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Full text of "Razón y fe"

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RAZÓN  Y  FE 


TOMO    XXV 


RAZÓN  Y  FE 


REVISTA  MENSUAL 


REDACTADA  POR  PADRES  DE  lA  COMPAÑÍA  DE  JESÜS 


CON  LICENCIA  DE   LA   AUTORIDAD   ECLESIÁSTICA 


ANO  NOVENO     ^^    TOMO    XXV 


SEPTIEMBRE-DICIEMBRE,  1909 


Beatushomo,  quem  tu  erudieris,  Domine,  ct 
de  lege  tua  docueris  eum. 

PS.  XCIII,  12. 


MADRID 

¡(edacción:  J/lárlires  de  jfilcalá,  8. — jfidministración:  plaza  de  Santo  domingo,  Ik-* 

e  Apartado  de  corraos,  38t5.  . 


RESERVADOS  LOS  DERECHOS  DE  PROPIEDAD  LITERARIA 


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Est.  tip.  «Sucesores  de  Rivadeneyra».  — Paseo  de  San  Vicente,  20.— MADRID 


jSlH  PATRIA  V  6IM  FS! 


m. 


lENTRAS  se  estaba  imprimiendo  en  Madrid  nuestro  último  ar~ 
tículo  (1),  donde  probamos  que  el  odio  á  la  Religión  católica  se  junta,  en 
extranjeros  y  nacionales,  con  el  odio  á  España,  nación  católica  por  su 
mismo  desenvolvimiento  histórico;  hemos  asistido  en  Barcelona  á  una 
espantosa  confirmación  y  comentario  práctico  de  nuestras  asevera- 
ciones. 

¡Eterna  ignominia  para  nuestros  republicanos,  anarquistas,  anticleri- 
cales, revolucionarios:  nombres  distintos  que  vienen  á  significar,  en  este 
país,  una  misma  cosa!  En  los  momentos  en  que  la  patria  concentraba  en 
jyielilla  sus  miradas  y  sus  fuerzas,  para  defender,  junto  con  el  honor  de 
su  pabellón,  las  esperanzas  de  su  porvenir  y  las  garantías  de  su  sig- 
nificación europea;  en  el  mismo  día  en  que  nuestros  hermanos  teñían 
una  vez  más  con  su  sangre  generosa,  en  el  suelo  africano,  esa  ban- 
dera patria  mil  veces  ensangrentada  y  nunca  rendida:  los  hombres 
sin  patria  y  sin  /e,  los  apóstatas  de  nuestra  Religión  y  renegados  de 
nuestra  historia,  han  vuelto  contra  el  corazón  mismo  de  nuestra  patria 
catalana  y  española  sus  armas  parricidas,  han  profanado  el  noble  solar 
de  Cataluña,  y  han  cubierto  de  oprobio  á  Barcelona,  ayer  orgullo  de 
nuestra  civilización,  emporio  de  nuestro  comercio,  centro  activo  de 
nuestra  industria...;  hoy  teatro  de  asesinatos,  desolaciones,  incendios  y 
salvajadas,  cuales  no  se  habían  producido  en  Europa  ya  ha  cerca  de 
medio  siglo,  y  ¡ante  los  que  palidecen  las  profanaciones  de  la  Setembrina 
y  las  abominaciones  de  la  Commune  que  oprimió  á  París  más  duramente 
que  el  hierro  de  los  prusianos! 

¿Por  qué  vamos  al  África  á  combatir  la  salvaje  ferocidad  de  los  rí- 
fenos, si  tenemos  en  la  más  hermosa  de  nuestras  ciudades  levantinas  ca- 
bilas  más  feroces  y  mil  veces  más  abominables  y  punibles?  ¿Cómo  nos 
defenderemos  del  odio  y  violencia  de  los  extranjeros,  si  llevamos  en  el 
seno  una  víbora  que  atisba  el  instante  propicio  para  clavarnos  su  en- 
venenado diente  en  el  corazón? 

Desde  este  Colegio  de  San  Ignacio,  donde  escribimos,  hemos  visto 
surgir  y  extenderse  sobre  la  vasta  ciudad,  coronada  de  ordinario  con 
los  penachos  de  vapor  de  laboriosas  fábricas,  nubes  funestas  de  humo, 
producidas  por  el  incendio  de  los  templos  de  Dios,  de  los  asilos  de  la 
caridad  y  de  la  inocencia,  de  los  establecimientos  de  educación  y 
enseñanza  religiosa. 


(1)    Razón  Y  Fe,  t.  XXIV,  pág.  466. 


6  ¡SIN   PATRIA   Y   SIN   Fe! 

Tres  días  mortales  han  fatigado  nuestros  ojos  los  rojizos  fulgores 
del  incendio,  mientras  atormentaban  los  oídos  y  afligían  el  corazón  las 
repetidas  descargas.  ¡Se  mataba  villanamente  en  las  calles  de  Barcelona  á 
los  soldados  de  quien  la  patria  espera  la  defensa  de  su  honor,  de  su  se- 
guridad é  independencia!  (1). 

1 

La  revolución  se  urdió  en  los  conocidos  centros,  donde  impunemente 
se  congregan  á  la  luz  del  sol,  y  á  ciencia  y  paciencia  de  las  autoridades, 
los  hombres  sin  patria  y  sin  fe;  los  que  apellidan  la  libertad  para  matar 
la  facultad  de  hacer  el  bien;  los  que  vitorean  al  ejército  y  disparan  ale- 
vosamente contra  el  soldado;  los  que  erigen  Casas  del  Pueblo  para  per- 
vertir al  pueblo  y  precipitarlo  en  el  crimen  y  en  la  ruina. 

Parece  que  se  había  celebrado  una  reunión  previa,*  y  hecho  un  nume- 
roso alistamiento  de  foragidos  (20.000  dicen),  y  el  lunes  26  de  Julio,  gru- 
pos de  ellos  obligaron  á  suspender  el  trabajo  de  las  fábricas,  prohibieron 
la  circulación  de  carruajes,  y  acribillaron  á  balazos  los  tranvías,  volcando 
y  destrozando  varios  de  sus  coches. 

Entonces  comenzó  la  vandálica  faena  de!  espíritu  destructor. 

Los  RR.  PP.  Escolapios  tenían  un  colegio  secular  (2),  bajo  la  advo- 
cación de  San  Antonio,  en  el  barrio  del  mismo  nombre.  Apenas  hay  en 
España  otro  centro  docente  tan  benemérito  de  las  clases  populares;  pues, 
situado  en  medio  de  una  barriada  pobre,  en  su  mayor  parte  de  trabaja- 
dores y  menestrales,  daba  gratuita  educación  é  instrucción  á  millares  de 
hijos  del  pueblo. 

Este  colegio  hubo  de  ser,  no  obstante,  el  primer  blanco  de  la  furia  de 
esos  salvajes  de  la  civilización,  que  pretenden  difundir  la  peor  de  las 
barbaries,  presupuestando  una  cultura  enemiga  de  la  fe,  y  por  ende,  ene- 
miga de  la  patria  española. 

En  vano  rechazaron  los  PP.  Escolapios  los  primeros  intentos  de  los 
incendiarios  y  lograron  extinguir  el  fuego;  los  bandidos  sacrilegos  repi- 
tieron una  y  otra  vez  sus  conatos,  apoyados  por  las  soeces  turbas,  hasta 
que  los  religiosos  se  vieron  obligados  á  abandonar  aquella  antigua  mo- 
rada de  la  piedad  y  el  saber,  para  pasto  de  las  llamas  y  el  salvajismo. 

El  método  seguido  por  los  sicarios  en  casi  todos  los  edificios  reli- 
giosos ha  consistido  en  echar  por  delante  grupos  de  mozalbetes,  casi 
niños  (3),  provistos  de  petróleo  y  otras  materias  inflamables.  Estos  gru- 


(1)  Escrito  este  artículo,  casi  mientras  se  desarrollaban  tan  lamentables  acaecimien- 
tos, adolece  de  lo  iricompleto  de  la  información  de  aquellos  tristes  días.  Hoy,  al  corre- 
gir las  pruebas,  la  pintura  nos  resulta  muy  pálida,  pero  no  tenemos  ya  tiempo  ni  alien- 
tos para  rehacerla  (12  de  Agosto). 

(2)  Se  estaban  disponiendo  á  celebrar  su  centenario. 

(3)  ¿Alumnos  de  las  Escuelas  Modernas?  La  enseñanza  de  éstas  forma  presunción 
afirmativa.  -■.■■■'. 


¡SIN   PATRIA   Y   SIN   Fe!  7 

pos,  á  quien  álrigian  prudentemente  personas  que  no  eran  del  pueblo  ni 
del  país  (pues  algunos  daban  sus  órdenes  en  buen  castellano),  estribaban 
en  el  apoyo  moral  del  populacho,  que  se  agolpaba,  recibiendo  con 
aplausos  y  rechiflas. cada  uno  de  sus  éxitos  ó  bestiales  hazañas. 

El  colegio  de  los  PP.  Escolapios  era  un  edificio  vasto  y  sólido;  por 
lo,  cual,  mientras  las  llamas  iban  haciendo  lentamente  su  obra  destruc- 
tora, los  incendiarios  y  ladrones,  acompañados  de  mujeres  perdidas,  en- 
traban en  los  claustros  y  aposentos,  y  arrojaban  para  atizar  el  fuego  los 
libros,  vestidos  y  muebles  de  los  religiosos;  y  á  cada  objeto  notable,  sa- 
crilegamente abrasado,  la  chusma  brutal  prorrumpía  en  alaridos  y 
aplausos. 

¡No  todo  se  ha  perdido!  Los  defensores  de  la  mora!  neutra  sacaron 
el  arca  de  caudales  del  colegio,  y  se  repartieron  públicamente  su  con- 
tenido, como  salario  por  la  obra  de  cultura  que  estaban  ejecutando.  Tam- 
poco faltaron  mujercillas  que  solicitaban  la  posesión  de  algunos  objetos 
(colchones,  mesas,  ropas),  y  la  obtenían  de  la  magnanimidad  de  los  eje- 
cutores de  aquella  obra  redentora. 

Casi  simultáneamente  con  el  colegio  de  los  PP.  Escolapios,  se  vio 
atacado  el  convento  de  !as  monjas  Jerónimos,  situado  al  extremo  de  la 
calle  del  Carmen,  en  la  plaza  del  Padró.  Dicha  comunidad,  conocida  an- 
tiguamente con  el  nombre  popular  de  les  Margaridoyes  (las  Margaritas), 
alcanzó  del  Papa  Sixto  IV  (1471-1484)  un  breve  pontificio  concedién- 
doles vivieran  como  verdaderas  religiosas  con  el  hábito  y  regla  de  San 
Jerónimo.  Al  principio  habitaron  en  una  casa  adjunta  á  la  capilla  de  San 
Lázaro  (entonces  de  Santa  Margarita);  la  cual  permutaron  en  1484  con 
el  hospital  de  San  Matías,  cediendo  á  los  leprosos  su  antiguo  domi- 
cilio. 

El  nuevo  monasterio  de  las  Jerónimas  tenía,  por  consiguiente,  más  de 
cuatro  siglos  de  fecha,  se  hallaba  enriquecido  con  inestimables  monu- 
mentos y  recuerdos  históricos,  entre  los  cuales  se  contaban  no  pocos  de 
la  permanencia  en  Barcelona  de  Nuestro  Santo  Padre  Ignacio  de  Lo- 
yola  (1).  ¡Había  sobrevivido,  pues,  á  tantas  revoluciones  y  violencias 
civiles  y  extranjeras;  á  los  sitios,  bombardeos  é  incendios  que  sufrió  la 
capital  del  Principado  durante  más  de  cuatro  centurias;  para  sucumbir 
en  los  comienzos  del  siglo  XX,  siglo  de  cultura  sin  Dios,  de  ilustración 
sin  fe,  de  altruismo  sin  caridad...;  siglo  de  bellas  palabras  y  denomina- 
ciones, mas  cuyos  hechos  eclipsan  y  disculpan  las  mayores  atrocidades 
de  la  barbarie! 

Las  monjas  Jerónimas,  pobres  mujeres  indefensas,  han  visto  su  mo- 
nasterio incendiado;  se  han  visto  echadas  á  la  calle,  en  una  ciudad  cuyas 
nuevas  vías  desconocían,  después  de  largos  años  de  clausura;  y  cuyas 
costumbres  les  eran  todavía  más  desconocidas;-  ¡porque  ellas  nacieron  y 


(1)    Véase  el  libro  de  P.  Creixell,  San  Ignacio  en  Barcelona,  cap.  IV. 


8  ¡SIN   PATRIA   Y   SIN  FÉ! 

pasaron  su  niñez  en  una  Barcelona  culta,  pacífica  y  cristiana,  y  se  ha- 
llaban hoy  lanzadas  en  medio  de  una  orgía  de  caníbales! 
'  jPero  no!  Los  caníbales  y  las  razas  más  degradadas  del  mundo,  si 
clavan  el  diente  en  las  carnes  frescas  de  sus  víctimas  recién  degolladas, 
reverencian  con  sagrado  horror  los  cadáveres  que  yacen  en  los  sepulcros. 
¡La  hazaña  de  profanar  los  restos  momificados  de  los  difuntos,  estaba  re- 
servada para  nuestros  modernos  salvajes;  los  cuales  han  abierto  las  se- 
piílturas  de  las  religiosas,  extraído  los  cuerpos  secos  y  podridos,  y  pa- 
seádolos  en  procesión  macabra,  con  befas  y  escarnios  que  sólo  pueden 
nacer  del  sectarismo,  cuando  anida  en  cabezas  preparadas  por  una  incul- 
tura de  cafres! 

En  medio  de  esa  embriaguez  de  pasiones  bestiales  y  diabólicas,  sólo 
ha  parecido  quedar  despierto  el  espíritu  de  los  sectarios,  para  mezclar 
con  el  insulto  y  la  profanación  las  más  burdas  é  inverosímiles  ca- 
lumnias. 

Los  profanadores  de  los  sepulcros,  ladrones  é  incendiarios,  han  pre- 
tendido cubrir  tan  inauditas  abominaciones  con  un  pretexto  de  huma- 
nidad absurda.  Si  pegaban  fuego  á  los  conventos;  si  echaban  á  la  calle 
desnudas  á  las  religiosas;  si  les  robaban  de  entre  las  manos  las  limosnas 
de  que  vivían...  ¡hacían  todo  eso  en  bien  de  las  mismas  religiosas,  para 
librarlas  de  los  suplicios  que  en  los  mismos  conventos  padecían! 

Se  pondera  (no  sin  alguna  razón)  la  ignorancia  de  nuestro  pueblo» 
y  para  demostrarla,  se  exagera  el  número  de  los  analfabetos.  Para  probar 
la  ignorancia  y  estupidez  en  que  sume  al  mísero  pueblo  la  maliciosa 
seducción  de  los  sectarios,  basta  saber  que  se  ha  encontrado  quien  crea 
las  patrañas  que  se  han  urdido  sobre  los  tormentos  monásticos,  demos- 
trados, según  ellos,  en  los  desenterrados  cadáveres. 
•  Pasearon  uno  de  éstos,  atado  con  una  soga  y  taladrado  con  grandes 
clavos.  Sólo  que,  las  personas  que  no  estaban  ebrias,  advirtieron  que  el 
cadáver  era  muy  antiguo  y  la  soga  y  los  clavos  eran  nuevos.  Se  pre- 
tendió que  las  momias  tiesas  por  su  aridez  eran  de  monjas  emparedadas 
en  pie.  Mas  luego  hizo  notar  alguien  que  estaba  en  su  juicio,  que  la  po- 
sición inclinada  de  las  cabezas  daba  evidente  testimonio  de  haber  es- 
tado apoyadas  en  el  féretro  sobre  una  almohada. 

Ha  alcanzado  singular  celebridad,  y  ha  sido  visitada  por  millares  de 
personas,  en  el  arruinado  convento  delasJerónimas,/¿7  cama  del  tormento, 
donde  se  torturaba  á  aquellas  desgraciadas,  recientemente  libertadas  con- 
tra su  voluntad  por  los  piadosos  incendiarios  y  ladrones.  La  tal  cama  pa- 
rece haber  estado  empotrada  en  el  suelo,  por  haber  sido  destinada  á  una 
pobre  loca.  Constaba  de  una  especie  de  somier  elemental,  formado  de 
una  plancha  con  orificios,  por  los  cuales  la  fantasía  delirante  ó  calum- 
niante ha  hecho  pasar  las  llamas  con  que  se  tostaba  á  la  monja  sobre  ella 
espetada.  Naturalmente,  no  hay  rastro  de  fuego,  ni  cosa  que  lo  valga  (sino 
el  que  han  puesto  en  el  monasterio  los  incendiarios);  pero  esto  no  im- 


¡SIN    PATRIA   Y   SIN   Fe!  9 

pide  que  muchos  estólidos  sectarios  hayan  hecho  acto  de  fe  sobre  la 
autenticidad  de  la  cama  del  tormento. 

Otras  calumnias,  todavía  más  inverosímiles,  son  de  índole  tal,  que  la 
honestidad  nos  impide  reproducirlas. 

La  profanación  de  los  sepulcros  continuó  en  el  incendio  del  convento 
de  las  Capuchinas,  edificio  humilde,  modernamente  construido  en  la 
parte  más  exterior  del  ensanche.  Sus  religiosas  fueron  llevadas  al 
Hospital  clínico,  donde  se  las  empleó  en  curar  y  servir  á  losnumerosos  he- 
ridos del  paisanaje  que  allí  se  conducían.  Y  han  estado  aquellas 
pobres  monjas,  privadas  de  su  hogar,  admirando  á  los  médicos  y 
practicantes  por  la  asiduidad  y  excelencia  de  su  servicio  como  enfermeras; 
pero  admirando  mucho  más  á  todos  los  hombres  reflexivos,  al  verlas 
cuidar  con  caridad  cristiana  á  los  compañeros  de  los  que  incendiaron  su 
morada  y  profanaron  y  escarnecieron  á  sus  hermanas  difuntas;  y  por  ven- 
tura, cicatrizar  las  heridas  del  cuerpo,  de  algunos  de  aquellos  mismos 
que  tan  insanables  heridas  les  infirieran  á  ellas  en  el  alma. 

Á  este  mismo  género  de  cristiano  heroísmo  pertenece  otro  episodio, 
que  por  esta  causa  pondremos  aquí. 

•  Los  PP.  Franciscanos,  que  habitaban  junto  á  una  iglesia  en  cons- 
trucción de  la  calle  de  Santaló,  avisados  del  peligro,  procuraron  ponerse 
en  salvo. 

El  P.  Guardián  (P.  Usó),  como  solícito  superior,  cuidó  de  enviar  á  sus 
religiosos  de  dos  en  dos,  saliendo  el  último  con  el  P.  Brugulat  el  martes 
por  la  tarde,  ambos  vestidos  con  su  sagrado  hábito. 

Á  poco  trecho  se  divisó  un  grupo  de  mozalbetes,  que  dispararon  con- 
tra ellos  sus  pistolas;  y  habiendo  los  Padres  emprendido  la  fuga,  á  pocos 
pasos,  el  P.  Usó  se  sintió  herido  y  llamó  á  su  compañero,  que  le  prece- 
día, exclamando:  «¡Padre!  Me  han  muerto.  ¡Pero  yo  íes  perdono!* 

Al  volver  la  esquina  hallaron  una  puerta  abierta,  y  una  buena  mujer, 
que  les  acogió  y  cerró,  despistando  á  los  perseguidores.  Llevado  después 
por  los  de  la  Cruz  Roja  á  una  Casa  de  Socorro,  falleció  el  P.  Usó  á  las 
cinco  de  la  madrugada  del  miércoles,  en  brazos  del  P.  Brugulat.  Éste  lo- 
gró disfrazarse,  y  su  primer  cuidado  fué  ir  á  celebrar  el  santo  sacrificio  de 
la  Misa,  para  que  Dios  acogiera  á  la  víctima  y  se  apiadara  de  sus  verdu- 
gos y  de  nuestra  pobre  ciudad. 


II 

Pero  no  era  precisamente  contra  las  monjas  y  frailes,  ni  contra  los 
colegios  ó  conventos,  contra  quienes  se  dirigía  la  furia  salvaje  de  los 
incendiarios.  ¡Todo  lo  que  lleva  el  nombre  de  Dios  y  sirve  para  tributarle 
el  debido  culto,  ha  sido  igualmente  odioso  para  ellos! 

Por  eso  la  tea  incendiaria  se  ha  cebado  también  en  los  templos  parro- 


10  ¡SIN   PATRIA  Y  SIN   Fe! 

quiales,  sin,  arredrarse  ante  la  antigüedad,  ni  respetar  los  tesoros  de  valor 
artístico. 

No  hace  mucho  que  Nakens  (de  quien  nos  han  dicho  estaba  estos 
días  no  lejos  de  Barcelona,  en  compañía  de  Ferrer,  el  famoso  director  y 
colega  de  Morral  en  la  Escuela  Moderna)  tuvo  la  imponderable  sereni- 
dad de  dirigir  una  hoja  al  clero  secular  español,  incitándole  á  luchar 
contra  el  clero  regular,  y  ofreciéndole,  para  semejante  lucha  ¡«el  valor  de 
su  invencible  brazo»! 

¡Al  venir  á  los  hechos,  han  demostrado  los  sectarios,  cómo  distinguen 
entre  uno  y  otro  clero;  pues,  mientras  pegaban  fuego  al  colegio  de  los 
PP.  Escolapios,  incendiaban  los  templos  parroquiales,  comenzando  por 
el  de  San  Pablo  del  Campo,  uno  de  los  más  insignes  por  su  antigüedad, 
y  recientemente  restaurado  con  muniñcencia  y  arte  exquisito,  dignos  de 
la  Barcelona  cristiana! 

Esta  iglesia,  que  fué  de  monjes  Benedictinos,  y  se  hallaba  fuera  de  las 
antiguas  murallas  (de  donde  le  vino  el  sobrenombre  del  Campo),  después 
de  varias  vicisitudes  y  de  los  atropellos  del  año  1835,  había  sido  con- 
vertida en  parroquia.  ¡Era  uno  de  nuestros  templos  románicos  más  anti- 
guos y  notables;  y  de  hoy  más  será,  con  sus  ruinas  calcinadas,  un  testigo 
elocuente  de  la  índole  de  la  cultura  sin  Dios,  y  de  las  simpatías  de  Na- 
kens y  comparsa  hacia  el  clero  parroquial! 

El  mismo  día  que  la  de  San  Pablo,  era  pasto  de  las  llamas  la  parro- 
quia de  San  Pedro,  que  fué  en  otro  tiempo  del  monasterio  de  las  Puel-las 
(ó  doncellas),  fundado  por  el  Conde  de  Barcelona,  Suñer,  en  el  siglo  X. 
Las  religiosas  de  aquella  antigua  fundación  han  escapado  al  furor  de  los 
incendiarios,  gracias  á  haberse  trasladado  hace  años  á  este  hospitalario 
pueblo  de  Sarria,  donde  escribimos. 

Las  parroquias  de  San  Cugat  (Cucufate),  Santa  Madrona,  San  Andrés, 
del  Clot;  la  antigua  iglesia  de  la  Ayuda  (servida  por  PP.  Capuchinos), 
el  antiguo  y  nobilísimo  monasterio  de  Valldoncella,  de  monjas  Bernardas, 
verdadero  archivo  y  museo  de  preciosos  recuerdos;  la  hermosa  iglesia 
de  las  Adoratrices  y  otro  gran  número  de  templos  del  Señor,  han^  sido 
incendiados  de  la  manera  más  aleve. 

En  casi  todos  estos  templos  y  conventos,  los  salteadores  juntaron 
con  el  incendio  los  robos  más  escandalosos  y  las  befas  más  sacrilegas  de 
los  objetos  del  culto  cristiano.  Ha  habido  imágenes  de  la  Virgen  Santí- 
sima arrojadas  sacrilegamente  á  las  hogueras.  Crucifijos  destrozados  á 
hachazos  y  quemados,  y  uno  de  ellos,  de  gran  tamaño,  plantaron  en  una 
barricada,  poniéndole  por  sombrero  un  vaso  de  inmundicia. 

Al  párroco  de  San  Juan  de  Gracia  le  exigieron  primero  que  entregara 
todos  los  objetos  y  vasos  preciosos,  y  luego  quemaron  su  iglesia,  De 
yalldoncella  y  otros  conventos,  salían  mujeres  cargadas  con  cestos  de 
ropas  y  objetos  de  valor.  Y  ha  sido  una  de  las  más  repugnantes  notas, 
el  desenfreno  y  crueldad  mostrados  por  las  mujerzuelas,  las  cuale?  per- 


¡SIN    PATRIA   Y   SIN   FE!  U 

seguían  con  los  más  abominables  insultos  á  las  religiosas  fugitivas,  di- 
suadiendo á  los  vecinos  piadosos  que  se  mostraban  dispuestos  á  hospe- 
darlas, amenazándolos  con  incendiar  sus  moradas. 

Ni  los  Hermanos  Salesianos,  que,  siguiendo  el  ejemplo  de  Dom  Bosco, 
su  fundador,  recogen  y  educan  á  los  niños  abandonados,  para  hacer  de 
ellos  artesanos  de  provecho;  ni  los  Hermanos  Maristas,  que  tan  relevantes 
servicios  prestan  á  la  educación  é  instrucción  mercantil  y  técnica  de  los 
hijos  del  pueblo;  ni  aun  las  mismas  Hermanitas  de  los  pobres,  han  hallado 
gracia  ante  los  facinerosos,  que  están  deduciendo  con  fuego  y  sangre,  en 
las  calles  de  Barcelona,  las  consecuencias  prácticas  de  las  coctrinas  sos- 
tenidas por  los  anticlericales  en  los  Parlamentos  y  mítines,  y  uno  y  otro 
día  propaladas  é  inculcadas  en  el  populacho  por  una  prensa  criminal. 

Había  en  uno  de  nuestros  barrios  obreros  (Poblé  sec)  un  convento  de 
Hermanitas  de  la  Asunción^  las  cuales  cuidan  y  sirven  á  los  pobres 
enfermos,  acudiendo  á  las  casas  de  ellos  y  ejerciendo  en  las  mismas  todos 
los  oficios  de  verdaderas  madres  y  siervas,  por  puro  amor  de  Dios  y  sin 
admitir  de  sus  favorecidos  ni  un  vaso  de  agua.  Con  tales  obras  de  cris- 
tiano heroísmo  habían  logrado  ablandar  el  corazón  y  atraerse  las  volun- 
tades de  muchos  obreros,  aun  de  los  de  cascara  amarga.  Pero  no  les  ha 
valido  en  el  día  del  salvajismo,  y  han  visto  su  morada  invadida,  robada 
y  entregada  á  las  llamas  (!)•  Otro  tanto  ha  cabido  en  suerte  á  las  sa- 
crificadas Siervas  de  María,  que  hace  años  perseveraban  en  su  penoso 
empleo  de  velar  á  los  enfermos. 

Un  sacerdote,  beneficiado  de  Santa  Madrona,  había  reunido  muchos 
obreros,  fundádoles  un  Círculo  Católico,  y  les  prestaba  en  él  toda  clase 
de  beneficios.  En  pago  le  han  quemado  el  Círculo,  su  casa  y  cuanto 
tenía  y  la  parroquia  donde  poseía  su  beneficio,  dejándole  pobre  de  so- 
lemnidad. 

Idéntico  pago  han  obtenido  los  esfuerzos  de  los  congregantes  de 
María  Inmaculada,  que  con  una  constancia  y  abnegación  pasmosas 
había  fundado  el  Centro  de  San  Pedro  Claver.  Escuelas  gratuitas  para 
los  hijos  del  pueblo,  clases  nocturnas  y  dominicales  para  los  obreros, 
salón  para  recreaciones  populares;  ¡todo  ha  sido  objeto  de  la  vandáHca 
furia  de  nuestros  progresivos  civilizadores! 

Ni  la  caridad,  ni  la  abnegación,  ni  la  inocencia,  han  sido  parte  para 
detener  á  los  salteadores  é  incendiarios.  ¡Sólo  se  han  detenido  donde  se 
ha  encarado  valerosamente  contra  sus  cobardes  pechos  el  cañón  de  un 
fusil! 

Aunque  el  tumulto  de  las  revoluciones  es  de  suyo  inmoral  y  aborre- 
cible, todavía  se  hallan  á  veces  en  los  hombres  furiosos,  perturbadores 


(1)  Como  una  religiosa  echase  en  cara  á  los  incendiarios  su  ingratitud  y  crueldad, 
acabaron  ellos  por  contestar:  «que  eran  mandados  y  tenían  que  cumplir  sus  órde- 
nes»... ¿Quién  se  las  habrá  dado? 


12  ¡SIN   PATRIA   Y  SIN   FE! 

del  orden  social,  cualidades  naturales  que  producen  asombro,  y  templan 
con  la  admiración  estética  del  arrojo  y  la  osadía,  las  repugnancias  del 
sentido  moral.  Pero  en  los  caribes  que  han  vejado  á  Barcelona  estos 
días,  la  cobardía  y  vileza  han  corrido  parejas  con  la  rabia  salvaje  y  sacri- 
lega maldad. 

En  la  noche  del  martes  27  dirigiéronse  numerosos  grupos  de  sica- 
rios á  incendiar  el  Colegio  del  Sagrado  Corazón,  que  la  Compañía  de 
Jesús  tiene  en  la  calle  de  Caspe,  entre  las  de  Lauria  y  Claris.  Apagaron 
el  alumbrado  de  la  calle,  y  aproximáronse  sigilosamente  á  ambas  puer- 
tas, procurando  encenderlas  con  paja  empapada  en  petróleo  y  por  medio 
de  una  bomba  de  materias  inflamables.  Pero  esperábanlos  dentro  algu- 
nos individuos  de  la  Benemérita,  acompañados  de  buen  número  de  Con- 
gregantes de  María  Inmaculada;  de  esos  jóvenes  admirables,  de  quien 
bien  podemos  decir  lo  que  San  Bernardo  de  los  primitivos  caballeros  del 
Temple:  que  son  corderos  al  tañido  de  la  campana  y  leones  al  sonido  de 
la  trompeta. 

Certificados,  pues,  de  que  se  estaba  perpetrando  un  atentado  incen- 
diario, hicieron  fuego  sobre  la  vil  canalla;  y  aunque  no  se  sabe  que  co- 
rriera la  sangre,  corrieron  los  pies  de  los  asesinos  con  tanto  ahinco,  que 
dejaron  despejada  la  calle  (1). 

Á  la  noche  siguiente  volvieron  al  intento;  pero  traían  ya  tanto  miedo 
en  el  cuerpo,  que  no  fué  necesario  disparar  las  armas,  porque  los  ahu- 
yentaron con  unos  cuantos  estornudos. 

Esta  condición  de  los  modernos  sectarios,  cuyas  dos  raíces  son  igno- 
rancia y  corrupción  de  costumbres,  de  las  cuales  puede  brotar  la  cruel- 
dad salvaje  contra  los  débiles  ó  indefensos;  pero  no  el  valor  y  la  sereni- 
dad ante  el  peligro;  debe  aleccionarnos  para  lo  porvenir  á  los  católicos, 
y  generalmente  á  todos  los  que  aman  el  orden,  porque  tienen  algo  que 
perder  en  el  desorden. 

Si  con  un  Gobierno  como  el  que  se  halla  en  estos  días  al  frente  de 
nuestro  país,  ha  podido  darse  el  caso  de  que  una  ciudad  de  más  de  medio 
millón  de  habitantes  no  tuviera  apenas  millar  y  medio  de  hombres  de 
armas  para  su  defensa;  de  suerte  que  la  propiedad,  las  leyes,  la  religión 
y  la  inocencia,  se  hallasen  á  merced  de  unas  cuantas  docenas  de  asesinos 
cobardes;  menester  será  que  los  hombres  honrados  piensen  seriamente 
en  ponerse  en  defensa  para  repeler  por  sí  mismos,  cuando  fuere  necesa- 
rio, la  avilantez  criminal  de  esos  canallas  sin  patria  y  sin  fe,  empujados 
y  dirigidos  por  los  corifeos  del  anticlericalismo. 

Así  lo  hemos  sentido  prácticamente  en  esta  ocasión,  y  así  lo  hemos 
ejecutado  en  parte  con  el  éxito  más  Usonjero. 

(1)  En  San  Andrés,  solos  ocho  HH.  Maristas,  provistos  de  carabinas,  detuvieron  á 
los  salteadores  dos  días  y  dos  noches.  Al  tercer  día,  creyendo  que  toda  Barcelona,  y 
por  ventura  España,  estaba  en  poder  de  los  republicanos,  abandonaron  su  Colegio» 
que  fué  objeto  del  saqueo  más  vergonzoso. 


¿SIN    PATRIA   Y    SIN    FE!  13 

Ya  hemos  dicho  cómo  se  libró  de  los  incendiarios  el  Colegio  d€l 
Sagrado  Corazón,  el  que  más  ganosos  estaban  de  arrasar.  En  este  pue- 
blo de  Sarria,  sembrado  de  villas  donde  la  población  barcelonesa  busca 
el  aire  puro,  que  falta  en  verano  en  sus  húmedas  calles;  y  no  menos 
poblado  de  colegios  y  casas  religiosas;  al  ver  que  la  barbarie  de  los 
incendiarios  iba  subiendo  como  una  creciente  marea;  que  iban  siendo 
acometidos  é  incendiados  el  Seminario  y  las  Siervas  de  María  de  la  calle 
de  la  Universidad,  los  Frailes  de  la  Granja,  las  Concepcionistas,  las  Mag- 
dalenas, los  Paúles  y  los  Hermanos  de  la  Doctrina  Cristiana,  de  la  carre- 
tera de  Sarria;  y  sobre  todo,  al  ver  ya  envuelto  en  llamas  el  hermoso 
Colegio  de  Loreto,  se  tomaron  precauciones  para  la  defensa  (1). 

Las  religiosas,  que  en  gran  número  habitan  en  estas  amenas  alturas, 


(I)  Para  completar  en  alguna  manera  la  nota  de  los  edificios  incendiados,  inserta- 
mos el  siguiente  recorte  de  La  Vanguardia  de  6  de  Agosto  de  1909: 

«Los  EDIFICIOS  QUEMADOS.— He  aqui  un  resumen  de  los  edificios  totalmente  destruí- 
dos  durante  los  días  27  y  28  de  Julio  último: 

«Iglesia  de  San  Antonio  Abad  y  colegio  de  las  Escuelas  Pías;  iglesia  parroquial  de 
San  Pablo;  convento  é  iglesia  de  San  Vicente  de  Paúl;  iglesia  parroquial  y  convento 
de  las  Jerónimas;  convento  de  las  Siervas  de  María;  convento  é  iglesia  de  Religiosas 
Arrepentidas;  convento  é  iglesia  de  las  Magdalenas;  iglesia  y  residencia  de  los  Misio- 
neros del  Sagrado  Corazón;  iglesia  parroquial  de  San  Pedro;  convento  de  PP.  Francis- 
canos (Santaló);  iglesia  de  San  Cucufate;  capilla  de  Marcús;  Colegio  de  las  Concepcio- 
nistas; iglesia  y  convento  de  Capuchinos  de  Nuestra  Señora  de  la  Ayuda;  iglesia  de 
los  Agonizantes;  iglesia  parroquial  de  Santa  Madrona;  templo  de  Santa  Madrona  (an- 
tiguo); convento  de  religiosas  Cistercienses  (Valdoncella);  convento  de  Salesianas; 
convento  de  la  calle  de  La  Granja;  Colegio  de  Salesianos;  Colegio  de  Hermanos  de  la 
Doctrina  Cristiana  (calle  de  Tapiólas);  convento  de  la  plaza  de  Blasco  de  üaray 
(colegio);  convento-colegio  del  Remedio;  convento  de  la  calle  de  Blay;  Centro  Ca- 
tólico de  la  calle  de  Tapiólas;  iglesia  parroquial  de  San  Juan;  convento  de  la  calle 
del  Ángel;  convento  de  la  calle  del  Sol  (Gracia);  Colegio  de  los  Hermanos  de  la 
Doctrina  Cristiana  (Sarria);  Colegio  de  Religiosas  de  Nuestra  Señora  de  Loreto 
(Sarria);  Colegio  de  Religiosas  del  Niño  Jesús;  convento  de  Carmelitas  (calle  de  San 
Francisco);  iglesia  parroquial  de  San  Andrés  de  Palomar;  iglesia  y  Colegio  de  los  Her- 
manos Maristas  (San  Andrés);  Colegio  de  monjas  del  paseo  de  Santa  Eulalia;  Co- 
legio de  Madres  Escolapias;  Asilo  de  monjas  de  la  calle  de  Mallorca;  Sociedad 
Católica  Obrera  de  San  Pedro  Claver;  iglesia  parroquial  de  Santa  María  del  Taulat; 
iglesia  de  la  plaza  del  Clot;  iglesia  de  San  Pedro  Pescador  (barriada  de  Pekín);  iglesia 
de  San  Joaquín;  Colegio  de  Hermanos  Maristas  (Guinardó);  Colegio  de  monjas  de 
la  Rambla  (Horta);  iglesia  parroquial  de  Horta;  iglesia  y  convento  de  la  calle  de  Roger 
de  Flor.  Total,  48. 

»Los  revolucionarios  intentaron  quemar,  entre  otros,  los  templos  del  Pino,  Santa 
María  del  Mar,  San  Francisco  de  Paula,  Nuestra  Señora  de  los  Ángeles  y  la  residencia 
de  los  jesuítas  de  la  calle  de  Caspe;  pero  no  lo  consiguieron. 

»A1  Seminario  intentaron  varios  asaltos,  logrando  quemar  una  de  las  puertas.  El 
edificio  y  la  iglesia  se  salvaron  del  siniestro,  así  como  el  convento  de  Montesión^  gra- 
cias á  la  oportuna  llegada  de  las  tropas. 

»E1  convento  llamado  de  las  Arrepentidas  también  sufrió  los  ataques  de  las  turbas, 
pero  á  pesar  de  que  fueron  rociadas  las  puertas  con  petróleo  y  de  que  comenzaron  á 
arder,  pudo  sofocarse  el  fuego  momentos  después  de  iniciado.» 


Í4  ¡SIN    PATRIA   Y   SIN   FE! 

salieron  de  sus  conventos  y  colegios,  y  repartiéronse  por  las  casas  del 
pueblo;  y  lo  propio  hicieron  parte  de  los  religiosos,  vistiéndose  de  pai- 
sano muchos  de  ellos. 

Por  la  tarde  vino  á  aliviar  nuestra  ansiedad  la  llegada  de  una  sección 
de  caballería.  Cerró  la  noche,  clara  con  la  luna  casi  llena,  y  apacible  en 
extremo  por  la  tranquilidad  del  aire,  y  hecha,  al  parecer,  por  Dios,  para 
convidar  á  los  hombres  al  sosiego,  á  amarse  unos  á  otros  y  gozar  de 
aquella  apacibilidad  de  la  Naturaleza,  después  de  un  día  de  fatiga  y  de 
lucha. 

Pero  á  la  serenidad  halagüeña  del  cielo  contradecía  la  obstinación  de 
los  malvados.  Por  todas  partes  la  vasta  llanura  que  se  extiende  hasta  el 
mar  cubierta  de  edificios,  se  veía  sembrada  de  incendios,  cuya  luz  rojiza 
en  medio  de  la  ciudad,  obscura  por  la  falta  del  alumbrado,  contrastaba 
con  el  hermoso  halo  de  luz  que  la  envuelve  en  las  noches  pacíficas. 

Todavía  acrecentó  nuestro  sobresalto  un  vivo  fuego  de  fusilería  enta- 
blado por  las  tropas  que  nos  custodiaban,  por  el  lado  del  Colegio  de  las 
Madres  del  Sagrado  Corazón.  ¡Y  así  transcurrió  aquella  noche  funesta, 
para  dar  lugar  á  un  día  todavía  más  triste! 

En  medio  de  estas  tribulaciones  y  temores,  aumentados  por  las  exa- 
geradas noticias  que  á  cada  hora  de  Barcelona  se  recibían,  nos  conso- 
laba ver  la  resignación  de  tantos  religiosos  echados  de  sus  celdas,  y  el 
eminente  ejemplo  de  caridad  que  ha  dado  este  cristiano  pueblo.  ¡Que  tal 
es  la  inagotable  fecundidad  bienhechora  del  Cristianismo,  que  hace  brotar 
una  flor  de  virtud  al  lado  de  cada  espina  de  sufrimiento! 

¿A  qué  ánimo  versado  en  los  Ejercicios  espirituales  de  San  Ignacio, 
podía  dejarse  de  ofrecer  en  tal  ocasión  aquella  viva  imagen  que  propone 
el  Santo  en  el  ejercicio  de  las  Dos  Banderas?  Allá  abajo  se  extendía  la 
inmensa  ciudad  «como  un  gran  campo  de  Babilonia»,  sumido  en  tinieblas 
físicas,  y  todavía  en  más  profundas  tinieblas  morales;  y  sobre  ella,  «en 
una  gran  cátedra  de  fuego  y  humo»,  vomitado  por  los  incendios,  asen- 
tábase «horrible  y  espantoso»  el  espíritu  del  mal. 

Arriba,  en  los  suaves  declives  de  los  montes,  bajo  un  cielo  puro  y 
placidísimamente  iluminado  por  la  luna  llena,  surgía  el  espíritu  del  Cris- 
tianismo, inspirando  los  más  hermosos  actos  de  las  virtudes  evangélicas: 
recogiendo  al  fugitivo,  dando  de  comer  al  hambriento  y  de  beber  al 
sediento;  vistiendo  con  prestados  trajes  á  los  que  había  desnudado  de 
sus  sagrados  hábitos  la  furia  de  la  revolución;  y  sobretodo,  consolando, 
alentando,  y  hasta  esparciendo  la  alegría,  que  acompaña  siempre  á  la 
resignación  y  nace  de  la  buena  conciencia,  en  medio  de  los  mayores 
desastres. 

Las  Comunidades  religiosas,  Barcelona  cristiana,  la  España  católica 
y  la  Iglesia  toda,  conservarán,  en  medio  de  la  amargura  de  su  corazón 
lacerado,  el  dulce  recuerdo  y  agradecimiento  al  vecindario  de  Sarria, 
por  los  actos  de  Virtud  de  que  ha  hecho  verdadero  alarde. 


¡SIN   PATRIA  Y  SIN   Fe!  Í5 

Ricos  y  pobres  han  andado  como  á  porfía  en  generosidad  y  abnega- 
ción, habiendo  casa  que  acogió  diez  y  hasta  veinte  religiosas  ó  religiosos, 
reteniéndolos  amorosa  y  casi  celosamente,  cuando  otras  invitaciones  los 
requerían  á  mejorar  las  circunstancias  materiales  de  su  alojamiento. 

A  los  que  echen  en  cara  á  Cataluña  las  salvajadas  de  las  turbas  incen- 
diarias, no  les  podrá  oponer  otro  mejor  descargo  que  la  hospitalaria 
caridad  de  este  cristiano  pueblo,  verdadero  representante  del  espíritu  y 
tradición  catalanes  (1). 

El  domingo,  1.°  de  Agosto,  estaban  cerrados  los  templos  de  Barce- 
lona, interrumpido  en  ella  el  público  Sacrificio,  como  en  otra  desolada 
Jerusalén. 

En  cambio,  en  Sarria,  acudían  los  seglares  y  las  religiosas  dispersas 
á  oir  misa  y  recibir  la  Sagrada  Comunión  en  las  iglesias  y  capillas  de 
este  pueblo,  refugio  de  la  perseguida  fe  y  depositario  de  las  esperanzas 
de  un  porvenir  más  halagüeño. 

III 

Resta  ya  que,  levantando  los  ojos  de  los  hechos  concretos,  reflexio- 
nemos brevemente  sobre  sus  causas  y  efectos  inmediatos. 

Acerca  de  las  causaSy  nos  ahorran  sus  mismos  autores  el  trabajo  de 
discurrir. 

Parece  éste  uno  de  aquellos  acertijos  burlescos,  que  nos  proponían 
en  nuestra  niñez:— ¿Cuál  es  el  árbol  que  produce  peras  y  se  llama  peral? 

¿Quiénes  son  los  causantes  de  un  incendio,  que  han  estado  predi- 
cando é  inculcando  hace  años,  parte  de  los  actuales  representantes  de 
Barcelona  en  las  Cámaras  legislativas,  y  poseedores  de  más  de  la  mi- 
tad de  los  asientos  en  su  Concejo  municipal? 

Ellos  han  excitado  asiduamente  al  populacho,  en  sus  discursos  y  en 
sus  periódicos,  á  quemar  las  iglesias  y  los  conventos;  ellos  son  los  ada- 
lides de  esas  mismas  turbas  de  sicarios,  que  han  incendiado  ahora  los 
conventos  y  las  iglesias.  ¿Quién  será,  pues,  el  autor  moral  y  el  respon- 
sable de  esos  incendios? 

¿No  son  por  ventura  unos  mismos  los  que  con  su  voto  electoral  han 
hecho  á  esos  hombres  diputados  y  concejales,  y  los  que  con  su  tea  in- 
cendiaria han  puesto  por  obra  el  programa  de  esos  politlcoSy  como  se 
dice  ahora,  en  lugar  de  llamarlos  facinerosos  y  violadores  de  sepulcros? 

Cotéjense  las  peroraciones  y  escritos  de  esos  sectarios,  con  el  catá- 
logo de  horrores  perpetrados  estos  días  en  Barcelona,  y  no  se  hallará 
más  discrepancia  sino  faltar  en  la  ejecución  algunos  de  los  artículos  del 


(1)  No  menores  actos  de  cristiana  caridad  y  fortaleza  han  ejercitado  muchos  cató- 
licos en  Barcelona,  acogiendo  á  los  religiosos  en  sus  casas,  á  pesar  de  las  amenazas 
de  l03  incendiarios.  ¡Mientras  llega  el  día  de  las  divinas  recompensas,  á  todos  envia- 
mos desde  estas  páginas  la  expresión  d€  nuestro  más  vivo  agradecimiento! 


16  ¡SIN   PATRIA   Y   SIN   Fe! 

proyecto  (1).  A  pesar  de  lo  cual,  mientras  los  ejecutores  han  sido  acribi- 
llados á  balazos,  y  se  ven  ahora  aprisionados  en  número  crecido,  tal  vez 
para  ser  luego  justísimamente  ejecutados,  los  verdaderos  autores  del 
crimen;  los  que  han  dirigido  á  su  perpetración  esos  instrumentos  semi- 
inconscientes,  permanecen  impunes,  y  se  ampararán  mañana  con  su  par- 
lamentaria inmunidad,  para  continuar  esgrimiendo  la  espada  de  dos 
filos  de  su  propaganda  impía  é  inmoral,  hiriendo  con  un  filo  á  la  Reli- 
gión, y  asesinando  con  el  otro  á  la  patria. 

Hace  años  que  Pérez  Galdós  formuló  ese  programa,  y  excitó  pública- 
mente á  los  incendios  que  hoy  nos  afligen,  y  nos  deshonran  á  los  ojos 
del  mundo  civilizado.  En  su  Electra  se  dice:  «Hay  que  pegar  fuego  á  esta 
casa.»  (2)  Hoy  se  ha  pegado  fuego  á  esas  casas.  ¿Quién  es  el  incitador  de 
tales  crímenes?  ¡Vergüenza  da  confesarlo!  Ese  hombre  ha  sido  celebracjo 
por  gran  parte  de  las  personas  que  se  tienen  por  amigos  del  orden  y 
hasta  por  cristianos;  su  obra,  literariamente  soporífera,  se  ha  paseado  por 
todas  nuestras  ciudades  como  un  símbolo  de  las  aspiraciones  del  partido 
liberal.  Lo  cual  no  impedirá  que  una  buena  parte  del  partido  liberal  abo- 
mine de  las  salvajadas  de  Barcelona,  y  se  rasgue  las  vestiduras  con 
farisaica  indignación,  sin  perjuicio  de  continuar  glorificando  á  Galdós 
y  su  obra  nefanda,  que  es  una  de  las  chispas  que  han  producido  este  in- 
cendio criminal  y  sacrilego. 

Lerroux,  la  hechura  del  partido  liberal  sagastino  en  Barcelona— el 
adalid  de  la  unidad  de  la  Patria  (¡oh  sarcasmo!)— contra  el  separatismo 
de  los  catalanes,  ha  dicho  en  todos  los  tonos,  que  haría  arder  á  Barce- 
lona por  sus  cuatro  costados.  ¡Y  poco  antes  de  que  sus  partidarios 
pusieran  por  obra  ese  número  de  su  programa,  el  Gobierno  español  de- 
cretaba una  amnistía,  para  que  pudiese  ir  al  Congreso  ese  hombre  vio- 
lento, á  representar— investido  de  la  inmunidad  parlamentaria— las  aspi- 
raciones de  esas  turbas  de  foragidos  que  le  han  hecho  el  Emperador 
del  Paralelo  (3). 

Estos  son  hechos  públicos,  indiscutibles. 

También  se  ha  asegurado  estos  días,  que  en  cierta  reunión  de  per- 
sonas influyentes,  encaminada  á  restablecer  el  orden,  un  prohombre  de 
la  pandilla  lerrouxista  se  comprometió  á  volver  á  Barcelona  la  tranqui- 
lidad, bajo  determinadas  condiciones.— Luego  ese  prohombre  tenía  en 


(1)  El  domingo,  25  de  Julio,  El  Diluvio  y  El  Progreso  excitaban  claramente  á  las  tur- 
bas al  incendiD  de  los  conventos.  El  primero,  reproduciendo  un  artículo  de  Pi  y  Mar- 
gal!, y  el  segundo,  trayendo  á  la  memoria  los  crímenes  de  1835.  El  suelto  *Remember^ 
terminaba,  hablando  de  la  corrida  de  toros:  «Pero  ¡ay!  que  el  gran  cartel  de  la  corrida 
de  esta  tarde  no  tendrá  [como  aquella  del  35]  un  epilogo  de  liberación.* 

(2)  Electra,  acto  último,  escena  V. 
Marqués:  Emplearemos  medios  eficaces.., 
MXxiMo:  Eflcacísimos,  sí:  pegar  fuego  á  esta  casa, 

(3)  Oportunamente  reproducía  La  Veu  de  Catalunya  del  7  del  corriente  (Agosto, 


jSIN   PATRIA  Y  SIN   FE!  17' 

SU  mano  las  voluntades  de  esa  plebe  soliviantada;  luego  conocía,  por  lo 
menos,  los  secretos  de  su  organización;  luego  sabía  los  resortes  que  ha- ' 
bían  de  ponerse  en  juego  para  detenerlos...  ¡y  con  todo  eso,  dejó  que 
prosiguieran  sus  vandálicos  atentados!...  ¡Y  ese  hombre  vive!..  Vivtt? 
Immo  vero...!  y  se  prepara  por  ventura  á  formular  interpelaciones  y  exi- 
gir responsabilidades,  y  usar  de  los  otros  recursos  de  la  farsa  liberal! 

¿Y  buscaremos  todavía  los  autores  de  esos  atentados,  que  lastiman  ' 
el  corazón  y  hacen  caer  la  cara  de  vergüenza  á  toda  Cataluña? 

Pero  hay  que  ahondar  todavía  más.  Claro  es  como  la  luz  del  día, 
quiénes  son  los  que  han  empujado  al  incendio  á  esas  turbas  populares 
envilecidas.  Pero,  ¿quiénes  son  los  que  las  han  hecho  descender  á  ese 
grado  de  envilecimiento  y  de  barbarie? 

Ese  populacho,  á  quien  hay  que  acorralar  ahora  y  acribillarlo  á  bala- 
zos como  á  una  manada  de  bestias  carniceras,  es  una  parte  del  pueblo 
español;  de  ese  pueblo  generoso,  sufrido,  heroico,  mientras  conserva  la 
fe  y  el  espíritu  cristiano. 

La  mayor  parte  de  esas  gentes  vinieron  de  sus  aldeas  á  Barcelona, 
traídos  por  su  pobreza,  en  busca  de  un  jornal.  Pero  aquí  los  recibió  la 
irreligión  y  el  espíritu  revolucionario.  Comenzaron  por  apartarlos  de 
toda  práctica  religiosa;  los  rodearon  de  una  atmósfera  de  corrupción 
moral;  llenaron  sus  cabezas  de  los  más  insensatos  delirios,  é  inflamaron 
su  corazón  y  su  carne  con  las  concupiscencias  más  bestiales. 

Sólo  así  preparados,  se  hicieron  materia  apta  para  recibir  sus  crimi- 
nales ideas,  é  instrumento  á  propósito  para  ejecutar  sus  designios  van- 
dálicos. 

Y  ese  mismo  pueblo  miserable,  víctima  de  todos  los  sofismas  y 
engaños,  es  el  que  más  pesadamente  está  sufriendo  las  consecuencias 
próximas  de  este  crimen  social.  Súfrenlas  en  el  cuerpo,  acribillados  á 
balazos  en  las  barricadas;  súfrenlas  en  la  hacienda,  privados  de  sus  jor- 
nales y  desposeídos  aun  de  los  socorros  de  la  beneficencia,  cuyas  fuentes 
ciegamente  han  secado.  Súfrenlas  en  el  alma,  en  la  religión  y  en  la  cul- 
tura, privados  de  las  escuelas  populares,  de  los  templos  y  de  las  obras 
sociales  que  en  el  arrebato  de  su  furor  diabólico  han  destruido. 

¡Tales  son  los  frutos  de  esa  propaganda  impía,  obscena,  bestial,  que 
á  ciencia  y  paciencia  de  los  gobiernos  y  de  los  hombres  honrados,  hace 
un  siglo  está  minando  nuestra  nación! 


1909),  las  siguientes  palabras  dirigidas  por  Lerroux  á  sus  «bárbaros»,  en  Septiembre 
de  1906:  «Jóvenes  bárbaros  de  hoy,  entrad  á  saco  en  la  civilización  decadente  y  mise- 
rable de  este  país  sin  ventura;  destruid  sus  templos,  acabad  con  sus  dioses,  alzad  el 
velo  de  las  novicias...;  penetrad  en  los  registros  de  la  propiedad  y  haced  hogueras  con 
sus  papeles,  para  que  el  fuego  purifique  la  infame  organización  social... 

•Hay  que  hacerlo  todo  nuevo,  con  los  sillares  empolvados,  con  las  vigas  humeantes 
de  los  viejos  edificios  derrumbados... 

•Seguid,  seguid...  No  os  detengáis  ni  ante  los  sepulcros,  ni  ante  los  altares...» . 

RAZÓN  Y  FE,    TOMO  XXV  2 


18  ¡SIN   PATRIA  Y  SIN   Fe! 

¿Qué  se  puede  esperar  de  esos  hombres  sin  fe,  apóstatas  de  Dios  y 
de  la  patria? 

Si  la  razón  no  lo  hubiera  demostrado  de  antemano  con  evidencia, 
bastaría  para  ponerlo  de  bulto  ante  los  ojos,  el  espectáculo  que  en  estos 
momentos  ofrece  Barcelona. 

Los  hombres  honrados  vuelven  al  tráfico  de  la  vida  ordinaria  cabiz- 
bajos y  como  abrumados  por  el  peso  de  una  afrenta  nacional,  como  si 
vagamente  resonara  en  sus  almas  el  eco  de  la  universal  execración  con 
que  la  Humanidad  presente  y  futura  abominará  los  crímenes  sacrilegos 
que  han  manchado  el  solar  de  nuestra  patria  catalana. 

Y  el  corazón  del  sacerdote  siente  brotar  sollozos  de  dolor,  en  que  re- 
percuten los  inmortales  lamentos  del  profeta,  testigo  de  la  desolación 
de  su  ciudad  querida: 

¡Oh  hermosa  Barcelona!  ¿Por  ventura  no  te  ha  sobrevenido  esta  des- 
dicha—qu¿a  dereliquisti  Domínum  Deum  /üí/m— porque  has  abandona- 
do al  Señor  tu  Dios? 

F¿1¿¿  Mempheos  et  Taphnes  constapraverunt  te  usque  ad  verticem. 
¡Los  extraños,  cuyas  abominaciones  acogiste  en  tu  seno,  te  han  profa- 
nado hasta  la  coronilla  de  la  cabeza!... 

Qaam  vilis  facta  es  nimis,  iterans  vías  tuas.  ¡Hasta  qué  extremóte 
has  envilecido,  persistiendo  en  apartarte  de  Dios  por  seguir  tus  errados 
caminos! 

¡Tu  orgullo  te  ha  cegado!  ¡Desvanecido  te  has  en  tu  hermosura,  y  has 
olvidado  al  Dios  de  tus  padres! 

¡Pero  Dios  no  se  ha  olvidado  de  ti! 

¡Aquí  se  han  hecho  insensatas  campañas  contra  el  Ejército,  y  el  Ejér- 
cito te  salva,  y  te  hace  posible  en  estos  momentos  recobrar  la  respira- 
ción y  volver  á  la  normalidad! 

¡Te  has  preferido  vanamente  á  tus  hermanas,  las  demás  provincias 
españolas;  y  ellas  acuden  ahora  enviándote  la  flor  de  su  juventud  para 
romper  tus  cadenas! 

¡Has  desdeñado  la  Monarquía  histórica,  y  ella  extiende  hoy  sobre  ti 
su  manto  protector,  para  que  á  su  sombra  renazca  tu  paz  y  tu  prospe- 
ridad! 

Razón  tenemos,  pues, 'para  humillarnos  bajo  la  poderosa  mano  del 
Señor,  y  golpear  nuestros  pechos  con  profunda  contrición. 

Él  nos  hiere  piadosamente  con  estas  calamidades,  por  habernos  apar- 
tado de  Él,  y  en  volvernos  humildemente  á  Él  está  nuestro  remedio. 

Jerusalem,  Jerüsalem;  convertere  ad  Dominum  Deum  íuuml 

¡Barcelona,  ciudad  prevaricadora!  ¡Conviértete  al  Señor,  que  es  tu 
Dios! 

Sarria,  2  de  Agosto  de  1909. 

Ramón  Ruiz  Amado. 


Nuevas  orientaciones  de  la  moral. 


8 


es  innegable  que  las  ciencias  en  general  y  en  especial  la  filosofía 
han  sufrido  en  estos  últimos  años  honda  transformación,  también  lo  es 
que  á  este  influjo  no  ha  podido  sustraerse  la  filosofía  moral.  Tres  años 
hace  que  M  Gsell  dirigió  á  muchos  ñlósofos  de  Francia  esta  pregunta: 
¿Se  puede  establecer  una  moral  sin  Dios?  ¿Es  posible  fundar  actualmente 
una  moral  popular  sobre  la  única  base  de  la  razón?  Las  respuestas 
fueron  tantas  y  tan  diferentes,  que  las  hubo  para  todos  los  gustos. 

Y  á  la  verdad,  es  cosa  que  pasma  ver  cómo  se  han  multiplicado  en 
nuestros  días  las  hipótesis  acerca  de  las  bases  de  la  ética  ó  moral  filosó- 
fica. Sin  hacer  mención  de  los  nombres  de  Bentham  y  Stuart  Mili,  de 
Hume  y  Spencer,  de  Kant,  Hobbes  y  Schopenhauer,  que  tiempo  ha  son 
conocidos  como  portaestandartes  de  sendas  concepciones  morales,  apa- 
recen hoy  en  escena  nuevos  heraldos  de  la  moral,  predicando  unos  la 
moral  de  las  ideas-fuerzas,  dando  otros  á  la  suya  el  pomposo  nombre  de 
moral  cientíñca,  éste  pregonando  el  sentimentalismo  estético  de  Ra- 
vaisson  ó  el  sentimentalismo  místico  de  Secretan,  proclamando  aquél  la 
moral  del  anticlericalismo,  quién  haciéndola  depender  de  la  opinión  pú- 
blica, quién  basándola  en  la  ley  de  la  solidaridad,  sin  faltar  quienes 
hayan  pretendido  suprimirla,  bautizándola  con  el  nombre  de  amoralismo, 
y  aun  erigir  en  sistema,  en  nombre  de  la  ciencia,  algunos  tipos  de  inmo- 
ralismo.  Con  razón  ha  dicho  Baylac:  «Los  ensayos  de  moral  se  multi- 
plican de  algunos  años  á  esta  parte,  tanto  que  apenas  hay  profesor  de 
filosofía  que  no  tenga  un  sistema  particular»  (1).  En  una  palabra:  hay 
tantas  escuelas,  y  dentro  de  cada  escuela  tantos  colores  y  matices,  que 
forman  una  gama  completa,  si  acaso  no  fuera  más  exacto  decir  que  la 
filosofía  moral,  al  separarse  de  la  moral  evangélica,  se  ha  convertido  en 
un  verdadero  campo  de  Agramante. 

Pero,  aparte  del  modernismo,  entre  los  conatos  de  síntesis  moral  rea- 
lizados últimamente,  los  que  merecen  especial  atención,  ya  que  no  por  la 
verdad  ó  bondad  de  su  sistema,  por  su  novedad  al  menos  ó  por  su  in- 
genio, por  la  gravedad  de  sus  fatales  consecuencias  y  aun  quizá  por  la 
extravagancia  de  su  concepción,  son,  á  nuestro  juicio,  las  teorías  que 
vamos  á  exponer  en  este  artículo.  Bien  quisiéramos  extendernos  en  al- 
gunas de  ellas;  pero  entre  examinarlas  detenidamente,  lo  cual  nos 
ocuparía  varios  artículos,  ó  dar  de  una  sola  vez  una  idea  breve  pero  su- 
ficiente para  conocer  su  naturaleza,  finalidad  y  consecuencias,  prefe- 


(1)    Baylac,  Revae  de  Philosophie,  Septembr.,  1907,  pág.  257. 


20  NUEVAS   ORIENTACIONES  DE   LA   MORAL 

rimos  lo  segundo.  Y  si  la  importancia  misma  del  asunto  no  fuera  sobrado 
motivo  para  que  le  consagráramos  algunas  líneas,  moveríanos  á  ello  la 
relativa  conveniencia  de  completar  con  estas  nuevas  orientaciones  los 
varios  aspectos  de  la  moral  modernista,  á  saber:  el  independiente,  el  de 
evolución  inmanente  y  de  utilitarismo  pragmatista,  de  que  hablamos  en 
otro  número  de  la  Revista  (1). 


MORAL  DE  LAS  IDEAS-FUERZAS 

Entre  las  nuevas  concepciones  de  moral  filosófica,  la  que  se  presenta 
revestida  con  más  arreos  de  sistematización  es  la  moral  de  las  ideas- 
fuerzas  de  Fouillée.  Los  lectores  de  Razón  y  Fe  podrán  recordar  fácil- 
mente en  qué  consiste  la  psicología  de  las  ideas-fuerzas  (2);  ahora  vamos 
á  describir  brevemente  su  construcción  moral.  M.  Fouillée  rechaza 
todos  los  sistemas  éticos  por  ser  unilaterales,  por  estar,  como  él  dice, 
fundados  en  principios  de  determinadas  escuelas,  y  pretende  levantar 
una  moral  omnilateral,  en  que  entre  algo  de  todas  las  escuelas,  del  kan- 
tismo, platonismo,  evolucionismo,  etc.;  pero  todo  puesto  en  juego  por  la- 
fuerza  de  la  idea. 

El  punto  de  partida  de  su  moral  es  el  análisis  de  la  conciencia  y  de  la 
idea  misma  de  moralidad.  La  conciencia  es,  para  él,  «la  condición  de  toda 
experiencia  y  la  experiencia  primordial».  Ella  ha  de  ser  consultada  como 
principio  de  toda  ciencia,  y  en  derredor  de  ella  se  han  de  agrupar  todas 
las  demás  formas  de  experiencia.  De  este  modo,  dice  Fouillée,  la  moral 
viene  á  ser  el  «complexo  de  consecuencias  prácticas  deducidas  principal- 
mente del  análisis  de  la  experiencia  interna».  La  materia  que  abarca  la 
moral  es,  al  decir  del  mismo,  cuádruple:  sujeto,  relación  de  sujetos  entre 
sí,  objeto  y  relación  del  sujeto  con  el  objeto;  de  ahí  que  el  cuadro  de  la 
moral  comprenda  cuatro  partes:  1.^  el  primado  teórico  y  práctico  de  la 
conciencia;  2.^  su  íntima  sociabilidad,  ó,  como  él  dice, el  altruismo  de  la 
conciencia;  3.^  la  jerarquía  de  los  valores  ideales,  que  son  las  ideas- 
fuerzas  directrices  del  pensamiento  y  de  la  acción;  4."*,  el  ideal  persuasivo 
que  se  impone  al  sujeto  pensante.  Estas  cuatro  partes,  añade,  se  pueden 
expresar,  bien  que  inadecuadamente,  en  otras  tantas  proposiciones: 
«1."*  La  idea-fuerza  de  moralidad  está  ligada  al  primado  de  la  conciencia 
de  sí:  Yo  pienso,  luego  yo  poseo  un  valor  moral.  2^  La  idea-fuerza  de 
moralidad  crea  valores  objetivos  y  los  clasifica:  Yo  pienso,  luego  yo  va- 
loro los  objetos.  3."*  La  idea-fuerza  de  moralidad,  por  el  mero  hecho  de  ser 
concebida,  se  realiza:  Yo  pienso,  luego  yo  realizo  el  ideal.  4.^  La  idea- 
fuerza  de  moralidad  funda  la  verdadera  sociedad:  Yo  pienso,  luego  yo 


(l)    Razón  y  Fe,  Mayo  de  1909:  <^La  Moral  evangélica  y  la  Moral  del  modernismo». 
<2)    Ibíd.,  julio  de  1933:  «Valor  trascendental  de  las  ideas». 


NUEVAS  ORIENTACIONES  DE   LA  MORAL  2l 

comienzo  á  crear  en  y  por  la  sociedad  humana  la  sociedad  universal  de 
las  conciencias»  (1). 

Como  se  ve,  oXfac-totum  de  esta  moral  es  la  idea,  la  cual  no  se  ha 
de  considerar  como  una  representación  ó  simple  reverberación  del  ob- 
jeto, sino  como  generadora  y  constituyente  de  su  objeto,  de  la  moral 
misma.  Los  caracteres  de  esta  moral  casi  se  desprenden  de  lo  dicho:  son 
la  inmanencia,  la  evolución,  la  autonomía  y  el  desinterés.  Y  en  efecto, 
fundada  sobre  la  conciencia  y  la  moral  de  las  ideas-fuerzas,  excluye  todo 
principio  y  norma  moral  trascendente;  poseyendo  la  idea  su  gran  resorte 
de  la  fuerza,  ella  por  sí  misma  va  evolucionando,  siendo  generadora  y 
automotriz,  razón  por  la  que  se  basta  á  sí  misma  y  se  constituye  autó- 
noma y  rechaza  todo  agente  ó  entidad  superior  y  extrínseca,  legislativa; 
y  como  la  idea  no  es  inmóvil,  sino  expansiva;  ni  egoísta,  sino  esencial- 
mente altruista;  ni  mera  receptora  ó  representación  pasiva  de  su  objeto, 
sino  productora  del  mismo  y  de  su  bondad  intrínseca;  he  ahí  por  qué 
resulta  también  desinteresada. 

Y  ¿cómo  se  introducen  aquí  el  deber  y  la  obligación,  propios  de  la 
moral?  Sencillamente;  el  deber  sale  de  la  idea  del  deber;  ^lla  es  quien  lo 
engendra,  pero  sin  que  la  idea  del  deber  signifique  un  mandato  ni  pre- 
suponga una  obligación  propiamente  dicha.  Esta  moral  no  reconoce  las 
ideas  de  obligación  y  deber  estrictamente  tales  cuales  proclama  la  moral 
tradicional,  ni  admite  el  imperativo  categórico  de  Kant;  en  su  lugar  pone 
el  xúQ^diX-persuasivo.  Porque  bajo  la  acción  impulsiva  del  pensamiento, 
dice  Fouillée,  el  supremo  inteligible  se  transforma  en  supremo  amable, 
y  desde  entonces  decimos  que  él  debe  ser,  que  debe  ser  realizado.  El 
debe  (le  doit)  es  una  idea-fuerza,  la  más  poderosa  de  todas,  y  cuya 
verdad  se  funda  en  otra  realidad,  que  es  el  querer.  De  ahí  que  yo  debo 
signifique  en  el  fondo  yo  quiero...;  más  aún:  yo  debo  significa  también  yo 
quiero  el  deber,  yo  acepto  el  deber,  porque  esto  es  más  conforme  al  ideal- 
supremo  de  mi  voluntad,  de  mi  inteligencia  y  de  mi  sensibilidad.  En 
otros  términos:  la  persuasión,  y  no  la  obligación,  es  el  móvil  de  esta 
moral:  he  ahí  otro  de  los  aspectos  bajo  el  cual  presenta  Fouillée  el  des- 
interés de  su  moral  (2). 

Gustosos  alabamos  en  la  moral  de  las  ideas-fuerzas  el  tesón  con  que 
Fouillée  mantiene  los  derechos  de  la  conciencia  y  de  la  dignidad  perso- 
nal contra  los  que  no  ven  en  el  hombre  más  que  un  producto  de  la 
sociedad;  como  también  es  digno  de  loa  el  que  no  siga  la  corriente 
de  muchos  filósofos  modernos  que  rebajan  el  nivel  y  categoría  de  la 
ética  al  orden  físico  ó  fisiológico.  Lo  que  no  se  puede  aplaudir  es  cierta 
obscuridad  en  que  quedan  envueltos  algunos  pensamientos;  lo  cual  es 


(1)  Morale  des  Ídées-Forces,  París,  1908.  Préface.  M.  Fouillée  reconoce  que  el  sen- 
tido de  estas  fórmulas  queda  algo  obscuro. 

(2)  Fouillée,  í¿?/í/.,  ch.  I,  I-XVIII. 


22  NUEVAS  ORIENTACIONES  DE  LA  MORAL 

bastante  corriente  en  quienes  se  esfuerzan  por  presentar  como  verda^ 
deros  conceptos  que  no  lo  son.  Mucho  menos  se  puede  alabar  la  idea 
fundamental  del  sistema:  es  á  saber,  que  la  idea  de  la  moral  produzca 
ó  realice  la  moral:  esto  no  pasa  de  ser  un  sueño  y  una  fantasía  de  Foui- 
llée.  Él  mismo  confiesa  que  en  la  moral  de  las  ideas-fuerzas  queda  la 
duda  de  cómo  la  idea  puede  tener  ese  poder  objetivo  (1). 

Pero  supongamos  que  estuviera  revestida  de  tan  gran  poder:  ten- 
dríamos tantas  especies  de  moral  como  individuos  hay,  ó  poco  menos, 
por  ser  tan  diferentes  las  ideas  individuales  sobre  la  moral,  sin  que  en 
un  mismo  individuo  sea  tampoco  siempre  la  misma.  Pero  hay  más:  en 
esta  moral  no  puede  haber  libertad,  como  moral  engendrada  en  fuerza 
de  la  idea,  que  es  fatal.  Y  si  Fouillée  nos  responde,  como  responde,  que 
es  libre  bajo  otro  aspecto,  á  saber,  en  cuanto  se  funda  en  la  persuasión 
y  no  en  la  obligación,  podremos  replicar  que  una  moral  apoyada  en  la 
mera  persuasión,  carece  de  sanción  suficiente  para  mantener  en  vigor 
los  principios  de  la  moral.  ¿Quién  será  capaz  de  exigir,  en  nombre  de  la 
sola  persuasión,  el  sacrificio  de  la  vida  ú  otros  grandes  sacrificios,  que, 
de  grado  ó  por  fuerza,  acepta  á  veces  el  hombre  para  no  infringir  la 
ley  moral?  Además,  una  cosa  es  la  idea  y  persuasión  de  la  libertad,  y 
otra  el  hecho  de  la  libertad:  la  primera  no  basta  para  lo  segundo. 

MORAL   SOCIOLÓGICA   Y   SOLIDARIA 

La  moral  de  Fouillée  gravita  demasiado,  como  se  ve,  hacia  la  psico- 
logía; la  de  Durkheim  y  Lévy  Bruhl  queda,  como  veremos,  absorbida  por 
la  sociología.  El  punto  de  partida  de  la  moral  sociológica,  en  sentir  de 
ellos,  que  son  sus  principales  representantes,  es  que  «los  hechos  mora- 
les son  hechos  sociales  y  varían  en  función  de  éstos»  (2).  «Si  se  le  quita 
al  hombre,  dice  Durkheim,  todo  lo  que  recibe  de  la  sociedad,  no  queda 
más  que  un  ser  reducido  á  la  sensación»  (3).  De  ahí  que  para  ellos  la 
vida  moral  comienza  y  termina  donde  comienza  y  termina  la  social,  ó, 
mejor  dicho,  queda  encerrada  dentro  de  ella;  no  existe  otra  moral  que 
la  reclamada  por  el  estado  social  del  tiempo  y  del  medio  en  que  se  vive; 
no  hay  más  autoridad  moral  que  la  misma  sociedad  y  la  conciencia  mo- 
ral colectiva  ó  la  opinión  pública,  y  el  método  moral  se  reduce  á  obser- 
var los  hechos  morales  desde  el  punto  de  vista  meramente  experimen- 
tal. Por  tanto,  la  ciencia  moral  no  debe  en  manera  alguna  investigar  lo 
que  debe  ser,  sino  lo  que  es.  De  ahí  que,  al  preguntarse  cómo  ha  de 
constituirse  la  ciencia  moral,  respondan  los  partidarios  de  la  moral  socio- 
lógica: de  ninguna  manera;  no  hay  problema  moral,  como  no  hay  pro- 


(1)  Fouillée,  1.  c,  pág.  382. 

(2)  Lévy  Bruhl,  La  Morale  el  la  Science  des  moeurs,  pág.  14. 

(3)  Bulletin  de  la  Société  de  Philos.,  Avril,  1906,  pág.  132. 


NUEVAS   ORIENTACIONES  DE   LA   MORAL  23 

blema  físico  ó  problema  fisiológico  (1).  Bastan  estas  líneas  para  sinteti- 
zar la  moral  de  Durkheim  y  Lévy  Bruhl. 

Ahora  bien:  si  es  verdad  que  la  observación  de  los  hechos  en  moral, 
como  en  otras  muchas  ciencias,  es  necesaria,  no  es  posible  conceder 
que  sea  suficiente.  Después  de  los  hechos  vienen  los  juicios  morales; 
dados  los  actos,  ha  de  preguntarse  el  moralista:  ¿por  qué  el  género  hu- 
mano llama  buenos  á  unos  actos  y  malos  á  otros?  ¿Cuál  es  la  norma  de 
esta  clasificación?  ¿Cuál  debe  ser  el  acto  para  ser  moralmente  bueno? 
Es  un  hecho  que  tales  juicios  morales  los  formulan  los  hombres  para 
apreciar  la  conducta  propia  y  la  ajena.  Es,  por  consiguiente,  gratuito  y 
falso  afirmar  que  no  hay  problema  moral.  «Cuando  un  centinela,  por 
ejemplo,  pregunta  Fouillée,  se  halla  en  la  alternativa  de  da;  el  ale-ta, 
exponiéndose  á  un  balazo,  ó  callarse  y  ocultarse  dejando  que  el  ene- 
migo se  apodere  de  la  posición  y  sacrifique  á  sus  camaradas,  ¿no  se 
plantea  un  problema  moral  concreto?»  (2). 

Además,  para  el  carácter  obligatorio  de  las  leyes,  esto  es,  para  obli- 
gar eficazmente  á  su  cumplimiento,  se  requiere  sanción,  ya  que  no  en 
absoluto  y  universalmente,  al  menos  para  la  mayor  parte  de  los  hom- 
bres inclinados  poderosamente  al  mal;  requiérese  un  principio  superior 
capaz  de  obligar  y  exigir  sumisión;  y  para  esto  no  basta  observar  los 
hechos.  La  base  de  esta  obligación  tampoco  puede  ser  la  opinión  colec- 
tiva y  el  estado  social  del  tiempo  en  que  se  vive.  Si  así  fuese,  el  infanti- 
cidio hubiera  sido  moral  en  algunas  tribus  y  épocas;  y  algunos  mons- 
truos de  la  historia,  que  realizaron  verdaderos  horrores,  aplaudidos  por 
la  opinión  pública  de  su  tiempo,  hubieran  sido  más  morales  que  los  hé- 
roes cristianos  que  sucumbieron  resistiendo  á  ella;  serían  más  morales 
que  Jesucristo,  cuya  muerte  fué  juzgada  por  la  opinión  pública  de  su 
tiempo  como  locura  de  la  cruz.  Estas  ideas,  que  ante  el  recto  sentido 
moral  son  verdaderas  aberraciones,  han  sido,  con  todo,  profesadas  por 
los  partidarios  de  esta  moral.  Así,  Mr.  Bayet,  entusiasta  propagandista 
de  ella,  afirma  expresamente:  «Las  formas  que  reviste  la  idea  del  bien 
son  múltiples,  contradictorias  y  cambiantes.  El  bien  es  en  cada  país,  en 
cada  instante,  lo  que  las  conciencias  colectivas,  implícita  ó  explícita- 
mente juzgan  ser  bueno...  El  bien  es  hoy  lo  que  las  conciencias  colecti- 
vas juzgan  ser  bueno;  será  mañana  lo  que  mañana  juzgarán  ser 
bueno»  (3).  No  necesita  comentarios  (4). 

Otro  de  los  graves  defectos  de  esta  hipótesis  es  identificar  la  socie- 


(1)  Lévy  Bruhl,  ibid.,  pág.  263. 

(2)  Los  elementos  sociológicos  de  la  Moral,  versión  castellana,  Madrid,  1908,  pá- 
gina 299. 

(3)  L'idée  de  Bien,  París,  1903,  pág.  228. 

(4)  Véase,  si  se  quiere,  Razón  y  Fe,  Mayo  de  1909,  «La  moral  evangélica»,  donde  se 
demostró  la  inmutabilidad  de  la  moral. 


»24  NUEVAS   ORIENTACIONES  DE   LA   MORAL 

dad  con  un  organismo,  y  al  individuo  con  una  célula.  Pero,  aunque  ofre- 
cen algunas  semejanzas,  las  diferencias  son  demasiado  grandes  para 
que  se  les  pueda  confundir.  Porque,  como  dice  el  mismo  Spencer,  la 
sociedad  ó  el  organismo  social  no  posee  una  conciencia  colectiva,  un 
sensorium  commune,  no  tiene  más  conciencia  ni  más  sensación  que  la 
de  sus  individuos;  el  centro  psíquico  se  halla  en  cada  una  de  las  unida- 
des, no  en  el  todo;  ó,  como  dice  Hoffding,  en  el  organismo  social  son 
los  individuos,  y  en  el  organismo  viviente  son  los  órganos  centrales  los 
, que  experimentan  el  placer  y  el  dolor.  Por  otra  parte,  las  células  que 
.constituyen  el  organismo  de  un  hombre  no  tienen  aisladas,  sino  por  su 
unión  con  el  conjunto,  vida  propia,  mientras  que  el  hombre  la  posee  por 
sí  mismo.  Mas,  si  el  hombre  no  fuera  propiamente  más  que  una  célula 
del  organismo  social,  desaparecerían  los  derechos  y  deberes  individua- 
les, siendo  así  que  en  el  orden  genético  y  cronológico  son  antes  los  de- 
rechos y  deberes  individuales  que  los  de  la  sociedad.  Ni  ¿quién  puede 
negar  que  la  misma  perfección  social  resulta  de  la  perfección  de  los  in- 
dividuos? 

* 

*  * 

No  son  pocos  los  escritores  que  barajan  indistintamente  los  nombres 
de  los  que  enseñan  la  moral  sociológica  con  los  que  figuran  al  frente  de 
la  moral  solidaria;  pero  los  principales  representantes  de  ésta  son:  M.  Bou- 
glé  y  M.  Bourgeois.  La  doctrina  del  primero  puede  resumirse  en  estas 
tres  proposiciones:  1."  «La  moral  solidaria  no  es  metafísica  ni  confesio- 
nal.» 2.""  «Así  como  en  la  ley  de  la  gravitación  buscamos  el  modo  de 
establecer  el  equilibrio  de  nuestros  edificios  materiales,  así  en  la  ley  de 
la  solidaridad  es  donde  hemos  de  buscar  el  medio  de  poner  en  equili- 
brio las  cosas  morales  y  sociales;  es  decir,  la  justicia.»  3.""  La  solidari- 
dad es  la  expresión  de  un  «deber  que  todo  hombre  tiene  en  presencia 
de  sus  semejantes,  de  un  deber  más  lato  (étendu)  que  el  deber  de  justi- 
cia, pero  más  riguroso  y  más  obligatorio  que  el  deber  de  caridad»  (1). 

Esta  doctrina  ha  sido  erigida  en  sistema  por  M.  Bourgeois.  He  aquí 
sus  principios  fundamentales.  La  solidaridad  es  un  hecho,  así  entre  las 
células  que  componen  el  individuo  como  entre  los  individuos  que  for- 
man el  cuerpo  social,  la  solidaridad  en  el  tiempo  y  en  el  espacio,  con 
nuestros  contemporáneos  y  nuestros  abuelos.  «La  solidaridad  aparece 
•  én  todas  partes»  (2),  dice  M.  Izoulet  en  Biología,  con  el  nombre  de  inter- 
dependencia de  las  células;  en  Sociología,  con  el  de  interdependencia 
de  los  seres  humanos;  y  en  el  mismo  sentido  añade  M.  Bouglé:  «Econo- 
mía política  y  Biología  mezclan  sus  aguas  en  el  solidarismo*  (3) 


(1)  Bouglé,  Essai  d'une  philosophie  de  la  solidante,  pág.  234. 

(2)  Izoulet,  Cité  moderne,  pág.  443. 

(3)  Le  Solidarisme,  1907,  pág.  15. 


NUEVAS  ORIENTACIONES  DE   LA  MORAL  25 

Este  hecho  del  solidarismo  moral  se  apoya,  al  decir  de  sus  patronos, 
en  la  hipótesis  de  la  deuda  social  y  del  casi-contrato.  He  aquí  por  qué. 
El  hombre  es  deudor  á  sus  antepasados,  porque,  cuando  se  presenta  en 
la  escena  de  la  vida  goza  de  un  gran  capital  acumulado  por  las  genera- 
ciones que  le  precedieron.  Es  deudor  á  sus  contemporáneos,  porque  el 
hombre  es  un  ser  social,  y  la  asociación  supone  un  cambio  continuo  de 
servicios.  Es  deudor  á  las  generaciones  futuras,  porque  como  la  huma- 
nidad no  trabaja  sólo  por  cada  uno  de  nosotros,  tenemos  el  deber  de 
conservar  y  aun  de  aumentar  y  transmitir  á  los  venideros  nuestro  capi- 
tal. «Las  aptitudes  de  nuestro  cuerpo,  los  instintos...,  las  palabras  de  que 
nos  servimos...,  todo  eso  es  la  obra  lenta  del  pasado,  se  halla  á  nuestra 
disposición  y  se  nos  incorpora.  Desde  el  momento  en  que  el  niño  es  un 
ser  distinto,  es  un  deudor...  Deuda  es  su  sustento...  Deuda  su  lenguaje... 
Deuda  el  libro  y  la  herramienta...  Y  cuanto  más  avance  en  la  vida,  más 
crecerá  su  deuda...»  (1).  He  ahí  la  deuda  social.  ¿Dónde  está  el  casi-con- 
trato? El  hombre,  por  el  mero  hecho  de  aprovecharse  de  las  ventajas  de 
la  sociedad,  acepta  implícitamente  sus  cargos.  ¿Es  este  un  contrato? 
Expreso  no,  pero  sí  presunto.  Porque  suponiendo  que  los  hombres  al 
nacer  pudieran  entenderse  para  regular  las  condiciones  del  contrato,  lo 
harían  en  el  sentido  indicado:  tal  es  el  casi-contrato  de  los  solidaristas. 
¿Y  en  qué  grado  obliga?  Menos  que  la  justicia  y  más  que  la  caridad.  Es 
un  deber  más  extenso  que  el  de  justicia,  y  más  riguroso  que  el  de  la  ca- 
ridad; un  deber  tal,  que  la  sociedad  puede  prescribirlo  y  sancionar  su 
ejecución. 

No  cabe  duda  de  que  hay  algo  de  verdad  en  esta  teoría.  La  solidari- 
dad bien  entendida  es  un  hecho  comprobado.  En  muchos  órdenes  de 
vida  son  los  unos  solidarios  de  los  otros.  En  Biología  las  células  son 
solidarias  entre  sí,  dividiéndose  el  trabajo  y  conspirando  juntas  á  la  for- 
mación del  organismo;  en  Fisiología  se  observa  lo  mismo:  «el  borracho 
de  la  comedia  dejefferson,  dice  W.  James,  á  cada  nueva  recaída  en  su 
vicio  se  excusa  diciendo:  ¡esta  vez  no  se  cuenta!...;  pero  resulta  contada 
de  todos  modos,  porque  en  el  fondo,  entre  sus  células  y  fibras  nerviosas, 
las  moléculas  la  cuentan,  la  registran  y  la  almacenan  para  servirse  de 
ella  contra  él  á  la  primera  ocasión  en  que  la  tentación  se  reproduz- 
ca...» (2).  En  Economía  las  horas  de  trabajo  y  los  salarios  de  un  país 
influyen  en  otro,  y  en  Moral  todo  acto  de  virtud  produce,  como  dice 
Fonsegrive,  una  onda  de  bien  que  en  círculos  concéntricos  se  va  extea- 
diendo  por  la  humanidad.  ¿Dónde  se  podrá  encontrar  solidaridad  más 
perfecta  que  en  la  Iglesia  católica?  ¿No  es  ella  la  que,  al  decir  de  Mas- 
sillón  (Sermón  sobre  el  perdón  de  las  injurias),  hace  de  los  cristianos 
«los  miembros  de  un  mismo  cuerpo,  los  hijos  de  un  mismo  Padre,  los 


(1)  Bourgeois,  So/ManYé,  pág.  118. 

(2)  W.  Jamas,  Los  ideales  de  la  vida,  trad.  cast.,  1904,  t.  II,  pág.  67, 


26  NUEVAS  ORIENTACIONES  DE   LA    MORAL 

herederos  de  un  mismo  reino,  las  piedras  de  un  mismo  edificio,  las  partes 
de  un  mismo  todo»?  «La  carmelita  descalza,  añade  Brunetiére,  que  llora 
en  su  convento  por  los  pecados  del  mundo,  los  destruye.  El  fraile  que 
mendiga  por  los  caminos,  rescata  á  la  mujer  adúltera  con  el  precio  de  las 
humillaciones  que  padece.  Se  establece  en  la  sociedad  católica  una  cir- 
culación de  perpetua  caridad.  Los  vivos  rezan  por  los  muertos,  los  muer- 
tos interceden  por  los  vivos...  Y  del  centro  á  la  circunferencia  de  ese 
círculo  infinito...  no  hay  nadie  en  quien  no  repercutan  para  herirle  los 
pecados  y  para  consolarle  los  méritos  de  las  demás»  (1).  Magnífica 
demostración  de  la  solidaridad  cristiana  es  la  Comunión  de  los  San- 
tos,  y  una  de  las  verdades  más  profundas  de  la  misma  es  el  dogma 
del  pecado  original  y  el  de  la  justificación,  verdad  expresada  por  San 
Pablo,  cuando  dice:  «Todos  nosotros  somos  miembros  de  un  solo 
cuerpo...  Así  como  por  la  caída  de  uno  solo  todos  los  hombres  cayeron 
en  la  condenación,  así  reciben  todos  su  justificación  por  la  justicia  de  uno 
solo.  Así  como  todos  mueren  en  Adán,  así  reviven  todos  en  Cristo.» 

Pero  la  moral  solidaria  de  Bouglé  y  de  Bourgeois  adolece  de  graves 
defectos. 

Ante  todo,  la  moral  solidaria  en  boca  de  sus  patronos  tiene  una 
significación  equívoca  ó  ambigua.  «Puesto  que  somos  solidarios,  sacri- 
fiquémonos los  unos  por  los  otros,  dirán  los  altruistas;  puesto  que  somos 
solidarios,  sirvámonos  de  los  otros  en  beneficio  nuestro,  dirán  á  su  vez 
los  egoístas»  (2).  Por  eso  dice  P.  Burean  que  la  tal  solidaridad  «se  presta 
lo  mismo  á  las  combinaciones  ingeniosas  del  sacrificio  y  del  amor,  que 
á  los  cálculos  cínicos  del  egoísmo»  (3).  Claro  está  que  la  solidaridad  de 
suyo  parece  indicar  la  idea  de  altruismo;  pero  en  las  miras  de  los  que  se 
llaman  solidarios  entra  también  el  egoísmo:  lo  dice  la  experiencia. 

Concedida  su  parte  de  verdad  á  la  solidaridad  como  hecho,  hay  que 
negársela  á  la  solidaridad  como  deber,  porque  ni  la  pretendida  deuda 
social  ni  el  llamado  casi-contrato  son  bastantes  á  transformar  el  hecho 
de  la  solidaridad  en  deber  de  la  solidaridad.  Toda  deuda  supone  moral 
y  jurídicamente  un  acreedor;  y  pregunta  Brunetiére:  «¿Dónde  están  los 
herederos  de  Gutenberg  y  los  derechohabientes  de  Stephenson?  Á 
falta  de  ellos,  ¿quién  tiene  derecho  á  cobrar  ese  crédito?»  No  se  puede 
señalar  el  heredero,  á  no  ser  que  se  diga  que  lo  somos  todos  y  ninguno; 
pero  siempre  será  imposible  determinar  nuestra  parte  de  deuda  y  nues- 
tra parte  de  crédito.  Ni  la  deuda  de  la  sociedad  á  los  grandes  bienhecho- 
res de  ella  por  su  santidad,  ciencia  ó  heroísmo  es  deuda  legal  ó  de  jus- 
ticia; significa  tan  sólo  deuda  de  gratitud,  admiración  ó  reconocimiento. 

Otro  tanto  se  puede  decir  del  casi-contrato.  Éste,  así  en  Moral  como 


(1)  J.  Brunetiére,  La  Science  et  la  religión,  pág.  82. 

(2)  Palabras  de  M.  Fouillée.  Los  elementos  sociológicos  de  la  Moral,  pág.  381. 

(3)  Paul  Bureau,  La  crise  morale  des  temps  nouveaux,  1907,  ch.  IX. 


NUEVAS  ORIENTACIONES  DE   LA  MORAL  27 

en  Derecho,  no  tiene  significación  ni  valor  si  no  recae  sobre  hechos  vo- 
luntarios de  los  contrayentes.  El  hombre,  ni  nace  libremente  ni  acepta 
libremente  el  compromiso  que  proponen  los  solidaristas,  y  de  muchos  se 
presume  que  lo  rechazarían^,  especialmente  aquellos  que  reciben  de  sus 
padres  una  naturaleza  enclenque  ó  viciada,  ó  una  posición  sumida  en  la 
miseria.  De  modo  que  la  solidaridad  en  muchos  casos  podrá  ser  un 
hecho,  pero  en  la  acepción  de  sus  patronos  está  lejos  de  ser  un  derecho 
ó  un  deber.  «El  odio  y  la  tiranía,  dice  Seailles,  son  formas  de  la  solidari- 
dad, como  lo  son  la  concordia  y  el  amor»  (1).  Por  eso  la  solidaridad,  eri 
vez  de  ser  norma  de  conducta,  en  vez  de  ser  un  deber,  nos  pone  á  veces 
en  la  obligación  de  oponernos  á  ella  y  de  no  aceptarla  en  modo  alguno, 
como  en  los  casos  de  odio  y  de  tiranía.  Esto  sin  contar  con  que  los  par- 
tidarios de  la  moral  solidaria  la  exageran,  aun  como  hecho,  negando  la 
libertad  >  ligando  con  los  lazos  del  determinismo  el  influjo  mutuo  de 
las  acciones  solidarias.  Este  determinismo,  por  otra  parte,  no  basta  para 
establecer  la  obligación  moral  ó  el  deber;  porque  el  deber  de  la  solida- 
ridad, como  todo  deber,  supone  una  ley  superior  al  hombre,  según  se  verá 
en  el  párrafo  siguiente. 

MORAL    CIENTÍFICA 

Así  como  Fouillée  sustituye  la  idea  de  deber  con  la  de  ideal  persua- 
sivo, así  otros  la  reemplazan  con  la  de  algún  principio  estético,  ó  la  de- 
claran incomprensible  ó  adulteran  su  concepto:  tales  son  los  que  han 
dado  á  su  Ética  el  nombre  de  moral  científica.  ¡Como  si  la  Ética,  si  ver- 
daderamente es  tal,  pudiera  no  ser  científica!  Pero  ya  se  ve  en  qué  sen- 
tido toman  ellos  la  palabra  ciencia,  para  quienes  no  hay  más  ciencia  que 
la  positivista  ó  meramente  experimental.  La  moral,  pues,  llamada  cien- 
tífica es  un  legado  del  positivismo,  el  cual,  si  como  sistema  y  como 
forma  de  doctrina  ha  pasado  de  moda,  ha  dejado  en  herencia  su  espí- 
ritu, que  vive  y  palpita  en  muchas  concepciones  modernas. 

M.  Gaultier,  después  de  relegar  al  olvido,  así  el  imperativo  categórico 
como  la  idea  del  deber  y  de  la  obligación,  pregunta:  ¿cuál  ha  de  ser  la 
base  del  nuevo  edificio  moral?  Y  responde:  «este  principio  ha  de  ser  de 
naturaleza  y  sentido  estético,  el  placer  causado  por  la  consideración  de 
cualquier  suceso  de  la  naturaleza,  independiente  del  placer  sensual  é  in- 
teresado» (2). 

Otros  admiten  la  idea  de  obligación  y  de  deber,  pero  la  interpretan 
mal,  diciendo  que  yo  debo  significa  yo  estoy  dispuesto,  pronto  á  deter- 
minarme, á  punto  de  hacer.  M.  Guyau  se  atreve  á  negarla,  pretendiendo 


(1)  Gabriel  Seailles,  Les  affirmations  de  la  Conscience  moderne,  1903,  pág.  182. 

(2)  Veas 2  en  Rev.  Augustinienne,  15  de  Junio  de  1905,  el  juicio  d¿  la  obra  Les  Rai- 
sons  de  l'idéalisme,  par  J.  de  Gaultier. 


28  NUEVAS  ORIENTACIONES  DE  LA   MORAL 

fundar  una  moral  sin  obligación  y  sin  sanción,  y  M.  Bayet  llega  á  afir- 
mar que  la  idea  del  deber  se  ha  hecho  incomprensible  (1). 

Ahora  bien:  una  de  las  ideas  fundamentales  de  la  moral  es  la  idea  de 
la  obligación  y  del  deber:  «bueno,  malo,  virtud,  vicio,  lícito,  ilícito,  de- 
recho, deberj  obligación...,  son  palabras  que  emplea  el  ignorante  como 
el  sabio  en  todos  tiempos  y  países,  y  este  lenguaje  es  perfectamente 
entendido  por  todo  el  linaje  humano,  sean  cuales  fueren  las  diferencias 
en  cuanto  á  la  aplicación  del  significado  á  casos  especiales»  (2),  El 
concepto  de  obligación,  como  el  mismo  nombre  lo  dice,  envuelve  un  lazo 
ó  vínculo,  y  así  la  concibe  todo  el  mundo,  y  si  es  así,  no  se  podrá  encon- 
trar en  el  hombre  mismo  la  razón  última  de  la  obligación.  ¿Cómo  ha  de 
ser  el  hombre  la  razón  última  de  un  vínculo  que  á  él  mismo  se  le  im- 
pone? Si  la  obligación  procediese  del  hombre  ó  de  otro  inferior  á  él, 
¿por  qué  razón  no  habría  de  poder  violarla?  Y  caso  de  que  pudiera  vio- 
lar la  obligación,  la  obligación  no  sería  tal.  Por  tanto,  1^  obligación  se 
presenta  al  hombre  con  carácter  de  necesidad  moral  y  de  superioridad. 

Como  los  fenómenos  físicos  están  sujetos  á  sus  respectivas  leyes,  así 
nuestros  actos  morales  obligatorios  lo  están  á  leyes  morales.  La  diferen- 
cia está  en  que  la  naturaleza  física  no  depende  de  nosotros,  y  no  la  po- 
demos alterar;  el  cumplimiento  de  la  moral,  sí,  ya  que  podemos  infringir 
la  ley.  Alguien  ha  dicho  que  una  ley  que  se  infringe  no  es  ley,  no  es  ex- 
presión de  una  obligación;  mas  no  es  así.  La  infracción  deja  intacta  la 
naturaleza  é  inmutabilidad  de  la  ley  moral.  El  que  comete,  v.  gr.,  un  adul- 
terio, infringe  la  ley  moral,  es  decir,  no  la  cumple  en  el  orden  de  los 
hechos;  pero  no  la  quebranta  en  el  sentido  de  que  con  la  infracción  haya 
cesado  en  aquel  momento  de  regir  la  ley  contra  el  adulterio.  Cierto  que 
la  derogación  de  la  ley  física  es  imposible  por  un  agente  ó  fuerza  del 
mismo  orden,  porque  la  ley  se  funda  en  la  necesidad  del  orden  físico, 
mientras  que  la  infracción  de  la  ley  moral  es  y  tiene  que  ser  físicamente 
posible,  porque  la  ley  moral  se  funda  ó  presupone  la  libertad;  pero  no  le 
es  permitido  al  hombre  infringirla;  le  está  positivamente  prohibido,  obli- 
gado como  está  á  guardar  el  orden  moral  impuesto  por  una  voluntad 
superior,  es  decir,  por  Dios. 

Porque  como  la  voluntad  divina  al  crear  al  hombre  le  asignara  un 
fin  proporcionado  á  su  naturaleza  específica,  dióle  ipso  fado  una  regla 
para  sus  acciones,  y  el  hombre  está  obligado  á  proceder  según  esa  regla, 
ó  sea,  conforme  á  su  naturaleza  específica.  Esta  voluntad  superior,  divina 
es  inviolable,  debe  ser  respetada.  He  ahí  cómo  el  deber  moral  significa 
«sujeción  de  la  criatura  libre  al  orden  moral»  (3)  establecido  por  Dios. 

Por  tanto,  así  la  idea  de  obligación  como  la  del  deber  suponen  en  el 


(1)  Guyau,  (.a  Morale  scientifigue,  pág.  119. 

(2)  Balmes,£f /ca,  c.  1. 

(3)  Balmes,  ibid.,  p.  56. 


NUEVAS  ORIENTACIONES  DE   LA   MORAL  29 

hombre  una  ley  que  le  sujeta,  como  expresión  de  una  voluntad  superior, 
de  una  autoridad  soberana,  de  un  legislador  invisible,  que  no  es  ni  puede 
ser  otro  que  Dios,  que  habla  en  la  razón  y  en  la  conciencia  del  hom- 
bre. De  Él  recibe  órdenes  á  que  no  puede  faltar  sin  faltar  á  su  deber.  Y 
para  evitar  toda  duda,  todo  equívoco,  el  mismo  Dios  se  ha  dignado  for- 
mular en  el  Decálogo  los  deberes  esenciales  del  hombre  para  con  Dios, 
para  consigo  y  para  con  el  prójimo.  Estas  leyes  del  Decálogo  constitu- 
yen el  Código  de  la  moral  natural.  Ellas  son  obligatorias,  porque  son 
expresión  de  la  voluntad  divina,  que  tiene  derecho  absoluto,  esencial, 
incondicional  de  mandar  á  su  criatura.  Ellas  son  universales,  porque  se 
imponen  á  todos  los  hombres  sin  excepción.  Ellas  son  inmutables,  según 
se  dijo  en  otro  número  de  la  Revista  (1). 

De  lo  dicho  se  desprende  claramente:  1.°,  que  las  ideas  de  obligación 
y  del  deber  son  fundamentales  y  necesarias  para  constituir  el  orden  mo- 
ral y  la  Ética;  2.°,  que  no  son  ideas  incomprensibles;  S."",  que  la  idea  de 
obligación  no  se  ha  de  confundir  con  la  de  estar  dispuesto  ó  pronto  á 
hacer  una  cosa;  4.°,  que  la  razón  última  de  la  obligación  moral  no  se  ha 
de  buscar  en  el  hombre,  sino  en  una  voluntad  superior  á  él,  en  Dios.  De 
donde  se  infiere  á  su  vez, que  la  moral  llamada  científica  está  muy  lejos 
de  ser  científica  ó  racional  y  de  ser  la  expresión  de  una  verdadera  moral. 
Esto,  considerado  el  aspecto  de  obligación  y  de  deber;  que  si  nos  fijára- 
mos en  la  falta  de  sanción  suficiente  que  presenta  dicha  moral,  sacaría- 
mos la  misma  conclusión.  Porque  negar  toda  sanción  ó  contentarse  con 
un  principio  de  placer  estético  para  exigir  en  su  nombre  el  cumplimiento 
de  los  grandes  preceptos,  es  desconocer  por  completo  la  naturaleza  de 
la  moral  y  del  hombre,  tan  inclinado  al  mal. 

Además  la  moral  científica,  contenta  con  su  ciencia,  es  decir,  con  la 
positivista,  se  limita  á  observar  los  hechos,  los  actos  en  sí,  sin  cuidarse 
para  nada  de  la  intención  con  que  se  ejecutan  los  actos,  y  confiesa  ade- 
más paladinamente  su  impotencia  para  resolver  el  problema  relativo  al 
destino  del  hombre.  Ahora  bien:  sin  la  intención  no  se  puede  apreciar  la 
responsabilidad  moral  y  jurídica,  y  el  destino  final  del  hombre  es  una  de 
las  cuestiones  más  fundamentales  de  la  moral.  Respecto  de  esto  último, 
hasta  el  mismo  Renán  está  en  contra  de  la  moral  científica,  cuando  dice: 
«Estoy  más  convencido  que  nunca  de  que  la  vida  moral  tiene  un  fin  su- 
perior... Desde  el  momento  en  que  el  sacrificio  se  convierte  en  deber,  ya 
no  veo  límites  en  el  horizonte  que  se  abre  ante  mí.  Como  los  perfumes 
de  las  islas  del  mar  Eritreo  que  vagaban  sobre  la  superficie  de  los  mares 
y  caminaban  delante  de  los  barcos,  ese  instinto  divino  es  para  mí  un 
augurio  de  una  tierra  desconocida  y  un  mensajero  de  lo  infinito.»  No 
tratamos  ahora  de  probar  la  vida  futura  y  la  inmortalidad  del  alma,  que 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  Mayo  de  1909:  «La  Moral  evangélica  y  la  Moral  del  moder- 
nismo». 


30  NUEVAS  ORIENTACIONES  DE  LA  MORAL 

es  cuestión  psicológica;  lo  que  decimos  es  que  el  hombre  no  puede  ne- 
garse á  investigar  cuál  es  su  destino  final,  y  que  la  moral  que  se  declara 
impotente  para  resolver  ese  gran  problema  no  merece  en  modo  alguno 
llamarse  científica.  Cuánto  más  sublime  aparece  aquí  la  Ética  tradicio- 
nal y  cristiana,  que  demuestra  y  resuelve  sin  vacilaciones  que  el  hombre 
viene  de  Dios  y  vuelve  á  Él  para  vivir  una  vida  futura  é  inmortal  san- 
cionada con  premios  y  castigos  correspondientes  á  los  méritos  ó  demé- 
ritos contraídos  por  él  en  esta  vida. 

AMORALISMO  É  INMORALISMO 

De  suprimir  ó  adulterar  la  verdadera  idea  del  deber  y  de  la  obliga- 
ción moral  á  negar  la  idea  misma  de  la  moral  no  hay  más  que  un  paso, 
y  este  paso  lo  han  dado  los  partidarios  del  amoralismo  moderno.  El 
amoralismo  ha  revestido  dos  formas,  la  de  hedonismo  y  la  de  voluntad 
de  potencia.  El  hedonismo,  psicológicamente  considerado,  se  levanta  so- 
bre estas  dos  bases:  1.^  que  el  placer  es  el  único  objeto  final  de  nuestra 
actividad;  2.^  que  él  es  su  único  motor  inicial.  En  conformidad  con  ellas 
el  hedonismo  ético  erige  en  sistema  la  doctrina  del  placer,  como  único 
valor  de  las  acciones  voluntarias,  como  único  fin  que  debe  pretender  la 
voluntad.  De  ahí  las  dos  consecuencias,  que  son  como  la  expresión  de 
esta  hipótesis:  Nada  en  el  mundo  tiene  ni  puede  tener  valor  antes  de 
haber  producido  alguna  sensación  de  goce,  algún  sentimiento  de  alegría. 
Todo  valor  asignado  á  un  objeto  ó  á  una  acción  representa  un  placer  ó 
actual  ó  pasado,  ó  la  anticipación  de  un  goce  futuro.  Esta  forma  de  amo- 
ralismo es  antigua  y  muy  conocida,  y  ha  sido  mil  veces  refutada. 

El  nuevo  aspecto  de  amoralismo  es  el  que  lleva  el  nombre  de  «volun- 
tad de  potencia» .  Fouillée,  uno  de  los  que  más  detenidamente  lo  han  estu- 
diado y  refutado,  lo  atribuye  principalmente  á  Nietzsche  (1).  El  amora- 
lismo de  Nietzsche  ofrece  tres  aspectos:  metafísico,  psicológico  y  moral; 
la  brevedad  y  el  fin  que  nos  hemos  propuesto  en  este  artículo  nos  obligan 


(1)  La  filosofía  de  Nietzsche  ha  sufrido  varias  transformaciones.  La  primera,  bajo  la 
inmediata  influencia  de  Schopenhauer,  se  contiene  principalmente  en  sus  libros:  El 
nacimiento  de  la  tragedia,  Las  consideraciones  inactuales,  Schopenhauer  como  edu- 
cador. La  S2s:un.ia  (1375-1879)  está  expresada  en  su  obra  positivista,  titulada  Humano, 
demasiado  humano.  La  tercera  0880-1884)  está  sintetizada  en  Aurora,  Asi  habla  Zara- 
tustra,  Pensamientos  sobre  el  retorno  de  lo  semejante  y  La  gaya  ciencia,  en  que  apa- 
rece fenomenista  metafisico  á  lo  Taine.  La  cuarta  (1885-1889)  no  expresa  propiamente  una 
transformación,  sino  una  expresión  sistemática  y  completa  de  su  doctrina.  A  este  pe- 
fíodo  pertenecen:  Mis  allá  del  bien  y  del  mal.  La  genealogía  de  la  moral,  La  voluntad 
depotencia  y  el  Antecristo.  El  último  periodo  de  Nietzsche  representa  el  abandono  de 
la  teoría  del  superhomo,  que  no  significa  ya  una  especie  verdadera  nente  sobrehumana 
superhominem,  sino  solamente  una  humanidad  más  fuerte  y  dominadora.  Véase  Foui- 
llée, El  Moralismo  de  Kant  y  el  Amoralismo  contemporáneo,  versión  castellana  de 
González  Carreño,  1908. 


NUEVAS   ORIENTACIONES  DE   LA   MORAL  31 

á  ceñirnos  al  último  aspecto.  Nietzsche  rechaza  el  hedonismo  y  lo  susti- 
tuye con  la  «expansión  de  la  potencia».  «¿Por  qué,  pregunta  Nietzsche, 
luchan  entre  sí  los  árboles  de  una  floresta  virgen?  ¿Luchan  acaso  por  la 
felicidad?  No,  luchan  por  la  potencia.»  Y  añade:  «Lo  que  el  hombre  quiere, 
lo  que  quiere  la  más  pequeña  porción  del  organismo  viviente,  no  es  sino 
un  aumento  de  potencia.»  «El  tener  fines  é  intenciones,  el  querer,  en 
suma,  equivale  á  querer  ser  más  potente»  (1).  Esta  es  la  idea  directriz 
del  amoralismo  de  Nietzsche.  Alrededor  de  ella  agrupa  unas  cuantas 
ideas  formando  una  amalgama  con  las  de  Schopenhauer,  de  Herbart,  de 
W.  James  y  de  Fouillée.  «El  placer,  dice,  no  es  más  que  el  síntoma  del 
sentimiento  que  ha  alcanzado  la  potencia.»  Con  esto  y  con  que  la  «vo- 
luntad de  poder»  reemplace  á  la  «voluntad  de  vivir»,  ya  aparece  un 
aspecto  del  voluntarismo  de  Schopenhauer».  «El  placer,  añade,  es  la 
percepción  de  una  diferencia»,  y  el  dolor  un  obstáculo,  un  juicio  nocivo: 
he  ahí  también  un  aspecto  del  intelectualismo  de  Herbart.  Pretender, 
como  pretende,  que  la  idea  de  lo  nocivo  es  la  que  causa  el  dolor,  mas  no 
viceversa,  que  del  dolor  surge  la  idea  de  lo  nocivo,  se  parece  mucho  á 
la  hipótesis  de  W.  James,  según  el  cual  no  lloramos  porque  sentimos 
dolor,  sino  que  sentimos  dolor  porque  lloramos.  Querer  «edificar,  como 
el  dice,  un  orden  moral  sobre  una  escala  graduada  de  las  fuerzas»,  ó 
cotizar  todos  los  valores  morales  por  el  grado  que  ocupan  en  la  escala 
de  las  potencias  y  de  las  fuerzas,  se  asemeja  no  poco  á  la  hipótesis  de 
las  ideas-fuerzas  de  Fouillée;  es,  como  se  lo  dice  el  mismo  Fouillée,  «vol- 
ver por  todos  los  caminos  á  su  ley  de  las  ¿deas-fuerzas». 

Dejando  á  un  lado  la  síntesis  de  las  ideas  de  Nietzsche  sobre  la  gene- 
ración y  la  vida,  que  está  saturada  de  un  crudo  materialismo,  y  viniendo 
á  las  consecuencias  amoralistas  de  su  doctrina,  establece  en  el  orden 
que  sigue  estas  afirmaciones,  que  no  necesitan  comentarios:  1.^  Que  no 
debe  condenarse  naí/a.  Partiendo  del  fatalismo  y  determinismo  universal, 
«en  el  que  todo  se  encadena  de  una  manera  absoluta»,  afirma  que  conde- 
nar alguna  cosa  sería  condenarlo  todo;  condenar  un  parricidio  sería 
condenar  la  naturaleza  entera.  2.^  Refiriéndolo  todo  á  la  voluntad  de 
potencia,  ó  á  una  misma  potencia  de  energía  inicial,  establece  que  los 
actos  buenos  y  malos  tienen  el  mismo  valor.  \Como  si  en  los  actos  buenos 
y  malos  sólo  se  atendiera  al  gasto  de  fuerzas  musculares  ó  á  las  ca- 
lorías que  produce  en  el  organismo  un  esfuerzo  masó  menos  enérgico  de 
la  voluntad!  De  ahí  pasa  á  la  tercera  afirmación,  que  es  más  extravagante 
aún,  cuando  dice:  «la  moral  es  toda  ella  tan  inmoral  como  cualquiera  otra 
cosa»;  la  moralidad  es  una  forma  de  inmoralidad,  ó  lo  que  es  lo  mismo, 
que  el  ser  justo,  por  ejemplo,  es  ser  inmoral.  Y  se  lanza  á  velas  desple- 
gadas en  medio  del  inmoralismo  cuando  proclama  que  el  progreso  tiende 
hacia  la  inmoralidad.  Avanzando  un  poco  más,  hace  la  cuarta  afirmación 


(1)    Nietzsche,  Volonté  de  puissance,  II,  pág.  302  y  sig. 


32  NUEVAS   ORIENTACIONES  DE   LA   MORAL 

la  condenación  del  hombre  bueno.  El  hombre  bueno,  dice,  inventa  acciones 
que  no  existen:  las  acciones  santas,  las  no  egoístas;  inventa  facultades 
que  no  existen:  el  alma,  el  espíritu,  el  libre  albedrío;  inventa  seres  que 
no  existen:  los  santos.  Dios,  los  ángeles;  inventa  un  orden  de  aconteci- 
mientos que  no  existe:  el  orden  moral,  con  la  recompensa  y  el  castigo. 
Cierra  esta  serie  de  errores  y  horrores  con  la  quinta  y  última  afirmación, 
que  es  la  apoteosis  del  hombre  malo.  «Al  hacer  más  malo  al  hombre,  dice 
Nietzsche,  se  le  hace  mejor.»  Que  es  como  decir:  criad  Nerones  y  ten- 
dréis Vicentes  de  Paúl.  Doctrina  es  ésta  en  que,  más  que  los  errores,  que 
son  gravísimos,  aparece  el  desequilibrio  intelectual  del  autor.  Verdad 
es  que  Nietzsche  se  limita  á  meras  afirmaciones,  y,  como  dice  Fouillée, 
«desde  el  momento  en  que  se  oprime  un  poco  un  pensamiento  de 
Nietzsche,  estalla  como  una  burbuja  de  jabón»  (1). 

* 
*  * 

Como  sea  verdad,  y  verdad  muy  comprobada,  que  abyssus  abyssum 
invocat,  no  parecerá  extraño  que  del  amoralismo  se  haya  pasado  al  in- 
moralismo.  Dicho  se  está  que  no  vamos  á  examinar  aquí  la  naturaleza  de 
la  inmoralidad,  sino  que  vamos  á  considerar  el  inmoraüsmo  bajo  otro  as- 
pecto. M.  Palante,  colocándose  en  el  punto  de  vista  del  influjo  que  la 
moral  puede  ejercer  en  la  conducta  humana,  distingue  dos  tipos  de  inmo- 
raüsmo. Consiste  el  primero  en  suponer  que  ese  influjo,  si  no  es  del  todo 
nulo,  es  al  menos  muy  débil;  al  segundo,  por  el  contrario,  le  atribuye  un 
influjo  poderoso,  casi  tiránico  y  odioso  (2). 

En  cuanto  al  primer  tipo,  el  filósofo  francés  Bayle  escribía  en  1862 
que  la  moral  ejerce  tan  insignificante  influjo  en  el  hombre,  que  éste  hace 
siempre  aquello  á  que  su  temperamento  le  incita  (3).  Fourier  opina  que 
la  moral  nada  contribuye  á  dominar  los  vicios.  «La  moral,  dice,  cuando 
manda  á  las  pasiones  se  puede  comparar  al  jefe  bárbaro  á  quien  el  Rey 
de  Inglaterra  hizo  esta  pregunta:  «¿Os  obedece  bien  vuestra  gente?»  El 
jefe  respondió:  «¿Por  qué  no,  si  yo  les  obedezco  á  ellos?»  (4).  El  Conde 
de  Gobineau  no  concede  ningún  valor  á  la  moral,  y  afirma  que  el  temor 
de  Dios  no  es  ningún  obstáculo  para  ser  asesino  (5).  Gourmont  (6), 
Barres  (7),Maeterlinck  (8)  y  Guide  (9)  participan  de  las  mismas  ideas.  Y 
J.  Dumas,  al  hablar  de  las  condiciones  biológicas  del  remordimiento,  dice 

(1)  Fouillée,  obra  citada,  pág.  356. 

(2)  Palante,  Rev.  philos.,  Mars,  1908,  pág.  274. 

(3)  Bayle,  Pensées  diverses  sur  le  Comete,  table  des  matiéres. 

(4)  Fourier,  Théorie  des  quatre  mouvements,  pág.  188. 

(5)  Gobineau,  Rev.  de  Deux  Mondes,  1»'  Juin  1907. 

(6)  R.  de  Gourmont,  Epilogues,  segunda  serie,  pág.  41, 

(7)  M.  Barres,  Lejardin  de  Bérénice,  al  fin. 

<8)    Maeterlinck,  L'Inielligence  desfleurs,  pág.  155. 
<9)    A.  Guide,  L'lnmor aliste,  pág.  82. 


NUEVAS   ORIENTACIONES   DE   LA   MORAL  33 

que  una  inyección  de  cafeína  basta  á  cambiar  el  tono  de  la  conciencia 
moral  de  un  hombre  y  abolir  ó  matar  en  él  todo  remordimiento  (1). 

El  segundo  tipo  de  inmoralismo  está  representado  por  Stirner,  el  cual 
concede  á  la  moral  un  influjo  extraordinario  en  la  conducta  del  hombre. 
Cree  que  nunca  se  exagera  cuando  se  habla  del  poder  de  las  ideas  mo- 
rales. Es  muy  conocido  el  célebre  y  patético  pasaje  de  la  joven  que  hace 
dolorosamente  el  sacrificio  de  la  pasión  al  deber.  Stirner,  como  Corneille, 
representa  la  lucha  de  la  pasión  con  el  deber;  sólo  que  mientras  Cor- 
neille exalta  el  triunfo  del  deber,  Stirner  detesta  esta  victoria,  injuria  al 
vencedor  y  convoca  furiosamente  al  instinto  vencido  á  nuevas  revueltas. 

¿Cuáles  son  las  diferencias  entre  ambos  tipos  de  inmoralismo?  El 
primero  participa  más  del  carácter  psicológico  que  del  ético,  el  segundo 
al  revés.  La  actitud  de  Bayle  es  tan  reposada  ante  el  insignificante  poder 
de  la  moral,  que  no  piensa  en  irritarse  contra  ella;  en  cambio  la  de  Stirner 
es  la  de  un  revolucionario.  Aquél  admite  grados,  pues  su  influencia, 
aunque  débil,  tiene  al  fin  algún  valor,  más  ó  menos  considerable:  medir 
este  influjo  es  problema  de  dinámica  mental.  Éste  ofrece  un  carácter 
absoluto,  porque  Stirner  ataca  á  toda  moral.  El  inmoralismo  del  primer 
género  no  es  forzosamente  antisocial,  y  si  conduce  al  egotismo,  es  á  un 
egotismo  especulativo;  el  del  segundo  género  es  claramente  antisocial. 

¿Cuál  de  estas  concepciones,  pregunta  M.  Raíante,  es  la  expresión 
más  exacta  de  la  verdad  psicológica,  ética  y  social?  Según  él,  la  res- 
puesta debe  variar,  habida  consideración  de  los  individuos.  Los  hay  tan 
débiles,  tan  apáticos,  tan  timoratos,  que  apenas  tienen  resorte  interior, 
ni  grandes  pasiones,  ni  grandes  deseos.  En  éstos,  dice,  la  moral  ejerce 
un  influjo  extraordinario,  y  la  concepción  de  Stirner  viene  á  ser  psicoló- 
gicamente exacta.  Por  el  contrario,  hay  naturalezas  tan  vigorosas,  que 
en  ellas  influye  sólo  superficialmente  la  moral,  y  en  éstas  la  concepción 
de  Bayle  se  ajusta  á  la  verdad  psicológica.  Pero  existe  además  una  ca- 
tegoría media,  quizá  la  más  numerosa,  la  de  aquellos  que  reúnen  á  la  vez 
pasiones- bastante  vivas  y  un  vivo  sentimiento  del  deber.  En  esas  almas 
estalla  el  conflicto  entre  el  deber  y  la  pasión,  esas  son  las  víctimas  de  la 
moral,  almas  inquietas  «cogidas  en  la  tela  de  araña  de  la  hipocresía». 

Nosotros  no  respondemos  de  la  exactitud  y  conformidad  de  estos 
tipos  con  la  realidad,  antes  bien,  creemos  que  en  el  primero  se  peca  por 
carta  de  menos  y  en  el  segundo  por  carta  de  más.  Vese  además  que 
ambos  están  inspirados  en  el  determinismo,sin  tener  en  cuenta  el  arranque 
de  la  libertad  y  del  dominio  de  sí  mismo  para  sobreponerse  en  uno  ú 
otro  sentido,  aun  sin  hacer  ahora  mención  de  la  soberana  eficacia  de  la 
gracia  divina.  También  es  una  falsa  apreciación  la  de  suponer  en  abso- 
luto que  la  clase  media,  descrita  por  Palante,  sea  víctima  de  la  moral. 

E.  Ugarte  de  Ercilla. 


(1)    J.  Dumas,  Rev.  philos.,  Octobre,  1906 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO    XXV 


LORENZO    HERVÁS 

SU  VIDA  Y  SUS  ESCRITOS  (1735-1809) 


VvoNOCiDAS  son  las  elocuentes  palabras  con  que  el  P.  Carlos  Borgo, 
desde  el  pulpito  de  Reggio,  predicaba  las  glorias  de  San  Ignacio  de  Lo- 
yola  en  su  fiesta  de  1781  y  la  patética  imagen  de  aquel  sacrificio  de  la 
Compañía  de  Jesús,  que  á  su  amor  de  padre  exigió,  según  dijeron,  la  paz, 
el  bienestar  de  las  naciones. 

«Paréceme  ver,  decía,  á  la  Hija  magnánima  de  Ignacio  en  el  trance  en  que  Su  San- 
tidad Beatísima  le  intimaba,  que  en  rehenes  de  la  paz  universal  era  menester  que  diese 
su  vida  en  sacrificio.  Acaso  tan  hermosa,  pero  no  más  esforzada,  adelantóse  hacia  el 
tremendo  altar  la  virgen  hija  de  Jefté.  La  virgen  Hija  de  Ignacio  en  oyendo  el  precio  de 
su  muerte,  no  hizo  cuenta  de  su  vida.  Brilló  su  noble  frente  y  resplandecieron  sus  ojos 
más  apacibles  que  nunca  con  la  nueva  luz,  que  desde  el  alto  asiento  de  la  gloria  le  in- 
fundía Ignacio,  luz  de  obediencia  y  luz  de  celo.  Dobló  sus  rodillas  ante  el  venerando 
pie  de  Clemente  con  aquel  sosiego  y  serenidad  con  que  solía  tantas  veces  acercarse  al 
mismo  trono  á  recibir  victoriosas  palmas  por  los  reinos  conquistados  á  la  Iglesia  y 
— por  Vos  (dijo),  por  Vos,  oh  Padre  Santísimo,  nací,  por  Vos  moriré  contenta.— Y  en  di- 
ciendo estas  palabras,  desprendió  el  reluciente  yelmo,  guarnecido  de  rica  y  eterna  pe- 
drería de  innumerables  mártires  y  confesores,  y  lo  colocó  en  el  regazo  de  Clemente, 
junto  con  aquel  escudo  de  diamante  con  que  de  tantos  dardos  enemigos  defendiera  la 
fe  y  autoridad  de  Roma,  diciendo:— Con  estos  arneses,  Padre  mío,  podrá  ser  que  ar- 
méis otra  hija  más  afortunada,  pero  no  más  fiel.— Quitóse  del  dedo  el  anillo  nupcial  de 
su  amado  Jesús;  tres  veces  besó  su  adorado  nombre  y— oh  Padre  beatísimo,  dijo,  que 
no  deis  á  nadie  esta  joya;  guardadla  Vos  para  memoria  no  ingrata  de  este  día.— Desci- 
ñóse luego  del  cinto  virginal  la  espada  y— con  esta  (añadió)  ¡oh  Dueño  y  Padre  mío! 
he  comprado  hasta  hoy  para  vuestro  reino  la  ventura  y  la  paz  á  precio  de  victorias;  si 
hoy  es  menester  comprarla  á  costa  de  mi  vida,  tomad  esta  misma  espada  y  comprad 
esa  paz  con  mi  cabeza.  Os  recomiendo,  sí,  mis  prendas  más  queridas,  que  quedan  huér- 
fanas y  sin  arrimo;  los  pequeñuelos  más  desamparados  de  vuestro  pueblo;  la  juventud 
estudiosa,  esperanza  flaca  y  vacilante  de  la  Iglesia;  la  cristiandad  del  Paraguay,  la  más 
amable  é  inocente  manada  de  vuestro  rebaño.— Dijo,  é  inclinó  al  golpe  su  cabeza.  Tem- 
blóle, creo,  á  Clemente  su  brazo,  al  fin  de  Padre,  mas  su  corazón  de  Rey  no  cedió  en 
esfuerzo  al  de  Jefté  sobre  su  hija  degollada.— £/  fecit  ei  sicut  voverat.  (Judie,  11,  39.)» 

Pues,  cuando  tras  pocos  años  esa  virgen  guerrera,  dejando  los  hielos 
de  Rusia,  donde  su  cuerpo  había  conservado  misteriosa  y  oculta  vida, 
otra  vez  se  acercó  al  trono  pontificio  y  de  los  pies  de  Pío  VII  se  levantó 
el  7  de  Agosto  de  1814  con  nueva  vida,  recobrados  su  escudo,  su  yelmo, 
su  anillo  y  su  espada;  era  natural  sintiera  el  deseo  de  recoger  la  heren- 
cia de  santidad  y  sabiduría  que  le  dejaba  la  antigua  Compañía,  ya  que 
en  adelante  iba  á  ser  la  nueva  Compañía  de  Jesús. 

De  los  muertos  en  su  seno  antes  de  1773,  la  herencia  estaba  ya  incor- 
porada á  la  antigua  Compañía,  pues  como  buenos  hijos,  al  morir  habían 


LORENZO   HERVÁS  35 

ido  dejando  sus  trofeos  sobre  el  regazo  de  su  bondadosa  madre  que  les 
sobrevivía;  de  los  que  aun  quedaban  en  vida  el  1814,  aguardó  la  Compa- 
ñía que  ellos  mismos  volvieran  á  depositar  sus  propias  glorias  entre  los 
brazos  de  una  madre  que  de  nuevo  les  brindaba  con  su  amor;  quedaba 
una  tercera  clase  de  bienes,  pertenecientes  á  los  que  habían  trabajado  y 
muerto  entre  esas  dos  memorables  fechas.  Á  estos  últimos  nadie  podía 
presentar  más  legítimos  títulos  que  la  restablecida  Compañía. 

Á  formar  este  cúmulo  de  espirituales  riquezas,  contribuyeron  indivi- 
duos de  todas  las  principales  lenguas  y  naciones;  contribuyeron  no  poco 
los  españoles,  entre  éstos,  para  la  segunda  y  tercera  clases  de  las  tres 
dichas,  una  muchedumbre  considerable  de  Abates  que  con  su  zapato  de 
hebilla,  calzas,  calzón  corto  y  ajustado,  chupa,  casaca,  collarín,  corbata, 
peluca  y  sombrero  de  tres  candiles,  habían  hecho  generosamente  tres  sa- 
criñcios,  los  mayores  que  se  pueden  exigir,  de  mirar  como  extraña  á  su 
propia  madre,  extraña  á  su  propia  patria  y  extraña  á  su  propia  lengua; 
á  quienes  los  italianos  han  llamado,  con  el  título  doblemente  glorioso 
aunque  de  diverso  modo,  de  expulsos  de  España  y  literatos  en  Italia. 

De  los  frutos  que  produjo  la  santidad  de  esos  expulsos,  sólo  Dios  es 
justo  apreciador,  como  fué  testigo;  de  los  frutos  que  produjo  la  sabidu- 
ría de  esos  literatos  son  testigos  sus  escritos  y  apreciadores  los  más 
eminentes  hombres  de  letras. 

«Ciertamente,  decía  el  Sr.  Menéndez  y  Pelayo  en  el  artículo  que  luego 
citaré,  ciertamente  que  en  la  lista  interminable  de  los  jesuítas  españoles 
que  desde  1767  á  1814  escribieron  poco  ó  mucho,  abundan,  como  en 
todas  partes,  las  medianías  estudiosas  y  los  autores  de  escritos  efíme- 
ros... Pero  todavía,  y  dicho  sea  en  honra  de  nuestros  expulsos,  el  número 
de  los  que  se  levantan  sobre  este  nivel  es  harto  considerable.» 

Entre  éstos  figura  el  P.  Andrés  (1740-1817),  creador  de  la  historia  li- 
teraria, el  primero  que  intentó  trazar  un  cuadro  fíel  y  completo  de  los 
progresos  del  espíritu  humano;  Hervás  y  Panduro  (1735-1809),  padre  de 
la  ñlología  comparada  y  uno  de  los  primeros  cultivadores  de  la  etnogra- 
fía y  de  la  antropología;  el  P.  Serrano  (1715-1784),  elegantísimo  poeta 
latino;  Llampillas  (1731-1810),  el  apologista  de  nuestra  literatura  contra 
las  detracciones  de  Tiraboschi  y  Bettinelli;  Nuix  (1740-1783),  que  justi- 
ficó contra  las  declamaciones  del  abate  Raynal  la  conquista  española  en 
América;  Masdeu  (1744-1817),  que  tanta  luz  derramó  sobre  las  primeras 
edades  de  nuestra  historia;  Eximeno  (1729-1808),  filósofo  sensualista, 
matemático  no  vulgar  é. ingenioso  autor  de  un  nuevo  sistema  de  estética 
musical;  Garcés  (1733-1805),  acérrimo  purista,  enamorado  del  antiguo 
vigor  y  elegancia  de  la  lengua  castellana,  dique  grande  contra  la  inco- 
rrección y  el  gahcismo;  el  P.  Arévalo  (1747-1824),  luz  de  nuestra  histo- 
ria eclesiástica  y  de  las  obras  de  nuestros  Santos  Padres  y  poetas  cris- 
tianos; el  P.  Arteaga  (1747-1799),  autor  del  mejor  libro  de  estética  que 
se  publicó  en  su  tiempo,  historiador  de  las  revoluciones  de  la  ópera  ita- 


36  LORENZO   HERVÁS 

liana,  hombre  de  gusto  fino  y  delicadísimo  en  toda  materia  de  arte,  sobre 
todo  en  la  crítica  teatral;  el  P.  Aymerich  (1715-1799),  que  exornó  con 
las  Flores  de  la  más  pura  latinidad  un  asunto  tan  árido  como  el  episcopo- 
logio  barcelonés;  el  P.  Pía  (1745-1817),  uno  de  los  más  antiguos  proven- 
zalistas;  el  P.  Gallisá  (1731-1811),  discípulo  y  digno  biógrafo  del  gran 
romanista  y  arqueólogo  Finestres;  Pequeño  (1743-1811),  el  restaurador 
de  la  pintura  pompeyana  é  historiador  de  la  pantomima  entre  los  anti- 
guos; Colomés  (1740-1807)  y  Lasala  (1738-1806),  cuyas  tragedias  admi- 
raron á  Italia;  el  P.  Isla  (1703-1781),  cuya  popularidad  de  satírico,  nunca 
marchita,  y  el  recuerdo  del  Fr.  Gerundio  bastan;  Montengón(  1745- 1824), 
secularizado  el  1769,  único  novelista  de  entonces;  el  P.  Aponte 
(1737-1815),  maravilloso  helenista,  restaurador  del  gusto  clásico  en  Bo- 
lonia; el  P.  Pou  (1727-1802),  por  quien  Heródoto  habló  en  lengua  caste- 
llana; los  matemáticos  Campserver  (1722-1798)  y  Ludeña  (1740-1820); 
el  P.  Alegre  (1729-1788),  insigne  por  su  virgiliana  traducción  de  Ho- 
mero; el  P.  Landivar  (1731-1793),  cuya  Rusticatio  mexicana  recuerda 
algo  de  la  hermosura  de  estilo  de  las  Geórgicas;  Clavijero  (1731-1787), 
el  historiador  de  la  primitiva  Méjico;  Molina  (1740-1829),  el  naturalista 
chileno;  el  P.  Maceda  (1744-1805),  apologista  de  Osio;  el  P.  Terreros 
(1707-1782),  autor  del  único  diccionario  técnico  que  España  posee;  el 
P.  Lacunza  (1731-1801),  peregrino  y  arrojado  comentador  del  Apoca- 
lipsis; el  P.  Gusta  (1744-1816),  controversista  incansable,  siempre 
envuelto  en  polémicas  con  jansenistas  y  filosofantes;  el  P.  Pons 
(1730-1816),  que  cantó  en  versos  latinos  la  atracción  newtoniana;  el 
P.  Prats  (1749-1825),  ilustrador  de  la  inscripción  de  Rosetta  y  de  la  rít- 
mica de  los  antiguos;  Prat  de  Sabá  (1733-1810),  bibliógrafo  de  la  Com- 
pañía y  fecundísimo  poeta  latino;  Diosdado  Caballero  (1740-1829),  que 
echó  las  bases  para  la  historia  de  la  tipografía  española;  el  P.  Gil 
(1745-1807),  indicador  y  defensor  de  las  teorías  de  Boscowich;  y  tantos 
y  tantos  otros  que  aun  aguardan  un  diligente  y  desapasionado  bió- 
grafo (1). 


(1)  Éstas  frases,  huelga  casi  decirlo,  están  al  pie  de  la  letra  tomadas  de  la  Historia 
de  los  Heterodoxos  españoles,  III,  145. 

Para  la  bíbliografia  de  esos  expulsos  véase  la  copiosa  lista  que  cierra  el  prólogo  del 
Catálogo  razonado  de  obras  anónimas  y  seudónimos  de  autores  de  la  Compañía  de 
Jesús  pertenecientes  á  la  antigua  Asistencia  española,  por  el  P.  J.  Eug.  de  Uriarte, 
I,  págs.  XXI-XXXII. 

Como  libros  sobre  la  materia,  puede  consultarse  la  menjoria  de  Victorio  Cian  L'im- 
migrazione  dei  Gesuiti  spagnuoli  letterati  in  Italia,  con  los  reparos  que  puso  la  Civiltá, 
ser.  16,  t.  V,  pág,  152,  y  las  añadiduras  propuestas  por  el  Sr.  Menéndez  y  Pelayo  en  el  nú- 
mero correspondiente  á  Enero  de  1896  de  la  Revista  Critica  de  Historia  y  Literatura 
Españolas,  Portuguesas  é  Hispano-Americanas;  con  nuevos  apéndices  en  la  traduc- 
ción del  trabajo  de  la  Civiltá:  Jesuítas  expulsos  de  España,  literatos  en  Italia,  de  An- 
tonio de  Madariaga,  S.  J. 

Noticias  más  ó  menos  extensas  se  hallarán  en  los  cursos  de  Literatura,  Filosofía..., 
V.  gr.,  Historia  de  las  Ideas  estéticas  en  España,  t.  III,  vol.  2.",  pág.  99. 


LORENZO    HERVÁS  ,  37 

El  segundo  de  esta  lista,  que  fácilmente  se  pudiera  triplicar,  va  á  la 
cabeza,  de  este  modesto  trabajo,  porque  de  Lorenzo  Hervás  y  Panduro 
me  voy  á  ocupar;  no  para  escribir  una  detenida  Memoria  de  su  vida^ 
sino  sus  hechos  principales;  pues  ni  tengo  datos  suficientes,  sobre  todo 
de  su  residencia  en  Italia,  ni  el  cariño  al  asunto  elegido  me  ciega  hasta 
el  extremo  de  pensar  que  sea  útil  una  investigación  detenida  sobre  la 
vida  de  un  sujeto  que  vivió  en  España  y  en  Italia  como  otros  muchos  je- 
suítas, primero,  ex-jesuítas  después,  aunque  con  más  acomodo,  en  este 
segundo  período,  que  muchos  de  sus  hermanos  por  sus  particulares 
prendas  y  circunstancias  (1). 

La  vida,  además,  de  Hervás  son  sus  escritos.  En  éstos,  no  todos,  ni 
todo  tiene  el  mismo  valor;  pero  cuando  más  ó  menos  conscientemente 
Hervás,  puesto  en  especialísimas  circunstancias  para  estudios  á  que  te- 
nía especialísima  disposición,  logra  prescindir  del  carácter  enciclopédico 
de  su  siglo,  Hervás  resulta  digno  de  estudio,  y  este  estudio,  nuevo  y 
provechoso. 

«El  afán  de  las  empresas  enciclopédicas  fué  carácter  común  en  los 
hombres  más  señalados  del  siglo  XVIII...  Cuando  esta  ambición  recaía 
en  espíritus  ligeros  y  superficiales,  engendraba  compendios  y  libros  de 
tocador.  Cuando  los  autores  eran  hombres  serios  y  de  muchas  letras,  tra- 


(1)  Fermín  Caballero,  en  el  primer  tomo  de  sus  Conquenses  ilustres,  intentó  hacer 
esa  completa  biografía  en  su  Abate  Hervás  (Madrid,  1868). 

Es  libro  imprescindible,  más  como  único  en  su  género,  que  por  su  valor  intrínseco, 
pues  se  detiene  en  menudencias  impertinentes,  y  no  examina  á  fondo  la  materia.  Ni 
aun  siquiera  supo  el  autor  aprovechar  la  mejor  fuente  para  su  biografía,  cual  es,  sin 
duda,  el  tomo  de  Cartas,  que  tuvo  entre  manos. 

El  mérito  del  Sr.  Fermín  Caballero,  en  lo  referente  á  Hervás,  está,  no  en  haber  es- 
crito esta  biografía,  sino  en  que  procuró  impedir  se  destruyeran  ó  quedaran  descono- 
cidas las  obras  de  Hervás;  por  esto,  con  plena  justicia,  va  unido  su  nombre  al  de  su 
ilustre  paisano,  y  en  varias  de  las  papeletas  de  la  Biblioteca  Nacional  (sección  de  ma- 
nuscritos) se  nota  que  aquel  escrito  de  Hervás  fué  regalado  por  Caballero. 

Aunque  en  esto  padeció  D.  Fermín  un  error  gravísimo,  siendo  quizá  causa  de  una 
pérdida  irreparable.  Dice,  en  efecto  (pág.  14),  que  reconociendo  los  papeles  de  Hervás 
vio  «que  una  parte  eran  borradores  de  obras  ya  mpresas,  como  la  Historia  de  la  vida 
del  hombre  y  el  Catálogo  de  tas  lenguas...»,  y  los  devolvió  «al  interesado  como  de 
escasa  importancia».  Sin  advertir  que  hay  notable  diferencia  entre  lo  impreso  y  manus- 
crito, á  causa  de  las  correcciones  y  omisiones  de  los  censores.  Por  esto,  si  el  intere- 
sado al  oir  que  eran  de  escasa  importancia  aquellos  papeles  los  destruyó,  como  era 
natural,  la  pérdida  no  ha  podido  ser  más  funesta  é  irreparable. 

Es,  por  último.  Caballero  acreedor  al  agradecimiento  de  los  aficionados  á  Hervás 
por  haber  arreglado  y  conservado  los  dos  retratos  que  existen  del  célebre  Abate.  El 
uno,  dibujado  por  Domingo  Cardelli  y  grabado  en  cobre  por  José  Ximeno,  va  al  frente 
de  algunos  ejemplares  de  la  Historia  del  hombre  y  Viaje  estático;  el  otro,  hecho  restau- 
rar por  Caballero  y  regalado  á  la  Academia  de  la  Historia,  se  debe  al  pincel  de  Angélica 
Kauffman;  de  él  se  sacó  el  grabado  que  acompaña  la  biografía  hecha  por  Caballero. 
Cf.  pág.  170.  El  original  pintado  por  Kauffman  sigue  en  el  Museo  de  la  Academia  de  la 
Historia,  con  el  núm.  605;  una  buena  copia  que  la  Academia  encargó  para  la  familia  de 
Hervás,  está  hoy  en  poder  de  los  Padres  de  la  Compañía  de  Jesús  de  Madrid. 


38  LORENZO    HERVÁS 

zaban  planes  cuya  sola  enumeración  asusta,  y  se  ponían  á  desarrollarlos 
en  muchos  y  abultados  volúmenes,  hasta  que  la  vida  ó  la  paciencia  les 
faltaban...  No  se  hacía  la  historia  de  tal  ó  cual  literatura  particular,  sino 
que  se  investigaban  (al  modo  del  Abate  Andrés)  los  orígenes  y  progre- 
sos de  toda  literatura^  tomada  esta  palabra  en  su  acepción  latísima... 
Otros  con  nada  menos  se  contentaban  que  con  trazar  la  Idea  del  uni- 
verso ó  la  Historia  del  hombre,  como  lo  hizo  en  más  de  veinte  tomos  el 
doctísimo  Hervás  y  Panduro,  que  á  lo  menos  fué  digno  de  tener  tan  altos 
pensamientos,  puesto  que  supo  más  que  otro  hombre  alguno  del  si- 
glo XVín,  y  hasta  adivinó  y  creó  ciencias  nuevas.»  (Historia  de  los  He- 
terodoxos, III,  326.) 

Frases  son  éstas  que  alguno  quizá  tendrá  por  paradójicas,  si  se  con- 
tenta con  pasar  los  ojos  por  el  índice  de  las  obras  italianas,  v.  gr.,  Storia 
delta  vita  dell'uomo;  no  tanto  si  hojea  las  españolas,  y  exactas  si  con  pa- 
ciencia mira  el  conjunto  de  las  obras  de  Hervás,  examina  lo  que  nos  ha 
quedado  de  lo  inédito,  conjetura  cuánto  se  ha  perdido  y  se  da  cuenta  de 
las  ideas  que  brotaban  de  aquella  cabeza,  cómo  ingenuamente  confesaba 
que  no  hacía  sino  abrir  una  senda  para  que  luego  otros  abrieran  camino 
real.  Cf.  Catálogo,},  122  (1);  que  «del  artificio  de  estas  [lenguas]  apenas 
he  dado  idea,  pues  para  empezar  á  darla  con  la  debida  extensión  y  cla- 
ridad, necesitaría  escribir  largos  tratados  en  que  con  exemplos  se  pu- 
siera á  la  vista  la  varia  y  artificial  formación  de  las  partes  de  la  oración 
en  los  idiomas,  el  diferente  orden  que  tienen  en  el  raciocinio  y  la  gran 
diversidad  que  existe  en  los  elementos  alfabéticos  y  en  la  pronunciación 
de  las  palabras».  Escuela,  I,  126. 

Verdaderamente  en  Hervás  se  cumple  lo  que  Leibnitz  decía  de  sí  á 
Plació  en  carta  de  21  de  Febrero  de  1696:  Qui  me  non  nisi  editisno- 
vit,  non  novit 

Justo  es,  pues,  examinar  en  este  sentido  la  vida  y  los  escritos  de  Lo- 
renzo Hervás,  levantando  así  un  modesto  monumento  á  su  memoria  en 
el  primer  centenario  de  su  muerte,  ocurrida  en  Roma  el  24  de  Agosto 
de  1809  (2). 


(1)  Cito  abreviadamente  las  obras  de  Hervás;  muchas  son  conocidas  de  los  lectores, 
de  todas  me  ocuparé  en  la  segunda  parte  de  este  traha\o.— Catálogo,  es  el  Catálogo  de 
las  lenguas;  Escuela,  la  Escuela  de  Sordo-mudos;  Viaje  ó  Viaggio,  es  el  Viaje  estático 
al  mundo  planetario,  en  castellano  ó  en  italiano;  Storia  ó  Historia,  la  Historia  de  la  vida 
del  hombre,  en  italiano  ó  en  castellano;  Biblioteca,  es  la  Biblioteca  jesuítica. 

(2)  En  el  «Libro  in  cui  si  scrivono  H  Nomi  de'Defonti  che  si  seppeliscono  nella 
Chiesa  del  Gesú  dall'anno  1792  a  lutto  il  T^ro  1847»  se  dejó  escrito:  «El  día  24  de  Agosto 
de  1809  entregó  su  alma  á  su  Creador,  en  el  Colegio  Romano,  el  Muy  Reverendo  Señor 
D.  Lorenzo  Hervás,  ex  jesuíta  español,  bibHotecario  de  N.  S.  el  Papa  Pío  Vil,  después 
de  penosa  y  larga  enfermedad,  recibidos  los  Santos  Sacramentos  de  la  Eucaristía  y  Ex- 
tremaunción; hechas  las  acostumbradas  exequias,  fué  sepultado  en  la  sepultura  de  los 
Sacerdotes  del  lado  del  evangelio  del  altar  mayor.» 


LORENZO    HERVÁS  39 

Las  fuentes  biográficas  del  presente  trabajo,  son: 

1.°  Un  grueso  tomo  de  Cartas,  conservadas  por  la  familia  de  Hervás, 
y  ahora  en  nuestro  poder,  á  saber,  escritas  por  el  Abate  á  su  primo  An- 
tonio Panduro,  y  escritas  al  Abate  por  diversos  personajes,  entre  éstos, 
por  no  pocos  de  los  que  fueron  sus  hermanos  en  religión,  y  conserva- 
ban de  él  agradable  recuerdo. 

2.°    Las  obras  de  Hervás,  ya  impresas,  ya  inéditas. 

3.*"  Como  bibliografía  especial  de  Hervás,  he  podido  utilizar  los 
apuntes  del  P.  Uriarte,  S.  J.,  que  generosamente  ha  puesto  á  mi  dispo- 
sición. 

4.°    Algunos  documentos  del  Archivo  de  Simancas,  leg.  5.065  y  5  066; 
'del  Archivo  Histórico,  leg.  3.240  y  3.911;  de  la  Academia  de  la  Histo- 
ria.—Censura  de  libros,  leg.  9, 12  y  14. 

S.""    La  citada  biografía  de  Caballero. 

6."  Considera  á  Hervás  como  filólogo,  entre  nosotros,  el  excelentí- 
simo Sr.  D.  Antonio  Balbín  de  Unquera,  en  su  trabajo,  que  no  he  logrado 
ver.  El  P.  Hervás  y  la  filología  comparada,  conferencia  dada  el  21  de 
Abril  de  1885,  y  extractada  en  el  Boletín  del  Círculo  Filológico  Ma- 
tritense (1885),  y  reúne  algunas  consideraciones  y  citas  de  extranjeros 
al  principio  del  segundo  tomo,  el  Dr.  A.  Amor  Ruibal:  Los  problemas 
fundamentales  de  la  filología  comparada. 

No  incluyo  las  diversas  enciclopedias  y  diccionarios  que  pudiera  citar, 
porque,  más  que  fuentes,  son  meros  aljibes  de  aguas  harto  cenagosas, 
en  no  pocos  casos. 

I 

LORENZO   hervás:    SU   VIDA 


PRIMER    PERIODO 


Desde  su  nacimiento  al  extrañamiento  de  los  jesuítas 
españoles  (1755-1767). 

Sumario:  1.  El  Horcajo  y  la  casa  García  de  Hervás.— 2.  Vocación  de  Lorenzo  para  la 
Compañía  de  Jesús.— 3.  Estudios  ordinarios.— 4.  ¿Hervás  es  enemigo  de  la  Escolásr 
tica?— 5.  Hervás  maestro.— 6.  Su  espíritu  de  observación. 

1.  Nació  Lorenzo  Hervás  en  el  Horcajo,  villa  de  la  orden  militar  de 
Santiago  y  de  la  jurisdicción  eclesiástica  de  Uclés,  el  10  de  Mayo  de  1735. 
Fueron  sus  padres  Juan  García  de  Hervás  (f  16  de  Agosto  de  1736)  é 
Inés  Panduro  (f  9  de  Noviembre  de  1777);  de  su  madre  guardó  siempre 
Lorenzo  dulce  memoria,  como  puede  verse  frecuentemente  en  las  cartas 
á  su  primo  Antonio,  y  en  la  Biblioteca,  artículo  Hervás  y  Panduro  (Lo- 
renzo), le  dedicó  estas  líneas:  «Murió  con  fama  correspondiente  á  su 


4G  LORENZO   HERVÁS 

santa  vida  y  alta  contemplación,  en  la  que,  tal  vez,  de  noche  continuaba 
por  más  de  ocho  horas»  (1). 

La  casa  de  Hervás  fué  de  pobres  labradores,  y  así  no  es  de  extrañar 
que  al  volver  Lorenzo  á  su  pueblo  en  1799,  después  de  dejar  los  honores, 
amigos,  y  conveniencias  literarias  de  Italia,  Horcajo  le  pareciera  estre- 
cho. Fácil  sería  trazar  el  círculo  de  objetos  y  personas  que  rodearon 
la  niñez  de  Hervás  con  sólo  seguir  su  correspondencia  de  años  poste- 
riores con  su  primo,  pues  no  sin  motivo,  aunque  con  alguna  exageración, 
dice  de  ella  Caballero  (pág.  45):  que  «cuanto  sabía  [Hervás]  déla  vida 
doméstica  y  aldeana,  que  era  muchísimo,  lo  iba  suministrando,  á  dosis, 
en  cada  una  de  sus  cartas...  Lecciones  sobre  educación  de  los  hijos, 
sobre  comida,  bebida  y  vestidos,  sobre  labranza  y  especulaciones  enla- 
zadas con  ella;  obras  de  casa,  comodidades  racionales,  modo  de  tratar 
á  los  señores,  manera  de  hacer  limosna;  hasta  sobre  la  ortografía  de  las 
contestaciones  que  le  daban,  la  forma  de  la  letra...,  nada,  nada  falta.  Re- 
cogiendo y  ordenando  los  párrafos  referentes  á  esta  didáctica  epistolar, 
pudiera  formarse  una  guía  del  labrador,  una  colección  de  máximas  de 
moral  lugareña,  de  provechosísima  utilidad  en  la  pedagogía». 

Con  estos  consejos  procuró  Hervás  poner  remedio  á  las  necesidades 
que  conocía;  procurólo  también  con  su  dinero  cuando  hecho  Abate,  ó 
como  diría  el  P.  Isla,  en  una  de  sus  cartas  de  vísperas  de  Navidad 
de  1773:  «Monsieur  l'Abbé,  convertido  en  tal  por  virtud  de  cierta  trans- 
migración que  no  conoció  Pitágoras  y  en  fuerza  de  una  especie  de  me- 
tamorfosis que  se  le  escondió  al  tomitano  Nason»,  pudo  disponer  del 
fruto  de  sus  obras,  de  las  larguezas  del  Marqués  de  Ghini,  cuyo  palacio 
habitaba  y  cuyos  pleitos  defendía,  y  de  otros  no  pocos  amigos  y  favore- 
cedores. 

Esto,  como  suele  suceder,  llevó  la  desunión  y  la  discordia  entre  los 
parientes,  llegando  á  escribir  el  3  de  Abril  de  1799  al  primo  Antonio,  el 
más  favorecido  por  el  Abate  Hervás:  «Olvida  todos  los  parientes;  yo  voy 
al  Horcajo  como  si  no  los  tuviera.  Si  son  bárbaramente  inciviles,  hu- 
yelos y  considéralos  como  extraños,  no  haciendo  caso  de  ellos,  ni  dán- 
doles más  que  como  á  próximos  lo  que  manda  la  santa  religión.» 

Palabras  duras,  pero  que  no  extrañarán  al  que  considere  la  desunión 
que  causa  el  dinero  aun  entre  deudos,  y  que  fueron  precedidas  de  un 
para  ti  solo  al  primo  que  bien  pudiera  servir  de  eficaz  remedio  para 


(1)    La  fe  de  bautismo  y  el  árbol  genealógico  de  Hervás  pueden  verse  en  Caballe- 
ro, páginas  217,  221. 

Se  empeña  éste  (pág.  22)  en  sostener  que  el  apellido  paterno  Garda  queaó  pros- 
crito en  toda  la  parentela.  No  está  en  lo  cierto;  pues  aunque  es  verdad  que  nuestro 
Lorenzo  siempre  se  firmó  Hervás,  no  tuvo  dificultad  en  escribir  en  la  Biblioteca  que  su 
padre  fué  García  de  Hervás;  en  el  Catálogo,  V,  260,  que  él  era  de  la  familia  García  de 
Hervás;  Gabriel  García  Hervás  se  firmaba  su  hermano  en  2  de  Febrero  del  73,  y  Gabriel 
Hervás  en  30  de  Abril  del  mismo  año. 


LORENZO    HERVÁS  41 

todos  los  parientes  y  personas  reñidas  por  semejantes  causas:  «A  lo  que 
me  dice  [tío  Alejandro]  de  pleitos,  respondo  que  cuando  yo  salí  del 
Orcajo  dejé  parientes  pobres,  mas  cristianos  en  paz  de  Dios  y  después 
que  se  han  enriquecido  ha  entrado  la  discordia  del  diablo,  etc.  Que  el 
primer  paso  debe  ser  reconciliarse  con  Dios  y  entre  sí,  y  que  para  este 
fin  no  hai  mejor  medio  que  por  ocho  días,  tú,  el  tío  Alejandro  y  su  hijo 
Antonio  hicierais  los  ejercicios  espirituales, retirados  en  un  convento,  bajo 
la  dirección  de  un  religioso  docto;  que  con  la  dirección  de  éste  el  tío 
Alejandro  ponga  ó  diga  lo  que  en  conciencia  se  le  debe;  se  elegirá  en 
Madrid  persona  eclesiástica  docta  á  quien  se  dé  el  papel,  y  tú  ú  yo  res- 
ponderemos á  sus  peticiones.»  (Carta  de  18  de  Enero  de  1791.) 

Si  procuró  Hervás  favorecer  á  su  familia,  no  dejó  olvidados  á  los 
pobres,  harto  necesitados,  de  su  pueblo.  Léanse  sus  cartas,  v.  gr.,  de  30  de 
Junio,  16  de  Septiembre,  30  de  Noviembre  de  1805...  En  la  de  Noviembre 
escribía:  «Una  de  las  obras  de  caridad  más  necesarias  en  el  Orcajo  es 
hacer  algunas  casas  para  pobres  que  viven  como  bestias  en  cuevas  con 
indecencia  y  con  casi  necesidad  de  ser  malos.  Yo  había  pensado  apro- 
vecharme del  sitio  que  hai  entre  la  hermita  de  Santa  Ana  y  el  camino  de 
la  derecha,  y  tirando  una  pared  paralela  á  la  hermita  y  casa,  hacer  allí  12 
casas  de  pobres  á  lo  menos.  Esto  es,  hacerlas  de  piedra  y  de  dos  altos, 
y  de  este  modo  se  acomodarían  12  familias.» 

Y  más  tarde  (15  de  Junio  de  1806):  «Aunque  yo  tengo  intención  de 
hacer  testamento,  por  si  acaso  no  lo  hiciere,  dejo  á  tu  cargo  y  conciencia 
y  de  tus  herederos  mi  voluntad,  que  es  ésta:  Del  dinero  que  he  puesto  ó 
pondré  en  tu  poder  y  de  la  mitad  del  valor  de  mi  impresión  [obras  im- 
presas] se  hará  un  capital;  lo  administraréis  tú  y  tus  herederos  primo- 
génitos; gozaréis  la  cuarta  parte  de  la  renta  del  dicho  capital  y  daréis  á 
los  pobres  las  otras  tres  cuartas  partes;  primeramente  á  los  niños  y  niñas, 
pagándoles  las  escuelas  y  dándoles  entre  año  algunas  limosnas  para  que 
asistan  á  la  escuela;  en  segundo  lugar,  á  los  pobres  totalmente  huérfanos; 
en  tercer  lugar,  á  los  huérfanos  pobres  de  padres;  en  cuarto  lugar,  á 
viejos  y  enfermos  pobres.» 

Qué  estabilidad  se  dio  á  estas  limosnas,  sobre  todo  á  aquel  pensa- 
miento tan  benéfico  de  dotar  de  hogar  á  los  pobres,  no  es  fácil  averiguar, 
ni  Caballero  lo  averiguó  estando  sobre  el  terreno;  quizá  paró  todo  en 
la  renta  de  alguna  tierra  comprada  (1);  de  todos  modos,  pudo  escribir 
Hervás:  «Yo  he  deseado  corresponder  al  Señor  con  pensar  en  los  pobres, 
pues  de  este  modo  seremos  ricos  en  esta  vida  y  en  la  futura,  y  yo  atri- 


(1)  Entre  las  disposiciones  testamentarias  que  conservamos  de  Hervás,  escritas  de 
mano  del  P.  Ramón  Diosdado  Caballero,  su  heredero  fiduciario  junto  con  el  Cardenal 
Antonio  Despuig,  además  del  dinero  y  fruto  de  los  libros,  se  habla  de  la  renta  de  un 
terreno  comprado  con  dinero  de  Hervás  para  los  pobres.  Véase  en  nuestro  archivo  el 
legajo  intitulado:  Italia.  P.  Diosd.  Caballero  y  otros  padres.  Núm.  3.°  Testamentaría 
del  Ab.  Hervás. 


42  LORENZO    HERVÁS 

buyo  á  las  limosnas  los  bienes  que  Dios  ha  dado  á  la  casa.^>  (Carta  á  An- 
tonio Panduro,  de  30  de  Junio  de  1805.) 

Esto  era  Horcajo,  esto  la  casa  García  de  Hervás,  donde  se  crió 
nuestro  Lorenzo;  estrecha  esfera  de  donde  bien  pronto  salió  para  po- 
nerse en  ocasión  de  lograr  los  ricos  caudales  de  su  alma. 

2.  Dice  Caballero  (pág.  23):  que  «nuestro  Abate  careciendo  de  legí- 
tima y  aspirando  á  seguir  carrera  literaria  que  no  podía  costear  su 
madre  enferma  y  recientemente  viuda  (1);  sin  vocación  propia  é  impul- 
sado por  el  Abad  su  tío,  se  entró  jesuíta  en  Madrid  á  29  de  Setiembre 
de  1749,  cuando  únicamente  contaba  catorce  años  y  cuatro  meses  de 
edad»,  y  más  adelante  (pág.  103)  al  trasladar  el  pasaje  del  Viaje  (que 
va  aquí  en  nota)  y  las  reflexiones  que  suscitaron  en  la  mente  del  Abate 
la  vista  de  Madrid,  Alcalá  y  Horcajo,  añade  por  su  cuenta  Caballero: 
«Largo  ha  sido  el  traslado;  merecerá  no  obstante  disculpa  á  quien  con- 
sidere que  encierra...  sucesos  importantísimos  de  su  vida  y  una  con- 
fesión que  hace  la  apología  del  penitente.  Si  entró  jesuíta  sin  una  vo- 
cación verdadera,  sin  ella  supo  ser  un  jesuíta  perfecto»  (2). 

La  culpa  de  esa  penitencia  y  confesión  es,  según  la  mente  de  Ca- 


(1)  Esto  es  manifiestamente  falso;  pues  el  esposo  había  muerto,  como  dijimos  con 
palabras  del  mismo  Lorenzo,  en  1736. 

(2)  He  aquí  el  pasaje  aludido;  acaban  Hervás  y  su  compañero  Cosmopolita  la  ter- 
cera jornada  de  su  Viaje  (H,  28^),  y  aquél  dice  á  éste: 

«He  hablado  estáticamente  arrebatado,  Cosmopolita;  he  vuelto  ya  en  mí,  y  veo  que 
ya  estamos  sobre  la  población,  que  es  centro  de  los  inmensos  dominios  españoles... 
Su  vista  y  la  de  sus  países  circunvecinos  despiertan  en  mi  memoria  ideas  antiguas,  que 
ya  no  me  acordaba  de  haber  sido  mías.  Ve  y  observa  hacia  el  austro  y  á  la  distancia  de 
catorce  leguas  en  el  principio  de  aquella  llanura,  que  en  el  antiguo  romance  de  los  es- 
pañoles debió  de  llamarse  Marca,  y  hoy,  por  corrupción  de  nombre,  se  llama  Mancha; 
ve,  pues,  una  no  despreciable  población,  cuya  largura  le  hace  parecer  mayor  que  es;  y 
desde  ella,  considerada  en  el  vértice  de  un  triángulo  casi  isósceles,  fíngete  dos  líneas 
hasta  los  ángulos  de  su  basa,  que  sean  Madrid  y  la  universidad  Complutense.  En  la  pe- 
queña área  de  este  triángulo  tienes  el  pequeñísimo  espacio  de  mis  correrías  en  la  in- 
fancia, niñez,  pubertad  y  juventud.  En  el  centro  de  la  población,  llamada  Orcajo,  está 
el  terrón  que  al  aparecer  á  la  vista  [vida?]  mortal  me  recibió;  sin  perderlo  de  vista 
crecí  hasta  el  principio  de  la  pubertad,  en  el  que  fui  trasplantado  á  Madrid  y  después  á 
la  universidad  Complutense,  para  que  mi  mente  se  formase  primeramente  según  el  es- 
píritu de  la  religión  y  después  según  el  de  la  sabiduría;  porque  en  vano  se  busca  ésta, 
quando  para  hallarla  no  se  conoce  anticipadamente  el  norte  de  la  religión.  Las  ciencias 
que  con  empeño  aprendí,  nada  sirvieron  para  los  fines  á  que  las  dirigía,  pues  que  des- 
tino superior  de  insondable  é  infalible  providencia  aceptó  la  intención  del  sacrificio  y 
repudió  la  oferta  de  la  víctima  sacrificada.  Un  caos  inmenso  veo  interponerse  entre  el 
tiempo  presente  y  aquel  en  que  yo  habitaba  en  estos  países...  Las  nuevas  especies,  que 
en  mi  fantasía  brotan  á  vista  de  los  objetos  que  los  excitan,  se  representan  lánguida- 
mente como  en  un  profundísimo  sueño.» 

Las  palabras  que  más  hacen  al  caso  y  sonaron  á  los  oídos  de  Caballero  como  con- 
fesión, sin  duda,  son  aquellas  de  intención  del  sacrificio  y  oferta  de  la  victima  sacrifi- 
cada, en  que  cualquier  otro  verá  lo  contrario,  á  saber:  el  pesar  de  no  haber  seguido  en 
el  estado  de  victima  ofrecida  y  sacrificada  á  Dios  por  los  votos  religiosos. 


LORENZO    HERVÁS  43 

ballero,  más  haber  entrado  jesuíta,  que  haber  entrado  jesuíta  sin  voca- 
ción; pues  no  pudo  figurarse  el  malogrado  seminarista  y  aprovechado 
progresista  D.  Fermín  Caballero,  que  un  paisano  suyo  y  tan  ilustre,  de 
otro  modo  que  forzado  hubiera  podido  caer  en  la  tentación  de  ingresar 
en  la  Compañía  de  Jesús. 

En  verdad  que  si  fué  culpa,  fué  felicísima  culpa;  pues  aunque  perdió 
la  Mancha  en  nuestro  Lorenzo  un  industrioso  expendedor  de  anís  y  de 
cominos,  cultivo  preferente  del  Horcajo,  según  Caballero  (pág.  26),  que 
con  su  caballejo  y  unas  alforjillas  de  varios  senos  recorriera  gran  parte 
del  reino  y  llegara  á  Portugal  y  por  la  vía  del  Norte  se  alargara  hasta 
Bayona  de  Francia;  ganó  España  al  P.  Hervás,  cuya  fama  y  escritos 
recorrieran  más  de  un  reino,  llegaran  más  allá  de  Portugal  y  se  alarga- 
ran algo  más  que  hasta  Bayona  de  Francia. 

Por  lo  demás,  cómo  se  despertó  en  el  niño  Lorenzo  la  vocación  reli- 
giosa á  la  Compañía  de  Jesús,  nos  lo  cuenta  él  mismo  cuando,  ya  hom- 
bre y  sin  vínculo  alguno  externo  con  la  Compañía,  por  aquellos  años 
destruida,  escribía  su  Biblioteca,  y  hablando  en  tercera  persona  decía  en 
el  artículo  Hervás,  redactado  ó  retocado  «en  el  presente  año  de  1799»:  «No 
habiendo  visto  jamás  á  los  jesuítas,  y  en  la  edad  de  doce  años,  oyendo 
una  vez  hablar  de  ellos  á  un  religioso  reformado  de  San  Francisco,  con- 
cibió deseo  de  entrar  en  la  Compañía  de  Jesús;  lo  manifestó  á  su  madre, 
la  cual,  después  de  dos  años,  suplicó  al  noble  y  sabio  Sr.  D.  Rafael  Cha- 
cón, amigo  de  los  jesuítas,  que  lo  condujese  al  colegio  jesuítico  más 
vecino  ,  que  era  el  de  Villarejo  de  Fuentes,  cuyo  Rector,  el  religiosísimo 
Josef  de  Peñaranda,  'e  acogió  tiernamente,  y  del  Provincial  Bernardo 
Granados  prontamente  obtuvo  la  licencia  para  que  entrase  en  el  novi- 
ciado jesuítico  de  Madrid,  como  lo  efectuó  á  29  de  Septiembre 
de  1749))  (1). 


(1)  He  aquí  otro  pasaje  de  las  cartas,  que  tuvo  á  su  disposición  Caballero,  y  que 
encierra  también  algo  de  confesión,  en  cuanto  lo  permitían  en  España  los  que  tanto 
habían  criticado  la  obediencia  ciega  y  perinde  ac  cadáver  de  los  jesuítas;  responde 
Hervás  á  una  carta  de  D.  Manuel  Garcés  de  Marcilla,  escrita  en  Molina  de  Aragón  á  8 
de  Noviembre  de  1800,  preocupado  por  la  educación  de  su  hijo;  es  el  borrador  de  la 
respuesta  escrito  al  dorso  de  la  carta:  «No  me  molesta,  más  me  favorece  Vm.  con  la 
suya...  En  la  religión  que  por  gracia  divina  profesamos  elegí  aquel  estado  que  más 
im[med¡atamen]te  se  dirige  para  ayudar  y  servir  á  los  próximos  y  principalmente  á 
aquellos  que,  iluminados  celestialmente,  desean  y  anelan  guías  y  directores  para  mexor 
acertar.  Si  yo  para  tan  cristiano  fin  soi  útil,  Vm.  me  tiene  á  su  servicio,  persuadido  que 
sirviéndole  sirvo  á  Nuestro  Dios.  Su  divina  Magestad  ha  excitado  en  Vm.  el  vivo  co- 
nocimiento de  su  obligación  paternal  con  su  hijo;  este  conocimiento  ha  sido  fecundo 
de  los  deseos  de  satisfacer  á  ella...  No  dude  Vm.  que  el  Señor  corresponderá  á  sus 
deseos...  Vm.,  pues.  Señor  mío,  con  livertad  me  escriba  cuando  á  dicho  fin  y  al  servi- 
cio del  Señor  crea  convenir,  y  procuraré  satisfacerle  en  cuanto  la  escasez  de  mis  luces 
alcance...» 

Vemos  que  si  Hervás  dejó  de  ser  jesuíta,  porque  cesó  su  religión,  supo  fuera  de 
ella  ser  un  perfecto  jesuíta. 


44  LORENZO   HERVÁS 

La  vida  de  Hervás  puede  encerrarse  en  estas  tres  palabras:  aprender, 
enseñar  y  escribir,  pues  aunque  en  ocasiones  ejercitó  el  sagrado  minis- 
terio, como  en  los  alrededores  de  Cuenca  y  en  la  peste  de  Cáceres,  eso 
fué  como  de  pasada  (1). 

3.  Los  estudios  ordinarios  de  la  Compañía  cursólos  Hervás  en  Al- 
calá desde  1752  á  1760  (2).  En  ellos,  si  hemos  de  creer  al  P.  Luengo  en 
su  Diario  (26.",  546),  no  sobresalió  mucho,  pues  hablando  de  la  obra  que 
escribió  Hervás  en  defensa  de  la  teoría  de  Bolgeni  sobre  la  caridad, 
dice  que  «algunos  de  sus  amigos  y  condiscípulos  tienen  un  concepto 
mui  moderado  de  su  doctrina  Theológlca,  pues  quando  la  estudió  no 
sobresalió  en  ella,  y  después  por  el  curso  de  más  de  treinta  años  (escribe 
Luengo  en  1792)  no  ha  podido  pensar  en  cosas  theológicas». 

Esto  no  quita  que  tuviera  Hervás  dos  actos  de  Teología,  uno  en  Al- 
calá el  1759  y  otro  luego  en  Madrid,  como  escribe  en  su  Biblioteca;  del 
primero  conservó  Hervás  ingrata  memoria  (3). 

Dotado  de  especial  ingenio  para  ciencias  de  positiva  observación,  y 
oyendo  la  muerte  de  su  profesor  de  Astronomía  el  P.  Tomás  Cerda 
(1718-1791),  no  es  de  extrañar  se  renovase  en  su  alma  toda  la  admira- 
ción y  cariño  de  discípulo  y  que  le  dedicase  las  páginas  20-23  del  tomo 
tercero  del  Viaje,  donde  están  aquellas  palabras  que  en  vida  le  dirigió  y 
que  casi  escandalizan  á  Caballero  (29):  «Padre  Cerda...,  yo  estoy  per- 
suadido á  que  los  matemáticos  tenemos  en  nuestra  cabeza  un  mundo 


(1)  Véanse  datos  curiosos  sóbrela  peste  en  Cáceres  el  1764  en  la  Historia,  III,  247; 
VII,  84. 

(2)  ídem  IV,  233,  nota  2:  «Entre  los  intérpretes  insignes  españoles  [de  Sagrada  Escri- 
tura] hay  no  pocos  jesuítas;  y  de  éstos  dio  algunos  la  cátedra  doméstica  de  Teología  exe- 
gética  en  su  Colegio  Complutense,  á  cuya  memoria  por  haber  estudiado  yo  en  él  desde 
el  año  1752  hasta  el  de  1769,  consagro  la  siguiente  noticia  de  sus  profesores  escritúra- 
les.» Enumera,  naturalmente,  á  Gaspar  Sánchez,  Juan  Mariana,  Cristóbal  de  Castro, 
Juan  de  Azor...,  notando  que  los  comentarios  inéditos  de  éste  sobre  los  Cánticos  están 
«en  quatro  tomos  en  quarto...  en  la  biblioteca  del  Colegio  Romano». 

(3)  Es  el  paso  que  se  suele  traer  para  pintar  á  Hervás  opuesto  á  la  forma  silogís- 
tica; aunque,  como  se  verá,  sólo  es  opuesto  á  la  usada  en  la  clase  de  Fr.  Toribio,  in- 
signe profesor  de  Fr.  Gerundio  de  Campazas.  Copia,  traducidas  de  Vives,  las  cláusulas 
contra  el  desorden  en  las  disputas  De  causis  corrupt.  artium,  lib.  I,  cap.  VII  (ed.  de  Va- 
lencia de  1785,  t.  VI,  pág.  50):  «¿Quántos  inconvenientes  resultan  de  estas  disputas? 
Gritos  rabiosos,  amenazas,  contumelias;  y  faltando  las  palabras,  se  ha  visto  venir  los 
disputantes  á  las  manos,  á  bocados  y  bofetadas.  ¿Y  es  este  el  ejercicio  de  la  sabidu- 
ría? ¿Esta  es  la  profesión  de  la  venerable  doctrina?»  Y  continúa  Hervás:  «Á  la  verdad 
no  se  pueden  oír  sin  escándalo,  desprecio  ó  risa  algunas  disputas,  en  que  personas 
eclesiásticas  ó  religiosas  vocean,  manotean  y  patean  como  desesperados,  sin  respetar 
su  carácter  ni  el  de  los  oyentes.  El  silogizar  es  ya  lo  mismo  que  hablar  incivilmente... 
El  silogizar  es  método  bueno  para  proponer  brevemente  una  dificaltad;  más  tres  ó  á 
lo  más  quatro  silogismos  bastan  para  proponerla.  El  año  de  1759  defendí  en  Alcalá  de 
Henares  un  acto  teológico,  en  que  debían  argüir  diez  maestros;  y  el  primero  (que  era 
uno  de  los  mayores  sabios  de  la  Universidad)  me  puso  más  de  quarenta  silogismos. 
De  este  modo  las  funciones  literarias  se  hacen  pesadas  y  escuela  de  especulaciones 
comúnmente  inútiles.»  Historia,  t.  II,  pág.  52. 


LORENZO   HERVÁS  45 

diverso  del  que  vemos  y  totalmente  diferente  del  que  en  la  suya  tiene  el 
común  de  los  hombres  He  estudiado  por  siete  años  la  Filosofía  y  Teolo- 
gía, y  me  parece  que  todo  su  estudio  en  tanto  tiempo  no  ha  dado  á  mi 
razón  natural  idea  tan  clara  del  Supremo  Criador,  como  la  que  en  un 
mes  he  logrado  con  el  estudio  astronómico.^ 

4.  Pero  dicho  esto,  pues  no  hay  razón  de  ocultarlo,  no  es  justo  dejar 
de  advertir  que  es  inexacto  presentar  á  Hervás  como  enemigo  de  la 
Escolástica,  debidamente  entendida,  ó  despreciador  de  los  estudios  filo- 
sófico-teológicos,  aunque  más  inclinado  y  dispuesto  para  otros  estu- 
dios, trató  mejor  de  otras  cosas,  y  escribiendo  obras  teológicas  buscó 
más  en  ellas  la  parte  positiva  que  la  escolástica. 

He  aquí  lo  que  dice  del  método  escolástico  (Historia,  IV,  315): 

«Esta  crítica  reproducimos  actualmente  los  católicos,  aprobando  el 
métodoescolástico  enlosque  hacen  buen  uso  de  él,  y  reprobando  el  abuso 
de  los  que  con  palabras  bárbaras,  silogismos  encadenados  y  distinciones 
continuas  é  inoportunas  de  términos  nada  significantes,  desfiguran  la 
doctrina  teológica.  Los  católicos,  con  los  heterodoxos  verdaderamente 
críticos,  alabamos  el  escolasticismo  y  la  latinidad  de  la  teología  de  Pe- 
tavio  y  de  aquellos  autores  que  más  se  le  asemejan.  Confieso  que  en 
el  vulgo  literario  de  algunos  países  católicos  prevalece  el  abuso  del  es- 
colasticismo; mas  este  abuso  no  se  debe  llamar  general,  porque  es  muy 
particular  y  está  ya  casi  para  desaparecer.  Entretanto  los  heterodoxos 
críticos  desengañen  á  su  vulgo  literario,  alaben  claramente  el  buen  uso 
del  escolasticismo  y  vituperen  solamente  el  abuso.» 

Y  al  hablar  de  la  Metafísica  de  Suárez,  dice  (ídem,  III,  100):  «Enciclo- 
pedia de  todas  las  especulaciones  metafísicas,  que  se  hallan  en  los  libros 
escolásticos  de  mayor  renombre,  es  la  gran  obra  que  de  metafísica  escri- 
bió el  Dr.  Francisco  Suárez.  Este  insigne  autor  reduxo  al  mejor  orden 
de  metafísica  las  qüestiones  principales...,  se  empeñó  en  notar  las  opi- 
niones de  todos  los  metafísicos  y  en  impugnar  las  contrarias  á  la  suya, 
aunque  sean  extravagantísimas,  y  de  este  modo  hizo  una  obra  volumi-r 
nosa  en  que  es  necesario  leer  muchísimas  cosas  inútiles  para  encontrar 
las  útiles  que  propone  el  autor.  Si  éste  hubiera  escrito  su  metafísica  po- 
niendo en  ella  solamente  las  opiniones  que  defiende,  su  obra  se  hubiera 
hecho  más  común,  y  con  suma  utilidad  hubiera  reformado  prontamente 
el  estudio  metafísico.» 

Paladar,  pues,  que  sabe  gustar  las  doctrinas  de  Suárez,  podrá  sentir 
predilección  por  uno  ó  por  otro  estudio,  estará  tal  vez  en  algunas  cosas 
mal  purificado,  pero  no  se  puede  justamente  llamar  estragado  (1), 


(1)  No  negaré  que  en  más  de  una  página  de  las  obras  de  Hervás  se  hallen  quejas 
contra  el  método  de  enseñanza  usado  en  su  tiempo,  planes  de  reforma  más  ó  menos 
decisivos.  No  es  ocasión  de  tratar  aqui  si  aquéllas  eran  del  todo  justas  y  éstos  del  todo 
acertados;  pero  de  eso,  hasta  ver  en  todas  esas  novedades,  novedades  peligrosas  ó 
vitandas,  hay  un  abismo,  que  la  suspicacia  de  D.  Joaquín  Lorenzo  Villanueva  saltó. 


46  LORENZO    HERVÁS 

5.  Terminados  para  Hervás  los  estudios,  que  pudiéramos  llamar  or- 
dinarios en  la  Compañía  de  Jesús,  supone  Caballero,  en  su  deseo  de  pon- 
derarlo todo  (pág.  29),  que  aun  antes  de  ordenarse  de  sacerdote  «debió 
descubrir  claramente  su  afición  á  las  ciencias  exactas  [y]  se  dedicó  á 
ellas  en  la  Corte  y  con  gran  provecho.  Aprendió  matemáticas  y  astro- 
nomía con  el  famoso  profesor  jesuíta  P.  Tomás  Cerda,  maestro  á  quien 
consagra  recuerdos  en  sus  escritos». 

El  lugar  citado  es  el  siguiente  fWa/e,  III,  20): 

«Sobre  esta  renovación  de  ideas,  siempre  correspondiente  á  la  no- 
vedad y  grandeza  de  los  objetos...,  permite.  Cosmopolita,  que  yo  breve- 
mente hable  de  la  que  con  admiración  un  poco  graciosa  experimenté  en 
los  primeros  meses  del  estudio  astronómico.  Hacía  yo  éste  con  el  mayor 
ardor  y  empeño  baxo  de  la  instrucción  de  D.  Tomás  Cerda,  ilustre  y 
honradísimo  sabio... Mi  fantasía,  algo  desenfrenada  con  el  ardor  juvenil, 
corría  curiosa  y  aceleradamente  por  los  inmensos  espacios  que  en  las 
regiones  celestes  le  descubría  el  estudio  astronómico,  y  desde  los  pri- 
meros meses  que  en  éste  me  ocupé,  me  parecía  vivir  en  otro  mundo.  En 
estas  circunstancias,  hablé  á  mi  maestro  una  vez  así:  «Padre  Cerda...  He 
estudiado  por  siete  años  la  Filosofía  y  Teología...»  Á  las  palabras  que  se 
copiaron  antes  sigue  la  larga  y  prudente  respuesta  del  maestro  (1). 

Esta  conversación  debió  tenerse  sin  embargo  en  Italia  ó  si  acaso  en 
Madrid,  cuando  Hervás  después  de  enseñar  latín  y  moral  estuvo  en  la  Cor- 
te enseñando  Geografía  y  sin  tiempo  para  dedicarse  á  las  Matemáticas. 

Llegado  el  tiempo  de  la  enseñanza,  nuestro  Lorenzo  tuvo  clase  dela- 


porque  habiendo  impugnado  en  su  Catecismo  del  Estado,  la  introducción  á  la  His- 
toria de  la  vida  del  hombre,  de  Hervás,  y  logrado  su  prohibición,  temió  cobardemente, 
reconociendo  asi  la  superioridad  del  adversario,  dejar  libre  la  pluma  de  Hervás.  Alguien 
hubiera  dicho  que  Villanueva  había  leído  las  palabras  de  Hervás  á  su  primo,  de  27  de 
Noviembre  de  1793:  «Mucho  te  has  inquietado  con  Villanueva  por  su  desvergonzada 
y  satírica  impugnación;  esto  no  se  remedia  á  bofetones  ni  á  desvergüenzas,  mas  á  ra- 
zones buenas  y  cristianas;  á  su  tiempo  las  daré  yo  y  le  responderé...  bien  y  como  me- 
recen su  malicia  é  ignorancia.» 

Luego  hablaremos  de  esto  al  ocuparnos  entre  los  escritos  de  Hervás  de  su  Historia. 
Aquí  sólo  quiero  notar  los  principales  pasajes,  además  de  la  impugnada  Introducción 
en  que  Hervás  propone  esas  quejas  y  esos  planes,  serán  útiles  las  citas  al  que  deteni- 
damente estudie  el  movimiento  literario,  filosófico,  científico  y  teológico  del  siglo  XVIII, 
ya  se  examine  abstractamente,  ya  reflejado  en  alguna  institución  docente  como  sería  la 
Universidad  de  Alcalá,  ya  agrupando  los  hechos  alrededor  de  un  hombre.  Ese  hombre 
seguramente  no  sería  Hervás. 

Quejas  y  planes  en  los  estudios  de  latinidad:  Historia,  II,  104;  de  Filosofía:  ídem,  III, 
13,  28, 38,  44, 100, 105;  de  ciencias:  Viaje,  IV,  280;  de  las  ciencias  sagradas:  Historia,  IV, 
280.  En  general,  sería  útil  leer  atentamente  lo  que  Hervás  llama  el  Hombre  en  las  cien- 
cias, que  comprende  el  capítulo  IV  del  Hbro  IV,  tomo  II,  el  tomo  III  y  gran  parte  del  IV 
en  la  Historia  de  la  vida  del  Hombre. 

(1)  Tomás  Cerda  fué  profesor  de  Matemáticas  en  Cervera,  Barcelona  y  Madrid, 
donde  recibió  el  nombramiento  de  Cosmógrafo  del  Real  Consejo  de  Indias.  En  la  Bi- 
blioteca, articulo  Cerda  (Thomas),  dice  Hervás:  «El  Sr.  Cerda,  mi  maestro  de  Materna- 


LORENZO   HERVÁS  47 

tinidad  en  Cáceres  (Historia,  III,  242).  Enfermó  con  ocasión  de  auxiliar  á 
los  apestados  en  1764,  y  fué  destinado  en  su  convalecencia  á  Huete,  con 
alguna  ligera  clase  de  Moral  (1);  luego  á  Madrid,  donde  enseñó  Metafí- 
sica en  el  Seminario  de  Nobles;  cf.  Historia,  III,  76  y  105;  y  Geografía: 
cf.  Biblioteca,  artículo  Hervás;  siendo  además  Director  mayor  en  el 
mismo  Seminario. 

Muchas  son  las  ocasiones  en  que  hablan  del  Seminario  de  Nobles  las 
obras  de  Hervás, ya  italianas,  ya  españolas;  sabemos  que  se  juntaron  en 
aquél  120  alumnos  (2);  que  hubo  por  aquellos  años  un  cambio  en  los 
estudios,  que  desgraciadamente  no  se  indica  (3);  y  otras  noticias  no  des- 


ticas,  con  quien  algunos  años  he  vivido  en  Italia...»;  y  en  el  artículo  Hervás:  «Habiendo 
concluido  los  estudios  de  Filosofía  y  Teología,  instruyéndose  al  mismo  tiempo  en 
Jas  lenguas  eruditas  y  en  las  matemáticas  (que  después  estudió  por  cuatro  años)...» 

De  donde  se  saca: 

I.''  Que  Hervás  estudió  las  lenguas  eruditas  (latín,  griego  y  hebreo)  y  las  Matemá- 
ticas en  Alcalá. 

2."  Estudió  luego  cuatro  años  de  Matemáticas,  no  en  España,  pues  los  empleos  de 
Hervás  desde  60  al  67  no  dan  lugar,  sino  en  Italia,  donde  vivió  con  Cerda  y  fué  su  dis- 
cípulo. La  conversación  que  se  refiere  en  el  texto  debió,  pues,  tenerse  en  Italia. 

De  estos  estudios  de  Matemáticas,  hechos  en  Italia,procedieron  los  elementos  cos- 
mográficos escritos  en  italiano,  y  el  curso  de  Matemáticas  empezado  en  1769,  ambos 
inéditos. 

3.°  Como  Hervás  enseñó  Geografía  en  Madrid,  en  donde  estaba  el  P.  Cerda,  no 
hay  dificultad  en  que  privadamente  aprendiera  aquél  con  éste,  y  empezara  á  escribir  la 
Cosmografía,  que  llevó  consigo  á  Murcia  y  dejó  en  su  aposento  con  un  billete  que 
decía:  Estos  papeles  pertenecen  al  Sr.  D.  Antonio  Fontes  Paz.  Cf.  Biblioteca. 

(1)  Estando  en  Cáceres,  dice  Hervás  en  su  Biblioteca:  «Con  la  asistencia  á  un  hos- 
pital militar  en  las  guerras  con  Portugal,  del  que  él  solo  [Hervás]  cuidaba  en  lo  espi- 
ritual y  temporal,  enfermó  grave  y  pertinazmente,  con  recaídas,  por  lo  que  fué  nom- 
brado maestro  de  Teología  moral  en  Huete,  y  no  convaleciendo  bien,  pasó  á  Madrid.» 

(2)  Storia,  I,  168:  «lo  stessonegli  anni  scorsi  trovadomi  nel  real  CoUegio  de'Nobili 
di  Madrid  (ove  si  contavano  cento  e  venti  alunni,  che  in  gran  parte  erano  sotto  la  mía 
direzione)  compresi  benissimo...» 

Dato  que  falta  en  la  obra  española  correspondiente,  I,  332.  La  dirección  que  tuvo 
Hervás  en  el  Seminario,  no  es  como  la  entiende  Caballero  (33),  desconocedor  de  las 
costumbres  jesuíticas  y  empeñado  en  rodear  á  Hervás  de  gloria  propia  ó  ajena,  estar  al 
frente...,  sino  subordinada,  como  el  mismo  Hervás  pone,  ///s/í7r/a,  IV, 359:  «Parte  de  mi 
juventud  y  virilidad  he  empleado  en  la  enseñanza  cientifica  y  en  la  dirección  subor- 
dinada de  un  numeroso  é  ilustre  Seminario  de  Nobles.»  Cf.  Cartas  familiares  del  padre 
José  Francisco  de  Isla  (León,  1903)  pág.  191  nota  sobre  los  estudios  de  la  Compañía  de 
Jesús  en  Villagarcia  de  Campos. 

(3)  Después  da  poner  algunas  noticias  sobre  el  Ratio  Studioruní,  termina  la  nota 
(Historia...W,  303):  «Yo,  aunque  español,  no  dexo  de  conocer,  que  España  ha  venerado 
tenazmente  con  alguna  superstición  la  antigüedad  filosófica  y  teológica.  Los  jesuítas  de 
Madrid  desde  el  1750,  en  mi  tiempo  tuvieron  varias  consultas  para  renovar  esta  anti- 
güedad, y  no  se  atrevieron  á  efectuar  la  renovación  sino  en  los  colegios  de  nobles  que 
estaban  á  su  dirección.  Este  temor  provino  del  imperio  que  el  partido  contrario  tenia 
en  los  estudios  públicos,  y  de  no  querer  dar  causa  á  nuevas  inquietudes  (sobre  las 
muchas  que  desde  dicho  año  empezaron  á  tener)  con  una  empresa  trabajosa  que 
tendría  por  premio  la  contradicción.» 


48  LORENZO    HERVÁS 

preciables  (1).  Quiero  notar  solamente  lo  que  refieren  sobre  los  ejercicios 
militares,  en  que  se  adiestraban  los  alumnos  del  Seminario  de  Nobles. 
Storia...,  I,  199,  y  mejor  en  la  española.  I,  356: 

«Estando  [siendo]  yo  Director  mayor  del  Seminario  de  Nobles,  que  en  Madrid  te- 
nían los  Jesuítas,  procuraba  que  los  Seminaristas  saliesen  á  paseo,  siempre  que  el 
tiempo  lo  permitía.  La  experiencia  me  había  hecho  conocer,  que  convenía  tener  siem- 
pre ocupados  á  los  niños  en  las  horas  de  recreación;  y  por  esto  hacía  que  todos  juga- 
sen, ó  se  ocupasen  en  alguna  cosa;  y  para  obligarlos,  yo  mismo  me  unía  con  ellos  en 
los  juegos  que  me  permitían  mis  circunstancias.  Para  ocupar  la  fantasía  de  los  Semina- 
ristas y  divertirlos,  con  toda  utilidad,  hice  que  aprendiesen  el  exercicio  mihtar  y  los 
proveí  de  toda  especie  de  utensilios  militares,  poniendo  en  ellos  versos  é  inscripcio- 
nes doradas.  Las  horas  de  recreación,  en  que  no  se  podía  salir  á  paseo,  se  ocupaban 
en  el  exercicio  militar,  que  muchos  Seminaristas  con  la  dirección  y  gran  actividad  de 
su  compañero  el  señor  Marqués  Don  Joseph  de  Ovando,  aprendieron  en  pocos  días, 
empleando  gustosamente  en  su  instrucción  hasta  el  último  minuto  délas  horas  de  des- 
canso... (2).  En  los  paseos  con  relox  en  mano,  la  tropa  infantil  se  empeñaba  en  cami- 
nar una  ú  dos  millas,  contándose  el  número  de  pasos  simples  ú  doblados,  para  obser- 
var su  correspondencia  exacta  con  el  tiempo.  La  niñez  desea  variedad  y  novedad  en 
susexercicios;  por  lo  que  yo  cada  día  pensaba  en  condecorar  'la  comparsa  militar. 
Convidaba  á  algunos  señores  para  que  su  presencia  animase  la  tropa,  y  entre  ellos  me 
honraron  algunas  veces  el  Excmo.  Sr.  Conde  de  Fernán-Núñez  y  el  Sr.  D.  Anto- 
nio Idiáquez,  que  se  dignaron  mandar  el  exercicio,  admirando  su  destreza  y  exactitud 
militar.  En  algunos  días  la  comparsa  militar  se  hacía  con  la  asiste.ncia  de  los  que  sabían 
tocar  instrumentos  músicos;  en  otros  se  variaban  los  exercicios  militares,  y  siempre 
se  pensaba  en  alguna  invención  de  fusiles,  bombas,  etc.,  que  sin  uso  de  pólvora  y  con 
muelles  elásticos  pudiesen  figurar  vivamente  los  utensilios  militares  (3).  Yo  confieso  in- 
genuamente que  experimenté  útilísimos  para  la  educación  física,  civil  y  moral  estos 
exercicios,  que  después  debí  abandonar  poco  á  poco  porque  la  emulación  antijesuí- 
tica empezó  á  prever  en  la  tropa  infantil  las  semillas  de  un  exército  invencible  y  ex- 
terminador  de  reynos.  En  estas  circunstancias  yo  promoví  otros  exercicios  dentro  y 
fuera  del  Seminario  para  ocupar  y  fatigar  con  moderación  la  niñez.  Fuera  del  Semina- 
rio proponía  paseos  largos  rodeando  á  Madrid  ó  encaminándome  á  sitios  algo  lexos. 
Valiéndome  del  favor  del  señor  Loinaz,  llevaba  los  Seminaristas  á  su  gran  jardín  y 
huerta,  que  están  cerca  de  Madrid  y  abundaban  de  liebres;  y  se  ejercitaban  en  correr 
tras  de  ellas.  Dentro  del  Seminario  ocupaba  á  los  Seminaristas  en  juegos  de  exercicio 
y  movimiento  del  cuerpo,  principalmente  en  el  útilísimo  d©  la  pelota,  con  el  que,  ha- 
ciendo diferentísimas  posturas  corporales,  se  exercitan  todos  los  músculos.» 

Poco  tiempo  antes  que  esa  emulación  antijesuítica  se  desbordase  en 
España,  llegó  Hervás  á  Murcia  para  enseñar  Filosofía.  Aquí  le  cogió  la 
orden  de  destierro,  embarcándose  en  Cartagena,  con  los  demás  Padres 


(1)  Historia...,  I,  340;  Storia...,  I,  195,  196,  etc. 

(2)  En  el  pasaje  italiano:  «Fra  questi  miei  allievi  ritrovavasi  S.  E.  il  Signor  Márchese 
Don  Qiuseppe  di  Ovando,  instruit'O  nel  militare  esercizio.  Proposi  il  mió  pensiero  a 
questo  Signorino...  Corrispose  egli  generosamente  al  mío  progetto,  supplendo  col 
denaro  ad  alcune  spese  utili  per  la  maggior  forinalitá...» 

(3)  Para  formar  mejor  idea  de  este  ejército  infantil,  téngase  entendido  que  los  alum- 
nos del  Seminario  de  Nobles  de  Madrid  tenían  traje  negro,  con  su  espada,  banda  roja 
y  el  nombre  de  Jesús  en  ella. 

Cf.  Razón  y  Fe,  t.  XXI,  73,  nota. 


LORENZO   HERVÁS  49 

y  Hermanos  de  la  Compañía  que  formaban  la  provincia  de  Toledo  (1). 

De  este  modo  harto  providencial  iba  á  encontrar  Hervás  (que  qui- 
zá no  había  pensado  aún  en  estudios  lingüísticos)  su  verdadera  voca- 
ción, el  tema  de  los  escritos  que  le  habían  de  hacer  inmortal,  fundador  y 
padre  de  la  lingüística  moderna;  pues  en  el  convoy,  que  mandaba  la  fra- 
gata del  Rey  Sania  Rosalía,  se  encaminaba  á  Italia  y  allí  podría  tratar 
con  aquellos  misioneros,  que,  arrancados  de  entre  los  brazos  de  sus  in- 
dios con  brutal  violencia,  se  vengaron  de  España  dando  los  materiales 
que  Hervás  necesitaba  para  crear  una  ciencia  nueva  (2). 

6.  Pero  ya  antes  de  salir  de  España  se  iba  desarrollando  en  el  alma 
de  Hervás  el  instinto  de  observación  detenida,  de  comparación  atenta, 
el  afán  de  lograr  las  ocasiones  que  se  le  iban  presentando. 

De  residencia  en  Cáceres,  procuró  Hervás  hacer  una  visita  á  las  anti- 
güedades de  Mérida;  «yo  hice,  decía,  una  visita  á  la  ciudad  de  Mérida 
para  observar  los  [monumentos  romanos]  que  había  en  ella;  y  según  las 
noticias  que  adquirí,  con  poco  coste  y  trabajo  se  pueden  descubrir  en 
Mérida  monumentos  romanos  para  formar  varios  tomos  en  folio»:  His- 
toria, II,  217.  Los  pocos  meses  de  estancia  en  Murcia  no  fueron  inúti- 
les para  Hervás  (ídem,  VI,  105). 

«A  últimos  de  Diciembre  de  1766  llegué  á  la  ciudad  de  Murcia  para 
enseñar  la  Filosofía,  y  salí  de  ella  para  Italia  al  principio  de  Abril;  no  obs- 
tante el  poco  tiempo  que  estuve  en  dicha  ciudad,  porque  el  comercio  de 
franceses  de  Madrid,  de  donde  yo  había  salido  para  ir  á  Murcia,  me  favo- 
reció con  cartas  de  recomendación  para  que  sus  corresponsales  en  Mur- 
cia, me  iluminasen  con  las  noticias  que  yo  deseaba  tener...»,  «inferí  que 
calculado  y  distribuido  entre  los  habitantes  de  Murcia  y  su  campo  el 
valor  de  los  frutos  terrestres  del  año  1766,  tocaban  treinta  escudos  de 
oro  á  cada  habitador;  de  donde  inferí,  que  en  una  ciudad  de  no  gran 
luxo,  como  entonces  era  Murcia,  y  en  que  no  eran  caros  los  géneros  de 
primera  necesidad,  debía  crecer  algo  la  población,  mas  con  límites  es- 
trechos y  por  pocos  años,  porque  el  pequeño  número  de  propietarios 
haría  que  el  pueblo  experimentase  presto  la  miseria,  aunque  no  cre- 
ciese el  luxo». 

Como  las  anteriores  se  podrían  encontrar  otras  pruebas  de  este  espí- 


(1)  Historia,  VI,  105.  El  arresto  de  los  jesuítas  en  Murcia  dio  ocasión  años  atrás  á 
varias  hermosísimas  cartas,  que  se  conservan  entre  las  Cartas  de  Hervás,  ya  que  están 
á  él  dirigidas.  Julián  Martín  de  Retamosa  tropezó,  leyendo  la  Historia  del  hombre, 
escrita  por  Hervás,  con  la  mención  de  este  arresto,  y  se  animó  á  escribirle  declarando 
su  amor  á  la  Compañía,  y  cómo  había  tomado  parte  en  aquel  atropello,  pero  de  mala 
gana  y  forzado  por  la  obediencia  militar. 

(2)  Es  de  advertir  que  Hervás  no  estuvo  en  misiones  extranjeras,  y  así  el  viaje  á 
América  que  algunos  autores  suponen,  es  un  puro  error  perdonable  en  Diccionarios  y 
Bibliotecasanteriores  á  la  biografía  de  Caballero  (pág.  77),  imperdonable  después,  como 
en  el  reciente  libro  de  Amor  y  Ruibal. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV.  4 


50  LORENZO   HERVÁS 

rltü  de  observación  (cf.  Historia...,  I,  366)  seguramente  pertenecientes 
al  primer  período  de  la  vida  de  Lorenzo  Hervás;  aunque  muchas  más 
sin  comparación  en  los  años  sucesivos;  en  esto  hubo  dos  grandes 
bienes:  el  primero  que  sembró  sus  numerosos  escritos  de  curiosidades 
peregrinas,  y  el  segundo  que  poco  á  poco  iba  formando  su  espíritu  para 
lo  que  después  había  de  ser.  De  lo  primero  daré  alguna  prueba  al 
examinar  los  escritos,  de  lo  segundo  en  el  período  siguiente  de  su  vida, 

E.  Portillo. 
(Continuará.) 


Fuerza  expansiva  del  sistema  de  IRaiffeisen 

(Las   Cajas  rurales   en   Italia.) 


Á   GUISA   DE   PRÓLOGO 


<5. 


'ONTRA  la  introducción  del  sistema  de  Raiffeisen  en  España  se  ale- 
gaba tiempo  atrás  su  condición  de  planta  exótica  difícil,  si  no  imposible, 
de  aclimatar  en  nuestro  suelo.  Confesamos  paladinamente  que  nunca 
pudimos  alcanzar  la  fuerza  de  este  argumento.  El  sistema  de  Raiffeisen 
se  había  paseado  triunfante  por  toda  clase  de  países;  habíase  acomodado 
á  las  razas  más  diversas  del  Oriente  y  del  Occidente,  del  Septentrión  y 
del  Mediodía,  germánicas,  célticas,  eslavas,  latinas...  ¿Qué  carácter,  decía- 
mos para  nuestros  adentros,  será  el  de  la  raza  española  que,  sola  entre 
las  civilizadas,  ha  de  ser  refractaria  á  las  Cajas  rurales?  ¿Qué  campesi- 
nos engendrarán  nuestros  montes  y  nuestros  valles,  tan  diferentes  del 
resto  del  planeta?  ¿Será  excelencia  ó  degeneración  de  la  raza  constituir 
excepción  tan  singular?  Por  lo  demás,  ¿es  el  carácter  español  tan  único 
que  ninguna  diferencia  exista  entre  los  habitantes  de  las  distintas  regio- 
nes de  España?  ¿Serán  de  igual  temperamento  el  navarro  y  el  andaluz, 
el  catalán  y  el  extremeño,  el  castellano  y  el  gallego?  Pues  ¿cómo  se 
habla  del  carácter  español  cual  si  fuese  uno  mismo  en  todas  las  provin- 
cias? Porque  si  es  en  algo  diferente  ¿quién  sabe?  quizá  las  instituciones 
reñidas  con  el  carácter  y  la  situación  económico-social  del  Sud  hagan 
amigable  consorcio  con  los  moradores  del  Norte,  y,  por  tanto,  no  pueden 
condenarse  en  globo  las  Cajas  rurales.  ¿Cuántas  instituciones,  aun  eco- 
nómicas, nacidas  en  el  extranjero  no  se  han  aclimatado  en  nuestra  patria? 
Por  hablar  de  una  sola,  que  guarda  cierta  analogía  con  las  Cajas  rurales, 
¿no  son  acaso  los  Montes  de  Piedad  de  importación  extranjera?  ¿No 
nacieron  en  la  Italia  de  la  Edad  Media?  Se  dirá  que  en  España  no  son 
cosa  nueva  ahora,  que  han  encanecido  ya  en  nuestro  suelo.  Enhorabuena; 
pero  todas  las  cosas  viejas  fueron  en  un  principio  nuevas,  y  contra  ellas 
podí'a  entonces  oponerse  el  escrúpulo  de  la  novedad. 

Pero  el  argumento  Aquiles  de  la  oposición  era  la  solidaridad  ilimi- 
tada. Á  esto  sí  que  no  se  allanarán  nuestros  campesinos,  se  objetaba. 
Buenos  son  ellos  para  aventurarlo  todo  por  el  vecino.  Cada  uno  mire 
por  sí,  exclamarán.  ¿Quién  será  tan  bobo  que  con  todos  sus  bienes  salga 
fiador  de  los  demás?  Este  argumento  nos  dolía  más  porque  nos  repre- 
sentaba al  campesino  de  todas  las  provincias  españolas  como  soberana- 
mente egoísta,  desconfiado,  receloso.  Bien  que  no  acabábamos  de  darle 


52  FUERZA   EXPANSIVA  DEL   SISTEMA   DE   RAIFFEISEN 

crédito.  Examinábamos  la  historia  de  las  Cajas  de  Raiffeisen,  y  hallába- 
mos que  también  en  el  extranjero  se  había  esgrimido  esa  arma  contra 
las  Cajas  rurales;  también  allí  se  había  ponderado  la  dificultad  de  meter 
en  la  mollera  del  labriego  la  mancomunidad  ilimitada.  Mas  la  práctica 
demostró  bien  pronto  que  no  era  el  buen  aldeano  tan  palurdo,  ni  tan 
envidioso,  ni  tan  suspicaz  como  se  le  había  pintado.  ¿No  ocurrirá  lo 
mismo  en  España?,  nos  decíamos.  La  experiencia  convence  que  no  nos 
engañábamos.  Así  que,  hoy  por  hoy,  es  menos  necesario  persuadir  á  los 
españoles  con  el  ejemplo  de  fuera.  Con  todo  eso,  no  sería  inútil,  antes 
sumamente  provechoso,  declarar  la  fuerza  expansiva  del  sistema  y  su 
poder  de  adaptación  á  toda  clase  de  gentes.  ¡Con  qué  gusto  trazaríamos 
la  historia  de  la  fundación  y  progresos  de  una  institución  que,  nacida  en 
Alemania  el  1869,  contaba  á  fínes  de  1907  eii  doce  países  diferentes  unas 
27.000  Cajas  con  dos  millones  de  socios,  y  aun  más.  Recorreríamos,  por 
el  orden  de  fundación  de  la  primera  Caja,  Alemania  (año  1869),  Itaüa 
(1883),  Austria  (1885),  Suiza  (1887),  Bélgica  (1892),  Francia  (1893),  Ser- 
via (1894)  Reino  Unido  y  sus  Colonias  (1894),  Holanda  y  sus  Colo- 
nias (1895),  Rusia  (1896),  Bulgaria  (1899),  para  detenernos,  finalmente,  en 
España  (1901). 

El  viaje  sería  largo,  demasiado  largo.  De  sobra  hemos  entretenido  á 
nuestros  lectores  con  las  Cajas  rurales;  fuerza  es  poner  punto  final.  Mas 
no  podemos  resignarnos  á  dar  por  concluida  esta  materia  sin  reseñar, 
más  que  sea  con  toda  brevedad,  las  vicisitudes  por  que  han  pasado  las 
Cajas  rurales  en  Francia  y  en  Italia.  Son  naciones  hermanas,  y  la  histo- 
ria es  harto  instructiva  para  condenada  al  silencio. 

Respecto  de  Italia,  nos  mueve  también  un  sentimiento  de  justicia,  el 
deseo  de  reparar  el  olvido  de  algunos  escritores,  que,  tratando  de  la  mate- 
ria, no  tienen  recuerdos  más  que  para  Wollemborg  y  Luzzatti,  dejándose 
en  el  tintero  al  que  más  que  ellos  ha  contribuido  á  fundar  Cajas  rurales: 
el  presbítero  Cerutti. 

Es  cosa  que  da  grima  ver  cómo  algunos  pretensos  informadores  que 
se  las  echarán  sin  duda  de  imparciales  y  anunciarán  á  son  de  bombo  y 
platillos  sus  informaciones,  como  la  última  palabra  de  la  exactitud,  de  la 
diligencia  y  de  la  probidad,  son  tan  ciegos  ó  tan  obcecados  que  no  ven  ó 
no  quieren  ver,  ó  si  lo  ven  no  quieren  hacer  constar  los  méritos  de  los 
católicos  en  la  institución  de  las  obras  sociales.  Para  que  se  vea  que  no 
hablamos  de  memoria,  vamos  á  citar  un  hecho  referido  por  Veggian  (1): 

«El  Conde  de  Chambrun,  fundador  ha  pocos  años  del  Museo  Social,  envió  algunas 
comisiones  con  el  fin  de  estudiar  las  condiciones  económico-agrarias  de  todas  las 
naciones  de  Europa.  Como  fruto  de  los  estudios  de  la  Comisión  que  visitó  á  Italia  por 
encargo  del  Museo  Social,  salió  á  luz  un  grueso  volumen  (La  Prévoyance  sociale  en 
Italie-Lerp.  Mabilleau-Paris,  Colin  e  Comp.  1898),   el  cual  habla  de  todas  las  institu- 


(1)    //  movimento  sociale  cristiano^  pág.  578,  nota  2.  Vicenza,  1899. 


FUERZA   EXPANSIVA  DEL  SISTEMA  DE  RAIFFEISEN  53 

ciones  de  crédito  liberales,  pero  no  tiene  una  sola  palabra  para  las  instituciones  de  cré- 
dito católico  (Bancos  y  Cajas  rurales).» 

No  nos  importa  averiguar  la  causa  de  tamaño  silencio;  pero  ¿no  es 
verdad  que  es  significativo?  Ea,  pues,  veamos  de  indagar  los  primeros 
pasos  y  el  crecimiento  de  las  Cajas  de  Raiffeisen,  tanto  de  las  católicas 
como  de  las  neutras  (1). 

ORIGEN   DE   LAS   CAJAS  RURALES  ITALIANAS.   WOLLEMBORG 

En  Italia  apenas  se  conocían  las  Cajas  rurales  de  Raiffeisen  hasta 
que  el  senador  A.  Rossi  dejó  correr  la  pluma  largamente  en  elogio  de 
ellas  (2).  Por  aquel  tiempo  se  hacía  por  orden  del  Gobierno  una  infor- 
mación para  preparar  una  ley  agraria,  y  como  resultado  de  la  suya  sobre 
los  campesinos  de  la  provincia  de  Venecia  publicó  el  economista  Emilio 
Morpurgo  á  principios  de  1882  una  obra,  que  si  descubría  tristísimas 
llagas  y  dolencias,  no  atinaba  con  los  remedios  eficaces  (3). 

El  sentimiento  producido  en  la  prensa  por  esa  información  movió  á  otro 
economista,  A.  Keller,  á  leer  en  la  Real  Academia  de  Ciencias,  Letras  y 
Artes  de  Padua  una  Memoria,  en  que,  después  de  examinar  la  situación 
descrita  por  Morpurgo  y  los  medios  por  éste  propuestos  para  remediarla, 
concluía  proponiendo  como  la  solución  más  acertada  la  adopción  del 
sistema  de  Raiffeisen,  cuyo  origen,  organización  y  excelencias  prego- 
naba, é  implorando  al  efecto  auxilio  eficaz  para  una  primera  tentativa,  que 
deseaba  se  hiciese  á  la  mayor  brevedad. 

No  se  hizo  esperar  el  ensayo.  Un  joven  doctor,  León  Wollemborg, 
de  raza  judía,  natural  de  Padua,  movido  al  parecer  por  las  palabras  de 
Keller,  estudió  el  lado  práctico  del  sistema,  y  como  tenía  algunas  fincas 
en  Loreggia,  pueblecillo  de  la  provincia  de  Padua,  donde  solía  pasar 
algunos  meses,  fundó  allí  el  20  de  Junio  de  1883  la  primera  Caja  rural 
italiana,  según  los  principios  de  Raiffeisen.  De  2.995  habitantes  se  alista- 
ron como  socios  17  modestos  terranientes,  17  colonos  (fittaiuoli),  el 
médico,  el  secretario  del  municipio  y  el  mismo  Wollemborg.  Las  opera- 
ciones de  la  Caja  comenzaron  con  2.000  liras  ó  pesetas  prestadas  á 
módico  interés  por  los  ricos  del  lugar.  Á  los  seis  meses,  esto  es,  á  fines 
de  Diciembre  de  1883,  los  préstamos  hechos  á  los  socios  habían  ascen- 
dido á  7.510  pesetas,  y  los  depósitos  entregados  á  la  Caja  á  7.507,98. 

Con  tan  felices  auspicios  animóse  Wollemborg  á  propagar  el  sistema. 
Los  agoreros  de  desdichas,  siempre  dispuestos  á  derramar  en  el  ánimo 
el  tósigo  del  pesimismo,  augurábanle  siniestro  fracaso.  «De  todos  lados, 
escribe  Wollemborg,  se  me  repetía  que  mi  tentativa  era  imposible,  mas 

(1)  Véase  Civiltd  Cattolica,  15  de  Diciembre  de  1894. 

(2)  Del  crédito  popolare  nelle  odierne  associazioni  cooperativa.  Firenze,  Bar- 
bera, 1880. 

(3)  Le  condizioni  dei  contadini  nel  Véneto.  Roma,  Forzani,  1882. 


54  FUERZA   EXPANSIVA   DEL  SISTEMA  DE  RAIFFEISEN 

yo  murmuraba,  por  lo  bajo,  la  hermosa  frase  de  Carlyle:  toda  noble  em- 
presa es  imposible  al  principio.» 

Contra  viento  y  marea  siguió  adelante  su  camino  fundando  otrasl 
Cajas,  casi  todas  en  la  provincia  de  Venecia;  de  suerte  que  en  Abri 
de  1892  eran  ya  72.  Para  difundir  su  conocimiento  publicó  desde  1885 
un  periódico,  y  en  1888  instituyó  en  Padua  la  Federación  de  las  Cajas 
italianas  y  Asociaciones  afines,  con  el  fin  de  suministrar  informes  úti- 
les para  la  fundación  y  administración  de  las  Cajas,  ayudarlas  con 
obras  y  consejos,  guiarlas  por  el  recto  sendero,  crear  un  centro  común 
de  acción  para  la  propaganda  y  la  defensa,  así  como  para  solicitar  del 
legislador  las  reformas  necesarias.  No  fundó  una  Caja  central,  aconse- 
jando que  para  los  préstamos  necesarios  ó  los  depósitos  excedentes  se 
recurriese  á  los  bancos  ordinarios;  ni  siquiera  constituyó  sociedad  alguna 
para  la  compra  al  por  mayor  de  los  objetos  agrícolas.  La  mayor  parte  de 
las  Cajas  rechazaron  de  propósito,  con  altivez,  el  apoyo  ofrecido  por 
los  grandes  propietarios,  según  refiere  el  lugarteniente  de  Wollemborg, 
Carlos  Contini. 

«Sin  embargo  de  esto,  dice  La  Civiltá  Cattolica,  y  dando  á  Wollem- 
borg el  aplauso  que  merece  como  introductor  de  las  Cajas  rurales  en  Ita- 
lia, fuerza  es  reconocer  que  no  les  dio  aquel  sello  cristiano  que  imprimió 
en  las  suyas  Raiffeisen;  cosa  natural,  dada  su  religión.  Limitóse,  por 
tanto,  á  invocar  la  civilización,  la  dignidad  humana,  la  religión  universal 
del  bien,  tomando  como  fórmula  redentora:  todos  por  cada  uno,  cada 
uno  por  todos;  glosando  de  este  modo  aquella  máxima  evangélica  tan 
hermosa:  Amarás  al  prójimo  como  á  ti  mismo.»  Á  la  caridad  cristiana, 
que  constituía  para  Raiffeisen  el  alma  del  sistema,  sustituyó  Wollemborg 
la  probidad  natural.  No  es  que  positivamente  excluyese  de  sus  fundacio- 
nes al  espíritu  cristiano,  sino  que  lo  dejaba  al  albedrío  de  los  socios  ó  á 
la  influencia  del  clero,  al  cual  no  se  mostraba  hostil,  sino  todo  lo  con- 
trario. Eran,  pues,  las  suyas  cajas  neutras. 

LAS  CAJAS  RURALES  CATÓLICAS 

Esta  falta  de  fundamento  religioso,  como  lazo  de  unión  de  todas  las 
voluntades,  había  de  ser  causa  de  excisión,  como  de  hecho  aconteció  en 
la  Caja  rural  de  Gambarare,  en  la  provincia  de  Venecia,  para  gran  bien 
y  progreso  de  la  misma  institución.  El  párroco  de  dicha  población,  ani- 
mado por  el  buen  suceso  de  la  Caja  rural  de  Vigonovo,  pensó  fundar 
una  á  su  vez,  dirigiéndose  con  este  fin  á  Wollemborg.  Constituida  la  Caja, 
pero  compuesta  de  elementos  heterogéneos  en  sus  ideas  y  aspiraciones, 
convirtióse  pronto  en  campo  de  batalla.  Los  unos,  por  ser  liberales,  no 
querían  saber  nada  del  párroco,  por  más  que  fuese  el  fundador,  ni  del 
presbítero  Luis  Cerutti,  que  tenía  oficio  de  secretario  y  consejero,  hos- 
tilizando de  mil  maneras  la  autoridad  de  entrambos.  Los  católicos,  que 


FUERZA   EXPANSIVA  DEL  SISTEMA   DE   RAIFFEISEN  55 

eran  el  mayor  número,  mantenían  firmes  sus  derechos  y  defendían  á  los 
sacerdotes.  Fué  aumentando  la  discordia  hasta  el  otoño  de  1891.  Enton- 
ces, como  hubiese  de  elegirse  un  consejero,  fué  propuesto  un  liberal  por 
el  voto  unánime  de  la  presidencia,  á  excepción  del  de  Cerutti,  el  cual, 
con  noble  valentía,  declaró  verse  obligado  á  negar  su  voto  por  no  ser 
posible  que  quien  no  es  cristiano  y  católico  reúna  las  cualidades  morales 
exigidas  por  los  estatutos,  mucho  menos  para  formar  parte  de  la  pre^ 
sidencia. 

Alegráronse  los  católicos  con  esta  franca  declaración  y  el  14  de 
Enero  de  1892,  al  procederse  á  confirmar  la  elección,  fué  derrotado  el 
liberal.  De  112  votos,  12  salieron  en  blanco,  16  á  favor  del  liberal,  84  por 
un  nuevo  candidato  de  principios  netamente  católicos,  sostenido  por  el 
párroco  y  el  vicario.  La  presidencia  presentó  la  dimisión,  y  todos  los 
liberales  dejaron  la  Caja,  que,  reorganizada  el  6  de  Abril,  cobró  mayor 
fuerza  y  prosiguió  tranquilamente  sus  operaciones  con  espléndido  suceso. 

PROGRESO   DE   LAS   CAJAS  RURALES   CATÓLICAS 

Este  fué  el  principio  de  la  primera  Caja  rural  católica.  En  tanto,  el  pres- 
bítero Cerutti,  entregóse  con  ardor  á  librar  de  las  manos  de  los  judíos  la 
obra  de  Raiffeisen  y  encargarla  á  los  católicos.  Peroró  á  este  fin,  con  for- 
tuna, en  el  Congreso  católico  de  Vicenza  en  Septiembre  de  1891,  y  cuanto 
prosperó  su  obra,  tanto  desmereció  la  de  Wollemborg.  No  es  que  los 
liberales  dejasen  de  moverse,  sino  que  les  faltó  el  apoyo  del  clero.  Para 
vencerle  y  traerle  á  su  causa  llegaron  á  solicitar  de  eminente  eclesiástico 
una  recomendación  para  con  los  curas.  Todo  en  vano.  La  Obra  de  los 
Congresos,  los  Obispos  y  el  clero  todo  prefirieron  hacer  el  bien  con  las 
propias  fuerzas  católicas,  antes  que  con  el  auxilio  de  un  partido  liberal, 
por  moderado  y  cortés  que  se  presentase. 

La  primera  conferencia  para  propagar  la  institución  se  tuvo— al  decir 
de  Veggian— en  Paderno,  de  la  provincia  de  Treviso!  Diéronle  vigoroso 
impulso  los  Congresos  católicos  de  Genova  (1892),  Roma  y  Pavía  (1894), 
Turín  (1895),  las  asambleas  regionales  y  diocesanas,  los  periódicos  La 
Vita  del  Popólo,  UOperaio  Caüolico,  etc.  Para  facilitar  la  propaganda 
se  constituyeron  dos  juntas,  una  para  la  región  véneta  y  otra  para  Lom- 
bardía.  La  segunda  sección  de  la  Obra  de  los  Congresos  instituyó  á  este 
mismo  fin  una  subcomisión,  cuya  presidencia  confió  al  apóstol  de  las 
Cajas  rurales  católicas  D.  Luis  Cerutti  (1). 

Pero  el  testimonio  que  más  alientos  hubo  de  infundir  á  Cerutti  vino 
de  la  suprema  autoridad  apostólica.  En  nombre  de  León  XIII  le  feUcitó 
por  su  obra  el  Cardenal  Secretario  Rampolla  en  10  de  Marzo  y  en  4  de 


(1)    Veggian,  El  movimiento  sociale  cristiano,  pág.  567. 


56  FUERZA   EXPANSIVA   DEL  SISTEMA   DE   RAIFFEISEN 

Mayo  de  1894,  y  al  soplo  favorable  de  la  apostólica  aprobación,  fueron 
prosperando  más  y  más  cada  día  las  Cajas  católicas. 

En  1894  vio  por  primera  vez  la  pública  luz  el  boletín  de  las  Cajas  de 
Cerutti,  titulado  La  Cooperazione  Popo  lar  e.  Acudían  las  Cajas  para  sus 
negocios  á  los  bancos  ordinarios,  mas,  aunque  hallaron  favor  al  prin- 
cipio, «era  fácil  prever— dice  La  Civiltá— que  tarde  ó  temprano  el  espí- 
ritu de  partido  y  el  hastío  usual  contra  todas  nuestras  empresas  (esto  es, 
las  católicas)  suscitaría  dificultades  y  pondría  en  peligro  el  crédito;  así 
que  era  preciso  hacerse  de  ellos  independientes».  Surgieron,  pues,  ban- 
cos estrictamente  católicos.  El  primero,  en  orden  de  tiempo  y  de  impor- 
tancia, fué  la  Banca  caüolica  S.  Libérale,  de  Treviso,  alrededor  de  la 
cual  se  agruparon  las  Cajas  rurales  de  Venecia,  á  excepción  de  las  de 
Vicenza,  que  constituyeron  unión  aparte.  Más  tarde  se  fundó  una  Caja 
central  domiciliada  en  Parma. 

Desde  1894  «inteligentes  apóstoles  de  estas  modestas  instituciones 
populares  de  crédito  iniciaron  activísima  propaganda  en  todas  las  regio- 
nes de  Italia;  propaganda  afortunada,  así  por  el  número  de  las  Cajas  ru- 
rales que  fueron  fundando  rápidamente,  como  por  la  importancia  de  los 
beneficios  que  difundieron.  La  usura  recibió  tremendo  golpe,  el  ahorro 
popular  incremento  notabilísimo,  la  agricultura  poderoso  impulso  para 
resurgir  y  acarrear  á  los  propietarios  y  cultivadores  más  abundantes 
provechos»  (1). 

En  la  época  del  Congreso  de  Milán  de  1897  se  contaban  705  Cajas 
rurales  católicas  en  Italia.  Un  año  después  publicaba  el  Dr.  D.  José  Mi- 
cheli,  de  Parma,  una  diligente  estadística  en  que  figuraban  904.  En  1905 
las  Cajas  adheridas  á  la  Unión  económico-social  católica  llegaban 
á  1.092,  de  las  cuales  concurrieron  á  la  famosa  exposición  de  Milán  de 
dicho  año  914,  que  reunían  100.715  socios,  ó  sean  unos  110  por  Caja 
como  promedio.  No  todas  las  914  dieron  completos  informes  de  sus  ne- 
gocios. Hiciéronlo  únicamente  844,  con  los  siguientes  resultados,  hasta  el 
31  de  Diciembre  de  1905  (2). 

Depósitos  de  ahorros Liras  (pesetas)  282.318.37,77 

Préstamos  activos >>           »          290.419.50,28 

Préstamos  pasivos »           «            6.655.291,64 

Fondo  de  reserva >>           >>               692.620,94 

En  1906  las  cooperativas  de  crédito  rural  italianas  ascendían  á  1.461, 
de  las  cuales  las  católicas  estaban,  respecto  de  las  neutrales,  en  la  pro- 
porción de  siete  á  uno  (3). 

Según  los  informes  de  Medolago  Albani,  secretario  de  la  Unión  eco- 


(1)  2.783  istituzioni  cattoliche  economko-sociali  aW'Esposmone  di  Milano.  Bergamo, 
1906,  págs.  13/14. 

(2)  ídem  id.,  pág.  34. 

(3)  G.  Fay,  Cooperation  at  home  and  abroad.  King,  London,  1908. 


FUERZA   EXPANSIVA   DEL   SISTEMA   DE   RAIFFEISEN  57 

nómico-social  de  los  católicos  italianos,  á  los  comienzos  de  Mayo 
de  1907  se  contaban  cerca  de  1.400  Cajas  católicas  de  Raiffeisen;  unas 
500  en  Venecia,  200  en  Lombardía,  otras  tantas  en  Romanía,  130  en  Pia- 
monte,  170  en  Sicilia,  60  en  las  Marcas,  80  en  la  Emilia,  etc.  La  Campa- 
nia  venía  en  último  lugar  con  cinco. 

OFICIOS  DE  LA  CAJA  RURAL.  — CAJAS  OBRERAS 

Las  Cajas  rurales  italianas  no  suelen  ser  simplemente  cajas  de  ahorros 
y  préstamos,  sino  que,  á  imitación  de  las  alemanas,  se  encargan  también 
de  comprar  simientes,  abonos,  máquinas  agrícolas  para  provecho  de  los 
socios.  Muchas,  señaladamente  las  más  distantes  de  los  centros  princi- 
pales, son  también  cooperativas  de  consumo  para  proveer  á  los  socios 
de  comestibles  y  vestidos. 

Las  Cajas  rurales  han  contribuido  mucho  á  la  fundación  de  seguros 
de  ganados  y  de  cantinas  cooperativas.  La  cantina  toma  prestado  á  la 
Caja  rural,  que  le  abre  cuenta  corriente  y  se  encarga  de  todo  su  movi- 
miento de  fondos.  Hace  de  ordinario  anticipos  directos  á  los  socios  en 
proporción  del  número  de  quintales  de  uva  entregados  á  la  cooperativa, 
por  las  tres  cuartas  partes  del  valor  de  la  uva,  establecido  aproximada- 
mente según  la  riqueza  del  mosto  en  azúcar. 

Además  de  las  Cajas  rurales,  hay  un  centenar  de  cajas  obreras  fun- 
dadas en  los  principios  de  Raiffeisen  (1). 

FEDERACIOiNES  Y  BANCOS 

Buen  número  de  Cajas  rurales  están  unidas  en  Federaciones  dioce- 
sanas, de  las  cuales  había  23  en  Mayo  de  1907,  según  la  cuenta  de 


(1)  Como  ejemplo  típico,  razón  es  conmemorar  los  frutos  de  la  actividad  del  funda- 
dor de  las  Cajas  católicas  italianas,  Mons.  Cerutti.  en  el  pueblo  de  Murano,  de 
donde  es  párroco  y  síndico  á  la  vez.  La  Caja  obrera  católica,  que  comenzó  con  12  so- 
cios, llegó,  después  de  diez  años,  á  367.  Cuenta  con  un  capital  de  84.000  liras  (pesetas) 
y  un  movimiento  de  préstamos  como  de  54.000  pesetas  anuales,  los  más  para  casas 
populares.  La  Caja  hizo  propaganda  á  favor  de  la  Caja  nacional  de  pensiones,  en  la 
cual  inscribió  255  socios,  ganando  la  primera  medalla  de  oro  por  la  propaganda  y  dos 
premios  en  dinero  en  los  años  subsiguientes.  En  20  de  Diciembre  de  1903,  un  grupo 
de  socios  de  la  Caja  promovió  una  cooperativa  de  consumo  que,  habiendo  empezado 
con  8.000  liras  de  capital,  posee  hoy  17.000,  con  tal  organización,  que  los  socios  perci- 
ben notabilísimos  provechos.  Últimamente  fundó  Mons.  Cerutti  una  fábrica  de  vidrio 
que  tiene  132.000  liras.de  capital  y  350.000  de  producción  anual  que  se  vende  por  entero. 
Los  géneros  principales  son  botellas  para  medicinas,  licores  y  cerveza;  emplea  143 
obreros,  de  los  cuales  70  son  muchachos.  Esta  es  la  obra  más  importante,  porque  salvó 
la  fe  de  la  población.  Hay  además  las  casas  obreras  y  los  cinematógrafos  morales  y 
populares,  en  que  puso  todo  su  conato  el  admirable  sacerdote,  y  que  han  dado  esplén- 
didos resultados.  (Rivista  Internazionale,  Enero  de  1909,  pág.  156.) 


58  FUERZA    EXPANSIVA  DEL   SISTEMA  DE   RAIFFEISEN 

Medolago;  las  otras  seguían  adheridas  á  los  Consejos  de  obras  diocesa- 
nas. Finalmente,  estaban  todas  afiliadas,  no  á"  una  Unión  general  espe- 
cialmente creada  para  las  Cajas  rurales,  sino  á  la  Unión  económico- 
social  de  católicos  italianos,  cuyo  domicilio  social  se  halla  en  Bérgamo. 

De  las  cien  Cajas  obreras  que  dijimos,  16  están  federadas  en  una 
unión  particular  que  tiene  su  centro  en  Venecia.  Las  demás  entran  en 
los  mismos  grupos  que  las  rurales.  Así  la  Unión  de  Bolonia  se  intitula 
Unione  delle  casse  rurali  e  popolari  deíla  diócesi  di  Bologna. 

Grande  ayuda  han  prestado  á  las  Cajas  rurales  los  Bancos  católicos. 
Á  la  mencionada  Exposición  de  Milán  concurrieron  79  de  los  adheridos 
á  la  Unión  económico-social.  Muchos  han  tomado  el  nombre  áo. pequeño 
crédito,  á  semejanza  del  Piccolo  crédito  bergamasco,  que  fué  el  primero 
en  llamarse  de  ese  modo,  porque  al  fundarse  en  1892  se  propuso  ayudar 
con  preferencia  á  la  pequeña  propiedad,  á  la  pequeña  industria  y  al  pe- 
queño comercio.  Algunos  de  los  mejor  organizados  han  instituido,  de 
acuerdo  con  las  Uniones  agrícolas,  la  cuenta  corriente  agrícola,  forma 
de  crédito  ingeniosa  que  permite  al  agricultor  tener  abierto  por  todo  el 
año  agrícola  un  crédito  correspondiente  á  sus  necesidades. 

Pero  entre  todos  los  Bancos  ha  merecido  bien  de  las  Cajas  rurales  el 
de  Bérgamo.  Á  él  deben  su  fundación  en  esta  provincia,  habiendo  sido 
la  primera  la  de  Martinengo,  parroquia  de  unos  6.000  habitantes,  el  19 
de  Febrero  de  1893.  Nada  puede  dar  mejor  idea  de  la  acción  del  Banco 
que  el  opúsculo  de  UAction  Populaire,  traducido  al  castellano  con  el 
título  de  El  catolicismo  social  práctico  en  Bérgamo.  He  aquí  algunos 
párrafos: 

«¿Trátase  de  establecer  una  Caja  rural  en  una  aldea?  Pues  se  empieza  por  dar  á  los 
habitantes,  por  uno  de  los  individuos  de  la  Unión  de  las  instituciones  católicas,  una  ó 
más  conferencias,  en  las  cuales  se  expone  el  objeto  del  nuevo  establecimiento  de  cré- 
dito, su  manera  de  funcionar  y  los  beneficios  que  reporta.  Tras  de  esto,  ábrese  discu- 
sión, y  todo  el  que  quiere  emite  su  parecer.  Asi  preparado  el  terreno,  los  labradores 
no  tardan  en  decidirse  y  constituir  su  Caja  rural,  siempre  por  acta  notarial. 

»Como  la  Unión  cuenta  entre  sus  individuos  más  de  una  docena  de  notarios,  el  acta 
de  creación  es  gratuita.  Para  dirigir  y  administrar  el  nuevo  organismo  elígense  siempre 
personas  capaces,  solventes  y  reconocidas  en  la  parroquia  por  sus  arraigadas  ideas 
católicas. 

«¿Que  no  se  encuentran  estas  personas  en  la  localidad?  No  importa:  el  Banco 
suple  la  falta,  enviando  uno  de  sus  empleados,  que  enseña  á  los  futuros  encargados 
de  la  administración  y  contabilidad  de  la  Caja  todos  los  detalles  comerciales:  modo  de 
llevar  los  libros,  redacción  de  estados  de  situación,  balance  anual,  etc.;  este  mismo 
empleado  tiene  la  obligación  de  abrir  en  el  Banco  una  cuenta  corriente  proporcional 
á  la  importancia  de  la  Caja,  desde  5  á  20.000  pesetas,  al  4,75  por  100  de  interés.  La  Caja 
puede,  pues,  desde  el  primer  día  abrir  préstamos  al  5,50  por  100  (1). 

«Además,  cuando  las  cantidades  impuestas  en  las  Cajas  rurales  exceden  de  lo  que 
éstas  necesitan,  se  las  faculta  para  colocar  el  metálico  sobrante  en  el  Banco  Católico, 


(1)    //  Movimento  CattoUco,  pág.  77. 


FUERZA   EXPANSIVA   DEL   SISTEMA   DE   RAIFFEISEN  59 

el  cual  concede  en  estos  casos  al  dinero  de  las  Cajas  interés  superior  al  que  abona  á 
sus  propios  imponentes. 

«Prodúcese  así  un  cambio  continuo,  una  circulación  sin  fin  de  numerario  entre  el 
Banco  y  las  Cajas  rurales,  y  el  profesor  Rezzara  pudo  con  legitimo  orgullo  escribir: 
«Este  desarrollo  del  crédito  popular  es  el  terror  de  los  usureros,  que  son  en  determi- 
«nadas  regiones  causa  principal  de  la  emigración  de  los  labradores. Nuestras  Cajas  ru- 
«rales  pusieron  en  fuga  á  estas  aves  de  rapiña.» 

»Así  sostenidas,  las  Cajas  rurales  aumentaron  rápidamente.  En  1899  había  64  en 
toda  la  provincia  de  Bérgamo;  paríenecían  á  ellas  3.618  labradores;  el  capital  con  que 
funcionaban  ascendía  á  1.391.017,79  pesetas,  los  reembolsos  á  698.771,58  pesetas  y  á 
692.246,21  pesetas  el  activo  en  circulación.  Concediéronse  en  ese  mismo  año  5.888 
préstamos,  importantes  1.205.565,16  pesetas,  y  las  adquisiciones  colectivas,  hechas  por 
23  Cajas  rurales,'importaron  254.259,39  pesetas. 

«Desde  entonces  hasta  1904  abriéronse  en  la  diócesis  16  nuevas  Cajas,  con  lo 
cual  elevóse  á  83  el  número  de  éstas.  Para  imprimir  á  estos  pequeños  Bancos  rús- 
ticos la  marcha  más  conveniente,  preservarlos  de  todo  riesgo  de  pérdida  y  aun  de  mal- 
versaciones voluntarias,  porque  es  preciso  preverlo  todo,  la  tutelar  Unión  de  las  insti- 
tuciones católicas  montó  el  servicio  de  inspectores  mercantiles,  los  cuales,  elegidos  por 
pluralidad  de  votos  por  las  Cajas  mismas,  entraron  en  funciones  el  2  de  Enero  de  1897, 
y  visitaron  las  Cajas  todas  sin  mis  remuneración  que  el  reembolso  de  gastos  de  viaje. 
Estos  inspectores  son  cuatro,  dos  sacerdotes  y  dos  seglares. 

»Más  ricas  que  las  francesas,  gracias  al  Banco  Católico,  las  Cajas  rurales  de  Bér- 
gamo hicieron  en  grande  lo  que  en  menor  escala  hacen  sus  similares  de  Francia:  com- 
praron colectivamente  simientes,  abonos,  máquinas  agrícolas  y  organizaron  las  coope- 
rativas de  seguros  del  ganado. 

» En  cuatro  años  las  Cajas  rurales  italianas  invirtieron  en  estas  adquisiciones 
254.259,39  pesetas,  resultando  los  artículos,  comprados  en  grande,  pagados  al  contado 
y  bonificados  por  el  descuento,  en  precios  muy  económicos.  Funcionando  en  esto 
como  cooperativa  de  consumo,  la  Caja  recibe  las  mercancías  y  las  distribuye  entre  sus 
imponentes,  quienes  las  pagan  al  contado  ó  á  plazos,  dejando  en  este  último  caso  un 
pequeño  interés  para  la  Caja.  Para  tales  compras  el  único  intermediario  es  la  Unión 
Católica  Agrícola,  de  que  luego  hablaremos,  y  las  garantías  que  debe  dar  á  la  Caja  el 
labrador  á  quien  se  concede  un  préstamo  sirvieron  de  origen  á  la  idea  de  asegurar  el 
ganado,  el  cual  vino  de  esta  suerte  á  convertirse  en  base  hipotecaria  del  crédito. 

»La  Unión  de  las  instituciones  católicas  redactó  estatutos  paralas  cooperativas  de 
seguros  del  ganado,  y  éstas  hiciéronse  bien  pronto  populares. 

»En  1897,  45  Cooperativas  de  esta  clase  reunían  82  parroquias,  con  9.394  cabezas  de 
ganado  aseguradas.  Las  pérdidas  de  animales  ascendieron  á  355,  y  el  valor  de  éstos, 
62.470,04  pesetas,  fué  puntualmente  pagado  á  sus  dueños. 

»No  debemos  omitir,  al  hablar  de  estos  seguros,  un  hecho  social  que,  como  al  señor 
Rezzara,  parécenos  elocuente  ejemplo  de  una  transformación  en  el  modo  de  ser  de  la 
propiedad.  En  la  diócesis  de  Bérgamo  el  ganado  de  los  arrendatarios  era  casi  siem- 
pre, no  de  la  propiedad  exclusiva  de  éstos,  sino  también,  y  por  mitad,  de  la  del  dueño 
de  las  tierras,  lo  cual  dificultaba  el  seguro.  ¿Qué  hacer  para  convertir  al  medialista  en 
amo  único  del  ganado? 

»Se  saUó  del  apuro  muy  ingeniosamente:  la  Caja  rural  y  la  Cooperativa  de  seguros 
de  una  parroquia  compraron  el  ganado  necesario  para  sus  asociados,  y  he  ahí  á  éstos 
hechos  de  pronto  propietarios  provisionales.  Las  bestias  se  entregaron  á  los  arrenda- 
tarios, mediante  el  pago  por  éstos  á  la  Caja  del  5  por  100  del  costo  de  adquisición;  y 
como  los  asociados  tienen  en  la  Caja  rural  cuenta  corríente,  fueron  reembolsando 
á  ésta  poco  á  poco.  Una  vez  abonadas  las  tres  cuartas  partes  de  la  deuda,  el  asociado 
es  propietario  incontestable  del  buey  ó  la  vaca  que  tenía  en  depósito;  el  resto  del  valor 
del  semoviente  lo  pagaba  en  cuatro,  seis,  ocho  meses  ó  un  año.  Metamorfosis  notable 


60  FUERZA   EXPANSIVA   DEL   SISTEMA   DE   RAIFFEISEN 

de  la  propiedad  y  exención  afortunada  de  una  de  tantas  servidumbres  como  pesan 
sobre  el  labrador  pobre. 

LA   UNIÓN   CATÓLICA   AGRÍCOLA 

»En  Bérgamo,  donde  todas  las  obras  adoptan  la  forma  cooperativa  y  de  federación, 
no  podían  permanecer  por  largo  tiempo  aisladas  las  sociedades  rurales. 

»En  Junio  de  1894  empezó  á  funcionar  la  Unión  Católica  Agrícola,  constituida  por 
acta  notarial.  También  en  esto  se  echa  de  ver  el  espíritu  inteligente  y  práctico  de  los 
italianos;  porque  esta  Unión  agrícola,  que  agrupó  todas  las  asociaciones  de  crédito 
rural,  es  á  la  vez  sociedad  financiera. 

»E1  lazo,  más  ideal  que  efectivo,  que  liga  á  la  Sociedad  de  agricultores  de  Francia 
con  los  Sindicatos  agrícolas  del  mismo  país,  no  pareció  bastante  á  los  italianos.  La 
Unión,  tal  como  ellos  la  entienden,  es  una  sociedad  cooperativa  de  capital  ilimitado, 
que  puede,  por  medio  de  este  capital,  obrar  con  toda  eficacia.  No  quedan,  á  pesar  de 
ello,  desatendidos  los  intereses  morales:  la  Unión  representa  la  clase  de  agricultores  y 
tiende  á  defenderla,  favoreciendo,  por  medio  de  conferencias  teóricas  y  prácticas,  la 
fertilización  de  los  terrenos;  pero  se  erigirá  en  sociedad  comercial  para  adquirir  má- 
quinas agrícolas,  simientes,  plantas  y  abonos;  se  transformará  en  granja  modelo,  á  fin 
de  aquilatar  extensos  terrenos  y  cultivarlos  con  sujeción  á  los  mejores  procedimien- 
tos; agregará  á  sus  múltiples  cometidos  un  pequeño  ministerio  de  Instrucción  pública, 
y  abrirá  escuelas  teórico-prácticas  en  beneficio  de  los  agricultores  en  general  y  de  los 
obreros  del  campo  en  particular  (1). 

»La  Unión  Católica  Agrícola  es  hoy  la  gran  proveedora  de  toda  la  región,  y  á  ella 
dirigen  sus  pedidos  las  Cajas  rurales.  En  30  de  Junio  de  1897,  es  decir,  á  los  tres  años 
de  su  fundación,  había  comprado  por  cuenta  de  sus  adheridos: 

«Trigo  para  sembrar,  6.195,63  pesetas;  superfosfatos,  40.138,94;  abonos  para  maíz, 
9.888,10;  nitratos  de  sosa,  7.182,43;  sulfatos  de  amoniaco,  933,90;  cloruros  de  potasa, 
1.527;  escorias  Thomas,  33.588,25;  abonos  de  la  fórmula  Golari,  9.014,53;  yeso,  120,55; 
simientes  de  forrajes;  397,34;  máquinas  agrícolas,  240,50.  Total,  109.227,17  pesetas  (2). 

»La  Unión  publica  un  Boletín,  que  envía  gratis  á  las  asociaciones  católicas  adheri- 
das, en  el  cual  se  inserta  amplia  información  agrícola.» 


LAS    CAJAS   RURALES    EN    EL    CONGRESO   DE   CREMONA 

La  importancia  de  las  Cajas  rurales  católicas,  y  su  benéfico  influjo  en 
la  población  agrícola  recibieron  espléndido  testimonio  de  los  mismos  que 
ven  con  ojeriza  su  condición  religiosa.  Así  se  hizo  en  el  VII  Congreso  de 
\os  Bancos  populares  italianos,  reunido  en  Cremona  en  1907(3).  Son  esos 
Bancos  fundación  del  judío  y  conocido  hacendista  italiano  Luis  Luzzatti, 
quien  en  1863  estableció  el  primero  en  Milán,  y  después  acá  con  singular 
constancia  ha  seguido  propagándolos.  Tomó  por  norma  los  de  Schulze- 
Delitzsch,  aunque  modificándolos  y  acomodándolos  á  los  italianos.  Pues 
en  ese  Congreso  se  reconoció  como  hecho  incontestable  que  los  servi- 
cios de  los  Bancos  populares  y  los  capitales  por  ellos  empleados  en  el 


(1)  Estatutos  de  la  Unión  bergamense,  tít.  I. 

(2)  //  Movimento  Cattolico,  pág.  20. 

(3)  M.  le  Comte  de  Rocquigny,  Les  Congrés  Coopératifs  de  Crémone.  (Le  Musée 
social.  Mémoires  et  documents.  N.°  1,  1908.) 


FUERZA   EXPANSIVA  DEL  SISTEMA  DE   RAIFFEISEN  61 

desenvolvimiento  económico  de  la  nación,  han  aprovechado  hasta  ahora 
mucho  menos  á  la  agricultura  que  á  la.  industria  y  al  comercio,  y  que 
para  remediar  esta  deficiencia  lo  que  precisamente  falta  son  Cajas  rura- 
les que  vivan  con  los  labradores  en  contacto  más  inmediato  que  los 
Bancos. 

De  otro  sistema  de  sociedad  local  de  crédito,  existente  en  Italia  hace 
unos  quince  años,  se  habló  también  en  el  Congreso  de  Cremona.  Consti- 
túyenlo  las  Cajas  neutras  llamadas  Casse  agrarie,  establecidas  primero 
en  la  provincia  de  Parma  por  la  Caja  de  ahorros  y  propagadas  más  re- 
cientemente por  la  Caja  de  ahorros  de  Coni.  Estas  Cajas,  á  diferencia 
de  las  rurales,  no  gozan  de  autonomía  real  ni  reciben  depósitos;  son  sim- 
ples organismos  locales  de  la  Caja  de  ahorros,  instituidos  para  ayudar  al 
progreso  agrícola,  completando  la  acción  del  sindicato  y  de  la  cátedra 
ambulante  de  agricultura.  Las  Cajas  agrarias  del  Apenino  Parmesano 
en  total  quince,  forman  una  federación  domiciliada  en  Langhirano. 

Mas  para  que  se  vea  cuánto  sobrepujan  en  número  las  Cajas  católi- 
cas, vamos  á  extractar  los  datos  presentados  en  el  mismo  Congreso  de 
Cremona,  por  donde  se  verá  que  ellas  solas  son  más  que  todas  las  otras 
Cajas  rurales  y  Bancos  populares  juntos: 

Cajas  rurales  católicas 1.461 

Cajas  rurales  Woll^mborg 127 

Cajas  agrarias 20 

Bancos  populares  (de  Luzzatti)  ...  829 

¡Loor  al  clero  católico,  que  ha  sido  el  más  activo  propagador  de  las 
Cajas  rurales  católicas! 


LAS   CAJAS   RURALES   Y   EL   ESTADO 

Si  las  Cajas  católicas  italianas  fueron  siempre  favorecidas  por  los 
curas,  los  Obispos  y  el  Papa,  no  así  por  la  administración  civil,  que  á 
veces  les  hizo  sentir  el  p2so  de  su  hostilidad.  Sometidas  á  las  prescrip- 
ciones del  Código  de  Comercio,  necesitaban  para  constituirse  la  homo- 
logación de  los  tribunales,  que  á  las  veces  la  denegaban  cuando,  á  su 
parecer,  era  la  tendencia  de  las  Cajas  evidentemente  católica. 

También  con  el  fisco  hubieron  de  averiguarse.  En  1897  se  estableció 
enTurín  una  jurisprudencia  tan  amenazadora  para  las  Cajas,  que  en24de 
Enero  de  1893  se  tuvo  en  Parma  una  importantísima  reunión  de  coope- 
radores católicos,  en  la  cual,  después  de  madura  discusión,  se  aprobaron 
los  estatutos  de  una  sociedad  civil  particular  con  que  se  había  de  sus- 
tituir la  forma  cooperativa  allí  donde  la  hiciesen  imposible  las  persecu- 
ciones del  fisco  ó  el  arbitrio  de  los  magistrados.  Pocas  fueron  las  Cajas 
que  de  dicha  forma  se  aprovecharon;  en  1903  más  de  las  nueve  décimas 
partes  conservaban  todavía  la  forma  jurídica  comercial. 


62  FUERZA   EXPANSIVA   DEL  SISTEMA   DE   RAIFFEISEN 

En  Mayo  de  1898,  en  tiempos  del  ministerio  Rudini-Zanardelli,  cuando 
alborotos  y  motines  revolucionarios  ensangrentaron  la  península,  ciertos 
prefectos,  entre  los  cuales  se  señaló  el  de  Mantua,  disolvieron  muchas 
Cajas  rurales,  quizá  para  que,  mostrándose  fieros  con  la  derecha,  disi- 
mulasen mejor  los  golpes  asestados  á  la  izquierda.  Una  circular  ministe- 
rial de  27  de  Mayo  revocó  estos  decretos,  multiplicándose  desde  enton- 
ces sin  molestia  las  Cajas  rurales. 

CARÁCTER  RELIGIOSO  DE   LAS  CAJAS   ITALIANAS 

Cualquiera  que  sea  la  enemiga  de  los  liberales  contra  el  carácter  re- 
ligioso de  las  Cajas,  empéñanse  en  conservarlo  los  católicos,  y  no  sólo 
en  las  Cajas,  sino  en  las  otras  instituciones  económicas.  En  la  Relación 
histórico-estadística,  varias  veces  citada  en  estos  apuntes,  se  dice  á  este 
propósito  (1): 

«El  carácter  cristiano-católico  impreso  en  todas  y  cada  una  de  las 
instituciones  adheridas  á  la  Unión  central  y  mantenido  constantemente^ 
si  en  alguna  parte  pudo  dificultar  la  fundación  de  alguna  institución  eco- 
nómica, en  la  mayoría  de  los  casos  ha  sido  uno  de  los  principales  coefi- 
cientes de  vitalidad,  de  prosperidad,  de  administración  regular. 

»La  práctica  ha  demostrado  que  el  principio  religioso-moral,  común 
á  todos  los  socios,  es  fuerte  vínculo  de  unión,  elemento  de  una  actividad 
más  concorde,  freno  para  evitar  irregularidades,  abusos,  quebranta- 
miento de  la  ley,  y  medio  eficacísimo  de  elevación  moral  y  civil  de  los 
socios. 

»Se  ha  visto  también  por  la  práctica  que  el  principio  confesional  no 
ha  sido  ni  es  obstáculo  á  la  fundación  de  instituciones  económicas,  aun 
cooperativas,  ni  causa  ó  pretexto  de  rozamientos  ó  de  luchas  con  insti- 
tutos regidos  por  otros  principios  ó  simplemente  neutros... 

y>  Particularmente  en  las  instituciones  de  crédito  el  principio  religio- 
so-moral ha  sido  y  es  medio  eficacísimo  para  asegurar  la  prosperidad 
moral,  y  hasta  agente  principal  de  su  florecimiento  económico,  de  arte 
que  algunas  podrán  ser  señaladas  entre  los  beneméritos  cooperadores 
del  resurgimiento  agricoía-industrial  de  las  respectivas  provincias.» 

N.   NOGUER. 


(1)    2.783  istituzíoni  cattoliche,  etc.,  págs.  10/ 11. 


IMPRENTAS  DE  LOS  ANTIGUOS  JESUÍTAS 


EN 


EUROPA,    AMÉRICA    Y    FILIPINAS 


F, 


lEL  la  Compañía  de  Jesús  á  la  consigna  recibida  de  su  fundador,  San 
Ignacio  de  Loyola,  ha  procurado  en  todos  tiempos,  con  la  divina  gracia, 
fomentar  la  mayor  gloria  de  Dios  en  la  santificación  de  sus  hijos  y  en  la 
de  los  prójimos.  Para  esto  la  norma  ha  sido  preferir,  según  las  circuns- 
tancias lo  permitían,  los  ministerios  más  universales,  más  duraderos  y 
de  fruto  más  sólido,  desentendiéndose  de  las  obras,  aunque  buenas,  que 
impiden  otras  más  importantes. 

Así,  aunque  el  arte  de  la  imprenta  parece  á  primera  vista  menos  aco- 
modado á  los  ministerios  sacerdotales  y  apostólicos,  y  aun  incompatible 
con  ellos,  sin  embargo,  desde  muy  á  los  principios  vieron  los  jesuítas 
en  él  un  arma  poderosa  contra  el  error  y  la  maldad,  y  en  defensa  de  los 
sagrados  intereses  de  la  Religión  cristiana;  y  movidos  de  estos  fines  no- 
bilísimos, pusieron  en  todas  las  partes  del  mundo  tipografías  en  mayor 
número  del  que  generalmente  se  cree. 

Las  establecieron  en  varios  de  sus  colegios  con  la  mira  de  propor- 
cionar fácilmente  á  los  discípulos  libros  escogidos  de  texto  y  de  sana 
doctrina,  que  de  otro  modo  sólo  con  grandes  dispendios  de  tiempo  y  di- 
nero y  no  leves  dificultades  hubieran  adquirido  ¿rayéndolos  de  lejanas 
tierras,  si  es  que  en  ellas  existían.  Al  propio  tiempo,  teniendo  prensas  en 
casa  y  todo  el  material  tipográfico  necesario,  era  dado  á  los  profesores 
imprimir  los  libros  que  ellos  mismos  componían,  reproducir  los  de  otros 
autores,  acomodándolos  á  la  capacidad  y  alcance  de  los  discípulos,  y  re- 
imprimir los  autores  clásicos  expurgados  de  lo  que  podía  mancillar  la 
pureza  de  la  fe  y  las  buenas  costumbres  de  los  alumnos. 

Otras  imprentas  estableció  la  Compañía  de  Jesús  para  estampar  obras 
domésticas,  destinadas  á  su  uso  exclusivo,  acerca  de  su  legislación  inte- 
rior y  prácticas  piadosas,  ó  enderezadas  al  buen  gobierno  de  la  vida 
común,  y  otros  libros  en  que  se  consignan  su  historia,  privilegios  y  de- 
más cosas  concernientes  á  una  orden  religiosa.  Es  verdad  que  también 
se  dieron  á  la  estampa  muchas  de  estas  obras  en  imprentas  públicas  de 
varios  reinos,  por  la  dificultad  que  entonces  había  en  las  comunicacio- 
nes, mayormente  en  las  internacionales,  y  en  el  giro  de  la  moneda. 

En  las  naciones  infestadas  de  la  herejía,  por  ser  al  principio  escasas 
en  número  las  tipografías  católicas  y  muchos  y  por  demás  perniciosos 


64  IMPRENTAS  DE   LOS   ANTIGUOS  JESUÍTAS 

los  libros  que  divulgaban  los  disidentes,  se  vieron  precisados  los  hijos 
de  San  Ignacio  á  refutar  aquellos  errores,  y  fomentar  y  consolidar  la  ins- 
trucción religiosa  y  la  piedad  cristiana  por  medio  de  libros  que  salían  de 
sus  prensas;  de  éstas  veremos  que  se  establecieron  muchas  en  el  Norte 
de  Europa  para  beneficio  de  tan  necesitadas  comarcas. 

Tanto  en  las  naciones  católicas  cuanto  en  los  protestantes,  fueron  las 
imprentas  jesuíticas  auxiliares  poderosos  para  difundir  entre  los  fieles  el 
conocimiento  y  amor  del  Criador  y  de  su  sacrosanta  Religión,  fomentar 
la  piedad,  favorecer  el  culto  é  impedir  muchas  ofensas  de  Dios  y  la  per- 
dición de  innumerables  almas. 

Finalmente,  auxiliaron  en  su  grandiosa  empresa  á  los  varones  apostó- 
licos las  imprentas  que  ellos  crearon  en  el  extremo  Oriente  y  el  Occi- 
dente, siendo  en  general  los  jesuítas  los  primeros  en  poner  tipografías 
en  los  países  de  infieles  ó  de  los  nuevos  cristianos,  reproduciendo  por  su 
medio  gran  multitud  de  obras  escritas  en  las  lenguas  propias  de  cada 
región,  para  anunciar  el  Evangelio  con  sus  dogmas  y  preceptos,  refutar 
las  sectas  y  moralizar  los  pueblos  según  las  enseñanzas  y  mandamien- 
tos del  divino  Redentor.  Por  medio  de  los  libros  suplían  la  falta  de  Mi- 
sioneros y  completaban  la  grande  obra  del  cultivo  espiritual  de  los 
neófitos. 

Creyendo,  pues,  que  el  conocimiento  de  los  frutos  obtenidos  por  este 
singular  ministerio  de  las  imprentas  de  la  Compañía  de  Jesús,  contribuirá 
en  alguna  manera  ádar  la  gloria  al  Autor  de  todo  bien,  que  se  dignó  to- 
mar á  los  jesuítas  por  instrumentos  de  sus  divinas  misericordias,  hemos 
recogido  y  puesto  en  orden  los  datos  esparcidos  en  muchas  obras,  que 
incidentalmente  han  tratado  este  asunto. 

Dado  este  primer  paso,  no  dudamos  que  otros  completarán  la  his- 
toria de  las  imprentas  jesuíticas  con  nuevos  documentos  que  se  habrán 
escapado  á  nuestra  investigación. 

ITALIA 

Roma.— Precedió  con  el  ejemplo  el  colegio  universal,  que  toda  la 
Compañía  tenía  en  la  Ciudad  Eterna.  Pudiera  ser  que  se  hubiera  resuelto 
el  plan  de  adquirir  una  imprenta  en  tiempo  de  San  Ignacio;  pues  habiendo 
muerto  el  Santo  fundador  el  31  de  Julio  de  1556,  á  fines  del  mes  siguiente 
la  estaban  instalando,  según  se  lo  comunicaba  el  P.  Juan  de  Polanco  al 
Provincial  de  Sicilia,  P.  Jerónimo  Doménech.  El  mismo  P.  Polanco, 
tratando  de  los  sucesos  del  tiempo  de  San  Ignacio,  da  la  noticia  con  estas 
palabras:  «Se  empezó  á  poner  este  año  [1556]  en  nuestro  Colegio  una 
prensa  con  los  tipos  necesarios  para  imprimir  libros»  (1).  Y  ciertamente 


(1)  Hoc  anno  in  Collegio  nostro  prelum  cum  typís  necessariis  ad  librorum  impres- 
sionem  instituí  coeptum  est.  Chonicon  Soc.  Jesu,  año  1556,  núm.  88,  t.  VI,  pág.  33,  en 
la  colección  Monamenta  Histórica  Soc.  Jesu. 


EN    EUROPA,    AMÉRICA   Y   FILIPINAS  65 

no  es  nada  probable  que  el  prudente  P.  Diego  Laínez,  á  quien  se  admi- 
nistró el  sacramento  de  la  Extremaunción  el  día  en  que  se  dio  sepultura 
al  cadáver  de  San  Ignacio,  se  diera  tanta  prisa  en  adquirir  una  imprenta, 
que  antes  de  terminado  el  mes  estuviera  á  punto  de  funcionar.  Cuánto 
más  que  su  cargo  de  Vicario  General  más  propio  es  para  ejecutar  lo  de- 
terminado por  su  antecesor,  y  remitir  al  siguiente  los  negocios  que  ad- 
miten espera,  que  para  tomar  nuevas  resoluciones  y  emprender  cosas 
desusadas. 

Por  el  mismo  tiempo  ideaban  poner  otra  imprenta  en  Mesina,  y  ade- 
más una  fábrica  de  papel,  los  jesuítas  de  Sicilia,  como  diremos  poco  des- 
pués; y  para  llevarla  á  cabo  escribió  el  P.  Doménech  á  San  Ignacio  el 
día  4  de  Agosto  de  1556,  ignorando  que  el  Santo  había  fallecido  cuatro 
días  antes.  A  esta  carta  contestó  el  P.  Polanco,  en  italiano,  en  nombre 
del  P.  Laínez,  con  fecha  31  de  Agosto;  y  respecto  á  la  tipografía  le  decía 
estas  palabras:  «De  la  imprenta  me  dice  el  P.  Vicario  que  avise  á 
V.  R.  que  aquí  empezamos  á  poner  en  orden  una,  y  la  hemos  probado 
estampando  esos  epitaños  que  aquí  incluyo,  y  tendremos  diversas  clases 
de  letra.  Si  parece  bien  á  V.  R.,  la  podrán  asentar  también  en  Mesina,  y 
servirá  para  Sicilia  y  acaso  también  para  otras  partes^  no  coincidiendo 
en  imprimir  los  mismos  libros  que  en  esta  de  Roma,  sino  de  común 
acuerdo. 

»De  la  fábrica  de  papel  también  parece  ¡sería  muy  al  caso;  y  fabricán- 
dose bueno  y  á  precio  arreglado,  nos  podríamos  nosotros  ayudar,  sur- 
tiéndonos de  ahí»  (1). 

No  satisfaciendo  á  los  Padres  de  Roma  la  letra  por  ellos  adquirida, 
trataron  de  obtenerla  de  mejor  clase,  y  para  conseguirlo  escribió  el 
P.  Polanco,  también  en  italiano,  al  P.  Pascasio  Broet,  Provincial  de  la 
Provincia  de  Francia,  el  15  de  Septiembre  de  1556  y  el  22  de  Febrero  de 
1557,  suplicándole  les  proporcionase  de  París  y  Lyón  matrices  para 
fundir  la  letra  (2). 

Quedó  la  imprenta  del  Colegio  Romano  bien  surtida  de  letra,  pues 
salieron  de  sus  prensas  gran  multitud  de  obras  latinas  en  octavo,  para  el 
uso  exclusivo  de  los  jesuítas,  haciéndose  de  algunas  de  ellas  repetidas 
ediciones.  Los  libros  principales  fueron  los  siguientes:  Constitutiones; 
Regülae;  Compendium  privÚegiorum;  Compendium  facultatum  et  indul- 
gentiarum;  Decreta  Congregationum  generalium;  Formulae  Congrega- 
tionum;  Exercitia  Spiritualia;  Director ium;  Ratio  atque  institutio  stu- 
diorum;  Litterae  annuae;  Litterae  Apostolicae,  etc.,  y  papeles  sueltos. 


(1)  Registro  oficial  de  las  cartas  de  Roma,  t.  IV;  Epistolae  Italiae,  1556-1557,  fo- 
lio 156  v. 

(2)  Registro  oficial,  t.  V;  Germán.  Gallia^  1556-1559,  folios  60  v.  y  94  r.  Respondió 
el  P.  Broet,  en  italiano,  el  3  de  Enero  y  el  4  de  Febrero  de  1557.  Epist.  PP.  Paschasii 
Broé'ti...,  páginas  118  y  121,  en  la  colección  citada  Monum.  Hist.  Soc.  Jesu. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  5 


66  IMPRENTAS   DE   LOS    ANTIGUOS  JESUÍTAS 

como  Assertiones.  También  se  imprimió  alguno  que  otro  libro  para  los 
colegios,  como  el  titulado  M.  Valer ¿í  Mariialis  epigrammata. 

Cuando  la  imprenta  tomó  mayor  vuelo  fué  durante  el  generalato  del 
P.  Claudio  Aquaviva  (1581-1615),  estampándose  aquellos  años  más 
crecido  número  de  obras. 

De  éstas,  la  principal,  de  que  pudiera  justamente  gloriarse  cualquiera 
imprenta  de  las  mejores,  es  la  llevada  á  cabo  en  1606  con  el  título  Con- 
stitvtiones  Societatis  lesv.  latinee,  et  hispance,  cvm  earvm  declarat  oni- 
büs.  Romae,  In  Collegío  eiusdem  Societatis.  MDCVÍ.  Superiorvm  per- 
missv.  El  tamaño  es  en  folio  mayor,  de  0,405x0,275'""i.  La  ejecución  tipo- 
gráfica no  pudo  menos  de  ser  obra  de  algún  cajista  muy  inteligente  y 
laborioso,  porque  cada  página  tiene  dificultades  especiales  que  vencer. 
Las  pares  contienen  el  texto  latino  de  la  traducción  oficial  de  las  Cons- 
tituciones, y  las  impares  el  castellano,  compuesto  por  San  Ignacio,  uno 
y  otro  de  redondo.  En  ambos  textos  las  Declaraciones,  añadidas  por  el 
mismo  San  Ignacio,  van  puestas  alrededor  del  texto,  de  suerte  que  en 
cada  página  se  hallan  las  correspondientes  á  ella.  Hay  además  en  cada 
una  de  las  páginas  dos  ladillos  en  las  partes  opuestas  de  la  caja:  el  uno 
contiene  la  numeración  de  los  párrafos  y  las  llamadas  que  remiten  á  las 
Declaraciones:  el  otro  ladillo  los  lugares  paralelos  de  las  Constituciones 
y  del  Examen.  En  el  texto  hay  dos  ciases  de  llamadas,  que  indican  la 
palabra  ó  frase  á  que  corresponden  las  Declaraciones  ó  los  lugares  pa- 
ralelos. Todas  las  páginas  esián  orladas.  Hay  que  ver  el  libro  para  hacer- 
se cargo  de  su  mérito  tipográfico. 

El  papel  es  magnífico,  los  tipos  grandes  y  hermosos.  Consérvanse 
pocos  ejemplares  de  esta  obra  monumental.  El  que  tenemos  delante  al 
escribir  estos  apuntes  se  halla  ricamente  encuadernado,  con  encuader- 
nación  de  la  época,  en  piel  encarnada,  con  elegantes  adornos  dorados,  y 
en  el  centro  de  ambas  tapas  el  nombre  de  JHS,  rodeado  de  estrellas  y 
llamas. 

Ignoramos  quiénes  estuvieron  al  frente  de  la  imprenta  del  Colegio 
Romano.  Sólo  sabemos,  por  carta  del  P.  Polanco  al  P.  Pedro  Canisio, 
escrita  el  5  de  Agosto  de  1559,  que  entonces  tenían  un  impresor 
alemán,  entendido  en  su  arte,  pero  desconocedor  del  latín,  y  que  los  es- 
colares de  la  Compañía  se  encargaban  de  corregir  las  pruebas  (1). 

La  experiencia  enseñó  que  pedía  la  imprenta  mayor  cuidado  y  per- 
sonal más  numeroso  de  lo  que  al  principio  se  había  creído  (2). 


Carecía  en  1564  la  Ciudad  Eterna  de  calcografía  árabe,  cosa  nada 


(1)  P.  Braunsberger,  Beati  Petri  Canisii,  Societatis  lesu,  epistulae  et  acta,  t.  II,  pá- 
gina 496.  , 

(2)  Carta  del  P.  Ganísio  al  P.  Victoria,  7  Oct.  1559;  Braunsberger,  1.  c,  pág.  528. 


EN   EUROPA,    AMÉRICA   Y   FILIPINAS  67 

extraña,  pues  hasta  entonces  sólo  se  habían  impreso  en  aquella  lengua 
tres  obras  en  todo  el  mundo. 

Queriendo,  pues,  la  Santidad  de  Pío  IV  dar  á  conocer  á  los  orientales 
el  Concilio  Tridentino,  suministró  dinero  para  que  adquiriese  la  Compa- 
ñía los  tipos  árabes  necesarios.  El  P.  Juan  Bautista  Eliano,  por  otro 
nombre  Romano,  natural  de  Alejandría,  en  Egipto,  conocedor  del  hebreo, 
árabe,  turco,  latín,  italiano,  castellano  y  otras  lenguas,  hizo  la  traducción 
del  texto  latino  al  arábigo,  y  se  dio  á  la  estampa  en  la  tipografía  del  Co- 
legio Romano  (1). 

El  P.  Sommervogel,  que  parece  no  haber  visto  esta  obra,  pues  sólo 
la  indica  someramente,  anuncia  dos  ediciones  de  la  Profesión  de  Fe,  com- 
puesta por  el  Concilio  Tridentino,  traducida  por  el  P.  Eliano,  é  impresa 
en  árabe,  y  luego  en  árabe  y  latín,  en  dicha  imprenta  del  Colegio  Romano 
el  mismo  año  1566  (2). 


A  los  veinte  años  de  funcionamiento,  la  imprenta  del  Colegio  Romano 
vióse  dotada  de  tipos  hebreos,  con  grande  ahorro  de  tiempo  de  los  jó- 
venes jesuítas  dedicados  á  estudiar  la  lengua  santa,  y  no  pequeño 
ahorro  de  dinero,  evitando  traer  de  lejos  los  libros  necesarios  para  el 
curso  de  hebreo  (3). 

Mesina.— Muy  desde  los  principios  vio  la  Compañía  de  Jesús  en  el 
humilde,  penoso  y  entonces  despreciado  ejercicio  de  enseñar  á  la  juven- 
tud, un  ministerio  fructuosísimo,  de  que  dependía  en  gran  parte  la  rege- 
neración social  en  la  instrucción  religiosa  y  moralización  de  los  pue- 
blos, tomando  por  base  la  enseñanza  y  educación  de  los  jóvenes. 

Gobernaba  con  admirable  prudencia  el  valenciano  P.  Jerónimo  Do- 
ménech,  con  el  cargo  de  Provincial,  á  los  jesuítas  que  gloriosamente 
trabajaban  en  la  isla  de  Sicilia  en  los  Colegios  de  Mesina,  Palermo, 
Monreal,  Siracusa  y  Bibona,  y  en  el  recién  fundado  en  Catania.  Tropezó 
desde  luego  con  la  dificultad  de  adquirir  para  los  discípulos  libros  de 
texto  en  número  suficiente,  y  de  tal  naturaleza,  que  con  la  enseñanza 
literaria  y  científica  no  les  inoculasen  el  error  ó  la  inmoralidad.  Subidos 
eran  los  precios  de  los  libros,  difíciles  los  transportes,  y  complicada  la 
transmisión  de  la  moneda  á  partes  remotas. 

Ocurriósele  cortar  de  raíz  todas  estas  dificultades  creando  una  tipo- 
grafía propia,  que,  además  de  los  libros  de  texto,  podría  estampar  obras 


(1)  P.  Sacchino,  Hist.  Soc.Jesa,  p.  II,  I.  VIII,  núm.  40;  P.  Juvencio,  Epitome  Hist  S.J. 
t.  II,  pág.  130-131. 

(2)  P.  Sommervogel,  Bibliothéque  de  la  Comp.  dejésus,  t.  III,  col.  380. 

(3)  «Jam  uero  iuuandis  Hebraicae  linguae  studiosis  instituía  est  Hebraica  typo- 
graphia  ad  omnia  non  paruo  cum  t¿mporis  tum  pecuniarum  compendio  coaimódius 
imprimenda.»  Laurentius  Tertius,  Litterae  Annuae  Provinciae  Romanae,  1577. 


68  IMPRENTAS  DE   LOS   ANTIGUOS  JESUÍTAS 

de  piedad,  con  que  mantener  y  fomentar  en  muchos  fieles  la  vida  del 
espíritu.  Para  esto  ninguna  ciudad  mejor  que  Mesina,  cuyo  puerto  se 
prestaba  al  envío  de  libros  á  todas  partes.  Difícil  era  la  empresa,  en 
aquellos  tiempos  más  que  en  los  nuestros,  pero  no  imposible. 

Trató  el  proyecto  el  año  1556  con  el  entendido  y  celoso  Virrey  de 
España  en  aquella  isla,  D.  Juan  de  Vega,  quien,  no  sólo  le  aprobó,  sino 
además  tomó  por  su  cuenta  procurar  que  la  ciudad  ayudase  á  pagar  los 
gastos  de  la  instalación.  De  la  voluntad  del  Ayuntamiento  no  dudaba, 
pues  favorecería  éste  cuanto  redundaba  en  bien  común,  y  la  idea  era 
honrosa  y  útil  para  Mesina. 

Como  complemento  propuso  al  Virrey  el  P.  Doménech  poner  fábrica 
de  papel,  pues  no  la  había  entonces  en  toda  la  isla. 

Ambos  planes  fueron  aprobados  generalmente,  y  con  el  intento  de 
facilitar  la  ejecución  del  primero,  proponíase  que  el  Colegio  se  hiciese 
cargo  de  una  tipografía  existente  en  la  ciudad.  Pero  el  intento  del  ani- 
moso valenciano  era  más  vasto.  Pretendía  adquirir.tipos  latinos,  griegos 
y  hebreos  en  Francia,  Bélgica,  Alemania  ó  Venecia,  los  mejores  que  se 
encontrasen,  ofreciendo  desde  luego  el  Ayuntamiento  el  dinero  nece- 
sario. 

Tocante  á  la  fábrica  de  papel,  puesto  que  la  había  en  Bolonia  y  Fa- 
briano,  indicó  el  P.  Provincial  que  se  llevase  de  allí  algún  operario  in- 
teligente en  el  ramo,  á  quien  pagaría  la  ciudad  el  salario. 

En  una  cosa  no  estaban  acordes  el  Provincial  y  el  Virrey,  y  era  en 
el  precio  que  se  debía  poner  á  los  Hbros.  Quería  el  celoso  Padre  que  se 
vendieran  lo  más  baratos  que  se  pudiese,  sin  computar  el  jornal  de  los 
jesuítas  empleados  en  la  imprenta.  Pero  el  prudente  Juan  de  Vega,  con 
miras  no  menos  elevadas,  era  de  parecer  que  se  ganase  algo  en  la  venta, 
pues  así  se  podrían  dar  algunos  libros  gratis  á  los  discípulos  pobres. 

Como  ambos  deseaban  acertar,  indicó  el  Virrey  al  P.  Doménech  que 
propusiese  el  caso  á  San  Ignacio,  y  se  siguiese  en  todo  su  parecer.  Así 
lo  hizo.  Escribió,  como  antes  dijimos,  al  Santo  fundador  el  4  de  Agosto 
de  1556,  ignorando  que  el  31  de  Julio  había  ido  San  Ignacio  á  recibir  en 
el  cielo  el  premio  debido  á  sus  relevantes  méritos.  Fué  elegido  Vicario 
general  de  la  Compañía  el  P.  Diego  Laínez,  entonces  gravemente  enfer- 
mo. Después  de  convalecido  y  de  haber  despachado  los  negocios  más 
urgentes,  contestó  por  medio  de  su  secretario,  el  P.  Juan  de  Polanco,  á 
31  de  Agosto,  la  carta  antes  citada,  añadiéndole: 

«Bien  está  que  se  tasen  los  libros  en  precio  moderado  para  que  de 
las  ganancias  puedan  participar  los  pobres,  y  se  pague  el  jornal  de  los 
que  trabajen  en  la  imprenta;  y  aunque  se  ganase  algo  más,  no  habría 
inconveniente,  con  tal  que  no  se  falte  á  la  edificación. 

» Nosotros  pensamos  encargar  á  los  Padres  que  vengan  á  la  Congre- 
gación, que  traigan  de  París  y  Lyón  algunas  matrices  para  fundir  aquí 
los  tipos.»  Hasta  aquí  la  prudente  respuesta  de  Roma. 


EN   EUROPA,    AMÉRICA   Y   FILIPINAS  69 

De  la  imprenta  de  Mesina  no  tenemos  más  datos. 

Palermo.— También  la  capital  de  Sicilia  tuvo  imprenta  jesuítica, 
por  lo  menos  de  1732  á  1735,  según  consta  por  dos  libros  que  llevan 
este  pie  de  imprenta:  «Palermo,  nel  Real  Collegio  Carolino,  appresso 
Stefano  Amato.»  «Palermo,  nella  stamperia  del  Regio-Imperial  Collegio 
de'  Nobili,  della  Compagnia  di  Gesú,  presso  Stefano  Amato.* 

De  estos  y  de  otros  muchos  pies  de  imprenta  parece  deducirse  que 
se  realizaron  en  varias  partes  los  deseos  manifestados  al  P.  Victoria: 
que  la  imprenta  estuviese  á  cargo  de  persona  de  fuera  de  la  Compañía, 
y,  á  poder  ser,  fuera  del  Colegio. 

Cecilio  Gómez  Rodeles. 

(Continuará.) 


OUservaciones  solire  ll  flpstolano  Eiiceríslíco  He  Ssd  Ignacio^ 


tlíNTRE  los  varones  apostólicos  que  más  han  contribuido  con  sus 
ejemplos  y  palabras  á  iniciar  entre  los  fieles  un  movimiento  de  retorno 
hacia  la  Comunión  frecuente  y  diaria,  que  estuvo  en  uso  entre  los  fieles 
de  los  primeros  tiempos  de  la  Iglesia,  merece,  sin  duda,  un  puesto  dis-; 
tinguido  nuestro  Padre  San  Ignacio  de  Loyola,  de  quien  dice  el  Brevia- 
rio Romano  en  la  lección  e."",  del  día  31  de  Julio:  «...Concionum  ac  Sa- 
cramentorum  frecuentia  ab  ipso  incrementum  accepere.» 

Y  entre  las  obras  que  instituyó  é  inspiró  San  Ignacio  para  restaurar  y 
fomentar  entre  toda  suerte  de  fieles  esta  frecuencia  de  Sacramentos,  no 
ocupa,  por  cierto,  el  último  lugar  el  libro  que  hizo  escribir  al  P.  Cristóbal 
de  Madrid,  y  que  se  publicó  por  vez  primera  en  Ñapóles,  el  año  1556,  con 
este  título:  «De  frequenti  usu  sanctissimi  Eucharistiae  sacramenti  libel- 
lus»  (1). 

De  él  decía  el  P.  Ferreres,  por  Junio  de  1906,  en  el  Comentario  Ca- 
nónico-Moral  sobre  el  decreto  «Sacra  Trideritina  Synodus»,  publicada 
en  esta  revista:  «Es  todo  el  opúsculo  tan  conforme  al  decreto  de  Pío  X, 
que  todavía  hoy  su  publicación  sería  oportunísima,  y  en  él  se  hallarían 
reunidas  las  autoridades  de  la  Sagrada  Escritura,  de  los  Santos  Padres, 
la  práctica  de  los  primeros  cristianos  y  las  más  sólidas  razones  teológi- 
cas que  en  favor  de  la  comunión  frecuente  pueden  alegarse»  (2). 

Así  es,  en  verdad,  como  cualquiera  puede  convencerse  con  sólo  re- 
correr sus  páginas,  que  si  no  «encierran  en  sí  toda  la  gloria  eucarística 
de  la  Compañía  de  Jesús»  (como  alguien  con  marcada  exageración  ha 
dicho),  son,  al  menos,  fiel  eco  y  trasunto  del  espíritu  eucarístico  de  San 
Ignacio.  Y  esta  última  razón  ha  sido  la  que  ha  movido  principalmente, 
primero  al  P.  Cros,  á  emprender  la  directa  traducción  de  esa  obrita  (3), 
y  luego  al  P.  Bock  á  reimprimir  fielmente  su  texto  latino  (4).  Pero  am- 


(1)    Cf.  Sommervogel:  Bibliothéque,  etc.,  V,  278:  «editus  hoc  anno  (1556)  Neapoli,  et 
Caesaraugustae  vulgatus»  (Orlandini,  Hist.  S.J.,  lib.  XVI,  núm.  46).  «Le  P.  Polanco  dans 
une  leUre  de  20  dejuillet  1556  dit:  «quídam  amici  illum  Neapoli  imprimendum  curave- 
runt.» 
(2)    Razón  y  Fe,  t.  XV,  pág.  242,  núm.  72. 

3)  Cf.  Études„2ld]n\x\  1908:  «Saint  Ignace  de  Loyola  et  la  Communion  Quolidienne.* 
El  P.  Cros  dice  en  nota,  al  pie  de  la  pág.  752:  «Les  pages  quisuiventformentlapréface 
d'une  traduction,  préte  á  paraitre,  de  l'opuscule  rédigé  sous  l'inspiration  de  saint  Ig- 
nace, par  le  P.  Chistophe  de  Madrid,  S.  J.  De  frequenti  usu  sanctissimi  Eucharistiae 
libellus. 

(4)  De  frequenti  usu  1  Sanctissimi  Eucharistiae  Sacramenti  |  libellus  1  per  R.  P  Chri- 
stophorum  Madridium  1  ...  Romae,  in  aedibus  Societatis  Jesu  \  1557  |  denuo,  praemissa 


OBSERVACIONES  71 

bos  Padres,  no  satisfechos  con  esto,  para  que  resulte  más  interesante  é 
instructiva  la  lectura  del  libro  del  P.  Madrid  (1),  y  por  ella  se  haga  más 
patente  el  sentir  de  San  Ignacio  sobre  la  Comunión  frecuente  y  coti- 
diana (2),  han  hecho  preceder  sus  respectivos  trabajos  de  un  interesante 
prólogo  en  que  se  estudia  la  historia  ó  la  labor  eucarística  del  mismo 
Santo. 

Merece  mil  plácemes  el  P.  Bock  por  la  reimpresión  del  librito  del 
P.  Cristóbal  de  Madrid,  que  ha  sabido  presentarnos  en  buen  papel, 
caracteres  nítidos  y  conveniente  distribución  por  capítulos  y  números, 
todo  ello  precedido  de  un  copioso  índice  que  facilita  sobremanera  la 
pronta  averiguación  de  cualquier  punto  que  en  él  se  contiene.  El  texto 
va  enriquecido  además  con  numerosas  notas,  en  que,  ó  se  indican  el 
tomo  y  la  columna  de  la  colección  de  Santos  Padres,  de  Migne,  de  los 
textos  patrísticos  que  aduce  el  P.  Madrid,  ó  se  aclara  algún  pasaje  del 
autor,  ó  se  hace  notar  su  conformidad  con  la  doctrina  enseñada  por  San 
Ignacio  en  algunas  de  sus  cartas,  ó  con  las  enseñanzas  últimamente 
emanadas  de  la  Santa  Sede  sobre  la  comunión  frecuente  y  diaria. 

No  hay  por  qué  decir  la  viva  satisfacción  que  en  nuestro  ánimo  ha 
producido  la  atenta  lectura  de  esta  nueva  edición  de  la  obrita  del  Pa- 
dre Madrid,  que  es,  al  fin  y  al  cabo,  una  nueva  gloria  eucarística  de  Es- 
paña y  de  la  Compañía  de  Jesús,  que  tanto  se  distinguieron  en  siglos 
pasados  en  la  gloriosa  cruzada  en  favor  de  la  comunión  frecuente.  Y  ya 
que  con  gusto  cedemos  al  P.  Bock  el  mérito  de  haber  reimpreso  esme- 
radamente en  nuestros  días  el  opúsculo  eucarístico  del  P.  Cristóbal  de 
Madrid,  abrigamos,  en  cambio,  la  satisfacción  de  que  nadie  se  atreverá 
á  arrebatarnos  la  gloria  de  que  un  español,  y  un  meritísimo  escritor  de 
esta  revista,  ha  sido  el  que,  con  dos  años  de  anticipación  al  P.  Cros,  ha 
llamado  la  atención  sobre  ese  opúsculo,  analizando  brevemente  su  doc- 
trina, y  recomendando  al  mismo  tiempo  su  reimpresión  (3). 

Ahora  nos  permitirá  el  P.  Bock  que,  no  por  manía  de  contradecir, 
sino  para  evitar  que  se  deslicen  exageraciones  ó  inexactitudes,  hagamos 
algunas  pequeñas  observaciones  acerca  del  prefacio  que  ha  añadido  al 
texto  primitivo  del  P.  Madrid  sobre  el  Apostolado  Eucarístico  de  San 
Ignacio,  las  cuales  podrán  aprovecharse,  si  parecieren  justas,  en  las  si- 
guientes ediciones. 

El  autor  confiesa  ingenuamente  al  principio  del  prólogo,  que  muchos 
datos  que  en  él  aduce  no  se  deben  á  su  propia  investigación,  sino  á  la 
de  otro  hermano  suyo  en  religión,  que  con  humilde  modestia  ha  querido 


praefatione  !  de  eucharistico  apostolatu  S.  Ignatii  de  Loyola,  1  editus  a  P.  Bock,  S.  J.  | 
Viennae  Austriae.  I  1909  I  Sumptibus  Ordinis.  .  , 

(1)  P.  Cros,  1.  c.  ! 

(2)  P.  Bock,  Praef.  X. 

(3)  P.  Ferreres,  !.  c,  pág.  241. 


72  OBSERVACIONES   SOBRE 

quedase  oculto  su  nombre  (1).  Y  al  fin  del  mismo  prólogo,  al  decirnos 
que  el  ejemplar  de  que  se  ha  valido  para  la  reimpresión  del  librito  euca- 
rístico  del  P.  Madrid,  es  el  perteneciente  al  archivo  de  la  provincia  To- 
losaná  «in  residentia  Tolosana  S.  J.»  (sic)  «unde  nobis  RR.  Patres  no- 
stri»  «opusculum  hoc  rarum  etpretiosum»  «novis  typis  edendum  peraman- 
ter  miserunt,  grato  animo  nostro  sic  admodum  sibi  devincto»,  declara  en 
nota  que  los  Padres  de  la  misma  residencia  son  los  que  le  proporciona- 
ron los  puntos  culminantes  que  en  él  debía  tratar  (2). 

Ahora  bien:  comoquiera  que  el  artículo  del  P.  Cros,  á  que  en  esa 
nota  alude,  se  publicó  en  20  de  Junio  de  1908,  y  el  prólogo  del  P.  Bock 
está  firmado  en  Sarajevo  el  día  31  de  Julio  del  mismo  año,  ocurre  pensar 
que  el  P.  Bock  apenas  tuvo  más  que  el  tiempo  necesario  para  traducir 
al  latín  los  documentos  que  se  le  remitieron  en  francés,  sin  poder  con- 
sultar por  sí  mismo  las  fuentes  ni  el  texto  original  de  esos  mismos  docu- 
mentos que  aduce.  Y  á  nuestro  modo  de  ver,  este  es  el  defecto  capital 
de  que  adolece  el  prólogo,  debido  á  la  prisa  con  que  lo  ha  compuesto, 
fiado  en  demasía  en  la  escrupulosa  exactitud  con  que,  á  su  juicio,  debie- 
ron transcribirse  los  documentos  que,  «con  caridad  fraterna»,  le  fueron 
remitidos.  De  ahí  cierta  vaguedad  y  falta  de  precisión  en  algunas  citas; 
de  ahí  también  algunas  discrepancias  en  los  mismos  textos  latinos  que 
aduce,  y  poca  fidelidad  en  la  traducción  de  algunos  textos  que  en  el  ori- 
ginal están  escritos  en  castellano.  Apuntemos  algunos  ejemplos: 

1.''  Dice  el  P.  Bock  (praef.  XI-XII),  hablando  de  la  frecuencia  de  Sa- 
cramentos que  San  Ignacio  promovió  con  sus  exhortaciones  en  Manresa 
confirmándola  con  el  propio  ejemplo:  «Ceterum  Ignatius  hortando  alios 
suo  ómnibus  exemplo  praeibat.  Loquens  enim  de  se  ipso»:  <^Quovis,  in- 
quit,  die  Dominico  secundum  novam  consuefudinem  suam  Peregrinas 
confitebatur  et  communicabat,  quod  nunquam  praetermisit.»  Y  en  nota 
dice:  « V.  Acta  quaedam  P.  N.  Ignatii  de  Loyola...  a  Ludovico  Consalvo 
ex  eiusdem  ore  Sancti  excepta.^  Cualquiera  pensará  que  las  palabras  que 
el  P.  Bock  pone  entre  comillas  son  traducción  directa  del  texto  original 
castellano,  ó  al  menos  reproducción  exacta  del  Acta  quaedam  P.  N.  Ig- 
natii, publicado  en  latín  el  año  1873  en  París.  Nada  de  eso.  He  aquí  lo 
que  dicen  dichos  textos: 

Castellano  Latín 

{Mon.  Ignat,  S.  IV,  1. 1,  c.  III.  n.  21,  p.  50.)  (C.  II,  n.  21,  p.  28.) 

« Perseveraba  siempre  en  sus  sólitas  «Nunquam  autem  ab  incaepto  more  de- 

confessiones  y  comuniones  cada  do-  sistebat  confitendi  communicandique  sin- 
mingo.»  gulis  Dominicis  diebus.» 


<1)  «Fraternae  caritati  cuiusdam  Patris  S.  J.  complura  documenta  perutilia  et  in  hac 
praefatione  contenta  referimus  accepta,  hac  tamen  conditione,  ut  ipso  sic  postulante, 
nomen  eius  omnino  taceremus  in  afferendis  his  documentis  eorumque  fontibus.» 
(Praef.  IX.) 

(2)  «Summa  quaedam  capitain  hac  praefatione  nobis  tractanda  praebuerunt  iidem 
Patres  nostri.  V.  Étiides,  1908,  t.  CXV.  págs.  752-765.»  (Praef.  XXXIV.) 


«EL   APOSTOLADO   EUCARÍSTICO   DE   SAN  IGNACIO»  73 

Como  ven  nuestros  lectores,  nada  se  dice  aquí,  ni  antes  ni  después  de 
los  párrafos  aducidos  acerca  de  «secundum  novam  consuetudinem».  Por 
eso  llama  todavía  más  la  atención  que  continúe  el  P.  Bock  diciendo: 
«Nec  sine  ratione  commemorat  ^novam  consuetudínem  suam*,  quam  mo- 
nachus  quídam  Benedictinus  in  Monte  Serrato  ipsi  praeter  morem  tum 
fere  ubique  vigentem  permiserat  et  confessarius  ex  Ordine  S.  Dominici 
Manresae  degenti  mendico  liberam  reliquerat»  (praef.  XII.  n.  1).  Sospe- 
chamos que  el  P.  Bock,  en  vez  de  ceñirse  al  texto  de  Acta  quaedam,..,  que 
cita  en  nota,  no  ha  hecho  sino  copiar  y  traducir  libremente  lo  que  es- 
cribe el  P.  Cros  en  el  artículo  citado  de  Études,  pág.  753:  «Ce  fut  le  25 
mars  1522  qu'il  commenga  de  communier  tous  les  huit  jours  et  de  précher 
aux  autres  la  communion  fréquente.  Ce  fut,  dit-il  lui-méme,  «ma  coutume 
nouvelle».  Un  moine  de  Montserrat  venait  de  luí  conceder  cette  extraor- 
dinaire  mesure  de  communion...» 

Como  el  P.  Cros  no  aduce  las  fuentes  de  donde  ha  sacado  los  hechos 
y  testimonios  que  presenta,  por  «no  embarazar,  dice,  las  pocas  páginas 
de  su  artículo,  ó  prólogo  á  la  traducción  del  libro  del  P.  Madrid,  con 
referencias  que  sus  lectores  presentes  no  aguardan»,  no  sabemos  dónde 
ha  encontrado  esa  frase  hecha  de  San  Ignacio,  ni  nos  saca  de  mucho  apuro 
el  consejo  que  nos  da  en  otra  parte  de  leer  los  tomos  de  Monumenta,  en 
donde  resplandecen  muchos  hechos  instructivos  referentes  al  apostolado 
eucarístico  de  Ignacio  y  de  la  Compañía,  con  esta  indicación  en  nota: 
Monumenta  histórica  Socittatis  Jesu.  París,  Picard.  29  volumes,  grands 
in-8  de  prés  de  800  pages,  ont  deja  paru,  et  la  publication  se  poursuit» 
(1.  c,  pág.  760,  not.  1). 

Creemos,  sin  embargo,  que  si  el  P.  Cros  no  tiene  otro  fundamento 
para  atribuir  esa  frase  á  San  Ignacio  que  el  Acta  quatdam  del  P.  Gon- 
zález de  Cámara,  ha  ido  un  poco  más  allá  de  lo  justo,  corroborando 
una  simple  conjetura  suya  con  un  dicho  formal  de  San  Ignacio,  que 
no  se  encuentra  ni  en  el  texto  latino  de  Cámara,  publicado  en  París, 
ni  en  el  texto  castellano  fielmente  reproducido  en  Monumenta^  de  Ma- 
drid. 

Y  es  de  notar  que  el  P.  Cámara,  ni  siquiera  dice  expresamente  que  San 
Ignacio  comulgara  en  Montserrat:  «Llegado  á  Monserrate,  se  confessó 
por  escritto  generalmente,  y  duró  la  confessión  tres  días,  y  concertó  con 
el  confessor  que  mandasse  recoger  la  muía,  y  que  la  espada  y  el  puñal 
colgase  en  la  iglesia  en  el  altar  de  nuestra  Señora.  Y  este  fué  el  primer 
hombre  á  quien  descubrió  su  determinación,  porque  hasta  entonces  á 
ningún  confessor  lo  abia  descubierto. y> 

«La  bíspera  de  nuestra  Señora  de  Mar^o  en  la  noche,  el  año  22,  se  fué 
lo  más  secretamente  que  pudo  á  vn  pobre,  y,  despojándose  de  todos  sus 
vestidos  los  dio  á  vn  pobre,  y  se  bestió  de  su  deseado  vestido,  y  se  fué 
á  hincar  de  rodillas  delante  el  altar  de  nuestra  Señora,  y  vnas  ve- 
zes  desta  manera,  y  otras  en  pie,  con  su  bordón  en  la  mano,  pasó 


74 


OBSERVACIONES   SOBRE 


toda  la  noche.  V  en  amaneciendo  se  partió  por  no  ser  conocido...»  (1). 
De  esta  relación  del  P.  Cámara  creemos  que  se  puede  conjeturar,  no 
falto  de  todo  fundamento,  que  San  Ignacio  tomó  la  costumbre  de  confe- 
sarse con  alguna  frecuencia,  antes  de  confesarse  en  Montserrat,  quizá 
desde  que  salió  de  Loyola;  pues  así  se  explica  mejor  que  el  P.  Cámara 
diga  que  hasta  que  se  confesó  Ignacio  en  Montserrat,  «á  ningún  conf es- 
sor...  abia  descubierto...  su  determinación»  («de  ir  á  Hierusalem»  y  de 
«las  hazañas  que  abía  de  hazer  por  amor  de  Dios»)  (2). 

2."  En  la  pág.  XIII,  hablando  el  P.  Bock  del  apostolado  eucarístico  de 
Ignacio,  en  Barcelona,  cita  un  trozo  de  la  carta  de  Antonio  Gou,  diciendo 
en  nota:  «Tota  plañe  apostólica  epistula...,  habetur  in  hispánico  originali 
in  Epistolis  mixtis  I,  279-281.  (Monum.  hist.  S.  ].).»  Está  bien  citado  el 
lugar  de  Monumenta;  pero  en  vez  de  traducir  el  texto  castellano  de  esa 
carta,  no  ha  hecho  el  P.  Bock  sino  seguir  al  pie  de  la  letra  el  texto 
francés  del  P.  Cros,  como  es  fácil  de  comprobarse  con  el  siguiente 
cotejo: 


TRADUCCIÓN  DEL  P.  CROS 

«Lorsque  nous  com- 
mengames,  nous  n'étions 
guére  que  sépt  ou  huit. 
Aujourd'hui,gráce  á  Dieu, 
nous  sommes  nombreux, 
et  le  nombre  va  toujours 
croissant,  spécialement 
dans  les  deux  grandes  pa- 
roisses  de  Santa  Maria 
del  Mar  et  del  Pino.» 

(Études,  20  Juin  1908, 
t.  115,  pág.  754.) 


TRADUCCIÓN  DEL  P.  BOCK 

«Initio  vix  septem  octo- 
ve  numero  eramus.  Ho- 
die,  Deo  sint  laudes,  per- 
multi  sumus,  ac  numerus 
in  dies  crescit,  praesertim 
in  duabus  magnis  paro- 
chiis  (De  Santa  Maria  del 
Mar  et  del  Pino).« 


TEXTO  DE  MONUMENTA 

«Porque  cuando  nosotros 
comengamos  ácomulgaraquí 
juntos,  no  éramos  más  de 
7  ó  8,  y  después  en  breve 
tiempo  crecieron  mucho,  y 
oy  día  por  la  gracia  del  Se- 
ñor va  creciendo  más  el  nú- 
mero, que  pienso  yo  que  en 
breve  por  aqueste  medio 
será  Dios  muy  glorificado  en 
esta  ciudad. 

»Ya  van  los  que  comulgan 
con  sus  obras  diciendo  quién 
son  entre  sus  parrochianos, 
en  particular  los  de  la  parro- 
chia  de  Santa  María  de  la  Mar 
y  del  Pino,  y  assí  la  gente  no 
tiene  boca  para  mormurar  de 
la  obra,  esto  es,  que  no  sea 
buena,  antes  parece  que  el 
pueblo  está  atónito  y  de- 
seoso de  seguir.» 

Con  sólo  comparar  entre  sí  estos  textos,  se  ve  en  seguida  que  el 
P.  Cros,  de  dos  párrafos  de  Monumenta,  ha  hecho  uno  solo,  sin  indicar 
siquiera  con  unos  puntos  suspensivos  que  estaba  truncado  el  texto  de 
la  carta,  y  cambiando  además  algo  el  sentido  de  la  frase.  Ya  se  ha  hecho 
notar  en  otro  niímero  de  esta  misma  Revista  (y  nosotros  habíamos  no- 


(1)  Monumenta  Ignatiana, Series  quarta,  1. 1:  «Acta  P.Ignatii  ut  primum  scripsit  P.Lu- 
douicus  Gonzalesexcipiens  ex  ore  ipsius  Patris»,  cap.  II,  núms.  17-18,  pág.  47.  El  texto 
latino  de  Acta  quaedam...,  editado  en  París  en  1873,  dice:  «Adventante  die,  sumpta  sacra 
Eucharistia,  ah'útne  agnoscevetüT»  {pág.  23,  núm.  18).  Pero  el  texto  castellano  nada 
dice,  como  hemos  visto,  de  la  comunión. 

(2)  L.  c,  núms.  16-17,  pág.  46. 


EL   APOSTOLADO   EUCARÍSTICO   DE   SAN   IGNACIO> 


75 


tado  ya  antes),  que  haya  veces  diferencia  notable  entre  el  texto  caste- 
llano de  algunas  cartas  ó  documentos  y  la  traducción  que  de  los  mismos 
publica  el  P.  Cros(l). 

3.°  Para  hacer  ver  cuan  arraigadas  estaban  por  ese  tiempo  las 
preocupaciones  contra  la  comunión  frecuente,  aduce  el  P.  Bock,  en  la 
pág.  XIV,  núm.  2,  un  dicho  recogido  por  Fr.  Estrada  (2),  poniendo 
en  nota:  «V.  Cartas  de  San  Ignacio,  II,  pág.  517.»  En  ese  tomo  y  en  esa 
página  de  las  Cartas  de  San  Ignacio,  se  encuentra  ese  dicho;  pero  no 
como  lo  trae  el  P.  Bock,  traduciendo  el  texto  francés  del  P.  Cros  (Elu- 
des, 1.  c,  pág.  755),  sino  como  á  continuación  lo  transcribimos: 


P.  CROS 

«Vingt  ans  plus  tard  (3) 
scandaíisée  du  mouve- 
ment  de  communion  heb- 
domadaire  que  les  prédi- 
cations  des  fils  d'Ignace 
propageront  á  Valladolid 
une  piense  dame  s'ecrie- 
ra:  «Gráce  á  Dieu,  il  n'y  a 
»pas  d'hérétique  dans  no- 
»tre  malson;  nous  ne  com- 
«munionstousqu'unefois 
»ran!>> 


CARTAS   DE   SAN   IGNACIO 

«Sabe  el  Señor  que  digo  la 
verdad,  y  es  que  estando  yo 
en  cierta  casa  de  un  caballero 
casado,  harto  católico.,  como 
se  tratase  de  los  luteranos,  te- 
niendo ella  entendido  que  lle- 
vaban la  vida  de  los  teatinos, 
dijo  delante  de  mí,  con  grande 
exclamación  y  suspiro:  «¡Oh! 
«¡Gracias  sean  dadas  á  Dios, 
»Padre  Abad,  que  nunca  en 
»esta  casa  dimos  en  comulgar 
ȇ  menudo,  sino  de  tarde  en 
tarde!»  Esto  dijo  la  devota 
mujer,  porque  le  pareció  que 
si  hubiera  frecuentado  el  Sa- 
cramento, hubiera  caído  en 
la  herejía.» 


P.   BOCK 

«Quam  sinistre  quídam 
hac  aetate,  praeconceptis 
ducti  opinionibus,  de  fre- 
quentior^  Communione 
iudicarent,  docuit  praeter 
alias,  etiam  publicas  incri- 
minationes  contra  Igna- 
tium  eiusque  socios  iac- 
tatas,  «p/a»  quaedam  ma- 
trona, quae,  elapsis  exinde 
triginta  annis,  cum  Pa- 
tres  S.  J.  Vallisoleti  Com- 
munionem  hebdomada- 
riam  promoverent,  Deo 
publice  gratias  egit,  quod 
domi  suac'  nuUum  homi- 
nem  haereticum  haberet, 
quum  omnes  domestici 
sui  nonnisi  semel  in  anno 
ad  S.  Communionem  ac- 
cederent.» 

No  se  necesita  saber  mucho  castellano  ni  haber  vivido  largos  años 
en  España  para  caer  en  la  cuenta  de  que  «nunca  dimos  en  comulgar..., 

(1)  Aquí  advertiremos  de  paso  que  aunque  en  Monumenta  se  pone  esta  carta  de 
Antonio  Gou,  como  fechada  en  16  de  Mayo  de  1546,  debe,  sin  embargo,  ponerse  como 
escrita  en  16  de  Mayo  del  año  anterior.  Así  lo  dice  el  P.  Gabriel  Álvarez,  en  el  capi- 
tulo VIII  del  libro  II  de  su  Historia  ms.  de  la  provincia  de  Aragón:  «La  fecha  es  de  Baiv 
celona  á  16  de  Mayo  1545»;  y  así  se  colige  de  lo  que  el  mismo  Gou  dice  más  abajo  re.- 
firiéndose  á  la  carta  que  el  P.  Araoz  les  escribió  en  Valladolid  «á  1.°  de  Abril  de  1545» 
para  animaries  á  sobrellevar  las  persecuciones  que  les  acarreaba  el  frecuentar  los  Sa- 
cramentos: «Estos  días  recibimos  vna  carta  del  Sr.  Licenciado  (así  le  llamaban  al  padre 
Antonio  de  Araoz)  muy  espiritual  (que  es  la  que  pusimos  arriba),  en  la  qual  nos  anima 
á  la  paciencia  en  las  persecuciones.»  Las  palabras  que  están  entre  paréntesis  son  las 
que  ingiere  el  mismo  P.  Álvarez,  y  con  ellas  se  refiere  á  la  carta  del  P.  Araoz,  que  copia 
al  fin  del  capítulo  anterior,  y  que  termina  así:  «De  Valladolid  á  l.'^  de  Abril  de  1545. 
Vuestro  en  Christo.— Araoz.» 

Y  claro  está  que  una  carta  escrita  en  Valladolid,  no  habla  de  emplear  más  de  un  año 
en  llegar  á  Barcelona.  Puede  verse  también  copiada  esta  carta  en  Monumenta,  Ep.  Mixt., 
J,  págs.  205-209. 

(2)  Fr.  Luis  Estrada,  abad  del  Monasterio  de  Huerta. 

(3)  No  <^vingty>,  sino  trente  deux  ans  plus  tard,  debiera  decir,  pues  lo  primero  ocu- 
rrió en  1526,  y  esto  en  1558. 


76 


OBSERVACIONES  SOBRE 


sino  de  tarde  en  tarde^,  no  equivale  á  «nous  ne  communions...  qu' une 
fois  l'an». 

El  P.  Gabriel  Álvarez,  en  todo  el  cap.  LXXIII  del  lib.  11  de  su  Historia 
manuscrita  de  la  provincia  de  Aragón,  copia  á  la  larga  esta  carta  que 
Fr.  Luis  de  Estrada  escribió  en  1558  al  P.  Alonso  Román,  rector  del 
Colegio  de  Zaragoza,  y  en  cuanto  al  dicho  de  esa  devota  mujer,  lo  pone 
así:  «¡Oh,  gracias  sean  dadas  á  Dios,  Padre  Abad,  que  nunca  en  esta  casa 
dimos  en  comulgar  á  menudo,  sino  de  tarde  en  tarde!»  Esto  dijo  la 
devota  mujer,  porque  le  parecía  que  si  hubiera  frecuentado  el  Sacra- 
mento^ ya  ella  y  su  marido  hubieran  caído  en  la  herejía...»  También 
había  aducido  el  mismo  dicho  el  P.  Ferreres,  tal  como  se  encuentra  en 
las  Cartas  de  San  Ignacio,  pero  tomado  del  P.  Astrain,  primero  en 
Razón  y  Fe  (1),  y  luego,  en  él  opúsculo  aparte  que  publicó  en  1907,  del 
mismo  «Comentario  Canónico-Moral  sobre  el  decreto  Sacra  Tridentina 
Synodus»  (2). 

4."  En  la  pág.  XVI,  núm.  3,  siguiendo  al  P.  Cros,  dice  el  P.  Bock  que, 
por  no  escandalizar  á  los  venecianos,  dejaron  los  primeros  compañeros 
de  Ignacio  de  comulgar  todos  los  días,  como  lo  vinieron  haciendo  en  su 
viaje  de  París  á  Venecia,  no  sin  que  su  comunión  semanal  excitase 
también  una  grande  admiración  en  aquella  ciudad;  de  modo  que, 
según  escribe  el  P.  Rodríguez,  en  su  Memorial  «De  origine  et  pro- 
gressu  S.  J.»,  escribían  de  ellos  que  habían  llegado  á  Venecia  unos 
hombres  que  comulgaban  cada  ocho  días.  No  es  exacto  que  el  P.  Rodrí- 
guez diga  precisamente  de  ellos  tal  cosa,  sino  que  lo  refiere  en  general 
de  cualquiera  persona  que  se  atreviese  á  comulgar  cada  ocho  días.  Com- 
paremos los  textos: 


P.  BOCK 

«Venetias  vero  cum 
pervenissent,  vel  hebdo- 
madaria Communione 
suatantam  populiadmira- 
tionem  moverunt,ut  quí- 
dam velut  rem  inauditam 
nuntiarent,  advenisse  ali- 
quos  homines,  qui  singu- 
lis  diebus  Do  miniéis 
S.  Communionem  reci- 
perent.» 


P.  CROS 

«Mais  á  Venise  leur 
communion  hebdomadai- 
re,  des  qu'elle  fut  connue, 
stupéfia  la  ville  entiére, 
d'oú  Ton  écrivait,  comme 
grande  nouvelle:  «II  est 
»arrivé  íci,  quelques  hom- 
»mes  quicommunienttous 
«les  dimanches h 

(Études,  1.  c,  pág.  756.) 


p.  rodríguez 

«Quamvis  a  meo  instituto 
alienum  forte  videatur,  scien- 
dum  est  tamen,  quo  tempore 
ad  eam  patres  accesserunt, 
adeo  a  frequentatione  sacra- 
mentorum  eucharistiae,  et  cri- 
minum  confessionis  alienam 
fuisse,  ut  si  quis  forte  octavo 
quoque  die  conscientiam  sor- 
dibus  expiasset  et  sacram  sy- 
naxim  sumpsisset,  statim  in 
ore  ac  sermone  omnium  ver- 
saretur,  amicique,  qui  in  alus 
agerent  locis,  per  literas  fie- 
rent  certiores,  quasi  nouum 
aliquid  et  inusitatum  in  ea 
contígisset.» 

(Monum.  Hist.  Soc.  Jes.: 
Ep.  PP.  Paschasii  Broeti...  et 
Sim.  Rodericií;  De  orig.  et  pro- 
gressu  Soc.  Jesu,  pág.  477.) 


(1)    L.C.,  pág.  517,  núm.  101. 
<2)    Pág.  57,  núm.  101. 


«EL   APOSTOLADO   EUCARÍSTICO  DE  SAN  IGNACIO*  77 

5.°  En  las  págs.  XVIH-XIX  copia  el  P.  Bock  un  buen  trozo  de  la  carta 
que  escribió  San  Ignacio  á  los  azpeitianos,  sobre  la  Comunión  frecuente, 
citando,  en  nota:  «Cartas  de  San  Ignacio,  I,  p.  94-5.»  Lo  curioso  aquí  es 
que  hasta  se  ponen  palabras  y  frases  enteras  en  castellano,  de  manera 
que  uno  estaría  á  punto  de  creer  que  el  P.  Bock  no  ha  hecho  sino  ir 
traduciendo  directamente  el  texto  castellano  de  las  Cartas;  pero  á  poco 
que  se  repare  en  el  orden  con  que  están  colocadas  algunas  cosas,  etc., 
se  echa  de  ver  que  el  P.  Bock  ha  seguido  más  bien  el  texto  francés  del 
P.  Cros,  incurriendo  en  la  misma  libertad  de  alterar  el  orden  de  algu- 
nos párrafos,  sin  dejarlo  traslucir  ni  aun  por  medio  de  algunos  puntos 
suspensivos.  Esta  libertad  que  el  P.  Cros  se  tomaba  en  la  versión 
de  esta  carta  publicada  en  su  artículo  citado  de  Études  (págs.  757-758), 
y  que  nosotros  advertimos  é  hicimos  notorio  á  otros,  mucho  antes 
que  el  P.  Portillo  le  hiciera  parecidas  advertencias  en  lo  tocante  á 
la  versión  de  las  Cartas  de  San  Francisco  Javier;  fué  la  que  nos  abrió 
los  ojos  para  no  creer  á  ojos  cerrados  (como  hasta  entonces  lo  había- 
mos hecho)  todo  lo  que  veíamos  citado  entre  comillas  por  el  diligente 
y  crítico  escritor  P.  Cros,  S.  J.,  y  nuestras  ulteriores  investigaciones  nos 
han  confirmado  en  la  prudente  desconfianza  de  sus  comillas.  Nótese 
el  siguiente  cotejo  de  los  textos: 

P.  BOCK  P.  CROS  CARTAS  DE  SAN  IGNACIO 

«Quod  si  integre  non  «Si  nous  ne  ie  pouvons  «...;  y  si  en  todo  no  pode- 

possumus,  faciamus  sal-  faire  entiérement,  faisons-  mos,  á  lo  menos  en  parte, 

tem  ex  parte.  Confiteamur  le  du  moins  en  partie;  con-  confesándonos  y  comunican- 

et  communicemus  semel  fessons-nous  et  commu-  donos,  como  arnba  dije,  una 

singulis  mensibus.  Indul-  nions  une  fois  chaqué  vez  en  el  mes.  Y  quien  más 

gentiae  communicantibus  mois.  Les  indulgences  ac-  adelante  querrá  pasar,  sin  al- 

concessae  tantae  sunt,  ut  cordéesauxcommuniants  guna  duda,  irá  conforme  á 

earum  valorem  appretiare  sont  si  riches,  que  je  ne  Nuestro  Criador  y  Señor...»^ 

non  possim...»  saurais  en  estimer  assez 
la  valeur...» 

Pues  ¿y  donde  está  lo  de  «les  indulgences  accordées  aux  commu- 
niants»,  «indulgentiae  communicantibus  concessae?,  dirán,  quizá,  nues- 
tros lectores,  al  notar  la  discrepancia  del  texto  castellano.  Sí,  también 
está  en  el  texto  castellano  de  esa  carta,  pero  dos  páginas  antes  del 
primero  de  esos  párrafos  que  acabamos  de  copiar,  y  no  del  modo  que 
dicen  los  PP.  Bock  y  Cros: 

«...;  y  ofreciéndose  una  grande  obra  que  Dios  Nuestro  Señor  ha  hecho  por  un 
fraile  dominico,  nuestro  muy  grande  amigo  y  conocido  de  muchos  años,  es  á  saber, 
en  honor  y  favor  del  Santísimo  Sacramento,  determiné  de  consolar  y  visitar  vuestra^ 
ánimas  in  Spiritu  Sancto,  con  esa  bula  que  el  Señor  Bachiller  lleva,  con  las  otras  indul- 
gencias que  en  la  bula  rezan;  que  son  tantas  y  de  tanta  estima,  que  yo  no  lo  sabría 
estimar  ni  encarecer.»  (Cartas  de  San  Ignacio,  I,  págs.  91-92.) 

También  el  P.  Bock,  en  la  misma  pág.  XVIII,  después  del  primer 
párrafo  que  copia  de  esa  carta,  pone  entre  paréntesis  las  palabras  caste- 


78  OBSERVACIONES   SOBRE 

llanas  de  la  carta  de  San  Ignacio,  como  sigue:  «Todos  y  todas  comul- 
gaban cada  día»;  pero  el  texto  castellano  dice:  «Tomaban  cada  día  el 
Santísimo  Sacramento  todos  y  todas...» 

6.°  En  la  pág.  XX,  después  de  hablar  de  la  frecuencia  de  Sacramen- 
tos que  promovieron  en  Parma  los  PP.  Fabro  y  Laínez,  el  año  1540, 
afirma  dos  cosas  el  P.  Bock  acerca  del  B.  Fabro,  casi  con  las  mismas 
palabras  con  que  las  dice  también  el  P.  Cros.  (utudes,  1.  c,  pág.  758): 

P.  Bock.  P.  Cros. 

«Quirecedensexhac  urbe  sacerdotibus  «11  y  laissa  une  nombreuse  confrérie 

discipulis  suis  scriptam  reliquitinstitutio-  qui  s'imposa  la  loi  de  communier  «  au 
nem,  in  qua  ínter  alia  haec  leguntur:  »/77C»//zs,  tous  les  dimanches»,  et  Le  Févre 
«Cávete,  ne  umquam  omittatis  confiteri  et  recommende  aux  confréres  de  n'y  man- 
«communicaresa/femquavis hebdómada.»  quer  jamáis,  li  leur  écrit:  «G  rdez-vous  de 
Immo  ipsam  quotidianam  Communionem  »jamais  manquer  de  communier,  au  moins 
hos  Patres  iamiam  ausos  esse  commen-  »une  fois  chaqué  semaine!»  En  parlant 
daré,  patet  ex  gravi  tempestate  brevi  post  ainsi,  lui  et  les  autres  disciples  d'Ignace 
exorta,  «cuius  occasio  fuit  quaedam  Julia  ouvrent  aux  ames  le  chemin  de  la  com- 
»Zerbini,  valde  devota  Patribus  nostris,  munion  fréquente  et  quotidienne,  mais  ils 
»quae  in  infirmitate  sua  quotidie  commu-  se  gardent  encoré  de  diré  á  personne: 
»nicabat...».  «Communiez  tous  les  jours.»  Pour  avoir 

.  donné  á  une  piense  femme  de  Parme  le 
conseil  d'agir  ainsi,  le  P.  Le  Févre  y  sou- 
leva  une  vraie  tempéte.» 

No  sabemos  de  dónde  han  sacado  que  el  B.  Fabro  hubiese  fundado 
una  Congregación  que  se  impusiera  la  ley  de  comulgar  al  menos  cada 
ocho  días,  y  que  el  Padre  les  escribiese  que  se  guardasen  de  no  hacerlo 
así,  ni  menos  que  el  B.  Fabro  hubiese  aconsejado  á  su  devota  Julia  Zer- 
bini,  como  afirma  el  P.  Cros,  que  comulgase  cada  día.  Dos  citas  pone 
en  nota  el  P.  Bock.  («Epist  Mixtae,  I,  584.  Cf.  Chron.,  S.  J.,  I,  127.> ) 

Ahora  bien:  en  el  lugar  citado  de  las  Epist  Mixtae,  ni  una  sola  pala- 
bra se  encuentra  que  haga  alusión  á  dicha  cofradía  y  á  las  instrucciones 
que  el  B.  Fabro  les  envió;  pero  en  cambio  desde  la  página  siguiente,  585, 
hasta  la  pág.  587,  hay  un  documento  que  en  1647  el  H.  Teólogo  Julio 
Grimaldi,  S.  J.,  dirigió  á  Roma  al  P.  Bartoli,  en  el  cual  le  dice: 

«Ho  fatto  ogni  diligenza  possibile  per  haver  cognitione  delle  2  congregationi,  delli 
quali  é  chiamato  institutore  in  questa  cittá  il  P.  Fabro  nell'Istoria  della  sua  vita.» 

Y  de  sus  diligencias  resulta  que  la  una,  llamada  «della  Carita»  fué 
fundada  «nel  anno  1500»,  cuarenta  años  antes  que  partiese  de  Parma  el 
B.  Fabro.  Por  lo  cual  concluye  el  H.  Grimaldi: 

«Potrebbe  esser  che  ¡1  P.  Fabro,  uenendo  á  Parma,  habbia  fatto  qualche  bene  in 
detta  congregatione,  o  riformandola,  o  promovendola;  ma  di  questo  non  s'é  trovata 
alcana  memoria.» 

Y  en  cuanto  á  la  segunda,  que  primeramente  se  llamó  «compagnia  di  Giesú»,  y 
después  «compagnia  di  S.  Giovanni  decollato»,  por  haberse  trasladado  á  «la  chiesetía 
et  oratorio  di  S.  Giovanni  decollato»,  dice  que  la  formaron  por  el  año  de  1540  «2  mila- 
nesisecolari,  persone  di  molto  zelo»,  á  los  cuales  se  unieron  «li  suddetti  sacerdoti, 
asciati  per  sui  successori  del  P.  Fabro  et  Lainez». 


«EL  APOSTOLADO   EUCARÍSTICO  DE  SAN  IGNACIO»  79 

Y  así  también  concluye: 

«Questo  é  quanto  ho  trovato  del  P.  Fabro  et  del  P.  Lainez  nel  libro  dell'institutione 
di  detta  com.agnia,  di  cui  quelli  paiono  fondatori  molto  remoti,  se  bene  essa  nel  cata- 
logo di  sui  institutori  li  nomina  nel  primo  luogo.» 

Hay  que  advertir  además  que  en  los  dos  documentos  citados  siempre 
se  habla  en  términos  generales  de  la  «frecuencia  de  Sacramentos»  que 
promovieron  en  Parma  los  PP.  Fabro  y  Lainez,  y  de  la  que  introdujeron 
en  la  cofradía  «di  S.  Giovanni»  los  sacerdotes  que  allí  dejaron  dichos 
Padres  para  mantener  esta  costumbre  piadosa: 

«...  detti  Padri  nostri  predicauano  ogni  festa  la  mattina...,  et  introdussero  in  molti  la 
frequentia  de  santi  sacramenti.»  (Epist.  Mixtae,  I,  pág.  584.) 

Y  el  H.  Grimaldi  dice  también: 

«Persuadevan  particolarmente  lafrequenza  dei  SS.  Sacramenti,  la  quale  comíncló 
ad  usarsi  con  molto  concorso.  Doppo  due  anni  furono  i  detti  Padri  richiamati  a  Roma, 
et  assió  le  sante  opere,  qui  comiciate,  nella  loro  lontananza  non  perissero,  lasciarono 
in  vece  sua  alcuni  devoti  sacerdoti,  acció  le  promossero  e  mantenessero.»  (Ep.  Mix- 
tae, I,  pág.  586.) 

Y  más  abajo,  contando  cómo  á  la  invitación  hecha  por  «aquellos  dos 
celosos  milaneses»  para  fundar  «una  compañía  dedicada  á  enseñar  la 
doctrina  cristiana»,  accedieron  de  los  primeros,  los  sacerdotes  «lasciati 
per  sui  successori  del  P.  Fabro  et  Lainez»,  dice  que 

«...  fondarono  la  detta  compagnia...  impiegandosi  poi  tutti  frequentemente,  tanto  in 
insegnare  la  dottrlna  christiana,  quanto  in  altre  opere  pie,  come  l'emosinare  per  li 
poweri,  freguentare  le  communione»,  etc.  (Ibid.,  pág.  586.) 

No  parece,  pues,  «la  ley  de  comulgar  á  lo  menos  cada  semana»,  y 
menos  como  impuesta  por  el  B.  Fabro. 

Veamos  ahora  qué  nos  dice  el  Chron.  S.J.  del  P.  Polanco,  en  el  t.  I, 
pág.  127,  núm.  67,  que  es  el  lugar  á  que  alude  en  su  segunda  cita  el 
P.  Bock: 

«Cum  etiam  Parmae  gravis  tempestas  contra  eos  Sacerdotes  esset  exorta,  qui, 
Patrum  Laynez  et  Fabri  doctrina  instituti,  per  Sacramentorum  frequentiam  et  pías 
meditationes  multos  de  populo  in  spirituali  aedificatione  promovebant,  et  infamia,  qua 
perstringebantur,  in  magistrorum  atque  adeo  in  Societatis  dedecus,  et  divini  honoris 
imminutionem  redundaret,  effectum  est  opera  Ignatii,ut  per  publicam  sententiam  Romae 
latam,  ái  eorum  innocentia  et  adversariorum  calumnia  constaret.» 

Como  se  ve,  menos  aún  es  lo  que  puede  sacarse  de  este  pasaje  del 
Chronicon  S.  /,  para  ninguna  de  las  afirmaciones  de  los  PP.  Bock  y 
Cros  respecto  al  B.  Fabro.  Ni  es  más  favorable  á  esas  aserciones  otro 
pasaje  del  mismo  Chronicon  en  que  el  P.  Polanco  habla  expresamente 
de  los  ministerios  apostólicos  de  los  PP.  Fabro  y  Lainez  en  Parma  el 
año  1540.  En  este  pasaje,  omitido  por  el  P.  Bock,  y  que  es  el  de  la  pá- 
gina 82,  núm.  13,  dice  el  P.  Polanco:, 


80  OBSERVACIONES  SOBRE 

«Ineunte  anno  1540,  iisdem  Patribus  in  Parmensi  vinea  laboraníibus,  per  confessio- 
nes  generales  etfreqaentiam  Sacramenti  Poenitentiae  et  Eucharistiae  eo  inductam... 
fructum  spiritualem  valde  auxit  Dominus.» 

¿Será  por  lo  menos  exacto  y  del  todo  averiguado  que  el  B.  Fabro 
aconsejase  á  su  devota  (Julia  Zerbini)  que  comulgase  cada  día,  como 
parece  afirmar  rotundamente  el  P.  Cros?  Confesamos  ingenuamente  que 
no  lo  sabemos.  Sólo  diremos  que  el  Chronicon  Soc.Jesu,  en  los  pasajes 
ya  citados ,  nada  dice  acerca  de  este  punto,  y  que  del  primero  de  los 
dos  documentos  insertos  en  las  Epist.  Mixtae,  I,  páginas  583-585,  tam- 
poco se  deduce  que  Julia  Zerbini  comulgase  ordinariamente  cada  día, 
y  menos  aún  que  así  lo  hiciese  «por  consejo  del  B.  Fabro».  He  aquí 
sus  palabras  textuales: 

«...,  detti  Padri  nostri  predicauano  ogni  festa  la  matina, ...  e  introdussero  in  molti  la 
frequentla  de  santi  sacramenti,  se  bene  ció  da  molti  era  preso  in  mala  parte,  come  cosa 
nuoua;  e  talmente,  che  per  questo  si  leuó  contro  di  Padri  una  tempesta  e  persecutione, 
dalla  quale  fu  capo  un  certo  P.  Giuliano,  dell'ordine  d'Heremitani;  et  l'occasione  fu  una 
certa  Qiulia  Zerbini,  molto  diuota  de  nostri  Padri,  che  per  communicarsi  ogni  giorno 
in  una  sua  infirmitá  e  essersi  diuolgato  che,  mentre  si  communicaua,  non  prendeua 
alcun  cibo,  diede  molto  che  diré  alia  cittá,  et  ando  il  rumore  tant'auanti,  che  per  ordine 
di  Monsignore  III.'"»  Cardinale  di  S.  Fiore,  all'hora  uescouo  di  Parma,*il  vicario  suo  ne 
formó  un  processo, ...»  («Alcuni  Ponti  per  indrizzo  dell'historia  della  Compagnia  di 
Parma.— Del  42.»  Ep.  Mixtae.  I,  pág.  584.) 

Aquí  se  habla  de  cierta  persecución  suscitada  en  Parma  contra  los 
PP.  Fabro  y  Laínez  «con  ocasión  de  una  tal  Julia  Zerbini,  muy  devota 
de  esos  Padres,  y  que  por  comulgar  todos  los  días  en  ayunas  in  una  sua 
infirmitá...  dio  mucho  que  hablar  á  la  ciudad».  Pero  ¿en  qué  año  sucedió 
esa  persecución?  El  año  1542,  como  se  desprende  del  encabezamiento 
de  ese  documento  y  por  la  fecha  «28  d'Agosto  del  1542»,  que  lleva  el 
oficio  que  remitió  el  Cardenal  de  S.  Fiore  al  Cardenal  Cambara,  rogán- 
dole mandase  formar  causa  y  dar  la  sentencia,  como  se  hizo  al  fin  el  30 
de  Diciembre  de  1543. 

Y  si  el  origen  de  esta  persecución  del  año  1542  fué  el  que  «Julia 
Zerbini  comulgase  en  ayunas  todos  los  días  en  cierta  enfermedad 
suya»,  ¿cómo  es  de  creer  que  así  lo  hiciese  por  consejo  del  B.  Fabro, 
que  había  ya  salido  de  Parma  en  1540?  Más  creíble  se  nos  hace  que  esto 
lo  hiciese  con  aprobación  ó  consejo  de  aquellos  piadosos  sacerdotes 
que  dejaron  en  Parma  los  PP.  Fabro  y  Laínez  para  que  promoviesen  y 
sustentasen  la  práctica  de  la  frecuencia  de  Sacramentos  que  ellos  habían 
introducido  en  aquella  ciudad  y  que  por  eso  hiriese  de  rechazo  á  nuestros 
Padres  aquella  persecución,  que  derecha  y  primariamente  se  había  levan- 
tado contra  los  sacerdotes  sus  discípulos.  Así  lo  indica  el  P.  Polanco  en  su 
Chronicon  Soc.Jesu  (I,  pág.  127,  núm.  67),  á  que  remiten  en  este  lugar 
los  Padres  de  Monumento,  y  que  nosotros  hemos  copiado  más  arriba. 

De  todos  modos,  si  hubiese  algún  otro  documento  que  pusiese  de 


«EL   APOSTOLADO   EUCARÍSTíCO   DE   SAN  IGNACIO»  81 

manifiesto  lo  contrario,  sería  bueno  que  lo  adujesen  los  PP.  Bock  y 
Cros,  para  corroborar  sus  aserciones  acerca  de  este  punto. 

7.°  Para  corroborar  con  un  ejemplo  más  el  laudable  empeño  de  nues- 
tros primeros  Padres  de  introducir  y  promover,  no  sólo  la  comunión  se- 
manal, sino  también  la  comunión  diaria,  añade  el  P.  Bock  en  la  pág.  XXI: 
«Similem  fructum,  adiuvante  iuvenili  Estrada  (Strada),  B.  Petrus  Fa- 
ber  inde  ab  a.  1540  consecutus  est  Brixiae  concionibus  suis  et  associa- 
tione  sacerdotum,  quae  paulatim  per  urbem  illam  et  dioecesim  Com- 
munionem  quotidianam  fidelium  utriusque  sexus  promovebat,  ut  patet 
ex  causa  Episcopi  Brixiensis  a.  1587,  per  Decretum  Sixti  V  dirempta.» 

Bien  pudo  ser  que  el  uso  de  la  comunión  diaria  que  el  año  1587  se 
veía  ya  consolidada  desde  hacia  algunos  años  (jam  abhinc  aliquot 
anuos)  en  la  ciudad  y  diócesis  de  Brescia,  se  debiese  en  parte  ala  acción 
de  los  sacerdotes  formados  espiritualmente  por  el  B.  Fabro;  pero  ni  en 
elfolium  de  la  Sagrada  Congregación  del  Concilio  en  que  se  expone  el 
sentido  de  la  consulta  al  Obispo  de  Brescia,  ni  en  la  carta  que  en  24  de 
Enero  de  1587  envió  en  respuesta  la  Sagrada  Congregación  al  mismo 
Obispo  (1),  se  hace  ni  remotamente  mención  de  tal  asociación  de  sacer- 
dotes. Por  otra  parte,  al  decir  que  sólo  desde  hacía  algunos  años  se 
había  extendido  esa  costumbre  entre  los  fieles  seculares  de  ambos  sexos, 
mal  puede  atribuirse  ese  movimiento  de  comulgar  todos  los  días,  á  los 
Padres  de  la  Compañía,  á  quienes  precisamente  desde  el  año  1559  se 
les  había  comunicado  la  orden  de  que:  «Caeterum,ut  singulis  diebus 
mysteria  divinissima  laici  sumant,permitti  nequáquam  deberé...»  (Cf.  Sa- 
chini,  Hist.  Soc.Jes.;  L.  3,  A.  D.  1559,  núm.  7.)  Creemos,  pues  (mientras  no 
se  nos  aduzcan  otros  documentos  más  claros),  que  la  costumbre  de  co- 
mulgar todos  los  días  que  empezó  á  cundir  en  la  diócesis  de  Brescia  por 
los  años  de  1580  entre  los  seglares  de  ambos  sexos,  no  es  gloria  que 
deba  imputarse  al  B.  Fabro  ni  á  ningún  otro  Padre  de  la  Compañía. 
Harta  honra  será  para  la  Compañía  (sin  querer  apropiarse  las  ajenas)  el 
haber  iniciado  poderosamente  ese  movimiento  hacia  la  comunión  fre- 
cuente, que  sin  cesar  ha  ido  acrecentándose  entre  los  fieles  de  la  Iglesia, 
hasta  llegar  á  la  comunión  diaria,  que  indistintamente  recomienda  á  to- 
dos los  católicos  el  Papa  Pío  X  en  nuestros  días. 

8  °  Mayor  exageración  comete  aún  el  P.  Bock,  y,  á  nuestro  pobre 
sentir,  agravada  con  un  manifiesto  yerro,  al  estampar  en  la  pág.  XXII, 
núm.  7: 

«Sed  iam  clarissima  testimonia  proferamus,  quibus  ipse  Ignatius  hoc  tempore  directe 
Communionem  quotidianam  commendabat^  eamque  talibus  conditionibus,  quae  no- 
vissimum  Decretum  «Sacra Tridentina  Synodus»  quodammodo  praesagirent.  Omittimus 


(1)    Ni  el  P.  Cros  ni  el  P.  Bock,  aducen  el  texto  de  este  documento,  que  puede  verse 
en  el  opúsculo  citado  del  P.  Ferrercs,  apéndice  I. 

RAZÓN   Y  FE,   TOMO   XXV  6 


82  OBSERVACIONES 

duas  epístolas  reciprocas  S.  Ignatii  et  S.  Francisci  Borgiae  a  P.  Van  Nieuwenhoff 
(II,  27-8),  Orlandinum  ac  Ribadeneiram  citante,  ad  a.  1542  commemoratas,  nobis  tamen 
parum  compertas.  Illud  certe  exinde  patet,  Ignatium  Francisco,  Proregi  Catalauniae, 
consulenti  de  frequentiore  Communione,  iam  tum  quotidianam  Communionem  vefie- 
menter  suasisse.» 

Las  últimas  palabras  con  que  termina  este  párrafo,  nos  llenaron  de 
admiración  desde  la  primera  vez  que  las  leímos;  porque  teníamos  ya 
hecho  un  estudio  particular  y  algo  detenido,  precisamente  acerca  de  este 
punto.  Y  nuestra  admiración  subió  de  punto  cuando,  habiendo  consul- 
tado al  P.  Orlandini,  nos  cercioramos  de  que  en  los  números  76-77-78  y 
79  del  lib.  III  de  su  Historia,  donde  habla  de  la  estancia  del  P.  Araoz  en 
Barcelona  y  de  las  virtudes  y  oración,  etc.,  del  Virrey  de  Cataluña  San. 
Francisco  de  Borja,  nada  se  dice  acerca  de  estas  cartas  que  se  dirigieron 
mutuamente  San  Ignacio  y  San  Francisco  de  Borja.  Consultamos  tam- 
bién el  índice  para  ver  los  diferentes  lugares  en  que  el  P.  Orlandini  ha- 
bla de  San  Francisco  de  Borja,  pero  no  dimos  con  ninguno  en  que  se 
hablase  de  la  comunión  diaria  que  le  recomendó  encarecidamente  San 
Ignacio. 

En  cuanto  al  P.  Ribadeneira,  ya  teníamos  antes  averiguado  que  él  no 
afirma  que  San  Ignacio  en  la  carta  de  contestación  recomendase  á  San 
Francisco  de  Borja  la  comunión  cotidiana.  He  aquí  sus  palabras  (Vida 
del  P.  Francisco  de  Borja,  cap.  X): 

«Porque  ya  en  este  tiempo  se  confesaba  y  comulgaba  cada  domingo  y  las  fiestas 
principales  del  año. .  Pero  las  confesiones  y  comuniones  tan  frecuentes  y  ordinarias 
del  Marqués  daban  mucho  que  hablar,  no  solamente  á  la  gente  popular,  sino  también 
á  la  devota  y  espiritual... 

«...  Y  por  esto,  juzgando  que  la  persona  de  nuestro  Padre...  sería  la  que  más  luz  le 
podria  dar  en  lo  que  él  tanto  deseaba  saber,  se  determinó  luego  de  escribirie  una  carta. 
En  ella...  le  proponía  su  duda,  y  le  rogaba  le  escribiese  lo  que  habla  de  hacer... 

»Á  esta  carta  del  Marqués  respondió  el  B.  P.  Ignacio  otra.  En  ella  le  decía  que  entre 
los  otros  frutos  admirables  que  el  comulgarse  á  menudo  suele  causar  en  las  ánimas, 
es  uno  preservarlas  que  no  caygan  en  pecado  grave:  ó  si  por  la  flaqueza  humana  ca- 
yere, darles  la  mano  para  que  presto  se  levanten.  Y  que  aunque  no  se  podía  dar  una 
regla  cierta  y  universal  para  todos;  pero  que  de  suyo  es  más  seguro  y  acertado  el  lle- 
garse con  amor  y  reverencia  debida  al  Señor  á  menudo,  que  el  arredrarse  de  él  con 
temor  y  pusilanimidad... 

»Pero  que  cuanto  á  la  persona  de  su  Señoría,  según  lo  que  le  escribió,  y  él  había  en- 
tendido por  relación  de  otros  de  su  oración  y  vida,  se  atrevía  á  aconsejarie  que,  con- 
fiado de  la  misericordia  del  Señor,  y  animado  de  muchas  que  había  recibido  de  su  ben- 
dita mano,  hiciese  lo  que  hacía  y  se  comulgase  cada  ocho  días.» 

Mal  puede,  pues,  deducirse  claramente  de  estas  palabras,  «Ignatium 
Francisco...  iam  tum  quotidianam  Communionem  vehementer  suasisse,* 

Justo  Bequiriztain. 
(Se  continuará.) 


boletín  bíblico 


1.  Jesús  Christus.  Vortrage  auf  dem  Hochschulkurs  zu  Freiburg  im  Breisgau 
1908,  gehalten  von  Dr.  Karl  Braig,  Dr.  Gottfried  Hoberg,  Dr.  Cornelius 
Krieq,  Dr.  Simón  Weber,  Professoren  an  der  Universitát  Freiburg  im  Breis- 
gau, und  von  Gerhard  Esser,  Professor  an  der  Universitát  Bonn.— Jesu- 
cristo: Conferencias  habidas  en  el  curso  de  Estudios  superiores  de  Fribur- 
go  en  Brisgovia,  el  año  1908  por  los  Doctores  Carlos  Braig,  Godofredo 
Hoberg,  Cornelio  Krieg  y  Simón  Weber,  Profesores  de  la  Universidad  de  Fri- 
burgo,  y  por  Gerardo  Esser,  Profesor  de  la  Universidad  de  Bonn.— Freiburg, 
1908.  Un  volumen  en  4."  de  VIÍI-440  páginas.  Precio,  7  marcos.  (Herder.) 

2.  Das  Evangelium,  vom  Gotte.ssohn;  eine  Apologiederwesenhaften  Gottes- 
sohnschaft  Christi  gegenüber  der  Kritik  der  modernsten,  deutschen  Theologie, 
von  Dr.  Antón  Seitz.— Friburgo,  1908.  (Herder.)— El  Evangelio  del  Hijo 
de  Dios:  apología  de  la  filiación  divina  substancial  de  Cristo,  contra  la  crí- 
tica de  la  novísima  teología  alemana,  por  el  Dr.  Antonio  Seitz,  profesor  de 
Apologética  en  la  Universidad  de  Munich.  Un  volumen  en  8.''  de  XII-545  pá- 
ginas. Precio,  5,60  marcos;  encuadernado,  6,40. 

3.  La  Arqueología  greco-latina  ilustrando  el  Evangelio,  por  D.  Ra- 
miro Fernández  Valbuena,  canónigo  Penitenciario  de  la  Santa  Iglesia  Pri- 
mada y  Prefecto  de  estudios  del  Seminario  Pontificio  de  San  Ildefonso. 
Tomo  I.  Toledo,  1909.  Un  volumen  en  4.*"  de  X-610  páginas.  Precio,  8  pesetas. 
(Rafael  Gómez.) 

4.  Le  Cantique  des  Cantíques:  Commentaire  philologique  et  exegetique  par 
P.  JoüON,  Professeur  a  la  Faculté  oriéntale,  Université  S.  Joseph  Beyrouth. — 
París,  1909  (Beauchesne).  Un  volumen  en  12.°  de  Vl-334  páginas.  Precio,  5 
francos. 

El  movimiento  en  las  ciencias  bíblicas  continúa  con  el  mismo  ardor; 
y  los  católicos  en  especial  despliegan  actividad  infatigable.  He  aquí  al- 
gunas entre  las  innumerables  publicaciones  recientes  de  importancia: 

1.  Entre  otros  procedimientos  dignos  de  imitación  que  para  promo- 
ver la  cultura,  sobre  todo  entre  el  clero,  emplean  nuestros  hermanos  los 
católicos  alemanes,  uno  es  la  de  los  «Cursos  superiores»,  en  los  que  uno 
ó  varios  doctores  exponen  en  varias  conferencias  un  tema  de  conve- 
niente amplitud  é  interés  ante  un  público  escogido,  resumiendo  en  breve 
las  conclusiones  ó  puntos  más  culminantes  de  la  ciencia  contemporánea 
sobre  la  materia.  En  1906  hizo  su  primer  ensayo  de  estos  cursos  la  Uni- 
versidad de  Friburgo,  tomando  por  asunto  la  «cuestión  bíblica»  y  encar- 
gándose de  las  conferencias  el  P.  Fonck  y  el  Dr.  Hoberg.  El  resultado 
satisfactorio  de  aquel  ensayo  movió  al  celoso  Prelado  de  la  diócesis  á 
repetir  el  otoño  pasado  de  1908  la  tarea,  como  se  hizo  del  12  al  16  de 
Octubre,  tomando  por  tema  la  persona  augusta  de  Jesucristo,  y  desenvól- 


84  BOLETÍN    BÍBLICO 

viéndole  en  15  conferencias  repartidas  entre  los  cuatro  profesores  nom- 
brados en  el  título. 

El  Dr.  Hoberg  explanó  en  dos  discursos  el  carácter  histórico  de  los 
cuatro  Evangelios  como  fuentes  de  información  sobre  la  persona  y  mi- 
sión de  Jesucristo:  al  Dr.  Weber  tocó  exponer  la  divinidad  del  Señor  en 
el  Antiguo  Testamento  (la  predicción  mesiánica),  en  las  Epístolas  de  San 
Pablo  y  en  los  Evangelios,  dividiendo  su  argumento  en  tres  conferencias. 
El  profesor  Braig  se  encargó  de  desenvolver,  en  tres  discursos,  los  sen- 
timientos de  la  incredulidad  contemporánea  sobre  la  persona,  doctrina  é 
institución  de  Jesús.  Al  Dr.  Esser  cupo  en  suerte  explicar  el  dogma  cris- 
tológico  en  su  desenvolvimiento  histórico  y  teniendo  en  cuenta  los  erro- 
res del  protestantismo  actual  y  del  modernismo,  consumiendo  cuatro 
turnos  ó  conferencias.  Por  fin,  estuvo  á  cargo  del  Dr.  Krieg  manifestar, 
en  tres  discursos,  cómo  Jesucristo  es,  en  efecto,  Verdad,  Camino  y  Vida. 
La  concurrencia  al  curso  fué  muy  nutrida,  atendiendo,  sobre  todo, 
á  la  calidad  de  los  oyentes:  más  de  300  sacerdotes  llenaban  los  espacio- 
sos salones  donde  los  oradores  exponían  sus  doctas  producciones,  á 
cuyo  número  debe  agregarse  el  de  no  pocos  seglares  instruidos,  ávidos 
de  seguir  el  movimiento  científico  en  las  controversias  religiosas  de 
nuestros  días.  Y  á  la  verdad,  las  aspiraciones  del  concurso  no  quedaron 
frustradas:  como  era  de  esperar  de  personal  tan  escogido  como  el  de  los 
conferenciantes,  el  curso  en  su  conjunto  representa  una  digna  expresión 
de  la  ciencia  católica  en  frente  de  la  ciencia  heterodoxa,  que  con  erudi- 
ción y  perseverancia  dignas  de  mejor  causa  se  esfuerza  sin  tregua  ni 
descanso  en  demoler  hasta  sus  cimientos  más  profundos  la  majes- 
tuosa construcción  de  la  verdad  cristiana.  Los  lectores  reflexivos  que  se 
fijen  en  la  selección  y  orden  de  las  materias,  podrán  observar  cómo  en 
los  temas  del  curso  están  recogidos  los  puntos  más  selectos  de  la  con- 
troversia actual.  Á  la  selección  y  distribución  de  la  materia  corresponde 
el  desempeño:  cada  uno  de  los  conferenciantes  se  ha  hecho  cargo  de  lo 
más  capital  que  los  adversarios  de  la  verdad  católica  oponen  en  su  ma- 
teria respectiva,  resultando  así  un  conjunto  brillante  y  una  apología 
completa  de  la  doctrina  profesada  por  la  Iglesia  tocante  á  la  persona, 
prerrogativas,  ministerio  y  obra  de  Jesucristo.  «Ciencia,  oportunidad  y 
sano  criterio»  son  los  distintivos  del  «curso»,  y  el  virtuoso  Prelado  de 
Friburgo  puede  estar  justamente  ufano  del  brillante  espécimen  que  su 
profesorado  y  Universidad  acaban  de  dar  á  la  faz  de  su  patria  alemana 
y  de  toda  la  Europa.  Por  nuestra  parte  enviamos  al  ilustre  Prelado,  al 
claustro  universitario  y  al  clero  de  la  diócesis  de  Friburgo  nuestros  más 
cumplidos  plácemes  por  el  ejemplo  que  han  dado  á  sus  hermanos  los  sa- 
cerdotes católicos  de  todos  los  países. 

Alas  15  conferencias  que  propiamente  forman  el  «curso»  se  agregan 
otras  dos  del  Dr.  Esser,  cuyo  argumento  son  el  Syllabus  y  la  Encíclica 
Pascendi  de  Pío  X. 


BOLETÍN    BÍBLICO  85 

2.  He  aquí  un  libro  cuya  composición  ha  costado  seguramente  á  su 
autor  prolongadas  vigilias.  La  controversia  más  capital  que  hoy  se  ven- 
tila en  el  mundo  entre  la  fe  y  la  incredulidad  es  la  que  se  refiere  á  la 
verdadera  índole  de  la  persona  de  Jesucristo.  ¿Quién  es  este  personaje? 
¿Cuáles  son  los  atributos  esenciales  de  su  personalidad?  ¿Es  ésta  terrena 
ó  celestial,  creada  ó  increada,  humana  ó  divina?  En  una  palabra,  ¿Jesu- 
cristo es  un  puro  hombre  ó  es  Dios?  Numerosos  y  distinguidos  campeo- 
nes de  la  ciencia  contemporánea  toman  parte  en  este  solemne  pugilato, 
en  el  que  se  discute  el  porvenir  del  mundo.  El  Dr.  Seitz  desciende  á  la 
arena  comprendiendo  perfectamente  lo  trascendental  del  problema,  y 
colocándose  desde  luego  en  el  punto  de  vista  capital:  á  las  alturas  en  que 
se  halla  la  cuestión,  el  artículo  culminante  que  absorbe  todos  los  restan- 
tes, cuando  se  trata  de  la  persona  de  Jesucristo,  es  su  divinidad,  su  con- 
substancialidad  con  el  Dios  sumo:  Jesucristo  es  Hijo  de  Dios,  pero  no  por 
adopción,  siquiera  sea  excelentísima,  sino  por  naturaleza  y  consubstancia- 
lidad;  es  el  Dios-Hijo.  Por  eso  el  Dr.  Seitz  afronta  inmediata  y  resuelta- 
mente la  dificultad  capital,  estableciendo  que  al  abordar  el  problema 
cristológico  ante  todo  y  sobre  todo  debe  demostrarse  que  Jesucristo  es 
el  Hijo  de  Dios  hecho  hombre,  el  Verbo  encarnado.  Todos  los  nombres 
que  en  el  Evangelio  y  las  Epístolas  de  San  Pablo,  ó  en  general,  en  el 
Nuevo  Testamento,  designan  sustantivamente,  es  decir,  como  nombres 
personales,  á  Jesucristo,  expresan  su  divinidad.  Esta  es  la  tesis  del  doctor 
Seitz  y  este  el  argumento  de  su  libro.  Ni  sólo  Bn  el  Nuevo  Testamento: 
también  en  el  Antiguo  muchos  de  los  pasajes  que  enuncian  la  promesa 
mesiánica  aplican  al  Mesías  predicados  y  atributos  que  expresan  su  divi- 
didad;  así  el  Salmo  II,  así  el  Salmo  CIX  y  así  varios  pasajes  de  Isaías  y 
otros  profetas.  Cierto  que  para  penetrar  todo  el  alcance  de  aquellas 
expresiones  es  necesaria  la  luz  refulgente  del  Nuevo  Testamento;  es 
decir,  del  cumplimiento  histórico  de  la  promesa;  pero  esta  luz  ilustra, 
ilumina,  descubre  lo  que  allí  está  significado,  no  lo  fabrica,  no  añade 
elementos  objetivos. 

El  autor  hace  preceder  á  la  demostración  positiva  de  su  tesis  una 
nutrida  introducción,  donde  expone  la  situación  actual  de  los  espíritus 
con  respecto  al  gran  problema,  distinguiendo  las  varias  escuelas  racio- 
nalistas y  protestantes,  que  ó  niegan  ó  disfiguran  la  verdad  bíblica,  y 
notando  también,  no  sin  mucha  razón,  el  proceder  sobrado  tímido  y  con- 
descendiente de  algunos  católicos,  ya  en  el  uso  de  las  fuentes  históricas 
(los  Evangelios),  ya  en  la  interpretación  de  algunos  pasajes  y  títulos  de 
Cristo,  quedándose  á  medio  camino  sin  explotar  todo  su  alcance.  Sobre 
todo,  se  detiene  en  exponer  ampliamente  los  errores  de  la  escuela  radi- 
cal (Hartmann)  y  los  de  la  semirradical  (Harnack). 

El  Dr.  Seitz  refuta  á  los  que  en  la  designación  del  ámbito  de  las 
fuentes  históricas  sobre  la  vida  de  Jesucristo,  se  limitan  á  los  Sinópticos, 
excluyendo,  mutilando  ó  haciendo  abstracción  del  Evangelio  de  San  Juan. 


86  BOLETÍN   BÍBLICO 

¿Qué  motivo  hay  para  semejante  excepción?  Ya  sabemos  cuál  es  el  fun- 
damental que  suele  alegarse:  «El  Cristo  de  San  Juan  no  es  el  de  los  Sinó- 
ticos.»  Y,  sin  embargo,  los  Sinópticos  proclaman  en  múltiples  pasajes  la 
divinidad  de  Jesús,  y  aun  á  veces  emplean  fórmulas  de  especulación  y  co- 
lor completamente  juanista,  como  son  las  del  capítulo  XI  de  San  Mateo 
y  X  de  San  Lucas;  y  si  omiten  los  discursos  sublimes  pronunciados  por 
Jesús  en  Jerusalén,  y  el  milagro  de  la  resurrección  de  Lázaro,  ó  si  en  gene- 
ral acentúan  más  el  lado  humano  del  Señor  y  economizan  los  títulos  que 
hacen  resaltar  más  su  divinidad,  la  razón  es,  no  una  evolución  objetiva 
obrada  en  el  dogma  cristiano,  sino  una  prudente  economía  que  condes- 
ciende con  las  disposiciones  del  pueblo  judío  y  no  quiere  romper  con 
él  antes  de  la  catástrofe  del  año  70. 

En  la  demostración  de  la  tesis  el  Dr.  Seitz  se  sirve  de  testimonios 
tomados  de  todos  cuatro  Evangelistas,  esforzándose  por  hacer  ver  la 
equivalencia  y  paridad  de  alcance  en  los  testimonios.  Cuando  en  la  intro- 
ducción se  le  oye  abogar  por  la  absoluta  equiprobanza  de  los  cuatro  Evan- 
gelios, y  más  todavía,  al  enunciar  que  entre  los  testimonios  va  á  propo- 
ner en  primer  lugar  las  declaraciones  del  mismo  Cristo  acerca  de  su  per- 
sona, suscita  naturalmente  la  idea  de  que  va  á  servirse  en  grande  escala 
del  cuarto  Evangelio,  y  sin  embargo  no  es  así;  porque  si  bien  hace  uso 
de  él,  es  con  notable,  quizá  excesiva,  moderación.  Tampoco  se  limita, 
ni  siquiera  da  la  preferencia  á  los  testimonios  especulativos;  concede 
grande  importancia  y  explota  ampliamente  los  que  él  llama  testimonios 
prácticos. 

No  es  el  libro  del  Dr.  Seitz  para  leerse  de  corrida,  y  por  vía  de  en- 
tretenimiento; es  uno  de  esos  trabajos  concienzudos,  fruto  de  larga  me- 
ditación y  de  prolijo  examen,  de  una  materia  dificultosísima.  Pero  e 
Dr.  Seitz  al  emprender  su  obra  tenía  conciencia  de  que  contaba  con 
caudal  para  realizarla,  y  realizarla  á  satisfacción.  Sospechamos  que 
no  pocos,  aun  entre  los  católicos,  tendrán  el  trabajo  por  excesiva- 
mente abstracto;  tal  vez  le  tacharán  de  tendencioso;  y  no  faltarán  segura- 
mente quienes  le  juzguen  poco  critico.  Pero  á  nosotros  nos  parece  que 
el  punto  de  vista  en  que  se  coloca  al  proclamar  la  necesidad  del  análisis 
teológico,  es  el  único  aceptable;  porque,  en  efecto,  la  cuestión  que  se 
ventila  es,  sobre  todo,  teológica  (1).  No  quiere  esto  decir  seguramente 
que  deje  de  ser  crítica:  ¿cómo  puede  dejar  de  serlo  cuando  la  verdad 
dogmática  enunciada  por  los  textos  descansa  en  la  autenticidad  y  exac- 
titud de  libros  y  pasajes,  es  decir,  en  datos  que  pertenecen  de  lleno  al 
ámbito  propio  de  la  crítica  superior  y  de  la  crítica  textual?  Por  eso  el 
centroversista  católico  no  desdeña  ni  recusa  un  análisis  histórico  hecho 


(1)  Escritas  estas  líneas  leemos  el  juicio  del  Dr.  Braig  en  el  Literariche  Ruadschan 
de  1.°  de  Mayo,  que  coincide  en  el  fondo  con  el  nuestro;  y  posteriormente  hemos 
leído  otros  juicios  igualmente  ventajosos. 


BOLETÍN   BÍBLICO  87^ 

de  buena  fe.  Pero  una  vez  demostrada  la  autenticidad  y  exactitud  literal 
de  los  pasajes,  analizar  el  alcance  de  sus  términos  pertenece  de  lleno  al 
teólogo,  el  cual,  en  la  determinación  precisa  del  sentido  de  los  textos, 
puede  y  debe  hacer  uso  áe  los  criterios  y  tópicos  propios  de  la  teología, 
algunos  de.los  cuales,  por  otra  parte,  tampoco  son  más  que  críticos,  como 
lo  es,  V.  gr.,  el  análisis  del  contexto,  de  la  situación  histórica,  ocasión  y 
fin  con  que  fué  pronunciado  el  testimonio,  etc.,  etc. 

Cierto  que  en  la  discusión  analítica  de  los  pasajes  cabe  mayor  ó  me- 
nor destreza,  mayor  ó  menor  acierto  en  la  selección  de  argumentos,  ma- 
yor ó  menor  adaptación  á  las  disposiciones  de  los  adversar:os  con  quie- 
nes se  discute,  y  puede  suceder  que  se  empleen  con  excesiva  prolijidad 
los  procedimientos  teológicos  descuidando  los  críticos;  pero  un  lector 
prudente  debe  hacerse  cargo  de  que  en  una  controversia  eminentemente 
teológica,  como  que  en  ella  se  discuten  las  bases  más  hondas  de  la  cris- 
tología  y  del  dogma  cristiano,  no  puede  pasarse  de  corrida  el  examen 
atento  del  texto.  Decimos  todo  esto  porque  el  Dr.  Seitz  ha  dado  á  su 
trabajo  un  pronunciadísimo  tinte  teológico  que  seguramente  no  agrada- 
rá á  aquellos  exégetas,  aun  católicos,  que  se  complacen  en  divorciar  la 
teología  de  la  crítica,  y  no  contentos  con  eso,  no  pueden  soportar  un 
análisis  teológico  serio,  aun  en  materias  dogmáticas,  sin  sufrir  convul- 
siones nerviosas,  pareciéndoles  que  la  ciencia  católica  hace  un  papel 
desairado  ante  la  ciencia  progresiva  de  las  escuelas  modernas.  Como  sí 
la  crítica  practicada,  v.  gr.,  por  Harnack  al  discutir  el  problema  cristoló- 
gico  no  fuera  eminentemente  teológica! 

A  ja  verdad,  nadie  podrá  echar  en  cara  al  Dr.  Seitz  el  desconoci- 
miento de  bu  época,  pues  las  citas  de  escritores  heterodoxos  recientes 
de  todos  los  matices,  muestra  una  noticia  extensísima  de  la  situación 
presente  en  todo  el  ámbito  de  la  ciencia  crítico-bíblica  de  nuestros  días; 
y  más  de  cuatro  de  esos  convulsionistas  desearían  poseer  la  erudición  del 
Dr.  Seitz  en  punto  á  noticia  de  notabilidadesyliteratura  heterodoxa.  Tam- 
poco emplea  poco  ni  mucho  el  testimonio  delatradición,  teniendo  presente 
el  escaso  valor  que  sus  adversarios  habían  de  concederle.  Hemos  indicado 
la  parsimonia,  cuando  menos  relativa,  conque  el  Dr.  Seitz  procede, á nues- 
tro juicio,  en  el  empleo  del  cuarto  Evangelio,  y  hemos  de  confesar  en  par- 
ticular nuestra  extrañeza  de  la  brevedad  con  que  estudia  el  discurso  del 
capítulo  V,  el  cual,  en  el  pensamiento  del  evangelista  San  Juan,  es  indu- 
dablemente el  eje,  el  centro  y  el  foco  regulador  de  todo  el  cuerpo  de  su 
Evangelio.  Es  evidente  que  las  tesis  del  teólogo  son  el  extracto  de  aquel 
discurso;  y  que  las  continuas  declaraciones  de  la  divinidad  de  Jesu- 
cristo en  los  razonamientos  restantes  constituyen  otras  tantas  remisiones 
a\  mismo,  como  á  documentación  plenaria.  Así,  pues,  creemos  que  una 
exposición  bien  razonada  y  amplia  de  aquel  discurso  habría  dado  gran 
realce  al  conjunto. 

Terminaremos  diciendo  que  para  nosotros  es  una  satisfacción  ver  con- 


88  BOLETÍN   BÍBLICO 

firmadas  casi  in  terminís  numerosas  apreciaciones  emitidas  en  nuestro 
último  trabajo  sobre  San  Juan.  Tales  son  la  interpretación  que  se  da  al 
título  de  Hijo  del  hombre;  la  del  pasaje  del  capitulo  XVIII  del  Deutero- 
nomio,  y  la  de  las  palabras  «aperti  sunt  ei  coeli»  en  la  escena  del  Bau- 
tismo; la  explicación  de  los  artículos  propuestos  por  Jesús  en  su  primera 
presentación  solemne  en  Jerusalén;  la  que  se  da  de  la^legitimidad  en  la  re- 
prensión de  Jesús  á  los  doctores  por  losfundamentos  que  para  reconocerle 
como  Mesías  tenían  en  el  Antiguo  Testamento,  enlapredicción  del  Bautista 
y  en  la  voz  del  cielo  después  del  Bautismo;  la  adjudicación  del  razona- 
miento de  Joann.,  III,  13  sigg.,  á  Jesús  y  no  al  Evangelista;  la  explicación 
de  la  escena  de  Joann.,  XX,  26-29  (1);  la  del  alcance  que  se  concede  á  las 
expresiones:  «yo  soy  la  resurreción  y  la  vida»;  la  del  fin  atribuido  á  la 
oración  de  Jesús  en  la  resurrección  de  Lázaro,  etc.,  etc. 

3.  Como  lo  indica  el  distinguido  autor,  tan  conocido  y  estimado  en 
toda  España  por  su  ciencia  y  el  gran  número  de  sus  escritos,  propónese 
en  esta  obra  un  fin  análogo  al  que  se  propuso  en  la  que  años  atrás  escri- 
bió bajo  el  título  de  Egipto  y  Asiria,  resucitados.  Esta  tuvo  por  objeto 
ilustrar  el  Antiguo  Testamento,  mediante  la  arqueología  de  los  dos  gran- 
des pueblos  de  la  antigüedad  con  quienes  estuvo  más  en  contacto  el  pue- 
blo judío;  en  el  trabajo  presente  pretende  ilustrar  los  Evangelios  con  los 
monumentos  de  la  arqueología,  sobre  todo  romana.  Va  dividido  el  tomo 
en  cuatro  libros,  de  los  cuales  el  primero  comprende  la  introducción  y 
los  restantes  el  cuerpo  de  la  obra.  La  parte  introductoria  expone  en  tres 
capítulos  el  estado  de  la  cuestión,  el  origen  y  formación  del  canon  del 
Nuevo  Testamento  con  el  especial  de  los  cuatro  Evangelios,  distinguien- 
do y  tratando  por  separado  el  problema  sinóptico  y  el  juanista,  agregan- 
do finalmente  una  explicación  exegético-crítica  del  prólogo  del  Evange- 
lio de  San  Juan.  El  cuerpo  de  la  obra,  de  conformidad  con  su  título,  es 
una  confirmación  de  la  autenticidad  del  canon,  basada  en  argumentos 
arqueológicos  tomados  de  los  monumentos  (dibujos,  esculturas,  inscrip- 
ciones), principalmente  de  las  Catacumbas  romanas;  de  la  filología  en  su 
concepto  más  amplio  (ideología,  psicología  y  lenguaje  ó  idioma  propia- 
mente dicho),  y  de  ciertos  detalles  históricos  (el  censo  de  Quirino),  que 
han  sido  objeto  de  animadas  controversias  entre  los  críticos  contemporá- 
neos. Ambas  partes  están  tratadas  con  gran  extensión.  Después  de  expo- 
ner en  el  primer  capítulo  de  la  primera  el  estado  de  la  cuestión,  ó  sea  la 
situación  respectiva  del  catolicismo  y  la  crítica  incrédula  de  nuestros 
días  (Harnack,  Loisy)  respecto  de  las  proporciones  en  que  existió  y  debe 
admitirse  desde  los  orígenes  de  la  Iglesia  el  contenido  histórico  y  doc- 
trinal del  Nuevo  Testamento,  pasa  el  autor  en  el  siguiente  capítulo  á 
demostrar  la  antigüedad  del  canon,  haciendo  remontar  su  origen  á  la 


(1)    Aunque  no  convenimos  en  la  asignación  del  término  en  la  experiencia  de  Tomás. 


BOLETÍN   BÍBLICO  89 

edad  apostólica.  Los  argumentos  están  tomados  naturalmente  de  testimo- 
nios históricos  que,  en  orden  ascendente,  van  desde  el  siglo  V  hasta  la 
edad  apostólica,  dividiendo  ese  espacio  en  tres  períodos:  hasta  el  siglo  II; 
en  el  siglo  II  y  desde  éste  hasta  los  Apóstoles.  En  el  primer  período  los 
testimonios  son:  el  canon  hipo-cartaginés,  el  del  códice  claromontano,  y 
los  de  San  Dámaso,  San  Atanasio,  Ensebio  y  Orígenes.  En  el  segundo 
el  canon  muratoriano  y  los  de  Tertuliano,  Clemente  alejandrino,  San  Ire- 
neo  y  San  Justino.  En  el  tercero  los  testimonios  de  San  Ignacio  M.,  Cle- 
mente romano,  San  PoHcarpo  y  la  doctrina  de  los  Apóstoles.  Como 
los  testimonios  desde  el  siglo  II  al  V  (Clemente  alejandrino.  Orígenes, 
Ensebio,  San  Atanasio,  los  Concilios  africanos)  se  remiten  cons- 
tantemente al  testimonio  de  los  ancianos,  y  los  Padres  apostólicos  con- 
firman la  remisión,  resulta  perentoria  la  demostración  del  origen  apos- 
tólico del  canon.  Por  lo  que  hace  al  proceso  de  formación,  primero  apa- 
recieron los  Evangelios,  luego  los  libros  restantes.  En  cuanto  al  valor 
canónico  de  los  libros  y  la  noticia  del  mismo  en  la  Iglesia,  respecto  de 
los  escritos  por  Apóstoles  no  había  dificultad:  tales  libros  eran  de  suyo 
de  autoridad  canónica,  y  bastó  la  firma  de  los  autores:  respecto  de  los 
demás,  los  Apóstoles  los  fueron  declarando  de  igual  valor  á  medida  que 
iban  escribiéndose. 

De  la  demostración  expuesta  resulta  la  falsedad  de  la  tesis  raciona- 
lista (Harnack,  Jülicher)  de  que  el  canon  sólo  data  de  mediados  del 
siglo  II,  y  que  su  primer  autor  es  Marción. 

En  el  capítulo  III,  dividido  en  varios  artículos  y  secciones,  se  explica 
el  origen  especial  de  los  Evangelios,  primero  de  los  Sinópticos  y  luego 
del  de  San  Juan.  Con  respecto  al  problema  sinóptico,  el  autor  adopta 
el  sistema  de  la  mutua  dependencia,  aunque  combinado  con  respecto  al 
primer  Evangelio  en  su  redacción  primitiva  ó  aramea,  con  el  de  la  tradi- 
ción oral,  no  pasiva,  ó  cuyas  fuentes  fueran  las  muchedumbres,  sino 
activa,  ó  de  los  predicadores  apostólicos.  El  traductor  griego  de  San 
Mateo  se  sirvió  además  del  Evangelio  de  San  Marcos;  como  éste  se 
había  servido  de  la  edición  primitiva  aramea  de  San  Mateo.  Por  lo  que 
toca  al  cuarto  Evangelio,  su  autor  es  San  Juan  el  Apóstol,  como  lo 
prueba  el  testimonio  de  Tertuliano,  Clemente  alejandrino,  San  Ireneo,  é 
indirectamente  Papías,  y  San  Ignacio  M.;  y  lo  confirman  los  caracteres 
internos  del  libro.  La  índole  de  éste  es  mixta  de  histórica  y  teológica: 
«es  una  obra  aparte  que  refleja  la  tradición  apostólica  conservada  de 
viva  voz,  interpretada  y  fecundada  por  un  elevadísimo  pensamiento  teo- 
lógico; producto  este  libro  de  largas  meditaciones  y  de  especulaciones 
profundas,  hace  aparecer  la  historia  á  través  de  los  descubrimientos  del 

dogma Su  fuente  principal  es  la  enseñanza  oral  que  florecía  en  Asia 

menor  á  fines  del  siglo  I»  (pág.  187).  Sigúese  la  exposición  exegética  del 
prólogo. 

La  segunda  parte,  y  principal  en  la  intención  del  autor,  tiene  por  objeto 


90  BOLETÍN   BÍBLICO 

presentar  una  corroboración  arqueológica  de  la  tesis  establecida  sobre 
la  antigüedad  del  canon  del  Nuevo  Testamento  en  general,  y  más  espe- 
cialmente de  los  Evangelios.  El  autor  busca  esa  corroboración  primero 
en  los  monumentos  de  las  Catacumbas,  empezando  por  la  descripción 
de  éstas  y  enumerando  algunos  símbolos  del  Antiguo  Testamento,  como 
introducción  á  los  del  Nuevo  Pasando  á  éste,  recoge,  consigna  y  expone 
ampliamente  los  símbolos  del  pez  y  del  buen  Pastor  (ya  solos,  ya  reuni- 
dos y  adicionados  con  el  complemento  del  áncora);  el  de  los  Evangelis- 
tas remando  en  la  barca  de  la  Iglesia;  el  del  Cordero,  varios  alusivos  á 
la  Eucaristía  y  á  los  cuatro  Evangelios,  con  otras  escenas  evangélicas  es- 
peciales, como  la  concepción  y  parto  virginal  de  Cristo,  la  adoración  de 
los  Magos,  etc.,  etc.  (libro  II,  capítulos  II  y  III),  haciendo  constar  que  los 
monumentos  citados  son  en  su  mayoría  de  los  siglos  II  y  III,  resultando 
así  que  para  ese  tiempo  estaban  ya  difundidos  los  Evangelios.  En  el  si- 
guiente, libro  III,  capítulos  I  y  II,  propónese  el  autor  presentar  una  nueva 
confirmación  de  la  antigüedad  de  los  Evangelios  por  el  análisis  filoló- 
gico de  los  mismos.  El  estudio  del  lenguaje  en  que  están  escritos  los 
Evangelios  demuestra  que  Jesús  y  los  Apóstoles  no  hablaron  ni  el  latín 
ni  el  griego,  sino  el  arameo;  y  en  consecuencia,  los  Evangelios  son  ante- 
riores al  contacto  del  cristianismo  con  la  civilización  griega,  ó  lo  que  es 
lo  mismo,  pertenecen  á  la  época  apostólica.  A  la  misma  conclusión  nos 
conduce  el  análisis  ideológico:  el  mundo  de  ideas  en  que  se  mueven  los 
Evangelistas  es  arameo,  no  griego.  En  suma,  el  vocabulario,  los  giros 
sintáxicos,  el  caudal  ideológico  de  los  libros  del  Nuevo  Testamento  y 
sobre  todo  de  los  Evangelios  denuncian  pensamiento  y  concepción  ara- 
mea,  por  más  que  la  lengua  en  que  escribieron  los  Apóstoles  y  Evange- 
listas sea  la  griega,  á  excepción  del  primer  Evangelista.  En  efecto:  su 
vocabulario  es  reducidísimo,  y  los  términos  no  están  empleados  según  la 
propiedad  del  idioma  griego,  sino  simplemente  como  sustitución  mecá- 
nica á  voces  arameas;  en  el  giro  y  construcción  de  la  frase  no  se  descu- 
bre ni  indicio  de  la  rotundidad  característica  de  la  lengua  helénica;  en  el 
mundo  ideológico  los  conceptos  son  totalmente  extraños  á  la  filosofía 
griega;  y  en  vano  se  buscará  noción  alguna  dialéctica,  lógica  ó  psicoló- 
gica tan  características  en  la  cultura  helénica. 

Tal  es,  á  grandes  rasgos,  el  trabajo  que  ofrece  al  público  la  fecunda 
pluma  del  Sr.  Valbuena,  trabajo  que  da  elocuente  testimonio  de  su  labo- 
riosidad, erudición  y  extensa  lectura.  Sus  citas  y  remisiones  bibliográfi- 
cas, sobre  todo  de  bibliografía  extranjera,  son  numerosísimas,  y  en  este 
punto  rivaliza  seguramente,  si  no  les  supera,  con  los  escritores  que  entre 
nosotros  se  distinguen  por  una  lección  vastísima,  como  es,  v.  gr.,  el 
Padre  Juan  Mir.  En  la  nacional  parece  no  haberse  fijado  tanto,  si  bien 
no  deja  de  utilizarla,  aunque  no  siempre  la  cita. 

En  lo  que  toca  al  método  de  exposición,  nos  parece  en  primer  lugar 
que  podría  ser  más  conciso  abreviando  los  razonamientos,  reduciendo 


BOLETÍN  BÍBLICO  91 

las  citas  y  también  omitiendo  lo  accesorio  en  gracia  de  lo  principal,  que 
de  este  modo  recibiría  mayor  relieve,  y  el  conjunto  ganaría  en  claridad 
y  orden.  Además,  el  libro  en  su  conjunto  excita  la  impresión  de  un  tra- 
bajo compuesto  algo  de  priesa  y  sin  revisar  con  bastante  cuidado  la 
primera  redacción.  De  aquí  procede,  á  nuestro  juicio,  cierta  imprecisión 
que  indudablemente  no  debe  atribuirse  á  otra  causa.  Al  tratar  del  origen 
del  canon  no  se  ve  con  claridad  si  el  intento  del  autor  es  vindicar  crítica 
é  históricamente  el  origen  apostólico  del  canon  Tridentino  en  su  integri- 
dad, ó  sólo  probar  que  desde  la  época  de  los  Padres  apostólicos  existió 
en  la  Iglesia  cristiana  un  canon  del  Nuevo  Testamento,  prescindiendo  de 
su  amplitud  y  del  número  de  libros  que  abrazaba.  El  modo  de  proponer 
los  testimonios  históricos  cuya  mayor  parte  sólo  recae  sobre  una  porción 
del  canon,  y  algunas  expresiones  que  el  autor  emplea,  parecen  dar  á  en- 
tender esto  último  (1).  Seguramente  esto  basta  para  impugnar  la  tesis 
racionalista  de  Harnack  y  Jülicher,  según  los  cuales  antes  de  promediar 
el  siglo  lí  no  existía  canon  alguno  completo  ni  incompleto  de  libros  escri- 
tos del  Nuevo  Testamento.  Pero  no  basta  para  la  integridad  de  la  tesis 
católica;  porque,  según  el  Vaticano,  «todos  los  libros  del  canon  fueron 
entregados  á  la  Iglesia  por  los  Apóstoles  en  concepto  de  libros  sagra- 
dos y  canónicos»;  y  en  consecuencia  es  menester  presentar  pruebas 
históricas  de  que  en  efecto  los  27  libros  fueron  reconocidos  como 
canónicos  desde  la  edad  apostólica.  No  es  esto  desaprobar  el  primer 
procedimiento:  cada  escritor  es  dueño  de  señalarse  los  límites  y  el  punto 
de  vista  que  tenga  por  conveniente  al  exponer  una  cuestión  susceptible 
de  división  en  partes:  es  simplemente  llamar  la  atención  sobre  la  conve- 
niencia de  precisar  conceptos,  á  fin  de  que  lectores  poco  habituados  á 
estos  problemas  sepan  hacerse  cargo  de  los  varios  puntos  de  vista  de 
esta  controversia  (2). 

Al  exponer  la  tesis  racionalista  de  Harnack  sobre  el  origen  del  canon, 
el  Sr.  Valbuena  emplea  expresiones  que  tomadas  como  suenan  no  for- 


(1)  En  la  pág.  74  se  escribe:  «Por  lo  expuesto  se  ve  que  estaba  ya  esbozado  el  canon 
de  los  libros  sagrados  del  Nuevo  Testamento  antes  de  Marción...  Es  verdad  que  no  hay 
un  catálogo  completo  de  libros  canónicos  tal  como  le  hubo  algún  tiempo  después  y  le 
tenemos  hoy;  pero  eso  no  quita  ni  pone  en  la  existencia  de  tales  libros  (es  decir,  de  los 
primitivos),  reconocidos  ya  entonces  como  sagrados,  y  citados  como  haciendo  prueba 
plena  por  los  escritores  cristianos.» 

(2)  En  nuestra  obvsL  Jesucristo  y  la  Iglesia  Romana,  parte  II,  t.  I,  páginas  637-650, 
seguimos  otro  método.  Distinguiendo  elpunto  de  vista  protestante  y  el  racionalista,  y 
teniendo  ante  los  ojos  la  tesis  del  Vaticano,  creemos  ser  deudores  de  su  demostración 
completa  á  la  faz  de  la  Historia,  vindicando  contra  ambas  clases  de  adversarios  el  canon 
del  Tridentino  y  haciendo  ver  que  sus  libros  todos  fueron  reconocidos  como  sagrados 
y  canónicos  desde  la  edad  apostólica.  Para  demostrar  esa  proposición,  ante  todo  ex- 
plicamos su  sentido  legítimo,  y  á  continuación  proponemos  los  testimonios  históricos 
en  la  forma  que  conceptuamos  únicamente  adaptada  á  ese  fin.  Después  pasamos  (650- 
657)  á  exponer  con  más  precisión  y  á  refutar  más  directa  y  expresamente  la  tesis  racio- 
nalista. 


92  BOLETÍiN   BÍBLICO 

muían  con  exactitud  el  pensamiento  del  profesor  de  Berlín,  y  que  éste  no 
aceptaría.  En  la  pág.  8  se  dice:  «Los  racionalistas,  hasta  los  más  mode- 
rados, como  Harnack,  sostienen  que  muchos  ó  casi  todos  los  libros  del 
Nuevo  Testamento  no  aparecieron  hasta  el  siglo  11»;  y  en  la  pág.  69: 
«Cierto  que  Harnack  considera  como  una  paradoja  la  existencia  misma 
del  cuádruple  Evangelio  y  la  aceptación  de  él  por  la  Iglesia  tal  como  le 
tenemos  hoy,  antes  de  mediar  el  siglo  II.»  Harnack,  en  su  Chronologie 
der  altchr.  Liter.,  t  I,  dice  en  el  prólogo  que  «en  el  espacio  de  treinta  ó 
cuarenta  años  desde  la  muerte  de  Jesús  pudo  formarse  completamente 
todo  el  yacimiento  histórico  relativo  á  dichos  y  hechos  de  Jesús  que 
leemos  en  los  Sinópticos»  (pág.  X);  que  «parte  antes  de  la  ruina  de  Jeru- 
salén,  parte  hasta  la  época  de  Trajano  (98),  quedaban  substancial- 
mente  terminadas  en  sus  tipos  fundamentales  las  tradiciones  todas  cris- 
tianas en  doctrinas,  predicaciones  y  aun  estatutos  jerárquicos,  á  excep- 
ción del  canon  (ó  codificación  de  libros)  del  Nuevo  Testamento»  (pá- 
gina XI).  Y  con  respecto  á  las  fechas  concretas  que  atribuye  á  los  libros, 
he  aquí  su  opinión:  las  dos  Epístolas  á  los  de  Tesalónica  datan  de  48  ó 
49;  la  I.""  y  2.'^  ad  Cor.,  de  52  á  53;  Rom.,  Colos.,  Filémón,  Efesios  y 
Filip.,  de  57  á  59;  las  Pastorales  en  su  fondo  substancial,  de  59  á  64;  San 
Mateo,  de  70  á  75;  Lucas  y  Hechos  apostólicos,  de  78  á  93  (ahora  de  60 
á  70);  el  Apocal.,  de  93  á  96;  el  Evangelio  de  San  Juan  antes  de  110  (1). 

Es  decir  que,  según  Harnack,  el  contenido  entero  del  canon  del  Nuevo 
Testamento  en  sus  dos  partes,  histórica  y  doctrinal,  y  la  redacción  escrita 
de  la  mayor  parte  de  sus  libros  (ó  sea  el  cuádruple  Evangelio  y  muchos 
escritos  apostólicos)  estaba  terminada  antes  del  segundo  decenio  del 
siglo  II. 

Tampoco  todos  los  lectores  se  formarán  idea  clara  de  la  tesis  racio- 
nalista de  Harnack,  Jülicher  y  otros  sobre  el  canon,  por  no  distinguirse 
con  precisión  entre  la  existencia  de  los  libros  y  su  canonización,  ni  expo- 
nerse con  exactitud  el  sentido  en  que  los  mismos  escritores  entienden  las 
palabras  del  Señor  (Herrenwórte),  como  constitutivo  único  del  canon 
anterior  á  la  controversia  gnóstica  (2).  Ni  dejarán  algunos  de  sorpren- 
derse cuando  en  la  página  51  lean  estas  palabras:  «El  primer  canon  de 
que  tenemos  noticia  es  de  un  hereje,  de  Marción»,  y  pocas  líneas  después 
estas  otras:  «El  canon  de  Marción  es  una  prueba  concluyente  de  \di  pre- 
existencia de  otro  canon  católico.» 


(1)  Chronol  der  altchristl.  Liter.,  1. 1,  páginas  717  y  718. 

(2)  La  tesis  racionalista  de  Harnack,  Jülicher,  Weiss,  etc.,  sobre  el  canon  del  Nuevo 
Testamento  encierran  tres  aserciones:  1.^  los  libros  <todos  ó  casi  todos)  existían 
antes  de  la  controversia  gnóstica;  2.^  pero  no  eran  reconocidos  en  la  Iglesia  como 
Escritura,  al  igual  con  el  Antiguo  Testamento;  3.^  el  canon  cristiano  en  esa  época  se 
reducía  al  Antiguo  Testamento  escrito,  y  á  las  palabras  ó  sentencias  del  Señor  como 
tales,  bien  se  conservaran  en  la  tradición  oral,  bien  consignadas  por  escrito.  Véase  Je- 
sucristo y  la  Iglesia  Romana,  parte  II,  1. 1,  pág.  650  sig. 


BOLETÍN   BÍBLICO  93 

Al  exponer  el  proceso  de  formación  de  los  libros  y  la  noticia  que  de 
ellos  tuvo  la  Iglesia,  habría  convenido  explicar  el  carisma  de  la  inspi- 
ración  ad  scribendum,  y  su  distinción  y  separabilidad  del  de  la  in- 
falibilidad doctrinal  apostólica  (1).  Al  tratar  de  la  autenticidad  (pág.  196) 
del  cuarto  Evangelio,  dícese  también  que  «Harnack  en  su  Chronologie, 
pág.  657,  asiente  y  reconoce  la  aserción  de  San  Ireneo  de  que  Papías  fué 
discípulo  de  San  Juan,  hermano  de  Santiago».  Pero  precisamente  Har- 
nack toma  como  base  de  su  larga,  aparatosa  y  erudita  argumentación 
contra  la  autenticidad  del  cuarto  Evangelio  el  supuesto  de  que  el  Após- 
tol San  Juan  nada  tuvo  que  ver  con  las  Iglesias  de  Asia,  ni  puso  jamás 
sus  pies  en  esta  región,  ni  pudo,  por  lo  tanto,  tener  comunicación  con  los 
Presbíteros  de  Asia,  de  que  habla  San  Ireneo,  uno  de  los  cuales  era  Pa- 
pías. Tal  vez  el  Sr.  Valbuena  se  refiere  á  los  pasajes  de  Harnack  en  las 
páginas  668  y  678,  donde,  después  de  decir  que  «el  problema  juanista 
termina  con  un  non  liquet,  concluye  concediendo  la  posibilidad  de  haber 
venido  al  Asia  el  hijo  del  Zebedeo»  (2).  Sobre  el  carácter  de  especula- 
ción teológica  del  cuarto  Evangelio,  no  estaría  de  más  alguna  explana- 
ción para  que  no  se  crea  al  autor  solidario,  si  no  de  Bernardo  Weiss, 
del  P.  Teodoro  Calmes,  como  de  seguro  no  quiere  serlo,  y  á  quien,  sin 
embargo,  copia  ó  extracta  (3). 

Claro  es  que  estas  faltas  de  precisión  y  otras  análogas  no  pueden 
atribuirse  sino  á  las  causas  que  señalamos;  y  la  imprecisión  nace  de  la 
celeridad  con  que  trabaja  el  Sr.  Valbuena,  quien  fiándose,  no  sin  sobrado 
fundamento,  en  su  erudición  y  fecundidad,  escribe  sin  duda  á  la  carrera, 
y  á  veces  no  advierte  que  la  pluma  le  es  infiel  no  reproduciendo  con 
exactitud  los  conceptos  de  su  mente.  Si  á  esto  se  añade  que  tal  vez  por 


(1)  No  se  descubre  con  bastante  claridad  la  mente  del  docto  escritor  en  este  punto. 
Por  una  parte  escribe,  pág.  95:  «Entre  los  monumentos  de  literatura  cristiana  de  los 
tiempos  primitivos  los  hay  escritos  por  Apóstoles  y  por  discípulos  de  los  Apóstoles: 
respecto  á  los  primeros,  parece  que  no  cabe  dudar  que  formaran  desde  luego  parte  de 
la  Escritura  del  Nuevo  Testamento...;  así  es  que  la  obra  literaria  de  un  Apóstol  era  por 
lo  mismo  la  obra  del  Espíritu  Santo,  que  hablaba  por  su  boca  ó  por  su  pluma.»  Según 
eso  basta  la  firma  ó  suscripción  de  un  Apóstol  para  la  canonicidad  de  un  libro.  Pero  en 
la  pág.  85  leemos:  «Que  la  suscripción  apostólica  de  un  libro  le  había  de  conciliar  y  de 
hecho  le  conciliaba  grande  autoridad  no  lo  dudamos;  pero  eso  no  bastaba  para  que  tu- 
viera tanta  como  el  Antiguo  Testamento,  como  la  Escritura.^ 

(2)  Véase  San  Juan:  Estudio  crítico-exegético  sobre  el  cuarto  Evangelio,  páginas  39- 
47,  Barcelona,  1908.  Pero  claro  es  que  Harnack  no  puede  conceder  que  Papías  fuera  con 
efecto  discípulo  de  San  Juan:  sería  declarar  expresamente  nula  toda  su  argumentación 
precedente  desde  la  pág.  641:  ¡y  eso  es  demasiado! 

(3)  Conocida  es  la  prop.  16  del  Syllabus  de  Pío  X. 

«Las  narraciones  de  S.  Juan  no  son  propiamente  historia,  sino  contemplación  místi- 
ca del  Evangelista;  y  los  discursos  contenidos  en  su  Evangelio  meditaciones  teológi- 
cas acerca  del  misterio  de  la  salud...»  Cómo  conciliar  esta  declaración  con  el  carácter 
«de  expeculación  teológica  y  con  descubrimientos  dogmáticos  en  el  4.°  Evangelio? 


94  BOLETÍN  BÍBLICO 

SUS  muchas  atenciones  confía  la  segunda  revisión  á  personas  no  tan  há- 
biles é  instruidas  como  él,  resultan  explicables  tales  descuidos. 

Hagamos  ahora  alguna  brevísima  indicación  de  otra  índole:  En  la 
explanación  del  argumento  deducido  de  los  monumentos,  sería  de  de- 
sear mayor  variedad  de  símbolos;  tres  ó  cuatro  para  todo  el  canon  y  aun 
para  solo  el  Evangelio  es  poco.  Al  exponer  el  argumento  filológico  en 
favor  de  la  autenticidad  de  los  Evangelios,  propone,  en  general,  concep- 
tos muy  acertados  y  dignos  de  su  reconocido  talento;  pero,  ¿no  podría 
haber  abreviado  y  reducido  á  un  solo  artículo  los  tres  de  que  «Jesucristo 
no  predicó  en  latín,  ni  en  griego,  sino  en  arameo»?  Para  hacerlo  ver  ccn 
brevedad  basta  el  testimonio  de  Papías  y  San  Ireneo  sobre  el  origen  del 
primer  Evangelio.  También  nos  parecen  algo  avanzadas  y  absolutas  las 
apreciaciones  sobre  la  ideología  de  los  escritores  del  Nuevo  Testamento, 
y  en  general  de  los  doctores  judíos.  Las  Epístolas  de  San  Pablo  revelan 
un  dialéctico  muy  sutil  y  habituado  á  la  polémica:  y  los  capítulos  II,  VI, 
VII  y  VIII  de  la  Epístola  á  los  romanos,  penetran  muy  adentro  en  el  aná- 
lisis psicológico  de  las  facultades  y  actos  directos  y  reflejos  del  alma, 
siendo  por  otra  parte  esta  cultura  indudablemente  de  procedencia  ge- 
nuinamente  judía.  La  voz  Mammona  según  los  mejores  filólogos  se 
deriva  del  verbo  p2"i2,  y  el  nombre  mismo  paua  ocurre  en  el  Génesis^ 
XLIII,  23(1). 

Pero  las  observaciones  hechas  sobre  los  puntos  indicados,  además 
de  ser  apreciaciones  personales,  no  disminuyen  el  mérito  del  conjunto;  y 
lo  que  llama  la  atención  en  el  Sr.  Valbuena  no  es  que  en  sus  escritos 
haya  aveces  faltas  de  precisión,  sino  que  un  hombre  ocupado  por  sus 
elevados  cargos  en  tantos  y  tan  graves  negocios,  pueda  hallar  todavía 
espacio  para  estudios  tan  varios  como  suponen  las  múltiples  obras  que 
lleva  ya  publicadas;  la  mayor  parte,  y  entre  ellas  la  presente,  de  carácter 
serio  y  nada  fácil. 

4.  De  dos  partes  consta  el  libro:  una  introducción  (VI-140)  y  la  tra- 
ducción con  el  Comentario  (141-334).  La  introducción  estudia  el  problema 
sobre  la  índole  del  argumento,  la  autenticidad  y  data  cronológica  del  libro. 
Según  M.  Joüon  tres  son  los  sistemas  ó  escuelas  en  la  interpretación  del 
argumento:  la  escuela  naturalista,  la  alegórica  y  la  mixta.  La  primera,  re- 
presentada en  la  antigüedad  cristiana  por  Teodoro  Mopsuesteno,  y  se- 
guida en  la  actualidad  por  el  racionalismos  avanzado  (Siegfried,  Budde), 
sólo  descubre  en  el  Cántico  lo  que  su  letra  material  suena:  un  poema 


(1)  Como  menudencias,  pero  en  que  alguno  reparará,  observaremos  que  á  la  orto 
grafía  ordinaria  Pesquito,  para  designar  la  versión  sira,  es  preferible  la  de  Peschito,  que 
ocurre  una  vez  (448),  porque  el  sonido  sch  corresponde  mejor  á  la  schin,  con  que  se  es- 
cribe la  voz  en  caldeo  y  siriaco.  La  palabra  Julicher  va  escrita  siempre  sin  diéresis  (•), 
debiendo  escribirse  con  ella:  Julicher.  Mejor  le  hubieran  impreso  el  libro  en  Madrid. 
Pero  no  hacemos  extensiva  la  advertencia  á  escribir  las  dicciones  hebreas  y  griegas  con 
caracteres  propios. 


BOLETÍN   BÍBLICO  95 

erótico  donde  se  celebran  las  bodas  de  Salomón  con  la  hija  de  Faraón, 
ó  las  de  otro  personaje  con  su  consorte.  La  segunda,  común  ya  entre 
los  intérpretes  judíos  y  no  menos  entre  los  cristianos,  hasta  la  época  del 
racionalismo,  ve  en  e:  Cántico  una  alegoría  en  la  cual,  bajo  el  velo  de 
símbolos  del  matrimonio  natural,  se  propuso  describir  el  autor  la  unión 
entre  Dios  y  la  Iglesia,  ó  anterior  al  cristianismo  (la  Sinagoga  judía);  ó 
en  el  cristianismo  (la  Iglesia  cristiana);  ó  una  y  otra  (la  Iglesia  verdadera, 
primero  en  el  Antiguo  y  después  en  el  Nuevo  Testamento).  La  tercera 
distingue  en  el  Cántico  dos  aspectos  ó  elementos:  el  material  y  el  espiri- 
tual: el  material  resulta  del  tenor  gramatical  é  inmediato  de  los  signos  y 
tiene  su  valor  propio  y  por  sí,  aunque  no  definitivo  y  completo,  sino 
sólo  instrumental  y  de  medio,  porque  el  escritor  se  propuso  no  detenerse 
en  el  sentido  inmediato  y  material,  sino  significar  por  su  medio  otro  sen- 
tido más  elevado;  bajo  los  símbolos  ó  figuras  del  amor  humano  y  natural, 
el  amor  sobrenatural  que  une  á  Dios  y  á  la  Iglesia,  que  es  semejante  al 
que  en  lo  natural  media  entre  dos  consortes.  Á  primera  vista  no  es  fácil 
distinguir  la  escuela  mixta  de  la  simplemente  alegórica,  por  cuanto, 
constando  el  tenor  de  la  letra  en  toda  la  extensión  del  libro  de  signos 
(términos  y  sentencias)  del  orden  humano,  es  imposible  no  admitir  un 
sentido  ó  valor  del  mismo  orden  en  todo  el  conjunto  de  la  pieza;  pero 
M.  Joüon  se  esfuerza  por  sensibilizar  la  diferencia,  distinguiendo  en  el 
cuadro  de  los  signos  dos  maneras  de  representarnos  el  objeto:  el  cuadro 
muerto,  ó  de  simple  pintura,  y  el  vivo  ó  de  acción.  Un  personaje,  v.  gr., 
Napoleón,  puede  ser  representado  ó  por  ima  pintura  ó  por  un  actor:  en 
el  primer  caso  toda  la  razón  de  ser  del  cuadro  es  la  simple  representa- 
ción del  objeto:  en  el  segundo  no;  si  al  actor  que  representa  á  Napoleón 
le  acomete  un  accidente,  se  le  socorre  por  lo  que  el  actor  es  en  su  perso- 
nalidad, olvidando  al  personaje  á  quien  representa.  Pues  bien:  continúa 
M.  Joüon,  para  la  escuela  alegórica  el  tenor  de  las  palabras  y  escenas 
en  el  Cantar  es  un  cuadro  muerto,  una  simple  pintura;  para  la  escuela 
mixta  es  un  cuadro  vivo. 

Él,  por  su  parte,  se  adhiere  á  la  escuela  alegórica  pura,  impugnando 
á  las  otras  dos.  La  naturalista  desde  luego  es  inadmisible,  por  ser  his- 
tóricamente absurda  la  hipótesis  de  suponer  que  siendo  el  Cántico  en  su 
origen  un  libro  profano,  pasara  á  formar  más  adelante  parte  del  canon 
judaico;  pues  no  hay  buena  fe  que  alcance  á  explicarnos  cómo  pudo 
empezar  á  ser  tenida  por  sagrada  una  pieza  como  el  Cántico,  mirada 
antes  como  profana,  siendo  así  que  si  se  prescinde  ó  niega  la  ordenación 
primordial  del  conjunto  á  un  fin  superior,  nada  se  descubre  allí  que  des- 
pierte idea  alguna  del  orden  religioso.  De  suerte  que  la  explicación  na^- 
turalista  se  estrellará  siempre  contra  el  hecho  histórico  de  la  admisión 
del  libro  en  el  canon  judaico.  También  impugna  el  autor  la  explicación 
propuesta  por  la  que  él  llama  escuela  m/xto,  contra  la  cual,  si  bien  no  es 
leal  combatirla  farisaicarnente,  cree  M.  Joüon  poder  urgir  dos  argu- 


96  BOLETÍN   BÍBLICO 

mentes  que  conceptúa  graves:  el  primero,  el  de  oponerse  á  la  tradición 
general  judía  y  cristiana;  el  segundo,  el  de  que  dando  al  tenor  material 
de  la  letra  un  valor  por  si,  no  pone  bastantemente  á  salvo  la  santidad 
del  libro:  no  sería  digno  del  Espíritu  Santo  dictar  una  historia  real  ó 
imaginaria,  cual  es  la  expresada  por  el  tenor  de  la  letra,  si  se  le  concede 
valor  propio.  El  profesor  Joüon  previene  la  retorsión  que  de  este  argu- 
mento podría  hacérsele,  recordando  la  distinción  entre  el  cuadro  vivo  y 
el  cuadro  muerto  y  haciendo  notar  la  gran  diferencia  que  entre  ambos 
media,  de  la  cual  resulta  que  mientras  el  primer  sentido  repugna  visi- 
blemente á  la  santidad  de  Dios,  no  sucede  lo  mismo  con  el  segundo. 

Por  lo  que  hace  al  argumento  de  la  alegoría,  para  el  profesor  Joüon 
es  la  historia  completa  de  la  alianza  entre  Jehová  y  la  Sinagoga  ó  el 
pueblo  judío  en  la  doble  fase  que  atravesó:  su  primera  celebración  en 
tiempo  del  Éxodo  al  salir  del  cautiverio  de  Egipto,  y  su  renovación  á 
perpetuidad  después  del  cautiverio  de  Babilonia.  Por  eso  el  poema  va 
dividido  en  dos  partes:  I,  5-V,  1  (después  de  una  breve  introducción 
I,  1-4);  y  V,  2-VIII,  14,  correspondientes  á  las  dos  épocas  históricas 
dichas.  M.  Joüon  descubre  en  las  varias  secciones  en  que  divide  ambas 
partes  la  expresión  alegórica  de  otros  tantos  episodios  de  la  historia  de 
Israel  en  sus  relaciones  con  Jehová,  como  su  marido,  según  se  expresan 
con  frecuencia  los  Profetas.  El  autor  cree  que  esta  expHcación  satisface 
plenamente  á  los  desiderata  exigidos  por  la  exégesis  para  la  exposición 
de  este  dificilísimo  libro.  Además,  añade,  esta  explicación  es  altamente 
bíblica,  pues  se  armoniza  perfectamente  con  las  ideas  del  profetismo, 
donde  con  tanta  frecuencia  se  propone  la  alianza  entre  Jehová  y  el 
pueblo  escogido  bajo  el  símbolo  alegórico  del  enlace  matrimonial.  Es, 
por  último,  en  sus  rasgos  principales  enteramente  conforme  á  la  tra- 
dición judía  y  cristiana;  y  con  respecto  á  los  detalles,  el  desarrollo  del 
argumento  en  el  poema  presenta  sorprendentes  analogías  con  la  historia 
de  la  alianza:  tal  es,  por  ejemplo,  la  doble  pérdida  del  esposo  que  expe- 
rimenta la  esposa;  el  doble  encuentro  de  ambos,  etc.,  tan  semejantes  á  la 
pérdida  del  arca  y  destrucción  dejerusalén,  las  primeras,  y  las  dos  res- 
tituciones á  Palestina  en  el  Éxodo  y  los  libros  de  Esdras,  por  lo  que 
hace  á  los  últimos. 

En  lo  que  toca  á  la  época  de  su  composición  y  autor,  el  profesor 
Joüon  hace  al  Übro  muy  reciente  y  á  su  autor  un  distinguido  literato 
judío.  Las  pruebas  que  se  proponen  del  origen  reciente  son:  primera,  el 
escritor  conoce  el  cautiverio  de  Babilonia  (V,  2-7);  segunda,  la  angelo- 
logia;  tercera,  el  cántico  depende  del  Génesis  y  de  los  libros  proféticos; 
cuarta,  la  lengua;  quinta,  los  aramaísmos;  sexta,  el  uso  del  ^'  ó  vi. 

Sigúese  luego  la  versión  y  á  continuación  el  comentario. 

El  profesor  Joüon  ha  puesto  en  la  composición  de  su  libro  ciencia, 
erudición,  lectura  y  diligencia  más  que  común.  La  versión  está  muy  bien 
hecha;  es  exacta,  fiel  y  bien  meditada,  con  conocimiento  de  la  lengua 


BOLETÍN  BÍBLICO  97 

original  y  comprensión  exacta  del  sentido  gramatical;  y  el  comentario 
revela  extensa  y  escogida  lectura.  Con  respecto  á  sus  apreciaciones  so- 
bre el  argumento,  la  explicación  de  éste,  ateniéndose  al  sentido  alegórico, 
es  acertada  y  bien  fundada  en  su  conjunto  y  rasgos  fundamentales,  es  de- 
cir, mientras  se  mantiene  en  los  conceptos  generales  de  las  relaciones  en- 
tre Jehová  y  la  Sinagoga.  Pero  tropieza  con  graves  dificultades  desde  el 
momento  en  que  se  pretende  concretarlo  á  la  historia,  sobre  todo  si  se 
quiere  ver  descrita  en  el  poema  la  serie  toda  de  la  historia  judía.  Desde 
luego  tiene  el  inconveniente  de  suponer  que  el  Cántico  pertenece  á  época 
reciente.  Además,  ¿qué  fundamento  hay  para  descubrir  en  las  doncellas 
del  coro  á  las  naciones,  en  los  hermanos  de  la  esposa,  á  los  egipcios;  en 
las  ausencias  del  esposo  la  pérdida  del  arca  y  la  destrucción  del  templo, 
cuando  las  dos  primeras  aplicaciones  son  totalmente  contrarias  á  las  si- 
tuaciones históricas,  y  las  otras  al  tono  general  del  poema?  Los  egipcios 
no  pueden  ser  llamados  con  verosimilitud  alguna  hermanos  de  la  esposa 
en  la  época  del  Éxodo,  ni  las  naciones  comparadas  con  el  coro  ó  cortejo 
de  amigas  de  la  esposa,  pues  fueron  constantemente  enemigas  de  Israel, 
y  éste  por  su  ley  misma  estaba  aislado  de  todas  ellas.  Las  ausencias  del 
esposo  no  pueden  representar  en  la  mente  del  autor  del  cántico  reproba- 
ción, pues  en  el  poema  la  esposa  aparece  invariablemente  fiel  y  apasio- 
nada hacia  su  esposo;  tales  ausencias  no  pueden  representar  un  repudio, 
como  lo  representa,  en  expresión  de  Isaías,  Jeremías  y  Ezequiel,  la  des- 
trucción de  Jerusalén  y  su  templo.  Parecida  inverosimilitud  aparece  en 
otras  muchas  aplicaciones. 

Viniendo  á  la  data  cronológica,  sorprende  la  facilidad  con  que  el  autor 
tiene  por  buenos  los  argumentos  en  que  apoya  su  opinión.  El  primero 
es  sencillamente  una  petición  de  principio,  porque  el  escritor  conoce  el 
cautiverio  de  Babilonia  si  los  pasajes  V,  2-7,  etc.,  hablan  de  él;  pero  ¿por 
dónde  consta  eso?  El  segundo,  además  de  la  misma  suposición,  pues  na- 
die concederá  fácilmente  que  en  I,  7;  II,  7;  V,  7  se  trate  de  ángeles,  no 
prueba  origen  reciente;  pues  los  ángeles  aparecen  ya  en  la  historia  pa- 
triarcal, en  la  época  de  Josué,  en  la  de  los  Jueces,  ios  Reyes,  etc.  El  terce- 
ro supone  que  el  Génesis  es  posterior  al  cautiverio,  ó  de  época  próxima; 
suposición  totalmente  inadmisible,  no  sólo  dogmática  sino  críticamente) 
como  lo  hemos  hecho  ver  en  repetidas  ocasiones.  El  cuarto  es  ambiguo, 
porque  no  sabemos  quién  depende  de  quién.  Del  quinto  repetiremos  la 
frase  de  Wellhausen:  que  la  lengua  hebrea  está  acostumbrada  á  ser  tra- 
tada como  cera  blanda.  No  puede  negarse  que  en  el  Cántico  el  lenguaje 
es  singular  y  sui  generis  por  varios  conceptos;  pero  ¿quién  definirá  la 
antigüedad  precisa  de  sus  voces,  giros  y  gustos  geniales  del  autor? 
El  tono  general  del  poema  supone  una  situación  muy  distinta  de  la  aflic- 
tiva y  precaria  de  los  repatriados  en  cualquiera  de  los  períodos  que 
M.  Joün  quiera  fijarse. 

La  clasificación  de  las  escuelas  y  la  asignación  de  ciertos  autores  á 

RAZÓN  Y  FE.  TOMO  XXV  7 


98  BOLETÍN   BÍBLICO 

ellas  bajo  los  caracteres  con  que  el  profesor  Joün  las  define  tampoco 
satisfarán  á  todos;  la  distinción  entre  la  escuela  alegórica  pura  y  la  mixtQy 
sobre  todo  con  respecto  á  ciertos  matices  de  ésta,  es  demasiado  sutil:  el 
cuadro  vivo  en  los  signos  de  expresión  inmediata  lo  tienen  que  admitir 
irremisiblemente  todos,  pues  lo  exige  la  naturaleza  de  la  descripción  em- 
pleada en  el  poema.  El  P.  Hontheim,  en  especial,  dudo  mucho  se  con- 
forme con  las  apreciaciones  de  M.  Joün. 

Las  correcciones  del  sufijo  de  primera  persona  singular,  por  primera 
plural  en  1,  1-4  no  son  verosímiles:  ¿cómo  han  de  pedir  tal  cosa  en  1,  1 
ni  en  1,  4^  todas  las  doncellas,  cuando  aun  para  la  misma  esposa  es  favor 
no  común  el  expresado  en  el  primer  pasaje,  y  exclusivo  de  ella  el  del  se- 
gundo? 

L.   MURILLO. 


BOLETÍN  CANÓNICO 


SUEVA  ORGAMZAClto  DE  LA  CURIA  ROMANA  DECRETADA  POR  PIÓ  X^^^ 


ARTICULO  II 


Sobre  las  causas  que  se  traten  disciplinar 
y  administrativamente. 

(normas  peculiares,   cap.  III,  ART.  Il) 

248.  En  las  causas  que  en  las  Sagradas  Congregaciones  hayan  de 
tratarse  disciplinar  y  administrativamente  no  se  admitirá  liüsconíesta- 
ción,  ni  se  oirá  testigos,  ni  se  recibirán  alegatos  de  abogados;  pero  se 
oirá  á  las  partes  y  se  examinarán  los  documentos  que  ellas  presenten. 

249.  Para  que  las  partes  puedan  exponer  lo  que  les  convenga  se 
las  avisará,  ya  por  medio  de  su  Ordinario,  ya  directamente,  con  arreglo 
al  derecho  común. 

260.  Si  quieren  exponer  sus  razones  por  escrito,  lo  harán  servato 
proportione,  con  arreglo  á  lo  que  dispone  el  can.  29  de  la  ley  propia  de 
la  Rota.  (Véase  Razón  y  Fe,  vol.  22,  p.  220.) 

251.  Desde  el  momento  en  que  una  causa  se  empieza  á  tratar  por  la 
vía  administrativa  y  disciplinar  en  una  Congregación,  consintiendo  en 
ello  las  partes  ó  no  disintiendo,  ya  no  pueden  éstas  entablar  una  causa 
estrictamente  judicial,  y  mucho  menos  podrán  hacerlo  después  que  la 
Congregación  haya  dado  sentencia. 

252.  Sin  embargo,  la  Sagrada  Congregación  podrá  remitir  la  causa  á 
los  jueces  ordinarios,  cualquiera  que  sea  el  estado  en  que  ésta  se  halle. 

N.  B.  Lo  que  sobre  este  punto  había  establecido  Sixto,  puede  verse 
en  las  declaraciones  que  hizo  en  el  Consistorio  de  11  de  Mayo  de  1587, 
á  saber: 

253.  «Prima  est,  quod  si  ante  inchoatum  judicium  coram  aliquo  judice,  pars  coram 
congregatione  conventa,  renuerit  in  illam  consentiré,  et  noluerit  causam  a  congregatione 
íerminari,  tune  ad  judicem  competentem  remittatur. 

«Secunda  est,  quod  si  coram  aliquo  judice  inclioatum  fuerit  judicium,  et  deinde 
partes  concordes  cong;  egationem  adiverint,  tune  congregado  causam  decidat,  et  acta 
ad  se  transportari  faciat. 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXIV,  p.  376. 


100  BOLETÍN  CANÓNICO 

«Tertia  est,  quod  si  causa  coram  congregatione  coepta  fuerit,  et  deinde  aliquod 
emergens  supervenerit,  tune  nedum  illa  causa  coepta,  verum  etiam  illud  emergens  a 
congregatione  expediatur. 

=»Quarta,  quod  si  causa  in  ipsa  congregatione  decisa  requirat  ut  super  illa  expedia- 
tur supplicatio  vel  breve,  tune  decrevit  Sanctitas  Sua,  quod  in  ipsa  supplicatione,  vel 
ín  ipso  breve,  fiat  mentio  causam  de  ordine  congregationis  fuisse  ita  terminatam.» 
Bull.  Rom.  Taur.,  vol.  8,  p.  999. 


ARTICULO  III 

Otros  principios  generales 
aplicables  á  todas  las  Congregaciones,  Tribunales  y  Oficios. 

254.  I.  Es  también  principio  fundamental  para  todas  las  Congrega- 
ciones, Tribunales  y  Oficios  que  no  puedan  hacer  nada  grave  y  extra- 
ordinario sin  dar  antes  cuenta  de  ello  al  Romano  Pontífice.  (Const.  Sa- 
pienti  consilio,  al  final.  Cfr.  Razón  y  Fe,  vol.  22,  pág.  15.) 

Este  principio  substancialmente  coincide  con  lo  dispuesto  por  Sixto  V 
en  su  Const.  Immensa,  §  2,  con  respecto  á  las  Congregaciones:  «Ita  üt 
graviores  difficilioresque  consultationes  ad  nos  referant.»  (Bull.  Rom. 
Taur.,  vol.  8,  p.  986.) 

Dicha  cuenta  ó  relación  debe  hacerse  teniendo  á  la  vista,  á  lo  menos 
en  los  asuntos  más  difíciles,  un  resumen  escrito  del  asunto,  el  cual  se 
archivará  juntamente  con  la  resolución  que  recaiga,  con  anotación  del 
día  y  año  y  con  la  firma  del  que  hizo  la  relación.  (Norm.  pee,  c.  5,  n.  1.) 

255.  II.  Menos  las  sentencias  de  la  Rota  y  de  la  Signatura  Apostó- 
lica, dadas  según  su  competencia,  todas  las  demás  sentencias,  ya  seden 
por  vía  de  gracia,  ya  de  justicia,  necesitan  ser  aprobadas  por  el  Papa,  á 
no  ser  aquellas  sobre  las  que  se  hayan  comunicado  especiales  faculta- 
des á  los  Prefectos  délas  Congregaciones,  Tribunales  ú  Oficios.  (Const. 
Sapienü  consilio,  1.  c.) 

256.  III.  .  Todos  los  documentos  oficiales  que  deben  imprimirse  en 
nombre  de  los  Oficios  de  la  Curia,  como  son,  v.  gr.,  los  folios  que  redac- 
tan los  secretarios  de  las  Sagradas  Congregaciones,  los  votos  de  los  con- 
sultores, etc.  (así  como  también  los  documentos  y  las  defensas  que  pre- 
sentan las  partes,  dado  caso  que  se  trate  de  causas  criminales  ó  matrimo- 
niales que  pidan  especial  cautela  y  secreto),  deben  ser  impresos  en  la 
tipografía  Vaticana.  Los  demás  podrán  editarse  en  otras  imprentas  apro- 
ba  das  por  el  Secretario  de  la  Sagrada  Congregación  Consistorial,  en 
las  cuales  se  deberá  guardar  la  circunspección  que  la  naturaleza  de  tales 
e  scritos  requiere.  (Norm.  pee,  cap.  4,  n.  3.) 

Los  que  tales  impresos  reciben  deben  guardar  el  secreto  que,  ya  por 
m  andato  especial,  ya  por  la  naturaleza  delicada  del  asunto,  se  requiera; 
y  cuidarán  que  después  de  su  muerte  se  restituyan  fielmente  tales  docu- 
mentos al  Oficio  respectivo:  lo  cual  es  igualmente  obligatorio  para  los 


BOLETÍN  CANÓNICO  101. 

oficiales  de  todos  y  cada  uno  de  los  Oficios,  para  los  consultores  y  para 
los  Emos.  Cardenales.  (Norm. pee,  1.  c,  n.  5) 

257.  IV.  En  todas  las  Congregaciones,  Tribunales  y  Oficios  hay  dos 
órdenes  de  oficiales:  mayores  y  menores.  También  en  todos  (menos  en 
la  Rota)  existe  lo  que  se  denomina  Conjgreso,  el  cual  consta  del  Carde- 
nal presidente  y  de  los  oficiales  mayores.  (Norm.  gen.,  c.  1,  n.  3.) 

Cuáles  sean  estos  oficiales  mayores  y  menores  se  dirá  al  tratar  en 
particular  de  cada  Oficio. 

Al  Congreso  pertenece  el  estudio  y  despacho  de  los  asuntos  meno- 
res del  respectivo  Oficio;  así  como  el  preparar  los  otros  que  ha  de  resol- 
ver la  Congregación,  Tribunal  ú  Oficio  en  pleno.  (Ibid.,  n.  4.)  (1). 

Lo  demás  puede  verse  en  las  Normas  generales,  que  se  hallan  en 
Razón  y  Fe,  vol.  22,  p.  490,  sig. 

CAPÍTULO  III 

LAS    CONGREGACIONES 

A)  Sü  constitución. 

258.  Compónense  éstas  de  solos  Cardenales,  como  ya  antes  (n.  45) 
hemos  indicado,  en  cuanto  sólo  los  Cardenales  tienen  en  ellas  voto  de- 
cisivo; pero  puede  tomarse  la  palabra  Congregación  en  sentido  más 
amplio,  y  entonces  comprende  también  los  oficiales  mayores  y  menores, 
los  cuales  no  son  Cardenales.  Véase  además  lo  dicho  en  los  números 
143,  148  y  siguientes. 

259.  Uno  de  los  Cardenales  ejerce  el  cargo  de  Prefecto,  menos  en 
el  Santo  Oficio  y  en  la  Consistorial,  las  cuales  tienen  por  Prefecto  al 
Papa. 


(1)  Días  feriados:  Además  de  los  domingos  y  fiestas  de  guardar,  son  días  feriados 
para  todos  los  Oficios: 

El  aniversario  de  la  elección  y  coronación  del  Papa.— El  de  la  muerte  del  Predece- 
sor.—Los  días  en  que  se  celebre  consistorio  público  ó  semipúblico.— El  día  de  Ceniza 
y  los  dos  precedentes.— Los  cuatro  últimos  días  de  Semana  Santa  y  el  lunes  y  martes 
de  Pascua.  —La  víspera  de  Pentecostés  y  el  lunes  y  martes  después  de  esta  fiesta.— 
La  vigilia  de  la  Asunción.— El  día  de  difuntos.— La  vigilia  de  Navidad  y  los  tres  días 
siguientes.— El  último  día  del  año. 

En  estos  días  suele  haber  un  oficial  en  cada  oficina  para  despachar  los  asuntos  que 
ocurran. 

Desde  el  10  de  Septiembre  hasta  el  31  de  Octubre  son  las  vacaciones  de  Otoño. 
Durante  ellas  no  deja  de  funcionar  ninguno  de  los  Oficios,  sino  que  hay  un  número  sufi- 
ciente de  oficiales  mayores  y  menores  para  el  despacho  de  los  asuntos  ordinarios  más 
urgentes.  Los  asuntos  de  mayor  importancia,  las  deliberaciones  sobre  los  más  graves 
y^dificiles  se  han  de  diferir  hasta  Noviembre,  á  no  ser  que  la  urgencia  del  asunto  pi- 
diera despacho  inmediato,  pues  en  este  caso  se  proveerá  meramente  hasta  donde  la 
necesidad  lo  exija.  (Cfr.  Norm.  gen.,  c.  5.) 


102  BOLETÍN   CANÓNICO 

El  principal  auxiliar  del  Prefecto  es  el  Secretario,  que  suele  ser,  aun- 
que no  siempre,  un  Prelado,  por  lo  común  Arzobispo  titular.  En  las 
Congregaciones  cuyo  Prefecto  es  el  Papa,  el  Secretario  es  un  Cardenal, 
el  cual  preside  la  Congregación  cuando  el  Papa  no  lo  hace  personal- 
mente. En  estas  Congregaciones  el  Asesor  desempeña  la  mayor  parte  de 
las  funciones  que  en  las  otras  ejerce  el  Secretario. 

B)  Naturaleza  de  su  jurisdicción. 

260.  La  jurisdicción  que,  con  arreglo  á  la  Const.  Sapienti  consilio, 
compete  á  las  Congregaciones  es  ordinaria,  y  no  delegada.  Cfr.  Fagna- 
ñus,  in  cap.  Cum  olim,  De  maj.  et  ob.,  n.  64  sig.;  Wernz,  Jus  Decretal., 
vol.  2,  n.  654;  Analectaj.  /?.,  vol.  1,  col.  2.369,  sig. 

261.  No  es  ordinaria  la  que  sólo  ejercen  en  virtud  de  facultades  espe- 
ciales y  extraordinarias,  ó  aquella  para  la  que  necesitan  de  especial  au- 
diencia ó  particular  mandato  del  Papa. 

262.  Durante  la  vacante  de  la  Silla  Apostólica  conservan  las  Sagra- 
das Congregaciones  su  jurisdicción  ordinaria,  de  la  cual  pueden  usar 
libremente  en  la  concesión  de  gracias  de  menor  importancia.  En  cuanto 
á  los  asuntos  más  graves  ó  controvertidos,  si  pueden  éstos  diferirse  no 
los  resuelven,  sino  que  los  difieren  hasta  que  haya  nuevo  Papa. 

263.  Pero  si  el  asunto  no  sufre  dilación,  entonces  el  Sacro  Colegio  lo 
remitirá  al  Prefecto  y  á  algunos  de  los  Cardenales  de  la  Congregación 
á  que  pertenezca  tal  asunto,  ó  á  la  cual  probablemente  lo  hubiera  come- 
tido el  Papa,  los  cuales,  después  de  estudiarlo  y  discutirlo,  resolverán 
provisionalmente,  hasta  que  sea  elegido  nuevo  Papa,  lo  que  estimen 
más  acertado  y  más  conforme  á  derecho. 

264.  Así  consta  de  la  Const.  de  Pío  X.  Vacante  Sede  Apostólica 
(25DÍC.  1.904),  art.  23-25. 

«Sacrae  Congregationes,  eadem  Sede  vacante,  nullam  potestatem  habent  in  lis, 
quae  Sede  plena  faceré  et  expediré  non  possunt  msi  fado  verbo  cum  SSmo.  vel  ex 
audientia  SSmi.y  vel  vigore  specialium  et  extraordinariarumfacultatum,  quae  a  Roma- 
no Pontífice  earumdem  Congregationum  Praefectls  vel  Secretaríis  concedí  solent». 

265.  »Facultates  vero  quae  ipsis  per  Litteras  apostólicas  attributae  sunt,  et  proinde 
tamquam  ordinariae  atque  ipsarum  Congregationum  propriae  censentur,  eae  morte  Re- 
maní Pontiflcis  non  extinguuntur. 

266.  vVolumus  tamen  ut  his  facultatibus  ordinariis  Sacrae  Congregationes  solum- 
modo  in  iis  gratiis  concedendis,  quae  minoris  momenti  sunt,  libere,  pro  rei  opportu- 
nitate,  utantur.  In  iis  vero  expediendisdefiniendisque  negotiis  quaegraviora  vel  contro- 
versa  esse  videntur,  illud  statuimus,  ut,  si  res  talis  sit,  quae  in  aliud  tempus  differri  valeat, 
futuro  Pontiflci  reservetur  omnino:  sin  autem  nullam  admittat  moram,  tune  S.  Collegio 
Goncedimus  ut  commitere  possit  negotium  Praefecto  et  aliquot  alus  Cardinalibus  ejus 
Congregationis,  ad  quam  Pontifex  illud  examinandumverisimilitercommisisset,qui,  ne- 
gotio  accurate  discusso,  ea  desuper  decernere  possint,  per  modum  tamen  provisionis, 
doñee  eligatur  Pontifex,  quae,  juxta  datam  sibi  a  Domino  prudentiam,  juribus  et  ratio- 
nibus  ecclesiasticis  custodiendis  ac  tuendis  apta  et  consentanea  censuerint.»  (Cfr.  Acta 
Pii  X,  vol.  3,  p.  251-252.) 


BOLETÍN   CANÓNICO  103 

267.  Sin  embargo,  si  no  se  trata  de  cosa  grave  y  urgente,  no  suelen 
despacharse  asuntos  con  la  firma  del  Cardenal  Prefecto,  durante  el  Con- 
clave. Card.  De  Laca,  Relatio  Curiae  Romanae,  disc.  3;  Analecta  J.  /?., 
1.  c,  col.  2.371,  slg. 

268.  Los  asuntos  que  sólo  suelen  llevar  la  firma  del  Secretario  (véase 
el  núm.  294)  continúan  despachándose  aun  durante  la  vacante  de  la 
Sede  Apostólica.  Lega,  1.  c,  n.  28  (p.  26). 

N.  B.  Cuando  ocurra  un  asunto  y  se  dude  de  la  Congregación  á 
cuya  jurisdicción  pertenezca,  toca  á  la  Sagrada  Congregación  Consis- 
torial resolver  y  fallar  dicha  duda.  (Const.  Sapienti  consilio.) 

Pero  si  la  duda  recae  sobre  si  el  tal  asunto  es  ó  no  de  la  competencia 
del  Santo  Oficio,  esta  Congregación,  y  no  la  Consistorial,  es  la  llamada  á 
resolver  y  dar  el  fallo.  (Norm.  pee,  c.  7,  n.  6.) 


D)  Modo  de  proceder, 

269.  Las  resoluciones  se  toman  en  las  Congregaciones  por  mayoría 
de  votos,  y  si  hay  empate  se  difiere  la  resolución  y  se  responde  Dilata. 

270.  Es  costumbre  que  el  Cardenal  que  asiste  por  vez  primera  á  la 
Sagrada  Congregación  se  abstenga  por  modestia  de  dar  su  voto.  Lega, 
De  judiciis,  vol.  2,  n.  104  (p.  111). 

271.  Como  las  Congregaciones  proceden  á  manera  de  tribunales  co- 
legiados, requiérese  para  la  validez  que  asistan  cuando  menos  tres  Car- 
denales. (Sixto  V,  Const.  Immensa.) 

272.  El  Santo  Oficio  puede  proceder  aunque  sólo  asistan  dos  Carde- 
nales, con  tal,  por  supuesto,  que  ambos  convengan  en  la  resolución  que 
debe  darse  al  asunto.  (S.  Pío  V,  motu  pr.  Cumfelicis,  año  1566.)  Véase 
más  abajo  el  n.  327. 

273.  Para  los  asuntos  que  por  su  gravedad  han  de  tratarse  en  la  Con- 
gregación plena,  escribe  el  Secretario  un  foliOj  en  el  que  presenta  en 
compendio  la  cuestión,  con  las  razones  que  deben  tenerse  presentes, 
para  la  resolución,  así  como  un  breve  sumario  y  las  dudas  que  deben 
resolverse.  (Norm.  pee,  c.  4,  n.  2.) 

274.  Además,  para  los  asuntos  más  graves  debe  pedir  el  parecer  de 
uno  ó  dos  Consultores,  el  cual  se  añadirá  al  folio.  (Ibid.) 

El  voto  de  los  Consultores  es  sólo  consultivo,  no  deliberativo,  aun- 
que suele  tenerse  siempre  en  mucha  consideración.  Ejercen  gratis  su 
oficio.  Lega,  De  judiciis,  vol.  2,  n.  94  (p.  98). 

275.  Todos  estos  documentos  se  han  de  imprimir  y  entregar  á  los 
Emos.  Cardenales  por  lo  menos  diez  días  antes  de  aquel  en  que  haya  de 
reunirse  la  Congregación.  (Norm.  pee,  c.  4,  n.  4.) 

276.  En  los  asuntos  más  graves  suele  pedirse  el  voto  corporativo  de 
todos  los  Consultores  reunidos.  Algunas  Congregaciones  suelen  habi- 


104  BOLETÍN   CANÓNICO 

tualmente  tener  tales  reuniones.  (Norm.  pee,  c.  4,  n.  6.)  Véase  el  nú- 
mero 323. 

277.  En  la  Congregación  plena  el  primero  que  habla  es  el  Cardenal 
ponente,  ó  relator,  si  lo  hay;  el  último  el  Cardenal  Prefecto  ó  el  que 
hace  sus  veces;  los  demás  Cardenales  hablan  por  orden  de  antigüedad. 
(Ibid.^n.l.) 

278.  Los  acuerdos,  sean  por  unanimidad,  sean  por  mayoría  de  votos, 
deben  escribirse  en  seguida,  leerse  y  aprobarse  inmediatamente  antes  de 
levantarse  la  sesión.  (Ibid.,  n.  8.) 

279.  Si  el  asunto  es  de  tal  naturaleza  que  para  su  valor  deba  darse 
cuenta  de  él  al  Papa,  si  Su  Santidad  modificare  el  acuerdo  de  la  Sagrada 
Congregación  se  les  notificará  esto,  para  que  les  sirva  de  norma,  á  los 
Emos.  Cardenales  en  la  reunión  plenaria  próxima.  (Ibid.,  c.  5,  n.  2.) 

280.  Si  ninguna  cosa  obsta,  las  sentencias  de  las  Sagradas  Congre- 
gaciones se  publican  inmediatamente  por  orden  del  Secretario  en  la  res- 
pectiva secretaría,  y  de  ellas  se  da  copia  impresa  ó  manuscrita  á  todos 
los  Cardenales  de  la  Congregación  presentes  en  Roma.  (Ibid.,  c.  4,  n.  9.) 

281.  Contra  las  sentencias  de  las  Sagradas  Congregaciones,  como 
Tribunales  Supremos  que  son,  no  se  da  apelación  propiamente  dicha; 
sino  solamente  beneficio  de  nueva  audiencia,  el  cual  debe  pedirse  dentro 
de  diez  días  desde  que  se  publicó  la  sentencia.  (Ibid.,  n.  10.) 

282.  El  conceder  ó  negar  dicho  beneficio,  según  lo  pidan  las  circuns- 
tancias, pertenece  al  Cardenal-Prefecto,  después  de  haber  oído  el  pare- 
cer del  Congreso;  pero  si  la  sentencia  lleva  la  cláusula  et  amplias  (non 
proponatur),  la  concesión  toca  á  la  Congregación  plena,  (fbid.) 

E)  Costas. 

283.  En  cuanto  á  las  costas  de  las  causas  que  se  tratan  en  las  Sagra- 
das Congregaciones,  por  lo  general  cada  parte  paga  las  suyas. 

Pero  en  las  causas  en  que  una  de  las  partes  sea  declarada  en  contu- 
macia ó  rebeldía,  si  después  quiere  que  se  vuelva  á  ver  la  causa,  deberá 
ó  justificar  su  contumacia,  ó  depositar  una  cantidad  conveniente  de  di- 
nero para  pagar  los  nuevos  gastos  que  se  originen  á  la  Sagrada  Congre- 
gación y  á  la  otra  parte. 

284.  El  mismo  depósito  previo  debe  exigir  el  Cardenal  Prefecto  á  la 
parte  que  temerariamente  pretenda  que  la  causa  se  vea  en  Congregación 
plena.  {Ibid.,  c.  4,  n.  1 1 .) 

F)  Congreso  y  Congregación  plena. 

285.  En  cada  Congregación  pertenece  á  ésta  en  pleno  la  resolución 
de  todas  las  cuestiones  ó  dudas  relativas  á  la  interpretación  del  derecho 
el  examen  de  las  controversias  administrativas  y  disciplinares  más  gra- 


BOLETÍN  CANÓNICO  105 

ves,  ya  por  su  naturaleza  ya  por  razón  de  las  circunstancias;  el  de  las 
gracias  y  facultades  de  mayor  importancia;  de  las  extraordinarias  en 
sí  ó  en  cuanto  al  modo,  y  todas  las  instrucciones  y  prescripciones  de 
carácter  general  y  público. 

«In  sacris  ómnibus  Congregaííonibus  communiter  judicio  Patrum  Cardinalium, 
quibus  ipsae  constant  (vel,  uti  vulgo  dicitur,  plenae  Congregationi),  est  reservata  solu- 
tio  dubiorum  omníum  aut  quaestionum  de  jure  interpretando;  examen  controversia- 
rum  ordinis  administrationem  ac  discipiinam  spectantis,  vel  per  se  vel  adjuncta  gravio- 
rum;  disceptatio  de  gratiis  ac  facultatibus  majoris  momenti,  iisdemque  vel  per  se  vel 
rationi  modi  insuetis;  acta  deníque  omnia  publici  ordinis  atque  communis,  sive  prae- 
ceptiones  ea  sint  sive  praescriptiones.»  (Norm.  pee,  c.  2.) 

286.  Al  Congreso  corresponde  preparar  los  asuntos  que  han  de  lle- 
varse á  la  Congregación  plena;  cuidar  de  la  ejecución  de  las  decisiones 
después  que  hayan  sido  aprobadas  por  el  Papa;  aplicarlas  á  los  casos 
análogos  cuando  la  cosa  es  clara,  obvia  y  sin  género  de  duda;  conceder, 
con  arreglo  á  la  potestad  recibida  del  Papa,  las  facultades,  gracias  é  in- 
dultos que  sean  de  costumbre  y  no  ofrezcan  dificultad;  cuidar  de  que  las 
cosas  todas  de  la  Congregación  procedan  rectamente  según  las  normas 
generales  y  particulares  y  con  arreglo  á  lo  prescrito  por  la  Constitución 
Sapiente  consilio. 

«Ad  Congressum  pertinet  ea  praeparare  quae  ad  plenam  Congregationem  erunt  de- 
ferenda;  deliberata  exsequi  post  approbationem  Summi  Pontificis;  eadem  casibus  aptare 
similibus,  ubi  res  perspicua  sit,  obvia,  nullique  objecta  controversiae;  largiri,  pro  po- 
testate  á  Pontífice  Máximo  facta,  facultates,  gratias,  indulta,  quae  consueta  sint  et  faci- 
lia;  providere  ut  quae  in  Officio  geruntur,  omnia  rite  procedant  secundum  normas  tum 
communes  tum  peculiares  hujus  legis,  et  Const.  Sapienti  consilio,»  (Ibid.) 

287.  El  Congreso  suele  reunirse  una  ó  dos  veces  por  semana  en  casa 
del  Cardenal  Prefecto. 

288.  Los  asuntos  menores  que  no  ofrecen  ninguna  dificultad  se  re- 
dactan en  forma  por  los  oficiales  de  secretaría  y  se  despachan  con  la 
firma  del  Prefecto  y  del  Secretario.  Si  ofrecen  alguna  dificultad  se  discu- 
ten en  el  Congreso,  y  después  de  la  conveniente  deliberación  se  despa- 
chan; pero  si  del  examen  y  discusión  aparece  que  la  cosa  es  más  grave, 
se  reserva  para  la  Congregación  plena. 

289.  Nótese  que  tanto  las  resoluciones  de  la  Congregación  plena 
como  las  del  Congreso  se  expiden  con  el  nombre  y  autoridad  de  la  Sa- 
grada Congregación.  Cfr.  Lega,  De  judie,  vol.  2,  n.  96. 

G)  El  Secretario  y  Subsecretario. 

(NORM.  PEC,  C.  6.) 

290.  Pertenece  al  Secretario  el  cuidado  de  que  los  asuntos  se  des- 
pachen con  la  prontitud  y  diligencia  convenientes,  según  las  normas  tra- 
zadas. 


106  BOLETÍN  CANÓNICO 

291.  Á  él  toca  de  un  modo  particularel  estudio  de  los  asuntos,  en  es- 
pecial el  de  los  más  graves,  y  el  cuidado  de  que  se  escriban  las  cartas  y 
rescriptos  que  á  ellos  se  refieran. 

292.  Encarga  á  los  Consultores  el  estudio  de  las  causas  ó  posiciones 
para  que  den  su  voto,  y  los  convoca  cuando  lo  juzga  oportuno  y  los 
preside. 

293.  Asiste  á  las  Congregaciones  de  los  Cardenales,  anota  en  forma 
las  resoluciones,  y  hace  relación  al  Papa  en  los  días  que  para  eso  se  le 
señalen. 

294  En  ausencia  del  Cardenal  Prefecto,  tócale  á  él  presidir  y  go- 
bernar el  Congreso.  Generalmente  suscribe  las  actas  de  la  Congregación 
con  el  Cardenal  Prefecto. 

295.  Debe  entregar  al  Director  de  Acta  Apostolicae  Sedis  los  de- 
cretos de  la  Congregación  que  deben  promulgarse,  y,  con  el  consenti- 
miento del  Prefecto,  los  que  sea  útil  divulgar,  firmándolos  en  ambos 
casos  de  su  mano,  ó  haciéndolos  firmar  á  otro  oficial  de  su  orden  para 
que  hagan  fe. 

296.  Tanto  si  ha  de  comunicar  ó  enviar  algo  á  otro  Oficio,  como 
siempre  que  ocurra  algo  grave  ó  urgente  debe  avistarse  con  el  Cardenal 
Prefecto. 

297.  El  Secretario  tiene  también  cuidado  especial  de  la  parte  eco- 
nómica, y  resuelve  si  los  despachos  deben  entregarse  antes  ó  después  de 
cobradas  las  tasas  ó  expensas. 

198.  El  Subsecretario  ó  sustituto  ayuda  al  Secretario  en  lo  que  este 
le  encarga  y  le  suple  en  ausencias  y  enfermedades. 


COlfSTITüCM  ^COMMISSÜM  NOBIS»,  POR  LA  QUE  PÍO  X  COPEM  El  «YETO= 
m  LA  ELECCiOl  DEL  ROMASO  PONTÍFICE  í^) 


F)  El  veto  hoy  más  que  nunca  carece  de  fundamento  razonable. 

12.  Si,  como  hemos  visto,  el  veto  nunca  ha  sido  un  derecho  legí- 
timo, sino  una  extralimitación  de  la  autoridad  civil,  hoy,  como  observa 
Pío  X,  dicha  intrusión  está  más  que  nunca,  por  efecto  del  cambio  de  cir- 
cunstancias, destituida  de  todo  fundamento  de  razón  y  de  equidad. 

73.  Porque  de  parte  de  la  Santa  Sede  las  cosas  han  cambiado  nota- 
blemente. 

Compréndese  de  algún  modo  que  cuando  el  Papa  tenía  en  su  mano 
toda  la  fuerza  material  que  los  Estados  Pontificios  y  las  alianzas  con 
otros  príncipes  ponían  á  su  disposición,  se  preocupara  políticamente  de 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXIV,  p.  501. 


BOLETÍN  CANÓNICO  107 

las  cualidades  del  futuro  Papa,  España,  por  ejemplo,  que  tenía  en  Italia 
tantos  estados  y  tan  grandes  intereses,  á  los  cuales  podía  perjudicar  ó 
favorecer  mucho,  en  cuanto  era  Soberano  temporal,  el  Pontífice  que  re- 
sultara elegido,  como  más  de  una  vez  lo  demostró  la  experiencia. 

74.  Lo  mismo  puede  decirse  hasta  cierto  punto  de  Austria,  y  también 
de  Francia,  á  lo  menos  por  la  enemiga  que  ésta  siempre  tuvo  contra  Es- 
paña y  por  sus  pretensiones  sobre  diversos  estados  de  Italia. 

75.  Mas  ahora  que  el  Papa,  á  ciencia  y  paciencia  de  esas  mismas  na- 
ciones, se  ve  inicuamente  desposeído  de  todos  sus  Estados  y  prisionero 
en  su  propio  palacio,  ¿qué  razones  pueden  justificar  tales  intrusiones, 
como  no  sea  la  de  ayudar  á  los  verdugos  del  Padre  Santo  en  la  conso- 
lidación del  inicuo  despojo,  é  impedir  á  la  augusta  víctima  la  justa  rei- 
vindicación á  que  tiene  derecho  sacratísimo? 

76.  Por  parte  de  los  Gobiernos  no  es  menor  el  cambio  de  circuns- 
tancias. En  aquellos  príncipes,  por  lo  común  sinceramente  católicos, 
muchos  de  los  cuales  pusieron  al  servicio  del  catolicismo  cuanto  eran  y 
cuanto  tenían,  y  cuyas  leyes  estaban  inspiradas  en  los  principios  cris- 
tianos, bien  pueden  presumirse  sinceras  intenciones  de  procurar  el  bien 
de  la  Iglesia,  aunque  en  el  modo  se  extralimitaran. 

77.  Así  se  ve  que  un  Carlos  V,  por  ejemplo,  escribió  á  los  Carde- 
nales congregados  en  el  Conclave  de  1549:  «Proinde  Rev.  Paternitates 
Vestras  summopere  et  hortamur  et  obtestamur,  ut  huic  reí  omnem  curam 
et  cogitationes  omnes  impendant,  atque  Dei  imprimís  causa,  deposito 
omni  humano  affectu  in  deligendo  novo  Pontífice  hunc  solum  praestare 
velint  (quicumque  tándem  ille  talis  est),  qui  mérito  Ecclesiae  Dei  utilis  et 
commodus  censeatur.»  Eisler,  1.  c,  pág.  47. 

78.  Felipe  II,  en  8  de  Enero  de  1560,  decía  á  su  Embajador  que  no 
nombre  ni  excluya  á  ninguno  de  los  que  fueren  aptos,  y  termina  con  estas 
palabras:  «Se  cono2ca  por  todos  que  no  queremos  otra  cosa  que  el  bien 
público  y  que  la  elección  se  haga  con  la  libertad  que  se  requiere  y  sin 
tener  respeto  á  ningún  interés  temporal.»  Cfr.  Ferreiroa,  1.  c,  vol.  9, 
pág.  194. 

Todavía  son  más  hermosas  las  que  el  mismo  Felipe  II  escribió  al 
Duque  de  Sesa,  Embajador  en  Roma,  con  fecha  31  de  Diciembre  de  1590: 
«Para  llegado  el  caso,  habéis  de  tener  entendido,  como  ya  lo  sabéis  de 
otros,  que  lo  que  yo  desseo  es  que  se  elija  y  presida  en  la  Iglesia  de  Dios 
el  que  ubiese  de  ser  mejor  para  ella,  y  éste  habéis  de  procurar  que  salga 
y  desviar  el  que  se  entendiere  que  no  conviene  al  bien  público,  yendo 
siempre  con  esta  máxima:  que  no  se  ha  de  tener  por  bueno  para  mi,  por 
otros  respetos,  el  que  no  lo  ha  de  ser  para  la  Iglesia  y  el  bien  de  la  cris- 
tiandad. Porque  además  que  se  han  ya  puesto  de  manera  las  cosas  que 
se  ha  hecho  causa  común  la  de  la  Iglesia  con  la  mía,  quando  fuera  lo 
contrario  prefiriera  yo  el  buen  govierno  delta  á  mis  particulares,  con 
ayuda  de  Nuestro  Señor.  Mas  pues  Él  ha  sido  servido  que  anden  estas 


108  BOLETÍN  CANÓNICO 

dos  cosas  juntas,  confío  también  de  su  bondad  que  el  que  se  entendiere 
que  ha  de  andar  muy  á  una  conmigo,  siendo  bueno  en  las  demás  partes, 
no  le  dexará  de  importar  esta  calidad  para  el  bien  común. ^>  Cfr.  Hinojosa, 
Los  despachos  de  la  diplomacia  pontificia,  vol.  1,  p.  414,  nota. 

Por  su  parte  los  teólogos  consultados  por  el  Rey  y  por  el  mismo  Em- 
bajador decían  expresamente  en  1574:  «Pero  porque  ésta  es  materia  pe- 
ligrosa y  ocasionada  á  mucho  daño  de  las  consciencias,  y  por  su  interesse 
particularmente  suelen  los  hombres  atropellar  la  razón  y  ley  de  Dios,  ó  á 
lo  menos  dexarse  engañar  teniendo  por  mejor  lo  que  les  es  á  ellos  más  útil, 
por  tanto,  débense  sumamente  advertir  dos  cosas.  Una,  cuanto  á  la  in- 
tención, que  en  todas  maneras  se  procure  el  bien  de  la  cristiandad  antes 
que  el  particular  interesse,  porque  si  por  fines  particulares  se  excluyese 
el  que  es  más  conveniente  á  la  Iglesia,  ó  se  incluyese  el  que  es  menos 
inconveniente,  sería  sin  duda  grave  ofensa  de  Dios  y  de  la  Iglesia  é  in- 
justicia contra  el  excluido.  La  otra  advertencia,  cerca  de  los  medios,  es 
que  de  tal  modo  se  pongan,  que  dexen  en  su  entera  libertad  á  los  elec- 
tores; de  suerte  que  les  conste  claramente  que  su  príncipe  sobre  todo 
pretende  el  servicio  de  Dios,  y  que  si  juzgan  ser  contra  su  consciencia 
dar  su  voto  al  tal  ó  quitárselo  al  tal,  no  es  la  intención  de  Su  MagA  que 
hagan  en  modo  alguno  contra  su  consciencia,  ni  se  tendría  por  de- 
servido quando,  siguiendo  el  dictamen  de  su  consciencia,  no  hizieren  lo 
que  se  les  pide.  En  esta  parte,  podría  ser  que  los  embaxadores  exce- 
diesen poniendo  más  fuerza  de  la  que  sufre  la  libertad  de  juezes  y  elec- 
tores, mayormente  en  acto  tan  importante  á  la  cristiandad.»  Hinojosa, 
l.c.,pp.  417-418. 

79.  También  en  el  Conclave  de  1657,  en  que  fué  elegido  Clemente  XI, 
dijo  el  Embajador  francés  en  nombre  de  Luis  XIV,  que  éste  no  excluía  á 
nadie  y  sólo  deseaba  ver  la  tiara  en  la  cabeza  de  quien  «per  i  sentimenti 
pii  e  desinteresati  possa  governare  la  Chiesa  con  la  giustitia  necessaria 
tra  le  corone  e  lontano  de  tutte  le  partialitá  fatigare  airaccrescimento 
della  sola  gloria  di  Dio».  Cfr.  Eisler,  1.  c,  c.  312. 

Véase  también  lo.  que  en  8  de  Marzo  de  1730  escribía  Carlos  VI  de 
Austria  al  Sacro  Colegio  reunido  en  Conclave  para  dar  sucesor  á  Bene- 
dicto XIII:  «Ne  alium,  nisi  quem  nos  vosque  jugiter  optamus,  vigilantem 
ac  zelotem  pastorem,  providum  ac  pacificum  cathedrae  Petri  antistitem, 
equum,  justum  et  timoratum  ómnibus  unum  Patrem,  morum  sanctitate, 
animi  moderatione,  doctrina  et  sapientia  fulgentem  eligatis,  qui  tem- 
porum  felicitati  consulere  adque  singula  protinus  erigere  adque  restau- 
rare valeat.»  Cfr.  Eisler,  1.  c,  p.  321. 

Seis  días  antes  había  escrito  Felipe  V  de  España,  manifestando,  entre 
otras  cosas,  que  había  mandado  hacer  rogativas  públicas  para  el  feliz 
éxito  de  la  elección  del  futuro  Papa.  Ibid. 

80.  Pero  ¿qué  móviles  favorables  al  catolicismo  pueden  impeler  á 
mezclarse  en  la  elección  del  Papa  á  unos  Gobiernos  inficionados  del 


BOLETÍN   CANÓNICO  '   109 

virus  del  liberalismo  y  complacientes  con  los  carceleros  del  Papa? 
De  éstos  no  siempre  será  temerario  sospechar  que  siguen  las  teorías 
de  los  regalistas  del  siglo  XVIII,  manifestadas  por  Galiani,  el  cual,  con 
ocasión  del  Conclave  en  que  fué  elegido  Clemente  XIV,  escribía  á  Ta- 
nucci  en  13  de  Febrero  de  1769:  «Todo  Papa  es  enemigo  nuestro;  será  la 
instrucción  de  V.  E.  al  buen  Orsini.»  Y  en  20  del  mismo  mes  añadía: 
«Francia,  según  su  costumbre,  querrá  mezclarse  en  hacer  un  Papa,  cre- 
yendo hacer  uno  bueno  y  á  propósito,  como  si  tales  Papas  pudiesen  exis- 
tir... Cuanto  más  hombre  de  bien  sea  el  nuevo  Papa,  más  daño  hará.» 
Cfr.  Ferreiroa,  1.  c,  vol.  10,  p.  350. 

81.  Hoy,  claro  está,  que  Francia  no  pretenderá  ese  derecho,  hallán- 
dose en  abierta  rebelión  con  la  Iglesia.  Pero  ni  España  ni  Austria  tienen 
ya  sombra  de  razón  para  reclamarlo. 

82.  ¿Cómo  va  en  España,  por  ejemplo,  á  querer  inmiscuirse  en  la 
elección  de  la  cabeza  de  la  Iglesia  un  Moret  ó  un  Canalejas  ó  un  Ro- 
manones,  cuando  sean  poder,  siendo  su  programa  de  libertad  de  cultos 
y  acariciando  proyectos  tan  hostiles  á  la  misma  Iglesia? 

83.  Nótese  además  que  estas  naciones,  hoy  nada  escrupulosas,  im- 
ponen el  veto,  no  porque  tal  vez  juzgan  que  esto  es  conveniente  para  los 
intereses  de  sus  subditos  católicos,  sino  por  complacencias  diplomáticas 
para  con  sus  aliados,  con  lo  cual  veríamos  al  Gobierno  de  Austria  impo- 
ner el  veto  por  exigirlo  así  Italia  ó  Alemania;  lo  que  equivale  á  dejar  in- 
miscuirse en  el  gobierno  de  la  Iglesia  á  sus  más  acérrimos  enemigos  y  á 
los  mismos  herejes  declarados. 

84.  Además,  ¿sus  Gobiernos  no  se  llaman  liberales?  ¿No  están  procla- 
mando á  cada  paso  el  principio  de  libertad  é  independencia  y  el  de  no 
intervención?  ¿No  acusan  falsamente  á  la  Iglesia  de  querer  inmiscuirse  en 
los  asuntos  del  Estado,  y  le  niegan,  con  título  de  independencia  del  poder 
civil,  la  legítima  intervención  que  le  corresponde  en  los  asuntos  de  fuero 
mixto?  Pues  sean  consecuentes  y  dejen  en  libertad  á  la  Iglesia,  y  no  quie- 
ran inmiscuirse  en  asunto  que  á  todas  luces  es  extraño  á  su  compe- 
tencia. 

85.  Á  este  cambio  general  de  circunstancias  se  debe  indudable- 
mente la  extrañeza  que  causó  en  todo  el  mundo  el  veto  pronunciado  en 
el  último  Conclave  (1).  Á  todos  pareció,  dice  el  Cardenal  Mathieu,  una 
especie  de  anacronismo  chocante,  sólo  comparable  con  los  planes  y  pro- 
cedimientos más  anticuados  que  se  hayan  podido  jamás  echar  en  cara  á 
los  que  vienen  de  un  largo  destierro  sin  haberse  enterado  de  lo  que  du- 
rante él  ha  ocurrido  en  la  patria. 

(1)    He  aquí  el  texto  tal  como  lo  publicó  el  Card.  Mathieu,  que  asistió  al  Conclave: 
«Honori  mihi  duco,  ad  hoc  officium  jussu  altissimo  vocatus,  humillime  rogare  Ve- 
stram  Eminentiam,  prout  Decanum  Sacri  CoUegii  Eniinentissimorum  Sacrae  Romanae 
Ecclesiae  Cardinalium  et  Camerarium  S.  R.  E.  ut  ad  notitiam  suam  percipiat  idque  noti- 
ficare et  declarare  modo  officioso  velit:  nomine  et  auctoritate  suae  Majestatis  Aposto- 


lio  BOLETÍN    CANÓNICO 

*Nous  ne  voulons  pas  ajouter  une  dissertation  á  toutes  celles  qui  ont  déjá  été  edi- 
tes sur  le  veto.  Nous  constaterons  seulement  qu'il  produisit  sur  les  cardinaux  d'abord, 
et  ensuite  sur  tous  les  juges  compétents  l'effet  d'un  anachronisme  choquant,  compa- 
rable aux  propos  et  aux  procedes  les  plus  arriérés  qui  alent  jamáis  été  reproches  aux 
revenants  de  l'emigration.» 

Cfr.  Vidal  (Gabriel),  Du  veto  d'exclusion,  p.  158  (Toulouse,  1905). 
(Continuará.) 


SAGRADA    CONGREGACIÓN    DEL   CONCILIO 


No  consta  que  el  Clero  Castrense  de  España  esté  obligado 
á  aplicar  la  Misa  pro  populo. 

A  esta  Sagrada  Congregación  propuso  el  limo.  Obispo  titular  de 
Sión,  como  Provicario  general  castrense,  lo  siguiente:  «Castrensem  clerum 
hispanicum,  vi  dudum  receptae  consuetudinis,  festis  quibusque  diebus 
Missam  applicare  pro  populo,  quum  se  minime  exclusum  putet  a  gene- 
rali  praescriptione,  facta  iis  qui  curae  vacant  animarum.  Verum  cum 
gravi  et  rationabili  dubio  circa  praedictam  obligationem  det  locus,  tum 
natura  ipsa  privilegiatae  jurisdictionis  castrensis,  tum  in  clero  castrensi 
defectus  canonicae  institutionis  parochorum,  tum  demum  carentia  hujus- 
modi  obligationis  in  Bullis  institutionis  castrensis,  Episcopus  orator  im- 
plorat  hac  de  re  declarationem  juris  constitutivam.» 

Propuesta  en  22  de  Mayo  del  corriente  año  dicha  duda  bajo  la  si- 
guiente fórmula:  An  clerus  castrensis  in  Híspanla  teneatur  Missam  pro 
populo  applicare  in  casu,  la  Sagrada  Congregación  contestó:  Ex  dedu- 
ctis  non  constare  de  obligatione. 

OBSERVACIONES 

I.""  Aunque  la  Sagrada  Congregación  se  limita  á  declarar  que  de  los 
datos  aportados  no  consta  de  tal  obligación,  parécenos  que  los  capella- 
nes castrenses  pueden  tuta  conscientia  dejar  de  aplicar  la  Misa  pro  po- 
pulo, mientras  no  venga  nueva  declaración  en  contrario. 

2.^  Es  cosa  extraña  que  en  el  folio  del  limo.  Secretario,  ó  en 
el  voto  del  primer  Consultor,  tal  como  aparece  en  Acta  A.  Sedis,  vol.  1, 


licae  Francisci  Josephi  Imperatoris  Austriae  et  Regis  Hungariae,  jure  et  privilegio  anti- 
quo  uti  volentis,  veto  exclusionis  contra  Eminentissimum  Dominum  meum  carJinalem 
Marianum  Rampolla  del  Tindaro. 

«Romae,  2  Augusti  1903. 

»t  J-  Card.  PuzYNA.» 

(Cfr.  Vidal,  1.  c,  p.  156, 157.) 


BOLETÍN  CANÓNICO  111 

pág.  553,  se  lea:  «lam  vero,  ceteris  praetermissis,  auctores  non  desunt, 
quibus  arrisit  sententia  deobligans  capellanos  castrenses  hispanos  ab 
applicanda  Missa,  v.  gr.,  Mack  (sic),  Tesoro  del  sacerdote,  12 
ediz.,  p.  447;  Moran,  Theol.  mor.,  lib.  6,  tract.  4,  p.  343;  Várela,  Lux 
canónica,  n.  4,  t.  3.»  Decimos  ser  esto  extraño,  porque  precisamente 
los  tres  únicos  autores  que  ahí  se  citan  en  favor  de  que  el  clero  castrense 
español  no  está  obligado  á  aplicar  la  Misa  pro  populo,  dicen  todo  lo 
contrario,  es  á  saber,  afirman  que  sí  que  está  obligado  á  dicha  aplica- 
ción. Véase  también  Martínez,  Manual  del  Clero  Castrense,  p.  44. 

¡.  B.  Ferreres. 


EXAMEN  DE  LIBROS 


The  Catholic  Encyclopedia.  — Enciclopedia  católica,  obra  internacional  de 
consulta  sobre  la  constitución,  doctrina,  disciplina  é  historia  de  la  Iglesia  cató- 
lica, editada  por  Ch.  G.  Herbermann,  doctor  en  Filosofía  y  Derecho; 
E.  A.  Pace,  doctor  en  Filosofía  y  Teología;  Conde  B.  Pallen,  doctor  en  Fi- 
losofía y  Derecho;  T.  J.  Shahan,  doctor  en  Teología;  J.  Wynne,  S.  J.,  con  el 
concurso  de  una  numerosa  colaboración.  Quince  tomos  en  folio  menor.  Volu- 
men I,  Aachen-Assize;  vol.  II,  Assize-Brownr;  vol.  III,  Brow-Clancy;  vol.  IV, 
Cland-Diocesan.  Con  aprobación  de  la  Autoridad  eclesiástica.  Nueva  York, 
Robert  Appleton  Company. 

Esta  Enciclopedia,  que  honra  verdaderamente  á  los  católicos  norte- 
americanos, y  puede  servir  de  indicio  de  su  gran  pujanza  intelectual  y 
material,  se  propone  ofrecer  á  sus  lectores  entera  y  autorizada  informa- 
ción, en  toda  la  esfera  de  los  intereses  católicos,  así  en  lo  tocante  á  la 
acción  como  á  la  doctrina.  Cuanto  la  Iglesia  enseña  y  ha  enseñado; 
cuanto  hizo  y  continúa  haciendo  por  los  intereses  y  bienestar  de  la  Hu- 
manidad; sus  procedimientos  antiguos  y  modernos;  sus  luchas,  sus  triun- 
fos y  los  éxitos  de  sus  hijos,  no  sólo  para  su  inmediato  provecho,  sino 
para  extender  y  ahondar  toda  verdadera  ciencia,  literatura  y  arte:  todo 
eso  cae  dentro  del  plan  de  la  nueva  Enciclopedia  católica,  la  cual  no  se 
ciñe,  por  consiguiente,  á  las  cosas  eclesiásticas,  sino  abraza  cuanto  los 
católicos  han  hecho,  así  para  fomento  de  la  moralidad  y  beneficencia, 
como  también  para  el  desarrollo  intelectual  y  artístico  del  humano  linaje. 
En  una  época  en  que  se  pretende  demostrar,  que  los  principios  católicos 
son  una  remora  para  el  progreso  de  la  cultura,  atiende  especialmente  á 
consignar  todo  lo  que  los  católicos  han  llevado  á  cabo  para  adelantar 
cada  uno  de  los  ramos  de  los  humanos  conocimientos. 

Aun  cuando  es  muy  difícil,  en  el  examen  de  una  obra  de  este  género^ 
descender  á  la  apreciación  particular  del  valor  científico  de  cada  uno  de 
sus  innumerables  artículos,  la  Enciclopedia  católica  nos  ofrece  en  esta 
parte  una  cualidad,  que  en  gran  manera  nos  facilita  su  estimación;  como- 
quiera que  en  ella  todos  los  artículos  van  firmados  por  su  autor,  y  basta 
pasar  los  ojos  por  la  lista  de  colaboradores  que  contribuyen  á  la 
composición  de  cada  tomo,  y  se  enumeran  al  principio  de  él,  para  con- 
vencerse de  que  los  editores  han  tenido  solicitud  de  acudir,  no  sólo  á 
personas  de  los  países  de  cuyas  cosas  se  trata,  y  de  las  profesiones  á 
que  cada  uno  de  los  artículos  atañe,  sino  aun  á  las  más  concretas  espe- 
cialidades de  reconocida  eminencia  en  cada  punto  particular.  Así,  para 
no  alegar  sino  un  ejemplo,  nos  ha  producido  grata  sorpresa  encontrar. 


EXAMEN   DE   LIBROS  113 

acerca  del  seudo-Dionisio,  un  artículo  de  nuestro  hermano  y  amigo  el 
P.  J.  Stiglmayr,  profesor  del  Colegio  Stella  Matutina  de  Feldkirch,  que 
anteriormente  había  dedicado  á  dicho  punto  de  crítica  histórica  y  teoló- 
gica un  estudio  muy  apreciado  en  Alemania.  Aun  cuando  no  pertenece 
todavía  á  los  tomos  que  aquí  examinamos,  podemos  adelantar  asimismo 
que,  para  la  historia  del  célebre  monasterio  de  las  Huelgas  de  Burgos,  se 
ha  acudido  á  su  docto  capellán  é  historiador  D.  Amancio  Rodríguez,  el 
cual  ha  facilitado  un  substancioso  extracto  de  sus  estudios  acerca  de 
tan  interesante  fundación,  para  servir  de  base  al  correspondiente  ar- 
tículo. 

En  los  puntos  referentes  á  la  Historia  de  la  Compañía  de  Jesús  en 
España,  ha  colaborado  el  eruditísimo  historiador  y  muy  querido  hermano 
nuestro  P.  Antonio  Astráin,  S.  J.,  cuya  Historia  de  la  Compañía  de  Jesús 
en  la  Asistencia  de  España  anda  ya  en  su  tomo  III;  en  puntos  de  Histo- 
ria de  España  han  contribuido  el  R.  P.  Fidel  Fita  y  D.  Eduardo  de  Hino- 
josa,  ambos  de  la  Real  Academia  de  la  Historia;  y  también  nosotros  he- 
mos tratado  algunos  temas  referentes  á  nuestra  patria,  aunque  sin  otro  tí- 
tulo sino  el  de  que  sabe  más  el  necio  en  su  casa  que  el  cuerdo  en  la  ajena. 
En  las  materias  que  á  España  se  refieren,  hallamos  además  las  firmas  del 
R.  P.  Tirso  López,  de  la  Sagrada  Orden  de  San  Agustín;  la  de  los  Obis- 
pos mejicanos  Rmos.  Sres.  Montes  de  Oca,  Orozco  y  Jiménez  y  Plan- 
earte y  Navarrete;  la  del  canónigo  ecuatoriano  D.  Tomás  Alvarado;  de 
D.  Manuel  García  Osuna,  de  Córdoba;  de  los  PP.  Pódeles,  Pablo  Her- 
nández y  Nazario  Pérez,  S.  J.,  á  par  de  otros  apellidos  tan  españoles 
como  los  de  D.  Ventura  Fuentes  (Nueva  York),  D.  Feliciano  Herrera 
(Honduras),  López  Marcilla  (Méjico),  etc.,  etc. 

Los  nombres  que  actualmente  gozan  mayor  celebridad  en  materias 
de  erudición,  historia,  estudios  bíblicos,  etc.,  etc.,  desfilan  en  los  regis- 
tros de  colaboradores  de  cada  tomo:  Battandier,  Besse,  Benigni,  Camp- 
bell, Fischer,  Fitzgerald,  Gasquet,  Gietmann,  Goyau,  Leclercq,  Schaefer, 
Vacandard,  Otto  Willmann,  Beccari,  Brunetiére,  Cabrol,  De  Smedt, 
Gerard,  S.  J.;  Hagen,  Kurth,  Maas,  Horace  Mann,  Portalier,  Baumgarten, 
Maher,  Ojetti,  Prat,  S.  J.;  Vermeersch,  y  otros  muchos,  menos  conocidos 
para  nosotros,  tal  vez  por  ser  menos  afines  á  nuestros  estudios. 

En  tan  prestigiosas  firmas,  que  no  van  sólo  en  la  portada  como  ala- 
barderos, sino  cada  cual  al  pie  de  sus  artículos,  respondiendo  de  ellos 
y  autorizándolos  con  su  nombradía;  se  halla  el  más  elocuente  encomio 
que  pudiéramos  hacer  del  carácter  serio  y  científico  de  obra  de  tan 
grandes  alientos. 

Las  condiciones  materiales  son  de  primer  orden:  excelente  papel, 
impresión  esmeradísima  y  abundancia  de  oportunas  ilustraciones  dividi- 
das en  tres  clases:  viñetas  intercaladas  en  el  texto,  láminas  fototipiadas, 
mapas  y  láminas  en  colores.  Estas  ilustraciones  no  son  tan  numerosas 
como  las  de  alguna  otra  Enciclopedia  reciente,  pero  su  adaptación  al 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  8 


114  EXAMEN   DE   LIBROS 

carácter  de  la  obra  excluye  toda  sospecha  de  haberse  utilizado  ajenos 
atavíos. 

Finalmente,  para  facilitar  la  adquisición  de  tan  magnífica  obra,  se 
ofrecen  cuatro  formas  de  contrato:  A,  pagando  desde  luego  todo  el 
precio;  B,  pagando  la  mitad  por  adelantado  y  la  otra  mitad  á  los  seis 
meses;  C,  en  cuatro  trimestres,  y  D,  por  volúmenes  publicados,  hacién- 
dose concesiones  y  rebajas  proporcionadas,  según  la  forma  de  contrato. 
El  precio  fuerte  de  la  obra,  encuadernada  en  tela,  será  de  90  dollars;  en 
piel(3/4Morocco),  120,  y  enpiel  de  lujo  (Full  Morocco),  225  dollars.  Cada 
tomo  suelto  cuesta:  en  tela  seis  dollars,  y  en  piel  ocho  ó  15,  respectiva- 
mente. 

R.  R.  A. 


Biografía  del  limo.  Sr.  D.  Fr.  Ezequiel  Moreno  y  Díaz,  Agustino 
Recoleto  y  Obispo  de  Pasto  (Colombia),  muerto  en  opinión  de  santi- 
wcíu.  escrita  por  el  R.  P.  Fr.  Toribio  Minquella  y  Arnedo,  de  la  misma 
Orden  y  Obispo  de  Sigüenza.  Con  las  debidas  licencias.  —  Luis  Gili,  editor, 
librería  católica  internacional,  Balmes,  83,  Barcelona,  1909.  Un  volumen 
en  4.°  de  XVI-486  páginas. 

Varias  veces  hemos  tenido  el  gusto  de  hablar  del  limo.  Sr.  Moreno, 
Obispo  de  Pasto,  y  siempre  con  elogio.  Pero  el  mejor  y  más  cumplido 
es  el  qne  hoy  podemos  consignar  después  de  leída  la  Biografía  que 
acaba  de  publicar  su  limo.  Hermano  el  Sr.  Obispo  de  Sigüenza  y  apo- 
yado en  testimonios  particulares  de  los  Padres  de  la  Compañía  de  Jesús 
de  Pasto;  y  es  que  no  sólo  el  limo.  Sr.  Moreno  se  muestra  por  sus  escri- 
tos « ferviente  y  observante  religioso,  celoso  misionero  y  prudente  y 
vigilantísimo  Pastor,  dotado  de  claro  entendimiento,  carácter  enérgico, 
doctrina  sana  y  tierna  piedad»,  como  decíamos  al  dar  cuenta  de  sus 
Cartas,  Pastorales,  etc.  (1),  sino  también  hombre  de  oración  y  penitencia, 
«ejemplo  de  excelente  cristiano,  de  perfecto  religioso  y  de  humilde, 
prudente  y  valerosísimo  Prelado,  según  escribe  el  limo.  Sr.  Minguella, 
verdadero  apóstol  y  verdaderamente  santo,  como  se  le  ha  llamado  jus- 
tamente, sin  dar,  claro  es,  á  esta  palabra  más  alcance  del  que  puede 
tener,  según  la  apreciación  de  cuantas  personas  le  conocieron  y  trataron, 
dejando  á  nuestra  madre  la  Iglesia  el  derecho  exclusivo  de  calificar  á  sus 
hijos  de  venerables,  beatos  y  santos»  (pág.  128). 

La  biografía  no  es  tan  completa  como  algunos  desearían,  por  las 
razones  que  apunta  el  ilustrísimo  autor  en  la  pág.  VIII;  pero  expresa  lo 
bastante  para  que  pueda  conocerse  el  bello  carácter  moral  del  Prelado, 
para  justificar  la  frase  del  mismo  autor,  al  decir  que  trataba  de  publicar 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  t.  XXII,  pág.  371. 


EXAMEN   DE   LIBROS  115 

«la  admirable  vida  de  aquel  santo  varón»  (1)  y  para  mostrar  con  cuánta 
razón  se  ha  estampado  en  la  lápida  que  cubre  su  sepulcro  en  la  iglesia 
de  su  convento  de  Monteagudo  (Navarra),  donde  éste  murió,  el  siguiente 
epitafio:  «Hic  jacet  Illmus.  et  Rdmus.  Dominus  F.  Ezequiel  Moreno 
Diaz,  hujus  Collegii  Filius  ac  Rector  Episcopus  Pastopolitanus  in  Co- 
lumbia  scientiae  clarus  virtute  clarissimus  catholicae  veritatis  propu- 
gnator  strenuus  ex  hac  domo  ad  superos  evolavit  die  XIX  Augusti 
anni  MCMVI.  Oremus  pro  eo  vel  ipse  pro  nobis  oret»  (2). 

Se  divide  toda  la  obra  en  tres  partes.  Comprende  la  primera  la  vida 
del  limo.  Moreno,  desde  su  nacimiento  hasta  su  consagración  episcopal; 
llega  la  segunda  hasta  la  muerte  del  venerable  Prelado  y  la  reseña  de 
manifestaciones  de  duelo,  alabanzas  y  vituperios^  que  son  alabanzas^ 
que  con  tal  motivo  tuvieron  lugar.  La  tercera  parte  trata  de  las  virtudes 
teologales  y  morales  del  siervo  de  Dios  y  de  algunos  casos  extraordina- 
rios de  conversiones  y  curaciones  (cap.  IV)  atribuidas  á  su  intercesión, 
refiriéndose  en  la  última,  hora  una  curación  verdaderamente  extraordi- 
naria acaecida  este  mismo  año  á  26  de  Enero  en  Granada. 

Toda  la  obra,  muy  bien  impresa  por  cierto,  con  ilustraciones  y  un 
facsímile  del  Prelado,  se  lee  con  edificación  y  gusto  por  la  calidad  de 
las  virtudes  y  de  los  hechos  que  se  refieren  y  por  la  variedad  de  los  tes- 
timonios ingenuos  con  que  se  confirma  la  narración.  Bien  poco  ha  puesto 
el  autor  de  su  cosecha,  aunque  sí  escogido,  dejando  hablar  á  los  que 
conocieron  y  trataron  personalmente  al  biografiado,  y  copiando  algunos 
trozos  de  cartas  íntimas  de  éste,  en  que  se  revela  espontáneamente  la 
hermosura  de  su  alma.  La  parte  principal  de  la  biografía  se  dedica  á  re- 
señar el  apostolado  episcopal  del  limo.  Sr.  Moreno  en  Pasto. 

«Pudiera  decirse,  escribe  el  insigne  autor,  que  todos  los  capítulos  an- 
teriores de  la  primera  y  segunda  parte  de  esta  biografía  eran  el  preám- 
bulo de  la  vida  del  R.  P.  é  limo.  Sr.  Moreno.  Había  venido  al  mundo... 
para  ser  lo  que  la  divina  Providencia  quería  que  fuese.  Obispo  de  Pasto.* 
Á  Pasto  y  á  toda  Colombia  se  consagró  por  entero  el  celoso  y  santo 
Pastor,  llegando  á  merecer  el  calificativo  de  Salvador  de  Pasto  (3),  y 
aun  de  la  república,  por  su  intervención  decisiva  para  dominar  la  suble- 
vación del  5  de  Octubre  de  1904,  por  la  que  le  felicitaron  las  autorida- 
des civiles  y  el  mismo  jefe  del  Estado  Sr.  Reyes  (4).  La  narración  de 
los  sucesos  se  va  entrelazando  con  la  exposición  de  las  enseñanzas  y 
avisos  de  sus  escritos  pastorales.  Algo  indicamos  en  Razón  y  Fe  al   dar 


(1)  Razón  y  Fe,  t.  XXII,  I.  c. 

(2)  Aquí  yace  el  limo,  y  Rmo.  Sr.  Fr.  Ezequiel  Moreno  Díaz,  Hijo  y  Rector  de  este 
Colegio,  Obispo  de  Pasto,  en  Colombia,  esclarecido  en  ciencia,  muy  esclarecido  en 
virtud,  valeroso  defensor  de  la  verdad  católica.  Desde  esta  casa  voló  al  cielo  el  día  XIX 
de  Agosto  de  MCMVI.  Roguemos  por  él,  ó  él  ruegue  por  nosotros. 

'  (3)    Véase  en  la  pág.  281  el  testimonio  del  P.  Justo  Reyes,  S.  J. 
(4)    Véase  págs.  384  á  386. 


116  EXAMEN   DE   LIBROS 

cuenta  de  ellos;  pero  léanla  toda  con  atención,  considérenla  despacio 
nuestros  lectores  y  los  fieles  todos  y  no  se  arrepentirán.  Algunos,  sin 
duda,  se  formarán  idea  muy  distinta  de  la  que  corre  todavía  sobre  el  ca- 
rácter del  gran  Obispo  de  Pasto.  Se  le  ha  presentado  siempre  ó  casi 
siempre  como  intransigente  en  absoluto,  según  indica  el  limo.  Sr.  Min- 
guella;  intransigente  en  la  doctrina  y  en  los  procedimientos,  tenaz  é  in- 
flexible en  sus  juicios,  duro  en  su  trato  y  aun  poco  respetuoso  con  las  au- 
toridades. Nada  más  falso;  lo  contrario  es  la  verdad.  Se  muestra,  sí,  enér- 
gico en  el  cumplimiento  de  su  cargo  pastoral  con  todos,  pero  sumamente 
atento  con  las  autoridades,  como  se  ve  en  su  correspondencia,  y  lleno 
de  mansedumbre,  caridad  cristiana  y  amor  paternal  para  con  sus  dioce- 
sanos, no  reñido  con  la  prudente  severidad  en  ciertos  casos.  Fué  intran- 
sigente en  la  doctrina  cierta  de  la  Iglesia,  no  en  los  procedimientos  ni  en 
las  cosas  opinables;  defensor  acérrimo  de  la  verdad,  cuando  pensaba 
estar  en  posesión  de  ella;  pero  ante  todo  amante  de  la  misma  y  deferente 
al  juicio  de  los  otros,  si  le  parecía  mejor.  Como  prueba  de  lo  primero,  re- 
fiere el  limo.  Minguella  lo  que  á  continuación  copiamos:  «Reunióse  en 
una  población  de  Colombia  una  junta  ó  conferencia  de  varias  personas 
eclesiásticas,  y  entre  ellas  el  limo.  Sr.  Obispo  de  Pasto.— Al  tratar— nos 
dice  el  que  por  escrito  nos  facilitó  la  noticia,— al  tratar  sobre  el  modo  que 
convenía  usar  con  los  llamados  liberales,  si  era  más  ventajoso  ir  á  ellos 
de  frente  en  la  forma  que  siempre  lo  hizo  el  P.  Ezequiel,  ó  bien  de  una 
manera  velada,  indicó  otro  insigne  Prelado  que  lo  segundo  le  daba  á  él 
mejores  resultados.  Á  esto  contestó  el  P.  Moreno  las  siguientes  palabras, 
que  indican  su  grande  amor  á  Dios  y  á  las  almas,  y  dicen  también 
que,  á  pesar  de  haberle  anunciado  la  experiencia  que  los  paños  calientes 
ningún  efecto  producían  en  esta  clase  de  enfermos,  sin  embargo,  no  pre- 
tende imponer  su  pensamiento,  sino  que  fija  su  mirada  en  Dios  y  en  las 
almas,  prescindiendo  de  su  juicio  y  buscando  sólo  la  gloria  divina.  Ilus- 
trisimo  señor,  le  dice,  los  Obispos  nada  debemos  pretender  sino  llevar 
almas  á  Jesucristo;  si  su  señoría  salva  más  almas  obrando  asi,  siga  en 
esa  forma,  ya  que  procediendo  de  ese  modo  consigue  el  fin  de  nuestra 
misión.^ 

Lo  segundo  arriba  indicado  se  muestra  bien  en  la  carta  autógrafa, 
hasta  hoy  inédita,  que  recibimos  de  Su  Ilustrísima  el  año  1903,  y  que  he- 
mos conservado  cuidadosamente  como  recuerdo  precioso  de  un  varón  in- 
signe, ó,  si  se  quiere,  como  reliquia  de  un  santo.  Público  fué  y  lo  re- 
cuerda el  ilustrísimo  biógrafo,  que  el  Sr.  Obispo  de  Pasto,  alabando  la 
parte  teórica  de  la  obra  célebre  de  su  hermano  en  religión,  el  limo.  Casas, 
Vicario  de  Casanare,  las  enseñanzas  déla  Iglesia  sobre  el  liberalismo,  no 
estaba  conforme  con  determinados  puntos  de  la  parte  práctica,  que  le 
parecían  demasiado  benignos,  y  escribió  unas  Instrucciones  para  refu- 
tarlos. El  que  esto  escribe  lo  sabía,  al  tener  que  dar  cuenta  de  la  obra 
del  limo.  Sr.  Casas,  aunque  no  hubiese  entonces  leído  las  Instrucciones^ 


EXAMEN   DE   LIBROS  117 

que  se  publicaron  primero  en  Pasto  y  luego  en  Barcelona  (1).  Así  es  que, 
para  guardar  el  debido  respeto  á  los  dos  Ilustrísimos  escritores,  juzgó 
conveniente  exponer  con  la  mayor  exactitud  que  le  fué  posible  y  con  cierta 
extensión,  la  doctrina  teológico-moral  sobre  los  puntos  debatidos,  de  la 
cual  se  pudiera  fácilmente  deducir  lo  que  no  parecía  tan  exacto  ó  com- 
pleto en  uno  ú  otro  de  los  insignes  contrincantes  (2).  Por  eso  hubimos 
de  tratar  principalmente  las  cuestiones  acerca  «del  uso  ordinario  de  la 
palabra  liberal  y  sobre  la  obligación  de  abandonar  el  partido  liberal  y 
protestar,  según  los  casos»  (3).  Pues  bien:  de  este  abandono  del  partido 
liberal  (4)  trata  con  especialidad  la  carta  mencionada,  que  es  del  te- 
nor siguiente: 

«J.  M.  J. 

»R.  P.  Pablo  Villada.— Madrid. 

»Mi  estimado  Padre  en  Jesucristo:  He  conocido  á  V.  R.  hace  tiempo, 
por  sus  obras,  y  ahora  me  he  ocupado  mucho  más  de  V.  R.  con  motivo 
de  la  obra  del  limo.  Sr.  Casas,  y  del  folleto  que  escribí  contra  algunas 
de  las  cosas  que  ese  ilustrísimo  señor  enseña  sobre  práctica,  que  venían 
á  echar  abajo  las  que  por  aquí  habíamos  enseñado  y  practicado  con 
hermosísimos  resultados. 

»No  me  acordé  de  decir  en  mi  folleto  de  un  modo  claro,  que  admito 
con  V.  R.  que  un  individuo,  colocado  en  circunstancias  especiales,  no 
esté  obligado,  por  de  pronto,  á  abandonar  el  partido  liberal,  si  nada  hace 
que  sea  malo  de  suyo,  lo  que  es  difícil,  como  dice  V.  R.  He  mandado  esta 
advertencia  á  Barcelona,  donde  imprimen  mis  InstruccioneSf  y  Dios  quiera 
que  llegue  á  tiempo. 

» Según  entiendo,  parece  que  está  escribiendo  de  nuevo  el  ilustrísimo 
Sr.  Casas (5).  Tiene  párrafos  en  la  obra  á  los  que  se  agarró  V.  R.  para 

(1)  Véase  Razón  y  Fe,  t.  VI,  pág.  385. 

(2)  Véase  Razón  y  Fe,  t.  V,  pág.  62  y  sig. 

(3)  Razón  y  Fe,  t.  V,  pág.  69  y  sig. 

(4)  Sobre  este  punto,  para  hacer  ver  con  mayor  claridad  y  eficacia  la  conclusión,  hu- 
bimos de  notar  la  diferencia  esencial  entre  secta  (la  religión  falsa  enseñada  por  algún 
hombre  famoso:  la  secta  de  Lutero,  etc.,  según  el  Diccionario  de  la  Academia)  ó  asocia- 
ción determinada  liberal  (v.  gr.,  una  sociedad  de  propaganda  del  error  liberal)  y  un  par- 
tido político  liberal.  Aquélla,  por  su  misma  naturaleza,  se  especifica  por  un  fin  particu- 
lar, de  que  no  pueden  menos  de  participar  los  que  la  componen,  quienes  se  declaran 
así  sectarios  ó  liberales;  éste,  el  partido  político,  si  lo  es  en  verdad  aunque  sea  liberal, 
abarca  el  fin  general  de  la  gobernación  de  la  sociedad  política,  el  cual  comprende  mu- 
chos fines  particulares  buenos,  subordinados  á  la  prosperidad  pública  de  la  nación. 
Quienes,  por  tanto,  se  adhieran  á  ese  partido,  no  teniendo  ellos  en  su  programa  doctri- 
na alguna  condenada,  podrían  lícitamente  al  hacerlo,  separar  los  fines  honestos  y 
meramente  políticos  ó  administrativos  de  los  malos  y  político-irreligiosos,  adhirién- 
dose sólo  á  los  primeros  y  no  admitiendo  los  segundos;  separación  aue  no  puede 
hacer  el  que  se  adhiere  á  una  secta  ó  asociación  particular. 

(5)  Omitimos  algunas  líneas  que  se  refieren  á  determinadas  personas. 


118  EXAMEN  DE   LIBROS 

aminorar  el  mal  efecto  que  pudieran  causar  ciertas  cosas  que  dice;  pero 
¿quién  no  ve  lo  que  dice  sobre  ciertas  cuestiones? 

» Adiós,  Padre  mío:  me  están  esperando  sus  hermanos  para  que  vaya 
á  la  «tres  horas»;  es  hoy  Viernes  Santo.  Que  me  encomiende  mucho, 
mucho  á  nuestro  buen  Jesús,  y  esté  seguro  que  le  ha  de  corresponder  su 
afectísimo  en  el  mismo  Jesucrito,  S.  S.,  t  Fr.  Ezequiel,  Obispo  de  Pasto.* 

De  gran  consuelo  sirven  siempre  las  oraciones  de  los  siervos  de  Dios. 
Que  el  santo  Obispo  de  Pasto  «ruegue  por  nosotros»,  como  se  pide  en 
su  epitafio. 

P.    ViLLADA. 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


BIBLIOTECAgDE  PSICOLOGÍA 
[EXPERIMENTAL 

1.  Bibliothéque  de  Psychologie  experimén- 
tale et  de  Metapsychie:  Directeur,  Ray- 
MOND  Meunier,  Travail  et  Folie  par  les 
Drs,  A.  Marie  et  R.  Martial,  1  vol. 
XI- 111  pages  in-16.  Prix,  1  fr.5G.— Le  Ha- 
chich, par  Raymond  Meunier,  1  vol.  219 
pages  in-16,  avec  3  planches,  3  fr.—L'Evo- 
lution  psychique  de  VEnfant,  par  le 
Dr.  BouQUET,  Ivol.  lV-111  pages  in-16, 
lfr.50.— Bloud,  éditeur,^?,  Saint-Sulpice, 
Paris  (VI),  1909. 

2.  Essai  sur  la  Psychologie  de  la  main, 
parN.VASCHiDE,directeur-adjoint  du  La- 
boratoire  de  Psychologie  pathologique 
de  l'Ecole  des  Hautes-Etudes,  avec  37 
planches  hors  texte,  1  vol.  in-8.°  V-504 
pages,  12  fr.  broché,  13  fr.  50  relié.  Mar- 
cel  Riviére,  éditeur,  31,  rué  Jacob,  Pa- 
ris, 1909.— ¿'i4/2/7ee  Psychologique,  pu- 
bliée  par  AlfredBinet,  14«année,  1  vol. 
in-8°  VI-500  pages,  15  fr.— Masson  et 
Oe,  editeurs,  120,  Boulevard:Saint-Ger- 
main,  Paris,  1908. 

3.  Introduction  physiologique  á  l'étude  de 
La  Philosophie,  par  J.  Grasset,  avec  47 
figures  dans  le  texte,  1  vol.  in-8°  368 
pages,  5  ír.—L'Esthétique  Experimén- 
tale Contemporaine,  par  Charles  Lalo, 
agrégé  de  Philosophie.  1  vol.  in-8°  XV- 
208  pages,  3  fr.  75.— F.  Alean,  éditeur, 
108,  Boulevard  Saint-Germain,  Paris, 
1908. 

4.  Estudios  psiquiátricos,  por  el  Dr.  Ro- 
dríguez-Ponga. Opúsculo  en  8.°  menor 
de  128  páginas.— Imprenta  helénica,  á 
cargo  de  Nicolás  Millán,  Pasaje  de  la 
Alhambra,  núm.  3.  Madrid,  1909.  Precio, 
0,50  pesetas. 

5.  Psicología  experimental  y  metafísica, 
por  el  Dr.  D.  Gregorio  González  Pi- 
NiLLOS,  opúsculo  en  12."  de  151  pági- 
nas.—Madrid,  1909,  librería  de  los  Suce- 
sores de  Hernando,  calle  del  Arenal,  11. 

1.  El  trabajo  y  la  locura  y  el  Ha- 
chich son  estudios  que  propiamente 
pertenecen  á  la  Psiquiatria;  La  evolu- 
ción psíquica  del  niño  es  asunto  de 
Psicología  pedagógica.  El  primero  es  un 
trabajo  de  inducción  en  que  de  las  en- 


fermedades observadas  en  los  trabaja- 
dores y  de  la  proporción  en  que  á  ellas 
contribuyen  las  condiciones  del  oficio, 
las  taras  individuales,  el  alcohol,  la  in- 
fección, la  miseria  fisiológica  y  las  auto 
y  exo-intoxicaciones,  se  trata  de  deter- 
minar, no  el  grado  de  locura  que  se 
haya  podido  originar  del  trabajo  en 
cada  caso  concreto,  sino  solamente 
una  cierta  relación  general  entre  éste 
y  aquélla,  á  saber:  la  parte  que  corres- 
ponde al  trabajo  en  el  Complexas  etio- 
lógico,  el  número  de  obreros  que  pa- 
decen psicosis  en  comparación  con  el 
número  total  de  obreros  en  general  y 
de  los  de  algunas  profesiones  en  espe- 
cial. El  examen  másconcienzudo  de  este 
interesante  trabajo  está  expresado  en 
los  cuadros  estadísticos,  que  compren- 
den, por  una  parte,  la  estadística,  por 
profesiones,  de  las  enfermedades  men- 
tales comprobadas  en  los  obreros  asi- 
lados en  Villejuif,  del  total  de  enfer- 
mos desde  1884  á  1900  y  de  la  mitad 
próximamente  desde  1900  á  1907;  y 
por  otra,  el  tanto  por  ciento  de  enfer- 
mos en  cada  profesión:  las  industrias 
agrícolas  dan  á  los  asilos  un  contin- 
gente de  5  por  100;  las  de  productos 
químicos,  1,12  por  100,  y  los  S.  P.  (sir 
profesión),  4,55  por  100. 

— ¿Qué  es  el  Hachich?  ¿Cómo  lo  es- 
tudia el  autor?  ¿Qué  conclusionec 
saca?  Tales  son  los  tres  aspectos  que 
se  ofrecen  á  la  consideración  del  que 
lee  el  segundo  de  los  libros  arriba 
mencionados.  El  Hachich  es  un  pro- 
ducto  tóxico  que  se  extrae  de  la  flo- 
ración del  Cannabis  indica,  y  se  fu- 
ma, á  semejanza  del  opio,  ó  se  in- 
giere en  el  estómago  en  pildoras  y  ex- 
tractos. M.  Meunier  lo  estudia  desde 
el  punto  de  vista  químico,  geográfico 
é  histórico,  examinando  en  sendos  ca- 
pítulos las  preparaciones  orientales  y 
productos  farmacéuticos,  los  tomado- 
res del  Hachich,  la  em.briaguez  hachí- 
chica,  las  investigaciones  y  teorías 
neuro-biológicas,  la  locura  hachíchica, 


120 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


el  hachich— el  delirio— y  la  locura,  y  la 
acción  terapéutica  del  hachich.  De 
todo  lo  cual  deduce  el  autor  varias 
conclusiones,  siendo  las  principales 
que  el  hachichismo  crónico  origina  la 
locura;  que  el  hachich  es  un  veneno 
que  ataca  á  la  corteza  cerebral  y  al 
bulbo  y  pone  al  individuo  en  un  in- 
tenso estado  de  sugestibilidad,  y  que 
la  intoxicación  por  el  hachich  se  pres- 
ta para  las  manifestaciones  del  fondo 
subconsciente. 

—El  estudio  de  la  Psicología  del 
niño  ofrece  dos  dificultades:  una  ge- 
neral y  otra  especial.  Procede  la  pri- 
mera de  las  relaciones,  aun  no  del  todo 
conocidas,  entre  el  alma  y  el  cuerpo; 
la  segunda  proviene  de  que  el  niño 
en  muchas  de  sus  manifestaciones  sen- 
sitivas y  conscientes  aparece  inferior  á 
los  mismos  animales,  por  no  estar  aún 
suficientemente  desarrollados  su  en- 
tendimiento y  su  conciencia.  Pero  de 
esto  mismo  fluye  en  parte  el  interés 
de  este  trabajo,  porque  como  la  cons- 
titución del  niño  no  ha  de  perma- 
necer en  estado  estático,  conviene  ir 
observando  la  gradación  sucesiva  de 
su  desarrollo  psíquico.  Esto  es  lo  que 
ha  hecho  el  autor,  examinando  en  par- 
ticular el  estado  del  niño  al  nacer,  sus 
primeras  manifestaciones  vitales,  el 
desarrollo  de  los  sentidos,  marcha  y 
lenguaje,  hábito,  memoria,  vida  afec- 
tiva, imaginación,  fetichismo,  imita- 
ción y  la  evolución  de  las  ideas  esté- 
ticas y  morales  del  niño. 

Estos  tres  trabajitos  son  fruto  de 
mucha  observación  y  repetidas  expe- 
riencias; todos  tres  interesantes,  prác- 
ticos, obra  de  laboratorio  y  de  docu- 
mentación, con  datos  preciosos  y  ma- 
terial muy  utilizable. 

2.  La  mano  ofrece  á  la  observación 
científica  y  filosófica  ancho  campo  de 
investigaciones.  El  arte  para  las  ma- 
nifestaciones de  la  delicadeza  y  de  la 
elegancia,  la  medicina  para  la  evolu- 
ción de  los  procesos  mórbidos,  la  qui- 
romancia para  sus  adivinaciones  y  la 
psicología  para  el  estudio  del  sentido 
muscular  la  han  tenido  siempre  pre- 
sente. M.  Vaschide  la  considera  desde 
el  punto  de  vista  experimental,  y  ha 
escrito  sobre  ella  una  monografía  llena 
de  erudición,  informada  de  espíritu 
analítico  y  enriquecida  con  abundan- 


tes datos  de  la  ciencia,  psicología,  me- 
tafísica, estética,  fisiología  y  medici- 
na, haciendo  ver  el  valor  y  significa- 
ción de  la  mano  ante  estas  ciencias. 
Claro  está  que  sería  un  error  creer  en 
las  tonterías  de  la  quiromancia,  que 
por  las  líneas  de  la  mano  pretende 
adivinar  la  suerte  futura  y  los  más  de- 
licados matices  del  carácter;  pero  hay 
que  reconocer  que  la  mano,  bien  exa- 
minada, puede  suministrar  argumen- 
tos para  inferir,  si  no  con  certeza,  con 
visos  de  probabilidad,  algunas  propie- 
dades del  individuo.  Porque  ello  es 
así,  que  la  mano,  sobre  ser  uno  de  los 
órganos  principales  del  hombre,  ofre- 
ce tales  diferencias  en  cada  individuo, 
que  apenas  se  encontrarán  dos  cuyas 
manos  tengan  la  misma  precisa  con- 
figuración. Y  así  como  la  fisonomía 
revela  en  parte  los  sentimientos,  y  la 
grafología,  también  á  veces  y  en  parte, 
el  estado  de  ánimo,  tranquilo  ó  agita- 
do, así  la  mano,  más  que  en  sus  líneas 
en  sus  movimientos  puede  inducir  á 
conjeturas  relativamente  aproximadas 
de  los  afectos  y  pasiones,  carácter  y 
temperamento.  Así  sucede  que  para 
orar  se  juntan  naturalmente  las  manos, 
para  expresar  cólera  se  amenaza  con 
la  mano  levantada,  el  horror  se  expre- 
sa con  cierta  forma  de  la  mano,  etc.,  y 
hasta  el  hábil  operador  quirúrgico  y  el 
diestro  violinista  muestran  con  las  ha- 
bilidades de  su  mano  las  aptitudes  de 
su  inteligencia  y  las  bellezas  de  su 
gusto  estético.  De  donde  fácilmente 
se  infiere  que  el  libro  de  M.  Vaschide 
es  de  sumo  interés  y  actualidad,  y  está 
tan  concienzudamente  trabajado,  que 
resultad  másacabado  que  hasta  ahora 
hemos  leído  sobre  esta  materia. 

— Entre  los  libros  franceses  que  in- 
forman acerca  del  movimiento  psico- 
lógico experimental  figura  en  primera 
línea  L'Année  psychologique.  El  pre- 
sente, que  comprende  á  la  14'  année, 
contiene  14  trabajos  originales.  «El 
desarrollo  de  la  inteligencia  en  los  ni- 
ños», por  A.  Binet  y  F.  Simón,  es  un 
estudio  práctico,  basado  en  la  psicolo- 
gía y  de  un  fin  pedagógico.  «Las  ideas 
de  los  físicos  sobre  la  materia»,  por 
L.  Houllevique,  más  que  trabajo  psico- 
lógico, lo  es  de  cosmología.  P.  Souriau 
trata  de  La  enseñanza  de  la  Estética», 
reclamando  en  la  clase  de  filosofía  una 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


121 


enseñanza  más  completa  de  estética. 
E.  Borel  se  ocupa  en  el  estudio  del 
cálculo  de  las  probabilidades  bajo  el 
aspecto  lógico,  matemático  y  psicoló- 
gico. A.  Binet  echa  una  mirada  á  la 
«evolución  de  la  enseñanza  filosófica», 
y  hace  un  «ensayo  de  quiromancia  ex- 
perimental». F.  Rauh  estudia  las  rela- 
ciones de  la  Moral  con  la  Biología,  y 
G.  Cautecor  el  pragmatismo:  «el  hecho 
biológico  no  se  debe  confundir  con  el 
moral»,  y  el  pragmatismo  no  tiene  «ni 
problema  definido,  ni  método  en  la 
discusión,  ni  solución  precisa».  Tales 
son  los  principales  artículos  del  libro, 
sin  que  nosotros  participemos  de  to- 
das las  ideas  y  apreciaciones  en  ellos 
contenidas.  Las  memorias  originales 
ocupan  431  páginas;  el  resto,  hasta  la 
página  500,  lo  llenan  los  diferentes 
análisis  bibliográficos. 

3.  La  Introducción  fisiológica  al 
estudio  de  la  filosofía  del  Dr.  Grasset, 
es  un  libro  en  que  el  autor  ha  colec- 
cionado las  conferencias  dadas  á  los 
alumnos  de  la  Universidad  de  Mont- 
pellier.  Su  fin  no  fué  otro  que  prepa- 
rarlos en  los  conocimientos  fisioló- 
gicos más  directamente  relacionados 
con  los  psicológicos,  y  viceversa.  Por 
eso  estudia  primero  el  sistema  ner- 
vioso, pasa  al  examen  de  las  funciones 
psíquicas  generales,  las  especiales  de 
la  vida  individual,  de  la  vida  social  y 
de  la  vida  de  la  especie,  localización 
anatómica  de.  los  centros  psíquicos,  el 
problema  fisiopatológico  de  la  respon- 
sabilidad y  la  terapéutica  de  las  fun- 
ciones psíquicas.  Al  fin,  en  la  tercera 
parte  de  la  obra,  analiza  el  elemento 
psíquico  en  combinación  con  el  ele- 
mento, ora  motor,  ora  sensitivo  ó  sen- 
sorial. Dentro  de  este  cuadro  agrupa 
M.  Grasset  las  cuestiones  relativas  al 
lenguaje,  la  emoción  y  la  mímica,  la 
función  sensitivo-motora  general,  la 
orientación  y  el  equilibrio,  la  visión,  el 
oído,  el  gusto,  el  olfato  y  las  funciones 
de  nutrición.  Todas  las  cuestiones  las 
trata  el  autor,  no  como  en  un  simple 
manual  de  psicología  fisiológica,  sino 
con  cierta  novedad  en  los  varios  pun- 
tos de  vista  que  estudia.  Lo  más  origi- 
nal de  este  libro,  y  que  le  ha  dado  cier- 
ta celebridad,  es  el  famoso  polígono 
con  que  trata  de  exponer, á  su  manerala 
distinción  entre  el  psiquismo  superior 


é  inferior.  Según  él,  estos  dos  psiquis- 
mos,  gráficamente  representados  en  el 
polígono,  se  hallan  condicionados  por 
dos  grupos  de  centros  nerviosos  dis- 
tintos, demostrando  que  la  localiza- 
ción de  las  funciones  psíquicas  supe- 
riores se  adapta  mejor  á  los  hechos  y 
se  recomienda  como  principio  de  inves- 
tigación. Francamente,  creemos  que  la 
concepción  es  ingeniosa,  y  sirve  para 
la  más  fácil  inteligencia  de  estas  cues- 
tiones, algo  obscuras;  pero  los  argu- 
mentos en  que  la  apoya  no  pueden 
llamarse  demostrativos.  De  todos  mo- 
dos, el  intento  del  autor  revela  un  es- 
fuerzo loable  y  una  aptitud  nada 
común  para  sensibilizar  los  misterios 
psicofisiológicos. 

—El  autor  de  la  Estética  experi- 
mental y  contemporánea  se  propone 
examinar  el  método  y  las  investiga- 
ciones de  la  escuela  experimental  es- 
tética, representada  por  el  célebre 
psicólogo  experimental  Fechner.  Exa- 
mina los  tres  aspectos  de  la  estética 
experimental,  á  saber:  hedonismo,  em- 
pirismo y  experimentación  y  sus  leyes 
respectivas,  y  deduce  en  conclusión 
que  dicha  estética  experimental  no 
pasa  de  ser  una  de  las  fases  necesarias 
para  llegar  á  constituirse  la  estética 
integral  científica.  No  cabe  duda,  para 
quien  haya  leído  la  Estética  experi- 
mental, de  Fechner,  que  el  psicólogo 
de  Leipzig  se  muestra  deficiente  en  al- 
gunos puntos  por  su  exclusivismo,  por 
su  indeterminación  y  por  su  criterio; 
es  más  feliz  cuando  trata  de  ordenar 
metódicamente  y  sintetizar  los  hechos 
y  las  experiencias.  También  en  la  obra 
de  M.  Lalo  hay  que  distinguir  dos 
partes:  la  expositiva  y  la  crítica.  En  la 
primera  hay  orden,  método  y  fidelidad 
en  reproducir  los  pensamientos  de 
Fechner;  comprende  siete  capítulos:  la 
estética  experimental,  principios  mate- 
riales y  formales  del  placer,  los  tres 
métodos  de  la  experimentación  esté- 
tica, condiciones  de  la  objetividad  de 
la  experiencia,  principio  indirecto  del 
placer  y  combinaciones  diversas  de 
las  leyes  estéticas.  La  segunda  abarca 
el  estudio  de  la  originalidad  de  la  es- 
tética experimental,  valor  estético  de 
la  experimentación  exacta,  del  placer 
y  de  la  asociación.  Es  de  advertir  en 
esta  crítica  que  si  Fechner  exagera  el 


122 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


valor  del  aspecto  psicológico  como  fac- 
tor de  la  estética,  M.  Lalo  parece  dar 
demasiado  valor  al  elemento  socioló- 
gico. 

La  psiquiatría,  ó  ei  estudio  de  lo 
que  se  llaman  perturbaciones  del 
alma,  es  sin  duda  uno  de  los  estudios 
más  interesantes.  En  Alemania  prin- 
cipalmente se  ha  cultivado  mucho  este 
terreno.  No  ha  mucho  que  dimos 
cuenta  de  un  opúsculo  de  esta  índole 
que  con  este  mismo  título  Stórungen 
der  Sede  (perturbaciones  del  alma) 
recibimos  de  nuestro  compañero  en  la 
Universidad  de  Leipzig  P.  Bessmer. 
En  España  hasta  ahora  han  salido 
pocos  trabajos  de  esta  naturaleza.  El 
presente  es  como  el  primer  paso  que 
el  autor  da  en  un  camino,  que  poco  á 
poco  y  de  año  en  año  trata  de  reco- 
rrer. Contiene  tres  partes:  la  primera 
trata  de  la  monoidea  ó  unidad  psí- 
quica; la  segunda  de  la  aplicación  clí- 
nica de  la  teoría  monodeica  (leyes  de 
irradiación  y  proyección  psíquicas), 
concepto  de  la  psicosis;  la  tercera 
comprende  las  historias  clínicas.  En  la 
monoidea  el  autor  se  limita  á  exponer 
ligeramente  y  como  por  encima  al- 
gunas nociones  psicológicas;  termi- 
nando con  un  esquema  de  la  concien- 
cia psicológica,  parecido  al  polígono 
de  Grasset.  Las  leyes,  que  llama  de  la 
monoidea,  sobre  todo  algunas,  están 
todavía  bastante  lejos  de  llegar  á  la 
categoría  de  tales;  pero  es  bueno  el 
intento  del  autor  de  agrupar  de  algún 
modo  los  hechos.  El  verdadero  campo 
de  los  trabajos  de  psiquiatría  es  la  ter- 
cera parte;  el  autor  explora  por  vez 
primera  ese  terreno:  ahí  es  donde 
puede  ir  demostrando  su  habilidad: 
primero,  en  reconocer  tendencias  y 
caracteres  psíquicos,  y  segundo,  en  la 
seguridad,  rectitud  y  profundidad  de 
interpretación.  En  lo  primero  hemos 
tenido  ocasión  de  admirar  á  uno  de 
los  más  celebrados  psiquiatras  alema- 
nes; en  lo  segundo,  pareciónos  ha- 
llarla deficiente. 

El  título  de  Psicología  experimental 
y  metafísica  equivale  en  este  opúsculo 
al  de  psicología  inferior  y  superior, 
pues  el  autor  no  trata  de  explicar  las 
experiencias  psicológicas,  y  menos  las 
de  laboratorio.  La  pretensión  del  autor 
parece  mucho  más  modesta  que  la  de 


escribir  sobre  psicología  experimental, 
en  el  sentido  novísimo  de  la  palabra, 
comoquiera  que  se  limita  á  desflorar 
algunas  nociones  de  fisiología,  que  sir- 
ven de  preparación  para  el  estudio  de 
la  psicología  inferior,  los  conceptos 
más  elementales  de  la  vida  sensitiva, 
intelectiva  y  volitiva,  y  á  indicar,  en  lo 
que  llama  psicología  metafísica,  las 
tesis  principales  de  la  psicología  su- 
perior, como  son  la  substancialidad, 
simplicidad,  espiritualidad,  inmortali- 
dad del  alma,  etc.,  etc.  La  sencillez  y 
sobriedad  con  que  expone  las  nociones 
hacen  el  libro  recomendable. 

E.  U.  DE  E. 

La  Compagnie  dejésus  en  Belgíque;  aper- 
gu  historique  á  roccasion  du  75^  anni- 
versaire  de  l'érection  de  la  province 
belge  (3  Décembre  1832—3  Décembre 
1907).— Imprimerie  Scientifique  Charles 
Bulens,  rué  Terre-Neuve,  Bruxelles, 
1908.  En  4.°  de  216  páginas. 

Para  celebrar  una  fiesta  de  familia, 
el  75  aniversario  de  su  establecimiento 
como  provincia  religiosa  belga,  los 
Padres  de  la  Compañía  de  Jesús  en 
Bélgica  idearon  publicar  este  libro,  que 
les  sirviera  de  recuerdo,  de  estímulo, 
de  acción  de  gracias  y  de  argumento 
para  responder  á  los  que  les  pregun- 
taran qué  había  hecho  en  Bélgica  la 
Compañía  de  Jesús. 

Perfectamente  impreso  é  ilustrado, 
más  que  libro  es  un  sumario  de  un 
libro,  en  que,  con  la  natural  división 
de  período  antiguo  y  moderno  de  la 
Compañía,  se  nota  su  establecimiento, 
casas  y  obras  en  Bélgica  y  sus  glorio- 
sas misiones  extranjeras  para  el  perío- 
do moderno;  sin  que  falten  oportunas 
estadísticas  de  los  sujetos,  misiones... 

Ojalá  aparezca  pronto  el  libro  que 
dé  la  suficiente  extensión  á  este  su- 
mario. 


Princesse  de  Sayn-Wittgenstein.  Souve- 
nirs  (1825-1907).— París,  P.  Lethielleux, 
rué  Cassette,  10.  En  8.°  de  182  páginas, 
3,50  francos. 

Llegando  ya  á  los  límites  de  la  vida, 
como  la  ilustre  Princesa  reconoce, 
tiene  el  gusto  de  repasar  en  su  mente 
los  sucesos  principales  de  su  existen-^ 
cia,  unos  alegres,  otros  tristes. 


NOTICIAS    BIBLIOGRÁFICAS 


123 


Unida  la  Princesa  á  la  primera  no- 
bleza rusa,  tuvo  ocasión  de  ver  de 
cerca  muchas  cosas  de  ordinario  ocul- 
tas, que  ahora  el  lector  lee  con  sumo 
gusto,  disintiendo  tal  vez  sobre  juicios 
formados  sobre  ciertas  personas,  v.  gr., 
sobre  Dupanloup,  ya  que  la  amistad 
suele  ser  mala  consejera  del  entendi- 
miento. 


Tres  discursos  históricos  del  R.  P.  Fidel 
Fita  y  Colomer,  S.  J.,  individuo  de  nú- 
mero de  la  Real  Academia  de  la  Histo- 
ria. Segunda  edición.— Madrid,  estable- 
cimiento tipográfico  de  Fortanet,  Liber- 
tad, 29;í1909.  En  4.°  de  156  páginas.» 

Los  discursos  pronunciados^en  oca- 
siones y  sitios  diversos  son:  un  pane- 
gírico de  la  Inmaculada  Concepción- 
predicado  en  la  Catedral  de  Barcelona 
el  8  de  Diciembre  de  1874;  el  elogio  de 
León  XIII,  pronunciado  en  una  velada 
de  3  de  Marzo  de  1903,  y  el  elogio 
asimismo  de  la  esposa  de  Alfonso  VIII, 
Doña  Leonor  de  Inglaterra,  leído  ante 
la  Academia  de  la  Historia  el  1.°  de 
Noviembre  de  1908. 

Mas  lo  que  supera  á  las  tres  piezas 
en  interés  y  mérito  es  la  memoria 
histórico-jurídica,  que  sigue  al  pane- 
gírico, sobre  el  tít.  II,  lib.  I  de  las 
Constituciones  de  Cataluña  y  la  Co- 
lección diplomática  que  la  acompaña. 

E.P. 


La  mujer  perfecta,  por  el  R.  P.  V.  Mar- 
CHAL,  Misionero  Apostólico.  Nueva 
traducción  por  S.  P.  Vicens  y  Mar- 
có.—Barcelona,  Gustavo  Gilí,  editor, 
MCMIX. 

Otros  antes  de  ahora  han  elogiado 
ya  esta  obrita  de  extraordinario  mérito 
y  general  aceptación.  Pero  quizá  no  le 
hayan  tributado  toda  la  alabanza  que 
merecen  las  interesantes  materias  que 
trata,  su  oportunidad  para  nuestros 
tiempos  y  la  manera  tan  delicada  con 
que  procede  en  su  desarrollo  el  celoso 
y  prudentísimo  autor. 

Es  un  libro  que  deben  tener  y  medi- 
tar todas  las  señoras  católicas,  y  muy 
en  particular  todas  las  madres  cris- 
tianas. 


Mehr  freude.  (¡Más  alegría!).  Una  saluta- 
ción de  Pascua,  por  el  Dr.  Paul  Wil- 


HELM  von  Keppler,  Obispo  de  Rotten- 
burg.  Primero  á  cuarto  millar,  en  8.'' 
con  VI  y  200  páginas.— Hender,  Fribur- 
go,  1909.  En  rústica,  1,80  marcos;  en 
tela,  2,60. 

Este  hermoso  y  provechoso  librito 
es  una  tirada  aparte  del  último  capí- 
tulo de  la  obra  del  Sr.  Obispo  de 
Rottenburg  Aus  Kunst  und  Leben  (Del 
arte  y  de  la  vida).  La  alegría,  tan  ne- 
cesaria para  el  espíritu  y  aun  para  el 
cuerpo  humano,  va  desapareciendo  del 
mundo,  merced  á  las  prematuras  con- 
gojas que,  en  grandes  y  chicos,  pro- 
duce una  cultura  tan  refinada  como 
mal  orientada.  Es,  pues,  necesario  fo- 
mentar la  alegría,  y  para  ello  recorre 
el  autor  las  razones  que  tenemos  los 
cristianos  para  estar  alegres,  y  los  ca- 
minos para  recobrar  esa  alegría  que 
nos  roba  el  moderno  desequilibrio  de 
nuestra  sociedad. 

Platiques  de  comunió,  de  Lluis  Banús,  li- 
cenciado en  Teología  y  Rector  de  Sant 
Cristófol  les  Fonts.  —  Luis  Gilí,  Barce- 
lona, 1909.  En  8.°,  con  218  páginas,  dos 
pesetas. 

La  necesidad  de  predicar  al  pueblo 
la  palabra  de  Dios  en  su  propio  idioma, 
y  el  natural  deseo  del  clero  catalán  de 
extender  al  lenguaje  oratorio  el  rena- 
cimiento de  todos  los  géneros  litera- 
rarios  en  Cataluña,  va  moviendo  á  pu- 
blicar sermones  catalanes  que  ayuden 
á  vencer  la  dificultad,  no  pequeña,  de 
expresar  en  un  lenguaje  correcto  las 
ideas  tomadas  comúnmente  de  autores 
ascéticos  que  escribieron  en  otros 
idiomas.  En  este  concepto  ha  prestado 
un  buen  servicio  á  sus  compañeros  en 
el  ministerio  pastoral,  el  licenciado 
D.  Luis  Banús,  publicando  sus  bre- 
ves Pláticas  de  Comunión,  en  número 
de  50,  en  cada  una  de  las  cuales  se 
desarrolla  un  texto  acomodado  de  la 
Sagrada  Escritura. 


Ames  Juives,  par  Stéphen  Coubé.  Un  tomo 
en  12.°'con  XLVII  y  390  páginas.  — Le- 
thielleux,  París,  tercera  edición,  3,50 
francos. 

Esta  novela  fendenciosq,  con  tenden- 
cia agriamente  antisemítica,  se  ha 
propuesto   mostrar   en  la   Historia 


124 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


evangélica  la  génesis  de  ese  judaismo 
pérfido  que  se  esfuerza  por  continuar 
la  obra  del  Gólgota,  ensañándose  en  la 
Sagrada  Eucaristía  y  en  todo  lo  que 
ve  ungido  con  la  Sangre  de  Cristo. 
Reservando  nuestro  juicio  sobre  este 
movimiento  antisemita,  que  no  nos  es 
simpático  por  ser  campaña  de  odios,  y 
de  odios  á  carga  cerrada  contra  una 
raza,  hemos  de  manifestar  nuestros 
escrúpulos  acerca  de  la  licitud  de  atri- 
buir, en  una  novela,  á  personajes  his- 
tóricos, por  muy  aborrecibles  que  sean 
(Judas,  Caifas,  Anas),  crímenes  graves 
que  no  se  sabe  cometieran,  y  aun  al- 
gunos que  es  inverosímil  que  hayan 
cometido.  No  faltan  en  este  libro  pá- 
ginas bellas  y  conmovedoras;  pero  el 
predominio  concedido  á  los  caracteres 
perversos  le  da  el  aire  de  caricatura 
de  la  narración  evangélica.  Además, 
aunque  la  novela  histórica  puede  in- 
ventar pormenores  y  acciones  secun- 
darias, tratándose  de  la  Historia  evan- 
gélica no  parece  bien  se  prescinda 
tanto  de  la  verdad,  aun  contradicién- 
dola  en  pormenores,  como,  v.  gr.:  que 
Judas  no  sabía  de  antemano  el  lugar  á 
donde  Jesús  se  retiró  á  orar  (Jo.,  18, 2, 
Sciebat),  que  á  más  de  los  30  dineros 
se  le  ofrecieron  unos  jarrones  de  oro; 
que  las  santas  mujeres  fueron  al  sepul- 
cro el  sábado,  etc.  Literariamente,  de- 
muestra el  libro  que,  se  puede  ser  tan 
notable  orador  como  lo  es  el  abate 
Coiibé  sin  tener  dotes  de  novelista. 

Lecturas  recreativas  del  Apostolado  de 
la  Prensa;  en  hermosos  tomos  en  8.° 
de  300  á  500  páginas,  cada  tomo  una  pe- 
seta.—Madrid,  1909. 

Aunque  de  ponerse  caro  algún  gé- 
nero literario,  ninguno  debíamos  de- 
sear se  encareciera  más  que  la  nove' a, 
cuya  lectura  produce  generalmente, 
por  lo  menos,  una  pérdida  conside- 
rable del  tiempo  precioso  que  todos 
los  cristianos  necesitamos  para  cosas 
de  tanta  trascendencia;  en  la  ineludible 
hipótesis  de  que  se  publiquen  novelas 
baratas,  y  ante  la  tremebunda  tesis  de 
que  las  más  de  las  que  se  publican  y 
leen  por  todo  género  de  personas  son 
inmorales,  hechas  para  socavar  las 
creencias  y  arruinar  las  costumbres  de 
sus  lectores;  no  se  puede  desconocer 
que  cae  bajo  la  esfera  del  Apostolado 


de  la  Prensa  surtir  á  los  contumaces 
lectores  de  novelas  de  un  pasto  abso- 
lutamente inocuo,  ó  por  lo  menos,  no 
tan  nocivo;  pues  el  daño  de  la  pérdida 
de  tiempo,  exaltación  desmedida  de  la 
fantasía,  disipación  del  ánimo  y  otros 
que  sería  largo  enumerar,  apenas 
pueden  evitarse  en  el  género  nove- 
lesco. 

Las  obras  oportunamente  escogidas 
para  dar  principio  á  esta  nueva  sec- 
ción del  Apostolado  de  la  Prensa,  son: 

Los  njvios  (I  promessi  sposi),  de 
Manzoni,  traducción  de  D.  Gabino  Te- 
jado; dos  tomos.  Víctimas  y  vercugos, 
cuadros  de  la  revolución  francesa,  por 
D.  Gabino  Tejado;  dos  tomos.  Fabio- 
la,  ó  la  Iglesia  de  las  Catacumbas,  por 
el  Cardenal  Wisemann.  La  gran  amiga, 
por  Pierre  L'Ermite,  traducción  de  don 
V.  Orti  y  Escolano.  La  mujer  fuerte, 
por  D.  Gabino  Tejado.  Ángela,  por 
Conrado  de  Bolanden.  Simón  Pedro  y 
Simón  Mago,  por  el  P.  Franco,  S.  ].Ben- 
j amina,  por  el  P.  Franco,  S.  J.  Mis 
prisiones,  por  Silvio  Pellico.  Las  vela- 
das de  San  Petersburgo,  ó  Coloquios 
sobre  el  gobierno  temporal  de  la  Pro- 
videncia, por  el  Conde  de  Maistre. 

Las  dos  últimas  obras  salen  del  gé- 
nero novelesco  á  que  pertenecen  las 
demás,  y  por  ser  todas  ellas  de  cono- 
cido mérito  literario  y  moral,  nos  cree- 
mos dispensados  de  entrar  en  más 
extensas  consideraciones. 

Quisiéramos  poder  elogiar  tan'in- 
condicionalmente  otra  publicación  no 
menos  económica,  dirigida  por  D.  Sa- 
turnino Calleja,  de  la  cual  hemos  reci- 
bido cuatro  fascículos  que  contienen  la 
hermosa  novela  de  costumbres  cantá- 
bricas Amaya  ó  los  Vascos  en  el  si- 
glo VIII,  de  D.  J.  Navarro  Villoslada, 
y  Brígida,  por  Carlos  Frontaura.  Por 
desgracia,  en  La  novela  de  ahora,  que 
alcanza  ya  la  tercera  época  de  su  exis- 
tencia, no  ha  presidido  siempre  la  se- 
lección severa  que  nos  daría  facultad 
para  recomendarla,  como  sin  duda 
hemos  de  recomendar  el  precioso  libro 
de  Navarro  Villoslada. 

Biblioteca  Patria.  Trozos  de  vida.  Cuen- 
tos originales  de  Concha  Espina  de 
Serna.— Tomo  LV.  (Fuera  de  concurso.) 

Trozos  de  vida  es  otro  de  los  bue- 
nos libros  que  incesantemente  viene 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


125 


publicando  la  Biblioteca  Patria.  Palpita 
tanto  interés  en  estas  cortas  narracio- 
nes, que  se  comprende  sin  dificultad 
la  razón  de  haberse  puesto  el  título 
que  llevan  estos  cuadros  y  escenas  de 
la  vida  real,  que  tales  deben  llamarse 
más  bien  que  cuentos  de  invención  y 
fantasía. 


Colección  de  cuentos  morales,  escritos 
por  D.  Francisco  Fatou  Lucas,  maestro 
de  primera  enseñanza  normal  y  direc- 
tor de  la  escuela  pública  de  niños  de 
Ubrique  (Cádiz),  con  un  prólogo  del 
Loo.  D.  Luis  Montoto  y  Rautens- 
TRAUCH.  Con  licencia  eclesiástica.— Se- 
villa, 1909. 

Conocido  es  el  Sr.  D.  Francisco 
Fatou  Lucas  por  sus  bellas  cualidades 
de  escritor  y  pedagogo.  Pero  aspira  á 
más:  aspira  á  ser  apóstol  de  la  niñez, 
y  para  conseguirlo  pone  en  manos  de 
los  niños  estos  hermosos  cuentos  mo- 
rales, muchos  de  los  cuales  han  sido 
justamente  premiados  en  certámenes 
de  la  Asociación  de  Maestros  de  pri- 
mera enseñanza,  que  lleva  el  nombre 
de  San  Casiano  y  se  halla  establecida 
en  Sevilla.  Esta  edición  económica  va 
enriquecida  con  numerosas  ilustracio- 
nes, muy  á  proposito  para  niños.  No 
podemos  menos  de  recomendar  efica- 
císimamente  esta  obrita ,  verdadera 
joya  literaria,  de  grato  solaz  y  purísima 
doctrina,  y  ¡ojalá  contribuya  su  lectura 
á  desterrar  tantos  cuentos  insulsos  y 
de  neutra  moralidad  como  andan  en 
manos  de  la  niñez! 


Elisardo  Sayans.  Intermezzo. 
1909. 


Corufta, 


Elisardo  Sayans  es  un  joven  literato, 
poeta  y  polemista.  En  el  estadio  de  la 
prensa  periódica  ha  luchado  y  sigue 
luchando  con  denuedo  por  los  fueros 
de  la  religión  y  de  la  verdad.  Muestra 
de  ello  son  los  artículos  que  ha  colec- 
cionado en  su  opúsculo  Intermezzo. 


Vida  futura,  por  Gonzalo  Cordero  Dá- 
viLA.  Poema.—  Cuenca  (Ecuador),  1908. 

Palabras  de  aliento  y  cordiales  en- 
horabuenas merece  ese  joven  de  diez  y 
ocho  años,  que  tan  bien  sabe  sentir  y 


tan  castamente  expresar  el  fuego  que 
ha  prendido  en  su  puro  corazón.  De- 
seamos que  el  novel  poeta  ecuatoriano 
vea  venturosamente  realizadas  sus  no- 
bles aspiraciones,  para  bien  de  la  reli- 
gión, de  la  patria  y  de  las  letras,  y  que 
le  acompañe  en  la  dicha  el  varonil  y 
cristiano  prologuista  D.  Remigio  Ta- 
mariz Crespo. 

Recuerdo  del  colegio.  Lecturas  amenas  y 
edificantes  dedicadas  á  la  juventud  de 
los  colegios  católicos,  por  la  Madre 
María  Loyola,  Religiosa  profesora  del 
convento  de  Santa  María  de  York 
(Inglaterra).  Publicado  bajo  la  dirección 
del  P.  TuRSTON,  de  la  Compañía  de 
Jesús.  Traducido  del  inglés  por  el 
P.  Juan  Mateos.  Con  las  debidas  licen- 
cias.—Luis  Gilí,  editor,  Barcelona,  1909. 

El  título  de  la  obra  y  los  nombres 
que  en  ella  figuran  recomiendan  su 
oportunidad  y  conveniencia,  y  son  la 
mejor  garantía  del  acierto  con  que  se 
ha  llevado  á  cabo.  Su  lectura  convence 
al  lector  de  que  es  un  excelente  libro 
educativo  que  merece  recomendarse 
por  su  fondo  y  por  su  forma. 

El  Clasicismo  poético  de  Manuel  de  Ca- 
banyes.  Oración  inaugural  del  curso 
académico  de  1908-1909,  leída  en  el  Se- 
minario Conciliar  de  Barcelona  por  el 
Dr.D.  íosé  María  Baranera,  presbítero, 
catedrático  de  Literatura  preceptiva.— 
Barcelona,  1909. 

Con  vasta  erudición  y  sano  criterio 
examina  el  ilustrado  catedrático  de 
Barcelona  las  distintas  acepciones  en 
que  suele  tomarse  la  palabra  clasicis- 
mo, y  al  adjudicar  al  insigne  poeta  de 
Villanueva  y  Geltrú  lo  que  tiene  de 
honroso  y  elevado  esta  escuela,  vin- 
dica al  propio  tiempo  para  la  Iglesia 
católica  y  para  los  siglos  de  fe  el  sen- 
timiento de  la  belleza  y  el  haber  ino- 
culado en  el  fondo  y  forma  de  la  poesía 
el  esplritualismo  cristiano. 

R.  R.  C. 


Le  Soc.  Sindicatos  agrícolas.  Vademécum 
del  propagandista.  Tercera  edición.— 
Zaragoza,  1909.  Precio,  1,25  pesetas  (Bi- 
blioteca de  La  Paz  Social).  Un  tomo  en 
8.°  de  VIII-299-VI  páginas. 

La  recomendación  que  hicimos  de  la 
edición  anterior  puede  repetirse  con. 


126 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


creces  á  favor  de  ésta,  que  es  la  terce- 
ra, considerablemente  aumentada  en 
su  parte  práctica.  En  seis  meses  se 
agotó  la  primera  edición,  en  ocho  la 
segunda  y  esperamos  que  la  tercera 
exigirá  pronto  una  cuarta. 


Sindicatos  y  Cajas  rurales:  su  administra- 
ción y  contabilidad,  por  el  P.  Luis  Chal- 
BAUD  Y  Errazquin,  S.  J.— Barcclona,  Ofi- 
cina de  Trabajo  de  la  Acción  Social  Po- 
pular, Duque  de  la  Victoria,  12  y  14,  prin- 
cipal; 1909.  Un  tomo  en  8.°  de  408  pági- 
nas, 3  pesetas. 

P^Mil  plácemes  al  P.  Chalbaud  y  á  la 
Acción  Social  Popular  por  un  libro  que 
debe  estar  en  todos  los  Sindicatos  y 
Cajas  rurales,  pues  será  el  hilo  de 
Ariadna  que  los  guíe  en  el  laberinto  de 
la  administración  y  contabilidad,  tan 
importantes  para  el  progreso  y  éxito 
feliz  de  esas  instituciones.  Hemos  di- 
cho laberinto,  no  porque  en  sí  lo  sea 
la  contabilidad,  sino  por  la  poca  ó  nin- 
guna noticia  que  de  ella  tienen  á  veces 
los  que  la  necesitan,  de  donde  se  sigue 
la  dificultad  que  sienten  para  llevar  las 
cuentas.  El  libro  del  P.  Chalbaud  es 
guía  que  tiene  muy  en  cuenta  estas  di- 
ficultades, enseñando  las  cosas  más 
menudas  á  los  más  rudos  y  proponien- 
do estatutos,  modelos  y  formularios 
que  no  hay  sino  copiar  ó  pedir  impre- 
sos. 


Lesindustries  á  domicile  en  Belgique.  Vo- 
lúmen'X.—Étade  statistique  desfamilles 
ouvriéres  comprenant  des  ouvriers  d 
domicile.  (Office  du  Travail,  Belgique.) 
Un  volumen  en  4.«  de  CLXXVII-381  pá- 
ginas. Precio,  4,50  francos.— Bruxelles, 
1909. 

Este  volmen  es  digno  complemento 
de  los  nueve  anteriormente  publicados 
sobre  las  industrias  á  domicilio  en  Bél- 
gica. Propónese  la  descripción  estadís- 
tica de  la  composición  de  las  familias 
obreras  que  por  la  profesión  de  algu- 
no de  sus  miembros  se  relacionan  con 
las  industrias  estudiadas  Dor  el  Institu- 
to belga  del  Trabajo  en  los  nueve  to- 
mos dichos.  Estas  familias  son  60.898. 
j-L  los  cuadros  estadísticos  que  llenan 
381  páginas  precede  un  análisis  donde 
sé  trata  del  fin  que  se  proDuso  en  esta 
obra  el  Instituto  del  Trabajo,  de  su 


ejecución  y  extensión;  se  estudian  la 
composición  de  las  familias  obreras  y 
los  grupos  profesionales  en  ellas,  con- 
cluyéndose en  los  Annexes  con  un  cua- 
dro de  la  industria  á  domicilio  en  Bélgi- 
ca. Analyse  y  Annexes  tienen  CLXXVI 
páginas.  Es  libro  que  recomendamos 
no  sólo  á  los  profesionales,  sino  á  cuan- 
tos de  algún  modo  se  interesan  en  las 
cuestiones  sociales  y  estadísticas.! 

L'Association  dans  les  Métiers  et  Négoces 
Belges  en  1908.  (Supplément  au  Bulletin 
de  V office  des  Métiers  et  Négoces  1909.) 
Bruxelles,  1909.  Un  tomo  en  4.°  de  184 
páginas.  Precio,  0,60  francos. 

U office  des  Métiers  et  Négoces  ha 
reunido  en  este  opúsculo  una  porción 
de  datos  referentes  á  las  asociaciones 
profesionales  y  económicas  formadas 
entre  artesanos,  patronos  de  la  peque- 
ña industria  y  detallistas.  Trae  la  lista 
de  las  asociaciones  agregadas,  por  lo- 
calidad primero  y  después  por  profe- 
siones, la  de  los  museos  profesionales 
(6)  y  de  los  periódicos  profesionales  de 
la  pequeña  burguesía  (45). 

Consejo  provincial  de  Agricultura  y  Ga- 
nadería de  Toledo.  Proyecto  de  Asilos 
agrícolas  colonizadores,  por  Tomás 
Costa  Martínez,  jefe  provincial  de  Fo- 
mento. Un  folleto  de  70  páginas  en  4.° 
Madrid,  1909. 

El  Sr.  D.  Tomás  Costa  Martínez,  jefe 
provincial  de  Fomento,  propone  trasla- 
dar al  campo  los  asilos  de  beneficen- 
cia provincial,  para  bien  de  la  agricul- 
tura y  de  los  mismos  asilados.  Varios 
Consejos  provinciales  de  Agricultura  y 
Ganadería,  personas  respetables  y  pe- 
riódicos han  manifestado  su  parecer 
sobre  el  proyecto,  ya  adhiriéndose,  ya 
poniendo  reparos;  pero  reconociendo 
todos  los  nobles  intentos  del  autor. 
Todo  esto  se  hallará  en  el  folleto  que 
anunciamos  y  que  merece  atenta  con- 
sideración. 

Las  huelgas  en  Barcelona  y  sus  resultados 
durante  el  año  1907...,  por  D.  Miguel 
Sastre,  miembro  consultor  de  la  Acción 
Social  Popular  (Volksverein  hispano- 
americano). (Quinto  año.)  Un  tomo  en 
4.°  de  169  páginas.  Una  peseta. 

Conrinuando  el  Sr.  Sastre  en  su  me- 
ritísima  labor,  nos  da  otro  volumen  so- 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


127 


bre  las  huelgas  en  Barcelona,  pero  au- 
mentado con  nuevas  secciones,  tales 
como  la  de  la  Bolsa  del  Trabajo,  insti- 
tuida en  el  Fomento  del  Trabajo  Nacio- 
nal, y  otras. 

En  la  Introducción  hace  constar  algu- 
nas inexactitudes  de  las  estadísticas 
del  Instituto  de  Reformas  Sociales  so- 
bre huelgas  y  accidentes  del  trabajo  en 
Barcelona.  También  nota  algunas  defi- 
ciencias de  la  Administración,  que  ha- 
cen desconfiar  de  los  datos  oficiales. 

Las  lachas  del  periodismo,  por  Salvador 
MiNQuijóN.  Un  volumen  en  4.°  de  IX-314 
páginas,  3  pesetas.  (Biblioteca  de  La 
Paz  Socza/.)— Imprenta  de  Salas,  Zara- 
goza. 

[$.;E1  autor  del  libro  tiene  hechas  sus 
pruebas,  como  dicen  en  el  periodismo; 
así  que  habla  por  ciencia  propia,  aun- 
que acrecienta  su  propio  caudal  con  el 
de  muchos  otros  periodistas,  sobre 
todo  franceses.  El  libro  es  interesante 
y  sugestivo. 

N.  N. 


Pensamientos  escogidos  de  Santa  Teresa 
de  Jesús,  entresacados  de  sus  coras  y 
distribuidos  según  el  orden  de  los  Ejer- 
cicios Espirituales  de  San  Ignacio,  por 
el  P.  Jaime  Pons,  S.  J.  Con  licencia.— 
Barcelona,  G.  Gili,  Universidad,  45; 
MCMVIII. 

Feliz  idea,  y  felizmente  realizada, 
nos  ha  parecido  la  idea  del  P.  Pons  en 
este  librito,  cuya  lectura  recomenda- 
mos eficazmente,  seguros  de  su  utili- 
dad. Los  avisos,  en  particular,  mere- 
cen ser  aprendidos  de  memoria,  como 
otros  tantos  apotegmas  religioso-mo- 
rales, y  practicados  cuidadosamente. 


Reflexiones  y  oraciones  para  la  Sagrada 
Comunión,  por  el  autor  de  los  Avisos 
espirituales;  traducción  del  francés  por 
el  P.  Dionisio  Fierro  Gasca,  Escolapio. 
Con  licencia.— Barcelona,  Q.  Gili,  calle 
de  la  Universidad,  45;  MCMIX.  Dos  to- 
mos en  8.°  de  554  y  450  páginas,  6  pese- 
tas los  dos  tomos. 

Otra  excelente  obra,  llena  de  doc- 
trina y  unción  santa,  nos  ofrece  el 
docto  y  piadoso  autor  de  los  Avisos 
espirituales.  Su  materia  no  puede  ser 


más  provechosa  y  agradable:  la  Sa- 
grada Comunión.  Además  de  los  ejer- 
cicios que  se  ponen  para  oir  devota- 
mente la  Misa  y  los  actos  para  la 
Sagrada  Comunión,  que  constan  en  uno 
y  otro  tomo,  los  ejercicios  preparato- 
rios á  la  misma  son  sesenta,  treinta  en 
cada  volumen,  con  muy  jugosas  consi- 
deraciones y  reflexiones,  que  suelen 
versar  sobre  textos  ó  pasos  de  la  Sa- 
grada Escritura. 

De  la  traducción  nada  hay  que  decir 
sino  elogios,  sabiendo  que  el  traductor 
es  el  P.  Fierro  Gasca,  ya  conocido  de 
nuestros  lectores. 

P.  V. 


MoNS.  NiccoLó  Marini.  L'Immacolata 
Concezione  di  Maria  Virgine  e  la  chiesa 
greca  ortodossa  dissidente.  —  Roma, 
tipografía  del  Cav.  V.  Salviucci,  1908. 
En  4.°  de  172  páginas. 

El  autor,  en  medio  de  sus  ocupacio- 
nes como  secretario  de  la  Signatura 
Apostólica,  ha  hallado  tiempo  de  de- 
dicar á  Nuestra  Señora  este  libro,  que 
no  puede  menos  de  serle  agradable; 
pues  tiende  á  mostrar  la  fe  de  la  Igle- 
sia rusa,  aun  disidente,  en  el  dogma  de 
la  Inmaculada  Concepción,  mereciendo 
á  la  vez  los  más  vivos  plácemes  del 
Vicario  de  Cristo,  comunicados  en 
carta  autógrafa  de  26  de  Octubre 
de  1938. 


Conférences  de  N.-D.  de  Paris.  Exposi- 
tion  de  la  Morale  catholique,  VI,  Le 
Vice  et  le  Peché.  II.  Leurs  effets,  leurs 
formes,  leurs  remedes.  Conférences  et 
Retraite.  Caréme,  1903.  Par  E.  Janvier. 
Deuxiéme  édition.— Paris,  P.  Lethielleux, 
libraire-éditeur,  10,  rúa  Cassette,  10.  En 
4.°  de  433  páginas.  Precio,  4  francos. 

En  el  quinto  tomo  de  las  Conferen- 
cias explicó  el  R.  P.  Janvier  los  carac- 
teres que  constituyen  la  malicia  del 
pecado  y  las  causas  que  los  producen. 
En  el  sexto  trata  en  seis  Conferencias 
y  cinco  Instrucciones  de  sus  efectos, 
sus  formas  y  remedios;  al  principio 
trae  una  carta  de  alabanzas  al  autor 
del  Cardenal  Merry  del  Val  y  al  fin  dos 
apéndices,  uno  de  autores  consultados 
y  otro  de  notas  aclaratorias. 

Las  mismas  virtudes  y  dotes  que 
hicimos  notar  que  resplandecían  en  el 


128 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


volumen  anterior,  se  echan  también  de 
ver  en  el  presente,  es,  á  saber:  clari- 
dad de  lenguaje,  pureza  de  doctrina, 
solidez  en  el  discurso,  precisión  en  los 
conceptos  y  tersura  en  la  exposición. 
Conoce  el  ilustre  dominico  bien  las 
enseñanzas  de  Santo  Tomás;  ha  estu- 
diado maduramente  los  grandes  ora- 
dores franceses;  ha  leído  muchos  auto- 
res modernos,  de  cuyas  sentencias  se 
aprovecha  discretamente;  ha  penetra- 
do en  las  entrañas  de  la  actual  socie- 
dad, descubriendo  sus  gustos,  sus  afi- 
ciones, sus  debilidades,  los  vicios  que 
la  carcomen,  los  anhelos  y  ansias  que 
la  devoran  y  los  errores  funestísimos 
en  que  se  ve  engolfada.  Con  gustarnos 
todas  las  conferencias,  la  quinta,  sobre 
la  eternidad  de  las  penas,  es  la  que 
más  nos  ha  complacido.  En  ella  hemos 
hallado  varios  argumentos  nuevos  ex- 
celentemente presentados,  que,  á  no 
dudarlo,  harán  mella  aun  en  entendi- 
mientos poco  avezados  á  discurrir  y 
no  exentos  de  prejuicios. 

La  claridad,  pues,  y  el  raciocinio  se- 
guro y  severo  son  las  prendas  que 
abrillantan  estos  discursos;  pero  no  se 
busquen  aquí,  porque  no  se  encontra- 
rán, acentos  de  vehemente  elocuencia, 
ideas  grandiosas  y  sublimes  que  arre- 
baten y  enajenen,  figuras  de  deslum- 
brador colorido,  cuadros  de  palpitante 
interés  y  expresiones  de  fuego  que 
dejan  huellas  indelebles  en  donde 
caen.  Además  el  horizonte  teológico 


en  que  se  espacia  el  orador  parece 
bastante  reducido,  como  puede  infe- 
rirse de  los  autores  de  Teología  con- 
sultados y  de  ciertas  ideas  (v.  gr.,  pá- 
gina 137)  (1)  moldeadas  en  las  forjas 
de  una  exclusiva  escuela. 

Pero  sin  género  de  duda  que  estas 
Conferencias  producirán  copioso  fruto 
en  los  oyentes  de  estos  tiempos  y 
serán  una  ejecutoria  que  colocará  al 
P.  Janvier  entre  los  grandes  oradores 
que  han  glorificado  el  pulpito  de  Nues- 
tra Señora  de  París. 

A.  P.  G. 


(1)  Nos  ha  sorprendido  lo  que  dice  el 
R.  P.  Janvier  en  la  pag  390,  nota  3.'^,  hablando 
de  la  famosa  cuestión  de  la  coexistencia  en  el 
hombre,  potentia  Dei  absoluta,  del  pecado  y 
de  la  gracia.  «Ciertos  maestros,  entre  los  que 
se  cita  á...  Suárez,  Ripalda,  no  admiten  la  tesis 
porque  no  creen  que  el  pecado  sea  opuesto  á 
la  gracia  por  naturaleza,  sino  por  consecuen- 
cia de  una  disposición  extrínseca  de  Dios.» 
Esto  es  inexacto.  Suárez  no  la  admite,  porque 
la  necesidad  intrínseca  que  la  gracia  posee  de 
expeler  al  pecado  no  es  esencial,  sino  conna- 
tural, ó  no  es  efecto  primario,  sino  secundarlo. 
Véase  Opera  Omnia,  edición  de  Vives,  pági- 
nas 97  y  250.  Ripalda  se  expresa  así:  «Indubi- 
tatum  secundum  estmihi:  gratiam  justificantem 
habere  aliquam  oppositionem  ex  natura  reí 
(hoc  est,  ortaní  ex  naturis  ipsis  rerum)  cum 
actu  peccati,  prout  morallter  includit  malitiam 
ac  injuriam  gravem  Dei.  Hoc  clare  concluditur 
ex  Triden.,  sess.  6,  cap.  7,  post  cujus  decretum 
mérito  statult  Suárez,  supra  temerarium  esse 
gratiae  justificanti  aliquam  oppositionem  ex 
natura  reí  cum  peccato  negare...»  De  Ente 
Supernaturali,  Parisiis  apud  Victorem  Palmé, 
1870,  pág.  726,  núm.  189.  Véase  el  núm.  203, 
pág.  728. 


NOTICIAS  GENERALES 


Madrid,  20  de  Julio.-20  de  Agosto  de  1909. 

ROMA.— Cómo  muere  un  modernista.  Tyrrell,  uno  de  los  hiero- 
fantes  del  modernismo,  se  presentó  al  juicio  de  Dios  el  15  de  Julio  por 
la  mañana.  Vivo,  levantó  bandera  de  rebelión  contra  la  Iglesia;  muerto, 
ha  servido  de  bandera  á  sus  secuaces  para  vomitar  injurias  contra  la 
autoridad  eclesiástica.  Feneció  en  Storrington,  diócesis  de  Southwark 
(Londres),  en  casa  de  una  fervorosa  modernista  llamada  Maud  D.  Petre, 
que  le  hospedaba,  y  de  la  cual  fué  constantemente  vigilado  en  el  lecho 
de  muerte,  en  compañía  del  Barón  von  Hügel,  otro  corifeo  de  la  secta. 
Apenas  había  exhalado  el  alma,  cuando  la  señora  Maud  D.  Petre  envió 
al  Times  una  carta  con  todos  los  visos  de  manifiesto,  publicada  el  día 
siguiente  16,  y  enderezada  á  persuadir  que  el  difunto  había  muerto  cató- 
lico sin  necesidad  de  retractar  sus  errores.  Según  L'Osservaíore  Romano 
(30  de  Julio  de  1909),  la  camarilla  modernista  rodeó  el  lecho  del  infortu- 
nado Tyrrell  «para  hacerle  imposible,  ó  por  lo  menos  muy  difícil,  una 
palabra  ó  una  señal  cualquiera  de  retractación».  El  Obispo  de  South- 
wark, una  vez  bien  examinado  el  caso,  prohibió  dar  al  difunto  sepultura 
eclesiástica,  «por  no  haber  obtenido  de  él,  cuando  se  hallaba  en  estado 
de  hacerlo  y  á  pesar  de  repetidas  solicitaciones  paternales,  ninguna 
prueba  de  arrepentimiento».  Rechazado  del  cementerio  católico,  fué  el 
cadáver  inhumado  en  el  protestante.  Allá  se  dirigió  la  comitiva  fúnebre, 
compuesta  de  unas  treinta  personas.  Señores  y  señoras  llevaban  coro- 
nas de  flores,  y  á  manera  de  preste  los  dirigía  un  sacerdote  católico, 
l'abbé  Brémond,  modernista  él  y  otro  tiempo  hermano  en  religión  del 
difunto.  Á  despecho  de  la  prohibición  eclesiástica,  Brémond  recitó  las 
preces  públicas  sobre  el  cadáver,  lo  bendijo  con  agua  bendita  y  por 
conclusión  de  la  mascarada  pronunció  una  apología  de  Tyrrell.  No  es, 
pues  de  maravillar  que  fuese  castigado  por  el  Obispo  de  Southv^^ark  con 
la  suspensión  a  divinis.  La  conducta  firme  del  Prelado  en  todo  este 
asunto  sacó  de  quicio  á  la  camarilla  modernista,  demostrando  así,  como 
dice  L'Osservatore  Romano,  poseer  aquellas  notas  características  del 
espíritu  sectario:  la  doblez  y  la  mala  fe. 

Libros  modernistas  proiiibidos.— Por  decreto  de  2  de  Junio 
de  1909  la  Sagrada  Congregación  del  índice  condenó  varios  libros  de 
Turmel,  Herzog,  Murri,  Sostene  Gelli  (seudónimo  de  Murri)  y  Fortu- 
nato Russo.— Turmel  se  ha  sometido.  Cuanto  al  libro  prohibido  de  Mu- 
rri, Battagiie  d'oggi,  al  decir  del  semanario  neoyorquino  America 
(7  de  Agosto  de  1909),  había  estado  á  la  venta  durante  diez  años,  y  en 
algunos  seminarios  se  usaba  públicamente  como  lectura  espiritual  y  se 
daba  como  premio  á  los  alumnos  más  aprovechados. 

RAZÓN  Y  F£,  TOMO    XXV  9 


130  NOTICIAS   GENERALES 

El  clero  y  los  cinematógrafos.— El  Cardenal-Vicario  de  Roma, 
enterado  de  que  había  eclesiásticos,  así  regulares  como  seculares,  que 
frecuentaban  los  cinematógrafos  públicos,  «donde  no  pocas  veces  se 
ofende  ala  religión  y  la  moral»,  ha  prohibido,  por  expresa  voluntad  del 
Papa,  que  se  siga  en  adelante  esa  conducta,  amenazando,  de  lo  contrario, 
con  las  penas  canónicas,  inclusa  la  suspensión  a  divinis. 

La  Santa  Sede  y  el  matrimonio  mixto  del  infante  D.  Al- 
fonso de  Orleans  con  la  princesa  Beatriz  de  Coburgo.— L'Os- 
servatore  Romano  del  21  de  Julio  hace  saber  oficiosamente  lo  que  sigue: 
«Rueda  por  los  diarios  la  noticia  de  que  en  la  iglesia  católica  de  Co- 
burgo  se  celebró  la  ceremonia  del  matrimonio  religioso  católico  entre  el 
príncipe  Alfonso  de  Orleans  y  la  princesa  Beatriz  de  Coburgo,  y  que 
después  de  tal  ceremonia  se  dio  en  el  Castillo  de  Callenberg  la  bendi- 
ción según  el  rito  protestante.  Estamos  autorizados  para  declarar  que  la 
Santa  Sede  es  enteramente  extraña  al  hecho.* 

I 

ESPAÑA 

La  campaña  de  Melilla.  —  La  opinión  pública  y  la  guerra.  No  se 
puede  negar  que  por  varias  y  diversas  causas  era  al  principio  la  opinión 
pública  enemiga  de  la  guerra.  Abatía  los  ánimos  de  muchos  el  recuerdo  de 
Cavite  y  Santiago;  influía  en  algunos  el  sentimiento  pacifiquista,  que  en 
muchos  es  egoísmo  y  en  algunos  sentimentalismo  modernista;  disuadía  á 
otros  el  ansia  de  reconstitución  nacional,  que  sólo  en  la  paz  es  posible; 
repugnaba  á  no  pocos  ir  á  defender,  como  creían,  intereses  y  empresas 
de  extranjeros;  mientras  no  faltaba  quien  tenía  la  persuasión  de  no  valer 
el  Rif  una  gota  de  sangre  española.  Difícil  era  hacer  penetrar  en  las  cabe- 
zas de  muchos  que  la  dignidad  é  independencia  nacional  estaban  intere- 
sadas en  que  ninguna  Potencia  europea,  mucho  menos  Francia,  asentase 
su  dominación  más  allá  del  Estrecho.  Lo  cual  no  quiere  decir  que  esa 
penetración  pacífica  y  fementida  civilización  de  Marruecos  no  sea  para 
nuestros  vecinos,  los  verdaderos  provocadores  de  la  cuestión  marro- 
quí, un  pretexto  no  más  para  quitar  al  Mogreb  sus  riquezas  en  bene- 
ficio exclusivo  de  unos  cuantos  industriales,  comerciantes  y  políticos, 
dándole,  en  cambio,  con  algunas  migajas  de  bienes  materiales,  la  incre- 
dulidad y  los  vicios  de  la  nación  explotadora.  Fué  preciso  que  corriese 
en  abundancia  sangre  española  por  las  vertientes  del  Gurugú  para  que 
reaccionase  el  espíritu  público  en  España  con  sentimientos  bélicos.— 
Protestas  y  algaradas.  El  llamamiento  de  los  reservistas  atizó  el  fuego 
de  la  indignación,  en  el  cual  soplaron  los  periódicos  bullangueros,  con 
que,  enardecido  el  pueblo,  promovió  en  algunas  partes  algaradas  opo- 
niéndose á  la  marcha  de  las  tropas.  En  Madrid  se  intentó  por  todos  los 


NOTICIAS   GENERALES  Í3l 

medios  sublevar  al  batallón  de  Figueras  en  la  estación  del  Mediodía,  ó, 
por  lo  menos,  hacer  que  resistiese  pasivamente  la  orden  de  marcha.  El 
Ministro  de  la  Gobernación,  liándose,  como  dijo,  la  manta  á  la  cabeza, 
estableció  rigurosa  censura  para  los  periódicos  acerca  de  lo  referente 
á  la  guerra  y  al  orden  público. 

Combates.—  Entretanto  se  estaban  librando  en  el  Rif  porfiados  y 
sañudos  combates.  El  enemigo  es  temerario,  sufrido,  pertinaz;  está  en 
admirable  posición  para  defenderse;  posee  excelentes  tiradores  y  en  los 
últimos  tiempos  ha  adquirido  también  gran  copia  de  fusiles,  aun  de 
los  mausers.  Nuestra  línea  de  defensa  era  muy  extensa  y  escasas  nues- 
tras tropas;  las  más,  bisoñas  ó  con  poca  instrucción.  Así,  pues,  aprove- 
chando los  rífenos  la  ocasión,  quisieron  el  21  y  el  23  flanquear  y  envolver 
las  fuerzas  más  distantes,  aislándolas  de  la  plaza.  No  lo  pudieron  conse- 
guir, aunque  muy  á  costa  nuestra.  En  el  combate  del  20  al  21  perdimos 
al  capitán  de  artillería  D.  Alfredo  Roger;  en  el  del  23  al  coronel  D.  Ve- 
nancio Álvarez  Cabrera  y  al  teniente  coronel  D.José  Ibáñez  Marín.  Pero 
la  refriega  más  formidable  fué  la  del  27,  en  que  mientras  una  columna 
custodiaba  un  convoy  á  la  segunda  caseta,  la  brigada  del  general  Pintos 
atacaba  rápidamente  y  á  la  carga  las  alturas  del  Gurugú.  Después  de  una 
épica  lucha,  hubieron  de  replegarse  nuestras  fuerzas,  siendo  acometidas 
entonces  por  un  alud  considerable  é  impetuoso  de  rífenos.  En  esta  acción 
cayeron  gloriosamente  el  general  Pintos,  los  tenientes  coroneles  de  ca- 
zadores de  Arapiles  y  las  Navas,  Sres.  Ortega  y  Palacios,  gran  número 
de  oficiales  y  muchísimos  soldados.  Desde  entonces  no  ha  habido  otro 
combate;  pero  todos  los  días  tirotean  los  moros  nuestros  convoyes  de 
aprovisionamiento,  causándonos  pocas  pero  sensibles  bajas.  Nuestras 
baterías  cañonean  las  gargantas  y  barrancos  del  Gurugú,  para  lo  cual 
ayudan  las  indicaciones  del  globo  que  desde  el  3  de  Agosto  se  eleva 
á  veces  en  nuestro  campamento.  Peñón  y  Alhucemas  han  sido  hosti- 
lizados frecuentemente.  En  el  último  punto  los  moros  disponen  de  al- 
gunos cañones. 

La  prensa  extranjera,  especialmente  la  francesa,  inventa  mil  patrañas 
sobre  la  guerra  y  nuestra  situación  interior.  Al  partido  colonial  francés 
le  trae  muy  preocupado  nuestra  acción  en  Marruecos,  que  quisiera  exclu- 
sivamente para  Francia. 

Envió  de  refuerzos.— Ldi  impresión  del  desastre  del  27  fué  enorme  en 
España,  y  ya  no  se  pensó  más  que  en  excitar  el  celo  del  Gobierno  para  que 
á  toda  prisa  mandase  el  mayor  contingente  de  tropas  á  Melilla  para  de- 
fender nuestra  bandera  y  socorrer  á  los  combatientes.  Desde  el  1 1  de  Julio 
al  10  de  Agosto  se  han  enviado,  en  efecto,  varias  expediciones,  que,  al 
decir  de  una  comunicación  del  Ministro  de  la  Guerra,  «comprenden  en 
conjunto  una  fuerza  total  de  22.170  hombres  de  infantería,  1.000  de  caba- 
llería, 2.224  de  artillería,  674  de  ingenieros  zapadores,  400  telegrafistas, 
113  del  tren  de  aerostación  y  alumbrado  de  campaña,  111  de  ferrocarri- 


132  NOTICIAS    GENERALES 

les,  904  de  administración  militar  y  228  de  sanidad  militar,  que  suman 
27.598  hombres.  El  ganado  lo  componían  1.856  caballos,  265  muías  de  tiro 
y  2.749  mulos  de  carga,  que  suman  4.870.  Además  de  todo  el  material 
correspondiente  á  las  distintas  unidades  y  de  las  municiones  de  reserva, 
llevan  23  ametralladoras,  20  cañones  de  tiro  rápido  y  36  de  montaña,  que 
suman  56;  dos  globos,  uno  cometa  y  otro  esférico;  18  estaciones  ópticas, 
12  eléctricas,  ocho  telefónicas,  ocho  acústicas,  18  teléfonos  de  alta  voz 
y  128  kilómetros  de  cable,  seis  proyectores,  y  tiendas  de  campaña  para 
34.000  hombres.  Todo  esto  sobre  las  fuerzas  de  las  diversas  armas  y 
cuerpos,  material  y  servicios  de  la  guarnición  de  Melilla,  que  se  habían 
aumentado  en  el  interior».  «La  Compañía  Trasatlántica  ha  efectuado  los 
transportes  por  mar  con  toda  regularidad,  sin  que  haya  ocurrido  el 
menor  accidente,  y  llevando  en  litera  á  los  individuos  de  tropa.»— ¿í7 
redención  á  metálico,  se  ha  suspendido  por  real  decreto  mientras  dure 
la  campaña.  Han  sido  llamados  á  las  armas  los  excedentes  de  cupo  de 
1908.  Se  organiza  una  división  de  16.000  hombres,  que  otros  hacen  subir 
á  24.000  para  acudir  á  África  en  cuanto  sea  menester. 

La  Marina.Se  han  hecho  obras  de  dragado  en  la  Mar  Chica,  por 
efecto  de  las  cuales  se  ha  unido  ésta  con  el  Mediterráneo  por  la  Restinga 
hasta  nivelarse  las  aguas.  Se  establecerá  en  Mar  Chica  una  batería  flo- 
tante y  un  barco  aljibe.  La  escuadra  se  dividirá  en  dos  secciones:  una, 
á  las  órdenes  del  contralmirante  Sr.  Morgado,  estará  siempre  á  dis- 
posición del  general  Marina;  otra,  compuesta  de  seis  cañoneros,  re- 
primirá el  contrabando  desde  Cabo  Tres  Forcas  hasta  Tánger.  Que- 
darán siempre  dos  barcos  de  reserva. 

Voluntarios.  -  Hermosas  iniciativas  se  han  despertado  para  la  gue- 
rra. Varios  aristócratas  han  sentado  plaza  de  soldados.  El  bizarro  tenien- 
te de  navio  D.  Francisco  Arderíus  ha  solicitado  la  organización  de  un 
regimiento,  á  semejanza  de  los  «Rough  Riders»  ingleses.  Constará  de  750 
plazas:  500  para  aristócratas  jóvenes  que  contribuyan  individualmente 
con  5.000  pesetas  para  equipo,  armamento  y  otras  atenciones  de  cam- 
paña; 250  para  los  que  no  disponiendo  de  esa  cantidad  se  obliguen  á 
prestar  todos  los  servicios  mecánicos  de  esa  fuerza.  La  Diputación  de 
Vizcaya  ha  pedido  permiso  al  Ministro  de  la  Guerra  para  formar  una 
sección,  que  se  llamará  «Contraguerrilla  de  Vizcaya»,  compuesta  de  200 
hombres,  cuyo  equipo,  armamento  y  sueldos  pagará  el  erario  provin- 
cial. En  algunas  partes  se  han  presentado  varios  voluntarios  del 
pueblo. 

La  caridad  y  la  guerra.-Hsiy  verdadera  emulación  por  socorrer  á 
los  soldados  en  general  y  en  particular  á  los  heridos,  á  las  familias  de 
los  difuntos,  y  más  especialmente  á  los  reservistas.  Una  Junta  benéfica, 
presidida  por  la  reina  D.""  Victoria,  y  de  la  que  es  secretaria  la  Conde- 
sa del  Serrallo,  allega  recursos  para  socorrer  á  las  familias  de  los  sol- 
dados muertos  y  á  los  heridos.  Otra  Junta,  presidida  por  la  reina  doña 


NOTICIAS   GENERALES  133 

Cristina,  y  de  la  que  es  vicepresidenta  la  Marquesa  de  Squilache,  reúne 
fondos  á  favor  de  la  Cruz  Roja  y  de  los  reservistas.  El  Gobierno  ha 
concedido  cincuenta  céntimos  diarios  á  las  familias  de  los  reservistas.— 
El  clero  y  la  guerra.  El  clero  ha  demostrado  una  vez  más  su  patriotismo 
al  par  que  su  caridad.  Escojamos  algunas  muestras.  En  todas  las  diócesis 
se  reza  en  la  Misa  la  oración  pro  tempore  helli;  se  han  hecho  rogativas 
por  iniciativa  de  los  Prelados,  cosa  de  notar,  pues  el  Estado  no  se  ha 
encargado  esta  vez  de  pedir  oraciones;  el  Obispo  de  Málaga  ofreció  el 
Seminario  con  treinta  camas  para  otros  tantos  enfermos;  el  Arzobispo  de 
Sevilla,  el  Seminario  y  el  Palacio  Episcopal;  el  Cabildo  de  Málaga  comu- 
nicó al  Gobernador  militar  los  siguientes  acuerdos:  1.°,  encargarse  de  la 
asistencia  material  y  espiritual  de  los  heridos  y  enfermos;  2."",  ceder  el  10 
por  100  de  sus  haberes  á  los  reservistas  casados  y  con  hijos;  3.",  susti- 
tuir á  los  capellanes  castrenses  que  pasen  al  Ejército  de  operaciones. 
Los  PP.  jesuítas  de  la  misma  ciudad  han  cedido  su  Colegio  para  hospi- 
tal militar.  Los  sacerdotes  de  Madrid  han  ofrecido  su  hospital.  El  Arzo- 
bispo de  Zaragoza,  abrió  una  suscripción  á  que  ha  cooperado  con  entu- 
siasmo el  clero.  Los  capellanes  castrenses  de  Melilla  se  han  coronado 
de  gloria  en  la  famosa  jornada  del  27,  no  sólo  auxiliando  á  los  solda- 
dos espiritualmente,  sino  supliendo  á  los  oficiales  y  salvando  los  res- 
tos de  las  compañías. 

La  situación  de  Marruecos.—Vn  cambio  brusco,  muy  notable  en  las 
actuales  circunstancias,  ha  ocurrido  en  Marruecos.  Muley  Hafid,  cuyo 
reinado  parecía  estar  en  la  agonía,  revive  de  pronto  y  adquiere  recur- 
sos bastantes  para  derrotar  completamente  al  Rogui  el  16  de  Agosto, 
con  escarmiento  cruel  de  los  prisioneros.  Dícese  que  envía  una  comisión 
á  los  rífenos  para  obligarles  á  desistir  de  la  guerra  contra  España. 

El  prólogo  de  la  revolución  en  Cataluña. — Prólogo  fué  efectiva- 
mente el  que  se  escribió  en  Cataluña  durante  la  semana  trágica,  como  se 
llama  á  la  última  de  Julio;  prólogo  que,  si  Dios  no  lo  remedia  y  los  hombres 
no  escarmientan,  tendrá  más  tarde  su  confirmación  y  epílogo.  De  los  su- 
cesos de  Barcelona  se  habla  largamente  en  el  primer  artículo  de  fondo,  y 
lo  que  allí  se  dice  se  puede  repetir,  en  proporción,  de  muchos  pueblos  de 
Cataluña.  No  es  posible  enumerarlos  todos.  En  Sabadell  ardieron  el  Con- 
sistorio, la  iglesia  de  San  Félix,  con  la  rectoría,  y  el  convento  del  Sagrado 
Corazón.  En  Manresa  fué  apedreada,  saqueada  é  incendiada  la  Adminis- 
tración de  consumos  y  entregadas  á  las  llamas  las  casillas  del  ramo;  sa- 
queados é  incendiados  los  conventos  de  monjas  Capuchinas  y  de  Siervas 
del  Sagrado  Corazón  y  el  convento-colegio  de  San  Francisco  ó  de  la  En- 
señanza; alevosamente  asesinado  el  honrado  alcalde  de  barrio  D.Joaquín 
Cardona,  cuando  iba  á  reunirse  con  el  somatén.  En  Granollers  incen- 
diaron las  turbas  el  convento  é  iglesia  de  los  Menores  conventuales,  co- 
metiendo profanaciones  y  sacrilegios  imposibles  de  describir.  Como 
Viesen  el  día  siguiente  que  no  había  ardido  una  Virgen  de  Montserrat,  que 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  9* 


134  NOTICIAS    GENERALES 

en  el  altar  mayor  se  veneraba,  la  hicieron  añicos  y  arrojaron  al  fuego. 
En  San  Felíu  de  Guíxols,  en  Palamós,  en  Calonge,  en  San  Adrián  de 
Besos...  alumbraron  los  incendios  el  programa  de  civilización  y  cultura 
con  que  regenerará  á  España  la  república. 

Del  cúmulo  de  hechos  narrados  se  sacan  notas  bien  tristes.  El  des- 
amparo de  los  religiosos  ha  sido  grande;  en  algunas  partes  el  somatén,© 
el  vecindario  honrado,  se  opuso  á  los  sediciosos,  pero  en  otras  nadie  es- 
torbó sus  desafueros.  Hemos  visto  abajo  los  instintos  desatados  de  la  fiera 
azuzados  por  el  espíritu  satánico  de  los  directores;  más  arriba,  en  las  clases 
burguesas,  con  honrosas  excepciones,  la  apatía  y  el  miedo  durante  los  in- 
cendios, la  indiferencia  después,  cuando  no  la  malquerencia  del  egoísmo 
que  reniega  de  la  víctima  por  haber  sido  causa,  aunque  involuntaria,  de 
sobresalto:  manifestaciones  del  sanchopancismo  dominante  y  de  la  indi- 
ferencia religiosa  que,  descendiendo  de  las  alturas  de  la  política  sin  Dios, 
pasando  por  los  organismos  sociales,  termina  en  el  escepticismo  ener- 
vante y  egoísmo  feroz  de  los  individuos.  ¡Ay  de  los  pueblos  que,  re- 
pudiando el  reinado  de  Cristo,  escogen  como  única  norma  de  su  vida 
pública  un  pedazo  de  papel  llamado  Constitución^  fabricado  por  ese 
mentecato  anónimo  de  la  soberanía  popular! 

En  todos  los  pueblos  de  Cataluña  ha  andado  la  mano  del  lerrouxismo 
y  de  la  conjuración  judaico-masónica,  empeñada  en  descatolizar  y  arrui- 
nar á  España.  Sabido  es  que  la  masonería,  para  mejor  alcanzar  su  fin, 
prefiere  la  república,  contentándose  mientras  tanto  con  la  monarquía 
liberal  y  parlamentaria.  Lo  que  no  puede  tolerar  de  ningún  modo  es  la 
monarquía  tradicional,  con  su  espíritu  radicalmente  antiliberal  y  genuina- 
mente  católico. 

Muchas  han  sido  las  protestas,  entre  las  cuales  se  ha  de  mencionar  la 
del  Ayuntamiento  de  Barcelona,  que  no  quisieron  suscribir  los  lerrouxis- 
tas  por  no  ser  posible  apreciar  todavía  los  sucesos.  ¡Si  serán  escrupulo- 
sos los  muy  taimados!  Ciertos  periódicos  liberales  comienzan  á  desfigu- 
rar los  hechos,  á  escamotear  las  causas,  hasta  á  culpar  á  las  víctimas 
más  ó  menos  embozadamente.  Entre  las  declaraciones  hechas,  han  sido 
famosas  las  del  senador  por  Romanones  y  diputado  por  Lerroux,  Sol 
y  Ortega,  quien  no  sólo  atenúa,  sino  que  llega  casi  á  idealizar  los  incen- 
dios. Digno  colector  de  estos  desahogos  ha  sido  El  País. 

El  17  de  Agosto  se  levantó  en  Barcelona  el  estado  de  guerra,  mas  no 
se  restablecieron  las  garantías  constitucionales. 

II 

EXTRANJERO 

AMÉRICA.-  Méjico.  Horrendo  terremoto  ha  conmovido  á  Mé- 
jico Central  desde  el  Atlántico  al  Pacífico  en  una  extensión  de  1.000 


NOTICIAS    GENERALES  135 

millas  cuadradas.  Chalpancingo  ha  sido  destruido  y  Acapulco  parcial- 
mente arrasado. 

Colombia.— Ha  quedado  extinguido  el  movimiento  revolucionario, 
que  nunca  revistió  gran  importancia. 

Chile. — Por  oponerse  el  Presidente  á  la  prórroga  de  la  conversión 
metálica,  el  Gabinete  presentó  la  dimisión. 

EUROPA.  —  Portugal.  Mitin ,  tumultos  en  la  Cámara  y  otros  ex- 
cesos. Convocada  por  la  Junta  liberal  se  realizó  el  2  de  Agosto  una  ma- 
nifestación popular  con  el  fin  de  pedir  á  las  Cortes  la  expulsión  de  las 
Órdenes  religiosas.  Organizada  en  la  plaza  de  Camoens,  se  dirigió  al 
palacio  del  Congreso,  donde  entregó  al  Presidente,  Silva  Amado,  dos 
exposiciones.  Al  salir  de  dicha  plaza  eran  los  manifestantes  unos  12.000, 
según  la  cuenta  de  O  Portugal,  diario  católico;  bien  que  no  falta  perió- 
dico republicano  que,  poco  escrupuloso  con  los  ceros,  los  hace  ascender 
á  150.000.  Durante  el  trayecto  los  apóstoles  de  la  libertad  hacían  violen- 
cia á  los  tenderos  que  tenían  abiertas  las  tiendas,  obligándoles  á  cerrar- 
las en  señal  de  adhesión.  La  manifestación  tuvo  un  epílogo  escandalosí- 
simo en  la  Cámara,  á  mayor  gloria  del  sistema  parlamentario  y  honra 
de  los  republicanos,  los  cuales,  al  ser  rechazada  la  urgencia  de  una  pro- 
posición del  Sr.  Brito  Camacho,  promovieron  un  alboroto  tan  descomu- 
nal, con  vivas  desaforados  á  la  república,  coreados  en  las  tribunas  por 
ciudadanos  y  ciudadanas  de  la  futura  Jauja  republicana,  que  el  presi- 
dente hubo  de  suspender  la  sesión  y  la  fuerza  pública  desalojar  las  tri- 
bunas. Anudada  la  sesión  media  hora  después,  el  Sr.  Brito  Camacho 
pidió  la  urgencia  para  restablecer  la  legislación  contra  las  Órdenes  reli- 
giosas. Rechazada  la  proposición,  los  republicanos,  agitándose  cual 
energúmenos,  repitieron  el  escándalo  con  imprecaciones  furiosas,  gol- 
pes estrepitosos,  aullidos  y  aclamaciones  á  la  república,  contestadas 
por  los  monárquicos  con  vítores  á  la  monarquía;  hasta  que,  después  de 
bien  desgañitados  todos,  cerró  el  Presidente  de  golpe  y  porrazo  la 
sesión,  y  las  tribunas  fueron  otra  vez  despejadas  manu  militari,— Te- 
rremotos. En  la  región  de  Ribatejo  se  sucedieron  por  varios  días  sacu- 
didas sísmicas  acompañadas  de  fuertes  ruidos  subterráneos.  El  fenóme- 
no, que  se  registró  el  2  de  Agosto,  fué  de  tal  intensidad  que  los  habitan- 
tes de  muchas  poblaciones  abandonaron  sus  hogares  para  pasar  la  noche 
en  el  campo. 

Francia.— Lí7  papeleta  de  presencia.  Las  votaciones  del  Parlamento 
francés  solían  dar  unos  totales  de  400  á  500  votos.  Di j érase  que  los  di- 
putados tomaban  muy  á  pechos  el  oficio,  asistiendo  puntualmente  á  las 
sesiones,  cuando  menos  para  votar  en  pro  ó  en  contra.  Pues  no  había 
nada  de  eso.  Todo  ese  cúmulo  de  votos  no  era  más  que  obra  de  una 
veintena  de  jefes  que  por  tradición  antigua  votaban  por  sus  partidarios, 
mientras  éstos  pasaban  el  tiempo  donde  les  venía  en  gana.  Este  escán- 
dalo era  todavía  más  inaguantable  desde  que  los  padres  de  la  patria,  en 


136  NOTICIAS   GENERALES 

dos  sesiones  memorables,  se  adjudicaron  una  sinecura  de  15.000  francos 
anuales...  por  no  hacer  nada,  ni  siquiera  votar  personalmente.  Pero  si  tal 
expediente  reportaba  muchas  comodidades,  tampoco  dejaba  de  acarrear 
peligros,  como  sucedió  este  año  en  una  de  las  sesiones  en  que  se  aprobó 
un  voto  de  confianza  al  Ministerio.  El  día  siguiente  una  manga  de  dipu- 
tados, á  quienes  los  jefes  habían  hecho  votar  en  pro,  subieron  á  la  tri- 
buna para  manifestar  que  su  intención  hubiera  sido  votar  en  contra.  Era 
cuestión  que  interesaba  á  los  electores,  y  por  ende,  á  la  reelección  del 
diputado  que  los  representaba.  Bien  es  verdad  que  la  protesta  prepós- 
tera era  inútil,  con  lo  cual  podían  los  diputados  jugar  á  dos  manos,  dando 
satisfacción  al  Ministerio  con  el  voto  delegado  en  el  jefe  y  lisonjeando  á 
los  electores  con  la  tardía  protesta.  Las  protestas,  empero,  de  la  sesión 
mencionada  dieron  motivo  al  bonapartista  Lasies  para  proponer  que  en 
adelante  sólo  valiesen  los  votos  dados  en  persona.  Así  se  resolvió,  y 
aun  se  hizo  más.  En  lo  futuro,  los  diputados  han  de  firmar  una  papeleta 
de  presencia  al  principio  de  la  sesión,  «á  manera  de  malos  empleados 
incapaces  de  cumplir  con  su  deber  sin  la  amenaza  del  castigo»,  que  son 
palabras  de  L'Echo  de  París.  Ni  el  descrédito  del  Parlamento  pudo  subir 
á  más,  ni  el  crédito  de  los  diputados  bajar  á  menos.  La  proposición  de 
Lasies  contribuyó  á  la  caída  de  Clémenceau,  quien  se  vio  acorralado  por 
Delcassé  cuando  se  hallaban  ausentes  muchos  amigos,  cuyos  votos,  apro- 
vechados por  los  jefes,  le  hubieran  sacado  á  paz  y  salvo,  si  hubiese  con- 
tinuado la  antigua  corruptela. 

Clémenceau  derrotado.  —  Su  caída  le  vino  á  Clémenceau  como  suele 
venir  la  muerte,  de  improviso;  pero,  más  que  morir  á  manos  del  adversa- 
rio, se  suicidó  con  su  ciega  soberbia  é  intemperancia.  Continuaba  el  de- 
bate acerca  de  la  Marina;  iba  ya  á  concluir,  saliendo  Clémenceau  una 
vez  más  á  flote  é  indemne.  Pero  Delcassé,  presidente  de  la  Comisión 
investigadora,  le  seguía  los  alcances,  ansioso  de  vengar  antiguos  agra- 
vios. Tomando  pie  de  la  anarquía  en  la  Marina,  descargó  golpe  tras 
golpe  contra  Clémenceau,  quien,  saliendo  de  estampía,  disparó  ciego  de 
cólera  contra  su  rival,  con  tan  mala  fortuna  que,  errando  el  tiro,  en  vez 
de  dar  en  Delcassé,  hirió  á  los  diputados  y  al  amor  propio  nacional,  ca- 
lificando el  Acta  de  Algeciras  de  la  mayor  humillación  de  Francia. 
Pronto  hubo  de  ver  en  la  votación  adversa  de  una  proposición  ó  voto  de 
confianza  cuánto  importa  á  los  hombres  públicos  tener  frenillo  en  la  len- 
gua. Los  mismos  que  pocos  días  antes  le  habían  manifestado  su  adhe- 
sión, le  acompañaron  ahora  con  silbidos  al  salirse  del  salón  para  presen- 
tar incontinenti  á  Fallieres  la  dimisión  del  Ministerio.  —  Un  socialista 
Presidente  del  Consejo.  La  herencia  del  Gobierno  ha  pasado  á  manos  de 
un  sucesor  digno  de  Clémenceau.  Todos  saben— dice  L'Univers— que  la 
persona  de  Clémenceau,  comparada  con  la  de  Briand,  puede  considerarse 
cual  la  de  un  santito.  Como  político,  Briand  fué  representación  del  anti- 
militarismo, de  la  anarquía,  de  rabioso  anticlericalismo.  En  el  poder  fué  el 


NOTICIAS    GENERALES  137 

más  enconado  y  metódico  perseguidor  de  la  Iglesia,  autor  de  la  odiosa 
ley  de  separación  y  de  tantas  otras  providencias  arbitrarias  y  tiránicas. 
Del  Ministerio  de  Clémenceau  se  conservan  en  el  nuevo  seis  ministros, 
entre  los  cuales  se  halla  Viviani,  aquel  socialista  que  se  gloriaba  de 
«haber  apagado  las  estrellas».  Los  nombres  de  los  entrantes  son  significa- 
tivos: Millerand,  socialista;  Juan  Dupuy,  antiguo  director  de  un  periódico 
cuya  única  razón  de  ser  ha  sido  siempre  arrastrar  cada  día  por  el  lodo 
una  nueva  sotana,  como  si  dijéramos  EL  País,  de  Madrid.  Tres  golpes 
hábiles  ha  dado  Briand  ó  los  directores  judío-masónicos  que  se  lo  hayan 
inspirado.  Para  adormecer  á  los  capitalistas  ha  nombrado  ministro  de 
Hacienda  á  Cochery,  el  adversario  más  declarado  del  impuesto  sobre  la 
renta  que  tanto  turbaba  á  los  pudientes.  Para  halagar  á  los  patriotas  ha 
roto  con  la  costumbre  de  entregar  á  hombres  civiles  las  carteras  de  Gue- 
rra y  Marina.  Como  si  quisiese  trabajar  de  veras  en  la  defensa  naval,  ha 
nombrado  ministro  de  Marina  al  almirante  Boué  de  Lapeyréce,  y  con  el 
nombramiento  del  general  Brun  para  el  ministerio  de  la  Guerra  parece 
asegurar  á  los  que  ven  con  espanto  los  progresos  del  antimilitarismo.  Lo 
malo  es  que  el  general  Brun  fué  el  organizador  de  las  Mutualidades  de 
regimiento,  añagaza  con  que  todos  los  soldados  son  afiliados  á  la  maso- 
nería. Con  el  flamante  Ministerio  presentóse  Briand  á  la  Cámara,  donde 
con  frases  melosas,  vagas,  ondeantes,  predicó  armonía  y  paz,  mas  para 
el  bloc.  Esto  no  obstante,  no  han  faltado  los  eternos  candidos,  aun  entre 
los  católicos,  dispuestos  á  una  expectación  benévola. 

Inglaterra.'  'Nuevos  acorazados.  El  26  de  Julio  declaró  el  ministro 
de  Marina  en  la  Cámara  de  los  Comunes  que  el  Gobierno  había  acordado 
la  construcción  de  cuatro  grandes  acorazados  complementarios,  de  tipo 
nuevo,  más  potente  que  el  Dreadnought.  El  armamento  principal  estará 
formado  por  cañones  de  34,2  centímetros;  en  velocidad  y  blindaje  serán 
superiores  á  todos  los  acorazados  construidos  y  proyectados  hasta  el 
presente.  El  programa  ordinario  de  nuevas  construcciones  para  1910 
consignará  seis  acorazados,  que  con  los  cuatro  complementarios  se- 
rán 10. 

Alemania.— Espléndida  manifestación  de  fe  y  de  amor  á  la  Euca- 
ristía dio  el  Congreso  euciristico  de  Colonia,  comenzado  el  4  de  Agos- 
to y  al  cual  han  asistido  muchos  españoles  presididos  por  el  Obispo  de 
Pamplona.  Concurrieron  á  la  procesión  de  clausura  4  Cardenales,  43 
Arzobispos  y  Obispos  y  más  de  40.000  personas. 

Creta.— La  cuestión  cretense  trae  al  retortero  á  las  potencias  inte- 
resadas. Notas  cambiadas  entre  Grecia  y  Turquía,  aquélla  humillán- 
dose y  ésta  mostrándose  cada  vez  más  fiera  y  belicosa;  obstinación 
de  los  cretenses  en  mantener  la  bandera  griega  en  la  Canea;  solicitud 
de  las  potencias  para  evitar  el  conflicto  armado:  todo  ha  parado  hasta 
ahora  en  que  el  18  las  compañías  de  desembarco  de  las  divisiones  nava- 
les bajaron  á  tierra,  derribaron  la  bandera  de  un  disparo  de  fusil,  y  de- 


13S  VARIEDADES 

jando  un  destacamento  donde  antes  ondeaba  la  bandera  helénica,  se 
volvieron  á  sus  barcos  respectivos. 

ASIA.— Japón.  So  pretexto  de  mejorar  una  insignificante  vía  férrea, 
casi  un  tranvía,  desde  Antung  á  Mukden  pretende  el  Japón  establecer 
en  Mandchuria,  tierra  china,  un  cuerpo  de  ocupación  militar  fuerte,  por 
lo  menos,  de  4.000  hombres.  La  China,  ha  tenido  que  ceder  á  las  refor- 
mas proyectadas;  pero  declara  que  no  tolerará  el  envío  de  nuevas  tro- 
pas japonesas. 

N.    NOGUER. 


VARIEDADES 


ooivEisioisr   ^i:bil.ioj^. 


Del  carácter  histórico  de  los  tres  primeros  capítulos  del  Génesis: 

I.  Utrum  varia  systemata  exegetica,  quae  ad  excludendum  sensum 
litteralem  historicum  trium  priorum  capitum  libri  Céneseos  excogitata  et 
scientiae  fuco  propúgnala  sunt,  solido  fundamento  fulciantur? 

Resp.  Negative. 

II.  Utrum  non  obstantibus  Índole  et  forma  histórica  libri  Céneseos, 
peculiari  trium  priorum  capitum  inter  se  et  cum  sequentibus  capitibus 
nexu,  multiplici  testimonio  Scripturarum  tum  Novi  Testamenti,  uná- 
nime fere  sanctorum  Patrum  sententia  ac  traditionali  sensu,  quem,  ab 
israelítico  etiam  populo  transmissum,  semper  tenuit  Ecclesia,  doceri  pos- 
sit,  praedicta  tria  capita  Céneseos  continere  non  rerum  veré  gestarum 
narrationes,  quae  scilicet  obiectivae  realitati  et  historicae  veritati  res- 
pondeant;  sed  vel  fabulosa  ex  veterum  populorum  mythologiis  et  cosmo- 
goniis  deprompta  et  ab  auctore  sacro,  expurgato  quovís  polytheismi 
errore,  doctrínae  monotheisticae  accommodata;  vel  allegorias  et  sym- 
bola,  fundamento  obiectivae  realitatis  destituta,  sub  historiae  specie  ab 
religiosas  et  philosophicas  veritates  inculcandas  proposita;  vel  tándem 
legendas  ex  parte  históricas  et  ex  parte  fictitias  ad  animorum  ínstructio- 
nem  et  aedificationem  libere  compositas? 

Resp.  Negative  ad  utramque  partem. 

III.  Utrum  speciatim  sensus  litteralis  historicus  vocari  in  dubium  pos- 
sit,  ubi  agitur  de  factis  in  eisdem  capitibus  enarratis,  quae  cristianae  relí- 
gionis  fundamenta  attingunt:  uti  sunt,  inter  caetera,  rerum  universarum 


VARIEDADES  139 

creatio  a  Deo  facta  in  initio  temporis;  peculiaris  creatio  hominis;  forma- 
tio  primae  muüeris  ex  primo  homine;  generis  humani  unitas;  originaüs 
protoparentum  felicitas  in  statu  iustitiae,  integritatis  et  immortalitatis; 
praeceptum  a  Deo  homini  datum  ad  eius  obedientiam  probandam;  divini 
praecepti,  diabolo  sub  serpentis  specie  suasore,  transgressio;  protopa- 
rentum deiectio  ab  illo  primaevo  innocentiae  statu;  nec  non  Reparatoris 
futuri  promissio? 
Resp.  Negative. 

IV.  Utrum  in  interpretandis  illis  iiorum  capitum  locis,  quos  Patres  et 
Doctores  diverso  modo  intellexerunt,  quin  certi  quidpiam  definitique  tra- 
diderint,  liceat,  salvo  Ecclesiae  indicio  servataque  fidei  analogia,  eam 
quam  quisque  prudenter  probaverit,  sequi  tuerique  sententiam? 

Resp.  Affirmative. 

V.  Utrum  omhia  et  singula  verba  videlicet  et  phrases,  quae  in  prae- 
dictis  capitibus  occurrunt,  semper  et  necessario  accipienda  sint  sensu 
proprio,  ita  ut  ab  eo  discedere  numquam  liceat,  etiam  cum  locutiones 
ipsae  manifestó  appareant  improprie,  seu  metaphorice  vel  anthropomor- 
phice  usurpatae,  et  sensum  proprium  vel  ratio  tenere  prohibeat  vel  ne- 
cessitas  cogat  dimittere? 

Resp.  Negative. 

VI.  Utrum,  praesupposito  litterali  et  histórico  sensu,  nonnullorum 
locorum  eorumdem  capitum  interpretatio  allegorica  et  prophetica,  prae- 
fulgente  sanctorum  Patrum  et  Ecclesiae  ipsius  exemplo,  adliiberisapien- 
ter  et  utiliter  possit? 

Resp.  Affirmative. 

VII.  Utrum,  cum  in  conscribendo  primo  Céneseos  capite  non  fuerit 
sacri  auctoris  mens  intimam  adspectabilium  rerum  constitutionem  ordi- 
nemque  creationis  completum  scientifico  more  docere;  sed  potius  suae 
genti  tradere  notitiam  popularem,  prout  communis  sermo  per  ea  ferebat 
témpora,  sensibus  et  captui  hominum  accommodatam,  sit  in  horum  inter- 
pretatione  adamussim  semperque  investiganda  scientifici  sermonis  pro- 
prietas? 

Resp.  Negative. 

VIII.  Utrum  in  illa  sex  dierum  denominatione  atque  distinctione,  de 
quibus  in  Céneseos  capite  primo,  sumi  possit  vox  Yóm  (dies),  sive  sensu 
proprio  pro  die  naturali,  sive  sensu  improprio  pro  quodam  temporis 
spatio,  deque  huiusmodi  quaestione  libere  inter  exegetas  disceptare  li- 
ceat? 

Resp.  Affirmative. 

Die  autem  30  lunii  anni  1909,  in  audientia  ambobus  Rmis.  Consulto- 
ribus  ab  actis  benigne  concessa,  Sanctissimus  praedicta  responsa  rata 
habuit  ac  publici  iuris  fieri  mandavit. 

Romae,  die  30  lunii  1909.  -Fulcranus  Viqouroux,  P.  S.  5.— Lauren- 
tiusJanssens,  o.  S.  B. 


OBRAS  RECIBIDAS  EN  LA  REDACCIÓN 


AiTA  Agustín  Cardaberaz.  Jaincoaren 
serbitzari  audiaren  Berri  Laburrac— Du- 
rango,  N.  F.  Elosu. 

Almanaque  de  la  Familia  Cristiana 
PARA  1910.— Benziger  &  C^,  Einsiedeln. 

Alocución  pastoral  sobre  los  sucesos 
DE  Melilla,  por  el  Sr.  Obispo  de  Máfaga. 

Asuntos  económicos  y  fiscales.  J.  M.  Ri- 
vas  Groot.— Bogotá. 

IIibliophoros.  Vol.  I.  Fase.  IV.  -M.  Bret- 
schneider,  Librarius,  Romae. 

Biblioteca  bibliográfico-auoustiniana 
del  Colegio  de  Valladolid,  ordenada  por 
el  P.  A.  Blanco.— Tipografía  de  Cuesta. 

Caja  dotal  para  las  Escuelas  domini- 
cales. P.  O,  Gil.— Madrid. 

Crónica  del  Congreso  Nacional  de 
HuRDANÓFiLos.— Plasencia,  14  y  15  de  Ju- 
nio de  1908. 

El  deber  de  los  católicos  en  política. 
D.  B.  de  la  Cruz.  0,45  francos.— B.  Her- 
der,  Friburgo. 

Fortschritte  in  der  Loreto-Kunde, 
von  G.  Kresser.— Linz. 

Historia  de  la  Pasión  de  Jesucristo. 
M.  Mir,  presbítero.  Tercera  edición,  7  fran- 
cos.—B.  Herder,  Friburgo. 

JosECHO.  Echeita-Tar  José  Manuel-Ek. 
Biskai-ko  euskeraz  iratziriko.  Irakurgeya, 
— Durango,  N.  Elosu. 

■-.A  Adoración  Nocturna,  por  D.  A.  de 
la  Cuesta.  25  céntimos.~F.  Elosu,  Durango. 

La  Comunión  cotidiana,  por  el  P.  R.  Vi- 
lariño,  S.  J.— La  Editorial,  Zaragoza. 

La  Inmaculada  en  Lourdes,  por  don 
B  Florit.— Madrid,  1909, 

Las  Musas  delante  de  Jesús,  por  J.  de 
Frezáis.— Roma. 


Les  premieres  pages  du  Pontificat  du 
Pape  Pie  IX.  P.  R.  Ballerini,  S.  J.— 
M.  Bretschneider,  éditeur,  Rome. 

Los  últimos  Sacramentos,  por  don 
R.  Fernández.  Novena  edición.— F.  Elosu, 
Durango. 

Manual  del  Catequista.  Segunda  edi- 
ción. 2  francos.— B.  Herder. 

Meditationum  et  c  o  n  t  e  m  p  l  a  t  i  o  n  u  m 
S.  Ignatii  de  Loyola  Puncta.  F.  de  Hum- 
melauer,  S.  J.  4,25  francos.— B.  Herder,  Fri- 
burgo. 

Memorias  de  la  Real  Academia  de  Cien- 
cias Y  Artes  de  Barcelona.  Volumen  Vil, 
números  16  y  17.  Volumen  VIII,  núme- 
ros 1-3. 

Monografía  de  la  Sociedad  Altos 
Hornos  de  Vizcaya  de  Bilbao.  1909. 

ÜOBLE,  militar  Y  MENDIGO,  por  cl  Pa- 
dre Marci.  Númcro  182  de  Lecturas  Cató- 
licas.--Libreña  Salesiana,  Sarria-Barce- 
lona. 

Nuevo  hospital  de  Basurto.  Su  histo- 
ria.—Bilbao. 

■■anegíricos  sagrados,  del  P.  Pablo 
Señeri.  Traducción  española. — A.  C.  Vi- 
llar, editor,  Madrid. 

Précis  de  Psychologie,  par  W.  James; 
traduit  par  E.  Bandín  et  G.  Bertier.  10  fr.— 
M.  Riviére,  éditeur,  París. 

Ííeminario  de  Granada.  Curso  periodís- 
tico de  1908-1909. 

Storia  della  Compagnia  di  Gesú  in  Ita- 
lia. P.  P.  Tacchi  Venturi,  S.  J.  Vol.  I,  15 
1.— Roma-Milano,  A.  Segati  &  C. 

Teatro  y  moralidad.  J.  M.  de  Echáva- 
rri.— Valladolid. 


Colecciones  completas 

de  t^fíZÓfi  V  FE 

Desde  Septiembre  de  1901  á  fin  de  Agosto  1909,  van  publicados 
XXIV  tomos  de  556  páginas  cada  uno.  Los  pocos  ejemplares  completos 
que  quedan  los  ofrecemos  al  precio  de  140  pesetas  en  España  y  170 
^n  el  extranjero,  franco  de  porte. 


NUESTRA  PETICIÓN 


«Es  preciso  castigar  la  propaganda  por  la  idea  para  no  tener  que 
castigar  tardíamente  la  propaganda  por  el  hecho.  No  se  podrá  detener 
los  brazos  que  ejecutan,  si  se  deja  libres  á  las  cabezas  que  ordenan,  di- 
rigen y  mandan.»  Así  se  expresan  los  venerables  Prelados  de  la  provin- 
cia eclesiástica  de  Burgos  en  su  protesta  por  los  sucesos  de  Barcelona  al 
Excmo.  Sr.  Presidente  del  Consejo  de  Ministros.  Y  por  eso  «acudimos 
hoy  respetuosamente,  dicen,  á  V.  E.  suplicándole  que,  á  fin  de  que  el  or- 
den social,  cuya  defensa  le  está  encomendada,  no  se  perturbe  y  los  de- 
rechos de  los  ciudadanos  estén  sólidamente  garantidos,  se  adopten  las 
medidas  necesarias  para  que  la  prensa  no  abuse  de  su  poder,  convir- 
tiéndose en  instrumento,  el  más  eficaz,  de  difamaciones  y  de  motines  y 
sediciones». 

Movidos  por  tan  noble  ejemplo  y  del  dado  asimismo  por  los  Señores 
Obispos  de  otras  provincias  eclesiásticas  y  por  varias  entidades,  publi- 
caciones y  asociaciones  católicas,  nos  dirigimos  á  las  mismas  Cortes, 
donde  se  ha  de  tratar  el  asunto,  y  ojalá  lo  hagan  otros  muchos,  pidiendo 
una  ley  represiva  de  la  propaganda  antisocial  y  antirreligiosa.  Y  con 
tanta  mayor  razón  lo  hacemos,  cuanto  que  da  pie  para  reclamarla  la 
misma  Constitución  del  Estado,  la  cual,  al  otorgar  á  todo  español  «el 
derecho  de  emitir  libremente  sus  ideas,  ya  de  palabra  ya  por  escrito» 
(art.  13),  exige,  para  este  y  para  los  otros  derechos  individuales,  que  se 
ejercite  «sin  menoscabo  de  los  derechos  de  la  nación,  ni  de  los  atributos 
esenciales  del  poder  público»  (art.  14). 

I 

Pero  es  indispensable  repetirlo  y  dejarlo  aquí  bien  asentado:  para 
que  la  ley  represiva  satisfaga  las  exigencias  apremiantes  y  sentidas  del 
orden  social,  es  menester  que  comprenda,  además  de  la  propaganda  di- 
rectamente antisocial,  la  propaganda  irreligiosa  é  impía.  Ya  lo  hemos 
visto  en  Barcelona:  los  enemigos  de  la  sociedad  lo  son  ante  todo  de  la 
Religión,  y  no  creen  poder  destruir  los  fundamentos  sociales  sin  echar 
antes  por  tierra  los  religiosos.  De  aquí  su  odio  preferente,  su  encarniza- 
miento privilegiado  contra  las  iglesias  y  los  conventos  y  contra  todo  lo 
que  lleva  el  sello  de  la  cruz,  aunque  sea  para  derramar  con  la  caridad 
por  ella  infundida  toda  suerte  de  beneficios  de  alma  y  cuerpo  sobre  la 
misma  clase  proletaria.  De  aquí  también  que  los  maestros  y  jefes  de  la 

RAZÓN   Y  FE,  TOMO  XXVI  10 


142  NUESTRA   PETICIÓN 

revolución  social  encuentren  en  las  ideas  religiosas  su  mayor  obstáculo 
para  ganar  en  la  clase  ínfima  de  la  sociedad  prosélitos,  que  luego  hayan 
de  lanzar  á  la  calle  como  fieras  para  el  incendio  y  la  rapiña,  y  exponer- 
los como  ánima  vil,  y  á  veces  casi  inconsciente,  á  las  balas  de  los  mausers. 
Por  esto  trabajan  y  se  desviven  para  arrancar  la  fe  á  la  masa  del  pueblo 
con  la  propaganda  activa  de  mentiras  y  patrañas  contra  la  Iglesia  y  sus 
ministros,  contra  los  religiosos  y  religiosas  y  contra  todo  lo  que  suena 
á  Dios  y  al  alma  inmortal.  Primero  incrédulos  y  ateos,  y  luego  revolu- 
cionarios. Este  es  el  plan.  «No  sabíamos  que  hubiese  esto  aquí»,  dijeron 
en  Barcelona  unos  miserables,  que  asaltaron  un  asilo  de  niños  escrofulo- 
sos, dirigido  por  los  Hermanos  de  San  Juan  de  Dios,  y  no  pudieron  menos 
de  conmoverse,  á  pesar  de  su  fiereza,  al  ver  el  espectáculo  de  aquellos 
niños  desgraciados.  ¿Qué  habíais  de  saber,  infelices,  si  los  maestros  á 
quienes  oís,  os  llenan  la  cabeza  de  mentiras,  y  los  papeles  que  leéis  y  de 
que  os  saturáis,  os  revuelven  los  sesos  con  ideas  y  embustes  que  os  llevan 
hasta  el  delirio?  El  hombre  que  no  cree  en  un  Dios  vengador,  el  hombre 
para  quien  el  alma  muere  con  el  cuerpo,  reduciéndose  á  la  nada,  que  no 
tiene,  por  lo  tanto,  un  cielo  que  esperar  ni  un  infierno  que  temer,  es  ma- 
teria dispuesta  para  el  vicio  y  el  crimen,  si  es  que  de  ellos  espera  alguna 
ventaja,  riqueza  ó  placer  sin  temor  de  la  justicia  humana;  y  se  dejará 
llevar  fácilmente  á  todos  los  desmanes  y  á  todas  las  revoluciones  por  los 
que  le  prometen  un  paraíso  en  la  tierra,  en  cambio  de  la  pobreza  en  que 
gime  y  del  trabajo  con  que  tiene  que  ganar  el  pan.  La  Religión  es  el  ante- 
mural de  la  sociedad.  Y  siendo  así,  ¿cómo  es  posible  que  puedan  estar 
tranquilos  los  ciudadanos,  aun  suponiendo  que  se  reprima  la  propaganda 
abiertamente  antisocial,  si  al  mismo  tiempo  se  deja  impune  la  propa- 
ganda contra  la  Religión?  Y  no  importa  que  se  la  ataque  de  una  manera 
aparentemente  razonada  y  con  aire  de  serena  imparcialidad,  sin  el  acom- 
pañamiento de  burlas  y  ultrajes,  que  suele  ser  ordinario.  Porque  de 
cualquiera  que  se  haga,  el  efecto  de  la  propaganda  irreligiosa  siempre 
es  el  amortiguar,  cuando  no  matar  del  todo,  las  creencias,  sobre  todo  en 
la  clase  del  pueblo  ignorante,  y  á  veces  con  mayor  eficacia  cuando  se 
usa  de  una  moderación  aparente;  con  lo  cual— ya  lo  hemos  dicho— se 
echa  por  tierra  el  principal  valladar  que  hay  contra  la  disolución  de  las 
costumbres  y  la  revolución  social.  Aquí  también,  cuanto  haga  el  Gobierno 
en  ese  sentido,  tiene  su  apoyo  en  la  Constitución,  contra  cuyo  artículo  11 
va  la  propaganda  irreligiosa,  según  lo  hicimos  ver  en  otra  parte  (1). 

No  hacen  falta  otros  razonamientos  donde  tan  alto  habla  el  recuerdo 
y  la  impresión  dejada  en  los  ánimos  por  hechos  tan  horribles  y  brutales, 
que  están  íntimamente  relacionados  en  la  conciencia  de  todos  con  la 
propaganda  de  las  sociedades  y  de  las  reuniones  revolucionarias,  de  es- 


(1)    «La  punibilidad  de  las  ideas»,  sección  2.^  cap.  VI,  art.  2.°,  y  véase  «Reclamacio- 
nes legales»,  por  el  P.  Villada,  cap.  IV,  segunda  sobre  la  propaganda  religiosa. 


NUESTRA   PETICIÓN  143 

cuelas  tales  como  la  Moderna  de  Barcelona  y  sus  afines,  de  la  prensa  en 
folletos  y  periódicos  y  en  libros  tales,  por  no  citar  otros  como  los  textos 
<le  la  misma  Escuela  Moderna.  Hasta  en  representaciones  como  la  Elec- 
tra,  se  ha  excitado  al  incendio  de  los  conventos,  diciendo:  «Hay  que  pegar 
fuego  á  esta  casa»,  y  la  casa  era  un  convento.  Y  ¡todo  esto  se  ha  tolera- 
do! Y  ¡todavía  hay  quien  diga  que  para  remediar  lo  de  Barcelona  no  hay 
sistema  como  el  régimen  de  libertad!  Pues  ¿qué  había  de  suceder  sino  lo 
que  ha  sucedido?  En  el  artículo  publicado  el  mes  último  en  esta  revista 
por  el  P.  Ruiz  Amado  pueden  verse,  entre  otras  consideraciones,  las  exci- 
taciones de  El  Diluvio  y  El  Progreso,  este  último  órgano  de  Lerroux,  el  25 
de  Julio  de  este  año,  es  decir,  la  víspera  del  comienzo  de  los  atentados. 

«Desde  el  Evangelio  hasta  el  Contrato  social,  dice  Bonald,  todas  las 
revoluciones,  que  han  cambiado  en  bien  ó  en  mal  el  estado  general  de 
Ja  sociedad,  no  han  tenido  otra  causa  que  la  manifestación  de  grandes 
verdades  ó  la  propagación  de  grandes  errores»  (1).  Y  podemos  añadir 
que  desde  el  Contrato  social  se  ha  visto  y  estamos  viendo  ahora  lo 
mismo  con  la  propaganda  republicana,  socialista  y  anarquista.  Y  siem- 
pre sucederá  así,  porque  siendo  el  hombre  al  cabo  un  ser  racional,  y  aun 
teniendo  en  cuenta  todas  las  deficiencias  y  excepciones  nacidas  de  la 
libertad,  la  regla  general  siempre  será  que  se  guíe  por  la  razón  para  el 
bien  ó  para  el  mal,  según  la  ilumine  la  verdad  ó  la  ofusque  el  error;  y  lo 
que  se  dice  de  los  individuos  se  debe  decir  aun  con  mayor  motivo  de 
las  colectividades. 

Se  han  sembrado  las  semillas  de  la  irreligión  y  del  ateísmo;  se  ha 
logrado  obscurecer  en  las  inteligencias  del  pueblo  las  verdades  más 
fundamentales  del  orden  moral  y  social,  se  han  excitado  todas  sus  con- 
cupiscencias y  todos  sus  odios  contra  los  religiosos  y  los  sacerdotes, 
contra  las  autoridades  y  los  capitalistas,  contra  todo  lo  que  signifique 
algo  en  la  sociedad;  ¿qué  extraño  es  que  de.  ese  caos  revuelto  de  todos 
los  errores  y  de  ese  hervidero  de  todas  las  malas  pasiones  salgan  luego 
toda  clase  de  desmanes,  las  violaciones  sacrilegas  de  las  personas  y  de 
las  cosas  sagradas,  los  asesinatos  y  los  incendios,  los  robos  y  los 
saqueos? 

Y  si  esta  vez  no  se  ha  ido  contra  los  poseedores  del  capital,  no  ha 
sido  más  que  por  una  táctica  diabólica  para  así  adormecerlos  cal- 
mando sus  alarmas  y  temores;  mas  ¡ay  de  ellos  si  se  duermen  en  una 
estúpida  apatía  é  indiferencia!  Porque  los  que  hoy  incendian  los  tem- 
plos, mañana  incendiarán  sus  fábricas  y  establecimientos  y  palacios, 
envolviendo  en  un  odio  común  á  la  Iglesia  y  á  los  ricos,  tanto,  que  una 
de  las  razones  porque  los  proletarios  seducidos  aborrecen  á  la  Iglesia, 
es  porque  dicen  que  ampara  á  los  ricos.  Y  después  de  todo— lo  que  ellos 
dirán,— ¿qué  sacamos  con  reducir  á  pavesas  unas  cuantas  iglesias  y  con- 


(1)    Théorie  du  pouvoir  poUtique  et  religieux,  Paris,  1843, 1,  pág.  5. 


144  NUESTRA   PETICIÓN 

ventos,  si  con  eso  no  mejoramos  nuestra  suerte,  ni  se  disminuye  en  un 
adarme  nuestra  miseria,  y  si,  mientras  nosotros  carecemos  de  lo  necesa- 
rio, vemos  á  nuestro  lado  á  los  ricos  abundar  en  todo  á  costa  de  nues- 
tros sudores,  provocando  nuestra  vida  de  malestar  y  privaciones  con  el 
espectáculo  de  su  lujo  y  de  sus  delicias?  En  una  de  las  circulares  ocupa- 
das á  Ferrer  (véase  La  Época  12  de  Septiembre)  se  dice:  «El  militarismo 
y  el  clericalismo  son  los  verdugos  de  los  hombres...  Acabemos  con  los 
brazos,  que  luego  será  fácil  decapitar  al  monstruo.» 

Se  ha  dicho,  como  para  excusar  ó  atenuar  la  gravedad  y  trascenden- 
cia de  los  hechos  criminales,  que  no  ha  sido  todo  ello  más  que  una  ma- 
nifestación anticlerical.  Si  así  es— respondemos,— eso  nos  da  una  medida 
y  norma  para  saber  lo  que  es  el  anticlericalismo;  pero,  ¡cuidado,  mucha 
cuenta!,  porque  esos  enemigos  de  curas  y  frailes,  lo  son  también  encar- 
nizados de  todas  las  clases  sociales,  fuera  del  proletariado,  y,  por  lo 
tanto,  de  la  vuestra ,  á  que  pertenecéis  vosotros  los  intelectuales^  que 
hacéis  ahora  el  oficio  de  encubridores.  Es  lo  que  les  habéis  enseñado,  y 
en  prueba  de  ello  aun  se  han  recordado  con  esta  ocasión  ciertas  palabras 
de  Lerroux,  que  le  muestran  tan  enemigo  de  toda  la  organización  social 
actual,  y  en  las  que  excita  abiertamente  á  la  destrucción  de  la  propiedad. 

Y  esto  basta  hoy  por  toda  razón  para  que  la  autoridad  tome  á  pechos 
y  como  cosa  la  más  apremiante  la  represión  de  la  propaganda  irreligiosa 
y  antisocial;  la  luz  de  los  incendios,  ó  sea  la  influencia  de  tal  propaganda 
en  los  desórdenes  sociales  que  lamentamos. 

No  hacen  falta  más  razones,  que  si  necesario  fuera,  no  sería  difícil 
encontrarlas  en  contra  de  una  libertad  tan  absurda  como  es  la  libertad 
ilimitada  para  la  emisión  del  pensamiento,  ya  sea  de  palabra  ó  por  me- 
dio de  la  imprenta.  Mirando  de  frente  y  sin  temor  una  libertad  hoy  tan 
acatada  y  casi  adorada  como  si  fuese  un  ídolo,  veríamos  que  no  es  sino 
un  ídolo  despreciable,  que  no  es  una  libertad  sagrada  é  intangible,  sino 
que,  lejos  de  esto,  es  una  libertad  justiciable  y  punible,  cuando  lanza  al 
público  ciertas  ideas.  Y  esto,  no  sólo  por  su  complicidad  en  el  delito 
cuando  ha  sido  impulsora  de  consecuencias  materiales  tan  abiertamente 
criminales  como  las  que  hemos  visto,  sino  en  sí  misma,  por  lo  que  en  sí 
tiene  de  culpable  y  antisocial  en  el  hecho  mismo  de  propagar  ideas  que 
perturban  el  orden  social  en  lo  que  éste  tiene  de  más  valioso  y  elevado, 
que  es  su  elemento  intelectual  y  moral.  Bastaríanos  para  ello  extractar 
algo  de  lo  que  hemos  publicado  sobre  este  asunto,  que  ya  no  es  poco, 
dentro  y  fuera  de  esta  revista  (1). 

Durante  los  años  que  llevamos  dedicados  á  este  estudio  hemos  po- 


(1)  «Punibilidad  de  las  ideas»,  sección  primera,  parte  general.  «La  propaganda  anar- 
quista ante  el  Derecho»,  y  los  artículos  de  Razón  y  Fe,  Octubre  y  Diciembre  de  1908,  Fe- 
brero y  Abril  de  1909.  Pueden  verse  también  los  artículos  sobre  «La  libertad  de  im- 
prenta y  la  legalidad  vigente  de  España»,  Razón  y  Fe,  1904,  Enero... 


NUESTRA    PETICIÓN  145 

dido  observar  que  los  partidarios  de  la  libertad  del  pensamiento  no  se 
dignan  de  ordinario  presentar  razones  que  la  abonen,  sino  que  se  con- 
tentan con  afirmaciones  gratuitas  ó  con  frases  declamatorias:  ¡La  libertad 
del  pensamiento!  ¡Oh!  ¡La  libertad  de  la  prensa!  La  libertad  del  pensa- 
miento y  de  la  imprenta,  su  órgano  principal,  es  un  derecho  innato  é 
inalienable,  es  una  libertad  ilegislable,  el  instrumento  más  eficaz  del  pro- 
greso. La  emancipación  del  pensamiento  es  la  gran  conquista  de  los 
tiempos  modernos.  Así  que  bien  está  que  se  empleen  todos  los  medios 
de  coacción  contra  los  atentados  de  la  calle,  con  tal  que  no  se  toque  á 
la  libertad  del  pensamiento.  Las  ideas  son  indiferentes  é  inofensivas,  el 
pensamiento  es  impecable  é  impunible. 

Si  menester  fuera,  haríamos  ver  que  no  hay  tal  derecho  inalienable, 
ni  tal  independencia  absoluta  é  ilimitada  del  pensamiento,  ni  semejante 
libertad  ilegislable.  Porque  el  pensamiento,  aun  antes  de  que  se  encarne 
en  la  palabra  hablada  ó  escrita,  está  sujeto  á  leyes  divinas;  mas  después 
que  arrostra  la  publicidad,  como  en  nuestro  caso,  no  sólo  sigue  ligado 
con  ellas,  sino  que  además  entra  bajo  la  jurisdicción  de  las  leyes  huma- 
nas, en  cuanto  las  pida  la  conservación  y  defensa  del  orden  social ,  no 
sólo  material,  sino  también  intelectual  y  moral.  ¡Instrumento  del  pro- 
greso! Que  lo  diga  la  anarquía  que  reina  en  las  inteligencias  aun  de 
muchos  de  los  llamados  intelectuales;  que  lo  digan  los  avances  de  la 
irreligión  y  de  la  impiedad,  del  socialismo  y  del  anarquismo.  Pues  para 
saber  y  convencerse  de  si  las  ideas  son  ó  no  inofensivas,  no  hay  más 
que  mirar  el  cuadro  que  ha  ofrecido  á  nuestra  vista  la  bella  ciudad  con- 
dal, y  antes  la  Commune  de  París,  y  antes  todavía  la  revolución  del  93, 
fruto  sangriento  y  monstruoso  del  filosofismo  francés.  Sí,  es  menester  afir- 
mar una  vez  más:  hay  ideas  punibles,  hay  propagandas  criminales;  esta 
es  la  enseñanza  que  nos  da  el  resplandor  lúgubre  de  los  incendios  de 
Barcelona.  Propagandas  criminales,  no  sólo  por  ser  causantes  de  graví- 
simos daños  y  violaciones  de  derechos,  sino  porque  de  ellas  es  respon- 
sable ante  Dios  el  propagandista  desde  que  tales  ideas  concibió  y  aprobó, 
abusando  de  su  libertad,  y  es  responsable  ante  la  sociedad  desde  que  las 
arrojó  como  víboras  en  medio  de  su  seno. 

II 

Mas  ¿qué  es  lo  que  ha  de  comprender  la  ley  que  pedimos?  Fácilmente 
se  pueden  trazar  sus  líneas  generales  con  lo  que  dejamos  dicho.  Claro  está 
que  si  la  ley  ha  de  castigar  la  propaganda  de  ciertas  ideas,  con  mayor 
razón  habrá  de  hacerlo  con  las  inducciones  al  delito,  que  se  acercan  más 
á  la  acción  criminal,  y  con  las  apologías  que  lo  alientan  y  encubren,  ya 
sean  las  inducciones  y  las  apologías  directas  ó  indirectas.  La  ley  que  el 
año  pasado  propuso  el  Gobierno  á  las  Cámaras  hablaba  de  represión  de 
la  propaganda  anarquista,  si  bien  no  de  un  modo  completo.  Estaba  to- 


146  NUESTRA   PETICIÓN 

mado  el  texto  de  la  ley  de  1896,  que  fué  más  feliz  que  la  de  1908,  puesto 
que  nació  sin  dificultad  y  vio  la  luz  pública  como  ley  aprobada  y  sancio- 
nada, mientras  que  la  de  1908  no  ha  pasado  todavía  de  proyecto;  aun 
está  en  el  período  de  gestación.  Mas  como  aquella  ley  era  temporal,  por 
el  mero  hecho  de  haber  transcurrido  el  tiempo  cesó  de  existir.  Habiendo- 
pasado  el  proyecto  del  año  último  al  informe  de  la  Comisión  parlamen- 
taria del  Senado,  suprimió  ésta  lo  referente  á  las  ideas,  y  con  esta  muti- 
lación se  presentó  á  la  deliberación  de  las  Cortes;  mas  aun  á  pesar  de 
ella,  levantó  una  tempestad  increíble  dentro  y  fuera  del  Senado.  Esto  na 
obstante,  se  aprobó  en  el  Senado,  mas  el  Gobierno  aplazó  su  discusión 
en  el  Congreso.  No  es,  pues,  un  proyecto  retirado,  sino  solamente  apla- 
zado. Hoy,  en  vista  de  la  impresión  producida  por  los  acontecimientos 
es  de  esperar  que  la  ley  no  encontrase  tan  gran  oposición,  y  que  el 
Gobierno  también  por  su  parte  se  sentiría  animado  á  arrostrar  la  que 
hubiese  contra  su  proyecto,  y  aun  acaso  á  completarle. 

Ya  dejamos  dicho  que  para  satisfacer  la  necesidad  social,  la  repre- 
sión no  ha  de  limitarse  á  las  ideas  anarquistas,  ni  aun  sólo  á  las  ideas 
abiertamente  antisociales,  ó  sea,  á  las  que  miran  directa  y  manifiesta- 
mente los  fundamentos  sociales,  sino  que  ha  de  extenderse  á  las  ideas 
irreligiosas  é  impías,  que  también  socavan  indirecta,  si  bien  no  menos 
eficazmente,  el  cimiento  más  hondo  de  la  sociedad.  La  represión  debe 
ser  judicial  y  gubernativa,  así  como  lo  es  la  de  los  atentados  contra  la 
moral  pública,  y  comprender,  además  de  la  prensa,  los  centros  y  las  aso- 
ciaciones, aunque  sean  de  recreo,  las  reuniones,  las  escuelas,  los  teatros,, 
en  una  palabra,  toda  clase  y  manera  de  propaganda. 

Concretando  más,  nos  atreveríamos  á  proponer  por  ahora  y  por  lo 
que  hace  á  la  imprenta,  para  que  pueda  servir  como  de  guía  ó  como  de 
cierta  norma  y  pauta  general,  la  ley  de  7  de  Enero  de  1879,  y  nótese  que 
se  dio  después  de  la  tolerancia  de  cultos  introducida  por  la  Constitución 
de  1876,  y  que  no  está  refrendada  por  ningún  ministro  reaccionario,  sino 
por  el  Sr.  Romero  Robledo.  Para  no  alargarnos,  extractaremos  lo  que 
más  hace  á  nuestro  caso. 

«Art.  16.    Constituye  delito  de  imprenta: 

»1.°  Atacar  directamente  ó  ridiculizar  los  dogmas  de  la  Religión  deí 
Estado,  el  culto  ó  los  ministros  de  la  misma,  ó  la  moral  cristiana. 

»9.°  Defender  ó  exponer  doctrinas  contrarias  á  la  organización  de  la 
familia  y  de  la  propiedad,  ó  que  se  encaminen  á  concitar  unas  clases 
contra  otras,  ó  á  concertar  coaliciones  con  el  mismo  objeto. 

»11.  Provocar  á  la  desobediencia  délas  leyes  y  de  las  Autoridades 
constituidas,  ó  hacer  la  apología  de  acciones  calificadas  por  las  leyes  de 
delitos  ó  faltas.» 

Esté  bien  seguro  el  Gobierno  de  que  nuestro  deseo  y  súplica  es  tam- 
bién la  súplica  y  el  deseo  de  todos  los  buenos  católicos  y  de  todos  los 
demás  ciudadanos  reflexivos,  aun  del  campo  liberal,  quienes,  á  pesar  de 


NUESTRA    PETICIÓN  147 

SUS  prejuicios  en  favor  de  una  falsa  libertad,  no  habrán  podido  menos 
de  ver  á  qué  extremos  conduce  una  propaganda  desenfrenada.  Este  de- 
seo y  petición  ha  tenido  ya,  según  hemos  dicho,  su  expresión  pública; 
pero  conviene  de  todas  maneras  que  la  tenga  mayor  en  la  prensa  perió- 
dica, sobre  todo  católica,  y  fuera  de  ella,  en  exposiciones  y  protestas  de 
las  asociaciones,  círculos,  cámaras,  corporaciones  ó  de  ciudadanos  no 
asociados  que  reúnan  sus  firmas  para  este  fin.  ¿Quién  no  recuerda  las 
manifestaciones  que  se  hicieron  el  año  pasado  contra  el  proyecto  de  ley 
sobre  el  terrorismo?  Pues  otro  tanto  y  más  se  debe  hacer  en  favor  de  la 
represión  de  la  propaganda,  con  mayor  razón  y  con  mejor  derecho.  No 
todo  lo  ha  de  hacer  el  Gobierno;  necesita  éste  el  apoyo  de  los  ciudadanos, 
y  en  cosa  tan  racional  y  tan  requerida  por  el  bien  de  la  nación,  nada  más 
justo  que  el  prestarle  este  apoyo. 

V.  MlNTEGUIAGA. 


EL  EXCESIVO  NÚMERO  DE  MONJAS 


€, 


s  imposible,  para  cualquiera  persona  reflexiva,  dejar  de  conocer  la 
gravedad  de  los  criminales  atentados  que  se  han  llevado  al  cabo  en  Bar- 
celona, y  en  otras  poblaciones  de  Cataluña,  en  la  última  semana  de  Julio, 
¡semana  que  la  prensa  ha  designado  con  el  epíteto  de  trágica;  pero  que 
se  llamaría  con  propiedad  infinitamente  mayor,  criminal,  sacrilega,  van- 
dálica; semana  de  retroceso  desde  los  más  brillantes  esplendores  de  la 
civilización  á  los  mayores  horrores  de  la  barbarie! 

Gravísimos  son  los  acaecimientos  de  fin  de  Julio,  desde  cualquiera 
punto  de  vista  que  se  los  considere,  ya  se  atienda  á  la  imprevisión  incon- 
cebible del  Gobierno,  en  dejar  desguarnecida  una  ciudad  de  más  de  medio 
millón  de  habitantes,  en  medio  de  la  cual  anidan  los  autores  de  los  aten- 
tados anarquistas;  ya  se  pondere  la  infinita  villanía  de  los  republicanos, 
aprovechándose  del  compromiso  internacional  de  la  patria,  para  sacar  á 
flote  sus  absurdos  y  nefandos  designios;  ya  se  mire,  finalmente,  á  la  enti- 
dad misma  de  los  daños  inferidos  y  de  los  crímenes  perpetrados. 

Pero  por  mucho  que  lastimen  nuestro  corazón  de  católicos  los  templos 
de  Dios  profanados  sacrilegamente;  por  mucho  que  nos  duelan  tantos 
colegios  y  establecimientos  de  beneficencia  y  tesoros  artísticos  consu- 
midos por  las  llamas;  por  mucho  que  subleve  nuestros  sentimientos  de 
humanidad  la  violación  de  los  sepulcros,  y  haber  visto  los  fúnebres  des- 
pojos de  la  muerte  hechos  objeto  de  salvajes  escarnios  y  materia  de  im- 
béciles calumnias;  hay  todavía  otra  cosa  que  nos  ha  herido  más  sensi- 
blemente, al  ahondar,  después  de  la  catástrofe,  en  las  purulentas  llagas 
sociales  por  ella  descubiertas. 

No  tanto  nos  ha  contristado  la  salvaje  alegría  de  las  hordas  lerrouxis- 
tas  en  la  destrucción  de  los  tesoros  científicos  y  monumentos  históricos, 
ni  la  indiferencia  bestial  con  que  las  gentes  olvidadas  de  Dios,  y  hundi- 
das en  el  cieno  de  los  vicios,  han  asistido  á  los  incendios  como  á  un 
curioso  espectáculo;  cuanto  nos  ha  asombrado  y  afligido  la  actitud  de 
una  gran  parte  de  la  población,  que  reserva  para  su  uso  particular  las 
denominaciones  de  personas  honradas,  de  gentes  de  orden,  de  clases  con- 
servadoras. ¡Conservadoras  (según  se  ha  visto  ahora)  de  su  propio  y 
cuidadísimo  cutis,  amantes  del  orden  que  da  tranquilidad  para  hacer  la 
digestión;  honradas  con  aquella  elemental  honradez  del  baturro,  que  se 
tiene  por  virtuoso  porque  no  roba  ni  íl^ta.J 

Esas  numerosísimas  clases  de  la  sociedad  se  han  estado  en  sus  casas, 
cerradas  con  tres  cerrojos,  mientras  dominaban  en  las  calles  los  incen- 


EL    EXCESIVO   NÚMERO   DE   MONJAS  149 

diarios  y  ladrones,  ó  se  andaba  á  tiros  en  las  barricadas;  y  en  cuanto  se 
les  ha  pasado  el  susto,  han  dado  fe  de  vida,  no  para  dejar  oir  las  protes- 
tas de  su  honradez  indignada,  ni  para  reclamar  el  restablecimiento  y 
afianzamiento  del  orden  moral,  ni  para  preocuparse  por  la  conservación 
de  nuestras  instituciones  y  monumentos  históricos;  sino  para  lamentarse 
en  sus  corrillos  ásperamente  del  excesivo  número  de  religiosos;  del  exce- 
sivo número  de  monjas;  áo.  la  imprudencia  con  que  se  meten  en  los  barrios 
donde  no  se  los  ama;  de  la  temeridad  con  que  provocan,  con  sus  obras 
religiosas  y  benéficas,  á  los  impresionables  lerrouxistas,  y  acaban  con  la 
longanimidad  y  paciencia  de  los  tolerantísimos  republicanos  y  anticle- 
ricales de  todos  los  matices,  hasta  venir  á  motivar  explosiones  y  des- 
ahogos populares,  como  los  que  en  estos  días  lamentamos.  Y  los  lamen- 
tamos por  el  daño  causado  en  tantos  monumentos  y  edificios  de  la  capi- 
tal del  Principado  y  otras  poblaciones  catalanas;  ¡pero  sobre  todo,  deplo- 
rémoslos por  el  pésimo  rato  que  nos  han  dado,  interrumpiendo  nuestros 
viajes  de  veraneo,  teniéndonos  tres  días  sin  pan  tierno  ni  carne  fresca, 
sin  contar  los  sustos,  carreras  y  molestísimo  encerramiento  en  nuestras 
cómodas  habitaciones! 

Es  verdad  que  la  causa  próxima  y  criminal  de  tales  desmanes  han 
sido  los  furibundos  lerrouxistas,  á  quienes  una  propaganda  violenta  ha 
llenado  de  ardientes  odios  sectarios.  Pero  comoquiera  que  el  objeto  de 
tales  odios  sean  los  frailes  y  monjas,  tampoco  se  debe  negar  que  son 
éstos,  por  lo  menos,  la  causa  ocasional  remota  de  nuestra  perturbación. 
¡Y  como  no  es  cosa  fácil  echar  de  Barcelona  toda  esa  hez  de  anarquis- 
tas, socialistas  y  sans-culotes  de  todo  género,  que  aborrecen  á  los  frai- 
les y  monjas,  bueno  sería  que  los  frailes  y  monjas  se  redujeran  á  tan 
corto  número,  y  vivieran  tan  disimuladamente,  que  los  sans-culotes  no 
los  echaran  de  ver;  con  lo  cual,  á  ellos  se  les  calmarían  los  nervios,  y 
nosotros  evitaríamos  semejantes  sinsabores! 

¡No  es  que  seamos  nosotros  irreligiosos,  ni  aun  poco  religiosos!  ¡Eso 
no!  Nosotros  somos  personas  honradas,  gente  de  orden,  clases  conserva- 
doras. Queremos  que  haya  religiosidad  en  el  pueblo,  pues  esto  es  una 
garantía  del  orden  social;  queremos  que  la  gente  se  confiese,  para  que 
no  nos  robe,  ó  nos  restituya  lo  robado;  queremos  que  haya  cierto  número 
de  curas,  que  prediquen  al  pueblo  la  sumisión  y  la  paciencia;  pero,  des- 
pués de  todo,  ¿para  qué  nos  hacen  falta  tantas  monjas?  ¿No  les  parece 
á  ustedes  que  verdaderamente  hay  demasiadas  monjas? 

I 

Para  hacernos  cargo  de  esta  cuestión,  permítasenos  que,  en  primer 
lugar,  prescindamos  de  todos  los  criterios  sobrenaturales  ó  religiosos; 
pues  tales  criterios  serían  indudablemente  de  ninguna  eficacia  para  las 
personas  de  orden  á  quienes  semejante  cuestión  ha  podido  ocurrirse.  No 


150  EL   EXCESIVO  NÚMERO  DE  MONJAS 

propondremos,  pues,  las  excelencias  del  estado  religioso,  ni  su  espiri- 
tual superioridad  sobre  el  estado  seglar.  Al  preguntarse,  si  las  monjas 
son  muchas  ó  demasiadas,  se  propone  sencillamente  un  problema  de 
estadística,  y  con  la  estadística,  con  el  censo  en  la  mano,  vamos  á  plan- 
tearlo y  resolverlo. 

Conforme  al  censo  de  la  población  de  España  de  1900,  había  en  nues- 
tra Península,  islas  y  posesiones  adyacentes,  un  número  de  9.087.821 
varones;  y  en  la  misma  fecha  y  territorios  se  contaba  un  número  de 
9.530.265  hembras;  es  decir,  que  hay  en  nuestro  país  un  exceso  de  442.444 
personas  del  sexo  femenino,  á  las  cuales,  salvo  el  principio  de  la  mono- 
gamia, está  por  la  naturaleza  imposibilitado  el  contraer  matrimonio;  que 
están  por  naturaleza  excluidas  de  la  vocación  ordinaria  de  la  mujer  para 
esposa  y  madre. 

¿Qué  ley,  justicia  ó  razón  puede,  por  consiguiente,  vedará  esas  442.444 
irredimibles  solteras  reunirse  en  habitaciones  comunes,  y  hasta  dar  á 
esas  viviendas  el  nombre  de  conventos  ó  monasterios?  ¿Por  qué  no  podrán 
llamarse  conventos  las  moradas  donde  convienen  esas  desamparadas 
doncellas,  en  lugar  de  vivir  en  triste  aislamiento,  cada  una  en  su  casa? 
¿Qué  dificultad  hay  para  que  se  llamen  monasterios,  pues  en  ellas  viven 
esas  mujeres  solitarias  ó  privadas  de  marido? 

Ahora  bien:  si  esas  442.444  mujeres  españolas  incasables  se  reunie- 
ran de  veinte  en  veinte  para  llevar  esa  vida  familiar  ó  común,  única  que 
les  está  concedida,  darían  para  España  un  contingente  de  22.122  con- 
ventos, número  evidentemente  muy  superior  al  de  los  que  actualmente 
existen,  no  siendo  el  de  20  desproporcionado  para  estimar  el  termina 
medio  de  las  moradoras  de  cada  una  de  las  casas  religiosas. 

Pero  hay  más:  esa  desigualdad  numérica  entre  los  sexos  de  las  per- 
sonas que  constituyen  nuestra  población,  se  agrava  muy  notablemente 
por  el  crecido  número  de  los  varones  que  no  deben,  ó  no  pueden,  ó  no 
quieren  contraer  matrimonio. 

El  sacerdocio  católico,  llevando  consigo  la  obligación  indispensable 
del  celibato,  deja  por  este  concepto  sin  colocación  un  número  de  jóvenes 
del  otro  sexo,  igual  al  número  de  sacerdotes  necesarios  para  el  culto  y 
gobierno  de  la  Iglesia.  El  mencionado  censo  de  España  arroja  un  total  de 
33.275  clérigos  célibes,  en  sólo  el  clero  secular  ó  parroquial;  á  los  cuales 
han  de  añadirse  los  que  componen  los  diferentes  institutos  del  clero  regu- 
lar, cuya  cifra  (á  nuestro  parecer,  muy  baja)  fija  el  citado  censo  en  12.121. 
Quedan,  pues,  otras  45.396  mujeres  excluidas  del  matrimonio,  por  efecto 
del  celibato  religioso  ó  virtuoso  de  los  varones. 

Pero  (para  que  nadie  se  altere,  protestando  contra  ese  género  de  celi- 
bato) son  más  sin  comparación  las  personas  del  sexo  femenino  á  quie- 
nes priva  de  toda  esperanza  de  entrar  en  otro  estado  que  el  religioso,  el 
celibato  vicioso  ó  indiferente. 

Consultado  el  censo,  nos  da  en  este  concepto  un  total  de  149.275 


EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE  MONJAS  151 

solteros  de  más  de  cuarenta  años;  por  consiguiente,  más  de  150.000  sol- 
terones, hombres  refractarios  á  las  seducciones  de  Himeneo  (¡aunque  no 
todos  ellos  lo  sean  á  las  de  Venus!).  Como  los  célibes  eclesiásticos  de  uno 
y  otro  clero  no  llegan  á  50.000,  resulta  que  son  más  de  100.000  los  varo- 
nes que,  por  otros  motivos,  se  niegan  á  casarse,  cerrando  su  hogar  á 
otras  tantas  mujeres  dispuestas  para  desempeñar  en  él  el  papel  de  legí- 
tima compañera  de  su  vida. 

Sumando,  pues,  las  149.275  solteras  forzosas,  por  el  celibato  virtuoso 
ó  vicioso  de  otros  tantos  hombres,  á  las  442,444  solteras  irredimibles,  por 
el  exceso  numérico  del  sexo  femenino,  arrojan  un  total  de  591.719  don- 
cellas perpetuas,  ó  sea,  más  de  medio  millón  de  personas  del  sexo  débil 
sin  opción  á  constituirse  una  familia  natural. 

¿Qué  razón  sólida  pudiera,  pues,  oponerse  á  ese  medio  millón  de  vir- 
genes,  si  naciera  en  su  ánimo  el  propósito  de  hacerse  monjas?  ¿Qué 
quiere  decir,  para  una  joven,  hacerse  monja,  sino  formarse  wm  familia 
espiritual;  un  hogar  donde  no  tendrá  esposo,  ni  hijos  nacidos  de  su  seno; 
pero  donde  tendrá  personas  que  desempeñen  para  con  ella  todos  los 
cuidados  y  atenciones  de  una  familia  honesta,  que  la  acompañen  en  su 
soledad,  la  consuelen  en  sus  tribulaciones,  la  cuiden  en  sus  enfermeda- 
des, la  auxilien  en  sus  menesteres,  y  creen  en  torno  de  ella  ese  ambiente 
de  amor  y  de  familiaridad  que  es  el  más  importante  de  los  bienes  que 
se  hallan  en  el  propio  hogar  doméstico? 

Todo  individuo  humano,  por  efecto  de  su  sociabilidad,  y  de  sus 
mismas  necesidades  físicas  y  morales,  tiene  derecho  estricto  á  consti- 
tuirse una  familia.  ¿Quién  se  atreverá  á  negar,  ni  siquiera  á  discutir  este 
principio?  Pero  es  un  hecho  ineludible,  que  hay  en  nuestro  país  más  de 
medio  millón  de  doncellas  que  no  pueden  (con  imposibilidad  absoluta  ó 
relativa)  constituirse  una  familia  física;  luego  hay  que  reconocerles  el 
derecho  de  formarse  unsi  familia  moral;  que  es  lo  que  buscan  y  obtienen 
ingresando  en  una  familia  religiosa,  nombre  el  más  adecuado  de  las 
congregaciones  monásticas. 

Discútase,  si  se  quiere,  el  origen  del  derecho  de  asociación,  en  cuanto 
mira  á  otros  fines  honestos  de  la  vida.  Pero  en  toda  sociedad  constituida 
sobre  bases  jurídicas,  y  con  doble  motivo  en  las  sociedades  que  pro- 
claman la  completa  libertad  de  asociarse,  será  siempre  una  abominable 
tiranía  privar  á  la  persona  humana,  y  sobre  todo  á  la  mujer,  doblemente 
necesitada  de  amor  y  auxilio,  de  la  facultad  de  formarse  un  hogar  moral, 
un  hogar  donde  halle  lo  que  su  debilidad  y  su  corazón  más  imperiosa- 
mente reclaman. 

Pero  esto  es  cabalmente  lo  que  se  niega  á  la  mujer,  cuando  se  coarta 
su  libertad  de  entrar  en  una  asociación  religiosa;  comoquiera  que,  en  la 
sociedad  presente,  sólo  por  excepción  puede  hallar  la  mujer,  fuera  del 
matrimonio,  otra  satisfactoria  manera  de  proveer  á  esas  necesidades  de 
su  vida  íntima. 


152  EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE   MONJAS 

Mas  digamos  de  paso  que,  al  fundar  la  necesidad  de  los  conventos, 
en  la  de  proveer  de  un  hogar  propio  á  las  doncellas  á  quienes  está  ve- 
dado aspirar  al  matrimonio,  no  pretendemos  en  manera  alguna  decir 
«que  las  jóvenes  que  entran  en  los  monasterios,  lo  hagan  precisamente 
y  en  la  mayoría  de  los  casos,  por  imposibilidad  de  casarse».  Tal  supo- 
sición sería  absurda,  y  fácilmente  se  la  refutaría  alegando  innumerables 
ejemplos  de  jóvenes  pretendidas  por  muchos  para  esposas,  las  cuales  se 
acogieron,  sin  embargo,  á  los  monasterios,  desdeñando  los  halagos  más 
lisonjeros  déla  fortuna  y  felicidad  mundanas.  Pero  no  es  menos  cierto 
que,  si  esas  jóvenes  hubieran  aceptado  los  matrimonios  que  se  les 
ofrecían,  hubieran  por  el  mismo  caso  excluido  del  tálamo  conyugal  á 
otras  que,  gracias  á  la  vocación  de  las  primeras,  son  hoy  esposas  de  los 
que  en  otro  caso  hubieran  sido  maridos  de  aquéllas. 

¡Son  éstas,  como  dicen,  habas  contadas!  Hay  en  nuestra  nación  más 
de  medio  millón  de  doncellas  sobrantes,  parte  por  no  haber  donceles, 
parte  por  no  doblegarse  150.000  de  éstos  al  yugo  familiar.  Por  consi- 
guiente, si  algunas  de  las  casables  no  hubieran  preferido  el  convento, 
otras  tantas  de  las  actualmente  casadas  hubieran  tenido  que  resignarse  á 
vestir  santos. 

Debe  considerarse,  pues,  como  uno  de  los  factores  inevitables  de 
nuestro  estado  social,  ese  medio  millón  de  solteras,  y  hemos  de  con- 
venir en  que,  la  mejor  manera  de  colocarlas,  moral  y  socialmente  con- 
siderado, es  abrir  para  ellas  todos  los  conventos  necesarios;  aunque,  á 
razón  de  20  monjas  en  cada  uno,  se  necesitarían  25.000  monasterios. 

Ahora  bien:  de  esos  25.000  monasterios  de  derecho,  corresponderían 
1.250  á  cada  millón  de  habitantes  de  nuestro  censo,  ó  sea,  uno  y  un 
cuarto  á  cada  mil  habitantes;  por  consiguiente,  á  la  población  de  Barce- 
lona corresponderían  de  derecho  750  conventos,  y  á  la  de  Cataluña  dos 
mil  y  quinientos.  ¡Como  sea,  pues,  indudablemente  muy  inferior  á  ése 
el  número  de  las  casas  religiosas  que  de  hecho  existen,  es  gran  sandez 
é  injusticia  lamentarse  del  excesivo  número  de  monjas!  (1). 


(1)  Aunque  las  cifras  que  hemos  dado  adolecen  del  defecto  de  todos  los  cálculos 
estadísticos,  para  obviar  algunas  objeciones  que  pudieran  oponérseles  hemos  de  hacer 
observar:  que  si  bien  el  exceso  de  442.444  hembras  sobre  el  número  de  varones  en 
nuestro  censo,  comprende  las  niñas  que  mueren  antes  de  la  edad  nubil  (las  cuales,  por 
tanto,  no  podian  aspirar  al  matrimonio),  también  en  el  número  de  los  varones  (maridos 
posibles)  se  comprende  el  de  los  que  mueren  antes  de  la  pubertad  y  edad  viril.  Por 
tanto,  pueden  compensarse  ambas  inexactitudes.  En  cambio,  no  contando,  como  ha- 
cemos, sino  los  solterones  de  más  de  cuarenta  años,  despreciamos  un  número  muy 
considerable  de  hombres  que  no  se  prestan  á  contraer  matrimonio.  En  comparación 
de  esta  cifra  de  célibes,  que  despreciamos,  resulta  insignificante  el  de  bigamos  (per- 
sonas que  contraen  sucesivamente  más  de  un  matrimonio);  fuera  de  que  se  halla 
además  repartido  entre  uno  y  otro  sexo.  Por  estas  razones  creemos  que  nuestros 
cálculos  ofrecen  toda  la  exactitud  que  se  puede  alcanzar  en  los  de  semejante  natu- 
raleza. 


EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE   MONJAS  153 


II 


Quien  haya  seguido  nuestros  raciocinios,  se  persuadirá  fácilmente  de 
la  superficialidad  de  ciertas  apreciaciones  que  hacen  las  personas  del 
mundo,  acerca  de  las  particulares  vocaciones  religiosas  que  llegan  á  su 
noticia. 

Cuando  una  joven  agraciada,  y  por  añadidura,  de  buena  posición, 
renuncia  á  los  partidos  que  se  le  ofrecen,  y  entra  en  un  convento;  suelen, 
las  personas  que  no  ven  más  allá  desús  narices,  levantar  indignadas  pro- 
testas. ¿Cómo?  ¿No  es  un  pecado  contra  la  Naturaleza;  no  es  un  crimen 
de  odio  contra  la  Humanidad,  encerrar  entre  las  tapias  de  un  monasterio 
tantos  atractivos,  y  segar  en  flor  un  porvenir  tan  Heno  de  risueñas  espe- 
ranzas? ¿Para  qué  marchitar  bajo  un  fúnebre  velo  monacal,  una  belleza 
que  podía  haber  hecho  la  felicidad  (¡es  frase  de  cajón!)  de  un  marido  y 
de  toda  una  familia? 

Pero  ¡señoras  y  caballeros  quejumbrosos!  ¿Pensáis  lo  que  decís?  ¡Si 
esa  joven  lindísima  no  se  hubiera  hecho  monja  por  su  espontánea  vo- 
luntad, otra  menos  linda  hubiera  tenido  que  escoger,  con  espontaneidad 
menor,  la  vida  del  convento!  ¡Si  esa  rica  heredera  hubiese  consentido  en 
casarse  con  cualquiera  de  los  pretendientes  que  aspiraban  á  su  blanca 
mano  ó  á  sus  rubios  millones,  hubiera  tenido  que  poner  en  conserva  su 
doncellez  otra  de  dote  menor,  aunque  enriquecida  por  ventura  con  no 
menores  dotes!  Y  ¿quién  os  ha  dicho  que  las  segundas  no  harán  la  feli- 
cidad de  su  marido  tan  bien  como  las  primeras?  Por  de  pronto,  la  vo- 
cación, ó  el  deseo  de  casarse,  no  deja  de  ser  uno  de  los  indicios  de  la 
aptitud  para  ser  y  hacer  feliz  en  el  matrimonio. 

¡No  olvidemos  que  hay  medio  millón  de  doncellas,  las  cuales  no 
pueden  entrar  en  la  cuenta  de  las  casadas,  sino  bajo  precisa  condición 
de  que  otras  tantas  renuncien  al  tálamo  conyugal,  degrado  ó  por  fuerza! 
Pues,  siendo  esto  así,  ¿qué  disposición  más  suave  de  la  Providencia  pudo 
imaginarse,  que  haber  cien  ó  doscientas  mil  jóvenes  que  se  retiren  es- 
pontáneamente de  esa  lucha  por  el  marido,  que  tiene,  para  innumerables 
mujeres,  el  lugar  de  la  lucha  por  la  existencia? 

Y  ya  que  de  esto  tratamos,  bueno  será  hacer  observar,  que  lo  que 
pasa  en  la  concurrencia  matrimonial,  acontece,  ni  más  ni  menos,  en  todos 
los  demás  ramos  de  la  social  competencia  por  los  premios  de  la  habi- 
lidad, del  talento  y  de  la  fortuna.  ¡Cada  joven  que  abraza  la  vida  reli- 
giosa, es  un  émulo  que,  sonriendo  amigablemente  á  sus  competidores, 
les  deja  libre  el  palenque  de  la  vida  y  felicidad  mundanales! 

Para  no  salir  de  mi  propia  casa,  entre  los  hermanos  de  religión  que 
tengo  actualmente  en  la  Compañía  de  Jesús,  hay  uno  que,  cuando  Dios 
le  llamó  al  estado  religioso,  era  coronel  de  Estado  Mayor,  y  estaba  para 


154  EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE   MONJAS 

ascender  á  general  de  brigada.  Otro  era  ingeniero  militar,  y  acababa  de 
ascender  á  capitán.  ¿Creen  ustedes  que  el  coronel  que  ascendió  en  lugar 
del  primero,  y  el  teniente  que  ocupó  la  vacante  del  segundo,  tuvieron 
razón  para  quejarse  amargamente  del  excesivo  número  de  las  vocaciones 
religiosas?  Tengo  otros  compañeros  que  debían  heredar  un  título  nobi- 
liario, otros  muchos  más  á  quienes  estaba  destinada  una  pingüe  fortuna. 
¿Serán  sus  hermanos  segundos,  en  quienes  recayó  la  primogenitura  y  la 
herencia,  los  que  se  lamenten  razonablemente  de  que  haya  tanto  fraile 
y  tanta  monja? 

Y  este  género  de  ejemplos  es  muy  visible;  pero  hay  un  infinito  nú- 
mero de  otros  casos  no  muy  desemejantes,  siquiera  sean  más  difíciles  de 
comprobar.  La  inmensa  mayoría  de  los  religiosos  pertenecen  á  la  clase 
media,  ¡y  como  en  las  congregaciones  religiosas  no  se  admite  cualquiera 
zoquete  (siquiera  por  la  cuenta  que  les  trae),  los  más  de  los  que  ahora 
son  sus  individuos,  serían,  si  no  los  hubiera  secuestrado  la  religiosa  vo- 
cación, temibles  rivales  de  los  que  luchan  en  la  actualidad  tan  encarni- 
zadamente por  resolver  el  problema  de  la  existencia!  Unos  son  ó  serían 
ingenieros  y  arquitectos,  que  disputarían  á  los  demás  las  empresas  y 
construcciones;  otros  emplearían  todos  sus  talentos  y  energías  en  le- 
vantar una  casa  de  comercio  ó  un  establecimiento  industrial;  muchos  son 
ó  serían  médicos,  que  aumentarían  la  ya  innumerable  pléyade  de  espe- 
cialistas, y  dificultarían  la  vida  de  los  que  ahora  se  la  ganan;  ¡y  un  nú- 
mero casi  infinito  somos  y  seriamos  abogados,  y  acabaríamos  de  llenar  y 
obstruir  todos  los  arcaduces  y  desaguaderos  de  la  carrera,  que  aun  sin 
nosotros  está  suficientemente  abarrotada! 

¡Cuántos  que  son  ahora  registradores,  notarios,  empleados,  perio- 
distas, etc.,  etc.,  están  muy  ajenos  de  pensar,  que  deben  esa  modesta  po- 
sición, con  que  viven  ellos  y  sus  familias,  á  haberse  hecho  fraile  fulanito 
ó  menganito,  el  cual,  de  haber  seguido  otro  rumbo,  hubiera  sido  su  vic- 
torioso contrincante  en  unas  oposiciones,  ó  disfrutaría  actualmente  esa 
más  ó  menos  pingüe  breva,  que  por  su  religiosa  vocación  quedó  vacante 
y  accesible  para  el  que  ahora  la  chupa! 

Por  más  que  no  sean  fáciles  de  contar,  no  es  menos  indiscutible  que 
están  contados  los  cubiertos  que  puso  la  Fortuna  en  este  mezquino 
banquete  de  la  vida;  y  es  menester  que  un  convidado  se  levante  ó  renun- 
cie á  su  plato,  para  que  pueda  gozar  de  él  otro,  el  cual  no  seria  de  los 
convidados  si  no  precediera  la  renuncia  del  primero. 

Pues  qué,  ¿imaginan  ustedes  que  yo  me  estaría  á  estas  horas  te- 
cleando por  amor  de  Dios  en  mi  máquina  de  escribir,  y  llenando  cuar- 
tillas ^raí/s  en  favor  de  las  monjas,  si  la  religiosa  vocación  no  me  hu- 
biera apartado  de  otras  más  interesadas  y  lucrativas  pretensiones?  ¿Ó 
piensan  ustedes  que  todos  los  religiosos  somos  cojos  y  mancos,  y  que, 
si  consideraciones  de  otro  orden  superior  no  nos  contuvieran,  renuncia- 
ríamos así  como  así  á  los  deleites,  á  las  comodidades,  á  los  honores,  y 


EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE   MONJAS  155 

nos  estaríamos  en  nuestro  rincón,  dejándoles  á  ustedes  repartirse  muy  á 
su  sabor  los  bienes  de  la  Naturaleza  y  de  la  fortuna? 

¡Nada  menos  que  eso!  El  censo  dice  que  hay  en  España  12.121  reli- 
giosos. ¡Mas  yo  les  digo  á  ustedes  que,  si  no  los  hubiera,  habría  12.121 
hombres  más,  de  más  constancia,  de  más  moralidad,  y  por  ende,  de  más 
energía  y  no  de  menos  talentos  que  sus  coetáneos,  los  cuales  se  lanza- 
rían al  combate  por  la  existencia,  colmando  los  escalafones  de  las  carre- 
ras cerradas,  y  disputando  palmo  á  palmo  el  terreno  de  las  carreras 
libres,  invadiendo  la  industria  y  el  comercio,  y  arrancando  el  mendrugo 
de  pan  y  dejando  fuera  de  combate  á  una  gran  parte  de  los  que  ahora 
viven  y  medran! 

Pero  volvamos  ya  á  las  monjas,  y  reconozcamos  que,  aun  prescin- 
diendo de  toda  consideración  espiritual,  aun  fijándonos  puramente  en 
las  razones  sociales,  los  conventos  vienen  á  resolver  en  parte  e\  problema 
feminista;  y  si  no  lo  resuelven  del  todo,  es  por  la  sencilla  razón  ¡  de  no 
haber  suficiente  número  de  conventos,  ni  estar  dispuestas  á  vivir  en  ellos 
todas  las  mujeres  que,  por  motivos  sociales  y  económicos,  convendría 
que  en  ellos  viviesen! 

¿Á  qué  se  reduce  el  famoso  problema  feminista,  despojado  de  la 
hojarasca  fútil  de  disertaciones  y  peroraciones  utópicas?  Se  reduce  á  la 
dificultad  de  colocar  honestamente  al  crecido  número  de  mujeres  que  no 
€ncuentran  su  natural  colocación  como  esposas  y  madres  en  una  familia 
legítima.  Por  eso  no  existe  el  problema  feminista  en  las  sociedades  donde 
está  admitida  \di  poligamia;  pues  en  ellas  la  mujer  queda  reducida  á  la 
condición  de  ganado,  y  ningún  género  de  ganaderos  se  ha  quejado  jamás 
de  la  excesiva  abundancia  de  las  reses. 

Tampoco  existiría  el  problema  feminista  donde  el  número  de  varo- 
nes, física,  moral  y  económicamente  aptos  para  contraer  matrimonio, 
fuese  igual  ó  superior  al  de  mujeres  nubiles.  Pero  semejante  equilibrio 
no  existe,  y  amenaza  faltar  cada  día  más. 

En  primer  lugar  no  existe,  por  la  superioridad  numérica  del  sexo 
femenino,  no  sólo  en  España,  sino  en  toda  Europa  y  en  todo  el  Occi- 
dente (al  contrario  de  lo  que  en  Oriente  se  observa).  En  segundo  lugar, 
á  medida  que  aumenta  la  corrupción  de  costumbres  (y,  por  desgracia,  no 
se  ha  hallado  ni  está  en  camino  de  hallarse  la  asepsia  moral,  como  se  ha 
descubierto  la  asepsia  clínica),  aumenta  en  todas  las  naciones  el  celibato 
vicioso  y  e\  forzoso.  No  hay  sino  recordar  la  decadencia  de  Roma,  con 
sus  leyes  contra  los  contumaces  celibatarios,  á  lo  cual  se  agrega  ahora 
el  considerable  número  de  jóvenes,  que  se  incapacita  para  el  matrimonio 
por  las  enfermedades  contraídas  en  los  excesos  de  una  vida  crapulosa. 
Si  las  cosas  continúan  de  este  modo  (y  por  ahora  no  vemos  indicio  nin- 
guno de  remedio),  se  habrán  de  poner  ciertas  enfermedades  vergonzosas 
y  hereditarias  entre  los  impedimentos  del  matrimonio,  so  pena  de  preci- 
pitar la  raza  en  la  podredumbre  y  la  degeneración. 


156  EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE  MONJAS 

A  todo  lo  cual  se  añaden  los  impedimentos  económicos,  que  obligan 
á  la  mayoría  de  los  jóvenes  á  diferir  su  matrimonio  excesivamente,  con 
lo  cual  los  desvían  de  la  vida  de  familia.  Hay  mil  razones  físicas  y  mo- 
rales, que  hacen  sin  comparación  más  difícil  al  hombre  contraer  matri- 
monio de  los  treinta  á  los  cuarenta  que  de  los  veinte  á  los  treinta. 

De  todas  esas  causas  nace  la  innumerable  muchedumbre  de  las  jóve- 
nes que  se  ven  condenadas  á  perpetua  soltería,  las  cuales,  ó  entran  en 
los  conventos,  donde  los  hay,  ó  no  tienen  más  remedio  sino  lanzarse  á 
competir  con  los  varones  en  el  ejercicio  de  todas  las  carreras  que  en 
progresión  creciente  les  abren  las  costumbres  y  las  leyes.  Esto  se  ve  cla- 
rísimamente  en  los  países  protestantes,  donde  la  mujer  célibe  no  tiene  el 
refugio  de  los  monasterios. 

En  los  Estados  Unidos  especialmente,  la  invasión  femenina  en  todas 
las  esferas  de  la  actividad  social  se  presenta  con  caracteres  alarmantes, 
que  dan  mucho  que  pensar  á  los  hombres  que  todavía  se  permiten  el 
lujo  de  esta  operación  mental.  Si  en  Francia,  en  España,  en  Italia,  en 
una  palabra,  en  las  naciones  donde  florece  todavía  la  vida  religiosa  cató- 
lica, se  siente  mucho  menos  la  gravedad  de  ese  daño,  se  debe  sin  duda 
en  gran  parte  á  que  los  monasterios  ofrecen  á  muchos  millares  de  jóve- 
nes, alejadas  del  matrimonio  voluntaria  ó  involuntariamente,  el  asilo  de 
una  familia  moral,  donde  sumamente  se  facilita  su  existencia. 

¿Quién  será  tan  ciego  que  no  entienda  esto,  ó  tan  absurdamente  sec- 
tario que  lo  niegue?  La  vida  común  es  económicamente  la  más  ventajosa 
para  toda  clase  de  personas.  Ni  los  soldados  podrían  sustentarse  fuera 
de  los  cuarteles  con  la  reducida  pensión  con  que  en  ellos  se  los  man- 
tiene, ni  las  jóvenes  podrían  vivir  en  sus  casas,  ni  siquiera  en  ruines 
casas  de  huéspedes,  con  la  renta  del  dote,  siempre  muy  reducido,  con 
frecuencia  insignificante,  con  que  se  las  admite  en  los  conventos. 

¿Qué  puede  hacer  una  joven  de  la  clase  media:  una  huérfana  de  un 
hombre  de  carrera  ó  de  un  modesto  propietario  rural,  sin  otros  recur- 
sos que  una  dote  de  4  ó  5.000  pesetas?  Si  no  tiene  vocación  religiosa, 
habrá  de  meterse  en  un  escritorio,  excluyendo  de  él  aun  joven  del  otro 
sexo,  ó  sustituirle  en  el  mostrador  de  una  tienda,  ó  consumirse  (si  tiene 
menos  habilidad  para  tales  menesteres)  trabajando  noche  y  día  en 
labores  femeninas  para  ganar  una  peseta,  con  la  cual  y  la  renta  de 
su  caudal  mezquino  apenas  podrá  sufragar  á  sus  más  apremiantes  nece- 
sidades. 

Mas  permitid  á  esa  joven  que  se  asocie  con  otras  20  de  sus  mismas 
costumbres;  pongan  sus  dotes  en  común;  empléense  en  comunes  traba- 
jos, absteniéndose  además  de  todo  gasto  superfluo  en  el  vestir,  en  la 
habitación  y  en  los  mil  caprichos  y  fruslerías  de  que  apenas  puede  care- 
cer en  el  mundo  la  vida  femenina;  herédense  además  mutuamente,  de 
suerte  que  vayan  acumulando  un  patrimonio  social,  y  con  todo  esto  go- 
zarán de  las  ventajas  morales  de  la  sociedad  doméstica,  y  podrán  pasar 


EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE  MONJAS  157 

SU  vida  pobremente,  pero  libres  de  las  miserias  y  peligros  morales  y 
sociales  de  una  pobre  mujer  aislada  é  indefensa. 

¿Puede  haber  algo  más  legítimo  que  esa  asociación  de  los  débiles? 
¿Puede  haber  algo  más  ventajoso  para  ellos?  Pues,  eso  es,  considerado 
desde  el  punto  de  vista  económico  y  social,  el  monasterio^  el  convento... 
¡llamadlo,  si  os  empeñáis,  gineceo! 

La  mujer  célibe  es  un  ser  digno  de  la  particular  solicitud  de  toda 
sociedad  civilizada.  El  Autor  de  la  Naturaleza  hizo  á  la  mujer  para  com- 
pañera del  varón,  y,  por  consiguiente,  el  celibato  la  priva  naturalmente 
del  complemento  y  finalidad  natural  de  su  vida.  La  mujer  es  toda  sensi- 
bilidad y  ternura,  y  el  celibato  la  desposee  del  objeto  natural  de  esos 
afectos  que  brotan  de  su  corazón  con  tanta  espontaneidad  como  nacen 
las  flores  en  las  orillas  del  arroyo  y  las  aguas  destilan  del  seno  de  las 
nubes. 

El  Autor  del  orden  sobrenatural  proveyó  á  las  mujeres,  á  quien  el 
celibato  privaba  de  la  familia  natural,  de  otra  familia  sobrenatural,  donde 
puedan  hallar  todas  las  afecciones  más  íntimas  y  puras.  ¿Qué  mayor 
crueldad  puede  haber,  que  arrebatar  al  sexo  débil  uno  y  otro  de  sus  des- 
tinos? 

No  consideréis  á  la  mujer  en  la  lozanía  de  su  juventud  y  en  el  esplen- 
dor de  sus  atractivos.  Esa  edad  privilegiada  apenas  abraza  un  tercio  de 
la  vida,  y  si  la  niña  sería  infeliz  faltándole  el  amparo  de  sus  padres  y 
naturales  protectores,  todavía  es  más  desgraciada  la  mujer  adulta  y  an- 
ciana, destituida  del  apoyo  que  le  destinaba  la  Naturaleza  y  del  refugio 
que  para  suplirlo  le  deparó  la  Religión. 

Esto  olvida  un  feminismo  aturdido  é  insensato,  el  cual,  si  lograre  dar 
ocupación  y  sustento  á  las  mujeres  jóvenes,  nunca  podrá  llenar  el  in- 
menso vacío  que  se  abre  en  el  alma  femenina,  cuando  comienza  á  decli- 
nar el  día  de  su  existencia,  si  no  acuden  á  llenarlo  las  afecciones  del 
hogar  natural  ó  los  santos  afectos  de  la  vida  religiosa. 


III 

Pero  hasta  aquí  hemos  considerado  la  cuestión  que  nos  ocupa  sola- 
mente bajo  un  aspecto  negativo.  Nos  hemos  limitado  á  poner  ante  los 
ojos  el  hecho  de  que  existe  medio  millón  de  doncellas  perpetuas,  y  á 
demostrar  que,  entrándose  en  los  conventos  no  dañan  á  nadie,  antes  se 
retiran  de  una  concurrencia,  ya  sin  ellas  harto  encarnizada,  contribu- 
yendo con  esto  á  evitar  el  problema  feminista. 

Aun  cuando  las  monjas  se  entregasen  en  sus  monasterios  á  un  ocio 
completo;  aun  cuando  no  orasen  ni  procurasen  su  perfección  moral,  ó 
aun  cuando  sus  oraciones  y  ejemplos  fueran  enteramente  inútiles;  nada 
tendría  que  oponerles  la  sociedad  laica,  antes  debería  estarles  muy  agra- 

RAZÓN  Y  FE.  TOMO  XXVI  11 


158  EL   EXCESIVO    NÚMERO   DE   MONJAS 

decida  porque  la  desembarazan  de  una  dificultad  no  pequeña.  Pero  en 
realidad  de  verdad  hay  algo  más. 

Y  en  primer  lugar,  los  cristianos  hemos  de  creer  y  profesar  que 
vale  mucho  la  asidua  oración  de  los  justos;  y  que  los  que  viven  fuera 
de  los  conventos,  y  la  sociedad  en  general,  reciben  del  Cielo  innumera- 
bles bienes  naturales  y  sobrenaturales  por  las  plegarias  de  esas  almas 
puras  que  se  dan  á  la  oración  y  mortificación  en  el  silencio  de  los 
claustros. 

Además,  aun  naturalmente,  la  sociedad  alcanza  grandes  provechos 
por  los  ejemplos  de  virtud  que  le  dan  las  personas  entregadas  á  cultivar 
la  perfección  evangélica.  No  hay  mayor  antiséptico  para  las  costumbres 
de  una  sociedad,  que  esa  sal  de  la  tierra,  que  se  halla  en  las  instituciones 
monásticas.  Y  por  lo  que  se  refiere  particularmente  al  sexo  femenino, 
ninguna  mayor  garantía  puede  tener  un  pueblo,  de  la  santidad  del  tálamo 
conyugal,  que  el  florecimiento  de  la  vida  religiosa. 

En  otra  parte  lo  hemos  dicho,  y  no  está  de  más  repetirlo  aquí.  Las 
jóvenes  que  en  su  primera  edad  se  han  acostumbrado  al  espectáciilo  de 
la  castidad  perfecta  de  las  vírgenes  del  Señor,  y  por  ventura  han  sen- 
tido el  atractivo  de  su  hermosura,  tendrán  mucha  mayor  facilidad  en 
observar  escrupulosamente  sus  deberes  de  esposas,  que  las  que,  desde 
su  primera  infancia,  no  acariciaron  otro  ideal  sino  el  de  una  felicidad 
sensitiva,  que  las  más  de  las  veces  se  les  frustra,  ó  no  corresponde  á  sus 
ilusiones,  en  el  matrimonio. 

Y  con  esto  tenemos  dos  soluciones  á  una  vanísima  objeción,  que  á  la 
vida  monástica  oponen  los  imperitos  ó  los  sectarios.  La  mujer  que  se 
mete  en  un  convento,  no  da  hijos  á  la  patria  (¡digámoslo  así,  con  todo 
ornato  de  palabras!).  En  primer  lugar,  esas  591.719  solteras  forzosas 
que  arroja  nuestro  censo,  ¿cómo  quieren  ustedes  que  den  hijos  á  la 
patria?  Mas  de  ese  número  se  sacan  las  religiosas,  como  ya  tenemos  re- 
petidamente demostrado. 

En  segundo  lugar,  en  los  países  donde  florece  la  vida  religiosa,  y  por 
ende  la  moralidad,  abundan  los  hogares  fecundos,  y  la  patria  se  ve  co- 
piosamente proveída  de  numerosa  prole.  No  es  el  celibato  religioso, 
sino  la  corrupción  del  matrimonio  y  el  celibato  vicioso,  propios  de  las 
sociedades  desmoralizadas,  lo  que  disminuye  la  población;  y  es  mejor 
para  la  patria  la  familia  que  da  á  la  Religión  uno  ó  dos  de  sus  cinco  ó 
seis  hijos,  que  la  familia  que  se  funda  sobre  el  pacto  implícito  ó  explícito 
del  hijo  único,  ó  todo  lo  más,  de  los  dos  hijos. 

Por  otra  parte,  los  monasterios,  aun  los  de  vida  más  contemplativa, 
no  son  estériles,  sino  fecundísimos  en  obras  de  caridad  y  beneficencia 
con  los  prójimos. 

En  este  punto  necesitamos  ceñirnos  mucho;  pues,  á  poco  que  dejá- 
ramos correr  la  mano,  nos  saldría,  no  ya  un  artículo  prolijo,  sino  un 
voluminoso  libro. 


EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE   MONJAS  159- 

¿Dónde  nació  y  vivió  durante  muchos  siglos,  la  educación  de  la 
mujer,  sino  en  los  monasterios  de  monjas?  Las  cuales  fueron,  no  sólo  las 
personas,  casi  únicas  de  su  sexo,  dotadas  de  literaria  instrucción,  sino 
las  únicas  maestras  de  las  niñas  en  los  siglos  que  nos  precedieron. 

Y  en  el  siglo  en  que  vivimos,  no  se  han  limitado  las  religiosas  á  ésta 
y  otras  obras  compatibles  con  el  encerramiento  de  los  claustros;  antes 
han  salido  de  ellos  para  atender  á  todas  las  miserias  y  sufrimientos  de  la 
Humanidad,  multiplicándose  sus  institutos  en  la  medida  en  que  se  multi- 
plican los  dolores  de  nuestra  sociedad  enferma. 

No  se  han  contentado  con  abrir  hospitales  donde  recoger  á  los  enfer- 
mos y  ancianos,  orfanotrofios  y  cunas  donde  recibir  á  los  hijos  á  quienes 
echa  al  arroyo  el  vicio  sin  piedad  ó  desampara  la  prematura  muerte  de 
sus  padres;  ¡han  ido  á  los  campos  de  batalla  á  vendar  las  heridas  de  los 
soldados,  ó  recibir  su  postrer  aliento,  haciendo  con  ellos  el  oficio  de  una 
madre  ó  una  hermana  ausente;  han  ido  á  todas  las  moradas  donde  se 
sufre,  para  sentarse  á  la  cabecera  del  enfermo,  para  suplir  los  oficios  del 
ama  de  casa;  para  esparcir  el  perfume  de  la  resignación  y  el  consuelo, 
donde  no  había  sino  la  rabia  de  la  impaciencia  y  el  furor  de  la  deses- 
peración! 

¿Qué  dolor,  qué  miseria  humana,  no  ha  hallado  una  de  esas  institu- 
ciones monásticas,  que  tomara  el  cuidado  de  su  alivio?  Y  ¿diremos  que 
hay  demasiadas  monjas?  ¿No  hay  por  ventura  más  miserias  que  necesi- 
tan lenitivo?  ¿No  hay  más  ignorantes  que  necesitan  religión?  ¿No  hay 
más  afligidos  que  necesitan  consuelo? 

Y  aunque  así  no  fuese,  ¿era  esto  suficiente  motivo  para  justificar  el 
despojo  de  mujeres  indefensas,  el  incendio  de  sus  moradas  y  el  robo  de 
sus  modestos  haberes?  De  todo  lo  cual  se  han  hecho  en  cierto  modo 
cómplices,  los  que  al  día  siguiente  de  tan  vandálicos  atentados  han  pro- 
curado atenuar  su  salvaje  criminalidad,  saliendo  con  esa  absurda  cues- 
tión sobre  el  excesivo  numero  de  monjas! 

Los  que  se  esfuerzan  por  paliar  la  barbarie  inaudita,  manifestada  por 
los  revolucionarios  de  Barcelona  en  el  incendio  de  los  conventos  y  casas 
religiosas,  ponderan  que  los  tales  bandidos  —  respetaron  la  propiedad 
privada,— y  por  lo  que  toca  á  las  monjas,  las  trataron  ¡hasta  con  urba- 
nidad!  En  efecto:  hubo  alguno  de  esos  cafres  que  llevaron  su  simiesca 
cortesanía  hasta  ofrecer  el  brazo  á  las  religiosas  á  quienes  echaban  de 
sus  moradas  para  ponerles  fuego. 

¡Quisiéramos  saber  cuan  agradecidos  quedarían  los  dueños  de  las  fá- 
bricas y  almacenes  de  comercio,  á  los  que  les  volaran  con  dinamita  sus 
edificios,  y  entregaran  á  las  llamas  su  hacienda,  si  al  propio  tiempo  les 
saludaran  y  hablaran  con  la  más  exquisita  urbanidad!— «Tenga  usted  la 
amabilidad  de  salir  de  su  establecimiento,  mi  señor  don  Torcuato;  no 
venimos  más  que  á  pegarle  fuego;  ¡dispense  usted  la  molestia!» 

¿No  es  añadir  la  befa  al  latrocinio,  el  hablar  con  urbanidad  de  pala- 


160  EL  EXCESIVO   NÚMERO   DE  MONJAS 

bras  á  quien  se  roba  y  despoja,  con  brutal  violencia  de  obra,  de  las 
cosas  más  necesarias  para  la  vida? 

Pero  se  ha  respetado,  añaden,  la  propiedad  privada.  —  ¿Por  ventura 
son  los  conventos  y  casas  religiosas- pertenencia  del  primero  que  quiera 
reducirlos  á  pavesas?  ¿Qué  son  esos  edificios  y  ajuares,  sino  los  dotes 
reunidos  de  honestas  doncellas  que  han  ido  á  buscar  en  esos  pacíficos 
retiramientos,  el  ambiente  moral,  el  hogar  amoroso  que  no  les  fué  dado 
encontrar  en  el  seno  de  una  familia  de  otra  índole? 

¡Delito  es,  indudablemente,  todo  atentado  injusto  contra  la  propiedad 
particular;  pero  el  despojar  á  pobres  mujeres  de  los  edificios  donde 
tienen  su  vivienda,  y  de  los  objetos  más  necesarios  para  su  honesta 
vida,  pasa  de  latrocinio  y  entra  de  lleno  en  la  criminalidad  de  asesinato! 
Pues,  ¿qué  diferencia  hay  entre  sofocar  á  una  persona  apretándole  el 
cuello,  ó  privándola  del  aire  respirable?  ¡Podrá  ser  la  primera  forma  más 
brutal;  pero  no  es  menos  homicida! 

Aun  cuando  se  tratara  de  las  mujeres  más  viles,  aun  de  las  rameras 
encenagadas  en  las  sentinas  del  vicio,  sería  inhumanidad  quemarles  sus 
viviendas  y  condenarlas  á  morir  de  inanición,  despojándolas  de  los  habe- 
res adquiridos  como  precio  de  sus  torpezas.  ¿Qué  será  someter  á  igual 
tormento  á  las  más  puras  vírgenes,  á  las  más  nobles  almas,  que  despre- 
ciaron todos  los  halagos  del  mundo  para  vivir  entregadas  solamente  al 
culto  de  la  virtud  y  al  ejercicio  de  la  caridad  que  derraman  sobre  sus 
prójimos? 

¡Crimen  es  éste  que  sólo  puede  inspirarlo  un  infernal  fanatismo! 
¡Crimen  de  aquellos  que  el  hombre  reflexivo  apenas  puede  explicar  por 
el  desorden  de  las  pasiones  bestiales;  antes  le  conducen  á  creer  en  la  in- 
tervención de  un  poder  demoníaco,  cuyas  sugestiones  obsesionan  á  los 
miserables,  que  por  una  vida  impía  se  han  sujetado  á  su  infernal  in- 
fluencia (1). 

Y  las  circunstancias  de  los  atentados  cometidos  en  Barcelona  y  otras 
poblaciones  de  Cataluña  son  tales,  que  indican  bien  de  dónde  procede  la 
saña  que  en  ellos  se  ha  explayado.  Porque  ¡no  se  han  dirigido  sólo 
contra  las  monjas,  cuyo  número  se  pretende  ser  excesivo;  no  se  han  li- 
mitado á  los  institutos  religiosos;  sino  hanse  extendido  á  los  templos  pa- 
rroquiales, á  los  hospitales  y  asilos  de  ancianos  y  niños  huérfanos,  á  los 
círculos  de  obreros,  á  todo  aquello  que  lleva  el  sello  cristiano,  á  todo  lo 
que  se  ordena  al  culto  y  particular  servicio  de  Dios! 

¿Había  por  ventura  excesivo  número  de  templos?  ¿Había  excesivo 
número  de  hospitales  y  asilos  para  los  desgraciados?  ¿Había  excesivo 
número  de  instituciones  católicas  para  moralizar  y  dignificar  al  obrero? 
¡Con  todo  eso,  ha  habido  demasiados  para  los  sectarios  que  los  handes- 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  1. 1,  «Por  qué  se  odia  á  los  religiosos». 


EL   EXCESIVO   NÚMERO   DE   MONJAS  161 

truído  con  el  fuego!  Luego  es  una  insensatez  buscar  la  causa  de  tales  crí- 
menes en  el  excesivo  desenvolvimiento  de  las  congregaciones  religiosas; 
y  las  personas  que  expresan  ó  abrigan  semejantes  ideas,  ¡dan  muestra 
de  los  enormes  desatinos  que  puede  inspirar  el  miedo,  ó  de  la  ruin  ca- 
lidad de  los  sentimientos  y  creencias  que  profesan! 

Es  absurdo  decir  que  haya  excesivo  número  de  religiosos,  desde  el 
momento  que  todos  los  que  lo  son  han  abrazado  ese  estado  libremente, 
y  libremente  perseveran  en  él;  comoquiera  que  las  leyes  civiles  están 
hoy  siempre  prontas  á  reconocer  y  amparar  cualquiera  apostasía.  Pero 
es  doblemente  insensato,  por  cuanto  su  existencia  viene  á  remediar  una 
verdadera  necesidad  social,  aliviando  el  problema  del  exceso  de  pobla- 
ción, que  ha  preocupado  con  frecuencia  á  los  estadistas;  y  resolviendo  el 
problema,  feminista,  que  actualmente  constituye  una  de  las  dificultades 
más  graves  de  las  sociedades  modernas. 

Y  los  atentados  contra  los  conventos,  no  sólo  no  tienen  menor  crimi- 
nalidad que  los  dirigidos  contra  la  propiedad  privada,  sino  envuelven 
las  circunstancias  agravantes  de  encaminarse  contra  la  religión,  y  contra 
la  misericordia  debida  á  la  debilidad  del  sexo,  y  á  la  virtud  imbele  é  in- 
defensa. 

R.  Ruiz  Amado. 


Historia  de  las  Keíigiooes 


1.  Un  libro  interesante  ha  publicado  el  Obispo  de  Alinda,  monseñor 
A.  Le  Roy,  intitulado  La  Religión  de  los  Primitivos,  ó  sea  de  los  pueblos 
que,  al  decir  de  algunos,  conservan  el  modo  de  ser  de  los  aborígenes  del 
mundo  (1).  Su  examen  nos  va  á  dar  ocasión  de  hablar  de  la  historia  de 
las  religiones  y  sincretismo  religioso,  materia  á  que  hoy  día  se  atribuye 
extraordinaria  importancia.  «Quien  la  ignora,  escribe  monseñor  Le  Roy 
en  el  prólogo,  ignora  una  parte  de  la  Teología.»  Y  en  el  primer  Congreso 
Científico  internacional  de  católicos,  en  Abril  de  1891,  el  abate  Peisson 
terminó  su  memoria  sobre  el  Estado  actual  de  la  ciencia  de  las  reli- 
giones, con  estas  conclusiones:  «Que  los  clérigos  la  estudien  cada  vez 
más;  que  se  creen  cátedras  de  ellas  en  los  Institutos  católicos,  y  que  al 
tratado  de  Religión  en  los  Seminarios  mayores  preceda,  como  prólogo 
necesario  y  obligado,  una  historia  de  estos  nuevos  estudios.» 

2.  Pero  ¿qué  pretende  esta  ponderada  y  novísima  ciencia?  Pues  no 
otra  cosa  que  testiñcar  y  explicar,  contesta  el  Prelado  de  Alinda,  la 
creencia  religiosa,  ese  hecho  universal  tan  antiguo  como  el  hombre,  pe- 
culiar y  característico  suyo,  y  que,  á  pesar  de  los  pronósticos  de  malos 
agoreros,  subsiste  floreciente  y  subsistirá  hasta  que  desaparezca  de  la 
tierra  la  raza  humana.  Según  Goblet  d'Alviella,  comprende  dos  partes:  la 
hierografia,  6  descripción  de  las  religiones  conocidas  y  de  su  desenvol- 
vimiento, y  la  hierologia,  ó  cotejo  y  relación  de  las  mismas  con  la  deduc- 
ción de  las  leyes  porque  se  rigen. 

3.  Que  con  afán  y  empeño  inusitados,  desde  que  Max  Müller  fundó 
el  edificio  de  la  Historia  de  las  Religiones,  como  quiere  Chantepie  de  la 
Saussaye,  aunque  otros  le  contradicen,  se  ha  dedicado  una  falange  de 
aficionados  á  este  estudio,  es  imposible  negarlo  ó  desconocerlo.  Hay  cá- 
tedras de  esta  ciencia  en  no  pocas  ciudades  principales;  se  han  escrito 
innumerables  libros,  conforme  se  infiere  de  la  larguísima  lista  de  ellos 
que  trae  el  erudito  autor,  en  la  que  omite,  como  era  de  presumir,  los  es- 
pañoles; infinitos  artículos  en  distintas  publicaciones;  existen  varias  re- 
vistas cuyo  fin  y  blanco  es  tratar  exclusivamente  de  este  asunto  (2);  se 
han  creado  museos  de  objetos  religiosos,  como  el  de  Guimet,  abierto  en 

(1)  La  Religión  des  Primififs,paiT  Mgr.  A.  Le  Roy,Evéque  d'Alinda,  Supérieur  general 
des  Peres  du  Saint-Esprit. París,  Gabriel  Beauchesne  et  Ci«,Édlteurs,  Ancienne  Librairie 
Delhomme  et  Briguet,  Rué  de  Rennes,  117,  1907.  En  8.°,  VIII-518  páginas.  Precio,  4 
francos. 

(2)  V.  Dufourcq,  Histoire  compairée  des  Religions  Paiennes  et  de  la  Religión 
Juive,  pages  2-13. 


HISTORIA   DE   LAS   RELIGIONES  163 

Lyon  en  1878  y  trasladado  á  París  en  1888,  y  celebrado  los  Congresos 
de  Chicago,  en  1893;  Stokolmo,  en  1897;  París,  en  1900;  Basilea,  en  1904, 
y  últimamente  el  de  Oxford,  del  15  al  18  de  Septiembre  de  1908,  al  que 
asistieron  al  pie  de  500  personas. 

4.  No  estará  de  sobra  el  advertir  que  el  Congreso  masónico  parisiense 
de  1907,  en  su  sesión  del  29  de  Septiembre,  significó  el  anhelo  de  la 
Orden  de  que  se  propagara  entre  los  niños  de  las  escuelas  semejantes 
estudios,  poniendo  en  sus  inocentes  manos  compendios  de  la  Historia  de 
las  Religiones,  tan  perniciosos  como  el  del  masón  Lahy.  No  es  sorpren- 
dente que  abriguen  esos  deseos;  porque  no  hay  sino  abrir  los  ojos  para 
ver  la  justicia  con  que  en  su  libro  Les  Religions  acaba  de  indicar  el  abate 
Brouselle  que  la  incredulidad  intenta  hacer  de  esta  ciencia  una  formi- 
dable máquina  de  guerra  contra  el  catolicismo  (1). 

5.  Pero  nos  atrevemos  á  pronosticar  que  va  á  obtener  escaso  fruto; 
pues  analizando  severa  é  imparcialmente  sus  obras  y  trabajos  se  echa  al 
punto  de  ver  lo  torcido  de  sus  procedimientos,  lo  vano  de  sus  deduc- 
ciones y  lo  mezquino  y  poco  lisonjero  de  los  resultados.  Elogie  la  His- 
toria de  las  Religiones  y  levántela  á  las  estrellas  William  James:  con  ella 
acaecerá  lo  que  con  otras  ciencias  muy  alabadas  por  lo  que  parecían 
tener  de  anticatólicas:  estuvieron  algún  tiempo  sobre  el  celemín;  después 
se  desvanecieron  á  manera  de  fuegos  fatuos,  sin  dejar  de  sí  el  menor 
rastro. 

LO  TORCIDO   DE   SUS   PROCEDIMIENTOS 

6.  Con  sobradísima  razón  insiste  el  Sr.  Obispo  de  Alinda  en  mani- 
festar el  desvariado  procedimiento  que  emplean  en  esta  materia  la  ma- 
yoría de  los  escritores  incrédulos.  Parten  de  principios  falsos;  estriban 
en  hechos  inciertos;  raciocinan  y  discurren  desdichadamente,  y,  en  fin, 
revelan  supina  ignorancia  de  la  Religión  católica,  contra  la  que  pretenden 
enderezar  sus  baterías. 

7.  Incontables  son  los  sistemas  modernos  que  han  intentado  explicar 
el  origen  de  las  religiones:  mas  en  casi  todos  esos  sistemas  se  presu- 
ponen como  inconcusos  dos  axiomas.  El  primero  es  la  negación  de  lo  so- 
brenatural. Mr.  A.  Réville,  que  rechaza  los  dogmas  como  aprioristicos, 
no  titubea  en  contradecirse,  asentando,  al  modo  de  axioma  indiscutible, 
que  nada  hay  de  sobrenatural,  que  son  partos  de  la  fantasía  el  milagro  y 
el  misterio.  El  segundo  es  el  de  la  evolución  ó  desarrollo.  La  evolución, 
dice  Mr.  Reinach,  se  designa  como  la  ley  de  los  estudios  religiosos, 
porque  ella  es  la  ley  del  género  humano.  Pero  con  esto  se  va  abierta- 
mente contra  la  naturaleza  de  la  ciencia  de  las  religiones.  Esos  axiomas 


(1)    El  abate  Labourt  dice  lo  mismo:  Cours  supérieur  d'instruction  religieuse,  París, 
1909.  Avertissement. 


164  H.STOiíiA   ü^    LAS   RELIGIONES 

no  deben  ser  principios  ó  puntos  de  partida,  sino,  á  lo  más,  conclusiones. 
Lo  que  se  pretende  es  descubrir  y  hallar  hechos,  examinarlos  á  la  clara 
luz  de  la  razón,  reunirlos  bajo  una  divisa  en  géneros  y  especies,  y  á  la 
postre  deducir  las  leyes  á  que  se  someten  ó  las  consecuencias,  sin  pre- 
vención de  ningún  linaje.  Me  encuentro  que  hay  un  lugar  en  el  que, 
merced  á  un  influjo  que  se  dice  sobrenatural,  los  huesos  rotos  se  solidi- 
fican inmediatamente,  los  cariados  pierden  su  roña,  los  pulmones  lasti- 
mados recobran  su  ser  primitivo,  úlceras  del  rostro  se  cicatrizan,  aber- 
turas de  llagas  y  heridas  se  cierran;  niños,  doncellas,  mujeres,  varones, 
obreros,  empleados,  enfermos  pobres  y  ricos,  hombres  de  todas  edades 
y  condiciones  á  la  faz  de  todo  el  mundo  hallan  la  salud  apetecida...  Y 
salen  los  materialistas  y  racionalistas  diciendo,  sin  molestarse  siquiera 
en  examinar  los  hechos:  no,  no  hay  en  ellos  cosa  de  sobrenatural;  lo  sa- 
bemos perfectamente;  lo  sobrenatural  es  un  mito.  Precisamente  eso  se 
debe  demostrar  por  los  hechos,  según  dictan  las  leyes  de  la  historia;  y 
mezclar  un  principio  de  metafísica  kanciana  ó  naturalista,  como  argüía 
Brunetiére,  es  destruir  esas  leyes...  A  no  dudarlo,  así  los  negrillos  y 
bantús  como  todas  las  tribus  del  África,  admiten  y  proclaman  la  exis- 
tencia de  un  Ser  superior  á  todo  lo  creado,  al  que  se  denomina  con  nom- 
bre especial,  y  que  se  diferencia  de  los  elementos  naturales,  de  las 
sombras,  de  los  manes,  de  los  espíritus,  y  se  acerca  al  Dios  vivo  y  per- 
sonal de  los  europeos.  No  puede  ser,  grita  Réville:  porque  la  idea  de  un 
dios  al  modo  judaico  ó  cristiano,  nació  poco  á  poco;se  fraguó  lentamente, 
mediante  la  regla  y  cánones  del  progreso,  y  esos  pueblos  sumidos  en  la 
barbarie  ó  el  salvajismo  tienen  que  ser  animistas  ó  fetiquistas.  Ya  se 
supone  la  tesis;  se  empieza  por  donde  debía  finalizarse. 

8.  Bien  es  verdad  que  se  alegan  hechos  en  abundancia  abrumadora. 
Mas  aquí  ocurre  algo  muy  original.  No  pocos  de  ellos  ó  son  falsos,  ó  se 
interpretan  mal,  ó  se  confunden  entre  sí,  ó  se  presentan  incompletos. 
Falsos.  Baldv^in,  Spencer  y  F.  J.  Gillen  testifican  con  toda  seriedad 
que  en  la  tribu  de  los  Aruntas,  en  la  Australia,  no  se  vislumbra  forma 
superior  de  religión,  siendo  sus  individuos  perfectamente  ateos.  Pues 
Mr.  Strehlow,  peritísimo  en  costumbres  australianas,  ha  demostrado  con 
razones  incontestables  la  falsedad  de  esas  afirmaciones.  Con  no  menos 
desenfado  que  los  anteriores  aseguraba  Tylor  que  los  jesuítas  en  1633 
introdujeron  entre  los  indios  de  la  América  del  Norte  la  fe  en  el  Kitchi- 
Manitou  ó  gran  espíritu.  Falso,  responde  Lang:  mucho  antes  de  esa  época 
varios  viajeros,  cuyos  testimonios  alega,  hallaron  entre  aquellos  indios 
esa  creencia,  que  venía,  al  menos  en  parte,  de  tiempo  inmemorial  (1).  Mal 
interpretados.  En  ocasiones  se  interpreta  como  indudable  en  un  sentido, 
y  acaso  con  recta  intención,  lo  que  entraña  otro  distinto.  El  abate  A.  Bros, 


(1)    Anthropos.  Revista  internacional  de  Etnología  y  Lingüística.  Tomo  III,  páginas 
567,  575, 819. 


HISTORIA   DE   LAS   RELIGIONES  165 

siguiendo  las  huellas  de  MM.  Réville,  Tylor  y  Frazer,  señala  por  materia 
de  culto  entre  los  negros  objetos  diversos  que  reputan  animados  y  los 
miran  como  dioses:  así  el  Morimo  entre  los  Cafres  y  el  Waka  entre  los 
Gallas,  que  parecen  representar  el  cielo  fecundo  y  lluvioso.  Si  los  Gallas, 
que  se  irritarían  al  oirse  calificar  de  negros,  leyeran  estas  obras,  respon- 
derían que  Waka  es  el  Ser  Supremo,  tan  real  y  personal  como  el  Alá  de 
los  árabes  y  el  Jahvéh  de  los  judíos.  Basta  haber  hablado  con  ellos  para 
convencerse  de  que  entienden  por  Waka,  no  el  cielo  material  y  extenso 
que  constituye  la  bóveda  del  firmamento,  sino  el  personificado,  esto  es, 
el  Gran  Espíritu  que  lo  habita  (1).  Lo  mismo  cabalmente  que  acontece 
entre  los  civilizados.  Segismundo  el  héroe  de  La  vida  es  sueño,  de  Cal- 
derón, contesta  á  Rosaura  con  aquella  célebre  décima,  que  la  saben  de 
coro  los  niños:  «Apurar,  cielos,  pretendo  -Por  qué  me  tratáis  así.— ¿Qué 
delito  cometí— Contra  vosotros  naciendo?...»  Y  Heraclio  en  la  Exaltación 
de  la  Cruz,  del  mismo  poeta,  pronuncia  aquella  bellísima  cuarteta:  «El 
madero  soberano, — Iris  de  paz,  que  se  puso  -Entre  las  iras  del  cielo  — 
Y  los  delitos  del  mundo»  (2).  Trastrocados.  La  equivocación,  no  leve,  en 
que  se  ha  tropezado  en  esta  materia,  es  el  haber  confundido  lastimosa- 
mente la  mitología  y  magia  natural  y  preternatural  con  la  religión;  el 
haber  cambiado  los  frenos  tomando  una  cosa  por  otra.  Según  Guyeau, 
de  quien  no  difiere  Winckler,  «la  religión  ensayó  desde  luego  la  reso- 
lución de  problemas  físicos».  La  religión  no,  la  mitología  sí,  responde  el 
P.  Lagrange.  Aquélla  reconoce  un  soberano  único  y  seres  superiores  so- 
brenaturales en  el  mundo  invisible,  rindiéndoles  adoración;  ésta  intenta 
rasgar  el  velo  de  lo  desconocido  en  alas  de  la  fantasía.  No  se  confundan 
los  términos  (3).  Pues  para  la  escuela  sociológica  de  Mr.  Durkheim, 
como  notan  A.  Bros  y  O.  Habert,  «entre  los  dos  órdenes  de  hechos  má- 
gicos y  religiosos  existe  más  que  una  semejanza  exterior,  hay  una  iden- 
tidad real;  los  unos  y  los  otros  tienden  al  mismo  fin»  (4).  Eso  es  lo 
mismo  que  querer  pasar  por  de  buena  ley  la  moneda  falsa;  es  como  si 
defendiéramos  que  las  actuales  cartomanceras  y  adivinas  de  París,  que 
venden  amuletos  y  talismanes  muy  recomendados  en  el  periódico  Matin, 
practicaban  la  verdadera  religión  ó  no  se  distinguían  de  los  que  la  prac- 
tican. Cierto  es,  según  testifica  el  Prelado  de  Alinda,  que  entre  los  sal- 
vajes la  magia  está  entreverada  con  la  religión  y  puede  compararse  al 
musgo  que  abraza  el  árbol  secular  hurtándole  la  savia;  pero  no  lo  es 
menos  que  se  señalan  doce  caracteres  distintos  y  perfectamente  deter- 
minados que  separan  la  religión  de  la  magia,  y  que  mientras  aquélla  se 


(1)  Véase  lo  que  sobre  la  palabra  cielo  dice  compendiosamente  en  su  obra  La  cos- 
mogonía mosaica,  Barcelona,  1906,  pág.  88,  el  P.  Juan  de  Abadal,  S.  J. 

(2)  Véanse  otros  ejemplos  curiosos  de  torcidas  interpretaciones  en  Anthropos, 
pág.  1.095. 

(3)  Études  sur  les  religions  sémetiques.  París,  1903;  páginas  28-38. 

(4)  L'Univers,  16  Junio  1909,  segunda  hoja. 


166  HISTORIA  DE   LAS   RELIGIONES 

endereza,  como  lo  ha  definido  el  lenguaje  vulgar  en  dos  palabras,  al  ser- 
vicio de  Dios  y  reconoce  un  Ser  Soberano,  dueño  del  mundo  y  padre  de 
los  hombres,  á  quien  se  debe  acatamiento,  la  otra  procura  atraer  á  su  ser- 
vicio con  malas  artes  y  sortilegios  las  fuerzas  de  la  naturaleza  ó  captarse 
el  poderío  de  los  manes  y  espíritus  inferiores.  Incompletos.  Lo  que  pasma 
y  fuerza  á  concebir  desventajosa  idea  de  estos  historiadores  de  las  reli- 
giones es,  que  presentan  los  hechos  truncados  é  incompletos.  En  el  haci- 
namiento de  noticias  encaminadas  á  probar  la  creencia  en  los  pueblos 
primitivos  de  la  personificación  de  los  objetos  materiales,  de  los  es- 
pectros, de  las  almas,  de  los  tótem,  se  omiten  y  desfiguran  cuidadosa- 
mente las  que  atañen  á  la  noción  de  Dios.  Es  el  modo  de  proceder  de 
Spencer,  Tylor,  Tiele,  Réville,  como  lo  ha  patentizado,  con  no  escaso 
ingenio,  Andrew  Lang  en  su  obra  The  Making  of  Religión,  sobre  la  que 
se  ha  guardado  significativo  silencio.  ¿Por  qué  conducta  tan  poco  caba- 
llerosa? Porque  no  les  conviene;  porque  entonces  sus  teorías  caerían  por 
su  base,  como  una  estatua  á  la  que  se  quita  el  plinto  del  pedestal  en  que 
se  sustentaba.  Si  apareciera  desde  luego  el  concepto  de  un  Ser  Supremo 
vivo  y  personal,  ¡adiós  su  evolución!  Luego  hundámosla  en  la  sima  del 
olvido,  aun  cuando  la  verdad  histórica,  herida  en  sus  mismas  entrañas, 
proteste  airadamente  (1). 

9.  No  suelen  pasar  generalmente  estos  escritores,  de  que  hablamos, 
sus  raciocinios  por  el  alquitara  de  la  lógica;  por  eso  emplean  muy  co- 
múnmente dos  sofismas  que  los  dialécticos  apellidan  de  non  causa  pro 
causa,  y  de  fallada  fictae  universalitatis  ó  syllogismus  pseudographus. 
Hoc  post  hoc;  ergo  propter  hoc.  Apenas  tropiezan  con  un  rito  en  las  reli- 
giones antiguas  que  parece  asemejarse  á  otro  de  la  católica  ó  tener  cierta 
analogía,  siquiera  sea  remota  con  él,  luego  deducen  que  el  uno  es  causa 
ú  origen  del  otro.  ¡Cuantos  casos  pudieran  citarse!  (2).  Para  E.  Burnouf, 
Cristo  es  dios  del  fuego  de  los  indios,  porque  el  cordero  ó  personifica- 
ción del  fuego  salido  del  frotamiento  de  dos  palos,  prodújolo  Twastri, 
especie  de  carpintero  divino,  que  como  dios  indiano,  tenía  su  Aíaia  ó 
compañera  celeste.  Esta  fábula,  secretamente  enseñada  entre  los  hebreos, 
se  aplicó  á  la  persona  de  Cristo,  hijo  de  José  y  María,  clavado  en  la 
cruz,  esto  es,  en  dos  palos  y  considerado  como  el  Cordero  pascual  (3). 
Pues  W.  Robertson  Smith,  J.  B.  Ferons  y  Salomón  Reinach  descubren  en 
el  sacrificio  del  animal  tótem  y  la  participación  de  la  carne  de  la  vícti- 
ma, la  explicación  de  la  Misa  y  Comunión  cristiana.  Sí,  algún  viso  tiene; 
aunque  las  segundas  difieran  del  primero  radicalmente  en  cuanto  á  la 
forma  propia  y  elementos;  pero  ya  no  se  requiere  más  para  fallar  que 


(1)  Antr hopos,  páginas  365-563. 

(2)  Véase  Praelectiones  Scholastico-dogmaticae...,  auctore  Horatio  Mazzella.  Editio 
tertia.  Romae,  1904,  núm.  290,  pág.  318. 

(3)  La  Religión  católica  vindicada  de  las  imposturas  racionalistas,  por  el  P.  José 
Mendive,  de  la  Compañía  de  Jesús,  cuarta  edición,  1897,  pág.  92. 


HISTORIA   DE   LAS   RELIGIONES  167 

Cristo,  los  Apóstoles  ó  cristianos  de  las  primeras  edades  se  apropiaron 
tales  ritos  gentílicos  con  el  fin  de  fabricar  dichos  dogmas,  ó  que  éstos  no 
vienen  á  ser  sino  aquéllos  un  poco  transformados,  limados  y  bruñidos. 
Ni  son  menos  audaces  y  aventurados  en  sacar  conclusiones  universales 
de  hechos  particulares  é  inducciones  imperfectas,  no  obstante  el  consejo 
que  les  daba  Max  Müller  (1),  al  que  tampoco  él  se  atuvo,  que  se  preca- 
vieran de  no  incurrir  en  prematuras  generalizaciones.  Ve  en  algunas  tri- 
bus W.  Robertson  Smith  que  el  animal  tótem  es  sacrificado;  y  se  apre- 
sura á  concluir  que  el  sacrificio  no  es  más  que  un  rito  totémico,  aunque 
la  experiencia  enseña  que  el  totemismo  no  se  ejercita  entre  todas  las 
gentes  que  usan  sacrificios.  Advierte  Mr.  Frazer  que  los  pueblos  de  la 
Austria  central  estudiados  por  MM.  Spencer  y  Gillen,  y  los  indios  de 
Méjico  descritos  por  M.  Preuss,  apenas  conocen  más  que  la  magia  (2), 
y  saca  la  deducción  de  que  toda  religión  procede  de  ella,  sin  reparar 
que  en  otras  tribus  degeneradas  pudo  suceder,  lo  que  es  más  natural  y 
verosímil,  que  la  magia  proviniera,  ó  mejor  dicho,  fuera  como  una  carroña 
y  tumor  maligno  de  la  religión  (3). 

10.  La  prudencia  dictaba  que  antes  de  entregarse  de  lleno  á  estudios 
tan  delicados  se  tuviese  preciso  y  distinto  conocimiento,  así  de  la  religión 
en  general  como  de  la  católica  en  particular,  para  no  desfigurarla;  por- 
que si  se  la  desquicia  es  fácil  presentarla  como  reñida  con  la  experien- 
cia. Ne  ignoraia  damnetur,  repetimos  con  Tertuliano;  no  se  la  condene 
sin  conocerla.  Mas  á  esto  se  ha  atendido  poco,  según  se  echará  de  ver 
en  algunos  ejemplos  cogidos  al  azar  y  que  podrían  multiplicarse  hasta 
lo  inverosímil.  En  la  Encyclopédie  des  sciences  religieuses,  en  la  palabra 
Adoration,  J.  Monod  escribe  lo  siguiente:  «La  Virgen  (en  la  religión  cató- 
lica) es  objeto  de  una  adoración  especial,  llamada  la  Adoración  perpe- 
tua.» Con  saña  reconcentrada  atestigua  Tylor  que  el  catolicismo  conser- 
va, como  joyas,  ritos  que  dirían  mejor  con  épocas  bárbaras;  que  es 
odioso  al  sabio,  ya  porque  mira  á  destruir  los  fueros  de  la  ciencia  libre, 
ya  porque  la  casta  sacerdotal  extiende  su  señorío  al  campo  de  la  inteli- 
gencia, de  tal  suerte,  que  en  nuestros  días  (en  1870)  un  Obispo  viejo  ha 
osado,  en  virtud  de  no  sé  qué  inspiración  infalible,  definir  sentencias  sobre 
estudios  que  exceden  sus  conocimientos  y  capacidad  intelectual  (4).  El  fa- 
moso Salomón  Reinach,  en  un  artículo  sobre  la  evolución  en  Teología,  da 
por  averiguado  que  la  Apología  católica  se  apoyó  durante  siglos  en  el  ma- 
nifiesto círculo  vicioso  de  fundar  la  autoridad  de  la  Iglesia  en  las  Escri- 
turas y  la  de  las  Escrituras  en  la  de  la  Iglesia,  como  si  esa  objeción  no 


(1)  Historia  de  las  Religiones,  por  Max  Müller.  Traducción  de  L.  Terán.  Madrid, 
pág.  406. 

(2)  Z,'í//2/ver5,  16Jun.  1909. 

(3)  V.  Zigliara,  Propedéutica  ad  Sacram  Tlieologiam.  Editio  quinta.  Roma,  1906, 
pág.  218.  Conclusio  prima. 

(4)  Anthropos,  pág.  335,  nota. 


168  HISTORIA    DE    LAS    RELIGIONES 

hubiera  sido  mil  veces  deshecha,  pulverizada  y  aventada  y  no  se  hallara 
su  solución  en  todos  los  manuales  de  Teología  (1).  Réville  compara  á 
los  amuletos  las  medallas  benditas,  en  cuyo  metal  encuentran  los  católi- 
cos secretas  virtudes,  y  nos  enseña  que  éstos  sostienen  una  revelación 
primitiva  para  establecer  el  dogma  de  la  infalibilidad  de  la  Iglesia.  En 
fin,  para  no  alargarnos  en  demasía,  Frazer,  en  su  libro  Adonis,  Attis, 
Osiris,  pone  á  cargo  del  catolicismo  el  que  en  Bélgica  se  coma  el  día  de 
ánimas  el  soul-cakes,  costumbre  de  los  paganos,  que  juzgaban  que  al 
cabo  de  cada  año  las  almas  de  los  muertos  se  hallaban  presentes  y  las 
regalaban  con  un  festín  (2). 

LO   VANO   DE   sus   DEDUCCIONES 

11.  Se  comprende  sin  mucho  trabajo  que  no  serán  de  muy  grande 
peso  las  deducciones  que  se  colijan  de  procedimiento  tan  manco  y  defec- 
tuoso; pero  examinadas  en  sí  mismas,  se  entiende  todavía  mejor  que  no 
sólo  contra  la  revelación,  pero  ni  aun  contra  el  modo  tradicional  de  ex- 
plicar los  hechos  encierran  valor  alguno  positivo. 

12.  El  argumento  rey,  que  diría  el  P.  Gracián,  sacado  de  la  historia 
de  las  religiones  contra  la  católica,  y  al  que  como  á  potente  foco  conver- 
gen otros  varios,  se  reduce  á  que  ésta  se  origina  de  diversos  cultos  (3). 
Delátalo  á  voces  dicen  su  misma  esencia,  que  se  compone  de  muchos  ritos 
que  se  hallan  en  flor,  en  germen  ó  en  todo  su  ser  en  las  religiones  dise- 
minadas por  el  mundo.  De  ellas  los  extrajo,  cual  solícita  abeja,  el  catoli- 
cismo, perfeccionándolos  después  y  constituyendo  un  cuerpo  de  doctrina. 
Arriba  indicamos  lo  que  sienten  E.  Burnouf,  Smith,  Ferons  y  Reinach, 
acerca  de  algunos  dogmas.  Frazer  opina  que  la  divinidad  de  Cristo  es  el 
panal  elaborado  con  los  jugos  libados  en  las  supersticiones  babilónicas, 
pérsicas,  índicas  y  romanas;  y  en  una  palabra,  todos  los  racionalistas  uno 
ore,  como  afirma  Mazzella  (4),  con  perfecta  unanimidad,  apoyados  en 
los  rasgos  y  analogías  entre  la  verdadera  religión  y  las  falsas,  achacan 
á  aquélla  tan  bastardo  y  espúreo  nacimiento. 

13.  No  es  reciente  esta  dificultad,  y  aun  Mazzella  divisa  vestigios  de 
ella  en  el  filósofo  Celso  (5).  En  el  siglo  XVIII  Voltaire  buscó  en  esas 


(1)  Por  ejemplo,  Wirceburgenses,  Theolog.,  II,  pág.  232;  Hurter,  Theologia  genera- 
lis,  núm.  265;  Mazzella,  Praelectiones,  I,  núm.  331;  Lorini,  Introductio  in  Sacram  Theo- 
logiam,  núm.  373;  Mendive,  Institutiones,  \.^  pars,  pág.  329;  Saiz  Ruiz,  Synthesis...,  nú- 
mero 438;  Miguel  Blanc,  Theologia  Generalis,  núm.  334,  etc.,  etc. 

(2)  The  Irisch  Ecclesiastical  Record.  January,  1907. 

(3)  G.  Van  Noort,  Tractatus  de  Vera  Religione.  Editio  altera,  Amstelodami,  1907, 
núm.  74. 

(4)  Loe.  cit.,  números  289  y  290.  Véase  también  la  Historia  de  la  Civilización  de  am- 
bos continentes,  obra  eserita  por  Bonifacio  Seviñe  y  Miqueláiz.  Madrid,  1899,  pág.  632. 

(5)  ídem,  núm.  288. 


HISTORIA   DE   LAS   RELIGIONES  169 

conexiones  y  enlaces  un  ariete  demoledor  del  cristianismo;  y  por  cierto 
que  tradujo  en  francés  un  pretendido  Ezar-Veda,  henchido  de  tales  ana- 
logías, que  supuso  ser  cuatro  siglos  anterior  á  Alejandro  Magno,  y  que 
resultó  obra  del  célebre  misionero  jesuíta  del  siglo  XVII  Roberto  de 
Nobili,  conforme  comprobó  Ellis  (1).  Sin  embargo,  no  se  ha  de  negar 
que  se  ofrece  ahora  con  nuevo  aparato  científico  y  muchedumbre  de 
ejemplos.  Pero  todos  sus  esfuerzos  se  estrellan  contra  la  roca  de  la  ver- 
dad. En  general  y  en  particular  (2),  se  han  triturado  cuantos  argumentos 
se  amontonan  en  pro  de  semejante  hipótesis.  Indicaremos  nosotros,  ya 
que  no  es  posible  otra  cosa,  algunas  contestaciones  generales  que  ex- 
pone con  su  sobriedad  y  nervio  acostumbrados  Van  Noort  (3).  Primero: 
no  se  entiende  cómo  pudo  formarse  por  ese  método  una  religión  univer- 
sal con  un  sistema  de  doctrinas  maravillosamente  entretejidas.  Segundo: 
ni  cómo  el  cristianismo  originó  contradicciones  y  persecuciones  rabio- 
sas, siendo  así  que  de  suyo  tendía  á  atemperarse  y  aun  á  convertir  en 
sangre  propia  los  cultos  ajenos.  Tercero:  ni  cómo  Cristo  y  los  Apóstoles 
ó  cristianos  de  los  primeros  siglos  conocieron  religiones  extrañas  y  re- 
motísimas y  tuvieron  arte  de  despojarlas  de  lo  ridículo  y  extravagante  y 
asimilarse  lo  más  puro  y  acendrado.  Cuarto:  ni  cómo  los  misterios  y 
dogmas  cristianos  puedan  poseer  su  propia  forma  y  elementos  caracte- 
rísticos esenciales,  de  modo  que,  cotejados  con  las  doctrinas  que  se  miran 
como  sus  fuentes  y  raíces,  la  semejanza  es  vaga  y  meramente  externa; 
la  desemejanza  incomparablemente  mayor,  verdadera  y  real.  Por  último, 
diremos  con  Mazzella  (4),  que  mientras  quede  en  pie  que  Cristo  fué  legado 
de  Dios,  no  destruyen  los  adversarios  el  origen  divino  de  la  religión;  pues 
pudo  el  cielo  auxiliarle  é  inspirarle  para  que  eligiese  y  compaginara  los 
elementos  útiles,  buenos  y  verdaderos  esparcidos  en  otros  cultos,  for- 
mando una  religión  propia  cuya  predicación  se  confirmara  con  milagros. 
14.  No  se  ha  conseguido  tampoco  enflaquecer  el  modo  tradicional  de 
explicar  las  mencionadas  analogías  y  hechos.  Los  antiguos  atribuíanlos 
universalmente  á  una  de  tres  causas:  á  la  naturaleza  humana,  á  la  revela- 
ción primitiva,  á  la  intervención  diabólica.  Á  la  naturaleza  humana,  por- 
que muchas  verdades  teóricas  y  prácticas,  muchos  ejercicios  y  ceremo- 
nias del  culto  son  tan  naturales  al  hombre,  que  no  es  maravilla  se  vean 
en  todos  los  confines  habitados  de  la  tierra  y  en  la  verdadera  y  falsas 
religiones;  v.gr.,  el  sacrificio,  cierta  confesión  y  expiación  de  los  pecados, 
el  canto  religioso,  etc.  El  cristianismo  ni  prescinde  de  la  naturaleza,  ni 


(1)  Pawlicki  P.  Stefano,  Le  Origini  del  Cristianismo.  Roma,  1882,  pág.  8. 

(2)  Véanse  Pesch,  Praelectiones  dogmaticae,  t.  I,  números  310-356;  Mazzella,  I.  c, 
núm.  293;  Mendive,  La  Religión...,  1.  c;  Egipto  y  Asirla  resucitados,  por  D.  Ramiro  Fer- 
nández Valbuena.  Toledo,  1895.  Primera  parte,  páginas  33,  69,  etc. 

(3)  L.C. 

(4)  L.  c,  pág.  319,  núm.  290,  nota. 


170  HISTORIA   DE   LAS  RELIGIONES 

profesa  que  todos  los  ritos  que  encierra  sean  sobrenaturales  (1).  ¿Qué 
opone  á  este  discurso  la  historia  de  las  religiones?  Lejos  de  oponer  nada 
de  consideración,  más  bien  lo  confirma.  Monseñor  Le  Roy,  estribando 
en  su  larga  experiencia  de  veinte  años  y  en  el  estudio  constante  de  los 
escritos  de  autores  que  pasan  por  lumbreras  en  esta  ciencia  comparada, 
nos  da  cuenta  y  razón  de  los  sacrificios  morales,  de  las  expiaciones,  de 
los  cantos  religiosos  de  los  primitivos,  como  flores  vistosas  y  brotes 
espontáneos  de  su  naturaleza...;  luego  en  esto  no  destruye,  sino  ratifica  la 
explicación  tradicional. 

15.  Otros  hechos  se  explicaban  por  la  desfiguración  de  la  revelación 
primitiva.  Esta  revelación  abarcaba  el  monoteísmo  y  un  número  de  verda- 
des harto  difícil  de  precisar;  pero  al  correr  de  las  edades  sufrió  un  des- 
arrollo progresivo,  por  especial  providencia  divina,  en  el  pueblo  esco- 
gido (época  patriarcal,  mosaica  y  luego  cristiana)  y  regresivo  y  muy 
desigual  en  los  demás.  En  Occidente  y  Oriente  el  monoteísmo  degeneró 
en  politeísmo,  después  en  antropomorfismo  é  idolatría;  entre  los  bárba- 
ros y  salvajes,  cuya  historia  es  un  caos,  como  declara  De  Broglie,  se 
adulteraron  las  narraciones  primeras,  abrillantándoselas  con  el  ropaje  de 
la  fábula  y  galas  y  errores  fantásticos  é  ilusorios;  sin  embargo,  no  las 
destruyeron.  El  abate  A.  Bros,  haciéndose  en  parte  eco  de  los  voceros  de 
la  incredulidad,  asegura,  que  hoy  día  esa  suposición  se  desecha  general- 
mente. ¿Qué  razones  aduce?  Dos  principales:  primera,  las  razas  decaí- 
das no  sobresalen  por  la  tenacidad  de  su  memoria.  Los  negros  del  Congo 
formaron  en  el  siglo  XVI  una  cristiandad  de  doce  millones;  ahora  no  se 
busque  entre  ellos  huellas  de  creencias  católicas.  Segunda,  las  analogías 
son  pocas  y  sin  importancia,  ni  vale  la  pena  de  que  en  ellas  intervenga 
la  Providencia.  Escasa  fuerza,  á  la  verdad,  encierran  estas  razones.  Por 
endeble  y  fugaz  que  se  finja  la  memoria,  cuando  las  enseñanzas  encarnan 
en  hechos  prácticos  y  las  historias  son  deslumbradoras  y  se  archivan  en 
el  seno  de  las  familias  ó  se  incorporan  y  entallan  en  monumentos  más  ó 
menos  rudos,  se  mantienen  frescas  siempre,  y  su  relación  se  vincula  al 
modo  de  ser  y  á  la  vida  de  las  tribus.  Al  ejemplo  hay  que  poner  no  flojos 
reparos:  primero,  la  cifra  parece  exagerada;  segundo,  la  inmensa  mayo- 
ría de  esos  negros  no  tenían  de  cristianos  sino  el  nombre,  ó  no  recibieron 
instrucción  ó  fué  harto  somera  y  así  se  olvidó  presto;  tercero,  aquí  trope- 
zamos con  la  funesta  generalización,  en  el  Congo...  luego  en  todas  partes; 
olvido  de  la  religión  cristiana...  luego  de  todas  las  creencias.  Lo  que  evi- 
dentemente es  falso;  porque  en  Ambaca  (detrás  de  Loanda)  los  negros 
conservan  hace  años  y  años  sus  principios  católicos  y  escritura,  á  pesar 
de  carecer  de  sacerdotes.  En  cuanto  á  la  escasez  y  desinterés  de  las  ana- 
logías, hemos  de  responder  que  aunque  no  desconocemos,  con  el  Padre 
Pesch,  que  algunos  católicos  han  ido  por  ventura  más  alia  de  la  raya  de 


(1)    Van.  Noort,  1.  c. 


HISTORIA   DE   LAS   RELIGIONES  171 

lo  justo,  todavía  es  innegable  que  existen  varias.  El  Prelado  de  Alinda 
apunta  doce  tan  capitales  que  son  las  zanjas  en  que  se  cimentan  la  moral 
y  religión.  Todo  ello  sin  apelar  al  recurso  de  la  Providencia,  que  en 
determinados  casos  por  fines  especiales  puede  de  mil  modos  hacer  que 
no  se  borren  los  rastros  de  la  primitiva  revelación.  Otra  objeción  pone 
Réville:  no  pudo  existir  tal  revelación,  como  lo  significa  el  estado  de 
abatimiento  y  postración  de  las  razas  primeras.  Pero  aquí  se  parte  del 
principio  engañoso  de  la  evolución;  á  mayor  cultura,  religión  más  aca- 
bada; no  de  los  hechos  que  deben  ser  el  único  norte  para  Réville,  y  los 
hechos  dan  que  pueblos  atrasadísimos  en  cultura,  como  los  pigmeos 
actuales,  sobrepujan  religiosa  y  moralmente  á  pueblos  tan  adelantados 
como  griegos  y  romanos. 

16.  Ritos  hay,  como  el  de  la  manera  de  confesión  en  algunos  pueblos 
gentiles  (1)  y  otros  análogos,  bien  extraños  y  sorprendentes.  Fundán- 
dose los  autores  antiguos  en  aquella  idea  de  Tertuliano  de  que  el  demo- 
nio es  la  simia  ó  mona  de  Dios  (2),  y  considerando  su  señorío  en  gentes 
privadas  de  la  lumbre  de  la  fe,  y  separadas  de  todo  comercio  cristiano, 
creyeron  que  les  inspiró  algunos  de  esos  ritos  que  son  caricaturas  y  paro- 
dias de  los  dogmas  instituidos  por  Jesucristo  (3).  ¿Se  ha  echado  por 
tierra  esta  hipótesis?  Con  burlas  punzantes  y  dicterios  de  dudoso  gusto, 
sí;  con  pruebas,  que  son  las  que  hacían  al  caso,  no.  Lo  indudable  es  que 
el  Obispo  de  Alinda  habla  repetidas  veces  y  como  testigo  ocular,  aunque 
siempre  tímida  y  veladamente,  del  trato  de  los  hechiceros  y  brujas  con 
espíritus  malos,  de  los  que  reciben  inspiraciones  y  noticias  de  secretos 
que  por  el  camino  ordinario  es  difícil  averiguarlos.  No  merece,  por  tanto, 
la  opinión  tradicional,  cifrada  en  esta  comunicación  diabólica  patentizada 
de  mil  modos,  ni  los  desdenes  compasivos  con  que  se  la  mira,  ni  los 
denuestos  y  dictados  más  ásperos  y  desabridos  del  diccionario.  Persiste 
en  todo  su  vigor  y  lozanía,  y  persistirá  hasta  que  con  hechos  se  la 
desautorice. 

LO  POCO   LISONJERO  DE  LOS  RESULTADOS 

17.  ¿Es  completamente  estéril  é  infecundo  el  estudio  de  la  historia 
de  las  religiones?  ¿Se  han  obtenido  de  él  bienes  sin  cuento?  No  demos 
oídos  ni  al  canto  épico  entonado  por  William  James  en  loor  de  esta  cien- 


(1)  Véase  en  Tres  relaciones  de  antigüedades  peruanas.  Madrid,  1879,  la  anónima, 
pág.  165. 

(2)  La  Théologiede  Tertullien,  par  Adhemar  d'AIés,  páginas  158,  159. 

(3)  Véanse  Historia  eclesiástica  indiana,  por  Fr.  Jerónimo  de  Mendieta,  O.  S.  F.,  Mé- 
jico, 1870,  páginas  97-107,  y  la  Historia  Natural  y  Moral  de  las  Indias,  por  el  Padre 
José  de  Acosta.  El  título  del  capítulo  XI  del  libro  V  de  esta  obra  dice  así:  «De  cómo  el 
demonio  ha  procurado  asemejarse  á  Dios  en  el  modo  de  sacrificios,  religión  y  sacra- 
mentos.» Edición  de  Madrid,  1792,  pág.  27. 


172  HISTORIA   DE    LAS   RELIGIONES 

cia,  ni  á  las  diatribas  de  sus  enemigos.  Juzguemos  de  los  resultados,  y 
sin  salir,  por  supuesto,  de  su  esfera  propia,  esto  es,  de  lo  que  pertenece 
á  la  religión  de  los  pueblos  primitivos,  ó  que  como  tales  se  consideran, 
aunque  sin  fundamento  alguno  ó  con  bien  escaso  fundamento. 

18.  Dichos  resultados  ha  resumido  monseñor  Le  Roy  en  estas  frases: 
«En  los  diversos  sistemas  que  pretenden  explicar  el  origen  de  la  religión, 
en  los  de  Tylor,  Frazer,  W.  R.  Smith,  y  aun  en  los  francamente  doctrina- 
rios y  ciegamente  materialistas  de  Girard  de  Rialle,  A.  Lefévre  y  Letour- 
neau  se  hallan  observaciones  exactas,  conjeturas  juiciosas,  deducciones 
ingeniosas,  teorías  parciales  innegables  y,  sobre  todo,  multitud  de  hechos 
que  deben  contarse  como  meras  adquisiciones.»  Desentrañemos  el  sen- 
tido de  estas  palabras,  poniendo  á  la  vista,  en  términos  propios,  lo  que 
han  llevado  á  cabo  los  cultivadores  de  estos  nuevos  estudios.  Puédese 
conceder  generosamente  que  han  contribuido  á  esclarecer  los  conceptos 
de  la  Exogamia,  ó  regla  de  buscar  esposas  fuera  de  su  parentela;  de  las 
Sociedades  secretas,  funestísimas  por  su  tiranía  en  las  poblaciones  de  los 
salvajes;  del  taíuage,  ó  pinturas  y  mutilaciones  de  los  primitivos;  de  los 
mitos,  ó  fabulosas  narraciones  sobre  el  origen  de  los  dioses  y  costumbres; 
de  la  magia,  ó  arte  de  servirse  de  las  fuerzas  de  la  naturaleza  y  con- 
quistarse el  influjo  de  los  espíritus;  del  tabú  (1),  ó  prohibiciones  religio- 
sas; del  totemismo,  ó  dedicación  de  un  clan  ó  familia  á  una  especie,  las 
más  de  las  veces,  de  animales;  del  shamanismo,  ó  ceremonias  con  que 
los  prestidigitadores  procuran  aplacar  el  enojo  de  los  espíritus;  de  los 
amuletos  y  talismanes,  género  de  salvoconductos  para  preservarse  de 
sucesos  siniestros;  del  naturismo,  ó  adoración  de  las  cosas  inanimadas 
de  la  naturaleza,  con  sus  divisiones  de  litolatría,  hidrolatría,  dendolatría, 
astrolatría,  etc.,  del  animismo,  ó  culto  de  los  seres  que  rodean  al  hombre 
á  los  que  se  cree  dotados  de  alma;  del  fetiquismo,  ó  reverencia  á  un  objeto 
en  que  habita  un  espíritu;  del  politeísmo,  ó  reconocimiento  de  muchos 
dioses;  del  henoteismo,  ó  catenoteismo,  ó  elección  por  protector  de  un 
dios  entre  múltiples,  á  quien  el  adorador  atribuye  una  supremacía  rela- 
tiva (2);  de  la  antropolatria,  ú  homenaje  á  Dios  bajo  la  forma  humana,  y 
de  la  idolatría,  ó  acatamiento  de  las  imágenes  como  seres  divinos. 

19.  Mas  aquí  se  han  detenido  casi  todos,  ganosos  de  acreditar  sus 
teorías,  haciéndose  reos  de  graves  omisiones;  porque  estudiando  afano- 
samente lo  secundario,  han  desdeñado  lo  más  esencial:  la  organización 
general  de  la  familia,  la  creencia  en  un  Dios,  que  brilla  en  el  alma  del 
hombre  como  en  el  fondo  del  cielo  las  estrellas;  los  fundamentos  de  la 


(1)  Icardi  del  Villar,  en  su  Historia  descriptiva  y  filosófica  de  las  Religiones,  Barce- 
lona, pág.  559,  los  llama  también  tambú  ó  tapú. 

(2)  De  Harlez  entiende  por  henoteismo  el  reconocimiento  de  un  Dios,  cuya  natura- 
leza no  se  conoce  determinadamente.  El  P.  Zigliara,  que  aprueba  esta  definición» 
rechaza  la  de  Max  Müller.  Propedéutica,  pág.  222.  Véase  también  Van  Noort,  De  Deo 
uno  et  trino,  núm.  49. 


HISTORIA  DE   LAS   RELIGIONES  173 

moral,  la  inmortalidad  del  espíritu  humano,  el  pensamiento  de  un  más 
allá,  las  manifestaciones  del  culto,  sacrificio  y  oración. 

20.  Ni  se  vaya  á  pensar  que,  aun  en  lo  que  han  investigado,  su  origi- 
nalidad es  tan  absoluta  y  completa  que  no  hayan  tenido  precursores  de 
ninguna  clase.  Recuérdese  que  esta  ciencia  comparada  de  las  religiones 
se  funda  en  hechos;  y  los  antiguos,  ¿ignoraron  por  ventura  los  hechos  que 
han  dado  pie  á  esas  explicaciones?  Sin  miedo  de  ser  desmentidos,  afir- 
maremos que  serán  contados  los  que  los  desconocieron,  pareciéndonos  un 
tanto  hiperbólica  la  locución  de  monseñor  Le  Roy  sobre  las  nuevas  ad- 
quisiciones. Léanse  si  no  las  infinitas  historias  (1)  que  de  la  conquista 
temporal  y  espiritual  del  nuevo  mundo  y  de  las  misiones  entre  indios  y 
negros  compusieron  los  españoles,  á  las  que  ni  alude  siquiera  nuestro 
insigne  autor,  y  se  hallarán  casi  todos  minuciosamente  referidos  y  ex- 
puestos varios  con  exquisita  precisión.  La  diferencia,  á  no  dudarlo,  está 
en  que  los  antiguos  no  compararon  unos  hechos  con  otros,  ni  los  clasifi- 
caron, ni  los  llamaron  con  nombres  tan  adecuados,  ni  constituyeron  un 
estudio  y  ciencia  propia,  como  han  realizado  los  historiadores  de  las  reli- 
giones. ¿Se  ha  de  estimar  esto  por  un  resultado  gigantesco?  Los  que  se 
prometían  descubrir  horizontes. inacabables  en  donde  resplandeciesen 
astros  nunca  soñados  ni  imaginados,  extensísimos  campos  cubiertos  de 
bosques  seculares  y  vegetación  tropical,  mundos  nuevos  con  riquísimos 
é  inagotables  mineros,  ¿se  darán  por  satisfechos  y  contentos  con  tales 
invenciones? 

21.  Pero  aun  estos  frutos,  que  no  son  para  ponderarse  en  extremo, 
tuvieron  su  contrapeso  en  el  fracaso  de  las  hipótesis.  Ya  de  suyo  esa 
variedad  de  sistemas,  que  se  suceden  al  modo  de  las  hojas  de  los  árboles 
y  de  las  olas  de  los  mares,  ese  tejer  y  destejer  de  la  tela  de  Penélope, 
argüiría,  según  advierte  Van  Noort  (2),  falta  de  fundamento  científico. 
«Os  ha  acontecido  lo  mismo  que  á  los  arquitectos  ignorantes,  exclama- 
remos con  San  Hilario  (3),  á  quienes  sus  propias  obras  desagradan  siem- 
pre; no  hacéis  sino  edificar  y  destruir.»  Mas  esos  indicios  de  incon- 
sistencia y  liviandad  en  las  teorías  convierte  en  pruebas  irrecusables  la 
acerada  lógica  del  Obispo  de  Alinda  al  sacar  del  estudio  de  las  Religio- 
nes de  los  Primitivos  las  siguientes  conclusiones:  Primera:  Para  el  primi- 
tivo existe  distinción  entre  el  mundo  visible  é  invisible,  el  alma  es  in- 


(1)  Léase,  por  ejemplo,  la  carta  de  D.  Marcos  Jiménez  de  la  Espada  al  Conde  de 
Toreno,  que  va  al  frente  de  las  Tres  relaciones  de  antigüedades  peruanas,  que  he- 
mos citado,  ó  el  «Catálogo  de  las  obras  y  manuscritos  que  deben  consultarse  para  la 
historia  de  América  latina,  y  particularmente  del  Perú»,  del  Sr.  Mendiburu,  en  su  Dic- 
cionario Histórico-biográfico  del  Perú,  Lima,  1874,  y  se  verá  la  asombrosa  fecundidad 
de  los  españoles  que  escribieron  sobre  los  indios. 

(2)  L.  c,  pág.  103. 

(3)  Contra  Const.,  núm.  23. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXVI  12 


174  HISTORIA   DE   LAS   RELIGIONES 

mortal,  hay  espíritus  superiores  al  hombre.  Luego  falsa  la  teoría  de  los 
viejos  materialistas  Petronio,  Stracio,  Lucrecio  y  la  de  los  positivistas 
Comte,  Schutlze,  Riall,  que  en  pueriles  temores  ó  en  fetiches  deificados, 
sin  otros  conocimientos  en  el  orden  espiritual,  colocaban  la  religión  ori- 
ginaria. Segunda:  Creen  las  razas  degradadas  en  un  Ser  Supremo,  crea- 
dor del  mundo,  padre  de  los  hombres;  de  donde  brotan  el  sacrificio  y  en 
general  el  culto  y  su  organización.  Creencia  que  si  no  es,  como  parece 
más  lógico,  la  primera  que  amanece  en  la  mente  del  salvaje,  cuyos  ojos 
miran  escritos  en  los  cielos  con  caracteres  de  luz  el  nombre  del  Señor, 
al  menos  no  se  demuestra  que  sea  posterior  á  otra  ninguna.  Por  tanto, 
se  deshacen  como  humo  las  cavilaciones  de  Preuss,  Vierkandt,  King, 
Frazer,  Hubert,  que  derivan  la  religión  de  la  magia;  las  argucias  de  Révi- 
lle,  inventor  del  naturalismo,  las  fantasías  de  Lubboc,  mantenedor  del 
ateísmo  como  punto  de  arranque  en  el  desenvolvimiento  de  las  religio- 
nes; los  ensueños  de  Herbert  Spencer  y  Alien,  para  quienes  el  fecundo 
manantial  de  todo  está  en  la  veneración  de  los  ghost,  ó  almas  de  los  di- 
funtos, y  el  sistema  clásico  de  Tylor,  base  del  mítico  de  Usener  y  del 
pan-babilónico  de  Winckler,  cuyo  primero  y  primordial  principio  es  que 
á  la  idea  de  Dios  personal,  inasequible  al  salvaje,  debía  preceder  la 
animación  de  los  seres  mundanales.  Tercera:  Florece  en  todos  los  pueblos 
y  en  individuos  solitarios  el  sentimiento  de  la  moral,  cimentado  en  la 
distinción  del  bien  y  del  mal,  en  los  efectos  espontáneos  de  pudor,  jus- 
ticia, responsabilidad  y  reconocimiento  más  ó  menos  explícito  de  la  con- 
ciencia; de  aquí  nacen  los  mandamientos  y  prohibiciones,  la  noción  del 
pecado,  con  su  sanción  ejercida  por  autoridad  visible  é  invisible.  Por 
donde  los  delirios  de  la  escuela  sociológica  de  Durkheim,  que  en  la  so- 
ciedad encuentra  el  origen  de  la  moralidad,  quedan  desvanecidos;  ya  que 
tales  sentimientos  están  entrañados  y  esculpidos,  como  en  piedra  ó 
bronce,  en  la  conciencia  de  todos.  Cuarta:  La  familia,  importantísima  en 
los  aborígenes,  viene  á  ser  el  sostén  del  edificio  religioso  y  social,  y  al 
propio  tiempo  que  mira  á  mantener  la  pureza  de  sangre  y  propias  tradi- 
ciones, da  lugar  al  nacimiento  del  sacerdocio.  Ridicula  y  extravagante 
es,  por  consiguiente,  la  concepción  de  Le  Bon,  que  consideraba  á  las  pri- 
meras sociedades  á  la  manera  de  rebaños  de  antílopes  discurriendo  por 
los  bosques;  errónea  la  idea  de  que  el  totemismo  de  Smith  y  Reinach 
constituya  la  piedra  angular  de  las  creencias  religiosas;  pues  presupone 
formada  la  familia,  con  su  fe  en  los  espíritus,  á  los  que  intenta  ganar  por 
medio  del  pacto  mágico  establecido  con  el  tótem  (1). 


(1)  The  American  Catholic  Quarterly  Review,  pág.  304,  April,  1909,  dice:  «La  teoría 
del  tótem,  del  profesor  W.  R.  Smith,  ha  caído  en  descrédito  entre  los  cultivadores  de 
esta  ciencia  (de  las  Religiones);  ni  siquiera  consideran  al  tótem  como  objeto  religioso, 
al  menos  en  su  origen.» 


HISTORIA   DE   LAS   RELIGIONES  175 


LA    OBRA    DE    MONSEÑOR    LE    ROY 

Tales  son  las  conclusiones  que  se  deducen  de  este  estudio  imparcial, 
severo,  concienzudo,  práctico,  eruditísimo,  bien  pensado  y  ordenado,  del 
Prelado  de  Alinda.  Poco  importa  que  á  veces,  en  ciertos  capítulos,  sea 
el  ilustre  autor  algo  confuso  por  amontonar  demasiadas  noticias  y  aludir 
á  muchedumbre  de  escritores,  señal,  por  otro  lado,  de  su  copiosa  lectura; 
poco  importa  que  se  adviertan  en  el  libro  frecuentes  repeticiones,  que 
podrían  haberse  evitado  sin  que  ni  el  fondo  ni  los  argumentos  sufrieran 
menoscabo  alguno;  poco  que  se  muestre  no  tan  versado  en  la  literatura 
española  y  algo  blando  al  impugnar  á  escritores  heterodoxos  demasiado 
pagados  de  su  saber:  nadie  dejará  de  reconocer  que  monseñor  Le  Roy 
ha  prestado  un  excelente  servicio  á  la  causa  del  catolicismo  con  su  obra 
magistral,  de  primera  mano,  que  debe  considerarse  como  una  de  las  me- 
jores en  la  materia.  Á  los  destellos  brillantes  que  despide,  aparecen  fla- 
cos, débiles  y  rastreros  los  raciocinios  de  los  más  de  los  cultivadores  de 
la  Historia  de  las  Religiones:  desatentadas  sus  hipótesis  y  contradictorias 
entre  sí  sus  teorías;  se  ve  que  los  hechos  en  que  pretendían  apoyarse  se 
tornan  contra  ellos,  al  modo  de  aquellos  dardos  que  en  Covadonga, 
según  Mariana,  se  revolvían  contra  las  huestes  agarenas  al  dispa- 
rarlos contra  los  cristianos,  y,  por  último,  en  medio  de  ese  flujo  y  reflujo 
de  sistemas  resplandece  la  Religión  católica,  siempre  la  misma,  firme,  in- 
conmutable, inconmovible,  cimentada  en  la  roca  indestructible  contra  la 
que  no  prevalecerán,  según  está  escrito  por  el  dedo  del  Altísimo,  todos 
los  poderes  del  abismo. 

A.  Pérez  Goyena. 


La  ínsipia  de  los  perepos  Se  Santiago  fle  Compstela. 


€ 


L  presente  año  jubilar  será  uno  de  los  más  memorables  y  gloriosos 
para  la  Jerusalén  de  Occidente,  como  llamaron  nuestros  antepasados  á 
Santiago  de  Compostela.  De  todas  las  partes  del  mundo  cristiano  acuden 
cada  día  innumerables  peregrinos  á  visitar  el  venerado  sepulcro  del  in- 
signe Apóstol  y  Patrón  excelso  de  España. 

La  antigua  basílica,  en  donde  reposa  el  santo  cuerpo  de  uno  de  los 
Apóstoles  más  queridos  del  Señor,  del  hijo  del  trueno,  de  Santiago  el 


Mayor,  oye  resonar  en  sus  espaciosos  ámbitos  los  himnos  de  alabanza 
que  en  su  loor  entonan  millares  de  almas  de  las  regiones  más  apartadas 
del  mundo,  pero  unidas  siempre  por  el  lazo  indestructible  de  la  fe  más 
pura  y  ardiente. 

Todos  estos  peregrinos,  después  de  haber  satisfecho  su  devoción  á 
los  pies  del  bendito  Apóstol,  y  después  de  haber  dado  una  y  otra  vez  el 
último  abrazo  de  despedida  á  la  imagen  del  Santo  en  su  precioso  y 
riquísimo  camarín,  llevan,  según  la  costumbre  inmemorial,  al  volver  á  sus 
hogares  una  insignia,  como  testimonio  irrecusable  de  su  estancia  y 
visita  al  glorioso  sepulcro  de  Santiago  de  Compostela.  Y  como  recuerdo 
de  este  año  santo,  en  el  cual  tantos  miles  de  romeros  ostentan  con  santo 


LA  INSIGNIA  DE  LOS  PEREGRINOS  DE  SANTIAGO  DE  COMPOSTELA        177 

orgullo  sobre  sus  pechos  la  preciosa  insignia  de  su  peregrinación  á 
Santiago,  vamos  á  dedicar  un  breve  estudio  á  examinar  esa  insignia 
célebre,  considerándola  bajo  tres  diversas  significaciones:  la  etimoló- 
gica, la  simbólica  y  la  malacológica  ó  científica. 

I.   SIGNIFICACIÓN   ETIMOLÓGICA    DEL    «PECTÉN» 

¿Qué  señal  es  esa  imprescindible  que  todo  peregrino  muestra  como 
prueba  de  haber  visitado  el  glorioso  sepulcro  del  Santo  Apóstol  de 
España?  Es  un  Pectén,  llamado  vulgarmente  la  concha  de  Santiago,  ó 
la  concha  del  peregrino.  Y  entre  tanta  variedad  de  conchas  de  gasteró- 
podos y  pelecípedos  como  enriquecen  las  costas  de  Galicia,  sólo  el 
Pectén  fué  siempre  la  preferida,  la  clásica,  la  concha  oficial,  por  decirlo 
así,  la  que  los  romeros  ostentan  como  señal  distintiva  de  su  peregrina- 
ción á  Compostela.  La  palabra  pectén  entre  los  latinos,  como  entre  los 
griegos  el  sustantivo  xTet?,  parécenos  ser  un  radical,  del  cual  han  de- 
ducido varias  formas  gramaticales  en  ambas  lenguas.  Y  si  la  palabra 
española  peine,  como  la  francesa  peigne,  con  todas  las  acepciones  y 
con  todos  sus  compuestos,  se  derivan  de  la  palabra  latina  pectén,  el  radi- 
cal pectén  será  una  palabra  original  y  primitiva.  Parece  que  los  latinos 
fueron  los  que  inventaron  el  vocablo  pectén,  con  todas  sus  formas  grama- 
ticales diferentes,  aunque  en  el  fondo  semejantes;  y  á  ellos  se  deben  las 
múltiples  acepciones  en  que  han  tomado  esa  palabra,  tanto  en  el  sentido 
propio  como  en  el  sentido  figurado,  pudiendo  observarlo  recordando 
algunas  de  las  muchas  que  con  verdadera  profusión  se  hallan  en  los 
escritos. 

1."  En  el  sentido  primitivo  de  la  palabra,  pectén  significa  peine,  ins- 
trumento de  aseo  y  objeto  imprescindible  de  tocador.  Los  griegos  y 
romanos  procuraron  con  exquisito  cuidado  estos  instrumentos  para  la 
limpieza  y  adorno  de  sus  cabellos.  Tenían  el  batidor  y  escarpidor,  rarus 
pectén,  y  el  peine  fino,  pectén  denso  dente,  como  escribe  Tibulo: 

Tu  ne  putas  illam  pro  te  disponere  crines? 
Aut  tenues,  denso,  pectere  dente  comas?  (1). 

Anthony  Rich  en  su  obra  trae  un  grabado  de  un  peine  fino,  denso 
dente,  hecho  de  boj,  con  el  lomo  de  marfil  y  lleno  de  incrustaciones  de 
oro,  formando  caprichosos  dibujos  (2). 

Y  los  latinos  se  valían  de  ese  instrumento,  no  sólo  para  desenredar 
sus  cabellos  y  alisarlos,  dándoles  formas  variadas  y  llamativas  sobre  la 
frente  y  las  sienes,  sino  como  objeto  de  adorno,  que  eran  verdaderas 
peinetas  de  concha,  de  las  que  nos  habla  Ovidio,  diciendo  que  había 


(1)  Tibulo,  Elegías,  lib.  I,  elegia  IX. 

(2)  Anthony  Rich,  1859,  Dictionnaire  des  antiquités  romaines  et  grecques,  pág.  464. 


178       LA  INSIGNIA  DE  LOS  PEREGRINOS  DE  SANTIAGO  DE  COMPOSTELA 

mujeres  aficionadas  á  hermosear  su  cabeza  con  la  tortuga  de  Cillenea. 
Los  artistas  depilatores,  además  de  entresacar  las  canas  del  cabello, 
empleaban  el  peine  para  cortar  y  arreglar  con  sumo  estudio  la  barba,  en 
lo  que  consumían  los  romanos  más  tiempo  del  que  debiera  gastar  un 
hombre  en  semejantes  cosas,  propias  tan  sólo  de  la  vanidad  afeminada  y 
mujeril  é  indigna  de  aquellos  varones  preclaros,  que  calificaban  á  una 
barba  mal  peinada  de  ¿mpexa,  y  á  los  cabellos  en  desorden  de  intactum 
buxo,  como  decía  Juvenal  en  la  sátira  XIV.  Del  ejemplo: 

Sed  caput  intactum  buxo,  naresque  pilosas 
Adnotet,  et  grandes  miretur  Laelius  alas. 

2.°  De  igual  modo  el  nombre  Peden  significa  en  el  sentido  propio 
carda  ó  peine  para  cardar.  Los  más  antiguos  en  este  arte  de  preparar  las 
lanas  y  toda  materia  textil  fueron  los  egipcios  y  los  hebreos,  de  donde  la 
tomaron  tal  vez  las  naciones  que  los  conquistaron.  El  Profeta  Isaías, 
cerca  de  setecientos  años  antes  de  Jesucristo,  escribía  en  su  inspirado 
libro:  Confundentur  qui  operabantur  linum,  pedentes  et  texentes  subtilia. 
Isaías,  cap.  XIX,  v.  9. 

S.""  También  el  nombre  Peden  significa  marisco,  pescado  de  concha. 
Entre  los  antiguos  cuyos  escritos  se  conservan  parece  ser  el  primero 
que  haya  hablado  del  Peden,  separándole  de  los  otros  moluscos,  el  in- 
mortal Horacio,  cuando  dice: 

Sed  non  omne  mare  est  generosae  fertile  testae. 
Ostrea  Circeiis,  Miseno  oriuntur  echini; 
Pectinibus  patulis  jactat  se  molle  Tarentum  (1). 

Plinio,  después  de  Horacio,  describe  y  explica  con  toda  claridad  el 
mismo  Peden,  de  suerte  que  no  pueda  confundírsele  con  ningún  otro 
molusco,  citando  los  pectenes  de  Tíndaro  en  Sicilia,  los  de  Salona  en 
Dalmacia,  los  de  Altium  en  Venecia  y  los  de  la  isla  de  Pharos  cerca  de 
Alejandría  (2). 

Y  no  sólo  en  sentido  propio,  sino  también  los  antiguos  usaron  el 
nombre  Pectén  en  sentido  figurado,  como  lo  hacían  al  referirse  á  las 
fibras  de  la  madera,  á  cierta  especie  de  danza  frecuentada  en  Samotra- 
cia,  pectine  amazonio;  al  orden  de  los  versos  de  un  poema,  á  las  cuerdas 
de  la  lira  y  algunas  más  que  se  pudieran  enumerar. 

II.  SIGNIFICACIÓN  SIMBÓLICA  DEL   «PECTÉN» 

Todos  los  pueblos  de  la  antigüedad,  dice  el  abate  Martigny,  pusieron 
gran  cuidado  en  adornar  las  tumbas  de  las  personas  queridas  que  cerra- 
ban los  ojos  á  la  presente  luz,  depositando  al  lado  de  sus  restos  mortales, 


(1)  Horacio,  Sátiras,  lib.  II,  sát.  IV. 

(2)  Plinio,  Historia  Natural,  lib.  IX,  cap.  51-6,  cap.  52-1  y  2,  cap.  74-5,  etc. 


LA  INSIGNIA  DE  LOS  PEREGRINOS  DE  SANTIAGO  DE  COMPOSTELA        179 

los  objetos  que  habían  sido  de  su  uso  y  servicio  mientras  vivieron  en  la 
tierra.  Los  primitivos  cristianos  adoptaron  también  de  algún  modo  esa 
costumbre,  pero  santificándola  con  el  aliento  divino  del  espíritu  vivifi- 
cante y  purísimo  de  la  religión  del  Crucificado  (1).  Por  eso  se  han  hallado 
en  diversas  ocasiones  peines  de  marfil  y  de  boj  en  las  sepulturas  cris- 
tianas, que  debían  tener  un  significado  muy  expresivo  para  aquellos  que 
representaban  por  ese  único  emblema  las  ideas  que  llenaban  su  mente  y 
los  sentimientos  que  guardaban  en  lo  más  recóndito  de  sus  corazones. 
Boldetti  ha  dado  á  conocer  tres  de  esos  peines,  que  se  encontraron 
en  alguno  de  los  antiguos  sepulcros  que  pertenecieron  á  la  primitiva 
Iglesia  (2). 

El  caballero  Comendador  De  Rossi,  cuya  autoridad  en  esta  materia  es 
de  grandísimo  peso,  afirma  estos  hechos,  declarando  que  se  veían  peines 
grabados  en  los  mármoles  de  los  antiguos  cementerios,  y  que  con  fre- 
cuencia se  hallaban  trozos  de  peine  entre  la  cal  ó  ;el  mortero  que  había 
servido  para  cerrar  las  tumbas  de  las  necrópolis  cristianas  (3).  El  peine 
de  marfil  fué  un  objeto  que  se  conservaba  con  gran  cuidado,  como 
parte  integrante  del  mobiliario  de  la  primitiva  Iglesia.  Así  lo  afirma 
expresamente  Du  Cange:  Peden,  inter  ministeria  sacra  recensetur,  quod 
scilicet.  Sacerdotes  ac  clerici  antequam  in  Ecclesiam  procederent  crines 
pecterent  (4). 

¿Qué  otra  significación  se  le  puede  dar  al  peine  que  conservó  la 
Iglesia  en  su  liturgia,  sino  la  que  recuerda  y  expresa  una  idea  esencial- 
mente simbólica,  que  tuvo  siempre,  como  lo  prueban  terminantemente  las 
palabras  del  antiguo  pontifical  de  París,  citadas  por  Dom  Claudio  de 
Vert,  tesorero  de  la  Abadía  de  Cluny? 

«Episcopus  vel  Sacerdos  missarum  solemnia  celebraturus...  dum  se 
pectinai  dicat:  intus  exteriusque  caput  nostrum,  totumque  corpus  et 
mentem  meam,  tuus  Domine,  purget  et  mundet  Spiritus  almus»  (5). 

Pide  al  Señor  que  le  limpie  y  purifique  de  toda  mancha  del  cuerpo  y 
del  alma,  expresando  al  usar  ese  instrumento  el  deseo  de  aparecer  puro 
y  sin  mácula  ante  la  Divina  Majestad,  para  ejercitar  santamente  los 
divinos  misterios.  Así  lo  han  entendido  los  autores  de  arqueología  sa- 
grada, como  lo  testifica  el  insigne  historiador  de  la  S.  M.  I.  Composte- 
lana,  cuando  dice:  <E1  peine  es  símbolo  de  aseo,  limpieza  y  purificación  y 


(1)  L'abbé  Martigny,  1865,  Dictionnaire  des  antiquités  chrétiennes,  pág.  466. 

(2)  Boldetti,  1720,  Observazioni  sopra  i  cimeterí  de  Santi  Martiried  antichi  Chris- 
tiani  di  Roma,  pág.  503,  Pl.  III,  f.  22. 

(3)  El  Comendador  Juan  Bautista  de  Rossi,  1881,  In  Bulletin  d'archéologie  chré- 
tienne.  El  mismo  autor  en  la  Roma  Soterranea,  t  III,  pág.  305. 

(4)  Du  Cange,  Glossarium  mediae  et  infimae  latinitatis.  Art.  Pectén. 

(5)  Dom  Claudio  de  Vert,  Explication  littérale  et  historique  des  cérémonies  reli- 
gieuses,  t.  II,  páginas  338,  340. 


180       LA  INSIGNIA  DE  LOS  PEREGRINOS  DE  SANTIAGO  DE  COMPOSTELA 

SU  simbolismo  es  ya  muy  antiguo»  (1).  De  estos  peines  litúrgicos,  prosigue 
el  sabio  arqueólogo  antes  citado,  se  conservan  aún  varios  ejemplares 
muy  notables:  entre  ellos  el  de  San  Lupo,  Obispo  Sens;  el  de  San  Gozlin 
ó  Gauzelin,  de  Toul;  el  de  San  Aubert,  de  Tongres;  el  de  Guillermo,  de 
Saint  Brieuc,  y  los  que  custodian  en  el  monasterio  de  Celanova,  de  Gali- 
cia. Parece  confirmar  este  simbolismo  espiritual  del  Peden  (peine) 
usado  por  los  cristianos  de  los  primitivos  tiempos,  la  inscripción  publi- 
cada por  Marangoni  (2),  y  hallada  en  el  cementerio  cristiano  de  Trasón, 
en  Italia.  Sobre  la  cal  que  cerraba  un  lóculo  se  halló  embutido  un  peine 
de  marfil,  y  debajo  se  leía: 


RUFINA  HISPIRITUS  TUUS  IN  BONO  PECTINE 

La  expresión  In  Bono  Pectine  que  á  los  ojos  de  algunos  arqueó- 
logos, como  dice  M.  Armellini  (3),  ofrece  dificultad  en  su  interpretación, 
se  facilitaría  sobremanera  al  ver  la  presencia  de  un  peine  de  marfil  sobre 
la  inscripción  de  Rufina;  pues  siendo  el  peine  símbolo  de  purificación  es- 
piritual y  corporal,  al  colocar  aquel  emblema  sobre  una  tumba  cristiana, 
debía  ser,  sin  duda,  con  la  idea  simbólica  que  el  peine  representaba,  es 
decir,  como  señal  de  purificación.  Y  en  este  sentido  la  frase  In  Bono 
Peciine,  podía  tomarse  por  un  testimonio  de  la  muerte  de  Rufina  en  es- 
tado de  limpieza,  bien  purgada  y  purificada,  como  si  dijera  en  estado  de 
gracia.  Así  lo  explica  A.  Locard  (4).  Es,  pues,  innegable  que  el  Peden 
(peine),  instrumento  de  limpieza,  se  consideró  siempre  como  símbolo  de 
purificación  en  la  religión  cristiana. 

¿Podría  decirse  otro  tanto  del  Pectén,  significando  la  concha  del  pere- 
grino?  Algún  autor  hay  que  no  tiene  por  extraña  esa  idea  atribuida  á  la 
concha  del  romero,  llamada  Peden,  por  la  idea  general  de  limpieza  que 
representa  esa  palabra,  y  por  una  misteriosa  relación  que  la  une  siempre 
en  la  significación,  en  la  figura  y  algunas  veces  hasta  en  el  uso  con  el 
peine,  emblema  universal  de  purificación  (5).  Lo  que  no  puede  ponerse 
en  duda  es  que  todos  los  romeros  en  la  Edad  Media  adornaron  sus  ves- 
tidos siempre,  y  sin  excepción,  en  el  Mediodía  de  Francia  con  el  Peden 
máximas  ó  el  Pectén  jacoboeus,  en  la  Mancha  con  el  Pectén  varias  y  en 
España  con  el  Peden  máximas  de  Linneo...  Y  llama  poderosamente  la 
atención  que,  en  medio  de  una  fauna  malacológica  tan  rica  y  variada, 
haya  sido  el  Pectén  la  concha  preferida,  la  oficial,  la  clásica  de  los  pere- 
grinos, teniendo  á  la  mano  en  los  mismos  sitios  y  con  igual  abundancia 


(1)  Don  Antonio  López  Ferreiro,  Arqueología  Sagrada.  Santiago,  1889. 

(2)  Marangoni,  Cose  chenUlesche,  pág.  454. 

(3)  Armellini,  Descrizione  populare  degli  cimiteri  Cristiani  di  Roma,  pág.  142. 
<4)  A.  Locard,  Coquilles  des  Pélerins,  pág.  75. 

(5)  A.  Locard,  Coquilles  des  Pélerins,  páginas  77-78. 


LA  INSIGNIA  DE  LOS  PEREGRINOS  DE  SANTIAGO  DE  COMPOSTELA        181 

conchas  tan  elegantes,  como  el  Trochas  máximas  6  la  Haliotis  íaberca- 
lata,  y  tan  hermosamente  decorativas  como  el  Cardiam  ó  la  brillante  y 
nacarada  Anomia  de  Linneo...  Fué  además  el  Pectén^  concha  del  peregri- 
no, el  principal  distintivo  de  ía  devoción  al  glorioso  Apóstol  Santiago, 
dentro  y  fuera  de  España;  y  en  todo  tiempo  se  estimaron  tanto  las  conchas 
legítimas  de  Santiago,  que  para  asegurar  su  autenticidad  los  Prelados 
compostelanos,  como  el  Arzobispo  D.  Pedro  Suárez  de  Deza,  se  vieron 
precisados  á  tomar  providencias  severísimas,  á  fin  de  evitar  las  falsifica- 
ciones que  introducían  muchos  concheiros  (1),  comerciantes  sin  con- 
ciencia que  salían  al  paso  á  los  romeros  para  ofrecerles  conchas  fabri- 
cadas por  ellos,  con  perjuicio  de  los  derechos  de  la  Iglesia  de  Santiago, 
que  gozaba  del  exclusivo  privilegio  de  hacerlas  y  venderlas  en  su  histó- 
rica ciudad.  Es  notable  el  documento  que  á  este  propósito  pone  en  el 
apéndice  V  del  tomo  V  de  su  obra  monumental  el  virtuoso  y  ejemplar 
sacerdote  D.  Antonio  López  Ferreiro,  gloria  de  la  Iglesia  Compostelana. 

III.    SIGNIFICACIÓN  MALACOLÓQICA  DEL  «PECTÉN» 

Hemos  dicho  al  principio  de  este  escrito  que  la  concha  con  que  se 
adornaban  los  peregrinos  que  venían  á  Compostela  era  un  Peden  (2). 
Esta  insignia  tan  apreciada  tuvo  en  cada  nación  su  nombre  peculiar  (3). 

Pero  estas  denominaciones,  originadas  de  las  valvas  del  molusco  á 
que  pertenece,  muy  similares  á  otros  de  diversa  especie  y  del  lugar  á 
donde  iban  los  peregrinos  á  visitar  al  Apóstol  de  España  en  Compos- 
tela, se  han  generalizado  hasta  nuestros  días,  persistiendo  en  nombrar  á 
esas  conchas  con  el  único  nombre  de  conchas  de  Santiago.  Hemos  oído 
no  pocas  veces  llamarlas  con  su  nombre  genérico  verdadero  de  Pectén^ 
añadiendo  equivocadamente  el  específico  de  jacoboeas.  No  es  extraña 
semejante  equivocación  en  quienes  no  se  hayan  dedicado  á  estudios  es- 
peciales. Por  eso  creemos  oportuno  en  el  presente  trabajo  hacer  un 
examen  de  la  insignia  de  los  romeros  de  Santiago  en  este  año  jubilar, 


(1)  Don  Alfonso  X  dispuso:  «Á  todos  los  conceios  dellas  villas  que  son  en  el  ca- 
mino de  Santiago  desde  Logroño  fasta  León»  (año  1260).  Habíanse  quejado  el  Arzo- 
bispo y  Cabildo  compostelanos  de  «muchos  omes  en  nuestros  logares  et  yaderredor 
que  fazen  los  sennales  de  Santiago  destanno  et  de  plomo  et  los  venden  á  los  romeros 
que  vienen  et  que  van  pera  Santiago».  Manda  el  Rey  que  «los  sennales  de  Santiago 
non  se  fagan  nin  que  se  vendan  en  otro  logar,  si  non  en  la  villa  de  Santiago  ó  los  man- 
daren fazer  el  Arzobispo  et  el  Cabildo  de  Santiago».  Estos  sennales  eran  medallas  en 
forma  de  conchas  ó  con  conchas  impresas. 

(2)  Existen  en  Galicia  del  género  Pectén  las  especies  siguientes:  Pectén  maximus, 
Linneo;  P.  varius,  Lin.;  P.  pusio,  Lin.;  P.  opercularis,  Lin.;  P.  tigrinus,  Müller;  P.  striatus, 
Müller;  P.  similis,  Laskey;  P.  testae,  Bivona;  P.  vitreus,  Chemnitz;  P.  pes-lutrae,  Lin. 

(3)  En  1547  vemos  que  la  llamaban  ya  Coquille  de  Saint  Jacques,  Grande  Pélerine, 
en  Provenza;  The  Mediterraneam  Seallop,  en  Inglaterra;  Saint-Jacobsmantel,  en  Bél- 
gica; Die  Jacobsmuschel,  en  Alemania;  Peregrina,  en  España,  etc.. 


182        LA  INSIGNIA  DE  LOS  PEREGRINOS  DE  SANTIAGO  DE  COMPOSTELA 

que  ha  de  ser  de  tantos  recuerdos  para  los  que  hayan  ido  y  vayan  á  pos- 
trarse á  los  pies  del  Patrón  invicto  de  España,  y  conserven  ese  piadoso 
objeto,  emblema  de  la  ferviente  devoción  al  hijo  del  trueno,  nuestro 
amadísimo  Apóstol. 

La  concha  de  Santiago  es  el  Peden  máximas,  de  Linneo.  Por  su  des^ 
cripción  se  puede  observar  claramente  la  variedad  de  sus  caracteres, 
que  la  distinguen  completamente  del  Pectén  jacoboeus,  con  la  que  se  la 
confunde  de  ordinario.  El  Pectén  máximas,  de  Linneo,  es  pues,  una 
concha  de  gran  tamaño,  bastante  sólida,  oblicuamente  redondeada,  con 
el  diámetro  antero-posterior,  más  largo  que  el  umboventral,  de  valvas 
desiguales  entre  sí, cubiertas  de  soleos  radiales  con  estrías,  y  de  costillas 
en  número  de  12  ó  13  plano-convexas,  que  parten  simétricamente  del 
ápice  umbonal  hasta  el  borde  ventral;  adornadas  de  estrías  más  visibles 
en  la  región  dorsal:  la  valva  izquierda  en  la  parte  exterior  es  aplanada, 
con  una  depresión  antes  del  gancho  y  suavemente  elevada  en  su  parte 
media,  de  color  rojo-obscuro  ó  datilado  claro  ó  amarillo  borroso  y  man- 
chado desigualmente  de  tonos  castaños  y  blancuzcos,  algo  violada  cerca 
del  nate:  en  lo  interior  es  más  regularmente  plana,  algo  prominente  de- 
bajo del  ápice;  la  impresión  muscular  es  redondeada  y  situada  en  la 
parte  anterior  de  la  valva;  el  color  es  leonado  más  ó  menos  subido  en 
toda  ella,  excepto  entre  el  espacio  comprendido  entre  la  región  dorsal 
y  ventral,  que  es  blanco;  la  valva  derecha  es  convexa,  blanca  general- 
mente en  los  individuos  adultos;  las  aurículas  son  iguales,  sulcadas  obli- 
cuamente y  á  las  veces  presentan  cierta  granulación;  las  dos  valvas  se 
unen  por  el  ligamento,  que  es  interno,  situado  debajo  de  la  parte  media 
del  borde  cardinal  é  inserto  en  una  foseta  triangular;  su  constitución 
aparente  es  gomosa,  blanda  y  flexible,  cuando  está  tierno  y  húmedo, 
pero  duro  y  quebradizo  depués  de  seco;  en  los  senos  de  los  bordes  an- 
terior y  posterior  de  ambas  aurículas  está  el  falcrum,  ó  pie  de  las  valvas 
en  forma  de  diente  y  de  color  blanco;  la  longitud  de  la  concha  llega 
á  135  milímetros  (1).  El  Pectén  jacoboeas  de  Linneo  es: 

Una  concha  de  buen  tamaño, algo  sólida,  de  forma  oblongo-ahuevada, 
de  lados  iguales,  de  valvas  desiguales;  la  izguierda  es  plano-cóncava; 
las  costillas  son  14-16  elevadas,  superiormente  redondeadas  y  casi 
planas  hacia  el  margen;  borrosamente  sulcadas;  los  intersticios  de  las 
costillas  están  elegante,  apretada  y  concéntricamente  acanaladas;  man- 
chada de  color  rojo-claro  ú  obscuro-terroso  ó  rojo-castaño  ó  de  un  solo 
color  y  á  la  vez  con  zonas  desiguales  de  tonos  más  vivos;  la  valva  de- 
recha es  convexa,  sus  costillas  son  cuadrangulares,  sulcadas,  con  pe- 


(1)  Entre  las  iconografías  malacológicas  que  representan  con  perfección  el  Pectén 
máximas  de  Linneo  se  pueden  citar:  Donovan,  1800,  Brit.  Shells,  II,  pl.  XLIX;  Forbes 
et  Hanley,  1853,  Brit.  molí.,  pl.  XLIX;  Hidalgo,  1870,  Molí,  marín.,  pl.  XXXIII,  fig.  t., 
pl.  XXXIV,  fig.  t. 


LA  INSIGNIA  DE  LOS  PEREGRINOS  DE  SANTIAGO  DE  COMPOSTELA         183 

quenas  escamas;  los  intersticios  con  estrías  poco  visibles,  blanca,  y  cerca 
del  ápice  roja,  alguna  vez  con  manchas  blanquecinas;  las  aurículas  son 
iguales.  Su  longitud  llega  á  125  milímetros.  La  simple  comparación  de 
los  caracteres  del  Peden  máximas  y  del  Peden  jacoboeus  demuestra 
la  diversidad  de  ambas  conchas,  de  modo  que  no  pueden  confundirse. 
Además,  la  habitación  del  Peden  maximus  es  el  mar  Océano  principal- 
mente, y  en  las  costas  de  Galicia  se  conocen  con  el  nombre  vulgar  de 
Vieiras.  Los  pescadores  gallegos  la  encuentran  desde  8  á  25  brazas  de 
profundidad  en  fondo  de  arena. 

La  habitación  del  Peden  jacoboeus  es  el  mar  Mediterráneo,  y  no  se 
halla  fuera  de  sus  aguas. 

Tomás  Arguelles. 


Olijetiviflaa  fie  la  sensación  extenia  ei  las  mpresiones  eléctricas 


(1) 


R 


ERMOSAMENTE  dicc  uii  sabio  profcsoF  de  la  Universidad  Católica  de 
Lille,  M.  H.  Dehove,  que  el  gran  escándalo  de  la  Sicología  moderna  es 
la  percepción  inmediata  del  objeto,  y,  por  tanto,  la  objetividad  de  la  sen- 
sación externa. 

Ya  Juan  Müller  (a.  1826),  fijando  su  atención  en  las  impresiones  anó- 
malas de  los  sentidos,  ó  sea  en  todas  aquellas  causas  exteriores  que,  sin 
constituir  el  sensible  propio  de  la  potencia  orgánica,  determinan  equiva- 
lente sensación,  caminó  al  sujetivismo  al  formular  la  conclusión,  un  tanto 
peregrina  de  que  los  objetos  exteriores  poco  ó  nada  importan  para  espe- 
cificar las  sensaciones,  sino  la  sustancia  corpórea  y  especial  que  en 
cada  nervio  reside:  la  luz,  el  sonido,  el  olor,  etc.,  no  es  propiamente  algo 
que  esté  fuera  de  nosotros;  el  nervio  raquídeo  es  el  que  luce,  el  que 
suena,  el  que  asimismo  se  huele  y  se  gusta,  se  palpa  y  se  lastima;  haya 
luz  por  fuera  ó  no  la  haya,  poco  importa;  lo  que  importa  para  ver  es  que 
el  nervio  óptico  se  impresione;  como  eso  se  tenga,  sea  mediante  las  ondas 


(1)  ¥\]EíiTES.— Filósofos  escolásticos:  Aristóteles,  De  sensu  et  sensili.  (Nos  referimos 
á  la  clásica  traducción  latina  y  parafraseada  de  Silv.  Mauro,  S.  J.,  nuevamente  editada 
en  París  (1886)  bajo  la  dirección  de  A.  Bringmann,  S.  J.)  Sus  comentadores:  Santo  To. 
mas,  QQ.  DD.  De  anima,  a.  13;  Duns  Escoto  (opera  t.  3.°);  Suárez,  De  an.,  1.  3.°  y  5°- 
c.  5°;  Toledo,  In  II  De  an.,  q.  32,  in  III,  q.  2;  Boedder,  Psychol.  ration.,  n.  55;  Rmo.  Farges, 
Théorie  de  la  perception  inmediate.  Congrés...  des  catholíques  (París,  1891),  páginas 
157-175);  Rmo.  Mercier,  Psychol,  (a.  1892),  en  la  pág.  124,  propone  la  importancia  de  la 
cuestión  que  vamos  á  estudiar;  Til.  Pescfi,  Inst.  Psychol.,  n.  554-560;  H.  Dehove,  Sur  la 
perception  extérieure  (Revue  de  philos.,  t.  9.°,  págs.  430-443,  580-595;  t.  10,  págs.  71-90, 
186-199);  Urráburu,  Inst.  Philos.,  t.  5.°;  Comp.  Psychol.,  n.  406;  Vander  Aa,  Cosmol., 
prop.  37,  obj.  6.° 

Sicofisiólogos:  E.  Becher,  Uber  die  Sensibilitát  der  inneren  Organe  (Zeitsch.  für 
Psych.  u.  Phys.  d.  Sinn.,  t.  49,  págs.  341-373);  Bonnier,  L'audition  (1901);  Theories  de  l'Au- 
dition(Journel  de  Physique,  1896,  págs.578-592);y.  C/z.  Bose,  De  lageneralité  des  phenom, 
moléc.  produits  par  l'electricité  (Congrés  intern.  de  Physique,  París,' 1900,  t.  3.°,  páginas 
561-585);  Cajal,  Textura  del  sistema  nervioso  (t.  1.°,  1899;  t.  2.",  1904);  Manual  de  Histo- 
logía normal  (1905);  Garteu,  Die  Veránderungen  der  Netzhaut  durch  Licht  (Graefe-Sae- 
misch,  t.  3.°,  c.  12, 1908;  Helmholtz,  Optique  Physiol..  traduite  par  E.  Javal  et  N.  Th  Klein 
(1867);  Keller,  Sammel  referat  über  die  Neuerscheinungen  des  Akustik...  (Archiv  für 
die  Gesamte  Psychol.,  1. 13,  págs.  43-11);  Sergueyeff,  Le  sommeil  et  le  systéme  nerveux 
(t.  2.",  1890);  Sidney  Alrutz,  Unterzuchungen  über  die  Temperatursinne  (Zeitsch.  für 
Psych.  u.  Phys.  d.  Luin.,  t.  47-48);  /?.  Tigerstedt.  Lehrbuch  der  Physiol.  des  Menschen 
(Leipzig,  4  aufl.,  t.  1.°,  1907;  t.  2.°,  1908);  R.  Weismann,  Die  Lehre  von  den  spezifischen 
Sinnesenergien  (1895);  Wundt,  Grundzüge  der  Phys.  Psych.  (t.  1.°,  1908;  t.  2.^  1902), 
Zeitschrift  für  Psychol.  und  Physiol.  des  Sinnesorgane,  t.  48,  págs.  290-298;  t.  50,  pág.  154, 
etcétera,  pág.  453,  etc. 


OBJETIVIDAD   DE   LA   SENSACIÓN   EXTERNA  185 

luminosas,  sea  por  corriente  eléctrica,  sea  al  tacto  y  fricción,  el  resultado 
siempre  será  el  mismo:  la  visión  de  luz  y  colores.  Tanto  que  si  el  mismo 
estímulo  que  excite  el  nervio  óptico  logra,  cual  sucede  con  la  corriente 
eléctrica,  estimular  el  nervio  acústico,  podremos  con  el  mismo  objeto, 
con  la  misma  excitación,  tener  dos  sensaciones  muy  diferentes:  visión  en 
el  nervio  óptico,  audición  en  el  nervio  acústico,  y  semejantemente  gusto 
en  el  nervio  gustativo,  dolor  en  el  nervio  del  tacto.  ¿Se  pretende  prueba 
más  clara  que  la  diferencia  de  las  sensaciones  no  está  en  la  diferencia  de 
objetos  exteriores  ni  de  externas  impresiones,  sino  que  es  intrínseca,  suje- 
tiva, dependiente  sólo  de  la  naturaleza  y  condición  del  nervio  herido? 

Los  escritos  de  J.  Müller  (1),  aunque  no  descubrían  hechos  antes  ig- 
norados—Aristóteles y  sus  comentadores  escolásticos,  los  físicos  como 
Newton  (1706),  Sulzer  (1752),  Volta  (1800)  y  principalmente  Purkinje 
(1823-1825)  los  habían  ya  conocido  y  publicado,— dieron  ocasión  á  críti- 
cas diferentes,  en  que  unos,  como  Aubert,  veían  en  Müller  el  perfeccio- 
nador  de  Kant,  cuyas  categorías  quedaban  así  en  los  diversos  nervios 
materializadas;  otros,  como  Bohmer,  consideraban  á  Kant  y  Müller  como 
dos  escritores  de  sistemas  distintos,  que  no  podían  el  uno  con  el  otro 
completarse.  Ello  es  que  Müller  formó  escuela,  á  que  pertenecieron  hom- 
bres de  la  fama  de  Helmholtz,  quien  á  su  vez  arrastró  consigo  una  legión 
de  fisiólogos. 

Cuéntase  entre  este  número  el  clásico  Roberto  Tigerstedt,  quien  des- 
pués de  enumerar  con  su  maestro,  aunque  no  sin  recelo,  las  siguientes 
modalidades  en  la  sensación  externa:  sensaciones  de  presión  y  contacto, 
sensaciones  de  calor  y  frío,  sensaciones  del  gusto,  olfato,  oído  y  vista, 
estampa  y  pretende  probar  empíricamente  la  proposición  siguiente: 

«La  diferencia  hondamente  apreciable  en  las  percepciones  de  los 
diferentes  sentidos,  en  modo  alguno  depende,  como  la  experiencia  enseña, 
de  la  diferente  clase  de  impresión  exterior  con  que  la  sensación  se  excita, 
sino  total  y  exclusivamente  depende  del  nervio  sensorial  que  la  impre- 
sión recibe»  (2). 

Enfrente  de  esta  proposición  oponemos  la  nuestra:  «Dos  son  las  cau- 
sas de  toda  sensación,  aun  en  las  impresiones  eléctricas,  y  de  sus  diferen- 
cias: el  órgano  con  su  virtud  sensitiva  y  el  objeto  exterior  (3):  entre  las 
cuales  hay  la  diferencia  capitalísima  que,  siendo  la  primera  absolutamente 


(1)  Las  obras  de  Müller  son:  «Zur  vergleichenden  Physiologie  des  Gesichtssinnes 
(Leipzig,  1826).  «Uber  die  phantastischen  Gesichts-erscheinungen»  (Coblenz,  1826). 
«Handbuch  der  Physiologie»  (Coblenz,  1838). 

(2)  «Der  tief  eingreifende  Unterschied  zwischen  verschiedenen  Sinnenhang,  wie  die 
Erfahrung  ergibt,  ganz  und  gar  nicht  von  der  Art  des  ausserens  Eindruckes,  durch  den 
die  Empfindung  erregt,  ist,  ab,  sondern  ist  ganz  allein  und  ausschliesslich  durch  den  Sin- 
nesnerven  bestimmt,  der  von  dem  Eindrucke  getreffen  werden  ist»,  t.  II,  pág.  71. 

(3)  Es  ya  proverbial  en  la  filosofía  escolástica  la  frase  de  San  Agustín:  «Ab  utroque 
enim  notitia  paritur,  a  cognoscente  et  cognito.»  De  Trinit,  1.  9,  c.  12,  n  18,  etc.  etc. 


186  OBJETIVIDAD   DE   LA   SENSACIÓN   EXTERNA 

insustituible,  no  lo  es  la  segunda,  que  entre  las  energías  exteriores  cuenta 
con  alguna  que  la  remeda  en  la  virtuosidad  del  objeto  y  el  sensible 
propio. 

I 

El  hecho  principal  en  que  el  citado  fisiólogo  hace  cimentar  su  pro- 
posición es  el  de  que  la  corriente  eléctrica  ó  la  presión,  etc.,  excita,  con 
ser  idéntica,  diversas  sensaciones  en  los  diferentes  sentidos.  Antes  de 
inquirir  la  interpretación  de  este  hecho  hay  que  contestar  con  Lotze  que 
las  ondas  luminosas  son  inactivas  para  el  oído,  gusto  y  olfato,  y  aun 
entre  las  luminosas,  las  infrarrojas,  por  más  que  en  cantidad  suficiente 
hieran  la  retina,  no  la  impresionan;  que  asimismo  las  sonoras  son  imper- 
ceptibles á  la  vista,  olfato  y  gusto;  que  las  térmicas  no  se  sienten  ni  por 
la  vista,  ni  por  el  oído,  ni  por  el  gusto,  ni  por  el  olfato,  y,  finalmente,  que 
las  excitaciones  propias  del  gusto  y  olfato  no  impresionan  la  vista,  oído, 
ni  tacto.  De  donde  muy  bien  colige  Weismann  cuan  exageradamente 
afirma  Fick  estar  suficientemente  probada  por  unos  pocos  hechos  anor- 
males (que,  según  este  mismo  autor,  debieran  para  ser  probativos  distri- 
buirse en  cinco  series  para  cada  uno  de  los  cinco  sentidos)  la  tesis  de  la 
irritabilidad  de  cada  uno  de  los  nervios  sensitivos  con  toda  (!)  clase  de 
excitaciones;  el  grado  de  probabilidad  de  esta  tesis,  dijo  Fick,  es  el  que 
alcanzan  ordinariamente  las  otras  recibidas  en  la  Fisiología. 

A  nombre  de  la  Fisiología  protestamos  ser  muy  exagerada  tal  aprecia- 
ción, verdaderamente  indigna  de  un  crítico  y  más  indigna  aún  para  escrita 
en  libro  de  texto.  De  ser  verdadera  la  supuesta  tesis,  ¡qué  algarabía  y 
barullo  turbarían  la  quietud  y  orden  de  nuestras  sensaciones!  Justamente 
pone  atención  Weismann  en  que  los  aludidos  hechos  son  anormales, 
singulares,  que  generalmente  necesitan  un  lujo  de  medios  experimenta- 
les, que  no  se  hallan  en  mano  de  todos,  por  lo  cual  la  mayor  parte  de  los 
hombres,  con  hacer  uso  diario  de  las  excitaciones  periféricas  de  los  sen- 
tidos, pasan  de  este  mundo  con  poca  ó  ninguna  noticia  de  las  otras  irre- 
gulares y  anómalas. 

¿Acaso  la  misma  Fisiología  no  es  ya  la  primera  en  establecer  con  el 
vulgo  la  inconmovible  distinción  de  los  cinco  sentidos  externos?  Y  aun, 
avanzando  más  allá  de  lo  justo,  los  multiplica,  asignando  el  suyo  aun 
para  los  sensibles  comunes  del  tiempo  y  extensión.  Ella  escudriña  si  en 
cada  sentido  externo  hay  sus  nervios  y  aparatos  especiales  y  heterogé- 
neos apropiados  á  los  objetos  diversos,  que  dentro  del  ámbito  de  cada 
sentido  se  distinguen.  Fisiólogos  como  Brix,  Goldscheider,  v.  Frey 
Alrutz...  han  señalado  en  la  superficie  del  cuerpo  humano  los  puntos  que 
sienten  el  frío  (criótopos,  250.000),  los  que  sienten  el  calor  (termótopos, 
30.000),  los  de  sentir  la  presión  (tiponótopos  500.000,  sin  contar  la  cabeza) 
y  los  de  sentir  el  dolor  (algótopos,  de  2  á  4  millones).  Y  en  el  gusto  ¿no 


EN   LAS   IMPRESIONES   ELÉCTRICAS  187 

se  distinguen  zonas  para  las  sensaciones  de  acidez,  amargor  y  dulzura, 
señalando  la  punta  de  la  lengua  para  el  sabor  dulce  y  el  salado,  la  base 
y  paladar  para  el  amargo,  los  bordes  laterales  para  el  ácido,  por  exten- 
derse preferentemente  en  esas  zonas  los  nervios  específicamente  diferen- 
tes, en  sentir  de  algunos,  entre  ellos  Tigerstedt,  apropiados  cada  nervio 
á  cada  uno  de  los  cuatro  sabores  elementales?  ¿Y  en  la  vista  no  discuten 
si  entre  los  conos  y  bastoncitos  hay  alguna  diferencia  fisiológica  en  orden 
á  los  colores,  y  no  es  célebre  la  teoría  de  Young-Helmholtz  del  triple 
nervio  óptico  ajustado  á  la  triple  componente  de  la  escala  cromática? 

Si  pues  hay  tal  correspondencia  entre  el  nervio  y  órgano  sensitivo 
con  el  objeto  y  sensible  propio,  ¿cómo  se  afirma  que  el  objeto  para 
nada  entra  en  la  especificación  de  las  sensaciones?  Si  cada  objeto  sen- 
sible es  sólo  capaz  de  impresionar  un  solo  sentido  y  aun  á  éste  parcial- 
mente, de  ahí  llamársele  sensible  propio;  entre  el  sentido  y  el  objeto  hay 
una  relación  íntima  que  no  puede  lógicamente  desatenderse. 

Precisamente  da  cuenta  el  Ángel  de  las  Escuelas  (1)  de  la  clasifica- 
ción de  los  sentidos  externos  admitida  por  sabios  é  ignorantes,  par- 
tiendo de  que  la  diferencia  específica  de  la  sensación  se  ha  de  tomar  de 
la  diferencia  específica  de  las  excitaciones,  advirtiendo  que  ésta  ha  de 
considerarse  desde  su  punto  de  vista  sicológico,  á  saber,  de  su  mayor  ó 
menor  elevación  sobre  la  materia  inanimada,  y  no  del  puramente  mecá- 
nico que  en  la  regularidad  y  frecuencia  de  las  vibraciones  pretende  fun- 
dar Wundt. 

En  efecto:  aplicando  ese  doble  principio  profundamente  filosófico, 
desde  luego  aparece  que  la  excitación  más  grosera  y  materializada  es  la 
del  choque  y  contacto  cuantitativo  de  dos  cuerpos,  la  que  se  usa  entre 
las  acciones  físicas  del  mundo  inorgánico,  la  que  brota  de  la  misma 
cuantidad,  accidente  en  que  se  manifiesta  principalmente  la  materia. 
Para  recibir  ese  influjo  de  contacto  cuantitativo  en  nuestro  cuerpo,  hay 
en  las  papilas  de  la  piel,  particularmente  en  la  cara  palmar  y  en  el  pul- 
pejo de  los  dedos,  en  las  regiones  profundas  de  la  piel,  en  el  dermis 
labial  y  en  el  de  la  conjuntiva,  etc.,  corpúsculos  de  30,  40,  50  [a,  y  aun  de 
uno  á  dos  milímetros  de  longitud  por  20  á  30  de  anchura  (corpúsculos 
de  Meissner,  de  Krause,  de  Paccini).  Todos  ellos  de  forma  de  pelota, 
dispuestos  á  recibir  el  golpe  y  en  comunicación  con  plexos  ramificados 
de  nervios  que  avisan  al  organismo  acerca  de  los  cuerpos  extraños  que 
tienen  poder  de  alterarlo  y  desorganizarlo.  (Cajal.) 

Es  el  sentido  del  tacto  el  más  ínfimo  de  todos,  imprescindible  para 
todo  animal,  á  fin  de  ponerle  en  aviso  y  asegurarlo  contra  los  riesgos 
que  corre  y  de  los  bienes  que  le  aprovechan  (2). 


(1)  QQ.  DD.  De  anima,  a.  13.  Véase  también  á  Duns  Escoto,  t.  III,  páginas  495-498. 

(2)  El  calórico  radiante  no  se  siente  hasta  que  se  calienta  el  tejido  contiguo  al  ter- 
mótopo,  y  entonces  hay  choques  de  unas  partes  orgánicas  en  otras. 


188  OBJETIVIDAD   DE   LA   SENSACIÓN   EXTERNA 

«Quia  igitur  hujusmodi  sensibilia  immutant  nos  etiam  materialiter 
agendo,  materialis  autem  immutatio  fit  per  contactum,  necesse  est  quod 
hujusmodi  sensibilia  contingendo  sentiantur;  propter  quod  potentia  sen- 
sitiva comprehendens  ea,  vocatur  tactus.» 

De  aquí  se  sigue  que  la  sensación  experimentada  en  su  finísima  der- 
mis por  la  lombriz  de  tierra  al  contacto  de  la  luz,  es  sí  verdadera  sensa- 
ción, en  que  el  sistema  nervioso  funciona  y  en  que  hay  un  conocimiento 
y  no  meramente  una  reacción  ceMar  fototáxica;  pero  no  es  sensación 
luminosa  y  de  visión:  lo  que  el  animalillo  siente  en  las  acciones  foto- 
químicas es  un  malestar,  un  dolor  producido  por  la  alteración  del  tejido, 
y  por  eso  huye  á  esconderse:  su  organismo  se  halla  bien  á  la  intensidad 
luminosa  comprendida  entre  0,0011  y  0,012,  bujía  Kercel. 

Sentido  superior  al  tacto  es  el  áe\  gusto,  al  que  hacen  mella  los  sabo- 
res, no  precisamente  por  la  cantidad  de  movimiento  del  cuerpo  sólido  ó 
líquido  recibido  en  la  lengua,  sino  según  la  disociación  que  éste  sufre  en 
la  saliva.  De  una  y  otra  parte  hay  alteración:  el  alimento  y  la  bebida  en 
la  insalivación  y  masticación  emprenden  la  serie  de  transformaciones 
eslabonadas  en  la  digestión  fisiológica;  el  organismo  se  altera  en  cuanto 
que  el  mismo  alimento  y  bebida  excitan  la  segregación  glandular,  y  en 
el  tejido  glandular  hay  fibras  nerviosas  que  parten  del  gran  simpático, 
constituyendo  plexo  tupido,  cuyas  trabéculas  ó  haces  de  fibrillas  com- 
plejamente entrecruzadas,  van  dividiéndose  y  ramificándose  hasta  termi- 
nar en  finísimas  hebras  que  acaban  libremente  en  la  cara  externa  de  los 
corpúsculos  glandulares.  (Cajal.) 

«Quod  materialis  immutatio  annexa  sit  tam  ex  parte  sensibilis  quam 
ex  parte  sentientis...  pertinet  ad  gustum;  licet  enim  sapor  non  immutet 
organum  sensus  faciendo  ipsum  saporosum,  tamen  haec  immutatio  non 
est  sine  aliquali  transmutatione  tam  saporosi  quam  etiam  organi  gustus 
et  praecipue  secundum  humectationem.»  (Santo  Tomás.) 

Al  olfato  ya  no  van  moles  de  sólidos  y  líquidos,  sino  partículas  in- 
visibles, vapores  tenuísimos,  los  cuales  llegando  á  la  mucosa  nasal  supe- 
rior, quedan  apresados  en  los  apéndices  libres,  en  que  chocan  y  se  con- 
densan, finísimos,  no  vibráctiles,  y  extendidos  casi  horizontalmente  por 
la  capa  de  mucina  que  moja  exteriormente  el  epitelio.  Las  glándulas  tubu- 
losas de  Bowmann,  esparcidas  por  el  dermis  de  la  mucosa,  alteran  quí- 
micamente las  partículas  olfativas,  que  por  su  finura  no  alteran  el  órgano 
olfatorio;  sólo  se  impresionan  sensoriamente  las  células  bipolares  de  la 
mucosa,  que  se  continúan  cada  una  con  su  nervio  olfatorio  propio  é  in- 
dependiente en  todo  el  trayecto,  hasta  perderse  con  arborización  libre 
en  el  bulbo.  (Cajal.) 

«Quod  transmutatio  materialis  anexa  sit  solum  ex  parte  sensibilis... 
secundum  resolutionem  et  alterationem  quamdam  sensibilis...  accidit  in 
sensu  odoratus.» 

El  sentido  del  oído  ya  no  recibe  dentro  de  sí  el  cuerpo  sonoro,  sino 


EN  LAS  IMPRESIONES  ELÉCTRICAS  189 

la  ondulación  mecánica  en  que  va  su  virtud  sensible;  y  ya  se  admita  que 
la  conducción  acústica  se  refuerce  por  resonancia  en  la  membrana  baci- 
lar, en  las  fibras  de  Corti,  en  la  zona  arcuata,  en  la  zona  pectinata;  ya 
se  considere  la  conducción  directa  sin  resonancia,  aumentada  por  la 
fuerza  viva  de  los  otolitos  (á  lo  menos  para  la  trepidación  y  rumores); 
bien  se  atienda  á  la  oleada  del  líquido  laberíntico  que  tal  vez  sube  á 
mayor  ó  menor  altura  por  la  rampa  del  caracol;  bien  á  la  tirantez  que 
la  membrana  basilar  sufre  con  la  desigualdad  de  presiones  en  el  líquido 
laberíntico;  ora  se  considere  la  diferencia  de  presiones  laterales  que  las 
ondas  estacionarias  causan  en  las  membranas;  ora  se  les  imagine  á  los 
ciliares  en  que  terminan  las  células  nerviosas,  hiriendo  y  golpeando 
como  palillos  de  tambor  la  membrana  de  Corti,  lo  cierto  es  que  el  oído 
es  un  aparato  cuyas  membranas  suspendidas,  cuyas  palancas  articula- 
das, cuyos  filetes  nerviosos,  abandonados  en  el  seno  de  líquidos,  gozan 
de  condiciones  aventajadísimas  de  perfectísima  sensibilidad  mecánica. 
(Bonnier.) 

«Transmutatio...  solum  ex  parte  sensibilis...  secundum  loci  muíatio- 
nem...  accidit  in  auditu.»  (Santo  Tomás.) 

De  lo  dicho  no  se  sigue  que  el  oído  sea  un  sentido  mecánico,  sino 
que  la  conducción  del  sonido  externo  debe  hacerse  mecánicamente;  por- 
que estando  las  células  auditivas  internadas  en  el  organismo,  la  ondula- 
ción externa  debe  propagarse  conforme  á  su  modo  cuantitativo  y  mecá- 
nico de  obrar,  general  á  toda  energía  del  mundo  inorgánico;  pero  la 
audición  no  es  mecánica;  no  se  oye  ni  la  presión  del  líquido  laberíntico, 
ni  la  vibración  de  las  fibras  de  Corti,  ni  la  tensión  de  la  membrana  basi- 
lar, ni  la  dureza  de  la  membrana  de  Corti  en  que  el  ciliar  nervioso  choca. 
La  prueba  está  en  la  multiplicidad  de  las  hipótesis  de  los  sabios  antes 
citados  para  el  mecanismo  de  la  excitación.  Lo  que  oímos  es  el  sonido, 
el  cual  está  en  el  trueno  que  retumba,  en  el  cañón  que  dispara,  en  la 
campana  que  voltea,  en  el  timbre  eléctrico  que  vibra,  etc.;  pero  en  la 
ondulación  mecánica  que  en  el  oído  entra,  llega  la  virtud  del  sonido  in- 
mutativa  de  la  célula  auditiva. 

El  último  grado  de  elevación  en  los  sentidos  alcanza  la  vista,  propor- 
cionalmente  á  la  excelencia  de  su  inmutación:  en  la  cual  hay,  sí,  inmuta- 
ción regulada  mecánicamente  en  la  córnea,  humor  acuoso,  cristalino  y 
cuerpo  vitreo;  pero  de  mecánica  tan  elevada  y  noble,  que  con  razón  ó 
sin  ella  se  ha  ideado  el  éter  interatómico  para  esas  ondas  cuya  elastici- 
dad cuenta  por  billones  las  vibraciones  y  por  mieras  las  longitudes  de 
sus  ondas.  Llega  á  la  retina  el  rayo  luminoso,  y  ya  no  hay  que  pensar  en 
inmutaciones  mecánicas  y  comunes  á  la  materia  inanimada.  La  contrac- 
ción y  deformación  de  los  conos,  bastones  y  células  epiteliales  son  fenó- 
menos propios  de  células  organizadas;  la  elaboración  y  decoloración  de 
la  púrpura  retinal  no  tiene  semejanza  en  el  arte  fotográfico;  las  corrien- 
tes eléctricas  de  la  retina,  apreciables  con  galvanómetros  y  electróme- 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXVI  13 


190  OBJETIVIDAD   DE   LA   SENSACIÓN   EXTERNA 

tros  capilares,  en  su  origen,  conservación,  leyes  de  aumento  y  disminu- 
ción á  la  exposición  de  la  luz,  indican  regirse  por  un  principio  vital  y 
superior  á  la  materia  inanimada.  La  vista  será,  pues,  el  sentido  más 
elevado  sobre  la  materia,  y,  por  tanto,  el  más  conoscitivo. 

«Sunt  autem  alia  sensibilia  quae  immutant  sensum  absque  materiali 
immutatione  annexa,  sicut  lux  et  color,  quorum  est  visus;  unde  visus  est 
altior  quam  omnes  sensus  et  universalior.»  (Santo  Tomás.) 

He  aquí  la  conveniencia  recíproca  que  entre  el  objeto  sensible  y  la 
potencia  orgánica  sensitiva  existe.  El  objeto  entra,  pues,  con  mucho  en 
la  clasificación  de  las  sensaciones. 

II 

Una  corriente  eléctrica,  se  dice,  que  circula  por  los  nervios  centrípetos, 
excita  en  éstos,  mientras  vaya  pasando,  sus  sensaciones  características. 
Luego...— ¿Luego,  qué?  1.°  Que  el  nervio  no  es  sólo  conductor,  sino  aun 
parte  integrante  del  órgano  sensitivo,  dado  que  la  misma  sensación  se 
experimenta,  interrumpidas  las  comunicaciones  con  los  extremos  peri- 
féricos (Grützner,  Langendorff,  Biedermann).  2.°  Y  es  lo  que  nos  hace  al 
caso:  que  la  corriente  es  virtualmente  múltiple;  al  circular  por  los  nervios 
produce  en  ellos  el  objeto  sensible,  y  con  él  determina  la  sensación  pecu- 
liar. Este  segundo  corolario  tratamos  de  probar,  uno  á  uno,  en  cada 
sentido. 

Tacto  de  la  presión  (1).  —  Las  excitaciones  eléctricas  pueden  apli- 
carse á  los  nervios  y  músculos  en  la  doble  forma  de  corriente  unipolar 
ó  alterna  de  una  frecuencia  inferior  á  10.000  períodos  por  segundo. 
Igualmente  en  la  materia  inorgánica  y  organizada  los  choques  y  vibracio- 
nes eléctricas  modifican  las  moléculas  y  células  con  variaciones  en  la 
conductibilidad  eléctrica,  y  aun  en  los  músculos  hay  contracciones 
patentes  á  simple  vista.  Estudiar  tales  cambios  y  modificaciones  molecu- 
lares en  los  cuerpos  organizados  é  inorgánicos  es,  á  juicio  de  Bose,  uno 
de  los  más  arduos  problemas  de  Física  y  de  Fisiología. 

Á  nuestro  propósito  basta  indicar  ligeramente  algunos  resultados.  El 
efecto  obtenido  por  las  excitaciones  eléctricas  depende  de  la  constitu- 
ción del  tejido,  que  cuanto  más  irritable,  tanto  antes  hace  manifiestos  los 
cambios  en  él  ocasionados.  La  corriente  debe  atravesar  longitudinal- 
mente el  nervio  y  músculo,  y  no  transversalmente:  en  hombres  con  vida 
claro  es  que  las  corrientes  se  aplican  con  electrodos  que  descansan  sobre 
la  piel  en  los  puntos  más  próximos  á  los  nervios  y  músculos  que  se  estu- 
dian. En  los  músculos,  tanto  lisos  como  estriados,  y  en  los  nervios  moto- 
res ocurren  contracciones  continuadas,  si  la  corriente  es  constante;  rít- 


(1)    Véase  Bose  y  Tigerstedí,  II. 


EN   LAS   IMPRESIONES   ELÉCTRICAS  191 

«micas,  si  las  corrientes  son  intermitentes;  pero  la  contracción  puede  ir 
subiendo  hasta  un  máximo  para  bajar  luego  que  cese  el  estímulo  eléc- 
trico, á  no  ser  que  la  fatiga  detenga  la  reacción  del  músculo.  Fatiga  en 
los  nervios  motores  apenas  hay,  aunque  sí  en  sus  terminaciones,  las 
cuales  se  cansan  primero  que  la  sustancia  del  músculo,  por  más  que  el 
músculo  se  canse  mucho  antes  que  el  nervio  motor.  Cuando  las  excita- 
ciones se  suceden  muy  rápidamente,  se  produce  en  los  músculos  el  estado 
llamado  tétanus,  cuya  curva  representativa  es  una  hipérbola  que  va 
acercándose  á  la  asíntota;  no  obstante  las  alteraciones  en  la  conductibi- 
lidad eléctrica  indican  que  aun  entonces  la  curva  es  interminable.  (Kro- 
necker  y  Stiling.)  Tanto  en  los  nervios  como  en  los  músculos  la  repeti- 
ción del  estimulo  hace  crecer  la  irritabilidad,  tanto,  que  una  corriente 
insuficiente  acaba  muchas  veces  por  irritarlos. 

Así  queda  evidenciado  que  la  excitación  eléctrica  determina  choques 
interiores  en  los  mismos  tejidos,  y,  por  lo  tanto,  existe  mecánicamente  el 
órgano  táctil  de  la  presión. 

Tacto  del  dolor.— Las  contracciones  musculares  y  las  irritaciones  de 
los  nervios  periféricos  y  las  excitaciones  de  los  centros,  medula  espinal 
y  oblongada  y  ganglios  cerebrales,  no  pueden  menos  de  causar  dolor  y 
alterar  la  sensibilidad  dolorosa,  ya  acrecentándola  (hyperalgesia)  ya 
abajándola  (hypalgesia). 

Mas,  ¿qué  es  el  dolor?  Más  fácil  es  sentirlo  que  definirlo.  El  dolor, 
como  toda  sensación,  es  un  conocimiento  del  objeto  representado:  sólo 
que  el  elemento  de  la  afección  sujetiva  aquí  domina,  porque  precisamente 
el  objeto  real  conocido  en  la  sensación  dolorosa  es,  ó  la  modificación  y 
desorganización  del  protoplasma  celular,  especialmente  del  muscular  y 
del  nervioso  («Dolor  est  sensatio  disconvenientiae  et  solutionis  continui», 
dice  Toledo,  ó  sea  «la  impresión  de  desorganización»,  que  define  Cajal), 
ó  es,  con  más  propiedad,  el  objeto  y  cualidad  sensible  que  por  ese  movi- 
miento protoplásmico  y  esa  desorganización  nace  y  se  desarrolla  fisioló- 
gicamente en  los  tejidos.  («Quapropter  dicendum,  indolore  non  calorem 
tantum  vel  frigus  sentiri,  nec  solam  divisionem  aut  commotionem,  sed 
qaalitatem  inde  resultantem ,  quae  dolorifera  qualitas  dici  potest.» 
Suárez.) 

Para  explicar  un  poco  esta  definición,  que  es  la  que  más  nos  place, 
convendrá  recordar  una  de  tantas  observaciones  del  hábil  experimen- 
tador V.  Frey.  La  excitación  dolorosa,  excitada  mecánicamente  en  el 
algótopo,  depende  en  grado  sumo  del  tiempo  de  la  excitación,  y  viene 
siempre  con  más  ó  menos  retraso,  que  puede  ser  de  muchos  segundos 
cuando  la  excitación  es  débil;  crece  sucesivamente  en  intensidad  hasta 
un  máximum,  obtenido  el  cual,  baja  gradualmente:  con  que  la  sensación 
dura  mucho  más  que  la  excitación.  De  ahí  que  oscilaciones  mecánicas  ó 
eléctricas  en  número  de  cinco  por  segundo,  aplicadas  en  un  algótopo, 
•dan  sensación  de  dolor  continuado. 


192  OBJETIVIDAD   DE   LA   SENSACIÓN   EXTERNA 

La  sensación  táctil,  en  cambio,  excitada  en  el  tiponótopo  al  contacto 
del  hilo  metálico  capilar,  aparece  en  seguida,  pronto  se  debilita  y  á  poco 
cesa.  Por  eso  el  tiponótopo  cuenta  en  un  segundo  más  de  130  pulsacio- 
nes del  objeto  distintamente. 

Estas  y  otras  circunstancias  de  la  sensación  dolorosa  explica,  sin 
suponer  absurdo  alguno,  la  definición  suarista.  Sin  absurdo  alguno; 
porque  si  la  vibración  mecánica  de  la  membrana  del  fonógrafo  es  capaz 
de  producir  tanta  multitud  de  sonidos  como  el  oído  hieren,  y  tan  fuerte- 
mente, ¿por  qué  la  vibración  y  alteración  fisiológica  del  protoplasma  vivo 
no  podrá  producir,  y  aun  en  grado  intenso,  el  dolor  objetivo  que  percibe 
la  facultad  en  el  algótopo  y  nervios  sensíferos  residente?  Explícanse  con 
tal  definición  las  circunstancias  del  dolor:  a)  Su  retraso,  porque  no  hay 
sensación  sin  previo  objeto,  y  el  objeto  de  la  sensación  dolorosa  debe 
primero  brotar  por  medio  del  proceso  fisiológico  irritado  ó  por  la  presión 
directa  ó  eléctrica  ó  por  la  acción  de  las  enzymas  de  los  líquidos  que 
bañan  los  tejidos,  iniciada  en  la  rotura  de  éstos  ó  de  los  capilares  sanguí- 
neos, y  por  otras  causas  diferentes,  calor,  sustancias  químicas,  etc.,  etc. 
b)  LdLgran  sensibilidad  del  algótopo  al  menor  contacto,  en  que  se  funda 
el  cuidado  de  pulimentar  y  redondear  las  superficies  de  los  objetos  de 
frecuente  uso;  porque  no  es  el  contacto  ni  presión  lo  que  ahí  se  siente,  y 
porque  con  ligerísimas  causas  puede  iniciarse  el  proceso  fisiológico 
origen  del  dolor  objetivo,  c)  Su  marcha  gradualmente  ascendente  y  des- 
cendente: es  carácter  de  la  reacción  fisiológica  consiguiente  á  la  irritabi- 
lidad celular,  d)  Explica  también  la  variedad  de  dolores,  por  ser  múltiples 
los  irritantes  celulares,  varias  las  reacciones  fisiológicas  que  en  los  teji- 
dos se  originan  y  varias  en  consecuencia  las  cualidades  doloríferas  pro- 
ducidas (1). 

El  órgano  con  que  sentimos  el  dolor  objetivo,  si  se  trata  del  tejido 
nervioso,  es  «toda  fibra  sensitiva,  ó  sea  nacida  en  los  ganglios  raquídeos 
ó  craneales  (la  cual),  es  susceptible  de  generar  dos  impresiones:  la  ordi- 
naria ó  específica,  correspondiente  á  su  tonalidad  particular,  la  cual  es 
provocada  por  estímulos  moderados  y  específicos;  y  la  extraordinaria^ 
que  cabría  llamar  impresión  de  desorganización,  causada  por  toda  clase 
de  estímulos  destructores,  y  que  representa  algo  así  como  el  grito  de 
alarma  con  que  avisa  á  la  conciencia  el  protoplasma  nervioso,  cuya 
desintegración  físico-química  se  inicia».  (Cajal.)  (2).  Pero  si  se  trata  del 
dolor  objetivo  nacido  en  las  células  no  nerviosas,  lo  más  probable  es  que 
hay  algótopos  destinados  á  impresionarse  con  él  y  transmitir  su  impresión 
y  sentir  el  dolor. 

Con  esto  fácilmente  se  sobreentiende  cuan  buena  coyuntura  hallan 
las  excitaciones  eléctricas  para  causar  dolor  con  las  contracciones  mus- 


(1)  Véase  Suárez,  De  Mysteriis,  d.  33, 1. 2. 

(2)  Textus,  c.  I,  pág.  444. 


EN   LAS   IMPRESIONES   ELÉCTRICAS  193 

Guiares  y  modificaciones  nerviosas  arriba  descritas.  Para  mayor  abun- 
dancia, será  bueno  recordar  cuánta  eficacia  tiene,  según  la  moderna  elec- 
troterapia, en  nuestro  organismo  toda  clase  de  corrientes  eléctricas. 
Keating-Hart  desorganiza  con  la  fulguración  tejidos  enfermos,  provo- 
cando disociaciones  electrolíticas.  Nagelschmidt  obtiene  con  las  corrien- 
tes de  Arsonval,  dispuestas  bipolarmente,  convulsiones  musculares  que 
hacen  esperar  su  empleo  terápico  para  el  sistema  muscular.  Einthoven 
con  ellas  logra  impresionar  los  nervios,  á  pesar  de  su  rapidísimo  período 
de  casi  un  millón  de  vibraciones  por  segundo.  Y  todos  los  médicos  con- 
vinieron en  el  Congreso  internacional  de  sicoterapia  celebrado  en 
Roma  (Octubre,  1907),  que  á  lo  menos  influyen  en  el  sistema  simpático, 
regulando  las  contracciones  vasculares,  la  segregación  glandular,  los 
centros  de  temperatura,  etc. 

Tacto  de  temperatura. —  Experimento  antiguo  es  que  se  excita  por 
medio  de  la  electricidad  un  tronco  nervioso  sobre  un  punto  cualquiera; 
las  fibras  de  temperatura  en  él  contenidas,  pueden  irritarse  directamente 
sintiéndose,  en  consecuencia,  frío  ó  calor  localmente  en  tales  ó  cuales 
partes  excéntricas  respecto  al  punto  ocupado  por  el  electrodo.  (Sergue- 
yeff.)  Más  reciente  es  el  experimento  hace  un  año  publicado  por  E.  Be- 
cher,  el  cual,  tratando  de  estudiar  la  sensibilidad  táctil  del  tubo  diges- 
tivo, introducía  en  éste,  y  con  las  precauciones  convenientes,  uno  de  los 
reóforos  del  hilo  secundario,  mientras  tenía  el  brazo  izquierdo  dentro  de 
agua  tibia,  donde  estaba  el  otro  reóforo.  En  todo  el  tubo  digestivo  sen- 
tíase claramente  sensación  táctil,  que  en  la  garganta  estimulaba  la  tos; 
en  la  parte  superior  del  tubo  picaba  con  escozor;  en  la  parte  baja  del 
tubo  había  ardor.  Esta  sensación  de  ardor.se  extendía  por  el  tubo,  esta- 
bleciendo entre  las  paredes  de  éste  y  el  reóforo  contacto  suficiente. 

Y  se  pregunta:  ¿Hay  en  estos  casos  calor  y  frío  objetivos  que  al  paso 
de  la  corriente  eléctrica  se  produzcan?  ¿Cómo  debe  interpretarse  la  sen- 
sación de  ardor? 

Para  responder  debidamente  sirve  el  cuadro  de  Alrutz,  quien,  estu- 
diando de  propósito  el  tacto  de  temperatura,  deslinda  así  los  límites  de 
las  sensaciones  térmicas  en  el  dorso  de  la  mano: 

Límites  ^  ^  Sensadon 

J^riú doloroso  Saisadm^filo  nmiindes  Sensación  3e  xcdar Setisaáondc  aitbr   de  (jaemadurcí 

I  I     jÍ"     I  I  4?"! 


Admitiendo  la  distinción  real  de  los  termótopos,  criótopos  y  algóto- 
pos,  tenemos  que  los  termótopos  sienten  el  calor  del  tejido  contiguo  y 

(1)    Esta  línea  punteada  hemos  añadido  para  denotar  los  lindes  de  la  sensación  pa- 
radójica (42°— 75^')  que  en  los  criótopos  tiene  su  asiento. 


194  OBJETIVIDAD   DE   LA   SENSACIÓN   EXTERNA 

del  cuerpo  extraño  (el  hilo  metálico  capilar  ó  temperator),  sin  otra  sen- 
sación concomitante  en  la  extensión  33,3°— 36°— ;  con  las  sensaciones 
concomitantes  de  ardor  y  quemadura  dolorosa  á  mayores  temperaturas. 
Con  los  criótopos  sentimos  el  frío,  sin  otra  sensación  concomitante  entre 
los  límites  32,8°— 12°;  de  ahí  para  abajo  se  añade  la  sensación  dolorosa. 
En  las  sensaciones  dolorosas  de  ambos  extremos  entran  en  juego  los 
algótopos.  Lo  singular  en  el  trabajo  de  Alrutz  es  que  la  sensación  de 
ardor  es  peculiar  á  los  criótopos,  con  lo  cual  se  añade  una  nueva  sen- 
sación paradójica  de  frío  observada  por  v.  Frey. 

Los  fundamentos  de  la  opinión  de  Alrutz,  entre  otros,  son:  a)  la  topo- 
grafía de  la  sensación  ardorosa,  que  es  tanto  más  perceptible  cuanto  la 
zona  abunde  en  criótopos;  b)  el  retraso  de  O^^^-filb  que  entre  la  excita- 
ción de  ardor  media;  cuando  el  retraso  en  la  sensación  de  calor  es  sola- 
mente de  Oseg-,241,  ó  sea  dos  veces  y  media  menor;  c)  la  separabilidad 
de  la  sensación  de  dolor;  así  en  el  labio  superior,  aplicado  el  temperator 
de  35,5°  á  48,5°,  sólo  se  tiene  sensación  de  ardor:  si  el  temperator  mide 
51°,  entonces  al  ardor  se  une  el  dolor. 

La  distinción  sicológica  es  la  indicada  en  su  tiempo  por  el  Cardenal 
Toledo.  La  sensación  del  calor  es  la  que  representa  el  calórico  del  ob- 
jeto extraño  y  del  tejido  contiguo;  en  la  sensación  de  ardor  se  reconoce 
el  calor  inherente  al  mismo  nervio.  Todo  nervio  termosensitivo  es  capaz 
de  sentir  ardor,  pero  especialmente  el  nervio  criotópico,  por  irritarse  antes 
y  más  fuertemente.  Cuando  la  alteración  del  protoplasma  nervioso  viene 
á  ser  más  honda,  llega  á  sentirse  calor  que  abrasa  y  duele. 

Con  estos  prenotandos,  aparece  en  las  excitaciones  eléctricas  pro- 
ducción sufíciente  de  calor,  frío  y  ardor  reales. 

De  calor.— Las  excitaciones  eléctricas  hacen  funcionar  los  músculos; 
el  juego  muscular  es  fuente  de  calórico,  no  sólo  en  animales  de  sangre 
caliente,  sino  aun  en  los  de  sangre  fría.  (Tigerstedt.)  Aun  las  corrientes 
Tesla  elevan  en  muchos  grados  la  temperatura  de  la  superficie  del 
cuerpo.  (Sommerville-Glascow.) 

De  frío  (¿paradójico?).— Una  excitación  térmica  de  40°  para  arriba 
produce  una  súbita  contracción  en  los  vasos  musculares,  á  que  sigue  una 
dilatación;  y  pregunta  Alrutz:  ¿podrá  contracción  tan  momentánea 
excitar  los  criótopos  para  sentir  su  frío  paradójico?  Y  responde  con  los 
hechos  que  extractamos.  Cuando  la  excitación  térmica  corresponde  á 
una  temperatura  33°— 43°,  se  dilatan  los  vasos  musculares;  pero  un  des- 
censo súbitp  de  temperatura  desde  los  40  á  los  35°  los  encoge.  (Amitin.) 
Estímulo  térmico  en  el  antebrazo  modifica  el  volumen  en  los  vasos  de 
la  mano;  generalmente  el  estímulo  frío  trae  disminución  de  volumen,  au- 
mento el  estímulo  caliente;  mas  la  temperatura  superior  á  40°  reduce  el 
volumen.  (Lommel  y  Matthes.)  Un  baño  de  40°  produce  disnea  no  de 
otra  suerte  que  un  frío  intenso.  (Balz.)  La  acción  refrescante  délos  baños 
se  debe  al  funcionamiento  de  los  nervios  criótopos.  (Goldscheider.)  Re- 


EN    LAS   IMPRESIONES   ELÉCTRICAS  195 

cordando  que  los  cambios  de  volumen  en  los  vasos  sanguíneos  modifi- 
can la  velocidad  de  las  acciones  oxidantes  provocadas  por  el  curso  san- 
guíneo, tendremos  explicada  una  de  las  causas  del  frío  paradójico.  Otra 
puede  ser  la  mayor  evaporación  cutánea,  cuya  importancia  no  podemos 
amplificar  en  atención  á  la  brevedad.  Tercera  causa  puede  ser  originarse 
f.  c.  m.  contrarias  en  la  corriente  nerviosa:  observación  de  Biedermann 
es  que  el  enfriamiento  producido  en  la  superficie  epitelial  de  la  lengua  al 
contacto  de  un  hierro,  es  debido  á  una  corriente  de  f.  c.  m.  contraria  á 
la  que  existía  en  la  glándula  salival. 

La  sensación  de  ardor  es  naturalísima  al  paso  de  las  corrientes:  los 
nervios  no  pueden  menos  de  irritarse  y  alterarse  con  toda  clase  de  co- 
rrientes, faradaica,  sinuosidal,  etc.,  más  ó  menos,  según  su  intensidad, 
intermitencias  y  cambios  de  dirección,  como  es  fácil  preverlo  en  gene- 
ral, ya  se  admita  que  la  propagación  de  la  corriente  en  los  nervios  y 
músculos  sea  por  acciones  y  transportes  electrolíticos,  ya  se  haga  por 
descargas  sucCvSivas,  como  en  los  cohesores  de  Brauly,  ya  por  conduc- 
ción continua,  como  en  los  alambres  metálicos.  Hecho  consignado  por 
Hornung  es  que  cuando  el  número  de  períodos  llega  á  la  frecuencia  de 
las  centrales  eléctricas  (2.400—3.000  por  minuto=4.800— 6.000  cambios 
de  polo),  suele  el  paciente  sentir  ardor  ingrato  en  la  piel,  que  se  mitiga 
usando  el  transformador  dinámico  que  reduzca  el  período  á  800—1.500. 
(Reiniger.) 

José  M.  de  Ibero. 

(Continuará.) 


Eli  VlflO  DÜÜCE  PMt^ñ  IVIISAS 


§  I 

PRELIMINARES 

1.  El  motivo  de  escribir  estas  páginas  son  las  noticias  que  de  dife- 
rentes regiones  de  España  he  tenido  sobre  la  manera  de  fabricar  el  vino 
para  el  Santo  Sacrificio;  noticias  motivadas  por  una  consulta  que  me  hizo 
una  familia  muy  cristiana,  la  cual,  para  proceder  con  mayor  seguridad  en 
asunto  de  tanta  trascendencia,  fabricaba  en  su  propia  casa  el  vino  de 
Misa  para  uno  de  sus  individuos  que  es  sacerdote.  El  resultado  de  esta 
consulta  fué  venir  en  conocimiento  de  que  el  método  empleado  no  da 
materia  lícita,  aunque  sí  válida,  para  el  Santo  Sacrificio,  y  como  con  tal 
ocasión  se  me  dijera  que  este  procedimiento  seguían  los  vinicultores  más 
concienzudos  de  todo  aquel  país,  los  cuales  garantizaban  como  vino  de 
absoluta  confianza  el  por  ellos  fabricado,  resolví  hacer  indagaciones  por 
diversos  puntos  de  la  Península,  y  escribir  algunas  páginas  que  ayudaran 
á  los  interesados  á  conocer  el  vino  legítimo  y  exigirlo  á  los  cosecheros, 
y  á  los  agricultores  les  diera  la  pauta  según  la  cual  podían  proceder 
para  quedar  tranquilos  en  sus  conciencias. 

2.  Ni  se  crea  que  será  aplicable  sólo  á  los  puntos  consultados,  por- 
que en  otras  partes  de  España  y  del  extranjero  se  siguen  prácticas  aná- 
logas. Hago  caso  omiso  de  las  mil  sofisticaciones  á  que  se  presta  el 
asunto,  motivadas  por  el  prurito  de  vender  mucho  vino,  muy  dulce  y  á 
muy  buen  precio. 

3.  Porque,  por  un  lado,  lo  desagradable  que  suele  ser  al  paladar  el 
vino  seco  tomado  en  ayunas,  y  por  otro,  el  sabor  atractivo  del  vino  dulce, 
han  hecho  que  éste  se  emplee  en  muchas  partes  como  materia  ordinaria 
para  el  Santo  Sacrificio;  y  si  el  vinicultor  va  puramente  en  busca  de  su 
negocio,  no  reparará  en  prometer  y  dar  vino  blanco  de  fuerza  y  tan  dulce 
como  se  quiera,  añadiendo  para  ello  el  alcohol  y  el  azúcar  que  sean 
necesarios.  Pero  si  quiere  ser  fiel  á  su  conciencia,  y  ésta  es  tan  delicada 
como  el  caso  se  merece,  no  dejará  de  encontrar  sus  dificultades  para 
proporcionar  vino  legítimo,  dulce  y  de  fuerza. 

4.  Mi  objeto  es,  pues,  estudiar  el  problema  de  la  fabricación  del  vino 
de  Misas  desde  el  punto  de  vista  químico,  viendo  qué  operaciones  dejan 
intacto  y  cuáles  cambian  el  producto,  de  suerte  que,  considerado  cien- 
tíficamente según  los  adelantos  modernos,  deba  considerarse  como  vino 
legítimo  de  Misas  ó  no,  en  el  verdadero  sentido  de  la  palabra. 

5.  Pero  como  las  cuestiones  relativas  á  la  materia  de  los  sacramen- 


1 


EL  VINO  DULCE   PARA   MISAS  197 

tos  dependen  exclusivamente  de  la  voluntad  de  Nuestro  Señor  Jesucristo, 
que  pudo  fijar  tal  ó  cual  substancia  en  particular,  revestida  de  determi- 
nados accidentes  ó  condiciones  más  ó  menos  extrínsecas;  y  siendo  la 
Santa  Madre  Iglesia  la  única,  la  fiel,  la  infalible  intérprete  de  la  voluntad 
de  Jesucristo,  á  ella  corresponde  definir  ó  fallar  si  son  ó  no  aplicables  y 
cuánto,  según  la  mente  de  Jesucristo,  los  recientes  descubrimientos  quí- 
micos relativos  á  la  naturaleza,  fabricación,  mejoras  y  conservación  del 
vino  para  las  Misas.  Por  tanto,  á  su  infalible  criterio  someto  cuanto 
indicaré  en  este  sencillo  estudio,  que  he  emprendido  con  el  único  fin  de 
evitar  tantos  abusos  como  entiendo  que  se  cometen,  unos  inocente,  otros 
maliciosamente,  en  asunto  tan  grave  y  tan  inmediatamente  ligado  con  la 
honra  y  culto  de  Cristo  nuestro  bien. 

6.  Es  cierto  que  los  modernos  inventos  se  apoyan  sobre  datos  y 
hechos  cien  veces  comprobados,  y  que  deben,  por  tanto,  admitirse  como 
verdaderos;  pero  repito  que  esto  no  basta  para  que  se  les  aplique  ya 
desde  luego  lícitamente  á  la  elaboración  del  vino  de  Misas,  sino  que 
conviene  que  preceda  el  fallo  aprobativo  de  la  Esposa  de  Jesucristo;  la 
cual,  como  Madre  bondadosa  que  es,  gusta  de  que  se  le  expongan  con 
su  verdadera  fuerza  las  razones  que  militan  en  favor  del  moderno  pro- 
greso, para  bendecir  sus  continuos  y  notables  descubrimientos  y  some- 
terlos gozosa  al  servicio  de  Dios  Nuestro  Señor.  Á  nosotros,  sus  hijos,  nos 
toca  acatar  y  cumplir  los  decretos  ya  dados  y  estar  dispuestos  á  recibir 
con  humildad  sus  enseñanzas. 

§11 

NATURALEZA   DEL   VINO 

7.  El  vino  propiamente  dicho  es  una  bebida  alcohólica  resultante  de 
la  fermentación  del  mosto  ó  zumo  de  las  uvas,  ora  vaya  acompañada  del 
hollejo,  semillas  y  escobajo,  ora  no.  El  vino  completo  debe,  pues,  conte- 
ner alcohol.  En  términos  más  amplios,  se  toman  también  como  vinos 
los  líquidos  procedentes  de  la  fermentación  alcohólica  de  otros  frutos, 
como  las  manzanas,  las  peras,  etc.  Que  para  tener  vino,  como  tal,  se 
necesite  como  requisito  esencial  la  fermentación,  es  indudable.  Así  lo 
entiende  el  común  sentir  de  las  gentes  y  así  hablan  los  autores.  «Le  vin 
proprement  dit  est  la  liqueur  alcoolique  qui  resulte  de  la  fermentation 
du  jus  de  raisin.»  (A.  G.,  Dictionn.  de  Wurtz,  t.  III,  pág.  680.)  «La  loi 
définit  le  vin:  le  produit  immédiat  de  la  fermentation  naturelle  des  raisins 
frais.»  (Astruc,  Le  vin,  pág.  39.)  Si  se  quiere,  es  algo  exagerada  esta  defi- 
nición, porque  también  la  uva  que  no  es  frais...  da  vino  por  fermenta- 
ción...; pero  de  todos  modos  se  ve  la  exigencia  de  la  fermentación  para 
obtener  vino  verdadero.  «La  fermentation  du  jus  de  raisin  donne  le  vin.» 
(Ozar,  Lesferm.  indusír.,  pág.  137.) 


198  EL   VINO   DULCE   PARA  MISAS 

«La  fermentación,  operación  esencial  de  la  vinificación...»  (Fuster, 
Eletn.  de  agrie,  III,  «Industrias»,  pág.  37),  etc. 

8.  La  naturaleza  alcohólica  del  vino  es  debida  á  la  presencia  de  una 
substancia  fermentecible,  la  glucosa,  en  sus  dos  formas  isoméricas  (1),  la 
dextrosa  y  la  levulosa,  las  cuales,  por  virtud  de  ciertos  microorganismos 
ó  fermentos,  se  transforma  en  etanol  (alcohol  etílico,  ordinario  ó  de  vino, 
espíritu  de  vino),  y  anhídrido  carbónico,  principalmente. 

El  alcohol  etílico  procede,  pues,  del  azúcar  de  las  uvas.  De  aquí 
que  la  uva  en  agraz  será  poco  apta  para  fabricar  el  vino,  porque  aunque 
la  uva  ya  desde  el  comienzo  de  la  formación  del  grano  contiene  algo  de 
glucosa,  sin  embargo,  es  muy  pequeña  su  porción;  ésta  va  creciendo 
hasta  la  completa  madurez,  pasando  desde  el  centro  del  grano  á  su  peri- 
feria; en  cambio,  al  mismo  paso  va  decreciendo  la  proporción  de  los 
ácidos  contenidos  en  los  granos,  que  puestos  al  principio  en  la  parte 
más  próxima  á  la  película,  se  internan  poco  á  poco,  á  medida  que  la  madu- 
ración adelanta.  La  cantidad  de  glucosa  que  contiene  la  uva  varía  entre 
10  y  30  por  100;  la  de  ácidos  varía  también,  y,  por  tanto,  la  relación 

-^^^  oscila  entre  j^  y  2^'  de  ordinario;  si  baja  hasta  -'  es  señal  de  que  la 

uva  está  aún  en  agraz.  Esta  relación  es  muy  estimada  como  indicador  de 
la  calidad  de  la  cosecha  y  de  la  uva. 

10.  De  aquí  la  costumbre  lógicamente  fundada  de  que  la  vendimia  se 
realice  cuando  la  uva  está  ya  en  sazón,  la  cual  depende  de  la  naturaleza 
de  las  cepas,  de  las  condiciones  del  terreno  y  de  las  circunstancias  de 
temperatura,  humedad,  etc.,  que  suelen  ser  variables  no  pocas  veces 
hasta  en  un  mismo  paraje.  En  los  países  más  septentrionales  la  vendimia 
se  tiene  que  retardar,  y  aun  entonces  la  uva  no  adquiere  ordinariamente 
el  grado  de  madurez  y  dulzor  que  caracteriza  la  de  nuestros  campos 
meridionales. 

11.  Con  uvas  que  se  dejan  desecar  en  la  misma  vid,  ó  que  se  ex- 
tienden, ya  cortadas,  sobre  cañizos,  se  fabrican  á  veces  vinos  licorosos 
pues  la  pérdida  del  agua  produce  una  notable  concentración  del  mosto 
mayor  riqueza  sacarina  y  por  ende  alcohólica. 

§111 

LA   FERMENTACIÓN   Y   SUS   PRINCIPALES   TEORÍAS 

12.  Al  definirse  antiguamente  el  vino  de  vid,  como  no  se  conocía  el 
por  qué  de  la  fermentación,  se  entendía  ésta  en  el  sentido  obvio  de  la 

(1)  La  dextrosa  (aldosa)  y  la  levulosa  (cetosa)  son  dos  formas  isoméricas,  porque 
su  molécula  se  compone  de  los  mismos  elementos  en  especie  y  en  número  (Ce  H12  Oe); 
pero  su  carácter  químico  difiere  parcialmente,  pues  la  dextrosa  es  lo  que  se  dice  un 
aldehido,  y  la  levulosa  es  una  acetona,  aunque  ambos  compuestos  convienen  en  su 
múltiple  carácter  alcohólico. 


EL  VINO   DULCE   PARA   MISAS  199 

palabra  fervere,  es  decir,  ebullición,  puesto  que  se  observaba  el  espon- 
jamiento de  la  masa,  la  producción  de  burbujas  y  el  desprendimiento  de 
gases. 

13.  Andando  el  tiempo,  vinieron  á  estudiarse  las  causas  de  semejantes 
fenómenos,  que  no  parecían  tener  razón  alguna  de  ser,  pues  el  mosto  se 
manifestaba  homogéneo  y  libre  de  toda  causa  que  pudiera  determinar  su 
enturbiamiento  y  descomposición. 

14.  Lo  oculto  y  obscuro  del  fenómeno  hizo  creer  á  Berzelius  que  era 
debido  á  una  fuerza  particular,  pero  muy  extendida,  que  llamó  catalítica, 
la  cual  presidía  la  destrucción  de  la  glucosa,  como  dirigía  y  ejecutaba 
otros  muchos  fenómenos,  por  ejemplo,  el  de  la  síntesis  del  agua  mediante 
el  musgo  ó  negro  de  platino,  en  presencia  de  la  mezcla  oxhídrica.  (Véase 
Berzelius,  Traite  de  Ch.,  I,  pág.  111,  París,  1845.) 

15.  Para  Lavoisier  (Traite  élément.  de  Ch.,  I,  pág.  150,  1789)  el 
azúcar  era  un  óxido  complejo:  por  la  fermentación  se  escindía  en  dos 
partes,  oxidándose  una  á  expensas  de  la  otra,  dándonos  anhídrido  car- 
bónico, mientras  ésta  quedaba  reducida  á  alcohol;  de  igual  opinión  se 
hizo  eco  Gay-Lussac  (Ann.  Chim.,  95,  pág.  318.) 

16.  El  hallazgo  del  ácido  succínico  por  Ch.  Schmidt  en  1847,  su  con- 
firmación después  y  el  nuevo  hallazgo  de  la  glicerina  por  Pasteur,  así 
como  los  de  otros  alcoholes  superiores,  el  propílico  (Chancel,  C.  /?.,  37, 
pág.  410),  el  butílico  (Wurtz,  ídem,  35,  pág.  310),  el  amílico  (Pelletan, 
Ann.  Ch.  et  Phys.,  30,  pág.  221),  el  caproico  (Faget,  C.  /?.,  37,  pág.  730), 
no  definían  nada  nuevo  sobre  la  naturaleza  de  la  fermentación. 

17.  Sólo  cuando  Liebig,  por  un  lado,  estableció  su  teoría  química  de 
la  fermentación,  por  la  que  el  fermento  es  una  substancia  nitrogenada  en 
vías  de  alteración  y  dotada  de  vibraciones  intramoleculares,  que  se  co- 
munican á  las  materias  fermentescibles,  y  cuando  Pasteur,  por  otro, 
asentó  su  doctrina  vitalista,  según  la  cual  la  alcoholización  del  azúcar  es 
un  efecto  real  de  la  nutrición  celular,  no  un  mero  producto  accidental  de 
la  vida,  se  pudo  decir  con  verdad  que  se  comenzó  á  estudiar  á  fondo  la 
cuestión. 

18.  Posteriormente  inició  Berthelot  (Ann.  de  Ch.  et  Phys.  (3),  51, 
pág.  326)  la  opinión  de  que  la  fermentación,  á  lo  más,  era  debida  á  se- 
creciones de  la  levadura,  y  que  aun  podría  realizarse  sin  ella.  (Ibid.  (3), 
50,  pág.  322.) 

No  entraré  en  detalles  sobre  la  disputa  entablada  entre  estas  lum- 
breras científicas,  pues  me  llevaría  sin  necesidad  demasiado  lejos. 

19.  Sólo  diré,  por  lo  que  atañe  á  nuestro  asunto,  que,  tanto  en  una 
opinión  como  en  la  otra,  se  supone  la  existencia  de  una  causa  extraña  á 
la  masa  fermentable,  es  decir,  de  una  causa,  el  fermento,  que  presencia, 
dirige  y  realiza  la  destrucción  del  azúcar,  sin  quedar  formando  parte  de 
los  productos  resultantes.  Esto  es  de  una  importancia  suma  para  la  re- 
solución de  nuestro  problema. 


200  EL   VINO   DULCE   PARA  MISAS 

20.  Porque  si  el  fermento  no  queda  en  la  masa  del  vino,  como  cons- 
titutivo del  mismo,  se  desprende  que,  sin  alterar  la  substancia  del  vino, 
podré:  lo  primero,  realizar  la  alcoholización  de  la  glucosa  utilizando  sólo 
el  fermento,  que  naturalmente  acompaña  á  la  uva;  ó  bien,  segundo,  in- 
troduciendo mayor  masa  de  fermento  de  la  misma  ó  análoga  especie;  ó 
bien,  tercero,  destruyendo,  si  me  conviene,  el  que  preexistía  en  la  uva,  y 
añadiendo  después  fermento  que  logre  el  mismo  resultado  que  aquél.  Y 
esto  no  sólo  debe  entenderse  de  la  sustitución  de  los  fermentos  figu- 
rados (es  decir  vivos),  por  otros  figurados,  sino  también  por  otros  cua- 
lesquiera, ora  deriven  de  éstos,  ora  no  tengan  con  ellos  ningún  pa- 
recido. 

21.  Las  modernas  diastasas,  zimasas,  enzimas  ó  fermentos  solubles  ó 
no  figurados,  son  secreciones  múltiples  celulares  descubiertas  en  órga- 
nos y  líquidos  animales,  así  como  en  semillas  y  jugos  vegetales:  de 
naturaleza  compleja,  albuminoidea,  pero  cuantitativamente  desconocida, 
están  dotadas  de  una  actividad  catalítica  (1)  asombrosa,  en  general  ace- 
lerante de  las  reacciones;  á  ellas  se  atribuye  hoy  la  acción  directamente 
fermentativa. 

22.  Estas  secreciones  aparecen  en  las  células  según  las  condiciones 
en  que  se  tiene  que  realizar  su  nutrición,  y  su  producción  va  vinculada  á 
la  vida  anaerobia  (2)  de  la  levadura:  en  esta  vida  es  en  la  que  la  zimasa 
abunda,  y  la  producción  de  alcohol  crece  considerablemente:  se  dice 
entonces  que  el  poder-fermento  de  la  levadura  es  grande,  es  decir,  que 
devuelve  bajo  forma  de  alcohol  gran  parte  del  azúcar  (glucosa)  des- 
truido. 

23.  Pongamos  un  ejemplo  que  aclare  la  cuestión  anterior.  La  saca- 
rosa (azúcar  de  caña  ó  remolacha)  tiene  por  fórmula  C^^  H22  0^^'. 
cuando  se  la  hidroliza,  es  decir,  cuando  se  le  da  una  molécula  de  agua, 
se  convierte  en  Cj,  H24  Oj,:  desde  este  momento  deja  de  ser  sacarosa 
y  pasa  á  ser  dos  moléculas  de  glucosa  (el  azúcar  de  la  uva,  Cg  H12  Og) 
en  sus  dos  formas  isómeras,  dextrosa  y  levulosa.  Ahora  bien:  este  trán- 
sito de  la  sacarosa  á  glucosa,  llamado  inversión  de  la  sacarosa,  se 
puede  realizar  de  varias  maneras. 

1)  Mediante  la  levadura  misma  del  mosto:  de  suerte  que  si  á  un 
mosto  se  le  añade  sacarosa,  al  terminar  la  fermentación  tumultuosa,  ve- 
remos que  á  poco  se  reanuda  la  efervescencia,  á  la  manera  que  si  hubié- 
ramos puesto  verdadera  glucosa:  la  levadura,  pues,  ha  transformado  la 
sacarosa  previamente  en  glucosa  y  levulosa,  y  sólo  entonces  ha  fer- 
mentado, pues  la  sacarosa  de  suyo  no  es  fermentescible. 


(1)  Se  dice  que  un  cuerpo  obra  catalíticamente  en  una  reacción,  cuando  influye  en 
ella  activándola  (ó  retardándola), al  parecer,  por  su  sola  presencia,  puesto  que  al  fin  de 
la  reacción  se  encuentra  dicho  cuerpo  el  mismo  que  al  comienzo. 

(2)  Las  vidas  anaerobia  y  aerobia  son  las  que  tienen  lugar  en  ausencia  y  en  presencia 
del  aire,  respectivamente. 


EL  VINO   DULCE   PARA   MISAS  201 

2)  Por  medio  de  los  ácidos  diluidos,  especialmente  minerales:  es  pre- 
cisamente uno  de  los  casos  más  interesantes  de  catálisis  y  más  estu- 
diados ya  desde  Wilhelmy  en  1850,  y  cuya  realización  está  indicada 
claramente  en  ecuaciones  matemáticas,  expresiones  de  la  velocidad  de 
transformación. 

3)  Por  cierto  producto  llamado  ¿nvertasa,  perteneciente  al  grupo  de 
los  enzimas  ó  fermentos  solubles,  ya  citados.  Á  este  tercer  modo  viene 
á  reducirse  el  primero,  pues  los  modernos  experimentos  deducen  que  las 
levaduras  realizan  la  inversión  de  la  sacarosa  mediante  la  invertasa  que 
ellas  segregan. 

24.  Resultado:  en  todos  estos  casos  la  causa  determinante  queda 
extrínseca  á  la  glucosa  separada;  por  todos  los  caminos  se  llega  al 
mismo  término.  Si  el  producto  final,  la  glucosa  (dextrosa  levulosa),  des- 
pués de  bien  purificada,  se  presenta  al  químico  para  que  lo  analice,  su 
fallo  será  que  es  el  mismo  producto;  ni  se  preocupa  del  modo  de  prepa- 
rarlo, ni  lo  podrá  averiguar,  si  en  su  preparación  se  han  tomado  las 
debidas  precauciones;  lo  que  puede  asegurar  es  que  semejante  cuerpo 
es  sacarosa  invertida:  químicamente,  pues,  la  inversión  es  la  misma, 
única,  específicamente  considerada. 

25.  Este  es  el  caso  del  vino.  La  fermentación  alcohólica  de  la  glucosa 
puede  hacerse  de  varios  modos,  que  van  á  parar  al  mismo  resultado 
sübstancialmente,  sin  que  las  causas  determinantes  sean  particioneras  de 
la  masa  final  producida:  á  lo  sumo,  habrán  consumido  más  ó  menos  ma- 
teria fermentable  con  ó  sin  provecho.  Luego  la  operación  químicamente 
es  la  misma,  y  tanto  deberá  llamarse  vinificación  la  fermentación  del 
mosto  que  brota  espontánea  en  el  lagar  al  exprimir  el  jugo  de  las  uvas, 
como  la  que  presupone  la  evaporación  previa  de  parte  del  agua,  á  fin 
de  aumentar  la  dosis  de  glucosa:  lo  mismo  si  se  utilizan  los  saccharo- 
myces  traídos  del  campo  con  los  racimos,  como  si  á  éstos  se  añaden  otros 
del  país  ó  importados  de  fuera:  lo  mismo,  finalmente,  si  en  un  mosto 
previamente  esterilizado,  introduzco  levaduras  artificiales  vivas,  que  si 
en  su  representación  introdujera  su  zimasa,  ora  provenga  de  la  levadura 
misma  destrozada  entre  arena  de  cuarzo,  cual  la  obtuvo  Büchner,  ora  de 
cualquier  otra  parte. 

§IV 

CONCLUSIONES  IMPORTANTES 

26.  De  donde  concluyo:  I)  Todo  aquello  que  cambie  la  naturaleza 
de  la  fermentación  vinosa  (por  ejemplo,  adición  de  bacterias  ó  myco- 
dermas),  ó  altere  la  composición  natural  de  cada  vino,  debe  excluirse  de 
su  fabricación.  Por  tanto,  debe  prohibirse  la  adición  de  yeso,  sacarosa, 
glucosa,  colorantes  y  decolorantes,  tanino,  bisulfitos  y  anhídrido  sulfu- 


202  EL  VINO   DULCE   PARA  MISAS 

roso  (líquido  ó  gas);  antisépticos  en  general;  la  mayor  parte  de  los  cla- 
rificantes (gelatina,  sangre,  creta,  mármol,  cascaras  de  huevo,  conchas, 
crémor  tártaro,  etc.). 

27.  La  razón  del  cambio  de  naturaleza  es,  en  efecto,  la  que  hace  ile- 
gítimo el  vino  agrio  y  análogamente  la  que  no  permite  añadir  carbonato 
ó  bicarbonato  sódico,  carbonato  de  calcio  ó  tartrato  neutro  de  potasio 
al  vino  acescente.  El  avinagrado  ó  picado  del  vino  es  debido  á  una  can- 
tidad mayor  ó  menor  de  ácido  acético  procedente  de  la  oxidación  del 
alcohol  que  ha  ocasionado  el  mycoderma  aceti  en  contacto  con  el  aire: 
si  se  introduce  carbonato  sódico,  por  ejemplo,  se  produce  acetato  sódico, 
que  queda  en  solución,  y  anhídrido  carbónico  que  se  desprende  con 
efervescencia.  El  vino  queda,  pues,  alterado  substancialmente.  Pero 
además  hay  en  los  vinos  una  acidez  natural  (véase  núm.  9),  formada 
principalmente  por  el  ácido  tartárico  y  tánico,  en  menor  escala  por  el 
acético  y  en  mucho  menor  aún  por  el  cítrico,  málico,  etc.  Como  todos 
estos  ácidos  reaccionan  inmediatamente  con  el  bicarbonato,  se  trans- 
forman en  las  sales  correspondientes,  desaparecen  en  todo  ó  en  parte 
(según  la  cantidad  de  carbonato  añadido),  y,  por  tanto,  queda  alterada 
por  nuevo  concepto  la  composición  del  vino. 

28.  El  vino  modificado,  pues,  de  esa  manera  es  materia  grave  ó  leve- 
mente ilícita,  lo  mismo  que  el  acescente,  según  el  grado  de  alteración 
que  ha  sufrido;  y  tan  profunda  podría  ser,  que  fuese  también  materia 
inválida.  (Véanse  los  autores  de  Moral.) 

¿Cuándo  tendrá  esto  lugar?  Digo  que  cuando  la  acescencia  del  vino 
lo  hiciese  materia  ilícita,  seguirá  siendo  materia  ilícita  aun  después  de 
neutralizado;  y  si  el  vino  fuese  tan  agrio  que  se  le  reputase  materia  invá- 
lida, sería  también  inválida  aunque  se  le  hubiera  quitado  toda  la  acidez, 
mediante  el  carbonato  sódico  ú  otro  compuesto  cualquiera.  La  razón, 
repito,  es  obvia.  Porque  la  neutralización  de  la  acidez  no  sólo  no  quita 
al  vino  el  defecto  de  su  alteración  (que  suponemos  lo  hacía  materia  ilí- 
cita ó  inválida),  sino  que  se  le  aumenta  porque  añade  nuevas  substan- 
cias extrañas  que  antes  no  tenía,  y  hace  pasar  á  sales  los  ácidos  naturales 
del  vino  (1). 

29.  II)  Todo  cuanto,  científicamente  estudiado,  coincida  con  el 
método  natural  de  la  vinificación,  será  químicamente  lícito,  y  aun  en 
casos  más  ó  menos  generales,  recomendable.  Aquí  se  incluye:  a)  ante 


(1)  Las  rúbricas  que  se  leen  en  el  Misal  romano,  relativas  á  los  defectos  del  vino, 
son  las  siguientes  (tit.  IV): 

1.  Si  vinum  sit  factum  penitus  acetum,  vel  penitus  putridum,  vel  de  uvis  acerbis, 
seu  non  maturis  expressum,  vel  ei  admixtum  tantum  aquae,  ut  vinum  sit  corruptum, 
non  conficitur  Sacramentum.  (Luego  estas  materias  son  inválidas.) 

2.  Si  vinum  ceperit  acescere,  vel  corrumpi,  vel  fuerit  aliquantum  acre,  vel  mustum 
de  uvis  tune  expressum...  conficitur  Sacramentum,  sed  conficiens  graviter  peccat. 
<Luego  tales  materias  son  válidas,  pero  gravemente  ilícitas.) 


EL   VINO   DULCE   PARA  MISAS  203 

todo,  la  pasteurización  del  vino;  b)  la  concentración  por  el  frío  del  mosto 
ó  del  vino  (1);  c)  la  concentración  del  mosto  ó  del  vino  por  el  calor  y 
el  vacio;  d)  la  concentración  del  mosto  por  sólo  el  calor  moderado,  al 
baño  maria,  no  á  fuego  directo.  Pero  téngase  presente  que  este  mosto 
no  es  vino  completo,  sino  sólo  incoado,  y,  por  tanto,  materia  ilícita 
(aunque  válida),  si  la  necesidad  no  urge:  si  se  le  ha  calentado  sobre 
los  55°  C.  es  casi  seguro  que  todas  sus  levaduras  han  perecido:  es  pre- 
ciso, pues,  hacerle  fermentar  para  que  sea  materia  lícita,  para  lo  cual  se 
puede  seguir  uno  de  estos  procedimientos:  a')  la  adición  de  este  mosto 
concentrado  (y  frío)  á  otro  mosto  natural,  que  ya  fermenta  ó  va  á  fer- 
mentar; b')  la  adición  de  levaduras  del  país  ó  extrañas,  multiplicadas  arti- 
ficialmente; c)  la  adición  de  zimasa  ó  alcoholasa,  si  se  llegara  á  expender, 
debidamente  preparada  por  centro  científico  de  autoridad  y  confianza. 

30.  El  Cardenal  Gennari,  en  sus  Quistioni  teologico-morali,  I,  2.^  ed., 
Roma,  1907,  pág.  118,  propone  el  caso  de  añadir  el  mosto  al  vino  cocido 
(éste  en  corta  cantidad,  la  quinta  ó  sexta  parte),  y  resuelve  en  favor  de 
la  licitud,  con  tal  que  todo  fermente;  y  añade  además  la  condición  de 
que  el  mosto  debe  ser  de  uvas  no  acidas,  sino  maduras  (2).  De  la  misma 
manera  aboga  en  favor  de  la  condensación  de  todo  el  mosto,  siempre 
que  defacto  tenga  lugar  naturalmente  la  fermentación  de  dicho  caldo, 
según  el  decreto  de  la  Congregación  del  Santo  Oficio  de  6  de  Agosto 
de  1895  (3). 

31.  Aquí  puede  ofrecer  alguna  dificultad  el  sentido  de  la  palabra 
naturalmente.  Pero  parece  el  más  obvio  el  de  que  la  fermentación  tenga 
lugar  en  la  forma  en  que  de  ordinario  se  realiza;  es  decir,  mediante  las 
levaduras  (ó  sus  representantes,  si  no  son  ellas  las  que  inmediatamente 


(1)  Sobre  el  empleo  del  frío  para  concentrar  y  clarificar  los  vinos,  se  leerán  con 
^usto  las  memorias  de  Caries,  Haas,  Pini,  Tellier  y  Birkett,  presentadas  en  el  primer 
Congreso  internacional  del  frío,  tenido  en  París  del  5  al  12  de  Octubre  de  1908.  Dichas 
memorias  se  encuentran  en  el  tomo  III  de  las  Actas  del  Congreso,  que  acaban  de  pu- 
blicarse, páginas  29,  49, 54, 65  y  273. 

Como  resumen  práctico  para  nuestro  objeto,  puedo  decir  que  no  sólo  la  clarifi- 
cación del  vino  dulce,  sino  especialmente  la  concentración  del  vino  por  el  frío  intenso 
ha  dado  grandes  pasos;  especialmente  esta  última  ha  logrado  evitar  las  pérdidas  de 
alcohol  que  antes  con  razón  se  le  achacaban.  La  aplicación  del  frío  artificial  sigue,  sin 
embargo,  sólo  del  dominio  de  las  grandes  industrias  enológicas. 

Las  pérdidas  de  alcohol  las  evita  el  sistema  patentado  Monti,  de  Turín.  Este  autor 
habló  ya  en  el  quinto  Congreso  de  Química,  de  Berlín  (1903),  sección  IX,  vol.  IV,  pá- 
gina 446;  en  el  sexto  Congreso,  celebrado  en  Roma  (1906),  vol.  IV,  págs.  145-149,  y  en 
el  primer  Congreso  del  frío  citado  acaba  de  recibir  nuevos  plácemes.  El  mismo  Con- 
greso ha  emitido  un  voto  en  favor  de  la  congelación  de  mostos  y  vinos  para  obtener 
su  concentración.  (Tomo  I,  pág.  639.) 

(2)  Esta  condición  consta  de  la  Rúbricaantes  citada,  nüm.  1.  (Véase  la  notaal  núm  28.) 

(3)  Ad  Archiep.  Tarracon.,  6  aug.  1896.  Lícere  (utivino  ex  musto  obtento,  quod  ante 
fermentationein  vinosam,  per  evaporationem  igneam  condensatum  est);  dummodo  de- 

coctio  huiusmodi  fermentationem  alcoolicam  haud  excludat,  ipsaque  fermentatio  natu- 
raliter  obtineri  possit,  et  de  facto  obtineatur.  (A.  S.  S.,  vol.  XXIX,  pág.  319.) 


204  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

la  producen).  En  este  sentido,  los  tres  medios  que  acabo  de  insinuar, 
estarían  incluidos  en  las  palabras  del  decreto. 

32.  Si  la  palabra  naturalmente  suena  espontáneamente,  los  medios 
indicados  quedan  excluidos  por  el  decreto.  Pero  entonces  el  decreto 
haría  á  la  fermentación  solidaria  de  determinadas  levaduras,  numérica- 
mente tales,  lo  cual  no  es  en  manera  alguna  creíble,  porque  la  vinifica- 
ción, sin  género  de  duda,  no  es  operación  propiamente  individual,  sino 
especifica,  y  aun  genérica,  hablando  con  más  propiedad;  no  es,  pues,  tal 
ó  cual  individuo  el  que  hará  que  tal  mosto  sea  convertido  en  vino,  sino 
la  levadura  alcohólica  en  general.  Esta  verdad  no  debe  perderse  de  vis- 
ta, porque  es  la  que  ha  de  ayudar  á  decidir  muchas  cuestiones  relativas 
á  este  asunto. 

33.  Se  me  podrá  objetar  que  lo  que  se  ha  de  pretender  en  el  caso  es 
que  la  levadura,  aunque  no  sea  numéricamente  tal,  sea  la  que  existía  de 
suyo  en  la  uva.  Pero  esto  es,  en  realidad,  exigir  las  levaduras  individua- 
les, que  casualmente  se  encontraban  en  los  granos  de  la  uva.  Además, 
según  lo  que  acabamos  de  citar  del  Cardenal  Gennari,  es  lícita  la  adi- 
ción de  la  quinta  ó  sexta  parte  de  mosto  cocido  al  mosto  restante,  que 
fermenta  naturalmente.  Pero  todo  el  mundo  ve  que  para  el  mosto  cocido 
(que  ha  perdido  sus  levaduras  naturales)  la  única  fermentación  que  queda 
posible  es  la  debida  á  levaduras  extrañas,  á  saber,  las  que  tenía  el 
mosto  no  cocido:  luego  resulta  que  aquel  mosto  cocido  pasará  á  ser 
vino  legítimo,  merced  á  levaduras  que  no  son  las  suyas.  Ni  vale  decir 
que  por  esto  se  limita  la  cantidad  de  mosto  á  la  quinta  parte,  para  que  la 
mayor  parte  arrastre  á  la  menor;  porque,  en  primer  lugar,  la  quinta  parte 
no  es  tan  pequeña  como  á  simple  vista  parece,  y  además,  porque  sea  lo 
que  fuere,  siempre  queda  en  pie  que  hay  vino  licito  de  Misas  que  no  ha 
fermentado  con  su  fermento  natural. 

34.  Pongamos  otro  caso.  Tomo  un  decalitro  de  mosto,  lo  hiervo 
durante  una  hora.  Todas  las  levaduras  han  perecido,  puesto  que  húme- 
das no  resisten  los  65"  durante  un  cuarto  de  hora.  En  estas  circunstan- 
cias retiro  el  mosto  del  fuego,  lo  dejo  enfriar  y  lo  coloco  (en  su  propio 
recipiente,  sin  cubrir)  en  una  bodega  donde  está  fermentando  el  mosto 
natural.  En  esta  ocasión  pululan  en  las  bodegas  por  todas  partes  innu- 
merables levaduras,  y  por  lo  mismo  es  cierto  que  el  mosto  cocido  fer- 
mentará y  pasará  á  ser  vino. 

35.  No  creo  que  haya  nadie  que  diga  que  este  vino  no  se  puede  usar 
lícitamente  para  la  Misa.  Es,  en  efecto,  fruto  de  vid,  con  color,  olor, 
sabor,  composición  de  vino  legítimo:  ha  fermentado  por  sí  solo.  ¿Qué 
más  se  le  puede  pedir?  Y  sin  embargo,  ha  fermentado  con  levaduras  que 
no  eran  las  suyas,  pues  de  las  suyas,  ni  una  siquiera  le  ha  quedado  des- 
pués de  una  ebullición  de  una  hora.  Luego  no  es  de  esencia  para  que  un 
vino  sea  materia  lícita  del  sacramento  que  haya  fermentado  con  sus 
propias  levaduras. 


EL  VINO   DULCE    PARA   MISAS  205 

36.  Ahora  pregunto:  ¿Qué  más  tienen  de  artificial  para  este  decalitro 
de  mosto  esterilizado  las  levaduras  que  yo  puedo  cultivar  en  caldo  esco- 
gido, respecto  de  las  que  se  han  reproducido  naturalmente  en  la  bodega, 
mientras  ha  estado  realizándose  la  fermentación  del  mosto  de  la  restante 
cosecha?  ¿Por  ventura  no  proceden  tales  levaduras  en  ambos  casos  por 
procreación  natural  de  otras  levaduras?  ¿No  son  ambas  extrínsecas  al 
mosto  esterilizado?  ¿Qué  dificultad  se  puede  oponer  á  los  cultivos  artifi- 
ciales de  las  levaduras  escogidas,  de  que  antes  hemos  hablado,  que  no 
tenga  idéntica  retorsión  en  el  caso  que  acaba  de  exponerse?  Luego  la 
adición  de  cultivos  seleccionados  al  mosto,  hervido  en  todo  ó  en  parte, 
produce  una  fermentación  que  cumple  absolutamente  con  cuantos  requi- 
sitos señala  nuestra  Santa  Madre  la  Iglesia,  y  por  lo  mismo  se  arguye 
química  y  filosóficamente  que  semejante  adición  tiene  en  su  favor,  es 
decir  en  favor  de  su  licitud,  sólidos  argumentos. 

37.  III)  La  Santa  Madre  Iglesia,  siempre  bondadosa  para  con  sus 
hijos,  á  la  par  que  solícita  por  conservar  incólume  el  tesoro  que  le  ha 
confiado  su  divino  Esposo,  ha  permitido  ya  (S.  Off.,  30  jul.  1890)  que 
se  pueda  añadir  al  mosto  flojo,  mientras  fermenta  ó  inmediatamente 
después  de  terminada  la  fermentación  tumultuosa,  la  cantidad  de  alco- 
hol puro  extraído  del  vino  necesario  para  impedir  que  el  vino  resultante 
se  agrie  ó  se  corrompa.  La  dosis  total  ha  de  ser  de  12°  de  alcohol  (1),  y 
si  la  clase  de  vino  que  se  maneja  suele  llegar  á  mayor  fuerza,  permite 
hasta  dosis  total  de  18°,  si  corre  riesgo  de  corromperse  en  caso  de  tener 
menor  graduación.  (S.  Off.,  6  aug.  1896)  (2). 


(1)  Ad  Episc.  Massilien.  (30  juL  1890).  (A.  S.  S.,  voL  XXIIl,  pág.  699.) 
Responsio.  «Dummodo  spiritus  (alcool),  extractus  fuerit  ex  genimine  vitis,  et  quan- 

titas  alcoolica  addita  una  cum  ea  quam  vinum  de  quo  agitur,  naturaliter  continet,  non 
excedat  proportionem  duodecim  pro  centum,  et  admixtio  fíat  quando  vinum  est  valde 
recens,  nihil  obstare  quominus  idem  vinum  in  Missae  Sacrificium  adhibeatur.» 

(2)  Ad  Archiep.  Tarracon.,  6  aug.  1896. 

«L  Attentis  noviter  deductis,  dummodo  in  casu  proposito  spiritus  extractus  fuerit 
ex  genimine  vitis,  et  quantitas  alcoolica  adiungenda,  una  cum  ea  quam  vinum  de  quo 
agitur,  naturaliter  continet,  non  excedat  proportionem  septendecim  vel  octodecim  pro 
centum,  et  admixtio  fíat  quando  fermentatio  tumultuosa,  ut  aiunt,  defervescere  incepe- 
rit;  nihil  obstare  quominus  vinum  in  Missae  Sacrificium  adhibeatur.»  (A.  S.  S.,  voL  XXIX, 
pág.  319.) 

N.  B.  Á  este  mismo  decreto  se  refiere  el  decreto  dado  en  22  de  Mayo  de  1901. 
(A.  S.  S.,  vol.  XXXIV,  pág.  256.) 

Adviértase  que  anteriormente  se  había  negado  la  adición  de  análoga  cantidad  de  al- 
cohol. Así  en  decreto  expedido  en  15  de  Abril  de  1891  al  mismo  Prelado  Tarraconense, 
se  decía: 

«Vinum  dulce  quod  pro  Missae  Sacrificio  adhiberi  solet  in  Híspanla,  spiritum  ultra 
proportionem  duodecim  pro  centum  naturaliter  continet.  Quaeritur. 

»!.  Utrum  decem  partium  spiritus  pro  centum  commixtio,  ut  ex  experientia  con- 
stat,  omnino  ad  vini  dulcís  conservatíonem  necessaria  continuarí  possit. 

»II.  Utrum  vinum  ita  confectum  adhiberi  possit  in  Missae  Sacrificio.  Resp.  Negativa 
in  ordine  ad  Missae  Sacrificium.»  (A.  S.  S.,  vol.  XXIX,  pág.  572.) 

RAZÓN   Y  FE,  TOMO    XXV  14 


206  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

38.  IV)  Si  por  razones  especialísimas  no  bastase  este  medio  de 
conservación  de  un  vino,  por  ejemplo,  que  debe  transportarse  á  país 
lejano,  caluroso,  etc.,  no  veo  inconveniente,  desde  el  punto  de  vista  qui- 
mico,  en  que  al  elaborarlo,  se  concentrase  extraordinariamente  el  vino 
mediante  aparatos  á  propósito,  con  los  cuales  sólo  se  quitase  50  por  100 
de  agua,  dejando  la  misma,  por  lo  demás,  la  composición  química  del 
vino  (alcohol,  extracto,  materias  sápidas  y  olorosas,  etc.),  y  después  en 
el  término  de  su  destino  añadirle  una  cantidad  conveniente,  siempre  me- 
nor, ó  á  lo  más  igual,  de  agua  destilada. 

39.  Ya  sé  que  este  punto  se  presta  á  abusos;  pero  aquí  prescindo  de 
ellos,  pues  los  abusos  no  hacen  falsa  una  opinión  que  de  suyo  sea  ver- 
dadera. Sólo  trato  de  exponer  el  caso  químicamente,  aunque,  como  he 
dicho  ya  al  principio,  la  solución  química  no  basta  para  cuestiones  que 
necesitan  el  fallo  de  la  Iglesia.  Y  químicamente  entiendo  que  no  cambia 
la  naturaleza  de  un  vino  si  se  le  deja  tal  y  como  sale  de  la  fermentación, 
ó  bien  si  se  le  evapora  convenientemente  en  el  vacío  y  después  se  le 
restituye  el  agua  destilada  que  ha  perdido.  Las  razones  son  éstas: 
1)  Los  ensayos  hechos  sobre  este  particular  han  conducido  á  la  conclu- 
sión de  que  la  concentración  de  la  parte  acuosa  en  el  vacío  no  altera  en 
nada  las  cualidades  del  vino:  sólo  resulta  haberse  escapado  una  insigni- 
ficante porción  de  ácidos  volátiles,  que  es  despreciable  respecto  de  la 
masa  total  del  vino.  2)  El  agua  que  contiene  el  vino  no  está  combinada 
con  los  cuerpos  que  lo  forman,  sino  sólo  mezclada:  luego  su  separación 
parcial  no  altera  de  suyo  la  naturaleza  del  vino.  Como,  por  otra  parte,  la 
adición  ulterior  del  agua  evaporada  no  altera  tampoco  las  substancias 
remanentes  del  mismo,  puede  decirse  con  verdad  que  este  vino  es  el 
mismo  substancialmente  que  el  que  había  resultado  sin  previa  evapora- 
ción. Téngase  también  presente  que  el  agua  destilada  en  todas  partes  es 
químicamente  la  misma;  y,  además,  que  el  agua  contenida  en  el  vino,  no 
es  tanto  producto  sintético  de  la  vid,  cuanto  líquido  absorbido  del  exte- 
rior; es  el  vehículo  de  los  principios  nutritivos,  el  disolvente  más  impor- 
tante de  los  compuestos  minerales  que  la  planta  toma  del  suelo,  la  base 
para  la  realización  de  los  fenómenos  osmóticos  celulares  y  el  medio  más 
necesario  para  la  germinación  y  el  desarrollo  de  las  plantas. 

40.  Este  problema  ha  sido  estudiado  y  resuelto  industrialmente 
en  1892  por  Baudoin  y  Schribaux,  profesores  del  Instituto  Agronómico 
de  Francia,  sirviéndose  del  método  de  Roos.  El  metal  que  mejor  se 
presta  á  tal  concentración  es  el  aluminio  químicamente  puro;  el  platino 
y  el  oro,  además  de  su  precio  elevado,  presentan  el  serio  inconveniente 
de  ser  atacados  por  el  vino  durante  la  operación.  Téngase,  sin  embargo, 
en  cuenta  que  el  procedimiento,  aunque  ingenioso,  resulta  difícil  y  caro. 

41.  He  dicho  por  razones  especialísimas;  pero  dudo  que  tal  caso 
se  presente,  y  aunque  se  ofreciese,  es  mejor  y  más  fácil  el  transporte  de 
las  pasas  adonde  convenga,  con  las  cuales  se  fabrica  pronto  y  sin  temor 


EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS  207 

de  equivocarse  (porque  la  Iglesia  lo  permite)  el  vino  necesario,  aun  en 
los  países  más  distantes  y  sometidos  á  los  climas  más  desfavorables 
para  la  conservación  de  las  bebidas  alcohólicas.  (Véase  el  núm.  70.) 
Otra  solución  sería  también  en  casos  tan  excepcionales  pedir  á  la  Sa- 
grada Congregación  una  especial  facultad  para  poder  aumentar  la  dosis 
de  alcohol  que  se  hubiera  de  añadir  al  vino:  por  ejemplo,  hasta  obtener 
20  ó  22  ó  más  grados  centesimales  totales,  si  tanta  fuerza  alcohólica  se 
juzgara  necesaria  para  la  conservación  del  vino.  (Véanse  los  números  37 
y  84.) 

42.  V)  Si  por  razones  también  particulares  de  premura  de  tiempo 
ú  otras  análogas  fuera  preciso  clarificar  el  vino,  creo  que  podrían  em- 
plearse sin  dificultad  los  siguientes  clarificadores:  a)  La  albúmina  ó 
clara  de  huevo /resco,  en  la  razón  de  dos  claras  por  100  litros  de  vino: 
se  toma  la  precaución  de  batirlas  bien  y  mezclarlas  mediante  agitación 
continua  con  un  litro  de  vino,  lo  cual  todo  se  echa  en  seguida  en  el  vino 
restante,  agitando  también  durante  toda  esta  operación.  Esta  pequeñí- 
sima cantidad  de  albúmina  se  coagula  y  precipita  toda  en  presencia  del 
alcohol,  de  los  ácidos  y  del  tanino,  arrastrando  á  la  par  todas  las  subs- 
tancias que  hay  en  suspensión,  b)  Tampoco  (jueda  nada  en  el  vino  si  se 
emplea  la  arena  silícea,  previamente  lavada  con  ácido  clorhídrico  y 
después  con  agua  y  desecada,  c)  Es  recomendable  por  la  misma  razón 
la  pasta  de  papel,  á  razón  de  100  gramos  por  100  litros:  la  pasta  se  hace 
machacando  bien,  entre  agua,  en  un  mortero,  papel  de  filtro  blanco;  se 
deja  reposar,  se  decanta  toda  el  agua,  se  pone  en  suspensión  dicha  pasta 
en  tres  ó  cuatro  litros  de  vino  y  se  añade,  mediante  agitación  al  vino; 
después  de  sedimentado,  se  puede  trasegar  el  vino  clarificado. 

43.  VI)  Pero  no  se  eche  en  olvido  que  existen  medios  para  acele- 
rar la  clarificación  del  vino  blanco,  sin  que  introduzcan  ninguna  subs- 
tancia ajena  al  vino,  ni  aun  en  mínima  cantidad,  y,  por  tanto,  éstos  deben 
preferirse  en  nuestro  caso,  á  ser  posible.  Tales  son:  a)  la  rodadura  y 
fuerte  agitación  de  los  toneles,  dejándolos  después  en  reposo;  b)  la 
acción  del  calor,  que  ayuda  á  coagular  las  albúminas  allí  existentes; 
c)  el  frío,  que  produce  análogo  resultado;  d)  sobre  todo  la  presencia 
de  suficiente  cantidad  de  tanino:  aquí  este  medio  es  de  escasa  aplica- 
ción, porque  el  vino  blanco  se  hace  en  ausencia  de  las  semillas  y  del 
escobajo,  que  son  las  partes  más  ricas  en  tanino  de  todo  el  racimo,  y, 
por  tanto,  es  mucho  más  pobre  en  ácido  tánico  que  el  vino  tinto. 

Eduardo  Vitoria. 
(Concluirá.) 


La  regeieracion  fle  m  pneWo  por  la  cooperación. 


R 


AY  al  Norte  de  Italia  un  territorio  de  unos  6.300  kilómetros  cuadra- 
dos conocido  con  el  nombre  de  Trentino,  de  su  capital  Trento,  famosa 
en  la  historia  por  el  Concilio  Ecuménico  allí  celebrado  desde  1545  á  1563. 
Aunque  políticamente  es  de  Austria,  pertenece  etnográficamente  á  Italia, 
ya  que  italiana  es  casi  toda  su  población,  de  366.000  habitantes,  é  ita- 
liano el  idioma  que  se  habla. 

Ramificaciones  de  los  Alpes  lo  cubren  en  gran  parte,  dejando  entre 
sí  dilatados  valles  cruzados  por  diferentes  ríos,  siendo  el  rey  de  todos 
éstos  el  Adigio,  que  despeñándose  del  collado  de  Reschen  en  los  Alpes 
Réticos,  engrosado  por  multitud  de  arroyos  procedentes  de  los  glaciares 
y  aumentado  con  los  caudales  del  Rienz  y  del  Grudner,  corre  de  Norte  á 
Sur  por  el  centro  del  país,  adonde  acuden  á  pagarle  tributo,  por  la  dere- 
cha el  Noss,  que  atraviesa  los  valles  de  Solé  y  de  Añone,  y  por  la  iz- 
quierda el  Avisio,  el  cual,  desatándose  de  los  glaciares  de  la  altiva  Mar- 
molata,  penetra,  á  manera  de  barranco  por  lo  regular,  en  los  valles  de 
Fassa,  Fiembre  y  Cembra,  hasta  caer  como  torrente  en  el  cauce  princi- 
pal á  tres  kilómetros  de  Lavis.  Sigue  al  Adigio  en  importancia  el  Brenta, 
que,  saliendo  del  lago  de  Caldonazzo,  fertiliza  el  gracioso  valle  de 
Sugana. 

Por  esta  disposición  geográfica  del  territorio  se  echará  fácilmente  de 
ver  que  la  población  ha  de  ser  máximamente  rural.  La  cría  de  ganado, 
el  cultivo  de  la  vid  y  del  gusano  de  seda  eran  sus  labores  principales, 
bien  que  con  mezquinos  rendimientos.  Carecía  de  industria,  de  exporta- 
ción y  aun  de  transportes  que  no  fuesen  los  primitivos.  Conjurábanse 
contra  su  bienestar  la  naturaleza  y  los  hombres:  aquélla  con  violentas 
tempestades,  á  cuyo  empuje  llegaba  el  labriego  á  dos  dedos  de  la  ruina, 
éstos  estrujándola  con  la  usura  ó  vendiéndole  los  bastimentos  al  precio 
fijado  por  la  codicia  de  negociantes  dueños  absolutos  del  mercado.  Lo 
peor  de  vida  tan  miserable,  con  serlo  tanto  la  presente,  era  que  para  lo 
futuro  no  se  descubría  esperanza  de  remedio.  Mas  hallólo  un  hombre  de 
gran  corazón,  un  sacerdote,  un  párroco.  Su  obra  la  describe  en  el  nú- 
mero de  15  de  Mayo  último  el  nuevo  semanario  católico  neoyorquino 
América,  de  cuyos  datos  principalmente  nos  queremos  servir  aquí,  por- 
que, á  la  vez  que  estímulo  y  consuelo  de  los  católicos  españoles,  será 
para  todos  uno  de  esos  argumentos  prácticos  que  tanto  abundan  en  la 
apología  de  la  religión  cristiana. 

Lorenzo  Giretti(l)  (que  así  se  llamaba  el  párroco)  entendió  que  lo  más 
urgente  era  suprimir  el  intermediario,  poniendo  en  contacto  al  puebla 


LA  REGENERACIÓN  DE  UN  PUEBLO  POR  LA  COOPERACIÓN     209 

con  los  industriales  6  productores.  Nacida  y  como  de  molde  para  ese  fin 
parecióle  la  cooperación;  y  he  aquí  que  funda  cooperativas  de  consumo 
con  el  nombre  de  Familias  Cooperativas,  Mas  la  experiencia  le  enseñó 
bien  pronto  que  le  faltaba  un  punto  de  apoyo,  una  base,  es  á  saber,  el 
crédito.  ¿Dónde  hallar  esa  institución  de  crédito  bastante  sólida  y  flexible 
á  la  vez  que  fuese  el  nervio,  el  alma  de  las  familias  cooperativas? 
¿Dónde?  En  las  Cajas  rurales  de  Raiffeisen.  La  primera  Familia  Coope- 
rativa sentó  sus  reales  en  Santa  Croce  el  28  de  Septiembre  de  1890; 
la  primera  Caja  rural  se  abrió  en  1893.  El  cimiento  de  la  regeneración 
del  Trentino  estaba  echado.  El  generoso  párroco  podía  ya  tranquilo  ce- 
rrar los  ojos  á  la  luz  de  este  mundo  para  abrirlos  á  los  resplandores  de 
la  gloria.  Y  así  fué  que  en  1898,  desatada  de  los  lazos  del  cuerpo,  voló  el 
alma  al  cielo,  acompañada  de  las  bendiciones  de  todo  un  pueblo  agra- 
decido. 

Desde  1890  á  1894  el  progreso  fué  escaso.  En  1895  sólo  había  37  Fa- 
milias) en  1896  bajaron  á  33;  pero  á  fines  de  1900  subieron  hasta  136  y 
en  1907  á  244,  con  un  número  de  31.500  socios,  que  representaban  otras 
tantas  cabezas  de  familia.  La  Familia  Cooperativa  es  asociación  de  res- 
ponsabilidad limitada.  Cada  socio  se  suscribe  por  12,50  francos.  Unos 
pocos  guarismos  expresarán  el  incremento  de  los  negocios  en  el  espacio 
de  diez  años.  Ya  es  sabido  que  sin  números  no  se  pueden  declarar  estas 
cosas.  *%íÜ 

En  1896  el  capital  suscrito  era  de  188.750  francos;  mas  en  1906  era 
de  1.569.625  francos.  Asimismo  el  capital  de  explotación  sumaba  en  1896 
un  total  de  1.337.500  francos  y  en  1906  nada  menos  que  9.200.000.  El 
ahorro  efectuado  en  la  compra  de  mercancías  antes  de  1897-98,  cuando 
la  institución  estaba  todavía  en  pañales,  llegó  á  1.295.000  francos;  hoy, 
en  un  solo  año  ya  iguala  casi  este  número,  pues  anualmente  es 
de  1.250.000.  Ni  dejan  de  llegar  á  los  no  asociados  las  ventajas  de  la 
cooperación,  pues  los  comerciantes  se  ven  forzados  á  vender  á  los  mis- 
mos precios  de  la  cooperativa,  si  no  quieren  quedarse  con  las  manos  va- 
cías y  sin  clientela. 

No  menos  próspero  que  el  de  las  Familias  cooperativas  fué  el  suceso 
de  las  Cajas  rurales.  La  primera,  como  se  ha  dicho,  se  estableció  en  1893; 
á  fines  de  1907  eran  156,  con  un  total  de  18.000  socios.  Ninguno  puede 
serlo  si  no  es  católico  honrado.  Veamos  también  el  aumento  de  los  nego- 
cios en  el  lapso  de  diez  años.  ~~_  ^ 

En  1896  los  préstamos  fueron  de  292.000  francos,  ó  sea  un  promedio 
de  215  por  socio;  en  1906  montaron  9.208.750  francos,  ó  555  por  socio. 
También  en  estas  Cajas  rurales  se  nota  la  misma  singularidad  que  en  las 
de  otras  naciones,  conviene  saber,  que  los  depósitos  son  mucho  más 
considerables  que  los  préstamos,  es  decir,  que  las  Cajas  rurales  obran 

(1)    Guetti  dice  América;  Revista  internazionale  le  llamó  Qiretti. 


210     LA  REGENERACIÓN  DE  UN  PUEBLO  POR  LA  COOPERACIÓN 

todavía  más  como  cajas  de  ahorro  que  como  cajas  de  préstamos.  En  1896 
los  ahorros  depositados  fueron  728.625  francos;  mas  en  1906  la  enorme 
suma  de  20.266.250  francos.  ¡Y  pensar  que  en  buena  parte  esta  ingente 
cantidad  habrá  sido  recogida  céntimo  á  céntimo  en  la  ruda  labor  del 
campo,  desenterrada  del  inútil  rincón  en  que  yacía,  hurtada  acaso  á  los 
entretenimientos  del  juego  ó  de  la  bebida  ó  á  otras  diversiones  y  pasa- 
tiempos! 

No  se  acaba  todo  con  las  Familias  Cooperativas  ni  con  las  Cajas 
rurales.  Hanse  formado  además  unas  20  asociaciones  de  viticultores, 
una  compañía  para  el  suministro  de  luz  eléctrica,  una  unión  de  carpin- 
teros, otra  de  herreros  y  algunas  más. 

En  1896  las  Cajas  rurales  y  las  cooperativas  formaron  una  Federa- 
ción, con  domicilio  social  en  Trento.  Propónese  promover  los  fines  pro- 
pios de  las  asociaciones  federadas,  estimular  el  ahorro  y  la  mutuali- 
dad, establecer  la  inspección  y  tutelar  los  derechos  morales,  materiales  y 
legales  de  los  asociados.  Compónese  de  un  Consejo  de  las  Cooperativas, 
con  su  presidente,  y  de  otro  Consejo  de  las  Cajas  rurales,  con  el  suyo. 
Los  dos  Consejos  se  juntan  en  Congreso  general  y  eligen  el  Consejo  fe- 
deral. En  1896  constaba  de  87  sociedades  y  27  Cajas  rurales.  A  fines 
de  1907  el  número  había  ascendido  á  243  cooperativas,  155  Cajas  rura- 
les, ocho  sindicatos  profesionales  ó  trades  unions  y  otras  siete  asocia- 
ciones. El  total  de  socios  era  de  48.900. 

Habiéndose  resuelto  que  la  contabilidad  fuese  uniforme  en  las  Cajas 
y  en  las  Cooperativas,  se  abrieron  cursos  al  propósito,  los  cuales  desde 
1896  á  1906  fueron  frecuentados  por  621  alumnos,  con  tanto  aprovecha- 
miento, que  solos  53  fueron  hallados  menos  aptos.  Pónese  gran  empeño 
en  el  examen  de  cuentas  de  las  asociaciones  federadas,  como  bien  claro 
lo  dice  el  número  de  los  realizados  entre  1896  y  1906,  que  fueron  902  y 
argüyeron  un  total  de  3.935  días  de  labor.  Sólo  en  1907  hubo  167.  Tanto 
es  el  crédito  de  que  en  este  punto  goza  la  Federación,  que  el  Gobierno 
austríaco  se  vale  de  ella  para  verificar  la  contabilidad  de  otras  socie- 
dades. 

No  podían  faltarle  á  la  Federación  dos  elementos  importantes:  un 
órgano  en  la  prensa  é  instituciones  centrales  de  cooperación  y  de  cré- 
dito. El  primero  lo  tiene  en  La  Cooperazione  Trentina,  revista  trimestral 
muy  bien  editada;  lo  segundo  vamos  á  especificar  ahora. 

En  1898  se  fundó  una  sociedad  de  responsabilidad  limitada  con  el 
título  de  Banca  Cattolica  Trentina.  Es  el  Banco  central  encargado  de 
recibir  los  excedentes  de  las  Cajas  rurales  y  de  las  cooperativas.  En 
diez  años  ha  tenido  que  establecer  en  el  Trentino  21  sucursales  de  las 
casas  centrales  de  Trento  y  Rovereto.  A  fines  de  1908  tenía  en  depósito 
26.250.000  francos.  Entre  otras  obras,  ha  construido  un  ferrocarril  eléc- 
trico en  el  Val  del  Noce,  que  es  el  primer  ferrocarril  que  los  italianos 
sujetos  al  Austria  han  hecho  por  sí  solos  sin  ayuda  de  alemanes. 


LA  REGENERACIÓN  DE  UN  PUEBLO  POR  LA  COOPERACIÓN     211 

De  la  Banca  Cattolica  salió  la  Banca  Industríale,  que  empezó  en  1908 
con  un  capital  de  explotación  de  1.250.000  francos,  y  ha  hecho  ya  mucho 
por  el  Trentino. 

Las  diversas  cooperativas  sintieron  á  su  vez  la  necesidad  de  consti- 
tuir un  sindicato  central  que  comprase  á  precios  módicos  y  vendiese 
luego  á  las  cooperativas  afiliadas  con  ligera  ganancia.  De  ahí  nació  en 
1900  el  SindacatoAgricolo-Industríale,  que  en  pocos  años  ha  reunido  260 
sociedades.  En  1904  edificó  magníficos  almacenes  y  oficinas  en  Trento  á  la 
vera  de  la  estación  del  ferrocarril.  Su  capital  de  garantía  es  de  461.250 
francos,  con  un  capital  desembolsado  de  93.750.  En  1907  hizo  negocios 
por  más  de  6.250.000  francos  con  sus  propios  bastimentos,  vestidos, 
utensilios  domésticos  y  agrícolas,  maquinaria,  etc.  Habiendo  comenzado 
con  solo  un  vendedor  y  un  mancebo,  tenía  ya  á  los  diez  años  24  vende- 
dores y  20  mancebos. 

También  los  alfareros  han  constituido  sus  hornos  cooperativos,  y  ta- 
les, que  amenazan  con  una  revolución  en  la  alfarería.  Baste  decir  que  en 
un  valle  nada  más,  y  en  solo  un  año,  ha  ganado  el  pueblo  con  su  horno 
250.000  francos.  Actualmente  hay  más  de  diez  é  irán  aumentándose  en 
adelante. 

Gracias  á  la  cooperación  es  hoy  el  Trentino  una  de  las  comarcas 
más  florecientes  del  mundo  y  de  las  más  avanzadas  en  el  movimiento 
cooperativo.  Fruto  es  éste  de  la  actividad  católica.  El  clero,  dolido  de 
la  miseria  y  de  las  necesidades  del  pueblo,  se  entregó  con  el  alma  y  la 
vida  al  remedio  de  los  males  por  medio  de  la  cooperación.  Con  él  junta- 
ron sus  esfuerzos  la  juventud  universitaria  y  la  prensa:  aquélla  con  lec- 
turas y  conferencias,  ésta  con  el  diario  Trentino  y  el  semanario  popu- 
lar Squilla,  periódicos  muy  leídos,  como  que  el  segundo  despacha  20.000 
números;  cosa  notable  en  una  población  de  360.000  almas. 

Otra  causa  de  prosperidad  ha  sido  la  integridad  de  los  administra- 
dores y  la  firmeza  en  la  selección  de  empleados.  El  socialismo  no  puede 
levantar  cabeza  en  el  Trentino.  El  pueblo,  reconociendo  en  el  clero  y  en  el 
partido  católico  sus  mejores  aliados,  envió  el  14  de  Mayo  de  1907  á  la 
Cámara  de  Viena  los  candidatos  escogidos  por  dicho  partido,  conocido 
oficialmente  con  el  nombre  de  Partido  popular  trentino. 

El  pueblo  halla  mucho  más  grata  la  religión  desde  que  debe  su  sal- 
vación económica  á  sus  compatricios  católicos. 

N.  NOGUER. 


OUservaciones  sotire  "El  Hposlolano  Eucarísííco  de  San  IgDacío" 


(Conclusión.) 

9."  En  la  pág.  XXV,  cítase  también  un  hecho,  referido  por  el  P.  Cros 
en  su  artículo  de  Études  (1.  c,  p.  760,  nota  2),  que  no  sabemos  si  es  tan 
cierto  como  estos  autores  suponen,  al  decirnos: 

P.  BOCK  P.  CROS 

«Anno  1551  P.  Laynez  aliud  etlam  eius-  «En  1551,  reforma  le  couvent  des  car- 

dem  Ordinis  monasterium  ab  Angelis  vo-      mélites  de  Florence  et  parvint  á  y  établir 
catum  Florentiae  ita  reformavit,  ut  monia-      la  communión  quotidienne.» 
les  illas  quotidianam  Communionem  ipso 
usu  doceret.» 

Y  el  P.  Bock  pone  luego  en  nota:  «V.  Bolland.,  27  Mai,  in  vita 
S.  Mariae  Magdalenae  de  Pazzi.» 

Cuando  por  vez  primera  leímos  esta  aserción  en  Études,  nos  llamó 
poderosamente  la  atención,  y  al  punto  procuramos  cerciorarnos  bien  de 
este  hecho,  que  no  deja  de  ser  bien  singular,  de  modo  que  justamente 
podía  escribir  el  P.  Cros  á  renglón  seguido: 

«A  cette  date,  on  n'eút  pas  trouvé,  dans  l'Europe  entiére,  un  monastére  qui,  sous 
cet  aspect,  ressemblát,  méme  de  loin,  au  monastére  florentín»  (1.  c,  pág.  760). 

Y  aun  nos  parecía  más  admirable  que  el  P.  Laínez  dejase  de  buenas  á 
primeras  establecida  la  comunión  cotidiana  en  un  monasterio  que  aca- 
baba de  reformar.  Para  salir  de  dudas  consultamos  la  Vida  del  P.  Laí- 
nez, escrita  por  el  P.  Boero,  y  vertida  al  castellano  por  el  P.  Ignacio 
Torre,  S.  J.  (Barcelona,  1897);  y  aunque  en  lo  referente  á  la  corta 
estancia  que  hizo  en  1551  el  P.  Laínez  en  Florencia  nada  se  dice  de  sus 
ministerios  espirituales  en  los  conventos  de  esa  ciudad,  en  cambio,  al 
tratar  de  su  permanencia  en  la  misma  en  el  año  1547,  dice  el  P.  Boero  lo 
siguiente: 

«Al  mismo  tiempo  que  con  tanta  asiduidad  atendía  al  cultivo  del  pueblo,  no  se  des- 
cuidó de  ayudar  y  promover  en  el  espíritu  los  monasterios  de  las  vírgenes  consagra- 
das á  Dios,  enfervorizándolas  en  la  adquisición  de  las  virtudes  con  los  Ejercicios  espi- 
rituales y  con  exhortaciones  acomodadas  á  su  estado.  Pero  donde  fueron  más  fruc- 
tuosos sus  trabajos  fué  en  el  monasterio  de  las  Carmelitas,  llamado  de  Santa  María  de 
los  Ángeles.  Habiendo  encontrado  allí  una  comunidad  de  religiosas  dispuestísimas  á 
recibir  toda  buena  dirección,  se  dio  á  cuidarias  con  mayor  solicitud,  amaestrándolas 
acerca  del  modo  de  orar  mentalmente,  de  hacer  el  examen  general  y  particular,  y  de 
renovar  cada  año  el  espíritu  con  los  Ejercicios  espirituales  y  otras  prácticas  devotas. 
Á  petición  de  ellas,  se  lo  puso  todo  por  escrito,  y  añadió  prudentísimas  reglas  y  pres- 
cripciones, que  observadas  puntualmente  por  aquellas  esposas  de  Cristo,  avanzaron 


OBSERVACIONES  SOBRE  213 

cada  día  más  en  la  vía  de  la  perfección,  y  dieron  de  sí  tan  buen  olor  á  toda  la  ciudad, 
quede  allí  á  pocos  afios  se  disputaron  por  unirse  á  ellas  muchas  jóvenes  de  la  primera 
nobleza  florentina,  entre  las  cuales  se  contó  el  gran  Serafín  del  Carmelo,  Santa  Marta 
Magdalena  de  Pazzi,  que  ahora  veneramos  elevada  al  honor  de  los  altares.»  (Lib.  I,  cap.  VII, 
páginas  158-159.) 

No  pude  deducir  de  este  pasaje  que  el  P.  Laínez  reformase  dicho 
monasterio  de  los  Angeles,  ni  menos  que  dejase  establecida  entre  sus 
monjas  la  comunión  cotidiana.  Afortunadamente,  el  P.  Bock  cita  la 
fuente  de  donde  ha  sacado  esa  noticia,  poniendo  en  nota:  «V.  Bolland, 
27  Mai,  in  vita  S.  Mariae  Magdalenae  de  Pazzi»  (1).  Pero  cuando  pen- 
sábamos ver  en  ese  lugar  el  testimonio  convincente  de  la  doble  afirma- 
ción de  los  PP.  Bock  y  Cros,  hemos  sufrido  una  pequeña  decepción  al 
leer  en  el  «Comentario  previo»  que  los  PP.  Bolandos  ponen  antes  de 
la  versión  latina  de  las  dos  vidas  de  la  Santa,  escritas  en  italiano  por  el 
presbítero  D.  Vicente  Puccini  y  por  el  P.  Virgilio  Cepari,  S.  J.: 

«Ex  eo  tempore  (1591)  Societatis  nostrae  Sacerdotes,  qui  jam  inde  ab  anno  1551 
coeperant  monasterii  illius  Virgines  permissu  S.  Ignatii  curare;  tum  ipsi  (Mariae  Magda- 
lenae de  Pazzis)  tum  alus  ibidem  Virginibus,  in  sacra  Confessione  extraordinarie 
audiendis  constanterfuerunt  adhibiti;  in  eoque  caritatis  officio  hodiedum  perseverant, 
máximo  cum  ipsarum  solatio  et  fructu:  quae  et  S.  P.  N.  exercitia  spiritualia  sub  eorum- 
dem  directionem  quotannis  obeunt,  exemplo  ipsius  sanctae  Matris,  ea  primum  in  seipsa 
expertae,  sub  R.  P.  Virgilio  Cepario.»  (Die  vigésima  quinta  Maii,  pág.  643,  núm.  2.) 

¿Cómo  puede  deducirse  de  este  pasaje  de  los  PP.  Bolandos  que  el 
P.  Laínez  reformó  el  convento  de  los  Ángeles  de  Florencia,  y  que  en  él 
llegó  á  establecer  la  comunión  cotidiana? 

Bien  es  verdad  que  en  varios  capítulos  de  la  vida  de  la  Santa,  escrita 
por  Puccini,  aparece  la  costumbre  que  en  aquel  convento  había  de  co- 
mulgar todas  las  monjas  cada  día  (no  se  dice  desde  cuándo);  lo  cual  fué 
una  de  las  razones  más  principales  que  indujo  á  Santa  María  Magdalena 
de  Pazzis  á  preferir  aquel  monasterio;  pero  ni  una  sola  vez  se  dice  ó  se 
insinúa  que  esa  costumbre  la  introdujesen  nuestros  Padres^  y  menos 
aún  el  P.  Laínez,  de  quien  no  se  hace  mención  alguna. 

Más  explícito  es  el  P.  Cepari  en  la  vida  que  escribió  de  Santa  María 
Magdalena  de  Pazzis,  y  que  los  Bolandos  traen  vertida  en  latín,  después 
de  la  de  Puccini.  Aquí  se  encuentran  algunas  frases  que  han  podido  dar 
ocasión  á  las  afirmaciones  de  los  PP.  Cros  y  Bock,  aunque,  á  nuestro 
parecer,  sin  suficiente  fundamento. 

Al  tratar  el  P.  Cepari  de  las  dudas  que  abrigaba  la  Santa  sobre  el 
Monasterio  que  debía  escoger  para  vivir  en  él  como  religiosa  perpetua- 
mente, dice: 

«Verum  quia  multum  laudari  a  Patre  Rectore  audiebat  monasterium  S.  Mariae  An- 
gelorum,  non  tantum  propter  perfectissimam  vitae  communis  observantiam  et  studium 


(1)    Es  equivocación  del  P.  Bock  ó  delvque  le  ha  enviado  esa  cita.  Debe  decir:  «Die 
vigésima  quinta  Maji.» 


214  «EL   APOSTOLADO   EUCARÍSTICO   DE   SAN  IGNACIO» 

speciale  perfection¡sinternae;sed  etiam  quia  ibi  quotidie  mane  communiteraReligiosis 
suscipitur  sancííssimumAltaris  sacramentum;  decrevit  illuc  experiundi  causa  ingredi.» 
(Bolland.,  1.  c,  pág.  722,  núm.  26.) 

Y  después  de  describir  en  los  números  27,  28  y  29  el  origen  de  la 
fundación  de  dicho  monasterio,  su  sujeción  al  Ordinario,  confirmada  por 
Breves  de  León  X  en  1520,  y  de  Pío  V  en  1567;  hasta  que,  después  del 
Concilio  Tridentino,  fueron  modificadas  sus  Constituciones  por  Pío  IV 
en  1564,  «et  a  Paulo  Papa  V  anno  1610  magis  restrictae,  atque  ad  arctio- 
rem  observantiam  ipsismet  postulantibus  reductae»;  de  modo  que  «Hac 
ratione  conservatus  fuit  semper  locus  in  magna  observantia»,  en  el  nú- 
mero 30  añade: 

«Multa  enim  subsidia  spiritualia  idem  locus  a  nostra  Jesu  Societate  accepit.  Etenim 
cum  S.  Ignatius  anno  1551  rogatu  Principum  Florentinorum  Cosmi  de  Mediéis  etuxo- 
ris  Eleonorae  de  Toleto,  Collegium  desiderantium,  Pisis  Florentiam  misisset  P.  Jaco- 
bum  Laynez,  Roma  vero  ac  Patavis  alios  Patres;  neo  ilii  haberent  adhuc  comparatum 
sibi  locum,  domuncuiam  conductam  acceperunt  circa  hoc  monasterium.  Defecerat  au- 
tem  eidem  per  istud  tempus  Confessarius  suus  extraodinarius:  quare,  curante  Nobili 
Matrona  Marietta  Gondi,  Sanctimonialibus  illis  pie  affecta,  rogati  fuerunt  Patres,  earum 
audiendis  confessionibus  tantisper  operam  commodare.  Hoc  vero  ipsi  eo  fecerunt  liben- 
tius,quod  et  earum  ecclesia  utebantur  ad  Confessionum,  Praedicationumque  ac  aliarum 
functionum  exercitium,  et  libenterconferebant  aliquidad  promovendum  Matrum  ipsa- 
rum  spiritum.  Quia  vero  erant  omnes  magnae  perfectionis  viri,  magnum  in  monasterio 
fervorem  excitarunt;  et  observantiam  regularem,  quam  optime  constitutam  repererunt, 
magis  magisque  confirmarunt,  per  usum  orationis  frequentibus  (sic)  Communionis  et 
spiritum  mortificationis:  idque  non  obiter,  sed  moróse:  siquidem  adannum  usque  1552 
in  pió  isto  opere  perseverarunt.  Quia  tamen  Societas,  ex  sui  instituti  propria  ratione, 
abstinet  a  cura  Monacharum,  scrupulo  sibi  ducebant  boni  isti  Patres  tamdiu  retiñere 
occupationem  istiusmodi;  sed  Sor  Dianora  et  Sor  Victoria  Contugi,  quae  habebant 
patrem  tune  temporis  medicum  Julii  Papae  III,  eo  mediante  impetrarunt  a  Sua  Sanctitate, 
ut  Patres  coepta  prosequerentur,  quemadmodum  fecerunt  de  consensu  S.  Ignatii  usque 
ad  annum  1553.  Tune  assignatus  Societati  est  locus,  quo  hodieque  situm  est  Collegium, 
juxta  ecclesiam  S.  Joannis,  quae,  quia  párvula  erat  S.  Joannini  dicebatur.  Huc  immigran- 
tes Patres,  destiterunt  ordinarias  Matrum  confessionis  (sic)  audire:  quae  tamen  eiga 
Societatem  gratae  beneque  affectae  manserunt;  et  vicissim  Societas  eas  libenter  fovet, 
subministrandis  quoties  opus  est  Confessariis  extraordinariis,  et  concionatoribus  ad 
pias  exhortationes.»  (Páginas  722-723.) 

Nos  perdonarán  los  lectores  que  hayamos  transcripto  tan  por  extenso 
todo  este  pasaje  del  P.  Cepari.  Nos  ha  parecido  conveniente  hacerlo, 
puesto  que  él  ha  sido,  sin  duda,  el  fundamento  de  la  doble  aserción  de 
los  PP.  Cros  y  Bock.  Pero  aun  suponiendo,  por  ahora,  que  no  hay  nin- 
guna inexactitud  en  todo  lo  que  aquí  narra  el  P.  Cepari,  no  vemos  aún 
cómo  de  todo  ello  se  saca  que  «según  dicen  los  Bolandos  en  la  Vida  de 
Santa  María  Magdalena  de  Pazzis,  el  P.  Laínez  reformó  el  convento  de 
los  Ángeles  y  llegó  á  establecer  en  él  la  comunión  cotidiana».  Si  así  lo 
hubiese  creído  el  P.  Cepari,  buena  ocasión  se  le  presentó  aquí  para  afir- 
marlo en  términos  claros.  Pero  no  lo  hizo,  ni  pudo  hacerlo.  Y  decimos 
que  no  pudo  hacerlo,  porque  el  P.  Laínez,  que  en  1551  pasó  á  Florencia 


OBSERVACIONES  SOBRE  215 

para  fundar  el  Colegio,  no  fué  el  P.  Diego  Laínez,  á  quien  se  refieren  los 
PP.  Cros  y  Bock,  sino  su  hermano  el  P.  Cristóbal  Laínez,  junto  con  el 
P.  Luis  Coudret,  que  fué  su  primer  Rector,  y  otros  catorce  ó  quince  Pa- 
dres y  Hermanos  que  de  diversas  partes  envió  San  Ignacio  á  Pisa  y  á 
Florencia.  Cuando  llegaron  éstos  á  Florencia,  el  último  día  de  Noviem- 
bre de  1551,  hacía  más  de  cuatro  meses  y  medio  que  el  P.  Diego  Laínez 
había  marchado,  junto  con  el  P.  Salmerón,  al  Concilio  de  Trento  (10  de 
Julio  de  1551),  y  no  volvió  á  ella  hasta  mediados  del  año  siguiente.  To- 
dos estos  datos,  y  otros  más,  referentes  al  Colegio  Florentino  pueden 
verse  en  el  Chronicon  S.  J.  del  P.  Polanco,  II,  Anno  '1551  (páginas 
174-185,  números  20-40),  y  Anno  1552  (pág.  509-516),  donde  se  cuentan 
las  cosas  de  modo  algo  distinto  de  como  las  narra  el  P.  Cepari,  y  no 
hay  nada  sobre  la  reforma  del  convento  de  Santa  María  de  los  Ánge- 
les y  sobre  la  comunión  cotidiana  que  allí  dejase  establecida  el  Padre 
Laínez. 

10.  ¿Y  qué  decir,  por  último,  de  lo  que  el  P.  Bock  afirma  categórica- 
mente en  la  pág.  XXVI,  núm.  9: 

«De  conatibus  igitur  perpetuis  Ignatii  primorumque  sociorum  prudenter  promoven- 
dae  frequentioris,  immo  quotidianae  Communionis  non  est  dubitandum.  Quod  si 
saepius  scandali  vitandi  causa  necesse  fuit,  fidelium  desideria  eucharistica  aliquantulum 
cohíberi,  minime  hoc  ideo  fecerunt  Ignatius  eiusque  socii,  quasi  per  insignium  virtutum 
exercitium  frequentior  Communio  prius  merenda  esset»? 

El  P.  Ferreres  había  dicho  antes  que  nadie,  acerca  de  este  punto: 

«No  sabemos  si  estos  virulentos  ataques  dirigidos  por  personas  católicas  y  aun  re- 
ligiosas contra  la  frecuencia  de  sacramentos  bastarán  á  explicar  el  tiento  con  que  San 
Ignacio  se  andaba  para  conceder  la  comunión  con  mayor  frecuencia  que  cada  ocho 
días»  (1). 

En  cambio,  el  P.  Cros,  como  respondiendo  tácitamente  á  estas  dudas 
del  P.  Ferreres  y  de  otros  muchos  que  sienten  de  la  misma  manera,  dice 
categóricamente  que  sí;  que  esas  persecuciones  contra  la  comunión  fre- 
cuente que  por  doquiera  se  levantaban  en  los  malos  tiempos  que  alcanzó 
San  Ignacio,  son  causa  más  que  suficiente  para  explicarnos  la  cautela  con 
que  procedió  el  Santo  en  no  recomendar  y  alabar  expresamente  en  el  libro 
de  los  Ejercicios,  etc.,  la  comunión  cotidiana,  de  que  era  ardiente  parti- 
dario. «Pour  vouloir  mieux  faire,  on  eút  tout  ruiné»  (2),  dice  el  P.  Cros.  Y 
á  continuación  añade: 

«De  lá  telles  réponses  d'Ignace  á  ses  fils,  qui  surprendraient  d'abord,  et  que  les  neces- 
sités  du  temps  exigeaient  de  son  zéle  méme  pour  la  restauration  de  la  communion  des 
premiers  síécles  (3). 


(1)  Comentario  canónico-moral  sobre  el  decreto  Sacra  Tridentina  Synodus,  pág.  58, 
núm.  101,  y  Razón  y  Fe,  1.  c,  pág.  517,  núm.  101. 

(2)  L.  c.  pág.  762. 

(3)  Ibid. 


216  «EL   APOSTOLADO   EUCARÍSTICO  DE  SAN  IGNACIO» 

Como  ejemplo  de  una  de  esas  respuestas,  pone  la  siguiente: 

«Ceux  qui  veulent  communier  tous  les  jours,  ne  les  empéchez  pas;  mais  exhortez-les 
á  le  faire  moins  souvent.  Tous  les  jours,  je  le  toléreraís,  mais  j'aimerais  mieux  encoré 
de  trois  en  trois  jours...;  et  il  recommande  de  veiller  á  ce  que  les  communiants  ne 
donnent  ancune  prise  au  scandale  pharisaíque  des  adversaires»  (1). 

Y  luego,  diciéndonos  que: 

«De  Plasencia,  Ignace ,  prés  de  mourir,  regut  les  ligues  suivantes»:  «Nous  táchons  de 
fermer  la  bouche  aux  contradícteurs,  en  veillant  á  ce  que  les  personnes  qui  commu- 
nient  le  plus  souvent  soient  d'une  vertu  notoire», 

concluye  así: 

«Est-ce  á  diré  que  Saint  Ignace  ne  voulait  la  communion  fréquente,  ^í/of/í//e/7/2e,  que 
pour  de  telles  ames?  Nous  savons  le  contraire»  (2). 

Pero,  con  perdón  sea  dicho  de  un  escritor  tan  diligente  como  el 
P.  Cros,  creemos  que  los  ejemplos  y  razones  que  aduce  no  bastan 
para  desvanecer  las  dudas  que  uno  puede  abrigar  acerca  de  la  mente  de 
San  Ignacio  sobre  la  comunión  cotidiana  concedida  indistintamente  á 
todos  los  fieles.  Lo  que  sí  aparece  claro  por  la  carta  que  escribió  á  Sor 
Teresa  Rejadella,  es  que  San  Ignacio  estaba  seguro  de  que  «no  ay  orde- 
nación ni  escritura  alguna  de  la  nuestra  sancta  madre  yglesia,  ni  de  los 
santos  doctores  escolásticos  ni  positivos,  que  no  puedan  comulgar  cada 
día  las  personas  que  fueren  movidas  por  devoción»  (3).  Y  por  esto  la 
decía: 

«Esto  todo  seyendo  así,  avnque  no  vbiese  tantas  buenas  señales  ni  tan  sanas  mo- 
ciones, el  bueno  y  entero  testimonio  es  el  propio  dictamen  de  la  conciencia,  es  á 
saver:  después  que  todo  os  es  lícito  en  el  Señor  nuestro,  si  juzgáys,  apartada  de  peca- 
dos mortales  claros,  ó  que  podáis  juzgar  por  tales,  que  vuestra  ánima  más  se  ayuda  y 
más  se  inflama  en  el  amor  de  vuestro  criador  y  señor,  y  con  tal  intención  os  comuni- 
cáis, hallando  por  experiencia  que  este  santísimo  manjar  espiritual  os  sustenta,  quieta 
y  reposa,  y  conserbando  os  aumenta  en  su  mayor  seruicio,  alabanza  y  gloria,  no  dubi- 
tando,  os  es  lícito,  y  os  será  mejor  comulgaros  cada  día»  (4). 

Pero  esta  doctrina  que  San  Ignacio  juzgaba  conveniente  reducir  ala 
práctica  en  personas  tan  espirituales  y  de  tanta  perfección  como  era  Sor 
Rejadella,  no  opinaba  el  Santo  que  debía  aplicarse  de  igual  modo  á  to- 
dos los  fieles,  como  afirman  los  PP.  Cros  y  Bock.  Los  cuales,  quizá,  no 
osaran  hablar  tan  categóricamente  acerca  de  este  punto,  si  hubiesen  po- 
dido leer  la  carta  que  el  P.  Polanco  escribió,  por  comisión  de  San  Ignacio, 
al  P.  Esteban  Baroello,  en  29  de  Diciembre  de  1554,  y  que  dice  así: 

«..;  prouedete  uoi  di  la  come  conuiene,  tenendo  certo  che  la  mente  di  N.  P.  é,  che, 
si  alcana  persona  maritata  si  comunicasse  ogni  giorno,  doueria  essere  continente  ex 


(1)  L.c,  pág.763. 

(2)  Ibid. 

(3)  Monumenta  Ignatiana,  s.  l.^  1. 1,  Epist  .73,  pág.  275. 

(4)  Ibid.  págs.  275-276. 


OBSERVACIONES   SOBRE  217 

consensu,  et  altrimenti  nongiudica  douersifrequentare  in  tal  modo  questo  sacramento. 
Ma  di  questo  forse  in  breue  si  dará  qualche  ordine  uniuersale,  come  anche  d'altre  cose 
conuenienti»  (1). 

Y  aquí  pondremos  término  á  estas  observaciones  sobre  el  Aposto- 
lado Eucarístico  de  San  Ignacio,  que  nos  ha  parecido  conveniente  dejar 
consignadas  por  escrito,  á  fin  de  que  no  se  introduzcan  ó  no  se  arraiguen 
y  tomen  cuerpo  ciertas  exageraciones  ó  inexactitudes,  que  fácilmente 
pudieran  reproducirse  de  buena  fe  por  muchos  piadosos  autores,  fiados 
demasiadamente  en  la  autoridad,  de  mucho  peso  sí,  pero  no  infalible,  del 
diligentísimo  P.  Cros,  á  quien  somos  los  primeros  en  apreciar  y  respetar 
por  sus  muchos  trabajos  históricos.  Y  lejos  de  concebir  ningún  temor  de 
que  por  ellas  se  haya  de  resentir  en  lo  más  mínimo  el  ánimo  del  P.  Cros, 
abrigamos,  por  el  contrario,  la  más  segura  confianza  de  que  él  será  quien 
más  que  ninguno  apreciará  nuestras  pobres  observaciones,  ya  que,  con 
justa  razón,  es  ardiente  celador  de  no  permitir  que  se  introduzcan  nin- 
guna suerte  de  falsedades  ó  de  leyendas  en  las  vidas  de  los  Santos. 

Ni  creemos  haber  derogado  en  nada  á  la  legítima  gloria  de  N.  P.  S.  Ig- 
nacio, si  de  nuestras  observaciones  resultase  que  no  se  pueda  llamarle  á 
boca  llena  con  el  glorioso  renombre  de  Apóstol  de  la  Comunión  coti- 
diana, Pues,  fuera  de  que  los  Santos  no  necesitan  de  nuestras  erróneas 
ó  exageradas  alabanzas  para  su  verdadera  é  incomparable  gloria;  cree- 
mos que  ninguno  podrá  al  menos  negar  á  N.  P.  S.  Ignacio  el  mérito  de 
haber  sido  el  que  más  contribuyó  á  sacar  á  los  fieles  de  la  perniciosa 
rutina  que  les  tenía  sujetos  á  la  práctica  de  la  comunión  anual,  y  haber 
merecido,  con  igual  ó  mayor  derecho  que  otro  ningún  Santo,  el  título  de 
Apóstol  de  la  Comunión  frecuente,  Y  esta  gloria  sube  de  punto  si  se 
considera  que  San  Ignacio  comenzó  á  practicar  y  recomendar  la  comunión 
de  cada  ocho  días  en  una  época  en  que,  como  ya  escribía  el  P.  Gabriel 
Álvarez  á  principios  del  siglo  XVII,  «era  más  que  ahora  cada  día»  (2).  Y 
con  razón;  pues, 

«tan  nuevo  era  en  aquel  tiempo  comulgar  más  que  una  vez  al  año,  no  liabiendo 
peligro  de  muerte,  que  si  alguno  quería  comulgar  más  á  menudo,  por  excusar  murmu- 
raciones, se  iba  á  comulgar  á  las  hermitas  del  campo;  porque  no  causaba  esto  menos 
admiración  (dijo  después  uno  de  los  oyentes  de  San  Ignacio,  en  Alcalá,  al  P.  Miguel 
Pérez),  que  si  vieran  volar  á  un  buey»  (3). 

Pero  no  por  esto  se  arredraba  el  corazón  magnánimo  de  Ignacio, 
antes  las  mismas  persecuciones  parece  le  daban  mayores  fuerzas  para 

(1)  Monumenta  Ignatiana,  s.  1.^,  t.  VIII,  fascic.  II,  Junio  1909,  Epist.  5.053,  pág.  206. 

(2)  Historia  ms.  de  la  Provincia  de  Aragón,  lib.  I,  cap.  IV. 

(3)  P.  García,  Vida  de  San  Ignacio,  lib.  I,  cap.  VII,  pág.  145,  tercera  edición.  Barce- 
lona, 1890.  El  P.  Alcázar  dice  también,  que  Ignacio  y  sus  compañeros  en  Alcalá  «se 
vieron  necesitados,  para  excusarla  nota,  á  ir  mudando  de  Iglesias,  y  á  valerse  de  las 
hermitas  del  campo.»  (Crono-Historia  de  la  Compañía  de  Jesús  en  la  provincia  de 
Toledo,  cap.  III,  p.  I.,  p.  XIX.) 


218  «EL   APOSTOLADO   EUCARÍSTICO   DE  SAN  IGNACIO» 

proseguir  adelante  en  su  laudable  empeño  de  propagar  por  todas  partes 
el  uso  de  la  comunión  frecuente,  y  excogitar  nuevos  medios  para  reba- 
tir las  argucias  del  enemigo  mortal  de  nuestras  almas,  y  cerrar  la  boca 
de  los  que  con  falso  celo  se  oponían  al  movimiento  siempre  creciente  en 
favor  de  la  frecuencia  de  Sacramentos.  Por  esto  hacía  escribir  al  P.  Al- 
fonso Román,  Rector  del  Colegio  de  Zaragoza,  el  8  de  Noviembre 
de  1554,  haciendo  alusión,  sin  duda,  al  librito  del  P.  Cristóbal  de  Madrid, 
que  más  tarde  le  fué  remitido: 

«De  la  contradicción  que  hay  al  freqüentar  los  santos  sacramentos  en  essa  cibdad 
no  nos  marauillamos,  porque  también  en  otras  partes  se  haze  la  mesma  resistencia,  pro- 
curando el  demonio  ympedir  uno  de  los  mayores  y  más  efficaces  medios  que  para 
defenderse  del  y  ayudarse  en  toda  virtud  tenemos  en  la  santa  yglesia,  que  es  el  destos 
sacramentos  de  la  confessión  y  comunión.  Y  assy  acá  se  ha  hecho  un  trattado  con  dili- 
gencia, fundando  en  razones  y  auctoridades  y  exemplos  de  santos  esta  bendita  vsanza, 
que  en  todas  partes  donde  reside  nuestra  Compañía  se  vsa.  Y  si  no  fuéssemos  tan 
ocupados,  podríase  embiar  allá  vna  copia,  en  special  si  se  juzga  ser  necesaria»  (1). 

Por  esto  no  se  nos  hace  del  todo  inverosímil  lo  que  dice  el  P.  García: 

«El  Cardenal  de  Lugo  contó  en  Roma  recién  ido  de  España,  ser  en  ella  tradición 
que  un  día  del  Corpus  se  le  mostró  á  Santa  Teresa  de  Jesús  una  procesión  en  el  cielo, 
en  que  después  de  los  coros  de  los  ángeles  y  santos,  por  su  orden,  vio  debajo  de  palio 
un  sacerdote  revestido  que  llevaba  en  la  mano  el  Santísimo  Sacramento,  y  á  su  lado 
iba  la  Virgen,  y  que  le  fué  dicho  á  la  Santa  por  un  ángel,  que  el  sacerdote  era  San  Ig- 
nacio, á  quien  se  hacía  aquella  honra  por  la  frecuencia  de  comulgar»  (2). 

No  recordamos  bien  si  esto  es  precisamente  lo  que  representa  un 
cuadro  eucarístico  que  hace  muchos  años  vimos  con  frecuencia,  en  una 
de  las  sacristías  de  la  Catedral  de  Buenos  Aires,  donde  también  se  con- 
servan muchos  otros  grandes  y  hermosos  cuadros,  pertenecientes  á  la 
antigua  Compañía.  Sea  de  ello  lo  que  fuere,  no  se. puede  al  menos  dejar 
de  reconocer  que  uno  de  los  servicios  más  señalados  que  San  Ignacio, 
por  sí  y  por  medio  de  sus  hijos,  prestó  á  la  Santa  Iglesia,  fué  el  renovar 
y  acrecentar  entre  los  fieles  la  frecuencia  de  los  Santos  Sacramentos. 

Y  esta  gloria  eucarística  de  San  Ignacio  ponía  de  relieve  el  Cardenal 
Relator  Francisco  M."*  del  Monte,  en  el  consistorio  secreto  que  se  cele- 
bró delante  de  Gregorio  XV,  el  día  19  de  Enero  de  1622,  como  prepara- 
torio de  la  solemne  canonización  del  Santo,  diciendo:  ^Administró  asi- 
duamente los  Sacramentos  de  la  Penitencia  y  Comunión,  y  exhortó  á  los 
mismos  á  todos  los  fieles,  é  introdujo  la  frecuencia  de  dichos  Sacramen- 
tos y  de  las  Misas,  lo  mismo  que  de  los  sermones  y  lecciones  sacras  en 
los  templos»  (3). 

Por  lo  cual,  recurriendo  este  año  el  tercer  centenario  de  la  Beatifica- 


(1)  Monumenta  Ignatiana,  s.  1.^,  t.  VIII.  Fascic.  I,  Mayo,  1909,  págs.  13-14. 

(2)  L.  c,  lib.  V,  cap.  XVIII,  pág.  599. 

(3)  Cf.  Bolland.  Acta  Sanctorumjulii,  t.  Vil,  p.  613,  n.  1061. 


OBSERVACIONES  219 

ción  de  N.  P.  San  Ignacio  de  Loyola,  creemos  que  de  ninguna  manera  po- 
demos acabar  mejor  estas  observaciones  sobre  e\  Apostolado  Eucarístico 
de  San  Ignacio,  que  copiando  á  la  letra  las  palabras  que  el  Patriarca 
Beato  Juan  de  Ribera  pronunció  desde  el  pulpito  en  Gandía  el  día  13  de 
Mayo  de  1607,  cuando  se  estaban  haciendo  las  diligencias  para  la  Bea- 
tificación del  Santo: 

«Siempre  he  tenido  muy  asentado  este  pensamiento,  que  el  mayor  testimonio  de  la 
santidad  del  Beato  Padre  Ignacio,  es  la  religión  que  el  fundó,  tan  santa,  con  un  ejem- 
plo tan  universal  cual  ha  dado  al  mundo  tan  extraordinaria  mudanza  en  las  costumbres, 
tanta  frecuencia  de  los  santos  sacramentos,  que  en  tiempo  de  nuestros  abuelos  cuando 
mucho  se  allegaban  de  aflo  á  año  al  Santísimo  Sacramento,  sin  haber  en  toda  la  cris- 
tiandad quien  más  á  menudo  se  llegase,  y  entonces  con  tan  poca  luz  y  aparejo,  y  agora, 
es  frecuentado  tan  á  menudo  por  tantas  personas  que  tratan  de  cosas  de  devoción  y 
oración  adonde  la  Compañía  está...»  (1). 

Justo  Bequiriztain. 


(1)  Carta  del  P.  Miguel  Julián  al  P.  Ribadeneira,  apud  P.  Astrain:  Historia  de  la  asis- 
tencia de  España,  I,  lib.  II,  c.  XXII,  págs.  664-665.  Cf.  también  P.  Ferreres;  1.  c,  pág.  56, 
núm.  99. 


NOTICIAS  CIENTÍFICAS 


Una  visita  al  Instituto  Pastéate,  de  Pafís, 


H 


L  pasar  por  París  para  el  Congreso  internacional  de  Psicología,  de 
Ginebra,  hame  parecido  conveniente  visitar  el  tantas  veces  y  tan  mere- 
cidamente celebrado  Institut  Pastear.  Dos  razones  de  actualidad  me  han 
movido  á  ello:  la  de  haber  sido  honrado  este  año  con  el  premio  Nobel, 
de  Stokolmo,  el  subdirector  del  Instituto  M.  Metchnikoff,  y  la  de  haber 
yo  escrito  para  el  número  de  Razón  y  Fe,  que  saldrá  precisamente 
cuando  envío  estas  cuartillas  á  España,  un  artículo  contra  la  generación 
espontánea,  que  en  nombre  de  la  ciencia  fué  victoriosamente  combatida, 
muerta  y  sepultada  por  el  insigne  biólogo  y  fundador  del  Instituto. 

Bien  se  verá  que  no  trato  de  escribir  un  artículo,  sino  una  sencilla 
relación,  en  que  necesariamente  habré  de  prescindir  de  muchos  porme- 
nores que  no  hacen  al  caso. 

El  Instituto  Pasteur  está  destinado  al  estudio  de  las  ciencias  aplica- 
das á  la  biología,  bacteriología,  terapéutica,  higiene,  etc.,  y  al  trata- 
miento preventivo  de  la  rabia.  Delante  de  la  fachada  y  sobre  un  pedes- 
tal de  piedra  se  levanta  una  estatua  de  bronce  que  representa  al  joven 
pastor  Jupille  luchando  con  un  lobo  rabioso.  Jupille  fué  uno  de  los  pri- 
meros inoculados  según  el  método  de  Pasteur,  y  es  hoy  uno  de  los  por- 
teros del  Instituto. 

Este  Instituto  fué  en  un  principio  de  modestas  dimensiones,  pero  se 
ha  agrandado,  se  ha  desarrollado,  se  puede  decir,  como  se  desarropan 
los  microbios  que  Pasteur  trató  de  combatir.  Este  aumento  y  desarrollo 
es  debido  á  la  suscrición  nacional,  en  que  se  recogieron  más  de  dos 
millones  y  medio  de  francos,  y  á  otros  grandes  donativos  de  insignes 
bienhechores.  El  Instituto  se  compone  de  varios  edificios,  que  están 
emplazados  en  medio  de  hermosos  jardines.  El  director  general  es 
M.  Roux,  y  M.  Metchnikoff  es  subdirector. 

1 .  Instituto  bacteriológico. —Ocu^di  un  área  de  1 1 .000  metros,  y  consta 
de  dos  cuerpos  de  edificio  paralelos,  unidos  por  un  tercero  perpendicular. 
En  su  parte  anterior  están  instalados  los  servicios  generales,  en  la  pos- 
terior los  laboratorios.  En  el  lado  izquierdo,  según  se  entra,  está  la  mag- 
nífica cripta,  de  elegante  estilo  bizantino,  que  contiene  los  restos  de  Pas- 
teur (1822-1895).  La  bóveda  y  las  paredes  están  lujosamente  decoradas: 
aquélla  con  las  alegorías  de  la  Fe,  Esperanza,  Caridad  y  ciencia;  en 


NOTICIAS   CIENTÍFICAS  221 

éstas,  elevadas  sobre  doce  soberbias  columnas  de  mármol,  se  hallan 
representados  con  figuras  en  mosaico  los  principales  trabajos  de  Pas- 
teur.  El  lado  derecho  del  piso  bajo  está  destinado  al  servicio  de  la  rabia. 
Hay  tres  salas  para  los  enfermos:  una  de  espera,  otra  para  el  examen  de 
las  mordeduras  é  inscripción,  y  la  tercera  para  las  inoculaciones;  para 
las  señoras  y  niños  hay  sala  reservada.  Las  hay  también  para  archivos, 
curas  y  preparaciones.  En  el  ala  izquierda  hay  varias  piezas  para  clases, 
laboratorios,  cámaras  oscuras  para  la  fotografía  microscópica  y  disec- 
ción de  animales. 

El  primer  piso  está  todo  él  destinado  á  trabajos  prácticos  y  cursos 
de  microbio  técnico.  El  centro  de  la  biblioteca,  espaciosa  sala  y  bien  ilu- 
minada, lo  ocupa  un  busto  de  Pasteur,  rodeado  de  otros  seis  que  repre- 
sentan á  los  principales  bienhechores  del  Instituto.  La  biblioteca  es  rica 
en  boletines,  archivos,  revistas  de  medicina  y  tesis  de  ciencias  para  el 
doctorado;  entran  en  ella  cosa  de  150  revistas  del  ramo.  En  el  laboratorio 
bacteriológico,  muy  claro  y  capaz,  llaman  singularmente  la  atención  los 
innumerables  ratoncillos  blancos  que  han  de  servir  para  las  experiencias. 

En  el  segundo  piso  no  hay  laboratorios  de  enseñanza  para  los  alum- 
nos, sino  privados  y  de  investigación,  donde  los  mismos  directores  y 
profesores  preparan  sus  trabajos  originales:  toda  el  ala  derecha  de  este 
piso  está  bajo  la  dirección  de  M.  Metchnikoff. 

El  funcionamiento  de  los  servicios  está  dividido  en  cuatro  secciones: 

a)  Servicio  de  las  vacunas,  que  comprende  la  preparación  de  las  vacu- 
nas anticarbonosas  y  contra  le  rouget  (escarlata)  del  cerdo,  de  la  maleína 
y  tuberculina.  Los  beneficios  obtenidos  por  las  dos  primeras  vacunas  han 
sido  notables:  han  disminuido  la  mortandad  por  carbón  de  los  animales 
bovinos,  de  5  por  100,  á  H;  la  de  las  ovejas  y  carneros,  de  10  por  100,  á 
1  por  100;  la  de  los  cerdos,  de  20  por  100,  á  1  i  por  100.  Los  beneficios 
reportados  á  la  agricultura  francesa  pasan  de  20  millones  de  francos.  El 
método  de  atenuación  del  virus  y  de  inmunización  de  los  animales  fue 
descubierto  en  1880  por  MM.  Pasteur,  Roux  y  Chamberland,  así  como 
el  de  las  vacunas  contra  le  rouget  de  los  cerdos  lo  fué  por  Pasteur  y 
Thuillier.  La  maleína  sirve  para  diagnosticar  pronto  el  muermo;  una  cir- 
cular del  Ministerio  de  la  Guerra  ha  declarado  obligatorio  su  empleo  en 
el  ejército  francés.  Asimismo  la  tuberculina,  descubierta  por  Koch,  sirve 
para  revelar  la  existencia  de  la  tuberculosis  en  los  animales  bovinos 
que  la  padecen. 

b)  Servicio  de  la  rabia,  cuyo  fin  es  evitar  el  contagio  de  la  rabia,  ó 
del  agente  patógeno  de  la  rabia  en  las  personas  mordidas  por  perros  ra- 
biosos, inyectando  con  una  pequeña  jeringa  de  Pravaz  el  virus  rábico 
atenuado.  Desde  que  Pasteur  leyó  el  2  de  Marzo  de  1886,  ante  la  Aca- 
demia de  Ciencias  de  París,  su  Memoria  sobre  la  vacuna  de  la  rabia,  se 
han  presentado  anualmente,  por  término  medio,  en  aquel  establecimiento 
más  de  1.500  personas  mordidas,  cifra  que  va  aumentando,  á  pesar  de 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  15 


222  NOTICIAS   CIENTÍFICAS 

los  nuevos  Institutos  antirrábicos  fundados  en  Francia  y  fuera  de  ella,  y 
mientras  las  estadísticas  anteriores  á  la  fundación  del  Instituto  señalaban 
una  mortalidad  de  15  por  100  de  las  atacadas,  el  tratamiento  de  la  va- 
cuna las  ha  reducido  á5  por  1.000.  El  tratamiento  dura  de  quince  á 
veinte  días,  según  la  gravedad  de  la  mordedura. 

c)  Servicio  del  microbio  técnico:  comprende  dos  series  de  cursos 
anuales  de  microbio  técnico,  que  constan,  respectivamente,  de  48  leccio- 
nes, con  sus  trabajos  prácticos  correspondientes;  la  primera  serie  es  en 
Noviembre-Diciembre,  la  segunda  en  Febrero-Marzo.  De  entre  los  que 
asisten  á  estas  clases  los  hay  que  son  meros  oyentes,  y  los  hay  inscritos 
á  los  trabajos  prácticos;  éstos  abonan  50  francos  anuales. 

d)  Servicio  de  Metchnikoff:  se  compone  de  científicos  y  profesores 
que  preparan  trabajos  originales  bajo  la  dirección  de  Metchnikoff;  entre 
estos  trabajos  figuran  en  primera  línea  los  de  \2i  fagocitosis;  ahora  tra- 
bajan mucho  en  la  tuberculosis.  Además  de  dirigir  estos  trabajos  de  la- 
boratorio, M.  Metchnikoff,  da  lecciones  en  los  cursos  del  microbiotécnico. 
Él  ha  sido  el  representante  de  Francia  en  el  centenario  de  Darwin,  cele- 
brado en  junio  en  Cambridge,  y  de  que  oportunamente  di  cuenta  en  Razón 
Y  Fe.  En  el  discurso  que  pronunció,  manifestó  ser  transformista  radical  á 
lo  Darwin,  y  aun  más,  y  es,  por  confesión  propia,  materialista  y  ateo;  pero 
que  prescinde  de  cómo  se  explica  el  origen  de  la  vida  y  del  pensamiento. 
Ha  escrito  Études  sur  la  nature  humaine  y  Essais  optimistes,  y  son  fa- 
mosas las  desarmonías  que  atribuye  al  cuerpo  humano,  diciendo  que  en 
él  sobran  algunos  órganos  y  faltan  otros,  que  el  coecum  es,  además  de 
inútil,  perjudicial, con  otras  desarmonías  que  él  cree  encontrar  en  el  ins- 
tinto de  conservación,  en  los  órganos  de  la  digestión  y  de  la  generación. 
Lo  cual  es  tanto  más  raro,  cuanto  que  estas  desarmonías  las  cree  hallar 
sólo  en  la  naturaleza  humana,  que  es  precisamente  la  obra  más  admirable 
de  la  creación  visible. 

2.  Instituto  seroterápico. — Comprende  cuatro  secciones:  en  la  primera 
se  preparan  los  líquidos  de  inoculación,  ó  sea  el  suero  antidiftérico,  an- 
titetánico, antiestreptocóccico  y  antipestilencial;  en  la  segunda  se  hace  la 
inmunización  de  los  caballos,  esto  es,  la  inoculación  del  virus  obtenido 
por  cultivo  para  preservar  su  organismo  de  ciertas  enfermedades;  la  ter- 
cera se  dedica  á  la  distribución  y  venta  del  suero,  y  la  cuarta  á  su  em- 
pleo. Empléasele,  bien  como  preventivo  bien  como  curativo,  en  las  di- 
versas intoxicaciones  contra  el  bacilo  de  Loeffler,  la  angina  y  garrotillo 
ó  crup  diftérico.  Gracias  al  uso  del  suero,  la  mortahdad  por  difteria  en 
París  ha  disminuido  notablemente,  bajando  del  40  por  100  al  10  por  100. 
La  media  anual  de  la  mortandad,  que  de  1890  á  1894  llegó  á  1.432,  des- 
cendió á  354  en  el  período  de  1895  á  1899.  También  el  suero  anti tetánico 
ha  prestado  grandes  servicios  como  preventivo  en  ciertos  casos  de  heri- 
das y  llagas,  tanto  que  su  uso  se  ha  hecho  obligatorio  en  la  milicia  por 
una  circular  del  Ministerio  de  la  Guerra.  El  suero  antiestreptocóccico  es 


NOTICIAS  CIENTÍFICAS  223 

medio  preventivo  ó  curativo  en  la  fiebre  puerperal  y  otras  enfermedades 
humanas;  asimismo  el  suero  antipestilencial  es  preventivo  y  curativo,  y 
fué  empleado  con  éxito  hace  algunos  años  durante  la  epidernia  de  Oporto, 
con  inoculaciones  preventivas  por  espacio  de  veinte  días  á  las  personas 
que  vivían  en  un  hogar  de  peste;  con  inoculaciones  curativas  en  la  piel 
al  principio  de  la  enfermedad;  en  la  vena  en  caso  de  agravarse  la  enfer- 
medad. 

3.  Instituto  de  Química  biológica.— Es  un  gran  edificio,  separado  del 
bacteriológico  por  lo  ancho  de  una  calle;  dispone  de  una  pieza  principal 
en  forma  de  hermosa  galería.  En  el  piso  bajo  está  la  fuerza  motriz,  con 
tres  generadores  destinados  á  la  calefacción  por  vapor,  á  la  luz  eléctrica 
y  al  movimiento  de  las  máquinas  y  aparatos,  que  ocupan  el  piso  primero 
del  hall.  Alrededor  del  este  hall  central,  y  en  comunicación  con  él,  están 
la  sala  del  curso  y  los  laboratorios.  Dos  de  éstos,  los  más  próximos  á  la 
galería  de  las  máquinas,  están  destinados  al  examen  de  los  líquidos  or- 
gánicos. Cada  uno  de  ellos  constituye  una  sala  rectangular  capaz  para 
unos  30  alumnos  de  trabajos  prácticos.  Hay  también  cuartos  ó  departa- 
mentos privados  para  trabajos  aislados  ó  incomunicados.  El  laboratorio 
general  de  Química  biológica  es  capaz  para  96  operadores;  en  él  pueden 
manipular  en  verano  los  candidatos;  en  el  invierno  se  destina  para  curso 
práctico  de  análisis  de  productos  fisiológicos  y  patológicos  y  materias 
ahmenticias.  Tiene  también  su  biblioteca,  más  que  grande,  escogida  en 
revistas  y  archivos. 

Anejos  á  este  Instituto  están  el  laboratorio  de  Estudios  superiores,  el 
servicio  de  fermentación  y  el  laboratorio  de  Química  agrícola.  El  labora- 
torio de  Estudios  superiores  tiene  su  personal  diseminado  en  los  varios 
servicios  en  que  son  recibidos.  Le  están  reservadas  dos  salas  indepen- 
dientes, bajo  la  vigilancia  directa  del  jefe  de  servicio,  que  es  actualmente 
M.  Bertrand. 

La  parte  del  edificio  situada  en  el  extremo  del  ala  izquierda  está  des- 
tinada á  las  industrias  de  fermentación,  á  la  enseñanza  y  aplicación  de 
los  conocimientos  científicos  á  la  práctica  industrial.  En  la  planta  baja 
se  halla  la  parte  mecánica  y  práctica  del  servicio.  Encima  de  ella  está  el 
laboratorio  del  jefe  de  servicio  y  de  los  preparadores,  que  viene  á  ser 
un  como  burean  ú  oficina  de  consultas.  En  el  piso  superior  hay  un  gran 
laboratorio  de  investigación,  en  que  pueden  trabajar  20  alumnos  para  es- 
tudiar la  teoría  y  la  práctica  de  las  operaciones  industriales,  los  diversos 
métodos  de  fabricación  del  vino,  cerveza,  sidra,  etc.,  el  análisis  de  las 
primeras  materias  y  el  manejo  del  microscopio. 

Al  lado  de  los  servicios  de  seroterapia  se  halla  el  laboratorio  de  Quí- 
mica agrícola,  para  examinar  la  fisiología  y  patología  vegetales.  A  la 
verdad,  está  bien  que  el  estudio  de  la  célula  vegetal  no  se  separe  del  de 
la  animal:  comprende  dos  salas  de  trabajo. 
4.    Hospital  Pasteur.— Es  otro  gran  edificio,  destinado,  según  la 


224  NOTICIAS  CIENTÍFICAS 

mente  del  donante  que  lo  hizo  construir,  al  tratamiento  de  las  enferme- 
dades de  microbios  según  los  métodos  de  Pasteur,  y  señaladamente  á  la 
aplicación  del  nuevo  tratamiento  antidiftérico.  Las  diversas  partes  del 
hospital  se  comunican  entre  sí  por  galerías  cubiertas.  En  el  servicio  de 
consulta  se  separa  ante  todo  á  los  enfermos  contagiosos  de  los  que  no 
lo  son.  Para  los  primeros  hay  una  serie  de  pequeñas  habitaciones;  los 
segundos  son  llevados  á  una  gran  sala  de  espera  para  ser  allí  examina- 
dos. No  hay  para  qué  decir  que  los  pisos  de  este  edificio  están  ocupados 
por  el  personal  de  enfermeros,  farmacia,  fotografía  y  cámara  oscura 
para  el  servicio  de  oftalmología  y  otología.  Se  compone  de  dos  pabello- 
nes enteramente  semejantes.  Cada  uno  comprende  una  parte  rectangular 
central.  La  parte  anterior  del  primer  piso  está  ocupada  por  el  servicio 
de  la  cirugía;  detrás,  á  derecha  é  izquierda,  hay  dos  habitaciones,  una 
para  el  uso  del  cloroformo  y  esterilización  de  los  instrumentos,  otra  para 
los  exámenes  ú  observaciones  microscópicas  rápidas.  El  segundo  piso 
lo  habita  el  internado  del  servicio.  La  parte  central  del  pabellón  se  com- 
pone en  cada  piso  de  12  habitaciones.  No  descendemos  á  más  porme- 
nores. 

Tal  es  el  Instituto  Pasteur,  mirado  en  conjunto;  obra  de  iniciativa 
privada,  no  depende  del  Estado  ni  está  bajo  su  tutela;  ha  producido 
grandes  beneficios  á  la  ciencia  y  al  hombre,  y  promete  producirlos  en 
adelante.  A  su  imitación  se  han  erigido  en  varios  países  otros  Institutos 
que  llevan  el  nombre  de  Pasteur  y  están  dirigidos  en  su  mayor  parte  por 
los  que  fueron  discípulos  del  gran  biólogo:  tales  son  los  de  Lille,  de 
Constantinopla,  Tananarive,  San  Luis  de  Senegal,  etc.,  siendo  uno  de  los 
mejores  y  mejor  montados  el  Instituto  Pasteur  que  el  año  pasado  visita- 
mos en  Utrecht. 

E.  Ugarte  de  Ercilla. 


Gabinetes  Rettodinátnieos. 


I 

Líos  recientes  y  rápidos  progresos  de  la  Aviación,  al  mismo  tiempo 
que  levantan  un  grande  entusiasmo  en  el  espíritu  de  la  masa  popular, 
encauzan  las  investigaciones  científicas  hacia  un  campo  que  está  casi 
sin  explorar,  campo  dilatadísimo  y  del  que  la  Aviación  ha  de  reportar 
seguramente  el  impulso  que  le  es  debido  para  su  completo  desenvolvi- 
miento. Hasta  hace  muy  poco  tiempo,  puede  decirse  que  los  inventores 
se  han  dejado  llevar,  en  gran  parte,  del  genio  de  la  propia  inspiración, 
sin  basarse  en  sólidos  y  claros  principios  que  hubieran  debido  suminis- 
trarles las  investigaciones  aerodinámicas. 

Los  hermanos  Wright,  después  de  haber  trabajado  en  sus  comienzos 
conforme  á  los  datos  que  les  suministraban  las  tablas  que  sobre  la  pre- 
sión del  aire  estaban  entonces  en  uso,  hallan  por  experiencia  que  son 
erróneos  los  tales  datos,  y  que  lo  que  hay  de  verdad  se  halla  tan  mez- 
clado con  el  error,  que  no  tienen  más  remedio  que  prescindir  de  todo 
principio  empírico  y  dejarse  guiar  por  los  datos  que  les  suministre  la 
práctica  experimental.  El  mismo  Chanute,  tan  benemérito  en  la  escuela 
de  la  Aviación,  después  de  haberse  dado  durante  bastantes  años  al  estu- 
dio teórico  del  problema,  animado  por  los  éxitos  de  Lilienthal,  abandona 
los  papeles  y  cifras  algebraicas  por  el  campo  de  experimentación,  confe- 
sando poco  después  que  en  unos  meses  de  práctica  había  obtenido  re- 
sultados más  positivos  que  todos  los  que  pudo  conseguir  en  los  veinte 
años  de  trabajos  teóricos. 

Resultados  tan  absurdos,  al  parecer,  no  dependen  de  otra  cosa  que  de 
lo  poco  que  actualmente  sabemos  respecto  á  los  coeficientes  prácticos, 
de  lo  poco  que  se  conocen  los  principios  y  leyes  fijas  en  que  apoyarnos 
para  la  aplicación  del  cálculo  á  las  superficies  sustentatrices  y  para  hallar 
el  trazado  exacto  de  la  hélice  integral.  Y  si  es  cierto  que  en  medio  de 
estas  obscuridades  es  mucho  lo  que  se  ha  hecho  y  adelantado,  es  evi- 
dente que  hubieran  sido  muchos  más  los  progresos  en  este  difícil  pro- 
blema si  la  seria  investigación  científica  hubiera  venido  á  dar  un  poco 
de  luz  en  medio  de  tanta  sombra  como  rodea  á  esta  naciente  ciencia. 

Es,  por  tanto,  de  absoluta  necesidad  la  creación  inmediata  de  gabinetes 
aerodinámicos,  en  donde  esta  rama  de  la  mecánica  gaseosa  sea  estudiada 
con  gran  detenimiento,  ya  que  de  ello  dependen  un  sinnúmero  de  pro- 
blemas, al  presente  obscuros  y  que  son  de  grandísima  trascendencia  en 
la  locomoción  aérea.  Es  necesario  que  el  ingeniero  sepa  al  fin  las  reglas 


226 


GABINETES   AERODINÁMICOS 


fundamentales  á  que  debe  ajustarse  la  construcción  de  un  aeroplano  y 
los  coeficientes  numéricos  que  en  cada  uno  de  los  casos  le  es  necesario 
aplicar. 

II 

Afortunadamente,  algo  práctico  se  ha  hecho  ya  en  esta  materia.  Sin 
hacer  mención  de  los  laboratorios  particulares,  como  el  del  profesor 
Zahm  y  de  Loessl,  en  Austria,  y  el  de  Langley,  en  América,  algún  tanto 
abandonado  desde  la  muerte  de  tan  ilustre  profesor,  casi  todas  las 
naciones  poseen  ya  parques  de  aerostación  militar  y  cuentan  con  gabi- 
netes más  ó  menos  perfeccionados.  En  Italia  la  brigada  de  aerostación 
está  dotada  de  un  crédito  importante,  poseyendo  un  laboratorio  para 
ensayos  aerodinámicos.  En  Francia  acaba  de  hacerse  un  esfuerzo  gene- 
roso, debido  á  la  iniciativa  de  su  Aero-Club,  y  hoy  día  son  muchos  los 
miles  de  francos  reunidos  por  suscripción  á  fin  de  levantar  en  París  un 
laboratorio  de  aerodinámica.  Mientras  tanto  se  prosiguen  en  Francia  los 
estudios  de  este  género  en  un  pequeño  laboratorio,  en  donde  el  Sr.  Ra- 
tean, ingeniero  de  minas,  ha  instalado  el  aparato  que  lleva  su  nombre,  y 
con  el  cual  pueden  hacerse  las  más  principales  investigaciones  aerodi- 
námicas. 

El  objeto  principal  de  este  aparato  es  poder  colocar  las  superficies 
que  se  quieren  experimentar,  ya  sean  éstas  sustentatrices  ya  propulsoras, 
bajo  la  acción  de  una  corriente  de  aire  perfectamente  homogénea;  lo  que 
se  obtiene  por  medio  de  un  ventilador  eléctrico  que  inyecta  el  aire  en  un 
gran  túnel  prismático  cuadrangular.  Después  de  algunos  tanteos,  se  con- 
sigue la  homogeneidad  en  la  corriente  y  el  que  los  filetes  de  aire  salgan 
sensiblemente  paralelos,  salvo  los  que  se  escapan  por  los  bordes  del 
tubo.  Esto  obtenido,  se  coloca  la  superficie  que  tratamos  de  analizar  á 


%/f 


una  corta  distancia  de  la  salida  del  aire,  á  fin  de  que  los  filetes  obren 
libremente  y  no  bajo  la  acción  de  las  presiones  laterales  que  pudieran 
tener  dentro  del  tubo;  pudiendo  de  esta  suerte  hallarse  en  poco  tiempo 
datos  y  cifras  de  inestimable  valor. 


GABINETES    AERODINÁMICOS 


227 


Este  aparato  se  halla  actualmente  instalado  en  Levallois-Perret.  La 
corriente  de  aire  es  producida  por  un  ventilador  helicoidal,  V  (fig.  I.""), 
de  lm,20  de  diámetro,  accionado  por  un  motor  de  25  caballos.  Este  ven- 
tilador inyecta  el  aire  en  la  cámara  C,  de  lm,60  de  lado,  con  paredes 
muy  lisas,  á  fin  de  evitar  remolinos  y  obtener  filetes  perfectamente  para- 
lelos. La  cámara  C  tiene  en  un  extremo  una  salida  piramidal,  ^,que  mide 
70  centímetros  en  su  base  menor.  La  velocidad  del  aire  se  mide  por  medio 
de  un  tubo  Pitot,  en  combinación  con  un  manómetro  de  agua,  llegando 
esas  velocidades  á  unos  35  metros  por  segundo.  No  muy  distante  de  la  sa- 
lida existe  el  bastidor  A,  sumamente  ligero,  y  cuyo  peso  es  equilibrado  por 
medio  de  dos  flotadores  sumergidos  en  dos  recipientes  de  agua.En  la  parte 
media  del  bastidor  se  hallan  dos  planchetas,  £",  capaces  de  poder  ser 
inclinadas  á  voluntad  mediante  sus  correspondientes  tornillos  depresión. 
Llevan  estas  planchetas  ranuras  especiales,  en  las  que  se  ajustan  perfec- 
tamente las  piezas  ó  super- 
ficies que  se  quieren  ensa- 
yar, con  ángulos  de  inci- 
dencia variables.  Ahora 
bien,  al  soplar  el  aire  en 
una  dirección  sensiblemen- 
te horizontal,  A  B  (fig.  2."), 
choca  obücuamente  sobre 
la  superficie  de  experimen- 
tación 5  S,  formando  con 
ella  el  ángulo  a  y  ejerciendo 
una  presión  O  /?,  que  se  descomponed  su  vez  en  la  componente  vertical 
O  P,  opuesta  á  la  acción  de  la  gravedad,  y  capaz,  por  consiguiente,  de 
levantar  un  peso,  y  en  otra  componente  horizontal,  O  //,  que  es  una  resis- 
tencia hacia  el  avance.  Esto  en  las  superficies  planas,  pues  en  las  curvas, 
O  /?,  ó  coincide  con  la  vertical  ó  se  aproxima  mucho  á  ella.  El  aparato 
está  dispuesto  de  tal  manera  que  simultáneamente  y  con  gran  facilidad 
nos  puede  dar  el  valor  de  estas  dos  componentes.  Al  efecto,  el  bastidor  A 
(fig.  I."*)  lleva  fijos  á  su  parte  media  dos  brazos  horizontales,  F,  articu- 
lados á  los  soportes  verticales  G,  que  á  su  vez  descansan  sobre  dos  cu- 
chillas de  acero,  //.  En  cada  una  de  las  experiencias  se  determina  la 
componente  vertical,  colocando  pesos  simétricos  en  los  platillos  /.  La 
componente  horizontal  se  mide  poniendo  igualmente  pesos  en  los  platillos 
y,  atados  á  cada  uno  de  los  balancines  K,  que  forman  un  cuerpo  con  los 
soportes  verticales  Q.  Antes  de  cada  una  de  las  experiencias  es  nece- 
sario hacer  coincidir  el  centro  de  presión  de  la  superficie  con  el  centro 
O  del  bastidor,  para  lo  cual  es  preciso  hallar  con  anterioridad  el  sitio  en 
que  se  encuentra  este  centro  en  los  diversos  ángulos  de  ataque  que 
puede  formar  la  superficie  de  estudio. 

Por  este  sencillo  método  experimental  se  puede  hallar  con  bastante 


228  GABINETES   AERODINÁMICOS 

exactitud  la  presión  que  ejerce  el  aire  sobre  una  superficie  fija,  si  bien 
.,  en  la  práctica  sucede  todo  lo  contrario,  es  decir,  que  no  es  la  superficie 
la  que  está  fija,  sino  más  bien  ésta  es  la  que  se  mueve  en  un  aire  relati- 
vamente estacionario.  Puede  decirse,  sin  embargo,  que  en  ambos  casos 
las  presiones  son  exactamente  iguales,  pues  las  fuerzas  que  entran  en 
juego  tienen  velocidades  relativas  exactamente  idénticas.  Los  resultados 
no  han  podido  ser  más  satisfactorios,  pues  las  fórmulas  halladas  para  la 
presión  horizontal  y  la  presión  vertical  son  muy  semejantes  á  las  que 
M.  Soreau  presentó  hace  algún  tiempo  á  la  Sociedad  de  Ingenieros  ci- 
viles de  Francia. 

III 

Como  se  ve,  el  aparato  de  M.  Ratean  es  digno  de  figurar  en  todo 
gabinete  aerodinámico.  En  la  actualidad  puede  decirse  que  Francia  no 
posee  aún  un  completo  gabinete  para  esta  clase  de  estudios.  No  sucede 
¡o  mismo  en  Rusia,  cuyo  Instituto  Aerodinámico  de  Koutchino  puede 
servir  de  modelo  para  todos  aquellos  que  se  traten  de  crearen  lo  futuro. 
Erigido  merced  á  la  prodigalidad  de  M.  Riabouchinsky,  es  en  su  género 
un  edificio  completo,  con  dependencias  para  el  alto  personal  y  los  nume- 
rosos subalternos.  Contiene,  entre  otras  cosas,  talleres  completos  para 
mecánica  de  precisión,  arreglo  y  ajuste  de  las  grandes  superficies  sus- 
tentadoras, con  instrumentos  adecuados  para  el  caso,  entre  otros,  un 
torno  americano  sistema  Pittles;  otro  para  trabajos  delicados,  marca 
Kupper;  máquinas  Cincinnati,  perforadores  eléctricos,  etc.,  etc.  Todos 
estos  aparatos  son  movidos  por  una  máquina  de  vapor  de  90  caballos, 
que  sirve  también  para  mover  una  dínamo  productora  de  una  corriente 
continua  de  175  amperios  y  115  voltios.  El  material  de  precisión  desti- 
nado á  las  investigaciones  aerodinámicas  ha  sido  construido  en  esos 
mismos  talleres,  y  consta  de  un  aparato  de  precisión  para  ensayos  de 
hélices  aéreas,  un  túnel  cilindrico  de  14  metros  de  largo  por  1,20  de 
sección,  provisto  de  un  ventilador,  para  experiencias  de  presión  del 
aire  en  movimiento,  sobre  superficies  fijas,  algo  parecido  al  sistema  de 
M.  Ratean,  pero  aproximándose  más  al  indicado  por  el  coronel  Renard; 
posee  además  un  aparato  del  profesor  Joukosky,  instalado  en  una  mag- 
nífica torre  del  edificio,  cuyo  objeto  no  es  otro  que  el  estudio  de  la  re- 
sistencia del  aire  sobre  diversas  formas  de  superficies;  sin  que  falten 
los  globos-sondas,  cometas-aeroplanos  para  estudios  meteorológicos  y 
fenómenos  de  la  alta  atmósfera. 

El  programa  que  este  magnífico  laboratorio  trata  de  desarrollar  en 
sus  investigaciones  aerodinámicas,  está  compendiado  en  los  tres  puntos 
siguientes,  que  á  su  vez  se  subdividen  en  otros  secundarios.  Son:  I.  Es- 
tudios sobre  la  resistencia  en  el  aire,  a)  Determinación  de  los  coeficien- 
tes de  resistencia,  b)  Determinación  del  centro  de  presión,  c)  Determi- 


GABINETES   AERODINÁMICOS  229 

nación  del  poder  ascensional  y  del  efecto  útil  en  las  hélices  aéreas. 
d)  Estudio  de  las  aletas  de  propulsión/ej  Estudio  de  la  estabilidad  en  los 
aeroplanos.  II.  Aplicaciones  prácticas  que  se  pueden  sacar  de  las  leyes 
sobre  la  resistencia  del  aire,  a)  Construcción  de  helicópteros,  b)  Cons- 
trucción y  estudio  de  cometas-aeroplanos  de  diferentes  sistemas,  c)  Cons- 
trucción y  estudio  de  aeroplanos,  d)  Elevación  de  pesos  considerables 
mediante  cometas- aeroplanos,  e)  Señales  que  se  pueden  hacer  á  dife- 
rentes alturas,  mediante  cometas- aeroplanos,  f)  Fotografías  obtenidas 
mediante  las  cometas-aeroplanos  en  sus  aplicaciones  al  arte  militar  y 
topográfico.  III.  Estudios  científicos  de  las  diferentes  capas  atmosféricas. 
Este  programa  no  es  sino  algo  de  lo  mucho  que  se  puede  ver  y  estu- 
diar en  un  buen  gabinete  de  aerodinámica.  Sus  utilidades  prácticas 
quizás  parezcan  al  presente,  si  no  quiméricas,  cuando  menos  prematuras 
y  aun  exageradas;  sin  embargo,  aparte  de  que  no  faltan  quienes  pien- 
sen lo  contrario,  el  tiempo,  gran  maestro  de  la  verdad,  en  un  porvenir 
no  lejano,  demostrará,  según  creemos,  cuánto  se  ha  descuidado  este 
ramo  de  la  aerodinámica,  de  la  que  la  locomoción  aérea  pudiera  haber 
obtenido  ya  rápidos  progresos,  á  los  que  tiene  indiscutibles  derechos  por 
ser  uno  de  los  problemas  más  grandiosos  de  cuantos  ha  dejado  el  Señor 
al  alcance  y  dominio  de  la  sabiduría  humana. 

Enrique  Ascunce. 


boletín  canónico 


Sueva  or(;aizaci6eí  de  la  curia  romam  decretada  por  pío  x^*> 


ARTÍCULO  PRIMERO 
Cjongregación  del  Santo   Oficio. 

(Véanse  los  números  8,  14,  107,  116,  132  y  189.) 

299.  Es  la  primera  en  dignidad  entre  todas  las  Sagradas  Congre- 
gaciones. 

§1 

su  CONSTITUCIÓN 

300.  Esta  Sagrada  Congregación  tiene  por  Presidente  ó  Prefecto  al 
Papa.  (Sixto  V,  Const.  Immensa;  Pió  X,  Const.  Sapienti  consilio.)  El 
número  de  los  Cardenales  de  que  consta  depende  de  la  voluntad  del 
Romano  Pontífice,  lo  cual  téngase  por  dicho  en  las  demás  Congregacio- 
nes. Secretario  suele  ser  uno  de  los  Cardenales  más  antiguos,  no  preci- 
samente el  Decano  del  Sacro  Colegio.  Cfr.  La  Gerarchia  cattolica  y 
Acta  A.  Sedis,  vol.  1,  p.  109. 

301.  Los  Oficiales  mayores  del  Santo  Oficio,  después  del  Cardenal- 
Secretario,  son  el  Asesor  y  el  Comisario. 

Tiene  esta  Congregación  sus  consultores  nombrados  por  el  Papa  y 
además  algunos  calificadores.  (Norm.  pee,  c.  7,  art.  1,  n.  1.°,  2.°  Cfr.  Be- 
ned.  XIV,  Const.  Sollicita  ac  provida,  Qá^  Julio  de  1753,  §3:  Bull.  Be- 
ned.  XIV,  vol.  4,  p.  51.)  Á  estos  últimos  se  les  pide  alguna  vez  que  den  por 
escrito  la  calificación,  nota  ó  censura  teológica  que,  á  su  juicio,  merezca 
alguna  proposición,  libro  ó  escrito  (2). 


(1)  Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXV,  pág.  99. 

(2)  Qualificatores  praebent  juramentum  Secreti  in  aedibus  S.  Officii  in  manibus 
Commissarii,  praesente  uno  Notario;  et  ita  pariter  praebent  qui  non  sunt  Consultores, 
nempe  Secundus  Socius,  Summista,  Relator,  Notarii,  Archivista,  et  Procomputista,  et 
inservientes. 

Consultores  omnes  emittunt  jurameiitum  Secreti  in  prima  Congregatione  feriae 
quartae  post  eorum  electionem,  coram  Cardinalibus  genuflexi,  et  postea  sedent  pro- 
prio  loco. 


BOLETÍN  CANÓNICO  231 

302.  El  Asesor  suele  ser  un  Prelado  secular  que  prepara  los  negocios 
del  Santo  Oficio  de  una  manera  análoga  á  como  los  preparan  los  secre- 
tarios de  otras  congregaciones. 

303.  El  Comisario  es  de  la  Orden  de  Santo  Domingo,  y  suele  tener 
dos  compañeros  de  la  misma  Orden,  los  cuales  se  designan  con  el  nom- 
bre de  primero  y  segundo  compañero.  Cfr.  Acta  A.  Seáis,  vol.  1,  p.  110. 
Suele  el  Comisario  preparar  é  instruir  las  causas  criminales  que  debe 
fallar  el  Santo  Oficio. 

304.  Entre  los  consultores  figura  siempre  el  General  de  los  Padres 
Dominicos,  el  Maestro  del  sacro  Palacio,  también  Dominico,  y  (por  privi- 
legio de  Sixto  V)  un  sacerdote  profeso  de  los  Menores  Conventuales; 
todos  los  cuales  son  como  consultores  natos. 

305.  También  son  consultores  el  Promotor  fiscal  y  el  abogado  de 
los  reos.  El  Notario  y  varios  sustitutos  pertenecen  á  los  oficiales  meno- 
res. (Cfr.  Paulo  ni,  Const.  Licetah  initio,  §  4;  Colomiatti,  vol.  1,  p.  809; 
Acta  A.  Seáis,  Yol  I,  p,  no.) 

306.  El  Santo  Oficio  extiende  su  jurisdicción  á  todas  las  religiones 
del  mundo,  sin  limitación  de  territorio  alguno.  (N.  pee,  c.  I,  1.°  a,) 

§11 

su    COMPETENCIA 

307.  I^e  está  encomendada  a)  la  defensa  de  la  fe  y  costumbres;  b)  lo 
relativo  al  privilegio  Paulino  y  á  los  impedimentos  de  mixta  religión  y 
disparidad  de  culto;  c)  lo  referente  á  las  indulgencias. 

308.  Cuando  sea  dudoso  si  un  asunto  es  ó  no  de  la  competencia  del 
Santo  Oficio,  á  esta  misma  Congregación  toca  resolverlo  y  no  á  la  Con- 
sistorial. (Ibiá.,  c.  VII,  a.  1,  6.°)  Véase  el  n.  268,  A^.  B. 

A)  La  áefensa  áe  la  fe  y  áe  las  costumbres. 

309.  Por  consiguiente,  á  ella  sola  queda  exclusivamente  reservado, 
además  de  cuanto  se  refiere  á  la  doctrina  dogmática,  el  juzgar  sobre  la 
herejía  y  demás  crímenes  que  inducen  sospecha  de  herejía. 

310.  Para  lo  cual  tiene  competencia  aun  en  el  fuero  contencioso- 
criminal. 

311.  Y  así  procede  contra  los  herejes  cismáticos,  apóstatas  de  la  fe, 
magos,  adivinos,  sortílegos,  contra  los  que  abusan  de  los  sacramentos 


Itemque  Cardinales  in  Congregatione  feriae  quartae,  prima  post  eorum  nominatio- 
nem,  jurant  coram  alus  Cardinalibus  sistentes  proprio  loco. 
Caput  Notariorum  praesens  est  juramento  et  actum  redigit. 
(Ex  actis  S.  Officii  Colomiatti,  vol.  1,  p.  810,  nota  (2). 


232  BOLETÍN  CANÓNICO 

(Sixto  V,  Const.  Immensa);  contra  sus  secuaces,  fautores,  defensores; 
contra  los  que  les  prestan  pública  ó  privadamente,  directa  ó  indirecta- 
mente auxilio,  consejo  ó  favor  (Paulo  III,  Const.  Licet  ab  initio^  21 
Jul.  1542:  Büll.  Rom,  Taur.,  vol.  6,  p.  344;  Pío  IV,  Const.  Pastoralis 
officii,  14  Oct.  1562:  Büll.  Rom.  Taur.,  vol.  7,  p.237,  sig.),  aunque  sean 
Obispos,  Arzobispos,  Primados,  Patriarcas  ú  oíros  inferiores  (Sixto  V, 
Const.  Immensa;  Pío  IV,  Const.  cit.  y  Const.  Romanas  Pontifex,  6 
Abril  1563:  Bull.  Rom.  Taur.,  vol.  7,  p.  249). 

312.  Los  Cardenales  quedan  exentos  de  la  jurisdicción  del  Santo 
Oficio  (contra  lo  que  afirma  Russo)  y  sus  causas  son  juzgadas  por  el 
Romano  Pontífice.  Véase  Sixto  V,  Const  Immensa. 

313.  Entiende  en  las  causas  (1)  de  solicitación  (Pío  IV,  Const.  Cum 


(1)  Recuérdese  que  los  Superiores  Regulares  no  pueden,  bajo  ningún  pretexto  de 
cualesquiera  privilegios,  inmiscuirse  en  las  causas  sobre  fe  y  costumbres  pertene- 
cientes al  Santo  Oficio,  sino  que,  si  en  ello  delinquen  los  Religiosos,  deben  éstos  ser 
inmediatamente  denunciados  a!  Santo  Oficio,  como  cualesquiera  otros  fieles. 

Esto  fué  declarado  primeramente  por  el  Santo  Oficio  en  23  de  Enero  de  1901,  con 
ocasión  de  una  consulta  del  P.  General  de  los  Capuchinos.  Alegó  éste  un  privilegio 
que  había  sido  concedido  por  la  Santa  Sede  á  la  Orden  en  3  de  Julio  de  1625  (Bull. 
Capuce,  vol.  1,  pp.  73  y  74),  en  cuya  virtud  «concedebatur  facultas  procedendi  contra 
suos  subditos  in  Causis  ad  Sanctum  Officium  spectantibus  in  locis,  ubi  haereses  impune 
grassarentur,  et  Sanctum  Officium  Inquisitionis,  necper  Inquisitores,  nec  per  locorum 
Ordinarios  exerceretur»,  y  propuso  la  duda  «utrum  in  hocce  privilegio  comprehende- 
retur  etiam  casus  sollicitationis  ad  turpia  in  Confessione»,  etc. 

La  Sagrada  Congregación  contestó  en  23  de  Enero  de  1901  que  el  privilegio  no  sólo 
no  comprendía  aquel  caso,  sino  que  carecía  de  todo  vigor:  «Negative,  et  privilegium 
de  quo  sermo,  non  existere.»  Cfr.  Analecta  Eccles.,  vol.  9,  p.  154. 

Poco  después  el  Santo  Oficio  publicó  el  siguiente  decreto  de  carácter  general: 

Decretum:  quo  edicitur  nullo  titulo  nulloque  praetextu  pertinere  ad  Supe- 
riores Regulares  causas  agnoscere  subditorum  in  rebus  ad  S.  Officiorum  spe- 
ctantibus. 

Feria  IV,  die  15  maji  1901. 

In  Congregatione  Generali  Sacrae  Romanae  et  Universalis  Inquisitionis,  Eminentis- 
simi  ac  Reverendissimi  Domini  Cardinales  in  rebus  Fidei  et  morum  Inquisitores  Gene- 
rales sequens  tulere  Decretum:  Uti  pluries  a  Summis  Pontificibus  sancitum  est,  in  rebus 
ad  S.  Officium  spectantibus  nullo  modo  ad  Superiores  Regulares  pertinere  subditorum 
suorum  causas  agnoscere,  nulloque  proinde  titulo  aut  praetextu  posse  vel  deberé,  nisi 
de  expresso  S.  Congregationis  mandato  de  his  inquirere,  denunciationes  recipere, 
testes  interrogare,  reos  excutere,  judicium  instituere,  sententiam  ferré  aut  alia  quavis 
ratione  vel  modo  in  eis  sese  immiscere  vel  manus  apponere:  sed  quos  Religiosi  Viri 
ex  suis  subditis  vel  confratribus  vel  etiam  superioribus  hujusmodi  criminum  (prae- 
sertim  quod  ad  abusum  Sacramentalis  Confessionis  spectat),  reos  vel  suspectos  no- 
verint,  strictim  teneri,  absque  uUa  cum  alus  quibuscumque  communicatione,  nulla  petita 
venia,  nullaque  fraterna  correptione  aut  monitione  praemissa,  eos  S.  Officio  aut  locorum 
Ordinariis  incunctanter  denuntiare.  Ne  vero  sanctissimae  hae  leges  ex  ignorantia  vel 
malitia  (quod  Deus  avertat)  negligi  aut  infringí  contingat,  Superioribus  grave  onus  in- 
cumbere  eas,  quo  opportuniori  putaverint  modo,  ad  subditorum  suorum  certam  et  di- 
stinctam  identidem  deferre  notitiam  earumque  ab  eis  plenam  observantiam  urgere. 


BOLETÍN  CANÓNICO  233 

sicut  nuper,  16  Abril  1561:  Bull.  Rom.  Taur.,  vol.  7,  p.  126;  Gregorio 
XV,  Const.  Uníversi  Dominici  gregis,  30  Ag.  1622:  Bull,  Rom.  Taur., 
vol.  12,  p.  731;  Benedicto  XIV,  Const.  Sacramentum  poenitentiae,  1 
Junio  1741:  Bull.  Rom.  Prat.,  vol.  1,  p.  24),  y  también  contra  confes- 
sarios,  exquirentes  nomen  complicis  (Benedicto  XIV,  Const.  Suprema^ 
7Jul.  1745;  Ubi  prímum,  2  jun.  1746;  Ad  eradicandum,  28  Sept.  1746; 
Apostolici  minisierii,  9  Dic.  1749:  Bull.  Ben.  XIV,  vol.  2,  p.  25, 66;  vol.  3, 
p.  46). 

314.  Extiende  igualmente  sus  atribuciones  á  la  proscripción  de  libros 
inficionados  de  perniciosas  doctrinas  (Benedicto  XIV,  Const.  Sollicita 
ac  provida,  9  Jul.  1753:  Bull.  Bened.  XIV,  vol.  4,  p.  51;  Pío  X,  Const.  Sa- 
pienti  consilio),  como  diremos  al  tratar  de  la  Sagrada  Congregación  del 
índice. 

315.  Por  el  motu  propio  Cum  inter,  de  27  de  Agosto  de  1564,  Pío  IV 
concedió  á  los  Cardenales  del  Santo  Oficio  la  facultad  de  tener  y  leer 
libros  prohibidos  de  herejes,  y  de  dar  licencia  á  otros  para  lo  mismo. 
(Bull  Rom.  Taur.,Yo].7,p,30\,s\g.) 

B)  Privilegio  Paulino^  impedimentos  de  mixta  religión  y  disparidad 

de  cultos. 

316.  No  obstante  hallarse  establecida  la  congregación  especial  de  la 
disciplina  de  los  Sacramentos,  á  la  que  pertenecen  las  dispensas  de  los 
impedimentos  matrimoniales,  quédale,  sin  embargo,  al  Santo  Oficio  ín- 
tegra la  facultad  de  conocer  en  lo  relativo  al  llamado  privilegio  Paulino 
y  á  los  impedimentos  de  la  disparidad  de  cultos  y  de  mixta  religión,  así 
como  también  todo  lo  referente  á  la  doctrina  dogmática  del  matrimonio 
y  de  los  otros  sacramentos. 

317.  Juzga,  por  consiguiente,  de  la  existencia  ó  no  existencia  de  tales 
impedimentos.  Concede  dispensas  de  disparidad  de  cultos,  con  las  cláu- 
sulas acostumbradas  (1),  y  de  mixta  religión.  Juzga  sobre  las  condiciones 


Quae  omnia  Sanctissimus  Dominus  Noster  Leo  Divina  Providentia  Papa  XIII,  in 
audientia  R.  P,  D.  Commissario  Generali,  die  17  ejusdem  mensis  et  anni  impertita,  be- 
nigne  approbare  et  confirmare  dignatus  est. 

L.  ^  S.  I.  Can.  Mancini,  S.  R.  et  U.  I.  Notarías. 

(Acta  S.  Sedis,  vol.  34,  p.  383,  384.) 

(1)    He  aquí  un  ejemplar  auténtico  de  estas  dispensas: 
«Beatissime  Pater, 
Aloysia  D.,  catholica,  dioecesis  Taurinensis,  ad  pedes  Sanctitatis  Vestrae  provoluta,  hu- 
millime  implorat  dispensationem  ab  impedimento  disparitatis  cultus,  ut  matrimonio 
uniri  possit  cum  judaeo  Alexandro  T. 

Causae  sunt:  forma  civilis  ab  an.  1867  facta;  nulla  spes  prolis;  nullumque  periculum 
perversionis  mulieris;  eique  vir  promittit  omnimodam  libertatem  profitendi  catholicam 
religionem.  Cautiones. 


234  BOLETÍN  CANÓNICO 

en  que  puede  tener  lugar  el  privilegio  Paulino  y  concede  dispensas 
sobre  alguna  de  las  interpelaciones. 

318.  La  Congregación  para  los  Negocios  de  los  ritos  orientales 
puede  en  los  países  sujetos  á  la  Propaganda  Fide  conceder  dispensas  de 
mixta  religión  y  de  disparidad  de  cultos;  pero  no  tiene  facultad  alguna 
en  lo  relativo  al  privilegio  Paulino  (1).  (S.  C.  Consistorial,  12  Nov.  1908, 
ad  VI:  Acta  A.  Seáis,  vol.  1,  p.  148.) 


C)  Lo  referente  á  indulgencias. 

319.  Al  Santo  Oficio  le  está  confiada  también  toda  la  materia  de  in- 
dulgencias, tanto  en  la  parte  doctrinal  como  en  lo  referente  al  uso  (y 
concesión)  de  las  mismas. 


Feria  V,die  19  febr.  1891. 

Sanctissimus  D.  N.  Leo  Divina  providentia  PP.  XIII,  in  audientia  R.  P.  D.  Assessori 
S.  O.  impertita,  remisit  preces  prudenti  arbitrio  et  conscientiae  R.  P.  D.  Ordinarii  Tau- 
rinen.,  qui,  attentis  ómnibus,  praevia  separatione  per  aliquod  tempus  arbitrio  Ordi- 
narii, si  abque  gravi  damno  fieri  possit,  ut  pars  catholica  rite  disponatur,  dispensare 
valeat  infra  fines  suae  dioecesis,  facta  etiam  potestate  subdelegandi  si  opus  sif,  Aloy- 
siam  D.  catholicam  ab  impedimento  disparitatis  cultus,  ut  valide,  licite  et  legitime  ma- 
trimonium  contrahere  possit  cum  judaeo  Alexandro  T,,  dummodo  cautum  sit  condi- 
tionibus  ab  Ecclesia  praescriptis,  praesertim  de  amovendo  a  conjuge  cathoUco 
perversionis  periculo,  de  conversione  conjugis  judaei  ab  illa  pro  viribus  curanda,  ac 
de  universa  prole  utriusque  sexus  in  catholicae  religionis  sanctitate  omnino  baptizanda 
et  educanda,  et  dummodo,  ñeque  ante  ñeque  post  matrimonium  coram  parodio  catho- 
Uco initum,  partes  adeant  ministrum  acatholicum.  Juxta  instructionem  alias  datam  ma- 
trimonium celebretur  privatim  extra  ecclesiam  et  absque  ullo  ritu  ecclesiastico.  Con- 
trariis  quibuscumque  non  obstantibus. 

I.  Mancini,  S.  R.  et  Univ.  Inq.  Notarías. 
Cnutíones: 
'    La  sottoscritta,  cattolica,  desiderando  contrarre  matrimonio  con  Alessandro  T.,  ebreo, 
promette  con  giuramento: 

;  1.",  di  fare  battezzare  ed  educare  cattolicamente  tutta  la  prole  d'ambo  i  sessi,  che 
sará  per  venire  da  tale  matrimonio;  2°,  di  fare  quanto  la  carita  e  la  prudenza  suggeris- 
cono  per  ricondurre  la  comparte  alia  vera  religione. 

In  fede,  Torino...  Luigia  D. 

II  sottoscritto,  ebreo,  desiderando  contrarre  matrimonio  con  Luigia  D.,  cattohca, 
promette,  con  giuramento: 

1.^  di  lasciare  battezzare  ed  educare  cattolicamente  la  prole  di  ambo  i  sessi;  2.°,  di 
lasciare  piena  liberta  alia  comparte  cattolica  nell'esercicio  della  propria  religione. 

In  fide,  Torino... 

Alessandro  T. 

(Véase  Colomiatti,  1.  c,  vol.  1,  pp.  749-750,  nota.)  Véase  también  p.  755. 
'  (1)   VL   Utrum  Congregatio  pro  negotiis  rituum  orientalium  valeat  etiam  in  posterum 
concederé  dispensationes  matrimoniales  mixtae  religionis  ac  disparitatis  cultus.  Resp. 
Ad.  VI.  Affirmative,  excepto  tantummodo  privilegio  Paulino,  quod  pertinet  ad  Con- 
gregationem  S.  Officii. 


BOLETÍN   CANÓNICO  235 


D)  Cambios  de  competencia. 

320.  La  materia  de  indulgencias  era  antes  propia  y  peculiar  de  la 
Sagrada  Congregación  de  Indulgencias  y  sagradas  Reliquias.  Dicha 
Congregación  hace  poco  que  fué  unida  á  la  de  Ritos  (véase  el  n.  133),  y 
ahora,  en  virtud  de  la  Constit.  Sapienti  consilio,  queda  extinguida,  y  la 
materia  de  indulgencias  se  confía  al  Santo  Oficio,  quedándole  á  la  Sa- 
grada Congregación  de  Ritos  lo  referente  á  sagradas  Reliquias. 

321.  Por  el  contrario,  todo  lo  relativo  á  los  preceptos  de  la  Iglesia, 
como  abstinencias,  ayunos,  fiestas  de  guardar,  quítase  al  Santo  Oficio  y 
se  traslada  á  la  Sagrada  Congregación  del  Concilio;  lo  referente  á  la 
elección  de  Obispos  corresponderá  en  adelante  á  la  Sagrada  Congrega- 
ción Consistorial;  la  dispensa  de  los  votos  emitidos  en  Religión  ó  en  los 
Institutos  religiosos,  á  la  Sagrada  Congregación  de  Religiosos.| 

§  HI 

MODO  DE   PROCEDER 

I 

322.  En  la  tramitación  de  asuntos  concernientes  al  dogma  y  á  la 
moral,  y  en  el  juicio  de  los  crímenes  de  herejía  ó  sospecha  de  herejía, 
y  en  todo  lo  que  se  refiere  á  la  dispensa  de  los  referidos  impedimentos 
matrimoniales  (n.  313),  el  Santo  Oficio  procede  según  la  antigua  cos- 
tumbre, salvo  lo  dispuesto  en  la  Constit.  Sapienti  consilio,  que  no  sea 
compatible  con  la  disciplina  del  Santo  Oficio. 

N.  B.  La  indicada  manera  de  proceder,  propia  del  Santo  Oficio, 
como  también  el  Reglamento  para  su  administración  temporal,  se  pon- 
drán cuanto  antes  por  escrito,  y  revisados  por  los  Cardenales,  los  some- 
terá el  Cardenal-Secretario  á  la  aprobación  del  Papa.  (Normae  pee,  c.  7, 
a.  1,  n.  6.) 

323.  Todos  los  lunes  ¡suelen  reunirse  en  'el  mismo  palacio  del  Santo 
Oficio  (antes  se  reunían  en  el  convento  de  los  PP.  Dominicos  de  la 
Minerva)  el  Comisario,  Fiscal,  Notario,  juntamente  con  los  otros  consul- 
tores, bajo  la  presidencia  del^Asesor,  y  discuten  y  resuelven  consultiva- 
mente los  asuntos  por  mayoría  de  votos.  Esto  es,  propiamente  el  Con- 
greso (véase  el  n.  319)  del  Santo  Oficio.  Cfr.  Bened.  XIV,  Constitución 
Sollicita,  9  de  [ulio  de  1753,  §  4.  (BaíL  Ben.  XIV,  vol.  4,  p.  51.) 

324.  De  estas  discusiones  y  resoluciones  da  cuenta  á  los  Cardenales 
en  la  Congregación  del  miércoles  el  Asesor,  ó  en  su  defecto  el  Comi- 
sario. (Ex  actis  S.  Officii,  apud  Colomiatti,  vol.  1,  p.  810,  nota  4.) 

325.  Las  reuniones  de  la  Congregación  en  pleno  tiénense  en  el  pala- 


236  BOLETÍN  CANÓNICO 

cío  del  Santo  Oficio  los  miércoles,  y  es  la  única  Congregación  que  en 
dicho  día  las  tiene.  (Ibid.,  c.  4,  1.°) 

326.  Los  jueves  suele  el  Asesor  dar  cuenta  á  Su  Santidad  de  las  re- 
soluciones tomadas  el  miércoles  por  la  Sagrada  Congregación. 

Á  veces  los  asuntos  de  más  gravedad  vuelven  á  ser  tratados  el  jueves 
en  el  Palacio  Vaticano  por  el  Santo  Oficio,  presidido  personalmente  por 
el  Papa,  y  éáta  se  llama  Congregatio  coram  Sanctissimo,  ó  Congrega- 
üo  feriae  quintae.  Cfr.  Colomiatti,  1.  c,  p.  813. 

327.  Pío  IV  Motu  propio  Cum  Nos,  a.  1564  (Bull.  Rom.  Taur.,  vol.  7, 
p.  298),  decretó  que  se  tenga  por  hecho  por  toda  la  Congregación  lo  que 
hace  la  mayor  parte  de  los  Cardenales  que  asistieren. 

Éste  fué  confirmado  por  San  Pío  V  por  otro  Motu  proprio  Cumfelicís 
a.  1566  (Bull.  Rom.  Taur.,  vol.,  7,  p.  502),  por  el  cual  estableció  que 
bastan  dos  Cardenales,  si  por  ausencia  de  los  otros  constituyen  ma- 
yoría. 

328.  El  mismo  San  Pío  V,  por  el  Motu  propio  Inler  multiplices,  de 
21  de  Diciembre  de  1566  (Bull.  Rom.  Taur.,  vol.  7,  p.  499),  decretó  que 
las  sentencias  ya  dadas  ó  que  se  den  en  lo  futuro  en  favor  de  los  reos 
de  herejía  por  cualesquiera  jueces  contra  el  estilo  ó  disposición  del  Santo 
Oficio,  jamás  puedan  pasar  á  ser  firmes,  sino  que  el  Santo  Oficio  podrá 
examinarlas  nuevamente,  aunque  tales  sentencias  estén  confirmadas  con 
letras  apostólicas,  cualesquiera  que  sean  las  cláusulas  en  éstas  conteni- 
das, excluyendo  al  Santo  Oficio. 


329.  En  cuanto  á  la  parte  disciplinar  y  de  gracia  en  lo  referente  á  las 
Indulgencias,  el  Santo  Oficio  ha  de  proceder  conforme  á  las  normas 
prescritas  en  la  Constitución  In  ipsis,  de  Clemente  IX,  fecha  del  6  de 
julio  de  1669,  la  cual  se  mantiene  en  pleno  vigor. 

330.  Por  tanto,  «resolverá  toda  dificultad  y  duda  que  surgiere  en  las 
indulgencias,  oído,  sin  embargo,  el  Papa  en  las  cosas  más  graves  y  difí- 
ciles; corregirá  y  enmendará  de  plano  todos  los  abusos  que  en  ellas  se 
introdujeren;  remitirá  á  sus  propios  jueces  las  causas  que  exijan  forma 
judicial;  prohibirá  la  impresión  de  indulgencias  falsas,  apócrifas  é  indis- 
cretas; reconocerá  y  examinará  las  ya  impresas,  y  después  de  referirlo 
al  Papa,  las  rechazará  en  su  nombre  y  usará  moderación  en  conceder 
indulgencias». 

331.  Queda  igualmente  en  pie  el  Decreto  de  la  Sagrada  Congrega- 
ción de  Indulgencias,  aprobado  por  Benedicto  XIV  el  28  de  Enero 
de  1756,  y  por  Pío  IX  en  14  de  Abril  de  1856,  esto  es:  «Que  cuantos  en 
adelante  obtuvieren  concesiones  generales  de  indulgencias  están  obliga- 
dos, so  pena  de  nulidad  de  la  gracia  obtenida,  á  presentar  el  ejemplar  de 
dicha  concesión  á  la  Secretaría  de  la  Sagrada  Congregación.» 


BOLETÍN   CANÓNICO 


237 


332.  Para  las  materias  de  esta  sección  hay  libro  de  protocolo  y  ar- 
chivo aparte.  Hay  también  un  Oficial  mayor,  con  el  título  de  Sustituto 
y  algunos  consultores  especiales. 

Los  Cardenales,  consultores  y  oficiales,  en  cuanto  tratan  resuelven  ó 
despachan  lo  referente  á  indulgencias,  no  están  sujetos  al  secreto  del 
Santo  Oficio,  sino  al  general  (1)  de  todas  las  Sagradas  Congregaciones. 
(Norm.pec.,c.7,2i.\,n.\\.) 

333.  El  Congreso,  para  tales  asuntos,  constará  del  Cardenal -Secre- 
tario, del  Asesor,  Comisario  y  Sustituto  de  indulgencias.  (Véase  el 
n.  323.) 

334.  Las  peticiones  de  indulgencias,  las  dudas  y  las  cuestiones  que 
se  propongan  deben,  después  de  ser  registradas  en  el  protocolo,  trans- 
mitirse al  Sustituto  para  su  primer  examen. 

335.  Si,  conforme  á  lo  dispuesto  en  el  cap.  11  de  las  Normas  peculia- 
res (véase  el  n.  285,  sig.),  se  trata  de  gracia  que,  según  la  práctica  co- 
rriente, suele  habitualmente  concederse,  ó  de  dudas  y  cuestiones  cuya  so- 
lución es  obvia  y  clara  según  los  principios  admitidos,  el  asunto  podrá 
resolverse  en  el  Congreso,  según  las  facultades  que  el  Papa  juzgare  con- 
ceder. De  lo  contrario,  el  asunto  se  ha  de  tratar  en  Congregación  ple- 
naria,  con  folio  de  oficio,  redactado  por  el  Sustituto,  y  con  uno  ó  varios 
votos  de  los  consultores.  De  la  resolución  tomada  se  debe  hacer  rela- 
ción al  Papa. 

336.  Deben  ser  expedidas  por  Breve  las  indulgencias  perpetuas,  y 
entre  las  temporales  aquellas  que  se  refieren  á  toda  una  diócesis,  pro- 
vincia, región,  ó  á  la  Iglesia  universal,  así  como  también  las  facultades 
perpetuas  de  aplicar  indulgencias  á  algún  objeto  piadoso.  Para  este  fin 
el  Sustituto  debe  pasar  las  comunicaciones  oportunas  al  Canciller  de 
Breves. 

337.  Las  cartas  y  rescriptos  de  indulgencias  expedidas  por  el  Santo 
Oficio  han  de  llevar  la  firma  del  Cardenal -Secretario  ó  de  otro  de  los 
Cardenales  de  dicha  Congregación,  y  además  la  del  Asesor,  ó,  en  su  de- 
fecto, la  del  Sustituto  de  indulgencias. 

338.  Uno  de  los  Notarios  sustitutos  tasa  los  rescriptos  de  dispensas 
de  los  impedimentos  de  disparidad  de  culto  y  mixta  religión  y  los  de 
concesión  de  indulgencias,  y  otro  cuida  de  repartir  las  cartas  y  rescriptos 
y  de  exigir  las  tasas.  (Ncrm.  pee,  art.  1,  n.  4,  5.) 

(Continuará.) 


(1)    Véase  la  fórmula  de  este  juramento  en  Norm.  com.,  cap.  III  (Razón  y  Fe,  volu- 
men XXII,  pág.  492). 


RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV 


16 


238  BOLETÍN  CANÓNICO 

ÍOMLTAS  SOBRE  EL  DECRETO  «M  TEMERÉ' 


DISPENSA  DE  IMPEDIMENTOS  Y  CELEBRACIÓN  DEL  MATRIMONIO  «IN  EXTREMIS» 

De  Portugal  hemos  recibido  la  siguiente  consulta,  que  traducimos 
de  aquella  lengua: 

«Un  simple  sacerdote  asistió  á  un  matrimonio  ¿n  extremis.  Los  con- 
trayentes no  estaban  unidos  civilmente  ni  vivían  en  concubinato;  pero 
por  la  celebración  del  matrimonio  se  impedía  el  mal  uso  del  patrimonio 
perteneciente  al  enfermo,  y  se  extinguía  un  odio  antiguo  de  familia. 

»Entre  los  contrayentes  mediaban  dos  impedimentos  dirimentes,  am- 
bos de  derecho  eclesiástico,  y  el  sacerdote  dispensó  de  tales  empedi- 
mentos  en  virtud  del  decreto  Ante  editum,  de  14  de  Mayo  de  1909. 

»¿Es  válido  dicho  matrimonio?» 

Respuesta.— T^nQmos  por  válido,  saltem  probabiliter,  dicho  matri- 
monio. 

Las  razones  son: 

I."*  Porque  dado  caso  que  no  existieran  dichos  impedimentos,  el  sa- 
cerdote podría  probablemente  autorizar  dicho  matrimonio  (suponiendo, 
como  suponemos,  que  no  se  pudo  recurrir  al  párroco  ni  al  Ordinario),  ya 
que  por  la  celebración  de  este  matrimonio  se  logra,  como  se  dice,  extin- 
guir un  odio  inveterado  de  familia.  Luego  los  contrayentes  contribuyen 
con  el  matrimonio  á  reahzar,  por  lo  menos,  una  obra  buena  de  consejo. 
Es  así  que  el  que  realiza  una  obra  buena  de  consejo,  conscientiae  consu- 
lit,  atiende  á  su  conciencia.  Luego  el  matrimonio  se  celebró  ad  consulen- 
dum  conscientiae,  como  pide  el  decreto  Ne  temeré.  Cfr.  Vermeersch,  n.  73. 
2."*  Porque  parece  probable  que,  en  virtud  del  decreto  Ante  editum, 
el  sacerdote  puede  dispensar  en  los  matrimonios  in  extremis  de  todos 
los  impedimentos  dirimentes  de  derecho  eclesiástico,  exceptuando  los 
consabidos  de  presbiterado  y  afinidad  en  línea  recta  ex  copula  licita  (y 
tal  vez  el  de  clandestinidad  cuanto  á  los  dos  testigos),  siempre  que 
pueda  asistir  á  dichos  matrimonios,  con  arreglo  al  art.  VII  del  decreto 
Ne  temeré,  puesto  que  al  tal  sacerdote  se  le  concede  que  in  iisdem  rerum 
adjunctis,  pueda  conceder  las  mencionadas  dispensas. 

En  este  sentido  más  moderado  queremos  que  se  entienda  la  interpre- 
tación del  decreto  Ante  editum,  que  dimos  en  Razón  y  Fe,  vol.  XXIV, 
p.  373,  n.  5,  y  374,  n.  9,  y  así  la  damos  en  la  cuarta  edición  del  opúsculo, 
nn.  582  d,  282  h. 


BOLETÍN  CANÓNICO  239 

SI  SE  PUEDE  CONTRAER  MATRIMONIO 

SIN    LA   PRESENCIA    DEL    PÁRROCO,    CUANDO    ÉSTE   SE    NIEGA   Á    ASISTIR 

POR    TEMOR    Á    LAS    LEYES    MILITARES    (1). 

«Facundo,  ingresado  en  Caja  como  soldado,  no  halla  párroco  que  se 
arriesgue  á  casarlo;  se  encuentra,  pues,  en  la  imposibilidad,  ^e/zera/á  los 
infinitos  de  su  clase,  de  recurrir  al  párroco,  y  opina  que  por  derecho  na- 
tural, en  este  caso,  puede  contraer  clandestinamente,  y  en  efecto,  con 
este  ánimo  se  lleva  á  su  novia,  que  consiente  en  tal  contrato  marital. — 
Su  compañero  Alvaro  aquilata  menos,  y  por  hallarse  en  las  mismas  cir- 
cunstancias, ya  que  no  puede  casarse  in  facie  Ecclesiae,  vive  con  su  novia 
con  ánimo  marital.  Ambos  dicen  que  viven  tranquilos  en  conciencia. 
Porque  el  párroco  predica  con  insistencia  y  energía  contra  esta  calami- 
dad de  lo  que  él  llama  amancebamientos,  se  creen  injuriados  todos  los 
Facundos  y  todos  los  Alvaros,  que  son  muchos,  de  la  parroquia.  Si  en 
algún  caso,  por  evitar  el  pecado,  el  ¡párroco  procede  al  matrimonio  de 
algún  Facundo  ó  Alvaro,  tal  vez  merecerá  por  esto  un  proceso  de  la  Curia 
eclesiástica. 

»¿Qué  se  ha  de  sentir  de  esa  imposibilidad  general  de  una  clase  nume- 
rosa? ¿qué  de  la  legitimidad  de  la  unión  marital  de  Facundo  y  de  la  de 
Alvaro?  ¿qué  de  la  predicación  injuriosa  del  párroco  y  del  proceso  que 
se  le  puede  seguir  por  la  Curia  eclesiástica? 

» ¡Lástima  que  tanto  silencio  se  guarde  sobre  una  legislación  que  sólo 
prohibe  y  castiga  la  creación  de  familias  legítimas,  y  no  se  mete  con  las 
ilegítimas  que  se  crean  estos  mismos  subditos! 

»¿No  le  bastaba  á  la  legislación  militar  prohibir  sin  penar,  y,  por  con- 
siguiente, sólo  desconocer  estas  familias  ilegales,  pero  no  en  conciencia 
ilícitas,  quiero  decir,  los  matrimonios  canónicos  de  los  comprendidos  en 
Caja,  etc.?» 

Respuesta.—Son  muy  prudentes  y  atinadas  sus  observaciones,  y  más 
de  una  vez  se  han  ocupado  los  Prelados  en  ese  triste  asunto,  que  toca 
también  el  Sr.  Obispo  de  Jaca  en  su  preciosa  obra  El  Derecho  Espa- 
ñol, §  XIV.  A  estas  dificultades  se  alude  en  los  nn.  234  y  416  del 
opúsculo. 

No  obstante  ser  tan  mala  y  tiránica  dicha  legislación,  por  mi  parte 
tengo  por  nulos  dichos  matrimonios  clandestinos;  aunque  alabana  al  pá- 
rroco que  se  prestara  á  legitimar  dichas  uniones,  cuando  son  concubina- 
rias  ó  se  teme  con  fundamento  que  se  ¡llegue  hasta  el  concubinato.  Mucho 
más  alabaría  al  Provisor  que  las  autorizara,  y  sé  de  algún  Provisor  que 
solía  legitimarlas. 


(1)    Á  quiénes  ¡y  por  cuánto  tiempo  les  prohiban  el  matrimonio  dichas  leyes  puede 
verse  en  Mach-Fer reres,  Tesoro  del  Sacerdote,  n.  652,  pp.  635,  633,  vol.  2. 


240  BOLETÍN   CANÓNICO 

El  párroco  no  debe  temer  proceso  de  la  Curia  eclesiástica,  sino  del 
fuero  de  guerra  (Cfr.  Código  de  justicia  militar,  aa.  293  y  332;  Código 
civil,  a.  493;  Mach-Ferreres^  Tesoro  del  Sacerdote,  n.  658);  pero  creo 
que  se  podría  decir  de  él  que  padecía  persecución  por  la  justicia. 

He  dicho  que  tengo  por  nulos  dichos  matrimonios,  y  evidentemente 
lo  son  en  estos  casos  propuestos,  ya  que  los  contrayentes  no  los  cele- 
braron por  lo  menos  delante  de  dos  testigos.  Aunque  tales  matrimonios 
se  contraigan  con  la  presencia  de  dos  testigos,  creo  también  que  son 
nulos,  por  faltar  la  presencia  del  párroco,  aunque  el  P.  Ojetti,  n.  122,  y 
el  P.  Vermeersch,  De  Religiosis,  vol.  4,  p.  272,  parecen  en  casos  análo- 
gos inclinarse  á  la  validez.  Piensan  que  en  estos  casos  se  cumple  lo  que 
previene  el  art.  VIH,  pues  aunque  el  párroco  se  halla  físicamente  pre- 
sente, pero  moralmente  dicen  no  lo  está,  puesto  que  no  puede  asistir  al 
matrimonio  (1).  Y  por  eso  creen  que  el  art.  VIII  dice:  si  no  puede  acu- 
dirse  al  párroco  (si  parochus...  haber  i  non  possit),  y  no  dice  si  el  párroco 
estuviese  ausente. 

Ambos  se  apoyan  también  en  la  Instrucción  dada  para  la  isla  de  Cu- 
razao, que  puede  verse  en  la  nota  del  n.  581  h.  de  nuestro  opúsculo. 

Nos  fundamos  para  pronunciar  la  nulidad  de  dichos  matrimonios: 
1.°,  en  que  en  nuestro  caso  no  hay  imposibilidad  general  para  toda  una 
región,  sino  particular  para  algunas  personas  de  dicha  región  ó  regiones, 
y  así  parece  no  cumplirse  el  art.  VIII;  2.°,  en  la  respuesta  ad  VII  dada  por 
la  S.  C.  del  C.  en  27  de  Julio  de  1908  (véase  Razón  y  Fe,  vol.  22,  pág.  88), 
en  donde  en  un  caso  en  el  que  el  contraer  delante  del  párroco  ofrece 
mucha  mayor  dificultad  y  afecta  á  muchísimas  más  personas  que  en  el 
nuestro,  juzgó  la  Sagrada  Congregación  ser  obligatoria  la  presencia  del 
párroco,  y  facultó  á  los  Prelados  para  dispensar  en  este  punto.  Y  no  sólo 
en  este  caso  es  más  dih'cil  que  en  el  nuestro  recurrir  al  párroco  y  afecta 
á  muchísimas  más  personas,  sino  que,  además,  las  dificultades  aquellas 
del  Imperio  Chino  son  perpetuas;  las  de  nuestro  caso  sólo  duran  algunos 
años  para  cada  sujeto. 

En  cuanto  á  la  Instrucción  dada  para  la  isla  de  Curazao,  además  de 
tratarse  allí  de  una  imposibilidad  perpetua  (como  la  ley)  y  en  el  nuestro 
sólo  de  imposibilidad  temporal  (mientras  están  sujetos  al  fuero  de  gue- 
rra, lo  que  sólo  suele  durar  tres  años  y  un  día),  debe  decirse  que  no  pa- 
rece constar  suficientemente  que  allí  no  haya  intervenido  dispensa  de 
la  ley. 

Véase  también  la  nota  de  la  pág.  229  del  dicho  tomo  22,  de  Razón 
Y  Fe. 


(1)  «Porro  videtur  mihi  impossibilitas  ista  non  referencia  tantummodo  ad  casum,  in 
quo  parochus  physice  impossibilitetur,  ut  ita  dicam,  assistere,  sed  etiam  ad  casum,  in 
quo  aliunde  ex  gr.  ex  imperio  legis  poenas  minitantis,  prohibetur  ab  assistendo.» 
Ojetti,  1.  c,  n.  122. 


BOLETÍN   CANÓNICO  241 

SAGRADA  CONGREGACIÓN  DE  LOS  SACRAMENTOS 


DECLARACIÓN   SOBRE   EL   DECRETO    «ANTE   EDITUM» 

Compuesto  ya  todo  lo  que  antecede,  llega  á  nuestras  manos  Acta  A. 
Seáis,  de  I.''  de  Septiembre,  y  en  ella  hallamos  (pág.  656)  el  siguiente 
decreto  de  la  Sagrada  Congregación  de  los  Sacramentos,  que  confirma 
la  interpretación  que  en  la  consulta  de  Portugal,  que  antes  hemos  copia- 
do, habíamos  dado  el  20  de  Agosto. 

VENETIARUM 

De  facúltate  dispensandi  ab  impedimentis  matrimonialibus  imminente  mortis  periculo. 

In  plenario  coetu  a  S.  Congregatione  de  disciplina  Sacramentorum,  habito  die  13 
mensis  augusti  anno  1909,  dirimendum  propositum  est  dubium,  «utrum  facultas  dispen- 
sandi ab  impedimentis  matrimonialibus  imminente  mortis  periculo  in  casu  art.  VII  de- 
creti  Ne  temeré,  facta  per  decretum  hujus  S.  Congregationis  die  14  Maji  1909,  valeat 
dumtaxat  pro  concubinariis;  an  etiamsi  non  agatur  de  concubinariis,  sed  alia  adsit  causa 
ad  consulendum  conscientiae  et  (si  casus  ferat)  legitimationi  prolis?»  Cui  dubio  Emi. 
Patres  responderunt:  «Negative  ad  primam  partem,  ajfirmative  ad  secundam.» 

Die  antem  15  praefati  mensis  et  anni  SSmus  D.  N.  Pius  Papa  X,  audita  relatione 
R.  P.  D.  Secretarii  ejusdem  S.  Congregationis,  supra  relatam  Emorum.  Patrum  declara- 
tionem  ratam  habere  et  confirmare  dignatus  est. 

Datum  Romae  ex  aedibus  ejusdem  S.  Congregationis,  die  16  mensis  augusti 
anno  1909. 

L.  t  S.  D.  Card.  Ferrata,  Praefectus. 

Ph.  GiusTiNi,  Secretarias. 

Por  consiguiente,  siempre  que  el  sacerdote  asiste  á  un  matrimonio 
en  las  circunstancias  que  determina  el  art.  7.°  del  decreto  Ne  temeré 
puede  conceder  las  dispensas  mencionadas  en  el  decreto  Ante  editum^ 
(véase  Razón  y  Fe,  vol.  24,  p.  372),  aunque  los  contrayentes  no  vivan 
en  concubinato,  ni  estén  casados  civilmente,  basta  que  celebren  el  matri- 
monio ad  consulendum  conscientiae  et  (si  casus  ferat)  legitimationi 
prolis. 

Confiamos  que  esta  mayor  amplitud  que  se  concede  ahora  á  las  fa- 
cultades otorgadas  en  1888,  será  pronto  comunicada  expresamente  á  los 
párrocos  y  á  los  Ordinarios. 

Juan  B.  Ferreres. 


EXAMEN  DE  LIBROS 


Primer  Sínodo  diocesano  de  Madrid-Alcalá,  convocado  y  presidido  por 
el  ExcMO.  Y  RvMO.  Sr.  D.  José  María  Salvador  y  Barrera,  y  celebrado  en 
la  Santa  Iglesia  Catedral-Basílica  de  esta  Corte  en  los  días  10,  11  y  12  deFe- 
orero  de  1909.— Madrid,  imprenta  del  Asilo  de  Huérfanos,  calle  de  Juan 
Bravo,  núm.  5;  1909.  Un  volumen  en  4.°  de  781  páginas.  Se  puede  comprar 
en  la  Secretaría  de  Cámarajá  9  pesetas,  y  10  en  pasta. 

Cuantos  tuvimos  la  dicha  de  presenciar  la  celebración  del  Sínodo 
diocesano  de  Madrid-Alcalá  en  los  ¡días  10-12  de  Febrero  último,  con- 
servaremos indeleble  el  grato  recuerdo  de  tan  grandiosa  y  edificante 
solemnidad.  Porque  era  realmente  de  gran  edificación  contemplar  tan 
numeroso  y  venerable  clero  de  la  diócesis  (1)  reunido  devotamente  en  la 
Catedral  con  su  Prelado,  para  implorar  las  luces  del  Espíritu  Santo,  y 
junto  con  él  trabajar,  sin  descanso  alguno  apenas,  para  «procurar  la 
guarda  y  custodia  de  la  Santa  Fe  Católica,  la  conservación  y  defensa  de 
la  integridad  del  dogma  y  pureza  de  la  doctrina  católica,  la  fiel  obser- 
vancia de  las  leyes  de  la  Iglesia  y  la  corrección  y  disciplina,  en  fin,  de 
las  costumbres  que  tanto  han  menester  siempre  de  protección  y  amparo, 
y  singularmente  en  estos  tiempos  de  tantas  inquietudes  y  atrevidas  rebel- 
días contra  la  Iglesia  Santa  y  la  misión  divina  que  viene  ejerciendo  entre 
los  hombres;  para  defensa  y  guía  de  la  vida  cristiana  enfrente  de  las  ase- 
chanzas de  la  malicia  y  concupiscencias  humanas...»;  que  son  los  fines  se- 
ñalados á  estas  Asambleas  por  la  misma  Iglesia,  como  elocuentemente 
expuso  el  Excmo.  Sr.  Obispo  en  la  primera  sesión.  (Véase  pág.  47.) 

Desde  el  año  1885,  en  que,  segregada  de  la  Archidiócesis  de  Toledo, 
fué  canónicamente  erigida  (25  de  Julio)  esta  diócesis  de  Madrid-Alcalá, 
ha  venido  rigiéndose  por  las  Constituciones  toledanas  de  1682.  Mas, 
como  observa  en  la  Introducción  el  Dr.  Luis  Pérez  Estévez,  Canónigo- 
Secretario,  y  Secretario  asimismo  del  Sínodo,  «los  cambios  y  vicisitudes 
de  los  tiempos,  las  diferencias  de  usos  y  costumbres  y  otras  muchas 
causas  hacían  necesaria  la  formación  de  unas  nuevas  Sinodales  que, 
conservando  todo  el  espíritu  y  piedad  de  las  antiguas,  vinieran  á  ser  la 
más  segura  y  completa  norma  á  que  hubieran  de  ajustar  su  conducta  en 
estos  tiempos  y  circunstancias  el  clero  y  fieles  de  esta  diócesis».  Y  en 
efecto,  las  Constituciones  Sinodales  y  demás  documentos  contenidos  en 
el  volumen  publicado  con  el  epígrafe  que  encabeza  estas  líneas,  pueden 
justamente  considerarse  como  una  guía  muy  segura  de  la  vida  cristiana 
para  todos  los  fieles,  y  un  manual  muy  completo  de  la  vida  parroquial  y 
sacerdotal  para  el  clero  de  la  diócesis.  Ocupan  las  Constituciones  el  es- 


(1)    Véase  la  lista  de  los  señores  asistentes  al  Sinodo,  al  final  del  libro,  pág.  751. 
E  n  ella  aparecen  sobre  300  sacerdotes  del  clero  catedral  y  parroquial. 


EXAMEN  DE   LIBROS  243 

pació  principal  de  la  obra.  Consta  ésta  de  los  preliminares  (circular 
anunciando  la  celebración  del  Sínodo,  programa  ó  índice  de  materias 
—comisiones  para  el  estudio  de  las  mismas,— edicto  de  convocación,  acta 
de  sesiones,  etc.,  págs.  13-86,  las  Constituciones,  págs.  87-569  y  los  apén- 
dices, págs.  573-740,  en  tipo  de  letra  menor).  Éstos  son  en  número  de  20, 
muy  interesantes,  algunos  aun  para  los  simples  fieles,  como  los  referentes 
al  arancel  de  derechos  para  las  parroquias  de  Madrid  y  para  los  expe- 
dientes matrimoniales,  y  la  Constitución  Apostólica  y  decretos  sobre  la 
prohibición  y  censura  de  libros,  etc.  Las  Constituciones  están  distribuidas 
en  seis  libros,  cada  uno  de  los  cuales  se  divide  en  varios  títulos^  y  agru- 
padas en  ellos  se  ponen  las  Constituciones  correspondientes,  ya  sean 
doctrinales  ó  dogmáticas,  ya  disciplinares.  Así,  las  de  los  tres  primeros 
títulos  del  libro  primero  son  doctrinales,  excepto  la  I.""  del  título  se- 
gundo, sobre  la  profesión  de  fe  que  por  mandado  de  la  Iglesia  deben  hacer 
los  sujetos  que  han  de  desempeñar  ciertos  cargos;  las  otras  en  general 
son  disciplinares.  El  número  total  de  las  Constituciones  sinodales  as- 
ciende á  266. 

Bastaría  indicar  las  múltiples  materias  importantísimas  sobre  que 
versan,  tales  como  se  resumen  en  el  índice,  para  mostrar  cuan  completa 
es  la  obra  realizada  por  el  clero  y  principalmente  por  el  Prelado  matri- 
tense. Ya  que  la  falta  de  espacio  no  nos  lo  permite,  trasladaremos 
siquiera  los  epígrafes  de  los  libros  y  de  sus  títulos,  que  dan  alguna  idea 
de  la  obra.  Libro  I.  De  la  Santa  Fe  católica.  Sus  títulos  son  seis:  Déla 
revelación— De  la  fe  y  de  la  doctrina  de  la  Iglesia— Errores  opuestos  á 
la  fe— Peligros  de  perder  la  fe— Medios  de  conservar  y  robustecer  la 
fe  —  De  la  vida  cristiana.  Libro  II.  De  los  Sacramentos,  sacramentales  é 
indulgencias.  Títulos:  Del  Bautismo— De  la  Confirmación-  De  la  Peniten- 
cia—De la  Eucaristía— De  la  Extremaunción— Del  Orden— Del  Matri- 
monio—Sacramentales- De  las  indulgencias.  Libro  III.  Del  culto.  Títulos: 
Del  culto  público  y  solemne— Santificación  de  las  fiestas  — Cultos  espe- 
ciales (al  Santísimo  Sacramento,  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  á  la  Santí- 
sima Virgen,  San  José,  Via  crucis)—De  los  templos  con  relación  al 
culto — De  las  procesiones-  De  los  sufragios  solemnes.  Libro  IV.  De  las 
personas  eclesiásticas:  De  los  Obispos— Del  Cabildo  catedral— De  los 
Arciprestes— De  los  Párrocos  y  sus  auxiliares— De  otros  cargos  eclesiás- 
ticos-De los  Seminarios— De  las  comunidades  religiosas— Archicofra- 
días,  cofradías,  hermandades  y  asociaciones-  De  la  provisión  de  ciertos 
cargos  eclesiásticos.  Libro  V.  De  los  bienes  eclesiásticos:  De  las  cosas 
sagradas  y  benditas — De  los  cementerios — De  los  bienes  temporales  de 
la  Iglesia  — Acervo  parroquial  —  Registro  diocesano  de  la  propiedad. 
Libro  VI.  De  la  Curia,  Título  1.°  De  la  Curia  de  Gracia— 2.°  De  la  admi- 
nistración diocesana— 3.°  De  la  Curia  de  Justicia— 4.°  De  la  delegación 
de  capellanías-  5."  De  otros  jueces,  al  tenor  de  lo  dispuesto  por  el  Santo 
Concilio  de  Trento. 


244  EXAMEN  DE   LIBROS 

Por  este  breve  resumen  se  echa  de  ver  cuántos  puntos  se  tratan  en 
esta  obra  que  son  de  interés  general  para  todos  los  fieles  en  nuestros 
tiempos,  y  que  desearíamos  poder  copiar;  v.  gr.,  las  Constituciones  sobre 
el  peligro  de  perder  la  fe  con  el  trato  de  los  acatólicos,  las  escuelas  pro- 
testantes, laicas  y  neutras,  secta  masónica,  socialismo,  etc.,  malas  lec- 
turas, espectáculos  públicos.  Por  regla  ordinaria,  además  de  la  doctrina 
de  la  Iglesia  y  de  la  disciplina  general,  y  la  concordada,  si  ha  lugar,  y 
además  de  la  doctrina  de  los  Doctores,  aun  modernos,  v.  gr.,  sobre  la 
muerte  real  y  aparente,  se  atiende  en  las  Constituciones  Sinodales  á  lo 
que,  consideradas  las  costumbres  y  todas  las  circunstancias  de  la  dióce- 
sis, parece  más  conducente  á  los  fines  arriba  propuestos.  Por  eso  tal 
vez  se  determina  para  la  diócesis  lo  que  en  el  derecho  común  no  apa- 
rece suficientemente  determinado.  Así,  se  prohibe  á  los  diocesanos  «la 
lectura  de  cualquier  libro  que,  tratando  de  religión  ó  costumbres,  no 
lleve  la  aprobación  eclesiástica»,  aunque  por  derecho  común  se  prohi- 
ben, sí,  determinados  escritos  cuando  se  publicaren  sin  la  debida  licen- 
cia; pero  no  basta  que  una  obra  cualquiera  se  edite  sin  la  necesaria 
licencia  para  que  por  ello  haya  de  tenerse  ciertamente  por  prohibida  su 
lectura  ó  retención. 

Notaremos  una  que  otra  errata,  ó  equivocación  material,  por  si  á 
alguno  no  le  es  fácil  salvarla:  En  la  pág.  543,  línea  5,  se  pone  Occidente, 
en  vez  de  Oriente;  página  248-5.°,  ó  dos,  en  vez  de  y  dos. 

No  hemos  de  terminar  estas  cortas  líneas  sin  unir  nuestra  cordial  y 
entusiasta  feHcitación  á  las  tributadas  al  Excmo.  Sr.  Salvador  y  Barrera 
por  la  obra  magna  que,  con  el  favor  de  Dios  y  la  cooperación  de  su 
clero,  ha  tenido  la  satisfacción  de  llevar  á  cabo  para  bien  espiritual  de 
esta  su  amada  diócesis  de  Madrid-Alcalá.  «Esperamos,  dice  el  mismo 
Sr.  Obispo,  después  de  inculcar  la  obediencia  para  la  ejecución  de  las 
nuevas  Constituciones,  que  ha  de  ser  venturosa  y  fecunda  en  frutos  de 
salud  y  vida  para  esta  porción  de  la  grey  cristiana  que  Nos  ha  tocado 
regir,  la  obra  que  hoy  terminamos.» 

P.    ViLLADA. 


Christus  Lux  raundi.  Die  Parabeln  des  Herrn  im  Evangelium,  exege- 
tisch  und  praktisch  erláutert,  von  Leopold  Fonck,  S.  J.,  Dr.  Theol.  et  phil.,  ord 
Prof.  der  Theol.  an  der  Univers.  Innsbruck.— Innsbruck,  1909  (Rauch-Pustet). 
Las  Parábolas  del  Señor  en  el  Evangelio,  explicadas  exegética  y  prác- 
ticamente por  L.  FoNCK,  de  la  Compañía  de  Jesús,  doctor  en  Teología  y  Fi- 
losofía, profesor  ordinario  de  Teología  en  la  Universidad  de  Innsbruck.  Un 
volumen  de  XXXÍV-936  páginas  en  4."^  Precio:  en  rústica,  6.  marcos;  encua- 
dernado, 8,40. 

El  P.  Fonck,  antes  profesor  de  la  Universidad  de  Innsbruck,  hoy 
de  la  Gregoriana,  y  nombrado  director  del  nuevo  Instituto  bíblico,  ha 
consagrado  con  preferencia  sus  desvelos  al  esclarecimiento  de  las  Para- 


EXAMEN   DE   LIBROS  245 

bolas  del  Señor,  argumento  cultivado  también  por  Jülicher  y  Loisy.  Son 
en  número  de  72  las  propuestas  y  explicadas  por  el  autor  del  presente 
volumen.  La  obra,  naturalmente,  no  es  de  carácter  polémico,  ni  crítico, 
sino  sencillamente  didáctico,  y  de  aplicación  al  pulpito  y  á  la  instrucción 
ascética,  aunque  en  cada  sección  tiene  cuidado  el  escritor  de  consig- 
nar, si  las  hay,  las  variantes  del  texto.  El  orden  de  la  exposición  es  el 
siguiente:  después  del  texto  original,  el  de  la  Vulgata  y  la  versión  ale- 
mana directa  de  la  letra,  se  explican  las  voces  ó  expresiones  que 
necesitan  declaración;  propónese  luego  el  pensamiento  culminante  del 
pasaje;  á  continuación  el  sentido  de  la  parábola,  y,  por  fin,  sus  apli- 
caciones prácticas  con  el  empleo  que  de  la  misma  han  hecho  los  ora- 
dores y  ascetas  católicos.  El  conocimiento  de  la  geografía,  fauna  y 
flora  de  Palestina,  asuntos  sobre  los  que  el  P.  Fonck  ha  hecho  profun- 
dos estudios,  visitando  dos  veces  ese  país,  ha  habilitado  al  autor  para 
tratar  su  argumento  con  excepcional  competencia.  Merced  á  ésta,  no 
pocos  pasajes,  difíciles  y  hasta  paradójicos  para  quien  no  posee  esos 
conocimientos,  resultan  fáciles  y  sumamente  naturales  bajo  la  pluma  del 
docto  profesor  de  la  Universidad  Gregoriana.  Esa  competencia  le  pro- 
porciona también  ocasiones  de  corregir  las  inexactitudes  de  Jülicher. 
Sin  embargo,  si  bien  hace  notar  en  ocasiones  los  descuidos  y  deficien- 
cias de  este  escritor  en  punto  á  la  geografía,  fauna  y  flora  de  Palestina, 
así  como  su  exagerado  antialegorismo,  el  tono  que  domina  la  obra  es  el 
de  simple  exposición,  acentuando  muy  poco  la  nota  apologética:  la  mejor 
apología  de  la  literatura  evangélica  en  esta  materia  como  en  muchas 
otras,  es  su  explanación  sencilla;  pues  ella  hace  resaltar  en  la  narración 
un  conjunto  de  cualidades  históricas,  geográficas,  religiosas,  étnjcas  y 
locales  de  toda  especie,  un  sello  de  majestad,  elevación,  sencillez, 
sobriedad  y  exactitud  que  está  pregonando  la  genuinidad  de  cada  pieza. 
La  exposición  es  clara  y  exacta,  dando  á  cada  parábola  su  sentido  y 
alcance  propio:  esta  circunstancia  y  la  de  añadir  en  las  principales  pará- 
bolas una  ó  más  sinopsis  de  sermones  y  meditaciones,  ya  que  brotan  es- 
pontáneamente del  texto,  ya  tomadas  de  escogidos  autores,  cuyas  obras 
se  citan,  y  de  las  que  se  intercalan  también  largos  pasajes,  hacen  la  obra, 
además  de  interesante,  altamente  apreciable  y  de  gran  utilidad  para  el 
ministerio  sacerdotal.  Los  predicadores,  los  directores  espirituales  y  los 
que  se  ocupan  en  proponer  al  clero  los  ejercicios  espirituales  hallarán  en 
el  libro  del  P.  Fonck  un  verdadero  y  copioso  arsenal,  donde  podrán  pro- 
veerse de  excelentes  materiales  para  uno  y  otro  ministerio.  Cualquiera 
sección  ó  cualquier  punto  del  Evangelio  es  de  sumo  interés  para  el  pre- 
dicador evangélico  y  suministra  útilísimas  lecciones  para  la  vida  cris- 
tiana; pero  entre  todos  los  demás  argumentos  ofrece  este  de  las  parábo- 
las enseñanzas  de  singular  provecho  para  la  instrucción  de  los  fieles  por 
la  amenidad  y  carácter  práctico  y  eminentemente  popular  con  que  en 
ellas  se  exponen  artículos  de  doctrina  los  más  capitales.  Ya  desde  los 


246  EXAMEN   DE   LIBROS 

primeros  siglos  de  la  Iglesia  hicieron  notar  los  Padres,  entre  ellos  Oríge- 
nes, el  tesoro  inestimable  que  está  encerrado  en  las  Parábolas  evangéli- 
cas; y  el  conocimiento  exacto  de  su  significado  pone  en  manos  del  minis- 
tro del  Evangelio  los  ejemplos  más  adecuados  para  sensibilizar  y  hacer 
accesibles  las  verdades  más  elevadas  y  difíciles  de  la  fe  y  de  la  moral 
cristiana.  La  parábola  del  grano  de  mostaza  manifiesta  la  eficacia  y  fecun- 
didad de  la  doctrina  evangélica;  la  de  la  levadura,  lo  rápido  de  su  propa- 
gación; la  del  tesoro  escondido  y  la  perla  preciosa,  el  valor  inestimable 
de  la  fe  y  la  gracia;  en  otras  se  pone  de  relieve,  ya  la  dignación  y  bondad 
de  Dios,  ya  la  ingratitud  de  los  hombres,  ya  la  raíz  del  mérito  en  las 
obras,  ya  la  necesidad  de  éstas.  Como  las  parábolas  versan  sobre  el 
reino  de  Dios^  el  autor  distribuye  la  materia,  ordenándola  en  tres  gru- 
pos: parábolas  que  explican  el  reino  de  Dios  en  su  formación,  en  su 
ser,  sus  efectos;  parábolas  que  se  ocupan  en  los  miembros  del  mismo 
reino  y  sus  deberes;  parábolas  que  declaran  cuál  es  la  cabeza  de  ese  reino 
y  cuál  su  relación  á  los  miembros.  El  trabajo  del  R.  P.  Fonck  por  lo 
completo,  erudito  y  acertado  de  su  análisis  y  exposición,  es  una  con- 
tribución excelente  á  la  exégesis  católica  en  un  argumento  que  no  ha  sido 
tratado  de  propósito,  sobre  todo  en  nuestros  días,  y  con  arreglo  á  los 
adelantos  actuales,  por  ninguno  ó  casi  ninguno  de  los  doctores  católicos. 

L.   MURILLO. 


La  unión  hispano-americana  en  el  Pilar  de  Zaragoza.  Relación  his- 
t'rica  por  el  P.  Manuel  Traval,  S.  J.— Eugenio  Subirana,  editor  y  librero 
pontificio.  Barcelona,  1909.  Un  hermoso  volumen  de  148  páginas.  Dos  edi- 
ciones: económica,  2  pesetas;  la  de  lujo,  3,50. 

Este  libro  es  un  digno  monumento  dedicado  á  la  memoria  de  uno  de 
los  días  más  gloriosos  de  nuestra  cara  patria.  Día  fué  de  dulces  y  per- 
durables recuerdos  para  España  el  29  de  Noviembre  del  año  pasado.  El 
triunfo  moral  alcanzado  por  nuestra  patria  en  aquella  memorable  fecha 
colmó  de  alegría  á  todos  los  hijos  legítimos  de  esta  hidalga  nación.  Diez 
y  nueve  naciones  hispano-americanas,  iluminadas  por  los  fulgores  de 
una  estrella  no  menos  misteriosa  que  la  de  los  Magos,  se  lanzan  á  través 
de  los  mares  y  vienen  á  ofrecer  al  Vicario  de  Cristo,  no  ya  oro,  incienso 
y  mirra,  sino  lo  que  estiman  sobre  todos  los  tesoros  del  mundo,  las 
nobles  banderas  que  simbolizan  el  amor  patrio  de  sesenta  millones  de 
americanos.  La  estrella  que  los  guía  es  la  lumbre  esplendorosa  de  aquel 
bendito  Pilar,  cuna  de  su  fe  y  oriente  de  su  civilización.  Por  esto  aquellos 
esclarecidos  pabellones  tremolados  por  hijos  amantes  de  María  y  de 
España,  vuelan  gozosos  desde  el  Vaticano  al  Pilar  de  Zaragoza,  y,  pa- 
seados en  triunfo  por  las  calles  y  plazas  de  aquella -heroica  ciudad,  son 
depositados  por  manos  de  dos  insignes  Prelados  ante  el  trono  de  María. 

No  era  razón  que  un  acontecimiento  de  tanta  trascendencia  y,  cuya 


EXAMEN   DE   LIBROS  247 

noticia  hizo  estremecerse  de  santo  júbilo  á  todos  los  buenos  españoles, 
quedara  sepultado  en  el  olvido;  ni  que  España  se  hiciera  sorda  á  la  noble 
exhortación  del  gran  orador  chileno,  el  limo.  Sr.  D.  Ramón  Ángel  Jara, 
Obispo  de  Ancud  y  alma  de  esta  gloriosa  empresa,  cuando  al  terminar  su 
elocuentísimo  discurso,  pronunciado  al  pie  del  monumento  erigido  á  los 
mártires  de  Zaragoza,  dirigía  estas  frases  á  la  apiñada  y  conmovida  mu- 
chedumbre que  le  rodeaba:  «Sí,  señores,  guardad  la  memoria  de  este 
día,  porque  es  anillo  de  oro  que  deja  abrazados  para  siempre  á  los  hijos 
y  á  los  nietos  de  la  vieja  España  sobre  el  corazón  déla  Virgen  del  Pilar.» 
He  aquí  lo  que  se  ha  propuesto  y  ha  conseguido  el  autor  de  la  obra  que 
examinamos.  El  P.  Traval  se  ha  propuesto  mantener  encendido  en  los 
corazones  españoles  «la  llama  del  más  intenso  amor  á  la  patria»,  con  el 
recuerdo  «de  un  hecho  gloriosísimo  acaecido  ha  poco  en  España:  la 
unión  hispano-americana  en  el  Pilar  de  Zaragoza».  Para  esto  ha  reunido 
por  orden  cronológico  los  datos  más  interesantes  referentes  á  tan  fausto 
suceso,  formando  con  ellos  una  historia  completa,  verídica  y  de  sabor 
altamente  religioso  y  patriótico. 

Grata  impresión  recibe  el  lector  al  abrir  el  libro  y  ver  su  linda  por- 
tada esmaltada  con  los  vivos  colores  de  los  veinte  pabellones  de  España 
y  sus  hijas  las  diez  y  nueve  naciones  americanas  que  en  el  Pilar  son  rica 
diadema  de  María,  y  aquí  del  título  de  la  obra.  Después  de  sobria 
introducción  y  dedicatoria  al  Romano  Pontífice  Pío  X,  narra  el  autor  el 
origen  de  tan  feliz  idea,  que  brotó  del  corazón  hidalgo  de  un  Prelado,  cuya 
caridad,  como  la  del  Corazón  deífico,  no  reconoce  límites  ni  fronteras. 
El  Jubileo  sacerdotal  del  Sumo  Pontífice  fué  la  ocasión  providencial  que 
hizo  cristalizar  aquella  grandiosa  idea.  Noventa  y  dos  Prelados  de  otras 
tantas  diócesis  la  prohijaron  con  el  mismo  entusiasmo  con  que  fué  con- 
cebida por  Monseñor  Jara.  El  Episcopado  español  la  aplaudió,  y  varios 
Arzobispos  y  Obispos  tomaron  parte  en  Roma  y  Zaragoza  en  tan  so- 
lemnes festejos.  Los  documentos  que  se  cruzaron  entre  los  Prelados  his- 
pano-americanos  con  tal  ocasión,  la  exposición  de  los  mismos  á  Su 
Santidad,  con  la  narración  del  feUz  éxito  de  estas  gestiones,  constituye  la 
primera  parte  de  este  libro. 

Sigúela  descripción  circunstanciada  de  la  bendición  de  las  banderas 
por  el  Vicario  de  Cristo  en  el  palacio  Vaticano,  la  llegada  de  los  Pre- 
lados y  banderas  á  Zaragoza,  su  paseo  triunfal  por  las  calles  y  plazas 
de  la  invicta  y  gloriosa  ciudad,  su  oblación  solemnísima  á  la  Virgen  del 
Pilar  en  su  augusto  templo,  y,  finalmente,  los  agasajos  con  que  después 
de  tan  espléndida  manifestación  de  amor  y  gratitud  á  la  madre  patria 
fueron  obsequiados  en  Zaragoza  y  Barcelona  los  insignes  Prelados. 
Digno  remate  de  todo  fué  la  ovación  tributada  á  los  mismos  por  la  ciudad 
condal  en  su  despedida. 

Dan  notable  realce  á  este  hermoso  libro  los  elocuentísimos  discursos 
de  los  Prelados  y  del  Sumo  Pontífíce,  las  vistas  y  retratos  de  los  princi- 


248  EXAMEN  DE  LIBROS 

pales  personajes  que  figuran  en  la  narración  y  los  primores  artísticos  que 
demuestran  el  esmero  y  buen  gusto  del  editor  de  esta  obra. 

Terminaremos  estos  renglones  con  las  palabras  del  autor  del  libro, 
que  recomendamos  á  nuestros  lectores:  «No  debe  echarse  en  olvido  esta 
íntima  Í//2/Ó/7,  representada  por  sesenta  millones  de  habitantes.  Conviene 
enaltecerla,  darle  toda  la  publicidad  que  justamente  se  merece,  como  un 
pequeño  tributo  de  amor  y  gratitud  á  las  naciones  hispano-americanas 
y  á  monseñor  Ramón  Ángel  Jara,  obispo  de  San  Carlos  de  Ancud 
(Chile),  que  llevó  al  cabo  tan  hermosa  ¡dea  de  paz  y  unión  bendecida 
por  Su  Santidad  el  Papa  Pío  X,  y  para  que,  al  tener  exacto  conocimiento 
de  tan  grandioso  y  patriótico  acontecimiento,  los  nobles  pechos  de  tantos 
millones,  repartidos  entre  las  diez  y  nueve  jóvenes  repúblicas  ameri- 
canas, se  enardezcan  cada  día  más  en  el  amor  de  la  madre  España.» 

F.  Cervós. 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


La  gloria  del  martiri.  (Després  de  la  per- 
secució  del  últim  Juliol.)  Carta-Pastoral 
del  Ilmo.  Sr.  Dr.  D.  Joseph  Torras  y 
Bages,  Bisbe  de  Vich.— Vich,  imprenta 
de  Anglada,  1909.  Un  volumen  en  4.° 
de  24  páginas. 

Nutrida  de  sólidas  enseñanzas  y  vi- 
brante celo,  la  Carta-Pastoral  del  ilus- 
trísimo  Prelado  demuestra  con  evi- 
dencia que  los  horrendos  atropellos 
de  la  última  semana  de  Julio  en  Cata- 
luña son  debidos  exclusivamente  al 
odio  contra  Dios,  contra  Cristo  y  su 
Iglesia;  conforta  á  los  perseguidos  que 
han  tenido  la  dicha  de  participar  del 
gremio  de  los  mártires  y  los  exhorta 
á  rogar  por  sus  perseguidores  y  á  tra- 
bajar en  provecho  del  pueblo. 

N.  N. 


Enrico  Rosa,  S.  J.  L' Encíclica  «Pascendi» 
e  il  modernismo.  Studii  e  commenti.  Se- 
cunda edizione  corretta  e  accesciuta.  — 
Roma,  Cm/fd  Cattolica,v\a  di  Ripet- 
ta,  246;  1909.  Un  volumen  en  4.°  de  VII- 
471  páginas. 

Al  publicarse  por  vez  primera  en  la 
Civiltá  los  artículos  de  que  principal- 
mente se  compone  la  obra  que  tene- 
mos el  gustó  de  anunciar,  llamaron 
justamente  la  atención  de  los  sabios  y 
merecieron  elogios  á  la  prensa  cató- 
lica. Esto  nos  excusa  la  nueva  reco- 
mendación á  una  obra  que  el  eminen- 
tísimo Cardenal-Secretario  de  Estado 
de  Su  Santidad  califica  de  insigne: 
«l'egregia  opera  sul  modernismo  del 
P.  Rosa,  S.  J.»,  dice  en  la  carta  al  Padre 
director  de  la  Civiltá,  22  de  Junio  de 
1909. 

Después  de  los  preliminares  sobre  la 
condenación  del  modernismo,  comenta 
el  docto  P.  Rosa  la  Encíclica  Pascendi, 
siguiendo  el  orden  y  consideración  del 
modernista  filósofo  creyente,  teólogo, 
critico  é  histórico,  apologista  y  refor- 
mador. El  apéndice  primero  es  análisis 
y  sumario  de  la  Encíclica  Pascendi;  el 


tercero  inserta  el  decreto  Lamentabili 
con  un  artículo  sobre  su  importancia 
y  un  breve  análisis  del  mismo  de- 
creto. 


Juan  Antonio  Zugasti,  S.J.  El  Santo  Ma- 
rinerillo.  Con  las  licencias  necesarias. 
Segunda  edición.— Imprenta  y  librería, 
«La  Propaganda  Católica»,  Santander, 
1909.  En  8.°  de  43  páginas. 

El  Santo  Marinerillo  es  un  joven 
novicio  de  la  Compañía  de  Jesús,  cuya 
vida,  y  especialmente  la  heroica  cons- 
tancia en  seguir  á  los  Padres  expulsa- 
dos por  Carlos  III,  se  refiere  en  esta 
conferencia.  Se  lee  con  el  interés  de 
una  novela  y  con  la  piedad  y  edifica- 
ción de  una  historia  santa.  Pruébenlo 
leyéndola  nuestros  amigos. 


Estudio  critico  sobre  el  probabilismo  mo- 
derado ó  verdadero  probabilismo  de 
San  Alfonso,  por  el  R.  P.  Cipriano 
Arribas,  O.  S.  A.,  licenciado  en  Sa- 
grada Teología  y  profesor  de  Moral  en 
el  Real  Monasterio  de  El  Escoria!.  Ter- 
cera edición  corregida.  Con  licencia. — 
Barcelona,  G.  Gili,  editor,  calle  de  la 
Universidad,  45,  MCMIX.  En  8.°  prolon- 
gado, 208  páginas,  2,50  pesetas. 

Es  obra  seria  y  bien  escrita,  que  lo- 
gra poner  en  claro  el  punto  fundamen- 
tal que  se  propone  demostrar,  á  saber: 
que  conviniendo  del  todo  ó  casi  del 
todo,  especialmente  en  la  práctica,  los 
llamados  equiprobabilistas  y  los  que 
el  docto  autor  llama  probabilistas  pu- 
ros ó  simples,  conviene  mucho  que 
cese  toda  polémica  y  convengan  en  los 
términos,  como  convienen  en  las  ¡deas, 
tomando  todos  el  nombre  de  probabi- 
listas moderados,  y  estableciendo  esta 
doctrina  en  las  obras  de  Moral,  en 
los  libros  de  texto  que  en  adelante  se 
escriban.  De  la  segunda  edición  hici- 
mos merecidos  elogios  (véase  Razón 
Y  Fe,  t.  XVI,  pág.  255)  y  algunos  lige- 


250 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


ros  reparos.  En  ésta  sólo  queremos  no- 
tar que  el  probabilismo  simple  no  es, 
como  dice  el  autor,  pág.  202,  «que  se 
puede  seguir  una  opinión  probable, 
aunque  la  contraria  lo  sea  mucho  más», 
ni  verdaderamente  más  probable  sig- 
nifica mucho  más  probable  ni  cierta- 
mente más  probable  (véase  Bucceroni, 
citado  en  Razón  y  Fe,  pág.  256).  En 
la  nota  de  la  pág.  204  hubiera  conveni- 
do mostrar  cómo  hay  contrasentido  ó 
falta  de  lógica,  en  afirmar  que  los  pro- 
babilistas,  siguiendo  la  sabia  doctrina 
de  Santo  Tomás  (y  de  San  Alfonso), 
«nuUus  ligatur  per  praeceptum  aliquo 
juris»,  ni  mediante  si«scientiae  illius 
praecepti»,  lógicamente  enseñan  que  la 
falta  de  ciencia  ó  conocimiento  del  pre- 
cepto tanto  se  da  cuando  hay  sólida 
probabilidad  contra  la  existencia  de  la 
ley,  como  cuando  se  da  la  misma  pro- 
babilidad en  favor  de  la  cesación  de 
aquella  ley  que  en  algún  tiempo  exis- 
tió y  que  ya  probablemente  no  existe. 


Aequiprobabilismus  ab  ultimo  funda- 
mento discussus.  Auctore  Guillelmo 
Arendt,  Societatis  Jesu  sacerdote.— 
Romae,  ex  officina  polygraphica  in  pla- 
tea dicta  della  Pigna,  n.  53,  MCMIX.  Un 
volumen  en  4.'^  menor  de  128  páginas. 

Parecía  que  después  de  tantos  es- 
critos publicados  en  estos  últimos 
años  por  equiprobabilistas  y  probabi- 
listas,  especialmente  por  los  redento- 
ristas  Ter  Haar  y  Wouters  y  los  jesuí- 
tas Lehmkuhl  y  el  mismo  Arendt,  entre 
otros,  nada  útil  quedaba  por  decir 
acerca  del  equiprobabilismo.  Y  sin 
embargo,  esta  nueva  obra  del  Padre 
Arendt  contiene  puntos  de  vista,  ob- 
servaciones críticas  y  datos  de  gran 
utilidad,  con  que  se  vindica  juntamente 
la  honra  de  los  acusados  de  laxismo 
por  defender  el  probabilismo  simple 
(distinto  en  teoría  del  equiprobabilis- 
mo), y  se  esclarece  toda  la  cuestión 
desde  sus  últimos  fundamentos  al  últi- 
mo fundamento. 

Especulativamente  hace  ver  la  fal- 
sedad ó,  á  lo  menos,  lo  gratuito  del 
supuesto  principal  del  P.  Wouters,  por 
el  que  cree  triunfar  de  sus  adversarios 
cuando  para  los  entendidos  confiesa 
implícitamente  su  derrota,  según  frase 
enérgica  del  autor. 


En  cuanto  á  la  interpretación  de  las 
reglas  de  San  Alfonso,  muestra  cómo 
el  Santo  no  se  contradice  en  sus  escri- 
tos sobre  este  sistema  moral,  si  se  en- 
tiende debidamente  la  frase  opinio 
certe  probabiiior  en  contra  de  algunos 
modernos  equiprobabilistas.  La  obra 
es  digna  de  estudio,  y  en  particular  el 
apéndice,  con  el  argumento  de  pres- 
cripción, la  práctica  de  la  curia  romana 
y  la  serie  continua  de  teólogos  (jesuí- 
tas) de  la  Sagrada  Penitenciaría,  años 
1569-1909. 

Acaba  de  ser  nombrado  el  P.  Arendt 
en  sustitución  del  P.  Palmieri,  q.  s.  g.  h. 


Sobre  esponsales  y  matrimonios  clandes- 
tinos. Comentarios  al  decreto  Ne  te- 
meré, por  el  R.  P.  Manuel  de  Arrian- 
daga,  Misionero  Hijo  del  Corazón  de 
María.  Nueva  edición  corregida  y  au- 
mentada.—Madrid,  administración  de 
las  revistas  Ilustración  del  Clero  y  El 
Iris  de  Paz,  Buen  Suceso,  18;  1909.  Un 
tomo  en  8.°  d¿  208  páginas,  una  peseta. 

Este  comentario,  cuya  primera  edi- 
ción se  publicó  en  Ilustración  del 
Clero,  es  uno  de  los  más  recomenda- 
bles por  lo  completo  que  es  en  medio 
de  su  relativa  brevedad.  No  sólo  con- 
tiene las  declaraciones  de  la  Santa 
Sede  hasta  el  27  de  Julio  de  1898,  sino 
la  discusión  de  múltiples  cuestiones 
debatidas  últimamente  entre  los  co- 
mentadores, que  cita  con  cuidado  el 
P.  Arriandaga  y  juzga  con  imparciali- 
dad. Al  desechar  una  opinión  ó  elegir 
otra  lo  hace  generalmente  por  motivos 
graves.  No  le  tiene,  á  nuestro  juicio, 
para  atribuir  contradicciones  á  los  Pa- 
dres Ferreres  y  Vermeersch;  ni  nos  pa- 
rece bien  la  nota  del  núm.  98,  en  que 
indica  que  los  herejes  públicos  no  pue- 
den autorizar  los  matrimonios.  El  co- 
mentario es  claro  y  bien  ordenado,  con 
un  paralelo  ent  e  la  antigua  y  nueva 
disciplina,  y  formularios  conforme  á  la 
legislación  canónico-civil  vigente  en 
España. 


Bibliothéque  Apolegétique.  (8^  volume.) 
La  Théologie  scolastique  etla  transcen- 
dance  da  surnaturel,  par  H.  Ligeard, 
professeur  d'Apologétique  á  l'école  de 
Théologie  de  Lyon-Francheville.  1  vo- 
lume in-16  de  VIll-138  pages,  1  fr.  50; 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


251 


franco,  1  fr.  75.— Librairie  Gabriel  Beau- 
chesne  et  C" ,  rué  de  Rennes,  1 17,  Paris. 

Esta  nueva  obra  del  docto  profesor 
de  Apologética  H.  Ligeard  es  de 
oportunidad  manifiesta  contra  el  mo-' 
dernismo,  á  quien  combate  victoriosa- 
mente en  una  de  sus  más  fundamenta- 
les teorías,  la  de  la  inmanencia  de  lo 
sobrenatural.  Lo  hace  exponiendo  con 
precisión  é  imparcialidad  las  enseñan- 
zas de  las  escuelas  tomista,  que  abarca 
la  suaresiana,  escotista  y  agustiniana 
sobre  las  «recíprocas  relaciones  de  la 
actividad  natural  y  de  la  vida  sobre- 
natural»; y  haciendo  de  ellas  discreta 
aplicación  á  la  Apologética,  que  con- 
viene explanen  hoy  día  los  católicos, 
lejos  siempre  de  la  doctrina  inmanen- 
tista,  abiertamente  opuesta  á  la  cató- 
lica defendida  por  los  escolásticos.  El 
apéndice  sobre  la  potencia  obedencial 
nos  parece  en  su  punto.  En  la  pág.  47 
podrá  parecer  menos  propio  decir  que 
el  término  de  la  actividad  natural  es 
un  fin  sobrenatural,  cuando  sólo  se  ha 
hablado  del  apetito  innato,  pág.  41,  que 
no  es  actividad,  sino  mera  inclinación 
ó  peso  de  la  naturaleza. 


The  decree  on  daily  communion.  A  histo- 
rical  Sketch  and  Commentary  by 
Father  Juan  B.  Ferreres,  S.  J.,professor 
of  moralTheology  and  canon  law  trans- 
lated  by  H.Jiménez,  S.  I.  Sand  and  Co., 
London,  15,  King  Street,  covent  garden, 
1903. 

El  opúsculo  del  P.  Ferreres  sobre  la 
comunión  frecuente,  de  tanta  acepta- 
ción en  España,  ha  merecido  ser  fiel- 
mente trasladado  al  inglés  por  el  P.  Ji- 
ménez, y  elegantemente  impreso  por 
Mr.  Sand.  Sale  enriquecido  con  una 
carta  del  Cardenal  Merry  del  Val  al 
autor  y  dos  apéndices,  uno  sobre  el 
triduo  anual  para  la  propagación  de  la 
comunión  diaria  y  otro  sobre  la  Misa 
de  media  noche  en  la  Vigilia  de  Na- 
vidad. 


Chsfs  d'oeuvre  de  la  litterature  religieuse. 
NicoLE,  Le  prime,  Des  défauts  des  gens 
de  bien,  Des  moyens  de  profiter  des  nou- 
veau  sermons.  Pensées  sur  divers  sujets 
de  moral  letres  choisies.  Introduction 
par  H.  Brémond.  Deuxiéme  édition. 
j.  Barbey  d'Aurevilly,  L'internelle  con- 


solatión,  Sainte  Térése,  Pascal,  Bossuet, 
Saint  Benoir  Labre,  Le  Curé  d'Ars.— 
Bloud  et  C'«,  7,  place  Saint-Sulpice,  7, 
Paris,  1909.  Dos  tomitos  de  la  colección 
S.  et  R.  (Ciencia  y  Religión).  Precio, 
0,60  francos. 

En  la  colección  de  obras  maestras 
de  la  literatura  francesa  se  ha  pro- 
puesto el  diligente  editor  Sr.  Bloud  in- 
cluir las  de  algunos  autores  poco  co- 
nocidos ú  olvidados  respecto  de  sus 
obras  de  carácter  religioso,  y  que,  sin 
embargo,  merecen  conocerse  y  estu- 
diarse literariamente  por  los  amantes 
de  la  literatura  francesa.  Tales  son 
las  de  Nicole  y  de  Barbey  d'Aurevilly, 
arriba  anunciadas. 

José  Burch  y  Ventoi,  presbítero.  Datos 
para  la  historia  del  tradicionalismo  po- 
lítico durante  nuestra  revolución.— L\- 
brería  católica  internacional,  Luis  Gili, 
Balmes,  83,  Barcelona,  1909.  Un  volu- 
men en  4."  de  294  páginas,  3  pesetas. 

La  obra  del  Sr.  Burch  Ventoi  res- 
ponde cumplidamente  á  su  título.  Está 
bien  concebida  y  bien  desarrollada. 
Su  método  no  puede  ser  más  claro  y 
sencillo.  Expone  en  la  primera  parte 
la  doctrina  católico-política  enseñada 
por  la  Iglesia;  en  la  segunda  lo  que  el 
ilustrado  autor  llama  verdadera  polí- 
tica tradicionalista,  y  en  la  tercera 
«la  desviación  de  la  verdadera  políti- 
ca tradicionalista»  mantenida  por  la 
escuela  de  Balmes.  En  las  tres  son  los 
documentos  los  que  hablan  y  suminis- 
tran los  datos  de  la  historia,  siendo 
pocas  relativamente  las  notas  y  obser- 
vaciones, pero  sí  substanciosas,  que 
añade  el  autor.  Creemos  que  leída 
esta  obra  con  la  buena  intención  con 
que  aparece  escrita,  contribuirá  eficaz- 
mente á  la  restauración  gloriosa  de  la 
patria,  que  todos  deseamos  con  el  au- 
tor, por  medio  de  la  fiel  aplicación  de 
las  normas  dadas  por  la  Santa  Sede  á 
católicos  españoles. 

El  problema  religioso  en  España,  por 
José  de  los  Perales  y  Gutiérrez,  pres- 
bítero.—Madrid,  imprenta  «El  Membre- 
te», León,  28;  1909.  Un  tomo  en  4.*^  de 
V-462  páginas,  4  pesetas.  De  venta  en 
todas  las  librerías. 

Es  una  obra  digna  de  leerse  con 
atención  y  estudiarse  detenidamente» 


252 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


Su  objeto  no  puede  ser  de  mayor  ac- 
tualidad é  importancia,  el  problema  re- 
ligioso en  España.  Se  le  considera  en 
todos  sus  aspectos,  estudiándose  sere- 
na é  imparcialmente  la  viva  realidad. 
Sobre  los  diversos  puntos  que  toca 
hace  el  discreto  autor  muchas  y  muy 
atinadas  observaciones,  fruto  de  su 
propia  consideración  y  de  las  ideas 
manifestadas  competente  aunque  pri- 
vadamente por  otros,  como  lo  expresa 
respecto  de  uno  de  los  puntos  princi- 
pales, cap.  XXI,  acerca  de  los  proble- 
mas internos  del  Catolicismo  en  Es- 
paña. 

Tal  vez  se  note  alguna  vaguedad  y 
falta  de  orden;  tal  vez  alguna  locución 
impropia  ó  inexacta,  v.  gr.,  la  guerra 
es  anticristiana,  pág.  295;  no  todo  lo 
que  propone,  v.  gr.,  omitir  en  la  pren- 
sa el  nombre  de  liberalismo  como  error 
condenado  por  la  Iglesia,  parecerá 
bien  á  todos;  pero  creemos  que  en  ge- 
neral ha  de  parecer  acertado  el  juicio 
del  autor  en  las  muchas  conclusiones 
que  sienta  y  en  otras  que  indica  con  di- 
versas preguntas.  Son  dignos  de  espe- 
cial atención  los  capítulos  XXIX-XXXI, 
sobre  la  unión  ó  coalición  de  los  cató- 
licos y  sobre  el  estado  económico  del 
clero. 

P.  V. 


Rerum  Aethiopicarum  Scriptores  Occi- 
dentales Inediti  a  saeculo  XVI  ad  XIX, 
curante  C.  Beccari,  S.  I.,  vo!.  VIII  y  IX. 
Patriarchae  Alph.  Méndez,  S.  I.  Expe- 
ditionis  Aethiopicae  libri  /K.  — Romae, 
1908,  1909.  Excudebat  C.  de  Luigi. 

Propuesto  ef  P.  Alfonso  Méndez 
para  Patriarca  de  Etiopía  por  Feli- 
pe IV  y  elegido  por  Urbano  VIII,  fué 
consagrado  en  Lisboa  en  1623.  Llegó 
á  Goa  en  1624,  y  el  año  siguiente  entró 
en  Etiopía,  donde  trabajó  gloriosa- 
mente, no  sin  graves  dificultades,  con- 
tradicciones é  intrigas  de  hombres 
perversos.  Desterrado  en  1633,  ence- 
rrado por  un  turco  en  una  mazmorra, 
y  rescatado  por  crecida  suma  de  di- 
nero, fué  á  Goa,  donde  vivió  hasta  su 
muerte,  acaecida  el  29  de  Junio  de  1656. 

En  los  cuatro  libros  de  su  Expedi- 
ción Etiópica  compendia  los  sucesos 
referidos  por  sus  antecesores  los 
PP.  Páez  y  Almeida,  añadiendo  datos 


nuevos,  y  describe  su  viaje  desde  Euro- 
pa, y  cuenta  los  sucesos  de  su  patriar- 
cado, destierro,  cautiverio  y  perma- 
nencia en  Goa.  Añade  la  relación  de 
lo  sucedido  en  Etiopía  durante  su  au- 
sencia, sacándolo  de  testigos  orales  y 
documentos  fidedignos. 

Va  precedido  el  tomo  VIII  de  una 
erudita  y  sobria  pero  copiosa  intro- 
ducción del  editor,  en  que  resume  el 
contenido  de  la  obra,  da  á  conocer  su 
gran  mérito  y  de  su  autor,  sin  descono- 
cer sus  defectos,  citando  las  copiosas 
fuentes  históricas.  El  método  seguido 
en  estos  dos  tomos  no  difiere  del  de  los 
anteriores.  (Véase  Razón  y  Fe,  Enero 
de  1909,  pág.  112.) 

C.  G.  R. 


BIBLIOGRAFÍA   FILOSÓFICA 

1.  Filosofía.  Elementa  Philosophiae 
Aristotelico-thomisticae,  auctore  P.  Jos. 
Gredt,  o.  S.  B.,  in  Collegio  S.  Anselmi 
de  Urbe  Philosophiae  Professore.  Volu- 
men 1:  Lógica,  Philosophia  Naturalis. 
Editio  altera,  aucta  et  emendata.  XXV- 
496  pags.  in  8.°—  Herder,  Friburgi  Bris- 
goviae,  1909.  Precio:  9,25  francos  en 
rústica,  10,75  encuadernado. 

El  autor  se  propone  poner  en  mano 
de  los  alumnos  un  libro  escrito  con 
claridad,  concisión  y  sólida  doctrina, 
de  tal  manera  que,  oída  la  explicación 
del  profesor,  puedan  aquéllos  no  sólo 
entender  las  cuestiones  en  él  tratada?, 
sino  también  encomendarlas  á  la  me- 
moria. El  autor  puede  tener  la  satis- 
facción de  haberlo  conseguido.  Este 
libro  contiene  las  materias  del  primer 
año,  de  los  dos  en  que  los  alumnos  de 
la  Academia  de  San  Anselmo,  de  Roma, 
terminan  el  curso  breve  de  Filosofía. 
En  él  se  estudian  las  cuestiones  prin- 
cipales de  Lógica,  Cosmología  y  Psi- 
cología inferior;  al  hablar  de  la  canti- 
dad de  la  sensación  y  de  su  mensura- 
bilidad, aunque  se  limita  á  ligeras  in- 
dicaciones, nos  agrada  el  criterio  del 
autor.  La  obra  está  bien  presentada, 
con  dos  clases  de  tipos,  grandes  y  pe- 
queños, y  con  el  gusto  con  que  sabe 
hacerlo  la  casa  de  Herder. 

2.  LÓGICA.  Essais  sur  la  Connaissance, 
par  Georgé  Fonsegrive.  Un  volumen 
en   12."  de  273  páginas.  Precio:  3,50 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


253 


francos.— Librairíe  Lecoffre,  J.  Gabalda 
etO«,  Paris,  1909. 

El  libro  comprende  cuatro  seccio- 
nes: Lo  incognoscible  en  la  filosofía 
moderna;  Generalización  é  inducción; 
El  kantismo  y  el  pensamiento  con- 
temporáneo; Certeza  y  verdad.  Des- 
cendiendo más  en  particular,  el  pensa- 
miento filosófico  desarrollado  por  el 
autor  va  tocando  las  cuestiones  prin- 
cipales y  de  más  actualidad  sobre  la 
ciencia,  el  conocimiento,  la  verdad,  las 
leyes,  métodos  y  principios,  para  de- 
ducir qué  es  lo  que  sabemos  ó  pode- 
mos saber  de  estos  casos ,  si  nuestros 
conocimientos  son  meramente  relati- 
vos ó  absolutos,  si  las  ciencias  son 
concepciones  puramente  sujetivas  ó 
tienen  fundamento  objetivo  y  cuál  es 
la  trascendencia  de  nuestros  conoci- 
mientos en  el  orden  científico  y  meta- 
físico.  Cuestiones  todas,  como  se  ve, 
de  palpitante  actualidad  en  el  campo 
de  la  filosofía,  y  que  el  autor  ha  sabido 
tratar  con  verdadero  interés,  no  pre- 
cisamente para  resolverlas,  sino  más 
bien  para  indicar  el  camino  que  él  cree 
se  debe  recorrer  para  llegar  á  su  so- 
lución. En  lo  cual  es  de  notar  que  el 
autor  se  aparta  un  poco  del  dogmatis- 
mo tradicional;  y  aunque  combate  al 
criticismo  moderno,  lo  hace  de  modo 
que  el  ataque  va  á  veces  suavizado 
con  ciertas  manifestaciones  de  sim- 
patía. 

3.  Cosmología  ó  Filosofía  de  la  natura- 
leza, a)  Cuestiones  filosófico  -  cientí- 
ficas, por  D.  José  Hernández  Martínez, 
doctor  en  Filosofía  y  Sagrada  Teología 
y  profesor  del  Seminario  de  Tarazona. 
Un  volumen  en  8.°  de  422  páginas.— 
Tarazona,  imprenta  de  Félix  Meléndez, 
Viscontí,  4;  1909.  Precio,  3,50  pesetas. 

«Bajo  el  título  de  Cuestiones  filosó- 
fico-cientiftcas,  dice  el  ilustrado  pro- 
fesor, doy  á  luz  unos  cuantos  artículos 
que  escribí  siendo  alumno  de  la  Uni- 
versidad Gregoriana  de  Roma,  y  unos 
pocos  más  que  he  escrito  después...  >> 
Con  esta  confesión  del  autor  no  tiene 
el  crítico  derecho  á  exigir  ni  extraor- 
dinaria profundidad  en  la  materia  ni 
una  esmerada  y  gradual  trabazón  y 
orden  en  el  curso  de  las  cuestiones. 
El  volumen  está  dividido  en  tres  li- 
bros: en  el  primero  se  estudian  al- 
gunas materias  concernientes  al  len- 

RAZÓN   Y  FE,  TOMO   XXV 


guaje;  el  segundo  trata  de  la  belleza, 
cuantidad  y  universo;  el  tercero  se  re- 
monta á  lo  infinito.  La  lectura  es 
amena,  el  estilo  más  bien  retórico  y  de 
amplificación  que  didáctico  y  de  rigor 
científico.  Comienza  con  las  cuestiones 
de  más  humilde  categoría,  como  las 
del  artículo  y  el  nombre,  y  termina  con 
las  trascendentes  de  lo  infinito  y  de  lo 
eterno. 

b)  La  decadenza  di  una  Teoría,  per  Giu- 
seppe  Tuccimei,  Dott.  in  Scienze  natu- 
ral!, ecc— Roma,  Federico  Pustet.  En 
12.«  de  150  páginas,  1,60  liras. 

En  este  opúsculo,  pequeño  en  di- 
mensiones, pero  lleno  de  doctrina, 
trata  su  autor  de  demostrar,  con  ar- 
gumentos sacados  de  la  observación 
y  de  la  experiencia,  que  la  teoría  de  la 
evolución  está  ya  tocando  á  su  ocaso. 
Comprende  sólo  tres  capítulos:  sín- 
tomas de  la  decadencia,  experiencia  y 
observaciones  recientes,  tentativas 
para  retardar  su  caída  y  ruina.  Vienen 
luego  apéndices  y  notas.  Como  sobre 
la  evolución  tendremos  ocasión  de  ha- 
blar detenidamente  en  uno  de  nuestros 
artículos,  nos  creemos  dispensados  de 
exponer  aquí  de  pasada  nuestro  pa- 
recer. Sólo  diremos  que  el  doctor  Tuc- 
cimei es  muy  conocido  por  sus  nume- 
rosas publicaciones  científicas,  y  es 
escritor  que  pule  y  lima  mucho  los 
conceptos  y  discursos. 

c)  La  Fe  y  las  Ciencias  Naturales,  por 
J.  GuiBERT,  Superior  del  Seminario  del 
Instituto  católico  de  París.  Traducción 
de  la  tercera  edición  francesa  por  José 
PuGÉs.  Un  volumen  en  8."  menor  de  305 
páginas.— Gustavo  Gilí,  Barcelona  1909. 
Precio,  3  pesetas. 

Hállanse  recogidas  en  este  libro  ocho 
lecciones  de  Apologética,  explicadas 
por  el  autor  durante  el  segundo  semes- 
tre de  1907  en  el  Instituto  Católico  de 
París.  Cada  lección  tiende  á  resolver, 
y  resuelve  cumplidamente,  un  conflicto 
que  los  incrédulos  creen  hallar  entre 
la  ciencia  y  la  fe.  Origen  y  orden  del 
mundo,  la  evolución,  la  biología,  el 
determinismo,  el  origen  del  hombre, 
la  Biblia  y  la  ciencia:  tales  son  los 
puntos  que  Mr.  J.  Guibert  trata  con 
claridad,  interés  y  lógica  irrefutable. 
La  traducción  no  desmerece  del  ori- 
ginal, y  el  tomo  está  presentado  con  el 

17 


254 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


gusto  estético  que  caracteriza  á  la 
casa  editorial  de  G.  Gili.  La  obra,  pues, 
resulta  muy  recomendable  á  los  qne 
se  dedican  á  la  Apologética. 

4.  Psicología.  L'Intellectualisme  de  Saint 
Thomas.  Thése  presentée  á  la  Faculté 
des  Lettres  de  TUniversité  de  París,  par 
PiERRE  RoussELOT.  Un  vol.  in-8.°  de  259 
pages.— París,  Alean,  Boulevard  Saint- 
Germaín,  108. 

El  intelectaalismo  de  Santo  Tomás 
es  un  trabajo  de  altos  vuelos;  talentos 
medianos  pecarían  de  audaces  si  se 
lanzaran  á  empresas  tan  difíciles  como 
el  describir,  en  la  forma  en  que  lo  ha 
hecho  el  autor,  el  intelectualismo  de 
Santo  Tomás.  Esto,  juntamente  con  el 
análisis  y  confrontación  de  textos  y 
criterio  de  interpretación  que  se  reve- 
lan en  la  obra,  dicen  mucho  en  favor 
del  autor:  in  magnis  voluisse  sat  est. 
Pero  en  este  trabajo  hay  más  que  vo- 
luisse; hay  también  realización,  pues 
aunque  no  sea  una  obra  acabada,  es 
muy  digna  de  ser  presentada  aun  á  las 
personas  más  cultas  del  ramo.  El  fin 
que  se  ha  propuesto  es  excelente:  de- 
mostrar, contra  los  injustos  ataques  de 
los  adversarios  de  Santo  Tomás  y  del 
escolasticismo,  que  el  intelectualismo 
del  Angélico  Doctor  no  es  un  intelec- 
tualismo estéril,  árido  y  de  puras  abs- 
tracciones, sino  de  vida  palpitante,  real 
y  de  fecunda  efectividad.  Algunos  re- 
paros han  hecho  los  críticos  á  este 
trabajo.  Nosotros  nos  permitiremos 
aconsejar  al  autor  por  si  tiene  que 
hacer  otra  edición— bien  lo  merece,— 
que  haga  una  distinción  que  puede 
servirle  de  clave,  á  saber:  que  el  as- 
pecto de  intelectualismo  que  atribuye 
á  Santo  Tomás,  no  es  aspecto  ex- 
clusivo ni  aun  el  característico,  si  se 
quiere;  pero  se  encuentra  real,  verda- 
dera y  sobradamente  en  las  obras  y 
mente  del  Ángel  de  las  Escuelas.  Y  ya 
con  esto  hubiera  conseguido  igual- 
mente su  laudable  propósito,  y,  por 
otra  parte,  hubiera  evitado  el  que  al- 
guna revista  le  dijera— no  sin  exage- 
ración —  que  el  intelectualismo  que 
atribuye  á  Santo  Tomás,  más  que  de 
éste,  es  de  la  concepción  sujetiva  del 
autor. 

5.  Teodicea.  Dieu  et  Science,  par  J.  de  la 
Perriére.  Dos  volúmenes  en  8.°  menor 


de  344  y  369  páginas.  — Libraírie  catho- 
lique,  Emmanuel  Vítte;  París,  14,  rué  de 
l'Abbaye;  Lyon,  3,  place  Bellecour,  1909. 
Príx,  7  fr. 

Estos  dos  libros  contienen  nume- 
rosas cuestiones  de  Ontología,  Cosmo- 
logía, Biología,  Psicología,  Antropo- 
logía,  Etnografía,  Prehistoria,  etc. 
Describir  la  mentalidad  de  un  hombre 
de  fe,  su  armonía  con  un  hombre  de 
ciencia,  y  cómo  ésta  acerca  al  hom- 
bre á  Dios:  he  ahí  el  noble  fin  que  se 
propone  el  autor.  Trata  generalmente 
las  cuestiones  con  maestría,  y  la  obra 
viene  á  ser  útil  á  los  sacerdotes  y  apo- 
logistas. Es  obra  que  supone  mucha 
lectura  y  cultura  en  el  autor.  Pero 
permítasenos  decir  que  algunas  veces 
se  echa  de  ver  cierta  falta  de  unidad 
y  de  método,  así  como  también  es  lás- 
tima que  el  autor  esté  poco  informado 
de  lo  que  era  la  «poderosa  corpora- 
ción de  los  jesuítas»  en  tiempo  de  su 
extinción. 

6.  Ética,  a)  Die  Ethik  des  heiligen  Augu- 
stinus  (La  Etica  de  San  Agustín),  ven 
JosEPH  MAUSBACH,Doktor  derTheologie 
und  Professoran  der  Westfálischen  Wíl- 
helms-Universitat  ín  Münster.  Zwei  Bán- 
de,  ín  8.°  (XXI-442  und  Vll-402  bezíe- 
hungsw.  S.).— Herder,  Freíburg  i.  Br., 
1909.  Precio  (de  los  dos  tomos),  15 
marcos. 

San  Agustín,  así  como  es  el  gran 
maestro  de  la  Patrología,  así  baña  con 
la  luz, de  sus  enseñanzas  los  campos 
de  la  Ética  cristiana,  en  especial  las 
cuestiones  fundamentales  de  la  mora- 
lidad y  del  impulso  religioso.  El  fin  del 
autor  ha  sido  exponer  los  principios 
morales  del  gran  Doctor  de  Hipona 
para  que  sirvan  de  base,  de  confirma- 
ción y  de  ,luz  á  las  cuestiones  mo- 
dernas de  Ética.  Está  enriquecida  la 
obra  con  muchas  citas  tomadas  de 
obras  científicas  y  oratorias  de  San 
Agustín,  lo  que  supone  un  gran  trabajo 
en  el  autor  de  estos  dos  tomos.  El 
primer  tomo,  titulado  Orden  moral  y 
sus  fundamentos,  estudia  los  principios 
y  normas  de  la  moralidad,  y  el  punto 
de  vista  en  que  se  coloca  el  Santo  res- 
pecto de  la  vida  natural,  de  la  cultura 
y  de  la  ascética.  El  segundo,  apelli- 
dado Facultad  moral  del  hombre  y  su 
realización,  se  eleva  á  las  altas  cues- 
tiones agustinianas  de  la  gracia,  libre 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


255 


albedrío,  pecado  original,  juicio  de  la 
moral  pagana,  etc.  Lleva  al  fin  dos 
índices,  uno  de  autores  y  otro  de  ma- 
terias. Es  un  trabajo  serio  y  concien- 
zudo que  honra  al  autor. 

b)  Las  morales  independientes  y  la  moral 
evangélica.  Ensayo  de  síntesis  cristiana 
por  M.  J.  Brugerette,  profesor,  licen- 
ciado de  Historia  y  de  Filosofía.  Tradu- 
cido de  la  cuarta  edición  francesa  y 
precedido  de  un  prólogo  del  Conde  de 
Rascón.  Opúsculo  de  78  páginas  en  12.*^ 
Madrid,  Centro  de  publicaciones  cató- 
licas, librería  religiosa,  Pontejos,  8.  Pre- 
cio, 60  céntimos. 

En  este  folleto  se  ofrece  al  público 
un  bonito  trabajo  acerca  de  varios  as- 
pectos de  la  moral  heterodoxa  en  pre- 
sencia de  la  moral  evangélica.  Con- 
tiene dos  partes:  en  la  primera  se 
contraponen  las  morales  filosóficas  á 
la  evangélica,  en  la  segunda  se  pon- 
dera la  antítesis  entre  la  moral  evan- 
gélica y  la  científica.  La  traducción 
está  bien  hecha;  el  prólogo  es  atinado 
y  está  saturado  de  espíritu  y  unción 
evangélica. 

.  Historia  de  la  Filosofía,  a)  Die  Ge- 
schichte  der  Scliolastischen  Methode 
(Historia  del  método  escolástico),  nach 
den  gedruckten  und  ungedruckten  Que- 
ilen  dargestellt,  von  Dr.  Martin  Grab- 
MANN,  professor  der  Dogmatik  am  bi- 
schoflichen  Lyzeum  zu  Eichstátí.  Erster 
Band:  Die  scholastísclie  Methode  von 
ihren  ersten  Anfángen  in  der  Váterlitera- 
tur  bis  zum  Beginn  des  12  Jahrhun- 
derts.  El  método  escolástico  desde  sus 
comienzos  en  laliteratura  patrística  has- 
ta principios  del  siglo  XII.  353  p.  in  8"". 
Herder,  Freiburg  i.  Br.,  1909.  M.  5,60. 

En  cualquiera  de  los  manuales  de 
Filosofía  escolástica  se  podrá  encon- 
trar brevemente  expuesto  el  método 
escolástico;  pero  el  autor  ha  querido 
estudiar  la  cuestión  desde  el  punto  de 
vista  histórico,  punto  de  vista  en  cier- 
to modo  original.  El  presente  volumen 
es  el  primero  de  la  serie  que  el  autor 
piensa  publicar:  en  él  se  estudian  los 
fundamentos  y  curso  del  método  esco- 
lástico desde  la  época  de  los  Santos 
Padres  hasta  el  comienzo  del  siglo  XII. 
Abarca  cinco  secciones:  Introducción  á 
la  historia  del  método  escolástico;  sus 
comienzos  en  la  patrística;  Boecio,  el 
primer  escolástico;  tradición  y  exten- 


sión del  movimiento  patrístico  y  boe- 
ciano  en  los  albores  de  la  Escolástica; 
San  Anselmo,  padre  de  la  Escolástica. 
Para  este  hermoso  y  concienzudo  tra- 
bajo el  autor  ha  utilizado  los  manus- 
critos de  algunas  universidades  nacio- 
nales y  extranjeras. 


b)  Essai  Historique  sur  les  rapports 
entre  la  pfíilosophie  et  la  foi,  de  Béren- 
ger  de  Tours  á  Saint  Thomas  d'Aquin, 
par  Th.  Heitz,  docfeur  és-lettres.  Un 
vol.  in-8°  de  XV-176  pages.  Prix,  3  fr.  50. 
Librairie  Víctor  Lecoffre.  J.  Gabalda  et 
jC*e,  rué  Bonaparte,  90,  Paris. 

El  problema  de  las  relaciones  entre 
la  filosofía  y  la  fe,  aunque  es  de  suma 
trascendencia,  ha  sido  tratado  y  re- 
suelto muchas  veces  bajo  su  aspecto 
científico,  pero  pocas  desde  el  punto 
de  vista  histórico;  á  llenar  esta  laguna 
viene  oportunamente  el  presente  vo- 
lumen, y  ofrece  la  ventaja  deque  con- 
sidera una  de  las  épocas  más  impor- 
tantes, á  saber,  la  que  transcurrió  des- 
de Berenguer  de  Tours  hasta  el  Doctor 
Angélico,  ambos  inclusive.  M.  Heitz 
expone  las  tendencias  generales  de 
cada  autor  notable,  tales  cuales  apare- 
cen en  los  textos  originales.  Demues- 
tra al  mismo  tiempo  cómo  en  el  fondo 
de  las  especulaciones  teológicas  de 
los  teólogos  del  siglo  XI  y  Xll  se  en- 
cierra el  problema  de  las  relaciones 
entre  la  ciencia  y  la  fe;  cómo  de  etapa 
en  etapa  se  van  precisando  las  nocio- 
nes de  «ciencia»  y  de  «fe»,  apareciendo 
clara  y  fijamente  determinada  en  el 
siglo  XIII  la  distinción  formal  de  estas 
dos  clases  de  conocimiento  Es  una 
labor  que  recibirá  merecidos  plácemes 
de  cuantos  se  dedican  á  la  Historia  de 
la  Filosofía. 

8.  Filosofía  social.  La  Philosophie  sú- 
dale de  Renouvier,  par  Roger  Picaro. 
Un  vol.  in-8"  de  344  pages.— Paris,  li- 
brairie Marcel  Riviére.  Prix,  7  fr.  50. 

Sabido  es  que  Renouvier  trata  de 
rejuvenecer  el  criticismo  de  Kant,  sien- 
do uno  de  sus  principales  representan- 
tes en  Francia,  y  dicho  se  está  que 
el  criticismo  kantiano  no  lo  podemos 
nosotros  admitir.  Pero  en  esta  obra 
no  se  trata  del  criticismo  del  filósofo 
de  Koenigsberg;se  trata  de  cfar  á  cono- 
cer la  personalidad  filosófico-social  de 


256 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


Renouvier  y  la  originalidad  de  su  sis- 
tema, sistematizando  las  ideas  espar- 
cidas del  filósofo  francés,  y  poniendo 
de  relieve  la  unión  del  pensamiento 
filosófico  de  Renouvier  con  sus  ideas 
morales  y  político-sociales.  Es,  pues, 
un  trabajo  histórico  más  bien  que  crí- 
tico, y  Mr.  Picard  tiene  el  cuidado  de 
advertir  que  no  mezcla  ni  une  sus 
ideas  con  las  de  Renouvier.  La  labor 
de  Mr.  Picard  es  útil  para  la  Historia 
de  la  Filosofía,  se  distingue  por  la  cla- 
ridad y  se  lee  con  interés. 

E.  U.  DE  E. 


juicio,  pericia  consumada,  de  que  tan 
gallardas  muestras  tiene  dadas  en  sus 
libros,  persigue  en  todos  los  terrenos, 
histórico,  económico,  filosófico,  á  los 
más  famosos  defensores  del  socialis- 
mo agrario,  Emilio  de  Laveleye  y  En- 
rique George,  belga  el  primero  y  nor- 
teamericano el  segundo.  Siempre  aten- 
to á  poner  al  corriente  su  obra,  utiliza 
los  más  recientes  escritos  é  investiga- 
ciones, dándonos  en  la  parte  histórica 
una  idea  clara  y  sucinta  de  las  céle- 
bres malandanzas  del  Dr.  McGlynns 
con  la  Santa  Sede. 


Le  Chómage,  par  M.  Philippe  de  Las 
Cases,  avocat  á  la  Cour  d'appel,  docteur 
en  droit.  1  vol.  in-12.  (XVl-191  pages.) 
Prix:  2  fr — ^Librairie  Víctor  Lecoffre, 
J.  Gabalda  et  C^s  rué  Bonaparte,  90, 
París. 

Uno  de  los  problemas  sociales  más 
importantes,  y  no  de  los  más  fáciles,  es 
el  del  paro,  como  se  dice  ya  entre  nos- 
otros. Propúsolo  en  Francia  como 
tema  de  concurso  la  Academia  de 
Ciencias  Morales  y  Políticas,  y  M.  Phi- 
lippe de  Las  Cases  mereció  ver  pre- 
miada su  obra,  la  cual  publica  ahora 
la  Biblioteca  de  Economía  Social  edi- 
tada por  Lecoffre  y  Gabalda.  El  lau- 
reado autor,  antes  de  investigar  las 
causas  y  estudiar  el  remedio,  se  cer- 
ciora del  mal  con  encuestas  hechas 
personalmente  en  Francia  y  en  las 
otras  naciones,  señaladamente  en  Ale- 
mania. Asentada  esta  sólida  base,  defi- 
ne el  mal,  expone  sus  causas,  propone 
ios  medios  de  prevenirlo  y  de  curarlo 
y  en  nueve  capítulos  estudia  en  sus 
variados  aspectos  el  seguro  contra  el 
paro.  Bastan  estas  someras  indicacio- 
nes para  que  nuestros  lectores  se  ha- 
gan cargo  de  la  importancia  y  utilidad 
del  libro. 


Das  Privatgrundeigentum  und  saine 
Gegner  (La  propiedad  privada  del  suelo 
y  sus  adversarios),  por  el  P.  Víctor  Ca- 
THREiN,  S.  J.  Cuarta  edición,  enteramen- 
te refundida  y  aumentada.  Un  tomo  en 
8."  de  VIII- 162  páginas.— Herder,  Fri- 
burgo  de  Brisgovía,  1909.  Encuaderna- 
do, 2  marcos;  en  rústica,  1,60. 

El  P.  Cathrein  con  aquel  su  conoci- 
miento claro  de  la  materia,  solidez  de 


Die  Frauenfrage  (El  feminismo),  por  el 
P.  Víctor  Cathrein,  S.  J.  Tercera  edi- 
ción, revisada  y  acrecentada.  Un  tomo 
en  8.°  de  VIII-240  páginas.  En  rústica, 
2,40  marcos;  encuadernado,  2,90.— Her- 
der, Friburgo  de  Brisgovia,  1909. 

Suelen  algunos  con  mejor  deseo  que 
prudencia  navegar  en  el  mar  alborota- 
do de  las  cuestiones  sociales  del  día 
sin  piloto  y  sin  brújula,  con  que  no 
pocas  veces  dan  al  través  y  naufragan 
desdichadamente.  Una  de  las  más  agi- 
tadas controversias  de  nuestros  tiem- 
pos, una  de  las  que  muchos  y,  sobre 
todo,  muchas  resuelven  más  con  el 
corazón  que  con  la  cabeza,  es  la  que 
llamamos  nosotros  feminismo,  y  los 
alemanes,  si  es  lícito  trasladar  su  ex- 
presión al  pie  de  la  letra,  la  cuestión 
de  las  muferes  (Die  frauenfrage).  Pues 
quien  desee  brújula  y  piloto,  es  decir, 
normas  precisas  y  seguras  lea  el  exce- 
lente libro  del  P.  Cathrein,  que  le  ins- 
truirá soberanamente  y  con  brevedad 
sobre  la  mujer  en  la  historia;  la  mujer 
y  la  familia;  la  participación  de  la  mu- 
jer en  la  vida  industrial  y  económica; 
la  formación  y  ios  estudios  de  la  mujer; 
la  mujer  y  la  política;  la  actividad  ca- 
ritativa de  la  mujer;  el  problema  feme- 
nino y  el  culto  de  la  Madre  de  Dios. 

N.N. 


Opúsculos  de  la  casa  Bloud,  de  París. 
En  16.°  Pertenecen  á  las  diversas  seríes 
comenzadas: 

1.^  Historia  de  las  religiones:  Notions 
sur  les  Religions  de  l'Inde,  Le  Vedisme 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


257 


Louis  DE  LA  Vallée  Poüssin.  Dc  128  pá- 
ginas, 1,20  francos. 

Danse  las  principales  nociones  y  ex- 
plicaciones de  la  religión  de  los  vedas. 

2.^  Cuestiones  históricas:  Les  Croisades, 
Adrien  Fortín.  De  62  páginas,  0,60 
francos.— Les  Assemblées  da  Clergé  et 
le  Protestantisme,  L.  Boürbon.  De  128 
páginas,  1,20  francos. 

Es  útil,  sobre  todo,  el  segundo 
opúsculo,  porque,  recorriendo  las  di- 
versas asambleas  del  clero  en  Francia, 
se  va  notando,  sacándolo  de  los  Pro- 
cesos verbales,  cuánto  hicieron  por 
oponerse  á  la  extensión  y  arraigo  del 
protestantismo  en  Francia. 

3.^  Litúrgica:  La  Dédicace  des  Églises, 
Le  Pallium,  Jules  Baudot,  bénédictin 
de  Farnborough.  Cada  uno  de  64  pági- 
nas, 0,60  francos. 

Con  mucha  sencillez,  pero  con  sólida 
erudición,  encierra  el  primero  la  parte 
litúrgica  é  histórica  de  la  dedicación  de 
las  iglesias,  y  el  segundo  de  la  insignia 
arzobispal  que  llamamos  el  palio. 

4.^  Hagiográfica  :  Les  livres  de  Saint  Pa- 
trice,  apotre  de  l'Irlande,  Georoes 
DoTTiN.  De  64  páginas,  0,60  francos.— 
Ifioretti,  les  petites  fleurs  de  la  vie  da 
petit  pauvre  de  Jesús -Christ,  Saint 
Franjáis  d'Assise,  Arnold  Goffin.  De 
144  páginas,  1,20  francos. 

En  el  primer  opúsculo  se  reprodu- 
cen, con  su  introducción,  traducción  y 
notas,  los  diversos  escritos  atribuidos 
á  San  Patricio  y  que  dan  mucha  luz 
sobre  su  acción  apostólica  en  Irlanda; 
y  en  el  segundo  la  encantadora  narra- 
ción de  algunos  hechos  de  la  vida  de 
San  Francisco,  que  como  florea  lias  es- 
parcen un  olor  suave  y  agradable. 

E.  P. 

Études  de  Philosophie  et  de  critique 
religieuse.  Art  et  Apologétique,  par 
A.-D.  Sertillanges  ,  Professeur  á  l'Ins- 
titute  Catholique  de  Paris.  — Paris,  Li- 
brairie  Bloud  et  O^,  7,  place  Saint -Sul- 
pice,  7;  1909.  Reproduction  et  traduc- 
tion  interdites.  En  8.°  de  334  páginas. 

Hermoso  y  muy  bien  escrito  aparece 
este  libro,  que,  si  no  es  notable  por  su 


volumen,  lo  es  por  la  materia  de  que 
trata.  Arte  y  Apologética,  ó  relaciones 
entre  estas  dos  materias,  he  aquí  el 
asunto  que  desenvuelve  el  autor  de  la 
siguiente  manera:  Excitar  el  sentimien- 
to religioso,  glorificar  y  comentar  los 
hechos  religiosos,  expresar  y  predicar 
á  su  modo  los  dogmas  religiosos,  tal 
es  el  triple  objeto  que  asignamos  al 
arte.  Convirtiendo  estas  proposicio- 
nes, afirmamos  que  en  el  cristianismo, 
y  singularmente  en  el  catolicismo,  el 
sentimiento  religioso,  al  modo  que  en 
él  resplandece,  los  hechos  religiosos, 
según  allí  se  descubren,  y  el  dogma  re- 
ligioso, conforme  aquél  lo  predica,  su- 
ministran al  arte  su  materia  más  sor- 
prendente y  sus  más  altas  inspira- 
ciones. 

Lo  más  admirable  de  esta  obra  nos 
parece  la  viveza,  galanura  y  esplendor 
con  que  se  realzan  los  temas  que  con- 
tiene, demostrando  Mr.  Sertillanges 
prácticamente  y  á  las  claras  lo  que  vale 
el  arte  cuando  diestramente  se  lo  em- 
plea. Conocedor  de  la  Teología,  hábil 
dialéctico,  erudito  en  las  bellas  artes 
y  en  la  historia,  amante  de  Santo  To- 
más de  Aquino  se  muestra  el  esclare- 
cido autor;  pero,  ante  todo  y  sobre 
todo,  artista.  Ideas  que  acaso  no  sal- 
gan de  la  esfera  de  lo  vulgar,  las  re- 
viste con  tan  bellas  figuras  y  tan  mag- 
nífico ropaje  de  rica  fraseología,  que 
excitan  la  admiración  y  cautivan  el 
interés.  Tal  vez,  por  sintetizar  dema- 
siado, se  puedan  poner  ciertos  concep-^ 
tos  en  tela  de  juicio;  tal  vez  se  podría 
suprimir  alguna  alusión  benévola  á 
determinada  novela  modernista;  tal 
vez  á  los  españoles  disgustará  que 
apenas  se  haga  caso  de  sus  prodigio- 
sos artistas,  pero  estas  son  pequeneces 
que  no  empañan  el  innegable  mérito 
del  presente  libro. 

A.  P.  G. 

Gramática  de  la  Lengua  griega,  compues- 
ta por  los  profesores  del  Colegio  de 
Nuestra  Señora  de  Veruela,  de  la  Com- 
pañía de  Jesús.— Madrid,  1910.  Adminis- 
tración de  Razón  y  Fe.  Un  hermoso 
tomo  en  4.°  con  XV  y  394  páginas,  6  pe- 
setas en  rústica  y  7,50  en  pasta. 

Después  de  someterla  á  ocho  años 
de  experiencia,  en  un  colegio  donde 
se  estudia  el  griego  con  ardor  y  éxito 
pocas  veces  superado,  se  han  resuelto 


258 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


los  Padres  profesores  de  Veruela  á  dar 
al  público  su  Gramática  griega,  ador- 
nándola con  todos  los  primores  tipo- 
gráficos que  se  pueden  desear  y  hallar 
en  los  libros  mejor  presentados  en  el 
extranjero. 

La  impresión  clara,  los  tipos  griegos 
grandes  y  elegantes,  la  increible  abun- 
dancia de  paradigmas,  índices  y  ejem- 
plos (en  los  cuales  vence  á  todas  las 
gramáticas  elementales  que  conoce- 
mos), contribuyen  poderosamente  á 
hacer  este  libro  en  sumo  grado  prác- 
tico, como  lo  han  pretendido  sus  au- 
tores. 

Según  debe  hacerse  en  los  libros 
elementales,  si,  por  una  parte,  nada  se 
ha  puesto  que  no  esté  conforme  con 
los  últimos  adelantos  de  la  Lingüística 
general  y  clásica,  por  otra,  se  ha  evi- 
tado el  escollo  en  que  muchos  tropie- 
zan ahora,  de  querer  dar  razón  de  todo 
á  los  principiantes,  confundiéndolos  y 
aburriéndolos  con  la  multitud  de  reglas 
y  excepciones,  ó  con  teorías  sobre  su 
alcance,  antes  de  introducirlos  en  lo 
más  esencial  y  primero,  que  es  el  co- 
nocimiento de  la  lengua  que  estudian. 

La  obra  de  los  profesores  verulen- 
ses  tiene,  por  esta  causa,  en  lo  exte- 
rior, el  aspecto  de  una  gramática  á  la 
antigua;  sin  que  por  eso  deje  de  ser 
modernísima  en  lo  acendrado  de  la 
doctrina  filológica  y  metódica.  Con 
buen  acuerdo  se  ha  separado  del  mé- 
todo, por  muchos  ahora  seguido  en  el 
estudio  de  la  sintaxis  de  los  casos,  no 
aglomerando  en  sendos  capítulos  to- 
das las  construcciones  en  que  se  em- 
plea cada  uno  de  ellos  (como  lo  hacen 
Curtius,  Kaegi  y  muchos  otros  moder- 
nos), sino  agrupando  las  reglas  sobre 
el  uso  de  los  casos,  en  la  sintaxis  del 
nombre,  del  verbo,  etc.,  y  estudiando 
juntas  las  construcciones  de  lugar, 
tiempo,  instrumento,  etc.  La  síntesis 
de  las  diferentes  aplicaciones  de  cada 
uno  de  los  casos  gramaticales,  puede 
hacerse  luego  fácilmente,  valiéndose 
del  índice  alfabético. 

Más  discutible  es  la  elección,  al  tra- 
tar del  uso  de  los  modos  del  verbo;  en 
el  cual  los  profesores  verulenses  han 
preferido  el  antiguo  método  que  se 
fija  en  las  conjunciones,  al  moderno 
que  parte  de  las  relaciones  lógicas. 
In  dübiis  libertas,  y  aunque  hemos  pre- 


ferido el  otro  camino,  no  tenemos  bas- 
tante causa  para  reprender  el  ajeno. 

En  lo  tocante  á  los  dialectos,  se  li- 
mita esta  Gramática,  á  fuer  de  elemen- 
tal, al  dialecto  Homérico  y  al  Pindárico, 
cuyo  conocimiento  ayudará  también 
para  leer  los  trágicos.  Como  base  de 
la  Morfología  general,  se  toma  el  dia- 
lecto ático  de  Jenofonte,  Platón  y  De- 
móstenes,  sin  preocuparse  por  las  va- 
riantes del  griego  alejandrino;  pues 
realmente,  los  alumnos  versados  en  la 
lectura  de  dichos  clásicos,  no  tendrán 
seria  dificultad  para  leer  el  Nuevo 
Testamento  ó  las  obras  de  los  Padres 
griegos. 

La  Gramática  de  Veruela  es,  á  nues- 
tro juicio,  como  libro  de  texto,  la  me- 
jor que  poseemos  actualmente  en  Es- 
paña, y  marca  un  verdadero  progreso 
en  el  camino  de  los  estudios  helénicos, 
tan  poco  cultivados  en  nuestra  patria, 
á  pesar  de  haberlo  sido  de  Arias  Mon- 
tano y  del  autor  de  la  Políglota  Com- 
plutense. 

R.  R.  A. 

La  Foi  Catholique,  par  H.  Lesétre,  Curé 
de  Saint-Etienne  du  Mont.  Troisiéme 
édition.— París,  Gabriel  Beauchesne  et 
O^,  Editeurs  Ancienne  Librairie  Del- 
homme  et  Briguet,  rué  de  Renes,  117; 
1909.  Tous  drots  reserves.  Depót  a 
Lyon,  3,  Avenue  de  TArchevéché. 
En  8.°,  X-497  páginas.  Precio,  3,50  fran- 
cos. 

Puede  considerarse  este  libro  como 
una  pequeña  apología,  ó  mejor,  expli- 
cación metódica  de  algunos  capítulos 
de  la  doctrina  cristiana.  En  los  30  que 
comprende  se  tocan  materias  tan  im- 
portantes como  la  revelación,  la  fe. 
Iglesia,  Trinidad,  divinidad  de  Jesu- 
cristo, vida  sobrenatural,  sacramentos 
y  novísimos.  El  autor  las  expone,  dando 
la  doctrina  suficiente  para  que  se  en- 
tiendan, sin  entrar  en  polémica  ni  con 
los  racionalistas  y  modernistas  que  las 
atacan  é  introducen  nuevas  teorías,  ni 
mucho  menos  con  los  católicos  que, 
coincidiendo  en  lo  esencial,  difieren  en 
el  modo  de  explicarlas,  según  perte- 
nezcan á  una  ú  otra  escuela.  Brilla  esta 
obra  por  su  método,  claridad,  sencillez 
y  naturalidad  y  por  los  copiosos  testi- 
monios de  Concilios  y  Pontífices  en 
que  estriban  los  argumentos.  Nos  han 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


259 


gustado  particularmente  algunos  pen- 
samientos (páginas  7,  69,  196,  448), 
ciertas  comparaciones  (86,  105,  256, 
292)  y  lo.que  se  dice  sobre  las  Fórmu- 
las de  la  fe  (106).  Otras  cosas  no  nos 
han  complacido  tanto.  En  ocasiones  se 
nos  figura  que  el  autor  es  demasiado 
breve,  y  de  aquí  que  resulten  sus  ex- 
plicaciones un  poco  imperfectas  y 
como  truncadas.  Dos  puntos  hemos 
hallado  expuestos  con  algo  de  vague- 
dad. Refiérese  el  primero  á  la  transmi- 
sión del  pecado  original  (138y  139).  No 
vemos  bien  cómo  salva  Mr.  Lesétre  la 
justicia  de  Dios  al  hacer  que  nazcan 
los  hombres  con  el  reato  de  la  culpa 
original.  El  segundo  atañe  á  la  ciencia 
de  Cristo,  que,  al  decir  del  autor,  se 
limitó  al  fin  y  al  cabo  á  las  cosas  de 
este  mundo,  que  le  venían  por  la  ex- 
periencia cotidiana  (174):  pues  Cristo 
no  sólo  tuvo  ciencia  experimental,  sino 
beatífica  y  también  infusa,  de  la  que  ni 
mención  se  hace.  Acaso  no  sean  éstos 
defectos,  sino  ilusión  nuestra.  Pero 
tal  ilusión  ó  realidad  no  ha  de  impedir 
que  reconozcamos  la  utilidad  que  sa- 
carán del  libro  los  que  con  reflexión  lo 
lean. 

A.  P.  G. 


R.  P.  Alberto  M.  Weiss.  La  Ciencia  prác- 
tica de  la  vida;  traducción  de  la  décima 
edición  alemana  por  el  Dr.  Modesto 
Hernández  Villaescusa.— Herederos  de 
Juan  Gili,  Barcelona,  1909.  Un  volumen 
en  4.°  de  470  páginas. 

Obra  también  de  índole  apologética, 
aunque  de  mayor  extensión  en  el  cua- 
dro de  materias  que  comprende.  El 
R.  P.  Weiss  imprime  á  todas  sus  obras 
un  sello  personalísimo:  la  concepción 
y  estilo  son  una  mezcla  de  serio  y  jo- 
coso, patético  y  humorístico,  pesimista 
y  jovial,  que  no  tiene  parecido  en  nin- 
gún otro  escritor.  También  este  libro 
participa  de  esas  cualidades;  pero  no 


tanto  como  otras  producciones  suyas, 
por  el  giro  pecuh'ar  que  en  ésta  ha 
dado  á  su  pensamiento.  El  libro  es  una 
serie  de  reflexiones,  parte  en  forma  de 
apotegmas,  parte  de  racetillas,  sobre 
puntos  los  más  interesantes  de  con- 
troversia y  apolo";ética  contemporá- 
nea. El  fondo  está  inspirado  en  el  cri- 
terio más  sano,  el  espíritu  más  recto 
y  el  celo  más  sincero  de  la  gloria  de 
Dios  y  bien  de  las  almas.  Todo  el  libro 
es  altamente  recomendable;  pero  entre 
las  muchas  y  muy  variadas  lecciones 
que  merecen  especial  atención,  citare- 
mos el  párrafo  XVII  del  cap.  XI:  en  él 
está  retratada  al  vivo  la  conducta  de 
gran  número  de  bautizados  que,  lla- 
mándose católicos,  sólo  sirven  de  es- 
torbo á  la  marcha  y  operaciones  del 
verdadero  ejército  católico. 


MoNS.  DE  Camus.  Los  Orígenes  del  Cristia- 
nismo; traducción  del  Dr.  J.  B.^  Codina 
Y  FoRMOSA.  Parti  l.^  volúmenes  II  y  III. 
Barcelona,  1909.  Dos  volúmenes  de  477 
y  469  páginas  en  4.",  respectivamente.— 
Herederos  de  Juan  Gili.  Precio,  6  pese- 
tas cada  tomo. 

Con  los  volúmenes  II  y  III  da  fin  la  pri- 
mera parte  de  la  gran  obra  de  Mons.  Ca- 
mus, que  comprende  la  Viia  de  Jesu- 
cristo. El  tomo  II  abraza  desde  la  pro- 
mulgación de  la  Ley  Nueva,  ó  Sermón 
del  Monte,  hasta  la  última  subida  á  Je- 
rusalén,  y  el  III  desde  ésta  hasta  la 
Ascención.  Va  agregada  una  Carta  geo- 
gráfica de  Palestina,  para  orientación 
del  lector  y  comprobación  del  relato 
histórico.  Nada  hemos  de  añadir  á  lo 
ya  dicho  al  anunciar  el  primer  tomo 
sobre  el  mérito  del  original  y  versión 
de  esta  obra  y  la  oportunidad  de  su 
publicación.  Con  muy  buen  acuerdo,  la 
Carta  no  va  fija,  sino  separada,  para 
que  el  lector  pueda  cómodamente  te- 
nerla siempre  á  la  vista. 

L.  M. 


NOTICIAS  GENERALES 


Madrid,  20  de  Agosto.— 20  de  Septiembre  de  1909. 

ROMA.— Jubileo  Episcopal  de  Su  Santidad.  El  16  del  próximo 
mes  de  Noviembre  se  cumple  el  quincuagésimo  aniversario  de  la  Consa- 
gración episcopal  de  Pío  X.  Según  //  Giornale  d' Italia,  se  preparan 
solemnes  fiestas  para  celebrarlo  dignamente,  y  al  Vaticano  irá  con  ese 
motivo  una  peregrinación  francesa  que  organiza  la  piadosa  asociación 
de  Nuestra  Señora  de  la  Salvación  de  París.— Acta  Apostolicae  Sedis. 
Entre  los  documentos  que  publica  el  último  número  aparecen  una  carta 
pontificia  elevando  á  Vicariato  apostólico  la  misión  del  Kenna  en  el 
África  Oriental  inglesa  y  un  decreto  de  la  Sagrada  Congregación  de 
Ritos  concerniente  á  la  introducción  de  la  causa  de  beatificación  y  cano- 
nización del  siervo  de  Dios  P.  Pablo  Capelloni,  sacerdote  profeso  de 
la  Compañía  de  Jesús,  que  nació  en  Roma  el  21  de  Febrero  de  1776  y 
murió  en  Ñapóles  en  1857.— Congregación  de  Ritos.  Reunióse  el  24 
de  Agosto  esta  Sagrada  Congregación  para  deliberar  sobre  los  siguien- 
tes asuntos:  la  aprobación  de  los  Oficios  y  Misas  del  Beato  Juan  Rasbro- 
kio,  Canónigo  seglar;  la  traslación  de  San  Paulino,  Obispo  de  Ñola, 
la  Beata  Juana  de  Arco,  y  bienaventurado  Federico  de  Ratisbona,  lego 
profeso  de  la  Orden  de  la  San  Agustín;  la  revisión  de  los  escritos  del 
venerable  Cosme  Carbognano,  ó  sea  Gomislas  Keumengian,  sacerdote  y 
párroco  armenio,  y  la  sierva  de  Dios  Luisa  de  los  Ángeles  Monteagudo, 
dominica  del  convento  de  Santa  Catalina  de  Arequipa.  — Fiestas  en 
honor  de  San  Anselmo.  Del  4  al  8  de  Agosto  se  celebraron  en  Aosta 
grandes  fiestas  para  solemnizar  el  octavo  centenario  de  San  Anselmo. 
Asistieron  todos  los  Prelados  del  Piamonte,  los  Abades  benedictinos,  el 
Arzobispo  de  Westminster  y  el  Obispo  de  Clifton.  Inauguróse  el  Con- 
greso Mariano  y  se  descubrió  una  estatua  en  bronce  del  Santo  Doctor, 
colocada  en  una  de  las  plazas  de  la  población.  Su  Santidad,  por  medio 
del  Cardenal  Merry  del  Val,  contestó  al  telegrama  de  adhesión  del  Epis- 
copado subalpino  en  estos  términos:  «Conmovido  el  Padre  Santo  por  los 
afectos  de  filial  devoción  de  ese  Episcopado,  le  envía  especial  bendición 
apostólica,  que  anhela  sea  presagio  de  la  celestial  y  divina.» — Cambio 
de  representantes  rusos  en  el  Vaticano.  En  sustitución  de  Mr.  Sa- 
zanow,  ministro  de  Rusia  en  el  Vaticano,  que  dimitió  por  causa  de  salud, 
ha  sido  nombrado  Mr.  Boulatrel.  A  pesar  de  las  noticias  que  propalan  los 
periódicos  anticatólicos  con  siniestra  intención,  de  que  se  habían  resfria- 
do las  relaciones  entre  Rusia  y  la  Santa  Sede,  es  lo  cierto  que  éstas  han 
mejorado  de  un  modo  notable  desde  el  arreglo  interino  de  la  cuestión  de 
Wilna,  ó  sea  desde  hace  un  año  próximamente.— Instituto  Bíblico. 


NOTICIAS   GENERALES  261 

Según  escriben  de  Roma,  regresó  á  aquella  capital  el  R.  P.  Funck,  S.  J., 
para  preparar  la  inauguración  del  nuevo  Instituto  Bíblico.  Desea  Su  San- 
tidad que  esta  fundación  se  convierta  en  un  verdadero  Instituto  interna- 
cional de  primer  orden.  La  apertura  del  Instituto  se  verificará  en  los 
grandes  locales  del  Colegio  Leonino,  en  donde  quedará  interinamente 
establecido.  Se  asegura  que  el  sitio  definitivamente  elegido  es  el  antiguo 
palacio  del  Banco  Romano,  que  la  Santa  Sede  ha  adquirido  reciente- 
mente y  que  se  encuentra  entre  la  Minerva  y  corso  Vittorio.  Tenemos  la 
satisfacción  de  anunciar  que  uno  de  los  profesores  de  Sagrada  Escritura 
nombrados  para  ese  centro  de  enseñanza,  es  nuestro  distinguido  compa- 
ñero en  Razón  y  Fe  P.  Lino  Murillo,  profesor  de  Escritura  del  Seminario 
de  Madrid,  harto  conocido  de  nuestros  lectores  por  sus  numerosos  artícu- 
los. El  nuevo  cargo  no  le  impedirá  honrar  con  sus  escritos,  como  hasta 
aquí,  las  páginas  de  nuestra  revista. — Asociaciones  católicas  de  de- 
porte. En  Milán  organizó  la  Asociación  católica  italiana  gimnástica  un 
concurso  internacional  de  Gimnasia.  Estuvieron  representadas  101  socie- 
dades y  pasearon  las  calles  de  la  ciudad  3.000  gimnastas.  Con  el  fin  de 
deslustrar  el  Concurso,  la  Federación  italiana  neutra  convocó  á  los  suyos 
para  otro  concurso  en  Várese;  pero  su  fracaso  ha  sido  manifiesto,  pues 
no  consiguió  que  se  reunieran  arriba  de  24  asociaciones  y  900  gimnas- 
tas. La  medalla  de  oro  que  ofreció  Su  Santidad  lleváronla  las  sociedades 
francesas.— El  Papa  consolando  á  los  católicos  barceloneses.  En 
el  Boletín  Oficial  del  Obispado  de  Barcelona  se  insertó  una  carta,  fecha 
del  12  de 'Agosto,  del  Emmo.  Cardenal  Vives  y  Tudó  al  limo.  Sr.  Cortés, 
Obispo  titular  de  Eudoxia,  en  la  que  le  decía,  entre  otras  cosas:...  «Nues- 
tro bondadosísimo  Padre  y  Pastor  Supremo  Pío  X  se  dignó  manifestar- 
me lo  mucho  que  sufre  pensando  en  las  tribulaciones  de  tantos  sacerdo- 
tes, religiosos  y  religiosas  perseguidos  por  turbas  desalmadas,  y  me 
encargó  que  de  su  augusto  nombre  dirigiese  palabras  de  aliento  á  V.  S., 
como  Prelado  Ordinario  de  la  ciudad  y  diócesis,  que  más  cruelmente  han 
experimentado  los  horrores  de  la  impiedad  cosmopolita,  y  en  la  persona 
de  V.  S.  á  todos  los  Prelados  diocesanos  y  Superiores  religiosos  y  á  sus 
respectivos  subditos  perseguidos,  añadiendo  merecidos  elogios  para 
las  personas  que  tan  generosamente  han  acogido  á  los  religiosos  y  reli- 
giosas, y  comunicando  algunas  facultades  extraordinarias  que  Su  Santi- 
dad se  digna  conceder  al  Ordinario  de  Barcelona  y  demás  Ordinarios  de 
Cataluña,  que  en  tan  excepcionales  circunstancias  las  necesitan.» 

I 

ESPAÑA 

Notas  de  actualidad.  — La  guerra  de  Melilla.  — £/  avance. 
El  27  comenzó  felizmente  el  avance  de  nuestras  tropas,  ocupando  sin 
dificultad  el  zoco  de  El  Arbaa.  El  31  obtuvieron  los  españoles  una  vic- 


262  NOTICIAS   GENERALES 

toria,  derrotando  en  Addara  á  la  harca  que  allí  había  acudido  para  levan- 
tar en  armas  á  las  cabilas  de  Quebdana.  Según  el  parte  oficial,  la  Arti- 
llería hizo  grandes  estragos  en  el  enemigo,  que  en  su  huida  fué  atacado 
por  un  escuadrón  de  caballería.  Este  triunfo  ha  producido  excelentes 
efectos  en  el  Ejército.  Posteriormente  se  han  apoderado  los  nuestros  de 
la  posición  de  Mayen-Mohu-Ibrahim,  hacia  la  alcazaba  de  Zeluán.  El  tele- 
grama del  general  Marina  decía  así:  «Confirmo  á  V.  E.  sumisión  á  España 
de  región  Quebdana  y  parte  de  la  Ulad-Settut,  hasta  inmediaciones 
Zeluán.»  Tenemos,  pues,  una  faja  de  150  kilómetros  de  la  región  del  Rif 
sometida  á  nuestras  armas,  habitada  por  cabilas  indomables,  á  causa  de 
su  vida  nómada  y  de  su  barbarie  y  fanatismo.— A^wevos  refuerzos.  Para 
reforzar  el  ejército  de  África  y  la  línea  de  operaciones  hasta  el  Muluya, 
partió,  al  mando  del  general  Álvarez  Sotomayor,  una  nueva  división 
de  11.000  hombres,  compuesta  de  los  regimientos  de  Infantería  del  Prín- 
cipe, Cuenca,  Guipúzcoa  y  Burgos,  cada  uno  de  1.600  plazas,  de  dos 
escuadrones  del  regimiento  de  Alfonso  XIII,  del  décimo  regimiento  mon- 
tado, que  maneja  cañones  Schneider,  y  de  las  secciones  correspondien- 
tes de  Ingenieros,  Administración  y  Sanidad.— Los  honderos.  Para  utili- 
zar la  invención,  debida  al  coronel  Burguete,  de  unas  balas  explosivas, 
poco  menores  que  las  de  Artillería  de  montaña,  que  producen,  al  estallar, 
estragos  en  15  metros  á  la  redonda,  el  batallón  de  cazadores  de  Chi- 
clana  ha  elegido  40  hombres  forzudos,  procedentes  de  las  serranías  de 
Ronda  y  cordilleras  de  Toledo  y  Extremadura,  que  las  dispararán  con 
hondas  de  cáñamo  retorcido.  Á  cada  compañía  se  han  destinado  10  hon- 
deros, y  á  cada  hondero  se  han  entregado  50  balas. — Donativos  y  soco- 
rros. De  todas  partes  se  reciben  donativos  y  socorros  para  el  sosteni- 
miento de  la  guerra  y  alivio  de  nuestros  soldados.  Por  no  citar  más  que 
algunos,  diremos  que  el  Duque  de  Tovar  entregó  al  Ministro  de  la  Gue- 
rra 80.000  pesetas;  el  Marqués  de  Riera  entrega  mensualmente  1.000  pese- 
tas; la  colonia  española  de  la  Habana  ha  recaudado  50.000  pesetas;  la 
Junta  patriótica  española  de  Méjico,  15.000;  los  españoles  del  Río  de  la 
Plata,  10.000;  la  suscripción  de  la  Junta  central  asciende  á  unas  600.000 
pesetas;  las  Hermanas  de  la  Caridad  de  Santa  Ana  han  ofrecido  al 
Gobierno  una  sala  con  10  camas  para  los  heridos,  corriendo  á  su  cuenta 
la  asistencia  y  manutención:  igual  ofrecimiento  han  hecho,  para  mayor 
número  de  heridos,  los  jesuítas  de  Málaga,  etc.,  etc.— Los  sucesos  de 
Barcelona. — Prisión  de  Ferrer.  En  Alella  una  pareja  del  somatén  se 
apoderó  el  1.°  del  revolucionario  Francisco  Ferrer,  reclamado  por  la 
autoridad  militar  con  motivo  de  los  infaustos  sucesos  de  Barcelona. 
Según  el  Fiscal  del  Supremo,  el  alma  de  las  algaradas  y  desmanes  de  la 
Ciudad  Condal,  encaminados  contra  el  Gobierno  constituido  y  orden 
social,  fué  el  amigo  y  compañero  de  Morral.  En  su  finca  de  Mas  Germi- 
nal se  han  encontrado  varios  documentos,  entre  ellos  una  circular,  cuyo 
resumen  hace  así  A  B  C:  «Expulsión  de  las  Órdenes  religiosas.  Disolu- 


NOTICIAS    GENERALES  263 

ción  de  la  Magistratura,  Ejército  y  Marina.  Derribo  de  las  iglesias  y  con- 
fiscación de  los  Bancos  y  bienes  de  los  hombres  públicos.»  AI  final  de 
este  escrito  hay  unas  líneas  de  Ferrer,  que  dicen:  «Adjunta  una  receta 
para  fabricar  panclastita. »  En  otra  proclama  que  han  publicado  los 
periódicos  afirma  el  feroz  anarquista  que  desea  encontrar  300  hombres 
«dispuestos  á  jugarse  la  cabeza»,  para  poder  decapitar  á  la  familia  real 
y  sus  ministros,  ó  hacer  que  se  hundan  los  edificios  que  los  cobijan,  pro- 
moviendo de  esta  suerte  la  revolución. — Amigos  de  Ferrer.  Extranje- 
ros. En  Francia,  Inglaterra  é  Italia  se  está  haciendo  una  verdadera  cam- 
paña antiespañola,  trabajando  por  desprestigiar  á  nuestra  justicia,  que, 
no  en  uso  de  su  derecho,  sino  en  cumplimiento  del  deber,  pretende  escla- 
recer los  hechos  para  castigar  á  los  criminales  de  Barcelona.  En  París 
se  ha  constituido  una  Comisión  para  protestar  contra  la  conducta 
seguida  por  el  Gobierno  español  en  la  capital  del  Principado.  Espa- 
ñoles. Lerroux  se  adhirió  á  un  mitin  de  anarquistas  celebrado  en  defensa 
de  Ferrer,  y  entre  los  papeles  de  éste  se  encontró  una  carta  de  aquél,  en 
que  se  decía:  «Busquemos  al  pueblo,  y  digámosle:  viven  del  Estado  el 
rico,  el  cura,  el  soldado  y  el  juez,  que  te  roban  las  dos  terceras  partes  de 
un  producto  que  es  tuyo.  Lucharemos  hasta  conseguir  que  los  hombres 
no  necesiten  leyes  ni  Gobiernos,  ni  Dios  ni  amo.»  El  lugarteniente  de 
Lerroux,  el  senador  por  Guadalajara  Sr.  Sol  y  Ortega,  ha  sido  acu- 
sado, según  El  Imparcial,  por  uno  de  los  Juzgados  de  Barcelona  de 
haber  tomado  parte  en  la  sedición  é  inducido  al  incendio  de  templos  y 
casas  religiosas.  Giner  de  los  Ríos,  el  diputado  lerrouxista,  conferencia 
con  los  prohombres  liberales,  y  ha  conseguido  que  todos,  al  decir  de  un 
periódico,  desde  D.  Pío  Gullón  hasta  Lerroux,  clamen  contra  las  perse- 
cuciones horrendas  de  que  son  blanco  los  pobres  incendiarios  de  los 
conventos  y  asesinos  de  los  religiosos  y  sacerdotes.  En  tan  noble  tarea 
no  podía  faltar  la  ayuda  desinteresada  de  los  periódicos  del  trust,  en 
cuyas  acciones  parece,  si  se  ha  de  creer  á  El  Mundo,  que  tiene  parte 
Ferrer.— Medidas  acertadas.  El  Gobernador  civil  de  Barcelona  ha  man- 
dado cerrar  más  de  120  escuelas  y  centros  radicales  y  ácratas.  Los 
detenidos  hasta  el  24  de  Agosto  eran  990.  Sesenta  jueces  militares  instru- 
yen procesos  en  Barcelona,  que  se  elevan  á  unos  1.000,  y  á  algunos  más 
los  de  la  provincia.  En  Valencia  ha  sido  también  cerrada  la  Escuela  ra- 
cionalista y  desterrado  su  director,  en  cuyo  poder  se  hallaron  nnmerosas 
hojas  contra  la  Religión  y  la  Patria:  igu^l  suerte  les  ha  cabido  á  las 
escuelas  laicas  de  Vizcaya. — Protestas  contra  los  atentados  de 
Barcelona.  Multitud  de  Prelados,  como  los  de  las  provincias  eclesiás- 
ticas de  Zaragoza,  Burgos,  Granada,  Tarragona,  Sevilla,  etc.,  no  pocas 
corporaciones  seglares  é  infinidad  de  particulares  han  protestado  ante 
el  Gobierno  y  la  nación  contra  los  salvajes  atropellos  de  Barcelona. 
Últimamente,  á  instancia  de  una  señora  de  la  aristocracia,  se  ha  promo- 
vido una  protesta  que  irá  suscrita  por  millares  de  firmas:  para  eso  se 


264  NOTICIAS   GENERALES 

ha  nombrado  una  Comisión  encargada  de  recoger  adhesiones,  y  se  han 
repartido  por  toda  España  30.000  circulares  y  otros  tantos  pliegos.— 
Política  periodística.  El  lunes  13  se  reunieron  los  representantes 
de  13  periódicos  madrileños  para  protestar  contra  la  aplicación  de  la 
censura  que  ejerce  el  Gobierno.  Nombróse  una  Comisión,  que  fué  á 
exponer  sus  quejas  á  S.  M.  el  Rey,  y  enviáronse  por  diversos  puntos 
varios  periodistas  para  atraer  á  su  partido  y  miras  interesadas  á  los 
periódicos  de  provincias.  El  Sr.  La  Cierva  remitió  á  los  gobernadores 
un  telegrama,  en  que  manifiesta  que  las  declaraciones  hechas  en  la  corte 
por  diversos  directores  de  periódicos,  protestando  contra  las  restriccio- 
nes que  se  suponen  establecidas  en  daño  de  la  prensa,  son  apasionadas 
é  injustas. 

Disposiciones  y  reales  órdenes.— En  la  Gaceta  de  29  de  Agosto 
se  publica  una  real  orden  de  Guerra  disponiendo  se  celebren  exequias 
y  sufragios  por  las  clases  é  individuos  de  tropa  que  fallezcan  en  activo. 
Otra  del  mismo  Ministerio,  de  1.°  de  Septiembre,  autorizando  á  los  re- 
clutas para  comer  y  dormir  en  sus  casas.  En  la  del  29  de  Agosto  un 
real  decreto  de  Hacienda  acerca  del  timbre  y  libros  de  contabilidad;  en 
la  del  10  de  Septiembre  otro  de  Gobernación  sobre  elecciones  de  dipu- 
tados. En  el  Diario  del  Ministerio  de  la  Guerra  del  31  de  Agosto  vio  la 
luz  una  disposición  concediendo  á  las  familias  de  los  militares  muertos 
en  acción  de  guerra,  á  partir  del  9  de  Julio,  ó  fallecidos  á  consecuencia 
de  heridas,  una  pensión  que  se  regulará  por  el  empleo  que  tenía 
cada  uno. 

Fomentos  matQrialQs.— Asamblea  de  Diputaciones  provinciales, 
Én  Santander  se  reunió  el  30  el  Congreso  de  las  Diputaciones  provin- 
ciales, bajo  la  presidencia  de  D.  Críspulo  Ordóñez,  presidente  de  la  Di- 
putación de  Santander.  Su  primer  acuerdo  fué  felicitar  á  cuantos  luchan 
á  la  sombra  de  nuestra  gloriosa  bandera  en  las  inhospitalarias  costas 
africanas,  y  protestar  contra  los  desmanes  de  Barcelona.  La  quinta  y 
última  sesión  se  tuvo  el  día  5,  determinándose  que  la  próxima  asamblea, 
ó  sea  la  cuarta,  se  verifique  en  Valladolid.  —  Escuela  Superior  del  Ma- 
gisterio. Se  celebró  el  día  1.°  la  inauguración  de  la  Escuela  Superior  del 
Magisterio,  asistiendo  el  Ministro,  Subsecretario  y  Jefe  de  sección  del 
Ministerio  de  Instrucción.  Pronunció  un  discurso  el  Sr.  Rodríguez  San 
Pedro  enalteciendo  la  importancia  de  la  nueva  Escuela,  cuyo  fin  no  es 
otro,  dice,  que  formar  buenos  maestros  y  buenos  ciudadanos.— Gra/2  Via 
de  Madrid.  La  Gaceta  del  2  de  Septiembre  publicó  el  anuncio  de  su- 
basta de  la  Gran  Vía  y  el  pliego  de  condiciones  facultativas  para  la 
ejecución  de  las  obras.  El  concurso  terminará  el  12  de  Noviembre 
próximo,— Congreso  esperantista  internacional  T>t\  ^  al  11  se  celebró 
en  Barcelona,  bajo  la  presidencia  de  Dr.  Zamenhof,  un  Congreso  interna- 
cional del  esperanto.  Asistieron  1.400  congresistas,  que  representaron  á 
33  naciones.  Quedó  aprobada  la  proposición  creando  el  Consejo  ínter- 


NOTICIAS   GENERALES  265 

nacional  para  ayudar  pecuniariamente  á  las  corporaciones  denominadas 
Komitato  y  Komitata  Kongresa  Komitata.  El  próximo  Congreso  se  tendrá 
en  Washington  y  el  siguiente  en  Amber es.— Museo  Sarasate.  En  la  finca 
que  poseía  en  Biarritz  el  artista  español  Sarasate  se  verificó  la  inaugu- 
ración del  Museo  Sarasate,  hacia  mediados  de  Septiembre.  Concurrió 
selecto  y  numeroso  público,  se  pronunciaron  varios  discursos,  y  en  el 
concierto  que  se  tuvo  tomaron  parte  la  pianista  Berta  Marx,  el  violon- 
cellista  Hekking  y  nuestros  compatriotas  Bordas  y  Arbós.  —  Juegos  flo- 
rales en  Salamanca.  El  15  se  verificaron  en  el  patio  del  Colegio  de  Irlan- 
deses de  Salamanca,  hermosamente  decorado,  los  Juegos  florales,  á  los 
que  asistió,  en  representación  de  la  reina  D/  Victoria,  la  infanta  D/  Isabel. 
Sentáronse  á  su  derecha  el  Cardenal  Primado  de  Irlanda  Monseñor 
Logue,  los  Prelados  irlandeses  de  Cloyne  y  Dromore,  el  de  Salamanca 
y  Plasencia,  y  á  su  izquierda  las  autoridades  civiles  y  militares.  Pro- 
nunció el  discurso,  en  sustitución  del  Sr.  Moret,  designado  como  mante- 
nedor, el  senador  liberal  Sr.  López  Muñoz.  También  habló  el  poeta  por- 
tugués Eugenio  de  Castro,  y  leyeron  los  poetas  laureados  Rueda  y  Ro- 
mano sus  poesías  premiadas.  La  función  resultó  solemne  y  esplén- 
dida. 

Noticias  religiosas.  —  Patriótica  Pastoral.  Lo  es  la  que  ha  publi- 
cado el  Sr.  Obispo  de  Sión  saludando  á  los  soldados  que  combaten  va- 
lerosamente en  las  asperezas  del  Rif.  El  ilustre  Prelado,  al  propio  tiempo 
que  patentiza  su  amor  al  Ejército  y  su  esperanza  en  la  victoria,  promete 
que  todos  los  viernes  aplicará  la  Misa  por  el  eterno  descanco  de  los  que 
mueren  en  la  guerra.— ¿a  Cruz  de  Tierra  Santa  en  Covadonga.  El  día  5 
se  colocó  en  el  santuario  de  Covadonga  la  Cruz  que  llevaron  los  pere- 
grinos á  Tierra  Santa.  De  todas  partes  acudieron  gentes  á  la  fiesta, 
yendo  sólo  de  Oviedo  más  de  400  personas.  Realzaron  las  solemnidades 
con  su  presencia  los  Prelados  de  Oviedo,  Valencia  y  el  P.  Nozaleda,  y 
el  ilustre  Magistral  de  Covadonga  pronunció  una  elocuentísima  plática.— 
Peregrinaciones  españolas  á  Lourdes.  El  17  salió  de  Tudela  y  Pamplona 
la  segunda  peregrinación  navarra  á  Lourdes.  Presidíanla  los  Prelados  de 
Pamplona  y  Tarazona.  De  Barcelona  saldrá  el  20  la  que  todos  los  años, 
desde  hace  treinta,  se  veriñca.  Sin  duda,  que,  por  razón  de  las  circunstan- 
cias, ha  de  verse  muy  concurrida. — Plausible  idea.  Algunas  señoras  de 
Barcelona,  contristadas  y  heridas  en  sus  religiosos  sentimientos  por  la  sa- 
crilega destrucción  de  tantos  templos  incendiados,  han  propuesto  la  idea 
de  una  Liga  femenina  española  de  reparación  de  los  ultrajes  inferidos  al 
Corazón  de  Jesús,  cuyo  objeto  inmediato  sería  recaudar  fondos  para  la 
reconstrucción  de  las  iglesias.  Con  esta  ocasión  hase  indicado  el  pensa- 
miento de  ediñcar  en  el  Tibidabo,  dominando  sobre  Barcelona,  el  Tem- 
plo Expiatorio  al  Sagrado  Corazón,  á  la  manera  que  la  Francia  penitente 
edificó  en  París  el  de  Montmartre.  Nuestra  humilde  opinión  es  que  lo 
más  urgente  en  Barcelona  parece  la  reedificación  de  los  templos  parro- 


266  NOTICIAS    GENERALES 

guíales,  á  fin  de  que  el  pueblo  no  abandone  sus  prácticas  religiosas,  con 
lo  que  fácilmente  vendría  á  perder  la  fe. 


EXTRANJERO 

AMÉRICA.  —  Méjico.  Terribles  inundaciones  han  asolado  las  re- 
giones septentrionales  de  la  república.  Un  telegrama  de  Monterrey  par- 
ticipa que  el  número  de  víctimas  es,  poco  más  ó  menos,  de  lO.COO.  Mu- 
chos lugares  han  sido  devastados,  y  millares  de  buitres  se  ciernen  en  los 
alrededores  para  cebarse  en  los  cadáveres  insepultos.  Las  personas  que 
se  salvaron  de  la  catástrofe,  ó  se  mueren  de  hambre  ó  se  ven  forzadas  á 
aumentarse  de  hojas  y  raíces  de  árboles.  Toda  la  cosecha  ha  quedado 
destruida  y  las  pérdidas  materiales  son  enormes;  algunos  las  calculan  en 
75  millones  de  pesos. 

Perú-Bolivia.— Terminó  la  tirantez  de  relaciones  entre  Perú  y  Boli- 
via,  causa  de  no  escasas  inquietudes  en  las  dos  repúblicas  y  en  la  Ar- 
gentina durante  los  últimos  meses.  Telegrafían  de  La  Paz  que  el  17  se 
firmó  el  protocolo  bolivio -peruano,  en  que  se  zanjan  todas  las  cuestio- 
nes pendientes  entre  los  dos  países  firmantes,  y,  por  tanto,  la  concer- 
niente á  las  fronteras,  que  dio  margen  á  la  sentencia  arbitral  del  Sr.  Fi- 
gueroa  Alcorta,  Presidente  de  Buenos  Aires. 

Chile.— Según  telegramas  recibidos  el  14  en  Londres,  el  nuevo  Go- 
bierno chileno  quedó  constituido  en  la  forma  siguiente:  Interior,  D.  Ismael 
Tournal;  Negocios  Extranjeros,  D.  Agustín  Edwards;  Justicia  é  Instruc- 
ción, D.  Emiliano  Figueroa;  Hacienda,  D.  Manuel  Salinas;  Guerra  y  Ma- 
rina, D.  Aníbal  Rodríguez,  y  Obras  públicas,  D.  Eduardo  Delano. 

Buenos  Aires.— Importantes  leyes  ha  votado  la  Cámara  de  los 
diputados  de  esta  república.  Una  de  ellas  concierne  á  los  trabajos  de 
regadío  que  se  ejecutarán  con  el  producto  de  la  venta  del  ferrocarril 
andino  y  la  emisión  de  25  millones  de  pesos  oro  en  títulos  del  5  por  100. 
Otra  autoriza  la  emisión  de  18  millones  de  pesos  papel  al  5  por  100  para 
los  gastos  que  ocasionarán  la  traída  de  aguas  potables  y  el  alcantari- 
llado de  Buenos  Aires.  Una  tercera  concédela  construcción  de  un  puerto 
en  Mar  de  la  Plata,  cuyo  coste  se  hace  subir  á  12  millones  y,  por  fin, 
aprobó  el  Parlamento  el  proyecto  autorizando  la  unión  de  los  ferroca- 
rriles argentino  y  paraguayo. 

Estados  Unidos.— Dos  norteamericanos  se  disputan  la  gloria  de 
haber  llegado  al  polo  Norte.  El  21  de  Abril  de  1908,  según  los  perió- 
dicos, logró  el  Dr.  Cook  colocar  allí  el  pabellón  de  Norte  América. 
Cuando  más  entusiasmados  estaban  los  sabios  con  la  noticia  y  el  famoso 
explorador  recibía  distinguidos  honores  del  Gobierno  danés  y  felicita- 
ciones  de  todas    partes,   recibióse  un  radiograma    del  comandante 


NOTICIAS   GENERALES  267 

Peary,  que  decía:  «Bandera  norteamericana  plantada  en  polo  Norte.  - 
Firmado,  Comandante  Peary.»  De  aquí  se  originó  recia  contienda  entre 
los  dos  viajeros,  procurando  cada  cual  desacreditar  á  su  adversario  y 
patentizar  su  triunfo.  Los  científicos  también  se  han  dividido,  favore- 
ciendo unos  á  Cook,  otros  á  Peary  y  no  pocos  burlándose  de  las  afirma- 
ciones de  entrambos.  Mr.  Taff  quiere  que  el  pleito  se  someta  á  un 
tribunal  de  hombres  competentes,  y  que  su  fallo  se  acepte  en  el  mundo 
sabio. 

EUROPA.— Francia.  No  hace  mucho  declaró  el  Ministro  de  Ha- 
cienda que  al  presupuesto  de  1910  le  faltan  200  millones  de  ingre- 
sos. Para  obtenerlos  ha  creado  nuevos  impuestos  sobre  los  artículos 
de  lujo  y  los  capitalistas.  Los  tabacos,  alcoholes,  que  no  son  artículos  de 
primera  necesidad,  y  el  total  de  las  herencias, resultan  cargados  con  ma- 
yores gravámenes  que  hasta  aquí.  El  proyecto  provocará  protestas,  y 
son  muchos  los  diputados  que  censuran  esas  medidas.— La  situación  del 
Gabinete  presidido  por  Briand  no  parece  firme,  pues  tropieza  con  no 
cortas  dificultades  en  la  política  y  administración. — El  29  falleció  en 
París  en  la  paz  del  Señor,  á  los  setenta  años  de  edad,  el  famoso  escritor 
y  polemista  P.  Du  Lac,  de  la  Compañía  de  Jesús. 

Inglaterra.— El  Gobierno  liberal  que  preside  Mr.  Asquith  se  en- 
cuentra en  no  flojo  aprieto.  Necesítanse  400  millones  de  pesetas  para 
atender  á  los  gastos  de  la  defensa  nacional;  pero,  ¿de  dónde  se  sacan?  El 
Ministro  de  Hacienda  pretende  gravar  los  grandes  capitales:  la  Cámara 
de  los  lores,  formada  de  capitalistas,  rechaza  esa  imposición.  No  se  ve, 
pues,  otro  remedio  que  disolver  el  Parlamento  y  convocar  á  nuevas  elec- 
ciones, en  las  que  se  tendría  que  decidir  la  cuestión  de  los  poderes  del 
Senado,  que  tantos  disgustos  produce  á  los  Gobiernos;  lo  que  signifi- 
caría un  trastorno  constitucional  en  la  nación.  Los  conservadores  se 
oponen  también  á  los  proyectos  del  Gobierno  y  abogan  por  un  protec- 
cionismo aduanero,  que,  á  su  juicio,  permitiría  reforzar  los  ingresos. 

Alemania.— Grande  es  el  entusiasmo  que  ha  despertado  en  Ale- 
mania el  globo  dirigible  Zappelin,  modelo  III,  en  su  viaje  desde  Friedris- 
chshafen  á  Berlín.  La  llegada  á  esta  capital  estaba  señalada  para  el  28 
de  Agosto;  pero  por  el  mal  tiempo  y  haber  sufrido  varias  rupturas  la 
hélice  propulsora,  no  pudo  llegar  sino  el  29  por  la  mañana.  Siendo  el 
tiempo  favorable,  vuela  con  la  velocidad  de  un  tren.  El  número  de  los 
que  presenciaron  el  espectáculo  puede  inferirse  de  las  siguientes  no- 
ticias: En  los  registros  de  los  hoteles  y  fondas  de  Berlín  constó  medio 
millón  de  huéspedes;  los  tranvías  eléctricos  llevaron  en  los  días  del  sá- 
bado y  domingo  1.450.000  y  1.650.000  viajeros,  respectivamente:  los  di- 
ferentes ómnibus  fueron  utilizados  por  780.000  personas.  Todos  los  te- 
jados, por  poco  que  se  prestasen  para  ello,  se  vieron  llenos  de  curiosos 
y  en  las  calles  principales  hubo  ya  á  las  ocho  de  la  mañana  tal  concu- 
rrencia que  apenas  podía  transitarse. 


268  NOTICIAS    GENERALES 

Austria -Hungría.  — El  Congreso  internacional  de  Medicina  se 
inauguró  en  Budapest  el  2  de  Septiembre,  con  una  alocución  del  archi- 
duque José  y  un  discurso  del  conde  Apponi,  ministro  de  Instrucción 
pública  de  Hungría.  Más  de  4.500  médicos,  pertenecientes  á  todas  las 
naciones,  se  reunieron  en  la  capital  húngara.  Se  distribuyó  el  Congreso 
en  21  secciones,  cada  una  con  su  presidencia  y  vicepresidencia.  Llamaron 
la  atención  los  informes  del  Dr.  Guido  Baccelli,  sobre  la  introducción  de 
los  medicamentos  en  las  arterias;  del  profesor  de  Viena  Franz,  acerca  de 
la  tuberculosis  entre  los  jóvenes  militares;  del  profesor  de  Londres 
Rosfhord,  en  orden  al  cáncer,  y  del  Dr.  Kanflaman,  de  Roma,  referente 
al  diagnóstico  del  cólera. 

ÁFRICA. —Marruecos.  El  25  de  Agosto  cayó  en  manos  de  las 
tropas  imperiales  el  célebre  Bu  Hamara,  ó  sea  el  Roghi,  que  por  varios 
años  ha  mantenido  viva  la  insurrección  en  el  imperio  de  Marruecos. 
Encerrado  en  una  jaula  de  hierro,  colocada  en  un  camello,  le  introduje- 
ron los  imperiales  en  Fez  para  que  pudiera  burlarse  de  él  á  su  sabor  el 
populacho;  después  fué  recluido  en  el  palacio  del  Sultán.  Terribles  han 
sido  las  crueldades  que  cometió  el  Sultán  con  los  partidarios  del  Roghi,. 
hasta  el  punto  de  que  han  tenido  que  intervenir  las  potencias  para  ha- 
cerle entrar  en  razón.  Muley  Hafid  se  disculpó  como  pudo  y  prometió 
moderarse.  Con  todo,  se  corre  que  el  mismo  día  de  la  representación  de 
las  naciones  al  Sultán,  fué  ejecutado  el  Roghi,  sin  que  á  ciencia  cierta 
se  sepa  el  género  de  muerte  que  le  dieron. 

OCEANÍA.— Islas  Filipinas.  Nuestra  correspondencia.  Manila^ 
6  de  Agosto  de  1909. 

Ha  vuelto  á  aparecer  el  cólera  en  provincias,  aunque  no  en  proporciones  alarman- 
tes. Según  los  informes  dados,  la  causa  del  recrudecimiento  del  mal  es  la  mala  alimen- 
tación de  las  clases  trabajadoras  por  la  suma  miseria  que  padecen.  En  prueba  de  ello, 
se  ha  dado  el  caso  de  proveer  á  los  pobres  de  una  localidad  afligida  por  la  epidemia 
de  arroz  en  abundancia,  y  mejorar  repentinamente  el  estado  sanitario  de  la  misma.— El 
Gobernador  general  interino  ha  recorrido  varias  islas  del  archipiélago,  con  objeto  de 
enterarse  por  sí  mismo  de  las  necesidades  del  país.  En  todas  partes  ha  sido  bien  reci- 
bido, y  en  Zamboanga,  capital  de  la  provincia  mora,  sujeta  á  un  Gobierno  militar,  le 
han  pedido  con  mucha  instancia  les  concedan  el  régimen  civil.  Con  la  pacificación  de 
los  sublevados  en  Dávao  y  con  la  muerte  del  pirata  Yakari  y  siete  de  sus  partidarios 
en  un  combate,  en  el  que  tuvieron  las  tropas  del  Gobierno  tres  muertos  y  unos  veinte 
heridos,  se  ha  restablecido  la  calma  en  Mindanao  é  islas  cercanas.— La  nota  más  sa- 
liente de  este  periodo  ha  sido  la  celebración  del  día  español.  Los  naturales  han  rivali- 
zado en  entusiasmo  con  los  mismos  españoles,  y  los  americanos  han  presenciado  la 
fiesta  con  muestras  de  aprobación.  En  Manila  fué  notable  la  fiesta  religiosa,  en  la  que 
pronunció  un  sermón  entusiasta  y  elocuente  el  R.  P.  Fr.  Francisco  García,  O.  P.  En  la 
recepción  celebrada  en  el  Casino  Español  lució  sus  galas  oratorias  y  su  amor  á  España 
el  insigne  periodista  D.  Manuel  Rávago,  y  se  leyó  una  poesía  de  D.  Jesús  Bahnori,  en 
donde  hay  conceptos  hermosísimos  para  nuestra  madre  patria.  Las  noticias  que  se 
reciben  de  provincias  respecto  del  día  español  no  pueden  ser  más  gratas  y  consolado- 
ras. Para  obsequiar  al  Sr.  Rávago  por  su  discurso  del  día  español  se  ha  celebrado  un 
banquete,  al  que  han  asistido,  S2gún  el  diario  español  El  Mercantil,  unos  doscientos 


VARIEDADES  269 

comensales,  filipinos  en  su  mayoría,  figurando  entre  ellos  diputados  y  otras  personas 
de  representación  en  el  país. 

ASIA.— China.  De  nuestro  corresponsal  en  aquel  imperio.   Zi- 
kawei,  11  de  Agosto  de  1909. 

1.  El  famoso  empréstito  chino  de  capitales  alemanes,  ingleses,  franceses  para  la 
construcción  de  la  vía  férrea  de  Cantón  á  Han  K'eou  y  de  aquí  á  Se-tch'oen  no  acaba 
de  realizarse,  porque  los  americanos  y  rusos  quieren  tener  su  parte  en  él.  Por  otro  lado, 
los  personajes  más  distinguidos  de  las  provincias  son  contrarios  al  empréstito,  pues 
desean  que  no  se  empleen  sino  capitales  chinos.— 2.  Meses  y  meses  han  estado  nego- 
ciando los  japoneses  con  la  China  para  que  la  vía  estrecha  que  construyeron  en  Ngan- 
tong  y  Muckden  durante  la  guerra,  se  convirtiese  en  ancha  y  ordinaria,  por  ser  impor- 
tante bajo  el  punto  de  vista  estratégico  y  comercial.  Los  chinos  ponían  mil  obstáculos 
á  la  terminación  del  asunto,  y  el  Japón,  al  fin,  sin  consentimiento  de  la  China,  comenzó 
los  trabajos.  Al  instante  el  Gobierno  chino  ordenó  á  sus  delegados  que  reanudasen 
las  negociaciones,  mostrándose  conciliadores.  Se  espera  que  los  nipones  las  acepten, 
pero...  sin  interrumpir  los  trabajos.  El  golpe  al  prestigio  chino  es  duro,  mas  habrá  que 
devorarlo  sin  abrir  la  boca.  Buen  ejemplo  para  otras  naciones.— 3.  Por  decreto  de  1 1  de 
Julio  es  declarado  el  Emperador  generalísimo  de  las  tropas  de  mar  y  tierra,  y  se  ordena 
la  formación  de  un  Consejo  de  Estado  Mayor  para  tratar  de  asuntos  miUtares;  y  en  la 
previsión  de  que  el  Emperador  no  pudiera  ponerse  al  frente  del  ejército,  se  le  sustituye 
por  el  Príncipe  Regente.— 4.  Sigue  adelante  el  proyecto  de  una  Universidad  inglesa  en 
Hong-Kong  para  los  chinos.  Como  muestra  de  aprobación  del  proyecto  el  Wai-ou-pou 
(Ministro  de  Negocios  Extranjeros)  ha  prometido  la  suma  de  10.000  táels.  La  suscrip- 
ción alcanza  hasta  la  fecha  un  millón  de  dollars.  Á  propósito  de  estudios:  hay  5.000  es- 
tudiantes chinos  en  el  Japón:  á  la  mitad  de  ellos  les  pagan  los  estudios  las  provincias 
á  que  pertenecen. 

A.  Pérez  Goyena. 


VARIEDADES 


Protestas  contra  los  sucesos  de  Barcelona.  —  Son  ya  mu- 
chas, como  arriba  se  indicó  (1),  las  que  se  han  elevado  á  los  poderes 
públicos.  Entre  todas  nos  ha  parecido  trasladar  aquí  la  del  limo.  Sr.  Vi- 
cario Capitular  de  Barcelona,  ya  por  ser  la  primera  que,  según  enten- 
demos, publicó  la  autoridad  eclesiástica,  ya  porque  en  ella  se  expresan 
las  ideas  que  de  un  modo  ó  de  otro  se  han  reproducido  en  otras  pos- 
teriores: 

Protesta  elevada  por  el  limo.  Sr,  Vicario  Capitular  al 
Excmo.  Sr.  Presidente  del  Consejo  de  Ministros.-  Excmo.  Sr.:  La 
extraordinaria  gravedad  de  los  tristes  acontecimientos  ocurridos  durante 
la  semana  próxima  pasada  en  esta  ciudad  y  diócesis  de  Barcelona,  me 


(1)  «Noticias  generales»,  págs.  260,  262,  y  el  primer  artículo,  pág.  141. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  18 


270  VARIEDADES 

impone  el  penoso  deber  de  llamar  la  atención  de  V.  E.  sobre  los  ultrajes 
y  violencias  de  que  ha  sido  víctima  la  Religión  del  Estado,  y  los  daños 
morales  y  materiales  sufridos  en  consecuencia  por  las  personas  y  bienes 
religiosos. 

La  huelga  general  iniciada  en  nuestra  ciudad  el  26  de  Julio,  con  el 
villano  y  antipatriótico  pretexto  de  protestar  contra  la  campaña  de  Ma- 
rruecos, tomó  desde  sus  comienzos  el  carácter  anárquico  y  preferente- 
mente antirreligioso,  que  desde  mucho  tiempo  venía  preparándose  en 
mítines  y  reuniones  y  en  insolentes  artículos  de  la  prensa  populachera, 
empeñada  en  negar  á  los  católicos,  no  solamente  los  derechos  que  les 
reconocen  las  leyes  civiles  y  concordadas,  sino  aun  los  respetos  que  por 
los  sentimientos  más  rudimentarios  de  humanidad  se  imponen  á  los 
pueblos  menos  civilizados. 

Estas  constantes  excitaciones  á  la  persecución  contra  las  personas 
religiosas  y  al  incendio  y  saqueo  de  sus  propiedades  y  de  sus  bienes 
hallaron  ocasión  favorable  de  traducirse  en  actos  de  horrible  vanda- 
lismo, merced  al  desenfreno  de  las  turbas  que  con  el  indicado  pretexto 
se  lanzaron  al  motín.  Como  consecuencia  de  esa  indescriptible  perturba- 
ción, que  sumió  á  los  pacíficos  barceloneses  bajo  el  imperio  del  terror  y 
el  triunfo  de  la  anarquía  del  27  al  30  de  Julio  último,  han  sido  incendia- 
das doce  iglesias  parroquiales,  algunas  de  ellas  totalmente  destruidas, 
profanadas  por  modo  horripilante  sus  imágenes,  saqueados  todos  sus 
bienes,  quemados  varios  archivos,  con  daño  incalculable  de  la  sociedad 
y  de  las  familias,  sin  que  pudieran  librarse  de  la  general  devastación 
preciosas  joyas  del  culto  y  arte  cristiano,  como  la  iglesia  de  San  Pablo 
del  Campo,  elevada  á  la  categoría  de  monumento  nacional.  La  misma 
suerte  ha  cabido  á  otras  treinta  iglesias  y  casas  religiosas,  que  han  que- 
dado total  ó  parcialmente  derruidas,  y  entre  las  cuales  se  contaban 
grandes  establecimientos  de  instrucción  y  beneficencia,  patronatos  cató- 
licos de  obreros  y  otras  importantísimas  instituciones  de  acción  social. 

Muchas  comunidades  religiosas,  especialmente  de  mujeres,  han  que- 
dado sin  otro  albergue  que  el  que  les  ha  proporcionado  la  caridad  de 
algunos  particulares;  abandonados  están  sus  educandos,  dispersos  sus 
pupilos,  errantes  sus  huérfanos  y  asilados  de  uno  y  otro  sexo... 

¡Los  cementerios  particulares  de  las  comunidades  de  clausura  han 
sido  teatro  de  las  más  repugnantes  profanaciones;  y  la  ciudad  de  Barce- 
lona hubo  de  presenciar  con  horror  el  bárbaro  y  sacrilego  espectáculo 
de  ser  paseados  por  sus  calles  y  plazas,  hasta  las  mismas  Casas  Consis- 
toriales, los  cadáveres  despojados  y  los  esqueletos  mutilados  de  las  que 
fueron  vírgenes  consagradas  al  Señor,  en  cuyos  restos  se  cebó  el  impío 
furor  y  la  obscenidad  del  populacho! 

Y  lo  más  grave,  Excmo.  Sr.,  es  que  buena  parte  de  esos  monstruosos 
crímenes  fueron  perpetrados  en  presencia  de  los  agentes  de  la  autoridad, 
que  en  muchos  puntos  por  espacio  de  dos  días  contemplaron  impasibles 


VARIEDADES  271 

esas  vandálicas  escenas  de  incendio  y  de  pillaje.  Sólo  la  Guarcia  civil 
resistió  con  valor  y  tenacidad  dignos  de  todo  elogio  desde  los  primeros 
instantes;  pero  ¿qué  representaba  el  número  relativamente  escaso  de  sus 
individuos  ante  las  colosales  proporciones  que  tomó  en  un  día  el  movi- 
miento revolucionario? 

Verdad  es  que  las  urgentes  atenciones  de  la  guerra  de  África  habían 
distraído  gran  parte  de  las  fuerzas  que  componían  la  guarnición  de  esta 
plaza;  verdad  es  que  las  restantes  fueron  repetidas  veces  solicitadas  por 
los  halagos  y  cantos  de  sirena  de  las  turbas  amotinadas;  pero  aun  reco- 
nociendo estas  circunstancias  como  atenuantes  (y  sea  dicho  sin  ánimo 
de  concretar  la  responsabilidad  en  persona  alguna  determinada),  el  he- 
cho es  que  los  intereses  sagrados  de  la  Religión  católica  que  el  Estado 
debe  amparar  por  todos  los  medios,  así  represivos  como  preventivos, 
quedaron  impunemente,  durante  dos  días  cuando  menos,  á  merced  de  los 
enemigos  de  la  Iglesia,  de  la  Patria  y  de  la  Monarquía. 

Ante  la  gravedad  de  los  ultrajes  y  perjuicios  sufridos  por  esta  dió- 
cesis, no  puedo  eludir  el  imperioso  deber  de  elevar  á  la  consideración 
de  V.  E.  la  más  respetuosa  pero  enérgica  protesta  contra  actos  tan  inca- 
lificables de  salvajismo,  que  merecen  ponerse  en  parangón  con  los  sacri- 
legos desmanes  de  1835,  de  tan  trágicos  y  vergonzosos  recuerdos  en  la 
historia  de  nuestra  Patria.  Es  necesario  de  toda  urgencia,  Excmo.  Sr.,  que 
sea  contenido  en  sus  propias  fuentes  ese  torrente  devastador  del  anar- 
quismo, antirreligioso  y  antisocial,  que  está  asolando  nuestra  ciudad  en 
todos  los  órdenes  de  su  vida;  es  necesario  que  descargué  todo  el  rigor  de 
la  ley  penal  contra  esos  padres  del  crimen  que  desde  las  columnas  del 
periódico  están  provocando  sin  cesar  y  directamente  á  las  masas  al  in- 
cendio, al  pillaje  y  al  asesinato;  es  necesario  proceder  con  toda  energía 
á  disolver  esas  sociedades  secretas  y  á  impedir  la  celebración  de  esos 
mítines  públicos  donde  se  fraguan  las  grandes  conspiraciones  contra  el 
orden  social  y  de  donde  salen  en  un  momento  millares  y  millares  de  des- 
almados para  lanzarse  sin  freno  á  la  perpetración  de  los  crímenes  más 
horrendos.  Excmo.  Sr.:  á  grandes  males  grandes  remedios;  y  los  males  que 
están  afligiendo  á  nuestra  ciudad  son  de  lo  más  grave  que  haya  podido 
sufrir  cualquiera  de  las  capitales  españolas  en  el  decurso  de  varios  siglos. 

Sin  perjuicio  de  incoar,  como  serán  incoados  á  la  mayor  brevedad, 
los  oportunos  expedientes  para  la  reparación  ó  nueva  construcción  de 
los  edificios  eclesiásticos  perjudicados,  á  tenor  del  real  decreto  de  13  de 
Agosto  de  1876  y  en  virtud  de  lo  establecido  en  el  art.36  del  vigente  Con- 
cordato y  en  el  13  del  Convenio  adicional  de  1859,  me  permito  adelantar 
una  consideración  que  no  dudo  será  apreciada  por  el  Gobierno  de  Su  Ma- 
jestad en  todo  su  alcance.  Doce  iglesias  parroquiales,  de  Patronato  de 
la  Corona,  absolutamente  indispensables  para  el  servicio  de  sus  281.000 
feligreses,  y  varios  establecimientos  de  beneficencia  y  de  enseñanza 
gratuita  para  millares  de  desvalidos  ó  hijos  de  familias  obreras,  des- 


272  VARIEDADES 

truídas  en  cuatro  días  por  haberles  faltado  en  el  momento  crítico  la  pro- 
tección que  tenían  derecho  á  esperar  del  Gobierno,  preocupado  en  ver- 
dad en  aquel  instante  por  otras  atenciones  de  carácter  nacional,  bien 
merecen,  Excmo.  Sr.,  que  se  considere  la  catástrofe  de  Barcelona  como 
otra  desgracia  de  la  Nación,  y  que  los  presupuestos  nacionales  contribu- 
yan á  reparar  el  daño  material  experimentado,  siquiera  queden  sin  posi- 
ble reparación  tantos  otros  intereses  de  orden  más  alto.  No  dudo  que  el 
Gobierno  de  Su  Majestad  sabrá  apreciar  esta  reclamación  por  tantos 
títulos  justificada,  echando  así  un  velo  sobre  la  triste  memoria  de  esas 
escenas  de  destrucción  que  han  cubierto  de  ignominia  á  Barcelona,  á  Ca- 
taluña y  á  España  entera.  Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Barce- 
lona, 6  de  Agosto  de  1909.— Excmo.  Sr.:  El  Vicario  Capitular,  S.  V., 
f  Ricardo,  Obispo  de  Eudoxia. 

Real  orden  de  la  Presidencia  al  limo.  Prelado  diocesano. — 
Presidencia  del  Consejo  de  Ministros.— limo.  Sr.:  Al  execrar  V.  S.  I.,  en 
su  escrito  del  6  del  corriente,  los  crímenes  perpetrados  en  Barcelona 
durante  los  últimos  días  de  Julio,  coincide  con  la  protesta  indignada  de 
España  entera. 

Cánsale  además  al  Gobierno  dolor  vivísimo  que  no  se  lograse  impe- 
dirlos, y  con  toda  decisión  ha  puesto  y  pondrá  cuantos  medios  dependen 
de  su  mano  para  que  en  justicia  sean  castigados  los  culpables,  y  no  su- 
fran nuevo  quebranto  la  seguridad  y  la  tranquilidad  públicas. 

En  estos  empeños  deben  secundarle  cuantos  no  tengan  contaminados 
el  ánimo  ó  la  voluntad;  urgiendo  ahora,  por  no  mirar  atrás,  que  hallen 
los  Tribunales  el  concurso  social  indispensable  para  sus  indagaciones  y 
para  sus  reparadores  veredictos. 

Atiende  y  atenderá  el  Gobierno  á  combatir  con  la  eñcacia  mayor  po- 
sible las  causas  originarias  del  mal;  mas  no  puede  imponer  al  Estado  la 
reparación  material  de  los  daños  y  estragos  que  llegaron  á  causar  los 
delincuentes,  según  conocerá  el  claro  juicio  de  V.  S.  I. 

Otra  cosa  es,  y  muy  conforme  con  sus  deseos,  que  dentro  los  ex- 
pedientes que  se  sirve  anunciar,  sean  tenidas  en  consideración  las  ex- 
cepcionales circunstancias  al  aplicar  cuanto  remedio  consientan  las 
disposiciones  vigentes  y  los  recursos  destinados  á  necesidades  seme- 
jantes. 

De  Real  orden  lo  digo  á  V.  S.  I.  para  su  conocimiento  y  efectos  con- 
siguientes. Dios  guarde  á  V.  S.  I.  muchos  años.  Madrid,  12  de  Agosto 
de  1909.— A.  Maura.— Sr.  Obispo  de  Barcelona. 

Instituto  Católico  de  Artes  é  Industrias,  dirigido  por  Padres  de 
la  Compañía  de  jesús  (Madrid,  Alberto  Aguilera,  25).— Para  responder 
á  las  muchas  preguntas  que  continuamente  se  hacen  acerca  de  este  Ins- 
tituto, único  en  su  género  que  tiene  la  Compañía  de  Jesús  en  España,  y 
para  darlo  á  conocer  á  quienes  pudiera  interesar  su  noticia,  nos  ha  pa- 
recido conveniente  publicar  estos  datos. 


VARIEDADES  273 

I.  Lo  QUE  ES  ESTE  INSTITUTO.— El  ¡nstítuto  CatóUco  de  Artes  é  Indus- 
trias es  una  Escuela  industrial  donde  pueden  adquirir  una  sólida  for- 
mación los  jóvenes  que  deseen  consagrarse  á  trabajos  relacionados  con 
las  industrias  mecánicas  y  eléctricas. 

II.  Grados  de  enseñanza  que  comprende.— Tres  grados  comprende 
esta  enseñanza:  la  del  obrero,  la  del  perito  y  la  del  ingeniero.  Para  la  en- 
señanza del  obrero  hay  de  siete  á  nueve  de  la  noche  escuelas  gratuitas 
de  aprendizaje,  donde  los  alumnos  aprenden  la  teoría  y  se  ejercitan  en 
la  práctica  conveniente  para  los  oficios  de  ajustadores,  forjadores,  ma- 
quinistas, electricistas  y  fundidores. 

Durante  el  día  se  tienen  las  clases  correspondientes  á  la  carrera  de 
Perito  mecánico-electricista,  y  para  los  que  vayan  terminándola  y  mues- 
tren disposición  se  proyecta  establecer  una  ampliación  de  los  estudios, 
á  fin  de  que  puedan  los  alumnos  obtener  el  grado  superior  de  Ingeniero 
mecánico-electricista. 

III.  Carácter  de  la  enseñanza.— El  carácter  de  la  enseñanza  es 
eminentemente  práctico.  Ni  en  el  número  de  las  asignaturas  ni  en  la  ex- 
tensión de  las  materias  se  tiene  otra  norma  que  dar  al  alumno  lo  necesa- 
rio y  conveniente  para  las  aplicaciones  prácticas  propias  de  la  industria. 
Por  esto  en  las  Matemáticas,  Mecánica  y  Electricidad  tienen  grande  im- 
portancia los  ejercicios  de  resolución  de  problemas  industriales.  En  los 
trabajos  de  dibujo,  laboratorio  y  prácticas  de  taller  se  invierten  varias 
horas  diariamente,  siguiendo  en  esto  el  ejemplo  de  las  escuelas  prácticas 
industriales  del  extranjero.  El  Francés  se  aprende  hablándolo  y  oyéndolo 
hablar,  no  sólo  en  las  explicaciones  de  clase,  sino  en  las  horas  de  taller, 
de  Tecnología  y  de  Dibujo.  La  enseñanza  teórica  se  da  por  ingenieros 
españoles  y  la  práctica  por  técnicos,  en  su  mayoría  belgas,  que  han  ejer- 
cido largo  tiempo  su  profesión  en  la  industria  extranjera. 

IV.  Materias  que  se  cursan.  -  Para  obtener  el  grado  de  Perito  las 
asignaturas  fundamentales  son:  Aritmética  y  Álgebra,  Geometría  y  Tri- 
gonometría, Geometría  analítica  y  descriptiva.  Mecánica  general  y 
aplicada.  Electrotecnia  y  Dibujo.  El  Dibujo  comprende:  ejercicios  á  mano 
alzada,  dibujo  geométrico,  dibujo  de  proyecciones,  dibujo  mecánico,  di- 
bujo de  construcción  y  dibujo  eléctrico.  Además  de  estas  asignaturas 
hay  clase  de  Religión,  de  Francés,  de  Economía  y  Legislación  industrial, 
de  Física  general,  de  Química  general  é  industrial  y  manejo  de  tablas  y 
formularios. 

V.  Talleres  y  laboratorios.  Todos  los  alumnos  que  aspiran  al 
grado  de  Perito  han  de  pasar  por  los  talleres  de  modelado,  fundición, 
forja,  ajuste,  máquinas-herramientas,  construcción  y  reparación  de  dína- 
mos y  motores  eléctricos,  y  por  los  laboratorios  de  Química,  de  genera- 
dores de  fuerza  mecánica  y  energía  eléctrica,  de  medidas  eléctricas  y  de 
instalaciones  eléctricas.  Todos  estos  talleres  y  laboratorios  ó  están  ya 
instalados  ó  se  instalarán  en  breve. 


27,4  VARIEDADES 

VI.  Años  de  estudio.— La  carrera  de  Perito  mecánico-electricista 
podrá  hacerse  en  cuatro  años.  La  ampliación  para  el  grado  de  Ingeniero, 
caso  de  establecerse,  podrá  cursarse  en  dos  ó  tres  años. 

VIL  Preparatoria.— El  grado  de  bachiller,  bien  hecho,  es  buena  pre- 
paración para  la  carrera.  En  el  mismo  ediñcio  existe  el  Colegio  destinado 
á  la  enseñanza  de  un  bachillerato,  en  seis  años,  sin  sujeción  á  los  planes 
ofíciales,  y  que  podrá  servir  de  excelente  formación  previa  para  los  que 
más  tarde  deseen  seguir  en  el  Instituto  la  carrera  industrial. 

El  número  de  plazas  para  esta  carrera  es  limitado,  y  se  obtiene  el  in- 
greso en  ella  mediante  ejercicios  de  oposición  que  se  tendrán  en  el  mes 
de  Septiembre.  Versarán  éstos  sobre  puntos  de  Aritmética,  Geometría, 
Dibujo  á  mano  alzada  y  Catecismo,  con  arreglo  á  los  programas  que  po- 
drán obtenerse  en  la  Secretaría  del  Instituto.  Para  que  puedan  dispo- 
nerse á  este  examen,  los  que  no  hubieren  aún  cursado  las  materias  que 
se  requieren,  hay  clases  preparatorias  en  el  mismo  Instituto. 

VIH.  Edad  de  los  alumnos. — Para  entrar  en  el  curso  preparatorio, 
los  alumnos  han  de  ser  mayores  de  doce  años  y  menores  de  quince. 
Para  comenzar  el  primer  año  de  carrera  han  de  tener  cumplidos  los  ca- 
torce y  no  pasar  de  diez  y  siete.  Esta  regla  general,  por  circunstancias  par- 
ticulares, puede  admitir  excepción. 

IX.  Gastos.  — En  el  Instituto  no.  hay  sino  alumnos  externos  y  medio- 
pensionistas:  los  externos  satisfacen  mensualmente  15  pesetas,  si  no  es- 
tudian en  el  Instituto,  y  20  pesetas  si  tienen  en  él  tiempo  de  estudio, 
siendo  de  cuenta  del  alumno  los  gastos  de  libros,  herramientas,  material 
de  dibujo,  gastos  de  laboratorio,  etc.  Prácticamente  suelen  los  gastos  to- 
tales ascender  hasta  20  ó  25  pesetas  mensuales.  Los  mediopensionistas 
satisfacen  100  pesetas  mensuales,  y  tendrán  desayuno,  comida  y  me- 
rienda. 

X.  Horas  de  entrada  y  salida.— Los  alumnos  entran  á  las  ocho  de 
la  mañana  y  salen  á  las  doce  y  media:  vuelven  á  las  dos  y  media  y  salen 
á  las  seis  y  media. 

XI.  Casa-pensión  para  los  de  fuera  de  Madrid.-  Para  los  alumnos 
que  no  son  de  Madrid  hay  una  casa  de  confianza,  establecida  con  inde- 
pendencia económica  del  Instituto,  pero  bajo  su  inspección  y  vigilancia. 

Los  domingos  y  días  de  ñesta,  después  de  cumplir  con  sus  prácticas 
religiosas,  se  concede  á  estos  alumnos  un  rato  de  salida  por  la  mañana 
y  otro  por  la  tarde,  habiendo  de  estar  en  casa  antes  de  anochecer.  El  pu- 
pilaje es  de  tres  pesetas  y  media  diarias. 

XII.  Exámenes  y  títulos.— Hay  exámenes  trimestrales  orales,  y  es- 
critos, casi  todos  los  meses.  Se  califica  por  puntos  buenos,  siendo  20  el 
máximum  que  puede  obtenerse  y  8  el  número  que  corresponde  á  la  cali- 
ficación de  suspenso.  Las  notas  de  estos  exámenes  influyen  en  la  nota  de 
fin  de  curso.  Mensualmente  se  comunica  á  los  padres  el  resultando  de 
estos  exámenes. 


OBRAS   RECIBIDAS 


2t5 


Los  títulos  que  al  fin  se  obtengan  no  son  oficiales,  sino  privados;  pero 
es  de  notar  que  tampoco  reconoce  el  Estado  los  títulos  de  los  ingenieros 
dados  en  el  extranjero,  y  no  por  eso  dejan  de  ser  buscados  y  estimados 
los  que  los  poseen. 

XIII.  Para  quiénes  puede  ser  útil  esta  carrera. — Supuesta  la  falta 
de  personal  competente  práctico  que  en  España  hay,  y  que  con  grandes 
gastos  se  hace  venir  del  extranjero,  y  el  desenvolvimiento  que  las  in- 
dustrias mecánica  y  eléctrica  van  teniendo  en  España,  no  es  aventurado 
afirmar  que  es. carrera  de  porvenir.  En  efecto,  puede  ser  útil:  1.°  Á  los 
hijos  de  industriales  que  tienen  gran  parte  de  su  capital  invertido  en  ma- 
quinaria. 2."  Á  los  hijos  de  capitalistas  que  se  sienten  con  vocación  para 
emplear  el  capital  en  industrias,  para  las  cuales  pueden  servir  de  base 
sólida  los  estudios  y  prácticas  de  esta  carrera.  3."  Á  los  jóvenes  dispues- 
tos y  de  iniciativa  que,  sin  capital  ni  industria  propia,  puedan  montarla 
asociándose  á  capitalistas  como  socios  industriales.  4."  Á  los  que  tienen 
fincas  y  posesiones  de  jabor,  para  entablar  en  ellas,  montar  y  dirigir  la 
maquinaria  agrícola.  5."  Á  los  de  menos  iniciativa,  para  ocupar  plazas 
bien  remuneradas  en  las  industrias  existentes;  á  más  de  que,  en  el  caso 
más  desfavorable,  como  montadores  ú  obreros  competentes  no  dejarían 
de  estar  más  bien  retribuidos  que  muchos  médicos,  abogados,  etc. 


OBRAS  RECIBIDAS  EN  LA  REDACCIÓN 


/tCTAS  Y  Memorias  del  primer  Congre- 
so DE  NATURALISTAS  ESPAÑOLES   (ZaragOZa, 

7-10  Octubre  1908).  Extracto.  Arañas  de  la 
familia  de  los  argiópidos  observadas  jun- 
to á  la  desembocadura  del  Miño,  por  el 
P.  Franganillo  Balboa,  S.  J.~Zaragoza,  1908. 

A  LA  BANDERA  ESPAÑOLA,  pOr  J.  EspañOl. 

Imprenta  de  Archivos. 

AlCOY    EN    EL   XXV    ANIVERSARIO    DE    LA 

MUERTE  DE  CASIMIRO  Barello.— Tipografía 
de  la  Buena  Prensa,  1909  Panegírico  del 
ilustre  penitente  en  sus  honras  fúnebres 
del  XXV  aniversario,  por  el  P.  Juan  María 
Sola,  S.J. 

Amor  de  madre  (colección  de  poesías), 
por  el  P.  A.  Risco,  S.  J.  2,50  pesetas— Le- 
ganitos,  27,  segundo  derecha,  Madrid. 
^Antídoto,  por  el  P.  A.  Gallerani,  S.  J.; 
traducción  de  la  duodécima  edición  ita- 
liana por  D.  A.  Piaggio,  presbítero.  3,50 
pesetas.— L.  Gili,  Barcelona. 

Apología  popular  de  la  fe  cristiana. 
Tomo  I,  por  J.  L.  de  la  Paquerie;  traduc- 
ción por  el  P.  M.  Coco.  4  pesetas.— Luis 
Gili,  Barcelona. 

Catecismo  completo  del  escapulario 


del  Carmen,  por  Fr.  S.  M.''  Besalduch. 
Una  peseta.— L.  Gili,  Barcelona.  Ajustado 
á  los  decretos  vigentes  de  la  Sagrada  Con- 
gregación. Contiene  varios  ejercicios  de- 
devoción á  la  Virgen. 

Cedularios  para  Catálogos  y  otros 
artículos  para  bibliotecas.  — Madrid, 
Ayala,  15. 

Christus  ein  Gegner  des  Marienkultus? 
J.  Von  Dr.  B.  Bartmann.  M.  3.— B,  Her^ 
der,  Friburgo. 

Her  einheimische  klerus  in  den  heiden- 
lándern,  von  A.  Huonder,  S.  J.  M.  4,20.— 
B.  Herder,  Friburgo. 

Die  Menschenopfer  der  alten  Hebraer 
und  der  benachbarten  Vólker,  von  E.  Ma- 
der.— M.  5,60.— B.  Herder,  Friburgo. 

Dios,  principio  de  la  ley  moral,  por 
P.  Vallet;  traducción  por  J.  de  Hinojosa. 
0,60  pesetas.— Librería  Religiosa,  Ponte- 
jos,  8,  Madrid. 

Dos  cartas  sobre  el  principio  de  auto- 
ridad.—Tipografía  Excelsior,  Panamá, 
1909.  Exponen  con  erudición  y  claridad 
la  doctrina  teológica  sobre  tan  importan- 
te materia.. 


276 


OBRAS  RECIBIDAS 


El  alma  del  hombre,  por  J.  Guibert; 
traducción  de  J.  de  Hinojosa.  0,60  pesetas. 
Librería  Religiosa,  Pontejos,  8,  Madrid. 

El  catolicismo  ante  la  actual  litera- 
tura FRANCESA,  por  J.  de  Hinojosa.  0,60 
pesetas.— Librería  Religiosa,  Madrid. 

El  Principado.  (Diario.)  Año  I,  núm.  \. 
Gijón,  L"  de  Septiembre.  «Su  fin  principal, 
es,  dice,  contrarrestar  los  efectos  perni- 
ciosos de  los  malos  periódicos,  propagan- 
do los  principios  católicos  por  los  mis- 
mos medios  con  que  aquéllos  propagan 
sus  errores»,  y  cuidando  preferentemente 
de  la  información.  En  los  números  hasta 
ahora  publicados  cumple  el  valiente  pe- 
riódico su  palabra,  y  ya  se  ha  hecho  notar. 

Enciclopedia  universal  ilustrada  eu- 
ropeo-americana. Cuadernos  116  á  125.— 
José  Espasa  é  Hijos,  editores,  Barcelona. 

Frivolidades,  por  V.  Aza.  2  pesetas.— 
Herederos  de  J.  Gilí,  Barcelona. 

ClACETA  DEL  SUR.— Númcro  extraordi- 
nario con  dibujos  y  fotograbados,  dedi- 
cado á  Nuestra  Señora  de  las  Angustias, 
Patrona  de  Granada. 

Gramática  elemental  y  Ejercicios 
(ExERCARo),  por  L.  de  Beaufront;  traduc- 
ción por  A.  Galant  y  P.  Marcilla.  1,25  pe- 
setas.—F.  Fe,  Madrid. 

Guía  escolar  de  España.  Julio  de  1909. 
Unión  Ibero-Americana,  Madrid. 

Introducción  al  estudio  de  la  Socio- 
logía. Tomo  II,  por  L.  Garriguet;  traduc- 
ción por  R.  de  Iranzo.  60  céntimos.— Li- 
brería Religiosa.  Pontejos,  8,  Madrid. 

Juan  del  Encina-León,  por  E.  Díaz  Ji- 
ménez. 2  pesetas.— V.  Suárez,  Madrid. 

La  Ciencia  en  la  acción,  por  el  P.  J.  M. 
Llovera,  C.  C.  50  céntimos.— Acción  So- 
cial Popular,  Barcelona. 

L'ACiÉRO-cÉMENTATfON.  3,  Rue  de  Metz, 
París. 

La  Communion  fréquente  et  quotidien- 
NE,  par  le  P.  J.  B.  Ferreres,  S.  J.;  traduction 
de  l'espagnol  par  un  anclen  directeur  de 
Séminaire.— París,  Rue  Bayard,  5. 

La  comunión  frecuente  y  diaria  y  las 
Congregaciones  Marianas,  por  el  P.Justo 
Beguíriztaín,  S.  J.— Madrid,  Razón  y  Fe, 
1909.  Todas  sobresalieron  siempre  en  la 
práctica  saludable  de  la  comunión  fre- 
cuente, mostrando  así  su  devoción  al  San- 
tísimo Sacramento. 

La  cooperación  en  la  Agricultura,  por 
A.  Castroviejo.  Segundo  volumen.— Bi- 
blioteca Agraria  Solariana,  Sevilla. 

La  Corona  de  María.  Número  extraor- 
dinario dedicado  á  los  proceres  del  10  de 
Agosto  de  1809.— Qmio.  Es  notable  el 
último  documento  del  Sr.  Obispo,  Invita- 
ción patriótica. 

La  Iglesia  y  el  trabajo  manual,  por 
M.  Sabatier;  traducción  por  J.  de  Hinojo- 
sa. 0,60  pesetas.— Librería  Religiosa,  Ma- 
drid. 

La  Revelación   ante  la   razón,   por 


F.  Verdier;  traducción  por  A.  Machuca, 
presbítero.  0,60  pesetas.- Librería  Reli- 
giosa, Madrid. 

La  Sagrada  Eucaristía,  por  el  Licen- 
ciado D.  P.  Mir,  presbítero.— Palma  de 
Mallorca. 

La  Semana.  Se  publica  los  miércoles. 
Ocho  páginas  en  folio  menor.  Su  lectura 
en  los  números  que  hemos  visto  es  ins- 
tructiva por  la  información,  y  piadosa. 

Las  morales  independien  fes  y  la  moral 
evangélica,  por  M.  I.  Brugerette;  traduc- 
ción del  Conde  de  Rascón  0,60  peseta^.— 
Librería  Religiosa,  Pontejos,  8,  Madrid. 

Las  razones  actuales  de  la  creencia, 
por  F.  Brunetiére;  traducción  de  J.  de  Hi- 
nojosa.—Librería  Religiosa,  Madrid. 

Las  Religiones  Chinas,  por  el  P.J.  Hos- 
pital.—L.  Gilí,  Barcelona. 

L'IGNORANCE  ACTUELLE  en  MATIÉRE   RELl- 

gieuse,  por  P.  Barbier.  0,75  fr.— P.  Lethie- 
lleux,  édíteur,  París. 

L'Inspection  du  Travail,  par  L.  Delpé- 
rier.  N.°  206  de  L'Action  Populaire.  O  f r.  25. 
Reims. 

LOIS  DES   DISTANCES  DES   SaTELLITES  DU 

SoLEiL,  por  Delauney.— Gauthíere.-Villars, 
París. 

Los    ORÍGENES    DEL     CRISTIANISMO,     pOr 

Mons.  Le  Camus;  traducción  del  Dr.  J.  B. 
Codina.  III.  Primera  parte:  La  Vida  de 
Nuestro  Señor  Jesucristo.  Volumen  III.  6 
pesetas.— Herederos  de  J.  Gilí,  Barcelona. 

Los  Patronatos  de  jóvenes  obreros, 
por  el  Dr.  D.  M.  Julia.— Valencia,  Tipogra- 
fía Moderna. 

Maná  cotidiano.  Devocionario,  por  el 
P.  F.  J.  Trovarellí;  traducción  del  doctor 
C.  Martínez.  Una  peseta.— Herederos  de 
J.  Gíli,  Barcelona. 

Manual  completo  de  la  Lengua  inter- 
nacional, por  J.  Casares,  A.  Galán  y 
P.  Marcilla.  0,50  pesetas.— F.  Fe,  Madrid. 

Manuale  christianum.  6  pesetas  en  Es- 
paña.—Herederos  de  J.  Gilí,  Barcelona. 

Mens  sana  in  corpore  sano.  Prospecto 
del  Colegio  Universitario  de  Panamá,  fun- 
dado en  1905.— Panamá.  1909. 

■■OR  LAS  víctimas  DE  LOS  TERREMOTOS  DE 

Italia.  Oración  fúnebre,  por  el  P.J.  M.  So- 
la, S.  J.— Murcia,  1909.  Es,  según  se  lee  en 
el  Boletín  Eclesiástico  de  aquella  dióce- 
sis, «seniida,  sublime,  profunda  y  grandi- 
locuente oración  fúnebre». 

PRAELECTIONES    DOGMATICAE,  Ch.  PcSCh, 

S.  J.  Editio  4.^  T.  I.  M.  7.— B.  Herder,  Fri- 
burgo. 

Programa  de  estudios  del  Seminario- 
Colegio  DE  San  Carlos,  dirigido  por  los 
PP.  Paúles.- Cebú,  1909. 

¿4ÍUÉ  ES  LA  FE?,  por  F.  Mallct;  traduc- 
ción por  A.  López.  0,60  pesetas.— Libre- 
ría Religiosa,  Pontejos,  8,  Madrid. 

¡Quedaos  en  casa!  Primer  tomo.  Núme- 
ro 183  de  Lecturas  Católicas.— Librería 
Salesiana,  Sarria-Barcelona. 

(Continuará.) 


LORENZO    HERVÁS 

SU  VIDA  Y  SUS  ESCRITOS  (1735-1809) 


I 

LORENZO    HERVÁS:   SU   VIDA 
SEGU.NDO  PERÍODO 

El  primer  destierro  (1767-1798). 

Sumario:  1.  El  P.  Hervás  en  Forlí.— 2.  El  abate  Hervás  en  Cesena.— 3.  Sus  estudios 
lingüísticos:  plan,  ocasión  y  medios.— 4.  Ocupaciones  en  Roma.— 5.  Distinciones 
honoríficas. 

1.  Al  levar  anclas  y  salir  del  puerto  las  naves  que  conducían  hacia 
Italia  álos  jesuítas  españoles  en  1767,  bien  pudieron  quedar  éstos,  gra- 
cias al  decreto  de  expulsión,  sin  patria  y  sin  hogar,  expuestos  á  las  in- 
clemencias del  tiempo,  del  mar  y  de  los  hombres,  apenados  con  las 
deserciones  de  algunos,  animados  por  la  heroicidad  de  otros,  que  prefirie- 
ron el  destierro  en  la  alternativa  de  optar  entre  la  patria  y  la  religión; 
pero  no  pudo  romperse  el  vínculo  sagrado,  que  tenía  unidos  á  aquellos 
religiosos  entre  sí  y  con  la  Compañía  de  Jesús  (1). 

Salieron  de  España  desterrados,  pero  quedaron  jesuítas.  El  vínculo 
de  los  votos  religiosos,  fuera  del  alcance  de  Carlos  III  y  sus  ministros, 
vino  luego  á  romperse  á  los  pies  de  Clemente  XIV  al  golpe  inexorable 
del  breve  Dominas  ac  Redemptor. 

Llegados  aquellos  religiosos  expulsos  de  España  y  sus  posesio- 
nes, en  número  de  más  de  5.000,  á  los  Estados  pontificios,  después  de 
las  peripecias  que  no  es  del  caso  referir,  urgía  colocarlos  de  modo  que 
conservasen  lo  más  posible  las  agrupaciones  que  habían  formado  hasta 
entonces  con  el  nombre  de  provincias.  Los  religiosos,  que  componían 
la  llamada  en  España  provincia  de  Castilla,  pudieron  colocarse  á  fines 
de  1768  en  la  campaña  de  Bolonia,  con  la  mayor  parte  de  la  pro- 
vincia de  Méjico;  en  la  ciudad  de  Ferrara,  los  demás  de  Méjico,  con 
las  provincias  de  Aragón  y  Perú;  en  Imola,  la  de  Chile;  en  Faenza,  la 
del  Paraguay  y  algunos  como  destacamentos  de  otras  provincias.  En 
Rímini  se  reunió  la  de  Andalucía;  las  dos  provincias  de  Santa  Fe  y  Quito, 


(1)  Parece  negar  verdad  tan  palmaria  Caballero  en  su  Abate  Hervás;  y  así  supone  á 
nuestro  Lorenzo  llegado  á  Italia  de  treinta  y  dos  años,  de  hoy  más,  peregrino  en  el 
mundo,  aislado  y  de  su  propia  cuenta;  era  jesuíta,  va  á  ser  abate  (pág.  37);  á  la  página 
siguiente,  no  obstante,  nos  cuenta  que  Hervás  en  1769  hizo  el  cuarto  voto  como  je- 
suíta. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXVI  19 


278  LORENZO  HERVÁS 

en  algunas  ciudades  y  pueblos  pequeños  de  la  Marca  de  Ancona  y  del 
Ducado  de  Urbino;  la  provincia  de  Filipinas  se  estableció  en  Bagnaca- 
vallo  y,  por  fin,  la  de  Toledo  en  Forlí  (1). 

Entre  estos  religiosos  de  la  provincia  de  Toledo  iba  nuestro  Hervás, 
quien  ponderando  años  después  en  su  Viaje  (II,  283)  los  males  que  veía 
extenderse  por  Europa,  que  «antes  maestra  de  la  virtud  y  de  la  sabiduría, 
ha  querido  ser  discípula  del  vicio  y  del  delirio»,  afirma  con  dolor: 

«Estos  males  por  contagio  se  van  extendiendo  por  varios  principados  de  Europa, 
en  la  que  se  conserva  aún  virtuosa  y  sabia  la  hermosa  Italia,...  en  la  que  la  religión 
santa  fabricó  para  sí  la  más  augusta  y  sagrada  habitación,  poniendo  por  adorno  á  sus 
murallas  las  ciencias,  las  bellas  artes  y  la  humanidad,  que  es  el  fundamento  de  la  reli- 
gión civil.  La  Italia  á  mi,  náufrago  entre  las  fieras  olas  á  que  como  desecho  de  mis  na- 
cionales fui  arrojado,  me  dio  ayuda  y  benigno  asilo,  en  que  después  de  haber  temido 
[tenido?]  ayrado  el  Cielo  contra  mi  y  después  de  haber  experimentado  un  tumulto  de 
ejicadenadas  desgracias,  vivo  en  dulce  retiro  y  calma;  porque  de  mí  desapareció  ya  la 
memoria  de  los  males  padecidos  y  del  bien  perdido.» 

Pero  mientras  todos  estos  males  no  acabaron  de  llover  sobre  las  ca- 
bezas de  los  expatriados,  continuaron  éstos  su  vida  religiosa  en  Italia 
con  el  orden  que  en  España,  según  las  difíciles  circunstancias  lo  sufrían; 
así,  Hervás  profesó  solemnemente  en  1769  (2);  y  quizás  continuó  su  in- 
terrumpido curso  de  Filosofía,  pues  sabemos  que  también  en  Italia  la  en- 
señó, así  como  las  Matemáticas  (3).  Sin  embargo,  su  principal  ocupación 
en  estos  primeros  años  antes  y  después  de  1773,  fué  el  estudio  detenido 
de  las  Matemáticas,  Astronomía  y  el  escribir  entre  las  obras  italianas  las 
que  tienen  marcado  carácter  enciclopédico  (4). 


(1)  Cf.  El  V.  P.José  Pignatelliy  la  Compañía  de  Jesús  en  su  extinción  y  restable- 
cimiento, por  el  P.  J.  Nonell,  S.  J.,  I,  331. 

(2)  Biblioteca,  v.°  Hervás;  el  P.  Uriarte,  cuya  muerte  deja  entre  los  bibliófilos  espa- 
ñoles un  vacío  que  difícilmente  podrá  llenarse,  nota  en  sus  manuscritos  que  profesó 
Hervás  en  Cesena  el  2  de  Febrero. 

(3)  ///síor/a.  III,  76:  «Al  explicar  la  Metafísica,  que  según  Redhlamer  enseñé  en  el 
Seminario  matritense  de  Nobles,  y  según  Mako  en  Italia...»  Sobre  enseñar  las  Mate- 
máticas, véase  la  nota  siguiente. 

(4)  En  la  Biblioteca  dice  de  sí  mismo:  «El  autor  en  1769  empezó  á  escribir  un  curso 
matemático,  y  efectivamente  concluyó  un  tomo  de  Geometría  superior  y  de  Trigono- 
metría esférica;  otro  de  fluxiones  ó  de  cálculo  infinitesimal;  otro  de  curvas,  y  otro  de 
arquitectura  civil.  La  escritura  de  estos  tomos  y  la  enseñanza  de  las  matemáticas  fue- 
ron su  ocupación  hasta  la  mitad  del  año  1773;  mas  conociendo  que  sus  circunstancias 
no  le  permitirían  hacer  ni  procurar  las  expensas  de  la  costosa  impresión  de  libros  ma- 
temáticos, abandonó  la  empresa  del  empezado  curso.» 

Sobre  el  estudio  de  la  Astronomía  y  trato  con  el  P.  Cerda  se  habló  en  el  párrafo 
anterior,  tomándolo  del  Viaje  III,  2C-23. 

En  la  Biblioteca  se  nota  entre  las  obras  de  Hervás:  «6.  Elementos  cosmográficos. 
Un  volumen  en  4.°  Esta  obra  entra  en  el  título  de  la  obra  grande  que  el  autor  escribió  en 
italiano...  El  autor  la  había  escrito  en  italiano  y  suspendió  su  publicación  á  instancias 
del  Señor  Frey  Don  Antonio  Panduro...» 


LORENZO  HERVÁS  279 

2.  Hecho  Hervás  de  religioso  abate,  quedó  á  la  merced  de  su  fortuna, 
que  de  ordinario  le  fué  más  próspera  que  á  muchos  de  sus  antiguos  her- 
manos, y  con  razón  el  P.  Luengo  (Diario,  XLIII,  121),  al  anotar  años 
después  su  muerte,  podía  decir:  Hervás  «era  tenido  comúnmente  por 
hombre,  ya  que  no  digamos  rico,  á  lo  menos  que  podía  tener  algún 
caudal  >  (1). 

El  refugio  habitual  de  Hervás  por  muchos  años  desde  1774  fué  Ce- 
sena  y  la  casa  de  los  Marqueses  de  Ghini,  donde  era  tratado  como  de 
la  familia  y  defendía  sus  pleitos  (2).  Á  Cesena  dedicó  su  primera  obra 
italiana;  pues,  como  dice  en  su  Historia  (VI,  104):  «El  magistrado  de 
Cesena  imprimió  una  larga  memoria  (que  yo  á  sus  instancias  hice  sobre 
sus  [de  Cesena]  ventajas  y  desventajas  temporales)  y  la  presentó  al 
Papa  y  al  Colegio  Cardenalicio»  (3).  En  Cesena  escribió  en  gran  parte 
é  imprimió  todos  los  21  tomos  de  sus  obras  italianas  (4).  En  Cesena,  por 
último,  con  la  ocasión  que  luego  diré,  empezó  Hervás  á  trabajar  con  ar- 
dor, nunca  disminuido  hasta  su  muerte,  en  los  estudios  lingüísticos. 

La  cadena,  que  ataba  á  los  expatriados  jesuítas  al  territorio  pontificio. 


b 


(1)  No  fué  mucho  el  dinero  que  dejó  en  su  testamento,  unos  850  escudos.  En  vida 
reunió  bastante  más,  que  empleó  en  sus  estudios,  en  su  familia  y  en  los  pobres. 

(2)  En  la  carta  que  prece&e  á  la  Vida  de  San  José,  del  P.  José  Ignacio  Vallejo  (Ce- 
sena,  1774),  escribe  el  P.  Hervás  desde  Cesena,  24  de  Septiembre  de  1774:  «La  necesi- 
dad de  buscar  alivio  al  quebranto  de  mi  salud,  que  me  ha  obligado  á  interrumpir  el 
estudio  y  abandonar  mi  retiro  en  Forlí,  me  ha  ofrecido  la  gustosa  concurrencia  con 
Vm.,  que  al  mismo  tiempo  ha  llegado  á  ella  [Cesena],  con  el  fin  de  dar  á  pública  luz  la 
vida  del  glorioso  San  Josef.» 

Á  su  primo  Antonio  decía  Hervás  en  20  de  Febrero  de  1777:  «Mantenido  con  apar- 
tamento, mesa,  criado,  etc.,  en  casa  del  Marqués  de  Ghini,  cuyos  pleitos  gravísimos 
defiendo  con  feliz  éxito...»  Al  volver  por  segunda  vez  á  Italia  contaba  parar  en  Cesena, 
donde  «tengo  casa  como  propia,  esto  es,  apartamento  magnífico  en  el  palacio  del  Mar- 
qués de  Ghini...;  el  Marqués  presente  y  su  padre  han  hecho  obligación  jurada  de  darme 
vivienda,  mesa,  coche,  etc.,  como  al  primer  hijo  de  la  casa».  Carta  de  2  de  Junio  de  1801. 

Así,  no  es  de  extrañar  el  agradecimiento  que  conservó  Hervás  ásus  bienhechores. 
Cf.  Viaggio  (IX,  235). 

(3)  Lo  primero,  no  obstante,  que  veo  impreso  de  Hervás  es  la  carta  sobre  la  Vida 
de  San  José,  del  P.  Vallejo;  en  la  Biblioteca  es  llamada  breve  discurso  del  Abate  Hervás 
sobre  dicha  vida. 

(4)  Los  17  primeros  tomos  tienen  la  dedicatoria  firmada  en  Cesena: 
I,  Cesena,  10  de  Agosto  de  1778. 

XVII,  Cesena.  IV  Idus  Augusti  1784. 
XVIII,  Roma,  15  de  Agosto  de  1785. 

XIX,  Cesena,  31  de  Diciembre  de  1785. 
XX,  Roma,  21  de  Junio  de  1787. 

XXI,  Roma,  10  de  Agosto  de  1787. 

El  tomo  sobre  la  caridad,  aunque  extraño  por  su  materia  á  los  anteriores,  es  mirado 
por  el  mismo  autor  como  tomo  XXII  de  sus  obras  italianas,  Cf.  Revolución,  I,  169;  está 
impreso  en  Fuliño  en  1792  y  con  dedicatoria  en  Roma,  30  de  Mayo  del  mismo  1792. 
Supone  Caballero  (pág.  41)  que  debió  estar  Hervás  para  eso  en  Fuliño;  la  cosa  podrá 
ser  verdad,  pero  la  razón  no  es  eficaz. 


280  LORENZO  HERVÁS 

no  era  tan  corta  que  les  impidiera  viajar  dentro  de  él,  aunque  con  cier- 
tas trabas.  Así  vemos  que  Hervás  habla  de  sus  viajes  por  Italia  durante 
el  tiempo  de  la  impresión  de  sus  obras  en  Cesena  (Historia,  II,  71);  de 
su  estancia  en  Bolonia  (Idea,  XVII,  191,  y  Catálogo,  VI,  83),  donde  creyó 
eran  suizos  los  paisanos  que  hablaban  el  bolones,  que  él  no  entendía, 
aunque  bastante  bien  impuesto  en  la  lengua  toscana. 

Estas  saHdas  de  Cesena  fueron  transitorias,  y  con  razón  pudo  decir 
en  el  tomo  VI  de  la  Historia  (pág.  104),  que  en  Forlí  y  Cesena  había 
habitado  quince  años,  á  saber,  desde  1768  á  1783  ó  1784,  próximamente. 

No  mucho  después  pasó  á  Roma,  «la  siempre  grande,  augusta  y  ma- 
jestuosa Roma,  que  sobre  todas  la  poblaciones  se  distingue  quantum 
lenta  solent  inter  viburna  cupressi...,  centro  de  nuestra  Religión  Chris- 
tiana,  madre  de  los  que  afortunadamente  la  profesamos  y  patria  común 
de  todos  los  terrícolas».  Viaje,  (II,  283),  no  sólo  para  consultar  la  Biblio- 
teca de  Propaganda  Fide  como  consta  en  el  tomo  XIX  (páginas  92  y  163), 
sino  para  fijar  su  morada  en  la  Ciudad  Eterna,  que  no  dejó  hasta  el  17  de 
Octubre  de  1798,  pues  escribiendo  el  principio  del  Catálogo  (I,  74),  de- 
dicado el  15  de  Febrero  de  1798,  podía  decir  que  hacía  ya  catorce  años 
tenía  su  residencia  en  Roma  (1). 

3.  Pero  antes  de  seguir  á  Hervás  á  la  ciudad  de. los  Papas,  dejando 
Cesena,  es  preciso  hablar  ya  de  los  trabajos  lingüísticos  que  le  hicieron 
inmortal,  pues  en  Cesena,  como  dije,  se  comenzaron,  cayendo  Hervás  en 
la  cuenta  de  lo  que  dejó  repetidas  veces  escrito,  á  saber,  la  capital  im- 
portancia y  singular  abandono  en  que  yacían  estos  estudios  (2). 

Cualquiera  que  haya  manejado  un  poco  las  numerosas  obras  del 
abate  Hervás,  habrá  advertido  que  hay  entre  las  italianas  y  castellanas 
marcado  paralelismo.  La  razón  es  obvia;  desde  1785  se  dedicó,  por  insi- 
nuación de  su  tío  materno  Frey  D.  Antonio  Panduro,  á  traducir  en 
español  lo  escrito  antes  en  italiano,  mas  no  como  mero  intérprete, 
sino  como  verdadero  autor.  Cf.  Biblioteca;  Historia,  I,  XXIII;  Catálo- 
go, I,  63  (3). 


(1)  En  Roma  no  debió  domiciliarse  Hervás  hasta  1785.  Pues  desde  Roma  le  escri- 
ben sus  amigos  en  Enero  (XVII,  109),  en  Marzo  (XVII,48);  en  Agosto  dedica  desde 
Cesena  el  tomo  XVII;  desde  Cesena  envía  á  Azara  sus  obras  en  23  de  Septiembre,  y, 
por  fin,  en  el  Catálogo  (I,  202)  expresamente  dice  que  el  abate  Felipe  Gilii,  misionero 
antes  en  el  Orinoco,  «correspondió  prontamente  á  mi  deseo  y  petición,  y  en  carta  con 
fecha  de  25  de  Marzo  de  1784  desde  esta  ciudad  de  Roma,  de  la  que  yo  en  dicho  año 
estaba  ausente,  me  escribió...» 

(2)  Cf.  Idea,  XVII,  14,  91;  XVIII,  10;  XXI,  26;  Escuela,  I,  68;  Historia,  I,  Introducción, 
pág.  VIII;  Catálogo,  I,  27;  en  la  Introducción  á  esta  última  obra  se  notan  (art.  IV-VIII)  las 
diversas  épocas  por  que  han  pasado  estos  estudios  y  los  diversos  autores  que  aníes 
de  Hervás  han  escrito  sobre  ellos. 

(3)  Entre  las  obras  italianas  y  las  españolas  de  Hervás  hay  que  colocar  un  ejemplar 
de  aquéllas  que,  como  dice  el  P.  Uriarte,  se  guarda  en  la  biblioteca  del  colegio  de  Lo- 
yola,  con  «numerosas  añadiduras,  enmiendas  y  cambios  muy  substanciales...,  de  su 
puño  y  letra». 


LORENZO  HERVÁS  281 

Por  esto,  para  conocer  las  primeras  ideas  de  Hervás  hemos  de  acu- 
dir á  las  obras  italianas,  y  á  las  castellanas  para  notar  su  progresivo 
desarrollo. 

Cinco  son  las  obras  impresas  en  italiano  y  exclusivamente  dedicadas 
al  estudio  de  lenguas;  ocupan  los  tomos  XVII,  XVIII,  XIX,  XX  y  XXI  de 
su  Idea  dell' universo,  y  forman,  según  frase  del  mismo  autor,  la  Storia 
delle  tingue,  á  saber:  Catalogo  dette  tingue  conosciute  e  Notizia  detla 
loro  af finita  e  diver  sita. —Origine,  Formazione,  Meccanismo  ed  Armonía 
degl'Idloml.  —  Aritmética  delle  Nazioni  e  Divisione  del  tempo  fra 
V Orientan.— Vocabolario  Poligloto  con  Prolegomeni  sopra  piii  di  CL 
Lingue.—Saggio  Pratico  delle  tingue  con  prolegomeni  e  una  raccolta 
di  orazioni  Dominicali  in  piii  di  trecento  tingue  e  dialetti  (1). 

La  primera  de  estas  obras,  dedicada,  con  una  larga  inscripción  latina, 
á  los  infantes  gemelos  Carlos  y  Felipe,  está  fechada  en  Cesena  el  IV  de 
los  Idus  (el  10)  de  Agosto  de  1784;  la  última  lleva  la  misma  fecha  de  1787 
y  está  dedicada  á  Pío  VI.  Ocurre,  pues,  preguntar:  1.°  ¿Son  estas  obras 
continuación  de  las  anteriores,  de  modo  que  formen  los  21  tomos  una 
obra,  la  Idea  delV Universo?  2.°  Dado  caso  que  no  sea  así,  ¿cuándo  y 
cómo  vino  á  Hervás  idea  de  escribirlas,  apartándose  de  su  plan  ó  dán- 
dole mayor  extensión? 

En  cuanto  á  lo  primero,  aunque  sea  de  suyo  harto  vago  el  programa 
de  la  Idea  delV Universo,  y  en  decir  del  P.  Luengo  (Diario  XXI,  629),  como 
tiene  21  tomos,  lo  mismo  podría  tener  «ciento,  si  el  autor  tuviese  gana  y 
vida  para  escribirlos,  porque  baxo  de  dicho  título,  como  es  claro,  se  puede 
escribir  de  todas  las  cosas  que  hai  en  el  cielo  y  en  la  tierra»;  sin  em- 
bargo, el  mismo  autor  desde  un  principio  dejó  trazados  los  principales 
límites  de  su  obra,  siendo  el  primero  en  confesar  que  la  materia  de  suyo 
era  latísima  (2). 

En  el  prólogo,  v.  gr.,  de  toda  la  obra  (I,  7),  fechado  en  Cesena  el  10 
de  Agosto  de  1778,  dirigiéndose  á  su  magnífico  favorecedor  el  mar- 
qués Nicolás  Ghini,  dice  que  va  á  tratar  «del  hombre,  del  cielo  y  de 


Como  en  la  segunda  parte  me  pienso  ocupar,  Dios  mediante,  de  las  obras  de  Lo- 
renzo Hervás,  en  esta  primera  sólo  de  ellas  noto  lo  que  puede  dar  alguna  luz  sobre 
la  vida  del  autor. 

(1)  Estos  son  los  títulos  de  las  cinco  obras  publicadas  aparte;  en  los  tomos  que 
forman  la  colección  italiana,  ó  no  llevan  título  particular  ó  lo  tienen  muy  reducido. 

(2)  Al  terminar  la  primera  parte  decía  el  autor  (VIII,  217):  «Ecco,  caro  Leggitore, 
fornita  la  Storia  della  vita  dell'Uomo,  prima  parte  della  Idea  deW Universo.  Quest'opera 
cominciata  da  me  col  disegno  solo  di  distrar  la  mente  da  molti  motivi  d'afflizione,  che 
bene  spesso  mi  assalivano  é  stata  poi  continuata  non  solamente  ad  oggetto  di  procu- 
rarmi  lo  stesso  solliero,  ma  eziandio  di  far  alcun  bene  a'miei  confratelli  in  Gesucristo... 
Taluno  per  avventura  desidererebbe,  che  io  avessi  trattato  con  maggior  estensione  le 
materie,  posto  che  un  argomento  cosi  vasto...  mi  presentava  un  campo  assai  ampio  e 
spazioso,  ma  questo  desiderio  é  insaziabile;  mentre  Topera,  ;che  si  vorrebbe  a  soddis- 
forlo,  sarebbe  interminabile.» 


282  LORENZO  HERVÁS 

la  tierra»,  de  modo  que  en  la  parte  dedicada  al  hombre  ofrezca  «una 
exacta  relación  de  la  concepción,  nacimiento,  vida,  muerte  y  de  cuanto 
puede  decirse  que  sea  el  hombre»  (pág.  9).  Después  del  hombre  dirige 
Hervás  su  vista  al  cielo,  y  admirado  de  su  grandeza,  propone  un  viaje 
extático  «en  que,  volando  invisiblemente  con  el  espíritu  por  los  inmensos 
espacios  del  cielo,  pueda  en  pocos  momentos  trasponer  distancias  infini- 
tas y  observar  cuerpos  de  inconmensurable  grandeza»  (pág.  9);  y  como 
el  argumento  del  Viaje  (pág.  10)  «puede  excitar  la  curiosidad  de  muchos 
que  deseen  entender  con  mayor  fundamento  cuanto  en  él  se  dice,  por  esto 
el  Viaje  extático  irá  precedido  de  un  tratado  de  Elementos  cosmográficos 
que  pueda  satisfacer  no  sólo  al  que  lea  dicho  Viaje,  sino  también  al  que 
quiera  leer  la  última  parte  de  esta  obra,  que  será  la  Historia  de  la  Tie- 
rra» (1).  Con  esto,  la  Historia  de  la  Tierra  quedó  hecha  cuarta  parte;  «en 
esta  Historia  hablo  del  principio  del  orbe  terráqueo  que  habitamos,  y  de- 
muestro-no ser  tan  antiguo  como  algunos  creen;  utilizando  para  ello  la 
Historia  Sagrada  y  profana,  la  tradición  universal  de  las  naciones,  la  re- 
ciente invención  de  las  artes  y  otras  solidísimas  razones  naturales.  Des- 
pués considero  la  magnitud  da  la  tierra  y  su  figura,  penetro  hasta  lo  más 
recóndito  de  sus  entrañas,  observo  la  admirable  variedad  de  las  cosas 
que  se  encuentran  escondidas  á  nuestras  miradas;  discurro  luego  por  su 
superficie,  haciendo  reflexión  sobre  los  mares  que  la  rodean.  Por  último, 
me  ocupo  de  las  alteraciones  á  que  desde  su  creación  ha  estado  sujeta 
la  tierra,  y  no  dejo  de  considerar  la  población  de  la  especie  humana,  aun- 
que de  esto  se  hablará  en  la  Historia  de  la  vida  del  hombre.  Después  de 
todo  esto,  contemplo  también  la  magnitud  de  la  atmósfera  que  nos  en- 
vuelve, su  figura,  peso,  extensión  y  principales  meteoros  que  en  ella  ad- 
miramos... Questa  é...  la  idea  genérale  di  tutta  la  opera  esposta  colla 
brevitá  propria  di  questo  luogo»  (pág.  10).  En  donde  es  de  advertir  la 
parte  tan  insignificante  que  se  concede  á  la  población  del  globo  ó  pro- 
pagación de  los  hombres,  y  eso  como  cosa  tratada  ya  en  Storia  della 
vita  deiruomo  (VI,  pág.  178). 

Este  mismo  plan  se  repite  al  principio  del  Viaggio  (2).  Y  aquí  tene- 
mos la  extensión  que  pensaba  Hervás  dar  á  su  obra,  por  lo  menos  hasta 
el  1  de  Febrero  de  1781,  en  que  firmó  la  dedicatoria  del  primer  tomo  del 
Viaggio. 


(1)  Estando  tan  clara  la  mente  del  autor,  y  no  menos  claro  el  título  general  de  la 
obra:  Idea  deW Universo,  che  contiene  la  Storia  della  vita  dell'Uomo,  Elementi  Cosmo- 
grafici,  Viaggio  estático  al  Mondo  planetario  e  Storia  della  térra,  es  más  de  maravillar 
creyera  Caballero  ser  Elementi  Cosmografici  titulo  general  para  las  dos  partes  Viaggio 
y  Storia  della  térra  (pág.  85). 

(2)  Tomo  IX,  pág.  9:  En  cuanto  á  la  historia  de  la  tierra,  que  es  el  punto  principal  y 
en  que  se  incluyó  luego  la  historia  de  las  lenguas,  dice:  «Riguardo  alia  térra  saper  ci  con- 
viene il  suo  principio,  antichitá,  figura,  grandezza,  superficie,  ['interiore  di  essa,  le  dife- 
reníi  parti,  onde  si  compone,  per  esempio  l'acqua,  i  minerali  e  la  popolazione,  con  cui 
dagli  uomini  viene  abbellita.» 


LORENZO  HERVÁS  283 

Pocos  meses  después  se  empezaba  la  publicación  de  la  Sforia  della 
Terra,  y,  según  lo  prometido,  trata  su  primer  tomo  de  la  creación,  expo- 
niendo los  dos  primeros  puntos  del  programa,  principio  y  antigüedad 
de  la  tierra.  El  segundo  tomo  ó  parte  se  ocupa  también  de  la  creación, 
pero  no  en  general,  sino  en  especial,  y  siguiendo  los  libros  sagrados  y 
tradiciones  más  racionales,  describe  la  creación  de  nuestros  primeros 
padres,  su  estado  de  inocencia  y  su  ruina  (XII,  3). 

Los  tomos  XIII  y  XIV,  impresos  en  1783,  explican  la  figura,  magnitud, 
superficie  y  elementos  de  la  misma  tierra,  según  el  consabido  plan,  pro- 
metiendo al  fin  del  último  (XIV,  243)  que  «en  este  año  de  1783  se  dará 
fin  á  la  impresión  de  esta  obra:  Idea  deír Universo»,  porque  en  realidad 
bien  poco  faltaba  para  darla  por  concluida.  Cuando  he  aquí  que  el  23  de 
Marzo  de  1783  aparece  el  tomo  XV,  dedicado  á  la  ilustrísima  señora 
marquesa  Mariana  Ghini;  Hervás  da  una  inusitada  amplitud  á  su  obra, 
y  promete  comenzar  «la  historia  más  útil  de  la  tierra,  cuya  relación  voy 
describiendo,  después  de  haber  expuesto  en  los  precedentes  tomos 
aquellas  materias  que,  por  relacionarse  con  el  orden  físico,  pueden  con 
razón  decirse  que  contienen  la  historia  física  de  la  misma  tierra...  Ahora 
bien:  siguiendo  yo  el  espíritu  y  curso  de  la  historia  terrestre,  y  querien- 
do reducirla  á  justos  términos,  me  creo  en  la  obligación  de  tratar  las 
principales  épocas  y  acontecimientos,  de  los  cuales  los  primeros  han  de 
ser  aquellos  memorables  del  diluvio  universal,  fábrica  de  la  torre  de  Babel 
y  castigo  impuesto  en  su  construcción»  (pág.  5).  Y  aquí  tenemos  á 
Hervás,  que,  olvidado  de  todas  sus  promesas  y  planes,  toma  un  rumbo 
nuevo  en  un  mar  sin  riberas,  confesando  que  en  parte  ya  lo  había  nave- 
gado; es  decir,  que  había  tratado  del  diluvio  en  el  tomo  XIV  (tr.  2.'', 
cap.  IV,  art.  5.°);  pero  también  tenemos  á  Hervás  que  advierte  haber  sido 
el  castigo  de  los  soberbios  fabricadores  de  la  torre  la  confusión  de  las 
lenguas,  de  donde  se  originaron  los  idiomas,  y  en  este  punto  empieza 
sus  estudios  favoritos.  Por  esto  Hervás  concluye  en  el  tomo  XVI  breve- 
mente lo  que  debía  decir  sobre  la  repoblación  del  globo  por  Noé  y  sus 
hijos,  y  abre  en  él  XVII  la  Historia  de  las  lenguas  (1). 

La  Historia,  pues,  de  las  lenguas  en  Idea  delVUniverso,  es  un  injer- 
to, que  siendo  de  especie  diversa,  de  más  valor  y  con  propia  vida,  dejó 
secar  el  árbol  en  donde  prendió.  Porque  al  lado  de  los  cinco  tomos  últi- 
mos, los  anteriores  no  merecen  leerse. 

El  tomo  XV,  impreso  en  1783,  es  digno  de  especial  estudio,  pues  en 
su  preparación,  y  no  antes,  se  encontró  Hervás  con  los  materiales  de  sus 
estudios  lingüísticos  entre  las  manos  (2).  En  este  tomo,  como  en  todo 


(1)  En  la  portada  del  tomo  XVII  se  leen  por  vez  primera  las  palabras  Historia  de 
las  lenguas:  Idea  delVUniverso  che  contiene  la  Storia  della  vita...  e  Storia  della  Terra 
e  delle  tingue, 

(2)  No  creo  haya  alusión  alguna  en  los  catorce  primeros  tomos  italianos  á  estudio 


284  LORENZO  HERVÁS 

período  de  transición,  se  nota  cierto  desorden  é  inexactitudes  que  mani- 
fiestan claramente  cómo  Hervás  iba  concibiendo  un  plan  vasto  y  gran- 
dioso, sin  tenerlo  aún  fijo  y  determinado  (1).  En  sus  últimas  páginas,  no 
obstante,  hallamos  casi  formado  del  todo  el  plan  de  la  Historia  de  las 
lenguas,  y  con  él  la  respuesta  dada  por  el  mismo  Hervás  á  la  segunda 
pregunta  que  se  propuso  de  cuándo  y  cómo  empezó  sus  estudios  sobre 
lenguas.  Dice  Hervás  (XV,  172): 

«Sobre  la  confusión  de  las  lenguas,  ó  más  bien,  sobre  el  origen  de  los  idiomas  que 
aparecieron  por  primera  vez  en  la  fábrica  de  la  torre  de  Babel,  se  hacen  por  los  autores 
muchos  y  variadísimos  discursos...  Yo,  por  ahora,  sobre  estas  cuestiones...  brevemente 
diré  que  la  confusión  de  la  antigua  y  única  lengua  hablada  entre  los  hombres  en  el 
tiempo  del  Diluvio,  y  el  origen  de  los  nuevos  idiomas  resultantes  en  la  misma  confu- 
sión, son  hechos  que  aunque  no  se  contaran  en  la  Historia  Sagrada,  ni  se  hallasen  indi- 
cados en  la  tradición  de  los  pueblos,  se  deducirían  indudablemente  y  aparecerían  evi- 


de  lenguas  que  tuviera  Hervás  entre  manos,  ni  siquiera  donde  la  materia  le  podía  su- 
gerir esas  ideas,  como  años  después  se  las  sugería...  Verbigracia,  en  el  tomo  I,  pág.  127: 
Tempo  in  cui  I' infante  incomincia  a  parlare,  se  c'é  idioma  naturale  all'Uomo,  e  sulla 
diversitá  degVidiomi;  VI,  178:  Propagazione  del  genere  amano;  XI,  24:  Invenzione  dei 
Caratteri  scriturali. 

Siendo  muy  de  advertir:  1.°,  que  en  1785,  al  dar  cuenta  en  su  prospetto  della  Storia 
della  vita  dell'uomo,  del  capítulo  VIH  del  libro  II  (donde  está  el  primer  pasaje  aquí  se- 
ñalado), en  seguida  habla  de  sus  estudios  lingüísticos  (pág.  6,  columna  2.^);  2.'^,  que  la 
misma  idea  de  la  propagación  del  género  humano  le  lleva  en  el  tomo  XV  á  considerar 
la  confusión  de  las  lenguas  y  su  diversidad,  y  3.",  que  á  la  invención  de  los  alfabetos 
se  hace  alusión  al  fin  del  tomo  XV,  donde  expone  el  programa  de  sus  estudios  lingüís- 
ticos, como  en  el  texto  se  dirá  en  seguida. 

Si  alguno  tuviera  aún  alguna  duda  de  esto,  considere  que.las  obras  españolas  escri- 
tas después  del  tomo  XV,  constantemente  hablan  de  lenguas,  v.  gr.,  la  Historia  y  la 
Escuela,  lo  mismo  que  á  partir  del  tomo  XV  las  obras  italianas;  v.  gr.,  XVI,  8,  60, 
90;  XVII,  2,  91...;  XX,  9,  donde  se  dice  expresamente: 

«Le  míe  circostanze  e  ristrettissime  facoltá  lontaníssimo  mi  tengono  dal  potere 
sperare  questi  vantaggi  necessarj  a  ben  riuscire  nella  quasi  temeraria  impresa  della 
storia  delle  Hngue,  che  nel  tomo  XV  dell'Idea  dell'Universo,  e  poi  in  altri  tomi  promisi 
di  publicare.» 

(1)  No  deja  de  ser  curiosa  la  confrontación  de  las  referencias  del  tomo  XV  á  los 
tomos  que  habían  de  seguirse,  XV,  90:  «Giacché  per  non  interrompere  il  discorso  ho 
tralasciato  di  notare  tali  nomi  [del  sol,  luna...  en  diversas  lenguas]  e  mesi  che,.,  ho  rac- 
colto  coH'occasione  di  radunare  notizie  particolarissime  che  nel  tomo  XVI  sí  metteranno 
sulla  moltitudine  delle  lingue,  e  sul  loro  vario  e  mirabíle  artifizio...»  Ahora  bien,  sobre 
la  muchedumbre  de  las  lenguas  trata  el  tomo  XVII,  y  sobre  el  artificio  el  XVIII;  el  XVI 
no  se  ocupa  de  eso.  En  el  XV,  141,  se  promete  «traduzione  letterale  del  Pater  noster'm 
molte  lingue  Madri,  che  si  metterá  nel  tomo  XVI».  Pues  bien:  tales  traducciones  se 
ponen  en  el  tomo  XXI.  Nótase  el  mismo  error  en  las  citas  al  tomo  XVI  de  las  páginas 
148,  172,  173,  174. 

De  modo  análogo  se  hallan  en  el  tomo  XV  citas  del  tomo  XVII,  que  no  le  correspon- 
den; V.  gr.,  XV,  55,  148, 150,  152,  155. 

Estas  equivocaciones  no  son  casuales,  sino  que  pretendió  indudablemente  incluir 
en  el  tomo  XWltodo  lo  referente  á  lenguas,  y  en  el  XVII  lo  perteneciente  á  la  dispersión 
de  los  hombres,  población  del  mundo,  establecimiento  de  las  más  antiguas  y  famosas 
naciones,  que  en  parte  va  en  el  XVI,  tal  como  ahora  lo  tenemos,  cf.  XV,  148. 


LORENZO  HERVÁS  285 

dentes,  considerando  y  observando  con  atención  la  muchedumbre  de  las  lenguas  que 
hay  en  el  mundo  esencialmente  diversas,  ya  por  la  variedad  de  sus  palabras,  ya  por  la 
notabilísima  diferencia  de  su  peregrino  y  admirable  artificio.  Si  en  la  confusión  de  las 
lenguas  acaecida  en  la  construcción  de  la  torre  de  Babel  no  hubieran  nacido  nuevos  y 
diferentísimos  idiomas,  en  todas  las  lenguas  de  las  naciones  se  descubrida  alguna  rela- 
ción de  unas  con  otras,  se  hallarían  ideas  relativas  á  aquella  primera  y  única  lengua... 
así  como  todos  los  alfabetos  de  las  naciones,  por  proceder  de  un  mismo  origen,  nos 
ofrecen  en  el  orden  de  las  letras,  como  se  notó  en  el  tomo  XI,  capítulo  III,  §  I  [pág.  24, 
clara  relación  entre  sí,  aunque  se  encuentren  alterados  en  la  figura  ó  forma  de  los  carac- 
teres. De  aquí  que  la  muchedumbre  y  variedad  admirable  de  las  lenguas  que  hasta 
ahora  existen  (habiendo  perecido  muchísimas),  sin  asemejarse  en  nada,  son  prueba 
concluyente  del  hecho  de  la  confusión  de  las  lenguas  narrado  por  Moisés.  Esta  prueba 
aparecerá  verdaderamente  eficacísima  y  sorprendente  cuando  se  presente  á  la  vista  un 
ensayo  de  la  muchedumbre  y  variedad  admirable  de  las  lenguas;  por  esto  yo,  con  tra- 
bajo y  fatiga  grande,  he  procurado  formar  un  tal  ensayo,  y  con  este  fin  he  reunido  la 
oración  del  Padre  nuestro  en  más  de  sesenta  lenguas,  de  las  cuales  más  de  cuarenta  son 
lenguas  madres  (1).  He  recogido  también  los  numerales  de  muchísimas  naciones  y  los 
elementos  gramaticales  de  no  pocas  lenguas  desconocidas  de  los  europeos.  Mi  pensa- 
miento, que  era  vastísimo,. pues  se  extendía  á  dar  alguna  idea  de  más  de  cien  lenguas 
madres,  de  cuya  existencia  tengo  noticia  cierta,  se  hubiera  efectuado  perfectamente 
diez  y  seis  años  ha,  cuando  llegué  á  Italia  con  los  demás  compañeros  jesuítas  españo- 
les, de  cuyo  singular  conocimiento  y  pericia  en  las  lenguas  hubiera  podido  aprove- 
charme (2).  Al  presente  no  tengo  esta  ventajosísima  ocasión,  puesto  que  en  este  tras- 
curso de  años  han  pasado  á  mejor  vida,  y  al  goce  del  premio  de  sus  fatigas,  más  de 
doscientos  Misioneros  de  naciones  bárbaras,  en  cuyas  lenguas  bien  pocos  españoles  ó 
americanos  instruidos  encuentro  en  Italia.» 

Y  lo  que  dice  Hervás  al  principio  de  su  tarea,  lo  confiesa  desde  la 
primera  página  del  Catálogo  (italiano)  y  lo  repite  á  cada  paso  en  sus 
demás  obras,  y  sobre  todo  en  la  más  acabada  del  Catálogo  (castellano), 
dando  así  la  gloria  á  quienes  de  derecho  en  gran  parte  pertenecía  (3). 

En  este  Catálogo  tenemos  además  indicados  los  medios  con  que 
contó  Hervás  para  sus  estudios  sobre  lenguas. 

Pues  en  el  art.  IX  de  la  Introducción,  recordando  que  en  artículos 


(1)  En  el  avviso  de  la  pág.  2  del  tomo  XVII  se  promete  la  oración  del  Padre  nuestro 
en  doscientas  lenguas  al  menos;  en  el  tomo  XXI  cumple  lo  prometido  con  el  Saggio 
Pratico  delle  tingue...  e  una  raccolta  d'orazioni  Domínícali  in  piú  di  trecento  tingue  e 
diatetti. 

(2)  En  el  tomo  XXI  (dedicado,  como  ya  se  notó,  en  10  de  Agosto  de  1785)  viene  á 
decir  lo  mismo: 

(Pág.  56.)  «Sonó  poco  piú  di  due  anni,  che  mí  venne  il  pensiere  di  scrivere  la  Storla 
delle  lingue  coU'oportunitá,  che  mi  dava...  II  pensiere  m'é  venuto  un  poco  tardi  perche 
in  18  anni  dalla  loro  venuta  sonó  morti  piú  di  dugento.» 

(3)  Dejo  á  los  que  quieran  recorrer  las  páginas  del  Catátogo  italiano  y  castellano  el 
gusto  de  encontrar  por  silos  nombres  propios  de  esos  misioneros. 

Justo  es,  no  obstante,  confesar,  y  Hervás  no  lo  niega,  que  otras  personas,  y  sobre 
todo  religiosos  de  otras  Órdenes,  también  le  ayudaron  con  sus  obras  ó  escritos. 
Cf.  Catátogo,  I,  206;  Historia,  I,  128;  Viaje,  IV,  7...;  y  entre  sus  cartas  se  halla  una  de  un 
tal  Jácome  Capistrano  de  Moya,  que  se  profesa  discípulo  y  afectísimo  de  la  Compañía 
de  Jesús  y  ofrece  á  Hervás  libros  y  datos  para  la  «vastísima  obra  de  la  Paleografía 
universal». 


286  LORENZO  HERVÁS 

anteriores  había  discurrido  del  modo  de  conocer  el  número,  afinidad  y 
diversidad  de  las  naciones  por  medio  de  las  lenguas,  sobre  la  manera  útil 
con  que  se  deben  observar  esas  mismas  lenguas,  la  utilidad  religiosa, 
civil  y  científica  de  esta  observación,  las  ideas  con  que  otros  autores  se 
han  dedicado  á  estos  estudios,  junto  con  sus  principales  obras,  entra  á 
proponer  los  medios  y  circunstancias  que  él  ha  tenido  para  escribir 
esta  obra: 

«En  la  exposición  de  todos  estos  asuntos  habrá  conocido  claramente  el  lector  que 
para  la  formación  de  la  obra  presente  he  debido  consultar  los  libros  gramaticales  de 
las  lenguas,  ó  á  los  que  las  hablaban  ó  entendían  á  lo  menos...  Yo,  pues,  he  procurado 
leer  y  aun  comprar  (sin  temor  de  la  incomodidad  á  que  me  exponía  la  estrechez  de  mis 
limitadísimas  facultades)  libros  gramaticales  de  cuantas  lenguas  he  tenido  noticia.  Esta 
me  hizo  conocer  que  de  poco  número  de  ellas  había  libros  impresos,  y  que,  por  tanto, 
debía  yo  suplir  la  falta  de  éstos  consultando  á  los  que  hablaban  ó  entendían  los  mu- 
chísimos lenguajes  de  que  nada  se  ha  impreso.  Para  esta  consulta  me  han  ofrecido  mis 
circunstancias  presentes  la  ocasión  más  ventajosa  que  hasta  ahora  ha  habido  en  el 
mundo  y  que  difícilmente  se  logrará  otra  vez  en  los  siglos  venideros.  Esta  ocasión  ha 
sido  y  es  la  de  hallarme  en  Italia  en  medio  de  muchedumbre  de  jesuítas  sabios,  antes 
dispersos  por  casi  toda  la  faz  terrestre  para  anunciar  el  Santo  Evangelio  aun  á  las  na- 
ciones más  remotas  y  bárbaras,  y  ahora  compañeros  míos  envueltos  en  la  misma  des- 
gracia, que  arrancándonos  del  seno  de  la  patria  nos  ha  arrojado  á  las  playas  de  Italia. 

»En  ésta,  rodeado  yo  de  zelosos  y  sabios  misioneros  de  casi  todas  las  naciones 
conocidas  del  mundo,  he  podido  fácilmente  consultar  á  unos  de  palabra  y  á  otros  por 
escrito,  pidiendo  á  cada  uno  las  palabras  que  de  la  lengua  de  la  nación  de  su  misión 
pongo  en  mi  vocabulario  polígloto  y  en  otros  tomos,  y  alguna  noticia  de  su  artificial 
gramática.  Con  la  dirección  de  varios  de  dichos  misioneros  he  formado  algunas  gra- 
máticas y  otros  me  han  favorecido  formándolas.  Estos  manuscritos  y  las  muchas  car- 
tas con  que  los  misioneros  han  respondido  á  mis  preguntas  y  dudas  sobre  las  lenguas 
y  naciones  que  las  hablan,  forman  parte  preciosa  de  mi  pequeña  librería  políglota  (1). 

»Á  esta  ciudad  de  Roma,  que  ahora  como  centro  del  catolicismo  es  patria  común 
de  todo  el  orbe  catóUco...,  concurren  freqüentemente  forasteros  de  gran  número  de 
naciones  de  todo  el  mundo,  y  en  los  catorce  años  de  mi  residencia  en  ella  he  procu- 
rado informarme  del  carácter  de  aquellas  lenguas  que  los  dichos  forasteros  sabían  ó 
de  que  tenían  noticias  que  yo  no  había  logrado...» 

Quede,  pues,  asentado  que  si  Lorenzo  Hervás  y  Panduro  merece 
con  justicia  el  nombre  de  padre  y  fundador  de  la  Filología  comparada, 
que  alguno  ha  pretendido  negarle  (2),  por  confesión  del  mismo  Hervás 
los  desterrados  ex-jesuítas  españoles  le  proporcionaron  los  materiales 
necesarios. 
4.    De  residencia  Hervás  en  Roma,  donde  pudo  firmar  el  15  de  Agosto 


(1)  De  estas  cartas  sólo  conservamos  entre  las  de  Hervás  una  del  P.  Ignacio  Mon- 
tenegro, escrita  desde  Genova  el  5  de  Julio  de  1783,  con  el  Padre  nuestro  en  holandés 
y  dinamarqués,  y  otra  del  P.  Petisco,  del  22  de  Mayo  del  mismo  año,  con  el  Padre 
nuestro  y  numerales  en  vascuence. 

(2)  Cf.  Biblioteca  histórica  de  la  filología  castellana,  por  el  Conde  de  la  Vinaza, 
pág.  XXV,  y  Max  Müller,  Lectures  on  the  Science,  of  language  (en  Abril,  Mayo  y  Junio 
de  1861),  páginas  135  y  136. 


LORENZO  HERVÁS  287 

de  1785  la  dedicatoria  del  tomo  XVIII,  fácil  es  prever  las  ocupaciones  que 
llenarían  su  vida. 

Convencido  como  estaba  de  que  sus  estudios  lingüísticos,  así  como 
la  Historia,  no  podían  prosperar  sin  conocer  los  documentos  que  se 
guardan  en  bibliotecas  y  archivos,  cf.  Historia,  II,  407,  sus  principales  y 
constantes  visitas  fueron  á  las  bibliotecas  de  Roma  y  al  archivo  de  Pro- 
paganda Fide,  junto  con  la  continua  comunicación  por  cartas  y  de  pala- 
bra con  los  misioneros  y  otras  personas  que  le  podían  dar  alguna  luz; 
siendo  no  pocos  los  que,  como  afirma  expresamente  de  los  ex-jesuítas 
Camaño,  Velasco,  Gilii  y  Clavijero,  sufrieron  sus  frecuentes  y  raras 
preguntas  (XIX,  92). 

Sobre  esto  tercero  se  ha  dicho  algo,  aunque  no  todo  lo  que  podría 
decirse;  v.  gr.,  sabemos  por  el  Catálogo  (III,  51)  que  para  tener  algunas 
palabras  sobre  el  lenguaje  cimbro  escribió  á  quien  pudiera  instruirle; 
y  dudando  sobre  la  semejanza  entre  el  croato,  ilírico  ó  dalmatino,  bohe- 
mio, polaco  y  moravo,  un  religioso  franciscano,  «el  P.  Zaidler,  moravo, 
conventual  de  San  Francisco  y  actualmente  penitenciario  de  San  Pedro 
en  esta  ciudad  de  Roma,  me  ha  hecho  la  siguiente  advertencia:  el  mo- 
ravo entiende  perfectamente  al  bohemio;  bastante  bien  al  húngaro  escla- 
vón; menos  bien  al  polaco,  menos  al  croato  y  al  dalmatino  y  mucho  me- 
nos al  ruso  y  al  moscovita».  Catálogo,  III,  138. 

Á  este  cuidado  de  aprovechar  las  ocasiones  de  instruirse  iba  unido 
un  diligentísimo  espíritu  de  investigación  personal  de  que  hay  numero- 
sas pruebas  en  todos  sus  escritos. 

En  más  de  una  ocasión  pudo  decir  con  legítimo  orgullo  (Escuela,  I, 
32  y  35),  refiriéndose  á  estudios  médicos  á  que  era  inclinado,  «sobre  las 
causas  de  la  sordera  en  los  que  nacieron  sin  falta  de  oído  largamente 
tratan  los  anatómicos  y  físicos,  mas  ninguno  de  ellos  (según  mis  noticias 
y  he  observado  más  de  cien  obras  de  famosos  físicos)  ha  indagado  la 
causa  de  la  sordera  en  los  que  nacen  sordo-mudos»,  y  «en  circunstan- 
cias de  haberse  impreso  en  italiano  un  libro,  que  reproduxe  con  nuevas 
observaciones  en  castellano  sobre  la  anatomía  físico-filosófica  del  hom- 
bre, he  examinado  á  lo  menos  cincuenta  obras  diversas  de  los  más  famo- 
sos anatómicos  y  no  me  acuerdo  haber  leído  alguna  noticia  sobre  la 
anatomía  de  la  cabeza  de  los  sordo-mudos». 

Esta  investigación  era  sostenida  por  el  deseo  insaciable  de  acudir  á 
las  verdaderas  fuentes;  por  esto,  aunque  alaba  en  la  Revolución  (I,  226) 
de  crítica  y  excelente  la  historia  del  Calvinismo  de  Maimbourg  y  su  re- 
lación sobre  las  rebeliones  y  guerras  que  causó,  «mas  yo  de  este  autor 
[dice]  nada  me  sirvo  y  ni  aun  he  querido  observarlas  en  su  historia,  por- 
que he  determinado  decir...  lo  que  he  observado  en  los  manantiales  más 
puros  de  la  historia». 

Después  de  preguntar  á  los  misioneros  vivos,  nada  más  útil  que  pre- 
guntar á  los  muertos,  cuyos  testimonios  escritos  guardaba  el  Colegio  de 


288  LORENZO  HERVÁS 

Propaganda  (XIX,  163):  «Buscando  documentos  para  descubrir  la  afini- 
dad de  algunas  lenguas  orientales,  tuve  la  suerte  de  leer  en  la  biblioteca 
del  Colegio  de  Propaganda  algunos  manuscritos  donde  los  misioneros 
habían  notado  los  nombres  que  ellos  no  entendían,  pero  sí  sabían  eran 
usados  en  dos  naciones  orientales  para  designar  los  días  de  la  semana  y 
los  meses  del  año.»  Y  en  el  Viaje  (IV,  7)  tiene  cuidado  de  notar  que 
«las  obras  manuscritas  de  Hanxleden  [Juan  Ernesto  Hanxleden,  S.  J.] 
están  en  la  biblioteca  del  Colegio  de  Roma  llamado  de  Propaganda  fide; 
en  dicha  biblioteca  las  he  leído». 

No  eran  solos  los  libros  ó  manuscritos  del  colegio  urbano  ó  de  Pro- 
paganda los  que  utilizaba  Hervás,  y  así,  hablando  del  Derecho  canónico 
ó  eclesiástico  de  España  en  su  Historia  (IV,  131),  dice: 

«Los  códices  romanos  son  los  siguientes:  el  exemplar  del  códice 
Lucense  (cuyos  índices  están  en  la  biblioteca  del  Escorial)...  Este  códice 
está  en  el  núm.  4.887  de  la  biblioteca  Vaticana.  En  ésta,  al  núm.  1.341, 
se  halla  el  códice  llamado  Heduense  ó  Agustodonense...  En  el  núm.  575 
de  la  dicha  biblioteca  Vaticana  hay  otro  códice  imperfecto  que  pertene- 
cía al  Monasterio  de  San  Martín  de  Maguncia...  En  el  núm.  1.338  he 
visto  y  observado  un  gran  códice  de  pergamino  en  folio...»,  etc. 

Pero  no  es  preciso  revolver  las  obras  de  Hervás  para  mostrar  su 
diligencia  en  acudir  á  las  bibliotecas  romanas,  cuando  una  de  sus  obras 
lo  prueba  sola  bien  claro. 

Me  refiero  al  «Catálogo  de  manuscritos  de  Escritores  Españoles  y 
Portugueses,  existentes  en  siete  bibliotecas  insignes  de  Roma,  que  son 
las  siguientes:  I,  Angélica;  II,  Barberini;  III,  Casanatense;  IV,  Corsini; 
V,  Jesuítica;  VI,  Vallicellana;  VII,  Zelada»,  y  á  los  «Códices  que  de 
Colecciones  canónico-españolas  hai  en  las  bibliotecas  de  Roma»;  obras 
ambas  que  forman  parte  ó  complemento  de  la  Biblioteca  Jesuitico-espa- 
ñola  de  Hervás,  fechada  en  Roma  el  2  de  Abril  de  1794  y  aumentada 
hasta  1799. 

En  la  introducción  al  Catálogo  de  manuscritos  hay  noticias  que  no 
merecen  desconocerse. 

«Mi  venida  á  esta  ciudad  de  Roma  y  mi  establecimiento  en  ella  no  tuvieron  otro  fin 
que  el  de  poder  aprovecharme  del  tesoro  de  sus  muchas  y  excelentes  bibliotecas;  y 
apenas  empecé  á  observarlas  cuando  advertí  que  en  ellas  se  depositaba  de  escritores 
españoles  muchedumbre  de  preciosos  manuscritos...;  al  Señor  Bayer,  Prefecto  de  la 
Real  Biblioteca  de  Madrid...  escribí,  proyectándole  [proponiéndole]  que  con  la  rara  y 
ventajosísima  ocasión  de  hallarse  en  esta  ciudad  de  Roma  muchedumbre  de  ex-jesuitas 
españoles  instruidos  en  toda  clase  de  ciencias,  se  podria  pensar  en  valerse  de  ellos  con 
poco  gasto  para  observar  y  trasladar  los  manuscritos  que,  depositados  en  dichas  bi- 
bliotecas, se  juzgarían  convenir  y  ser  útiles  á  los  intereses  de  la  nación  española...  El 
aviso  de  mi  proyecto  no  tuvo  ni  aun  el  mérito  de  lograr  respuesta...  y...  determiné  em- 
prender por  mí  solo  la  laboriosa  y  útil  tarea  de  observar  á  lo  menos  el  número  y  la 
calidad  de  los  manuscritos  que  de  escritores  españoles  existen  en  las  bibliotecas  ro- 
manas.» Grande  ha  sido  el  trabajo  por  la  falta  de  los  Índices.  «El  Índice  de  manuscritos 
que  he  hallado  más  completo  es  de  la  biblioteca  Vallicellana...;  esta  biblioteca  contiene 


LORENZO  HERVÁS  289 

un  tesoro  de  manuscritos  pertenecientes  á  la  historia  eclesiástica  de  España;  los  ma- 
nuscritos de  las  demás  bibliotecas  pertenecen  á  diversos  ramos  de  literatura,  entre  los 
que  el  teológico  es  el  más  abundante.» 

En  la  introducción  á  los  Códices  expresa  que,  recogiendo  los  que 
pertenecían  á  colecciones  canónicas  guardados  en  las  bibliotecas  de 
Roma,  ha  querido  dar  alguna  ilustración  á  la  obra  manuscrita  de  Burriel 
sobre  los  códices  que  se  guardan  en  España,  cuando  llegue  el  deseado 
tiempo  de  publicarse  este  insigne  trabajo  sobre  nuestra  antigua  legisla- 
ción canónica. 

Estas  ocupaciones  literarias  de  Hervás,  continuadas  con  incansable 
diligencia  hasta  su  salida  de  Roma,  dieron  por  resultado  sus  mejores 
escritos.  En  Roma  acabó  la  colección  italiana  de  sus  obras;  empezó  á 
publicar  en  castellano  sus  diversas  partes  por  separado,  notablemente 
mejoradas  y  aumentadas.  Allí  escribió  la  Escuela  de  sor  do-mudos,  ia 
Biblioteca;  arregló  el  Arte  de  escribir  y  la  Paleografía  y  otras  muchas 
obras;  del  mismo  Catálogo  decía  en  el  tomo  IV,  pág.  3: 

«Habiéndole  [el  tomo  III]  enviado  á  España  en  el  año  1798  para  que 
se  diera  á  la  pública  luz,  luego  en  17  de  Octubre  del  mismo  año  salí  yo 
de  Roma  para  la  misma  península,  en  donde  esperaba  escribir  el  pre- 
sente... Mas  hallándome  en  ella  falto  de  los  apuntamientos  y  libros  que 
para  continuar  dicha  obra  había  preparado...  me  ocupé  en  escribir  otras 
obras...» 

En  medio  de  estas  ocupaciones  halló  Hervás  tiempo  para  asistir  á  las 
disertaciones  de  Anatomía  del  Sr.  Flajani,  protocirujano  de  su  Santidad 
(Historia,  III,  319),  estudio  á  que  se  sentía  inclinado  y  de  que  dio  pruebas, 
sobre  todo,  en  su  Hombre  físico  ó  Anatomía  humana  f Isleo-filosófica;  se 
ocupó  en  recoger  libros  sobre  lenguas  para  los  trabajos  del  Sr.  Pallas  (1); 


(1)    Catálogo,  I,  64: 

«El  año  1785  el  Señor  Santini,  agente  imperial  de  la  corte  de  Petersburgo  en  esta 
ciudad,  tuvo  orden  de  su  corte  para  enviar  á  ella  todas  las  obras  que  los  jesuítas  habían 
pubhcado  en  Italia  sobre  las  naciones  americanas  y  asiáticas  y  principalmente  sobre 
lenguas.  Estas  obras  que  por  encargo  de  dicho  agente  yo  recogí,  debían  servir  de  ma- 
teriales al  señor  Pallas,  famoso  literato  y  viajador  por  todo  el  imperio  rusiano,  para 
que  hiciera  una  confrontación  ó  cotejo  de  todas  las  lenguas  conocidas.  No  he  visto 
aún  esta  obra,  que  sé  haberse  empezado  á  publicar  antes  del  año  1789...» 

Al  comunicar  en  el  tomo  XVIII  (pág.  12)  el  mismo  proyecto  del  Sr.  Pallas,  termina 
Hervás  el  párrafo:  «II  Signore  Pallas  conta  coll'assistenza  del  Ministero  Russiano,  ed  io 
soltanto  colle  míe  prívate  fatiche  dovendo  scrivere  tutto  dapperme  e  fare  dapper  me 
solo  tutte  le  ricerche.» 

Al  escribir,  no  obstante,  las  Hneas  del  Catálogo  gozaba  de  doble  pensión,  concedida 
en  1787.  Informando  Azara  en  15  de  Junio  de  1785  sobre  el  asunto,  daba  este  testi- 
monio de  Hervás:  «Es  de  buenas  costumbres  y  muy  aplicado  á  las  ciencias.» 

Sabido  es  que  la  pensión  anual  concedida  á  los  ex-jesuitas  era  de  100  pesos,  de  15 
reales,  para  los  sacerdotes  y  escolares,  y  90  páralos  coadjutores,  correspondiendo  á 
cada  trimertre  375  reales  vellón  para  los  unos,  y  337  reales  con  17  maravedises  para 
los  otros.  Cantidad  á  todas  luces  insignificante. 


290  LORENZO  HERVÁS 

hizo  en  Abril  de  1792  un  viaje  á  Ñapóles,  pudiendo  examinar  las  excava- 
ciones que  por  entoncen  se  llevaban  á  cabo  en  Pompeya  (1);  y  en  el 
mismo  Roma  no  quedó  insensible  ante  las  obras  de  arte  ó  de  la  antigüe- 
dad. Cf.  Historia,  V,  95. 

Así  pasaron  los  años  para  Hervás,  sin  que  apenas  amargaran  su  vida 
sino  los  disgustos  de  familia,  que  en  otra  parte  se  insinuaron  y  no  es  del 
caso  relatar  por  menudo,  y  las  dificultades  no  ligeras  que  encontró  en  la 
impresión  de  sus  obras  en  España  (2).  De  éstas  tratará  la  segunda 
parte,  haciendo  ver  cómo  las  fué  venciendo,  gracias  á  la  protección 
decidida  del  Duque  de  Montemar,  su  antiguo  alumno  en  el  Seminario  de 
Nobles;  de  Tomás  Bernad,  Barón  de  Castiel,  y  de  D.  José  Cistue,  fiscal  de 


Á  esto  se  añade  la  gravísima  dificultad  que  á  veces  se  sentía  en  los  Estados  pontiü- 
cios,  y  sobre  todo  en  Roma,  de  cambiar  las  cédulas  por  dinero  efectivo;  véase  en  el 
Archivo  histórico  (Estado,  3.906)  una  carta  de  Azara  al  Duque  de  la  Alcudia,  de  30  de 
Septiembre  de  1795,  y  una  representación,  con  la  misma  fecha,  á  D.  Diego  de  Gardo- 
quí.  En  ambos  documentos  hay  cláusulas  que  sin  duda  representan  más  el  espíritu 
descreído  del  Ministro  que  la  verdad;  pero  en  otras  se  pinta,  sin  exageraciones,  un 
estado  de  la  hacienda  pública  lamentable;  la  suerte  de  los  ex-jesuítas  causaba  lástima 
al  mismo  Azara. 

Léese  en  el  segundo  documento:  «Todos  los  empleados  del  Rey  en  este  Estadol 
todos  los  Jesuítas  y  todos  los  pagos  que  se  hacen  para  las  expediciones,  padecemos 
un  agravio  tal,  que  si  no  se  remedia  será  imposible  tirar  adelante.»  No  queremos 
aumento  de  sueldo,  «se  trata  solamente  de  proporcionarnos  el  modo  de  poder  vivir,  ya 
que  con  las  cédulas  en  que  se  nos  paga  es  imposible.  Un  solo  hombre,  sin  otra  ocupa- 
ción, no  me  basta  á  mí  para  recoger  la  moneda  de  cobre  necesaria  para  el  gasto  de  mi 
casa  y  paga  de  familia  pagando  el  16  i  por  100  de  premio...  Los  pobres  Jesuítas,  con  la 
miserable  pensión  de  6  escudos  [mensuales]  los  sacerdotes,  y  de  5  i  los  legos,  es  impo- 
sible que  puedan  sufrir  el  menor  descuento.  Pagándoseles  como  se  les  paga  de  tres  en 
tres  meses,  se  les  da  á  los  que  están  en  Roma  una  cédula  de  18  escudos;  con  ella  nó 
hallan  quien  les  dé  ninguna  cosa  por  menor  y  se  ven  obligados  á  cambiarla  como 
pueden  con  la  pérdida  acostumbrada.» 

Con  esto  podemos  conjeturar  que  Hervás,  aun  con  su  doble  pensión,  no  andaría 
muy  holgado  para  gastos  de  sustentación,  libros,  copistas,  propinas... 

Véase  sobre  la  riqueza  de  Roma  en  tiempo  de  Pío  VI,  la  Civiltá,  1906,  t.  II,  pági- 
nas 44,  586;  III,  56,  274;  IV,  129,  433;  1907,  t.  I,  657. 

(1)  En  carta  de  18  de  Abril,  á  su  primo,  anuncia  Hervás  su  ida  á  Ñapóles.  Sobre 
Pompeya,  véase  El  hombre  fisico  (I,  56,  nota  d). 

No  eran  empero,  muy  del  gusto  de  Hervás  los  viajes  como  medio  de  instrucción, 
sobre  todo  tratándose  de  gente  muy  moza  y  sin  una  persona  discreta  y  sabia.  Cf.  Sto- 
ria,  II,  51;  Historia,  II,  78. 

(2)  Es  típico  el  párrafo  de  una  carta  de  11  de  Noviembre  de  1790;  hele  aquí:  «Sigo 
yo  con  el  mismo  [estado  de  salud],  gracias  al  Señor,  que  en  la  Italia  me  ha  preparado 
una  especie  de  paraíso,  en  que  no  conozco  el  menor  mal  corporal,  y  si  es  verdadero 
lo  que  me  dicen  todos  los  conocidos,  no  doy  pruebas  sino  Hgerísimas  del  efecto  de 
los  años;  á  la  verdad,  muchos  que  no  me  han  conocido  sino  poco  tiempo  me  dan 
cuarenta  años  de  edad,  mas  tengo  cincuenta  y  cinco  cumplidos.  La  vida  literaria  me 
acomoda  y  la  distribución  de  comer  y  dormir  me  conserva.  Como  comúnmente  á  las 
cuatro  de  la  tarde,  no  ceno  jamás  y  duermo  una  vez  sola,  esto  es,  ocho  horas  por  la 
noche.  El  comer  tardísimo  es  aquí  común,  y  yo  más  de  la  mitad  del  año  como  en  con- 


LORENZO  HERVÁS  291 

la  Cámara  de  Indias.  A  éste  enviaba,  en  carta  á  Antonio  Panduro  en  10  de 
Noviembre  de  1790,  «los  dos  tomos  impresos  de  la  Historia  del  Hombre, 
suplicándole  que  los  reciba  como  obsequio  y  no  como  correspondencia  á 
los  favores  que  sin  conocerme  me  dispensa,  dándome  motivo  para  apli- 
carle las  palabras  del  Salvador  al  Centurión:  Non  inveni  tantam  fidem  in 
Israel,  por  Israel  debo  yo  entender  España». 

5.  Antes  de  pasar  al  tercer  período  de  la  vida  de  nuestro  Hervás,  que 
comienza  cuando  en  1798  pudo  volver  á  su  patria,  levantado  el  des- 
tierro por  real  orden  de  11  de  Marzo  de  1798,  justo  es  notemos  las  prin- 
cipales distinciones  con  que  en  Roma  se  vio  honrado;  algunas  insinúa 
Caballero  con  no  poca  indecisión  (páginas  46  y  71). 

La  principal  distinción  para  un  autor  es  la  estima  de  sus  obras,  el 
verse  citado  con  honor  de  amigos  y  desconocidos.  De  estas  citas  y  ala- 
banzas copia  algunas  el  mismo  Hervás  en  el  principio  de  su  obra  manus- 
crita Respuesta  apolegética  (que,  como  veremos,  está  en  la  Biblioteca 
Nacional);  hizo  esto  para  defender  y  acreditar  sus  escritos,  que  encon- 
traban seria  oposición  en  España.  En  esta  Respuesta  hay  una  noticia 
interesante:  «Sepa  también  el  censor  que  los  manuscritos  inéditos  del 
autor  sobre  lenguas,  &,  se  han  querido  comprar  á  caro  precio,  pues  el 
Sr.  Pallas,  consejero  imperial  de  Rusia,  escribió  al  Sr.  Gilii  para  que 
redujese  al  Autor  á  venderlos,  y  el  primer  Ministro  de  Rusia  escribió 
al  Sr.  Santini,  agente  de  Rusia  en  Roma,  para  que  págase  quanto  pidiese 
el  autor,  que  no  quiso  venderlos  para  hacer  el  servicio  de  regalarlos  á 
España». 

Fué  Hervás  grande  admirador  de  Humboldt  (Catálogo,  V,  220),  y 
según  Caballero  (pág.  137),  citando  al  P.  Ramón  Diosdado  Caballero, 
que  á  su  vez  lo  supo  del  mismo  Hervás,  no  pudiendo  continuar  las  pro- 
yectadas gramáticas  de  las  principales  lenguas  americanas,  confió  á 
Humboldt  este  cuidado,  regalándole  sus  manuscritos.  «Por  este  medio,  el 
filólogo  prusiano  Juan  Cristóbal  Adelung,  en  el  tomo  de  su  Mithri- 
dates,  1806,  y.  el  sajón  Juan  Severino  Vater,  continuador  de  la  misma 
obra,  1807-1817,  aprovecharon  las  Gramáticas  abreviadas  del  escritor 
español,  citándolo  con  merecido  elogio.»  En  los  apuntes  del  P.  Uriarte 
veo  escrito  que  aún  se  guardan  en  la  Biblioteca  imperial  de  Berlín,  nú- 


vites,  los  que  me  distraen  del  estudio  y  de[l]  continuo  pensar  á  que  estoy  acostum- 
brado.» 

Por  esto  dos  años  más  tarde  decía  á  su  primo: 

«Si,  como  es  voz  pública,  se  publica  el  decreto  de  vuelta  de  los  ex-jesuítas,  nos  vere- 
mos, quizá,  primero  en  Madrid  que  en  el  Orcajo;  pues  yo  en  ninguna  ciudad  de  España 
puedo  tener  libros  para  escribir  sino  en  Madrid,  y  aun  en  éste  no  hallaré  la  mitad  de 
los  que  hallo  aquí  y  necesito.» 

«Si  viniere  orden  para  ir  á  España...  sentiré  dejar  esta  ciudad,  que  excede  tanto  á 
Madrid  como  éste  al  Orcajo;  yo  ya  me  creía  romano  para  siempre,  mas  estol  dispuesto 
para  ser  otra  vez  español.»  18  de  Julio  de  1792. 


292  LORENZO  HERVÁS 

mero  24  de  la  colección  de  Humboldt,  Elementi gramatical:  della  lingua 
guaraní,  por  el  abate  D.  Lorenzo  Hervás  y  Panduro,  escritos  en  italiano, 
con  notas  en  español  del  autor  y  otras  de  Humboldt. 

La  Real  Academia  de  las  Ciencias  y  Antigüedades,  de  Dublín,  hizo 
á  Hervás  su  socio  en  1785,  y  á  esta  Sociedad  dedicó  Hervás  reconocido 
el  tomo  XVIII  de  sus  obras  italianas  (1).  En  1786  le  abrió  sus  puertas  la 
Academia  de  la  Etrusca  de  Cortona  (2),  y  los  últimos  años  de  su  resi- 
dencia en  la  Ciudad  Eterna  pudo  Hervás  agregar  á  su  nombre  en  la 
portada  de  las  obras  (v.  gr.,  Historia,  V):  Teólogo  del  Eminentísimo 
Señor  Cardenal  Juan  Francisco  Albani,  Decano  del  Sagrado  Colegio  y 
Canonista  del  Eminentísimo  Señor  Cardenal  Aurelio  Roverella,  Pro- 
Datar  io  del  Santo  Padre. 

Azara,  no  obstante,  en  una  carta  dirigida  á  Floridablanca  sobre  las 
obras  del  abate  Hervás  y  fechada  el  7  de  Noviembre  de  1787,  al  firmar 
había  puesto  de  puño  propio  esta 

«P.  D.    Esperando  un  poco,  este  autor  irá  á  la  casa  de  locos,  y  ya 
poco  falta,  basta  leer  su  obra.» 

Si  Hervás  hubiera  leído  esa  frase,  al  verse  honrado  en  Italia  con  las 
distinciones  dichas,  hubiera  podido  repetir  también:  Non  inveni  tantam 
fidem  in  Israel,  por  Israel  debo  yo  entender  España. 

E.  Portillo. 
(Continuará.) 


(1)  En  la  dedicatoria,  firmada  en  Roma  el  15  de  Agosto  de  1785,  decía:  «L'accoglienza 
che  dal  benigno  vostro  compatimento  é  stata  data  alie  mié  produzioni,  e  la  vostra 
singolare  bontá  nel  distinguermi  di  proprio  moto  ne'mesi  scorsi  coH'onorevole 
aggregazione  al  vostro  illustre  corpo,  da  me  exigono,  che...  vi  offerisca  questo  tomo...» 

(2)  En  el  tomo  XX,  pág.  110,  al  hablar  de  la  lengua  eírusca:  «A  questa  impresa  mi 
spingea  non  solamente  l'impegno  di'trattare  di  tutte  le  lingue  conosciute,  ma  ancor  un 
altro  per  me  nuovo  estimólo,  ed  obbligazione  di'significare  allilustrisima  Accademia 
Etrusca  la  mia  gratitudine  per  avermi  distinto  di  proprio  moto  coll'aggregazione  al  suo 
ilustre  corpo,  facendo,  che  per  mezzo  del  chiariss.  Socio  Etrusco  Sig.  Márchese  Cuzzio 
Venuti  la  patente  dell'aggregazione  ed  il  primo  avviso  dell'onore  compartitomi  mi 
giungessero  insieme.» 

Esto  se  escribía  en  1786,  pues  hablando  luego  (pág.  111)  de  la  consulta  hecha  al 
ex-jesuíta  Lanzi,  dice  que  éste  le  enseñó  su  ensayo  sobre  la  lengua  etrusca  y  otras 
antiguas  de  Italia  «che  si  pubblicherá  sul  principio  del  venturo  anno  1787»,  aunque  en 
el  tomo  XIX  (Cesena,  1786)  no  pudo  poner  aún  Hervás  junto  á  su  nombre  este  segunda 
titulo  honorífico. 


Las  misiones  católicas  entre  infieles. 


Una  de  las  páginas  más  consoladoras  de  la  historia  eclesiástica  con- 
temporánea es  la  de  las  misiones  católicas  entre  infieles.  Casi  aniqui- 
ladas hace  un  siglo,  se  presentan  hoy  tan  llenas  de  vida  como  en  sus 
mejores  tiempos,  como  en  los  días  de  los  Apóstoles,  como  en  la  época 
de  las  misiones  benedictinas  entre  germanos  y  eslavos,  como  en  los  dos 
siglos  que  siguieron  al  descubrimiento  de  América  y  de  las  Indias  Orien- 
tales. 

Á  mediados  del  siglo  XVIII  las  misiones,  aunque  decaídas  algún  tan- 
to, conservaban  aún  una  buena  parte  de  su  anterior  grandeza;  pero 
desde  el  año  1759,  en  que  fueron  expulsados  los  jesuítas  de  Portugal,  la 
decadencia  fué  rapidísima.  Con  la  expulsión  de  la  Compañía  de  Jesús  de 
los  dominios  portugueses,  franceses  y  españoles,  perdieron  las  misiones 
más  de  3.000  misioneros,  que  en  vano  se  procuró  suplir  con  nuevos  ele- 
mentos; y  en  1773  lograron  los  impíos  ministros  de  las  Cortes  borbóni- 
cas completar  su  obra  destructora,  arrancando  á  Clemente  XIV  el  breve 
de  extinción  de  la  Compañía.  En  1789  estalló  la  revolución  francesa, 
que  casi  logró  acabar  con  los  misioneros  de  esta  nación.  Siguieron  pocos 
años  después  las  guerras  de  la  Independencia  en  las  repúblicas  hispano- 
americanas, y  las  luchas  civiles  y  persecuciones  religiosas  que  allí  se 
sucedieron  y  acabaron  de  arruinar  las  misiones  de  casi  toda  América; 
mientras  que  las  guerras  y  revoluciones  europeas,  y  las  persecuciones 
contra  las  Órdenes  religiosas,  secaban  casi  por  completo  las  fuentes  de 
misioneros.  Al  finalizar  el  primer  tercio  del  siglo  XIX  las  misiones  cató- 
licas presentaban  el  aspecto  de  un  inmenso  montón  de  ruinas. 

Poco  á  poco  empezaron  á  remediarse  tantos  estragos;  y  las  misiones 
católicas  comenzaron  su  obra  de  reparación,  lentamente  en  el  segundo 
tercio  del  siglo  XIX,  y  después  cada  vez  con  más  rapidez,  hasta  que  en 
nuestros  días  el  entusiasmo  por  las  misiones  se  va  apoderando  uno  tras 
otro  de  todos  los  pueblos  católicos.  Las  Órdenes  religiosas  antiguas 
y  las  nuevas  Congregaciones,  el  clero  secular  y  los  católicos  seglares 
rivalizan  en  celo  por  las  misiones,  y  el  número  de  misioneros  y  de  neó- 
fitos, en  progresión  creciente  cada  año,  nos  hace  esperar  triunfos  mayo- 
res para  el  porvenir. 

Una  ligera  ojeada  (1)  por  las  actuales  misiones  catóUcas  nos  dará 
una  idea  de  su  organización  y  florecimiento.  Después  en  un  segundo 


(1)  Para  mayor  amplitud  puede  consultarse  la  obra  de  Fried.  Schwager,  Die  Katho- 
lische  Heidenmission  der  Gegenwart,  Steyl,  1907-1909;  la  obra  no  está  aún  terminada, 
pero  es  excelente  y,  según  creemos,  única  en  su  género. 

Como  complemento  puede  consultarse  el  hermoso  Katholischer  Missionsatlas,  de 
K.  Streit,  Steyl,  1906. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXVI  20 


294  LAS  MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES 

párrafo  trataremos  de  lo  que  se  trabaja  entre  los  católicos  de  Europa  y 
América  por  las  misiones. 

I 

ESTADO  ACTUAL  DE  LAS  MISIONES  CATÓLICAS  ENTRE  INFIELES 

América.— Comencemos  nuestra  reseña  por  las  misiones  de  Amé- 
rica, empezando  por  la  América  latina.  Estaba  ya  ésta  á  mediados  del 
siglo  XVIll  casi  del  todo  ganada  para  el  Catolicismo  y  la  civilización, 
cuando  los  trastornos  que  acabamos  de  indicar,  no  solo  impidieron  los 
progresos  de  las  misiones,  sino  que  hicieron  que  muchas  tribus  de  indios 
ya  convertidos,  pero  todavía  poco  firmes  en  la  fe,  volvieran  á  su  antigua 
vida  de  salvajes.  Después  han  ido  los  misioneros  ocupando  poco  á  poco 
sus  antiguos  puestos,  y  es  de  esperar  que  la  evangelización,  tan  brusca- 
mente interrumpida  en  el  siglo  XVIII,  quedará  felizmente  terminada  en 
el  XX.  Las  actuales  misiones  en  la  América  latina  comprenden  cerca  de 
un  millón  de  católicos;  pero  de  éstos  una  buena  parte  son  de  origen  euro- 
peo, ó  mestizos,  ó  indios  convertidos  antiguamente,  etc.  Precisamente 
por  esta  mezcla  de  tan  diversos  elementos  es  por  lo  que  las  misiones 
de  la  América  latina  son  las  más  deficientes  en  sus  estadísticas,  sin  que 
sea  posible  determinar  el  número  de  neófitos,  ó  sea  de  infieles  conver- 
tidos en  los  últimos  tiempos  al  Catolicismo;  sin  embargo,  bien  se  puede 
asegurar  que  se  acercan  á  medio  millón.  Faltan  asimismo  datos  para 
calcular,  siquiera  aproximadamente,  el  número  de  infieles  que  aún  que- 
dan en  la  América  latina;  pero  se  conjetura  que  será  de  poco  más  de  dos 
millones,  de  ellos  unos  600.0C0  en  el  Brasil,  350.000  en  el  Perú,  250.000 
en  Bolivía,  200.000  en  el  Ecuador,  etc. 

Aunque,  como  se  ve  por  estas  cifras,  la  misión  entre  los  infieles  de 
la  América  latina  no  tenga,  ni  con  mucho,  la  importancia  de  las  grandes 
misiones  de  Asia  y  África,  es,  sin  embargo,  muy  digna  de  atenderse, 
para  acabar  de  ganar  para  Jesucristo  estas  regiones  de  tanto  porvenir. 
Por  razones  fáciles  de  comprender,  es  esta  misión  la  preferida  por  los 
religiosos  españoles. 

^  Fuera  de  la  América  latina,  existen  en  América  algunas  misiones  de 
indios  en  los  Estados  Unidos,  en  el  Canadá  y  demás  posesiones  ingle- 
sas, y  en  las  posesiones  holandesas.  Desgraciadamente,  el  sistema  de 
exterminio  de  la  raza  india,  seguido  por  los  anglo-sajones,  ha  reducido 
la' población  indígena  á  unos  cuantos  centenares  de  miles,  de  los  cuales 
son  católicos  unos  200.000. 

Mucho  más  importante  que  esta  misión  es  la  de  los  negros  de  los 
Estados  Unidos,  como  que  su  número  pasa  de  ocho  millones.  Es  cierto 
que  una  buena  parte  de  ellos,  por  lo  m^os  de  cuatro  á  cinco  millones, 
pertenece  exteriormente  al  Protestantismo;  pero  tanto  entre  los  negros 
infieles,  como  en  los  otros  que  llevan  el  nombre,  y  nada  más  que  el  nom- 


LAS  MISIONES  CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES  295 

bre,  de  protestantes,  se  podría  hacer  mucho  fruto.  Mas  los  católicos 
norteamericanos  no  han  trabajado  en  esta  misión  como  lo  pedía  su  im- 
portancia; de  aquí  que  el  número  de  negros  católicos  norteamericanos 
apenas  llegue  á  200.000.  Últimamente  parece  que  se  va  cayendo  en  la 
cuenta  de  la  falta  cometida,  y  sobre  todo  desde  el  último  Congreso  cató- 
lico de  Chicago  se  nota  en  este  punto  una  actividad  que  promete  me- 
jores tiempos  para  la  infeliz  raza  negra  de  los  Estados  Unidos. 

Nada  menos  que  unos  1.000  sacerdotes  misioneros,  aparte  de  unos 
300  religiosos  no  sacerdotes  y  de  más  de  1.000  religiosas  (1),  están  con- 
sagrados á  la  instrucción  de  los  neófitos  americanos  y  á  la  envangeliza- 
ción  délos  infieles  que  aún  quedan  en  aquel  continente.  El  número  de  ope- 
rarios es  sin  duda  respetable,  pero  todavía  no  es  suficiente  para  la  com- 
pleta evangelización  de  América;  tanto  más,  cuanto  que  por  la  escasez 
de  clero  allí  reinante  se  ven  obligados  los  misioneros  á  atender  también  á^ 
los  cristianos  antiguos,  y  por  otra  parte,  las  distancias  enormes  de  aque- 
llos territorios  dificultan  extraordinariamente  la  misión. 

Las  misiones  entre  los  míz/zo/Tzeía/zos.— Interpuestos  entre  la  Europa 
cristiana  y  los  pueblos  paganos  de  África  y  Asia,  viven  los  mahometanos, 
que  durante  muchos  siglos  fueron  el  obstáculo  principal  de  las  misioneS) 
católicas  y  el  enemigo  más  formidable  del  Cristianismo.  Todavía  son  los> 
infieles  más  difíciles  de  convertir,  y  sabido  es  el  proselitismo  que  aún 
despliegan  entre  los  negros  del  continente  africano  y  hasta  en  la  India  y^ 
las  islas  del  Extremo  Oriente;  pero  ya  no  pueden  ejercer  sino  en  casos 
aislados  aquella  propaganda  armada,  á  la  que  deben  el  ser  una  religión 
de  230  millones  de  adeptos.  Hay  escritores,  y  no  pocos,  á  quienes  trae 
preocupados  el  panislamismo  con  su  misterioso  centro  de  propaganda  de 
Dscharabub,  sus  agentes  extendidos  por  el  norte  y  centro  de  África  y 
sus  atrevidos  planes  de  arrojar  del  África  á  los  cristianos;  hasta  hay 
quienes  temen  que  el  movimiento  panislamista  se  extienda  por  todos  los 
pueblos  musulmanes  y  produzca  una  conflagración  universal;  pero,  al  me- 
nos por  ahora,  nos  parece  que  hay  en  esto  más  de  fantasía,  que  de  ver- 
dadero peligro.  Algo  más  cierto  es  que  el  Mahometismo,  como  el  Bu- 
dismo y  el  Brahmanismo,  empieza  á  vacilar  en  sus  cimientos  ante  la  luz 
que  le  viene  de  Europa.  Verdad  es,  y  muy  triste,  que  esta  luz  no  es  la 
luz  verdadera  del  Cristianismo,  sino  los  engañosos  fuegos  fatuos  de  la 
moderna  incredulidad.  Por  eso  es  deber  de  los  católicos  aprovechar  es- 
tos momentos  tan  críticos,  y  para  conquistar  esos  pueblos  infieles,  luchar 
con  las  mismas  armas  que  la  moderna  incredulidad,  la  escuela  y  la 


(1)  En  aquellas  misiones  donde  no,  existen  aún  estadísticas  posteriores,  tomamos 
IOS  datos  estadísticos  de  la  preciosa  Obrita  del  P.Krose.S.  ].,  fCatholische  Missions- 
statistik,  Freiburg  i.  Br.,  1908.  Las  tablas  estadísticas  del  P.  Krose  pueden  verse  repro- 
ducidas en  el  libro  que  acaba  de  publicar  el  P.  Esteban  Sacrest,  O.  P.,  Catecismo  doc- 
trinal y  apologético  sobre  el  Estado  Religioso,  Madrid,  1909,  páginas  370-411  y  456. 


296  LAS  MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES 

prensa.  No  ha  dejado  de  conocer  el  Protestantismo  lo  crítico  de  estas 
circunstancias,  cuando  entre  los  33  millones  de  mahometanos  de  Turquía, 
Persia  y  Egipto  empiezan  á  dominar  ideas  que  han  de  transformar  radi- 
calmente aquellos  países,  y  los  62  millones  de  la  India  y  los  20  de  la 
China  se  encuentran  en  medio  de  una  de  las  evoluciones  más  profundas 
que  registra  la  Historia.  Por  eso  en  la  Conferencia  que  celebraron  en  1906 
en  el  Cairo  62  delegados  de  las  sociedades  de  misiones  protestantes,  se 
resolvió  emprender  en  gran  escala  la  evangelización  de  los  pueblos  ma- 
hometanos; y  efectivamente,  los  protestantes  están  desplegando  una 
activa  propaganda  en  este  sentido,  y  sus  escuelas  y  demás  centros  de  en- 
señanza en  Egipto,  Siria,  el  Asia  Menor,  etc.,  se  multiplican  con  rapidez 
vertiginosa. 

También,  gracias  á  Dios,  las  misiones  católicas  establecidas  en  Egipto, 
en  todo  el  Imperio  turco  y  en  Persia  han  tomado  en  los  últimos  tiempos 
un  vuelo  sorprendente.  Los  centros  de  enseñanza:  escuelas  de  niños,  co- 
legios, escuelas  de  artes  y  oficios,  etc.;  así  como  los  establecimientos  be- 
néficos: hospitales,  casas  de  huérfanos,  casas  para  peregrinos,  etc.,  se 
han  ido  multiplicando  á  la  par  que  las  iglesias  y  conventos.  Es  ver- 
dad que  todo  este  movimiento  progresivo  ha  tenido  por  objeto,  más  el 
conservar  á  los  católicos  en  la  verdadera  fe  y  el  atraer  á  ella  á  los  cis- 
máticos, que  el  convertir  á  los  mahometanos.  Pero  también  á  éstos  se  ha 
extendido  la  influencia  bienhechora  de  la  misión:  las  conversiones  par- 
ciales de  mahometanos  se  suceden  sin  interrupción,  y  la  influencia  indi- 
recta que  se  ejerce  sobre  ellos,  desterrando  prejuicios  y  ganando  volun- 
tades, es  una  preparación  á  la  conversión  que  merece  promoverse  con 
todo  empeño.  Además,  todo  lo  que  sea  robustecer  el  elemento  católico 
en  estas  regiones,  es  asimismo  una  preparación  indirecta  para  la  misión 
entre  los  mahometanos;  y  en  este  punto  no  se  puede  negar  que  ha 
habido  progresos,  y  muy  notables:  baste  recordar  los  millares  de  cismáti- 
cos, coptos,  armenios,  nestorianos,  etc.,  que  han  ingresado  en  el  seno  de 
la  Iglesia  católica,  sobre  todo  desde  el  Pontiñcado  de  León  XIII.  El  nú- 
mero de  católicos,  sólo  en  Persia,  la  Turquía  asiática  y  Egipto,  pasa  ya 
de  1.300,000;  sacerdotes  católicos  hay  allí  más  de  3.000,  entre  ellos  unos 
900  misioneros  europeos;  los  religiosos  no  sacerdotes  son  más  de  2.200, 
y  mayor  es  aún  el  número  de  religiosas.  A  las  escuelas  y  demás  centros 
de  enseñanza  de  estas  misiones  asisten  unos  100.000  alumnos. 

Con  los  mahometanos  de  la  India  y  de  la  China  se  trabaja  desgracia- 
damente muy  poco;  ni  puede  ser  de  otra  manera,  dada  la  escasez  de  ope- 
rarios apostólicos  en  aquellas  extensas  regiones.  Es  una  verdadera  lás- 
tima, pues  los  62  millones  de  mahometanos  de  la  India  constituyen  el 
grupo  más  numeroso,  y  los  20  millones  de  la  China  el  menos  fanático  de 
esta  secta.  Más  abandonados  aún  están  los  restantes  mahometanos  del 
Asia,  pues  no  se  ejerce  con  ellos  casi  ninguna  misión.  Únicamente  en 
Mindanao  tenemos  una  excepción,  y  muy  brillante.  Un  Padre  jesuíta  es- 


LAS   MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES  297 

pañol,  que  todavía  trabaja  en  aquellas  misiones,  logró  á  fuerza  de  pa- 
ciencia y  de  caridad,  despertar  entre  los  moro^un  movimiento  en  masa 
hacia  el  Catolicismo,  y  varios  miles  de  ellos  abrazaron  en  poco  tiempo 
nuestra  santa  religión. 

Un  ensayo  feliz  de  misión  entre  los  musulmanes  es  el  que  han  hecho 
los  Padres  Blancos  (fundación  del  Cardenal  Lavigerie)  entre  los  cabi- 
leños  de  Argel,  estableciendo  en  aquellas  montañas  varias  residencias 
con  escuelas,  hospitales,  etc.  En  realidad,  la  instrucción  y  la  caridad  cris- 
tiana son  los  medios  más  eficaces  para  iluminar  el  obscurecido  entendi- 
miento y  ablandar  el  duro  corazón  del  musulmán.  La  labor  es  en  verdad 
dificultosa,  y  más  aún  por  la  guerra  que  hacen  al  Cristianismo  las  auto- 
ridades francesas;  mas  á  pesar  de  todo,  los  Padres  han  logrado  ganarse 
el  corazón  de  aquellos  cabileños,  y  en  1906  tenían  ya  allí  13  residen- 
cias con  804  católicos  y  163  catecúmenos,  17  escuelas  con  844  ni- 
ños, y  17  establecimientos  benéficos  cuidados  por  92  Hermanas  Blan- 
cas. Los  convertidos,  que  han  pasado  antes  por  una  larga  prueba, 
se  distinguen  por  su  sólida  piedad  y  su  celo,  y  los  Padres  abri- 
gan fundadas  esperanzas  de  llegar  á  convertir  pueblos  enteros.  También 
en  el  Sahara  han  empezado  los  Padres  Blancos  con  el  mismo  método 
que  en  Argel,  y  tienen  ya  unos  pocos  convertidos  y  480  niños  en  sus 
escuelas. 

En  Marruecos,  que  tanto  interés  tiene  para  España,  es  tan  escasa  la 
libertad  que  se  concede  á  los  misioneros,  que  los  franciscanos  españoles, 
encargados  de  aquella  misión,  apenas  pueden  hacer  más  que  ejercitar  su 
ministerio  con  los  europeos  y  preparar  el  campo  para  mejores  tiempos. 
En  nuestra  colonia  de  Río  de  Oro  no  sabemos  que  se  haya  intentado 
hasta  el  presente  la  fundación  de  ninguna  misión. 

k¥mck.- Misiones  entre  los  idólatras.—  Además  de  los  44  millones 
de  mahometanos  extendidos  hacia  el  norte  del  continente  africano, 
se  encuentran  en  el  centro  y  el  sur  unos  130  millones  de  infieles  en- 
vueltos en  el  más  grosero  fetichismo.  Todavía  reinan  entre  ellos,  más  de 
lo  que  vulgarmente  se  cree,  el  canibalismo  y  el  sacrificio  de  víctimas  hu- 
manas, la  poligamia  y  la  caza  y  comercio  de  esclavos;  miles  de  hombres 
perecen  cada  año  en  la  bárbara  prueba  judicial  del  veneno,  y  miles  de 
niños  mueren  violentamente,  víctimas  de  los  infames  hechiceros;  y  tras 
esto,  los  animales  feroces,  las  serpientes  venenosas,  la  terrible  enferme- 
dad del  sueño,  el  clima  abrasador.  Mas  todas  estas  dificultades  no  han 
hecho  sino  avivar  el  celo  de  los  misioneros. 

La  misión  del  África  central  y  meridional,  casi  muerta  en  el  si- 
glo XVlll,  empezó  de  nuevo  con  modestos  y  penosos  principios  en  el  se- 
gundo tercio  del  siglo  XIX,  sostenida  principalmente  por  los  intrépidos 
misioneros  de  la  Congregación  del  Espíritu  Santo.  Vinieron  más  tarde 
los  grandes  viajes  de  célebres  exploradores,  como  Livingstone  y  Stan- 
ley; la  repartición  de  los  territorios  africanos  entre  las  naciones  euro- 


298  LAS  MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES 

peas  (mientras  los  Gobiernos  españoles  perdían  el  tiempo  en  cuestión- 
cillas  de  partido);  el  movimiento  antiesclavista,  cuyo  principal  héroe  fué 
el  Cardenal  Lavigerie.  Aprovecharon  estas  favorables  circunstancias  los 
misioneros,  y  fueron  también  repartiéndose  para  el  trabajo  las  diversas 
regiones  africanas,  llenando  siempre  en  creciente  número  los  claros  que 
el  clima  producía  en  sus  filas.  Empecemos  á  recorrer  las  principales  mi- 
siones africanas,  siguiendo  la  costa  al  sur  de  nuestra  colonia  de  Río 
de  Oro. 

Desde  el  Senegal  hasta  nuestras  posesiones  del  golfo  de  Guinea  se 
extiende  una  larga  zona,  en  su  mayor  parte  de  clima  mortífero  para  los 
europeos.  Fuera  del  pequeño  territorio  de  la  Guinea  portuguesa,  en  todas 
partes  hay  establecidas  misiones  florecientes.  Ninguna  de  ellas  está  to- 
davía muy  desarrollada,  puesto  que  la  mayor,  formada  por  el  Vicariato 
apostólico  de  Senegambia  junto  con  la  Prefectura  del  Senegal,  sólo 
cuenta  19.500  católicos.  Sin  embargo,  todas  han  vencido  felizmente  las 
dificultades  propias  del  principio  de  una  misión,  y  en  todas  son  cada  día 
más  numerosas  las  conversiones.  Otro  de  los  frutos  principales  de  mu- 
chas de  estas  misiones  es  el  contener  los  progresos  del  Islam,  que,  á  no 
ser  por  los  misioneros,  se  haría  pronto  dueño  de  casi  todas  estas  regio- 
nes. Los  principales  operarios  apostólicos  de  este  espinoso  campo  son 
los  Padres  de  la  Congregación  del  Espíritu  Santo  y  los  Sacerdotes  del 
Seminario  de  Misiones  africanas  de  Lyón. 

Bien  merece  siquiera  una  breve  mención  la  misión  de  la  Guinea  es- 
pañola, que  desde  1857  fué  regada  durante  13  años  con  los  sudores  de 
los  jesuítas  españoles  y  hoy  está  dirigida  por  los  celosos  Hijos  del  Inma- 
culado Corazón  de  María.  En  1898  eran  allí  los  católicos  2.897;  en  1908 
subían  ya  á  6.963.  En  cambio,  ¡con  qué  sacrificios  tan  costosos  habían 
comprado  nuestros  compatriotas  estos  progresos!  Desde  que  se  encar- 
garon de  la  misión  en  1883  hasta  1908,  habían  pasado  á.la  misión  213 
religiosos,  y  de  ellos  habían  muerto  allí  52  (la  gran  mayoría  antes  de  los 
cuarenta  años  de  edad);  además  habían  vuelto  á  España  84  enfermos  y 
muerto  de  ellos  20;  total,  entre  muertos  y  enfermos,  136. 

Á  continuación  de  la  Guinea  española  vienen  el  Congo  francés,  el 
Congo  belga  y  las  posesiones  portuguesas  de  Angola  con  el  pequeño  te- 
rritorio de  Cabinda.  En  el  Congo  francés,  cuyos  habitantes  pasan  de  siete 
millones,  y  en  las  posesiones  portuguesas  con  cuatro  millones,  nos 
encontramos  con  siete  distritos  de  misiones  dirigidas  por  los  Padres  de 
la  Congregación  del  Espíritu  Santo.  Estos  misioneros  veteranos  de  África 
van  dando  á  sus  misiones  un  impulso  que  abre  el  corazón  á  las  más 
lisonjeras  esperanzas.  Las  magníficas  plantaciones  y  dilatados  pastos 
que  se  extienden  junto  á  sus  residencias,  y  que,  cultivadas  por  los  alum- 
nos de  la  misión,  acostumbran  á  un  trabajo  inteligente  á  aquellos  pue- 
blos atrasados  y  perezosos;  sus  bien  dirigidos  talleres,  donde  los  naturales 
aprenden  todo  género  de  oficios,  y  al  mismo  tiempo  que  se  instruyen  en 


LAS   MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES  299 

las  verdades  de  la  fe,  se  aseguran  un  porvenir  material,  han  sido  justa- 
mente alabadas  aun  por  muchos  europeos  no  católicos.  Entre  estos  siete 
distritos  se  cuentan  ya  por  lo  menos  50.000  católicos  (se  entiende,  pres- 
cindiendo de  los  católicos  antiguos);  millares  de  catecúmenos  se  prepa- 
ran para  abrazar  el  Catolicismo,  y  los  niños,  que  en  número  de  más  de 
10.000  frecuentan  sus  escuelas,  forman  una  base  sólida  para  el  porvenir. 

No  menos  halagüeño  es  el  estado  de  las  misiones  del  Congo  belga, 
vastísimo  territorio  poblado  sólo  por  unos  15  millones  de  habitantes.  En 
1885,  después  de  las  célebres  exploraciones  de  Stanley,  se  puso  el  Estado 
del  Congo  bajo  la  soberanía  del  Rey  de  Bélgica.  Pocos  años  antes  habían 
penetrado  allí  los  Padres  Blancos,  que  después  quedaron  con  sólo  el  Vi- 
cariato del  Congo  Superior,  siendo  ocupado  lo  restante  del  territorio, 
desde  1888  en  adelante,  por  los  misioneros  de  Scheut,  Jesuítas,  Sacerdo- 
tes del  Sagrado  Corazón,  Premostratenses,  Redentoristas,  Padres  de  la 
Congregación  del  Espíritu  Santo,  Trapenses,  Franciscanos  y  Misioneros 
de  Mill-Hill.  El  número  de  todos  estos  misioneros  es  de  281.  Hay  ade- 
más 108  religiosas,  que  cuidan  de  26  hospitales,  dirigen  las  escuelas  de 
niñas,  etc.  Los  católicos  indígenas  del  Congo  belga  pasan  ya  de  60.000; 
los  catecúmenos  son  más  aún,  de  80  á  90.000. 

El  territorio  africano  que  nos  presenta  un  aspecto  verdaderamente 
triste  es  el  sur  del  África,  nombre  con  que  suele  designarse  la  región 
comprendida  entre  el  cabo  de  Buena  Esperanza  y  los  ríos  Cunene  y 
Zambeza.  El  clima  es  de  los  más  sanos  de  África;  una  excepción  es  el 
territorio  de  la  misión  del  Zambeza,  dirigida  por  Padres  de  nuestra  Com- 
pañía de  Jesús:  en  aquel  mortífero  suelo  murieron  37  jesuítas  en  los 
veinte  primeros  años  de  la  misión.  El  Protestantismo,  introducido  en 
gran  parte  del  sur  del  África  por  los  colonos  ingleses  y  boers,  pudo 
hacer  grandes  progresos  entre  los  negros,  mientras  que  los  católicos, 
parte  por  haber  sido  en  algunos  sitios  coartados  en  su  libertad  de  acción, 
parte  por  falta  de  recursos,  parte  también  por  no  haber  prestado  á  este 
territorio  la  atención  que  merecía,  están  en  una  minoría  casi  insignifi- 
cante: 30.000  negros  católicos  habrá  en  el  África  meridional,  mientras 
que  los  negros  protestantes  pasan  de  medio  millón.  Es  cierto  que  el  pro- 
testantismo de  muchos  de  estos  negros  es  muy  superficial,  pero  esto  no 
quita  el  que  sean  un  obstáculo  formidable  para  la  misión  católica,  tanto 
más  cuanto  que  ellos  son  los  principales  representantes  de  la  llamada 
agitación  etiópica.  Y  aunque  todavía  no  ha  logrado  ésta  penetrar  entre 
los  negros  católicos,  es  por  sus  ideales  y  por  su  activa  propaganda  su- 
mamente peligrosa  para  la  población  indígena  del  sur  y  del  centro  del 
África.  La  agitación  etiópica,  ó  lo  que  pudiéramos  llamar  el  partido 
negro,  ha  sido  fruto  principalmente  de  las  violentas  predicaciones  de  los 
negros  metodistas  emigrantes  de  los  Estados  Unidos,  y  su  fin  es  unir  á 
los  negros  contra  los  blancos.  En  el  movimiento  han  entrado  una  gran 
parte  de  los  negros  protestantes  del  sur  de  África  y  no  pocos  gentiles. 


300  LAS  MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES 

y  aunque  un  tanto  contenidos  hoy  los  agitadores  por  la  falta  de  recursos 
y  por  la  energía  del  Gobierno  inglés,  no  ha  desaparecido  ni  con  mucho 
el  peligro  de  graves  trastornos  políticos,  que  traerían  también  con- 
secuencias lamentables  para  la  misión.  Un  síntoma  consolador,  en 
medio  de  tantos  males,  es  la  mudanza  obrada  en  los  boers  durante  la 
guerra  con  los  ingleses.  Los  boers,  como  calvinistas,  habían  sido  siem- 
pre muy  intolerantes  con  los  católicos;  pero  al  ver  en  la  última  guerra 
la  caridad  y  el  espíritu  de  sacrificio  de  los  Padres  Oblatos  de  María  In- 
maculada y  de  las  Hermanas  de  la  Sagrada  Familia,  se  cambió  su  manera 
de  pensar  para  con  los  católicos.  Hoy  son,  tanto  los  Padres  como  las 
Hermanas,  muy  estimados  entre  los  boers,  de  los  cuales  se  han  conver- 
tido ya  varios  centenares  al  Catolicismo,  y  sin  duda  serían  mucho  más 
numerosas  las  conversiones  si  no  fuera  tan  reducido  el  personal  de  la 
misión. 

En  frente  de  las  posesiones  portuguesas  del  África  meridional  se  en- 
cuentra la  isla  de  Madagascar,  con  tres  millones  de  habitantes,  cuyas 
misiones  ofrecen  una  historia  muy  variada.  Después  de  las  inútiles  ten- 
tativas hechas  en  los  siglos  anteriores  para  establecer  allí  una  misión,  y 
de  no  pocos  esfuerzos  sin  resultado  para  lo  mismo,  desde  el  año  1830 
al  1861,  consiguieron  por  fin  los  misioneros  establecerse  en  la  isla,  y  la 
misión,  confiada  á  los  Jesuítas  franceses,  fué  prosperando,  á  pesar  de  las 
trabas  que  le  ponía  el  Protestantismo,  declarado  entonces  religión  del 
Estado  en  Madagascar.  Ya  el  año  1882  contaba  la  misión  católica  con 
80.000,  entre  bautizados  y  catecúmenos.  Hoy  día,  aun  después  de  haber 
cedido  á  los  Padres  de  la  Congregación  del  Espíritu  Santo  y  á  los  La- 
zaristas  dos  distritos,  uno  al  norte  y  otro  al  sur  de  la  isla,  la  misión  de 
los  Jesuítas  tiene  174.533  católicos  y  258.000  catecúmenos;  las  escuelas 
de  la  misión  son  1.253,  con  62.961  alumnos.  El  personal  del  Vicariato  lo 
componen  dos  Obispos,  183  sacerdotes,  72  reliosos  no  sacerdotes,  94 
religiosas  y  1.609  maestros  de  escuela.  Los  misioneros  residen  en  sus 
estaciones  principales,  pero  van  recorriendo  las  estaciones  secundarias, 
dando  misiones,  instruyendo  de  un  modo  especial  á  los  catecúmenos  y  á 
los  niños  que  se  preparan  para  la  primera  comunión.  Al  frente  de  cada 
estación  secundaria  está  el  catequista,  que  instruye  á  los  fieles,  espe- 
cialmente á  los  niños,  en  las  verdades  de  la  fe,  dirige  las  oraciones  reza- 
das en  común,  y  ayudado  de  un  consejo  de  personas  principales,  forma 
una  especie  de  ayuntamiento  patriarcal  del  pueblo.  Los  catequistas,  que 
suelen  ser  á  la  vez  maestros  de  escuela,  son  formados  por  los  misioneros 
con  mucho  esmero,  y  para  que  conserven  el  espíritu  que  recibieron  en 
su  educación,  cada  mes,  generalmente  el  primer  viernes,  acuden  á  la 
estación  principal  más  próxima  para  recibir  la  sagrada  Comunión  y 
tratar  con  los  misioneros,  y  cada  año  hacen  los  ejercicios  espirituales  de 
San  Ignacio. 

Volviendo  de  Madagascar  á  la  costa  oriental  del  continente  africano, 


LAS   MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES  301 

las  principales  misiones  que  allí  encontramos  son  los  dos  Vicariatos  del 
Zanzíbar  central  y  septentrional,  que  dirigen  con  el  celo  que  ya  hemos 
visto  los  Padres  de  la  Congregación  del  Espíritu  Santo.  Más  de  17.000 
católicos  hay  ya  en  los  dos  Vicariatos,  y  sus  7.200  catecúmenos  y  más 
de  7.500  niños  que  frecuentan  sus  escuelas,  nos  muestran  cuanto  pode- 
mos esperar  de  esta  misión. 

Por  fin,  terminaremos  nuestra  reseña  de  las  misiones  africanas  con 
las  establecidas  por  los  Padres  Blancos  en  el  interior  del  África,  á  orillas 
de  los  grandes  lagos  Victoria-Nyansa,  Tanganika  y  Nyassa.  Estos  intré- 
pidos misioneros  emprendieron  la  misión  en  1878  en  medio  de  grandes 
trabajos,  pues  para  llegar  á  estas  regiones  se  necesitaban  en  aquel  tiempo 
meses  enteros  de  viaje.  Las  persecuciones  y  destierros  por  parte  de  los 
Reyes  de  Uganda  fueron  tan  poca  parte  para  arredrar  su  celo,  como 
los  obstáculos  de  todo  género  que  ponían  á  la  misión  protestantes  y 
musulmanes.  Otra  prueba  mayor  aún  se  ha  añadido  en  los  últimos  años, 
la  enfermedad  del  sueño,  que  ha  despoblado  comarcas  enteras  del  África 
central.  Pero  tampoco  este  formidable  enemigo  ha  conseguido  otra  cosa 
que  poner  más  de  maniñesto  la  caridad  inagotable  de  los  misioneros. 
Seis  Vicariatos  regentan  allí  los  Padres  Blancos,  y  en  todos  ellos  reco- 
gen con  sus  sudores  el  ciento  por  uno;  citaremos  los  cuatro  principa- 
les. Subiendo  hacia  el  norte  del  río  Zambeza,  se  encuentra  el  Vicariato 
de  Nyassa,  á  orillas  del  lago  de  su  nombre;  tiene  2.649  católicos  y  34.447 
catecúmenos;  más  arriba  está,  á  orillas  del  lago  Tanganika,  el  Vicariato 
del  Congo  Superior  en  el  Congo  belga,  con  5.504  católicos  y  27.372 
catecúmenos;  finalmente,  más  al  norte  y  á  orillas  del  gran  lago  Victoria- 
Nyansa,  encontramos  los  Vicariatos  de  Nyansa  meridional,  con  9.650 
catóUcos  y  10.281  catecúmenos,  y  Nyansa  septentrional,  llamado  general- 
mente de  Uganda,  (1)  con  98.009  católicos  y  112.579  catecúmenos. 
Nueve  son  las  misiones  africanas  de  los  Padres  Blancos:  la  de  los  cabile- 
ños  de  Argel,  la  del  Sahara,  la  del  Sudán  occidental  y  los  seis  Vicariatos 
del  África  central;  y  entre  todas  tienen  127.178  católicos,  fruto  sin  duda 
extraordinario  para  tan  pocos  años;  pero  lo  que  da  mayores  esperanzas 
son  sus  197.632  catecúmenos;  sus  245  hospitales,  lazaretos,  casas  de 
huérfanos,  etc.,  donde  el  año  último  fueron  cuidadas  885.494  personas; 
sus  840  escuelas,  con  22.052  niños  y  10.074  niñas;  sus  440  misioneros, 
190  religiosas  y  1.495  catequistas.  Y  ¿qué  diremos  del  fervor  de  los  neó- 
fitos dj  estas  misiones  del  África  central,  cuyos  habitantes  están  ya  de 
suyo  mejor  dispuestos  para  ser  buenos  cristianos,  por  no  haber  llegado 
hasta  ellos  los  vicios  que  suelen  reinar  en  los  negros  de  la  costa?  Basta 


(1)  Á  Uganda  pertenece  también  el  floreciente  Vicariato  del  Alto  Nilo,  dirigido  por 
los  misioneros  inojleses  de  Mill-Hill,  con  18.847  católicos  y  13.707  catecúmenos.  El  nú- 
mero de  protestantes  en  todo  Uganda  es  de  164.000,  el  de  mahometanos  40.000,  el  de 
idólatras  330.000. 


302  LAS  MISIONES   CATÓLICAS  ENTRE   INFIELES 

hojear  las  revistas  de  los  Padres  Blancos  para  encontrar  en  seguida  ac- 
tos admirables  de  estos  buenos  neófitos,  que  son  muchas  veces  un  ejemplo 
para  el  mismo  misionero.  Sólo  traeré  un  ejemplo  de  la  misión  de  Ugan- 
da,  de  ese  pueblo  inteligente  y  simpático  de  los  Bagandas.  Veamos  cómo 
celebran  la  Pascua  estos  fervorosos  émulos  de  los  primeros  cristia- 
nos (1). 

Ya  antes  del  Domingo  de  Ramos  acuden  por  todos  los  caminos  á  la 
estación  principal,  donde  viven  los  misioneros,  hombres  mujeres  y  niños 
por  familias  en  grupos  de  10  á  12  personas.  Hay  quienes  para  celebrar 
la  Pascua  con  sus  misioneros  han  tenido  que  hacer  un  viaje  de  tres  y 
cuatro  días;  y  ¡por  qué  caminos!,  á  veces  por  pantanos,  á  veces  con  el 
agua  al  pecho.  Los  neófitos  traen  sobre  la  cabeza  alimentos  para  varios 
días,  bananas,  etc.;  los  de  mejor  posición  traen  también  una  gallina  ó  un 
cabrito  para  celebrar  la  Pascua  con  sus  parientes  y  amigos.  Muchas 
mujeres  traen  además  á  sus  niños  más  pequeños  á  la  espalda.  Pronto  se 
levantan  alrededor  de  la  iglesia  numerosas  cabanas  de  toda  especie; 
pero,  á  pesar  de  todo,  tienen  que  dormir  muchos  al  aire  libre.  Todos  estos 
cristianos  han  observado  la  Cuaresma  con  un  rigor  propio  de  los  prime- 
ros cristianos;  nadie  come  carne  desde  el  Miércoles  de  Ceniza  hasta  Pas- 
cua y  no  prueban  bocado  fuera  de  -la  comida  ordinaria  que  hacen  por  la 
noche;  hasta  cuesta  trabajo  á  los  misioneros  el  persuadir  á  las  madres  que 
tomen  al  mediodía  un  par  de  batatas.  Para  el  Domingo  de  Ramos  se  han 
reunido  alrededor  de  la  iglesia  unos  3.500  cristianos,  y  aquel  mismo 
día,  á  las  cinco  de  la  tarde,  empiezan  los  santos  ejercicios,  que  duran 
hasta  la  mañana  del  Domingo  de  Pascua.  Desde  que  se  da  la  señal  para 
comenzar  los  ejercicios  hasta  la  Pascua,  el  silencio  de  toda  aquella  mul- 
titud es  completo,  el  recogimiento  admirable.  Todos  asisten  cada  día  á 
tres  pláticas  ó  meditaciones  y  un  via-crucis,  y  en  los  tiempos  interme- 
dios se  les  ve  rezando  el  rosario  ó  haciendo  largas  visitas  al  Santísimo. 
Todo  el  tiempo  libre  lo  emplean  los  Padres  en  oir  confesiones,  y  no  hay 
que  decir,  después  de  semejante  preparación,  que  son  un  gran  consuelo 
para  los  misioneros.  Llega,  por  fin,  el  gran  día  de  la  Pascua;  7.000  cris- 
tianos se  han  reunido  para  celebrarla;  la  iglesia  es  incapaz  de  contener 
á  la  multitud,  y  se  celebra  la  Misa  al  aire  libre.  ¡Qué  gratos  deben  ser  al 
Cielo  los  cánticos  piadosos  de  aquella  fervorosa  multitud!,  y,  sobre  todo, 
¡cómo  deben  regocijarse  los  ángeles  en  las  comuniones  de  aquellos  bue- 
nos cristianos!  Pues  no  hay  que  decir  que  comulgan  todos  los  que  han 
podido  confesarse.  Después  de  la  Misa  solemne  reina  entre  aquellos  fie- 
les una  alegría  indescriptible:  todos  se  felicitan  las  Pascuas  y  van  en 
grandes  grupos  á  felicitárselas  á  los  misioneros.  Solamente  hay  unos 


(1)    Vid.,  entre  otras,  la  relación  del  P.  J.  Saane  en  Afrika-Bote,  Tréveris,  Mayo  1909, 
páginas  170-171. 


LAS  MISIONES   CATÓLICAS  ENTRE   INFIELES  303 

que  no  pueden  estar  satisfechos  del  todo  en  medio  de  la  alegría  general, 
los  que  no  han  podido  comulgar;  los  tres  misioneros  no  han  podido  en 
las  dos  semanas  precedentes  oir  á  todos  en  confesión,  y  todavía  se  que- 
dan á  esperar  su  vez  unos  2.500,  en  cuyas  confesiones  tendrán  que  em- 
plear los  misioneros  los  días  restantes. 

El  número  actual  de  cristianos  ganado  en  África  por  las  misiones 
católicas  contemporáneas,  esto  es,  prescindiendo  de  los  católicos  afri- 
canos ganados  en  las  misiones  antiguas,  y  mucho  más  de  los  de  origen 
europeo,  es,  por  lo  menos,  de  720.000.  El  número  de  catecúmenos  no  se 
puede  precisar,  pues  faltan  estadísticas  de  no  pocas  misiones;  pero,  con- 
tando sólo  los  datos  conocidos,  nos  dan  ya  556.281;  de  modo  que  bien 
se  puede  asegurar  que  los  catecúmenos  pasan  con  mucho  de  600.000- 
En  estas  misiones  trabajan  1.842  sacerdotes,  1.357  religiosos  no  sacer- 
dotes, 3.668  religiosas  y  mayor  número  de  catequistas;  las  iglesias  y  ca- 
pillas son  3,418;  en  sus  casas  de  huérfanos  tienen  acogidos  más  de 
10.000  niños,  y  hay  además  otros  374  establecimientos  benéficos;  los 
centros  de  enseñanza  son  3.392,  con  unos  200.000  alumnos.  Y  lo  más 
consolador  de  todo  es,  que  las  misiones  africanas  han  tomado  de  unos 
años  á  esta  parte  un  vuelo  inmenso,  de  modo  que  se  pueden  esperar 
mayores  triunfos  para  el  porvenir.  Sin  embargo,  es  preciso  confesar  que 
al  lado  de  las  misiones  católicas  van  creciendo  también  en  grandes  pro- 
porciones las  misiones  protestantes.  Las  considefaciones  que  parecen 
consolar  á  algunos  católicos,  de  que  la  conversión  de  los  infíeles  al 
Protestantismo  es  muchas  veces  superficial,  de  que  es  más  cómodo  y 
fácil  ser  protestante  que  católico,  etc.,  son  muy  verdaderas  y  muy  á  pro- 
pósito para  empleadas  en  la  polémica  con  los  protestantes;  pero  no  bas- 
tan para  tranquilizar  á  los  verdaderos  católicos,  que  deben  contribuir 
con  todas  sus  fuerzas  al  triunfo  de  las  misiones  católicas  en  África  y  en 
todas  partes.  En  África  se  está  librando  una  gran  batalla  entre  el  Protes- 
tantismo y  el  Catolicismo.  Al  paso  que  van  las  cosas,  cree  Schwager  (1) 
que  en  cincuenta  años  el  África,  prescindiendo  de  la  parte  mahometana, 
será  en  casi  su  totalidad  cristiana;  pero  cuál  ha  de  ser  el  Cristianismo  que 
ha  de  preponderar,  si  el  falso  de  los  protestantes  ó  el  verdadero  de  los 
católicos,  eso  está  aún  indeciso.  Los  misioneros  católicos  son  incompara- 
blemente superiores  á  los  protestantes  en  celo  y  en  espíritu  de  sacrificio; 
pero  son  pobres,  y  muchas  veces  están  faltos  de  iglesias,  de  escuelas, 
de  catequistas,  etc.  En  cambio,  los  protestantes  tienen  recursos  abun- 
dantes y  pueden  emplear  todos  los  medios  de  propaganda;  escuelas,  ca- 
tequistas, médicos,  etc.  Quiera  Dios  mover  á  aquellas  naciones  católicas, 
que  no  acaban  de  entrar  con  decisión  en  el  movimiento  general  de  las  mi- 


(1)    En  la  obra  citada;  II.  «D/e  Mission  im  afrikanischen  Weltteil»^  pág.  217. 


304  LAS   MISIONES   CATÓLICAS   ENTRE   INFIELES 

siones,  para  que  decidan  la  batalla  en  favor  del  Catolicsimo.  Hágalo  Dios 
sobre  todo  con  España,  con  esta  nación  que,  por  sus  tradiciones,  por  su 
posición  geográfica  y  su  clima,  y  por  las  energías  que  en  ella  se  ateso- 
ran, podría  ser,  si  se  decidiese  á  ello,  el  principal  apóstol  del  continente 
africano. 

(Continuará.) 

Hilarión  Gil. 


Eli  ViHO  DÜÜCE  PRlt^R  JVlISñS^'^ 

BT^O 

§  V 

LAS  LEVADURAS  ARTIFICIALES  Y  EL  VINO 

44.  El  mosto  fermenta,  pues,  merced  á  ciertos  vegetales  de  constitu- 
ción sencillísima,  monocelular,  que  pueden  reunirse  en  tres  grupos:  1)  las 
levaduras  ó  saccharomycetes  (Meyen,  1837);  2)  las  bacterias  ó  schi- 
zomycetes;  3)  los  mycodermas.  Haremos  caso  omiso  de  los  dos  últimos 
grupos,  pues  son  puramente  perjudiciales  en  la  elaboración  y  conserva- 
ción del  vino. 

45.  De  las  levaduras,  aunque  hay  algunas  inútiles  ó  nocivas,  porque 
impiden  ó  debilitan  el  rendimiento  alcohólico,  hay  otras,  como  el  sac- 
charomyces  apiculatus,  el  pastorianus  y  sobre  todo,  el  ellipsoideus, 
que  son  beneficiosas,  porque  con  ellas  el  tanto  por  ciento  de  alcohol, 
procedente  del  azúcar  descompuesto,  es  grande.  Las  levaduras  de  un 
país  suelen  ser  distintas  de  las  de  otro;  cada  una  contribuye  por  su  parte 
á  dar  al  vino  de  cada  comarca  su  sello,  su  quid  especial. 

46.  Pero  prescindiendo  de  las  pequeñas  variantes  que  pueden  pre- 
sentar las  especies,  en  general,  puede  decirse  que  la  levadura  del  vino  es 
una  célula  ó  saquito  ovalado,  transparente,  formado  por  una  envoltura 
celulósica,  que  encierra  un  líquido  más  ó  menos  espeso,  el  protoplasma, 
de  naturaleza  muy  compleja,  y  en  el  cual  se  ve  una  nueva  y  diminuta  ca- 
vidad, mal  llamada  vacuola,  pues  no  está  vacía,  sino  llena  de  un  líquido 
hialino  y  muy  refringente. 

47.  Estas  células  cuya  multiplicación  ordinaria  se  hace  por  gemación 
y  sólo  en  circunstancias  criticas  por  esporulación  (Rees,  Botan.  Zeítung, 
1869,  núm.  7);  (Engel,  Théses  de  VAcad.  des  Se,  París,  1872),  poseen 
una  fecundidad  asombrosa,  pues  se  calcula  que  cada  una  engendra  otra, 
en  el  espacio  de  diez  á  treinta  minutos.  Si  suponemos,  para  simplificar, 
que  se  necesita  un  cuarto  de  hora  para  la  producción  de  otra  nueva  célula, 
se  ve  que  una  célula  única  dará  origen,  al  fin  de  la  primera  hora,  á  16  cé- 
lulas hijas;  al  fin  de  la  segunda  hora  existirán  256;  al  cabo  de  la  tercera, 
4.096,  etc.;  lo  cual  conduce  á  la  procreación  de  muchos  millones  al  cabo 
de  las  veinticuatro  primeras  horas.  Hágase  el  cálculo,  si  se  gusta  de  ello, 
en  el  supuesto  de  existir  ya  en  el  comienzo  de  la  fermentación  princi- 
pal, muchísimos  individuos-fermentos,  y  se  comprenderá  por  qué  en  diez 
ó  catorce  días  (y  en  países  cálidos  muchos  menos)  ha  terminado  la  trans- 
formación de  casi  toda  la  glucosa  del  mosto  en  alcohol  ordinario,  con 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXV,  pág.  196. 


306  EL   VINO   DULCE   PARA  MISAS 

abundante  desprendimiento  de  anhidrido  carbónico,  según  la  ecuación 
química 

CeH.^Os  =  SCaH^.OH  -f  2C0, 

glucosa.  etanoL  anhídrido  carbónico. 

De  suerte  que  por  cada  descomposición  de  180  gramos  de  glucosa 
se  producen  teóricamente  92  gramos  de  alcohol  y  unos  45  litros  de  gas 
carbónico  (prescindiendo  de  las  trazas  de  glicerina,  ácido  succínico,  etc., 
que  acompañan). 

48.  Por  lo  dicho  se  ve  que  al  agricultor  le  interesa  disminuir  el  nú- 
mero y  la  energía  vital  de  las  levaduras  flojas  ó  malas,  y  aumentar  y  ro- 
bustecer las  beneficiosas.  De  aquí  que  cuando  un  cosechero  se  empeña 
en  obtener  una  misma  marca  de  vino,  aparte  del  empleo  de  la  uva  pro- 
cedente de  cepas  de  la  misma  calidad,  se  vea  precisado  á  realizar  la  fer- 
mentación de  su  mosto,  mediante  la  misma  ó  las  mismas  razas  de  leva- 
duras. Por  esto  en  regiones  vinícolas  rodeadas  de  frutales  ó  de  bosques, 
es  sumamente  difícil  llegar  á  esa  meta,  á  causa  de  las  múltiples  levadu- 
ras salvajes  que  son  transportadas  por  el  viento  y  los  insectos  á  los  ra- 
cimos, y  con  éstos  al  lagar.  Sólo  á  fuerza  de  empeño  y,  sobre  todo,  aña- 
diendo considerables  masas  de  su  levadura  predilecta,  comprada  de  otros 
países  ó  cultivada  artificialmente  con  gérmenes  puros,  en  mosto  debida- 
mente esterilizado,  es  como  se  logra  dominar  la  invasión  forzosa  de  aquel 
ejército  de  obreros  endógenas,  cuya  labor  ó  es  deñciente  ó  dañina. 

49.  Hoy  está  averiguado  que  no  se  obtiene'una  buena  casta  de  vino 
empleando  sólo  una  clase  de  saccharomyces;  pero  también  se  tiene  por 
cierto  que  no  pocas  razas  de  saccharomyces,  y  sobre  todo  las  bacterias 
y  los  mycodermas,  perjudican  á  la  buena  vinificación.  Será  poco  menos 
que  imposible  desentenderse  en  absoluto  de  semejantes  adversarios,  es 
verdad;  pero  se  puede  logra  reducirlos  á  una  expresión  mínima  ó  al  me- 
nos obligarles  á  trabajar  en  condiciones  tan  desfavorables  (de  tempera- 
tura, acidez,  asepsia,  etc.),  que  los  resultados  de  su  labor  sean  casi  im- 
perceptibles. El  campo  de  acción  quedará,  pues,  de  la  levadura  selecta, 
útil. 

50.  Si  además  la  raza  de  fermento  empleada  y  dominante  es  propia 
de  un  vino  de  calidad  superior,  comunicará  al  nuevo  mosto  cualidades 
sobre  todo  aromáticas  y  sápidas  más  ó  menos  semejantes  al  caldo  en 
cuyo  seno  se  multiplicó.  Por  eso  es  hoy  cosa  frecuente  el  transporte  de 
levaduras  á  distintos  países.  Pasa  en  esto  algo  parecido  á  lo  que  sucede 
con  los  fermentos  de  los  quesos,  que  siendo  diversos  unos  de  otros,  pue- 
den ser  llevados  á  regiones  diversas  donde  producirán  análogos  resul- 
tados: el  queso  de  Holanda,  el  mahonés,  el  gruyere,  pueden  hoy  fabri- 
carse en  todas  partes. 

51.  El  procedimiento  empleado  para  la  preparación  de  semejantes  le- 
vaduras seleccionadas,  ora  sean  indígenas,  ora  exóticas,  es  el  siguiente. 


EL   VINO  DULCE   PARA  MISAS  307 

52.  Por  de  pronto,  el  mosto-madre  debe  obtenerse  con  racimos  sanos, 
selectos,  maduros,  descobajados,  bien  estrujados;  se  le  esteriliza  á  unos 
65°  y  se  le  pone  en  un  recipiente  á  propósito,  tonel  ó  cono,  bien  lavado 
con  agua  hirviente. 

53.  Como  la  acidez  del  mosto,  aunque  algo  perjudicial  á  los  saccha- 
romyces,  lo  es  mucho  más  á  las  bacterias  y  mycodermas,  viene  á  ser  al 
fin  de  cuentas  más  bien  útil  que  dañosa  á  la  buena  levadura;  por  lo  cual 
si  el  mosto  no  dosifica  unos  10  gramos  de  ácido  tartárico  por  litro,  hay 
que  acidificarlo  hasta  llevarlo  á  este  tipo.  En  este  líquido  se  siembra  la 
levadura  escogida. 

54.  Si  se  toma  la  precaución  de  calentar  suavemente  á  unos  25°  una 
parte  de  este  mosto,  y  se  le  añade  al  restante  (un  par  de  hectolitros  en 
total),  la  fermentación  se  manifiesta  á  las  seis  ú  ocho  horas,  y  si  se  airea 
la  masa,  para  que  la  multiplicación  se  active,  es  preciso  ya  al  cabo  de 
día  y  medio  ó  dos  días  añadir  más  mosto,  porque  el  anterior  ha  perdido 
toda  su  glucosa,  destruida  por  la  proliferación  de  las  levaduras:  adición 
que  conviene  repetir  cada  día,  ó  con  más  frecuencia,  si  no  se  quiere  que 
el  líquido  quede  empobrecido  y  la  multiplicación  del  fermento  se  pa- 
ralice. 

55.  Á  los  cuatro  ó  cinco  días  se  pueden  ya  extraer  100  litros  de  este 
mosto  avivado,  que  se  echarán  en  un  tonel  donde  haya  40  ó  50  hectoli- 
tros de  vendimia.  Mientras  tanto,  se  pueden  añadir  al  primitivo  mosto- 
madre,  para  compensar  el  que  se  ha  sacado,  otros  100  litros  de  nuevo 
mosto  selecto  y  perfectamente  esterilizado  por  el  calor,  no  por  los  anti- 
sépticos. Con  esto  se  tiene  un  semillero  inagotable  de  fermentos  alcohó- 
licos escogidos. 

56.  La  aplicación  de  los  fermentos  nuevos  data  de  unos  veinte  años, 
y  se  extiende  más  cada  día:  sus  resultados  son  satisfactorios  y  sus  ven- 
tajas incalculables.  Con  ellos  se  obtiene,  con  mostos  previamente  esteri- 
lizados, una  fermentación  rápida,  regular,  enérgica,  que  acaba  con  la 
casi  totalidad  del  azúcar  y  con  gran  rendimiento  alcohólico,  casi  todo 
etílico,  por  no  estar  presentes  otros  organismos  maléficos.  Las  oposicio- 
nes, que  en  un  principio  se  levantaron  contra  su  uso  en  la  viniñcación, 
han  ido  desapareciendo  poco  á  poco,  y  hoy  no  sé  si  se  hallarán  perso- 
nas peritas  en  la  materia  que  se  atrevan  á  sostener  químicamente  la 
tesis  contra  el  empleo  de  las  levaduras  seleccionadas. 

57.  El  interés  de  los  agricultores  y  de  los  consumidores,  la  salud 
pública  y,  por  lo  que  á  nuestro  asunto  toca,  la  severa  obligación  de  ofre- 
cer para  el  Sacrosanto  Sacrificio  no  mostos,  sino  vinos  verdaderos  y  selec- 
tos, como  destinados  a  realizar  16  más  grande  que  fenem'os  enelmundo,la 
consagración  de  la  preciosísima  Sangre  de  nuestro  adorable  Redentor, 
deben  estimularnos  á  aceptar,  favorecer  y  difundir  estos  nuevos  y  segu- 
ros procedimientos  de  viniñcación,  una  de  las  más  hermosas  aplicacio- 
nes cientíñcas  modernas  que  han  de  hacer  abandonar,  tarde  ó  temprano. 


308  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

las  prácticas  rutinarias  empleadas  hasta  ahora  en  las  explotaciones 
agrícolas. 

58.  Si,  andando  el  tiempo,  se  llegase  á  aislar  la  cimasa  y  obtenerla 
pura,  no  vemos  tampoco  inconveniente,  como  ya  hemos  dicho  antes,  que 
se  la  pudiera  aplicar  á  la  fabricación  del  vino  de  Misas,  sobre  todo  pre- 
supuesta su  actividad  catalítica  muy  acentuada;  ya  porque  la  cantidad 
de  ella  que  sería  necesaria  debería  ser  muy  pequeña,  ya  porque  sería  lo 
mismo  para  el  caso  añadírsela  al  mosto  ab  extrínseco,  que  dejar  que  la 
segregara  la  levadura  en  su  vida  anaerobia,  como  dijimos  que  lo  hace: 
de  cualquier  manera  que  sea,  la  diastasa  sigue  siendo  un  producto  ex- 
traño al  mosto,  como  lo  es  la  célula  que  la  segrega,  y  á  las  cuales  (por 
lo  mismo  que  fueron  desconocidas  hasta  hace  poco)  podemos  fundada- 
mente sostener  que  nunca  fué  intención  de  la  Iglesia  considerar  como 
una  parte  integrante  del  vino;  pues  en  realidad  de  verdad  no  lo  son, 
como  nos  consta,  al  menos  de  las  levaduras,  ya  que  se  las  encuentra 
precipitadas  entre  las  heces  del  mosto  fermentado. 

§  VI 

EL  VI  BLANCH.— EL  VINO  BLANCO. — EL  VINO  DE  PASAS 

59.  El  vino  resultante  de  la  fermentación  completa  de  la  glucosa 
del  mosto  se  llama  seco:  se  contrapone  á  éste  el  dulce,  que  conserva 
parte  de  la  glucosa,  sin  haber  sido  transformada  en  alcohol;  y  si  la  con- 
sistencia de  éste  es  algo  espesa,  se  apellida  vino  licoroso  ó  de  licor. 

Los  vinos  dulces  se  fabrican  á  veces  quitando  al  mosto  parte  de  su 
agua,  mediante  la  evaporación  á  elevada  temperatura  (vinos  cocidos): 
si  se  recoge  el  mosto  así  concentrado,  resulta  lo  que  los  catalanes  lla- 
man vi  blanch;  añadiendo  alcohol  al  mosto  natural,  sin  fermentar,  resul- 
tan las  mistelas. 

60.  Respecto  de  la  esterilización  por  temperatura,  que,  como  he 
dicho,  es  aquí  la  única  recomendable,  se  tropieza  con  el  inconveniente 
de  que  haciéndola  á  fuego  directo,  y  llevada  hasta  la  ebullición  y  con- 
centración de  un  tercio  ó  más,  el  vino  sabe  á  cocido  (1).  No  soy  parti- 


(1)  Este  procedimiento  de  decocción  ó  arropado  del  vino  es  conocido  desde  tiem- 
pos muy  antiguos.  Así  ya  Virgilio  nos  habla  de  él  en  el  libro  primero  de  sus  Geór- 
gicas, vv.  295-6: 

Interea,  longum  cantu  solata  laborem 
Arguto,  coniux  percurrit  pectine  telas: 
Aut  dulcís  musti  Vulcano  decoquit  huniorem 
Et  folils  undam  trepidi  despumat  aheni. 


Mientras  que  con  sus  cantos  aliviando, 
La  molesta  labor,  su  esposa  activa 
Teje  sus  telas  con  sonoro  peine: 
Ó  recociendo  al  fuego  el  dulce  mosto, 
Con  hojas  el  caldero  hirviente  espuma. 


Ramón  de  Siscar  y  de  Montoliu. 


EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS  309 

dario  de  hacer  hervir  el  mosto,  y  menos  de  ponerle  en  contacto  del 
fuego  directo:  hágase  dicha  concentración  al  baño  maría  ó  mediante  el 
vapor  de  agua.  Algunos,  como  Kayser  y  Barba,  evitan  el  gusto  á  cocido 
calentando  sólo  á  65"  de  un  solo  golpe  y  al  aire  libre.  Tyndall  lo  hace 
á  50""  tres  veces,  en  atmósfera  de  anhídrido  carbónico.  Kühn  calienta  una 
sola  vez  en  vaso  cerrado.  Otros  esterilizadores  modernos  emplean  el  va- 
por de  agua  sobrecalentado.  Hay  aparatos  bastante  perfectos,  entre  los 
que  podemos  citar  el  de  Pastor.  Otro  procedimiento  estriba  en  hacer  la 
evaporación  acompañada  de  un  gran  vacío,  método  para  mí  muy  reco- 
mendable (aunque  resulta  caro),  porque  á  la  vez  que  se  concentra  el 
mosto,  no  se  le  da  gusto  á  vino  cocido,  su  composición  queda  más  ase- 
gurada contra  las  alteraciones  y  no  se  maltratan  tanto  las  levaduras;  pu- 
diendo,  por  tanto,  con  mayor  probabilidad  fermentar  espontáneamente 
después  de  frío. 

Á  este  método  creo,  pues,  que  debe  tenderse,  en  el  caso  de  querer 
concentrar  el  mosto. 

61.  La  composición  del  vino  es  sumamente  compleja,  pues  com- 
prende principios  minerales  y  orgánicos:  algunos  de  éstos  son  olorosos, 
otros  colorantes;  varía  extraordinariamente  de  una  clase  de  cepas  á  otra, 
y  aun  en  una  misma  planta  de  un  año  á  otro,  ó  según  que  se  adelante 
ó  atrase  la  vendimia,  etc.  De  aquí  la  dificultad  de  poder  asegurar  algu- 
nas veces  si  un  vino  es  ó  no  es  natural;  aunque  esto  no  obsta  para  que 
un  análisis  detenido  del  mismo  descubra  en  la  generalidad  de  los  casos 
las  adiciones  de  substancias  extrañas,  como  el  agua,  el  alcohol,  la  saca- 
rosa, las  glucosas,  los  antisépticos,  los  colorantes  artificiales,  etc.  Nada 
digamos  de  los  cambios  que  pueden  ocasionar  las  enfermedades  á  que 
se  ve  sujeto  el  vino  después  de  elaborado,  ora  porque  estaba  averiado 
el  mosto  de  donde  procedió,  ora  por  la  mala  conservación  del  mismo 
vino. 

62.  No  hay  que  confundir  el  vino  arropado  con  el  pasteurizado:  el 
primero,  en  sentido  riguroso,  no  es  verdadero  vino,  sino  mosto  muy  con- 
centrado al  que  se  ha  añadido  ó  no  alcohol:  si  la  concentración  no  ha 
sido  excesiva  y  se  ha  hecho  fermentar  después,  se  tiene  el  verdadero 
vino  dulce.  En  cambio,  el  vino  pasteurizado  es  verdadero  vino,  ya  aca- 
bado y  sometido  á  una  temperatura  de  unos  60",  ora  sea  dentro  de  bote- 
llas, ora  en  las  mismas  pipas.  La  pasteurización  tiene  por  blanco  impe- 
dir en  el  vino  el  desarrollo  de  las  enfermedades  (ó  su  continuación  si  ya 
están  incoadas),  matando  los  gérmenes  por  la  elevación  de  la  tempera- 
tura. El  vino  pasteurizado  es,  pues,  un  vino  legítimo,  si  lo  era  antes  de 
calentarlo.  El  empleo  de  la  pasteurización  está  aprobado  por  la  Iglesia 
(S.  Off.,  4  de  Mayo  de  1887),  prefiriéndolo  al  encabezamiento  (adición 
de  alcohol),  como  medio  de  conservación  de  los  vinos  (1). 


(1)    Ad  Episc.  Carcasson.  (4  maii  1887).  (A.  S.  S.,  vol.  XXIII,  pág.  572.) 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXVI  21 


310  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

63.  Otro  criterio  más  cauto  hay  que  tener  acerca  del  mosto  calentado, 
como  acabo  de  indicar,  y  sobre  lo  cual  se  ha  de  llamar  la  atención  de  los 
señores  sacerdotes  y  de  los  cosecheros,  porque  indudablemente  muchos 
son  víctimas  de  un  error  triste,  aunque  sin  mala  voluntad. 

64.  En  muchas  regiones  de  Cataluña  se  llama  vi  blanch  al  mosto  her- 
vido á  fuego  directo  durante  mucho  tiempo,  tanto,  que  se  le  llega  á 
quitar  una  tercera  parte  ó  casi  una  mitad  del  agua  que  contiene.  Así  me 
lo  dicen  varias  cartas  de  cosecheros  honrados  y  timoratos,  á  quienes  he 
preguntado  sobre  este  particular.  Este  mosto  concentrado  sin  fermentar 
es  el  que  se  expende  con  la  mayor  buena  fe  en  muchas  partes  del  Prin- 
cipado como  vino  legítimo  de  Misas,  y  este  es  el  error  lamentable:  el 
vi  blanch,  fabricado  en  la  forma  dicha,  no  es  vino  legítimo  para  Misas. 
Es  simple  mosto,  y  aun  me  atrevo  á  decir  menos  que  mosto.  Porque 
siquiera  el  mosto  natural  exprimido  de  las  uvas,  que  la  Iglesia  considera 
por  materia  válida,  aunque  ilícita  fuera  de  caso  de  necesidad,  tiene  en 
su  favor  el  hecho  de  contener  vivos  los  gérmenes  de  la  fermentación, 
gérmenes  que,  viniendo  con  los  racimos,  manifestarán  su  actividad  al 
poco  tiempo,  si  el  mosto  queda  en  contacto  del  aire:  como,  por  otra 
parte,  ignoramos  el  tiempo  preciso,  pero  siempre  corto,  que  tarda  en 
iniciarse  la  fermentación,  puede  decirse  con  verdad  que  el  mosto  es  vino 
incoado,  y  por  esto  la  Santa  Madre  Iglesia  lo  admite  como  materia  váhda 
y  en  casos  gravísimos  también  lícita.  (Rubr.  Miss.,  tít.  IV,  núm.  2.) 

65.  En  cambio,  el  vi  blanch  de  Cataluña  no  tiene  de  su  parte  tanta 
razón  para  que  se  le  tenga  por  vino,  ni  siquiera  incoado,  porque  además 
de  que  inmediatamente  después  de  exprimido  se  lleva  á  las  calderas  de 
calefacción  (y,  por  tanto,  es  sumamente  dudosa  la  fermentación  inci- 
piente), se  le  somete  á  una  larga  ebullición,  con  lo  cual  no  es  posible 
que  quede  ninguna  razón  probable  que  justifique  la  permanencia  de  los 
microbios  vivos  necesarios  para  la  fermentación  vínica.  No  obstante, 
como  el  vi  blanch  es  verdadero  zumo  de  uvas,  debe  ser  tenido  como  ma- 
teria válida. 

66.  No  quiero  ocultar  dos  razones  que  pudieran  justificar  aparente- 
mente el  título  de  verdadero  vino  aplicable  al  vi  blanch  de  los  catalanes: 
la  primera  es  que  la  opinión  corriente  sostiene  que  los  jugos  azucarados 
vegetales  pueden  fermentar  espontáneamente  con  producción  abundante 
de  levadura  (cuyos  gérmenes  allí  preexistían),  con  tal  que  estén  en  con- 
tacto del  aire  algún  tiempo;  la  segunda  es  la  opinión  de  Berthelot 
(Ann.  de  Chim.  et  Phys.,  (3),  50,  pág.  322),  quien  al  obtener,  al  cabo  de 
algunas  semanas,  la  fermentación  de  una  mezcla  de  gelatina  (una  parte), 


Ad  vini  corruptionis  periculum  praecavendum,  dúo  remedia  proponuntur: 

L    Vino  naturali  addatur  parva  quantitas  d'eau  de  vie. 
II.    Ebulliatur  vinum  usque  ad  sexaginta  et  quinqué  altitudinis  gradus. 
Resp.  Praeferendum  vinum  prout  secundo  loco  exponitur. 


EL    VINO   DULCE    PARA   MISAS  311 

glucosa  (10  partes),  bicarbonato  sódico  (cinco  partes)  y  agua  (100  par- 
tes), privada  de  aire  por  una  corriente  de  anhídrido  carbónico,  sostuvo 
que  toda  materia  análoga  á  la  albúmina  puede  hacer  igual  papel  que  el 
fermento  vivo,  con  tal  que  se  la  coloque  en  condiciones  convenientes. 

67.  Pero  por  poco  que  se  analice  el  estado  de  nuestra  cuestión,  se 
verá  que  desaparecen  en  absoluto  las  condiciones,  no  sólo  favorables, 
sino  aun  las  indispensables  á  la  fermentación;  pues  aparte  de  que  por  la 
ebullición  se  coagulan  las  albúminas,  sólo  en  el  caso  de  haber  presentes 
esporos  de  las  levaduras,  los  cuales  resisten  mejor  á  las  altas  tempera- 
turas, se  podría  creer  que  había  allí  levaduras.  Pero  tratándose  en  nues- 
tro caso  de  un  asunto  relativo  á  la  materia  de  un  sacramento,  no  nos 
hemos  de  apoyar  en  una  probabilidad  tan  tenue,  á  lo  menos  para  ser- 
virnos de  ella  de  una  manera  usual  y  corriente  en  la  elaboración  del  vino 
dulce  para  Misas. 

68.  No  se  confunda  el  vi  blanch  de  los  catalanes  con  el  vino  blanco 
del  resto  de  España  y  el  vin  blanc  de  los  franceses.  Porque  estos  dos 
últimos  son  vinos  verdaderamente  tales,  pues  se  les  supone  siempre  fruto 
de  alguna  fermentación.  «Los  vinos  de  baja  fermentación,  ó  vinos  blan- 
cos, dice  el  Dr.  Fuster  (Elementos  de  Agricultura,  III,  Industrias,  pá- 
gina 36)...,  proceden  de  la  fermentación  de  mostos  en  los  que  se  han 
separado  el  hollejo  y  el  escobajo.»  «Los  vinos  blancos,  escribe  Abela 
(Programa  razonado  de  Agricultura,  1881,  pág.  441),  resultan  de  la 
fermentación  del  zumo  de  la  uva,  sin  mezcla  de  ningún  cuerpo  extraño.» 
Véase  también  Hidalgo  en  su  Tratado  de  la  fabricación  de  vinos,  1880: 
en  cuantas  ocasiones  habla  de  vinos  blancos,  dulces,  etc.,  supone  que 
ha  habido  fermentación.  Y  Paccottet  (Vinification,  pág.  210)  añade: 
*Le  vin  blanc  a  une  fermentation  toujours  lente,  rarement  complete...» 
Puede  leerse  todo  el  capítulo  Vinification  en  blanc,  y  se  verá  que  ni  por 
asomo  hay  una  expresión,  lo  mismo  que  en  toda  la  obra,  que  haga  tener 
al  mosto  cocido  por  vino  blanco. 

69.  Aunque  parezca  difícil  poder  precisar  la  fermentación  esencial 
que  autoriza  para  llamar  á  un  mosto  vino,  para  nuestro  caso  entiendo 
que  es  muy  sencillo,  pues  nos  basta  que  el  mosto  haya  fermentado,  poco 
ó  mucho.  Así  parece  que  se  desprende  del  caso  propuesto  á  la  Sagrada 
Congregación  sobre  el  uso  del  vino  de  pasas,  puesto  que  allí  es  induda- 
ble que  la  fermentación,  al  cabo  de  ocho  ó  diez  horas  de  exprimido  el 

íjugo,  es  incompletísima,  la  casi  totalidad  de  la  glucosa  está  intacta  y  la 
cantidad  de  alcohol  producido  es  insignificante.  Y,  sin  embargo,  la  Iglesia 
ha  decretado  (S.  C.  S.  Off.,  22  de  Julio  de  1706;  S.  Off.,  10  de  Abril 
de  1889)  que  semejante  zumo  es  materia  válida  y  también  lícita,  con  tal 
que  se  conozca  que  es  verdadero  vino,  por  su  color,  olor  y  gusto. 
(Véase  Gury-Ferreres,  Comp.  Theol.  Mor.,  II,  núm.  279  bis;  Lehmkhul, 
Theol.  Mor.,  II,  núm.  119,  nota  1;  Card.  Gennari,  Consultazioni  morali- 
acnoniche-liturgiche,  I,  pág.  534.) 


312  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

70.  Exponiendo  el  Cardenal  Gennari  la  manera  de  elaborar  licita- 
mente el  vino  de  pasas,  dice  que  se  añade  á  un  peso  dado  de  éstas  otro 
peso  igual  de  agua,  se  deja  todo  unas  ocho  ó  diez  horas,  se  exprime 
y  se  filtra  el  líquido  resultante.  En  diferentes  dudas  propuestas  á  la  Santa 
Sede  (4  de  Septiembre  de  1850,  7  de  Mayo  de  1879,  etc.),  la  Sagrada 
Congregación  del  Santo  Oficio  ha  remitido  siempre  al  citado  decreto 
de  1706(1). 

71.  Algunos  creen  preferible  poner  las  pasas  en  maceración  en  el 
agua,  y,  una  vez  henchidas,  separarlas  del  agua  restante,  exprimirlas  bien, 
recoger  el  zumo,  etc.  No  se  puede  negar  que  este  método  evita  mejor 
cualquier  exceso  de  agua;  pero  hablando  en  puridad,  presupuestas  tantas 
variedades  de  uvas,  unas  más,  otras  menos  aguajinosas,  y,  sobre  todo,  si 
se  tiene  en  cuenta  que,  en  general,  la  cantidad  en  peso  de  agua  corres- 
pondiente al  mosto  extraído  de  las  uvas  frescas  es  de  70  á  80  por  100, 
creo  que  no  sólo  se  puede  añadir  á  las  pasas  su  peso  de  agua,  sino  tam- 
bién el  doble,  sin  peligro  ninguno  de  alterar  la  naturaleza  del  vino  re- 
sultante. 

72.  Esta  licitud  en  el  empleo  y  en  el  modo  de  elaborar  el  vino  de 
pasas  da,  á  mi  entender,  una  confirmación  al  caso  hipotético  propuesto 
en  el  núm.  38;  porque  el  agua  añadida  á  las  pasas  ó  al  vino  muy  evapo- 
rado se  encuentra  en  iguales  condiciones:  en  ambos  llega  ab  extrínseco, 
en  ambos  se  pone  dentro  de  cierta  justa  medida,  en  ambos  hace  el 
mismo  papel,  el  papel  de  mero  disolvente;  en  ambos  se  obtiene  olor, 
color  y  sabor  de  vino,  como  la  Iglesia  demanda.  La  cuestión,  pues,  estu- 
diada químicamente,  es  en  todo  análoga:  ni  creo  que  haya  dificultad 
alguna  que  se  oponga  á  un  caso  que  no  pueda  retorcerse  contra  el  otro. 
Únicamente  queda  la  determinación  de  la  Iglesia,  que  ha  aprobado  ya  el 
uso  del  vino  de  pasas  y  no  ha  aprobado  aún  el  del  vino  muy  evaporado 
y  después  justamente  diluido.  Y  no  sin  razón:  lo  primero,  por  el  gran 
peligro  que  hay  en  estas  licencias,  si  se  llega  á  facilitar  su  uso;  lo  se- 
gundo, porque  ya  existe  con  las  pasas  el  medio  fácil  y  seguro  de  procu- 
rarse vino  apto,  en  las  misiones,  países  lejanos,  cálidos,  etc.;  lo  tercero, 
porque  el  método  para  concentrar  el  vino  sin  alterar  su  composición  es 
recentísimo,  como  he  dicho,  costoso  en  su  ejecución,  caro  en  sus  resulta- 
dos, y,  por  tanto,  no  llevado  aún  á  la  práctica:  su  resolución,  pues,  ha  ca- 
recido, hasta  ahora,  de  razón  suficiente,  hubiera  traído  inconvenientes  y 
ninguna  ventaja.  « 

La  misma  elaboración  del  vino  de  pasas  que  propone  el  Cardenal 
Gennari  (2)  autoriza  a  fortiorí  la  modificación  que  he  propuesto  para 
el  uso  del  vi  blanch  de  los  vinicultores  catalanes,  dejándolo  al  mismo 

(1)  Utrum  liceat  celebrare  cum  vino  facto  ex  uvis  passis?  Resp.  Licere,  dummodo 
liquor  ex  colore  et  gustu  dignoscatur  esse  verum  vinum.  (S.  C.  S.  Off.,  22  de  Julio  de 
lim.)  (A.  S.  S.,  vol.  XXV,  pág.  441.) 

(2)  Confornie  al  decreto  de  1706.  (Véase  núin.  69.) 


EL    VINO   DULCE   PARA   MISAS  313 

tiempo  dulce,  con  el  dulzor  debido  á  su  glucosa  natural.  Para  ello  bas- 
tará hacerlo  fermentar  suavemente  de  alguna  de  las  maneras  dichas  en 
el  núm.  29.  Porque,  como  por  un  lado,  el  tanto  por  ciento  de  glucosa  habrá 
aumentado  mucho  con  la  concentración,  y  por  otro,  la  glucosa  en  exceso 
debilita  la  acción  fermentativa  de  las  levaduras,  tendremos  como  resul- 
tado que  dicho  mosto  evaporado,  al  mismo  tiempo  que  pasará  á  la  ca- 
tegoría de  verdadero  vino,  porque  habrá  fermentado,  quedará  aún  dulce, 
por  la  cantidad  de  glucosa  allí  remanente,  puesto  que  la  fermentación  no 
es  completa. 

73.  Esto  pasa  también  en  nuestros  países  meridionales,  donde  á  la 
elaboración  del  vino  dulce  no  precede  la  concentración  por  el  calor,  sino 
que  el  mosto  natural,  exprimido  de  buena  uva,  sana  y  bien  madura,  se 
coloca  en  los  toneles,  dejándolos  casi  llenos  y  sin  otro  respiradero  que 
la  piquera.  En  estas  condiciones  la  fermentación  es  lenta  y  limitada. 
«Para  vinos  dulces,  dice  Abela  (Programa  razonado  de  Agricultura, 
1881,  pág.  436),  el  mosto  marque  20"  glucométricos,  (otros  autores  seña- 
lan otra  graduación).  Esta  concentración  del  mosto  origina  una  fermen- 
tación moderada  ó  lenta,  que  al  llegar  al  15  ó  20  por  100  de  alcohol, 
permanece  con  el  resto  de  azúcar  sin  descomponer.» 

74.  Algún  fabricante  de  vi  blanch  teme  hacer  fermentar  su  mosto 
cocido  porque  pierde  dulzor  y  el  vino  desmerece  en  el  mercado.  Claro 
está  que  ha  de  perder  dulzor,  como  que  la  vinificación  se  hace  á  expen- 
sas del  azúcar.  Pero  esta  razón  no  tiene  ningún  peso  para  vender  mosto 
en  vez  de  vino.  Por  nuestra  parte,  no  seamos  exigentes  los  sacerdotes 
hasta  el  extremo  de  necesitar  vino  de  Misas  dulce  como  un  jarabe:  bás- 
tenos que  no  sea  seco,  y  con  esto  facilitaremos  su  elaboración  legítima 
para  la  materia  del  más  admirable  de  los  sacramentos,  evitaremos  mu- 
chos abusos  y  haremos  un  digno  servicio  á  Dios  nuestro  Señor. 

75.  Por  lo  demás,  es  bueno  hacer  observar  aquí  una  cosa  de  no  pe- 
queña importancia,  y  es  que  el  medio  de  la  desecación  parcial  de  la  uva 
antes  indicado,  ora  se  haga  sobre  cañizos,  ora  suspendida  en  locales 
ventilados  ó  calentados  artificialmente,  ora  en  la  misma  cepa,  permite 
tener  mostos  muy  azucarados,  sin  sabor  á  cocido,  aptos  para  fermentar 
por  sí  solos,  y  que,  aun  después  de  la  fermentación,  quedarán  dulces  y 
darán  un  vino  exquisito  y  puro,  cual  se  puede  desear  para  el  Santo  Sa- 
crificio. Es  cierto  que  su  elaboración  es  más  costosa,  pero  todo  trabajo 
empleado  en  escoger  la  uva  de  mejor  calidad,  la  más  sana  y  más  madura, 
y  en  tratarla  y  trabajarla  con  exquisito  cuidado,  debe  considerarse  insig- 
nificante, atendido  el  fin  altísimo  á  que  se  ha  de  destinar  el  producto  de 
su  fermentación.  Y  aun  con  sola  una  diligente  selección  de  la  uva,  sin 
necesidad  de  desecarla  artificialmente,  se  llega,  á  no  dudarlo,  á  fabricar 
un  vino  puro  y  excelente  que  merece  ser  ofrecido  á  Dios  en  el  Misterio 
de  la  Fe  (1). 

(1)    Ejemplos  que  nos  estimulen  á  ser  verdaderamente  cuidadosos  en  la  prepara- 


314  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

76.  Á  esto  hay  que  tender,  á  ser  posible.  De  modo  que  cuanto  esta- 
mos diciendo  en  este  escrito  se  dirige  á  corregir  defectos  del  vino,  des- 
graciadamente muy  extendidos,  y  hacer  siempre  lícita  su  elaboración, 
caso  de  querer  ó  tener  necesidad  de  seguir  aplicando  el  mismo  procedi- 
miento de  la  concentración  por  el  calor.  Porque  es  cierto  que  en  gran 
número  de  países  de  clima  frío  la  madurez  excesiva,  necesaria  para 
fabficar  los  vinos  licorosos,  no  se  consigue  con  facilidad.  Lo  que  preten- 
demos es  sencillamente  hacer  notar  que  el  modo  como  se  fabrica  el  v¿ 
blanch  conduce,  per  se,  á  obtener  una  materia  ilícita  para  el  Santo  Sacri- 
ficio, y  qué  por  tanto  pide  que  se  le  modifique  y  complete.  Y  digo  que 
conduce  p^r  se  á  dar  materia  ilícita,  porque  creo  que  en  algunos  casos, 
per  accidens,  la  da  lícita.  Porque  si  los  cosecheros  fabrican  el  vi  blanch 
al  mismo  tiempo  y  en  los  mismos  locales  en  que  elaboran  el  vino  ordi- 
nario, es  muy  probable  que  caigan  algunas  levaduras  en  el  mosto  ya 
hervido  y  frió:  levaduras  que,  pasando  las  semanas  y  los  meses,  produ- 
cirán una  fermentación,  aunque  sea  muy  lenta,  que  podrá  bastar,  á  mi 
entender,  para  que  aquel  vi  blanch  sea  materia  lícita.  (Véanse  los  núme- 
ros 34,  35,  36  y  69).  De  todos  modos  no  basta  esta  probabilidad,  sino 
que  hay  que  cerciorarse  de  que  aquel  licor  hervido  ha  fermentado,  lo 
cual  se  reconocerá  por  la  presencia  natural  de  alcohol.  Pero  lo  que  se 
puede  suponer  que  suceda  á  los  cosecheros,  no  es  fácil  concedérselo  á 
los  particulares,  sobre  todo  sacerdotes,  que  fabrican  sólo  vi  blanch  para 
la  santa  Misa,  pues  todas  las  razones  están  en  contra  de  la  ulterior  y 
necesaria  fermentación  del  mosto  cocido.  (Véanse  los  números  29  y  85). 

77.  Para  los  vinos  de  uso  corriente  el  cuánto  de  la  fermentación  varía 
considerablemente,  pues  los  secos  han  consumido  todo  su  azúcar,  los 
dulces  sólo  una  parte.  En  unos  y  otros  la  fermentación  dura  meses  y  aun 
años.  Es  un  hecho,  en  efecto,  que  el  alcohol  de  un  vino  nuevo,  que  varía 
entre  50  y  150  milésimas  de  su  peso  total,  aumenta  con  rapidez  los  días 
inmediatos  á  la  fermentación  tumultuosa;  pero  si  este  vino  se  deja  en  re- 
poso y  se  dosifica  su  alcohol,  después  de  varios  meses  se  verá  que  la 
suma  final  excede  á  la  anterior.  Y  es  que  la  acción  del  mismo  alcohol 
producido  ha  debilitado,  pero  no  extinguido,  la  actividad  diastásica  de 
la  levadura,  lo  cual  hace  que  aun  después  de  terminada  la  fermentación 
tumultuosa  y  la  inmediata  lenta,  quede  un  depósito,  siquiera  sea  peque- 
ño, de  glucosa,  que  irá  sintiendo  la  acción  del  fermento  remanente,  ya 
que  éste  no  cejará  en  su  trabajo  demoledor,  aunque  lento  y  beneficiosa 


ción  del  vino  que  ha  de  servir  en  el  santo  Altar,  pueden  sernos,  entre  otros,  el  de  San 
Remigio,  Obispo,  que  plantó  una  viña  especial  para  hacer  vino  excelente  dedicado  al 
Santo  Sacrificio;  el  de  San  Wenceslao,  Duque  de  Bohemia,  que  fabricaba  con  sus  pro- 
pias manos  el  vino,  y  limpiaba  el  trigo  que  servía  para  la  Santa  Misa.  En  un  códice 
árabe  se  lee  que  el  vino  se  ha  de  hacer  de  uvas  selectas,  que  se  expriman  con  las  ma- 
nos y  no  con  los  pies.  (Véase  Ephemer.  Liturg.,  1887,  I,  pág.  326.) 


El,   VINO   DULCE   PARA   MISAS  315 

para  el  hombre,  durante  su  vida  anaerobia  en  los  toneles  ó  en  las 
botellas. 

78.  No  hay  que  creer,  sin  embargo,  que  este  aumento  de  dosis  en  el 
alcohol  del  vino  ha  de  ser  ilimitado,  no;  en  cuanto  se  agote  la  glucosa, 
cesará  aquél;  más  aún:  aun  existiendo  una  porción  de  glucosa,  puede 
quedar  fija  y  aun  disminuir  la  dosis  del  alcohol,  ya  por  las  pérdidas  que 
inevitablemente  se  suceden  á  causa  de  la  continua  evaporación  de  aquél 
á  través  de  los  toneles  ó  de  los  tapones  de  las  botellas,  ya  también  por- 
que una  parte  de  él  se  esterifica  bajo  la  acción  de  los  ácidos  que  se  en- 
cierran en  el  vino,  y  se  aldehifica  ó  acetifica  bajo  la  influencia  del  oxígeno 
del  aire  ó  de  las  oxidasas  que  más  ó  menos  acompañan  á  los  vinos. 

79.  Hoy  es  un  hecho  corriente  la  adición  de  productos  extraños  al 
vino,  unos  para  mejorarlo,  otros  para  ocultar  sus  defectos;  es  decir,  unos 
legítimos,  desde  el  punto  de  vista  comercial  ó  higiénico,  y  otros  fraudu- 
lentos y  perjudiciales  á  la  salud.  Pero  nadie  duda  que  semejantes  caldos 
no  se  pueden  llamar  simplemente  vinos  en  todo  el  rigor  de  la  expresión; 
serán  vinos  alcoholizados,  azucarados,  glicerinados,  etc.,  es  decir,  vinos 
en  sentido  restrictivo,  no  vinos  simplemente  tales. 

80.  Claro  está  que  tratándose  de  materias  destinadas  al  consumo  or- 
dinario, poco  importa,  y  aun  tal  vez  serán  convenientes  semejantes  alte- 
raciones, siempre  que  no  sean  antihigiénicas.  Pero  en  asunto  tan  delicado 
como  el  que  dice  relación  con  la  materia  destinada  á  los  Santos  Sacra- 
mentos de  la  Iglesia,  cualquiera  alteración  profunda  substancial  la  vol- 
verá ilegítima,  y  por  poca  que  ella  sea  la  hará  ilícita,  grave  ó  levemente, 
según  el  cuánto  de  dicha  alteración.  Téngase  esto  bien  en  cuenta,  porque 
no  es  tan  raro  encontrarse  con  vinos  que  por  una  ú  otra  razón  no  hayan 
sentido  los  efectos  de  la  alteración  en  su  materia  primitiva.  ¿Cuáles  de 
estos  cambios  serán  lícitos?  ¿cuáles  ilícitos?  Esto  es  lo  que  hemos  procu- 
rado indicar  en  estas  páginas,  y  que  para  mayor  claridad  y  provecho 
resumimos  aquí  como  remate  de  esta  sencilla  exposición.  • 

§  VII 

81.  OPERACIONES  QUE  PUEDEN  HACERSE  EN   LA  FABRICACIÓN  DEL  VINO 

DE    MISAS 

1.  Pasteurizar  el  vino.  (Véase  números  29,  62.) 

2.  Concentrar  el  mosto  ó  el  vino  por  el  frío.  (Núm.  29.) 

3.  Concentrar  el  mosto  ó  el  vino  por  el  calor  suave,  acompañado  del 
vacío.  (Números  29,  85.) 

4.  Concentrar  el  mosto  por  el  calor  fuerte,  con  tal  que  después  se  le 
haga  fermentar,  añadiéndole  mosto  natural  ó  levadura  artificial.  (Nú- 
mero 29.) 

5.  Sembrar  levaduras  alcohólicas,  del  país  ó  extrañas.  (Números 
29,  32,  33,  34,  35, 36.) 


316  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

6.  Clarificar  con  clara  de  huevo,  papel  puro  ó  sílice  (lavada  con  áci- 
dos y  agua).  (Núm.  42.) 

7.  Añadir  alcohol  de  vino  puro  á  los  vinos  flojos  que  corren  riesgo 
de  corromperse,  siempre  que  se  haga  con  la  medida  y  en  la  forma  pres- 
crita por  la  Iglesia.  (Números  37,  84.) 

§  VIH 

82.  OPERACIONES  QUE  NO  SE  PUEDEN  PRACTICAR  EN  LA  ELABORACIÓN 

DEL  VINO  DE  MISAS.  (Númcros  26,  27,  28.) 

1.  El  petiotizado:  añade  azúcar  aguado  al  mosto  bueno  ó  al  del  orujo. 

2.  La  chaptalización:  añade  azúcar  aguado  al  mosto  débil,  y  para 
contrarrestar  la  acidez,  le  mezcla  carbonato  calcico. 

3.  La  gallización,  análoga  al  petiotizado:  añade  agua  y  azúcar  al 
mosto  prensado. 

4.  El  encabezamiento  del  vino  (vinage  de  los  franceses):  añade  al- 
cohol. (Véase  VIl-7  y  IX-84.) 

5.  La  scheelización:  añade  glicerina. 

6.  La  clariñcación  por  otros  medios  que  los  dichos  en  1, 6,  pues  todos 
ellos  introducen  cuerpos  extraños  permanentes. 

7.  El  enyesado:  con  el  cual  se  busca  realzar  el  color  del  vino  tinto. 

8.  El  uso  de  los  colorantes  artificiales. 

9.  El  uso  de  los  antisépticos,  que  preservan  de  la  acción  de  las  bac- 
terias. 

10.  El  tañado,  sulfitado  y  bisulfitado. 

11.  La  adición  de  agua,  fuera  del  caso  hipotético  explicado  en  el 
texto.  (Números  38,  39,  40,  41 .) 

12.  La  adición  de  glucosa,  sacarina,  etc. 

13.  La  acetificación  artificial,  mediante  el  ácido  tartárico  ó  cítrico, 
para  favorecer  la  disolución  de  la  materia  colorante  y  estorbar  la  acción 
nociva  de  las  bacterias. 

§  IX 

DOCTRINA  DE   LA   IGLESIA 

83.  La  Iglesia  en  diferentes  Concilios,  Lateranense  IV  (cap.  Flrmi- 
ter)y  Florentino  (decr.  Unionis)  y  Tridentino  (ses.  13),  definen  que  sub 
ratíone  validitaüs,  la  materia  remota  del  Santísimo  Sacramento  de  la 
Eucaristía  son  sólo  el  pan  de  trigo  y  el  vino  de  vid;  concuerda  la  tra- 
dición perpetua  de  la  Iglesia  latina  y  griega,  el  sentir  unánime  de  los 
Santos  Padres  y  teólogos  y  la  práctica  universal. 

84.  La  Iglesia  permite  añadir  á  un  vino  flojo,  que  por  lo  mismo  corre 


EL    VINO   DULCE   PARA   MISAS  317 

riesgo  de  perderse,  tanta  cantidad  de  alcohol  de  vino  puro  de  vid,  que 
el  vino  resultante  contenga  12  grados  centesimales,  adición  que  se  ha 
de  hacer  en  vino  recién  fabricado.  (S.  Off.,  30  de  Julio  de  1890).  (Véase  el 
núm.  37,  1).  Si  el  vino  en  cuestión  es  ya  naturalmente  de  mayor  gra- 
duación, se  le  puede  añadir  alcohol  vínico  puro,  hasta  que  marque  18 
grados,  á  condición  de  que  tal  adición  se  haga  apenas  termine  la  fermen- 
tación tumultuosa.  (S.  Off.,  5  aug.  1896).  (Véase  el  núm.  37,  2).  Esta  fa- 
cultad, según  el  Cardenal  Gennari  (op.  cit.,  pág.  229),  dice  relación  al 
caso  en  que  los  vinos  han  de  transportarse  á  países  lejanos,  en  cuyo 
viaje  corren  riesgo  de  corromperse.  También  tiene  aplicación  al  caso  de 
que  la  uva  de  un  país  sea  pobre  en  azúcar.  Es,  en  efecto,  interesante  á 
este  propósito  el  decreto  dado  en  25  de  Junio  de  1891  ad  Vic.  Ap.  Tche-li, 
Meridio-orient.  (A.  S.  S.,  vol.  XXIX,  pág.  573.) 

Proponía  el  Vicario  apostólico  la  adición  de  azúcar  de  caña  al  mosto 
del  país  (pobre  en  glucosa),  para  que  al  fermentar,  la  cantidad  de  alco- 
hol resultante  fuese  suficiente  para  evitar  la  corrupción  del  vino.  La  res- 
puesta fué  la  siguiente: 

«Vino  pro  Sacrosancto  Missae  Sacrificio  addendum  potius  esse  spiritum 
seu  alcool,  qui  extractus  fuerit  ex  genimine  vitis,  et  cuius  quantitas  una 
cum  ea,  quam  vinum  de  quo  agitur  naturalitcr  continet,  haud  excedat 
proportionem  duodecim  pro  centum.  Huiusmodi  veroadmixtio  fíat  quan- 
do  fermentatio,  sic  dicta  tumultuosa,  defervescere  inceperit:»  et  ad  men- 
tem: 

«La  mente  é  che  nonpotendoi  missionarii  procurarsi  da  loro  stessi  lo 
spirito  di  vino  destinándolo  dal  vino  del  paese,  ne  estraggono  il  vino, 
oppure  mescolino  l'uva  passa  coll'uva  del  paese,  faciéndola  insieme  fer- 
mentare.» 

Con  idénticas  palabras  se  contestó  en  6  de  Agosto  de  1896  al  Mustrí- 
simo  Sr.  Obispo  titular  Camacense,  auxiliar  del  Rmo.  Obispo  de  Marian- 
na  en  el  Brasil,  quien  acudió  con  igual  demanda  y  alegando  las  mismas 
razones.  (A.  S.  S.,  vol.  XXIX,  pág.  316-7.) 

85.  También  permite  condensar  el  mosto  por  evaporación  á  fuego, 
antes  de  la  fermentación  vinosa,  con  tal  que  no  se  impida  la  fermenta- 
ción, sino  que  ésta  pueda  lograrse  naturalmente,  y  en  realidad  se  obtenga. 
(S.  Off..  5  aug.  1895  y  24  maji  1908;  Acta  S.  Seáis,  vol.  XXIX,  páginas 
317,  19;  ibid,  XXXIV,  pág.  256.)  (Véase  núm.  30,  2). 

86.  La  misma  Congregación  del  Santo  Oficio  llama  la  atención  de 
los  Reverendísimos  Prelados  para  que  vigilen  y  manden  vigilar  á  sus 
subditos  diligentemente  acerca  de  las  materias,  harina  y  vino,  que  se 
utilizan  para  el  Santo  Sacrificio,  ya  que  por  la  malignidad  de  estos  tiem- 
pos apenas  hay  substancia  que,  proporcionada  por  el  comercio,  inspire 
suficiente  confianza.  (Litt.  Encycl.  S.  C.  de  Prop.  Fide,  10  martii  1861; 
S.  C.  S.  Off.,  9  julii  1881;  ibid.,  30  aug.  1901;  A.  S.  S.,  vol.  XXXIV,  pá- 
gina 318.) 


318  EL   VINO   DULCE   PARA   MISAS 

87.  Finalmente,  las  Rúbricas  del  Misal  (tít.  IV,  núm.  2)  admiten  como 
materia  válida,  aplicable  sólo  en  casos  de  necesidad  (Julio  I,  Papa,  in 
cap.  7,  dist.  2  de  Consecratione),  el  mosto:  dando  la  razón  de  que  en 
substancia  es  vino,  aunque  no  perfecto,  por  no  haber  aún  fermentado. 
(Véasenúm.  28,  (1),  2). 

§X 

88.  BIBLIOGRAFÍA    QUÍMICA   QUE   PUEDE   CONSULTARSE 

Wurtz,  Dictionn.  de  Chim.pure  et  appL,  I,  págs.  1.440-1.450;  III,  pági- 
nas 680-712;  ler  Suppl,  págs.  807-828;  2e   Suppl.,  t.  IV,  págs.  102-129. 

Dr.  J.  Konig,  Die  Untersuchung  landwirtschaftlich  und  gewerhlich 
wichtiger  Stoffe.  Berlín,  1906. 

E.  Kayser,  Microbiologit  agricole  et  industrielle.  Paris,  1909. 

F.  Hoefer,  Histoire  de  la  Physique  et  de  la  Chimie.  Paris,  1872. 
Atti  del  VI  Congresso  ínternazionale  di  Chimica  applicata.  Roma, 

1906,  vol.  IV,  Sección  6.*,  B. 

A.  Gautier,  La  Chimie  de  la  cellule  vivante.  Paris,  1899,  pág.  34  y 
siguientes. 

P.  Schutzenberger,  Traite  de  Chimie  genérale.  Paris,  1885,  vol.  IV, 
pág.  351  y  siguientes. 

E.  Boullanger,  Distillerie  agricole  et  industrielle.  Paris,  1909. 

F.  Malvezin,  Le  viellissement  ariificiel  des  vins  et  spiritueux.  Pa- 
ris, 1903. 

Pasteur,  Étude  sur  le  vin.  Paris,  1866. 

H.  Astruc,  Le  vin.  Paris,  1901. 

E.  Ozard,  La  pratique  des  fermentations  industrielles.  Paris,  1903. 

Magnier  de  la  Source,  Analyse  des  vins.  Paris,  2^  edit. 

Wagner,  Fischer  y  Gautier,  Química  industrial,  II,  pág.  766  y  si- 
guientes. Edición  española.  Valencia,  1905. 

P.  Paccottet,  Vinification.  Paris,  1908. 

E.  Pozzi-Escot,  N ature  des  diastases.  Paris,  1903;  Les  diastases  et 
leurs  applications.  Paris,  1900. 

E.  Diederich,  Uaction  diastasique  dans  les  fermentations  industriel- 
les. Paris,  1906. 

Hidalgo  Tablada,  Tratado  de  la  fabricación  de  los  vinos.  Madrid, 
1880. 

A.  Béchamp,  Les  microzymas.  París,  1883,  Conférence  6e ,  pág.  268  y 
siguientes. 

Premier  Congrés  International  du  froid.  Paris,  1908,  vol.  III,  varias 
notas. 

Eduardo  Vitoria. 


LA  INDEPENDENCIA  DE  BULGARIA 


El  día  5  de  Octubre  hizo  un  año  que  en  Tirnovo,  antigua  é  histórica 
capital  de  Bulgaria,  se  proclamó  la  independencia  búlgara,  cumplién- 
dose el  12  del  mismo  mes  la  fecha  anual  de  la  entrada  del  zar  Fernando 
en  la  nueva  capital,  Sofía.  Como  desde  entonces  periódicos  y  revistas 
han  venido  hablando  de  este  acontecimiento,  también  nosotros,  que 
escribimos  sobre  otro  hecho  simultáneo  acaecido  en  los  mismos  Balka- 
nes,  á  saber,  la  anexión  de  Bosnia  y  Herzegovina  al  imperio  austro-hún- 
garo (1),  queremos  consagrar  á  éste  algunas  líneas,  ahora  sobre  todo 
que  se  ha  celebrado  en  Tirnovo  y  en  Sofía  el  aniversario  de  la  inde- 
pendencia y  de  la  coronación  del  Zar. 

Cierto,  no  podemos  hablar  del  país  búlgaro  de  visa,  como  hablamos 
de  Bosnia  y  Herzegovina,  por  más  que  nos  habrá  faltado  muy  poco  para 
haber  podido  divisar  la  frontera  búlgara  desde  las  cumbres  que  dominan 
los  alrededores  de  Sarayevo  y  miran  hacia  Novibazar;  pero  hemos  pro- 
curado leer  lo  mejor  y  lo  más  reciente  que  sobre  aquella  región  se  ha 
escrito,  y  aun  con  ocasión  del  VI.°  Congreso  internacional  de  Psicología 
que  acaba  de  celebrarse  en  Ginebra,  hemos  podido  conocer  á  algún  lite- 
i^ato  búlgaro  y  tratar  con  bastante  intimidad  á  un  joven  simpático  de 
Macedonia,  publicista  y  muy  conocedor  del  país  búlgaro.  Dicho  sea  esto 
para  satisfacción  de  los  lectores,  á  quienes  no  se  les  ocultará  cuan  difí- 
cil es  escribir  sobre  tan  lejanas  y  no  muy  conocidas  regiones  sin  incu- 
rrir en  alguna  ligera  inexactitud  geográfica,  histórica  ó  de  apreciación. 

Y  al  hacerlo,  seguiremos  el  método  adoptado  por  algunos  escritores, 
quienes  han  examinado  la  cuestión  búlgara,  no  bajo  todos  sus  aspectos, 
sino  desde  algún  que  otro  punto  de  vista  determinado.  Así  M.  L.  Ama- 
net  en  la  Revue  Augustinienne  ha  estudiado  principalmente  el  estado  de 
Bulgaria  bajo  el  yugo  turco  y  griego;  J.  Roberkoff  en  varios  números  de 
La  Croix  ha  descrito  el  movimiento  literario  de  Bulgaria  durante  el  rei- 
nado de  Simeón  (888-927);  D.  Joaquín  de  la  Llave,  así  en  su  Conferen- 
cia dada  en  la  Real  Sociedad  Geográfica,  como  en  sus  «Notas  de  viaje», 
publicadas  hace  poco  en  Nuestro  Tiempo,  se  ha  fijado  singularmente  en 
el  aspecto  militar  y  geográfico  de  aquel'país;  D.Vicente  Vera  ha  expuesto 
en  La  Ilustración  Española  y  Americana  algunas  fases  de  la  naciona- 
lidad búlgara;  el  Sr.  Amador  (E.)  ha  hecho  en  Cultura  Española  algunas 
consideraciones  sobre  los  búlgaros,  y  antes  que  todos  ellos  M.  S.  Vai- 
Ihé  había  escrito  para  uno  de  los  grandes  Diccionarios  franceses  un  estu- 
dio muy  detenido  sobre  la  Iglesia  búlgara,  en  su  triple  aspecto  de  cismá- 
tica griega,  griega  unida  y  latina.  Nosotros,  así  como  dedicamos  un  par 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  t.  XXIII,  pág.  59. 


320  LA   INDEPENDENCIA  DE   BULGARIA 

de  artículos  á  la  anexión  de  Bosnia,  así  consagraremos  á  este  asunto  otro 
par,  para  señalar  las  principales  etapas  del  principado  y  realeza  búlgara, 
esbozar  la  figura  de  la  Gran  Bulgaria,  que  los  búlgaros  deleitosamente 
dibujan  ya  en  su  fantasía,  y  apuntar  una  de  las  soluciones  de  la  cuestión 
balkánica,  íntimamente  relacionada  con  la  de  Bulgaria.  De  este  modo 
tocaremos  lo  pasado,  lo  presente  y  lo  futuro:  lo  pasado,  brevemente  y  con 
el  principal  objeto  de  llegar  á  grandes  jornadas,  y  sin  grandes  soluciones 
de  continuidad,  hasta  nuestros  tiempos;  lo  presente,  para  consignar  el  he- 
cho de  la  independencia  y  hacer  en  pocas  palabras  su  historia;  lo  futuro 
con  más  detención,  pues,  aunque  desconocido,  ofrece  para  nosotros  más 
interés,  y  despierta  más  curiosidad  en  la  política  y  diplomacia  europea,  la 
cual  en  sus  múltiples  conjeturas,  barajando  de  mil  maneras  las  hojas  his- 
torico-geográficas  del  Mapa  de  los  Balkanes,  no  acierta  aún  á  predecir 
la  suerte  futura  de  estas  regiones.  Y  todavía  queda  dilatado  campo  de 
investigación  para  quien  quisiese  escribir  un  buen  artículo  sobre  la  Etno- 
grafía del  pueblo  búlgaro. 


LO  pasado:  PRINCIPADO  DE  BULGARIA 

El  antiguo  principado,  nuevo  reino  de  Bulgaria,  está  emplazado  en  la 
península  de  los  Balkanes.  Confina  al  Norte  con  Rumania,  formando  el 
Danubio  casi  toda  la  línea  fronteriza;  al  Este  con  el  Mar  Negro;  al  Sur 
y  Sudoeste  con  Turquía,  y  al  Oeste  con  Servia. 

Si  hemos  de  creer  al  doctor  Zenoff,  escritor  búlgaro  que  ha  publi- 
cado varios  folletos  sobre  aquellas  tierras,  ya  en  el  siglo  II  había  búl- 
garos en  dicha  región.  Según  otros,  quien  dio  nombre  á  Bulgaria  fué  un 
pueblo  de  origen  asiático  que  en  el  siglo  VII  se  estableció  en  aquella  parte 
de  los  Balkanes  y  adoptó  la  lengua  eslava,  y  hacia  el  año  669  fundó  el 
«reino  de  los  búlgaros»,  bajo  la  regencia  de  Asparuch.  Boris,  que  subió 
al  trono  en  852,  se  apoderó  de  la  Rumania  actual  y  extendió  sus  dominios 
hasta  la  Transilvania  y  Macedonia.  La  edad  de  oro,  á  lo  que  parece,  de 
las  glorias  literarias  y  militares  de  Bulgaria  fué  la  de  Simeón  (888-927), 
quien  tomó  el  título  de  Basíleus  (rey  ó  zar)  y  dilató  las  fronteras  de  su 
reino  hasta  Valaquia,  hasta  Andrinópolis  y  hasta  Corinto.  En  su  tiempo 
florecieron  y  dieron  nombre  á  Bulgaria  Constantino,  Juan  el  Exarca, 
Gregorio  Mnich  y  Tchernorizetz  Herabi,  los  mejores  literatos  que  cono- 
ció aquel  Estado  en  la  Edad  antigua  y  media. 

En  tiempo  de  su  hijo,  el  zar  Pedro  (927-969),  comenzó  la  era  de  la 
decadencia;  Pedro  fué  derrotado  por  el  rey  Nicéforo  Focas  y  por  los 
rusos  deSviatoslav,  que  invadieron  sus  estados.  De995  á  1018  fué  la  época 
de  las  desesperadas  luchas  que  Bulgaria  tuvo  que  sostener  con  los  bi- 
zantinos: en  la  quinta  campaña  quedó  sometida  al  imperio  de  Bizancio. 


LA    INDEPENDENCIA    DE   BULGARIA  321 

Y  aunque  á  principios  del  siglo  XIII  ó  fines  del  XII,  bajo  el  reinado  de 
Isaac  II,  dos  boyardos  ó  nobles,  Juan  y  Pedro  Asen,  lograron  libertar  á 
su  país  de  la  sujeción  á  los  Emperadores  de  Oriente  y  formar  una  dinas- 
tía propia,  otra  vez  en  1391  fué  dominado  por  los  turcos  otomanos;  pe- 
sado yugo  que  ha  tenido  que  soportar  hasta  nuestros  días.  Solamente 
en  el  siglo  XVIII,  cuando  la  Puerta  extremó  sus  procedimientos  de  rigor, 
Bulgaria  pidió  el  auxilio  de  Rusia,  y  Catalina  II,  que  había  conseguido 
varios  triunfos  contra  el  turco,  se  declaró  protectora  de  todos  los  cris- 
tianos habitantes  en  el  imperio  de  los  Sultanes. 

Á  principios  del  siglo  XIX,  gracias  á  los  escritos  de  Paisii  y  de  So- 
poni,  comenzó  el  sol  á  brillar  sobre  los  campos  de  Bulgaria  con  más  es- 
plendores de  gloria  literaria,  y  lisonjeras  auras  de  esperanza  y  liberación 
orearon  por  un  momento  aquellos  campos,  cuando  los  herzegovinos,  her- 
manos de  lengua  y  cristianos  como  ellos  en  religión,  se  levantaron  de- 
nodadamente contra  los  turcos.  Pronto  se  disiparon  tan  halagüeñas  ilu- 
siones, porque  como  los  búlgaros  secundaran  la  acción  de  Bosnia  y 
Herzegovina  contra  Turquía,  la  Puerta  envió  á  Bulgaria  unos  cuantos 
batallones  que  cometieron  verdaderos  horrores,  conocidos  con  el  nombre 
de  massacres  ó  matanzas  de  Bulgaria.  Cuentan  que  pasaron  de  15.000  los 
muertos  y  de  100  las  aldeas  destruidas.  Proceder  tan  inhumano  excitó  las 
iras  de  Rusia,  que  declaró  la  guerra  á  Turquía. 

Era  el  año  de  1876  cuando  el  ejército  ruso,  atravesando  el  Danubio, 
llegó  á  las  puertas  de  Plewna,  la  gran  fortaleza  de  los  turcos  en  Bul- 
garia, cerca  de  Tirnovo.  Las  tropas  de  Osmán  Bajá  rechazaron  por  tres 
veces  los  ataques  de  los  rusos;  pero  éstos  al  ñn,  con  la  cooperación  de 
los  rumanos,  consiguieron  tomar  la  fortaleza;  con  esto  terminó  la  guerra, 
y  en  virtud  del  Tratado  de  San  Estéfano  se  formó  la  Gran  Bulgaria^  la 
cual,  aunque  no  llegó  á  ser  reino,  sino  sólo  principado,  abarcaba  en 
extensión  la  Bulgaria  propiamente  dicha,  la  RumeHa  oriental  y  la 
Macedonia,  hasta  el  Mar  Egeo.  El  Congreso  de  Berlín  modiñcó  nota- 
blemente las  cláusulas  de  este  Tratado  relativas  á  Bulgaria,  quitán- 
dole toda  la  parte  de  Macedonia,  desde  Bellova  hasta  Salónica  y  orillas 
del  Vistriza.  La  Macedonia  volvió  á  ser  provincia  de  Turquía,  y  tam- 
bién la  Rumelia  oriental  quedó  como  tal,  bien  que  regida  ésta  por  un 
gobernador  cristiano,  nombrado  para  seis  años  por  el  Sultán. 

El  29  de  Abril  de  1879  se  reunió  en  Tirnovo  la  asamblea  de  notables 
búlgaros,  y  fué  elegido  príncipe  de  Bulgaria,  con  el  nombre  de  Alejandro  ¡, 
el  príncipe  de  Battenberg.  Nació  en  Verona  el  5  de  Abril  de  1857,  y  con- 
taba á  la  sazón  veintidós  años;  era  el  tercer  hijo  del  príncipe  Alejandro 
Emilio  de  Hesse,  casado  éste  morganáticamente  con  la  condesa  Julia  de 
Haucke,  y  era  también  sobrino,  por  parte  de  la  Zarina,  de  Alejandro  II, 
Emperador  de  Rusia.  El  Príncipe  aceptó  al  principio  la  tutela  rusa,  cuyo  in- 
flujo pronto  se  hizo  sentir,  como  que  eran  rusos  el  Ministro  de  la  Guerra 
y  gran  parte  de  la  oficialidad  del  ejército  búlgaro.  Este  influjo  rusófilo  se 


322  LA   INDEPENDENCIA   DE    BULGARIA 

notó  singularmente  en  1881,  cuando  el  Príncipe  fué  á  los  funerales  de 
Alejandro  II,  y  al  volver  ordenó  que  se  suspendiera  el  régimen  constitu- 
cional y  parlamentario,  sustituyéndolo  con  el  autocrático  al  estilo  de 
Rusia.  Estas  manifestaciones  de  afecto  á  Rusia  no  le  bastaron,  sin  em- 
bargo, para  llegar  á  ser,  como  ahora  se  dice,  persona  grata  á  su  primo 
Alejandro  III;  eso  sí,  fueron  más  que  suficientes  para  enajenarse  las  vo- 
luntades y  simpatías  de  muchos  "búlgaros,  que  veían  con  malos  ojos  la 
ingerencia  rusa.  La  situación  de  Alejandro  de  Bulgaria  se  hacía  cada  vez 
más  insostenible,  no  hallando  como  no  hallaba  apoyo  ni  en  los  búlgaros 
ni  en  los  rusos;  decidióse,  pues,  á  dar  un  golpe  de  Estado,  despidiendo  á 
todos  los  jefes  rusos,  excepto  al  Ministro  de  la  Guerra,  y  llamando  para 
la  presidencia  del  Consejo  de  Ministros  á  Karaveloff,  con  el  fin  de  resta- 
blecer la  constitución  de  1879. 

Así  continuaron  las  cosas  hasta  1885.  Este  año  ocurrió  un  suceso  tras- 
cendental. La  Rumelia  oriental,  que  nunca  dejó  de  mostrar  su  afecto  á 
Bulgaria,  creyó  llegado  el  momento  de  realizar  sus  aspiraciones  rom- 
piendo sus  lazos  con  Turquía  y  uniéndose  á  Bulgaria,  y  el  17  de  Se- 
tiembre se  levantó  en  armas  contra  el  gobernador  turco  Gabriel  Pacha, 
y  se  dio  en  Filipópolis,  capital  de  la  Rumelia,  el  grito  de  ¡viva  el  príncipe 
Alejandro!  El  gobernador  nombrado  por  el  Sultán  fué  expulsado  y  en- 
viado á  Constantinopla,  y  sin  efusión  de  sangre,  fué  proclamada  la  unión 
de  la  Rumelia  á  Bulgaria;  el  20  se  leyó  en  Tirnovo  una  proclama  en  que 
Alejandro  I  se  titulaba  «príncipe  de  las  dos  Bulgarias».  El  golpe  era 
atrevido  y  demasiado  ruidoso  para  no  alarmar  á  las  potencias,  como- 
quiera que  alteraba  una  de  las  cláusulas  del  Tratado  de  Berlín.  Y  real- 
mente protestaron  Turquía,  Servia  y  Grecia,  y  señaladamente  Rusia,  que 
incitó  á  Turquía  á  reconquistar  su  provincia  rebelde;  pero  Inglaterra  in- 
fluyó en  favor  de  Bulgaria  y  no  estalló  la  guerra.  Con  todo,  el  Zar  mandó 
llamar  al  Ministro  de  la  Guerra  de  Bulgaria,  que  era  ruso,  y  á  toda  la  ofi- 
ciaHdad  rusa  que  aún  permanecía  en  aquellos  dominios. 

Pero  lo  que  no  hizo  Turquía  hízolo  Servia.  El  rey  Milano,  alegando 
que  se  alteraba  el  statu  quo  de  los  Balkanes,  y  aprovechando  la  circuns- 
tancia de  que  los  búlgaros  habían  dejado  desguarnecida  la  frontera 
servia,  por  atender,  como  era  natural,  al  otro  extremo  de  la  frontera 
turca  de  la  Rumelia,  declaró  la  guerra  á  Bulgaria  el  14  de  Noviembre,  é 
invadió  con  sus  tropas  el  principado.  Mas  éste  movilizó  las  suyas  con 
tal  rapidez  que,  mandadas  por  el  mismo  príncipe  Alejandro, derrotaron  á 
los  servios  en  Sliwnitza,  y,  tomando  la  ofensiva,  invadieron  á  su  vez  la 
Servia,  batieron  al  enemigo  en  Pirot  y  hubieran  proseguido  su  marcha 
victoriosa  hasta  Belgrado,  á  no  haber  tropezado  con  el  veto  de  las  po- 
tencias y  con  el  de  Austria  en  especial,  que  las  amenazó  con  la  inter- 
vención armada  si  pasaban  adelante.  Firmóse,  pues,  un  armisticio  el  2 
de  Diciembre,  como  preliminar  del  Tratado  de  paz  celebrado  en  Bu- 
carest  el  3  de  Marzo  de  1886,  al  que  poco  después  se  siguió,  á  petición 


LA   INDEPENDENCIA   DE    BULGARIA  323 

de  Rusia,  una  conferencia  en  Constantinopla.  La  conclusión  de  todo  fué 
que  el  príncipe  Alejandro,  juntamente  con  Bulgaria,  gobernara  por  cinco 
años  la  Rumelia. 

Fué  ésta  una  señalada  victoria  para  el  ejército  búlgaro,  por  el  heroísmo 
de  sus  tropas  y  por  la  táctica  de  sus  improvisados  oficiales,  pues  con  la 
retirada  de  los  oficiales  rusos  el  ejército  había  quedado  casi  acéfalo. 
Este  hecho,  con  ser  y  todo  tan  glorioso  para  el  Príncipe,  no  fué,  sin  em- 
bargo, bastante  á  ganarle  el  entusiasmo  de  todos  sus  subditos;  y  era 
porque  había  dos  bandos  rivales  con  tendencias  antitéticas:  el  rusófilo, 
manejado  por  las  intrigas  de  Rusia,  cuyos  ejecutores  eran  Zarakoff, 
agregado  militar  en  Sofía,  y  Karaveloff,  y  el  rusófobo,  más  numeroso  y 
popular,  representado  por  Estambuloff.  Tanto  pudieron  los  rusófilos, 
que  antes  de  un  año,  el  20  de  Agosto  de  1886,  hubo  un  pronunciamiento 
en  Pernik,  y  al  grito  de  ¡viva  Rusia!,  los  revolucionarios  se  dirigieron  á 
Sofía,  penetraron  en  el  palacio  del  Príncipe  y  le  obligaron  á  abdicar  y 
salirse  del  país:  Karaveloff  quedó  al  frente  del  Gobierno  provisional. 

Pero  tampoco  se  durmió  Estambuloff,  quien  sin  pérdida  de  tiempo 
promovió  la  contrarrevolución  en  Tirnovo,  y  al  frente  de  las  tropas  rume- 
liotas  entró  en  Sofía,  derribó  á  Karaveloff  y  telegrafió  al  príncipe  de 
Battenberg,  que  se  hallaba  en  Darmstadt  (Alemania).  Alejandro  volvió 
inmediatamente  á  Bulgaria,  se  presentó  en  Rustchuk,  y  el  día  3  de  Sep- 
tiembre hizo  su  entrada  triunfal  en  Sofía,  aclamado  por  el  pueblo  y 
el  ejército,  desde  donde  se  apresuró  á  telegrafiar  al  Zar  de  Rusia;  éste, 
por  toda  respuesta,  le  contestó  que  abdicara,  y,  en  efecto,  Alejandro  ab- 
dicó definitivamente,  y  cuatro  días  después,  el  7  de  Septiembre,  se  retiró 
al  lado  de  su  padre,  que  estaba  en  el  castillo  de  Jungenheim,  cerca  de 
Francfort,  en  Alemania.  En  1888  se  casó,  según  el  rito  católico,  con  una 
vienesa,  tomó  su  antiguo  título  de  Conde  de  Hartmann  y  se  naturalizó 
en  Austria.  En  1891  ingresó  en  el  ejército,  obteniendo  el  mando  de  un  re- 
gimiento, cargo  que  le  duró  sólo  dos  años,  pues  en  1893  murió  en  Gratz: 
su  cuerpo  fué  trasladado  á  Bulgaria  y  sepultado  en  Sofía.  Al  renunciar  y 
retirarse  Alejandro  de  Battenberg,  se  había  formado  en  Bulgaria  un 
triunvirato  de  regencia  por  Estambuloff,  Karaveloff  y  Mutkusoff.  Habían 
pasado  algunos  meses,  y  la  asamblea  de  notables,  reunida  en  Tirnovo, 
eligió  príncipe  de  Bulgaria  á  Waldemar  de  Dinamarca;  pero  el  Príncipe 
danés  no  lo  aceptó,  por  lo  que  ofrecieron  la  regencia  del  principado  al 
joven  Fernando  de  Sajonia-Coburgo. 

11 

LO  presente:  del  principado  á  la  realeza 

Fernando  de  Sajonia-Coburgo  nació  en  Viena  el  26  de  Febrero 
de  1861.  Su  abuelo,  el  duque  Fernando  de  Coburgo  Saelfeld,  se  casó 
en  1816  con  una  rica  princesa  de  Hungría,  María  Antonieta  de  Cohary, 


324  LA   INDEPENDENCIA   DE   BULGARIA 

se  estableció  en  la  capital  de  Austria  y  á  los  dos  años  de  su  matrimonio 
entró  en  el  seno  de  la  Iglesia  católica  romana.  El  segundo  hijo  del 
Duque,  Fernando  de  Coburgo  Cohary,  contrajo  matrimonio  en  1843  con 
la  princesa  Clementina  de  Orleans,  y  de  este  enlace  matrimonial  nació 
el  actual  Zar  de  Bulgaria.  Fué  educado  en  sus  primeros  años  en  el  pala- 
cio de  sus  padres  en  Viena;  á  los  diez  y  siete  años  fué,  en  compañía  de  su 
hermano  mayor,  al  Brasil;  vuelto  á  Europa,  fué  enviado  en  1883,  en  repre- 
sentación de  su  casa,  á  la  coronación  de  Alejandro  III  de  Rusia;  prestó 
algún  tiempo  servicio  en  un  regimiento  de  húsares  austríaco,  y  lo  res- 
tante lo  pasó  al  lado  de  su  madre  en  el  palacio  de  Viena  y  en  el  castillo 
de  Ebenthal. 

En  1886,  cuando  Fernando  tenía  veinticinco  años,  recibió  la  visita  de 
la  Comisión  búlgara  que  venía  á  ofrecerle  la  jefatura  del  principado. 
Con  este  motivo  celebráronse  varias  conferencias  privadas  por  ambas 
partes  y  con  algunos  Gobiernos  de  Europa.  Turquía  y  Rusia  parece  que 
se  oponían  á  reconocerle  como  tal;  pero  contaba  con  el  apoyo  de  Ale- 
mania y  Austria,  y  las  negociaciones  diplomáticas,  hábilmente  conduci- 
das por  su  madre,  hicieron  también  que  Inglaterra  le  prestara  decidido 
apoyo;  así  que  cuando  la  Sobranié  búlgara,  en  sesión  de  7  de  Julio 
de  1887,  le  eligió  por  unanimidad  de  votos  Príncipe  de  Bulgaria,  Fer- 
nando contestó  que  estaba  dispuesto  á  consagrar  su  vida  á  la  salvación 
y  felicidad  del  pueblo  búlgaro,  con  tal  que  la  Puerta  ratificase  su  elec- 
ción. Turquía  no  se  dio  priesa  en  responder,  pero  ni  Fernando  aguardó 
á  tener  contestación,  seguro  de  que  las  potencias  no  pondrían  dificulta- 
des, y  preparó  su  marcha  para  Sofía,  entrando  en  ella  el  22  de  Agosto 
de  1887.  El  Príncipe  no  fué  cumplimentado  por  los  representantes  de  las 
potencias  extranjeras,  pero  fué  aclamado  por  todo  el  pueblo. 

Á  los  seis  años,  es  decir,  el  día  20  de  Abril  de  1893,  el  Arzobispo  de 
Luca  bendijo  en  el  castillo  de  Pianore,  cerca  de  Viareggio,  su  enlace  con 
la  princesa  María  Luisa  de  Borbón-Parma.  Según  un  artículo  de  la 
Constitución  búlgara,  el  sucesor  del  trono  debía  pertenecer  á  la  religión 
griega  ortodoxa,  mas  como  el  Príncipe  y  la  Princesa  eran  católicos  ro- 
manos, Estambuloff,  Presidente  del  Consejo  de  Ministros,  se  encargó  de 
conseguir  que  la  Sobranié  modificase  ese  artículo,  estableciendo  que  los 
hijos  nacidos  de  este  matrim.onio  estaban  dispensados  de  pertenecer  á 
dicha  religión,  bien  que  no  los  hijos  de  la  generación  siguiente. 

El  30  de  Enero  de  1894  nació  el  heredero  del  trono,  príncipe  Boris, 
que  fué  bautizado  el  4  de  Febrero  por  Mgr.  Menini,  Vicario  apostólico  de 
Filipópolis.  Protestaron  muchos  Obispos  ortodoxos,  y  aun  se  negaron  á 
nombrar  á  Fernando  en  las  preces  públicas,  porque  seguía  siendo  cató- 
lico romano  y  hacía  también  bautizar  al  heredero  en  la  Iglesia  católica 
romana.  A  estas  protestas  contestó  Estambuloff  condenando  á  tres  años 
de  prisión  al  metropolitano  ortodoxo  Mgr.  Clemente,  por  la  intemperan- 
cia de  su  lenguaje  contra  el  Príncipe:  lo  que  produjo  naturalmente  cierta 


LA    INDEPENDENCIA   DE    BULGARIA  325 

tirantez  de  relaciones,  y  Estambuloff  hubo  de  dimitir  á  los  pocos  meses. 
Desde  entonces  comenzó  á  prevalecer  el  influjo  de  Rusia,  tanto,  que 
poco  después  aparece  Mgr.  Clemente  á  la  cabeza  de  una  Comisión  búl- 
gara enviada  á  Rusia  á  dar  satisfacción  al  Zar  por  la  conducta  ingrata 
que  el  principado  había  observado  con  sus  libertadores  rusos;  el  mismo 
Fernando  consintió  dos  años  después  que  el  Príncipe  heredero  fuese  con- 
firmado en  la  iglesia  ortodoxa  por  el  exarca  José,  en  presencia  de  todos 
los  metropolitanos  búlgaros  y  de  un  enviado  extraordinario  de  Rusia.  Con 
esto  rompió  los  lazos  que  le  unían  á  la  Iglesia  católica  romana;  añádase 
que  después  de  la  muerte  de  su  primera  esposa,  acaecida  el  19  de  Enero 
de  1899,  dejándole  cuatro  hijos,  Fernando  contrajo  segundas  nupcias  el 
día  1.°  de  Marzo  de  1908,  en  el  castillo  de  Osterstein,  con  la  princesa 
Leonor  de  Reuss-Kostutz,  de  la  dinastía  y  casa,  luterana  en  religión. 

Por  lo  que  hace  á  las  relaciones  de  Bulgaria  con  Turquía,  cierto  que 
Abdul-Hazid  confirmó  á  Fernando  en  su  jefatura  de  Príncipe  de  Bul- 
garia y  gobernador  general  de  la  Rumelia;  pero  esto  no  bastaba 
para  satisfacer  los  deseos  del  Príncipe  y  del  principado,  ansiosos  de 
recabar  su  completa  independencia.  El  12  de  Septiembre  de  1908  el  Mi- 
nistro de  Negocios  Extranjeros  de  Turquía  dirigió  una  invitación  á  los 
diplomáticos  extranjeros  residentes  en  Constantinopla,  y  prescindió  del 
Comisario  Imperial  otomano,  Guechoff,  representante  de  Bulgaria,  dán-^ 
dolé  á  entender  que  la  Puerta  seguía  considerando  á  Bulgaria  como  tri- 
butaria suya.  Esto  ofendió  á  los  búlgaros  y  Guechoff  se  retiró  de  Cons- 
tantinopla. 

Sólo  habían  pasado  algunos  días,  cuando  á  este  incidente  sucedió 
otro  más  grave,  casual  ó  artificiosamente  preparado.  La  vía  férrea,  que 
partiendo  de  Estambul  pasa  por  Filipópolis  en  dirección  á  Sofía,  perte- 
nece á  Turquía  ó  Compañía  de  ferrocarriles  orientales,  desde  Bizancio 
hasta  Bellova,  pequeña  estación  dentro  del  territorio  búlgaro,  unos  100 
kilómetros  antes  de  llegar  á  Sofía;  desde  Bellova  hasta  la  frontera  servia 
la  línea  es  propiedad  del  Gobierno  búlgaro.  El  18  de  Septiembre  los  em- 
pleados de  la  Compañía  se  declararon  en  huelga,  pidiendo  aumento  de 
salario,  y  la  circulación  de  trenes  quedó  interrumpida.  Y  mientras  el 
Gobierno  turco  gestionaba  con  la  Compañía  la  solución  del  problema,  el 
Gobierno  de  Sofía  determinó  que  si  continuaba  la  huelga,  tomaría  pose- 
sión de  la  vía  férrea  que  se  extiende  dentro  de  su  territorio,  porque  la 
seguridad  del  país  no  le  permitía  dejar  ese  trozo  de  ferrocarril  en  manos 
extranjeras.  Fernando  se  hallaba  á  la  sazón  en  Budapest,  escuchando 
los  brindis  del  emperador  Francisco  José;  y  antes  que  el  Príncipe 
búlgaro  abandonara  la  capital  de  Hungría,  ya  sus  consejeros  habían 
ordenado  ocupar  militarmente  el  trozo  búlgaro  del  ferrocarril. 

Protestó  la  Puerta,  mas  Fernando  se  disculpó  con  su  Gobierno,  el 
cual  mientras  tanto  había  movilizado  su  ejército,  manifestando  que  es- 
taba dispuesto  á  todo.  Y  en  efecto,  Bulgaria  juzgó  oportuno  el  momento 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXVI  22 


326  LA   INDEPENDENCIA  DE   BULGARIA 

para  desligarse  por  completo  de  Turquía  y  proclamar  su  independencia. 
Hízolo  así  el  5  de  Octubre,  cuando  Fernando  entró  por  las  puertas  de 
Tirnovo  y  fué  proclamado  Zar  de  Bulgaria.  De  Tirnovo  volvió  el  Zar  el 
12  del  mismo  mes  á  Sofía,  á  cuya  entrada  se  elevaba  un  arco  triunfal  con 
corona  de  rey;  allí  se  detuvo,  y  sin  bajar  de  su  caballo,  oyó  el  discurso  del 
Alcalde,  quien,  conforme  al  uso  eslavo,  le  ofreció  el  pan  y  la  sal  tradi- 
cionales. 

En  medio  de  entusiastas  aclamaciones,  la  comitiva  regia  siguió  su 
marcha  hasta  la  plaza  del  Parlamento,  cerca  de  la  estatua  ecuestre 
levantada  en  honor  del  Zar  libertador,  Alejandro  II  de  Rusia:  esperábanle 
de  uniforme  los  voluntarios  de  la  guerra  ruso-turca,  los  heroicos  defen- 
sores del  paso  de  Chipka.  Al  discurso  de  uno  de  estos  «opattchenzi»  res- 
pondió el  Zar  diciendo  cuan  grande  era  la  gratitud  del  pueblo  búlgaro 
para  con  ellos  y  para  con  el  emperador  Alejandro  II,  y  añadió:  «Fieles  á 
las  tradiciones  de  nuestros  abuelos  y  al  testamento  del  Zar  libertador, 
hemos  confirmado  con  el  acto  de  5  de  Octubre  la  independencia  del  Es- 
tado creado  por  el  Zar  de  Rusia.»  Luego  se  dirigió  á  la  catedral  ortodoxa, 
San  Kral,  á  cuyas  puertas,  bajando  del  caballo,  abrazó  al  Obispo  cismá- 
tico, y  después  de  oir  su  discurso  y  haber  asistido  al  Te  Deum,  volvió  á 
palacio.  Los  festejos  continuaron  hasta  las  altas  horas  de  la  noche  para 
conmemorar  el  restablecimiento  del  antiguo  reino  de  Bulgaria.  Con  esto 
quedó  el  principado  erigido  en  reino  y  Fernando  coronado  con  la  co- 
rona de  Zar. 

III 

LO  futuro:  de  Bulgaria  á  la  gran  Bulgaria 

La  independencia  actual  no  es  ciertamente  el  término  de  las  aspiracio- 
nes de  Bulgaria:  los  búlgaros  aspiran  á  la  Gran  Bulgaria.  ¿En  qué  se  fun- 
dan ellos  para  esperarlo  ó  nosotros  por  suponerlo?  El  Tratado  de  San 
Estéfano  extendió  las  fronteras  de  Bulgaria  hasta  el  mar  Egeo,  esto  es, 
agregó  á  Bulgaria  la  Rumelia  y  Macedonia:  he  ahí  la  Gran  Bulgaria.  Este 
hecho  ha  sido  y  será  para  los  búlgaros  una  razón  histórica  de  no  poco  peso 
para  realizar— si  pueden— algún  día  ese  ideal  por  ellos  tan  acariciado. 
La  traslación  misma  de  la  capital,  de  Tirnovo  á  Sofía,  parece  indicar  que 
está  hecha,  entre  otros  fines,  con  esa  finalidad;  porque  así  como  aquélla 
era  y  es  el  punto  céntrico  de  Bulgaria,  ésta  lo  es  y  sería  de  la  Gran  Bul- 
garia. Añádase  que  los  búlgaros  no  pierden  ocasión  de  extender  su  in- 
flujo por  Macedonia.  Desde  luego  obtuvieron  del  Sultán  la  creación  de 
varios  Obispados  búlgaros  en  aquella  región,  como  el  de  Melnik,  Es- 
trumnitza  y  algún  otro,  con  el  establecimiento  de  agentes  comerciales 
en  Monastir.  Para  hacer  más  eficaz  su  predominio  en  ella,  la  han  dividido 
en  varias  circunscripciones  escolares:  Ochrida,  Dibra,  Monastir,  etc. 


LA   INDEPENDENCIA   DE   BULGARIA  327 

Mas  para  apreciar  si  es  realizable  y  en  qué  grado  el  ideal  búlgaro, 
hay  que  tener  presente  la  aspiración  de  Grecia,  Servia  y  Austria  á  Ma- 
cedonia.  Repetidas  veces  se  ha  escrito  que  servios  y  griegos  resuelven 
la  cuestión  macedónica,  dividiendo  esta  provincia  en  tres  partes:  una 
para  los  búlgaros  y  las  otras  dos  para  ellos,  respectivamente;  pero  que 
los  búlgaros  la  resuelven  diciendo  que  Macedonia  debe  permanecer  una 
y  entera,  razón  por  la  que  ha  dicho  Mr.  Rene  Piñón  que  «en  este  mo- 
derno juicio  salomónico  Bulgaria  aparece  como  la  verdadera  madre». 
Estas  apreciaciones  nos  parecen  hoy  inexactas.  Al  resolverse  la  cuestión 
macedónica  no  creemos  que  esta  región  permanecerá  una  y  entera,  sino 
que  será  dividida,  mas  no  en  todas  esas  partes,  ni  en  esas  solas  ni  de  ese 
modo.  Veámoslo: 

Macedonia  lleva  ante  todo  el  sello  helénico.  El  helenismo  fué  eí  que 
cual  ningún  otro  factor  extraño  influyó  en  la  antigüedad  en  esta  parte  de 
los  Balkanes.  Realmente,  las  clásicas  tradiciones  griegas,  sus  cantos  idíli- 
cos, los  discursos  de  sus  oradores,  las  escuelas  de  sus  filósofos,  los  acen- 
tos bélicos  de  sus  guerreros  y  la  celebridad  de  sus  personajes  históricos, 
en  una  palabra,  la  Grecia  antigua,  con  su  abolengo,  con  sus  dinastías  ma- 
cedónicas y  con  el  brillo  de  sus  glorias  literarias,  llena  y  rebasa  las  fron- 
teras de  Macedonia.  En  la  Edad  Media,  Grecia  fundó  en  ella  escuelas  he- 
lénicas, y  aun  al  comenzar  el  primer  tercio  del  siglo  XIX  las  había  en  gran 
número,  lo  que  ha  hecho  exclamar  á  Kallostypi,  escritor  griego  de  nues- 
tros tiempos:  «Macedonia  es  la  hija  digna  de  Aristóteles».  ¿Qué  extraño, 
pues,  que  los  griegos  hayan  conservado  vivas  las  esperanzas  de  formar 
con  sus  vecinos  de  Macedonia  un  solo  Estado?  Y  tan  grandes  debieron 
de  ser  estas  esperanzas,  que  en  la  carta  etnográfica  de  Grecia  y  Turquía 
presentada  por  el  Syllogos  de  los  Estudios  griegos  de  Atenas,  los  límites 
helénicos  están  trazados  de  modo  que  abarcan  una  gran  parte  de  Mace- 
donia. «Macedonia,  ha  dicho  el  citado  escritor,  es  el  fundamento  de  la 
Helada  unida  y  grande;  Macedonia  es  el  baluarte  de  la  libertad  griega.» 

Lástima  que  tan  bellas  concepciones  no  ofrezcan  hoy  por  hoy  nin- 
guna probabilidad  de  realizarse.  Los  tiempos  han  cambiado  tanto,  que  el 
antiguo  esplendor  griego  ha  sufrido  un  eclipse  total,  y  la  debilidad  de 
Grecia  es  cada  vez  mayor.  El  movimiento  patriótico  de  1897  no  fué  po- 
tente para  anexionarse  la  isla  de  Creta,  como  no  lo  ha  sido  el  de  1909, 
y  si  entonces  salió  Grecia  descalabrada  en  los  campos  de  Larisa,  ahora 
ha  recibido  una  humillación  diplomática:  ambos  contratiempos  de  parte 
de  Turquía.  Si  á  esto  se  añade  que  dentro  del  mismo  reino  helénico  ha 
habido  estos  días  pronunciamientos  militares,  fácilmente  se  compren- 
derá que  Grecia  no  está  á  la  sazón  para  pensar  en  expansiones  territo- 
riales por  Macedonia,  en  las  que  necesariamente  tendría  que  habérselas 
con  la  Puerta. 

Así  como  Grecia  presenta  para  la  formación  del  panhelenismo  mace- 
dónico los  títulos  de  abolengo,  así  el  pueblo  servio,  «el  músico  y  el  can- 


328  LA   INDEPENDENCIA   DE   BULGARIA 

tor  de  la  raza  eslava»,  que  dice  un  escritor,  ha  soñado  muclio  tiempo  en 
la  formación  de  la  üran  Servia.  ¿Qué  motivos  podría  alegar  para  tamaña 
empresa?  ¿Títulos  de  raza?  Cierto  que  la  numerosa  población  servia 
esparcida  por  Bosnia  y  Herzegovina,  por  Bulgaria,  por  Montenegro,  por 
Macedonia,  etc.,  sirve  de  base  á  los  cálculos  y  aspiraciones  de  Servia; 
pero  este  título  que  siempre  puede  serlo  de  unión  y  solidaridad,  no  puede 
ella  utilizarlo  hoy,  como  en  seguida  se  verá,  para  su  hegemonía  de  la 
Gran  Servia.  ¿Superioridad  y  diferencia  de  población?  Mucho  menos; 
tan  reducida  es  ella,  que  si  los  otros  Estados  son  pequeños,  el  suyo 
apenas  pasa  de  dos  millones  y  medio  de  habitantes,  siendo  mayor  en 
extensión  Bosnia -Herzegovina,  y  notablemente  mayor  la  población  y 
extensión  de  Bulgaria. 

No  deja  de  llamar  la  atención  que  la  pequeña  Servia  tenga  esas  pre- 
tensiones de  Gran  Servia.  Ofrécesenos  que  comenzó  á  acariciar  esta  idea 
cuando  en  el  Tratado  de  Berlín  fué  ella  la  favorecida  con  el  título  de  reino, 
aventajando  en  esto  á  Macedonia,  Bosnia  y  Herzegovina,  que  quedaron 
como  meras  provincias,  y  aun  á  Montenegro  y  Bulgaria,  que  no  pasaron 
de  la  categoría  de  principados.  Sin  duda  que  para  estas  fechas  habrá 
abierto  los  ojos  para  ver  la  realidad  sin  ilusiones  ópticas,  tal  y  como  es 
en  sí.  Porque  sobre  no  haberse  acreditado  Servia  de  muy  serena  y  repo- 
sada, ni  en  la  cuestión  turco-búlgara  de  1885,  ni  en  la  anexión  de  Bos- 
nia al  imperio  austríaco  en  1908,  resulta  que  aquellas  dos  provincias  — 
Bosnia  y  Herzegovina— han  pasado  á  ser  definitivamente  austríacas;  que 
Bulgaria  es  ya  reino  y  reino  mucho  más  fuerte  que  ella;  que  Montenegro 
está  próximo  á  erigirse  en  reino,  si  hemos  de  creer  á  las  agencias  tele- 
gráficas, según  las  cuales  las  potencias  signatarias  del  Tratado  de  Ber- 
lín piensan  honrar  al  príncipe  de  Montenegro  en  el  cincuentenario  de  su 
gobierno  con  el  título  de  Rey,  y  que  para  Macedonia  —  otra  vez  Mace- 
donia—queda,  además  de  Bulgaria,  otro  pretendiente  aun  más  fuerte:  el 
imperio  austro-húngaro.  Por  tanto,  no  puede  Servia  contar  con  la  coo- 
peración de  estas  provincias  ó  Estados  para  erigirse  en  Gran  Servia. 
Quisiera  ella  para  sí  las  probabilidades  que  tiene  Austria  para  intervenir 
en  Macedonia. 


Por  de  contado,  Austria  no  puede  ocultar  sus  aspiraciones  al  puerto 
de  Salónica.  Y  es  así,  que  no  teniendo  más  salidas  marítimas  que  algunos 
puertos  del  Adriático,  hace  algún  tiempo  que  su  Drang  nach  Osten  se 
va  torciendo  hacia  el  Sur-Drang  nach  Süd:  ahí  está  el  último  hecho,  la 
anexión  de  Bosnia,  que  está  señalando  el  camino  de  Salónica;  tanto  más, 
cuanto  que  Austria  tiene  ya  construida  la  vía  férrea  que  conduce  de 
Sarayevo  á  Novibazar;  es  decir,  hasta  cerca  de  Mitróvitza,  á  donde  llega 
el  ferrocarril  de  Salónica.  Verdad  es  que  el  Gobierno  austríaco  ha  dicho 
no  ser  su  intención  extender  sus  fronteras  más  allá  de  Bosnia,  y  en  prueba 


LA   INDEPENDENCIA   DE   BULGARIA  329 

de  ello  ha  retirado  las  tropas  que  ocupaban  la  Rascia;  pero  también  lo 
es  que  al  mismo  tiempo  se  ha  apresurado  á  dejar  terminada  la  vía  férrea 
que  la  atraviesa;  y  no  hay  para  qué  decir  que  siendo  ésta  propiedad  suya 
alegará  títulos  más  que  suficientes  para  intervenir  cuando  le  plazca  en 
aquella  región.  Por  consiguiente,  Austria  ejerce  como  nación  su  influjo 
real  y  verdadero  más  allá  de  Bosnia;  este  influjo  por  ahora  no  pasa  de 
Novibazar;  pero  todo  parece  indicar  que  pasará. 

Por  de  pronto,  en  la  persuasión  de  todos  está  que  el  sueño  dorado 
de  las  expansiones  austríacas  es  llegar  hasta  Salónica.  No  es  para  menos. 
Sin  pasar  por  tantas  tierras  extrañas  (Turquía,  Bulgaria  y  Servia),  sin 
necesidad  de  dar  el  gran  rodeo  de  los  Dardanelos,  Mar  de  Mármara  y 
canal  de  Constantinopla,  y  aun  sin  tener  que  atravesar  ó  recorrerla  línea 
de  Uskub-Nísch-Belgrado,  el  ferrocarril  de  Novibazar-Mitróvitza-Saló- 
nica  pondría  el  mar  Egeo  en  comunicación  directa  con  la  capital  de  Bos- 
nia y,  mediante  ésta,  con  tres  grandes  ramales  austríacos:  1.",  con  el  de 
Eslavonia  á  Budapest  y  Viena;  2.",  con  el  de  Croacia  á  Gratz,  Munich  ó 
Ratisbona;  3."",  con  el  de  Carniola  á  Italia:  posición  ventajosísima  para 
las  naves  austríacas  y  las  comunicaciones  del  interior  con  el  exterior, 
especialmente  con  Port-Said  y  el  Oriente.  No  es  extraño  que  Austria 
sueñe  con  Salónica. 

La  dificultad  está  en  obtener  ese  puerto;  pero  si  es  difícil,  no  es  inve- 
rosímil que  lo  consiga.  En  efecto,  Macedonia  y  Albania  apenas  han  cono- 
cido tiempos  de  paz  desde  que  están  bajo  el  yugo  de  los  Sultanes  de  Cons- 
tantinopla; sus  revueltas  son  continuas  y  no  hay  esperanzas  de  que  cam- 
bie este  estado  de  cosas  hasta  que  las  potencias  europeas  obliguen 
resuelta  y  eficazmente  á  la  Puerta  á  introducir  en  aquellas  provincias  las 
mejoras  tantas  veces  prometidas,  ó  mejor  dicho,  hasta  que  los  cristianos 
de  ambos  vilayatos  dejen  de  sentir  sobre  sus  espaldas  la  pesada  mano 
de  los  musulmanes.  Ahora  bien,  no  hay  que  pensar  en  esas  mejoras,  dada 
la  conducta  de  los  turcos,  que  prometen  siempre  que  se  les  aprieta,  pero 
no  se  apresuran  á  cumplir  lo  prometido.  Lo  peor  es  que,  aparte  de  otros 
motivos,  á  proceder  así  les  impele  su  mismo  carácter  y  espíritu,  refrac- 
tario en  sumo  grado  á  todo  cambio,  aunque  éste  se  llame  progreso.  Mucho 
menos  hay  que  esperar  de  ellos  mejoras  verdaderamente  notables  y  que 
notablemente  alivien  la  situación  de  los  cristianos.  Por  otra  parte,  los 
cristianos  de  Macedonia  y  Albania  son  por  sí  solos  impotentes  para  con- 
trarrestar la  fuerza  del  Gobierno  turco.  ¿Qué  hacer?  ¿Durará  siempre  ese 
estado  de  cosas?  No  es  verosímil,  y  no  porque  lo  haga  cambiar  la  acción 
de  las  grandes  potencias,  cuyo  celo  no  es  tanto  como  para  romper  lan- 
zas y  desfacer  entuertos  por  el  solo  amor  desinteresado  del  débil  y  de  la 
justicia,  sino  porque  probablemente  no  tardará  en  intervenir  en  Macedo- 
nia la  acción  combinada  é  interesada  de  Austria  y  Bulgaria. 

¿Y  cómo  no?  La  independencia  de  Bulgaria  y  la  anexión  de  Bosnia 
no  han  sido  más  que  el  primer  paso;  pues  así  como  han  sido  simultáneos 


330  LA   INDEPENDENCIA   DE   BULGARIA 

estos  dos  hechos,  así  lo  serán,  es  de  creer  que  lo  serán,  otros  dos  hechos: 
la  extensión  de  Bulgaria  por  una  parte  de  Macedonia,  y  por  otra  parte 
de  la  misma  la  de  Austria.  Ambas  esperan  sin  duda  una  ocasión  propicia 
que  no  tardará  en  presentarse.  Desde  luego,  esperarán  á  que  se  relegue 
un  poco  al  olvido  el  asunto  de  los  dos  hechos  consumados,  á  fin  de  que 
se  vaya  calmando  la  irritación  de  Turquía.  Mas  después  ambas  hallarán 
abierta  la  puerta  para  entrar  é  intervenir  en  los  asuntos  de  Macedonia: 
en  primer  lugar,  Austria  para  poner  su  ferrocarril  de  Sarayevo  á  Novi- 
bazar  en  comunicación  con  Mitróvitza,  luego  para  comprar  toda  la  línea 
hasta  Salónica  y,  finalmente,  para  protegerla;  en  segundo  lugar,  Bulga- 
ria para  defender  los  intereses  de  los  cristianos  búlgaros  que  en  gran 
número  residen  en  Macedonia,  casi  siempre  en  lucha  con  los  mahome- 
tanos. 

Porque  es  de  saber  ante  todo  que  la  línea  férrea  que  sube  de  Saló- 
nica en  dirección  al  Kosovo  no  llega  á  Bosnia,  muere  en  Mitróvitza.  Pues 
bien,  sin  afirmar  de  plano  qué  es  lo  que  sucederá,  y  mucho  menos  qué 
es  lo  que  deba  suceder;  sin  ser  muy  lince,  es  dado  predecir  lo  que,  poco 
más  ó  menos,  puede  fácilmente  suceder.  He  aquí  cómo:  Austria  pediría  á 
Turquía  se  le  permitiese  prolongar  la  línea  de  Novibazar  hasta  Mitró- 
vitza. Esta  petición  parece  muy  razonable,  porque  el  trecho  que  falta  por 
cerrar  es  muy  pequeño,  y  por  otro  lado,  mientras  no  se  construya  ese 
ramal,  gran  parte  del  comercio  de  Hungría,  Eslavonia,  Croacia  y  Bosnia 
con  el  Oriente  se  ve  precisada  á  dar  un  rodeo  muy  grande,  bajando  por 
el  Adriático  y  pasando  por  el  Jónico  hasta  llegar  al  Archipiélago,  rodeo 
que  en  nada  favorece  á  las  aduanas  de  Turquía.  Es,  pues,  de  presumir 
que  la  Puerta  accedería  á  los  deseos  de  Austria,  porque  no  es  de  creer 
que  por  mantener  independiente  ó  incomunicada  esta  parte  de  la  fron- 
tera, ó  por  no  perjudicar  en  algo  el  tráfico  de  Uskub'á  Nisch,  donde  em- 
palma esta  línea  con  la  de  Constantinopla  á  Belgrado,  habría  de  oponer 
la  Puerta  una  resistencia  invencible.  En  todo  caso,  los  buenos  oficios  del 
Ministro  de  Hacienda  de  Austria  acabarían  por  resolver  las  pequeñas 
dificultades  que  podrían  surgir,  y  la  línea  se  construiría. 

Más  que  para  el  hecho  mismo  de  la  construcción,  serían  necesarios 
los  servicios  del  Ministro  de  Hacienda  austríaco  para  que  fuese  Austria 
y  no  Turquía  quien  hiciese  ese  ramal.  De  suyo  corresponde  á  ésta,  por- 
que es  territorio  suyo;  mas  como  ha  sido  el  ejército  austríaco  el  que 
hasta  hace  poco  ha  ocupado  los  alrededores  de  Novibazar,  y  Austria 
tiene  mucho  interés  en  que  ese  trocito  de  vía  férrea  sea  de  su  pertenencia 
para  ir  acercándose  á  Salónica,  es  de  suponer  que  el  Ministro  de  Ha- 
cienda de  Viena,  con  hábil  y  generosa  mano,  inclinaría  la  balanza  de 
parte  de  Austria,  allanando  los  altibajos  rentísticos  ó  financieros.  Y  he 
aquí  cómo  los  austríacos  tendrían  á  Sarayevo  en  comunicación  directa 
con  Salónica,  y,  lo  que  es  más,  con  línea  propia  hasta  Mitróvitza.  Un 
esfuerzo  más,  una  nueva  habilidad  diplomática,  y  los  trenes  austríacos 


LA   INDEPENDENCIA  DE   BULGARIA  331 

entrarán  en  Salónica,  ostentando  en  sus  vagones  y  berlinas  las  águilas 
bicípites  imperiales. 

Para  hacer  eficaz  este  nuevo  esfuerzo,  el  Gobierno  austríaco  no  care- 
cería ciertamente  de  medios,  siendo  uno  de  los  más  obvios,  al  parecer, 
el  comprar  la  línea;  á  lo  cual  no  sería  el  Gobierno  del  Sultán  quien  más 
resistencia  opusiese,  pues  sabido  es  que  para  los  turcos  apenas  hay 
cuestión  insoluble  si  median  muchos  doblones  de  oro,  y  en  verdad  que 
Austria  les  podría  pagar  bien  esta  línea.  Más  oposición  hallaría  el  pro- 
yecto en  la  susceptibilidad  y  recelo  de  las  grandes  potencias,  especial- 
mente de  las  más  próximas,  como  Italia  y  Rusia;  pero  siendo  este  asunto 
de  carácter  privado,  por  decirlo  así,  entre  los  Gabinetes  de  Viena  y  Cons- 
tantinopla,  no  cabe  duda  de  que  las  dificultades  serían  resueltas  sin 
complicaciones  internacionales  con  otras  potencias.  Y  todavía,  en  lugar 
de  comprar  toda  la  línea,  le  sería  más  fácil  á  Austria  conseguir  en  ella 
alguna  participación,  mucha  ó  poca,  y  aun  esto  le  bastaría  para  sus 
fines,  porque  lo  que  le  importa  es  poder  intervenir  en  ella  como  en  cosa 
total  ó  parcialmente  suya. 

Hasta  ahora,  como  se  ve,  el  negocio  va  sin  grandes  dificultades,  y  con 
muchas  probabilidades  de  buen  éxito.  Pues  lo  que  resta  es  mucho  más 
fácil.  En  esa  línea  ocurriría  el  día  menos  pensado  lo  que  ha  ocurrido  en 
el  trozo  búlgaro  del  ferrocarril  de  Viena  á  Constantinopla;  por  cualquier 
accidente  ó  huelga  podría  quedar  interrumpida  la  circulación  de  trenes, 
y  el  Gobierno  austríaco,  por  la  razón  patriótica  del  decoro  nacional  en 
los  servicios  públicos  internacionales  y  la  seguridad  y  regularidad  de  las 
comunicaciones,  reclamaría  imperiosamente  la  zona  de  tierra  que  bordea 
la  línea  para  poner  la  libre  circulación  de  los  trenes  á  cubierto  de  todo 
accidente;  y  dicho  se  está  que  para  llevarlo  á  cabo  no  escogería  la  oca- 
sión menos  favorable,  sino  aquella  en  que,  alborotados  los  cristianos  búl- 
garos de  Macedonia  contra  Turquía  — como  lo  están  casi  siempre,  — se 
exigiría  á  la  vez  la  intervención  de  Bulgaria.  Con  empujar,  pues,  á  ésta 
hacia  una  parte  de  Macedonia  y  avanzar  ella  por  las  orillas  del  Vardar 
hasta  Salónica,  veríamos  repetido  el  caso  de  1908  de  la  acción  combi- 
nada ó  simultánea  de  ambas  naciones. 

¿Cuál  sería  la  actitud  de  Turquía?  La  misma,  á  nuestro  humilde  modo 
de  ver,  que  la  observada  actualmente  en  el  doble  hecho  de  la  anexión 
de  Bosnia  é  independencia  de  Bulgaria.  Y  no  podría  ser  otra.  Porque,, 
deseosos  siempre  los  cristianos  de  Macedonia  y  Albania  de  sacudir  el 
yugo  turco,  aprovecharían  gustosos  esta  ocasión  para  unirse  á  los  búl- 
garos en  caso  de  guerra;  y  claro  está  que,  restadas  estas  fuerzas  á  Tur- 
quía, y  sumadas  á  Bulgaria,  habría  más  probabilidades  de  que  la  victo- 
ria coronara  los  esfuerzos  de  ésta.  Es  esto  tanto  más  verosímil,  cuanto 
que  ni  aun  ahora  se  ha  atrevido  Turquía  á  medir  sus  fuerzas  con  Bul- 
garia, y  eso  que  ésta  no  se  hallaba  en  conjunción  con  los  macedonios  y 
albaneses.  No  hay  para  qué  ponderar  que  esta  resignación  le  sería  al 


332  LA   INDEPENDENCIA   DE   BULGARIA 

pueblo  turco  aún  más  necesaria  enfrente  de  Austria.  Con  esto  y  con  que 
Bulgaria,  por  una  parte,  y  Austria  por  otra,  dieran  á  la  Puerta,  como  se 
los  darían,  unos  cuantos  millones  en  concepto  de  indemnización,  queda- 
ría esta  nueva  y  doble  cuestión  resuelta,  lo  mismo  que  acaba  de  resol- 
verse la  anterior. 

En  conclusión,  Bulgaria  quedaría  erigida  en  Gran  Bulgaria,  abar- 
cando dentro  de  sus  dominios,  total  ó  parcialmente,  la  región  de  Mace- 
donia  que  se  extiende  desde  la  parte  oriental  de  Salónica  hasta  ó  hacia 
Andrinópolis;  y  la  faja  de  tierra  que  ciñe  el  territorio  comprendido  entre 
la  Rascia  y  Salónica,  ambas  inclusive,  entre  dos  líneas  que  bajaran  casi 
paralelamente  desde  las  fronteras  oriental  y  occidental  de  la  Rascia  á 
uno  y  otro  lado  de  Salónica,  la  tomaría  para  sí  el  imperio  austríaco.  Ya 
está  la  cuestión  resuelta,  á  gusto,  sin  duda,  de  Bulgaria  y  Austria;  pero, 
¿y  las  otras  potencias?  ¿Qué  actitud  tomarían  las  potencias  europeas? 

E.  Ugarte  de  Ercilla. 


GABRIEL   Y   GALÁN 


ñ 


CABAN  de  publicarse  sus  obras  completasen  dos  elegantes  tomos,  en 
que  se  han  incluido,  además  de  las  composiciones  poéticas,  algunos 
artículos  en  prosa  que  estaban  inéditos. 

Pocos  poetas  habrán  recorrido  el  camino  de  la  gloria  con  la  rapidez 
de  Gabriel  y  Galán.  Fué  un  sol  traspuesto  cuando  apenas  nos  habíamos 
dado  cuenta  de  su  salida.  Cuatro  años  nada  más  pasaron  desde  la  apa- 
rición de  El  Ama  hasta  la  muerte  de  su  autor;  pero  ellos  fueron  suficientes 
para  inmortalizar  su  nombre  y  darle  un  puesto  honroso  entre  los  escrito- 
res de  principios  de  este  siglo. 

Tres  cosas,  en  mi  opinión,  forman  á  los  grandes  artistas:  gran  caudal 
de  dotes  naturales,  acierto  en  la  propia  vocación  artística  y  familiaridad 
con  los  grandes  maestros  en  el  género.  Sin  lo  primero,  todo  trabajo  es 
estéril;  sin  lo  segundo,  faltará  la  espontaneidad  y  pureza  en  las  produccio- 
nes; sin  lo  tercero,  se  desconocerán  muchos  recursos  del  arte  y  ordina- 
riamente será  imperfecta  la  forma.  Por  este  último  punto,  acaso  acaso, 
flaquea  un  poco  la  musa  de  Gabriel  y  Galán.  Dotado  de  una  naturaleza 
poética  privilegiada,  había  dado,  á  no  dudarlo,  con  su  género  propio:  la 
poesía  del  campo  y  del  hogar  llenos  de  Dios;  pero  limitada  su  lectura,  á  lo 
que  parece,  á  un  corto  número  de  autores,  no  suficiente  á  proporcionarle  la 
riqueza  y  variedad  de  formas  que  le  eran  necesarias,  lucha  de  vez  en 
cuando  con  la  dificultad  de  verter  en  un  molde  ajustado  sus  pensamien- 
tos, y  contrista  el  ánimo  ver  cómo  disuelve  entonces  ideas  llenas  de  poesía 
en  mares  de  versos  que,  por  fuerza,  resultan  flojos  y  cansados. 

He  bebido  la  ambrosía  de  la  noche 
Sobre  el  lomo  de  la  céltica  montaña... 
Más  arriba,  los  luceros  de  diamante; 
Más  arriba,  las  estrellas  plateadas; 
Más  arriba,  las  inmensas  nebulosas. 
Infinitas,  melancólicas,  arcanas...; 
Más  arriba.  Dios  y  el  éter...;  más  arriba. 
Dios  á  solas  en  la  gloria  con  las  almas. 

Esto  es  hermoso;  pero  está  dicho  de  una  manera  algo  lánguida  y  des- 
mayada. Cuánto  mejor  lo  dice  Zorrilla  en  solos  dos  versos  de  maravillosa 
intuición  poética: 

Señor,  yo  te  conozco:  la  noche  azul  serena 
Me  dice  desde  lejos:— Tu  Dios  se  esconde  allí. 

De  este  mismo  defecto  fundamental  nacen  las  construcciones  inelegan- 
es  y  las  repeticiones  cansadas  de  un  mismo  giro  en  que,  tal  vez,  le  vemos 


334  GABRIEL   Y    GALÁN 

incurrir.  Sin  embargo,  en  las  más  de  las  ocasiones  acierta  de  lleno  con  la 
forma  propia;  y  cuando  tal  sucede,  sus  versos  fluyen  como  un  hilo  de 
dorada  miel,  que,  espontáneamente  y  sin  esfuerzo  alguno,  se  destila  de  la 
que  hinche  el  corazón  del  poeta. 

Como  doradas  gotas 
De  dulce  miel,  que  del  panal  fluyeran, 

y  que  éste  fabricaba  del  jugo  de  tres  flores  perfumadísimas:  el  amor  á  su 
Dios,  á  sus  campos  y  á  su  hogar: 

No  se  puede  soñar  sin  amores; 
No  se  puede  crear  sin  su  fuego... 


Volar  sil  5i;3  nías, 
Vivir  sin  su  aliento. 

Consecuente  con  estos  principios,  cantaba  lo  que  amaba  y  nada  más: 

Porque  el  alma  sincera 
Lo  que  siente  no  más  es  lo  que  canta. 

Por  eso  logró  imprimir  en  sus  obras  un  sello  personalísimo;  y,  por  ser 
original,  lo  es  hasta  en  su  metro  predilecto,  aquél  en  que  está  escrita  El 
Amüy  caprichosa  mezcla  de  endecasílabos  y  heptasílabos  asonantados, 
que  de  ordinario  maneja  felicísimamente,  llegando  en  ocasiones  á  arran- 
carle maravillosas  armonías  imitativas: 

La  brisa  de  la  tarde 
Meneaba  amorosa  la  alameda, 
Los  zarzales  floridos  del  cercado, 
Los  guindos  de  la  vega, 
Las  mieses  de  la  hoja, 
La  copa  verde  de  la  encina  vieja: 
¡Monoritmica  música  del  llano, 
Qué  grato  tu  sonar,  qué  dulce  era! 

Los  mismos  versos,  tan  alados  y  fugitivos,  van  llevando  nuestros  ojos 
detrás  de  la  brisa,  hasta  verla  acariciar  el  último  ramito  del  cercado;  y 
en  los  dos  endecasílabos  finales  se  siente  ese  bienestar  que  produce  siem- 
pre en  el  corazón  una  tarde  como  la  que  aquí  se  describe. 

El  libro  titulado  Castellanas,  que  tal  vez  sea  el  mejor  de  los  cinco  en 
que  se  dividen  las  obras  poéticas,  se  halla  al  principo  del  primer  tomo, 
trayendo  á  su  frente  El  Ama,  como  la  más  indicada  para  introducirnos  en 
el  regio  alcázar,  ya  que  es  antigua  conocida  de  los  lectores,  pues  no  es 
dudoso  que,  para  la  mayor  parte,  sonarían  juntos  por  primera  vez  los 
nombres  de  El  Ama  y  de  Gabriel  y  Galán. 

Muchos  no  conocen  á  Galán  más  que  por  El  Ama,  y  algunos  quieren 
que  ésta  sea  la  mejor  de  sus  producciones.  Lo  que  para  nadie  puede 
ofrecer  duda  es  que  El  Ama  es  una  composición,  de  un  lirismo  tan  sano 


GABRIEL    Y    GALÁN  335 

y  honrado,  tan  humana  y  cristianamente  sentida,  tan  dulcemente  versifi- 
cada, tan  simétrica  en  la  disposición  de  sus  partes,  tan  rica  en  elementos 
descriptivos  y,  por  último,  de  un  claro-obscuro  tan  sorprendente,  que  ella 
sola  bastaría  á  dar  nombre  de  poeta  á  su  autor,  como  bastan  las  famosas 
Coplas  á  dársele  á  Jorge  Manrique,  y  la  canción  A  las  ruinas  de  Itálica  á 
Rodrigo  Caro. 

No  seré  yo  quien  empiece  á  leer  El  Ama  cuando  asuntos  más  serios 
me  reclamen;  pues  cierto  estoy  que,  á  pesar  de  saberla  de  memoria,  no 
podría  dejarla  de  la  mano  hasta  el  último  verso.  Y  no  es  ella  la  única 
composición  de  este  autor  con  que  esto  me  sucede  (que  es  para  mí  una 
especie  de  argumento  experimental  de  la  belleza  de  una  obra  literaria), 
sino  que  hay  otras,  por  ejemplo,  Regreso,  que,  después  de  leídas  cien 
veces,  vuelvo  y  revuelvo  sobre  ellas  y  siempre  con  nuevo  gusto. 

Para  un  artículo  largo  de  critica  literaria  habría  sólo  con  El  Ama, 
pues  en  ella  se  tornan  bellezas  hasta  los  mismos  defectos  característicos 
del  autor,  como  son  la  difusión  y  redundancia,  juntos  con  cierta  unifor- 
midad de  giros,  no  siempre  muy  poéticos.  En  El  Ama  nos  agrada  ver  esa 
amarga  complacencia  con  que  se  nos  lleva  dos  veces  por  todos  los  rin- 
cones de  la  alquería:  la  una,  para  mostrárnoslos  llenos  de  la  luz  y  del  ca- 
lor que  irradia  la  amable  persona  del  ama. 

La  vida  en  la  alquería 
Giraba  en  torno  de  ella; 

la  otra  para  verlos  tristes  y  sombríos,  como  un  desierto  sin  agua,  sin  pá- 
jaros y  sin  flores: 

La  vida  en  la  alquería 
Se  tiñó  para  siempre  de  tristeza. 

En  El  Ama,  mejor  quizás  que  en  ninguna  otra  composición  de  Galán, 
aparece  esa  naturalidad  y  sencillez  admirables  que  nunca  le  abandonan: 
aquí  los  versos  son  el  ropaje,  honesto,  sí,  pero  el  indispensable  para  cu- 
brir las  ideas: 

El  alma  se  empapaba 
En  la  solemne,  clásica  grandeza, 
Que  llenaba  los  ámbitos  abiertos 
Del  cielo  y  de  la  tierra: 
¡Qué  plácido  el  ambiente! 
¡Qué  tranquilo  el  paisaje,  qué  serena 
La  atmósfera  azulada  se  extendía 
Por  sobre  el  haz  de  la  llanura  inmensa! 

He  aquí  la  difícil  facilidad  cuyo  mérito  no  alcanzan  los  que  nunca 
han  tomado  la  pluma  entre  sus  dedos.  Claro  es  que  esta  virtud  toca  en 


336  GABRIEL    Y    GALÁN 

los  linderos  del  prosaísmo,  y  así,  no  es  extraño  que  alguna  vez  pague 
Galán  su  tributo  al 

In  vitium  ducit  culpae  fuga  si  caret  arte, 

diciéndonos,  por  ejemplo: 

Todo  lo  pudo  la  mujer  cristiana, 
Logrólo  todo  la  mujer  discreta; 

lo  cual  no  se  puede  negar  que  es  prosa  pura. 

Estos  tropiezos  son  más  frecuentes  en  otras  poesías  suyas,  aunque 
no  tanto  como  algunos  creen.  En  El  Ama  casi  me  da  remordimiento 
haber  notado  dos  versos,  que  son  los  únicos  que  pueden  tildarse  de  pro- 
saicos entre  más  de  trescientos,  casi  todos  como  la  muestra: 

¡Que  me  anime  pretende!  Y  él  no  sabe 
Que  de  su  choza  en  la  techumbre  negra 
Le  he  visto  yo  escondida 
La  dulce  gaita  aquella. 
Que  cargaba  el  sentido  de  dulzuras 

Y  llenaba  los  aires  de  cadencias: 
¿Por  qué  ya  no  la  toca? 

¿Por  qué  los  campos  su  tañer  no  alegra? 

Y  el  atrevido  vaquerillo  sano 
Que  amaba  á  una  mozuela 

De  aquellas  que  trajinan  en  la  casa, 
¿Por  qué  no  ha  vuelto  á  verla? 
¿Por  qué  no  canta  en  los  tranquilos  valles? 
¿Por  qué  no  silba  con  la  misma  fuerza? 
¿Por  qué  no  quiere  restallar  la  honda? 
¿Por  qué  está  muda  la  habladora  lengua 
Que  al  amo  le  contaba  sus  sentires 
Cuando  el  amo  le  daba  su  licencia? 


El  velo  del  dolor  me  ha  obscurecido 
La  luz  de  la  belleza: 
Ya  no  saben  hundirse  mis  pupilas 
En  la  visión  serena 
De  los  espacios  hondos, 
Puros  y  azules  de  extensión  inmensa. 
Ya  no  sé  traducir  la  poesía 
Ni  del  alma  en  la  medula  me  entra 
La  intensa  melodía  del  silencio, 
Que  en  la  llanura  quieta 
Parece  que  descansa. 
Parece  que  se  acuesta. 


He  copiado  estos  últimos  versos  porque,  fuera  de  ser  bellísimos,  está 
expresada  en  ellos  una  nota  de  las  más  salientes  de  la  lira  de  Galán,  que 


GABRIEL   Y    GALÁN  337 

es  la  quietud  solemne  de  las  grandes  inmensidades  de  los  campos  y  de 
los  cielos: 

Resbala  sobre  mí,  sin  agitarme, 
La  dulce  poesía  en  que  se  impregnan 
La  llanura  sin  fin,  toda  quietudes, 
Y  el  magnifico  cielo,  todo  estrellas. 

Si  por  esto  parece  Galán  á  muchos  un  poeta  demasiado  abstracto, 
es  que  no  se  hacen  cargo  de  que  no  hay  poesía  lírica  más  concreta  que 
la  que  sabe  traducir  en  palabras  y  reproducir  en  el  ánimo  del  que  la  oye 
aquellas  impresiones  bellas,  tan  misteriosas  y  recónditas,  que  no  sólo  no 
hubiera  acertado  á  explicárselas  cuando  las  sintió  ante  la  naturaleza, 
pero  que  aun  casi  ni  se  da  cuenta  de  haberlas  sentido,  hasta  que  las  ve 
revelarse  en  el  fondo  de  su  alma  al  mágico  conjuro  del  artista.  Cuando 
hace  falta  ser  concreto  de  otro  modo  y  proceder  por  ideas  singulares, 
sabe  decirnos  Galán,  sin  salir  de  El  Ama: 

Y  mugirán  los  tristes  becerrillos. 
Lamentando  el  destete  en  la  pradera, 

Y  la  de  alegres  recentales  dulces 
Tropa  gentil  escalará  la  cuesta 
Balando  plañideros 

Al  pie  de  las  dulcísimas  ovejas, 

Y  cantará  en  el  monte  la  abubilla, 

Y  en  los  aires  la  alondra  mañanera 
Seguirá  derritiéndose  en  gorjeos, 
Musical  filigrana  dé  su  lengua. 

Termina  El  Ama  con  cuatro  versos  que,  bajo  una  corteza  vulgar, 
encierran  el  secreto  de  ese  perfume  de  resignación  y  de  esperenza  cris- 
tiana que  exhalan  por  todos  sus  puntos  y  comas  los  libros  de  nuestro 
poeta: 

Pero  yo  ya  se  hablar  como  mi  madre, 

Y  digo  como  ella. 

Cuando  la  vida  se  le  puso  triste: 
—¡Dios  lo  lia  querido  así;  bendito  sea! 

En  este  punto  fundamental  Gabriel  y  Galán  es  la  antítesis  de  Núñez 
de  Arce.  Para  éste  todo  es  duda: 

Hoy  que  mi  frente  atónito  golpeo 
Y  con  febril  deseo 
Busco  los  restos  de  mi  fe  perdida. 
Por  hallarla  otra  vez  radiante  y  bella 

Como  en  la  edad  aquélla 
¡Desgraciado  de  mí!  diera  la  vida... 


tinieblas: 


Voy  espantado  sin  saber  por  dónde; 
Grito,  y  nadie  responde 
Á  mi  angustiada  voz;  alzo  los  ojos, 
Y  á  penetrar  la  lobreguez  no  alcanzo; 


338  GABRIEL   Y   GALÁN 

Medrosamente  avanzo, 
Y  me  hieren  el  alma  los  abrojos... 
y  desesperación: 

¡Y  está  la  playa  mística  tan  lejos! 
Á  los  tibios  reflejos 
Del  sol  poniente  se  colora  y  brilla: 
La  tempestad  arrecia,  el  bajel  arde 

Y  es  tarde,  es  ¡ay!  muy  tarde 
Para  alcanzar  la  suspirada  orilla. 

En  Galán  todo  es  fe: 

Tú,  feliz  compañía 
De  la  fe,  del  amor  y  del  trabajo, 
Las  tres  que  el  alma  mía 
Virtudes  altas  á  la  vida  trajo... 
todo  es  luz: 

Porque  el  que  puso  en  el  cielo 
Un  sol  que  calcina  el  llano, 
Pone  una  sombra  en  el  suelo, 
Como  en  el  dolor  humano 
Pone  de  la  fe  el  consuelo... 

todo  resignación,  como  en  los  últimos  versos  de  El  Ama  que  dejamos 
transcritos.  A  Núñez  de  Arce  las  propias  desgracias  le  llevan  á  des- 
esperar: 

¡Yo  sí!  feliz  si  lograra. 
Después  de  mis  desengaños, 
Echar  hacia  atrás  los  años 
Que  el  destino  me  depara: 
Pero  ¡ay!  que  el  tiempo  no  para 
Ni  tuerce  su  curso  el  rio, 
Ni  vuelve  al  nido  vacío 
El  ave  muerta  en  la  selva. 
Ni  quiere  el  cielo  que  vuelva 
La  esperanza  al  pecho  mío. 

Y  las  desgracias  de  la  Patria  le  arrancan  remedos  de  ovación  que  tienen 
dejos  de  blasfemias: 

¡Sálvanos!  Cristo  ¡sálvanos!  si  es  cierto 
Que  tu  poder  no  ha  muerto. 


Si  en  esta  confusión  honda  y  sombría 

Es,  Señor,  todavía 
Raudal  de  vida  tu  palabra  santa... 


Galán  ante  sus  propios  dolores  sabe  decir: 

Pero  á  mi  cuando  la  pena  con  su  látigo  me  azota 
No  me  arranca  ni  un  lamento  de  grosera  indignación: 
Por  la  misma  herida  abierta  que  caliente  sangre  brota 
Brota  el  bálsamo  tranquilo  de  la  fe  del  corazón; 


GABRIEL  Y   GALÁN 


339 


Y  por  eso,  cuando  siento  que  rugiendo  se  adelanta 
La  borrasca  detonante  que  me  quiere  aniquilar, 
Ni  su  rayo  me  acobarda,  ni  su  estrépito  me  espanta. 
Porque  sé  donde  arrimarme,  porque  sé  donde  mirar. 


Y  ante  los  dolores  de  la  Patria: 

¡Señor!  ¡mi  Patria  llora! 
La  apartaron  ¡oh  Dios!  de  tus  caminos, 
Y  ciega  hacia  el  abismo  corre  ahora 
La  del  mundo  de  ayer  reina  y  señora 
De  gloriosos  destinos... 

¿Quién  que  de  Ti  se  aleje 
Camina  en  derechura  á  la  grandeza? 
¿Ni  quién  que  á  Ti  te  deje 
Su  brazo  puede  armar  de  fortaleza? 

¡Salva  á  España,  Señor!  ¡Enciende  el  dia 
Que  ponga  fin  á  abatimiento  tanto! 
¡Tú,  Señor  de  la  vida  y  de  la  muerte! 
¡Tú,  Dios  de  Sabahot  tres  veces  santo, 
Tres  veces  inmortal,  tres  veces  fuerte! 

Núñez  de  Arce  se  encierra  en  las  negruras  de  su  aposento  para  de- 
sangrarse á  solas  con  las  espinas  que  le  rompen  el  alma;  mientras  que 
Galán  se  echa  al  campo  á  henchirse  del  júbilo  de  la  naturaleza  y  á  com- 
partir con  ella  su  propio  interno  regocijo: 

¡Cuántas  noches  de  horror  conmigo  á  solas         ¡Qué  dulce  es  presidir  desde  el  repecho 


Ha  sacudido  con  su  soplo  ardiente 
Los  tristes  pensamientos  de  mi  mente 
Como  sacude  el  huracán  las  olas! 
¡Cuántas,  ay,  revoleándome  en  el  lecho 
He  golpeado  con  furor  mi  frente, 
He  desgarrado  sin  piedad  mi  pecho, 
Y  entre  visiones  lúgubres  y  extrañas, 
Su  dieníe  de  reptil  aspe. o  y  frío 
He  sentido  clavarse  en  mis  ent'-añas! 
¡Noches  de  soledad,  noches  de  hastío, 
En  que  lleno  de  a  gustia  y  sobresalto 
Se  agitaba  mi  ser  en  el  vacío. 
De  fe,  de  luz  y  de  esperauza  falto! 
¿Y  quién  mantiene  viva  la  esperanza 
Si  dondequiera  que  la  vista  alcanza 
Ve  escombros  nada  mis? 

Los  versos  de  Núñez  de  Ares  dan  frío  en  el  alma;  los  de  Galán  la 
templan  para  las  luchas  de  la  vida.  El  uno  S2  declara  cobardemente  ven- 
cido: 

Hijo  del  siglo,  en  vano  me  resisto 

Á  su  impiedad  ¡oh  Cristo! 
Su  grandeza  satánica  me  oprime... 

el  otro,  lleno  de  valor  cristiano,  tiene: 

Para  el  mal  que  á  la  lucha  me  provoca 
Los  de  luchar  inacabables  modos: 


La  propia  sementera 

Si  el  cielo  es  transparente,  fresco  el  aire, 

Húmeda  y  fértil  la  esponjada  tierra. 

El  sol  templado,  la  simiente  sana. 

Robustas  las  parejas. 

Alegres  los  gañanes. 

La  tonada  de  arar  sentida  y  lenta. 

Sabroso  el  pan  de  casa 

Y  el  agua  del  regato  limpia  y  fresca! 
La  mente  embebecida 

Se  Cirga  entonces  de  memorias  bellas; 
Del  lado  del  hogar  me  vienen  todas, 
Que  el  hogar  es  el  cielo  de  la  tierra: 
La  paz  de  mi  vivir  me  las  regala 

Y  ea  paz  el  corazón  las  paladea. 


340  GABRIEL   Y    GALÁN 

Para  el  Dios  de  la  Cruz  mi  fe  de  roca, 
Y  el  amor  de  mi  alma  para  todos. 

Por  Último,  el  lector  asiduo  de  Núñez  de  Arce,  y  más  si  es  joven,  se 
expone  á  dejar  entre  sus  versos  , 

Su  fe  inmortal,  como  el  vellón  la  oveja, 
enredada  en  las  zarzas  del  camino; 

y  tal  vez  un  día,  con  el  alma  abrasada  por  el  fuego  de  aquellas  estrofas 
que  han  corrido  sobre  ella  como  oro,  sí,  pero  como  oro  hirviendo,  se 
verá  precisado  á  exclamar  en  el  paroxismo  de  la  desesperación: 

Pero  hoy  ¿dónde  mirar?  Un  golpe  mismo 
Hiere  al  César  y  á  Dios.  Sorda  carcoma 
Prepara  el  misterioso  cataclismo, 
Y,  como  en  tiempos  de  la  antigua  Roma, 
Todo  cruje,  vacila  y  se  desploma 
En  el  cielo,  en  la  tierra,  en  el  abismo... 

mientras  que  leyendo  á  Galán: 

Calientan  las  entrañas 
Generosos  deseos  de  ser  bueno. 
Ansiedades  extrañas 
Á  que  antes  era  el  corazón  ajeno: 
Misteriosas  y  nuevas  impresiones 
Que  tienen  escondido 
Del  alma  en  los  más  Íntimos  rincones 
Su  delicioso  nido. 

Volviendo  á  El  Ama,  digo  que  dos  composiciones,  y  las  dos  perfectas, 
podrían  hacerse  de  ella,  correspondientes  á  las  dos  partes  tan  marcadas 
de  que  consta.  Podía  haberse  contentado  su  autor  con  celebrar  el  idilio 
que  de  su  alquería  había  hecho  el  Ama,  ó  cantar  la  tristeza  en  que  todo 
se  tiñó  con  su  muerte;  pero  su  gran  acierto  ha  estado,  en  aguardar  á  que 
la  luz  llegase  á  lo  sumo  del  resplandor,  para  lanzar  sobre  ella  unas  som- 
bras que,  por  la  fuerza  del  contraste,  parecen  llegar  al  colmo  de  la  ne- 
grura, y  en  haber  sorprendido  ese  profundo  espejismo  psicológico,  mer- 
ced al  cual  parece  como  que  la  naturaleza,  respetuosamente  asombrada 
ante  el  dolor  del  hombre,  esconde  á  su  vista  las  galas  con  que  se  ador- 
naba cuando  le  veía  dichoso,  y  se  le  presenta  cubierta  con  sus  ropajes 
de  luto  ahora  que  le  ve  desgraciado.  Y  así  el  que  primero  decía: 

El  alma  se  empapaba 
En  la  solemne  clásica  grandeza 
Que  llenaba  los  ámbitos  abiertos 
Del  cielo  y  de  la  tierra, 

dice  después  en  dos  versos  incomparables: 

El  velo  del  dolor  me  lia  obscurecido 
La  luz  de  la  belleza. 

Despidámonos  de  El  Ama  dándole  el  parabién  porque  el  Señor  le 
deparó  un  poeta  que  supo  acercarse  á  ella  con  alma  de  fuego  y  fantasía 


GABRIEL  Y   GALÁN  341 

de  flores,  no  á  enrojecerla  con  lúbricos  cantares,  ni  á  manchar  su  blanca 
vestidura  con  el  lodo  que  salpican  las  cuerdas  de  un  arpa  obscena,  sino 
á  recrear  su  corazón  y  abrillantar  su  pureza  con  uno  de  los  himnos  más 
sublimes,  que  al  casto  amor  de  la  mujer  ha  salido  de  la  boca  de  los  mor- 
tales. 

¡Gloria  á  Gabriel  y  Galán!  que  tan  elocuentemente  ha  demostrado  á 
cuantos  se  precian  de  poetas  y  á  los  hombres  todos,  que,  para  ver  el 
amor  por  su  lado  verdaderamente  bello  es  preciso  subir  hasta  perder 
de  vista  la  torpe  envoltura  de  corrupción  que  nos  acerca  á  los  brutos, 
para  mirar  tan  sólo  los  resplandores  del  alma  que  nos  aproxima  á  los 
ángeles!  El  Ama  de  Galán  está  fundida  en  el  molde  de  la  mujer  fuerte 
que  nos  da  la  Escritura. 

Luis  Herrera  Oria. 
{Continuará) 


RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  33 


LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA 


£L   APÓSTOL   DEL   RAIFFEISENISMO   EN   FRANCIA 


u 


N  nombre  resume  la  historia  de  las  Cajas  de  Raiffeisen  en  Francia: 
Luis  Durand.  Este  egregio  abogado  de  Lión,  colaborador  de  Le  Play  en 
la  Reforme  Social,  no  solamente  ha  sido  el  fundador  de  las  Cajas  de 
Raiffeisen  en  su  patria,  sino  su  incansable  propagandista,  su  escudo,  su 
apoyo,  toda  su  alma.  Su  influencia,  trascendiendo  más  allá  de  las  fron- 
teras de  su  patria,  se  ha  sentido  señaladamente  en  España.  De  ello  pueden 
dar  fe  el  autor  de  la  primera  monografía  española  sobre  las  Cajas  de 
Raiffeisen,  Díaz  de  Rábago,  y  el  fundador  de  las  primeras  Cajas,  D.  Luis 
Chaves. 

El  entusiasmo  de  Durand  no  fué  una  de  esas  llamaradas  que  brotan 
al  calor  del  sentimiento,  sino  el  resultado  de  estudios  tan  extensos  como 
profundos,  el  fruto  de  una  reflexión  serena  sobre  todos  los  sistemas 
principales  de  crédito  conocidos  en  Europa  y  de  las  condiciones  de  su 
adaptación  á  Francia.  La  ocasión  de  esos  estudios  fué  la  siguiente:  Era 
Durand  miembro  del  Consejo  de  Legislación  de  VUnion  des  syndicats 
agricoles  du  Sud-Est,  cuando  Méline  presentó  al  Parlamento  francés  un 
proyecto  de  ley  de  crédito  agrario.  Habiendo  recibido  de  la  sociedad  á 
que  pertenecía  el  encargo  de  escribir  una  Memoria  sobre  la  importantí- 
sima materia  que  iba  á  ser  objeto  de  discusión  entre  los  diputados,  de- 
dicóse con  ardor  á  la  investigación  y  examen  de  los  distintos  sistemas  y 
leyes  de  crédito  agrícola  de  las  principales  naciones,  sin  dejar  en  olvido 
nuestra  patria,  de  cuyos  Pósitos  escribió  cumplido  elogio;  viajó  por  el 
extranjero;  revolvió  libros;  trabó  amistad  y  entabló  correspondencia  con 
los  economistas  más  eminentes,  y  como  fruto  de  esa  labor  inmensa  dio 
á  la  estampa  en  1891  el  voluminoso  tomo  en  4.°  mayor,  titulado  Le  crédit 
agrícola  en  France  et  a  Vétranger,  libro  monumental  —  al  decir  de  Díaz 
de  Rábago,— «inmenso  arsenal  de  datos,  apreciados  con  finísimo  criterio, 
y  que  ha  colocado  de  un  golpe  á  su  autor,  M.  Durand,  por  voto  unánime, 
en  la  cátedra  de  autoridad  inconcusa  en  la  materia»  (1). 

Mas  entre  todas  las  instituciones  de  crédito  estudiadas  por  Durand, 
una  especialmente  arrebató  su  admiración  y  excitó  su  entusiasmo,  pare- 
ciéndole  la  única  que  daba  cumplida  satisfacción  á  las  exigencias  del 
crédito  agrícola,  la  única  que  demostraba  con  los  resultados  de  la  prác- 
tica realizar  á  maravilla  el  ideal:  las  Cajas  rurales  de  Raiffeisen.  Lleno 


(1)    Crédito  Agrícola.  Las  Cajas  rurales  de  préstamos,  sistema  |Raiffeisen,  ^por  don 
Joaquín  Díaz  de  Rábago,  pág.  7. 


LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA  343 

de  alborozo  y  henchido  de  esperanza,  ya  no  pensó  más  que  en  hacer  á 
sus  compatricios  partícipes  del  tesoro  hallado.  Para  acomodar  el  sistema 
alemán  á  la  legislación  francesa,  escogió,  como  la  más  propia  de  la  índole 
cooperativa,  la  forma  de  sociedad  en  nombre  colectivo^  de  capital  varia- 
blCy  regida  por  la  ley  de  24  de  Julio  de  1867.  Desde  entonces  estaba  de- 
cidida su  vocación.  El  apóstol  del  raiffeisenismo  surgía  en  Francia  con 
todas  aquellas  cualidades  que  requiere  el  apostolado,  vivo  entusiasmo, 
celo  ardoroso,  actividad  incansable,  constancia  invicta,  hermanadas  con 
las  otras  dotes  de  ciencia,  prudencia,  habilidad  y  tino,  sin  las  cuales  se 
estrellan  los  mejores  deseos. 

LUIS  DURAND   Y   EL    «CENTRE   FÉDÉRATIF   DU   CRÉDIT   POPULAIRE» 

Por  mediación  del  Padre  capuchino  Luis  de  Besse  púsose  en.relación 
con  un  grupo  de  excelentes  católicos  que,  reunidos  en  sociedad  con  el 
nombre  de  Centre  fédératif  du  crédit  populaire,  se  habían  propuesto  in- 
troducir en  Francia  los  Bancos  de  anticipos  de  Schulze-Delitzsch,  modi- 
ficados por  Luzzati,  quien  había  suprimido  de  ellos  la  solidaridad  ilimi- 
tada, y  así  reformados  los  promovía  en  Italia  desde  1863.  Pensó  Durand 
hacer  admitir  el  sistema  de  Raiffeisen,  siquiera  como  una  sección  del 
Centre  fédératif.  Había  logrado  ya  en  varios  Congresos  interesar  á  la 
opinión  pública,  cuando  ocurrió  un  hecho  que  historiadores  franceses 
de  las  Cajas  de  Raiffeisen  pasan  en  silencio,  tal  vez  por  entender  lo  exige 
así  en  su  patria  la  prudencia;  pero  que  á  nosotros  nos  obligan  á  narrar  los 
fueros  de  la  verdad,  la  imparcialidad  de  la  historia  y  la  prudencia  verda- 
dera que  de  lo  pasado  saca  documentos  y  enseñanzas  para  lo  futuro  (1). 

Solía  el  Centre  fédératif  celebrar  anualmente  un  Congreso,  á  fin  de 
inculcar  y  difundir  mejor  el  crédito  popular.  Mas  como  por  ser  católicos  , 
los  propagandistas  imprimían  naturalmente  á  su  obra  el  sello  católico, 
hubieron  de  incurrir  en  la  animadversión  de  la  masonería,  la  cual,  disi- 
mulando por  el  pronto,  no  creyendo  todavía  prudente  enarbolar  el  estan- 
darte de  la  guerra,  prefirió  izar  bandera  blanca,  entrando  en  tratos  y 
presentando  á  sus  enemigos  el  olivo  de  la  paz:  estratagema  de  que  fre- 
cuentemente han  sido  víctimas  los  candidos  católicos.  Fundaron,  pues, 
los  masones  la  Société  nationale  pour  la  Propagation  du  crédit  popur- 
laire,  y  cuando  en  Abril  de  1893  reunió  el  Centre  fédératif  el  Congreso 
de  Tolosa,  enviaron  á  éste  dos  delegados,  Rouzés  y  Benoit-Lévy,  con 
encargo  de  proponer  cortésmente  al  Consejo  la  alianza  de  las  dos  socie- 
dades para  una  acción  común  en  favor  del  pueblo.  Pero  Benoit-Lévy  no 
pudo  disimular  su  condición  de  masón  y  de  judío,  exigiendo,  como  base 
indispensable  de  la  unión  la  neutralidad;  y  á  fin  de  que  nadie  pudiera 


(1)    Véanse:  Civiltá  Cattolica,  20  de  Octubre  de  1894,  pág.  165  y  siguientes;  Baíletin 
mensael  de  I' Union  des  Caises  Rurales  et  Ouvriéres,  Avril,  1900. 


344  LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA 

llamarse  á  engaño,  convocó  para  la  víspera  del  Congreso  á  junta  solemne 
en  el  templo  masónico  á  todos  los  hermanos  tres  puntos  (HH.*.)  de  la 
ciudad.  No  era  él  únicamente  el  masón;  éralo  además  el  otro  delegado, 
según  se  parece  en  el  anuncio  siguiente  de  La  Dépéche  de  Toulouse,  del 
2  de  Abril  de  1893.  Dice  así: 

«Se  invita  á  los  francmasones  de  Tolosa  á  la  sesión  que  se  celebrará  en  la  sala  de 
las  fiestas  del  Templo  mas.:  el  martes  4  de  Abril  á  las  ocho  de  la  noche.  Orden  del  dia: 
Conferencia  sobre  el  Crédito  popular  en  Francia,  por  los  Sres.  Lourtiers,  senador; 
Benoit-Lévy,  abogado;  Ireneo  Blanc;  Adriano  Durand,  publicista;  Rouzés;  todos  ellos 
presidentes  ó  miembros  de  diversas  Logias  de  Paris.  Podrán  asistir  á  la  sesión  cuales- 
quiera personas,  con  tal  que  vayan  acompañadas  de  un  francmasón.^ 

El  mismo  periódico,  en  su  número  del  5  de  Abril,  precisamente  el  día 
de  la  apertura  del  Congreso,  hacía  la  siguiente  reseña  de  la  sesión  de  la 
víspera: 

«Ayer  hubo  en  el  Templo  masónico  la  conferencia  anunciada.  Presidia  el  Sr.  Noel 
Parfait,  consejero  municipal,  venerable  de  la  Logia  La  Parfaite  Harmonie.  El  conferen- 
ciante Sr.  Rouzés  demostró  con  moderación  pero  con  energía  cuan  deplorable  sea  que 
el  elemento  reaccionario  (léase  católico)  se  haya  apropiado  desde  el  principio,  sin  com- 
petencia, el  movimiento  que  se  iba  formando  en  favor  de  las  cooperativas  de  crédito, 
cuales  son  los  Bancos  populares...  Por  esta  causa,  dice  el  orador,  hemos  venido  al 
Congreso  de  Tolosa;  pocos  somos,  pero  muy  decididos  á  indicar  lo  que  á  nuestro  juicio 
se  ha  de  hacer  para  impedir  esa  conquista,  que  sería  ruinosa  á  las  instituciones.* 

Más  adelante,  reseñando  el  discurso  de  Benoit-Lévy,  escribía: 

^Concluye  (Benóit-Lévy)  levantándose  contra  el  intento  de  conquista  realizado  por 
los  reaccionarios  y  clericales;  importa  luchar  contra  su  influencia  para  impedir  que 
los  capuchinos  conquisten  los  electores  por  medio  del  crédito;  trátase  de  impedir  á  una 
confesión  meter  mano  en  ana  obra  que  ha  de  ser  independiente.» 

Era,  pues,  notorio  el  designio  de  la  masonería.  Con  todo  esto,  los 
delegados  Rouzés  y  Benoit-Lévy,  que  en  la  tenida  masónica  tanto  habían 
abominado  de  los  reaccionarios  y  clericales,  fueron  de  los  clericales  y 
reaccionarios  galantemente  admitidos  en  el  Congreso,  al  cual  venían 
ellos  á  despojar  de  todo  carácter  reaccionario  y  clerical.  Eligióse  una 
comisión,  compuesta  del  P.  Capuchino  Luis  de  Besse  y  de  los  Sres.  Ros- 
tand,  Rayneri  y  Luis  Durand,  para  que  en  nombre  del  Centro  tratase 
del  acuerdo  entre  las  dos  sociedades.  Durand  lo  combatió  con  energía, 
aunque  sin  fruto,  por  causas  que  se  calló  la  Comisión;  mas  sin  saberlo 
él,  en  la  última  sesión  general  del  Congreso  se  anunció  la  alianza  del 
Centre  fédératif  con  \a  Société  Nationale,  sobre  estas  bases:  I.""  las  dos 
sociedades  llevarán  el  nombre  común  de  Centre  fédératif  du  crédit  po- 
pulaire  en  France,  conservando  cada  cual  su  autonomía  como  dos  ramas 
de  un  mismo  tronco;  2.^  cuando  haya  de  tomarse  alguna  resolución  en 
común,  se  reunirán  los  Consejos  de  entrambas  en  comisión  general; 
3/  se  publicará  un  Boletín  ó  periódico  en  nombre  de  las  dos  sociedades 
reunidas  y  por  personas  designadas  por  la  Comisión  general. 


LAS   CAJAS   RURALES   EN   FRANCIA  345 


LA    «UNIÓN»    DE   DURAND 

Durand,  no  pudiendo,  por  ser  ya  tarde,  protestar  en  el  Congreso, 
procuró  sacar  del  mal  paso  á  los  compañeros,  multiplicando  sus  esfuer- 
zos meses  arreo,  hasta  que,  viéndose  impotente  para  romper  la  infausta 
alianza,  se  retiró  del  Centro  para  trabajar  por  su  cuenta,  con  auxilio  de 
otros  amigos  católicos  enteramente  adictos  á  la  causa  de  Raiffeisen. 
Lentos  y  difíciles  fueron  los  principios.  La  primera  Caja  se  fundó  en 
Langé  en  Marzo  de  1893.  Era  párroco  del  pueblo  el  abate  Ragú,  quien 
desde  el  Congreso  de  Bourges  ardía  en  deseos  de  introducir  en  su  parro- 
quia una  caja  rural.  Vivos  é  impacientes  habían  de  ser  los  deseos  cuando 
la  fundó  con  tres  socios  únicamente.  Uno  se  encargó  de  la  dirección, 
.otro  de  la  contabilidad  y  el  tercero  de  la  inspección;  un  verdadero  cua- 
dro de  oficiales  sin  soldados;  pero  ¡á  qué  no  arrostra  el  celo!  La  segunda 
Caja  se  fundó  el  mes  siguiente  en  Bagnéres  de  Bigorre,  mas  no  fué  rural 
sino  obrera.  Así,  desde  el  principio  se  instituyeron  las  dos  clases  de  Cajas 
de  que  constan  las  fundaciones  de  Durand.  Con  las  dos  constituyóse  al 
punto  la  Unión  des  caisses  rurales  et  ouvriéres  á  responsabilité  illimitéet 
con  domicilio  en  Lión  y  con  Durand  por  presidente  provisional.  Audacia 
se  necesitaba,  al  parecer,  para  instituir  una  Unión  de  solas  dos  cajas.  ¿No 
era  eso  una  miniatura  de  organización  y  cosa  baladí?  No  es,  pues,  de  ex- 
trañar que  lo  celebrasen  con  risa  los  émulos  de  Durand;  pero  éste,  más 
perspicaz  que  todos  ellos,  echó  de  ver  que  sin  un  lazo  de  unión,  sin  un 
centro  común  de  consejo  y  de  propaganda,  ni  se  extendería  ni  echaría  raí- 
.  ees  en  Francia  el  sistema  de  Raiffeisen.  El  caso  es  que  mientras  la  Unión^ 
vencidas  las  primeras  dificultades,  cogía  vigoroso  vuelo,  iba  rastreando 
la  junta  de  masones  y  católicos.  A  fínes  de  Mayo  de  1904,  un  año  después 
de  las  primeras  fundaciones,  escribía  á  Díaz  de  Rábago  el  Sr.  Durand: 

*Ved  los  resultados:  nuestra  Unión  ha  agrupado  bajo  la  bandera  de  la  libertad  59 
Cajas  Raiffeisen:  nuestros  adversarios,  con  la  ayuda  de  subvenciones,  con  el  concurso 
de  funcionarios,  prefectos,  profesores  de  agricultura,  etc.,  no  han  fundado  más  que 
tres»  (1). 

Mucha  indigencia  era  ésa  para  la  flamante  sociedad  católico-masó- 
nica. Pues  para  ocultarla  y  engalanarse  con  las  plumas  del  pavo  real, 
publicó  en  su  Boletín  del  Crédito  Popular  la  lista  detallada  de  las  Cajas 
.adheridas  á  la  Unión  de  Durand,  tomándola  del  Boletín  de  ésta,  pero  sin 
mencionar  la  una  ni  el  otro.  A  la  Société  Nationale  pertenecían  muchos 
notorios  francmasones,  cuyo  nombre  citaba  Naudet  en  lajustice  sociaíe 
de  5  de  Mayo  de  1894.  El  Boletín  del  Crédito  Popular,  órgano  de  las 
amalgamadas  sociedades,  había  de  evitar,  por  ley  de  su  institución,  toda 


(1)    Díaz  de  Rábago,  obra  citada,  pág.  10. 


346  LAS   CAJAS   RURALES   EN  ^FRANCIA 

dea  religiosa.  Dirigíalo  el  citado  masón  Benoit-Lévy  y  el  católico  señor 
Rayneri,  designados  por  los  dos  consejos,  el  masón  y  el  católico.  Como 
es  natural,  no  vio  más  la  luz  el  eco  en  la  prensa  del  primitivo  Centre  fédé- 
ratif,  titulado  la  Unión  económica,  donde  el  Capuchino  P.  de  Besse  inser- 
taba de  cuando  en  cuando  artículos  ardorosos  en  pro  del  bien  religioso 
y  económico  del  pueblo.  La  Société  Nationale  se  disolvió  en  1896.  Con- 
seguido ya  su  fin  no  tenía  razón  de  ser. 

LOS   CATÓLICOS  Y  LA  «UNIÓN»   DE  DURAND 

La  ganancia  de  la  secta  no  consistió  solamente  en  la  excisión  de  los 
católicos,  sino  también  en  las  sospechas  que  se  deslizaron  contra  el  sis- 
tema de  Raiffeisen.  El  Boletín  del  Crédito  Popular,  escribía  La  Civilfá  en 
el  número  citado,  «aunque  no  hace  guerra  abierta  á  las  instituciones  de 
Raiffeisen,  antes  bien  les  muestra  simpatía  y  benevolencia,  sube,  no  obs- 
tante, á  las  nubes  la  solidaridad  limitada  como  único  remedio  de  las  cla- 
ses agrícolas,  ponderando,  en  cambio,  con  manifiesta  mala  fe  los  peligros 
del  sistema  contrario,  á  fin  de  apartar  de  él  á  todos».  Todo  era  duda  y 
confusión  en  el  campo  católico,  hasta  que  los  copiosos  frutos  de  la  obra 
de  Durand  y  la  esterilidad  áe\  Centre  fédératíf  abriéronlos  ojos  délos 
buenos.  Pronto  se  declararon  por  Durand  el  clero,  el  Conde  de  Mun  con 
su  Obra  de  los  Círculos,  los  Congresos  católicos,  la  Sociedad  de  agri- 
cultores de  Francia,  varios  sindicatos  agrícolas,  el  Sillón,  la  Juventud 
católica  y  otras  sociedades;  innumerables  periódicos  de  París  y  de  provin- 
cias le  secundaron  en  la  propaganda;  felicitóle  el  Arzobispo  de  Lión;  el 
Obispo  de  Tarbes  le  honró  aceptando  la  presidencia  de  un  Congreso  raif- 
feisenista  regional;  finalmente,  en  13  de  Mayo  de  1895  el  Cardenal  Ram- 
polla  le  trasmitió  la  bendición  y  alientos  de  León  XIII,  quien  antes  había 
dado  ya  al  abate  Fontan,  uno  de  los  primeros  colaboradores  de  la  Unión^ 
preclara  muestra  de  su  gozo  por  el  concurso  aportado  á  una  obra  «tan 
maravillosamente  acomodada  á  las  necesidades  de  nuestra  época».  En 
fin,  en  la  Encíclica  de  8  de  de  Septiembre  de  1899,  dirigida  á  los  Obis- 
pos y  al  Clero  de  Francia,  recuerda  con  satisfacción  el  Soberano  Pontí- 
fice los  esfuerzos  de  los  sacerdotes  por  «introducir  reformas  en  el  orden 
económico  y  social»  y  menciona  especialmente  «las  Cajas  rurales». 

LA  «UNIÓN»  EN  LA   EXPOSICIÓN   UNIVERSAL  DE  PARÍS  (1900) 

En  otro  campo  han  sonado  también  los  aplausos.  Méline,  siendo  Pre- 
sidente del  Consejo  de  ministros,  y  Deschanel  en  Julio  de  1897,  en  la  Cá- 
mara de  diputados,  pagaron  espléndido  tributo  á  la  utilidad  fecunda  de 
las  Cajas  rurales.  En  1900  el  Jurado  de  la  Exposición  Universal  de  París 
galardonó  con  honrosísimas  recompensas  á  la  Unión  de  Lión,  á  sus  cola- 
boradores y  á  sus  grupos.  Helas  aquí: 

Clase  103  (agrícola): 


LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA  347 

Medalla  de  oro  á  la  Unión  de  Lión. 
ídem  id.  al  grupo  regional  de  Doubs. 

ídem  id.  á  Fournier-Sarlovéze,  presidente  del  grupo  regional  de  Hau- 
te-Saóne. 

Medalla  de  plata  al  grupo  regional  de  Hautes-Pyrénées. 

Medalla  de  bronce  al  grupo  regional  de  Gers. 

ídem  id.  al  grupo  regional  de  Loire-Inférieure. 

Clase  104  (obrera): 

Medalla  de  oro  á  la  Unión  de  Lión. 

LUCHAS  DE  LA  «UNIÓN»  CON  EL  FISCO  Y  LOS  GOBIERNOS  JACOBINOS 

Contrasta  con  tantas  muestras,  de  simpatía  con  tantos  aplausos  y 
recompensas,  la  conducta  de  los  Gobiernos  jacobinos  y  masónicos  que  se 
han  ido  sucediendo  en  Francia.  Mientras  desde  el  principio  favorecieron 
con  subsidios  á  la  flamante  sociedad  instituida  por  obra  de  los  masones, 
permitiéndole  de  este  modo  hacer  tiradas  numerosas  del  Bulletin  da  Cré- 
dit  Populaire  y  difundirlo  por  Francia  entera;  mientras  en  todo  tiempo 
han  sido  generosos  con  otras  sociedades  de  crédito  agrícola,  derramando 
á  manos  llenas  las  subvenciones;  se  han  mostrado,  al  contrario,  acérrimos 
enemigos  de  Durand,  negando  á  sus  Cajas,  como  quien  dice,  el  agua  y  el 
fuego,  inventando  mil  argucias,  impertinencias  y  chinchorrerías  para  pri- 
varlas de  los  auxilios  que  según  ley  y  según  conciencia  les  debían.  Ni  ha 
dejado  de  ser  bastante  franco  algún  ministro  para  descubrir  la  hilaza, 
cual  hizo  Rúan  al  declarar  que  no  concedería  dinero  á  las  Cajas  de  Du- 
rand, «á  la  vez  rurales,  obreras  y  confesionales».  Como  sin  duda  no  igno- 
raba el  ministro  que  la  inmensa  mayoría  de  las  Cajas  de  la  Unión  eran 
rurales,  y  que  sólo  éstas  reclamaban  el  derecho  á  la  subvención  legal, 
bien  se  ve  que  la  verdadera  causa  de  la  negativa  era  el  último  adjetivo. 

Estas  contradicciones  no  fueron  remora  al  progreso  de  las  Cajas 
rurales.  Más  aún:  Durand  es  enemigo  de  esa  intervención  del  Estado,  que 
se  emplea  en  distribuir  socorros  en  metálico,  y  así  por  esta  causa  como 
porque  las  Cajas  de  su  Unión  se  bastan  á  sí  mismas,  hubiera  podido  des- 
preciar las  tacañerías  é  ilegalidades  de  los  Gobiernos  jacobinos.  Si  no  lo 
hace  así,  es  por  la  razón  que  exponía  él  mismo  en  1902,  conviene  á  saber, 
«porque  en  un  país  libre,  los  ciudadanos  tienen  obligación  de  defender 
sus  derechos  y  de  no  dejarse  poner  fuera  de  la  ley»  (1).  Y  continúa: 

«Por  principio,  pues,  es  por  lo  que  deben  las  Cajas  reclamar  su  parte  en  las  sub- 
venciones del  Estado.  Pero  en  realidad  son  por  sí  mismas  asaz  poderosas,  tienen 
garantía  suficiente  y  crédito  bastante  para  no  necesitar  de  nadie.  Por  esto  son  libres 
é  independientes,  y  aun  en  el  caso  de  recibir  subsidios  del  Estado,  nada  ceden  de  su 
independencia,  por  hallarse  siempre  en  disposición  de  devolverlos,  sin  compromiso  de 
su  funcionamiento,  el  día  en  que  se  quisiera  hacerles  sentir  ásperamente  el  yugo. 

»De  aquí  que  los  adversarios  de  la  acción  social  católica  no  amen  las  Cajas  rurales. 


(1)    Démocratie  Chrétienne,  Enero  de  1902,  pág.  547. 


'348  LAS   CAJAS  RURALES  EN    FRANCIA 

Advierten  que  se  les  escapan  á  toda  presión;  advierten  que  las  Cajas  pueden  asegurar 
asimismo  la  libertad  de  las  obras  que  en  ellas  estriban;  y  la  actividad  que  despliegan 
para  espolear  el  crédito  agrícola  en  otra  dirección,  el  empleo  que  para  conseguir  su 
intento  dan  á  la  suma  de  40  millones  (1),  enorme  para  nuestro  presupuesto  en  déficit, 
la  violencia  que  hacen  á  la  legalidad,  todo  muestra  la  importancia  que  atribuyen  á  la 
realización  de  su  plan.» 

Más  grave  que  esas  contradicciones  fué  la  tempestad  que  se  levantó 
en  1897  al  imponer  el  fisco  á  ciertas  Cajas  el  pago  de  la  patente  comer- 
cial. No  queremos  narrar  la  historia  harto  larga,  aunque  curiosa,  si  no 
divertida.  Vayamos  solamente  al  éxito  (2).  El  24  de  Diciembre  de  1897 
un  dictamen  del  Consejo  de  Estado  fundaba  en  tres  razones  la  obliga- 
ción de  la  patente:  I."*  la  Caja  demandante  (la  de  Sermérieu)  no  se  limita 
á  pedir  los  capitales  estrictamente  necesarios  á  la  realización  de  los 
préstamos  contraídos  por  sus  miembros,  sino  que  recibe  depósitos  á  tér- 
mino y  á  la  vista;  2.^  se  encarga  de  operaciones  que  entran  en  el  ejerci- 
cio de  la  profesión  de  banquero  (estas  operaciones  eran  descontar  paga- 
rés á  la  orden,  cosa  apenas  usada,  bien  que  autorizada  para  casos  excep- 
cionales por  los  Estatutos);  3.^  destina  el  excedente  de  la  reserva  á  una 
obra  extraña  á  la  Sociedad. 

La  resolución  del  Consejo  de  Estado  fué  triturada  punto  por  punto 
por  egregios  jurisconsultos.  Increíble  parece  que  cuerpo  tan  eminente 
ignore  la  esencia  de  la  profesión  de  banquero,  juegue  con  los  vocablos 
de  empréstito  y  depósito,  confunda  los  pagarés  á  la  orden  comerciales 
con  los  que  no  lo  son,  ^vea  lucro  donde  hay  expresa  renuncia  á  todo 
lucro. 

La  patente  la  han  de  pagar  los  que  procuran  el  crédito  al  público 
para  realizar  un  beneficio  sobre  el  público,  no  los  que  se  asocian  para 
procurarse  el  crédito  á  sí  mismos  realizando  una  economia;  éstos  ni  son 
banqueros  ni  ejercen  ninguna  profesión  comercial.  ¡Bonita  profesión  la 
de  prestatarios  que  renuncian  á  todo  reparto  de  beneficios! 

De  hecho,  los  depósitos  aceptados  por  la  Caja  rural  de  Sermérieu  no 
eran  sino  empréstitos  contratados  por  ella.  El  Consejo  de  Estado  nada 
hubiera  tenido  que  reprenderle  en  este  punto  si,  acomodando  el  nombre 
á  la  realidad,  hubiese  la  Caja  empleado  el  vocablo  vulgar  de  empréstitos 
en  lugar  del  de  depósitos  usado  en  el  comercio.  ¡Juego  de  palabras! 

Que  un  uso  cualquiera  del  pagaré  á  la  orden  sea  comercial,  es  equi- 
vocación inconcebible  en  gentes  del  oficio,  mucho  más  en  los  que  han 
de  ser  la  flor  y  nata  de  la  jurisprudencia,  pues  debieran  saber  que  en 
Francia  (y  lo  mismo  pasa  en  otras  partes)  sólo  es  comercial  el  pagaré 
cuando  lleva  la  firma  de  un  comerciante  ó  versa  sobre  una  operación 
comercial,  no  cuando  mira  á  operaciones  que  nada  tienen  que  ver  con 


(1)  El  Banco  de  Francia,  al  tiempo  de]la  renovación  de  su  privilegio,  se  compróme 
tió  á  entregar  al  Estado  40  millones  de  francos  para  fomento  del  crédito  mutuo  agrícola. 

(2)  Véase  Durand,  La  caisse  rarale,  la  caisse  ouvriére...  2'^«,édition,  páginas  50-53. 


LAS   CAJAS   RURALES    EN    FRANCIA  349 

el  comercio  y  está  firmado  por  agricultores,  que  era  el  caso  de  la  Caja 
rural. 

Tampoco  vale  una  razón  especiosa  alegada  por  el  Ministro  de 
Hacienda  y  que  sirvió  de  fundamento  al  Consejo  de  Estado.  No  limitando 
los  estatutos  el  importe  de  los  depósitos  que  puede  recibir  la  Caja  á  la 
suma  estrictamente  indispensable  para  atender  á  las  peticiones  de  prés- 
tamos de  sus  socios,  argüía  el  Ministro  que  podía  la  Caja  procurarse  un 
capital  que  excediese  á  las  necesidades  de  sus  operaciones  puramente 
mutuas  y  susceptible  de  servir  á  especulaciones  financieras  productivas 
de  verdadero  beneficio  comercial.  Á  lo  cual  respondió  el  abogado  de  la 
Caja  rural  que  si  bien  los  estatutos  no  limitaban  los  préstamos  que  se 
podían  aceptar,  no  podía  la  Caja  de  ningún  modo  entregarse  á  las 
especulaciones  incriminadas  por  vedárselo  terminantemente  los  mismos 
estatutos.  Ya  hemos  dicho  varias  veces  en  esta  revista  que  el  sistema  de 
Raiffeisen  excluye  por  principio  tales  especulaciones. 

Pero,  sobre  todo,  fué  chocante  condenar  á  la  Caja  de  Sermérieu  como 
empresa  lucrativa,  precisamente  por  repudiar  el  lucro.  En  las  sociedades 
cooperativas  ordinarias  los  excedentes  de  la  reserva  suelen  repartirse 
entre  los  asociados  á  título  de  devolución  de  lo  percibido  de  más;  pero  la 
Caja  rural  de  Sermérieu,  para  ajustarse  más  estrechamente  á  la  idea  co- 
operativa, excluyendo todasombra  de  codicia,  quiso  evitar  esos  exceden- 
tes, ordenando  á  los  administradores  disminuir  el  tipo  del  interés  caso 
que  se  produjeran;  y  para  incitarles  y  como  forzarles  á  hacerlo  así,  dis- 
puso que  si  de  cualquier  modo  los  hubiese,  se  aplicaran  á  una  obra  de 
utilidad  general,  sin  que  ninguno  de  los  socios  pudiera  aprovecharse  de 
ellos  personalmente.  La  obra  á  que  se  habían  de  aplicar  en  tal  supuesto 
era  la  escuela  privada  del  pueblo,  dirigida  por  las  Hermanas.  ¿Cabe 
menos  espíritu  comercial,  mayor  desinterés?  No;  es  decir,  sí,  según  el 
Consejo  de  Estado,  en  cuyo  concepto  es  ello  argumento  evidente  de  la 
profesión  de  banquero  ó  comerciante  y,  por  tanto,  de  sujeción  á  la  pa- 
tente. Convengamos  en  que  hay  opiniones  singulares. 

Por  extraño  é  inicuo  que  fuese  el  decreto,  había  que  cumplirlo.  El 
golpe  era  certero.  Si  el  1.°  de  Enero  de  1908  se  lograba  imponer  la 
patente  á  las  Cajas,  se  ponía  en  balanzas  su  existencia,  y  tal  vez  se 
las  obligaba  á  liquidar  con  pérdida.  Para  guarecerse  del  chubasco  que 
á  todas  las  Cajas  amenazaba,  fué  preciso  modificar  los  Estatutos.  Por 
dicha,  estaba  alerta  Durand,  el  presidente  de  la  Unión  de  Lión,  quien  el 
mismo  día  24,  en  que  se  dio  el  decreto,  mandó  aviso  á  los  directores  de 
las  Cajas  para  reunir  el  30  del  mismo  mes  de  Diciembre  asamblea  ge- 
neral extraordinaria  á  fin  de  hacer  la  reforma  antes  del  1.°  de  Enero.  En 
una  circular  posterior  indicaba  qué  clase  de  modificaciones  habían  de 
introducirse.  Algunas  Cajas,  por  no  recibir  á  tiempo  esta  circular,  se  di- 
solvieron; otras,  aunque  prevenidas  oportunamente,  prefirieron  hacer 
otro  tanto  antes  que  arrostrar  la  malquerencia  del  Estado;  algunas  de 


350  LAS   CAJAS   RURALES   EN    FRANCIA 

las  disueltas  se  reconstituyeron  luego  con  sus  [antiguos  socios.  El  hu- 
racán empero  descuajó  más  de  200  Cajas.  El  número  de  las  afiliadas|en 
vísperas  del  decreto  del  Consejo  de  Estado  era  de  633.  En  las  estadísti- 
cas de  1899  confiesa  la  Unión  que  206  Cajas  se  habían  disuelto  por 
efecto  de  aquel  decreto;  86  no  habían  respondido  al  cuestionario. 

Otras  dificultades  de  menor  cuantía,  procedentes  de  los  tribunales,  ha 
tenido  que  superar  la  Unión  de  Lión,  sin  contar  las  que  le  acarrea  la  hos- 
tilidad del  grupo  rival  de  que  antes  hablamos.  Lo  cierto  es  que  capeado 
aquel  recio  temporal  de  la  patente,  siguió  boyante  su  curso,  como  nos 
demostrarán  los  números,  después  que  hayamos  explicado  brevemente 
la  naturaleza  y  organización  de  la  Unión. 

NATURALEZA  Y  OFICIOS  DE  LA  «UNIÓN»  DE  DURAND  (1) 

El  rápido  bosquejo  histórico  en  las  anteriores  páginas  trazado  ex- 
presa de  algún  modo  la  importancia  incomparable  de  la  Unión,lmas  no 
explica  suficientemente  su  naturaleza,  su  estructura,  su  vida  íntima. 
Fuerza  es,  pues,  añadir  dos  palabras  al  propósito. 

Procuró  Durand  desde  el  principio  ayudar  á  las  Cajas  rurales  con 
instrucciones  prácticas.  No  contento  con  acomodar  los  estatutos  á  la 
legislación  francesa,  entendió  que  faltaba  á  los  fundadores  y  adminis- 
tradores, poco  familiarizados  de  ordinario  con  las  formalidades  y  pre- 
ceptos legales,  un  comentario  práctico,  una  guía  segura  y  que  era  menes- 
ter enseñarles  la  manera  de  administrar  la  sociedad,  los  medios  de  pro- 
curarse dinero,  las  condiciones  exigibles  á  los  prestatarios,  la  organización 
de  una  contabilidad  sencilla  al  alcance  de  los  agricultores.  Para  todos 
estos  fines  redactó  el  Manual  práctico  para  uso  de  los  fundadores  y 
administradores  de  las  Cajas  rurales,  que  está  hoy  en  la  sexta  edición. 

Mas  no  bastaba  la  letra  muerta  de  un  Manual.  Ocurrían,  sobre  todo 
á  los  comienzos,  nuevas  dudas,  vacilaciones,  dificultades;  los  fundadores 
y  administradores  necesitaban  á  cada  instante  consejo,  información,  á 
veces  también  estímulo  y  aliento.  Formalidades  legales,  timbre,  registro, 
interpretación  de  los  estatutos,  contabilidad,  administración...  ¡cuántas  y 
cuántas  cuestiones  dignas  de  seria  reflexión  y  estudio!  La  mayor  parte 
de  los  fundadores,  aunque  abrasados  de  celo  y  llenos  de  abnegación, 
estaban  poco  preparados,  por  sus  estudios  anteriores  y  por  sus  habi- 
tuales ocupaciones,  para  resolver  los  problemas  teóricos,  jurídicos  ó  de 
otro  género  que  se  ofrecían,  y  hubieran  tal  vez  desfallecido  si  una  mano 
amiga  no  los  hubiese  confortado,  si  un  como  consejo  técnico  y  conten'- 
cioso  no  estuviera  á  su  lado  para  ilustrarlos.  Mas  aun  allí  donde  se  pu- 
siera al  frente  persona  capaz  y  de  suyo  suficientemente  ilustrada,  no 
pudiera  apreciar  siempre  la  naturaleza  exacta  de  las  dificultades  ó  pre- 


(1)    Véase  Durand;  La  caisse  rurale,  la  caisse  ouvriére,  páginas  44  y  siguientes. 


LAS   CAJAS  RURALES  EN  [FRANCIA  351 

venirlas  con  la  misma  facilidad  que  un  centro  común  á  donde  afluyen  de 
todas  las  partes  de  Francia  las  consultas,  dudas  y  dificultades,  las  expej 
riendas,  observaciones  y  estudios.  Un  centro  semejante  había  de  ateso- 
rar, naturalmente,  el  saber  y  la  experiencia  de  muchos,  y  ser,  por  consi- 
guiente, más  apto  para  discernir  entre  las  dificultades  las  que  eran  de 
carácter  local  ó  general,  accidental  ó  substancial.  Pues  este  centro  espi- 
ritual de  consulta,  de  información,  de  propaganda,  fué  y  continúa  siendo 
la  Unión  de  las  Cajas  rurales  y  obreras  de  responsabilidad  ¿limitada^  y 
aun  pudiéramos  añadir  que  es  D.  Luis  Durand,  por  ser  el  presidente,  el 
alma  de  ese  centro.  Él  mismo  confiesa  que  en  espacio  de  trece  años  ha 
tenido  que  responder  á  más  de  15.000  cartas.  Sin  sus  consejos,  y  aun  sin 
el  apoyo  moral  que  da  á  los  fundadores  la  certeza  de  no  carecer  de  di- 
rección en  caso  necesario,  el  95  por  100  de  las  Cajas  existentes  no  se 
habría  constituido.  Dicha  Unión  suele  designarse  brevemente  con  el 
nombre  de  Unión  de  Lión,  por  ser  esta  ciudad  su  domicilio  social. 

Por  otra  parte,  las  Cajas  particulares  tienen  intereses  generales  que 
defender.  Aisladas,  carecerían  de  autoridad  y  de  fuerza;  pero  asociadas 
á  un  centro  que  sea  como  el  representante  colectivo  de  todas,  tienen  una 
autoridad  tanto  mayor  cuanto  más  considerable  sea  el  número  de  afilia- 
das y  más  estrecha  la  unión.  Este  cometido  ha  desempeñado  provecho- 
samente la  Unión  de  las  Cajas  rurales  y  obreras  en  muchas  ocasiones, 
alguna  de  las  cuales,  como  la  de  la  patente,  hemos  tenido  ocasión  de 
recordar. 

RELACIÓN  DE  LA  «UNIÓN»  CON  LAS    CAJAS  LOCALES 

El  «Boletín». — Para  mejor  alcanzar  sus  fines,  era  conveniente  que  la 
Unión  estableciese  relaciones  permanentes  y  periódicas  con  los  admi- 
nistradores de  las  Cajas  para  animarlos  en  los  trances  amargos  de  des- 
aliento, proponiéndoles  los  buenos  sucesos  de  otras  Cajas  que,  acaso  á 
través  de  mayores  peligros  y  tempestades,  habían  llegado  finalmente  á 
puerto.  Era  además  útilísimo  tener  todas  las  Cajas  al  corriente  de  lo  que 
pudiera  interesarlas,  darles  noticias  de  los  obstáculos  que  podían  salir- 
Íes  al  paso  y  de  las  industrias  con  que  podían  ladearlos  ó  apartarlos, 
informarles  de  las  nuevas  leyes  que  les  interesaban,  tenerles  al  corriente 
de  la  situación,  progresos  y  esperanzas  de  la  obra.  Tales  fueron  los  pro- 
pósitos del  Boletín  mensual  de  la  Unión  de  las  Cajas  rurales  y  obreras, 
publicación  modesta,  sin  lujo,  barata,  como  que  al  año  sólo  cuesta  dos 
francos  en  Francia. 

«Esta  creación  necesaria,  ha  sido  fecunda— escribe  Durand.— El  Boletín  ha.  contri* 
buido  poderosamente,  ora  á  mantener  la  unidad  de  miras  y  la  cohesión  de  las  Cajas 
afiliadas,  ora  á  esparcir  las  doctrinas  de  Raiffeisen  y  dar  á  conocer  los  principios  de  la 
Caja  rural,  ya  á  poner  en  claro  las  cuestiones  jurídicas  y  económicas  suscitadas  por  al- 
gunos proyectos  ó  determinadas  leyes  agrícolas.  Ha  sido  señaladamente  instrumento 
activo  de  propaganda  y  servido  de  vinculo  entre  las  personas  dedicadas  á  las  Cajas 


352  LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA 

rurales  en  las  diversas  regiones  de  Francia.  Cada  mes  recuerda  á  los  directores  de  las 
Cajas  las  obras  cuya  carga  han  aceptado,  les  comunica  consejos,  les  da  noticias,  les 
muestra  que  no  están  solos  y  confirma  sus  energías.» 

Grupos  regionales  y  Juntas  de  propaganda.~E\  Consejo  central,  ó 
la  Unión,  aun  con  la  ayuda  del  Boletín,  no  es  bastante  para  prestar  á  la 
Caja  local  todos  los  servicios  necesarios.  Su  campo  de  acción  es  dema- 
siado vasto;  no  puede  impulsar  enérgicamente  la  propaganda  á  las  re- 
giones más  lejanas,  ni  conocer  á  fondo  todos  los  pueblos,  ni  escoger  en 
ellos  las  personas  más  idóneas  para  fundar,  administrar  ó  dar  conferen- 
cias. Una  organización  perfecta  ha  de  colocar  entre  la  modesta  Caja 
local,  que  se  ciñe  á  un  municipio  ó  á  una  parroquia,  y  la  Unión,  que 
abarca  á  toda  Francia,  un  organismo  intermedio,  regional  (departamental, 
en  lo  posible),  que  tome  á  pechos  la  extensión  y  prosperidad  de  la  obra, 
fomente  la  propaganda,  prepare  fundaciones  nuevas,  envíe  conferen- 
ciantes para  sostenerlas,  auxilie  á  los  administradores,  dándoles  lecciones 
de  contabilidad,  verificando  sus  cuentas,  interponiéndose  entre  ellos  y 
los  capitalistas,  á  fin  de  facilitar  la  adquisición  de  dinero  donde  las  Cajas 
no  le  hallan.  Sobremanera  importante  es  la  inspección.  Los  contadores 
de  las  Cajas,  á  pesar  de  su  buena  voluntad,  se  hallan  á  veces  á  obscuras 
con  sus  cuentas.  Viene  el  inspector,  toma  la  pluma,  corrige  sus  menguas 
y  les  mete  por  los  ojos  la  mejor  lección  de  contabilidad.  «La  experiencia 
nos  enseña — dice  Durand— que  los  contadores  cuyos  libros  han  sido  re- 
visados una  primera  vez  cometen  un  número  de  faltas  seis  veces  menor 
que  antes;  los  contadores  cuyos  libros  han  sido  revisados  dos  veces, 
casi  no  cometen  ninguna.» 

El  reglamento  de  la  Unión  distingue  dos  tipos  de  organismos  inter- 
medios, de  conformidad  con  dos  situaciones  diferentes.  Donde  hay  diez 
Cajas  locales  se  forma  un  Grupo  regional.  Donde  no  hay  diez,  una 
Junta  de  propaganda. 

Los  fines  principales  de  los  Grupos  regionales  y  Juntas  de  propa- 
ganda son: 

L°    La  propaganda. 

2.°  La  inspección,  sea  por  un  inspector  profesional,  cuando  hay  re- 
cursos para  ello,  sea  por  la  mutualidad,  es  decir,  por  la  revisión  recí- 
proca de  los  directores  ó  contadores  de  cajas  vecinas.  Cajas  hay  que  se 
valen  de  personas  competentes  extrañas  á  la  asociación.  Así  algunas  del 
Norte  aprovechan  la  buena  voluntad  de  algunos  socios  de  la  Juventud 
católica. 

3.°  Reunir  todos  los  años  una  asamblea  general  de  representantes  de 
las  Cajas  de  la  región  para  comunicarse  los  progresos  realizados,  estu- 
diar las  soluciones  de  las  dificultades  prácticas,  examinar  los  elementos 
de  que  se  dispone  para  nuevas  fundaciones. 

4.°  Organizar,  si  es  conveniente,  una  Caja  central  para  el  grupo,  ó 
mejor  aún,  para  varios  grupos  puestos  de  acuerdo. 


LAS   CAJAS   RURALES   EN   FRANCIA  353 

En  Abril  de  1907  había  18  Grupos  regionales  y  dos  Juntas  de  pro- 
paganda. 

Cajas  centrales.— Los  Grupos  regionales  prestan  á  las  Cajas  rurales 
el  apoyo  moral;  las  Cajas  centrales  el  material.  Sienta  en  principio 
Durand  que  las  Cajas  locales  se  han  de  bastar  á  sí  mismas,  recogiendo 
por  sí  en  la  vecindad  el  dinero  que  les  hace  falta.  Pues  entonces  se  dirá: 
¿qué  oficio  reserva  á  la  Caja  central?  Nada  más  que  el  de  proveer  tem- 
poralmente á  dificultades  accidentales  de  la  Caja  local.  Puede  suceder 
que  una  Caja  local  necesite  de  pronto  una  suma  relativamente  crecida. 
Ocurre,  por  ejemplo,  que  una  extensa  propiedad  se  vende  repartida  en 
parcelas,  y  son  muchos  los  socios  que  quisieran  comprar  alguna  parte, 
para  lo  cual  acuden  á  la  vez  á  la  Caja.  Ó  bien  hay  muchos  imponentes 
que  reclaman  á  un  mismo  tiempo  los  depósitos,  obligando  así  á  los  admi- 
nistradores á  buscar  sin  demora  prestamistas.  En  todos  estos  casos  y 
otros  semejantes  una  Caja  central  prestaría  grandes  servicios  á  la  local, 
aunque  llevase  por  el  préstamo  algo  más  de  lo  que  suele  ganar  la  local. 
Puede  también  darse  la  situación  contraria,  que  la  local  no  sepa  qué 
hacer  del  dinero  ni  pueda  convenientemente  devolverlo  á  los  imponentes, 
los  cuales  estimarían  en  poco  una  colocación  que  les  expone  á  reem- 
bolsos intempestivos.  Gran  ventaja  fuera  en  este  caso  para  la  local  colo- 
car sus  excedentes  en  la  central. 

A  fin  de  que  las  Cajas  locales  recurran  lo  menos  posible  á  la  central, 
y  sólo  para  sumas  limitadas  y  tiempo  relativamente  corto,  aconseja 
Durand  que  se  les  lleve  por  el  préstamo  algo  más  de  lo  que  ellas  suelen 
pagar  á  los  prestamistas  ordinarios.  Si  las  locales,  por  ejemplo,  suelen 
recibir  prestado  al  3  por  100,  no  les  preste  la  central  sino  al  3  Va  ó  3  V4. 

*La  Caja  rural  —  escribe  Durand  —  no  puede  sustraerse  á  las  reglas 
generales  de  la  ciencia  de  la  hacienda;  ha  de  elegir  entre  dos  alternati- 
vas: ó  procurarse  una  clientela  de  imponentes,  ó  no  ser  más  que  una 
sociedad  de  crédito  artificial,  sin  independencia,  sin  solidez,  colgada  de 
la  benevolencia  de  un  establecimiento  superior.»  De  ahí  la  enemiga  de 
Durand  contra  las  Cajas  regionales  subvencionadas  por  el  Gobierno; 
porque,  según  acredita  la  experiencia,  las  Cajas  locales  que,  seducidas 
por  la  comodidad  de  obtener  préstamos  de  las  Cajas  regionales,  se  han 
servido  de  ellas  habitualmente,  no  han  hallado  ya  después  depósitos 
locales,  viéndose  en  grave  conflicto  cuando  la  Caja  regional  se  ha  visto 
obligada  á  limitar  el  crédito. 

Con  todo  eso,  algunas  Cajas  centrales  ó  regionales,  pero  libres,  se 
han  fundado  en  la  Unión  de  Durand,  y  por  cierto  con  una  singularidad, 
que  aun  en  la  de  Neuwied  sólo  se  halló  en  la  primera  época  de  su  exis- 
tencia; es  á  saber,  que,  á  excepción  de  una  sola,  todas  las  demás  están 
cimentadas  en  la  solidaridad  ilimitada.  Seis  Cajas  regionales  contaba 
la  Unión  á  fines  de  1907,  y  de  ellas  una  sola  era  sociedad  anónima.  La 
primera  Caja  central  fué  Crédit  mutuel  de  Poligny,  que  en  1896  se  afilió 


354  LAS   CAJAS  RURALES   EN    FRANCIA 

á  la  Unión  en  calidad  de  Caja  central  para  Jura,  Doubs,  Haute-Saóne. 
Posteriormente  cedió  el  lugar  á  la  Caja  regional  de  Borgoña.  El  31  de 
Mayo  del  mismo  año  el  grupo  regional  de  Hautes-Pyrénées  fundó  una 
Caja  central  para  este  departamento,  con  solidaridad  ilimitada,  dando 
este  ejemplo  á  las  demás  que  sucesivamente  se  formaron. 

LAS   CAJAS   LOCALES 

Es  la  organización  de  Durand  como  árbol  gigante  cuyo  tronco  es  la 
Unión,  las  ramas  los  Grupos  regionales  y  las  hojas  centenares  de  Cajas 
locales  que  visten  de  hermosura  y  gallardía  al  árbol.  Para  hacerlo  más 
vistoso  distínguense  esas  hojas  en  varias  diferencias.  Porque  una  suerte 
hay  de  Cajas  que  son  propiamente  rurales,  otras  obreras,  otras  mixtas 
de  rurales  y  obreras,  y  otras,  finalmente,  marítimas.  Las  rurales  consti- 
tuyen la  inmensa  mayoría.  Las  obreras  se  diferencian  de  las  rurales  por 
la  índole  del  crédito  que  satisfacen  y  el  |medio  en  que  viven,  ya  que  se 
fundan  en  centros  urbanos  para  socorro  de  modestos  artesanos  y  obre- 
ros asTilariados.  Las  mixtas  son  propias  de  los  municipios,  mitad  obreros, 
mitad  rurales,  por  lo  cual  abarcan  toda  clase  de  personas,  sean  ó  no 
agricultores.  Las  marítimas  están  destinadas  á  los  marineros  de  Bretaña. 
La  Caja  obrera  y  lajmixta,  por  su  misma  naturaleza,  requieren  préstamos 
de  puro  consumo,  contra  la  regla  establecida  para  las  rurales,  pero  esos 
préstamos  han  de  ser  mínimos.  Durand  aconseja  que  el  máximum  sea 
de  50  ó  103  francos:  lo  cual  ya  se  entiende  que  no  tiene  aplicación  á  las 
Cajas  obreras  'fundadas  principalmente  para  la  construcción  de  casas. 
Las  Cajas  rurales  suelen  pagar  el  3  por  100  por  los  préstamos  que  reci- 
ben y  el  4  por  los  que  hacen. 

En  razón  de  las  distintas  leyes  á  que  las  Cajas  se  'someten,  divídense 
en  sindicales  y  no  sindicales.  Las  primeras  se  componen  exclusivamente 
de  individuos  de  la  profesión  y  miembros  de  los  sindicatos  agrícolas,  de 
conformidad  con  la  ley  de  sociedades  de  crédito  agrícola  de  5  de  No- 
viembre de  1894,  modificada  por  otra  de  20  de  Julio  de  1901.  Las  segun- 
das admiten  como  socios,  no  solamente  á  los  agricultores,  sino  á  toda 
clase  de  personas,  y  se  rigen  por  la  ley  de  24  de  Julio  de  1867.  La  inmensa 
mayoría  de  las  Cajas  de  Durand  pertenecen  á  esta  segunda  clase,  bien 
que  se  les  aconseja  no  admitir  á  los  comerciantes,  que  recurren  frecuen- 
temente en  sus  negocios  á  efectos  comerciales,  por  la  dificultad  de  com- 
putar su  fortuna  y  por  los  peligros  que  podrían  acarrear.  No  hay  que 
rechazar  empero  á  aquellos  comerciantes  que  sólo  excepcionalmente 
usan  del  papel. 

Las  Cajas  rurales  no  son  á  la  vez  cooperativas  de  crédito  y  sindica- 
tos  aerícolas,  como  en  otras  partes,  aunque  por  su  íntimo  enlace  la  fun- 
dación de  lo  uno  suscite  frecuentemente  la  de  lo  otro.  Las  Cajas  rurales 
promueven  á  menudo  las  compras  en  común,  lecherías  cooperativas  y 
otras  sociedades,  en  lo  cual  tiene  no  pequeña  parte  laj  acción  del  grupo 


LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA  355 

regional.  Así,  el  Grupo  de  Nantes  y  el  crédito  de  sus  Cajas  locales  han 
podido  suscitar  así  la  compra  en  común  de  máquinas  agrícolas  para  los 
sindicatos  de  la  industria  agrícola  como  los  seguros  mutuos,  sea  contra  el 
incendio  del  forraje,  con  reembolsos  en  especie,  sea  contra  la  morta- 
lidad del  ganado  (1). 

REGLAMENTO  DE   LA    «UNIÓN» 

Para  conocer  el  engranaje  de  todas  las  piezas  que  constituyen  la 
organización  de  Durand,  basta  resumir  el  reglamento  de  la  Unión.  Para 
entrar  en  la  Unión  las  Cajas  rurales  y  obreras  han  de  cimentarse  en  estos 
principios  fundamentales  del  sistema: 

1.°  Circunscripción  Hmitada  á  un  municipio  ó  parroquia,  ó  á  dos,  si 
una  de  ellas  no  llega  á  690  habitantes,  á  no  ser  que  las  circunstancias 
pidan  otra  cosa,  ajuicio  de  la  Comisión  ejecutiva  de  la  Unión. 

2.°  Préstamo  á  los  socios  exclusivamente,  para  uso  determinado  y 
vigilado. 

3.°    Responsabilidad  solidaria  é  ilimitada  de  los  socios. 

4.°  Prohibición  de  distribuir  dividendos  y  obligación  de  adjudicar 
todos  los  beneficios  á  la  reserva. 

5.°  Administración  gratuita,  á  excepción  del  contador,  que  puede  ser 
retribuido. 

La  admisión  se  hace  por  la  Comisión  ejecutiva,  que  puede  delegar 
este  derecho  en  el  presidente;  á  ella  pertenece  asimismo  la  expulsión  de 
las  Cajas  que  violaren  el  reglamento  ú  obraren  contra  los  intereses 
de  la  Unión. 

Al  adherirse  á  la  Unión,  la  Cajas  se  comprometen  á  enviarle  todos 
los  años  el  número  de  sus  miembros,  copia  del  inventario  anual,  total  de 
entradas  y  salidas  del  libro  de  Caja  y  otras  informaciones  que  se  les  de- 
manden para  las  estadísticas.  En  cambio,  tienen  derecho  de  pedir  informa- 
ción y  consejo  ala  Unión,  de  aprovecharse  de  la  publicidad  del  Boletín'^ 
en  la  medida  que  juzgue  oportuno  la  redacción,  y  de  las  diversas  obras 
agrícolas  de  seguros  y  de  crédito  que  fundare  la  Unión,  mas  sin  obliga- 
ción de  adherírsela  ellas. 

Las  Cajas  rurales,  en  número  de  10  ó  más,  pueden  formar  Grupos  re- 
gionales, los  cuales  pueden  redactar  reglamentos,  que  sólo  tendrán  valor 
después  de  aprobados  por  la  Comisión  ejecutiva,  á  la  cual  se  han  de 
enviar  asimismo  los  folletos  de  propaganda,  los  estatutos  de  las  institu- 
ciones que  fundaren  y  las  actas.  Estas  comunicaciones  sólo  tienen  por 
fín  facilitar  á  la  Unión  los  medios  de  publicar  reseñas  completas  y  esta- 
dísticas exactas  éjndicar  á  los  demás  Grupos  las  instituciones  acredita- 


(1)    Abbé  Thomas,  Ai'/s  pratiques  aux  Caisses  rurales  du  Grojpe  nantais,  pág.  18. 


356:  LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA 

das  por  la  experiencia  de  uno  de  ellos.  Por  lo  demás,  mientras  no  violen 
el  reglamento  de  la  Unión,  los  Grupos  son  independientes.  La  fundación 
de  Grupos  regionales  se  ha  de  hacer  por  un  delegado  de  la  Unión,  des- 
pués de  convocados  los  directores  ó  representantes  de  todas  las  Cajas 
de  la  región.  Cuando  no  hay  10  Cajas  locales,  se  puede  formar  una  Junta 
de  propaganda,  como  se  dijo  antes.  Los  Grupos  y  las  Juntas  mandan  sus 
representantes  al  Consejo  de  la  Unión,  como  vamos  á  ver. 

El  Consejo  central  de  la  Unión  se  compone  de  miembros  de  derecho 
y  de  otros  elegidos  por  los  miembros  de  derecho.  Los  presidentes  ó,  en 
su  defecto,  el  representante  ó  los  representantes  de  los  Grupos  regiona-, 
les,  son  miembros  de  derecho.  El  Grupo  que  cuenta  de  10  á  25  Cajas^ 
rurales,  puede  enviar  un  representante,  elegido  por  las  Juntas  de  propa- 
ganda que  hayan  establecido,  por  lo  menos,  diez  cajas  que  estén  en  acti- 
vidad. Sólo  tienen  derecho  á  enviar  representantes  las  Cajas  que  han  en- 
viado al  presidente  de  la  Unión  el  balance  de  las  operaciones  del  año 
precedente.  Los  miembros  de  derecho  eligen  á  su  vez  otros,  cuyo  número 
no  puede  superar  el  de  los  de  derecho.  Unos  y  otros  componen  el  Consejo 
de  la  Unión.  Este  Consejo  nombra  un  presidente,  varios  vicepresidentes, 
un  secretario  general  y  varios  delegados,  con  todos  los  cuales  constituye 
la  Comisión  ejecutiva,  que  se  renueva  por  un  tercio  todos  los  años.  Las 
elecciones  pueden  hacerse  por  correspondencia,  según  lista  de  elegibles 
formada  por  la  Comisión  ejecutiva.  Los  individuos  de  esta  Comisión  son 
preferidos  para  misiones  especiales,  en  particular  para  fundación  de  gru- 
pos regionales  y  Juntas  de  propaganda  y  para  representar  la  Unión  en 
los  Congresos. 

LOS    CONGRESOS 

«Nuestras  reuniones— dice  el  abate  Thomas  (1)— son  locales,  regio- 
nales, nacionales  é  internacionales.»  Las  dos  primeras  clases  significan 
con  su  mismo  nombre  lo  que  son.  De  la  reunión  nacional  diremos  sola- 
mente que  es  la  Asamblea  general  anual  del  Consejo  de  la  Unión  de 
Cajas  rurales  y  obreras  francesas,  la  cual  de  ordinario  se  celebra  por 
Marzo  en  París  en  el  hotel  de  los  agricultores  franceses. 

Dos  Congresos  internacionales  ha  convocado  hasta  el  presente  la 
Unión,  el  de  Tarbes  (24,  25,  26  de  Agosto  de  1897)  y  el  de  París  (18,  19 
y  20  de  Julio  de  1900).  En  el  Congreso  de  Tarbes  acudían  á  las  sesiones 
de  la  tarde  más  de  1.200  oyentes  y  á  las  de  trabajo  de  400  á  600.  Este 
Congreso  fué  notable,  no  sólo  por  la  calidad  de  las  personas  francesas 
y  extranjeras  que  presentaron  interesantes  Memorias,  sino  más  princi- 
palmente por  haberse  fijado  en  él  la  forma  de  la  Unión  y  nombrado 
presidente  definitivo,  al  que  hasta  entonces  lo  era  provisional,  D.  Luis 
Durand. 


( 1 )    A  vis  pratiques,  e  te,  pág.  25. 


LAS   CAJAS    RURALES   EN    FRANCIA  357 


EL   ESPÍRITU  RELIGIOSO   DE   LA    «UNIÓN»    DE  DURAND 

Ya  se  ha  visto  que  los  Gobiernos  jacobinos  tienen  ojeriza  alas  Cajas 
de  la  Unión,  por  estimarlas  reaccionarias,  y  que  el  ministro  Rúan  halló  en 
ellas  el  pecado  de  ser  confesionales.  Mas  no  son  los  jacobinos  sola- 
mente los  que  han  hallado  que  morder  en  el  catolicismo  de  la  Unión, 
sino  los  mismos  católicos.  Al  menos,  un  sujeto  desconocido,  que  se  cubrió 
con  el  seudónimo  de  Catholicus,  un  poco  escandalizado  por  cierto  artículo 
de  la  Vie  Catholiqíte,  muy  favorable  á  la  Unión,  no  pudo  menos  de 
enristrarla  pluma,  y  en  la  misma  Vie  Catholique  romper  lanzas  contra  el 
excesivo  catolicismo  de  la  Unión.  No  atacó  á  mancos  que  no  le  pudiesen 
responder,  antes  llevó  su  merecido  con  otro  artículo  de  Durand,  repro- 
ducido por  el  Boletín  de  la  Unión  del  mes  de  Abril  de  1900.  Durand  de- 
clara en  suma,  que  su  obra  no  es  confesional,  porque  no  impone  á  los 
adherentes  credo  alguno  ó  práctica  religiosa;  pero  está  animada  de  espí- 
ritu cristiano,  por  la  influencia  que  de  hecho  ejercen  los  fundadores  y  los 
administradores,  y  asimismo,  por  las  convicciones  de  la  mayoría  de  los 
socios.  Agrega  luego  que  por  aquel  tiempo  había  en  la  Unión  una  Caja 
compuesta  en  su  mayoría  de  protestantes. 

«En  otras  naciones— añade,— en  Italia  y  en  Bélgica,  por  ejemplo,  los  católicos  han 
fundado  Cajas  rurales  confesionales;  y  han  hecho  bien,  porque  las  circunstancias  loca- 
les hacían  esta  forma  más  provechosa  á  la  mejora  moral  y  religiosa,  que,  al  tenor  de  las 
enseñanzas  de  León  XIII,  es  el  principal  fin  de  las  obras  sociales...  Pero  en  otros  casos 
es  preferible  no  adoptar  la  forma  estrictamente  confesional.  Con  razón  ó  sin  ella,  hemos 
entendido  que  en  Francia  es  mejor  fundar  cajas  rurales  no  confesionales,  sino  animadas 
de  espíritu  cristiano,  es  decir,  sociedades  que  no  imponen  á  los  socios  para  su  admi- 
sión una  profesión  de  fe  ó  prácticas,  pero  mantienen  la  inspiración  cristiana  por  el  es- 
píritu que  se  aplican  á  darle  los  jefes  de  la  asociación.» 

Más  tolerante  y  más  amplio  todavía  se  mostraba  el  1 8  de  Mayo  de  1 904, 
en  carta  escrita  al  fundador  de  cuatro  Cajas  rurales,  basadas  en  la  neu- 
tralidad tanto  religiosa  como  política.  Como  este  fundador  dudase  por 
esta  causa  si  sería  admitido  en  la  Unión,  aseguróle  Durand,  advirtiéndole 
que  el  reglamento  de  la  Unión  calla  de  intento  sobre  la  neutralidad  ó 
religión  de  las  Cajas  adheridas. 

Este  silencio  significa  que  la  Unión  «respeta  enteramente  la  libertad 
de  los  fundadores  de  las  Cajas  rurales.  Los  que  quieran  darles  carácter  po- 
lítico ó  religioso,  tienen  derecho  á  ello.  Los  que  las  quieran  neutrales, 
pueden  darles  igualmente  este  carácter.  Al  entrar  en  la  Unión  una  Caja, 
conserva  solamente  el  compromiso  de  no  disputar  á  otras  Cajas  unidas 
el  derecho  de  tener  espíritu  diferente...  Nos  hemos  colocado  en  el  terreno 
de  la  libertad  absoluta  y  del  mutuo  respeto,  y  no  nos  saldremos  de  él». 
Añade,  empero,  que  de  hecho,  so  capa  de  neutralidad,  se  esconde  muy  á 
menudo  hostilidad  mal  encubierta  contra  los  principios  y  creencias  reli- 
giosas; lo  cual  explica  cómo  los  anticlericales  más  batalladores  se  alis- 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  24 


358 


LAS  CAJAS  RURALES  EN  FRANCIA 


ten  generalmente  debajo  de  la  bandera  neutra,  de  donde  resulta  que  el 
programa  de  la  Unión  de  Lión  sólo  aplace,  por  lo  común,  á  los  católicos, 
y  de  aquí  que  casi  exclusivamente  la  constituyan  católicos  fervientes. 

En  ese  mismo  año  de  1904,  fecha  de  la  carta  de  Durand,  el  sacerdote 
Thomas  se  expresaba  así  en  el  Congreso  del  Sillón,  reunido  en  Saint- 
Malo  Saint-Servan:  «La  Caja  regional  de  Loire-Inférieur,  así  como  las 
Cajas  á  ella  adheridas,  no  son  confesionales;  son  profesionales,  agrícolas, 
mutuas  y  nada  más.  Sus  socios  son,  por  lo  general,  excelentes  católicos,  y 
no  lo  ocultan;  pero  están  abiertas  á  todo  trabajador  probo  y  laborioso, 
cualquiera  que  sea  su  religión  y  opinión.» 

ESTADÍSTICAS 

a)  Cajas  raijfeisianas  de  la  «Unión». 

En  1893  se  fundaron  17  Cajas.  En  los  cuatro  años  siguientes  se  fundaron  cada  año 
más  de  100.  La  crisis  de  1897  disminuyó  el  aumento  anual  de  fundaciones,  las  cuales 
vuelven  á  crecer  desde  1903,  como  se  patentiza  en  el  siguiente  estado: 


AÑOS 

Cajas 
que  se  fundan. 

AÑOS 

Cajas 
que  se  fundan. 

1893 

17 
195 
159 
160 
13J 
59 
46 

1900. 
i  1901. 
'  19J2. 
i  1903. 
;  19U4. 

1905. 

1906. 

1907. 

1 

46 

1894 

47 

1895 

40 

1896 

64 

1897 

96 

1898 

70 

1899 

66 

70 

TOTAL.... 

1.265 

La  inmensa  mayoría  son  rurales;  las  hay  mixtas;  otras  son  obreras,  y  acá  y  acullá 
alguna  marítima.  De  1.166,  son  1.109  rurales,  34  rurales  y  obreras,  21  obreras,  una  rural 
y  marítima,  una  rural,  obrera  y  marítima.  Los  números  precedentes  refiérense  á  las  Cajas 
fundadas;  las  existentes  á  fines  de  1907  eran  unas  870,  que  juntas  con  las  250  del  Centro 
federal,  de  que  luego  hablaremos,  hacen  un  total  de  1.120  Cajas  de  Raiffeisen. 

De  las  estadísticas  publicadas  por  la  Unión  se  concluye  que  ha  ido  en  aumento  el 
giro,  el  activo  y  el  número  de  préstamos.  El  promedio  ds  los  socios  por  Caja  ha  sido 
también  ascendente:  23  en  1894;  26  en  1895;  31  en  1900;  37  en  1905;  38  en  1906.  Las 
pérdidas  no  han  llegado  nunca  al  quinto  del  beneficio  neto  reaUzado  en  el  año  más  des- 
favorable. Por  término  medio,  sólo  han  sido  de  Vis  por  100. 

b)  Cajas  raiffeisianas fuera  de  la  ^Unión»,  ó  sea  del  ^Centre  fédératif». 

Como  el  Centre  fédératif  da  Crédit  populaire  admite  toda  clase  de  sociedades,  no 
es  tan  fácil  precisar  el  número  de  las  que  se  rigen  por  los  príncipios  de  Raiffeisen.  Con 
todo  eso,  el  secretarío  del  Centro,  Dufourmantelle,  comunicaba  á  Fagneux  en  24  de  Oc- 
tubre de  1907  los  siguientes  datos:  Número  total  de  sociedades  de  crédito  pertenecientes 
al  Centro:  856;  de  ellas  son  raiffeisianas  unas  250.  El  Centro  fundó  su  prímera  Caja  del 
•sistema  de  Raiffeisen  en  Castellar,  de  los  Alpes  Marítimos,  en  Julio  de  1893;  extiende 


LAS   CAJAS  RURALES    EN   FRANCIA  359 

SUS  fundaciones  á  Argelia,  Túnez  y  á  la  isla  de  la  Reunión.  La  mayor  parte  de  las  Cajas 
que  ha  fundado  en  la  provincia  de  Oran  y  muchas  de  las  de  Túnez  son  de  tipo  raiffei- 
siano. 

Sobre  las  Cajas  del  Norte  de  África  escribía  el  conde  de  Rocquigny  una  Memoria 
interesante  á  principios  de  1907  (1).  Por  ella  se  ve  la  influencia  que  en  el  desenvolvimiento 
del  crédito  agrícola  tuvo  la  ingerencia  del  Estado.  Una  ley  de  8  de  Julio  de  1901  proveyó 
á  la  colonia  de  las  mismas  instituciones  y  de  los  mismos  medios  de  acción  que  posee 
la  metrópoli.  Dicha  ley  puso  á  disposición  del  gobernador  general  las  sumas  concer- 
tadas con  el  Banco  de  Argelia  para  que  él  las  preste  sin  interés  á  las  Cajas  regionales 
de  crédito  agrícola,  constituidas  al  igual  de  las  de  Francia.  Al  renovarse  el  privilegio 
del  Banco  de  Argelia,  estipulóse  que  el  Banco  haría  al  Gobierno  un  anticipo  gratuito  de 
tres  millones  de  francos  para  todo  el  tiempo  que  durase  el  privilegio,  y  que  además 
entregaría  anualmente  200.000  francos  desde  1900  á  1905;  250.000  de  1906  á  1912;  300.000 
de  1913  á  1920. 

Las  primeras  Cajas  regionales  fundadas  fueron  las  de  Argelia  y  de  Tlemcen,  que 
datan  de  1901.  Mas  desde  que,  en  Mayo  de  1902,  pudo  ya  el  Gobierno  argelino  hacer  los 
anticipos  previstos  por  la  ley,  la  organización  ha  sido  rápida.  Á  fines  de  Abril  de  1906, 
Argelia  tenía  ya  26  Cajas  regionales  y  121  Cajas  locales,  repartidas  de  este  modo  en  los 
tres  departamentos: 

Constantina.     8  Cajas  regionales;   33  Cajas  locales. 

Argelia 11      »  =»  46      »         » 

Oran 7      >>  »  42      »  » 

Total...    26  121 

En  los  departamentos  de  Argelia  y  de  Oran  prevalecen  las  Cajas  de  responsabilidad 
solidaria  é  ilimitada,  mas  al  revés  en  Constantina,  donde  se  prefiere  la  limitada  al  capital 
suscrito.  Mientras  las  afiliadas  á  la  Caja  regional  de  Oran  no. requieren  caución,  por 
creer  que  basta  la  solidaridad,  exígenla,  al  contrario,  las  de  Argelia,  á  pesar  de'estar  fun- 
dadas en  igual  principio.  En  Argelia  es  escasa  la  autonomía  de  las  Cajas  locales.  La  re- 
gional lleva  la  contabiUdad  de  sus  afiliadas,  al  parecer  con  buen  acuerdo,  pues  si  así  no 
lo  hiciese,  las  cuentas  dejarían  que  desear.  Las  reservas  de  las  locales  se  centralizan 
también  en  la  regional,  que  con  ellas  acrecienta  su  propio  capital,  á  fin  de  conseguir  del 
Estado  mayores  anticipos.  Este  método  sirve  asimismo  para  aumentaría  garantía  de  la 
Caja  regional  respecto  de  las  operaciones  efectuadas  por  las  locales.  Sobrado  parece 
el  número  de  Cajas  regionales,  que  ha  de  dar  por  resultado,  como  así  es  la  verdad,  la 
vida  pobre  de  algunas;  pero  la  distancia  considerable  á  que  se  hallan  los  centros  agri- 
colas  excusa  la  multitud  de  agrupaciones,  á  lo  cual  contribuyen  también  las  rivalidades 
políticas  y  la  cuestión  de  personas.  Nótese,  finalmente,  que  las  Cajas  rurales  no  sólo  se 
componen  de  europeos,  sino  también  de  indígenas.  Aún  más:  en  Sidi  Messaud,  pobla- 
ción del  Río  Salado,  se  constituyó  una  especialmente  indígena  sobre  la  base  de  la  res- 
ponsabilidad solidaria  ilimitada. 

N.  NOGUER. 


(1)    Les  Associafions  agricoles  de  VAlgérie.  (Le  Masée  Sociale.  Memoires  et  docu- 
ments,  núm.  1,  1907.) 


El  perUón  de  los  pecados  en  la  pMlva  Iglesia. 


TERTULIANO   Y   LA   POLÉMICA   CATÓLICO -MOiNTANISTA 
SOBRE  LOS   TRES  PECADOS   IRREMISIBLES 


T 


ERTULiANO  cs  cl  puíito  Cardinal  en  torno  al  cual  gira  principalmente 
la  controversia  sobre  la  penitencia.  Nuestros  lectores  saben  ya  que  Funk 
pretende  hallar  en  el  escritor  africano  un  argumento  irrefragable  en  pro 
de  su  tesis,  de  que  el  Papa  Calixto  fué  el  primero  que  concedió  á  los 
adúlteros  la  reconciliación  eclesiástica,  negándosela  á  los  apóstatas  y 
homicidas.  En  cambio,  Esser  y  el  P.  Stufler  sostienen  la  contradictoria; 
más  aún,  afirman  que  Tertuliano,  siendo  católico,  admitió  la  tesis  que 
luego,  pasado  á  la  secta  montañista,  combatió  con  tanto  ardor  contra  el 
Papa  Calixto,  y  que  por  lo  mismo  el  argumento  de  Funk  carece  de  fun- 
damento (1). 

La  teoría  de  Funk  la  abrazaron  primero  Batiffol  (2)  y  Vacandard  y 
luego  Rauschen  (3).  Batiffol  la  llama  « la  teoría  en  adelante  clásica:  la 
reacción  intentada  por  Esser  la  considera  como  vana,  y  después  de  la 
inexorable  crítica  de  Funk  contra  Esser,  á  la  que  él  se  adhiere  por  com- 
pleto, la  causa,  dice,  se  puede  dar  por  concluida»  (pág.  348). 

Sin  embargo,  la  realidad  es  otra.  La  teoría  de  Funk  quebrantada,  por 
no  decir  deshecha,  por  Esser,  ha  perdido  hoy  día  mucho  terreno  y  apenas 
si  conserva  viso  alguno  de  probabilidad. 

Es  preciso  leer  los  artículos  de  Esser,  en  que  con  un  dejo  amargo  y 
acre,  aunque  muy  justificado,  echa  en  cara  á  Vacandard  y  Batiffol  que 
polemizan  contra  él  sin  haberle  leído,  y,  lo  que  peor  es,  que  Batiffol  le 
atribuye  ideas  diametralmente  opuestas  á  las  que  en  realidad  sostiene  (4). 


(1)  La  literatura  la  dimos  en  el  primer  artículo.  Para  el  presente  hacemos  notar: 
\P,  que  las  citas  de  Funk,  si  no  advertimos  otra  cosa,  se  refieren  á  su  artículo  «Das 
Indulgenzedikt  des  Papstes  Kallistus»  (Tübinger  theologische  Quartalschrift ,  1906, 
páginas  541-568);  2.°,  las  citas  de  Esser  á  su  respuesta  á  Funk  «Nochmals  das  Indulgenz- 
edikt des  Papstes  Kallistus  und  die  Bussschriften  Tertulíans»  (Der  Katholik,  1907, 
páginas  184-204,  297-309;  1908,  páginas  12-28,  93-113);  3.«,  las  del  P.  Stufler,  S.  J.,  á  su  es- 
tudio «Zur  Kontroverse  über  das  Indulgenzedikt  des  Papstes  Kallistus»  (Zeitschriftfür 
katholische  Theologie,  1908,  páginas  1-42). 

(2)  «L'Édit  de  Calliste  d'aprés  une  controverse  récente»  (Bulletin  de  Uttérature 
Ecdésiastique,  1906,  páginas  339-348). 

(3)  L.c. 

(4)  Der  Katholik,  1907,  páginas  185-188. 


EL   PERDÓN  DE   LOS  PECADOS   EN   LA   PRIMITIVA   IGLESIA  361 

Á  nosotros,  después  de  haber  leído  concienzudamente  á  Funk,  Esser, 
Stufler  y  sobre  todo  á  Tertuliano,  nos  parece  que  la  única  tesis  acepta- 
ble es  la  de  Esser  y  Stufler.  Nuevo  que  añadir  hemos  hallado  poco. 
Nuestro  trabajo  contribuirá,  por  lo  menos,  á  la  difusión  de  una  tesis  de 
capital  importancia  en  los  orígenes  de  la  penitencia,  y  será  una  nueva 
adhesión  á  una  doctrina  que  creemos  es  la  única  que  responde  á  la  rea- 
lidad histórica. 

La  vida  y  los  escritos  de  Tertuliano  se  dividen  en  dos  grandes  pe- 
ríodos, el  católico,  hasta  el  año  206,  y  el  montañista,  hasta  el  año  230.  Al 
período  católico  pertenece  el  libro  De  paenitentiay  y  al  montañista  el  De 
püdicitia  (1).  Ambos  tratan  de  la  penitencia,  y  por  eso  son  dos  factores 
que  han  de  entrar  esencialmente  en  la  resolución  del  presente  problema. 

Comencemos  por  el  De  paenitentia.  Este  libro,  escrito  entre  el  200  y 
el  206,  va  dirigido  á  los  catecúmenos;  se  compone  de  doce  capítulos  y 
está  dividido  en  dos  partes.  La  primera,  que  comprende  los  seis  prime- 
ros capítulos,  habla  de  la  penitencia  primera,  ó  sea  de  la  que  precede  al 
bautismo;  la  segunda  parte  trata  de  la  penitencia  segunda,  ó  sea  de  la 
que  deben  hacer  los  pecadores  bautizados.  En  el  primer  capítulo  expone 
Tertuliano  la  diferencia  que  hay  entre  el  concepto  de  penitencia  como 
lo  entienden  los  católicos  y  los  gentiles;  en  el  segundo,  que  hay  que 
hacer  penitencia,  no  de  las  buenas,  sino  de  las  malas  obras;  en  el  ter- 
cero divide  los  pecados  en  internos  y  externos;  el  cuarto  contiene  una 
exhortación  á  la  penitencia;  el  quinto  otra  á  la  perseverancia  en  la  gra- 
cia, recibida  en  el  bautismo;  el  sexto  se  dirige  á  convencer  á  los  cate- 
cúmenos que  es  necesario  tomar  la  preparación  al  bautismo  en  serio 
y  no  dilatar  la  penitencia. 

Esta  parte  es  la  que  menos  importancia  tiene  en  la  presente  contro- 
versia. Sólo  la  distinción  de  los  pecados  en  internos  y  externos  es  digna 
de  notarse,  por  la  luz  que  puede  arrojar  sobre  otra  distinción  muy  di- 
versa del  libro  Dz  püdicitia  en  pecados  remisibles  é  irremisibles.  «Pers^ 
tringere  tamen  nonpigebit,  delictorum  quaedam  esse  carnalia,  idest,  cor- 
poralia,  quaedam  vero  spiriíalia»  (c.  3). 

El  desarrollo  de  la  doctrina  de  Tertuliano  en  la  segunda  parte  del 
libro  es  el  siguiente:  Para  los  bautizados  que  caen  en  pecado  hay  una 
penitencia  segunda  (c.  7),  que  el  Señor  promete  en  la  Escritura  á  todo 
pecador  arrepentido  (c.  8).  Esta  penitencia,  en  griego  llamada  exornólo- 
gesis  tiene  que  ser  pública  (c.  9).  Nadie  se  debe  sonrojar  de  hacerla 
ante  la  faz  de  la  Iglesia  y  de  los  fieles  (c.  10),  ni  retroceder  ante  los  su- 
frimientos corporales  que  impone  (c.  11),  sino,  impertérrito,  abrazarla 
como  última  tabla  de  salvación  (c.  12). 

Esta  penitencia  es  la  que  á  nosotros  nos  interesa.  ¿Cómo  la  entendía 


(1)    Para  éste  nos  servimos  de  la  edición  de  Reifferscheid-Wissowa  en  el  C.  S.  E.  L, 
de  Viena. 


362  EL   PERDÓN   DE   LOS   PECADOS   EN   LA   PRIMITIVA   IGLESIA 

Tertuliano  al  escribir  su  tratado  De  paenitentia?  Según  él  tiene,  tres 
cualidades:  es  universal,  publica,  reconcilia  con  Dios  y  con  la  Iglesia. 

Primero  es  universal  por  su  extensión:  es  decir,  se  extiende  á  todos 
los  pecadores.  La  entrada  en  la  región  del  perdón  se  concede  pulsan- 
tibus  (c.  7)  á  todo  el  que  llamare.  Nadie  se  debe  sonrojar  de  hacerla. 
Neminem  pudeat.  Iteratae  valetudinis  iteranda  medicina  est  (c.  7).  Pero 
lo  que  conviene  sobre  todo  tener  bien  presente  es  que  Tertuliano  en 
este  tratado  no  solamente  no  excluye  del  perdón  los  tres  pecados  capi- 
tales, y  sobre  todo  el  adulterio,  sino  que  éste,  la  idolatría  y  apostasía 
los  incluye  explícitamente,  una  vez  en  el  capítulo  7.°  y  dos  en  el  8." 
« liaque  (pervicacissimus  hostis)  observat,  oppugnat,  obsidet,  si  qua 
possit  aut  oculos  concupiscentia  carnali  ferire,  aut  animum  illecebris 
saecularibüs  irretire,  aut  fidem  terrenae  potesiatis  formidine  everfere>> 
(c.  7).  Para  éstos  es  la  penitencia  segunda,  «¡d  si  dubitas,  evolve  quae 
Spiritus  ecclesiis  dicat  Desertam  dilectionem  ephesiis  imputat;  stuprum 
et  idolothytorum  esum  thyatirenis  exprobrat...  et  tamen  omnes  ad  pae- 
nitentiam  commonet»  El  Señor  te  recibirá,  dice,  ¡oh  pecador  deshonesto! 
como  al  hijo  pródigo  «si  parcos  immundum  relinquas  pecus»  (c.  8). 
Para  desvanecer  todo  recelo  en  el  pecador,  cualquiera  que  sea,  pinta 
Tertuliano  la  bondad  de  Dios,  <^qui  misericordiam  mavult  quam  sacri- 
ficia»  (Os.,  6,  6),  y  la  alegría  que  recibe  en  la  conversión  de  los  pecado- 
res. Esta  alegría  se  manifiesta  en  la  parábola  de  la  mujer  que,  habiendo 
hallado  la  dracma  perdida,  invita  á  sus  amigas  á  que  se  gocen  con  ella, 
en  la  parábola  de  la  oveja  perdida,  y  en  la  del  hijo  pródigo.  Dios  es 
más  padre  que  el  padre  del  hijo  pródigo,  «tam  pater  nemo,  tam  pius 
nemo»  (c.  8).  Pero  al  pecador  le  horroriza  la  penitencia  pública.  Tertu^ 
llano  apela  de  nuevo  al  dolor  que  á  Cristo  y  á  la  Iglesia  causa  su  caída 
y  al  gozo  que  experimenta  en  su  conversión.  «Quid  consortes  casuum 
tuorum  ut  plausores  fugis?  Non  potest  corpus  de  unius  membri  vexa- 
tione  laetum  agere:  condoleat  universum  (1.  Cor.,  12,  26)  et  ad  remedium 
conlaboret  necesse  est.  In  uno  et  altero  Ecclesia  est.  Ecclesia  vero  Chri- 
stus.  Ergo  cum  te  ad  fratrum  genua  protendis,  Christum  contrectas, 
Christum  exoras.  Aeque  illi  cum  super  te  lacrimas  agunt,  Christus 
patitur,  Christus  Patrem  deprecatur.  Facile  impetraiur  semper,  quod 
filius  postulat»  (c.  10).  Es,  pues,  indudable  que  Tertuliano  en  su  tratado 
De  paenitentia  admite  la  penitencia  segunda  para  todos  los  pecados  y 
como  prueba  aduce  la  misericordia  infinita  y  la  promesa  del  mismo  Dios. 

La  segunda  cualidad  de  esta  penitencia  es  su  publicidad.  Tiene  que 
manifestarse  en  un  acto  externo.  «Huius  igitur  paenitentiae  secundae 
et  unius,  quanto  in  arcto  negotium  est,  tanto  operosior  probatio  est;  ut 
non  sola  conscientia  praeferatur,  sed  aliquo  etiam  actu  administretur» 
(c.  9).  En  qué  consistía  la  exomologesis,  nos  lo  describe  Tertuliano  en 
§eguida:  «Itaque  exomologesis  humiliandi  et prosternandi  disciplina  est, 
conversationem  iniungens  misericordiae  illicem:  de  ipso  quoque  habitu 


EL   PERDÓN   DE   LOS   PECADOS   EN   LA   PRIMITIVA   IGLESIA  363 

atque  victu  mundaf,  sacco  et  cineri  incubare,  corpas  sordíbus  obscurare, 
animum  maeroribus  deiicere,  illa  quaepeccavit  tristi  tratactione  mutare, 
ceterum  pastum  et  potum  pura  nosse,  non  ventris  scilicet,  sed  animae 
causa,  plerumque  vero  ieiuniis  preces  alere,  ingemiscere,  lacrimari  et 
mugiré  dies  noctesque  ad  Dominum  Deum  suum,  presbyteris  advolvi,  et 
caris  Dei  adgeniculari,  ómnibus  fratribus  legationes  deprecationis  suae 
iniungere»  (ib  id.) 

La  tercera  cualidad  de  esta  penitencia  segunda  es  que  reconcilia  no 
sólo  con  Dios,  sino  con  la  Iglesia.  Esto  es  lo  que  niegan  Funk,  Batiffol, 
Vacandard  y  Rauschen,  aunque,  á  nuestro  juicio,  sin  razón  ninguna. 

Ante  todo:  imponiendo  la  Iglesia  á  los  pecadores  la  obligación  de 
presentarse  á  los  presbíteros  y  de  aceptar  las  terribles  penitencias  pú- 
blicas que  acabamos  de  leer,  ¿es  creíble  que  al  fin  les  negara  la  absolu- 
ción? Uno  de  los  argumentos  con  que  los  católicos  acosan  á  Tertuliano 
en  el  libro  Depudicitia  (c.  3)  tiene  por  base  precisamente  este  principio: 
«Todos  tienen  que  hacer  penitencia  ante  la  Iglesia;  por  otra  parte,  esta 
penitencia  sería  inútil  si  no  obtuviera  la  reconciliación  eclesiástica;  luego, 
concluyen,  toda  penitencia  debe  obtener  la  reconciliación  eclesiástica. 
Ahora  bien:  si  cuando  escribía  Tertuliano,  unos  veinte  años  antes,  su 
libro  De  paeniientia,  hubiera  existido  en  la  Iglesia  la  práctica  de  impo- 
ner á  los  pecadores  la  penitencia  pública  sin  concederles  la  absolución, 
Tertuliano  no  hubiera  tenido  necesidad  para  rebatir  el  argumento  de 
los  católicos  más  que  de  haberle  retorcido  y  apelar  á  la  práctica  usada 
por  ellos  mismos  y  á  su  libro.  El  no  hacerlo  así,  sino  esforzarse  por  de- 
mostrar que  la  penitencia  pública,  aunque  no  llegue  á  alcanzar  la  recon- 
ciliación eclesiástica,  no  deja  por  eso  de  ser  útil  ante  Dios,  es  una  prue- 
ba evidente  de  que  Tertuliano  en  su  tratado  De  paenitentia  admite  la 
reconciliación  eclesiástica. 

Además,  ¿qué  mella  podía  hacer  en  los  pecadores  recalcitrantes  y 
vergonzosos  la  razón  que  trae  Tertuliano  para  moverlos  á  abrazar  la 
penitencia  pública,  de  que  todo  el  cuerpo  místico  de  la  Iglesia  tomaba 
parte  en  su  dolor  y  trabajaba  por  su  salvación,  si  de  antemano  se  les 
arrojaba  para  siempre  de  su  comunidad?  ¿Cómo  les  podía  la  Iglesia  pro- 
meter el  perdón  de  Dios,  si  ella  se  lo  negaba  para  siempre?  Por  consi- 
guiente, si  se  excluye  del  libro  De  paenitentia  la  reconciliación  eclesiás- 
tica, hay  que  confesar  que  es  el  libro  más  ilógico  que  imaginarse  puede. 

Á  estas  pruebas  de  carácter  general  hay  que  añadir  otras  cuatro  más 
especiales.  Una  sacada  del  uso  de  la  palabra  absolvere,  otra  de  la  pala- 
bra restitutio,  la  tercera  de  la  parábola  del  hijo  pródigo  y  la  cuarta  de 
un  lugar  del  capítulo  VII,  que  se  ha  hecho  ya  clásico  en  esta  materia. 

En  cuanto  á  la  primera,  escribe  Tertuliano:  «Cum  igitur  provolvit 
(exomologesis)  hominem,  magis  relevat;  cum  squalidum  facit,  magis 
mundatum  reddit;  cum  accusat,  excusat;  cum  condemnat,  absolvit  (c.  9.) 
An  melius  est  damnatum  Mere,  quam  palam  absolví?  (c.  10): 


364  EL   PERDÓN   DE   LOS   PECADOS   EN   LA   PRIMITIVA   IGLESIA 

Esser,  para  determinar  con  precisión  el  significado  de  la  palabra  ab- 
solvere en  estos  dos  textos,  ha  hecho  una  investigación  minuciosa  sobre 
su  significado  en  los  otros  escritos  de  Tertuliano.  He  aquí  sus  resul- 
tados (1):  En  el  tratado  De  pudicitia  esta  expresión  encierra  siempre 
la  reconciliación  eclesiástica.  En  el  capítulo  13  y  en  el  14,  queriendo 
probar  Tertuliano  que  el  incestuoso  de  Corinto  no  fué  absuelto  por 
San  Pablo,  escribe:  «Quid  hic  de  fornicatore...  ¿ntelligitur,  cum  pe- 
rinde  ütique  speciali  venia  absolvisset,  quem  speciali  ira  damnasset? 
(c.  13,  243,  16).  f/oc  enim  legisse  deb aeras...  ne  scilicet  Paulum  Apo- 
stoliim  Christi...  taniae  levitatis  inficeres,  ut  autdamnaverit  temeré,  quem 
mox  essei  absoluturas,  aut  temeré  absolver it,  quem  non  temeré  da- 
mnasset {c  14,  250, 5).  Los  católicos  protestan  explícitamente  (c.  18, 258, 
30...)  que  por  los  pecados  de  deshonestidad  <<non  statim  (venia)  dene- 
gatur,  si  delicia  damnantur,  quando  veniae  tempus  cum  damnatione 
concurrat,  quam  excludii.^  Estos  textos  son  perfectamente  paralelos  á  los 
dosarriba  citados  del  Wbvo De  paenitentia.  En  ambaspartessecontrapOne 
la  palabra  damnatio  á  absolutio.  En  el  último  del  tratado  De  pudicitia 
afirman  rotundamente  los  católicos  que  la  excomunión,  en  que  incurren 
los  pecadores,  no  excluye  la  reconciliación  eclesiástica.  Luego  en  este 
mismo  sentido  se  han  de  tomar  los  textos  del  libro  De  paenitentia,  mien- 
tras no  se  pruebe  lo  contrario.  Ni  vale  decir  con  Funk  (550...)  que  no  hay 
que  aplicar  el  lenguaje  del  tratado  De  pudicitia  al  De  paenitentia.  Pues 
como  muy  bien  nota  Esser  (2).  ¿Por  ventura  el  edicto  de  Calixto  introdujo 
un  nuevo  lenguaje?  ¿No  supone  más  bien  un  lenguaje  estable,  común 
á  todos,  montañistas  y  católicos?  Otros  dos  textos,  semejantes,  uno 
del  libro  De  baptismo,  5,  y  otro  del  tratado  adv.  Marcionem,  I,  23, 
dan  nueva  fuerza  al  paralelismo.  Finalmente,  en  el  mismo  libro  De  pae- 
nitentia, al  exhortar  Tertuliano  á  los  catecúmenos  á  que  no  difieran 
su  cambio  de  vida  hasta  el  día  en  que  reciben  el  bautismo,  exclama 
irónicamente:  «Tune,  opinor  eméndalos liquebit,  cum  absolvimur»  (c.  6). 
Ahora  bien:  la  absolución  del  bautismo  se  extiende  también  al  foro 
externo,  pues  es  la  entrada  en  la  Iglesia  visible.  Luego  á  los  dos  textos 
paralelos  que  se  encuentran  en  el  mismo  libro  se  les  debe  dar  el  mismo 
sentido  y  alcance.  Tanto  más,  cuanto  que  así  lo  exige  el  contexto. 

«La  exomologesis,  dice  Tertuliano  en  el  capítulo  9.°,  hace  las  veces  de 
la  indignación  divina,  y  afligiendo  temporalmente,  no  sólo  frustra,  sino 
que  borra  los  suplicios  eternos.»  Á  continuación  vienen  las  palabras 
citadas:  cum  igitur  provolvit,  etc.  El  argumento  no  es  difícil  formarlo. 
La  exomologesis  hace  las  veces  de  la  indignación  divina.  Ahora  bien:  la 
indignación  divina  cesa  en  esta  vida,  como  asegura  el  mismo  Tertuliano, 


(1)  DerKatholik,  1908,  2\... 

(2)  Der  Katholik,  1908,  pág  22. 


EL   PERDÓN   DE    LOS   PECADOS   EN   LA   PRIMITIVA    IGLESIA  365 

apoyándose  en  la  Escritura  y  principalmente  en  la  parábola  del  hijo  pró- 
digo (c.  8),  tan  pronto  como  el  pecador  se  convierte  de  veras  á  él;  luego 
también  la  exomologesis  tiene  que  cesar  en  esta  vida;  y  ¿cómo  cesa?  Por 
la  reconciliación  eclesiástica. 

Mas  como  la  postración,  la  acusación  y  la  condenación  que  trae  con- 
sigo la  exomologesis  se  hacen  sentir  también  en  el  foro  externo,  del 
mismo  modo  la  rehabilitación,  la  excusa  y  la  absolución  que  por  ella  se 
alcanza  deben  producir  los  mismos  efectos. 

Las  palabras  del  capítulo  10  son  todavía  más  terminantes.  Allí  se 
habla  de  una  absolución  que  se  da  palam,  públicamente.  Y  ¿cómo  se 
puede  aplicar  este  calificativo  á  la  absolución  divina,  que  se  recibe 
en  secreto?  Todas  las  cavilaciones  y  sutilidades  acumuladas  por  Funk 
(550...)  no  han  logrado  aun  debilitar  en  lo  más  mínimo  el  valor  de  una 
prueba  tan  explícita  y  tan  clara. 

Otro  argumento  con  que  Esser  prueba  que  Tertuliano  admite  en  su 
libro  De paenítentia\a  reconc'úisición  eclesiástica,  lo  deduce  del  empleo 
de  las  palabras  rest ¿fuere,  restitutio,  recondliaüo,  venia  (1).  El  proceso  es 
el  mismo  que  el  expuesto  en  el  argumento  anterior,  el  mismo  es  también 
su  valor  y  la  misma  la  poca  consistencia  de  las  dificultades  de  Funk. 

El  tercer  argumento  nos  lo  proporciona  la  parábola  del  hijo  pró- 
digo (c.  8).  El  hijo  pródigo,  en  el  tratado  Depaenitentia,  representa  al  pe- 
cador bautizado  deshonesto.  Si  se  convierte,  <4mmolat  (mitissimus  paíer) 
vifulum  praeopimum,  convivio  gaudium  suum  exornat».  Estas  últimas 
palabras  hacen,  á  no  dudarlo,  alusión  al  banquete  eucarístico,  al  que  ne- 
cesariamente tenía  que  preceder  la  reconciliación  eclesiástica.  Funk  lo 
niega  (553).  Hay  que  confesar  que,  aunque  Funk  no  tenga  ningún  funda- 
mento para  negarlo,  la  mención  no  está  explícita.  Sin  embargo,  es  bas- 
tante clara.  Y  que  esta  fuera  la  idea  de  Tertuliano,  lo  sabemos  por  otra 
parte.  En  el  libro  De  patientia,  escrito  en  el  mismo  tiempo  que  el  De  pae- 
niientia,  al  recibir  el  Señor  al  hijo  pródigo,  le  viste  et  (illum)  pascit  (2). 

Ene  1  libro  De  padicitia  los  católicos  objetan  á  Tertuliano  que  á  los 
fieles  adúlteros,  si  se  arrepienten  de  sus  pecados,  los  recibe  de  nuevo  el 
Señor.  Responde  Tertuliano:  esta  parábola  no  se  puede  aplicar  á  los  fie- 
les, sino  á  los  gentiles.  ¿Por  qué?  Porque  entonces  habría  que  extenderla 
á  los  apóstatas.  También  éstos  tendrían  que  recobrar  el  vestido  del  Espí- 
ritu Santo,  el  anillo,  el  sello  del  bautismo,  y  recibir  la  Eucaristía  et  rur- 
sus  illi  mactabitur  Christus  (c.  9,  237,  10).  Esta  manera  de  huir  la  difi- 
cultad y  la  contradicción  manifiesta  en  que  incurre  aquí  con  relación  á 
lo  que  había  escrito  en  el  tratado  De  paenitenüa,  muestran  bien  á  las  cla- 
ras que  en  la  parábola  del  hijo  pródigo  veía  Tertuliano  como  encarnada 
la  reconciliación  eclesiástica. 


(1)  Der  Katholik,  1908,  24... 

(2)  Ed.  Kroymann,  19,  3. 


366  EL  PERDÓN   DE    LOS   PECADOS   EN   LA   PRIMITIVA   IGLESIA 

Habiendo  podido  evitar  la  contradicción  y  responder  á  los  católicos 
que  en  esta  parábola  no  se  promete  más  que  el  perdón  de  Dios,  y  que  en 
este  sentido  la  había  él  usado  en  sus  tiempos  católicos,  concede  que  la 
parábola  incluye  en  sí  la  reconciliación  eclesiástica;  pero  que  no  hay 
que  aplicarla  á  los  pecadores  bautizados,  sino  solamente  á  los  gentiles, 
siendo  así  que  en  el  libro  De  paenitentia  la  aplica  él  mismo  á  los  pri- 
meros. 

Pasemos  al  argumento  que  en  esta  materia  se  puede  llamar  clásico. 
En  el  capítulo  7."  escribe  Tertuliano:  «Haec  igitur  venena  eius  (del 
diablo)  providens  Deas,  clausa  licet  ¿gndscentiae  ¿anua  et  intindionis 
sera  obstructa,  aliquid  adhuc  permisit  patere.  Collocavit  in  vestíbulo 
paenitentiam  secundam,  quae  pulsantibus  patefaciat;  sed  iam  semely 
guia  iam  secundo:  sed  amplius  nunquam,  quia  proxime  frustra.  Non 
enim  et  hoc  semel  satis  est?  Habes  quod  iam  non  merebaris:  amisisti  enim 
quodacceperas.  Si  tibi  indulgentia  Dominus  accommodat,  underestituas 
quod  amíseras,  iterato  beneficio  gratus  esto,  nedum  ampliato:  maius 
est  enim  restituere  quam  daré»  (c.  7). 

Este  texto,  discutido  ya  tantas  veces,  destruye  por  completo  la  opi- 
nión de  Funk.  Sus  esfuerzos  por  probar  (548)  que  se  puede  explicar 
suficientemente,  aplicándole  al  perdón  sólo  en  el  foro  interno,  han  sido 
inútiles.  El  pensamiento  de  Tertuliano  es  bien  claro.  En  la  primera  cláu- 
sula dice  que  no  pudiendo  ya  el  pecador  bautizado  entrar  en  el  recinto 
del  perdón  por  medio  de  la  puerta  del  bautismo,  el  Señor  puso  á  su  dis- 
posición otra  entrada.  Esta  es  la  penitencia  segunda.  Su  oficio  es  abrir 
á  los  que  llaman.  Es  de  notar  la  construcción  de  la  frase.  La  penitencia, 
que  es  el  sujeto,  abre  á  los  que  llaman,  la  puerta  del  perdón,  como  antes 
lo  había  hecho  el  bautismo.  Es  así  que  el  bautismo  abrió  la  puerta  de 
la  Iglesia  visible;  luego  ésta  abre  también  la  penitencia  segunda.  Ter- 
tuliano añade  que  la  penitencia  segunda  está  en  el  vestíbulo.  Con  estas 
palabras  hace  alusión  manifiesta  al  lugar  donde  estaban  los  penitentes 
separados  de  los  fieles. 

La  primera  idea,  pues,  que  esta  expresión  trae  á  la  memoria,  es  que 
esta  penitencia  segunda  abre  la  puerta  al  recinto  interior  donde  están 
los  fieles  y  se  celebran  los  oficios  divinos.  Además,  esta  penitencia  no  se 
concede  más  que  una  vez,  y  ¿cómo  podía  hablar  así  Tertuliano  de  la 
penitencia  puramente  interior,  sabiendo  como  sabía  muy  bien,  y  lo  prue- 
ban los  lugares  de  la  Escritura  que  aduce  en  el  capítulo  8.°,  que  la 
misericordia  de  Dios  no  reconoce  límites?  Tercero:  esta  penitencia  la 
llama  segunda,  en  contraposición  á  la  primera,  que  es  el  bautismo;  la  llama 
repetición,  más,  ampliación  de  este  beneficio  (iterato  beneficio  gratus 
esto,  nedum  ampliato).  Ahora  bien:  ¿cómo  se  puede  decir  que  es  una 
repetición  y  una  ampliación  del  bautismo,  si  le  falta  una  de  las  partes 
principales,  á  saber,  la  reconciliación  eclesiástica?  Finalmente,  este  pá- 


EL   PERDÓN   DE   LOS   PECADOS   EN    LA   PRIMITIVA   IGLESIA  367 

rrafo,  como  todo  el  capítulo  7."  y  parte  del  5.°  dependen  de  Hermas  (1), 
el  cual,  como  hemos  visto,  admite  la  reconciliación  eclesiástica. 

Por  lo  dicho  consta,  pues,  que  Tertuliano,  cuando  militaba  entre  los 
católicos,  tenía  las  mismas  opiniones  que  éstos  en  materia  penitencial, 
no  negando  á  nadie,  fuera  adúltero,  apóstata  ú  homicida,  ni  el  perdón 
de  Dios  ni  el  de  la  Iglesia. 

Sus  ideas  cambiaron  al  pasar  á  la  secta  montañista  y  nos  las  ha  de- 
jado estereotipadas  en  su  libro  De  pudicitia,  que  pasamos  á  examinar. 

Zacarías  García. 

(Continuará). 


(1)  Zeitschrift  für  k.  Theologie,  1907,  páginas  471-473.  Sobre  todo  la  idea  de  que  la 
penitencia  segunda  no  se  concede  más  que  una  sola  vez,  la  ha  tomado  Tertuliano  evi- 
dentemente de  Hermas. 


UN  BIBLIÓGRAFO  INSIGNE 


V¿iL  día  20  de  Septiembre  falleció  en  la  paz  del  Señor  en  Orduña, 
recibidos  los  Santos  Sacramentos,  el  P.  José  Eugenio  de  Uriarte;  tenía 
sesenta  y  siete  años  de  edad  y  cincuenta  y  dos  de  Compañía.  Lo  que 
le  comunico  para  que  se  hagan  por  su  alma  los  sufragios  acostumbra- 
dos.» Con  tan  sencillas  y  llanas  palabras  se  daba  en  las  casas  de  los 
jesuítas  españoles  la  noticia  de  la  muerte  de  uno  de  los  más  preclaros 
hijos  que  ha  tenido  desde  su  restablecimiento  la  Compañía  de  Jesús  en 
España.  Justo  es  que  por  esto  último  y  por  lo  que  le  debe  Razón  y  Fe, 
cuyas  páginas  honró  con  repetidos  artículos,  le  dediquemos  un  corto 
recuerdo. 

Nació  el  P.  Uriarte,  según  consta  en  sus  mismas  Notas,  en  Bilbao 
el  6  de  Septiembre  de  1842,  y  después  de  estudiar  la  Gramática  latina, 
vistió  en  la  Casa  solariega  de  San  Ignacio  la  sotana  el  7  de  Septiem- 
bre de  1857.  Aquí  comenzó  y  acabó  los  estudios  de  Humanidades  y  Retó- 
rica, descollando  entre  sus  condiscípulos  por  la  viveza  de  su  ingenio, 
tenacidad  de  su  memoria  y  facilidad  que  adquirió  en  componer  y  escri- 
bir en  castellano,  latín  y  griego  (1).  En  el  Catálogo  de  la  Provincia  de 
Castilla  del  año  1862  aparece  en  el  Colegio  Máximo  de  San  Marcos 
de  León  dando  principio  al  estudio  de  la  Filosofía  escolástica  en  el  curso 
de  1861  á  1862.  Después  de  terminar  los  tres  años  acostumbrados,  des- 
tináronle los  Superiores  á  explicar  Retórica  á  sus  hermanos  de  religión 
en  el  Colegio  de  Loyola.  Á  algunos  discípulos  suyos  que  merecen 
entero  crédito,  hemos  oído  ponderar  la  maestría,  galanura  y  brillantez 
con  que  desempeñó  su  clase  el  trienio  que  la  tuvo.  Tornó  á  León  en  el 
otoño  de  1867  para  principiar  la  Teología;  pero  al  año  siguiente,  el  fata- 
lísimo de  la  Gloriosa,  vióse  forzado,  con  los  demás  jesuítas,  á  expa- 
triarse, hallando,  gracias  á  la  Divina  Providencia,  un  asilo  hospitalario 
en  la  casa  que  los  Padres  de  la  Compañía  de  Francia  poseían  en  Laval, 
en  el  departamento  francés  de  la  Mayenne.  En  este  tranquilo  refugio 
continuó  sus  estudios  teológicos  hasta  el  curso  de  1870  á  1871,  en  que 
le  encontramos  en  Salamanca,  en  aquel  soberbio  Colegio  que  fabricó  á 
la  Compañía  la  munificencia  regia  de  D/  Margarita  de  Austria,  y  que 
andando  el  tiempo  se  convirtió  en  Seminario  conciliar  de  la  diócesis 
salmantina.  Ya  en  15  de  Agosto  de  1870  se  había  ordenado  de  sacer- 
dote; mas,  según  uso  de  la  Compañía,  prosiguió  dedicado  á  la  Teología, 


(1)    Diario  Regional,  de  Valladolid,  24  de  Septiembre  de  1909,  pág.  1. 


UN   BIBLIÓGRAFO   INSIGNE  369 

aunque  á  la  par  tuvo  la  cátedra  de  Hebreo.  Por  Octubre  del  71  par- 
tió á  Francia,  con  el  fin  de  hacer  en  Larbey  el  tercer  año  de  Pro- 
bación, y  finalizado  éste,  regresó  de  nuevo  á  la  Atenas  española,  encar- 
gándose de  las  clases  de  Patrología,  Oratoria  Sagrada  y  Hebreo  en  el 
Seminario.  Tiempos  fueron  aquéllos  agitados  y  revueltos;  las  revolucio- 
nes y  desmanes  populares  se  sucedían  sin  interrupción.  En  1868  se 
dispersaron  los  jesuítas  de  Salamanca;  en  el  73  hubo  nueva  dispersión, 
y  en  Semana  Santa  del  74  salieron  expulsados  los  hijos  de  San  Ignacio 
de  la  ciudad  del  Tormes,  abandonando  la  dirección  del  Seminario. 
Al  P.  Uriarte  cúpole  la  suerte  de  ir  á  enseñar  Sagrada  Escritura  y 
Hebreo  á  los  teólogos  jesuítas  del  Colegio  Máximo  que  la  provincia  de 
Castilla  había  abierto  en  el  pueblo  de  Poyanne,  del  departamento  de 
las  Landes  en  Francia.  Cinco  años  persistió  en  esa  ocupación,  pronun- 
ciando en  2  de  Febrero  de  1876  los  votos  solemnes  á  estilo  de  la  Com- 
pañía. Del  prestigio  que  se  granjeó  con  sus  magníficas  explicaciones 
da  testimonio  un  esclarecido  religioso,  tan  conocido  por  sus  letras  como 
por  sus  obras  de  celo  y  nobles  empresas  de  la  gloria  de  Dios.  «Dos  años, 
dice,  le  escuché  en  las  aulas.  Dominaba  lo  mismo  el  castellano  que  las 
lenguas  sabias;  y  era  tal  la  erudición  con  que  sazonaba  sus  lecciones, 
y  tan  profundo  su  conocimiento  en  los  estudios  serios,  que  superaba  á 
otros  muchos  hombres  de  ciencia  con  quienes  hemos  tenido  que  tratar 
desde  nuestra  juventud  y  ponían  de  manifiesto  su  prodigiosa  memoria, 
que  contenía  un  almacén  de  noticias,  fechas,  números  y  nombres»  (1). 

El  año  1880  vio  el  P.  Uriarte  realizado  su  sueño  dorado:  ordenáronle 
los  Superiores  que  se  entregara  de  lleno  á  los  estudios  bibliográficos, 
á  los  que  sentía  irresistible  impulso;  y  fuera  de  un  año,  del  84  al  85, 
que  regentó  de  nuevo  la  clase  de  Escritura  é  Historia  Eclesiástica 
en  el  Colegio  de  Oña  (Burgos),  no  tuvo  otro  cargo.  Desde  entonces 
residió  un  año  en  Loyola  y  lo  restante  de  su  vida  en  Madrid  ó  en  Valla- 
dolid,  de  donde  salía  á  varias  partes  para  hacer  investigaciones  y  regis- 
tros literarios  y  beneficiar  minas  riquísimas,  soterradas  en  el  polvo  de 
las  estanterías  y  anaqueles.  No  habrá  biblioteca  ni  archivo,  públicos  ó 
privados,  de  alguna  nombradía  que  no  haya  visitado;  no  existirá  libro  de 
bibliografía  que  no  lo  haya  releído,  y  por  sus  manos  han  pasado  miles 
y  miles  de  pergaminos  escoriados  y  carcomidos  de  la  polilla  y  cien- 
tos de  manuscritos  sucios  y  polvorientos,  de  letra  enrevesada  y  me- 
dio destruida  por  la  mano  asoladora  del  tiempo  (2).  Este  ejercicio 
incesante,  unido  á  la  penetración  de  su  talento,  prontitud  y  firmeza  de 
su  memoria,  le  dieron  una  habilidad  especial  y  destreza  incomparable 
para  enterarse  del  contenido  de  los  documentos  con  poco  más  que 


(1)  La  Lectura  Dominical,  de  Madrid,  2  de  Octubre  de  1909,  pág.  629. 

(2)  Véase  el  prólogo  del  Catálogo  de  obras  anónimas  y  seudónimas  de  autores  de 
la  Compañía  de  Jesús,  1. 1. 


370  UN   BIBLIÓGRAFO   INSIGNE 

hojearlos;  descubrir  á  los  copistas,  plagiarios  y  cornejas  literarias;  dar 
con  joyas  bibliográficas  y  ejemplares  de  ediciones  rarísimas  (1);  averi- 
guar los  verdaderos  autores  de  las  obras,  aunque  se  escondieran  tras  el 
disfraz  del  seudónimo  ó  en  las  espesas  nieblas  del  anónimo  y  discernir 
el  oro  del  oropel  y  el  verdadero  del  falso  y  postizo  mérito.  De  aquí  que 
el  P.  Uriarte  fuera  un  arsenal  de  noticias  curiosísimas  y  peregrinas; 
que  en  materia  de  bibliografía  de  jesuítas  españoles  no  tuviera  rival 
en  el  mundo;  que  «lo  que  no  supiera  él  sobre  ese  asunto  no  lo  sabía 
nadie»,  como  escribió  el  insigne  Menéndez  Pelayo  á  un  religioso  que  le 
pedía  luz  acerca  del  P.  Hervás  y  Panduro,  y  que  le  consultasen  y  mi- 
rasen como  oráculo  muchos  sabios  extranjeros  y  nacionales,  á  los 
que  con  gallarda  esplendidez  facilitaba  datos  con  hartos  sudores  alle- 
gados, aunque  los  periodistas  liberales  y  gentes  de  su  ralea  ni  cono- 
cían su  existencia,  ni,  al  conocerla,  se  han  dignado  zurcir  cuatro  líneas 
en  su  elogio.  Carácter  legítimo  vizcaíno,  temple  del  hierro  que  entra- 
ñan los  montes  de  su  tierra,  jamás  desfalleció  en  ese  rudo  trabajo;  pero 
su  salud  achacosa  y  endeble  no  siempre  obedecía  á  los  bríos  y  energías 
de  su  espíritu,  y  cuando  soñaba  aún  en  libros,  en  nuevas  ediciones  de 
sus  obras  y  en  noticias  exquisitas  con  que  avalorar  sus  escritos,  vino  á 
acabar  sus  días  con  la  paz  de  los  justos,  esperando  del  Señor  el  galar- 
dón prometido  á  los  obreros  de  su  heredad. 

Fruto  de  sus  investigaciones  continuas  y  fatigosas  tareas  son  muche- 
dumbre de  obras  que  perpetuarán  su  memoria,  acarreándole  una  página 
de  oro  en  su  ramo  favorito,  la  Bibliografía.  Las  dividiremos  en  cuatro 
grupos  para  evitar  inútiles  repeticiones:  1.°,  obras  de  otros  autores,  en 
cuyas  ediciones  intervino  de  una  ú  otra  manera;  2.°,  obras  de  Hagiografía 
é  Historia;  3.^,  obras  teológico-escriturarias,  y  4.°,  obras  bibliográñcas. 

1.°  En  1879  editó,  juntamente  con  el  P.  Balbino  Garrastazu,  S.  J.,  la 
Colección  de  Bulas,  Breves  y  otros  documentos  relativos  á  la  Iglesia  de 
América  y  Filipinas,  dispuesta,  anotada  é  ilustrada  por  el  P.  Francisco 
Javier  Hernáez,  de  la  Compañía  de  Jesús.  Dos  tomos  en  4.°  mayor, 
impresos  en  Bruselas.  Antes  de  que  pudiera  terminar  su  obra  murió 
el  P.  Hernáez,  y  los  editores  la  prosiguieron,  enriqueciéndola,  como 
advierten  en  el  prólogo,  con  adiciones,  enmiendas,  preámbulos,  notas 
y  nuevos  documentos.  El  P.  Antonio  Fernando  Cabré  reimprimió  en  1881 
en  Madrid  «los  cinco  opúsculos  del  Cardenal  Belarmino»:  De  la  felici- 
dad eterna  de  los  Santos,  Arte  de  bien  morir,  Gemido  de  la  Paloma^ 


(1)  El  Sr.  D.  Juan  Manuel  Sánchez,  en  su  curioso  libro  Doctrina  Cristiana  del  Pa- 
dre Jerónimo  de  Ripalda,  é  intento  bibliográfico  de  la  misma,  años  1591  á  1900,  ha  im- 
preso á  sus  expensas,  con  gran  escrupulosidad  y  lujo  tipográfico,  el  único  ejemplar 
del  Catecismo  del  citado  Ripalda  de  la  edición  hecha  en  Burgos  por  Felipe  de  Junta 
en  1591,  que  encontró  el  P.  Uriarte.  Tal  descubrimiento  puso  de  manifiesto  que  no  eran 
las  primeras  ni  la  edición  de  Madrid  de  1603,  de  que  dio  cuenta  el  Sr.  Pérez  Pastor,  ni 
menos  la  de  Toledo  de  1618. 


UN   BIBLIÓGRAFO   INSIGNE  371 

Escala  para  subir  al  Conocimiento  de  Dios  por  el  de  las  criaturas, 
Libro  de  las  Siete  Palabras  que  Jesucristo  Nuestro  Señor  habló  en 
la  Cruz,  traducidos  del  latín  al  castellano  por  el  P.  Alonso  de  An- 
drade,  S.  J.,  y  el  revisar  la  impresión  y  poner  prólogos  corrió  á  cuenta 
del  P.José  Eugenio  de  Uriarte.  Dio  asimismo  á  la  estampa  este  insigne 
jesuíta,  primero  en  la  «Revista  religiosa»  de  El  Siglo  Futuro,  y  luego  en 
tomo  aparte,  con  prólogo  y  notas  históricas,  el  Memorial  en  nombre  de 
las  cuatro  Provincias  de  España  de  la  Compañía  de  Jesús,  desterradas 
del  reino,  á  S.  M.  el  Rey  D.  Carlos  III,  por  el  P.  Francisco  José  de  Isla, 
de  la  Compañía  de  Jesús.  Madrid,  1882.  Publicó  nueva  edición  del 
Tesoro  escondido,  ó  sea  el  Corazón  Sagrado  de  Jesús  descubierto  á 
nuestra  España,  por  el  P.Juan  de  Loyola,  añadiéndole  algunas  declara- 
ciones de  otro  trabajo  suyo.  Él,  por  fin,  proporcionó  los  ejemplares, 
para  que  otra  vez  corriesen  en  letras  de  molde.  Dos  cartas  de  edifica- 
ción en  la  muerte  del  P.  Bernardo  de  Hoyos  y  el  Devocionario  Mariano, 
del  P.  Baltasar  del  Alcázar. 

2.°  En  lo  que  á  lo  segundo  toca,  reseñaremos  las  obras  siguientes: 
1 .")  Orduña  le  debe  su  Historia  de  la  Virgen  de  la  Antigua,  sacada  de 
manuscritos  fehacientes.  2."")  Hechizo  y  encanto  de  los  devotos  del 
Corazón  de  Jesús  son  los  libros  intitulados  Principio  del  Reinado  del 
Corazón  de  Jesús  en  España  (Bilbao,  1888),  cuya  segunda  edición, 
corregida  y  aumentada,  tenía  lista  para  la  imprenta,  y  la  Vida  del  P.  Ber- 
nardo Francisco  de  Hoyos,  de  la  Compañía  de  Jesús,  arreglada  y 
aumentada  de  como  la  escribió  y  dejó  inédita  el  P.Juan  de  Loyola  (Ma- 
drid, 1880),  de  la  que  hizo  un  compendio  el  egregio  publicista  P.  Vi- 
cente Agustí,  S.J.,  calificándola  de  «obra  bien  escrita».  No  creemos  ajeno 
á  nuestro  propósito  declarar  que  el  profundo  conocimiento  que  logró  el 
jesuíta  bilbaíno  de  cuanto  se  refería  al  joven  propagador  de  la  devoción 
al  Sagrado  Corazón  de  Jesús  en  España,  P.  Bernardo  F.  de  Hoyos,  hizo 
que  se  le  designara  como  vicepostulador  en  los  procesos  preparatorios 
para  su  beatiñcación,  y  en  ese  oñcio  se  distinguió,  como  siempre,  por  su 
incansable  laboriosidad  y  precisión  admirable.  3.°)  Entre  sus  manuscritos 
quedan  dos  disertaciones:  una  sobre  el  P.  Román  de  la  Higuera,  apu- 
rando las  cosas  y  poniéndolas  en  su  punto  para  desvanecer  nubes  de  sos- 
pechas y  ridiculas  exageraciones  con  que  la  ignorancia  lo  ha  desfigurado; 
y  otra  sobre  Quién  es  Nicolás  I,  aquel  rey  del  Paraguay  forjado  en  las 
fraguas  de  la  maledicencia  por  los  enemigos  de  los  jesuítas.  4.°)  Recor- 
daremos, para  cerrar  este  grupo,  tres  artículos  que  insertó  Razón  y  Fe 
en  los  tomos  1-316,  507;  IV-505;  Vn-316,  acerca  de  Quién  fué  D.  Hugo 
Herrera  dejaspedós,  Etimología  y  significación  del  apellido  Javier  y  q\ 
autor  de  El  jabalí  más  glorioso. 

3.°  1.°)  En  la  Ciencia  Cristiana,  revista  madrileña  (serie  I,  t.  XII,  pá- 
ginas 200-13,  páginas  64-167),  vio  la  luz  pública  un  trabajo  suyo  que 
después  lo  estampó  en  folleto  aparte,  rotulado  El  buey  y  el  asno  tes- 


372  UN    BIBLIÓGRAFO   INSIGNE 

tígos  del  nacimiento  de  Nuestro  Señor  (1).  2.")  La  «Revista  religiosa»  de 
El  Siglo  Futuro  (t.  III,  Madrid,  1881)  dio  cabida  en  sus  páginas  á  una 
Disertación  sobre  el  libro  de  Emmanuel  (Isai.,  VII-XII)»,  del  P.  Uriarte. 
3.°)  Deja  terminado  un  libro  inédito  sobre  la  Piadosa  creencia  de  la 
Asunción  de  la  Virgen  al  Cielo  en  cuerpo  y  alma,  patentizándola  con 
los  testimonios  de  la  tradición  católica. 

En  todos  estos  escritos  hay  una  nota  especial,  característica,  un  rasgo 
distintivo  del  P.  Uriarte:  la  erudición  inmensa,  de  buena  ley,  de  primera 
mano  con  que  los  esmalta.  No  se  contentaba  el  jesuíta  vizcaíno  con  ver 
citas  en  otros  autores;  las  tenía  que  compulsar  todas  en  sus  fuentes  pro- 
pias y  primitivos  originales,  y  cuando  esto  no  le  era  posible,  lo  advertía 
con  cierto  desaliento  y  desmayo,  achacando  á  aquéllos  la  responsabili- 
dad de  sus  afirmaciones. 

La  esfera  y  ambiente  propio  del  P.  Uriarte  fué  la  bibliografía.  Con  mo- 
tivo del  quincuagésimo  aniversario  de  la  definición  dogmática  de  la  Pura 
Concepción  de  la  Virgen,  sacó  á  la  luz  la  Biblioteca  de  jesuítas  españo- 
les que  escribieron  sobre  la  Inmaculada  Concepción  de  Nuestra  Señora 
antes  de  la  definición  de  este  misterio  (Madrid,  1904);  precioso  libro  en 
que  agotó  la  materia  y  deshizo  las  mil  y  una  equivocaciones  en  que  á 
cada  paso  incurrían  al  hablar  del  asunto  aun  escritores  de  nota.  Fué 
también  como  una  ligera  muestra  de  lo  que  había  de  ser,  ó  mejor,  como 
una  hijuela  de  su  Bibliografía  de  escritores  de  la  Compañía  de  Jesús  en 
la  asistencia  de  España  desde  1540  hasta  1773,  Dos  partes  puede  de- 
cirse que  abarca  esta  obra:  la  primera  comprende  los  anónimos  y  seudó- 
nimos; la  segunda  los  autores  que  aparecen  con  su  nombre  propio.  Lo 
más  escabroso  era  lo  primero,  como  fácilmente  se  infiere  de  que  en  el 
feraz  campo  de  la  literatura  española  apenas  se  descubría  sino  algún  que 
otro  pobrísimo  y  raquítico  ensayo  sobre  la  materia  (2).  El  P.  Uriarte, 
que  se  complacía  en  allanar  dificultades,  empezó  por  publicar  el  Catá- 
logo razonado  de  obras  anónimas  y  seudónimas  de  autores  de  la  Com- 
pañía, con  un  Apéndice  de  otros  de  los  mismos,  dignos  de  especial  estu- 
dio bibliográfico  (28  de  Septiembre  de  1740,  16  de  Agosto  de  1773),  del 
que  deja  impresos  en  el  establecimiento  tipográfico  Sucesores  de  Riva- 
deneyra  tres  abultados  tomos  en  folio  menor  (1.",  XXXIV-526  páginas; 
2.°,  615;  3.°,  XII-651),  y  principiada  la  edición  del  cuarto,  quedando  un 
quinto  volumen,  que  encerrará  principalrnente  unos  índices  copiosos  y 
eruditos.  Sapientísimos  bibliógrafos,  á  cuya  cabeza  figuran  nombres  tan 
autorizados  como  los  de  Menéndez  Pelayo,  Delisle,  Gerste,  Riviére,  críti- 
cos de  acreditadas  revistas,  así  nacionales  como  extranjeras,  han  prodi- 


(1)  Nos  llamó  la  atención  que  en  la  Crítica  histórica  «El  buey  y  el  asno  en  la  leyenda 
de  Navidad»,  que  apareció  en  Centro  América  Intelectual,  segunda  época,  núm.  1.", 
Diciembre  1909,  no  hiciera  su  autor,  el  Sr.  D.  Fernando  Araújo,  mención  de  esla  bellí- 
sima monografía  del  P.  Uriarte. 

(2)  Véase  prólogo  del  Catálogo...,  pág.  XIV. 


UN   BIBLIÓGRAFO   INSIGNE  373 

gado  grandes  y  fundados  elogios  á  esta  obra  gigantesca.  También  Razón 
Y  Fe  examinó  ásu  tiempo  cada  uno  de  los  tomos,  y  á  los  juicios  que 
allí  se  hicieron,  remitimos  al  lector  que  quiera  formarse  algún  concepto 
de  su  valor  y  mérito  (1). 

La  otra  parte  que  deja  el  P.  Uriarte  muy  adelantada  y  ordenada, 
pero  sin  darle  la  última  mano,  es  lo  más  principal  y  como  el  meollo  de 
todo  el  trabajo.  Constará  aproximadamente  de  10  ó  12  tomos  del  volu- 
men de  los  que  se  han  lanzado  al  mercado  literario.  En  ellos  desfilarán 
al  pie  de  diez  mil  autores  jesuítas,  de  cuyas  obras  impresas  y  manuscri- 
tas, bien  pasadas  por  el  tamiz  de  una  crítica  severa,  se  dan  cuenta  y 
razón.  Por  aquí  se  entenderán  los  tesoros  inagotables  y  los  filones  nunca 
hasta  ahora  beneficiados  de  bibliografía  que  encierra  la  Biblioteca  del 
P.  Uriarte,  que,  como  alguien  ha  escrito,  más  que  de  un  hombre  parece 
obra  de  una  comunidad  de  benedictinos.  La  Biblioteca  de  la  Compañía 
de  los  hermanos  Backer,  refundida  y  mejorada  por  su  discípulo  el  Padre 
Sommervogel  en  su  tercera  edición,  con  ser  universal,  no  abraza  sino 
diez  tomos,  y  el  de  índices  que  acaba  de  publicar  Pierre  Bliard;  y  ese 
número  y  aun  más  de  volúmenes  de  casi  el  mismo  tamaño  constituye  la 
del  jesuíta  bilbaíno,  que  se  ciñe  á  los  escritores  de  la  Asistencia  espa- 
ñola. Y  ya  que  hablamos  del  P.  Sommervogel,  no  hemos  de  callar  que 
el  P.  Uriarte  repetidas  veces  le  corrige  no  sólo  en  lo  que  concierne  á 
autores  españoles,  sino  á  otros  extranjeros,  anotando  cuidadosamente,  á 
guisa  de  escolios,  al  margen  del  ejemplar  que  poseía,  las  enmiendas 
y  adiciones  que  debían  en  otra  edición  introducirse.  Prueba  no  floja  de 
su  erudición  en  la  materia,  como  lo  es  también  el  que  con  frecuencia  se 
hallen  libros  en  nuestras  bibliotecas  que  lleven  notas  de  mano  del  ilustre 
bibliógrafo,  ó  mencionando  los  nombres  de  los  autores  cuando  se  omiten, 
ó  corrigiendo  cuando  se  trastruecan,  ó  indicando  alguna  particularidad 
que  rebela  su  originalidad  ó  su  mérito. 

Para  encontrar  algún  jesuíta  que  se  parezca  al  P.  Uriarte,  hay  que 
subir  hasta  el  P.  Andrés  Marcos  Burriel,  con  quien  tenía  no  pocos  puntos 
de  semejanza.  Como  éste,  vivía,  más  que  con  los  hombres  de  su  genera- 
ción con  las  sombras  de  nuestros  gloriosos  antepasados;  como  éste, 
encontraba  su  deleite  y  encanto  en  encerrarse  en  archivos  y  biblio- 
tecas revolviendo  códices  y  pergaminos  viejos,  y  lo  sumo  del  placer  en 
tropezar  con  un  libro  que  se  daba  por  perdido  ó  de  cuyo  autor  nadie 
conserva  recuerdo;  como  éste,  desenterró  documentos  importantes  y 
copió  cuanto  había  que  copiar  de  noticias  referentes  á  lo  que  traía  entre 
manos;  como  éste,  adquirió  una  erudición  que  raya  en  prodigio,  y  Dios 
quiera  que  no  se  le  parezca  también  en  que  muchos  se  nutran  con  las 
migajas  de  su  espléndida  mesa  y  se  revistan  con  los  despojos  de  esa  su 
erudición  portentosa. 

A.  Pérez  Goyena. 

(1)    Tomo  X,  pág.  255;  tomo  XXI,  pág.  383. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  25 


boletín  canónico 


HUEVA  ORGMZAClto  DE  lA  CURIA  ROMANA  DECRETADA  POR  PIÓ  X^'^ 


ARTICULO  II 
Congregación  Consistorial. 

(Véanse  losnúmeros  14, 111, 119, 122, 123, 126, 132, 186, 190.) 

339.  Es  la  segunda  en  dignidad  en  la  nueva  organización.  En  la 
Const.  Immensa  ocupaba  el  tercer  lugar  entre  las  creadas  por  Sixto  V. 
(Véase  el  n.  14.) 

§1 

su  CONSTITUCIÓN 

340.  Es  Prefecto  de  esta  Sagrada  Congregación  el  Sumo  Pontífice. 
Hasta  fines  del  siglo  XVIII  el  Prefecto  era  un  Cardenal,  comunmente  el 
Decano  del  Sacro  Colegio;  después  fué  Prefecto  el  Papa. 

341.  A  ella  pertenecen  siempre  de  oficio  los  Cardenales  Secretario 
del  Santo  Oficio  y  Secretario  de  Estado,  además  de  los  otros  que  el  Papa 
tenga  á  bien  designar. 

342.  Secretario  de  esta  Sagrada  Congregación  es  el  Cardenal  que 
para  este  cargo  elija  el  Sumo  Pontífice;  Vicesecretario  es  el  Prelado 
llamado  Asesor^  el  cual  es  también  Secretario  del  Colegio  de  Cardena- 
les (2),  y  tiene  á  sus  órdenes  un  número  conveniente  de  dependientes. 


(1)  Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXV,  pág.  230. 

(2)  El  Secretario  del  Colegio  Cardenalicio  en  la  vacante  de  la  Sede  Apostólica  des- 
empeña el  cargo  de  Secretario  del  Conclave,  y  concluido  éste,  ejerce  funciones  de  Se- 
cretario de  Estado  hasta  que  el  Papa  designe  un  Cardenal  para  este  cargo. 

Dicho  Secretario  del  Conclave  es  el  que  presenta  al  Papa  nuevamente  elegido  el  so- 
lideo blanco,  y  el  Papa  á  su  vez  (dado  caso  que  fuera  antes  Cardenal,  como  lo  han  sido 
todos  los  elegidos  desde  fines  del  siglo  XIV)  da  su  solideo  encarnado  á  dicho  Secre- 
tario, y  poco  después  eleva  á  éste  á  la  dignidad  cardenalicia. 


BOLETÍN   CANÓNICO  375 

343.  El  Asesor  y  su  Sustituto  son  los  oficiales  mayores,  (N.  pee,  c.  VIII, 
a:  11,  l.«) 

Son  Consultores  de  esta  Congregación  el  Asesor  del  Santo  Oficio,  el 
Secretario  de  la  Congregación  de  Negocios  Eclesiásticos  Extraordi- 
narios, mientras  conserven  estos  cargos,  y  además  otros  designados  por 
€l  Papa. 

344.  El  Secretario  antes  no  era  Cardenal,  sino  un  Prelado  que  al 
mismo  tiempo  era  Secretario  del  Colegio  de  Cardenales,  cargo  que 
ahora  pertenecerá  al  Asesor,  cuyo  oficio  no  existía  antes  en  la  Con- 
sistorial. 

Tampoco  tenía  Consultores  esta  Sagrada  Congregación;  pero  de  sus 
mismas  actas  consta  que  los  había  tenido  en  tiempos  más  antiguos. 
Cfr.  Colomiatti,  Codex  juris  Pontificii,  vol.  1,  p.  306,  nota  2. 

345.  Su  jurisdicción  está  restringida  á  los  países  que  se  rigen  por  el 
derecho  común. 

§11 

su   COMPETENCIA 

346.  Dos  partes  distintas  abraza  esta  Sagrada  Congregación. 

A)  Asuntos  consistoriales,  erecciones  de  diócesis ,  etc. 

Pertenece  á  la  primera  no  sóio  preparar  lo  que  ha  de  tratarse  en  los 
Consistorios  (1),  sino  también  (en  los  lugares  no  sujetos  á  la  Sagrada 
Congregación  de  Propaganda  Pide)  constituir  nuevas  diócesis  y  cabil- 
dos, tanto  catedrales  como  de  colegiatas;  dividir  las  diócesis  ya  consti- 
tuidas, etc. 

347.  Por  consiguiente,  á  ella  pertenece  examinar  si  existen  ó  no 
causas  legítimas  para  tales  erecciones,  uniones,  divisiones,  desmembra- 
ciones; juzgar  de  las  controversias  que  se  originen  entre  las  diócesis  ya 
instituidas,  etc.  Cfr.  Sixto  V,  Const.  Immensa.  (BulL,  Rom.  Taur., 
vol.  8,  p.  988.) 

348.  Compétele  también  elegir  Obispos,  Administradores  Apostóli- 
cos, Coadjutores  y  Auxiliares  de  los  Obispos,  con  ó  sin  futura  sucesión; 
decretar  las  informaciones  canónicas  ó  procesos  referentes  á  los  que  han 
de  ser  elegidos  y  revisarlos  diligentemente;  examinar  la  ciencia  y  doc- 
trina de  los  mismos;  tratar  lo  referente  á  las  traslaciones  de  los  Prelados 
de  una  á  otra  diócesis,  las  renuncias  de  los  mismos;  retención  de  bene- 
ftcios  incompatibles  con  el  Obispado  ú  otra  Prelatura;  concesiones  de 
Palio,  etc,  (2). 


<[r)    Véase  el  n.  40,  sig. 

<2)    He  aquí  la  competencia  propia  de  esta  Congregación,  según  la  Const.  Immensar 


376  BOLETÍN   CANÓNICO 

349.  Pero  si  el  que  ha  de  ser  elegido,  ó  las  diócesis  que  han  de  ser 
erigidas  ó  divididas  se  hallan  fuera  de  Italia,  los  oficiales  de  la  Secre- 
taría de  Estado  reciben  los  documentos  y  redactan  el  informe  que  ha  de 
ser  sometido  á  la  Congregación  Consistorial,  la  cual  estudia  si  está  ó  no 
debidamente  formado.  (Véase  el  n.  364.) 

B)  Régimen  general  de  las  diócesis. 

350.  La  segunda  parte  comprende  todo  lo  relativo  al  régimen  general 
de  cada  diócesis,  con  tal  que  éstas  no  se  hallen  sujetas  á  la  Sagrada  Con^ 
gregación  de  Propaganda  Fide. 

351.  Correspóndele,  por  consiguiente,  vigilar  sobre  el  cumplimiento 
de  las  obligaciones  propias  de  los  Ordinarios,  examinar  las  relaciones 
escritas  que  del  estado  de  sus  diócesis  presenten  los  Obispos;  decretar 
las  visitas  apostólicas  y  examinarlas,  cuando  hayan  sido  llevadas  á  cabo, 
y,  después  de  haber  expuesto  á  Su  Santidad  fielmente  cada  vez  el  estado 
de  las  cosas,  prescribir  lo  que  se  juzgue  necesario  ú  oportuno;  final- 
mente, todo  aquello  que  pertenece  al  régimen,  disciplina,  administración 
temporal  y  estudios  de  los  Seminarios;  pero  los  estudios  de  las  Univer- 
sidades Pontificias  corresponden  á  la  Sagrada  Congregación  de  Estudios. 

C)  Cuestiones  sobre  competencia. 

352.  Es  también  atribución  propia  de  la  Congregación  Consistorial 
(y  puede  considerarse  esto  como  una  tercera  parte  de  su  competencia) 
resolver  las  dudas  sobre  la  competencia  propia  de  cada  una  de  las  Sa- 
gradas Congregaciones,  Tribunales  y  Oficios  (Normae  pee,  c.  VII,  art.  II,. 
6."*),  menos  en  el  caso  de  que  las  dudas  se  refieran  á  la  competencia  del 


«Congregatio  tertia  pro  erectione  ecclesiarum  et  provisíonibus  consístorialibus. 

Illa  praeterea  cura  ad  pastoralis  nostri  officii  sollicitudinem  et  ecclesiae  universalis 
gubernationem  máxime  pertinet  ut  ad  fidelium  populorum  utilitatem,  ecclesiis  jam  ere- 
ctis  aut  in  posterum  justis  de  causis  erigendis,  de  episcopis  et  pastoribus  idoneis  et 
fídelibus  ac  fructuosis  in  vinea  magni  patrís  familias  operariis  salubriter  in  Domino  pro- 
videamus. 

«Quare  aliam  constituimus  cardinalium  congregaíionem,  qui  in  primis  cognoscant  de 
legitimis  causis  erectionum  novarum  ecclesiarum  quarumcumque,  patriarchalium,  me- 
tropolitanarum  et  cathedralium,  ac  de  cujusque  earum  dote,  capitulo,  clero,  populo  et 
alus,  quae  ad  ejusmodi  erectiones,  juxta  praescriptum  sacri  concilii  Tridentini  et  San- 
ctorum  Patrum  decreta,  necessaria  erunt.  Examinent  praeterea  omnes  difficultates  de  liis. 
incidentes,  controversias  quoque  Ínter  eas,  quae  jam  erectae  sunt,  necnon  dictarum 
ecclesiarum,  dioecesum  vel  monasteriorum  uniones,  dismembrationes,  cessiones,  per- 
mutationes,  translationes,  pensionum  super  illarum  reditibus  assignationes,  monaste- 
riorum pluralitatem,  dignitatum  incompatibilitatem,  praesentationes  et  nominationes, 
electionum  sive  postulationum  confirmationes  seu  admissiones,  suffraganeorum  coad- 
jutorumque  deputationes,  cum  futura  successione,  sive  absque  eadem  successione,  cu- 
ramque  adhibebunt  solertem  circa  aetatem  et  qualitatem  promovendorum;  eaque  di- 
scussa  et  examinata  ad  nossuccessoresque  nostros  referant,  ut  pro  nostro  eorumve  ar- 
bitrio, in  consistorio  secreto,  juxta  formam  in  hunc  usque  diem  servatam  proponantur.> 
Sixto  V,  1.  c,  p.  988. 


BOLETÍN   CANÓNICO  377 

Santo  Oficio,  porque  éstas  al  mismo  Santo  Oficio  toca  resolverlas.  {Nor- 
mae  peculiares,  c.  VII,  a.  I,  6/',  art.  II,  6."  Véanse  los  números  156  y 
268,  .Y.  B.) 

353.  Si  un  asunto  ha  sido  llevado  á  un  Oficio  (Congregación,  etc.),  no 
puede  pasar  á  otro  á  no  ser  que  el  Congreso  del  mismo  Oficio,  al  que  el 
asunto  había  sido  llevado,  resuelva  que  pertenece  á  otro,  al  cual  en  este 
caso  se  lo  remitirá.  Norm.  pee,  c.  1,  n.  2  y  3.  Si  el  Congreso  duda  si  el 
asunto  es  ó  no  de  su  competencia,  debe  acudir  á  la  Consistorial  para  que 
ésta  resuelva. 

354.  Dado  caso  que  el  Congreso  resuelva  en  un  sentido  y  una  de  las 
partes  no  esté  conforme  con  esta  resolución  y  apele  contra  ésta  al  Papa, 
la  cuestión  debe  también  resolverla  la  Consistorial  por  comisión  del  Ro- 
mano Pontífice  (1). 

D)  Invitaciones. 

355.  Pertenece  también  á  esta  Congregación  hacer  las  mvitaciones 
para  las  fiestas  de  canonización  y  beatificación  y  para  las  otras  fun- 
ciones sagradas. 

E)  Cambios  de  competencia. 

356.  Conserva  la  antigua  competencia  sobre  los  asuntos  que  han  de 
tratarse  en  Consistorio. 

Además  pasan  á  ella  los  asuntos  que  antes  eran  propios  de  cuatro 
Congregaciones  particulares  suprimidas,  como  hemos  visto  en  el  n.  190. 
Véase  también  el  n.  132. 

357.  Lo  referente  al  régimen  general  de  las  diócesis  pertenecía  antes 
á  la  Sagrada  Congregación  del  Concilio,  y  en  parte  á  la  de  Obispos  y 
Regulares. 

358.  La  resolución  de  dudas  sobre  la  competencia  de  los  diversos 
Oficios  es  atribución  enteramente  nueva  y  que  antes  no  correspondía  á 
ninguna  Congregación. 

N.  B.  Al  tratar  de  la  Sagrada  Congregación  de  Propaganda  Fide 
indicaremos  los  países,  colegios,  etc.,  que  antes  estaban  sujetos  á  dicha 
Congregación,  y  en  virtud  de  la  Constitución  Sapienti  Consilio  han  pa- 
sado á  la  Consistorial. 


(I)  III.  Quaestione  aliqua  ad  sacram  aliquam  Congregationem  delata,  et  una  ex  par 
tibus  dissentiente  quominus  ibi  res  disciplinan  seu  administrativo  modo  dirimatur,  du- 
bium  de  competentia  ita  excitatum,  a  quonam  et  quomodo  definitiva  et  inappellabili 
sententia  sit  resolvendum.— /?esp.  Ad  III.  Servetur  dispositio  Normarum  peculiarium 
Ordinis  (seu  Regolamento),  cap.  I,  num.  3  et  cap.  III,  num.  10.  Quod  si  Congressus 
dubitet  de  sua  competentia,  rem  deferat  ad  S.  Congregationem  Consistoriaiem  pro  du- 
bii  definitione,  juxta  num.  2,  cap.  I  earundem  Normarum.  Si  vero  Congressus  decernat- 
causae  cognitionem  ad  se  competeré,  et  una  ex  partibus  recursum  ad  SSmum.  Domi- 
num  contra  Congressus  resolutionem  interponat,  de  commissione  ipsius  SSmi.  quae- 
stio  de  competentia  pariter  a  S.  Congregatione  Consistoriali  dirimatur.  (S.  Congr.  Con- 
sist.  3  Jun.  1909:  Acta  A.  Sedis,  vol.  1.  pág.  515, 516.) 


378  BOLETÍN  CANÓNICO 

§   HI 

MODO  DE  PROCEDER 
I 

359.  Procede,  por  lo  común,  en  forma  meramente  informativa  en  lo- 
referente  á  los  nombramientos  consistoriales,  pero  en  los  demás  asun- 
tos procede  con  jurisdicción  voluntaria  in  linea  disciplinaria  como  las 
demás  Congregaciones,  y  algunas  veces  ejerce  jurisdicción  contenciosa, 
V.  gr.,  en  los  casos  de  apelación  de  que  hemos  hablado  en  el  n.  354. 

360.  Tiene  sus  reuniones  siempre  en  jueves,  lo  mismo  que  la  Sagrada 
Congregación  de  Negocios  Eclesiásticos  Extraordinarios.  (Norm.  pee, 
c.IV,  1.°) 

361 .  Los  procesos  de  vita  et  moribus,  de  statu  ecclesiae,  etc.,  fuera  de 
Italia,  en  los  países  sujetos  á  la  Consistorial,  los  instruyen  los  Nuncios 
Apostólicos,  con  arreglo  á  la  Constitución  de  Gregorio  XIV  Onus  Apo- 
stolicae  servitutis  (15  Mayo  1591:  Bull.  Rom.  Taur.,  vol.  9.,  p,  419,  sig.) 
y  de  Urbano  VIII  Si  procesas  (1627:  Bull.  Rom.  Taur.,  vol.  13,  p.  581,  sig.) 

362.  Para  los  procesos  de  los  que  han  de  ser  promovidos  dentro  de 
Italia  véanse  las  Constituciones  de  Benedicto  XIV  Ad  Apostolicae(\7  Oct. 
1740)y  de  León  XIII  Immortalis memoriae  (\S  Sept.  1878).  Véase  también 
Colomiaüi,  vol.  1,  p.  314,  sig.  Para  lo  referente  á  España  puede  verse 
Salazar-Lafuente,  Procedimientos,  vol.  4,  p.  70-93,  555,  sig.;  Cadena 
y  Eleta,  Tratado  de  procedimientos,  vol.  1,  p.  241,  sig.;  Alcubilla,  Dic- 
cionario de  la  Administración  española,  vol.  3,  p.  172,  donde  se  halla  el 
real  decreto  de  6  de  Septiembre  de  1868. 

363.  Para  los  países  sujetos  á  la  Sagrada  Congregación  de  Propa- 
ganda Fide,  véase  la  Const.  Gravissimum,  de  Benedicto  XIV  (18  Enero 
1757:  Bull.  Ben.  XÍV,  vol.  4,  p.  221,  sig.) 

364.  Si  en  el  examen  de  tales  procesos  se  hallan  defectos  leves,  sue- 
len sanarse  por  decreto  del  Secretario  de  la  Sagrada  Congregación.  Sí 
^  defecto  es  grave,  suspéndese  la  provisión  hasta  que  se  resuelva  con 
arreglo  á  derecho.  Cfr.  Colomiatti,  1.  c,  vol.  1,  p.  304,  nota. 

II 

365.  Los  Cardenales,  Consultores  y  Oficiales  de  la  Consistorial,  ade- 
más del  otro  juramento  común  (véase  el  n.  332),  deben  prestar  el  ju- 
ramento del  Santo  Oficio,  cuya  fórmula  para  los  de  la  Consistorial  es 
como  sigue: 

«In  nomine  Domini. 
»Ego  N.  N.  sub  poena  excommunicationis  latae  sententlae  ipso  facto  et  absque  alia 
declaratione  incurrendae,  a  qua,  praeterquam  in  articulo  mortis,  a  nullo  nisi  a  Summo 


BOLETÍN  CANÓNICO  379 

Pontífice,  ipso  quidem  Cardinali  Poenitentiario  excluso,  absolví  possím;  et  sub  alíis 
poenis  etlam  gravíssímis  arbitrio  Summi  Pontíficís  mihi  ín  casu  transgressionís  ínfligen- 
dis,  spondeo,  voveo  ac  juro,  invíolabíle  secretum  me  servaturum  ín  ómnibus  et  singulis 
quae  ad  Epíscoporum,  Adminístratorum  Apostolicorum  alíorumque  Ordínaríorum  ele- 
ctionem,vitam,  mores  agendique  ratíonem  delata  sint;  itemque  in  ómnibus  quae  ad  dioece- 
sum  erectionem  seu  earumdem  unionem  spectent,  exceptis  dumtaxat  iis  quae  in  fine  et 
expeditíone  eorumdem  negotíorum  legitime  publican  contingat:  et  hoc  secretum  me 
servaturum  cum  ómnibus  qui  eodem  juramentí  vinculo  constricti  non  sint,  et  cum  iis 
etiam  qui  quamvis  hoc  secreto  teneantur  ut  ad  Congregatíonem  Consistorialem  perti- 
neant,  nihilomínus  in  Urbe  habitualiter  non  commorantur;  ñeque  unquam,  directe,  nutu, 
verbo,  scriptís,  aut  alio  quovis  modo  et  sub  quocumque  colorato  praetextu,  etiam  ma- 
joris  boni  aut  urgentissimae  et  gravissimae  causae,  contra  hanc  secretifidem  quidquam 
commissurum,  nisi  peculiaris  facultas  aut  dispensatio  expresse  mihi  á  Summo  Pontífice 
tributa  fuerit. 

«Deníque  si  supplices  líbellos,  commendationes  aut  lítteras  de  memoratis  negotiis  a 
qualibet  persona  receperim,  sacrae  Congregationi  rem  patefaciam. 

»Síc  me  Deus  adjuvet,  et  haec  sancta  Dei  Evangelia,  quae  meis  manibus^tango.»'A^or- 
mae  pee,  cap.  7,  art.  1-2,  4." 

366.  La  obligación  de  este  secreto  fué  ya  impuesta  á  la  Congrega- 
ción super  promovepdis  ad  Archiepiscopatus  et  Episcopatus,  por  Be- 
nedicto XIV  (1)  en  su  Const.  Ad  Apostolicae  (17  Octubre  1740:  ^ü//. 
Ben.  XIV,  vol.  1,  p.  6)  y  confirmada  por  León  XIII  en  su  Const.  Immor- 
talis  memoriae,  de  18  de  Septiembre  de  1878.  Como  antes  hemos  dicho, 
la  competencia  de  dicha  Congregación  ha  pasado  á  la  Consistorial. 
Véanse  los  nn.  122,  190  y  356. 

III 

367.  Pertenece  á  la  Congregación  plenaria  el  nombramiento  de 
Obispos,  de  Ordinarios  diocesanos  estables,  de  Visitadores  Apostólicos 
de  las  diócesis;  la  creación  y  unión  de  diócesis;  la  erección  de  cabildos 
canonicales;  el  examen  de  las  relaciones  del  estado  de  las  diócesis  que 
presentan  los  Visitadores  y  los  Ordinarios;  el  atender  al  régimen  de  las 
diócesis  y  de  los  seminarios  en  general,  y  en  particular  atender  á  todos 
los  asuntos  más  graves  de  su  competencia,  y  finalmente,  resolver  las  du- 
das sobre  competencia  entre  los  diversos  Oficios,  excepción  hecha  del 
Santo  Oficio,  que,  como  se  ha  dicho,  resuelve  las  dudas  sobre  su  com- 
petencia. 

368.  En  el  nombramiento  de  Obispos,  en  cuanto  á  ella  le  corresponda, 


(1)  «Utque  haec  omnia  in  antedicta  Congregatíone  líberius,  perfectiusque  adim- 
pleantur,  secretum  ad  instar  íllius,  quod  pro  negotiis  ad  Sanctam  Inquisítíonem  perti- 
nentibus  servatur,  singulis  praedíctís  Cardinalibus,  nec  non  Auditorí  Nostro  injungi- 
mus;  cum  facúltate  tamen  communícandi  de  rebus  ad  ipsam  Congregatíonem  spectan- 
tibus,  sub  símili  secreti  lege,  cum  uno  cujusque  ipsorum  Audítore,  sive  Studiorum 
adjutore,  et  uno  Amanuensi,  nec  non  cum  iis,  quos  íisdem  de  rebus  interrogandos,  vel 
consulendos  censuerint,  ad  assequendas  notítias  in  eum  scopum  conducentes,  quo- 
sque  eidem  pariter  secreto  obnoxios  esse  deberé  statuimus.^^ 


380  BOLETÍN   CANÓNICO 

debe  sujetarse  á  las  normas  trazadas  en  la  Const.  Romanis  Pontifici- 
büs  (1)  de  17  de  Diciembre  de  1903. 

369.  Corresponde  al  Congreso,  además  de  lo  dicho  en  las  normas  co- 
munes (véanse  los  nn.  257,  285,  sig.),  nombrar  Administradores  Apostó- 
licos interinos  para  las  diócesis  en  caso  de  urgente  necesidad;  redactar 
todas  las  actas  necesarias  para  preparar  la  ponencia  sobre  la  elección 
de  los  Obispos  de  Italia,  y  para  todo  lo  demás  que  ha  de  tratarse  en  la 
Congregación  plenaria;  proveer  lo  referente  al  gobierno  ordinario  de  las 
diócesis  y  de  los  seminarios,  como  son  dispensas  de  residencia  para  los 
Obispos,  facultad  de  diferir  la  presentación  de  la  relación  de  estado  de 
la  diócesis  y  otras  cosas  semejantes,  y  cuanto  se  refiere  á  la  percepción 
de  las  tasas  que  deben  pagarse  por  actos  de  la  misma  Sagrada  Congre- 
gación. 

370.  Las  relaciones  del  estado  de  las  diócesis  y,  en  cuanto  sea  posi- 
ble, las  de  los  Visitadores  Apostólicos,  se  han  de  proponer  á  la  Congre- 
gación plenaria,  no  cada  una  por  separado  (fuera  de  algún  caso  extra- 
ordinario y  urgente),  sino  reunidas  en  grupos  por  provincias  ó  regiones. 

371.  El  Ayudante  al  redactar  el  sumario  debe  anotar  las  cosas  más 
importantes,  ya  buenas  ya  malas. 

IV 

372.  Todos  los  nombramientos  que  suelen  promulgarse  en  consis- 
torio se  expiden  por  medio  de  Bula,  así  como  también  los  decretos  de 
creaciones  y  uniones  de  diócesis  y  de  erección  de  capítulos  canonicales. 

373.  Para  este  fin  los  oficiales  mayores  de  la  Consistorial  pasan  á  los 
oficiales  mayores  de  la  Cancillería  Apostólica  la  oportuna  nota  con  los 
datos  necesarios;  nota  que  conserva  la  Cancillería,  la  cual  á  su  vez  ha 
de  enviar  cuanto  antes  á  la  Secretaría  de  la  Congregación  Consistorial 
la  Bula  sellada  y  firmada,  según  las  normas  propias  de  la  Cancillería. 


(1)    Esta  Constitución  puede  verse  en  Acta  Pii  X,  vol.  1,  p.  1 13,  sig.,  ó  en  Acta  S.  Se- 
áis, vol.  36,  p.  385,  sig. 

Lo  prescrito  en  dicha  Constitución,  además  de  lo  relativo  al  secreto  que  debe  guar- 
darse, es  lo  siguiente:  «Ut  autem  eidem  Supremae  Congregationi  in  gravissimo  hoc  expe- 
diendo negotio  certa  et  constans  norma  praesto  foret,  methodum  ea  in  re  sequendara, 
opportuna  Instructione,  singillatim  describí  curavimus;  qua,  praeter  ea  quae  de  accu- 
ratissima  circa  promovendorum  fidem,  vitam,  mores  prudentiamque  inquisitione  pera- 
genda  statuimus,  in  plenum  vigorem  revocavimus  periculam  de  doctrina,  quod  ab  ipsis 
promovendis  habita  ratione  praescriptionum  S.  Caroli  Borromaei  in  Conc.  Prov.  Me- 
diolan.  I,  p.  2,  omnino  faciendum  praecipimus. 

»Quae  quidem  omnia  ut  per  ipsammet  Supremam  Congregationem  S.  Offlcii  plañe 
adimpleri  valeant,  mandamus  denique,  ad  quos  spectat,  ut  Sedium  Episcopalium,  ut 
supra  non  exceptarum,  vacatio  eidem  in  posterum,  litteris  ad  ipsius  Cardinalem  Se- 
cretarium  datis,  quamprimum  ac  recto  tramite  notificetur.» 
La  Instrucción  de  que  aquí  se  habla  es  secreta. 


BOLETÍN   CANÓNICO  381 

374.  La  tasa  que  debe  pagarse  por  la  expedición  de  la  Bula  cede  ín- 
légra  en  favor  de  la  Congregación  Consistorial. 

375.  Dicha  tasa  la  fijan  los  oficiales  mayores  ó  los  ayundantes  de 
esta  Congregación,  regístranla  en  el  libro  correspondiente,  y  se  encar- 
gan de  percibirla  los  oficiales  de  expedición,  según  las  normas  comunes. 

{Continuará.) 


mmmm  «comissüm  pbis  »,  por  la  (jue  pío  x  mnm\  el  «yeto 

EHí  LA  ELECCIÓN  DEL  ROMAP  PONTÍFICE  ^'^ 


G)  Objeción. 

86.  Pero  se  objetará  que  si  tal  derecho  no  existiera  no  se  explicaría 
cómo  en  todos  los  Conclaves  se  ha  acatado  el  veto  de  manera  que  ni 
una  sola  vez  ha  sucedido  que  se  haya  elegido  Papa  á  un  candidato  al 
que  le  haya  puesto  el  veto  ó  exclusiva  alguna  de  dichas  naciones,  y  esto 
que  el  veto  ha  sido  puesto  casi  siempre  al  candidato  que  reunía  más 
votos  en  las  elecciones,  y,  por  consiguiente,  tenía  casi  seguridad  de  salir 
elegido  á  no  habérsele  puesto  el  veto. 

Ahora  bien:  supuesto  el  derecho  del  veto,  se  explica  bien  la  conducta 
de  los  Cardenales,  pues  al  acatarlo  daban  muestras  de  respetar  un  dere- 
cho; pero  si  afirmamos  que  el  veto  no  es  tal  derecho,  sino  un  abuso  de 
fuerza  más  ó  menos  velada,  no  parece  fácil  justificar  la  conducta  de  los 
Cardenales  en  Conclave. 

87.  Á  esta  dificultad  debe  contestarse  que  no  obstante  ser  el  veto  un 
mero  hecho  de  fuerza,  puede  muy  bien  justificarse,  no  á  los  Gobiernos 
que  manejaron  esa  arma,  pero  sí  á  los  Cardenales,  que,  supuesto  el  he- 
cho de  fuerza,  pudieron  pensar  no  ser  prudente  elegir  en  tales  circuns- 
tancias un  Pontífice  que  probabilísimamente  hubiera  tenido  contra  sí  á 
la  nación  que  le  puso  el  veto. 

88.  Juzgaron  tal  vez  ser  menos  inconveniente  escoger  otro  candidato 
también  digno  que  exponerse  á  una  ruptura  de  relaciones  con  una  na- 
ción católica,  ó  previeron  y  temieron  prudentemente  otros  males  para  la 
Iglesia;  y  su  obligación  era  elegir  al  que  juzgaran  mejor  para  el  bien  de 
la  Iglesia,  pesadas  todas  las  circunstancias;  y  bien  puede  suceder  que 
juzgaran  prudentemente  que  uno  era  el  más  á  propósito  para  gobernar 
la  Iglesia  si  no  se  le  hubiera  puesto  el  veto,  esto  es,  prescindiendo  del 
veto,  y  puesto  éste  y  pesada  esta  circunstancia,  pareciera  ser  otro  el 
más  á  propósito. 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXV,  pág.  106. 


382  BOLETÍN   CANÓNICO 

89.  Puesto  que  no  sólo  deben  tenerse  en  cuenta  las  cualidades  per- 
sonales del  elegido,  sino  también  el  buen  gobierno  de  la  Iglesia,  el  cual 
no  sólo  depende  de  las  cualidades  personales  del  que  la  rige,  sino  tam- 
bién de  los  mayores  ó  menores  obstáculos  que  otros  le  opongan,  salva 
siempre  la  especial  providencia  que  Dios  tiene  de  su  Iglesia. 

90.  Nótese  además  que  en  el  último  Conclave,  como  refiere  el  Car- 
denal Mathieu,  que  asistió  á  él,  el  Cardenal-Decano  protestó,  en  nombre 
del  Sacro  Colegio,  y  dijo  que  la  comunicación  con  que  se  intimaba  el 
veto  no  podía  ser  admitida  por  el  Conclave,  ni  con  carácter  oficial  ni 
con  carácter  oficioso,  y  que  no  se  la  tomaría  en  consideración  para 
nada.  También  protestó  dignamente  el  Cardenal  RampoUa  (1). 

(Continuará.) 


SAGRADA  CONGREGACIÓN  DE  RELIGIOSOS 


A)  Nulidad  de  la  profesión  solemne  de  las  Religiosas,  hecha  después 
del  3  de  Mayo  de  1902,  sin  que  haya  precedido  la  simple. 

Esta  Sagrada  Congregación,  creada  por  la  Constitución  Sapienti 
Consilio  y  que  en  lo  referente  á  Religiosos  viene  á  sustituir  á  la  supri- 
mida de  Obispos  y  Regulares,  ha  publicado  recientemente  varios  impor- 
tantes decretos  que  procuraremos  ir  dando  á  conocer  á  nuestros  lectores. 
En  uno  de  ellos,  fechado  el  día  30  de  Julio  de  este  año  1909,  ha  de- 
clararado: 

I.""  Que  las  profesiones  solemnes  que  después  del  día  3  de  Mayo  de 
1902,  en  que  se  publicó  el  decreto  Perpensis  (2),  hayan  hecho  las  reli- 
giosas sin  que  precediera  el  trienio  de  votos  simples  son  nulas  é  írritas. 

2/'  Que  tales  profesiones  son  de  tal  manera  nulas  que  no  valen  tam- 
poco como  profesión  simple. 

3."  Que  todas  las  renuncias  y  donaciones  hechas  con  ocasión  de  di- 
chas profesiones  son  también  nulas,  y  la  religiosa  que  las  hizo  puede 
reclamarlas  juntamente  con  la  dote. 


(1)  Cette  intervention  impérlaíe,  inconnue  et  inattendue  du  plus  grand  nombre,  ne 
resta  point  sans  réponse.  Immédiatement,  le  Cardinal-Doyen  se  leva:  «Cette  communi- 
cation,  dít-il,  ne  peut  étre  accueillíe  par  le  conclave,  ni  á  titre  officiel  ni  á  titre  ofGcieux, 
et  il  n'en  sera  temí  aucun  compte.»  Puis  le  cardinal  Rampolla,  demandant  á  son  tourla 
parole,  protesta  en  ees  termes:  «Je  regrette  qu'une  grave  atteinte  soit  portee  en  matiére 
d'élection  pontificale  á  la  liberté  de  l'Église  et  á  la  dignité  du  Sacré-Collége  par  une 
puissance  laíque.  Quant  á  mon  humble  personne,  je  declare  que  ríen  de  plus  honorable 
et  fien  de  plus  agréable  ne  pouvait  m'arriver.  (Nihil  honorabilius,  nihil  jucundius  mihi 
contingere  poterat.)»  Cfr.  Vidal  (Gabriel),  Du  veto,  pág.  158.  (Toulouse,  1906.) 

(2)  Véase  este  decreto,  con  su  comentario,  en  Razón  y  Fe,  vol.  V,  pág.  247  y  si- 
guientes. 


BOLETÍN   CANÓNICO  383 

DUBIA 

DE  NULLITATE  PROFESSIONIS  SOLEMNIS  EJUSQUE  EFFECTUUM  A  NONNULLIS  MONIALIBÜS  EMISSAE 
NON  PRAEMISSO  TRIENNIO  VOTORUM  SIMPLICIUM  EX  IGNORANTIA  DECRETI  «PeRPENSIS.» 

Per  decretum  sacrae  Congregationis  Episcoporum  et  Regularium  d.  d.  3  Maji  1902, 
quod  incipit  Perpensis,  injunctum  fuit  monialibus  cujuscumque  Ordinis,  ut,  peracta 
probatione  et  novitiatu,  vota  Simplicia  emittant,  nec  ad  solemnem  professionem  admitti 
possint,  nisi  expleto  triennio  a  die,  qua  vota  Simplicia  emiserunt;  ita  nempe  «ut  si  qua, 
non  exacto  integro  triennio,  ad  professionem  solemnem,  quacumque  ex  causa,  admit- 
teretur,  professio  ipsa  irrita  prorsus  foret,  et  nullius  effectus  (Decretum  Perpensis,  II)». 

Cum  autem  hujusmodi  decretum  in  notitiam  aliquot  monasteriorum  vel  monialiuní 
nonnisi  post  aliquod  temporis  spatium  venerit,  admissae  fuerunt  ad  professionem 
voturum  solemnium  nonnullae  novitiae  immediate  post  novitiatum,  ex  decreti  ignoran- 
tia.  Hinc  quaeritur: 

I.  An  professio,  quam  moniales  praedictae  emiserunt  post  diem  3  Maji  1902,  tamquam 
solemnem,  non  praemisso  triennio  votorum  simplicium  ex  ignorantia  decreti  Perpensis 
haberi  debeat  tamquam  nulla?  Et  quatenus  Affirmative. 

II.  An  professio,  in  iis  circumstantiis  emissa,  debeat  saltem  haberi  valida,  uti  pro- 
fessio simplex? 

III.  An  renuntiatio,  donationes,  etc.,  a  moniali  factae  occasione  talis  invalidae  pro- 
fessionis,  habendae  sint  tamquam  nullae,  ac  proinde  res  donatae  ab  illa  legitime  repetí 
possint  cum  dote? 

Emi.  Patres  sacrae  Congregationi  negotiis  Religiosorum  Sodalium  praepositae,  in 
plenario  coetu  habito  ad  Vaticanum  die  30  Julli  1909,  re  mature  perpensa,  responden- 
dum  censuerunt: 
Ad    I.    Affirmative. 
Ad  II.    Negative. 
Ad  III.    Affirmative. 

Quibus  ómnibus  sanctissimo  Domino  nostro  Pió  Papae  décimo  per  infrascriptum 
Secretarium  sacrae  Congregationis  de  Religiosis  sequenti  die  relatis,  Sanctitas  Sua  re- 
sponsiones  Emorum.  Patrum  approbare  et  confirmare  dignata  est. 
L.-j-S. 

Fr.  I.  C.  Card.  Vives,  Praefectus. 
*  D.  L.  Janssens,  o.  S.  B.,  Secretarias. 

ANOTACIONES 

I.  Es  importantísimo  este  decreto,  porque  viene  á  resolver  una  anti- 
gua cuestión,  es,  á  saber,  si  las  leyes  eclesiásticas  obligan  desde  el  día 
siguiente  de  su  promulgación,  ó  sólo  después  de  dos  meses  de  haber  sido 
promulgadas.  La  opinión  más  común  se  adhería  á  la  primera  parte,  sobre 
todo  tratándose  de  leyes  irritantes,  y  sostenía  que  obligan  desde  el  día 
siguiente  de  su  promulgación,  aunque  sean  ignoradas,  y  aunque  no  haya 
llegado  ni  podido  llegar  el  conocimiento  de  las  mismas  á  la  región  en 
que  se  realicen  actos  contrarios  á  ellas.  Véase  Gury-Ferreres,  vol.  1, 
n.  97,  q.  2. 

El  decreto  resuelve  esto  mismo,  á  lo  menos  en  cuanto  á  las  leyes 
irritantes,  puesto  que  declara  nulas  las  profesiones  solemnes  hechas  sin 
preceder  el  trienio  de  votos  simples  después  del  3  de  Mayo  de  1902,  que 
es  el  mismo  día  en  que  se  publicó  el  decreto  Perpensis  que  las  anulaba. 


384  BOLETÍN   CANÓNICO 

Las  declara  nulas  simpliciter,  y,  por  consiguiente,  aun  en  los  países  más 
remotos,  donde  no  llegó  ni  pudo  llegar  el  conocimiento  de  dicho  decreto 
el  día  4  de  Mayo,  p.  e. 

En  este  mismo  sentido  habíamos  nosotros  contestado  á  algunas  con- 
sultas sobre  Religiosas  que  hicieron  dicha  profesión  solemne  poco  des- 
pués del  mencii)nado  decreto  y  sin  conocerlo.  Resolvimos  que  era  nula. 

Dice  el  decreto  que  son  nulas  dichas  profesiones  solemnes  hechas 
por  ignorar  el  decreto  Perpensis;  pero  es  evidente  que  también  serán 
nulas  si  se  hicieron  conociendo  dicho  decreto,  v.  gr.,  por  creer  que  el 
decreto  no  obligaba  hasta  dos  meses  después. 

Sigúese  de  aquí  que  si  no  intervino  dispensa  pontificia  serán  nulas, 
entre  otras,  todas  las  profesiones  solemnes  hechas  desde  4  de  Mayo 
de  1902  á  5  de  Mayo  de  1905  en  los  monasterios  en  que  antes  del  de- 
creto Perpensis  no  se  usaba  hacer  votos  simples. 

II.  Siendo  nula  dicha  profesión  hecha  como  solemne,  claro  está  que 
no  puede  valer  como  simple,  puesto  que  la  mente  de  la  Iglesia  es  que  se 
pasen  tres  años  en  que  la  religiosa  y  la  religión  sepan  que  el  vínculo  que 
entre  sí  las  une  es  más  fácil  de  desatar  que  el  solemne  que  nace  de  la 
profesión,  y  además  la  religiosa  sepa  que  conserva  el  dominio  radical 
de  todos  sus  bienes.  Todo  lo  cual  falta  cuando  se  está  en  la  creencia  por 
ambas  partes  de  que  los  votos  emitidos  son  solemnes. 

III.  De  la  nulidad  de  la  profesión  solemne  sigúese  la  de  las  renuncias, 
donaciones,  etc.,  hechas  con  ocasión  de  ella. 

La  razón  es  porque  á  la  religiosa  la  inhabilita  la  Iglesia  para  renun- 
ciar el  dominio  radical  hasta  dos  meses  antes  de  la  profesión  solemne. 
(Decreto  Perpensis,  a.  11;  Pío  IX,  1  Aug.  1862;  Conc.  Trid.,  sess.  25,  De 
relig.,  cap.  16.  Cfr.  Razón  y  Fe,  vol.  5,  p.  392,  sig.;  Fer reres,  Relig., 
Com.  IV,  n.  46,  sig.)  Ahora  bien:  tales  renuncias  no  se  hicieron  dentro 
de  los  dos  meses  que  preceden  inmediatamente  antes  de  dicha  profesión. 
Luego  son  enteramente  nulas,  aunque  se  haya  procedido  de  buena  fe. 

Luego  si  son  nulas  puede  reclamarlas  la  religiosa,  y  se  le  deben  en 
conciencia. 

Sigúese  de  lo  dicho  que  al  enterarse  tales  religiosas  del  decreto  que 
anotamos,  quedan  con  la  misma  libertad  que  tenían  cuando  se  hallaban 
en  el  noviciado,  y  sin  dispensa  ninguna  pueden  volverse  al  siglo  y  lle- 
varse consigo  la  dote  y  todas  las  donaciones  hechas,  etc. 

Dado  caso  que  quieran  perseverar  en  la  Religión,  como  es  de  supo- 
ner, deben  hacer  los  votos  simples,  y  después  de  tres  años  enteramente 
cumplidos  harán  la  profesión  solemne.  Á  no  ser  que  acudan  á  la  Santa 
Sede  y  ésta  les  conceda  (como  puede  hacerlo)  ó  la  convalidación  de  la 
profesión  hecha,  con  todas  sus  consecuencias,  ó,  por  lo  menos,  el  poder 
abreviar  el  trienio  de  votos  simples,  reduciéndolo,  por  ejemplo,  á  un  año. 

|UAN  B.  Ferreres. 


EXAMEN  DE  LIBROS 


Die  Wiederkunft  Christi  nach  den  paulinischen  Briefen,  von  Dr.  Fritz 
TiLLMANN.  Freiburg,  1909.— La  segunda  venida  de  Cristo  según  las 
Epístolas  de  San  Pablo,  por  el  DR.  Federico  Tillmann.  Un  volumen  de 
VIII-204  páginas.  Precio,  5,60  marcos. 

Nunca  ha  perdido  su  interés  entre  los  escritores,  sobre  todo  católicos, 
el  estudio  de  la  Escatología,  y  en  especial  con  respecto  á  la  persuasión 
de  los  Apóstoles  acerca  de  la  mayor  ó  menor  proximidad  del  segundo 
advenimiento  de  Jesús  al  fin  de  los  siglos.  El  Dr.  Tillmann,  de  quien  los 
lectores  de  Razón  y  Fe  tienen  ya  ventajosa  noticia  por  escritos  ante- 
riores, acaba  de  publicar  un  trabajo  lleno  de  interés  sobre  punto  tan  im- 
portante. Expone  con  amplitud  las  ideas  escatológicas  del  Apóstol,  prin- 
cipalmente en  cuanto  se  relacionan  con  el  punto  particular  de  la  venida 
de  Cristo  á  juzgar  el  mundo.  Aunque  el  autor  no  se  propone  como  obje- 
to único  de  su  trabajo,  exponer  los  sentimientos  del  Apóstol  sobre  este 
detalle  especial  de  la  proximidad  del  segundo  advenimiento,  da,  sin  em- 
bargo, capital  importancia  á  este  punto,  y  del  análisis  de  las  Epístolas 
paulinas  infiere  que  San  Pablo  al  principio  de  su  predicación,  y  todavía 
largo  tiempo  después, abrigaba  la  persuasión,  no  sólo  de  que  aquella  ve- 
nida estaba  próxima,  sino  de  que  antes  de  su  muerte  había  de  alcanzar  ese 
acontecimiento;  pero  que  con  el  transcurso  del  tiempo,  y  sobre  todo 
hacia  el  fin  de  su  vida,  le  abandonó  esa  esperanza.  En  las  Epístolas  á  los 
tesalonicenses  aparece  el  Apóstol  subyugado  por  esa  idea;  en  las  que  es- 
cribió á  los  gálatas,  corintios  y  romanos,  brota  con  frecuencia  todavía 
bajo  su  pluma  el  mismo  pensamiento;  pero  ya  en  las  Cartas,  llamadas 
del  cautiverio,  ha  perdido  mucho  de  su  fuerza,  hasta  que  por  fin  en  las 
Pastorales,  el  ya  anciano  evangelizador  de  las  gentes  se  despide  resig- 
nadamente  (1.''  Tim.,  VI,  13,  14)  del  que  por  tanto  tiempo  había  sido  el 
ideal  de  sus  esperanzas.  El  Dr.  Tillmann  explota  en  grande  escala  los 
pasajes  de  las  Epístolas  que  pueden  suministrarle  argumentos  para  es- 
tablecer su  tesis,  examinando  y  utilizando  hasta  los  matices,  al  parecer, 
más  insignificantes.  Advierte  ante  todo  que  el  problema  no  ha  de  resol- 
verse recurriendo  á  anatemas,  expresiones  autorizadas  y  sentencias  en- 
fáticas, sino  mediante  el  análisis  detenido  y  sereno  de  los  textos,  análisis 
que  tenga  por  guía  el  criterio  de  explicar  los  pasajes  obscuros  por  los 
claros,  y  no  viceversa;  pues  en  todo  caso  no  se  trata,  dice,  de  un  punto 
dogmático,  sino  de  una  apreciación  en  materia  de  cronología,  donde  puede 
caber  error,  aun  tratándose  de  un  Apóstol.  «Á  la  verdad,  continúa  el  autor, 
las  primeras  edades  cristianas  tuvieron  siempre  por  inminente  el  juicio 
final,  y  esta  persuasión  universal  difícilmente  se  explica,  si  no  fué  engen- 


386  EXAMEN   DE   LIBROS 

drada  por  la  predicación  misma  de  los  Apóstoles.  Cierto  que  entre  los  es- 
critores católicos  de  las  edades  posteriores  ha  sido  desechada  común- 
mente como  errónea  esta  opinión;  pero  crece  de  día  en  día  el  número  de 
los  que  se  declaran  partidarios  de  ella,  contándose  entre  ellos  el  P.  Kna- 
benbauer  en  un  estudio  recientemente  publicado  en  los  Ecos  de  María 
Laach.» 

Por  nuestra  parte,  reconociendo  que  el  problema  ofrece  graves  difi- 
cultades, que  sobre  todo  han  de  resolverse  por  el  análisis  de  los  textos, 
presidido  por  el  principio  elemental  de  explicar  los  pasajes  obscuros  por 
los  claros,  y  que  el  trabajo  del  Dr.  Tillmann  representa  una  contribución 
seria  y  altamente  científica  al  esclarecimiento  de  la  cuestión,  hemos  de 
confesar  que  sus  argumentos  no  nos  han  convencido.  En  primer  lugar, 
nos  parece  claro  que  los  pasajes  ad  Rom.,  XIIÍ;  ad  Tit.,  IV;  Dan.,  VII,  y 
los  del  Nuevo  Testamento  que  citan  ó  aluden  á  este  último,  no  hablan  de 
la  segunda,  sino  de  la  primera  venida,  y  que  respecto  de  ellos  no  tiene 
aplicación  el  distinguir  entre  la  incoación  y  la  consumación  del  reino  de 
Dios.  Los  pasajes  á  los  gálatas  y  corintios  distan  mucho  de  presentar 
como  inmediata  la  segunda  venida  en  la  mente  del  Apóstol,  y  sólo 
ofrecen  dificultad  los  textos  á  los  tesalonicenses.  Difícilmente,  v.  gr., 
podrá  un  lector  sereno  de  los  capítulos  IV  y  V  de  la  2.''  Epístola  á  los 
corintios  persuadirse  de  que  el  Apóstol  escriba  dominado  de  la  idea  de 
alcanzar  en  vida  el  advenimiento  de  Cristo.  Pero  sobre  todo  las  indica- 
ciones del  Apóstol  sobre  el  proceso  de  la  historia  de  la  Iglesia  en  la  obs- 
tinación actual  de  los  judíos,  propagación  del  Evangelio  entre  los  gen- 
tiles en  grandes  masas,  conversión  posíerior  de  los  judíos,  apostasía  y 
aparición  del  Anticristo,  indicaciones  que  se  leen  ya  en  los  primeros 
escritos  de  San  Pablo,  excluyen  en  absoluto  la  opinión  de  que  el  Doctor 
de  las  gentes  hubiera  alimentado  en  tiempo  alguno  de  su  vida  ni  siquiera 
la  idea  de  una  proximidad  inminente  é  inmediata, no  ya  tal  que  hubiera  de 
alcanzarla  el  Apóstol  antes  de  terminar  su  carrera  mortal.  Verdad  es 
que  elDr.  Tillmann  se  esfuerza  por  dar  solución  á  esta  dificultad;  pero  al 
leerla  ocurre  espontáneamente  esta  reflexión:  ¿Es  posible  que  un  sabio 
de  la  talla  del  Dr.  Tillmann  esté  convencido  de  la  solidez  de  tal  solución? 
Consiste  ésta  en  decir  que  para  San  Pablo  el  mundo  estaba  reducido 
poco  más  que  á  las  costas  del  Mediterráneo;  y  que  como  él  solo  había 
conquistado  para  el  Evangelio  una  muy  considerable  parte  de  esos  te- 
rritorios, como  lo  dice  Rom.,  XV,  19,  suponiendo  que  los  demás  mensa- 
jeros del  Evangelio  consiguieran  parecidos  resultados,  la  conversión  del 
orbe  podía  quedar  consumada  en  breves  años.  Inmediatamente  vendría 
la  conversión  de  los  judíos,  ahora  obstinados;  y  en  cuanto  á  la  apostasía 
y  el  Anticristo,  la  primera  podía  desarrollarse  casi  paralelamente  á  la 
propagación  misma  de  la  fe,  pues  el  misterio  de  iniquidad  empezaba  á 
manifestarse  y  las  iglesias  de  Palestina  desertaban  del  Cristianismo.  Muy 
en  breve,  pues,  podía  tomar  cuerpo  la  apostasía  y  aparecer  el  Anticristo 


EXAMEN   DE    LIBROS  387 

como  coronamiento  de  ella,  resultando  así  que  en  muy  pocos  decenios 
podría  estar  terminado  el  proceso  total  de  la  historia  del  Cristianismo 
sobre  la  tierra  (1). 

Pero  ¿es  verdad  que  en  la  época  de  San  Pablo  fueran  tales  las  ¡deas 
sobre  la  extensión  del  orbe?  No;  pues  se  sabía  perfectamente  que  por  la 
parte  de  Europa,  más  allá  de  las  fronteras  septentrionales  del  imperio  ro- 
mano, existían  innumerables  tribus  bárbaras:  con  respecto  al  Asia,  desde 
la  época  de  Alejandro  y  aun  tal  vez  desde  la  de  Salomón  era  conocida  la 
India  y  la  Sérica  ó  China,  y  por  lo  que  toca  al  África,  los  célebres  pe- 
riplos  realizados  por  los  fenicios  y  cartagineses  habían  dado  á  conocer 
la  extensión  de  esa  parte  del  mundo.  San  Pablo  no  era  un  rústico  igno- 
rante que  careciese  de  estas  nociones  ya  vulgares;  y  así  no  podía  abrigar 
la  persuasión  de  que  en  pocos  decenios  quedara  consumada  la  conver- 
sión del  mundo  pagano,  y  tanto  más  cuanto  que  no  ignoraba  que  to- 
davía dentro  del  imperio  la  proporción  de  los  cristianos  con  los  paganos 
era  relativamente  exigua.  Y  realizada  la  conversión,  ¿podía  creer  San 
Pablo  que  inmediatamente  había  de  venir  repentinamente  una  apostasía 
en  masa?  ¿Podía  creer  que  la  Iglesia  sólo  había  de  durar  un  par  de  ge- 
neraciones, y  eso  presentando  el  fenómeno  tan  poco  honroso  para  el 
Evangelio  y  tan  poco  en  armonía  con  la  eficacia  que  el  Apóstol  le  atri- 
buya, de  que  grandes  muchedumbres  de  fieles  y  dilatadas  regiones  aban- 
donarán la  fe  sin  haber  tenido  tiempo  de  saborearla  y  ostentar  sus 
frutos? 

L.   MURILLO. 


DOCT.  COESAR  Carbone,  S.  Agathae  Goth.  Vic.  gen.  De  modernistarum 
doctrinis.  Tractatus  philosophico  -  theologicus  ad  Cleri  scholarumque 
penitioren  institutionem.—Romae,  Desclée  et  Soc,  editores,  1909.  Un  volu- 
men en  4.°  de  XXXV-500  páginas,  4,50  liras. 

Entre  las  muchas  y  buenas  obras  publicadas  ya  contra  el  modernis- 
mo, es  notable  la  que  hoy  tenemos  el  gusto  de  recomendar,  y  se  distin- 
gue por  su  amplitud  y  profundidad  y  también  por  su  método  rigurosa- 
mente escolástico,  que  permite  al  autor  dilucidar  con  sutileza  y  clari- 
dad al  mismo  tiempo,  materia  tan  importante  y  compleja  como  es  la  del 
modernismo  religioso. 

Después  de  una  sentida  dedicatoria  al  maestro  infalible  de  los  fieles, 
el  Papa  Pío  X,  y  del  proemio,  en  que  se  da  una  idea  general  del  moder- 
nismo conforme  á  su  definición  nominal  y  real,  expone  el  docto  autor  la 
razón  y  división  de  su  obra,  que  es,  dice,  «un  como  comentario  de  am- 


(1)  También  el  P.  Knabenbauer  propone  y  acepta  esta  idea;  aunque  con  la  diferencia 
de  no  admitir  en  el  Apóstol  cambio  de  opinión,  por  no  haber  jamás  manifestado  la  per- 
suasión de  alcanzar  el  fin  del  mundo  antes  de  su  muerte. 


388  EXAMEN   DE   LIBROS 

bos  documentos  pontificios,  el  decreto  Lamentabili  y  la  Encíclica  Pa- 
scendi»,  pág.  XVI,  tratado  filosófico-teológico  en  que  se  exponen  fiel- 
mente y  se  refutan  con  solidez  los  principales  errores  del  modernismo 
condenados  en  dichos  documentos. 

Indica  sus  precursores,  los  racionalistas  del  siglo  XVIII  y  XXIX,  no- 
tando cómo  los  fautores  del  error  modernista  siguen  las  pisadas  de 
E.  Kant  y  H.  Spencer  en  las  cosas  del  agnosticismo,  de  Víctor  Cousin  en 
la  concepción  simbólica  del  dogma,  de  la  escuela  de  Tubinga  en  las  teo- 
rías históricas  y  críticas  y  á  T.  Schleiermacher,  señalado  teólogo  dei 
protestantismo,  en  las  exigencias  del  sentido  religioso.  La  literatura  6 
lista  de  obras  contra  el  modernismo  es  bastante  copiosa,  aunque  no- 
completa,  omitiéndose  algunas  que  juzgamos  dignas  de  mención,  v.  gr., 
la  del  Dr.  Castro. 

Todo  el  argumento  se  desarrolla  en  25  tesis  en  que  se  dividen  los 
cinco  títulos  de  la  obra.  En  todas  se  empieza  por  exponer  con  esmero 
el  estado  de  la  cuestión,  se  sienta  luego  la  tesis  concisa  y  claramente  y 
se  prueba  con  solidez  en  las  diversas  partes  que  comprende.  Así,  v.  gr.,  en 
la  tesis  X,  de  la  relación  de  la  conciencia  y  subconciencia,  explicada  ía 
noción  de  conciencia  y  subconciencia  según  los  modernistas,  principal- 
mente italianos,  y  las  afirmaciones  de  éstos  aplicando  aquélla  al  apren- 
dizaje y  explicación  de  la  religión  del  Viejo  y  Nuevo  Testamento,  del 
origen  y  naturaleza  de  la  Iglesia,  se  establece  para  refutarlos  la  siguiente 
proposición  ó  tesis:  «La  conciencia  ó  subconciencia  de  ningún  modo 
puede  considerarse  á  gusto  de  los  modernistas  como  criterio  seguro  y 
supremo  de  la  religión  que  se  ha  de  investigar  y  profesar.»  Las  pruebas 
son  cinco:  tal  criterio  carece  de  universalidad,  objetividad,  sobrenatura- 
lidad,  claridad,  autenticidad.  Hemos  escogido  esta  tesis  porque  en  ella 
puede  decirse  que  se  resume  la  esencia  del  modernismo,  según  le  define 
el  Emmo.  Cardenal  Mercier,  pág.  XIII:  sistema  que  consiste  esencialmente 
en  la  afirmación  de  que  el  alma  religiosa  debe  sacar  de  si  misma  y  sólo 
de  si  misma  el  objeto  y  motivo  de  su  /e,  mediante  la  conciencia  y  sub- 
conciencia sobredicha.  Pero  el  mismo  método  observaríamos  en  cuales- 
quiera otras,  las  más  de  las  cuales  constan  de  varias  partes,  que  se  van 
probando  distintamente  por  su  orden. 

Las  materias  del  título  I,  «sobre  los  principios  de  los  modernistas», 
son  la  doctrina  de  los  escolásticos,  testimonio  de  autoridad,  agnosticis- 
mo, inmanentismo,  sujetivismo,  voluntarismo;  las  del  título  II,  «sobre 
los  medios  de  los  modernistas»,  son  el  sentido  religioso,  el  simbolismo 
dogmático,  evolucionismo,  relación  de  la  conciencia  y  subconciencia, 
pragmatismo,  neocrítica  bíblica;  las  del  título  III  «acerca  de  los  fines 
de  los  modernistas»,  las  materias  son:  la  nueva  ciencia,  la  nueva  reli- 
gión, el  neocristianismo  y  la  neosociología,  y  las  del  IV,  «de  las  conse- 
cuencias de  los  modernistas»,  el  naturalismo,  escepticismo,  panteísmo, 
ateísmo,  conglomerado  de  todos  los  errores.  El  título  V  se  dedica  entero 


EXAMEN   DE   LIBROS  389 

á  vindicar  el  valor  absoluto  y  relativo  contra  todas  las  objeciones  de  los 
modernistas,  de  la  Encíclica  Pascendi  y  del  decreto  Lamentabili.  Prueba 
muy  bien  que  ambos  documentos  gozan  de  autoridad  y  sumo  valor  doc- 
trinal obligatorio;  pero  parece  negarles  la  infalibilidad.  «Si  por  una 
parte,  escribe,  pág.  387,  nadie  puede  contar  entre  los  argumentos  de  de- 
finición ex  cathedra  la  Encíclica  Pascendi  dominici  gregis,  por  otra  se 
tiene  todo  derecho  para  considerarla  como  importante  documento  de 
doctrina  católica  y  como  excelente  modo  del  vínculo  de  sujeción  de  los 
fieles  cristianos  al  Vicario  de  Cristo  en  la  tierra.»  No  podemos  asentir 
á  lo  primero,  y  hemos  de  negarlo,  apoyados  no  sólo  en  la  opinión  de 
los  autores  citados  por  el  mismo  autor  y  favorables  á  la  infalibilidad, 
sino  principalmente  en  el  Motu  proprio  Praestantia,  citado  también, 
pero  no  debidamente  ponderado.  En  otras  ocasiones  (1)  notamos  ya 
que  al  declarar  el  Papa  que  incurren  en  la  excomunión  docentes  todos 
aquellos  que  defendieren  cualquiera  de  las  proposiciones  condenadas  en 
ambos  documentos,  la  Encíclica  Pascendi  y  el  decreto  Lamentabili,  ha 
manifestado  que  están  condenadas  por  acto  Pontificio  ex  cathedra,  ó 
sea,  dotado  de  infalibilidad;  porque  precisamente  esa  excomunión  docen- 
tes está  fulminada,  según  notan  los  doctores  canonistas  y  moralistas  (2), 
contra  los  defensores  de  proposiciones  condenadas  por  acto  personal  é 
infalible  del  Sumo  Pontífice.  Y  si  observamos  que  basta,  conforme  al 
Concilio  Vaticano,  que  manifieste  el  Papa  de  un  modo  cualquiera,  sin 
que  sea  necesaria  forma  alguna  particular  exigida  por  el  autor,  querer 
obligar  á  toda  la  Iglesia  á  que  tenga  por  condenada  alguna  proposición 
para  que  tal  condenación  sea  acto  infalible  (3),  hay  que  confesar  que  lo 
es  la  condenación  del  modernismo,  atendiendo  á  las  razones  con  que  el 
mismo  autor  prueba  el  gran  valor  doctrinal  de  la  mencionada  Encíclica 
Pascendi. 

No  terminaremos  sin  felicitar  al  sabio  autor  de  obra  tan  excelente  y 
nueva  en  su  género,  deseándole  el  éxito  feliz  que  merece,  especialmente 
entre  los  alumnos  de  Sagrada  Teología. 

P.    ViLLADA. 


El  Oficio  de  Difuntos  de  la  Edición  Vaticana.— Esta  Edición  típica  se  ha 
puesto  á  la  venta  en  liras  1,50.  Se  puede  adquirir  en  todas  las  casas  edito- 
riales de  Música  Sagrada. 

La  Comisión  encargada  de  la  edición  oficial  Vaticana  de  Canto  Li- 
túrgico viene  trabajando  con  suma  actividad  y  seriedad  en  la  restitu- 
ción del  Antifonario  Vaticano,  que,  después  del  Gradual,  ocupa  en  los 
coros  el  puesto  de  preferencia. 


(1)  Véase  Razón  y  Fe,  t.  XXI,  pág.  514,  y  t.  XX,  pág.  434,  etc. 

(2)  Véase  Razón  y  Fe,  1.  c,  pág.  435. 

(3)  Véase  Razón  y  Fe,  t.  XXI,  pág.  514,  y  t.  XIX,  páginas  162  y  siguientes. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  26 


390  EXAMEN  DE   LIBROS 

La  Comisión,  sin  embargo,  ha  querido  satisfacer  más  pronta  é  inme- 
diatamente á  una  necesidad  cuyo  remedio  era  universalmente  deseado, 
anticipando  una  de  las  partes  más  importantes  del  Antifonario,  el  Oficio 
de  Difuntos,  cuyo  constante  uso  y  hasta  la  proximidad  del  día  de  la  Con- 
memoración de  todos  los  Difuntos  ha  influido,  sin  duda,  en  esta  diligen- 
cia y  oportunidad  de  los  editores  Vaticanos,  digna  ciertamente  de  todo 
agradecimiento. 

El  nuevo  y  elegante  opúsculo  se  presenta  en  la  misma  forma  y  con 
el  mismo  material  tipográfico  que  el  Gradual  ya  publicado.  En  sus  94  pá- 
ginas contiene:  el  Orden  de  las  Exequias  y  el  Oficio  de  Difuntos;  vuelve 
además  á  reproducir  la  Misa  de  Difuntos,  dada  desde  un  principio,  y  en 
la  última  parte  agrega  la  Absolución  pro  Defunctis  en  las  diversas  oca- 
siones, el  Orden  de  las  Exequias  de  los  Párvulos  y  los  tonos,  finalmente, 
de  las  Lecciones  y  Oraciones 

El  titulo  de  este  Oficio  es  el  siguiente:  Officium  pro  Defunctis  cum 
Missa  et  Absolutione  nec  non  Exsequiarum  ordine  cum  cantu  restituto 
jussu  SS.  D.  N.  Pii  Papae  X.  Editio  Typica.  Romae.  Typis  Polyglottis 
Vaticanis.  MCMIX. 

Precede  á  la  obra  un  claro  y  terminante  Decreto  de  la  Sagrada  Con- 
gregación de  Ritos,  que  dice  así: 

DECRETU:.! 

De  mandato  Sanctissimi  Domini  Nostri  Pii  Papae  X,  Sacra  Riíuum  Congregatio  de- 
clarat  ac  statuit,  praesentem  Officii  Defunctorum  editionem  Vaticanam,  quae  cantum 
Gregorianum  exhibet  ab  ipso  Sanctissimo  Domino  Nosíro  felicitar  restitutum,  uti 
authenticam,  ac  typicam  habendam  esse,  atque  ab  ómnibus  Romanae  Ecclesiae  ritu 
utentibus  in  posterum  observandam.  Quaevis  ideo  eiusdem  Officii  nova  editio,  typis 
evulganda,  huic  adamussim  conformis  esse  debet. 

Contrarüj  non  obstantibiis  quibuscunque.  Die  12  Maii  1909. 

Fr.  Sebastianus  Card.  Martinelli. 
L.  Ki<  S.  5.  R.  C.  Praefectus. 

Diomedes  Panici,  Archiep.  Laodicen. 
S.  R.  C.  Secretarias. 

Tres  cosas  hay  que  notar  en  la  presente  edición  oficial,  para  hacerse 
cargo  de  su  contenido:  las  rúbricas  y  leyes  del  Oficio,  el  texto  y  la  me- 
lodía. 

Pocas  cosas  se  han  cambiado  en  las  rúbricas;  pero  éstas  aparecen 
actualmente  más  ordenadas,  se  encuentran  más  aclarados  todos  sus  pun- 
tos, sobre  todo,  en  lo  referente  á  la  duplicación  de  las  Antífonas,  las  di- 
versas clases  de  Absoluciones,  el  Initium  de  los  Salmos,  prescripto  aun 
para  los  Oficios  semidobles;  el  tono  de  los  versículos  y  oraciones  y  al- 
gunos pormenores  más,  aun  no  contenidos  en  el  Ritual. 


EXAMEN  DE  LIBROS  391 

Las  antífonas  se  reproducen  íntegras  antes  y  después  del  Salmo  (ex- 
cepto en  las  exequias  de  los  párvulos):  el  Salmo  145,  Lauda  anima  mea 
Dominum,  que  se  dice  al  fin  de  las  Vísperas  y  Laudes  en  oficio  que  no 
sea  de  rito  doble,  aparece  anotado,  y  los  Salmos  todos  tienen  su  fórmula 
de  entonación  determinada  hasta  la  cadencia  de  la  mediante,  cosa  que 
facilitará  mucho  su  perfecta  y  segura  incoación. 

Respecto  á  la  cadencia  final,  no  nos  explicamos  por  qué  causa  se  ha 
puesto  la  fórmula  del  saeculorum.  Amén,  en  vez  del  luceat  eis,  ya  que, 
como  es  sabido,  y  lo  dice  terminantemente  la  rúbrica  de  la  pág.  17,  tal 
es  la  conclusión  de  los  Salmos  en  este  Oficio. 

Una  novedad,  quizá  no  esperada,  se  observa  en  esta  notación  de  la 
Salmodia:  tal  es  la  abierta  restitución  de  la  mediante,  llamada  rota  (ab- 
breviata,  cor  repta),  que  había  sido  desechada  por  gran  número  de  coros 
y  escuelas,  desde  que  el  R.  P.  D.  Mocquereau  se  esforzó  en  probar  la 
inconveniencia  de  su  uso.  En  efecto:  el  P.  Mocquereau  rechazaba  esta 
clase  de  mediantes  abreviadas  por  creer  deplorable  su  uso  y  contrario 
á  la  tradición,  puesto  que  semejante  práctica  no  aparece  hasta  fines  del 
siglo  XII.  Proponía,  á  este  propósito,  el  sabio  autor  del  Breve  tratado  de 
Salmodia  su  supresión,  apoyado  en  estos  motivos:  1.°,  por  volver  á  la 
más  antigua  tradición  romana;  2.°,  por  evitar  graves  alteraciones,  con- 
trarias á  la  suavidad  y  dulzura  de  las  melodías  Gregorianas  y  aun  á  las 
reglas  de  la  más  pura  pronunciación  latina,  y  3.°,  por  alejar  una  de  las 
mayores  dificultades  que  la  Salmodia  podía  ofrecer.  Ciertamente,  la  teo- 
ría de  D.  Mocquereau  sobre  las  cadencias  no  podía  ser  más  sencilla.  És- 
tas se  encerraban  en  dos  grandes  tipos  silábicos:  el  tipo  disilábico  (es- 
pondeo tónico),  V.  gr.,  meo,  y  el  tipo  tetrasilábico (áisponáeo),v.  gr.,córde 
meo.  Estos  dos  tipos  abarcan  dos  fórmulas  únicas  de  mediantes  y  fina- 
les: las  de  un  acento  (palabras  espondaicas,  como  méis,  ó  dactilicas, 
como  Dóminum),  y  las  de  dos  acentos  (con  los  mismos  pies  espondaicos 
ó  dactilicos,  como  córde  meo,  saéculum  saéculi,  etc.).  Seguíase  de  aquí 
la  necesidad  de  suprimir  toda  sílaba  ó  nota  que  no  cupiera  en  esos  mol- 
des (á  excepción  de  la  nota  adventicia  ó  epentética  de  las  palabras  dac- 
tilicas): por  consiguiente,  todos  los  monosílabos  y  todas  las  palabras 
hebreas  habían  de  considerarse  en  la  acentuación  como  otros  tantos 
casos  de  pies  espondaicos  ó  dactilicos;  v.  gr.: 


TIPO  espondeo:  tipo  dactilico: 

Pacem      cié  te.  Super      Israel. 

Igual  á:     Vocem      méam.  Igual  á:     Timor     Dómini. 

»           Domine    David.  »          Multipli-cd//  sunt. 

In             Sion.  »                       Súper  te. 

Esto  indudablemente  simplificaba  y  facilitaba  la  salmodia,  cuya  difi- 
cultad consiste  precisamente  en  acomodar  inflexiblemente  á  una  fórmula 


392  EXAMEN   DE   LIBROS 

dada  toda  una  variedad  extraordinaria  de  combinaciones  silábicas;  pero 
no  hay  duda  que  la  Comisión  Vaticana,  al  aprobar  la  práctica  de  las 
mediantes  rotas,  ha  querido  conservar  su  uso  sumamente  extendido  y 
hasta  infiltrado  ya  en  las  percepciones  rítmicas  de  muchísimos  coros: 
por  otra  parte,  la  serie  respetable  de  siglos  que  ha  venido  autorizando 
esta  práctica,  parece  que  ha  tenido  la  suficiente  fuerza  para  justificar 
en  adelante  su  existencia  con  títulos  legales  y  reconocidos. 

También  se  desprende  del  examen  de  este  libro  la  introducción  para 
toda  la  iglesia  de  la  cadencia  de  flexa  y  de  la  flexa  monástica,  según 
puede  verse  en  el  Salmo  Lauda  anima  mea,  pág.  22.  Esta  flexa  consiste 
en  bajar  un  tono  desde  la  dominante  (en  los  modos  1.°,  4.°,  6.°  y  I.""  y 
Peregrino),  y  una  tercera  menor  (en  los  modos  2.°,  3.°,  5."  y  8.°),  la  últi- 
ma sílaba  de  la  pausa  de  flexa  que  suele  señalarse  con  una  cruz: 

Flexa: 

Psalm.  145.  Lauda  anima  mea  DomiNUM:  ►J^  laudado  Dominum  in 
vita  mea  *:  psallam  Deo  meo  quamdiu  fuero. 

Por  causa  de  la  fiexa  han  sufrido  asimismo  alguna  variedad  en  la 
división  de  los  hemistiquios  ciertos  versículos,  v.  gr.,  el  verso  O  Domine 
del  Salmo  Dilexi. 

En  el  Salmo  26  (pág.  39)  se  han  dividido  los  hemistiquios  de  esta 
suerte: 

Dominus  illuminatio  mea  *,  |  et  salus  mea:  quem  timebo. 

El  texto  es  el  que  ha  quedado  más  incólume  hasta  ahora :  sólo  es 
notable  la  variante  de  la  Antífona  segunda  de  Vísperas:  Hei  mei  Do- 
mine! quia  incolatus  meus,  etc.,  donde  en  esta  edición  cambia  por  Heu 
(bisílaba)  me!  quia  incolatus  meus,  etc. 

En  la  Antífona  segunda  del  tercer  Nocturno  de  Maitines:  Complaceat 
tibi  Domine  ut  eripias  me:  Domine  ad  adjuvanduw.  me  rescipe,  la  edi- 
ción oficial  suprime  el  segundo  Domine. 

Las  variantes  melódicas  son  bastante  numerosas  é  importantes  con 
respecto  á  la  última  edición  del  Liber  Usualis  (1904)  de  Solemnes.  La 
mayor  parte  (unas  cien)  son  detalles,  giros  más  ó  menos  cambiados, 
según  puede  observarse  en  las  antífonas  y  responsorios;  pero  á  veces 
las  diferencias  llegan  á  tener  carácter  más  radical,  como  en  el  Invitato- 
rio  de  Maitines,  que  ofrece  ahora  una  versión  por  nosotros  muy  cono- 
cida y  hasta  más  natural  y  patética  á  la  vez:  los  versículos  que  preceden 
á  las  Lecciones  difieren  también  un  tanto  y  el  recitado  de  las  Lecciones 
se  presenta  admirablemente  determinado  en  los  punctum,  flexa,  monosí- 
labos y  palabras  hebreas. 

Tal  es,  en  suma,  el  aspecto  de  esta  parte  interesantísima  del  Oficio 
eclesiástico,  con  que  la  Iglesia,  tierna  Madre,  despide  á  sus  hijos  en  su 
tránsito  al  otro  mundo  de  la  eternidad:  estas  melodías  tiernas,  íntimas  y 


EXAMEN   DE   LIBROS  393 

penetrantes  .'tienen  la  suficiente  fuerza  para  envolver  en  resignación  y 
paz  celestial  las  quejas  del  dolor  humano. 

La  aparición  de  este  librito  se  acogerá,  pues,  con  verdadera  ansiedad; 
en  primer  lugar,  para  determinar  de  un  modo  estable  la  práctica  del 
Oficio  de  Difuntos  en  todas  las  iglesias  de  rito  romano,  y  luego  para  dar 
como  próxima  la  aparición  del  Antifonario  completo,  tan  deseada  por 
todos  los  que  anhelan  cumplir  en  todas  sus  partes  los  deseos  del  Sobe- 
rano Pontífice  y  celebrar  con  un  mismo  espíritu  y  unas  mismas  melodías 
sagradas  los  oficios  solemnes  de  la  Liturgia  Católica. 

N.  Otaño. 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


tarta-Pastoral  del  Ilmo.  y  Rvmo.  Sr.  Doc- 
tor D.  Juan  Maura  y  Gelabert,  Obispo 
de  Orihuela,  al  Clero  de  su  diócesis  y 
alumnos  de  su  Seminario.  Primera  sobre 
.el  modernismo.— Orihuela,  imprenta  de 
Cornelio  Paya,  1909.  En  4.°  de  33  pá- 
ginas. 

El  Sr.  Obispo  de  Oriliuela,  sabio  y 
profundo  escritor,  bien  conocido  de  los 
lectores  de  Razón  y  Fe,  ha  empezado 
á  publicar  una  serie  de  Pastorales  que 
prometen  ser  de  suma  utilidad  para 
aquellos  á  quienes  se  dirigen  especial- 
mente, los  sacerdotes  y  seminaristas. 
Con  ellas  podrán  éstos  rebatir  los  erro- 
res del  modernismo,  condenado  en  la 
Encíclica  Pascendi  y  preservar  de  ellos 
á  los  fieles.  Trata  la  primera  en  parti- 
cular del  moáQvmsmo  filosófico,  y  prue- 
ba la  filiación  de  éste  con  el  sujetivis- 
mo  kantiano,  al  que  refuta  con  clari- 
dad y  lógica  insuperable.  De  éste  y  de 
cuanto  dicen  los  modernistas  contra 
las  especulaciones  racionales,  que  lla- 
man intelectualismo,  se  sigue,  quiéranlo 
ó  no,  el  agnosticismo  que  con  razón  les 
atribuye  dicha  Encíclica, 

Catecismo  doctrinal  y  apologético  sobre 
el  estado  religioso,  por  el  P.  Fr.  Esteban 
Sacrest,  o.  P.  Contiene  un  resumen  de 
las  disposiciones  vigentes;  un  florilegio 
de  verdadero  atractivo,  y  estadísticas 
ciertamente  interesantes.— Madrid,  libre- 
ría católica  de  Gregorio  del  Amo,  1909. 
Un  volumen  en  8.°  de  480  páginas,  2,50 
pesetas  y  3,50  encuadernado  en  tela  in- 
glesa. 

Hemos  leído  con  gusto  esta  nueva 
Obra  del  docto  moralista  Dominico 
P.  Sacrest,  y  la  recomendamos  á  cuan- 
tos se  interesen,  y  deben  interesarse 
todos  los  buenos  cristianos,  por  la  in- 
columidad de  las  Órdenes  é  institutos 
religiosos.  En  la  parte  primera,  doctri 
nal,  compuesta  de  27  capítulos,  se  ex- 
pone con  claridad  y  concisión,  por  pre- 
guntas y  respuestas,  todo  lo  que  con- 
viene saber  á  las  personas  religiosas 
por  razón  de  su  estado  religioso,  no 


precisamente  de  su  cargo  de  supe- 
rior, etc.,  y  así  se  trata  de  la  naturale- 
za del  estado  religioso,  vocación,  pro- 
fesión, votos,  observancia  de  las  reglas, 
confesor,  etc.,  etc.,  y  se  hace  con  cierto 
atractivo  y  á  veces  con  tal  unción, 
V.  g.,  al  hablar  del  oficio  divino  y  de 
la  meditación,  que  enciende  vivamente 
la  devoción.  En  algunas  cuestiones 
opinables  v.  gr.,  el  rezo  de  maitines 
antes  de  Misa,  pág.  104;  el  confesor 
aprobado  para  los  regulares  en  gene- 
ral, pág.  119;  el  enfermo  que  no  puede 
salir  de  casa,  pág.  131,  tiene  la  menos 
benigna.  Alguna  que  otra  vez  puede 
parecer  incompleto,  pues  en  el  núme- 
ro 7.°  no  distingue  el  quebrantamiento 
grave  y  el  leve,  y  en  el  núm.  17  conven- 
dría decir  si  para  dejar  el  voto  en  la 
pubertad  se  necesita  la  irritación  pa- 
terna. La  segunda  parte,  apologética, 
es  de  mucha  instrucción  para  los  apolo- 
gistas seglares  en  defensa  de  las  Órde- 
nes religiosas  y  de  su  utilidad  inapre- 
ciable en  la  sociedad.  Las  estadísticas 
son  verdaderamente  interesantes  y  dan 
mérito  relevante  á  la  obra.  Se  hallan 
en  los  apéndices  números  III- VII,  «es- 
tadística de  las  misiones  (con  la  nota 
de  la  pág.  456),  santos,  beatos  y  vene- 
rables, sabios  y  escritores,  enseñanza, 
colegios,  beneficencia  y  caridad». 

Teatro  y  moralidad,  por  José  María  Gon- 
zález DE  ECHÁVARRI  Y  VlVANCO,  profCSOr 

de  la  Universidad  de  Valladolid,  direc- 
tor de  El  Porvenir.  Un  tomo  en  4.°  de 
106  páginas,  una  peseta  en  la  Adminis- 
tración de  El  Porvenir,  Valladolid. 

Con  razón  dice  el  Sr.  Rodríguez  Ce- 
peda en  el  prólogo  que  el  docto  autor 
de  esta  obra,  «al  ocuparse  en  estudiar 
el  teatro  desde  el  punto  de  vista  mo- 
ral y  al  combatir  las  tendencias  porno- 
gráficas que  hoy  dominan  en  los  es- 
pectáculos teatrales,  lleva  á  cabo  á  un 
mismo  tiempo  obra  de  cultura  y  de 
civilización,  de  verdadero  y  sano  pa- 
triotismo y  de  caridad  y  religión».  Por- 
que juzga  con  sano  criterio  muchas 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


395 


obras,  y  trata  con  erudición  escogida 
y  conocimiento  de  causa  materias  tan 
importantes  como  el  teatro,  escuela  de 
costumbres,  la  inmoralidad  en  el  tea- 
tro, teatro  pornográfico,  el  teatro  y  la 
mujer,  el  teatro  y  la  Iglesia,  el  teatro 
y  los  poderes  públicos,  el  teatro  y  la 
prensa;  y  contiene  en  un  apéndice  la 
relación  de  más  de  trescientas  obras 
que  el  autor  juzga  reprobables.  Su  sis- 
tema en  la  crítica  teatral  nos  parece 
bien. 

Catholic  churchemen  in  Science  (second 
series),  by  J.  Walch,  M.  D.,  Ph.  D.,  LL. 
D.— Philadelphia,  American  Ecclesias- 
tical  Review.  —  The  Doiphin  Press, 
MCMIX.  Un  volumen  en  8."  de  IX-228 
páginas,  $  1. 

El  docto  profesor  de  la  Historia  de 
la  Medicina  en  la  Universidad  de 
Fordham  se  propone  con  esta  segunda 
serie  de  biografías  de  eclesiásticos 
eminentes  en  las  ciencias,  demostrar, 
histórica  más  que  polémicamente,  como 
lo  demostró  en  la  primera,  que  la  afir- 
mación de  que  la  «Iglesia  se  opone  á 
la  ciencia,  se  funda  enteramente  en  la 
ignorancia  de  la  verdadera  historia  de 
la  ciencia».  Cuatro  de  los  seis  capítu- 
los que  componen  la  obra,  después  de 
la  introducción,  se  dedican  á  Alberto 
Magno,  Juan  XXI,  Guy  de  Chauliac, 
padre  de  la  cirugía  moderna,  y  el  Re- 
giomontano,  escogidos  antes  de  la  sen- 
do Reforma,  precisamente  para  refutar 
el  dicho  de  que  en  las  centurias  \3-\5.^ 
no  hubo  progreso  científico  por  estar 
la  educación  en  manos  de  la  Iglesia. 
El  quinto  capítulo  habla  de  los  cléri- 
gos electricistas,  y  el  sexto  de  los  je- 
suítas astrónomos,  desde  Clavius  á  Se- 
chi,  Perry  y  Hagen,  actual  director  del 
Observatorio  Astronómico  del  Vatica- 
no, después  del  Agustino  P.  A.  Ro- 
dríguez. 

Ven  P.  LuDovici  de  Ponte,  S.  J.,  Medita- 
tiones  de  praecipuis  fidei  nostrae  my- 
steriis.  De  Hispanice  in  latinum  trans- 
latae  a  Melchiore  Trevinnio,  S.  J.,  de 
novo  in  lucen  datae  cura  Auqustini 
Lehmkuhl,  S.  J.  Editio  altera  recognita. 
Sex  partes.  8.°  Pars  1:  Complectens  me- 
ditationes  de  peccatis,  hominis  novissí- 
mis,  aliisque  quae  ad  purgandam  ani- 
mara conducunt,  cum  instructione  de 
oratione  mentaii.  (XXVIII  et  370  p.)  M.  3 
(Fr.  3,75);  linteo  a  dorso  corio  religatum 
M.  4  (Fr.  5).  Pars  II.  Meditationes  de 


incarnatione  et  de  infantia  Christi  eius- 
que  vita  usque  ad  baptismum,  similiter 
de  eiusdem  gloriosa  Matre  JV\aria.(XXVI 
et  270  p.)  M.  2,25  (Fr.  2,85);  linteo  a 
dorso  corio  religatum  M.  3,25  (Fr.  4,10). 
Pars  111:  Meditationes  circa  vitam  Christi 
publicam  ab  eius  baptismo  usque  ad 
passionem,  eius  gesta,  doctrinam,  mira- 
cula,  parábolas.  (XLII  et  530  p.)  M.  4 
(Fr.  5);  linteo  a  dorso  corio  religatum 
M.  5  (Fr.  6,25).  Partes  IV  -  VI:  Brevi  in- 
terposita  mora  prelo  subicieatur. 

Las  meditaciones  del  P.  Lapuente 
no  necesitan  de  nueva  recomendación. 
Desde  hace  tres  siglos,  como  nota  el 
crítico  de  Ephemerides  liturgicae  (Mar- 
zo-Abril 1909),  han  sido  recibidas  con 
extraordinario  aplauso  y  traducidas  á 
diversas  lenguas,  y  hoy  mismo,  á  pesar 
de  los  innumerables  libros  de  medita- 
ciones publicados,  «apenas  podrá  en- 
contrarse alguno  que  las  iguale  y  mu- 
cho menos  que  las  sobrepuje.  Instru- 
yen con  claridad,  mueven  íntimamente 
y  con  vigor,  deleitan  piadosamente  y 
llevan  al  lector  al  odio  del  pecado,  y 
no  sólo  á  concebir,  sino  á  gustar  el 
amor  de  Dios  y  de  las  cosas  divinas». 

Felicitamos  al  Sr.  Herder  por  el  éxito 
de  la  primera  edición  latina,  arre- 
glada por  el  insigne  P.  Lehmkuhl,  y  le 
deseamos  igual  resultado  para  esta  se- 
gunda, cuyas  tres  últimas  partes  es- 
peramos se  publicarán  en  seguida 

Études  contemporaines.  Deuxiéme  sec- 
tion:  Etats  d'áme  et  d'esprit.  Premier 
volume:  L'ignorance  en  matiére  reli- 
gieuse,  par  le  Chanoine  Paul  Barbier, 
Curé-Doyen  de  Beaugency,  anclen  au- 
mónier  du  Pensionnat  Saint-Euverte,  á 
Orléans.  In-12  écu,  0,60;  franco,  0,75.— 
P.  Lethielleux,  Éditeur,  10,  rué  Cassette, 
París  (6«). 

Este  opúsculo  confirma  la  enseñan- 
za de  Pío  X,  que  la  ignorancia  de  la 
religión  de  la  Doctrina  cristiana  es  la 
causa  de  la  irreligión  y  de  los  innu- 
merables daños  que  de  ella  se  siguen. 
Oprime  el  corazón  el  relato  de  hechos 
y  palabras  que  prueban  la  ignorancia 
(en  Francia  especialmente,  de  la  que 
habla  el*  autor)  sobre  materia  religio- 
sa, aunque  alienta  á  procurar  extir- 
parla la  eficacia  suave  de  los  medios, 
que  propone,  que  al  fin  se  reducen  á 
la  enseñanza  de  la  Doctrina  cristiana, 
empezando  por  la  doméstica. 


396 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


Pro  aris  et  focis.  Puntos  negros  de  soli- 
daridad catalana.  El  catalanismo  y  los 
partidos  católico -políticos  españoles. 
Cabos  sueltos,  por  Luis  de  Cuenca  y 
Pessino,  abogado.  —  Lérida,  Imprenta 
Mariana,  1909.  Un  volumen  en  4."  de 
176  páginas,  1,50  pesetas.  De  venta  en 
casa  de  D.  Lisardo  Portal,  calle  de  la 
Palma,  Lérida,  y  en  las  librerías  de  Bar- 
celona de  Verdaguer,  Subirana  y  Tipo- 
grafía Católica. 


Recomendamos  con  eficcacia  esta 
nueva  obra  del  docto  y  católico  abo- 
gado Sr.  Cuenca  y  Pessino  á  cuantos 
se  interesan  por  el  bien  de  la  Religión 
y  de  la  Patria,  y  especialmente  á  las 
clases  directoras.  Con  razonamiento 
claro  y  vigoroso,  con  gran  dominio  de 
la  materia  y  sin  más  pasión  que  el  celo 
del  mayor  bien  de  la  Iglesia  y  de  la 
sociedad,  descubre  y  señala  los  pun- 
tos mgros  que  observa  en  solidaridad 
catalana  y,  que  la  hacen,  á  juicio  del 
autor,  tal  cual  está  ó  estaba  constitui- 
da, dañosa  á  la  Iglesia  católica  é  inútil 
contra  el  centralismo  actual.  Son  dig- 
nos de  especial  estudio  los  capítulos  V 
y  I,  sobre  la  unión  de  los  católicos; 
el  XIV,  sobre  que  la  confusión  más 
espantosa  es  la  característica  de  so- 
lidaridad; el  XV,  del  programa  del 
Tívoli  y  conclusión.  En  otra  edición 
convendría  añadir  un  índice  á  la  obra. 

P.  V. 


Luis  J.  Muñoz,  S.  J.  El  Doctor  Pescaderas. 
Novela  de  costumbres.— Medellin,  1909. 


El  Doctor  Pesca  'eras  es  una  novela 
escrita  con  el  laudable  deseo  de  que 
su  lectura,  como  dice  el  autor,  «lleve 
un  rayo  de  luz  á  algunas  inteligencias 
juveniles,  ya  que  el  camino— de  disi- 
pación, irreligiosidad  y  licencia— que 
recorrió  aquel  personaje  es,  por  des- 
gracia, más  trillado  de  lo  que  parece». 

La  obra  corresponde  al  propósito 
de  su  autor,  y  en  sus  páginas  puede 
verse  una  vez  más  adonde  conducen 
la  desaplicación,  impiedad  y  malas 
compañías. 

Panegíricos  y  sermones  del  Dr.  D.  Cipria- 
no Nievas  Milagro,  presbítero,  teniente 
mayor  de  la  parroquia  de  los  Santos 
Justo  y  Pastor  de  esta  Corte  y  predica- 


dor de  Su  Majestad.— Madrid,  1909.  Un 
tomo  en  8."  con  354  páginas,  5  pesetas. 

Quince  son  los  panegíricos  compren- 
didos en  el  presente  tomo,  pronuncia- 
dos en  varias  ocasiones  por  su  autor, 
ventajosamente  conocido  en  los  piilpi- 
tos  de  esta  coronada  villa.  No  adopta  en 
ellos  el  Sr.  Nievas  el  método  francés, 
que,  dejando  á  un  lado  la  vida  del  Santo, 
se  enfrasca  en  una  predicación  moral; 
ni  el  italiano,  que  se  limita  á  proponer 
las  virtudes  del  Santo  panegirizado, 
como  modelo  digno  de  nuestra  imita- 
ción; antes  sigue  el  método  intermedio 
del  que  podemos  llamar  panegírico  de 
tesis.  El  único  reparo  que  se  le  pudiera 
por  ventura  poner  es,  que  la  tesis  no 
llega  siempre  al  grado  de  fusión  con 
el  encomio  del  Santo,  que  se  considera 
como  ideal  artístico  de  esta  clase  de 
sermones.  Por  lo  demás,  el  estilo  es 
oratorio  y  galano  y  digno  de  la  repu- 
tación de  su  autor. 

Legons  sur  l'art  de  précher,  par  F.  Mour- 
RET,  directeur  au  séminaire  de  Saint- 
Sulpice.— Paris,  Bloud.  1909.  Un  tomo 
en  4.*'  con  444  páginas. 

Este  libro,  amenizado  con  gran  nú- 
mero de  anécdotas  oratorias,  recorre 
casi  todas  las  cuestiones  que  se  ofre- 
cen sobre  la  manera  de  predicar,  la 
preparación  remota  y  próxima  de  la 
materia  y  del  estilo,  el  arte  de  la  voz 
y  el  gesto,  etc.,  y  puede  pasar  por 
uno  de  los  buenos  manuales  teóricos 
de  predicación,  á  propósito  para  ser- 
vir de  pauta  á  las  explicaciones  de 
una  clase. 

Llamamos  la  atención  sobre  el  capí- 
tulo Les  contre-sens  bib ligues  des  predi- 
cateurs,  cuyo  argumento  benefició  el 
Padre  Isla  en  su  Fray  Gerundio  por 
modo  insuperable;  pero  acaso  por  ha- 
ber puesto  ante  los  ojos  casos  exage- 
rados, no  influye  tanto  como  debiera 
en  corregir  abusos,  que  solamente  hace 
más  tolerables  la  ignorancia  de  los  au- 
ditorios en  materia  escriturística. 

Si  la  predicación  ha  de  ser  palabra 
de  Dios,  menester  es  que  sea  muy  res- 
petuosa con  el  Sagrado  Texto,  único 
manantial  donde  podemos  hallar  verda- 
deramente la  palabra  de  Dios;  no  en 
las  aplicaciones  más  ó  menos  extrava- 
gantes ó  disparatadas  de  una  docena 
de  versículos  bíblicos. 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


337 


Das  Missale  ais  Betrachtungsbuch.  (El  Mi- 
sal como  libro  de  meditación.)  Expo- 
sición de  las  Misas,  por  el  Dr.  Fr.  Javier 
Reck,  director  del  Wilhelmstift  de  Tubin- 
ga.  Tomo  primero:  Desde  la  dominica 
primera  de  Adviento  hasta  el  sexto  do- 
mingo después  de  Pascua.  En  4.",  X  y 
516  páginas.  En  rústica,  6  marcos;  en 
tela,  7,20.  Tomo  segundo:  Desde  Pen- 
tecostés hasta  la  dominica  24.^;  390  pá- 
ginas. En  rústica,  4,50  marcos;  encuader- 
nado, 5,80.— Herder,  Friburgo,  1909. 

La  obra  del  Dr.  Reck  viene  á  aumen- 
tar la  magnífica  bibliografía  que  po- 
seen los  católicos  alemanes  acerca  de 
los  libros  litiirgicos  y  su  aplicación  á 
la  edificación  del  pueblo  cristiano  por 
medio  de  la  consideración  y  la  predi- 
cación. Cuan  litil  juzguemos  esta  clase 
de  obras,  no  tan  abundantes  todavía 
entre  nosotros  como  sería  de  desear, 
lo  probamos  traduciendo  hace  un  año 
los  Estudios  homiléticos  del  Dr.  Me- 
yenberg,  cuyo  principal  mérito  estriba 
en  haber  aprovechado  para  la  predi- 
cación esas  fuentes  litiirgicas,  y  cuya 
difusión  rápida,  así  en  el  original  ale- 
mán como  en  nuestra  versión  españo- 
la, demuestra  cuan  ávido  se  siente 
nuestro  fervoroso  clero  de  semejante 
género  de  libros.  El  del  Dr.  Reck  se  ex- 
tiende tal  vez  de  una  manera  sobrada 
en  la  explanación  de  los  Evangelios  y 
Epístolas,  que  puede  hallarse  ya  en 
libros  de  otra  índole,  no  dando  tanta 
extensión  á  lo  más  peculiar  del  Misal, 
es  á  saber,  los  formularios  de  las  Mi- 
sas. Pero  este  es  leve  inconveniente; 
pues,  como  dice  el  proverbio,  quod 
abundat  non  nocet;  y  aquellos  de  nues- 
tros sacerdotes  que  conocen  la  lengua 
alemana,  usarán  sin  duda  con  prove- 
cho esta  obra,  que  recomendamos. 

R.  R.  A. 


El  Contrato  del  Trabajo.  Memoria  del 
Doctorado,  por  León  Leal  Ramos,  abo- 
gado con  ejercicio  en  la  Audiencia  terri- 
torial de  Cáceres.— Cáceres,  1909,  tipo- 
grafía de  Sucesores  de  Alvarez,  Portal 
Llano,  39.  Un  tomo  en  12."  de  140  pá- 
ginas. 

En  su  docta  y  erudita  Memoria  es- 
tudia el  Sr.  Leal  Ramos  el  concepto 
del  contrato  del  trabajo,  sus  especies 
y  lugar  que  en  la  legislación  le  corres- 
ponde; hace  una  excursión  histórica 


sobre  la  materia,  y  concluye  con  la  in- 
tervención que  al  Estado  corresponde 
y  con  la  eficacia  de  la  legislación  so- 
cial. Para  el  autor  no  es  ó  no  debe  ser 
el  contrato  del  trabajo  ni  sociedad,  ni 
arrendamiento,  ni  compraventa,  ni 
mandato,  como  se  ha  pretendido,  sino 
un  contrato  consensual,  bilateral,  por 
el  que  una  persona  se  compromete  á 
prestar  determinado  trabajo  corporal  ó 
intelectual,  ó  ambas  cosas  á  la  vez, 
en  beneficio  de  otra  persona,  á  cambio, 
por  regla  general,  de  una  retribución 
convenida.  Dignos  de  consideración 
son  los  argumentos  del  autor,  así  en 
defensa  de  su  teoría  como  en  impug- 
nación de  las  contrarias,  y  debieran 
ser  tenidos  en  cuenta  por  los  que  tra- 
ten el  punto  discutido. 

Estudi  feminista.  Orientacions  pera  la 
dona  catalana,  per  Dolors  Monserd.4 
DE  Maciá,  ab  un  prólech  del  M.  R.  P.  Mi- 
quel  d'Esplugues,  O.  M.  Cap.  —  Lluis 
Gili,  Ilibrer-editor,  Balmes,  83,  Barcelo- 
na, 1909.  Un  tomo  en  8."  de  XXI-109 
páginas. 

En  el  pleito  entablado  sobre  el  fe- 
minismo importa  sobremanera  cono- 
cer el  dictamen  de  la  parte  más  inte- 
resada, que  es  la  mujer.  Mas  si  ésta 
reúne  con  la  experiencia  de  la  vida  en 
varios  estados,  la  observación  atenta 
y  el  sentido  práctico,  entonces  sube  de 
quilates  su  dictamen.  Tal  es  el  caso  de 
la  autora  de  Estudi  feminista,  la  cual, 
después  de  mostrar  la  situación  actual 
de  la  mujer  en  Cataluña,  desenvuelve 
sucesivamente  los  siguientes  puntos: 
la  mujer  y  la  instrucción,  la  instrucción 
en  la  mujer  soltera,  la  mujer  y  la  reli- 
gión, la  mujer  y  la  política,  la  obra  de 
la  educación.  El  mismo  subtítulo  Orien- 
tacions da  á  entender  que  no  se 
quiere  apurar  la  materia,  sino  apuntar 
el  blanco  adonde  debe  enderezarse  la 
mujer  en  los  tiempos  modernos. 

Elisabeth  Gnauck-Kuehne.  Das  soziale 
Gemeinschaftsleben  i  m  deutschen 
Reich.  (La  vida  social  colectiva  en  el  im- 
perio alemán.)  M.  Gladbach,  1909.— 
Volksvereins  Verlag.  Un  tomo  en  8.°  de 
134  páginas.  Encuadernado,  un  marco. 

Breve  pero  de  mucho  meollo  es 
este  libro  que  la  distinguida  autora 
destina  á  servir  de  Guia  en  la  ciencia 


398 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


económica  y  social  para  las  escuelas 
superiores  de  su  sexo  principalmente, 
aunque  también  puede  servir  para  to- 
dos. Va  apoyado  en  el  desenvolvi- 
miento histórico  y  mira  particular- 
mente á  las  circunstancias  de  Alema- 
nia; mas  por  la  índole  de  la  materia  es 
de  utilidad  y  enseñanza  aun  á  los  que 
no  son  alemanes.  Después  de  dar  idea 
de  la  cuestión  social,  estudia  la  autora 
las  distintas  fases  por  que  ha  pasado 
la  economía,  el  origen  del  problema 
obrero,  la  organización  de  la  clase 
obrera,  la  reforma  social,  las  institu- 
ciones benéficas,  la  legislación  de  se- 
guros, el  feminismo  y  la  formación  so- 
cial cristiana.  Es  de  desear  que  dé  á 
luz,  como  complemento  de  la  substan- 
ciosa Guía,  otro  libro  que  en  el  pró- 
logo apunta,  el  Libro  de  lectura,  con 
trozos  escogidos  de  obras  y  tratados 
sociales. 

Annuaire  de  la  Législation  du  Travail. 
Pubiié  par  {'Office  du  Travail  de  Belgi- 
que.  ll«année,  1907.— Bruxelles,  iibrai- 
rie  Albert  Dewit,  53,  rué  Royale,  1908. 
Un  tomo  en  4.''  de  XX-947  páginas.  Pre- 
cio, 6  francos. 

Con  feliz  innovación  inaugura  el 
Instituto  del  Trabajo  de  Bélgica  el 
segundo  decenio  del  Anuario  de  la  le- 
gislación del  trabajo.  Hasta  ahora  nos 
daba  la  traducción  francesa  exclusiva- 
mente; mas  en  este  volumen  inserta 
el  texto  original  de  las  leyes  y  regla- 
mentos promulgados  en  inglés  y  ale- 
mán, ó  lo  que  es  lo  mismo,  de  Alema- 
nia, Austria,  Gran  Bretaña  con  sus  co- 
lonias, Estados  Unidos  y  Suiza;  mas 
de  estas  dos  últimas  naciones  la  legis- 
lación federal  solamente.  El  Instituto 
espera  que  más  adelante  podrá  dar  el 
texto  original  de  las  demás  naciones. 
Recuerda  oportunamente  en  la  intro- 
ducción que  el  Anuario  no  abarca  toda 
entera  la  legislación  social,  sino  la  del 
trabajo  propiamente  dicho,  que  com- 
prende, por  consiguiente,  las  leyes  re- 
lativas á  la  organización  del  trabajo 
(libertad  del  trabajo,  derecho  de  coa- 
lición, de  huelga,  de  asociación,  rela- 
ciones colectivas  entre  el  capital  y  el 
trabajo,  arbitraje  y  conciliación);  ade- 
más, las  leyes  sobre  contrato  de  traba- 
jo, aprendizaje,  salarios,  reglamenta- 
ción del  trabajo  y  seguridad  é  higiene 


del  obrero;  leyes  de  accidentes  del 
trabajo  y  de  seguros  obreros,  etc.  Las 
pensiones  para  la  vejez  entran  también 
por  su  conexión  con  los  seguros  obre- 
ros. En  cambio,  no  se  hallan  las  leyes 
sobre  asistencia  pública,  habitaciones 
obreras,  higiene  pública. 

La  Democracia  cristiana.  Pastorales  de^ 
Ilmo.  y  Rvmo.  Sr.  Dr.  D.  Juan  Maura  y 
Gelabert,  Obispo  de  Orihuela.Un  tomo 
en  8."  de  219  páginas.— Barcelona,  Gus- 
tavo Gilí,  editor,  calle  Universidad,  45 
MCMIX. 

Seis  Pastorales  componen  este  pre- 
cioso libro,  á  las  cuales  sirve  de  Intro- 
ducción el  discurso  leído  por  el  ilustrí- 
simo  autor  en  la  sesión  de  clausura  de 
la  Semana  Social  de  Sevilla.  Con  razón 
advierte  en  el  prólogo  el  sabio  Prela- 
do que  «la  Religión,  la  Moral  y  la  Me- 
tafísica han  de  reflejar  siempre  su  luz 
en  la  sociología  práctica;  porque  si 
bien  es  verdad  que  los  principios, 
cuando  no  encarnan  en  algo  real  y 
positivo,  son  á  manera  de  almas  sin 
cuerpo,  que  no  están  en  contacto  con 
la  realidad  ni  la  conocen,  también  lo 
es  que  las  instituciones,  y  aun  las  más 
sencillas  obras  sociales,  si  no  partici- 
pan de  la  vitalidad  de  los  principios, 
son  á  modo  de  cuerpos  sin  alma,  de 
cuerpos  muertos,  por  más  que  reme- 
den los  movimientos  de  los  seres  vi- 
vos, y  por  más  que  se  presenten  ata- 
viados con  el  ropaje  de  la  ciencia».  A 
«recordar  y  mantener  los  principios  re- 
ligiosos, morales  y  metafísicos,  que  tan 
decisiva  influencia  tienen  en  la  orienta- 
ción y  en  los  resultados  definitivos  de 
los  estudios  sociales  prácticos^  va  en- 
derezada la  obra  del  Sr.  Obispo  de 
Orihuela,  que,  como  suya,  derrama  co- 
piosa luz  sobre  el  concepto  de  la  De- 
mocracia cristiana,  el  individualismo, 
el  socialismo,  el  anarquismo,  la  socio- 
logía positivista  y  la  política  sin  Dios; 
seis  argumentos  de  otras  tantas  Pasto- 
rales. 

Le  Mouvement  Social.  Revue  catholique 
Internationale. 

Nadie  habrá,  aunque  poco  versado 
en  la  bibliografía  social,  que  no  conoz- 
ca siquiera  de  nombre  L'Association 
Catholique,  esa  revista  francesa  que 
durante  treinta  y  tres  años  se  ha  es- 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


399 


forzado  gloriosamente  por  asentar  los 
fundamentos  del  orden  social  cristiano 
contra  los  embates  destructores  del 
individualismo  revolucionario  y  de  la 
economía  liberal.  Pues  he  aquí  que  al 
llegar  al  año  trigésimocuarto  se  trans- 
forma en  Le  Mouvement  Social,  revista 
mensual  también.  Es  que,  confiada  su 
continuación  á  L'Action  Populaire  y 
modificada  por  ende  la  dirección  de 
la  revista,  se  ha  creído  conveniente 
cambiar  el  título.  Nuestros  lectores 
conocen  muy  bien  L'Action  Populaire, 
de  cuyas  valiosas  publicaciones  hemos 
hablado  repetidas  veces,  y  así  no  po- 
drán menos  de  saludar  con  gozo  que 
la  vieja  y  meritoria  revista  se  ponga 
en  manos  de  esa  joven,  floreciente  y 
práctica  institución  que  es  á  manera 
de  Universidad  popular  social.  La  re- 
vista no  es  sólo  francesa,  sino  interna- 
cional ,  teórica  y  práctica  á  la  vez.  La 
suscripción  anual  cuesta  18  francos  en 
Francia  y  21  en  los  países  de  la  Unión 
postal.  L'Action  Populaire,  5,  rué  de 
Trois-Raisinets,  Reims.  Víctor  Lecof- 
fre,  90,  rué  Bonaparte,  París. 

N.  N. 

Unión  de  damas  españolas  del  Sagrado 
Corazón  de  Jesús. —Escuela,  tipográfica 
salesiana  San  Bartolomé,  Málaga,  1909. 

El  presente  librito  es  el  reglamento 
de  una  asociación  aprobada  canóni- 
camente y  bendecida  por  Su  Santidad 
el  Papa  Pío  X.  Su  objeto  es  formar  una 
piadosa  federación  de  obras  y  congre- 
gaciones católicas  de  señoras,  y  su 
nombre  es  Unión  del  Sagrado  Corazón 
de  Jesús,  queriendo  todas  las  asociadas 
formar  un  sólo  corazón,  unidas,  para 
promover  la  gloria  de  Dios,  en  el  Co- 
razón divino.  No  pretende  superiori- 
dad ni  preferencia  alguna  entre  las  con- 
gregaciones de  España;  aspira  sola- 
mente á  ser  lazo  de  fraternidad  y  me- 
dio que  facilite  la  acumulación  de  ener- 
gías católicas  de  todas  la  damas  pia- 
dosas, bajo  la  dirección  y  aprobación 
del  Prelado,  teniendo  por  norma  de  sus 
trabajos  aquella  sentencia  de  Pío  X: 
«Vale  más  que  una  obra  católica  no 
se  haga,  antes  que  hacerla  fuera  ó 
contra  la  voluntad  del  Obispo.»  Presi- 
denta de  esta  asociación  é  iniciadora 
de  tan  hermosa  idea  es  la  excelentísi- 
ma Sra.  D."*  María  Piedad  de  Arana  de 


Velasco,  Marquesa  de  Unza  del  Valle. 
Que  Dios  bendiga  con  la  abundancia 
de  sus  gracias  tan  bella  idea,  y  la  haga 
prosperar  con  la  fecundidad  de  mag- 
níficos é  innumerables  frutos. 

E.  U.  de  E. 


J.  EcKER.  Petite  Bible  illustrée,  éditíon 
íxanqdÁsQ.  —  Pequeña  Biblia  ilustrada, 
edición  española. 

El  Dr.  Ecker,  profesor  de  Sagrada 
Escritura  en  el  Seminario  eclesiástico 
de  Tréveris,  ha  consagrado  su  ciencia 
y  su  celo  á  la  propagación  del  conoci- 
miento de  la  Biblia  en  el  pueblo,  pre- 
sentando, para  uso  de  las  escuelas,  un 
Compendio  de  la  Sagrada  Biblia  en 
ambos  Testamentos,  con  el  fin  de  que 
la  juventud  católica  desde  sus  prime- 
ros años  aprenda  á  conocer  el  texto 
sagrado  de  la  Escritura.  No  contento 
con  limitar  su  celo  á  la  propia  patria, 
ha  hecho  ediciones  de  su  Biblia  en 
las  principales  lenguas  de  Europa.  La 
edición  alemana  es  la  más  volumino- 
sa; la  francesa  es  notablemente  más 
reducida;  pero  lo  es  mucho  más  la 
española,  pues  mientras  la  francesa 
consta  de  276  páginas,  la  española 
sólo  cuenta  60. 

Dios,  el  Alma,  Jesucristo  y  la  Iglesia. 
Conferencias  apologéticas  dedicadas  á 
la  juventud,  por  Mor.  Boucard,  traduc- 
ción del  R.  P.  Adulfo  Villanueva  Gu- 
tiérrez, de  las  Escuelas  Pías.— Barcelo- 
na, 1909  (Subirana).  Un  volumen  en  ^.° 
de  320  páginas.  Precio,  3  pesetas  en 
rústica,  4  en  tela. 

Abraza  el  libro  16  conferencias  pro- 
nunciadas en  San  Sulpicio  por  mon- 
señor Boucard,  Vicario  de  aquella  igle- 
sia. Su  argumento  son  la  existencia 
y  atributos  de  Dios,  especialmente  su 
Providencia,  la  espiritualidad  é  inmor- 
talidad del  alma,  el  culto  divino,  la  re- 
velación y  sus  pruebas,  la  divinidad  de 
Jesucristo,  la  misión  divina  de  la  Igle- 
sia y  sus  relaciones  con  las  sectas  di- 
sidentes. Materias  de  actualidad  pal- 
pitante y  expuestas  con  claridad  y 
atractivo,  podrán  contribuir  á  consoli- 
dar la  fe  en  los  jóvenes  que  la  tienen, 
y  hacerla  revivir  en  aquellos  que  se 
sienten  vacilantes  ó  poco  firmes  en  la 


400 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


misma.  El  libro  va  precedido  de  un 
prólogo  del  limo.  Sr.  Obispo  de  Jaca. 

L.  M. 


Paul  Barbier.  Études  contemporaines.  III, 
IV,  V,  Vl.^-Paris,  P.  Lethielleux,  rué 
Cassette,  10.  En  12.°,  de  122,  122,  116  y 
128  páginas,  0,60  francos. 


De  estos  cuatro  opúsculos,  los  dos 
primeros  (III  y  IV),  aunque  llevan  el  im' 
primatur  de  Orleans  y  París  de  15  y  25 
de  Agosto  de  1906,  favorecen  ideas  ó 
personas  ahora  condenadas  ó  no  apro- 
badas, como  la  Democracia,  el  Sillón, 
los  Hipercríticos...,  por  lo  menos,  in- 
tentando probar  que  no  hay  en  eso 
tanto  malo  ni  peligroso  para  la  Iglesia. 
Lo  mismo  notó  al  hablar  de  estos  li- 
bros la  Revue  Augustinienne,  de  15  de 
Marzo  de  1909. 

El  tercero  (V),  sobre  la  Iglesia  de 
Francia  y  la  separación,  aunque  no  lle- 
va imprimatur,  contiene  ideas  casi  del 
todo  sanas,  pues  sólo  se  ocupa  en  na- 
rrar la  lucha  entre  la  Iglesia  y  la  Re- 
pública francesa,  ó  mejor  dicho,  el  ata- 
que de  ésta  contra  aquélla. 

Así  como  el  cuarto  (VI),  en  que  se 
continúa  la  narración  de  U  misma  lu- 
cha hasta  fines  del  año  1906;  por  eso 
no  sé  cómo  explicar  que  tratando  de 
hechos  llevados  á  cabo  en  Francia  en 
la  última  mitad  de  ese  funesto  año  de 
1906,  lleve  el  imprimatur  con  la  fecha 
de  los  dos  primeros,  15  y  25  de  Agosto. 

Objetos  egipcios  encontrados  en  Tarrago- 
na, por  el  Dr.  D.  Rodolfo  del  Casti- 
llo Y  Quartiellers.— Madrid,  estableci- 
miento litográfico  de  Fortanet,  1909.  Un 
cuaderno  en  AP  de  16  páginas. 

En  estas  breves  páginas,  publicadas 
en  el  Boletín  de  la  Academia  de  la 
Historia  en  Marzo  de  1908,  da  cuenta 
eruditamente  el  Sr.  Castillo  de  la  co- 
municación hecha  á  la  misma  Real 
Academia  de  tres  objetos  funerarios 
egipcios  examinados  por  él  en  una  co- 
lección particular  de  Tarragona,  á  sa- 
ber: Un  Respondiente,  Un  Escarabajo 
Sagrado  y  una  estatua  de  la  diosa  Iris 
amamantando  á  Horso. 

E.  P. 


Esquema  ó  bosquejo  del  programa  inte- 
^r/s/a.— Florentino  de  EIosu,  editor,  Du- 
rango  (Vizcaya).  En  8.°  de  24  páginas, 
20  céntimos  ejemplar;  para  propaganda, 
á  15  pesetas  el  ciento. 


Acaba  de  publicarse  en  este  hermo- 
so folleto  el  programa  del  partido  in- 
tegrista,  con  un  prólogo  del  Sr.  Olazár 
bal,  jefe  del  partido.  Abundante  mate- 
ria contiene,  digna  de  consideración  y 
estudio  para  todo  católico  y  todo  buen 
español,  tanto  en  lo  religioso  y  lo  polí^ 
tico  como  en  lo  económico  y  en  la  ac- 
ción social,  y  también  en  él  doloroso 
balance  de  España,  que  se  copia  en  la 
última  página. 


Calendario  del  Corazón  de  Jesús  para 
1910. 


«Siendo  de  año  en  año  más  crecido 
el  número  de  favorecedores  de  este 
Calendario,  dicen  los  editores,  nos  he- 
mos visto  precisados  á  aumentar  con- 
siderablemente la  tirada  aun  más  que 
el  año  pasado,  rebajando  notablemen- 
te los  precios  y  conservando  la  exce- 
lente cualidad  del  papel  y  esmerada 
impresión,  como  puede  verse  en  este 
prospecto. 

»Nuestro  objeto  es  contrarrestar  la 
excesiva  difusión  de  los  calendarios 
inmorales  é  insulsos,  los  cuales,  á  pe- 
sar de  no  llevar  ninguna  ventaja  á  los 
nuestros,  económicamente  considera- 
dos, resultan,  en  cambio,  de  excesiva 
inferioridad  material,  aparte  del  vene- 
no que  se  encuentra  entre  sus  hojas. 

»Tengan  esto  muy  en  cuenta  los 
amantes  del  Corazón  de  Jesús,  para 
propagar  nuestro  Calendario  y  hacer 
á  tiempo  los  pedidos.» 

La  tirada  es  de  220.000  ejemplares. 
Precios:  Calendario  pequeño,  número 

1,  0,40  pesetas;  ídem  id.  núm.  2,  0,70; 
taco  suelto,  0,20;  calendario  grande, 

2,  y  taco  suelto,  1,25. 

Grandes  descuentos  en  los  pedidos 
al  por  mayor.  En  la  Administración  de 
El  Mensajero  hay  tres  clases  de  car- 
tones nuevos  y  propios  para  dichos 
calendarios. 

Deseamos  bendiga  Dios  con  frutos 
aun  mayores  la  obra  del  Calendario 
del  Corazón  de  Jesús. 


NOTICIAS  GENERALES 


Madrid,  20  de  Septiembre.-20  de  Octubre  de  1909. 

ROMA.— Documentos  Pontificios.— 5reve  al  Cardenal  Fischer. 
Le  Moniteur  Edesiastique  publica  el  Breve  que  al  Cardenal  Fischer  di- 
rigió Pío  X  con  ocasión  del  Congreso  eucarístico  de  Colonia.  Lleva  la 
fecha  de  22  de  Agosto.  «Por  el  triunfo  de  la  religión  cristiana,  le  dice, 
por  el  magnífico  espectáculo  de  la  fe,  debemos  en  primer  lugar  dar  infi- 
nitas gracias  á  Dios:  mientras  que  la  caridad  se  resfría  en  muchos  pue- 
blos. Él  ha  querido  avivar  eficazmente  el  fuego  de  su  amor  en  la  ciudad 
más  venerable  de  Alemania.  Después  debemos  felicitar  al  pueblo  de 
Colonia:  su  piedad,  de  antiguo  probada,  y  su  fidelidad  en  la  fe  le  han 
acarreado  con  justicia  el  sobrenombre  de  Roma  alemana,  y  compétele 
el  elogio  de  San  Pablo:  «Vuestra  fe  es  conocida  en  todo  el  mundo.» 
Termina  pidiendo  al  Señor  que  jamás  se  aparte  Colonia  del  amor  del 
Salvador  escondido  en  la  Eucaristía,  ni  de  la  paternal  dirección  de  su 
representante  en  la  tierra.—  Otro  Breve  á  la  Asociación  de  Eclesiásticos. 
Esta  ilustre  Asociación  para  el  Apostolado  popular  recibió,  según  su 
revista  La  Reseña  Eclesiástica,  un  Breve  laudatorio  de  Su  Santidad, 
dado  en  Roma  el  28  de  Junio  de  1909,  en  el  que,  fuera  de  los  merecidos 
elogios  á  las  obras  de  celo  que  ejercita  la  citada  Asociación,  concede  á 
la  misma  notables  privilegios  espirituales,  como  rara  vez  se  otorga  á 
Asociaciones  de  esa  clase.— Leír as  Apostólicas.  Á  4  de  Octubre  publicó 
el  Padre  Santo  las  letras  Apostólicas  con  motivo  del  séptimo  centenario 
de  la  fundación  de  la  Orden  de  San  Francisco,  declarando  los  preclaros 
méritos  de  esta  benemeritísima  religión  y  que  el  título  de  frailes  Meno- 
res pertenece  así  á  los  de  la  regular  Observancia  como  á  los  Conven- 
tuales y  Capuchinos.  Prescríbese  además  en  ese  documento  que  los 
Menores  de  la  regular  Observancia  se  denominen  en  adelante  Orden  de 
los  Hermanos  Menores  de  la  Unión  leoniana,  por  haber  sido  León  XIII 
quien  unió  las  cuatro  ramas  de  la  familia  franciscana,  que  antes  se  lla- 
maban Observantes,  Recoletos,  Alcantarinos  y  Reformados.  Por  fin,  esta- 
blécense  los  derechos  de  precedencia  y  los  privilegios  é  indulgencias 
comunes  á  las  diversas  familias  franciscanas.— //í?/zor  merecido.  En  la 
revista  Acta  Apostolicae  Sedis  de  15  de  Septiembre  se  inserta  una  carta 
que  dirige  el  Cardenal-Secretario  á  un  ilustre  teólogo  español,  D.  Agus- 
tín Rodríguez,  profesor  en  el  Seminario  Pontificio  de  Toledo,  con  oca- 
sión de  su  obra  La  Misa,  estudio  dogmático-histórico,  que  á  su  tiempo 
examinaremos.  «Habiéndome,  le  dice,  apresurado  á  entregar  á  Su  San- 
tidad el  ejemplar  para  Él  destinado,  hoy  tengo  el  placer  de  hacer  cono- 
cer á  usted,  para  su  consuelo  y  satisfacción,  la  viva  complacencia  con 


402  NOTICIAS    GENERALES 

que  lo  ha  aceptado  el  Augusto  Pontífice,  quien  con  su  proverbial  bon- 
dad ha  pronunciado  palabras  de  encomio  y  alabanza  á  favor  de  usted  y 
de  su  importante  publicación.»  De  otros  documentos  se  habla  en  el  Bo- 
letín Canónico. 

Munificencia  del  Papa.— El  Sumo  Pontífice  ha  entregado  un  mi- 
llón de  liras  para  la  reconstrucción  de  la  Catedral  de  Reggio  (Calabria), 
deseando  que  vuelva  á  su  primitivo  esplendor.— Audiencia  pontificia. 
El  8  recibió  Su  Santidad  en  audiencia  á  ios  congresistas  de  la  Asamblea 
de  libreros-editores  que  se  inauguró  el  4  en  Roma.  En  este  Congreso  se 
ha  dado  una  nota  muy  simpática.  Acordaron  por  unanimidad  todos  los  allí 
reunidos  un  voto  de  censura  contra  la  literatura  inmoral,  «que,  sin  res- 
peto al  bien  público  ni  miramiento  á  la  moral  de  la  juventud,  fomenta 
las  malas  pasiones,  constituyendo  gravísimo  peligro  para  la  verdadera 
cultura.»— El  Vaticano  y  la  guerra  del  Rif.  En  las  imprudentes  de- 
claraciones que  hizo  á  Le  Matin  el  general  francés  D'Amade  hay  una  en 
que  acusa  á  la  Santa  Sede  de  querer  lanzar  á  España  á  la  conquista  de 
Marruecos,  con  detrimento  de  los  intereses  de  Francia;  porque  durante 
la  expedición  militar  del  ejército  francés  á  aquel  imperio  los  misioneros 
franceses  fueron  reemplazados  por  los  españoles.  L'Osservatore  Ro- 
mano desmiente  rotundamente  esa  impostura.  «Lo  que  sucedió,  dice,  es 
que  para  que  no  se  vieran  privados  los  soldados  católicos  de  la  repú- 
blica de  los  auxilios  espirituales,  consiguió  el  Vaticano  que  á  los  fran- 
ciscanos españoles  que  forman  el  Vicariato  Apostólico  de  Marruecos  se 
unieran  algunos  franciscanos  franceses  que  pudieran  ser  asignados  á  las 
tropas  de  Francia  hasta  terminar  la  campaña.»— Intervención  de  los 
anticlericales  italianos  en  los  negocios  de  España.  Comunica- 
ban de  Roma  el  12  que  8.000  personas  celebraron  en  las  inmediaciones 
de  la  Ciudad  Eterna  un  mitin  en  favor  de  Francisco  Ferrer,  de  cuya  causa 
entendían  los  tribunales  militares  de  Barcelona.  Pronunciáronse  discur- 
sos en  nombre  de  los  organizadores  socialistas,  republicanos,  sindica- 
listas y  anticlericales.  El  14,  al  conocerse  la  ejecución  de  aquel  infeliz 
anarquista,  el  alcalde  de  Roma,  Nathan,  judío  y  masón  señalado,  dio  á 
luz  un  manifiesto  enalteciendo  á  Ferrer  y  protestando  contra  el  castigo 
que  se  le  impuso.  Su  lectura  produce  náuseas  á  la  gente  honrada;  pero 
los  agitadores  de  oficio,  alentados  con  ese  incentivo  y  azuzados  por  la 
masonería,  lograron  que  varios  grupos  y  Corporaciones  se  declarasen 
en  huelga  como  señal  de  duelo  por  el  fusilamiento  de  Francisco  Ferrer. 
Y  no  contentos  con  esto,  propalaron  infames  calumnias  contra  la 
Santa  Sede,  que  fueron  oportunamente  descubiertas  en  telegrama 
que  insertaron  varios  diarios.  Con  razón,  pues,  La  Corrisponden- 
za  Romana  hizo  un  llamamiento  á  los  periódicos  católicos  para  que 
se  opongan  enérgicamente  á  la  innoble  guerra  que  promueven  contra 
España  las  sectas  masónicas,  que  tienen  su  centro  principal  en  París  y 
auxiliares  en  la  capital  de  la  Monarquía  española.— La  Semana  Social 


NOTICIAS  GENERALES  403 

en  Florencia.  Del  26  de  Septiembre  al  2  de  Octubre  tuvieron  los  cató- 
licos en  Florencia  la  Semana  Social.  El  Corriere  (Vitalia  señala  como 
uno  de  los  resultados  mayores  del  Congreso  el  triunfo  del  programa 
social  cristiano,  que  reúne  cada  vez  más  en  torno  suyo  los  ánimos  de 
los  católicos.  Ni  se  ha  de  considerar  como  fruto  menor  la  participación 
activa  de  los  jóvenes,  que  son,  á  no  dudarlo,  la  esperanza  de  la  causa 
católica  y  un  medio  seguro  para  el  establecimiento  de  los  principios 
cristianos  en  la  sociedad. 

I 

ESPAÑA 

Guerra  de  Melilla.  —  El  25  de  Septiembre  comunicaba  el  general 
Marina  que  á  las  doce  se  habían  apoderado  los  españoles  de  Tauima; 
el  mismo  día  por  la  tarde  se  enseñorearon  de  Nador;  el  27  enarbolóse  la 
bandera  española  en  Zeluán,  y  el  29  en  las  crestas  del  Gurugú.  Al  hacer 
el  30  un  reconocimiento  ofensivo  nuestras  tropas,  se  trabó  un  encarni- 
zado combate  en  el  zoco  el  Jemi  y  montes  Benifu-Ifrur;  las  pérdidas  de 
los  moros  fueron  numerosas;  se  dice  que  llegaron  á  200  muertos  y  más 
de  300  heridos;  las  nuestras  también  fueron  muy  sensibles:  murieron  un 
general  de  brigada,  el  Sr.  Diez  Vicario,  tres  capitanes,  un  teniente  y  41 
soldados,  y  quedaron  heridos  19  oficiales  y  180  individuos  de  tropa: 
total  de  bajas,  245.— Á  petición  del  General  en  jefe  partieron  para  Me- 
lilla dos  regimientos  de  Caballería,  al  mando  del  infante  D.  Carlos,  á 
quien  el  pueblo  de  Madrid  hizo  cariñosa  despedida,  y  una  brigada  de 
la  división  Ampudia.  Pero  desde  el  día  30  se  suspendieron  las  opera- 
ciones ofensivas  de  los  nuestros  y  según  declaración  de  varios  Mi- 
nistros, la  guerra  de  Melilla  toca  á  su  término.  — El  22  se  facilitó  á  los 
periodistas  la  nota  que  el  Sultán  dirigió  á  las  Potencias  rogando  que 
llamasen  la  atención  del  Gabinete  de  Madrid,  por  haber  puesto  un 
grande  ejército  en  el  Rif.  Los  Gobiernos  consideraron  improcedente  la 
nota  del  Sultán,  á  la  que  quitó  el  Sr.  Maura  toda  importancia.  —  Ecos 
políticos.  En  el  Consejo  de  Ministros  tenido  el  26  se  acordó  restable- 
cer las  garantías  constitucionales  en  toda  España,  á  excepción  de  Bar- 
celona y  Gerona,  comenzar  la  tercera  legislatura  de  Cortes  el  15  de  Oc- 
tubre y  celebrar  las  elecciones  de  diputados  provinciales  el  24  del  mismo 
mes.  No  se  satisficieron  los  enemigos  del  Gobierno  con  esas  decisiones. 
El  lunes  4  elevaron  una  exposición  al  Presidente  del  Consejo  los  señores 
Moret,  Canalejas,  Pablo  Iglesias  y  Azcárate,  pidiendo  el  restablecimiento 
de  dichas  garantías  en  ambas  provincias  catalanas.  La  respuesta  que  el 
6  les  dio  el  Sr.  Maura  fué  negativa;  pero  les  aseguró  que  las  elecciones 
se  verificarían  allí  como  en  tiempos  normales.  —  Cortes.  El  14  se  cele- 
braron las  sesiones  preparatorias  y  el  15  leyó  el  Sr.  Maura  el  decreto 
que  declaraba  abiertas  las  Cortes  en  la  tercera  legislatura.  El  personal 


404  NOTICIAS   GENERALES 

de  las  Mesas  en  ambas  Cámaras  es  casi  el  mismo  que  antes.  Tres  dipu- 
tados republicanos  promovieron  en  el  Congreso  un  formidable  escán 
dalo,  no  vacilando  uno  de  ellos  en  llamar  asesinos  de  Ferrer  á  los  Mi- 
nistros.—Caída  del  Ministerio.  Después  de  tres  sesiones  borras- 
cosas del  Congreso,  en  que  el  Sr  Moret  habló  duramente  contra  el 
Gobierno,  contestándole  con  energía  el  Sr.  Maura  y  con  más  denuedo 
todavía  el  Sr.  Lacierva,  que  también  cargó  la  mano  sobre  una  parte 
de  la  prensa  liberal,  el  Gabinete  conservador  presentó  la  dimisión. 
A  la  hora  de  entrar  el  número  en  caja,  se  desconoce  la  decisión  del  Rey 
en  el  conflicto. — Ejecución  de  Ferrer.  El  9  se  celebró  contra  este 
corifeo  del  anarquismo  el  consejo  de  guerra,  presidido  por  el  teniente 
coronel  D.  Eduardo  Aguirre  Lacalle.  Las  pruebas  de  su  complicidad  en 
la  semana  trágica  de  Barcelona  fueron  tan  palmarias,  que  el  fiscal  pidió 
para  el  reo,  con  arreglo  al  art.  238  del  Código  de  justicia  militar,  la  pena 
de  muerte.  El  Tribunal  accedió  unánimemente  á  la  petición;  el  Auditor  y 
el  Capitán  general  aprobaron  la  sentencia,  y  el  Gobierno  no  encontró 
mérito  alguno  para  aconsejar  al  Rey  el  indulto.  Á  Francisco  Ferrer 
Guardia  se  le  fusiló  en  Montjuich  el  13,  á  las  nueve  de  la  mañana;  el 
desgraciado  rechazó  pertinazmente  los  auxilios  consoladores  de  la  Reli- 
gión católica.  Son  ridículos  los  excesos  á  que  se  han  entregado  los  radi- 
cales extranjeros  protestando  contra  esa  ejecución,  que  la  pintan  como 
obra  del  Vaticano  y  de  los  clericales,  infiriendo  con  ello  terrible  agravio 
á  los  pundonorosos  jueces  militares,  á  quienes  se  supone  venales  y  ca- 
paces de  hollar  los  fueros  de  la  justicia  por  satisfacer  caprichos  ajenos. 
En  Barcelona,  los  que  no  tienen  palabras  para  execrar  la  barbarie  come- 
tida contra  Ferrer,  han  lanzado  cinco  bombas  en  las  calles,  hiriendo  á 
varias  personas.  Así  se  honran  los  manes  del  mártir  del  librepensa- 
miento, del  hombre  que  excitó  y  capitaneó  á  los  foragidos  de  Barcelona 
que  asesinaron  á  religiosos  indefensos,  incendiaron  conventos,  profana- 
ron cadáveres  y  se  alzaron  contra  las  autoridades,  del  varón  generosí- 
simo y  justiciero  que,  siendo  riquísimo,  tenía  á  sus  nietos  en  el  hospital  y 
á  sus  hijas  con  hartas  necesidades,  y  que  estando  casado  se  divorció  de 
su  mujer  y  ha  tenido  á  gala  hacer  sonar  en  todas  partes  el  nombre  de 
su  última  manceba. 

Reales  órdenes  y  disposiciones.— La  Gaceta  del  26  inserta  una 
real  orden  aprobando  las  bases  para  el  alquiler  de  hilos  telegráficos 
entre  España  y  Francia  á  los  periódicos  que  lo  soliciten;  la  del  10  de 
Octubre  otra  refrendando  el  reglamento  para  la  repoblación  y  conser- 
vación de  los  montes;  la  del  12  un  real  decreto  estableciendo  la  reden- 
ción á  metálico  del  servicio  militar  activo  para  los  reclutas  del  reemplazo 
del  año  actual,  y  en  la  del  14  se  copia  el  reglamento  orgánico  del  Cuerpo 
de  Telégrafos. 

Fomentos  materiales.- í4/zí?  académico.  Se  celebró  el  1."  de  Octu- 
bre, con  las  solemnidades  acostumbradas,  el  acto  de  apertura  del  curso 


NOTICIAS   GENERALES  405 

de  1909  á  1910.  En  la  Universidad  central  tuvo  el  discurso  de  rúbrica  el 
doctor  D.  Elias  Tormo,  sobre  las  Bellas  Artes,  nuevas  entre  las  enseñan- 
zas universitarias.— £'xpos/c/ó/2  escolar  en  Madrid.  Se  inauguró  el  2  la 
primera  Exposición  escolar  del  Círculo  de  Bellas  Artes,  presidiendo  el 
Ministro  de  Instrucción  y  asistiendo  todas  las  autoridades  civiles.  Son 
muchos  los  centros  de  enseñanza  que  á  ella  concurren.  Merece  notarse 
en  la  Exposición  la  sección  especial  de  dibujos  de  niños  menores  de  diez 
años,  que  resulta  curiosísima.— Co/z^reso  de  Ciencias  médicas.  Este  Con- 
greso se  abrió  en  Santiago  el  4  de  Octubre.  Llegaron  á  300  los  congre- 
sistas, y  en  las  secciones  se  discutieron  temas  importantísimos  referen- 
tes á  la  ciencia  médica.— Inauguración  de  un  Circulo  Católico  Social.  El 
mismo  día  4  de  Octubre  se  verificó  en  Alcalá  de  Henares  la  inauguración 
de  un  Círculo  Católico  Social,  con  escuelas  deArtes  é  Industrias.— Co^- 
greso  cientifico.  Del  27  de  Octubre  al  3  de  Noviembre  se  tendrá  en  Valen- 
cia el  segundo  Congreso  general  científico,  que  estará  dividido  en  ocho 
seccciones:  Ciencias  Matemáticas,  Astronómicas  y  Físicas,  Físico-quími- 
cas, Naturales,  Sociales,  Filosóficas,  Médicas,  Aplicadas.  Durante  las 
sesiones  del  Congreso  se  darán  conferencias  públicas. 

Noticias  religiosas.— £?í?í/í75  de  oro.  Magnífica  fué  la  función  reli- 
giosa que  se  celebró  el  24  en  la  Catedral  de  Santiago  para  conmemo- 
rar las  bodas  de  oro  de  la  ordenación  sacerdotal  deí  Emmo.  Cardenal 
Herrera.  Asistieron  los  Obispos  de  Túy  y  Mondoñedo,  Autoridades  y 
Corporaciones.  El  acto  terminó  con  la  bendición  papal,  que  dio  el  ilus- 
tre purpurado.  En  el  palacio  arzobispal  hubo  recepción,  que  estuvo  con- 
curridísima, y  el  Sr.  Martín  de  Herrera  recibió  innumerables  felicitacio- 
nes, á  las  que  unimos  la  nuestra.- L/^a  de  Oración.  La  Academia 
B.  Mariana  y  la  Archicofradía  del  Inmaculado  Corazón  de  María,  de  la 
ciudad  de  Lérida,  con  el  fin  de  conseguir  del  Señor  la  restauración  moral 
y  material  de  España,  invitan  á  todos  los  católicos  españoles  para  for- 
mar una  Liga  espiritual  de  oraciones.  En  la  hermosa  circular  de  invita- 
ción se  especifican:  Primero.  Las  principales  desgracias  que  en  el  orden 
moral  ha  sufrido  España  en  el  siglo  XIX.  Segundo.  Las  desgracias  mate- 
riales ó  terrenas.  Tercero.  Señala  como  remedio  seguro  para  tantas  des- 
gracias la  oración,  pues  ella  dará  fuerza  y  eficacia  á  todos  los  demás 
medios  que  pueden  ensayarse.- Noticias  sobre  las  Cofradías  del  Rosa- 
rio. En  el  Boletín  Oficial  del  Obispado  de  Cuenca  de  30  de  Septiembre 
de  1909  se  inserta,  por  mandato  del  Excmo.  Prelado  de  aquella  dió- 
cesis, una  circular  del  R.  P.  Fr.  Félix  López,  Provincial  de  Bética 
de  la  Orden  de  Predicadores,  pidiendo  noticias  «sobre  el  estado  de  la 
Cofradía  tradicional  del  Rosario  y  Asociación  simpática  del  Rosario  per- 
petuo, para  formar  una  Memoria  general  de  ambas  devociones  en  la 
nación  de  María  y  poderla  presentar  en  el  próximo  Congreso  Mariano, 
que  se  tendrá  en  kxxsiúa».  — Conferencias  episcopales.  Del  28  al  30 
tuvieron  en  Ciudad-Rodrigo  los  Prelados  de  la  Archidiócesis  de  Valla- 

RAZÓN  Y  FE,    TOMO  XXV  27 


408  NOTICIAS    GENERALES 

dolid  Conferencias  episcopales.  Asistieron  el  Arzobispo  de  Valladolid  y 
los  Obispos  de  Astorga,  Zamora,  Avila,  Salamanca,  Segovia  y  Ciudad- 
Rodrigo.— Los  nuevos  Prelados.  El  3  hizo  su  entrada  solemne  en  Toledo 
el  Emmo.  Cardenal  Aguirre;  el  10  en  Burgos  su  nuevo  Arzobispo  el 
Dr.  D.  Benito  Murúa;  el  12  en  Jaén  el  Excmo.  Sr.  D.  Juan  Manuel 
Sanz  y  Saravia;  el  3  se  verificó  en  Madrid  la  consagración  del  Obispo 
preconizado  de  Canarias,  Dr.  D.  Adolfo  Pérez  Muñoz,  oficiando  de 
consagrante  el  Sr.  Arzobispo  de  Sevilla,  y  de  asistentes  los  Obis- 
pos de  Madrid-Alcalá  y  de  Sión;  el  9,  en  Olot,  la  del  Prelado  de 
León  D.  Ramón  GuiWamet— Llamamiento  á  todos  los  católicos.  El  ilus- 
trísimo  Sr.  Vicario  capitular  de  Barcelona,  en  una  hermosa  circular  de 
10  de  Septiembre,  hace  un  llamamiento  á  todos  los  católicos  para  que 
acudan  á  reparar  los  daños  causados  en  los  edificios  y  Comunidades  re- 
ligiosas de  aquella  ciudad  por  las  hordas  revolucionarias  y  anárquicas. 
Protestas.  Los  desmanes  que  en  la  ciudad  condal  se  cometieron  en  la 
última  semana  de  Junio  provocan  miles  y  miles  de  protestas;  debe 
hacerse  particular  mención  de  la  viril  y  enérgica  que  1.009  estudiantes  de 
las  Facultades  de  la  Universidad  y  Escuelas  especiales  de  Barcelona  di- 
rigieron al  Presidente  del  Consejo  «contra  los  tristes,  vergonzosos  y  cri- 
minales sucesos  que...  llenaron  de  ruinas  y  de  espanto  la  población>^.  - 
Necrología.  Falleció  el  sábado  2  de  Octubre  el  egregio  caballero  y  santo 
varón,  honra,  gloria  y  prez  de  su  familia  y  de  su  patria,  D.  Luis  María  de 
Tapia  y  Parrella,  nacido  de  noble  linaje  en  Madrid  el  1834.  Toda  su  vida 
se  reduce  á  una  serie  inacabable  de  actos  de  amor  de  Dios  y  del  pró- 
jimo. Era  Presidente  del  Consejo  Superior  de  la  Sociedad  de  San 
Vicente  de  Paúl  desde  1882.  Descanse  en  paz  el  dechado  de  señores  cató- 
icos. 

II 

EXTRANJERO 

AMÉRICA.— Nicaragua.— Según  despachos  recibidos  el  15  de 
Londres,  en  la  república  de  Nicaragua  se  promovió  una  revolución  con- 
tra su  Presidente  Zelaya.  La  capitanea  el  Sr.  Estrada.  Los  rebeldes  logra- 
ron apoderarse  de  los  pueblos  de  Rivas,  Tormo  y  San  Juan  del  Norte,  y 
han  puesto  cerco  á  Puerto  Rama.  El  presidente  Zelaya  está  organizando 
tropas  para  arrojar  de  Rama  y  San  Juan  del  Norte  á  los  revolucionarios. 
En  Managua  se  proclamó  la  ley  marcial. 

Chile.— El  presupuesto  chileno  de  1909,  presentado  á  las  Cámaras 
por  el  ministro  de  Hacienda,  se  cierra  con  un  déficit  de  39  millones  de 
pesos  papel.  Juzga  el  ministro  que  los  ingresos  igualarán  los  gastos,  que 
se  calculan  en  216  millones  de  pesos  papel.  El  déficit,  que  proviene  del 
balance  de  los  ferrocarriles  y  correos,  se  origina  de  las  condiciones 
favorables  hechas  al  público  en  perjuicio  del  Tesoro.  Para  nivelar  el  pre- 


NOTICIAS  GENERALES  407 

supuesto  se  crearán  nuevos  impuestos  sobre  tabacos,  alcoholes  y  heren- 
cias y  se  tomarán  medidas  para  que  los  ingresos  de  ferrocarriles,  correos 
y  telégrafos  cubran  los  gastos  de  explotación. 

Uruguay.— En  el  mensaje  que  el  Presidente  de  la  República  dirigió 
al  Parlamento  hizo  notar  que  se  cierra  el  año  financiero  con  un  superávit 
de  nueve  millones,  que  se  invertirán  en  obras  públicas.  La  administración 
total  logra  en  todos  estos  años  un  excedente  de  30  millones  de  francos 
El  mensaje  presidencial  ha  sido  acogido  favorablemente. 

Brasil.— El  Presidente  del  Consejo  de  Ministros  presentó  el  5  al  de 
la  República  el  proyecto  de  convenio  con  el  Uruguay,  resolviendo  la 
cuestión  secular  de  las  aguas  territoriales  de  ambos  Estados  en  la  laguna 
Mirim  y  el  ríojaguara.  Por  él  ceden  los  brasileños  á  sus  vecinos  la 
mitad  occidental  de  dicha  laguna,  con  las  islas  situadas  á  la  extremidad 
del  Sur  hasta  la  embocadura  del  río  Jaguara  y  la  parte  meridional  de  la 
orilla  derecha  de  dicho  río  hasta  Thalwey,  con  sus  islas,  menos  una  que 
conserva  el  Brasil.  El  Gabinete  de  Montevideo  considera  concebido  ese 
proyecto  con  generosidad  de  miras  y  espíritu  de  concordia  y  que  satis- 
face completamente  los  anhelos  del  Uruguay.  «Cuando  sea  conocido, 
según  se  expresó  el  Presidente  del  Consejo  de  Ministros  de  Montevideo, 
merecerá  sin  duda  la  aprobación  y  la  simpatía  del  mundo  civilizado.» 

Estados  Unidos.— Para  patentizar  el  espíritu  de  verdadera  impar- 
cialidad norteamericana,  viene  á  propósito  el  discurso  que  en  la  Mar- 
quette  University,  en  el  estado  de  Mihvaukee,  pronunció  el  17  de  Sep- 
tiembre el  presidente  Mr.  Taft,  respondiendo  al  saludo  del  rector 
McCabe,  S.  J.  «Encuentro,  dijo,  sumo  contento  en  hallarme  dentro  de 
los  muros  de  esta  Universidad,  y  no  me  considero  fuera  de  mi  lugar  en  un 
Instituto  de  instrucción  dirigido  por  los  jesuítas.  En  Filipinas  tuve  ocasión 
de  tratar  con  muchos  de  ellos  y  de  estudiar  oportunamente  sus  trabajos- 
A  menudo  visité  su  principal  Colegio  y  salí  satisfecho,  observando  la 
enseñanza  del  inglés  y  la  educación  que  daban  á  los  naturales;  y  así  su 
influjo,  como  los  esfuerzos  que  hacían  por  mejorar  el  pueblo,  servían  de 
grande  apoyo  al  Gobierno.  Vi  y  admiré  en  Washington  la  hermosa  estatua 
del  P.  Marquette,  regalo  del  buen  pueblo  de  Wisconsin,  y  me  sentí  pene- 
trado de  respeto  ante  la  memoria  de  aquel  explorador;  y  deseo  que,  al 
modo  que  el  P.  Marquette  fué  guía  y  adalid  de  muchos  hombres,  así  pros- 
pere tanto  la  Marquette  Universíty,  que  llegue  á  ser  un  centro  de  ense- 
ñanza modelo  y  abanderado  de  los  demás.» 

BVROPA.—Francisí.— Documento  episcopal.  El  14  de  Septiem- 
bre de  1909  el  Episcopado  francés  dirigió  al  pueblo  fiel  una  Carta-Pas- 
toral contra  la  enseñanza  laica,  ó,  por  mejor  decir,  anticristiana  que  el 
Gobierno  de  la  república  trata  de  imponer  en  todas  las  escuelas  de 
Francia.  Es  un  documento  que  reduce  á  casos  de  conciencia  toda  la 
materia,  enseñando  á  los  padres  las  obligaciones  que  tienen  de  no  dejar 
que  sus  hijos  se  corrompan  con  las  doctrinas  y  libros  de  texto  malsa- 


408  NOTICIAS   GENERALES 

nos.— ¿OS  francmasones.  El  21  celebró  en  París  un  conventículo  la  ma- 
sonería. El  Sr.  Laferre  leyó  dos  proyectos;  uno  de  ellos  tenía  por  fin  aba- 
tir al  Gobierno  español,  á  la  reacción  religiosa  y  capitalista  y  convocar 
á  todos  los  amigos  del  género  humano  y  á  todos  los  hombres  libres  para 
arrancar  á  Ferrer  y  á  los  300  prisioneros  de  Montjuich  de  las  garras  de 
sus  verdugos.— Co^z^r^so  de  jurisconsultos.  El  Congreso  XXXIII  de 
jurisconsultos  católicos  franceses,  organizado  por  la  Revue  Catholique 
des  Institutions  et  du  Dro¿t,se  reunirá  en  Montalbán,  bajo  la  presidencia 
de  Monseñor  Marty,  Obispo  de  aquella  ciudad,  y  del  senador  Mr.  de 
Lamarzelle.  El  tema  de  las  deliberaciones  será:  «La  revolución  social 
por  el  impuesto.» ^Declaraciones  del  general  D'Amade.  Este  General, 
caudillo  de  las  tropas  francesas  en  Chauia,  declaró  á  Le  Matin  que 
Francia  tiene  un  interés  especial  en  la  posesión  de  Tazza,  por  su  situa- 
ción en  el  camino  de  Argelia  á  la  costa  occidental  de  Marruecos,  y  que 
corría  grave  riesgo  esa  posesión  con  la  presencia  del  numeroso  ejército 
que  España  ha  reunido  en  el  Rif;  porque,  por  la  fuerza  misma  de  las  cir- 
cunstancias, se  verían  los  españoles  obligados  á  señorearse  de  Tazza, 
mayormente  que  á  eso  los  impelía  la  Santa  Sede  en  odio  al  Estado 
francés.  Grande  revuelo  levantaron  estas  imprudencias,  y  el  Gobierno 
francés,  obrando  correctamente,  impuso  al  General  el  castigo  de  dejarle 
en  situación  de  cuMiú.—Alborotos  en  Paris.  Los  anarquistas  y  socia- 
listas de  París,  reforzados  con  masones  y  hordas  de  apaches,  promovie- 
ron el  14  una  algarada  en  los  alrededores  de  la  Embajada  de  España 
para  protestar  contra  la  ejecución  de  Ferrer.  La  manifestación  se  organizó 
en  la  redacción  de  UHumanité,  donde  acudieron  Jaurés,  Sembat,  Vaillant 
y  otros  agitadores.  Al  disolver  á  los  revoltosos  la  policía  fué  atacada, 
resultando  un  agente  muerto  y  numerosos  heridos;  el  mismo  Prefecto  de 
policía,  Mr.  Lepine,  recibió  una  pedrada  en  la  cara. 

Bélgica.— Del  23  al  25  de  Septiembre  se  verificó  en  Malinas  el  Con- 
greso délos  católicos  belgas  para  solemnizar  el  vigéslmoquinto  aniversa- 
rio de  la  permanencia  del  partido  católico  en  el  poder.  El  día  de  la  inau- 
guración celebró  el  Cardenal  Mercier  en  la  iglesia  metropolitana  el  Santo 
Sacrificio,  entonándose  al  final  el  Veni  Creator  con  mucha  pompa; 
luego  se  dirigieron  los  congresistas  al  gran  salón  de  las  Asambleas  gene- 
rales. Ocuparon  la  presidencia  el  Cardenal  y  á  sus  lados  el  presidente 
del  Senado,  Simonis,  y  el  de  la  Cámara  de  Diputados,  Cooreman.  Detrás 
de  la  mesa  presidencial  tomaron  asiento  el  Nuncio  de  Su  Santidad,  los 
Obispos,  Abades  mitrados  y  buen  número  de  ministros,  diputados  y  se- 
nadores. Su  Eminencia  hizo  aclamar  al  Divino  Maestro  con  el  grito,  repe- 
tido en  francés  y  en  flamenco,  «¡Loado  sea  Jesucristo!»  Luego  leyó  una 
alocución  de  Pío  X,  exhortando  á  todos  los  católicos á  una  unión  estre- 
cha y  cordial,  siendo  calurosamente  aplaudido  por  la  Asamblea.  Coore- 
man recitó  el  programa  de  ésta,  en  el  que  se  designaban  seis  secciones,  con 
tres. ó.  cuatro  subdivisiones  cada  una.  El  eminente  historiador  Godofredp 


NOTICIAS  GENERALES  40 

Kurth  pronunció  un  discurso  sobre  la  enseñanza,  manifestando  que  esa 
era  una  cuestión  ante  todo  católica,  y  que  la  Iglesia  desde  sus  primeros 
días  la  cultivó  esmeradamente,  levantando  el  prestigio  de  la  instrucción 
intelectual.  De  la  magnitud  de  los  trabajos  del  Congreso  puede  for- 
marse algún  concepto  considerando  que  las  memorias  é  informes  sobre 
los  diversos  asuntos  que  habían  de  ser  materia  de  deliberación  y  acuerdo 
llenan  más  de  2.000  páginas  de  impresión.  En  el  desfile  de  las  Socie- 
dades católicas,  verificado  el  domingo  24,  tomaron  parte  más  de  1.500. 
El  número  de  manifestantes  pasó  de  50.000  personas. 

Inglaterra.  — Fueron  importantes  las  conferencias  que  el  rey 
Eduardo  tuvo  en  la  segunda  semana  de  Octubre  con  Mr.  Asquith,  jefe 
del  Gobierno,  y  con  el  caudillo  de  la  Cámara  de  los  Lores.  Esta  inter- 
vención en  monarca  tan  circunspecto  demuestra  que  el  conflicto  entre  el 
Gabinete  y  Parlamento  reviste  suma  gravedad,  pudiéndose  de  él  originar 
complicaciones  trascendentales  para  la  política  y  aun  para  el  régimen 
fundamental  de  Inglaterra.  Dícese  que  nada  ha  obtenido  con  su  me- 
diación el  rey  Eduardo:  los  lores  persisten  en  rechazar  el  proyecto  de 
presupuestos,  y  Mr.  Asquith  en  creer  que  eso  no  es  de  su  competencia; 
por  lo  cual  está  decidido  á  disolver  la  Cámara  de  los  Comunes  y  con- 
vocar nuevas  elecciones  para  que  la  nación  manifieste  su  parecer  sobre 
la  cuestión  económica  y  facultades  y  aun  existencia  de  la  Cámara  Alta. 

ASIA.— China.  Nuestra  correspondencia.  Changhai,  13  de  Sep- 
tiembre de  1909: 

1.  Los  de  Kieou-Kiang  (Kiang-si)  han  declarado  el  boycottage  á  los  navios  ingleses, 
porque  el  cónsul  inglés  recompensó  á  un  polizonte  acusado  de  haber  dado  muerte  á 
un  chino;  las  pruebas  del  crimen  no  parecen  suficientes.  Se  nota  que  los  chinos  abusan 
de  ese  medio,  lo  que  un  dia  podrá  costarles  caro.— 2.  También  se  ha  presentado  la 
ocasión  de  declarar  el  boycottage  á  los  japoneses,  que  antes  de  concluir  el  acuerdo 
con  las  autoridades  de  la  China,  comenzaron  los  trabajos  para  la  construcción  de  la 
vía  férrea  de  Ngan-tong  Moukden,  en  Mandchuria.  Los  japoneses  se  apoyaban  en  el 
convenio  hecho  después  de  la  guerra  ruso-japonesa.  Los  chinos,  vista  la  actitud  deci- 
dida de  los  nipones,  oponían  sus  dificultades;  el  Gobierno  del  Celeste  Imperio  se  mos- 
tró muy  conciliador,  firmándose  el  arreglo  conforme  al  gusto  del  Japón.  Otras  muchas 
cuestiones  entre  los  dos  imperios  se  han  zanjado  estos  últimos  días,  pero  no  puedo 
designarlas  en  particular,— 3.  El  Gobierno  ha  tomado,  por  fin,  algunas  medidas  para  ase- 
gurar los  billetes  de  Banco.  Las  casas  que  los  emplean  en  el  comercio  deben  tener  en 
reserva  un  40  por  100  de  su  valor  en  plata  contante  y  presentar  fianzas  para  el  60  por 
100  restante.  Las  casas  que  entienden  en  la  emisión  de  billetes  necesitan  estar  asegu- 
radas por  otras  que  se  dediquen  al  mismo  comercio.  

A.   P.   GOYENA. 


VARIEDADES 


Acta  Pontifícii  Instituti  Biblici.  Nuntia  generalia.— 1.  Seí/es 
Institüti.  Sedes  Instituti  provisoria  constituta  est  in  Pontificio  Collegio 
Leoniano  (Via  Pompeo  Magno  21,  prope  Ecclesiam  S.Ioachim),  ubi  aulae 
pro  lectionibus  et  exercitationibus  atque  pro  bibliotheca  initio  proximi 
mensis  Novembris  paratae  erunt. 

2.  Conditiones  admissiones.  Qui  studiis  in  Instituto  incumbere  desi- 
derant,  nomen  suum  in  scriptis  ad  praesidem  Instituti  mittant.  Indicént 
simul:  1.°,  dioecesim  vel  ordinem  seu  congregationem  religiosam,  ad  quas 
pertinent;  2.'',  locum  originis  et  domicilii  praesentis;  3.°,  ordinem  sacrum, 
in  quo  constituti  sunt,  addito  loco  et  die  ordinationis;  4.°,  gradus  acadé- 
micos, si  quos  obtinuerint,  addito  loco  ac  die  promotionis. 

Porro  ex  legibus  Instituto  regendo  praefixis  in  numerum  alumnorum 
proprie  dictorum  admitti  possunt,  qui  sint  in  sacra  theologia  doctores 
cursumque  philosophiae  scholasticae  integre  absolverint;  tamquam  audi- 
tores inscribí  poterunt,  qui  integrum  philosophiae  ac  theologiae  cursum 
absolverint;  ceteris  studiosis  tamquam  hospitibus  liberis  ad  lectiones  au- 
diendas  aditus  patebit. 

Quare  singuli  praesidi  Instituti  etiam  aperiant,  utrum  in  numerum 
alumnorum,  an  auditorum,  an  hospitum  admitti  cupiant.  Romam  vero 
venientes  testimonia  authentica  de  studiis  philosophicis  ac  theologicis 
absolutis,  et  ubi  locum  habet,  de  laurea  in  sacra  theologia  obtenta  prae- 
sidi proponant.  Secum  insuper  afferant  documenta  authentica,  ex  quibus 
auctoritati  ecclesiasticae  de  consensu  Ordinarii  velísuperiorum  et  de  fa- 
cúltate sacrum  faciendi  ipsis  concessis  legitime  constare  possit. 

Alumni  qui  ad  examen  prolytatus  coram  Pontificia  Commissione  Bí- 
blica subeundum  se  praeparant,  ea  lege  admittuntur,  ut  lectiones  atque 
exercitationes  eas,  quae  huic  praeparationi  specialiter  destinatae  sunt 
quaeque  in  sequenti  elencho  asterisco  notantur,  frequentare  debeant,  nisi 
legitima  dispensatione  exempti  fuerint.  Ad  exercitationes  vero  practicas, 
quae  in  elencho  nota -f- signatae  sunt,  praeter  alumnos  non  admittentur 
nisi  qui  ipsi  activam  in  exercitationibus  cooperationem  exhibere  parati 
sint. 

Pretium  pro  inscrlptione  aut  pro  frequentandis  scholis  et  bibliotheca 
Instituti  nullum  exigitur. 

Singuli  vero  sive  alumni,  sive  auditores  et  hospites  ipsi  suae  habita- 
tioni  in  variis  CoUegiis  ac  domibus  religiosis  in  Urbe  consulant,  cum 
huius  rei  cura  ad  Institutum  non  pertineat. 

3.  Distribütio  studiorum,  Conformiter  ad  Instituti  leges  studiorum  in 
fpso  peragendorum  materia  ea  imprimís  est  quae  ad  académicos  gradus 


VARIEDADES  411 

a  Pontificia  Commissione  Bíblica  conferendos  requiritur.  Cui  accedet 
earum  rerum  tractatio  quae  ad  profectum  disciplinae  biblicae  universae 
pertinent. 

Atque  ea  quidem  quaead  gradum  prolytatus  in  «ratione  periclitandae 
doctrinae»  a  dicta  Commissione  constituta  sunt,  in  cursum  biennalem  in 
Instituto  ita  distribuuntur,  ut  singulis  annis  dimidia  fere  totius  materiae 
pars  absolvatur.  Pro  praeparatione  vero  ad  lauream,  quae  studia  ac  la- 
bores magis  individuales  a  singulis  privatim  praestandos  expostulat, 
omnes  tum  in  ipso  iam  biennio,  tum  eo  absoluto  in  tertio  studiorum  anno 
praecipue  iuvari  poterunt  exercitationibus  methodologicis  ac  bibliogra- 
phicis  aliisque  quae  speciatim  pro  laureandis  proponuntur. 

Alumni  praeter  lectiones  et  exercitationes  obligatorias  ex  alus  eas 
elegere  poterunt,  quae  ipsis,  audito  consilio  praesidis,  utiliores  vide- 
buntur.  Atque  generatim  non  una  eademque  via  ómnibus  convenit  ñeque 
eaedem  ómnibus  lectiones  aut  exercitationes  frecuentandae  sunt.  Sed  ne 
transversum  agantur  ac  tempus  itinere  avio  inutiliter  terant,  superiorum 
consilium  in  ordinandiis  studiis  suis  omnes  audiant. 

4.  Initiütn  lectionum.  Lectiones  et  exercitationes  Instituti,  cum  Deo 
bono,  incipient  die  5  proximi  mensis  Novembris. 

Quae  ad  accuratiorem  distributionem  horarum  et  lectionum  pertinent, 
ea  in  hisce  Actis  Instituti  suo  tempore  indicabuntur. 

5.  Examina  ad  gradum  prolytatus  in  sacra  Scriptura  coram  Ponti- 
ficia Commissione  Biblica.  Examina  ad  gradum  Prolytatus  in  sacra 
Scriptura  próximo  anno  scholastico  coram  Pontificia  Commissione  Bi- 
blica bis  fieri  poterunt.  Prima  sessio  ex  decreto  eiusdem  Commissionis 
erit  diebus  15,  16  et  18  Novembris  huius  anni;  altera  versus  finem 
mensis  lunii  anni  sequentis  diebus  ab  eadem  Commissione  assignandis 
habebitur. 

6.  Inscriptiones  epistolarum.  Epistolae  aliaque  quae  ad  Institutum 
spectant  mittantur  ad  praesidem  Leopoldum  Fonck,  Via  del  Seminario, 
120,  Romam  (inde  a  die  15  Augusti  h.  a.). 


OBRAS  RECIBIDAS_EN  LA  REDACCIÓN 

.%  LAS  JÓVENES.  Camino  del  matrimonio,  Cuentos  é  historietas  morales,  adap- 

por  el  P.  J.  Charrau,  S.  J.;  traducido  por  tación  española  de  M.  de  Toro.— G.  Gili, 

D.  N.  Sicars.  4  pesetas.— M.  Casáis,  Bar-  Barcelona, 

celona.  Curso  práctico  de  Aritmética.  A.  Mi- 

Avisos  Á  LOS  catequistas  auxiliares,  net  y  L.  Patín  y  M.  de  Toro.— G.  Gili, 

por  un  catequista.— Cuesta,  editor,  Valla-  Barcelona. 

dolid.  20  céntimos.— Se  dirigen  á  liacer  ■•as    Missale  als   BETRACnruNOSBüCH 

guerra  á  la  ignorancia,  enseñando  el  ma-  von  F.  X.  Reck.  M.  b.  3.  7.— B.  Herder, 

nejo  de  las  armas  para  obtener  la  corona  Friburgo  (Alemania), 

de  la  victoria  y  el  premio  del  buen  cate-  Die  Katholische  Weltanschauung,  in 

quista.  ihren  grund  linien  niit  besonderer  berück 

Certamen   artístico-literario  promo-  sichtigung  der  Moral,  von  tV.  Cathrein, 

vido  por  la  Liga  antipornográfica  de  San  S.  J.,  M.  6.— B.  Herder,  Friburgo,  Bris- 

Francisco  Javier.— Manila.  govia. 


412 


OBRAS   RECIBIDAS 


Disertación  SOBRE  la  venida  de  San 
Francisco  Javier  á  Filipinas,  por  el  P.  Pío 
Pi,S.J.— Manila,  1909. 

Doce  cantos  en  honor  del  Sagrado 
Corazón,  compuestos  6  armonizados 
por  el  P.  N,  Otaño,  S.  J.— Lazcano  y  Mar, 
Bilbao. 

Documentos  mercantiles,  por  F.  Grau. 
3  pesetas.  Manual  85.— Soler,  Barcelona. 

Kl  amo  del  mundo,  segunda  edición, 
por  R.  H.  Benson;  traducción  de  j.  Ma- 
teos, presbítero.  — Gustavo  Gíii,  Barce- 
blo  Fernández.— Santiago  de  lona. 

El  P.  L.  de  Valdivia,  S.  j,  por  el  P.  Pa- 
blo Fernández.— Santiago  de  Chile. 

Enchiridion  Historiae  ecclesiasticae 
universae,  P.  Albers,  S.  J.  Tomus  primus. 
Sumptibus  L.  C.  G.  Malmber.  Neomagi  in 
Hollandin. 

Etimologías  vascongadas  del  caste- 
llano, por  C.  de  la  Plaza.  6  pesetas.-Bílbao. 

ííeschichte  der  Papste,  von  Pastor. 
Paul  III.  12,50  M.— B.  Herder,  Friburgo. 

Investigaciones  y  alumbramiento  de 
AGUAS  SUBTERRÁNEAS,  por  Fernández  Na- 
varro. 1,50  pesetas.— Manuales  Soler,  nú- 
mero 87,  Barcelona. 

La  B.  Juana  de  Arco,  por  el  P.  Fray 
M.  M.  Sáinz,  O.  P.  3  pesetas.— Vergara. 

La  comunión  frecuente  y  cotidiana. 
Cuatro  opúsculos,  á  saber: //zv/Yac/ón  á  los 
hombres,  á  los  jóvenes,  á  las  Hijas  de 
María  y  á  las  jóvenes  obreras,  por  el 
P.  J.  Lintelo,  S.  J.  0,15  pesetas  cada  opús- 
culo.—G.  Gilí,  Barcelona. 

La  Defensa.  Año  I,  núm.  1.°  Panamá, 
Agosto  15,  1909.  Es  por  ahora  semanal, 
dedicado  á  impugnar  las  ideas  perniciosas 
contra  la  religión  y  la  moral  y  defender  la 
sociedad. 

La  enseñanza  en  las  escuelas  de  los 
niños,  por  un  amante  de  los  maestros  y  de 
sus  discípulos. — A.  Bueno,  Madrid. 

La  Espiga  de  Oro.  Año  I,  núm.  3. 
Puebla,  Septiembre  1909.  Es  un  semanario 
religioso  y  literario  ilustrado,  en  folio 
menor,  bien  presentado. 

La  pirotecnia  moderna,  por  J.  B.  Ferré. 
2  pesetas.  Manual  88.— Soler,  Barcelona. 

La  Somme  du  Prédicateur,  par  G.  Gre- 
net,  dit  D'Hauterive.  Tome  1.— Montré- 
jeau,  J.  M.  Soubiron. 

La  vie  privée  du  peuple  juif  á  l'époque 
DE  Jesus-Christ,  par  le  R.  P.  M.-B.  Sch- 
walm,  O.  P.— J.  Gabalda  et  C'«,  Paris. 

L'ECOLE    DENTELLltRE    DE    BURANO,    par 

Ch.  Senoutzen.  Fr.  0,25.  N"  208  de  L'Ac- 
tion  Populaire.—Reims. 

L'ÉDUCATION  MORALE  ET  SES  CONDITIONS, 

par  L.  Désers.  2,50  fr.— P.  Lethielleux, 
éditeur,  París. 

Le  Glas,  Souvenir  des  morts,  par  E.  Thi- 
riet  3  fr.— P.  Lethielleux,  éditeur,  Paris. 

Les  enfants  que  l'on  pleure,  par  l'abbé 
J.  Brugerette.  3,50  fr.— P.  Lethielleux,  édi- 
teur, París 


Les  Madones  Comtadines,  par  A.  Go- 
dard,  3  fr.  50.  — Perrin  et  C'S  éditeur, 
París. 

Memoria  que  se  leyó  en  la  Junta  gene- 
ral del  Apostolado.  Mayo  de  1909,  Bilbao. 
Débese  al  conocido  abogado  D.  Carlos 
Playa. 

-^os  MORTS,  par  l'abbé  J.-A.  Chollet,  3,50 
francs.— P.  Lethieleux,  éditeur,  Paris. 

Notas  y  señales  de  la  Iglesia  de 
Cristo.  Folleto  XV  de  la  Liga  antíporno- 
gráfica  de  San  Francisco  Javier.—  Manila. 

Nuestros  amiguitos,  por  A.  Pierre,  etc., 
adaptación  española  por  M.  de  Toro.— 
G.  Gilí,  Barcelona. 

Nuevo  Diccionario  enciclopédico  ilus- 
trado   DE    LA    LENGUA     CASTELLANA  ,    pOr 

M.  de  Toro.  8  pesetas.  —  G.  Gili,  Barce- 
lona. 

On  THE  Pentacardioid,  abstfactof  a  dis- 
sertatíon...,  by  E.  C.  Phillips,  S.  J.  —  Balti- 
more,  1909. 

I*ÁGiNAS  DEL  ALMA,  por  A.  Durán.— 
Santa  Fe,  1909. 

Pozos  ARTESIANOS,  por  Fernández  Na- 
varro. 1,50  pesetas.  Número  86  de  los  Ma- 
nuales Soler,  Barcelona. 

¡OuEDAOS  EN  casa!  Scguudo  tomo,  por 
Pierre  l'Ermite.  Número  184  de  Lecturas 
Católicas.  —Librería  Salesiana,  Sarria-Bar- 
celona. 

Recuerdos  de  viaje,  por  el  Lie.  F.  Fi- 
guero.— Morelia. 

Saludo  pastoral  del  Excmo.  Sr.  Obis- 
po DE  SióN  al  Ejército  expedicionario  de 
África.  Véase  «Noticias  generales», 
pág.  264. 

Santo  Domingo  de  Guzmán,  por  el 
P.  R.  Castaño,  O.  P.— Herederos  de  Juan 
Gili,  Barcelona. 

Sistemas  de  retribución  del  trabajo, 
por  P.  Sangro.  0,60  pesetas.— Librería  Re- 
ligiosa, Pontejos,  8,  Madrid. 

Solemne  protesta  que  la  juventud  ca- 
tólica de  la  República  (mejicana)  que  for- 
man las  Congregaciones  Marianas  hace 
contra  las  ofensas  dirigidas  á  la  Purísima 
Virgen  María  en  el  misterio  inefable  de  su 
Inmaculada  Concepción.  La  firmanj  mu- 
chísimos congregantes. 

Thomae  a  Kempis  de  Imitatione  Chri- 
STi.  Consideraciones— H.  Gerlach.  editio 
tertía.  M.  2,40.— B.  Herder,  Friburgo. 

Tratado  de  análisis  de  la  Lengua  cas- 
tellana, por  D.  R.  Blanco.  3  pesetas.  Ma- 
drid. 

Tratado  elemental  de  Sociología  cris- 
tiana, por  el  P.  J.  Llobera,  C.  C.  4  pesetas. 
Acción  Social  Popular,  Barcelona. 

Un  sociólogo  purpurado,  por  D.  J.  Va- 
les Failde.  60  céntimos.- Librería  Religio- 
sa, Pontejos,  8,  Madrid. 

Un  Syndicat  de  Marins-Pécheurs,  par 
L.  Flament.  N°  207  de  L'Action  Populai- 
re,  0,25  fr.— Reims. 


&ñauvinismo  y  <^aíriohrismo. 


L/e  las  consideraciones  que  hemos  venido  haciendo  sobre  el  patrio- 
tismo en  nuestros  artículos  anteriores,  pudiera  sacarse  fácilmente  una  de- 
finición de  él,  más  completa  que  la  establecida  de  una  manera  provisio- 
nal en  el  primero  de  dichos  artículos.  Pudiéramos  decir,  en  definitiva, 
que  el  patriotismo  es  «el  amor  racional  con  que  abrazamos  fervoro- 
samente ese  conjunto  moral,  formado  por  el  desenvolvimiento  histó- 
rico, que  hemos  hallado  ser,  en  su  más  elevada  acepción,  nuestra 
patria». 

Una  vez  asentada  esta  noción,  es  fácil  cosa  poner  de  manifiesto,  en 
qué  consisten  las  degeneraciones  ó  falsificaciones  del  patriotismo;  el 
cual  degenera  de  su  verdadera  índole,  desde  el  momento  que  los  ele- 
mentos pasionales,  que  naturalmente  acompañan  al  amor  racional, 
adquieren  tanto  predominio,  que  acaban  por  obscurecer  y  pervertir  el 
juicio  de  la  razón;  y  se  falsifica,  cuando  ese  amor,  en  que  el  patriotismo 
consiste,  no  versa  ya  sobre  lo  que  efectivamente  es  la  patria,  sino 
inconsciente  ó  maliciosamente  toma  por  objeto  un  falso  idolo,  forjado 
por  la  fantasía  ó  amañado  por  intereses  rastreros. 

El  desorden  del  elemento  pasional  en  el  amor  patriótico  conduce  al 
chauvinismo,  y  la  sustitución  del  ser  moral  producido  en  virtud  del  des- 
envolvimiento histórico,  por  un  falso  ideal  que  en  la  patria  se  pretende 
realizar,  constituye  el  simulacro  de  patriotismo  que  designamos  con  el 
nombre  de  patrioterismo:  designación  bastante  admitida  en  nuestro 
lenguaje  corriente;  pero  que,  si  á  alguno  no  le  agrada,  puede  sustituirla 
por  otra,  con  tal  que  convenga  en  el  objeto  que  tratamos  de  signi- 
ficar. 

I 

La  designación  del  chauvinismo  es  francesa,  y  aunque  no  sea  exclu- 
sivamente francés  el  apasionamiento  patriótico  que  con  ella  suele  sig- 
nificarse, no  cabe  negar  que  en  Francia  ha  tenido  harto  frecuentes 
manifestaciones;  por  lo  cual,  no  sin  razón,  se  le  da  un  nombre  galicano, 
recibido  ya  en  Alemania  (Cf.  Sachs-Villatte,  Encycl.  W.)  y  en  los  países 
donde  se  habla  el  inglés  (Cf.  Webster,  Intern.  Dic). 

Webster  aduce,  para  descargo  de  su  conciencia  sajona,  la  siguiente 
definición  del  chauvinismo,  formulada  por  el  profesor  H.  Tuttle:  «No  es 

RAZÓN  Y  FE,    TOMO  XXV  23 


414  CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO 

chauvinisme  el  alimentar  una  generosa  fe  en  la  grandeza  del  propio 
país.  El  carácter  de  esta  cualidad  consiste,  en  ser  ferozmente  extrava- 
gante, irascible,  pueril  y  sandio;  en  sentir  una  duda  como  un  insulto, 
mientras,  por  el  contrario,  ofende  con  una  franqueza  inconsiderada.»  El 
autor  de  esta  definición  queda  desde  luego  convicto  de  obscuridad 
en  sus  ideas,  y  vehementemente  sospechoso  de  chauvinismo,  cuya  desig- 
nación no  debería  tener  escrúpulo  en  admitir  el  Diccionario  de  la 
Academia  Española,  ya  que  los  extranjeros  la  han  latinizado,  hacién- 
dola de  esta  suerte  del  dominio  común,  y  no  hay  en  nuestro  rico  idioma 
otra  palabra  que  exprese  con  exactitud  el  concepto. 

La  ocasión  de  haberse  dado  el  nombre  de  chauvinismus  al  patrio- 
tismo exageradamente  pasional,  falsamente  optimista,  y  por  ende,  beli- 
coso, conquistador  y  menospreciador  de  todo  lo  extranjero,  nació  de  la 
comedia  compuesta  por  Cogniard  en  1831,  La  cocarde  tricolore,  donde 
se  presenta  el  personaje  Chauvin  animado  de  ese  estólido  orgullo  nacio- 
nal, ya  antes  caracterizado  por  la  musa  popular  en  los  vanagloriosos 
veteranos  del  caído  Napoleón  I. 

No  debe,  sin  embargo,  confundirse  con  el  chauvinismo  todo  optimis- 
mo nacional;  pues,  el  amor  es  naturalmente  optimista,  y  siendo  el  patrio- 
tismo amor,  no  puede  carecer  ordinariamente  de  algún  dejo  de  optimis- 
mo. Pero  hay  un  optimismo  racional,  lo  propio  que  hay  amor  racional; 
y  hay  optimismo  contrario  á  la  razón,  que  acompaña  muy  comúnmente 
al  amor  pasional;  y  cuando  versa  sobre  las  soñadas  excelencias  de  la 
patria,  especialmente  en  el  Juicio  comparativo  con  que  anteponemos 
cada  una  de  sus  prerrogativas  á  las  de  otras  naciones,  degenera  en 
chauvinismo. 

El  amor,  decimos,  es  naturalmente  optimista,  y  esto  lo  lleva  en  su 
propia  condición;  pues  el  objeto  formal  del  amor  es  el  bien,  la  perfec- 
ción; de  suerte  que,  desde  el  momento  que  amamos  un  objeto,  explícita 
ó  implícitamente  le  reconocemos  'alguna  perfección,  y  hacia  el  objeto 
que  confesáramos  estar  ajeno  de  todo  bien,  sería  imposible  que  sintié- 
ramos amor.  Natural  es,  pues,  del  que  ama,  fijarse  en  los  bienes  y  per- 
fecciones del  objeto  amado,  antes  que  en  sus  defectos;  y  esto  es  cierta 
manera  de  optimismo;  pero  es  racional,  porque  no  finge  perfecciones 
falsas  (que  esto  sería  contrario  á  la  razón),  sino  pone  con  preferencia 
sus  ojos  en  las  perfecciones  que  realmente  posee  el  objeto  que  ama  y 
desea  amar  más. 

Pero  el  amor  pasional  no  se  contiene  en  estos  racionales  límites.  El 
enamorado  cree,  y  sería  capaz  de  jurar  (y  no  mentirla,  aunque  diría  una 
cosa  falsa),  que  el  objeto  de  su  pasión  sobrepuja  á  todos  los  del  mismo 
género,  y  reúne  en  sí  todas  las  imaginables  perfecciones  y  gracias.  Que 
no  sin  causa  la  Antigüedad  fingió  al  Amor  ciego,  y  calificó  la  pasión  de 
breve  locura.  La  hipérbole  es  el  lenguaje  propio  del  amor  apasionado; 
pero  debe  estar  muy  lejos  de  los  sentimientos  tan  esencialmente  prdcí/- 


CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO  415 

eos  como  el  patriotismo;  pues  es  indudable  que,  la  mayor  parte  de  las 
desgracias  de  los  pueblos  modernos,  han  sido  efecto  de  esa  ceguedad 
pasional,  que  convierte  el  patriotismo  en  chauvinismo.  El  chauvinismo 
alemán  tuvo  mucha  influencia  para  arrastrar  tan  gran  parte  de  la  nación 
alemana  á  la  apostasía  del  fraile  de  Witenberg.  El  chauvinismo  italiano 
ha  sido  el  principal  motivo  de  la  complicidad  de  muchos  italianos  en  la 
obra  inicua  del  despojo  del  Papa.  El  chauvinismo  francés  fué  quien 
condujo  á  nuestros  vecinos  á  Sedán,  pensando  que  iban  á  Berlín.  Nues- 
tro chauvinismo  bullanguero  fué  el  que  nos  comprometió  en  la  funesta 
aventura  de  la  última  guerra  colonial.  Y  ¿quién  sabe  cuántos  escar- 
mientos y  descalabros  tiene  reservados  á  los  anglosajones  de  uno  y 
otro  continente  el  enorme  orgullo  de  raza— el  chauvinismo  británico 
y  yanqui,— alimentado  por  una  larga  serie  de  buenos  sucesos?  Pero 
pongamos  aquí  puntos  suspensivos,  y  dejemos  que  continúe  este 
párrafo,  dentro  de  algunos  decenios,  alguno  de  los  redactores  que 
fueren  de  Razón  y  Fe,  pues  ni  la  fe  ni  la  razón  han  de  enmudecer  en 
tan  breve  plazo... 

Contentémonos  con  asentar,  por  ahora,  que  las  pasiones  no  son 
buenos  consejeros  para  los  individuos  ni  para  los  pueblos;  que  para 
unos  y  para  otros  es  el  conocimiento  propio  (junto  con  el  temor  de 
Dios)  el  principio  de  la  sabiduría,  y  que,  por  consiguiente,  un  afecto 
regido  por  las  sugestiones  de  la  pasión,  en  cuanto  de  la  razón  se  divor- 
cia, no  puede  merecer  el  noble  dictado  de  patriotismo,  sino  el  ridículo 
de  chauvinismo. 

Pero  supuesto  que  el  amor  á  la  patria  ha  de  ser  racional,  y  que  el 
amor  racional,  á  diferencia  del  apasionado  y  ciego,  se  guía  y  propor- 
ciona con  el  verdadero  conocimiento  de  las  excelencias  del  objeto 
amado,  se  ocurre  una  objeción,  que  podemos  proponer  en  la  forma 
siguiente:  El  patriotismo  no  es  sólo  un  afecto,  sino  un  deber.  Si,  pues,  la 
razón  reconoce  que  la  patria  propia  carece  de  las  perfecciones  que 
debían  adornarla,  ¿cómo  concillaremos  la  obligación  de  profesar  á  la 
patria  un  amor  racional,  con  el  racional  conocimiento  de  que  nuestra 
patria  está  falta  de  perfección,  y,  por  consiguiente,  no  es,  en  su  actual 
modo  de  ser,  digna  de  ser  amada? 

Sin  duda,  para  evadir  esta  dificultad,  más  ó  menos  obscuramente 
sentida,  puso  el  profesor  Tuttle,  en  la  definición  adoptada  por  Webster, 
aquello  de  Isl  generosa  fe;  como  si  dijera:  «El  deber  del  patriotismo  nos 
obliga  á  amar  á  nuestra  patria,  y  como  no  siempre  es  posible  conocer 
que  tenga  perfecciones,  es  necesario  creer  que  las  tiene,  y  por  ende, 
creer  en  la  grandeza  del  propio  país.»  No  sé  hasta  qué  punto  sería 
creyente  en  otras  materias  el  autor  de  la  citada  definición;  pero  sí  he 
de  protestar  que,  aunque  fiel  cristiano,  que  creo  y  profeso  todo  cuanto 
enseña  y  manda  creer  la  Santa  Madre  Iglesia  Católica,  Apostólica, 
"Romana,  no  puedo  allanarme  á  creer  cosa  alguna  donde  no  militen 


416  CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO 

motivos  de  credibilidad.  Si  creo  en  las  verdades  de  la  fe  católica,  es 
porque  las  hallo  provistas  de  dichos  motivos.  Pero  ¿qué  motivos  de 
credibilidad  encontramos  para  creer  (aunque  se  añada  generosamente} 
en  la  grandeza  del  propio  país?  ¿Qué  autoridad  nos  propone  la  verdad 
de  esa  grandeza  para  que  la  creamos?  Mas  si  no  nos  la  propone  nin- 
guna autoridad,  no  la  creeríamos  generosamente,  sino  de  balde;  y  confe- 
samos no  poder  llegar  hasta  tal  extremo  de  credulidad.  Por  eso  hemos 
insinuado  que  esa  fe  generosa  en  la  grandeza  del  propio  país,  si  verda- 
deramente es  fe  (asentimiento  á  una  cosa  cuya  verdad  intrínseca  no  se 
percibe),  cae  de  lleno  en  el  distrito  del  chauvinismo.  No  hay  duda 
alguna  que  los  franceses  que,  allá  por  el  año  70,  clamaban  ¡á  Berlín, 
a  Berlín!,  estaban  llenos  de  tina  fe  generosa  en  la  grandeza  de  su  pro- 
pio país.  Pero  si,  en  lugar  áefe,  hubieran  tenido  ciencia  del  verdadero 
estado  de  su  ejército,  en  comparación  con  el  ejército  alemán,  sin  duda 
hubieran  creído  menos  generosamente  en  la  grandeza  de  su  país,  y 
hubieran  procurado  más  eficazmente  su  bien;  en  lo  cual  consiste  la  esen- 
cia del  patriotismo.  Y  lo  mismo  nosotros:  cuando  nos  dejamos  calentar 
los  cascos  el  98  por  nuestra  desatinadísima  prensa  liberal,  y  fuimos 
á  la  guerra  con  los  Estados  Unidos  (que  casi  cuadruplican  nuestra 
población  y  centuplican  nuestros  recursos  materiales),  estábamos,  sin 
duda,  animados  por  una  ciega  fe  en  nuestra  grandeza  naciona';  pero, 
sin  duda,  hubiera  sido  más  patriótico  habernos  inspirado  en  un  cono- 
cimiento real  de  nuestras  fuerzas,  y  las  del  enemigo  que  tan  sobre 
seguro  nos  provocaba,  y  haber  obrado  en  consecuencia. 

Pero  supongamos  que,  en  aquellos  días  de  exaltación  de  ese  senti- 
miento, que  estamos  analizando  si  era  patriotismo  ó  chauvinismo; 
cuando  El  Imparcial  y  sus  colegas  actuales  del  trust  llenaban  sus 
columnas  de  las  más  tremendas  rodomontades,  y  nos  pintaban  á  los 
marinos  yanquis  como  una  pandilla  de  confiteros  y  salchicheros,  aleja- 
dos por  un  momento  de  sus  comercios  para  que  los  hiciera  jigote  entre 
sus  garras  el  león  español;  supongamos,  digo,  que  entonces  un  hombre 
de  juicio  hubiera  salido  con  una  verdadera  información  sobre  el  estado 
real  de  la  marina  de  guerra  norteamericana  y  la  nuestra  (donde,  según 
parece,  había  cañones  sin  proyectiles,  y  proyectiles  que  no  eran  para 
sus  cañones),  ¿qué  tolle  tolle  no  hubieran  armado  nuestros  patriotas  del 
perro  chico  contra  aquel  villano,  follón,  cobarde,  desleal  y  traidor,  falto 
de  la  generosa  fe  en  la  grandeza  de  su  propio  paí'^? 

jNo  queremos  insistir  en  una  cosa  más  clara  que  la  luz  meridiana; 
aunqrx  olvidada  con  harta  frecuencia,  no  sólo  por  los  que  fraguan  defini- 
ciones, sino  más  todavía  por  los  que  alardean  de  un  patriotismo  indigno 
de  este  nombre,  en  los  días  de  peligro  para  la  patria!  Acerca  de  la  patria 
no  hay  fe,  si  no  es  la  fe  histórica  con  que  recibimos  el  testimonio  de  los 
que  nos  legaron  la  memoria  de  nuestro  pasado.  Sobre  nuestro  presente, 
lo  que  nos  hace  falta  es  ciencia;  y  conforme  á  ella  hemos  de  moderar 


CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO  417 

nuestra  confianza  en  lo  porvenir,  sin  dejarnos  deslumhrar  por  la  ciega 
fe  chauvinista,  una  de  las  más  funestas  para  los  pueblos. 

Mas,  rebatido  el  efugio  de  Tuttle,  queda  en  pie  nuestra  dificultad. 
¿Cómo  conciliar  el  amor  de  predilección  hacia  nuestra  patria,  con  el 
conocimiento  real  de  sus  imperfecciones  y  miserias?  Esta  conciliación 
no  tiene  más  dificultad,  cuando  se  trata  de  la  patria,  que  en  lo  que  se 
refiere  á  los  padres. 

Es  cierto  que  debemos,  por  obligación  natural  y  divina,  amor  de  pre- 
dilección á  nuestros  padres.  Es  cierto  que  ese  amor  no  ha  de  ser  irra- 
cional, pues  todo  lo  virtuoso  es  conforme  á  razón;  y  no  es  menos  cierto 
que,  en  multitud  de  casos,  el  hijo  ha  de  conocer  con  dolor,  que  sus  pa- 
dres carecen  de  las  perfecciones  que  servirían  de  fácil  pábulo  al  amor 
filial,  y  tienen,  por  el  contrario,  defectos  gravísimos  que  conspiran  para 
menoscabarlo.  ¿Cómo  se  concilia,  no  obstante,  con  esa  realidad  de  las 
cosas,  la  piedad  filial?  Muy  fácilmente;  pues,  el  amor  debido  á  los  pa- 
dres, no  se  ha  de  fundar  precisamente  en  sus  cualidades  personales,  sino 
en  los  beneficios  que  de  ellos  hemos  recibido  (de  los  cuales  es  el  pri- 
mero nuestro  mismo  ser),  y  en  el  vinculo  que  con  ellos  nos  une.  Esto 
hace  que,  por  muy  imperfectos,  y  aun  por  muy  criminales  que  sean  los 
padres,  el  hijo  nunca  deje  de  deberles  la  piedad  filial;  aquel  honor  que 
prescribe  el  cuarto  precepto  del  Decálogo,  formulando  la  obligación  de 
ía  ley  natural. 

La  patria  nos  ha  dado  también  el  ser,  y  no  sólo  el  ser  material,  sino 
el  ser  moral.  Ha  mantenido  á  nuestros  padres  y  á  nuestro  linaje,  y  nos 
ha  suministrado  el  sustento  desde  que  comenzamos  á  vivir  una  vida  pro- 
pia. Ha  amparado  nuestra  debilidad  con  sus  leyes,  y  ha  informado  nues- 
tra vida  moral  con  sus  costumbres;  nos  ha  transmitido,  con  su  idioma, 
todo  un  aparato  de  cultura,  resultado  de  la  elaboración  de  los  siglos;  y 
aun  en  el  orden  material,  nos  ha  rodeado  de  un  inestimable  conjunto  de 
bienes,  los  cuales  hacen  la  vida  fácil  y  tolerable,  y  no  se  obtuvieron  sino 
por  el  trabajo  de  innumerables  generaciones,  que  roturaron  las  selvas, 
secaron  los  pantanos,  abrieron  vías  de  comunicación,  inventaron  y  cons- 
truyeron los  mil  objetos  é  instrumentos  que  distinguen  la  vida  del  hom- 
bre civilizado  de  la  mísera  existencia  del  salvaje.  Estos  beneficios  gene- 
rales, nadie  hay  que  no  los  deba  y  tenga  que  agradecer  á  su  patria. 


II 

Y  no  ha  de  ser  obstáculo  para  agradecer  tales  beneficios,  y  amar  á 
nuestra  patria  por  ellos,  el  ver  que  otros  países  (ó  la  Providencia  en 
ellos)  se  mostraron  más  pródigos  con  sus  naturales,  dotándolos,  por  su 
mayor  prosperidad  material  ó  cultura  civil,  de  mayores  bienes.  La  misma 
razón  milita  en  esta  parte  con  la  patria,  que  con  los  padres. 


418  CHAUVINISMO    Y   PATRIOJERISMO 

Cierto  es  que  los  padres  ricos  procuran  á  sus  hijos  mayores  bienes 
de  fortuna  que  los  pobres;  los  padres  instruidos,  les  allanan  el  camino 
de  la  ilustración,  mejor  que  los  padres  ignorantes;  los  padres  de  una 
elevada  moralidad,  de  virtudes  eximias,  de  cultura  exquisita,  legan  sin 
duda  á  sus  hijos  una  herencia  moral  inestimable,  que  les  facilita  incom- 
parablemente, si  tienen  juicio,  el  prestarles  el  homenaje  de  un  acen- 
drado cariño  filial.  Pero  la  falta  de  esas  prerrogativas  en  los  padres,  no 
dispensa  en  manera  alguna  á  los  hijos,  del  deber  de  asistirlos  y  honrar- 
los como  padres,  que  es  en  lo  que  la  piedad  filial  esencialmente  consiste. 

Lo  propio  puede  decirse  de  la  patria;  y  aun  con  mayor  motivo,  á 
causa  de  la  impersonalidad  de  ésta,  que  hace  que  sus  miserias,  siempre 
inculpables  para  la  entidad  moral  patria,  por  más  que  sean  culpabilísi- 
mas para  algunos  ó  muchos  de  sus  hijos,  antes  hayan  de  movernos  á 
conmiseración  piadosa  que  á  menosprecio  y  desamor.  Cabalmente  las 
grandes  calamidades  de  los  pueblos  han  sido  las  ocasiones  en  que  los 
pechos  encendidos  por  la  sagrada  llama  del  patriotismo  han  dado  más 
espléndidas  muestras  de  sus  generosos  arranques;  no  movidos,  cierta- 
mente, por  la /e  en  la  grandeza  de  su  país,  sino  inspirados  por  un  amor 
ardiente  que  llega  hasta  el  sacrificio  por  el  objeto  amado. 

No  se  sabe  que  Andrés  Hoffer  tuviera  fe  en  la  grandeza  del  Tirol, 
cuando  tan  heroicamente  lo  defendió  contra  la  invasora  tiranía  napoleó- 
nica, con  el  rosario  en  una  mano  y  el  fusil  en  la  otra.  Tampoco  Scan- 
derbeg,  cuando  tenía  á  raya  en  sus  montañas  el  formidable  poder  de  la 
Media  Luna,  no  se  sabe  que  tuviera  fe  en  la  grandeza  de  Albania,  sino 
amor  entrañable  á  aquella  tierra  de  sus  padres,  que  quería  legar  inde- 
pendiente á  sus  hijos,  á  costa  de  inmortales  trabajos  y  de  su  misma 
sangre.  De  suerte  que,  esa  fe  ó  persuasión  íntima  de  la  grandeza  del 
propio  país,  que  se  halla,  v.  gr.,  en  los  héroes  de  la  independencia  espa- 
ñola ó  polaca,  cuando  se  sacrificaban  por  naciones  que  en  otro  tiempo 
habían  sido  realmente  grandes,  es  un  accidente  del  carácter  de  aquellos 
patriotas;  pero  no  una  nota  esencial  del  patriotismo.  Se  sacrificaban 
aquellos  valientes  por  su  patria,  no  porque  tenían  fe  en  su  grandeza, 
sino  porque  la  amaban  por  ser  patria  suya,  aunque  estuvieran  persuadi- 
dos, como  Ulises,  de  su  pequenez  y  esterilidad. 

En  este  clásico  tipo  del  patriotismo,  se  echa  de  ver  con  claridad  me- 
ridiana, que  el  amor  á  la  patria  no  necesita  alimentarse  con  la  idea  de 
sus  perfecciones  verdaderas  ó  fingidas.  «No  hay  en  ítaca  amplios  espa- 
cios donde  ejercitarse  en  las  carreras,  no  hay  praderas  extensas;  antes 
bien,  es  una  tierra  enhiesta  y  propia  para  cabras,  y  más  escarpada  de  lo 
que  conviene  para  criar  allí  caballos»  (Odyss.  IV,  650-6.)  Y  con  todo 
eso,  aquel  griego,  famoso  por  su  astucia  en  todo  el  mundo,  confesaba 
«no  poder  hallar  en  parte  alguna  cosa  más  dulce  que  su  tierra»  (IX,  27-8). 

.  .-  .Otjto'.  sytúYs 
vi;  YatY];  6úva;;at  "yXuxepwTepov  áX/.o  ISscjOai 


CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO  419 

Yo  no  sé  qué  es  esto;  pero  es  un  hecho  innegable,  que  no  son  los 
habitantes  de  las  regiones  más  opulentas,  los  que  con  más  cariño  se 
apegan  á  la  tierra  que  los  mantiene.  Antes  al  contrario;  el  patriotismo  se 
halla  ordinariamente  en  su  más  alto  grado  de  exaltación,  en  los  habitan- 
tes de  las  montañas  ásperas  y  de  los  climas  fríos,  que  parecen  escati- 
marles más  avaramente  los  dones  indispensables  para  la  vida.  No  halla- 
mos otra  razón  satisfactoria  de  ello,  sino  la  mayor  intensidad  de  la  vida 
moral,  que  se  engendra  en  un  modo  de  vivir  austero  y  pobre,  como  lo 
reconocía  Horacio  en  aquellos  versos  enérgicos  con  que  detestaba  el 
sibaritismo  de  la  Roma  imperial  y  decadente: 

Non  his  juventus  orta  parentibus 
Infecit  aequor  sanguine  púnico: 

Sed  rusticorum  mascula  milituní 
Proles,  sabellis  docta  ligonibus 
Versare  glebas,  et  severae 

Matris  ad  arbitrium  recisos 
Portare  fustes.  .  . 

La  vida  moral  se  vigoriza  con  el  trabajo  áspero;  la  juventud  se  to- 
nifica con  la  educación  severa.  Mas  ¡sólo  donde  hay  esa  eflorescencia 
de  morales  energías  se  puede  esperar  un  patriotismo  viril  y  heroico!  Por 
el  contrario:  la  riqueza  de  los  países  fértiles  conduce  fácilmente  á  la  vida 
muelle  de  los  sentidos,  y  al  enervamiento  del  carácter  moral  en  medio  de 
las  delicias.  ¡El  nombre  de  la  opulenta  Capua,  ha  quedado  como  un  sím- 
bolo de  moral  decadencia! 

Pero,  demostrado  que  no  son  las  mayores  riquezas  naturales  de  un 
país,  ni  los  demás  bienes  de  la  fortuna  que  prodiga  á  sus  hijos,  el  mayor 
incentivo  del  patriotismo,  ni,  por  el  contrario,  sirven  á  éste  de  obstáculo 
la  escasez  de  los  dones  en  que  una  tierra  se  muestra,  al  parecer,  avara 
y  de  duras  entrañas;  nos  vemos  llevados  por  la  mano  á  tratar  de  la  fal- 
sificación del  patriotismo  que  hemos  llamado  patrioterismo. 

Así  como  el  patriotismo  se  apega  á  la  patria  tal  cual  es,  porque  es 
nuestra  patria,  sin  excluir,  sin  embargo,  el  legítimo  deseo  de  proporción 
narle  todas  las  perfecciones  y  felicidades  que  estuvieren  á  nuestro  al- 
cance, aun  á  costa  de  los  mayores  trabajos  y  peligros;  el  patrioterismo 
comienza  por  despreciar  el  desarrollo  histórico  del  país  en  que  nació; 
por  renegar  de  él;  y  se  propone  como  objeto  de  sus  amores  y  aspiracio- 
nes seudo-patrióticas,  no  esa  entidad  moral  á  que  por  su  nacimiento 
pertenece,  sino  la  producción  de  otra  entidad  moral  diferente,  que  habrá 
de  construirse  con  los  despojos  y  sobre  las  ruinas  de  la  patria. 

Aunque  nuestra  historia  contemporánea  nos  ofrece,  por  desgracia, 
unainagotable  selva  de  ejemplos  de  tan  insana  aspiración,  preferimos 
no  salir  del  clásico  Quintana,  que  adujimos  en  un  artículo  anterior. 

Los  liberales  españoles,  si  no  han  sido  totalmente  inconscientes,  han 


420  CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO 

sentido  por  necesidad  repignancia  al  desenvolvimiento  histórico  de  la 
nación,  donde  equivocadamente  nacieron.  No  porque  España,  en  cada 
uno  de  los  tres  principales  Estados  que  la  compusieron  (Castilla,  Aragón 
y  Cataluña),  no  pueda  ofrecernos  dechados  de  instituciones  populares; 
más  populares  que  las  de  otros  Estados  europeos  adonde  las  hemos  ido 
luego  á  copiar,  comoquiera  que  las  libertades  de  esas  naciones  eran 
más  bien  privilegios  de  una  aristocracia  feudal,  que,  si  por  una  parte 
coartaba  el  gobierno  de  los  reyes,  por  otra  oprimía  á  los  pueblos  con  ti- 
ránico despotismo;  ni  porque  el  carácter  español  no  haya  sido  el  más  ge- 
nuinamente  democrático,  en  el  buen  sentido  de  la  palabra;  ni,  finalmente, 
porque  sonara  mal  á  los  oídos  de  los  antiguos  españoles  el  apellido  de 
libertad  (1);  sino  porque,  como  largamente  dejamos  explicado,  el  desen- 
volvimiento histórico  de  nuestra  patria  hizo  de  ella  la  nación  por  exce- 
lencia católica,  y  juntó  íntimamente  su  gloria  y  prosperidad  con  la  del 
Catolicismo,  en  los  mares  y  en  los  continentes  (los  piratas  hugonotes 
fueron  los  primeros  enemigos  de  nuestro  poder  marítimo,  y  los  protes- 
tantes ingleses  los  que  mayores  daños  causaron  á  nuestras  colonias)  Por 
eso,  el  liberalismo,  como  antítesis  más  ó  menos  solapada  del  Catoli- 
cismo, divorció,  á  los  que  con  él  se  inficionaron,  de  la  histórica  solidari- 
dad con  nuestros  ideales,  nuestras  luchas  y  nuestras  glorias  patrias,  y 
arrancándolos  del  fecundo  suelo  del  patriotismo  genuino,  los  trasplantó 
á  la  estéril  y  movediza  arena  del  patrioterismo,  que  nos  ha  hecho  perder 
un  siglo  en  aventuras  políticas,  dejándonos  rezagados  y  en  último  lugar, 
detrás  de  los  pueblos  á  quienes  precedíamos,  ó  con  quien  íbamos  á  la 
par  por  los  caminos  de  la  civilización,  de  las  ciencias  y  de  las  artes. 

Para  los  liberales  propiamente  dichos,  la  historia  de  nuestra  patria  ha 
sido  una  equivocación  de  doce  siglos.  El  acto  de  Recaredo  en  el  Conci- 
lio 111  Toledano,  es  para  ellos  el  primer  paso  en  la  vía  funesta  del  clerica- 
lismo, origen  de  todas  nuestras  miserias.  La  misma  Reconquista,  no 
puede  quedar  á  sus  ojos  libre  de  mácula,  por  la  intransigencia  usada 
con  un  pueblo,  cuya  cultura  nunca  acaban  de  ponderar,  ¡y  cuya  toleran- 
cia religiosa  imitan  indudablemente,  en  cuanto  se  ven  en  las  cumbres 
del  poder! 

¿Qué  diremos  de  toda  nuestra  edad  de  oro?  ¿Qué  juicio  pueden  me- 
recer á  un  liberal  los  Reyes  Católicos,  fundadores  de  la  Inquisición, 
expulsores  de  los  judíos,  y  autores  de  nuestra  Unidad  religiosa:  de  esa 
unidad  que  durante  tres  siglos  no  permitió  (según  ellos)  que  nadie  ejer- 
citara en  España  la  facultad  de  pensar? 

De  Carlos  V  ha  dejado  escrito  Quintana: 


(1)  Nuestro  rancio  Illescas,  en  su  Historia  pontifical  y  católica,  dice  de  los  partidos 
que  por  tantos  siglos  desgarraron  á  Italia:  «Si  algunos  tenian  algún  color  de  justicia 
eran  los  Güelfos;  lo  uno  porque  siempre  seguían  el  bando  de  la  Iglesia...,  y  lo  otro  por- 
que siempre  apellidaban  la  libertad,  y  los  Gibelinos  no  trataban  sino  de  tiranizar  sus 
repúblicas.»  Parte  II,  págs.  12-13. 


CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO  421 

. .  .Yo  los  desastres 
De  España  comencé  y  el  triste  llanto, 
Cuando,  expirando  en  Villalar  Padilla, 
Morir  vio  en  él  su  libertad  Castilla. 


Y  continúa,  dirigiéndose  á  Felipe  II: 


¡Tú  los  seguiste,  y  con  su  fiel  Lanuza 
Calló  Aragón  gimiendo!... 
¿Qué  importaba  después,  con  la  victoria, 
Dorar  la  esclavitud? 

Y  lo  que  Quintana  se  había  dejado  en  el  tintero,  sirvió  para  mojarla 
pluma  con  que  escribió  Núñez  de  Arce: 

Fuimos  las  ondas  de  un  rio 
Caudaloso  y  desbordado. 
Hoy  la  fuente  se  ha  secado. 
Hoy  el  cauce  está  vacío. 
Ya  ¡oh  Dios!  nuestro  poderío 
Se  extingue,  se  apaga  y  muere... 

Con  tales  ideas,  ¿cómo  han  de  hacerse,  los  españoles  que  tienen  la 
desdicha  inmensa  de  profesarlas,  solidarios  de  esa  entidad  moral  pro- 
ducida por  el  desenvolvimiento  histórico,  que  es,  en  su  más  alto  sentido, 
la  patria?  ¡No!  Consciente  ó  inconscientemente,  siente  todo  el  que  así 
piensa,  aquello  de  Quintana: 

. .  .¡La  vista  atónita  no  encuentra 
Patria  en  torno  de  si!  (I). 

Discurriendo  por  los  fastos  de  la  nación  en  que  vive, 

. . .  vanamente 
Busca  honor  y  virtud! 

Esta  persuasión  (más  ó  menos  asentada  en  la  cabeza,  ó  en  el  pecho, 
ó  en  las  visceras  inferiores)  es  la  que  les  hace  renegar  de  la  patria— de 
lo  que  todo  el  mundo  entiende  por  patria— át  la  unidad  nacional  á  que 
pertenecen,  porque  nacieron  en  su  seno;  y  les  pone  en  las  manos  la  pi- 
queta revolucionaria  para  demoler  todo  cuanto  edificó  la  equivocada  la- 


(1)    En  la  composición  á  La  expedición  espinóla  para  propagar  la  vacuna  en  Amé- 
rica, dice  Quintana: 

Esos  dolientes  gritos  (de  América) 


Claman  allí  contra  la  patria  mía, 
Y  vedan  estampar  gloria  y  ventura 
En  el  campo  fatal  donde  hay  delitos... 


Y  América  responde: 


¡Los  mismos  ya  no  sois!,. 


¿Puede  haber  más  rudo  divorcio  de  la  Historia  patria,  que  tan  villanamente  se 
adultera? 


422  CHAUVINISMO    Y   PATRIOTERISMO 


• 


bor  de  los  siglos.  Cuando  esto  hacen  invocando  la  patria,  el  afecto  que 
á  ello  les  mueve  es  el  patrioterismo. 

Cuál  sea  la  apreciación  moral  que  merezca  este  afecto,  no  creemos 
pueda  ponerse  más  claramente  ante  los  ojos  del  ánimo,  que  comparán- 
dolo con  el  afecto  del  hijo  que  se  avergüenza  de  sus  padres.  Cuáles  sean 
sus  efectos,  ¡ojalá  no  lo  tuviéramos  tan  á  la  vista  en  nuestra  propia  His- 
toria contemporánea! 

Las  revoluciones,  á  que  el  patrioterismo  conduce,  producen  en  la 
vida  nacional  un  efecto  semejante  al  que  causaría  en  un  árbol  la  sección 
que  le  apartase  de  su  estirpe  y  de  sus  raíces;  porque  si  el  árbol  vive  de 
la  savia  que  por  sus  raíces  absorbe  de  la  tierra,  la  patria  se  alimenta  de 
las  ideas  y  sentimientos  morales  que  fluyen  de  su  historia.  Suprimida  la 
solidaridad  histórica,  desaparece,  en  primer  lugar,  la  razón  suprema  de 
la  unidad  áQ  ese  conjunto,  más  moral  que  físico,  que  llamamos  una  na- 
ción ó  un  pueblo.  Á  la  agregación  sigue  la  dispersión:  el  atomismo  délos 
intereses  individuales,  ó  cuando  mucho,  la  alianza  utilitaria  de  las  coo- 
peraciones sociales.  ¿Dónde  quedará,  en  uno  ú  otro  caso,  lugar  para  el 
heroísmo,  único  que  salva,  en  las  grandes  crisis  de  su  existencia,  á  los 
pueblos  y  á  los  hombres.^ 

Pero  hay  más:  el  divorcio  de  la  tradición  nacional,  en  que  el  patrio- 
terismo se  funda,  no  se  limita  á  suprimir  la  unidad  moral,  sino  produce 
la  positiva  animadversión  de  los  que,  renegando  de  lo  pasado,  se  lanzan 
en  busca  de  aventuras  político-sociales,  contra  el  número,  necesaria- 
mente grande,  de  los  que,  por  convicción  ó  por  inercia,  continúan  ad- 
heridos á  las  formas  antiguas.  Esta  es  la  clave  de  todas  las  desdichas 
que  han  arruinado  á  nuestra  patria  española  en  el  siglo  que  acaba  de  fe- 
necer; siglo  que  todavía  conoció  en  sus  albores  aquella  España  pobre, 
afrailada  y  desgobernada,  capaz  de  oponer  un  non  plus  ultra  á  los  ejér- 
citos napoleónicos;  siglo  que,  antes  de  hundirse  en  el  ocaso  de  los  tiem- 
pos, vio  hundirse  en  Occidente  los  últimos  restos  de  nuestro  colonial  im- 
perio, con  los  últimos  brillos  de  nuestra  gloria  militar. 

¡Menester  es  decirlo  y  repetirlo  muchas  veces,  para  que  lo  oigan  hasta 
los  sordos  que  no  quieren  oír!  El  siglo  XIX  ha  sido  el  que  ha  arruinado 
á  nuestra  patria,  y  la  ha  arruinado  porque  nos  lo  hemos  pasado  en  una 
lucha  fratricida  y  sacrilega,  entre  los  patrioteros,  que  se  llamaban  la  £"5- 
paña  nueva  (confesando  por  su  misma  boca  su  divorcio  de  la  patria  es- 
pañola), y  la  España  histórica,  tradicional,  real  y  verdadera. 

No  nos  referimos  á  las  dos  guerras  civiles,  episodio  sangriento  de  esa 
lucha,  pero  por  ventura  el  menos  funesto;  pues,  si  regó  con  sangre  de 
hermanos  los  campos  de  la  patria,  tal  vez  contribuyó,  después  de  todo,  á 
preservarla  del  envilecimiento  á  que  corría  y  detenerla  al  borde  de  su 
ruina  moral.  Nos  referimos  á  ese  esfuerzo  ya  secular,  y  desgraciadamente 
no  infructuoso,  de  los  hombres  nuevos,  por  arrancar  al  pueblo  español  sus 
creencias,  sus  tradiciones,  sus  antiguas  instituciones  y  costumbres,  desde 


CHAUVINISMO   Y   PATRtóTERlSMO  423 

el  pintoresco  traje  de  nuestras  comarcas,  hasta  las  leyes  de  nuestro  De- 
recho foral,  cristalización  veneranda  del  espíritu  de  cada  una  de  las  re- 
giones españolas. 

Nos  hallábamos  en  Berlín  cuando  los  prusianos  se  preparaban  á  ce- 
lebrar el  centenario  de  su  gran  desastre  de  Jena:  de  aquella  derrota  que 
puso  una  dinastía  y  un  pueblo  en  manos  del  vencedor,  cual  nunca  ha  es- 
tado España  á  merced  de  los  que  la  vencieron,  ¡pero  no  la  domaron!  Y 
comparando  el  estado  á  que  llegó  entonces  Prusia,  con  el  que  mantuvo 
nuesta  patria;  la  resistencia  desesperada  y  viril  que  opusieron  nuestros 
abuelos  á  aquel  mismo  Capitán  del  siglo  á  quien  se  entregaron  rendidos 
los  prusianos;  y  haciendo  más  adelante  comparación  con  el  engrandeci- 
miento que  en  esta  centuria  ha  alcanzado  Prusia,  y  el  abatimiento  á  que 
ha  venido  España,  no  acertábamos  á  encontrar  otra  explicación  de  fenó- 
meno tan  doloroso  para  nosotros,  sino  ésta:  ¡Hemos  perdido  un  siglo! 

Y  de  nuevo  repetíamos  más  recientemente  estas  mismas  reflexiones 
en  Inglaterra,  cotejando  su  estado  y  el  nuestro  á  principios  del  siglo  XIX 
y  á  principios  del  siglo  XX.  ¿Qué  ventaja  hacía  la  industria  inglesa  á  la 
nuestra,  al  principio  de  la  pasada  centuria?  ¿No  competíamos  todavía 
entonces  con  Inglaterra  en  las  riquezas  que  poseíamos  en  el  Nuevo 
Mundo,  y  que  daban  alimento  á  un  comercio  extenso  y  á  una  pujante 
marina?  Por  el  contrario:  mientras  la  industria,  el  comercio,  la  marina, 
han  alcanzado  en  Inglaterra  su  apogeo  colosal,  nosotros  lo  hemos  per- 
dido... casi  todo,  y  en  gran  parte  la  esperanza  de  recobrarlo!  ¿Cuál  es  la 
causa  de  tan  desiguales  destinos?  ¡Que  hemos  perdido  un  siglo! 

Y  ¿por  qué  lo  hemos  perdido?  Historia  en  mano  se  puede  demostrar, 
que  no  ha  habido  otra  causa  sino  la  que  dejamos  indicada:  ¡la  lucha  de 
esa  imaginaria  España  nueva,  con  la  España  real,  con  la  España  de  la 
Historia,  con  la  España  de  los  providenciales  destinos!  ¡La  lucha  átXpa- 
írioterismo  liberal  contra  el  patriotismo  de  la  España  católica. 

III 

El  chauvinismo  es  un  optimismo  insensato  que  engendra  en  los 
pueblos  las  ilusiones  de  que  apenas  despiertan  con  los  tremendos  bata- 
cazos de  sus  desastres.  El  patrioterismo  participa  por  extraña  manera  de 
los  inconvenientes  del  optimismo  y  pesimismo;  pues  siendo  pesimismo 
respecto  del  proceso  histórico  y  el  estado  producido  por  él,  es  optimismo 
insano  respecto  de  los  nuevos  sistemas  ó  utopías  que  se  proponen  como 
panacea  de  todos  los  daños  individuales  y  sociales.  Mas  el  patriotismo 
verdadero  toma,  como  virtud  que  es,  la  senda  intermedia,  no  declinando 
á  la  diestra  del  amor  apasionado,  que  matiza  cuanto  toca  de  color  de 
rosa,  ni  á  la  siniestra  del  orgulloso  desdén  despreciador  de  cuanto  le 
precedió,  y  acostumbrado  á  dividir  la  historia  del  mundo  en  solas  dos 
épocas:  antes  de  mí  y  después  de  mí.  ¡Antes,  todo  obscuridad,  equivo- 


424  CHAUVINISMO    Y   PATRIOTERISMO 

cación  y  descarrío;  después,  todo  luz,  orientación  y  progreso  sin  término! 

El  patriotismo  no  estriba  en  una.  fe  gratuita,  sino  en  el  conocimiento 
verdadero  del  propio  país  y  del  pueblo  á  que  pertenecemos;  cuyos  de- 
fectos reconoce  con  dolor  y  resignación  humilde,  al  propio  tiempo  que 
se  goza  con  sus  prerrogativas  y  méritos.  No  se  antepone  vanamente  á  los 
demás  con  odiosas  comparaciones,  sino  funda  en  sus  bienes  una  segura 
conciencia  de  sí  mismo,  y  con  ella  se  aplica  á  remediar  sus  males,  en  la 
medida  que  lo  consienten  sus  propios  recursos;  sabiendo  que,  después  de 
todo,  ni  todos  los  individuos  están  llamados  á  una  misma  santidad,  ni 
todos  los  pueblos  á  una  misma  prosperidad. 

Dios  distribuyó  con  diferente  medida  á  los  pueblos  los  bienes  mate- 
riales, como  dio  varia  configuración  á  los  países  en  que  habitan;  y  todo 
ello  lo  ordenó,  en  su  Providencia  fuerte  y  suave,  á  los  fines  á  que  los  des- 
tinaba, y  al  papel  que  les  tenía  asignado  en  la  escena  del  mundo  y  en  el 
drama  imponente  de  la  Historia.  La  mayor  calamidad  de  los  pueblos 
(como  de  los  individuos)  está  en  desconocer  su  vocación  y  las  cuali- 
dades que  se  les  han  dado  para  proseguirla;  siendo  verdad  que  á  una 
voz  persuaden  la  razón  y  la/e,  que  Dios  nos  puso  á  todos  en  este  mundo 
para  algo,  y  á  ninguno  le  destinó  para  todo.  Los  fracasos  individuales  y 
nacionales  no  se  originan,  por  tanto,  áe  falta  de  medios  para  obtener  el 
éxito,  sino  de  falta  de  orientación  hacia  los  éxitos  que  para  cada  cual  es- 
taban reservados. 

Así  como  hay  pueblos  que  evidentemente  no  están  llamados  á  ser  po- 
tencias marítimas,  pues  se  hallan  encerrados  en  el  corazón  de  un  conti- 
nente y  destituidos  de  playas  (Hungría,  v.  gr.);  así  los  hay  que  no  lo  están 
á  conseguir  una  posición  preponderante  en  la  industria  en  determinadas 
épocas,  porque  carecen  ó  tienen  con  escasez  los  elementos  naturales  que 
en  cada  época  se  requieren  para  su  florecimiento.  La  abundancia  de  la 
hulla  y  el  hierro,  en  puntos  vecinos  al  mar,  por  donde  se  podían  fácilmente 
exportar  sus  productos,  ha  contribuido  indudablemente  á  la  gran  pros- 
peridad industrial  de  Inglaterra  en  el  período  de  la  hulla,  como  se  lla- 
mará tal  vez  la  época  en  que  vivimos,  en  la  historia  de  los  progresos  in- 
dustriales. ¿Quién  sabe  si,  inventándose  con  el  tiempo  otras  fuentes  de 
riqueza  é  instrumentos  de  trabajo,  pasará  Inglaterra  á  segundo  término, 
y  alcanzarán  el  apogeo  de  la  prosperidad  industrial  pueblos  que  hoy 
están  sumidos  en  la  pobreza? 

En  un  artículo  anterior  aludimos  al  influjo  de  la  posición  geográfica, 
en  la  pujanza  que  alcanzaron  algunos  Estados  en  determinadas  épocas. 
Cataluña  y  las  Repúblicas  comerciales  de  Italia  se  vieron  muy  favore- 
cidas en  este  concepto,  mientras  la  corriente  principal  del  comercio  cir- 
culó por  el  Mediterráneo;  y  sintieron  una  grave  mudanza  en  su  suerte 
cuaiido.  nor  una  parte,  el  comercio  mundial  (como  dicen  ahora)  se  orientó 
hacia  el  Atlántico,  y  por  otra,  se  turbó  la  seguridad  del  Mediterráneo  por 
las  piraterías  de  turcos  y  berberiscos. 


CHAUVINISMO    Y    PATRIOTERISMO  425 

Una  cosa  parecida  ha  sucedido  en  la  guerra.  Mientras  la  victoria  se 
decidió  por  los  arrojos  del  valor  personal,  los  españoles  impusieron,  en 
todos  los  campos  de  batalla,  sus  bríos  en  acometer,  su  tenacidad  en  re- 
sistir, su  constancia  en  tolerar  todas  las  privaciones  que  consigo  traía  la 
guerra,  y  cuyo  sufrimiento  conseguía  en  otras  épocas  los  laureles  del 
triunfo.  Pero  las  condiciones  de  la  guerra  han  cambiado  radicalmente. 
¡Ya  sirve  de  muy  poco  la  bravura;  ya  es  de  escaso  provecho  el  coraje; 
y  una  sección  de  mecánicos  que  disparan  con  matemática  precisión  una 
batería  de  máquinas  de  guerra,  abate  en  su  camino  á  la  más  briosa  co- 
lumna que  avanza  para  cargar  á  la  bayoneta! 

Los  norteamericanos  glorifican  la  frialdad  con  que  Dewey  dio  la 
orden  de  hacer  fuego  en  el  desigual  combate  de  Cavite  (1).  ¡Ensalcen 
ellos  en  buen  hora  al  vencedor  y  ofrezcan  su  incienso  en  las  aras  del 
dios  éxito!  ¡Á  nosotros  nos  parece  incomparablemente  más  gallarda  la 
actitud  de  nuestro  Cadarso,  intentando  un  abordaje  con  sus  inferiores 
buques  de  madera  á  los  barcos  enemigos  forrados  de  acero,  y  muriendo 
oprimido  por  sus  fuerzas  superiores,  sin  arriar  la  bandera! 

Pero  aunque  nuestra  sangre  española  se  encienda  con  santo  entu- 
siasmo ante  esos  heroísmos,  la  fría  razón  ha  de  venir  á  corregirla,  recor- 
dándole que  ha  pasado  la  era  en  que  se  vencía  con  esas  gallardías,  y  que 
en  nuestra  edad  vale  más  proveerse  de  cañones  de  mayor  alcance  y  cal- 
cular serenamente  la  puntería. 

Esta  reflexión  nos  vuelve  á  nuestro  punto  de  partida:  el  patrio- 
tismo es  amor  racional,  y,  por  consiguiente,  para  ser  legítimo,  ha  de 
tener  por  fundamento  el  juicio  verdadero  de  la  razón,  libre  de  los  arre- 
batos pasionales  que  la  ciegan,  y  de  los  sofísticos  discursos  que  la 
extravían. 

Para  amar  provechosamente  á  nuestra  patria,  apliquémonos  ante  todo 
á  conocerla.  Estudiemos  su  Historia;  que  en  esta  parte,  no  hay  proletarios 
sin  árbol  genealógico  en  la  esfera  de  los  pueblos  civilizados.  Pero  no  se 
reduzca  ese  estudio  á  un  diletantismo  heráldico;  no  nos  limitemos  á  des- 
cribir los  blasones  de  nuestro  linaje,  sino  procuremos  ahondar  en  las 
circunstancias  que  nos  conducen  á  un  conocimiento  profundo  de  su  ca- 
rácter. 

Todas  las  profesiones  honestas  honran  á  los  que  honestamente  se 
ejercitan  en  ellas;  pero  no  todas  se  acomodan  á  todos  los  caracteres;  y 
hay  quien  es  artista  genial,  y  haría  un  infelicísimo  comerciante;  hay 
hombres  de  altas  dotes  para  las  ciencias  naturales,  y  enteramente  ne- 
gados para  el  gobierno;  y  los  hay  incapaces  de  sentir  la  belleza  artística 
y  sutilísimos  en  el  cómputo  de  la  ganancia. 

Algo  de  esto  acontece  también  á  los  pueblos:  Grecia  tuvo  el  genio  de 
las  artes,  Roma  el  espíritu  de  las  leyes,  el  pueblo  Fenicio  la  habilidad 


<1)    «You  may  fire  when  you  are  ready,  Gridley.» 


426  CHAUVINISMO   Y   PATRIOTERISMO 

mercantil  y  el  pueblo  Hebreo  fué  el  antiguo  depositario  de  la  verdadera 
Religión.  Entre  las  naciones  modernas,  Francia  tiene  el  don  de  la  vulga- 
rización; de  suerte  que  no  hay  mejor  medio  para  difundir  una  idea  en  el 
mundo,  que  inocularla  en  la  nación  francesa.  De  allí  salieron  para 
extenderse  por  toda  la  tierra,  el  volterianismo  y  el  culto,  hoy  uni- 
versal, del  Sagrado  Corazón.  Inglaterra  posee  el  secreto  macedónico 
de  imperar  dividiendo  á  sus  émulos;  Alemania  tiene  el  espíritu  de  labo- 
riosidad sistemática;  los  norteamericanos  parecen  dotados  del  genio 
de  las  gigantescas  empresas  técnicas.  España  no  ha  mostrado  ninguna 
de  esas  dotes,  y  no  se  parece  á  los  fenicios  en  el  comerciar,  ni  á  los 
romanos  en  el  gobernar,  ni  á  los  griegos  en  la  inagotable  originalidad 
artística  y  científica. 

¿En  que  está,  pues,  lo  fuerte  de  España?  ¿En  qué  consisten  sus  ver- 
daderos timbres  de  gloria?— Á  nuestro  juicio,  en  aquello  mismo  en  que 
hemos  reconocido  su  misión  providencial:  en  ese  espíritu  de  religiosa  fe 
y  noble  desinterés,  que  la  hizo  en  tiempos  pasados  paladín  del  Catoli- 
cismo, primero  contra  los  musulmanes  y  luego  contra  los  protestantes,  y 
puede  hacerla  todavía  en  lo  presente  ó  en  un  próximo  porvenir,  un  como 
alcázar  de  los  bienes  ideales,  cuya  sed  comienzan  á  experimentar  ar- 
dientemente otros  pueblos,  donde  abundan  los  bienes  de  la  tierra,  mul- 
tipUcados  por  la  industria  y  el  comercio. 

Non  ex  solo  pane  vivit  homo:  El  hombre  no  vive  de  sólo  el  pan  ma- 
terial. Hay  en  él  apetitos,  hay  aspiraciones,  que,  una  vez  satisfecha  la 
necesidad  del  pan  corporal,  le  hacen  anhelar  por  otros  bienes  de  un  or- 
den más  subido;  de  los  cuales  halla  algo  en  las  ciencias,  algo  en  las  ar- 
tes; pero  cuya  hartura  no  puede  conseguir  sino  en  el  orden  sobrenatu- 
ral: en  la  esfera  de  la  Religión.  Y  España,  que  nunca  será  tan  abundante 
en  queso  y  manteca  como  Suiza  y  Holanda,  ni  tendrá  ya  tantos  bosques 
como  los  países  del  Norte,  ni  tanta  hulla  como  Inglaterra,  ni  tanto  trigo 
como  Siberia,  ni  tanto  oro  como  los  Estados  Unidos;  ¡puede  todavía  ser 
para  todos  los  pueblos  civilizados,  un  alcázar  del  espíritu  religioso;  un 
museo  altamente  educativo  para  las  generaciones  por  venir,  que  acudi- 
rán á  ella  para  estudiar  y  admirar  y  aprender  las  maravillas  de  los  siglos 
de  fe!  Esto  es  lo  que  España  puede  ser:  lo  único  grande,  que  por  ven- 
tura puede  ser  en  el  mundo:  como  Grecia  vencida  continuó  siendo  una 
escuela  de  las  artes  para  el  mundo  romano;  como  Roma  humillada  si- 
guió siendo  una  escuela  del  Derecho  para  los  pueblos  germánicos. 

Recorramos  los  tesoros  de  nuestra  Literatura,  y  veremos  que  resplan- 
dece en  ellos,  tanto  como  el  arte,  la  religiosidad  de  nuestro  pueblo;  y 
que  el  día  en  que  un  sectarismo  imbécil,  como  el  que  impera  actual- 
mente en  Francia,  pretendiese  destruir  los  monumentos  literarios  que 
nos  hablan  de  la  Religión  católica,  habríamos  de  borrar  las  obras  de  to- 
dos nuestros  clásicos;  pues,  no  sólo  los  inmortales  Luises  (de  Granada, 
de  León,  de  La  Puente  y  de  La  Palma);  no  sólo  los  autores  ascéticos, 


CHAUVINISMO    Y   PATRIOTERISMO  427 

sino  el  mismo  Quijote;  nuestra  novela,  nuestro  teatro,  toda  nuestra  poe- 
sía, está  empapada  de  Catolicismo.  Y  otro  tanto  aoontece  en  las  otras 
artes.  ¡No  es  posible  formar  un  museo  de  artes  españolas,  sin  poblarlo 
de  vírgenes  de  Murillo,  de  santos  de  Ribera,  enfrailes  de  Zurbarán! 

¿Que  sería  de  España,  si  se  arrancaran  de  su  suelo  los. monumentos 
de  la  Religión  católica?  ¿Qué,  si  se  hubiera  continuado  la  obra  insensata 
de  destrucción,  comenzada  en  el  pasado  siglo?  Otras  naciones  pudieran 
ufanarse  todavía  con  sus  bosques,  con  sus  fábricas,  con  sus  gigantescas 
construcciones  hidráulicas.  ¡En  España,  derribadas  las  catedrales,  des- 
truidos los  templos,  asoladas  las  ermitas  que  coronan  todas  nuestras 
colinas,  todas  nuestras  montañas;  no  quedarían  por  doquiera  sino  cam- 
pos de  soledad;  y  el  extranjero  no  hallaría  en  nuestra  Península  cosa 
que  llamara  su  atención  ó  exigiera  su  respeto! 

Los  atentados  anarquistas  interrumpieron  un  poderoso  movimiento, 
que  hace  pocos  años  se  iba  marcando  en  el  extranjero,  de  curiosidad 
por  España;  de  deseo  de  visitar  nuestra  Península.  Á  nuestro  juicio,  esa 
interrupción  es  puramente  accidental  y  pasajera.  La  corriente  turista 
volverá  á  encauzarse  hacia  nuestro  país,  porque,  pese  al  menosprecio 
que  hacia  nosotros  afectan  los  que  no  nos  aman,  en  nuestro  país  tiene 
mucho  que  aprender  el  mundo  moderno. 

Y  ¿qué  es  eso  que  tiene  que  aprender  aquí?  No  ciertamente  la  pun- 
tualidad y  rapidez  de  los  trenes,  cuya  marcha  lenta  é  irregular  nos  re- 
prochan; ni  el  comfort  de  nuestros  hoteles,  que  apenas  logran  satisfacer 
las  más  imperiosas  exigencias  de  los  extranjeros;  ni  la  prosperidad  de 
nuestras  industrias,  ni  el  adelanto  de  nuestra  policía  urbana,  ni  la  serie- 
dad y  constancia  de  nuestros  gobiernos. 

Lo  que  habrían  de  aprender  en  España  los  hombres  de  la  moderna 
civilización,  tan  pagada  de  sí  misma,  es  la  vida  sobria  y  dichosa  de  un 
pueblo  que  conserva  su  fe  y  sus  costumbres  cristianas;  de  un  pueblo 
que  pudo  llegar  á  ser  teólogo,  antes  de  aprender  á  leer;  lo  que  habrían 
de  admirar  es  la  estructura  de  un  país  labrado  á  martillo  por  las  luchas 
seculares  sostenidas  por  su  Religión:  para  quien  su  Religión  constituye  el 
alma  de  sus  instituciones,  el  genio  de  sus  artes,  la  significación  de  sus 
monumentos. 

Exciident  alii  spirantia  mollius  aera!... 

Otros  pueblos  nos  han  aventajado  en  las  artes,  otros  en  el  espíritu 
analítico  y  crítico.  Muchos  nos  aventajan  aún  en  las  ciencias,  muchísi- 
mos en  la  industria,  casi  todos  en  la  seriedad  de  su  política,  más  ó  me- 
nos desacertada... 

Tü.J 

¡Tú,  pueblo  español,  acuérdate  que  tienes  un  alma  troquelada  en  la 
fe  católica,  y  sólo  mientras  fueres  católico  conservarás  tu  nombre  y  tu 
valer  y  el  carácter  propio  que  han  impreso  en  ti  doce  siglos  de  Historia! 

R.  Ruiz  Amado. 


GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS 


EL    VOTO    PLURAL 

Todo  Gobierno  debe  ser  representativo.  Así  lo  afirman  hoy  la  genera- 
lidad de  ios  escritores  de  Derecho  público.  Pero  ¿dicen  todos  lo  mismo? 
No,  ni  mucho  menos. 

Cuando  esta  palabra,  representativo,  llegó  á  tomar  estado,  por  decirlo 
así,  en  la  ciencia  política,  todos  los  que  la  empleaban  no  querían  dar  á 
entender  con  ella  sino  el  significado  de  «constitucional»;  es  decir,  Gobierno 
en  que  se  reconociera  la  soberanía  nacional,  y  en  el  que  la  autoridad  en 
el  ejercicio  de  sus  tres  funciones,  distintas  é  independientes,  estuviese 
desempeñada  por  representantes  del  pueblo,  en  quien  de  un  modo  in- 
alienable residía  siempre  la  suprema  autoridad  de  la  nación. 

La  palabra  «representante»  empleada  en  este  sentido,  tenía  una  natu- 
ral y  estricta  significación.  Representante  de  otro  es  quien  ejerce  en  su 
nombre  algún  ministerio  público  ó  privado;  y  los  funcionarios  públicos 
en  todos  sus  órdenes  y  grados,  que  con  mandato  imperativo  ó  absoluto 
y  libre  ejercen  cualquier  oficio  de  autoridad,  son  representantes  del  pue- 
blo, en  quien  reside  dicha  autoridad;  pueblo  que,  ó  porque  no  puede 
ejercerla  por  sí,  ó  porque  quiere,  la  delega  en  otros. 

En  cambio,  los  enemigos  de  las  formas  de  gobierno  puras  ó  absolu- 
tas, afectos,  por  consiguiente,  á  las  formas  moderadas;  los  adversarios 
francos  del  sistema  constitucionalista,  como  los  desengañados  de  la  efi- 
cacia práctica  de  este  sistema,  al  exponer  sus  teorías  de  Derecho  Político, 
emplean  también  la  palabra  Gobierno  representativo  pero  no  en  el  sentido 
antes  explicado,  sino  en  el  de  representativo  de  la  voluntad  de  la  nación, 
que,  como  sujeto  natural  de  la  autoridad  soberana,  la  concretó  en  la  forma 
determinada  existente;  y  más  comúnmente  aún  en  el  sentido  de  petición, 
hecha  al  sujeto  actual  de  la  autoridad  por  el  órgano  correspondiente 
creado  dentro  de  esos  sistemas  políticos  para  el  ejercicio  de  esta 
función. 

En  ambos  sentidos,  la  palabra  representativo  está  empleada  en  su 
justo  valor.  Porque  representativo  del  sujeto  natural  de  la  autoridad  sobe- 
rana lo  es  el  Gobierno  por  ella  libremente  constituido;  y  representativo  es 
también  todo  sistema  en  que  se  admite  la  representación  de  las  necesi- 
dades públicas  y  se  organiza  la  forma  en  que  se  ha  de  proponer  y  pedir 
el  otorgamiento  de  las  leyes  que  remedien  dichas  necesidades. 


GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS  429 

Un  tercer  grupo  de  escritores,  monistas  en  filosofía,  materialistas  ó 
idealistas,  y  todos  ellos  partidarios  necesariamente  de  la  evolución  del 
ser  único,  que  en  su  última  manifestación  se  presenta  á  nuestros  ojos  en 
la  forma  político-social,  como  ser  uno  y  viviente;  llaman  también  repre- 
sentativo al  Gobierno  que  resulta  como  consecuencia  de  esta  última  y 
natural  etapa  de  la  evolución.  Pero,  ¿con  qué  derecho  pueden  llamarle 
así?  Y  si  para  ésto  no  hay  derecho,  ¿qué  razón  les  mueve  á  emplear  esta 
palabra? 

Todos  estos,  confiésenlo  ó  no,  tienen  que  ser  por  fuerza  de  la  lógica 
necesariamente  socialistas.  Un  ser  social,  total,  formal  y  materialmente 
uno,  ya  se  le  considere  atómicamente  constituido,  ya  sea  su  constitución 
orgánica,  no  arguye  sino  una  sola  personalidad:  todas  sus  partes,  átomos 
ú  órganos  no  subsisten  en  sí,  sino  en  el  todo;  carecen,  por  tanto,  de  per- 
sonalidad propia;  y  dicho  se  está  que,  en  donde  no  hay  personalidad 
individual  ó  colectiva,  no  hay  sujeto  de  derecho.  No  cabe,  por  tanto, 
dentro  de  los  sistemas  inspirados  en  estos  principios,  individualismo 
de  ningún  género,  ni  radical  ni  moderado:  todas  las  entidades  físicas  y 
morales  comprendidas  en  la  unidad  de  ese  Estado  dicen  relación  y 
dependencia  absoluta  de  ese  todo  físico,  cuya  cabeza  ó  Gobierno  dis- 
pone, como  la  cabeza  en  el  organismo  humano,  de  todas  su  facultades 
y  de  los  órganos  encargados  de  las  funciones  á  éstas  correspondientes. 
En  otros  términos:  no  existe  otro  derecho  que  el  derecho  del  Estado, 
expresión  sintética  del  más  puro  socialismo. 

Y  sin  embargo,  el  Gobierno  de  esta  constitución  político-socialista 
es  llamado  por  sus  expositores  representativo.  ¿Y  en  qué  se  fundan  para 
calificarle  de  esa  suerte?  Dicen  que  las  funciones  llevadas  á  cabo  por  las 
partes  de  ese  todo  son  del  todo,  no  de  las  partes,  y,  por  tanto,  el  acto 
funcional  de  éstas  es  meramente  representativo  del  todo.  Pero,  ¿quién 
no  ve  aquí  una  perversión  completa  del  sentido  natural  y  corriente  de 
las  palabras,  ó,  lo  que  es  lo  mismo,  del  sentido  común?  Según  dichos  expo- 
sitores, el  elegido,  el  mandatario  no  es  el  representante,  sino  el  repre- 
sentado, contra  lo  que  hasta  aquí  (y  Dios  mediante  hasta  el  fin  del  mundo) 
ha  entendido  el  que  daba  á  otro  comisión  para  desempeñar  en  su  nom- 
bre lo  que  él  por  sí  no  podía  ejecutar,  creyendo  que  el  así  designado  le 
representaba  á  él  ó  pedía  y  representaba  á  otro  lo  que  él  por  sí  no  podía 
pedir  ó  representar;  afirman  estos  señores,  que  el  mandatario  es  el  que 
da  el  encargo,  y  el  mandante  el  que  lo  recibe.  ¡Qué  sorpresa  no  recibirían 
y  recibirán  los  encargados  de  traducir  en  la  ley  los  principios  del  Dere- 
cho natural  al  ver  así  pervertidos  los  conceptos  naturalísimos  del  con- 
trato de  mandato,  consignados  en  los  códigos  de  todos  los  pueblos! 

Concedido  que  los  actos  de  las  partes  son  del  todo;  pero  en  donde 
no  existe  sino  una  sola  personalidad,  ¿cómo  atribuir  á  la  parte  el  carác- 
ter de  representativa  del  todo?  Toda  representación  arguye  dos  perso- 
nas formalmente  distintas,  y  en  donde  no  hay  éstas,  no  cabe  represen- 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  29 


430  GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS 

tación;  los  actos  sólo  pueden  atribuirse  á  la  única  persona  existente. 
¿Quién  ha  dicho  nunca  que  los  actos  de  la  mano,  del  pie,  de  cualesquiera 
otros  órganos  del  organismo  humano  son  representativos  del  hombre? 
No:  son  actos  del  hombre,  que,  al  obrar  por  medio  de  sus  órganos,  no  da 
á  nadie  representación,  sino  que  obra  por  sí  mismo. 

No  cabe,  pues,  calificar  de  representativo  un  Gobierno  de  esa  espe- 
cie. Y,  siendo  esto  tan  obvio,  ¿á  qué  ese  empeño  sistemático  de  confun- 
dir el  lenguaje,  y  seguir  apellidando  de  ese  modo  á  los  nuevos  Gobiernos 
socialistas  que  se  trata  de  implantar?  ¡Ah!,  la  razón  es  patente  á  los  ojos 
de  los  que  miren  la  cuestión  con  desapasionamiento,  y  conozcan  algo  del 
fondo  de  la  conciencia  y  de  la  historia  político-literaria  de  esos  escrito- 
res. Todos  ellos  vienen  del  campo  del  individualismo  radical;  ellos  son 
los  propagadores  de  la  libertad  absoluta  en  el  ejercicio  de  los  derechos 
del  hombre;  los  establecedores  del  sistema  de  la  soberanía  popular  in- 
amovible; y  es  muy  duro,  y  hasta  expuesto,  decir  al  pueblo  que  le  han 
engañado;  que  no  hay  tal  libertad  ni  tales  derechos,  que  los  ciudadanos 
son  ruedas  inconscientes  de  una  máquina  que  se  llama  Estado,  el  cual 
les  moverá  á  su  antojo  y  exclusivamente  para  su  fin.  De  aquí  la  necesi- 
dad de  seguir  arrojando  arena  á  los  ojos  de  esa  multitud  ignara,  hacién- 
dola falsamente  entender  que  seguirá  siendo  soberana,  toda  vez  que  sus 
Gobiernos  seguirán  siendo  representativos. 

No  insistimos  en  estas  consideraciones,  por  no  ser  el  objeto  especial 
de  nuestro  artículo;  y  desechando  por  infundada  esta  calificación  de  re- 
presentativo en  el  último  de  los  conceptos  que  acabamos  de  exponer, 
nos  hacemos  cargo  de  los  dos  primeros,  únicos  en  los  que  cabe  la  dis- 
cusión del  voto  plural. 

En  ambos  supuestos,  lo  mismo  cuando  se  parte  de  la  soberanía  na- 
cional amovible,  que  de  hecho  se  concretó  en  una  persona  determinada, 
á  la  que  es  necesario  representar  las  necesidades  sociales  por  medio  de 
un  órgano,  como  las  Cortes  del  antiguo  régimen,  que  cuando  se  afirma 
la  soberanía  inmanente  de  la  nación,  en  pueblos  numerosos  que  no  pue- 
den ejercer  directamente  esa  autoridad  soberana,  se  requiere  el  nom- 
bramiento de  personas  que,  en  ambos  casos,  ejerciten  la  respectiva  fun- 
ción indicada.  ¿A  quienes  corresponde  el  derecho  de  hacer  esta  desig- 
nación? He  ahí  el  magno  problema  de  los  gobiernos  representativos. 

Si  hubiéramos  de  considerar  al  hombre  en  abstracto  (y  este  es  el 
gran  defecto  de  las  escuelas  racionalistas  en  la  resolución  de  este  pro- 
blema), á  todos  y  de  un  modo  igual  debiera  de  reconocerse  este  dere- 
cho; todos  participan  de  una  igual  y  común  naturaleza;  á  todos  les  ha 
sido  dada  la  sociedad  como  medio  de  alcanzar  su  fin,  y  de  la  voluntad  de 
todos  los  que  constituyeron  las  sociedades  políticas  determinadas  proce- 
de la  representabilidad  de  suforma  de  gobierno.  Pero  esto  eshablar  de  una 
sociedad  y  de  unos  hombres  ideales,  que,  por  desgracia,  en  la  vida  prácti- 
ca no  se  dan,  y  en  esta  vida  es  en  donde  hay  que  resolver  el  problema. 


GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS  431 

Tan  naturales  como  le  son  al  hombre  sus  condiciones  esenciales,  le 
son  las  accidentales  con  que  viene  á  la  vida,  y  con  que  trabaja  en  ella 
para  realizar  uno  ú  otro  estado  social;  la  inteligencia,  la  virtud,  las  fuer- 
zas con  que  verifica  ese  trabajo  son  distintas  en  cada  uno,  y  distintas 
tienen  que  ser  necesariamente  sus  consecuencias;  y  de  esta  suerte,  al  lado 
de  la  igualdad  fundamental  de  nuestra  especie,  resultará  una  desigualdad 
connaturalísima,  que  capacitará  de  muy  distinta  manera  á  los  hombres 
para  el  ejercicio  de  las  diversas  funciones  que  hayan  de  desempeñar  en 
la  vida  social.  En  la  vida  práctica,  ¿qué  racionalista  hubo  ni  habrá  jamás 
que,  para  curar  sus  enfermedades,  ó  resolver  sus  dudas  de  derecho, 
pregunte  y  esté  á  lo  que  le  diga  el  primer  hombre  que  pase  por  la 
calle? 

Y  no  se  diga  que,  tratándose  de  las  funciones  de  la  vida  público- 
social  la  cuestión  varía  de  aspecto,  pues  en  ella  todos  estamos  dotados  de 
igual  capacidad.  ¿Cuándo  ni  por  quiénes  se  ha  prescindido  nunca  de  la 
inteligencia  y  de  la  moralidad  para  el  ejercicio  de  esas  funciones?  Si  no 
lo  aconsejara  así  el  sentido  común,  bastaría  para  confirmar  esa  conducta 
el  ejemplo  de  todos  los  pueblos,  en  todas  las  épocas,  y  las  legislaciones 
especiales  sobre  esta  materia  (aun  la  dictada  por  los  defensores  del 
igualitarismo),  exigiendo  condiciones  de  capacidad,  tanto  más  exquisitas 
cuanto  más  trascendentales  los  actos  de  las  funciones  que  se  confieren 
á  una  persona  determinada. 

Tan  clara  y  tan  confirmada  por  la  experiencia  vemos  la  necesidad 
de  esas  dotes,  que  nos  creemos  dispensados  de  confirmarla  con  otras 
razones.  Y  esto  supuesto,  la  cuestión  en  que  nos  ocupamos  en  este 
artículo  se  plantea  de  la  manera  siguiente: 

La  designación  de  representantes,  en  los  dos  casos  antes  propuestos, 
¿es  una  función  social  á  cargo  de  los  ciudadanos?  ¿Lo  es  de  todos 
arguye  alguna  capacidad?  ¿Cómo  debe  ésta  determinarse? 

Supuesta  dicha  organización,  función  social  es  la  designación  del 
representante,  como  lo  es  el  ejercicio  de  dicha  representación  por  el 
designado;  como  lo  son  los  actos  todos  de  la  vida  social  por  sus  órganos 
correspondientes.  Así  fué  constituida  la  sociedad,  y  así  debe  vivir; 
prescindir  de  ese  acto  trascendentalísimo  de  su  vida,  es  alterar  su  consr 
titución  ó  condenar  la  sociedad  á  la  muerte.  ¿Y  quién,  si  no  los  ciuda- 
danos, han  de  ser  los  encargados  de  esta  función?  ¿Por  ventura  lo  serán 
los  individuos  que  no  pertenecen  á  la  sociedad?  Ya  en  otra  ocasión  (1) 
discurrimos  acerca  de  esta  materia,  alegando  las  razones  en  que  nos 
apoyábamos  para  afirmar  que  la  designación  de  representantes  era  no 
sólo  un  derecho  cualquiera,  sino  una  función  social,  obligatoria  para  el 
ciudadano,  y  como  tal  exigible,  desde  el  momento  en  que  así  lo  estable- 


,  (1)    Razón  y  Fe,  t.  VII,  p.  430,  Diciembre  de  1903. 


432  GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS 

ciera  la  ley.  Partiendo,  pues,  de  estas  razones,  que  damos  aquí  por 
reproducidas,  pasamos  á  contestar  al  segundo  extremo  de  la  cuestión. 

¿Tienen  todos  ese  derecho  y  obligación?  Si  la  palabra  todos  se  toma 
en  un  sentido  absoluto,  evidentemente  que  no;  aun  las  legislaciones  más 
radicalmente  establecedoras  del  sufragio  universal,  no  podían  otorgar 
ese  derecho  á  los  niños,  y  de  hecho,  ni  le  otorgaron  tampoco  á  la  mujer 
en  la  mayor  parte  de  los  casos,  ni  se  concedió  tampoco  en  ninguna  parte 
á  los  declarados  por  sentencia  reos  en  algún  grave  defecto  moral.  Todos 
convienen  en  que  se  necesita  capacidad;  el  problema,  por  lo  tanto,  se 
circunscribe  á  la  determinación  de  esa  capacidad. 

¿Y  cuál  ha  de  ser  la  medida  de  esa  determinación?  Evidentemente,  el 
fin  de  esa  función,  la  trascendencia  de  ese  acto.  Así  como  para  el  fin  de 
la  guerra  se  exige  en  todos  capacidad  física  necesaria  para  soportar  sus 
rigores,  é  intelectual  en  grado  superior  á  los  que  hayan  de  dirigirla,  así 
en  todas  las  demás  funciones  que  cooperan  al  fin  nacional  se  exige  la 
capacidad  respectiva,  tanto  mayor  cuanto  más  importante  es  la  función. 
¿Y  en  dónde  puede  darse  mayor  importancia  que  en  los  actos  que  con- 
ducen á  la  determinación  de  las  relaciones  sociales  de  todo  género,  al 
fomento  de  los  intereses  públicos,  morales  y  materiales;  en  una  palabra, 
al  recto  ejercicio  de  la  autoridad? 

Y  no  vale  decir  que  el  elector  no  es  el  encargado  de  resolver  esos 
problemas,  sino  el  representante.  Porque  para  los  partidarios  del  sistema 
de  la  soberanía  nacional  inalienable,  la  lógica  impone  el  mandato  impe- 
rativo, que  entraña  la  resolución  personal  por  el  elector  de  todos  esos 
problemas;  y  en  todos  los  demás  casos,  si  la  elección  es  sincera  (supuesto 
de  que  parte  el  legislador),  el  elegido  representante  nunca  puede  ser  otro 
que  el  ciudadano  que  inspire  la  confianza  de  haber  de  realizar  el  pensa- 
miento y  la  voluntad  de  sus  electores.  Es  decir,  que  este  criterio  deficien- 
tísimo  de  los  individuos  que  componen  el  pueblo  es  el  que  ha  de  preva- 
lecer en  la  solución  de  tan  difíciles  problemas.  Testigo  de  esta  verdad, 
en  la  vida  moderna,  lo  son  las  continuas  añrmaciones  de  este  supuesto 
en  boca  de  los  mismos  representantes,  y  los  frecuentes  cambios  de 
Gobierno  y  disoluciones  de  Parlamentos,  por  creerse  en  esos  casos  que 
unos  ú  otros  no  están  conformes  con  la  pública  opinión. 

Si,  pues,  es  verdad  que  el  sufragio  universal,  con  las  limitadísimas 
excepciones  antes  anotadas,  arguye  la  prevalencia  del  criterio  de  las 
multitudes,  ¿cuál  será  la  suerte  del  progreso  en  donde  la  ignorancia 
(signo,  en  esta  hipótesis,  característico  del  legislador)  es  la  encargada 
de  resolver  los  difíciles  problemas  que  el  progreso  entraña?  Y  en  donde 
el  criterio  moral  rebajado  ó  enteramente  obscurecido,  como  por  desgra- 
cia va  sucediendo,  mantenga  vivos  en  el  corazón  de  esas  multitudes 
todos  los  odios  y  deseos  de  venganza,  toda  la  envidia  y  la  ira  de  que  es 
capaz  la  naturaleza  humana,  ¿á  qué  excesos  no  llegará  en  sus  determi- 
naciones el  peso  brutal  del  número,  imponiéndose  en  los  comicios? 


GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS  433 

¿Interviniendo  en  mayor  ó  menor  grado  todos  ó  algunos  de  esos  factores 
en  el  arreglo  de  la  vida  pública,  qué  orden  ni  qué  paz  pueden  prevalecer 
en  los  pueblos? 

Quizá  tachen  de  exageradas  estas  afirmaciones  los  partidarios  de  ese 
procedimiento  político,  alegando  en  su  favor  la  marcha  tranquila  de  los 
pueblos  viviendo  en  ese  medio;  pero  al  hablar  así  olvidan  la  historia,  no 
se  hacen  cargo  del  fenómeno  psicológico-social  que  ante  sus  ojos  se  está 
realizando,  y,  sobre  todo,  parten  de  un  supuesto  falso,  mil  veces  repetido, 
el  cual  urge  deshacer,  á  fin  de  no  llegar  á  los  excesos  á  que  nos  condena 
tanta  malicia  ó  tanta  ceguera. 

Los  que  así  hablan  olvidan  las  luchas  porfiadas  y  sangrientas  que 
precedieron  al  establecimiento  del  sufragio  universal.  Al  juzgar  la 
aparente  tranquilidad  con  que  hoy  impera  en  algunos  pueblos,  no 
advierten  que,  si  existe  de  derecho,  de  hecho  no  se  practica,  toda  vez 
que  las  multitudes,  arrastradas  por  la  imposición  de  los  caciques  ó  por 
el  oro  de  la  plutocracia,  en  su  inmensa  mayoría  no  muestra  su  opinión 
ni  tiene  conciencia  formal  del  acto  que  realiza.  Hoy  esas  multitudes  viven 
tranquilas,  porque  en  el  terreno  del  derecho,  y  mejor  dijera  del  privilegio, 
nada  les  queda  que  pedir;  el  día  en  que  ese  estado  se  modifique  y 
adquieran  esas  multitudes,  como  ya  se  está  verificando,  conciencia  plena 
de  su  poder  y  de  su  fuerza,  aparecerán  los  fenómenos  que  antes  indicá- 
bamos, de  los  que  son  digno  prólogo  los  excesos  de  la  Commune  y  los 
más  recientes  de  que  fué  víctima  la  ciudad  de  Barcelona. 

Esa  participación  incondicional  de  todos  en  la  vida  política  y  admi- 
nistrativa de  los  pueblos,  lejos  de  ser  un  adelanto  en  la  vida  pública,  es 
un  retroceso:  por  ahí  se  empezó;  esa  fué  la  vida  política  de  la  mayor 
parte  de  las  sociedades  primitivas  (1);  pero  á  medida  que  las  dificultades 
prácticas  y  la  razón  y  la  experiencia  de  consuno  pusieron  de  manifiesto 
lo  absurdo  del  sistema,  abandonaron  ese  procedimiento  para  emplear 
el  que  tiene  por  base  para  la  elección  una  reconocida  capacidad. 

Y  este  es,  refiriéndonos  ahora  á  la  vida  moderna,  el  falso  hecho  en 
que  se  apoyan,  como  antes  decíamos,  los  que,  con  temerario  tesón, 
defienden  las  excelencias  del  sufragio  universal.  Se  dice  á  todas  horas 
que  esta  forma  de  elección  es  el  signo  de  la  civilización  presente,  adop- 
tado por  todos  los  pueblos,  y  nada  hay  más  lejos  de  la  verdad. 


(1)  El  sufragio  universal  era  la  forma  adoptada  en  las  primitivas  democracias  direc- 
tas de  Grecia  y  Roma,  y  en  nuestra  nación  tenemos  ejemplos  de  él  en  la  formación  de 
los  estados  que  renacieron  en  la  reconquista.  Al  sufragio  universal  equivalía  en  Cata- 
luña la  facultad  de  nombrar  Procuradores  y  Concelleres  á  los  Caps  de  casa,  cabezas 
de  familia,  sin  excepción.  Más  estrictamente  se  ve  establecido  en  Marquínez  de  Álava 
para  la  elección  de  Procuradores  y  Juntas  municipales.  Ese  era  el  procedimiento  en 
Guipúzcoa  para  la  elección  de  los  Alcaldes  de  Hermandad;  todos  los  vecinos  tenían  este 
derecho.— Los  Procuradores  de  las  Anteiglesias  para  las  Juntas  de  Vizcaya  también  eran 
elegidos  por  todos  los  vecinos.  Y  este  era  también  en  un  principio  el  procedimiento 
para  el  nombramiento  de  los  representantes  de  las  Universidades  en  Aragón. 


434  GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS 

En  el  continente  europeo  sólo  Francia  y  España,  seguidas  de  la  dimi- 
nuta Suiza  y  de  las  insignificantes  Noruega,  Grecia  y  Bulgaria,  han  acep- 
tado el  sufragio  universal  é  igual  para  las  elecciones  políticas  y  admi- 
nistrativas. En  Francia  fué  establecido  por  una  reacción  revolucionaria 
del  año  de  1848,  que  en  vano  se  ha  tratado  de  rectiñcar,  á  pesar  de  cono- 
cer el  daño.  Y  en  España,  pedisecua  de  Francia  en  todos  los  grandes 
desaciertos  políticos  y  sociales,  se  adoptó  por  condescender  con  los 
patrocinadores  de  ese  funesto  influjo  y  atraer  á  la  vida  normal  política, 
establecida  por  la  reacción  de  1876,  á  los  antiguos  radicales,  muchos  de 
ellos  provocadores  y  sostenedores  de  nuestra  efímera  pero  funesta  repú- 
blica. 

¿Y  el  ejemplo  de  estas  dos  naciones  desdichadas,  en  las  que,  sin  duda 
por  haber  interpretado  de  esa  suerte  el  derecho  de  sufragio  y  las  liberta- 
des políticas,  y  más  especialmente  la  de  la  prensa,  tomó  tanto  vuelo  la 
idea  anarquista  que  las  condena  á  la  muerte,  ha  de  bastar  para  hacer 
esa  afirmación  tan  rotunda  de  que  el  sufragio  universal  es  el  patrimonio 
de  los  pueblos  modernos?  Italia,  la  pecadora  Italia,  la  patria  de  Cavour  y 
Garibaldi,  aun  en  los  momentos  de  más  exaltación  revolucionaria,  no 
admitió  el  sufragio  universal:  su  ley  electoral  de  1899  establece  la  repre- 
sentación bajo  las  bases  de  la  capacidad  y  del  censo;  la  condición  de 
saber  leer  y  escribir  excluye  de  las  listas  electorales  un  60  por  100  de  la 
población  adulta;  y  dentro  de  los  incluidos  en  ellas,  los  capacitados  de 
distintos  grados  para  las  elecciones  políticas  alcanzan  un  77  por  100  del 
número  total  de  electores:  á  todos,  á  excepción  de  los  capacitados  inte- 
lectuales de  grados  superiores,  exige  la  ley  el  pago  por  contribuciones 
directas  de  20  liras  ó  un  alquiler  mínimo  de  500  liras  por  fincas  rústicas, 
ó  150  á  500  por  urbanas,  según  la  importancia  de  la  población.  De  esta 
suerte,  en  una  nación  con  doble  población  que  España,  sólo  alcanza  el 
censo  la  cifra  de  2.120.000  electores. 

Si  de  Inglaterra  se  trata,  nación  tantas  veces  citada  como  prototipo 
de  la  cultura  moderna,  en  cuya  constitución  política,  bien  mal  interpre- 
tada por  cierto  por  los  que  acuden  á  ella  como  modelo,  se  inspiraron 
todas  las  constituciones  actuales  del  continente,  fué  rechazado  siempre 
el  sufragio  universal;  para  la  administración  local,  en  absoluto;  en  Ingla- 
terra se  profesa  culto  al  principio  de  que  «el  que  nada  paga,  nada  tiene 
que  administrar».  Y  si  del  electorado  político  se  trata,  aunque  es  verdad 
que  la  ley  de  Gladstone  de  1884,  extendiendo  el  sistema  electoral  de  los 
Burgos  á  los  Condados  y  señalando  la  representación  proporcional  (un 
diputado  por  50.000  almas)  contradice  en  parte  su  constitución  orgá- 
nica, pero  no  llega  al  extremo  del  sufragio  universal;  aun  se  exige  por 
ella  el  pago  de  alguna  cantidad  por  alquiler,  como  mínimum  de  capa- 
cidad. 

Austria  y  Hungría  eligen  sus  Cámaras  representativas  por  medio  del 
sufragio  restringido.  Austria,  con  su  sistema  de  representación  por  cía- 


GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS  435 

ses,  sólo  admite  el  sufragio  universal  para  la  quinta  curia,  que  tiene  dere- 
cho á  elegir  72  diputados  de  los  425  que  componen  el  Reichsrath;  pero 
como  las  condiciones  de  la  quinta  curia  se  dan  en  las  demás,  todos  pue- 
den votar  en  ella;  y  como,  por  otra  parte,  los  votos  son  acumulables,  las 
elecciones  de  esta  curia  se  ven  muy  influidas  por  los  votos  de  las  res- 
tantes, atemperándose  de  esta  suerte  los  resultados  de  este  exiguo  y 
mal  llamado  sufragio  universal. 

Alemania,  quizá,  es  el  país  en  donde,  por  punto  general,  tiene  menos 
aceptación  esa  extensión  inconsiderada  del  sufragio.  Si  se  exceptúa  el 
Wurtemberg,  Estado  de  pequeña  consideración  relativamente  al  total  de 
la  población  del  Imperio,  en  todos  los  demás  Estados,  lo  mismo  para  las 
elecciones  políticas  particulares  que  para  las  administrativas,  el  voto  res- 
tringido en  sus  diversas  formas,  censatario,  por  clases,  capacitarlo,  múl- 
tiple y  plural,  ya  sólo  en  una  de  estas  formas,  ya  en  varias  combinadas, 
es  el  procedimiento  adoptado  para  la  elección  de  representantes.  Y,  sin 
embargo,  para  la  elección  del  Reichstag  prevalece  el  sufragio  universal. 
¿Cómo  explicar  este  fenómeno  tan  contrario  al  espíritu  alemán?  Cuando 
por  el  esfuerzo  de  todos  se  consiguió  aquella  tan  completa  victoria,  que 
tuvo  por  término  glorioso  la  federación  política  de  los  Estados  alema- 
nes en  el  Imperio  que  consagró  la  constitución  de  Versalles,  fué  un  acto 
político  de  trascendencia  dar  á  todos  esa  participación  en  una  de  las 
Cámaras  legislativas,  como  premio  á  su  esfuerzo;  nada  podía  temerse 
entonces  de  esta  exagerada  extensión  del  sufragio;  antes  por  el  contrario, 
supuesta  la  adhesión  del  pueblo  al  Emperador,  era  una  garantía  para  la 
consolidación  de  aquella  obra,  á  la  que  podía  oponerse  el  carácter  inde- 
pendiente de  los  elementos  directores  de  algunos  Estados.  Por  otra  parte, 
la  vida  política  y  administrativa  local,  basada  en  el  sufragio  restringido, 
era  garantía  suficiente  contra  los  excesos  que  pudieran  temerse  del 
Reichstag,  cámara  que  nunca  podía  ver  consolidados  sus  acuerdos  sin 
el  concurso  del  Bundesrath,  procedente  de  la  elección  de  los  Gobiernos 
de  los  Estados,  y  que  tenía  que  reflejar  necesariamente  el  carácter  con- 
servador que  le  imprimía  el  cuerpo  electoral  de  su  procedencia. 

No  se  puede  incluir  á  Dinamarca  entre  los  Gobiernos  representativos 
que  tienen  por  base  el  sufragio  universal.  La  edad  de  treinta  años ,  el 
estar  establecido  el  ciudadano  por  su  cuenta  en  hogar  propio  ó  arren- 
dado y  el  no  tener  prohibida  la  administración  de  sus  bienes,  limita  el 
censo  al  16  por  100  de  la  población  nacional. 

Suecia,  Rumania,  Servia,  Holanda  y  Portugal  establecen  como  con- 
dición del  voto  electoral,  ó  el  pago  de  alguna  contribución,  ó  la  capaci- 
dad, ó  ambas  cosas  á  la  vez:  ninguna  de  ellas  el  sufragio  universal. 

¿Existe  éste  en  Bélgica?  No:  aunque  la  ley  haya  reconocido  un  voto 
á  todo  ciudadano  de  veinticinco  años,  prescindiendo  de  toda  otra  con- 
dición, otorga  al  mismo  tiempo  el  voto  plural  en  favor  de  los  que  con- 
sidera más  dignos  para  el  ejercicio  de  este  derecho,  compensando  de 


436  GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS 

esta  suerte  los  irritantes  efectos  á  que  conduciría  aquel  voto  único,  uni- 
versal. El  daño  está  compensado,  y  ni  aun  en  esa  forma  hubiera  tenido 
cabida  en  Bélgica,  si  la  ambición  de  socialistas  y  liberales  coaligados  no 
hubiese  obligado  á  dar  ese  paso  á  aquel  Gobierno  prudente,  que  supo 
con  sus  medidas  previsoras  evitar  grandes  peligros  y  poner  á  aquel  cató- 
lico país  á  la  cabeza  de  los  pueblos  civilizados. 

Como  se  ve,  la  experiencia  confirma  la  razón,  y  nada  deja  que  oponer 
á  los  partidarios  de  la  ciencia  positiva,  para  los  que  el  hecho  es  siempre 
la  razón  inapelable.  Muy  lejos  de  nosotros  impugnar  el  hecho  como 
fuente  de  conocimiento;  pero  más  lejos  aún  el  considerarlo  como  única 
fuente,  y  menos,  si  cabe,  el  considerar  estados  de  derecho  los  que  el 
hecho  tan  sólo  tiene  establecidos.  Todo  hecho  contrario  á  la  razón  debe 
de  ser  combatido  y  destruidos  sus  efectos  por  los  medios  y  en  el  tiempo 
que  la  prudencia  aconseje  en  cada  caso.  ¿Por  ventura  no  ha  sido  esa  y 
no  es  la  norma  de  conducta  de  los  sostenedores  del  hecho  actual  político 
á  título  de  consumado?  ¿No  eran  un  hecho  consumado  las  constituciones 
políticas  precedentes  y  las  actuales  alejadas  de  lo  que  llaman  «el  nuevo 
derecho»,  que  ellos  combatieron  y  combaten  con  tanto  empeño?  No  se 
diga,  pues,  que  esos  hechos  los  consagra  un  principio  científico-político 
intangible;  confiésese  sinceramente  que  no  se  quiere  tocar  lo  que  la  uti- 
lidad, el  egoísmo  ú  otros  motivos  más  bajos,  si  es  que  los  hay,  aconse- 
jan se  conserve. 

Y  sea  esta  la  primer  razón  que  alegamos  á  los  que  sistemáticamente 
se  oponen  á  toda  reforma  en  nuestra  legislación  electoral,  que  suprima, 
ó  atenúe  al  menos,  los  efectos  del  sufragio  universal  igual,  en  mal  hora 
admitido  en  nuestra  patria. 

¿No  basta  el  ejemplo  de  tantas  naciones  de  primer  orden  y  de  las 
muchas  que  las  secundan,  oponiéndose  á  un  sistema  tan  irracional  y  per- 
nicioso? Prescindiendo  de  Rusia,  con  sus  105  millones  de  habitantes 
en  nuestro  continente,  en  donde  la  representación  para  la  Duma  y  para 
su  régimen  administrativo  se  realiza  por  el  censo  restringido  (y  en 
este  sentido  bien  pudiéramos  incluirla  en  nuestra  cuenta).  ¿No  pesan 
nada  en  la  balanza  de  esa  ciencia  positiva  esas  12  naciones  á  que  antes 
nos  hemos  referido,  con  más  de  210  millones  de  habitantes,  oponién- 
dose, más  ó  menos  radicalmente,  al  sufragio  universal?  El  orden,  la 
cultura,  la  sensatez  de  esos  12  pueblos  y  de  esos  210  millones  de  habi- 
tantes, ¿no  han  de  valer  más  en  el  ánimo  de  nuestros  políticos  pen- 
sadores, que  esos  otros  70  millones,  de  los  que  49  pertenecen  á  Francia 
y  el  resto  á  esos  otros  pueblos  insignificantes,  que  en  su  falta  de  auto- 
nomía moral  son  arrastrados  por  el  influjo  de  esa  gran  nación,  hoy  tan 
decadente?... 

Hora  es  ya  de  volver  por  los  fueros  del  sentido  común;  de  cerrar  el 
paso  á  esa  ola  de  anarquismo  que  nos  amenaza,  si  es  que  no  estamos 
ya  envueltos  en  ella,  y  de  rectificar  los  malos  pasos  que,  la  irreflexión  ó 


GOBIERNOS   REPRESENTATIVOS  437 

una  indisculpable  condescendencia  hicieron  dar  á  nuestro  pueblo.  Puesto 
que  las  razones  que  aconsejan  esa  rectificación  son  claras  y  el  ejeriplo 
es  patente,  imitemos  éste. 

No  dejamos  de  reconocer  que  una  reforma  radical  resulta  actual- 
mente poco  menos  que  imposible.  Suscitaría  necesariamente  una  revolu- 
ción sangrienta  en  un  pueblo  que  vive  engañado  acerca  de  la  extensión 
legítima  de  sus  derechos  políticos,  cuya  posesión  no  se  dejaría  arrebatar, 
ni  comprendería,  en  el  estado  actual,  las  razones  de  justicia  que  se 
alegaran  para  ello. 

El  pueblo  vive  ciertamente  engañado:  se  le  ha  hecho  entender  el  de- 
recho que  tiene  para  nombrar  sus  representantes;  pero  no  se  le  explicó 
la  naturaleza  de  ese  derecho,  los  deberes  que  supone  y  las  condiciones 
para  su  ejercicio. 

Si  se  le  hubiera  hecho  entender  que  ese  derecho  no  era  esencial  en 
la  vida  del  Estado  puesto  que  la  sociedad  puede  alcanzar  su  fin  sin  ese 
medio,  como  lo  prueba  el  recto  uso  de  la  autoridad  en  los  Gobiernos  no 
representativos  á  la  moderna,  que  justifica  la  legitimidad  de  éstos,  cier- 
tamente que  no.  hubiera  procurado  ese  derecho  con  tanto  ^^mpeño.  Si 
convencido  de  esa  verdad  llegara  á  comprender  que  siendo  solo  condi- 
ción natural,  no  esencial,  de  la  vida  de  la  nación  el  derecho  de  sufragio, 
subsistiría  éste  mientras  la  voluntad  nacional  no  pactara  lo  contrario, 
pero  que  sobre  él  cabe  el  pacto  constitucional,  que  como  en  todo  dere- 
cho de  este  género,  puede  prescindir  de  él  ó  establecerle  según  lo  pida 
la  historia,  el  carácter  y  la  cultura  de  cada  país,  es  más  que  probable 
que  su  establecimiento  ó  modificación  no  causaría  las  perturbaciones 
que  costó  ni  los  nuevos  males  que  nos  amenazan. 

Menos  temibles  serían  aún  esos  daños  si  al  informar  al  pueblo  se  le 
hubiera  convencido  de  que  ese  derecho,  como  todos,  por  muy  natural 
que  sea,  arguye  capacidad,  como  antes  indicábamos,  y  principalmente 
que  no  es  un  derecho  privado  (como  todos  reconocen  al  oponerse  á  que 
de  él  dispongan  los  particulares  á  su  arbitrio),  sino  un  derecho  público, 
pues  que  su  término  es  el  bien  público  general,  y  que,  como  todos  los  de 
este  género,  dice  relación  á  los  derechos  de  los  demás,  supone  deberes 
irrenunciables  y  el  ejercicio  recto  del  mismo,  ya  que  no  puede  dirigirse" 
tan  sólo  al  bien  particular. 

Por  fin,  se  aquietarían  las  gentes  si  entendiesen  que  establecido  el 
sufragio  como  órgano  de  la  vida  pública  en  las  sociedades  que  se  hubie- 
sen constituido  en  un  régimen  representativo,  á  la  ley  corresponde  el 
determinar  su  extensión  y  la  forma  de  su  ejercicio,  teniendo  en  cuenta 
los  altos  fines  de  su  institución. 

Pero  ¿cómo  llegar  á  esa  tan  necesaria  reforma?  Por  pasos  contados; 
no  hay  otro  medio.  Es  necesario  preparar  la  inteligencia  del  pueblo  á 
fin  de  llegar  á  mover  su  voluntad.  Se  impone  la  cultura  general  sobre 
este  punto,  hoy  del  dominio  público  y  plagado  de  errores,  y  para  ello  es 


438  GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS 

un  deber,  por  parte  de  los  que  sienten  el  daño,  el  descender  á  la  arena^ 
el  sacrificarse,  aleccionando  al  pueblo  por  cuantos  medios  de  propaganda 
autoriza  la  ley.  Es  inútil  reconocer  el  daño  y  callarse  ó  permanecer  inac- 
tivo: están  en  pleito  intereses  grandísimos;  no  es  el  menor  de  ellos  el 
sagrado  de  la  patria,  y  se  impone  el  luchar  en  el  campo  de  la  vida  pública, 
único  en  que  se  riñe  la  batalla. 

Quizá  los  primeros  pasos  que  debieran  darse  en  este  sentido  fueran, 
dentro  del  criterio  de  la  ley  actual,  ampliar  el  número  de  los  excluidos 
como  indignos;  y  fuera  de  ese  criterio,  abrir  camino  al  voto  plural. 

¿Por  qué  entre  los  indignos  han  de  considerarse  comprendidos  sola- 
mente los  reos  de  grandes  delitos?  ¿No  arguye  falta  de  moralidad  sufi- 
ciente para  el  ejercicio  de  función  tan  delicada,  la  transgresión  de  la  ley, 
aunque  no  sea  en  tanto  grado,  y  más  aún  la  reincidencia  en  cualquier 
clase  de  delito?  Y  aun  sin  transgresión  de  ningún  género.  ¿Cómo  incluir 
en  la  lista  de  electores  á  los  enemigos  declarados  de  la  sociedad  y  de  la 
patria?  Los  que  públicamente  manifestaren  estos  sentimientos,  ó  estu- 
vieren adscritos  á  agrupaciones  que  tuvieren  esos  ñnes,  no  pueden  alegar 
ningún  derecho  á  la  intervención  directa  ó  indirecta,  política  ó  adminis- 
trativa de  la  nación  en  cuya  desmoralización  y  consiguiente  ruina  cifran 
sus  esperanzas. 

El  voto  plural,  dentro  de  las  medidas  de  otro  género,  no  es  cierta- 
mente el  remedio  eñcaz  que  reclama  el  daño,  pero  sería  un  alivio  de 
import^ancia  y,  sobre  todo,  implicaría  el  reconocimiento  del  mal  y  el  intento 
de  extirparlo,  que  no  es  poco  cuando  de  recobrar  la  salud  se  trata. 

¿Y  qué  signiñca  el  voto  plural?  El  atemperamiento  del  sufragio  uni- 
versal: es  matar  la  crudeza  de  éste;  oponer  al  peso  brutal  del  número 
insconsciente  la  influencia  de  la  honradez,  de  la  moralidad,  de  la  inteli- 
gencia ilustrada,  del  interés  positivo  en  la  conservación  del  orden  y  en  la 
prosperidad  social.  ¿Cómo?  Otorgando  además  del  voto  común  á  todos 
los  ciudadanos,  otro  ú  otros  más,  en  relación  con  las  circunstancias  que 
acabamos  de  anotar;  porque  si  es  razonable  otorgar  alguna  participación 
al  que  tiene  algún  interés,  nada  más  conforme  con  ese  mismo  principio, 
que  el  que  esa  participación  sea  tanto  mayor  cuanto  mayor  sea  ese  inte- 
rés; y  si  se  atiende  al  fin  del  sufragio,  nada  más  justo  que  el  otorgar 
mayor  influencia  directa  ó  indirecta  en  la  constitución  y  gobierno  del 
país  al  más  digno,  al  que  con  mayores  probabilidades  de  acierto  puede 
intervenir  en  él. 

No  se  nos  oculta  que  lo  difícil  en  ese  caso  es  determinar  cuáles  sean 
esas  circunstancias  y  el  valor  subjetivo  que  puedan  tener:  que  la  riqueza 
y  la  ilustración  por  sí  solas  no  bastan  si  no  las  acompaña  la  moralidad; 
pero  siendo  como  son  elementos  favorables  á  la  capacidad,  ¿cómo  no  ele- 
girlas también  como  base  para  el  señalamiento  de  esa  distinción  elec-J 
toral?  La  ley  no  desciende,  ni  puede,  á  los  casos  determinados,  en  los 
que  acaso  no  se  dan  las  razones  particulares  de  su  otorgamiento;  se 


GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS  439 

inspira  en  los  principios  generales,  en  las  razones  comunes,  en  el  modo 
ordinario  de  ser  de  la  vida;  y  en  el  caso  concreto  que  tratamos,  ¿qué 
duda  cabe  que  el  adulto  y  con  hijos,  que  con  su  laboriosidad  y  sus  vir- 
tudes logra  fundar  un  hogar;  que  con  la  virtud  del  ahorro  que  propor- 
ciona la  vida  modesta  adquiere  un  capital;  que  quien  destruyó  la  natural 
rudeza  con  el  estudio,  y  tiene  conciencia  mayor  ó  menor  del  valor  de  los 
problemas  que  entraña  la  vida  pública,  es  el  naturalmente  designado 
para  ejercer  con  fruto  la  función  del  sufragio? 

Así  lo  han  entendido  la  mayor  parte  de  los  pueblos  antes  citados, 
quienes  para  la  representación  política  y  administrativa  otorgan  el  voto 
plural,  ú  otro  equivalente  como  el  de  clases,  ó  el  múltiple,  variando  en 
la  determinación  de  su  extensión,  según  la  cultura  reconocida  de  cada 
país  desde  el  máximum  de  cuatro  votos  que  otorga  Bélgica  hasta  el 
de  30  que  se  concede  en  Bochum  (Alemania)  para  la  elección  de  algu- 
nos organismos  administrativos. 

Ya  sabemos  que  la  simple  proposición  del  proyecto  levantaría  tem- 
pestades en  el  campo  de  los  ignorantes,  de  los  desleales  á  la  patria,  y 
más  aún  en  el  de  los  especuladores  de  la  política;  pero  en  el  terreno  de 
la  razón,  ¿qué  podrían  oponer  que  tuviera  importancia?  Y  de  no  tenerla, 
¿por  qué  condenar  á  la  nación  á  vivir  esclavizada  en  ese  yugo? 

Dirían  que  el  proyecto  era  anticonstitucional,  por  oponerse  á  la  igual- 
dad que  se  establece  en  ella;  pero  ¿con  qué  fundamento?  El  artículo  24 
de  la  Constitución  sólo  habla  de  Juntas  electorales  como  medio  de  ele- 
gir representantes;  y  dentro  del  sentido  indeterminado  de  estas  palabras 
lo  mismo  cabe  el  sufragio  restringido  que  el  universal,  y,  dentro  de  este 
último,  el  igual  que  el  templado  por  el  voto  múltiple  ó  plural.  Por  el  su- 
fragio restringido  se  empezó,  interpretando  este  texto,  y  si  una  ley  le  hizo 
universal,  otra  puede  introducir  en  éste  las  reformas  que  se  estimen  con- 
venientes. 

¡Qué  destruye  la  igualdad!  Pero  ¿cómo  entenderían  los  que  así  ha- 
blasen la  igualdad  que  se  establece  en  la  ley  Constitucional?  Allí  sólo  se 
habla  de  que  á  todos  está  abierto  el  camino  para  aspirar  á  los  honores 
y  cargos  públicos;  pero  nadie  ha  entendido  nunca  que  por  el  solo  hecho 
de  ser  ciudadano,  todos  ya  son  idóneos  para  gozarlos  ó  ejercerlos: 
esa  capacidad  relativa,  de  hecho  y  de  derecho,  siempre  se  ha  exigido. 
La  ley,  pues,  que  estableciera  uno  ó  más  votos  en  favor  de  los  más  dig- 
nos por  sus  condiciones  ó  capacidad,  sería  antilegal  si  cerrara  el  acceso 
á  esos  distintos  grados;  pero  mientras  todos  libremente  puedan  adquirir 
esa  capacidad,  quedará  á  salvo  el  principio  constitucional. 

Apoyarían,  sin  duda,  sus  razones  los  impugnadores  de  esa  reforma  en 
la  contradicción  aparente  que  resultaría  de  reconocer  por  una  parte  el 
derecho  igual  de  todos,  y  negarle  por  otra  concediendo  á  algunos  lo  que 
no  se  otorga  á  los  demás.  Pero,  después  de  lo  dicho,  ¿quién  puede  dar  im- 
portancia á  este  argumento?  Igualdad  y  extensión  que  pudieran  no  haber 


440  GOBIERNOS  REPRESENTATIVOS 

existido,  si  existen,  no  arguyen  más  derecho  que  el  comprendido  en  la 
ley;  y  derecho  cuyo  ejercicio  supone  capacidad,  tan  varia  como  pueden 
ser  en  el  hombre  las  distintas  circunstancias  de  que  procede,  es  evidente 
que  sólo  en  proporción  de  esa  capacidad  diferente  puede  ser  distribuido. 

Pero  añadirían,  quizá:  «eso  es  favorecer  á  los  elementos  conservado- 
res del  país,  cualquiera  que  sea  su  filiación  política,  en  daño  de  los  par- 
tidos avanzados,  que  reclutan  sus  adeptos  entre  los  desheredados  de  la 
fortuna  y  consiguientemente  de  la  cultura  que  abre  camino  á  esas  capa- 
cidades superiores».  No  es  verdad:  eso  es  depurar  el  Cuerpo  electoral 
atendiendo  tan  sólo  al  fin  nacional  y  prescindiendo  por  entero  de  los 
partidos  políticos.  No  es  otorgar  un  privilegio:  es  reconocer  la  mayor 
influencia  que  naturalmente  deben  de  ejercer  en  el  gobierno  y  en  los 
destinos  de  la  nación  el  talento,  la  virtud,  el  mayor  interés  en  la  paz  y 
orden  social,  dondequiera  que  estuvieren  y  cualquiera  que  sea  el  modo 
que  tuvieren  de  entender  y  practicar  la  política. 

Si  así  realmente  se  hablara;  ¿qué  se  querría  decir  con  esos  temores 
no  formulados  claramente?  ¿Que  los  partidos  que  se  llamarían  perjudi- 
cados no  se  nutren  con  esos  elementos?  ¿Pues  no  dicen  diariamente 
que  la  cultura  es  su  signo,  y  la  ignorancia  el  distintivo  de  toda  reacción? 
¿Presentirían  acaso  que  la  experiencia  demostrara  lo  contrario?  En  ese 
caso,  de  ser  sinceros,  tendrían  que  modificar  sus  aspiraciones,  que  pro- 
curar la  cultura  necesaria  de  que  carecen,  y  abandonar  la  vana  preten- 
sión de  trastornar  el  orden  natural  exigiendo  que  los  arquitectos  empu- 
ñen la  azada  y  sean  los  trabajadores  los  encargados  de  ordenar  y  diri- 
gir la  construcción. 

Mayor  fundamento  tendrían,  sin  duda,  los  que  combatiesen  el  pro- 
yecto por  insuficiente,  toda  vez  que  no  destruiría  los  peligros  del  sufra- 
gio universal.  Porque  ó  se  concedía  el  voto  plural,  dirían,  con  tal  exten- 
sión que  hiciera  desaparecer  en  las  urnas  la  influencia  de  la  multitud 
menos  capacitada;  ó,  de  otorgarse  moderadamente,  subsistiría  el  desequi- 
librio, y  otra  vez  se  vería  frustrada  para  el  gobierno  la  influencia  deci- 
siva de  la  mayor  capacidad. 

Concedemos  de  buen  grado  lo  primero,  que  la  reforma  con  tal  ex- 
tensión sería  equivalente  á  negar  el  sufragio  universal;  más  es:  creemos 
que  sería  un  medio  vergonzoso  é  indigno  de  combatir  un  mal  que  se  re- 
conoce y  no  se  quiere  confesar;  y  es  evidente  que  si  el  ataque  directo, 
como  antes  decíamos,  desencadenaría  una  revolución,  fuera  ésta  más 
violenta  si  por  medios  innobles  tratara  de  combatírsele. 

Pero  respecto  del  segundo  extremo  de  la  objeción,  único  condu- 
cente, pues  por  ahora  no  se  ve  encontremos  medio  franco  para  empren- 
der el  camino  de  la  necesaria  reforma,  distamos  mucho  de  otorgar  igual 
concesión.  Por  algo  negarían  á  la  influencia  que  de  tal  modo  se  ejerciera 
el  carácter  de  decisiva,  porque  negar  que  fuera  alguna,  sería  cerrar  los 
ojos  á  la  luz.  Si  á  todos  se  reconoce  el  derecho  de  votar;  enfrente  de 


GOBIERNOS   REPRESENTATIVOS  441 

los  empobrecidos  por  los  vicios,  de  los  vagabundos  y  liolgazanes,  de 
los  desalmados  que  abandonan  sus  hijos,  de  toda  esa  escoria  de  la  vida 
dispuesta  siempre  al  motín,  al  desorden  que  les  convida  hasta  con  sa- 
crilegos despojos,  no  cabe  más  ^defensa  que  multiplicar  el  voto  de  los 
que  son  menos,  de  los  que  con  el  trabajo  y  la  virtud  se  han  despojado 
de  esa  herrumbre.  ¿Que  no  se  alcanza  con  eso  una  verdadera  compen- 
sación? Pero  porque  sea  pequeña,  ¿dejará  de  serlo?;  y  si  lo  es,  ¿á  qué 
despreciarla?  Propongan  y  trabajen  por  realizar,  los  que  así  discurren, 
cualquier  otro  medio  práctico  y  provechoso,  que  por  adelantado  pue- 
den contar  con  el  aplauso  y  la  cooperación  de  cuantos  se  interesan  por 
resolver  este  arduo  problema. 

Por  nuestra  parte,  cualquiera  que  sea  la  opinión  de  nuestros  lectores 
nos  contentamos  con  llamarles  la  atención  sobre  el  peligro.  Reconocer 
el  mal  y  no  proponer  algún  remedio,  seguir  concediendo  sin  réplica,  más 
tarde  ó  más  temprano,  todo  cuanto  pretende  la  multitud  ignorante  y  en- 
loquecida; es  abandonar  la  defensa  de  la  sociedad,  entregándola  en  manos 
de  sus  mortales  enemigos. 

Félix  López  del  Vallado. 


Sexto  Consreso  Internoclonal  de  Pslcolosío 


Ginebra,  3-7  de  Agosto  de  1909. 


€, 


.L  primer  Congreso  internacional  de  Psicología  se  celebró  hace 
veinte  años  en  París,  bajo  la  presidencia  de  Mr.  Ribot.  Este  primer  Con- 
greso se  titulaba  de  «Psicología-fisiológica»;  en  los  siguientes  se  ha 
suprimido  el  epíteto  «fisiológica».  El  segundo  se  celebró  en  Londres 
en  1891;  el  tercero  en  Munich  en  1896;  para  el  cuarto,  que  se  celebró 
en  1900,  fué  elegido  París;  el  de  1905,  que  fué  el  quinto,  tuvo  lugar  en 
Roma,  y  en  1909  han  acudido  á  Ginebra  más  de  600  individuos  para 
celebrar  el  sexto  Congreso  internacional  de  Psicología.  Nosotros  asisti- 
mos en  representación  de  Razón  y  Fe. 

El  día  3  de  Agosto  fué  el  señalado  para  la  apertura  del  Congreso,  y, 
en  efecto,  á  las  nueve  de  la  mañana  de  ese  día  se  celebró  en  el  aula  de 
la  Universidad  la  primera  sesión  general,  con  la  asistencia  de  unos  400 
congresistas;  ese  día  y  el  siguiente  fueron  llegando  más  de  200,  muchos 
de  los  cuales  quedaron  sorprendidos  al  ver  que  el  Congreso  había 
comenzado  sus  tareas  el  día  3  por  la  mañana,  pues  generalmente  la  reu- 
nión del  primer  día  se  verifica  á  la  caída  de  la  tarde  y  se  reduce  á  un 
discurso  de  bienvenida.  Este  ejemplo  de  puntualidad  nos  causó  buena 
impresión,  y  nos  indujo  á  creer  que  el  Congreso  se  hallaba  animado  del 
espíritu  de  trabajo  y  deseoso  de  aprovechar  el  tiempo.  Excusado  es 
advertir  que  al  hacer  la  relación  del  Congreso,  ni  podemos  mencionar 
todos  los  puntos  discutidos,  ni  en  cada  uno  de  los  mencionados  ocupar- 
nos tan  extensamente  como  quisiéramos;  antes  bien,  nos  vemos  precisa- 
dos á  ser  breves,  en  la  inteligencia  de  que  para  quienes  desean  tener 
conocimiento  más  completo,  aparecerá  el  volumen  del  Congreso  con 
todos  los  discursos  y  discusiones.  Para  mayor  claridad  y  orden  reduci- 
remos á  cinco  grupos  las  materias  tratadas  en  el  Congreso. 

I 

PSICOLOGÍA  DE   LOS   FENÓMENOS  RELIGIOSOS 

La  cuestión  de  más  trascendencia  y  que  más  vivamente  interesó  á 
todos  los  congresistas  fué  la  «Psicología  de  los  fenómenos  religiosos». 
Los  conferenciantes  que  figuraban  á  la  cabeza  eran  el  Dr.  Harald  Hóf- 


SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA  443 

fding,  profesor  de  la  Universidad  de  Copenhague,  y  el  profesor  Leuba, 
de  Bryn  Mawr  (Estados  Unidos  de  América  del  Norte).  Hoffding  habló 
del  problema  y  método  de  la  Psicología  de  la  Religión.  El  autor  de  la 
Filosofía  de  la  Religión  comienza  haciendo  profesión  de  pragmatista  en 
la  psicología  religiosa,  proclamando  la  religión  de  los  valores.  *Una 
necesidad,  un  deseo,  una  voluntad  es  siempre  el  fundamento  del  senti- 
miento; mas  no  del  sentimiento  religioso,  pues  éste  se  halla  siempre 
influido  por  el  medio  social  en  que  el  individuo  se  desenvuelve.»  La 
Religión,  según  él,  aparece  solamente  cuando  el  hombre  se  convence  de 
que  el  valor  de  su  propia  vida  no  depende  únicamente  de  su  trabajo  y 
energía;  entendiendo  por  «valor»  los  hechos  psicológicos  puestos  en 
virtud  de  la  actividad  voluntaria.  «Mientras  el  hombre  se  considere  dueño 
absoluto  de  su  suerte  y  de  la  de  sus  valores,  no  habrá  Religión;  la  con- 
dición de  la  religión  es  la  experiencia  de  una  limitación  y  de  una  depen- 
dencia de  un  orden  de  cosas  más  vasto  que  la  esfera  de  la  voluntad  y 
de  las  facultades  humanas...» 

Cualquiera  creería  que  en  estas  últimas  palabras  se  alude  á  la  exis- 
tencia de  un  orden  sobrenatural,  ó  de  un  ser  superior  invisible,  ó  de  una 
causa  primera  trascendente  al  mundo;  nada  de  eso.  «El  método  psicoló- 
gico é  histórico,  añade  Hoffding,  no  siempre  bastan  para  explicar  el  ori- 
gen y  evolución  de  los  fenómenos  religiosos:  ¿qué  hacer?  ¿Recurrir  á 
causas  trascendentes?  No;  hay  que  suponer  que  habrá  otras  fuerzas  psí- 
quicas desconocidas,  pero  naturales.»  Averiguar  cuáles  son  esas  fuerzas 
y  cuál  su  relación  con  las  conocidas  es  objeto  de  la  crítica  religiosa. 
Porque  es  de  saber  que  el  filósofo  de  Copenhague  distingue  dos  perío- 
dos: períodos  clásicos  y  períodos  críticos  de  la  Religión;  en  los  primeros, 
el  alma  lo  espera  todo  de  la  Religión,  en  ellos  la  psicología  puede  lla- 
marse religiosa;  sólo  en  los  segundos  es  posible  fundar  ó  construir  la 
psicología  de  los  fenómenos  religiosos.  Terminó  encareciendo  la  im- 
portancia de  la  psicología  religiosa;  pero  no  se  olvide  que  en  ella  Hof- 
fding prescinde  de  toda  causa  y  orden  trascendental. 

Como  no  seguimos  el  orden  cronológico  de  los  conferenciantes,  sino 
el  ideológico  de  las  materias  tratadas,  podemos  añadir  aquí  que  el  pre- 
sidente del  Congreso,  Mr.  Flournoy,  se  expresó  en  el  mismo  sentido 
positivista  ó  de  abstención  precisiva  que  Hoffding.  Según  él,  «la  ciencia 
no  puede  demostrar  ni  la  existencia  ni  la  no  existencia  de  Dios;  Dios  está 
fuera  de  toda  ciencia.  Ciertos  teólogos,  prosigue,  quisieran  recurrir  á 
una  causa  primera,  tan  pronto  como  se  hayan  eliminado  las  causas 
naturales  insuficientes  para  la  explicación  de  los  fenómenos  religiosos; 
pero  esto  es  desconocer  por  completo  las  exigencias  y  esfera  de  la 
ciencia  que  investiga  las  meras  condiciones  empíricas  que  determinan  el 
fenómeno».  A  muchos  de  los  que  le  escuchaban,  conocedores  del  valor 
de  los  argumentos  clásicos  para  probar  la  existencia  de  Dios  y  de  la 
doctrina  católica  sobre  este  punto,  les  ocurriría,  sin  duda,  este  pensa- 


444  SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL  DE   PSICOLOGÍA 

miento:  ¿no  sería  más  modesto,  además  de  ser  más  verdadero,  inculparse 
á  sí  mismo,  á  su  propia  ignorancia,  y  no  á  la  ciencia,  de  la  incapacidad 
de  demostrar  la  existencia  ó  no  existencia  de  Dios? 

En  todo  caso,  Mr.  Flournoy  quería  excluir  la  necesidad  de  acudir  á 
un  principio  trascendente,  y  hablaba  conforme  á  las  ideas  de  W.  James, 
á  quien  citó,  y  en  quien  se  han  inspirado  muchos  modernistas.  Creemos 
que  hablaba  sinceramente,  tal  y  como  él  sentía,  pues  llegó  á  decir  que 
otros,  que  creen  haber  resuelto  este  problema  misterioso,  estarán  más 
tranquilos  que  él.  Para  estas  fechas  también  él  lo  habrá  resuelto,  pues 
tuvimos  noticia  de  que  á  fines  de  Agosto  había  entregado  su  alma  á 
Dios.  Nosotros  le  debemos  un  recuerdo,  una  gratitud  y  un  deseo.  El 
recuerdo  de  lo  mucho  que  trabajó  en  el  Congreso,  la  gratitud  á  sus 
atenciones,  que  se  multiplicaba  por  complacer  á  todos,  y  el  deseo  de 
que  Dios  le  haya  acogido  en  su  seno. 

El  Dr.  Leuba  no  se  contentó  con  prescindir  del  orden  trascendente  y 
sobrenatural;  comenzó  negándolo  y  negando  la  existencia  de  todo  ser 
trascendente  y  absoluto.  Su  memoria  consta  de  dos  partes:  en  la  primera 
presenta  á  la  Religión  como  función  meramente  biológica.  «La  Religión 
no  es  ni  un  sistema  de  creencias,  ni  puro  sentimiento;  es  una  «manifesta- 
'>ción  de  la  vida».  El  hombre  se  dice  religioso  cuando  entra  en  relación 
con  ciertos  poderes  espirituales  ó  fuerzas  invisibles.  La  Religión  es  como 
una  parte  de  la  lucha  por  la  vida,  que  se  hace  con  el  auxilio  de  ciertas 
fuerzas  del  orden  espiritual.  Es  uno  de  los  medios  descubiertos  por  el 
hombre  para  vivir  mejor  y  con  más  abundancia  de  medios;  es  un  método 
de  vida...» 

En  la  segunda  expone  las  relaciones  de  la  ciencia  con  la  reli- 
gión, y  pregunta:  ¿tiene  la  ciencia,  la  psicología,  derecho  á  tratar  de  los 
fenómenos  religiosos?;  y  responde:  sí;  porque  los  fenómenos  religiosos  y 
místicos,  por  complicados  y  misteriosos  que  sean,  al  fin  son  sentimien- 
tos, son  pensamientos,  son  acciones  psíquicas  ó  psicológicas.  Por  tanto, 
el  psicólogo,  como  tal,  puede  en  nombre  de  la  ciencia  tratar  de  estudiar 
tales  fenómenos.  Impugna  la  llamada  por  él  «tendencia  teológica»,  según 
la  cual  el  problema  religioso  se  halla  divorciado  de  la  ciencia  como  en 
un  departamento  cerrado,  en  un  como  estado  de  secuestro,  adonde  no 
puede  llegar  la  investigación  científica.  Esta  tendencia  se  halla,  á  juicio 
del  conferenciante,  representada  por  Alberto  Ritschl,  y  se  inspira  en 
aquella  fórmula  de  Pascal:  «El  corazón  tiene  razones  que  la  razón  no 
conoce.»  «Tal  punto  de  vista,  dice  Leuba,  no  es  científico,  porque  se 
aparta  de  la  crítica  y  de  la  observación  de  los  fenómenos  religiosos  indi- 
viduales.» 

Excusado  es  añadir  que  Leuba,  después  de  la  profesión  atea 
que  hizo  al  principio,  no  admite  el  principio  de  la  trascendencia,  sino 
que  se  encierra  dentro  del  inmanentismo  y  del  automatismo  psicológico, 
para  explicar  el  principio  de  la  conversión  religiosa.  Y  en  cuanto  á  lo 


SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL  DE   PSICOLOGÍA  445 

que  dice  de  la  «tendencia  teológica»,  jamás  los  teólogos,  al  menos  los 
católicos,  han  delegado  en  Ritschl  su  representación,  ni  están  conformes 
con  él  en  lo  de  aislar  los  fenómenos  religiosos  de  la  investigación  cien- 
tífica. 

En  tonos  más  radicales  aún  que  Leuba  se  expresó  el  profesor  de 
Lyon,  Mr.  R.  Dubois,  diciendo  que  la  Religión  consiste  toda  ella  en  el 
dogma,  y  que  la  ciencia  aplasta  á  la  Religión  y  destruye  el  dogma;  y  en 
la  última  sesión  de  esta  materia,  que  fué  el  último  día  del  Congreso,  hizo 
su  profesión  de  fe,  diciendo  que  él  ni  era  espiritualista  ni  materialista, 
sino  monista. 

Subió  á  la  tribuna  el  Dr.  Lutoslawski,  de  Cracovia,  el  cual,  dirigién- 
dose á  los  que  le  precedieron  en  el  uso  de  la  palabra,  les  endilgó  una 
furibunda  catilinaria:  aquello  era  repentizar  con  espontaneidad,  encararse 
con  gallarda  valentía,  apostrofar  con  intrepidez  y  hablar  tanquam  aucto- 
ritatem  habens,  á  guisa  de  campeón  de  la  Iglesia  católica  y  del  orden 
sobrenatural.  Y  aunque  no  todos  sus  conceptos  fueron  exactos,  y  salió 
un  poco  del  estado  de  la  cuestión;  pero  cierto  que  él,  si  alguno,  podía 
hablar  de  experiencias  religiosas,  como  en  efecto  habló  de  su  conversión 
del  protestantismo  al  catolicismo,  manifestando  que  había  profesado  por 
espacio  de  veinte  años  la  religión  protestante  por  ignorar  los  sólidos 
fundamentos  de  la  verdad  católica,  por  escepticismo  y  otros  motivos 
de  orden  moral,  que,  sin  importarle  un  ardite  el  qué  dirán,  designó  allí 
mismo  con  su  propio  nombre. 

Habló  varias  veces,  y  siempre  con  mucha  elocuencia,  el  abate 
Pacheu,  de  París,  para  exponer  el  «Progreso  de  los  estudios  místicos 
desde  el  Congreso  de  1900»,  insistiendo  en  que  había  que  considerar  los 
fenómenos  religiosos  desde  el  punto  de  vista  meramente  psicológico; 
pero  insistió  demasiado  y  con  poco  acierto  en  que  allí,  por  lo  mismo  que 
se  trataba  de  un  Congreso  psicológico,  al  estudiar  la  psicología  de  los 
fenómenos  religiosos,  había  que  prescindir  de  la  causa  primera,  de  si 
existe  ó  no  Dios.  «El  organismo  psicológico,  dice,  puede  ser  comparado 
á  un  instrumento  de  música  que  puede  ser  tocado  por  manos  más  ó 
menos  diestras;  que  responda  al  influjo  de  un  agente  natural  ó  sobrena- 
tural, él  vibrará  siempre  según  su  naturaleza  propia.» 

Esta  comparación,  sin  embargo,  no  es  apta  para  significar  lo  que  pre- 
tendía el  conferenciante,  á  saber,  que  haya  que  prescindir  de  Dios  en 
esta  cuestión,  porque  si  hacemos  la  aplicación,  tendremos  que  los  fenó- 
menos religiosos  pueden  ser  estudiados  por  católicos,  por  protestantes 
y  aun  por  los  que  no  tienen  ninguna  religión,  y  que  aquellos  «vibrarán» 
ó  se  mostrarán  según  su  naturaleza;  pero  ¿es  que  los  fenómenos  religio- 
sos, por  más  que  sean  estudiados  por  los  psicólogos,  son  meramente 
psicológicos?  ¿no  son  también  religiosos?:  luego  «vibrarán»  como  son, 
como  fenómenos  psicológico-religiosos.  Ahora  bien:  si  son  religiosos, 
¿se  puede  prescindir  de  la  Religión?  Tanto  equivaldría  á  decir,  como 

RAZÓN   Y  FE,  TOMO  XXV  30 


446  SEXTO    CONGRESO   INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA 

respondió  muy  bien  Lutoslawski,  que,  tratándose  de  fenómenos  bioló- 
gicos, hay  que  prescindir  de  la  vida. 

Y  si  no  se  puede  prescindir  de  la  Religión,  ¿podrá  prescindirse 
de  Dios?  Comprendemos  que  puedan  responder  afirmativamente  los 
modernistas  y  los  que  hacen  consistir  la  Religión  en  un  sentimiento 
meramente  sujetivo;  pero  para  un  católico,  como  es  el  abate  Pacheu,  la 
Religión,  no  ya  considerada  como  culto  externo,  que,  cierto,  allí  de  esto 
no  se  trataba,  pero  aun  como  acto  psicológico  es  algo  más,  mucho  más 
que  un  sentimiento,  total  y  absolutamente  encerrado  en  el  yo;  es  un  sen- 
timiento y  un  acto  de  la  criatura  racional,  cuya  proyección  necesaria  y 
esencialmente  llega  hasta  Dios,  como  á  principio  y  dueño  absoluto  y 
soberano  de  nuestra  vida;  si  se  prescinde  de  esta  proyección,  el  fenó- 
meno podrá  ser  psicológico,  mas  no  religioso,  y  mal  se  podrá  estudiar  la 
psicología  de  los  fenómenos  religiosos.  Hemos  querido  fijarnos  en  esto, 
porque  atañe  directa  é  inmediatamente  á  la  cuestión,  y  la  cuestión  es 
capital.  Esto  decíamos  nosotros,  cuando  Pacheu  disertaba,  á  un  joven  é 
inteligente  profesor  de  Roma,  el  Dr.  Amándola,  que  estaba  esperando 
turno  para  hablar. 

Hablaron  muchos  y  mucho  de  la  «Psicología  de  los  fenómenos 
religiosos*,  pero  fuera  de  lo  que  respondieron  algunos  católicos, 
como  el  R.  P.  Munnynck,  O.  P.,  y  nuestro  particular  amigo  el  dis- 
tinguido y  aventajado  profesor  del  Seminario  de  Gerona,  Dr.  Dalmáu, 
para  corregir  ciertos  puntos  de  vista  y  subsanar  y  refutar  algunas  ideas 
erróneas  vertidas  por  otros,  apenas  se  dijo  cosa  de  provecho;  la  corriente 
de  la  discusión  había  salido  de  su  cauce,  tanto,  que  en  una  de  las  sesio- 
nes el  presidente  se  vio  en  la  necesidad  de  decir  á  los  congresistas: 
«Señores,  hay  que  comenzar  por  clasificar  ó  definir  los  fenómenos  reli- 
giosos.* El  que  mejor  estableció  y  puso  el  estado  de  la  cuestión  fué,  sin 
disputa,  el  citado  Dr.  Améndola.  Antes  de  clasificar  los  fenómenos  reli- 
giosos, dijo,  hay  que  saber  lo  que  es  fenómeno  religioso;  mas  para  que 
todos  convengamos  en  la  definición,  siquiera  sea  descriptiva,  del  fenó- 
meno religioso,  hemos  de  tomar  los  materiales,  y  sacar  el  sustratum  de 
ese  conjunto  de  fenómenos  que,  á  juicio  de  todos,  son  tenidos  por  reli- 
giosos; ahora,  para  tener  copia  de  material  de  este  género,  ningún  arse- 
nal tan  abundante  y  tan  universalmente  reconocido  como  la  ascética  y 
mística,  ó  Psicología  religiosa  española. 

Muy  bien  dicho;  ni  como  psicólogo  pudo  determinar  mejor  las  etapas 
del  estado  de  la  cuestión,  ni  como  historiador  de  la  Psicología  reli- 
giosa hablar  con  más  verdad.  Excusado  es  decir  que  inmediatamente  le 
feUcitamos,  y  nos  adherimos  á  él  como  psicólogos  y  como  españoles. 
Lástima  que  ya  se  había  gastado  mucha  pólvora  en  salvas,  sin  decir  casi 
nada  en  tantas  horas  de  sesión  y  sesiones,  para  que  ya  en  aquel  Con- 
greso se  pudiera  comenzar  de  nuevo  á  dilucidar  amplia  y  ordenada- 
mente la  cuestión. 


SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL  DE   PSICOLOGÍA  447 


PSICOLOGÍA  EXPERIMENTAL 

Bajo  este  título  agrupamos  las  discusiones  habidas  acerca  de  los  fenó- 
menos de  mediumnité,  sentimiento  y  cenestesia,  subconciencia,  percep- 
ción de  las  actitudes  del  cuerpo  humano  y  demostración  de  los  aparatos. 
Mr.  Alrutz,  profesor  de  la  Universidad  de  Upsala,  Suecia,  leyó  una  rela- 
ción sobre  los  fenómenos  psicofisiológicos  llamados  de  mediumnité.  Tra- 
tábase de  investigar  el  influjo  experimental  de  la  corriente  ó  «energía 
nerviosa»  en  los  procesos  psicofisiológicos.  El  presidente  del  Congreso, 
Mr.  Flournoy,  dijo  que  el  comité  del  Congreso,  alentado  por  la  publica- 
ción de  obras  notables  relativas  á  esta  materia,  como  la  del  profesor 
Morselli  sobre  «Eusopia  Palladius»,  hizo  un  llamamiento  á  seis  sabios 
que  han  estudiado  estos  fenómenos  desde  el  punto  de  vista  científico. 
Cinco  de  ellos  se  habían  excusado,  diciendo  que  aun  no  era  llegada  la 
hora  de  someter  los  resultados  de  sus  experiencias  al  gran  público.  Sólo 
Alrutz  aceptó  la  invitación,  y  el  presidente  suplicó  á  los  congresistas 
consideraran,  sin  mezcla  de  ninguna  idea  preconcebida,  el  aspecto  exclu- 
sivamente científico  que  ofrecían  las  investigaciones  del  doctor  sueco. 
Limitóse,  pues,  el  conferenciante  á  exponer  los  métodos  y  aparatos  des- 
tinados á  comprobar  y  medir,  en  cuanto  cabe,  la  cantidad  y  corriente  de 
la  energía  nerviosa:  asunto  algo  expuesto  al  ridículo,  pero  del  que  salió 
menos  mal  el  disertante;  y  aun  llegó  á  interesar  en  parte  al  público,  gra- 
cias á  sus  explicaciones  ilustradas  con  figuras. 

Entre  las  memorias  presentadas  acerca  del  sentimiento,  ocupa  lugar 
preferente  la  del  profesor  Külpe,  director  que  ha  sido  del  laboratorio  de 
Psicología  experimental  en  la  Universidad  de  Würzburgo,  y  ahora  ha 
pasado  á  serlo  del  de  la  Universidad  de  Bona.  Comprende  cinco  párra- 
fos ó  capítulos:  criterios,  especies,  métodos  de  investigación,  resultados 
y  teorías  del  sentimiento.  En  el  primero  describe  los  sentimientos,  en  el 
segundo  los  clasifica,  en  el  tercero  expone  los  métodos  de  investiga- 
ción, en  el  cuarto  enumera  los  principales  resultados  obtenidos  por 
estos  métodos,  en  el  quinto,  en  fin,  da  cuenta  de  las  teorías  ideadas  para 
explicar  los  sentimientos:  teoría  sensualista,  intelectualista,  fisiológica, 
psicológica,  psicofísica  y  teleológica.  Külpe  rechaza  las  cinco  primeras,  y 
después  de  exponer  las  dos  acepciones  en  que  puede  tomarse  la  última, 
defiende  una  de  estas  dos  acepciones.  Tampoco  ésta  deja  de  ofrecer,  á 
nuestro  juicio,  algunas  dificultades;  pero  hay  que  reconocer  que  Külpe. 
procede  en  su  memoria  con  claridad,  orden  y  precisión.  El  profesor  de 
Würzburgo  no  leyó  su  trabajo,  sino  que  lo  distribuyó  entre  los  congresis- 
tas, á  fin  de  ahorrar  tiempo  para  la  discusión,  é  invitó  á  todos  á  que  le 
hicieran  oportunas  observaciones.  Hiciéronse  algunas,  pero  á  pesar  de: 


448  SEXTO    CONGRESO   INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA 

todo,  no  quedó  bien  determinado  el  concepto  preciso  de  sentimiento,  ni 
estamos  conformes  con  él  en  que  esa  hermosa  palabra  «sentimiento*  no 
signifique  más  que  «placer  y  disgusto»:  nur  Lust und Unlustsuná  Gefühle, 
dice  Külpe. 

Así  como  el  doctor  alemán  consideró  el  aspecto  psicológico  experi- 
mental del  sentimiento,  así  el  profesor  Sollier  lo  tomó  por  su  lado 
psiquiátrico  para  dilucidar  la  cuestión  de  la  cenestesia.  Expuso  las 
opiniones  de  Weber,  Ribot,  Beaunis  y  Grasset,  y  concretó  la  suya,  di- 
ciendo que  la  cenestesia  es  algo  más  que  una  mera  sensación;  que  este 
algo  es  un  sentimiento  personal  ligado  á  las  sensaciones,  y  que  este  sen- 
timiento es  lo  que  constituye  el  carácter  esencial  de  la  cenestesia;  que  en 
el  estado  normal  ambos  elementos,  la  sensación  y  el  sentimiento,  son 
inseparables,  no  así  en  la  enfermedad,  en  la  cual  la  primera  puede  per- 
manecer y  desaparecer  el  segundo.  Muchos  congresistas  tomaron  parte 
en  la  discusión.  Ogden,  profesor  de  la  Universidad  de  Tennessee  (Esta- 
dos Unidos  del  Norte  de  América),  presentó  una  comunicación  en  alemán 
sobre  las  relaciones  de  la  Estética  con  el  sentimiento;  y  otra  en  francés 
sobre  el  sentimiento  estético  Mr.  Ballhon,  de  Moscou. 

Otra  de  las  cuestiones  relacionadas  en  parte  con  el  sentimiento  fué 
la  de  la  süb conciencia.  Habló  primero  el  profesor  Dessoir,  de  Berlín,  é 
hizo  un  breve  análisis  de  los  estados  subconcientes,  admitiendo  en  todo 
individuo  normal  la  existencia  de  una  zona  subconciente;  habló  después 
Prince,  profesor  de  Boston,  conocido  ya  por  su  obra  La  disociación  de 
la  personalidad-  The  Dissociation  of  a  Personnality.  Clasificó  los  fenó- 
menos subconcientes  en  dos  grupos.  Los  unos,  meros  residuos  ó  disposi- 
ciones cerebrales  pasivas,  capaces  de  ser  reproducidos  en  función  de  los 
fenómenos  de  la  memoria;  llamólos  inconcienies.  Los  otros,  procesos 
activos,  son  susceptibles  de  dos  interpretaciones;  según  la  primera,  los 
fenómenos  subconcientes  pertenecen  á  la  penumbra  de  la  conciencia,  á 
la  zona  de  una  conciencia  menos  clara;  á  tales  fenómenos  prefiere  él 
llamarlos  coconcientes,  tales  son  los  hechos  posthipnóticos,  la  escritura 
automática,  etc.;  conforme  á  la  segunda  interpretación,  los  fenómenos 
subconcientes  están  lejos  de  toda  conciencia,  aun  de  la  menos  clara; 
estos  fenómenos  son  meramente  fisiológicos.  Como  se  ve,  Prince  admite 
pluralidad  de  conciencias  y  de  personalidades;  su  doctrina  pertenece  á 
la  tercera  teoría  de  la  subconciencia,  explicada  por  nosotros  en  Razón 
Y  Fe,  Septiembre  de  1908,  páginas  52-53. 

El  profesor  de  Filosofía  de  Rennes,  Mr.  Bourdon,  examinó  la  percep- 
ción de  la  posición  de  nuestro  cuerpo  con  relación  á  la  vertical.  Su  diser- 
tación puede  reducirse  á  tres  conclusiones  generales:  1."*  La  hipótesis  de 
un  «sentido  estático»,  cuyo  órgano  residiera  en  el  oído  interno,  según  el 
cual  percibimos  directamente  la  posición  de  nuestra  cabeza  con  relación 
á  la  vertical,  é  indirectamente  la  posición  de  todo  nuestro  cuerpo,  carece 
de  fundamento.  2.^  Si  consideramos  todo  nuestro  cuerpo,  y  lo  supone- 


SEXTO   CONGRESO    INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA  449 

mos  derecho,  las  inclinaciones  que  experimente  las  percibiremos  por  las 
sensaciones  cutáneas  de  presión  en  aquellos  sitios  en  que  el  cuerpo  se 
halla  sostenido,  por  ejemplo,  en  la  planta  de  los  pies.  3/*  Si  consideramos 
en  particular  algún  miembro,  el  indicador  de  nuestra  percepción,  en  sus 
inclinaciones,  serán  igualmente  las  sensaciones  de  presión,  tensión  cutá- 
nea, esfuerzo,  etc. 

La  parte  más  práctica  de  esta  sección  fué  la  demostración  de  apa- 
ratos y  exposición  de  libros  de  Psicología  y  Psicología  experimental. 

Mr.  Michotte,  profesor  de  Lovaina,  hizo  una  interesante  descripción 
de  su  Taquistoscopio  comparado,  que  no  es  binocular,  como  el  Falltachis- 
toskop  de  Wundt,  ni  tan  complicado  como  el  Spiegeltachistoskop  de 
Wirth,  sino  más  sencillo,  más  práctico  y  más  cómodo  que  ambos  para 
estudiar  los  fenómenos  de  la  memoria  visual.  Nuestro  antiguo  y  distin- 
guido compañero  en  el  laboratorio  psicológico  de  la  Universidad  de 
Leipzig  recibió  merecidas  y  calurosas  felicitaciones,  á  las  que  tuvimos  el 
gusto  de  unir  la  nuestra,  sincera  y  efusiva.  Á  las  sesiones  prácticas  perte- 
necen también  la  de  Gimnasia  rítmica,  dada  por  Mr.  Dalcroze,  de  Gine- 
bra; las  Tablas  sinópticas  de  las  discrematopsias  de  Patry,  de  Ginebra, 
y  la  exposición  de  varios  instrumentos  de  Pieron,  de  París. 

Además,  merece  citarse  la  exposición  de  instrumentos  de  precisión, 
de  Psicología,  Fisiología  y  Medicina,  hecha  por  las  principales  casas  de 
Francia,  Suiza,  Suecia  y  Alemania.  Estaban  representadas  las  casas  cons- 
tructoras de  Korsten,  Tainturier  y  Werdin,  de  París;  las  de  Schaerer,  de 
Berna,  y  Willenegger,  de  Zurich;  las  de  Jóos,  de  Francfort;  Spindler,  de 
Gotinga,  y  Zimmermann,  de  Leipzig;  y  la  de  Sandstrom,  de  Lund,  en  Sue- 
cia. El  Laboratorio  psicológico  de  Moscou  (Rusia)  expuso  diferentes 
tablas  muy  curiosas  sobre  investigaciones  hechas  acerca  de  la  naturaleza 
del  sentido  estético  en  los  colores  y  sonidos;  el  laboratorio  de  Psicolo- 
gía de  Ginebra  estaba  abierto  para  los  miembros  del  Congreso.  En  una 
de  las  salas  estaba  instalada  la  exposición  de  los  métodos  de  enseñanza 
para  los  escolares  rezagados.  Ni  podemos  pasar  en  silencio  la  exposi- 
ción de  libros  psicológicos  presentados  por  las  librerías  de  Bloud,  de 
Riviére,  de  Alean,  de  Klincksieck,  de  París;  de  Kündig,  de  Ginebra,  y  de 
Vieweg,  de  Brunswick.  Baste  lo  dicho  para  tener  una  idea  de  esta  sec- 
ción; pasemos  á  otra. 

III 

PSICOLOGÍA   ANIMAL 

Fueron  varias  las  memorias  presentadas  sobre  esta  materia;  citare- 
mos solamente  dos,  en  que  principalmente  se  fijó  la  atención  de  los  con- 
gresistas: la  orientación  lejana  y  el  tropismo.  La  cuestión  de  la  «orien- 
tación lejana»  tenía  por  objeto  averiguar  en  qué  consiste  el  secreto  de 
la  orientación  de  las  palomas  mensajeras.  El  profesor  Thauzies,  de  Peri- 


450  SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL  DE   PSICOLOGÍA 

gueux,  presidente  de  las  «sociedades  colombófilas»  del  Oeste  y  Sud 
oeste  de  Francia,  fué  el  que  disertó  sobre  esto.  Según  él,  aunque  la  vista 
y  la  memoria  son  dos  factores  principales  para  orientarse,  sin  embargo, 
no  es  ninguna  de  ellas  indispensable  ni  la  que  más  influye  en  las  palo- 
mas mensajeras  para  dirigirse  en  línea  recta  á  su  destino,  pues  aunque 
hayan  sido  llevadas  de  noche  y  en  vagones  cerrados  y  en  zig-zag,  vuel- 
ven siempre  en  derechura  á  su  residencia.  Rechaza  igualmente  la  hipóte- 
sis del  sexto  sentido,  llamado  déla  «dirección»  ó  de  las  «aptitudes»,  que 
proclama  Mr.  Bounier;  porque,  ¿cómo  explicar  entonces  que  la  bruma  y 
el  temporal  dificulten  y  hagan  retardar  el  viaje  de  las  palomas? 

Mr.  Thauzies  es  partidario  del  influjo  del  poder  eléctrico  y  magnético, 
esto  es,  de  la  sensibilidad  magnética,  por  la  que  perciben  y  retienen  las 
impresiones  de  corrientes  terrestres.  En  confirmación  de  esta  hipótesis 
adujo  el  hecho  de  que  en  tiempo  claro  y  de  calma  sólo  dos  veces  en  un 
año  había  notado  irregularidad  en  los  viajes  de  las  palomas,  y  como  á 
otros  directores  de  sociedades  colombófilas  de  la  misma  región  sucediese 
Jo  mismo,  preguntó  á  Mr.  Marchand,  director  del  Observatorio  electro- 
magnético de  Pie  du  Midi  sobre  el  estado  del  tiempo,  el  cual  respondió 
que  las  dos  jornadas  mencionadas  coincidieron  con  una  situación  de 
electricidad  atmosférica  y  de  tormentas  magnéticas  asaz  especiales.  En 
cuanto  á  la  edad,  á  los  veinte  años  no  son  ya  aptas  para  servicio  de  este 
género. 

Los  Sres.  Claparéde,de  Ginebra;  Wlach,  de  Brünn  (Moravia),  y  Lutos- 
lawski  le  hicieron  algunas  observaciones  acerca  de  las  teorías  explicati- 
vas y  distancias  recorridas  por  las  palomas;  dijo  el  conferenciante  que 
la  velocidad  máxima  de  su  vuelo  llega  próximamente  á  120  ó  125  kiló- 
metros por  hora  en  una  distancia  de  500  kilómetros. 

Muchas  teorías  se  han  ideado  para  explicar  la  causa  de  la  orienta- 
ción en  las  palomas.  Algunos,  como  Romanes  y  Lubbock,  recurren  á  la 
«dirección  del  sol  y  de  la  luz»;  otros,  con  Fabre,  á  cierta  «fuerza  especial»; 
quiénes  la  ponen  en  función  de  las  «evoluciones  giratorias»  de  la  palo- 
ma, siguiendo  en  esto  la  opinión  de  Darwin  y  de  Morgan;  quiénes  en  la 
«memoria  topográfica»  que  la  paloma  conserva  del  punto  de  partida;  así 
opinan  Wallace,  Jung,  Marchand,  Ziegler,  etc.,  no  faltando  quienes  la 
atribuyan  al  olfato,  ó  á  la  «memoria  topográfica  hereditaria»,  para  no 
hablar  ahora  de  otras  hipótesis.  Muchas  experiencias  se  han  hecho  con  las 
palomas,  á  fin  de  averiguar  la  causa  precisa  de  su  poder  de  orientación, 
pero  hasta  ahora  no  se  ha  dado  con  ella.  Hasta  se  dice  que  carecen  de 
esa  orientación  cuando  se  las  envía,  no  de  Sur  á  Norte,  sino  viceversa» 
de  Norte  á  Sur. 

Mr.  Thauzies  hizo  en  Ginebra,  en  presencia  de  muchos  congre- 
sistas, la  experiencia  de  soltar  varias  palomas  mensajeras,  advirtiendo 
que  cuando  se  las  quiere  lanzar  á  una  distancia  grande,  como  la 
de  Ginebra  á  Versalles,  conviene  soltarlas  sobre  una  meseta  ó  terreno 


SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA  451 

elevado,  no  en  una  cañada  ó  depresión  geográfica,  que  ofrece  muchas 
dificultades  á  la  orientación  de  las  mismas.  A  las  siete  y  cincuenta  y  tres 
minutos  de  la  mañana  soltó  Mr.  Thauzies  la  primera  bandada  de  palo- 
mas de  la  sociedad  colombófila  de  Versalles,  titulada  Le  Pigeon  messa- 
ger;  iban  24  en  dirección  á  Versalles;  recibióse  por  la  tarde  un  telegra- 
ma anunciando  que  habían  llegado  á  las  cinco  (hora  francesa,  que  lleva 
cerca  de  una  hora  de  retraso  respecto  de  la  suiza).  La  distancia  entre 
Ginebra  y  Versalles  vendrá  á  ser,  poco  más  ó  menos,  de  450  kilómetros. 
Poco  después  de  la  primera  bandada  partió  la  segunda,  compuesta  de  28 
palomas,  en  dirección  á  Guerets,  que  se  halla  á  300  kilómetros;  llegó  á 
las  doce  y  veinticinco  (hora  francesa);  de  la  tercera,  que  salió  con  rumbo 
á  Gannat  (Alliers),  no  se  tuvo  noticia. 

No  dejó  de  ser  interesante,  aunque  no  tomó  tanto  cuerpo  como  la  de 
la  orientación  lejana,  la  discusión  sobre  el  «tropismo».  Hubo  como  dos 
tendencias:  una  representada  por  los  profesores  Loeb,  de  la  Univer- 
sidad de  Berkeley,  California,  y  Bohn,  de  París;  otra  por  Claparéde,  de 
Ginebra,  y  Pieron,  de  París.  La  primera  explica  los  fenómenos  del  tro- 
pismo de  una  manera  enteramente  mecánica  por  el  solo  influjo  del  medio 
exterior:  acción  química  de  la  luz,  de  la  hidrostación,  etc.  La  segunda 
cree  que  en  ese  determinismo,  y  aun  si  se  quiere  mecanismo,  intervienen 
también  otros  factores;  de  modo  que  en  los  fenómenos  de  «heliotropismo» 
y  llamado  «sueño»  de  algunas  plantas,  en  las  dilataciones  y  contrac- 
ciones, de  la  «mimosa  púdica»,  etc.,  intervienen,  según  esta  teoría,  la 
herencia,  la  adaptación  y  otras  causas.  El  profesor  Loeb,  que  parece 
haber  sido  el  primero  en  trasladar  del  reino  vegetal  al  animal  las  teo- 
rías del  tropismo,  presentó  su  memoria  en  alemán  Die  Bedeutung  dcr 
Tropismen  für  die  Psychologie.—La  significación  de  los  tropismos 
para  la  Psicología.  También  otro  norteamericano,  el  profesor  H.  S.Jen- 
nings,  envió  una  comunicación  en  inglés  titulada  Tropisms,  pero  él  no 
asistió. 

IV 

PSICOLOGÍA   PEDAGÓGICA 

El  Congreso  dedicó  dos  sesiones  á  esta  materia;  en  la  primera  se 
trató  de  la  clasificación  de  los  escolares  rezagados  y  anormales;  en  la 
segunda  de  la  metodología  en  la  psicología  pedagógica.  Mr.  Decroly,  pro- 
fesor de  Bruselas,  leyó  una  relación,  y  la  sintetizó  en  varias  conclusiones 
generales:  I.""  Para  que  una  clasificación  psicopedagógica  sea  útil,  ha  de 
hacerse  teniendo  presentes  las  causas  que  puedan  determinar  la  irregula- 
ridad y  el  retraso  escolar  en  un  niño.  2."  Estas  causas  son  múltiples,  ora 
debidas  al  estado  del  individuo,  ora  al  influjo  del  medio,  ora  á  entrambos. 
3."*  (Tal  y  como  la  propone  el  autor  nos  parece  estar  incluida  en  la  segunda.) 
4. '  Las  etiquetas  ó  títulos  de  clasificación,  como  (niño)  perezoso,  dis- 


452  SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA 

traído,  mentiroso,  etc.,  no  son  aptos  para  expresar  el  carácter  primario 
ó  principal.  Añadió  una  quinta  conclusión,  relativa  al  aspecto  adminis- 
trativo. Su  comunicación  se  intitula  Rapport  sur  les  arriérés  scolaires. 

Encabezada  con  estas  palabras  Du  Criterium  d'une  clasification 
d'anormaux,  presentó  una  memoria  Mr.  Persigout,  de  Teste-de-Buch 
(Gironde).  Contiene  tres  títulos  amanera  de  capítulos:  en  el  primero  trata 
déla  «Caracterología  infantil»;  en  el  segundo  del  «Síndromo  de  la  ano- 
malía mental»,  y  en  el  tercero  de  la  «Clasificación  de  las  anomalías  infan- 
tiles». Cada  título  va  subdividido  en  muchas  proposiciones,  que  no  es 
posible  resumir  en  pocas  líneas. 

La  relación  más  extensa  fué  la  que  leyó  la  doctora  Mlle.  Yoteyko, 
directora  de  la  Revue  Psychologique  de  Bruselas  y  directora  de  los  tra- 
bajos del  laboratorio  de  Psicología  fisiológica  de  la  Universidad  de 
Bruselas.  Después  de  un  exordio,  más  largo  que  breve,  examinó  deteni- 
damente estos  tres  puntos:  1.°  La  mentalidad  pedagógica  y  la  mentalidad 
psicológica.  2."  Los  métodos  analíticos.  3."  Los  métodos  matemáticos 
aplicados  á  los  problemas  psico-pedagógicos.  Consideró  como  objeto 
principal  de  su  discurso  el  segundo  punto,  y  concretó  la  tesis  á  estas  dos 
preguntas:  ¿Es  legítimo  en  la  Psicología  infantil  el  método  analítico?  ¿Es 
posible  estudiar  las  facultades  aisladas?  Después  de  responder  afirmati- 
vamente á  las  dos,  pasó  al  tercer  punto,  en  que  se  detuvo  mucho,  para 
examinar  el  método  matemático  y  la  descomposición  de  una  curva  ergo- 
gráfica  de  la  fatiga  en  sus  parámetros  ó  elementos  del  ergograma.  Defen- 
dió la  aplicación  de  este  método  al  niño  para  apreciar  las  relaciones  de 
la  inteligencia  con  la  fuerza,  con  la  sensibilidad,  con  el  peso  y  volumen 
del  cráneo,  etc. 

En  estas  dos  sesiones  muchos  tomaron  la  palabra:  Schuyten,  de 
Amberes;  de  Sanctis  y  Montesano,  de  Roma;  Ferrari,  de  Bolonia;  Nay- 
rac,  de  Lyon;  Jeanjean,  de  Nancy;  nuestro  simpático  compañero  de  Leip- 
zig, van  Cauwelaert,  de  Friburgo  (de  Suiza);  Mme.  Hoesch-Ernst,  de 
Munich;  Lipmann,  de  Berlín;  Mlle.  Szye,  de  Varsovia;  Fahmi,  del  Cairo, 
y  no  sabemos  cuántos  más.  Los  resultados  fueron  escasos,  por  no  decir 
nulos;  porque  en  la  primera  apareció  claro  que  la  clasiñcación  psicoló- 
gica aún  no  está  hecha,  y  que  será  difícil  se  haga  en  bastante  tiempo; 
comoquiera  que  los  psicólogos,  los  psiquiatras,  los  higienistas,  los 
sociólogos  y  los  pedagogos  se  colocan  en  diferentes  puntos  de  vista 
para  la  clasificación,  y  muchas  veces  proceden  a  prior  i.  Ni  agradaron  las 
clasificaciones /?eí/a^ó^/ca5,  razón  por  la  que  el  profesor  Ferrari  propuso 
se  nombrara  una  comisión  para  estudiar  la  materia,  lo  que  tampoco  fué 
aceptado.  No  fué  más  afortunada  la  señorita  Yoteyko,  pues  á  pesar  de 
pertenecer  á  lo  que  se  llama  «bello  sexo»,  en  lugar  de  recibir  sólo  adhe- 
siones y  flores,  oyó  reparos  y  críticas  para  su  discurso,  y  no  tuvo  el 
gusto  de  ver  aceptadas  sus  conclusiones. 


SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA  453 

V 

UNIFICACIÓN  DE  LA  TERMINOLOGÍA  PSICOLÓGICA 

Al  anunciar  en  Razón  y  Fe  en  el  número  de  Abril  la  celebración  del 
Congreso  de  Ginebra,  dejamos  consignada  la  utilidad  y  necesidad  de 
formar  un  vocabulario  de  términos  equivalentes,  entre  los  principales 
idiomas,  cuyo  valor  fuese  reconocido  de  todos  los  psicólogos.  Nadie  duda 
de  su  importancia;  lo  que  se  trata  de  averiguar  es  cómo  se  puede  reali- 
zar. El  momento  parece  llegado  para  trabajar  en  este  sentido.  La  obra  es 
demasiado  grande  para  realizada  por  un  solo  hombre,  por  un  Congreso 
ó  en  un  año.  Al  Congreso  de  Ginebra  le  cabe  la  gloria  de  haberla  pro- 
puesto seriamente  á  la  consideración  de  los  psicólogos  y  de  haber  puesto 
los  cimientos  de  un  trabajo  colectivo. 

En  efecto:  el  primero  que  habló  sobre  el  particular  fué  el  distinguido 
profesor  J.  M.  Baldwin,  de  la  Universidad  dejohn  Hopkins,  de  Baltimore, 
muy  conocido  por  sus  obras,  en  especial  por  el  Diccionario  filosófico,  el 
cual  se  hizo  muy  simpático  á  los  españoles  allí  presentes  por  las  frases 
de  elogio  que  tuvo  para  los  españoles  y  la  lengua  española.  Baldwin 
fué  de  parecer  que  se  nombrara  una  comisión  internacional  encargada 
de  dirigir  los  trabajos  de  unificación  de  una  terminología  con  equiva- 
lencia en  las  lenguas  inglesa,  alemana,  española,  francesa  é  italiana,  con 
cinco  subcomisiones,  una  para  cada  lengua;  para  la  formación  de  tér- 
minos recomendó  el  uso  de  raíces  latinas  y  griegas.  No  le  concedieron 
que  en  la  comisión  entrara  un  español,  y  el  comité  directivo  quedó  for- 
mado por  Baldwin,  Lipmann,  Claparéde  y  Ferrari. 

M.  Claparéde  propuso  al  Congreso  nombrar  una  comisión  interna- 
cional de  15  á  20  miembros,  con  el  objeto  de  preparar  un  anteproyecto 
de  nomenclatura  en  las  cuatro  lenguas  oficiales  del  Congreso— francés, 
inglés,  alemán  é  italiano,— á  las  cuales  convendría  añadir  la  equivalencia 
en  el  esperanto.  Publicado  este  anteproyecto,  podría  ser  discutido  por 
la  comisión,  y  este  trabajo  preliminar  serviría  á  la  comisión  para  redac- 
tar un  proyecto  que  podría  ser  sometido  á  uno  de  los  próximos  Con- 
gresos. 

Los  españoles  que  asistieron  al  Congreso  pidieron  se  adoptara  el 
español  como  lengua  oficial.  La  petición  iba  fundada  en  el  valor  histó- 
rico de  esta  lengua,  en  la  riqueza  insuperable  de  su  vocabulario,  en  el 
número  y  celebridad  de  los  españoles  en  la  historia  de  la  Filosofía,  en 
el  número  de  individuos  que  la  hablan  en  Europa  y  América,  ocupando 
el  tercer  lugar  en  este  concepto,  y  en  el  número  de  naciones  de  ambos 
continentes  (europeo  y  americano),  que,  contando  Puerto  Rico  y  Fili- 
pinas, en  conjunto  pasan  de  veinte  en  las  que  es  lengua  oficial,  supe- 


454  SEXTO   CONGRESO   INTERNACIONAL  DE   PSICOLOGÍA 

rando  en  esto  con  mucho  á  las  demás  la  lengua  de  Cervantes.  Pero  no 
valieron  todas  estas  razones  ante  el  inconveniente  de  que  así  se  multi- 
plicaban demasiado  las  lenguas  oficiales  del  Congreso. 

En  cambio,  se  adoptó  como  lengua  oficial  para  el  Congreso  de  Gi- 
nebra el  esperanto.  El  presidente,  Mr.  Flournoy,  dijo  á  este  propósito: 
«Hemos  tenido  que  introducir  en  este  Congreso  la  lengua  internacional, 
el  esperanto,  como  una  de  las  oficiales.  Poco  se  hablará  en  éste  en  espe- 
ranto, porque  sus  progresos  van  lentamente,  pero  en  lo  porvenir  espe- 
ramos que  todos  los  Congresos  científicos  internacionales  se  tendrán  en 
esperanto,  lo  que  será  una  gran  comodidad  para  todo  el  mundo.»  Había 
en  Ginebra  mucha  corriente  de  simpatía  hacia  el  esperanto;  verdad  es 
que  la  asociación  esperantista  tiene  allí  su  residencia.  Y  de  hecho  habla- 
ron en  este  nuevo  idioma  unos  cuantos  en  el  Congreso. 

Pero  aunque  allí  no  fué  adoptada  como  oficial  la  lengua  castellana, 
en  el  futuro  Congreso  se  hablará  en  español.  Fué  el  caso,  que  al  termi- 
narse las  sesiones  del  Congreso  fué  nombrado  para  presidente  efectivo 
del  futuro  Congreso  el  citado  profesor  Baldwin,  cuyo  nombre  escucha- 
ron con  júbilo  los  españoles,  y  para  sitio  del  Congreso  la  ciudad  de  Bal- 
timore  ú  otra  de  las  norteamericanas.  Aunque  los  españoles  ya  habían 
desistido  de  insistir  en  lo  de  adoptar  como  oficial  la  lengua  castellana, 
sin  embargo,  el  nombramiento  del  presidente  y  de  la  ciudad  de  Norte- 
américa le  parecieron  al  que  esto  escribe  la  ocasión  más  propicia  para 
proponer,  no  al  Congreso,  sino  al  mismo  presidente  futuro,  lo  que  antes 
no  se  había  conseguido.  Y  efectivamente,  después  de  haber  comunicado 
la  idea  á  los  españoles  que  se  hallaban  presentes,  el  último  día  del  Con- 
greso nos  dirigimos  á  Baldwin,  á  quien,  después  de  haberle  felicitado 
por  su  elección,  le  manifestamos  la  conveniencia  de  la  lengua  castellana 
para  dicho  Congreso:  1.",  porque,  después  del  inglés,  la  lengua  que  más 
y  casi  únicamente  se  habla  en  América  es  la  castellana;  2.",  porque  la 
mayor  parte  de  los  mismos  norteamericanos  la  estudian  por  sus  rela- 
ciones con  Filipinas,  Cuba  y  Puerto  Rico.  Al  digno  presidente,  que 
abundaba  en  las  mismas  ideas,  le  agradó  la  proposición;  él  quedó  en 
arreglarlo  todo,  y  nosotros  le  quedamos  muy  obligados. 

Digamos  de  paso  que  á  la  unificación  de  la  terminología  psicológica 
pertenece  la  discusión  sobre  el  contraste  de  colores.  Merece  especial 
mención  el  trabajo  del  distinguido  profesor  de  Lovaina,  reverendo  sa- 
cerdote Thiéry.  Su  conferencia  fué  muy  aplaudida  por  lo  bien  pensada 
y  abundancia  de  figuras  con  que  la  ilustró.  El  Congreso  nombró  una  co- 
misión para  examinar  la  cuestión.  Mr.  Courtier,  jefe  de  los  trabajos  del 
laboratorio  psico-fisiológico  de  la  Escuela  de  Estudios  Superiores  de  la 
Sorbona,  propuso  un  sistema  de  signos  correspondientes  á  los  términos 
psicológicos,  análogo  á  la  nomenclatura  química;  pero  fué  combatido 
por  Ferrari,  y  no  mereció  la  aprobación  del  Congreso. 


SEXTO    CONGRESO   INTERNACIONAL   DE   PSICOLOGÍA  455 


Dos  palabras  para  terminar.  En  este  Congreso  se  ha  dado  un  gran 
paso,  limitando  el  número  de  memorias  individuales  incoherentes,  de 
omni  re  scibili,  y  fijando  la  atención  en  algunas  materias  principales. 
Así  se  estudian  mejor  las  cuestiones  y  las  discusiones  ofrecen  más  vida 
é  interés.  Pero  por  lo  mismo,  y  para  lo  mismo,  es  á  su  vez  un  inconve- 
niente que  los  que  intervienen  en  la  discusión  sólo  dispongan  de  cinco 
minutos:  ¿qué  se  puede  ahondar  en  cinco  minutos?  Este  inconveniente  se 
debe  evitar,  y  se  evitará  en  gran  parte:  1.",  con  que  el  conferenciante  no 
lea  su  memoria,  á  no  ser  en  alguna  circunstancia  especial,  sino  que  la 
distribuya  antes  de  la  discusión  para  que  sea  conocida  de  los  congre- 
sistas, y  á  la  hora  prefijada  comience  inmediatamente  la  discusión;  así 
habría  más  tiempo  para  los  que  disputan;  2.",  con  que  ninguno  de  los 
disertantes  hable  tantas  veces,  como  ha  sucedido  con  algunos  en  el  Con- 
greso de  Ginebra.  Sea  ésta  la  primera  palabra.  La  segunda  es  un  voto  de 
gracias  á  Ginebra  y  á  la  comisión  organizadora  del  Congreso  por  la  es- 
plendidez con  que  recibió  y  trató  á  los  congresistas;  fué  voz  unánime  que 
en  esta  parte  el  Congreso  de  Ginebra  ha  dejado  muy  atrás  á  los  que  le 
han  precedido. 

Se  nos  olvidaba  decir  cuan  conveniente  es  que  los  católicos  acudan 
en  gran  número  á  estos  Congresos,  lo  que  se  echó  de  ver  claramente  en 
la  discusión  de  los  fenómenos  religiosos. 

E.    UOARTE   DE    ErCILLA. 


.^MOmiCiHÜ  - 


£í  carácter  f>isfórico  de  íos  fres 

primeros  capífuíos  deí  Géi)esis. 

vL  N  el  número  del  próximo  Septiembre  dimos  cuenta  de  una  decisión 
emanada  de  la  Comisión  bíblica  el  30  de  Junio  sobre  la  célebre  cuestión 
acerca  de  la  índole  histórica  de  los  tres  primeros  capítulos  del  Génesis. 
La  Comisión  ha  estudiado  el  problema  bajo  sus  varios  aspectos,  y  des- 
pués de  examinar  con  madura  atención  los  argumentos  que  la  crítica  y 
la  ciencia,  sobre  todo  moderna,  suele  proponer  en  contrario,  declara  insu- 
ficientes esos  fundamentos  para  abandonar  la  creencia  tradicional  que 
siempre  ha  tenido  el  argumento  de  los  tres  primeros  capítulos  del  Gé- 
nesis por  igualmente  histórico  que  el  de  todos  los  restantes  de  ese  libro. 
La  Comisión  no  se  contenta  con  declarar  en  general  insuficientes  los 
fundamentos  que  suelen  alegarse  contra  el  carácter  histórico  de  los  ca- 
pítulos en  cuestión;  enumera  además  los  principales  entre  esos  funda- 
mentos, tales  cuales  han  sido  propuestos  estos  últimos  años  en  libros  y 
revistas  que  circulan  de  mano  en  mano  entre  los  católicos  de  alguna 
instrucción. 

I 

No  son  desconocidas  de  los  lectores  de  Razón  y  Fe  las  teorías  erró- 
neas á  que  hace  referencia  la  decisión  de  30  de  Junio:  en  lo  perteneciente 
al  cap.  I,  es  decir,  á  la  Cosmogonía,  las  hemos  expuesto  con  suficiente 
amplitud  en  otras  ocasiones,  y  aquí  bastará  recordarlas  brevemente.  Á 
dos  fuentes  ó  cabezas  reduce  la  Comisión  ios  principios  de  donde  se 
pretende  derivar  la  descripción  cosmogónica  en  el  primer  capítulo  del 
Génesis:  ó  la  Cosmogonía  mosaica  es  una  resonancia  de  las  Cosmogo- 
nías paganas  de  indios,  egipcios  y  asiro-babilónicos,  bien  que  depuradas 
de  los  errores  del  politeísmo  y  la  mitología,  ó  representa  un  mito  doctri- 
nal formulado  por  los  primeros  pensadores  de  la  antigüedad  para  dar 
solución  al  misterioso  enigma  sobre  el  origen  de  los  seres.  Como  se  ve, 
en  ambas  explicaciones  se  excluye  el  concepto  histórico  de  la  sección 
genesíaca,  pues  ni  una  ni  otra  conceden  valor  objetivo,  mucho  menos  de 
verdad  infalible,  á  la  descripción  mosaica.  Según  la  primera  explicación, 
la  sección  cosmogónica  sólo  nos  ofrece  algunos  residuos  de  las  ficciones 
fantásticas  de  indios  ó  asirlos,  producto  de  una  poesía  desvariada  y  ex- 


EL  CARÁCTER  HISTÓRICO  DE  LOS  PRIMEROS  CAPÍTULOS  DEL  GÉNESIS      457 

travagante  que  se  propuso  cantar  los  orígenes  del  universo,  de  los  dioses 
y  de  los  hombres;  la  segunda  expresa  el  resultado  de  la  especulación 
filosófica  que  quiere  darse  cuenta  de  los  mismos  objetos;  en  ambos 
casos  el  valor  del  argumento  es  puramente  subjetivo:  los  artículos  de  la 
Cosmogonía  sólo  representan  las  ideas  que  abrigaron  sobre  la  creación 
los  poetas  y  filósofos  paganos  de  los  primeros  siglos;  puesto  que  si  bien 
la  razón  puede  alcanzar  que  la  materia  debió  recibir  su  existencia  de  un 
Criador,  sin  embargo,  la  disposición  ó  conformación  de  esa  materia  en 
una  forma  y  orden  determinado,  que  es  el  argumento  de  la  Cosmogonía, 
no  puede  ser  objeto  de  una  especulación  que  en  sus  conclusiones  ofrezca 
certidumbre  completa. 

Análogas  son  las  explicaciones  que  se  han  querido  dar  al  argumento 
de  los  capítulos  II  y  III,  es  decir,  á  la  descripción  del  Paraíso,  de  la  ten- 
tación y  de  la  caída  de  nuestros  primeros  padres.  En  la  descripción  del 
Paraíso  con  su  amenidad  y  frescura,  con  la  frondosidad  y  sabor  exqui- 
sito de  sus  plantas  y  árboles  se  ha  querido  ver  ó  una  derivación  de  des- 
cripciones poéticas  maravillosas  sobre  la  morada  de  los  dioses,  ya  solos, 
ya  en  compañía  de  los  hombres  en  edades  remotísimas  y  regiones  encan- 
tadas, como  se  la  figuraban  los  persas  y  otros  pueblos  septentrionales 
del  Asia;  ó  el  resultado  de  meditaciones  filosóficas  para  explicar  una 
primera  fase  venturosa  en  la  vida  de  la  Humanidad,  que  precedió  á  la 
trabajosa  y  dura  que  va  arrastrando  desde  las  edades  históricas.  La  ten- 
tación y  la  caída  con  la  expulsión  del  Paraíso,  nos  ponen  ante  la  vista  ó 
las  ficciones  primitivas  de  los  pueblos  orientales  sobre  un  estado  primor- 
dial de  felicidad  y  su  pérdida,  ó  un  mito  filosófico  por  el  que  los  sabios 
de  la  antigüedad  propusieron  la  solución  de  un  problema  cotidiano,  á 
saber:  como  á  la  edad  infantil  y  de  inocencia  va  vinculada  la  dicha, 
mientras  que  ésta  se  desvanece  para  dar  lugar  al  dolor  desde  el  momento 
y  á  la  medida  que  se  despierta  el  uso  de  la  razón  y  el  estímulo  de  las 
pasiones. 

Estas  explicaciones  que  desde  el  último  tercio  del  siglo  XVIII,  ó  ya 
antes,  empezaron  á  propagarse  entre  protestantes  é  incrédulos  en  Ingla- 
terra y  Alemania,  pero  que  por  espacio  de  más  de  un  siglo  han  hallado 
completamente  cerradas  las  puertas,  salvo  muy  raras  excepciones  (1),  en 
la  exégesis  católica  han  penetrado  en  estos  últimos  veinte  años  entre 
muchos  escritores  católicos,  siendo  en  gran  número  los  que  ó  han  profe- 
sado esas  doctrinas,  ó  simpatizado  vivamente  con  ellas,  ó  estaban  per- 
suadidos, siquiera  sea  gimiendo  por  tamaña  desolación,  de  que  la  cien- 
cia católica  no  encuentre  en  sus  arsenales  armas  de  temple  tan  aquila- 
tado que  alcancen  á  contrarrestar  con  solidez  y  éxito  los  estragos  que 


(1)  Las  excepciones  son  el  Dr.  Jahn  á  principios  del  siglo  XIX,  y  algunos  otros  es- 
critores de  la  misma  época  en  la  Alemania  central  y  septentrional:  es  una  época  aciaga 
en  la  historia  de  las  ciencias  eclesiásticas. 


458  EL   CARÁCTER   HISTÓRICO  DE   LOS   TRES 

causa  en  las  filas  católicas  el  formidable  armamento  de  la  ciencia  con- 
temporánea. 


La  Comisión  bíblica  y  el  Papa  Pío  X  no  participan  de  esa  opinión. 
Ellos  declaran  que  examinados  los  fundamentos  en  que  se  apoyan  las 
teorías  expuestas,  resultan  sin  valor,  y  que  su  conjunto,  por  más  quesea 
aparatoso  y  se  apellide  con  el  fastuoso  nombre  de  ciencia,  no  lo  es  en 
la  realidad,  sino  sólo  en  la  apariencia  (1);  mientras,  por  el  contrario,  la 
creencia  tradicional  descansa  en  argumentos  incontrastables.  Y  en  efecto, 
¿cuáles  son  esos  fundamentos  tan  poderosos  presentados  por  la  ciencia 
en  apoyo  de  sus  conclusiones?  Helos  aquí:  «El  pueblo  hebreo  acababa 
de  nacer  y  estaba  en  los  vagidos  de  su  primera  infancia  cuando  los  asi- 
rlos, los  egipcios,  los  indios  eran  ya  adultos  y  llevaban  largos  siglos  de 
existencia  formando  imperios  poderosos;  habían  alcanzado  un  alto  grado 
de  elevación  y  cultura,  y  á  estas  edades ,  ó  á  un  período  todavía  más 
antiguo,  pertenecen  los  documentos  donde  descubrimos  sus  Cosmogo- 
nías, así  como  las  descripciones  poéticas  del  árbol  de  la  vida,  del  Paraí- 
so, etc.  Por  otra  parte,  en  las  secciones  genesíacas  de  los  tres  primeros 
capítulos  tropezamos  con  numerosos  rasgos  totalmente  paralelos  á  los 
de  los  documentos  de  asirlos  y  babilonios,  egipcios  é  indios  sobre  idén- 
tico argumento.  ¿Cuál  es  la  consecuencia  obvia  que  de  estas  dos  pre- 
misas se  infiere?  Evidentemente  ésta,  dice:  los  hebreos  tomaron  sus  des- 
cripciones de  esos  grandes  pueblos  que  les  habían  precedido,  pues  ni 
los  ríos  corren  hacia  su  fuente,  ni  los  párvulos  reciben  su  instrucción  sino 
de  los  grandes.  Cuando  en  la  Cosmogonía  genesíaca  vemos  dividida  en 
dos  porciones  iguales  la  masa  entera  de  la  materia,  imposible  no  descu- 
brir ahí  el  huevo  de  los  indios  dividido  por  Brama  en  dos  mitades: 
cuando  vemos  á  Elohim  forzar  al  Tehom  á  huir  dejando  la  tierra  en  seco, 
imposible  dejar  de  ver  á  Marduk  venciendo  y  destruyendo  al  monstruo 
Tíamat  Y  si  al  lado  de  esas  analogías  descubrimos  rasgos  muy  deseme- 
jantes, como  la  unidad  enfrente  de  la  pluralidad  en  las  esferas  del  ser 
divino,  esas  diferencias  se  deben  á  una  depuración  operada  por  el  redac- 
tor hebreo.»  En  la  descripción  paradisíaca  Jehová- Elohim  se  nos  pre- 
senta «paseando  tranquilo  al  aire  templado  de  la  tarde»,  como  quien  sale 
de  su  palacio  á  los  jardines  adyacentes;  el  Paraíso  es,  pues,  una  mansión 
de  la  divinidad.  Además,  el  hombre  es  luego  arrojado  á  la  tierra,  como  á 
habitación  propia  de  :1a  especie  humana,  y  excluido  del  Paraíso,  que 
queda  reservado  á  sola  la  divinidad. 

No  son  de  otra  índole  los  argumentos  que  se  invocan  en  favor  de  la 
teoría  de  los  mitos  doctrinales.  Entre  los  primeros  orígenes  de  la  historia 
hebrea,  se  dice,  y  la  creación,  media  un  espacio  de  muchos  siglos;  es, 


(1)    Systemata...  scientiae  fuco  propugnata. 


PRIMEROS   CAPÍTULOS   DEL    GÉNESIS  459 

pues,  imposible  que  hubieran  podido  llegar  á  los  hebreos  memorias  fide- 
dignas de  sucesos  tan  remotos.  Por  otra  parte,  la  descripción  perfecta- 
mente razonada  de  la  Cosmogonía,  y  la  disposición  del  relato  paradisíaco, 
tan  conforme  en  todas  sus  líneas  con  el  fenómeno  que  tiene  lugar  en  el 
paso  de  la  niñez  á  la  edad  madura,  ponen  de  manifiesto  que  los  dos 
miembros  de  que  se  compone  la  sección  I,  l-III,  25  del  Génesis  no  son 
otra  cosa  que  el  resultado  de  los  esfuerzos  de  la  razón  humana  al  tratar 
de  darse  cuenta  del  origen  de  los  seres  y  de  la  sorprendente  transforma- 
ción que  se  consuma  en  el  hombre  cuando  pasa  de  la  infancia  y  primera 
juventud  á  los  años  de  la  madurez. 

111 

Estas  son  las  teorías  á  que  el  documento  pontificio  alude  y  estos  sus 
fundamentos.  Pongamos  ahora  enfrente  la  creencia  tradicional  y  las  razo- 
nes en  que  se  apoya.  La  crencia  tradicional  tiene  por  incontrovertible 
que  tanto  la  Cosmogonía  como  las  narraciones  contenidas  en  los  capítu- 
los II  y  III  sobre  el  Paraíso  y  las  escenas  consumadas  en  él,  representan  en 
la  mente  de  sus  autores  y  según  el  tenor  de  sus  términos  una  historia  real  y 
objetiva  del  mundo  y  de  los  primeros  pasos  en  la  vida  de  la  Humanidad. 

Este  carácter  de  información  objetiva  é  histórica  de  las  narraciones 
cosmogónica  y  paridisíaca  consta  por  numerosos  argumentos  comple- 
tamente ciertos,  unos  del  orden  sobrenatural,  otros  del  natural.  Los  del 
orden  sobrenatural  son  el  testimonio  de  Jesucristo  y  los  Apóstoles,  en 
concepto  de  órganos  auténticos  de  la  revelación  divina.  Jesucristo 
recuerda  á  los  judíos  la  historia  paradisíaca  tal  cual  la  refiere  el  Géne- 
sis, ya  al  recordar  á  sus  oyentes  jerosolimitanos  que  «el  diablo  es  homi- 
cida desde  el  principio»  (1),  aludiendo  alas  escenas  de  la  tentación  y  la 
caída;  ya  al  recitar  á  los  fariseos,  además  de  la  historia  compendiada  de 
la  creación  del  hombre  y  la  mujer,  las  palabras  textuales  del  relato  gene- 
síaco  sobre  la  naturaleza  del  matrimonio  (2).  Pero  sobre  todo  San  Pablo, 
recuerda  repetidas  veces  la  historia  detallada  de  las  escenas  del  Paraíso, 
suponiendo  el  relato  completamente  histórico  y  literal  en  aquellos  deta- 
lles que  precisamente  suscitan  en  la  ciencia  y  crítica  moderna  las  mayo- 
res dificultades.  También  el  Apóstol  recuerda  el  origen  de  Eva  del  cuerpo 
de  Adán  y  las  palabras  del  Génesis  sobre  la  unión  conyugal.  Según  San 
Pablo,  Eva  «fué  seducida  por  la  serpiente»;  «no  fué  seducido  Adán,  sino 
Eva»;  «Adán  fué  desobediente»  y  «mereció  por  esa  desobediencia  la 
muerte  para  sí  y  para  la  posteridad»  (3);  circunstancias  que  compendian 
la  historia  paradisíaca  presentándola  como  de  riguroso  carácter  objetivo 
en  los  detalles  de  la  serpiente,  de  su  diálogo  con  la  mujer,  de  la  separa- 


(1)  San  Juan,  VIII,  44. 

(2)  SanMat.,XIX,  l,sigs. 

(3)  San  Pablo,  Efes.,  ¥,23,  29,  31;  2  Cor.,  XI,  3;  1.^  Tim.,  11,  14;  Rom.,  V,  12,  19. 


460  EL   CARÁCTER   HISTÓRICO  DE   LOS   TRES 

ción  entre  ésta  y  el  varón  en  el  momento  del  diálogo,  de  las  conmina- 
ciones divinas  y  su  ejecución,  tomándolos  todos  según  el  tenor  externo 
y  superficial  de  la  letra.  Jesucristo  y  San  Pablo,  ¿podían  ignorar  el  ver- 
dadero valor  de  los  términos  del  relato  genesíaco?  Como,  por  otra  parte, 
los  enunciados  de  Jesucristo  y  de  San  Pablo  son  de  verdad  infalible, 
resulta  indudable  el  valor  objetivo  de  las  descripciones  genesíacas  á  que 
hacen  referencia. 

Pero  no  son  sólo  de  orden  sobrenatural  los  argumentos  que  poseemos 
para  afirmar  el  sentido  objetivo  é  histórico  del  relato  genesíaco  en  sus 
primeros  capítulos;  los  hay  evidentes  del  orden  natural  y  crítico,  aunque 
aquí,  á  diferencia  de  los  argumentos  que  acaban  de  citarse,  debemos 
distinguir  entre  la  mente  de  los  escritores  bíblicos  y  la  verdad  objetiva 
de  sus  relatos.  Empezando  por  la  primera,  cuando  Jesucristo  y  los  Após- 
toles exponían  el  relato  genesíaco  en  la  forma  y  sentido  que  acabamos 
de  ver,  representaban  ellos  mismos  la  creencia  general  del  pueblo  y  de 
los  doctores  judíos,  y  al  emplear,  dirigiéndose  á  ellos,  ese  lenguaje,  mani- 
festaban que  sus  interlocutores  no  entendían  de  otro  modo  la  narración 
genesíaca.  Y  bien,  ¿quién  mejor  que  los  judíos  podía  saber  el  sentido 
que  encerraban  esos  relatos  en  la  mente  de  sus  autores?  Una  serie  no 
interrumpida  de  testigos  dignos  de  toda  fe,  había  ido  transmitiendo  en  la 
serie  de  la  historia  el  propósito  de  los  primeros  escritores. 

Pero  este  argumento  reviste  mayor  gravedad  contra  los  críticos.  ¿No 
afirman  éstos  que  los  primeros  capítulos  del  Génesis  son  posteriores  al 
cautiverio?  Pues  bien:  ninguno  podía  conocer  mejor  cuáles  eran  sus  pro- 
pósitos al  escribir  los  tres  primeros  capítulos  del  Génesis  que  sus  propios 
autores;  éstos,  á  su  vez,  á  nadie  antes  que  á  sus  propios  conciudadanos 
habían  de  manifestar  esos  propósitos,  pues,  sobretodo,  escribían  para  su 
pueblo;  y  no  era  fácil  que  en  el  espacio  de  tiempo  transcurrido  entre  la 
composición  de  los  libros  y  la  edad  de  Jesucristo  y  los  Apóstoles,  se  per- 
diera ó  cambiara  esa  noticia  sin  que  el  cambio  dejara  en  la  historia  vesti- 
gios patentes.  ¿Y  en  qué  escritor  judío,  desde  Aristóbulo  hasta  Josefo  se 
ha  hallado  jamás,  ni  insinuada  siquiera,  la  idea  de  que  las  narraciones  con- 
tenidas en  esos  capítulos  no  contengan  una  historia  real,  sino  un  conjunto 
de  alegorías?  El  único  testimonio  que  con  alguna  apariencia  de  funda- 
mento podría  invocarse  en  favor  de  tal  explicación,  es  el  de  Filón;  pero 
Filón,  lejos  de  ser  en  este  punto  el  eco  fiel  de  las  tradiciones  de  su  pueblo, 
es  por  el  contrario,  una  nota  discordante  en  el  concierto  general. 

IV 

Al  testimonio  unánime  de  la  antigüedad  judaica,  depositaría  legítima 
de  las  tradiciones  de  su  pueblo,  agrégase  el  no  menos  conteste  de  los 
escritores  cristianos  desde  la  edad  apostólica  hasta  la  aparición  del  racio- 
nalismo con  las  contadísimas  excepciones  ya  consignadas  al  principio  de 


PRIMEROS   CAPÍTULOS   DEL   GÉNESIS  461 

este  trabajo.  Todos  cuantos  directamente  han  explicado  estos  capítulos 
de  la  Biblia,  y  todos  cuantos  indirectamente  han  aludido  á  ellos  ó  se  han 
servido  en  cualquiera  forma  de  su  contenido— ¿y  quién  los  podrá  con- 
tar?- ,  todos  han  reconocido  el  valor  histórico-literal  délas  descripciones 
genesíacas.  Hojéense  los  volúmenes  de  los  Padres  griegos  y  latinos,  re- 
vuélvanse los  escritores  escolásticos  y  los  exégetas  de  la  Edad  Media  y 
de  los  últimos  siglos,  aparte  la  fracción,  siempre  relativamente  exigua, 
de  los  origenianos:  en  ninguno  se  hallará  vestigio  siquiera  de  duda  sobre 
un  punto  tenido  siempre  como  sagrado  é  incontrovertible.  Por  eso  tam- 
poco ocurre  definición  alguna  de  la  Iglesia  en  los  largos  siglos  de  su  his- 
toria declarando  el  sentido  histórico  de  los  pasajes  en  cuestión:  nunca 
se  hizo  necesaria  una  declaración  dogmática  donde  nunca  tuvo  impor- 
tancia el  error  contrario. 

Pero  ¿qué  mucho  que  la  tradición  judía  y  cristiana  profesara  siem- 
pre unánime  la  índole  perfectamente  histórica  de  esas  secciones,  cuando 
la  está  manifestando  con  evidencia  su  admisión  en  el  libro  del  Génesis 
como  parte  integrante  y  homogénea  de  este  libro?  El  Génesis  es  un  es- 
crito de  argumento  exclusivamente  histórico;  como  se  ve  por  el  objeto 
de  sus  descripciones  que  son  hechos  históricos,  por  las  continuas  notas 
ó  dalos  cronológicos,  geográficos,  genealógicos,  topográficos,  étnicos  y 
arqueológicos  encaminados  á  esclarecer,  fijar  y  distinguir  el  fondo  prin- 
cipal. No  son  otros  los  caracteres  por  los  que  juzgamos  sobre  la  índole 
histórica  de  los  escritos  profanos  pertenecientes  al  género  narrativo. 
Pues  bien,  las  secciones  contenidas  en  los  tres  primeros  capítulos  no 
sólo  están  colocadas  á  una  con  las  restantes  formando  un  todo,  sino  que 
el  cap.  IV  supone  la  narración  precedente  y  no  hace  más  que  conti- 
nuarla. Lo  que  se  dice  del  cap.  IV  respecto  del  conjunto  de  los  tres  an- 
teriores debe  decirse  del  III  con  respecto  al  II  y  de  éste  respecto  del  I. 
Hay  más:  el  tono  y  estructura  de  las  descripciones  son  igualmente  los 
mismos  que  en  la  narración  restante:  idéntica  serie  de  afirmaciones  ó 
negaciones  objetivas  y  categóricas;  datos  análogos  de  cosmología,  geo- 
grafía, topografía,  etc.  ¿Qué  razón  hay  para  desgajar  estos  primeros 
capítulos  atribuyéndoles  un  carácter  poético  ó  alegórico  totalmente  di- 
verso del  que  caracteriza  la  narración  general? 

Pero  pasemos  más  adelante  y  hagamos  ver  que  el  argumento  de  la 
narración  no  es  un  motivo  para  negar  su  verdad  objetiva. 

Sin  duda  que  la  creación  no  pudo  tener  en  el  género  humano  un  tes- 
tigo que  presenciara  los  hechos  descritos  en  el  cap.  I  y  los  transmitiera 
á  generaciones  futuras.  Pero  esta  dificultad  no  es  suficiente  para  negar 
ni  el  sentido  ni  el  valor  histórico  de  la  sección:  el  hombre  pudo  conocer 
los  hechos  que  componen  la  historia  de  la  creación  por  el  testimonio 
divino,  y  pues  el  tenor  de  la  descripción  está  manifestando  que  el  relato 
se  propone  referir  en  efecto  la  verdadera  historia  del  origen  de  los  seres, 
ya  por  aquí  concluímos  que  el  género  humano,  ó  en  su  primer  padre,  ó 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  31 


462  EL   CARÁCTER   HISTÓRICO   DE   LOS   TRES 

en  generaciones  posteriores  alcanzó  una  revelación  sobre  la  primera 
producción  del  Universo  y  los  seres  que  le  pueblan.  Tampoco  puede 
negarse  que  en  las  dos  secciones  siguientes  del  Paraíso  y  la  tentación  ocu- 
rren hechos  de  carácter  singular  y  extraordinario;  pero  la  sobrenaturalidad 
no  es  un  motivo  bastante  para  eliminar  de  la  historia  real  un  hecho  ga- 
rantizado por  otra  parte  con  testimonios  idóneos,  como  sucede  en  nuestro 
caso:  la  economía  entera  del  Antiguo  y  Nuevo  Testamento,  rodeada  de 
todas  las  garantías  que  demuestran  la  intervención  divina  en  el  estable- 
cimiento de  la  religión  patriarcal  y  mosaica  lo  mismo  que  en  el  de  la  cris- 
tiana, cubre  con  su  égida  el  libro  entero  del  Génesis,  sin  exceptuar  sus 
primeros  capítulos  y  en  su  valor  histórico-literal.  Pero  además  de  esta 
prueba  indirecta,  aunque  eficacísima,  de  la  admisibilidad  histórica  de  las 
secciones,  ¿qué  extraño  es  que  en  los  primeros  días  de  la  vida  de  nues- 
tros primeros  padres,  cuando  por  una  parte  se  veían,  repentinamente, 
introducidos  en  un  laberinto  de  problemas  de  todas  especies  y  carecían 
por  otra  de  toda  experiencia,  de  todo  educador  y  maestro  en  el  orden 
natural,  emplease  Dios  con  ellos,  para  suplir  ese  defecto,  una  economía 
y  providencia  extraordinaria  y  sobrenatural?  Ni  se  ve  tampoco  por  qué 
Satanás  no  pudiera  servirse  para  tentar  al  hombre  de  un  instrumento  del 
orden  sensible.  ¿Cabe,  por  ventura,  acceso  á  las  facultades  del  hom- 
bre sino  por  el  intermedio  de  objetos  y  fenómenos  sensibles?  Siendo, 
pues,  el  tentador  un  puro  espíritu,  preciso  le  fué  echar  mano  de  medios 
de  ese  orden  si  había  de  abrirse  camino  á  las  facultades  internas  de  la 
mujer  á  quien  se  proponía  seducir. 

V 

Pero  hay  más.  Precisamente  los  hechos  referidos  en  los  capítu- 
los II  y  III  del  Génesis  constituyen  la  base  histórica  indispensable  de 
toda  la  revelación  cristiana.  Es  un  pensamiento  capitalísimo  en  la  Teo- 
logía de  San  Pablo,  el  de  que  la  obra  de  Jesucristo  es  una  reparación 
del  linaje  humano,  una  restitución  del  mismo  á  un  estado  ó  economía 
sobrenatural,  poseída  por  nuestros  primeros  padres  y  perdida  á  conse- 
cuencia de  la  culpa  cometida  por  ellos  en  el  Paraíso:  justicia  original, 
culpa  primordial,  castigo,  reparación,  son  las  cuatro  ideas  madres,  las 
cuatro  columnas  en  que  se  apoya  la  enseñanza  entera  del  Apóstol  sobre 
\di  justicia  del  Evangelio,  que  es  el  foco  de  toda  su  doctrina,  de  todo  su 
sistema  teológico.  Y  ¿qué  es  de  ese  estado  primitivo,  qué  de  la  culpa 
original  y  su  castigo,  qué  de  la  reparación,  si  se  despoja  de  su  carácter 
histórico  á  los  capítulos  II  y  III  del  Génesis? 

Un  distinguido  escritor  católico  no  tuvo  reparo  en  estampar  los  si- 
guientes conceptos.  Después  de  sentar  los  axiomas  en  que  la  llamada 
crítica  histórica  hace  descansar  sus  dictados  sobre  la  distinción  entre  la 
tradición  y  la  historia;  sobre  el  carácter  inevitable  de  ficción  legen- 


PRIMEROS  CAPÍTULOS  DEL   GÉNESIS  463 

daría  que  muy  pronto  reviste  toda  tradición  oral,  si  no  viene  á  fijarla  á 
tiempo  el  documento,  y  sobre  la  consiguiente  invalidez  histórica  de  narra- 
ciones cuya  primera  redacción  escrita  dista  mucho  de  la  data  cronoló- 
gica en  que  los  hechos  se  consumaron,  haciendo  aplicación  concreta  de 
€sos  principios  al  relato  genesíaco  en  sus  primeros  capítulos  continúa: 
«Querámoslo  ó  no  lo  queramos,  desde  la  creación  hasta  Abraham  se 
extiende  un  inmenso  espacio  vacío,  y  probablemente  ya/nas  sabremos  lo 
que  en  ese  espacio  pasó...  Es  evidente  que  los  primeros  capítulos  de  la 
Biblia  no  son  una  historia  de  la  Humanidad  ni  de  una  de  sus  ramas... 
Sin  embargo,  yo  pongo  aparte  la  historia  del  pecado  original. 

»No  es  que  pretenda  afirmar  que  todas  las  circunstancias  del  relato  son 
históricas...  Pero  de  las  ideas  que  llevo  desenvueltas  al  principio,  podría 
sentirse  la  tentación  de  que  el  hecho  mismo  esencial  no  ha  podido  ser 
transmitido  por  la  tradición.  No  creo  que  esta  conclusión  se  derive  de  las 
premisas;  me  he  esforzado  por  distinguir  entre  los  detalles  y  el  fondo 
de  las  historias  que  puede  ser  transmitido  con  mucha  fidelidad  y  por 
espacio  de  siglos  en  medios  los  más  diversos,  constantemente  transfor- 
mado, porque  constantemente  recibe  un  color  apropiado,  pero  constan- 
temente reconocible.  Y  los  folkloristas  lo  comprueban  en  historias  reli- 
giosas; sobre  todo,  tal  vez,  en  las  primitivas...  Mas  suponiendo  que  esa 
transmisión  sea  imposible,  dato  non  concesso,  nosotros  no  tenemos  más 
que  ver  si  el  pecado  original,  que  no  sufre  una  prueba  estricta  por  la 
historia,  forma  ó  no  parte  de  la  revelación.  Y  pues  es  cierto  que  la  forma, 
es  preciso  concluir  que  ha  sido  revelada...;  yo,  pues,  confieso  el  pecado 
original  como  lo  entiende  la  Iglesia,  á  causa  de  la  declaración  de  ésta; 
pero  aparte  este  punto  dogmático,  apoyado  en  la  revelación  como  en 
su  fundamento  inquebrantable,  no  hay  inconveniente  en  conceder  á  la 
historia  primitiva  su  carácter  propio,  aunque  no  haya  sido  suficiente- 
mente comprendido  de  los  antiguos»  (1). 

Resumiendo:  los  hechos,  se  dice  no  se  fijan  sino  mediante  la  escritura; 
Si  se  confían  á  la  tradición  oral,  su  memoria  se  desvanece  y  transforma 
muy  en  breve.  Según  eso,  como  los  acontecimientos  de  la  historia  pri- 
mitiva de  la  Humanidad  estuvieron  confiados  á  la  simple  tradición  oral 
por  espacio  de  décadas  de  siglos,  su  expresión,  escrita  en  la  Biblia, 
no  puede  inspirar  confianza;  y  las  narraciones  bíblicas  nos  presentan 
en  los  primeros  capítulos  del  Génesis,  no  historia,  sino  leyendas.  Por  lo 
que  hace  al  pecado  original,  se  admite  su  existencia  por  la  revelación, 
no  por  el  testimonio  histórico;  ó  si,  lo  que  apenas  es  probable,  la  tradi- 
ción ha  transmitido  la  memoria  de  ese  hecho  á  través  de  las  generacio- 
nes, esa  memoria  se  limita  al  recuerdo  vago  de  una  transgresión,  no  á 
los  detalles  y  á  la  forma  con  que  la  presenta  el  Génesis. 

Según  esta  teoría,  ó  el  dogma  del  pecado  original  por  sí,  y  con  inde- 


<1)    R.  P.  Lagrange:  La  methode  historique,  páginas  216-219. 


464  EL   CARÁCTER   HISTÓRICO   DE   LOS   TRES 

pendencia  de  los  detalles  consignados  en  el  Génesis,  ha  sido  objeto  de 
una  revelación  especial,  ó  en  la  narración  genesíaca  del  capítulo  III  la 
revelación  sólo  se  extiende  al  concepto  vago  de  una  transgresión,  pero 
de  ningún  modo  al  relato  en  su  integridad.  Mas  lo  primero  nadie  lo  ha 
dicho:  porque,  en  efecto,  el  Concilio  de  Trento  y  el  Vaticano  decla- 
ran que  la  revelación  cristiana  se  ha  comunicado  á  la  Iglesia  por  la 
escritura  y  la  predicación  oral  de  Cristo  y  los  Apóstoles,  no  consignada 
en  el  Nuevo  Testamento;  ahora  bien,  el  dogma  del  pecado  original  no 
pertenece  á  esa  predicación  oral  distinta  de  la  escritura;  de  donde  se 
infiere  que  la  fuente  reveladora  del  dogma  del  pecado  original  no  es 
otra  que  la  escritura;  es  decir,  originariamente,  el  Génesis,  pues  los 
pasajes  restantes  de  la  Biblia  que  proponen  ese  dogma  hacen  refe- 
rencia á  la  historia  genesíaca  (1).  Si,  pues,  la  revelación  del  capítulo  III 
del  Génesis  se  circunscribe  á  aquella  verdad  aislada,  en  primer  lugar, 
¿qué  es  de  la  inspiración  total^  enseñada  expresamente  por  los  mismos 
Concilios?  En  segundo  lugar,  si  nos  atenemos  á  la  conclusión  de  que  la 
revelación  se  limita  á  solo  el  hecho  vago  de  la  transgresión,  nos  encon- 
tramos con  el  caso  de  un  dogma  histórico,  ó  de  base  histórica,  es  decir, 
enlazado  necesariamente  con  una  escena  histórica  concreta  que  le  dio 
origen,  pero  al  cual  se  sustrae  toda  base;  pues  fuera  del  relato  concreto 
del  Génesis,  es  inútil  buscar  otra  fuente  histórica  fidedigna  donde  se  nos 
informe  sobre  el  pecado  original.  Ó,  finalmente:  como  de  todas  las  fuen- 
tes concretas  de  transmisión  se  puede  decir  lo  que  de  la  genesíaca,  pues 
todas  ellas  son  una  remisión  al  relato  del  Génesis,  tendremos  un  hecho 
histórico  que  se  escapa  de  nuestras  manos,  que  se  volatiliza,  cuando 
queremos  asirle  con  ellas.  Y  como  precisamente  este  hecho  constituye 
toda  la  razón  histórica  del  pecado  original,  nos  encontramos  con  un 
dogma  que  tiene  todas  las  apariencias  de  una  fábula,  ó  contra  el  cual 
conspiran  con  fundamento  todas  las  presunciones  de  la  investiga- 
ción y  del  anáUsis.  La  fe  en  ese  dogma  tiene,  á  la  verdad,  todos  los 
caracteres  de  la  fe  de  Abraham:  in  spem  contra  spem,  creemos  firme- 
mente en  la  existencia  histórica  del  pecado  original,  pero  estando  per- 
suadidos al  mismo  tiempo  que  la  única  fuente  de  ese  orden  que  nos  lo 
notifica  es  una  fábula. 

Pero  no,  no  es  verdad  que  el  hecho  histórico  del  pecado  original  no 
haya  podido  transmitirse  fielmente  y  en  sus  detalles  por  el  testimonio 
histórico;  porque  ni  es  verdad  que  la  tradición  no  escrita  desfigure  y 
transforme  siempre  é  infaliblemente  los  hechos,  ni  es  cierto  tampoco  que 
sólo  fuera  confiado  á  la  escritura  en  la  época  de  Moisés.  Un  hecho  de  las 
proporciones,  de  la  importancia,  de  las  consecuencias  de  la  transgresión 
primordial  no  podía  borrarse,  ni  en  sí,  ni  en  los  breves  y  singularísimos 
detalles  con  que  se  consumó,  de  la  memoria  de  nuestros  primeros 


(I)    Eclesiástico,  XXV,  33,  Rom.,  V,  12-21. 


PRIMEROS   CAPÍTULOS   DEL   GÉNESIS  465 

padres,  ni  éstos  podían  consentir  que  á  las  numerosas  generaciones  que 
alcanzaron  en  pos  de  sí  se  transmitiera  envuelto  en  un  relato  fabuloso 
y  con  aleaciones  espúreas.  ¿No  estaban  allí  ellos  para  velar  por  su  trans- 
misión fiel  é  inviolable,  ellos,  que  conocían  perfectamente  la  realidad 
del  suceso?  Hasta  el  diluvio,  pues,  indudablemente  se  pudo  conservar, 
sin  dificultad,  enteramente  intacto  el  relato  de  la  caída.  No  hay  razón 
para  creer  que  Noé,  por  su  parte,  consintiera  alteraciones  en  un  depó- 
sito sagrado,  cuya  guarda  le  confiara  Matusalén,  quien  á  su  vez  lo  reci- 
bió de  Adán.  Lo  que  se  dice  de  Adán  y  Noé  puede  y  debe  decirse  de  los 
eslabones  que  enlazan  las  épocas  últimas  de  Noé  con  Abraham.  En 
tiempo  de  este  Patriarca,  apenas  cabe  duda  que  se  conocía  y  empleaba 
la  escritura. 

Ni  es  necesario  añadir  que  en  el  tiempo  en  que  este  medio  de  trans- 
misión era  aún  desconocido,  estaban  en  uso  otros  subsidios  mnemónicos 
que  ampliaban  la  retentiva  y  transmisión  exacta  de  los  sucesos  en  una 
escala  mucho  mayor  que  después  de  poseído  el  medio  de  la  escritura, 
cuyo  recurso  hace  que  seamos  ahora  negligentes  en  su  aplicación. 

Por  otra  parte,  ¿quién  es  capaz  de  señalar  los  primeros  orígenes  cro- 
nológicos de  la  locución  escrita  ó  de  la  escritura?  Los  monumentos 
egipcios  y  asirlos,  é  igualmente  los  datos  que  nos  suministra  el  Génesis 
nos  revelan  que  el  arte  de  expresar  por  escrito  el  pensamiento  fué  cono- 
cido ya  y  empleado  en  edades  muy  remotas,  tal  vez  antes  del  diluvio, 
por  más  que  Moisés  no  señala  esos  orígenes  como  señala  el  de  otras 
artes  primitivas.  Según  eso,  el  relato  genesíaco  sobre  la  creación  y 
sucesos  del  Paraíso,  pudo  ser  fijado  por  la  escritura  ya  antes  del  dilu- 
vio, es  decir,  en  una  época  en  que  tal  vez  vivía  aún  Adán,  ó  segura- 
mente uno  de  sus  descendientes,  que  largos  años  había  vivido  á  su 
lado.  ¿Dónde  está,  pues,  esa  imposibilidad  que  se  complace  en  suponer 
cierta  escuela,  para  la  transmisión  fiel  de  los  acontecimientos  relatados 
en  los  tres  primeros  capítulos  del  Génesis  hasta  la  edad  mosaica?  Nada 
hay,  según  eso,  en  la  esfera  de  un  análisis  serio  y  razonado,  que  se 
oponga  como  dificultad  insuperable,  ni  siquiera  grave,  contra  la  exacti- 
tud histórica  de  las  narraciones  contenidas  del  capítulo  I  al  III  del 
Génesis. 

L.  MuRiíxo. 


La  Federaciiin  HinerícaDa  de  flsomacíones  Gadjiicas 


u 


UNCA  creí  dar  con  un  Aparisi  ó  un  Donoso  yanqui,  ni  menos  en  el 
mundo  y  en  los  tiempos  de  los  grandes  negocios.  Mas  he  aquí  que  yan- 
qui de  cuerpo  y  de  alma  es  el  varón  espiritual  y  elocuente  que  ha  po- 
cas semanas  admiré  en  el  prosaico  escenario  de  su  gran  despacho  cen- 
tral, entre  contadoras  mecánicas,  cajas  Mosler,  estenógrafos  automá- 
ticos y  demás  cristalizaciones  de  la  lucrativa  actividad  de  su  raza. 

Cuando,  en  el  curso  de  nuestra  entrevista,  se  enteró  de  que  hablaba 
con  un  jesuíta,  el  frío  hombre  de  negocios  se  transformó  de  repente  en 
el  amigo  viejo,  y  ya  se  habló  como  en  familia.  Entonces  fué  de  ver  aquel 
discurrir  de  su  conversación  y  aquel  crescendo  de  su  elocuencia  sobre 
su  amor  á  los  Órdenes  religiosas,  sobre  la  acción  católica,  sobre  la  gr^n 
cruzada  contra  la  inmoralidad,  sobre  la  gloria,  la  mayor  gloria,  de  Dios 
y  sobre  la  vida  y  reinado  de  Nuestro  Señor  Jesucristo...  Sí,  aquello  pare- 
cía una  traducción  inglesa  de  Fr.  Luis  de  Granada.  Cuando,  en  el  colmo 
de  su  arrebato,  llegó  á  ver  como  lo  más  factible  la  unidad  católica  uni- 
versal y  el  restablecimiento  del  poder  temporal  del  Papa,  yo,  en  mis 
adentros,  le  llamé  «Quijote...»,  en  el  sentido  que,  en  ocasión  parecida, 
aceptó  para  sí  este  nombre  el  otro  gran  parlamentario,  y  por  lo  que 
«Quijote»  dice  de  ideales  nobles  é  hidalga  intrepidez. 

Para  demostrarme  que  ni  él  ni  yo  soñábamos,  cerró  su  discurso  po- 
niendo entre  mis  manos  un  rollo  de  papeles,  donde  había,  además  de 
planes,  hechos:  los  llevados  á  cabo  por  su  ínclito  batallón  de  dos  millo- 
nes de  hombres,  llamado  American  Federation  of  Catholic  Societies.  De 
allí'salí  animado  á  escribir  esta  ligera  reseña  de  la  tal  Federación  Cató- 
lica Americana,  para  consuelo  de  los  que  creemos  en  la  comunión  de 
los  santos  y  para  utilidad  de  cuantos  quieran  seguir  desde  sus  primeros 
pasos  á  los  grandes  elementos  del  mundo  moral. 

Los  «Caballeros  de  San  Juan»  dieron  principio  á  esta  Federación 
en  1900,  convocando  para  ello  á  cincuenta  delegados,  que  se  reunieron 
en  el  Fifth  Avenue  Hotel  de  Nueva  York,  y  luego,  en  Agosto  de  1901, 
en  Longbranch,  como  en  juntas  preparativas  para  el  Congreso  formal 
que  se  abrió  en  Diciembre  del  mismo  año  en  Cincinnati.  Desde  entonces 
se  han  venido  teniendo  congresos  cada  año,  en  diferentes  ciudades, 
siendo  el  de  1909,  el  11  de  Agosto,  en  Pittsburg  (Estado  de  Pennsyl- 
vania). 


LA   FEDERACIÓN    AMERICANA   DE    ASOCIACIONES   CATÓLICAS  467 

Los  fundadores  de  esta  Federación  no  se  precian  de  originales:  «El 
origen  de  nuestra  Federación  (escribe  su  ex  presidente  Mr.  Minalian)  se 
encuentra  en  las  encíclicas  del  más  profundo  pensador  de  nuestros  tiem- 
pos, León  Xin.  Nuestro  ideal  no  es  más  que  una  centellita  del  torrente 
de  luz  social  que  emana  del  Vaticano.  No  hemos  hecho  más  que  realizar 
aquellas  palabras  del  Sumo  Pontífice:  «Mayor  eficacia  tendrá  la  acción 
«católica  si  las  asociaciones  privadas,  respetando  sus  respectivas  auto- 
»nomías,  adunan  sus  esfuerzos.»  Nuestro  fundador,  pues,  es  el  gran  Pas- 
tor blanco  del  Vaticano,  que  por  medio  de  nuestros  Obispos  nos  viene 
predicando  hace  veinticinco  años  este  santo  apostolado  seglar.» 

Para  reducir  estos  ideales  á  la  práctica  también  se  han  fijado  en 
otras  alianzas  católicas  de  Eyropa.  «¿Qué  católico  (decía  uno  de  sus  fun- 
dadores), después  de  conocer  el  Centro  Alemán  y  su  gran  Wintdhorst, 
no  se  sentirá  movido  á  imitarlos?  ¿No  tiene  Inglaterra  su  Catholic  Union, 
Suiza  su  Volksverein,  Holanda  su  Katholikentag  y  España  sus  partidos 
católicos?  ¿Pues  qué  pasa  con  nosotros?» 

Lo  que  sí  creo  que  esta  Federación  tiene  de  original  es  lo  que  le 
viene  de  ser  yanqui,  ó  de  reflejar  el  carácter  de  la  nación  en  que  florece» 
á  saber:  su  rápido  desarrollo,  la  facilidad  de  sus  miembros  en  organi- 
zarse y  entenderse  y  la  absoluta  seguridad  subjetiva  de  obtener  el  triunfo. 
¿No  son  estas  las  notas  características  de  las  empresas  yanquis? 

El  doble  hecho  de  ser  los  miembros  americanos  y  de  buena  voluntad 
es  la  causa  de  que  gusten  y  necesiten  de  pocas  leyes.  De  estas  leyes  aun 
más  pocas  tenemos  que  examinar  para  formarnos  una  idea  del  carácter 
de  la  Federación. 

En  el  artículo  L°  de  su  Constitución  se  dan  el  nombre  de  Federación 
Americana  (norteamericana  quisieron  decir)  de  Sociedades  Católicas. 
De  aquí  se  ve  que  los  miembros  formales  son,  de  suyo,  las  asociaciones 
católicas.  Fué  preciso,  sin  embargo,  y  aun  laudable  el  admitir  como 
miembros  á  algunas  personas  particulares,  como  á  bienhechores  nece- 
sarios, salvándose  así  la  existencia  de  la  Federación  á  expensas  de  su 
esencia  metafísica.  El  ser  Federación  incluye  la  alianza  general  de  las 
asociaciones,  y  el  ser  solamente  Federación  excluye  la  intervención  en 
las  instituciones  y  procederes  de  las  mismas,  dejándoles  intactas  sus 
autonomías. 

«El  objeto  de  esta  Federación  (dice  su  artículo  2.°)  es  aumentar  la 
unión  entre  los  seglares  católicos,  patrocinar  los  intereses  y  trabajos  de 
la  Religión,  la  piedad,  educación  y  caridad;  estudiar  nuestros  problemas 
sociales,  propagar  la  verdad  y  la  prensa  católica  é  introducir  los  prin- 
cipios cristianos  en  nuestra  política,  comercio  y  sociedad.» 

¿No  parece  esto  demasiado  universal  y  un  tanto  vago?  -  ¿No  tienen 
ustedes,  los  jesuítas  (se  me  respondió)  un  objeto  tan  extenso  ó  más  que 
el  nuestro,  y  eso  que  son  sólo  15.000?  Lo  de  la  vaguedad  desaparece  en 
cada  caso  concreto,  siendo  entonces  su  actividad  concretísima,  como  la 


468  LA   FEDERACIÓN   AMERICANA   DE    ASOCIACIONES   CATÓLICA*; 

del  sol  y  la  tierra  lo  es  en  cada  semilla  que  llevan  á  fruto  y  sazón.  Y  aun- 
que ninguno  de  los  objetos  directamente  indicados  se  lograse,  todavía 
tres  inmensas  ventajas  no  podían  menos  de  seguirse,  y  es  la  primera  la 
que  de  todos  los  congresos  católicos  puede  esperarse,  ó  sea  la  de  mutuo 
cambio  de  ideas,  la  de  animarse  y  cobrar  conciencia  de  su  número  y 
poder. 

Bien  claro  les  dio  á  entender  el  insigne  Obispo  McFaul  que  los 
católicos,  sobre  todo  si  se  comparan  con  sus  conciudadanos  herejes  y 
con  lo  que  debieran  ser  en  tierra  de  libertad,  aparecían  hasta  ahora 
tímidos  y  cobardes.  Ello  tiene  su  explicación  humana:  los  católicos  de 
los  Estados  Unidos  pertenecen  en  su  gran  mayoría  á  la  clase  media,  y 
pertenecían,  hace  unos  veinticinco  ó  treinta  años,  á  la  ínfima  é  injus- 
tamente despreciada  de  los  emigrantes.  El  grueso  de  los  católicos,  com- 
puesto de  irlandeses  y  alemanes,  se  hallaba  entonces  en  la  misma  con- 
dición que  ahora  se  hallan  aquí  los  pobres  griegos  ó  italianos,  y  por  eso 
hasta  ellos  mismos  se  veían  pequeños  ante  los  protestantes,  que  consti- 
tuían casi  exclusivamente  la  clase  aristocrática  y  más  ó  menos  ilus- 
trada. Hoy  que  las  cosas  y  las  fortunas  se  han  cambiado  y  acortádose 
las  distancias  sociales,  bastó  sólo  que  estas  dos  vigorosas  razas  se  vie- 
sen unidas  y  engrandecidas  por  medio  de  esta  espiritual  alianza,  para 
que  al  unísono  clamaran  por  sus  derechos,  de  tantos  años  ultrajados,  en 
frase  equivalente  á  nuestro  añejo  «justicia  pido,  que  no  gracia». 

Otro  importante  objeto  también  se  logra  de  todas  maneras  por  la 
Federación,  y  por  ser  ella  compuesta  de  sociedades;  y  es  su  mutuo  es- 
tímulo. Antes  de  unirse,  las  asociaciones  no  tenían  que  dar  cuenta  á 
nadie.  Sus  méritos,  así  como  sus  deficiencias,  eran  conocidos  solamente 
de  sus  propios  miembros.  Ahora  en  cada  congreso,  parcial  ó  nacional, 
cada  una  se  presenta  seguida  de  sus  propios  méritos.  Diríase  que  estos 
congresos  son  como  exposiciones  de  productos  nacionales,  y  que  son 
exposiciones  permanentes,  comoquiera  que  se  continúan  virtualmente 
por  medio  del  Boletín,  periódico  de  la  Federación,  en  el  que  las  socieda- 
des activas  brillan  por  sus  obras  y  las  otras ...  por  su  ausencia. 

Pero  el  principalísimo  fruto  obtenido  por  esta  Federación  es  la  unión 
de  los  católicos  de  las  diversas  nacionalidades  aquí  residentes.  En  un 
artículo  publicado  en  el  Mensajero  Americano  en  1902  se  lee:  «Hasta 
ahora  las  diversas  nacionalidades  de  nuestro  mundo  católico  se  han 
mirado  entre  sí  con  desconfianza,  y  hasta  con  envidia.  Tienen  tan  poco 
interés  y  conocimiento  las  unas  de  las  otras,  que  no  parecen  pertenecer 
á  la  misma  gran  familia.  ¿La  fuerza  que  nos  unifique  no  será  una  gran 
dádiva  del  cielo?  Pues  bien:  la  Federación  es  esa  fuerza  maravillosa  que 
ha  concluido  tamaña  tarea. » 

Aun  después  de  bien  unidas  las  diversas  nacionalidades  en  el  Con- 
greso de  Chicago,  todavía  hubo  momento  en  el  de  Cincinnati  en  que 
todo  parecía  irse  á  pique,  más  que  por  otra  cosa,  por  la  mala  inteiigen- 


LA   FEDERACIÓN    AMERICANA   DE   ASOCIACIONES    CATÓLICAS  469 

cia  de  algunos  centros  alemanes,  que  creyeron  ver  amenazada  su  auto- 
nomía. Afortunadamente,  una  prudente  ley  de  organización,  que  luego 
veremos,  y  el  instinto  de  conservación  (que  estas  razas  nunca  pierden) 
pacificó  los  ánimos  hasta  la  fecha. 

La  organización  de  esta  alianza  es  parecidísima  á  la  política  de  los 
Estados  Unidos,  que  (según  ellos)  es  la  mejor  del  mundo  entero.  De 
todas  maneras,  cualquier  ley  de  organización  les  bastará,  como  sus  miem- 
bros sigan  conservando  la  interior  ley  de  la  caridad  que  el  Espíritu  Santo 
escribió  é  imprimió  en  sus  corazones.  Así  como  en  la  organización  polí- 
tica de  los  Estados  Unidos  tenemos  un  compuesto  de  Estados,  que  á  su 
vez  constan  de  partidos,  todos  libres  para  darse  leyes  dentro  de  los  lími- 
tes de  una  constitución  generalísima;  así  también  en  esta  alianza  ameri- 
cana de  asociaciones  católicas  cada  asociación,  permaneciendo  autóno- 
ma, se  une  con  sus  análogas  que  se  encuentren  en  un  mismo  partido  ó 
demarcación  para  formar  lo  que  llaman  County  Federation.  Cinco  (por 
lo  menos)  de  estas  pequeñas  agrupaciones  constituyen  lo  que  se  llama 
State  Federation.  Además,  también,  como  en  lo  político,  están  unidas  al 
total  de  la  Federación,  y  no  á  ninguna  de  las  de  los  Estados,  otras  asocia- 
ciones de  carácter  nacional,  como  son,  por  ejemplo,  la  de  Knights  of 
St.John  ó  la  Catholic  Order  of  Foresters.  Esta  independencia  de  las 
federaciones  parciales  se  extendió  también,  como  indicamos,  á  los  centros 
alemanes  y  á  otras  ligas  extranjeras,  desde  lo  acaecido  en  Cincinnati, 
con  tanto  mayor  razón  cuanto  que  su  número  y  diferencia  de  lengua 
oficial  así  lo  requerían. 

Los  individuos  particulares  no  tienen  representación  directa  en  los 
congresos,  ni  las  federaciones  de  distrito  ó  County  Federations,  á  no  ser 
que,  por  no  llegar  á  cinco,  no  puedan  formar  una  federación  de  Estado. 
Las  asociaciones  de  las  diversas  nacionalidades  extranjeras  pueden  en- 
viar un  diputado  por  cada  mil  miembros,  con  aprobación  de  la  Junta 
directiva  de  la  federación  del  Estado  donde  radiquen,  aunque,  como  es 
dicho,  no  forman  parte  de  ella.  Las  federaciones  estadiales  y  las  inferio- 
res, que  por  no  llegar  á  cinco  no  pueden  formar  una  mayor,  tienen  dere- 
cho á  mandar  un  diputado  por  cada  mil  hombres.  Mas  por  razones  que 
se  dejan  entender  las  asociaciones  de  carácter  nacional  sólo  tienen  un 
diputado  por  cada  diez  mil  de  sus  individuos.  ¿Puede  darse  organiza- 
ción más  sencilla? 

La  organización  financiera  de  la  Federación  es  hasta  demasiado  sen- 
cilla. Á  ver  qué  cambios  hace  en  este  punto  el  Congreso  de  Pitssburg. 
Las  asociaciones  nacionales  pagan  solamente  10  dollars  de  cuota  por 
cada  diez  mil  de  sus  miembros.  Las  parroquias  y  colegios  contribuyen 
con  tres  dollars  cada  uno,  y  las  demás  unidades  pagan  per  capita^  según 
las  circunstancias  de  sus  diversos  territorios,  etc.,  y  á  juicio  del  Con- 
greso nacional,  que  cada  año  debe  tasar  para  cada  federación  parcial. 
Las  personas  particulares  que  contribuyan  con  50  centavos  anuales  se 


470  LA   FEDERACIÓN    AMERICANA   DE   ASOCIACIONES   CATÓLICAS 

consideran  como  socios,  aunque,  como  arriba  dijimos,  no  tienen  repre- 
sentación directa. 

Casi  gusta  esta  escasez  de  leyes  financieras,  cuando  se  compara  con 
la  importancia  que  estos  mismos  hombres  (por  sangre,  hombres  de  nego- 
cios) dan  á  los  elementos  de  orden  sobrenatural:  á  la  oración  en  sus 
reuniones,  á  la  santa  Misa  con  que  siempre  las  abren,  á  la  piedad  y 
unción  en  sus  discursos  y  sobre  todo  á  su  práctica  filial  é  incondicional 
unión  con  la  Santa  Iglesia.  Parecen  decirnos:  Fortitudo  mea  Dominas. 


¿Y  qué  ha  hecho  la  Federación  en  sus  siete  años  de  existencia?  En 
general  puede  responderse  que  su  vida  ha  sido  una  serie  de  triunfos 
para  la  Religión,  obtenidos  con  las  mismas  armas  de  que  los  hijos  de  las 
tinieblas  han  abusado  para  combatirla.  Éstas  son  dos  principalmente:  la 
opinión  pública  y  la  influencia  en  las  autoridades  civiles  y  políticas.  La 
combinación  de  ambas,  usada  con  rapidísima  actividad,  y  sosteniendo 
su  agitación  por  medio  de  la  prensa,  es  lo  que  ellos  con  donaire  llaman 
la  maquinaria.  Que  se  trata  de  hacer  pasar  una  ley  perjudicial  á  las 
misiones  católicas  entre  los  indios  de  las  montañas;  luego  se  pone  en 
juego  la  maquinaria^  y  en  un  cuarto  de  hora  quedan  todos  los  Obispos 
americanos  enterados  de  lo  que  se  trata,  y  en  otro  cuarto  de  hora  los 
diputados  al  Congreso  de  la  Unión  (de  cualquier  color  que  sean)  se  ven 
abrumados  de  telegramas  de  sus  respectivos  estados,  de  cuantos  católi- 
cos pudientes  en  ellos  se  encuentran,  dispuestos  á  machacar  y  á  seguir 
telegrafiando  hasta  arrancarles  la  promesa  de  que  la  ley  no  pasará,  y  la 
tal  ley,  de  hecho  y  contra  lo  que  se  esperaba,  no  pasó.  Que  un  periódico 
local  habla  ridiculamente  de  Juana  de  Arco...  Inmediatamente,  en  virtud 
de  la  maquinaria,  se  citan  leyes,  se  amenaza,  aun  prematuramente,  con 
apelar  á  Washington,  se  les  amenaza  con  que  los  comerciantes  católicos 
retirarán  del  periódico  sus  avisos;  y  he  aquí  al  mismo  periódico  de  ayer 
poniendo  hoy  en  su  primera  página  el  gran  retrato  de  la  heroica  Donce- 
lla de  Orleans  y  un  soberbio  panegírico.  Vino  ha  poco  á  esta  ciudad  de 
San  Luis  la  famosa  bailarina  de  la  danza  Salome,  y  mientras  la  Fede- 
ración no  lo  supo,  bailó  ante  el  público  de  la  manera  más  impúdica  y 
al  derredor  de  una  cabeza  que  representaba  la  de  San  Juan  Bautista.  Pero 
á  los  dos  días,  allí  tuvo  al  guindilla  influenciado  po^  la  Federación  local, 
y  la  orden  terminante  de  ponerse  más  trapos  y  sustituir  la  cabeza  del 
Bautista,  por  ejemplo,  por  un  ramillete  de  flores. 

Los  casos  como  éstos  son,  sin  exageración,  innumerables  y  tienen 
bien  ocupados,  ó,  como  ellos  dicen,  «en  agitación»,  no  sólo  á  la  Federa- 
ción general,  sino  á  las  inferiores,  como  en  los  casos  que  hemos  enume- 
rado pudo  verse. 

Ahora  bien:  ¿se  atreverían  los  católicos  hace  diez  años,  se  atreverían 


LA   FEDERACIÓN   AMERICANA   DE   ASOCIACIONES   CATÓLICAS  471 

ahora  mismo  á  levantar  la  voz,  no  digo  ya  á  hacer  el  estruendo  que 
hacen,  si  no  supieran  que  les  guardan  las  espaldas  dos  millones  de  cató- 
licos del  mismo  temple?  Y  si  las  autoridades  se  mueven  ya  á  secun- 
darlos, y  á  veces  tan  de  prisa,  ¿creemos  que  esto  se  debe  á  la  tan  decan- 
tada honradez  del  Gobierno  americano  y  á  su  respeto  á  solos  los  prin- 
cipios? 

Poco,  ciertamente,  logró  la  Federación  en  su  campaña  por  los  inte- 
reses de  la  Iglesia  en  Filipinas;  pero  su  buena  voluntad,  su  nobleza  y 
buen  espíritu  merecieron  bien  de  la  Iglesia  y  de  los  hombres  sensatos, 
porque  ante  todo,  y  cuando  todavía  los  ánimos  de  muchos,  aun  de  mu- 
chos católicos,  estaban  tan  mal  dispuestos  y  tan  poco  enterados  acerca 
de  los  frailes  españoles  en  aquellas  islas,  en  el  Congreso  de  Chicago 
de  1902  la  Federación  oyó  de  uno  de  sus  miembros,  aplaudió  y  propagó 
la  más  brillante  apología  de  aquellos  héroes  y  de  aquellas  instituciones. 
*Los  Obispos  americanos,  decía  el  orador,  y  cuantos  con  ellos  han  pro- 
testado contra  las  injusticias  de  Filipinas,  no  han  hecho  más  que  cum- 
plir con  un  deber...  Ya  no  hay  que  dudar  más  de  lo  que  allí  está  pasando. 
Ya  consta  de  la  vil  profanación  de  los  templos  y  de  la  espantosa  inmo- 
ralidad que  allí  reina,  desde  el  arribo  de  nuestras  tropas,  y  consta  tam- 
bién de  las  órdenes  asesinas  dadas  por  un  general  americano...  Y  qué, 
¿la  introducción  en  Filipinas  de  las  escuelas  laicas  no  basta  para  alar- 
marnos? ¡Nuestro  silencio  en  estas  circunstancias  sería  una  vergüenza  y 
un  crimen!  No  faltó  quien  dijera  que  los  católicos  debíamos  cuidarnos 
sólo  de  conservar  nuestras  almas  en  paz,  dejando  á  las  autoridades  el 
hacer  justicia,  y  que  estando  ya  todo  en  manos  del  Papa,  allí  lo  debié- 
ramos dejar,  confiando  en  su  prudencia...  Á  fe  que  confiamos;  pero  ¿por- 
qué, fué  todo  á  sus  manos  sino  por  la  polvareda  y  gritería  que  nosotros 
levantamos?  Pues  bien:  la  Federación  resuelve  continuar  urgiendo  y 
sosteniendo  esta  agitación  en  favor  de  la  Iglesia  católica  en  las 
Filipinas...» 

«Señores  (decía  más  adelante),  de  967  maestros  americanos  que  allí 
se  han  mandado,  18  solamente  son  católicos.  ¿No  es  esto  parcialidad?... 
Dícese  que  ahora  vamos  á  civilizar  á  los  filipinos,  porque  hasta  ahora 
no  han  sido  civilizados...;  y  yo  digo  que  si  por  civilización  se  entiende 
caer  las  masas  ante  los  rifles  de  los  civilizadores,  como  nuestros  indios 
cayeron,  ciertamente  los  filipinos  nunca  fueron  civilizados...  Declara  la 
Secretaría  de  Guerra  que,  mirando  á  los  intereses  de  la  Religión  y  de 
todas  las  religiones,  se  dará  á  los  filipinos  instrucción  laica.  ¡Cuidado 
que  se  necesita  sangre  fría  para  venirnos  á  decir  eso,  después  de  que  á 
todo  el  mundo  consta  que  la  tal  educación  ha  sido  y  va  siendo  la  causa 
de  nuestra  ruina!....  ¡Entiéndase  de  nuevo:  la  Federación,  siguiendo  el 
consejo  de  los  Obispos,  sus  consultores,  con  calma  sí,  pero  con  cons- 
tancia, ha  de  seguir  urgiendo  el  problema  filipino  hasta  que  se  resuelva 
según  justicia!» 


472  LA   FEDERACIÓN   AMERICANA   DE   ASOCIACIONES   CATÓLICAS 

Más  tarde  el  Sr.  Arzobispo  de  Manila  mandó  un  cablegrama  al 
Secretario  de  la  Federación:  «Ayúdeme  la  Federación  á  hacer  pasar  en 
Washington  la  ley  de  indemnización»;  y  la  respuesta  fué:  «Allá  vamos 
con  la  maquinaria.»  La  vociferación  católica  empezó,  en  efecto;  multitud 
de  candentes  telegramas  de  todas  las  federaciones  parciales  penetró  en 
el  Senado,  como  las  zorras  de  Sansón  en  el  campo  enemigo;  el  presi- 
dente de  la  Federación,  Mr.  Feeney,  se  plantó  en  Washington;  las  influen- 
cias privadas  (¿por  qué  no?)  se  pusieron  en  juego,  y...  y  el  decreto  pasó 
y  tras  él  403.030,19  dollars  pasaron  del  Erario  á  manos  del  ilustrísimo 
señor  Arzobispo  de  Manila,  á  título  de  indemnización  por  las  rapiñas  y 
desafueros  cometidos  por  los  invasores  americanos. 

Como  era  natural,  á  los  federados  les  pareció  poco  esta  cantidad,  y 
estaban  dispuestos  á  proseguir  en  su  demanda,  á  no  haber  intervenido 
prudente  y  autorizado  temor  de  perder  por  ello  todo.  Poco  después  les 
escribía  el  mismo  Arzobispo:  «Á  pesar  de  no  bastarme  la  indemnización 
ni  para  tapar  las  goteras  de  mis  iglesias,  todavía  quedo  á  la  Federación 
sumamente  agradecido  y  muy  animado  á  valerme  en  lo  futuro  de  sus 
poderosos  esfuerzos.» 

Para  acabarnos  de  formar  idea  del  carácter  de  la  Federación  y  de  la 
influencia  universal  que  ya  va  adquiriendo,  diré  dos  palabras  sobre  el 
asunto  Wilfley.  El  señor  de  este  nombre,  juez  consular  de  los  Estados 
Unidos  en  Shanghai  (China),  fué  acusado  ante  la  Junta  directiva  del 
American  Federation  of  Catholic  Society  de  haber  atacado,  sin  pro- 
vocación alguna,  á  la  Iglesia  católica  y  de  haber  aplaudido  á  discursos 
anticatólicos  en  una  reunión  protestante,  que  él  entonces  presidía.  La 
Junta  no  quiso  proceder  mientras  no  llegasen  los  documentos  que,  para 
cerciorarse,  había  pedido  á  las  autoridades  eclesiásticas  de  China.  Lle- 
gado que  hubieron,  y  con  ellos  en  la  mano,  el  presidente,  Mr.  Feeney,  se 
vio  primero  con  el  Nuncio,  Monseñor  Falconi,  y  luego  con  el  mismísimo 
Roosevelt.  Éste  respondió  que  ello  se  arreglaría  de  manera  que  el  Nuncio 
quedase  satisfecho.  El  resultado  fué  que  Mr.  Wilfley  tuvo  que  publicar 
una  retractación  en  forma  de  disculpa,  diciendo  que  sus  palabras  contra 
la  Iglesia  no  fueron  suyas,  y  que  sólo  citaba  á  Blakstone.  Lo  malo  fué 
que  se  olvidó  decir  que  era  cita  y  aun  poner  sus  frases  entre  comillas.  Y 
porque  vio  la  que  le  esperaba,  añadió  á  su  retractación  algunas  frases 
de  cariño  y  admiración  acerca  de  los  misioneros  católicos  en  China. 
Como  el  Obispo  de  aquellas  regiones  y  el  Nuncio  en  éstas  se  dieron  por 
satisfechos,  los  miembros  de  la  Federación  hubieron  de  guardar  para 
mejor  ocasión  sus  bríos  y  su  famosa  maquinaria. 


¡Ojalá  bastasen  estos  rasgos  para  dar  á  conocer  el  carácter  de  esta 
Federación,  que  tanto  significa  en  el  mundo  católico,  y  para  que  la 
prensa  se  interese  por  ella  y  le  siga  los  pasos! 


LA   FEDERACIÓN   AMERICANA   DE   ASOCIACIONES   CATÓLICAS  473 

De  todas  maneras,  bastará  para  que,  con  el  Pontífice  reinante,  los 
bendigamos  todos  los  católicos,  y  como  él,  con  él  esperemos  el  más  feliz 
resultado  del  Congreso  de  Pittsburg. 

Y  precisamente  porque  admiramos  esta  gran  alianza  y  confiamos  en 
sus  fuerzas,  les  hacemos,  para  terminar,  tres  preguntas.  Con  las  familias 
cristianas  les  preguntamos:  ¿qué  hacen,  además  de  lo  que  dicen,  para 
desterrar  de  su  patria  la  ley  del  divorcio,  la  hidra  que  desgarra  50.000 
familias  cada  año?  Con  la  prensa  les  preguntamos  admirados:  ¿por  qué 
no  hay  un  solo  diario  católico  norteamericano?  Y,  finalmente,  con  los 
partidos  católicos  de  otras  naciones  les  pedimos  algunas  explicaciones, 
que  de  veras  satisfagan,  de  por  qué  hay  tan  pocos  católicos  americanos 
en  el  poder  y  en  la  representación  nacional. 

M.  Cuevas. 


IMPRENTAS  DE  LOS  ANTIGUOS  JESUÍTAS 

EN 

EUROPA,   AMÉRICA    Y   FILIPINAS 


IMFRSNTAS  DE  EÜBOFA 

(Continuación.)    (1) 

AUSTRIA-HUNGRlA 


Viena.— Tristísimo  era  el  estado  de  la  Religión  en  Alemania  á  media- 
dos del  siglo  XVI.  Las  cartas  recientemente  publicadas  del  visitador  de 
la  Compañía,  P.  Jerónimo  Nadal  (2),  y  las  que  se  están  divulgando  del 
B.  P.  Pedro  Canisio  (3),  nos  pintan  con  muy  negros  colores  los  estra- 
gos hechos  allí  por  la  herejía,  é  indican  la  extrema  necesidad  de  trabajar 
sin  descanso  para  refutar  los  errores,  instruir  á  los  católicos  y  fomentar 
entre  ellos  la  piedad  y  buenas  costumbres. 

Aparte  de  otros  medios  propuestos  por  ambos  Padres,  el  diligente  y 
entendido  P.  Nadal,  movido  de  ardiente  amor  á  aquella  noble  nación, 
digna  de  mejor  suerte,  escribía  el  6  de  Julio  de  1555  á  San  Ignacio  desde 
Venecia  (4): 

«Padre,  he  tenido  y  tengo  gran  deseo  que  algunos  se  dedicasen  á 
ayudar  á  los  pocos  católicos  de  Alemania,  y  refutar  aquellos  miserables 
herejes.  Sus  libros  se  multiplican  hasta  el  infinito,  y  se  reimprimen,  mien- 
tras los  libros  católicos,  escritos  contra  ellos,  no  se  vuelven  á  imprimir, 
ni  apenas  se  hallan;  de  modo  que  los  mismos  católicos  dicen  (aunque  no 
se  pueden  excusar)  que  no  hallan  libros  que  leer,  sino  los  luteranos,  lo 
cual  es  causa  de  arruinarse  todo,  pues  aun  los  pocos  católicos  se  preo- 
cupan poco  de  las  excomuniones  del  Papa  y  prohibición  de  leer  libros 
heréticos. 


(1)  Véase  la  pág.  63  de  este  tomo. 

(2)  Monumenta  Histórica  Soc.  ]QS\x.—-Epistolae  P.  Hieronymi  Nadal,  S.  J.,  ab  a.  1546 
ad  1577.  Cuatro  tomos. 

(3)  P.  Otto  Braunsberqer,  Beati  Petri  Canisii,  S.J,,  Epist.  et  acta.  Van  publicados 
cuatro  tomos. 

(4)  Epist  P.  Nadal,  1. 1,  páginas  309  y  310,  La  carta  del  P.  Nadal  fué  escrita  en  italia- 
no. La  compendia,  según  su  costumbre,  el  P.Juan  de  Polanco,  Monumenta  Hist,  S.J, 
Vita  Ignatii  Loiolae  et  reram  Soc.Jesu  historia,  t.  V,  páginas  270-273. 


IMPRENTAS  DE   LOS   ANTIGUOS  JESUÍTAS  475 

»Para  esto,  Padre,  por  medio  del  canciller  de  Austria  [Juan  Alberto 
Widmanstadt],  hombre  muy  católico  y  docto,  nos  hemos  esforzado  de 
poner  en  Viena  una  buena  imprenta,  en  nombre  del  Rey,  en  la  cual  se 
estampen  diariamente  libros  católicos  y  expurgados,  y  otros  que  de 
nuevo  se  compongan  contra  esta  peste  de  Lutero... 

»Yo  espero  que  con  estos  pequeños  principios  prosperará  y  hará 
mucho  fruto  aquella  imprenta  de  Viena,  á  cuya  empresa  es  muy  adicto 
el  Canciller,  y  me  ha  encomendado  instantemente  que  yo  lo  trate  con 
V.  P.  para  que  los  nuestros  le  ayuden.» 

Breve,  pero  significativa,  fué  la  respuesta  que  á  esta  parte  de  la  carta 
del  P.  Nadal  dio  San  Ignacio  por  medio  del  P.  Juan  de  Polanco,  su  Se- 
cretario, el  13  de  Julio  de  1556,  escribiéndole  á  Venecia.  «De  la  imprenta, 
le  dice,  y  libros,  y  escuela  para  los  niño3,  de  la  publicación  de  las  Cons- 
tituciones y  Reglas...  y  demás  cosas  ordenadas  en  Viena  en  casa  y  fuera, 
para  bien  del  público,  sólo  hay  que  responder  aprobándolo  todo,  y 
dando  gracias  á  Dios  N.  S.  de  cuanto  bien  se  hace...»  (1). 

Al  B.  P.  Pedro  Canisio  le  escribía  asimismo  el  P.  Secretario  á  16  de 
Julio,  refiriéndose  á  la  carta  del  P.  Nadal:  «Mucho  sentimos  el  estado 
de  las  cosas  de  la  Religión  en  Alemania.  Deseamos  ayudarla,  aunque 
fuese  derramando  nuestra  propia  sangre;  pero  la  de  Cristo,  Señor  nues- 
tro, alienta  nuestra  esperanza  de  que  algún  día  se  conseguirá  auxiliarla, 
y  de  nuestra  parte  hemos  de  cooperar  diligentemente  con  la  divina 
gracia,  sin  dejar  de  poner  por  obra  ningún  medio  que  esté  á  nuestro 
alcance,  para  conseguirlo»  (2). 

No  parece  que  se  realizó  entonces  el  anhelado  proyecto;  pero  en  1559, 
tres  años  más  adelante,  maduró  el  P.  Juan  de  Victoria  la  idea  de  esta- 
blecer una  imprenta  propia  en  el  colegio  de  Viena,  moviéndole  á  ello 
principalmente  que,  entre  los  muchos  alumnos  de  nuestras  aulas  de  la 
capital,  la  mayor  parte  eran  pobres,  y  á  duras  penas  podían  atender  á  su 
manutención  y  á  la  compra  de  libros  de  texto,  aun  abreviando  más  de 
lo  justo  los  años  de  estudio,  con  perjuicio  de  su  carrera. 

Deseaba  el  P.  Victoria,  por  medio  de  la  imprenta,  pubUcar  libros  de 
texto,  con  cuyas  ganancias  los  pudiese  dar  de  balde  á  los  estudiantes 
pobres,  y  aun  coadyuvar  á  su  manutención;  y  además  divulgar  libros  de 
sana  doctrina,  y  por  medio  de  ellos  refutar  la  herejía  y  fomentar  entre 
los  católicos  la  piedad  y  prácticas  cristianas. 

Aprobó  el  Rey  de  Romanos,  Ferdinando  I,  el  plan,  dio  desde  luego  al 
Padre  300  duros  (talers),  y  aun  parece  que  le  señaló,  ó  tuvo  proyecto 
de  señalarle,  otros  300  cada  año  para  los  gastos  de  la  imprenta. 

Con  los  300  duros  del  Rey  y  otras  limosnas  recogidas  reunió  el  Padre 


(1)  Monumenta  Ignatiana...  series  prima,  t.  IX,  pág.  318. 

(2)  Monum.  Ignat.  ser.  prima,  t.  IX,  páginas  330  y  331. 


476  IMPRENTAS   DE   LOS   ANTIGUOS  JESUÍTAS 

Victoria  650  florines,  compró  tres  prensas,  adquirió  en  Viena  la  letra 
necesaria  latina  y  griega,  y  se  proporcionó  matrices  y  metal  bueno  para 
fundirla  en  lo  sucesivo  (1). 

La  imprenta  estaba  en  vías  de  funcionar  en  Septiembre  de  1559. 

Con  fecha  8  de  Noviembre  del  mismo  año  concedió  el  Emperador  á 
la  imprenta  para  diez  años  el  privilegio  de  que  nadie  pudiese  reimprimir 
en  sus  reinos,  sin  permiso  de  los  Padres  de  la  Compañía,  los  libros  que 
saliesen  de  la  tipografía  cesárea  del  Colegio  de  Viena,  y  que  además 
estuviese  exento  de  derechos  lo  que  se  trajese  de  otras  partes  para  la 
imprenta  (2). 

Mas  no  bastaban  las  prensas  y  el  material  tipográfico  y  el  apoyo  del 
Emperador.  Faltaba  lo  principal,  que  eran  personas  entendidas  en  el 
ramo,  aunque  fuesen  pocas  en  número,  y  éstas  no  abundaban  entonces. 

Para  obtenerlas  acudió  el  P.  Victoria  al  P.  General  y  al  P.  Provin- 
cial, P.  Canisio,  pidiéndoles  un  prefecto  de  imprenta,  esto  es,  un  correc- 
tor de  pruebas,  y  algún  cajista  entendido;  y  ellos  en  diversas  ocasiones 
le  fueron  proporcionando  algunos  Hermanos  Coadjutores  ó  Escolares, 
pues  en  Viena,  lo  mismo  que  en  Roma,  corregían  las  pruebas  los  jóvenes 
jesuítas.  Contestó,  pues,  al  P.  Canisio  el  P.  Polanco,  con  fecha  1."  de 
Octubre  de  1559,  que  enviaba  á  Viena  el  Maestro  Felipe,  alemán,  ejerci- 
tado en  la  imprenta  (3). 

Por  el  catálogo  de  Viena  de  1561,  estampado  en  la  nueva  imprenta 
aquel  mismo  año,  sabemos  que  había  en  aquel  Colegio  dos  Hermanos 
Profesores  belgas,  de  los  cuales  el  uno,  llamado  Pedro,  tenía  el  cargo 
de  «Typographus»,  y  el  otro,  por  nombre  Nicolás,  era  cajista,  ó  sea 
«Compositor  typographus».  Otro  joven,  asimismo  belga,  escolar,  Anto- 
nio Ghuse,  era  el  corrector  de  pruebas,  «Corrector  nostrae  Typogra- 
phiae.»  (4). 

Grandes  esperanzas  tenía  fundadas  el  P.  Victoria  en  su  proyectada 
tipografía.  En  principio  también  gustaba  en  Roma  aquel  medio  de 
socorrer  ala  afligida  Alemania.  «De  la  nueva  imprenta,  escribía  el  P.  Po- 
lanco al  P.  Canisio  el  24  de  Junio  de  1559,  nos  alegramos,  pues  en  ella  se 
podrán  estampar  cosas  que  con  gusto  serán  compradas  y  utilizadas.»  El 
15  de  Julio  le  añadía:  «En  lo  porvenir,  la  nueva  imprenta,  si  tiene  buen 
resultado,  será  un  gran  remedio»  (5). 

Pero  lo  cierto  es  que  no  tuvo  buen  resultado,  y  por  consiguiente,  no 
se  sacó  de  ella  ni  el  remedio  de  Alemania,  ni  el  adelantamiento  intelec- 
tual y  moral  de  los  alumnos  acomodados,  ni  el  socorro  de  los  discípulos 


(1)  P.  Braunsberger,  obra  citada,  t.  II,  páginas  523,  529  y  572. 

(2)  P.  Braunsberger,  I.  c,  páginas  572  y  576. 

(3)  P.  Braunsberger,  1.  c,  páginas  478,  496  y  526. 

(4)  P.  Sommervogel.  Lesjésuites  de  Rome  et  de  Vienne  en  M.  D.  LXI  d'aprés  un  ca- 
talogue rarissime  de  l'époque.  Opúsculo  reproducido  en  facsímile  en  1892. 

(5)  P.  Braunsberger,  1.  c,  páginas  461  y  476. 


EN   EUROPA,   AMÉRICA   Y   FILIPINAS  477 

pobres.  En  efecto:  acometió  el  intrépido  P.  Victoria  empresas  superiores 
á  los  recursos  que  tenía,  con  gran  pena  y  oposición  del  P.  Canisio,  y 
muy  pronto  se  secaron  en  flor  las  esperanzas  fundadas  en  la  naciente  ofi- 
cina tipográfica.  Acababa  ésta  de  ser  instalada  en  Septiembre  de  1559, 
y  ya  el  7  de  Octubre  del  mismo  año  escribió  el  P.  Polanco  al  P.  Victo- 
ria, en  sustancia,  lo  siguiente:  «Habiendo  entendido  aquí  en  Roma  por  la 
experiencia  que  la  imprenta  no  es  del  todo  conforme  al  instituto  de  la 
Compañía,  por  exigir  mucho  trabajo  y  no  poco  personal,  piensa  nuestro 
Padre  General  que  ahí  en  Viena  pueden  evitar  estos  inconvenientes  de 
uno  de  estos  dos  modos:  ó  dejando  del  todo  la  imprenta,  ó  buscando  algún 
mercader  ó  tipógrafo  que  la  administre  fuera  del  colegio,  con  la  direc- 
ción y  ayuda  de  los  de  casa,  proponiendo  esta  solución  al  Emperador. 
Pero  importa  sobremanera  que  en  Viena  ó  en  otra  parte  se  divulguen 
libros  exentos  del  veneno  de  la  herejía»  (1). 

Por  su  parte,  el  P.  Canisio,  en  carta  de  30  de  Octubre  de  1559  al 
P.  Laínez,  contentábase  con  pedir  al  Señor  que  bendijese  los  buenos 
intentos  del  P.  Victoria  y  sacase  de  ellos  su  mayor  gloria  (2).  Más  explí- 
cito estuvo  en  la  que  al  mismo  P.  General  le  escribía  el  21  de  Octubre 
del  mismo  año:  «Bastante  tienen  los  nuestros  que  hacer  en  Viena,  aun 
echando  á  otros  la  carga  de  la  imprenta,  para  la  cual  quieren  que  les 
compre  papel  en  Augusta;  pues  ocasiona  más  molestia'de  la  que  conviene 
á  los  nuestros.  Están  buscando  en  Viena  alguna  persona  á  quien  enco- 
mendársela. Encamínelo  todo  Jesús,  Señor  nuestro,  á  su  gloria  y  ala- 
banza» (3). 

En  vista  de  las  malas  noticias  recibidas,  insistió  el  P.  Secretario,  mos- 
trando al  P.  Victoria  deseo  de  que  diese  el  cuidado  de  la  tipografía  á 
persona  de  fuera,  á  lo  cual  se  inclinaba  también  el  mismo  P.  Victoria  (4). 

Más  grave  fué  la  noticia  comunicada  por  el  P.  Canisio  al  P.  General 
á  27  de  Octubre  de  dicho  año  1559,  pues  le  dijo  que  los  del  Colegio  de 
Viena  tenían  agotados  los  recursos  por  los  gastos  hechos  en  la  im- 
prenta (5). 

Recibió,  pues,  nueva  orden  el  P.  Victoria  en  Enero  de  1560  de  des- 
hacerse de  ella,  pero  poco  á  poco,  por  haber  intervenido  en  aquel  ne- 
gocio el  Emperador  (6).  '^ 

Como  buen  religioso,  mostróse  desde  luego  el  P.  Victoria  dispuesto  á 
cumplir  los  deseos  del  P.  General  y  del  P.  Provincial,  con  el  intento  de 
librar  á  la  Compañía  de  aquellas  molestias  y  quebrantos  (7). 


(1)  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  528. 

(2)  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  523. 

(3)  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  540. 

(4)  Cartas  de  21  y  28  Octubre  1559.  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  542. 

(5)  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  543. 

(6)  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  587. 

(7)  Carta  del  P.  Victoria  al  P.  Canisio,  2  Enero  1560.  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  572. 

RAZÓN  Y  fe,  tomo  XXV  32 


478  IMPRENTAS  DE   LOS   ANTIGUOS  JESUÍTAS 

Hallóse,  por  fin,  el  hombre  á  propósito.  Era  éste  Guillermo  Saüle,  á 
quien,  latinizando  su  apellido,  llaman  Columna  y  Sulenius,  maestro  en 
Artes,  belga,  antiguo  alumno  del  Colegio  Germánico,  muy  apreciable  por 
su  ciencia  y  piedad.  Con  aprobación  del  Emperador,  se  le  dio  el  cargo 
de  prefecto  de  la  tipografía  y  corrector  de  pruebas.  Él  fué  el  que  á  8  de 
Noviembre  de  1559  obtuvo  del  Emperador  el  privilegio  antes  citado  para 
la  imprenta  (1). 

Aunque  el  encargado  era  de  fuera,  seguía  funcionando  la  imprenta  en 
casa,  si  bien  el  P.  Victoria  se  hallaba  dispuesto  á  sacarla  del  Colegio,  y 
aun  á  deshacerse  del  todo  de  ella  (2). 

Las  cosas,  en  vez  de  mejorar,  fueron  empeorando:  hubo  disgustos 
con  los  otros  impresores,  y  el  resultado  fué  que  entre  Enero  de  1562  y 
Marzo  de  1563  llevaba  la  imprenta  una  existencia  lánguida,  y  á  la  muerte 
de  D.  Ferdinando  I,  en  1564,  le  faltó  la  subvención  imperial  (3). 

Al  girar  la  visita  el  P.  Nadal  desde  fines  de  Julio  hasta  el  13  de  Agosto 
de  1566,  todavía  había  Hermanos  ocupados  en  la  imprenta;  y  estudiados 
bien  los  pocos  elementos  con  que  aún  contaba,  dio  orden  de  lo  que  con 
ellos  se  había  de  hacer  (4). 

Los  libros  allí  estampados  fueron  principalmente  algunos  textos  lati- 
nos y  griegos  para  las  escuelas  (5).  A  mediados  de  1563  se  imprimieron 
1.500  ejemplares  de  los  Ejercicios  Espirituales  de  San  Ignacio,  en 
latín  (6). 

Fruto  bien  pequeño  para  tanto  trabajo  y  tan  fundadas  esperanzas. 

Oigamos,  para  terminar,  lo  que  decía  acerca  de  los  sucesos  de  1559 
un  autor  anónimo  de  la  Historia  latina  del  Colegio  de  Viena.  Después  de 
referir  brevemente  la  creación  de  la  imprenta,  concluye:  «Duró  el  primer 
fervor  tipográfico  poco  más  de  un  bienio,  imprimiendo  muchos  libros, 
pocos  útiles;  después,  como  la  cosa  no  salía  bien,  fué  decayendo  de  año 
en  año,  hasta  desaparecer  casi  por  completo  la  imprenta»  (7). 

De  ningún  modo  podía  proponerse  el  P.  Victoria  traficar  con  su  im- 
prenta, cosa  prohibida  á  los  clérigos  por  los  sagrados  cánones,  y  ade- 
más debía  evitar  toda  apariencia  de  negociación,  según  la  voluntad  ex- 
presa de  los  PP.  Generales  de  la  Compañía  de  Jesús,  y  de  ésta  reunida 
en  Congregación  general  antes  y  después  de  fundada  la  imprenta  vie- 
nense  (8). 


(1)  P.  Braunsberger,  1.  c,  pág.  572. 

(2)  Carta  de  24  Octubre  1561  al  P.  Canisio.  P.  Braunsberger,  t.  III,  pág.  269. 

(3)  P.  Braunsberger,  t.  III,  pág.  771. 

(4)  Epíst.  P,  Nadal,  t.  III,  pág.  257;  t.  IV,  páginas  297  y  302. 

(5)  P.  Braunsberger,  t.  III,  pág.  771;  t.  II,  pág.  529. 

(6)  Epíst  P.  Nadal,  t.  II,  páginas  238,  404,  641;  t.  IV,  pág.  275. 

(7)  Trae  el  texto  latino  el  P.  Braunsberger,  1.  c,  t.  II,  pág.  529, 

(8)  Congregación  1.^,  decreto  105;  Congr.  2.^  decr.  61;  Congr.  7.^  decr.  84;  regla  5.^ 
del  Proc.  de  la  Asist.;  5.^  del  Proc.  de  la  Prov.;  12.^  del  Proc.  del  Col.;  P.  Claudio 
Aquav.  á  la  Prov.  de  Cast.,  año  1594;  P.  Vicente  Carafa,  2  Marzo  1648;  P.  Oswald 


EN   EUROPA,    AMÉRICA   Y   FILIPINAS  479 

Respecto  á  la  edición  de  los  Ejercicios  de  San  Ignacio,  allí  estam- 
pados en  1563,  por  orden  del  Visitador  P.  Nadal  fueron  vendidos  los 
1.500  ejemplares  á  precio  de  imprenta,  descontando  el  gasto  de  manu- 
tención de  los  Hermanos  que  en  aquella  obra  trabajaron  (1). 

Hízose  otra  numerosa  edición  del  mismo  libro  en  1568,  de  la  cual  se 
enviaron  á  Venecia  1.000  ejemplares,  y  también  se  proporcionaban  sin 
cargar  en  cuenta  más  que  los  gastos  de  impresión  y  los  del  porte;  de 
modo  que  salía  cada  ejemplar  á  menos  de  un  grosso  italiano,  ó  sea  me- 
dio paolo,  esto  es,  á  unos  28  céntimos  de  peseta,  según  parece  (2). 

Todavía  hemos  visto  anunciado  algún  libro  que  salió  de  las  prensas 
del  Colegio  de  Viena  en  1572.  Pocos  años  después  fué  vendida  la 
imprenta  al  Vicario  General  de  Tirnavia,  Nicolás  Telegdi,  por  500  flo- 
rines. 

Elocuente  es  la  lección  que  nos  da  la  imprenta  vienense,  á  saber:  que 
un  plan  vasto,  llamado  á  contrarrestar  en  gran  parte  la  falsa  reforma 
protestante  y  ser  la  salvaguardia  de  la  fe  y  el  remedio  de  Alemania, 
como  se  creía  iba  á  ser  la  famosa  imprenta,  amparada  y  fomentada  por 
el  Emperador;  á  pesar  de  todo,  puede  fracasar  y  desvanecerse  como  el 
humo,  si  el  encargado  de  realizar  el  proyecto  es  el  primero  que  entor- 
pece bU  marcha  por  darle  dirección  desacertada,  por  prometerse  resul- 
tados quiméricos,  y  dividir  su  atención,  los  recursos  y  el  tiempo  en  otras 
empresas  irrealizables,  cuyo  fracaso  arrastra  en  su  ruina  al  proyecto  sal- 
vador (3). 


Muy  de  otra  manera  obró  el  prudente  P.  Pedro  Canisio.  Siendo  Pro- 
vincial de  la  Germania  Superior  el  P.  Pablo  Hoffeo,  fueron  en  1581  los 
Padres  Canisio  y  Roberto  Andrenus  á  Friburgo  de  Suiza,  donde  ambos 
Padres  trabajaron  gloriosamente,  refutando  á  los  protestantes  é  ilus- 
trando y  fortificando  á  los  católicos. 

El  P.  Canisio  vio  claramente  que  el  mejor  complemento  de  su  celo 
sería  crear  en  aquella  ciudad  una  tipografía  católica.  Habló  al  Ayunta- 
miento, y  de  tal  manera  expuso  á  los  concejales  las  ventajas,  que  aque- 
llos señores  se  encargaron  de  realizar  el  proyecto. 


Comment.  in  decem  part.  Constit.  S.  J.,  Insulis,  1892,  part.  VI,  c.  3,  art.  4.'',  números 
455,  456. 

(1)  Epist  P.  Hier.  Nadal,  t.  IV,  pág.  275.  (Monam.  Hist  Soc.Jesu.) 

(2)  S.  Franc.  Borgia,  t.  IV,  carta  al  P.  Doménech,  Prov.  de  Sicilia,  21  Marzo  1568, 
(Monum.  Hist.  Soc.Jesu.) 

(3)  El  P.  Duhr,  en  su  obra  Geschichte  derjesuiten  in  den  Ldndern  deutscher  Zunge 
im  XVI.Jahrhundert,  páginas  582-585,  habla  de  la  imprenta  de  Viena,  citando  las  fuen- 
tes de  donde  toma  las  noticias,  y  reproduce  en  las  páginas  464,  465,  552,  583  y  585,  en 
facsímiles,  algunas  hojas  de  libros  en  ella  impresos. 


480  IMPRENTAS  DE   LOS   ANTIGUOS  JESUÍTAS 

Por  otro  lado  muy  diverso  se  dirigió  el  P.  Roberto  al  mismo  fin,  fun- 
dando en  la  misma  ciudad  y  para  el  mismo  intento  una  Congregación  Ma- 
riana, salvaguardia  de  la  ortodoxia  y  de  la  piedad  (1). 

OTRAS  IMPRENTAS  JESUÍTICAS  DE  AUSTRIA 

Clausenburg,  por  otro  nombre  Kolosvar,  en  latín  Claudiopolis  (2) 
(Transilvania),  tenía  á  mediados  del  siglo  XVIII  imprenta  universitaria. 

Kaschau,  Cassovia  (Hungría),  poseyó  asimismo  imprenta  universi- 
taria, por  lo  menos  de  1739  á  1750. 

Prag  ó  Praha,  Praga,  tuvo  en  su  Colegio-Universidad  Cario-Fer- 
nanda, de  San  Clemente,  una  famosa  tipografía,  que  enriqueció  las  biblio- 
tecas con  obras,  muchas  en  número  é  importantes,  á  lo  menos  de  1664 
á  1770. 

Tyrnau,  Tyrnavia  (Hungría),  estampó  muchos  libros  piadosos  y 
científicos  en  sus  prensas  universitarias,  por  lo  menos  de  1721  á  1771. 

ALEMANIA 

Indicaremos  brevemente  las  ciudades  alemanas  dotadas  de  imprentas 
jesuíticas. 

Braunsberg  ó  Brunsberg,  Braunsberga,  bastante  antes  de  terminar 
el  siglo  XVI  deseó  tener  imprenta  en  su  Colegio  para  facilitar  la  ense- 
ñanza; mas  no  pudo  llevarlo  á  cabo  hasta  1590,  en  que  se  instaló  conve- 
nientemente, y  siguió  prestando  sus  servicios  por  lo  menos  hasta  la 
supresión  de  la  Compañía  en  1773  (3). 

Breslau,  Vratislavia  (Silesia),  poseyó  imprenta  universitaria  de 
seguro  en  1731,  y  probablemente  antes  y  después. 

Munich,  München,  Monachium  (Baviera),  ignoramos  si  tuvo 
imprenta  propia.  Sólo  hemos  visto  una  obra  con  este  pie  de  imprenta: 
«In  Collegio  Soc.  Jesu.  Monachii,  typis  Mathiae  Riedl,  1718.» 

POLONIA 

Abundaron  las  imprentas  de  la  Compañía  de  Jesús  en  la  católica 
y  desgraciada  Polonia,  y  desde  luego  la  tuvieron  las  poblaciones 
siguientes: 

Jarosslawl,  yaros/av/a  (Polonia  Menor),  por  lo  menos  en  1758. 

Kalisz  ó  Kalisch,  Calissium,  consta  que  estampó  gran  número  de 
obras  de  1639  á  1766. 


(1)  P.  Agrícola,  Hist.  Prov.  S.J.  Germ.  Sup.,  decas  V,  n.  6,  año  1581. 

(2)  Como  los  pies  de  imprenta  suelen  estar  unos  en  latín  y  otros  en  lengua  vulgar, 
pondremos  los  nombres  de  las  poblaciones  en  ambas  lenguas. 

(3)  P.  RosTOWSKi,  Lituanicarum  S.J,  Historiarum,  1.  III,  n.  66,  año  1590. 


EN   EUROPA,   AMÉRICA   Y  FILIPINAS  481 

Krakow,  Krakau,  Cracovia,  de  seguro  en  1600. 

Lublin  ó  Ljublin,  Lublinum,  á  lo  menos  de  1668  á  1769. 

Lwow  ó  Lember,  Leopolis  (Galizia),  estampó  en  grande  abundancia 
libros  en  latín  y  en  polaco  en  su  imprenta  universitaria,  á  lo  menos  desde 
1668  hasta  1770.  Ignoramos  si  las  prensas  funcionaban  antes  de  1668,  y 
si  continuaron  después  de  1770  prestando  sus  benéficos  servicios. 

Posen,  Poznan,  Posnania,  tuvo  en  actividad  sus  prensas,  de  cierto 
desde  1685  hasta  1778;  pero  ignoramos  si  también  existía  allí  la  imprenta 
antes  y  después  de  dichas  fechas.  Entre  los  muchos  libros  latinos  y 
polacos  con  que  enriqueció  la  ascética  y  pedagogía,  en  latín  y  polaco, 
hallamos  uno,  que  tiene  este  pie  de  imprenta:  Posnaniae,  typis  Regiis 
clari  Collegii  Societaüs  Jesu,  1697.  Tal  fué  la  actividad  de  las  prensas 
posnanienses,  que  en  1739  dieron  á  luz  el  «Catalogus  librorum  in  Typo- 
graphia  Collegii»  Posnaniensis  S.  J.,  impressorum  ex  privilegio  Regís 
Augusti  III,  Regis  Poloniae,  typis  dato.  A.  D.  1739  (1). 

Przemysl,  Premislia  (Galizia),  imprimió  asimismo  libros  en  latín  y 
en  lengua  vulgar  á  mediados  del  siglo  XVIII.  En  1765,  á  lo  que  parece, 
dio  á  la  estampa  la  «Idea  characterum  typographiae  S.  R.  M.  in  Collegio 
premysliensi  S.  ].  privilegiis  donatae  recens  illatorum»  (2) 

Sandomir,  Sandomier,  Sandomiria,  de  1720  á  1740,  y  tal  vez  antes 
y  después. 

Warzawa,  Warschau,  Varsavia,  divulgó  en  lengua  del  país,  en  latín 
y  en  francés,  gran  número  de  obras,  imprimiéndolas  en  la  imprenta  Real 
de  su  Colegio,  de  1727  á  1813,  y  acaso  también  antes  de  este  tiempo. 

Wilna,  Wilno,  Vilna  (Lituania),  puso  á  contribución  su  imprenta 
universitaria  por  lo  menos  de  1596  á  1792,  estampando  en  crecido 
número  obras  ascéticas  y  pedagógicas,  latinas  y  polacas. 

Anuncian  las  bibliografías  un  Dictionarium  latino-polonicum,  Polo- 
niae, typis  Soc.  Jesu,  que  acaso  fué  impreso  en  Polonia  (Polonia  Menor), 
donde  la  Compañía  de  Jesús  tenía  Misiones. 

RUSIA 

Cuatro  poblaciones  rusas  conocemos  que  gozaron  de  imprenta 
jesuítica. 

Nesswish  ó  Nieswicz,  Nesvisium  (Minsk),  la  tenía  por  lo  menos 
en  1763. 

Pinsk,  Pinscium  (Minsk),  la  poseyó  en  1729,  y  probablemente  antes 
de  esta  fecha  y  después  de  ella. 

Polozk,  Polotzk  ó  Polock,  Polociae  (Rusia  Blanca),  es  población  de 
gratísimos  recuerdos  para  los  hijos  de  San  Ignacio.  Suprimida  la  Com- 


(1)  P.  SOMMERVOGEL,  BibUothéque  de  la  Comp.  dejésus,  t,  VI,  col.  1061,  n.  3. 

(2)  P.  SOMMERVOGEL,  Ibid.,  col.  1264,  n.  32. 


482  ^        IMPRENTAS  DE   LOS   ANTIGUOS  JESUÍTAS 

pafíía  de  Jesús  en  el  resto  del  mundo,  valióse  providencialmente  el  Señor 
de  los  Emperadores  cismáticos  para  conservar,  como  entre  cenizas,  una 
centellita  de  la  orden  religiosa,  extendida  poco  antes  por  todo  el  mundo, 
y  perseguida  después  en  todas  partes,  menos  en  aquel  rincón  de  Europa. 
Los  pocos  Padres  reunidos  en  la  Rusia  Blanca  tenían  á  su  disposición, 
á  lo  que  parece  desde  1787,  la  imprenta  polocense,  privilegiada  por  Su 
Majestad,  y  de  ella  se  valieron  para  estampar,  en  latín  y  en  polaco,  las 
obras  ascéticas  y  pedagógicas  y  las  pertenecientes  al  régimen  interior 
de  la  diminuta  Compañía,  que  necesitaban  para  el  Colegio  de  Polozk  y 
las  demás  casas  de  la  Rusia  Blanca.  Siguió  la  imprenta  prestándoles  sus 
servicios  por  lo  menos  hasta  1819,  fecha  en  que  ya  se  hallaba  restable- 
cida la  Compañía  de  Jesús  en  todo  el  mundo. 

Plotzk,  Plocium,  consta  que  por  lo  menos  la  tenía  en  1788. 

FRANCIA 

Saint-Omer,  Sanctus  Audomarus  ó  Audomaropolis  (Pas-áe-Ca\ais). 
Fácilmente  se  explica  que  no  tuviese  la  Compañía  de  Jesús  en  Francia 
imprenta  ninguna  propia,  por  haber  no  pocas  é  importantes  en  las  ciu- 
dades principales  de  la  nación  cristianísima. 

La  que  existió  en  Saint-Omer,  en  el  siglo  XVII^  pertenecía  al  Colegio 
AngHcano,  y  era  bien  necesaria,  tanto  para  facilitar  libros  á  los  heroicos 
alumnos  ingleses,  que  allí  se  disponían  á  evangelizar  á  su  atribulada 
patria,  aun  á  costa  del  martirio,  cuanto  para  tener  facilidad  de  imprimir 
libros  que  difundir  entre  los  católicos  de  la  Gran  Bretaña.  Muchos  de 
ellos  no  tienen  indicación  del  año  en  que  fueron  impresos,  ni  el  nombre 
del  colegio,  sin  duda  por  prudente  precaución. 

Cecilio  Gómez  Rodeles. 
(Continuará.) 


GABRIEL  Y  GALÁN 


(1) 


g 


o  no  sé  si  al  escribir  la  composición  titulada  Regreso  tuvo  presen- 
tes Galán  el  Beatas  Ule  y  la  oda  de  Fray  Luis  de  León  ¡Qué  descansada 
vida!  El  argumento  es  el  mismo,  aunque  en  la  ejecución  no  aparecen 
señales  por  donde  se  pueda  sospechar  que  se  propusiese  por  modelo  á 
ninguno  délos  dos  grandes  líricos.  Sueltos  y  desembarazados  corren  los 
versos  de  nuestro  poeta  con  la  atrevida  libertad  del  río  que  marcha  por 
su  cauce  propio,  sin  las  violentas  contorsiones  ni  rígidos  remansóse  que 
suelen  obligar  los  diques  artificiales.  La  poesía  en  Galán  es  tan  personal 
como  lo  fué  en  Horacio  y  en  Fray  Luis  de  León,  y  el  que  cantaran  los  tres 
el  mismo  asunto  sólo  sirvió  para  hacer  más  visible  la  distinta  y  propia 
naturaleza  musical  de  sus  tres  liras. 

Si  se  prescinde  de  los  primeros  versos  que  le  sirven  de  introducción, 
y  que,  por  lo  prosaicos  y  aun  obscuros,  no  son  dignos  del  lugar  que 
ocupan,  afirmo  sin  vacilar  que  Regreso  puede  hombrearáe  con  "el  Bea- 
tas Ule  y  con  la  oda  á  la  vida  retirada.  Si  es  peor  ó  mejor  que  ellas,  no 
es  fácil  decirlo.  Lo  que  sí  tiene  es  inspiración  más  alta  que  las  dos,  pues 
no  se  limita  como  Horacio,  á  cantar  la  parte  del  placer  sensible  y  de 
bienestar  físico  que  trae  la  vida  del  campo.  No  goza  Galán  por  verse 
lejos  de  los  peligros  de  la  guerra  y  délas  importunidades  de  los  clientes, 
ni  por  las  emociones  de  la  caza  y  de  la  agricultura;  goza  (y  en  esto  con- 
viene con  Fray  Luis  de  León,  aunque  acentúa  más  la  nota  que  él)  porque 
en  el  campo  halla  la  verdad,  que  echó  de  menos  en  la  vida  artificial  y 
frivola  de  las  ciudades,  envenenada  por  la  mordedura  de  todas  las  malas 
pasiones. 

Y  este  deleite  de  la  vida  quieta  y  honrada,  que  en  el  mismo  Fray  Luis 
tiene  un  poco  de  exclusivista  y  lánguido,  es  en  Galán  eminentemente 
comunicativo  y  viril: 

Yo  daré  cuanto  tengo, 
Que  á  derramar  entre  vosotros  vengo 
Pedazos  de  mi  ser  á  manos  llenas: 
Para  ti  mi  sudor,  hacienda  mía; 
Para  ti  mis  cantares.  Patria  hermosa; 
Para  vosotros  sangre  de  mis  venas. 
Hijos  amantes  y  adorable  esposa; 
Para  los  hombres  cuyas  rudas  manos 


(1)    Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXV,  pág.  333. 


484  GABRIEL   Y   GALÁN 

Colman  mi  casa  de  riquezas  tantas, 
Pan  abundante  con  doctrinas  santas 

Y  el  nombre  sabrosísimo  de  hermanos; 
Para  el  mal  que  á  la  lucha  me  provoca, 
Los  de  luchar  inacabables  modos; 
Para  el  Dios  de  la  cruz,  mi  fe  de  roca, 

Y  el  amor  de  mi  alma  para  todos. 
¡Bendita,  oh  Patria,  seas!  que  me  has  dado 
Uno  en  tu  seno  bienhechor  asilo 

Para  morirme  en  el  vivir  honrado, 
Que  es  el  secreto  de  morir  tranquilo. 

¡Qué  diferencia  de  este  terminar  nobilísimo  y  elevado,  á  la  inesperada 
salida: 

Haec  ut  loquutusfenerator  Alfius, 
Jam  jam  futurus  rusticus 
Omnem  relegit  Idibus  pecuniam; 
Quaerit  Kalendis  poneré. 

Y  aun  á  la  última  estrofa: 

Á  la  sombra  tendido 
De  hiedra  y  lauro  eterno  coronado. 
Puesto  el  atento  oído 
Al  son  dulce  acordado 
Del  plectro  sabiamente  meneado. 

Otra  ventaja  de  Galán  en  este  paralelo  es  su  mayor  espontaneidad  y 
verdad  en  el  sentimiento.  En  Horacio  hay  derroche  de  buen  gusto,  hay 
primores  de  versificación  y  una  propiedad  y  nervio  en  el  lenguaje  que 
no  admiten  rival.  Aunque  repitamos  lo  que  sabe  de  memoria  todo  el 
mundo,  no  dejemos  írsenos  la  ocasión  de  refrescar  estas  cuartillas  con 
una  ráfaga  de  aire  cargada  del  perfume  de  las  ricas  campiñas  italianas: 

Libet  jacere  modo  sud  antiqua  ilice. 

Modo  in  tenaci  gramine. 
Labuntur  altis  interim  ripis  aquae: 

Queruntur  in  silvis  aves; 
Fontesque  limphis  obstrepunt  manantibus, 

Somnos  quod  invitet  leves. 
At  cum  Tonantis  annus  hibernus  Jovis 

Imbres  nivesque  comparat, 
Aut  trudit  acres  hinc  et  hinc  multa  cañe 

Apros  in  obstantes  plagas; 
Aut  amite  levi  rara  tendit  retía, 

Turdis  edacibus  dolos; 
Pavidumque  leporem  et  advenam  laqueo  gruem, 

Jucunda  captat  praemia. 

Aquí  no  se  puede  quitar  ni  poner  una  sílaba. 
En  Fray  Luis  de  León,  que  aunque  imita  á  Horacio  no  lo  hace  con  la 
dependencia  servil  é  inconsciente  de  discípulo,  sino  con  el  desembarazo 


GABRIEL    Y   GALÁN  485 

y  libertad  de  un  gran  artista,  brillan  las  mismas  dotes  de  precisión  y 
fuerza  que  en  el  maestro,  y  aun  alguno  de  sus  trozos  es  para  mí  com- 
parable á  cualquiera  de  los  de  éste.  Ya  está  el  lector  recitando  para  sus 
adentros: 

Del  monte  en  la  ladera 
Por  mi  mano  plantado  tengo  un  huerto... 

Pero  creo  que  no  diré  una  herejía  literaria,  si  digo  que  en  Horacio  los 
versos  están  mejor  hechos  que  sentidos;  que  en  Fray  Luis  de  León  es  el 
sentimiento  en  verdad  profundo  y  sincero,  aunque  un  tanto  reservado  y 
aristocrático;  pero  que  en  Galán  es  tan  franco  y  efusivo,  tan  noble  é  inten- 
samente cristiano,  que,  al  terminar  la  lectura  de  Regreso,  advierte  el  lector 
que  se  le  ha  comunicado  por  entero  el  aborrecimiento  á  la  ciudad  y  la 
pasión  por  el  campo,  el  trabajo  y  el  amor  á  sus  hermanos. 

Ya  dejamos  dicho  que  no  descuella  Galán  por  la  brillantez  de  la 
forma,  ni  por  la  abundancia  de  recursos  métricos;  pero  no  faltan  ocasio- 
nes en  que  se  muestra  elegantísimo  versificador,  como  se  ve  por  las 
muestras  que  van  quedando  esparcidas,  y  pronto  haremos  notar  que  los 
versos  de  Regreso  no  tienen  que  envidiar  á  los  más  felices. 

Ha  oído  hablar  el  poeta  de  los  sabios,  y  la  ciencia  de  las  grandes 
ciudades: 

Y  una  noble  ambición  que  hay  en  los  hombres 
Me  hizo  salir  de  mi  rincón  querido, 
Yá  oir  la  voz,  que  del  saber  es  puerta. 
Fui  con  el  alma  abierta. 
Puesta  debajo  del  abierto  oído. 

Y  cierto  que  la  ambición  era  noble: 

Á  entender  los  misterios  fui  dispuesto 
De  la  vida  y  del  mundo; 
La  fuerte  base  del  obrar  modesto, 
La  clave  obscura  del  saber  profundo, 
La  oculta  vía  del  vivir  sin  brillo. 
La  esencia  arcana  del  amor  honesto. 
La  regla  simple  del  pensar  sencillo... 
Iba  á  aprender  sin  tortuosos  modos 
La  fórmula  del  bien,  los  soberanos 
Conceptos  graves  del  amor  de  hermanos, 
Que  nacimos  de  Dios,  Padre  de  todos; 
Y  rasgadas  las  brumas,  que  embarazan 
La  alta  visión  con  su  tupido  velo. 
Iba  á  saber  el  punto  en  que  se  enlazan 
La  senda  de  la  vida  y  la  del  cielo. 

Esto  es  lo  característico  de  Galán,  y  en  lo  que  se  remonta  muy  por 
encima,  no  ya  sólo  de  Horacio,  que  ni  soñar  pudo  con  decir  algo  seme- 
jante, sino  del  mismo  Fray  Luis  de  León,  cuya  última  aspiración  era  al 


486  GABRIEL    Y    GALÁN 

cabo  la  quietud  y  el  reposo.  Galán  es  activo,  es  insaciable  del  bien,  y  ni 
repara  en  el  trabajo  que  le  ha  de  costar  adquirir  sus  misterios,  ni  piensa 
adquirirlos  para  sí  solo: 

Y  asi  como  la  abeja 
Libado  el  polen  de  la  flor  se  aleja, 

Y  torna  á  elaborar  el  néctar  puro 

De  su  colmena  en  el  recinto  obscuro, 

Yo,  conduciendo  de  placer  henchido, 

Mi  carga  de  saber,  carga  de  oro, 

De  los  sabios  tomada  en  el  tesoro, 

Á  las  dulzuras  del  rincón  querido 

Contento  volvería 

Á  labrar  con  el  polen  adquirido 

Miel  de  sabiduría... 

¡Oh  fama  vocinglera! 

¡Cuan  fácil  es  el  viento  que  te  guía, 

Y  tu  sonora  voz  cuan  embustera! 

Esto  es  un  primor  de  versificación:  «¡Oh  fama  vocinglera!»  Naturalí- 
sima  transición,  en  que  parece  verse  á  la  noble  águila  real,  que  se  mecía 
en  las  regiones  ideales,  doblar  de  repente  sus  alas  y  caer  maltrecha  al 
golpe  traidor  de  la  realidad  brutal.  En  tres  versos  admirables  se  canta  el 
desengaño  del  poeta  y  empieza  luego  una  diatriba  tan  amarga,  tan  varo- 
nil, tan  sincera  contra  la  vida  mundana,  que  así  le  ha  herido,  que  bien 
se  echa  de  ver  no  ser  fingida  la  indignación  que  mueve  á  la  pluma  cuan- 
do tales  cosas  escribe: 

La  gran  sabiduría  nunca  ha  sido 
Música  del  oído, 

Torrente  de  palabras,  que  allí  cae 
Donde  un  hueco  encontró,  como  el  sonido 
Que  el  viento  se  lo  lleva  que  lo  trae; 
Ni  es  orgullo  que  ciega. 
Ni  es  encono  que  grita, 
Ni  estéril  voz  que  apasionada  niega, 
Ni  desprecio  del  bien  que  al  mal  invita. 

Y  por  este  camino  continúa,  sin  decaer  de  su  entonación  noble  y  ro- 
busta, hasta  que  por  muy  artística  manera  cambia  de  tono,  sin  cambiar 
de  sentimiento;  y  sucede  á  la  ruda  y  desembozada  filípica  la  ironía  acre 
y  la  sátira  mordaz,  mil  veces  más  temibles  y  dolorosas  cuando  están  bien 
manejadas: 

Estuve  en  la  ciudad  y  vi  la  vida: 
Es  ligera  y  hermosa, 
Al  modo  que  es  hermosa  y  es  ligera 
La  ingrávida,  la  leve  mariposa, 
Que  nace,  vive  y  muere  en  primavera: 

Y  así  como  el  insecto  primoroso. 
Visitador  inquieto  de  las  flores, 
Más  parece  nutrirse  de  colores 


GABRIEL   Y   GALÁN  487 

Que  de  polen  sabroso, 

La  vida  ciudadana, 

De  la  flor  del  placer  fiel  cortesana, 

No  se  acercaba  á  ella 

Con  aguijón  de  abeja  laboriosa. 

Sino  con  frágil  ala  lujuriosa 

De  mariposa  bella. 


Conocen  allí  todos 
Los  secretos  del  Arte  y  de  la  Ciencia; 
Saben  de  varios  modos 
Faltar  á  la  verdad  con  elocuencia; 
Saben  negar  audaces; 
Saben  reir  satíricos,  feroces; 
Saben  gustar  voraces 
Las  mieles  de  las  mieles  de  los  goces, 

Y  saben  ser  flexibles,  distinguidos. 
Hablar  con  gran  finura 

Y  obrar  con  gran  descoco- 
Saben  vivir  unidos 
Amándose  muy  poco. 


Un  poco  larga  ha  sido  la  cita;  pero  discúlpeme  su  misma  hermosura. 

Sin  embargo,  el  verdadero  mérito  de  esta  composición  está  en  su  se- 
gunda parte,  tal  vez  algo  difusa,  pero  con  difusión  simpática,  que  no 
hace  fatigosa  la  lectura,  en  que  se  van  pasando  versos  y  más  versos,  con 
tanto  gusto  del  lector  como  del  poeta,  que  parece  no  acierta  á  decir  el 
último  por  no  despedirse  de  un  asunto  que  le  es  tan  caro: 

Ter  limen  tetigi;  ter  sum  revocatus,  et  ipse, 
Indulgens  animo,  pes  mihi  tardus  erat. 

Aquella  ternura  con  que  vuelve  á  sus  campos,  arrepentido,  cual  otro 
hijo  pródigo,  de  haberlos  abandonado;  aquel  delicado  é  infantil  cariño 
con  que  va  saludando  á  los  montes,  á  las  fuentes,  á  los  céfiros,  á  los 
grandes  encinares;  aquel  gozarse  en  presencia  de  la  vida,  de  que  tan  poé- 
tica y  filosóficamente  nos  habla: 

Aquí  no  vive  la  materia  inerte: 
Esa  vida  que  presta  el  artificio, 
Estéril  disimulo  de  la  muerte; 
Viven  aquí  las  cosas, 
Porque  en  su  entraña  cada  cual  encierra 
La  del  vivir  intimación  divina, 
Que  á  ti  te  ha  dado  jugos,  fértil  tierra, 
Y  á  ti  te  ha  dado  savia,  vieja  encina. 

Aquel  ver  y  adorar  á  Dios  en  la  naturaleza;  aquella  sana  y  robusta 
procesión  de  todos  los  hijos  del  trabajo,  que  tan  virilmente  convoca, 
para  hacer,  en  medio  de  ellos,  su  entrada  triunfal  en  la  alquería: 


GABRIEL   Y   GALÁN 

Hombres  de  mi  alquería. 
Custodios  fieles  de  la  hacienda  mía: 
Los  que  vais  encorvados 
Detrás  de  los  arados. 
Desgarrando  los  senos  de  mis  tierras; 
Los  que,  del  hierro  de  la  paz  armados, 
Abatís  la  aspereza  de  mis  sierras; 
Los  que  andáis  sin  hogar,  solos  y  errantes, 
Guardando  mis  ganados  noche  y  día; 
Los  de  mis  montes  fieles  vigilantes; 
Los  de  mi  casa,  honrada  compañía; 
Los  que  colmáis  de  frutos  diferentes 
Mi  casa,  mis  laneros, 
Mis  templados  establos,  mis  graneros 

Y  mis  anchos  pajares,  bien  olientes- 
Mayorales,  gañanes  y  renteros. 
Cabreros  y  pastores, 

Colonos  y  yegüeros, 
Guardas  y  aperadores. 
Montaraces,  zagales  y  vaqueros.... 
Todos  los  hijos  del  trabajo  rudo. 
Que  regáis  con  sudor  la  hacienda  mía... 
Salid  á  recibirme.  ¡Yo  os  saludo 

Y  os  bendigo  en  la  paz  de  la  alquería! 

Aquel  honrado  anhelo  de  entregarse  al  trabajo  pensando  en  sus  hijos; 
aquel  abrir  todos  los  poros  de  su  ser,  invitando  á  entrar  por  ellos  á 
cuanto  de  dulce  y  deleitable  puede  hallar  en  su  amado  rincón:  la  vida 
serena  de  la  blanca  alquería,  el  encinar  cargado  de  reposo,  el  hogar 
templado,  la  alameda  obscura,  los  anchos  horizontes,  los  blancos  case- 
ríos : 

Las  guindas  de  mi  huerto  delicioso. 
Los  ricos  toronjiles  y  albahacas, 
El  pan  de  mis  pastores  tan  sabroso. 
La  leche  vadeante  de  mis  vacas... 

y,  por  último,  aquel  terminar  sublime  que  hemos  transcrito  más  arriba, 
en  que  promete,  en  retorno  á  tanta  ventura  como  el  campo  le  propor- 
ciona, derramar  pedazos  de  su  ser  á  manos  llenas  en  beneficio  de  cuanto 
le  circunda: 

Para  morirse  en  el  vivir  honrado, 
Que  es  el  secreto  del  morir  tranquilo. 

Todo  esto  de  por  sí,  y  como  hermoso  rio  de  luz  y  de  frescura  que 
alegra  y  refrigera  el  corazón,  angustiado  por  las  áridas  sombras  de  la 
primera  parte,  es  de  una  fuerza  poética  tan  alta  y  avasalladora,  que  en 
Regreso,  el  alma  se  siente  levantar  á  unas  alturas  á  que  nunca  podrán 
elevarla  ni  el  Beatas  Ule  ni  la  oda  magnífica  de  Fray  Luis  de  León. 

Como  se  ve,  la  comparación  se  ha  establecido  entre  las  tres  odas;  de 
ninguna  manera  entre  los  tres  poetas;  pues,  fuera  de  que  ni  sería  fácil 
ni  oportuno  semejante  paralelo,  yo  sé  muy  bien  que  la  humilde  sombra 


GABRIEL  Y   GALÁN 

del  poeta  charro  nos  ha  de  quedar  agradecida  de  que  no  la  tengamos 
mucho  tiempo  junto  á  las  sombras  gigantescas  de  los  dos  grandes  líricos. 
Las  tres  cuerdas  de  la  lira  de  Galán,  que  antes  decíamos,  Dios,  el 
campo  y  los  honestos  amores  del  hogar,  trenzan  y  combinan  deliciosa- 
mente sus  notas  en  las  Sementeras,  composición  hermana  de  las  dos 
que  acabamos  de  estudiar;  himno,  como  ellas,  tiernísimo  y  sincero  á 
la  severa  poesía  de  los  campos  castellanos;  descripción  bellísima,  sobria 
y  perfumada  de  un  lirismo  tranquilo  y  confortante,  en  que  todos  los 
pormenores  de  la  operación  de  la  sementera  han  pasado  de  la  natura- 
leza al  papel,  sin  más  arreos  que  las  palabras  precisas  para  pintarlos, 
ho  obstante  lo  cual,  aparecen  llenos  de  luz,  de  vida  y  de  calor  poético; 
espontánea  y  sabrosísima  unión  de  las  más  puras  impresiones  recibidas 
desde  el  repecho, 

Contemplando  la  hermosa  sementera 

con  los  nobles  y  sosegados  afectos  de  un  alma  que  es  toda  paz,  ático 
purísimo,  reverente  y  cristiano  recuerdo  de  la  sementera  del  hogar, 
y  canto  hermoso,  que  desde  el  principio  al  fin  lleva  el  timbre  propio  de 
la  garganta  de  su  autor  y  es  capaz  de  llegar  al  fondo  de  toda  alma  rect^ 
y  conmover  las  fibras  de  todo  corazón  no  maleado. 

Dicen  que  entre  los  charros  hay  muchos,  aun  de  la  clase  campesina, 
que  saben  de  memoria  y  recitan  con  gran  ternura  composiciones  ente- 
ras de  su  poeta.  Así  tiene  que  ser,  y  ello  por  sí  solo  demuestra  cumpli- 
damente que  Galán  ha  dado  la  nota  propia  de  la  serena  y  arcana  poesía 
de  los  campos  salmantinos,  velada  á  los  ojos  profanos  y  demasiado 
sutil  para  dejarse  escuchar  por  almas  de  sensibilidad  plebeya. 

Las  olas  del  mar,  acariciando  mansas  ó  asaltando  enfurecidas  los 
acantilados  de  la  costa,  los  frescos  y  amenos  valles  enclavados  entre 
montañas  verdes  y  salpicados  de  blancos  caseríos,  la  tempestad  des- 
encadenada, el  río  que  baja  espumando  de  las  agrias  laderas  de  los 
montes,  espectáculos  son  que  puede  sentir  cualquiera,  y  cuya  pintura, 
más  ó  menos  cabal,  no  está  vedada  á  nadie  que  haya  recibido  del 
cielo  alguna  chispa  de  fuego  sagrado;  pero  sentir  y  descifrar  la  poesía 
de  aquellas  inmensas  llanuras  grises,  en  donde  se  ven  pastar  rebaños, 
que  más  parecen  alimentarse  de  tierra  que  de  jugosas  plantas;  sorpren- 
der la  belleza  de  aquel  cielo  sin  nubes  y  aquel  llano  sin  barreras,  que 
se  besan  en  silencio  por  los  cuatro  puntos  cardinales  del  horizonte;  saber 
oir  la  casi  apagada  armonía  que  anida  en  aquellos  encinares  cargados 
de  reposo;  guardar  ecos  en  el  alma  hasta  para  caer  de  las  semillas  en 
los  surcos  y  para 

El  blando  hundirse  de  las  anchas  rejas, 
El  suave  rodar  hacia  los  lados 
De  la  mullida  tierra. 


490 


GABRIEL   Y   GALÁN 


no  son  ciertamente  cualidades  que  estén  a!  alcance  de  los  espíritus  vulga- 
res, sino  rico  patrimonio  de  un  corto  número  de  elegidos,  á  quienes  es 
dado  descubrir  el  reflejo  de  la  belleza  de  Dios,  aun  en  aquellas  de  sus 
obras  en  que  se  presenta  con  matices  más  suaves  y  más  delicadas  tintas. 

De  esta  que  podríamos  llamar  poderosa  visión  del  colorido  poético, 
y  que  no  radica  solamente  en  la  fantasía,  sino  que  tiene  su  más  puro 
manantial  en  un  sensible  corazón  naturalmente  recto  y  hondamente  cris- 
tiano, nace  aquella  peculiar  manera  de  concebir  y  cantar  el  amor  que 
ya  he  notado  en  El  Ama,  y  que  se  repite  en  todas  las  composiciones 
en  que  Galán  se  dirige  á  la  mujer.  ¿Quién  la  trata  con  más  reveren- 
cia? ¿Quién  con  más  verdadero  y  casto  sentimiento?  ¿Quién  con  más 
idealismo? 

Léanse  los  tres  primorosos  ramilletes  de  quintillas  que  se  titulan  Cas- 
tellana, La  Espigadora  y  M¿  Montaraza,  y  dígaseme  si  pueden  darse 
requiebros  más  limpios,  conceptos  más  pudorosos,  galanterías  más  lle- 
nas de  respeto,  flores,  en  fin,  más  frescas  y  perfumadas  y  de  cáliz  más 
incontaminado  y  virginal.  Castellana  puede  oiría  sin  sonrojársela  mujer 
más  casta  de  labios  de  su  marido;  Mi  Montar aza,  la  púdica  virgen  ena- 
morada, de  los  de  su  amante;  La  Espigadora,  la  honesta  y  pobre  don- 
cella, de  los  de  cualquier  hombre  (1).  En  El  pleito  del  Diablo  con  el  Cura 
de  Madridejos  trae  Mirademescua  unas  quintillas  que  debió  tener  pre- 
sentes Galán  al  escribir  Castellana.  Tal  vez  el  modelo  común  de  uno  y 
de  otro  esté  en  el  Poema  de  San  Isidro,  de  Lope.  Voy  á  poner  un  trozo 
de  cada  uno  de  los  tres  poetas,  para  que  se  aprecie,  al  mismo  tiempo 
que  la  verdad  de  lo  que  digo,  la  gracia  y  soltura  con  que  supo  Galán 
imitar  á  los  dos  grandes  líricos  de  nuestro  siglo  de  oro: 


MIRADEMESCUA 

¿Quieres  que  trepando  vaya 
Por  los  brazos  de  esa  haya. 

Y  baje  de  sus  pimpollos 
De  una  tórtola  los  pollos 
A  que  jueguen  en  tu  saya? 

¿Quieres  que  descienda  á  un  río, 
Hijo  de  un  risco  de  Cuenca, 

Y  en  él  mi  valiente  brío 
No  deje  anguila  ni  tenca, 
Ni  pez  argentado  y  frío 

Que  no  venga  á  palpitar 
Sobre  esta  yerba,  y  á  dar 
Un  salto  y  otro  del  suelo, 
Pensando  que  coge  el  vuelo 
Para  arrojarse  á  la  mar? 


¿Quieres  que  vaya  á  buscar 
Cuarzos  blancos  al  repecho, 
Colorines  al  linar, 
Nidos  de  alondra  al  barbecho 
Y  endrinas  al  espinar? 

Para  que  tú  te  regales 
No  dejaré  una  con  vida 
Veloz  liebre  en  los  eriales, 
Ni  esquiva  perdiz  hundida 
Del  cerro  en  los  matorrales, 

Ni  conejillo  bravio 
Dormido  bajo  el  carrasco, 
Ni  mirlo  á  orillas  del  rio, 
Ni  sisón  en  el  peñasco. 
Ni  alondras  en  el  baldío. 


Tuvieras  en  esta  playa. 
Sentada  á  gozar  el  vuelo 
Del  aura,  en  su  verde  suelo 
Las  carpas  en  la  redaya. 
Los  barbos  en  el  anzuelo, 

El  vil  conejo,  la  liebre. 
Cuya  caza  se  celebre 
Mirando  el  galgo  veloz, 
Que  animado  de  mi  voz 
Apenas  las  yerbas  quiebre. 

Y,  aunque  el  hurtalle  me  aflige, 
Daréte  un  nido  que  ayer 
En  jn  olmo  acerté  á  ver, 
Que  en  viéndole  luego  dije: 
— Este  de  Silvia  ha  de  ser. 


(1)  Comparación  muy  útil  y  curiosa  pudiera  establecerse  entre  las  poesías  eróticas 
de  Galán  y  las  de  Campoamor.  Veríase  la  diferencia  inmensa  que  va,  aun  bajo  el  punto 
de  vista  estético,  de  inspirarse  en  el  amor  recto  y  como  Dios  manda,  á  buscar  la  be- 
lleza del  amor  en  las  emociones  del  sentido,  por  finas  aristocráticas  é  hipócritamente 
candorosas  que  sean  las  formas  empleadas. 


GABRIEL   Y   GALÁN  491 

Se  nota  en  Galán  predilección  por  las  quintillas,  sin  duda  por  lo  bien 
que  responde  este  ligero  metro  á  la  fresca  soltura  de  sus  ideas  jugueto- 
nas. ¡Con  qué  elegante  resolución  entra  en  M¿  Montaraza! 

No  hay  bajo  el  cielo  divino 
Del  campo  salamanquino 
Moza  como  Ana  María, 
Ni  más  alegre  alquería 
Que  Carrascal  del  Camino. 

En  Carrascal  nació  ella, 

Y  si  antes  no  fuese  bella 
Su  natal  tierra  bendita, 
Fuéralo  porque  la  habita 
La  rosa  del  monte  aquélla. 

No  nace  en  tierra  cristiana, 
Flor  silvestre  más  lozana, 
Ni  hormiga  más  vividora. 
Ni  moza  más  castellana, 
Ni  mujer  más  labradora. 

¡Y  con  qué  poética  desenvoltura  se  expresa  en  La  Espigadora! 

En  el  rincón  de  ese  ardiente 
Desierto  que  el  sol  calcina 
Tengo  yo  un  prado  riente, 
Con  una  pomposa  encina 

Y  una  purísima  fuente. 

Y  bajo  el  palio  frondoso 
Que  apaga  el  fuego  del  cielo. 
Yo  te  dejara  gozoso. 
Oyendo  el  decir  copioso 
Del  agua  del  regatuelo. 

Y  yo  afrontando  fatigas. 
Bajo  ese  cielo  que  arde. 
Diera  envidia  á  las  hormigas. 
Para  llevarte  á  la  tarde 
Rubias  manadas  de  espigas. 

Indudablemente  que  tratando  asuntos  del  campo  y  puesto  á  pulir  sus 
versos,  llegaba  á  ser  intachable  aun  en  la  forma...  ¿Qué  versificador,  por 
escrupuloso  y  atildado  que  se  le  suponga,  se  avergonzaría  de  firmar 
aquellas  catorce  redondillas  en  que  está  escrito  Del  viejo  el  consejo, 
linda  sarta  de  perlas  en  que  el  aticismo  y  suavidad  de  los  pensamientos 
corren  parejas  con  la  fluidez  y  galanura  de  las  estrofas,  que  no  encubren 
un  solo  ripio? 

Deja  la  charla,  Consuelo, 
Que  una  moza  casadera 
No  debe  estar  en  la  era 
Si  no  está  el  sol  en  el  cielo. 

Tu  hogar  tendrás  apagado, 

Y  al  mozo  que  habla  contigo 
Le  está  devorando  el  trigo 
La  yunta  que  ha  abandonado. 


492  GABRIEL  Y   GALÁN 

Mira  que  está  obscureciendo, 
Que  en  las  riberas  lejanas 
Ya  están  cantando  las  ranas, 
Ya  están  las  aves  durmiendo; 

Que  tocan  á  la  oración, 
Y  hay  gentes  murmuradoras 
Cuyos  ojos  á  estas  horas 
Cristales  de  aumento  son. 

Su  amor  á  la  vida  del  campo,  que,  como  más  arriba  hacíamos  notar, 
no  era  amor  egoísta  y  muelle,  sino  austero  y  activo,  le  movió  dos  veces 
á  cantar  el  noble  asunto  del  trabajo,  y  las  dos  supo  hacerlo  en  versos 
recios  y  varoniles.  Particularmente  Canción  es  una  oda  magnífica,  que 
parece  hecha  de  una  sola  plumada:  tan  sostenida  es  su  inspiración  y  tal 
la  suavidad  con  que  se  va  desarrollando  hasta  la  última  estrofa,  como 
una  banda  de  seda  que  se  despliega  abrillantando  el  aire.  Todos  los  ver- 
sos son  poéticos,  todos  sonoros  y  de  valiente  concisión,  y  el  metro  es 
elegante  y  bien  elegido: 

¡La  pluma,  los  cinceles,  la  mancera! 
¡La  espada  victoriosa! 
Dadme  lo  que  queráis,  qiie  abierta  espera 
Mi  mano  vigorosa. 

En  el  Canto  al  trabajo  va  encajando  en  versos  esculturales  ideas 
llenas  de  luz  y  de  vigor,  hasta  que,  embriagado  por  la  noble  pasión  que 
mueve  su  pluma,  deja  escapar,  cuando  le  sale  al  encuentro  la  imagen 
del  sibarita  ocioso  y  regalado,  dos  ó  tres  llamaradas  de  la  tea  incendia- 
ria, que  sin  duda  no  era  su  ánimo  blandir,  pero  que  sorprende  no  poco 
en  manos  del  dulce  cantor  de  El  Ama: 

Tiempos  tan  esperados 
De  la  justicia  que  avanzáis  armados: 
¡Sitiad  por  hambre  ó  desquiciad  las  puertas 
De  alcázares  dorados 
Que  no  las  tengan  al  trabajo  abiertas! 
¡Vida  que  vive  asida 
Savia  sorbiendo  de  la  ajena  vida. 
Duerma  en  el  polvo  en  criminal  sosiego! 
Rama  seca  ó  podrida. 
Perezca  por  el  hacha  y  por  el  fuego. 

Indudablemente  estaba  dotado  de  raras  aptitudes  para  la  poesía  bu- 
cólica y  el  idilio  campesino.  En  estos  asuntos  siempre  es  espontáneo  y 
fresco,  y  los  versos,  en  especial  los  cortos,  son  en  su  mano  blanda  cera 
que  se  ajusta  con  docilidad  á  los  juegos  y  caprichos  de  su  retozona  fan- 
tasía. Léanse  El  barbecho,  Trisca  vaquerillo,  Idilio,  Elegía,  Mi  vaque- 
rillo,  y  sentiráselas  impregnadas  del  perfume  de  los  ingenuos  amores 
que  nacen,  como  en  su  natural  terreno,  en  los  campos  que  aromatiza  el 
tomillo  y  la  oliente  hierba  triguera. 

Luis  Herrera  Oria. 
(Continuará.) 


LA  CONQUISTA  P5L  Al^e 


Le  A  conquista  del  aire  ha  llegado  á  ser  en  nuestros  días  un  problema 
tan  trascendental  é  interesante,  que  apenas  hay  hombre  medianamente 
instruido  que  no  tome  ya  en  serio  su  solución. 

¿Quién  no  conoce  las  sensacionales  experiencias  de  los  célebres  ame- 
ricanos Orville  y  Wilbur  Wright,  la  travesía  del  Canal  de  la  Mancha  por 
Luis  Bleriot,  las  semanas  de  aviación  de  Champagne,  Berlín,  Brescia, 
Blackpool...  y  quincena  de  París?  ¿Quién  no  tiene  ya  noticia  del  vuelo 
de  Lathan  en  medio  de  la  tempestad,  del  Conde  de  Lambert,  virando  por 
encima  de  la  torre  de  Eiffel  á  600  metros  del  suelo  de  París  y  de  la  últi- 
ma proeza  de  Farman,  que,  con  su  magnífico  vuelo  de  cuatro  horas  siete 
minutos,  acaba  de  ganar  la  copa  Michelin? 

Y  aunque  lo  obtenido  hasta  ahora  no  es  la  última  palabra  ni  el  último 
perfeccionamiento  de  la  aviación,  se  ha  triunfado  al  fin  de  una  dificultad 
que  parecía  insuperable;  asistimos  ya  á  un  espectáculo  en  el  que  tantas 
veces  soñaron  las  generaciones  pasadas,  y  parece  como  que  prevemos 
para  un  porvenir  no  lejano  las  consecuencias  que  por  la  resolución  de 
este  problema  han  de  seguirse  en  la  vida  social  de  los  pueblos. 

Y  si  bien  no  pueden  precisarse  todavía  con  toda  exactitud  las  leyes 
misteriosas  del  vuelo  plano,  creemos  llegado  el  momento  de  vulgarizar, 
aunque  no  sea  más  que  á  grandes  rasgos,  las  líneas  generales  de  sus  fun- 
damentales principios  y  los  rápidos  progresos  que  por  su  mediación  se 
han  obtenido. 

Mas  antes  de  entrar  de  lleno  en  las  diversas  fases  de  este  sencillo  tra- 
bajo, conviene  tener  presente  una  sublime  enseñanza  que  parece  des- 
prenderse de  todos  los  hechos  que  estamos  presenciando  en  la  actuali- 
dad, y  es  que  el  hombre  en  tanto  ha  conseguido  algo  en  el  arduo  pro- 
blema de  la  navegación  aérea,  en  cuanto  se  ha  acercado  á  Dios,  imitando 
las  más  bellas  de  sus  obras,  el  vuelo  de  las  aves;  para  que,  á  la  par  que 
se  perfeccione  la  industria  y  el  comercio,  merced  á  estos  aparatos  que  se 
levantan  de  la  tierra,  se  perfeccione  y  levante  también  el  sentido  moral 
de  los  pueblos,  despegando. las  almas  de  las  miserias  de  este  mundo  y 
haciéndolas  gustar  algo  de  las  dulzuras  del  cielo. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  a3 


494  LA   CONQUISTA   DEL   AIRE 

I 

Dos  escuelas  que  se  disputan  el  dominio  del  aire.— Algo  de  historia  sobre  la  Aerosta- 
ción.—¿Los  hermanos  Montgolfier  ó  el  jesuíta  P.  Lana?— El  Zeppelin.—Sus  viajes 
memorables,— Consideraciones  sobre  los  dirigibles.— ¿Aerostación  ó  Aviación? 

La  aspiración  del  hombre  por  el  dominio  del  aire  no  es  moderna. 
Desde  muy  antiguo  se  venía  trabajando  en  la  resolución  de  este  ingrato 
problema.  Experiencias  admirables  se  habían  llevado  á  cabo,  siempre 
persiguiendo,  como  es  natural,  la  imitación  de  la  naturaleza,  el  vuelo  de 
las  aves.  Mas  la  mecánica  no  había  llegado  á  la  perfección  que  hoy 
posee;  los  motores,  en  especial,  estaban  muy  lejos  de  llegar  á  la  simplifi- 
cación que  hoy  han  alcanzado,  no  siendo  de  extrañar,  por  consiguiente, 
que  apenas  se  hiciera  otra  cosa  que  vanos  proyectos  y  algunas  expe- 
riencias, que  de  ordinario  solían  acabar  con  la  vida  del  que  las  comen- 
zaba. 

Así  las  cosas,  el  descubrimiento  de  los  globos  en  1783  vino  á  sus- 
pender por  el  momento  esta  clase  de  investigaciones  y  á  dirigir  el  inge- 
nio humano  por  otros  derroteros.  Desde  esta  fecha  existen  en  la  Aero- 
náutica dos  escuelas  que  se  disputan  el  dominio  del  aire,  pero  por  sis- 
temas diametralmente  opuestos:  la  Aerostación,  ó  escuela  del  menos 
pesado,  y  la  Aviación,  ó  escuela  del  más  pesado.  (1) 

La  Aerostación,  partiendo  del  principio  de  Arquímedes:  «Todo  cuerpo 
sólido  sumergido  en  un  líquido  recibe  de  él  un  empuje  ó  presión  vertical 
de  abajo  para  arriba,  igual  en  valor  al  peso  del  líquido  desalojado»,  y 
aplicando  este  mismo  principio  á  los  gases,  trata  de  resolver  el  problema 
de  la  navegación  aérea  por  aparatos  menos  pesados  que  el  aire,  ó  sea 
por  globos. 

El  ideal  de  todos  había  sido  elevarse  del  suelo,  y  he  aquí  que  en  5  de 
Junio  de  1783  los  hermanos  Esteban  y  José  Montgolfier,  con  una  sencilla 
aplicación  del  principio  de  Arquímedes,  vienen  á  resolver,  por  lo  menos 
en  la  apariencia,  el  magno  y  trascendental  problema. 

Y  aunque  sea  de  paso,  bueno  es  hacer  constar  aquí  que  no  fueron  los 
hermanos  Montgolfier  los  primeros  iniciadores  de  la  idea  de  la  navega- 
ción aérea  por  medio  de  globos,  pues  muchos  años  antes,  en  1670 
(fig.  I.""),  el  jesuíta  italiano  P.  Francisco  Lana-Terzi,  en  su  obra,  que 
titula   Prenotando,  ó  sea  ensayo  de  algunas  invenciones  nuevas  como 


(1)  Des  á  présent  le  Congrés  propose  que  le  mot  Aéronautíque  soit  entendu  com- 
me  désignant  dans  tonte  généralité  la  science  de  la  navegation  aérienne:  VAérostation 
serait  la  branche  de  l'areonautique  qui  concerne  les  appareils  á  sustentation  statique 
appelés  communémentp/í/s  légers  que  Vair;  VAviation  serait  la  branche  de  l'aéronau- 
tique  qui  concerne  les  appareils  á  sustentation  dynamique,  appelés  communément 
plus  lourds  que  Vair».  (Cuarto  Congreso  Internacional  de  Aeronáutica,  reunido  en 
Nancy  en  Septiembre  de  1909,  conclusión  VI.) 


LA   CONQUISTA  DEL   AIRE 


495 


Fig.  1. 


introducción  al  arte  maestra  {\),  en  el  capítulo  VI,  expone  claramente 
la  teoría  de  la  navegación  aérea  por  medio  de  un  aparato,  consistente 
en  una  especie  de  barquilla,  con  vela  de  dirección,  sostenida  por  cuatro 
esferas  metálicas  en  las  que  previamente  se 
había  hecho  el  vacío.  Asimismo  otro  jesuíta, 
el  P.  Bartolomé  Guzmao,  el  8  de  Agosto  de 
1709  subió  en  un  globo  cautivo  Heno  de  aire 
caliente,  rebasando  en  su  ascensión  los  edifi- 
cios más  altos  de  Lisboa  (2).  Asimismo  el 
doctor  J.  Blank,  después  que  Cavendish  de- 
mostró la  ligereza  del  hidrógeno  con  relación 
al  aire,  concibió  ya  el  futuro  aeróstato,  y  en 
1782  el  inglés  Tiberio  Cavallo  elevó  en  el 
aire  pequeños  globos  consistentes  en  burbu- 
jas de  jabón  llenas  de  gas  hidrógeno. 

Lo  que  está  fuera  de  toda  duda  es  que 
desde  el  tiempo  en  que  los  hermanos  Mont- 
golfier  elevaron  en  Annonay  (5  de  Junio  de 
1783)  un  globo  lleno  de  aire  caliente,  en  el 
que  poco  después  se  aventuró  á  subir  Pilá- 

tre  de  Rozier,  el  problema  de  la  conquista  del  aire  se  creyó  comple- 
tamente solucionado.  Á  los  globos  hinchados  con  humo  siguieron  muy 
pronto  los  globos  de  Charles,  llenos  de  gas  hidrógeno;  del  mismo  modo 
que  podía  elevarse  un  hombre  se  elevarían  10,  20.  100...;  la  cuestión  se 
reducía,  al  parecer,  á  dar  mayores  dimensiones  al  globo  y  á  su  corres- 
pondiente navecilla. 

En  medio  de  aquel  general  entusiasmo  nadie  echaba  de  ver  que  si 
bien  era  fácil  elevarse,  la  dificultad  principal  estaba  en  la  dirección.  Por 
muy  grande  que  fuera  el  aparato  y  fuera  cual  fuere  el  medio  de  propul- 
sión, por  principio  debía  pesar  menos  que  el  aire  desalojado,  y,  por  con- 
siguiente, desde  su  nacimiento  comenzaba  á  ser  juguete  del  viento  que 
trataba  de  dominar. 

Por  otra  parte,  la  resistencia  hacia  el  avance  era  tan  grande  y  ma- 
nifiesta en  los  globos  esféricos,  que  muy  pronto  se  vio  la  necesidad  de 
darles  forma  ovoidea  muy  alargada.  De  este  modo  consiguieron  resul- 
tados prácticos  más  ó  menos  notables  Jullien,  Camilo  Vert,  Giffard, 
Dupuy  de  Lome,  Hánlein,  los  capitanes  Renard  y  Krebs,  Lebaudy,  San- 
tos Dumont  y  otros. 

De  todos  los  dirigibles  modernos  merecen  especial  mención  el  Patrie 


(1)  Pródromo  overo  saggio  di  alcune  inventioni  nuove  premesso  all'arte  maestra. 
(En  4.",  con  70  láminas.  Brescia,  1670.) 

(2)  «C'est  au  Pére  Gusniao  qu'on  doit  la  premiére  expérience  du  bailón  aérostatlque 
renoiivelée  soixante-quatre  ans  aprés,  par  Montgolfier.»  (Feller,  Biographie  universelle, 
t.  IV,  pág.  275.)  i:i  P.  Wilhem  niega  fuese  jesuíta.  V.  Notic.  Bibliogr. 


496 


LA   CONQUISTA   DEL   AIRE 


Fig.  2 


(fig.  2.^),  del  ingeniero  Julliot,  construido  en  1906,  perdido  poco  después 
en  los  mares  del  Norte;  Ville  de  París,  de  Enrique  Deutscii,  construido 
por  Surcouf  y  Kapferer;  Ville  de  Bordeaux,  Clement-Bayard,  Répübli" 

que,  cuya  reciente  catás- 
trofe ha  costado  la  vida 
á  sus  cuatro  tripulantes; 
el  italiano  de  los  capita- 
nes Croco  y  Ricaldoni; 
el  inglés  Nulli  Secundas; 
los  alemanes  Gross, 
Parseval  y  Zeppelin.  De 
éste  último  no  podemos 
pasar  sin  hacer  especial 
mención. 

El  actual  Zeppelin  í 
(fig.  3.'^)  (que  no  es  otro 
que  el  Zeppelin  III)  tiene 
136  metros  de  largo  por 
11,66  de  diámetro  en  su 
sección  media.  Visto  por 
la  popa,  se  echa  de  ver 
inmediamente  un  plano- 
estabilizador  quilla  (Esquema  1.°,  P.  5),  cuyo  objeto,  entre  otros,  es  evi- 
tar las  bordadas  de  derecha  é  izquierda.  Posee  además  cuatro  planos 
de  estabilización  (P.  1,  P.  2,  P.  3,  P.  4),  planos  que  en  una  ú  otra  forma 
se  encuentran  ya 
en  todos  los  mo- 
dernos dirigibles, 
y  cuyo  objeto  es 
evitar  el  cabeceo, 
tan  perjudicial 
para  la  marcha; 
dostimones  tripla- 
nos verticales  (S  1 
y  S  2),  que  sirven 
para  la  dirección 
lateral;  dos  hélices 
propulsoras  (7  3, 
T  4)  (junto  á  la 
proa  lleva  otras 
dos);  dos  timones 
horizontales  de 

altura  //3,  //4),y,  finalmente,  una  de  las  dos  barquillas  (A^  2),  colocada 
bajo  una  quilla  (K),  que  corre  á  lo  largo  del  aeróstato.  Su  interior  está 


pi 

H 

^L 

.51 

i 

Fig.  3/ 


LA   CONQUISTA   DEL   AIRE  497 

dividido  en  17  compartimientos,  que  son  otros  tantos  depósitos  de 
hidrógeno,  protegido  todo  por  la  gran  envoltura  rígida,  debida  al  in- 
menso armazón  de  aluminio,  que  es  característico  de  este  hermoso 
aeróstato. 

El  dirigible  Zeppelin,  del  que  con  razón  se  enorgullecen  los  alemanes, 
dejando  su  hangar  flotante  de  Manzell,  ha  efectuado  viajes  notables, 
como  el  del  7  de  Noviembre  de  1908,  llevando  á  bordo  al  Kronprinz,  á 
Enrique  de  Prusia,  al  Conde  Zeppelin,  ingeniero  Burs  y  tres  mecánicos. 
Elevándose  majestuosamente,  navegó  durante  algún  tiempo  por  encima 
del  lago  de  Friedrichshafen;  desapareció  entre  la  bruma.  Á  las  tres 
horas  escasas  se  hallaba  á  la  vista  de  Bonaueschisgen,  adonde  debía 
llegar  poco  después  el  tren  imperial.  El  dirigible  estuvo  evolucionando 
á  200  metros  de  la  población.  Llegado  el  tren  que  conducía  al  Empera- 
dor, bajó  á  100  metros,  maniobrando  por  encima  de  la  vía  férrea.  El 
Príncipe  y  el  Conde  Zeppelin  saludaban  al  Kaiser  agitando  sus  pañue- 
los. Poco  después  el  emperador  Guillermo  subía  á  la  terraza  del  palacio 
de  Bonaneschingen,  en  donde  recibió  uno  de  los  despachos  que  el 
Kronprinz  le  arrojaba  desde  el  dirigible,  el  cual,  después  de  dar  una 
vuelta  sobre  el  palacio,  enfiló  su  proa  hacia  el  lago  de  Constanza,  des- 
cendiendo en  Manzell  á  las  cinco  de  la  tarde. 

No  fué  tan  feliz  otro  de  los  viajes  verificado  últimamente  por  el 
mismo  dirigible.  Tratábase  de  ir  y  volver  de  Friedrichshafen  á  Munich. 
El  Zeppelin  partió  muy  de  madrugada;  el  cielo  estaba  cubierto;  la  brisa 
suave  parecía  presagiar  un  feliz  éxito.  Á  las  cinco  estaba  sobre  Biberach; 
á  las  seis  rebasaba  la  frontera  bávara  en  las  inmediaciones  de  Ulm. 
Luchando  contra  el  viento,  que  arreciaba  por  momentos,  enfila  la  proa 
hacia  Augsbourg,  teniendo  que  luchar  contra  corrientes  violentas  del 
Sudeste.  Pasa  por  encima  de  esta  población.  Al  llegar  á  Munich,  atro- 
nadores ¡burras!  saludan  la  presencia  del  dirigible,  que  por  tres  veces  se 
inclina  de  proa,  respondiendo  á  los  frenéticos  aplausos  de  la  turba.  Mas 
cuando  todo  el  mundo  esperaba  el  ansiado  descenso,  ven  todos  con 
viva  inquietud  que  el  dirigible  no  puede  efectuarlo  y,  llevado  por  el  viento, 
es  incapaz  de  gobernarse,  siendo  arrastrado  más  y  más  hacia  el  Este.  A 
partir  de  este  momento,  se  ven  en  el  Zeppelin  marchas  y  contramarchas 
y  vueltas  algún  tanto  desordenadas.  Finalmente,  á  las  tres  pudo  tomar 
tierra  en  Niedervichbach,  á  unos  60  kilómetros  más  allá  de  Munich, 
comenzando  al  otro  día  el  regreso  con  viento  bonancible  y  haciendo 
escala  en  Munich,  llegó,  por  fin,  al  obscurecer  á  su  hangar  del  lago  de 
Friedrichshafen. 

Posteriormente  (27  de  Agosto)  el  Zeppelin  ha  efectuado  su  memora- 
ble viaje  Friedrichshafen -Berlín,  en  donde  el  Conde,  que  piloteaba  su 
dirigible,  evolucionó  delante  de  la  tribuna  imperial  entre  los  hoch!  hoch! 
entusiastas  de  100.000  espectadores  que  invadían  el  campo  de  manio- 
bras de  Tempelhof.  No  obstante  estos  entusiasmos,  si  seguimos  al  diri- 


498  LA   CONQUISTA   DEL   AIRE 

gible  desde  la  salida  de  su  hangar,  veremos  que  la  rotura  de  una  hélice 
le  obliga  forzosamente  á  tomar  tierra  en  Ostheim;  desciende  de  nuevo 
en  Nuremberg,  en  donde  se  ve  precisado  á  cambiar  de  motor;  otro 
pequeño  accidente  le  hace  bajar  en  Leipzig.  Á  su  regreso  de  Ber- 
lín, la  averia  en  una  de  las  hélices  le  obliga  á  descender  en  Bulzig;  el 
viento  rasga  la  envoltura  exterior;  hechas  las  reparaciones  necesarias, 
se  eleva  y  llega  por  fin  á  Friedrichshafen,  habiendo  hecho  el  recorrido 
con  una  velocidad  media  de  35  kilómetros. 

Estos  son  los  viajes  que  ha  hecho  el  mejor  de  los  dirigibles  que,  sin 
duda  alguna,  existen  hoy  en  el  mundo,  y  que  ha  costado  tres  millones  de 
marcos.  Pasamos  por  alto  la  catástrofe  de  Echterdingen,  en  la  que  en 
unos  segundos  quedó  reducido  el  gigantesco  globo  Zeppelin  IV  á  un 
informe  montón  de  viguetas  de  aluminio,  y  los  percances  y  averías  más 
ó  menos  graves  que  en  otras  ocasiones  le  han  ocurrido.  No  queremos 
hablar  tampoco  de  las  frecuentes  odiseas  á  que  se  hallan  expuestos  los 
dirigibles  franceses;  ni  de  los  restos  del  Patrie,  perdidos  en  los  mares 
del  Norte.  La  reciente  catástrofe  del  République,  que  ha  costado  la  vida 
á  cuatro  beneméritos  de  la  aeronáutica,  ha  conmovido  tanto  el  espíritu 
francés,  que  se  habla  ya  de  un  congreso  internacional,  á  fin  de  esclarecer 
las  causas  misteriosas  de  tan  sensibles  y  repetidos  accidentes. 

No  queremos  por  esto  rebajar  el  mérito  de  los  dirigibles.  Siempre 
serán  de  utilidad  práctica  en  'determinadas  condiciones  atmosféricas; 
sólo  sí  sostenemos  que,  según  nuestro  parecer,  el  dirigible,  y  en  general 
el  sistema  del  menos  pesado,  no  es  la  solución  completa  del  grandioso 
problema  de  la  conquista  del  aire.  La  multitud  de  modelos  que  nos  pre- 
senta la  naturaleza,  desde  el  pequeño  insecto  hasta  el  cóndor  que  se 
cierne  sobre  la  cumbre  de  los  Andes,  nos  están  demostrando  que  Dios 
no  ha  elegido  el  principio  del  menos  pesado  para  dotar  á  sus  criaturas 
de  la  facultad  de  volar. 

Aparte  de  esta  consideración,  nos  basta  analizar  un  poco  algunos 
principios  científicos  del  dirigible,  y  en  general  de  los  globos,  para  con- 
vencernos de  lo  que  acabamos  de  afírmar.  Es  innegable  (aun  puestas  á 
discusión  algunas  de  las  leyes  formuladas  por  Newton  sobre  la  resisten- 
cia del  aire)  que  el  dirigible  encuentra  en  su  marcha  una  resistencia  ha- 
cia el  avance,  que  va  creciendo  en  razón  directa  de  su  velocidad,  siendo 
proporcional  al  área  de  la  superficie  y  á  la  densidad  del  aire,  llegando 
esta  resistencia  á  su  máximum  cuando  la  superficie  es  normal  á  la  di- 
rección del  viento.  De  aquí  se  deduce  que  para  que  un  aeróstato  sea  en 
realidad  dirigible,  es  necesario  que  su  velocidad  sea  mayor  que  la  del 
viento. 

En  efecto,  si  suponemos  que  el  dirigible  E  (fig.  4.'^)  navega  en  con- 
tra del  viento  con  una  velocidad  DC  igual  y  contraria  á  la  velocidad  del 
viento  AB,  en  virtud  del  principio  tan  conocido  en  mecánica  «dos  fuerzas 
iguales  y  contrarias  se  destruyen»,  el  dirigible  E  quedaría  en  este  caso 


LA   CONQUISTA   DEL   AIRE 


499 


A 


^/tCatíJíjy  jUá  v¿e/v«Xó 


5 


«         \/«í<kA:J*>J  ^  .U^^ee? 


Fig.  4. 


estacionario,  sin  avanzar  ni  retroceder,  no  obstante  la  rotación  de  sus 
hélices.  Es,  pues,  necesario  para  avanzar  que  tengamos  en  todo  caso 
DC>AB;  pues  si  tenemos  lo  contrario,  es  decir  DC<AB,  el  dirigible 

retrocedería,  no  obstan- 
te su  propulsión.  Ahora 
bien,  esta  velocidad  ma- 
yor que  la  del  viento  es 
muy  difícil  conseguirla 
en  los  dirigibles,  no  sólo 
por  la  enorme  resisten- 
cia que  el  viento  le  ofre- 
ce para  el  avance,  sino  también  por  el  gran  peligro  que  corre  en  este 
caso  su  estabilidad  longitudinal,  máxime  si  las  hélices  no  están  coloca- 
das en  la  prolongación  del  eje  de  figura,  sino  más  bien  en  un  plano  infe- 
rior, como  de  ordinario  sucede  en  la  mayor  parte  de  los  dirigibles  mo- 
dernos. 

Confirmemos  lo  expuesto  con  uno  de  los  modernos  dirigibles,   el 
Clément-Bayard  (fig.  S."*),  por  ejemplo.  En  efecto,  si  suponemos  que  el 
dirigible  lleva  la  dirección  BA,  mediante  la  propulsión  de  la  hélice  £", 
que  ¿e  mueve  en  un  eje  inferior  al  de  figura,  es  evidente  que  á  medida 
que    aumenta    la 
velocidad  de  esta 
hélice,  irá  aumen- 
tando en  G  la  re- 
sistencia hacia  el 
avance,    resisten- 
cia que,  de  no 
aplastar    la   proa 
del  dirigible,  setra- 
duce  en  una  fuer- 
za que  sigue  la  di- 
rección5C,opues 
ta  á  la  marcha  del 
dirigible.   Si  esta 
velocidad    de    la 
hélice  es  excesiva, 
sobrepuja  el  pun- 
to critico,  dando  lugar  á  un  par  de  fuerzas  FD,  BC,  que  tiende  á  enca- 
britar  el  globo  y  á  hacerle  perder  su  equilibrio  longitudinal. 

Esta  gran  resistencia  del  dirigible  hacia  el  avance,  ó  sea  á  tener  gran 
velocidad,  lo  podemos  comprobar  con  un  sencillo  experimento.  Si  arro- 
jamos hacia  adelante,  con  todo  el  potencial  que  puede  desarrollar  nues- 
tro brazo,  un  globito  de  gas  de  los  que  suelen  vender  en  las  ferias 
para  entretenimiento  de  los  niños,  veremos  que  avanza  muy  poco  y  que 


Fig.  5. 


500 


LA   CONQUISTA  DEL   AIRE 


cuanto  mayor  es  el  esfuerzo  que  hagamos  tanta  mayor  resistencia  halla 
en  el  aire  que  atraviesa.  ¡Qué  de  otro  modo  acontece  si,  con  el  mismo 
potencial,  se  arroja  un  cartón  ó  una  lámina  de  cinc.  Se  le  verá  deslizarse 
por  el  aire,  cortándolo  admirablemente,  y  recorrer  tanta  mayor  distancia, 
cuanto  sea  mayor  el  impulso  recibido.  He  aquí  la  diferencia  entre  el  di- 
rigible y  el  aeroplano,  entre  la  teoría 
del  menos  pesado  y  la  del  más  pesado. 
No,  no  puede  dominar  el  viento  un 
aparato  que  empieza  ya  por  principio 
á  ser  juguete  del  mismo  viento.  Razón 
tenía  el  ingeniero  Nadar  al  comenzar 
sus  conferencias  con  el  «¡guerra  á  los 
globos!»,  estando  convencido  de  que  el 
descubrimiento  de  los  globos  no  ha 
hecho  otra  cosa  que  retardar  la  solu- 
ción del  arduo  problema,  lanzando  las 
investigaciones  científicas  por  un  cami- 
no erróneo.  Con  mucho  acierto,  á  nues- 
tro parecer,  afirmaban  los  Sres.  Soreau  y  Painleve  en  una  de  las  sesiones 
de  la  Sociedad  Francesa  de  Navegación  Aérea:  «Ante  los  progresos  del 
aeroplano,  en  un  porvenir  muy  próximo,  los  globos  vendrán  á  ocupar 
un  puesto,  si  no  inútil,  por  lo  menos  muy  secundario.» 

Enrique  Ascunce. 


Esquema  1." 


(Continuará.) 


boletín  canónico 


SUEVA  ORGAMAGION  DE  LA  CURIA  ROMA  DECRETADA  POR  FIO  X'" 


ARTICULO   III 
Congregación  de  los  Sacramentos. 

§1 

SU     CONSTITUCIÓN 

376.  Esta  Congregación,  así  como  también  cada  una  de  las  siguien- 
tes, tiene  por  Prefecto  á  un  Cardenal  que  preside  la  Congregación. 
Fórmanla  algunos  Cardenales  elegidos  por  el  Papa.  Su  Secretario  es  un 
Prelado. 

377.  Los  oficiales  mayores  son  el  Prelado  Secretario  y  tres  subse- 
cretarios. 

378.  Tiene  varios  teólogos  y  canonistas  consultores  y  un  número 
adecuado  de  oficiales  menores. 

379.  De  los  tres  subsecretarios  uno  está  encargado  principalmente 
de  las  peticiones  referentes  á  las  dispensas  de  impedimentos  matrimo- 
niales. 

380.  Otro,  de  las  demás  referentes  al  matrimonio,  como  son  sana- 
ciones  in  radice,  legitimación  de  prole,  cuestiones  sobre  validez  ó  nuli- 
dad de  los  matrimonios,  dispensas  de  matrimonio  rato  y  no  consumado, 
dudas  referentes  á  estas  materias,  etc. 

881.  El  tercero  tiene  á  su  cargo  lo  referente  al  sacramento  del  Orden 
y^  á  todos  los  demás  sacramentos,  excepto  el  Matrimonio. 

382.  Cada  subsecretario  tiene  su  ayudante  y  un  número  conveniente 
de  escribientes.  (N.  pee,  op.  7,  3,  nn.  l.°-6.°) 

383.  La  jurisdicción  de  esta  Congregación  en  lo  referente  al  matri- 
monio, se  extiende  á  todo  el  mundo;  en  lo  demás,  sólo  á  las  regiones 
sujetas  al  derecho  común.  (N.  pee,  cap.  1.°,  c.) 

384.  Sin  embargo,  la  Sagrada  Congregación  de  Propaganda  Fide, 
por  las  peculiares  circunstancias  de  los  que  rigen  las  diócesis  y  misio- 
nes en  las  remotísimas  regiones  de  las  Indias,  Tonkín,  China,  Japón, 
Australia,  Oceanía  y  otras  semejantes,  podrá,  después  de  tratar  este 
asunto  y  ponerse  de  acuerdo  con  la  Sagrada  Congregación  de  los  Sa- 


ín   Véase  Razón  y  Fe,  vol.  XXV,  pág.  374. 


502  BOLETÍN  CANÓNICO 

cramentos,  continuar  concediendo  á  los  Obispos,  Vicarios  Apostólicos, 
Prefectos  y  Superiores  de  las  Misiones  las  antiguas  fórmulas  de  las 
facultades,  muchas  de  las  cuales  se  refieren  al  matrimonio*(l).  S.  C.  Con- 
sist,  12  de  Noviembre  de  1908,  ad  II.  (Acta  A.  Sedis,  vol.  I,  p.  148,  sig.) 

§" 

su   COMPETENCIA 

385.  Está  confiada  á  esta  Congregación  la  legislación  sobre  la  disci- 
plina de  los  siete  sacramentos,  salvo  lo  que  corresponde  á  la  Congrega- 
ción del  Santo  Oficio,  según  se  dijo  antes  (n.  316,  sig.),  y  lo  que  perte- 
nece á  la  Sagrada  Congregación  de  Ritos  sobre  las  ceremonias  que 
deben  observarse  al  hacerlos,  administrarlos  y  recibirlos. 

A)  Disciplina  del  Matrimonio  y  demás  sacramentos. 

386.  Pertenece,  pues,  á  esta  Congregación: 

1 .°  Todo  lo  referente  á  la  disciplina  del  matrimonio,  como  es  lo  rela- 
tivo á  dispensas  para  el  fuero  externo,  ya  sean  para  los  pobres  ya  para 
los  ricos,  sanaciones  in  radice,  dispensas  de  matrimonio  rato  y  no  con- 
sumado, separación  de  cónyuges,  legitimación  de  prole. 

2.°  Todo  lo  referente  á  la  disciplina  de  los  otros  sacramentos,  como 
son  las  dispensas  para  las  Órdenes  sagradas,  v.  gr.,  conferirlas  extra 
témpora;  permitir  la  consagración  de  los  Obispos  en  días  distintos  de 
los  señalados  en  el  Pontifical  Romano;  dispensas  de  irregularidades 
(para  los  no  sacerdotes),  del  rezo  del  oficio  divino,  de  edad,  del  título  de 
ordenación  para  los  no  sacerdotes  (2),  salvo  el  derecho  de  la  Sagrada 
Congregación  de  Religiosos  en  lo  referente  á  la  ordenación  de  éstos; 


(1)  II.  Utrum  Congregatio  de  Propaganda,  ob  peculiaria  adjuncta  Moderatorum 
dioecesum  et  missionum  in  longinquis  regionibus  Indiarum,  Tonkini,  Sinarum,  Japo- 
niae,  Australiae,  Oceaniae  alüsque  hujusmodi,  etiam  in  posterum  concederé  possit 
EpisGOpis,  Vicariis  Apostolicis,  Praefectis  vel  Moderatoribus  missionum  formulas 
facultatum,  quarum  plures  matrimonium  respiciunt.— 7?esp.  Ad  II.  Affirmative,  re  tamen 
agitata  et  composita  cum  S.  Congregatione  de  Sacramentis. 

(2)  Á  los  ya  sacerdotes  concede  estas  dispensas  la  Sagrada  Congregación  del  Con- 
cilio: «Proposito  dubio,  utrum  facultas  concedendi  clericis,  jam  in  sacro  presbyteratu, 
ordine  constitutis,  dispensationem  ab  irregularitate,  vel  a  titulo  sacrae  ordinationis 
spectet  ad  Congregaíionem  de  Sacramentis,  an  potius  ad  Congregationem  Concilii; 
sacra  Congregatio  Consistorialis,  ómnibus  rite  perpensis,  respondendum  censuit; 
Spectare  ad  S.  Congregationem  Concilii. 

»Datum  Romae,  ex  aedibus  Secretariae  ejusdem  sacrae  Congregationis  Consisto- 
rialis, die  27  Februarii  1909. 

»L.  t  S.  Scipio  Tecchi,  Adsessor.» 
(Acta  A.  Sedis,  vol.  I,  pág.  251.) 


BOLETÍN  CANÓNICO  503 

dispensas  relativas  al  lugar,  tiempo,  condiciones  de  recibir  la  Eucaristía, 
celebrar  la  Misa  en  oratorios  privados,  al  aire  libre,  antes  de  la  aurora  ó 
después  del  mediodía,  el  jueves  santo,  en  las  naves;  usar  peluca  ó  soli- 
deo en  la  celebración  de  la  Santa  Misa  ó  al  llevar  el  Viático;  celebrar 
los  enfermos  de  la  vista  siempre  Misa  de  la  Virgen  ó  de  Difuntos;  comul- 
gar ó  celebrar  (aun  los  religiosos)  sin  ayuno  natural;  tener  reservado  el 
Santísimo  Sacramento  en  iglesias  ú  oratorios  que  carecen  de  este  dere- 
cho, y  otras  concesiones  de  este  género.  Conceder  privilegio  de  oratorio 
privado  con  las  otras  gracias  que  en  esa  materia  suelen  conceder,  v.  gr., 
celebrar  tres  Misas  y  dar  en  ellas  la  comunión  en  la  Nochebuena. 

B)  Cuestiones  relativas  á  la  validez  y  disciplina  de  los  sacramentos. 

387.  También  resuelve  las  cuestiones  relativas  á  la  validez  del  ma- 
trimonio ó  de  las  Órdenes  sagradas,  y  otras  referentes  á  la  disciplina  de 
los  sacramentos,  salvo  el  derecho  del  Santo  Oficio.  Pero  si  la  misma 
Sagrada  Congregación  juzga  que  estas  cuestiones  deben  tratarse  con- 
tenciosamente, debe  remitirlas  al  Tribunal  de  la  Rota  Romana. 

C)  Cambios  de  competencia. 

388.  Esta  Congregación  es  nueva  enteramente. 

La  materia  que  se  le  ha  asignado  correspondía  antes  á  diversas 
Congregaciones  y  Oficios,  es,  á  saber: 

389.  Las  dispensas  matrimoniales  concedíalas  la  Dataría,  y  á  los 
pobres  de  fuera  de  España  y  Portugal  también  las  daba  la  Sagrada  Pe- 
nitenciaría. Cfr.  Razón  y  Fe,  vol.  3,  p.  384,  sig. 

390.  Á  las  regiones  que  le  estaban  sujetas  concedíalas  antes  la  Sa- 
grada Congregación  de  Propaganda  Fide. 

391.  Lo  referente  á  la  validez  ó  nulidad  del  matrimonio,  á  las  dispen- 
sas de  matrimonio  rato  y  no  consumado,  legitimación  de  prole,  dispen- 
sas á  los  ordenandos,  etc.,  pertenecía  á  la  Sagrada  Congregación  del  Con- 
cilio. Lo  relativo  al  ayuno  eucarístico,  al  Santo  Oficio,  al  cual  pertenecía 
también  dispensar  del  impedimento  Ordinis  para  el  matrimonio  y  ahora 
parece  corresponder  á  esta  Congregación  de  Sacramentos. 

§111 

MODO    DE    PROCEDER 

392.  Las  reuniones  de  esta  Sagrada  Congregación  tiénense  los 
viernes. 

A)  Congregación,  Congreso,  Protocolo  y  Archivo. 

393.  Está  reservado  á  la  Congregación  en  pleno: 

a)  En  lo  relativo  al  matrimonio,  examinar  las  peticiones  de  dispensas 
de  impedimentos  que  ofrezcan  peculiar  dificultad,  ya  por  razón  de  impe- 


504  BOLETÍN  CANÓNICO 

dimento,  ya  porque  se  duda  si  hay  causa  legítima  para  dispensar;  la 
separación  no  pacífica  de  los  cónyuges ,  sanaciones  in  radice;  legitima- 
ción de  prole  en  los  casos  de  más  dificultad;  el  conocer  en  las  causas  de 
nulidad  de  matrimonio  ó  de  dispensa  en  el  rato  y  no  consumado,  en  los 
casos  que  exijan  juicio  de  la  Congregación  en  pleno,  y  todas  las  dudas 
jurídicas  sobre  la  disciplina  del  matrimonio  que  no  tengan  obvia  y  clara 
solución  en  las  causas  anteriormente  resueltas. 

b)  En  los  demás  sacramentos,  todas  las  cuestiones  disciplinares  cuya 
solución  no  se  halle  en  los  principios  admitidos  ni  en  resoluciones  ante- 
riores y  las  peticiones  de  dispensas  no  comunes  que  el  Congreso  juzgue 
dignas  de  discusión. 

394.  De  modo  que  se  reservarán  para  la  Congregación  plenaria  las 
dispensas  de  irregularidad  en  los  casos  dudosos  y  más  difíciles  ó  cuando 
la  gracia  impetrada  puede  ceder  en  desdoro  del  estado  eclesiástico.  Las 
preces  sobre  nulidad  de  la  ordenación,  ó  de  sus  obligaciones,  ó  sobre 
djspensa  de  las  mismas,  siempre  que  la  causa  sólo  deba  tratarse  disci- 
plinarmente;  las  cuestiones  de  derecho  sobre  el  lugar,  tiempo  ó  condi- 
ciones necesarias  para  la  celebración  de  la  Misa,  para  binar,  para  comul- 
gar, para  tener  reservada  la  Eucaristía;  igualmente  sobre  el  tiempo, 
lugar  ó  condiciones  que  exige  la  disciplina  eclesiástica  para  administrar 
y  recibir  los  otros  sacramentos;  así  como  también  las  dispensas  extraor- 
dinarias que  se  pidan  sobre  esta  materia. 

395.  El  Congreso  resuelve  qué  asuntos  han  de  ser  llevados  á  la 
Congregación  plenaria  y  prepara  cuanto  pueda  dar  luz  para  la  acertada 
dirección  de  los  mismos,  ya  haciendo  investigaciones,  ya  pidiendo  el 
voto  á  uno  ó  más  consultores,  ó  el  de  todos  ellos  juntamente,  según  la 
naturaleza  del  asunto. 

396.  Juzga  también  y  concede  algunas  dispensas  matrimoniales,  según 
las  facultades  que  al  Prefecto  y  al  Secretario  confiera  el  Papa:  concede 
también  dispensas  de  edad  y  de  título  de  ordenación  al  clero  (n.  386,  2^) 
secular;  dispensas  en  el  ayuno  para  comulgar;  facultad  de  tener  reser- 
vado el  Santísimo  en  las  iglesias  y  oratorios  que  carecen  de  este  dere- 
cho, de  celebrar  la  Misa  en  oratorio  privado,  en  los  casos  en  que  estas 
gracias  suelen  concederse  habitualmente  según  la  vigente  disciplina. 

397.  Tiene  dos  protocolos.  Uno  para  las  preces  de  dispensas  de  im- 
pedimentos matrimoniales;  otro  para  todas  las  otras  que  son  relativas 
al  matrimonio  y  á  los  otros  sacramentos.  Dos  oficiales  cuidan  principal- 
rnente  de  redactar  el  primero  y  otros  dos  el  segundo. 

Consta  de  dos  secciones  el  archivo:  una  para  las  posiciones  de  dis- 
pensas matrimoniales  y  otra  para  todo  lo  demás. 


BOLETÍN   CANÓNICO  505 

B)  Nueva  disciplina  sobre  dispensas  matrimoniales 
de  grados  menores  y  mayores. 

I 
Cuáles  son  éstas. 

398.  Las  dispensas  matrimoniales  que  concede  esta  Sagrada  Congre- 
gación se  dividen  en  dispensas  de  grados  mayores  y  de  grados  menores. 

399.  Las  de  grados  menores  son: 

a)  De  consanguinidad  y  afinidad  en  tercero  y  cuarto  grado  de  la 
linea  colateral,  ya  sean  iguales,  ya  desiguales,  esto  es,  del  cuarto  con 
tercero,  ó  de  tercero  con  segundo  (no  con  primero). 

b)  De  afinidad  ex  illicito  commercio  en  cualquier  grado  (sea  primero, 
sea  segundo,  sea  segundo  con  primero). 

c)  De  parentesco  espiritual,  de  cualquier  clase.  Véase  el  núm.  406. 

d)  De  honestidad  pública,  bien  provenga  de  esponsales,  bien  de  ma- 
trimonio rato,  ya  dispensado  y  disuelto.  Véase  el  núm.  410. 

400.  Los  de  grados  mayores  que  con  causa  legítima  suelen  conce- 
der son: 

a)  De  consanguinidad  en  segundo  grado  (de  la  línea  colateral)  igual, 
ó  en  segundo  ó  tercero  con  primero. 

b)  De  afinidad  en  la  línea  colateral  y  en  los  grados  primero  ó  se- 
gundo igual,  ó  en  segundo  ó  tercero  mezclados  con  el  primero. 

c)  De  crimen  ex  adulterio  con  promesa  de  futuro  matrimonio, 

Pero  no  se  concede  jamás  dispensa  (pública)  de  este  impedimento 
concurrente  machinatione.  Cfr.  Gury-Ferreres,  vol.  2,  n.  823. 

Tampoco  se  concede  en  el  de  afinidad  ex  copula  licita  in  linea  recta. 
Cfr.  Bened.  XIV,  De  synodo,  lib.  9,  c.  13,  n.  4;  Praxis  Ap.  dispensa- 
tionum,  n.  4;  Gury-Ferreres,  I.  c,  n.  813. 

II 

Observaciones  sobre  la  concesión  de  las  dispensas  de  grados  menores. 

401.  Las  de  grados  menores  en  la  nueva  disciplina  se  entienden 
siempre  concedidas  ex  certis  rationabilibus  causis  a  S.  Sede  probatis, 
Y  tiene  la  concesión  el  mismo  valor  que  si  hubiera  sido  hecha  ex  mota 
proprio  et  ex  certa  scientia,  y  así  no  pueden  ser  impugnadas  ni  por  vicio 
de  obrepción  ni  de  subrepción. 

402.  Así,  pues,  al  pedir  estas  dispensas  podrán  y  aun  generalmente 
deberán  (puesto  que  per  se  tanto  la  petición  como  la  concesión  sin  causa 
son  ilícitas)  aducirse  las  causas  canónicas  en  que  la  petición  se  apoye; 
pero  aunque  las  causas  no  sean  verdaderas,  ya  por  haber  errado  de 
buena  fe,  ya  á  sabiendas,  las  dispensas  se  tendrán  por  válidas  (aunque 
tal  vez  ilícitas),  no  sólo  en  el  fuero  externo,  sino  también  en  el  interno. 


506  BOLETÍN   CANÓNICO 

403.  La  razón  es  que  el  Papa  desea  sanar  y  sana  todos  los  defectos 
de  que  tales  dispensas  adolezcan;  por  eso  prohibe  que  se  las  impugne 
como  obrepticias  ó  subrepticias.  Ahora  bien,  si  no  fuera  su  intención  el 
convalidarlas  aun  en  el  fuero  interno,  no  prohibiría  que  se  las  impugnara, 
pues  no  puede  desear  ni  permitir  que  un  matrimonio  nulo  no  sea  tenido 
por  tal  y  se  deje  llevar  vida  marital  á  los  así  unidos. 

404.  Parece  también,  por  la  misma  razón,  que  el  Ordinario  que  ha  de 
ejecutar  tales  dispensas  no  debe  verificarlas  después  de  recibidas.  Lo 
cual  se  confirma  por  las  nuevas  fórmulas  en  las  cuales  no  se  prescribe 
el  que  se  verifiquen  las  preces  si  se  trata  de  estos  grados  menores. 

405.  Esta  concesión  de  Su  Santidad  parece  ser  un  medio  para  satis- 
facer en  parte  á  las  peticiones  de  muchos  Ordinarios  que  deseaban  ver 
suprimidos  todos  ó  la  mayor  parte  de  estos  impedimentos  de  grados  me- 
nores.—Véase  lo  dicho  en  Razón  y  Fe,  vol.  9,  p.  366,  n.  65,  sig. 

No  se  suprimen  tales  impedimentos,  pero  la  dispensa  se  facilita  gran-, 
demente. 

III 

Puntos  obscuros. 

406.  Un  punto  obscuro  ofrece  lo  que  se  dice  sobre  la  cognación 
espiritual,  pues  todos  sus  grados  quedan  comprendidos  entre  los  me- 
nores. 

407.  Ahora  bien,  uno  de  los  impedimentos  de  cognación  espiritual  es 
el  que  existe  entre  el  bautizante  y  el  bautizado,  y  este  impedimento  hasta 
ahora  se  ha  considerado  de  tan  difícil  dispensación  que  nunca  en  él  se 
dispensaba.  Único  es  el  caso  en  que  conste  se  ha  dispensado  (18  Di- 
ciembre 1872),  y  esto  se  hizo  aun  condicionalmente  y  en  circunstancias 
muy  extraordinarias,  como  se  dijo  en  Razón  y  Fe,  vol.  10,  p.  250.  Véase 
también  Collectanea  S.  C.  de  P.  F.,  vol.  2,  p.  59,  n.  1.392,  edic.  2.-' 
(n.  L490,  edic.  1.'');  Gury- Ferrares,  Comp.,  vol.  2,  n.  806,  N.  B. 

408.  Además,  en  3  de  Diciembre  de  1902  declaró  el  Santo  Oficio  que 
en  la  facultad  de  dispensar  del  impedimento  de  parentesco  espiritual  no 
se  comprendía  el  del  bautizante  con  el  bautizado.  Razón  y  Fe,  vol.  10, 
p.  250. 

409.  Así,  pues,  aunque  vemos  que  se  enumera  entre  los  grados  me- 
nores al  parentesco  espiritual  de  cualquier  clase,  suponemos  que  no  se 
incluye  el  del  bautízanle  con  el  bautizado,  pues  sería  un  cambio  muy 
radical  el  pasar  de  tanto  rigor  á  tanta  facilidad  en  la  concesión  de  tal 
dispensa. 

410.  En  cuanto  al  de  honestidad  pública,  parécenos  también  que  no 
está  incluido  entre  los  grados  menores,  si  es  en  la  línea  recta  y  procede 
de  matrimonio  rato,  Cfr.  S.  Offic,  20  de  Marzo  de  1893;  Gury-Ferreres, 
vol.  2,  n.  819. 


BOLETÍN   CANÓNICO  507 

C)  Las  dispensas  á  los  pobres  y  casi  pobres. 

411.  En  todas  las  dispensas  á  los  casi  pobres  se  les  rebaja,  por  lo 
menos,  la  mitad  de  la  tasa,  y  aun  toda  ella  á  los  verdaderamente  pobres, 
debiendo  pagar  solamente  los  gastos  indispensables  de  correo,  papel, 
amanuense,  etc.  Se  les  condonan  también  en  este  último  caso  los  dere- 
chos del  agente.  Es,  pues,  para  los  pobres  aún  más  favorable  que  la  an- 
tigua esta  nueva  disciplina.  Véase  Razón  y  Fe,  vol.  3,  p.  384,  nn.  57-59. 

412.  Por  ahora  se  consideran  pobres  ó  cuasi  pobres  los  mismos  que 
antes.  Véase  lo  dicho  en  Razón  y  Fe,  vol.  3,  p.  384,  sig.;  vol.  4,  p.  526,  sig.; 
vol.  9,  p.  372,  sig.;  vol.  11,  p.  247.  Por  consiguiente,  en  Italia  se  consi- 
deran como  pobres  aquellos  cuyos  bienes  no  pasan  de  1.612,50  liras,  y 
casi  pobres  si  no  exceden  de  5.375  liras.  Fuera  de  Italia,  pobres  ó  casi 
pobres  si  no  pasan  de  2.821,87,  ó  9.406,23,  respectivamente.  Cfr.  Gury- 
Ferreres,  vol.  2,  n.  879,  q.  4. 

413.  Se  declara  expresamente  que  el  error  voluntario  ó  involuntario 
en  este  punto  de  la  pobreza  no  invalida  la  dispensa,  aunque  será  ilícita 
si  el  error  es  voluntario  y  en  todo  caso  quedan  los  dispensados  con  la 
obligación  de  justicia  de  indemnizar  á  la  Sagrada  Congregación  de  lo 
defraudado  con  la  falsedad.  Con  esto  quedan  anticuadas  las  controver- 
sias sobre  el  valor  ó  nulidad  de  tales  dispensas  obtenidas  in  forma  pau- 
perum,  sin  que  los  contrayentes  fueran  pobres.  Véase  Razón  y  Fe,  vol.  3, 
p.  389,  n.  73,  sig.;  Gorradas,  lib.  8,  cap.  6,  n.  68,  sig.;  De  Justis,  lib.  1, 
c.  7,  n.  72,  sig.;  Gousset,  vol.  2,  n.  866,  12.°;  San  Alfonso,  Hom.  apóstol, 
tr.  18,  n.  87;  Feije,  n.  695;  Giovine,  t.  2,  p.  181,  sig.;  Gasparri,  1.,  n.  319. 

414.  Cuando  se  trate  de  los  casos  en  que  la  dispensa  es  necesaria 
para  evitar  el  escándalo,  y  los  que  la  necesitan  se  obstinan  en  no  pagar 
los  derechos,  aunque  tienen  medios  para  hacerlo,  deben  los  Ordinarios 
consignar  esto  al  pedir  la  dispensa,  y  obtenida  ésta,  al  comunicarla  á  los 

interesados,  verán  si  es  prudente  avisarles  del  deber  de  justicia  de  dar 
algo  á  la  Santa  Sede.  N.  com.,  c.  XI,  3.° 

D)  Tasas  y  causas  para  las  dispensas.  Ejecución  de  éstas. 
Legitimación  deprole. 

415.  Continúan  vigentes  por  ahora  las  tasas  antiguas.  Ibid.  12.° 

416.  También  quedan  vigentes  las  causas  antiguas  para  la  petición 
de  las  dispensas.  Véase  Razón  y  Fe,  vol  2,  p.  510,  sig.,  vol.  3,  p.  580, 
sig.;  vol.  4,  p.  233,  sig.;  y  Gury-Ferreres,  vol.  2,  n.  866,  sig. 

417.  Sobre  la  ejecución  de  dispensas,  véase  el  n.  199,  sig. 

Ahora  como  antes,  todas  las  dispensas  del  fuero  externo  se  dirigen 
al  Ordinario.  S.  Off.,  20  de  Febrero  de  1888:  Razón  y  Fe,  vol.  11,  p.  246. 

418.  No  se  olvide  que  el  Ordinario  no  puede  delegar  la  ejecución  de 
tales  dispensas  á  un  simple  sacerdote,  sino  que  ha  de  ejecutarlas  por  sí 


508  BOLETÍN    CANÓNICO 

mismo,  ó  únicamente  puede  delegarlas  á  su  Vicario  general,  ó  á  otro 
Ordinario,  particularmente  á  aquel  en  cuya  diócesis  actualmente  vivan 
los  contrayentes.  De  lo  contrario,  la  delegación  y  la  dispensa  así  ejecu- 
tada serían  nulas.  S.  Off.,  20  de  Febrero  de  1888;  1."  de  Julio  de  1904. 
Véase  lo  dicho  en  Razón  y  Fe,  vol.  11,  p.  245,  sig.,  y  Gury- Ferretes  y 
vol.  2,  n.  880  bis. 

419.  Nótese  que  por  la  dispensa  de  impedimento  ex  causis  ¿nhonestís 
no  se  entiende  concedida  la  facultad  para  legitimar  la  prole  habida  antes 
de  la  ejecución  de  la  dispensa  y  de  la  celebración  del  matrimonio,  sino 
que  se  requiere  para  la  legitimación  que  ésta  sea  pedida  por  los  orado- 
res y  que  les  sea  otorgada  en  el  rescripto: 

VENETIARUM   ET   ALIARUM 

Sacrae  Congregationi  de  disciplina  Sacramentorum  sequens  dubium  propositum 
fuit:  an,  juxta  tenorem  formularum  sacrae  Congregationis  de  disciplina  Sacramentorum, 
ín  concessione  dispensationum  ab  impedimentismatrimonialibus  ex  causis  inhonestis 
intelligi  debeat  tacite  concessa  Ordinario  etiam  facultas  declarandi  legitimam  prolem 
susceptam  ante  executionem  dispensationís  et  celebrationem  matrimonii. 

Eadem  S.  Congregatio,  re  mature  perpensa,  responderé  censuit.  Negative,  sed  re- 
quiri  ut  prolis  legitimatio  ab  oratoribus  petatur  eaque  in  rescripto  concedatur. 

Datum  Romae  ex  aedibus  ejusdem  S.  Congr.,  die  29  Januarii  1909. 

L.  t  S.  D.  Card.  Ferrata,  Praefectus. 

Ph.  Giustini,  Secretarias. 
(Acta  Á.  Seáis,  vol.  1,  p.  214.) 
(Continuará.) 


SAGRADA    CONGREGACIÓN    DEL   CONCILIO 


Obligación  de  dar  aviso  al  Obispo  de  todos  los  legados  para  causas  pias. 

Contestando  á  una  consulta  del  Obispo  de  Beauvais  (Francia),  ha 
declarado  la  Sagrada  Congregación  del  Concilio  en  7  de  Agosto  de  este 
año  1909  que  «todos,  tanto  los  sacerdotes  como  los  seglares,  á  quienes 
se  confien  legados  para  causas  pias  tienen  obligación  de  notificarlo 
cuanto  antes  al  Obispo,  el  cual  tietie  derecho  de  velar  sobre  la  adminis- 
tración  y  asegurar  el  exacto  cumplimiento  de  dichos  legados.» 

Esta  resolución  fué  aprobada  por  el  Papa  dos  días  después. 

Bellow ACEN.—Legatorum  piorum.  De  onere  certioranái  Episcopum 
áe  legatis  aá  pias  causas. 

Die  7  Augusti  1909. 

Episcopus  Bellovacensis  litteris  diei  21  Martii  1909,  ínter  alia,  sequens  dubium  pro- 
posuit  huic  S.  Congregationi  dirimendum:  utrum  saceráotes  vel  laici  possint,  inscio 
Oráinario,  legato  aá  pias  causas  recipere  eorumque  aáministrationem  gerere  ac  re- 
spectiva onera  implere. 


BOLETÍN   CANÓNICO  509 

Emi.  Paires  S.  Congregationis  Concilii,  exquisito  Consultoris  voto  reque  sedulo 
perpensa,  in  plenis  comitiis  diei  7  Augiisti  1909,  respondenJum  censuerunt:  Omnes, 
sive  sacerdotes  sive  laicos,  quorum  fidei  concredtta  sunt  legato  ad  pias  causas,  teneri 
de  hoc  quamprimum  certiorem  reddere  Episcopum,  quijus  habet  vígílandi  super  admi- 
nistrationem  et  consulendí  securitati  eorumdem  legatorum. 

Pacta  vero,  die  9  Augusti  insequenti,  de  his  ómnibus  relatione  SSmo.  Sanctitas  Soa 
resolutionem  Emorum.  Patrum  adprobare  dignata  est. 

L«  t  S.  Julius  ürazioli,  Subsecretarius. 

(Acta  A.  Sedis,  vol.  1,  p.  766.) 

ANOTACIONES 

1.  El  Obispo  es  ejecutor  nato  de  todos  los  testamentos  ó  legados 
para  causas  pías,  siempre  que  no  se  haya  nombrado  albacea,  ó  no  haya 
heredero  que  cuide  de  la  ejecución,  ó  el  albacea  nombrado  sea  incapaz. 

2.  «Episcopi,  etiam  tanquam  sedis  apostolicae  delegati,  in  casibus  a 
jure  concessis  omnium  piarum  dispositionum  tam  in  ultima  volúntate 
quam  inter  vivos  sint  exsecutores.»  Conc.  Trid.,  sess.  22,  c.  8,  De  reform 
Véase  también  S.  C.  del  C.  in  Vasovien.,  24  de  Agosto  de  1743;  in  Nul- 
liüs  Montis  Casini,  24  de  Septiembre  de  1729  y  28  de  Enero  de  1730. 
(Thesaur.,  Res.  S.  C.  C,  vol.  12,  pág.  162,  sig.;  vol.  4,  p.  350,  sig.;  vol.  5, 
p.  1  y  6.) 

Entiéndese  que  son  para  causas  pías  los  testamentos  ó  legados  en 
favor  de  los  pobres,  de  las  iglesias,  de  los  monasterios,  del  culto  divino 
ó  de  otro  fin  sobrenatural  ó  para  bien  del  alma.  Véase  la  ley  27  del 
lib.  1,  tít.  2,  Cod.;  Reiffenstuel,  lib.  3,  tít.  26,  n.  811,  sig.;  Lugo,  De 
just.,  disp.  22,  n.  265. 

3.  Si  hay  albaceas  ó  herederos  á  quien  toque  dicha  ejecución,  al 
Obispo  pertenece  velar  para  que  éstos  cumplan  con  la  voluntad  del  tes- 
tador (aunque  éste  lo  haya  prohibido),  y  si  lo  descuidan  durante  un  año, 
pasa  al  Obispo  el  derecho  de  albacea  ó  ejecutor  para  dichos  testamen- 
tos ó  legados. 

4.  Véase  lo  que  dice  Gregorio  IX  en  el  libro  III  de  las  Decretales, 
tit.  26,  c.  17: 

«Tua  nobis  fraternitas  intimavit,  quod  nonnulli,  tam  religiosi  quam  clerici  saecuiares 
et  laici,  pecuniam  et  alia  bona,  quae  per  manus  eorum  ex  testamentis  decedentium 
debent  in  usus  pios  expendí,  non  dubitant  alus  usibus  applicare.  Quum  igitur  in  ómni- 
bus piis  voluntatibus  sit  per  locorum  episcopos  providendum,  ut  secundum  defuncti 
voluntatem  universa  procedant  licet  etiam  a  testatoribus  id  contingeret  interdici;  man- 
damus,  quatenus  exsecutores  íestamentorum  hujusmodi,  ut  bona  ipsa  fideliter  et  p!e- 
narie  in  usus  praedictos  expendan!,  monitione  praemissa  compella.» 

Véanse  también  los  ce.  3  y  6  del  mismo  título  y  las  Clementin.,  c.  2, 
Quia  contingit,  de  relig.  dom.  (lib.  3,  tít.  11);  S.  C.  C.  in  Massen.,  18  de 
Diciembre  1847;  (Thesaur.,  vol.  107,  pág.  776,  sig.)  In  Pacten,  lib.  2,  De- 
cretorun,  p.  254  (apud  Pallottini,  vol.  11,  p.  524,  n.  24),  In  Mantuana, 
24  de  Agosto  de  1640  (Ibid.,  vol.  9,  p.  439,  n.  6.) 

RAZÓN   Y  FE,  TOMO    XXV  34 


510  BOLETÍN   CANÓNICO 

5.  Además  está  mandado  que  den  cuenta  al  Obispo  los  albaceas, 
después  de  haber  cumplido  las  mandas  pías.  Véanse  las  Clementinas, 
lib.  3,  tít.  6,  c.  único. 

6.  Aunque  el  testador  haya  prescrito  que  los  albaceas  no  hayan  de 
dar  cuenta  á  nadie  de  tales  testamentos  ó  legados,  y  añada  que  sean 
éstos  nulos  si  alguna  autoridad  quisiere  entrometerse,  todavía  el  Obispo, 
si  le  consta  que  los  albaceas  proceden  con  negligencia,  tiene  derecho  á 
exigir  de  los  albaceas  que  hagan  inventario  delante  de  notario  y  de  dos 
testigos.  Así  lo  declaró  la  Sagrada  Congregación  de  Obispos  y  Regula- 
res en  1.°  de  Diciembre  de  1843  (Cfr.  Bizzarri,  Collectanea  S.  C.  Ep.  et 
Reg.  pp.  493-495),  y  la  del  Concilio  en  10  de  Diciembre  de  1675  (Pal- 
lottini,  Collect.  Resol.  S.  C.  C,  vol.  9,  p.  443,  n.  26)  y  en  2  de  Marzo  de 
1839  in  Bononien.  (Thesaur.,  vol.  99,  pág.  51,  sig.) 

7.  De  manera  que  el  Derecho  canónico  tiene  por  irracionales  y  como 
no  escritas  las  cláusulas  en  que  los  testadores  excluyan  la  ingerencia  del 
Obispo  para  el  caso  en  que  los  albaceas  ó  ejecutores  no  cumplan  fiel- 
mente la  voluntad  del  testador  en  la  aplicación  de  los  legados  ó  las  cau- 
sas pías.  Decretal.,  lib.  3,  tít.  26,  c.  17;  S.  C.  C.  ¿n  Liporen,  9  de  Mayo, 
6  de  Junio  y  1 1  de  Julio  de  1750  (Thesaur.,  vol.  19,  pp.  29, 35,  49;  Palloi- 
tíni,  Collect.  Res.  S.  C.  C,  vol.  1,  p.  330,  sig.,  n.  270,  sig. 

8.  Ahora  bien:  si  el  Obispo  ha  de  ser  el  ejecutor  de  las  mandas  pías, 
cuando  no  hay  otro  nombrado,  si  ha  de  suplir  la  negligencia  de  los  nom- 
brados, y  ha  de  velar  por  el  fiel  cumplimiento  de  tales  legados;  sigúese 
de  aquí  la  necesidad  de  que  los  conozca,  y,  por  consiguiente,  la  obliga- 
ción de  los  albaceas  y  demás  ejecutores  de  dar  aviso  oportunamente  al 
Obispo  de  la  existencia  de  semejantes  mandas  pías  (1). 


(1)  Son  muchas  y  antiquísimas  las  prescripciones  dadas  en  este  sentido  por  los 
Concilios  provinciales. 

El  de  Albi,  celebrado  en  1254,  manda  en  el  cap.  37  que  á  los  [testamentos  asista 
el  párroco  ó  un  delegado  suyo,  «máxime  ut  ea  quae  in  pias  causas  reliquerit,  sine 
fraude  fidelius  et  citius  persolvantur»,  y  en  el  cap.  39  dispone  que  los  párrocos 
lleven  un  registro  de  todos  los  píos  legados,  y  que  el  heredero,  dentro  de  quince  días 
después  de  la  muerte  del  testador  dé  copia  al  párroco  de  las  cláusulas  del  testamento 
que  contenga  legados  píos.  Cfr.  Mansi,  Ampl.  Collect.  Conc,  vol.  23,  col.  842,  843.— 
Edic.  anastática,  Venetiis,  1782:  Parisiis,  1903. 

Idénticas  prescripciones  hallamos  en  los  capítulos  8  y  9  del  de  Arles  de  1275. 
(Mansi,  1.  c,  vol.  24,  col.  148,  149.) 

La  rúbrica  31  del  Concilio  de  Rávena,  año  1311,  manda,  bajo  pena  de  excomunión: 
«Quod  notarii,  qui  testamentum,  seu  quamlibet  ultimam  voluntatem  vel  schedulam  ad 
piam  causam  scripserunt,  eam  infra  mensem  epíscopo  ordinario,  vel  ejus  vicario 
praesentent,  et  assignent,  et  tradant.»  (Mansi,  1.  c,  vol.  25,  col.  474.) 

En  el  mismo  año  se  celebró  en  Bérgamo  el  Concilio  de  la  provincia  eclesiástica  de 
Milán,  y  en  la  rúbrica  26  se  manda  á  los  notarlos  que  en  el  término  de  quince  días  den 
nota  al  Vicario  general  ó  al  párroco  de  todos  los  testamentos  ó  legados  para  causas 
pías  que  ellos  hayan  autorizado  en  los  cinco  últimos  años  ó  autorizaren  en  lo  futuro. 
El  párroco,  á  su  vez,  debe  notificar  á  la  curia  todos  estos  testamentos  ó  legados  de  que 
tuviera  noticia.  (Mansi,  1.  c,  col.  502.) 


BOLETÍN   CANÓNICO  511 

■  9.  Recuérdese  que,  tanto  los  testamentos  como  los  legados  para  cau- 
sas pías,  son  válidos  y  obligan  en  conciencia,  aunque  civilmente  sean 
nulos  por  falta  de  los  requisitos  que  exijan  las  leyes.  Basta  que  conste 
con  certeza  la  voluntad  del  testador.  Decretal.,  lib.  3,  tít.  26,  c.  10  y  11; 
S.  Poent.,  24  Junio  1844  (Gury-Ferreres,  vol.  1,  n.  840);  10  de  Enero 
de  1901  (Acta  S.  Seáis,  vol.  34,  p.  384);  S.  C.  C.  in  Bergomen.,  26  de 
Abril  de  1902  (Thesaurus,  Res.  S.  C.  C,  vol.  161,  p.  384,  sig.);  San  Alfon- 
so, lib.  4,  nn.  973,  924;  Gury-Ferreres,  1.  c. 

COMLTAS  SOBRE  EL  DECRETO  -M  TEMERÉ* 


I 

si  PUEDEN  CONTRAER  MATRIMONIO  SIN   LA  PRESENCIA  DEL  PÁRROCO, 
LOS    QUE    NO    PUEDEN    PAGAR    LOS    EXCESIVOS    DERECHOS    QUE    ÉSTE    EXIGE 

«I.  La  mayor  parte  de  los  innumerables  concubinatos  que  aquí  existen 
tienen  por  causa  el  que  se  exigen  al  pueblo  derechos  que  no  puede 
pagar. 

» Ahora  bien:  cuando  el  párroco  no  quiere'recibir  el  matrimonio  sino 
bajo  condición  moralmente  imposible  para  los  contrayentes  (á  veces 
físicamente),  y  éstos  no  puedan  acudir  á  otra  parroquia,  ¿puede  con- 
siderarse el  párroco  como  ausente,  ya  que  para  ellos  es  como  si  no 
estuviese? 


Véase  lo  que  sobre  este  punto  prescribip  el  Concilio  Provincial  de  Aviñón,  año 
1326,  cap.  20:  «ítem  ne  relictae  in  testamentis  ve!  alus  ultimis  voluntatibus  emendae, 
vel  ad  pias  causas  eleemosynae,  vel  restitutiones  certae  vel  incertae,  forsitan  occulten- 
tur:  statuimus,  ut  vel  presbyter  parochialis  interesse  rogetur  ordinationi  testantis,  si 
tamen  habed  poterit,  aut  quod  notarius  infra  octo  dies  a  die  obitus  numerandos, 
praelato  vel  officiali  aut  presbytero  parochiali,  copiam  illius  articuli,  ubi  quaevis 
eleemosyna  piis  est  usibus  deputata,  vel  emenda,  seu  restitutis  facienda,  sub  paena 
excommunicationis,  quam  ipso  facto,  si  negaret,  incurrat,  faceré  fídeliter  teneatur;  et 
Ule,  vel  illi,  sic  cum  heredibus  et  executoribus  testatoris  ordinare  festinent,  quod  emen- 
dae non  occultentur,  et  eleemosynae  sic  relictae,  vel  restitutiones  liujusmodi,  non 
lereant,  ad  tempus  magnum,  vel  modicum,  aut  forte  perpetuo  faciendae...  Ad  hoc 
adjicimus,  quod  presbyteri  in  synodos  venientes,  praelato  suo  vel  officiali  ejus,  in 
scriptis,  testatorum  et  executorum  nomina,  et  quantitatem  íiujusmodi,  praesentare  in 
.  virtute  obedientiae  teneantur.» 

El  cap.  21  dice  así:  «Cum  in  eo,  in  quo  alicujus  interesse  rationabiliter  tangitur,  ejus 
vocatio  debita  requiratur:  volumus  et  jubemus,  quod  in  distributionibus  legatorum, 
quorum  divisioni  seu  executioni  habent  interesse  episcopide  consuetudine  vel  de  jure, 
vocari  debeant  episcopi  seu  loca  tenentes  ipsorum:  quibus  equidem  non  vocatis,  nulla 
praesumatur  fieri  distributio  de  legatis;  et  si  facta  fuerit,  heredi  seu  successori,  vel  illi  a 
quo  relictum  est,  nulla  ex  tali  distributione  liberatio  acquiratur.»  (Mansi, le,  col.  756, 757.) 

En  el  del  año  1337,  c.  24  y  25,  se  renuevan  ambas  ["prescripciones.  (Mansi,  1.  c, 
j  col.  1.094.) 

Lo  mismo  se  prescribe  en  el  Concilio  Provincial  de  Lavaur,  año  1368,  cap.  62. 
[(Mansi,  1.  c,  vol.  26,  col.  513.) 


512  BOLETÍN   CANÓNICO 

»II.  En  estos  casos  en  que  el  párroco  es  invitado  y  rogado,  y  sin  vio- 
lencias  ni  miedos  es  testigo  de  la  voluntad  de  los  contrayentes,  por  lo 
que  puede  decirse  recibe  su  consentimiento  y  no  por  sorpresa,  ¿es  nece- 
sario para  la  validez  del  matrimonio  que  el  párroco  pida  el  consenti- 
miento de  los  contrayentes? 

»III.  Estando  en  esta  nación  establecido  el  matrimonio  civil,  y  cele- 
brándose éste  delante  de  juez  y  testigos,  ¿pasa  á  ser  sacramento  en  caso 
de  celebrarse  durante  la  ausencia  del  párroco?» 

Respuestas.— \.  Aun  en  esos  casos  no  puede  decirse  que  es  imposible 
recurrir  al  párroco  y  mucho  menos  que  esa  imposibilidad  sea  general,  y 
así  no  se  cumple  la  condición  que  exige  el  art.  VIII  para  que  el  matri- 
monio pueda  válidamente  contraerse  sin  la  presencia  del  párroco  ó  de 
un  sacerdote  delegado.  La  doctrina  contraria  sería  gravemente  subver- 
siva en  un  punto  tan  delicado,  y  cualquiera  se  creería  con  derecho  á  pres- 
cindir del  párroco  y  á  calumniar  los  aranceles  parroquiales. 

Además,  que  algunas  leyes  civiles,  cuya  tiranía  sufren  los  católicos, 
sean  consideradas  por  la  Iglesia  como  un  impedimento  que  en  algunos 
casos  excuse  de  cumplir  las  leyes  eclesiásticas  ó  justifique  las  dispensas 
de  las  mismas,  es  cosa  que  se  comprende.  Pero  sería  un  contrasentido 
canónico  que  la  Iglesia  considerara  como  tal  impedimento  los  abusos 
de  sus  ministros,  cuyo  remedio  tiene  ella  en  su  mano;  pues  esto  equival- 
dría á  declararse  impotente  y  á  dejar  al  arbitrio  de  los  párrocos  el  que 
se  cumplieran  ó  no  las  más  sabias  y  más  graves  disposiciones  canónicas. 
Si  hay  abusos  en  cuanto  al  exigir  derechos  excesivos  de  estola,  etc., 
acúdase  á  la  Autoridad  superior  eclesiástica,  la  cual  seguramente  cum- 
plirá el  gravísimo  deber  que  tiene  de  que  á  los  verdaderamente  pobres 
se  les  exima  de  toda  tasa;  de  que  éstas  nunca  sean  tales  que  retraigan 
á  los  fieles  de  recibir  los  sacramentos,  y  de  evitar,  sobre  todo,  que  por 
causa  de  ellas  nadie  viva  en  concubinato. 

La  mente  de  la  Iglesia  bien  claramente  se  manifiesta  en  el  decreto  de 
la  S.  C.  del  C.  de  10  de  Junio  de  1896,  donde  al  trazar  las  normas  que 
deben  seguirse  al  formar  los  aranceles,  se  dice: 

«I.*"  Servandas  laudabiles  consuetudines,  et  rationem  prudenter 
habendam  locorum,  temporum  ac  personarum: 

>2.°    Veré  pauperes  eximendos  a  quibusvis  expensis: 

»3.^  Taxas  non  adeo  graves  esse  deberé,  ut  arceant  fideles  a  rece- 
ptione  sacramentorum: 

»4.°  Quoad  matrimonium  in  specie,  remittendas  ipsas  taxas  esse  in 
casibus  in  qüibus  adsit  periculum,  ne  fideles  in  concubinatum  proruant.* 
Analecta  Eccles.,  vol.  4,  p.  345»  (1). 


(1)  Aun  tratándose  de  dispensas  matrimoniales  expedidas  en  Roma,  que  se  juzguen 
moralmente  necesarias,  manda  el  Papa  no  sólo  que  á  los  casi  pobres  se  les  rebaje  la 
mitad  de  la  tasa  y  á  los  pobres  nada  absolutamente  se  íes  exija,  ni  siquiera  por  gastos 
de  agencia,  fuera  de  lo  necesario  para  correo,  papel,  etc.,  sino  que  en  caso  de  sernece- 


BOLETÍN  CANÓNICO  513 

No  es  raro  ver  que  los  que  viven  en  concubinato,  porque,  según  ellos 
dicen,  no  pueden  pagar  los  derechos  parroquiales,  gasten  en  vicios  en 
un  solo  día  mucho  más  de  lo  que  deberían  pagar  por  tales  derechos,  y 
no  piensan  que  el  párroco,  que  ha  consumido  la  flor  de  su  vida  en  los 
estudios  y  ha  tenido  que  gastar  en  ellos  grandes  cantidades,  tiene  también 
derecho  á  una  subsistencia  decorosa. 

II.  También  en  éste  como  en  todos  los  casos  en  que  ha  de  intervenir 
el  párroco,  se  requiere  que  éste  pida  y  reciba  libremente,  y  queriéndolo 
él,  el  consentimiento. 

III.  Affirmative,  si  la  ausencia  es  tal  como  la  supone  el  decreto,  y  la 
intención  de  los  contrayentes  es  la  de  casarse,  y  no  la  de  hacer  una  mera 
ceremonia  exterior. 

II 

ERROR  SOBRE  EL   VALOR   Ó   NECESIDAD   DE   LA  DELEGACIÓN 

«Un  feligrés  mío  contrajo  matrimonio  con  N.,  de  otra  parroquia. 
Querían  contraerlo  en  parroquia  distinta  de  las  de  los  dos  contrayentes, 
pero  en  presencia  del  párroco  de  la  esposa.  Yo,  como  es  natural,  me 
enteré  si  este  párroco  tenía  autorización  ó  delegación  del  párroco  del 
lugar  donde  querían  contraer  el  matrimonio,  y  habiendo  sabido  que  tenía 
dicha  delegación,  autoricé  al  señor  párroco  del  lugar  donde  querían  con- 
traerlo para  que  presenciara  el  matrimonio,  ó  sacerdote  á  quien  él  dele- 
gare, y  como  el  párroco  de  ella  ya  tenía  esa  delegación,  mi  autorización 
no  la  presentaron  al  párroco  del  lugar  donde  iban  á  contraer  el  matri- 
monio. 

«Después  de  haber  contraído  el  matrimonio,  tuve  ocasión  de  estar 
con  el  párroco  del  lugar  donde  lo  contrajeron,  y  habiendo  recaído  la 
conversación  sobre  este  particular,  me  dijo  que  el  párroco  de  uno  de  los 
contrayentes  puede  presenciar  el  matrimonio  válidamente  donde  quiera. 

»Le  hice  ver  su  error,  enseñándole  el  decreto  Ne  temeré.  Le  pregunté 
si  al  dar  autorización  al  párroco  de  ella  para  que  presenciara  el  matri- 
monio intentó  darle  jurisdicción  ó  tan  solamente  su  beneplácito  para  la 
licitud,  y  me  dijo  que  á  él  no  le  ocurrió  nada,  sino  que  el  párroco  de  ella 
le  pidió  autorización  y  él  se  la  dio,  y  que  supone  se  la  daría  cuanto  él 
podía  dar. 

»En  resumen:  ¿fué  válido  dicho  matrimonio,  autorizado  en  realidad 
por  el  párroco  donde  contrajeron  el  matrimonio,  pero  estando  en  la  per- 


saria  la  dispensa  para  evitar  peligros  ó  escándalos  (v.  gr.,  amancebamientos),  ordena 
que  se  dé  ésta  gratis,  aunque  los  interesados  sean  ricos  y  por  pura  malicia  se  nieguen 
á  pagar  ninguna  tasa.  Se  contenta  con  que  los  Ordinarios,  si  lo  juzgan  prudente,  les 
avisen  de  que  por  justicia  deberían  dar  algo  á  la  Santa  Sede.  Cfr.  Const.  de  Romana 
Curia,  Norm.  gen.,  cap.  11,  nn.  2  y  3. 


514  BOLETÍN  CANÓNICO 

suasión  de  que  el  párroco  de  ella  no  necesitaba  delegación  para  la  vali- 
dez del  matrimonio?  Repito  que  cuando  autorizó  creo  que  no  le  ocurrió 
nada  de  esto,  sino  que  el  otro  párroco  le  pidió  de  palabra  la  autorización 
y  él  se  la  dio.» 

Resp.— Tengo  por  válido  este  matrimonio,  puesto  que  la  intención, 
tanto  del  párroco  de  la  esposa  al  pedir  la  autorización,  como  la  del  pá- 
rroco del  lugar  en  que  se  contrajo  al  concederla,  era  pedir  y  dar,  respec- 
tivamente, la  facultad  que  el  derecho  exigía  en  aquel  caso  para  la  recta 
celebración  del  matrimonio.  Concedida  esta  autorización,  poco  importa 
que  el  que  la  concede  crea  que  sólo  es  necesaria  para  la  licitud;  como 
nada  importaría  para  la  validez  de  las  confesiones  de  seglares  que  oiga 
un  religioso,  por  ejemplo,  que  el  Obispo  que  le  dio  la  aprobación  estu- 
viera en  error  y  creyera  que  sólo  la  necesitan  éstos  para  la  licitud.  Tam- 
poco importa  que  al  pedir  la  facultad  se  la  llame  licencia,  ó  delegación, 
ó  permiso,  pues  cada  una  de  estas  palabras  se  toma  ya  en  uno  ya  en 
otro  sentido.  Véase  Razón  y  Fe,  vol.  24,  p.  513. 

Recuerde  además  que  el  párroco  al  asistir  á  los  matrimonios  propia- 
mente no  ejerce  jurisdicción,  y  así,  al  delegar  para  el  matrimonio,  no 
delega  jurisdicción,  sino  la  calidad  de  testigo  autorizable.  Véase  eí 
opúsculo,  n.  231  bis. 

Juan  B.  Ferreres. 


EXAMEN  DE  LIBROS 


Juicio  ordinario  seguido  ante  los  Tribunales  militares  en  la  plaza 
de  Barcelona  contra  Francisco  Ferrer  Guardia.— Madrid,  Sucesores 
de  Rivadeneyra,  1909. 

Terrible  polvareda  levantó  entre  ciertas  gentes  la  ejecución  de  Fran- 
cisco Ferrer  Guardia.  Los  que  no  se  conmovieron  por  el  ajusticiamiento 
de  otros  infelices  reos  complicados  en  los  desmanes  de  Barcelona,  toca- 
ron el  cielo  con  las  manos  al  contemplar  muerto  á  su  ídolo,  y  vomitaron 
atroces  calumnias  contra  nuestra  patria  y  los  bravos  y  pundonorosos 
militares  españoles  (1),  no  considerando  que,  aun  en  esta  sentencia,  die- 
ron gallardas  pruebas  de  su  esforzado  pecho,  pues  no  pudieron  intimi- 
darlos sus  fieros  y  vilísimos  denuestos.  Para  volver  por  la  verdad  obs- 
curecida, disipar  el  ambiente  ficticio  que  han  creado  los  sectarios  y  ma- 
nifestar al  mundo  entero  que  los  jueces  no  han  tenido  en  esta  causa  otro 
norte  que  la  razón  y  la  justicia,  se  ha  impreso  en  un  cuaderno  de  69  pá- 
ginas todo  el  proceso  de  Ferrer.  Contiénense  en  ese  folleto  la  acusación 
del  Fiscal,  el  dictamen  del  Asesor  del  Consejo,  la  sentencia  del  Tribunal, 
el  dictamen  del  Auditor  general  de  la  cuarta  región,  el  decreto  del  Ca- 
pitán general  y  los  procedimientos  de  enjuiciamiento  que  señala  el  Có- 
digo de  Justicia  militar.  Será  más  ó  menos  perfecto  este  Código,  que  se 
aprobó  en  unas  Cortes  liberales,  después  de  dar  su  parecer  favorable 
sobre  él  varios  prohombres  y  corifeos  de  los  actuales  partidos  liberal  y 
demócrata;  pero  rige  en  la  nación  y  á  él  se  han  atenido,  como  debían, 
los  militares. 

Tres  cosas  resaltan  en  el  proceso:  I.""  Las  atrocidades  que  los  revo- 
lucionarios cometieron  en  Cataluña.  2."*  La  principalísima  parte  que  tuvo 
Ferrer  en  esas  atrocidades.  3."*  Como  consecuencia,  lo  calumnioso  de  las 


(1)  Varios  periódicos  clerófobos,  de  la  calaña  de  El  País,  han  asegurado  que  las 
manifestaciones  de  fuera  de  España  con  ocasión  del  fusilamiento  de  Ferrer  se  dirigían 
contra  el  Gobierno.  El  diario  A  B  C\os  ha  desmentido  con  infinidad  de  textos,  algunos 
tan  claros  como  los  que  siguen:  Hablando  La  Lucha,  de  Lisboa,  del  asesinato  (sic)  de 
Ferrer  Guardia,  decía  de  nuestros  soldados:  «¡Malos,  cobardes,  jactanciosos!  Siempre 
fueron  así,  y  no  han  cambiado  hasta  ahora.»  {ABC,Q  de  Noviembre.)  Y  en  la  convoca- 
toria de  un  meeting  celebrado  en  París  escribían  los  organizadores:  «Los  jefes  espa- 
ñoles, vencidos  en  todos  los  campos  de  batalla,  se  desquitan  bravamente  en  los  asien- 
tos de  los  Consejos  de  Guerra.»  {A  B  C,A  de  Noviembre.)  Léase  también  la  proclama 
del  Gran  Oriente  belga.  {A  B  C,  1.°  de  Noviembre.) 


516  EXAMEN   DE   LIBROS 

imputaciones  lanzadas  contra  los  españoles.  Esto  nos  va  á  dar  pie  para 
hablar  con  brevedad  de  estos  puntos,  siguiendo  fielmente  el  proceso  y 
extendiéndonos  un  poco  en  lo  que  éste  supone  conocido,  siempre  estri- 
bando en  noticias  fidedignas. 

* 

No  hay  que  detenernos  mucho  en  la  historia,  harto  sabida  de  todos. 
Merced  á  los  varios  meetings  socialistas,  á  los  artículos  insensatos  de 
varios  periódicos,  entre  los  que  descolló  El  Progreso,  de  Barcelona,  y  á 
lo  que  propalaron  varias  hojas  clandestinas  esparcidas  con  profusión 
entre  el  pueblo,  se  hizo  creer  á  éste,  impresionado  por  el  llamamiento  de 
reservistas  casados  á  filas,  que  el  ejército  español  que  se  destinaba  á 
reprimir  y  castigar  á  los  rifeños  asesinos  de  obreros  españoles,  partía  al 
África  para  amparar,  á  costa  de  su  sangre,  las  minas  de  algunos  capi- 
talistas codiciadas  por  los  moros.  En  son  de  protesta  se  declaró  el  26 
de  Julio  la  huelga  general  en  Barcelona,  que  tuvo  eco  en  otros  pueblos 
del  Principado.  No  previo  el  Gobierno  el  empuje  fatal  que  había  de  to- 
mar esa  huelga;  mas,  temiendo  desórdenes,  hizo  que  en  Barcelona  se 
reuniera  el  Consejo  de  Autoridades,  del  que  salió  el  dictamen  que  la 
Autoridad  civil  resignara  el  mando  en  la  militar  (1).  Pero  contando  ésta 
con  escasas  fuerzas  por  haber  marchado  otras  á  Melilla,  vióse  incapaci- 
tada de  resistir  á  los  obreros  huelguistas,  á  quienes  se  juntaron,  según 
el  diputado  Puig  y  Cadafalch  (2),  pelotones  de  revolucionarios,  lerrou- 
xistas,  republicanos  radicales,  anarquistas  y,  en  fin,  la  gente  del  hampa 
y  toda  la  canalla.  Esa  abigarrada  muchedumbre,  sin  freno  alguno  que  la 
contuviese,  espoleada  por  sus  desapoderados  apetitos,  obedeciendo  á 
órdenes  concretas  de  algunos  cabecillas,  se  entregaron  durante  un  triduo 
á  las  más  abominables  orgías  que  acaso  registre  la  historia  catalana. 
Las  indicaremos  sumariamente,  para  que  se  vea  que  no  exageramos,  y 
dividiremos  los  atentados  cometidos  en  estas  tres  clases:  contra  la  Reli- 
gión y  sus  representantes;  contra  la  Patria,  en  sus  Autoridades,  y  contra 
las  poblaciones  y  personas  particulares. 

Contra  la  Religión. -Quemaron  y  destruyeron  17  iglesias  y  capillas, 
32  conventos,  cuatro  asilos,  ocho  colegios.  Á  estas  cifras  oficiales  hay 
que  añadir  que  intentaron  derruir  otros  siete  edificios  religiosos,  entre 
ellos  el  Seminario,  siendo  repelidos  por  las  armas  (3).  Además  es  preciso 
desenvolverlas  para  que  campee  la  gravedad  de  los  delitos.  Incendiaron 
joyas  de  tan  artístico  valor  como  San  Pedro  de  las  Puellas,  obra  pro- 


(1)  Discurso  del  Ministro  de  la  Gobernación  en  el  Congreso  (sesión  del  19  de  Oc- 
ubre);  de  ese  discurso  tomamos  las  cifras  que  luego  referimos. 

(2)  Diario  de  Barcelona,  30  de  Octubre,  páginas  14.714-H.716.  Á  estas  páginas  alu- 
diremos repetidas  veces. 

(3)  Revista  Popular,  de  Barcelona,  números  del  12  de  Agosto  al  16  de  Septiembre. 
Casi  todas  las  noticias  tomamos  de  esos  números. 


EXAMEN   DE   LIBROS  517 

digiosa  del  siglo  X,  restaurado  después  de  la  quema  de  Almanzor;  una 
capilla  del  siglo  XI,  en  donde  existía  el  monumento  postal  más  antiguo 
de  España;  la  iglesia  de  Santa  Madrona,  de  estilo  románico  ojival;  la 
parroquia  de  San  Cucufate,  cuyos  orígenes  se  remontan  al  año  1023  y 
se  enlazan  con  Gilaberto,  hijo  de  Udelardo,  Vizconde  de  Barcelona;  el 
hermoso  templo  de  Clot,  magnífico  ejemplar  de  gótico  moderno;  des- 
aparecieron cosas  de  tanto  precio  histórico  como  el  crucifijo  de  bronce, 
con  cruz  y  peana  de  ébano,  del  rey  D.  Pedro  de  Aragón;  cuadros  de 
notables  pintores  catalanes  de  los  mejores  siglos  de  Cataluña;  un  brazo 
y  la  mano  del  Príncipe  de  Viana;  el  Santo  Cristo,  que  presidió,  cubierto 
con  un  velo,  á  los  sublevados  de  la  guerra  de  Sucesión  en  1640;  se  fun- 
dieron dos  monetarios,  uno  de  ellos  de  700  piezas  selectas,  y  una  cruz 
procesional  de  plata  dorada  del  siglo  XV;  perecieron  un  museo  local  de 
arte  antiguo,  una  colección  de  objetos  antiguos  de  plata,  cerámica  y 
pintura;  arruináronse  30  edificios  destinados  á  la  enseñanza,  entre  ellos 
el  de  los  Padres  Escolapios,  en  que  se  instruían  2.000  niños,  y  el  de  las 
religiosas  de  Jesús-María,  al  que  acudían  más  de  800  niñas  (1);  13  ar- 
chivos y  bibliotecas,  entre  las  que  merece  un  recuerdo  la  de  San  Andrés, 
de  8.000  volúmenes,  con  varios  incunables  y  seis  libros  del  siglo  XVI; 
la  valiosísima  de  los  Mínimos,  que  se  había  salvado  de  las  revolucio- 
nes anteriores;  la  inapreciable  de  Valdoncella,  con  sus  atlas  y  libros 
de  D.  Pedro  de  Aragón,  cartas  de  nobleza  de  la  reina  Margarita  de 
Prades,  libros  corales  de  pergamino  con  fantásticas  viñetas,  rarísimos 
códices,  etc.,  etc. 

Al  fuego  asolador  y  á  la  demoledora  piqueta  se  juntaron  manos  ra- 
paces que  se  llevaron  cuanto  hallaron  á  su  alcance,  hasta  las  macetas  de 
flores  del  convento  de  religiosas  Arrepentidas.  Menos  mal  que  esta 
ansia  de  robar  fué  causa  de  que  varias  personas  religiosas  quedaran  con 
vida  (2).  Mas  no  todas  lograron  esa  ventura.  Según  el  Ministro,  mataron 
los  revolucionarios  una  monja  capuchina,  un  fraile,  un  hermano  ma- 
rista,  un  sacerdote  é  hirieron  á  un  misionero.  Lista  á  todas  luces  imper- 
fecta. El  redactor  del  ABC,  enviado  á  Barcelona  con  el  exclusivo  fin 
de  averiguar  los  crímenes  cometidos,  refiere  con  toda  certeza  que  asesi- 
naron dos  monjas,  los  tres  de  que  habla  el  Sr.  La  Cierva,  y  que  los  heri- 
dos fueron  tres  religiosos  y  no  uno  solo,  y  aún  no  menciona  á  un  her- 
mano marista  que  recibió  dos  balazos  en  el  cuello.  Lo  que  sí  menciona 
es  que  persiguieron  á  tiros  los  rebeldes  á  varios  sacerdotes  que  pudie- 
ron escapar  con  vida;  que  si  en  Sabadell  no  tostaron  á  mucha  gente  fué 
por  la  llegada  de  las  tropas,  y  que  prendieron  fuego  á  varios  conven- 


(1)  Así  la  Revista  Popular.  El  Sr.  Aznar  en  El  Correo  Español  (29  de  Octubre) 
afirma:  «Los  Escolapios  educaban  á  600  niños  y  las  de  Jesús-María  á  700»,  y  hace  subir 
á  5.280  los  niños  que  asistían  á  las  escuelas  destruidas;  pero  advirtiendo  que  le  faltan 
noticias,  por  lo  menos,  de  otros  siete  centros  de  instrucción. 

(2)  A  B  C,4  de  Noviembre. 


518  EXAMEN   DE   LIBROS 

tos,  V.  gr.,  al  de  las  Asuncionistas,  respetadas,  según  Puig  y  Cadafaich, 
aun  de  los  jacobinos  franceses;  al  de  las  Arrepentidas  y  Concepcionistas, 
estando  dentro  algunas  de  sus  moradoras.  Muestras  tan  finas  de  barba- 
rie palidecieron  ante  estas  otras  crueldades  (1):  El  hermano  Simón  fué  en 
Masnou  y  Premia  desnudado  y  golpeado:  sus  verdugos  le  desgarraron 
las  orejas  y  le  cargaron  con  una  cruz,  hecha  de  traviesas  del  ferrocarril, 
por  no  querer  blasfemar.  A  una  religiosa  en  el  Campo  de  Galvany  le  des- 
pojaron de  todos  sus  vestidos,  riéronse  á  mansalva  de  ella,  le  hartaron  de 
improperios,  y  después  de  deliberar  las  turbas  en  alta  voz  si  la  arrojarían 
á  las  llamas  de  su  convento,  le  consintieron  marcharse.  Consta  de  un 
modo  innegable,  según  el  Fiscal  de  la  causa  de.Ferrer  y  aun  su  propio 
defensor,  y  todo  Barcelona  lo  cuenta,  que  hubo  religiosas  cuya  flor  vir- 
ginal ajaron  brutalmente,  y  que  á  tres  de  ellas  condujeron  á  una  casa  de 
prostitución,  en  donde  las  infelices  pidieron  de  rodillas  la  muerte.  Hasta 
aquí  los  instintos  de  caníbales;  ahora  aparecerán  los  de  hiena.  Al  cadáver 
del  párroco  de  Pueblo  Nuevo  se  le  insultó  grosera  y  obscenamente.  Des- 
enterráronse 35  cuerpos  de  religiosas  en  los  conventos  de  Jerónimas, 
Magdalenas  y  Capuchinas:  á  una  monja  muerta  poco  había  le  abrieron 
el  vientre,  á  otras  cortaron  piernas,  brazos,  á  varias  pasearon  por  la 
ciudad,  dejando  en  la  calle  del  Pino  uno  de  los  cadáveres  con  un  cigarro 
en  la  boca;  bailaron  con  alguna,  y  horrorizan  los  actos  impúdicos  que 
con  todas  ellas  ejecutaron.  ¿Qué  mucho?  Si  hasta  con  una  imagen  de  la 
Virgen  simularon  bailar  en  Nuestra  Señora  de  la  Ayuda,  y  á  otra,  al 
decir  del  Auditor,  profanaron  de  una  manera  soez  y  más  que  bestial. 

Bien  se  advierte  que  el  aborrecimiento  á  la  Religión  desatinaba  á 
estas  hordas  de  desalmados;  pero  asimismo  los  dominaba  el  odio  á  la 
Patria,  como  se  inferirá  de  estos  desafueros. 

Contra  la  Patria,  en  las  Autoridades.— Lanzáronse  los  gritos  de 
¡viva  la  república!  y  otros,  penados  por  las  leyes;  se  formaron  en  dife- 
rentes pueblos  juntas  revolucionarias,  con  atribuciones  de  arbitras  y  su- 
premas; se  intentó  sobornar  á  los  soldados  con  halagadoras  voces  é 
impresos  antimilitaristas,  y  cortando  las  vías  férreas  ó  colocándose  en 
ellas  racimos  de  revoltosos,  impedir  que  la  tropa  llegase  á  su  destino,  de 
suerte  que  ésta  en  ocasiones  se  abrió  camino  á  tiros;  se  fabricaron 
barricadas,  y  en  un  punto,  como  dice  Puig  y  Cadafaich,  20,  en  otro  100, 
en  otros  muchas  más,  y  en  Gracia  se  levantaron  tan  estratégicamente 
para  estorbar  el  paso  de  los  soldados,  que  un  oficial  alemán  aseguró  que 
no  las  hubieran  construido  mejor  los  ingenieros:  desde  ellas  y  de  los 
terrados  se  hacía  fuego  á  la  tropa,  y  aun  hubo  un  foragido  que  la  en- 
gañó, conduciéndola  al  degolladero;  se  resistió  y  atacó  con  furia  á  los 
agentes  de  la  Autoridad  y  Guardia  civil,  y  merodearon  por  las  cercanías 
de  Barcelona  partidas  republicanas.  Las  bajas  que  sufrieron  los  cuerpos 


(1)    Todos  estos  hechos  los  relatan  i4  ^  C,  el  proceso  y  la  Revista  Popular. 


EXAMEN   DE   LIBROS  519 

armados,  especificó  así  el  Sr.  La  Cierva:  Vigilancia,  10;  Seguridad,  24; 
Guardia  civil,  51,  y  fuerzas  del  Ejército,  47,  en  la  forma  siguiente:  muer- 
tos, ocho;  heridos  graves,  52,  y  heridos  leves  y  contusos,  72. Total,  132. 
Ya  podía  preverse  que  de  estas  perturbaciones  habían  de  salir  malpa- 
rados muchos  particulares  y  poblaciones,  y  así  fué,  como  se  muestra  en 
la  enumeración  que  sigue. 

Contra  los  particulares  y  poblaciones.— QoxidiXon  los  rebeldes  todas 
las  lincas  telegráficas  y  telefónicas  y  algunas  férreas,  deteniendo  trenes 
de  viajeros  y  correos,  incomunicando  á  Barcelona  y  Gerona  con  el  resto 
de  España  y  causando  considerables  perjuicios  al  comercio,  que  tuvo 
que  paralizarse  durante  los  días  trágicos;  asaltaron  y  saquearon  algunas 
armerías  y  tiendas  de  petróleo;  quemaron  una  carpintería  en  la  barriada 
del  Pueblo  Seco;  removieron  2.000  metros  de  pavimento  para  las  barri- 
cadas; volaron  un  puente  con  dinamita  y  se  empeñaron  en  dar  otro  á  las 
llamas;  privaron  casi  de  luz  y  víveres  á  Barcelona;  dejaron  sin  refugio, 
sin  abrigo  y  pan  que  llevar  á  la  boca  á  multitud  de  ancianos  desvalidos, 
enfermos  y  niños,  al  destruir  los  asilos;  incendiaron  27  vagones  en  la 
estación  de  San  Vicente  de  Castellar;  redujeron  á  pavesas  el  kiosco  y 
varios  coches  de  tranvías,  forzando  á  sus  empleados  á  robustecer  la  ma- 
nifestación; asesinaron  á  un  obrero  é  hirieron  á  varios  que  repugnaban 
seguirlos;  mataron  al  actuario  y  alguacil  del  Juzgado  en  Sabadell,  y 
según  narra  el  .4  ^  C,  desfogaron  su  ira  en  cuatro  socios  del  patronato 
de  San  José,  y  quitaron  la  vida  á  dos  mujeres,  tres  niños,  uno  de  cinco 
años,  é  hirieron  á  otra  de  gravedad  y  á  25  jovencitos,  á  algunos  de  bas- 
tante consideración.  Los  paisanos,  inocentes  ó  culpables,  que  vertieron 
su  sangre  en  las  calles  de  la  ciudad  condal  suben,  según  el  Sr.  Ministro, 
á  400,  distribuidos  de  este  modo:  muertos,  104;  98  hombres  y  seis  muje- 
res; heridos,  296. 

Ó  se  considera  á  España  como  una  Beocia  feroz  y  sanguinaria,  en  que 
las  leyes  no  tienen  más  eficacia  que  si  no  existieran,  ó  era  preciso  que 
se  castigase  conforme  al  Código  español  esos  delitos  horrendos.  Esto 
hizo  nuestra  nación,  y  para  proceder  con  el  tiento  y  cordura  de  hombres 
civilizados  se  constituyeron  tribunales  competentísimos,  y  aquellos  pre^ 
cisamente  que  exigía  nuestra  legislación. 

* 
*  * 

Fueron  50  los  legajos  de  papeles  pertenecientes  á  Ferrer  de  que  se 
apoderó  la  policía  en  su  segundo  registro  en  la  quinta  de  aquél,  denomi- 
nada Mas  Germinal.  De  ellos  se  desprenden  ciertos  antecedentes  del 
santón  del  librepensamiento,  que,  como  un  jurisconsulto  ha  escrito,  con- 
testando á  The  Nation,  de  Londres,  constituyen  una  prueba  indirecta  de 
su  culpabilidad.  Por  eso  los  cita  rápidamente  el  Asesor  del  Consejo  y 
con  más  detención  el  Auditor  general.  Helos  aquí,  en  compendio:  En  188Q 


520  ,  EXAMEN   DE   LIBROS 

introduce  la  correspondencia  de  Ruiz  Zorrilla  con  sus  amigos  y  hace 
llegar  á  su  destino  manifiestos,  encargos  y  paquetes;  interviene  en  los 
preparativos  de  la  revolución  fracasada  de  Santa  Coloma  de  Parnés  con 
tal  celo,  que  hace  exclamar  al  caudillo  republicano  que  si  fueran  todos 
como  él  pronto  triunfaría  la  república.  En  1885,  por  motivos  tan  sucios 
como  desavenencias  con  su  mujer,  que  le  descerrajó  dos  tiros,  y  el  robo 
á  un  sacerdote  en  la  línea  de  Gerona,  cesa  en  su  oficio  de  revisor  de 
trenes,  para  abrir  en  París,  con  auxilio  de  los  emigrados  republicanos, 
una  tienda  de  vinos,  desde  donde  prosigue  trabajando  en  pro  de  la  re- 
volución, sosteniendo  comunicación  epistolar  con  los  que  deseaban 
marchar  á  ella  franca  y  decididamente.  Nombrado  secretario  de  Zorrilla, 
influye  en  todas  las  intentonas  abortadas  de  proclamar  la  república  en 
España,  y  en  1892  asiste,  como  representante  de  varios  centros  libertarios, 
al  Congreso  del  librepensamiento  de  Madrid,  en  el  que  descuella  por 
su  entusiasmo  revolucionario  y  se  amista  con  Lerroux,  carácter  análogo 
al  suyo,  con  el  que  conviene  que  se  debe  convencer  al  pueblo  que  se 
puede  vivir  sin  ley.  Gobierno  y  Dios,  y  á  quien  invita,  muerto  Zorrilla, 
á  que  dirija  la  trama  de  la  revolución.  En  su  autobiografía,  dedicada 
á  Fourneron,  se  llama  á  sí  mismo  perpetuo  agitador,  y  prueba  irrefra- 
gable de  que  lo  era  nos  suministran,  así  cuatro  documentos  hallados 
entre  sus  mamotretos  como  su  amistad  con  ciertos  personajes.  Los 
documentos  son:  una  proclama,  escrita  de  su  puño  y  letra,  enderezada 
en  1892  al  Consejo  de  librepensadores;  dos  circulares,  compuestas  á 
máquina,  y  un  programa  corregido,  según  los  peritos  calígrafos,  de  su 
mano.  Viene  en  ellos  á  pregonar,  en  resumidas  cuentas,  estos  principios: 
«Abolición  de  todas  las  leyes  existentes,  del  clero  y  de  la  milicia;  exter- 
minio de  las  Órdenes  religiosas;  derribo  de  las  iglesias;  confiscación  del 
Banco  y  ferrocarriles.»  En  la  proclama  hay  un  ¡viva  la  anarquía  y  la  re- 
volución!, se  habla  del  empleo  de  la  dinamita,  y  la  circular  segunda  ter- 
mina así:  «Adjunto  la  receta  para  fabricar  la  panclastita.»  Además  vivía 
en  íntima  relación  con  anarquistas  tan  señalados  como  Malato,  Kropot- 
kine,  Zainda,  Malatesta,  Reclus,  y  estaba  afiliado  á  la  Masonería,  cuyos 
directores  le  confiaban  altas  y  delicadas  comisiones.  Por  estas  causas, 
sin  duda,  la  policía  francesa  informa  «que  Ferrer  Guardia  es  considerado 
allí  como  un  revolucionario  muy  peligroso  y  propagandista  de  sus  ideas 
por  todos  los  medios  posibles».  Para  concluir  de  retocar  la  ñsonomj'a 
del  seudo-mártir  anarquista  no  holgarán  estos  rasgos,  que  copiamos  de 
La  Época  (18  de  Octubre):  «Habla  Germinal  de  una  Mlle.  Leopoldina 
Bounard...,  á  quien  supone  seducida  y  madre  de  un  niño:  asegura  que  la 
esposa  de  Ferrer,  que  se  llama  hoy  en  Rusia  Mme.  Mering,  refiere  á  quien 
quiera  oiría  historias  muy  interesantes.  Los  que  fabrican  al  héroe,  aper- 
cibiéndose para  fabricar  su  estatua,  no  deben  dar  al  olvido  un  detalle 
interesante  para  los  bajorrelieves  del  pedestal.  En  ellos  debe  figurar  el 
retrato  de  Trinidad  Ferrer,  madre  de  dos  niños,  hija  del  rico  heredero  de 


EXAMEN   DE   LIBROS  521 

Mlle.  Ernestina  Meunié,  abandonada  á  la  miseria  en  París,  recogida  por 
filantropía...  en  una  casa  de  dormir  de  un  barrio  pobre  de  la  gran  ciudad.» 
Hombre  de  tales  antecedentes,  ¿extrañará  nadie  que  se  aprovechara 
de  la  ocasión  que  se  le  ofrecía  en  la  ciudad  condal  para  realizar  los  en- 
sueños de  su  vida?  Demuestra  palmariamente  que  no  la  desaprovechó 
el  proceso,  que  se  apoya  en  incontestables  documentos  y  testimonios 
contundentes.  Deponen  contra  él  más  de  setenta  testigos,  muchos  de 
ellos  republicanos,  varios  radicales  y  enredados  en  los  trágicos  sucesos, 
algunos  militares,  uno  solo  del  partido  integrista  y  ningún  eclesiástico. 
Unos  le  acusan  de  un  delito,  otros  de  otro  y  en  la  mayoría  de  las  dela- 
ciones coinciden,  por  lo  menos,  dos  personas.  Resúmense  éstas  en  las  que 
siguen:  1.^  Que  acompañó  y  acaudilló  á  los  grupos  de  revoltosos  en 
Barcelona.  2.^  Que  fué  dos  veces  y  mandó  otra  un  amigo  á  la  redacción 
de  El  Progreso  para  excitar  á  los  radicales  y  Solidaridad  Fraterna  al 
motín  revolucionario.  3.''  Que  se  presentó  en  la  Casa  del  Pueblo  para 
recabar  del  presidente  que  no  se  redujera  á  lo  del  día  26  la  protesta. 
4.^  Que  en  Premia  exhorto  al  alcalde,  teniente  alcalde  y  secretario 
suplente  á  que  proclamasen  la  república,  alentándolos  con  la  razón  de  que 
en  Madrid,  Valencia  y  Barcelona  se  había  proclamado,  y  tomando  en 
aquella  población,  desde  su  visita  á  la  Fraternidad  Republicana,  pésimo 
sesgo  la  huelga,  hasta  entonces  pacífica.  5.*  Que  entregó  á  un  empleado 
del  Municipio  cartuchos  de  dinamita  para  volar  el  colegio  de  los  Her- 
manos de  la  Doctrina  Cristiana,  repartió  armas  á  diversos  pelotones  de 
gente  y  dinero  á  la  Solidaridad  Obrera,  alma  y  vida  de  la  rebelión. 
6."  Que  en  Masnou,  después  de  desfigurarse  afeitándose  la  barba,  intenta 
persuadir  al  presidente  del  Comité  republicano  á  que  promulgue  la  re- 
pública ó  que  se  haga  la  revolución  y  se  quemen  los  conventos  é  iglesias, 
que  era  lo  principal.  7.''  Que  en  Masnou  mismo  aparecieron  gavillas  de 
gentes  que  esperaban  á  Ferrer;  pero  que  éste  no  llegó,  disculpándole  uno 
que  hablaba  en  su  nombre  con  la  razón  de  que  le  reclamaban  en  Barce- 
lona asuntos  de  la  revolución.  8.''  Que  emisarios  de  Ferrer  iban  y  venían 
á  dar  órdenes  á  la  Fraternidad  Republicana  de  Premia,  que  parecía 
cuartel  general  de  incendiarios  y  sospechosos,  y  que  otros  hombres,  pa- 
gados por  aquél,  detenían  las  tartanas,  carros,  etc.  9."*  Que  los  abande- 
rados é  instigadores  de  los  hechos  sediciosos  son  profesores  colocados 
por  el  ex  secretario  de  Zorrilla  en  determinadas  escuelas  ó  cabezas  de 
centros  anarquistas  que  de  él  dependían.  En  los  cuatro  careos  que  con 
Ferrer  Guardia  tuvieron  varios  testigos  se  ratificaron  éstos  en  sus  decla- 
raciones, y  uno,  el  republicano  Ardid,  le  estrechó  con  sus  réplicas  de  tal 
modo  que  le  obligó  á  desdecirse  y  retractarse.  En  la  prueba  de  rueda  de 
presos  á  que  fueron  sometidos  tres  delatores,  dos  de  ellos  soldados,  los 
tres  le  reconocieron;  y  de  las  informaciones  que  para  depurar  los  su- 
cesos abrió  el  Fiscal  del  Tribunal  Supremo,  deduce  éste  que  en  BarcC'- 
lona  se  le  reputa  como  promotor  de  los  alborotos. 


522  EXAMEN   DE   LIBROS 

'  En  vista  de  tantos  argumentos,  el  Fiscal  razona  su  conclusión  de  esta 
forma:  Trátase  aquí  de  una  rebelión  militar,  puesto  que  en  el  alzamiento 
concurren  los  requisitos  que  para  calificarla  de  tal  exige  el  artículo  237 
del  Código  militar.  Jefe  ó  caudillo  de  la  rebelión  es  el  que  busca  gente, 
la  impulsa  y  dirige,  lleva  su  voz,  señala  el  blanco  de  aquélla,  inquiere, 
designa  y  distribuye  los  medios  para  ejecutarla.  Todo  absolutamente 
realizó  Ferrer.  Luego,  con  arreglo  al  número  1.°  del  artículo  238  del  Có- 
digo, merece  la  pena  capital. 

Al  procesado  se  le  concedieron:  1.°  El  permiso  de  recusar  á  los 
jueces.  2.°  La  facultad  de  convocar,  en  el  tiempo  marcado  por  las  leyes, 
los  testigos  que  quisiera  en  su  descargo,  y  de  alegar  cuantas  pruebas  es- 
timara oportunas  en  favor  de  su  inocencia.  3.°  La  libertad  de  escoger 
abogado  defensor.  Eligióle,  pero  éste  no  logró  desvirtuar  ni  siquiera  uno 
de  los  cargos,  ni  hizo  más  que  ridiculizar  á  algunos  de  los  acusadores, 
elogiar  las  ideas  de  Ferrer  y  lamentarse  de  que  no  se  le  permitiera  citar 
ciertos  testigos,  cuando  ya  lo  vedaban  las  leyes.  El  Tribunal,  que  se 
componía  de  un  teniente  coronel  y  seis  capitanes,  oído  el  dictamen  del 
Asesor  del  Consejo,  sentenció  por  unanimidad  conforme  á  la  petición 
del  Fiscal,  y  su  veredicto  sancionaron  el  Auditor  general  de  la  cuarta 
división  y  el  Capitán  general.  El  Consejo  de  Ministros,  examinada  la 
sentencia,  no  encontró  motivo  alguno  para  aconsejar  al  Rey  el  indulto. 


'Con  exquisita  precaución  para  nada  alegó  el  Fiscal  los  opiniones  que 
difundía  Ferrer  en  la  Escuela  Moderna:  no  fuera,  como  ha  sucedido,  que 
sus  camaradas  gritasen  que  se  le  castigaba  por  su  pasión  á  la  cultura. 
No  es  eso;  se  le  condenó  por  su  participación  en  las  salvajadas  de  Bar- 
celona. Mas  el  Auditor,  escudriñando  con  sereno  juicio  lo  que  represen- 
taba dicha  escuela,  halló  un  argumento  tortísimo  contra  el  seudo-már- 
tir  y  contra  la  existencia  de  aquel  centro  y  sus  derivaciones.  Viendo 
aquél  que  la  revolución  en  España  no  podía  realizarse  por  la  violencia, 
discurrió  crear  revolucionarios  en  la  escuela.  Faltábale  dinero;  pero  la 
fatalidad  quiso  que  se  lo  proporcionase  Ernestina  Meunié.  Invocando 
Ferrer  ideas  de  filantropía  y  protección  á  los  desvalidos,  logró  arran- 
carle 10.000  francos  anuales  para  el  mantenimiento  de  una  escuela-asilo 
que  aquél  convirtió,  con  no  sobrado  escrúpulo,  en  la  Escuela  Moderna. 
Que  en  ella  palpitaba  el  espíritu  revolucionario,  se  colige  de  estas  razo- 
nes: I.""  Llamó  para  que  le  ayudara  á  establecerla  en  Barcelona  á 
Mme.  Jacquinet,  atea,  antimilitarista,  anarquista,  que  regía  una  escuela 
en  Sakha  (Egipto),  la  que  se  mandó  cerrar  por  nociva,  merced  á  las 
autoridades  inglesas.  2:'  En  esa  escuela  explicaba  el  anarquista  Morral, 
el  que  lanzó  en  1906  aquella  bomba  contra  los  Reyes,  que  hizo  derramar 
ríos  de  lágrimas.  3.'  En  diversas  cartas  repetía  el  fundador  que  su  es- 
cuela era  «emancipadora»,  «todos  sus  hechos  Hbertarios»,  «sus  enseñan- 


EXAMEN   DE    LIBROS  523 

zas  racionalistas»;  nada  de  «glorificar  ni  á  la  Patria  ni  á  Dios»,  cuyas 
ideas  debían  exterminarse  en  el  cerebro  de  los  alumnos,  y  que  por  este 
ramino  se  llegaba  antes  que  por  él  político  al  término  apetecido  de  la 
revolución  social.  4/'  En  el  concurso  que  abrió  para  libros  de  texto, 
ponía  por  condición  que  se  encaminaran  á  extinguir  en  la  juventud 
todas  las  creencias  y  halagar  sus  apetitos,  b.''  Cerrada  en  1906  la  Es- 
cuela Moderna,  cuida,  por  medio  de  los  libros,  de  llevar  sus  doctrinas  á 
la  escuela  de  la  Casa  del  Pueblo,  Solidaridad  Obrera,  centros  radicales,  y 
hubo  republicanos  que  se  alborotaron  con  semejantes  enseñanzas  y 
quisieron  suprimirlas.  6.'  Los  maestros  de  las  escuelas  ferreristas  son  los 
provocadores  de  la  sedición.  Ferrer  no  se  satisfizo  con  una  escuela.  Su 
propaganda  fué  activísima.  En  1906  se  contaban  sólo  en  Barcelona  47 
sucursales,  cuyo  número  se  elevó  después  prodigiosamente,  y  otras  se 
fundaron  en  las  provincias  catalanas  y  en  Valencia,  Granada  y  Sevilla. 
Un  cuadro  recogido  en  una  sucursal  de  Valencia,  que  publicó  A  B  C^ 
representaba  á  una  matrona  con  una  tea  incendiaria  en  la  mano,  con- 
culcando los  atributos  religiosos  y  militares;  y  entre  los  libros  de  esa 
escuela,  que  se  remitieron  á  Barcelona,  figuraban  La  anarquía,  Pensa- 
mientos antimilitaristas,  Las  ciencias  laicas  ó  la  piqueta  y  el  compás... 
Unos  130  de  esos  viveros  anarquistas  se  han  mandado  cerrar;  si  con 
justicia  ó  no,  que  lo  diga  quien  sienta  una  centella  de  amor  á  la  Religión 
y  á  la  Patria.  Por  donde  la  acusación  que  de  eso  se  hace  carece  de  fun- 
damento. 

Ni  estas  otras  imputaciones,  que  por  boca  del  fanatismo  sectario  se 
han  lanzado  contra  España,  son  más  consistentes:  1."*  Debía  haber  juz- 
gado á  Ferrer  un  tribunal  civil,  porque  el  militar  carecía  de  competen- 
cia.—Tanto  por  la  ley  de  Jurisdicciones,  que  promulgaron  los  liberales, 
cuanto  por  tratarse  de  un  alzamiento  en  armas,  debían  ser  jueces  los 
militares,  cuya  competencia  se  infiere  de  que  estudian  fundadamente  en 
las  academias  el  Código  de  Justicia  que  á  cada  paso  tienen  que  aplicar. 
2.''  Cargaron  demasiado  la  mano  abarrotando  de  personas  las  cárceles, 
juzgándolas  implacablemente  y  ajusticiando  á  muchas.— Las  autoridades 
militares  se  portaron  con  celo,  pero  sin  extralimitarse  un  punto  de  las 
atribuciones  que  la  ley  señala.  Hasta  el  31  de  Agosto  se  encerró  en  pri- 
siones á  1.112  hombres  en  Barcelona  y  á  125  en  los  pueblos;  pero  mu- 
chos de  ellos  fueron  excarcelados  y  á  otros  se  les  absolvió  prontamente 
al  reconocer  su  inocencia.  Á  todos  los  procesados  se  han  concedido 
cuantas  prerrogativas  y  derechos  les  otorga  la  ley.  Los  ejecutados  no 
han  sido  sino  cuatro,  por  delitos  abominables,  tan  bien  probados  como  los 
de  Ferrer,  y  á  los  que  el  Código  impone  inexorable  la  pena  de  muerte. 
Cúlpese,  pues,  en  todo  caso  al  Código  que  redactaron  los  liberales;  no 
á  los  que  puntualmente  lo  aplican.  3."  Atormentaron,  como  en  los  tiem- 
pos inquisitoriales,  á  los  reos.— Impostura  ridicula.  El  mismo  Ferrer  de- 
claró á  un  corresponsal  de  un  periódico  francés  que  en  la  cárcel  se  le 


524  EXAMEN   DE   LIBROS 

había  atendido  con  esmero.  Después  el  diario  clerófobo,  republicano  y 
ferrerista  El  País  desmintió  á  sus  afines  y  allegados  del  lado  de  allá  de 
los  Pirineos  que  sembraron  esa  calumnia,  y,  en  fin,  los  diputados  radica- 
les, que  en  las  sesiones  de  Cortes  de  18,  19  y  20  de  Octubre  llenaron  de 
cieno  y  lodo  al  Gobierno,  reconocieron  .que  en  esto  no  se  había  propa- 
sado. 4."*  Se  desterró  gente  á  bandadas  del  suelo  patrio.— Sólo  se  des- 
terró fuera  de  España  á  40  extranjeros  de  vida  pésima,  y  á  diversos  pun- 
tos de  la  Península  á  135  individuos,  de  los  que  67  eran  vagos  ó  ejer- 
cían oficios  prohibidos,  68  conocidos  anarquistas,  mala  casta  de  hom- 
bres que  tienen  aterrorizada  á  la  capital  del  Principado  con  el  estallido 
de  sus  bombas  (1).  Otros  varios  huyeron  desalados  á  Francia,  para  no 
caer  en  las  garras  de  la  policía,  y  alguno  de  entre  ellos,  desde  las  co- 
lumnas de  un  periódico  francés,  se  gloría  de  haber  sido  uno  de  los  que 
prepararon  la  tragedia  de  Barcelona. 

Agradabilísimas  son,  pues,  las  impresiones  que  se  sacan  de  la  lectura 
de  este  importantísimo  folleto.  Forjen  los  masones,  socialistas  y  liberta- 
rios cuantas  calumnias  quieran  contra  España;  esparzan  cuantas  false- 
dades les  vengan  en  talante  contra  los  soldados  españoles:  podrán  por 
el  momento  entoldar  con  la  niebla  de  sus  errores  el  sol  de  la  verdad, 
mas  al  fin  brillará  éste  esplendoroso  en  el  horizonte,  y  á  sus  reflejos  se 
descubrirá  la  culpabilidad  y  bajeza  de  alma  del  ajusticiado  Ferrer  y  la 
hidalguía,  caballerosidad  y  proverbial  equidad  de  los  jueces  militares 
que  le  condenaron. 

A.    P.    GOYENA. 


The   revival  of  scholastic  Philosophy   in   the   nineteenth   centyry, 

by  JOSEPH  Louis  Perrier,  Ph.  D.— New  York,  The  Columbia  University 
Press,  1909.— La  restauración  de  la  Filosofía  escolástica  en  el  siglo 
diez  y  nueve.  Un  volumen  en  4."  de  Vl-344  páginas.  Precio,  S  1,75. -Casa 
editorial  The  Macmillan  Company,  66,  Fifth  Avenue,  New  York. 

Esta  obra,  acerca  de  la  restauración  de  la  Filosofía  escolástica  en 
el  siglo  XIX,  es  muy  interesante,  escrita  con  gran  claridad  y  orden, 
con  suficiente  amplitud  y,  á  nuestro  parecer,  con  buen  criterio  y  acer- 
tado juicio  en  la  apreciación  del  mérito  de  los  autores  filósofos  que 
cita  y  del  valor  de  sus  doctrinas.  En  dos  partes  bien  distintas  se  divide 
la  obra;  la  primera,  que  se  puede  llamar  doctrinal,  y  la  segunda,  hisió- 
rica.  Expónese  concisamente  en  la  primera  (capítulos  I-VIIl)  la  doctrina 
escolástica  filosófica,  «limitándose,  escribe  el  docto  autor,  á  la  expo* 
sición  y  discusión  de  aquellos  principios  del  escolasticismo  cuyo  conoci- 


(1)    La  Época  (13  de  Noviembre)  trae  una  curiosa  estadística  con  la  calificación  de 
lo  que  eran  estos  desterrados. 


EXAMEN   DE   LIBROS  525 

miento  es  indispensable  para  la  inteligencia  de  la  restauración  filosófica^, 
y  remitiendo  para  ulteriores  conocimientos  á  Urráburu,  Mercier  y  los 
Jesuítas  de  Stonyharst.  No  se  contenta,  sin  embargo,  el  Sr.  Perrier  con 
resumir  ó  trasladar  lo  que  dicen  estos  autores,  sino  que,  mostrando  seguir 
el  movimiento  filosófico  contemporáneo,  cita  otras  fuentes  oportunas, 
V.  gr.,  la  Revue  de  Philosophie  (1),  1907,  en  la  sección  sobre  la  natura- 
leza y  propiedades  de  la  forma  substancial. 

Su  exposición  es  muy  clara  y  breve  sobre  algunas  principales  cues- 
tiones escolásticas  de  la  Filosofía,  tanto  en  la  Lógica,  en  que  defiende  el 
silogismo,  sin  excluir  el  método  de  inducción,  como  en  la  Metafísica 
general,  en  que  trata  de  la  teoría  escolástica,  del  acto  y  la  potencia  de  la 
substancia  y  de  la  causa,  y  en  la  Cosmología,  explanando  la  doctrina  es- 
colástica sobre  la  composición  de  los  cuerpos,  en  la  Psicología,  con  la 
teoría  de  la  abstracción,  naturaleza  y  lugar  del  alma  humana,  en  la  Teo- 
dicea, en  que,  he-cha  la  distinción  entre  la  teología  natural  y  revelada, 
trae  las  pruebas  de  la  existencia  y  de  los  atributos  de  Dios,  y,  por  fin,  en 
la  Ética  ó  Filosofía  moral,  con  sus  características  el  eudemonismo  y  la 
libertad. 

La  segunda  parte  (capítulos  IX-XV)  es  una  verdadera  historia  de  la 
Filosofía  escolástica  en  el  pasado  siglo,  tomada,  no  sólo  de  las  fuentes 
que  cita  en  la  prefación,  sino  de  otras  revistas  consultadas  por  el 
autor  y  de  las  mismas  obraste  los  autores  reseñados.  Empieza  por  Italia, 
y  en  ella  por  el  insigne  Sanseverino,  aconsejado  por  el  P,  Sardi,  S.  J.; 
sigue  por  España,  Portugal  y  la  América  española,  después  por  Ale- 
mania y  Austria,  por  Francia,  Bélgica,  por  los  demás  países  europeos 
y  por  los  Estados  Unidos  y  el  Canadá.  Se  detiene  de  un  modo  especial 
en  los  filósofos  de  Roma,  Zigliara,  Cornoldi,  etc.,  é  indica  el  gran  movi- 
miento filosófico  promovido  por  la  Encíclica  Aeterni  Patris  de  León  XIII 
y  en  particular  el  iniciado  y  sostenido  en  la  Universidad  Gregoriana.  Y 
aquí  se  hace  singularmente  simpático  el  docto  autor,  tomando  la  defensa 
del  tomismo  romano.  Conocidas  son  las  inculpaciones  hechas  contra 
los  tomistas  romanos  por  Besse  en  su  célebre  folleto  Dos  centros  del 
movimiento  tomista  (el  de  Roma  y  el  de  Lovaina),  como  si  no  hubieran 
aquéllos  estudiado  la  filosofía  moderna,  y,  más  que  filósofos  profundos 
que  con  su  estudio  personal  hiciesen  adelantar  la  ciencia,  juntando  á  la 
antigua  lo  bueno  de  la  nueva,  se  hubieran  constituido  meros  intérpretes 
de  los  dogmas  cristianos,  uniendo  lo  natural  con  lo  sobrenatural,  y  no 
hubieran  acertado  por  falta  de  crítica  á  interpretar  bien  al  mismo  Santo 
Tomás.  Pero  «los  neotomistas  de  hoy,  escribe  el  autor,  no  deben  censu- 
rar precipitadamente  la  obra  de  sus  hermanos  más  antiguos.  Los  esco- 


(l)  Esta  revista/dirigida  por  E.  Peillaube,  se  publica  cada  mes  en  París,  Gabriel  Beau- 
chesne  y  C»,  rué  de  Rennes,  117,  y  es,  sin  duda,  de  las  más  recomendables  por  su  sano 
criterio,  amplia  información  y  sólida  manera  de  discutir- 

RAZÓN  Y  FE,    lÜMÜ  XXV  ^ 


526  EXAMEN   DE   LIBROS 

lásticos  romanos  son  los  que  han  implantado  el  tomismo  en  el  mundo 
católico.»  Esto  es  lo  que  se  propusieron  los  primeros  tomistas  romanos, 
imponer  á  la  consideración  de  todo  el  mundo  la  restauración  tomista,  pero 
haciéndola  aceptar  primero  por  los  pensadores  católicos,  mostrando  para 
ello  la  perfecta  armonía  de  su  sistema  con  el  conjunto  de  las  verdades  re- 
veladas; y  esto  lo  consiguieron.  Ahora  ya  se  puede  proclamar  la  existencia 
y  exigir  el  estudio  de  esta  filosofía  de  todos  los  pensadores.  Háganlo 
éstos  así  y  admirarán  la  verdadera  sabiduría  de  los  escolásticos  y  la 
prudencia  de  la  Santa  Iglesia  en  aconsejar  el  estudio  del  Príncipe  de 
ellos,  Santo  Tomás  de  Aquino,  y  se  convencerán,  contra  lo  que  manifes- 
taron Picavet  en  Francia  y  Paulsen  en  Alemania,  que  el  impulso  dado 
por  León  XIII  al  neotomismo  no  ha  sido  negocio  político,  sino  amor  á 
la  verdadera  ciencia. 

Los  españoles  hemos  de  agradecer  al  autor  que,  estimando  el  mérito 
de  nuestro  compatriota  el  P.  Urráburu,  le  tribute  grandes 'alabanzas  y 
procure  dar  á  conocer  á  los  sabios  un  autor  «cuyas  obras,  dice  (pág.  181), 
constituyen  una  obra  de  ingenio  monumental,  uno  de  los  más  grandes 
tesoros  que  posee  la  literatura  neoescolastica».  No  vive  en  la  tierra, 
como  supone  el  autor  (pág.  175):  en  Razón  y  Fe,  de  que  era  colabo- 
rador, se  dio  cuenta  oportunamente  de  su  cristiana  y  religiosa  muerte. 
Alguno  que  otro  pequeño  error  como  éste  no  debe  apreciarse  en  obra 
como  la  que  recomendamos.  La  «Bibliografía  de  la  Filosofía  neoescolás- 
tica»  (páginas  249  á  337)  es  muy  copiosa.  Por  eso,  siendo  ya  tan  com- 
pleta, nos  ha  llamado  la  atención  que  nada  diga  de  la  Historia  de 
la  Filosofía  y  los  Rudimentos  de  Filosofía^  por  el  P.  J.  Fernández 
Cuevas,  S.  J.,  cuya  obra  estuvo  de  texto  hacia  la  mitad  del  siglo  pasado, 
en  algunos  seminarios  españoles. 

P,  ViLLADA. 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


Joaquín  Ant.  Ustoa,  prof.  di  Filosofía  nel 
Sem.  di  Vitoria  -Spagna).  In  qual  modo 
si  debe  studiare?  Saggio  teórico  pratico 
intorno  all'arte  dello  studio.  Versione 
daH'originale  spagnolo  per  cura  di  An- 
tonio Bous— Pavia,  Scuola  tip.  Aiti- 
gianelli,  1908.  Prezzo,  lire  una. 

En  el  número  de  Razón  y  Fe  co- 
rrespondiente al  mes  de  Marzo  de 
1908,  pág.  395,  dedicamos  al  libro  de 
nuestro  distinguido  amigo  el  Sr.  Ustoa 
merecidos  elogios;  de  su  traducción 
sólo  nos  resta  decir  que  es  oportuna  y 
que  está  hecha  con  esmero  y  fidelidad. 
Que  corra  de  mano  en  mano  entre  la 
juventud  estudiosa,  tanto  de  lengua 
castellana  como  italiana^  es  lo  que  muy 
de  veras  le  deseamos. 

E.  U.  DE  E. 

Historia  Universal,  por  D.  Martiniano 
Martínez  Ramírez.— Madrid,  Saturnino 
Calleja  Fernández,  calle  de  Valencia,  28. 
En  8.°  de  414  páginas,  3  pesetas. 

Es  la  segunda  edición  de  un  buen 
compendio  de  Historia  Universal, 
adoptado  en  varios  Seminarios,  Insti- 
tutos...; en  él,  sin  farragosa  erudición, 
con  claro  método  y  sanas  ideas,  se 
pone  al  alcance  de  los  jóvenes  lo  que 
necesitan  conocer  para  iniciarse  en 
materia  tan  vasta  y  complicada. 

Multitud  de  grabados  adornan  el  li- 
bro; entre  éstos  hay  varios  mapas,  que 
aunque  modestamente  trazados,  ayu- 
dan al  trabajo  de  la  imaginación,  so- 
bre todo  si  se  añade  la  explicación 
oral  del  profesor. 

Flores  del  claustro  y  arrullos  de  paloma, 
por  el  M.  R.  P.  Fray  Ambrosio  de  Va- 
lencina.— Sevilla,  imprenta  de  la  Divina 
Pastora,  1909.  En  12.^  de  268  páginas, 
2  pesetas. 

Es  la  vida  religiosa  de  una  joven  la 
que  va  apareciendo  y  desarrollándose 
en  estas  sencillas  páginas. 

Vive,  trabaja,  se  santifica  y  muere 
desconocida  de  los  hombres  en  un  con- 
vento de  Capuchinas;  pero  su  vida  está 
llena  de  encantos,  que  no  se  gustan 


porque  se  cononocen.  Por  eso  estas 
páginas  harán  grande  bien  en  muchas 
almas,  descubriéndoles  secretos  cuya 
existencia  quizás  ni  llegaban  á  sospe- 
char; aunque  es  verdad  que  alguna 
mayor  precisión  en  las  ideas  y  hechos 
hubiera  sido  conveniente,  sin  acabar, 
no  obstante,  de  descubrir  ni  nombres 
ni  circunstancias  particulares  que  me- 
jor quedan  ocultos. 

E.P.^^TI 

Los  Sants  Evangelis.  I  Sant  Mafheu.  Tra- 
dúcelo y  comentari  per  Frederich  Clas- 
CAR,  Pvre.  Censor:  M.  I.  Sr.  Dr.  D.  Joan 
Rifa,  Canonge  Lectora!.— Lluís  Giii,  edi- 
tor, Balmes,  83,  Barcelona. 

Hermosa  empresa  y  digna  de  toda 
alabanza  es  la  que  ha  acometido  el 
Dr.  Glasear  al  traducir  directamente 
del  griego  el  Nuevo  Testamento.  El 
ejemplo  de  Crampón,  que  dotó  al  clero 
católico  y  á  los  fieles  todos  de  Fran- 
cia de  una  excelente  traducción  direc- 
ta de  la  Biblia,  ha  estimulado  la  imita- 
ción en  otras  partes;  y  es  una  gloria 
para  Cataluña  el  haberse  adelantado 
á  las  regiones  del  resto  de  la  Penín- 
sula en  dar  á  luz  la  versión  catalana 
del  Evangelio.  De  esta  obra  (aunque 
sólo  ha  visto  la  luz  un  fascículo,  que 
contiene  cinco  capítulos  de  San  Ma- 
teo y  el  prospecto)  daremos  el  juicio 
en  dos  palabras,  y  sin  intención  de 
adular,  declaramos  que,  á  nuestro  en- 
tender, difícilmente  podía  hacerse  cosa 
mejor.  El  traductor  ha  tomado  como 
original  que  le  sirviera  de  base  el  me- 
jor de  todos  los  índices  griegos,  el  B 
(Vaticano),  aunque  sin  atarse  á  él  cie- 
gamente, ni  dejar  de  utilizar  otros  de 
gran  valor  y  en  algunas  cosas  preferi- 
bles. El  lenguaje  de  la  traducciones 
claro  y  sencillo,  como  corresponde  al 
Evangelio,  pero  al  mismo  tiempo  ele- 
gante y  escogido.  En  cuanto  á  las  no- 
tas (y  aquí  es  donde  más  de  corazón 
felicitamos  al  autor  por  su  buen  acuer- 
do), contienen  lo  más  útil  y  selecto  del 
excelente  comentario  del  P.  Knaben- 


528 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


bauer  y  de  algunos  otros  célebres  bi- 
blistas  (P.  Rose,  Mgr.  Camus,  etc.): 
siguiendo  este  camino,  era  imposible 
que  no  se  les  diese  á  los  lectores  de  un 
modo  agradable  y  casi  insensible  una 
gran  copia  de  sólida  y  provechosa  eru- 
dición para  la  mejor  y  más  exacta  in- 
teligencia del  Sagrado  Texto.  El  ha- 
ber preferido  (para  la  aclaración  del 
texto)  dar  lo  mejor  que  los  grandes 
maestros  han  expuesto  á  explicaciones 
personales  más  ó  menos  ingeniosas,  es 
lo  que  más  recomienda  este  trabajo. 
Ni  hay  para  qué  decir  que  deja  muy 
atrás  en  la  copia,  selección  y  utilidad 
de  las  notas  ó  las  traducciones  de 
Scio  y  Torres  Amat. 

De  la  Tabla  sinóptica  de  la  vida  de 
Cristo,  según  los  cuatro  Evangelios 
que  se  intercala,  con  diferentes  carac- 
teres, entre  texto  y  notas,  apenas  po- 
demos juzgar,  siendo  tan  corta  la  parte 
que  en  este  cuaderno  se  contiene:  sin 
embargo,  por  fuerza  habrá  de  topar 
con  la  dificultad,  hasta  ahora  insupera- 
ble, de  fijar  la  cronología  de  la  vida  de 
Nuestro  Señor  Jesucristo. 

Acompaña  á  la  traducción  una  co- 
lección de  hermosos  grabados  to- 
mados de  la  Biblia  gráfica  que  posee 
D.  Pedro  de  Alcántara  Ruiz. 

J.  DE  A. 
Le  Livre  d'Amos,  par  J.  Touzard,  Pro- 
fesseur  á  l'Institut  catholique  de  París.— 
París,  1909,  Bloud  et  C'«.  Un  volu- 
men en  12.°  de  LXXXV-118  páginas. 
El  Libro  de  Amos,  del  profesor  Tou- 
zard, forma  parte  de  la  Biblioteca  de 
Enseñanza  escripturística,  donde  ade- 
más van  también  publicados  otros  cin- 
co volúmenes,  cuatro  de  ellos  del  Pa- 
dre Rosa,  O.  P. ,  y  uno  de  Mgr.  Batif- 
fol,  sobre  los  Sinópticos,  los  Hechos 
Apostólicos  y  la  Enseñanza  de  Jesús. 
El  volumen  que  aquí  anunciamos,  aun- 
que de  exiguas  dimensiones,  encierra 
copiosa  y  escogida  doctrina.  A  una  in- 
troducción nutrida  y  docta  de  LXXXV 
páginas,  sigue  la  traducción  francesa 
sobre  el  original  masorético,  aunque 
ilustrada,  donde  es  menester,  con  el 
texto  de  las  versiones  clásicas,  en  es- 
pecial la  alejandrina,  *  cuyas  numero- 
sas variantes  suministran  acá  y  allá 
una  base  sólida  de  útiles  correccio- 
nes» (1 ),  y  al  texto  francés  acompaña  el 

(I)    Introd.,  pág.  XLIX. 


comentario.  Como  había  derecho  á  es- 
perar  del  profesor  Touzard,  el  trabajo 
está  muy  bien  hecho:  la  introducción 
trata  con  amplitud  todos  aquellos  pun- 
tos que  son  necesarios  para  orientar 
al  lector  sobre  el  argumento  de  El  Li- 
bro de  Amos,  exponiendo  la  situación 
política  y  religiosa  de  Israel  en  la  épo- 
ca del  Profeta,  sus  relaciones  con  los 
pueblos  de  Asia,  que  por  entonces  in- 
tervenían como  factores  históricos,  in- 
fluyendo sobre  la  vida  pública  del  rei- 
no de  las  diez  tribus.  Estudia  también 
con  cuidado  las  condiciones  literarias 
del  texto,  su  autenticidad,  integridad 
y  relaciones  con  otros  libros  del  Anti- 
guo Testamento.  El  resultado  de  esta 
última  investigación,  además  de  ma- 
nifestar analogías  especiales  y  repe- 
tidos casos  de  paralelismo  con  ef  Pen- 
tateuco, sobre  todo  hace  ver  de  un 
modo  palpable  que  Amos,  el  más  an- 
tiguo de  los  Profetas,  cuyos  escritos 
conservamos,  no  es  el  creador  del  vas- 
to sistema  religioso  que  inspira  su  pro- 
fecía, sino  que  todo  él,  en  cada  uno 
de  sus  artículos,  se  hallaba  perfecta- 
mente formado  y  era  familiar  al  pue- 
blo de  las  diez  tribus  ya  en  aquella 
época,  es  decir,  al  promediar  el  si- 
glo IX  antes  de  Jesucristo.  Tanto  la 
introducción  como  la  versión  y  el  co- 
mentario hacen  honor  á  la  ciencia  del 
profesor  M.  Touzard,  por  otra  parte 
ya  acreditada  de  años  atrás.  El  tama- 
ño de  los  volúmenes  de  la  Biblioteca 
y  lo  módico  de  su  precio  podrían  con- 
tribuir á  que  se  extendiera  y  pudiera 
servir  de  texto  en  las  clases,  pues  tan 
escasos  ó,  por  mejor  decir,  tan  des- 
provistos y  faltos  nos  hallamos  de 
textos  de  Exégesis. 

L.  M. 

Ediciones  de  Canto  Gregoriano,  L.  Sch- 
WANN,  Dusseldorf.  Kyriale,  Missa  Pro 
Defunctis,  Ton  i  Communes  Missae, 
Gloria  ad  Intr.  Alleluia  Temp.  Pasch,  Te 
Deum,  Veni  Creator,  Pange  lingua,  etc. 
En  8.^  menor,  1,50  pesetas. 

Epitome  e  Graduali  Romano  de  Tempore 
et  de  Sanctis.  En  8.°  mayor,  Edictio  T, 
8,40  pesetas.  En  8."  menor,  Edictio  U,  7 
pesetas. 

Intonationes  et  Toni  Communes  Missae, 
ed.  Prof.  Dr.  P.  Wagner.  En  8.°  menor. 

La  casa  Schwann,  de  Dusseldorf,  ha 
adquirido  una  verdadera  celebridad  en 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


529 


editar  obras  de  música  religiosa  y  es- 
pecialmente de  canto  gregoriano.  Es 
la  que  en  Alemania  trabaja  mejor  este 
ramo  y  la  que  en  él  ha  puesto  todos 
sus  empeños  con  una  seriedad,  cons- 
tancia y  acierto  dignos  de  todo  aplau- 
so. Solamente  puede  competir  con  la 
casa  Schwann  la  no  menos  celebrada 
Desclée,  de  Tournai;  diríase  que  am- 
bas á  dos  se  estimulan  y  se  animan 
hasta  prodigar  con  exceso  en  diferentes 
tamaños,  con  diversos  tipos  y  más  ó 
menos  económicamente  las  ediciones 
Vaticanas  de  canto  gregoriano.  La  edi- 
■ción  Schwann  ofrece  un  aspecto  se- 
vero y  majestuoso,  y  su  esbelta  nota- 
ción está  al  alcance  de  las  vistas  más 
cansadas.  Reproduce  con  toda  exacti- 
tud la  edición  típica,  tal  cual  es;  sólo 
que  en  estos  Epitomes  se  omiten  todas 
aquellas  fiestas  de  uso  menos  frecuente 
en  las  iglesias  ordinarias. 

Las  Entonaciones  y  Tonos  comunes 
del  Misal  están  presentados,  anotados 
y  comentados  en  pequeño  y  elegante 
opúsculo  |3or  el  Dr.  Wagner,  de  Fri- 
burgo.  Este  librito  debería  estar  en  ma- 
nos de  todos  los  clérigos,  y  su  estudio 
se  hace  tan  necesario  para  la  dignidad 
de  la  liturgia  solemne,  como  el  de  las 
rúbricas,  á  las  que  tanto  realce  dan  las 
sencillas  y  devotas  fórmulas  melódicas 
del  Misal.  De  hecho  se  ve  que  pocos 
se  presentan  al  altar  sin  conocer,  si- 
quiera en  globo,  las  ceremonias;  pero 
es  más  que  frecuente  andar  perdido 
en  el  canto  de  los  recitados  más  sim- 
ples. ¡Gracias  que  hasta  ahora  se  han 
escudado  muchos  en  el  canto  español, 
ignorado  á  punto  fijo  por  casi  todos 
«US  defensores! 

N.  Otaño. 

Almanaque  de  la  familia  cristiana  para 
el  año  de  1910.— Establecimientos  Ben- 
ziger,  Einsiedeln,  Suiza. 

Es  muy  recomendable  el  precioso 
almanaque,  el  21.^  de  la  serie  comen- 
tada en  1889,  que  acaba  de  publicar  la 
acreditada  casa  editorial  de  Benziger. 
Este  almanaque  viene  á  ser  un  libro  de 
enseñanza,  de  entretenimiento  y  de 
.adorno.  De  enseñanza,  por  sus  artícu- 
los doctrinales,  narraciones  históricas, 
noticias  científicas  y  principios  de  sana 
moral  que  informan  sus  páginas.  De 
entretenimiento,  por  la  amenidad  de 


su  lectura,  por  sus  cuentos,  novelas, 
anécdotas  y  poesías.  De  adorno,  por 
la  profusión  de  sus  ilustraciones  y  her- 
mosos grabados  que  embellecen  sus 
páginas. 

El  Arte  más  difícil,  por  E.  Bertrán  y 
Rubio.  Un  volumen  en  S.**  de  383  pági- 
nas.—Barcelona,  Manuel  Marín,  editor, 
Cortes,  594;  1909. 

El  arte  más  difícil:  he  ahí  un  título 
que  excita  la  curiosidad  del  lector  y 
le  mueve  á  abrir  el  libro  para  ver  en 
qué  consiste  ese  arte  tan  difícil.  Nosce 
te  ipsum  fué  desde  Sócrates  y  San 
Agustín  la  gran  máxima  de  la  humana 
sabiduría;  pero  conocerse  á  sí  mismo, 
aunque  difícil,  no  es  lo  más  arduo; 
más  difícil  es  apreciar  bien  los  hom- 
bres y  las  acciones,  tenerlos  por  lo 
que  son,  no  por  lo  que  aparentan. 
Para  enseñarnos  este  arte  presenta  el 
autor  «un  manojo  de  impresiones,  ob- 
servaciones y  datos  recogidos  en  su 
ímproba  y  casi  continua  tarea  de  estu- 
diar al  prójimo  y  pensar  en  las  cosas 
de  la  vida>.  Su  intención  es  muy  cris- 
tiana, expresada  en  aquellas  hermosas 
palabras,  dignas  de  un  buen  padre: 
«Considerábame  dichoso  por  adelan- 
tado si  mis  hijos,  al  inventariar  mis 
papeles  después  de  mi  muerte,  aunque 
hallasen  algo  de  que  reírse,  no  trope- 
zaban con  nada  de  que  avergonzarse 
por  mí.»  El  estilo  es  claro,  llano  y  fa- 
miliar, y  el  libro  contiene  páginas  dig- 
nas de  ser  leídas  por  toda  persona  re- 
flexiva, especialmente  los  capítulos  en 
que  trata  de  «Cómo  y  dónde  hay  que 
observar— Algo  sobre  urbanidad — El 
flaco— A  corazones  heridos». 

E.  U.  DE  E. 

An  der  Wiege  der  Luftschiffahrt.  Voh 
Bathasar  Wilhelm,  S.  J.,  Professor  an 
der  Stella  Matutina  zu  Feidkirch,  Zwei- 
ter  Teil.  Bartholomeu  Lourengo  de  Gus- 
mao,  dererste  Luftschiffer.—  Nacimiento 
de  la  Aerostática,  por  B.  Wilhelm,  S.  J., 
profesor  del  colegio  Stella  Matutina 
en  Feidkirch.  Segunda  parte.  Bartolomé 
Lorenzo  de  Gusmao,  el  primer  aero- 
nauta.— Hamm  (Westfalia),  1909. 

Este  año,  el  8  de  Agosto,  hizo  jus- 
tamente dos  siglos  que  llevó  á  cabo  en 
Lisboa  el  P.  B.  de  GusmSo  las  prime- 
ras experiencias  aerostáticas  ó  de  na- 
vegación aérea,  que  le  valieron   el 


530 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


nombre  de  o  voador  (el  volador),  que 
le  dio  el  pueblo  de  aquella  capital. 

Mas,  ¿á  qué  traer  á  la  memoria  tan 
añejos  ensayos,  primeros  y  mal  segu- 
ros pasos  de  la  recién  nacida  Aerostá- 
tica, en  vísperas,  como  estamos,  de  ver 
realizados  los  aéreos  ó  voladores  de 
servicio  público,  que  fantasea  Mr.  Bén- 
son  en  El  amo  del  mundo? 

Ante  los  triunfos  modernos  de  la 
Aeronáutica,  ó  llámese  .4  viación,  ¿quién 
se  admirará  hoy  de  que  subiera  en  un 
globo  el  P.  Gusmao  el  año  1709  en  la 
plaza  de  la  Casa  da  India,  ó  que  desde 
la  Plaza  de  Armas  del  Castillo  de  San 
Jorge  fuera  en  su  Passarola  volando 
por  los  aires  hasta  el  Torreiro  do  Pago? 

Pero  si  atendemos  á  los  doscientos 
años  que  median  entre  los  ensayos  del 
P.  Gusmao  y  las  experiencias  de  los 
aviadores  de  nuestros  días,  y  á  que  lo 
más  difícil  en  todo  es  dar  el  primer 
paso,  no  podremos  menos  de  tener  por 
muy  justo  pagar  algún  tributo  de  admi- 
ración al  P.  Gusmao,  verdadero  dédalo 
portugués,  primer  aeronauta  y  padre 
de  la  Aerostática. 

Así  lo  entendieron  los  muchos  que 
han  escrito  acerca  del  P.  Gusmao  y  de 
su  invento;  entre  los  cuales  el  Padre 
Wilhelm,  con  haberlo  hecho  este  mis- 
mo año ,  no  halló  agotada  la  materia, 
antes  pudo  completarla  con  nuevos  y 
curiosos  datos. 

En  esta  memoria  ó  folleto,  conside- 
rado por  el  autor  como  segunda  parte 
de  otro  estudio  semejante  que  hizo  del 
P.  Francisco  Lana,  S.  J.,  publicados 
ambos  en  los  Franfkfurter  Zeifgemesse 
Brocharen  (Folletos  de  actualidad,  edi- 
tados en  Francfort),  examina  el  autor 
tres  puntos:  1.°,  si  fué  ó  no  jesuíta  el 
P.  Gusmao;  2.°,  cuántas  formas  dio  al 
aparato  de  su  invención;  3.°,  qué  lugar 
y  mérito  corresponde  al  célebre  portu- 
gués en  la  historia  de  la  Aeronáutica. 

En  el  primer  punto,  fundado  en  ra- 
zones de  mucho  peso,  aunque  tal  vez 
no  bastantes  á  disipar  enteramente  la 
duda,  llega  el  autor  á  la  conclusión  de 
que  no  fué  de  la  Compañía  de  Jesús  el 
P.  Gusmao,  contra  lo  que  rezan  los 
más  de  los  Diccionarios  biográficos. 
Estuvo,  sí,  en  la  Compañía  el  P.  Gus- 
mSo,  pero  salió  de  ella  siendo  aún 
novicio. 

Además  de  los  muchos  documentos 
históricos,  amenizan  el  folleto  varias 


anécdotas  y  composiciones  poéticas 
de  autores  coetáneos,  que  muestran 
bien  claro  el  juicio  que  mereció  á  sus 
contemporáneos  el  invento  del  Padre 
Gusmao. 

B.  F.  V. 

Escritas  ya  estas  líneas,  y  en  el  mo- 
mento de  ser  llevadas  á  la  imprenta^ 
recibimos  el  nuevo  volumen  del  mismo 
P.  Baltasar  Wilhelm  S.  J.,  titulado  Die 
Anfánge  der  Luftahrt.  Lana-Gusmao. 
(Los  orígenes  de  la  navegación  aérea). 
204  páginas  en  S.""  menor  Hamm  i.  W. 
(Westfalia)  Verlag  von  Breer  &  Thie- 
mann.  El  volumen  está  dividido  en  dos 
partes:  La  primera  está  consagrada  al 
P.  Francisco  Lana,  S.  J.  (1631-1687),  el 
inventor  de  la  navegación  aérea;  en 
ella  expone  el  autor  los  fundamentos 
científicos  y  significación  del  plan  de 
dicho  Padre;  comprende  cuatro  capí- 
tulos: Sueños  y  espumas,  La  idea,  Vida 
é  influjo.  Continuación  de  su  vida  y  de 
su  influjo.  En  la  segunda  parte  trata 
del  brasileño  Bartolomé  Lorenzo  de 
Gusmao  (1686-1724),  el  primer  aero- 
nauta, de  quien  se  ha  hablado  antes. 
El  libro  está  presentado  con  mucho 
gusto  é  ilustrado  con  14  figuras  y  el 
retrato  del  P.  Lana.  Plácemes  merece 
el  P.  Wilhelm  por  su  oportuno  y  cu- 
rioso trabajo. 

Aritmética  práctica  para  el  curso  prepa- 
ratorio, acomodada  al  elenco  oficial  del 
Instituto  de  la  Habana  por  el  P.  Juan 
Crego,  S.  J.,  profesor  del  Colegio  de 
Belén.  Un  volumen  en  8."  mayor  de 
219  páginas.— Habana,  Seoane  y  Álva- 
rez,  Compostela,  139, 1909. 

Curso  Elemental.  Primero  y  segundo  año. 
Curso  práctico  de  Aritmética,  por  A.  Mi- 
NET  y  L.  Platin,  192,  páginas  en  12.°— 
Paris,  Fernando  Nathan,  rué  de  Con- 
de, 18. 

Curso  Medio.  Curso  práctico  de  Arítmé-  " 
tica,  por  M.  de  Toro  Gómez.  288  pági- 
nas en  12.°— Barcelona,  Gustavo  Gili,. 
Universidad,  45. 

He  ahí  tres  obritas  de  texto,  cuya- 
parte  teórica  comprende  solamente  las 
nociones  indispensables,  para  consa- 
grar todo  lo  demás  á  la  práctica,  esto 
es,  al  planteamiento  y  solución  de  pro- 
blemas. Su  máxima  es  «muy  poca  teo- 
ría y  muchos  ejercicios»:  excelente 
método  de  pedagogía.  El  primer  texto 
lo  consideramos  muy  útil  y  acomodado 
para  los  alumnos  de  segunda  ense-  > 


NOTICIAS  BIBLIOGRÁFICAS 


531- 


ñanza  del  CoIe¿,io  de  Belén;  en  el  se- 
gundo abundan  los  problemas  orales 
y  escritos,  figuras  y  ejercicios  de  re- 
paso, los  cálculos  de  gasto,  ganancia  y 
ahorro  anual,  de  compra  y  venta  y  be- 
neficio y  los  problemas  recapitulati- 
vos;  todo  lo  cual  es  en  verdad  emi- 
nentemente práctico.  Lo  que  consti- 
tuye la  originalidad  del  tercero  y  le  da 
mucho  valor  pedagógico  es  la.  agrupa- 
ción de  los  problemas  por  series  de 
igual  naturaleza.  En  una  palabra,  en 
los  tres  libros  están  los  ejercicios  es- 
cogidos con  cuidado,  graduados  con 
tino  y  clasificados  con  método.  Sola- 
mente en  el  segundo  de  los  libritos  in- 
dicados hemos  hallado  alguna  inexac- 
titud en  las  definiciones  y  algún  gali- 
cismo en  el  lenguaje;  pero  esto  es  muy 
secundario. 

Elementos  de  Geometría  analítica,  por 
Miguel  Vegas.  Un  volumen  de  240  pá- 
ginas en  8."  menor.— Herederos  de  Juan 
Gili,  Cortes,  531,  Barcelona,  1909. 

Los  Elementos  de  Geometr'a  ana- 
lítica vienen  á  ser  un  texto  para  los 
alumnos  de  Universidad  y  un  com- 
pendio á  la  vez  de  la  magistral  obra 
Tratado  de  Geometría  analítica,  en 
dos  tomos,  del  mismo  ilustrado  profe- 
sor. Como  texto,  contiene  lo  más  esen- 
cial y  necesario  para  enseñar  á  los 
alumnos  las  teorías  fundamentales  de 
la  Geometría  moderna.  Como  compen- 
dio, abarca  lo  más  fundamental  de  la 
Analítica,  y  hubiera  resultado  com- 
pleto si  en  las  cónicas  y  cuádricas  hu- 
biese extractado  brevemente  el  ca- 
pítulo de  curvas  y  conos  de  segundo 
orden  referidos  á  un  polígono,  tan  útil 
parala  solución  de  los  problemas  re- 
ferentes á  cónicas.  Que  el  libro  está 
escrito  con  perfecto  conocimiento  de 
la  materia,  precisión  y  rigor  científico, 
superfino  es  decirlo,  dada  la  compe- 
tencia y  magisterio  del  docto  profesor 
y  académico. 

La  Machine  á  Influence.  Son  évolution,  sa 
théorie,  par  V.  Schaffers,  Docteiir  és 
Sciences.  Un  volumen  en  8."  de  506  pá- 
ginas.—París,  Gauthier-Villars,  Impri- 
meur-Libraire,  Quai  des  Grands-Augus- 
tins,  55. 

Habiendo  en  Lovaina  un  magnífico 


museo  de  máquinas  eléctricas,  que  és 
la  admiración  de  cuantos  lo  visitan,  rto 
hay  para  qué  decir  que  el  autor  se  ha- 
llaba en  excelentes  condiciones  para 
escribir  sobre  esta  materia.  Y  en  efec- 
to, cuatro  cosas  dan  realce  y  especial 
valor  á  este  libro.  En  grimer  lugar; 
Schaffers  explica  muy  bien  la  evolución 
histórica  de  las  máquinas  de  inducción, 
teniendo  en  cuenta  las  perfecciones  y 
modificaciones  que  sucesivamente  se 
han  ido  introduciendo  en  ellas;  en  se- 
gundo lugar,  expone  la  teoría  y  funcio- 
namiento de  las  mismas;  en  tercer  lu- 
gar, hace  preciosas  y  sugestivas  indi- 
caciones de  aplicación  á  la  electrotera- 
pia, producción  de  ondas  hertzianas  y 
al  estudio  de  diversas  radiaciones;  en 
cuarto  lugar,  presenta  nuevos  y  origi- 
nales puntos  de  vistasobre  la  inversión 
de  los  signos,  sobre  la  limitación  de 
las  cargas,  disimetría  de  las  máquinas 
ordinarias,  medidas  galvanométricas  y 
de  descargas  explosivas.  Si  á  esto  se 
añade  que  el  tomo  está  profusamente 
ilustrado  con  figuras,  no  habrá  para  qué 
añadir  que  es  muy  recomendable  oará 
los  amantes  de  la  electrotecnia. 

Los  Refranes  vascos  de  Sauguis,  traduci- 
dos y  anotados  por  Julio  de  Urquijo  é 
Ibarra.  Folleto  de  51  páginas  en  8."  ma- 
yor.—Bayona,  Imprimerie  A.  Lamai- 
gnére,  rué  Jacques  Laífitte,  9;  1909. 

Nuestro  respetable  colaborador 
M.  de  Jaurgain,  dice  el  Sr.  Urquijo,  ha 
tenido  la  fortuna  de  hallar  entre  Ios- 
papeles  que  pertenecieron  al  célebre 
autor  de  Notitía  Ufriusque  Vasconiae, 
un  cuaderno  manuscrito  con  buen  nú- 
mero de  proverbios  en  vascuence.  En- 
tre ellos  hay  bastantes  inéditos,  y  al 
tratar  de  descifrarlos  y  traducirlos,  me 
he  visto  precisado  á  consultar  con 
frecuencia  cuanto  se  ha  escrito  hasta 
el  día  respecto  á  refranes  vascos,  y 
aun  á  tomar  acerca  de  los  mismos  al- 
gunas notas.  Con  estas  últimas  me  ha 
parecido  podría  ampliar  algo  el  preám- 
bulo á  los  proverbios  recientemente 
descubiertos...  ^  El  Sr.  Urquijo  es  digno 
de  mucha  loa  por  su  constante  é  infa- 
tigable labor  en  beneficio  de  la  litera- 
tura vasca,  y  en  particular  por  este 
nuevo  trabajo,  en  que  á  la  traducción 
acompañan  un  largo  y  concienzudo 
preámbulo  y  numerosas  notas. 


532 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


¡osecho.  Echeita-tar  José  Manuel-ek  Biz- 
KAi-KO  euskeraz  iratziriko  Irakurgeya.— 
Durango-n,  Florentino  Elosu-ren 
echean,  1909.— Garren  urtean. 

He  ahí  una  preciosa  novela  vascon- 
gada, en  que  la  idea  y  la  realidad,  las 
expresiones  y  los  episodios,  los  carac- 
teres y  las  escenas  se  hallan  saturados 
de  aquel  intenso  olor  á  marisco  que  se 
percibe  en  las  costeñas  aldeas  del  Gol- 
fo de  Vizcaya.  Los  amores  infantiles  de 
Eladi  y  de  Josecho,  que  inocente  y  can- 
dorosamente se  van  desarrollando  en 
el  curso  de  una  vida  sencilla  del  case- 
río de  Ondartza,  hasta  el  punto  de  en- 
gendrar un  amor  intenso,  pero  noble; 
un  afecto  vehemente,  pero  que  no  re- 
basa los  límites  de  la  dignidad  cristia- 
na, constituyen  la  trama  del  argumen- 
to; trama  que  adquiere  mayor  comple- 
jidad é  interés  con  los  variados  inci- 
dentes de  la  azarosa  navegación  de 
Josecho  por  los  mares  de  Méjico  y 
Montevideo,  Habana  y  Puerto  Rico, 
Inglaterra  y  costas  del  Cantábrico.  Es 
una  nueva  obra  que  viene  á  enriquecer 
la  incipiente  literatura  vasca,  y  su  au- 
tor, D.  José  Manuel  de  Echeita,  me- 
rece por  lo  mismo  un  sincero  aplauso 
de  todos  los  buenos  hijos  de  la  Eus- 
kalerría,  que  ansian  ver  coronada 
la  frente  de  su  madre  con  el  laurel  de 
la  inmortalidad  literaria.  La  presen- 
tación material  del  libro  está  bien  he- 
cha, y  el  benemérito  editor  D.  Floren- 
tino Elosu  merece  que  los  vasconga- 
dos se  lo  agradezcan,  apresurándose  á 
adquirir  tan  preciosa  novela. 

E.  U.  DE  E. 

Carta-Pastoral  del  Ilmo.  y  Rvmo.  Sr.  Doc- 
tor D.Juan  Maura  y  Gelabert,  Obispo 
de  Orihuela,  al  Clero  de  su  diócesis  y 
alumnos  de  su  Seminario.  Segunda  so- 
bre el  Modernismo.— Orihuela,  impren- 
ta de  Cornelio  Paya.  1909.  En  4.",  de  24 
páginas. 

Continúa  el  ilustríslmo  autor  refu- 
tando el  Modernismo,  y  demuestra  con 
textos  de  los  mismss  modernistas,  es- 
pecialmente Bergson  y  Le  Roy,  cote- 
jados con  la  verdadera  noción  de  la 
verdad  subjetivo-objetiva  y  de  la  fa- 
cultad intelectiva,  el  agnosticismo  ó 
idealismo  encerrado  en  el  modernismo. 
Expone  con  claridad  y  concisión  la  di- 
ferencia entre  el  conocimiento  sensi- 
tivo, sobre  todo  del  irracional,  y  el  de 


la  inteligencia,  pudiendo  concluir  com 
razón:  «En  resumen,  la  humana  inteli- 
gencia, desde  todos  sus  puntos  de 
vista,  sale  muy  malparada  de  manos 
de  los  filósofos  modernistas.> 

Dictionnaire  Apologetique  de  lafoicatfio- 
lique...  Quatriéme  édition  entiérement 
refondue  sous  la  direction  de  A.  d'Alés. 
Fascicule  II,  Aumóne-Concordats.— Pa- 
rís, Gabriel  Beauchesne  et  C^^,  éditeurs, 
rué  de  Rennes,  117;  1909.  En  folio,  co- 
lumnas 321-640,  5  francos. 

No  es  menos  digno  de  elogio  este 
fascículo  del  nuevo  Diccionario  Apolo- 
gético de  la  fe  católica  que  el  anterior 
(v.  Razón  y  Fe,  t.  XXIV,  pág.  246), 
por  la  amplitud,  solidez  y  erudición 
antigua  y  moderna  de  los  artículos  en 
general,  y  por  la  singular  competencia 
de  sus  autores.  Son  notables,  entre 
otros  artículos,  «Babilonia  y  la  Biblia», 
donde  se  expone  con  suma  brevedad 
y  claridad  la  escritura  cuneiforme,  se 
estudia  el  Código  de  Hamurabi,  en 
comparación  con  el  de  Moisés,  y  se 
deducen  por  el  P.  Condamin,  S.  J.,  im- 
portantes conclusiones;  «Cabala  de  los 
devotos»,  que  no  es  otra  cosa,  dice  el 
autor  de  la  Briére,  que  la  Compañía 
del  Santísimo  Sacramento,  de  que 
tanto  se  ha  escrito  en  estos  últimos 
meses  en  libros  y  revistas;  «Catacum- 
bas cristianas  de  Roma»;  «China  (reli- 
giones y  doctrinas)»,  sacado  todo  ente- 
ramente de  las  fuentes  chinas  origina- 
les, pues  casi  todos  los  libros  antiguos 
de  Europa  están  ya  muy  atrasados,  y 
muchos  de  los  modernos  no  andan 
acertados,  como  escribe  el  P.  Wie- 
ger,  S  J.;  «Corazón  de  Jesús  (culto 
del)"  —  su  gran  promesa,  su  influencia 
social  — (con  una  riquísima  bibliogra- 
fía por  R.  du  Bouays  de  la  Bougassié- 
re);  «Clero»;  «Concilios»,  etc.,  etc., 
El  primero,  Aumóne,  termina  el  trata- 
do de  la  limosna,  refutando  su  autor, 
el  conocido  sociólogo  P.  C.  Antoine, 
las  dificultades  que  contra  la  dignidad 
y  obligación  de  la  limosna  cristiana 
oponen  Spencer,  ciertos  economistas 
liberales  y  especialmente  el  socialis- 
mo. El  artículo  acerca  de  los  concorda- 
tos concluirá  en  el  fascículo  siguiente. 

Maria  es  nuestra  Patraña.  Memoria  pre- 
sentada al  Congreso  Mariano  de  Bar- 
celona de   1904   por  el  Dr.  D.  Jus- 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


533 


TINO  GuiTART,  presbítero.  —  Barcelona, 
Pino,  5;  1908.  En  8.",  de  44  páginas. 

Obra  útil ,  especialmente  á  los  con- 
gregantes, muy  documentada  y  bien 
razonada,  en  que  se  prueba  que  las 
congregaciones  agregadas  á  la  Prima 
primaria  de  la  Anunciata,  dirigida  por 
los  Padres  de  la  Compañía  de  Jesús  en 
Roma,  deben  llevar  por  título  principal 
alguna  advocación  de  la  Santísima  Vir- 
gen, verbigracia,  de  la  Inmaculada,  aun- 
que tomen  otro  Patrón  secundario,  ver- 
bigracia, de  San  Luis  Gonzaga,  y  que  en 
el  lenguaje  moral  deben  llamarse  con- 
gregaciones mañanas,  y  sus  congre- 
gantes, no  luises,  etc.,  sino  congregan- 
tes de  la  Inmaculada,  de  la  Anuncia- 
ta, etc.,  ó  simplemente  congregantes, 
como  antes  lo  había  sancionado  el  uso. 
Para  distinguirse  unas  mañanan  de 
otras,  se  podrían  llamar  congregacio- 
nes de  eclesiásticos,  ó  casados^  ú  obre- 
ros, ó  estudiantes,  etc. 

Á  las  hijas  de  María.  La  comunión  fre- 
cuente y  cotidiana,  por  el  P.  Julio  Lin- 
TELO,  de  la  Compañía  de  Jesús.  Traduc- 
ción del  francés  por  el  P.Jaime  Pons,  de 
la  misma  Compañía.  Barcelona,  G.  üili, 
calle  de  la  Universidad,  45,  MCMIX. 
En  16.^  de  72  páginas,  0,15  pesetas. 

Todo  lector  piadoso  hallará  en  este 
opúsculo  lo  que  á  las  hijas  de  María 
dice  el  autor:  hallará  compendiadas 
las  razones,  motivos  y  ejemplos  que 
deben  inducirle  á  la  comunión  fre- 
cuente y  cotidiana,  y,  al  mismo  tiem- 
po, desvanecidos  los  principales  sofis- 
mas y  pretextos  que  pudieran  apar- 
tarle ó  retraerle  de  ella. 

Hasta  el  Cielo.  Cartas  consolatorias,  es- 
critas por  el  R.  P.  Blot,  misionero 
apostólico.  Traducción  de  la  tercera 
edición  francesa  por  E.  Widerkehr.— 
Barcelona,  Herederos  de  Juan  Gilí,  edito- 
res, Cortes,  581;  1909. 

Plácemes  merecen  los  editores  y  tra- 
ductor de  esta  obrita,  que  tanto  bien 
ha  hecho  en  Francia  y  que  esperamos 
ha  de  hacer  en  España  y  en  los  países 
de  lengua  española. 

Con  razón  dice  el  autor  que  la  espe- 
ranza de  encontrar  en  el  Cielo  al  di- 
funto querido,  reconocerle  y  amarle 
más  aún  que  en  la  tierra,  embalsamará 
la  vida  de  celestial  aroma  y  tai  vez 
produzca  frutos  de   salvación.  Pues, 


para  excitar  y  fomentar  esta  esperanza 
y  el  celo  de  la  salvación  consiguiente, 
sirven  mucho  las  siete  cartas  y  las 
oraciones  mismas  que  componen  la 
obra. 

R.  P.  Arturo  Devine,  Pasionista.  Los 
Mandamientos,  explicados  según  la 
doctrina  y  enseñanza  de  la  Iglesia, 
traducida  del  ingles  por  J.  Gilí  Mont- 
ÉLANCH.  Segunda  edición.  Con  licencia 
del  Ordinario.— Herederos  de  Juan  Gilí, 
editores.  Cortes,  581,  Barcelona,  1909. 
Un  volumen  en  8."  mayor  de  XI-665  pá- 
ginas, 5,50  pesetas. 

Después  de  un  tratadito,  parte  pri- 
mera de  la  obra,  sobre  la  ley  de  Dios 
en  general,  contiene  la  segunda  parte 
una  explicación  completa  y  exacta,  se- 
gún decía  el  P.  Murillo  al  dar  cuenta 
de  la  primera  edición  de  Los  Manda- 
mientos del  Decálogo,  que  podrá  ser- 
vir para  la  explicación  del  Ca  ecismo, 
en  pláticas  é  instrucciones  á  sacerdo- 
tes, catequistas  y  maestros.  Es  obra 
de  teología  moral,  y  especialmente  de 
la  llamada  casuística,  y  de  filosofía 
moral,  tratada  conforme  á  los  princi- 
pios de  ambas  ciencias  y  acomodada 
para  la  enseñanza  de  los  fieles  en  ge- 
neral. 

Marcel  Barón,  de  la  Compagnie  de  Jésus. 
Le  Coeur  de  Jésus  dans  ses  paroles.  Élé- 
vations.  —  Paris,  Gabriel  Beauchesne 
et  Ci«,  éditeurs,  rué  de  Rennes,  1 17;  1909. 
Un  volumen  en  12.°  francés  de  320  pá- 
ginas, 3,50  francos. 

Toda  oración  es  una  elevación  del 
alma  á  Dios.  Lo  es  especialmente  la 
contemplación,  sea  la  adquirida,  sea 
la  infusa.  «Las  elevaciones  que  nos 
ofrece  en  esta  obra  el  autor,  según 
escribe  en  la  introducción,  sin  ser  ejer- 
cicios de  oración  propiamente  dicha, 
semejan  á  ensayos  de  contemplación 
ordinaria  (adquirida),  tal  como  puede 
tenerla  toda  persona  de  pura  inten- 
ción y  buena  voluntad.»  Con  ellas  se 
propone  ir  como  á  la  descubierta  de 
los  sentimientos  íntimos  que  hicieron 
palpitar  el  Corazón  de  Nuestro  Señor 
Jesucristo  cuando  su  boca  divina  pro- 
nunciaba las  palabras  que  se  dignó 
dejarnos  para  nuestra  enseñanza  y 
ejemplo.  Son  23  las  elevaciones,  divi- 
didas en  tres  capítulos:  Origen  de  las 
palabras  de  Jesús,  Características  de 
las  palabras  de  Jesús,  Objeto  ó  fin  de 


534 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


las  palabras  de  Nuestro  Señor.  A  cada 
elevación  sobre  las  palabras  del  Sal- 
vador precede  un  preludio  histórico  y 
una  breve  oración  acomodada  á  aqué- 
lla. No  dudamos  de  que  esta  obra  ha 
de  ser  de  gran  provecho  espiritual  y 
de  mucha  instrucción  á  las  personas 
serias  y  devotas. 

Manuale  Juris  Ecclesiastici  in  usum  cle- 
ricorum  praesertim  illorum  qui  ad  or- 
dines  religiosos  pertinent,  edidit  P.  Fr. 
DoM  M.  Prümmer.  o.  P.  R.  Tomus  I:  De 
personis  et  rebus  ecclesiasticis  in  ge- 
nere.—Friburgi,  Brisgovise,  Sumptibus 
Herder.  Typographiis  editor  Pontificii, 
MCMIX.  Un  volumen  en  8."  prolongado 
de  X-505  páginas,  8  francos;  encuader- 
nado, 9  francos. 

Como  era  de  esperar,  este  primer 
tomo  del  Manual  de  Derecho  Canó- 
nico, por  el  docto  P.  Prümmer,  corres- 
ponde en  método  y  mérito  al  segundo 
Jui  Regularium  specia'.e,  que  reco- 
mendamos en  otro  número  de  Razón 
Y  Fe  (v.  t.  XIX,  pág.  254),  y  así  forma 
con  él  «un  buen  complemento  de  Teo- 
logía Moral,  claro,  ordenado,  conciso 
y  que  al  mismo  tiempo  contiene  todas 
las  cuestiones  necesarias  para  la  prác- 
tica ordinaria».  Ya  notamos  que,  á 
nuestro  juicio,  ha  hecho  bien  el  autor 
omitiendo  lo  que  suele  tratarse  en 
Moral,  evitando  repeticiones  de  poca 
ó  ninguna  utilidad  en  un  libro  de  texto. 
La  obra  está  conforme  á  las  más  re- 
cientes decisiones  de  la  Santa  Sede, 
pues  trata  de  la  Curia  romana,  según 
la  Constitución  Sapienti,  cita  el  Acta 
Apo.^tollcae  Sedis,  etc.  Se  extiende  mu- 
cho en  la  primera  parte  de  las  fuentes 
del  Derecho  eclesiástico,  antes  de  tra- 
tar de  las  personas  y  de  las  cosas  ecle- 
siásticas. El  apéndice  17,  modo  prác- 
tfco  de  tratar  los  asuntos  en  la  Curia 
romana,  nos  ha  parecido  excelente;  el 
catálogo  de  los  escritores  de  Derecho 
eclesiástico  muy  completo,  en  cuanto 
cabe,  y  el  índice  alfabético  esmerado  y 
copioso. 

Catálogo-Memoria  de  la  Congregación 
Mariana  de  La  Anunciata  y  San  Luis 
Gonzaga,  1909,  Belén-Habana— Habana, 
imprenta  de  Nuestra  Señora  de  Belén, 
1909.  Un  hermoso  folleto  ilustrado  de  80 
páginas. 

Consuelo  y  edificación  produce  la 
lectura,  tanto  del  Catálogo  como  de  la 


Memoria  que  componen  el  folleto; 
aquél  por  la  relación  de  tantos  con- 
gregantes de  mérito,  sacerdotes  y  de 
número  y  de  las  secciones  de  piedad, 
catequística,  académica,  de  declama- 
mación,  de  sport,  etc.;  la  Memoria  por 
la  cuenta  que  da  del  libro  Catecismo 
de  La  Anunciata  y  de  cómo  fué  reci- 
bido por  la  Santidad  de  Pío  X,  á  quien 
se  dedicó,  y  por  otros  diversos  escri- 
tos que  muestran  la  importancia  y  uti- 
lidad de  la  Congregación.  Pero  lo  que 
más  honra  el  folleto  es  el  largo  y  ex- 
presivo autógrafo  pontificio,  cuyo  fac- 
símil se  pone  al  principio  del  opúsculo, 
con  su  traducción  en  castellano,  y  sen- 
tidas palabras  de  agradecimiento  y  de- 
voción al  Papa,  que  le  preceden,  por  el 
favor  é  indulgencias  que  concede  á  los 
congregantes,  protectores  y  aun  niños 
que  asistan  con  frecuencia  al  Cate- 
cismo. 

P.  V. 

Paul  Barbier.  Eludes  Contemporaines. 
VII:  La  Crise  de  VEglise  de  Frunce, 
L'Eglise  de  Frunce  aprés  la  Persecu- 
tion  religieuse.— París,  P.  Lethielleux, 
Libraire-Editeur,  10,  rué  Cassette,  París. 
En  8.»  de  127  páginas,  0,50  francos. 

Con  un  estilo  enérgico,  brillante  y 
á  ratos  sarcástico  refiere  el  abate 
Barbier  las  persecuciones  y  el  odio  de 
los  sectarios,  dóciles  instrumentos  de' 
las  logias,  contra  la  Iglesia  católica 
francesa,  á  la  que  han  despojado  de 
todos  sus  bienes  y  tratado  peor  que  á 
los  mahometanos  y  á  los  malhechores. 
No  le  han  faltado  defensores  en  el 
Parlamento;  pero  los  discursos  de  éstos 
se  estrellaron  contra  la  rabia  y  furor 
de  los  radicales  y  la  hipocresía  refina- 
dísima de  Mr.  Briand,  tan  diestro  en 
subyugar  á  la  mayoría  de  las  Cámaras 
como  infausto  en  redactar  proyectos 
de  ley.  Sin  embargo,  no  hay  que  des- 
alentarse; la  divina  I  rovidencia  ha  sa- 
cado de  esos  males  no  cortos  bienes, 
de  suerte  que,  pesados  unos  y  otros  en 
una  balanza,  ésta  se  inclina  á  nuestro 
lado.  Dios  quiera  que  el  abate  Barbier 
no  se  equivoque  en  sus  Rpreciaciones 
y  acierte  también  en  su  predicción  de 
que  la  obra  de  los  Briand,  Clemenceau 
y  del  bloque  se  deshará  como  el  humo. 

Religión  y  cultura.  Vol.  IV.  J.  L.  de  la  Pa- 
querie.  Apología  popular  de  la  fe  criS' 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


535 


tiana.  Tomo  I:  Dios  y  la  Religión.  Tra- 
ducción del  francés,  en  vista  de  las  co- 
rrecciones introducidas  por  el  autor 
para  la  edición  castellana,  y  prólogo 
por  el  R.  P.  Miguel  Coco,  Agustino, 
Misionero  Apostólico.  Con  las  debidas 
licencias.— Luis  Gili,  editor,  Balmes,  83, 
Barcelona,  1909.  En  4.°  de  XX-568  pá- 
páginas.  Precio:  en  rústica,  pesetas  4; 
,  encuadernado  en  tela,  pesetas  5. 
Éléments  d'Apolog¿tique.  II:  Jésus  et 
l'Eglise,  par  J.  L.  de  laP/^querie. — Paris, 
Librairie  Bloud  et  C  %  7,  Place  Saint- 
Sulpice,  1909.  En  4.«  de  477  páginas. 

De  la  primera  parte  francesa  de  esta 
Apología  ya  hablamos  en  otra  ocasión, 
y  no  es  necesario  que  repitamos 
nuestra  crítica,  que  podrá  adaptarse 
perfectamente  al  volumen  español, 
aunque  se  presente  éste  con  algunas 
correcciones,  pues  lo  esencial  no  ha 
variado.  Si  no  hubiera  más  argumento 
de  su  valor,  bastaría  saber  que  el 
Sr.  D.  Luis  Gili,  tan  deseoso  de  facili- 
tarnos los  tesoros  literarios  de  otras 
nacio.ies,  ha  cuidado  de  que  se  tradu- 
jera al  castellano.  De  la  traducción  y 
prólogo  se  encargó  el  P.  Miguel  Coco, 
O.  S.  A.,  y  de  manos  tan  hábiles  ha  sa- 
lido aquélla,  como  era  de  presumir, 
clara,  correcta  y  castiza,  y  éste,  en  el 
que  se  dan  noticias  biográficas  de  mon- 
sieur  de  la  Paquerie  y  se  hacen  algu- 
nas consideraciones,  oportuno,  circuns- 
pecto y  bien  razonado. 

Hermoso  fin  se  ha  propuesto  en  la 
segunda  parte  el  esclarecido  autor: 
presentar  las  pruebas  de  la  religión 
verdadera  de  un  modo  concluyente.  Y 
todos  cuantos  lean  este  tomo  confe- 
sarán que  lo  ha  hecho  muy  bien.  Con 
modestia,  prometiendo  mucho  menos 
de  lo  que  realmente  da,  con  brevedad 
encantadora,  con  claridad  extraordi- 
naria y  con  seguridad  en  la  doctrina 
ofrece  argumentos  que  llevan  el  con- 
vencimiento al  ánimo  é  ilustran  la  in- 
teligencia sobre  puntos  tan  interesan- 
tes y  trascendentales  como  el  pueblo 
judío,  los  Profetas,  la  Biblia,  la  ex- 
pectación del  Mesías,  Jesucristo,  fun- 
dación, conservación  é  influencia  de 
la  Iglesia.  Puédese  denominar  sin  re- 
servas este  libro  una  buena  Apolo- 
gía de  sólida  y  abundante  doctrina,  ex- 
puesta con  discreción  moderada  y  en 
la  que  no  se  encontrarán  ni  resabios  ó 
vestigios  modernistas,  ni  teorías  sos- 


pechosas, ni  concesiones  á  los  ene- 
migos de  la  Iglesia. 

J.  Labourt,  Docteur  en  Théologie,  etc. 
Cours  supérieur  d'Instruction  Reíigieu- 
se.  Israel,  /ésus-Christ,  L'Eglise  Catho-' 
liqíie.—Paús,  Lecoffre,  rué  Bonaparte, 
90;  1909.  En  8."  de  VII-315  páginas. 

Con  mucha  concisión  estudia  en  esta 
obra  el  abate  Labourt  las  principales 
cuestiones  religiosas  que  en  la  actua- 
lidad preocupan  á  los  hombres.  Ad- 
vierte con  razón  que  se  ha  de  conside- 
rar el  libro  como  un  auxiliar  de  la  Bi- 
blia, y  que  al  leerlo  es  necesario  tener 
ésta  delante  de  los  ojos  para  enten- 
der su  contenido.  Desde  luego  se  ve, 
recorriendo  las  páginas  del  volumen, 
que  el  autor  está  muy  enterado  de  las 
múltiples  teorías  que  ahora  intentan 
explicar  el  origen  de  la  religión  y  de 
las  dificultades  que  se  ponen  al  catoli- 
cismo. De  aquí  que  ciertas  nociones 
escogidas  por  el  autor  sean  aptas  para 
instruirse  en  la  verdad  religiosa  y  res- 
ponder satisfactoriamente  á  los  que 
la  impugnan.  Pero,  en  puridad,  no  nos 
satisface  este  curso  superior,  porque  se 
nos  figura  que  su  autor  condesciende 
demasiado  con  los  mantenedores  de 
sistemas  aventurados  y  presenta  la 
Historia  Sagrada  algo  terrenalmente  y 
con  poca  exactitud.  Vayan  algunas 
muestras.  Omite  en  los  orígenes  del 
pueblo  de  Israel  la  creación,  caída  y 
diluvio;  hechos  fundamentales  y  muy 
necesarios  en  la  historia  de  la  revela- 
ción. En  la  página  14  dice  Mr.  Labourt, 
citando  al  R.  P.  Vicent,  que  «capita- 
neados los  hebreos  por  Moisés,  pasa- 
ron el  itsmo  que  los  separaba  del  de- 
sierto..., y  que  Faraón  estimó  superfino 
perseguir  á  los  israelitas,  ó  ya  porque 
otros  cuidados  solicitasen  su  aten- 
ción...>  En  la  35  no  menciona,  al  hablar 
del  desastre  del  ejército  de  Senaquerib, 
la  intervención  del  Ángel,  atribuyén- 
dolo todo  á  un  azote  contagioso;  reba- 
ja la  santidad  de  David,  la  sabiduría 
de  Salomón,  el  don  de  presagiar  de  los 
Profetas,  cuyos  milagros  calla...  Hay 
frases  que  disuenan;  en  la  página  46  se 
lee:  «Según  la  Biblia,  los  antepasados, 
de  los  judíos  eran  idólatras... >;  en  la 
157,  «Jesús  admite,  como  la  mayor 
parte  de  sus  oyentes  (salvo  los  sadu- 
ceos),  la  existencia  de  otra  vida...» 
Tampoco  juzgamos  conforme  al  sentir 


536 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


de  los  teólogos  la  opinión  que  cita  de 
Lesétre  sobre  la  ciencia  de  Cristo  (138), 
ni,  consentáneo  á  la  verdad  histórica, 
lo  que  afirma  de  la  Inquisición  españo- 
la (306). 

Injusticias  del  Estado  español.  Labor  par- 
lamentaria de  un  año,  por  el  Obispo  d2 
Jaca,  MCMIX.— Gustavo  Gilí,  editor, 
Barcelona,  calle  de  la  Universidad,  45. 
En  4.°  de  488  páginas.  Precio,  6  pesetas. 

En  este  libro  trata  el  ilustre  Prelado 
de  Jaca  de  los  asuntos  que  discutió 
en  el  Senado  acerca  del  Estado  y  la 
Iglesia,  el  Estado  y  la  Beneficencia,  el 
Estado  y  la  Enseñanza,  el  Estado  y  la 
Prensa,'el  Estado  y  el  Notariado,  el 
Estado  y  la  Milicia,  y,  por  fin,  sobre 
las  ^injusticias  respecto  de  otras  per- 
sonas». Muy  bien  cumplió  sus  deberes 
de  senador  el  autor  insigne,  defen- 
diendo los  derechos  de  la  Iglesia,  abo- 
gando por  los  intereses  del  procomún, 
denunciando  atropellos  del  Estado  y 
sacando  la  cara  por  los  fueros  de  la 
justicia.  Distingue  con  esmero  el  señor 
Obispo  de  Jaca  la  intención  de  los  go- 
bernantes y  los  efectos  de  sus  dispo- 
siciones: aquélla  respeta;  de  éstos 
habla  y  los  reprueba  cuando  los  con- 
sidera malos  ó  inoportunos.  Las  notas 
características  de  estos  discursos  son 
la  valentía,  sin  que  jamás  respetos  ó 
miramientos  humanos  sellen  los  labios 
del  Prelado  en  defensa  de  lo  que  juzga 
verdad,  la  erudición,  que  resulta  se- 
lecta y  vastísima,  y  el  raciocinio  tan 
claro  y  transparente,  como  sólido  y 
bien  fundado.  «No  es  amigo,  como 
dice  en  la  página  144,  de  la  oratoria 
efectista»:  tampoco  se  requiere  en  el 
Parlamento.  Acaso  algunas  ironías 
punzantes  é  intencionados  sarcasmos 
podrían  haberse  suprimido;  pero  tal 
reparo  no  disminuye  un  ápice  el  valor 
de  este  hermoso  libro.  En  una  segunda 
edición  podía  corregirse  un  desliz  de 
imprenta,  el  nombre  de  Fernández  por 
Hernández,  página  258,  autor  de  la 
obra  La  educación  antigua  y  la  mo- 
derna, desliz  tan  insignificante  que  es 
posible  se  repitiera  á  no  advertírselo. 

A.  P.  G. 

Método  teórico-práctico  para  el  estudio 
de  la  Lengua  francesa,  por  F.  T.  D. 
Cuarta  edición.  Primer  grado  ó  curso.— 


Librería  Católica,  calle  del  Pino,  núm.5, 
Barcelona.  Un  tomo  en  8.°  de  280  pági- 
nas. Precio,  2  pesetas  encuadernado. 

«La  presente  obra— dice  el  prólogo- 
no  es  propiamente  una  gramática,  sino 
un  método  graduado  y  racional  de  la 
lengua  francesa.  No  extrañe,  pues,  el 
lector  si  á  veces,  en  la  exposición,  nos 
apartamos  del  orden  gramatical;  se- 
guimos más  bien  la  marcha  trazada  por 
las  facultades  intelectuales  del  niño  en 
su  natural  desarrollo,  y  en  el  conjunto 
atendemos  más  á  la  práctica  que  á  la 
teoría.» 

La  primera  parte  de  este  método 
está  destín  da  á  la  pronunciación^  la 
segunda  á  la  traducción.  Completa  la 
obra,  en  la  que  se  procura  con  espe- 
cial empeño  que  el  alumno  llegue  á 
dominar  los  verbos,  un  Diccionario 
francés-español  y  español-francés,  que 
es  de  gran  utilidad  para  el  alumno. 

Argumento  de  los  excelentes  resul- 
tados de  esta  Gramática  son  las  fre- 
cuentes reimpresiones  que  de  la  misma 
ha  tenido  que  hacer  el  editor  D.  Miguel 
Casáis. 

Está  impresa  con  mucha  nitidez.  Con 
grabados  de  los  objetos  más  usuales, 
contribuye  á  fijar  mejor  las  palabras 
francesas  correspondientes. 

N.  N. 

Amor  de  madre.  Colección  de  poesías  por 
el  P.  Alberto  Risco,  de  la  Compañía  de 
Jesús.  2,50  pesetas.  Hállase  de  venta  en 
la  casa  de  D.  R.  Risco,  Leganitos,  27, 
segundo,  Madtid. 

Las  treinta  y  tres  composiciones  que 
contiene  este  libro,  lujosamente  impre- 
so y  encuadernado,  son  otras  tantas 
flores  de  purísima  fragancia  que  vie- 
nen á  formar  un  hermoso  ramillete 
para  solaz  y  recreo  de  los  que,  en  tiem- 
pos tan  positivistas  como  los  nuestros, 
conservan  aún  amigable  comercio  con 
las  musas  y  saben  elevarse  de  la  mate- 
ria á  la  región  de  lo  ideal.  El  autor, 
joven  poeta  americano,  ha  aprovecha- 
do su  estancia  en  España  para  inspi- 
rarse también  en  nuestras  glorias  y 
cantar  asuntos  tan  gratos  á  nuestro  co- 
razón como  los  picos  de  Montserrat  y 
las  orillas  del  Ebro.  Aquí,  como  en 
América,  ha  sido  aplaudido  y  premia- 
do en  varios  certámenes  literarios. 

K.  C. 


NOTICIAS   BIBLIOGRÁFICAS 


537 


El  Plata  Seráfico.  Revista  franciscana, 
bendecida  por  Su  Sa-tidad  Pió  X.  Ho- 
menaje. 1209-1909.— Convento  de  San 
Francisco.  Buenos  Aires.  Un  folleto 
én  4.°  de  178  páginas,  número  extraor- 
dinario, correspondiente  á  os  meses 
de  Septiembre-Octubre  de  1909. 

Está  dedicado  «al  glorioso  Patriarca 
San  Francisco  de  Asís,  honra  y  prez  de 
la  religión  seráfica,  como  homenaje 
filial,  y  á  su  digno  Vicario  Fr.  Dionisio 
Schuler,  en  testimonio  de  adhesión  con 
motivo  del  VII  Centenario  de  la  Or- 
den». Es  verdaderamente  espléndido 
y  notable  por  lo  escogido  del  papel 
conché,  de  las  muchas  y  variadas  ilus- 
traciones, relativas  principalmente  á 
sucesos  y  personajes  de  la  Orden  céle- 
bres en  santidad,  precediéndolas  un 
hermoso  retrato  de  Pío  X  y  también 
por  el  mérito  de  las  composiciones  en 
prosa  y  verso,  que  instruyen,  deleitan 
y  edifican.  El  trabajo  histórico-crítico 
del  P.  Fr.  Pascual  Robinson  acerca  del 
año  en  que  fué  fundada  la  Orden  de 
San  Prancisco,  nosparecedegran  valor 
y  que  agota,  puede  decirse,  la  materia. 

P.  V. 

Áncora  social.  Devocionario  que  con- 
tiene íntegros  los  cuatro  Evangelios, 
compilados  en  uno  solo  por  Primitivo 
Sanmartí;  el  Ordinario  de  la  Santa  Misa, 
oraciones  que  en  ella  se  rezan  en  las 
fiestas  principales  i  á  los  Santos  de  to- 
dos los  días  del  año,  ejercicios  espiri- 


tuales cotidianos,  oraciones  para  la  con- 
fesión i  comunión  i  otras  selectas  de- 
vociones.—Luis  üili,  editor,  Balmes,  83, 
Barcelona.  Un  tomo  en  12."  de  416  pá- 
ginas. 

Es  verdaderamente  lamentable  la 
ignorancia  que  del  Evangelio  tienen 
muchos  cristianos,  aun  de  los  que  más 
alardean  de  ilustrados;  y  con  todo  eso 
los  hay  que  asisten  asiduamente  á  la 
Santa  Misa,  donde  todos  los  días  se 
lee  algún  fragmento  de  él;  sino  que, 
parte  porque  no  entienden  el  latín,  par- 
te porque  aun  cuando  lo  entendiesen 
no  oirían  ó  no  atenderían,  es  lo  cierto 
que  pasan  la  vida  sin  enterarse  de  la 
vida  y  enseñanzas  del  divino  Salvador 
en  el  Sagrado  Libro  contenidas.  Pues  á 
esos  tales  ofrece  su  libro  el  Sr.  Sanmar- 
tí, bien  conocido  por  otros  libros  y  so- 
bre todo  por  su  excelente  Gramática 
castellana.  El  título  copiado  expresa 
suficientemente  el  contenido  del  libro 
y  da  idea  del  provecho  sumo  que  po- 
drán sacar  los  que  usen  el  nuevo  Devo- 
cionario. Algo  extrañará  la  ortografía 
á  los  españoles  acostumbrados  á  las 
reglas  de  la  Academia,  pues  el  Sr.  San- 
martí deja  de  usar  la  ye  como  vocal, 
suprime  la  tilde  común  en  todo  mono- 
sílabo y  marca  la  crema  en  toda  vocal 
débil  átona  que  no  forma  diptongo  con 
la  débil  ó  fuerte  contigua. 

N.  N. 


El  Catolicisnao  en  Inglateí^i^a 


En  pocas  naciones  habrá  tenido  la  Iglesia  católica  una  historia  tan 
interesante  y  gloriosa  como  en  Inglaterra.  Misioneros  santos,  Reyes 
santos,  Obispos  santos  la  ilustran.  Se  señala  por  su  adhesión  inquebran- 
table á  la  Cátedra  de  San  Pedro,  por  la  constancia  y  valor  invencible  de 
un  San  Anselmo  y  Santo  Tomás  de  Cantórbery;  hasta  que  un  asunto 
de  alcoba  arranca  á  Inglaterra  del  seno  del  Catolicismo,  para  dejarla 
caer  miserablemente  en  brazos  de  la  herejía  protestante. 

La  Iglesia  católica  entre  los  ingleses  se  ve  desde  entonces  perseguida, 
exangüe,  despreciada;  pero  nunca  del  todo  muerta.  Poco  á  poco  se  va 
haciendo  respetar,  recobra  sus  derechos  y  recibe  en  su  seno  á  las  almas, 
que  aun  han  permanecido  católicas  en  medio  de  la  herejía,  ó  que  el  frío 
glacial  del  protestantismo  ó  racionalismo  no  ha  dejado  del  todo  insen- 
sibles. 


538  EL   CATOLICISMO    EN    INGLATERRA 

Por  esto,  no  es  de  extrañar  que  los  escritores  se  hayan  dedicado  á 
recoger  mies  tan  abundante,  describiendo  los  diversos  períodos  de  esa 
vida  católica  en  Inglaterra. 

He  aquí  algunos  de  esos  libros  más  recientes: 

1 .''  Gabriel  Planque.  Histoire  du  Catholicisme  en  Angleterre.— Bloud 
et  D%  7,  place  Saint-Sulpice,  1909,  París.  En  16.°  de  128  páginas,  1,20  francos. 

Es  un  breve  resumen  de  Historia  eclesiástica  inglesa,  desde  los  orí- 
genes hasta  la  reforma,  y  desde  la  reforma  hasta  1829.  Así  que,  por  orden, 
va  notando  lo  que  se  conoce  sobre  la  Iglesia  céltica,  misión  de  San  Agus- 
tín; Iglesia  anglo-sajona,  después  de  la  conquista  de  los  Normandos  y 
hasta  el  fin  de  la  Edad  Media;  termina  esta  primera  parte  con  dos 
capítulos  sobre  los  diversos  aspectos  de  la  vida  cristiana  en  Inglaterra  y 
sobre  las  bellas  artes  fomentadas  por  la  Iglesia,  durante  la  Edad  Media, 
en  el  suelo  inglés.  La  segunda  parte,  después  de  describir  el  estado  de 
los  ánimos  al  principiar  el  siglo  XVI,  trata  del  cisma  de  Enrique  VIII,  de 
la  herejía  en  tiempos  de  Eduardo  VI  é  Isabel,  terminando  con  un  breví- 
simo resumen  de  la  Iglesia  católica  en  Inglaterra  durante  los  siglos  XVII 
y  XVIII,  seguidos  de  la  aurora  de  los  tiempos  modernos. 

El  autor  ha  tenido  el  feliz  acuerdo  de  poner  al  fin  de  cada  capítulo 
las  obras  principales  que  pueden  consultarse  para  ampliar  los  hechos, 
más  apuntados  que  narrados,  en  el  decurso  de  su  estudio. 

2."^  L' Angleterre  chrétienne  avant  les  normanas,  par  DOM  Fernand 
Cabrol,  Abbé  de  Farnborough.— París,  librairie  V.  Lecoffre,  J.  Gabalda  et 
D%  rué  Bonaparte,  83;  1909.  En  12.°  de  XXIII-342  páginas,  3,50  francos. 

De  mayor  interés  que  un  resumen  es  el  estudio  detenido  de  un  punto 
particular,  cuando  ha  habido  tino  en  la  elección. 

El  punto  escogido  para  la  presente  obra  por  F.  Cabrol  es,  sin  duda, 
interesantísimo,  pues  constituye  la  vida  de  la  Iglesia  en  Inglaterra  antes 
de  los  Normandos,  es  decir,  desde  el  siglo  IV  al  XI,  haciendo  el  autor 
claramente  ver  cómo  el  Catolicismo  se  apoderó,  sin  destruir  su  peculiar 
carácter,  de  las  dos  razas,  que  forman  el  fondo  del  pueblo  inglés,  la  raza 
céltica  y  la  anglo-sajona. 

Ha  puesto  especial  diligencia  el  docto  benedictino  en  narrar  y  des- 
cribir la  vida  y  caracteres  de  los  religiosos  que  en  aquellos  siglos  ilus- 
traron la  Iglesia  de  Inglaterra. 

Al  fin,  van  dos  apéndices,  de  sumo  interés:  el  primero  sobre  la  litur- 
gia y  el  segundo  sobre  las  peregrinaciones  de  los  anglo-sajones  á  Roma 
y  acerca  del  dinero  de  San  Pedro. 

Merece  también  especial  alabanza  este  libro  por  el  diligente  cuidado 
que  se  ha  puesto  en  que  vaya  provisto  de  una  copiosa  y  escogida  biblio- 
grafía. 


EL   CATOLICISMO    EN    INGLATERRA  539 

3.°  Les  Saints.  St  Thomas  Becket  (1117-1170),  por  MOR.  Demimuid.— 
Librairie  V.  Lecoffre,  J.  Gabalda  et  C'  ,  rué  Bonaparte,  90;  1909.  En  12.«  de  208 
páginas,  2  francos. 

Una  de  las  figuras  más  grandes  del  episcopado  inglés,  y  aun  del  epis- 
copado católico,  es,  sin  género  de  duda,  Santo  Tomás  Becket  ó  de  Can- 
tórbery,  donde  fué  digno  sucesor  de  San  Agustín  y  San  Anselmo. 

Después  de  una  juventud,  que  tiene  no  poco  de  novelesco,  entró 
Tomás  al  servicio  de  Tibaut,  Arzobispo  de  Cantórbery,  llegando  por  sus 
méritos  á  ser  Arcediano  y  más  tarde  Canciller  de  Inglaterra.  Hecho 
Arzobispo,  reformó  la  ostentación  de  su  séquito  y  palacio,  conservó  la 
antigua  unión  y  amistad  con  el  despótico  y  antojadizo  Enrique  II,  mien- 
tras se  lo  permitió  la  conciencia,  teniendo  valor  para  romperla,  cuando 
fué  necesario,  por  no  faltar  á  su  deber,  y  para  sufrir  el  destierro  y  la 
muerte  por  no  hacer  traición  á  la  verdad. 

He  aquí  en  pocas  palabras  la  vida  de  Santo  Tomás  y  el  asunto  de 
este  libro;  su  autor  ha  procurado  poner  en  claro  cómo  el  Santo  supo  con- 
descender sin  faltar  á  la  Iglesia  (pág.  50);  conservar  una  vida  arreglada, 
aun  en  medio  de  la  ostentación  que  requería  su  primer  estado  (54),  y  qué 
parte  le  cabe  al  inicuo  Rey  en  la  criminal  muerte  del  santo  Arzobis- 
po (176). 

4.°  Paul  Thureau-Dangin.  Le   Catholicisme  en  Angleterre  au  XIX 

siécle.— Paris,  librairie  Bloud  et  C'%  place  Saint-Sulpice,  7;  1909.  En  16.** 
.    de  259  páginas,  3,50  francos. 

Dejando  el  largo  período  del  cisma  de  Inglaterra  y  los  adelantos  del 
protestantismo  en  la  que  fué  Isla  de  los  Santos,  asuntos  que  trató  el 
señor  Trésal  y  dio  cuenta  Razón  y  Fe  (XXIII,  385),  tenemos  en  esta  obra 
la  historia  del  Catolicismo  durante  el  siglo  XIX  en  Inglaterra;  resumen 
en  seis  conferencias  hechas  por  el  señor  Thureau-Dangin  con  estilo 
sobremanera  encantador,  de  la  materia  que  desarrolló  en  su  conocida 
obra  La  Renaissance  catholíque  en  Angleterre  au  XIX  siécle. 

He  aquí  con  los  títulos  el  asunto  de  las  conferencias:  I.""  El  Catoli- 
cismo en  los  países  protestantes  durante  el  siglo  XIX.  2."*  Newman  y  el 
movimiento  de  Oxford.  3.""  Consecuencias  de  la  conversión  de  Newman. 
4.^  Divisiones  entre  los  católicos.  5."*  Los  dos  Cardenales  Manning  y 
Newman.  6.^  Progreso  de  las  ideas  católicas  en  el  seno  de  Inglaterra. 

Difícil  es  extractar  lo  que  ya  está  en  este  libro  tan  concisamente  na- 
rrado, al  fin  como  resumen  de  una  obra  en  tres  tomos;  preferible  es  invi- 
tar á  nuestros  lectores  á  gustar  por  sí  mismos,  en  las  páginas  de  este 
Jibro,  el  encanto  con  que  están  escritas,  á  admirar  la  delicadeza  con  que 
se  trata,  v.  gr.,  de  las  mutuas  relaciones  entre  personajes  tan  ilustres  y 
tan  diversos  como  Wiseman,  Manning  y  Newman. 


540  EL   CATOLICISMO   EN   INGLATERRA 

5.°  Une  anglaise  convertie,  parle  Pére  H.  D'Arras.— París,  G.  Beauchesne, 
rue  des  Rennes,  117;  1909.  En  12.^  de  XVI-214  páginas,  2  francos. 

'  El  Movimiento  de  Oxford  condujo  á  la  Iglesia  católica,  no  sólo  á 
personajes  como  Faber,  Newman  y  Manning,  sino  á  personas  de  nom- 
bre menos  conocido,  en  quienes  la  gracia  se  mostró,  sin  embargo,  no 
menos  admirable;  almas  puras  que  buscaron  la  verdad  sin  doblez  ni 
vacilaciones. 

Una  de  estas  almas  es  la  que  nos  cuenta  su  conversión  en  este  libro, 
completado  y  arreglado  por  uno  de  sus  hijos,  consagrado  á  Dios  en  la 
Compañía  de  Jesús.  Es  libro  por  demás  edificante  é  instructivo;  hay  en  él 
no  pocas  páginas  de  una  poesía  sublime  y  de  un  misticismo  vigoroso. 

Nacida  Miss  Lechmere  en  el  seno  del  protestantismo,  bien  pronto 
sintió  su  frialdad  y  falta  de  fundamento  el  alma  noble  y  ardiente  de  la 
joven  inglesa. 

Obedeciendo  á  la  gracia  y  decidida  á  sacrificarlo  todo,  honores, 
riquezas,  afectos,  en  aras  del  deber,  buscó  y  encontró  pronto  la  verdad 
en  la  religión  católica.  He  aquí  cómo,  sin  auxilio  externo,  se  fué  conven- 
ciendo de  los  dogmas  más  fundamentales  de  la  Santa  Iglesia  y  má? 
opuestos  al  protestantismo  (pág.  20): 

«Un  día  encontré,  en  un  manual  escrito  para  mostrar  los  errores  del  Papismo,  la 
profesión  de  fe,  exactamente  como  los  convertidos  la  recitan  ante  el  altar  al  ingresaren 
la  Iglesia.  ¡He  aquí,  me  dije,  la  doctrina  católica!  Leíla  atentamente  y  resolví  examinarla 
y  probarla  con  mi  Biblia  protestante...  El  resultado  fué  admitir  todos  los  dogmas  de 
Roma  sin  haber  visto  ni  un  libro  ni  á  un  sacerdote  católico. 

"En  cuanto  á  la  Eucaristía,  encontré  en  el  capítulo  VI  de  San  Juan  la  prueba  evi- 
dente de  la  doctrina  de  la  Iglesia  sobre  la  presencia  real,  puesto  que  Nuestro  Señor  lo 
afirma  de  la  manera  más  positiva:  Mi  carne  es  verdaderamente  un  alimento  y  mi  sangre 
verdaderamente  una  bebida... 

»En  cuanto  á  la  infalibilidad  de  la  Iglesia,  hallé  la  promesa  de  Nuestro  Señor  á  San 
Pedro,  que  las  puertas  del  infierno  no  prevalecerían  jamás  contra  Ella,  y  me  dije  á  mí 
misma:  Si  la  Iglesia  ha  podido  errar  en  la  doctrina,  la  promesa  de  Nuestro  Señor 
es  nula.» 

Encontrada  la  verdadera  fe,  la  siguió  sin  cobardías,  posponiéndolo 
todo  á  su  propia  salvación.  Por  esto,  abandonó  su  casa,  sufrió  el  desprecio 
de  los  suyos,  la  maldición  de  su  propio  padre  y  tuvo  que  casarse  con  per- 
sona muy  inferior  á  su  nacimiento.  En  cambio,  el  Señor  se  apoderó  de 
su  alma,  la  inundó  de  consuelo,  le  concedió  tres  hijos,  que  ella  devolvió 
al  mismo  Señor  en  la  vida  religiosa;  la  hizo  encontrar  la  felicidad  en 
hacer  bien,  salvar  á  sus  prójimos,  sufrir  en  silencio  y  aun  con  alegría. 
Al  abrir  su  casa  á  los  desterrados  jesuítas  en  1902,  pudo  escribir  (pá- 
gina 158):  «¡Qué  bueno  es  Dios  para  conmigo,  concediéndome  poder 
recibir  á  sus  representantes  y  que  el  mismo  Jesús  habite  en  mi  casa! 
Después  que  me  ha  concedido  esta  gracia,  no  tengo  miedo  á  la  muerte. 
No  puede  cerrarme  la  puerta  del  Cielo,  ya  que  se  ha  dignado  habitar  en 
mi  casa  en  la  persona  de  sus  hijos.» 


EL  CATOLICISMO   EN   INGLATERRA  541 

Sentimientos  como  éste  abundan  en  todas  las  páginas  de  este  her- 
moso libro. 

6.°  Chanoine  a.  Morigny.  Une  semalne  á  Londres.  Impressions  d'un  con- 
gressiste.— Líbrame  Catholique.  Em.  Vitte,  Lyon,  place  Bellecour,  3;  1900. 
En  12.°  de  VII-240  páginas,  2.50  francos. 

No  es  un  estudio  detenido,  sino  una  animada  y  fácil  relación  de  im- 
presiones de  viaje.  Tienen  su  parte  la  vida  inglesa,  su  pueblo,  su  historia 
y  sobre  todo  aquel  estupendo  acto  de  culto  tributado  de  nuevo  á  Cristo, 
presente  en  la  Eucaristía,  por  millones  de  fieles  en  el  corazón  de  la  protes- 
tante Inglaterra.  El  autor  pondera  con  acierto  la  importancia  de  aquel  Con- 
greso eucarístico  y  las  gratísimas  esperanzas,  que  hizo  nacer  en  los  cora- 
zones la  bendición,  que  Cristo  Sacramentado  dio  entonces  al  suelo  inglés. 

Esa  bendición  está  cayendo  hace  tiempo  sobre  el  Catolicismo  en  In- 
glaterra, pues,  como  escribía  Thureau-Dangin  en  el  libro  antes  exami- 
nado (pág,  39),  al  comparar  el  fin  y  el  principio  del  siglo  XIX: 

«En  vez  de  160.000  católicos  [hallamos]  1.500.000,  sin  contar  con  los  de  Escocía  é 
Irlanda;  en  vez  de  cuatro  Vicarios  apostólicos  y  400  sacerdotes,  17  Obispos,  3.000  sacer- 
dotes y  Órdenes  religiosas  de  todo  género;  numerosas  iglesias,  entre  otras,  en  el  cora- 
zón mismo  de  Londres,  su  nueva  Catedral,  el  monumento  religioso  más  imponente  de 
la  ciudad,  en  donde  se  vio,  con  ocasión  de  las  honras  celebradas  por  el  Rey  de  Portu- 
gal, un  espectáculo  no  visto  hace  siglos,  un  Rey  y  una  Reina  de  Inglaterra  asistiendo  de 
gala  á  una  Misa  católica;  por  todas  partes  el  culto  se  celebra  con  una  pompa  litúrgica, 
que  se  desborda  por  las  calles....  y  la  muchedumbre  asiste  en  silencio,  hasta  con 
respeto  y  simpatía.  Nada  ó  casi-  nada  queda  ya  en  las  leyes  ó  costumbres  de  lo  que 
antes  hacía  á  los  catóUcos  ser  mirados  como  unos  parias;  los  católicos  tienen  con- 
ciencia de  haber  vuelto  á  ser  ingleses;  ven  ante  sí  franca  la  entrada  en  las  universida- 
des, en  el  parlamento,  en  casi  todas  las  unciones  públicas Lejos  de  verse  impedido  en 

las  manifestaciones  de  su  fe,  el  católico  se  muestra  ufano  de  sus  progresos  y  se  cree  con 
derecho  de  prever  para  lo  sucesivo  conquistas  mayores.  Será  preciso  añadir  que  el  fenó- 
meno, no  menos  imprevisto  ni  menos  curioso  de  esta  reviviscencia  de  la  idea  católica 
en  tierra  inglesa,  es  que  en  el  seno  mismo  de  esa  Iglesia  oficial,  hija  de  Enrique  VIII  é 
Isabel,  una  fracción,  y  no  la  menos  ferviente,  se  aplica  á  desprotestantizarse,  á  apropiarse 
las  doctrinas,  prácticas,  ceremonias,  devociones  católicas,  y  tan  ajustadamente,  que, 
revolviendo  uno  de  sus  catecismos  ó  asistiendo  á  uno  de  sus  oficicios,  podemos  creer 
en  un  principio  estar  tratando  con  fieles  de  la  Iglesia  Romana.» 

Todo,  pues,  no  está  perdido  para  el  Catolicismo  en  Inglaterra;  todo, 
es  verdad,  no  está  aún  ganado;  muchas  esperanzas  pueden  secarse  en 
flor  si  el  modernismo  se  extiende  más  entre  la  gente  de  letras;  pero  el 
día  en  que  Inglaterra,  como  ha  recibido  la  bendición  de  Cristo  Sacra- 
mentado durante  el  Congreso  Eucarístico  de  Londres,  reciba  también  la 
bendición  de  la  Santísima  Virgen,  por  ejemplo,  en  un  Congreso  Mariano 
de  Londres,  una  esperanza  más  viva  nacerá  en  el  corazón  de  los  fieles 
de  ver  aproximarse  el  día,  en  que  la  protestante  Inglaterra,  que  negó  la 
real  presencia  de  Cristo  en  el  Sacramento  y  la  honra  debida  á  la  Virgen 
en  su  persona  é  imágenes,  vuelva  arrepentida  al  gremio  de  la  Iglesia 
católica,  que  en  mal  hora  abandonó. 

E.  Portillo. 

RAZÓN  Y  FE,  TOMO  XXV  36 


NOTICIAS  GENERALES 


Madrid,  20  de  Octubre— 20  de  Noviembre  de  1909. 

ROMA.— Jubileo  episcopal  de  Su  Santidad.  El  16  de  Noviem- 
bre celebró  Su  Santidad  el  25  aniversario  de  su  consagración  episco- 
pal. Á  pesar  de  que  dispuso  el  Soberano  Pontífice  que,  por  la  turbación 
de  los  tiempos,  su  Jubileo  careciera  de  boato  especial,  no  pudo  evitar 
que  le  enviaran  innumerables  telegramas  de  felicitación  muchos  monar- 
cas, príncipes,  autoridades  eclesiásticas  y  otras  personas  más.  Razón 
Y  Fe  se  une  de  corazón  á  ese  homenaje  de  filial  adhesión  del  mundo 
católico,  y  ruega  humildemente  á  Dios,  dador  de  todo  bien,  se  digne 
conservar  dilatados  años  la  preciosa  vida  del  ilustre  piloto  que  tan 
felizmente  rige  la  nave  de  San  Pedro.  —  Profesores  del  Instituto 
Bíblico.  Con  nutrido  concurso  de  personas  distinguidas  se  inauguró 
el  5  de  Noviembre  el  Instituto  Bíblico,  que,  como  es  sabido,  ocupa  pro- 
visionalmente el  Colegio  Leonino.  Los  profesores  que  componen  su 
claustro  son  11,  escogidos  de  las  diversas  provincias  de  la  Compañía 
de  Jesús.  El  P.  Andrés  Fernández  explica  exégesis  del  texto  hebreo,  con 
principios  generales  y  su  aplicación  á  los  mismos  libros;  en  el  segundo 
semestre  expondrá  una  lección  sobre  la  historia  del  pueblo  hebreo  desde 
Samuel  hasta  la  muerte  de  Salomón  y  una  cuestión  bíblica  del  Antiguo 
Testamento,  ó  sea  el  mesianismo.  El  P.  Antonio  Deimel  tiene  la  Historia 
y  Geografía  de  la  Asiría  y  Babilonia  y  explicaciones  de  algunos  textos 
principales  cuneiformes  en  relación  con  la  Biblia.  El  P.  Enrique  Gis- 
mondi  enseña  lenguas  aramaica  y  árabe.  El  P.  Enrique  Rosa,  el  Griego 
bíblico.  El  P.  Hermann  Van  Laak,  el  tratado  de  la  inspiración  é  inerran- 
cia de  los  libros  sagrados.  El  P.  Ladislao  Szcrepanski,  la  Geografía  y 
Arqueología  latina  y  un  curso  superior  de  Hebreo.  El  P.  Leopoldo  Fonck, 
introducción  especial  á  las  epístolas  del  Nuevo  Testamento  y  apocalip- 
sis y  exégesis  de  textos  selectos  de  las  epístolas  de  San  Pablo,  dando 
además  una  lección  acerca  del  método  y  auxilios  literarios  en  el  estudio 
de  los  libros  sagrados  é  Historia  evangélica.  El  P.  Lino  Murillo,  la  exé- 
gesis del  texto  griego  de  los  Evangelios  hasta  la  Pasión,  y  un  curso 
práctico  referente  á  las  dificultades  en  el  estudio  de  la  Sagrada  Escri- 
tura. El  P.  Lucas  Méchineau,  la  introducción  bíblica  general  y  la  espe- 
cial al  Pentateuco;  fuera  de  eso,  correrá  á  su  cargo  el  curso  de  intro- 
ducción á  los  libros  didácticos  del  Antiguo  Testamento  y  exégesis  de 
los  Salmos.  El  P.  María  Chame,  la  lengua  copta;  y  el  P.  Ehrle,  prefecto  " 


NOTICIAS   GENERALES  543 

de  la  Biblioteca  Vaticana,  dará  conferencias  sobre  la  Paleografía  tocante 
á  la  Biblia.— El  Santo  del  Cardenal  Merry  del  Val.  En  el  Vaticano 
se  celebró  el  24  la  fiesta  onomástica  del  Cardenal  Merry  del  Val,  coinci- 
diendo con  el  sexto  aniversario  de  su  nombramiento  como  Secretario  de 
Estado  de  Su  Santidad.  Al  darle  la  acostumbrada  audiencia  matutina  le 
felicitó  Pío  X;  después  le  envió  un  precioso  cáliz  de  oro,  brillantes  y 
rubíes,  con  una  carta  autógrafa,  en  que  le  manifestaba  su  gratitud  por  el 
celo  y  la  competencia  en  el  ejercicio  de  su  cargo.  El  ¡lustre  Secretario 
de  Estado  se  presentó  de  nuevo  al  Sumo  Pontífice  para  mostrarle  su 
agradecimiento.  Los  embajadores  de  España  y  Austria  y  otros  diplomá- 
ticos, varios  Cardenales  y  Prelados  y  representaciones  de  los  emplea- 
dos del  Vaticano  le  ofrecieron  sus  respetos,  y  las  músicas  de  suizos  y 
gendarmes  diéronle  conciertos  á  la  tarde  y  á  la  noche.  — Exposi- 
ción Vaticana.  El  día  de  Todos  los  Santos  se  inauguró  la  Exposición 
del  Tesoro  de  la  Basílica  de  San  Pedro,  presidiendo  la  ceremonia  el 
Cardenal  Rampolla,  como  Arcipreste  d^  dicha  Basílica.  En  dos  salones 
están  colocados  los  objetos:  en  uno  los  de  plata,  en  otro  los  bordados 
y  los  encajes.  Allí  se  ven  la  famosa  dalmática  carolingia,  tejida  por  varios 
bordadores  que  dedicaron  á  ella  toda  su  vida;  los  candelabros  de  bronce 
del  Pollajuelo,  que  adornaban  el  sepulcro  de  Sixto  IV;  diversas  obras 
que  cincelaron  manos  tan  hábiles  como  las  de  Benvenuto  Cellini  y  Simón 
Beda;  vitrinas  llenas  de  piedras  preciosas  y  joyas  de  valor  inestimable; 
innumerables  cálices  de  oro  y  de  plata  y  uno  de  platino,  macizo,  sin  rival 
en  el  mundo;  una  inmensa  estrella  de  oro  y  brillantes,  enviada  á  la 
Inmaculada  del  Vaticano  por  los  católicos  del  universo  entero.  Pronto 
además  se  enriquecerá  la  Exposición  con  una  colección  de  encajes  para 
el  altar,  que  ha  reunido  la  Basílica  desde  el  principio  del  siglo  XVII  hasta 
ahora,  única  en  la  tierra  por  su  originalidad,  riqueza  y  valor  artístico 
é  histórico.  — En  las  Catacumbas  de  San  Sebastián.  La  legitimidad 
de  las  tradiciones  romanas  se  ha  demostrado  de  nuevo  palpablemente. 
Todos  saben  la  importancia  de  las  Catacumbas  de  San  Sebastián.  Según 
constante  tradición,  una  de  sus  criptas,  apellidada  Platonia  Apostólica, 
guardó  por  algún  tiempo  los  restos  de  los  Santos  Apóstoles  Pedro  y 
Pablo.  En  la  pared  de  la  cripta  se  lee  el  pasaje  de  Baronio,  que 
refiere  esa  tradición.  Pues  bien:  en  un  hipogeo  contiguo  á  la  cripta  ha 
descubierto  el  P.  Colagrossi,  bajo  la  cal  que  lo  recubría,  un  grafito  en 
que  aparecen  distintamente  estas  palabras:  Domas  Petri.  La  inscripción 
se  remonta  á  la  mitad  del  siglo  III;  por  tanto,  desde  esa  lejana  fecha  ya 
se  creía  que  allí  había  Pedro  habitado. 

Contra  un  Ayuntamiento  impío. ^El  Ayuntamiento  de  Isola  del 
Liri  se  empeñó,  para  honrar  á  Ferrex,  en  quitar  las  cruces  del  pueblo; 
pero  los  vecinos  protestaron  enérgicamente,  volviendo  á  levantarlas,  é 
intentaron  matar  á  los  concejales,  á  los  que  tuvo  que  amparar  la  fuerza 
pública.  Con  todo,  varios  de  ellos  fueron  apaleados.— Entrevista  de 


544  NOTICIAS   GENERALES 

Soberanos  El  23  de  Octubre  llegó  el  Emperador  de  Rusia,  teniendo 
cuidado  de  no  pisar  tierra  austríaca,  á  Racconigi  para  celebrar  una 
entrevista  con  el  Rey  de  Italia.  Tomáronse  exquisitas  precauciones  á  fin 
de  evitar  cualquier  contratiempo  desagradable,  siendo  destinados  23.000 
hombres  á  custodiar  los  caminos  por  donde  debía  transitar  el  Zar.  El  24 
tuvieron  á  solas  una  larga  conferencia  los  Monarcas,  mientras  la  cual 
conferenciaron  también  reservadamente  los  ministros  de  Negocios 
Extranjeros,  Sres.  Títtoní  é  Iswolky.  Algunos  atribuyen  mucha  impor- 
tancia á  esta  entrevista  y  otros  se  la  quitan  totalmente.  Lo  que  parece 
indudable  es  que  se  han  estrechado  los  vínculos  amistosos  entre  Rusia  é 
Italia,  dando  no  pocos  celos  y  temores  al  Austria.— Muerte  de  Lom- 
broso.  El  19  falleció  en  Turín  el  profesor  César  Lombroso.  Dicen  que 
fué  bueno  en  su  vida,  porque  tuvo  cierta  honradez  natural;  pero  tal  bon- 
dad es  deficientísima  á  los  ojos  cristianos.  Acarreáronle  cierto  prestigio 
sus  obras,  muy  elogiadas  de  bastantes  penalistas  impíos;  mas  hay  que 
confesar  que  no  pocas  de  ellas  bajaron  antes  que  su  autor,  para  siempre, 
á  la  tumba  del  olvido. 

I 

ESPAÑA 

Guerra  del  Rif.— El  6  se  reanudaron  las  operaciones  ofensivas  en 
el  Rif,  «ocupándose,  según  el  parte  oficial,  la  posición  de  Hidum  sin 
novedad  alguna».  Trátase  ahora  de  fortificar  varios  puntos  estratégicos, 
con  lo  que  quedarán  suficientemente  resguardadas  nuestras  plazas  de 
África.  La  impresión  general  es  que  puede  darse  por  concluida  la  guerra; 
los  moros  aparecen  desalentados,  y  á  duras  penas  pueden  contenerlos 
en  la  harka  sus  caudillos.  Esperábase  que  los  principales  de  entre  éstos 
fueran  á  pactar  las  condiciones  de  paz  con  el  general  Marina,  pero  toda- 
vía no  lo  han  verificado.  Mucha  sangre  española  viene  costando  esta 
campaña.  Sólo  en  el  mes  de  Septiembre  último  hubo:  generales  muertos, 
uno,  y  contuso  otro;  oficiales  muertos,  8;  heridos,  36;  soldados  muertos, 
79;  heridos,  515.  Total,  640.  No  se  cuentan  los  que  se  dieron  de  baja  por 
enfermedad,  que  no  son  pocos. 

Notas  políticas.  —  Nuevo  Gobierno.  Los  ¡liberales  en  el  poder. 
Fecundísimo  en  acontecimientos  políticos  ha  sido  este  período  de  tiempo. 
Caídos  los  conservadores  del  poder,  fué  llamado  á  formar  Gobierno  el 
jefe  de  los  liberales  Sr.  Moret,  que  rápidamente  lo  constituyó  en  la 
forma  siguiente:  Presidencia  y  Gobernación,  Sr.  Moret;  Estado,  Pérez 
Caballero;  Hacienda,  Alvarado;  Guerra,  Luque;  Gracia  y  Justicia,  Martí- 
nez del  Campo;  Marina,  Concas;  Instrucción  Pública,  Barroso;  Fomento, 
Gasset.  Todos,  excepto  el  Sr.  Martínez  del  Campo,  han  sido  antes  Minis- 
tros; de  éstos  pertenecen  á  la  facción  monterista  los  Sres.  Martínez  del 
Campo  (yerno  de  Montero  Ríos)  y  Barroso;  á  la  canalejista,  Alvarado; 


NOTICIAS   GENERALES  545 

los  demás,  á  la  moretista.  No  fué  tan  afortunado  el  Sr.  Moret  en  la  pron- 
titud de  repartir  otros  altos  cargos;  tres  semanas  ha  tardado,  sufriendo 
bascas  de  muerte,  en  proveer  las  direcciones  y  subdirecciones  y  los 
gobiernos  civiles. 

Notaremos,  para  que  se  patentice  el  desinterés,  imparcialidad  y  pa- 
triotismo de  los  periódicos  del  trusty  que  varios  de  sus  inspiradores, 
consejeros  y  amigos  han  sido  agraciados  con  pingües  empleos.  ¿Pro- 
grama del  Gabinete?  Ninguno,  si  no  es  gobernar,  como  dice  un  periódico: 
sin  embargo,  afirmó  su  Presidente  que  se  atendría  á  sus  discursos  de 
Zaragoza  y  Valladolid,  que  no  encierran  ningún  programa,  y  sí  sólo 
vagas  afirmaciones,  aunque  nada  halagüeñas  para  los  católicos.  Tal  des- 
orientación se  refleja  en  la  conducta  del  Gobierno;  porque  no  sabe  si 
reunir  ó  no  las  Cortes,  si  romper  ó  no  con  los  republicanos,  á  quienes 
mientras  tanto  deja  despotricar  contra  todo  lo  divino  y  humano;  si  urgir 
ó  no  el  cierre  de  las  tabernas  en  domingo,  etc.  No  es,  pues,  extraño  que 
el  Sr.  Moret  empiece  á  experimentar  contrariedades,  como  la  que  le  ha 
proporcionado  el  Duque  de  Tovar  con  su  dimisión  de  Gobernador  de 
Madrid,  por  creerse  desairado  ante  las  atribuciones  del  Jefe  superior  de 
Policía.  Otra  no  floja  le  ha  ocasionado  su  proyecto  sobre  el  Gobierno 
civil  de  Canarias,  que  sin  duda  se  agravará  con  el  decreto  de  descen- 
tralización que  apareció  en  la  Gaceta  del  16,  por  cuyo  artículo  28  queda 
equivalentemente  dividida  la  provincia,  contra  el  deseo  de  muchos  de 
aquellos  naturales.  En  cuanto  á  lo  de  Barcelona,  se  nombró  capitán  ge- 
neral á  Weyler  y  gobernador  á  Suárez  Inclán,  y  el  7  se  publicó  un  real 
decreto  levantando  la  suspensión  de  garantías;  los  revoltosos  deste- 
rrados parece  que  vuelven  á  sus  moradas,  y  según  el  nuevo  Gobernador, 
se  permitirá  abrir  las  escuelas  cerradas  con  tal  que  se  vaya  por  los  trá- 
mites legales.— Conservadores.  El  25  pronunció  el  Sr.  Maura  en  el  Se- 
nado un  discurso  ante  las  mayorías  parlamentarias,  explicando  las 
causas  de  haber  dejado  las  riendas  del  poder  el  Gobierno  conservador, 
declarando  rotas  por  completo  las  relaciones  con  los  liberales,  y  ha- 
ciendo un  llamamiento  á  las  derechas  para  oponerse  á  los  revolucio- 
narios. Manifestó  el  propósito  de  reanimarla  política  conservadora,  para 
lo  cual  nombró,  bajo  su  presidencia,  un  Directorio,  compuesto  de  los  se- 
ñores Dato,  La  Cierva,  AUendesalazar,  Sánchez  Guerra  y  Besada.  No  á 
todos  los  conservadores  agradó  la  actitud  del  Sr.  Maura,  y  prevalién- 
dose de  este  disgusto  pretende  el  Sr.  Sánchez  Toca  y  sus  amigos,  que 
se  creen  los  herederos  legítimos  del  Sr.  Cánovas  del  Castillo,  enarbolar 
bandera  de  disidencia,  en  lo  cual  les  apoyan  resueltamente  los  perió- 
dicos del  trust  y  aun  el  propio  Sr.  N^oret— Carlistas.  Don  Jaime  de 
Borbón  dirigió  á  los  carlistas  un  manifiesto  firmado,  en  Frohsdorf  en  No- 
viembre de  1909,  que  ha  hecho  renacer  en  su  partido  nuevos  alientos  y 
esperanzas.  En  este  párrafo  puede  resumirse  todo  el  pensamiento  del 
heredero  de  D.  Carlos:  «Recogiendo  con  piedad  filial  su  herencia,  tan 


546  NOTICIAS   GENERALES 

gloriosa  como  abrumadora,  asumo  lo  mismo  sus  derechos  que  sus  obli- 
gaciones, sus  ideas  que  sus  sentimientos  y  sus  amores.  No  digo  sus  odios 
porque  su  corazón,  igual  que  el  mío,  no  los  conoció  jamás.» — Integristas. 
En  la  reunión  que  tuvieron  en  la  primera  quincena  de  Noviembre  acor- 
daron los  integristas,  continuadores  de  la  política  del  Sr.  Nocedal,  la  ne- 
cesidad de  mantener  las  ideas  tradicionalistas  en  todo  su  vigor  y  lozanía, 
oponerse  con  eficaz  energía  al  liberalismo,  avivar  el  fuego  del  entu- 
siasmo en  el  partido,  tomar  parte  en  cuantas  elecciones  se  ofrezcan 
presentando  candidatos  propios.  —  Republicanos.  No  es  posible  re- 
ferir las  reuniones  y  manifestaciones  que  los  republicanos  han  tenido  en 
la  capital  de  la  monarquía  y  en  otras  varias  poblaciones,  ora  para  recibir 
á  Lerroux  como  un  héroe  incomparable,  ora  para  protestar  contra 
Maura,  el  tirano,  contra  la  reacción  y  de  paso  glorificar  á  Ferrer,  im- 
pugnar la  dinastía  y  atacar  al  ejército  y  al  clero  como  á  las  dos  columnas 
en  que  aquélla  se  apoya.  Es  de  notar  que  en  estos  excesos  y  crudezas 
nadie  les  ha  ido  á  la  mano.  La  reunión  más  práctica  resultó  la  que  se 
tuvo  el  7  en  Madrid,  á  la  que  no  asistió  Lerroux  por  «una  causa  pura- 
mente física».  En  ella  convinieron  en  aliarse  republicanos  y  socialistas 
para  ir  juntos  á  las  elecciones. — Los  solidarios.  El  discurso  pronun- 
ciado el  día  4  por  el  Sr.  Cambó  en  la  Liga  regionalista  de  Barcelona  fué 
comentadísimo.  Sus  amigos  lo  aplaudieron  mucho  y  después  de  impreso 
lo  repartieron  profusamente.  Otros  lo  consideran  poco  determinado  y 
concreto  y  que  parece  como  que  viene  á  dar  en  algunas  cosas  la  razón  á 
los  extranjeros  que  con  motivo  de  los  sucesos  de  Barcelona  han  lan- 
zado injustas  acusaciones  contra  España.  También  le  notan  de  que  no 
manifieste  su  parecer  sobre  la  Religión  y  la  Iglesia,  después  de  la  brutal 
persecución  que  sufrieron  en  los  aciagos  días  de  la  semana  roja.— Elec- 
ciones provinciales.  Las  elecciones  de  diputados,  verificadas  según  el 
artículo  29  de  la  ley  Electoral  el  24,  dieron  el  siguiente  resultado:  con- 
servadores, 148;  liberales,  95;  demócratas,  5;  republicanos,  15;  carlistas,  6; 
católicos,  1;  integristas,  6;  bizcaitarras,  3;  Defensa  social,  1;  solidarios,  2, 
é  independientes,  2.  Por  elección  directa:  conservadores,  168;  libe- 
rales, 123;  demócratas,  20;  republicanos,  19;  carlistas,  7;  católicos,  5; 
integristas,  2;  solidarios,  22;  independientes,  11,  é  indeterminados,  4. 

Reales  órdenes.— En  la  Gaceta  del  29  se  publicó  una  Real  orden 
aplazando  las  elecciones  municipales  para  el  día  12,  lo  que  constituye 
una  patente  ilegalidad  del  Gobierno;  en  la  del  6  apareció  otra  dispo- 
niendo que  la  ponencia  de  los  asuntos  del  Consejo  de  Instrucción  pú- 
blica se  encomienden  en  lo  sucesivo  á  cuatro  consejeros;  la  del  16  trae 
el  real  decreto  de  descentralización  municipal. 

Fomentos  materiales.— f/z  Valencia.  Hubo  en  esta  ciudad  en  la 
última  semana  de  Octubre  varios  Congresos,  como  el  de  Reformas  Socia- 
les, Farmacéuticos,  de  Médicos  titulares  y  en  el  mes  de  Noviembre  el 
Universal  de  la  Poesía,  el  de  la  Viña  Americana  y  el  Agrario  Nacional. 


NOTICIAS   GENERALES  547 

El  3  se  verificó  la  inauguración  del  Concurso  de  ganados,  patrocinado 
por  el  Ministro  de  Fomento;  el  19,  20  y  21  será  el  Certamen  de  Bandas,  y 
el  28  se  celebrará  una  magnífica  fiesta  militar.  También  se  celebró  el  14 
de  este  mes  en  la  Exposición  la  coronación  del  poeta  D.  Teodoro  Lló- 
rente, acudiendo  al  acto,  que  revistió  inusitada  pompa,  todas  las  autori- 
dades y  un  gentío  inmenso.— TWíís  Congresos.  En  Madrid  se  tuvieron  en 
la  segunda  quincena  de  Noviembre  los  Congresos  de  ingenieros  indus- 
triales, transportes  y  harineros.— La  Gran  Via  de  Madrid.  El  13  se  hizo 
la  adjudicación  provisional  déla  Gran  Vía  al  Sr.  Conde  de  Peñalver,  como 
representante  de  la  casa  Martín  Albert  Silvers,  de  París.  En  la  Caja  de 
Depósitos  quedan  las  500.000  pesetas  de  fianza  exigidas  para  tomar 
parte  en  el  concurso.— Centenario  en  Gerona.  Verificóse  el  7  en  esta 
ciudad  el  centenario  del  glorioso  sitio  en  la  guerra  de  la  Independencia. 
En  la  iglesia  de  San  Félix  recogió  una  junta  de  personas  la  histórica 
bandera  de  San  Narciso,  para  llevarla  al  baluarte  de  San  Francisco,  en 
donde  se  dijo  una  Misa  de  campaña,  descubriéndose  dos  lápidas  conme- 
morativas. En  el  Ayuntamiento  se  descubrió  un  retrato  del  general  Álva- 
rez.  Á  todas  las  ceremonias  acudieron  las  autoridades  y  nutrido  público. 
Noticias  varias.— £/  Rey  de  Portugal.  De  paso  para  Londres  llegó 
el  Monarca  lusitano  á  Madrid  el  8,  haciéndosele  un  buen  recibimiento. 
Los  días  que  aquí  se  detuvo  le  obsequiaron  mucho,  y  en  todas  partes 
supo  captarse  muchas  simpatías.— i4sce/zso  del  infante  D.  Carlos.  El  13  se 
firmó  el  nombramiento  de  General  de  división  en  favor  del  infante  don 
Carlos,  siguiéndose  para  ello  un  trámite  especial  por  no  formar  el  Infante 
número  en  el  ^scdAddón.— Entrada  del  Sr.  Lagaarda  en  Barcelona.  Hizo 
el  27  su  entrada  solemne  en  Barcelona  el  nuevo  Obispo  Dr.  Laguarda. 
Fué  recibido  al  llegar  á  la  ciudad  condal  del  pueblo  con  aplausos  y 
vítores,  que  se  repitieron  hasta  penetrar  el  Prelado  en  la  Catedral. — 5/- 
nodo  diocesano.  El  Obispo  de  Málaga,  Sr.  Muñoz  Herrera,  publicó  el  14 
un  edicto  convocando  Sínodo  diocesano  para  los  días  26  y  siguientes 
del  próximo  mes  de  Diciembre  de  este  año,  fecha  que  coincide  con  las 
bodas  de  oro  del  sacerdocio  del  insigne  Prelado. 


EXTRANJERO. 

AMÉRICA.— Méjico.  Las  últimas  heladas  han  causado  daños  en 
los  campos,  importando  las  pérdidas  sufridas  unos  16  millones  de  pesos. 
Los  pueblos  más  castigados  han  sido  Querétaro  y  Durango,  en  donde 
las  cosechas  han  quedado  casi  por  completo  destruidas.  Se  han  pedido 
á  la  Argentina  30.000  toneladas  de  granos  para  precaverse  del  hambre 
que  amenaza.  Otro  infortunio  aflige  á  la  provincia  de  Tabasco,  en  la  que 
el  río  Usumacinta,-  saliendo  de  madre  á  causa  de  la  caída  de  una  manga 


548  NOTICIAS    GENERALES 

de  agua,  destruyó  la  ciudad  de  Santa  Rosa  y  produjo  grandes  desper- 
fectos en  una  docena  de  poblaciones.  A  cinco  millones  de  pesos  suben  los 
destrozos  que  ha  ocasionado  la  inundación  en  los  campos. 

Buenos  Aítqs.— Atentado  anarquista.  El  14  un  anarquista  arrojó 
una  bomba  al  coche  del  Sr.  Falcón,  cuando  pasaba  por  la  calle  Calloa 
de  la  capital.  El  carruaje  quedó  destrozado  y  heridos  de  tanta  gravedad 
los  Sres.  Falcón  y  el  secretario  de  Policía,  que  le  acompañaba,  que  al 
poco  tiempo  fallecieron  ambos.  El  criminal  es  un  joven  de  veinte  años, 
que  después  de  su  delito  se  pegó  un  tiro  en  la  cabeza,  aunque  no  logró 
matarse.— Medidas  represivas.  El  Presidente  de  la  República  firmó  al 
punto  un  decreto  proclamando  el  estado  de  sitio  en  todo  el  territorio  de 
Buenos  Aires  por  espacio  de  sesenta  días:  el  Gobierno  hará  que  se  vi- 
gile especialmente  á  los  sospechosos  y  que  se  efectúe  un  expurgo  entre 
los  inmigrantes;  pues,  según  opina  la  policía,  el  atentado  último  se  fraguó 
en  una  reunión  de  anarquistas  juramentados  entre  sí.  Además,  se  pro- 
pone el  Gobierno  juntar  el  Congreso  en  sesión  extraordinaria  para  legis- 
lar contra  el  anarquismo,  suprimir  los  periódicos  de  la  secta  y  expulsar 
del  suelo  patrio  á  unos  3.000  anarquistas. 

Brasil.-  En  el  mensaje  enviado  por  el  Presidente  de  la  República  al 
Consejo  se  declara  la  necesidad  de  otorgar  gratuitamente  terrenos  de  la- 
bor á  los  inmigrantes  voluntarios  que  vienen  á  establecerse,  á  costa  suya, 
en  la  república  en  calidad  de  agricultores  y  con  carácter  permanente. 
Las  únicas  condiciones  que  se  les  exigen  se  reducen  á  que  cultiven  dos 
años  las  parcelas  de  tierra  que  se  les  asignan,  demostrando  que  han.in- 
trucido  en  ellas  algunas  mejoras. 

Estados  Unidos.— Fiesta  en  San  Francisco.  El  19  de  Octubre  se 
inauguraron  en  San  Francisco  con  una  gran  parada  militar,  las  fiestas  Por- 
tóla para  celebrarla  reedificación  de  la  ciudad  y  conmemorar  el  descubri- 
miento del  golfo  de  San  Francisco,  que  se  debió  en  1769  á  D.  Gaspar  de 
Portóla,  primer  Gobernador  de  España  en  California.  Entre  otros  fes- 
tejos figuran  en  el  programa  espectáculos  náuticos,  procesiones  cívicas 
y  paseos  alusivos  á  episodios  históricos.— Escuelas  católicas.  En  Nueva 
York  las  escuelas  católicas  reanudaron  por  Octubre  sus  cursos.  Son  166 
las  elementales,  nueve  más  que  el  año  pasado.  El  total  de  los  niños  que 
asistieron  en  1908  se  eleva  á  109.550.  Frecuentarán  las  nueve  escuelas 
nuevamente  abiertas,  unos  10.000.  Por  donde  se  puede  suponer  que  se- 
rán alrededor  de  120.000  alumnos  los  que  en  Nueva  York  reciben  cató- 
lica educación  en  las  escuelas. 

EUROPA.— Francia.  En  vista  de  las  disposiciones  dictadas  por  el 
Episcopado  francés  prescribiendo  la  conducta  que  han  de  observar  los 
padres  católicos  con  los  textos  y  enseñanzas  de  las  escuelas,  el  ministro 
de  Instrucción,  despechado,  ordenó  á  los  maestros  que  se  opongan  á 
toda  intervención  extraña  al  magisterio  é  impongan  penas  disciplinarias 
á  los  alumnos  que  rechacen  los  libros  aprobados  por  la  autoridad  acá- 


NOTICIAS   GENERALES  549 

démica.  Ni  es  esto  sólo.  Como  ya  lo  anunció  El  Radical,  periódico  de 
Mr.  Briand,  la  Asociación  de  amigables  de  maestros  y  maestras  públicas 
de  Francia  y  las  colonias,  acordó  llevar  los  Prelados  á  los  Tribunales, 
exigiéndoles  á  cada  uno  5.000  francos  por  los  daños  y  perjuicios  que  les 
han  ocasionado.  Asimismo  los  autores  de  los  libros  señalados  por  los 
Obispos  como  prohibidos  se  proponen  entablar  contra  ellos  demanda 
judicial.  Nada  conseguirán;  pues  no  solamente  varios  jurisconsultos  poco 
sospechosos  de  clericalismo,  pero  aun  el  mismo  Briand,  han  declarado 
que  obran  con  perfecta  justicia  los  Prelados  al  publicar  los  documen- 
tos sobre  la  enseñanza. 

Bélgica.— Después  de  un  viaje  de  inspección  al  Congo  de  seis 
meses  volvió  á  Bélgica  el  Ministro  de  las  Colonias  M.  Renkin.  Durante 
su  excursión  conferenció  con  700  jefes  de  las  tribus  de  aquel  país.  Ha- 
blando en  el  Círculo  Africano  contradijo  solemnemente  las  relaciones 
que  la  Asociación  de  Reformas  del  Congo  hizo  sobre  atrocidades  ejecu- 
tadas en  la  colonia  y  tiranía  con  los  naturales  en  la  asignación  de  tierras. 
En  lo  que  mira  al  primer  cargo,  no  negó  que  se  hayan  cometido  errores 
que  no  son  de  diverso  género  que  los  cometidos  por  otras  naciones  en 
sus  colonias;  pero  sostuvo  que  el  tratamiento  que  se  da  á  los  indígenas 
no  difiere  un  ápice  del  que  se  da  en  cualquiera  colonia  del  África  cen- 
tral. En  lo  segundo  desafió  á  que  se  le  presente  una  tribu,  una  aldea,  un 
vecino  á  quienes  se  les  haya  negado  tierras  de  cultivo.  Expuso  breve- 
mente sus  planes  para  mejorar  la  colonia,  que  incluyen  el  fomento  de 
las  misiones,  escuelas  industriales,  el  resguardar  á  los  indígenas  de  sus 
abusos,  bárbaras  costumbres  y  enfermedades,  el  desenvolvimiento  del 
comercio  y  reducción  de  impuestos  y  tarifas. 

Irlanda.— Los  periódicos  ingleses  publican  la  lista  de  los  profesores 
del  claustro  de  la  nueva  Universidad  «Nacional  de  Irlanda»,  abierta  en 
Dublin,  y  es  lista  que  sorprende.  Se  diría  que  es  una  colección  de  todos 
los  hombres  más  distinguidos  en  literatura,  ciencia  y  jurisprudencia  de 
la  tierra  irlandesa.  En  el  catálogo  de  esos  maestros  aparecen  cuatro 
nombres  de  jesuítas,  á  saber:  el  P.  O'Neill,  que  explicará  Inglés  y  Filo- 
logía; el  P.  Brown,  Griego;  el  P.  Egan,  Matemáticas  puras,  y  el  P.  Finlay, 
Economía  política.  Y  hay  que  advertir  que  la  designación  de  eminentes 
profesores  la  ejecuta  una  Comisión  del  Gobierno  inglés,  pues  hasta  que 
corran  algunos  años  no  tendrá  el  privilegio  de  reclutar  sus  profesores  el 
Claustro  de  la  Universidad- 
Austria.— El  Ministro  de  Hacienda  Sr.  Bilinski  presentó  en  la  Cámara 
el  presupuesto  para  1910.  Los  gastos  se  elevan  á  unos  2.800  millones  de 
pesetas,  excediendo  en  unos  300  á  los  del  anterior.  El  déficit,  de  unos  72 
millones,  será  cubierto,  según  cálculos  del  Ministro,  con  lo  que  produzcan 
los  nuevos  tributos  sobre  alcoholes,  herencias,  aguas  minerales  y  gaseo- 
sas, vinos,  cerillas  y  motores  de  petróleo,  más  el  aumento  del  impuesto 
sobre  la  renta. 


550  NOTICIAS    GENERALES 

Grecia.— Hace  algún  tiempo  que  las  revoluciones  despedazan  á 
este  pequeño  reino.  Obligados  por  el  ejército,  varios  vastagos  de  la  fami- 
lia real  tuvieron  que  dimitir  sus  altos  cargos,  poniendo  estos  hechos  al  rey 
Jorge  en  situación  bastante  desairada  y  angustiosa.  Luego  un  oficial  de 
marina,  Typhaldos,  que  ambicionaba  una  cartera,  se  rebeló  con  ocho 
torpederos,  apoderándose  del  puerto  de  Salamis.  La  escuadra  se  mantuvo 
fiel  al  monarca,  y  la  sublevación  fué  sofocada,  cayendo  prisionero  en 
Kephisia  el  mismo  Typhaldos. 

ASIA.  —Japón.  En  la  estación  férrea  de  Kharbine,  cuando  revistaba 
las  tropas,  que  le  tributaban  honores,  fué  asesinado  el  26  el  príncipe 
japonés  Marqués  de  Ito,  uno  de  los  más  eminentes  políticos  del  Japón. 
Un  coreano  le  disparó  tres  balazos  de  revólver  que  le  dejaron  muerto  en 
el  acto.  También  salieron  heridos  de  los  disparos  el  cónsul  japonés  y  el 
director  de  los  ferrocarriles  de  Mandchuria  M.  Tamaka.  El  asesino  con- 
fesó que  cometió  el  atentado  para  vengarse  y  vengar  á  su  país,  de  las 
ejecuciones  que  el  Príncipe  ordenó  hacer  durante  su  mando  en  Corea, 
en  las  que  se  comprendieron  varios  parientes  suyos.  Después  se  averiguó 
que  se  había  tramado  una  conspiración  en  Corea  contra  la  vida  del  Mar- 
qués de  Ito,  y  que  de  ella  formaba  parte  el  asesino. 

China.-  Nuestra  correspondencia.  Changhai,  15  de  Octubre  de  1909. 

A.  Pérez  Goyena: 


OBRAS  RECIBIDAS  EN  LA  REDACCIÓN 


Actas  y  Memorias  del   prper  Con-  Catálogo  para    1909  de  E.  Subirana, 

GRESO  DE  Naturalistas  españoles.  Zara-  Barcelona, 

goza,  7-10  Octubre  1908.  Catecismo  de  Ripalda,  con  un  Apéndice 

Á  LOS  protestantes  de  buena  fe.  Fo-  acerca  de  los  errores  modernos.  0,25  pe- 

lleto  XVI  de  la  Liga  antipornográfica  de  setas.— Librería  Católica,  Pino,  5,  Barce- 

Manila,  1909.  Cuenta  S.  M.  H.  las  razones  lona. 

de  su  conversión,  no  contestadas,  y  entre  Clercs   d'antan  et  d'aujourd'hui,  par 

otros  documentos  expone  el  estado  de-  A.  Nast.  N."  209  de  L'Actión  Popalaire. 

mostrativo  de  la  Liga  en  los  meses  de  Junio  0,25  f  r.— Reims. 

á  Agosto.  Colección  de  cánticos  sagrados,  con 

Á   mis  seminaristas,   por  el  Cardenal  acompañamiento  de  piano,  armonium   ú 

Mercier;  traducción  de  A.  M.  Ramírez.  2  órgano,  por  N.  Mendiola.  10  pesetas.— El 

pesetas.— L.  üili,  Barcelona.  Palo  (Málaga), 

APERgU  DES   INSTRUMENTS   LES    PLUS   USI-  COMPENDIO    RAZONADO     DE     RELIGIÓN   Y 

TÉS  EN  SiSMOLOGiE,  par  E.  M.  S.  Navarro,  Moral,  por  el  Dr.  D.J.  Gou.  1,50  pesetas. 

S.  J.— Bruxelles.  Herederos  de  J.  Gili,  Barcelona. 

Apicultura  movilista,  por  D.  P.  Villuen-  Conferences  apologétiques,  par  Bour- 

das.— Biblioteca  Agraria  Solariana,  Sevilla.  chany,  Perier,  Tixeront.  3,50  fr.— J.  Ga- 

Aplicaciones  métricas  de  la  Estéreos-  balda  et  C'«,  París. 

copia,  por  J.  M.  Torroja.— Madrid.  Conferencia  por  D.  D.  Soldati  en  la 

Ave  admirabile  Cor  Jesu,  ad  tres  voces  reunión  de  Cooperadores  Salesianos  de 

inaequales  órgano  comitante.  J.  Valdés.  8  de  Septiembre  de  1909.  Santiago  (Chile). 

Fr.  1,15.— Rué  Saint-Jacques,  269,  París.  Sólida  y  ferviente  demostración  de  que 

Catálogo  núm.  46  de  E.  Mazo,  París.  «ninguna  legislación  moderna  podrá  dar 

En  4."  de  más  de  600  páginas,  muy  ilus-  al  pueblo  lo  que  Jesucristo  quiso  darle  en 

trado,  sobre  cuanto  se  refiere  á  proyec-  su  Evangelio», 

clones  luminosas.  Congregación  de  Hijas  de  María.  Me. 


OBRAS  RECIBIDAS 


551 


moria  porla  señorita  D.'^  Juana  Monsalve. 
Madrid.  El  mes  de  Mayo  ha  producido 
este  año...  el  propósito  de  tomar  posicio- 
nes en  el  campo  de  la  acción  social  cató- 
lica. 

Crisis  de  la  familia  obrera,  Discurso 
por  D.J.  Vales  Failde.— Madrid. 

Curso  elemental  y  práctico  de  Canto 
GREGORIANO,  por  el  P.  B.  Van  Poppel,  com- 
pletado por  el  P.  G.  M.^  Salvany,  O.  S.  B. 
H.  Mancebo,  Mondoñedo. 

Oe  RE  LITERARIA.  L.  Montoto.  3  pese- 
tas.— Librería  de  San  José,  Sevilla. 

De  Scriptura  sacra,  J.  V.  Baindel.  3  fr. 
G.  Beauchesne  et  G's  Paris. 

DiE  Freiheit  der  Wissenschaft,  von 
Dr.  J.  Donat,  S.  J.— Innsbruck,  von  Feli- 
zian  Rauch. 

DiE  PaPSTGRaBER  UND  DIE  CXCILIENGRUFT 
IN  DER   KATAKOMBE   DES  HL.  KaLLISTUS,  VOU 

J.  Wilpert.  M.  25.— B.  Herder,  Friburgo. 

Discursos  leídos  ante  la  Real  Academia 
de  la  Historia  en  la  recepción  pública  de 
D.  F.  Laiglesia. 

Discurso  y  Memoria  leídos  en  la  aper- 
tura del  curso  de  1909-1910  en  la  Acade- 
mia Universitaria  Católica.— Madrid. 

Doctrines  religieuses  des  philosophes 
grecs,  par  M.  Louis.  4  fr.— P.  Lethielleux, 
Paris. 

Dom  Guéranger,  par  un  moine  béné- 
dictin.  Tome  premier.  8  fr.— PIon-Nou- 
rrit  et  O^,  Paris. 

Kl  dominico  español  Fr.  Francisco  de 
Vitoria  y  los  principios  modernos  sobre 
el  derecho  de  la  guerra,  por  el  Dr.  don 
Fidel  Abad  y  Cavia,  presbítero,  abogado. 
Madrid,  1909.  Hermosa  disertación,  en 
que  se  expone  la  doctrina  de  Vitoria  en 
sus  Prelectiones,  y  se  compara,  con  gloria 
suya,  con  los  postulados  actuales  de  dere- 
cho intelectual. 

El  libro  de  la  madre,  por  P.  Combes; 
traducción  de  María  de  Echarri.  2  pese- 
tas.—Herederos  de  J.  Gili,  Barcelona. 

El  Nuevo  Testamento  en  griego  y  es- 
pañol. Versión  española  por  el  P.  Juan 
J.  de  la  Torre,  S.  J.  Frs.  11,25.— B.  Her- 
der, Friburgo  de  Brisgovia. 

El  país  de  Jesús,  por  Fr.  S.  Eiján, 
O.  F.  M.  2  pesetas.— Herederos  de  J.  Gili, 
Barcelona. 

El  problema  de  la  felicidad,  por 
P.  Combes;  traducción  de  María  de  Echa- 
rri. 2  pesetas.— Herederos  de  J.  Gili,  Bar- 
celona. 

El  progreso  del  dogma.  Discurso  por 
el  Dr.  D.  O.  Díaz-Caneja.— León. 

El  triunfo  social  de  la  Iglesia  cató- 
lica, por  el  P.  Juan  Mir,  S.  J.  Dos  tomos, 
18  pesetas.— Saenz  de  Jubera,  Hermanos, 
Madrid. 

Epitres  de  Saint  Paul.  Legons  d'Exé- 
gése,  par  C.  Toussaint.— G.  Beauchesne 
et  Ci%  Paris.  ' 

Estudios  acerca  del  anticlericaiismo 


Y  las  Congregaciones  religiosas,  por 
el  Cardenal  Sancha.  Tercera  edición.— 
E.  Hernández,  Madrid. 

Études  et  Controverses  philosophi- 
QUES,  par  l'abbé  E.  Lanusse.  3  fr.— R.  Ro- 
ger  et  F.  Chernoviz,  Paris. 

ÉTUDES  DE  Critique  et  d'Histoire  reli- 
GiEUSE.  Deuxiéme  serie.  E.  Vacandard. 
3,50  fr.— J.  Gabalda  et  C'« ,  Paris. 

Filosofía  del  Derecho,  por  P.  M.  a  Ca- 
rreño.  Tomo  I.— Bogotá. 

Filosofía  del  verbo,  por  F.  Robles  Dé- 
gano.— Madrid. 

Flora  descriptiva  é  ilustrada,  de  Ga- 
licia, por  el  P.  B.  Merino,  S.  J.  Tomo  IIL — 
Santiago,  1909. 

Fray  Diego  José  de  Cádiz  en  Motril, 
por  F.  Ortiz  del  Barco. 

Heraldo  del  Salvador.  Diario  cató- 
lico de  información.  Año  I,  núm.  1.  Repú- 
blica del  Salvador.  Es  de  propaganda  ca- 
tólica, razonada  sin  desdeñar  ningún  tra- 
bajo conducente  á  la  instrucción  pública. 

Histoire  complete  de  l'idée  messiam- 
que  chez  le  peuple  d' Israel,  par  le 
Ch.  A.  Lémann.  7  fr.— E.  Vitte,  Lyon-Paris. 

Homenaje  de  La  Unidad  Católica  á 
Monseñor  Evaristo  Blanco  en  su  entra- 
da Á  la  capital  del  Obispado.  —  Pam- 
plona (Colombia).  Contiene  datos  biográ- 
ficos, las  bulas  pontificias  y  la  Pastoral 
primera  del  Obispo  á  sus  diocesanos  y 
devotos. 

Il  Cattolico  d'azione,  P.  Palau,  S.  J.; 
dallo  spagnuolo  T.  I.,  S.  J.,  Torino. 

Institution  de  demoiselles  (Pensionat 
et  Externat).  7  Ludwigtrasse.— Munich 
(Baviera). 

Laboriosidad  de  San  Julián.  Discurso 
por  el  P.  B.  Ibeas,  O.  S.  B.— Madrid,  1908. 
Elocuente  discurso  sobre  el  concepto 
cristiano  del  trabajo  y  sobre  la  cuestión 
social,  y  exhortación,  al  clero  especial- 
mente, á  trabajar  en  beneficio  del  pueblo. 

La  Catedral  de  Valencia,  por  J.  San- 
chis.— Valencia. 

La  comete  de  Halley,  par  J .  Tirion, 
S .  J.— Louvain .  Extrait  de  la  Revue  des 
Questions  Scientifiques. 

La  cuestión  del  día.  Desenlace  del  pro- 
blema Norte-Africano,  por  N.  Bande.  3 
pesetas.— Herederos  de  J.  Gili,  Barcelona. 

La  Morale  et  la  loy  de  l'Histoire,  par 
A.  Gratry.  Dos  tomes,  7,50  fr.  — Pierre 
Téqui,  éditeur,  82,  rué  Bonaparte,  Paris. 

L'Art,  la  Religión  et  la  Renaissance, 
par  J.  C.  Broussolle.  5  frs.— P.  Téqui, 
éditeur,  Paris. 

La  virgen  prudente,  por  el  P.  A.  de 
Doss,  S.  J.  Fr.  3,25.— B.  Herder,  Friburgo. 

Le  B.  Jean  Eudes,  par  E.  Occre.  0,60 
francs.— E.  Witte,  Lyon-Paris. 

Le  pain  des  petits.  Explication  dialo- 
guée  du  Catéchisme.  Deux  tomes,  2  fr. — 
P.  Téqui,  éditeur,  82,  rué  Bonaparte, 
Paris. 


índice  general  de  este  tomo 


ARTÍCULOS  DE  FONDO 

Páginas. 

Sin  patria  y  sin  fe R.  Ruiz  Amado 5 

El  excesivo  número  de  monjas ¡^                         148 

Chauvinismo  y  patrioterismo >                          413 

Nuevas  orientaciones  de  la  Moral E.  Ugarte  de  Ercilla 19 

Sexto  Congreso  internacional  de  Psico- 
logía   »                         442 

Lorenzo  Hervás:  Su  vida  y  sus  escri- 
tos (1."  y  2.°) E.  Portillo 34,277 

Fuerza  expansiva  del  sistema  Raiffei- 

sen N.  NOGUER 51 

La  regeneración  de  un  pueblo  por  la 

Cooperativa »                          208 

Las  Cajas  rurales  en  Francia 342 

Imprentas  de  los  antiguos  jesuítas  en 
Europa,   América   y   Filipinas    (1.° 

y  2.°) C.  GÓMEZ  RODELES 63,  474 

Observaciones  sobre  el  Apostolado  eu- 

carístico  de  San  Ignacio  (I.*"  y  Z"*). . .      J.  Beguiristain 70,  212 

Boletín  bíblico L.  Murillo 83 

El  carácter  histórico  de  los  tres  prime- 
ros capítulos  del  Génesis >                         456 

Nuestra  petición V.  Minteguiaga 141 

Historia  de  las  religiones A.  Pérez  Goyena 162 

La  insignia  de  los  peregrinos  de  San- 
tiago de  Compostela T.  Arguelles 176 

Objetividad  de  la  sensación  externa  en 

las  impresiones  eléctricas J.  M.  Ibero 184 

El  vino  dulce  para  Misas  (1.^  y  2.°). . . .      E.  Vitoria 196,  305 

Noticias  científicas:  Una  visita  al  Insti- 
tuto Pasteur,  de  París E.  Ugarte  de  Ercilla 220 

Gabinetes  aerodinámicos Enrique  Ascunce 225 

La  conquista  del  aire »                         493 

Las  Misiones  católicas  entre  infieles . . .      Hilarión  Gil 293 

La  independencia  de  Bulgaria E.  Ugarte  de  Ercilla 319 

Gabriel  y  Galán L.  Herrera 333,  483 


ÍNDICE   GENERAL  DE   ESTE   TOMO  553 

Páginas. 

El  perdón  de  los  pecados  en  la  primi- 
tiva Iglesia:  Tertuliano  y  la  polémica 
católico-montañista  sobre  los  tres  pe- 
cados irremisibles Z.  García 360 

Un  bibliógrafo  insigne A.  Pérez  Goyena 368 

Gobiernos  representativos:  El  voto  plu- 
ral       F.  LÓPEZ  DEL  Vallado 428 

La  Federación  americana  de  las  asocia- 
ciones católicas M.  Cuevas 466 

BOLETÍN  CANÓNICO 

Nueva  organización  de  la  Curia  romana  (comentario,  continuación),  99. 230, 
374,  501.— La  condenación  del  «veto»,  por, Pío  X  (continuación),  106,  381.— 
S.  C.  del  Concilio:  No  consta  que  el  clero  castrense  de  España  esté  obligado  á 
la  MissL  pro  populo,  110.— Consultas  resueltas  sobre  el  decreto  Ne  temeré,  238, 
51 1.— S.  C.  de  los  Sacramentos:  Declaración  sobre  el  decreto  Ante  editum,  241. — 
S.  C.  de  Religiosos:  Nulidad  de  la  profesión  solemne  de  las  religiosas,  hecha 
después  del  3  de  Mayo  de  1902,  sin  que  haya  precedido  la  simple  (anotacio- 
nes), 382.— S.  C.  del  Concilio:  Obligación  de  dar  aviso  al  Obispo  de  todos  los 
legados  de  causas  pías  (anotaciones),  538,  J.  B.  Ferreres. 

EXAMEN  DE  LIBROS 

Enciclopedia  católica R.  R.  A.  112 

Biografía  del  limo.  Sr.  D.  Fr.  Ezequiel  Moreno P.  Villada.  114 

Primer  Sínodo  diocesano  de  Madrid-Alcalá »  242 

Las  parábolas  del  Señor  en  el  Evangelio L.  Murillo.  244 

La  Unión  Hispano-Americana  en  el  Pilar  de  Zaragoza F.  Cervós.  246 

La  segunda  venida  de  Cristo,  según  las  epístolas  de  San  Pablo.    L.  Mu- 
rillo. 385 

De  las  doctrinas  de  los  modernistas P.  Villada.  387 

El  Oficio  de  Difuntos  en  la  Edición  Vaticana N.  Otaño.  389 

El  proceso  de  Ferrer  Guardia A.  P.  Goyena.  515 

La  restauración  de  la  Filosofía  escolástica  en  el  siglo  XIX.    P.  Villada.  524 

noticias  bibliográficas 

Religión  y  Moral: 

Núm.  1.°  La  mujer  perfecta,  P.  V.  Marchal.— Mehr  freude!  (¡Más  alegría!), 
Dr.  P.  W.  von  Keppler.— Platiques  de  comunió,  L.  Banús,  123.— Las  luchas  del 
periodismo,  S.  Minguijón.  —  Pensamientos  escogidos  de  Santa  Teresa  de 
Jesús.  —  Reflexiones  y  oraciones  para  la  Sagrada  Comunión,  P.  D.  Fierro 
Gasea.— L'Immaculata  Concezione  di  María  Virgine  e  la  chiesa  greca  ortodossa 
dissidente,  Mons.  V.  Marini.— Conférences  de  N.-D.  de  París,  E.  Janvier,  127. 

Núm.  2.^  La  gloria  del  martiri,  limo.  Sr.  Torras  y  Bagés.— L'Enciclica  Pa- 
scendi  e  il  modernismo,  E.  Rosa,  S.  J.— El  Santo  Marinerillo,  P.  J.  A.  Zu- 


554  ÍNDICE    GENERAL   DE    ESTE   TOMO 

gasti,  S.  J.— Estudio  crítico  sobre  el  probabilismo  moderado  ó  verdadero  pro- 
babilismo  de  San  Alfonso,  P.  C.  Arribas,  O.  S.  A.,  249.— Aequiprobabilismus  ab 
ultimo  fundamento  discussus,  G.  Arendt,  S.  J.— Sobre  esponsales  y  matrimo- 
nios clandestinos,  P.  M.  de  Arriandaga.  —  La  Théologie  scolastique  et  la 
transcendance  du  surnaturel,  H.  Ligeard,  250.— The  decree  on  daily  communion, 

F.  J.  B.  Ferreres,  S.  J.;  traducción  del  H.  Jiménez,  S.  J.— Chefs  d'oeuvre  de  la 
litterature  réligieuse.— El  problema  religioso  en  España,],  de  los  Perales,  251.— 
Las  morales  independientes  y  la  moral  evangélica,  M.  J.  Brugerette,  255. — La 
Dédicace  des  Églises.   Le  Pallium,  J.  Baudot. —  Les  livres  de  Saint  Patrice, 

G.  Dottin.— I  fioretti,  les  petites  fleurs  de  la  vie  du  petit  pauvre  deJésus-Christ, 
Saint  Frangois  d'Assise,  A.  Goffin.— Études  de  Philosophie  et  de  critique  réli- 
gieuse. Art  et  Apologétique,  A.-D.  Sertillanges,  257.— La  foi  catholique,  H.  Le- 
sétre,  258. —  La  ciencia  práctica  de  la  vida,  P.  A.  M.  Weiss;  traducción 
del  Dr.  M.  Hernández  Villaescusa.— Los  orígenes  del  Cristianismo,  Monseñor 
de  Camus;  traducción  del  Dr.  J.  B.  Codina,  259. 

Núm.  3.°  Los  errores  del  modernismo,  limo.  Sr.  D.Juan  Maura.— Catecismo 
doctrinal  y  apologético  sobre  el  estado  religioso,  P.  Fr.  E.  Sagrest,  O.  P.— Tea- 
tro y  moralidad,].  M.  González,  394.— Catholic  churchemen  in  Science, J.  Walch.— 
Meditationes  in  praecipuis  fidei  nostrae  mysteriis,  V.  L.  de  Ponte,  S.  J.;  traduc- 
ción del  P.  M.  Treviño,  S.  J.— Études  contemporaines,  P.  Barbier,  395.— Pane- 
gíricos y  sermones,  Dr.  C.  Nievas,  396.  — Das  Missale  ais  Betrachtungsbuch, 
Dr.  Fr.  J.  Reck,  397.— La  democracia  cristiana,  limo.  Sr.  D.  Juan  Maura,  398.— 
Unión  de  las  Damas  españolas  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús.— Petite  Bible 
illustrée,  J.  Ecker. — Dios,  el  alma,  Jesucristo  y  la  Iglesia,  Mgr.  Boucard;  traduc- 
ción del  P.  A.  Villanueva,  399.  — Études  contemporaines,  P.  Barbier.— Calen- 
dario del  Corazón  de  Jesús  para  1910,  400. 

Núm.  4.°  Los  Sants  Evangelis.  I.  S.  Matheu,  F.  Clascar,  527.  — Le  Livre 
d'Amos,  J.  Touzard,  528.  — El  modernismo,  limo.  Sr.  D.  Juan  Maura.  -Dic- 
tionnaire  apologétique  de  la  foi  catholique,  A.  d'Alés,  532.— María  es  nuestra 
Patrona,  Dr.  D.  J.  Guitart,  presbítero.— Á  las  hijas  de  María.  La  comunión  fre- 
cuente y  cotidiana,  P.  J.  Lintelo,  S.  J.;  traducción  del  P.  J.  Pons,  S.  J.— Hasta  el 
Cielo,  P.  Blot;  traducción  por  E.  .Widerkehr.  — Los  Mandamientos  explica- 
dos, P.  A.  Devine;  traducción  por  J.  Gilí. — Le  Coeur  de  Jésus  dans  ses  paro- 
les, M.  Barón,  533.  —  Catálogo-Memoria  de  la  Congregación  Mariana,  Belén 
(Habana).— Études  contemporaines,  P.  Barbier,  534.— Apología  popular  de  la 
fe  cristiana,  J.  L.  de  la  Paquerie,  traducción  del  P.  M.  Coco.— Eléments  d'Apo- 
logetique,  J.  L.  de  la  Paquerie.— Cours  superieur  d'instruction  réligieuse,  J.  La- 
bourt,  535.— El  Plata,  seráfico,  537. 

Filosofía  y  Derechos 

Núm.  1.°  Travail  et  Folie,  Drs.  A.  Marie  et  R.  Martial.— Le  Hachid,  R.  Meu- 
nier.— L'Evolution  psychique  de  l'Enfant,  Dr.  Bouguet.— Essai  sur  la  Psycholo- 
gie  de  la  main,  N.  Vaschide.— L'Année  Psychologique,  A.  Binet.— Introduction 
physiologique  á  l'étude  de  la  Philosophie,  J.  Grasset.  —  L'Esthétique  experi- 
méntale contemporaine,  Ch.  Lalo  —  Estudios  psiquiátricos,  Dr.  Rodríguez- 
Ponga. —  Psicología  experimental  y  Metafísica,  G.  González  Pinillos,  119.— 
Sindicatos  agrícolas.  Le  Soc,  125.  —  Sindicatos  y  Cajas  rurales,  P.  L.  Chal- 
baud,  S.  J.— Étude  statistique  des  familles  ouvriéres  comprenant  des  ouvriers  á 


ÍNDICE    GENERAL  DE   ESTE   TOMO  555 

domicile.— L'Association  dans  les  métiers  et  négoces  belges  en  1908.— Proyecto 
de  asilos  agrícolas  colonizadores,  T.  Costa.  —  Las  huelgas  en  Barcelona  y  sus 
resultados  en.  1907,  126. 

Niim.  2."  Elementa  Philosophiae  aristotelico-thomisticac,  P.  J.  Gredt,  O.  S.  B. 
Essais  sur  la  Connaissance,  G.  Fonsegrive,  252.— Cuestiones  filosófico-cientí- 
flcas,  J.  Hernández  Martínez.— La  decadenza  di  una  teoría,  G.  Tuccimel.— La  fe 
y  las  ciencias  naturales,  J.  Guibert;  traducción  de  J.  Pugés,  253.— L'Intellectua- 
lisme  de  Saint  Thomas,  P.  Rousselot.— Dieu  et  Science,],  de  la  Perriére.— Die 
Ethik  des  heiligen  Augustinus,  von  J.  Mausbach,  254.  —  Die  Geschichte  der 
Scholastischen  Methode,  Dr.  M.  Grabmann.— Essai  historique  sur  les  rapports 
entre  la  Philosophie  et  la  foi,  Th.  Heitz.  — La  Philosophie  social  de  Renou- 
vier,  R.  Ricard,  255.— Le  Chómage,  F.  de  las  Cases.— Das  Privatgrundeigentum 
und  seine  Gegner,  P.  V.  Cathrein ,  S.  J.  —  Die  Frauenfrage,  P.  V.  Ca- 
threin,  S.  J.,  256. 

Núni.  3."  Pro  aris  et  focis.  El  catalanismo  y  los  partidos  católico-políticos 
españoles,  L.  de  Cuenca,  396.— El  contrato  del  Trabajo,  L.  Leal.— Estudi  femi- 
nista, D.  Monserdá.  —  Das  soziale  Gemeinschaftsleben  im  deutschen  Reich, 

E.  Gnauck-Kuehne,  397.  —  Annuaire  de  la  Législation  du  Travail,  Bruxelles.— 
Le  Mouvement  Social,  398.— Esquema  ó  bosquejo  del  programa  integrista,  400. 

Núm.  4.''  Manuale  Juris  Ecclesiastici  in  usum  clericorum,  P.  Fr.  M.  Prüm- 
mer,  534.  —  Injusticias  del  Estado  español,  Sr.  Obispo  de  Jaca,  536.  — Áncora 
social,  P.  Sanmartí,  537. 

Historia: 

Núm.  1.°  La  Compagnie  de  Jésus  en  Belgique.  — Souvenirs,  Princesse  de 
Sayn-Wittgenstein,  122.— Tres  discursos  históricos,  P.  F.  Fita,  S.  J.,  123. 

Núm.  2.°  Datos  para  la  historia  del  tradicionalismo  político  durante  nuestra 
revolución,  J.  Burch,  251.— Rerum  Aethiopicarum  scriptores  occidentales  inediti 
asaeculo  XVI  ad  XIX,  curante  C.  Beccari,  S.  J.  Volúmenes  VIII  y  IX,  252.— 
Notions  sur  les  religions  de  l'Inde,  Le  Vedisme,  L.  de  la  Vallée,  256.  — Les 
Croisades,  A.  Fortín.  —  Les  Assemblées  du  Clergé  et  le  Protestantisme, 
L.  Bourbon,  257. 

Núm.  3.°  Objetos  egipcios  encontrados  en  Tarragona,  Dr.  D.  R.  del  Cas- 
tillo, 400.  ' 

Núm.  4.°    Historia  Universal,  M.  Martínez,  527. 

Artes,  Letras  y  Ciencias: 

Núm.  1.°  Ames  juives,  S.  Coubé,  123.— Lecturas  recreativas  del  Apostolado 
de  la  Prensa.  —  Trozos  de  vida,  Concha  Espina,  124.  — Colección  de  cuentos 
morales,  F.  Fatou.— Intermezzo,  E,  Sayans.— Vida  futura,  G.  Cordero.— Recuerdo 
del  colegio,  M.  María  Loyola;  traducción  del  P.  J.  Mateos.— El  Clasicismo  poé- 
tico de  M.  de  Cabanyes,  Dr.  J.  M.  Baranera,  125. 

Núm.  2.°    Gramática  de  la  Lengua  griega,  Profesores  de  Veruela,  257. 

Núm.  3.°    El  Doctor  Pescaderas,  L.  J.  Muñoz.  — Legons  sur  l'art  de  précher, 

F.  Mourret,  396. 

Núm.  4.°  ín  qual  modo  si  debe  studiare?,  J.  A.  Ustoa;  traducción  por  A.  Bo- 
us.—Flores  del  claustro  y  arrullos  de  paloma,  P.  Fr.  A.  de  Valencina,  527.— Edi- 


556  ÍNDICE    GENERAL   DE   ESTE   TOMO 

ciones  de  Canto  gregoriano:  Epitome  e  Graduali  Romano,  L.  Schwann,  528.— 
Intonationes  et  Toni  Communes  Misae,  P.  Wagner.— Almanaque  de  la  familia 
cristiana,  1910.— An  der  Wiege  der  Luftschiffahrt,  B.  Wilhelm,  529.— Aufánge 
der  Luftfahrt,  P.  B.  Wilhelm.— Aritmética  práctica,  P.  J.  Crego,  S.  J.  — Curso 
práctico  de  Aritmética,  A.  Minet  y  L.  Platin.— Curso  práctico  de  Aritmé- 
tica, M.  de  Toro,  530.  — Elementos  de  Geometría  analítica,  M.  Vegas.  — La 
Machine  á  influence,  V.  Schaffers.  —  Los  refranes  vascos  de  Sauguis,  J.  de 
Urquijo,  531.— Josecho,  J.  M.-ek-Biz-Kai-Ko,  532.— Método  teórico-práctico  para 
el  estudio  de  la  Lengua  francesa,  F.T.  D.— Amor  de  madre,  P.  A.  Risco,  S.J.,  536,— 
El  Catolicismo  en  Inglaterra,  537. 

NOTICIAS  GENERALES 

Roma N.  Noguer.    129        A.  Pérez  Goyena.    260,  401,  542 

España »  130  »  261,403,544 

Extranjero »  134  »  266,406,547 

VARIEDADES 

Comisión  bíblica:  Del  carácter  histórico  de  los  tres  primeros  capítulos 

del  Génesis 138 

Protestas  contra  los  sucesos  de  Barcelona 269 

Instituto  Católico  de  Artes  é  Industrias 272 

Acta  Pontificii,  Instituti  biblici 410 

Obras  recibidas  en  la  Redacción 140,  275,  41 1,  550 


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Razón  y  fe 


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