.)
(2) Confornie al decreto de 1706. (Véase núin. 69.)
EL VINO DULCE PARA MISAS 313
tiempo dulce, con el dulzor debido á su glucosa natural. Para ello bas-
tará hacerlo fermentar suavemente de alguna de las maneras dichas en
el núm. 29. Porque, como por un lado, el tanto por ciento de glucosa habrá
aumentado mucho con la concentración, y por otro, la glucosa en exceso
debilita la acción fermentativa de las levaduras, tendremos como resul-
tado que dicho mosto evaporado, al mismo tiempo que pasará á la ca-
tegoría de verdadero vino, porque habrá fermentado, quedará aún dulce,
por la cantidad de glucosa allí remanente, puesto que la fermentación no
es completa.
73. Esto pasa también en nuestros países meridionales, donde á la
elaboración del vino dulce no precede la concentración por el calor, sino
que el mosto natural, exprimido de buena uva, sana y bien madura, se
coloca en los toneles, dejándolos casi llenos y sin otro respiradero que
la piquera. En estas condiciones la fermentación es lenta y limitada.
«Para vinos dulces, dice Abela (Programa razonado de Agricultura,
1881, pág. 436), el mosto marque 20" glucométricos, (otros autores seña-
lan otra graduación). Esta concentración del mosto origina una fermen-
tación moderada ó lenta, que al llegar al 15 ó 20 por 100 de alcohol,
permanece con el resto de azúcar sin descomponer.»
74. Algún fabricante de vi blanch teme hacer fermentar su mosto
cocido porque pierde dulzor y el vino desmerece en el mercado. Claro
está que ha de perder dulzor, como que la vinificación se hace á expen-
sas del azúcar. Pero esta razón no tiene ningún peso para vender mosto
en vez de vino. Por nuestra parte, no seamos exigentes los sacerdotes
hasta el extremo de necesitar vino de Misas dulce como un jarabe: bás-
tenos que no sea seco, y con esto facilitaremos su elaboración legítima
para la materia del más admirable de los sacramentos, evitaremos mu-
chos abusos y haremos un digno servicio á Dios nuestro Señor.
75. Por lo demás, es bueno hacer observar aquí una cosa de no pe-
queña importancia, y es que el medio de la desecación parcial de la uva
antes indicado, ora se haga sobre cañizos, ora suspendida en locales
ventilados ó calentados artificialmente, ora en la misma cepa, permite
tener mostos muy azucarados, sin sabor á cocido, aptos para fermentar
por sí solos, y que, aun después de la fermentación, quedarán dulces y
darán un vino exquisito y puro, cual se puede desear para el Santo Sa-
crificio. Es cierto que su elaboración es más costosa, pero todo trabajo
empleado en escoger la uva de mejor calidad, la más sana y más madura,
y en tratarla y trabajarla con exquisito cuidado, debe considerarse insig-
nificante, atendido el fin altísimo á que se ha de destinar el producto de
su fermentación. Y aun con sola una diligente selección de la uva, sin
necesidad de desecarla artificialmente, se llega, á no dudarlo, á fabricar
un vino puro y excelente que merece ser ofrecido á Dios en el Misterio
de la Fe (1).
(1) Ejemplos que nos estimulen á ser verdaderamente cuidadosos en la prepara-
314 EL VINO DULCE PARA MISAS
76. Á esto hay que tender, á ser posible. De modo que cuanto esta-
mos diciendo en este escrito se dirige á corregir defectos del vino, des-
graciadamente muy extendidos, y hacer siempre lícita su elaboración,
caso de querer ó tener necesidad de seguir aplicando el mismo procedi-
miento de la concentración por el calor. Porque es cierto que en gran
número de países de clima frío la madurez excesiva, necesaria para
fabficar los vinos licorosos, no se consigue con facilidad. Lo que preten-
demos es sencillamente hacer notar que el modo como se fabrica el v¿
blanch conduce, per se, á obtener una materia ilícita para el Santo Sacri-
ficio, y qué por tanto pide que se le modifique y complete. Y digo que
conduce p^r se á dar materia ilícita, porque creo que en algunos casos,
per accidens, la da lícita. Porque si los cosecheros fabrican el vi blanch
al mismo tiempo y en los mismos locales en que elaboran el vino ordi-
nario, es muy probable que caigan algunas levaduras en el mosto ya
hervido y frió: levaduras que, pasando las semanas y los meses, produ-
cirán una fermentación, aunque sea muy lenta, que podrá bastar, á mi
entender, para que aquel vi blanch sea materia lícita. (Véanse los núme-
ros 34, 35, 36 y 69). De todos modos no basta esta probabilidad, sino
que hay que cerciorarse de que aquel licor hervido ha fermentado, lo
cual se reconocerá por la presencia natural de alcohol. Pero lo que se
puede suponer que suceda á los cosecheros, no es fácil concedérselo á
los particulares, sobre todo sacerdotes, que fabrican sólo vi blanch para
la santa Misa, pues todas las razones están en contra de la ulterior y
necesaria fermentación del mosto cocido. (Véanse los números 29 y 85).
77. Para los vinos de uso corriente el cuánto de la fermentación varía
considerablemente, pues los secos han consumido todo su azúcar, los
dulces sólo una parte. En unos y otros la fermentación dura meses y aun
años. Es un hecho, en efecto, que el alcohol de un vino nuevo, que varía
entre 50 y 150 milésimas de su peso total, aumenta con rapidez los días
inmediatos á la fermentación tumultuosa; pero si este vino se deja en re-
poso y se dosifica su alcohol, después de varios meses se verá que la
suma final excede á la anterior. Y es que la acción del mismo alcohol
producido ha debilitado, pero no extinguido, la actividad diastásica de
la levadura, lo cual hace que aun después de terminada la fermentación
tumultuosa y la inmediata lenta, quede un depósito, siquiera sea peque-
ño, de glucosa, que irá sintiendo la acción del fermento remanente, ya
que éste no cejará en su trabajo demoledor, aunque lento y beneficiosa
ción del vino que ha de servir en el santo Altar, pueden sernos, entre otros, el de San
Remigio, Obispo, que plantó una viña especial para hacer vino excelente dedicado al
Santo Sacrificio; el de San Wenceslao, Duque de Bohemia, que fabricaba con sus pro-
pias manos el vino, y limpiaba el trigo que servía para la Santa Misa. En un códice
árabe se lee que el vino se ha de hacer de uvas selectas, que se expriman con las ma-
nos y no con los pies. (Véase Ephemer. Liturg., 1887, I, pág. 326.)
El, VINO DULCE PARA MISAS 315
para el hombre, durante su vida anaerobia en los toneles ó en las
botellas.
78. No hay que creer, sin embargo, que este aumento de dosis en el
alcohol del vino ha de ser ilimitado, no; en cuanto se agote la glucosa,
cesará aquél; más aún: aun existiendo una porción de glucosa, puede
quedar fija y aun disminuir la dosis del alcohol, ya por las pérdidas que
inevitablemente se suceden á causa de la continua evaporación de aquél
á través de los toneles ó de los tapones de las botellas, ya también por-
que una parte de él se esterifica bajo la acción de los ácidos que se en-
cierran en el vino, y se aldehifica ó acetifica bajo la influencia del oxígeno
del aire ó de las oxidasas que más ó menos acompañan á los vinos.
79. Hoy es un hecho corriente la adición de productos extraños al
vino, unos para mejorarlo, otros para ocultar sus defectos; es decir, unos
legítimos, desde el punto de vista comercial ó higiénico, y otros fraudu-
lentos y perjudiciales á la salud. Pero nadie duda que semejantes caldos
no se pueden llamar simplemente vinos en todo el rigor de la expresión;
serán vinos alcoholizados, azucarados, glicerinados, etc., es decir, vinos
en sentido restrictivo, no vinos simplemente tales.
80. Claro está que tratándose de materias destinadas al consumo or-
dinario, poco importa, y aun tal vez serán convenientes semejantes alte-
raciones, siempre que no sean antihigiénicas. Pero en asunto tan delicado
como el que dice relación con la materia destinada á los Santos Sacra-
mentos de la Iglesia, cualquiera alteración profunda substancial la vol-
verá ilegítima, y por poca que ella sea la hará ilícita, grave ó levemente,
según el cuánto de dicha alteración. Téngase esto bien en cuenta, porque
no es tan raro encontrarse con vinos que por una ú otra razón no hayan
sentido los efectos de la alteración en su materia primitiva. ¿Cuáles de
estos cambios serán lícitos? ¿cuáles ilícitos? Esto es lo que hemos procu-
rado indicar en estas páginas, y que para mayor claridad y provecho
resumimos aquí como remate de esta sencilla exposición. •
§ VII
81. OPERACIONES QUE PUEDEN HACERSE EN LA FABRICACIÓN DEL VINO
DE MISAS
1. Pasteurizar el vino. (Véase números 29, 62.)
2. Concentrar el mosto ó el vino por el frío. (Núm. 29.)
3. Concentrar el mosto ó el vino por el calor suave, acompañado del
vacío. (Números 29, 85.)
4. Concentrar el mosto por el calor fuerte, con tal que después se le
haga fermentar, añadiéndole mosto natural ó levadura artificial. (Nú-
mero 29.)
5. Sembrar levaduras alcohólicas, del país ó extrañas. (Números
29, 32, 33, 34, 35, 36.)
316 EL VINO DULCE PARA MISAS
6. Clarificar con clara de huevo, papel puro ó sílice (lavada con áci-
dos y agua). (Núm. 42.)
7. Añadir alcohol de vino puro á los vinos flojos que corren riesgo
de corromperse, siempre que se haga con la medida y en la forma pres-
crita por la Iglesia. (Números 37, 84.)
§ VIH
82. OPERACIONES QUE NO SE PUEDEN PRACTICAR EN LA ELABORACIÓN
DEL VINO DE MISAS. (Númcros 26, 27, 28.)
1. El petiotizado: añade azúcar aguado al mosto bueno ó al del orujo.
2. La chaptalización: añade azúcar aguado al mosto débil, y para
contrarrestar la acidez, le mezcla carbonato calcico.
3. La gallización, análoga al petiotizado: añade agua y azúcar al
mosto prensado.
4. El encabezamiento del vino (vinage de los franceses): añade al-
cohol. (Véase VIl-7 y IX-84.)
5. La scheelización: añade glicerina.
6. La clariñcación por otros medios que los dichos en 1, 6, pues todos
ellos introducen cuerpos extraños permanentes.
7. El enyesado: con el cual se busca realzar el color del vino tinto.
8. El uso de los colorantes artificiales.
9. El uso de los antisépticos, que preservan de la acción de las bac-
terias.
10. El tañado, sulfitado y bisulfitado.
11. La adición de agua, fuera del caso hipotético explicado en el
texto. (Números 38, 39, 40, 41 .)
12. La adición de glucosa, sacarina, etc.
13. La acetificación artificial, mediante el ácido tartárico ó cítrico,
para favorecer la disolución de la materia colorante y estorbar la acción
nociva de las bacterias.
§ IX
DOCTRINA DE LA IGLESIA
83. La Iglesia en diferentes Concilios, Lateranense IV (cap. Flrmi-
ter)y Florentino (decr. Unionis) y Tridentino (ses. 13), definen que sub
ratíone validitaüs, la materia remota del Santísimo Sacramento de la
Eucaristía son sólo el pan de trigo y el vino de vid; concuerda la tra-
dición perpetua de la Iglesia latina y griega, el sentir unánime de los
Santos Padres y teólogos y la práctica universal.
84. La Iglesia permite añadir á un vino flojo, que por lo mismo corre
EL VINO DULCE PARA MISAS 317
riesgo de perderse, tanta cantidad de alcohol de vino puro de vid, que
el vino resultante contenga 12 grados centesimales, adición que se ha
de hacer en vino recién fabricado. (S. Off., 30 de Julio de 1890). (Véase el
núm. 37, 1). Si el vino en cuestión es ya naturalmente de mayor gra-
duación, se le puede añadir alcohol vínico puro, hasta que marque 18
grados, á condición de que tal adición se haga apenas termine la fermen-
tación tumultuosa. (S. Off., 5 aug. 1896). (Véase el núm. 37, 2). Esta fa-
cultad, según el Cardenal Gennari (op. cit., pág. 229), dice relación al
caso en que los vinos han de transportarse á países lejanos, en cuyo
viaje corren riesgo de corromperse. También tiene aplicación al caso de
que la uva de un país sea pobre en azúcar. Es, en efecto, interesante á
este propósito el decreto dado en 25 de Junio de 1891 ad Vic. Ap. Tche-li,
Meridio-orient. (A. S. S., vol. XXIX, pág. 573.)
Proponía el Vicario apostólico la adición de azúcar de caña al mosto
del país (pobre en glucosa), para que al fermentar, la cantidad de alco-
hol resultante fuese suficiente para evitar la corrupción del vino. La res-
puesta fué la siguiente:
«Vino pro Sacrosancto Missae Sacrificio addendum potius esse spiritum
seu alcool, qui extractus fuerit ex genimine vitis, et cuius quantitas una
cum ea, quam vinum de quo agitur naturalitcr continet, haud excedat
proportionem duodecim pro centum. Huiusmodi veroadmixtio fíat quan-
do fermentatio, sic dicta tumultuosa, defervescere inceperit:» et ad men-
tem:
«La mente é che nonpotendoi missionarii procurarsi da loro stessi lo
spirito di vino destinándolo dal vino del paese, ne estraggono il vino,
oppure mescolino l'uva passa coll'uva del paese, faciéndola insieme fer-
mentare.»
Con idénticas palabras se contestó en 6 de Agosto de 1896 al Mustrí-
simo Sr. Obispo titular Camacense, auxiliar del Rmo. Obispo de Marian-
na en el Brasil, quien acudió con igual demanda y alegando las mismas
razones. (A. S. S., vol. XXIX, pág. 316-7.)
85. También permite condensar el mosto por evaporación á fuego,
antes de la fermentación vinosa, con tal que no se impida la fermenta-
ción, sino que ésta pueda lograrse naturalmente, y en realidad se obtenga.
(S. Off.. 5 aug. 1895 y 24 maji 1908; Acta S. Seáis, vol. XXIX, páginas
317, 19; ibid, XXXIV, pág. 256.) (Véase núm. 30, 2).
86. La misma Congregación del Santo Oficio llama la atención de
los Reverendísimos Prelados para que vigilen y manden vigilar á sus
subditos diligentemente acerca de las materias, harina y vino, que se
utilizan para el Santo Sacrificio, ya que por la malignidad de estos tiem-
pos apenas hay substancia que, proporcionada por el comercio, inspire
suficiente confianza. (Litt. Encycl. S. C. de Prop. Fide, 10 martii 1861;
S. C. S. Off., 9 julii 1881; ibid., 30 aug. 1901; A. S. S., vol. XXXIV, pá-
gina 318.)
318 EL VINO DULCE PARA MISAS
87. Finalmente, las Rúbricas del Misal (tít. IV, núm. 2) admiten como
materia válida, aplicable sólo en casos de necesidad (Julio I, Papa, in
cap. 7, dist. 2 de Consecratione), el mosto: dando la razón de que en
substancia es vino, aunque no perfecto, por no haber aún fermentado.
(Véasenúm. 28, (1), 2).
§X
88. BIBLIOGRAFÍA QUÍMICA QUE PUEDE CONSULTARSE
Wurtz, Dictionn. de Chim.pure et appL, I, págs. 1.440-1.450; III, pági-
nas 680-712; ler Suppl, págs. 807-828; 2e Suppl., t. IV, págs. 102-129.
Dr. J. Konig, Die Untersuchung landwirtschaftlich und gewerhlich
wichtiger Stoffe. Berlín, 1906.
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F. Hoefer, Histoire de la Physique et de la Chimie. Paris, 1872.
Atti del VI Congresso ínternazionale di Chimica applicata. Roma,
1906, vol. IV, Sección 6.*, B.
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siguientes.
P. Schutzenberger, Traite de Chimie genérale. Paris, 1885, vol. IV,
pág. 351 y siguientes.
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ris, 1903.
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E. Ozard, La pratique des fermentations industrielles. Paris, 1903.
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Wagner, Fischer y Gautier, Química industrial, II, pág. 766 y si-
guientes. Edición española. Valencia, 1905.
P. Paccottet, Vinification. Paris, 1908.
E. Pozzi-Escot, N ature des diastases. Paris, 1903; Les diastases et
leurs applications. Paris, 1900.
E. Diederich, Uaction diastasique dans les fermentations industriel-
les. Paris, 1906.
Hidalgo Tablada, Tratado de la fabricación de los vinos. Madrid,
1880.
A. Béchamp, Les microzymas. París, 1883, Conférence 6e , pág. 268 y
siguientes.
Premier Congrés International du froid. Paris, 1908, vol. III, varias
notas.
Eduardo Vitoria.
LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
El día 5 de Octubre hizo un año que en Tirnovo, antigua é histórica
capital de Bulgaria, se proclamó la independencia búlgara, cumplién-
dose el 12 del mismo mes la fecha anual de la entrada del zar Fernando
en la nueva capital, Sofía. Como desde entonces periódicos y revistas
han venido hablando de este acontecimiento, también nosotros, que
escribimos sobre otro hecho simultáneo acaecido en los mismos Balka-
nes, á saber, la anexión de Bosnia y Herzegovina al imperio austro-hún-
garo (1), queremos consagrar á éste algunas líneas, ahora sobre todo
que se ha celebrado en Tirnovo y en Sofía el aniversario de la inde-
pendencia y de la coronación del Zar.
Cierto, no podemos hablar del país búlgaro de visa, como hablamos
de Bosnia y Herzegovina, por más que nos habrá faltado muy poco para
haber podido divisar la frontera búlgara desde las cumbres que dominan
los alrededores de Sarayevo y miran hacia Novibazar; pero hemos pro-
curado leer lo mejor y lo más reciente que sobre aquella región se ha
escrito, y aun con ocasión del VI.° Congreso internacional de Psicología
que acaba de celebrarse en Ginebra, hemos podido conocer á algún lite-
i^ato búlgaro y tratar con bastante intimidad á un joven simpático de
Macedonia, publicista y muy conocedor del país búlgaro. Dicho sea esto
para satisfacción de los lectores, á quienes no se les ocultará cuan difí-
cil es escribir sobre tan lejanas y no muy conocidas regiones sin incu-
rrir en alguna ligera inexactitud geográfica, histórica ó de apreciación.
Y al hacerlo, seguiremos el método adoptado por algunos escritores,
quienes han examinado la cuestión búlgara, no bajo todos sus aspectos,
sino desde algún que otro punto de vista determinado. Así M. L. Ama-
net en la Revue Augustinienne ha estudiado principalmente el estado de
Bulgaria bajo el yugo turco y griego; J. Roberkoff en varios números de
La Croix ha descrito el movimiento literario de Bulgaria durante el rei-
nado de Simeón (888-927); D. Joaquín de la Llave, así en su Conferen-
cia dada en la Real Sociedad Geográfica, como en sus «Notas de viaje»,
publicadas hace poco en Nuestro Tiempo, se ha fijado singularmente en
el aspecto militar y geográfico de aquel'país; D.Vicente Vera ha expuesto
en La Ilustración Española y Americana algunas fases de la naciona-
lidad búlgara; el Sr. Amador (E.) ha hecho en Cultura Española algunas
consideraciones sobre los búlgaros, y antes que todos ellos M. S. Vai-
Ihé había escrito para uno de los grandes Diccionarios franceses un estu-
dio muy detenido sobre la Iglesia búlgara, en su triple aspecto de cismá-
tica griega, griega unida y latina. Nosotros, así como dedicamos un par
(1) Véase Razón y Fe, t. XXIII, pág. 59.
320 LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
de artículos á la anexión de Bosnia, así consagraremos á este asunto otro
par, para señalar las principales etapas del principado y realeza búlgara,
esbozar la figura de la Gran Bulgaria, que los búlgaros deleitosamente
dibujan ya en su fantasía, y apuntar una de las soluciones de la cuestión
balkánica, íntimamente relacionada con la de Bulgaria. De este modo
tocaremos lo pasado, lo presente y lo futuro: lo pasado, brevemente y con
el principal objeto de llegar á grandes jornadas, y sin grandes soluciones
de continuidad, hasta nuestros tiempos; lo presente, para consignar el he-
cho de la independencia y hacer en pocas palabras su historia; lo futuro
con más detención, pues, aunque desconocido, ofrece para nosotros más
interés, y despierta más curiosidad en la política y diplomacia europea, la
cual en sus múltiples conjeturas, barajando de mil maneras las hojas his-
torico-geográficas del Mapa de los Balkanes, no acierta aún á predecir
la suerte futura de estas regiones. Y todavía queda dilatado campo de
investigación para quien quisiese escribir un buen artículo sobre la Etno-
grafía del pueblo búlgaro.
LO pasado: PRINCIPADO DE BULGARIA
El antiguo principado, nuevo reino de Bulgaria, está emplazado en la
península de los Balkanes. Confina al Norte con Rumania, formando el
Danubio casi toda la línea fronteriza; al Este con el Mar Negro; al Sur
y Sudoeste con Turquía, y al Oeste con Servia.
Si hemos de creer al doctor Zenoff, escritor búlgaro que ha publi-
cado varios folletos sobre aquellas tierras, ya en el siglo II había búl-
garos en dicha región. Según otros, quien dio nombre á Bulgaria fué un
pueblo de origen asiático que en el siglo VII se estableció en aquella parte
de los Balkanes y adoptó la lengua eslava, y hacia el año 669 fundó el
«reino de los búlgaros», bajo la regencia de Asparuch. Boris, que subió
al trono en 852, se apoderó de la Rumania actual y extendió sus dominios
hasta la Transilvania y Macedonia. La edad de oro, á lo que parece, de
las glorias literarias y militares de Bulgaria fué la de Simeón (888-927),
quien tomó el título de Basíleus (rey ó zar) y dilató las fronteras de su
reino hasta Valaquia, hasta Andrinópolis y hasta Corinto. En su tiempo
florecieron y dieron nombre á Bulgaria Constantino, Juan el Exarca,
Gregorio Mnich y Tchernorizetz Herabi, los mejores literatos que cono-
ció aquel Estado en la Edad antigua y media.
En tiempo de su hijo, el zar Pedro (927-969), comenzó la era de la
decadencia; Pedro fué derrotado por el rey Nicéforo Focas y por los
rusos deSviatoslav, que invadieron sus estados. De995 á 1018 fué la época
de las desesperadas luchas que Bulgaria tuvo que sostener con los bi-
zantinos: en la quinta campaña quedó sometida al imperio de Bizancio.
LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA 321
Y aunque á principios del siglo XIII ó fines del XII, bajo el reinado de
Isaac II, dos boyardos ó nobles, Juan y Pedro Asen, lograron libertar á
su país de la sujeción á los Emperadores de Oriente y formar una dinas-
tía propia, otra vez en 1391 fué dominado por los turcos otomanos; pe-
sado yugo que ha tenido que soportar hasta nuestros días. Solamente
en el siglo XVIII, cuando la Puerta extremó sus procedimientos de rigor,
Bulgaria pidió el auxilio de Rusia, y Catalina II, que había conseguido
varios triunfos contra el turco, se declaró protectora de todos los cris-
tianos habitantes en el imperio de los Sultanes.
Á principios del siglo XIX, gracias á los escritos de Paisii y de So-
poni, comenzó el sol á brillar sobre los campos de Bulgaria con más es-
plendores de gloria literaria, y lisonjeras auras de esperanza y liberación
orearon por un momento aquellos campos, cuando los herzegovinos, her-
manos de lengua y cristianos como ellos en religión, se levantaron de-
nodadamente contra los turcos. Pronto se disiparon tan halagüeñas ilu-
siones, porque como los búlgaros secundaran la acción de Bosnia y
Herzegovina contra Turquía, la Puerta envió á Bulgaria unos cuantos
batallones que cometieron verdaderos horrores, conocidos con el nombre
de massacres ó matanzas de Bulgaria. Cuentan que pasaron de 15.000 los
muertos y de 100 las aldeas destruidas. Proceder tan inhumano excitó las
iras de Rusia, que declaró la guerra á Turquía.
Era el año de 1876 cuando el ejército ruso, atravesando el Danubio,
llegó á las puertas de Plewna, la gran fortaleza de los turcos en Bul-
garia, cerca de Tirnovo. Las tropas de Osmán Bajá rechazaron por tres
veces los ataques de los rusos; pero éstos al ñn, con la cooperación de
los rumanos, consiguieron tomar la fortaleza; con esto terminó la guerra,
y en virtud del Tratado de San Estéfano se formó la Gran Bulgaria^ la
cual, aunque no llegó á ser reino, sino sólo principado, abarcaba en
extensión la Bulgaria propiamente dicha, la RumeHa oriental y la
Macedonia, hasta el Mar Egeo. El Congreso de Berlín modiñcó nota-
blemente las cláusulas de este Tratado relativas á Bulgaria, quitán-
dole toda la parte de Macedonia, desde Bellova hasta Salónica y orillas
del Vistriza. La Macedonia volvió á ser provincia de Turquía, y tam-
bién la Rumelia oriental quedó como tal, bien que regida ésta por un
gobernador cristiano, nombrado para seis años por el Sultán.
El 29 de Abril de 1879 se reunió en Tirnovo la asamblea de notables
búlgaros, y fué elegido príncipe de Bulgaria, con el nombre de Alejandro ¡,
el príncipe de Battenberg. Nació en Verona el 5 de Abril de 1857, y con-
taba á la sazón veintidós años; era el tercer hijo del príncipe Alejandro
Emilio de Hesse, casado éste morganáticamente con la condesa Julia de
Haucke, y era también sobrino, por parte de la Zarina, de Alejandro II,
Emperador de Rusia. El Príncipe aceptó al principio la tutela rusa, cuyo in-
flujo pronto se hizo sentir, como que eran rusos el Ministro de la Guerra
y gran parte de la oficialidad del ejército búlgaro. Este influjo rusófilo se
322 LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
notó singularmente en 1881, cuando el Príncipe fué á los funerales de
Alejandro II, y al volver ordenó que se suspendiera el régimen constitu-
cional y parlamentario, sustituyéndolo con el autocrático al estilo de
Rusia. Estas manifestaciones de afecto á Rusia no le bastaron, sin em-
bargo, para llegar á ser, como ahora se dice, persona grata á su primo
Alejandro III; eso sí, fueron más que suficientes para enajenarse las vo-
luntades y simpatías de muchos "búlgaros, que veían con malos ojos la
ingerencia rusa. La situación de Alejandro de Bulgaria se hacía cada vez
más insostenible, no hallando como no hallaba apoyo ni en los búlgaros
ni en los rusos; decidióse, pues, á dar un golpe de Estado, despidiendo á
todos los jefes rusos, excepto al Ministro de la Guerra, y llamando para
la presidencia del Consejo de Ministros á Karaveloff, con el fin de resta-
blecer la constitución de 1879.
Así continuaron las cosas hasta 1885. Este año ocurrió un suceso tras-
cendental. La Rumelia oriental, que nunca dejó de mostrar su afecto á
Bulgaria, creyó llegado el momento de realizar sus aspiraciones rom-
piendo sus lazos con Turquía y uniéndose á Bulgaria, y el 17 de Se-
tiembre se levantó en armas contra el gobernador turco Gabriel Pacha,
y se dio en Filipópolis, capital de la Rumelia, el grito de ¡viva el príncipe
Alejandro! El gobernador nombrado por el Sultán fué expulsado y en-
viado á Constantinopla, y sin efusión de sangre, fué proclamada la unión
de la Rumelia á Bulgaria; el 20 se leyó en Tirnovo una proclama en que
Alejandro I se titulaba «príncipe de las dos Bulgarias». El golpe era
atrevido y demasiado ruidoso para no alarmar á las potencias, como-
quiera que alteraba una de las cláusulas del Tratado de Berlín. Y real-
mente protestaron Turquía, Servia y Grecia, y señaladamente Rusia, que
incitó á Turquía á reconquistar su provincia rebelde; pero Inglaterra in-
fluyó en favor de Bulgaria y no estalló la guerra. Con todo, el Zar mandó
llamar al Ministro de la Guerra de Bulgaria, que era ruso, y á toda la ofi-
ciaHdad rusa que aún permanecía en aquellos dominios.
Pero lo que no hizo Turquía hízolo Servia. El rey Milano, alegando
que se alteraba el statu quo de los Balkanes, y aprovechando la circuns-
tancia de que los búlgaros habían dejado desguarnecida la frontera
servia, por atender, como era natural, al otro extremo de la frontera
turca de la Rumelia, declaró la guerra á Bulgaria el 14 de Noviembre, é
invadió con sus tropas el principado. Mas éste movilizó las suyas con
tal rapidez que, mandadas por el mismo príncipe Alejandro, derrotaron á
los servios en Sliwnitza, y, tomando la ofensiva, invadieron á su vez la
Servia, batieron al enemigo en Pirot y hubieran proseguido su marcha
victoriosa hasta Belgrado, á no haber tropezado con el veto de las po-
tencias y con el de Austria en especial, que las amenazó con la inter-
vención armada si pasaban adelante. Firmóse, pues, un armisticio el 2
de Diciembre, como preliminar del Tratado de paz celebrado en Bu-
carest el 3 de Marzo de 1886, al que poco después se siguió, á petición
LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA 323
de Rusia, una conferencia en Constantinopla. La conclusión de todo fué
que el príncipe Alejandro, juntamente con Bulgaria, gobernara por cinco
años la Rumelia.
Fué ésta una señalada victoria para el ejército búlgaro, por el heroísmo
de sus tropas y por la táctica de sus improvisados oficiales, pues con la
retirada de los oficiales rusos el ejército había quedado casi acéfalo.
Este hecho, con ser y todo tan glorioso para el Príncipe, no fué, sin em-
bargo, bastante á ganarle el entusiasmo de todos sus subditos; y era
porque había dos bandos rivales con tendencias antitéticas: el rusófilo,
manejado por las intrigas de Rusia, cuyos ejecutores eran Zarakoff,
agregado militar en Sofía, y Karaveloff, y el rusófobo, más numeroso y
popular, representado por Estambuloff. Tanto pudieron los rusófilos,
que antes de un año, el 20 de Agosto de 1886, hubo un pronunciamiento
en Pernik, y al grito de ¡viva Rusia!, los revolucionarios se dirigieron á
Sofía, penetraron en el palacio del Príncipe y le obligaron á abdicar y
salirse del país: Karaveloff quedó al frente del Gobierno provisional.
Pero tampoco se durmió Estambuloff, quien sin pérdida de tiempo
promovió la contrarrevolución en Tirnovo, y al frente de las tropas rume-
liotas entró en Sofía, derribó á Karaveloff y telegrafió al príncipe de
Battenberg, que se hallaba en Darmstadt (Alemania). Alejandro volvió
inmediatamente á Bulgaria, se presentó en Rustchuk, y el día 3 de Sep-
tiembre hizo su entrada triunfal en Sofía, aclamado por el pueblo y
el ejército, desde donde se apresuró á telegrafiar al Zar de Rusia; éste,
por toda respuesta, le contestó que abdicara, y, en efecto, Alejandro ab-
dicó definitivamente, y cuatro días después, el 7 de Septiembre, se retiró
al lado de su padre, que estaba en el castillo de Jungenheim, cerca de
Francfort, en Alemania. En 1888 se casó, según el rito católico, con una
vienesa, tomó su antiguo título de Conde de Hartmann y se naturalizó
en Austria. En 1891 ingresó en el ejército, obteniendo el mando de un re-
gimiento, cargo que le duró sólo dos años, pues en 1893 murió en Gratz:
su cuerpo fué trasladado á Bulgaria y sepultado en Sofía. Al renunciar y
retirarse Alejandro de Battenberg, se había formado en Bulgaria un
triunvirato de regencia por Estambuloff, Karaveloff y Mutkusoff. Habían
pasado algunos meses, y la asamblea de notables, reunida en Tirnovo,
eligió príncipe de Bulgaria á Waldemar de Dinamarca; pero el Príncipe
danés no lo aceptó, por lo que ofrecieron la regencia del principado al
joven Fernando de Sajonia-Coburgo.
11
LO presente: del principado á la realeza
Fernando de Sajonia-Coburgo nació en Viena el 26 de Febrero
de 1861. Su abuelo, el duque Fernando de Coburgo Saelfeld, se casó
en 1816 con una rica princesa de Hungría, María Antonieta de Cohary,
324 LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
se estableció en la capital de Austria y á los dos años de su matrimonio
entró en el seno de la Iglesia católica romana. El segundo hijo del
Duque, Fernando de Coburgo Cohary, contrajo matrimonio en 1843 con
la princesa Clementina de Orleans, y de este enlace matrimonial nació
el actual Zar de Bulgaria. Fué educado en sus primeros años en el pala-
cio de sus padres en Viena; á los diez y siete años fué, en compañía de su
hermano mayor, al Brasil; vuelto á Europa, fué enviado en 1883, en repre-
sentación de su casa, á la coronación de Alejandro III de Rusia; prestó
algún tiempo servicio en un regimiento de húsares austríaco, y lo res-
tante lo pasó al lado de su madre en el palacio de Viena y en el castillo
de Ebenthal.
En 1886, cuando Fernando tenía veinticinco años, recibió la visita de
la Comisión búlgara que venía á ofrecerle la jefatura del principado.
Con este motivo celebráronse varias conferencias privadas por ambas
partes y con algunos Gobiernos de Europa. Turquía y Rusia parece que
se oponían á reconocerle como tal; pero contaba con el apoyo de Ale-
mania y Austria, y las negociaciones diplomáticas, hábilmente conduci-
das por su madre, hicieron también que Inglaterra le prestara decidido
apoyo; así que cuando la Sobranié búlgara, en sesión de 7 de Julio
de 1887, le eligió por unanimidad de votos Príncipe de Bulgaria, Fer-
nando contestó que estaba dispuesto á consagrar su vida á la salvación
y felicidad del pueblo búlgaro, con tal que la Puerta ratificase su elec-
ción. Turquía no se dio priesa en responder, pero ni Fernando aguardó
á tener contestación, seguro de que las potencias no pondrían dificulta-
des, y preparó su marcha para Sofía, entrando en ella el 22 de Agosto
de 1887. El Príncipe no fué cumplimentado por los representantes de las
potencias extranjeras, pero fué aclamado por todo el pueblo.
Á los seis años, es decir, el día 20 de Abril de 1893, el Arzobispo de
Luca bendijo en el castillo de Pianore, cerca de Viareggio, su enlace con
la princesa María Luisa de Borbón-Parma. Según un artículo de la
Constitución búlgara, el sucesor del trono debía pertenecer á la religión
griega ortodoxa, mas como el Príncipe y la Princesa eran católicos ro-
manos, Estambuloff, Presidente del Consejo de Ministros, se encargó de
conseguir que la Sobranié modificase ese artículo, estableciendo que los
hijos nacidos de este matrim.onio estaban dispensados de pertenecer á
dicha religión, bien que no los hijos de la generación siguiente.
El 30 de Enero de 1894 nació el heredero del trono, príncipe Boris,
que fué bautizado el 4 de Febrero por Mgr. Menini, Vicario apostólico de
Filipópolis. Protestaron muchos Obispos ortodoxos, y aun se negaron á
nombrar á Fernando en las preces públicas, porque seguía siendo cató-
lico romano y hacía también bautizar al heredero en la Iglesia católica
romana. A estas protestas contestó Estambuloff condenando á tres años
de prisión al metropolitano ortodoxo Mgr. Clemente, por la intemperan-
cia de su lenguaje contra el Príncipe: lo que produjo naturalmente cierta
LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA 325
tirantez de relaciones, y Estambuloff hubo de dimitir á los pocos meses.
Desde entonces comenzó á prevalecer el influjo de Rusia, tanto, que
poco después aparece Mgr. Clemente á la cabeza de una Comisión búl-
gara enviada á Rusia á dar satisfacción al Zar por la conducta ingrata
que el principado había observado con sus libertadores rusos; el mismo
Fernando consintió dos años después que el Príncipe heredero fuese con-
firmado en la iglesia ortodoxa por el exarca José, en presencia de todos
los metropolitanos búlgaros y de un enviado extraordinario de Rusia. Con
esto rompió los lazos que le unían á la Iglesia católica romana; añádase
que después de la muerte de su primera esposa, acaecida el 19 de Enero
de 1899, dejándole cuatro hijos, Fernando contrajo segundas nupcias el
día 1.° de Marzo de 1908, en el castillo de Osterstein, con la princesa
Leonor de Reuss-Kostutz, de la dinastía y casa, luterana en religión.
Por lo que hace á las relaciones de Bulgaria con Turquía, cierto que
Abdul-Hazid confirmó á Fernando en su jefatura de Príncipe de Bul-
garia y gobernador general de la Rumelia; pero esto no bastaba
para satisfacer los deseos del Príncipe y del principado, ansiosos de
recabar su completa independencia. El 12 de Septiembre de 1908 el Mi-
nistro de Negocios Extranjeros de Turquía dirigió una invitación á los
diplomáticos extranjeros residentes en Constantinopla, y prescindió del
Comisario Imperial otomano, Guechoff, representante de Bulgaria, dán-^
dolé á entender que la Puerta seguía considerando á Bulgaria como tri-
butaria suya. Esto ofendió á los búlgaros y Guechoff se retiró de Cons-
tantinopla.
Sólo habían pasado algunos días, cuando á este incidente sucedió
otro más grave, casual ó artificiosamente preparado. La vía férrea, que
partiendo de Estambul pasa por Filipópolis en dirección á Sofía, perte-
nece á Turquía ó Compañía de ferrocarriles orientales, desde Bizancio
hasta Bellova, pequeña estación dentro del territorio búlgaro, unos 100
kilómetros antes de llegar á Sofía; desde Bellova hasta la frontera servia
la línea es propiedad del Gobierno búlgaro. El 18 de Septiembre los em-
pleados de la Compañía se declararon en huelga, pidiendo aumento de
salario, y la circulación de trenes quedó interrumpida. Y mientras el
Gobierno turco gestionaba con la Compañía la solución del problema, el
Gobierno de Sofía determinó que si continuaba la huelga, tomaría pose-
sión de la vía férrea que se extiende dentro de su territorio, porque la
seguridad del país no le permitía dejar ese trozo de ferrocarril en manos
extranjeras. Fernando se hallaba á la sazón en Budapest, escuchando
los brindis del emperador Francisco José; y antes que el Príncipe
búlgaro abandonara la capital de Hungría, ya sus consejeros habían
ordenado ocupar militarmente el trozo búlgaro del ferrocarril.
Protestó la Puerta, mas Fernando se disculpó con su Gobierno, el
cual mientras tanto había movilizado su ejército, manifestando que es-
taba dispuesto á todo. Y en efecto, Bulgaria juzgó oportuno el momento
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 22
326 LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
para desligarse por completo de Turquía y proclamar su independencia.
Hízolo así el 5 de Octubre, cuando Fernando entró por las puertas de
Tirnovo y fué proclamado Zar de Bulgaria. De Tirnovo volvió el Zar el
12 del mismo mes á Sofía, á cuya entrada se elevaba un arco triunfal con
corona de rey; allí se detuvo, y sin bajar de su caballo, oyó el discurso del
Alcalde, quien, conforme al uso eslavo, le ofreció el pan y la sal tradi-
cionales.
En medio de entusiastas aclamaciones, la comitiva regia siguió su
marcha hasta la plaza del Parlamento, cerca de la estatua ecuestre
levantada en honor del Zar libertador, Alejandro II de Rusia: esperábanle
de uniforme los voluntarios de la guerra ruso-turca, los heroicos defen-
sores del paso de Chipka. Al discurso de uno de estos «opattchenzi» res-
pondió el Zar diciendo cuan grande era la gratitud del pueblo búlgaro
para con ellos y para con el emperador Alejandro II, y añadió: «Fieles á
las tradiciones de nuestros abuelos y al testamento del Zar libertador,
hemos confirmado con el acto de 5 de Octubre la independencia del Es-
tado creado por el Zar de Rusia.» Luego se dirigió á la catedral ortodoxa,
San Kral, á cuyas puertas, bajando del caballo, abrazó al Obispo cismá-
tico, y después de oir su discurso y haber asistido al Te Deum, volvió á
palacio. Los festejos continuaron hasta las altas horas de la noche para
conmemorar el restablecimiento del antiguo reino de Bulgaria. Con esto
quedó el principado erigido en reino y Fernando coronado con la co-
rona de Zar.
III
LO futuro: de Bulgaria á la gran Bulgaria
La independencia actual no es ciertamente el término de las aspiracio-
nes de Bulgaria: los búlgaros aspiran á la Gran Bulgaria. ¿En qué se fun-
dan ellos para esperarlo ó nosotros por suponerlo? El Tratado de San
Estéfano extendió las fronteras de Bulgaria hasta el mar Egeo, esto es,
agregó á Bulgaria la Rumelia y Macedonia: he ahí la Gran Bulgaria. Este
hecho ha sido y será para los búlgaros una razón histórica de no poco peso
para realizar— si pueden— algún día ese ideal por ellos tan acariciado.
La traslación misma de la capital, de Tirnovo á Sofía, parece indicar que
está hecha, entre otros fines, con esa finalidad; porque así como aquélla
era y es el punto céntrico de Bulgaria, ésta lo es y sería de la Gran Bul-
garia. Añádase que los búlgaros no pierden ocasión de extender su in-
flujo por Macedonia. Desde luego obtuvieron del Sultán la creación de
varios Obispados búlgaros en aquella región, como el de Melnik, Es-
trumnitza y algún otro, con el establecimiento de agentes comerciales
en Monastir. Para hacer más eficaz su predominio en ella, la han dividido
en varias circunscripciones escolares: Ochrida, Dibra, Monastir, etc.
LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA 327
Mas para apreciar si es realizable y en qué grado el ideal búlgaro,
hay que tener presente la aspiración de Grecia, Servia y Austria á Ma-
cedonia. Repetidas veces se ha escrito que servios y griegos resuelven
la cuestión macedónica, dividiendo esta provincia en tres partes: una
para los búlgaros y las otras dos para ellos, respectivamente; pero que
los búlgaros la resuelven diciendo que Macedonia debe permanecer una
y entera, razón por la que ha dicho Mr. Rene Piñón que «en este mo-
derno juicio salomónico Bulgaria aparece como la verdadera madre».
Estas apreciaciones nos parecen hoy inexactas. Al resolverse la cuestión
macedónica no creemos que esta región permanecerá una y entera, sino
que será dividida, mas no en todas esas partes, ni en esas solas ni de ese
modo. Veámoslo:
Macedonia lleva ante todo el sello helénico. El helenismo fué eí que
cual ningún otro factor extraño influyó en la antigüedad en esta parte de
los Balkanes. Realmente, las clásicas tradiciones griegas, sus cantos idíli-
cos, los discursos de sus oradores, las escuelas de sus filósofos, los acen-
tos bélicos de sus guerreros y la celebridad de sus personajes históricos,
en una palabra, la Grecia antigua, con su abolengo, con sus dinastías ma-
cedónicas y con el brillo de sus glorias literarias, llena y rebasa las fron-
teras de Macedonia. En la Edad Media, Grecia fundó en ella escuelas he-
lénicas, y aun al comenzar el primer tercio del siglo XIX las había en gran
número, lo que ha hecho exclamar á Kallostypi, escritor griego de nues-
tros tiempos: «Macedonia es la hija digna de Aristóteles». ¿Qué extraño,
pues, que los griegos hayan conservado vivas las esperanzas de formar
con sus vecinos de Macedonia un solo Estado? Y tan grandes debieron
de ser estas esperanzas, que en la carta etnográfica de Grecia y Turquía
presentada por el Syllogos de los Estudios griegos de Atenas, los límites
helénicos están trazados de modo que abarcan una gran parte de Mace-
donia. «Macedonia, ha dicho el citado escritor, es el fundamento de la
Helada unida y grande; Macedonia es el baluarte de la libertad griega.»
Lástima que tan bellas concepciones no ofrezcan hoy por hoy nin-
guna probabilidad de realizarse. Los tiempos han cambiado tanto, que el
antiguo esplendor griego ha sufrido un eclipse total, y la debilidad de
Grecia es cada vez mayor. El movimiento patriótico de 1897 no fué po-
tente para anexionarse la isla de Creta, como no lo ha sido el de 1909,
y si entonces salió Grecia descalabrada en los campos de Larisa, ahora
ha recibido una humillación diplomática: ambos contratiempos de parte
de Turquía. Si á esto se añade que dentro del mismo reino helénico ha
habido estos días pronunciamientos militares, fácilmente se compren-
derá que Grecia no está á la sazón para pensar en expansiones territo-
riales por Macedonia, en las que necesariamente tendría que habérselas
con la Puerta.
Así como Grecia presenta para la formación del panhelenismo mace-
dónico los títulos de abolengo, así el pueblo servio, «el músico y el can-
328 LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
tor de la raza eslava», que dice un escritor, ha soñado muclio tiempo en
la formación de la üran Servia. ¿Qué motivos podría alegar para tamaña
empresa? ¿Títulos de raza? Cierto que la numerosa población servia
esparcida por Bosnia y Herzegovina, por Bulgaria, por Montenegro, por
Macedonia, etc., sirve de base á los cálculos y aspiraciones de Servia;
pero este título que siempre puede serlo de unión y solidaridad, no puede
ella utilizarlo hoy, como en seguida se verá, para su hegemonía de la
Gran Servia. ¿Superioridad y diferencia de población? Mucho menos;
tan reducida es ella, que si los otros Estados son pequeños, el suyo
apenas pasa de dos millones y medio de habitantes, siendo mayor en
extensión Bosnia -Herzegovina, y notablemente mayor la población y
extensión de Bulgaria.
No deja de llamar la atención que la pequeña Servia tenga esas pre-
tensiones de Gran Servia. Ofrécesenos que comenzó á acariciar esta idea
cuando en el Tratado de Berlín fué ella la favorecida con el título de reino,
aventajando en esto á Macedonia, Bosnia y Herzegovina, que quedaron
como meras provincias, y aun á Montenegro y Bulgaria, que no pasaron
de la categoría de principados. Sin duda que para estas fechas habrá
abierto los ojos para ver la realidad sin ilusiones ópticas, tal y como es
en sí. Porque sobre no haberse acreditado Servia de muy serena y repo-
sada, ni en la cuestión turco-búlgara de 1885, ni en la anexión de Bos-
nia al imperio austríaco en 1908, resulta que aquellas dos provincias —
Bosnia y Herzegovina— han pasado á ser definitivamente austríacas; que
Bulgaria es ya reino y reino mucho más fuerte que ella; que Montenegro
está próximo á erigirse en reino, si hemos de creer á las agencias tele-
gráficas, según las cuales las potencias signatarias del Tratado de Ber-
lín piensan honrar al príncipe de Montenegro en el cincuentenario de su
gobierno con el título de Rey, y que para Macedonia — otra vez Mace-
donia—queda, además de Bulgaria, otro pretendiente aun más fuerte: el
imperio austro-húngaro. Por tanto, no puede Servia contar con la coo-
peración de estas provincias ó Estados para erigirse en Gran Servia.
Quisiera ella para sí las probabilidades que tiene Austria para intervenir
en Macedonia.
Por de contado, Austria no puede ocultar sus aspiraciones al puerto
de Salónica. Y es así, que no teniendo más salidas marítimas que algunos
puertos del Adriático, hace algún tiempo que su Drang nach Osten se
va torciendo hacia el Sur-Drang nach Süd: ahí está el último hecho, la
anexión de Bosnia, que está señalando el camino de Salónica; tanto más,
cuanto que Austria tiene ya construida la vía férrea que conduce de
Sarayevo á Novibazar; es decir, hasta cerca de Mitróvitza, á donde llega
el ferrocarril de Salónica. Verdad es que el Gobierno austríaco ha dicho
no ser su intención extender sus fronteras más allá de Bosnia, y en prueba
LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA 329
de ello ha retirado las tropas que ocupaban la Rascia; pero también lo
es que al mismo tiempo se ha apresurado á dejar terminada la vía férrea
que la atraviesa; y no hay para qué decir que siendo ésta propiedad suya
alegará títulos más que suficientes para intervenir cuando le plazca en
aquella región. Por consiguiente, Austria ejerce como nación su influjo
real y verdadero más allá de Bosnia; este influjo por ahora no pasa de
Novibazar; pero todo parece indicar que pasará.
Por de pronto, en la persuasión de todos está que el sueño dorado
de las expansiones austríacas es llegar hasta Salónica. No es para menos.
Sin pasar por tantas tierras extrañas (Turquía, Bulgaria y Servia), sin
necesidad de dar el gran rodeo de los Dardanelos, Mar de Mármara y
canal de Constantinopla, y aun sin tener que atravesar ó recorrerla línea
de Uskub-Nísch-Belgrado, el ferrocarril de Novibazar-Mitróvitza-Saló-
nica pondría el mar Egeo en comunicación directa con la capital de Bos-
nia y, mediante ésta, con tres grandes ramales austríacos: 1.", con el de
Eslavonia á Budapest y Viena; 2.", con el de Croacia á Gratz, Munich ó
Ratisbona; 3."", con el de Carniola á Italia: posición ventajosísima para
las naves austríacas y las comunicaciones del interior con el exterior,
especialmente con Port-Said y el Oriente. No es extraño que Austria
sueñe con Salónica.
La dificultad está en obtener ese puerto; pero si es difícil, no es inve-
rosímil que lo consiga. En efecto, Macedonia y Albania apenas han cono-
cido tiempos de paz desde que están bajo el yugo de los Sultanes de Cons-
tantinopla; sus revueltas son continuas y no hay esperanzas de que cam-
bie este estado de cosas hasta que las potencias europeas obliguen
resuelta y eficazmente á la Puerta á introducir en aquellas provincias las
mejoras tantas veces prometidas, ó mejor dicho, hasta que los cristianos
de ambos vilayatos dejen de sentir sobre sus espaldas la pesada mano
de los musulmanes. Ahora bien, no hay que pensar en esas mejoras, dada
la conducta de los turcos, que prometen siempre que se les aprieta, pero
no se apresuran á cumplir lo prometido. Lo peor es que, aparte de otros
motivos, á proceder así les impele su mismo carácter y espíritu, refrac-
tario en sumo grado á todo cambio, aunque éste se llame progreso. Mucho
menos hay que esperar de ellos mejoras verdaderamente notables y que
notablemente alivien la situación de los cristianos. Por otra parte, los
cristianos de Macedonia y Albania son por sí solos impotentes para con-
trarrestar la fuerza del Gobierno turco. ¿Qué hacer? ¿Durará siempre ese
estado de cosas? No es verosímil, y no porque lo haga cambiar la acción
de las grandes potencias, cuyo celo no es tanto como para romper lan-
zas y desfacer entuertos por el solo amor desinteresado del débil y de la
justicia, sino porque probablemente no tardará en intervenir en Macedo-
nia la acción combinada é interesada de Austria y Bulgaria.
¿Y cómo no? La independencia de Bulgaria y la anexión de Bosnia
no han sido más que el primer paso; pues así como han sido simultáneos
330 LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
estos dos hechos, así lo serán, es de creer que lo serán, otros dos hechos:
la extensión de Bulgaria por una parte de Macedonia, y por otra parte
de la misma la de Austria. Ambas esperan sin duda una ocasión propicia
que no tardará en presentarse. Desde luego, esperarán á que se relegue
un poco al olvido el asunto de los dos hechos consumados, á fin de que
se vaya calmando la irritación de Turquía. Mas después ambas hallarán
abierta la puerta para entrar é intervenir en los asuntos de Macedonia:
en primer lugar, Austria para poner su ferrocarril de Sarayevo á Novi-
bazar en comunicación con Mitróvitza, luego para comprar toda la línea
hasta Salónica y, finalmente, para protegerla; en segundo lugar, Bulga-
ria para defender los intereses de los cristianos búlgaros que en gran
número residen en Macedonia, casi siempre en lucha con los mahome-
tanos.
Porque es de saber ante todo que la línea férrea que sube de Saló-
nica en dirección al Kosovo no llega á Bosnia, muere en Mitróvitza. Pues
bien, sin afirmar de plano qué es lo que sucederá, y mucho menos qué
es lo que deba suceder; sin ser muy lince, es dado predecir lo que, poco
más ó menos, puede fácilmente suceder. He aquí cómo: Austria pediría á
Turquía se le permitiese prolongar la línea de Novibazar hasta Mitró-
vitza. Esta petición parece muy razonable, porque el trecho que falta por
cerrar es muy pequeño, y por otro lado, mientras no se construya ese
ramal, gran parte del comercio de Hungría, Eslavonia, Croacia y Bosnia
con el Oriente se ve precisada á dar un rodeo muy grande, bajando por
el Adriático y pasando por el Jónico hasta llegar al Archipiélago, rodeo
que en nada favorece á las aduanas de Turquía. Es, pues, de presumir
que la Puerta accedería á los deseos de Austria, porque no es de creer
que por mantener independiente ó incomunicada esta parte de la fron-
tera, ó por no perjudicar en algo el tráfico de Uskub'á Nisch, donde em-
palma esta línea con la de Constantinopla á Belgrado, habría de oponer
la Puerta una resistencia invencible. En todo caso, los buenos oficios del
Ministro de Hacienda de Austria acabarían por resolver las pequeñas
dificultades que podrían surgir, y la línea se construiría.
Más que para el hecho mismo de la construcción, serían necesarios
los servicios del Ministro de Hacienda austríaco para que fuese Austria
y no Turquía quien hiciese ese ramal. De suyo corresponde á ésta, por-
que es territorio suyo; mas como ha sido el ejército austríaco el que
hasta hace poco ha ocupado los alrededores de Novibazar, y Austria
tiene mucho interés en que ese trocito de vía férrea sea de su pertenencia
para ir acercándose á Salónica, es de suponer que el Ministro de Ha-
cienda de Viena, con hábil y generosa mano, inclinaría la balanza de
parte de Austria, allanando los altibajos rentísticos ó financieros. Y he
aquí cómo los austríacos tendrían á Sarayevo en comunicación directa
con Salónica, y, lo que es más, con línea propia hasta Mitróvitza. Un
esfuerzo más, una nueva habilidad diplomática, y los trenes austríacos
LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA 331
entrarán en Salónica, ostentando en sus vagones y berlinas las águilas
bicípites imperiales.
Para hacer eficaz este nuevo esfuerzo, el Gobierno austríaco no care-
cería ciertamente de medios, siendo uno de los más obvios, al parecer,
el comprar la línea; á lo cual no sería el Gobierno del Sultán quien más
resistencia opusiese, pues sabido es que para los turcos apenas hay
cuestión insoluble si median muchos doblones de oro, y en verdad que
Austria les podría pagar bien esta línea. Más oposición hallaría el pro-
yecto en la susceptibilidad y recelo de las grandes potencias, especial-
mente de las más próximas, como Italia y Rusia; pero siendo este asunto
de carácter privado, por decirlo así, entre los Gabinetes de Viena y Cons-
tantinopla, no cabe duda de que las dificultades serían resueltas sin
complicaciones internacionales con otras potencias. Y todavía, en lugar
de comprar toda la línea, le sería más fácil á Austria conseguir en ella
alguna participación, mucha ó poca, y aun esto le bastaría para sus
fines, porque lo que le importa es poder intervenir en ella como en cosa
total ó parcialmente suya.
Hasta ahora, como se ve, el negocio va sin grandes dificultades, y con
muchas probabilidades de buen éxito. Pues lo que resta es mucho más
fácil. En esa línea ocurriría el día menos pensado lo que ha ocurrido en
el trozo búlgaro del ferrocarril de Viena á Constantinopla; por cualquier
accidente ó huelga podría quedar interrumpida la circulación de trenes,
y el Gobierno austríaco, por la razón patriótica del decoro nacional en
los servicios públicos internacionales y la seguridad y regularidad de las
comunicaciones, reclamaría imperiosamente la zona de tierra que bordea
la línea para poner la libre circulación de los trenes á cubierto de todo
accidente; y dicho se está que para llevarlo á cabo no escogería la oca-
sión menos favorable, sino aquella en que, alborotados los cristianos búl-
garos de Macedonia contra Turquía — como lo están casi siempre, — se
exigiría á la vez la intervención de Bulgaria. Con empujar, pues, á ésta
hacia una parte de Macedonia y avanzar ella por las orillas del Vardar
hasta Salónica, veríamos repetido el caso de 1908 de la acción combi-
nada ó simultánea de ambas naciones.
¿Cuál sería la actitud de Turquía? La misma, á nuestro humilde modo
de ver, que la observada actualmente en el doble hecho de la anexión
de Bosnia é independencia de Bulgaria. Y no podría ser otra. Porque,,
deseosos siempre los cristianos de Macedonia y Albania de sacudir el
yugo turco, aprovecharían gustosos esta ocasión para unirse á los búl-
garos en caso de guerra; y claro está que, restadas estas fuerzas á Tur-
quía, y sumadas á Bulgaria, habría más probabilidades de que la victo-
ria coronara los esfuerzos de ésta. Es esto tanto más verosímil, cuanto
que ni aun ahora se ha atrevido Turquía á medir sus fuerzas con Bul-
garia, y eso que ésta no se hallaba en conjunción con los macedonios y
albaneses. No hay para qué ponderar que esta resignación le sería al
332 LA INDEPENDENCIA DE BULGARIA
pueblo turco aún más necesaria enfrente de Austria. Con esto y con que
Bulgaria, por una parte, y Austria por otra, dieran á la Puerta, como se
los darían, unos cuantos millones en concepto de indemnización, queda-
ría esta nueva y doble cuestión resuelta, lo mismo que acaba de resol-
verse la anterior.
En conclusión, Bulgaria quedaría erigida en Gran Bulgaria, abar-
cando dentro de sus dominios, total ó parcialmente, la región de Mace-
donia que se extiende desde la parte oriental de Salónica hasta ó hacia
Andrinópolis; y la faja de tierra que ciñe el territorio comprendido entre
la Rascia y Salónica, ambas inclusive, entre dos líneas que bajaran casi
paralelamente desde las fronteras oriental y occidental de la Rascia á
uno y otro lado de Salónica, la tomaría para sí el imperio austríaco. Ya
está la cuestión resuelta, á gusto, sin duda, de Bulgaria y Austria; pero,
¿y las otras potencias? ¿Qué actitud tomarían las potencias europeas?
E. Ugarte de Ercilla.
GABRIEL Y GALÁN
ñ
CABAN de publicarse sus obras completasen dos elegantes tomos, en
que se han incluido, además de las composiciones poéticas, algunos
artículos en prosa que estaban inéditos.
Pocos poetas habrán recorrido el camino de la gloria con la rapidez
de Gabriel y Galán. Fué un sol traspuesto cuando apenas nos habíamos
dado cuenta de su salida. Cuatro años nada más pasaron desde la apa-
rición de El Ama hasta la muerte de su autor; pero ellos fueron suficientes
para inmortalizar su nombre y darle un puesto honroso entre los escrito-
res de principios de este siglo.
Tres cosas, en mi opinión, forman á los grandes artistas: gran caudal
de dotes naturales, acierto en la propia vocación artística y familiaridad
con los grandes maestros en el género. Sin lo primero, todo trabajo es
estéril; sin lo segundo, faltará la espontaneidad y pureza en las produccio-
nes; sin lo tercero, se desconocerán muchos recursos del arte y ordina-
riamente será imperfecta la forma. Por este último punto, acaso acaso,
flaquea un poco la musa de Gabriel y Galán. Dotado de una naturaleza
poética privilegiada, había dado, á no dudarlo, con su género propio: la
poesía del campo y del hogar llenos de Dios; pero limitada su lectura, á lo
que parece, á un corto número de autores, no suficiente á proporcionarle la
riqueza y variedad de formas que le eran necesarias, lucha de vez en
cuando con la dificultad de verter en un molde ajustado sus pensamien-
tos, y contrista el ánimo ver cómo disuelve entonces ideas llenas de poesía
en mares de versos que, por fuerza, resultan flojos y cansados.
He bebido la ambrosía de la noche
Sobre el lomo de la céltica montaña...
Más arriba, los luceros de diamante;
Más arriba, las estrellas plateadas;
Más arriba, las inmensas nebulosas.
Infinitas, melancólicas, arcanas...;
Más arriba. Dios y el éter...; más arriba.
Dios á solas en la gloria con las almas.
Esto es hermoso; pero está dicho de una manera algo lánguida y des-
mayada. Cuánto mejor lo dice Zorrilla en solos dos versos de maravillosa
intuición poética:
Señor, yo te conozco: la noche azul serena
Me dice desde lejos:— Tu Dios se esconde allí.
De este mismo defecto fundamental nacen las construcciones inelegan-
es y las repeticiones cansadas de un mismo giro en que, tal vez, le vemos
334 GABRIEL Y GALÁN
incurrir. Sin embargo, en las más de las ocasiones acierta de lleno con la
forma propia; y cuando tal sucede, sus versos fluyen como un hilo de
dorada miel, que, espontáneamente y sin esfuerzo alguno, se destila de la
que hinche el corazón del poeta.
Como doradas gotas
De dulce miel, que del panal fluyeran,
y que éste fabricaba del jugo de tres flores perfumadísimas: el amor á su
Dios, á sus campos y á su hogar:
No se puede soñar sin amores;
No se puede crear sin su fuego...
Volar sil 5i;3 nías,
Vivir sin su aliento.
Consecuente con estos principios, cantaba lo que amaba y nada más:
Porque el alma sincera
Lo que siente no más es lo que canta.
Por eso logró imprimir en sus obras un sello personalísimo; y, por ser
original, lo es hasta en su metro predilecto, aquél en que está escrita El
Amüy caprichosa mezcla de endecasílabos y heptasílabos asonantados,
que de ordinario maneja felicísimamente, llegando en ocasiones á arran-
carle maravillosas armonías imitativas:
La brisa de la tarde
Meneaba amorosa la alameda,
Los zarzales floridos del cercado,
Los guindos de la vega,
Las mieses de la hoja,
La copa verde de la encina vieja:
¡Monoritmica música del llano,
Qué grato tu sonar, qué dulce era!
Los mismos versos, tan alados y fugitivos, van llevando nuestros ojos
detrás de la brisa, hasta verla acariciar el último ramito del cercado; y
en los dos endecasílabos finales se siente ese bienestar que produce siem-
pre en el corazón una tarde como la que aquí se describe.
El libro titulado Castellanas, que tal vez sea el mejor de los cinco en
que se dividen las obras poéticas, se halla al principo del primer tomo,
trayendo á su frente El Ama, como la más indicada para introducirnos en
el regio alcázar, ya que es antigua conocida de los lectores, pues no es
dudoso que, para la mayor parte, sonarían juntos por primera vez los
nombres de El Ama y de Gabriel y Galán.
Muchos no conocen á Galán más que por El Ama, y algunos quieren
que ésta sea la mejor de sus producciones. Lo que para nadie puede
ofrecer duda es que El Ama es una composición, de un lirismo tan sano
GABRIEL Y GALÁN 335
y honrado, tan humana y cristianamente sentida, tan dulcemente versifi-
cada, tan simétrica en la disposición de sus partes, tan rica en elementos
descriptivos y, por último, de un claro-obscuro tan sorprendente, que ella
sola bastaría á dar nombre de poeta á su autor, como bastan las famosas
Coplas á dársele á Jorge Manrique, y la canción A las ruinas de Itálica á
Rodrigo Caro.
No seré yo quien empiece á leer El Ama cuando asuntos más serios
me reclamen; pues cierto estoy que, á pesar de saberla de memoria, no
podría dejarla de la mano hasta el último verso. Y no es ella la única
composición de este autor con que esto me sucede (que es para mí una
especie de argumento experimental de la belleza de una obra literaria),
sino que hay otras, por ejemplo, Regreso, que, después de leídas cien
veces, vuelvo y revuelvo sobre ellas y siempre con nuevo gusto.
Para un artículo largo de critica literaria habría sólo con El Ama,
pues en ella se tornan bellezas hasta los mismos defectos característicos
del autor, como son la difusión y redundancia, juntos con cierta unifor-
midad de giros, no siempre muy poéticos. En El Ama nos agrada ver esa
amarga complacencia con que se nos lleva dos veces por todos los rin-
cones de la alquería: la una, para mostrárnoslos llenos de la luz y del ca-
lor que irradia la amable persona del ama.
La vida en la alquería
Giraba en torno de ella;
la otra para verlos tristes y sombríos, como un desierto sin agua, sin pá-
jaros y sin flores:
La vida en la alquería
Se tiñó para siempre de tristeza.
En El Ama, mejor quizás que en ninguna otra composición de Galán,
aparece esa naturalidad y sencillez admirables que nunca le abandonan:
aquí los versos son el ropaje, honesto, sí, pero el indispensable para cu-
brir las ideas:
El alma se empapaba
En la solemne, clásica grandeza,
Que llenaba los ámbitos abiertos
Del cielo y de la tierra:
¡Qué plácido el ambiente!
¡Qué tranquilo el paisaje, qué serena
La atmósfera azulada se extendía
Por sobre el haz de la llanura inmensa!
He aquí la difícil facilidad cuyo mérito no alcanzan los que nunca
han tomado la pluma entre sus dedos. Claro es que esta virtud toca en
336 GABRIEL Y GALÁN
los linderos del prosaísmo, y así, no es extraño que alguna vez pague
Galán su tributo al
In vitium ducit culpae fuga si caret arte,
diciéndonos, por ejemplo:
Todo lo pudo la mujer cristiana,
Logrólo todo la mujer discreta;
lo cual no se puede negar que es prosa pura.
Estos tropiezos son más frecuentes en otras poesías suyas, aunque
no tanto como algunos creen. En El Ama casi me da remordimiento
haber notado dos versos, que son los únicos que pueden tildarse de pro-
saicos entre más de trescientos, casi todos como la muestra:
¡Que me anime pretende! Y él no sabe
Que de su choza en la techumbre negra
Le he visto yo escondida
La dulce gaita aquella.
Que cargaba el sentido de dulzuras
Y llenaba los aires de cadencias:
¿Por qué ya no la toca?
¿Por qué los campos su tañer no alegra?
Y el atrevido vaquerillo sano
Que amaba á una mozuela
De aquellas que trajinan en la casa,
¿Por qué no ha vuelto á verla?
¿Por qué no canta en los tranquilos valles?
¿Por qué no silba con la misma fuerza?
¿Por qué no quiere restallar la honda?
¿Por qué está muda la habladora lengua
Que al amo le contaba sus sentires
Cuando el amo le daba su licencia?
El velo del dolor me ha obscurecido
La luz de la belleza:
Ya no saben hundirse mis pupilas
En la visión serena
De los espacios hondos,
Puros y azules de extensión inmensa.
Ya no sé traducir la poesía
Ni del alma en la medula me entra
La intensa melodía del silencio,
Que en la llanura quieta
Parece que descansa.
Parece que se acuesta.
He copiado estos últimos versos porque, fuera de ser bellísimos, está
expresada en ellos una nota de las más salientes de la lira de Galán, que
GABRIEL Y GALÁN 337
es la quietud solemne de las grandes inmensidades de los campos y de
los cielos:
Resbala sobre mí, sin agitarme,
La dulce poesía en que se impregnan
La llanura sin fin, toda quietudes,
Y el magnifico cielo, todo estrellas.
Si por esto parece Galán á muchos un poeta demasiado abstracto,
es que no se hacen cargo de que no hay poesía lírica más concreta que
la que sabe traducir en palabras y reproducir en el ánimo del que la oye
aquellas impresiones bellas, tan misteriosas y recónditas, que no sólo no
hubiera acertado á explicárselas cuando las sintió ante la naturaleza,
pero que aun casi ni se da cuenta de haberlas sentido, hasta que las ve
revelarse en el fondo de su alma al mágico conjuro del artista. Cuando
hace falta ser concreto de otro modo y proceder por ideas singulares,
sabe decirnos Galán, sin salir de El Ama:
Y mugirán los tristes becerrillos.
Lamentando el destete en la pradera,
Y la de alegres recentales dulces
Tropa gentil escalará la cuesta
Balando plañideros
Al pie de las dulcísimas ovejas,
Y cantará en el monte la abubilla,
Y en los aires la alondra mañanera
Seguirá derritiéndose en gorjeos,
Musical filigrana dé su lengua.
Termina El Ama con cuatro versos que, bajo una corteza vulgar,
encierran el secreto de ese perfume de resignación y de esperenza cris-
tiana que exhalan por todos sus puntos y comas los libros de nuestro
poeta:
Pero yo ya se hablar como mi madre,
Y digo como ella.
Cuando la vida se le puso triste:
—¡Dios lo lia querido así; bendito sea!
En este punto fundamental Gabriel y Galán es la antítesis de Núñez
de Arce. Para éste todo es duda:
Hoy que mi frente atónito golpeo
Y con febril deseo
Busco los restos de mi fe perdida.
Por hallarla otra vez radiante y bella
Como en la edad aquélla
¡Desgraciado de mí! diera la vida...
tinieblas:
Voy espantado sin saber por dónde;
Grito, y nadie responde
Á mi angustiada voz; alzo los ojos,
Y á penetrar la lobreguez no alcanzo;
338 GABRIEL Y GALÁN
Medrosamente avanzo,
Y me hieren el alma los abrojos...
y desesperación:
¡Y está la playa mística tan lejos!
Á los tibios reflejos
Del sol poniente se colora y brilla:
La tempestad arrecia, el bajel arde
Y es tarde, es ¡ay! muy tarde
Para alcanzar la suspirada orilla.
En Galán todo es fe:
Tú, feliz compañía
De la fe, del amor y del trabajo,
Las tres que el alma mía
Virtudes altas á la vida trajo...
todo es luz:
Porque el que puso en el cielo
Un sol que calcina el llano,
Pone una sombra en el suelo,
Como en el dolor humano
Pone de la fe el consuelo...
todo resignación, como en los últimos versos de El Ama que dejamos
transcritos. A Núñez de Arce las propias desgracias le llevan á des-
esperar:
¡Yo sí! feliz si lograra.
Después de mis desengaños,
Echar hacia atrás los años
Que el destino me depara:
Pero ¡ay! que el tiempo no para
Ni tuerce su curso el rio,
Ni vuelve al nido vacío
El ave muerta en la selva.
Ni quiere el cielo que vuelva
La esperanza al pecho mío.
Y las desgracias de la Patria le arrancan remedos de ovación que tienen
dejos de blasfemias:
¡Sálvanos! Cristo ¡sálvanos! si es cierto
Que tu poder no ha muerto.
Si en esta confusión honda y sombría
Es, Señor, todavía
Raudal de vida tu palabra santa...
Galán ante sus propios dolores sabe decir:
Pero á mi cuando la pena con su látigo me azota
No me arranca ni un lamento de grosera indignación:
Por la misma herida abierta que caliente sangre brota
Brota el bálsamo tranquilo de la fe del corazón;
GABRIEL Y GALÁN
339
Y por eso, cuando siento que rugiendo se adelanta
La borrasca detonante que me quiere aniquilar,
Ni su rayo me acobarda, ni su estrépito me espanta.
Porque sé donde arrimarme, porque sé donde mirar.
Y ante los dolores de la Patria:
¡Señor! ¡mi Patria llora!
La apartaron ¡oh Dios! de tus caminos,
Y ciega hacia el abismo corre ahora
La del mundo de ayer reina y señora
De gloriosos destinos...
¿Quién que de Ti se aleje
Camina en derechura á la grandeza?
¿Ni quién que á Ti te deje
Su brazo puede armar de fortaleza?
¡Salva á España, Señor! ¡Enciende el dia
Que ponga fin á abatimiento tanto!
¡Tú, Señor de la vida y de la muerte!
¡Tú, Dios de Sabahot tres veces santo,
Tres veces inmortal, tres veces fuerte!
Núñez de Arce se encierra en las negruras de su aposento para de-
sangrarse á solas con las espinas que le rompen el alma; mientras que
Galán se echa al campo á henchirse del júbilo de la naturaleza y á com-
partir con ella su propio interno regocijo:
¡Cuántas noches de horror conmigo á solas ¡Qué dulce es presidir desde el repecho
Ha sacudido con su soplo ardiente
Los tristes pensamientos de mi mente
Como sacude el huracán las olas!
¡Cuántas, ay, revoleándome en el lecho
He golpeado con furor mi frente,
He desgarrado sin piedad mi pecho,
Y entre visiones lúgubres y extrañas,
Su dieníe de reptil aspe. o y frío
He sentido clavarse en mis ent'-añas!
¡Noches de soledad, noches de hastío,
En que lleno de a gustia y sobresalto
Se agitaba mi ser en el vacío.
De fe, de luz y de esperauza falto!
¿Y quién mantiene viva la esperanza
Si dondequiera que la vista alcanza
Ve escombros nada mis?
Los versos de Núñez de Ares dan frío en el alma; los de Galán la
templan para las luchas de la vida. El uno S2 declara cobardemente ven-
cido:
Hijo del siglo, en vano me resisto
Á su impiedad ¡oh Cristo!
Su grandeza satánica me oprime...
el otro, lleno de valor cristiano, tiene:
Para el mal que á la lucha me provoca
Los de luchar inacabables modos:
La propia sementera
Si el cielo es transparente, fresco el aire,
Húmeda y fértil la esponjada tierra.
El sol templado, la simiente sana.
Robustas las parejas.
Alegres los gañanes.
La tonada de arar sentida y lenta.
Sabroso el pan de casa
Y el agua del regato limpia y fresca!
La mente embebecida
Se Cirga entonces de memorias bellas;
Del lado del hogar me vienen todas,
Que el hogar es el cielo de la tierra:
La paz de mi vivir me las regala
Y ea paz el corazón las paladea.
340 GABRIEL Y GALÁN
Para el Dios de la Cruz mi fe de roca,
Y el amor de mi alma para todos.
Por Último, el lector asiduo de Núñez de Arce, y más si es joven, se
expone á dejar entre sus versos ,
Su fe inmortal, como el vellón la oveja,
enredada en las zarzas del camino;
y tal vez un día, con el alma abrasada por el fuego de aquellas estrofas
que han corrido sobre ella como oro, sí, pero como oro hirviendo, se
verá precisado á exclamar en el paroxismo de la desesperación:
Pero hoy ¿dónde mirar? Un golpe mismo
Hiere al César y á Dios. Sorda carcoma
Prepara el misterioso cataclismo,
Y, como en tiempos de la antigua Roma,
Todo cruje, vacila y se desploma
En el cielo, en la tierra, en el abismo...
mientras que leyendo á Galán:
Calientan las entrañas
Generosos deseos de ser bueno.
Ansiedades extrañas
Á que antes era el corazón ajeno:
Misteriosas y nuevas impresiones
Que tienen escondido
Del alma en los más Íntimos rincones
Su delicioso nido.
Volviendo á El Ama, digo que dos composiciones, y las dos perfectas,
podrían hacerse de ella, correspondientes á las dos partes tan marcadas
de que consta. Podía haberse contentado su autor con celebrar el idilio
que de su alquería había hecho el Ama, ó cantar la tristeza en que todo
se tiñó con su muerte; pero su gran acierto ha estado, en aguardar á que
la luz llegase á lo sumo del resplandor, para lanzar sobre ella unas som-
bras que, por la fuerza del contraste, parecen llegar al colmo de la ne-
grura, y en haber sorprendido ese profundo espejismo psicológico, mer-
ced al cual parece como que la naturaleza, respetuosamente asombrada
ante el dolor del hombre, esconde á su vista las galas con que se ador-
naba cuando le veía dichoso, y se le presenta cubierta con sus ropajes
de luto ahora que le ve desgraciado. Y así el que primero decía:
El alma se empapaba
En la solemne clásica grandeza
Que llenaba los ámbitos abiertos
Del cielo y de la tierra,
dice después en dos versos incomparables:
El velo del dolor me lia obscurecido
La luz de la belleza.
Despidámonos de El Ama dándole el parabién porque el Señor le
deparó un poeta que supo acercarse á ella con alma de fuego y fantasía
GABRIEL Y GALÁN 341
de flores, no á enrojecerla con lúbricos cantares, ni á manchar su blanca
vestidura con el lodo que salpican las cuerdas de un arpa obscena, sino
á recrear su corazón y abrillantar su pureza con uno de los himnos más
sublimes, que al casto amor de la mujer ha salido de la boca de los mor-
tales.
¡Gloria á Gabriel y Galán! que tan elocuentemente ha demostrado á
cuantos se precian de poetas y á los hombres todos, que, para ver el
amor por su lado verdaderamente bello es preciso subir hasta perder
de vista la torpe envoltura de corrupción que nos acerca á los brutos,
para mirar tan sólo los resplandores del alma que nos aproxima á los
ángeles! El Ama de Galán está fundida en el molde de la mujer fuerte
que nos da la Escritura.
Luis Herrera Oria.
{Continuará)
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 33
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
£L APÓSTOL DEL RAIFFEISENISMO EN FRANCIA
u
N nombre resume la historia de las Cajas de Raiffeisen en Francia:
Luis Durand. Este egregio abogado de Lión, colaborador de Le Play en
la Reforme Social, no solamente ha sido el fundador de las Cajas de
Raiffeisen en su patria, sino su incansable propagandista, su escudo, su
apoyo, toda su alma. Su influencia, trascendiendo más allá de las fron-
teras de su patria, se ha sentido señaladamente en España. De ello pueden
dar fe el autor de la primera monografía española sobre las Cajas de
Raiffeisen, Díaz de Rábago, y el fundador de las primeras Cajas, D. Luis
Chaves.
El entusiasmo de Durand no fué una de esas llamaradas que brotan
al calor del sentimiento, sino el resultado de estudios tan extensos como
profundos, el fruto de una reflexión serena sobre todos los sistemas
principales de crédito conocidos en Europa y de las condiciones de su
adaptación á Francia. La ocasión de esos estudios fué la siguiente: Era
Durand miembro del Consejo de Legislación de VUnion des syndicats
agricoles du Sud-Est, cuando Méline presentó al Parlamento francés un
proyecto de ley de crédito agrario. Habiendo recibido de la sociedad á
que pertenecía el encargo de escribir una Memoria sobre la importantí-
sima materia que iba á ser objeto de discusión entre los diputados, de-
dicóse con ardor á la investigación y examen de los distintos sistemas y
leyes de crédito agrícola de las principales naciones, sin dejar en olvido
nuestra patria, de cuyos Pósitos escribió cumplido elogio; viajó por el
extranjero; revolvió libros; trabó amistad y entabló correspondencia con
los economistas más eminentes, y como fruto de esa labor inmensa dio
á la estampa en 1891 el voluminoso tomo en 4.° mayor, titulado Le crédit
agrícola en France et a Vétranger, libro monumental — al decir de Díaz
de Rábago,— «inmenso arsenal de datos, apreciados con finísimo criterio,
y que ha colocado de un golpe á su autor, M. Durand, por voto unánime,
en la cátedra de autoridad inconcusa en la materia» (1).
Mas entre todas las instituciones de crédito estudiadas por Durand,
una especialmente arrebató su admiración y excitó su entusiasmo, pare-
ciéndole la única que daba cumplida satisfacción á las exigencias del
crédito agrícola, la única que demostraba con los resultados de la prác-
tica realizar á maravilla el ideal: las Cajas rurales de Raiffeisen. Lleno
(1) Crédito Agrícola. Las Cajas rurales de préstamos, sistema |Raiffeisen, ^por don
Joaquín Díaz de Rábago, pág. 7.
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 343
de alborozo y henchido de esperanza, ya no pensó más que en hacer á
sus compatricios partícipes del tesoro hallado. Para acomodar el sistema
alemán á la legislación francesa, escogió, como la más propia de la índole
cooperativa, la forma de sociedad en nombre colectivo^ de capital varia-
blCy regida por la ley de 24 de Julio de 1867. Desde entonces estaba de-
cidida su vocación. El apóstol del raiffeisenismo surgía en Francia con
todas aquellas cualidades que requiere el apostolado, vivo entusiasmo,
celo ardoroso, actividad incansable, constancia invicta, hermanadas con
las otras dotes de ciencia, prudencia, habilidad y tino, sin las cuales se
estrellan los mejores deseos.
LUIS DURAND Y EL «CENTRE FÉDÉRATIF DU CRÉDIT POPULAIRE»
Por mediación del Padre capuchino Luis de Besse púsose en.relación
con un grupo de excelentes católicos que, reunidos en sociedad con el
nombre de Centre fédératif du crédit populaire, se habían propuesto in-
troducir en Francia los Bancos de anticipos de Schulze-Delitzsch, modi-
ficados por Luzzati, quien había suprimido de ellos la solidaridad ilimi-
tada, y así reformados los promovía en Italia desde 1863. Pensó Durand
hacer admitir el sistema de Raiffeisen, siquiera como una sección del
Centre fédératif. Había logrado ya en varios Congresos interesar á la
opinión pública, cuando ocurrió un hecho que historiadores franceses
de las Cajas de Raiffeisen pasan en silencio, tal vez por entender lo exige
así en su patria la prudencia; pero que á nosotros nos obligan á narrar los
fueros de la verdad, la imparcialidad de la historia y la prudencia verda-
dera que de lo pasado saca documentos y enseñanzas para lo futuro (1).
Solía el Centre fédératif celebrar anualmente un Congreso, á fin de
inculcar y difundir mejor el crédito popular. Mas como por ser católicos ,
los propagandistas imprimían naturalmente á su obra el sello católico,
hubieron de incurrir en la animadversión de la masonería, la cual, disi-
mulando por el pronto, no creyendo todavía prudente enarbolar el estan-
darte de la guerra, prefirió izar bandera blanca, entrando en tratos y
presentando á sus enemigos el olivo de la paz: estratagema de que fre-
cuentemente han sido víctimas los candidos católicos. Fundaron, pues,
los masones la Société nationale pour la Propagation du crédit popur-
laire, y cuando en Abril de 1893 reunió el Centre fédératif el Congreso
de Tolosa, enviaron á éste dos delegados, Rouzés y Benoit-Lévy, con
encargo de proponer cortésmente al Consejo la alianza de las dos socie-
dades para una acción común en favor del pueblo. Pero Benoit-Lévy no
pudo disimular su condición de masón y de judío, exigiendo, como base
indispensable de la unión la neutralidad; y á fin de que nadie pudiera
(1) Véanse: Civiltá Cattolica, 20 de Octubre de 1894, pág. 165 y siguientes; Baíletin
mensael de I' Union des Caises Rurales et Ouvriéres, Avril, 1900.
344 LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
llamarse á engaño, convocó para la víspera del Congreso á junta solemne
en el templo masónico á todos los hermanos tres puntos (HH.*.) de la
ciudad. No era él únicamente el masón; éralo además el otro delegado,
según se parece en el anuncio siguiente de La Dépéche de Toulouse, del
2 de Abril de 1893. Dice así:
«Se invita á los francmasones de Tolosa á la sesión que se celebrará en la sala de
las fiestas del Templo mas.: el martes 4 de Abril á las ocho de la noche. Orden del dia:
Conferencia sobre el Crédito popular en Francia, por los Sres. Lourtiers, senador;
Benoit-Lévy, abogado; Ireneo Blanc; Adriano Durand, publicista; Rouzés; todos ellos
presidentes ó miembros de diversas Logias de Paris. Podrán asistir á la sesión cuales-
quiera personas, con tal que vayan acompañadas de un francmasón.^
El mismo periódico, en su número del 5 de Abril, precisamente el día
de la apertura del Congreso, hacía la siguiente reseña de la sesión de la
víspera:
«Ayer hubo en el Templo masónico la conferencia anunciada. Presidia el Sr. Noel
Parfait, consejero municipal, venerable de la Logia La Parfaite Harmonie. El conferen-
ciante Sr. Rouzés demostró con moderación pero con energía cuan deplorable sea que
el elemento reaccionario (léase católico) se haya apropiado desde el principio, sin com-
petencia, el movimiento que se iba formando en favor de las cooperativas de crédito,
cuales son los Bancos populares... Por esta causa, dice el orador, hemos venido al
Congreso de Tolosa; pocos somos, pero muy decididos á indicar lo que á nuestro juicio
se ha de hacer para impedir esa conquista, que sería ruinosa á las instituciones.*
Más adelante, reseñando el discurso de Benoit-Lévy, escribía:
^Concluye (Benóit-Lévy) levantándose contra el intento de conquista realizado por
los reaccionarios y clericales; importa luchar contra su influencia para impedir que
los capuchinos conquisten los electores por medio del crédito; trátase de impedir á una
confesión meter mano en ana obra que ha de ser independiente.»
Era, pues, notorio el designio de la masonería. Con todo esto, los
delegados Rouzés y Benoit-Lévy, que en la tenida masónica tanto habían
abominado de los reaccionarios y clericales, fueron de los clericales y
reaccionarios galantemente admitidos en el Congreso, al cual venían
ellos á despojar de todo carácter reaccionario y clerical. Eligióse una
comisión, compuesta del P. Capuchino Luis de Besse y de los Sres. Ros-
tand, Rayneri y Luis Durand, para que en nombre del Centro tratase
del acuerdo entre las dos sociedades. Durand lo combatió con energía,
aunque sin fruto, por causas que se calló la Comisión; mas sin saberlo
él, en la última sesión general del Congreso se anunció la alianza del
Centre fédératif con \a Société Nationale, sobre estas bases: I."" las dos
sociedades llevarán el nombre común de Centre fédératif du crédit po-
pulaire en France, conservando cada cual su autonomía como dos ramas
de un mismo tronco; 2.^ cuando haya de tomarse alguna resolución en
común, se reunirán los Consejos de entrambas en comisión general;
3/ se publicará un Boletín ó periódico en nombre de las dos sociedades
reunidas y por personas designadas por la Comisión general.
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 345
LA «UNIÓN» DE DURAND
Durand, no pudiendo, por ser ya tarde, protestar en el Congreso,
procuró sacar del mal paso á los compañeros, multiplicando sus esfuer-
zos meses arreo, hasta que, viéndose impotente para romper la infausta
alianza, se retiró del Centro para trabajar por su cuenta, con auxilio de
otros amigos católicos enteramente adictos á la causa de Raiffeisen.
Lentos y difíciles fueron los principios. La primera Caja se fundó en
Langé en Marzo de 1893. Era párroco del pueblo el abate Ragú, quien
desde el Congreso de Bourges ardía en deseos de introducir en su parro-
quia una caja rural. Vivos é impacientes habían de ser los deseos cuando
la fundó con tres socios únicamente. Uno se encargó de la dirección,
.otro de la contabilidad y el tercero de la inspección; un verdadero cua-
dro de oficiales sin soldados; pero ¡á qué no arrostra el celo! La segunda
Caja se fundó el mes siguiente en Bagnéres de Bigorre, mas no fué rural
sino obrera. Así, desde el principio se instituyeron las dos clases de Cajas
de que constan las fundaciones de Durand. Con las dos constituyóse al
punto la Unión des caisses rurales et ouvriéres á responsabilité illimitéet
con domicilio en Lión y con Durand por presidente provisional. Audacia
se necesitaba, al parecer, para instituir una Unión de solas dos cajas. ¿No
era eso una miniatura de organización y cosa baladí? No es, pues, de ex-
trañar que lo celebrasen con risa los émulos de Durand; pero éste, más
perspicaz que todos ellos, echó de ver que sin un lazo de unión, sin un
centro común de consejo y de propaganda, ni se extendería ni echaría raí-
. ees en Francia el sistema de Raiffeisen. El caso es que mientras la Unión^
vencidas las primeras dificultades, cogía vigoroso vuelo, iba rastreando
la junta de masones y católicos. A fínes de Mayo de 1904, un año después
de las primeras fundaciones, escribía á Díaz de Rábago el Sr. Durand:
*Ved los resultados: nuestra Unión ha agrupado bajo la bandera de la libertad 59
Cajas Raiffeisen: nuestros adversarios, con la ayuda de subvenciones, con el concurso
de funcionarios, prefectos, profesores de agricultura, etc., no han fundado más que
tres» (1).
Mucha indigencia era ésa para la flamante sociedad católico-masó-
nica. Pues para ocultarla y engalanarse con las plumas del pavo real,
publicó en su Boletín del Crédito Popular la lista detallada de las Cajas
.adheridas á la Unión de Durand, tomándola del Boletín de ésta, pero sin
mencionar la una ni el otro. A la Société Nationale pertenecían muchos
notorios francmasones, cuyo nombre citaba Naudet en lajustice sociaíe
de 5 de Mayo de 1894. El Boletín del Crédito Popular, órgano de las
amalgamadas sociedades, había de evitar, por ley de su institución, toda
(1) Díaz de Rábago, obra citada, pág. 10.
346 LAS CAJAS RURALES EN ^FRANCIA
dea religiosa. Dirigíalo el citado masón Benoit-Lévy y el católico señor
Rayneri, designados por los dos consejos, el masón y el católico. Como
es natural, no vio más la luz el eco en la prensa del primitivo Centre fédé-
ratif, titulado la Unión económica, donde el Capuchino P. de Besse inser-
taba de cuando en cuando artículos ardorosos en pro del bien religioso
y económico del pueblo. La Société Nationale se disolvió en 1896. Con-
seguido ya su fin no tenía razón de ser.
LOS CATÓLICOS Y LA «UNIÓN» DE DURAND
La ganancia de la secta no consistió solamente en la excisión de los
católicos, sino también en las sospechas que se deslizaron contra el sis-
tema de Raiffeisen. El Boletín del Crédito Popular, escribía La Civilfá en
el número citado, «aunque no hace guerra abierta á las instituciones de
Raiffeisen, antes bien les muestra simpatía y benevolencia, sube, no obs-
tante, á las nubes la solidaridad limitada como único remedio de las cla-
ses agrícolas, ponderando, en cambio, con manifiesta mala fe los peligros
del sistema contrario, á fin de apartar de él á todos». Todo era duda y
confusión en el campo católico, hasta que los copiosos frutos de la obra
de Durand y la esterilidad áe\ Centre fédératíf abriéronlos ojos délos
buenos. Pronto se declararon por Durand el clero, el Conde de Mun con
su Obra de los Círculos, los Congresos católicos, la Sociedad de agri-
cultores de Francia, varios sindicatos agrícolas, el Sillón, la Juventud
católica y otras sociedades; innumerables periódicos de París y de provin-
cias le secundaron en la propaganda; felicitóle el Arzobispo de Lión; el
Obispo de Tarbes le honró aceptando la presidencia de un Congreso raif-
feisenista regional; finalmente, en 13 de Mayo de 1895 el Cardenal Ram-
polla le trasmitió la bendición y alientos de León XIII, quien antes había
dado ya al abate Fontan, uno de los primeros colaboradores de la Unión^
preclara muestra de su gozo por el concurso aportado á una obra «tan
maravillosamente acomodada á las necesidades de nuestra época». En
fin, en la Encíclica de 8 de de Septiembre de 1899, dirigida á los Obis-
pos y al Clero de Francia, recuerda con satisfacción el Soberano Pontí-
fice los esfuerzos de los sacerdotes por «introducir reformas en el orden
económico y social» y menciona especialmente «las Cajas rurales».
LA «UNIÓN» EN LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE PARÍS (1900)
En otro campo han sonado también los aplausos. Méline, siendo Pre-
sidente del Consejo de ministros, y Deschanel en Julio de 1897, en la Cá-
mara de diputados, pagaron espléndido tributo á la utilidad fecunda de
las Cajas rurales. En 1900 el Jurado de la Exposición Universal de París
galardonó con honrosísimas recompensas á la Unión de Lión, á sus cola-
boradores y á sus grupos. Helas aquí:
Clase 103 (agrícola):
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 347
Medalla de oro á la Unión de Lión.
ídem id. al grupo regional de Doubs.
ídem id. á Fournier-Sarlovéze, presidente del grupo regional de Hau-
te-Saóne.
Medalla de plata al grupo regional de Hautes-Pyrénées.
Medalla de bronce al grupo regional de Gers.
ídem id. al grupo regional de Loire-Inférieure.
Clase 104 (obrera):
Medalla de oro á la Unión de Lión.
LUCHAS DE LA «UNIÓN» CON EL FISCO Y LOS GOBIERNOS JACOBINOS
Contrasta con tantas muestras, de simpatía con tantos aplausos y
recompensas, la conducta de los Gobiernos jacobinos y masónicos que se
han ido sucediendo en Francia. Mientras desde el principio favorecieron
con subsidios á la flamante sociedad instituida por obra de los masones,
permitiéndole de este modo hacer tiradas numerosas del Bulletin da Cré-
dit Populaire y difundirlo por Francia entera; mientras en todo tiempo
han sido generosos con otras sociedades de crédito agrícola, derramando
á manos llenas las subvenciones; se han mostrado, al contrario, acérrimos
enemigos de Durand, negando á sus Cajas, como quien dice, el agua y el
fuego, inventando mil argucias, impertinencias y chinchorrerías para pri-
varlas de los auxilios que según ley y según conciencia les debían. Ni ha
dejado de ser bastante franco algún ministro para descubrir la hilaza,
cual hizo Rúan al declarar que no concedería dinero á las Cajas de Du-
rand, «á la vez rurales, obreras y confesionales». Como sin duda no igno-
raba el ministro que la inmensa mayoría de las Cajas de la Unión eran
rurales, y que sólo éstas reclamaban el derecho á la subvención legal,
bien se ve que la verdadera causa de la negativa era el último adjetivo.
Estas contradicciones no fueron remora al progreso de las Cajas
rurales. Más aún: Durand es enemigo de esa intervención del Estado, que
se emplea en distribuir socorros en metálico, y así por esta causa como
porque las Cajas de su Unión se bastan á sí mismas, hubiera podido des-
preciar las tacañerías é ilegalidades de los Gobiernos jacobinos. Si no lo
hace así, es por la razón que exponía él mismo en 1902, conviene á saber,
«porque en un país libre, los ciudadanos tienen obligación de defender
sus derechos y de no dejarse poner fuera de la ley» (1). Y continúa:
«Por principio, pues, es por lo que deben las Cajas reclamar su parte en las sub-
venciones del Estado. Pero en realidad son por sí mismas asaz poderosas, tienen
garantía suficiente y crédito bastante para no necesitar de nadie. Por esto son libres
é independientes, y aun en el caso de recibir subsidios del Estado, nada ceden de su
independencia, por hallarse siempre en disposición de devolverlos, sin compromiso de
su funcionamiento, el día en que se quisiera hacerles sentir ásperamente el yugo.
»De aquí que los adversarios de la acción social católica no amen las Cajas rurales.
(1) Démocratie Chrétienne, Enero de 1902, pág. 547.
'348 LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
Advierten que se les escapan á toda presión; advierten que las Cajas pueden asegurar
asimismo la libertad de las obras que en ellas estriban; y la actividad que despliegan
para espolear el crédito agrícola en otra dirección, el empleo que para conseguir su
intento dan á la suma de 40 millones (1), enorme para nuestro presupuesto en déficit,
la violencia que hacen á la legalidad, todo muestra la importancia que atribuyen á la
realización de su plan.»
Más grave que esas contradicciones fué la tempestad que se levantó
en 1897 al imponer el fisco á ciertas Cajas el pago de la patente comer-
cial. No queremos narrar la historia harto larga, aunque curiosa, si no
divertida. Vayamos solamente al éxito (2). El 24 de Diciembre de 1897
un dictamen del Consejo de Estado fundaba en tres razones la obliga-
ción de la patente: I."* la Caja demandante (la de Sermérieu) no se limita
á pedir los capitales estrictamente necesarios á la realización de los
préstamos contraídos por sus miembros, sino que recibe depósitos á tér-
mino y á la vista; 2.^ se encarga de operaciones que entran en el ejerci-
cio de la profesión de banquero (estas operaciones eran descontar paga-
rés á la orden, cosa apenas usada, bien que autorizada para casos excep-
cionales por los Estatutos); 3.^ destina el excedente de la reserva á una
obra extraña á la Sociedad.
La resolución del Consejo de Estado fué triturada punto por punto
por egregios jurisconsultos. Increíble parece que cuerpo tan eminente
ignore la esencia de la profesión de banquero, juegue con los vocablos
de empréstito y depósito, confunda los pagarés á la orden comerciales
con los que no lo son, ^vea lucro donde hay expresa renuncia á todo
lucro.
La patente la han de pagar los que procuran el crédito al público
para realizar un beneficio sobre el público, no los que se asocian para
procurarse el crédito á sí mismos realizando una economia; éstos ni son
banqueros ni ejercen ninguna profesión comercial. ¡Bonita profesión la
de prestatarios que renuncian á todo reparto de beneficios!
De hecho, los depósitos aceptados por la Caja rural de Sermérieu no
eran sino empréstitos contratados por ella. El Consejo de Estado nada
hubiera tenido que reprenderle en este punto si, acomodando el nombre
á la realidad, hubiese la Caja empleado el vocablo vulgar de empréstitos
en lugar del de depósitos usado en el comercio. ¡Juego de palabras!
Que un uso cualquiera del pagaré á la orden sea comercial, es equi-
vocación inconcebible en gentes del oficio, mucho más en los que han
de ser la flor y nata de la jurisprudencia, pues debieran saber que en
Francia (y lo mismo pasa en otras partes) sólo es comercial el pagaré
cuando lleva la firma de un comerciante ó versa sobre una operación
comercial, no cuando mira á operaciones que nada tienen que ver con
(1) El Banco de Francia, al tiempo de]la renovación de su privilegio, se compróme
tió á entregar al Estado 40 millones de francos para fomento del crédito mutuo agrícola.
(2) Véase Durand, La caisse rarale, la caisse ouvriére... 2'^«,édition, páginas 50-53.
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 349
el comercio y está firmado por agricultores, que era el caso de la Caja
rural.
Tampoco vale una razón especiosa alegada por el Ministro de
Hacienda y que sirvió de fundamento al Consejo de Estado. No limitando
los estatutos el importe de los depósitos que puede recibir la Caja á la
suma estrictamente indispensable para atender á las peticiones de prés-
tamos de sus socios, argüía el Ministro que podía la Caja procurarse un
capital que excediese á las necesidades de sus operaciones puramente
mutuas y susceptible de servir á especulaciones financieras productivas
de verdadero beneficio comercial. Á lo cual respondió el abogado de la
Caja rural que si bien los estatutos no limitaban los préstamos que se
podían aceptar, no podía la Caja de ningún modo entregarse á las
especulaciones incriminadas por vedárselo terminantemente los mismos
estatutos. Ya hemos dicho varias veces en esta revista que el sistema de
Raiffeisen excluye por principio tales especulaciones.
Pero, sobre todo, fué chocante condenar á la Caja de Sermérieu como
empresa lucrativa, precisamente por repudiar el lucro. En las sociedades
cooperativas ordinarias los excedentes de la reserva suelen repartirse
entre los asociados á título de devolución de lo percibido de más; pero la
Caja rural de Sermérieu, para ajustarse más estrechamente á la idea co-
operativa, excluyendo todasombra de codicia, quiso evitar esos exceden-
tes, ordenando á los administradores disminuir el tipo del interés caso
que se produjeran; y para incitarles y como forzarles á hacerlo así, dis-
puso que si de cualquier modo los hubiese, se aplicaran á una obra de
utilidad general, sin que ninguno de los socios pudiera aprovecharse de
ellos personalmente. La obra á que se habían de aplicar en tal supuesto
era la escuela privada del pueblo, dirigida por las Hermanas. ¿Cabe
menos espíritu comercial, mayor desinterés? No; es decir, sí, según el
Consejo de Estado, en cuyo concepto es ello argumento evidente de la
profesión de banquero ó comerciante y, por tanto, de sujeción á la pa-
tente. Convengamos en que hay opiniones singulares.
Por extraño é inicuo que fuese el decreto, había que cumplirlo. El
golpe era certero. Si el 1.° de Enero de 1908 se lograba imponer la
patente á las Cajas, se ponía en balanzas su existencia, y tal vez se
las obligaba á liquidar con pérdida. Para guarecerse del chubasco que
á todas las Cajas amenazaba, fué preciso modificar los Estatutos. Por
dicha, estaba alerta Durand, el presidente de la Unión de Lión, quien el
mismo día 24, en que se dio el decreto, mandó aviso á los directores de
las Cajas para reunir el 30 del mismo mes de Diciembre asamblea ge-
neral extraordinaria á fin de hacer la reforma antes del 1.° de Enero. En
una circular posterior indicaba qué clase de modificaciones habían de
introducirse. Algunas Cajas, por no recibir á tiempo esta circular, se di-
solvieron; otras, aunque prevenidas oportunamente, prefirieron hacer
otro tanto antes que arrostrar la malquerencia del Estado; algunas de
350 LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
las disueltas se reconstituyeron luego con sus [antiguos socios. El hu-
racán empero descuajó más de 200 Cajas. El número de las afiliadas|en
vísperas del decreto del Consejo de Estado era de 633. En las estadísti-
cas de 1899 confiesa la Unión que 206 Cajas se habían disuelto por
efecto de aquel decreto; 86 no habían respondido al cuestionario.
Otras dificultades de menor cuantía, procedentes de los tribunales, ha
tenido que superar la Unión de Lión, sin contar las que le acarrea la hos-
tilidad del grupo rival de que antes hablamos. Lo cierto es que capeado
aquel recio temporal de la patente, siguió boyante su curso, como nos
demostrarán los números, después que hayamos explicado brevemente
la naturaleza y organización de la Unión.
NATURALEZA Y OFICIOS DE LA «UNIÓN» DE DURAND (1)
El rápido bosquejo histórico en las anteriores páginas trazado ex-
presa de algún modo la importancia incomparable de la Unión,lmas no
explica suficientemente su naturaleza, su estructura, su vida íntima.
Fuerza es, pues, añadir dos palabras al propósito.
Procuró Durand desde el principio ayudar á las Cajas rurales con
instrucciones prácticas. No contento con acomodar los estatutos á la
legislación francesa, entendió que faltaba á los fundadores y adminis-
tradores, poco familiarizados de ordinario con las formalidades y pre-
ceptos legales, un comentario práctico, una guía segura y que era menes-
ter enseñarles la manera de administrar la sociedad, los medios de pro-
curarse dinero, las condiciones exigibles á los prestatarios, la organización
de una contabilidad sencilla al alcance de los agricultores. Para todos
estos fines redactó el Manual práctico para uso de los fundadores y
administradores de las Cajas rurales, que está hoy en la sexta edición.
Mas no bastaba la letra muerta de un Manual. Ocurrían, sobre todo
á los comienzos, nuevas dudas, vacilaciones, dificultades; los fundadores
y administradores necesitaban á cada instante consejo, información, á
veces también estímulo y aliento. Formalidades legales, timbre, registro,
interpretación de los estatutos, contabilidad, administración... ¡cuántas y
cuántas cuestiones dignas de seria reflexión y estudio! La mayor parte
de los fundadores, aunque abrasados de celo y llenos de abnegación,
estaban poco preparados, por sus estudios anteriores y por sus habi-
tuales ocupaciones, para resolver los problemas teóricos, jurídicos ó de
otro género que se ofrecían, y hubieran tal vez desfallecido si una mano
amiga no los hubiese confortado, si un como consejo técnico y conten'-
cioso no estuviera á su lado para ilustrarlos. Mas aun allí donde se pu-
siera al frente persona capaz y de suyo suficientemente ilustrada, no
pudiera apreciar siempre la naturaleza exacta de las dificultades ó pre-
(1) Véase Durand; La caisse rurale, la caisse ouvriére, páginas 44 y siguientes.
LAS CAJAS RURALES EN [FRANCIA 351
venirlas con la misma facilidad que un centro común á donde afluyen de
todas las partes de Francia las consultas, dudas y dificultades, las expej
riendas, observaciones y estudios. Un centro semejante había de ateso-
rar, naturalmente, el saber y la experiencia de muchos, y ser, por consi-
guiente, más apto para discernir entre las dificultades las que eran de
carácter local ó general, accidental ó substancial. Pues este centro espi-
ritual de consulta, de información, de propaganda, fué y continúa siendo
la Unión de las Cajas rurales y obreras de responsabilidad ¿limitada^ y
aun pudiéramos añadir que es D. Luis Durand, por ser el presidente, el
alma de ese centro. Él mismo confiesa que en espacio de trece años ha
tenido que responder á más de 15.000 cartas. Sin sus consejos, y aun sin
el apoyo moral que da á los fundadores la certeza de no carecer de di-
rección en caso necesario, el 95 por 100 de las Cajas existentes no se
habría constituido. Dicha Unión suele designarse brevemente con el
nombre de Unión de Lión, por ser esta ciudad su domicilio social.
Por otra parte, las Cajas particulares tienen intereses generales que
defender. Aisladas, carecerían de autoridad y de fuerza; pero asociadas
á un centro que sea como el representante colectivo de todas, tienen una
autoridad tanto mayor cuanto más considerable sea el número de afilia-
das y más estrecha la unión. Este cometido ha desempeñado provecho-
samente la Unión de las Cajas rurales y obreras en muchas ocasiones,
alguna de las cuales, como la de la patente, hemos tenido ocasión de
recordar.
RELACIÓN DE LA «UNIÓN» CON LAS CAJAS LOCALES
El «Boletín». — Para mejor alcanzar sus fines, era conveniente que la
Unión estableciese relaciones permanentes y periódicas con los admi-
nistradores de las Cajas para animarlos en los trances amargos de des-
aliento, proponiéndoles los buenos sucesos de otras Cajas que, acaso á
través de mayores peligros y tempestades, habían llegado finalmente á
puerto. Era además útilísimo tener todas las Cajas al corriente de lo que
pudiera interesarlas, darles noticias de los obstáculos que podían salir-
Íes al paso y de las industrias con que podían ladearlos ó apartarlos,
informarles de las nuevas leyes que les interesaban, tenerles al corriente
de la situación, progresos y esperanzas de la obra. Tales fueron los pro-
pósitos del Boletín mensual de la Unión de las Cajas rurales y obreras,
publicación modesta, sin lujo, barata, como que al año sólo cuesta dos
francos en Francia.
«Esta creación necesaria, ha sido fecunda— escribe Durand.— El Boletín ha. contri*
buido poderosamente, ora á mantener la unidad de miras y la cohesión de las Cajas
afiliadas, ora á esparcir las doctrinas de Raiffeisen y dar á conocer los principios de la
Caja rural, ya á poner en claro las cuestiones jurídicas y económicas suscitadas por al-
gunos proyectos ó determinadas leyes agrícolas. Ha sido señaladamente instrumento
activo de propaganda y servido de vinculo entre las personas dedicadas á las Cajas
352 LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
rurales en las diversas regiones de Francia. Cada mes recuerda á los directores de las
Cajas las obras cuya carga han aceptado, les comunica consejos, les da noticias, les
muestra que no están solos y confirma sus energías.»
Grupos regionales y Juntas de propaganda.~E\ Consejo central, ó
la Unión, aun con la ayuda del Boletín, no es bastante para prestar á la
Caja local todos los servicios necesarios. Su campo de acción es dema-
siado vasto; no puede impulsar enérgicamente la propaganda á las re-
giones más lejanas, ni conocer á fondo todos los pueblos, ni escoger en
ellos las personas más idóneas para fundar, administrar ó dar conferen-
cias. Una organización perfecta ha de colocar entre la modesta Caja
local, que se ciñe á un municipio ó á una parroquia, y la Unión, que
abarca á toda Francia, un organismo intermedio, regional (departamental,
en lo posible), que tome á pechos la extensión y prosperidad de la obra,
fomente la propaganda, prepare fundaciones nuevas, envíe conferen-
ciantes para sostenerlas, auxilie á los administradores, dándoles lecciones
de contabilidad, verificando sus cuentas, interponiéndose entre ellos y
los capitalistas, á fin de facilitar la adquisición de dinero donde las Cajas
no le hallan. Sobremanera importante es la inspección. Los contadores
de las Cajas, á pesar de su buena voluntad, se hallan á veces á obscuras
con sus cuentas. Viene el inspector, toma la pluma, corrige sus menguas
y les mete por los ojos la mejor lección de contabilidad. «La experiencia
nos enseña — dice Durand— que los contadores cuyos libros han sido re-
visados una primera vez cometen un número de faltas seis veces menor
que antes; los contadores cuyos libros han sido revisados dos veces,
casi no cometen ninguna.»
El reglamento de la Unión distingue dos tipos de organismos inter-
medios, de conformidad con dos situaciones diferentes. Donde hay diez
Cajas locales se forma un Grupo regional. Donde no hay diez, una
Junta de propaganda.
Los fines principales de los Grupos regionales y Juntas de propa-
ganda son:
L° La propaganda.
2.° La inspección, sea por un inspector profesional, cuando hay re-
cursos para ello, sea por la mutualidad, es decir, por la revisión recí-
proca de los directores ó contadores de cajas vecinas. Cajas hay que se
valen de personas competentes extrañas á la asociación. Así algunas del
Norte aprovechan la buena voluntad de algunos socios de la Juventud
católica.
3.° Reunir todos los años una asamblea general de representantes de
las Cajas de la región para comunicarse los progresos realizados, estu-
diar las soluciones de las dificultades prácticas, examinar los elementos
de que se dispone para nuevas fundaciones.
4.° Organizar, si es conveniente, una Caja central para el grupo, ó
mejor aún, para varios grupos puestos de acuerdo.
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 353
En Abril de 1907 había 18 Grupos regionales y dos Juntas de pro-
paganda.
Cajas centrales.— Los Grupos regionales prestan á las Cajas rurales
el apoyo moral; las Cajas centrales el material. Sienta en principio
Durand que las Cajas locales se han de bastar á sí mismas, recogiendo
por sí en la vecindad el dinero que les hace falta. Pues entonces se dirá:
¿qué oficio reserva á la Caja central? Nada más que el de proveer tem-
poralmente á dificultades accidentales de la Caja local. Puede suceder
que una Caja local necesite de pronto una suma relativamente crecida.
Ocurre, por ejemplo, que una extensa propiedad se vende repartida en
parcelas, y son muchos los socios que quisieran comprar alguna parte,
para lo cual acuden á la vez á la Caja. Ó bien hay muchos imponentes
que reclaman á un mismo tiempo los depósitos, obligando así á los admi-
nistradores á buscar sin demora prestamistas. En todos estos casos y
otros semejantes una Caja central prestaría grandes servicios á la local,
aunque llevase por el préstamo algo más de lo que suele ganar la local.
Puede también darse la situación contraria, que la local no sepa qué
hacer del dinero ni pueda convenientemente devolverlo á los imponentes,
los cuales estimarían en poco una colocación que les expone á reem-
bolsos intempestivos. Gran ventaja fuera en este caso para la local colo-
car sus excedentes en la central.
A fin de que las Cajas locales recurran lo menos posible á la central,
y sólo para sumas limitadas y tiempo relativamente corto, aconseja
Durand que se les lleve por el préstamo algo más de lo que ellas suelen
pagar á los prestamistas ordinarios. Si las locales, por ejemplo, suelen
recibir prestado al 3 por 100, no les preste la central sino al 3 Va ó 3 V4.
*La Caja rural — escribe Durand — no puede sustraerse á las reglas
generales de la ciencia de la hacienda; ha de elegir entre dos alternati-
vas: ó procurarse una clientela de imponentes, ó no ser más que una
sociedad de crédito artificial, sin independencia, sin solidez, colgada de
la benevolencia de un establecimiento superior.» De ahí la enemiga de
Durand contra las Cajas regionales subvencionadas por el Gobierno;
porque, según acredita la experiencia, las Cajas locales que, seducidas
por la comodidad de obtener préstamos de las Cajas regionales, se han
servido de ellas habitualmente, no han hallado ya después depósitos
locales, viéndose en grave conflicto cuando la Caja regional se ha visto
obligada á limitar el crédito.
Con todo eso, algunas Cajas centrales ó regionales, pero libres, se
han fundado en la Unión de Durand, y por cierto con una singularidad,
que aun en la de Neuwied sólo se halló en la primera época de su exis-
tencia; es á saber, que, á excepción de una sola, todas las demás están
cimentadas en la solidaridad ilimitada. Seis Cajas regionales contaba
la Unión á fines de 1907, y de ellas una sola era sociedad anónima. La
primera Caja central fué Crédit mutuel de Poligny, que en 1896 se afilió
354 LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
á la Unión en calidad de Caja central para Jura, Doubs, Haute-Saóne.
Posteriormente cedió el lugar á la Caja regional de Borgoña. El 31 de
Mayo del mismo año el grupo regional de Hautes-Pyrénées fundó una
Caja central para este departamento, con solidaridad ilimitada, dando
este ejemplo á las demás que sucesivamente se formaron.
LAS CAJAS LOCALES
Es la organización de Durand como árbol gigante cuyo tronco es la
Unión, las ramas los Grupos regionales y las hojas centenares de Cajas
locales que visten de hermosura y gallardía al árbol. Para hacerlo más
vistoso distínguense esas hojas en varias diferencias. Porque una suerte
hay de Cajas que son propiamente rurales, otras obreras, otras mixtas
de rurales y obreras, y otras, finalmente, marítimas. Las rurales consti-
tuyen la inmensa mayoría. Las obreras se diferencian de las rurales por
la índole del crédito que satisfacen y el |medio en que viven, ya que se
fundan en centros urbanos para socorro de modestos artesanos y obre-
ros asTilariados. Las mixtas son propias de los municipios, mitad obreros,
mitad rurales, por lo cual abarcan toda clase de personas, sean ó no
agricultores. Las marítimas están destinadas á los marineros de Bretaña.
La Caja obrera y lajmixta, por su misma naturaleza, requieren préstamos
de puro consumo, contra la regla establecida para las rurales, pero esos
préstamos han de ser mínimos. Durand aconseja que el máximum sea
de 50 ó 103 francos: lo cual ya se entiende que no tiene aplicación á las
Cajas obreras 'fundadas principalmente para la construcción de casas.
Las Cajas rurales suelen pagar el 3 por 100 por los préstamos que reci-
ben y el 4 por los que hacen.
En razón de las distintas leyes á que las Cajas se 'someten, divídense
en sindicales y no sindicales. Las primeras se componen exclusivamente
de individuos de la profesión y miembros de los sindicatos agrícolas, de
conformidad con la ley de sociedades de crédito agrícola de 5 de No-
viembre de 1894, modificada por otra de 20 de Julio de 1901. Las segun-
das admiten como socios, no solamente á los agricultores, sino á toda
clase de personas, y se rigen por la ley de 24 de Julio de 1867. La inmensa
mayoría de las Cajas de Durand pertenecen á esta segunda clase, bien
que se les aconseja no admitir á los comerciantes, que recurren frecuen-
temente en sus negocios á efectos comerciales, por la dificultad de com-
putar su fortuna y por los peligros que podrían acarrear. No hay que
rechazar empero á aquellos comerciantes que sólo excepcionalmente
usan del papel.
Las Cajas rurales no son á la vez cooperativas de crédito y sindica-
tos aerícolas, como en otras partes, aunque por su íntimo enlace la fun-
dación de lo uno suscite frecuentemente la de lo otro. Las Cajas rurales
promueven á menudo las compras en común, lecherías cooperativas y
otras sociedades, en lo cual tiene no pequeña parte laj acción del grupo
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 355
regional. Así, el Grupo de Nantes y el crédito de sus Cajas locales han
podido suscitar así la compra en común de máquinas agrícolas para los
sindicatos de la industria agrícola como los seguros mutuos, sea contra el
incendio del forraje, con reembolsos en especie, sea contra la morta-
lidad del ganado (1).
REGLAMENTO DE LA «UNIÓN»
Para conocer el engranaje de todas las piezas que constituyen la
organización de Durand, basta resumir el reglamento de la Unión. Para
entrar en la Unión las Cajas rurales y obreras han de cimentarse en estos
principios fundamentales del sistema:
1.° Circunscripción Hmitada á un municipio ó parroquia, ó á dos, si
una de ellas no llega á 690 habitantes, á no ser que las circunstancias
pidan otra cosa, ajuicio de la Comisión ejecutiva de la Unión.
2.° Préstamo á los socios exclusivamente, para uso determinado y
vigilado.
3.° Responsabilidad solidaria é ilimitada de los socios.
4.° Prohibición de distribuir dividendos y obligación de adjudicar
todos los beneficios á la reserva.
5.° Administración gratuita, á excepción del contador, que puede ser
retribuido.
La admisión se hace por la Comisión ejecutiva, que puede delegar
este derecho en el presidente; á ella pertenece asimismo la expulsión de
las Cajas que violaren el reglamento ú obraren contra los intereses
de la Unión.
Al adherirse á la Unión, la Cajas se comprometen á enviarle todos
los años el número de sus miembros, copia del inventario anual, total de
entradas y salidas del libro de Caja y otras informaciones que se les de-
manden para las estadísticas. En cambio, tienen derecho de pedir informa-
ción y consejo ala Unión, de aprovecharse de la publicidad del Boletín'^
en la medida que juzgue oportuno la redacción, y de las diversas obras
agrícolas de seguros y de crédito que fundare la Unión, mas sin obliga-
ción de adherírsela ellas.
Las Cajas rurales, en número de 10 ó más, pueden formar Grupos re-
gionales, los cuales pueden redactar reglamentos, que sólo tendrán valor
después de aprobados por la Comisión ejecutiva, á la cual se han de
enviar asimismo los folletos de propaganda, los estatutos de las institu-
ciones que fundaren y las actas. Estas comunicaciones sólo tienen por
fín facilitar á la Unión los medios de publicar reseñas completas y esta-
dísticas exactas éjndicar á los demás Grupos las instituciones acredita-
(1) Abbé Thomas, Ai'/s pratiques aux Caisses rurales du Grojpe nantais, pág. 18.
356: LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
das por la experiencia de uno de ellos. Por lo demás, mientras no violen
el reglamento de la Unión, los Grupos son independientes. La fundación
de Grupos regionales se ha de hacer por un delegado de la Unión, des-
pués de convocados los directores ó representantes de todas las Cajas
de la región. Cuando no hay 10 Cajas locales, se puede formar una Junta
de propaganda, como se dijo antes. Los Grupos y las Juntas mandan sus
representantes al Consejo de la Unión, como vamos á ver.
El Consejo central de la Unión se compone de miembros de derecho
y de otros elegidos por los miembros de derecho. Los presidentes ó, en
su defecto, el representante ó los representantes de los Grupos regiona-,
les, son miembros de derecho. El Grupo que cuenta de 10 á 25 Cajas^
rurales, puede enviar un representante, elegido por las Juntas de propa-
ganda que hayan establecido, por lo menos, diez cajas que estén en acti-
vidad. Sólo tienen derecho á enviar representantes las Cajas que han en-
viado al presidente de la Unión el balance de las operaciones del año
precedente. Los miembros de derecho eligen á su vez otros, cuyo número
no puede superar el de los de derecho. Unos y otros componen el Consejo
de la Unión. Este Consejo nombra un presidente, varios vicepresidentes,
un secretario general y varios delegados, con todos los cuales constituye
la Comisión ejecutiva, que se renueva por un tercio todos los años. Las
elecciones pueden hacerse por correspondencia, según lista de elegibles
formada por la Comisión ejecutiva. Los individuos de esta Comisión son
preferidos para misiones especiales, en particular para fundación de gru-
pos regionales y Juntas de propaganda y para representar la Unión en
los Congresos.
LOS CONGRESOS
«Nuestras reuniones— dice el abate Thomas (1)— son locales, regio-
nales, nacionales é internacionales.» Las dos primeras clases significan
con su mismo nombre lo que son. De la reunión nacional diremos sola-
mente que es la Asamblea general anual del Consejo de la Unión de
Cajas rurales y obreras francesas, la cual de ordinario se celebra por
Marzo en París en el hotel de los agricultores franceses.
Dos Congresos internacionales ha convocado hasta el presente la
Unión, el de Tarbes (24, 25, 26 de Agosto de 1897) y el de París (18, 19
y 20 de Julio de 1900). En el Congreso de Tarbes acudían á las sesiones
de la tarde más de 1.200 oyentes y á las de trabajo de 400 á 600. Este
Congreso fué notable, no sólo por la calidad de las personas francesas
y extranjeras que presentaron interesantes Memorias, sino más princi-
palmente por haberse fijado en él la forma de la Unión y nombrado
presidente definitivo, al que hasta entonces lo era provisional, D. Luis
Durand.
( 1 ) A vis pratiques, e te, pág. 25.
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 357
EL ESPÍRITU RELIGIOSO DE LA «UNIÓN» DE DURAND
Ya se ha visto que los Gobiernos jacobinos tienen ojeriza alas Cajas
de la Unión, por estimarlas reaccionarias, y que el ministro Rúan halló en
ellas el pecado de ser confesionales. Mas no son los jacobinos sola-
mente los que han hallado que morder en el catolicismo de la Unión,
sino los mismos católicos. Al menos, un sujeto desconocido, que se cubrió
con el seudónimo de Catholicus, un poco escandalizado por cierto artículo
de la Vie Catholiqíte, muy favorable á la Unión, no pudo menos de
enristrarla pluma, y en la misma Vie Catholique romper lanzas contra el
excesivo catolicismo de la Unión. No atacó á mancos que no le pudiesen
responder, antes llevó su merecido con otro artículo de Durand, repro-
ducido por el Boletín de la Unión del mes de Abril de 1900. Durand de-
clara en suma, que su obra no es confesional, porque no impone á los
adherentes credo alguno ó práctica religiosa; pero está animada de espí-
ritu cristiano, por la influencia que de hecho ejercen los fundadores y los
administradores, y asimismo, por las convicciones de la mayoría de los
socios. Agrega luego que por aquel tiempo había en la Unión una Caja
compuesta en su mayoría de protestantes.
«En otras naciones— añade,— en Italia y en Bélgica, por ejemplo, los católicos han
fundado Cajas rurales confesionales; y han hecho bien, porque las circunstancias loca-
les hacían esta forma más provechosa á la mejora moral y religiosa, que, al tenor de las
enseñanzas de León XIII, es el principal fin de las obras sociales... Pero en otros casos
es preferible no adoptar la forma estrictamente confesional. Con razón ó sin ella, hemos
entendido que en Francia es mejor fundar cajas rurales no confesionales, sino animadas
de espíritu cristiano, es decir, sociedades que no imponen á los socios para su admi-
sión una profesión de fe ó prácticas, pero mantienen la inspiración cristiana por el es-
píritu que se aplican á darle los jefes de la asociación.»
Más tolerante y más amplio todavía se mostraba el 1 8 de Mayo de 1 904,
en carta escrita al fundador de cuatro Cajas rurales, basadas en la neu-
tralidad tanto religiosa como política. Como este fundador dudase por
esta causa si sería admitido en la Unión, aseguróle Durand, advirtiéndole
que el reglamento de la Unión calla de intento sobre la neutralidad ó
religión de las Cajas adheridas.
Este silencio significa que la Unión «respeta enteramente la libertad
de los fundadores de las Cajas rurales. Los que quieran darles carácter po-
lítico ó religioso, tienen derecho á ello. Los que las quieran neutrales,
pueden darles igualmente este carácter. Al entrar en la Unión una Caja,
conserva solamente el compromiso de no disputar á otras Cajas unidas
el derecho de tener espíritu diferente... Nos hemos colocado en el terreno
de la libertad absoluta y del mutuo respeto, y no nos saldremos de él».
Añade, empero, que de hecho, so capa de neutralidad, se esconde muy á
menudo hostilidad mal encubierta contra los principios y creencias reli-
giosas; lo cual explica cómo los anticlericales más batalladores se alis-
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 24
358
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA
ten generalmente debajo de la bandera neutra, de donde resulta que el
programa de la Unión de Lión sólo aplace, por lo común, á los católicos,
y de aquí que casi exclusivamente la constituyan católicos fervientes.
En ese mismo año de 1904, fecha de la carta de Durand, el sacerdote
Thomas se expresaba así en el Congreso del Sillón, reunido en Saint-
Malo Saint-Servan: «La Caja regional de Loire-Inférieur, así como las
Cajas á ella adheridas, no son confesionales; son profesionales, agrícolas,
mutuas y nada más. Sus socios son, por lo general, excelentes católicos, y
no lo ocultan; pero están abiertas á todo trabajador probo y laborioso,
cualquiera que sea su religión y opinión.»
ESTADÍSTICAS
a) Cajas raijfeisianas de la «Unión».
En 1893 se fundaron 17 Cajas. En los cuatro años siguientes se fundaron cada año
más de 100. La crisis de 1897 disminuyó el aumento anual de fundaciones, las cuales
vuelven á crecer desde 1903, como se patentiza en el siguiente estado:
AÑOS
Cajas
que se fundan.
AÑOS
Cajas
que se fundan.
1893
17
195
159
160
13J
59
46
1900.
i 1901.
' 19J2.
i 1903.
; 19U4.
1905.
1906.
1907.
1
46
1894
47
1895
40
1896
64
1897
96
1898
70
1899
66
70
TOTAL....
1.265
La inmensa mayoría son rurales; las hay mixtas; otras son obreras, y acá y acullá
alguna marítima. De 1.166, son 1.109 rurales, 34 rurales y obreras, 21 obreras, una rural
y marítima, una rural, obrera y marítima. Los números precedentes refiérense á las Cajas
fundadas; las existentes á fines de 1907 eran unas 870, que juntas con las 250 del Centro
federal, de que luego hablaremos, hacen un total de 1.120 Cajas de Raiffeisen.
De las estadísticas publicadas por la Unión se concluye que ha ido en aumento el
giro, el activo y el número de préstamos. El promedio ds los socios por Caja ha sido
también ascendente: 23 en 1894; 26 en 1895; 31 en 1900; 37 en 1905; 38 en 1906. Las
pérdidas no han llegado nunca al quinto del beneficio neto reaUzado en el año más des-
favorable. Por término medio, sólo han sido de Vis por 100.
b) Cajas raiffeisianas fuera de la ^Unión», ó sea del ^Centre fédératif».
Como el Centre fédératif da Crédit populaire admite toda clase de sociedades, no
es tan fácil precisar el número de las que se rigen por los príncipios de Raiffeisen. Con
todo eso, el secretarío del Centro, Dufourmantelle, comunicaba á Fagneux en 24 de Oc-
tubre de 1907 los siguientes datos: Número total de sociedades de crédito pertenecientes
al Centro: 856; de ellas son raiffeisianas unas 250. El Centro fundó su prímera Caja del
•sistema de Raiffeisen en Castellar, de los Alpes Marítimos, en Julio de 1893; extiende
LAS CAJAS RURALES EN FRANCIA 359
SUS fundaciones á Argelia, Túnez y á la isla de la Reunión. La mayor parte de las Cajas
que ha fundado en la provincia de Oran y muchas de las de Túnez son de tipo raiffei-
siano.
Sobre las Cajas del Norte de África escribía el conde de Rocquigny una Memoria
interesante á principios de 1907 (1). Por ella se ve la influencia que en el desenvolvimiento
del crédito agrícola tuvo la ingerencia del Estado. Una ley de 8 de Julio de 1901 proveyó
á la colonia de las mismas instituciones y de los mismos medios de acción que posee
la metrópoli. Dicha ley puso á disposición del gobernador general las sumas concer-
tadas con el Banco de Argelia para que él las preste sin interés á las Cajas regionales
de crédito agrícola, constituidas al igual de las de Francia. Al renovarse el privilegio
del Banco de Argelia, estipulóse que el Banco haría al Gobierno un anticipo gratuito de
tres millones de francos para todo el tiempo que durase el privilegio, y que además
entregaría anualmente 200.000 francos desde 1900 á 1905; 250.000 de 1906 á 1912; 300.000
de 1913 á 1920.
Las primeras Cajas regionales fundadas fueron las de Argelia y de Tlemcen, que
datan de 1901. Mas desde que, en Mayo de 1902, pudo ya el Gobierno argelino hacer los
anticipos previstos por la ley, la organización ha sido rápida. Á fines de Abril de 1906,
Argelia tenía ya 26 Cajas regionales y 121 Cajas locales, repartidas de este modo en los
tres departamentos:
Constantina. 8 Cajas regionales; 33 Cajas locales.
Argelia 11 » =» 46 » »
Oran 7 >> » 42 » »
Total... 26 121
En los departamentos de Argelia y de Oran prevalecen las Cajas de responsabilidad
solidaria é ilimitada, mas al revés en Constantina, donde se prefiere la limitada al capital
suscrito. Mientras las afiliadas á la Caja regional de Oran no. requieren caución, por
creer que basta la solidaridad, exígenla, al contrario, las de Argelia, á pesar de'estar fun-
dadas en igual principio. En Argelia es escasa la autonomía de las Cajas locales. La re-
gional lleva la contabiUdad de sus afiliadas, al parecer con buen acuerdo, pues si así no
lo hiciese, las cuentas dejarían que desear. Las reservas de las locales se centralizan
también en la regional, que con ellas acrecienta su propio capital, á fin de conseguir del
Estado mayores anticipos. Este método sirve asimismo para aumentaría garantía de la
Caja regional respecto de las operaciones efectuadas por las locales. Sobrado parece
el número de Cajas regionales, que ha de dar por resultado, como así es la verdad, la
vida pobre de algunas; pero la distancia considerable á que se hallan los centros agri-
colas excusa la multitud de agrupaciones, á lo cual contribuyen también las rivalidades
políticas y la cuestión de personas. Nótese, finalmente, que las Cajas rurales no sólo se
componen de europeos, sino también de indígenas. Aún más: en Sidi Messaud, pobla-
ción del Río Salado, se constituyó una especialmente indígena sobre la base de la res-
ponsabilidad solidaria ilimitada.
N. NOGUER.
(1) Les Associafions agricoles de VAlgérie. (Le Masée Sociale. Memoires et docu-
ments, núm. 1, 1907.)
El perUón de los pecados en la pMlva Iglesia.
TERTULIANO Y LA POLÉMICA CATÓLICO -MOiNTANISTA
SOBRE LOS TRES PECADOS IRREMISIBLES
T
ERTULiANO cs cl puíito Cardinal en torno al cual gira principalmente
la controversia sobre la penitencia. Nuestros lectores saben ya que Funk
pretende hallar en el escritor africano un argumento irrefragable en pro
de su tesis, de que el Papa Calixto fué el primero que concedió á los
adúlteros la reconciliación eclesiástica, negándosela á los apóstatas y
homicidas. En cambio, Esser y el P. Stufler sostienen la contradictoria;
más aún, afirman que Tertuliano, siendo católico, admitió la tesis que
luego, pasado á la secta montañista, combatió con tanto ardor contra el
Papa Calixto, y que por lo mismo el argumento de Funk carece de fun-
damento (1).
La teoría de Funk la abrazaron primero Batiffol (2) y Vacandard y
luego Rauschen (3). Batiffol la llama « la teoría en adelante clásica: la
reacción intentada por Esser la considera como vana, y después de la
inexorable crítica de Funk contra Esser, á la que él se adhiere por com-
pleto, la causa, dice, se puede dar por concluida» (pág. 348).
Sin embargo, la realidad es otra. La teoría de Funk quebrantada, por
no decir deshecha, por Esser, ha perdido hoy día mucho terreno y apenas
si conserva viso alguno de probabilidad.
Es preciso leer los artículos de Esser, en que con un dejo amargo y
acre, aunque muy justificado, echa en cara á Vacandard y Batiffol que
polemizan contra él sin haberle leído, y, lo que peor es, que Batiffol le
atribuye ideas diametralmente opuestas á las que en realidad sostiene (4).
(1) La literatura la dimos en el primer artículo. Para el presente hacemos notar:
\P, que las citas de Funk, si no advertimos otra cosa, se refieren á su artículo «Das
Indulgenzedikt des Papstes Kallistus» (Tübinger theologische Quartalschrift , 1906,
páginas 541-568); 2.°, las citas de Esser á su respuesta á Funk «Nochmals das Indulgenz-
edikt des Papstes Kallistus und die Bussschriften Tertulíans» (Der Katholik, 1907,
páginas 184-204, 297-309; 1908, páginas 12-28, 93-113); 3.«, las del P. Stufler, S. J., á su es-
tudio «Zur Kontroverse über das Indulgenzedikt des Papstes Kallistus» (Zeitschriftfür
katholische Theologie, 1908, páginas 1-42).
(2) «L'Édit de Calliste d'aprés une controverse récente» (Bulletin de Uttérature
Ecdésiastique, 1906, páginas 339-348).
(3) L.c.
(4) Der Katholik, 1907, páginas 185-188.
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 361
Á nosotros, después de haber leído concienzudamente á Funk, Esser,
Stufler y sobre todo á Tertuliano, nos parece que la única tesis acepta-
ble es la de Esser y Stufler. Nuevo que añadir hemos hallado poco.
Nuestro trabajo contribuirá, por lo menos, á la difusión de una tesis de
capital importancia en los orígenes de la penitencia, y será una nueva
adhesión á una doctrina que creemos es la única que responde á la rea-
lidad histórica.
La vida y los escritos de Tertuliano se dividen en dos grandes pe-
ríodos, el católico, hasta el año 206, y el montañista, hasta el año 230. Al
período católico pertenece el libro De paenitentiay y al montañista el De
püdicitia (1). Ambos tratan de la penitencia, y por eso son dos factores
que han de entrar esencialmente en la resolución del presente problema.
Comencemos por el De paenitentia. Este libro, escrito entre el 200 y
el 206, va dirigido á los catecúmenos; se compone de doce capítulos y
está dividido en dos partes. La primera, que comprende los seis prime-
ros capítulos, habla de la penitencia primera, ó sea de la que precede al
bautismo; la segunda parte trata de la penitencia segunda, ó sea de la
que deben hacer los pecadores bautizados. En el primer capítulo expone
Tertuliano la diferencia que hay entre el concepto de penitencia como
lo entienden los católicos y los gentiles; en el segundo, que hay que
hacer penitencia, no de las buenas, sino de las malas obras; en el ter-
cero divide los pecados en internos y externos; el cuarto contiene una
exhortación á la penitencia; el quinto otra á la perseverancia en la gra-
cia, recibida en el bautismo; el sexto se dirige á convencer á los cate-
cúmenos que es necesario tomar la preparación al bautismo en serio
y no dilatar la penitencia.
Esta parte es la que menos importancia tiene en la presente contro-
versia. Sólo la distinción de los pecados en internos y externos es digna
de notarse, por la luz que puede arrojar sobre otra distinción muy di-
versa del libro Dz püdicitia en pecados remisibles é irremisibles. «Pers^
tringere tamen nonpigebit, delictorum quaedam esse carnalia, idest, cor-
poralia, quaedam vero spiriíalia» (c. 3).
El desarrollo de la doctrina de Tertuliano en la segunda parte del
libro es el siguiente: Para los bautizados que caen en pecado hay una
penitencia segunda (c. 7), que el Señor promete en la Escritura á todo
pecador arrepentido (c. 8). Esta penitencia, en griego llamada exornólo-
gesis tiene que ser pública (c. 9). Nadie se debe sonrojar de hacerla
ante la faz de la Iglesia y de los fieles (c. 10), ni retroceder ante los su-
frimientos corporales que impone (c. 11), sino, impertérrito, abrazarla
como última tabla de salvación (c. 12).
Esta penitencia es la que á nosotros nos interesa. ¿Cómo la entendía
(1) Para éste nos servimos de la edición de Reifferscheid-Wissowa en el C. S. E. L,
de Viena.
362 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
Tertuliano al escribir su tratado De paenitentia? Según él tiene, tres
cualidades: es universal, publica, reconcilia con Dios y con la Iglesia.
Primero es universal por su extensión: es decir, se extiende á todos
los pecadores. La entrada en la región del perdón se concede pulsan-
tibus (c. 7) á todo el que llamare. Nadie se debe sonrojar de hacerla.
Neminem pudeat. Iteratae valetudinis iteranda medicina est (c. 7). Pero
lo que conviene sobre todo tener bien presente es que Tertuliano en
este tratado no solamente no excluye del perdón los tres pecados capi-
tales, y sobre todo el adulterio, sino que éste, la idolatría y apostasía
los incluye explícitamente, una vez en el capítulo 7.° y dos en el 8."
« liaque (pervicacissimus hostis) observat, oppugnat, obsidet, si qua
possit aut oculos concupiscentia carnali ferire, aut animum illecebris
saecularibüs irretire, aut fidem terrenae potesiatis formidine everfere>>
(c. 7). Para éstos es la penitencia segunda, «¡d si dubitas, evolve quae
Spiritus ecclesiis dicat Desertam dilectionem ephesiis imputat; stuprum
et idolothytorum esum thyatirenis exprobrat... et tamen omnes ad pae-
nitentiam commonet» El Señor te recibirá, dice, ¡oh pecador deshonesto!
como al hijo pródigo «si parcos immundum relinquas pecus» (c. 8).
Para desvanecer todo recelo en el pecador, cualquiera que sea, pinta
Tertuliano la bondad de Dios, <^qui misericordiam mavult quam sacri-
ficia» (Os., 6, 6), y la alegría que recibe en la conversión de los pecado-
res. Esta alegría se manifiesta en la parábola de la mujer que, habiendo
hallado la dracma perdida, invita á sus amigas á que se gocen con ella,
en la parábola de la oveja perdida, y en la del hijo pródigo. Dios es
más padre que el padre del hijo pródigo, «tam pater nemo, tam pius
nemo» (c. 8). Pero al pecador le horroriza la penitencia pública. Tertu^
llano apela de nuevo al dolor que á Cristo y á la Iglesia causa su caída
y al gozo que experimenta en su conversión. «Quid consortes casuum
tuorum ut plausores fugis? Non potest corpus de unius membri vexa-
tione laetum agere: condoleat universum (1. Cor., 12, 26) et ad remedium
conlaboret necesse est. In uno et altero Ecclesia est. Ecclesia vero Chri-
stus. Ergo cum te ad fratrum genua protendis, Christum contrectas,
Christum exoras. Aeque illi cum super te lacrimas agunt, Christus
patitur, Christus Patrem deprecatur. Facile impetraiur semper, quod
filius postulat» (c. 10). Es, pues, indudable que Tertuliano en su tratado
De paenitentia admite la penitencia segunda para todos los pecados y
como prueba aduce la misericordia infinita y la promesa del mismo Dios.
La segunda cualidad de esta penitencia es su publicidad. Tiene que
manifestarse en un acto externo. «Huius igitur paenitentiae secundae
et unius, quanto in arcto negotium est, tanto operosior probatio est; ut
non sola conscientia praeferatur, sed aliquo etiam actu administretur»
(c. 9). En qué consistía la exomologesis, nos lo describe Tertuliano en
§eguida: «Itaque exomologesis humiliandi et prosternandi disciplina est,
conversationem iniungens misericordiae illicem: de ipso quoque habitu
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 363
atque victu mundaf, sacco et cineri incubare, corpas sordíbus obscurare,
animum maeroribus deiicere, illa quaepeccavit tristi tratactione mutare,
ceterum pastum et potum pura nosse, non ventris scilicet, sed animae
causa, plerumque vero ieiuniis preces alere, ingemiscere, lacrimari et
mugiré dies noctesque ad Dominum Deum suum, presbyteris advolvi, et
caris Dei adgeniculari, ómnibus fratribus legationes deprecationis suae
iniungere» (ib id.)
La tercera cualidad de esta penitencia segunda es que reconcilia no
sólo con Dios, sino con la Iglesia. Esto es lo que niegan Funk, Batiffol,
Vacandard y Rauschen, aunque, á nuestro juicio, sin razón ninguna.
Ante todo: imponiendo la Iglesia á los pecadores la obligación de
presentarse á los presbíteros y de aceptar las terribles penitencias pú-
blicas que acabamos de leer, ¿es creíble que al fin les negara la absolu-
ción? Uno de los argumentos con que los católicos acosan á Tertuliano
en el libro Depudicitia (c. 3) tiene por base precisamente este principio:
«Todos tienen que hacer penitencia ante la Iglesia; por otra parte, esta
penitencia sería inútil si no obtuviera la reconciliación eclesiástica; luego,
concluyen, toda penitencia debe obtener la reconciliación eclesiástica.
Ahora bien: si cuando escribía Tertuliano, unos veinte años antes, su
libro De paeniientia, hubiera existido en la Iglesia la práctica de impo-
ner á los pecadores la penitencia pública sin concederles la absolución,
Tertuliano no hubiera tenido necesidad para rebatir el argumento de
los católicos más que de haberle retorcido y apelar á la práctica usada
por ellos mismos y á su libro. El no hacerlo así, sino esforzarse por de-
mostrar que la penitencia pública, aunque no llegue á alcanzar la recon-
ciliación eclesiástica, no deja por eso de ser útil ante Dios, es una prue-
ba evidente de que Tertuliano en su tratado De paenitentia admite la
reconciliación eclesiástica.
Además, ¿qué mella podía hacer en los pecadores recalcitrantes y
vergonzosos la razón que trae Tertuliano para moverlos á abrazar la
penitencia pública, de que todo el cuerpo místico de la Iglesia tomaba
parte en su dolor y trabajaba por su salvación, si de antemano se les
arrojaba para siempre de su comunidad? ¿Cómo les podía la Iglesia pro-
meter el perdón de Dios, si ella se lo negaba para siempre? Por consi-
guiente, si se excluye del libro De paenitentia la reconciliación eclesiás-
tica, hay que confesar que es el libro más ilógico que imaginarse puede.
Á estas pruebas de carácter general hay que añadir otras cuatro más
especiales. Una sacada del uso de la palabra absolvere, otra de la pala-
bra restitutio, la tercera de la parábola del hijo pródigo y la cuarta de
un lugar del capítulo VII, que se ha hecho ya clásico en esta materia.
En cuanto á la primera, escribe Tertuliano: «Cum igitur provolvit
(exomologesis) hominem, magis relevat; cum squalidum facit, magis
mundatum reddit; cum accusat, excusat; cum condemnat, absolvit (c. 9.)
An melius est damnatum Mere, quam palam absolví? (c. 10):
364 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
Esser, para determinar con precisión el significado de la palabra ab-
solvere en estos dos textos, ha hecho una investigación minuciosa sobre
su significado en los otros escritos de Tertuliano. He aquí sus resul-
tados (1): En el tratado De pudicitia esta expresión encierra siempre
la reconciliación eclesiástica. En el capítulo 13 y en el 14, queriendo
probar Tertuliano que el incestuoso de Corinto no fué absuelto por
San Pablo, escribe: «Quid hic de fornicatore... ¿ntelligitur, cum pe-
rinde ütique speciali venia absolvisset, quem speciali ira damnasset?
(c. 13, 243, 16). f/oc enim legisse deb aeras... ne scilicet Paulum Apo-
stoliim Christi... taniae levitatis inficeres, ut autdamnaverit temeré, quem
mox essei absoluturas, aut temeré absolver it, quem non temeré da-
mnasset {c 14, 250, 5). Los católicos protestan explícitamente (c. 18, 258,
30...) que por los pecados de deshonestidad <<non statim (venia) dene-
gatur, si delicia damnantur, quando veniae tempus cum damnatione
concurrat, quam excludii.^ Estos textos son perfectamente paralelos á los
dosarriba citados del Wbvo De paenitentia. En ambaspartessecontrapOne
la palabra damnatio á absolutio. En el último del tratado De pudicitia
afirman rotundamente los católicos que la excomunión, en que incurren
los pecadores, no excluye la reconciliación eclesiástica. Luego en este
mismo sentido se han de tomar los textos del libro De paenitentia, mien-
tras no se pruebe lo contrario. Ni vale decir con Funk (550...) que no hay
que aplicar el lenguaje del tratado De pudicitia al De paenitentia. Pues
como muy bien nota Esser (2). ¿Por ventura el edicto de Calixto introdujo
un nuevo lenguaje? ¿No supone más bien un lenguaje estable, común
á todos, montañistas y católicos? Otros dos textos, semejantes, uno
del libro De baptismo, 5, y otro del tratado adv. Marcionem, I, 23,
dan nueva fuerza al paralelismo. Finalmente, en el mismo libro De pae-
nitentia, al exhortar Tertuliano á los catecúmenos á que no difieran
su cambio de vida hasta el día en que reciben el bautismo, exclama
irónicamente: «Tune, opinor eméndalos liquebit, cum absolvimur» (c. 6).
Ahora bien: la absolución del bautismo se extiende también al foro
externo, pues es la entrada en la Iglesia visible. Luego á los dos textos
paralelos que se encuentran en el mismo libro se les debe dar el mismo
sentido y alcance. Tanto más, cuanto que así lo exige el contexto.
«La exomologesis, dice Tertuliano en el capítulo 9.°, hace las veces de
la indignación divina, y afligiendo temporalmente, no sólo frustra, sino
que borra los suplicios eternos.» Á continuación vienen las palabras
citadas: cum igitur provolvit, etc. El argumento no es difícil formarlo.
La exomologesis hace las veces de la indignación divina. Ahora bien: la
indignación divina cesa en esta vida, como asegura el mismo Tertuliano,
(1) DerKatholik, 1908, 2\...
(2) Der Katholik, 1908, pág 22.
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 365
apoyándose en la Escritura y principalmente en la parábola del hijo pró-
digo (c. 8), tan pronto como el pecador se convierte de veras á él; luego
también la exomologesis tiene que cesar en esta vida; y ¿cómo cesa? Por
la reconciliación eclesiástica.
Mas como la postración, la acusación y la condenación que trae con-
sigo la exomologesis se hacen sentir también en el foro externo, del
mismo modo la rehabilitación, la excusa y la absolución que por ella se
alcanza deben producir los mismos efectos.
Las palabras del capítulo 10 son todavía más terminantes. Allí se
habla de una absolución que se da palam, públicamente. Y ¿cómo se
puede aplicar este calificativo á la absolución divina, que se recibe
en secreto? Todas las cavilaciones y sutilidades acumuladas por Funk
(550...) no han logrado aun debilitar en lo más mínimo el valor de una
prueba tan explícita y tan clara.
Otro argumento con que Esser prueba que Tertuliano admite en su
libro De paenítentia\a reconc'úisición eclesiástica, lo deduce del empleo
de las palabras rest ¿fuere, restitutio, recondliaüo, venia (1). El proceso es
el mismo que el expuesto en el argumento anterior, el mismo es también
su valor y la misma la poca consistencia de las dificultades de Funk.
El tercer argumento nos lo proporciona la parábola del hijo pró-
digo (c. 8). El hijo pródigo, en el tratado Depaenitentia, representa al pe-
cador bautizado deshonesto. Si se convierte, <4mmolat (mitissimus paíer)
vifulum praeopimum, convivio gaudium suum exornat». Estas últimas
palabras hacen, á no dudarlo, alusión al banquete eucarístico, al que ne-
cesariamente tenía que preceder la reconciliación eclesiástica. Funk lo
niega (553). Hay que confesar que, aunque Funk no tenga ningún funda-
mento para negarlo, la mención no está explícita. Sin embargo, es bas-
tante clara. Y que esta fuera la idea de Tertuliano, lo sabemos por otra
parte. En el libro De patientia, escrito en el mismo tiempo que el De pae-
niientia, al recibir el Señor al hijo pródigo, le viste et (illum) pascit (2).
Ene 1 libro De padicitia los católicos objetan á Tertuliano que á los
fieles adúlteros, si se arrepienten de sus pecados, los recibe de nuevo el
Señor. Responde Tertuliano: esta parábola no se puede aplicar á los fie-
les, sino á los gentiles. ¿Por qué? Porque entonces habría que extenderla
á los apóstatas. También éstos tendrían que recobrar el vestido del Espí-
ritu Santo, el anillo, el sello del bautismo, y recibir la Eucaristía et rur-
sus illi mactabitur Christus (c. 9, 237, 10). Esta manera de huir la difi-
cultad y la contradicción manifiesta en que incurre aquí con relación á
lo que había escrito en el tratado De paenitenüa, muestran bien á las cla-
ras que en la parábola del hijo pródigo veía Tertuliano como encarnada
la reconciliación eclesiástica.
(1) Der Katholik, 1908, 24...
(2) Ed. Kroymann, 19, 3.
366 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
Habiendo podido evitar la contradicción y responder á los católicos
que en esta parábola no se promete más que el perdón de Dios, y que en
este sentido la había él usado en sus tiempos católicos, concede que la
parábola incluye en sí la reconciliación eclesiástica; pero que no hay
que aplicarla á los pecadores bautizados, sino solamente á los gentiles,
siendo así que en el libro De paenitentia la aplica él mismo á los pri-
meros.
Pasemos al argumento que en esta materia se puede llamar clásico.
En el capítulo 7." escribe Tertuliano: «Haec igitur venena eius (del
diablo) providens Deas, clausa licet ¿gndscentiae ¿anua et intindionis
sera obstructa, aliquid adhuc permisit patere. Collocavit in vestíbulo
paenitentiam secundam, quae pulsantibus patefaciat; sed iam semely
guia iam secundo: sed amplius nunquam, quia proxime frustra. Non
enim et hoc semel satis est? Habes quod iam non merebaris: amisisti enim
quodacceperas. Si tibi indulgentia Dominus accommodat, underestituas
quod amíseras, iterato beneficio gratus esto, nedum ampliato: maius
est enim restituere quam daré» (c. 7).
Este texto, discutido ya tantas veces, destruye por completo la opi-
nión de Funk. Sus esfuerzos por probar (548) que se puede explicar
suficientemente, aplicándole al perdón sólo en el foro interno, han sido
inútiles. El pensamiento de Tertuliano es bien claro. En la primera cláu-
sula dice que no pudiendo ya el pecador bautizado entrar en el recinto
del perdón por medio de la puerta del bautismo, el Señor puso á su dis-
posición otra entrada. Esta es la penitencia segunda. Su oficio es abrir
á los que llaman. Es de notar la construcción de la frase. La penitencia,
que es el sujeto, abre á los que llaman, la puerta del perdón, como antes
lo había hecho el bautismo. Es así que el bautismo abrió la puerta de
la Iglesia visible; luego ésta abre también la penitencia segunda. Ter-
tuliano añade que la penitencia segunda está en el vestíbulo. Con estas
palabras hace alusión manifiesta al lugar donde estaban los penitentes
separados de los fieles.
La primera idea, pues, que esta expresión trae á la memoria, es que
esta penitencia segunda abre la puerta al recinto interior donde están
los fieles y se celebran los oficios divinos. Además, esta penitencia no se
concede más que una vez, y ¿cómo podía hablar así Tertuliano de la
penitencia puramente interior, sabiendo como sabía muy bien, y lo prue-
ban los lugares de la Escritura que aduce en el capítulo 8.°, que la
misericordia de Dios no reconoce límites? Tercero: esta penitencia la
llama segunda, en contraposición á la primera, que es el bautismo; la llama
repetición, más, ampliación de este beneficio (iterato beneficio gratus
esto, nedum ampliato). Ahora bien: ¿cómo se puede decir que es una
repetición y una ampliación del bautismo, si le falta una de las partes
principales, á saber, la reconciliación eclesiástica? Finalmente, este pá-
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 367
rrafo, como todo el capítulo 7." y parte del 5.° dependen de Hermas (1),
el cual, como hemos visto, admite la reconciliación eclesiástica.
Por lo dicho consta, pues, que Tertuliano, cuando militaba entre los
católicos, tenía las mismas opiniones que éstos en materia penitencial,
no negando á nadie, fuera adúltero, apóstata ú homicida, ni el perdón
de Dios ni el de la Iglesia.
Sus ideas cambiaron al pasar á la secta montañista y nos las ha de-
jado estereotipadas en su libro De pudicitia, que pasamos á examinar.
Zacarías García.
(Continuará).
(1) Zeitschrift für k. Theologie, 1907, páginas 471-473. Sobre todo la idea de que la
penitencia segunda no se concede más que una sola vez, la ha tomado Tertuliano evi-
dentemente de Hermas.
UN BIBLIÓGRAFO INSIGNE
V¿iL día 20 de Septiembre falleció en la paz del Señor en Orduña,
recibidos los Santos Sacramentos, el P. José Eugenio de Uriarte; tenía
sesenta y siete años de edad y cincuenta y dos de Compañía. Lo que
le comunico para que se hagan por su alma los sufragios acostumbra-
dos.» Con tan sencillas y llanas palabras se daba en las casas de los
jesuítas españoles la noticia de la muerte de uno de los más preclaros
hijos que ha tenido desde su restablecimiento la Compañía de Jesús en
España. Justo es que por esto último y por lo que le debe Razón y Fe,
cuyas páginas honró con repetidos artículos, le dediquemos un corto
recuerdo.
Nació el P. Uriarte, según consta en sus mismas Notas, en Bilbao
el 6 de Septiembre de 1842, y después de estudiar la Gramática latina,
vistió en la Casa solariega de San Ignacio la sotana el 7 de Septiem-
bre de 1857. Aquí comenzó y acabó los estudios de Humanidades y Retó-
rica, descollando entre sus condiscípulos por la viveza de su ingenio,
tenacidad de su memoria y facilidad que adquirió en componer y escri-
bir en castellano, latín y griego (1). En el Catálogo de la Provincia de
Castilla del año 1862 aparece en el Colegio Máximo de San Marcos
de León dando principio al estudio de la Filosofía escolástica en el curso
de 1861 á 1862. Después de terminar los tres años acostumbrados, des-
tináronle los Superiores á explicar Retórica á sus hermanos de religión
en el Colegio de Loyola. Á algunos discípulos suyos que merecen
entero crédito, hemos oído ponderar la maestría, galanura y brillantez
con que desempeñó su clase el trienio que la tuvo. Tornó á León en el
otoño de 1867 para principiar la Teología; pero al año siguiente, el fata-
lísimo de la Gloriosa, vióse forzado, con los demás jesuítas, á expa-
triarse, hallando, gracias á la Divina Providencia, un asilo hospitalario
en la casa que los Padres de la Compañía de Francia poseían en Laval,
en el departamento francés de la Mayenne. En este tranquilo refugio
continuó sus estudios teológicos hasta el curso de 1870 á 1871, en que
le encontramos en Salamanca, en aquel soberbio Colegio que fabricó á
la Compañía la munificencia regia de D/ Margarita de Austria, y que
andando el tiempo se convirtió en Seminario conciliar de la diócesis
salmantina. Ya en 15 de Agosto de 1870 se había ordenado de sacer-
dote; mas, según uso de la Compañía, prosiguió dedicado á la Teología,
(1) Diario Regional, de Valladolid, 24 de Septiembre de 1909, pág. 1.
UN BIBLIÓGRAFO INSIGNE 369
aunque á la par tuvo la cátedra de Hebreo. Por Octubre del 71 par-
tió á Francia, con el fin de hacer en Larbey el tercer año de Pro-
bación, y finalizado éste, regresó de nuevo á la Atenas española, encar-
gándose de las clases de Patrología, Oratoria Sagrada y Hebreo en el
Seminario. Tiempos fueron aquéllos agitados y revueltos; las revolucio-
nes y desmanes populares se sucedían sin interrupción. En 1868 se
dispersaron los jesuítas de Salamanca; en el 73 hubo nueva dispersión,
y en Semana Santa del 74 salieron expulsados los hijos de San Ignacio
de la ciudad del Tormes, abandonando la dirección del Seminario.
Al P. Uriarte cúpole la suerte de ir á enseñar Sagrada Escritura y
Hebreo á los teólogos jesuítas del Colegio Máximo que la provincia de
Castilla había abierto en el pueblo de Poyanne, del departamento de
las Landes en Francia. Cinco años persistió en esa ocupación, pronun-
ciando en 2 de Febrero de 1876 los votos solemnes á estilo de la Com-
pañía. Del prestigio que se granjeó con sus magníficas explicaciones
da testimonio un esclarecido religioso, tan conocido por sus letras como
por sus obras de celo y nobles empresas de la gloria de Dios. «Dos años,
dice, le escuché en las aulas. Dominaba lo mismo el castellano que las
lenguas sabias; y era tal la erudición con que sazonaba sus lecciones,
y tan profundo su conocimiento en los estudios serios, que superaba á
otros muchos hombres de ciencia con quienes hemos tenido que tratar
desde nuestra juventud y ponían de manifiesto su prodigiosa memoria,
que contenía un almacén de noticias, fechas, números y nombres» (1).
El año 1880 vio el P. Uriarte realizado su sueño dorado: ordenáronle
los Superiores que se entregara de lleno á los estudios bibliográficos,
á los que sentía irresistible impulso; y fuera de un año, del 84 al 85,
que regentó de nuevo la clase de Escritura é Historia Eclesiástica
en el Colegio de Oña (Burgos), no tuvo otro cargo. Desde entonces
residió un año en Loyola y lo restante de su vida en Madrid ó en Valla-
dolid, de donde salía á varias partes para hacer investigaciones y regis-
tros literarios y beneficiar minas riquísimas, soterradas en el polvo de
las estanterías y anaqueles. No habrá biblioteca ni archivo, públicos ó
privados, de alguna nombradía que no haya visitado; no existirá libro de
bibliografía que no lo haya releído, y por sus manos han pasado miles
y miles de pergaminos escoriados y carcomidos de la polilla y cien-
tos de manuscritos sucios y polvorientos, de letra enrevesada y me-
dio destruida por la mano asoladora del tiempo (2). Este ejercicio
incesante, unido á la penetración de su talento, prontitud y firmeza de
su memoria, le dieron una habilidad especial y destreza incomparable
para enterarse del contenido de los documentos con poco más que
(1) La Lectura Dominical, de Madrid, 2 de Octubre de 1909, pág. 629.
(2) Véase el prólogo del Catálogo de obras anónimas y seudónimas de autores de
la Compañía de Jesús, 1. 1.
370 UN BIBLIÓGRAFO INSIGNE
hojearlos; descubrir á los copistas, plagiarios y cornejas literarias; dar
con joyas bibliográficas y ejemplares de ediciones rarísimas (1); averi-
guar los verdaderos autores de las obras, aunque se escondieran tras el
disfraz del seudónimo ó en las espesas nieblas del anónimo y discernir
el oro del oropel y el verdadero del falso y postizo mérito. De aquí que
el P. Uriarte fuera un arsenal de noticias curiosísimas y peregrinas;
que en materia de bibliografía de jesuítas españoles no tuviera rival
en el mundo; que «lo que no supiera él sobre ese asunto no lo sabía
nadie», como escribió el insigne Menéndez Pelayo á un religioso que le
pedía luz acerca del P. Hervás y Panduro, y que le consultasen y mi-
rasen como oráculo muchos sabios extranjeros y nacionales, á los
que con gallarda esplendidez facilitaba datos con hartos sudores alle-
gados, aunque los periodistas liberales y gentes de su ralea ni cono-
cían su existencia, ni, al conocerla, se han dignado zurcir cuatro líneas
en su elogio. Carácter legítimo vizcaíno, temple del hierro que entra-
ñan los montes de su tierra, jamás desfalleció en ese rudo trabajo; pero
su salud achacosa y endeble no siempre obedecía á los bríos y energías
de su espíritu, y cuando soñaba aún en libros, en nuevas ediciones de
sus obras y en noticias exquisitas con que avalorar sus escritos, vino á
acabar sus días con la paz de los justos, esperando del Señor el galar-
dón prometido á los obreros de su heredad.
Fruto de sus investigaciones continuas y fatigosas tareas son muche-
dumbre de obras que perpetuarán su memoria, acarreándole una página
de oro en su ramo favorito, la Bibliografía. Las dividiremos en cuatro
grupos para evitar inútiles repeticiones: 1.°, obras de otros autores, en
cuyas ediciones intervino de una ú otra manera; 2.°, obras de Hagiografía
é Historia; 3.^, obras teológico-escriturarias, y 4.°, obras bibliográñcas.
1.° En 1879 editó, juntamente con el P. Balbino Garrastazu, S. J., la
Colección de Bulas, Breves y otros documentos relativos á la Iglesia de
América y Filipinas, dispuesta, anotada é ilustrada por el P. Francisco
Javier Hernáez, de la Compañía de Jesús. Dos tomos en 4.° mayor,
impresos en Bruselas. Antes de que pudiera terminar su obra murió
el P. Hernáez, y los editores la prosiguieron, enriqueciéndola, como
advierten en el prólogo, con adiciones, enmiendas, preámbulos, notas
y nuevos documentos. El P. Antonio Fernando Cabré reimprimió en 1881
en Madrid «los cinco opúsculos del Cardenal Belarmino»: De la felici-
dad eterna de los Santos, Arte de bien morir, Gemido de la Paloma^
(1) El Sr. D. Juan Manuel Sánchez, en su curioso libro Doctrina Cristiana del Pa-
dre Jerónimo de Ripalda, é intento bibliográfico de la misma, años 1591 á 1900, ha im-
preso á sus expensas, con gran escrupulosidad y lujo tipográfico, el único ejemplar
del Catecismo del citado Ripalda de la edición hecha en Burgos por Felipe de Junta
en 1591, que encontró el P. Uriarte. Tal descubrimiento puso de manifiesto que no eran
las primeras ni la edición de Madrid de 1603, de que dio cuenta el Sr. Pérez Pastor, ni
menos la de Toledo de 1618.
UN BIBLIÓGRAFO INSIGNE 371
Escala para subir al Conocimiento de Dios por el de las criaturas,
Libro de las Siete Palabras que Jesucristo Nuestro Señor habló en
la Cruz, traducidos del latín al castellano por el P. Alonso de An-
drade, S. J., y el revisar la impresión y poner prólogos corrió á cuenta
del P.José Eugenio de Uriarte. Dio asimismo á la estampa este insigne
jesuíta, primero en la «Revista religiosa» de El Siglo Futuro, y luego en
tomo aparte, con prólogo y notas históricas, el Memorial en nombre de
las cuatro Provincias de España de la Compañía de Jesús, desterradas
del reino, á S. M. el Rey D. Carlos III, por el P. Francisco José de Isla,
de la Compañía de Jesús. Madrid, 1882. Publicó nueva edición del
Tesoro escondido, ó sea el Corazón Sagrado de Jesús descubierto á
nuestra España, por el P.Juan de Loyola, añadiéndole algunas declara-
ciones de otro trabajo suyo. Él, por fin, proporcionó los ejemplares,
para que otra vez corriesen en letras de molde. Dos cartas de edifica-
ción en la muerte del P. Bernardo de Hoyos y el Devocionario Mariano,
del P. Baltasar del Alcázar.
2.° En lo que á lo segundo toca, reseñaremos las obras siguientes:
1 .") Orduña le debe su Historia de la Virgen de la Antigua, sacada de
manuscritos fehacientes. 2."") Hechizo y encanto de los devotos del
Corazón de Jesús son los libros intitulados Principio del Reinado del
Corazón de Jesús en España (Bilbao, 1888), cuya segunda edición,
corregida y aumentada, tenía lista para la imprenta, y la Vida del P. Ber-
nardo Francisco de Hoyos, de la Compañía de Jesús, arreglada y
aumentada de como la escribió y dejó inédita el P.Juan de Loyola (Ma-
drid, 1880), de la que hizo un compendio el egregio publicista P. Vi-
cente Agustí, S.J., calificándola de «obra bien escrita». No creemos ajeno
á nuestro propósito declarar que el profundo conocimiento que logró el
jesuíta bilbaíno de cuanto se refería al joven propagador de la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús en España, P. Bernardo F. de Hoyos, hizo
que se le designara como vicepostulador en los procesos preparatorios
para su beatiñcación, y en ese oñcio se distinguió, como siempre, por su
incansable laboriosidad y precisión admirable. 3.°) Entre sus manuscritos
quedan dos disertaciones: una sobre el P. Román de la Higuera, apu-
rando las cosas y poniéndolas en su punto para desvanecer nubes de sos-
pechas y ridiculas exageraciones con que la ignorancia lo ha desfigurado;
y otra sobre Quién es Nicolás I, aquel rey del Paraguay forjado en las
fraguas de la maledicencia por los enemigos de los jesuítas. 4.°) Recor-
daremos, para cerrar este grupo, tres artículos que insertó Razón y Fe
en los tomos 1-316, 507; IV-505; Vn-316, acerca de Quién fué D. Hugo
Herrera dejaspedós, Etimología y significación del apellido Javier y q\
autor de El jabalí más glorioso.
3.° 1.°) En la Ciencia Cristiana, revista madrileña (serie I, t. XII, pá-
ginas 200-13, páginas 64-167), vio la luz pública un trabajo suyo que
después lo estampó en folleto aparte, rotulado El buey y el asno tes-
372 UN BIBLIÓGRAFO INSIGNE
tígos del nacimiento de Nuestro Señor (1). 2.") La «Revista religiosa» de
El Siglo Futuro (t. III, Madrid, 1881) dio cabida en sus páginas á una
Disertación sobre el libro de Emmanuel (Isai., VII-XII)», del P. Uriarte.
3.°) Deja terminado un libro inédito sobre la Piadosa creencia de la
Asunción de la Virgen al Cielo en cuerpo y alma, patentizándola con
los testimonios de la tradición católica.
En todos estos escritos hay una nota especial, característica, un rasgo
distintivo del P. Uriarte: la erudición inmensa, de buena ley, de primera
mano con que los esmalta. No se contentaba el jesuíta vizcaíno con ver
citas en otros autores; las tenía que compulsar todas en sus fuentes pro-
pias y primitivos originales, y cuando esto no le era posible, lo advertía
con cierto desaliento y desmayo, achacando á aquéllos la responsabili-
dad de sus afirmaciones.
La esfera y ambiente propio del P. Uriarte fué la bibliografía. Con mo-
tivo del quincuagésimo aniversario de la definición dogmática de la Pura
Concepción de la Virgen, sacó á la luz la Biblioteca de jesuítas españo-
les que escribieron sobre la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora
antes de la definición de este misterio (Madrid, 1904); precioso libro en
que agotó la materia y deshizo las mil y una equivocaciones en que á
cada paso incurrían al hablar del asunto aun escritores de nota. Fué
también como una ligera muestra de lo que había de ser, ó mejor, como
una hijuela de su Bibliografía de escritores de la Compañía de Jesús en
la asistencia de España desde 1540 hasta 1773, Dos partes puede de-
cirse que abarca esta obra: la primera comprende los anónimos y seudó-
nimos; la segunda los autores que aparecen con su nombre propio. Lo
más escabroso era lo primero, como fácilmente se infiere de que en el
feraz campo de la literatura española apenas se descubría sino algún que
otro pobrísimo y raquítico ensayo sobre la materia (2). El P. Uriarte,
que se complacía en allanar dificultades, empezó por publicar el Catá-
logo razonado de obras anónimas y seudónimas de autores de la Com-
pañía, con un Apéndice de otros de los mismos, dignos de especial estu-
dio bibliográfico (28 de Septiembre de 1740, 16 de Agosto de 1773), del
que deja impresos en el establecimiento tipográfico Sucesores de Riva-
deneyra tres abultados tomos en folio menor (1.", XXXIV-526 páginas;
2.°, 615; 3.°, XII-651), y principiada la edición del cuarto, quedando un
quinto volumen, que encerrará principalrnente unos índices copiosos y
eruditos. Sapientísimos bibliógrafos, á cuya cabeza figuran nombres tan
autorizados como los de Menéndez Pelayo, Delisle, Gerste, Riviére, críti-
cos de acreditadas revistas, así nacionales como extranjeras, han prodi-
(1) Nos llamó la atención que en la Crítica histórica «El buey y el asno en la leyenda
de Navidad», que apareció en Centro América Intelectual, segunda época, núm. 1.",
Diciembre 1909, no hiciera su autor, el Sr. D. Fernando Araújo, mención de esla bellí-
sima monografía del P. Uriarte.
(2) Véase prólogo del Catálogo..., pág. XIV.
UN BIBLIÓGRAFO INSIGNE 373
gado grandes y fundados elogios á esta obra gigantesca. También Razón
Y Fe examinó ásu tiempo cada uno de los tomos, y á los juicios que
allí se hicieron, remitimos al lector que quiera formarse algún concepto
de su valor y mérito (1).
La otra parte que deja el P. Uriarte muy adelantada y ordenada,
pero sin darle la última mano, es lo más principal y como el meollo de
todo el trabajo. Constará aproximadamente de 10 ó 12 tomos del volu-
men de los que se han lanzado al mercado literario. En ellos desfilarán
al pie de diez mil autores jesuítas, de cuyas obras impresas y manuscri-
tas, bien pasadas por el tamiz de una crítica severa, se dan cuenta y
razón. Por aquí se entenderán los tesoros inagotables y los filones nunca
hasta ahora beneficiados de bibliografía que encierra la Biblioteca del
P. Uriarte, que, como alguien ha escrito, más que de un hombre parece
obra de una comunidad de benedictinos. La Biblioteca de la Compañía
de los hermanos Backer, refundida y mejorada por su discípulo el Padre
Sommervogel en su tercera edición, con ser universal, no abraza sino
diez tomos, y el de índices que acaba de publicar Pierre Bliard; y ese
número y aun más de volúmenes de casi el mismo tamaño constituye la
del jesuíta bilbaíno, que se ciñe á los escritores de la Asistencia espa-
ñola. Y ya que hablamos del P. Sommervogel, no hemos de callar que
el P. Uriarte repetidas veces le corrige no sólo en lo que concierne á
autores españoles, sino á otros extranjeros, anotando cuidadosamente, á
guisa de escolios, al margen del ejemplar que poseía, las enmiendas
y adiciones que debían en otra edición introducirse. Prueba no floja de
su erudición en la materia, como lo es también el que con frecuencia se
hallen libros en nuestras bibliotecas que lleven notas de mano del ilustre
bibliógrafo, ó mencionando los nombres de los autores cuando se omiten,
ó corrigiendo cuando se trastruecan, ó indicando alguna particularidad
que rebela su originalidad ó su mérito.
Para encontrar algún jesuíta que se parezca al P. Uriarte, hay que
subir hasta el P. Andrés Marcos Burriel, con quien tenía no pocos puntos
de semejanza. Como éste, vivía, más que con los hombres de su genera-
ción con las sombras de nuestros gloriosos antepasados; como éste,
encontraba su deleite y encanto en encerrarse en archivos y biblio-
tecas revolviendo códices y pergaminos viejos, y lo sumo del placer en
tropezar con un libro que se daba por perdido ó de cuyo autor nadie
conserva recuerdo; como éste, desenterró documentos importantes y
copió cuanto había que copiar de noticias referentes á lo que traía entre
manos; como éste, adquirió una erudición que raya en prodigio, y Dios
quiera que no se le parezca también en que muchos se nutran con las
migajas de su espléndida mesa y se revistan con los despojos de esa su
erudición portentosa.
A. Pérez Goyena.
(1) Tomo X, pág. 255; tomo XXI, pág. 383.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 25
boletín canónico
HUEVA ORGMZAClto DE lA CURIA ROMANA DECRETADA POR PIÓ X^'^
ARTICULO II
Congregación Consistorial.
(Véanse losnúmeros 14, 111, 119, 122, 123, 126, 132, 186, 190.)
339. Es la segunda en dignidad en la nueva organización. En la
Const. Immensa ocupaba el tercer lugar entre las creadas por Sixto V.
(Véase el n. 14.)
§1
su CONSTITUCIÓN
340. Es Prefecto de esta Sagrada Congregación el Sumo Pontífice.
Hasta fines del siglo XVIII el Prefecto era un Cardenal, comunmente el
Decano del Sacro Colegio; después fué Prefecto el Papa.
341. A ella pertenecen siempre de oficio los Cardenales Secretario
del Santo Oficio y Secretario de Estado, además de los otros que el Papa
tenga á bien designar.
342. Secretario de esta Sagrada Congregación es el Cardenal que
para este cargo elija el Sumo Pontífice; Vicesecretario es el Prelado
llamado Asesor^ el cual es también Secretario del Colegio de Cardena-
les (2), y tiene á sus órdenes un número conveniente de dependientes.
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXV, pág. 230.
(2) El Secretario del Colegio Cardenalicio en la vacante de la Sede Apostólica des-
empeña el cargo de Secretario del Conclave, y concluido éste, ejerce funciones de Se-
cretario de Estado hasta que el Papa designe un Cardenal para este cargo.
Dicho Secretario del Conclave es el que presenta al Papa nuevamente elegido el so-
lideo blanco, y el Papa á su vez (dado caso que fuera antes Cardenal, como lo han sido
todos los elegidos desde fines del siglo XIV) da su solideo encarnado á dicho Secre-
tario, y poco después eleva á éste á la dignidad cardenalicia.
BOLETÍN CANÓNICO 375
343. El Asesor y su Sustituto son los oficiales mayores, (N. pee, c. VIII,
a: 11, l.«)
Son Consultores de esta Congregación el Asesor del Santo Oficio, el
Secretario de la Congregación de Negocios Eclesiásticos Extraordi-
narios, mientras conserven estos cargos, y además otros designados por
€l Papa.
344. El Secretario antes no era Cardenal, sino un Prelado que al
mismo tiempo era Secretario del Colegio de Cardenales, cargo que
ahora pertenecerá al Asesor, cuyo oficio no existía antes en la Con-
sistorial.
Tampoco tenía Consultores esta Sagrada Congregación; pero de sus
mismas actas consta que los había tenido en tiempos más antiguos.
Cfr. Colomiatti, Codex juris Pontificii, vol. 1, p. 306, nota 2.
345. Su jurisdicción está restringida á los países que se rigen por el
derecho común.
§11
su COMPETENCIA
346. Dos partes distintas abraza esta Sagrada Congregación.
A) Asuntos consistoriales, erecciones de diócesis , etc.
Pertenece á la primera no sóio preparar lo que ha de tratarse en los
Consistorios (1), sino también (en los lugares no sujetos á la Sagrada
Congregación de Propaganda Pide) constituir nuevas diócesis y cabil-
dos, tanto catedrales como de colegiatas; dividir las diócesis ya consti-
tuidas, etc.
347. Por consiguiente, á ella pertenece examinar si existen ó no
causas legítimas para tales erecciones, uniones, divisiones, desmembra-
ciones; juzgar de las controversias que se originen entre las diócesis ya
instituidas, etc. Cfr. Sixto V, Const. Immensa. (BulL, Rom. Taur.,
vol. 8, p. 988.)
348. Compétele también elegir Obispos, Administradores Apostóli-
cos, Coadjutores y Auxiliares de los Obispos, con ó sin futura sucesión;
decretar las informaciones canónicas ó procesos referentes á los que han
de ser elegidos y revisarlos diligentemente; examinar la ciencia y doc-
trina de los mismos; tratar lo referente á las traslaciones de los Prelados
de una á otra diócesis, las renuncias de los mismos; retención de bene-
ftcios incompatibles con el Obispado ú otra Prelatura; concesiones de
Palio, etc, (2).
<[r) Véase el n. 40, sig.
<2) He aquí la competencia propia de esta Congregación, según la Const. Immensar
376 BOLETÍN CANÓNICO
349. Pero si el que ha de ser elegido, ó las diócesis que han de ser
erigidas ó divididas se hallan fuera de Italia, los oficiales de la Secre-
taría de Estado reciben los documentos y redactan el informe que ha de
ser sometido á la Congregación Consistorial, la cual estudia si está ó no
debidamente formado. (Véase el n. 364.)
B) Régimen general de las diócesis.
350. La segunda parte comprende todo lo relativo al régimen general
de cada diócesis, con tal que éstas no se hallen sujetas á la Sagrada Con^
gregación de Propaganda Fide.
351. Correspóndele, por consiguiente, vigilar sobre el cumplimiento
de las obligaciones propias de los Ordinarios, examinar las relaciones
escritas que del estado de sus diócesis presenten los Obispos; decretar
las visitas apostólicas y examinarlas, cuando hayan sido llevadas á cabo,
y, después de haber expuesto á Su Santidad fielmente cada vez el estado
de las cosas, prescribir lo que se juzgue necesario ú oportuno; final-
mente, todo aquello que pertenece al régimen, disciplina, administración
temporal y estudios de los Seminarios; pero los estudios de las Univer-
sidades Pontificias corresponden á la Sagrada Congregación de Estudios.
C) Cuestiones sobre competencia.
352. Es también atribución propia de la Congregación Consistorial
(y puede considerarse esto como una tercera parte de su competencia)
resolver las dudas sobre la competencia propia de cada una de las Sa-
gradas Congregaciones, Tribunales y Oficios (Normae pee, c. VII, art. II,.
6."*), menos en el caso de que las dudas se refieran á la competencia del
«Congregatio tertia pro erectione ecclesiarum et provisíonibus consístorialibus.
Illa praeterea cura ad pastoralis nostri officii sollicitudinem et ecclesiae universalis
gubernationem máxime pertinet ut ad fidelium populorum utilitatem, ecclesiis jam ere-
ctis aut in posterum justis de causis erigendis, de episcopis et pastoribus idoneis et
fídelibus ac fructuosis in vinea magni patrís familias operariis salubriter in Domino pro-
videamus.
«Quare aliam constituimus cardinalium congregaíionem, qui in primis cognoscant de
legitimis causis erectionum novarum ecclesiarum quarumcumque, patriarchalium, me-
tropolitanarum et cathedralium, ac de cujusque earum dote, capitulo, clero, populo et
alus, quae ad ejusmodi erectiones, juxta praescriptum sacri concilii Tridentini et San-
ctorum Patrum decreta, necessaria erunt. Examinent praeterea omnes difficultates de liis.
incidentes, controversias quoque Ínter eas, quae jam erectae sunt, necnon dictarum
ecclesiarum, dioecesum vel monasteriorum uniones, dismembrationes, cessiones, per-
mutationes, translationes, pensionum super illarum reditibus assignationes, monaste-
riorum pluralitatem, dignitatum incompatibilitatem, praesentationes et nominationes,
electionum sive postulationum confirmationes seu admissiones, suffraganeorum coad-
jutorumque deputationes, cum futura successione, sive absque eadem successione, cu-
ramque adhibebunt solertem circa aetatem et qualitatem promovendorum; eaque di-
scussa et examinata ad nossuccessoresque nostros referant, ut pro nostro eorumve ar-
bitrio, in consistorio secreto, juxta formam in hunc usque diem servatam proponantur.>
Sixto V, 1. c, p. 988.
BOLETÍN CANÓNICO 377
Santo Oficio, porque éstas al mismo Santo Oficio toca resolverlas. {Nor-
mae peculiares, c. VII, a. I, 6/', art. II, 6." Véanse los números 156 y
268, .Y. B.)
353. Si un asunto ha sido llevado á un Oficio (Congregación, etc.), no
puede pasar á otro á no ser que el Congreso del mismo Oficio, al que el
asunto había sido llevado, resuelva que pertenece á otro, al cual en este
caso se lo remitirá. Norm. pee, c. 1, n. 2 y 3. Si el Congreso duda si el
asunto es ó no de su competencia, debe acudir á la Consistorial para que
ésta resuelva.
354. Dado caso que el Congreso resuelva en un sentido y una de las
partes no esté conforme con esta resolución y apele contra ésta al Papa,
la cuestión debe también resolverla la Consistorial por comisión del Ro-
mano Pontífice (1).
D) Invitaciones.
355. Pertenece también á esta Congregación hacer las mvitaciones
para las fiestas de canonización y beatificación y para las otras fun-
ciones sagradas.
E) Cambios de competencia.
356. Conserva la antigua competencia sobre los asuntos que han de
tratarse en Consistorio.
Además pasan á ella los asuntos que antes eran propios de cuatro
Congregaciones particulares suprimidas, como hemos visto en el n. 190.
Véase también el n. 132.
357. Lo referente al régimen general de las diócesis pertenecía antes
á la Sagrada Congregación del Concilio, y en parte á la de Obispos y
Regulares.
358. La resolución de dudas sobre la competencia de los diversos
Oficios es atribución enteramente nueva y que antes no correspondía á
ninguna Congregación.
N. B. Al tratar de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide
indicaremos los países, colegios, etc., que antes estaban sujetos á dicha
Congregación, y en virtud de la Constitución Sapienti Consilio han pa-
sado á la Consistorial.
(I) III. Quaestione aliqua ad sacram aliquam Congregationem delata, et una ex par
tibus dissentiente quominus ibi res disciplinan seu administrativo modo dirimatur, du-
bium de competentia ita excitatum, a quonam et quomodo definitiva et inappellabili
sententia sit resolvendum.— /?esp. Ad III. Servetur dispositio Normarum peculiarium
Ordinis (seu Regolamento), cap. I, num. 3 et cap. III, num. 10. Quod si Congressus
dubitet de sua competentia, rem deferat ad S. Congregationem Consistoriaiem pro du-
bii definitione, juxta num. 2, cap. I earundem Normarum. Si vero Congressus decernat-
causae cognitionem ad se competeré, et una ex partibus recursum ad SSmum. Domi-
num contra Congressus resolutionem interponat, de commissione ipsius SSmi. quae-
stio de competentia pariter a S. Congregatione Consistoriali dirimatur. (S. Congr. Con-
sist. 3 Jun. 1909: Acta A. Sedis, vol. 1. pág. 515, 516.)
378 BOLETÍN CANÓNICO
§ HI
MODO DE PROCEDER
I
359. Procede, por lo común, en forma meramente informativa en lo-
referente á los nombramientos consistoriales, pero en los demás asun-
tos procede con jurisdicción voluntaria in linea disciplinaria como las
demás Congregaciones, y algunas veces ejerce jurisdicción contenciosa,
V. gr., en los casos de apelación de que hemos hablado en el n. 354.
360. Tiene sus reuniones siempre en jueves, lo mismo que la Sagrada
Congregación de Negocios Eclesiásticos Extraordinarios. (Norm. pee,
c.IV, 1.°)
361 . Los procesos de vita et moribus, de statu ecclesiae, etc., fuera de
Italia, en los países sujetos á la Consistorial, los instruyen los Nuncios
Apostólicos, con arreglo á la Constitución de Gregorio XIV Onus Apo-
stolicae servitutis (15 Mayo 1591: Bull. Rom. Taur., vol. 9., p, 419, sig.)
y de Urbano VIII Si procesas (1627: Bull. Rom. Taur., vol. 13, p. 581, sig.)
362. Para los procesos de los que han de ser promovidos dentro de
Italia véanse las Constituciones de Benedicto XIV Ad Apostolicae(\7 Oct.
1740)y de León XIII Immortalis memoriae (\S Sept. 1878). Véase también
Colomiaüi, vol. 1, p. 314, sig. Para lo referente á España puede verse
Salazar-Lafuente, Procedimientos, vol. 4, p. 70-93, 555, sig.; Cadena
y Eleta, Tratado de procedimientos, vol. 1, p. 241, sig.; Alcubilla, Dic-
cionario de la Administración española, vol. 3, p. 172, donde se halla el
real decreto de 6 de Septiembre de 1868.
363. Para los países sujetos á la Sagrada Congregación de Propa-
ganda Fide, véase la Const. Gravissimum, de Benedicto XIV (18 Enero
1757: Bull. Ben. XÍV, vol. 4, p. 221, sig.)
364. Si en el examen de tales procesos se hallan defectos leves, sue-
len sanarse por decreto del Secretario de la Sagrada Congregación. Sí
^ defecto es grave, suspéndese la provisión hasta que se resuelva con
arreglo á derecho. Cfr. Colomiatti, 1. c, vol. 1, p. 304, nota.
II
365. Los Cardenales, Consultores y Oficiales de la Consistorial, ade-
más del otro juramento común (véase el n. 332), deben prestar el ju-
ramento del Santo Oficio, cuya fórmula para los de la Consistorial es
como sigue:
«In nomine Domini.
»Ego N. N. sub poena excommunicationis latae sententlae ipso facto et absque alia
declaratione incurrendae, a qua, praeterquam in articulo mortis, a nullo nisi a Summo
BOLETÍN CANÓNICO 379
Pontífice, ipso quidem Cardinali Poenitentiario excluso, absolví possím; et sub alíis
poenis etlam gravíssímis arbitrio Summi Pontíficís mihi ín casu transgressionís ínfligen-
dis, spondeo, voveo ac juro, invíolabíle secretum me servaturum ín ómnibus et singulis
quae ad Epíscoporum, Adminístratorum Apostolicorum alíorumque Ordínaríorum ele-
ctionem,vitam, mores agendique ratíonem delata sint; itemque in ómnibus quae ad dioece-
sum erectionem seu earumdem unionem spectent, exceptis dumtaxat iis quae in fine et
expeditíone eorumdem negotíorum legitime publican contingat: et hoc secretum me
servaturum cum ómnibus qui eodem juramentí vinculo constricti non sint, et cum iis
etiam qui quamvis hoc secreto teneantur ut ad Congregatíonem Consistorialem perti-
neant, nihilomínus in Urbe habitualiter non commorantur; ñeque unquam, directe, nutu,
verbo, scriptís, aut alio quovis modo et sub quocumque colorato praetextu, etiam ma-
joris boni aut urgentissimae et gravissimae causae, contra hanc secretifidem quidquam
commissurum, nisi peculiaris facultas aut dispensatio expresse mihi á Summo Pontífice
tributa fuerit.
«Deníque si supplices líbellos, commendationes aut lítteras de memoratis negotiis a
qualibet persona receperim, sacrae Congregationi rem patefaciam.
»Síc me Deus adjuvet, et haec sancta Dei Evangelia, quae meis manibus^tango.»'A^or-
mae pee, cap. 7, art. 1-2, 4."
366. La obligación de este secreto fué ya impuesta á la Congrega-
ción super promovepdis ad Archiepiscopatus et Episcopatus, por Be-
nedicto XIV (1) en su Const. Ad Apostolicae (17 Octubre 1740: ^ü//.
Ben. XIV, vol. 1, p. 6) y confirmada por León XIII en su Const. Immor-
talis memoriae, de 18 de Septiembre de 1878. Como antes hemos dicho,
la competencia de dicha Congregación ha pasado á la Consistorial.
Véanse los nn. 122, 190 y 356.
III
367. Pertenece á la Congregación plenaria el nombramiento de
Obispos, de Ordinarios diocesanos estables, de Visitadores Apostólicos
de las diócesis; la creación y unión de diócesis; la erección de cabildos
canonicales; el examen de las relaciones del estado de las diócesis que
presentan los Visitadores y los Ordinarios; el atender al régimen de las
diócesis y de los seminarios en general, y en particular atender á todos
los asuntos más graves de su competencia, y finalmente, resolver las du-
das sobre competencia entre los diversos Oficios, excepción hecha del
Santo Oficio, que, como se ha dicho, resuelve las dudas sobre su com-
petencia.
368. En el nombramiento de Obispos, en cuanto á ella le corresponda,
(1) «Utque haec omnia in antedicta Congregatíone líberius, perfectiusque adim-
pleantur, secretum ad instar íllius, quod pro negotiis ad Sanctam Inquisítíonem perti-
nentibus servatur, singulis praedíctís Cardinalibus, nec non Auditorí Nostro injungi-
mus; cum facúltate tamen communícandi de rebus ad ipsam Congregatíonem spectan-
tibus, sub símili secreti lege, cum uno cujusque ipsorum Audítore, sive Studiorum
adjutore, et uno Amanuensi, nec non cum iis, quos íisdem de rebus interrogandos, vel
consulendos censuerint, ad assequendas notítias in eum scopum conducentes, quo-
sque eidem pariter secreto obnoxios esse deberé statuimus.^^
380 BOLETÍN CANÓNICO
debe sujetarse á las normas trazadas en la Const. Romanis Pontifici-
büs (1) de 17 de Diciembre de 1903.
369. Corresponde al Congreso, además de lo dicho en las normas co-
munes (véanse los nn. 257, 285, sig.), nombrar Administradores Apostó-
licos interinos para las diócesis en caso de urgente necesidad; redactar
todas las actas necesarias para preparar la ponencia sobre la elección
de los Obispos de Italia, y para todo lo demás que ha de tratarse en la
Congregación plenaria; proveer lo referente al gobierno ordinario de las
diócesis y de los seminarios, como son dispensas de residencia para los
Obispos, facultad de diferir la presentación de la relación de estado de
la diócesis y otras cosas semejantes, y cuanto se refiere á la percepción
de las tasas que deben pagarse por actos de la misma Sagrada Congre-
gación.
370. Las relaciones del estado de las diócesis y, en cuanto sea posi-
ble, las de los Visitadores Apostólicos, se han de proponer á la Congre-
gación plenaria, no cada una por separado (fuera de algún caso extra-
ordinario y urgente), sino reunidas en grupos por provincias ó regiones.
371. El Ayudante al redactar el sumario debe anotar las cosas más
importantes, ya buenas ya malas.
IV
372. Todos los nombramientos que suelen promulgarse en consis-
torio se expiden por medio de Bula, así como también los decretos de
creaciones y uniones de diócesis y de erección de capítulos canonicales.
373. Para este fin los oficiales mayores de la Consistorial pasan á los
oficiales mayores de la Cancillería Apostólica la oportuna nota con los
datos necesarios; nota que conserva la Cancillería, la cual á su vez ha
de enviar cuanto antes á la Secretaría de la Congregación Consistorial
la Bula sellada y firmada, según las normas propias de la Cancillería.
(1) Esta Constitución puede verse en Acta Pii X, vol. 1, p. 1 13, sig., ó en Acta S. Se-
áis, vol. 36, p. 385, sig.
Lo prescrito en dicha Constitución, además de lo relativo al secreto que debe guar-
darse, es lo siguiente: «Ut autem eidem Supremae Congregationi in gravissimo hoc expe-
diendo negotio certa et constans norma praesto foret, methodum ea in re sequendara,
opportuna Instructione, singillatim describí curavimus; qua, praeter ea quae de accu-
ratissima circa promovendorum fidem, vitam, mores prudentiamque inquisitione pera-
genda statuimus, in plenum vigorem revocavimus periculam de doctrina, quod ab ipsis
promovendis habita ratione praescriptionum S. Caroli Borromaei in Conc. Prov. Me-
diolan. I, p. 2, omnino faciendum praecipimus.
»Quae quidem omnia ut per ipsammet Supremam Congregationem S. Offlcii plañe
adimpleri valeant, mandamus denique, ad quos spectat, ut Sedium Episcopalium, ut
supra non exceptarum, vacatio eidem in posterum, litteris ad ipsius Cardinalem Se-
cretarium datis, quamprimum ac recto tramite notificetur.»
La Instrucción de que aquí se habla es secreta.
BOLETÍN CANÓNICO 381
374. La tasa que debe pagarse por la expedición de la Bula cede ín-
légra en favor de la Congregación Consistorial.
375. Dicha tasa la fijan los oficiales mayores ó los ayundantes de
esta Congregación, regístranla en el libro correspondiente, y se encar-
gan de percibirla los oficiales de expedición, según las normas comunes.
{Continuará.)
mmmm «comissüm pbis », por la (jue pío x mnm\ el «yeto
EHí LA ELECCIÓN DEL ROMAP PONTÍFICE ^'^
G) Objeción.
86. Pero se objetará que si tal derecho no existiera no se explicaría
cómo en todos los Conclaves se ha acatado el veto de manera que ni
una sola vez ha sucedido que se haya elegido Papa á un candidato al
que le haya puesto el veto ó exclusiva alguna de dichas naciones, y esto
que el veto ha sido puesto casi siempre al candidato que reunía más
votos en las elecciones, y, por consiguiente, tenía casi seguridad de salir
elegido á no habérsele puesto el veto.
Ahora bien: supuesto el derecho del veto, se explica bien la conducta
de los Cardenales, pues al acatarlo daban muestras de respetar un dere-
cho; pero si afirmamos que el veto no es tal derecho, sino un abuso de
fuerza más ó menos velada, no parece fácil justificar la conducta de los
Cardenales en Conclave.
87. Á esta dificultad debe contestarse que no obstante ser el veto un
mero hecho de fuerza, puede muy bien justificarse, no á los Gobiernos
que manejaron esa arma, pero sí á los Cardenales, que, supuesto el he-
cho de fuerza, pudieron pensar no ser prudente elegir en tales circuns-
tancias un Pontífice que probabilísimamente hubiera tenido contra sí á
la nación que le puso el veto.
88. Juzgaron tal vez ser menos inconveniente escoger otro candidato
también digno que exponerse á una ruptura de relaciones con una na-
ción católica, ó previeron y temieron prudentemente otros males para la
Iglesia; y su obligación era elegir al que juzgaran mejor para el bien de
la Iglesia, pesadas todas las circunstancias; y bien puede suceder que
juzgaran prudentemente que uno era el más á propósito para gobernar
la Iglesia si no se le hubiera puesto el veto, esto es, prescindiendo del
veto, y puesto éste y pesada esta circunstancia, pareciera ser otro el
más á propósito.
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXV, pág. 106.
382 BOLETÍN CANÓNICO
89. Puesto que no sólo deben tenerse en cuenta las cualidades per-
sonales del elegido, sino también el buen gobierno de la Iglesia, el cual
no sólo depende de las cualidades personales del que la rige, sino tam-
bién de los mayores ó menores obstáculos que otros le opongan, salva
siempre la especial providencia que Dios tiene de su Iglesia.
90. Nótese además que en el último Conclave, como refiere el Car-
denal Mathieu, que asistió á él, el Cardenal-Decano protestó, en nombre
del Sacro Colegio, y dijo que la comunicación con que se intimaba el
veto no podía ser admitida por el Conclave, ni con carácter oficial ni
con carácter oficioso, y que no se la tomaría en consideración para
nada. También protestó dignamente el Cardenal RampoUa (1).
(Continuará.)
SAGRADA CONGREGACIÓN DE RELIGIOSOS
A) Nulidad de la profesión solemne de las Religiosas, hecha después
del 3 de Mayo de 1902, sin que haya precedido la simple.
Esta Sagrada Congregación, creada por la Constitución Sapienti
Consilio y que en lo referente á Religiosos viene á sustituir á la supri-
mida de Obispos y Regulares, ha publicado recientemente varios impor-
tantes decretos que procuraremos ir dando á conocer á nuestros lectores.
En uno de ellos, fechado el día 30 de Julio de este año 1909, ha de-
clararado:
I."" Que las profesiones solemnes que después del día 3 de Mayo de
1902, en que se publicó el decreto Perpensis (2), hayan hecho las reli-
giosas sin que precediera el trienio de votos simples son nulas é írritas.
2/' Que tales profesiones son de tal manera nulas que no valen tam-
poco como profesión simple.
3." Que todas las renuncias y donaciones hechas con ocasión de di-
chas profesiones son también nulas, y la religiosa que las hizo puede
reclamarlas juntamente con la dote.
(1) Cette intervention impérlaíe, inconnue et inattendue du plus grand nombre, ne
resta point sans réponse. Immédiatement, le Cardinal-Doyen se leva: «Cette communi-
cation, dít-il, ne peut étre accueillíe par le conclave, ni á titre officiel ni á titre ofGcieux,
et il n'en sera temí aucun compte.» Puis le cardinal Rampolla, demandant á son tourla
parole, protesta en ees termes: «Je regrette qu'une grave atteinte soit portee en matiére
d'élection pontificale á la liberté de l'Église et á la dignité du Sacré-Collége par une
puissance laíque. Quant á mon humble personne, je declare que ríen de plus honorable
et fien de plus agréable ne pouvait m'arriver. (Nihil honorabilius, nihil jucundius mihi
contingere poterat.)» Cfr. Vidal (Gabriel), Du veto, pág. 158. (Toulouse, 1906.)
(2) Véase este decreto, con su comentario, en Razón y Fe, vol. V, pág. 247 y si-
guientes.
BOLETÍN CANÓNICO 383
DUBIA
DE NULLITATE PROFESSIONIS SOLEMNIS EJUSQUE EFFECTUUM A NONNULLIS MONIALIBÜS EMISSAE
NON PRAEMISSO TRIENNIO VOTORUM SIMPLICIUM EX IGNORANTIA DECRETI «PeRPENSIS.»
Per decretum sacrae Congregationis Episcoporum et Regularium d. d. 3 Maji 1902,
quod incipit Perpensis, injunctum fuit monialibus cujuscumque Ordinis, ut, peracta
probatione et novitiatu, vota Simplicia emittant, nec ad solemnem professionem admitti
possint, nisi expleto triennio a die, qua vota Simplicia emiserunt; ita nempe «ut si qua,
non exacto integro triennio, ad professionem solemnem, quacumque ex causa, admit-
teretur, professio ipsa irrita prorsus foret, et nullius effectus (Decretum Perpensis, II)».
Cum autem hujusmodi decretum in notitiam aliquot monasteriorum vel monialiuní
nonnisi post aliquod temporis spatium venerit, admissae fuerunt ad professionem
voturum solemnium nonnullae novitiae immediate post novitiatum, ex decreti ignoran-
tia. Hinc quaeritur:
I. An professio, quam moniales praedictae emiserunt post diem 3 Maji 1902, tamquam
solemnem, non praemisso triennio votorum simplicium ex ignorantia decreti Perpensis
haberi debeat tamquam nulla? Et quatenus Affirmative.
II. An professio, in iis circumstantiis emissa, debeat saltem haberi valida, uti pro-
fessio simplex?
III. An renuntiatio, donationes, etc., a moniali factae occasione talis invalidae pro-
fessionis, habendae sint tamquam nullae, ac proinde res donatae ab illa legitime repetí
possint cum dote?
Emi. Patres sacrae Congregationi negotiis Religiosorum Sodalium praepositae, in
plenario coetu habito ad Vaticanum die 30 Julli 1909, re mature perpensa, responden-
dum censuerunt:
Ad I. Affirmative.
Ad II. Negative.
Ad III. Affirmative.
Quibus ómnibus sanctissimo Domino nostro Pió Papae décimo per infrascriptum
Secretarium sacrae Congregationis de Religiosis sequenti die relatis, Sanctitas Sua re-
sponsiones Emorum. Patrum approbare et confirmare dignata est.
L.-j-S.
Fr. I. C. Card. Vives, Praefectus.
* D. L. Janssens, o. S. B., Secretarias.
ANOTACIONES
I. Es importantísimo este decreto, porque viene á resolver una anti-
gua cuestión, es, á saber, si las leyes eclesiásticas obligan desde el día
siguiente de su promulgación, ó sólo después de dos meses de haber sido
promulgadas. La opinión más común se adhería á la primera parte, sobre
todo tratándose de leyes irritantes, y sostenía que obligan desde el día
siguiente de su promulgación, aunque sean ignoradas, y aunque no haya
llegado ni podido llegar el conocimiento de las mismas á la región en
que se realicen actos contrarios á ellas. Véase Gury-Ferreres, vol. 1,
n. 97, q. 2.
El decreto resuelve esto mismo, á lo menos en cuanto á las leyes
irritantes, puesto que declara nulas las profesiones solemnes hechas sin
preceder el trienio de votos simples después del 3 de Mayo de 1902, que
es el mismo día en que se publicó el decreto Perpensis que las anulaba.
384 BOLETÍN CANÓNICO
Las declara nulas simpliciter, y, por consiguiente, aun en los países más
remotos, donde no llegó ni pudo llegar el conocimiento de dicho decreto
el día 4 de Mayo, p. e.
En este mismo sentido habíamos nosotros contestado á algunas con-
sultas sobre Religiosas que hicieron dicha profesión solemne poco des-
pués del mencii)nado decreto y sin conocerlo. Resolvimos que era nula.
Dice el decreto que son nulas dichas profesiones solemnes hechas
por ignorar el decreto Perpensis; pero es evidente que también serán
nulas si se hicieron conociendo dicho decreto, v. gr., por creer que el
decreto no obligaba hasta dos meses después.
Sigúese de aquí que si no intervino dispensa pontificia serán nulas,
entre otras, todas las profesiones solemnes hechas desde 4 de Mayo
de 1902 á 5 de Mayo de 1905 en los monasterios en que antes del de-
creto Perpensis no se usaba hacer votos simples.
II. Siendo nula dicha profesión hecha como solemne, claro está que
no puede valer como simple, puesto que la mente de la Iglesia es que se
pasen tres años en que la religiosa y la religión sepan que el vínculo que
entre sí las une es más fácil de desatar que el solemne que nace de la
profesión, y además la religiosa sepa que conserva el dominio radical
de todos sus bienes. Todo lo cual falta cuando se está en la creencia por
ambas partes de que los votos emitidos son solemnes.
III. De la nulidad de la profesión solemne sigúese la de las renuncias,
donaciones, etc., hechas con ocasión de ella.
La razón es porque á la religiosa la inhabilita la Iglesia para renun-
ciar el dominio radical hasta dos meses antes de la profesión solemne.
(Decreto Perpensis, a. 11; Pío IX, 1 Aug. 1862; Conc. Trid., sess. 25, De
relig., cap. 16. Cfr. Razón y Fe, vol. 5, p. 392, sig.; Fer reres, Relig.,
Com. IV, n. 46, sig.) Ahora bien: tales renuncias no se hicieron dentro
de los dos meses que preceden inmediatamente antes de dicha profesión.
Luego son enteramente nulas, aunque se haya procedido de buena fe.
Luego si son nulas puede reclamarlas la religiosa, y se le deben en
conciencia.
Sigúese de lo dicho que al enterarse tales religiosas del decreto que
anotamos, quedan con la misma libertad que tenían cuando se hallaban
en el noviciado, y sin dispensa ninguna pueden volverse al siglo y lle-
varse consigo la dote y todas las donaciones hechas, etc.
Dado caso que quieran perseverar en la Religión, como es de supo-
ner, deben hacer los votos simples, y después de tres años enteramente
cumplidos harán la profesión solemne. Á no ser que acudan á la Santa
Sede y ésta les conceda (como puede hacerlo) ó la convalidación de la
profesión hecha, con todas sus consecuencias, ó, por lo menos, el poder
abreviar el trienio de votos simples, reduciéndolo, por ejemplo, á un año.
|UAN B. Ferreres.
EXAMEN DE LIBROS
Die Wiederkunft Christi nach den paulinischen Briefen, von Dr. Fritz
TiLLMANN. Freiburg, 1909.— La segunda venida de Cristo según las
Epístolas de San Pablo, por el DR. Federico Tillmann. Un volumen de
VIII-204 páginas. Precio, 5,60 marcos.
Nunca ha perdido su interés entre los escritores, sobre todo católicos,
el estudio de la Escatología, y en especial con respecto á la persuasión
de los Apóstoles acerca de la mayor ó menor proximidad del segundo
advenimiento de Jesús al fin de los siglos. El Dr. Tillmann, de quien los
lectores de Razón y Fe tienen ya ventajosa noticia por escritos ante-
riores, acaba de publicar un trabajo lleno de interés sobre punto tan im-
portante. Expone con amplitud las ideas escatológicas del Apóstol, prin-
cipalmente en cuanto se relacionan con el punto particular de la venida
de Cristo á juzgar el mundo. Aunque el autor no se propone como obje-
to único de su trabajo, exponer los sentimientos del Apóstol sobre este
detalle especial de la proximidad del segundo advenimiento, da, sin em-
bargo, capital importancia á este punto, y del análisis de las Epístolas
paulinas infiere que San Pablo al principio de su predicación, y todavía
largo tiempo después, abrigaba la persuasión, no sólo de que aquella ve-
nida estaba próxima, sino de que antes de su muerte había de alcanzar ese
acontecimiento; pero que con el transcurso del tiempo, y sobre todo
hacia el fin de su vida, le abandonó esa esperanza. En las Epístolas á los
tesalonicenses aparece el Apóstol subyugado por esa idea; en las que es-
cribió á los gálatas, corintios y romanos, brota con frecuencia todavía
bajo su pluma el mismo pensamiento; pero ya en las Cartas, llamadas
del cautiverio, ha perdido mucho de su fuerza, hasta que por fin en las
Pastorales, el ya anciano evangelizador de las gentes se despide resig-
nadamente (1.'' Tim., VI, 13, 14) del que por tanto tiempo había sido el
ideal de sus esperanzas. El Dr. Tillmann explota en grande escala los
pasajes de las Epístolas que pueden suministrarle argumentos para es-
tablecer su tesis, examinando y utilizando hasta los matices, al parecer,
más insignificantes. Advierte ante todo que el problema no ha de resol-
verse recurriendo á anatemas, expresiones autorizadas y sentencias en-
fáticas, sino mediante el análisis detenido y sereno de los textos, análisis
que tenga por guía el criterio de explicar los pasajes obscuros por los
claros, y no viceversa; pues en todo caso no se trata, dice, de un punto
dogmático, sino de una apreciación en materia de cronología, donde puede
caber error, aun tratándose de un Apóstol. «Á la verdad, continúa el autor,
las primeras edades cristianas tuvieron siempre por inminente el juicio
final, y esta persuasión universal difícilmente se explica, si no fué engen-
386 EXAMEN DE LIBROS
drada por la predicación misma de los Apóstoles. Cierto que entre los es-
critores católicos de las edades posteriores ha sido desechada común-
mente como errónea esta opinión; pero crece de día en día el número de
los que se declaran partidarios de ella, contándose entre ellos el P. Kna-
benbauer en un estudio recientemente publicado en los Ecos de María
Laach.»
Por nuestra parte, reconociendo que el problema ofrece graves difi-
cultades, que sobre todo han de resolverse por el análisis de los textos,
presidido por el principio elemental de explicar los pasajes obscuros por
los claros, y que el trabajo del Dr. Tillmann representa una contribución
seria y altamente científica al esclarecimiento de la cuestión, hemos de
confesar que sus argumentos no nos han convencido. En primer lugar,
nos parece claro que los pasajes ad Rom., XIIÍ; ad Tit., IV; Dan., VII, y
los del Nuevo Testamento que citan ó aluden á este último, no hablan de
la segunda, sino de la primera venida, y que respecto de ellos no tiene
aplicación el distinguir entre la incoación y la consumación del reino de
Dios. Los pasajes á los gálatas y corintios distan mucho de presentar
como inmediata la segunda venida en la mente del Apóstol, y sólo
ofrecen dificultad los textos á los tesalonicenses. Difícilmente, v. gr.,
podrá un lector sereno de los capítulos IV y V de la 2.'' Epístola á los
corintios persuadirse de que el Apóstol escriba dominado de la idea de
alcanzar en vida el advenimiento de Cristo. Pero sobre todo las indica-
ciones del Apóstol sobre el proceso de la historia de la Iglesia en la obs-
tinación actual de los judíos, propagación del Evangelio entre los gen-
tiles en grandes masas, conversión posíerior de los judíos, apostasía y
aparición del Anticristo, indicaciones que se leen ya en los primeros
escritos de San Pablo, excluyen en absoluto la opinión de que el Doctor
de las gentes hubiera alimentado en tiempo alguno de su vida ni siquiera
la idea de una proximidad inminente é inmediata, no ya tal que hubiera de
alcanzarla el Apóstol antes de terminar su carrera mortal. Verdad es
que elDr. Tillmann se esfuerza por dar solución á esta dificultad; pero al
leerla ocurre espontáneamente esta reflexión: ¿Es posible que un sabio
de la talla del Dr. Tillmann esté convencido de la solidez de tal solución?
Consiste ésta en decir que para San Pablo el mundo estaba reducido
poco más que á las costas del Mediterráneo; y que como él solo había
conquistado para el Evangelio una muy considerable parte de esos te-
rritorios, como lo dice Rom., XV, 19, suponiendo que los demás mensa-
jeros del Evangelio consiguieran parecidos resultados, la conversión del
orbe podía quedar consumada en breves años. Inmediatamente vendría
la conversión de los judíos, ahora obstinados; y en cuanto á la apostasía
y el Anticristo, la primera podía desarrollarse casi paralelamente á la
propagación misma de la fe, pues el misterio de iniquidad empezaba á
manifestarse y las iglesias de Palestina desertaban del Cristianismo. Muy
en breve, pues, podía tomar cuerpo la apostasía y aparecer el Anticristo
EXAMEN DE LIBROS 387
como coronamiento de ella, resultando así que en muy pocos decenios
podría estar terminado el proceso total de la historia del Cristianismo
sobre la tierra (1).
Pero ¿es verdad que en la época de San Pablo fueran tales las ¡deas
sobre la extensión del orbe? No; pues se sabía perfectamente que por la
parte de Europa, más allá de las fronteras septentrionales del imperio ro-
mano, existían innumerables tribus bárbaras: con respecto al Asia, desde
la época de Alejandro y aun tal vez desde la de Salomón era conocida la
India y la Sérica ó China, y por lo que toca al África, los célebres pe-
riplos realizados por los fenicios y cartagineses habían dado á conocer
la extensión de esa parte del mundo. San Pablo no era un rústico igno-
rante que careciese de estas nociones ya vulgares; y así no podía abrigar
la persuasión de que en pocos decenios quedara consumada la conver-
sión del mundo pagano, y tanto más cuanto que no ignoraba que to-
davía dentro del imperio la proporción de los cristianos con los paganos
era relativamente exigua. Y realizada la conversión, ¿podía creer San
Pablo que inmediatamente había de venir repentinamente una apostasía
en masa? ¿Podía creer que la Iglesia sólo había de durar un par de ge-
neraciones, y eso presentando el fenómeno tan poco honroso para el
Evangelio y tan poco en armonía con la eficacia que el Apóstol le atri-
buya, de que grandes muchedumbres de fieles y dilatadas regiones aban-
donarán la fe sin haber tenido tiempo de saborearla y ostentar sus
frutos?
L. MURILLO.
DOCT. COESAR Carbone, S. Agathae Goth. Vic. gen. De modernistarum
doctrinis. Tractatus philosophico - theologicus ad Cleri scholarumque
penitioren institutionem.—Romae, Desclée et Soc, editores, 1909. Un volu-
men en 4.° de XXXV-500 páginas, 4,50 liras.
Entre las muchas y buenas obras publicadas ya contra el modernis-
mo, es notable la que hoy tenemos el gusto de recomendar, y se distin-
gue por su amplitud y profundidad y también por su método rigurosa-
mente escolástico, que permite al autor dilucidar con sutileza y clari-
dad al mismo tiempo, materia tan importante y compleja como es la del
modernismo religioso.
Después de una sentida dedicatoria al maestro infalible de los fieles,
el Papa Pío X, y del proemio, en que se da una idea general del moder-
nismo conforme á su definición nominal y real, expone el docto autor la
razón y división de su obra, que es, dice, «un como comentario de am-
(1) También el P. Knabenbauer propone y acepta esta idea; aunque con la diferencia
de no admitir en el Apóstol cambio de opinión, por no haber jamás manifestado la per-
suasión de alcanzar el fin del mundo antes de su muerte.
388 EXAMEN DE LIBROS
bos documentos pontificios, el decreto Lamentabili y la Encíclica Pa-
scendi», pág. XVI, tratado filosófico-teológico en que se exponen fiel-
mente y se refutan con solidez los principales errores del modernismo
condenados en dichos documentos.
Indica sus precursores, los racionalistas del siglo XVIII y XXIX, no-
tando cómo los fautores del error modernista siguen las pisadas de
E. Kant y H. Spencer en las cosas del agnosticismo, de Víctor Cousin en
la concepción simbólica del dogma, de la escuela de Tubinga en las teo-
rías históricas y críticas y á T. Schleiermacher, señalado teólogo dei
protestantismo, en las exigencias del sentido religioso. La literatura 6
lista de obras contra el modernismo es bastante copiosa, aunque no-
completa, omitiéndose algunas que juzgamos dignas de mención, v. gr.,
la del Dr. Castro.
Todo el argumento se desarrolla en 25 tesis en que se dividen los
cinco títulos de la obra. En todas se empieza por exponer con esmero
el estado de la cuestión, se sienta luego la tesis concisa y claramente y
se prueba con solidez en las diversas partes que comprende. Así, v. gr., en
la tesis X, de la relación de la conciencia y subconciencia, explicada ía
noción de conciencia y subconciencia según los modernistas, principal-
mente italianos, y las afirmaciones de éstos aplicando aquélla al apren-
dizaje y explicación de la religión del Viejo y Nuevo Testamento, del
origen y naturaleza de la Iglesia, se establece para refutarlos la siguiente
proposición ó tesis: «La conciencia ó subconciencia de ningún modo
puede considerarse á gusto de los modernistas como criterio seguro y
supremo de la religión que se ha de investigar y profesar.» Las pruebas
son cinco: tal criterio carece de universalidad, objetividad, sobrenatura-
lidad, claridad, autenticidad. Hemos escogido esta tesis porque en ella
puede decirse que se resume la esencia del modernismo, según le define
el Emmo. Cardenal Mercier, pág. XIII: sistema que consiste esencialmente
en la afirmación de que el alma religiosa debe sacar de si misma y sólo
de si misma el objeto y motivo de su /e, mediante la conciencia y sub-
conciencia sobredicha. Pero el mismo método observaríamos en cuales-
quiera otras, las más de las cuales constan de varias partes, que se van
probando distintamente por su orden.
Las materias del título I, «sobre los principios de los modernistas»,
son la doctrina de los escolásticos, testimonio de autoridad, agnosticis-
mo, inmanentismo, sujetivismo, voluntarismo; las del título II, «sobre
los medios de los modernistas», son el sentido religioso, el simbolismo
dogmático, evolucionismo, relación de la conciencia y subconciencia,
pragmatismo, neocrítica bíblica; las del título III «acerca de los fines
de los modernistas», las materias son: la nueva ciencia, la nueva reli-
gión, el neocristianismo y la neosociología, y las del IV, «de las conse-
cuencias de los modernistas», el naturalismo, escepticismo, panteísmo,
ateísmo, conglomerado de todos los errores. El título V se dedica entero
EXAMEN DE LIBROS 389
á vindicar el valor absoluto y relativo contra todas las objeciones de los
modernistas, de la Encíclica Pascendi y del decreto Lamentabili. Prueba
muy bien que ambos documentos gozan de autoridad y sumo valor doc-
trinal obligatorio; pero parece negarles la infalibilidad. «Si por una
parte, escribe, pág. 387, nadie puede contar entre los argumentos de de-
finición ex cathedra la Encíclica Pascendi dominici gregis, por otra se
tiene todo derecho para considerarla como importante documento de
doctrina católica y como excelente modo del vínculo de sujeción de los
fieles cristianos al Vicario de Cristo en la tierra.» No podemos asentir
á lo primero, y hemos de negarlo, apoyados no sólo en la opinión de
los autores citados por el mismo autor y favorables á la infalibilidad,
sino principalmente en el Motu proprio Praestantia, citado también,
pero no debidamente ponderado. En otras ocasiones (1) notamos ya
que al declarar el Papa que incurren en la excomunión docentes todos
aquellos que defendieren cualquiera de las proposiciones condenadas en
ambos documentos, la Encíclica Pascendi y el decreto Lamentabili, ha
manifestado que están condenadas por acto Pontificio ex cathedra, ó
sea, dotado de infalibilidad; porque precisamente esa excomunión docen-
tes está fulminada, según notan los doctores canonistas y moralistas (2),
contra los defensores de proposiciones condenadas por acto personal é
infalible del Sumo Pontífice. Y si observamos que basta, conforme al
Concilio Vaticano, que manifieste el Papa de un modo cualquiera, sin
que sea necesaria forma alguna particular exigida por el autor, querer
obligar á toda la Iglesia á que tenga por condenada alguna proposición
para que tal condenación sea acto infalible (3), hay que confesar que lo
es la condenación del modernismo, atendiendo á las razones con que el
mismo autor prueba el gran valor doctrinal de la mencionada Encíclica
Pascendi.
No terminaremos sin felicitar al sabio autor de obra tan excelente y
nueva en su género, deseándole el éxito feliz que merece, especialmente
entre los alumnos de Sagrada Teología.
P. ViLLADA.
El Oficio de Difuntos de la Edición Vaticana.— Esta Edición típica se ha
puesto á la venta en liras 1,50. Se puede adquirir en todas las casas edito-
riales de Música Sagrada.
La Comisión encargada de la edición oficial Vaticana de Canto Li-
túrgico viene trabajando con suma actividad y seriedad en la restitu-
ción del Antifonario Vaticano, que, después del Gradual, ocupa en los
coros el puesto de preferencia.
(1) Véase Razón y Fe, t. XXI, pág. 514, y t. XX, pág. 434, etc.
(2) Véase Razón y Fe, 1. c, pág. 435.
(3) Véase Razón y Fe, t. XXI, pág. 514, y t. XIX, páginas 162 y siguientes.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 26
390 EXAMEN DE LIBROS
La Comisión, sin embargo, ha querido satisfacer más pronta é inme-
diatamente á una necesidad cuyo remedio era universalmente deseado,
anticipando una de las partes más importantes del Antifonario, el Oficio
de Difuntos, cuyo constante uso y hasta la proximidad del día de la Con-
memoración de todos los Difuntos ha influido, sin duda, en esta diligen-
cia y oportunidad de los editores Vaticanos, digna ciertamente de todo
agradecimiento.
El nuevo y elegante opúsculo se presenta en la misma forma y con
el mismo material tipográfico que el Gradual ya publicado. En sus 94 pá-
ginas contiene: el Orden de las Exequias y el Oficio de Difuntos; vuelve
además á reproducir la Misa de Difuntos, dada desde un principio, y en
la última parte agrega la Absolución pro Defunctis en las diversas oca-
siones, el Orden de las Exequias de los Párvulos y los tonos, finalmente,
de las Lecciones y Oraciones
El titulo de este Oficio es el siguiente: Officium pro Defunctis cum
Missa et Absolutione nec non Exsequiarum ordine cum cantu restituto
jussu SS. D. N. Pii Papae X. Editio Typica. Romae. Typis Polyglottis
Vaticanis. MCMIX.
Precede á la obra un claro y terminante Decreto de la Sagrada Con-
gregación de Ritos, que dice así:
DECRETU:.!
De mandato Sanctissimi Domini Nostri Pii Papae X, Sacra Riíuum Congregatio de-
clarat ac statuit, praesentem Officii Defunctorum editionem Vaticanam, quae cantum
Gregorianum exhibet ab ipso Sanctissimo Domino Nosíro felicitar restitutum, uti
authenticam, ac typicam habendam esse, atque ab ómnibus Romanae Ecclesiae ritu
utentibus in posterum observandam. Quaevis ideo eiusdem Officii nova editio, typis
evulganda, huic adamussim conformis esse debet.
Contrarüj non obstantibiis quibuscunque. Die 12 Maii 1909.
Fr. Sebastianus Card. Martinelli.
L. Ki< S. 5. R. C. Praefectus.
Diomedes Panici, Archiep. Laodicen.
S. R. C. Secretarias.
Tres cosas hay que notar en la presente edición oficial, para hacerse
cargo de su contenido: las rúbricas y leyes del Oficio, el texto y la me-
lodía.
Pocas cosas se han cambiado en las rúbricas; pero éstas aparecen
actualmente más ordenadas, se encuentran más aclarados todos sus pun-
tos, sobre todo, en lo referente á la duplicación de las Antífonas, las di-
versas clases de Absoluciones, el Initium de los Salmos, prescripto aun
para los Oficios semidobles; el tono de los versículos y oraciones y al-
gunos pormenores más, aun no contenidos en el Ritual.
EXAMEN DE LIBROS 391
Las antífonas se reproducen íntegras antes y después del Salmo (ex-
cepto en las exequias de los párvulos): el Salmo 145, Lauda anima mea
Dominum, que se dice al fin de las Vísperas y Laudes en oficio que no
sea de rito doble, aparece anotado, y los Salmos todos tienen su fórmula
de entonación determinada hasta la cadencia de la mediante, cosa que
facilitará mucho su perfecta y segura incoación.
Respecto á la cadencia final, no nos explicamos por qué causa se ha
puesto la fórmula del saeculorum. Amén, en vez del luceat eis, ya que,
como es sabido, y lo dice terminantemente la rúbrica de la pág. 17, tal
es la conclusión de los Salmos en este Oficio.
Una novedad, quizá no esperada, se observa en esta notación de la
Salmodia: tal es la abierta restitución de la mediante, llamada rota (ab-
breviata, cor repta), que había sido desechada por gran número de coros
y escuelas, desde que el R. P. D. Mocquereau se esforzó en probar la
inconveniencia de su uso. En efecto: el P. Mocquereau rechazaba esta
clase de mediantes abreviadas por creer deplorable su uso y contrario
á la tradición, puesto que semejante práctica no aparece hasta fines del
siglo XII. Proponía, á este propósito, el sabio autor del Breve tratado de
Salmodia su supresión, apoyado en estos motivos: 1.°, por volver á la
más antigua tradición romana; 2.°, por evitar graves alteraciones, con-
trarias á la suavidad y dulzura de las melodías Gregorianas y aun á las
reglas de la más pura pronunciación latina, y 3.°, por alejar una de las
mayores dificultades que la Salmodia podía ofrecer. Ciertamente, la teo-
ría de D. Mocquereau sobre las cadencias no podía ser más sencilla. És-
tas se encerraban en dos grandes tipos silábicos: el tipo disilábico (es-
pondeo tónico), V. gr., meo, y el tipo tetrasilábico (áisponáeo),v. gr.,córde
meo. Estos dos tipos abarcan dos fórmulas únicas de mediantes y fina-
les: las de un acento (palabras espondaicas, como méis, ó dactilicas,
como Dóminum), y las de dos acentos (con los mismos pies espondaicos
ó dactilicos, como córde meo, saéculum saéculi, etc.). Seguíase de aquí
la necesidad de suprimir toda sílaba ó nota que no cupiera en esos mol-
des (á excepción de la nota adventicia ó epentética de las palabras dac-
tilicas): por consiguiente, todos los monosílabos y todas las palabras
hebreas habían de considerarse en la acentuación como otros tantos
casos de pies espondaicos ó dactilicos; v. gr.:
TIPO espondeo: tipo dactilico:
Pacem cié te. Super Israel.
Igual á: Vocem méam. Igual á: Timor Dómini.
» Domine David. » Multipli-cd// sunt.
In Sion. » Súper te.
Esto indudablemente simplificaba y facilitaba la salmodia, cuya difi-
cultad consiste precisamente en acomodar inflexiblemente á una fórmula
392 EXAMEN DE LIBROS
dada toda una variedad extraordinaria de combinaciones silábicas; pero
no hay duda que la Comisión Vaticana, al aprobar la práctica de las
mediantes rotas, ha querido conservar su uso sumamente extendido y
hasta infiltrado ya en las percepciones rítmicas de muchísimos coros:
por otra parte, la serie respetable de siglos que ha venido autorizando
esta práctica, parece que ha tenido la suficiente fuerza para justificar
en adelante su existencia con títulos legales y reconocidos.
También se desprende del examen de este libro la introducción para
toda la iglesia de la cadencia de flexa y de la flexa monástica, según
puede verse en el Salmo Lauda anima mea, pág. 22. Esta flexa consiste
en bajar un tono desde la dominante (en los modos 1.°, 4.°, 6.° y I."" y
Peregrino), y una tercera menor (en los modos 2.°, 3.°, 5." y 8.°), la últi-
ma sílaba de la pausa de flexa que suele señalarse con una cruz:
Flexa:
Psalm. 145. Lauda anima mea DomiNUM: ►J^ laudado Dominum in
vita mea *: psallam Deo meo quamdiu fuero.
Por causa de la fiexa han sufrido asimismo alguna variedad en la
división de los hemistiquios ciertos versículos, v. gr., el verso O Domine
del Salmo Dilexi.
En el Salmo 26 (pág. 39) se han dividido los hemistiquios de esta
suerte:
Dominus illuminatio mea *, | et salus mea: quem timebo.
El texto es el que ha quedado más incólume hasta ahora : sólo es
notable la variante de la Antífona segunda de Vísperas: Hei mei Do-
mine! quia incolatus meus, etc., donde en esta edición cambia por Heu
(bisílaba) me! quia incolatus meus, etc.
En la Antífona segunda del tercer Nocturno de Maitines: Complaceat
tibi Domine ut eripias me: Domine ad adjuvanduw. me rescipe, la edi-
ción oficial suprime el segundo Domine.
Las variantes melódicas son bastante numerosas é importantes con
respecto á la última edición del Liber Usualis (1904) de Solemnes. La
mayor parte (unas cien) son detalles, giros más ó menos cambiados,
según puede observarse en las antífonas y responsorios; pero á veces
las diferencias llegan á tener carácter más radical, como en el Invitato-
rio de Maitines, que ofrece ahora una versión por nosotros muy cono-
cida y hasta más natural y patética á la vez: los versículos que preceden
á las Lecciones difieren también un tanto y el recitado de las Lecciones
se presenta admirablemente determinado en los punctum, flexa, monosí-
labos y palabras hebreas.
Tal es, en suma, el aspecto de esta parte interesantísima del Oficio
eclesiástico, con que la Iglesia, tierna Madre, despide á sus hijos en su
tránsito al otro mundo de la eternidad: estas melodías tiernas, íntimas y
EXAMEN DE LIBROS 393
penetrantes .'tienen la suficiente fuerza para envolver en resignación y
paz celestial las quejas del dolor humano.
La aparición de este librito se acogerá, pues, con verdadera ansiedad;
en primer lugar, para determinar de un modo estable la práctica del
Oficio de Difuntos en todas las iglesias de rito romano, y luego para dar
como próxima la aparición del Antifonario completo, tan deseada por
todos los que anhelan cumplir en todas sus partes los deseos del Sobe-
rano Pontífice y celebrar con un mismo espíritu y unas mismas melodías
sagradas los oficios solemnes de la Liturgia Católica.
N. Otaño.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
tarta-Pastoral del Ilmo. y Rvmo. Sr. Doc-
tor D. Juan Maura y Gelabert, Obispo
de Orihuela, al Clero de su diócesis y
alumnos de su Seminario. Primera sobre
.el modernismo.— Orihuela, imprenta de
Cornelio Paya, 1909. En 4.° de 33 pá-
ginas.
El Sr. Obispo de Oriliuela, sabio y
profundo escritor, bien conocido de los
lectores de Razón y Fe, ha empezado
á publicar una serie de Pastorales que
prometen ser de suma utilidad para
aquellos á quienes se dirigen especial-
mente, los sacerdotes y seminaristas.
Con ellas podrán éstos rebatir los erro-
res del modernismo, condenado en la
Encíclica Pascendi y preservar de ellos
á los fieles. Trata la primera en parti-
cular del moáQvmsmo filosófico, y prue-
ba la filiación de éste con el sujetivis-
mo kantiano, al que refuta con clari-
dad y lógica insuperable. De éste y de
cuanto dicen los modernistas contra
las especulaciones racionales, que lla-
man intelectualismo, se sigue, quiéranlo
ó no, el agnosticismo que con razón les
atribuye dicha Encíclica,
Catecismo doctrinal y apologético sobre
el estado religioso, por el P. Fr. Esteban
Sacrest, o. P. Contiene un resumen de
las disposiciones vigentes; un florilegio
de verdadero atractivo, y estadísticas
ciertamente interesantes.— Madrid, libre-
ría católica de Gregorio del Amo, 1909.
Un volumen en 8.° de 480 páginas, 2,50
pesetas y 3,50 encuadernado en tela in-
glesa.
Hemos leído con gusto esta nueva
Obra del docto moralista Dominico
P. Sacrest, y la recomendamos á cuan-
tos se interesen, y deben interesarse
todos los buenos cristianos, por la in-
columidad de las Órdenes é institutos
religiosos. En la parte primera, doctri
nal, compuesta de 27 capítulos, se ex-
pone con claridad y concisión, por pre-
guntas y respuestas, todo lo que con-
viene saber á las personas religiosas
por razón de su estado religioso, no
precisamente de su cargo de supe-
rior, etc., y así se trata de la naturale-
za del estado religioso, vocación, pro-
fesión, votos, observancia de las reglas,
confesor, etc., etc., y se hace con cierto
atractivo y á veces con tal unción,
V. g., al hablar del oficio divino y de
la meditación, que enciende vivamente
la devoción. En algunas cuestiones
opinables v. gr., el rezo de maitines
antes de Misa, pág. 104; el confesor
aprobado para los regulares en gene-
ral, pág. 119; el enfermo que no puede
salir de casa, pág. 131, tiene la menos
benigna. Alguna que otra vez puede
parecer incompleto, pues en el núme-
ro 7.° no distingue el quebrantamiento
grave y el leve, y en el núm. 17 conven-
dría decir si para dejar el voto en la
pubertad se necesita la irritación pa-
terna. La segunda parte, apologética,
es de mucha instrucción para los apolo-
gistas seglares en defensa de las Órde-
nes religiosas y de su utilidad inapre-
ciable en la sociedad. Las estadísticas
son verdaderamente interesantes y dan
mérito relevante á la obra. Se hallan
en los apéndices números III- VII, «es-
tadística de las misiones (con la nota
de la pág. 456), santos, beatos y vene-
rables, sabios y escritores, enseñanza,
colegios, beneficencia y caridad».
Teatro y moralidad, por José María Gon-
zález DE ECHÁVARRI Y VlVANCO, profCSOr
de la Universidad de Valladolid, direc-
tor de El Porvenir. Un tomo en 4.° de
106 páginas, una peseta en la Adminis-
tración de El Porvenir, Valladolid.
Con razón dice el Sr. Rodríguez Ce-
peda en el prólogo que el docto autor
de esta obra, «al ocuparse en estudiar
el teatro desde el punto de vista mo-
ral y al combatir las tendencias porno-
gráficas que hoy dominan en los es-
pectáculos teatrales, lleva á cabo á un
mismo tiempo obra de cultura y de
civilización, de verdadero y sano pa-
triotismo y de caridad y religión». Por-
que juzga con sano criterio muchas
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
395
obras, y trata con erudición escogida
y conocimiento de causa materias tan
importantes como el teatro, escuela de
costumbres, la inmoralidad en el tea-
tro, teatro pornográfico, el teatro y la
mujer, el teatro y la Iglesia, el teatro
y los poderes públicos, el teatro y la
prensa; y contiene en un apéndice la
relación de más de trescientas obras
que el autor juzga reprobables. Su sis-
tema en la crítica teatral nos parece
bien.
Catholic churchemen in Science (second
series), by J. Walch, M. D., Ph. D., LL.
D.— Philadelphia, American Ecclesias-
tical Review. — The Doiphin Press,
MCMIX. Un volumen en 8." de IX-228
páginas, $ 1.
El docto profesor de la Historia de
la Medicina en la Universidad de
Fordham se propone con esta segunda
serie de biografías de eclesiásticos
eminentes en las ciencias, demostrar,
histórica más que polémicamente, como
lo demostró en la primera, que la afir-
mación de que la «Iglesia se opone á
la ciencia, se funda enteramente en la
ignorancia de la verdadera historia de
la ciencia». Cuatro de los seis capítu-
los que componen la obra, después de
la introducción, se dedican á Alberto
Magno, Juan XXI, Guy de Chauliac,
padre de la cirugía moderna, y el Re-
giomontano, escogidos antes de la sen-
do Reforma, precisamente para refutar
el dicho de que en las centurias \3-\5.^
no hubo progreso científico por estar
la educación en manos de la Iglesia.
El quinto capítulo habla de los cléri-
gos electricistas, y el sexto de los je-
suítas astrónomos, desde Clavius á Se-
chi, Perry y Hagen, actual director del
Observatorio Astronómico del Vatica-
no, después del Agustino P. A. Ro-
dríguez.
Ven P. LuDovici de Ponte, S. J., Medita-
tiones de praecipuis fidei nostrae my-
steriis. De Hispanice in latinum trans-
latae a Melchiore Trevinnio, S. J., de
novo in lucen datae cura Auqustini
Lehmkuhl, S. J. Editio altera recognita.
Sex partes. 8.° Pars 1: Complectens me-
ditationes de peccatis, hominis novissí-
mis, aliisque quae ad purgandam ani-
mara conducunt, cum instructione de
oratione mentaii. (XXVIII et 370 p.) M. 3
(Fr. 3,75); linteo a dorso corio religatum
M. 4 (Fr. 5). Pars II. Meditationes de
incarnatione et de infantia Christi eius-
que vita usque ad baptismum, similiter
de eiusdem gloriosa Matre JV\aria.(XXVI
et 270 p.) M. 2,25 (Fr. 2,85); linteo a
dorso corio religatum M. 3,25 (Fr. 4,10).
Pars 111: Meditationes circa vitam Christi
publicam ab eius baptismo usque ad
passionem, eius gesta, doctrinam, mira-
cula, parábolas. (XLII et 530 p.) M. 4
(Fr. 5); linteo a dorso corio religatum
M. 5 (Fr. 6,25). Partes IV - VI: Brevi in-
terposita mora prelo subicieatur.
Las meditaciones del P. Lapuente
no necesitan de nueva recomendación.
Desde hace tres siglos, como nota el
crítico de Ephemerides liturgicae (Mar-
zo-Abril 1909), han sido recibidas con
extraordinario aplauso y traducidas á
diversas lenguas, y hoy mismo, á pesar
de los innumerables libros de medita-
ciones publicados, «apenas podrá en-
contrarse alguno que las iguale y mu-
cho menos que las sobrepuje. Instru-
yen con claridad, mueven íntimamente
y con vigor, deleitan piadosamente y
llevan al lector al odio del pecado, y
no sólo á concebir, sino á gustar el
amor de Dios y de las cosas divinas».
Felicitamos al Sr. Herder por el éxito
de la primera edición latina, arre-
glada por el insigne P. Lehmkuhl, y le
deseamos igual resultado para esta se-
gunda, cuyas tres últimas partes es-
peramos se publicarán en seguida
Études contemporaines. Deuxiéme sec-
tion: Etats d'áme et d'esprit. Premier
volume: L'ignorance en matiére reli-
gieuse, par le Chanoine Paul Barbier,
Curé-Doyen de Beaugency, anclen au-
mónier du Pensionnat Saint-Euverte, á
Orléans. In-12 écu, 0,60; franco, 0,75.—
P. Lethielleux, Éditeur, 10, rué Cassette,
París (6«).
Este opúsculo confirma la enseñan-
za de Pío X, que la ignorancia de la
religión de la Doctrina cristiana es la
causa de la irreligión y de los innu-
merables daños que de ella se siguen.
Oprime el corazón el relato de hechos
y palabras que prueban la ignorancia
(en Francia especialmente, de la que
habla el* autor) sobre materia religio-
sa, aunque alienta á procurar extir-
parla la eficacia suave de los medios,
que propone, que al fin se reducen á
la enseñanza de la Doctrina cristiana,
empezando por la doméstica.
396
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Pro aris et focis. Puntos negros de soli-
daridad catalana. El catalanismo y los
partidos católico -políticos españoles.
Cabos sueltos, por Luis de Cuenca y
Pessino, abogado. — Lérida, Imprenta
Mariana, 1909. Un volumen en 4." de
176 páginas, 1,50 pesetas. De venta en
casa de D. Lisardo Portal, calle de la
Palma, Lérida, y en las librerías de Bar-
celona de Verdaguer, Subirana y Tipo-
grafía Católica.
Recomendamos con eficcacia esta
nueva obra del docto y católico abo-
gado Sr. Cuenca y Pessino á cuantos
se interesan por el bien de la Religión
y de la Patria, y especialmente á las
clases directoras. Con razonamiento
claro y vigoroso, con gran dominio de
la materia y sin más pasión que el celo
del mayor bien de la Iglesia y de la
sociedad, descubre y señala los pun-
tos mgros que observa en solidaridad
catalana y, que la hacen, á juicio del
autor, tal cual está ó estaba constitui-
da, dañosa á la Iglesia católica é inútil
contra el centralismo actual. Son dig-
nos de especial estudio los capítulos V
y I, sobre la unión de los católicos;
el XIV, sobre que la confusión más
espantosa es la característica de so-
lidaridad; el XV, del programa del
Tívoli y conclusión. En otra edición
convendría añadir un índice á la obra.
P. V.
Luis J. Muñoz, S. J. El Doctor Pescaderas.
Novela de costumbres.— Medellin, 1909.
El Doctor Pesca 'eras es una novela
escrita con el laudable deseo de que
su lectura, como dice el autor, «lleve
un rayo de luz á algunas inteligencias
juveniles, ya que el camino— de disi-
pación, irreligiosidad y licencia— que
recorrió aquel personaje es, por des-
gracia, más trillado de lo que parece».
La obra corresponde al propósito
de su autor, y en sus páginas puede
verse una vez más adonde conducen
la desaplicación, impiedad y malas
compañías.
Panegíricos y sermones del Dr. D. Cipria-
no Nievas Milagro, presbítero, teniente
mayor de la parroquia de los Santos
Justo y Pastor de esta Corte y predica-
dor de Su Majestad.— Madrid, 1909. Un
tomo en 8." con 354 páginas, 5 pesetas.
Quince son los panegíricos compren-
didos en el presente tomo, pronuncia-
dos en varias ocasiones por su autor,
ventajosamente conocido en los piilpi-
tos de esta coronada villa. No adopta en
ellos el Sr. Nievas el método francés,
que, dejando á un lado la vida del Santo,
se enfrasca en una predicación moral;
ni el italiano, que se limita á proponer
las virtudes del Santo panegirizado,
como modelo digno de nuestra imita-
ción; antes sigue el método intermedio
del que podemos llamar panegírico de
tesis. El único reparo que se le pudiera
por ventura poner es, que la tesis no
llega siempre al grado de fusión con
el encomio del Santo, que se considera
como ideal artístico de esta clase de
sermones. Por lo demás, el estilo es
oratorio y galano y digno de la repu-
tación de su autor.
Legons sur l'art de précher, par F. Mour-
RET, directeur au séminaire de Saint-
Sulpice.— Paris, Bloud. 1909. Un tomo
en 4.*' con 444 páginas.
Este libro, amenizado con gran nú-
mero de anécdotas oratorias, recorre
casi todas las cuestiones que se ofre-
cen sobre la manera de predicar, la
preparación remota y próxima de la
materia y del estilo, el arte de la voz
y el gesto, etc., y puede pasar por
uno de los buenos manuales teóricos
de predicación, á propósito para ser-
vir de pauta á las explicaciones de
una clase.
Llamamos la atención sobre el capí-
tulo Les contre-sens bib ligues des predi-
cateurs, cuyo argumento benefició el
Padre Isla en su Fray Gerundio por
modo insuperable; pero acaso por ha-
ber puesto ante los ojos casos exage-
rados, no influye tanto como debiera
en corregir abusos, que solamente hace
más tolerables la ignorancia de los au-
ditorios en materia escriturística.
Si la predicación ha de ser palabra
de Dios, menester es que sea muy res-
petuosa con el Sagrado Texto, único
manantial donde podemos hallar verda-
deramente la palabra de Dios; no en
las aplicaciones más ó menos extrava-
gantes ó disparatadas de una docena
de versículos bíblicos.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
337
Das Missale ais Betrachtungsbuch. (El Mi-
sal como libro de meditación.) Expo-
sición de las Misas, por el Dr. Fr. Javier
Reck, director del Wilhelmstift de Tubin-
ga. Tomo primero: Desde la dominica
primera de Adviento hasta el sexto do-
mingo después de Pascua. En 4.", X y
516 páginas. En rústica, 6 marcos; en
tela, 7,20. Tomo segundo: Desde Pen-
tecostés hasta la dominica 24.^; 390 pá-
ginas. En rústica, 4,50 marcos; encuader-
nado, 5,80.— Herder, Friburgo, 1909.
La obra del Dr. Reck viene á aumen-
tar la magnífica bibliografía que po-
seen los católicos alemanes acerca de
los libros litiirgicos y su aplicación á
la edificación del pueblo cristiano por
medio de la consideración y la predi-
cación. Cuan litil juzguemos esta clase
de obras, no tan abundantes todavía
entre nosotros como sería de desear,
lo probamos traduciendo hace un año
los Estudios homiléticos del Dr. Me-
yenberg, cuyo principal mérito estriba
en haber aprovechado para la predi-
cación esas fuentes litiirgicas, y cuya
difusión rápida, así en el original ale-
mán como en nuestra versión españo-
la, demuestra cuan ávido se siente
nuestro fervoroso clero de semejante
género de libros. El del Dr. Reck se ex-
tiende tal vez de una manera sobrada
en la explanación de los Evangelios y
Epístolas, que puede hallarse ya en
libros de otra índole, no dando tanta
extensión á lo más peculiar del Misal,
es á saber, los formularios de las Mi-
sas. Pero este es leve inconveniente;
pues, como dice el proverbio, quod
abundat non nocet; y aquellos de nues-
tros sacerdotes que conocen la lengua
alemana, usarán sin duda con prove-
cho esta obra, que recomendamos.
R. R. A.
El Contrato del Trabajo. Memoria del
Doctorado, por León Leal Ramos, abo-
gado con ejercicio en la Audiencia terri-
torial de Cáceres.— Cáceres, 1909, tipo-
grafía de Sucesores de Alvarez, Portal
Llano, 39. Un tomo en 12." de 140 pá-
ginas.
En su docta y erudita Memoria es-
tudia el Sr. Leal Ramos el concepto
del contrato del trabajo, sus especies
y lugar que en la legislación le corres-
ponde; hace una excursión histórica
sobre la materia, y concluye con la in-
tervención que al Estado corresponde
y con la eficacia de la legislación so-
cial. Para el autor no es ó no debe ser
el contrato del trabajo ni sociedad, ni
arrendamiento, ni compraventa, ni
mandato, como se ha pretendido, sino
un contrato consensual, bilateral, por
el que una persona se compromete á
prestar determinado trabajo corporal ó
intelectual, ó ambas cosas á la vez,
en beneficio de otra persona, á cambio,
por regla general, de una retribución
convenida. Dignos de consideración
son los argumentos del autor, así en
defensa de su teoría como en impug-
nación de las contrarias, y debieran
ser tenidos en cuenta por los que tra-
ten el punto discutido.
Estudi feminista. Orientacions pera la
dona catalana, per Dolors Monserd.4
DE Maciá, ab un prólech del M. R. P. Mi-
quel d'Esplugues, O. M. Cap. — Lluis
Gili, Ilibrer-editor, Balmes, 83, Barcelo-
na, 1909. Un tomo en 8." de XXI-109
páginas.
En el pleito entablado sobre el fe-
minismo importa sobremanera cono-
cer el dictamen de la parte más inte-
resada, que es la mujer. Mas si ésta
reúne con la experiencia de la vida en
varios estados, la observación atenta
y el sentido práctico, entonces sube de
quilates su dictamen. Tal es el caso de
la autora de Estudi feminista, la cual,
después de mostrar la situación actual
de la mujer en Cataluña, desenvuelve
sucesivamente los siguientes puntos:
la mujer y la instrucción, la instrucción
en la mujer soltera, la mujer y la reli-
gión, la mujer y la política, la obra de
la educación. El mismo subtítulo Orien-
tacions da á entender que no se
quiere apurar la materia, sino apuntar
el blanco adonde debe enderezarse la
mujer en los tiempos modernos.
Elisabeth Gnauck-Kuehne. Das soziale
Gemeinschaftsleben i m deutschen
Reich. (La vida social colectiva en el im-
perio alemán.) M. Gladbach, 1909.—
Volksvereins Verlag. Un tomo en 8.° de
134 páginas. Encuadernado, un marco.
Breve pero de mucho meollo es
este libro que la distinguida autora
destina á servir de Guia en la ciencia
398
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
económica y social para las escuelas
superiores de su sexo principalmente,
aunque también puede servir para to-
dos. Va apoyado en el desenvolvi-
miento histórico y mira particular-
mente á las circunstancias de Alema-
nia; mas por la índole de la materia es
de utilidad y enseñanza aun á los que
no son alemanes. Después de dar idea
de la cuestión social, estudia la autora
las distintas fases por que ha pasado
la economía, el origen del problema
obrero, la organización de la clase
obrera, la reforma social, las institu-
ciones benéficas, la legislación de se-
guros, el feminismo y la formación so-
cial cristiana. Es de desear que dé á
luz, como complemento de la substan-
ciosa Guía, otro libro que en el pró-
logo apunta, el Libro de lectura, con
trozos escogidos de obras y tratados
sociales.
Annuaire de la Législation du Travail.
Pubiié par {'Office du Travail de Belgi-
que. ll«année, 1907.— Bruxelles, iibrai-
rie Albert Dewit, 53, rué Royale, 1908.
Un tomo en 4.'' de XX-947 páginas. Pre-
cio, 6 francos.
Con feliz innovación inaugura el
Instituto del Trabajo de Bélgica el
segundo decenio del Anuario de la le-
gislación del trabajo. Hasta ahora nos
daba la traducción francesa exclusiva-
mente; mas en este volumen inserta
el texto original de las leyes y regla-
mentos promulgados en inglés y ale-
mán, ó lo que es lo mismo, de Alema-
nia, Austria, Gran Bretaña con sus co-
lonias, Estados Unidos y Suiza; mas
de estas dos últimas naciones la legis-
lación federal solamente. El Instituto
espera que más adelante podrá dar el
texto original de las demás naciones.
Recuerda oportunamente en la intro-
ducción que el Anuario no abarca toda
entera la legislación social, sino la del
trabajo propiamente dicho, que com-
prende, por consiguiente, las leyes re-
lativas á la organización del trabajo
(libertad del trabajo, derecho de coa-
lición, de huelga, de asociación, rela-
ciones colectivas entre el capital y el
trabajo, arbitraje y conciliación); ade-
más, las leyes sobre contrato de traba-
jo, aprendizaje, salarios, reglamenta-
ción del trabajo y seguridad é higiene
del obrero; leyes de accidentes del
trabajo y de seguros obreros, etc. Las
pensiones para la vejez entran también
por su conexión con los seguros obre-
ros. En cambio, no se hallan las leyes
sobre asistencia pública, habitaciones
obreras, higiene pública.
La Democracia cristiana. Pastorales de^
Ilmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Juan Maura y
Gelabert, Obispo de Orihuela.Un tomo
en 8." de 219 páginas.— Barcelona, Gus-
tavo Gilí, editor, calle Universidad, 45
MCMIX.
Seis Pastorales componen este pre-
cioso libro, á las cuales sirve de Intro-
ducción el discurso leído por el ilustrí-
simo autor en la sesión de clausura de
la Semana Social de Sevilla. Con razón
advierte en el prólogo el sabio Prela-
do que «la Religión, la Moral y la Me-
tafísica han de reflejar siempre su luz
en la sociología práctica; porque si
bien es verdad que los principios,
cuando no encarnan en algo real y
positivo, son á manera de almas sin
cuerpo, que no están en contacto con
la realidad ni la conocen, también lo
es que las instituciones, y aun las más
sencillas obras sociales, si no partici-
pan de la vitalidad de los principios,
son á modo de cuerpos sin alma, de
cuerpos muertos, por más que reme-
den los movimientos de los seres vi-
vos, y por más que se presenten ata-
viados con el ropaje de la ciencia». A
«recordar y mantener los principios re-
ligiosos, morales y metafísicos, que tan
decisiva influencia tienen en la orienta-
ción y en los resultados definitivos de
los estudios sociales prácticos^ va en-
derezada la obra del Sr. Obispo de
Orihuela, que, como suya, derrama co-
piosa luz sobre el concepto de la De-
mocracia cristiana, el individualismo,
el socialismo, el anarquismo, la socio-
logía positivista y la política sin Dios;
seis argumentos de otras tantas Pasto-
rales.
Le Mouvement Social. Revue catholique
Internationale.
Nadie habrá, aunque poco versado
en la bibliografía social, que no conoz-
ca siquiera de nombre L'Association
Catholique, esa revista francesa que
durante treinta y tres años se ha es-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
399
forzado gloriosamente por asentar los
fundamentos del orden social cristiano
contra los embates destructores del
individualismo revolucionario y de la
economía liberal. Pues he aquí que al
llegar al año trigésimocuarto se trans-
forma en Le Mouvement Social, revista
mensual también. Es que, confiada su
continuación á L'Action Populaire y
modificada por ende la dirección de
la revista, se ha creído conveniente
cambiar el título. Nuestros lectores
conocen muy bien L'Action Populaire,
de cuyas valiosas publicaciones hemos
hablado repetidas veces, y así no po-
drán menos de saludar con gozo que
la vieja y meritoria revista se ponga
en manos de esa joven, floreciente y
práctica institución que es á manera
de Universidad popular social. La re-
vista no es sólo francesa, sino interna-
cional , teórica y práctica á la vez. La
suscripción anual cuesta 18 francos en
Francia y 21 en los países de la Unión
postal. L'Action Populaire, 5, rué de
Trois-Raisinets, Reims. Víctor Lecof-
fre, 90, rué Bonaparte, París.
N. N.
Unión de damas españolas del Sagrado
Corazón de Jesús. —Escuela, tipográfica
salesiana San Bartolomé, Málaga, 1909.
El presente librito es el reglamento
de una asociación aprobada canóni-
camente y bendecida por Su Santidad
el Papa Pío X. Su objeto es formar una
piadosa federación de obras y congre-
gaciones católicas de señoras, y su
nombre es Unión del Sagrado Corazón
de Jesús, queriendo todas las asociadas
formar un sólo corazón, unidas, para
promover la gloria de Dios, en el Co-
razón divino. No pretende superiori-
dad ni preferencia alguna entre las con-
gregaciones de España; aspira sola-
mente á ser lazo de fraternidad y me-
dio que facilite la acumulación de ener-
gías católicas de todas la damas pia-
dosas, bajo la dirección y aprobación
del Prelado, teniendo por norma de sus
trabajos aquella sentencia de Pío X:
«Vale más que una obra católica no
se haga, antes que hacerla fuera ó
contra la voluntad del Obispo.» Presi-
denta de esta asociación é iniciadora
de tan hermosa idea es la excelentísi-
ma Sra. D."* María Piedad de Arana de
Velasco, Marquesa de Unza del Valle.
Que Dios bendiga con la abundancia
de sus gracias tan bella idea, y la haga
prosperar con la fecundidad de mag-
níficos é innumerables frutos.
E. U. de E.
J. EcKER. Petite Bible illustrée, éditíon
íxanqdÁsQ. — Pequeña Biblia ilustrada,
edición española.
El Dr. Ecker, profesor de Sagrada
Escritura en el Seminario eclesiástico
de Tréveris, ha consagrado su ciencia
y su celo á la propagación del conoci-
miento de la Biblia en el pueblo, pre-
sentando, para uso de las escuelas, un
Compendio de la Sagrada Biblia en
ambos Testamentos, con el fin de que
la juventud católica desde sus prime-
ros años aprenda á conocer el texto
sagrado de la Escritura. No contento
con limitar su celo á la propia patria,
ha hecho ediciones de su Biblia en
las principales lenguas de Europa. La
edición alemana es la más volumino-
sa; la francesa es notablemente más
reducida; pero lo es mucho más la
española, pues mientras la francesa
consta de 276 páginas, la española
sólo cuenta 60.
Dios, el Alma, Jesucristo y la Iglesia.
Conferencias apologéticas dedicadas á
la juventud, por Mor. Boucard, traduc-
ción del R. P. Adulfo Villanueva Gu-
tiérrez, de las Escuelas Pías.— Barcelo-
na, 1909 (Subirana). Un volumen en ^.°
de 320 páginas. Precio, 3 pesetas en
rústica, 4 en tela.
Abraza el libro 16 conferencias pro-
nunciadas en San Sulpicio por mon-
señor Boucard, Vicario de aquella igle-
sia. Su argumento son la existencia
y atributos de Dios, especialmente su
Providencia, la espiritualidad é inmor-
talidad del alma, el culto divino, la re-
velación y sus pruebas, la divinidad de
Jesucristo, la misión divina de la Igle-
sia y sus relaciones con las sectas di-
sidentes. Materias de actualidad pal-
pitante y expuestas con claridad y
atractivo, podrán contribuir á consoli-
dar la fe en los jóvenes que la tienen,
y hacerla revivir en aquellos que se
sienten vacilantes ó poco firmes en la
400
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
misma. El libro va precedido de un
prólogo del limo. Sr. Obispo de Jaca.
L. M.
Paul Barbier. Études contemporaines. III,
IV, V, Vl.^-Paris, P. Lethielleux, rué
Cassette, 10. En 12.°, de 122, 122, 116 y
128 páginas, 0,60 francos.
De estos cuatro opúsculos, los dos
primeros (III y IV), aunque llevan el im'
primatur de Orleans y París de 15 y 25
de Agosto de 1906, favorecen ideas ó
personas ahora condenadas ó no apro-
badas, como la Democracia, el Sillón,
los Hipercríticos..., por lo menos, in-
tentando probar que no hay en eso
tanto malo ni peligroso para la Iglesia.
Lo mismo notó al hablar de estos li-
bros la Revue Augustinienne, de 15 de
Marzo de 1909.
El tercero (V), sobre la Iglesia de
Francia y la separación, aunque no lle-
va imprimatur, contiene ideas casi del
todo sanas, pues sólo se ocupa en na-
rrar la lucha entre la Iglesia y la Re-
pública francesa, ó mejor dicho, el ata-
que de ésta contra aquélla.
Así como el cuarto (VI), en que se
continúa la narración de U misma lu-
cha hasta fines del año 1906; por eso
no sé cómo explicar que tratando de
hechos llevados á cabo en Francia en
la última mitad de ese funesto año de
1906, lleve el imprimatur con la fecha
de los dos primeros, 15 y 25 de Agosto.
Objetos egipcios encontrados en Tarrago-
na, por el Dr. D. Rodolfo del Casti-
llo Y Quartiellers.— Madrid, estableci-
miento litográfico de Fortanet, 1909. Un
cuaderno en AP de 16 páginas.
En estas breves páginas, publicadas
en el Boletín de la Academia de la
Historia en Marzo de 1908, da cuenta
eruditamente el Sr. Castillo de la co-
municación hecha á la misma Real
Academia de tres objetos funerarios
egipcios examinados por él en una co-
lección particular de Tarragona, á sa-
ber: Un Respondiente, Un Escarabajo
Sagrado y una estatua de la diosa Iris
amamantando á Horso.
E. P.
Esquema ó bosquejo del programa inte-
^r/s/a.— Florentino de EIosu, editor, Du-
rango (Vizcaya). En 8.° de 24 páginas,
20 céntimos ejemplar; para propaganda,
á 15 pesetas el ciento.
Acaba de publicarse en este hermo-
so folleto el programa del partido in-
tegrista, con un prólogo del Sr. Olazár
bal, jefe del partido. Abundante mate-
ria contiene, digna de consideración y
estudio para todo católico y todo buen
español, tanto en lo religioso y lo polí^
tico como en lo económico y en la ac-
ción social, y también en él doloroso
balance de España, que se copia en la
última página.
Calendario del Corazón de Jesús para
1910.
«Siendo de año en año más crecido
el número de favorecedores de este
Calendario, dicen los editores, nos he-
mos visto precisados á aumentar con-
siderablemente la tirada aun más que
el año pasado, rebajando notablemen-
te los precios y conservando la exce-
lente cualidad del papel y esmerada
impresión, como puede verse en este
prospecto.
»Nuestro objeto es contrarrestar la
excesiva difusión de los calendarios
inmorales é insulsos, los cuales, á pe-
sar de no llevar ninguna ventaja á los
nuestros, económicamente considera-
dos, resultan, en cambio, de excesiva
inferioridad material, aparte del vene-
no que se encuentra entre sus hojas.
»Tengan esto muy en cuenta los
amantes del Corazón de Jesús, para
propagar nuestro Calendario y hacer
á tiempo los pedidos.»
La tirada es de 220.000 ejemplares.
Precios: Calendario pequeño, número
1, 0,40 pesetas; ídem id. núm. 2, 0,70;
taco suelto, 0,20; calendario grande,
2, y taco suelto, 1,25.
Grandes descuentos en los pedidos
al por mayor. En la Administración de
El Mensajero hay tres clases de car-
tones nuevos y propios para dichos
calendarios.
Deseamos bendiga Dios con frutos
aun mayores la obra del Calendario
del Corazón de Jesús.
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Septiembre.-20 de Octubre de 1909.
ROMA.— Documentos Pontificios.— 5reve al Cardenal Fischer.
Le Moniteur Edesiastique publica el Breve que al Cardenal Fischer di-
rigió Pío X con ocasión del Congreso eucarístico de Colonia. Lleva la
fecha de 22 de Agosto. «Por el triunfo de la religión cristiana, le dice,
por el magnífico espectáculo de la fe, debemos en primer lugar dar infi-
nitas gracias á Dios: mientras que la caridad se resfría en muchos pue-
blos. Él ha querido avivar eficazmente el fuego de su amor en la ciudad
más venerable de Alemania. Después debemos felicitar al pueblo de
Colonia: su piedad, de antiguo probada, y su fidelidad en la fe le han
acarreado con justicia el sobrenombre de Roma alemana, y compétele
el elogio de San Pablo: «Vuestra fe es conocida en todo el mundo.»
Termina pidiendo al Señor que jamás se aparte Colonia del amor del
Salvador escondido en la Eucaristía, ni de la paternal dirección de su
representante en la tierra.— Otro Breve á la Asociación de Eclesiásticos.
Esta ilustre Asociación para el Apostolado popular recibió, según su
revista La Reseña Eclesiástica, un Breve laudatorio de Su Santidad,
dado en Roma el 28 de Junio de 1909, en el que, fuera de los merecidos
elogios á las obras de celo que ejercita la citada Asociación, concede á
la misma notables privilegios espirituales, como rara vez se otorga á
Asociaciones de esa clase.— Leír as Apostólicas. Á 4 de Octubre publicó
el Padre Santo las letras Apostólicas con motivo del séptimo centenario
de la fundación de la Orden de San Francisco, declarando los preclaros
méritos de esta benemeritísima religión y que el título de frailes Meno-
res pertenece así á los de la regular Observancia como á los Conven-
tuales y Capuchinos. Prescríbese además en ese documento que los
Menores de la regular Observancia se denominen en adelante Orden de
los Hermanos Menores de la Unión leoniana, por haber sido León XIII
quien unió las cuatro ramas de la familia franciscana, que antes se lla-
maban Observantes, Recoletos, Alcantarinos y Reformados. Por fin, esta-
blécense los derechos de precedencia y los privilegios é indulgencias
comunes á las diversas familias franciscanas.— //í?/zor merecido. En la
revista Acta Apostolicae Sedis de 15 de Septiembre se inserta una carta
que dirige el Cardenal-Secretario á un ilustre teólogo español, D. Agus-
tín Rodríguez, profesor en el Seminario Pontificio de Toledo, con oca-
sión de su obra La Misa, estudio dogmático-histórico, que á su tiempo
examinaremos. «Habiéndome, le dice, apresurado á entregar á Su San-
tidad el ejemplar para Él destinado, hoy tengo el placer de hacer cono-
cer á usted, para su consuelo y satisfacción, la viva complacencia con
402 NOTICIAS GENERALES
que lo ha aceptado el Augusto Pontífice, quien con su proverbial bon-
dad ha pronunciado palabras de encomio y alabanza á favor de usted y
de su importante publicación.» De otros documentos se habla en el Bo-
letín Canónico.
Munificencia del Papa.— El Sumo Pontífice ha entregado un mi-
llón de liras para la reconstrucción de la Catedral de Reggio (Calabria),
deseando que vuelva á su primitivo esplendor.— Audiencia pontificia.
El 8 recibió Su Santidad en audiencia á ios congresistas de la Asamblea
de libreros-editores que se inauguró el 4 en Roma. En este Congreso se
ha dado una nota muy simpática. Acordaron por unanimidad todos los allí
reunidos un voto de censura contra la literatura inmoral, «que, sin res-
peto al bien público ni miramiento á la moral de la juventud, fomenta
las malas pasiones, constituyendo gravísimo peligro para la verdadera
cultura.»— El Vaticano y la guerra del Rif. En las imprudentes de-
claraciones que hizo á Le Matin el general francés D'Amade hay una en
que acusa á la Santa Sede de querer lanzar á España á la conquista de
Marruecos, con detrimento de los intereses de Francia; porque durante
la expedición militar del ejército francés á aquel imperio los misioneros
franceses fueron reemplazados por los españoles. L'Osservatore Ro-
mano desmiente rotundamente esa impostura. «Lo que sucedió, dice, es
que para que no se vieran privados los soldados católicos de la repú-
blica de los auxilios espirituales, consiguió el Vaticano que á los fran-
ciscanos españoles que forman el Vicariato Apostólico de Marruecos se
unieran algunos franciscanos franceses que pudieran ser asignados á las
tropas de Francia hasta terminar la campaña.»— Intervención de los
anticlericales italianos en los negocios de España. Comunica-
ban de Roma el 12 que 8.000 personas celebraron en las inmediaciones
de la Ciudad Eterna un mitin en favor de Francisco Ferrer, de cuya causa
entendían los tribunales militares de Barcelona. Pronunciáronse discur-
sos en nombre de los organizadores socialistas, republicanos, sindica-
listas y anticlericales. El 14, al conocerse la ejecución de aquel infeliz
anarquista, el alcalde de Roma, Nathan, judío y masón señalado, dio á
luz un manifiesto enalteciendo á Ferrer y protestando contra el castigo
que se le impuso. Su lectura produce náuseas á la gente honrada; pero
los agitadores de oficio, alentados con ese incentivo y azuzados por la
masonería, lograron que varios grupos y Corporaciones se declarasen
en huelga como señal de duelo por el fusilamiento de Francisco Ferrer.
Y no contentos con esto, propalaron infames calumnias contra la
Santa Sede, que fueron oportunamente descubiertas en telegrama
que insertaron varios diarios. Con razón, pues, La Corrisponden-
za Romana hizo un llamamiento á los periódicos católicos para que
se opongan enérgicamente á la innoble guerra que promueven contra
España las sectas masónicas, que tienen su centro principal en París y
auxiliares en la capital de la Monarquía española.— La Semana Social
NOTICIAS GENERALES 403
en Florencia. Del 26 de Septiembre al 2 de Octubre tuvieron los cató-
licos en Florencia la Semana Social. El Corriere (Vitalia señala como
uno de los resultados mayores del Congreso el triunfo del programa
social cristiano, que reúne cada vez más en torno suyo los ánimos de
los católicos. Ni se ha de considerar como fruto menor la participación
activa de los jóvenes, que son, á no dudarlo, la esperanza de la causa
católica y un medio seguro para el establecimiento de los principios
cristianos en la sociedad.
I
ESPAÑA
Guerra de Melilla. — El 25 de Septiembre comunicaba el general
Marina que á las doce se habían apoderado los españoles de Tauima;
el mismo día por la tarde se enseñorearon de Nador; el 27 enarbolóse la
bandera española en Zeluán, y el 29 en las crestas del Gurugú. Al hacer
el 30 un reconocimiento ofensivo nuestras tropas, se trabó un encarni-
zado combate en el zoco el Jemi y montes Benifu-Ifrur; las pérdidas de
los moros fueron numerosas; se dice que llegaron á 200 muertos y más
de 300 heridos; las nuestras también fueron muy sensibles: murieron un
general de brigada, el Sr. Diez Vicario, tres capitanes, un teniente y 41
soldados, y quedaron heridos 19 oficiales y 180 individuos de tropa:
total de bajas, 245.— Á petición del General en jefe partieron para Me-
lilla dos regimientos de Caballería, al mando del infante D. Carlos, á
quien el pueblo de Madrid hizo cariñosa despedida, y una brigada de
la división Ampudia. Pero desde el día 30 se suspendieron las opera-
ciones ofensivas de los nuestros y según declaración de varios Mi-
nistros, la guerra de Melilla toca á su término. — El 22 se facilitó á los
periodistas la nota que el Sultán dirigió á las Potencias rogando que
llamasen la atención del Gabinete de Madrid, por haber puesto un
grande ejército en el Rif. Los Gobiernos consideraron improcedente la
nota del Sultán, á la que quitó el Sr. Maura toda importancia. — Ecos
políticos. En el Consejo de Ministros tenido el 26 se acordó restable-
cer las garantías constitucionales en toda España, á excepción de Bar-
celona y Gerona, comenzar la tercera legislatura de Cortes el 15 de Oc-
tubre y celebrar las elecciones de diputados provinciales el 24 del mismo
mes. No se satisficieron los enemigos del Gobierno con esas decisiones.
El lunes 4 elevaron una exposición al Presidente del Consejo los señores
Moret, Canalejas, Pablo Iglesias y Azcárate, pidiendo el restablecimiento
de dichas garantías en ambas provincias catalanas. La respuesta que el
6 les dio el Sr. Maura fué negativa; pero les aseguró que las elecciones
se verificarían allí como en tiempos normales. — Cortes. El 14 se cele-
braron las sesiones preparatorias y el 15 leyó el Sr. Maura el decreto
que declaraba abiertas las Cortes en la tercera legislatura. El personal
404 NOTICIAS GENERALES
de las Mesas en ambas Cámaras es casi el mismo que antes. Tres dipu-
tados republicanos promovieron en el Congreso un formidable escán
dalo, no vacilando uno de ellos en llamar asesinos de Ferrer á los Mi-
nistros.—Caída del Ministerio. Después de tres sesiones borras-
cosas del Congreso, en que el Sr Moret habló duramente contra el
Gobierno, contestándole con energía el Sr. Maura y con más denuedo
todavía el Sr. Lacierva, que también cargó la mano sobre una parte
de la prensa liberal, el Gabinete conservador presentó la dimisión.
A la hora de entrar el número en caja, se desconoce la decisión del Rey
en el conflicto. — Ejecución de Ferrer. El 9 se celebró contra este
corifeo del anarquismo el consejo de guerra, presidido por el teniente
coronel D. Eduardo Aguirre Lacalle. Las pruebas de su complicidad en
la semana trágica de Barcelona fueron tan palmarias, que el fiscal pidió
para el reo, con arreglo al art. 238 del Código de justicia militar, la pena
de muerte. El Tribunal accedió unánimemente á la petición; el Auditor y
el Capitán general aprobaron la sentencia, y el Gobierno no encontró
mérito alguno para aconsejar al Rey el indulto. Á Francisco Ferrer
Guardia se le fusiló en Montjuich el 13, á las nueve de la mañana; el
desgraciado rechazó pertinazmente los auxilios consoladores de la Reli-
gión católica. Son ridículos los excesos á que se han entregado los radi-
cales extranjeros protestando contra esa ejecución, que la pintan como
obra del Vaticano y de los clericales, infiriendo con ello terrible agravio
á los pundonorosos jueces militares, á quienes se supone venales y ca-
paces de hollar los fueros de la justicia por satisfacer caprichos ajenos.
En Barcelona, los que no tienen palabras para execrar la barbarie come-
tida contra Ferrer, han lanzado cinco bombas en las calles, hiriendo á
varias personas. Así se honran los manes del mártir del librepensa-
miento, del hombre que excitó y capitaneó á los foragidos de Barcelona
que asesinaron á religiosos indefensos, incendiaron conventos, profana-
ron cadáveres y se alzaron contra las autoridades, del varón generosí-
simo y justiciero que, siendo riquísimo, tenía á sus nietos en el hospital y
á sus hijas con hartas necesidades, y que estando casado se divorció de
su mujer y ha tenido á gala hacer sonar en todas partes el nombre de
su última manceba.
Reales órdenes y disposiciones.— La Gaceta del 26 inserta una
real orden aprobando las bases para el alquiler de hilos telegráficos
entre España y Francia á los periódicos que lo soliciten; la del 10 de
Octubre otra refrendando el reglamento para la repoblación y conser-
vación de los montes; la del 12 un real decreto estableciendo la reden-
ción á metálico del servicio militar activo para los reclutas del reemplazo
del año actual, y en la del 14 se copia el reglamento orgánico del Cuerpo
de Telégrafos.
Fomentos materiales.- í4/zí? académico. Se celebró el 1." de Octu-
bre, con las solemnidades acostumbradas, el acto de apertura del curso
NOTICIAS GENERALES 405
de 1909 á 1910. En la Universidad central tuvo el discurso de rúbrica el
doctor D. Elias Tormo, sobre las Bellas Artes, nuevas entre las enseñan-
zas universitarias.— £'xpos/c/ó/2 escolar en Madrid. Se inauguró el 2 la
primera Exposición escolar del Círculo de Bellas Artes, presidiendo el
Ministro de Instrucción y asistiendo todas las autoridades civiles. Son
muchos los centros de enseñanza que á ella concurren. Merece notarse
en la Exposición la sección especial de dibujos de niños menores de diez
años, que resulta curiosísima.— Co/z^reso de Ciencias médicas. Este Con-
greso se abrió en Santiago el 4 de Octubre. Llegaron á 300 los congre-
sistas, y en las secciones se discutieron temas importantísimos referen-
tes á la ciencia médica.— Inauguración de un Circulo Católico Social. El
mismo día 4 de Octubre se verificó en Alcalá de Henares la inauguración
de un Círculo Católico Social, con escuelas deArtes é Industrias.— Co^-
greso cientifico. Del 27 de Octubre al 3 de Noviembre se tendrá en Valen-
cia el segundo Congreso general científico, que estará dividido en ocho
seccciones: Ciencias Matemáticas, Astronómicas y Físicas, Físico-quími-
cas, Naturales, Sociales, Filosóficas, Médicas, Aplicadas. Durante las
sesiones del Congreso se darán conferencias públicas.
Noticias religiosas.— £?í?í/í75 de oro. Magnífica fué la función reli-
giosa que se celebró el 24 en la Catedral de Santiago para conmemo-
rar las bodas de oro de la ordenación sacerdotal deí Emmo. Cardenal
Herrera. Asistieron los Obispos de Túy y Mondoñedo, Autoridades y
Corporaciones. El acto terminó con la bendición papal, que dio el ilus-
tre purpurado. En el palacio arzobispal hubo recepción, que estuvo con-
curridísima, y el Sr. Martín de Herrera recibió innumerables felicitacio-
nes, á las que unimos la nuestra.- L/^a de Oración. La Academia
B. Mariana y la Archicofradía del Inmaculado Corazón de María, de la
ciudad de Lérida, con el fin de conseguir del Señor la restauración moral
y material de España, invitan á todos los católicos españoles para for-
mar una Liga espiritual de oraciones. En la hermosa circular de invita-
ción se especifican: Primero. Las principales desgracias que en el orden
moral ha sufrido España en el siglo XIX. Segundo. Las desgracias mate-
riales ó terrenas. Tercero. Señala como remedio seguro para tantas des-
gracias la oración, pues ella dará fuerza y eficacia á todos los demás
medios que pueden ensayarse.- Noticias sobre las Cofradías del Rosa-
rio. En el Boletín Oficial del Obispado de Cuenca de 30 de Septiembre
de 1909 se inserta, por mandato del Excmo. Prelado de aquella dió-
cesis, una circular del R. P. Fr. Félix López, Provincial de Bética
de la Orden de Predicadores, pidiendo noticias «sobre el estado de la
Cofradía tradicional del Rosario y Asociación simpática del Rosario per-
petuo, para formar una Memoria general de ambas devociones en la
nación de María y poderla presentar en el próximo Congreso Mariano,
que se tendrá en kxxsiúa». — Conferencias episcopales. Del 28 al 30
tuvieron en Ciudad-Rodrigo los Prelados de la Archidiócesis de Valla-
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 27
408 NOTICIAS GENERALES
dolid Conferencias episcopales. Asistieron el Arzobispo de Valladolid y
los Obispos de Astorga, Zamora, Avila, Salamanca, Segovia y Ciudad-
Rodrigo.— Los nuevos Prelados. El 3 hizo su entrada solemne en Toledo
el Emmo. Cardenal Aguirre; el 10 en Burgos su nuevo Arzobispo el
Dr. D. Benito Murúa; el 12 en Jaén el Excmo. Sr. D. Juan Manuel
Sanz y Saravia; el 3 se verificó en Madrid la consagración del Obispo
preconizado de Canarias, Dr. D. Adolfo Pérez Muñoz, oficiando de
consagrante el Sr. Arzobispo de Sevilla, y de asistentes los Obis-
pos de Madrid-Alcalá y de Sión; el 9, en Olot, la del Prelado de
León D. Ramón GuiWamet— Llamamiento á todos los católicos. El ilus-
trísimo Sr. Vicario capitular de Barcelona, en una hermosa circular de
10 de Septiembre, hace un llamamiento á todos los católicos para que
acudan á reparar los daños causados en los edificios y Comunidades re-
ligiosas de aquella ciudad por las hordas revolucionarias y anárquicas.
Protestas. Los desmanes que en la ciudad condal se cometieron en la
última semana de Junio provocan miles y miles de protestas; debe
hacerse particular mención de la viril y enérgica que 1.009 estudiantes de
las Facultades de la Universidad y Escuelas especiales de Barcelona di-
rigieron al Presidente del Consejo «contra los tristes, vergonzosos y cri-
minales sucesos que... llenaron de ruinas y de espanto la población>^. -
Necrología. Falleció el sábado 2 de Octubre el egregio caballero y santo
varón, honra, gloria y prez de su familia y de su patria, D. Luis María de
Tapia y Parrella, nacido de noble linaje en Madrid el 1834. Toda su vida
se reduce á una serie inacabable de actos de amor de Dios y del pró-
jimo. Era Presidente del Consejo Superior de la Sociedad de San
Vicente de Paúl desde 1882. Descanse en paz el dechado de señores cató-
icos.
II
EXTRANJERO
AMÉRICA.— Nicaragua.— Según despachos recibidos el 15 de
Londres, en la república de Nicaragua se promovió una revolución con-
tra su Presidente Zelaya. La capitanea el Sr. Estrada. Los rebeldes logra-
ron apoderarse de los pueblos de Rivas, Tormo y San Juan del Norte, y
han puesto cerco á Puerto Rama. El presidente Zelaya está organizando
tropas para arrojar de Rama y San Juan del Norte á los revolucionarios.
En Managua se proclamó la ley marcial.
Chile.— El presupuesto chileno de 1909, presentado á las Cámaras
por el ministro de Hacienda, se cierra con un déficit de 39 millones de
pesos papel. Juzga el ministro que los ingresos igualarán los gastos, que
se calculan en 216 millones de pesos papel. El déficit, que proviene del
balance de los ferrocarriles y correos, se origina de las condiciones
favorables hechas al público en perjuicio del Tesoro. Para nivelar el pre-
NOTICIAS GENERALES 407
supuesto se crearán nuevos impuestos sobre tabacos, alcoholes y heren-
cias y se tomarán medidas para que los ingresos de ferrocarriles, correos
y telégrafos cubran los gastos de explotación.
Uruguay.— En el mensaje que el Presidente de la República dirigió
al Parlamento hizo notar que se cierra el año financiero con un superávit
de nueve millones, que se invertirán en obras públicas. La administración
total logra en todos estos años un excedente de 30 millones de francos
El mensaje presidencial ha sido acogido favorablemente.
Brasil.— El Presidente del Consejo de Ministros presentó el 5 al de
la República el proyecto de convenio con el Uruguay, resolviendo la
cuestión secular de las aguas territoriales de ambos Estados en la laguna
Mirim y el ríojaguara. Por él ceden los brasileños á sus vecinos la
mitad occidental de dicha laguna, con las islas situadas á la extremidad
del Sur hasta la embocadura del río Jaguara y la parte meridional de la
orilla derecha de dicho río hasta Thalwey, con sus islas, menos una que
conserva el Brasil. El Gabinete de Montevideo considera concebido ese
proyecto con generosidad de miras y espíritu de concordia y que satis-
face completamente los anhelos del Uruguay. «Cuando sea conocido,
según se expresó el Presidente del Consejo de Ministros de Montevideo,
merecerá sin duda la aprobación y la simpatía del mundo civilizado.»
Estados Unidos.— Para patentizar el espíritu de verdadera impar-
cialidad norteamericana, viene á propósito el discurso que en la Mar-
quette University, en el estado de Mihvaukee, pronunció el 17 de Sep-
tiembre el presidente Mr. Taft, respondiendo al saludo del rector
McCabe, S. J. «Encuentro, dijo, sumo contento en hallarme dentro de
los muros de esta Universidad, y no me considero fuera de mi lugar en un
Instituto de instrucción dirigido por los jesuítas. En Filipinas tuve ocasión
de tratar con muchos de ellos y de estudiar oportunamente sus trabajos-
A menudo visité su principal Colegio y salí satisfecho, observando la
enseñanza del inglés y la educación que daban á los naturales; y así su
influjo, como los esfuerzos que hacían por mejorar el pueblo, servían de
grande apoyo al Gobierno. Vi y admiré en Washington la hermosa estatua
del P. Marquette, regalo del buen pueblo de Wisconsin, y me sentí pene-
trado de respeto ante la memoria de aquel explorador; y deseo que, al
modo que el P. Marquette fué guía y adalid de muchos hombres, así pros-
pere tanto la Marquette Universíty, que llegue á ser un centro de ense-
ñanza modelo y abanderado de los demás.»
BVROPA.—Francisí.— Documento episcopal. El 14 de Septiem-
bre de 1909 el Episcopado francés dirigió al pueblo fiel una Carta-Pas-
toral contra la enseñanza laica, ó, por mejor decir, anticristiana que el
Gobierno de la república trata de imponer en todas las escuelas de
Francia. Es un documento que reduce á casos de conciencia toda la
materia, enseñando á los padres las obligaciones que tienen de no dejar
que sus hijos se corrompan con las doctrinas y libros de texto malsa-
408 NOTICIAS GENERALES
nos.— ¿OS francmasones. El 21 celebró en París un conventículo la ma-
sonería. El Sr. Laferre leyó dos proyectos; uno de ellos tenía por fin aba-
tir al Gobierno español, á la reacción religiosa y capitalista y convocar
á todos los amigos del género humano y á todos los hombres libres para
arrancar á Ferrer y á los 300 prisioneros de Montjuich de las garras de
sus verdugos.— Co^z^r^so de jurisconsultos. El Congreso XXXIII de
jurisconsultos católicos franceses, organizado por la Revue Catholique
des Institutions et du Dro¿t,se reunirá en Montalbán, bajo la presidencia
de Monseñor Marty, Obispo de aquella ciudad, y del senador Mr. de
Lamarzelle. El tema de las deliberaciones será: «La revolución social
por el impuesto.» ^Declaraciones del general D'Amade. Este General,
caudillo de las tropas francesas en Chauia, declaró á Le Matin que
Francia tiene un interés especial en la posesión de Tazza, por su situa-
ción en el camino de Argelia á la costa occidental de Marruecos, y que
corría grave riesgo esa posesión con la presencia del numeroso ejército
que España ha reunido en el Rif; porque, por la fuerza misma de las cir-
cunstancias, se verían los españoles obligados á señorearse de Tazza,
mayormente que á eso los impelía la Santa Sede en odio al Estado
francés. Grande revuelo levantaron estas imprudencias, y el Gobierno
francés, obrando correctamente, impuso al General el castigo de dejarle
en situación de cuMiú.—Alborotos en Paris. Los anarquistas y socia-
listas de París, reforzados con masones y hordas de apaches, promovie-
ron el 14 una algarada en los alrededores de la Embajada de España
para protestar contra la ejecución de Ferrer. La manifestación se organizó
en la redacción de UHumanité, donde acudieron Jaurés, Sembat, Vaillant
y otros agitadores. Al disolver á los revoltosos la policía fué atacada,
resultando un agente muerto y numerosos heridos; el mismo Prefecto de
policía, Mr. Lepine, recibió una pedrada en la cara.
Bélgica.— Del 23 al 25 de Septiembre se verificó en Malinas el Con-
greso délos católicos belgas para solemnizar el vigéslmoquinto aniversa-
rio de la permanencia del partido católico en el poder. El día de la inau-
guración celebró el Cardenal Mercier en la iglesia metropolitana el Santo
Sacrificio, entonándose al final el Veni Creator con mucha pompa;
luego se dirigieron los congresistas al gran salón de las Asambleas gene-
rales. Ocuparon la presidencia el Cardenal y á sus lados el presidente
del Senado, Simonis, y el de la Cámara de Diputados, Cooreman. Detrás
de la mesa presidencial tomaron asiento el Nuncio de Su Santidad, los
Obispos, Abades mitrados y buen número de ministros, diputados y se-
nadores. Su Eminencia hizo aclamar al Divino Maestro con el grito, repe-
tido en francés y en flamenco, «¡Loado sea Jesucristo!» Luego leyó una
alocución de Pío X, exhortando á todos los católicos á una unión estre-
cha y cordial, siendo calurosamente aplaudido por la Asamblea. Coore-
man recitó el programa de ésta, en el que se designaban seis secciones, con
tres. ó. cuatro subdivisiones cada una. El eminente historiador Godofredp
NOTICIAS GENERALES 40
Kurth pronunció un discurso sobre la enseñanza, manifestando que esa
era una cuestión ante todo católica, y que la Iglesia desde sus primeros
días la cultivó esmeradamente, levantando el prestigio de la instrucción
intelectual. De la magnitud de los trabajos del Congreso puede for-
marse algún concepto considerando que las memorias é informes sobre
los diversos asuntos que habían de ser materia de deliberación y acuerdo
llenan más de 2.000 páginas de impresión. En el desfile de las Socie-
dades católicas, verificado el domingo 24, tomaron parte más de 1.500.
El número de manifestantes pasó de 50.000 personas.
Inglaterra. — Fueron importantes las conferencias que el rey
Eduardo tuvo en la segunda semana de Octubre con Mr. Asquith, jefe
del Gobierno, y con el caudillo de la Cámara de los Lores. Esta inter-
vención en monarca tan circunspecto demuestra que el conflicto entre el
Gabinete y Parlamento reviste suma gravedad, pudiéndose de él originar
complicaciones trascendentales para la política y aun para el régimen
fundamental de Inglaterra. Dícese que nada ha obtenido con su me-
diación el rey Eduardo: los lores persisten en rechazar el proyecto de
presupuestos, y Mr. Asquith en creer que eso no es de su competencia;
por lo cual está decidido á disolver la Cámara de los Comunes y con-
vocar nuevas elecciones para que la nación manifieste su parecer sobre
la cuestión económica y facultades y aun existencia de la Cámara Alta.
ASIA.— China. Nuestra correspondencia. Changhai, 13 de Sep-
tiembre de 1909:
1. Los de Kieou-Kiang (Kiang-si) han declarado el boycottage á los navios ingleses,
porque el cónsul inglés recompensó á un polizonte acusado de haber dado muerte á
un chino; las pruebas del crimen no parecen suficientes. Se nota que los chinos abusan
de ese medio, lo que un dia podrá costarles caro.— 2. También se ha presentado la
ocasión de declarar el boycottage á los japoneses, que antes de concluir el acuerdo
con las autoridades de la China, comenzaron los trabajos para la construcción de la
vía férrea de Ngan-tong Moukden, en Mandchuria. Los japoneses se apoyaban en el
convenio hecho después de la guerra ruso-japonesa. Los chinos, vista la actitud deci-
dida de los nipones, oponían sus dificultades; el Gobierno del Celeste Imperio se mos-
tró muy conciliador, firmándose el arreglo conforme al gusto del Japón. Otras muchas
cuestiones entre los dos imperios se han zanjado estos últimos días, pero no puedo
designarlas en particular,— 3. El Gobierno ha tomado, por fin, algunas medidas para ase-
gurar los billetes de Banco. Las casas que los emplean en el comercio deben tener en
reserva un 40 por 100 de su valor en plata contante y presentar fianzas para el 60 por
100 restante. Las casas que entienden en la emisión de billetes necesitan estar asegu-
radas por otras que se dediquen al mismo comercio.
A. P. GOYENA.
VARIEDADES
Acta Pontifícii Instituti Biblici. Nuntia generalia.— 1. Seí/es
Institüti. Sedes Instituti provisoria constituta est in Pontificio Collegio
Leoniano (Via Pompeo Magno 21, prope Ecclesiam S.Ioachim), ubi aulae
pro lectionibus et exercitationibus atque pro bibliotheca initio proximi
mensis Novembris paratae erunt.
2. Conditiones admissiones. Qui studiis in Instituto incumbere desi-
derant, nomen suum in scriptis ad praesidem Instituti mittant. Indicént
simul: 1.°, dioecesim vel ordinem seu congregationem religiosam, ad quas
pertinent; 2.'', locum originis et domicilii praesentis; 3.°, ordinem sacrum,
in quo constituti sunt, addito loco et die ordinationis; 4.°, gradus acadé-
micos, si quos obtinuerint, addito loco ac die promotionis.
Porro ex legibus Instituto regendo praefixis in numerum alumnorum
proprie dictorum admitti possunt, qui sint in sacra theologia doctores
cursumque philosophiae scholasticae integre absolverint; tamquam audi-
tores inscribí poterunt, qui integrum philosophiae ac theologiae cursum
absolverint; ceteris studiosis tamquam hospitibus liberis ad lectiones au-
diendas aditus patebit.
Quare singuli praesidi Instituti etiam aperiant, utrum in numerum
alumnorum, an auditorum, an hospitum admitti cupiant. Romam vero
venientes testimonia authentica de studiis philosophicis ac theologicis
absolutis, et ubi locum habet, de laurea in sacra theologia obtenta prae-
sidi proponant. Secum insuper afferant documenta authentica, ex quibus
auctoritati ecclesiasticae de consensu Ordinarii velísuperiorum et de fa-
cúltate sacrum faciendi ipsis concessis legitime constare possit.
Alumni qui ad examen prolytatus coram Pontificia Commissione Bí-
blica subeundum se praeparant, ea lege admittuntur, ut lectiones atque
exercitationes eas, quae huic praeparationi specialiter destinatae sunt
quaeque in sequenti elencho asterisco notantur, frequentare debeant, nisi
legitima dispensatione exempti fuerint. Ad exercitationes vero practicas,
quae in elencho nota -f- signatae sunt, praeter alumnos non admittentur
nisi qui ipsi activam in exercitationibus cooperationem exhibere parati
sint.
Pretium pro inscrlptione aut pro frequentandis scholis et bibliotheca
Instituti nullum exigitur.
Singuli vero sive alumni, sive auditores et hospites ipsi suae habita-
tioni in variis CoUegiis ac domibus religiosis in Urbe consulant, cum
huius rei cura ad Institutum non pertineat.
3. Distribütio studiorum, Conformiter ad Instituti leges studiorum in
fpso peragendorum materia ea imprimís est quae ad académicos gradus
VARIEDADES 411
a Pontificia Commissione Bíblica conferendos requiritur. Cui accedet
earum rerum tractatio quae ad profectum disciplinae biblicae universae
pertinent.
Atque ea quidem quaead gradum prolytatus in «ratione periclitandae
doctrinae» a dicta Commissione constituta sunt, in cursum biennalem in
Instituto ita distribuuntur, ut singulis annis dimidia fere totius materiae
pars absolvatur. Pro praeparatione vero ad lauream, quae studia ac la-
bores magis individuales a singulis privatim praestandos expostulat,
omnes tum in ipso iam biennio, tum eo absoluto in tertio studiorum anno
praecipue iuvari poterunt exercitationibus methodologicis ac bibliogra-
phicis aliisque quae speciatim pro laureandis proponuntur.
Alumni praeter lectiones et exercitationes obligatorias ex alus eas
elegere poterunt, quae ipsis, audito consilio praesidis, utiliores vide-
buntur. Atque generatim non una eademque via ómnibus convenit ñeque
eaedem ómnibus lectiones aut exercitationes frecuentandae sunt. Sed ne
transversum agantur ac tempus itinere avio inutiliter terant, superiorum
consilium in ordinandiis studiis suis omnes audiant.
4. Initiütn lectionum. Lectiones et exercitationes Instituti, cum Deo
bono, incipient die 5 proximi mensis Novembris.
Quae ad accuratiorem distributionem horarum et lectionum pertinent,
ea in hisce Actis Instituti suo tempore indicabuntur.
5. Examina ad gradum prolytatus in sacra Scriptura coram Ponti-
ficia Commissione Biblica. Examina ad gradum Prolytatus in sacra
Scriptura próximo anno scholastico coram Pontificia Commissione Bi-
blica bis fieri poterunt. Prima sessio ex decreto eiusdem Commissionis
erit diebus 15, 16 et 18 Novembris huius anni; altera versus finem
mensis lunii anni sequentis diebus ab eadem Commissione assignandis
habebitur.
6. Inscriptiones epistolarum. Epistolae aliaque quae ad Institutum
spectant mittantur ad praesidem Leopoldum Fonck, Via del Seminario,
120, Romam (inde a die 15 Augusti h. a.).
OBRAS RECIBIDAS_EN LA REDACCIÓN
.% LAS JÓVENES. Camino del matrimonio, Cuentos é historietas morales, adap-
por el P. J. Charrau, S. J.; traducido por tación española de M. de Toro.— G. Gili,
D. N. Sicars. 4 pesetas.— M. Casáis, Bar- Barcelona,
celona. Curso práctico de Aritmética. A. Mi-
Avisos Á LOS catequistas auxiliares, net y L. Patín y M. de Toro.— G. Gili,
por un catequista.— Cuesta, editor, Valla- Barcelona.
dolid. 20 céntimos.— Se dirigen á liacer ■•as Missale als BETRACnruNOSBüCH
guerra á la ignorancia, enseñando el ma- von F. X. Reck. M. b. 3. 7.— B. Herder,
nejo de las armas para obtener la corona Friburgo (Alemania),
de la victoria y el premio del buen cate- Die Katholische Weltanschauung, in
quista. ihren grund linien niit besonderer berück
Certamen artístico-literario promo- sichtigung der Moral, von tV. Cathrein,
vido por la Liga antipornográfica de San S. J., M. 6.— B. Herder, Friburgo, Bris-
Francisco Javier.— Manila. govia.
412
OBRAS RECIBIDAS
Disertación SOBRE la venida de San
Francisco Javier á Filipinas, por el P. Pío
Pi,S.J.— Manila, 1909.
Doce cantos en honor del Sagrado
Corazón, compuestos 6 armonizados
por el P. N, Otaño, S. J.— Lazcano y Mar,
Bilbao.
Documentos mercantiles, por F. Grau.
3 pesetas. Manual 85.— Soler, Barcelona.
Kl amo del mundo, segunda edición,
por R. H. Benson; traducción de j. Ma-
teos, presbítero. — Gustavo Gíii, Barce-
blo Fernández.— Santiago de lona.
El P. L. de Valdivia, S. j, por el P. Pa-
blo Fernández.— Santiago de Chile.
Enchiridion Historiae ecclesiasticae
universae, P. Albers, S. J. Tomus primus.
Sumptibus L. C. G. Malmber. Neomagi in
Hollandin.
Etimologías vascongadas del caste-
llano, por C. de la Plaza. 6 pesetas.-Bílbao.
ííeschichte der Papste, von Pastor.
Paul III. 12,50 M.— B. Herder, Friburgo.
Investigaciones y alumbramiento de
AGUAS SUBTERRÁNEAS, por Fernández Na-
varro. 1,50 pesetas.— Manuales Soler, nú-
mero 87, Barcelona.
La B. Juana de Arco, por el P. Fray
M. M. Sáinz, O. P. 3 pesetas.— Vergara.
La comunión frecuente y cotidiana.
Cuatro opúsculos, á saber: //zv/Yac/ón á los
hombres, á los jóvenes, á las Hijas de
María y á las jóvenes obreras, por el
P. J. Lintelo, S. J. 0,15 pesetas cada opús-
culo.—G. Gilí, Barcelona.
La Defensa. Año I, núm. 1.° Panamá,
Agosto 15, 1909. Es por ahora semanal,
dedicado á impugnar las ideas perniciosas
contra la religión y la moral y defender la
sociedad.
La enseñanza en las escuelas de los
niños, por un amante de los maestros y de
sus discípulos. — A. Bueno, Madrid.
La Espiga de Oro. Año I, núm. 3.
Puebla, Septiembre 1909. Es un semanario
religioso y literario ilustrado, en folio
menor, bien presentado.
La pirotecnia moderna, por J. B. Ferré.
2 pesetas. Manual 88.— Soler, Barcelona.
La Somme du Prédicateur, par G. Gre-
net, dit D'Hauterive. Tome 1.— Montré-
jeau, J. M. Soubiron.
La vie privée du peuple juif á l'époque
DE Jesus-Christ, par le R. P. M.-B. Sch-
walm, O. P.— J. Gabalda et C'«, Paris.
L'ECOLE DENTELLltRE DE BURANO, par
Ch. Senoutzen. Fr. 0,25. N" 208 de L'Ac-
tion Populaire.—Reims.
L'ÉDUCATION MORALE ET SES CONDITIONS,
par L. Désers. 2,50 fr.— P. Lethielleux,
éditeur, París.
Le Glas, Souvenir des morts, par E. Thi-
riet 3 fr.— P. Lethielleux, éditeur, Paris.
Les enfants que l'on pleure, par l'abbé
J. Brugerette. 3,50 fr.— P. Lethielleux, édi-
teur, París
Les Madones Comtadines, par A. Go-
dard, 3 fr. 50. — Perrin et C'S éditeur,
París.
Memoria que se leyó en la Junta gene-
ral del Apostolado. Mayo de 1909, Bilbao.
Débese al conocido abogado D. Carlos
Playa.
-^os MORTS, par l'abbé J.-A. Chollet, 3,50
francs.— P. Lethieleux, éditeur, Paris.
Notas y señales de la Iglesia de
Cristo. Folleto XV de la Liga antíporno-
gráfica de San Francisco Javier.— Manila.
Nuestros amiguitos, por A. Pierre, etc.,
adaptación española por M. de Toro.—
G. Gilí, Barcelona.
Nuevo Diccionario enciclopédico ilus-
trado DE LA LENGUA CASTELLANA , pOr
M. de Toro. 8 pesetas. — G. Gili, Barce-
lona.
On THE Pentacardioid, abstfactof a dis-
sertatíon..., by E. C. Phillips, S. J. — Balti-
more, 1909.
I*ÁGiNAS DEL ALMA, por A. Durán.—
Santa Fe, 1909.
Pozos ARTESIANOS, por Fernández Na-
varro. 1,50 pesetas. Número 86 de los Ma-
nuales Soler, Barcelona.
¡OuEDAOS EN casa! Scguudo tomo, por
Pierre l'Ermite. Número 184 de Lecturas
Católicas. —Librería Salesiana, Sarria-Bar-
celona.
Recuerdos de viaje, por el Lie. F. Fi-
guero.— Morelia.
Saludo pastoral del Excmo. Sr. Obis-
po DE SióN al Ejército expedicionario de
África. Véase «Noticias generales»,
pág. 264.
Santo Domingo de Guzmán, por el
P. R. Castaño, O. P.— Herederos de Juan
Gili, Barcelona.
Sistemas de retribución del trabajo,
por P. Sangro. 0,60 pesetas.— Librería Re-
ligiosa, Pontejos, 8, Madrid.
Solemne protesta que la juventud ca-
tólica de la República (mejicana) que for-
man las Congregaciones Marianas hace
contra las ofensas dirigidas á la Purísima
Virgen María en el misterio inefable de su
Inmaculada Concepción. La firmanj mu-
chísimos congregantes.
Thomae a Kempis de Imitatione Chri-
STi. Consideraciones— H. Gerlach. editio
tertía. M. 2,40.— B. Herder, Friburgo.
Tratado de análisis de la Lengua cas-
tellana, por D. R. Blanco. 3 pesetas. Ma-
drid.
Tratado elemental de Sociología cris-
tiana, por el P. J. Llobera, C. C. 4 pesetas.
Acción Social Popular, Barcelona.
Un sociólogo purpurado, por D. J. Va-
les Failde. 60 céntimos.- Librería Religio-
sa, Pontejos, 8, Madrid.
Un Syndicat de Marins-Pécheurs, par
L. Flament. N° 207 de L'Action Populai-
re, 0,25 fr.— Reims.
&ñauvinismo y <^aíriohrismo.
L/e las consideraciones que hemos venido haciendo sobre el patrio-
tismo en nuestros artículos anteriores, pudiera sacarse fácilmente una de-
finición de él, más completa que la establecida de una manera provisio-
nal en el primero de dichos artículos. Pudiéramos decir, en definitiva,
que el patriotismo es «el amor racional con que abrazamos fervoro-
samente ese conjunto moral, formado por el desenvolvimiento histó-
rico, que hemos hallado ser, en su más elevada acepción, nuestra
patria».
Una vez asentada esta noción, es fácil cosa poner de manifiesto, en
qué consisten las degeneraciones ó falsificaciones del patriotismo; el
cual degenera de su verdadera índole, desde el momento que los ele-
mentos pasionales, que naturalmente acompañan al amor racional,
adquieren tanto predominio, que acaban por obscurecer y pervertir el
juicio de la razón; y se falsifica, cuando ese amor, en que el patriotismo
consiste, no versa ya sobre lo que efectivamente es la patria, sino
inconsciente ó maliciosamente toma por objeto un falso idolo, forjado
por la fantasía ó amañado por intereses rastreros.
El desorden del elemento pasional en el amor patriótico conduce al
chauvinismo, y la sustitución del ser moral producido en virtud del des-
envolvimiento histórico, por un falso ideal que en la patria se pretende
realizar, constituye el simulacro de patriotismo que designamos con el
nombre de patrioterismo: designación bastante admitida en nuestro
lenguaje corriente; pero que, si á alguno no le agrada, puede sustituirla
por otra, con tal que convenga en el objeto que tratamos de signi-
ficar.
I
La designación del chauvinismo es francesa, y aunque no sea exclu-
sivamente francés el apasionamiento patriótico que con ella suele sig-
nificarse, no cabe negar que en Francia ha tenido harto frecuentes
manifestaciones; por lo cual, no sin razón, se le da un nombre galicano,
recibido ya en Alemania (Cf. Sachs-Villatte, Encycl. W.) y en los países
donde se habla el inglés (Cf. Webster, Intern. Dic).
Webster aduce, para descargo de su conciencia sajona, la siguiente
definición del chauvinismo, formulada por el profesor H. Tuttle: «No es
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 23
414 CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO
chauvinisme el alimentar una generosa fe en la grandeza del propio
país. El carácter de esta cualidad consiste, en ser ferozmente extrava-
gante, irascible, pueril y sandio; en sentir una duda como un insulto,
mientras, por el contrario, ofende con una franqueza inconsiderada.» El
autor de esta definición queda desde luego convicto de obscuridad
en sus ideas, y vehementemente sospechoso de chauvinismo, cuya desig-
nación no debería tener escrúpulo en admitir el Diccionario de la
Academia Española, ya que los extranjeros la han latinizado, hacién-
dola de esta suerte del dominio común, y no hay en nuestro rico idioma
otra palabra que exprese con exactitud el concepto.
La ocasión de haberse dado el nombre de chauvinismus al patrio-
tismo exageradamente pasional, falsamente optimista, y por ende, beli-
coso, conquistador y menospreciador de todo lo extranjero, nació de la
comedia compuesta por Cogniard en 1831, La cocarde tricolore, donde
se presenta el personaje Chauvin animado de ese estólido orgullo nacio-
nal, ya antes caracterizado por la musa popular en los vanagloriosos
veteranos del caído Napoleón I.
No debe, sin embargo, confundirse con el chauvinismo todo optimis-
mo nacional; pues, el amor es naturalmente optimista, y siendo el patrio-
tismo amor, no puede carecer ordinariamente de algún dejo de optimis-
mo. Pero hay un optimismo racional, lo propio que hay amor racional;
y hay optimismo contrario á la razón, que acompaña muy comúnmente
al amor pasional; y cuando versa sobre las soñadas excelencias de la
patria, especialmente en el Juicio comparativo con que anteponemos
cada una de sus prerrogativas á las de otras naciones, degenera en
chauvinismo.
El amor, decimos, es naturalmente optimista, y esto lo lleva en su
propia condición; pues el objeto formal del amor es el bien, la perfec-
ción; de suerte que, desde el momento que amamos un objeto, explícita
ó implícitamente le reconocemos 'alguna perfección, y hacia el objeto
que confesáramos estar ajeno de todo bien, sería imposible que sintié-
ramos amor. Natural es, pues, del que ama, fijarse en los bienes y per-
fecciones del objeto amado, antes que en sus defectos; y esto es cierta
manera de optimismo; pero es racional, porque no finge perfecciones
falsas (que esto sería contrario á la razón), sino pone con preferencia
sus ojos en las perfecciones que realmente posee el objeto que ama y
desea amar más.
Pero el amor pasional no se contiene en estos racionales límites. El
enamorado cree, y sería capaz de jurar (y no mentirla, aunque diría una
cosa falsa), que el objeto de su pasión sobrepuja á todos los del mismo
género, y reúne en sí todas las imaginables perfecciones y gracias. Que
no sin causa la Antigüedad fingió al Amor ciego, y calificó la pasión de
breve locura. La hipérbole es el lenguaje propio del amor apasionado;
pero debe estar muy lejos de los sentimientos tan esencialmente prdcí/-
CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO 415
eos como el patriotismo; pues es indudable que, la mayor parte de las
desgracias de los pueblos modernos, han sido efecto de esa ceguedad
pasional, que convierte el patriotismo en chauvinismo. El chauvinismo
alemán tuvo mucha influencia para arrastrar tan gran parte de la nación
alemana á la apostasía del fraile de Witenberg. El chauvinismo italiano
ha sido el principal motivo de la complicidad de muchos italianos en la
obra inicua del despojo del Papa. El chauvinismo francés fué quien
condujo á nuestros vecinos á Sedán, pensando que iban á Berlín. Nues-
tro chauvinismo bullanguero fué el que nos comprometió en la funesta
aventura de la última guerra colonial. Y ¿quién sabe cuántos escar-
mientos y descalabros tiene reservados á los anglosajones de uno y
otro continente el enorme orgullo de raza— el chauvinismo británico
y yanqui,— alimentado por una larga serie de buenos sucesos? Pero
pongamos aquí puntos suspensivos, y dejemos que continúe este
párrafo, dentro de algunos decenios, alguno de los redactores que
fueren de Razón y Fe, pues ni la fe ni la razón han de enmudecer en
tan breve plazo...
Contentémonos con asentar, por ahora, que las pasiones no son
buenos consejeros para los individuos ni para los pueblos; que para
unos y para otros es el conocimiento propio (junto con el temor de
Dios) el principio de la sabiduría, y que, por consiguiente, un afecto
regido por las sugestiones de la pasión, en cuanto de la razón se divor-
cia, no puede merecer el noble dictado de patriotismo, sino el ridículo
de chauvinismo.
Pero supuesto que el amor á la patria ha de ser racional, y que el
amor racional, á diferencia del apasionado y ciego, se guía y propor-
ciona con el verdadero conocimiento de las excelencias del objeto
amado, se ocurre una objeción, que podemos proponer en la forma
siguiente: El patriotismo no es sólo un afecto, sino un deber. Si, pues, la
razón reconoce que la patria propia carece de las perfecciones que
debían adornarla, ¿cómo concillaremos la obligación de profesar á la
patria un amor racional, con el racional conocimiento de que nuestra
patria está falta de perfección, y, por consiguiente, no es, en su actual
modo de ser, digna de ser amada?
Sin duda, para evadir esta dificultad, más ó menos obscuramente
sentida, puso el profesor Tuttle, en la definición adoptada por Webster,
aquello de Isl generosa fe; como si dijera: «El deber del patriotismo nos
obliga á amar á nuestra patria, y como no siempre es posible conocer
que tenga perfecciones, es necesario creer que las tiene, y por ende,
creer en la grandeza del propio país.» No sé hasta qué punto sería
creyente en otras materias el autor de la citada definición; pero sí he
de protestar que, aunque fiel cristiano, que creo y profeso todo cuanto
enseña y manda creer la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica,
"Romana, no puedo allanarme á creer cosa alguna donde no militen
416 CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO
motivos de credibilidad. Si creo en las verdades de la fe católica, es
porque las hallo provistas de dichos motivos. Pero ¿qué motivos de
credibilidad encontramos para creer (aunque se añada generosamente}
en la grandeza del propio país? ¿Qué autoridad nos propone la verdad
de esa grandeza para que la creamos? Mas si no nos la propone nin-
guna autoridad, no la creeríamos generosamente, sino de balde; y confe-
samos no poder llegar hasta tal extremo de credulidad. Por eso hemos
insinuado que esa fe generosa en la grandeza del propio país, si verda-
deramente es fe (asentimiento á una cosa cuya verdad intrínseca no se
percibe), cae de lleno en el distrito del chauvinismo. No hay duda
alguna que los franceses que, allá por el año 70, clamaban ¡á Berlín,
a Berlín!, estaban llenos de tina fe generosa en la grandeza de su pro-
pio país. Pero si, en lugar áefe, hubieran tenido ciencia del verdadero
estado de su ejército, en comparación con el ejército alemán, sin duda
hubieran creído menos generosamente en la grandeza de su país, y
hubieran procurado más eficazmente su bien; en lo cual consiste la esen-
cia del patriotismo. Y lo mismo nosotros: cuando nos dejamos calentar
los cascos el 98 por nuestra desatinadísima prensa liberal, y fuimos
á la guerra con los Estados Unidos (que casi cuadruplican nuestra
población y centuplican nuestros recursos materiales), estábamos, sin
duda, animados por una ciega fe en nuestra grandeza naciona'; pero,
sin duda, hubiera sido más patriótico habernos inspirado en un cono-
cimiento real de nuestras fuerzas, y las del enemigo que tan sobre
seguro nos provocaba, y haber obrado en consecuencia.
Pero supongamos que, en aquellos días de exaltación de ese senti-
miento, que estamos analizando si era patriotismo ó chauvinismo;
cuando El Imparcial y sus colegas actuales del trust llenaban sus
columnas de las más tremendas rodomontades, y nos pintaban á los
marinos yanquis como una pandilla de confiteros y salchicheros, aleja-
dos por un momento de sus comercios para que los hiciera jigote entre
sus garras el león español; supongamos, digo, que entonces un hombre
de juicio hubiera salido con una verdadera información sobre el estado
real de la marina de guerra norteamericana y la nuestra (donde, según
parece, había cañones sin proyectiles, y proyectiles que no eran para
sus cañones), ¿qué tolle tolle no hubieran armado nuestros patriotas del
perro chico contra aquel villano, follón, cobarde, desleal y traidor, falto
de la generosa fe en la grandeza de su propio paí'^?
jNo queremos insistir en una cosa más clara que la luz meridiana;
aunqrx olvidada con harta frecuencia, no sólo por los que fraguan defini-
ciones, sino más todavía por los que alardean de un patriotismo indigno
de este nombre, en los días de peligro para la patria! Acerca de la patria
no hay fe, si no es la fe histórica con que recibimos el testimonio de los
que nos legaron la memoria de nuestro pasado. Sobre nuestro presente,
lo que nos hace falta es ciencia; y conforme á ella hemos de moderar
CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO 417
nuestra confianza en lo porvenir, sin dejarnos deslumhrar por la ciega
fe chauvinista, una de las más funestas para los pueblos.
Mas, rebatido el efugio de Tuttle, queda en pie nuestra dificultad.
¿Cómo conciliar el amor de predilección hacia nuestra patria, con el
conocimiento real de sus imperfecciones y miserias? Esta conciliación
no tiene más dificultad, cuando se trata de la patria, que en lo que se
refiere á los padres.
Es cierto que debemos, por obligación natural y divina, amor de pre-
dilección á nuestros padres. Es cierto que ese amor no ha de ser irra-
cional, pues todo lo virtuoso es conforme á razón; y no es menos cierto
que, en multitud de casos, el hijo ha de conocer con dolor, que sus pa-
dres carecen de las perfecciones que servirían de fácil pábulo al amor
filial, y tienen, por el contrario, defectos gravísimos que conspiran para
menoscabarlo. ¿Cómo se concilia, no obstante, con esa realidad de las
cosas, la piedad filial? Muy fácilmente; pues, el amor debido á los pa-
dres, no se ha de fundar precisamente en sus cualidades personales, sino
en los beneficios que de ellos hemos recibido (de los cuales es el pri-
mero nuestro mismo ser), y en el vinculo que con ellos nos une. Esto
hace que, por muy imperfectos, y aun por muy criminales que sean los
padres, el hijo nunca deje de deberles la piedad filial; aquel honor que
prescribe el cuarto precepto del Decálogo, formulando la obligación de
ía ley natural.
La patria nos ha dado también el ser, y no sólo el ser material, sino
el ser moral. Ha mantenido á nuestros padres y á nuestro linaje, y nos
ha suministrado el sustento desde que comenzamos á vivir una vida pro-
pia. Ha amparado nuestra debilidad con sus leyes, y ha informado nues-
tra vida moral con sus costumbres; nos ha transmitido, con su idioma,
todo un aparato de cultura, resultado de la elaboración de los siglos; y
aun en el orden material, nos ha rodeado de un inestimable conjunto de
bienes, los cuales hacen la vida fácil y tolerable, y no se obtuvieron sino
por el trabajo de innumerables generaciones, que roturaron las selvas,
secaron los pantanos, abrieron vías de comunicación, inventaron y cons-
truyeron los mil objetos é instrumentos que distinguen la vida del hom-
bre civilizado de la mísera existencia del salvaje. Estos beneficios gene-
rales, nadie hay que no los deba y tenga que agradecer á su patria.
II
Y no ha de ser obstáculo para agradecer tales beneficios, y amar á
nuestra patria por ellos, el ver que otros países (ó la Providencia en
ellos) se mostraron más pródigos con sus naturales, dotándolos, por su
mayor prosperidad material ó cultura civil, de mayores bienes. La misma
razón milita en esta parte con la patria, que con los padres.
418 CHAUVINISMO Y PATRIOJERISMO
Cierto es que los padres ricos procuran á sus hijos mayores bienes
de fortuna que los pobres; los padres instruidos, les allanan el camino
de la ilustración, mejor que los padres ignorantes; los padres de una
elevada moralidad, de virtudes eximias, de cultura exquisita, legan sin
duda á sus hijos una herencia moral inestimable, que les facilita incom-
parablemente, si tienen juicio, el prestarles el homenaje de un acen-
drado cariño filial. Pero la falta de esas prerrogativas en los padres, no
dispensa en manera alguna á los hijos, del deber de asistirlos y honrar-
los como padres, que es en lo que la piedad filial esencialmente consiste.
Lo propio puede decirse de la patria; y aun con mayor motivo, á
causa de la impersonalidad de ésta, que hace que sus miserias, siempre
inculpables para la entidad moral patria, por más que sean culpabilísi-
mas para algunos ó muchos de sus hijos, antes hayan de movernos á
conmiseración piadosa que á menosprecio y desamor. Cabalmente las
grandes calamidades de los pueblos han sido las ocasiones en que los
pechos encendidos por la sagrada llama del patriotismo han dado más
espléndidas muestras de sus generosos arranques; no movidos, cierta-
mente, por la /e en la grandeza de su país, sino inspirados por un amor
ardiente que llega hasta el sacrificio por el objeto amado.
No se sabe que Andrés Hoffer tuviera fe en la grandeza del Tirol,
cuando tan heroicamente lo defendió contra la invasora tiranía napoleó-
nica, con el rosario en una mano y el fusil en la otra. Tampoco Scan-
derbeg, cuando tenía á raya en sus montañas el formidable poder de la
Media Luna, no se sabe que tuviera fe en la grandeza de Albania, sino
amor entrañable á aquella tierra de sus padres, que quería legar inde-
pendiente á sus hijos, á costa de inmortales trabajos y de su misma
sangre. De suerte que, esa fe ó persuasión íntima de la grandeza del
propio país, que se halla, v. gr., en los héroes de la independencia espa-
ñola ó polaca, cuando se sacrificaban por naciones que en otro tiempo
habían sido realmente grandes, es un accidente del carácter de aquellos
patriotas; pero no una nota esencial del patriotismo. Se sacrificaban
aquellos valientes por su patria, no porque tenían fe en su grandeza,
sino porque la amaban por ser patria suya, aunque estuvieran persuadi-
dos, como Ulises, de su pequenez y esterilidad.
En este clásico tipo del patriotismo, se echa de ver con claridad me-
ridiana, que el amor á la patria no necesita alimentarse con la idea de
sus perfecciones verdaderas ó fingidas. «No hay en ítaca amplios espa-
cios donde ejercitarse en las carreras, no hay praderas extensas; antes
bien, es una tierra enhiesta y propia para cabras, y más escarpada de lo
que conviene para criar allí caballos» (Odyss. IV, 650-6.) Y con todo
eso, aquel griego, famoso por su astucia en todo el mundo, confesaba
«no poder hallar en parte alguna cosa más dulce que su tierra» (IX, 27-8).
. .- .Otjto'. sytúYs
vi; YatY]; 6úva;;at "yXuxepwTepov áX/.o ISscjOai
CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO 419
Yo no sé qué es esto; pero es un hecho innegable, que no son los
habitantes de las regiones más opulentas, los que con más cariño se
apegan á la tierra que los mantiene. Antes al contrario; el patriotismo se
halla ordinariamente en su más alto grado de exaltación, en los habitan-
tes de las montañas ásperas y de los climas fríos, que parecen escati-
marles más avaramente los dones indispensables para la vida. No halla-
mos otra razón satisfactoria de ello, sino la mayor intensidad de la vida
moral, que se engendra en un modo de vivir austero y pobre, como lo
reconocía Horacio en aquellos versos enérgicos con que detestaba el
sibaritismo de la Roma imperial y decadente:
Non his juventus orta parentibus
Infecit aequor sanguine púnico:
Sed rusticorum mascula milituní
Proles, sabellis docta ligonibus
Versare glebas, et severae
Matris ad arbitrium recisos
Portare fustes. . .
La vida moral se vigoriza con el trabajo áspero; la juventud se to-
nifica con la educación severa. Mas ¡sólo donde hay esa eflorescencia
de morales energías se puede esperar un patriotismo viril y heroico! Por
el contrario: la riqueza de los países fértiles conduce fácilmente á la vida
muelle de los sentidos, y al enervamiento del carácter moral en medio de
las delicias. ¡El nombre de la opulenta Capua, ha quedado como un sím-
bolo de moral decadencia!
Pero, demostrado que no son las mayores riquezas naturales de un
país, ni los demás bienes de la fortuna que prodiga á sus hijos, el mayor
incentivo del patriotismo, ni, por el contrario, sirven á éste de obstáculo
la escasez de los dones en que una tierra se muestra, al parecer, avara
y de duras entrañas; nos vemos llevados por la mano á tratar de la fal-
sificación del patriotismo que hemos llamado patrioterismo.
Así como el patriotismo se apega á la patria tal cual es, porque es
nuestra patria, sin excluir, sin embargo, el legítimo deseo de proporción
narle todas las perfecciones y felicidades que estuvieren á nuestro al-
cance, aun á costa de los mayores trabajos y peligros; el patrioterismo
comienza por despreciar el desarrollo histórico del país en que nació;
por renegar de él; y se propone como objeto de sus amores y aspiracio-
nes seudo-patrióticas, no esa entidad moral á que por su nacimiento
pertenece, sino la producción de otra entidad moral diferente, que habrá
de construirse con los despojos y sobre las ruinas de la patria.
Aunque nuestra historia contemporánea nos ofrece, por desgracia,
unainagotable selva de ejemplos de tan insana aspiración, preferimos
no salir del clásico Quintana, que adujimos en un artículo anterior.
Los liberales españoles, si no han sido totalmente inconscientes, han
420 CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO
sentido por necesidad repignancia al desenvolvimiento histórico de la
nación, donde equivocadamente nacieron. No porque España, en cada
uno de los tres principales Estados que la compusieron (Castilla, Aragón
y Cataluña), no pueda ofrecernos dechados de instituciones populares;
más populares que las de otros Estados europeos adonde las hemos ido
luego á copiar, comoquiera que las libertades de esas naciones eran
más bien privilegios de una aristocracia feudal, que, si por una parte
coartaba el gobierno de los reyes, por otra oprimía á los pueblos con ti-
ránico despotismo; ni porque el carácter español no haya sido el más ge-
nuinamente democrático, en el buen sentido de la palabra; ni, finalmente,
porque sonara mal á los oídos de los antiguos españoles el apellido de
libertad (1); sino porque, como largamente dejamos explicado, el desen-
volvimiento histórico de nuestra patria hizo de ella la nación por exce-
lencia católica, y juntó íntimamente su gloria y prosperidad con la del
Catolicismo, en los mares y en los continentes (los piratas hugonotes
fueron los primeros enemigos de nuestro poder marítimo, y los protes-
tantes ingleses los que mayores daños causaron á nuestras colonias) Por
eso, el liberalismo, como antítesis más ó menos solapada del Catoli-
cismo, divorció, á los que con él se inficionaron, de la histórica solidari-
dad con nuestros ideales, nuestras luchas y nuestras glorias patrias, y
arrancándolos del fecundo suelo del patriotismo genuino, los trasplantó
á la estéril y movediza arena del patrioterismo, que nos ha hecho perder
un siglo en aventuras políticas, dejándonos rezagados y en último lugar,
detrás de los pueblos á quienes precedíamos, ó con quien íbamos á la
par por los caminos de la civilización, de las ciencias y de las artes.
Para los liberales propiamente dichos, la historia de nuestra patria ha
sido una equivocación de doce siglos. El acto de Recaredo en el Conci-
lio 111 Toledano, es para ellos el primer paso en la vía funesta del clerica-
lismo, origen de todas nuestras miserias. La misma Reconquista, no
puede quedar á sus ojos libre de mácula, por la intransigencia usada
con un pueblo, cuya cultura nunca acaban de ponderar, ¡y cuya toleran-
cia religiosa imitan indudablemente, en cuanto se ven en las cumbres
del poder!
¿Qué diremos de toda nuestra edad de oro? ¿Qué juicio pueden me-
recer á un liberal los Reyes Católicos, fundadores de la Inquisición,
expulsores de los judíos, y autores de nuestra Unidad religiosa: de esa
unidad que durante tres siglos no permitió (según ellos) que nadie ejer-
citara en España la facultad de pensar?
De Carlos V ha dejado escrito Quintana:
(1) Nuestro rancio Illescas, en su Historia pontifical y católica, dice de los partidos
que por tantos siglos desgarraron á Italia: «Si algunos tenian algún color de justicia
eran los Güelfos; lo uno porque siempre seguían el bando de la Iglesia..., y lo otro por-
que siempre apellidaban la libertad, y los Gibelinos no trataban sino de tiranizar sus
repúblicas.» Parte II, págs. 12-13.
CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO 421
. . .Yo los desastres
De España comencé y el triste llanto,
Cuando, expirando en Villalar Padilla,
Morir vio en él su libertad Castilla.
Y continúa, dirigiéndose á Felipe II:
¡Tú los seguiste, y con su fiel Lanuza
Calló Aragón gimiendo!...
¿Qué importaba después, con la victoria,
Dorar la esclavitud?
Y lo que Quintana se había dejado en el tintero, sirvió para mojarla
pluma con que escribió Núñez de Arce:
Fuimos las ondas de un rio
Caudaloso y desbordado.
Hoy la fuente se ha secado.
Hoy el cauce está vacío.
Ya ¡oh Dios! nuestro poderío
Se extingue, se apaga y muere...
Con tales ideas, ¿cómo han de hacerse, los españoles que tienen la
desdicha inmensa de profesarlas, solidarios de esa entidad moral pro-
ducida por el desenvolvimiento histórico, que es, en su más alto sentido,
la patria? ¡No! Consciente ó inconscientemente, siente todo el que así
piensa, aquello de Quintana:
. . .¡La vista atónita no encuentra
Patria en torno de si! (I).
Discurriendo por los fastos de la nación en que vive,
. . . vanamente
Busca honor y virtud!
Esta persuasión (más ó menos asentada en la cabeza, ó en el pecho,
ó en las visceras inferiores) es la que les hace renegar de la patria— de
lo que todo el mundo entiende por patria— át la unidad nacional á que
pertenecen, porque nacieron en su seno; y les pone en las manos la pi-
queta revolucionaria para demoler todo cuanto edificó la equivocada la-
(1) En la composición á La expedición espinóla para propagar la vacuna en Amé-
rica, dice Quintana:
Esos dolientes gritos (de América)
Claman allí contra la patria mía,
Y vedan estampar gloria y ventura
En el campo fatal donde hay delitos...
Y América responde:
¡Los mismos ya no sois!,.
¿Puede haber más rudo divorcio de la Historia patria, que tan villanamente se
adultera?
422 CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO
•
bor de los siglos. Cuando esto hacen invocando la patria, el afecto que
á ello les mueve es el patrioterismo.
Cuál sea la apreciación moral que merezca este afecto, no creemos
pueda ponerse más claramente ante los ojos del ánimo, que comparán-
dolo con el afecto del hijo que se avergüenza de sus padres. Cuáles sean
sus efectos, ¡ojalá no lo tuviéramos tan á la vista en nuestra propia His-
toria contemporánea!
Las revoluciones, á que el patrioterismo conduce, producen en la
vida nacional un efecto semejante al que causaría en un árbol la sección
que le apartase de su estirpe y de sus raíces; porque si el árbol vive de
la savia que por sus raíces absorbe de la tierra, la patria se alimenta de
las ideas y sentimientos morales que fluyen de su historia. Suprimida la
solidaridad histórica, desaparece, en primer lugar, la razón suprema de
la unidad áQ ese conjunto, más moral que físico, que llamamos una na-
ción ó un pueblo. Á la agregación sigue la dispersión: el atomismo délos
intereses individuales, ó cuando mucho, la alianza utilitaria de las coo-
peraciones sociales. ¿Dónde quedará, en uno ú otro caso, lugar para el
heroísmo, único que salva, en las grandes crisis de su existencia, á los
pueblos y á los hombres.^
Pero hay más: el divorcio de la tradición nacional, en que el patrio-
terismo se funda, no se limita á suprimir la unidad moral, sino produce
la positiva animadversión de los que, renegando de lo pasado, se lanzan
en busca de aventuras político-sociales, contra el número, necesaria-
mente grande, de los que, por convicción ó por inercia, continúan ad-
heridos á las formas antiguas. Esta es la clave de todas las desdichas
que han arruinado á nuestra patria española en el siglo que acaba de fe-
necer; siglo que todavía conoció en sus albores aquella España pobre,
afrailada y desgobernada, capaz de oponer un non plus ultra á los ejér-
citos napoleónicos; siglo que, antes de hundirse en el ocaso de los tiem-
pos, vio hundirse en Occidente los últimos restos de nuestro colonial im-
perio, con los últimos brillos de nuestra gloria militar.
¡Menester es decirlo y repetirlo muchas veces, para que lo oigan hasta
los sordos que no quieren oír! El siglo XIX ha sido el que ha arruinado
á nuestra patria, y la ha arruinado porque nos lo hemos pasado en una
lucha fratricida y sacrilega, entre los patrioteros, que se llamaban la £"5-
paña nueva (confesando por su misma boca su divorcio de la patria es-
pañola), y la España histórica, tradicional, real y verdadera.
No nos referimos á las dos guerras civiles, episodio sangriento de esa
lucha, pero por ventura el menos funesto; pues, si regó con sangre de
hermanos los campos de la patria, tal vez contribuyó, después de todo, á
preservarla del envilecimiento á que corría y detenerla al borde de su
ruina moral. Nos referimos á ese esfuerzo ya secular, y desgraciadamente
no infructuoso, de los hombres nuevos, por arrancar al pueblo español sus
creencias, sus tradiciones, sus antiguas instituciones y costumbres, desde
CHAUVINISMO Y PATRtóTERlSMO 423
el pintoresco traje de nuestras comarcas, hasta las leyes de nuestro De-
recho foral, cristalización veneranda del espíritu de cada una de las re-
giones españolas.
Nos hallábamos en Berlín cuando los prusianos se preparaban á ce-
lebrar el centenario de su gran desastre de Jena: de aquella derrota que
puso una dinastía y un pueblo en manos del vencedor, cual nunca ha es-
tado España á merced de los que la vencieron, ¡pero no la domaron! Y
comparando el estado á que llegó entonces Prusia, con el que mantuvo
nuesta patria; la resistencia desesperada y viril que opusieron nuestros
abuelos á aquel mismo Capitán del siglo á quien se entregaron rendidos
los prusianos; y haciendo más adelante comparación con el engrandeci-
miento que en esta centuria ha alcanzado Prusia, y el abatimiento á que
ha venido España, no acertábamos á encontrar otra explicación de fenó-
meno tan doloroso para nosotros, sino ésta: ¡Hemos perdido un siglo!
Y de nuevo repetíamos más recientemente estas mismas reflexiones
en Inglaterra, cotejando su estado y el nuestro á principios del siglo XIX
y á principios del siglo XX. ¿Qué ventaja hacía la industria inglesa á la
nuestra, al principio de la pasada centuria? ¿No competíamos todavía
entonces con Inglaterra en las riquezas que poseíamos en el Nuevo
Mundo, y que daban alimento á un comercio extenso y á una pujante
marina? Por el contrario: mientras la industria, el comercio, la marina,
han alcanzado en Inglaterra su apogeo colosal, nosotros lo hemos per-
dido... casi todo, y en gran parte la esperanza de recobrarlo! ¿Cuál es la
causa de tan desiguales destinos? ¡Que hemos perdido un siglo!
Y ¿por qué lo hemos perdido? Historia en mano se puede demostrar,
que no ha habido otra causa sino la que dejamos indicada: ¡la lucha de
esa imaginaria España nueva, con la España real, con la España de la
Historia, con la España de los providenciales destinos! ¡La lucha átXpa-
írioterismo liberal contra el patriotismo de la España católica.
III
El chauvinismo es un optimismo insensato que engendra en los
pueblos las ilusiones de que apenas despiertan con los tremendos bata-
cazos de sus desastres. El patrioterismo participa por extraña manera de
los inconvenientes del optimismo y pesimismo; pues siendo pesimismo
respecto del proceso histórico y el estado producido por él, es optimismo
insano respecto de los nuevos sistemas ó utopías que se proponen como
panacea de todos los daños individuales y sociales. Mas el patriotismo
verdadero toma, como virtud que es, la senda intermedia, no declinando
á la diestra del amor apasionado, que matiza cuanto toca de color de
rosa, ni á la siniestra del orgulloso desdén despreciador de cuanto le
precedió, y acostumbrado á dividir la historia del mundo en solas dos
épocas: antes de mí y después de mí. ¡Antes, todo obscuridad, equivo-
424 CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO
cación y descarrío; después, todo luz, orientación y progreso sin término!
El patriotismo no estriba en una. fe gratuita, sino en el conocimiento
verdadero del propio país y del pueblo á que pertenecemos; cuyos de-
fectos reconoce con dolor y resignación humilde, al propio tiempo que
se goza con sus prerrogativas y méritos. No se antepone vanamente á los
demás con odiosas comparaciones, sino funda en sus bienes una segura
conciencia de sí mismo, y con ella se aplica á remediar sus males, en la
medida que lo consienten sus propios recursos; sabiendo que, después de
todo, ni todos los individuos están llamados á una misma santidad, ni
todos los pueblos á una misma prosperidad.
Dios distribuyó con diferente medida á los pueblos los bienes mate-
riales, como dio varia configuración á los países en que habitan; y todo
ello lo ordenó, en su Providencia fuerte y suave, á los fines á que los des-
tinaba, y al papel que les tenía asignado en la escena del mundo y en el
drama imponente de la Historia. La mayor calamidad de los pueblos
(como de los individuos) está en desconocer su vocación y las cuali-
dades que se les han dado para proseguirla; siendo verdad que á una
voz persuaden la razón y la/e, que Dios nos puso á todos en este mundo
para algo, y á ninguno le destinó para todo. Los fracasos individuales y
nacionales no se originan, por tanto, áe falta de medios para obtener el
éxito, sino de falta de orientación hacia los éxitos que para cada cual es-
taban reservados.
Así como hay pueblos que evidentemente no están llamados á ser po-
tencias marítimas, pues se hallan encerrados en el corazón de un conti-
nente y destituidos de playas (Hungría, v. gr.); así los hay que no lo están
á conseguir una posición preponderante en la industria en determinadas
épocas, porque carecen ó tienen con escasez los elementos naturales que
en cada época se requieren para su florecimiento. La abundancia de la
hulla y el hierro, en puntos vecinos al mar, por donde se podían fácilmente
exportar sus productos, ha contribuido indudablemente á la gran pros-
peridad industrial de Inglaterra en el período de la hulla, como se lla-
mará tal vez la época en que vivimos, en la historia de los progresos in-
dustriales. ¿Quién sabe si, inventándose con el tiempo otras fuentes de
riqueza é instrumentos de trabajo, pasará Inglaterra á segundo término,
y alcanzarán el apogeo de la prosperidad industrial pueblos que hoy
están sumidos en la pobreza?
En un artículo anterior aludimos al influjo de la posición geográfica,
en la pujanza que alcanzaron algunos Estados en determinadas épocas.
Cataluña y las Repúblicas comerciales de Italia se vieron muy favore-
cidas en este concepto, mientras la corriente principal del comercio cir-
culó por el Mediterráneo; y sintieron una grave mudanza en su suerte
cuaiido. nor una parte, el comercio mundial (como dicen ahora) se orientó
hacia el Atlántico, y por otra, se turbó la seguridad del Mediterráneo por
las piraterías de turcos y berberiscos.
CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO 425
Una cosa parecida ha sucedido en la guerra. Mientras la victoria se
decidió por los arrojos del valor personal, los españoles impusieron, en
todos los campos de batalla, sus bríos en acometer, su tenacidad en re-
sistir, su constancia en tolerar todas las privaciones que consigo traía la
guerra, y cuyo sufrimiento conseguía en otras épocas los laureles del
triunfo. Pero las condiciones de la guerra han cambiado radicalmente.
¡Ya sirve de muy poco la bravura; ya es de escaso provecho el coraje;
y una sección de mecánicos que disparan con matemática precisión una
batería de máquinas de guerra, abate en su camino á la más briosa co-
lumna que avanza para cargar á la bayoneta!
Los norteamericanos glorifican la frialdad con que Dewey dio la
orden de hacer fuego en el desigual combate de Cavite (1). ¡Ensalcen
ellos en buen hora al vencedor y ofrezcan su incienso en las aras del
dios éxito! ¡Á nosotros nos parece incomparablemente más gallarda la
actitud de nuestro Cadarso, intentando un abordaje con sus inferiores
buques de madera á los barcos enemigos forrados de acero, y muriendo
oprimido por sus fuerzas superiores, sin arriar la bandera!
Pero aunque nuestra sangre española se encienda con santo entu-
siasmo ante esos heroísmos, la fría razón ha de venir á corregirla, recor-
dándole que ha pasado la era en que se vencía con esas gallardías, y que
en nuestra edad vale más proveerse de cañones de mayor alcance y cal-
cular serenamente la puntería.
Esta reflexión nos vuelve á nuestro punto de partida: el patrio-
tismo es amor racional, y, por consiguiente, para ser legítimo, ha de
tener por fundamento el juicio verdadero de la razón, libre de los arre-
batos pasionales que la ciegan, y de los sofísticos discursos que la
extravían.
Para amar provechosamente á nuestra patria, apliquémonos ante todo
á conocerla. Estudiemos su Historia; que en esta parte, no hay proletarios
sin árbol genealógico en la esfera de los pueblos civilizados. Pero no se
reduzca ese estudio á un diletantismo heráldico; no nos limitemos á des-
cribir los blasones de nuestro linaje, sino procuremos ahondar en las
circunstancias que nos conducen á un conocimiento profundo de su ca-
rácter.
Todas las profesiones honestas honran á los que honestamente se
ejercitan en ellas; pero no todas se acomodan á todos los caracteres; y
hay quien es artista genial, y haría un infelicísimo comerciante; hay
hombres de altas dotes para las ciencias naturales, y enteramente ne-
gados para el gobierno; y los hay incapaces de sentir la belleza artística
y sutilísimos en el cómputo de la ganancia.
Algo de esto acontece también á los pueblos: Grecia tuvo el genio de
las artes, Roma el espíritu de las leyes, el pueblo Fenicio la habilidad
<1) «You may fire when you are ready, Gridley.»
426 CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO
mercantil y el pueblo Hebreo fué el antiguo depositario de la verdadera
Religión. Entre las naciones modernas, Francia tiene el don de la vulga-
rización; de suerte que no hay mejor medio para difundir una idea en el
mundo, que inocularla en la nación francesa. De allí salieron para
extenderse por toda la tierra, el volterianismo y el culto, hoy uni-
versal, del Sagrado Corazón. Inglaterra posee el secreto macedónico
de imperar dividiendo á sus émulos; Alemania tiene el espíritu de labo-
riosidad sistemática; los norteamericanos parecen dotados del genio
de las gigantescas empresas técnicas. España no ha mostrado ninguna
de esas dotes, y no se parece á los fenicios en el comerciar, ni á los
romanos en el gobernar, ni á los griegos en la inagotable originalidad
artística y científica.
¿En que está, pues, lo fuerte de España? ¿En qué consisten sus ver-
daderos timbres de gloria?— Á nuestro juicio, en aquello mismo en que
hemos reconocido su misión providencial: en ese espíritu de religiosa fe
y noble desinterés, que la hizo en tiempos pasados paladín del Catoli-
cismo, primero contra los musulmanes y luego contra los protestantes, y
puede hacerla todavía en lo presente ó en un próximo porvenir, un como
alcázar de los bienes ideales, cuya sed comienzan á experimentar ar-
dientemente otros pueblos, donde abundan los bienes de la tierra, mul-
tipUcados por la industria y el comercio.
Non ex solo pane vivit homo: El hombre no vive de sólo el pan ma-
terial. Hay en él apetitos, hay aspiraciones, que, una vez satisfecha la
necesidad del pan corporal, le hacen anhelar por otros bienes de un or-
den más subido; de los cuales halla algo en las ciencias, algo en las ar-
tes; pero cuya hartura no puede conseguir sino en el orden sobrenatu-
ral: en la esfera de la Religión. Y España, que nunca será tan abundante
en queso y manteca como Suiza y Holanda, ni tendrá ya tantos bosques
como los países del Norte, ni tanta hulla como Inglaterra, ni tanto trigo
como Siberia, ni tanto oro como los Estados Unidos; ¡puede todavía ser
para todos los pueblos civilizados, un alcázar del espíritu religioso; un
museo altamente educativo para las generaciones por venir, que acudi-
rán á ella para estudiar y admirar y aprender las maravillas de los siglos
de fe! Esto es lo que España puede ser: lo único grande, que por ven-
tura puede ser en el mundo: como Grecia vencida continuó siendo una
escuela de las artes para el mundo romano; como Roma humillada si-
guió siendo una escuela del Derecho para los pueblos germánicos.
Recorramos los tesoros de nuestra Literatura, y veremos que resplan-
dece en ellos, tanto como el arte, la religiosidad de nuestro pueblo; y
que el día en que un sectarismo imbécil, como el que impera actual-
mente en Francia, pretendiese destruir los monumentos literarios que
nos hablan de la Religión católica, habríamos de borrar las obras de to-
dos nuestros clásicos; pues, no sólo los inmortales Luises (de Granada,
de León, de La Puente y de La Palma); no sólo los autores ascéticos,
CHAUVINISMO Y PATRIOTERISMO 427
sino el mismo Quijote; nuestra novela, nuestro teatro, toda nuestra poe-
sía, está empapada de Catolicismo. Y otro tanto aoontece en las otras
artes. ¡No es posible formar un museo de artes españolas, sin poblarlo
de vírgenes de Murillo, de santos de Ribera, enfrailes de Zurbarán!
¿Que sería de España, si se arrancaran de su suelo los. monumentos
de la Religión católica? ¿Qué, si se hubiera continuado la obra insensata
de destrucción, comenzada en el pasado siglo? Otras naciones pudieran
ufanarse todavía con sus bosques, con sus fábricas, con sus gigantescas
construcciones hidráulicas. ¡En España, derribadas las catedrales, des-
truidos los templos, asoladas las ermitas que coronan todas nuestras
colinas, todas nuestras montañas; no quedarían por doquiera sino cam-
pos de soledad; y el extranjero no hallaría en nuestra Península cosa
que llamara su atención ó exigiera su respeto!
Los atentados anarquistas interrumpieron un poderoso movimiento,
que hace pocos años se iba marcando en el extranjero, de curiosidad
por España; de deseo de visitar nuestra Península. Á nuestro juicio, esa
interrupción es puramente accidental y pasajera. La corriente turista
volverá á encauzarse hacia nuestro país, porque, pese al menosprecio
que hacia nosotros afectan los que no nos aman, en nuestro país tiene
mucho que aprender el mundo moderno.
Y ¿qué es eso que tiene que aprender aquí? No ciertamente la pun-
tualidad y rapidez de los trenes, cuya marcha lenta é irregular nos re-
prochan; ni el comfort de nuestros hoteles, que apenas logran satisfacer
las más imperiosas exigencias de los extranjeros; ni la prosperidad de
nuestras industrias, ni el adelanto de nuestra policía urbana, ni la serie-
dad y constancia de nuestros gobiernos.
Lo que habrían de aprender en España los hombres de la moderna
civilización, tan pagada de sí misma, es la vida sobria y dichosa de un
pueblo que conserva su fe y sus costumbres cristianas; de un pueblo
que pudo llegar á ser teólogo, antes de aprender á leer; lo que habrían
de admirar es la estructura de un país labrado á martillo por las luchas
seculares sostenidas por su Religión: para quien su Religión constituye el
alma de sus instituciones, el genio de sus artes, la significación de sus
monumentos.
Exciident alii spirantia mollius aera!...
Otros pueblos nos han aventajado en las artes, otros en el espíritu
analítico y crítico. Muchos nos aventajan aún en las ciencias, muchísi-
mos en la industria, casi todos en la seriedad de su política, más ó me-
nos desacertada...
Tü.J
¡Tú, pueblo español, acuérdate que tienes un alma troquelada en la
fe católica, y sólo mientras fueres católico conservarás tu nombre y tu
valer y el carácter propio que han impreso en ti doce siglos de Historia!
R. Ruiz Amado.
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS
EL VOTO PLURAL
Todo Gobierno debe ser representativo. Así lo afirman hoy la genera-
lidad de ios escritores de Derecho público. Pero ¿dicen todos lo mismo?
No, ni mucho menos.
Cuando esta palabra, representativo, llegó á tomar estado, por decirlo
así, en la ciencia política, todos los que la empleaban no querían dar á
entender con ella sino el significado de «constitucional»; es decir, Gobierno
en que se reconociera la soberanía nacional, y en el que la autoridad en
el ejercicio de sus tres funciones, distintas é independientes, estuviese
desempeñada por representantes del pueblo, en quien de un modo in-
alienable residía siempre la suprema autoridad de la nación.
La palabra «representante» empleada en este sentido, tenía una natu-
ral y estricta significación. Representante de otro es quien ejerce en su
nombre algún ministerio público ó privado; y los funcionarios públicos
en todos sus órdenes y grados, que con mandato imperativo ó absoluto
y libre ejercen cualquier oficio de autoridad, son representantes del pue-
blo, en quien reside dicha autoridad; pueblo que, ó porque no puede
ejercerla por sí, ó porque quiere, la delega en otros.
En cambio, los enemigos de las formas de gobierno puras ó absolu-
tas, afectos, por consiguiente, á las formas moderadas; los adversarios
francos del sistema constitucionalista, como los desengañados de la efi-
cacia práctica de este sistema, al exponer sus teorías de Derecho Político,
emplean también la palabra Gobierno representativo pero no en el sentido
antes explicado, sino en el de representativo de la voluntad de la nación,
que, como sujeto natural de la autoridad soberana, la concretó en la forma
determinada existente; y más comúnmente aún en el sentido de petición,
hecha al sujeto actual de la autoridad por el órgano correspondiente
creado dentro de esos sistemas políticos para el ejercicio de esta
función.
En ambos sentidos, la palabra representativo está empleada en su
justo valor. Porque representativo del sujeto natural de la autoridad sobe-
rana lo es el Gobierno por ella libremente constituido; y representativo es
también todo sistema en que se admite la representación de las necesi-
dades públicas y se organiza la forma en que se ha de proponer y pedir
el otorgamiento de las leyes que remedien dichas necesidades.
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS 429
Un tercer grupo de escritores, monistas en filosofía, materialistas ó
idealistas, y todos ellos partidarios necesariamente de la evolución del
ser único, que en su última manifestación se presenta á nuestros ojos en
la forma político-social, como ser uno y viviente; llaman también repre-
sentativo al Gobierno que resulta como consecuencia de esta última y
natural etapa de la evolución. Pero, ¿con qué derecho pueden llamarle
así? Y si para ésto no hay derecho, ¿qué razón les mueve á emplear esta
palabra?
Todos estos, confiésenlo ó no, tienen que ser por fuerza de la lógica
necesariamente socialistas. Un ser social, total, formal y materialmente
uno, ya se le considere atómicamente constituido, ya sea su constitución
orgánica, no arguye sino una sola personalidad: todas sus partes, átomos
ú órganos no subsisten en sí, sino en el todo; carecen, por tanto, de per-
sonalidad propia; y dicho se está que, en donde no hay personalidad
individual ó colectiva, no hay sujeto de derecho. No cabe, por tanto,
dentro de los sistemas inspirados en estos principios, individualismo
de ningún género, ni radical ni moderado: todas las entidades físicas y
morales comprendidas en la unidad de ese Estado dicen relación y
dependencia absoluta de ese todo físico, cuya cabeza ó Gobierno dis-
pone, como la cabeza en el organismo humano, de todas su facultades
y de los órganos encargados de las funciones á éstas correspondientes.
En otros términos: no existe otro derecho que el derecho del Estado,
expresión sintética del más puro socialismo.
Y sin embargo, el Gobierno de esta constitución político-socialista
es llamado por sus expositores representativo. ¿Y en qué se fundan para
calificarle de esa suerte? Dicen que las funciones llevadas á cabo por las
partes de ese todo son del todo, no de las partes, y, por tanto, el acto
funcional de éstas es meramente representativo del todo. Pero, ¿quién
no ve aquí una perversión completa del sentido natural y corriente de
las palabras, ó, lo que es lo mismo, del sentido común? Según dichos expo-
sitores, el elegido, el mandatario no es el representante, sino el repre-
sentado, contra lo que hasta aquí (y Dios mediante hasta el fin del mundo)
ha entendido el que daba á otro comisión para desempeñar en su nom-
bre lo que él por sí no podía ejecutar, creyendo que el así designado le
representaba á él ó pedía y representaba á otro lo que él por sí no podía
pedir ó representar; afirman estos señores, que el mandatario es el que
da el encargo, y el mandante el que lo recibe. ¡Qué sorpresa no recibirían
y recibirán los encargados de traducir en la ley los principios del Dere-
cho natural al ver así pervertidos los conceptos naturalísimos del con-
trato de mandato, consignados en los códigos de todos los pueblos!
Concedido que los actos de las partes son del todo; pero en donde
no existe sino una sola personalidad, ¿cómo atribuir á la parte el carác-
ter de representativa del todo? Toda representación arguye dos perso-
nas formalmente distintas, y en donde no hay éstas, no cabe represen-
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 29
430 GOBIERNOS REPRESENTATIVOS
tación; los actos sólo pueden atribuirse á la única persona existente.
¿Quién ha dicho nunca que los actos de la mano, del pie, de cualesquiera
otros órganos del organismo humano son representativos del hombre?
No: son actos del hombre, que, al obrar por medio de sus órganos, no da
á nadie representación, sino que obra por sí mismo.
No cabe, pues, calificar de representativo un Gobierno de esa espe-
cie. Y, siendo esto tan obvio, ¿á qué ese empeño sistemático de confun-
dir el lenguaje, y seguir apellidando de ese modo á los nuevos Gobiernos
socialistas que se trata de implantar? ¡Ah!, la razón es patente á los ojos
de los que miren la cuestión con desapasionamiento, y conozcan algo del
fondo de la conciencia y de la historia político-literaria de esos escrito-
res. Todos ellos vienen del campo del individualismo radical; ellos son
los propagadores de la libertad absoluta en el ejercicio de los derechos
del hombre; los establecedores del sistema de la soberanía popular in-
amovible; y es muy duro, y hasta expuesto, decir al pueblo que le han
engañado; que no hay tal libertad ni tales derechos, que los ciudadanos
son ruedas inconscientes de una máquina que se llama Estado, el cual
les moverá á su antojo y exclusivamente para su fin. De aquí la necesi-
dad de seguir arrojando arena á los ojos de esa multitud ignara, hacién-
dola falsamente entender que seguirá siendo soberana, toda vez que sus
Gobiernos seguirán siendo representativos.
No insistimos en estas consideraciones, por no ser el objeto especial
de nuestro artículo; y desechando por infundada esta calificación de re-
presentativo en el último de los conceptos que acabamos de exponer,
nos hacemos cargo de los dos primeros, únicos en los que cabe la dis-
cusión del voto plural.
En ambos supuestos, lo mismo cuando se parte de la soberanía na-
cional amovible, que de hecho se concretó en una persona determinada,
á la que es necesario representar las necesidades sociales por medio de
un órgano, como las Cortes del antiguo régimen, que cuando se afirma
la soberanía inmanente de la nación, en pueblos numerosos que no pue-
den ejercer directamente esa autoridad soberana, se requiere el nom-
bramiento de personas que, en ambos casos, ejerciten la respectiva fun-
ción indicada. ¿A quienes corresponde el derecho de hacer esta desig-
nación? He ahí el magno problema de los gobiernos representativos.
Si hubiéramos de considerar al hombre en abstracto (y este es el
gran defecto de las escuelas racionalistas en la resolución de este pro-
blema), á todos y de un modo igual debiera de reconocerse este dere-
cho; todos participan de una igual y común naturaleza; á todos les ha
sido dada la sociedad como medio de alcanzar su fin, y de la voluntad de
todos los que constituyeron las sociedades políticas determinadas proce-
de la representabilidad de suforma de gobierno. Pero esto eshablar de una
sociedad y de unos hombres ideales, que, por desgracia, en la vida prácti-
ca no se dan, y en esta vida es en donde hay que resolver el problema.
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS 431
Tan naturales como le son al hombre sus condiciones esenciales, le
son las accidentales con que viene á la vida, y con que trabaja en ella
para realizar uno ú otro estado social; la inteligencia, la virtud, las fuer-
zas con que verifica ese trabajo son distintas en cada uno, y distintas
tienen que ser necesariamente sus consecuencias; y de esta suerte, al lado
de la igualdad fundamental de nuestra especie, resultará una desigualdad
connaturalísima, que capacitará de muy distinta manera á los hombres
para el ejercicio de las diversas funciones que hayan de desempeñar en
la vida social. En la vida práctica, ¿qué racionalista hubo ni habrá jamás
que, para curar sus enfermedades, ó resolver sus dudas de derecho,
pregunte y esté á lo que le diga el primer hombre que pase por la
calle?
Y no se diga que, tratándose de las funciones de la vida público-
social la cuestión varía de aspecto, pues en ella todos estamos dotados de
igual capacidad. ¿Cuándo ni por quiénes se ha prescindido nunca de la
inteligencia y de la moralidad para el ejercicio de esas funciones? Si no
lo aconsejara así el sentido común, bastaría para confirmar esa conducta
el ejemplo de todos los pueblos, en todas las épocas, y las legislaciones
especiales sobre esta materia (aun la dictada por los defensores del
igualitarismo), exigiendo condiciones de capacidad, tanto más exquisitas
cuanto más trascendentales los actos de las funciones que se confieren
á una persona determinada.
Tan clara y tan confirmada por la experiencia vemos la necesidad
de esas dotes, que nos creemos dispensados de confirmarla con otras
razones. Y esto supuesto, la cuestión en que nos ocupamos en este
artículo se plantea de la manera siguiente:
La designación de representantes, en los dos casos antes propuestos,
¿es una función social á cargo de los ciudadanos? ¿Lo es de todos
arguye alguna capacidad? ¿Cómo debe ésta determinarse?
Supuesta dicha organización, función social es la designación del
representante, como lo es el ejercicio de dicha representación por el
designado; como lo son los actos todos de la vida social por sus órganos
correspondientes. Así fué constituida la sociedad, y así debe vivir;
prescindir de ese acto trascendentalísimo de su vida, es alterar su consr
titución ó condenar la sociedad á la muerte. ¿Y quién, si no los ciuda-
danos, han de ser los encargados de esta función? ¿Por ventura lo serán
los individuos que no pertenecen á la sociedad? Ya en otra ocasión (1)
discurrimos acerca de esta materia, alegando las razones en que nos
apoyábamos para afirmar que la designación de representantes era no
sólo un derecho cualquiera, sino una función social, obligatoria para el
ciudadano, y como tal exigible, desde el momento en que así lo estable-
, (1) Razón y Fe, t. VII, p. 430, Diciembre de 1903.
432 GOBIERNOS REPRESENTATIVOS
ciera la ley. Partiendo, pues, de estas razones, que damos aquí por
reproducidas, pasamos á contestar al segundo extremo de la cuestión.
¿Tienen todos ese derecho y obligación? Si la palabra todos se toma
en un sentido absoluto, evidentemente que no; aun las legislaciones más
radicalmente establecedoras del sufragio universal, no podían otorgar
ese derecho á los niños, y de hecho, ni le otorgaron tampoco á la mujer
en la mayor parte de los casos, ni se concedió tampoco en ninguna parte
á los declarados por sentencia reos en algún grave defecto moral. Todos
convienen en que se necesita capacidad; el problema, por lo tanto, se
circunscribe á la determinación de esa capacidad.
¿Y cuál ha de ser la medida de esa determinación? Evidentemente, el
fin de esa función, la trascendencia de ese acto. Así como para el fin de
la guerra se exige en todos capacidad física necesaria para soportar sus
rigores, é intelectual en grado superior á los que hayan de dirigirla, así
en todas las demás funciones que cooperan al fin nacional se exige la
capacidad respectiva, tanto mayor cuanto más importante es la función.
¿Y en dónde puede darse mayor importancia que en los actos que con-
ducen á la determinación de las relaciones sociales de todo género, al
fomento de los intereses públicos, morales y materiales; en una palabra,
al recto ejercicio de la autoridad?
Y no vale decir que el elector no es el encargado de resolver esos
problemas, sino el representante. Porque para los partidarios del sistema
de la soberanía nacional inalienable, la lógica impone el mandato impe-
rativo, que entraña la resolución personal por el elector de todos esos
problemas; y en todos los demás casos, si la elección es sincera (supuesto
de que parte el legislador), el elegido representante nunca puede ser otro
que el ciudadano que inspire la confianza de haber de realizar el pensa-
miento y la voluntad de sus electores. Es decir, que este criterio deficien-
tísimo de los individuos que componen el pueblo es el que ha de preva-
lecer en la solución de tan difíciles problemas. Testigo de esta verdad,
en la vida moderna, lo son las continuas añrmaciones de este supuesto
en boca de los mismos representantes, y los frecuentes cambios de
Gobierno y disoluciones de Parlamentos, por creerse en esos casos que
unos ú otros no están conformes con la pública opinión.
Si, pues, es verdad que el sufragio universal, con las limitadísimas
excepciones antes anotadas, arguye la prevalencia del criterio de las
multitudes, ¿cuál será la suerte del progreso en donde la ignorancia
(signo, en esta hipótesis, característico del legislador) es la encargada
de resolver los difíciles problemas que el progreso entraña? Y en donde
el criterio moral rebajado ó enteramente obscurecido, como por desgra-
cia va sucediendo, mantenga vivos en el corazón de esas multitudes
todos los odios y deseos de venganza, toda la envidia y la ira de que es
capaz la naturaleza humana, ¿á qué excesos no llegará en sus determi-
naciones el peso brutal del número, imponiéndose en los comicios?
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS 433
¿Interviniendo en mayor ó menor grado todos ó algunos de esos factores
en el arreglo de la vida pública, qué orden ni qué paz pueden prevalecer
en los pueblos?
Quizá tachen de exageradas estas afirmaciones los partidarios de ese
procedimiento político, alegando en su favor la marcha tranquila de los
pueblos viviendo en ese medio; pero al hablar así olvidan la historia, no
se hacen cargo del fenómeno psicológico-social que ante sus ojos se está
realizando, y, sobre todo, parten de un supuesto falso, mil veces repetido,
el cual urge deshacer, á fin de no llegar á los excesos á que nos condena
tanta malicia ó tanta ceguera.
Los que así hablan olvidan las luchas porfiadas y sangrientas que
precedieron al establecimiento del sufragio universal. Al juzgar la
aparente tranquilidad con que hoy impera en algunos pueblos, no
advierten que, si existe de derecho, de hecho no se practica, toda vez
que las multitudes, arrastradas por la imposición de los caciques ó por
el oro de la plutocracia, en su inmensa mayoría no muestra su opinión
ni tiene conciencia formal del acto que realiza. Hoy esas multitudes viven
tranquilas, porque en el terreno del derecho, y mejor dijera del privilegio,
nada les queda que pedir; el día en que ese estado se modifique y
adquieran esas multitudes, como ya se está verificando, conciencia plena
de su poder y de su fuerza, aparecerán los fenómenos que antes indicá-
bamos, de los que son digno prólogo los excesos de la Commune y los
más recientes de que fué víctima la ciudad de Barcelona.
Esa participación incondicional de todos en la vida política y admi-
nistrativa de los pueblos, lejos de ser un adelanto en la vida pública, es
un retroceso: por ahí se empezó; esa fué la vida política de la mayor
parte de las sociedades primitivas (1); pero á medida que las dificultades
prácticas y la razón y la experiencia de consuno pusieron de manifiesto
lo absurdo del sistema, abandonaron ese procedimiento para emplear
el que tiene por base para la elección una reconocida capacidad.
Y este es, refiriéndonos ahora á la vida moderna, el falso hecho en
que se apoyan, como antes decíamos, los que, con temerario tesón,
defienden las excelencias del sufragio universal. Se dice á todas horas
que esta forma de elección es el signo de la civilización presente, adop-
tado por todos los pueblos, y nada hay más lejos de la verdad.
(1) El sufragio universal era la forma adoptada en las primitivas democracias direc-
tas de Grecia y Roma, y en nuestra nación tenemos ejemplos de él en la formación de
los estados que renacieron en la reconquista. Al sufragio universal equivalía en Cata-
luña la facultad de nombrar Procuradores y Concelleres á los Caps de casa, cabezas
de familia, sin excepción. Más estrictamente se ve establecido en Marquínez de Álava
para la elección de Procuradores y Juntas municipales. Ese era el procedimiento en
Guipúzcoa para la elección de los Alcaldes de Hermandad; todos los vecinos tenían este
derecho.— Los Procuradores de las Anteiglesias para las Juntas de Vizcaya también eran
elegidos por todos los vecinos. Y este era también en un principio el procedimiento
para el nombramiento de los representantes de las Universidades en Aragón.
434 GOBIERNOS REPRESENTATIVOS
En el continente europeo sólo Francia y España, seguidas de la dimi-
nuta Suiza y de las insignificantes Noruega, Grecia y Bulgaria, han acep-
tado el sufragio universal é igual para las elecciones políticas y admi-
nistrativas. En Francia fué establecido por una reacción revolucionaria
del año de 1848, que en vano se ha tratado de rectiñcar, á pesar de cono-
cer el daño. Y en España, pedisecua de Francia en todos los grandes
desaciertos políticos y sociales, se adoptó por condescender con los
patrocinadores de ese funesto influjo y atraer á la vida normal política,
establecida por la reacción de 1876, á los antiguos radicales, muchos de
ellos provocadores y sostenedores de nuestra efímera pero funesta repú-
blica.
¿Y el ejemplo de estas dos naciones desdichadas, en las que, sin duda
por haber interpretado de esa suerte el derecho de sufragio y las liberta-
des políticas, y más especialmente la de la prensa, tomó tanto vuelo la
idea anarquista que las condena á la muerte, ha de bastar para hacer
esa afirmación tan rotunda de que el sufragio universal es el patrimonio
de los pueblos modernos? Italia, la pecadora Italia, la patria de Cavour y
Garibaldi, aun en los momentos de más exaltación revolucionaria, no
admitió el sufragio universal: su ley electoral de 1899 establece la repre-
sentación bajo las bases de la capacidad y del censo; la condición de
saber leer y escribir excluye de las listas electorales un 60 por 100 de la
población adulta; y dentro de los incluidos en ellas, los capacitados de
distintos grados para las elecciones políticas alcanzan un 77 por 100 del
número total de electores: á todos, á excepción de los capacitados inte-
lectuales de grados superiores, exige la ley el pago por contribuciones
directas de 20 liras ó un alquiler mínimo de 500 liras por fincas rústicas,
ó 150 á 500 por urbanas, según la importancia de la población. De esta
suerte, en una nación con doble población que España, sólo alcanza el
censo la cifra de 2.120.000 electores.
Si de Inglaterra se trata, nación tantas veces citada como prototipo
de la cultura moderna, en cuya constitución política, bien mal interpre-
tada por cierto por los que acuden á ella como modelo, se inspiraron
todas las constituciones actuales del continente, fué rechazado siempre
el sufragio universal; para la administración local, en absoluto; en Ingla-
terra se profesa culto al principio de que «el que nada paga, nada tiene
que administrar». Y si del electorado político se trata, aunque es verdad
que la ley de Gladstone de 1884, extendiendo el sistema electoral de los
Burgos á los Condados y señalando la representación proporcional (un
diputado por 50.000 almas) contradice en parte su constitución orgá-
nica, pero no llega al extremo del sufragio universal; aun se exige por
ella el pago de alguna cantidad por alquiler, como mínimum de capa-
cidad.
Austria y Hungría eligen sus Cámaras representativas por medio del
sufragio restringido. Austria, con su sistema de representación por cía-
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS 435
ses, sólo admite el sufragio universal para la quinta curia, que tiene dere-
cho á elegir 72 diputados de los 425 que componen el Reichsrath; pero
como las condiciones de la quinta curia se dan en las demás, todos pue-
den votar en ella; y como, por otra parte, los votos son acumulables, las
elecciones de esta curia se ven muy influidas por los votos de las res-
tantes, atemperándose de esta suerte los resultados de este exiguo y
mal llamado sufragio universal.
Alemania, quizá, es el país en donde, por punto general, tiene menos
aceptación esa extensión inconsiderada del sufragio. Si se exceptúa el
Wurtemberg, Estado de pequeña consideración relativamente al total de
la población del Imperio, en todos los demás Estados, lo mismo para las
elecciones políticas particulares que para las administrativas, el voto res-
tringido en sus diversas formas, censatario, por clases, capacitarlo, múl-
tiple y plural, ya sólo en una de estas formas, ya en varias combinadas,
es el procedimiento adoptado para la elección de representantes. Y, sin
embargo, para la elección del Reichstag prevalece el sufragio universal.
¿Cómo explicar este fenómeno tan contrario al espíritu alemán? Cuando
por el esfuerzo de todos se consiguió aquella tan completa victoria, que
tuvo por término glorioso la federación política de los Estados alema-
nes en el Imperio que consagró la constitución de Versalles, fué un acto
político de trascendencia dar á todos esa participación en una de las
Cámaras legislativas, como premio á su esfuerzo; nada podía temerse
entonces de esta exagerada extensión del sufragio; antes por el contrario,
supuesta la adhesión del pueblo al Emperador, era una garantía para la
consolidación de aquella obra, á la que podía oponerse el carácter inde-
pendiente de los elementos directores de algunos Estados. Por otra parte,
la vida política y administrativa local, basada en el sufragio restringido,
era garantía suficiente contra los excesos que pudieran temerse del
Reichstag, cámara que nunca podía ver consolidados sus acuerdos sin
el concurso del Bundesrath, procedente de la elección de los Gobiernos
de los Estados, y que tenía que reflejar necesariamente el carácter con-
servador que le imprimía el cuerpo electoral de su procedencia.
No se puede incluir á Dinamarca entre los Gobiernos representativos
que tienen por base el sufragio universal. La edad de treinta años , el
estar establecido el ciudadano por su cuenta en hogar propio ó arren-
dado y el no tener prohibida la administración de sus bienes, limita el
censo al 16 por 100 de la población nacional.
Suecia, Rumania, Servia, Holanda y Portugal establecen como con-
dición del voto electoral, ó el pago de alguna contribución, ó la capaci-
dad, ó ambas cosas á la vez: ninguna de ellas el sufragio universal.
¿Existe éste en Bélgica? No: aunque la ley haya reconocido un voto
á todo ciudadano de veinticinco años, prescindiendo de toda otra con-
dición, otorga al mismo tiempo el voto plural en favor de los que con-
sidera más dignos para el ejercicio de este derecho, compensando de
436 GOBIERNOS REPRESENTATIVOS
esta suerte los irritantes efectos á que conduciría aquel voto único, uni-
versal. El daño está compensado, y ni aun en esa forma hubiera tenido
cabida en Bélgica, si la ambición de socialistas y liberales coaligados no
hubiese obligado á dar ese paso á aquel Gobierno prudente, que supo
con sus medidas previsoras evitar grandes peligros y poner á aquel cató-
lico país á la cabeza de los pueblos civilizados.
Como se ve, la experiencia confirma la razón, y nada deja que oponer
á los partidarios de la ciencia positiva, para los que el hecho es siempre
la razón inapelable. Muy lejos de nosotros impugnar el hecho como
fuente de conocimiento; pero más lejos aún el considerarlo como única
fuente, y menos, si cabe, el considerar estados de derecho los que el
hecho tan sólo tiene establecidos. Todo hecho contrario á la razón debe
de ser combatido y destruidos sus efectos por los medios y en el tiempo
que la prudencia aconseje en cada caso. ¿Por ventura no ha sido esa y
no es la norma de conducta de los sostenedores del hecho actual político
á título de consumado? ¿No eran un hecho consumado las constituciones
políticas precedentes y las actuales alejadas de lo que llaman «el nuevo
derecho», que ellos combatieron y combaten con tanto empeño? No se
diga, pues, que esos hechos los consagra un principio científico-político
intangible; confiésese sinceramente que no se quiere tocar lo que la uti-
lidad, el egoísmo ú otros motivos más bajos, si es que los hay, aconse-
jan se conserve.
Y sea esta la primer razón que alegamos á los que sistemáticamente
se oponen á toda reforma en nuestra legislación electoral, que suprima,
ó atenúe al menos, los efectos del sufragio universal igual, en mal hora
admitido en nuestra patria.
¿No basta el ejemplo de tantas naciones de primer orden y de las
muchas que las secundan, oponiéndose á un sistema tan irracional y per-
nicioso? Prescindiendo de Rusia, con sus 105 millones de habitantes
en nuestro continente, en donde la representación para la Duma y para
su régimen administrativo se realiza por el censo restringido (y en
este sentido bien pudiéramos incluirla en nuestra cuenta). ¿No pesan
nada en la balanza de esa ciencia positiva esas 12 naciones á que antes
nos hemos referido, con más de 210 millones de habitantes, oponién-
dose, más ó menos radicalmente, al sufragio universal? El orden, la
cultura, la sensatez de esos 12 pueblos y de esos 210 millones de habi-
tantes, ¿no han de valer más en el ánimo de nuestros políticos pen-
sadores, que esos otros 70 millones, de los que 49 pertenecen á Francia
y el resto á esos otros pueblos insignificantes, que en su falta de auto-
nomía moral son arrastrados por el influjo de esa gran nación, hoy tan
decadente?...
Hora es ya de volver por los fueros del sentido común; de cerrar el
paso á esa ola de anarquismo que nos amenaza, si es que no estamos
ya envueltos en ella, y de rectificar los malos pasos que, la irreflexión ó
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS 437
una indisculpable condescendencia hicieron dar á nuestro pueblo. Puesto
que las razones que aconsejan esa rectificación son claras y el ejeriplo
es patente, imitemos éste.
No dejamos de reconocer que una reforma radical resulta actual-
mente poco menos que imposible. Suscitaría necesariamente una revolu-
ción sangrienta en un pueblo que vive engañado acerca de la extensión
legítima de sus derechos políticos, cuya posesión no se dejaría arrebatar,
ni comprendería, en el estado actual, las razones de justicia que se
alegaran para ello.
El pueblo vive ciertamente engañado: se le ha hecho entender el de-
recho que tiene para nombrar sus representantes; pero no se le explicó
la naturaleza de ese derecho, los deberes que supone y las condiciones
para su ejercicio.
Si se le hubiera hecho entender que ese derecho no era esencial en
la vida del Estado puesto que la sociedad puede alcanzar su fin sin ese
medio, como lo prueba el recto uso de la autoridad en los Gobiernos no
representativos á la moderna, que justifica la legitimidad de éstos, cier-
tamente que no. hubiera procurado ese derecho con tanto ^^mpeño. Si
convencido de esa verdad llegara á comprender que siendo solo condi-
ción natural, no esencial, de la vida de la nación el derecho de sufragio,
subsistiría éste mientras la voluntad nacional no pactara lo contrario,
pero que sobre él cabe el pacto constitucional, que como en todo dere-
cho de este género, puede prescindir de él ó establecerle según lo pida
la historia, el carácter y la cultura de cada país, es más que probable
que su establecimiento ó modificación no causaría las perturbaciones
que costó ni los nuevos males que nos amenazan.
Menos temibles serían aún esos daños si al informar al pueblo se le
hubiera convencido de que ese derecho, como todos, por muy natural
que sea, arguye capacidad, como antes indicábamos, y principalmente
que no es un derecho privado (como todos reconocen al oponerse á que
de él dispongan los particulares á su arbitrio), sino un derecho público,
pues que su término es el bien público general, y que, como todos los de
este género, dice relación á los derechos de los demás, supone deberes
irrenunciables y el ejercicio recto del mismo, ya que no puede dirigirse"
tan sólo al bien particular.
Por fin, se aquietarían las gentes si entendiesen que establecido el
sufragio como órgano de la vida pública en las sociedades que se hubie-
sen constituido en un régimen representativo, á la ley corresponde el
determinar su extensión y la forma de su ejercicio, teniendo en cuenta
los altos fines de su institución.
Pero ¿cómo llegar á esa tan necesaria reforma? Por pasos contados;
no hay otro medio. Es necesario preparar la inteligencia del pueblo á
fin de llegar á mover su voluntad. Se impone la cultura general sobre
este punto, hoy del dominio público y plagado de errores, y para ello es
438 GOBIERNOS REPRESENTATIVOS
un deber, por parte de los que sienten el daño, el descender á la arena^
el sacrificarse, aleccionando al pueblo por cuantos medios de propaganda
autoriza la ley. Es inútil reconocer el daño y callarse ó permanecer inac-
tivo: están en pleito intereses grandísimos; no es el menor de ellos el
sagrado de la patria, y se impone el luchar en el campo de la vida pública,
único en que se riñe la batalla.
Quizá los primeros pasos que debieran darse en este sentido fueran,
dentro del criterio de la ley actual, ampliar el número de los excluidos
como indignos; y fuera de ese criterio, abrir camino al voto plural.
¿Por qué entre los indignos han de considerarse comprendidos sola-
mente los reos de grandes delitos? ¿No arguye falta de moralidad sufi-
ciente para el ejercicio de función tan delicada, la transgresión de la ley,
aunque no sea en tanto grado, y más aún la reincidencia en cualquier
clase de delito? Y aun sin transgresión de ningún género. ¿Cómo incluir
en la lista de electores á los enemigos declarados de la sociedad y de la
patria? Los que públicamente manifestaren estos sentimientos, ó estu-
vieren adscritos á agrupaciones que tuvieren esos ñnes, no pueden alegar
ningún derecho á la intervención directa ó indirecta, política ó adminis-
trativa de la nación en cuya desmoralización y consiguiente ruina cifran
sus esperanzas.
El voto plural, dentro de las medidas de otro género, no es cierta-
mente el remedio eñcaz que reclama el daño, pero sería un alivio de
import^ancia y, sobre todo, implicaría el reconocimiento del mal y el intento
de extirparlo, que no es poco cuando de recobrar la salud se trata.
¿Y qué signiñca el voto plural? El atemperamiento del sufragio uni-
versal: es matar la crudeza de éste; oponer al peso brutal del número
insconsciente la influencia de la honradez, de la moralidad, de la inteli-
gencia ilustrada, del interés positivo en la conservación del orden y en la
prosperidad social. ¿Cómo? Otorgando además del voto común á todos
los ciudadanos, otro ú otros más, en relación con las circunstancias que
acabamos de anotar; porque si es razonable otorgar alguna participación
al que tiene algún interés, nada más conforme con ese mismo principio,
que el que esa participación sea tanto mayor cuanto mayor sea ese inte-
rés; y si se atiende al fin del sufragio, nada más justo que el otorgar
mayor influencia directa ó indirecta en la constitución y gobierno del
país al más digno, al que con mayores probabilidades de acierto puede
intervenir en él.
No se nos oculta que lo difícil en ese caso es determinar cuáles sean
esas circunstancias y el valor subjetivo que puedan tener: que la riqueza
y la ilustración por sí solas no bastan si no las acompaña la moralidad;
pero siendo como son elementos favorables á la capacidad, ¿cómo no ele-
girlas también como base para el señalamiento de esa distinción elec-J
toral? La ley no desciende, ni puede, á los casos determinados, en los
que acaso no se dan las razones particulares de su otorgamiento; se
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS 439
inspira en los principios generales, en las razones comunes, en el modo
ordinario de ser de la vida; y en el caso concreto que tratamos, ¿qué
duda cabe que el adulto y con hijos, que con su laboriosidad y sus vir-
tudes logra fundar un hogar; que con la virtud del ahorro que propor-
ciona la vida modesta adquiere un capital; que quien destruyó la natural
rudeza con el estudio, y tiene conciencia mayor ó menor del valor de los
problemas que entraña la vida pública, es el naturalmente designado
para ejercer con fruto la función del sufragio?
Así lo han entendido la mayor parte de los pueblos antes citados,
quienes para la representación política y administrativa otorgan el voto
plural, ú otro equivalente como el de clases, ó el múltiple, variando en
la determinación de su extensión, según la cultura reconocida de cada
país desde el máximum de cuatro votos que otorga Bélgica hasta el
de 30 que se concede en Bochum (Alemania) para la elección de algu-
nos organismos administrativos.
Ya sabemos que la simple proposición del proyecto levantaría tem-
pestades en el campo de los ignorantes, de los desleales á la patria, y
más aún en el de los especuladores de la política; pero en el terreno de
la razón, ¿qué podrían oponer que tuviera importancia? Y de no tenerla,
¿por qué condenar á la nación á vivir esclavizada en ese yugo?
Dirían que el proyecto era anticonstitucional, por oponerse á la igual-
dad que se establece en ella; pero ¿con qué fundamento? El artículo 24
de la Constitución sólo habla de Juntas electorales como medio de ele-
gir representantes; y dentro del sentido indeterminado de estas palabras
lo mismo cabe el sufragio restringido que el universal, y, dentro de este
último, el igual que el templado por el voto múltiple ó plural. Por el su-
fragio restringido se empezó, interpretando este texto, y si una ley le hizo
universal, otra puede introducir en éste las reformas que se estimen con-
venientes.
¡Qué destruye la igualdad! Pero ¿cómo entenderían los que así ha-
blasen la igualdad que se establece en la ley Constitucional? Allí sólo se
habla de que á todos está abierto el camino para aspirar á los honores
y cargos públicos; pero nadie ha entendido nunca que por el solo hecho
de ser ciudadano, todos ya son idóneos para gozarlos ó ejercerlos:
esa capacidad relativa, de hecho y de derecho, siempre se ha exigido.
La ley, pues, que estableciera uno ó más votos en favor de los más dig-
nos por sus condiciones ó capacidad, sería antilegal si cerrara el acceso
á esos distintos grados; pero mientras todos libremente puedan adquirir
esa capacidad, quedará á salvo el principio constitucional.
Apoyarían, sin duda, sus razones los impugnadores de esa reforma en
la contradicción aparente que resultaría de reconocer por una parte el
derecho igual de todos, y negarle por otra concediendo á algunos lo que
no se otorga á los demás. Pero, después de lo dicho, ¿quién puede dar im-
portancia á este argumento? Igualdad y extensión que pudieran no haber
440 GOBIERNOS REPRESENTATIVOS
existido, si existen, no arguyen más derecho que el comprendido en la
ley; y derecho cuyo ejercicio supone capacidad, tan varia como pueden
ser en el hombre las distintas circunstancias de que procede, es evidente
que sólo en proporción de esa capacidad diferente puede ser distribuido.
Pero añadirían, quizá: «eso es favorecer á los elementos conservado-
res del país, cualquiera que sea su filiación política, en daño de los par-
tidos avanzados, que reclutan sus adeptos entre los desheredados de la
fortuna y consiguientemente de la cultura que abre camino á esas capa-
cidades superiores». No es verdad: eso es depurar el Cuerpo electoral
atendiendo tan sólo al fin nacional y prescindiendo por entero de los
partidos políticos. No es otorgar un privilegio: es reconocer la mayor
influencia que naturalmente deben de ejercer en el gobierno y en los
destinos de la nación el talento, la virtud, el mayor interés en la paz y
orden social, dondequiera que estuvieren y cualquiera que sea el modo
que tuvieren de entender y practicar la política.
Si así realmente se hablara; ¿qué se querría decir con esos temores
no formulados claramente? ¿Que los partidos que se llamarían perjudi-
cados no se nutren con esos elementos? ¿Pues no dicen diariamente
que la cultura es su signo, y la ignorancia el distintivo de toda reacción?
¿Presentirían acaso que la experiencia demostrara lo contrario? En ese
caso, de ser sinceros, tendrían que modificar sus aspiraciones, que pro-
curar la cultura necesaria de que carecen, y abandonar la vana preten-
sión de trastornar el orden natural exigiendo que los arquitectos empu-
ñen la azada y sean los trabajadores los encargados de ordenar y diri-
gir la construcción.
Mayor fundamento tendrían, sin duda, los que combatiesen el pro-
yecto por insuficiente, toda vez que no destruiría los peligros del sufra-
gio universal. Porque ó se concedía el voto plural, dirían, con tal exten-
sión que hiciera desaparecer en las urnas la influencia de la multitud
menos capacitada; ó, de otorgarse moderadamente, subsistiría el desequi-
librio, y otra vez se vería frustrada para el gobierno la influencia deci-
siva de la mayor capacidad.
Concedemos de buen grado lo primero, que la reforma con tal ex-
tensión sería equivalente á negar el sufragio universal; más es: creemos
que sería un medio vergonzoso é indigno de combatir un mal que se re-
conoce y no se quiere confesar; y es evidente que si el ataque directo,
como antes decíamos, desencadenaría una revolución, fuera ésta más
violenta si por medios innobles tratara de combatírsele.
Pero respecto del segundo extremo de la objeción, único condu-
cente, pues por ahora no se ve encontremos medio franco para empren-
der el camino de la necesaria reforma, distamos mucho de otorgar igual
concesión. Por algo negarían á la influencia que de tal modo se ejerciera
el carácter de decisiva, porque negar que fuera alguna, sería cerrar los
ojos á la luz. Si á todos se reconoce el derecho de votar; enfrente de
GOBIERNOS REPRESENTATIVOS 441
los empobrecidos por los vicios, de los vagabundos y liolgazanes, de
los desalmados que abandonan sus hijos, de toda esa escoria de la vida
dispuesta siempre al motín, al desorden que les convida hasta con sa-
crilegos despojos, no cabe más ^defensa que multiplicar el voto de los
que son menos, de los que con el trabajo y la virtud se han despojado
de esa herrumbre. ¿Que no se alcanza con eso una verdadera compen-
sación? Pero porque sea pequeña, ¿dejará de serlo?; y si lo es, ¿á qué
despreciarla? Propongan y trabajen por realizar, los que así discurren,
cualquier otro medio práctico y provechoso, que por adelantado pue-
den contar con el aplauso y la cooperación de cuantos se interesan por
resolver este arduo problema.
Por nuestra parte, cualquiera que sea la opinión de nuestros lectores
nos contentamos con llamarles la atención sobre el peligro. Reconocer
el mal y no proponer algún remedio, seguir concediendo sin réplica, más
tarde ó más temprano, todo cuanto pretende la multitud ignorante y en-
loquecida; es abandonar la defensa de la sociedad, entregándola en manos
de sus mortales enemigos.
Félix López del Vallado.
Sexto Consreso Internoclonal de Pslcolosío
Ginebra, 3-7 de Agosto de 1909.
€,
.L primer Congreso internacional de Psicología se celebró hace
veinte años en París, bajo la presidencia de Mr. Ribot. Este primer Con-
greso se titulaba de «Psicología-fisiológica»; en los siguientes se ha
suprimido el epíteto «fisiológica». El segundo se celebró en Londres
en 1891; el tercero en Munich en 1896; para el cuarto, que se celebró
en 1900, fué elegido París; el de 1905, que fué el quinto, tuvo lugar en
Roma, y en 1909 han acudido á Ginebra más de 600 individuos para
celebrar el sexto Congreso internacional de Psicología. Nosotros asisti-
mos en representación de Razón y Fe.
El día 3 de Agosto fué el señalado para la apertura del Congreso, y,
en efecto, á las nueve de la mañana de ese día se celebró en el aula de
la Universidad la primera sesión general, con la asistencia de unos 400
congresistas; ese día y el siguiente fueron llegando más de 200, muchos
de los cuales quedaron sorprendidos al ver que el Congreso había
comenzado sus tareas el día 3 por la mañana, pues generalmente la reu-
nión del primer día se verifica á la caída de la tarde y se reduce á un
discurso de bienvenida. Este ejemplo de puntualidad nos causó buena
impresión, y nos indujo á creer que el Congreso se hallaba animado del
espíritu de trabajo y deseoso de aprovechar el tiempo. Excusado es
advertir que al hacer la relación del Congreso, ni podemos mencionar
todos los puntos discutidos, ni en cada uno de los mencionados ocupar-
nos tan extensamente como quisiéramos; antes bien, nos vemos precisa-
dos á ser breves, en la inteligencia de que para quienes desean tener
conocimiento más completo, aparecerá el volumen del Congreso con
todos los discursos y discusiones. Para mayor claridad y orden reduci-
remos á cinco grupos las materias tratadas en el Congreso.
I
PSICOLOGÍA DE LOS FENÓMENOS RELIGIOSOS
La cuestión de más trascendencia y que más vivamente interesó á
todos los congresistas fué la «Psicología de los fenómenos religiosos».
Los conferenciantes que figuraban á la cabeza eran el Dr. Harald Hóf-
SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA 443
fding, profesor de la Universidad de Copenhague, y el profesor Leuba,
de Bryn Mawr (Estados Unidos de América del Norte). Hoffding habló
del problema y método de la Psicología de la Religión. El autor de la
Filosofía de la Religión comienza haciendo profesión de pragmatista en
la psicología religiosa, proclamando la religión de los valores. *Una
necesidad, un deseo, una voluntad es siempre el fundamento del senti-
miento; mas no del sentimiento religioso, pues éste se halla siempre
influido por el medio social en que el individuo se desenvuelve.» La
Religión, según él, aparece solamente cuando el hombre se convence de
que el valor de su propia vida no depende únicamente de su trabajo y
energía; entendiendo por «valor» los hechos psicológicos puestos en
virtud de la actividad voluntaria. «Mientras el hombre se considere dueño
absoluto de su suerte y de la de sus valores, no habrá Religión; la con-
dición de la religión es la experiencia de una limitación y de una depen-
dencia de un orden de cosas más vasto que la esfera de la voluntad y
de las facultades humanas...»
Cualquiera creería que en estas últimas palabras se alude á la exis-
tencia de un orden sobrenatural, ó de un ser superior invisible, ó de una
causa primera trascendente al mundo; nada de eso. «El método psicoló-
gico é histórico, añade Hoffding, no siempre bastan para explicar el ori-
gen y evolución de los fenómenos religiosos: ¿qué hacer? ¿Recurrir á
causas trascendentes? No; hay que suponer que habrá otras fuerzas psí-
quicas desconocidas, pero naturales.» Averiguar cuáles son esas fuerzas
y cuál su relación con las conocidas es objeto de la crítica religiosa.
Porque es de saber que el filósofo de Copenhague distingue dos perío-
dos: períodos clásicos y períodos críticos de la Religión; en los primeros,
el alma lo espera todo de la Religión, en ellos la psicología puede lla-
marse religiosa; sólo en los segundos es posible fundar ó construir la
psicología de los fenómenos religiosos. Terminó encareciendo la im-
portancia de la psicología religiosa; pero no se olvide que en ella Hof-
fding prescinde de toda causa y orden trascendental.
Como no seguimos el orden cronológico de los conferenciantes, sino
el ideológico de las materias tratadas, podemos añadir aquí que el pre-
sidente del Congreso, Mr. Flournoy, se expresó en el mismo sentido
positivista ó de abstención precisiva que Hoffding. Según él, «la ciencia
no puede demostrar ni la existencia ni la no existencia de Dios; Dios está
fuera de toda ciencia. Ciertos teólogos, prosigue, quisieran recurrir á
una causa primera, tan pronto como se hayan eliminado las causas
naturales insuficientes para la explicación de los fenómenos religiosos;
pero esto es desconocer por completo las exigencias y esfera de la
ciencia que investiga las meras condiciones empíricas que determinan el
fenómeno». A muchos de los que le escuchaban, conocedores del valor
de los argumentos clásicos para probar la existencia de Dios y de la
doctrina católica sobre este punto, les ocurriría, sin duda, este pensa-
444 SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA
miento: ¿no sería más modesto, además de ser más verdadero, inculparse
á sí mismo, á su propia ignorancia, y no á la ciencia, de la incapacidad
de demostrar la existencia ó no existencia de Dios?
En todo caso, Mr. Flournoy quería excluir la necesidad de acudir á
un principio trascendente, y hablaba conforme á las ideas de W. James,
á quien citó, y en quien se han inspirado muchos modernistas. Creemos
que hablaba sinceramente, tal y como él sentía, pues llegó á decir que
otros, que creen haber resuelto este problema misterioso, estarán más
tranquilos que él. Para estas fechas también él lo habrá resuelto, pues
tuvimos noticia de que á fines de Agosto había entregado su alma á
Dios. Nosotros le debemos un recuerdo, una gratitud y un deseo. El
recuerdo de lo mucho que trabajó en el Congreso, la gratitud á sus
atenciones, que se multiplicaba por complacer á todos, y el deseo de
que Dios le haya acogido en su seno.
El Dr. Leuba no se contentó con prescindir del orden trascendente y
sobrenatural; comenzó negándolo y negando la existencia de todo ser
trascendente y absoluto. Su memoria consta de dos partes: en la primera
presenta á la Religión como función meramente biológica. «La Religión
no es ni un sistema de creencias, ni puro sentimiento; es una «manifesta-
'>ción de la vida». El hombre se dice religioso cuando entra en relación
con ciertos poderes espirituales ó fuerzas invisibles. La Religión es como
una parte de la lucha por la vida, que se hace con el auxilio de ciertas
fuerzas del orden espiritual. Es uno de los medios descubiertos por el
hombre para vivir mejor y con más abundancia de medios; es un método
de vida...»
En la segunda expone las relaciones de la ciencia con la reli-
gión, y pregunta: ¿tiene la ciencia, la psicología, derecho á tratar de los
fenómenos religiosos?; y responde: sí; porque los fenómenos religiosos y
místicos, por complicados y misteriosos que sean, al fin son sentimien-
tos, son pensamientos, son acciones psíquicas ó psicológicas. Por tanto,
el psicólogo, como tal, puede en nombre de la ciencia tratar de estudiar
tales fenómenos. Impugna la llamada por él «tendencia teológica», según
la cual el problema religioso se halla divorciado de la ciencia como en
un departamento cerrado, en un como estado de secuestro, adonde no
puede llegar la investigación científica. Esta tendencia se halla, á juicio
del conferenciante, representada por Alberto Ritschl, y se inspira en
aquella fórmula de Pascal: «El corazón tiene razones que la razón no
conoce.» «Tal punto de vista, dice Leuba, no es científico, porque se
aparta de la crítica y de la observación de los fenómenos religiosos indi-
viduales.»
Excusado es añadir que Leuba, después de la profesión atea
que hizo al principio, no admite el principio de la trascendencia, sino
que se encierra dentro del inmanentismo y del automatismo psicológico,
para explicar el principio de la conversión religiosa. Y en cuanto á lo
SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA 445
que dice de la «tendencia teológica», jamás los teólogos, al menos los
católicos, han delegado en Ritschl su representación, ni están conformes
con él en lo de aislar los fenómenos religiosos de la investigación cien-
tífica.
En tonos más radicales aún que Leuba se expresó el profesor de
Lyon, Mr. R. Dubois, diciendo que la Religión consiste toda ella en el
dogma, y que la ciencia aplasta á la Religión y destruye el dogma; y en
la última sesión de esta materia, que fué el último día del Congreso, hizo
su profesión de fe, diciendo que él ni era espiritualista ni materialista,
sino monista.
Subió á la tribuna el Dr. Lutoslawski, de Cracovia, el cual, dirigién-
dose á los que le precedieron en el uso de la palabra, les endilgó una
furibunda catilinaria: aquello era repentizar con espontaneidad, encararse
con gallarda valentía, apostrofar con intrepidez y hablar tanquam aucto-
ritatem habens, á guisa de campeón de la Iglesia católica y del orden
sobrenatural. Y aunque no todos sus conceptos fueron exactos, y salió
un poco del estado de la cuestión; pero cierto que él, si alguno, podía
hablar de experiencias religiosas, como en efecto habló de su conversión
del protestantismo al catolicismo, manifestando que había profesado por
espacio de veinte años la religión protestante por ignorar los sólidos
fundamentos de la verdad católica, por escepticismo y otros motivos
de orden moral, que, sin importarle un ardite el qué dirán, designó allí
mismo con su propio nombre.
Habló varias veces, y siempre con mucha elocuencia, el abate
Pacheu, de París, para exponer el «Progreso de los estudios místicos
desde el Congreso de 1900», insistiendo en que había que considerar los
fenómenos religiosos desde el punto de vista meramente psicológico;
pero insistió demasiado y con poco acierto en que allí, por lo mismo que
se trataba de un Congreso psicológico, al estudiar la psicología de los
fenómenos religiosos, había que prescindir de la causa primera, de si
existe ó no Dios. «El organismo psicológico, dice, puede ser comparado
á un instrumento de música que puede ser tocado por manos más ó
menos diestras; que responda al influjo de un agente natural ó sobrena-
tural, él vibrará siempre según su naturaleza propia.»
Esta comparación, sin embargo, no es apta para significar lo que pre-
tendía el conferenciante, á saber, que haya que prescindir de Dios en
esta cuestión, porque si hacemos la aplicación, tendremos que los fenó-
menos religiosos pueden ser estudiados por católicos, por protestantes
y aun por los que no tienen ninguna religión, y que aquellos «vibrarán»
ó se mostrarán según su naturaleza; pero ¿es que los fenómenos religio-
sos, por más que sean estudiados por los psicólogos, son meramente
psicológicos? ¿no son también religiosos?: luego «vibrarán» como son,
como fenómenos psicológico-religiosos. Ahora bien: si son religiosos,
¿se puede prescindir de la Religión? Tanto equivaldría á decir, como
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 30
446 SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA
respondió muy bien Lutoslawski, que, tratándose de fenómenos bioló-
gicos, hay que prescindir de la vida.
Y si no se puede prescindir de la Religión, ¿podrá prescindirse
de Dios? Comprendemos que puedan responder afirmativamente los
modernistas y los que hacen consistir la Religión en un sentimiento
meramente sujetivo; pero para un católico, como es el abate Pacheu, la
Religión, no ya considerada como culto externo, que, cierto, allí de esto
no se trataba, pero aun como acto psicológico es algo más, mucho más
que un sentimiento, total y absolutamente encerrado en el yo; es un sen-
timiento y un acto de la criatura racional, cuya proyección necesaria y
esencialmente llega hasta Dios, como á principio y dueño absoluto y
soberano de nuestra vida; si se prescinde de esta proyección, el fenó-
meno podrá ser psicológico, mas no religioso, y mal se podrá estudiar la
psicología de los fenómenos religiosos. Hemos querido fijarnos en esto,
porque atañe directa é inmediatamente á la cuestión, y la cuestión es
capital. Esto decíamos nosotros, cuando Pacheu disertaba, á un joven é
inteligente profesor de Roma, el Dr. Amándola, que estaba esperando
turno para hablar.
Hablaron muchos y mucho de la «Psicología de los fenómenos
religiosos*, pero fuera de lo que respondieron algunos católicos,
como el R. P. Munnynck, O. P., y nuestro particular amigo el dis-
tinguido y aventajado profesor del Seminario de Gerona, Dr. Dalmáu,
para corregir ciertos puntos de vista y subsanar y refutar algunas ideas
erróneas vertidas por otros, apenas se dijo cosa de provecho; la corriente
de la discusión había salido de su cauce, tanto, que en una de las sesio-
nes el presidente se vio en la necesidad de decir á los congresistas:
«Señores, hay que comenzar por clasificar ó definir los fenómenos reli-
giosos.* El que mejor estableció y puso el estado de la cuestión fué, sin
disputa, el citado Dr. Améndola. Antes de clasificar los fenómenos reli-
giosos, dijo, hay que saber lo que es fenómeno religioso; mas para que
todos convengamos en la definición, siquiera sea descriptiva, del fenó-
meno religioso, hemos de tomar los materiales, y sacar el sustratum de
ese conjunto de fenómenos que, á juicio de todos, son tenidos por reli-
giosos; ahora, para tener copia de material de este género, ningún arse-
nal tan abundante y tan universalmente reconocido como la ascética y
mística, ó Psicología religiosa española.
Muy bien dicho; ni como psicólogo pudo determinar mejor las etapas
del estado de la cuestión, ni como historiador de la Psicología reli-
giosa hablar con más verdad. Excusado es decir que inmediatamente le
feUcitamos, y nos adherimos á él como psicólogos y como españoles.
Lástima que ya se había gastado mucha pólvora en salvas, sin decir casi
nada en tantas horas de sesión y sesiones, para que ya en aquel Con-
greso se pudiera comenzar de nuevo á dilucidar amplia y ordenada-
mente la cuestión.
SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA 447
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL
Bajo este título agrupamos las discusiones habidas acerca de los fenó-
menos de mediumnité, sentimiento y cenestesia, subconciencia, percep-
ción de las actitudes del cuerpo humano y demostración de los aparatos.
Mr. Alrutz, profesor de la Universidad de Upsala, Suecia, leyó una rela-
ción sobre los fenómenos psicofisiológicos llamados de mediumnité. Tra-
tábase de investigar el influjo experimental de la corriente ó «energía
nerviosa» en los procesos psicofisiológicos. El presidente del Congreso,
Mr. Flournoy, dijo que el comité del Congreso, alentado por la publica-
ción de obras notables relativas á esta materia, como la del profesor
Morselli sobre «Eusopia Palladius», hizo un llamamiento á seis sabios
que han estudiado estos fenómenos desde el punto de vista científico.
Cinco de ellos se habían excusado, diciendo que aun no era llegada la
hora de someter los resultados de sus experiencias al gran público. Sólo
Alrutz aceptó la invitación, y el presidente suplicó á los congresistas
consideraran, sin mezcla de ninguna idea preconcebida, el aspecto exclu-
sivamente científico que ofrecían las investigaciones del doctor sueco.
Limitóse, pues, el conferenciante á exponer los métodos y aparatos des-
tinados á comprobar y medir, en cuanto cabe, la cantidad y corriente de
la energía nerviosa: asunto algo expuesto al ridículo, pero del que salió
menos mal el disertante; y aun llegó á interesar en parte al público, gra-
cias á sus explicaciones ilustradas con figuras.
Entre las memorias presentadas acerca del sentimiento, ocupa lugar
preferente la del profesor Külpe, director que ha sido del laboratorio de
Psicología experimental en la Universidad de Würzburgo, y ahora ha
pasado á serlo del de la Universidad de Bona. Comprende cinco párra-
fos ó capítulos: criterios, especies, métodos de investigación, resultados
y teorías del sentimiento. En el primero describe los sentimientos, en el
segundo los clasifica, en el tercero expone los métodos de investiga-
ción, en el cuarto enumera los principales resultados obtenidos por
estos métodos, en el quinto, en fin, da cuenta de las teorías ideadas para
explicar los sentimientos: teoría sensualista, intelectualista, fisiológica,
psicológica, psicofísica y teleológica. Külpe rechaza las cinco primeras, y
después de exponer las dos acepciones en que puede tomarse la última,
defiende una de estas dos acepciones. Tampoco ésta deja de ofrecer, á
nuestro juicio, algunas dificultades; pero hay que reconocer que Külpe.
procede en su memoria con claridad, orden y precisión. El profesor de
Würzburgo no leyó su trabajo, sino que lo distribuyó entre los congresis-
tas, á fin de ahorrar tiempo para la discusión, é invitó á todos á que le
hicieran oportunas observaciones. Hiciéronse algunas, pero á pesar de:
448 SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA
todo, no quedó bien determinado el concepto preciso de sentimiento, ni
estamos conformes con él en que esa hermosa palabra «sentimiento* no
signifique más que «placer y disgusto»: nur Lust und Unlustsuná Gefühle,
dice Külpe.
Así como el doctor alemán consideró el aspecto psicológico experi-
mental del sentimiento, así el profesor Sollier lo tomó por su lado
psiquiátrico para dilucidar la cuestión de la cenestesia. Expuso las
opiniones de Weber, Ribot, Beaunis y Grasset, y concretó la suya, di-
ciendo que la cenestesia es algo más que una mera sensación; que este
algo es un sentimiento personal ligado á las sensaciones, y que este sen-
timiento es lo que constituye el carácter esencial de la cenestesia; que en
el estado normal ambos elementos, la sensación y el sentimiento, son
inseparables, no así en la enfermedad, en la cual la primera puede per-
manecer y desaparecer el segundo. Muchos congresistas tomaron parte
en la discusión. Ogden, profesor de la Universidad de Tennessee (Esta-
dos Unidos del Norte de América), presentó una comunicación en alemán
sobre las relaciones de la Estética con el sentimiento; y otra en francés
sobre el sentimiento estético Mr. Ballhon, de Moscou.
Otra de las cuestiones relacionadas en parte con el sentimiento fué
la de la süb conciencia. Habló primero el profesor Dessoir, de Berlín, é
hizo un breve análisis de los estados subconcientes, admitiendo en todo
individuo normal la existencia de una zona subconciente; habló después
Prince, profesor de Boston, conocido ya por su obra La disociación de
la personalidad- The Dissociation of a Personnality. Clasificó los fenó-
menos subconcientes en dos grupos. Los unos, meros residuos ó disposi-
ciones cerebrales pasivas, capaces de ser reproducidos en función de los
fenómenos de la memoria; llamólos inconcienies. Los otros, procesos
activos, son susceptibles de dos interpretaciones; según la primera, los
fenómenos subconcientes pertenecen á la penumbra de la conciencia, á
la zona de una conciencia menos clara; á tales fenómenos prefiere él
llamarlos coconcientes, tales son los hechos posthipnóticos, la escritura
automática, etc.; conforme á la segunda interpretación, los fenómenos
subconcientes están lejos de toda conciencia, aun de la menos clara;
estos fenómenos son meramente fisiológicos. Como se ve, Prince admite
pluralidad de conciencias y de personalidades; su doctrina pertenece á
la tercera teoría de la subconciencia, explicada por nosotros en Razón
Y Fe, Septiembre de 1908, páginas 52-53.
El profesor de Filosofía de Rennes, Mr. Bourdon, examinó la percep-
ción de la posición de nuestro cuerpo con relación á la vertical. Su diser-
tación puede reducirse á tres conclusiones generales: 1."* La hipótesis de
un «sentido estático», cuyo órgano residiera en el oído interno, según el
cual percibimos directamente la posición de nuestra cabeza con relación
á la vertical, é indirectamente la posición de todo nuestro cuerpo, carece
de fundamento. 2.^ Si consideramos todo nuestro cuerpo, y lo supone-
SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA 449
mos derecho, las inclinaciones que experimente las percibiremos por las
sensaciones cutáneas de presión en aquellos sitios en que el cuerpo se
halla sostenido, por ejemplo, en la planta de los pies. 3/* Si consideramos
en particular algún miembro, el indicador de nuestra percepción, en sus
inclinaciones, serán igualmente las sensaciones de presión, tensión cutá-
nea, esfuerzo, etc.
La parte más práctica de esta sección fué la demostración de apa-
ratos y exposición de libros de Psicología y Psicología experimental.
Mr. Michotte, profesor de Lovaina, hizo una interesante descripción
de su Taquistoscopio comparado, que no es binocular, como el Falltachis-
toskop de Wundt, ni tan complicado como el Spiegeltachistoskop de
Wirth, sino más sencillo, más práctico y más cómodo que ambos para
estudiar los fenómenos de la memoria visual. Nuestro antiguo y distin-
guido compañero en el laboratorio psicológico de la Universidad de
Leipzig recibió merecidas y calurosas felicitaciones, á las que tuvimos el
gusto de unir la nuestra, sincera y efusiva. Á las sesiones prácticas perte-
necen también la de Gimnasia rítmica, dada por Mr. Dalcroze, de Gine-
bra; las Tablas sinópticas de las discrematopsias de Patry, de Ginebra,
y la exposición de varios instrumentos de Pieron, de París.
Además, merece citarse la exposición de instrumentos de precisión,
de Psicología, Fisiología y Medicina, hecha por las principales casas de
Francia, Suiza, Suecia y Alemania. Estaban representadas las casas cons-
tructoras de Korsten, Tainturier y Werdin, de París; las de Schaerer, de
Berna, y Willenegger, de Zurich; las de Jóos, de Francfort; Spindler, de
Gotinga, y Zimmermann, de Leipzig; y la de Sandstrom, de Lund, en Sue-
cia. El Laboratorio psicológico de Moscou (Rusia) expuso diferentes
tablas muy curiosas sobre investigaciones hechas acerca de la naturaleza
del sentido estético en los colores y sonidos; el laboratorio de Psicolo-
gía de Ginebra estaba abierto para los miembros del Congreso. En una
de las salas estaba instalada la exposición de los métodos de enseñanza
para los escolares rezagados. Ni podemos pasar en silencio la exposi-
ción de libros psicológicos presentados por las librerías de Bloud, de
Riviére, de Alean, de Klincksieck, de París; de Kündig, de Ginebra, y de
Vieweg, de Brunswick. Baste lo dicho para tener una idea de esta sec-
ción; pasemos á otra.
III
PSICOLOGÍA ANIMAL
Fueron varias las memorias presentadas sobre esta materia; citare-
mos solamente dos, en que principalmente se fijó la atención de los con-
gresistas: la orientación lejana y el tropismo. La cuestión de la «orien-
tación lejana» tenía por objeto averiguar en qué consiste el secreto de
la orientación de las palomas mensajeras. El profesor Thauzies, de Peri-
450 SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA
gueux, presidente de las «sociedades colombófilas» del Oeste y Sud
oeste de Francia, fué el que disertó sobre esto. Según él, aunque la vista
y la memoria son dos factores principales para orientarse, sin embargo,
no es ninguna de ellas indispensable ni la que más influye en las palo-
mas mensajeras para dirigirse en línea recta á su destino, pues aunque
hayan sido llevadas de noche y en vagones cerrados y en zig-zag, vuel-
ven siempre en derechura á su residencia. Rechaza igualmente la hipóte-
sis del sexto sentido, llamado déla «dirección» ó de las «aptitudes», que
proclama Mr. Bounier; porque, ¿cómo explicar entonces que la bruma y
el temporal dificulten y hagan retardar el viaje de las palomas?
Mr. Thauzies es partidario del influjo del poder eléctrico y magnético,
esto es, de la sensibilidad magnética, por la que perciben y retienen las
impresiones de corrientes terrestres. En confirmación de esta hipótesis
adujo el hecho de que en tiempo claro y de calma sólo dos veces en un
año había notado irregularidad en los viajes de las palomas, y como á
otros directores de sociedades colombófilas de la misma región sucediese
Jo mismo, preguntó á Mr. Marchand, director del Observatorio electro-
magnético de Pie du Midi sobre el estado del tiempo, el cual respondió
que las dos jornadas mencionadas coincidieron con una situación de
electricidad atmosférica y de tormentas magnéticas asaz especiales. En
cuanto á la edad, á los veinte años no son ya aptas para servicio de este
género.
Los Sres. Claparéde,de Ginebra; Wlach, de Brünn (Moravia), y Lutos-
lawski le hicieron algunas observaciones acerca de las teorías explicati-
vas y distancias recorridas por las palomas; dijo el conferenciante que
la velocidad máxima de su vuelo llega próximamente á 120 ó 125 kiló-
metros por hora en una distancia de 500 kilómetros.
Muchas teorías se han ideado para explicar la causa de la orienta-
ción en las palomas. Algunos, como Romanes y Lubbock, recurren á la
«dirección del sol y de la luz»; otros, con Fabre, á cierta «fuerza especial»;
quiénes la ponen en función de las «evoluciones giratorias» de la palo-
ma, siguiendo en esto la opinión de Darwin y de Morgan; quiénes en la
«memoria topográfica» que la paloma conserva del punto de partida; así
opinan Wallace, Jung, Marchand, Ziegler, etc., no faltando quienes la
atribuyan al olfato, ó á la «memoria topográfica hereditaria», para no
hablar ahora de otras hipótesis. Muchas experiencias se han hecho con las
palomas, á fin de averiguar la causa precisa de su poder de orientación,
pero hasta ahora no se ha dado con ella. Hasta se dice que carecen de
esa orientación cuando se las envía, no de Sur á Norte, sino viceversa»
de Norte á Sur.
Mr. Thauzies hizo en Ginebra, en presencia de muchos congre-
sistas, la experiencia de soltar varias palomas mensajeras, advirtiendo
que cuando se las quiere lanzar á una distancia grande, como la
de Ginebra á Versalles, conviene soltarlas sobre una meseta ó terreno
SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA 451
elevado, no en una cañada ó depresión geográfica, que ofrece muchas
dificultades á la orientación de las mismas. A las siete y cincuenta y tres
minutos de la mañana soltó Mr. Thauzies la primera bandada de palo-
mas de la sociedad colombófila de Versalles, titulada Le Pigeon messa-
ger; iban 24 en dirección á Versalles; recibióse por la tarde un telegra-
ma anunciando que habían llegado á las cinco (hora francesa, que lleva
cerca de una hora de retraso respecto de la suiza). La distancia entre
Ginebra y Versalles vendrá á ser, poco más ó menos, de 450 kilómetros.
Poco después de la primera bandada partió la segunda, compuesta de 28
palomas, en dirección á Guerets, que se halla á 300 kilómetros; llegó á
las doce y veinticinco (hora francesa); de la tercera, que salió con rumbo
á Gannat (Alliers), no se tuvo noticia.
No dejó de ser interesante, aunque no tomó tanto cuerpo como la de
la orientación lejana, la discusión sobre el «tropismo». Hubo como dos
tendencias: una representada por los profesores Loeb, de la Univer-
sidad de Berkeley, California, y Bohn, de París; otra por Claparéde, de
Ginebra, y Pieron, de París. La primera explica los fenómenos del tro-
pismo de una manera enteramente mecánica por el solo influjo del medio
exterior: acción química de la luz, de la hidrostación, etc. La segunda
cree que en ese determinismo, y aun si se quiere mecanismo, intervienen
también otros factores; de modo que en los fenómenos de «heliotropismo»
y llamado «sueño» de algunas plantas, en las dilataciones y contrac-
ciones, de la «mimosa púdica», etc., intervienen, según esta teoría, la
herencia, la adaptación y otras causas. El profesor Loeb, que parece
haber sido el primero en trasladar del reino vegetal al animal las teo-
rías del tropismo, presentó su memoria en alemán Die Bedeutung dcr
Tropismen für die Psychologie.—La significación de los tropismos
para la Psicología. También otro norteamericano, el profesor H. S.Jen-
nings, envió una comunicación en inglés titulada Tropisms, pero él no
asistió.
IV
PSICOLOGÍA PEDAGÓGICA
El Congreso dedicó dos sesiones á esta materia; en la primera se
trató de la clasificación de los escolares rezagados y anormales; en la
segunda de la metodología en la psicología pedagógica. Mr. Decroly, pro-
fesor de Bruselas, leyó una relación, y la sintetizó en varias conclusiones
generales: I."" Para que una clasificación psicopedagógica sea útil, ha de
hacerse teniendo presentes las causas que puedan determinar la irregula-
ridad y el retraso escolar en un niño. 2." Estas causas son múltiples, ora
debidas al estado del individuo, ora al influjo del medio, ora á entrambos.
3."* (Tal y como la propone el autor nos parece estar incluida en la segunda.)
4. ' Las etiquetas ó títulos de clasificación, como (niño) perezoso, dis-
452 SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA
traído, mentiroso, etc., no son aptos para expresar el carácter primario
ó principal. Añadió una quinta conclusión, relativa al aspecto adminis-
trativo. Su comunicación se intitula Rapport sur les arriérés scolaires.
Encabezada con estas palabras Du Criterium d'une clasification
d'anormaux, presentó una memoria Mr. Persigout, de Teste-de-Buch
(Gironde). Contiene tres títulos amanera de capítulos: en el primero trata
déla «Caracterología infantil»; en el segundo del «Síndromo de la ano-
malía mental», y en el tercero de la «Clasificación de las anomalías infan-
tiles». Cada título va subdividido en muchas proposiciones, que no es
posible resumir en pocas líneas.
La relación más extensa fué la que leyó la doctora Mlle. Yoteyko,
directora de la Revue Psychologique de Bruselas y directora de los tra-
bajos del laboratorio de Psicología fisiológica de la Universidad de
Bruselas. Después de un exordio, más largo que breve, examinó deteni-
damente estos tres puntos: 1.° La mentalidad pedagógica y la mentalidad
psicológica. 2." Los métodos analíticos. 3." Los métodos matemáticos
aplicados á los problemas psico-pedagógicos. Consideró como objeto
principal de su discurso el segundo punto, y concretó la tesis á estas dos
preguntas: ¿Es legítimo en la Psicología infantil el método analítico? ¿Es
posible estudiar las facultades aisladas? Después de responder afirmati-
vamente á las dos, pasó al tercer punto, en que se detuvo mucho, para
examinar el método matemático y la descomposición de una curva ergo-
gráfica de la fatiga en sus parámetros ó elementos del ergograma. Defen-
dió la aplicación de este método al niño para apreciar las relaciones de
la inteligencia con la fuerza, con la sensibilidad, con el peso y volumen
del cráneo, etc.
En estas dos sesiones muchos tomaron la palabra: Schuyten, de
Amberes; de Sanctis y Montesano, de Roma; Ferrari, de Bolonia; Nay-
rac, de Lyon; Jeanjean, de Nancy; nuestro simpático compañero de Leip-
zig, van Cauwelaert, de Friburgo (de Suiza); Mme. Hoesch-Ernst, de
Munich; Lipmann, de Berlín; Mlle. Szye, de Varsovia; Fahmi, del Cairo,
y no sabemos cuántos más. Los resultados fueron escasos, por no decir
nulos; porque en la primera apareció claro que la clasiñcación psicoló-
gica aún no está hecha, y que será difícil se haga en bastante tiempo;
comoquiera que los psicólogos, los psiquiatras, los higienistas, los
sociólogos y los pedagogos se colocan en diferentes puntos de vista
para la clasificación, y muchas veces proceden a prior i. Ni agradaron las
clasificaciones /?eí/a^ó^/ca5, razón por la que el profesor Ferrari propuso
se nombrara una comisión para estudiar la materia, lo que tampoco fué
aceptado. No fué más afortunada la señorita Yoteyko, pues á pesar de
pertenecer á lo que se llama «bello sexo», en lugar de recibir sólo adhe-
siones y flores, oyó reparos y críticas para su discurso, y no tuvo el
gusto de ver aceptadas sus conclusiones.
SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA 453
V
UNIFICACIÓN DE LA TERMINOLOGÍA PSICOLÓGICA
Al anunciar en Razón y Fe en el número de Abril la celebración del
Congreso de Ginebra, dejamos consignada la utilidad y necesidad de
formar un vocabulario de términos equivalentes, entre los principales
idiomas, cuyo valor fuese reconocido de todos los psicólogos. Nadie duda
de su importancia; lo que se trata de averiguar es cómo se puede reali-
zar. El momento parece llegado para trabajar en este sentido. La obra es
demasiado grande para realizada por un solo hombre, por un Congreso
ó en un año. Al Congreso de Ginebra le cabe la gloria de haberla pro-
puesto seriamente á la consideración de los psicólogos y de haber puesto
los cimientos de un trabajo colectivo.
En efecto: el primero que habló sobre el particular fué el distinguido
profesor J. M. Baldwin, de la Universidad dejohn Hopkins, de Baltimore,
muy conocido por sus obras, en especial por el Diccionario filosófico, el
cual se hizo muy simpático á los españoles allí presentes por las frases
de elogio que tuvo para los españoles y la lengua española. Baldwin
fué de parecer que se nombrara una comisión internacional encargada
de dirigir los trabajos de unificación de una terminología con equiva-
lencia en las lenguas inglesa, alemana, española, francesa é italiana, con
cinco subcomisiones, una para cada lengua; para la formación de tér-
minos recomendó el uso de raíces latinas y griegas. No le concedieron
que en la comisión entrara un español, y el comité directivo quedó for-
mado por Baldwin, Lipmann, Claparéde y Ferrari.
M. Claparéde propuso al Congreso nombrar una comisión interna-
cional de 15 á 20 miembros, con el objeto de preparar un anteproyecto
de nomenclatura en las cuatro lenguas oficiales del Congreso— francés,
inglés, alemán é italiano,— á las cuales convendría añadir la equivalencia
en el esperanto. Publicado este anteproyecto, podría ser discutido por
la comisión, y este trabajo preliminar serviría á la comisión para redac-
tar un proyecto que podría ser sometido á uno de los próximos Con-
gresos.
Los españoles que asistieron al Congreso pidieron se adoptara el
español como lengua oficial. La petición iba fundada en el valor histó-
rico de esta lengua, en la riqueza insuperable de su vocabulario, en el
número y celebridad de los españoles en la historia de la Filosofía, en
el número de individuos que la hablan en Europa y América, ocupando
el tercer lugar en este concepto, y en el número de naciones de ambos
continentes (europeo y americano), que, contando Puerto Rico y Fili-
pinas, en conjunto pasan de veinte en las que es lengua oficial, supe-
454 SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA
rando en esto con mucho á las demás la lengua de Cervantes. Pero no
valieron todas estas razones ante el inconveniente de que así se multi-
plicaban demasiado las lenguas oficiales del Congreso.
En cambio, se adoptó como lengua oficial para el Congreso de Gi-
nebra el esperanto. El presidente, Mr. Flournoy, dijo á este propósito:
«Hemos tenido que introducir en este Congreso la lengua internacional,
el esperanto, como una de las oficiales. Poco se hablará en éste en espe-
ranto, porque sus progresos van lentamente, pero en lo porvenir espe-
ramos que todos los Congresos científicos internacionales se tendrán en
esperanto, lo que será una gran comodidad para todo el mundo.» Había
en Ginebra mucha corriente de simpatía hacia el esperanto; verdad es
que la asociación esperantista tiene allí su residencia. Y de hecho habla-
ron en este nuevo idioma unos cuantos en el Congreso.
Pero aunque allí no fué adoptada como oficial la lengua castellana,
en el futuro Congreso se hablará en español. Fué el caso, que al termi-
narse las sesiones del Congreso fué nombrado para presidente efectivo
del futuro Congreso el citado profesor Baldwin, cuyo nombre escucha-
ron con júbilo los españoles, y para sitio del Congreso la ciudad de Bal-
timore ú otra de las norteamericanas. Aunque los españoles ya habían
desistido de insistir en lo de adoptar como oficial la lengua castellana,
sin embargo, el nombramiento del presidente y de la ciudad de Norte-
américa le parecieron al que esto escribe la ocasión más propicia para
proponer, no al Congreso, sino al mismo presidente futuro, lo que antes
no se había conseguido. Y efectivamente, después de haber comunicado
la idea á los españoles que se hallaban presentes, el último día del Con-
greso nos dirigimos á Baldwin, á quien, después de haberle felicitado
por su elección, le manifestamos la conveniencia de la lengua castellana
para dicho Congreso: 1.", porque, después del inglés, la lengua que más
y casi únicamente se habla en América es la castellana; 2.", porque la
mayor parte de los mismos norteamericanos la estudian por sus rela-
ciones con Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Al digno presidente, que
abundaba en las mismas ideas, le agradó la proposición; él quedó en
arreglarlo todo, y nosotros le quedamos muy obligados.
Digamos de paso que á la unificación de la terminología psicológica
pertenece la discusión sobre el contraste de colores. Merece especial
mención el trabajo del distinguido profesor de Lovaina, reverendo sa-
cerdote Thiéry. Su conferencia fué muy aplaudida por lo bien pensada
y abundancia de figuras con que la ilustró. El Congreso nombró una co-
misión para examinar la cuestión. Mr. Courtier, jefe de los trabajos del
laboratorio psico-fisiológico de la Escuela de Estudios Superiores de la
Sorbona, propuso un sistema de signos correspondientes á los términos
psicológicos, análogo á la nomenclatura química; pero fué combatido
por Ferrari, y no mereció la aprobación del Congreso.
SEXTO CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA 455
Dos palabras para terminar. En este Congreso se ha dado un gran
paso, limitando el número de memorias individuales incoherentes, de
omni re scibili, y fijando la atención en algunas materias principales.
Así se estudian mejor las cuestiones y las discusiones ofrecen más vida
é interés. Pero por lo mismo, y para lo mismo, es á su vez un inconve-
niente que los que intervienen en la discusión sólo dispongan de cinco
minutos: ¿qué se puede ahondar en cinco minutos? Este inconveniente se
debe evitar, y se evitará en gran parte: 1.", con que el conferenciante no
lea su memoria, á no ser en alguna circunstancia especial, sino que la
distribuya antes de la discusión para que sea conocida de los congre-
sistas, y á la hora prefijada comience inmediatamente la discusión; así
habría más tiempo para los que disputan; 2.", con que ninguno de los
disertantes hable tantas veces, como ha sucedido con algunos en el Con-
greso de Ginebra. Sea ésta la primera palabra. La segunda es un voto de
gracias á Ginebra y á la comisión organizadora del Congreso por la es-
plendidez con que recibió y trató á los congresistas; fué voz unánime que
en esta parte el Congreso de Ginebra ha dejado muy atrás á los que le
han precedido.
Se nos olvidaba decir cuan conveniente es que los católicos acudan
en gran número á estos Congresos, lo que se echó de ver claramente en
la discusión de los fenómenos religiosos.
E. UOARTE DE ErCILLA.
.^MOmiCiHÜ -
£í carácter f>isfórico de íos fres
primeros capífuíos deí Géi)esis.
vL N el número del próximo Septiembre dimos cuenta de una decisión
emanada de la Comisión bíblica el 30 de Junio sobre la célebre cuestión
acerca de la índole histórica de los tres primeros capítulos del Génesis.
La Comisión ha estudiado el problema bajo sus varios aspectos, y des-
pués de examinar con madura atención los argumentos que la crítica y
la ciencia, sobre todo moderna, suele proponer en contrario, declara insu-
ficientes esos fundamentos para abandonar la creencia tradicional que
siempre ha tenido el argumento de los tres primeros capítulos del Gé-
nesis por igualmente histórico que el de todos los restantes de ese libro.
La Comisión no se contenta con declarar en general insuficientes los
fundamentos que suelen alegarse contra el carácter histórico de los ca-
pítulos en cuestión; enumera además los principales entre esos funda-
mentos, tales cuales han sido propuestos estos últimos años en libros y
revistas que circulan de mano en mano entre los católicos de alguna
instrucción.
I
No son desconocidas de los lectores de Razón y Fe las teorías erró-
neas á que hace referencia la decisión de 30 de Junio: en lo perteneciente
al cap. I, es decir, á la Cosmogonía, las hemos expuesto con suficiente
amplitud en otras ocasiones, y aquí bastará recordarlas brevemente. Á
dos fuentes ó cabezas reduce la Comisión ios principios de donde se
pretende derivar la descripción cosmogónica en el primer capítulo del
Génesis: ó la Cosmogonía mosaica es una resonancia de las Cosmogo-
nías paganas de indios, egipcios y asiro-babilónicos, bien que depuradas
de los errores del politeísmo y la mitología, ó representa un mito doctri-
nal formulado por los primeros pensadores de la antigüedad para dar
solución al misterioso enigma sobre el origen de los seres. Como se ve,
en ambas explicaciones se excluye el concepto histórico de la sección
genesíaca, pues ni una ni otra conceden valor objetivo, mucho menos de
verdad infalible, á la descripción mosaica. Según la primera explicación,
la sección cosmogónica sólo nos ofrece algunos residuos de las ficciones
fantásticas de indios ó asirlos, producto de una poesía desvariada y ex-
EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LOS PRIMEROS CAPÍTULOS DEL GÉNESIS 457
travagante que se propuso cantar los orígenes del universo, de los dioses
y de los hombres; la segunda expresa el resultado de la especulación
filosófica que quiere darse cuenta de los mismos objetos; en ambos
casos el valor del argumento es puramente subjetivo: los artículos de la
Cosmogonía sólo representan las ideas que abrigaron sobre la creación
los poetas y filósofos paganos de los primeros siglos; puesto que si bien
la razón puede alcanzar que la materia debió recibir su existencia de un
Criador, sin embargo, la disposición ó conformación de esa materia en
una forma y orden determinado, que es el argumento de la Cosmogonía,
no puede ser objeto de una especulación que en sus conclusiones ofrezca
certidumbre completa.
Análogas son las explicaciones que se han querido dar al argumento
de los capítulos II y III, es decir, á la descripción del Paraíso, de la ten-
tación y de la caída de nuestros primeros padres. En la descripción del
Paraíso con su amenidad y frescura, con la frondosidad y sabor exqui-
sito de sus plantas y árboles se ha querido ver ó una derivación de des-
cripciones poéticas maravillosas sobre la morada de los dioses, ya solos,
ya en compañía de los hombres en edades remotísimas y regiones encan-
tadas, como se la figuraban los persas y otros pueblos septentrionales
del Asia; ó el resultado de meditaciones filosóficas para explicar una
primera fase venturosa en la vida de la Humanidad, que precedió á la
trabajosa y dura que va arrastrando desde las edades históricas. La ten-
tación y la caída con la expulsión del Paraíso, nos ponen ante la vista ó
las ficciones primitivas de los pueblos orientales sobre un estado primor-
dial de felicidad y su pérdida, ó un mito filosófico por el que los sabios
de la antigüedad propusieron la solución de un problema cotidiano, á
saber: como á la edad infantil y de inocencia va vinculada la dicha,
mientras que ésta se desvanece para dar lugar al dolor desde el momento
y á la medida que se despierta el uso de la razón y el estímulo de las
pasiones.
Estas explicaciones que desde el último tercio del siglo XVIII, ó ya
antes, empezaron á propagarse entre protestantes é incrédulos en Ingla-
terra y Alemania, pero que por espacio de más de un siglo han hallado
completamente cerradas las puertas, salvo muy raras excepciones (1), en
la exégesis católica han penetrado en estos últimos veinte años entre
muchos escritores católicos, siendo en gran número los que ó han profe-
sado esas doctrinas, ó simpatizado vivamente con ellas, ó estaban per-
suadidos, siquiera sea gimiendo por tamaña desolación, de que la cien-
cia católica no encuentre en sus arsenales armas de temple tan aquila-
tado que alcancen á contrarrestar con solidez y éxito los estragos que
(1) Las excepciones son el Dr. Jahn á principios del siglo XIX, y algunos otros es-
critores de la misma época en la Alemania central y septentrional: es una época aciaga
en la historia de las ciencias eclesiásticas.
458 EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LOS TRES
causa en las filas católicas el formidable armamento de la ciencia con-
temporánea.
La Comisión bíblica y el Papa Pío X no participan de esa opinión.
Ellos declaran que examinados los fundamentos en que se apoyan las
teorías expuestas, resultan sin valor, y que su conjunto, por más quesea
aparatoso y se apellide con el fastuoso nombre de ciencia, no lo es en
la realidad, sino sólo en la apariencia (1); mientras, por el contrario, la
creencia tradicional descansa en argumentos incontrastables. Y en efecto,
¿cuáles son esos fundamentos tan poderosos presentados por la ciencia
en apoyo de sus conclusiones? Helos aquí: «El pueblo hebreo acababa
de nacer y estaba en los vagidos de su primera infancia cuando los asi-
rlos, los egipcios, los indios eran ya adultos y llevaban largos siglos de
existencia formando imperios poderosos; habían alcanzado un alto grado
de elevación y cultura, y á estas edades , ó á un período todavía más
antiguo, pertenecen los documentos donde descubrimos sus Cosmogo-
nías, así como las descripciones poéticas del árbol de la vida, del Paraí-
so, etc. Por otra parte, en las secciones genesíacas de los tres primeros
capítulos tropezamos con numerosos rasgos totalmente paralelos á los
de los documentos de asirlos y babilonios, egipcios é indios sobre idén-
tico argumento. ¿Cuál es la consecuencia obvia que de estas dos pre-
misas se infiere? Evidentemente ésta, dice: los hebreos tomaron sus des-
cripciones de esos grandes pueblos que les habían precedido, pues ni
los ríos corren hacia su fuente, ni los párvulos reciben su instrucción sino
de los grandes. Cuando en la Cosmogonía genesíaca vemos dividida en
dos porciones iguales la masa entera de la materia, imposible no descu-
brir ahí el huevo de los indios dividido por Brama en dos mitades:
cuando vemos á Elohim forzar al Tehom á huir dejando la tierra en seco,
imposible dejar de ver á Marduk venciendo y destruyendo al monstruo
Tíamat Y si al lado de esas analogías descubrimos rasgos muy deseme-
jantes, como la unidad enfrente de la pluralidad en las esferas del ser
divino, esas diferencias se deben á una depuración operada por el redac-
tor hebreo.» En la descripción paradisíaca Jehová- Elohim se nos pre-
senta «paseando tranquilo al aire templado de la tarde», como quien sale
de su palacio á los jardines adyacentes; el Paraíso es, pues, una mansión
de la divinidad. Además, el hombre es luego arrojado á la tierra, como á
habitación propia de :1a especie humana, y excluido del Paraíso, que
queda reservado á sola la divinidad.
No son de otra índole los argumentos que se invocan en favor de la
teoría de los mitos doctrinales. Entre los primeros orígenes de la historia
hebrea, se dice, y la creación, media un espacio de muchos siglos; es,
(1) Systemata... scientiae fuco propugnata.
PRIMEROS CAPÍTULOS DEL GÉNESIS 459
pues, imposible que hubieran podido llegar á los hebreos memorias fide-
dignas de sucesos tan remotos. Por otra parte, la descripción perfecta-
mente razonada de la Cosmogonía, y la disposición del relato paradisíaco,
tan conforme en todas sus líneas con el fenómeno que tiene lugar en el
paso de la niñez á la edad madura, ponen de manifiesto que los dos
miembros de que se compone la sección I, l-III, 25 del Génesis no son
otra cosa que el resultado de los esfuerzos de la razón humana al tratar
de darse cuenta del origen de los seres y de la sorprendente transforma-
ción que se consuma en el hombre cuando pasa de la infancia y primera
juventud á los años de la madurez.
111
Estas son las teorías á que el documento pontificio alude y estos sus
fundamentos. Pongamos ahora enfrente la creencia tradicional y las razo-
nes en que se apoya. La crencia tradicional tiene por incontrovertible
que tanto la Cosmogonía como las narraciones contenidas en los capítu-
los II y III sobre el Paraíso y las escenas consumadas en él, representan en
la mente de sus autores y según el tenor de sus términos una historia real y
objetiva del mundo y de los primeros pasos en la vida de la Humanidad.
Este carácter de información objetiva é histórica de las narraciones
cosmogónica y paridisíaca consta por numerosos argumentos comple-
tamente ciertos, unos del orden sobrenatural, otros del natural. Los del
orden sobrenatural son el testimonio de Jesucristo y los Apóstoles, en
concepto de órganos auténticos de la revelación divina. Jesucristo
recuerda á los judíos la historia paradisíaca tal cual la refiere el Géne-
sis, ya al recordar á sus oyentes jerosolimitanos que «el diablo es homi-
cida desde el principio» (1), aludiendo alas escenas de la tentación y la
caída; ya al recitar á los fariseos, además de la historia compendiada de
la creación del hombre y la mujer, las palabras textuales del relato gene-
síaco sobre la naturaleza del matrimonio (2). Pero sobre todo San Pablo,
recuerda repetidas veces la historia detallada de las escenas del Paraíso,
suponiendo el relato completamente histórico y literal en aquellos deta-
lles que precisamente suscitan en la ciencia y crítica moderna las mayo-
res dificultades. También el Apóstol recuerda el origen de Eva del cuerpo
de Adán y las palabras del Génesis sobre la unión conyugal. Según San
Pablo, Eva «fué seducida por la serpiente»; «no fué seducido Adán, sino
Eva»; «Adán fué desobediente» y «mereció por esa desobediencia la
muerte para sí y para la posteridad» (3); circunstancias que compendian
la historia paradisíaca presentándola como de riguroso carácter objetivo
en los detalles de la serpiente, de su diálogo con la mujer, de la separa-
(1) San Juan, VIII, 44.
(2) SanMat.,XIX, l,sigs.
(3) San Pablo, Efes., ¥,23, 29, 31; 2 Cor., XI, 3; 1.^ Tim., 11, 14; Rom., V, 12, 19.
460 EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LOS TRES
ción entre ésta y el varón en el momento del diálogo, de las conmina-
ciones divinas y su ejecución, tomándolos todos según el tenor externo
y superficial de la letra. Jesucristo y San Pablo, ¿podían ignorar el ver-
dadero valor de los términos del relato genesíaco? Como, por otra parte,
los enunciados de Jesucristo y de San Pablo son de verdad infalible,
resulta indudable el valor objetivo de las descripciones genesíacas á que
hacen referencia.
Pero no son sólo de orden sobrenatural los argumentos que poseemos
para afirmar el sentido objetivo é histórico del relato genesíaco en sus
primeros capítulos; los hay evidentes del orden natural y crítico, aunque
aquí, á diferencia de los argumentos que acaban de citarse, debemos
distinguir entre la mente de los escritores bíblicos y la verdad objetiva
de sus relatos. Empezando por la primera, cuando Jesucristo y los Após-
toles exponían el relato genesíaco en la forma y sentido que acabamos
de ver, representaban ellos mismos la creencia general del pueblo y de
los doctores judíos, y al emplear, dirigiéndose á ellos, ese lenguaje, mani-
festaban que sus interlocutores no entendían de otro modo la narración
genesíaca. Y bien, ¿quién mejor que los judíos podía saber el sentido
que encerraban esos relatos en la mente de sus autores? Una serie no
interrumpida de testigos dignos de toda fe, había ido transmitiendo en la
serie de la historia el propósito de los primeros escritores.
Pero este argumento reviste mayor gravedad contra los críticos. ¿No
afirman éstos que los primeros capítulos del Génesis son posteriores al
cautiverio? Pues bien: ninguno podía conocer mejor cuáles eran sus pro-
pósitos al escribir los tres primeros capítulos del Génesis que sus propios
autores; éstos, á su vez, á nadie antes que á sus propios conciudadanos
habían de manifestar esos propósitos, pues, sobretodo, escribían para su
pueblo; y no era fácil que en el espacio de tiempo transcurrido entre la
composición de los libros y la edad de Jesucristo y los Apóstoles, se per-
diera ó cambiara esa noticia sin que el cambio dejara en la historia vesti-
gios patentes. ¿Y en qué escritor judío, desde Aristóbulo hasta Josefo se
ha hallado jamás, ni insinuada siquiera, la idea de que las narraciones con-
tenidas en esos capítulos no contengan una historia real, sino un conjunto
de alegorías? El único testimonio que con alguna apariencia de funda-
mento podría invocarse en favor de tal explicación, es el de Filón; pero
Filón, lejos de ser en este punto el eco fiel de las tradiciones de su pueblo,
es por el contrario, una nota discordante en el concierto general.
IV
Al testimonio unánime de la antigüedad judaica, depositaría legítima
de las tradiciones de su pueblo, agrégase el no menos conteste de los
escritores cristianos desde la edad apostólica hasta la aparición del racio-
nalismo con las contadísimas excepciones ya consignadas al principio de
PRIMEROS CAPÍTULOS DEL GÉNESIS 461
este trabajo. Todos cuantos directamente han explicado estos capítulos
de la Biblia, y todos cuantos indirectamente han aludido á ellos ó se han
servido en cualquiera forma de su contenido— ¿y quién los podrá con-
tar?- , todos han reconocido el valor histórico-literal délas descripciones
genesíacas. Hojéense los volúmenes de los Padres griegos y latinos, re-
vuélvanse los escritores escolásticos y los exégetas de la Edad Media y
de los últimos siglos, aparte la fracción, siempre relativamente exigua,
de los origenianos: en ninguno se hallará vestigio siquiera de duda sobre
un punto tenido siempre como sagrado é incontrovertible. Por eso tam-
poco ocurre definición alguna de la Iglesia en los largos siglos de su his-
toria declarando el sentido histórico de los pasajes en cuestión: nunca
se hizo necesaria una declaración dogmática donde nunca tuvo impor-
tancia el error contrario.
Pero ¿qué mucho que la tradición judía y cristiana profesara siem-
pre unánime la índole perfectamente histórica de esas secciones, cuando
la está manifestando con evidencia su admisión en el libro del Génesis
como parte integrante y homogénea de este libro? El Génesis es un es-
crito de argumento exclusivamente histórico; como se ve por el objeto
de sus descripciones que son hechos históricos, por las continuas notas
ó dalos cronológicos, geográficos, genealógicos, topográficos, étnicos y
arqueológicos encaminados á esclarecer, fijar y distinguir el fondo prin-
cipal. No son otros los caracteres por los que juzgamos sobre la índole
histórica de los escritos profanos pertenecientes al género narrativo.
Pues bien, las secciones contenidas en los tres primeros capítulos no
sólo están colocadas á una con las restantes formando un todo, sino que
el cap. IV supone la narración precedente y no hace más que conti-
nuarla. Lo que se dice del cap. IV respecto del conjunto de los tres an-
teriores debe decirse del III con respecto al II y de éste respecto del I.
Hay más: el tono y estructura de las descripciones son igualmente los
mismos que en la narración restante: idéntica serie de afirmaciones ó
negaciones objetivas y categóricas; datos análogos de cosmología, geo-
grafía, topografía, etc. ¿Qué razón hay para desgajar estos primeros
capítulos atribuyéndoles un carácter poético ó alegórico totalmente di-
verso del que caracteriza la narración general?
Pero pasemos más adelante y hagamos ver que el argumento de la
narración no es un motivo para negar su verdad objetiva.
Sin duda que la creación no pudo tener en el género humano un tes-
tigo que presenciara los hechos descritos en el cap. I y los transmitiera
á generaciones futuras. Pero esta dificultad no es suficiente para negar
ni el sentido ni el valor histórico de la sección: el hombre pudo conocer
los hechos que componen la historia de la creación por el testimonio
divino, y pues el tenor de la descripción está manifestando que el relato
se propone referir en efecto la verdadera historia del origen de los seres,
ya por aquí concluímos que el género humano, ó en su primer padre, ó
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 31
462 EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LOS TRES
en generaciones posteriores alcanzó una revelación sobre la primera
producción del Universo y los seres que le pueblan. Tampoco puede
negarse que en las dos secciones siguientes del Paraíso y la tentación ocu-
rren hechos de carácter singular y extraordinario; pero la sobrenaturalidad
no es un motivo bastante para eliminar de la historia real un hecho ga-
rantizado por otra parte con testimonios idóneos, como sucede en nuestro
caso: la economía entera del Antiguo y Nuevo Testamento, rodeada de
todas las garantías que demuestran la intervención divina en el estable-
cimiento de la religión patriarcal y mosaica lo mismo que en el de la cris-
tiana, cubre con su égida el libro entero del Génesis, sin exceptuar sus
primeros capítulos y en su valor histórico-literal. Pero además de esta
prueba indirecta, aunque eficacísima, de la admisibilidad histórica de las
secciones, ¿qué extraño es que en los primeros días de la vida de nues-
tros primeros padres, cuando por una parte se veían, repentinamente,
introducidos en un laberinto de problemas de todas especies y carecían
por otra de toda experiencia, de todo educador y maestro en el orden
natural, emplease Dios con ellos, para suplir ese defecto, una economía
y providencia extraordinaria y sobrenatural? Ni se ve tampoco por qué
Satanás no pudiera servirse para tentar al hombre de un instrumento del
orden sensible. ¿Cabe, por ventura, acceso á las facultades del hom-
bre sino por el intermedio de objetos y fenómenos sensibles? Siendo,
pues, el tentador un puro espíritu, preciso le fué echar mano de medios
de ese orden si había de abrirse camino á las facultades internas de la
mujer á quien se proponía seducir.
V
Pero hay más. Precisamente los hechos referidos en los capítu-
los II y III del Génesis constituyen la base histórica indispensable de
toda la revelación cristiana. Es un pensamiento capitalísimo en la Teo-
logía de San Pablo, el de que la obra de Jesucristo es una reparación
del linaje humano, una restitución del mismo á un estado ó economía
sobrenatural, poseída por nuestros primeros padres y perdida á conse-
cuencia de la culpa cometida por ellos en el Paraíso: justicia original,
culpa primordial, castigo, reparación, son las cuatro ideas madres, las
cuatro columnas en que se apoya la enseñanza entera del Apóstol sobre
\di justicia del Evangelio, que es el foco de toda su doctrina, de todo su
sistema teológico. Y ¿qué es de ese estado primitivo, qué de la culpa
original y su castigo, qué de la reparación, si se despoja de su carácter
histórico á los capítulos II y III del Génesis?
Un distinguido escritor católico no tuvo reparo en estampar los si-
guientes conceptos. Después de sentar los axiomas en que la llamada
crítica histórica hace descansar sus dictados sobre la distinción entre la
tradición y la historia; sobre el carácter inevitable de ficción legen-
PRIMEROS CAPÍTULOS DEL GÉNESIS 463
daría que muy pronto reviste toda tradición oral, si no viene á fijarla á
tiempo el documento, y sobre la consiguiente invalidez histórica de narra-
ciones cuya primera redacción escrita dista mucho de la data cronoló-
gica en que los hechos se consumaron, haciendo aplicación concreta de
€sos principios al relato genesíaco en sus primeros capítulos continúa:
«Querámoslo ó no lo queramos, desde la creación hasta Abraham se
extiende un inmenso espacio vacío, y probablemente ya/nas sabremos lo
que en ese espacio pasó... Es evidente que los primeros capítulos de la
Biblia no son una historia de la Humanidad ni de una de sus ramas...
Sin embargo, yo pongo aparte la historia del pecado original.
»No es que pretenda afirmar que todas las circunstancias del relato son
históricas... Pero de las ideas que llevo desenvueltas al principio, podría
sentirse la tentación de que el hecho mismo esencial no ha podido ser
transmitido por la tradición. No creo que esta conclusión se derive de las
premisas; me he esforzado por distinguir entre los detalles y el fondo
de las historias que puede ser transmitido con mucha fidelidad y por
espacio de siglos en medios los más diversos, constantemente transfor-
mado, porque constantemente recibe un color apropiado, pero constan-
temente reconocible. Y los folkloristas lo comprueban en historias reli-
giosas; sobre todo, tal vez, en las primitivas... Mas suponiendo que esa
transmisión sea imposible, dato non concesso, nosotros no tenemos más
que ver si el pecado original, que no sufre una prueba estricta por la
historia, forma ó no parte de la revelación. Y pues es cierto que la forma,
es preciso concluir que ha sido revelada...; yo, pues, confieso el pecado
original como lo entiende la Iglesia, á causa de la declaración de ésta;
pero aparte este punto dogmático, apoyado en la revelación como en
su fundamento inquebrantable, no hay inconveniente en conceder á la
historia primitiva su carácter propio, aunque no haya sido suficiente-
mente comprendido de los antiguos» (1).
Resumiendo: los hechos, se dice no se fijan sino mediante la escritura;
Si se confían á la tradición oral, su memoria se desvanece y transforma
muy en breve. Según eso, como los acontecimientos de la historia pri-
mitiva de la Humanidad estuvieron confiados á la simple tradición oral
por espacio de décadas de siglos, su expresión, escrita en la Biblia,
no puede inspirar confianza; y las narraciones bíblicas nos presentan
en los primeros capítulos del Génesis, no historia, sino leyendas. Por lo
que hace al pecado original, se admite su existencia por la revelación,
no por el testimonio histórico; ó si, lo que apenas es probable, la tradi-
ción ha transmitido la memoria de ese hecho á través de las generacio-
nes, esa memoria se limita al recuerdo vago de una transgresión, no á
los detalles y á la forma con que la presenta el Génesis.
Según esta teoría, ó el dogma del pecado original por sí, y con inde-
<1) R. P. Lagrange: La methode historique, páginas 216-219.
464 EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LOS TRES
pendencia de los detalles consignados en el Génesis, ha sido objeto de
una revelación especial, ó en la narración genesíaca del capítulo III la
revelación sólo se extiende al concepto vago de una transgresión, pero
de ningún modo al relato en su integridad. Mas lo primero nadie lo ha
dicho: porque, en efecto, el Concilio de Trento y el Vaticano decla-
ran que la revelación cristiana se ha comunicado á la Iglesia por la
escritura y la predicación oral de Cristo y los Apóstoles, no consignada
en el Nuevo Testamento; ahora bien, el dogma del pecado original no
pertenece á esa predicación oral distinta de la escritura; de donde se
infiere que la fuente reveladora del dogma del pecado original no es
otra que la escritura; es decir, originariamente, el Génesis, pues los
pasajes restantes de la Biblia que proponen ese dogma hacen refe-
rencia á la historia genesíaca (1). Si, pues, la revelación del capítulo III
del Génesis se circunscribe á aquella verdad aislada, en primer lugar,
¿qué es de la inspiración total^ enseñada expresamente por los mismos
Concilios? En segundo lugar, si nos atenemos á la conclusión de que la
revelación se limita á solo el hecho vago de la transgresión, nos encon-
tramos con el caso de un dogma histórico, ó de base histórica, es decir,
enlazado necesariamente con una escena histórica concreta que le dio
origen, pero al cual se sustrae toda base; pues fuera del relato concreto
del Génesis, es inútil buscar otra fuente histórica fidedigna donde se nos
informe sobre el pecado original. Ó, finalmente: como de todas las fuen-
tes concretas de transmisión se puede decir lo que de la genesíaca, pues
todas ellas son una remisión al relato del Génesis, tendremos un hecho
histórico que se escapa de nuestras manos, que se volatiliza, cuando
queremos asirle con ellas. Y como precisamente este hecho constituye
toda la razón histórica del pecado original, nos encontramos con un
dogma que tiene todas las apariencias de una fábula, ó contra el cual
conspiran con fundamento todas las presunciones de la investiga-
ción y del anáUsis. La fe en ese dogma tiene, á la verdad, todos los
caracteres de la fe de Abraham: in spem contra spem, creemos firme-
mente en la existencia histórica del pecado original, pero estando per-
suadidos al mismo tiempo que la única fuente de ese orden que nos lo
notifica es una fábula.
Pero no, no es verdad que el hecho histórico del pecado original no
haya podido transmitirse fielmente y en sus detalles por el testimonio
histórico; porque ni es verdad que la tradición no escrita desfigure y
transforme siempre é infaliblemente los hechos, ni es cierto tampoco que
sólo fuera confiado á la escritura en la época de Moisés. Un hecho de las
proporciones, de la importancia, de las consecuencias de la transgresión
primordial no podía borrarse, ni en sí, ni en los breves y singularísimos
detalles con que se consumó, de la memoria de nuestros primeros
(I) Eclesiástico, XXV, 33, Rom., V, 12-21.
PRIMEROS CAPÍTULOS DEL GÉNESIS 465
padres, ni éstos podían consentir que á las numerosas generaciones que
alcanzaron en pos de sí se transmitiera envuelto en un relato fabuloso
y con aleaciones espúreas. ¿No estaban allí ellos para velar por su trans-
misión fiel é inviolable, ellos, que conocían perfectamente la realidad
del suceso? Hasta el diluvio, pues, indudablemente se pudo conservar,
sin dificultad, enteramente intacto el relato de la caída. No hay razón
para creer que Noé, por su parte, consintiera alteraciones en un depó-
sito sagrado, cuya guarda le confiara Matusalén, quien á su vez lo reci-
bió de Adán. Lo que se dice de Adán y Noé puede y debe decirse de los
eslabones que enlazan las épocas últimas de Noé con Abraham. En
tiempo de este Patriarca, apenas cabe duda que se conocía y empleaba
la escritura.
Ni es necesario añadir que en el tiempo en que este medio de trans-
misión era aún desconocido, estaban en uso otros subsidios mnemónicos
que ampliaban la retentiva y transmisión exacta de los sucesos en una
escala mucho mayor que después de poseído el medio de la escritura,
cuyo recurso hace que seamos ahora negligentes en su aplicación.
Por otra parte, ¿quién es capaz de señalar los primeros orígenes cro-
nológicos de la locución escrita ó de la escritura? Los monumentos
egipcios y asirlos, é igualmente los datos que nos suministra el Génesis
nos revelan que el arte de expresar por escrito el pensamiento fué cono-
cido ya y empleado en edades muy remotas, tal vez antes del diluvio,
por más que Moisés no señala esos orígenes como señala el de otras
artes primitivas. Según eso, el relato genesíaco sobre la creación y
sucesos del Paraíso, pudo ser fijado por la escritura ya antes del dilu-
vio, es decir, en una época en que tal vez vivía aún Adán, ó segura-
mente uno de sus descendientes, que largos años había vivido á su
lado. ¿Dónde está, pues, esa imposibilidad que se complace en suponer
cierta escuela, para la transmisión fiel de los acontecimientos relatados
en los tres primeros capítulos del Génesis hasta la edad mosaica? Nada
hay, según eso, en la esfera de un análisis serio y razonado, que se
oponga como dificultad insuperable, ni siquiera grave, contra la exacti-
tud histórica de las narraciones contenidas del capítulo I al III del
Génesis.
L. MuRiíxo.
La Federaciiin HinerícaDa de flsomacíones Gadjiicas
u
UNCA creí dar con un Aparisi ó un Donoso yanqui, ni menos en el
mundo y en los tiempos de los grandes negocios. Mas he aquí que yan-
qui de cuerpo y de alma es el varón espiritual y elocuente que ha po-
cas semanas admiré en el prosaico escenario de su gran despacho cen-
tral, entre contadoras mecánicas, cajas Mosler, estenógrafos automá-
ticos y demás cristalizaciones de la lucrativa actividad de su raza.
Cuando, en el curso de nuestra entrevista, se enteró de que hablaba
con un jesuíta, el frío hombre de negocios se transformó de repente en
el amigo viejo, y ya se habló como en familia. Entonces fué de ver aquel
discurrir de su conversación y aquel crescendo de su elocuencia sobre
su amor á los Órdenes religiosas, sobre la acción católica, sobre la gr^n
cruzada contra la inmoralidad, sobre la gloria, la mayor gloria, de Dios
y sobre la vida y reinado de Nuestro Señor Jesucristo... Sí, aquello pare-
cía una traducción inglesa de Fr. Luis de Granada. Cuando, en el colmo
de su arrebato, llegó á ver como lo más factible la unidad católica uni-
versal y el restablecimiento del poder temporal del Papa, yo, en mis
adentros, le llamé «Quijote...», en el sentido que, en ocasión parecida,
aceptó para sí este nombre el otro gran parlamentario, y por lo que
«Quijote» dice de ideales nobles é hidalga intrepidez.
Para demostrarme que ni él ni yo soñábamos, cerró su discurso po-
niendo entre mis manos un rollo de papeles, donde había, además de
planes, hechos: los llevados á cabo por su ínclito batallón de dos millo-
nes de hombres, llamado American Federation of Catholic Societies. De
allí'salí animado á escribir esta ligera reseña de la tal Federación Cató-
lica Americana, para consuelo de los que creemos en la comunión de
los santos y para utilidad de cuantos quieran seguir desde sus primeros
pasos á los grandes elementos del mundo moral.
Los «Caballeros de San Juan» dieron principio á esta Federación
en 1900, convocando para ello á cincuenta delegados, que se reunieron
en el Fifth Avenue Hotel de Nueva York, y luego, en Agosto de 1901,
en Longbranch, como en juntas preparativas para el Congreso formal
que se abrió en Diciembre del mismo año en Cincinnati. Desde entonces
se han venido teniendo congresos cada año, en diferentes ciudades,
siendo el de 1909, el 11 de Agosto, en Pittsburg (Estado de Pennsyl-
vania).
LA FEDERACIÓN AMERICANA DE ASOCIACIONES CATÓLICAS 467
Los fundadores de esta Federación no se precian de originales: «El
origen de nuestra Federación (escribe su ex presidente Mr. Minalian) se
encuentra en las encíclicas del más profundo pensador de nuestros tiem-
pos, León Xin. Nuestro ideal no es más que una centellita del torrente
de luz social que emana del Vaticano. No hemos hecho más que realizar
aquellas palabras del Sumo Pontífice: «Mayor eficacia tendrá la acción
«católica si las asociaciones privadas, respetando sus respectivas auto-
»nomías, adunan sus esfuerzos.» Nuestro fundador, pues, es el gran Pas-
tor blanco del Vaticano, que por medio de nuestros Obispos nos viene
predicando hace veinticinco años este santo apostolado seglar.»
Para reducir estos ideales á la práctica también se han fijado en
otras alianzas católicas de Eyropa. «¿Qué católico (decía uno de sus fun-
dadores), después de conocer el Centro Alemán y su gran Wintdhorst,
no se sentirá movido á imitarlos? ¿No tiene Inglaterra su Catholic Union,
Suiza su Volksverein, Holanda su Katholikentag y España sus partidos
católicos? ¿Pues qué pasa con nosotros?»
Lo que sí creo que esta Federación tiene de original es lo que le
viene de ser yanqui, ó de reflejar el carácter de la nación en que florece»
á saber: su rápido desarrollo, la facilidad de sus miembros en organi-
zarse y entenderse y la absoluta seguridad subjetiva de obtener el triunfo.
¿No son estas las notas características de las empresas yanquis?
El doble hecho de ser los miembros americanos y de buena voluntad
es la causa de que gusten y necesiten de pocas leyes. De estas leyes aun
más pocas tenemos que examinar para formarnos una idea del carácter
de la Federación.
En el artículo L° de su Constitución se dan el nombre de Federación
Americana (norteamericana quisieron decir) de Sociedades Católicas.
De aquí se ve que los miembros formales son, de suyo, las asociaciones
católicas. Fué preciso, sin embargo, y aun laudable el admitir como
miembros á algunas personas particulares, como á bienhechores nece-
sarios, salvándose así la existencia de la Federación á expensas de su
esencia metafísica. El ser Federación incluye la alianza general de las
asociaciones, y el ser solamente Federación excluye la intervención en
las instituciones y procederes de las mismas, dejándoles intactas sus
autonomías.
«El objeto de esta Federación (dice su artículo 2.°) es aumentar la
unión entre los seglares católicos, patrocinar los intereses y trabajos de
la Religión, la piedad, educación y caridad; estudiar nuestros problemas
sociales, propagar la verdad y la prensa católica é introducir los prin-
cipios cristianos en nuestra política, comercio y sociedad.»
¿No parece esto demasiado universal y un tanto vago? - ¿No tienen
ustedes, los jesuítas (se me respondió) un objeto tan extenso ó más que
el nuestro, y eso que son sólo 15.000? Lo de la vaguedad desaparece en
cada caso concreto, siendo entonces su actividad concretísima, como la
468 LA FEDERACIÓN AMERICANA DE ASOCIACIONES CATÓLICA*;
del sol y la tierra lo es en cada semilla que llevan á fruto y sazón. Y aun-
que ninguno de los objetos directamente indicados se lograse, todavía
tres inmensas ventajas no podían menos de seguirse, y es la primera la
que de todos los congresos católicos puede esperarse, ó sea la de mutuo
cambio de ideas, la de animarse y cobrar conciencia de su número y
poder.
Bien claro les dio á entender el insigne Obispo McFaul que los
católicos, sobre todo si se comparan con sus conciudadanos herejes y
con lo que debieran ser en tierra de libertad, aparecían hasta ahora
tímidos y cobardes. Ello tiene su explicación humana: los católicos de
los Estados Unidos pertenecen en su gran mayoría á la clase media, y
pertenecían, hace unos veinticinco ó treinta años, á la ínfima é injus-
tamente despreciada de los emigrantes. El grueso de los católicos, com-
puesto de irlandeses y alemanes, se hallaba entonces en la misma con-
dición que ahora se hallan aquí los pobres griegos ó italianos, y por eso
hasta ellos mismos se veían pequeños ante los protestantes, que consti-
tuían casi exclusivamente la clase aristocrática y más ó menos ilus-
trada. Hoy que las cosas y las fortunas se han cambiado y acortádose
las distancias sociales, bastó sólo que estas dos vigorosas razas se vie-
sen unidas y engrandecidas por medio de esta espiritual alianza, para
que al unísono clamaran por sus derechos, de tantos años ultrajados, en
frase equivalente á nuestro añejo «justicia pido, que no gracia».
Otro importante objeto también se logra de todas maneras por la
Federación, y por ser ella compuesta de sociedades; y es su mutuo es-
tímulo. Antes de unirse, las asociaciones no tenían que dar cuenta á
nadie. Sus méritos, así como sus deficiencias, eran conocidos solamente
de sus propios miembros. Ahora en cada congreso, parcial ó nacional,
cada una se presenta seguida de sus propios méritos. Diríase que estos
congresos son como exposiciones de productos nacionales, y que son
exposiciones permanentes, comoquiera que se continúan virtualmente
por medio del Boletín, periódico de la Federación, en el que las socieda-
des activas brillan por sus obras y las otras ... por su ausencia.
Pero el principalísimo fruto obtenido por esta Federación es la unión
de los católicos de las diversas nacionalidades aquí residentes. En un
artículo publicado en el Mensajero Americano en 1902 se lee: «Hasta
ahora las diversas nacionalidades de nuestro mundo católico se han
mirado entre sí con desconfianza, y hasta con envidia. Tienen tan poco
interés y conocimiento las unas de las otras, que no parecen pertenecer
á la misma gran familia. ¿La fuerza que nos unifique no será una gran
dádiva del cielo? Pues bien: la Federación es esa fuerza maravillosa que
ha concluido tamaña tarea. »
Aun después de bien unidas las diversas nacionalidades en el Con-
greso de Chicago, todavía hubo momento en el de Cincinnati en que
todo parecía irse á pique, más que por otra cosa, por la mala inteiigen-
LA FEDERACIÓN AMERICANA DE ASOCIACIONES CATÓLICAS 469
cia de algunos centros alemanes, que creyeron ver amenazada su auto-
nomía. Afortunadamente, una prudente ley de organización, que luego
veremos, y el instinto de conservación (que estas razas nunca pierden)
pacificó los ánimos hasta la fecha.
La organización de esta alianza es parecidísima á la política de los
Estados Unidos, que (según ellos) es la mejor del mundo entero. De
todas maneras, cualquier ley de organización les bastará, como sus miem-
bros sigan conservando la interior ley de la caridad que el Espíritu Santo
escribió é imprimió en sus corazones. Así como en la organización polí-
tica de los Estados Unidos tenemos un compuesto de Estados, que á su
vez constan de partidos, todos libres para darse leyes dentro de los lími-
tes de una constitución generalísima; así también en esta alianza ameri-
cana de asociaciones católicas cada asociación, permaneciendo autóno-
ma, se une con sus análogas que se encuentren en un mismo partido ó
demarcación para formar lo que llaman County Federation. Cinco (por
lo menos) de estas pequeñas agrupaciones constituyen lo que se llama
State Federation. Además, también, como en lo político, están unidas al
total de la Federación, y no á ninguna de las de los Estados, otras asocia-
ciones de carácter nacional, como son, por ejemplo, la de Knights of
St.John ó la Catholic Order of Foresters. Esta independencia de las
federaciones parciales se extendió también, como indicamos, á los centros
alemanes y á otras ligas extranjeras, desde lo acaecido en Cincinnati,
con tanto mayor razón cuanto que su número y diferencia de lengua
oficial así lo requerían.
Los individuos particulares no tienen representación directa en los
congresos, ni las federaciones de distrito ó County Federations, á no ser
que, por no llegar á cinco, no puedan formar una federación de Estado.
Las asociaciones de las diversas nacionalidades extranjeras pueden en-
viar un diputado por cada mil miembros, con aprobación de la Junta
directiva de la federación del Estado donde radiquen, aunque, como es
dicho, no forman parte de ella. Las federaciones estadiales y las inferio-
res, que por no llegar á cinco no pueden formar una mayor, tienen dere-
cho á mandar un diputado por cada mil hombres. Mas por razones que
se dejan entender las asociaciones de carácter nacional sólo tienen un
diputado por cada diez mil de sus individuos. ¿Puede darse organiza-
ción más sencilla?
La organización financiera de la Federación es hasta demasiado sen-
cilla. Á ver qué cambios hace en este punto el Congreso de Pitssburg.
Las asociaciones nacionales pagan solamente 10 dollars de cuota por
cada diez mil de sus miembros. Las parroquias y colegios contribuyen
con tres dollars cada uno, y las demás unidades pagan per capita^ según
las circunstancias de sus diversos territorios, etc., y á juicio del Con-
greso nacional, que cada año debe tasar para cada federación parcial.
Las personas particulares que contribuyan con 50 centavos anuales se
470 LA FEDERACIÓN AMERICANA DE ASOCIACIONES CATÓLICAS
consideran como socios, aunque, como arriba dijimos, no tienen repre-
sentación directa.
Casi gusta esta escasez de leyes financieras, cuando se compara con
la importancia que estos mismos hombres (por sangre, hombres de nego-
cios) dan á los elementos de orden sobrenatural: á la oración en sus
reuniones, á la santa Misa con que siempre las abren, á la piedad y
unción en sus discursos y sobre todo á su práctica filial é incondicional
unión con la Santa Iglesia. Parecen decirnos: Fortitudo mea Dominas.
¿Y qué ha hecho la Federación en sus siete años de existencia? En
general puede responderse que su vida ha sido una serie de triunfos
para la Religión, obtenidos con las mismas armas de que los hijos de las
tinieblas han abusado para combatirla. Éstas son dos principalmente: la
opinión pública y la influencia en las autoridades civiles y políticas. La
combinación de ambas, usada con rapidísima actividad, y sosteniendo
su agitación por medio de la prensa, es lo que ellos con donaire llaman
la maquinaria. Que se trata de hacer pasar una ley perjudicial á las
misiones católicas entre los indios de las montañas; luego se pone en
juego la maquinaria^ y en un cuarto de hora quedan todos los Obispos
americanos enterados de lo que se trata, y en otro cuarto de hora los
diputados al Congreso de la Unión (de cualquier color que sean) se ven
abrumados de telegramas de sus respectivos estados, de cuantos católi-
cos pudientes en ellos se encuentran, dispuestos á machacar y á seguir
telegrafiando hasta arrancarles la promesa de que la ley no pasará, y la
tal ley, de hecho y contra lo que se esperaba, no pasó. Que un periódico
local habla ridiculamente de Juana de Arco... Inmediatamente, en virtud
de la maquinaria, se citan leyes, se amenaza, aun prematuramente, con
apelar á Washington, se les amenaza con que los comerciantes católicos
retirarán del periódico sus avisos; y he aquí al mismo periódico de ayer
poniendo hoy en su primera página el gran retrato de la heroica Donce-
lla de Orleans y un soberbio panegírico. Vino ha poco á esta ciudad de
San Luis la famosa bailarina de la danza Salome, y mientras la Fede-
ración no lo supo, bailó ante el público de la manera más impúdica y
al derredor de una cabeza que representaba la de San Juan Bautista. Pero
á los dos días, allí tuvo al guindilla influenciado po^ la Federación local,
y la orden terminante de ponerse más trapos y sustituir la cabeza del
Bautista, por ejemplo, por un ramillete de flores.
Los casos como éstos son, sin exageración, innumerables y tienen
bien ocupados, ó, como ellos dicen, «en agitación», no sólo á la Federa-
ción general, sino á las inferiores, como en los casos que hemos enume-
rado pudo verse.
Ahora bien: ¿se atreverían los católicos hace diez años, se atreverían
LA FEDERACIÓN AMERICANA DE ASOCIACIONES CATÓLICAS 471
ahora mismo á levantar la voz, no digo ya á hacer el estruendo que
hacen, si no supieran que les guardan las espaldas dos millones de cató-
licos del mismo temple? Y si las autoridades se mueven ya á secun-
darlos, y á veces tan de prisa, ¿creemos que esto se debe á la tan decan-
tada honradez del Gobierno americano y á su respeto á solos los prin-
cipios?
Poco, ciertamente, logró la Federación en su campaña por los inte-
reses de la Iglesia en Filipinas; pero su buena voluntad, su nobleza y
buen espíritu merecieron bien de la Iglesia y de los hombres sensatos,
porque ante todo, y cuando todavía los ánimos de muchos, aun de mu-
chos católicos, estaban tan mal dispuestos y tan poco enterados acerca
de los frailes españoles en aquellas islas, en el Congreso de Chicago
de 1902 la Federación oyó de uno de sus miembros, aplaudió y propagó
la más brillante apología de aquellos héroes y de aquellas instituciones.
*Los Obispos americanos, decía el orador, y cuantos con ellos han pro-
testado contra las injusticias de Filipinas, no han hecho más que cum-
plir con un deber... Ya no hay que dudar más de lo que allí está pasando.
Ya consta de la vil profanación de los templos y de la espantosa inmo-
ralidad que allí reina, desde el arribo de nuestras tropas, y consta tam-
bién de las órdenes asesinas dadas por un general americano... Y qué,
¿la introducción en Filipinas de las escuelas laicas no basta para alar-
marnos? ¡Nuestro silencio en estas circunstancias sería una vergüenza y
un crimen! No faltó quien dijera que los católicos debíamos cuidarnos
sólo de conservar nuestras almas en paz, dejando á las autoridades el
hacer justicia, y que estando ya todo en manos del Papa, allí lo debié-
ramos dejar, confiando en su prudencia... Á fe que confiamos; pero ¿por-
qué, fué todo á sus manos sino por la polvareda y gritería que nosotros
levantamos? Pues bien: la Federación resuelve continuar urgiendo y
sosteniendo esta agitación en favor de la Iglesia católica en las
Filipinas...»
«Señores (decía más adelante), de 967 maestros americanos que allí
se han mandado, 18 solamente son católicos. ¿No es esto parcialidad?...
Dícese que ahora vamos á civilizar á los filipinos, porque hasta ahora
no han sido civilizados...; y yo digo que si por civilización se entiende
caer las masas ante los rifles de los civilizadores, como nuestros indios
cayeron, ciertamente los filipinos nunca fueron civilizados... Declara la
Secretaría de Guerra que, mirando á los intereses de la Religión y de
todas las religiones, se dará á los filipinos instrucción laica. ¡Cuidado
que se necesita sangre fría para venirnos á decir eso, después de que á
todo el mundo consta que la tal educación ha sido y va siendo la causa
de nuestra ruina!.... ¡Entiéndase de nuevo: la Federación, siguiendo el
consejo de los Obispos, sus consultores, con calma sí, pero con cons-
tancia, ha de seguir urgiendo el problema filipino hasta que se resuelva
según justicia!»
472 LA FEDERACIÓN AMERICANA DE ASOCIACIONES CATÓLICAS
Más tarde el Sr. Arzobispo de Manila mandó un cablegrama al
Secretario de la Federación: «Ayúdeme la Federación á hacer pasar en
Washington la ley de indemnización»; y la respuesta fué: «Allá vamos
con la maquinaria.» La vociferación católica empezó, en efecto; multitud
de candentes telegramas de todas las federaciones parciales penetró en
el Senado, como las zorras de Sansón en el campo enemigo; el presi-
dente de la Federación, Mr. Feeney, se plantó en Washington; las influen-
cias privadas (¿por qué no?) se pusieron en juego, y... y el decreto pasó
y tras él 403.030,19 dollars pasaron del Erario á manos del ilustrísimo
señor Arzobispo de Manila, á título de indemnización por las rapiñas y
desafueros cometidos por los invasores americanos.
Como era natural, á los federados les pareció poco esta cantidad, y
estaban dispuestos á proseguir en su demanda, á no haber intervenido
prudente y autorizado temor de perder por ello todo. Poco después les
escribía el mismo Arzobispo: «Á pesar de no bastarme la indemnización
ni para tapar las goteras de mis iglesias, todavía quedo á la Federación
sumamente agradecido y muy animado á valerme en lo futuro de sus
poderosos esfuerzos.»
Para acabarnos de formar idea del carácter de la Federación y de la
influencia universal que ya va adquiriendo, diré dos palabras sobre el
asunto Wilfley. El señor de este nombre, juez consular de los Estados
Unidos en Shanghai (China), fué acusado ante la Junta directiva del
American Federation of Catholic Society de haber atacado, sin pro-
vocación alguna, á la Iglesia católica y de haber aplaudido á discursos
anticatólicos en una reunión protestante, que él entonces presidía. La
Junta no quiso proceder mientras no llegasen los documentos que, para
cerciorarse, había pedido á las autoridades eclesiásticas de China. Lle-
gado que hubieron, y con ellos en la mano, el presidente, Mr. Feeney, se
vio primero con el Nuncio, Monseñor Falconi, y luego con el mismísimo
Roosevelt. Éste respondió que ello se arreglaría de manera que el Nuncio
quedase satisfecho. El resultado fué que Mr. Wilfley tuvo que publicar
una retractación en forma de disculpa, diciendo que sus palabras contra
la Iglesia no fueron suyas, y que sólo citaba á Blakstone. Lo malo fué
que se olvidó decir que era cita y aun poner sus frases entre comillas. Y
porque vio la que le esperaba, añadió á su retractación algunas frases
de cariño y admiración acerca de los misioneros católicos en China.
Como el Obispo de aquellas regiones y el Nuncio en éstas se dieron por
satisfechos, los miembros de la Federación hubieron de guardar para
mejor ocasión sus bríos y su famosa maquinaria.
¡Ojalá bastasen estos rasgos para dar á conocer el carácter de esta
Federación, que tanto significa en el mundo católico, y para que la
prensa se interese por ella y le siga los pasos!
LA FEDERACIÓN AMERICANA DE ASOCIACIONES CATÓLICAS 473
De todas maneras, bastará para que, con el Pontífice reinante, los
bendigamos todos los católicos, y como él, con él esperemos el más feliz
resultado del Congreso de Pittsburg.
Y precisamente porque admiramos esta gran alianza y confiamos en
sus fuerzas, les hacemos, para terminar, tres preguntas. Con las familias
cristianas les preguntamos: ¿qué hacen, además de lo que dicen, para
desterrar de su patria la ley del divorcio, la hidra que desgarra 50.000
familias cada año? Con la prensa les preguntamos admirados: ¿por qué
no hay un solo diario católico norteamericano? Y, finalmente, con los
partidos católicos de otras naciones les pedimos algunas explicaciones,
que de veras satisfagan, de por qué hay tan pocos católicos americanos
en el poder y en la representación nacional.
M. Cuevas.
IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
EN
EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS
IMFRSNTAS DE EÜBOFA
(Continuación.) (1)
AUSTRIA-HUNGRlA
Viena.— Tristísimo era el estado de la Religión en Alemania á media-
dos del siglo XVI. Las cartas recientemente publicadas del visitador de
la Compañía, P. Jerónimo Nadal (2), y las que se están divulgando del
B. P. Pedro Canisio (3), nos pintan con muy negros colores los estra-
gos hechos allí por la herejía, é indican la extrema necesidad de trabajar
sin descanso para refutar los errores, instruir á los católicos y fomentar
entre ellos la piedad y buenas costumbres.
Aparte de otros medios propuestos por ambos Padres, el diligente y
entendido P. Nadal, movido de ardiente amor á aquella noble nación,
digna de mejor suerte, escribía el 6 de Julio de 1555 á San Ignacio desde
Venecia (4):
«Padre, he tenido y tengo gran deseo que algunos se dedicasen á
ayudar á los pocos católicos de Alemania, y refutar aquellos miserables
herejes. Sus libros se multiplican hasta el infinito, y se reimprimen, mien-
tras los libros católicos, escritos contra ellos, no se vuelven á imprimir,
ni apenas se hallan; de modo que los mismos católicos dicen (aunque no
se pueden excusar) que no hallan libros que leer, sino los luteranos, lo
cual es causa de arruinarse todo, pues aun los pocos católicos se preo-
cupan poco de las excomuniones del Papa y prohibición de leer libros
heréticos.
(1) Véase la pág. 63 de este tomo.
(2) Monumenta Histórica Soc. ]QS\x.—-Epistolae P. Hieronymi Nadal, S. J., ab a. 1546
ad 1577. Cuatro tomos.
(3) P. Otto Braunsberqer, Beati Petri Canisii, S.J,, Epist. et acta. Van publicados
cuatro tomos.
(4) Epist P. Nadal, 1. 1, páginas 309 y 310, La carta del P. Nadal fué escrita en italia-
no. La compendia, según su costumbre, el P.Juan de Polanco, Monumenta Hist, S.J,
Vita Ignatii Loiolae et reram Soc.Jesu historia, t. V, páginas 270-273.
IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS 475
»Para esto, Padre, por medio del canciller de Austria [Juan Alberto
Widmanstadt], hombre muy católico y docto, nos hemos esforzado de
poner en Viena una buena imprenta, en nombre del Rey, en la cual se
estampen diariamente libros católicos y expurgados, y otros que de
nuevo se compongan contra esta peste de Lutero...
»Yo espero que con estos pequeños principios prosperará y hará
mucho fruto aquella imprenta de Viena, á cuya empresa es muy adicto
el Canciller, y me ha encomendado instantemente que yo lo trate con
V. P. para que los nuestros le ayuden.»
Breve, pero significativa, fué la respuesta que á esta parte de la carta
del P. Nadal dio San Ignacio por medio del P. Juan de Polanco, su Se-
cretario, el 13 de Julio de 1556, escribiéndole á Venecia. «De la imprenta,
le dice, y libros, y escuela para los niño3, de la publicación de las Cons-
tituciones y Reglas... y demás cosas ordenadas en Viena en casa y fuera,
para bien del público, sólo hay que responder aprobándolo todo, y
dando gracias á Dios N. S. de cuanto bien se hace...» (1).
Al B. P. Pedro Canisio le escribía asimismo el P. Secretario á 16 de
Julio, refiriéndose á la carta del P. Nadal: «Mucho sentimos el estado
de las cosas de la Religión en Alemania. Deseamos ayudarla, aunque
fuese derramando nuestra propia sangre; pero la de Cristo, Señor nues-
tro, alienta nuestra esperanza de que algún día se conseguirá auxiliarla,
y de nuestra parte hemos de cooperar diligentemente con la divina
gracia, sin dejar de poner por obra ningún medio que esté á nuestro
alcance, para conseguirlo» (2).
No parece que se realizó entonces el anhelado proyecto; pero en 1559,
tres años más adelante, maduró el P. Juan de Victoria la idea de esta-
blecer una imprenta propia en el colegio de Viena, moviéndole á ello
principalmente que, entre los muchos alumnos de nuestras aulas de la
capital, la mayor parte eran pobres, y á duras penas podían atender á su
manutención y á la compra de libros de texto, aun abreviando más de
lo justo los años de estudio, con perjuicio de su carrera.
Deseaba el P. Victoria, por medio de la imprenta, pubUcar libros de
texto, con cuyas ganancias los pudiese dar de balde á los estudiantes
pobres, y aun coadyuvar á su manutención; y además divulgar libros de
sana doctrina, y por medio de ellos refutar la herejía y fomentar entre
los católicos la piedad y prácticas cristianas.
Aprobó el Rey de Romanos, Ferdinando I, el plan, dio desde luego al
Padre 300 duros (talers), y aun parece que le señaló, ó tuvo proyecto
de señalarle, otros 300 cada año para los gastos de la imprenta.
Con los 300 duros del Rey y otras limosnas recogidas reunió el Padre
(1) Monumenta Ignatiana... series prima, t. IX, pág. 318.
(2) Monum. Ignat. ser. prima, t. IX, páginas 330 y 331.
476 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
Victoria 650 florines, compró tres prensas, adquirió en Viena la letra
necesaria latina y griega, y se proporcionó matrices y metal bueno para
fundirla en lo sucesivo (1).
La imprenta estaba en vías de funcionar en Septiembre de 1559.
Con fecha 8 de Noviembre del mismo año concedió el Emperador á
la imprenta para diez años el privilegio de que nadie pudiese reimprimir
en sus reinos, sin permiso de los Padres de la Compañía, los libros que
saliesen de la tipografía cesárea del Colegio de Viena, y que además
estuviese exento de derechos lo que se trajese de otras partes para la
imprenta (2).
Mas no bastaban las prensas y el material tipográfico y el apoyo del
Emperador. Faltaba lo principal, que eran personas entendidas en el
ramo, aunque fuesen pocas en número, y éstas no abundaban entonces.
Para obtenerlas acudió el P. Victoria al P. General y al P. Provin-
cial, P. Canisio, pidiéndoles un prefecto de imprenta, esto es, un correc-
tor de pruebas, y algún cajista entendido; y ellos en diversas ocasiones
le fueron proporcionando algunos Hermanos Coadjutores ó Escolares,
pues en Viena, lo mismo que en Roma, corregían las pruebas los jóvenes
jesuítas. Contestó, pues, al P. Canisio el P. Polanco, con fecha 1." de
Octubre de 1559, que enviaba á Viena el Maestro Felipe, alemán, ejerci-
tado en la imprenta (3).
Por el catálogo de Viena de 1561, estampado en la nueva imprenta
aquel mismo año, sabemos que había en aquel Colegio dos Hermanos
Profesores belgas, de los cuales el uno, llamado Pedro, tenía el cargo
de «Typographus», y el otro, por nombre Nicolás, era cajista, ó sea
«Compositor typographus». Otro joven, asimismo belga, escolar, Anto-
nio Ghuse, era el corrector de pruebas, «Corrector nostrae Typogra-
phiae.» (4).
Grandes esperanzas tenía fundadas el P. Victoria en su proyectada
tipografía. En principio también gustaba en Roma aquel medio de
socorrer ala afligida Alemania. «De la nueva imprenta, escribía el P. Po-
lanco al P. Canisio el 24 de Junio de 1559, nos alegramos, pues en ella se
podrán estampar cosas que con gusto serán compradas y utilizadas.» El
15 de Julio le añadía: «En lo porvenir, la nueva imprenta, si tiene buen
resultado, será un gran remedio» (5).
Pero lo cierto es que no tuvo buen resultado, y por consiguiente, no
se sacó de ella ni el remedio de Alemania, ni el adelantamiento intelec-
tual y moral de los alumnos acomodados, ni el socorro de los discípulos
(1) P. Braunsberger, obra citada, t. II, páginas 523, 529 y 572.
(2) P. Braunsberger, I. c, páginas 572 y 576.
(3) P. Braunsberger, 1. c, páginas 478, 496 y 526.
(4) P. Sommervogel. Lesjésuites de Rome et de Vienne en M. D. LXI d'aprés un ca-
talogue rarissime de l'époque. Opúsculo reproducido en facsímile en 1892.
(5) P. Braunsberger, 1. c, páginas 461 y 476.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 477
pobres. En efecto: acometió el intrépido P. Victoria empresas superiores
á los recursos que tenía, con gran pena y oposición del P. Canisio, y
muy pronto se secaron en flor las esperanzas fundadas en la naciente ofi-
cina tipográfica. Acababa ésta de ser instalada en Septiembre de 1559,
y ya el 7 de Octubre del mismo año escribió el P. Polanco al P. Victo-
ria, en sustancia, lo siguiente: «Habiendo entendido aquí en Roma por la
experiencia que la imprenta no es del todo conforme al instituto de la
Compañía, por exigir mucho trabajo y no poco personal, piensa nuestro
Padre General que ahí en Viena pueden evitar estos inconvenientes de
uno de estos dos modos: ó dejando del todo la imprenta, ó buscando algún
mercader ó tipógrafo que la administre fuera del colegio, con la direc-
ción y ayuda de los de casa, proponiendo esta solución al Emperador.
Pero importa sobremanera que en Viena ó en otra parte se divulguen
libros exentos del veneno de la herejía» (1).
Por su parte, el P. Canisio, en carta de 30 de Octubre de 1559 al
P. Laínez, contentábase con pedir al Señor que bendijese los buenos
intentos del P. Victoria y sacase de ellos su mayor gloria (2). Más explí-
cito estuvo en la que al mismo P. General le escribía el 21 de Octubre
del mismo año: «Bastante tienen los nuestros que hacer en Viena, aun
echando á otros la carga de la imprenta, para la cual quieren que les
compre papel en Augusta; pues ocasiona más molestia'de la que conviene
á los nuestros. Están buscando en Viena alguna persona á quien enco-
mendársela. Encamínelo todo Jesús, Señor nuestro, á su gloria y ala-
banza» (3).
En vista de las malas noticias recibidas, insistió el P. Secretario, mos-
trando al P. Victoria deseo de que diese el cuidado de la tipografía á
persona de fuera, á lo cual se inclinaba también el mismo P. Victoria (4).
Más grave fué la noticia comunicada por el P. Canisio al P. General
á 27 de Octubre de dicho año 1559, pues le dijo que los del Colegio de
Viena tenían agotados los recursos por los gastos hechos en la im-
prenta (5).
Recibió, pues, nueva orden el P. Victoria en Enero de 1560 de des-
hacerse de ella, pero poco á poco, por haber intervenido en aquel ne-
gocio el Emperador (6). '^
Como buen religioso, mostróse desde luego el P. Victoria dispuesto á
cumplir los deseos del P. General y del P. Provincial, con el intento de
librar á la Compañía de aquellas molestias y quebrantos (7).
(1) P. Braunsberger, 1. c, pág. 528.
(2) P. Braunsberger, 1. c, pág. 523.
(3) P. Braunsberger, 1. c, pág. 540.
(4) Cartas de 21 y 28 Octubre 1559. P. Braunsberger, 1. c, pág. 542.
(5) P. Braunsberger, 1. c, pág. 543.
(6) P. Braunsberger, 1. c, pág. 587.
(7) Carta del P. Victoria al P. Canisio, 2 Enero 1560. P. Braunsberger, 1. c, pág. 572.
RAZÓN Y fe, tomo XXV 32
478 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
Hallóse, por fin, el hombre á propósito. Era éste Guillermo Saüle, á
quien, latinizando su apellido, llaman Columna y Sulenius, maestro en
Artes, belga, antiguo alumno del Colegio Germánico, muy apreciable por
su ciencia y piedad. Con aprobación del Emperador, se le dio el cargo
de prefecto de la tipografía y corrector de pruebas. Él fué el que á 8 de
Noviembre de 1559 obtuvo del Emperador el privilegio antes citado para
la imprenta (1).
Aunque el encargado era de fuera, seguía funcionando la imprenta en
casa, si bien el P. Victoria se hallaba dispuesto á sacarla del Colegio, y
aun á deshacerse del todo de ella (2).
Las cosas, en vez de mejorar, fueron empeorando: hubo disgustos
con los otros impresores, y el resultado fué que entre Enero de 1562 y
Marzo de 1563 llevaba la imprenta una existencia lánguida, y á la muerte
de D. Ferdinando I, en 1564, le faltó la subvención imperial (3).
Al girar la visita el P. Nadal desde fines de Julio hasta el 13 de Agosto
de 1566, todavía había Hermanos ocupados en la imprenta; y estudiados
bien los pocos elementos con que aún contaba, dio orden de lo que con
ellos se había de hacer (4).
Los libros allí estampados fueron principalmente algunos textos lati-
nos y griegos para las escuelas (5). A mediados de 1563 se imprimieron
1.500 ejemplares de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, en
latín (6).
Fruto bien pequeño para tanto trabajo y tan fundadas esperanzas.
Oigamos, para terminar, lo que decía acerca de los sucesos de 1559
un autor anónimo de la Historia latina del Colegio de Viena. Después de
referir brevemente la creación de la imprenta, concluye: «Duró el primer
fervor tipográfico poco más de un bienio, imprimiendo muchos libros,
pocos útiles; después, como la cosa no salía bien, fué decayendo de año
en año, hasta desaparecer casi por completo la imprenta» (7).
De ningún modo podía proponerse el P. Victoria traficar con su im-
prenta, cosa prohibida á los clérigos por los sagrados cánones, y ade-
más debía evitar toda apariencia de negociación, según la voluntad ex-
presa de los PP. Generales de la Compañía de Jesús, y de ésta reunida
en Congregación general antes y después de fundada la imprenta vie-
nense (8).
(1) P. Braunsberger, 1. c, pág. 572.
(2) Carta de 24 Octubre 1561 al P. Canisio. P. Braunsberger, t. III, pág. 269.
(3) P. Braunsberger, t. III, pág. 771.
(4) Epíst. P, Nadal, t. III, pág. 257; t. IV, páginas 297 y 302.
(5) P. Braunsberger, t. III, pág. 771; t. II, pág. 529.
(6) Epíst P. Nadal, t. II, páginas 238, 404, 641; t. IV, pág. 275.
(7) Trae el texto latino el P. Braunsberger, 1. c, t. II, pág. 529,
(8) Congregación 1.^, decreto 105; Congr. 2.^ decr. 61; Congr. 7.^ decr. 84; regla 5.^
del Proc. de la Asist.; 5.^ del Proc. de la Prov.; 12.^ del Proc. del Col.; P. Claudio
Aquav. á la Prov. de Cast., año 1594; P. Vicente Carafa, 2 Marzo 1648; P. Oswald
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 479
Respecto á la edición de los Ejercicios de San Ignacio, allí estam-
pados en 1563, por orden del Visitador P. Nadal fueron vendidos los
1.500 ejemplares á precio de imprenta, descontando el gasto de manu-
tención de los Hermanos que en aquella obra trabajaron (1).
Hízose otra numerosa edición del mismo libro en 1568, de la cual se
enviaron á Venecia 1.000 ejemplares, y también se proporcionaban sin
cargar en cuenta más que los gastos de impresión y los del porte; de
modo que salía cada ejemplar á menos de un grosso italiano, ó sea me-
dio paolo, esto es, á unos 28 céntimos de peseta, según parece (2).
Todavía hemos visto anunciado algún libro que salió de las prensas
del Colegio de Viena en 1572. Pocos años después fué vendida la
imprenta al Vicario General de Tirnavia, Nicolás Telegdi, por 500 flo-
rines.
Elocuente es la lección que nos da la imprenta vienense, á saber: que
un plan vasto, llamado á contrarrestar en gran parte la falsa reforma
protestante y ser la salvaguardia de la fe y el remedio de Alemania,
como se creía iba á ser la famosa imprenta, amparada y fomentada por
el Emperador; á pesar de todo, puede fracasar y desvanecerse como el
humo, si el encargado de realizar el proyecto es el primero que entor-
pece bU marcha por darle dirección desacertada, por prometerse resul-
tados quiméricos, y dividir su atención, los recursos y el tiempo en otras
empresas irrealizables, cuyo fracaso arrastra en su ruina al proyecto sal-
vador (3).
Muy de otra manera obró el prudente P. Pedro Canisio. Siendo Pro-
vincial de la Germania Superior el P. Pablo Hoffeo, fueron en 1581 los
Padres Canisio y Roberto Andrenus á Friburgo de Suiza, donde ambos
Padres trabajaron gloriosamente, refutando á los protestantes é ilus-
trando y fortificando á los católicos.
El P. Canisio vio claramente que el mejor complemento de su celo
sería crear en aquella ciudad una tipografía católica. Habló al Ayunta-
miento, y de tal manera expuso á los concejales las ventajas, que aque-
llos señores se encargaron de realizar el proyecto.
Comment. in decem part. Constit. S. J., Insulis, 1892, part. VI, c. 3, art. 4.'', números
455, 456.
(1) Epist P. Hier. Nadal, t. IV, pág. 275. (Monam. Hist Soc.Jesu.)
(2) S. Franc. Borgia, t. IV, carta al P. Doménech, Prov. de Sicilia, 21 Marzo 1568,
(Monum. Hist. Soc.Jesu.)
(3) El P. Duhr, en su obra Geschichte derjesuiten in den Ldndern deutscher Zunge
im XVI.Jahrhundert, páginas 582-585, habla de la imprenta de Viena, citando las fuen-
tes de donde toma las noticias, y reproduce en las páginas 464, 465, 552, 583 y 585, en
facsímiles, algunas hojas de libros en ella impresos.
480 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
Por otro lado muy diverso se dirigió el P. Roberto al mismo fin, fun-
dando en la misma ciudad y para el mismo intento una Congregación Ma-
riana, salvaguardia de la ortodoxia y de la piedad (1).
OTRAS IMPRENTAS JESUÍTICAS DE AUSTRIA
Clausenburg, por otro nombre Kolosvar, en latín Claudiopolis (2)
(Transilvania), tenía á mediados del siglo XVIII imprenta universitaria.
Kaschau, Cassovia (Hungría), poseyó asimismo imprenta universi-
taria, por lo menos de 1739 á 1750.
Prag ó Praha, Praga, tuvo en su Colegio-Universidad Cario-Fer-
nanda, de San Clemente, una famosa tipografía, que enriqueció las biblio-
tecas con obras, muchas en número é importantes, á lo menos de 1664
á 1770.
Tyrnau, Tyrnavia (Hungría), estampó muchos libros piadosos y
científicos en sus prensas universitarias, por lo menos de 1721 á 1771.
ALEMANIA
Indicaremos brevemente las ciudades alemanas dotadas de imprentas
jesuíticas.
Braunsberg ó Brunsberg, Braunsberga, bastante antes de terminar
el siglo XVI deseó tener imprenta en su Colegio para facilitar la ense-
ñanza; mas no pudo llevarlo á cabo hasta 1590, en que se instaló conve-
nientemente, y siguió prestando sus servicios por lo menos hasta la
supresión de la Compañía en 1773 (3).
Breslau, Vratislavia (Silesia), poseyó imprenta universitaria de
seguro en 1731, y probablemente antes y después.
Munich, München, Monachium (Baviera), ignoramos si tuvo
imprenta propia. Sólo hemos visto una obra con este pie de imprenta:
«In Collegio Soc. Jesu. Monachii, typis Mathiae Riedl, 1718.»
POLONIA
Abundaron las imprentas de la Compañía de Jesús en la católica
y desgraciada Polonia, y desde luego la tuvieron las poblaciones
siguientes:
Jarosslawl, yaros/av/a (Polonia Menor), por lo menos en 1758.
Kalisz ó Kalisch, Calissium, consta que estampó gran número de
obras de 1639 á 1766.
(1) P. Agrícola, Hist. Prov. S.J. Germ. Sup., decas V, n. 6, año 1581.
(2) Como los pies de imprenta suelen estar unos en latín y otros en lengua vulgar,
pondremos los nombres de las poblaciones en ambas lenguas.
(3) P. RosTOWSKi, Lituanicarum S.J, Historiarum, 1. III, n. 66, año 1590.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 481
Krakow, Krakau, Cracovia, de seguro en 1600.
Lublin ó Ljublin, Lublinum, á lo menos de 1668 á 1769.
Lwow ó Lember, Leopolis (Galizia), estampó en grande abundancia
libros en latín y en polaco en su imprenta universitaria, á lo menos desde
1668 hasta 1770. Ignoramos si las prensas funcionaban antes de 1668, y
si continuaron después de 1770 prestando sus benéficos servicios.
Posen, Poznan, Posnania, tuvo en actividad sus prensas, de cierto
desde 1685 hasta 1778; pero ignoramos si también existía allí la imprenta
antes y después de dichas fechas. Entre los muchos libros latinos y
polacos con que enriqueció la ascética y pedagogía, en latín y polaco,
hallamos uno, que tiene este pie de imprenta: Posnaniae, typis Regiis
clari Collegii Societaüs Jesu, 1697. Tal fué la actividad de las prensas
posnanienses, que en 1739 dieron á luz el «Catalogus librorum in Typo-
graphia Collegii» Posnaniensis S. J., impressorum ex privilegio Regís
Augusti III, Regis Poloniae, typis dato. A. D. 1739 (1).
Przemysl, Premislia (Galizia), imprimió asimismo libros en latín y
en lengua vulgar á mediados del siglo XVIII. En 1765, á lo que parece,
dio á la estampa la «Idea characterum typographiae S. R. M. in Collegio
premysliensi S. ]. privilegiis donatae recens illatorum» (2)
Sandomir, Sandomier, Sandomiria, de 1720 á 1740, y tal vez antes
y después.
Warzawa, Warschau, Varsavia, divulgó en lengua del país, en latín
y en francés, gran número de obras, imprimiéndolas en la imprenta Real
de su Colegio, de 1727 á 1813, y acaso también antes de este tiempo.
Wilna, Wilno, Vilna (Lituania), puso á contribución su imprenta
universitaria por lo menos de 1596 á 1792, estampando en crecido
número obras ascéticas y pedagógicas, latinas y polacas.
Anuncian las bibliografías un Dictionarium latino-polonicum, Polo-
niae, typis Soc. Jesu, que acaso fué impreso en Polonia (Polonia Menor),
donde la Compañía de Jesús tenía Misiones.
RUSIA
Cuatro poblaciones rusas conocemos que gozaron de imprenta
jesuítica.
Nesswish ó Nieswicz, Nesvisium (Minsk), la tenía por lo menos
en 1763.
Pinsk, Pinscium (Minsk), la poseyó en 1729, y probablemente antes
de esta fecha y después de ella.
Polozk, Polotzk ó Polock, Polociae (Rusia Blanca), es población de
gratísimos recuerdos para los hijos de San Ignacio. Suprimida la Com-
(1) P. SOMMERVOGEL, BibUothéque de la Comp. dejésus, t, VI, col. 1061, n. 3.
(2) P. SOMMERVOGEL, Ibid., col. 1264, n. 32.
482 ^ IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
pafíía de Jesús en el resto del mundo, valióse providencialmente el Señor
de los Emperadores cismáticos para conservar, como entre cenizas, una
centellita de la orden religiosa, extendida poco antes por todo el mundo,
y perseguida después en todas partes, menos en aquel rincón de Europa.
Los pocos Padres reunidos en la Rusia Blanca tenían á su disposición,
á lo que parece desde 1787, la imprenta polocense, privilegiada por Su
Majestad, y de ella se valieron para estampar, en latín y en polaco, las
obras ascéticas y pedagógicas y las pertenecientes al régimen interior
de la diminuta Compañía, que necesitaban para el Colegio de Polozk y
las demás casas de la Rusia Blanca. Siguió la imprenta prestándoles sus
servicios por lo menos hasta 1819, fecha en que ya se hallaba restable-
cida la Compañía de Jesús en todo el mundo.
Plotzk, Plocium, consta que por lo menos la tenía en 1788.
FRANCIA
Saint-Omer, Sanctus Audomarus ó Audomaropolis (Pas-áe-Ca\ais).
Fácilmente se explica que no tuviese la Compañía de Jesús en Francia
imprenta ninguna propia, por haber no pocas é importantes en las ciu-
dades principales de la nación cristianísima.
La que existió en Saint-Omer, en el siglo XVII^ pertenecía al Colegio
AngHcano, y era bien necesaria, tanto para facilitar libros á los heroicos
alumnos ingleses, que allí se disponían á evangelizar á su atribulada
patria, aun á costa del martirio, cuanto para tener facilidad de imprimir
libros que difundir entre los católicos de la Gran Bretaña. Muchos de
ellos no tienen indicación del año en que fueron impresos, ni el nombre
del colegio, sin duda por prudente precaución.
Cecilio Gómez Rodeles.
(Continuará.)
GABRIEL Y GALÁN
(1)
g
o no sé si al escribir la composición titulada Regreso tuvo presen-
tes Galán el Beatas Ule y la oda de Fray Luis de León ¡Qué descansada
vida! El argumento es el mismo, aunque en la ejecución no aparecen
señales por donde se pueda sospechar que se propusiese por modelo á
ninguno délos dos grandes líricos. Sueltos y desembarazados corren los
versos de nuestro poeta con la atrevida libertad del río que marcha por
su cauce propio, sin las violentas contorsiones ni rígidos remansóse que
suelen obligar los diques artificiales. La poesía en Galán es tan personal
como lo fué en Horacio y en Fray Luis de León, y el que cantaran los tres
el mismo asunto sólo sirvió para hacer más visible la distinta y propia
naturaleza musical de sus tres liras.
Si se prescinde de los primeros versos que le sirven de introducción,
y que, por lo prosaicos y aun obscuros, no son dignos del lugar que
ocupan, afirmo sin vacilar que Regreso puede hombrearáe con "el Bea-
tas Ule y con la oda á la vida retirada. Si es peor ó mejor que ellas, no
es fácil decirlo. Lo que sí tiene es inspiración más alta que las dos, pues
no se limita como Horacio, á cantar la parte del placer sensible y de
bienestar físico que trae la vida del campo. No goza Galán por verse
lejos de los peligros de la guerra y délas importunidades de los clientes,
ni por las emociones de la caza y de la agricultura; goza (y en esto con-
viene con Fray Luis de León, aunque acentúa más la nota que él) porque
en el campo halla la verdad, que echó de menos en la vida artificial y
frivola de las ciudades, envenenada por la mordedura de todas las malas
pasiones.
Y este deleite de la vida quieta y honrada, que en el mismo Fray Luis
tiene un poco de exclusivista y lánguido, es en Galán eminentemente
comunicativo y viril:
Yo daré cuanto tengo,
Que á derramar entre vosotros vengo
Pedazos de mi ser á manos llenas:
Para ti mi sudor, hacienda mía;
Para ti mis cantares. Patria hermosa;
Para vosotros sangre de mis venas.
Hijos amantes y adorable esposa;
Para los hombres cuyas rudas manos
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXV, pág. 333.
484 GABRIEL Y GALÁN
Colman mi casa de riquezas tantas,
Pan abundante con doctrinas santas
Y el nombre sabrosísimo de hermanos;
Para el mal que á la lucha me provoca,
Los de luchar inacabables modos;
Para el Dios de la cruz, mi fe de roca,
Y el amor de mi alma para todos.
¡Bendita, oh Patria, seas! que me has dado
Uno en tu seno bienhechor asilo
Para morirme en el vivir honrado,
Que es el secreto de morir tranquilo.
¡Qué diferencia de este terminar nobilísimo y elevado, á la inesperada
salida:
Haec ut loquutusfenerator Alfius,
Jam jam futurus rusticus
Omnem relegit Idibus pecuniam;
Quaerit Kalendis poneré.
Y aun á la última estrofa:
Á la sombra tendido
De hiedra y lauro eterno coronado.
Puesto el atento oído
Al son dulce acordado
Del plectro sabiamente meneado.
Otra ventaja de Galán en este paralelo es su mayor espontaneidad y
verdad en el sentimiento. En Horacio hay derroche de buen gusto, hay
primores de versificación y una propiedad y nervio en el lenguaje que
no admiten rival. Aunque repitamos lo que sabe de memoria todo el
mundo, no dejemos írsenos la ocasión de refrescar estas cuartillas con
una ráfaga de aire cargada del perfume de las ricas campiñas italianas:
Libet jacere modo sud antiqua ilice.
Modo in tenaci gramine.
Labuntur altis interim ripis aquae:
Queruntur in silvis aves;
Fontesque limphis obstrepunt manantibus,
Somnos quod invitet leves.
At cum Tonantis annus hibernus Jovis
Imbres nivesque comparat,
Aut trudit acres hinc et hinc multa cañe
Apros in obstantes plagas;
Aut amite levi rara tendit retía,
Turdis edacibus dolos;
Pavidumque leporem et advenam laqueo gruem,
Jucunda captat praemia.
Aquí no se puede quitar ni poner una sílaba.
En Fray Luis de León, que aunque imita á Horacio no lo hace con la
dependencia servil é inconsciente de discípulo, sino con el desembarazo
GABRIEL Y GALÁN 485
y libertad de un gran artista, brillan las mismas dotes de precisión y
fuerza que en el maestro, y aun alguno de sus trozos es para mí com-
parable á cualquiera de los de éste. Ya está el lector recitando para sus
adentros:
Del monte en la ladera
Por mi mano plantado tengo un huerto...
Pero creo que no diré una herejía literaria, si digo que en Horacio los
versos están mejor hechos que sentidos; que en Fray Luis de León es el
sentimiento en verdad profundo y sincero, aunque un tanto reservado y
aristocrático; pero que en Galán es tan franco y efusivo, tan noble é inten-
samente cristiano, que, al terminar la lectura de Regreso, advierte el lector
que se le ha comunicado por entero el aborrecimiento á la ciudad y la
pasión por el campo, el trabajo y el amor á sus hermanos.
Ya dejamos dicho que no descuella Galán por la brillantez de la
forma, ni por la abundancia de recursos métricos; pero no faltan ocasio-
nes en que se muestra elegantísimo versificador, como se ve por las
muestras que van quedando esparcidas, y pronto haremos notar que los
versos de Regreso no tienen que envidiar á los más felices.
Ha oído hablar el poeta de los sabios, y la ciencia de las grandes
ciudades:
Y una noble ambición que hay en los hombres
Me hizo salir de mi rincón querido,
Yá oir la voz, que del saber es puerta.
Fui con el alma abierta.
Puesta debajo del abierto oído.
Y cierto que la ambición era noble:
Á entender los misterios fui dispuesto
De la vida y del mundo;
La fuerte base del obrar modesto,
La clave obscura del saber profundo,
La oculta vía del vivir sin brillo.
La esencia arcana del amor honesto.
La regla simple del pensar sencillo...
Iba á aprender sin tortuosos modos
La fórmula del bien, los soberanos
Conceptos graves del amor de hermanos,
Que nacimos de Dios, Padre de todos;
Y rasgadas las brumas, que embarazan
La alta visión con su tupido velo.
Iba á saber el punto en que se enlazan
La senda de la vida y la del cielo.
Esto es lo característico de Galán, y en lo que se remonta muy por
encima, no ya sólo de Horacio, que ni soñar pudo con decir algo seme-
jante, sino del mismo Fray Luis de León, cuya última aspiración era al
486 GABRIEL Y GALÁN
cabo la quietud y el reposo. Galán es activo, es insaciable del bien, y ni
repara en el trabajo que le ha de costar adquirir sus misterios, ni piensa
adquirirlos para sí solo:
Y asi como la abeja
Libado el polen de la flor se aleja,
Y torna á elaborar el néctar puro
De su colmena en el recinto obscuro,
Yo, conduciendo de placer henchido,
Mi carga de saber, carga de oro,
De los sabios tomada en el tesoro,
Á las dulzuras del rincón querido
Contento volvería
Á labrar con el polen adquirido
Miel de sabiduría...
¡Oh fama vocinglera!
¡Cuan fácil es el viento que te guía,
Y tu sonora voz cuan embustera!
Esto es un primor de versificación: «¡Oh fama vocinglera!» Naturalí-
sima transición, en que parece verse á la noble águila real, que se mecía
en las regiones ideales, doblar de repente sus alas y caer maltrecha al
golpe traidor de la realidad brutal. En tres versos admirables se canta el
desengaño del poeta y empieza luego una diatriba tan amarga, tan varo-
nil, tan sincera contra la vida mundana, que así le ha herido, que bien
se echa de ver no ser fingida la indignación que mueve á la pluma cuan-
do tales cosas escribe:
La gran sabiduría nunca ha sido
Música del oído,
Torrente de palabras, que allí cae
Donde un hueco encontró, como el sonido
Que el viento se lo lleva que lo trae;
Ni es orgullo que ciega.
Ni es encono que grita,
Ni estéril voz que apasionada niega,
Ni desprecio del bien que al mal invita.
Y por este camino continúa, sin decaer de su entonación noble y ro-
busta, hasta que por muy artística manera cambia de tono, sin cambiar
de sentimiento; y sucede á la ruda y desembozada filípica la ironía acre
y la sátira mordaz, mil veces más temibles y dolorosas cuando están bien
manejadas:
Estuve en la ciudad y vi la vida:
Es ligera y hermosa,
Al modo que es hermosa y es ligera
La ingrávida, la leve mariposa,
Que nace, vive y muere en primavera:
Y así como el insecto primoroso.
Visitador inquieto de las flores,
Más parece nutrirse de colores
GABRIEL Y GALÁN 487
Que de polen sabroso,
La vida ciudadana,
De la flor del placer fiel cortesana,
No se acercaba á ella
Con aguijón de abeja laboriosa.
Sino con frágil ala lujuriosa
De mariposa bella.
Conocen allí todos
Los secretos del Arte y de la Ciencia;
Saben de varios modos
Faltar á la verdad con elocuencia;
Saben negar audaces;
Saben reir satíricos, feroces;
Saben gustar voraces
Las mieles de las mieles de los goces,
Y saben ser flexibles, distinguidos.
Hablar con gran finura
Y obrar con gran descoco-
Saben vivir unidos
Amándose muy poco.
Un poco larga ha sido la cita; pero discúlpeme su misma hermosura.
Sin embargo, el verdadero mérito de esta composición está en su se-
gunda parte, tal vez algo difusa, pero con difusión simpática, que no
hace fatigosa la lectura, en que se van pasando versos y más versos, con
tanto gusto del lector como del poeta, que parece no acierta á decir el
último por no despedirse de un asunto que le es tan caro:
Ter limen tetigi; ter sum revocatus, et ipse,
Indulgens animo, pes mihi tardus erat.
Aquella ternura con que vuelve á sus campos, arrepentido, cual otro
hijo pródigo, de haberlos abandonado; aquel delicado é infantil cariño
con que va saludando á los montes, á las fuentes, á los céfiros, á los
grandes encinares; aquel gozarse en presencia de la vida, de que tan poé-
tica y filosóficamente nos habla:
Aquí no vive la materia inerte:
Esa vida que presta el artificio,
Estéril disimulo de la muerte;
Viven aquí las cosas,
Porque en su entraña cada cual encierra
La del vivir intimación divina,
Que á ti te ha dado jugos, fértil tierra,
Y á ti te ha dado savia, vieja encina.
Aquel ver y adorar á Dios en la naturaleza; aquella sana y robusta
procesión de todos los hijos del trabajo, que tan virilmente convoca,
para hacer, en medio de ellos, su entrada triunfal en la alquería:
GABRIEL Y GALÁN
Hombres de mi alquería.
Custodios fieles de la hacienda mía:
Los que vais encorvados
Detrás de los arados.
Desgarrando los senos de mis tierras;
Los que, del hierro de la paz armados,
Abatís la aspereza de mis sierras;
Los que andáis sin hogar, solos y errantes,
Guardando mis ganados noche y día;
Los de mis montes fieles vigilantes;
Los de mi casa, honrada compañía;
Los que colmáis de frutos diferentes
Mi casa, mis laneros,
Mis templados establos, mis graneros
Y mis anchos pajares, bien olientes-
Mayorales, gañanes y renteros.
Cabreros y pastores,
Colonos y yegüeros,
Guardas y aperadores.
Montaraces, zagales y vaqueros....
Todos los hijos del trabajo rudo.
Que regáis con sudor la hacienda mía...
Salid á recibirme. ¡Yo os saludo
Y os bendigo en la paz de la alquería!
Aquel honrado anhelo de entregarse al trabajo pensando en sus hijos;
aquel abrir todos los poros de su ser, invitando á entrar por ellos á
cuanto de dulce y deleitable puede hallar en su amado rincón: la vida
serena de la blanca alquería, el encinar cargado de reposo, el hogar
templado, la alameda obscura, los anchos horizontes, los blancos case-
ríos :
Las guindas de mi huerto delicioso.
Los ricos toronjiles y albahacas,
El pan de mis pastores tan sabroso.
La leche vadeante de mis vacas...
y, por último, aquel terminar sublime que hemos transcrito más arriba,
en que promete, en retorno á tanta ventura como el campo le propor-
ciona, derramar pedazos de su ser á manos llenas en beneficio de cuanto
le circunda:
Para morirse en el vivir honrado,
Que es el secreto del morir tranquilo.
Todo esto de por sí, y como hermoso rio de luz y de frescura que
alegra y refrigera el corazón, angustiado por las áridas sombras de la
primera parte, es de una fuerza poética tan alta y avasalladora, que en
Regreso, el alma se siente levantar á unas alturas á que nunca podrán
elevarla ni el Beatas Ule ni la oda magnífica de Fray Luis de León.
Como se ve, la comparación se ha establecido entre las tres odas; de
ninguna manera entre los tres poetas; pues, fuera de que ni sería fácil
ni oportuno semejante paralelo, yo sé muy bien que la humilde sombra
GABRIEL Y GALÁN
del poeta charro nos ha de quedar agradecida de que no la tengamos
mucho tiempo junto á las sombras gigantescas de los dos grandes líricos.
Las tres cuerdas de la lira de Galán, que antes decíamos, Dios, el
campo y los honestos amores del hogar, trenzan y combinan deliciosa-
mente sus notas en las Sementeras, composición hermana de las dos
que acabamos de estudiar; himno, como ellas, tiernísimo y sincero á
la severa poesía de los campos castellanos; descripción bellísima, sobria
y perfumada de un lirismo tranquilo y confortante, en que todos los
pormenores de la operación de la sementera han pasado de la natura-
leza al papel, sin más arreos que las palabras precisas para pintarlos,
ho obstante lo cual, aparecen llenos de luz, de vida y de calor poético;
espontánea y sabrosísima unión de las más puras impresiones recibidas
desde el repecho,
Contemplando la hermosa sementera
con los nobles y sosegados afectos de un alma que es toda paz, ático
purísimo, reverente y cristiano recuerdo de la sementera del hogar,
y canto hermoso, que desde el principio al fin lleva el timbre propio de
la garganta de su autor y es capaz de llegar al fondo de toda alma rect^
y conmover las fibras de todo corazón no maleado.
Dicen que entre los charros hay muchos, aun de la clase campesina,
que saben de memoria y recitan con gran ternura composiciones ente-
ras de su poeta. Así tiene que ser, y ello por sí solo demuestra cumpli-
damente que Galán ha dado la nota propia de la serena y arcana poesía
de los campos salmantinos, velada á los ojos profanos y demasiado
sutil para dejarse escuchar por almas de sensibilidad plebeya.
Las olas del mar, acariciando mansas ó asaltando enfurecidas los
acantilados de la costa, los frescos y amenos valles enclavados entre
montañas verdes y salpicados de blancos caseríos, la tempestad des-
encadenada, el río que baja espumando de las agrias laderas de los
montes, espectáculos son que puede sentir cualquiera, y cuya pintura,
más ó menos cabal, no está vedada á nadie que haya recibido del
cielo alguna chispa de fuego sagrado; pero sentir y descifrar la poesía
de aquellas inmensas llanuras grises, en donde se ven pastar rebaños,
que más parecen alimentarse de tierra que de jugosas plantas; sorpren-
der la belleza de aquel cielo sin nubes y aquel llano sin barreras, que
se besan en silencio por los cuatro puntos cardinales del horizonte; saber
oir la casi apagada armonía que anida en aquellos encinares cargados
de reposo; guardar ecos en el alma hasta para caer de las semillas en
los surcos y para
El blando hundirse de las anchas rejas,
El suave rodar hacia los lados
De la mullida tierra.
490
GABRIEL Y GALÁN
no son ciertamente cualidades que estén a! alcance de los espíritus vulga-
res, sino rico patrimonio de un corto número de elegidos, á quienes es
dado descubrir el reflejo de la belleza de Dios, aun en aquellas de sus
obras en que se presenta con matices más suaves y más delicadas tintas.
De esta que podríamos llamar poderosa visión del colorido poético,
y que no radica solamente en la fantasía, sino que tiene su más puro
manantial en un sensible corazón naturalmente recto y hondamente cris-
tiano, nace aquella peculiar manera de concebir y cantar el amor que
ya he notado en El Ama, y que se repite en todas las composiciones
en que Galán se dirige á la mujer. ¿Quién la trata con más reveren-
cia? ¿Quién con más verdadero y casto sentimiento? ¿Quién con más
idealismo?
Léanse los tres primorosos ramilletes de quintillas que se titulan Cas-
tellana, La Espigadora y M¿ Montaraza, y dígaseme si pueden darse
requiebros más limpios, conceptos más pudorosos, galanterías más lle-
nas de respeto, flores, en fin, más frescas y perfumadas y de cáliz más
incontaminado y virginal. Castellana puede oiría sin sonrojársela mujer
más casta de labios de su marido; Mi Montar aza, la púdica virgen ena-
morada, de los de su amante; La Espigadora, la honesta y pobre don-
cella, de los de cualquier hombre (1). En El pleito del Diablo con el Cura
de Madridejos trae Mirademescua unas quintillas que debió tener pre-
sentes Galán al escribir Castellana. Tal vez el modelo común de uno y
de otro esté en el Poema de San Isidro, de Lope. Voy á poner un trozo
de cada uno de los tres poetas, para que se aprecie, al mismo tiempo
que la verdad de lo que digo, la gracia y soltura con que supo Galán
imitar á los dos grandes líricos de nuestro siglo de oro:
MIRADEMESCUA
¿Quieres que trepando vaya
Por los brazos de esa haya.
Y baje de sus pimpollos
De una tórtola los pollos
A que jueguen en tu saya?
¿Quieres que descienda á un río,
Hijo de un risco de Cuenca,
Y en él mi valiente brío
No deje anguila ni tenca,
Ni pez argentado y frío
Que no venga á palpitar
Sobre esta yerba, y á dar
Un salto y otro del suelo,
Pensando que coge el vuelo
Para arrojarse á la mar?
¿Quieres que vaya á buscar
Cuarzos blancos al repecho,
Colorines al linar,
Nidos de alondra al barbecho
Y endrinas al espinar?
Para que tú te regales
No dejaré una con vida
Veloz liebre en los eriales,
Ni esquiva perdiz hundida
Del cerro en los matorrales,
Ni conejillo bravio
Dormido bajo el carrasco,
Ni mirlo á orillas del rio,
Ni sisón en el peñasco.
Ni alondras en el baldío.
Tuvieras en esta playa.
Sentada á gozar el vuelo
Del aura, en su verde suelo
Las carpas en la redaya.
Los barbos en el anzuelo,
El vil conejo, la liebre.
Cuya caza se celebre
Mirando el galgo veloz,
Que animado de mi voz
Apenas las yerbas quiebre.
Y, aunque el hurtalle me aflige,
Daréte un nido que ayer
En jn olmo acerté á ver,
Que en viéndole luego dije:
— Este de Silvia ha de ser.
(1) Comparación muy útil y curiosa pudiera establecerse entre las poesías eróticas
de Galán y las de Campoamor. Veríase la diferencia inmensa que va, aun bajo el punto
de vista estético, de inspirarse en el amor recto y como Dios manda, á buscar la be-
lleza del amor en las emociones del sentido, por finas aristocráticas é hipócritamente
candorosas que sean las formas empleadas.
GABRIEL Y GALÁN 491
Se nota en Galán predilección por las quintillas, sin duda por lo bien
que responde este ligero metro á la fresca soltura de sus ideas jugueto-
nas. ¡Con qué elegante resolución entra en M¿ Montaraza!
No hay bajo el cielo divino
Del campo salamanquino
Moza como Ana María,
Ni más alegre alquería
Que Carrascal del Camino.
En Carrascal nació ella,
Y si antes no fuese bella
Su natal tierra bendita,
Fuéralo porque la habita
La rosa del monte aquélla.
No nace en tierra cristiana,
Flor silvestre más lozana,
Ni hormiga más vividora.
Ni moza más castellana,
Ni mujer más labradora.
¡Y con qué poética desenvoltura se expresa en La Espigadora!
En el rincón de ese ardiente
Desierto que el sol calcina
Tengo yo un prado riente,
Con una pomposa encina
Y una purísima fuente.
Y bajo el palio frondoso
Que apaga el fuego del cielo.
Yo te dejara gozoso.
Oyendo el decir copioso
Del agua del regatuelo.
Y yo afrontando fatigas.
Bajo ese cielo que arde.
Diera envidia á las hormigas.
Para llevarte á la tarde
Rubias manadas de espigas.
Indudablemente que tratando asuntos del campo y puesto á pulir sus
versos, llegaba á ser intachable aun en la forma... ¿Qué versificador, por
escrupuloso y atildado que se le suponga, se avergonzaría de firmar
aquellas catorce redondillas en que está escrito Del viejo el consejo,
linda sarta de perlas en que el aticismo y suavidad de los pensamientos
corren parejas con la fluidez y galanura de las estrofas, que no encubren
un solo ripio?
Deja la charla, Consuelo,
Que una moza casadera
No debe estar en la era
Si no está el sol en el cielo.
Tu hogar tendrás apagado,
Y al mozo que habla contigo
Le está devorando el trigo
La yunta que ha abandonado.
492 GABRIEL Y GALÁN
Mira que está obscureciendo,
Que en las riberas lejanas
Ya están cantando las ranas,
Ya están las aves durmiendo;
Que tocan á la oración,
Y hay gentes murmuradoras
Cuyos ojos á estas horas
Cristales de aumento son.
Su amor á la vida del campo, que, como más arriba hacíamos notar,
no era amor egoísta y muelle, sino austero y activo, le movió dos veces
á cantar el noble asunto del trabajo, y las dos supo hacerlo en versos
recios y varoniles. Particularmente Canción es una oda magnífica, que
parece hecha de una sola plumada: tan sostenida es su inspiración y tal
la suavidad con que se va desarrollando hasta la última estrofa, como
una banda de seda que se despliega abrillantando el aire. Todos los ver-
sos son poéticos, todos sonoros y de valiente concisión, y el metro es
elegante y bien elegido:
¡La pluma, los cinceles, la mancera!
¡La espada victoriosa!
Dadme lo que queráis, qiie abierta espera
Mi mano vigorosa.
En el Canto al trabajo va encajando en versos esculturales ideas
llenas de luz y de vigor, hasta que, embriagado por la noble pasión que
mueve su pluma, deja escapar, cuando le sale al encuentro la imagen
del sibarita ocioso y regalado, dos ó tres llamaradas de la tea incendia-
ria, que sin duda no era su ánimo blandir, pero que sorprende no poco
en manos del dulce cantor de El Ama:
Tiempos tan esperados
De la justicia que avanzáis armados:
¡Sitiad por hambre ó desquiciad las puertas
De alcázares dorados
Que no las tengan al trabajo abiertas!
¡Vida que vive asida
Savia sorbiendo de la ajena vida.
Duerma en el polvo en criminal sosiego!
Rama seca ó podrida.
Perezca por el hacha y por el fuego.
Indudablemente estaba dotado de raras aptitudes para la poesía bu-
cólica y el idilio campesino. En estos asuntos siempre es espontáneo y
fresco, y los versos, en especial los cortos, son en su mano blanda cera
que se ajusta con docilidad á los juegos y caprichos de su retozona fan-
tasía. Léanse El barbecho, Trisca vaquerillo, Idilio, Elegía, Mi vaque-
rillo, y sentiráselas impregnadas del perfume de los ingenuos amores
que nacen, como en su natural terreno, en los campos que aromatiza el
tomillo y la oliente hierba triguera.
Luis Herrera Oria.
(Continuará.)
LA CONQUISTA P5L Al^e
Le A conquista del aire ha llegado á ser en nuestros días un problema
tan trascendental é interesante, que apenas hay hombre medianamente
instruido que no tome ya en serio su solución.
¿Quién no conoce las sensacionales experiencias de los célebres ame-
ricanos Orville y Wilbur Wright, la travesía del Canal de la Mancha por
Luis Bleriot, las semanas de aviación de Champagne, Berlín, Brescia,
Blackpool... y quincena de París? ¿Quién no tiene ya noticia del vuelo
de Lathan en medio de la tempestad, del Conde de Lambert, virando por
encima de la torre de Eiffel á 600 metros del suelo de París y de la últi-
ma proeza de Farman, que, con su magnífico vuelo de cuatro horas siete
minutos, acaba de ganar la copa Michelin?
Y aunque lo obtenido hasta ahora no es la última palabra ni el último
perfeccionamiento de la aviación, se ha triunfado al fin de una dificultad
que parecía insuperable; asistimos ya á un espectáculo en el que tantas
veces soñaron las generaciones pasadas, y parece como que prevemos
para un porvenir no lejano las consecuencias que por la resolución de
este problema han de seguirse en la vida social de los pueblos.
Y si bien no pueden precisarse todavía con toda exactitud las leyes
misteriosas del vuelo plano, creemos llegado el momento de vulgarizar,
aunque no sea más que á grandes rasgos, las líneas generales de sus fun-
damentales principios y los rápidos progresos que por su mediación se
han obtenido.
Mas antes de entrar de lleno en las diversas fases de este sencillo tra-
bajo, conviene tener presente una sublime enseñanza que parece des-
prenderse de todos los hechos que estamos presenciando en la actuali-
dad, y es que el hombre en tanto ha conseguido algo en el arduo pro-
blema de la navegación aérea, en cuanto se ha acercado á Dios, imitando
las más bellas de sus obras, el vuelo de las aves; para que, á la par que
se perfeccione la industria y el comercio, merced á estos aparatos que se
levantan de la tierra, se perfeccione y levante también el sentido moral
de los pueblos, despegando. las almas de las miserias de este mundo y
haciéndolas gustar algo de las dulzuras del cielo.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV a3
494 LA CONQUISTA DEL AIRE
I
Dos escuelas que se disputan el dominio del aire.— Algo de historia sobre la Aerosta-
ción.—¿Los hermanos Montgolfier ó el jesuíta P. Lana?— El Zeppelin.—Sus viajes
memorables,— Consideraciones sobre los dirigibles.— ¿Aerostación ó Aviación?
La aspiración del hombre por el dominio del aire no es moderna.
Desde muy antiguo se venía trabajando en la resolución de este ingrato
problema. Experiencias admirables se habían llevado á cabo, siempre
persiguiendo, como es natural, la imitación de la naturaleza, el vuelo de
las aves. Mas la mecánica no había llegado á la perfección que hoy
posee; los motores, en especial, estaban muy lejos de llegar á la simplifi-
cación que hoy han alcanzado, no siendo de extrañar, por consiguiente,
que apenas se hiciera otra cosa que vanos proyectos y algunas expe-
riencias, que de ordinario solían acabar con la vida del que las comen-
zaba.
Así las cosas, el descubrimiento de los globos en 1783 vino á sus-
pender por el momento esta clase de investigaciones y á dirigir el inge-
nio humano por otros derroteros. Desde esta fecha existen en la Aero-
náutica dos escuelas que se disputan el dominio del aire, pero por sis-
temas diametralmente opuestos: la Aerostación, ó escuela del menos
pesado, y la Aviación, ó escuela del más pesado. (1)
La Aerostación, partiendo del principio de Arquímedes: «Todo cuerpo
sólido sumergido en un líquido recibe de él un empuje ó presión vertical
de abajo para arriba, igual en valor al peso del líquido desalojado», y
aplicando este mismo principio á los gases, trata de resolver el problema
de la navegación aérea por aparatos menos pesados que el aire, ó sea
por globos.
El ideal de todos había sido elevarse del suelo, y he aquí que en 5 de
Junio de 1783 los hermanos Esteban y José Montgolfier, con una sencilla
aplicación del principio de Arquímedes, vienen á resolver, por lo menos
en la apariencia, el magno y trascendental problema.
Y aunque sea de paso, bueno es hacer constar aquí que no fueron los
hermanos Montgolfier los primeros iniciadores de la idea de la navega-
ción aérea por medio de globos, pues muchos años antes, en 1670
(fig. I.""), el jesuíta italiano P. Francisco Lana-Terzi, en su obra, que
titula Prenotando, ó sea ensayo de algunas invenciones nuevas como
(1) Des á présent le Congrés propose que le mot Aéronautíque soit entendu com-
me désignant dans tonte généralité la science de la navegation aérienne: VAérostation
serait la branche de l'areonautique qui concerne les appareils á sustentation statique
appelés communémentp/í/s légers que Vair; VAviation serait la branche de l'aéronau-
tique qui concerne les appareils á sustentation dynamique, appelés communément
plus lourds que Vair». (Cuarto Congreso Internacional de Aeronáutica, reunido en
Nancy en Septiembre de 1909, conclusión VI.)
LA CONQUISTA DEL AIRE
495
Fig. 1.
introducción al arte maestra {\), en el capítulo VI, expone claramente
la teoría de la navegación aérea por medio de un aparato, consistente
en una especie de barquilla, con vela de dirección, sostenida por cuatro
esferas metálicas en las que previamente se
había hecho el vacío. Asimismo otro jesuíta,
el P. Bartolomé Guzmao, el 8 de Agosto de
1709 subió en un globo cautivo Heno de aire
caliente, rebasando en su ascensión los edifi-
cios más altos de Lisboa (2). Asimismo el
doctor J. Blank, después que Cavendish de-
mostró la ligereza del hidrógeno con relación
al aire, concibió ya el futuro aeróstato, y en
1782 el inglés Tiberio Cavallo elevó en el
aire pequeños globos consistentes en burbu-
jas de jabón llenas de gas hidrógeno.
Lo que está fuera de toda duda es que
desde el tiempo en que los hermanos Mont-
golfier elevaron en Annonay (5 de Junio de
1783) un globo lleno de aire caliente, en el
que poco después se aventuró á subir Pilá-
tre de Rozier, el problema de la conquista del aire se creyó comple-
tamente solucionado. Á los globos hinchados con humo siguieron muy
pronto los globos de Charles, llenos de gas hidrógeno; del mismo modo
que podía elevarse un hombre se elevarían 10, 20. 100...; la cuestión se
reducía, al parecer, á dar mayores dimensiones al globo y á su corres-
pondiente navecilla.
En medio de aquel general entusiasmo nadie echaba de ver que si
bien era fácil elevarse, la dificultad principal estaba en la dirección. Por
muy grande que fuera el aparato y fuera cual fuere el medio de propul-
sión, por principio debía pesar menos que el aire desalojado, y, por con-
siguiente, desde su nacimiento comenzaba á ser juguete del viento que
trataba de dominar.
Por otra parte, la resistencia hacia el avance era tan grande y ma-
nifiesta en los globos esféricos, que muy pronto se vio la necesidad de
darles forma ovoidea muy alargada. De este modo consiguieron resul-
tados prácticos más ó menos notables Jullien, Camilo Vert, Giffard,
Dupuy de Lome, Hánlein, los capitanes Renard y Krebs, Lebaudy, San-
tos Dumont y otros.
De todos los dirigibles modernos merecen especial mención el Patrie
(1) Pródromo overo saggio di alcune inventioni nuove premesso all'arte maestra.
(En 4.", con 70 láminas. Brescia, 1670.)
(2) «C'est au Pére Gusniao qu'on doit la premiére expérience du bailón aérostatlque
renoiivelée soixante-quatre ans aprés, par Montgolfier.» (Feller, Biographie universelle,
t. IV, pág. 275.) i:i P. Wilhem niega fuese jesuíta. V. Notic. Bibliogr.
496
LA CONQUISTA DEL AIRE
Fig. 2
(fig. 2.^), del ingeniero Julliot, construido en 1906, perdido poco después
en los mares del Norte; Ville de París, de Enrique Deutscii, construido
por Surcouf y Kapferer; Ville de Bordeaux, Clement-Bayard, Répübli"
que, cuya reciente catás-
trofe ha costado la vida
á sus cuatro tripulantes;
el italiano de los capita-
nes Croco y Ricaldoni;
el inglés Nulli Secundas;
los alemanes Gross,
Parseval y Zeppelin. De
éste último no podemos
pasar sin hacer especial
mención.
El actual Zeppelin í
(fig. 3.'^) (que no es otro
que el Zeppelin III) tiene
136 metros de largo por
11,66 de diámetro en su
sección media. Visto por
la popa, se echa de ver
inmediamente un plano-
estabilizador quilla (Esquema 1.°, P. 5), cuyo objeto, entre otros, es evi-
tar las bordadas de derecha é izquierda. Posee además cuatro planos
de estabilización (P. 1, P. 2, P. 3, P. 4), planos que en una ú otra forma
se encuentran ya
en todos los mo-
dernos dirigibles,
y cuyo objeto es
evitar el cabeceo,
tan perjudicial
para la marcha;
dostimones tripla-
nos verticales (S 1
y S 2), que sirven
para la dirección
lateral; dos hélices
propulsoras (7 3,
T 4) (junto á la
proa lleva otras
dos); dos timones
horizontales de
altura //3, //4),y, finalmente, una de las dos barquillas (A^ 2), colocada
bajo una quilla (K), que corre á lo largo del aeróstato. Su interior está
pi
H
^L
.51
i
Fig. 3/
LA CONQUISTA DEL AIRE 497
dividido en 17 compartimientos, que son otros tantos depósitos de
hidrógeno, protegido todo por la gran envoltura rígida, debida al in-
menso armazón de aluminio, que es característico de este hermoso
aeróstato.
El dirigible Zeppelin, del que con razón se enorgullecen los alemanes,
dejando su hangar flotante de Manzell, ha efectuado viajes notables,
como el del 7 de Noviembre de 1908, llevando á bordo al Kronprinz, á
Enrique de Prusia, al Conde Zeppelin, ingeniero Burs y tres mecánicos.
Elevándose majestuosamente, navegó durante algún tiempo por encima
del lago de Friedrichshafen; desapareció entre la bruma. Á las tres
horas escasas se hallaba á la vista de Bonaueschisgen, adonde debía
llegar poco después el tren imperial. El dirigible estuvo evolucionando
á 200 metros de la población. Llegado el tren que conducía al Empera-
dor, bajó á 100 metros, maniobrando por encima de la vía férrea. El
Príncipe y el Conde Zeppelin saludaban al Kaiser agitando sus pañue-
los. Poco después el emperador Guillermo subía á la terraza del palacio
de Bonaneschingen, en donde recibió uno de los despachos que el
Kronprinz le arrojaba desde el dirigible, el cual, después de dar una
vuelta sobre el palacio, enfiló su proa hacia el lago de Constanza, des-
cendiendo en Manzell á las cinco de la tarde.
No fué tan feliz otro de los viajes verificado últimamente por el
mismo dirigible. Tratábase de ir y volver de Friedrichshafen á Munich.
El Zeppelin partió muy de madrugada; el cielo estaba cubierto; la brisa
suave parecía presagiar un feliz éxito. Á las cinco estaba sobre Biberach;
á las seis rebasaba la frontera bávara en las inmediaciones de Ulm.
Luchando contra el viento, que arreciaba por momentos, enfila la proa
hacia Augsbourg, teniendo que luchar contra corrientes violentas del
Sudeste. Pasa por encima de esta población. Al llegar á Munich, atro-
nadores ¡burras! saludan la presencia del dirigible, que por tres veces se
inclina de proa, respondiendo á los frenéticos aplausos de la turba. Mas
cuando todo el mundo esperaba el ansiado descenso, ven todos con
viva inquietud que el dirigible no puede efectuarlo y, llevado por el viento,
es incapaz de gobernarse, siendo arrastrado más y más hacia el Este. A
partir de este momento, se ven en el Zeppelin marchas y contramarchas
y vueltas algún tanto desordenadas. Finalmente, á las tres pudo tomar
tierra en Niedervichbach, á unos 60 kilómetros más allá de Munich,
comenzando al otro día el regreso con viento bonancible y haciendo
escala en Munich, llegó, por fin, al obscurecer á su hangar del lago de
Friedrichshafen.
Posteriormente (27 de Agosto) el Zeppelin ha efectuado su memora-
ble viaje Friedrichshafen -Berlín, en donde el Conde, que piloteaba su
dirigible, evolucionó delante de la tribuna imperial entre los hoch! hoch!
entusiastas de 100.000 espectadores que invadían el campo de manio-
bras de Tempelhof. No obstante estos entusiasmos, si seguimos al diri-
498 LA CONQUISTA DEL AIRE
gible desde la salida de su hangar, veremos que la rotura de una hélice
le obliga forzosamente á tomar tierra en Ostheim; desciende de nuevo
en Nuremberg, en donde se ve precisado á cambiar de motor; otro
pequeño accidente le hace bajar en Leipzig. Á su regreso de Ber-
lín, la averia en una de las hélices le obliga á descender en Bulzig; el
viento rasga la envoltura exterior; hechas las reparaciones necesarias,
se eleva y llega por fin á Friedrichshafen, habiendo hecho el recorrido
con una velocidad media de 35 kilómetros.
Estos son los viajes que ha hecho el mejor de los dirigibles que, sin
duda alguna, existen hoy en el mundo, y que ha costado tres millones de
marcos. Pasamos por alto la catástrofe de Echterdingen, en la que en
unos segundos quedó reducido el gigantesco globo Zeppelin IV á un
informe montón de viguetas de aluminio, y los percances y averías más
ó menos graves que en otras ocasiones le han ocurrido. No queremos
hablar tampoco de las frecuentes odiseas á que se hallan expuestos los
dirigibles franceses; ni de los restos del Patrie, perdidos en los mares
del Norte. La reciente catástrofe del République, que ha costado la vida
á cuatro beneméritos de la aeronáutica, ha conmovido tanto el espíritu
francés, que se habla ya de un congreso internacional, á fin de esclarecer
las causas misteriosas de tan sensibles y repetidos accidentes.
No queremos por esto rebajar el mérito de los dirigibles. Siempre
serán de utilidad práctica en 'determinadas condiciones atmosféricas;
sólo sí sostenemos que, según nuestro parecer, el dirigible, y en general
el sistema del menos pesado, no es la solución completa del grandioso
problema de la conquista del aire. La multitud de modelos que nos pre-
senta la naturaleza, desde el pequeño insecto hasta el cóndor que se
cierne sobre la cumbre de los Andes, nos están demostrando que Dios
no ha elegido el principio del menos pesado para dotar á sus criaturas
de la facultad de volar.
Aparte de esta consideración, nos basta analizar un poco algunos
principios científicos del dirigible, y en general de los globos, para con-
vencernos de lo que acabamos de afírmar. Es innegable (aun puestas á
discusión algunas de las leyes formuladas por Newton sobre la resisten-
cia del aire) que el dirigible encuentra en su marcha una resistencia ha-
cia el avance, que va creciendo en razón directa de su velocidad, siendo
proporcional al área de la superficie y á la densidad del aire, llegando
esta resistencia á su máximum cuando la superficie es normal á la di-
rección del viento. De aquí se deduce que para que un aeróstato sea en
realidad dirigible, es necesario que su velocidad sea mayor que la del
viento.
En efecto, si suponemos que el dirigible E (fig. 4.'^) navega en con-
tra del viento con una velocidad DC igual y contraria á la velocidad del
viento AB, en virtud del principio tan conocido en mecánica «dos fuerzas
iguales y contrarias se destruyen», el dirigible E quedaría en este caso
LA CONQUISTA DEL AIRE
499
A
^/tCatíJíjy jUá v¿e/v«Xó
5
« \/«í<kA:J*>J ^ .U^^ee?
Fig. 4.
estacionario, sin avanzar ni retroceder, no obstante la rotación de sus
hélices. Es, pues, necesario para avanzar que tengamos en todo caso
DC>AB; pues si tenemos lo contrario, es decir DC<AB, el dirigible
retrocedería, no obstan-
te su propulsión. Ahora
bien, esta velocidad ma-
yor que la del viento es
muy difícil conseguirla
en los dirigibles, no sólo
por la enorme resisten-
cia que el viento le ofre-
ce para el avance, sino también por el gran peligro que corre en este
caso su estabilidad longitudinal, máxime si las hélices no están coloca-
das en la prolongación del eje de figura, sino más bien en un plano infe-
rior, como de ordinario sucede en la mayor parte de los dirigibles mo-
dernos.
Confirmemos lo expuesto con uno de los modernos dirigibles, el
Clément-Bayard (fig. S."*), por ejemplo. En efecto, si suponemos que el
dirigible lleva la dirección BA, mediante la propulsión de la hélice £",
que ¿e mueve en un eje inferior al de figura, es evidente que á medida
que aumenta la
velocidad de esta
hélice, irá aumen-
tando en G la re-
sistencia hacia el
avance, resisten-
cia que, de no
aplastar la proa
del dirigible, setra-
duce en una fuer-
za que sigue la di-
rección5C,opues
ta á la marcha del
dirigible. Si esta
velocidad de la
hélice es excesiva,
sobrepuja el pun-
to critico, dando lugar á un par de fuerzas FD, BC, que tiende á enca-
britar el globo y á hacerle perder su equilibrio longitudinal.
Esta gran resistencia del dirigible hacia el avance, ó sea á tener gran
velocidad, lo podemos comprobar con un sencillo experimento. Si arro-
jamos hacia adelante, con todo el potencial que puede desarrollar nues-
tro brazo, un globito de gas de los que suelen vender en las ferias
para entretenimiento de los niños, veremos que avanza muy poco y que
Fig. 5.
500
LA CONQUISTA DEL AIRE
cuanto mayor es el esfuerzo que hagamos tanta mayor resistencia halla
en el aire que atraviesa. ¡Qué de otro modo acontece si, con el mismo
potencial, se arroja un cartón ó una lámina de cinc. Se le verá deslizarse
por el aire, cortándolo admirablemente, y recorrer tanta mayor distancia,
cuanto sea mayor el impulso recibido. He aquí la diferencia entre el di-
rigible y el aeroplano, entre la teoría
del menos pesado y la del más pesado.
No, no puede dominar el viento un
aparato que empieza ya por principio
á ser juguete del mismo viento. Razón
tenía el ingeniero Nadar al comenzar
sus conferencias con el «¡guerra á los
globos!», estando convencido de que el
descubrimiento de los globos no ha
hecho otra cosa que retardar la solu-
ción del arduo problema, lanzando las
investigaciones científicas por un cami-
no erróneo. Con mucho acierto, á nues-
tro parecer, afirmaban los Sres. Soreau y Painleve en una de las sesiones
de la Sociedad Francesa de Navegación Aérea: «Ante los progresos del
aeroplano, en un porvenir muy próximo, los globos vendrán á ocupar
un puesto, si no inútil, por lo menos muy secundario.»
Enrique Ascunce.
Esquema 1."
(Continuará.)
boletín canónico
SUEVA ORGAMAGION DE LA CURIA ROMA DECRETADA POR FIO X'"
ARTICULO III
Congregación de los Sacramentos.
§1
SU CONSTITUCIÓN
376. Esta Congregación, así como también cada una de las siguien-
tes, tiene por Prefecto á un Cardenal que preside la Congregación.
Fórmanla algunos Cardenales elegidos por el Papa. Su Secretario es un
Prelado.
377. Los oficiales mayores son el Prelado Secretario y tres subse-
cretarios.
378. Tiene varios teólogos y canonistas consultores y un número
adecuado de oficiales menores.
379. De los tres subsecretarios uno está encargado principalmente
de las peticiones referentes á las dispensas de impedimentos matrimo-
niales.
380. Otro, de las demás referentes al matrimonio, como son sana-
ciones in radice, legitimación de prole, cuestiones sobre validez ó nuli-
dad de los matrimonios, dispensas de matrimonio rato y no consumado,
dudas referentes á estas materias, etc.
881. El tercero tiene á su cargo lo referente al sacramento del Orden
y^ á todos los demás sacramentos, excepto el Matrimonio.
382. Cada subsecretario tiene su ayudante y un número conveniente
de escribientes. (N. pee, op. 7, 3, nn. l.°-6.°)
383. La jurisdicción de esta Congregación en lo referente al matri-
monio, se extiende á todo el mundo; en lo demás, sólo á las regiones
sujetas al derecho común. (N. pee, cap. 1.°, c.)
384. Sin embargo, la Sagrada Congregación de Propaganda Fide,
por las peculiares circunstancias de los que rigen las diócesis y misio-
nes en las remotísimas regiones de las Indias, Tonkín, China, Japón,
Australia, Oceanía y otras semejantes, podrá, después de tratar este
asunto y ponerse de acuerdo con la Sagrada Congregación de los Sa-
ín Véase Razón y Fe, vol. XXV, pág. 374.
502 BOLETÍN CANÓNICO
cramentos, continuar concediendo á los Obispos, Vicarios Apostólicos,
Prefectos y Superiores de las Misiones las antiguas fórmulas de las
facultades, muchas de las cuales se refieren al matrimonio*(l). S. C. Con-
sist, 12 de Noviembre de 1908, ad II. (Acta A. Sedis, vol. I, p. 148, sig.)
§"
su COMPETENCIA
385. Está confiada á esta Congregación la legislación sobre la disci-
plina de los siete sacramentos, salvo lo que corresponde á la Congrega-
ción del Santo Oficio, según se dijo antes (n. 316, sig.), y lo que perte-
nece á la Sagrada Congregación de Ritos sobre las ceremonias que
deben observarse al hacerlos, administrarlos y recibirlos.
A) Disciplina del Matrimonio y demás sacramentos.
386. Pertenece, pues, á esta Congregación:
1 .° Todo lo referente á la disciplina del matrimonio, como es lo rela-
tivo á dispensas para el fuero externo, ya sean para los pobres ya para
los ricos, sanaciones in radice, dispensas de matrimonio rato y no con-
sumado, separación de cónyuges, legitimación de prole.
2.° Todo lo referente á la disciplina de los otros sacramentos, como
son las dispensas para las Órdenes sagradas, v. gr., conferirlas extra
témpora; permitir la consagración de los Obispos en días distintos de
los señalados en el Pontifical Romano; dispensas de irregularidades
(para los no sacerdotes), del rezo del oficio divino, de edad, del título de
ordenación para los no sacerdotes (2), salvo el derecho de la Sagrada
Congregación de Religiosos en lo referente á la ordenación de éstos;
(1) II. Utrum Congregatio de Propaganda, ob peculiaria adjuncta Moderatorum
dioecesum et missionum in longinquis regionibus Indiarum, Tonkini, Sinarum, Japo-
niae, Australiae, Oceaniae alüsque hujusmodi, etiam in posterum concederé possit
EpisGOpis, Vicariis Apostolicis, Praefectis vel Moderatoribus missionum formulas
facultatum, quarum plures matrimonium respiciunt.— 7?esp. Ad II. Affirmative, re tamen
agitata et composita cum S. Congregatione de Sacramentis.
(2) Á los ya sacerdotes concede estas dispensas la Sagrada Congregación del Con-
cilio: «Proposito dubio, utrum facultas concedendi clericis, jam in sacro presbyteratu,
ordine constitutis, dispensationem ab irregularitate, vel a titulo sacrae ordinationis
spectet ad Congregaíionem de Sacramentis, an potius ad Congregationem Concilii;
sacra Congregatio Consistorialis, ómnibus rite perpensis, respondendum censuit;
Spectare ad S. Congregationem Concilii.
»Datum Romae, ex aedibus Secretariae ejusdem sacrae Congregationis Consisto-
rialis, die 27 Februarii 1909.
»L. t S. Scipio Tecchi, Adsessor.»
(Acta A. Sedis, vol. I, pág. 251.)
BOLETÍN CANÓNICO 503
dispensas relativas al lugar, tiempo, condiciones de recibir la Eucaristía,
celebrar la Misa en oratorios privados, al aire libre, antes de la aurora ó
después del mediodía, el jueves santo, en las naves; usar peluca ó soli-
deo en la celebración de la Santa Misa ó al llevar el Viático; celebrar
los enfermos de la vista siempre Misa de la Virgen ó de Difuntos; comul-
gar ó celebrar (aun los religiosos) sin ayuno natural; tener reservado el
Santísimo Sacramento en iglesias ú oratorios que carecen de este dere-
cho, y otras concesiones de este género. Conceder privilegio de oratorio
privado con las otras gracias que en esa materia suelen conceder, v. gr.,
celebrar tres Misas y dar en ellas la comunión en la Nochebuena.
B) Cuestiones relativas á la validez y disciplina de los sacramentos.
387. También resuelve las cuestiones relativas á la validez del ma-
trimonio ó de las Órdenes sagradas, y otras referentes á la disciplina de
los sacramentos, salvo el derecho del Santo Oficio. Pero si la misma
Sagrada Congregación juzga que estas cuestiones deben tratarse con-
tenciosamente, debe remitirlas al Tribunal de la Rota Romana.
C) Cambios de competencia.
388. Esta Congregación es nueva enteramente.
La materia que se le ha asignado correspondía antes á diversas
Congregaciones y Oficios, es, á saber:
389. Las dispensas matrimoniales concedíalas la Dataría, y á los
pobres de fuera de España y Portugal también las daba la Sagrada Pe-
nitenciaría. Cfr. Razón y Fe, vol. 3, p. 384, sig.
390. Á las regiones que le estaban sujetas concedíalas antes la Sa-
grada Congregación de Propaganda Fide.
391. Lo referente á la validez ó nulidad del matrimonio, á las dispen-
sas de matrimonio rato y no consumado, legitimación de prole, dispen-
sas á los ordenandos, etc., pertenecía á la Sagrada Congregación del Con-
cilio. Lo relativo al ayuno eucarístico, al Santo Oficio, al cual pertenecía
también dispensar del impedimento Ordinis para el matrimonio y ahora
parece corresponder á esta Congregación de Sacramentos.
§111
MODO DE PROCEDER
392. Las reuniones de esta Sagrada Congregación tiénense los
viernes.
A) Congregación, Congreso, Protocolo y Archivo.
393. Está reservado á la Congregación en pleno:
a) En lo relativo al matrimonio, examinar las peticiones de dispensas
de impedimentos que ofrezcan peculiar dificultad, ya por razón de impe-
504 BOLETÍN CANÓNICO
dimento, ya porque se duda si hay causa legítima para dispensar; la
separación no pacífica de los cónyuges , sanaciones in radice; legitima-
ción de prole en los casos de más dificultad; el conocer en las causas de
nulidad de matrimonio ó de dispensa en el rato y no consumado, en los
casos que exijan juicio de la Congregación en pleno, y todas las dudas
jurídicas sobre la disciplina del matrimonio que no tengan obvia y clara
solución en las causas anteriormente resueltas.
b) En los demás sacramentos, todas las cuestiones disciplinares cuya
solución no se halle en los principios admitidos ni en resoluciones ante-
riores y las peticiones de dispensas no comunes que el Congreso juzgue
dignas de discusión.
394. De modo que se reservarán para la Congregación plenaria las
dispensas de irregularidad en los casos dudosos y más difíciles ó cuando
la gracia impetrada puede ceder en desdoro del estado eclesiástico. Las
preces sobre nulidad de la ordenación, ó de sus obligaciones, ó sobre
djspensa de las mismas, siempre que la causa sólo deba tratarse disci-
plinarmente; las cuestiones de derecho sobre el lugar, tiempo ó condi-
ciones necesarias para la celebración de la Misa, para binar, para comul-
gar, para tener reservada la Eucaristía; igualmente sobre el tiempo,
lugar ó condiciones que exige la disciplina eclesiástica para administrar
y recibir los otros sacramentos; así como también las dispensas extraor-
dinarias que se pidan sobre esta materia.
395. El Congreso resuelve qué asuntos han de ser llevados á la
Congregación plenaria y prepara cuanto pueda dar luz para la acertada
dirección de los mismos, ya haciendo investigaciones, ya pidiendo el
voto á uno ó más consultores, ó el de todos ellos juntamente, según la
naturaleza del asunto.
396. Juzga también y concede algunas dispensas matrimoniales, según
las facultades que al Prefecto y al Secretario confiera el Papa: concede
también dispensas de edad y de título de ordenación al clero (n. 386, 2^)
secular; dispensas en el ayuno para comulgar; facultad de tener reser-
vado el Santísimo en las iglesias y oratorios que carecen de este dere-
cho, de celebrar la Misa en oratorio privado, en los casos en que estas
gracias suelen concederse habitualmente según la vigente disciplina.
397. Tiene dos protocolos. Uno para las preces de dispensas de im-
pedimentos matrimoniales; otro para todas las otras que son relativas
al matrimonio y á los otros sacramentos. Dos oficiales cuidan principal-
rnente de redactar el primero y otros dos el segundo.
Consta de dos secciones el archivo: una para las posiciones de dis-
pensas matrimoniales y otra para todo lo demás.
BOLETÍN CANÓNICO 505
B) Nueva disciplina sobre dispensas matrimoniales
de grados menores y mayores.
I
Cuáles son éstas.
398. Las dispensas matrimoniales que concede esta Sagrada Congre-
gación se dividen en dispensas de grados mayores y de grados menores.
399. Las de grados menores son:
a) De consanguinidad y afinidad en tercero y cuarto grado de la
linea colateral, ya sean iguales, ya desiguales, esto es, del cuarto con
tercero, ó de tercero con segundo (no con primero).
b) De afinidad ex illicito commercio en cualquier grado (sea primero,
sea segundo, sea segundo con primero).
c) De parentesco espiritual, de cualquier clase. Véase el núm. 406.
d) De honestidad pública, bien provenga de esponsales, bien de ma-
trimonio rato, ya dispensado y disuelto. Véase el núm. 410.
400. Los de grados mayores que con causa legítima suelen conce-
der son:
a) De consanguinidad en segundo grado (de la línea colateral) igual,
ó en segundo ó tercero con primero.
b) De afinidad en la línea colateral y en los grados primero ó se-
gundo igual, ó en segundo ó tercero mezclados con el primero.
c) De crimen ex adulterio con promesa de futuro matrimonio,
Pero no se concede jamás dispensa (pública) de este impedimento
concurrente machinatione. Cfr. Gury-Ferreres, vol. 2, n. 823.
Tampoco se concede en el de afinidad ex copula licita in linea recta.
Cfr. Bened. XIV, De synodo, lib. 9, c. 13, n. 4; Praxis Ap. dispensa-
tionum, n. 4; Gury-Ferreres, I. c, n. 813.
II
Observaciones sobre la concesión de las dispensas de grados menores.
401. Las de grados menores en la nueva disciplina se entienden
siempre concedidas ex certis rationabilibus causis a S. Sede probatis,
Y tiene la concesión el mismo valor que si hubiera sido hecha ex mota
proprio et ex certa scientia, y así no pueden ser impugnadas ni por vicio
de obrepción ni de subrepción.
402. Así, pues, al pedir estas dispensas podrán y aun generalmente
deberán (puesto que per se tanto la petición como la concesión sin causa
son ilícitas) aducirse las causas canónicas en que la petición se apoye;
pero aunque las causas no sean verdaderas, ya por haber errado de
buena fe, ya á sabiendas, las dispensas se tendrán por válidas (aunque
tal vez ilícitas), no sólo en el fuero externo, sino también en el interno.
506 BOLETÍN CANÓNICO
403. La razón es que el Papa desea sanar y sana todos los defectos
de que tales dispensas adolezcan; por eso prohibe que se las impugne
como obrepticias ó subrepticias. Ahora bien, si no fuera su intención el
convalidarlas aun en el fuero interno, no prohibiría que se las impugnara,
pues no puede desear ni permitir que un matrimonio nulo no sea tenido
por tal y se deje llevar vida marital á los así unidos.
404. Parece también, por la misma razón, que el Ordinario que ha de
ejecutar tales dispensas no debe verificarlas después de recibidas. Lo
cual se confirma por las nuevas fórmulas en las cuales no se prescribe
el que se verifiquen las preces si se trata de estos grados menores.
405. Esta concesión de Su Santidad parece ser un medio para satis-
facer en parte á las peticiones de muchos Ordinarios que deseaban ver
suprimidos todos ó la mayor parte de estos impedimentos de grados me-
nores.—Véase lo dicho en Razón y Fe, vol. 9, p. 366, n. 65, sig.
No se suprimen tales impedimentos, pero la dispensa se facilita gran-,
demente.
III
Puntos obscuros.
406. Un punto obscuro ofrece lo que se dice sobre la cognación
espiritual, pues todos sus grados quedan comprendidos entre los me-
nores.
407. Ahora bien, uno de los impedimentos de cognación espiritual es
el que existe entre el bautizante y el bautizado, y este impedimento hasta
ahora se ha considerado de tan difícil dispensación que nunca en él se
dispensaba. Único es el caso en que conste se ha dispensado (18 Di-
ciembre 1872), y esto se hizo aun condicionalmente y en circunstancias
muy extraordinarias, como se dijo en Razón y Fe, vol. 10, p. 250. Véase
también Collectanea S. C. de P. F., vol. 2, p. 59, n. 1.392, edic. 2.-'
(n. L490, edic. 1.''); Gury- Ferrares, Comp., vol. 2, n. 806, N. B.
408. Además, en 3 de Diciembre de 1902 declaró el Santo Oficio que
en la facultad de dispensar del impedimento de parentesco espiritual no
se comprendía el del bautizante con el bautizado. Razón y Fe, vol. 10,
p. 250.
409. Así, pues, aunque vemos que se enumera entre los grados me-
nores al parentesco espiritual de cualquier clase, suponemos que no se
incluye el del bautízanle con el bautizado, pues sería un cambio muy
radical el pasar de tanto rigor á tanta facilidad en la concesión de tal
dispensa.
410. En cuanto al de honestidad pública, parécenos también que no
está incluido entre los grados menores, si es en la línea recta y procede
de matrimonio rato, Cfr. S. Offic, 20 de Marzo de 1893; Gury-Ferreres,
vol. 2, n. 819.
BOLETÍN CANÓNICO 507
C) Las dispensas á los pobres y casi pobres.
411. En todas las dispensas á los casi pobres se les rebaja, por lo
menos, la mitad de la tasa, y aun toda ella á los verdaderamente pobres,
debiendo pagar solamente los gastos indispensables de correo, papel,
amanuense, etc. Se les condonan también en este último caso los dere-
chos del agente. Es, pues, para los pobres aún más favorable que la an-
tigua esta nueva disciplina. Véase Razón y Fe, vol. 3, p. 384, nn. 57-59.
412. Por ahora se consideran pobres ó cuasi pobres los mismos que
antes. Véase lo dicho en Razón y Fe, vol. 3, p. 384, sig.; vol. 4, p. 526, sig.;
vol. 9, p. 372, sig.; vol. 11, p. 247. Por consiguiente, en Italia se consi-
deran como pobres aquellos cuyos bienes no pasan de 1.612,50 liras, y
casi pobres si no exceden de 5.375 liras. Fuera de Italia, pobres ó casi
pobres si no pasan de 2.821,87, ó 9.406,23, respectivamente. Cfr. Gury-
Ferreres, vol. 2, n. 879, q. 4.
413. Se declara expresamente que el error voluntario ó involuntario
en este punto de la pobreza no invalida la dispensa, aunque será ilícita
si el error es voluntario y en todo caso quedan los dispensados con la
obligación de justicia de indemnizar á la Sagrada Congregación de lo
defraudado con la falsedad. Con esto quedan anticuadas las controver-
sias sobre el valor ó nulidad de tales dispensas obtenidas in forma pau-
perum, sin que los contrayentes fueran pobres. Véase Razón y Fe, vol. 3,
p. 389, n. 73, sig.; Gorradas, lib. 8, cap. 6, n. 68, sig.; De Justis, lib. 1,
c. 7, n. 72, sig.; Gousset, vol. 2, n. 866, 12.°; San Alfonso, Hom. apóstol,
tr. 18, n. 87; Feije, n. 695; Giovine, t. 2, p. 181, sig.; Gasparri, 1., n. 319.
414. Cuando se trate de los casos en que la dispensa es necesaria
para evitar el escándalo, y los que la necesitan se obstinan en no pagar
los derechos, aunque tienen medios para hacerlo, deben los Ordinarios
consignar esto al pedir la dispensa, y obtenida ésta, al comunicarla á los
interesados, verán si es prudente avisarles del deber de justicia de dar
algo á la Santa Sede. N. com., c. XI, 3.°
D) Tasas y causas para las dispensas. Ejecución de éstas.
Legitimación deprole.
415. Continúan vigentes por ahora las tasas antiguas. Ibid. 12.°
416. También quedan vigentes las causas antiguas para la petición
de las dispensas. Véase Razón y Fe, vol 2, p. 510, sig., vol. 3, p. 580,
sig.; vol. 4, p. 233, sig.; y Gury-Ferreres, vol. 2, n. 866, sig.
417. Sobre la ejecución de dispensas, véase el n. 199, sig.
Ahora como antes, todas las dispensas del fuero externo se dirigen
al Ordinario. S. Off., 20 de Febrero de 1888: Razón y Fe, vol. 11, p. 246.
418. No se olvide que el Ordinario no puede delegar la ejecución de
tales dispensas á un simple sacerdote, sino que ha de ejecutarlas por sí
508 BOLETÍN CANÓNICO
mismo, ó únicamente puede delegarlas á su Vicario general, ó á otro
Ordinario, particularmente á aquel en cuya diócesis actualmente vivan
los contrayentes. De lo contrario, la delegación y la dispensa así ejecu-
tada serían nulas. S. Off., 20 de Febrero de 1888; 1." de Julio de 1904.
Véase lo dicho en Razón y Fe, vol. 11, p. 245, sig., y Gury- Ferretes y
vol. 2, n. 880 bis.
419. Nótese que por la dispensa de impedimento ex causis ¿nhonestís
no se entiende concedida la facultad para legitimar la prole habida antes
de la ejecución de la dispensa y de la celebración del matrimonio, sino
que se requiere para la legitimación que ésta sea pedida por los orado-
res y que les sea otorgada en el rescripto:
VENETIARUM ET ALIARUM
Sacrae Congregationi de disciplina Sacramentorum sequens dubium propositum
fuit: an, juxta tenorem formularum sacrae Congregationis de disciplina Sacramentorum,
ín concessione dispensationum ab impedimentismatrimonialibus ex causis inhonestis
intelligi debeat tacite concessa Ordinario etiam facultas declarandi legitimam prolem
susceptam ante executionem dispensationís et celebrationem matrimonii.
Eadem S. Congregatio, re mature perpensa, responderé censuit. Negative, sed re-
quiri ut prolis legitimatio ab oratoribus petatur eaque in rescripto concedatur.
Datum Romae ex aedibus ejusdem S. Congr., die 29 Januarii 1909.
L. t S. D. Card. Ferrata, Praefectus.
Ph. Giustini, Secretarias.
(Acta Á. Seáis, vol. 1, p. 214.)
(Continuará.)
SAGRADA CONGREGACIÓN DEL CONCILIO
Obligación de dar aviso al Obispo de todos los legados para causas pias.
Contestando á una consulta del Obispo de Beauvais (Francia), ha
declarado la Sagrada Congregación del Concilio en 7 de Agosto de este
año 1909 que «todos, tanto los sacerdotes como los seglares, á quienes
se confien legados para causas pias tienen obligación de notificarlo
cuanto antes al Obispo, el cual tietie derecho de velar sobre la adminis-
tración y asegurar el exacto cumplimiento de dichos legados.»
Esta resolución fué aprobada por el Papa dos días después.
Bellow ACEN.—Legatorum piorum. De onere certioranái Episcopum
áe legatis aá pias causas.
Die 7 Augusti 1909.
Episcopus Bellovacensis litteris diei 21 Martii 1909, ínter alia, sequens dubium pro-
posuit huic S. Congregationi dirimendum: utrum saceráotes vel laici possint, inscio
Oráinario, legato aá pias causas recipere eorumque aáministrationem gerere ac re-
spectiva onera implere.
BOLETÍN CANÓNICO 509
Emi. Paires S. Congregationis Concilii, exquisito Consultoris voto reque sedulo
perpensa, in plenis comitiis diei 7 Augiisti 1909, respondenJum censuerunt: Omnes,
sive sacerdotes sive laicos, quorum fidei concredtta sunt legato ad pias causas, teneri
de hoc quamprimum certiorem reddere Episcopum, quijus habet vígílandi super admi-
nistrationem et consulendí securitati eorumdem legatorum.
Pacta vero, die 9 Augusti insequenti, de his ómnibus relatione SSmo. Sanctitas Soa
resolutionem Emorum. Patrum adprobare dignata est.
L« t S. Julius ürazioli, Subsecretarius.
(Acta A. Sedis, vol. 1, p. 766.)
ANOTACIONES
1. El Obispo es ejecutor nato de todos los testamentos ó legados
para causas pías, siempre que no se haya nombrado albacea, ó no haya
heredero que cuide de la ejecución, ó el albacea nombrado sea incapaz.
2. «Episcopi, etiam tanquam sedis apostolicae delegati, in casibus a
jure concessis omnium piarum dispositionum tam in ultima volúntate
quam inter vivos sint exsecutores.» Conc. Trid., sess. 22, c. 8, De reform
Véase también S. C. del C. in Vasovien., 24 de Agosto de 1743; in Nul-
liüs Montis Casini, 24 de Septiembre de 1729 y 28 de Enero de 1730.
(Thesaur., Res. S. C. C, vol. 12, pág. 162, sig.; vol. 4, p. 350, sig.; vol. 5,
p. 1 y 6.)
Entiéndese que son para causas pías los testamentos ó legados en
favor de los pobres, de las iglesias, de los monasterios, del culto divino
ó de otro fin sobrenatural ó para bien del alma. Véase la ley 27 del
lib. 1, tít. 2, Cod.; Reiffenstuel, lib. 3, tít. 26, n. 811, sig.; Lugo, De
just., disp. 22, n. 265.
3. Si hay albaceas ó herederos á quien toque dicha ejecución, al
Obispo pertenece velar para que éstos cumplan con la voluntad del tes-
tador (aunque éste lo haya prohibido), y si lo descuidan durante un año,
pasa al Obispo el derecho de albacea ó ejecutor para dichos testamen-
tos ó legados.
4. Véase lo que dice Gregorio IX en el libro III de las Decretales,
tit. 26, c. 17:
«Tua nobis fraternitas intimavit, quod nonnulli, tam religiosi quam clerici saecuiares
et laici, pecuniam et alia bona, quae per manus eorum ex testamentis decedentium
debent in usus pios expendí, non dubitant alus usibus applicare. Quum igitur in ómni-
bus piis voluntatibus sit per locorum episcopos providendum, ut secundum defuncti
voluntatem universa procedant licet etiam a testatoribus id contingeret interdici; man-
damus, quatenus exsecutores íestamentorum hujusmodi, ut bona ipsa fideliter et p!e-
narie in usus praedictos expendan!, monitione praemissa compella.»
Véanse también los ce. 3 y 6 del mismo título y las Clementin., c. 2,
Quia contingit, de relig. dom. (lib. 3, tít. 11); S. C. C. in Massen., 18 de
Diciembre 1847; (Thesaur., vol. 107, pág. 776, sig.) In Pacten, lib. 2, De-
cretorun, p. 254 (apud Pallottini, vol. 11, p. 524, n. 24), In Mantuana,
24 de Agosto de 1640 (Ibid., vol. 9, p. 439, n. 6.)
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 34
510 BOLETÍN CANÓNICO
5. Además está mandado que den cuenta al Obispo los albaceas,
después de haber cumplido las mandas pías. Véanse las Clementinas,
lib. 3, tít. 6, c. único.
6. Aunque el testador haya prescrito que los albaceas no hayan de
dar cuenta á nadie de tales testamentos ó legados, y añada que sean
éstos nulos si alguna autoridad quisiere entrometerse, todavía el Obispo,
si le consta que los albaceas proceden con negligencia, tiene derecho á
exigir de los albaceas que hagan inventario delante de notario y de dos
testigos. Así lo declaró la Sagrada Congregación de Obispos y Regula-
res en 1.° de Diciembre de 1843 (Cfr. Bizzarri, Collectanea S. C. Ep. et
Reg. pp. 493-495), y la del Concilio en 10 de Diciembre de 1675 (Pal-
lottini, Collect. Resol. S. C. C, vol. 9, p. 443, n. 26) y en 2 de Marzo de
1839 in Bononien. (Thesaur., vol. 99, pág. 51, sig.)
7. De manera que el Derecho canónico tiene por irracionales y como
no escritas las cláusulas en que los testadores excluyan la ingerencia del
Obispo para el caso en que los albaceas ó ejecutores no cumplan fiel-
mente la voluntad del testador en la aplicación de los legados ó las cau-
sas pías. Decretal., lib. 3, tít. 26, c. 17; S. C. C. ¿n Liporen, 9 de Mayo,
6 de Junio y 1 1 de Julio de 1750 (Thesaur., vol. 19, pp. 29, 35, 49; Palloi-
tíni, Collect. Res. S. C. C, vol. 1, p. 330, sig., n. 270, sig.
8. Ahora bien: si el Obispo ha de ser el ejecutor de las mandas pías,
cuando no hay otro nombrado, si ha de suplir la negligencia de los nom-
brados, y ha de velar por el fiel cumplimiento de tales legados; sigúese
de aquí la necesidad de que los conozca, y, por consiguiente, la obliga-
ción de los albaceas y demás ejecutores de dar aviso oportunamente al
Obispo de la existencia de semejantes mandas pías (1).
(1) Son muchas y antiquísimas las prescripciones dadas en este sentido por los
Concilios provinciales.
El de Albi, celebrado en 1254, manda en el cap. 37 que á los [testamentos asista
el párroco ó un delegado suyo, «máxime ut ea quae in pias causas reliquerit, sine
fraude fidelius et citius persolvantur», y en el cap. 39 dispone que los párrocos
lleven un registro de todos los píos legados, y que el heredero, dentro de quince días
después de la muerte del testador dé copia al párroco de las cláusulas del testamento
que contenga legados píos. Cfr. Mansi, Ampl. Collect. Conc, vol. 23, col. 842, 843.—
Edic. anastática, Venetiis, 1782: Parisiis, 1903.
Idénticas prescripciones hallamos en los capítulos 8 y 9 del de Arles de 1275.
(Mansi, 1. c, vol. 24, col. 148, 149.)
La rúbrica 31 del Concilio de Rávena, año 1311, manda, bajo pena de excomunión:
«Quod notarii, qui testamentum, seu quamlibet ultimam voluntatem vel schedulam ad
piam causam scripserunt, eam infra mensem epíscopo ordinario, vel ejus vicario
praesentent, et assignent, et tradant.» (Mansi, 1. c, vol. 25, col. 474.)
En el mismo año se celebró en Bérgamo el Concilio de la provincia eclesiástica de
Milán, y en la rúbrica 26 se manda á los notarlos que en el término de quince días den
nota al Vicario general ó al párroco de todos los testamentos ó legados para causas
pías que ellos hayan autorizado en los cinco últimos años ó autorizaren en lo futuro.
El párroco, á su vez, debe notificar á la curia todos estos testamentos ó legados de que
tuviera noticia. (Mansi, 1. c, col. 502.)
BOLETÍN CANÓNICO 511
■ 9. Recuérdese que, tanto los testamentos como los legados para cau-
sas pías, son válidos y obligan en conciencia, aunque civilmente sean
nulos por falta de los requisitos que exijan las leyes. Basta que conste
con certeza la voluntad del testador. Decretal., lib. 3, tít. 26, c. 10 y 11;
S. Poent., 24 Junio 1844 (Gury-Ferreres, vol. 1, n. 840); 10 de Enero
de 1901 (Acta S. Seáis, vol. 34, p. 384); S. C. C. in Bergomen., 26 de
Abril de 1902 (Thesaurus, Res. S. C. C, vol. 161, p. 384, sig.); San Alfon-
so, lib. 4, nn. 973, 924; Gury-Ferreres, 1. c.
COMLTAS SOBRE EL DECRETO -M TEMERÉ*
I
si PUEDEN CONTRAER MATRIMONIO SIN LA PRESENCIA DEL PÁRROCO,
LOS QUE NO PUEDEN PAGAR LOS EXCESIVOS DERECHOS QUE ÉSTE EXIGE
«I. La mayor parte de los innumerables concubinatos que aquí existen
tienen por causa el que se exigen al pueblo derechos que no puede
pagar.
» Ahora bien: cuando el párroco no quiere'recibir el matrimonio sino
bajo condición moralmente imposible para los contrayentes (á veces
físicamente), y éstos no puedan acudir á otra parroquia, ¿puede con-
siderarse el párroco como ausente, ya que para ellos es como si no
estuviese?
Véase lo que sobre este punto prescribip el Concilio Provincial de Aviñón, año
1326, cap. 20: «ítem ne relictae in testamentis ve! alus ultimis voluntatibus emendae,
vel ad pias causas eleemosynae, vel restitutiones certae vel incertae, forsitan occulten-
tur: statuimus, ut vel presbyter parochialis interesse rogetur ordinationi testantis, si
tamen habed poterit, aut quod notarius infra octo dies a die obitus numerandos,
praelato vel officiali aut presbytero parochiali, copiam illius articuli, ubi quaevis
eleemosyna piis est usibus deputata, vel emenda, seu restitutis facienda, sub paena
excommunicationis, quam ipso facto, si negaret, incurrat, faceré fídeliter teneatur; et
Ule, vel illi, sic cum heredibus et executoribus testatoris ordinare festinent, quod emen-
dae non occultentur, et eleemosynae sic relictae, vel restitutiones liujusmodi, non
lereant, ad tempus magnum, vel modicum, aut forte perpetuo faciendae... Ad hoc
adjicimus, quod presbyteri in synodos venientes, praelato suo vel officiali ejus, in
scriptis, testatorum et executorum nomina, et quantitatem íiujusmodi, praesentare in
. virtute obedientiae teneantur.»
El cap. 21 dice así: «Cum in eo, in quo alicujus interesse rationabiliter tangitur, ejus
vocatio debita requiratur: volumus et jubemus, quod in distributionibus legatorum,
quorum divisioni seu executioni habent interesse episcopide consuetudine vel de jure,
vocari debeant episcopi seu loca tenentes ipsorum: quibus equidem non vocatis, nulla
praesumatur fieri distributio de legatis; et si facta fuerit, heredi seu successori, vel illi a
quo relictum est, nulla ex tali distributione liberatio acquiratur.» (Mansi, le, col. 756, 757.)
En el del año 1337, c. 24 y 25, se renuevan ambas ["prescripciones. (Mansi, 1. c,
j col. 1.094.)
Lo mismo se prescribe en el Concilio Provincial de Lavaur, año 1368, cap. 62.
[(Mansi, 1. c, vol. 26, col. 513.)
512 BOLETÍN CANÓNICO
»II. En estos casos en que el párroco es invitado y rogado, y sin vio-
lencias ni miedos es testigo de la voluntad de los contrayentes, por lo
que puede decirse recibe su consentimiento y no por sorpresa, ¿es nece-
sario para la validez del matrimonio que el párroco pida el consenti-
miento de los contrayentes?
»III. Estando en esta nación establecido el matrimonio civil, y cele-
brándose éste delante de juez y testigos, ¿pasa á ser sacramento en caso
de celebrarse durante la ausencia del párroco?»
Respuestas.— \. Aun en esos casos no puede decirse que es imposible
recurrir al párroco y mucho menos que esa imposibilidad sea general, y
así no se cumple la condición que exige el art. VIII para que el matri-
monio pueda válidamente contraerse sin la presencia del párroco ó de
un sacerdote delegado. La doctrina contraria sería gravemente subver-
siva en un punto tan delicado, y cualquiera se creería con derecho á pres-
cindir del párroco y á calumniar los aranceles parroquiales.
Además, que algunas leyes civiles, cuya tiranía sufren los católicos,
sean consideradas por la Iglesia como un impedimento que en algunos
casos excuse de cumplir las leyes eclesiásticas ó justifique las dispensas
de las mismas, es cosa que se comprende. Pero sería un contrasentido
canónico que la Iglesia considerara como tal impedimento los abusos
de sus ministros, cuyo remedio tiene ella en su mano; pues esto equival-
dría á declararse impotente y á dejar al arbitrio de los párrocos el que
se cumplieran ó no las más sabias y más graves disposiciones canónicas.
Si hay abusos en cuanto al exigir derechos excesivos de estola, etc.,
acúdase á la Autoridad superior eclesiástica, la cual seguramente cum-
plirá el gravísimo deber que tiene de que á los verdaderamente pobres
se les exima de toda tasa; de que éstas nunca sean tales que retraigan
á los fieles de recibir los sacramentos, y de evitar, sobre todo, que por
causa de ellas nadie viva en concubinato.
La mente de la Iglesia bien claramente se manifiesta en el decreto de
la S. C. del C. de 10 de Junio de 1896, donde al trazar las normas que
deben seguirse al formar los aranceles, se dice:
«I.*" Servandas laudabiles consuetudines, et rationem prudenter
habendam locorum, temporum ac personarum:
>2.° Veré pauperes eximendos a quibusvis expensis:
»3.^ Taxas non adeo graves esse deberé, ut arceant fideles a rece-
ptione sacramentorum:
»4.° Quoad matrimonium in specie, remittendas ipsas taxas esse in
casibus in qüibus adsit periculum, ne fideles in concubinatum proruant.*
Analecta Eccles., vol. 4, p. 345» (1).
(1) Aun tratándose de dispensas matrimoniales expedidas en Roma, que se juzguen
moralmente necesarias, manda el Papa no sólo que á los casi pobres se les rebaje la
mitad de la tasa y á los pobres nada absolutamente se íes exija, ni siquiera por gastos
de agencia, fuera de lo necesario para correo, papel, etc., sino que en caso de sernece-
BOLETÍN CANÓNICO 513
No es raro ver que los que viven en concubinato, porque, según ellos
dicen, no pueden pagar los derechos parroquiales, gasten en vicios en
un solo día mucho más de lo que deberían pagar por tales derechos, y
no piensan que el párroco, que ha consumido la flor de su vida en los
estudios y ha tenido que gastar en ellos grandes cantidades, tiene también
derecho á una subsistencia decorosa.
II. También en éste como en todos los casos en que ha de intervenir
el párroco, se requiere que éste pida y reciba libremente, y queriéndolo
él, el consentimiento.
III. Affirmative, si la ausencia es tal como la supone el decreto, y la
intención de los contrayentes es la de casarse, y no la de hacer una mera
ceremonia exterior.
II
ERROR SOBRE EL VALOR Ó NECESIDAD DE LA DELEGACIÓN
«Un feligrés mío contrajo matrimonio con N., de otra parroquia.
Querían contraerlo en parroquia distinta de las de los dos contrayentes,
pero en presencia del párroco de la esposa. Yo, como es natural, me
enteré si este párroco tenía autorización ó delegación del párroco del
lugar donde querían contraer el matrimonio, y habiendo sabido que tenía
dicha delegación, autoricé al señor párroco del lugar donde querían con-
traerlo para que presenciara el matrimonio, ó sacerdote á quien él dele-
gare, y como el párroco de ella ya tenía esa delegación, mi autorización
no la presentaron al párroco del lugar donde iban á contraer el matri-
monio.
«Después de haber contraído el matrimonio, tuve ocasión de estar
con el párroco del lugar donde lo contrajeron, y habiendo recaído la
conversación sobre este particular, me dijo que el párroco de uno de los
contrayentes puede presenciar el matrimonio válidamente donde quiera.
»Le hice ver su error, enseñándole el decreto Ne temeré. Le pregunté
si al dar autorización al párroco de ella para que presenciara el matri-
monio intentó darle jurisdicción ó tan solamente su beneplácito para la
licitud, y me dijo que á él no le ocurrió nada, sino que el párroco de ella
le pidió autorización y él se la dio, y que supone se la daría cuanto él
podía dar.
»En resumen: ¿fué válido dicho matrimonio, autorizado en realidad
por el párroco donde contrajeron el matrimonio, pero estando en la per-
saria la dispensa para evitar peligros ó escándalos (v. gr., amancebamientos), ordena
que se dé ésta gratis, aunque los interesados sean ricos y por pura malicia se nieguen
á pagar ninguna tasa. Se contenta con que los Ordinarios, si lo juzgan prudente, les
avisen de que por justicia deberían dar algo á la Santa Sede. Cfr. Const. de Romana
Curia, Norm. gen., cap. 11, nn. 2 y 3.
514 BOLETÍN CANÓNICO
suasión de que el párroco de ella no necesitaba delegación para la vali-
dez del matrimonio? Repito que cuando autorizó creo que no le ocurrió
nada de esto, sino que el otro párroco le pidió de palabra la autorización
y él se la dio.»
Resp.— Tengo por válido este matrimonio, puesto que la intención,
tanto del párroco de la esposa al pedir la autorización, como la del pá-
rroco del lugar en que se contrajo al concederla, era pedir y dar, respec-
tivamente, la facultad que el derecho exigía en aquel caso para la recta
celebración del matrimonio. Concedida esta autorización, poco importa
que el que la concede crea que sólo es necesaria para la licitud; como
nada importaría para la validez de las confesiones de seglares que oiga
un religioso, por ejemplo, que el Obispo que le dio la aprobación estu-
viera en error y creyera que sólo la necesitan éstos para la licitud. Tam-
poco importa que al pedir la facultad se la llame licencia, ó delegación,
ó permiso, pues cada una de estas palabras se toma ya en uno ya en
otro sentido. Véase Razón y Fe, vol. 24, p. 513.
Recuerde además que el párroco al asistir á los matrimonios propia-
mente no ejerce jurisdicción, y así, al delegar para el matrimonio, no
delega jurisdicción, sino la calidad de testigo autorizable. Véase eí
opúsculo, n. 231 bis.
Juan B. Ferreres.
EXAMEN DE LIBROS
Juicio ordinario seguido ante los Tribunales militares en la plaza
de Barcelona contra Francisco Ferrer Guardia.— Madrid, Sucesores
de Rivadeneyra, 1909.
Terrible polvareda levantó entre ciertas gentes la ejecución de Fran-
cisco Ferrer Guardia. Los que no se conmovieron por el ajusticiamiento
de otros infelices reos complicados en los desmanes de Barcelona, toca-
ron el cielo con las manos al contemplar muerto á su ídolo, y vomitaron
atroces calumnias contra nuestra patria y los bravos y pundonorosos
militares españoles (1), no considerando que, aun en esta sentencia, die-
ron gallardas pruebas de su esforzado pecho, pues no pudieron intimi-
darlos sus fieros y vilísimos denuestos. Para volver por la verdad obs-
curecida, disipar el ambiente ficticio que han creado los sectarios y ma-
nifestar al mundo entero que los jueces no han tenido en esta causa otro
norte que la razón y la justicia, se ha impreso en un cuaderno de 69 pá-
ginas todo el proceso de Ferrer. Contiénense en ese folleto la acusación
del Fiscal, el dictamen del Asesor del Consejo, la sentencia del Tribunal,
el dictamen del Auditor general de la cuarta región, el decreto del Ca-
pitán general y los procedimientos de enjuiciamiento que señala el Có-
digo de Justicia militar. Será más ó menos perfecto este Código, que se
aprobó en unas Cortes liberales, después de dar su parecer favorable
sobre él varios prohombres y corifeos de los actuales partidos liberal y
demócrata; pero rige en la nación y á él se han atenido, como debían,
los militares.
Tres cosas resaltan en el proceso: I."" Las atrocidades que los revo-
lucionarios cometieron en Cataluña. 2."* La principalísima parte que tuvo
Ferrer en esas atrocidades. 3."* Como consecuencia, lo calumnioso de las
(1) Varios periódicos clerófobos, de la calaña de El País, han asegurado que las
manifestaciones de fuera de España con ocasión del fusilamiento de Ferrer se dirigían
contra el Gobierno. El diario A B C\os ha desmentido con infinidad de textos, algunos
tan claros como los que siguen: Hablando La Lucha, de Lisboa, del asesinato (sic) de
Ferrer Guardia, decía de nuestros soldados: «¡Malos, cobardes, jactanciosos! Siempre
fueron así, y no han cambiado hasta ahora.» {ABC,Q de Noviembre.) Y en la convoca-
toria de un meeting celebrado en París escribían los organizadores: «Los jefes espa-
ñoles, vencidos en todos los campos de batalla, se desquitan bravamente en los asien-
tos de los Consejos de Guerra.» {A B C,A de Noviembre.) Léase también la proclama
del Gran Oriente belga. {A B C, 1.° de Noviembre.)
516 EXAMEN DE LIBROS
imputaciones lanzadas contra los españoles. Esto nos va á dar pie para
hablar con brevedad de estos puntos, siguiendo fielmente el proceso y
extendiéndonos un poco en lo que éste supone conocido, siempre estri-
bando en noticias fidedignas.
*
No hay que detenernos mucho en la historia, harto sabida de todos.
Merced á los varios meetings socialistas, á los artículos insensatos de
varios periódicos, entre los que descolló El Progreso, de Barcelona, y á
lo que propalaron varias hojas clandestinas esparcidas con profusión
entre el pueblo, se hizo creer á éste, impresionado por el llamamiento de
reservistas casados á filas, que el ejército español que se destinaba á
reprimir y castigar á los rifeños asesinos de obreros españoles, partía al
África para amparar, á costa de su sangre, las minas de algunos capi-
talistas codiciadas por los moros. En son de protesta se declaró el 26
de Julio la huelga general en Barcelona, que tuvo eco en otros pueblos
del Principado. No previo el Gobierno el empuje fatal que había de to-
mar esa huelga; mas, temiendo desórdenes, hizo que en Barcelona se
reuniera el Consejo de Autoridades, del que salió el dictamen que la
Autoridad civil resignara el mando en la militar (1). Pero contando ésta
con escasas fuerzas por haber marchado otras á Melilla, vióse incapaci-
tada de resistir á los obreros huelguistas, á quienes se juntaron, según
el diputado Puig y Cadafalch (2), pelotones de revolucionarios, lerrou-
xistas, republicanos radicales, anarquistas y, en fin, la gente del hampa
y toda la canalla. Esa abigarrada muchedumbre, sin freno alguno que la
contuviese, espoleada por sus desapoderados apetitos, obedeciendo á
órdenes concretas de algunos cabecillas, se entregaron durante un triduo
á las más abominables orgías que acaso registre la historia catalana.
Las indicaremos sumariamente, para que se vea que no exageramos, y
dividiremos los atentados cometidos en estas tres clases: contra la Reli-
gión y sus representantes; contra la Patria, en sus Autoridades, y contra
las poblaciones y personas particulares.
Contra la Religión. -Quemaron y destruyeron 17 iglesias y capillas,
32 conventos, cuatro asilos, ocho colegios. Á estas cifras oficiales hay
que añadir que intentaron derruir otros siete edificios religiosos, entre
ellos el Seminario, siendo repelidos por las armas (3). Además es preciso
desenvolverlas para que campee la gravedad de los delitos. Incendiaron
joyas de tan artístico valor como San Pedro de las Puellas, obra pro-
(1) Discurso del Ministro de la Gobernación en el Congreso (sesión del 19 de Oc-
ubre); de ese discurso tomamos las cifras que luego referimos.
(2) Diario de Barcelona, 30 de Octubre, páginas 14.714-H.716. Á estas páginas alu-
diremos repetidas veces.
(3) Revista Popular, de Barcelona, números del 12 de Agosto al 16 de Septiembre.
Casi todas las noticias tomamos de esos números.
EXAMEN DE LIBROS 517
digiosa del siglo X, restaurado después de la quema de Almanzor; una
capilla del siglo XI, en donde existía el monumento postal más antiguo
de España; la iglesia de Santa Madrona, de estilo románico ojival; la
parroquia de San Cucufate, cuyos orígenes se remontan al año 1023 y
se enlazan con Gilaberto, hijo de Udelardo, Vizconde de Barcelona; el
hermoso templo de Clot, magnífico ejemplar de gótico moderno; des-
aparecieron cosas de tanto precio histórico como el crucifijo de bronce,
con cruz y peana de ébano, del rey D. Pedro de Aragón; cuadros de
notables pintores catalanes de los mejores siglos de Cataluña; un brazo
y la mano del Príncipe de Viana; el Santo Cristo, que presidió, cubierto
con un velo, á los sublevados de la guerra de Sucesión en 1640; se fun-
dieron dos monetarios, uno de ellos de 700 piezas selectas, y una cruz
procesional de plata dorada del siglo XV; perecieron un museo local de
arte antiguo, una colección de objetos antiguos de plata, cerámica y
pintura; arruináronse 30 edificios destinados á la enseñanza, entre ellos
el de los Padres Escolapios, en que se instruían 2.000 niños, y el de las
religiosas de Jesús-María, al que acudían más de 800 niñas (1); 13 ar-
chivos y bibliotecas, entre las que merece un recuerdo la de San Andrés,
de 8.000 volúmenes, con varios incunables y seis libros del siglo XVI;
la valiosísima de los Mínimos, que se había salvado de las revolucio-
nes anteriores; la inapreciable de Valdoncella, con sus atlas y libros
de D. Pedro de Aragón, cartas de nobleza de la reina Margarita de
Prades, libros corales de pergamino con fantásticas viñetas, rarísimos
códices, etc., etc.
Al fuego asolador y á la demoledora piqueta se juntaron manos ra-
paces que se llevaron cuanto hallaron á su alcance, hasta las macetas de
flores del convento de religiosas Arrepentidas. Menos mal que esta
ansia de robar fué causa de que varias personas religiosas quedaran con
vida (2). Mas no todas lograron esa ventura. Según el Ministro, mataron
los revolucionarios una monja capuchina, un fraile, un hermano ma-
rista, un sacerdote é hirieron á un misionero. Lista á todas luces imper-
fecta. El redactor del ABC, enviado á Barcelona con el exclusivo fin
de averiguar los crímenes cometidos, refiere con toda certeza que asesi-
naron dos monjas, los tres de que habla el Sr. La Cierva, y que los heri-
dos fueron tres religiosos y no uno solo, y aún no menciona á un her-
mano marista que recibió dos balazos en el cuello. Lo que sí menciona
es que persiguieron á tiros los rebeldes á varios sacerdotes que pudie-
ron escapar con vida; que si en Sabadell no tostaron á mucha gente fué
por la llegada de las tropas, y que prendieron fuego á varios conven-
(1) Así la Revista Popular. El Sr. Aznar en El Correo Español (29 de Octubre)
afirma: «Los Escolapios educaban á 600 niños y las de Jesús-María á 700», y hace subir
á 5.280 los niños que asistían á las escuelas destruidas; pero advirtiendo que le faltan
noticias, por lo menos, de otros siete centros de instrucción.
(2) A B C,4 de Noviembre.
518 EXAMEN DE LIBROS
tos, V. gr., al de las Asuncionistas, respetadas, según Puig y Cadafaich,
aun de los jacobinos franceses; al de las Arrepentidas y Concepcionistas,
estando dentro algunas de sus moradoras. Muestras tan finas de barba-
rie palidecieron ante estas otras crueldades (1): El hermano Simón fué en
Masnou y Premia desnudado y golpeado: sus verdugos le desgarraron
las orejas y le cargaron con una cruz, hecha de traviesas del ferrocarril,
por no querer blasfemar. A una religiosa en el Campo de Galvany le des-
pojaron de todos sus vestidos, riéronse á mansalva de ella, le hartaron de
improperios, y después de deliberar las turbas en alta voz si la arrojarían
á las llamas de su convento, le consintieron marcharse. Consta de un
modo innegable, según el Fiscal de la causa de.Ferrer y aun su propio
defensor, y todo Barcelona lo cuenta, que hubo religiosas cuya flor vir-
ginal ajaron brutalmente, y que á tres de ellas condujeron á una casa de
prostitución, en donde las infelices pidieron de rodillas la muerte. Hasta
aquí los instintos de caníbales; ahora aparecerán los de hiena. Al cadáver
del párroco de Pueblo Nuevo se le insultó grosera y obscenamente. Des-
enterráronse 35 cuerpos de religiosas en los conventos de Jerónimas,
Magdalenas y Capuchinas: á una monja muerta poco había le abrieron
el vientre, á otras cortaron piernas, brazos, á varias pasearon por la
ciudad, dejando en la calle del Pino uno de los cadáveres con un cigarro
en la boca; bailaron con alguna, y horrorizan los actos impúdicos que
con todas ellas ejecutaron. ¿Qué mucho? Si hasta con una imagen de la
Virgen simularon bailar en Nuestra Señora de la Ayuda, y á otra, al
decir del Auditor, profanaron de una manera soez y más que bestial.
Bien se advierte que el aborrecimiento á la Religión desatinaba á
estas hordas de desalmados; pero asimismo los dominaba el odio á la
Patria, como se inferirá de estos desafueros.
Contra la Patria, en las Autoridades.— Lanzáronse los gritos de
¡viva la república! y otros, penados por las leyes; se formaron en dife-
rentes pueblos juntas revolucionarias, con atribuciones de arbitras y su-
premas; se intentó sobornar á los soldados con halagadoras voces é
impresos antimilitaristas, y cortando las vías férreas ó colocándose en
ellas racimos de revoltosos, impedir que la tropa llegase á su destino, de
suerte que ésta en ocasiones se abrió camino á tiros; se fabricaron
barricadas, y en un punto, como dice Puig y Cadafaich, 20, en otro 100,
en otros muchas más, y en Gracia se levantaron tan estratégicamente
para estorbar el paso de los soldados, que un oficial alemán aseguró que
no las hubieran construido mejor los ingenieros: desde ellas y de los
terrados se hacía fuego á la tropa, y aun hubo un foragido que la en-
gañó, conduciéndola al degolladero; se resistió y atacó con furia á los
agentes de la Autoridad y Guardia civil, y merodearon por las cercanías
de Barcelona partidas republicanas. Las bajas que sufrieron los cuerpos
(1) Todos estos hechos los relatan i4 ^ C, el proceso y la Revista Popular.
EXAMEN DE LIBROS 519
armados, especificó así el Sr. La Cierva: Vigilancia, 10; Seguridad, 24;
Guardia civil, 51, y fuerzas del Ejército, 47, en la forma siguiente: muer-
tos, ocho; heridos graves, 52, y heridos leves y contusos, 72. Total, 132.
Ya podía preverse que de estas perturbaciones habían de salir malpa-
rados muchos particulares y poblaciones, y así fué, como se muestra en
la enumeración que sigue.
Contra los particulares y poblaciones.— QoxidiXon los rebeldes todas
las lincas telegráficas y telefónicas y algunas férreas, deteniendo trenes
de viajeros y correos, incomunicando á Barcelona y Gerona con el resto
de España y causando considerables perjuicios al comercio, que tuvo
que paralizarse durante los días trágicos; asaltaron y saquearon algunas
armerías y tiendas de petróleo; quemaron una carpintería en la barriada
del Pueblo Seco; removieron 2.000 metros de pavimento para las barri-
cadas; volaron un puente con dinamita y se empeñaron en dar otro á las
llamas; privaron casi de luz y víveres á Barcelona; dejaron sin refugio,
sin abrigo y pan que llevar á la boca á multitud de ancianos desvalidos,
enfermos y niños, al destruir los asilos; incendiaron 27 vagones en la
estación de San Vicente de Castellar; redujeron á pavesas el kiosco y
varios coches de tranvías, forzando á sus empleados á robustecer la ma-
nifestación; asesinaron á un obrero é hirieron á varios que repugnaban
seguirlos; mataron al actuario y alguacil del Juzgado en Sabadell, y
según narra el .4 ^ C, desfogaron su ira en cuatro socios del patronato
de San José, y quitaron la vida á dos mujeres, tres niños, uno de cinco
años, é hirieron á otra de gravedad y á 25 jovencitos, á algunos de bas-
tante consideración. Los paisanos, inocentes ó culpables, que vertieron
su sangre en las calles de la ciudad condal suben, según el Sr. Ministro,
á 400, distribuidos de este modo: muertos, 104; 98 hombres y seis muje-
res; heridos, 296.
Ó se considera á España como una Beocia feroz y sanguinaria, en que
las leyes no tienen más eficacia que si no existieran, ó era preciso que
se castigase conforme al Código español esos delitos horrendos. Esto
hizo nuestra nación, y para proceder con el tiento y cordura de hombres
civilizados se constituyeron tribunales competentísimos, y aquellos pre^
cisamente que exigía nuestra legislación.
*
* *
Fueron 50 los legajos de papeles pertenecientes á Ferrer de que se
apoderó la policía en su segundo registro en la quinta de aquél, denomi-
nada Mas Germinal. De ellos se desprenden ciertos antecedentes del
santón del librepensamiento, que, como un jurisconsulto ha escrito, con-
testando á The Nation, de Londres, constituyen una prueba indirecta de
su culpabilidad. Por eso los cita rápidamente el Asesor del Consejo y
con más detención el Auditor general. Helos aquí, en compendio: En 188Q
520 , EXAMEN DE LIBROS
introduce la correspondencia de Ruiz Zorrilla con sus amigos y hace
llegar á su destino manifiestos, encargos y paquetes; interviene en los
preparativos de la revolución fracasada de Santa Coloma de Parnés con
tal celo, que hace exclamar al caudillo republicano que si fueran todos
como él pronto triunfaría la república. En 1885, por motivos tan sucios
como desavenencias con su mujer, que le descerrajó dos tiros, y el robo
á un sacerdote en la línea de Gerona, cesa en su oficio de revisor de
trenes, para abrir en París, con auxilio de los emigrados republicanos,
una tienda de vinos, desde donde prosigue trabajando en pro de la re-
volución, sosteniendo comunicación epistolar con los que deseaban
marchar á ella franca y decididamente. Nombrado secretario de Zorrilla,
influye en todas las intentonas abortadas de proclamar la república en
España, y en 1892 asiste, como representante de varios centros libertarios,
al Congreso del librepensamiento de Madrid, en el que descuella por
su entusiasmo revolucionario y se amista con Lerroux, carácter análogo
al suyo, con el que conviene que se debe convencer al pueblo que se
puede vivir sin ley. Gobierno y Dios, y á quien invita, muerto Zorrilla,
á que dirija la trama de la revolución. En su autobiografía, dedicada
á Fourneron, se llama á sí mismo perpetuo agitador, y prueba irrefra-
gable de que lo era nos suministran, así cuatro documentos hallados
entre sus mamotretos como su amistad con ciertos personajes. Los
documentos son: una proclama, escrita de su puño y letra, enderezada
en 1892 al Consejo de librepensadores; dos circulares, compuestas á
máquina, y un programa corregido, según los peritos calígrafos, de su
mano. Viene en ellos á pregonar, en resumidas cuentas, estos principios:
«Abolición de todas las leyes existentes, del clero y de la milicia; exter-
minio de las Órdenes religiosas; derribo de las iglesias; confiscación del
Banco y ferrocarriles.» En la proclama hay un ¡viva la anarquía y la re-
volución!, se habla del empleo de la dinamita, y la circular segunda ter-
mina así: «Adjunto la receta para fabricar la panclastita.» Además vivía
en íntima relación con anarquistas tan señalados como Malato, Kropot-
kine, Zainda, Malatesta, Reclus, y estaba afiliado á la Masonería, cuyos
directores le confiaban altas y delicadas comisiones. Por estas causas,
sin duda, la policía francesa informa «que Ferrer Guardia es considerado
allí como un revolucionario muy peligroso y propagandista de sus ideas
por todos los medios posibles». Para concluir de retocar la ñsonomj'a
del seudo-mártir anarquista no holgarán estos rasgos, que copiamos de
La Época (18 de Octubre): «Habla Germinal de una Mlle. Leopoldina
Bounard..., á quien supone seducida y madre de un niño: asegura que la
esposa de Ferrer, que se llama hoy en Rusia Mme. Mering, refiere á quien
quiera oiría historias muy interesantes. Los que fabrican al héroe, aper-
cibiéndose para fabricar su estatua, no deben dar al olvido un detalle
interesante para los bajorrelieves del pedestal. En ellos debe figurar el
retrato de Trinidad Ferrer, madre de dos niños, hija del rico heredero de
EXAMEN DE LIBROS 521
Mlle. Ernestina Meunié, abandonada á la miseria en París, recogida por
filantropía... en una casa de dormir de un barrio pobre de la gran ciudad.»
Hombre de tales antecedentes, ¿extrañará nadie que se aprovechara
de la ocasión que se le ofrecía en la ciudad condal para realizar los en-
sueños de su vida? Demuestra palmariamente que no la desaprovechó
el proceso, que se apoya en incontestables documentos y testimonios
contundentes. Deponen contra él más de setenta testigos, muchos de
ellos republicanos, varios radicales y enredados en los trágicos sucesos,
algunos militares, uno solo del partido integrista y ningún eclesiástico.
Unos le acusan de un delito, otros de otro y en la mayoría de las dela-
ciones coinciden, por lo menos, dos personas. Resúmense éstas en las que
siguen: 1.^ Que acompañó y acaudilló á los grupos de revoltosos en
Barcelona. 2.^ Que fué dos veces y mandó otra un amigo á la redacción
de El Progreso para excitar á los radicales y Solidaridad Fraterna al
motín revolucionario. 3.'' Que se presentó en la Casa del Pueblo para
recabar del presidente que no se redujera á lo del día 26 la protesta.
4.^ Que en Premia exhorto al alcalde, teniente alcalde y secretario
suplente á que proclamasen la república, alentándolos con la razón de que
en Madrid, Valencia y Barcelona se había proclamado, y tomando en
aquella población, desde su visita á la Fraternidad Republicana, pésimo
sesgo la huelga, hasta entonces pacífica. 5.* Que entregó á un empleado
del Municipio cartuchos de dinamita para volar el colegio de los Her-
manos de la Doctrina Cristiana, repartió armas á diversos pelotones de
gente y dinero á la Solidaridad Obrera, alma y vida de la rebelión.
6." Que en Masnou, después de desfigurarse afeitándose la barba, intenta
persuadir al presidente del Comité republicano á que promulgue la re-
pública ó que se haga la revolución y se quemen los conventos é iglesias,
que era lo principal. 7.'' Que en Masnou mismo aparecieron gavillas de
gentes que esperaban á Ferrer; pero que éste no llegó, disculpándole uno
que hablaba en su nombre con la razón de que le reclamaban en Barce-
lona asuntos de la revolución. 8.'' Que emisarios de Ferrer iban y venían
á dar órdenes á la Fraternidad Republicana de Premia, que parecía
cuartel general de incendiarios y sospechosos, y que otros hombres, pa-
gados por aquél, detenían las tartanas, carros, etc. 9."* Que los abande-
rados é instigadores de los hechos sediciosos son profesores colocados
por el ex secretario de Zorrilla en determinadas escuelas ó cabezas de
centros anarquistas que de él dependían. En los cuatro careos que con
Ferrer Guardia tuvieron varios testigos se ratificaron éstos en sus decla-
raciones, y uno, el republicano Ardid, le estrechó con sus réplicas de tal
modo que le obligó á desdecirse y retractarse. En la prueba de rueda de
presos á que fueron sometidos tres delatores, dos de ellos soldados, los
tres le reconocieron; y de las informaciones que para depurar los su-
cesos abrió el Fiscal del Tribunal Supremo, deduce éste que en BarcC'-
lona se le reputa como promotor de los alborotos.
522 EXAMEN DE LIBROS
' En vista de tantos argumentos, el Fiscal razona su conclusión de esta
forma: Trátase aquí de una rebelión militar, puesto que en el alzamiento
concurren los requisitos que para calificarla de tal exige el artículo 237
del Código militar. Jefe ó caudillo de la rebelión es el que busca gente,
la impulsa y dirige, lleva su voz, señala el blanco de aquélla, inquiere,
designa y distribuye los medios para ejecutarla. Todo absolutamente
realizó Ferrer. Luego, con arreglo al número 1.° del artículo 238 del Có-
digo, merece la pena capital.
Al procesado se le concedieron: 1.° El permiso de recusar á los
jueces. 2.° La facultad de convocar, en el tiempo marcado por las leyes,
los testigos que quisiera en su descargo, y de alegar cuantas pruebas es-
timara oportunas en favor de su inocencia. 3.° La libertad de escoger
abogado defensor. Eligióle, pero éste no logró desvirtuar ni siquiera uno
de los cargos, ni hizo más que ridiculizar á algunos de los acusadores,
elogiar las ideas de Ferrer y lamentarse de que no se le permitiera citar
ciertos testigos, cuando ya lo vedaban las leyes. El Tribunal, que se
componía de un teniente coronel y seis capitanes, oído el dictamen del
Asesor del Consejo, sentenció por unanimidad conforme á la petición
del Fiscal, y su veredicto sancionaron el Auditor general de la cuarta
división y el Capitán general. El Consejo de Ministros, examinada la
sentencia, no encontró motivo alguno para aconsejar al Rey el indulto.
'Con exquisita precaución para nada alegó el Fiscal los opiniones que
difundía Ferrer en la Escuela Moderna: no fuera, como ha sucedido, que
sus camaradas gritasen que se le castigaba por su pasión á la cultura.
No es eso; se le condenó por su participación en las salvajadas de Bar-
celona. Mas el Auditor, escudriñando con sereno juicio lo que represen-
taba dicha escuela, halló un argumento tortísimo contra el seudo-már-
tir y contra la existencia de aquel centro y sus derivaciones. Viendo
aquél que la revolución en España no podía realizarse por la violencia,
discurrió crear revolucionarios en la escuela. Faltábale dinero; pero la
fatalidad quiso que se lo proporcionase Ernestina Meunié. Invocando
Ferrer ideas de filantropía y protección á los desvalidos, logró arran-
carle 10.000 francos anuales para el mantenimiento de una escuela-asilo
que aquél convirtió, con no sobrado escrúpulo, en la Escuela Moderna.
Que en ella palpitaba el espíritu revolucionario, se colige de estas razo-
nes: I."" Llamó para que le ayudara á establecerla en Barcelona á
Mme. Jacquinet, atea, antimilitarista, anarquista, que regía una escuela
en Sakha (Egipto), la que se mandó cerrar por nociva, merced á las
autoridades inglesas. 2:' En esa escuela explicaba el anarquista Morral,
el que lanzó en 1906 aquella bomba contra los Reyes, que hizo derramar
ríos de lágrimas. 3.' En diversas cartas repetía el fundador que su es-
cuela era «emancipadora», «todos sus hechos Hbertarios», «sus enseñan-
EXAMEN DE LIBROS 523
zas racionalistas»; nada de «glorificar ni á la Patria ni á Dios», cuyas
ideas debían exterminarse en el cerebro de los alumnos, y que por este
ramino se llegaba antes que por él político al término apetecido de la
revolución social. 4/' En el concurso que abrió para libros de texto,
ponía por condición que se encaminaran á extinguir en la juventud
todas las creencias y halagar sus apetitos, b.'' Cerrada en 1906 la Es-
cuela Moderna, cuida, por medio de los libros, de llevar sus doctrinas á
la escuela de la Casa del Pueblo, Solidaridad Obrera, centros radicales, y
hubo republicanos que se alborotaron con semejantes enseñanzas y
quisieron suprimirlas. 6.' Los maestros de las escuelas ferreristas son los
provocadores de la sedición. Ferrer no se satisfizo con una escuela. Su
propaganda fué activísima. En 1906 se contaban sólo en Barcelona 47
sucursales, cuyo número se elevó después prodigiosamente, y otras se
fundaron en las provincias catalanas y en Valencia, Granada y Sevilla.
Un cuadro recogido en una sucursal de Valencia, que publicó A B C^
representaba á una matrona con una tea incendiaria en la mano, con-
culcando los atributos religiosos y militares; y entre los libros de esa
escuela, que se remitieron á Barcelona, figuraban La anarquía, Pensa-
mientos antimilitaristas, Las ciencias laicas ó la piqueta y el compás...
Unos 130 de esos viveros anarquistas se han mandado cerrar; si con
justicia ó no, que lo diga quien sienta una centella de amor á la Religión
y á la Patria. Por donde la acusación que de eso se hace carece de fun-
damento.
Ni estas otras imputaciones, que por boca del fanatismo sectario se
han lanzado contra España, son más consistentes: 1."* Debía haber juz-
gado á Ferrer un tribunal civil, porque el militar carecía de competen-
cia.—Tanto por la ley de Jurisdicciones, que promulgaron los liberales,
cuanto por tratarse de un alzamiento en armas, debían ser jueces los
militares, cuya competencia se infiere de que estudian fundadamente en
las academias el Código de Justicia que á cada paso tienen que aplicar.
2.'' Cargaron demasiado la mano abarrotando de personas las cárceles,
juzgándolas implacablemente y ajusticiando á muchas.— Las autoridades
militares se portaron con celo, pero sin extralimitarse un punto de las
atribuciones que la ley señala. Hasta el 31 de Agosto se encerró en pri-
siones á 1.112 hombres en Barcelona y á 125 en los pueblos; pero mu-
chos de ellos fueron excarcelados y á otros se les absolvió prontamente
al reconocer su inocencia. Á todos los procesados se han concedido
cuantas prerrogativas y derechos les otorga la ley. Los ejecutados no
han sido sino cuatro, por delitos abominables, tan bien probados como los
de Ferrer, y á los que el Código impone inexorable la pena de muerte.
Cúlpese, pues, en todo caso al Código que redactaron los liberales; no
á los que puntualmente lo aplican. 3." Atormentaron, como en los tiem-
pos inquisitoriales, á los reos.— Impostura ridicula. El mismo Ferrer de-
claró á un corresponsal de un periódico francés que en la cárcel se le
524 EXAMEN DE LIBROS
había atendido con esmero. Después el diario clerófobo, republicano y
ferrerista El País desmintió á sus afines y allegados del lado de allá de
los Pirineos que sembraron esa calumnia, y, en fin, los diputados radica-
les, que en las sesiones de Cortes de 18, 19 y 20 de Octubre llenaron de
cieno y lodo al Gobierno, reconocieron .que en esto no se había propa-
sado. 4."* Se desterró gente á bandadas del suelo patrio.— Sólo se des-
terró fuera de España á 40 extranjeros de vida pésima, y á diversos pun-
tos de la Península á 135 individuos, de los que 67 eran vagos ó ejer-
cían oficios prohibidos, 68 conocidos anarquistas, mala casta de hom-
bres que tienen aterrorizada á la capital del Principado con el estallido
de sus bombas (1). Otros varios huyeron desalados á Francia, para no
caer en las garras de la policía, y alguno de entre ellos, desde las co-
lumnas de un periódico francés, se gloría de haber sido uno de los que
prepararon la tragedia de Barcelona.
Agradabilísimas son, pues, las impresiones que se sacan de la lectura
de este importantísimo folleto. Forjen los masones, socialistas y liberta-
rios cuantas calumnias quieran contra España; esparzan cuantas false-
dades les vengan en talante contra los soldados españoles: podrán por
el momento entoldar con la niebla de sus errores el sol de la verdad,
mas al fin brillará éste esplendoroso en el horizonte, y á sus reflejos se
descubrirá la culpabilidad y bajeza de alma del ajusticiado Ferrer y la
hidalguía, caballerosidad y proverbial equidad de los jueces militares
que le condenaron.
A. P. GOYENA.
The revival of scholastic Philosophy in the nineteenth centyry,
by JOSEPH Louis Perrier, Ph. D.— New York, The Columbia University
Press, 1909.— La restauración de la Filosofía escolástica en el siglo
diez y nueve. Un volumen en 4." de Vl-344 páginas. Precio, S 1,75. -Casa
editorial The Macmillan Company, 66, Fifth Avenue, New York.
Esta obra, acerca de la restauración de la Filosofía escolástica en
el siglo XIX, es muy interesante, escrita con gran claridad y orden,
con suficiente amplitud y, á nuestro parecer, con buen criterio y acer-
tado juicio en la apreciación del mérito de los autores filósofos que
cita y del valor de sus doctrinas. En dos partes bien distintas se divide
la obra; la primera, que se puede llamar doctrinal, y la segunda, hisió-
rica. Expónese concisamente en la primera (capítulos I-VIIl) la doctrina
escolástica filosófica, «limitándose, escribe el docto autor, á la expo*
sición y discusión de aquellos principios del escolasticismo cuyo conoci-
(1) La Época (13 de Noviembre) trae una curiosa estadística con la calificación de
lo que eran estos desterrados.
EXAMEN DE LIBROS 525
miento es indispensable para la inteligencia de la restauración filosófica^,
y remitiendo para ulteriores conocimientos á Urráburu, Mercier y los
Jesuítas de Stonyharst. No se contenta, sin embargo, el Sr. Perrier con
resumir ó trasladar lo que dicen estos autores, sino que, mostrando seguir
el movimiento filosófico contemporáneo, cita otras fuentes oportunas,
V. gr., la Revue de Philosophie (1), 1907, en la sección sobre la natura-
leza y propiedades de la forma substancial.
Su exposición es muy clara y breve sobre algunas principales cues-
tiones escolásticas de la Filosofía, tanto en la Lógica, en que defiende el
silogismo, sin excluir el método de inducción, como en la Metafísica
general, en que trata de la teoría escolástica, del acto y la potencia de la
substancia y de la causa, y en la Cosmología, explanando la doctrina es-
colástica sobre la composición de los cuerpos, en la Psicología, con la
teoría de la abstracción, naturaleza y lugar del alma humana, en la Teo-
dicea, en que, he-cha la distinción entre la teología natural y revelada,
trae las pruebas de la existencia y de los atributos de Dios, y, por fin, en
la Ética ó Filosofía moral, con sus características el eudemonismo y la
libertad.
La segunda parte (capítulos IX-XV) es una verdadera historia de la
Filosofía escolástica en el pasado siglo, tomada, no sólo de las fuentes
que cita en la prefación, sino de otras revistas consultadas por el
autor y de las mismas obraste los autores reseñados. Empieza por Italia,
y en ella por el insigne Sanseverino, aconsejado por el P, Sardi, S. J.;
sigue por España, Portugal y la América española, después por Ale-
mania y Austria, por Francia, Bélgica, por los demás países europeos
y por los Estados Unidos y el Canadá. Se detiene de un modo especial
en los filósofos de Roma, Zigliara, Cornoldi, etc., é indica el gran movi-
miento filosófico promovido por la Encíclica Aeterni Patris de León XIII
y en particular el iniciado y sostenido en la Universidad Gregoriana. Y
aquí se hace singularmente simpático el docto autor, tomando la defensa
del tomismo romano. Conocidas son las inculpaciones hechas contra
los tomistas romanos por Besse en su célebre folleto Dos centros del
movimiento tomista (el de Roma y el de Lovaina), como si no hubieran
aquéllos estudiado la filosofía moderna, y, más que filósofos profundos
que con su estudio personal hiciesen adelantar la ciencia, juntando á la
antigua lo bueno de la nueva, se hubieran constituido meros intérpretes
de los dogmas cristianos, uniendo lo natural con lo sobrenatural, y no
hubieran acertado por falta de crítica á interpretar bien al mismo Santo
Tomás. Pero «los neotomistas de hoy, escribe el autor, no deben censu-
rar precipitadamente la obra de sus hermanos más antiguos. Los esco-
(l) Esta revista/dirigida por E. Peillaube, se publica cada mes en París, Gabriel Beau-
chesne y C», rué de Rennes, 117, y es, sin duda, de las más recomendables por su sano
criterio, amplia información y sólida manera de discutir-
RAZÓN Y FE, lÜMÜ XXV ^
526 EXAMEN DE LIBROS
lásticos romanos son los que han implantado el tomismo en el mundo
católico.» Esto es lo que se propusieron los primeros tomistas romanos,
imponer á la consideración de todo el mundo la restauración tomista, pero
haciéndola aceptar primero por los pensadores católicos, mostrando para
ello la perfecta armonía de su sistema con el conjunto de las verdades re-
veladas; y esto lo consiguieron. Ahora ya se puede proclamar la existencia
y exigir el estudio de esta filosofía de todos los pensadores. Háganlo
éstos así y admirarán la verdadera sabiduría de los escolásticos y la
prudencia de la Santa Iglesia en aconsejar el estudio del Príncipe de
ellos, Santo Tomás de Aquino, y se convencerán, contra lo que manifes-
taron Picavet en Francia y Paulsen en Alemania, que el impulso dado
por León XIII al neotomismo no ha sido negocio político, sino amor á
la verdadera ciencia.
Los españoles hemos de agradecer al autor que, estimando el mérito
de nuestro compatriota el P. Urráburu, le tribute grandes 'alabanzas y
procure dar á conocer á los sabios un autor «cuyas obras, dice (pág. 181),
constituyen una obra de ingenio monumental, uno de los más grandes
tesoros que posee la literatura neoescolastica». No vive en la tierra,
como supone el autor (pág. 175): en Razón y Fe, de que era colabo-
rador, se dio cuenta oportunamente de su cristiana y religiosa muerte.
Alguno que otro pequeño error como éste no debe apreciarse en obra
como la que recomendamos. La «Bibliografía de la Filosofía neoescolás-
tica» (páginas 249 á 337) es muy copiosa. Por eso, siendo ya tan com-
pleta, nos ha llamado la atención que nada diga de la Historia de
la Filosofía y los Rudimentos de Filosofía^ por el P. J. Fernández
Cuevas, S. J., cuya obra estuvo de texto hacia la mitad del siglo pasado,
en algunos seminarios españoles.
P, ViLLADA.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Joaquín Ant. Ustoa, prof. di Filosofía nel
Sem. di Vitoria -Spagna). In qual modo
si debe studiare? Saggio teórico pratico
intorno all'arte dello studio. Versione
daH'originale spagnolo per cura di An-
tonio Bous— Pavia, Scuola tip. Aiti-
gianelli, 1908. Prezzo, lire una.
En el número de Razón y Fe co-
rrespondiente al mes de Marzo de
1908, pág. 395, dedicamos al libro de
nuestro distinguido amigo el Sr. Ustoa
merecidos elogios; de su traducción
sólo nos resta decir que es oportuna y
que está hecha con esmero y fidelidad.
Que corra de mano en mano entre la
juventud estudiosa, tanto de lengua
castellana como italiana^ es lo que muy
de veras le deseamos.
E. U. DE E.
Historia Universal, por D. Martiniano
Martínez Ramírez.— Madrid, Saturnino
Calleja Fernández, calle de Valencia, 28.
En 8.° de 414 páginas, 3 pesetas.
Es la segunda edición de un buen
compendio de Historia Universal,
adoptado en varios Seminarios, Insti-
tutos...; en él, sin farragosa erudición,
con claro método y sanas ideas, se
pone al alcance de los jóvenes lo que
necesitan conocer para iniciarse en
materia tan vasta y complicada.
Multitud de grabados adornan el li-
bro; entre éstos hay varios mapas, que
aunque modestamente trazados, ayu-
dan al trabajo de la imaginación, so-
bre todo si se añade la explicación
oral del profesor.
Flores del claustro y arrullos de paloma,
por el M. R. P. Fray Ambrosio de Va-
lencina.— Sevilla, imprenta de la Divina
Pastora, 1909. En 12.^ de 268 páginas,
2 pesetas.
Es la vida religiosa de una joven la
que va apareciendo y desarrollándose
en estas sencillas páginas.
Vive, trabaja, se santifica y muere
desconocida de los hombres en un con-
vento de Capuchinas; pero su vida está
llena de encantos, que no se gustan
porque se cononocen. Por eso estas
páginas harán grande bien en muchas
almas, descubriéndoles secretos cuya
existencia quizás ni llegaban á sospe-
char; aunque es verdad que alguna
mayor precisión en las ideas y hechos
hubiera sido conveniente, sin acabar,
no obstante, de descubrir ni nombres
ni circunstancias particulares que me-
jor quedan ocultos.
E.P.^^TI
Los Sants Evangelis. I Sant Mafheu. Tra-
dúcelo y comentari per Frederich Clas-
CAR, Pvre. Censor: M. I. Sr. Dr. D. Joan
Rifa, Canonge Lectora!.— Lluís Giii, edi-
tor, Balmes, 83, Barcelona.
Hermosa empresa y digna de toda
alabanza es la que ha acometido el
Dr. Glasear al traducir directamente
del griego el Nuevo Testamento. El
ejemplo de Crampón, que dotó al clero
católico y á los fieles todos de Fran-
cia de una excelente traducción direc-
ta de la Biblia, ha estimulado la imita-
ción en otras partes; y es una gloria
para Cataluña el haberse adelantado
á las regiones del resto de la Penín-
sula en dar á luz la versión catalana
del Evangelio. De esta obra (aunque
sólo ha visto la luz un fascículo, que
contiene cinco capítulos de San Ma-
teo y el prospecto) daremos el juicio
en dos palabras, y sin intención de
adular, declaramos que, á nuestro en-
tender, difícilmente podía hacerse cosa
mejor. El traductor ha tomado como
original que le sirviera de base el me-
jor de todos los índices griegos, el B
(Vaticano), aunque sin atarse á él cie-
gamente, ni dejar de utilizar otros de
gran valor y en algunas cosas preferi-
bles. El lenguaje de la traducciones
claro y sencillo, como corresponde al
Evangelio, pero al mismo tiempo ele-
gante y escogido. En cuanto á las no-
tas (y aquí es donde más de corazón
felicitamos al autor por su buen acuer-
do), contienen lo más útil y selecto del
excelente comentario del P. Knaben-
528
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
bauer y de algunos otros célebres bi-
blistas (P. Rose, Mgr. Camus, etc.):
siguiendo este camino, era imposible
que no se les diese á los lectores de un
modo agradable y casi insensible una
gran copia de sólida y provechosa eru-
dición para la mejor y más exacta in-
teligencia del Sagrado Texto. El ha-
ber preferido (para la aclaración del
texto) dar lo mejor que los grandes
maestros han expuesto á explicaciones
personales más ó menos ingeniosas, es
lo que más recomienda este trabajo.
Ni hay para qué decir que deja muy
atrás en la copia, selección y utilidad
de las notas ó las traducciones de
Scio y Torres Amat.
De la Tabla sinóptica de la vida de
Cristo, según los cuatro Evangelios
que se intercala, con diferentes carac-
teres, entre texto y notas, apenas po-
demos juzgar, siendo tan corta la parte
que en este cuaderno se contiene: sin
embargo, por fuerza habrá de topar
con la dificultad, hasta ahora insupera-
ble, de fijar la cronología de la vida de
Nuestro Señor Jesucristo.
Acompaña á la traducción una co-
lección de hermosos grabados to-
mados de la Biblia gráfica que posee
D. Pedro de Alcántara Ruiz.
J. DE A.
Le Livre d'Amos, par J. Touzard, Pro-
fesseur á l'Institut catholique de París.—
París, 1909, Bloud et C'«. Un volu-
men en 12.° de LXXXV-118 páginas.
El Libro de Amos, del profesor Tou-
zard, forma parte de la Biblioteca de
Enseñanza escripturística, donde ade-
más van también publicados otros cin-
co volúmenes, cuatro de ellos del Pa-
dre Rosa, O. P. , y uno de Mgr. Batif-
fol, sobre los Sinópticos, los Hechos
Apostólicos y la Enseñanza de Jesús.
El volumen que aquí anunciamos, aun-
que de exiguas dimensiones, encierra
copiosa y escogida doctrina. A una in-
troducción nutrida y docta de LXXXV
páginas, sigue la traducción francesa
sobre el original masorético, aunque
ilustrada, donde es menester, con el
texto de las versiones clásicas, en es-
pecial la alejandrina, * cuyas numero-
sas variantes suministran acá y allá
una base sólida de útiles correccio-
nes» (1 ), y al texto francés acompaña el
(I) Introd., pág. XLIX.
comentario. Como había derecho á es-
perar del profesor Touzard, el trabajo
está muy bien hecho: la introducción
trata con amplitud todos aquellos pun-
tos que son necesarios para orientar
al lector sobre el argumento de El Li-
bro de Amos, exponiendo la situación
política y religiosa de Israel en la épo-
ca del Profeta, sus relaciones con los
pueblos de Asia, que por entonces in-
tervenían como factores históricos, in-
fluyendo sobre la vida pública del rei-
no de las diez tribus. Estudia también
con cuidado las condiciones literarias
del texto, su autenticidad, integridad
y relaciones con otros libros del Anti-
guo Testamento. El resultado de esta
última investigación, además de ma-
nifestar analogías especiales y repe-
tidos casos de paralelismo con ef Pen-
tateuco, sobre todo hace ver de un
modo palpable que Amos, el más an-
tiguo de los Profetas, cuyos escritos
conservamos, no es el creador del vas-
to sistema religioso que inspira su pro-
fecía, sino que todo él, en cada uno
de sus artículos, se hallaba perfecta-
mente formado y era familiar al pue-
blo de las diez tribus ya en aquella
época, es decir, al promediar el si-
glo IX antes de Jesucristo. Tanto la
introducción como la versión y el co-
mentario hacen honor á la ciencia del
profesor M. Touzard, por otra parte
ya acreditada de años atrás. El tama-
ño de los volúmenes de la Biblioteca
y lo módico de su precio podrían con-
tribuir á que se extendiera y pudiera
servir de texto en las clases, pues tan
escasos ó, por mejor decir, tan des-
provistos y faltos nos hallamos de
textos de Exégesis.
L. M.
Ediciones de Canto Gregoriano, L. Sch-
WANN, Dusseldorf. Kyriale, Missa Pro
Defunctis, Ton i Communes Missae,
Gloria ad Intr. Alleluia Temp. Pasch, Te
Deum, Veni Creator, Pange lingua, etc.
En 8.^ menor, 1,50 pesetas.
Epitome e Graduali Romano de Tempore
et de Sanctis. En 8.° mayor, Edictio T,
8,40 pesetas. En 8." menor, Edictio U, 7
pesetas.
Intonationes et Toni Communes Missae,
ed. Prof. Dr. P. Wagner. En 8.° menor.
La casa Schwann, de Dusseldorf, ha
adquirido una verdadera celebridad en
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
529
editar obras de música religiosa y es-
pecialmente de canto gregoriano. Es
la que en Alemania trabaja mejor este
ramo y la que en él ha puesto todos
sus empeños con una seriedad, cons-
tancia y acierto dignos de todo aplau-
so. Solamente puede competir con la
casa Schwann la no menos celebrada
Desclée, de Tournai; diríase que am-
bas á dos se estimulan y se animan
hasta prodigar con exceso en diferentes
tamaños, con diversos tipos y más ó
menos económicamente las ediciones
Vaticanas de canto gregoriano. La edi-
■ción Schwann ofrece un aspecto se-
vero y majestuoso, y su esbelta nota-
ción está al alcance de las vistas más
cansadas. Reproduce con toda exacti-
tud la edición típica, tal cual es; sólo
que en estos Epitomes se omiten todas
aquellas fiestas de uso menos frecuente
en las iglesias ordinarias.
Las Entonaciones y Tonos comunes
del Misal están presentados, anotados
y comentados en pequeño y elegante
opúsculo |3or el Dr. Wagner, de Fri-
burgo. Este librito debería estar en ma-
nos de todos los clérigos, y su estudio
se hace tan necesario para la dignidad
de la liturgia solemne, como el de las
rúbricas, á las que tanto realce dan las
sencillas y devotas fórmulas melódicas
del Misal. De hecho se ve que pocos
se presentan al altar sin conocer, si-
quiera en globo, las ceremonias; pero
es más que frecuente andar perdido
en el canto de los recitados más sim-
ples. ¡Gracias que hasta ahora se han
escudado muchos en el canto español,
ignorado á punto fijo por casi todos
«US defensores!
N. Otaño.
Almanaque de la familia cristiana para
el año de 1910.— Establecimientos Ben-
ziger, Einsiedeln, Suiza.
Es muy recomendable el precioso
almanaque, el 21.^ de la serie comen-
tada en 1889, que acaba de publicar la
acreditada casa editorial de Benziger.
Este almanaque viene á ser un libro de
enseñanza, de entretenimiento y de
.adorno. De enseñanza, por sus artícu-
los doctrinales, narraciones históricas,
noticias científicas y principios de sana
moral que informan sus páginas. De
entretenimiento, por la amenidad de
su lectura, por sus cuentos, novelas,
anécdotas y poesías. De adorno, por
la profusión de sus ilustraciones y her-
mosos grabados que embellecen sus
páginas.
El Arte más difícil, por E. Bertrán y
Rubio. Un volumen en S.** de 383 pági-
nas.—Barcelona, Manuel Marín, editor,
Cortes, 594; 1909.
El arte más difícil: he ahí un título
que excita la curiosidad del lector y
le mueve á abrir el libro para ver en
qué consiste ese arte tan difícil. Nosce
te ipsum fué desde Sócrates y San
Agustín la gran máxima de la humana
sabiduría; pero conocerse á sí mismo,
aunque difícil, no es lo más arduo;
más difícil es apreciar bien los hom-
bres y las acciones, tenerlos por lo
que son, no por lo que aparentan.
Para enseñarnos este arte presenta el
autor «un manojo de impresiones, ob-
servaciones y datos recogidos en su
ímproba y casi continua tarea de estu-
diar al prójimo y pensar en las cosas
de la vida>. Su intención es muy cris-
tiana, expresada en aquellas hermosas
palabras, dignas de un buen padre:
«Considerábame dichoso por adelan-
tado si mis hijos, al inventariar mis
papeles después de mi muerte, aunque
hallasen algo de que reírse, no trope-
zaban con nada de que avergonzarse
por mí.» El estilo es claro, llano y fa-
miliar, y el libro contiene páginas dig-
nas de ser leídas por toda persona re-
flexiva, especialmente los capítulos en
que trata de «Cómo y dónde hay que
observar— Algo sobre urbanidad — El
flaco— A corazones heridos».
E. U. DE E.
An der Wiege der Luftschiffahrt. Voh
Bathasar Wilhelm, S. J., Professor an
der Stella Matutina zu Feidkirch, Zwei-
ter Teil. Bartholomeu Lourengo de Gus-
mao, dererste Luftschiffer.— Nacimiento
de la Aerostática, por B. Wilhelm, S. J.,
profesor del colegio Stella Matutina
en Feidkirch. Segunda parte. Bartolomé
Lorenzo de Gusmao, el primer aero-
nauta.— Hamm (Westfalia), 1909.
Este año, el 8 de Agosto, hizo jus-
tamente dos siglos que llevó á cabo en
Lisboa el P. B. de GusmSo las prime-
ras experiencias aerostáticas ó de na-
vegación aérea, que le valieron el
530
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
nombre de o voador (el volador), que
le dio el pueblo de aquella capital.
Mas, ¿á qué traer á la memoria tan
añejos ensayos, primeros y mal segu-
ros pasos de la recién nacida Aerostá-
tica, en vísperas, como estamos, de ver
realizados los aéreos ó voladores de
servicio público, que fantasea Mr. Bén-
son en El amo del mundo?
Ante los triunfos modernos de la
Aeronáutica, ó llámese .4 viación, ¿quién
se admirará hoy de que subiera en un
globo el P. Gusmao el año 1709 en la
plaza de la Casa da India, ó que desde
la Plaza de Armas del Castillo de San
Jorge fuera en su Passarola volando
por los aires hasta el Torreiro do Pago?
Pero si atendemos á los doscientos
años que median entre los ensayos del
P. Gusmao y las experiencias de los
aviadores de nuestros días, y á que lo
más difícil en todo es dar el primer
paso, no podremos menos de tener por
muy justo pagar algún tributo de admi-
ración al P. Gusmao, verdadero dédalo
portugués, primer aeronauta y padre
de la Aerostática.
Así lo entendieron los muchos que
han escrito acerca del P. Gusmao y de
su invento; entre los cuales el Padre
Wilhelm, con haberlo hecho este mis-
mo año , no halló agotada la materia,
antes pudo completarla con nuevos y
curiosos datos.
En esta memoria ó folleto, conside-
rado por el autor como segunda parte
de otro estudio semejante que hizo del
P. Francisco Lana, S. J., publicados
ambos en los Franfkfurter Zeifgemesse
Brocharen (Folletos de actualidad, edi-
tados en Francfort), examina el autor
tres puntos: 1.°, si fué ó no jesuíta el
P. Gusmao; 2.°, cuántas formas dio al
aparato de su invención; 3.°, qué lugar
y mérito corresponde al célebre portu-
gués en la historia de la Aeronáutica.
En el primer punto, fundado en ra-
zones de mucho peso, aunque tal vez
no bastantes á disipar enteramente la
duda, llega el autor á la conclusión de
que no fué de la Compañía de Jesús el
P. Gusmao, contra lo que rezan los
más de los Diccionarios biográficos.
Estuvo, sí, en la Compañía el P. Gus-
mSo, pero salió de ella siendo aún
novicio.
Además de los muchos documentos
históricos, amenizan el folleto varias
anécdotas y composiciones poéticas
de autores coetáneos, que muestran
bien claro el juicio que mereció á sus
contemporáneos el invento del Padre
Gusmao.
B. F. V.
Escritas ya estas líneas, y en el mo-
mento de ser llevadas á la imprenta^
recibimos el nuevo volumen del mismo
P. Baltasar Wilhelm S. J., titulado Die
Anfánge der Luftahrt. Lana-Gusmao.
(Los orígenes de la navegación aérea).
204 páginas en S."" menor Hamm i. W.
(Westfalia) Verlag von Breer & Thie-
mann. El volumen está dividido en dos
partes: La primera está consagrada al
P. Francisco Lana, S. J. (1631-1687), el
inventor de la navegación aérea; en
ella expone el autor los fundamentos
científicos y significación del plan de
dicho Padre; comprende cuatro capí-
tulos: Sueños y espumas, La idea, Vida
é influjo. Continuación de su vida y de
su influjo. En la segunda parte trata
del brasileño Bartolomé Lorenzo de
Gusmao (1686-1724), el primer aero-
nauta, de quien se ha hablado antes.
El libro está presentado con mucho
gusto é ilustrado con 14 figuras y el
retrato del P. Lana. Plácemes merece
el P. Wilhelm por su oportuno y cu-
rioso trabajo.
Aritmética práctica para el curso prepa-
ratorio, acomodada al elenco oficial del
Instituto de la Habana por el P. Juan
Crego, S. J., profesor del Colegio de
Belén. Un volumen en 8." mayor de
219 páginas.— Habana, Seoane y Álva-
rez, Compostela, 139, 1909.
Curso Elemental. Primero y segundo año.
Curso práctico de Aritmética, por A. Mi-
NET y L. Platin, 192, páginas en 12.°—
Paris, Fernando Nathan, rué de Con-
de, 18.
Curso Medio. Curso práctico de Arítmé- "
tica, por M. de Toro Gómez. 288 pági-
nas en 12.°— Barcelona, Gustavo Gili,.
Universidad, 45.
He ahí tres obritas de texto, cuya-
parte teórica comprende solamente las
nociones indispensables, para consa-
grar todo lo demás á la práctica, esto
es, al planteamiento y solución de pro-
blemas. Su máxima es «muy poca teo-
ría y muchos ejercicios»: excelente
método de pedagogía. El primer texto
lo consideramos muy útil y acomodado
para los alumnos de segunda ense- >
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
531-
ñanza del CoIe¿,io de Belén; en el se-
gundo abundan los problemas orales
y escritos, figuras y ejercicios de re-
paso, los cálculos de gasto, ganancia y
ahorro anual, de compra y venta y be-
neficio y los problemas recapitulati-
vos; todo lo cual es en verdad emi-
nentemente práctico. Lo que consti-
tuye la originalidad del tercero y le da
mucho valor pedagógico es la. agrupa-
ción de los problemas por series de
igual naturaleza. En una palabra, en
los tres libros están los ejercicios es-
cogidos con cuidado, graduados con
tino y clasificados con método. Sola-
mente en el segundo de los libritos in-
dicados hemos hallado alguna inexac-
titud en las definiciones y algún gali-
cismo en el lenguaje; pero esto es muy
secundario.
Elementos de Geometría analítica, por
Miguel Vegas. Un volumen de 240 pá-
ginas en 8." menor.— Herederos de Juan
Gili, Cortes, 531, Barcelona, 1909.
Los Elementos de Geometr'a ana-
lítica vienen á ser un texto para los
alumnos de Universidad y un com-
pendio á la vez de la magistral obra
Tratado de Geometría analítica, en
dos tomos, del mismo ilustrado profe-
sor. Como texto, contiene lo más esen-
cial y necesario para enseñar á los
alumnos las teorías fundamentales de
la Geometría moderna. Como compen-
dio, abarca lo más fundamental de la
Analítica, y hubiera resultado com-
pleto si en las cónicas y cuádricas hu-
biese extractado brevemente el ca-
pítulo de curvas y conos de segundo
orden referidos á un polígono, tan útil
parala solución de los problemas re-
ferentes á cónicas. Que el libro está
escrito con perfecto conocimiento de
la materia, precisión y rigor científico,
superfino es decirlo, dada la compe-
tencia y magisterio del docto profesor
y académico.
La Machine á Influence. Son évolution, sa
théorie, par V. Schaffers, Docteiir és
Sciences. Un volumen en 8." de 506 pá-
ginas.—París, Gauthier-Villars, Impri-
meur-Libraire, Quai des Grands-Augus-
tins, 55.
Habiendo en Lovaina un magnífico
museo de máquinas eléctricas, que és
la admiración de cuantos lo visitan, rto
hay para qué decir que el autor se ha-
llaba en excelentes condiciones para
escribir sobre esta materia. Y en efec-
to, cuatro cosas dan realce y especial
valor á este libro. En grimer lugar;
Schaffers explica muy bien la evolución
histórica de las máquinas de inducción,
teniendo en cuenta las perfecciones y
modificaciones que sucesivamente se
han ido introduciendo en ellas; en se-
gundo lugar, expone la teoría y funcio-
namiento de las mismas; en tercer lu-
gar, hace preciosas y sugestivas indi-
caciones de aplicación á la electrotera-
pia, producción de ondas hertzianas y
al estudio de diversas radiaciones; en
cuarto lugar, presenta nuevos y origi-
nales puntos de vistasobre la inversión
de los signos, sobre la limitación de
las cargas, disimetría de las máquinas
ordinarias, medidas galvanométricas y
de descargas explosivas. Si á esto se
añade que el tomo está profusamente
ilustrado con figuras, no habrá para qué
añadir que es muy recomendable oará
los amantes de la electrotecnia.
Los Refranes vascos de Sauguis, traduci-
dos y anotados por Julio de Urquijo é
Ibarra. Folleto de 51 páginas en 8." ma-
yor.—Bayona, Imprimerie A. Lamai-
gnére, rué Jacques Laífitte, 9; 1909.
Nuestro respetable colaborador
M. de Jaurgain, dice el Sr. Urquijo, ha
tenido la fortuna de hallar entre Ios-
papeles que pertenecieron al célebre
autor de Notitía Ufriusque Vasconiae,
un cuaderno manuscrito con buen nú-
mero de proverbios en vascuence. En-
tre ellos hay bastantes inéditos, y al
tratar de descifrarlos y traducirlos, me
he visto precisado á consultar con
frecuencia cuanto se ha escrito hasta
el día respecto á refranes vascos, y
aun á tomar acerca de los mismos al-
gunas notas. Con estas últimas me ha
parecido podría ampliar algo el preám-
bulo á los proverbios recientemente
descubiertos... ^ El Sr. Urquijo es digno
de mucha loa por su constante é infa-
tigable labor en beneficio de la litera-
tura vasca, y en particular por este
nuevo trabajo, en que á la traducción
acompañan un largo y concienzudo
preámbulo y numerosas notas.
532
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
¡osecho. Echeita-tar José Manuel-ek Biz-
KAi-KO euskeraz iratziriko Irakurgeya.—
Durango-n, Florentino Elosu-ren
echean, 1909.— Garren urtean.
He ahí una preciosa novela vascon-
gada, en que la idea y la realidad, las
expresiones y los episodios, los carac-
teres y las escenas se hallan saturados
de aquel intenso olor á marisco que se
percibe en las costeñas aldeas del Gol-
fo de Vizcaya. Los amores infantiles de
Eladi y de Josecho, que inocente y can-
dorosamente se van desarrollando en
el curso de una vida sencilla del case-
río de Ondartza, hasta el punto de en-
gendrar un amor intenso, pero noble;
un afecto vehemente, pero que no re-
basa los límites de la dignidad cristia-
na, constituyen la trama del argumen-
to; trama que adquiere mayor comple-
jidad é interés con los variados inci-
dentes de la azarosa navegación de
Josecho por los mares de Méjico y
Montevideo, Habana y Puerto Rico,
Inglaterra y costas del Cantábrico. Es
una nueva obra que viene á enriquecer
la incipiente literatura vasca, y su au-
tor, D. José Manuel de Echeita, me-
rece por lo mismo un sincero aplauso
de todos los buenos hijos de la Eus-
kalerría, que ansian ver coronada
la frente de su madre con el laurel de
la inmortalidad literaria. La presen-
tación material del libro está bien he-
cha, y el benemérito editor D. Floren-
tino Elosu merece que los vasconga-
dos se lo agradezcan, apresurándose á
adquirir tan preciosa novela.
E. U. DE E.
Carta-Pastoral del Ilmo. y Rvmo. Sr. Doc-
tor D.Juan Maura y Gelabert, Obispo
de Orihuela, al Clero de su diócesis y
alumnos de su Seminario. Segunda so-
bre el Modernismo.— Orihuela, impren-
ta de Cornelio Paya. 1909. En 4.", de 24
páginas.
Continúa el ilustríslmo autor refu-
tando el Modernismo, y demuestra con
textos de los mismss modernistas, es-
pecialmente Bergson y Le Roy, cote-
jados con la verdadera noción de la
verdad subjetivo-objetiva y de la fa-
cultad intelectiva, el agnosticismo ó
idealismo encerrado en el modernismo.
Expone con claridad y concisión la di-
ferencia entre el conocimiento sensi-
tivo, sobre todo del irracional, y el de
la inteligencia, pudiendo concluir com
razón: «En resumen, la humana inteli-
gencia, desde todos sus puntos de
vista, sale muy malparada de manos
de los filósofos modernistas.>
Dictionnaire Apologetique de lafoicatfio-
lique... Quatriéme édition entiérement
refondue sous la direction de A. d'Alés.
Fascicule II, Aumóne-Concordats.— Pa-
rís, Gabriel Beauchesne et C^^, éditeurs,
rué de Rennes, 117; 1909. En folio, co-
lumnas 321-640, 5 francos.
No es menos digno de elogio este
fascículo del nuevo Diccionario Apolo-
gético de la fe católica que el anterior
(v. Razón y Fe, t. XXIV, pág. 246),
por la amplitud, solidez y erudición
antigua y moderna de los artículos en
general, y por la singular competencia
de sus autores. Son notables, entre
otros artículos, «Babilonia y la Biblia»,
donde se expone con suma brevedad
y claridad la escritura cuneiforme, se
estudia el Código de Hamurabi, en
comparación con el de Moisés, y se
deducen por el P. Condamin, S. J., im-
portantes conclusiones; «Cabala de los
devotos», que no es otra cosa, dice el
autor de la Briére, que la Compañía
del Santísimo Sacramento, de que
tanto se ha escrito en estos últimos
meses en libros y revistas; «Catacum-
bas cristianas de Roma»; «China (reli-
giones y doctrinas)», sacado todo ente-
ramente de las fuentes chinas origina-
les, pues casi todos los libros antiguos
de Europa están ya muy atrasados, y
muchos de los modernos no andan
acertados, como escribe el P. Wie-
ger, S J.; «Corazón de Jesús (culto
del)" — su gran promesa, su influencia
social — (con una riquísima bibliogra-
fía por R. du Bouays de la Bougassié-
re); «Clero»; «Concilios», etc., etc.,
El primero, Aumóne, termina el trata-
do de la limosna, refutando su autor,
el conocido sociólogo P. C. Antoine,
las dificultades que contra la dignidad
y obligación de la limosna cristiana
oponen Spencer, ciertos economistas
liberales y especialmente el socialis-
mo. El artículo acerca de los concorda-
tos concluirá en el fascículo siguiente.
Maria es nuestra Patraña. Memoria pre-
sentada al Congreso Mariano de Bar-
celona de 1904 por el Dr. D. Jus-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
533
TINO GuiTART, presbítero. — Barcelona,
Pino, 5; 1908. En 8.", de 44 páginas.
Obra útil , especialmente á los con-
gregantes, muy documentada y bien
razonada, en que se prueba que las
congregaciones agregadas á la Prima
primaria de la Anunciata, dirigida por
los Padres de la Compañía de Jesús en
Roma, deben llevar por título principal
alguna advocación de la Santísima Vir-
gen, verbigracia, de la Inmaculada, aun-
que tomen otro Patrón secundario, ver-
bigracia, de San Luis Gonzaga, y que en
el lenguaje moral deben llamarse con-
gregaciones mañanas, y sus congre-
gantes, no luises, etc., sino congregan-
tes de la Inmaculada, de la Anuncia-
ta, etc., ó simplemente congregantes,
como antes lo había sancionado el uso.
Para distinguirse unas mañanan de
otras, se podrían llamar congregacio-
nes de eclesiásticos, ó casados^ ú obre-
ros, ó estudiantes, etc.
Á las hijas de María. La comunión fre-
cuente y cotidiana, por el P. Julio Lin-
TELO, de la Compañía de Jesús. Traduc-
ción del francés por el P.Jaime Pons, de
la misma Compañía. Barcelona, G. üili,
calle de la Universidad, 45, MCMIX.
En 16.^ de 72 páginas, 0,15 pesetas.
Todo lector piadoso hallará en este
opúsculo lo que á las hijas de María
dice el autor: hallará compendiadas
las razones, motivos y ejemplos que
deben inducirle á la comunión fre-
cuente y cotidiana, y, al mismo tiem-
po, desvanecidos los principales sofis-
mas y pretextos que pudieran apar-
tarle ó retraerle de ella.
Hasta el Cielo. Cartas consolatorias, es-
critas por el R. P. Blot, misionero
apostólico. Traducción de la tercera
edición francesa por E. Widerkehr.—
Barcelona, Herederos de Juan Gilí, edito-
res, Cortes, 581; 1909.
Plácemes merecen los editores y tra-
ductor de esta obrita, que tanto bien
ha hecho en Francia y que esperamos
ha de hacer en España y en los países
de lengua española.
Con razón dice el autor que la espe-
ranza de encontrar en el Cielo al di-
funto querido, reconocerle y amarle
más aún que en la tierra, embalsamará
la vida de celestial aroma y tai vez
produzca frutos de salvación. Pues,
para excitar y fomentar esta esperanza
y el celo de la salvación consiguiente,
sirven mucho las siete cartas y las
oraciones mismas que componen la
obra.
R. P. Arturo Devine, Pasionista. Los
Mandamientos, explicados según la
doctrina y enseñanza de la Iglesia,
traducida del ingles por J. Gilí Mont-
ÉLANCH. Segunda edición. Con licencia
del Ordinario.— Herederos de Juan Gilí,
editores. Cortes, 581, Barcelona, 1909.
Un volumen en 8." mayor de XI-665 pá-
ginas, 5,50 pesetas.
Después de un tratadito, parte pri-
mera de la obra, sobre la ley de Dios
en general, contiene la segunda parte
una explicación completa y exacta, se-
gún decía el P. Murillo al dar cuenta
de la primera edición de Los Manda-
mientos del Decálogo, que podrá ser-
vir para la explicación del Ca ecismo,
en pláticas é instrucciones á sacerdo-
tes, catequistas y maestros. Es obra
de teología moral, y especialmente de
la llamada casuística, y de filosofía
moral, tratada conforme á los princi-
pios de ambas ciencias y acomodada
para la enseñanza de los fieles en ge-
neral.
Marcel Barón, de la Compagnie de Jésus.
Le Coeur de Jésus dans ses paroles. Élé-
vations. — Paris, Gabriel Beauchesne
et Ci«, éditeurs, rué de Rennes, 1 17; 1909.
Un volumen en 12.° francés de 320 pá-
ginas, 3,50 francos.
Toda oración es una elevación del
alma á Dios. Lo es especialmente la
contemplación, sea la adquirida, sea
la infusa. «Las elevaciones que nos
ofrece en esta obra el autor, según
escribe en la introducción, sin ser ejer-
cicios de oración propiamente dicha,
semejan á ensayos de contemplación
ordinaria (adquirida), tal como puede
tenerla toda persona de pura inten-
ción y buena voluntad.» Con ellas se
propone ir como á la descubierta de
los sentimientos íntimos que hicieron
palpitar el Corazón de Nuestro Señor
Jesucristo cuando su boca divina pro-
nunciaba las palabras que se dignó
dejarnos para nuestra enseñanza y
ejemplo. Son 23 las elevaciones, divi-
didas en tres capítulos: Origen de las
palabras de Jesús, Características de
las palabras de Jesús, Objeto ó fin de
534
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
las palabras de Nuestro Señor. A cada
elevación sobre las palabras del Sal-
vador precede un preludio histórico y
una breve oración acomodada á aqué-
lla. No dudamos de que esta obra ha
de ser de gran provecho espiritual y
de mucha instrucción á las personas
serias y devotas.
Manuale Juris Ecclesiastici in usum cle-
ricorum praesertim illorum qui ad or-
dines religiosos pertinent, edidit P. Fr.
DoM M. Prümmer. o. P. R. Tomus I: De
personis et rebus ecclesiasticis in ge-
nere.—Friburgi, Brisgovise, Sumptibus
Herder. Typographiis editor Pontificii,
MCMIX. Un volumen en 8." prolongado
de X-505 páginas, 8 francos; encuader-
nado, 9 francos.
Como era de esperar, este primer
tomo del Manual de Derecho Canó-
nico, por el docto P. Prümmer, corres-
ponde en método y mérito al segundo
Jui Regularium specia'.e, que reco-
mendamos en otro número de Razón
Y Fe (v. t. XIX, pág. 254), y así forma
con él «un buen complemento de Teo-
logía Moral, claro, ordenado, conciso
y que al mismo tiempo contiene todas
las cuestiones necesarias para la prác-
tica ordinaria». Ya notamos que, á
nuestro juicio, ha hecho bien el autor
omitiendo lo que suele tratarse en
Moral, evitando repeticiones de poca
ó ninguna utilidad en un libro de texto.
La obra está conforme á las más re-
cientes decisiones de la Santa Sede,
pues trata de la Curia romana, según
la Constitución Sapienti, cita el Acta
Apo.^tollcae Sedis, etc. Se extiende mu-
cho en la primera parte de las fuentes
del Derecho eclesiástico, antes de tra-
tar de las personas y de las cosas ecle-
siásticas. El apéndice 17, modo prác-
tfco de tratar los asuntos en la Curia
romana, nos ha parecido excelente; el
catálogo de los escritores de Derecho
eclesiástico muy completo, en cuanto
cabe, y el índice alfabético esmerado y
copioso.
Catálogo-Memoria de la Congregación
Mariana de La Anunciata y San Luis
Gonzaga, 1909, Belén-Habana— Habana,
imprenta de Nuestra Señora de Belén,
1909. Un hermoso folleto ilustrado de 80
páginas.
Consuelo y edificación produce la
lectura, tanto del Catálogo como de la
Memoria que componen el folleto;
aquél por la relación de tantos con-
gregantes de mérito, sacerdotes y de
número y de las secciones de piedad,
catequística, académica, de declama-
mación, de sport, etc.; la Memoria por
la cuenta que da del libro Catecismo
de La Anunciata y de cómo fué reci-
bido por la Santidad de Pío X, á quien
se dedicó, y por otros diversos escri-
tos que muestran la importancia y uti-
lidad de la Congregación. Pero lo que
más honra el folleto es el largo y ex-
presivo autógrafo pontificio, cuyo fac-
símil se pone al principio del opúsculo,
con su traducción en castellano, y sen-
tidas palabras de agradecimiento y de-
voción al Papa, que le preceden, por el
favor é indulgencias que concede á los
congregantes, protectores y aun niños
que asistan con frecuencia al Cate-
cismo.
P. V.
Paul Barbier. Eludes Contemporaines.
VII: La Crise de VEglise de Frunce,
L'Eglise de Frunce aprés la Persecu-
tion religieuse.— París, P. Lethielleux,
Libraire-Editeur, 10, rué Cassette, París.
En 8.» de 127 páginas, 0,50 francos.
Con un estilo enérgico, brillante y
á ratos sarcástico refiere el abate
Barbier las persecuciones y el odio de
los sectarios, dóciles instrumentos de'
las logias, contra la Iglesia católica
francesa, á la que han despojado de
todos sus bienes y tratado peor que á
los mahometanos y á los malhechores.
No le han faltado defensores en el
Parlamento; pero los discursos de éstos
se estrellaron contra la rabia y furor
de los radicales y la hipocresía refina-
dísima de Mr. Briand, tan diestro en
subyugar á la mayoría de las Cámaras
como infausto en redactar proyectos
de ley. Sin embargo, no hay que des-
alentarse; la divina I rovidencia ha sa-
cado de esos males no cortos bienes,
de suerte que, pesados unos y otros en
una balanza, ésta se inclina á nuestro
lado. Dios quiera que el abate Barbier
no se equivoque en sus Rpreciaciones
y acierte también en su predicción de
que la obra de los Briand, Clemenceau
y del bloque se deshará como el humo.
Religión y cultura. Vol. IV. J. L. de la Pa-
querie. Apología popular de la fe criS'
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
535
tiana. Tomo I: Dios y la Religión. Tra-
ducción del francés, en vista de las co-
rrecciones introducidas por el autor
para la edición castellana, y prólogo
por el R. P. Miguel Coco, Agustino,
Misionero Apostólico. Con las debidas
licencias.— Luis Gili, editor, Balmes, 83,
Barcelona, 1909. En 4.° de XX-568 pá-
páginas. Precio: en rústica, pesetas 4;
, encuadernado en tela, pesetas 5.
Éléments d'Apolog¿tique. II: Jésus et
l'Eglise, par J. L. de laP/^querie. — Paris,
Librairie Bloud et C % 7, Place Saint-
Sulpice, 1909. En 4.« de 477 páginas.
De la primera parte francesa de esta
Apología ya hablamos en otra ocasión,
y no es necesario que repitamos
nuestra crítica, que podrá adaptarse
perfectamente al volumen español,
aunque se presente éste con algunas
correcciones, pues lo esencial no ha
variado. Si no hubiera más argumento
de su valor, bastaría saber que el
Sr. D. Luis Gili, tan deseoso de facili-
tarnos los tesoros literarios de otras
nacio.ies, ha cuidado de que se tradu-
jera al castellano. De la traducción y
prólogo se encargó el P. Miguel Coco,
O. S. A., y de manos tan hábiles ha sa-
lido aquélla, como era de presumir,
clara, correcta y castiza, y éste, en el
que se dan noticias biográficas de mon-
sieur de la Paquerie y se hacen algu-
nas consideraciones, oportuno, circuns-
pecto y bien razonado.
Hermoso fin se ha propuesto en la
segunda parte el esclarecido autor:
presentar las pruebas de la religión
verdadera de un modo concluyente. Y
todos cuantos lean este tomo confe-
sarán que lo ha hecho muy bien. Con
modestia, prometiendo mucho menos
de lo que realmente da, con brevedad
encantadora, con claridad extraordi-
naria y con seguridad en la doctrina
ofrece argumentos que llevan el con-
vencimiento al ánimo é ilustran la in-
teligencia sobre puntos tan interesan-
tes y trascendentales como el pueblo
judío, los Profetas, la Biblia, la ex-
pectación del Mesías, Jesucristo, fun-
dación, conservación é influencia de
la Iglesia. Puédese denominar sin re-
servas este libro una buena Apolo-
gía de sólida y abundante doctrina, ex-
puesta con discreción moderada y en
la que no se encontrarán ni resabios ó
vestigios modernistas, ni teorías sos-
pechosas, ni concesiones á los ene-
migos de la Iglesia.
J. Labourt, Docteur en Théologie, etc.
Cours supérieur d'Instruction Reíigieu-
se. Israel, /ésus-Christ, L'Eglise Catho-'
liqíie.—Paús, Lecoffre, rué Bonaparte,
90; 1909. En 8." de VII-315 páginas.
Con mucha concisión estudia en esta
obra el abate Labourt las principales
cuestiones religiosas que en la actua-
lidad preocupan á los hombres. Ad-
vierte con razón que se ha de conside-
rar el libro como un auxiliar de la Bi-
blia, y que al leerlo es necesario tener
ésta delante de los ojos para enten-
der su contenido. Desde luego se ve,
recorriendo las páginas del volumen,
que el autor está muy enterado de las
múltiples teorías que ahora intentan
explicar el origen de la religión y de
las dificultades que se ponen al catoli-
cismo. De aquí que ciertas nociones
escogidas por el autor sean aptas para
instruirse en la verdad religiosa y res-
ponder satisfactoriamente á los que
la impugnan. Pero, en puridad, no nos
satisface este curso superior, porque se
nos figura que su autor condesciende
demasiado con los mantenedores de
sistemas aventurados y presenta la
Historia Sagrada algo terrenalmente y
con poca exactitud. Vayan algunas
muestras. Omite en los orígenes del
pueblo de Israel la creación, caída y
diluvio; hechos fundamentales y muy
necesarios en la historia de la revela-
ción. En la página 14 dice Mr. Labourt,
citando al R. P. Vicent, que «capita-
neados los hebreos por Moisés, pasa-
ron el itsmo que los separaba del de-
sierto..., y que Faraón estimó superfino
perseguir á los israelitas, ó ya porque
otros cuidados solicitasen su aten-
ción...> En la 35 no menciona, al hablar
del desastre del ejército de Senaquerib,
la intervención del Ángel, atribuyén-
dolo todo á un azote contagioso; reba-
ja la santidad de David, la sabiduría
de Salomón, el don de presagiar de los
Profetas, cuyos milagros calla... Hay
frases que disuenan; en la página 46 se
lee: «Según la Biblia, los antepasados,
de los judíos eran idólatras... >; en la
157, «Jesús admite, como la mayor
parte de sus oyentes (salvo los sadu-
ceos), la existencia de otra vida...»
Tampoco juzgamos conforme al sentir
536
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
de los teólogos la opinión que cita de
Lesétre sobre la ciencia de Cristo (138),
ni, consentáneo á la verdad histórica,
lo que afirma de la Inquisición españo-
la (306).
Injusticias del Estado español. Labor par-
lamentaria de un año, por el Obispo d2
Jaca, MCMIX.— Gustavo Gilí, editor,
Barcelona, calle de la Universidad, 45.
En 4.° de 488 páginas. Precio, 6 pesetas.
En este libro trata el ilustre Prelado
de Jaca de los asuntos que discutió
en el Senado acerca del Estado y la
Iglesia, el Estado y la Beneficencia, el
Estado y la Enseñanza, el Estado y la
Prensa,'el Estado y el Notariado, el
Estado y la Milicia, y, por fin, sobre
las ^injusticias respecto de otras per-
sonas». Muy bien cumplió sus deberes
de senador el autor insigne, defen-
diendo los derechos de la Iglesia, abo-
gando por los intereses del procomún,
denunciando atropellos del Estado y
sacando la cara por los fueros de la
justicia. Distingue con esmero el señor
Obispo de Jaca la intención de los go-
bernantes y los efectos de sus dispo-
siciones: aquélla respeta; de éstos
habla y los reprueba cuando los con-
sidera malos ó inoportunos. Las notas
características de estos discursos son
la valentía, sin que jamás respetos ó
miramientos humanos sellen los labios
del Prelado en defensa de lo que juzga
verdad, la erudición, que resulta se-
lecta y vastísima, y el raciocinio tan
claro y transparente, como sólido y
bien fundado. «No es amigo, como
dice en la página 144, de la oratoria
efectista»: tampoco se requiere en el
Parlamento. Acaso algunas ironías
punzantes é intencionados sarcasmos
podrían haberse suprimido; pero tal
reparo no disminuye un ápice el valor
de este hermoso libro. En una segunda
edición podía corregirse un desliz de
imprenta, el nombre de Fernández por
Hernández, página 258, autor de la
obra La educación antigua y la mo-
derna, desliz tan insignificante que es
posible se repitiera á no advertírselo.
A. P. G.
Método teórico-práctico para el estudio
de la Lengua francesa, por F. T. D.
Cuarta edición. Primer grado ó curso.—
Librería Católica, calle del Pino, núm.5,
Barcelona. Un tomo en 8.° de 280 pági-
nas. Precio, 2 pesetas encuadernado.
«La presente obra— dice el prólogo-
no es propiamente una gramática, sino
un método graduado y racional de la
lengua francesa. No extrañe, pues, el
lector si á veces, en la exposición, nos
apartamos del orden gramatical; se-
guimos más bien la marcha trazada por
las facultades intelectuales del niño en
su natural desarrollo, y en el conjunto
atendemos más á la práctica que á la
teoría.»
La primera parte de este método
está destín da á la pronunciación^ la
segunda á la traducción. Completa la
obra, en la que se procura con espe-
cial empeño que el alumno llegue á
dominar los verbos, un Diccionario
francés-español y español-francés, que
es de gran utilidad para el alumno.
Argumento de los excelentes resul-
tados de esta Gramática son las fre-
cuentes reimpresiones que de la misma
ha tenido que hacer el editor D. Miguel
Casáis.
Está impresa con mucha nitidez. Con
grabados de los objetos más usuales,
contribuye á fijar mejor las palabras
francesas correspondientes.
N. N.
Amor de madre. Colección de poesías por
el P. Alberto Risco, de la Compañía de
Jesús. 2,50 pesetas. Hállase de venta en
la casa de D. R. Risco, Leganitos, 27,
segundo, Madtid.
Las treinta y tres composiciones que
contiene este libro, lujosamente impre-
so y encuadernado, son otras tantas
flores de purísima fragancia que vie-
nen á formar un hermoso ramillete
para solaz y recreo de los que, en tiem-
pos tan positivistas como los nuestros,
conservan aún amigable comercio con
las musas y saben elevarse de la mate-
ria á la región de lo ideal. El autor,
joven poeta americano, ha aprovecha-
do su estancia en España para inspi-
rarse también en nuestras glorias y
cantar asuntos tan gratos á nuestro co-
razón como los picos de Montserrat y
las orillas del Ebro. Aquí, como en
América, ha sido aplaudido y premia-
do en varios certámenes literarios.
K. C.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
537
El Plata Seráfico. Revista franciscana,
bendecida por Su Sa-tidad Pió X. Ho-
menaje. 1209-1909.— Convento de San
Francisco. Buenos Aires. Un folleto
én 4.° de 178 páginas, número extraor-
dinario, correspondiente á os meses
de Septiembre-Octubre de 1909.
Está dedicado «al glorioso Patriarca
San Francisco de Asís, honra y prez de
la religión seráfica, como homenaje
filial, y á su digno Vicario Fr. Dionisio
Schuler, en testimonio de adhesión con
motivo del VII Centenario de la Or-
den». Es verdaderamente espléndido
y notable por lo escogido del papel
conché, de las muchas y variadas ilus-
traciones, relativas principalmente á
sucesos y personajes de la Orden céle-
bres en santidad, precediéndolas un
hermoso retrato de Pío X y también
por el mérito de las composiciones en
prosa y verso, que instruyen, deleitan
y edifican. El trabajo histórico-crítico
del P. Fr. Pascual Robinson acerca del
año en que fué fundada la Orden de
San Prancisco, nosparecedegran valor
y que agota, puede decirse, la materia.
P. V.
Áncora social. Devocionario que con-
tiene íntegros los cuatro Evangelios,
compilados en uno solo por Primitivo
Sanmartí; el Ordinario de la Santa Misa,
oraciones que en ella se rezan en las
fiestas principales i á los Santos de to-
dos los días del año, ejercicios espiri-
tuales cotidianos, oraciones para la con-
fesión i comunión i otras selectas de-
vociones.—Luis üili, editor, Balmes, 83,
Barcelona. Un tomo en 12." de 416 pá-
ginas.
Es verdaderamente lamentable la
ignorancia que del Evangelio tienen
muchos cristianos, aun de los que más
alardean de ilustrados; y con todo eso
los hay que asisten asiduamente á la
Santa Misa, donde todos los días se
lee algún fragmento de él; sino que,
parte porque no entienden el latín, par-
te porque aun cuando lo entendiesen
no oirían ó no atenderían, es lo cierto
que pasan la vida sin enterarse de la
vida y enseñanzas del divino Salvador
en el Sagrado Libro contenidas. Pues á
esos tales ofrece su libro el Sr. Sanmar-
tí, bien conocido por otros libros y so-
bre todo por su excelente Gramática
castellana. El título copiado expresa
suficientemente el contenido del libro
y da idea del provecho sumo que po-
drán sacar los que usen el nuevo Devo-
cionario. Algo extrañará la ortografía
á los españoles acostumbrados á las
reglas de la Academia, pues el Sr. San-
martí deja de usar la ye como vocal,
suprime la tilde común en todo mono-
sílabo y marca la crema en toda vocal
débil átona que no forma diptongo con
la débil ó fuerte contigua.
N. N.
El Catolicisnao en Inglateí^i^a
En pocas naciones habrá tenido la Iglesia católica una historia tan
interesante y gloriosa como en Inglaterra. Misioneros santos, Reyes
santos, Obispos santos la ilustran. Se señala por su adhesión inquebran-
table á la Cátedra de San Pedro, por la constancia y valor invencible de
un San Anselmo y Santo Tomás de Cantórbery; hasta que un asunto
de alcoba arranca á Inglaterra del seno del Catolicismo, para dejarla
caer miserablemente en brazos de la herejía protestante.
La Iglesia católica entre los ingleses se ve desde entonces perseguida,
exangüe, despreciada; pero nunca del todo muerta. Poco á poco se va
haciendo respetar, recobra sus derechos y recibe en su seno á las almas,
que aun han permanecido católicas en medio de la herejía, ó que el frío
glacial del protestantismo ó racionalismo no ha dejado del todo insen-
sibles.
538 EL CATOLICISMO EN INGLATERRA
Por esto, no es de extrañar que los escritores se hayan dedicado á
recoger mies tan abundante, describiendo los diversos períodos de esa
vida católica en Inglaterra.
He aquí algunos de esos libros más recientes:
1 .'' Gabriel Planque. Histoire du Catholicisme en Angleterre.— Bloud
et D% 7, place Saint-Sulpice, 1909, París. En 16.° de 128 páginas, 1,20 francos.
Es un breve resumen de Historia eclesiástica inglesa, desde los orí-
genes hasta la reforma, y desde la reforma hasta 1829. Así que, por orden,
va notando lo que se conoce sobre la Iglesia céltica, misión de San Agus-
tín; Iglesia anglo-sajona, después de la conquista de los Normandos y
hasta el fin de la Edad Media; termina esta primera parte con dos
capítulos sobre los diversos aspectos de la vida cristiana en Inglaterra y
sobre las bellas artes fomentadas por la Iglesia, durante la Edad Media,
en el suelo inglés. La segunda parte, después de describir el estado de
los ánimos al principiar el siglo XVI, trata del cisma de Enrique VIII, de
la herejía en tiempos de Eduardo VI é Isabel, terminando con un breví-
simo resumen de la Iglesia católica en Inglaterra durante los siglos XVII
y XVIII, seguidos de la aurora de los tiempos modernos.
El autor ha tenido el feliz acuerdo de poner al fin de cada capítulo
las obras principales que pueden consultarse para ampliar los hechos,
más apuntados que narrados, en el decurso de su estudio.
2."^ L' Angleterre chrétienne avant les normanas, par DOM Fernand
Cabrol, Abbé de Farnborough.— París, librairie V. Lecoffre, J. Gabalda et
D% rué Bonaparte, 83; 1909. En 12.° de XXIII-342 páginas, 3,50 francos.
De mayor interés que un resumen es el estudio detenido de un punto
particular, cuando ha habido tino en la elección.
El punto escogido para la presente obra por F. Cabrol es, sin duda,
interesantísimo, pues constituye la vida de la Iglesia en Inglaterra antes
de los Normandos, es decir, desde el siglo IV al XI, haciendo el autor
claramente ver cómo el Catolicismo se apoderó, sin destruir su peculiar
carácter, de las dos razas, que forman el fondo del pueblo inglés, la raza
céltica y la anglo-sajona.
Ha puesto especial diligencia el docto benedictino en narrar y des-
cribir la vida y caracteres de los religiosos que en aquellos siglos ilus-
traron la Iglesia de Inglaterra.
Al fin, van dos apéndices, de sumo interés: el primero sobre la litur-
gia y el segundo sobre las peregrinaciones de los anglo-sajones á Roma
y acerca del dinero de San Pedro.
Merece también especial alabanza este libro por el diligente cuidado
que se ha puesto en que vaya provisto de una copiosa y escogida biblio-
grafía.
EL CATOLICISMO EN INGLATERRA 539
3.° Les Saints. St Thomas Becket (1117-1170), por MOR. Demimuid.—
Librairie V. Lecoffre, J. Gabalda et C' , rué Bonaparte, 90; 1909. En 12.« de 208
páginas, 2 francos.
Una de las figuras más grandes del episcopado inglés, y aun del epis-
copado católico, es, sin género de duda, Santo Tomás Becket ó de Can-
tórbery, donde fué digno sucesor de San Agustín y San Anselmo.
Después de una juventud, que tiene no poco de novelesco, entró
Tomás al servicio de Tibaut, Arzobispo de Cantórbery, llegando por sus
méritos á ser Arcediano y más tarde Canciller de Inglaterra. Hecho
Arzobispo, reformó la ostentación de su séquito y palacio, conservó la
antigua unión y amistad con el despótico y antojadizo Enrique II, mien-
tras se lo permitió la conciencia, teniendo valor para romperla, cuando
fué necesario, por no faltar á su deber, y para sufrir el destierro y la
muerte por no hacer traición á la verdad.
He aquí en pocas palabras la vida de Santo Tomás y el asunto de
este libro; su autor ha procurado poner en claro cómo el Santo supo con-
descender sin faltar á la Iglesia (pág. 50); conservar una vida arreglada,
aun en medio de la ostentación que requería su primer estado (54), y qué
parte le cabe al inicuo Rey en la criminal muerte del santo Arzobis-
po (176).
4.° Paul Thureau-Dangin. Le Catholicisme en Angleterre au XIX
siécle.— Paris, librairie Bloud et C'% place Saint-Sulpice, 7; 1909. En 16.**
. de 259 páginas, 3,50 francos.
Dejando el largo período del cisma de Inglaterra y los adelantos del
protestantismo en la que fué Isla de los Santos, asuntos que trató el
señor Trésal y dio cuenta Razón y Fe (XXIII, 385), tenemos en esta obra
la historia del Catolicismo durante el siglo XIX en Inglaterra; resumen
en seis conferencias hechas por el señor Thureau-Dangin con estilo
sobremanera encantador, de la materia que desarrolló en su conocida
obra La Renaissance catholíque en Angleterre au XIX siécle.
He aquí con los títulos el asunto de las conferencias: I."" El Catoli-
cismo en los países protestantes durante el siglo XIX. 2."* Newman y el
movimiento de Oxford. 3."" Consecuencias de la conversión de Newman.
4.^ Divisiones entre los católicos. 5."* Los dos Cardenales Manning y
Newman. 6.^ Progreso de las ideas católicas en el seno de Inglaterra.
Difícil es extractar lo que ya está en este libro tan concisamente na-
rrado, al fin como resumen de una obra en tres tomos; preferible es invi-
tar á nuestros lectores á gustar por sí mismos, en las páginas de este
Jibro, el encanto con que están escritas, á admirar la delicadeza con que
se trata, v. gr., de las mutuas relaciones entre personajes tan ilustres y
tan diversos como Wiseman, Manning y Newman.
540 EL CATOLICISMO EN INGLATERRA
5.° Une anglaise convertie, parle Pére H. D'Arras.— París, G. Beauchesne,
rue des Rennes, 117; 1909. En 12.^ de XVI-214 páginas, 2 francos.
' El Movimiento de Oxford condujo á la Iglesia católica, no sólo á
personajes como Faber, Newman y Manning, sino á personas de nom-
bre menos conocido, en quienes la gracia se mostró, sin embargo, no
menos admirable; almas puras que buscaron la verdad sin doblez ni
vacilaciones.
Una de estas almas es la que nos cuenta su conversión en este libro,
completado y arreglado por uno de sus hijos, consagrado á Dios en la
Compañía de Jesús. Es libro por demás edificante é instructivo; hay en él
no pocas páginas de una poesía sublime y de un misticismo vigoroso.
Nacida Miss Lechmere en el seno del protestantismo, bien pronto
sintió su frialdad y falta de fundamento el alma noble y ardiente de la
joven inglesa.
Obedeciendo á la gracia y decidida á sacrificarlo todo, honores,
riquezas, afectos, en aras del deber, buscó y encontró pronto la verdad
en la religión católica. He aquí cómo, sin auxilio externo, se fué conven-
ciendo de los dogmas más fundamentales de la Santa Iglesia y má?
opuestos al protestantismo (pág. 20):
«Un día encontré, en un manual escrito para mostrar los errores del Papismo, la
profesión de fe, exactamente como los convertidos la recitan ante el altar al ingresaren
la Iglesia. ¡He aquí, me dije, la doctrina católica! Leíla atentamente y resolví examinarla
y probarla con mi Biblia protestante... El resultado fué admitir todos los dogmas de
Roma sin haber visto ni un libro ni á un sacerdote católico.
"En cuanto á la Eucaristía, encontré en el capítulo VI de San Juan la prueba evi-
dente de la doctrina de la Iglesia sobre la presencia real, puesto que Nuestro Señor lo
afirma de la manera más positiva: Mi carne es verdaderamente un alimento y mi sangre
verdaderamente una bebida...
»En cuanto á la infalibilidad de la Iglesia, hallé la promesa de Nuestro Señor á San
Pedro, que las puertas del infierno no prevalecerían jamás contra Ella, y me dije á mí
misma: Si la Iglesia ha podido errar en la doctrina, la promesa de Nuestro Señor
es nula.»
Encontrada la verdadera fe, la siguió sin cobardías, posponiéndolo
todo á su propia salvación. Por esto, abandonó su casa, sufrió el desprecio
de los suyos, la maldición de su propio padre y tuvo que casarse con per-
sona muy inferior á su nacimiento. En cambio, el Señor se apoderó de
su alma, la inundó de consuelo, le concedió tres hijos, que ella devolvió
al mismo Señor en la vida religiosa; la hizo encontrar la felicidad en
hacer bien, salvar á sus prójimos, sufrir en silencio y aun con alegría.
Al abrir su casa á los desterrados jesuítas en 1902, pudo escribir (pá-
gina 158): «¡Qué bueno es Dios para conmigo, concediéndome poder
recibir á sus representantes y que el mismo Jesús habite en mi casa!
Después que me ha concedido esta gracia, no tengo miedo á la muerte.
No puede cerrarme la puerta del Cielo, ya que se ha dignado habitar en
mi casa en la persona de sus hijos.»
EL CATOLICISMO EN INGLATERRA 541
Sentimientos como éste abundan en todas las páginas de este her-
moso libro.
6.° Chanoine a. Morigny. Une semalne á Londres. Impressions d'un con-
gressiste.— Líbrame Catholique. Em. Vitte, Lyon, place Bellecour, 3; 1900.
En 12.° de VII-240 páginas, 2.50 francos.
No es un estudio detenido, sino una animada y fácil relación de im-
presiones de viaje. Tienen su parte la vida inglesa, su pueblo, su historia
y sobre todo aquel estupendo acto de culto tributado de nuevo á Cristo,
presente en la Eucaristía, por millones de fieles en el corazón de la protes-
tante Inglaterra. El autor pondera con acierto la importancia de aquel Con-
greso eucarístico y las gratísimas esperanzas, que hizo nacer en los cora-
zones la bendición, que Cristo Sacramentado dio entonces al suelo inglés.
Esa bendición está cayendo hace tiempo sobre el Catolicismo en In-
glaterra, pues, como escribía Thureau-Dangin en el libro antes exami-
nado (pág, 39), al comparar el fin y el principio del siglo XIX:
«En vez de 160.000 católicos [hallamos] 1.500.000, sin contar con los de Escocía é
Irlanda; en vez de cuatro Vicarios apostólicos y 400 sacerdotes, 17 Obispos, 3.000 sacer-
dotes y Órdenes religiosas de todo género; numerosas iglesias, entre otras, en el cora-
zón mismo de Londres, su nueva Catedral, el monumento religioso más imponente de
la ciudad, en donde se vio, con ocasión de las honras celebradas por el Rey de Portu-
gal, un espectáculo no visto hace siglos, un Rey y una Reina de Inglaterra asistiendo de
gala á una Misa católica; por todas partes el culto se celebra con una pompa litúrgica,
que se desborda por las calles.... y la muchedumbre asiste en silencio, hasta con
respeto y simpatía. Nada ó casi- nada queda ya en las leyes ó costumbres de lo que
antes hacía á los catóUcos ser mirados como unos parias; los católicos tienen con-
ciencia de haber vuelto á ser ingleses; ven ante sí franca la entrada en las universida-
des, en el parlamento, en casi todas las unciones públicas Lejos de verse impedido en
las manifestaciones de su fe, el católico se muestra ufano de sus progresos y se cree con
derecho de prever para lo sucesivo conquistas mayores. Será preciso añadir que el fenó-
meno, no menos imprevisto ni menos curioso de esta reviviscencia de la idea católica
en tierra inglesa, es que en el seno mismo de esa Iglesia oficial, hija de Enrique VIII é
Isabel, una fracción, y no la menos ferviente, se aplica á desprotestantizarse, á apropiarse
las doctrinas, prácticas, ceremonias, devociones católicas, y tan ajustadamente, que,
revolviendo uno de sus catecismos ó asistiendo á uno de sus oficicios, podemos creer
en un principio estar tratando con fieles de la Iglesia Romana.»
Todo, pues, no está perdido para el Catolicismo en Inglaterra; todo,
es verdad, no está aún ganado; muchas esperanzas pueden secarse en
flor si el modernismo se extiende más entre la gente de letras; pero el
día en que Inglaterra, como ha recibido la bendición de Cristo Sacra-
mentado durante el Congreso Eucarístico de Londres, reciba también la
bendición de la Santísima Virgen, por ejemplo, en un Congreso Mariano
de Londres, una esperanza más viva nacerá en el corazón de los fieles
de ver aproximarse el día, en que la protestante Inglaterra, que negó la
real presencia de Cristo en el Sacramento y la honra debida á la Virgen
en su persona é imágenes, vuelva arrepentida al gremio de la Iglesia
católica, que en mal hora abandonó.
E. Portillo.
RAZÓN Y FE, TOMO XXV 36
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Octubre— 20 de Noviembre de 1909.
ROMA.— Jubileo episcopal de Su Santidad. El 16 de Noviem-
bre celebró Su Santidad el 25 aniversario de su consagración episco-
pal. Á pesar de que dispuso el Soberano Pontífice que, por la turbación
de los tiempos, su Jubileo careciera de boato especial, no pudo evitar
que le enviaran innumerables telegramas de felicitación muchos monar-
cas, príncipes, autoridades eclesiásticas y otras personas más. Razón
Y Fe se une de corazón á ese homenaje de filial adhesión del mundo
católico, y ruega humildemente á Dios, dador de todo bien, se digne
conservar dilatados años la preciosa vida del ilustre piloto que tan
felizmente rige la nave de San Pedro. — Profesores del Instituto
Bíblico. Con nutrido concurso de personas distinguidas se inauguró
el 5 de Noviembre el Instituto Bíblico, que, como es sabido, ocupa pro-
visionalmente el Colegio Leonino. Los profesores que componen su
claustro son 11, escogidos de las diversas provincias de la Compañía
de Jesús. El P. Andrés Fernández explica exégesis del texto hebreo, con
principios generales y su aplicación á los mismos libros; en el segundo
semestre expondrá una lección sobre la historia del pueblo hebreo desde
Samuel hasta la muerte de Salomón y una cuestión bíblica del Antiguo
Testamento, ó sea el mesianismo. El P. Antonio Deimel tiene la Historia
y Geografía de la Asiría y Babilonia y explicaciones de algunos textos
principales cuneiformes en relación con la Biblia. El P. Enrique Gis-
mondi enseña lenguas aramaica y árabe. El P. Enrique Rosa, el Griego
bíblico. El P. Hermann Van Laak, el tratado de la inspiración é inerran-
cia de los libros sagrados. El P. Ladislao Szcrepanski, la Geografía y
Arqueología latina y un curso superior de Hebreo. El P. Leopoldo Fonck,
introducción especial á las epístolas del Nuevo Testamento y apocalip-
sis y exégesis de textos selectos de las epístolas de San Pablo, dando
además una lección acerca del método y auxilios literarios en el estudio
de los libros sagrados é Historia evangélica. El P. Lino Murillo, la exé-
gesis del texto griego de los Evangelios hasta la Pasión, y un curso
práctico referente á las dificultades en el estudio de la Sagrada Escri-
tura. El P. Lucas Méchineau, la introducción bíblica general y la espe-
cial al Pentateuco; fuera de eso, correrá á su cargo el curso de intro-
ducción á los libros didácticos del Antiguo Testamento y exégesis de
los Salmos. El P. María Chame, la lengua copta; y el P. Ehrle, prefecto "
NOTICIAS GENERALES 543
de la Biblioteca Vaticana, dará conferencias sobre la Paleografía tocante
á la Biblia.— El Santo del Cardenal Merry del Val. En el Vaticano
se celebró el 24 la fiesta onomástica del Cardenal Merry del Val, coinci-
diendo con el sexto aniversario de su nombramiento como Secretario de
Estado de Su Santidad. Al darle la acostumbrada audiencia matutina le
felicitó Pío X; después le envió un precioso cáliz de oro, brillantes y
rubíes, con una carta autógrafa, en que le manifestaba su gratitud por el
celo y la competencia en el ejercicio de su cargo. El ¡lustre Secretario
de Estado se presentó de nuevo al Sumo Pontífice para mostrarle su
agradecimiento. Los embajadores de España y Austria y otros diplomá-
ticos, varios Cardenales y Prelados y representaciones de los emplea-
dos del Vaticano le ofrecieron sus respetos, y las músicas de suizos y
gendarmes diéronle conciertos á la tarde y á la noche. — Exposi-
ción Vaticana. El día de Todos los Santos se inauguró la Exposición
del Tesoro de la Basílica de San Pedro, presidiendo la ceremonia el
Cardenal Rampolla, como Arcipreste d^ dicha Basílica. En dos salones
están colocados los objetos: en uno los de plata, en otro los bordados
y los encajes. Allí se ven la famosa dalmática carolingia, tejida por varios
bordadores que dedicaron á ella toda su vida; los candelabros de bronce
del Pollajuelo, que adornaban el sepulcro de Sixto IV; diversas obras
que cincelaron manos tan hábiles como las de Benvenuto Cellini y Simón
Beda; vitrinas llenas de piedras preciosas y joyas de valor inestimable;
innumerables cálices de oro y de plata y uno de platino, macizo, sin rival
en el mundo; una inmensa estrella de oro y brillantes, enviada á la
Inmaculada del Vaticano por los católicos del universo entero. Pronto
además se enriquecerá la Exposición con una colección de encajes para
el altar, que ha reunido la Basílica desde el principio del siglo XVII hasta
ahora, única en la tierra por su originalidad, riqueza y valor artístico
é histórico. — En las Catacumbas de San Sebastián. La legitimidad
de las tradiciones romanas se ha demostrado de nuevo palpablemente.
Todos saben la importancia de las Catacumbas de San Sebastián. Según
constante tradición, una de sus criptas, apellidada Platonia Apostólica,
guardó por algún tiempo los restos de los Santos Apóstoles Pedro y
Pablo. En la pared de la cripta se lee el pasaje de Baronio, que
refiere esa tradición. Pues bien: en un hipogeo contiguo á la cripta ha
descubierto el P. Colagrossi, bajo la cal que lo recubría, un grafito en
que aparecen distintamente estas palabras: Domas Petri. La inscripción
se remonta á la mitad del siglo III; por tanto, desde esa lejana fecha ya
se creía que allí había Pedro habitado.
Contra un Ayuntamiento impío. ^El Ayuntamiento de Isola del
Liri se empeñó, para honrar á Ferrex, en quitar las cruces del pueblo;
pero los vecinos protestaron enérgicamente, volviendo á levantarlas, é
intentaron matar á los concejales, á los que tuvo que amparar la fuerza
pública. Con todo, varios de ellos fueron apaleados.— Entrevista de
544 NOTICIAS GENERALES
Soberanos El 23 de Octubre llegó el Emperador de Rusia, teniendo
cuidado de no pisar tierra austríaca, á Racconigi para celebrar una
entrevista con el Rey de Italia. Tomáronse exquisitas precauciones á fin
de evitar cualquier contratiempo desagradable, siendo destinados 23.000
hombres á custodiar los caminos por donde debía transitar el Zar. El 24
tuvieron á solas una larga conferencia los Monarcas, mientras la cual
conferenciaron también reservadamente los ministros de Negocios
Extranjeros, Sres. Títtoní é Iswolky. Algunos atribuyen mucha impor-
tancia á esta entrevista y otros se la quitan totalmente. Lo que parece
indudable es que se han estrechado los vínculos amistosos entre Rusia é
Italia, dando no pocos celos y temores al Austria.— Muerte de Lom-
broso. El 19 falleció en Turín el profesor César Lombroso. Dicen que
fué bueno en su vida, porque tuvo cierta honradez natural; pero tal bon-
dad es deficientísima á los ojos cristianos. Acarreáronle cierto prestigio
sus obras, muy elogiadas de bastantes penalistas impíos; mas hay que
confesar que no pocas de ellas bajaron antes que su autor, para siempre,
á la tumba del olvido.
I
ESPAÑA
Guerra del Rif.— El 6 se reanudaron las operaciones ofensivas en
el Rif, «ocupándose, según el parte oficial, la posición de Hidum sin
novedad alguna». Trátase ahora de fortificar varios puntos estratégicos,
con lo que quedarán suficientemente resguardadas nuestras plazas de
África. La impresión general es que puede darse por concluida la guerra;
los moros aparecen desalentados, y á duras penas pueden contenerlos
en la harka sus caudillos. Esperábase que los principales de entre éstos
fueran á pactar las condiciones de paz con el general Marina, pero toda-
vía no lo han verificado. Mucha sangre española viene costando esta
campaña. Sólo en el mes de Septiembre último hubo: generales muertos,
uno, y contuso otro; oficiales muertos, 8; heridos, 36; soldados muertos,
79; heridos, 515. Total, 640. No se cuentan los que se dieron de baja por
enfermedad, que no son pocos.
Notas políticas. — Nuevo Gobierno. Los ¡liberales en el poder.
Fecundísimo en acontecimientos políticos ha sido este período de tiempo.
Caídos los conservadores del poder, fué llamado á formar Gobierno el
jefe de los liberales Sr. Moret, que rápidamente lo constituyó en la
forma siguiente: Presidencia y Gobernación, Sr. Moret; Estado, Pérez
Caballero; Hacienda, Alvarado; Guerra, Luque; Gracia y Justicia, Martí-
nez del Campo; Marina, Concas; Instrucción Pública, Barroso; Fomento,
Gasset. Todos, excepto el Sr. Martínez del Campo, han sido antes Minis-
tros; de éstos pertenecen á la facción monterista los Sres. Martínez del
Campo (yerno de Montero Ríos) y Barroso; á la canalejista, Alvarado;
NOTICIAS GENERALES 545
los demás, á la moretista. No fué tan afortunado el Sr. Moret en la pron-
titud de repartir otros altos cargos; tres semanas ha tardado, sufriendo
bascas de muerte, en proveer las direcciones y subdirecciones y los
gobiernos civiles.
Notaremos, para que se patentice el desinterés, imparcialidad y pa-
triotismo de los periódicos del trusty que varios de sus inspiradores,
consejeros y amigos han sido agraciados con pingües empleos. ¿Pro-
grama del Gabinete? Ninguno, si no es gobernar, como dice un periódico:
sin embargo, afirmó su Presidente que se atendría á sus discursos de
Zaragoza y Valladolid, que no encierran ningún programa, y sí sólo
vagas afirmaciones, aunque nada halagüeñas para los católicos. Tal des-
orientación se refleja en la conducta del Gobierno; porque no sabe si
reunir ó no las Cortes, si romper ó no con los republicanos, á quienes
mientras tanto deja despotricar contra todo lo divino y humano; si urgir
ó no el cierre de las tabernas en domingo, etc. No es, pues, extraño que
el Sr. Moret empiece á experimentar contrariedades, como la que le ha
proporcionado el Duque de Tovar con su dimisión de Gobernador de
Madrid, por creerse desairado ante las atribuciones del Jefe superior de
Policía. Otra no floja le ha ocasionado su proyecto sobre el Gobierno
civil de Canarias, que sin duda se agravará con el decreto de descen-
tralización que apareció en la Gaceta del 16, por cuyo artículo 28 queda
equivalentemente dividida la provincia, contra el deseo de muchos de
aquellos naturales. En cuanto á lo de Barcelona, se nombró capitán ge-
neral á Weyler y gobernador á Suárez Inclán, y el 7 se publicó un real
decreto levantando la suspensión de garantías; los revoltosos deste-
rrados parece que vuelven á sus moradas, y según el nuevo Gobernador,
se permitirá abrir las escuelas cerradas con tal que se vaya por los trá-
mites legales.— Conservadores. El 25 pronunció el Sr. Maura en el Se-
nado un discurso ante las mayorías parlamentarias, explicando las
causas de haber dejado las riendas del poder el Gobierno conservador,
declarando rotas por completo las relaciones con los liberales, y ha-
ciendo un llamamiento á las derechas para oponerse á los revolucio-
narios. Manifestó el propósito de reanimarla política conservadora, para
lo cual nombró, bajo su presidencia, un Directorio, compuesto de los se-
ñores Dato, La Cierva, AUendesalazar, Sánchez Guerra y Besada. No á
todos los conservadores agradó la actitud del Sr. Maura, y prevalién-
dose de este disgusto pretende el Sr. Sánchez Toca y sus amigos, que
se creen los herederos legítimos del Sr. Cánovas del Castillo, enarbolar
bandera de disidencia, en lo cual les apoyan resueltamente los perió-
dicos del trust y aun el propio Sr. N^oret— Carlistas. Don Jaime de
Borbón dirigió á los carlistas un manifiesto firmado, en Frohsdorf en No-
viembre de 1909, que ha hecho renacer en su partido nuevos alientos y
esperanzas. En este párrafo puede resumirse todo el pensamiento del
heredero de D. Carlos: «Recogiendo con piedad filial su herencia, tan
546 NOTICIAS GENERALES
gloriosa como abrumadora, asumo lo mismo sus derechos que sus obli-
gaciones, sus ideas que sus sentimientos y sus amores. No digo sus odios
porque su corazón, igual que el mío, no los conoció jamás.» — Integristas.
En la reunión que tuvieron en la primera quincena de Noviembre acor-
daron los integristas, continuadores de la política del Sr. Nocedal, la ne-
cesidad de mantener las ideas tradicionalistas en todo su vigor y lozanía,
oponerse con eficaz energía al liberalismo, avivar el fuego del entu-
siasmo en el partido, tomar parte en cuantas elecciones se ofrezcan
presentando candidatos propios. — Republicanos. No es posible re-
ferir las reuniones y manifestaciones que los republicanos han tenido en
la capital de la monarquía y en otras varias poblaciones, ora para recibir
á Lerroux como un héroe incomparable, ora para protestar contra
Maura, el tirano, contra la reacción y de paso glorificar á Ferrer, im-
pugnar la dinastía y atacar al ejército y al clero como á las dos columnas
en que aquélla se apoya. Es de notar que en estos excesos y crudezas
nadie les ha ido á la mano. La reunión más práctica resultó la que se
tuvo el 7 en Madrid, á la que no asistió Lerroux por «una causa pura-
mente física». En ella convinieron en aliarse republicanos y socialistas
para ir juntos á las elecciones. — Los solidarios. El discurso pronun-
ciado el día 4 por el Sr. Cambó en la Liga regionalista de Barcelona fué
comentadísimo. Sus amigos lo aplaudieron mucho y después de impreso
lo repartieron profusamente. Otros lo consideran poco determinado y
concreto y que parece como que viene á dar en algunas cosas la razón á
los extranjeros que con motivo de los sucesos de Barcelona han lan-
zado injustas acusaciones contra España. También le notan de que no
manifieste su parecer sobre la Religión y la Iglesia, después de la brutal
persecución que sufrieron en los aciagos días de la semana roja.— Elec-
ciones provinciales. Las elecciones de diputados, verificadas según el
artículo 29 de la ley Electoral el 24, dieron el siguiente resultado: con-
servadores, 148; liberales, 95; demócratas, 5; republicanos, 15; carlistas, 6;
católicos, 1; integristas, 6; bizcaitarras, 3; Defensa social, 1; solidarios, 2,
é independientes, 2. Por elección directa: conservadores, 168; libe-
rales, 123; demócratas, 20; republicanos, 19; carlistas, 7; católicos, 5;
integristas, 2; solidarios, 22; independientes, 11, é indeterminados, 4.
Reales órdenes.— En la Gaceta del 29 se publicó una Real orden
aplazando las elecciones municipales para el día 12, lo que constituye
una patente ilegalidad del Gobierno; en la del 6 apareció otra dispo-
niendo que la ponencia de los asuntos del Consejo de Instrucción pú-
blica se encomienden en lo sucesivo á cuatro consejeros; la del 16 trae
el real decreto de descentralización municipal.
Fomentos materiales.— f/z Valencia. Hubo en esta ciudad en la
última semana de Octubre varios Congresos, como el de Reformas Socia-
les, Farmacéuticos, de Médicos titulares y en el mes de Noviembre el
Universal de la Poesía, el de la Viña Americana y el Agrario Nacional.
NOTICIAS GENERALES 547
El 3 se verificó la inauguración del Concurso de ganados, patrocinado
por el Ministro de Fomento; el 19, 20 y 21 será el Certamen de Bandas, y
el 28 se celebrará una magnífica fiesta militar. También se celebró el 14
de este mes en la Exposición la coronación del poeta D. Teodoro Lló-
rente, acudiendo al acto, que revistió inusitada pompa, todas las autori-
dades y un gentío inmenso.— TWíís Congresos. En Madrid se tuvieron en
la segunda quincena de Noviembre los Congresos de ingenieros indus-
triales, transportes y harineros.— La Gran Via de Madrid. El 13 se hizo
la adjudicación provisional déla Gran Vía al Sr. Conde de Peñalver, como
representante de la casa Martín Albert Silvers, de París. En la Caja de
Depósitos quedan las 500.000 pesetas de fianza exigidas para tomar
parte en el concurso.— Centenario en Gerona. Verificóse el 7 en esta
ciudad el centenario del glorioso sitio en la guerra de la Independencia.
En la iglesia de San Félix recogió una junta de personas la histórica
bandera de San Narciso, para llevarla al baluarte de San Francisco, en
donde se dijo una Misa de campaña, descubriéndose dos lápidas conme-
morativas. En el Ayuntamiento se descubrió un retrato del general Álva-
rez. Á todas las ceremonias acudieron las autoridades y nutrido público.
Noticias varias.— £/ Rey de Portugal. De paso para Londres llegó
el Monarca lusitano á Madrid el 8, haciéndosele un buen recibimiento.
Los días que aquí se detuvo le obsequiaron mucho, y en todas partes
supo captarse muchas simpatías.— i4sce/zso del infante D. Carlos. El 13 se
firmó el nombramiento de General de división en favor del infante don
Carlos, siguiéndose para ello un trámite especial por no formar el Infante
número en el ^scdAddón.— Entrada del Sr. Lagaarda en Barcelona. Hizo
el 27 su entrada solemne en Barcelona el nuevo Obispo Dr. Laguarda.
Fué recibido al llegar á la ciudad condal del pueblo con aplausos y
vítores, que se repitieron hasta penetrar el Prelado en la Catedral. — 5/-
nodo diocesano. El Obispo de Málaga, Sr. Muñoz Herrera, publicó el 14
un edicto convocando Sínodo diocesano para los días 26 y siguientes
del próximo mes de Diciembre de este año, fecha que coincide con las
bodas de oro del sacerdocio del insigne Prelado.
EXTRANJERO.
AMÉRICA.— Méjico. Las últimas heladas han causado daños en
los campos, importando las pérdidas sufridas unos 16 millones de pesos.
Los pueblos más castigados han sido Querétaro y Durango, en donde
las cosechas han quedado casi por completo destruidas. Se han pedido
á la Argentina 30.000 toneladas de granos para precaverse del hambre
que amenaza. Otro infortunio aflige á la provincia de Tabasco, en la que
el río Usumacinta,- saliendo de madre á causa de la caída de una manga
548 NOTICIAS GENERALES
de agua, destruyó la ciudad de Santa Rosa y produjo grandes desper-
fectos en una docena de poblaciones. A cinco millones de pesos suben los
destrozos que ha ocasionado la inundación en los campos.
Buenos Aítqs.— Atentado anarquista. El 14 un anarquista arrojó
una bomba al coche del Sr. Falcón, cuando pasaba por la calle Calloa
de la capital. El carruaje quedó destrozado y heridos de tanta gravedad
los Sres. Falcón y el secretario de Policía, que le acompañaba, que al
poco tiempo fallecieron ambos. El criminal es un joven de veinte años,
que después de su delito se pegó un tiro en la cabeza, aunque no logró
matarse.— Medidas represivas. El Presidente de la República firmó al
punto un decreto proclamando el estado de sitio en todo el territorio de
Buenos Aires por espacio de sesenta días: el Gobierno hará que se vi-
gile especialmente á los sospechosos y que se efectúe un expurgo entre
los inmigrantes; pues, según opina la policía, el atentado último se fraguó
en una reunión de anarquistas juramentados entre sí. Además, se pro-
pone el Gobierno juntar el Congreso en sesión extraordinaria para legis-
lar contra el anarquismo, suprimir los periódicos de la secta y expulsar
del suelo patrio á unos 3.000 anarquistas.
Brasil.- En el mensaje enviado por el Presidente de la República al
Consejo se declara la necesidad de otorgar gratuitamente terrenos de la-
bor á los inmigrantes voluntarios que vienen á establecerse, á costa suya,
en la república en calidad de agricultores y con carácter permanente.
Las únicas condiciones que se les exigen se reducen á que cultiven dos
años las parcelas de tierra que se les asignan, demostrando que han.in-
trucido en ellas algunas mejoras.
Estados Unidos.— Fiesta en San Francisco. El 19 de Octubre se
inauguraron en San Francisco con una gran parada militar, las fiestas Por-
tóla para celebrarla reedificación de la ciudad y conmemorar el descubri-
miento del golfo de San Francisco, que se debió en 1769 á D. Gaspar de
Portóla, primer Gobernador de España en California. Entre otros fes-
tejos figuran en el programa espectáculos náuticos, procesiones cívicas
y paseos alusivos á episodios históricos.— Escuelas católicas. En Nueva
York las escuelas católicas reanudaron por Octubre sus cursos. Son 166
las elementales, nueve más que el año pasado. El total de los niños que
asistieron en 1908 se eleva á 109.550. Frecuentarán las nueve escuelas
nuevamente abiertas, unos 10.000. Por donde se puede suponer que se-
rán alrededor de 120.000 alumnos los que en Nueva York reciben cató-
lica educación en las escuelas.
EUROPA.— Francia. En vista de las disposiciones dictadas por el
Episcopado francés prescribiendo la conducta que han de observar los
padres católicos con los textos y enseñanzas de las escuelas, el ministro
de Instrucción, despechado, ordenó á los maestros que se opongan á
toda intervención extraña al magisterio é impongan penas disciplinarias
á los alumnos que rechacen los libros aprobados por la autoridad acá-
NOTICIAS GENERALES 549
démica. Ni es esto sólo. Como ya lo anunció El Radical, periódico de
Mr. Briand, la Asociación de amigables de maestros y maestras públicas
de Francia y las colonias, acordó llevar los Prelados á los Tribunales,
exigiéndoles á cada uno 5.000 francos por los daños y perjuicios que les
han ocasionado. Asimismo los autores de los libros señalados por los
Obispos como prohibidos se proponen entablar contra ellos demanda
judicial. Nada conseguirán; pues no solamente varios jurisconsultos poco
sospechosos de clericalismo, pero aun el mismo Briand, han declarado
que obran con perfecta justicia los Prelados al publicar los documen-
tos sobre la enseñanza.
Bélgica.— Después de un viaje de inspección al Congo de seis
meses volvió á Bélgica el Ministro de las Colonias M. Renkin. Durante
su excursión conferenció con 700 jefes de las tribus de aquel país. Ha-
blando en el Círculo Africano contradijo solemnemente las relaciones
que la Asociación de Reformas del Congo hizo sobre atrocidades ejecu-
tadas en la colonia y tiranía con los naturales en la asignación de tierras.
En lo que mira al primer cargo, no negó que se hayan cometido errores
que no son de diverso género que los cometidos por otras naciones en
sus colonias; pero sostuvo que el tratamiento que se da á los indígenas
no difiere un ápice del que se da en cualquiera colonia del África cen-
tral. En lo segundo desafió á que se le presente una tribu, una aldea, un
vecino á quienes se les haya negado tierras de cultivo. Expuso breve-
mente sus planes para mejorar la colonia, que incluyen el fomento de
las misiones, escuelas industriales, el resguardar á los indígenas de sus
abusos, bárbaras costumbres y enfermedades, el desenvolvimiento del
comercio y reducción de impuestos y tarifas.
Irlanda.— Los periódicos ingleses publican la lista de los profesores
del claustro de la nueva Universidad «Nacional de Irlanda», abierta en
Dublin, y es lista que sorprende. Se diría que es una colección de todos
los hombres más distinguidos en literatura, ciencia y jurisprudencia de
la tierra irlandesa. En el catálogo de esos maestros aparecen cuatro
nombres de jesuítas, á saber: el P. O'Neill, que explicará Inglés y Filo-
logía; el P. Brown, Griego; el P. Egan, Matemáticas puras, y el P. Finlay,
Economía política. Y hay que advertir que la designación de eminentes
profesores la ejecuta una Comisión del Gobierno inglés, pues hasta que
corran algunos años no tendrá el privilegio de reclutar sus profesores el
Claustro de la Universidad-
Austria.— El Ministro de Hacienda Sr. Bilinski presentó en la Cámara
el presupuesto para 1910. Los gastos se elevan á unos 2.800 millones de
pesetas, excediendo en unos 300 á los del anterior. El déficit, de unos 72
millones, será cubierto, según cálculos del Ministro, con lo que produzcan
los nuevos tributos sobre alcoholes, herencias, aguas minerales y gaseo-
sas, vinos, cerillas y motores de petróleo, más el aumento del impuesto
sobre la renta.
550 NOTICIAS GENERALES
Grecia.— Hace algún tiempo que las revoluciones despedazan á
este pequeño reino. Obligados por el ejército, varios vastagos de la fami-
lia real tuvieron que dimitir sus altos cargos, poniendo estos hechos al rey
Jorge en situación bastante desairada y angustiosa. Luego un oficial de
marina, Typhaldos, que ambicionaba una cartera, se rebeló con ocho
torpederos, apoderándose del puerto de Salamis. La escuadra se mantuvo
fiel al monarca, y la sublevación fué sofocada, cayendo prisionero en
Kephisia el mismo Typhaldos.
ASIA. —Japón. En la estación férrea de Kharbine, cuando revistaba
las tropas, que le tributaban honores, fué asesinado el 26 el príncipe
japonés Marqués de Ito, uno de los más eminentes políticos del Japón.
Un coreano le disparó tres balazos de revólver que le dejaron muerto en
el acto. También salieron heridos de los disparos el cónsul japonés y el
director de los ferrocarriles de Mandchuria M. Tamaka. El asesino con-
fesó que cometió el atentado para vengarse y vengar á su país, de las
ejecuciones que el Príncipe ordenó hacer durante su mando en Corea,
en las que se comprendieron varios parientes suyos. Después se averiguó
que se había tramado una conspiración en Corea contra la vida del Mar-
qués de Ito, y que de ella formaba parte el asesino.
China.- Nuestra correspondencia. Changhai, 15 de Octubre de 1909.
A. Pérez Goyena:
OBRAS RECIBIDAS EN LA REDACCIÓN
Actas y Memorias del prper Con- Catálogo para 1909 de E. Subirana,
GRESO DE Naturalistas españoles. Zara- Barcelona,
goza, 7-10 Octubre 1908. Catecismo de Ripalda, con un Apéndice
Á LOS protestantes de buena fe. Fo- acerca de los errores modernos. 0,25 pe-
lleto XVI de la Liga antipornográfica de setas.— Librería Católica, Pino, 5, Barce-
Manila, 1909. Cuenta S. M. H. las razones lona.
de su conversión, no contestadas, y entre Clercs d'antan et d'aujourd'hui, par
otros documentos expone el estado de- A. Nast. N." 209 de L'Actión Popalaire.
mostrativo de la Liga en los meses de Junio 0,25 f r.— Reims.
á Agosto. Colección de cánticos sagrados, con
Á mis seminaristas, por el Cardenal acompañamiento de piano, armonium ú
Mercier; traducción de A. M. Ramírez. 2 órgano, por N. Mendiola. 10 pesetas.— El
pesetas.— L. üili, Barcelona. Palo (Málaga),
APERgU DES INSTRUMENTS LES PLUS USI- COMPENDIO RAZONADO DE RELIGIÓN Y
TÉS EN SiSMOLOGiE, par E. M. S. Navarro, Moral, por el Dr. D.J. Gou. 1,50 pesetas.
S. J.— Bruxelles. Herederos de J. Gili, Barcelona.
Apicultura movilista, por D. P. Villuen- Conferences apologétiques, par Bour-
das.— Biblioteca Agraria Solariana, Sevilla. chany, Perier, Tixeront. 3,50 fr.— J. Ga-
Aplicaciones métricas de la Estéreos- balda et C'«, París.
copia, por J. M. Torroja.— Madrid. Conferencia por D. D. Soldati en la
Ave admirabile Cor Jesu, ad tres voces reunión de Cooperadores Salesianos de
inaequales órgano comitante. J. Valdés. 8 de Septiembre de 1909. Santiago (Chile).
Fr. 1,15.— Rué Saint-Jacques, 269, París. Sólida y ferviente demostración de que
Catálogo núm. 46 de E. Mazo, París. «ninguna legislación moderna podrá dar
En 4." de más de 600 páginas, muy ilus- al pueblo lo que Jesucristo quiso darle en
trado, sobre cuanto se refiere á proyec- su Evangelio»,
clones luminosas. Congregación de Hijas de María. Me.
OBRAS RECIBIDAS
551
moria porla señorita D.'^ Juana Monsalve.
Madrid. El mes de Mayo ha producido
este año... el propósito de tomar posicio-
nes en el campo de la acción social cató-
lica.
Crisis de la familia obrera, Discurso
por D.J. Vales Failde.— Madrid.
Curso elemental y práctico de Canto
GREGORIANO, por el P. B. Van Poppel, com-
pletado por el P. G. M.^ Salvany, O. S. B.
H. Mancebo, Mondoñedo.
Oe RE LITERARIA. L. Montoto. 3 pese-
tas.— Librería de San José, Sevilla.
De Scriptura sacra, J. V. Baindel. 3 fr.
G. Beauchesne et G's Paris.
DiE Freiheit der Wissenschaft, von
Dr. J. Donat, S. J.— Innsbruck, von Feli-
zian Rauch.
DiE PaPSTGRaBER UND DIE CXCILIENGRUFT
IN DER KATAKOMBE DES HL. KaLLISTUS, VOU
J. Wilpert. M. 25.— B. Herder, Friburgo.
Discursos leídos ante la Real Academia
de la Historia en la recepción pública de
D. F. Laiglesia.
Discurso y Memoria leídos en la aper-
tura del curso de 1909-1910 en la Acade-
mia Universitaria Católica.— Madrid.
Doctrines religieuses des philosophes
grecs, par M. Louis. 4 fr.— P. Lethielleux,
Paris.
Dom Guéranger, par un moine béné-
dictin. Tome premier. 8 fr.— PIon-Nou-
rrit et O^, Paris.
Kl dominico español Fr. Francisco de
Vitoria y los principios modernos sobre
el derecho de la guerra, por el Dr. don
Fidel Abad y Cavia, presbítero, abogado.
Madrid, 1909. Hermosa disertación, en
que se expone la doctrina de Vitoria en
sus Prelectiones, y se compara, con gloria
suya, con los postulados actuales de dere-
cho intelectual.
El libro de la madre, por P. Combes;
traducción de María de Echarri. 2 pese-
tas.—Herederos de J. Gili, Barcelona.
El Nuevo Testamento en griego y es-
pañol. Versión española por el P. Juan
J. de la Torre, S. J. Frs. 11,25.— B. Her-
der, Friburgo de Brisgovia.
El país de Jesús, por Fr. S. Eiján,
O. F. M. 2 pesetas.— Herederos de J. Gili,
Barcelona.
El problema de la felicidad, por
P. Combes; traducción de María de Echa-
rri. 2 pesetas.— Herederos de J. Gili, Bar-
celona.
El progreso del dogma. Discurso por
el Dr. D. O. Díaz-Caneja.— León.
El triunfo social de la Iglesia cató-
lica, por el P. Juan Mir, S. J. Dos tomos,
18 pesetas.— Saenz de Jubera, Hermanos,
Madrid.
Epitres de Saint Paul. Legons d'Exé-
gése, par C. Toussaint.— G. Beauchesne
et Ci% Paris. '
Estudios acerca del anticlericaiismo
Y las Congregaciones religiosas, por
el Cardenal Sancha. Tercera edición.—
E. Hernández, Madrid.
Études et Controverses philosophi-
QUES, par l'abbé E. Lanusse. 3 fr.— R. Ro-
ger et F. Chernoviz, Paris.
ÉTUDES DE Critique et d'Histoire reli-
GiEUSE. Deuxiéme serie. E. Vacandard.
3,50 fr.— J. Gabalda et C'« , Paris.
Filosofía del Derecho, por P. M. a Ca-
rreño. Tomo I.— Bogotá.
Filosofía del verbo, por F. Robles Dé-
gano.— Madrid.
Flora descriptiva é ilustrada, de Ga-
licia, por el P. B. Merino, S. J. Tomo IIL —
Santiago, 1909.
Fray Diego José de Cádiz en Motril,
por F. Ortiz del Barco.
Heraldo del Salvador. Diario cató-
lico de información. Año I, núm. 1. Repú-
blica del Salvador. Es de propaganda ca-
tólica, razonada sin desdeñar ningún tra-
bajo conducente á la instrucción pública.
Histoire complete de l'idée messiam-
que chez le peuple d' Israel, par le
Ch. A. Lémann. 7 fr.— E. Vitte, Lyon-Paris.
Homenaje de La Unidad Católica á
Monseñor Evaristo Blanco en su entra-
da Á la capital del Obispado. — Pam-
plona (Colombia). Contiene datos biográ-
ficos, las bulas pontificias y la Pastoral
primera del Obispo á sus diocesanos y
devotos.
Il Cattolico d'azione, P. Palau, S. J.;
dallo spagnuolo T. I., S. J., Torino.
Institution de demoiselles (Pensionat
et Externat). 7 Ludwigtrasse.— Munich
(Baviera).
Laboriosidad de San Julián. Discurso
por el P. B. Ibeas, O. S. B.— Madrid, 1908.
Elocuente discurso sobre el concepto
cristiano del trabajo y sobre la cuestión
social, y exhortación, al clero especial-
mente, á trabajar en beneficio del pueblo.
La Catedral de Valencia, por J. San-
chis.— Valencia.
La comete de Halley, par J . Tirion,
S . J.— Louvain . Extrait de la Revue des
Questions Scientifiques.
La cuestión del día. Desenlace del pro-
blema Norte-Africano, por N. Bande. 3
pesetas.— Herederos de J. Gili, Barcelona.
La Morale et la loy de l'Histoire, par
A. Gratry. Dos tomes, 7,50 fr. — Pierre
Téqui, éditeur, 82, rué Bonaparte, Paris.
L'Art, la Religión et la Renaissance,
par J. C. Broussolle. 5 frs.— P. Téqui,
éditeur, Paris.
La virgen prudente, por el P. A. de
Doss, S. J. Fr. 3,25.— B. Herder, Friburgo.
Le B. Jean Eudes, par E. Occre. 0,60
francs.— E. Witte, Lyon-Paris.
Le pain des petits. Explication dialo-
guée du Catéchisme. Deux tomes, 2 fr. —
P. Téqui, éditeur, 82, rué Bonaparte,
Paris.
índice general de este tomo
ARTÍCULOS DE FONDO
Páginas.
Sin patria y sin fe R. Ruiz Amado 5
El excesivo número de monjas ¡^ 148
Chauvinismo y patrioterismo > 413
Nuevas orientaciones de la Moral E. Ugarte de Ercilla 19
Sexto Congreso internacional de Psico-
logía » 442
Lorenzo Hervás: Su vida y sus escri-
tos (1." y 2.°) E. Portillo 34,277
Fuerza expansiva del sistema Raiffei-
sen N. NOGUER 51
La regeneración de un pueblo por la
Cooperativa » 208
Las Cajas rurales en Francia 342
Imprentas de los antiguos jesuítas en
Europa, América y Filipinas (1.°
y 2.°) C. GÓMEZ RODELES 63, 474
Observaciones sobre el Apostolado eu-
carístico de San Ignacio (I.*" y Z"*). . . J. Beguiristain 70, 212
Boletín bíblico L. Murillo 83
El carácter histórico de los tres prime-
ros capítulos del Génesis > 456
Nuestra petición V. Minteguiaga 141
Historia de las religiones A. Pérez Goyena 162
La insignia de los peregrinos de San-
tiago de Compostela T. Arguelles 176
Objetividad de la sensación externa en
las impresiones eléctricas J. M. Ibero 184
El vino dulce para Misas (1.^ y 2.°). . . . E. Vitoria 196, 305
Noticias científicas: Una visita al Insti-
tuto Pasteur, de París E. Ugarte de Ercilla 220
Gabinetes aerodinámicos Enrique Ascunce 225
La conquista del aire » 493
Las Misiones católicas entre infieles . . . Hilarión Gil 293
La independencia de Bulgaria E. Ugarte de Ercilla 319
Gabriel y Galán L. Herrera 333, 483
ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO 553
Páginas.
El perdón de los pecados en la primi-
tiva Iglesia: Tertuliano y la polémica
católico-montañista sobre los tres pe-
cados irremisibles Z. García 360
Un bibliógrafo insigne A. Pérez Goyena 368
Gobiernos representativos: El voto plu-
ral F. LÓPEZ DEL Vallado 428
La Federación americana de las asocia-
ciones católicas M. Cuevas 466
BOLETÍN CANÓNICO
Nueva organización de la Curia romana (comentario, continuación), 99. 230,
374, 501.— La condenación del «veto», por, Pío X (continuación), 106, 381.—
S. C. del Concilio: No consta que el clero castrense de España esté obligado á
la MissL pro populo, 110.— Consultas resueltas sobre el decreto Ne temeré, 238,
51 1.— S. C. de los Sacramentos: Declaración sobre el decreto Ante editum, 241. —
S. C. de Religiosos: Nulidad de la profesión solemne de las religiosas, hecha
después del 3 de Mayo de 1902, sin que haya precedido la simple (anotacio-
nes), 382.— S. C. del Concilio: Obligación de dar aviso al Obispo de todos los
legados de causas pías (anotaciones), 538, J. B. Ferreres.
EXAMEN DE LIBROS
Enciclopedia católica R. R. A. 112
Biografía del limo. Sr. D. Fr. Ezequiel Moreno P. Villada. 114
Primer Sínodo diocesano de Madrid-Alcalá » 242
Las parábolas del Señor en el Evangelio L. Murillo. 244
La Unión Hispano-Americana en el Pilar de Zaragoza F. Cervós. 246
La segunda venida de Cristo, según las epístolas de San Pablo. L. Mu-
rillo. 385
De las doctrinas de los modernistas P. Villada. 387
El Oficio de Difuntos en la Edición Vaticana N. Otaño. 389
El proceso de Ferrer Guardia A. P. Goyena. 515
La restauración de la Filosofía escolástica en el siglo XIX. P. Villada. 524
noticias bibliográficas
Religión y Moral:
Núm. 1.° La mujer perfecta, P. V. Marchal.— Mehr freude! (¡Más alegría!),
Dr. P. W. von Keppler.— Platiques de comunió, L. Banús, 123.— Las luchas del
periodismo, S. Minguijón. — Pensamientos escogidos de Santa Teresa de
Jesús. — Reflexiones y oraciones para la Sagrada Comunión, P. D. Fierro
Gasea.— L'Immaculata Concezione di María Virgine e la chiesa greca ortodossa
dissidente, Mons. V. Marini.— Conférences de N.-D. de París, E. Janvier, 127.
Núm. 2.^ La gloria del martiri, limo. Sr. Torras y Bagés.— L'Enciclica Pa-
scendi e il modernismo, E. Rosa, S. J.— El Santo Marinerillo, P. J. A. Zu-
554 ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO
gasti, S. J.— Estudio crítico sobre el probabilismo moderado ó verdadero pro-
babilismo de San Alfonso, P. C. Arribas, O. S. A., 249.— Aequiprobabilismus ab
ultimo fundamento discussus, G. Arendt, S. J.— Sobre esponsales y matrimo-
nios clandestinos, P. M. de Arriandaga. — La Théologie scolastique et la
transcendance du surnaturel, H. Ligeard, 250.— The decree on daily communion,
F. J. B. Ferreres, S. J.; traducción del H. Jiménez, S. J.— Chefs d'oeuvre de la
litterature réligieuse.— El problema religioso en España,], de los Perales, 251.—
Las morales independientes y la moral evangélica, M. J. Brugerette, 255. — La
Dédicace des Églises. Le Pallium, J. Baudot. — Les livres de Saint Patrice,
G. Dottin.— I fioretti, les petites fleurs de la vie du petit pauvre deJésus-Christ,
Saint Frangois d'Assise, A. Goffin.— Études de Philosophie et de critique réli-
gieuse. Art et Apologétique, A.-D. Sertillanges, 257.— La foi catholique, H. Le-
sétre, 258. — La ciencia práctica de la vida, P. A. M. Weiss; traducción
del Dr. M. Hernández Villaescusa.— Los orígenes del Cristianismo, Monseñor
de Camus; traducción del Dr. J. B. Codina, 259.
Núm. 3.° Los errores del modernismo, limo. Sr. D.Juan Maura.— Catecismo
doctrinal y apologético sobre el estado religioso, P. Fr. E. Sagrest, O. P.— Tea-
tro y moralidad,]. M. González, 394.— Catholic churchemen in Science, J. Walch.—
Meditationes in praecipuis fidei nostrae mysteriis, V. L. de Ponte, S. J.; traduc-
ción del P. M. Treviño, S. J.— Études contemporaines, P. Barbier, 395.— Pane-
gíricos y sermones, Dr. C. Nievas, 396. — Das Missale ais Betrachtungsbuch,
Dr. Fr. J. Reck, 397.— La democracia cristiana, limo. Sr. D. Juan Maura, 398.—
Unión de las Damas españolas del Sagrado Corazón de Jesús.— Petite Bible
illustrée, J. Ecker. — Dios, el alma, Jesucristo y la Iglesia, Mgr. Boucard; traduc-
ción del P. A. Villanueva, 399. — Études contemporaines, P. Barbier.— Calen-
dario del Corazón de Jesús para 1910, 400.
Núm. 4.° Los Sants Evangelis. I. S. Matheu, F. Clascar, 527. — Le Livre
d'Amos, J. Touzard, 528. — El modernismo, limo. Sr. D. Juan Maura. -Dic-
tionnaire apologétique de la foi catholique, A. d'Alés, 532.— María es nuestra
Patrona, Dr. D. J. Guitart, presbítero.— Á las hijas de María. La comunión fre-
cuente y cotidiana, P. J. Lintelo, S. J.; traducción del P. J. Pons, S. J.— Hasta el
Cielo, P. Blot; traducción por E. .Widerkehr. — Los Mandamientos explica-
dos, P. A. Devine; traducción por J. Gilí. — Le Coeur de Jésus dans ses paro-
les, M. Barón, 533. — Catálogo-Memoria de la Congregación Mariana, Belén
(Habana).— Études contemporaines, P. Barbier, 534.— Apología popular de la
fe cristiana, J. L. de la Paquerie, traducción del P. M. Coco.— Eléments d'Apo-
logetique, J. L. de la Paquerie.— Cours superieur d'instruction réligieuse, J. La-
bourt, 535.— El Plata, seráfico, 537.
Filosofía y Derechos
Núm. 1.° Travail et Folie, Drs. A. Marie et R. Martial.— Le Hachid, R. Meu-
nier.— L'Evolution psychique de l'Enfant, Dr. Bouguet.— Essai sur la Psycholo-
gie de la main, N. Vaschide.— L'Année Psychologique, A. Binet.— Introduction
physiologique á l'étude de la Philosophie, J. Grasset. — L'Esthétique experi-
méntale contemporaine, Ch. Lalo — Estudios psiquiátricos, Dr. Rodríguez-
Ponga. — Psicología experimental y Metafísica, G. González Pinillos, 119.—
Sindicatos agrícolas. Le Soc, 125. — Sindicatos y Cajas rurales, P. L. Chal-
baud, S. J.— Étude statistique des familles ouvriéres comprenant des ouvriers á
ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO 555
domicile.— L'Association dans les métiers et négoces belges en 1908.— Proyecto
de asilos agrícolas colonizadores, T. Costa. — Las huelgas en Barcelona y sus
resultados en. 1907, 126.
Niim. 2." Elementa Philosophiae aristotelico-thomisticac, P. J. Gredt, O. S. B.
Essais sur la Connaissance, G. Fonsegrive, 252.— Cuestiones filosófico-cientí-
flcas, J. Hernández Martínez.— La decadenza di una teoría, G. Tuccimel.— La fe
y las ciencias naturales, J. Guibert; traducción de J. Pugés, 253.— L'Intellectua-
lisme de Saint Thomas, P. Rousselot.— Dieu et Science,], de la Perriére.— Die
Ethik des heiligen Augustinus, von J. Mausbach, 254. — Die Geschichte der
Scholastischen Methode, Dr. M. Grabmann.— Essai historique sur les rapports
entre la Philosophie et la foi, Th. Heitz. — La Philosophie social de Renou-
vier, R. Ricard, 255.— Le Chómage, F. de las Cases.— Das Privatgrundeigentum
und seine Gegner, P. V. Cathrein , S. J. — Die Frauenfrage, P. V. Ca-
threin, S. J., 256.
Núni. 3." Pro aris et focis. El catalanismo y los partidos católico-políticos
españoles, L. de Cuenca, 396.— El contrato del Trabajo, L. Leal.— Estudi femi-
nista, D. Monserdá. — Das soziale Gemeinschaftsleben im deutschen Reich,
E. Gnauck-Kuehne, 397. — Annuaire de la Législation du Travail, Bruxelles.—
Le Mouvement Social, 398.— Esquema ó bosquejo del programa integrista, 400.
Núm. 4.'' Manuale Juris Ecclesiastici in usum clericorum, P. Fr. M. Prüm-
mer, 534. — Injusticias del Estado español, Sr. Obispo de Jaca, 536. — Áncora
social, P. Sanmartí, 537.
Historia:
Núm. 1.° La Compagnie de Jésus en Belgique. — Souvenirs, Princesse de
Sayn-Wittgenstein, 122.— Tres discursos históricos, P. F. Fita, S. J., 123.
Núm. 2.° Datos para la historia del tradicionalismo político durante nuestra
revolución, J. Burch, 251.— Rerum Aethiopicarum scriptores occidentales inediti
asaeculo XVI ad XIX, curante C. Beccari, S. J. Volúmenes VIII y IX, 252.—
Notions sur les religions de l'Inde, Le Vedisme, L. de la Vallée, 256. — Les
Croisades, A. Fortín. — Les Assemblées du Clergé et le Protestantisme,
L. Bourbon, 257.
Núm. 3.° Objetos egipcios encontrados en Tarragona, Dr. D. R. del Cas-
tillo, 400. '
Núm. 4.° Historia Universal, M. Martínez, 527.
Artes, Letras y Ciencias:
Núm. 1.° Ames juives, S. Coubé, 123.— Lecturas recreativas del Apostolado
de la Prensa. — Trozos de vida, Concha Espina, 124. — Colección de cuentos
morales, F. Fatou.— Intermezzo, E, Sayans.— Vida futura, G. Cordero.— Recuerdo
del colegio, M. María Loyola; traducción del P. J. Mateos.— El Clasicismo poé-
tico de M. de Cabanyes, Dr. J. M. Baranera, 125.
Núm. 2.° Gramática de la Lengua griega, Profesores de Veruela, 257.
Núm. 3.° El Doctor Pescaderas, L. J. Muñoz. — Legons sur l'art de précher,
F. Mourret, 396.
Núm. 4.° ín qual modo si debe studiare?, J. A. Ustoa; traducción por A. Bo-
us.—Flores del claustro y arrullos de paloma, P. Fr. A. de Valencina, 527.— Edi-
556 ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO
ciones de Canto gregoriano: Epitome e Graduali Romano, L. Schwann, 528.—
Intonationes et Toni Communes Misae, P. Wagner.— Almanaque de la familia
cristiana, 1910.— An der Wiege der Luftschiffahrt, B. Wilhelm, 529.— Aufánge
der Luftfahrt, P. B. Wilhelm.— Aritmética práctica, P. J. Crego, S. J. — Curso
práctico de Aritmética, A. Minet y L. Platin.— Curso práctico de Aritmé-
tica, M. de Toro, 530. — Elementos de Geometría analítica, M. Vegas. — La
Machine á influence, V. Schaffers. — Los refranes vascos de Sauguis, J. de
Urquijo, 531.— Josecho, J. M.-ek-Biz-Kai-Ko, 532.— Método teórico-práctico para
el estudio de la Lengua francesa, F.T. D.— Amor de madre, P. A. Risco, S.J., 536,—
El Catolicismo en Inglaterra, 537.
NOTICIAS GENERALES
Roma N. Noguer. 129 A. Pérez Goyena. 260, 401, 542
España » 130 » 261,403,544
Extranjero » 134 » 266,406,547
VARIEDADES
Comisión bíblica: Del carácter histórico de los tres primeros capítulos
del Génesis 138
Protestas contra los sucesos de Barcelona 269
Instituto Católico de Artes é Industrias 272
Acta Pontificii, Instituti biblici 410
Obras recibidas en la Redacción 140, 275, 41 1, 550
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Razón y fe
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PLEASE DO NOT REMOVE
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