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RAZÓN Y FE
TOMO XXVI
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RAZÓN Y FE
REVISTA MENSUAL
REDACTADA POR PADRES DE lA COMPAÑÍA DE JESÚS
CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA
ANO NOVENO -^^ TOMO XXVI
ENERO -ABRIL, 1910
Beatus homo, quem tu erudleris, Domine, et
de lege tua docueris eum.
PS. XCIII, 12.
MADRID
Redacción: JílárUres de jÑlcalá, 8. — Jidministración: Plaza de Santo Q>omingo, /*.
RESERVADOS LOS DERECHOS DE PROPIEDAD LITERARIA
list. tip. «Sucesores de Rlvadeneyra». — Paseo de San Vicente, 20. — MADRID
LECCIONES
Nos proponemos recoger aquí brevemente las principales que, á
nuestro juicio, nos ha enseñado la experiencia pública y social, la cual,
si siempre es de mucha enseñanza, y, como se dice vulgarmente, es
madre de la ciencia, eslo sobre todo cuando es contemporánea; y si ade-
más viene la razón en apoyo de la experiencia, entonces su virtud y
eficacia son irresistibles. Ño vamos á hacer más que indicaciones.
La bancarrota moral de la libertad de imprenta.— Esta libertad, la
más preciada de las libertades modernas, y aun como ellas, á juicio de
muchos, un derecho intangible, se presentó prometiéndonos con gran
fausto que había de ser un faro de luz inextinguible para el pensamiento
humano, y de hecho lo que ha sucedido es que no nos ha dado más que
espesas tinieblas, sobre todo en el orden religioso, en el orden moral y
el social, que son los órdenes de ideas más necesarias y que más enno-
blecen al pensamiento humano. Nos prometió además que sería la guía
segura, la palanca poderosa del buen gobierno y el freno fuerte é indis-
pensable de las arbitrariedades de la autoridad, tanto que pretendía ser
el instrumento necesaiio de toda prudente gobernación — instrumentum
regni;— y también en esto hemos sido víctimas de miserable engaño.
Porque la libertad de la prensa ha sido la remora, el mayor estorbo y el
escollo contra el cual se han estrellado las mejores voluntades para el
gobierno justo y provechoso de la nación.
Nos dijo, por fin, que iba á ser la educadora del pueblo y el medio
más suave y eficaz para formar una opinión pública sana y robusta, y lo
que vemos que ha hecho es extraviar y corromper los corazones, des-
pués de trastornar las inteligencias, pervertir, en una palabra, al pueblo,
malearle, encanallarle. Bien se entiende que, al hablar en general de la
prensa, y sobre todo de la periódica, que es la que más llama ahora
nuestra atención, no nos referimos indistintamente á todos los periódicos,
sino á lo que se llama la mala prensa.
En cuanto al primer punto de la ilustración, si hoy vemos que va cun-
diendo la indiferencia religiosa, que se ha perdido la viveza y la sencillez
de la fe de nuestros mayores, y no sólo esto, sino que se suscitan dudas
y se levantan nieblas sobre los dogmas más importantes de la religión y
de la moral cristiana, sobre la Trinidad y la Eucaristía, sobre el matri-
monio, que es fuente de la familia, sobre la autoridad divina de la Iglesia;
si vemos que hasta ha quedado para muchos envuelta en sombras la
misma existencia de Dios, la vida futura, el decálogo, bases irreemplaza-
6 LECCIONES
bles de la moral y del derecho, todo se debe á la libertad de emisión de
toda clase de ideas, principalmente por medio de la imprenta, cuya pro-
paganda es la más rápida, la más persistente, la más universal (1).
Unas veces con insinuaciones pérfidas, otras proponiendo dificultades
y sembrando dudas, cuando no con abiertas impugnaciones; ya hablando
con seriedad, ya con estilo de broma ligera y muchas denigrando á la
Iglesia, á los sacerdotes, á las Órdenes religiosas y sus votos monásticos
con dicterios y con relatos calumniosos, ha logrado la prensa esparcir
nubes sobre toda la región de la verdad, y prevenir contra ella los ánimos,
suscitando en ellos sospechas y desconfianzas, alejándolos de la Iglesia
y afiliándolos en partidos políticos funestos y en sociedades de perdición.
Y no es la información donde hace menos daño el periódico, ya con las
noticias que publica, ya con el modo tendencioso de comunicarlas.
Veamos lo que ha pasado en Francia. Una gran parte, muy conside-
rable, de los franceses han perdido la fe, y la apostasía y la incredulidad
van cundiendo más de día en día en las varias clases sociales, viviendo
en una atmósfera saturada de naturalismo ateo, que ha producido, junta-
mente con la inmoralidad, el antipatriotismo, el antimilitarismo y un
neomaltusianismo desvergonzado, que va disminuyendo la población y
aniquilando la nación francesa. No fué allí más que uno el desdichado
que con gesto arrogante y blasfemo dijo que se habían apagado para
siempre las luces del cielo. Las luces del cielo continúan por eso, y con-
tinuarán siempre brillando; pero la verdad es que no dan ya luz para
muchísimos de los franceses, así ignorantes como instruidos, que viven
en un abismo de dudas y de horribles incertidumbres sobre las cosas que
más importa saber. Y si queremos saber la causa, ésta no es otra, según
(1) Para muestra, según el Heraldo de Madrid, el bloque de las izquierdas ha de
tener por fin: «Hacer laica la vida del Estado, separándole en absoluto de la Iglesia,
rompiendo un Concor-dato vetusto; enterrar á los muertos sin permiso del cura; casar
á nuestras hijas con arreglo á la ley civil; dejar al fuero interno la responsabilidad de
nuestras creencias religiosas, acabar con los gastos del culto y clero; tratar á todos los
ciudadanos bajo un pie de igualdad en cuanto á su condición religiosa, borrando del
Código penal y de la Constitución principios incompatibles con la razón y la justicia;
todo eso y mucho más es lo que debe hacer el bloque de la izquierda.» (Tomado de
La Lectura Dominical, 22 Agosto 1909). — En la recomendable revista mensual Ora et
Labora, de Sevilla (Septiembre 1909), puede verse en un interesante articulo lo que
publicaron el mismo Heraldo de Madrid, Diario Universal, El Mundo, El Liberal, El
Imparcial. Éste llamó al misterio de la Santísima Trinidad «politeísmo de losTrinitarios»,
y añade que se burló del sacramento de la Penitencia. Fuera de estos periódicos, entre-
sacando algo, aunque con repugnancia, de esta literatura procaz, escribió hace algún
tiempo (1900) La Voz del Pueblo que la clase trabajadora ha sido educada «en el seno
de esa Celestina, que se llama Iglesia católica», y que á consecuencia de dicha educa-
ción está aquella clase «ayuna de toda idea progresiva, sierva de la ignorancia y fusti-
gada de continuo por el látigo de la explotación». Y si á alguno le parece que esto es
cosa sabida y estilo frecuente en cierta prensa, esto no hará más que confirmar nuestra
aserto.
LECCIONES 7
el juicio de las personas reflexivas, que la libertad de la prensa. Nosotros
no hemos llegado todavía á tanto como los franceses; pero harto hemos
andado ya, y vamos siempre avanzando, y la causa es la misma.
Así es como la prensa ha ilustrado al mundo. En su afán de ilustrar,
ha llegado hasta sentar cátedra de anarquismo; pero esto publica á voces
y con una elocuencia especial su bancarrota en punto á pretensiones
y relieves de ilustración. ¿Se quiere mayores avances, mayores esplen-
dores que abolir con la pluma á Dios, á la familia, á la propiedad, á la
moral, á las leyes y á los tribunales y á toda autoridad? Esto es, sin
duda alguna, el ápice, la cumbre más alta de la ilustración y de la sabi-
duría.
Y para muestra de ello, los anarquistas incendiaron en Barcelona,
entre tantas otras obras de arte y monumentos históricos, el notabilísimo
Museo de Ciencias Naturales de los Padres Escolapios. Y si á lo menos
la prensa, unánime, hubiera reprobado con indignación esta manera de
ilustrar á los pueblos; pero no, lejos de eso, una gran parte de ella, sobre
todo la que más levanta la voz en el campo liberal, reconoció el derecho
de la prensa anarquista, y la admitió á la beligerancia y á la confrater-
nidad. Esto nos parece ser una bancarrota escandalosa de la prensa
en sus promesas de iluminar las inteligencias. Y en general, el recono-
cimiento del derecho para la idea anarquista fué como ponerse el dogal
al cuello el derecho de la libertad de imprenta.
El fracaso de la ignorancia.— P evo ¿cómo podía suceder otra cosa
con tales escritores y tales maestros? Porque al error se ha juntado en
ellos la ignorancia. Al escuchar los prenuncios de torrentes de luz, de
nuevos derroteros de la razón que nos había de mostrar la prensa libre,
tenía derecho el mundo á esperar que estuviese representada, de una
manera ó de otra, por personas instruidas y expertas, versadas en todo
género de estudios, ó á lo menos los principales, y que hubiesen reco-
rrido los caminos del saber que hacen al caso con aprovechamiento y
solidez.
De lo contrario, si cualquier osado había de poder meterse á escri-
tor público sin ninguna previa censura ni autorización, ¿cómo era posi-
ble que se inundasen de luz las inteligencias de los lectores?
Porque en la prensa se escribe de todo; todo en ella se discute, y,
por no hablar de lo demás, lo mismo se trata de Filosofía que de Reli-
gión, de Moral, de Política y Derecho, y siempre con aire de suficiencia
y tono magistral. Y ¿quiénes son los escritores? ¿quiénes son los maes-
tros? ¿quiénes los representantes de la institución de la prensa libre en
el empeño de formar la opinión pública en asuntos tan graves y trascen-
dentales? Todo el mundo sabe quiénes son, y que, salvas excepciones,
carecen los periodistas de caudal para tamaña empresa, siendo muchos
de ellos jóvenes sin preparación, y sin esperanza de tenerla en la vida
agitada del periodismo, y aun no pocas veces sin talento suficiente. No
8 LECCIONES
les falta de ordinario osadía y frescura; tampoco la ligereza en la pluma,
y á veces la chispa en el ingenio; pero esto no basta para tratar digna-
mente los asuntos, sobre todo habiendo de escribir siempre con premura
de tiempo y con urgencia.
Pongamos un ejemplo en las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Nada más frecuente que hablar de ellas en los periódicos, puede decirse
que es su pan de cada día; pero ¿qué es posible escribir con acierto
sobre este asunto si no se sabe el Derecho público eclesiástico? Así es
que todo se les vuelve á los periódicos de que hablamos, sacar á plaza
la supremacía del Estado, entendiendo que es absoluta; de suerte que,
por cualquier traba que se le oponga de parte de la Iglesia, aunque sea
en materias que son ciertamente de su jurisdicción, como sucedió con
la ley de Asociaciones en cuanto á las Órdenes religiosas, se les oye
clamar: «¡La supremacía del Estado! ¡El Estado se halla en peligro!»— ca-
veant cónsules.— Enixan, sin duda, aquí otros factores, pero también tiene
su parte este de que hablamos. Esta ignorancia del periodismo había de
ser por necesidad, como lo ha sido, en efecto, el camino de la bancarrota.
Y, sin embargo, la mala prensa vive, y añadimos que seguirá vivien-
do, quebrantada y todo en su crédito, por lo dicho y por lo que nos resta
por decir, y daremos la razón de ello más adelante. Por de pronto, y sin
contar los fracasos anteriores, desde el bloque de las izquierdas, no fué
pequeño ni de poco ruido entre nosotros el de la famosa protesta del
trust contra la represión del Gobierno sobre asuntos de la guerra de
Melilla. Mas nosotros hablamos de la bancarrota moral. Continuemos.
Prometiónos además la prensa, al inaugurarse el régimen de libertad,
que había de ser la guía segura y el instrumento necesario del buen
gobierno, y también en esto hemos sido miserablemente llamados á
engaño. Porque hemos visto que ha sucedido todo al revés, que ha sido
para ello el mayor estorbo y el obstáculo insuperable, tanto que los
Gobiernos se han visto precisados, si es que se han sentido con fuerzas
para ello, á desentenderse de la prensa, reprimiéndola ó despreciándola,
desprecio que no deja de tener, sin embargo, sus peligros. Si es ó no
auxiliar, bien se vio últimamente entre nosotros, á los comienzos de la
campaña de África, cuando cierta prensa, y aun no de las más radicales,
uniéndose á la socialista, se propuso ponerla obstáculos y desacredi-
tarla, y hasta soliviantar los ánimos de los llamados á cumplir el duro
deber de ir á la guerra; y aun después de empeñada ésta, ¿qué es lo que
no hizo, salvos algunos intervalos, para molestar y poner tropiezos al
Gobierno? Así cumplió en esta ocasión su oficio de ilustrarle y auxi-
liarle: ¿qué había de hacer la autoridad sino amordazar á un consejero
tan molesto é importuno?
Y á la verdad, para que la prensa desempeñara en esta y en otras
ocasiones debidamente tan noble cargo, hubiera sido menester que pro-
pusiese sinceramente y con conocimiento de causa lo que creyera ser
LECCIONES 9
más conducente al bien de la nación, y que si hubiese algo que censurar,
lo hiciera con prudente moderación, sobre todo cuando se viese buena
voluntad en los gobernantes, y con serena imparcialidad, no valiéndose
de dicterios é insultos, en vez de argumentos y razones. ¿Es esto lo que
hace y lo que ha hecho hasta ahora? Todo lo contrario. La prensa es
el órgano y el defensor de los partidos que dividen á la nación, y no de
la nación misma; su bandera, fuera de la ministerial, suele ser la de la opo-
sición sistemática, sin treguas, encarnizada, y habla y obra, no para dar
luz y consejo á los gobernantes, sino para derribar y encumbrar Gobier-
nos. Su criterio no suele ser de ordinario el de la razón que ilumina y
dirige, sino el de la pasión que obscurece y ciega hasta denigrar y
poner por los suelos á la autoridad. Sus juicios y determinaciones care-
cen con frecuencia de peso y reflexión, y así como hace unos años
impulsó temerariamente al Gobierno á enviar nuestras naves y nuestro
ejército á la guerra desastrosa en que perdimos las colonias, con el
mismo empeño, y hasta empleando medios indignos, se opuso, según
hemos dicho, á la marcha del ejército español al África para una guerra
lamentable, sí, como son todas las guerras, pero justa y necesaria. Eso,
lejos de ser instrumento auxiliar, es ser la máquina demoledora, la sub-
versión de todo gobierno posible de la nación. Jamás se hubiera podido
creer, á no haberlo visto, que había de llegarse á tratar á la autoridad
como la trata á diario la prensa de oposición. Y ¿es esta la consejera
obligada de los Gobiernos? ¿Es esto la libertad de imprenta? Pero de
esta falta de respeto á la autoridad nos proponemos hablar más de pro-
pósito, si no en este, en otro artículo.
Fácilmente se puede colegir de aquí cómo habrá cumplido la prensa
el tercer compromiso que contrajo de ser la educadora del puelílo. Le
ha educado, sí, mas para la rebeldía y la insumisión, y desde luego
contra la autoridad eclesiástica. La prensa liberal tiene entrañado en su
seno, y como formando en ella una segunda naturaleza, este espíritu de
rebelión; pues de tal maestra, tales discípulos. Porque el liberalismo des-
conoce ó no quiere reconocer los límites hasta donde se extiende la
jurisdicción de la Iglesia, y suele señalarlos gráficamente, diciendo que
no pasan del templo y de la sacristía. Así es que cuando, saliendo de ese
estrecho recinto, penetra la Iglesia en la plaza pública y hasta en el pre-
torio y en la tribuna política para intervenir en los consejos de las leyes
y en la administración de justicia, en los derroteros del comercio y de la
industria y en los asuntos públicos de la paz y de la guerra, pero siem-
pre dentro de su esfera, sin salir de los límites de su ministerio espiritual,
indirectamente, esto es, en cuanto sea necesario para evitar las ofensas
de la Majestad divina, se levanta un clamoreo general en los órganos de
la prensa liberal, surge la voz de protesta y de resistencia, y clama á la
intrusa y á la usurpadora. Añádese el poco respeto con que trata á los
ministros de la Iglesia.
10 LECCIONES
Escuela de rebeldía contra la autoridad eclesiástica; y si esto parece
poco á algunos, decimos que lo es también la prensa á que nos referi-
mos contra la autoridad civil. Una autoridad tan discutida y tan censu-
rada como dejamos dicho, es imposible que sea debidamente obedecida
y respetada. Fuera de que la rebeldía contra la autoridad eclesiástica
había de traer, como ha traído, en efecto, por consecuencia el espíritu de
rebeldía contra la autoridad civil. Es por el secreto lazo que existe entre
las diversas autoridades que gobiernan al mundo, por el cual sucede que
no se conmueven las raíces de una de ellas, y sobre todo cuando es tan
primaria y fundamental y tan digna de respeto como es la autoridad
eclesiástica, sin que sientan estremecerse las otras autoridades. En cam-
bio, todo se vuelve en la prensa ensalzar los fueros de la libertad y de la
independencia, y hablar mucho de derechos irrenunciables y poco de los
deberes de sumisión y dependencia. El afán, por otra parte, de los perió-
dicos de hablar de todo y de poner en tela de discusión aun lo más res-
petable y sagrado, educa á sus asiduos lectores de las varias clases so-
ciales en un espíritu de examen y de juicio privado, que es el veneno
de la autoridad. Y esta es la educación de la prensa.
Digamos algo de otro carácter. Yo no sé qué afinidades tiene la
libertad inmoderada de las ideas con la libertad, ó mejor dicho, la licen-
cia de la moral; serán, sin duda, las afinidades y corrientes secretas que
se cruzan entre la inteligencia y el corazón. El hecho es que los periódi-
cos de malas ideas no suelen ser de ordinario escrupulosos en achaques
de honestidad. Así es que, sea con las relaciones de hechos lúbricos^
falsos ó verdaderos, con los folletines, con los elogios de novelas escan-
dalosas y de actrices desenvueltas, con los anuncios y reclamos y con
las correspondencias íntimas, la libertad de imprenta ha sido una escuela
de corrupción. Por no decir nada de cuando se descuelgan los periódi-.
eos hacierido la apología de acciones tan criminales como el duelo y el
suicidio. ¡Buena manera de educar al pueblo!
No basta. Era menester que llegase á ser la escuela del crimen. Aca-
bamos de indicarlo; ¿pero no hemos visto además á la prensa impulsar^
ya de una manera solapada, ya también abiertamente, al robo, al incen-
dio, al asesinato? Ya esta revista (1) adujo testimonios de periódicos de
Barcelona, que en vísperas de los horribles desmanes de fines de Julia
excitaban á las turbas al incendio de los conventos; he aquí ahora otra
muestra de un periódico de París en un artículo publicado á raíz de la
ejecución de Ferrer y titulado: «El sacerdote, he ahí el enemigo.» «La
mano sangrienta de la Iglesia, decía, que ha sido parte en el proceso, lo
ha guiado todo, y los soldados viejos (solidarás) del Rey de España na
han hecho más que ejecutar sus voluntades.» Y designando expresa-
mente á la Iglesia católica, aseguraba La Lanterne, que es el periódico á
(1) Número de Septiembre (1909), «¡Sin patria y sin fe!»
LECCIONES II
que nos referimos, que todos los pueblos están ya convencidos de que
«no hay libertad, ni justicia, ni civilización posible sino por la destruc-
ción total de este poder de mentira y opresión». ¿Se quiere más para
provocar al asesinato y á la destrucción?
Con esto terminamos este punto, sin añadir más sobre la ¡educación!
que dará al pueblo la prensa socialista y anarquista; y de este modo es
como se ha desempeñado la prensa radical de su tercer compromiso de
educar á los pueblos.
Bancarrota de la dignidad. — El campo es fértil, abundan las pruebas
de diverso género para poder extender una ejecutoria de indignidad
contra la prensa radical; pero no nos hace falta romper el hilo del razo-
namiento comenzado. Porque el mismo periódico ya citado de París
escribía á propósito de la ejecución anunciada de Ferrer:
"No nos atrevemos ya á esperar la gracia de Ferrer. Lo que sí espe-
ramos es que será vengado. ¿Cómo y sobre quiénes? Sobre los verda-
deros autores del crimen; sobre esos frailes españoles, que continúan, en
el siglo vigésimo, la aborrecible Inquisición.
» Seria para nosotros un motivo de alegría profunda el saber que los
librepensadores españoles, para vengar la condenación sumaria de su
jefe, han empleado los mismos procedimientos de justicia aplicados
contra él, y que, fusil en mano, han matado esta ralea. Cuando hay que
habérselas con bestias feroces, se defiende como se puede.»
¡Y esto se permite publicar! Cerremos los ojos por un momento para
no ver la enorme injusticia que encierran tales palabras, ni la provoca-
ción brutal al asesinato; pero, ¿no es la mayor indignidad y bajeza el
atribuirá los religiosos españoles la ejecución de Ferrer, y llamar «bes-
tias feroces» á quienes son ejemplo de paciencia y mansedumbre, arro-
jando de paso, como quien nada hace, un puñado de lodo sobre la Santa
Inquisición? Y si sólo fuese este un caso aislado, no haría mucho á nues-
tro propósito; pero está lejos de serlo, como no lo es tampoco el atribuir
á las personas eclesiásticas crímenes tan inverosímiles como el regicidio
frustrado de Morrals y otros semejantes. Para decir tales cosas es me-
nester contar con una necedad más inverosímil aún en los lectores.
También se ha visto, cuando las turbas amotinadas se han armado
contra los ricos, traerlas el recuerdo y llamarlas la atención sobre los
establecimientos religiosos para hacerles cambiar de dirección en sus
intentos de daño y destrucción.... Y ¿dónde hay colores tan negros
para pintar como se merece la conducta de la misma prensa en nues-
tra última guerra de Melilla? La hemos recordado ya á otro propó-
sito, pero no hemos hecho notar la vileza del proceder de quienes,
no teniendo en cuenta que había cincuenta mil españoles en frente
del enemigo derramando su sangre y dando sus vidas, en lugar de
coadyuvar al Gobierno, según pedía el más elemental patriotismo,
trabajaron por desacreditarle, y en lugar de levantar el espíritu de los
12 LECCIONES
españoles y mantener su entusiasmo, sembraron, mientras pudieron, la
alarma y el pánico en las familias, á trueque de atraerse lectores con
noticias sensacionales. Así esos periódicos no dejaron de buscar, aun en
tales circunstancias, su particular política é intereses, postergando al
interés nacional. Y cuando la autoridad les fué á la mano como debía,
entonces fué el clamor y el protestar contra la tiranía insoportable. No
había el temor de esta tiranía, después de levantada ya la suspensión de
garantías, y aun antes, cuando, á luego de la ejecución de Ferrer, se
emprendió en el extranjero una campaña increíble de calumnias é infa-
mias contra España, y, sin embargo, no hubo protestas de esa prensa
para defender la honra de nuestra nación. Pero ¿cómo habían de pro-
testar los que no vieron en aquella conjuración masónico-anarquista más
que la voz de Europa, no contra España, sino contra un Gobierno reac-
cionario é inquisitorial? ¿Dónde ha dejado esa prensa su honor y su dig-
nidad? Pero vemos que vamos concentrando demasiado nuestra atención
en un punto concreto y determinado, si bien de tanta importancia y de
tan punzante interés. Hagamos ahora notar otros indignos procederes,
sin salir de la brevedad que nos propusimos al principio.
Uno de ellos es el silencio que guardan sobre todo lo que puede
redundar en alabanza y provecho de las personas y de los intereses del
catolicismo, y, por el contrario, las atenciones, los encomios exagerados
de los que no son católicos, y la publicación de todo lo que puede dañar
á la causa de la verdad; la conspiración del silencio en cuanto á lo pri-
mero, mas en cuanto á lo segundo, el pregón público y la información
vocinglera. Los católicos, aunque sean unas eminencias, como Lappa-
rent, por ejemplo, parece que viven para ellos desconocidos; en cambio,
los que claudican en la fe, aunque sean unas medianías, como Loisy, son
levantados hasta las nubes. La sinceridad, el respeto, todo se sacrifica
al prurito de dar interés é importancia á la lectura y al afán desmedido
de lucro. Para eso se publican telegramas, como si fueran recibidos de
dentro ó de fuera de la nación, siendo así que fueron inflados ó del todo
inventados dentro de la redacción. Se fingen entrevistas habidas con
personajes, sin tener en cuenta el respeto debido á las cosas y á las per-
sonas. Pues ¿qué decir cuando hacen pagar cara su pluma para escribir
en favor de personas ó de intereses que no convendría recomendar, ó
cuando, por el contrario, su silencio es también oro en ocasiones en que
se debería hablar? Algo significa, por otra parte, y nada honroso por
cierto para la prensa, el llamado fondo de los reptiles, y tampoco es para
nadie un misterio lo de la prensa asalariada para fines inconfesables. No
se puede negar que tales procedimientos son por extremo delicados y
decorosos y muy propios de aquella dignidad tan vidriosa de que tales
periódicos tanto alardean. Nunca ó casi nunca se retractan. Se hace cir-
cular, á son de bombo y platillos, la noticia falsa, la calumnia ignomi-
niosa; luego vendrá el esclarecimiento de la verdad, se hará la rectifi-
LECCIONES 13
cación pública en otros periódicos, se dará acaso la sentencia repara-
dora en los Tribunales; mas para ellos como si nada hubiese habido,
nunca rectifican por más que clame el deber, á no ser que se vean for-
zados por la ley de Imprenta. Caballeros, ¿así entienden ustedes la dig-
nidad?
Un solo ejemplo. No hace todavía mucho tiempo publicaron los
rotativos la ofensiva noticia de que el Sumo Pontífice León XIII había
exigido al Emperador de Alemania 500.000 francos como precio de su
avenencia en asuntos religiosos; los diarios católicos, apoyados en docu-
mentos oficiales, hicieron ver que aquello no era más que una patraña.
¡Como si hubiesen hablado á muertos! Los periódicos no rectifica-
ron (1). El caso del H. Flaminio. Contra este Hermano de las Escuelas
Cristianas divulgó una horrible calumnia la prensa de su secretario de
Francia. El asunto se llevó á los Tribunales, los cuales declararon su
completa inocencia. ¡Como si nada hubiese pasado! La prensa que le
infamó, no publicó su inocencia.
Mas ocurre ahora preguntar: si tan desacreditada está la mala prensa,
si tan público es su fracaso, ¿cómo es que vive, cómo es que no sólo
vive, sino que se nos presenta exuberante de vida, pujante, provocativa,
dominadora? El hecho pide explicación; pero antes de darla debemos
afirmar nuestra posición, asegurando el terreno que creemos haber con-
quistado.
La prensa, y sobre todo el periodismo, al proclamar su independencia
y libertad, se presentó rica de promesas y como quien había de abrir
una nueva era de bienandanza y felicidad para la tierra. Prometió que
había de ser la luz esplendorosa del mundo del pensamiento, y el hecho
es que ha envuelto en horribles sombras todo aquello que al hombre
más importa saber, y que sus representantes é iluminados doctores,
que habían de difundir esa luz, asentaron cátedra de ignorancia. Yo la
acuso de este engaño en nombre de la verdad. Prometió que sería la
brújula indispensable y el seguro derrotero de los gobernantes, y ha
venido á ser su mayor tropiezo y el hada funesta que los ha conducido
á los más peligrosos escollos. Yo la acuso en nombre del principio de
autoridad. Dijo que asumía el noble encargo de ser la pedagoga del
pueblo y la educadora de la opinión pública, y no ha hecho más que
extraviar por torcidos senderos la opinión y ser el instrumento de la
indisciplina del pueblo y de la perversión de la sociedad. Yo la acuso
de prevaricadora en nombre de la sociedad. Por fin, la que alardeaba de
ser el espejo y la prez de la nobleza y de la dignidad, se ha envuelto en
el fango de toda bajeza y ha caído en la mayor degradación. Yo la acuso
(1) Dignos son de ser leídos los libros que ha publicado sobre la prensa el sabio
Obispo de Jaca, Sr. López Peláez, y en particular La importancia de la Prensa y
La Cruzada de la buena Prensa; también puede leerse con provecho el interesante
o^\xsc\x\o ¡Escándalo, escándalo!, del Rdo. P.José Dueso, del Corazón de Maria.
1 4 LECCIONES
en nombre de la dignidad humana. Ante el derecho, ante la conciencia
honrada, ante el tribunal del buen sentido ¿no habré tenido, después de
esto, toda razón para proclamar la bancarrota moral de la libertad de
imprenta? Vengamos ahora á la explicación del hecho.
El hecho es cierto, pero no lo es menos que, á lo menos entre nos-
otros, no todo es prosperidades para la prensa anticlerical, porque no se
puede negar que en esta última época ha tenido quebrantos y que hay
muchos desilusionados y llamados á engaño, y lo que es aún más signi-
ficativo, de su mismo seno han salido voces severas de censura y acusa-
ción. Aun así y todo, y después de la liquidación de cuentas, hay que
confesar que, lejos de estar amenazada de muerte, está desgraciadamente
muy difundida la mala prensa. Consiste en que muchos, ganados ya é
inficionados por ella á fuerza de leer á diario sofismas, calumnias y decla-
maciones envueltas en una palabrería gárrula y petulante, estragada su
complexión mental y moral, no aciertan á vivir y respirar en otra atmós-
fera más pura de la verdad y del bien y de la dignidad. Se explica ade-
más el atractivo que tiene dicha prensa envilecida y difamada para los
que, á semejanza de aquellos de quienes habla la Escritura, dicen á los
nuevos videntes del periodismo: «Habladnos cosas que nos gusten, ved
para nosotros cosas falsas» (1). Esta prensa les da por el gusto halagando
sus instintos desordenados de independencia y libertad: libertad en las
ideas, libertad en las costumbres; fomentando las aspiraciones del pueblo
á su mejoramiento y bienestar, aunque sean exageradas é insensatas, con
el apoyo y el favor de lo que en ellas pueda haber de justo y razonable,
Y también, ¿por qué ocultarlo?, sentimos en las regiones bajas de
nucctra naturaleza una tendencia y comezón de zaherir y morder á los
demás con la crítica acerba, sobre todo á los que están sobre nosotros
y nos hacen alguna sombra ó coartan nuestra libertad, ó que gozan de
una felicidad que nos parece robada á nuestra miseria, ó que, por fin,
con los ejemplos de su virtud reprenden nuestra conducta. Y cuanto las
personas sean más respetables, más. Sucede que los hombres virtuosos
resisten á esta tendencia maligna; mas los que se dejan llevar de ella,
¿qué han de hacer sino ir á las fuentes donde la satisfagan? Por esto
buscan el periódico que les ofrece el alimento picante, la crítica teme-
raria y la censura atrevida, la sátira mordaz, que se ceba con preferencia
en lo mejor y lo más escogido de la sociedad.
Duele, por fin, el confesarlo, por ser lo más triste y más digno de
lamentarse; pero es innegable que la prensa mala se sostiene también
con el óbolo de sus enemigos, con un concurso y cooperación de los
buenos, que suena á traición á su santa causa, y que parece otra especie
á^ fondo de los reptiles. Sea por una mala curiosidad, sea poruña nece-
sidad muchas veces imaginaria de información, el hecho es que, con su
(1) «Loquimini nobis placentia, videte nobis errores.» Isa., 30, 10.
LECCIONES 15
dinero y con su mal ejemplo, contribuyen los buenos á esa obra demole-
dora de la religión y de la sociedad, que es la gran iniquidad de nuestros
tiempos. Bien por las personas y por las asociaciones que so comprometen
á no contraer género alguno de complicidad, negando el agua y el fuego
á la mala prensa. Bien por los que trabajan con ardor para librar á los
otros de tan maligna influencia, arrancando de sus manos tal instrumento
de perdición, y que, no contentos con esto, procuran con todo género de
esfuerzos neutralizar el poder de la prensa mala con el influjo de la buena
y aun sobrepujar su poder, hasta llegar, si es posible, á extirparla y ani-
quilarla, ahogando el mal con la abundancia del bien.
V. MlNTEGUIAGA.
El crédito popular urbano
con solidaridad Ilimitado,
SADíA parece aplicar al crédito urbano la responsabilidad ilimitada
solidaria, y rayano en la temeridad extenderla no solamente, á los artesa-
nos y regatones, sino hasta los mismos jornaleros. Que para el crédito
rural se asocien los pelantrines y pegujaleros con los hacendados,
enhorabuena; porque al fin y al cabo todos ellos, quién más, quién me-
nos, algo sólido posee donde se afiance el crédito; viven en un medio
homogéneo; se conocen unos á otros perfectamente; pueden sin dificul-
tad vigilar el uso del préstamo. Pero que en el maremágnum délas urbes
modernas, y para gente de posición deleznable, haya quien ose instituir
cajas de préstamo sobre igual responsabilidad, cosa parece fuera de
razón. ¿Dónde hallar aquí las garantías y prevenciones de la Caja rural?
Si el saber y experiencia de los muy versados en estas materias son de
algún momento para fallar el pleito, nadie puede olvidar la transforma-
ción que al sistema de Schulze-Delitzsch hizo sufrir el famoso Luzzatti,
cuando al introducirlo en Italia lo despojó de la solidaridad ilimitada.
No desconocemos el peso de estas consideraciones; mas lo cierto es
que en villas y ciudades se han fundado con responsabilidad solidaria é
ilimitada cajas de préstamos y ahorros para artesanos, comerciantes,
jornaleros, en una palabra, para la fracción más modesta del estado
llano y para la clase propiamente proletaria. Es el que llaman unos
pequeño crédito y otros crédito popular, así esté cimentado en la res-
ponsabilidad ilimitada ó en la limitada.
Para mayor claridad distingamos dos especies principales de crédito,
según las personas á que se aplica: crédito burgués y crédito obrero; el
primero destinado á los artesanos y comerciantes establecidos por su
cuenta; el segundo á los asalariados que trabajan por otro.
CRÉDITO BURGUÉS
Utilidad del crédito.— Poco esfuerzo de imaginación se necesita para
fingir mil casos en demostración ¿!e la utilidad del crédito popular bur-
gués; pero como lo sucedido persuade más que lo imaginado, escojamos
dos hechos ocurridos en Lieja; los dos insignificantes en sí, bien que de
suma importancia para el favorecido. ¡Cuánto representan para un pela-
gatos 100 pesetas que tira un millonario!
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 17
Un panadero para transportar el pan á domicilio alquilaba un carre-
tón por 30 céntimos al día. Poco dinero había de tener cuando le faltaba
para hacerse con tal vehículo. Ello es que acude al banco popular, pide
un préstamo de 100 francos, lo consigue, compra un carretón, término por
entonces de sus ansias, con lo cual, ahorrando cada día los 30 céntimos,
lleva cada tres meses á la caja el precio que antes había de pagar por
alquiler, hasta que al año, extinguido el crédito, queda propietario del
carretón.
Un zapatero compraba cuero al fiado, que es tanto como decir que lo
pagaba caro y malo. Asociase al banco, recibe un préstamo de 500 fran-
cos, y fuerte con esta suma, paga el cuero al contado, con una rebaja del
10 al 15 por 100 y con derecho á escoger el mejor. Su clientela, agrade-
cida á la mejora del producto, le recomienda á otros, con lo que el buen
zapatero extendió rápidamente su comercio, y habiendo reintegrado en
menos de un año el préstamo, pudo mirar con cierta seguridad el por-
venir.
Fínjanse ahora casos de comerciantes que para alquilar una tienda y
comprar para la reventa sacos de arroz, patatas, etc., etc., sólo necesitan
de una mano amiga que les anticipe unas pesetas, ó supónganse preten-
dientes que para conseguir un empleo han de depositar alguna fianza, y
se vendrá á los ojos la utilidad del crédito para artesanos, comerciantes
ó empleados.
¿Para qué se necesita el crédito?— '¿\ bien se considera, el crédito
burgués ha de satisfacer tres géneros de necesidades, á las cuales ha de
atemperarse el préstamo: el primer establecimiento de una industria ó
comercio; la compra ó renovación de los menesteres propios del oficio;
el capital de explotación.
El crédito que se solicita para fundar casa ó negocio requiere largo
plazo para la devolución. Antes de que el prestatario se reembolse de los
gastos hechos y gane bastante para cubrir además los intereses del prés-
tamo necesita largo tiempo, á las veces varios años. Ajustarle cuentas
á los tres meses usados en el comercio es como ponerle al infeliz un dogal
al cuello.
Más productivo es el capital empleado por el artesano en la repara-
ción ó sustitución del material; mejora frecuentemente necesaria, no sólo
por el desgaste acarreado por el uso y el tiempo, sino también porque
son tales y tan frecuentes los adelantos de la técnica moderna, que si el
industrial se descuida en detener el paso cuando corren los demás, se
halla á la postre tan atrasado que no hay consumidor que en él se pro-
vea. Por más que este capital no se inmovilice tanto como el empleado
en el primer establecimiento, todavía necesita largo tiempo, mucho ma-
yor que el término de los noventa días.
Plazos más breves necesita el capital de explotación. Mas aquí se ha
de contar con no pocos obstáculos, procedentes, ya del consumidor, ya
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 2
18 EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA
del mismo negociante ó de las dificultades del negocio. No siempre es
tan previsor ó hábil ó afortunado el industrial ó comerciante, ni es tan
próspero en ocasiones el estado del mercado que pueda renovarse en
lapso breve el capital desembolsado. Pues ¿qué si á estas causas se
agrega el retardo de los compradores? Porque es detestable costumbre
de personas, aun pudientes, no pagar al contado los artículos de consu-
mo. Mientras derrochan acaso en gastos inútiles, pábulo de su vanidad,
de sus placeres, de un lujo desmesurado, tienen á sus modestos acreedo-
res durante meses y meses reducidos á la cuarta pregunta y abocados á
la bancarrota. No pueden los infelices recurrir á los medios comerciales,
á la letra de cambio, al protesto, etc., y viéndose precisados á ser pun-
tuales en el pago de las primeras materias ó de los géneros de que se
proveen, con tener un activo superior al pasivo, no pueden nivelar lo
uno con lo otro, porque parte del primero está en poder de sus descui-
dados compradores. Aunque no lleguen á este conflicto, sucede á veces
que, por falta del numerario que se les debe, han de contemplar cómo
huye delante de sus puertas el lucrativo negocio que con una buena oca-
sión se les metía en casa. Para no parecer molestos, para no perder la
clientela, no se atreven á reclamar la deuda ni á chistar, si no es que por
una galantería suicida y por asegurar mejor al cliente se resisten á recibir
el pago inmediato, diciendo poco más ó menos: «No se preocupe usted;
ya lo pagará todo junto á fin de mes ó después que me haya hecho otro
encargo.» Confían en la solvencia indudable del comprador, puesto caso
que á veces se engañan, pues los que hacían ostentación de millonarios
eran quizá unos farsantes empinados sobre un montón de deudas inso-
lubles. Pero, en fin, muchos hay que más ó menos tarde pagarán, y á
esos tales ha de concederse crédito, no sea que otros lo hagan y se
lleven con esto los compradores. Además, ¿no es la venta al fiado una
ventaja que ofrece el detallista contra la concurrencia de bazares y
cooperativas donde se vende al contado?
Concluyamos de lo dicho que, ora para completar el capital de explo-
tación, ora para hacer frente á la falta de numerario procedente de las
causas explicadas, importa á los comerciantes y artesanos acudir ai
crédito.
Añádase que la concurrencia de la industria y del comercio al por
mayor y la que se hacen entre sí detallistas y artesanos obliga á dismi-
nuir los beneficios. Uno de los medios de compensar esta disminución
es comprar en las mejores condiciones, sea las primeras materias ó úti-
les, sea los artículos de venta, para lo cual es menester dinero, y en de-
fecto de dinero, crédito. Pero ¿dónde buscarlo?
Instituciones de crédito.— Los bancos de comercio ordinarios no
favorecen, por lo general, al pequeño crédito. Van tras los grandes nego-
cios, en pos de la clientela opulenta, en busca de nombres acreditados;
desdeñan las triquiñuelas de las pequeñas 'sumas y de las devoluciones
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 19
fraccionadas en modestas cantidades; no suelen usar el crédito directo
y personal que necesitan el industrial y el comerciante en pequeño.
Fuera de esto, no siempre son asequibles al menestral ó regatón dos fir-
mas que abonen su crédito con el banco ó si lo son no es por ventura
sin costosos dispendios. ¿Comprarán al fiado á su proveedor? No se
opondrá éste acaso; puede ser que lo vea con buenos ojos; que aun se
haga su banquero para tenerlos más atados á sí, cobrándose de mil ma-
neras el favor. Mas precisamente por esta causa no deben ellos sujetarse
á tal dependencia, sino pagar bien y al contado para surtirse donde me-
jor les plazca y con quien mejores tratos les procure.
Para orillar todas esas dificultades se ha pensado en la cooperación.
No hemos de enumerar aquí los: múltiples sistemas ideados. En el crédito
urbano se han hecho famosos en Alemania los bancos de anticipos de
Schulze-Delitzsch, de que en otro tiempo hablamos (1); en Italia los ban-
cos de Luzzatti; en Francia el banco de Mentón y otros fundados á su
semejanza. De todos éstos los únicos que estriban en la solidaridad ili-
mitada son los bancos de Schulze-Delitzsch, los cuales si han prestado
inestimables servicios á comerciantes y artesanos, han abierto asimismo
la puerta á execrables abusos y por ende á lamentables ruinas. La codi-
cia, el afán desmedido del lucro los han hecho, más que cooperativas,
sociedades mercantiles.
Los principios de Raiffeisen aplicados al crédito urbano.— Ahora.
bien; para evitar estos males, ¿no se podría aplicar al crédito urbano con
solidaridad ilimitada el espíritu cooperativo y verdaderamente social de
las Cajas rurales de Raiffeisen? Esto es lo que se ha intentado, aunque
moderando á las veces el rigor de algunos principios. Desde luego se
colige de lo expuesto anteriormente cuan útil ha de ser á industriales y
comerciantes en algunos préstamos el crédito á largo plazo y con devo-
luciones fraccionadas. Eslo también la supresión de dividendos, porque
sirve así para abaratar el crédito como para poner freno á la codicia
desapoderada y al prurito de aventurarse en negocios peligrosos. La
reserva inalienable é indivisible da fijeza á la institución, pues de lo con-
trario podría acontecer lo que en cierta mutualidad de músicos, la cual
al contar con 80.000 francos de reserva se disolvió para repartirlos entre
los socios. Como dice bien Lambrechts, el pequeño crédito es un servi-
cio social, cuyo porvenir es preciso afianzar. El participante debe á la
institución alguna parte que asegure á los venideros servicios análogos
y aun mejores (2). Otro de los principios fundamentales del sistema de
Raiffeisen es que el uso del préstamo sea reproductivo, en lo cual tam-
poco hay dificultad tratándose de los tres géneros de necesidades dichas,
(1) Razón y Fe, t. IX, páginas 306-31 1.
(2) Bulletin de iOf/ice des clases moyennes, 15 de Octubre de 1907, páginas 303-304
20 EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA
cuya satisfacción ha de proponerse el crédito popular burgués. Señalar
el máximum que se puede prestar á cada socio es también muy puesto en
razón, ya que hay un límite ordinario más allá del cual ya no se trata
del pequeño crédito, sino del grande, objeto propio de los bancos or-
dinarios de comercio. Pero, ¿es igualmente aplicable la limitación de
la circunscripción, la vigilancia del préstamo, la administración gra-
tuita?
La limitación de la circunscripción y la consiguiente vigilancia del
préstamo demandan por lo pronto que el banco sea local. Esto supuesto,
pueden llenarse las dos condiciones expresadas ó por lo reducido de la
villa ó por individuación del crédito. Esto es, si la villa es de escasa
vecindad, podrán encartarse en la cooperativa todos los artesanos y
comerciantes, comoquiera que no hay dificultad en el conocimiento mutuo
de las cualidades personales y de los negocios. Si la ciudad es muy po-
pulosa, ya esto es imposible; mas puede el banco particularizarse, dedi-
cándose á una profesión ó á profesiones muy afines, dentro de las cuales
no es difícil á los administradores conocer bastantemente las condicio-
nes morales y económicas del prestatario, apreciar el uso del préstamo y
vigilarlo convenientemente. Digamos de paso qué otro medio equivalente
ideó el Banco de pequeño crédito de Francfort. Unos doce sindicatos
profesionales se constituyen en otras tantas juntas de descuento consul-
tivas para su profesión. Son sindicatos de garantía mutua constituida
en esta forma: cada seis meses pasan al Banco una Hsta, donde se
fija el importe máximo del crédito de cada socio; si los préstamos se
otorgan dentro de estos Umites, el sindicato respectivo sale fiador del
socio.
Vengamos á la administración gratuita. Onerosa é inaguantable pare-
cerá á no pocos. Mas si algo puede el ejemplo, ahí está el de todas las-
cajas de ahorro y de numerosos bancos de Italia, que, á pesar de los mu-
chos negocios y considerables sumas que manejan, se glorían de esa
clase de administración. Se ha de advertir que las cajas de ahorro, puesto
caso que fueron primariamente instituidas para el intento que signitica
su nombre, son, no obstante, asimismo cajas de préstamo, pues para colo-
car fructuosamente los ahorros se dedican al pequeño crédito, viniendo
á ser por esta causa bancos populares. Cada uno se ha ingeniado en no-
salir de su región, haciendo refluir el dinero á las clases de donde había
salido. Los economistas que han estudiado los bancos populares italia-
nos, como León Say, Rostand, Rayneri, están contestes en atribuir al espí-
ritu de abnegación y de sacrificio de fundadores y administradores
el progreso y opimos frutos de las instituciones italianas del pequeño
crédito.
Notable por muchos conceptos es el Banco popular de Bolonia, pues
siendo así que el movimiento anual de la Caja es de 182 millones de liras
y las condiciones con que presta han de traer muy ocupada á la admi-
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 21
nistración, es ésta, no obstante, gratuita. Para que el lector se forme ¡dea
de la carga que pesa sobre los administradores, vamos á puntualizar
algunos datos (1).
El solicitante del préstamo ha de contestar al siguiente cuestionario
que se le entrega:
Si es V. obrero, ¿quién es su patrono?
¿Con qué intento pide V. prestado?
¿Por qué su proveedor no le otorga crédito, ó por qué no le place
á usted ese crédito?
¿Quién es su proveedor?
Señálenos algunos de sus proveedores que puedan comunicarnos in-
formes.
¿Dónde piensa V. establecerse?
¿Cuál es la condición social de los clientes que tiene V. actualmente?
Cítenos algunos nombres.
¿Cuál es el monto de los negocios de V.?
¿Cuáles los beneficios aproximados?
¿Ha estudiado V. bien las condiciones de la concurrencia?
¿Qué cálculos ha hecho usted para determinarse á solicitar este
préstamo?
¿Cómo da por descontado que con este préstamo logrará mayor
provecho?
¿Este provecho bastará al reintegro del capital y de los intereses?
¿Cómo nos probará el empleo del dinero?
¿Cómo quiere que se le vigile?
Contestado el cuestionario, hace la dirección del banco diligente pes-
quisa sobre cada punto, presentando de todo una relación á una comi-
sión especial, compuesta de delegados de diferentes corporaciones, en
vista de la cual, resuelve sobre la demanda así examinada y revisada.
Anótase la entrega del dinero al prestatario, y el comisario encargado
escribe seis meses después un informe sobre lo acaecido á consecuencia
del préstamo.
La Memoria referente al año 1906, que fué año enteramente normal,
nos informará de los resultados. Si se atiende á la profesión de los pres-
tatarios, vese pasar por la Memoria toda la pequeña burguesía. Si se
considera el destino del préstamo, hallamos que de 316 préstamos de
producción
51 se dedicaron al establecimiento de un comercio,
183 al adelantamiento de un comercio existente, ó al aumento del
fondo de almacén,
20 á la mejora de herramientas manuales,
(1) Bulleün citado, páginas 342-343.
22 EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA
50 á la compra de máquinas,
12 á reparaciones importantes.
Los plazos para el reembolso se acomodan siempre á la naturaleza
de la operación planeada por el prestatario.
Si la brevedad nos lo permitiera, expondríamos las múltiples opera-
ciones de la Caja de ahorros de Bolonia, las cuales no obstan á la admi-
nistración gratuita. Es verdad que estas instituciones italianas no están
cimentadas en la responsabilidad solidaria é ilimitada; pero esta diferen-
cia nada importa para lo que venimos defendiendo á propósito de la
vigilancia del préstamo y de la administración gratuita.
Contra la última se arguye que aleja de la administración á personas
muy capaces de desempeñarla cumplidamente, aunque incapaces de
hacerlo gratis. Cierto; si la multitud de los negocios ocupase mucha
parte del tiempo, sólo podrían entregarse de la administración los ricos, y
aun no cualesquiera, sino los desocupados. En este caso, si á los adminis-
tradores ó al que carga con el peso principal se cree conveniente asig-
narle alguna gratificación, opinamos que de ningún modo habría de ser
proporcional al giro, sino fija y determinada; de lo contrario, podría acon-
tecer (y ojalá no hubiese acontecido) que por la codicia de ganancia
más pingüe se emprendiesen á tontas y á locas los negocios.
Con las precauciones apuntadas se suaviza la solidaridad ilimitada.
Es verdad que no goza de tan firme fundamento como en las Cajas rura-
les, donde se puede apreciar mejor la fortuna de cada socio, donde los
bienes raíces sirven de fianza inconmovible y evidente. Esta diferencia
es más notable si los artesanos y comerciantes hacen verdaderas opera-
ciones de banca y de descuento; tanto que esos tales son excluidos por
algunos del pequeño crédito. Tampoco los admite Durand, porque, en su
sentir, por competente que sea la administración, no es á propósito la
Caja de Raiffeisen para la circulación del papel comercial. «No pose-
yendo, dice, en su cartera más que efectos suscritos por firmas poco
estimadas en la banca por la falta de notoriedad, difícilmente podría
hacerlos descontar por otro banco. No le sería posible, por consiguiente,
competir con los bancos ordinarios, y por la fuerza de las cosas acaba-
ría por no recoger sino la clientela de tercer orden, la desechada por los
bancos comerciales. Sería, pues, imprudencia grave hacer de la Caja de
Raiffeisen una especie de banco popular para uso de los pequeños comer-
ciantes que tienen necesidad de hacer verdaderas operaciones de banca
y de descuento» (1).
La Caja de crédito de Enghien.—No han sido tan recelosos los co-
merciantes de Enghien, villa de Bélgica de unos 5.000 habitantes. La
clase modesta de los burgueses, espoleada por el abate Berger, secretario
de la Federación agrícola del Hainaut, fundó recientemente una Unión
(1) La caisse rurale, la caisse ouvriére, pág. 22.
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 23
de comerciantes y artesanos, á la cual va adherida una Caja de crédito
con responsabilidad solidaria é ilimitada. Es la única de esta clase en
Bélgica, donde, por otro lado, son tantas las Cajas rurales de Raiffeisen.
Del abate Berger salió la iniciativa; él expuso á los fundadores el pro y
el contra de la ilimitación, y tomándose tiempo para deliberar los oyen-
tes, después de varias consultas, acordaron con voto unánime adoptarla.
La sociedad otorga á los socios préstamos de producción; les abre
crédito determinado por el Consejo administrativo, según reglas estable-
cidas y mediante garantía; hace para ellos toda clase de operaciones de
descuento dentro del límite de la abertura de crédito ó de garantías es-
peciales aceptadas por el Consejo. Recibe de los socios y de los extra-
ños sumas productivas de intereses, que se emplean al arbitrio del Con-
sejo de administración, y á unos y á otros abre cuentas corrientes sobre
depósito de valores ó metálico. El fondo social se forma con partes de
100 francos suscritas por los socios, cada uno de los cuales ha de tomar
por lo menos una. El mínimum del fondo social es de 500 francos. Se fija
la duración de la sociedad en treinta años, á partir del 1." de Enero
de 1907. Los beneficios se reparten de esta suerte: L") 5 por 100 para el
fondo de reserva; 2.") la suma necesaria para satisfacer al capital des-
embolsado un interés del 5 por 100; 3.") una parte, que no pase de un
tercio del beneficio total, para el fondo de previsión; 4.") del resto se
harán dos porciones iguales: la primera se repartirá entre todos los
socios; la segunda entre los socios que hubieren hecho operaciones con
la sociedad á prorrata de los intereses ó adeudados ó acreditados por
ella. El Consejo de administración puede sacar del fondo de reserva de
los ejercicios que se salden con beneficio un tanto para el personal em-
pleado.
Todos los socios han de pertenecer al municipio de Enghien, á fin de
que mutuamente se conozcan: 48 había el año pasado. La importancia
de los préstamos hechos es variable: uno se hizo de 20.000 francos; los
más son de 500. Las garantías se constituyen de ordinario por el des-
cuento de recibos; rara vez con hipoteca. Los socios han de llevar en
regla la contabilidad, tener un copiador de cartas y otro de facturas;
todo lo cual puede ser fiscalizado por el Consejo. Se presta al 4 por 100
y se reciben depósitos al 3,25 por 100; 25 francos es la cantidad mínima
que se ha de ingresar en cuentas corrientes para que devengue interés.
El Consejo de administración fué elegido por los comerciantes entre los
de su gremio. Se compone de tres miembros, que al tiempo de renovar el
mandato presentan una lista de elegibles para evitar toda influencia ne-
fasta. La Caja pensaba unirse con otra cooperativa burguesa de crédito
de Wetteren y organizar con ella una Caja central de compensación. El
reglamento de esta central, los estatutos de la Unión de artesanos y
comerciantes y los estatutos y reglamento de la Caja de crédito de
Enghien pueden verse en el Manuel social de L'Action Populaire, pági-
24 EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA
ñas 180-194, En nota copiamos textualmente el balance último de la
Caja de crédito de Enghien, que nos ha procurado del director el Padre
Bausili, de nuestra Compañía. Á uno y otro damos desde aquí las más
sinceras gracias (1).
N. NOQUER.
(Concluirá).
(1) BILAN AU 31 DÉCEMBRE 1908.
A€TIF
Capital non versé 4.400,00
Comptes-courants 7.439,35
Débiteurs 30.881,85
Intéréts échus 192,00
Premier établissement 208,95
Valeurs deposées en naníissement:
Titres 12.800
Autres 2.200 15.000,00
Effets, cheques et quittances deposées en garantía 9.713,56
67.835,71
PASSIF
Capital souscrit 4.500,00
Comptes courants créditears 37,891,79
Frais généraux dus 50,00
Nantissement 15.000,00
Garanties 9.713,56 24.713,56
Profits et pertes.
Produits:
Intéréts capitalisés 1 .051 ,30
» échus 192,00
» encaissés 645,20
Change de papiers étrangers 6,60
Encaissements 139,51
2.034,61
Charges:
Frais généraux. 104,60
Intéréts capitalisés 1.249,35
Profits et pertes 0,30 1.354,25 680,36
67.835,71
Las misiones católicas entre infieles ^^\
Indostán. — Dejando las misiones africanas y atravesando por los
pueblos mahometanos del Asia, llegamos á la misión del Indostán, una
de las más importantes en la actualidad. El Indostán, con la isla de
Ceilán, forma una inmensa península de 3.856.000 kilómetros cuadrados
y cerca de 300 millones de habitantes, abigarrada mezcla de pueblos
mucho más diversos entre sí que los europeos, pero unidos exterior-
mente casi todos bajo el dominio directo ó indirecto de la Gran Bretaña.
La religión dominante es el Brahmanismo, que cuenta con más de 200
millones de adeptos, y sigue después el Mahometismo, con más de 62
iTiillones. Precisamente de aquí nace la mayor dificultad de la misión en
el Indostán; pues si los musulmanes son los infieles más difíciles de con-
vertir, indudablemente les siguen en obstinación los sectarios del Brah-
manismo. Esta obstinación es debida principalmente á las castas. Ni el
clima, en general ardiente para los europeos, ni las famosas hambres y
pestilencias que diezman las poblaciones, ni los tigres y serpientes, que
causan tantos millares de víctimas, pueden llamarse dificultades serias
para el misionero, en comparación de la dificultad de las castas. El
hacerse cristiano equivale comúnmente entre aquellos infieles á perder la
casta, y la casta es para ellos mucho más que para nosotros la patria y
la familia; un hombre sin casta es cien veces inferior á un esclavo, es un
reptil inmundo, á quien todos tienen derecho á pisotear, cuyo solo aliento
basta para inficionar y hacer inmundo al más soberbio brahmán.
Mérito sin igual es por lo mismo el de los misioneros católicos al
haber ido avanzando constantemente durante el siglo XIX en la evange-
lización del Indostán; y aquella Iglesia, que á fines del siglo XVIII y prin-
cipios del XIX había sufrido, por las causas indicadas al principio, más
quizá que ninguna otra, y que además estuvo perturbada hasta el Con-
cordato de León XIII en 1886 por la propaganda insensata, las turbu-
lencias y el cisma del clero goanés, presenta hoy día un aspecto conso-
lador. Hay que confesar, sí, que los progresos son lentos; pero el hecho
es que se progresa constantemente, y eso á pesar de la escasez de re-
cursos y de misioneros. Hay que tener además en cuenta que en el
Indostán se está verificando una evolución, no tan rápida ciertamente
como la de la China, pero sin dudaradicalísima. La cultura europea, con
todos sus vicios y todas sus virtudes, va penetrando en todo el cuerpo
social indio; el paria ilustrado está ya muy lejos de retirarse 70 ó 90
(1) Véase Razón y Fe, t XXV, pá?. 2')3.
26 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
pasos del camino para no contagiar con su aliento á un presumido
brahmán, al cual tiene quizá bajo su dependencia en alguna oficina del
Gobierno inglés. Por eso hay que fomentar hoy más que nunca la
misión del Indostán, pues si la misión está bien preparada, el día en que
caigan las barreras de las castas se recogerá con abundancia el fruto de
los trabajos de muchos años. Pero veamos el estado de algunas misiones
principales de aquel continente.
Al sur del Indostán y casi unida con el continente se encuentra la her-
mosa isla de Ceilán, poblada por cerca de cuatro millones de habitantes,
de los cuales más de la mitad son budistas, que se distinguen por su ar-
diente fanatismo. En especial cuando la guerra ruso-japonesa tuvieron los
católicos no poco que padecer de estos sectarios, que consideraban el
triunfo de los japoneses como una victoria del Budismo sobre el Cristia-
nismo. Sin embargo, las misiones católicas presentan allí un aspecto muy
halagüeño. La isla está dividida en cinco distritos eclesiásticos: Colombo
y Jaffna, que son los principales, al cuidado de los Oblatos de María In-
maculada; Kandy, al de los benedictinos; Trincomali, al de los jesuítas
franceses, y Galle, al de los jesuítas belgas. En 1885 se contaban en la
isla poco más de 200.000 católicos, hoy pasan bastante de 300.000; en-
tonces no llegaban los niños de sus escuelas á 20.000 y hoy pasan de
50.000. El mismo paso han seguido los colegios, hospitales, etc. En 1830
había 26 sacerdotes y ahora pasan de 200. Además, desde 1902 se reúnen
los católicos anualmente en un Congreso católico, para deliberar sobre
las cuestiones religiosopolíticas y sociales; para las primeras existe ade-
más la asociación Catholic Union of Ceylan, y para las segundas el Ca-
tholic Club. También la vida religiosa se desarrolla pujante entre los ca-
tólicos de Ceilán; en ella ejerce no poca influencia el célebre santuario de
la Virgen en Maddu, adonde acuden todos los años el día de la Asunción
unos 25.000 peregrinos. No dejaremos á Ceilán sin mencionar el Semi-
nario Pontificio de Kandy, fundado en 1894 por León Xlll y confiado á
los jesuítas belgas. El objeto que se propuso León XIII fué fundar un
seminario modelo que pudiese competir con los mejores de Europa,
siendo además un establecimiento central para aquellas diócesis del In-
dostán que no poseían seminario propio. Grandes eran los temores que
se abrigaban por el éxito del establecimiento, especialmente por haber
de acudir allí alumnos de las más diversas razas y castas. Pero los bri-
llantes éxitos obtenidos han demostrado que tenía razón León XIII al
fundar en él grandes esperanzas para el porvenir c^el Indostán. Según
testimonio del conocido P. Van der Aa,ni en lo que toca al espíritu, ni en
lo que se refiere al estudio tiene el seminario de Kandy nada que envidiar
á los mejores seminarios de Europa.
En el extremo sudeste de la península indostánica se encuentra la
célebre misión del Maduré, una de las más florecientes del Indostán.
Confiada á los jesuítas franceses en 1836, la encontraron éstos en un
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 27
estado de abatimiento indecible, aumentando la dificultad las intrigas de
los sacerdotes goaneses. Pero la constancia de los misioneros logró ven-
cer todos los obstáculos; se fueron levantando iglesias, escuelas, hospi-
tales, etc., y se consiguió renovar el fervor de los fieles é ir aumentando
poco á poco su número, hasta lograr casi duplicarlo. Hoy cuenta la dió-
cesis con más de 250.000 católicos, á cuyo cuidado están un Obispo y
79 Padres jesuítas franceses, 27 Padres y 18 sacerdotes seglares indígenas.
El último año hubo, además de los bautismos de niños cristianos y de
4.636 niños paganos bautizados en el artículo de la muerte, 5.681 bautis-
mos de adultos infieles y de sus niños, y 149 conversiones de herejes. La
principal institución de la misión del Maduré es el Colegio-Universidad
de San José en Trichinópoli, afiliado á la Universidad de Madras, y
baluarte del Catolicismo en el sur del Indostán. Tiene 1.755 alumnos, de
ellos 662 católicos, 15 protestantes, 990 paganos y 88 mahometanos. Á
la ayuda del colegio se debe el que muchos católicos, que pertenecen
en su gran mayoría á las clases pobres, hayan podido proporcionar á
sus hijos una educación sólida y esmerada, y el que se encuentren hoy
muchos católicos, antiguos alumnos de Trichinópoli, ocupando puestos
ventajosos é influyentes en la sociedad; además han salido del colegio
más de 100 sacerdotes ó religiosos. Además el fruto con los alumnos
paganos, pertenecientes en su inmensa mayoría á la casta de los brahma-
nes, ha sido muy notable; pues no sólo salen de la Universidad con ¡deas
favorables al Catolicismo, y que preparan el camino para futuras con-
versiones, sino que de ahí ha tenido principio un movimiento de conver-
siones de brahmanes al Catolicismo que, aunque muy lento, puede tener
grandes consecuencias. Así lo comprendieron los brahmanes, que movie-
ron ruidosos escándalos al iniciarse en 1891 las conversiones, y hasta el
presente persiguen con saña infernal á los convertidos. Entre todos los
católicos del Indostán resonó un grito de júbilo al ver abierta por el
Catolicismo una brecha en la orguUosa casta que opone una barrera casi
infranqueable al Evangelio. Se podrá discutir si la salvación del Indostán
ha de venir de arriba ó de abajo, es decir, ó por medio de esa casta de
los brahmanes, orgullosa, sí, pero de superiores cualidades intelectuales,
morales y aun físicas, ó por medio de los parias y castas inferiores, que,
elevándose del bajo nivel en que se encuentran, quebranten con su supe-
rioridad numérica la tiranía de las castas superiores. Lo que no se puede
dudar es que el fervor de esos brahmanes convertidos, que, pobres y per-
seguidos se mantienen con heroica firmeza fieles á nuestra santa Religión,
que cada día oyen Misa y reciben en su mayoría el pan de los ángeles
mezclados con los sudras y los parias, es un gran motivo de consuelo y
de esperanza para la misión del Indostán.
Al norte del Maduré se encuentran las cuatro misiones dirigidas por
los sacerdotes de Misiones extranjeras de París; el arzobispado de
Pondichery, con tres Obispos sufragáneos. Desde 1873 empezó para
28 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
estas misiones un período de extraordinario florecimiento; en trece años
aumentó el número de fieles en más de 76.000. Actualmente las conver-
siones son poco numerosas, debido sobre todo á la escasez de personal
y falta de recursos. Con todo, el número de católicos asciende á 313.898,
con 273 sacerdotes, de ellos 59 indígenas. Entre los colegios de segunda
enseñanza de estas misiones merece especial mención el de Pondichery,
con unos 1.100 alumnos.
En la costa sudoeste del Indostán, desde el Cabo de Comorín hasta
poco más arriba de Goa, se extiende una serie de misiones que cuentan
con cerca de un millón de católicos. De ellos, más de 300.000 pertenecen
á los tres vicariatos regidos por el clero indígena del rito siro-malabar.
Desde 1896, en que León XIII colocó al frente de estos tres vicariatos á
Prelados indígenas, se ha aumentado notablemente el número de iglesias,
y tampoco han faltado conversiones, sobre todo en el vicariato de
Changanacherry, donde el término medio de conversiones ha sido casi
de 1.000 por año. También florecen las escuelas, á las que acuden más
de 40.000 niños. Pero hay que confesar que el clero siro-malabar dista
todavía bastante de tener el celo de los misioneros europeos y de los
sacerdotes indígenas de otras misiones, falta debida principalmente á las
grandes turbulencias que agitaron estas tierras en buena parte del
siglo XIX, y á la deficiente formación que daban al clero los monjes
malabares. Ahora, pasadas las revueltas y educándose como se educa el
clero en buenos seminarios, se puede esperar mucho de estos tres vica-
riatos, pues en ellos existen dos elementos que faltan en casi todas las
misiones: un clero abundante, como que hay allí 423 sacerdotes, y recur-
sos económicos, pues entre los cristianos siro-malabares abundan los
bienes de fortuna.
En los mismos reinos de Travancor y Cochín, donde se encuentran
esos tres vicariatos, están también enclavados el arzobispado de Verá-
poly y el obispado de Quilón, al cargo de religiosos carmelitas. Los mis-
mos católicos siro-malabares estuvieron hasta 1887 bajo la dirección de
estos celosos religiosos, á los cuales deben en gran parte el haber aban-
donado el cisma para unirse con la Iglesia católica. En sus dos diócesis
tienen los carmelitas cerca de 200.000 católicos; á sus numerosas escue-
las acuden 17.955 niños, y á sus colegios de segunda enseñanza 2.787
jóvenes; los sacerdotes son 143, de ellos 108 indígenas. Cada año se
convierten en estas diócesis bastantes centenares de infieles, y eso á
pesar de estar la atención de los misioneros casi absorbida con el ser-
vicio de los católicos; pero la inclinación de los gentiles hacia nuestra
santa Religión es tal, que, como notan con razón los misioneros, si conta-
ran con recursos suficientes, y sobre todo con más personal, se conver-
tirían cada año muchos miles.
Á lo largo de la costa de Malabar hallamos asimismo el obispado
de Cochín, por lo demás sufragáneo de Goa. Entre el obispado de
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 29
Cochín y el patriarcado de Goa reúnen 425.000 católicos, con numeroso
clero, unos 700 sacerdotes, indígenas en su inmensa mayoría. Pero es
muy escasa la actividad que allí se despliega para convertir infieles.
Algo más halagüeño es el estado de los católicos, que, envueltos durante
mucho tiempo, por culpa de sus pastores y del Gobierno portugués, en
disidencias y hasta en un cisma con la Santa Sede, por fin, desde 1886,
pudieron, en unión de Roma y bajo la dirección del excelente Patriarca
Antonio Sebastián Valente, empezar una obra de sólida regeneración
interior, que es la primera condición para trabajar con eficacia en la
obra de la conversión de los gentiles. Lo dicho sobre Goa se puede
aplicar á otras dos diócesis sufragáneas suyas: Damao, al norte, y Me-
liapur en la costa oriental; entre las dos reúnen 146.000 fieles, con 158
sacerdotes, indígenas en su gran mayoría.
Una breve mención siquiera merece el obispado de Mangalor, al sur
de Goa, dirigido por Padres jesuítas italianos. Llegaron éstos ala misión
en 1878, encontrándola en gran abandono. En treinta años ha aumentado
la misión en unos 40.000 fieles. Entre los 93.000 católicos de la diócesis
se ve florecer la vida religiosa, y el Colegio-Universidad de San Luis, en
Mangalor, con 500 discípulos, es de los más afamados del Indostán. Los
sacerdotes encargados de la misión son tan sólo 42 jesuítas y 57 sacer-
dotes indígenas; por eso quedan muy pocos que puedan dedicarse á la
conversión de los infieles.
Hasta ahora hemos descrito las principales misiones del Indostán
situadas al sur de Goa; las otras misiones del Indostán central y septen-
trional apenas merecen mención especial, exceptuando la de Calcuta,
pues el número de católicos y misioneros en ellas es muy pequeño. En
cambio, los territorios suelen ser enormes y muy poblados; de modo que
estas tierras son de las más necesitadas entre todas las misiones. Como
muestra citaremos las cinco misiones del Norte, confiadas á los religiosos
capuchinos italianos, austríacos, franceses y belgas. Estas cinco regiones
tienen unos 100 millones de infieles, y sólo 129 Padres misioneros. No hay
duda que aun este último número representa un progreso respecto á los
tiempos anteriores: en 1840 no había en todo ese vastísimo territorio más
que seis sacerdotes. Pero es urgente el envío de nuevos operarios á esta
viña tan poco cultivada, tanto más cuanto que en ella abundan los emisa-
rios protestantes, que por añadidura disponen de grandes recursos. Los
católicos son en junto 32.000. Un movimiento decisivo hacia el Catoli-
cismo se ha iniciado en los últimos años en el arzobispado de Agrá. El
bajá de Tajpur, hombre inteligente y reflexivo que había abrazado el Pro-
testantismo, comenzó á tratar de religión en un viaje de Europa al Indostán
con el capuchino italiano P. Pómulo; el resultado fué la conversión del
bajá al Catolicismo. El príncipe oye Misa y comulga todos los días en la
hermosa iglesia que ha edificado en Tajpur, y se espera, con fundamento,
que no ha de pasar mucho tiempo sin que al menos los 50.000 subditos
30 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
del bajá abracen el Catolicismo. Otra esperanza de las misiones del
Indostán septentrional es el magnífico Colegio-Universidad de San Fran-
cisco Javier, en Bombay, dirigido por jesuítas alemanes; cuenta con
unos 1.700 estudiantes.
La misión más fructuosa del Indostán es hoy día la de Calcuta, al
cuidado de los jesuítas belgas. En 1862 encontraron éstos en la misión
poco más de 7.000 católicos; el abandono era tan grande, que pocos
años antes habían caído en el Protestantismo unos 3.000 católicos. La
primera labor de los misioneros se dirigió á renovar el espíritu religioso
de los católicos y á levantar el crédito y robustecer la influencia del Ca-
tolicismo, y además de edifi:ar varias iglesias, levantaron en Calcuta el
hermoso Colegio Universidad de San Francisco Javier, al que acuden
unos 900 estudiantes. Después empezó la misión propiamente dicha.
En 1869 entró el primer misionero católico en la región, después tan
celebrada, de Chota Nagpur. Allí trabajaban desde 1844 los misioneros
protestantes, y en los primeros años fueron casi infructuosos los traba-
jos de los misioneros católicos. Pero después empezaron á ser menos
raras las conversiones, y en el año 1885 se acercaban ya los neófitos
á 3.000. Entonces se presentó el apóstol de Chota Nagpur, el P. Lievens.
Comenzó éste por estudiar á fondo las leyes indígenas, para poder librar
á los pobres trabajadores del campo, pertenecientes á la tribu de los
Kols, una de las primitivas del Indostán, de las enormes vejaciones que
sufrían por parte de los propietarios y arrendatarios indios. Aquellos po-
bres trabajadores, que antes no tenían otro recurso para salir de su opre-
sión que abandonar su patria, encontraron en el P. Lievens un abogado
competente y decidido, á quien no arredraban las intrigas y amenazas
de los poderosos. Si á esto se añade el celo infatigable y la caridad sin
límites del P, Lievens, no es de extrañar que aldeas enteras pidieran el
santo Bautismo, y que el número de católicos se elevara en siete años
á 50.000. La muerte del P. Lievens en la flor de su edad, víctima de los
trabajos sin cuento que tuvo que sufrir, trajo algunos años difíciles para
la misión, pues los opresores de los Kols, por una parte, y los protestan-
tes, por otra, redoblaron sus esfuerzos para acabar, á ser posible, con ella.
Mas los misioneros católicos lograron contrarrestar los ataques de los
adversarios, y aun ir aumentando el número de cristianos y catecúme-
nos. Y he aquí que en 1907, cuando menos se esperaba, en el Estado in-
dependiente de Jashpur, donde no había penetrado ningún misionero,
empieza para la misión un nuevo período de conversiones en masa. Al-
gunos neófitos de Chota Nagpur, que habían ido á trabajar á Jashpur,
persuadieron á sus hermanos de raza, los Kols de aquel Estado, que de-
bían hacerse católicos, y 50.000 gentiles más se agolpan para entrar en
el redil del Buen Pastor; pueblos enteros, con música y banderas é inde-
cible regocijo, salen á recibir al misionero, á quien no han visto nunca,
y le ruegan instantemente que les envíe catequistas para instruirse en las
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 31
verdades de nuestra fe. Las consecuencias de este movimiento pueden
ser muy grandes, pues sería fácil que se extendiera á los tres millones
que componen la tribu de los Kols; por otra parte, de esta tribu de abo-
rígenes, entre los cuales no se conocen las castas, se pueden formar, no
sólo buenos cristianos, sino también, con el tiempo, excelentes sacerdo-
tes. Lástima que la escasez de misioneros no permita trabajar con la
tribu de los Santals, asimismo aborigen y sin castas y dedicada á la agri-
cultura, así como con los pastores del Sikkim inglés, al norte de la mi-
sión, y con los habitantes de Orissa, al sur; en todas estas partes está el
terreno bien dispuesto, pero faltan los operarios necesarios para un te-
rreno poblado por 20 millones de habitantes. La estadística de la misión
de Calcuta nos da las siguientes cifras: 101.008 católicos, 79.549 catecú-
menos, 103 Padres belgas y dos sacerdotes indígenas; en las escuelas
hay cerca de 10.000 niños; notable es el número de catequistas, pues
pasan de 500; el último año, además de los millares de infieles conver-
tidos, se convirtieron también 1.500 protestantes.
Si consideramos en conjunto la misión del Indostán, vemos en ella,
aparte de las dificultades externas, de las cuales la principal es la de las
castas, dificultades interiores que retardan el desarrollo de esta impor-
tantísima misión. La principal de estas dificultades interiores es la esca-
sez de misioneros que reina en muchas partes, donde el mismo aumento
de los católicos ha hecho que los misioneros tengan que estar tan ocu-
pados con ellos, que apenas puedan atender á la conversión de los gen-
tiles. De aquí el escaso número de catecúmenos, excepto en la misión de
Calcuta, que tiene más que todas las del Indostán juntas. Á pesar de
todo, es altamente consolador ver que el progreso ha sido constante
desde hace un siglo. Á principios del siglo XIX había en el Indostán
poco más de medio millón de católicos; hoy pasan de 2.300.000; es
decir, que su número se ha cuadruplicado. Los sacerdotes europeos son
más de 1.000, los indígenas 1.600. Hay además 500 religiosos no sacer-
dotes, y unas 3.000 religiosas, de las cuales son indígenas casi la mitad;
á las escuelas de primera enseñanza de la misión acuden más de 180.000
niños; la segunda enseñanza y la superior cuentan con unos 30.000
alumnos.
Indo-China. — Á la misión del Indostán sigue la de la Indo-China, que,
como el mismo nombre lo indica, participa de la influencia de la India y
de la China. En la parte occidental, es decir, en las posesiones inglesas
y Siam, predomina el elemento indio; en la oriental, ó sea en la Indo-
China francesa, el chino. Las misiones de la parte occidental están
aún poco desarrolladas; entre todas sólo cuentan 130.000 católicos, muy
poco ciertamente en una población de unos 20 millones de habitantes;
pero hay que tener en cuenta que á mediados del siglo pasado contaban
poco más de 10.000. Especialmente fructuosos han sido los trabajos de
los misioneros con los Carenos, pueblo atrasado, pero de muy buenas
32 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
cualidades, que habita los bosques de la Birmania. Pero el elemento más
sano, donde la palabra del misionero cae en terreno preparado, lo for-
man los colonos chinos; sólo en la diócesis de Malaca han abrazado
12.000 de ellos el Catolicismo, y los misioneros se hacen lenguas de la
solidez y fervor de estos neófitos. Los misioneros de estas regiones
son 225, en su gran mayoría sacerdotes de las Misiones extranjeras de
París; á las escuelas católicas asisten más de 20.000 alumnos.
En la Indo-China francesa, cuyo número de habitantes pasa de 20 mi-
llones, de religión budista en su gran mayoría, encontramos «la Iglesia
de los mártires», la Iglesia annamita, que renovó en el siglo XIX los
ejemplos heroicos de los cristianos japoneses y de los primeros cristia-
nos. Ya en tiempo del emperador Minh-Menh (1820-1841) murieron por
la fe numerosos cristianos y los dominicos Clemente Ignacio Delgado,
Vicario apostólico, y su coadjutor Domingo Henares, el Provincial José
Fernández y otros siete más (beatificados todos en 1900). Pero ¿quién
puede describir la furiosa persecución movida en el imperio del sangui-
nario Tu-Duc, que se había propuesto, como él decía «arrancar de raíz
la venenosa planta del Cristianismo»? Mas á pesar de que desde 1848 ve-
nía corriendo de nuevo la sangre de los mártires, en 1855 se reunían ani-
mosos en sínodo diocesano en el Tonkín central varios dominicos espa-
ñoles y sacerdotes indígenas, y á las fiestas acudían valientes 20.000 fie-
les. Pero de 1855 á 1852 la persecución se desencadenó más violenta
que nunca; sólo los dominicos tuvieron en este tiempo 28 mártires, entre
ellos nuestros compatriotas Valentín Berrio-Ociioc, Jerónimo Hermosilla
y Pedro Almató, beatificados en 1936; más de 100 sacerdotes del clero
indígena derramaron su sangre por Jesucristo; cerca de 100 aldeas cris-
tianas fueron reducidas á pavesas; 10.000 cristianos de los principales
fueron encarcelados, y más de la mitad de ellos murieron por la fe en
todo género de tormentos: unos decapitados, otros ahogados; á éstos
se les mataba de hambre, aquéllos eran pisoteados por elefantes,
enterrados ó quemados vivos; se quitaban las casas y bienes á los cris-
tianos para darlos á los paganos, y así quedaron dispersos los cristia-
nos de 2.000 cristiandades, y 40.000 fieles perecieron en la dispersión á
consecuencia de la miseria y los malos tratamientos. En 1871, cuando
la persecución había pasado, se reunían en el Tonkín 40.000 cristia-
nos para celebrar la Pascua. Mas otra vez en 1874 eran abrasadas
por el fuego 129 aldeas cristianas y morían por su religión más de 2.000
cristianos. Y como si aún fuera poco, estalló de nuevo la persecución
en 1883 y 1884, y al fin se desbordó por completo en 1885: por todas
partes se veían iglesias, conventos, hospitales y aldeas cristianas hechas
pasto de las llamas; los cristianos que escapaban de las balas ó del fuego
eran muchas veces abiertos en canal, atenaceados, despedazados, ente-
rrados vivos; numerosos sacerdotes y catequistas, más de 200 religiosas
y cerca de 40.000 cristianos recibieron la palma del martirio. Una Iglesia
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 33
que salía triunfante de tan duras pruebas no podía menos de recibir las
bendiciones del Cielo. Y en efecto, el número de cristianos de la indo-
china francesa, que antes de empezar las persecuciones era de 400.000,
asciende hoy día á 930.000. De ellos dos terceras partes están al cuidado
de los sacerdotes de las Misiones extranjeras de París, distribuidos en
ocho vicariatos; la otra tercera parte, repartida en tres vicariatos, está
bajo la dirección de compatriotas nuestros de la Orden de Santo Do-
mingo. Especialmente satisfatorio es en estas misiones el ver el gran nú-
mero que hay en ellas de sacerdotes indígenas; de 1.026 sacerdotes, son
indígenas 603; y lo mucho que vale este clero indígena lo tiene probado
en las persecuciones. Además hay eri los seminarios de la misión unos
1.500 seminaristas. Las religiosas son más de 2.800, los catequistas 1.556,
los niños de sus escuelas cerca de 70.000. Podrá la Iglesia de la Indo-
china francesa sufrir nuevas tribulaciones de parte de las autoridades
coloniales francesas; podrán quizá venir sobre ella revueltas políticas, y
cierto que la política suicida del Gobierno francés de favorecer más al
Paganismo que al Catolicismo, hace augurar un desastre colonial; pero,
á pesar de todo, la Iglesia annamita puede mirar con confianza el porve-
nir: ella ha dado al Cielo millares y millares de mártires que no dejarán
de protegerla; ella abriga en su seno misioneros y cristianos dignos de
sus antepasados.
Hilarión Gil.
( Continuará.)
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI
OlijetMiaá fle la sensaclóii eiterna en las iiníresiones eléctricas
(1)
III
G,
usTO.— Desde que se conoció la corriente eléctrica, se formuló ya
por el mismo Volta la objeción que vamos disipando. La acción física
de la corriente continua estimula el sentido del gusto según el electrodo
que sobre la lengua se aplique: si el ácido, acida; si el cátodo, astringente
y alcalina, es la sensación provocada en el gusto (2). He ahí un caso donde
hay sensación sin el objeto propio del sentido, pues la excitación eléc-
trica es puramente mecánica. ¿Dónde está, por tanto, el sabor objetivo
que debiera existir en el líquido intersticial de las papilas gustátiles?
Aquí no hay más que contacto físico del electrodo con la lengua, y una
corriente continua de éter impalpable, intangible, directamente insensible
á cualquiera de los sentidos.
La objeción no es tan seria como aparenta serlo: verdad que Fick y
Rosenthal la tomaron en cuenta, queriendo con ella probar que no cabía
explicar el hecho por acción electrolítica en la saliva, porque á tal hipó-
tesis se oponían, á juicio suyo, los experimentos de Volta y Monroe-
Depositando en la lengua una cantidad suficiente de líquido alcalino,
quedaría neutralizada por el álcali en exceso la insignificante cantidad
del ácido disociada por la corriente, y no obstante, persiste la acidez del
ánodo. (Volta.) Haciendo pasar la corriente hasta la lengua, no en seguida
de salir de los electrodos metálicos, sino interponiendo entre los electro-
dos y la lengua trozos de carne, ya la electrólisis de la saliva no puede
sensibilizarse á la lengua, pues sólo se manifiesta en los electrodos, y
no obstante, las sensaciones de acidez ó de alcalinidad son iguales.
(Monroe.)
Ninguno de los dos experimentos parecieron concluyentes ni á Lotze
(1) Véase Razón v Fe, t, XXV, pág. 184.
(2) Hermann y Laserstein creyeron haber demostrado (a. 1891) que las sensaciones
del gusto no se excitan eléctricamente cuando la corriente se aplica á los troncos ner-
viosos, sino solamente cuando la corriente pasa á través de las terminaciones del ner-
vio. Nagel en su clásica fisiología (a. 1905) afirma que se despiertan las sensaciones del
gusto, cuando la corriente se aplica al ramo del nervio central gustatorio que pasa por
las fosas abiertas del tímpano (la cuerda del tambor). Recuérdese que la cuerda del tam-
bor y el plexo timpánico son nervios puramente gustables (Kander, 1906). — De los ex-
perimentos de Kieson y Hahn se desprende que en la superficie interna de la epiglotis
se originan sensaciones gustosas con las excitaciones eléctricas y las sensaciones va-
rían con la dirección de la corriente.
OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA 35
ni á Weber, ni á Herniann, ni últimamente á Wundt ni á Tigerstedt. Bien
hace notar Wundt (1) que la electrólisis no se ha de poner únicamente
en el líquido exterior, como lo suponen los objetantes; antes es más bien
interna é inmediata al órgano del gusto la disociación electrolítica. Á
este parecer nos adherimos plenamente. Sabido es que no puede circu-
lar corriente eléctrica en líquido que no contenga electrolitos, ni hay
por qué concretar la conductibilidad orgánica al armazón más sólido de
las células constitutivas: más bien, la estructura de los tejidos y la misma
consistencia gelatinosa del protoplasma y la abundancia de líquidos
intersticiales hacen necesario admitir la transmisión eléctrica, aun por
medio de los líquidos que á su paso encuentra la corriente.
Por otra parte, las medidas hechas por Hoeber y Kiesow enseñan
cuánto aumenta la sensibilidad del gusto con líquidos que contengan
electrolitos disociados. Así, v. gr., en un litro de agua viene á ser percep-
tible el sabor que le da 0,020—0,025 ion-gramo de Cl, Br, I, SO^, diso-
ciado en las soluciones acuosas de KCl, Na Cl, Mg Clj, Na Br, Na 1, Na,
SO4. El sabor dulce mezclado de alcalino, propio del ion OH, llega á gus-
tarse hasta en 0,006—0,009 ion-gramo por litro de agua.
¿Qué extraño tendrá ya atribuir el sabor ácido sentido al aplicar el
ánodo, precisamente al ion H, que, disociado en la saliva intersticial, se
introduce hasta dentro de las células sensoriales para herirlas con el
sabor que le es propio? ¿y que el ion OH haga lo mismo con su sabor
alcalino al invertirse la corriente? Aquí no hay nada más de nuevo sino el
modo de producirse en los iones el sabor objetivo: aquí lo adquieren los
iones del líquido intersticial, sensibiUzándose al impulso de la corriente á
que son en extremo impresionables.
Para mejor inteligencia de lo expuesto, hay que recordar la definición
del sabor que Aristóteles, siempre atento pensador de las palabras y
talento eminentemente ingenioso para formular definiciones, en su tratado
De Sensu dejó consignado: «Sapor definiri potest passio seu qualitas pas-
sibilis, quae in corpore húmido causatur acorpore sicco liquefacto et per
actionem caloris commixto, habens virtutem reducendi gustum ex poten-
tía in actum gustandi» (2). Definición adecuada en que se comprenden
todas las causas intrínsecas y extrínsecas del sabor. La caussi formal ó su
esencia, que está en ser una cualidad transitoria que entonces mana y
dura cuanto dura la acción química del disolvente sobre la substancia
diluida, cesa de ser y cesa el sabor tan pronto como pasa la acción
engendradora; que él, como todos los sensibles, presuponen la masa en
que radica en vibración y movimiento conveniente. El sujeto en que
radica, que es el líquido salival, que no sólo por fuera baña el órgano,
(1) II, 55.
(2) Así con más palabras la traduce al latín su comentarista Silv. Mauro, S. J., t. IV,
pág. 130.
36 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
sino aun dentro de las papilas penetra, empapando su protoplasma: «en
el aparato gustativo terminal, la impresión no es recibida directamente
por los nervios, sino por unos corpúsculos intermediarios, las células
bipolares, en un todo análogas bajo el aspecto funcional, á los bastones
y conos de la retina y á las células ciliadas de los aparatos acústico y ves-
tibular» (Cajal)(l). La causa e/Zc/e^íe de tal cualidad es en el caso general,
único conocido por el Estagirita la disolución y transformación química del
cuerpo sólido y líquido en el líquido salival, con el concurso de la tempe-
ratura: sabido es que su mayor eficacia tiene la ptyalina, enzyma dias-
tásica de la saliva, á los 30—45'' c, temperaturas que comprenden la del
cuerpo humano. El caso anómalo de la excitación eléctrica enseíia que es
íamt)ién causa eficiente la acción electrolítica de la corriente dentro de
la misma saliva; pues siendo ésta una mezcla muy compleja de cuerpos —
albúmina, muzina, ptyalina, rodiuro potásico, sales inorgánicas, gases, un
si es no es de amoníaco, nitro, urea y substancias medicinales,— fácil-
mente contiene iones, en los cuales al choque de la corriente salta el
accidente del sabor. Si el químico, cubriendo con un velo cuanto media
entre el proceso inicial y final, sólo atiende á los estados extremos en
sus investigaciones metódicas, el sicólogo, por medio del aparato más
sensible, como que este es su único destino natural— el órgano animado
del gusto,— puede sorprender en el estado de desequilibrio y perturbación
intermedio, el brote y existencia efímera de la cualidad sensitiva corres-
pondiente.
La causa final del sabor es determinar el sentido del gusto que estaba
inerte y ocioso, y, como en términos de escuela se dice, «en potencia» y
capacidad de gustar, pase á estar gustando. Cuan sordo es quien desoye,
las voces de las criaturas, que en sus múltiples actividades y relaciones
armónicas nos dicen haber sido hechas y ordenadas para servicio del.
hombre. Unas líneas más: la corriente eléctrica no sólo pone junto á la
potencia sensitiva suficiente objeto que la determine, sino además aumen-
ta de manera exquisita la sensibilidad de la misma potencia que por ser
orgánica depende del estado de entonación y vigor del nervio. Así he-,
chos consignados por Kander, prueban que si algunas regiones de la
lengua donde se esparcen la cuerda del tambor y el plexo timpánico,
han perdido las sensaciones gustosas y sólo dan las táctiles que á las,
anteriores suelen acompañar, tienen sensaciones gustosas si se excitan,
los nervios eléctricamente. (Zeitschrift t. 44, p. 132). ,
Olfato.- No ofrece especial interés el estudio de la excitación eléc-,
trica del nervio olfativo. Recordemos que todo funcionamiento nervioso,
produce ácido carbónico ( Waller) y que la corriente en los nervios pro-
duce acciones electrolíticas, evoca en un extremo reacciones acidas, etcé-
tera (Tigerstedt), causas más que suficientes para determinar la olfación
objetiva.
(1) Tcxiuia, 11, e4.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 37
Oído (1).— Rosenthal, en su disertación sobre la energía específica de
los nervios sensoriales, afirma que las terminaciones nerviosas del acústi-
cas por estar encubiertas no son directamente excitables por acciones
mecánicas, químicas, térmicas; pero que lo son por excitaciones eléctri-
,cas, á lo menos empleando corrientes continuas. Las corrientes de induc-
•ción complican, según él, la audición con la sensación táctil del oído
interno (2).
Gradenigo calcula en 4 ó 6 por 100 los individuos que en sanidad perci-
ben sonido á la excitación eléctrica del acústicas: en estado de fiebre son
más los que así se impresionan y oyen ruido interno (3).
Wundt añade la circunstancia, verdaderamente atendible y cuya im-
portancia consideraremos en párrafo aparte, que los sordos y ciegos de
nacimiento, ó quienes para los cuatro ó cinco años de edad han perdido
uno ú otro sentido, nada sienten por impresión alguna que en las fibras y
terminaciones cerebrales aun bien conservadas (4) reciban, bastando,
por el contrario, el haber precedido el uso délos sentidos de vista y oído
por un tiempo más largo para impresionarse directamente los centros
cerebrales correspondientes (5), que excitados eléctricamente sentirán
sonidos ó colores vivos (6).
Bonnier no aporta nuevo dato al decir: «Tengo para mí que un sordo-
mudo de nacimiento cuyo aparato auditivo nunca ha funcionado y en
quien no puede explicarse por excitación alguna precedente la del apa-
rato auditivo central, dado que haya de sentir algo, tendrá audición y
no otra sensación cualquiera» (7). Como se habla en sentido condicional,
nada se asegura si en efecto se da ó no tal sensación.
He ahí los datos que hemos podido allegar para el problema cuya
solución buscamos.
(1) Fuentes.— Tigerstedt, Bonnier, Archiv. etc.
(2) En Weinmann, pág. 43.
(3) En Wundt, I, 501, nota.
(4) Advierte Cajal: «Diversos observadores y nosotros mismos hemos notado que
en los ciegos ó tuertos (por lesión periférica) el plexo de la estria de Gennari (en donde
le parece que terminan las fibras ópticas) disminuye mucho en riqueza, desapareciendo
casi todas sus fibras gruesas.» Textura, II, 882.
(5) Véase Cajal, 11: «Corteza visual», páginas 866-884; «Corteza acústica humana»,
páginas 885-902.
(6) Wundt, 1,363,501,502.
(7) L'Audition, pág. 187. Bonnier participa del error de Wundt atribuyendo á la adap-
tación la energía específica del oído. ¿Querrán decirnos cuantos asi piensan dónde y
cómo los elementos atómicos que organizados consUtuyen el oído de un niño recién
nacido, conservaban y adquirían la adaptación, iniciada, según ellos, hace siglos y aun
millares de siglos? «Ce domaine est auditif de par la préformation séculaire, archi-millé-
naire; il y a des miliers de siécles que cet organe (¿este órgano numéricamente el mis-
mo?) ne sert qu'á cela, et ¡1 ne sert qu'á cela depuis notre naissance», pág. 186. Y aun ha-
blando de la especie humana, ¿cuándo ha demostrado la ciencia que su aparición data
de miles de siglos? El mejor cronómetro geológico, el de la catarata de San Antonio
38 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
Dejando para lo que se diga en la vista estudiar la sensación audi-
tiva en la corteza acústica incomunicada con los órganos periféricos»
estudiaremos ahora la audición excitada eléctricamente en el acústicas
y fibras extendidas desde la periferia á la corteza.
Primeramente hay que distinguir con Bonnier dos estados del oído,
el normal y el patológico, que llaman paracusia. Extractaremos casi lite-
ralmente de su citado libro la descripción de la paracusia, pues su cono-
cimiento nos pondrá en vías de esclarecer el problema (1).
¿Qué es la paracusia? Una forma patológica de audición y en extremo
rara, que precisamente aumenta cuando decae la normal, y pudiera
decirse que proporcionalmente; cuanto disminuye la una, la otra crece y
se manifiesta.
Apenas si percibe el oído normal sonido que no venga de fuera; las
vibraciones transmitidas por los medios y tejidos orgánicos más ó menos
densos y elásticos que le rodean, no alcanzan á impresionarle. Verdad
que si asentamos por su pie u-n diapasón en vibración lenta sobre la
cabeza ó en los segmentos huesosos adyacentes á la oreja, todos oímos
mejor ó peor el sonido grave que despide; pero el de oído sano le oirá
menos bien que si vibrase el diapasón suelto al aire y cerca del conducto
externo. Aplicado el diapasón vibrante debajo del cuello, como en la cla-
vícula, en el codo, en las rodillas, etc., el de oído sano por el tacto cono-
cerá la trepidación, pero sin oír sonido; el de oído imperfecto, aun sonido
percibirá. Es que el oído se nos ha dado para oír los sonidos exteriores;
es enfermedad oír los propios é internos: al sano las ondas aéreas, al
enfermo las vibraciones sólidas despiertan el sentido. La impresionabi-
lidad exagerada para oir por contacto es, según lo dicho, la paracusia.
Conato de explicación del fenómeno es la insinuada por Bonnier: en
oído normal, los medios de transmisión gozan de inercia inmejorable, que
á los más ligeros vaivenes del aire exterior ceden; mas cuando en un
punto dado de la cadena de transmisión opone la lesión orgánica un muro
de resistencia á la propagación sonora, choca en él y se amortigua la
externa ondulación; la vibración interna, empero, en vez de bifurcarse
(ciudad de Minneapoli, Estado de Minnesota, E. U.), según diligentísimas medidas del
geólogo oficial N. H. Winchell (a. 1856), da para el fin del período glacial poco más de ocho
mil años; en número redondo, diez mil: la aparición del hombre coincide con tal período;
y aun dado que le hiciéramos interglacial, quince mil años serían de sobra. Y de quince
mil años á miles de siglos va mucho. La cuestión de los glaciales todavía está muy
enmarañada para deducirse nada cierto. ¿Pero es ciencia fantasear á su antojo por
todos esos millares de siglos? Consúltese «Los datos de la Biblia sobre la antigüedad
del hombre», Muríllo, S. J. (Jesucristo y la Iglesia Romana, P. 2, t. 2.° pág. 424).
(1) Páginas 150, etc., y 238, etc. Nos referimos á la paracusia de Weber; la de Willis
al revés, exagera la audición aérea en los medios en trepidación. Personas hay que
oyen mejor, á pesar del ruido, cuando el vehículo en que viajan corre y salta, que
cuando se para; la trepidación del vehículo, de que participa el cuerpo entero, mejora
en tales personas las condiciones de su transmisor auricular.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 39
hacia dentro y hacia afuera, cual sucede en el oído perfecto y libre de
tropiezos, teniendo en el imperfecto cerrada la puerta de salir, toda entera
va hacia la rampa del caracol y oído interno, merced á efecto balístico y
como choque de ariete hidráulico.
Es claro que no siempre sucede así; lesiones del oído medio hay, que
igualmente para fuera que para dentro cortan la transmisión, y dicho
se está que entonces no habrá refuerzo de sonido interiormente trans-
mitido.
Ahora bien, es evidente que la ventaja del oído paracúsico para la
trasmisión por contacto, aportan las impresiones eléctricas, obteniéndose
idénticos resultados de oir rumores internos sin ondas sonoras aéreas,
¡Quién dijera que de la audición, eléctricamente excitada, había el
sujetivismo de sacar su conclusión acariciada y por dos vías contrarias!
Por exceso, cuando llega á creer que en el caso general de la audición
nunca oímos el sonido externo, sino el propio de los órganos auditivos
que resuenan, según el sentir de la escuela de Helmholtz, como los reso-
nadores acústicos. Por defecto, cuando con el caso anómalo de la exci-
tación eléctrica nos objeta que tenemos audición sin sonido real ni objeto
propio, que entonces no suena ninguno de los órganos de nuestro cuerpo.
Mala causa debe de ser la que argumenta contradictoriamente. Cuando
hay sonido externo cuyas ondas nos envuelven, no le oimos; oímos el
interno de las fibras de Cortí, de la membrana basilar, etc., etc.; en cam-
bio, las fibras de Corti, la membrana basilar y toda la serie de resonado-
res internos enmudecen, aun cuando la corriente eléctrica los sacuda
enérgicamente.
Dejemos la discusión, que no nos hace al caso, para los fisiólogos
que se están ocupando experimentalmente de ello, sobre si debe admi-
tirse ó no tal resonancia para la sensación auditiva ordinaria; cuestión
en que, apoyados en la veracidad y testimonio del oído, redondamente
negamos la resonancia entendida en sentido exclusivo, es decir, en cuanto
que sólo oigamos el sonido de los órganos propios; es evidente que los
sonidos externos, el estampido de los cohetes, las voces de los cantores,
los acordes del órgano, los referimos y localizamos fuera de nosotros.
Aquí preguntamos: ¿las corrientes eléctricas son ó no capaces de pro-
ducir ruido ó sonido real en los tejidos del organismo? La experiencia
aboga por la afirmación con innumerables hechos, á lo menos si se trata
del tejido muscular.
Tetanizando un músculo por medio déla corriente eléctrica, interrum-
pida con un diapasón, se escucha auscultando el músculo; el sonido del
diapasón prueba que hay en el músculo contracciones y dilataciones
sucesivas, isócronas con las vibraciones de la causa excitadora. Tapando
con un dedo el oído y poniendo en tensión el brazo correspondiente,
tiembla el músculo con ruido en sí imperceptible, pero se hace sentir el
sobretono, que cuenta diez y ocho vibraciones ó variaciones por segunda
40 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
(Helmholtz, Tigerstedt), En este caso la vibración responde á los impul-
sos del centro cerebral (Broca), á no ser que digamos con Tigerstedt (1)
que el murmullo ó son muscular es un son de resonancia del mismo tím-
pano, excitado por el temblor irregular del músculo. Una sola impulsión,
V. gr., la sístole, va acompañada de ruido muscular. Débese el rumor
que al aplicar á la oreja un caracol de mar sentimos, aun en el silencio
de la noche, á refuerzos y resonancias, cuando no de otros, del mismo
rumor concomitante á la respiración, pues cesa aquél cuando no hay
ruido externo, si nos contenemos sin respirar (Zwaardemaker). El cerrar
del ojo no se oye en el trajín del día, pero en la quietud de la noche
basta atender al oído para oir el parpadeo como el murmullo de una hoja
mecida en el árbol^por el viento. Pero no alambiquemos tanto.
¿No podrán las oscilaciones mecánicas de origen eléctrico lo que
obtienen los espasmos musculares del aparato entrenador de la caja tim-
pánica, á los cuales se deben los golpes irregulares que en el estado
patológico de zumbido se escuchan? (Bonnier). ¿No son tan eficaces
como las vibraciones del choque de la sangre en la recurva del cayado
carotidiano, que por dar precisamente debajo del caracol, con poca
mayor tensión en los líquidos laberínticos, repercuten con el latido sordo
de las pulsaciones vasculares? (íd.) ¿Les será imposible, enderezando ó
levantando algo el caracol, aumentar la tensión del líquido laberíntico, y
hacer más sensibles las pulsaciones y ruidos musculares?
Intensidad suficiente hay en el sonido eléctricamente producido. La
amplitud del movimiento de las moléculas de aire en vibración sonora,
sólo alcanza millonésimas de milímetro; es decir, es mil veces menor que
el X óptico (Guillemin) (2). El máximo de sensibilidad de nuestro oído es
respecto del sonido la^, en que se impresiona con una energía de 1.10"'^
ergios (Webster). ¿Y no habrá suficiente energía ni suficiente amplitud
en la conmoción orgánica producida por la corriente para determinar la
sensación auditiva?
Deben además notarse dos circunstancias muy atendibles: I.""* Que
no se trata de oir sonidos articulados, cuya percepción exige mucha
mayor intensidad, principalmente por razón de las vocales. Tal vez
100.000—1.000.000 mayor que el mínimo fisiológico (Struyken). 2.^ Que
las excitaciones eléctricas producen oscilaciones en la atención por causa
del influjo del centro cerebral, y las oscilaciones de la atención hacen
perceptibles ruidos que por su debilidad apenas los podemos oir, y pre-
cisamente se hacen oir al cesar de impresionar el oído (Eckener y
Dunlap) (3).
(1) 11,29.
(2) Les premiers elcments de l'Acoustique Musicale (París, 1904), pág. 96. Véanse otras
medidas en Archiv fur gesamte PsychoL, t. XIII, pág. m.
(3) La explicación del hecho parece ser la siguiente: El cambio en el órgano de reci-
bir alguna á no recibir ninguna impresión, trae un aumento en la reacción vital audi-
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 41
Sí, con todo eso se necesita refuerzo, y refuerzo poderosísimo, y el
mismo que en la conducción sonora puede haber en los oídos medio é
interno, al paso de la corriente eléctrica.
La lámina propia del tímpano, con sus dos clases de haces ó fibras
circulares y radiales, combinadas las unas con el músculo tensor (1),
las otras con el Stapedius (Lucae), puede entrar en juego al excitarse eléc-
tricamente estos músculos, y sabido es que el juego del tímpano ayuda
en gran manera la audición, aun de los tonos medios y altos, y es casi
necesario para los graves (Schaefer y Sessous).
Si la vía óseo-timpánica es eficaz para la conducción del sonido
externo, ¿no contribuirá á la impresión auditiva cuando se trate de osci-
laciones mecánicas producidas por la corriente? Los cuerpos sólidos y
líquidos de dimensiones relativamente pequeñas dan por resonancia
semitonos (Kretschmann); ¿quién no ve que en el edificio del oído hay
cuerpos sólidos, huesecillos, cartílagos, líquidos sujetos á la ley de la
resonancia semitónica? Para conciliar con la teoría de la resonancia el
hecho de que los sonidos agudos se oyen más fácilmente que los graves,
á pesar de la mayor fuerza viva de éstos, se ha apelado á que en la
membrana de Corti chocan periódicamente los ciliares nerviosos más
fácilmente arrastrados con los sonidos agudos por la membrana basilar
(Fischer); ¿y tales choques no podrán producirse con la conmoción eléc-
trica? Los aparatos conductores del sonido tienen por fin, según Bezold,
el de transformar los movimientos longitudinales del aire en transversa-
les, con que se impresionan las terminaciones nerviosas; las excitaciones
eléctricas ahorran el proceso de transformación. Cambios de presiones
laterales en el laberinto, ondas estacionarias en sus líquidos, tirantez de
las membranas, roce de los otolitos, todo pueden ejecutar por sí mismas
las corrientes eléctricas; ¿es que en tanta multitud de acciones mecáni-
cas, ni aun contando con la tirantez de las torsiones eléctricas, no puede
producirse sonido real? ¿Es que pudiendo cada haz -del nervio acústico
impresionarse con las. excitaciones periódico-mecánicas, comprendidas
entre ciertos límites (Tominga), sólo permanecen insensibles á las trepi-
daciones excitadas con las corrientes eléctricas? ¿Es que el nervus acú-
sticas, con la admirable cabellera de Corti y todas las células papilares
en que se engarza, es impotente para contraerse y dilatarse al choque
alterno ó continuo de la onda eléctrica? Tal es la fisiología nerviosa, que
aun la corriente continua engendra en los nervios vibraciones, y tal su
dependencia de los ganglios cerebrales, que el ritmo pocas veces coin-
tiva en que consiste la sensación, que sólo necesita la presencia del objeto en la vir-
tuosidad recibida en la potencia.
(1) La contracción del tensor tympani basta á producir reunidos y aun á veces ex-
cita también secundariamente el nervio óptico, con lo cual variando la entonación de
éste hay variedad (generalmente disminución) en la claridad del campo visual (Fuchs,
1893).
42 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
cide con el de la causa excitadora (1), indicando en esta su independen-
cia que ella se sirve, sí, de las fuerzas inorgánicas, pero como reina que
manda, no como soldado de línea.
Y con esto, ¿qué absurdo fisiológico hay en dar al acústicas en la
excitación eléctrica un ritmo comprendido entre los límites de la audi-
ción, ni qué absurdo sicológico en que una célula sensorial oiga el
rumor de la contigua, ni qué absurdo sicofísico en que la intensidad de
rumor tan próximo, aunque insignificante, para transmitirse con la pro-
pagación aérea, sea para la célula sensorial que la escucha, vigorosa y
fuerte?
En todo esto campéala conclusión enunciada por el Cardenal Toledo,
razonando á la verdad con experimentos análogos: «No ser necesario
que se interponga medio alguno entre el objeto y la potencia para que
aun los sentidos del oído y vista puedan tener sensaciones imperfectas.»
Lo cual sostengo, dice, ya porque no veo razón en contrario, ya porque
la experiencia lo abona.
El aire interno (2) al oído, en circunstancias agitado, como acontece
con un fuerte estrépito... sentimos zumbar dentro del oído, sonido que
por necesidad toca la myringe (epithelium papilar); y, por tanto, puede
sin necesidad de medio haber sensación auditiva. De igual modo en la
vista... por fricción del ojo puede á obscuras verse luz interna que nece-
sariamente está junto al sensorio... en que una parte de la pupila (retina)
ve la luz producida con la ficción en la inmediata. No hay, pues, razón
de no verse la luz que en la pupila (retina) salta (3).
José M. de Ibero.
(Concluirá.)
(!) Tigerstedt, II, 19, 308-310.
(2) Todavía en 1683 Du Vernay, el inventor de la teoría de la resonancia en la audi-
ción, creía que el oído interno estaba lleno de aire.
(3) In III De an., c. 1, q. 2, 2« concl., y el ad 2°» et ad 4'° .
El pemiin de los pecados en la piímiilva iglesia "I
EL LIBRO DE PUDICITIA
€,
^STE libro De piídicitia es un virulento ataque contra los católicos,
escrito, como el mismo Tertuliano dice de la primera carta de San Pablo
á los Corintios: non atramento, sed f elle (c. 14, 246, 27).
Tertuliano combate en nombre de la secta montañista, y se dirige
unas veces al Papa, á quien irónicamente llama pontifex máximas,
episcopus episcoporum, psíquico; otras veces á los católicos en general,
á quien califica también de psíquicos y afeminados.
Al libro dio ocasión el llamado edicto de Calixto, que Tertuliano nos
ha transmitido en estos términos: «Audio etiam edictum esse proposi-
tum, et quidem peremptorium. Pontifex scilicet maximus, quod est epi-
scopus episcoporum, edicit: ego et moechiae et fornicationis delicia pae-
nitentia functis dimiito.» (c. 1, 220, 2).
El objeto de Tertuliano es probar que la Iglesia no puede, ó por lo
mismo no debe conceder la reconciliación á los adúlteros. Para ello se
esfuerza por rebatir los argumentos de los católicos y aduce algunos de
su propia cosecha.
Los argumentos con que defienden los católicos su opinión son cinco.
El primero es ad hominem. Los católicos echan en cara á Tertuliano el
haber cambiado de ideas. El segundo lo deducen de la necesidad de
hacer penitencia ante la Iglesia. El tercero de la tradición. El cuarto de
la misericordia de Dios. El quinto del poder que legó Cristo á la Iglesia.
La respuesta y los argumentos de Tertuliano son más bien teoréticos
y escripturísticos. Tertuliano hace hincapié sobre todo en la justicia di-
vina y en la necesidad de conservar intacta la santidad y la pureza de
la Iglesia. De orden práctico aduce sólo dos. Uno, á nuestro juicio, es
aparente nada más. El otro lo da como cierto. En la manera y en los
términos en que está concebido el llamado edicto de Calixto parece in-
dicar Tertuliano, y así piensan Funk y Batiffol, que el perdón ofrecido
por el Papa á los adúlteros innovaba esencialmente la disciplina ecle-
siástica. El otro argumento es para él seguro y de más peso. Tertuliano
tacha á los católicos de inconsecuentes, pues concediendo el perdón á
los adúlteros, se lo negaban, según él, á los apóstatas y homicidas, cuyo
pecado, dice, es menor.
La cuestión, pues, que nosotros tenemos que estudiar queda redu-
(1) Véase Razón y Fe. t. XXV, pág. 360.
44 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
cida á estos términos: Primero. ¿Se puede deducir lógicamente del libro
De piídicitia que Calixto innovó la disciplina eclesiástica, concediendo
el perdón á los adúlteros, y que Tertuliano representa á la tradición?
Segundo. ¿Merece fe Tertuliano al afirmar que los católicos negaban la
absolución á los apóstatas y homicidas? Veamos lo que nos dicen las
fuentes, comenzando por la respuesta de Tertuliano á los argumentos de
los católicos.
Éstos le tachan ante todo de ligereza y de haber cambiado de opi-
nión; y ¿qué responde Tertuliano? Cualquiera aguardaría de su pluma
una rotunda negativa. Nada de eso. Al contrario: confiesa abiertamente
que si, que tienen razón. Ve además que este cambio será un arma po-
:derosa que los católicos esgrimirán contra él. Sin embargo, no sólo no
se avergüenza, sino que se gloría en ello; y ¿por qué? Porque se siente
más puro y casto que antes (quia meliorem me et pudiciorem reco-
gnoscó). «Nadie se avergüenza de sus adelantos.» También la ciencia de
Cristo y del Apóstol tuvo diferentes etapas (1).
La respuesta no puede ser más extraña. Si Calixto fué el primero
que introdujo en la Iglesia la práctica de absolver á los adúlteros, ¿por
qué no retuerce Tertuliano el argumento contra sus adversarios? La res-
puesta que procedía en tal caso era: «Vosotros me achacáis á mí el
haber cambiado, y no os percatáis que vosotros habéis hecho otro tanto
concediendo el perdón á los adúlteros, cosa hasta el presente inaudita
en la Iglesia.» ¿Por qué Tertuliano, espíritu esencialmente lógico y ma-
ligno, no acude á esta argumentación? Es que no podía. Sus ideas, con-
.fiesa él mismo, habían completamente cambiado. Esta propia confesión
es preciosa, porque nos da derecho á concluir que en el tratado De pae-
nitentia admitió Tertuliano que se debía conceder la absolución ecle-
siástica á los adúlteros, y al mismo tiempo que Calixto con su decreto
• no innovó nada.
El segundo argumento de los católicos lo conocen ya nuestros lec-
tores. Todo el mundo, dicen, tiene que hacer penitencia ante la Iglesia.
Ahora bien: si la Iglesia no concede el perdón á todos los penitentes, tal
penitencia es inútil. Por otra parte, como nada se ha de hacer inútil-
mente, ó se concede el perdón á todos, ó no se les debe obligar á hacer
•penitencia ante la Iglesia (2). Tertuliano es el primero en reconocer la
(1) «Erit igitur et hic adversus psychicos tltulus, adversus meae quoque sententiae
retro penes illos societatem, quo magis hoc mihi in notam levitatis obiectent. Nun-
quam societatis repudium delicti praeiudicium. Quasi non facilius sit errare cum pluri-
bup, quando veritas cum paucis ametur. At enim me non magis dedecorabit utilis levi-
tas qiiain ornarit nocens. Non suffundor errore quo carui, quia caruisse delector, quia
meliorem me et pudiciorem recognosco. Nemo proficiens erubescit. Habet et in Christo
scientia aetates suas, per quas devolutus est et apostolus» (c. 1, 220, 17...).
(2) «¿>7 enim, inquiunt, aliqua paenitentia caret venia, iam nec in totum agenda tibí
est. Nihil enim agendum est frustra. Porro frustra agetur paenitentia si caret venia.
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 45
fuerza de esta argumentación. «Mérito, itaque opponunt, quod eiiis qiio-
qiie paenitentiae friidum, id est veniam, in siia potestale usurpaverunt.
Quantum enim ad illos, a quibus pacem humanam conscquitur, frustra
agitur- (c. 3, 224, 26).
¿Cómo deshacerse, pues, de la dificultad? Que todo el mundo tenga
que confesar su pecado ante la Iglesia, y recibir la exomologesis no se
atreve Tertuliano á negarlo. Más, lo juzga necesario. Á la mujer adúl-
tera la obliga á ello, aunque no alcance el perdón de la Iglesia. *Haec
enim erit paenitentia, quam et nos deberi quidem agnoscimus multo ma-
gis, sed de venia Deo rescrvamus» (c. 19, 262, 25). Tertuliano no encuen-
tra más salida que negar que la penitencia pública sea inútil y dura, aun-
que no obtenga fruto alguno visible en esta vida. «Et si pacem hic non
metit, apud dominum seminat. Nec amittit, sed praeparat fructum. Non
vacabit ab emolumento, si non vacaverit ab officio. Ita nec paenitentia
eiusmodi vana nec disciplina eiusmodi dura est» (c. 3, 225, 9...). La so-
lución no puede ser más floja. Con esto prueba Tertuliano que es meri-
torio confesar su pecado ante la Iglesia, pero necesario no; y precisa-
mente de la necesidad de acudir á la Iglesia para obtener perdón de los
pecados deducen los católicos la obligación que tiene ésta de absolver-:
los. Lo que debía de haber hecho Tertuliano, si, como se dice, represen-,
taba á la tradición, era apelar á ella. Además aquí se le ofrecía de nuevo
otra ocasión hermosa de hacer ver á los católicos su inconsecuencia.
Pues si era verdad que negaban la absolución á los idólatras y homi-
cidas, exigiéndoles al mismo tiempo la penitencia eclesiástica, nada
hubiera sido tan eficaz como el haber puesto de manifiesto su contradic-
ción. La respuesta evasiva de Tertuliano nos lleva, pues, á las mismas-
conclusiones del argumento anterior.
Que la tradición estuviera de parte de los católicos lo reconoce el
mismo Tertuliano. Los católicos oponían contra su nueva doctrina al
Pastor Hermae, uno de los testigos más autorizados, miembro de la Igle-
sia romana y estimado en todo el Occidente, y tenido algún tiempo por.
muchos como inspirado. Tertuliano no quiere reconocer su autoridad.
«Hermas, dice, es un libro apócrifo, como tal declarado aun entre voso-:
tros. Hermas es, sobre todo, el Pastor de los adúlteros, Pastor moc-
chorum. Adúltero es su escrito y por lo mismo patrocinador de los"
católicos» (1). He ahí la suprema razón por que rechaza su autoridad.
Hermas es un argumento formidable contra su tesis, porque representa.
Omnis autem paenitentia agenda est. Ergo omnis veniam consequatur, ne frustra aga-^
tur, guia non erit, si frustra agatur. Porro frustra agitar, si venia carebit» (c. 3,
224,21...).
(1) «Sed cederem tibi, si scriptura Pastoris, quae sola moechos amat, divino in-
strumento meruisset incidí, si non ab omni concilio Ecclesiarum, etiam vestrariim/
Ínter apochrypha et falsa indicaretur, adultera et ipsa et inda patrona sociorum»
(c. 10, 240, 11...).
46 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
la disciplina de la Iglesia romana, en la que antes de Calixto se conce-
día la paz á los adúlteros. ¡De qué distinta manera le trataba el mismo
Tertuliano al escribir su libro De paenitentia, en que copiaba de él las
ideas expuestas en el capitulo séptimo y parte del quinto! Lo natural era
que Tertuliano buscara la solución de la dificultad en la tradición y en
la práctica de la Iglesia; pero como á ésta no se puede acoger, acude al
sarcasmo. En el decurso de la polémica creyó poder oponer á Hermas
un testimonio de San Bernabé (1). Pero el texto es de San Pablo en su
carta á los Hebreos, y además puramente teorético, sin que toque en
nada la cuestión del poder y disciplina.
El cuarto argumento de los católicos es: «Dios perdona á todo peca-
dor arrepentido, luego la Iglesia también debe perdonarlos.» Los párra-
fos que Tertuliano pone en boca de los católicos, á pesar de salir de una
pluma montañista, están llenos de unción, «Ceterum Deas, inquiunt, to-
nas ei óptimas et misericors etmiseraior et misericordiae plarimas, qaam
omni sacrificio anteponit, non tanti dacens peccatoris mortem qaam pae-
nitemtiam, salatificator omniam hominum et máxime fideíiam. Itaqae
et filios Dei misericordes et pacificos esse oportebit, donantes invicem
sicat ei Christus donavit nobis, non indicantes, ne iudicemar» (c. 2,
222, 9).
Este argumento de los católicos lo tiene Tertuliano por el fundamento
de su doctrina. Al objetarle: Quid si et hic responderé concipias, adimi
qaidem peccatoribus vel máxime carne pollatis communicationem, sed
ad praesens, restituendam scilicet ex paeniteníiae ambitu, secundam
iííam clementiam Dei, quae mavalt peccatoris paenitentiam qaam mor-
tem?, responde exasperado: Hoc enim fundamentum opinionis vestrae
usqueqaaque pulsandum est(c. 18, 260, 22).
Á propósito de este punto, ha indicado el P. Stufler que la polémica
entre católicos y montañistas más que disciplinar era dogmática. Todos
convenían en que á los que Dios perdonaba, debía también perdonar la
Iglesia. Lo que se trataba de averiguar era si el perdón de Dios se exten-
día á todos. Los montañistas lo negaban, mientras que los católicos lo
afirmaban (2).
La idea del P. Stufler nos parece verdadera, aunque nosotros la for-
mularíamos de otra manera. La cuestión por sí misma era disciplinar,
puesto que se trataba de si la Iglesia debía recibir ó no en su seno á los
adúlteros; pero la razón principal, con que ambas partes procuran pro-
bar su tesis, es de carácter puramente dogmático. En este sentido es
muy cierto que la polémica se concentró sobre todo en este punto: ¿Hasta
(1) «Extat enim et Barnabae titulus ad Hebraeos, a Deo satis auctoritati viri... et uti-
que receptiorapud Ecclesias epístola Barnabae illo apochrypho Pastore moichorum»
(c. 20, 266. 17...).
(2) Zeitschrift, 1908, pág. 14...
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 47
dónde se extiende la misericordia de Dios? De los 22 capítulos que tiene
el libro, 13 nada menos (2, 7-19) los ocupa este argumento.
Nada da á conocer mejor la fuerza de lógica que aquí mostraban los
católicos como lo penoso de la refutación de Tertuliano.
Ante todo echa mano del sarcasmo, como de ordinario. Para él son
estas frases adulaciones de Dios, lenitivos afeminados, buenos sólo para
dar al traste con el vigor de la disciplina (1). Aludiendo á la doctrina de
Hermas, exhorta irónicamente al bautizado á abandonarse á su pasión,
que Dios es bueno y le tiende sus brazos, que de adúltero se volverá
cristiano. Hay que leer las expresiones mismas de Tertuliano, escritas en
ese latín medio salvaje y tan característico suyo, para darse cuenta de
la hiél que en sí encierran (2).
Pero Tertuliano se siente agobiado por el cúmulo y peso de los argu-
mentos de los católicos. Del Antiguo Testamento, el perdón concedido
al homicida Nabot, al adúltero y homicida David, los ejemplos de Lot,
Judas y Oseas (c. 6); del Nuevo, las parábolas del dracma, de la oveja
perdida, del hijo pródigo, la absolución de la Magdalena y de la Sama-
ritana, del incestuoso de Corinto, nada omiten los psíquicos en pro de
su tesis (7-19).
La refutación exigía algo más que el sarcasmo y la ironía. Del argu-
mento del Antiguo Testamento se deshace Tertuliano diciendo que tam-
bién fueron castigados 24.000 hombres por haber abusado de las hijas
de los Madionitas, y sobre todo, que esto pasaba en la antigua ley, pero
en la nueva no hay ya perdón para los adúlteros (c. 6). Esta respuesta
es una de tantas de las que estila Tertuliano. ¡De qué distinta manera
nos pintan la ley nueva, ley de amor, los Sinópticos y San Pablo!
Contra los ejemplos del Nuevo Testamento organiza Tertuliano un
ataque sistemático; pero desde un principio cae en un apriorismo tenden-
cioso. Su primer paso es dar por cierta su tesis y luego explicar las pará-
bolas en conformidad con ella: «jVos autem quia non ex par abolís mate-
rias commentamur, sed ex materiis parábolas ínterpretamur, nec valde
laboramus omnía in expositione torquere, dum contraría quaeque ca-
veamus» (c. 9, 235, 25...). Más explícito es aún en el mismo capítulo, un
poco más abajo: «Nunc de filio prodigo id prius consíderandum est
(1) «Talia et tanta fulilia eorum, quibus et Deo adulantur et sibi lenocinantur, effe-
minantia magis quam vigoraníia disciplinan!, quantis et nos et contrariis possumus re-
percutere, quae et Dei severitatem intemptent et nostram constantiam provocent?»
(c. 2, 222, 17).
(2) «Age tu funambule pudicitiae et castitatis et omnis circa sexum sanctitatis, qul
tenuissimum filum disciplinae eiusmodi veri avia pendente vestigio ingrederis, carnem
spiritu librans, animam fide moderans, ocul um metu temperans. Quid itaque in gradu
totus es? Perge sane, si potueris, si volueris, dum taní securus et quasi in solido es.
Nam si qua te carnis vacillatio, animi avocatio, oculi evagatio de tenore decusserit,
Deus bonus est: suis, non ethnicis, sinum subicit; secunda te paenitentia excipiet: erls
iterum de moecho Ciiristianus» {c. 10, 240, 1).
48 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
quod ufilíusy (236, 23). Y claro está, lo más útil para Tertuliano ya se
ve lo que era.
Pero hay aún algo más que un apriorismo tendencioso. Con razón se
ha acentuado tanto, que Tertuliano al responder á esta prueba se ha visto
obligado á retractar la segunda parte de su libro De paeniteniia (1).
Nuestros lectores recordarán la insistencia con que en el capitulo octavo
encarecía la misericordia de Dios para con los pecadores bautizados.
Para ello se fundaba en las tres parábolas citadas del dracma, de la oveja
perdida y del hijo pródigo; en las palabras del Señor qui misericordiam
mavult qaam sacrificia (Oseas, 6, 6); en la exhortación que hace á los
Tiatiros á que salgan de sus deshonestidades (Apoc, 2-20); en la parte
que toman Cristo y la Iglesia en el dolor y en la alegría del pecador
arrepentido, y, finalmente, en las plegarias que por él dirige al Padre
Jesucristo. «Aeque illi cum super te íacrymas agunt, Christus patitur,
Christus patrem deprecatur. »
Pues bien: en el De pudicitia afirma que las tres parábolas menciona-
das no hablan del pecador bautizado, sino del gentil (c. 7-11). «Ad hoc
Dominus pecudis perditae restitutionem cum figurasst, cui alii configu-
rasse credendum est quam ethnico per dito, de quo agebatur, non de
Christiano, qui adhuc nemo?» (c. 7, 231, 1). «Perinde drachmae parabolam
ut ex eadem materia provocatam, aeque in ethnicum interpretamur, etsi
in domo amissam, quasi in Ecclesia, etsi ad lucernae lumen repertam,
quasi ad Dei verbum (ibid. 232, 4). «Plus est igitur si nec expedit in
Christianam convenir e ordinem filii prodigi» (ibid., 237, 12).
Las palabras de Oseas (6, 6) carecen ya de valor. «Sed hoc voluntpsy-
chici, ut Deus iusti iudex eius peccatoris paenitentiam malit quam mor-
íem, qui mortem paenitentia maluit» (c. 10, 239, 31). Otro tanto afirma
de las del Señor á los Tiatiros (Apoc, 2, 20). Quasi in Apocalypsi mani-
festé fornicationi posuerit paenitentiae auxilium, ubi adangelum Thya-
tirenorum spiritus mandat habere se adversus eum, quod teneret mulie-
rem Jezabel, quae se propheten dicit et docet, atque seducit servas meos
ad fornicandum et edendum de idolothytis. Et largitus sum illi tempo-
ris spatium, ut paenitentiam iniret, nec vulteam inire nomine fornicatio-
n/s.» Luego añade: Esta penitencia prometida á Jezabel equivale á la
primera, porque se trata de una hereje, y si se refiere á la segunda, enton-
ces haec erit paenitentia, quam et nos deber i quidem agnoscimus multo
magis, sed de venia Deo reservamus (c. 19, 261, 29, 30; 262, 1. 24.). Más
chocante es aún la contradicción de Tertuliano al asegurar que por los
blasfemos, homicidas y adúlteros no ruega ya Cristo: Horum ultra exora-
tor non erit Christus (c. 19, 265, 25), ni se regocija la Iglesia en su conver-
sión, sino que se avergüenza (c. 1,222, 6). «Eumdem limitem liminis
(1) Stufler, Zeitschrift, 1908, 26; Esser, Der Katlwlik, 1907, 196.
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EX LA PRIMITIVA IGLESIA 49
moechis quoque et fornicatoribus figimus ieiunas pacis lacrimas profii-
suris nec amplias ab Ecclesia quam publicationem dedecoris relaturis»
(c. 1, 222, 6).
Los católicos instan de nuevo con los hermosos hechos de la Magda-
lena y de la Samaritana, á quienes absolvió Cristo. Tertuliano responde
con desenfado: «So// Domino hoc licet» (c. 11, 241, 9).
Los católicos replican: esta es una escapatoria. San Pablo absolvió
al incestuoso de Corinto (2. Cor., 2, 5...); ¿cómo puede decirse que esto
sólo es lícito al Señor? La dificultad que á Tertuliano crea este caso
práctico es indescriptible. Desde el capítulo 13 al 19 la da mil vueltas,
sin poder al fin desenredarla por completo.
La primera solución que se le ocurre es que el pecador á quien
absuelve el Apóstol en la segunda carta á los Corintios no es el inces-
tuoso de quien habla en la primera (5, 1...), sino otro pecador deshonesto
que había cometido un pecado menos grave y remisible. Al incestuoso
le había excomulgado para siempre; por eso dice la Escritura: « Tradidit
eum in interitum carnis... non in enmendationem, sed in perditionem
tradidit satanae» (c. 13, 245, 27). La absolución, prosigue, argüiría en el
Apóstol una ligereza, bien extraña de su carácter (c. 14, 250, 5...). Luego
hace un examen minucioso de las dos cartas á los Corintios y acumula
textos de otras cartas de San Pablo para robustecer su opinión. Sin
embargo, á pesar de todo, no queda tranquilo, y al fin del capítulo 17
llega á conceder que si de hecho el Apóstol perdonó el incesto al fiel de
Corintio, fué una excepción, como cuando mandó circuncidar á Timoteo,
siendo así que luego suprimió la circuncisión.
Pero instan de nuevo los católicos: El Apóstol, es verdad, excomulga
en algunas de sus cartas á los impúdicos, pero sin negarles por eso el
perdón que se concede al fin de la exomologesis (1). Tertuliano se
inquieta Sequebatiir et hoc psychicos sapere (c. 18, 259, 1...), y acude
de nuevo á la Escritura para rebatir el ataque. Esta vez se gloría de
poder citar al lado del Apóstol San Juan (c. 18, 19). Pero los católicos
vuelven á urgir que sus textos no prueban más sino que á los adúlteros
se les debe excluir temporalmente de la Iglesia, hasta que hayan hecho
penitencia, y esto es lo que pide la misericordia del Señor. Este continuo
recurso de los católicos á la misericordia divina le exaspera, y en un tono
rabioso le hace exclamar: «¿Hasta cuándo vais á estar machacando con
(1) «Sed haec, ínquít, ad interdictionem pertinebunt omnis impudicítiae et ad indi-
ctionem omnis pudicitiae, salvo tamen loco veniae, quae non statimdenegatur, si delicia
damnantur, quando veniae tempus cuní damnatione concurrat, quam excludit» (c. 18,
258, 28).
«Quid, si et hic responderé concipias, adimi quidem peccatoribus vel máxime carne
poUutis communicationem, sed ad praesens, restituendum scilicet ex paenitentiae
ambitu secundum illam clementiam Dei, quae mavult peccatoris paenitentiam quam
mortem?» (c. 18, 260, 22).
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 4
50 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
este martillo de vuestra opinión?» (18, 260, 26). Finalmente, resumiendo
toda su argumentación, concluye que si el Apóstol, al excomulgar á los
adúlteros, entendía hacerlo sólo temporalmente, lo debía de haber
dicho, y que en todo caso sus palabras más favorecen su opinión que la
de los católicos (1).
No es nuestro intento ni conduce á nuestro fin descubrir los sofismas
exegéticos de que abunda la argumentación de Tertuliano. Sólo llama-
mos la atención del lector sobre lo fácil que hubiera sido soltar la difi-
cultad, si de hecho el caso de Corinto hubiera sido una excepción, y en
el transcurso de tiempo que corrió hasta el momento en que Tertuliano
escribía su polémica hubiera reinado en la Iglesia el uso contrario. Tam-
poco conviene pasar por alto otra circunstancia capital, y es que al
famoso decreto de los apóstoles, Visum est enim Spiritui Sancto etnobis
nihil ultra imponere vobis oneris quam haec necessaria: ut abstineatu
vos ab inmolatis simulacrorum et sanguine etsiiffocato et fornicatione,
a quibus custodientes vos beneagetis (Act, 15, 28...), le da intencionada-
mente una interpretación falsa (c. 12, 241, 28...). La palabra sanguine la
interpreta por homicidio, y todo el decreto, según él, encierra la reser-
vación á solo Dios de los tres pecados capitales (c. 12). Hemos dicho que
Tertuliano hace esto intencionadamente, y esto lo ha demostrado Esser
con evidencia, poniendo de relieve que hasta él nadie había entendido el
texto en tal sentido, y que el mismo Tertuliano en la Apologia (9) y en
el tratado De monogamia (c. 5), escrito poco antes del De pudicitia, le
da la interpretación común y única verdadera (2). La misma arbitra-
riedad exegética se echa de ver en la explicación de la mayoría de los
otros textos (c. 15-19) (3).
Quinto argumento de los católicos: La Iglesia tiene poder para perdo-
nar todos los pecados, luego en vano se la quiere privar de ejercerlo.
«Seí/ habet, inquis, potestatem Ecclesia delicia donandi» (c. 21, 269, 21).
Los católicos apelan primero al ejemplo de los Apóstoles, y segundo al
capítulo 16, V. 18 de San Mateo. «Etego dico Ubi quia tu es Petrus, etc.,
et quodcumque ligaveris super terram, erit ligatum et in caelis et quod
cumque solveris super terram, erit solutum et in caelis.
La respuesta de Tertuliano adolece de los mismos defectos que las
hasta aquí estudiadas. En el capítulo 1.° pone en duda el poder de la Igle-
sia para absolver á los adúlteros. <^Non habet quibus hoc repromittat, et
(2) «Debuerat enim quae damnaverat prolnde determinasse, quonam usque et sub-
qua condicione damnasset, si temporali et condicionaii et non perpetua severitate dam-
nasset. Porro cum in ómnibus epistolis et post fidem taiem proliibeat admitti et admis-
sum a communicatione detrudat, sine spe condicionis ullius aut temporis, nostrae
magis sententiae adsistit, eam paenitentiam ostendens Dominum malle, quae ante
fidem, quae ante baptisma morte peccatoris potior Jiabeatur, semel diluendi per Christi
gratiam, semel pro peccatis nostris morte functi» (c. 18, 261, 6).
(1) Der Katholik, 1908, 104-8.
(3) Ib id, 1907., 196.,
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 51
Sí habuerit, non repromittity (220, 14). En el 21 lo niega rotundamente:
Quis autem poterat donare delicia? hoc solías ipsius (spiritus) est. Quis
enim dimittit delicia nisi solas Deas? ei atiqae morialia quae in ipsum
faerii admissa ei in iemplam eias?» (269, 2...). Es verdad que algunas
líneas más abajo, al objetar los católicos que tiene poder para perdonar,
contesta Tertuliano maliciosamente: «Hoc ego magis et agnosco ei dispo-
no, qui ipsam paracleiam in propheiis novishabeo diceniem: poiesiEccle-
sia donare delicium, sednonfaciam, ne ei alii delinqaani» (269, 25). Pero
con esto no hace concesión ninguna. La palabra Ecclesia hay que enten-
derla en sentido montañista, y como dice él luego: *Ei ideo Ecclesia qui-
dem delicia donabii, sed Ecclesia spiriius per spiriialem fiominem, non
Ecclesiae namerus episcoporum» (c. 21, 271, 8). Por consiguiente, este
poder reside en la Ecclesia Spiriius, no en el Papa y en los Obispos.
Eso sí; esta doctrina, y esto no hay que olvidarlo, no es la tradicional,
sino una doctrina nueva traída por los nuevos profetas montañistas. Con
esta frase se ha vendido Tertuliano á sí mismo.
Además, al exponer el argumento de los católicos comete Tertuliano
una omisión imperdonable, con el fin preconcebido, claro está, de dar
más verosimilitud á su teoría. El texto más claro y apodíctico que existe
para probar el poder de absolver en la Iglesia es el del Evangelio de
San Juan (20, 21, 23). Á él acude sobre todo Orígenes, unos años más
tarde. Pues bien, Tertuliano no dice sobre él ni una palabra. Y no es que
el Evangelio de San Juan le fuera desconocido, pues en el libro adv. Marc.
IV, 2,5, defiende su autenticidad junto con la de los otros evange-
lios, y en el libro adv. Praxeam (25) cita el capítulo 20, 31. El fin que en
ello ha tenido salta á la vista.
Y ¿cómo se arregla para resolver los otros dos argumentos del ejem-
plo de los Apóstoles y del texto de San Mateo? (c. 16, v. 18...). Con su
arbitraria teoría de los carismas. Tertuliano distingue entre la disciplina
y la potestad. La potestad conviene sólo á Dios; mas es el espíritu, y el
espíritu es Dios. "Sed rarsam quid poiesias? spiriius, spiriius auiem
Deus» (c. 21, 268, 31). La potestad se extiende á todos los pecados, la
disciplina sólo á los menores y remisibles, de ningún modo á los mayo-
res y, sobre todo, á los tres capitales. Por consiguiente, si los Apóstoles
perdonaron alguna vez pecados de sola competencia divina, lo hicieron,
no en virtud de la disciplina, sino de la potestad. *Iiaqaesi ei ipsos bea-
tos aposiolos iale aliquid indulsisse consiarei, cuius venia a Deo, non ab
homine compeler ei, non ex disciplina, sed ex poiesiaie fecisseni. Nam ei
moríaos susciiaveruni quod Deas solas» (c. 21, 269, 7). La disciplina es
necesaria para gobernar la Iglesia, y debe, por lo mismo, poder absolver
de las faltas que contra ella se cometan. Disciplina hominem gubernai...
Nam Ubi quae in le reaium habeani eiiam sepluagies sepiles iuberis
indulgere in persona Peiriy> (ibid., 268, 30; 269, 5...). Para absolver de los
pecados que violan el templo de Dios hace falta la potestad, y ésta es
52 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
un carisma como el don de hacer milagros, pofestas adsignaf (ibid. 268).
Sentada esta premisa, completamente arbitraria, no era difícil á Tertu-
liano rebatir los argumentos católicos. En tono provocador apostrofa al
Papa en estos términos: «Muéstrame ¡oh apostólico! tus ejemplos pro-
féticos, para que conozca en ellos la divinidad y arrógate, enhorabuena
el poder de perdonar estos crímenes; pero si á ti no ha sido legado más
que el oficio de la disciplina y el de regir, no con imperio, sino como
ministro, ¿quién eres tú para perdonar sin ser profeta ni apóstol ni tener
la virtud á la que esto corresponde?» (1).
Contra el texto de San Mateo replica que el apropiárselo el Papa á
sí mismo es una usurpación. Estas palabras se las dijo el Señor á San
Pedro personalmente. La prerrogativa que en ellas se contiene es un
carisma, único suyo... «De taa nunc senientia quaero, ande hoc iiis Eccle-
siae usurpes: si guia dixerit Petro Dominus: super hanc petram aedifica-
bo Ecclesiam meam, ubi dedi claves regni caelestis, vel, quaecumque al-
ligaveris vel solver is in térra, erunt alligata vel soluta in caelis, idcirco
praesumis et ad te derivasse solvendi et alligandi potestatem, id est ad
omnem Ecclesiam Petri propinquam? Qualis es, evertens atque commu-
íans manifestam Domini intentionem personaliter hoc Petro conferen-
tem? Super te, inquit, aedificabo Ecclesiam meam, et, dabo tibí claves,
non Ecclesiae, et quaecumque solveris vel alligaveris, non quae solve-
rint vel alligaverint» (c. 21, 269, 31; 270, 1...). Tertuliano para salvarse
se ve forzado á falsificar el sentido de un texto clarísimo, y esto con la
mayor desenvoltura. Ni se contenta con esto. En conformidad con sus
ideas exegéticas, restringe este carisma de Pedro y los Apóstoles al
poder de perdonar por medio del bautismo, no por medio de la absolu-
ción sacramental. Lo extraordinario de la prerrogativa lo reduce á que
ellos habían de ser los primeros en bautizar.
¿Á qué conduce toda esta arbitrariedad exegética? Si de hecho él
era el representante de la disciplina tradicional, ¿por qué no se escuda
con ella? Con haber contestado que la Iglesia primitiva no absolvía á
los adúlteros, á pesar de conocer como conocía, sin duda, estos textos^
hubiera hecho callar á los católicos. Pero como esto no lo puede hacer,
combate la tesis en teoría y niega á la Iglesia la potestad de las llaves
sobre los pecados que él llama irremisibles.
Así suelta Tertuliano los argumentos católicos. Las soluciones no
pueden ser ni más flojas ni más contrarias á la teoría de Funk y BatiffoL
Estudiemos la parte positiva de su tesis y veamos si les es más favorable.
(1) D'Ales, La Theologie de Tertullien, París, 1905, pág. 230, nota 7; pág. 519.
(2) «Exhibe igitur et nunc mihi, apostolice, prophetica exempla, ut agnoscam divinl-
tatem, et vindica tibi delictorum eiusmodi remittendorum potestatem. Quod si discipli-
nae solius officia sortitiis es, nec imperio praesidere, sed ministerio, quis aut qiiantus
es indulgere, qui ñeque proplietam nec apostolum exhibens cares ea virtute cuius est
indulgere» (c. 21, 269, 16).
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 53
No cabe dudar que en la primitiva Iglesia dominaba una corriente
rigorista. El primer documento literario en que se manifiesta es Hermas,
con su penitencia segunda, concedida sólo una vez: Tertuliano, espíritu
esencialmente severo, siguió á Hermas en sus tiempos católicos; pasado
al montañismo, se recrudece su severidad, y en principio lo llevó á recha-
zar toda penitencia para los pecados cometidos después del bautismo.
Pero lo que rechazaba en principio no lo podía realizar prácticamente,
so pena de acabar por completo con la Iglesia visible. Tertuliano siente
entonces la necesidad de una demarcación de límites é inventa la distin-
ción de pecados en remisibles é irremisibles. -^Haec (delicta) dividimus
in dúos exitus: alia erunt remissibilia, alia inremissibilia» (c. 2, 223, 29).
Paralelamente á esta doble categoría de pecados tenían que surgir dos
penitencias. <^Secundüm hanc differentiam delidorum, paenitentiae
qaoque conditio discriminatur. Alia erit quae veniam consequi possit,
in delicio scilicet remissibili, alia quae consequi nullo modo possit, in
delicio scilicet inremissibili» (c. 2, 224, 13...). Los pecados remisibles,
aunque mortales, nacen más bien de la flaqueza humana (cotidianae
incursionis, c. 19, 265, 13), son como inherentes á ella, ofenden directa-
mente al hombre y obtienen perdón eclesiástico: si así no fuera, no
habría salvación para nadie. Por ellos ora Cristo al Padre (1). La Iglesia
los puede perdonar septuagies sepiles (c. 21, 269, 6). Los irremisibles.
por el contrario, encierran una malicia intrínseca especial, violan direc-
tamente el templo de Dios. Por ellos no ruega ya Cristo, ni la Iglesia
tiene autoridad para perdonarlos (2).
He aquí un catálogo de ambas categorías. Remisibles: Perit igitur
etfidelis elapsus in spectaculum quadrigarii furor is et gladiator ii cruo-
ris et scaenicae foeditatis etxysticae vanitatis, in lusus, in convivía sae-
cularis solleninitatis, si in offlcium, in ministerium allenae idolatriae
aliquas artes adhibuit aut incuriosius in verbum anticipitis negationis
aut blasphemiae impegit. Ob tale quid extra gregen datus est vel et
ipse forte ira, tumor e, aemulatione, quod denique saepe fit, dedigna-
tione castigationis abrupit. Debet requiri atque revocar i (c. 7, 232, 21...),
Nam nec ipsi excídimus a qua digressi sumus distinctione delictorum:
et hic enim illamjohannes commendavit, quod sint quaedam delicta coti-
dianae incursionis, quibus omnes simus obiecti. Cui enim non accidet
aut irasci inique et ultra solis occasum, aut et manum inmittere
aut facile maledicere aut temeré turare aut fidem pacti destruere aut
verecundia aut necessitate mentiré? In negotiis, in officiis, in quaestu,
in victu, in visu, in auditu quanta temptamur? (c. 19, 265, 13...). Irremi-
sibles: Sunt autem et contraria istis, ut graviora et exitiosa, quae
(1) «Ut, si nulla sit venia istoriim, nemini salus competat. Horum ergo erit venia per
axoratorem Patris Cliristum» (c. 19, 265, 21).
(2) «Horum ultra exorator non erit Christus» (ibid. 25).
54 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
veniam non capiant, homicidium, idolatría, fraus, negatio, blasphemia^
utique et moechia et fornicatio, et si qua alia violatio templi Dei
(ibid.22;c.2\,269,4...).
Que esta división artificial sea de origen netamente montañista, es
claro como la luz. En ningún autor anterior á Tertuliano se encuentra.
Además, si en alguna parte cuadraba, era en el libro De paenitentia, donde
exprofeso trata Tertuliano (c. 3) de la distinción de los pecados. Allí no
se le ocurre otra, sino en internos y externos. Es que la división en remi-
sibles é irremisibles le era aún desconocida, como á los católicos, á quie-
nes combate en el De pudicitia.
Sentada la irremisibilidad de ciertos pecados, era menester probarla.
Tertuliano se apoya ante todo en la justicia divina. Es la reacción natu-
ral contra el argumento de los católicos, sacado de la misericordia del
Señor. Su lema es aquí: «Qa/a etsi bonus natura Deas, tamen et iustus^
(c. 2, 222, 21), así como en el De paenitentia había sido el opuesto: «Ule
est qui misericordiam mavult quam sacrificia» (c. 8.)
La segunda razón perentoria es que hay que velar por las costum-
bres y precaver la relajación de la disciplina: «Potest Ecclesia donare
delictum, sed non faciam (ait spiritus) ne et alii delinquant... sed cum
plurium malo non vult» (c. 21, 269, 25, 30). «Libertas in Christo nonfecit
innocentiae iniuriam^ (c. 6, 228, 15). Este es el canon que él observa
en la interpretación de las parábolas: «Puto me et materiae parabolarum
et congruentiae rerum et tutelae disciplinarum accomodatiores interpre-
tallones reddidisse» (c. 9, 238, 16...). Protesta de que los católicos quie-
ran convertir la Iglesia en cueva de ladrones. La Iglesia es una virgen
casta, púdica, santa, y así debe permanecer (c. 1.°, 220, 10...). Ya antes,
en el libro De paenitentia (c. 7), se había mostrado Tertuliano algún
tanto preocupado al proponer la penitencia segunda. Temía que algu-
nos tomarían de aquí ocasión para pecar; pero como aún no había roto
con el catolicismo, no vaciló en prometerla á todos, aunque, siguiendo
á Hermas, la redujo á una sola vez. Aquí lo antes sostenido ya es letra
muerta. Para algunos pecados está cerrada para siempre en esta vida
la puerta del perdón. Esto es incurrir de nuevo en una flagrante contra-
dicción, pero así lo exige el rigorismo montañista.
Pasemos ya al argumento que ofrece más dificultad, y en que se apoya
principalmente Funk.
¿Cómo, dice Tertuliano, concedéis el perdón al adúltero y se lo
negáis al idólatra y homicida, cuyo pecado es menor? Esta es la mayor
de las inconsecuencias. Tertuliano hace hablar á los vicios, que excla-
man: sigilar aut nec lilis, aut etlam nobls paenltentlae subsidia conve-
nlent* (c. 5, 227, 19). Esta es una aceptación de personas incalifica-
ble... (1). Por lo demás, ¿es indigno de Dios y de su misericordia, que
(1) «Quid agís mollissima et humanissima disciplina? Aut ómnibus eis hoc esse de-
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 55
prefiere la penitencia del pecador á su muerte, que puedan más fácil-
mente volver á la Iglesia los que espontáneamente cayeron, que los que
cayeron peleando? La indignidad nos obliga á hablar. ¿Recibirás más
bien los cuerpos contaminados que los ensangrentados? ¿Qué peniten-
cia es más miserable, la que postra á la carne mimada ó á la carne en-
sangrentada? ¿Quién tiene más derecho al perdón, el que lo implora vo-
luntariamente ó el que lo hace forzado. El que niega la fe, lo hace aviva
fuerza; el que comete un pecado de fornicación, libremente (1).
Las frases no pueden estar mejor escogidas para producir efecto ni
pueden ser más categóricas. En claridad y aseveración sólo las gana esta
otra: <^Hinc est, quod ñeque idololatriae ñeque sanguini pax ab Ecclesiis
redditur- (12, 242, 26).
¿Qué pensar de esta argumentación de Tertuliano? Dos son las pre-
misas de que arranca. Primera. El adulterio es más grave que el homi-
cidio y la idolatría. Segunda. La Iglesia niega la absolución á estos últi-
mos pecados.
La primera premisa la pretende probar Tertuliano con el capítulo 20
del Éxodo, donde están consignados los mandamientos dados por Dios
á su pueblo, y con el decreto de los Apóstoles. En su raciocinio se des-
cubre el mismo espíritu sofístico que tantas veces hemos tenido ocasión
de observar. Para Tertuliano, la señal inequívoca de que el adulterio es
más grave que la idolatría y el homicidio, es que en ambos lugares se la
enumera en medio de estos dos pecados, ocupando el puesto preemi-
nente (2). Con el fin de llegar á este resultado, reduce Tertuliano los
diez mandamientos á tres: prohibición de la idolatría, del adulterio y del
homicidio. No hay para qué recalcar la arbitrariedad de semejante reduc-
ción. Lo que sí conviene advertir es que, aun así y todo, el adulterio no
está en el lugar citado (Ex., 20) en medio, sino después de la idolatría y
homicidio. Por consiguiente, el raciocinio de Tertuliano cae por su base.
En cuanto al decreto de los Apóstoles, ya hemos hecho notar que
bebis, beati enim pacifici, aut, si non ómnibus, nostra esse. Idololatrem quídem et homi-
cidam semel dañinas, moechum vero de medio excipis? Idololatrem successorem,
homicidae antecessorem, utriusque collegam? Personae acceptatio est: miserabiliores
praenltentias reliquísti» (c. 5, 227, 25...).
(1) «Ceterum indignum Deo et illius misericordia, qui paenitentiam peccatoris morte
praevertit, ut facilius in Ecclesiam redeant, qui subando quam qui dimicando cecide-
runt. Urget nos dicere indignitas: contaminata potius corpora revocabis quam cruéntala?
Quae paenitentia miserabilior titillatam prosternens carnem an vero laniatam? Quae
iustior venia in ómnibus causis, quam voluntarius an quam invitus peccator implorat?
Nemo volens negare compeüitur, nemo nolens fornicatur» (c. 22, 273, 3...). (Véase ade-
más c. 6, 229, 4...; c. 9, 236, 27...; 238, 18...).
(2) «Sed cum (fornicatio et moechia) ea sint quae culmen criminum teneant (c. 1, 221
31). Pompam quandam atque suggestum aspicio moechiae, hinc ducatum idololatriae
antecedentis, hinc comitatum homicidii insequentis. ínter dúos ápices facinorum emi-
nentissimos sine dubio digna consedit« (c. 5, 226, 27).
56 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
esta interpretación es falsa, y que Tertuliano sabía muy bien cuál era la
verdadera; pero se aparta de ella porque así lo exige su tesis.
Ahora bien, ¿qué fe merece un autor que tiene que servirse de tales
estratagemas para defender su opinión? El que tan poco escrúpulo siente
en falsificar los textos y su interpretación, ¿qué escrúpulo sentirá en
atribuir á su adversario una impostura? Añádase á esto que esta aser-
ción contradice á todas las fuentes anteriores y á su mismo escrito De
paenitentia.
Recogiendo, pues, todo lo dicho hasta aquí, volvemos á preguntar
de nuevo: 1.° ¿Se puede deducir lógicamente del libro De pudicitia que
Calixto innovó la disciplina, concediendo el perdón á los adúlteros, y que
Tertuliano representa á la tradición? 2.° ¿Merece fe Tertuliano al afirmar
que los católicos negaban la absolución á los apóstatas y homicidas?
Á ambas preguntas respondemos categóricamente que no.
En efecto, si el llamado edicto de Calixto significaba una nueva
orientación en la disciplina, ¿por qué no se la echa en cara abiertamente
Tertuliano? ¿Por qué, al achacarle los católicos que había cambiado de
ideas, no rechaza la acusación indignado y la revuelve contra ellos,
siendo así que esta era la única respuesta lógica que procedía, sino que
lo concede y aun alardea de ello? ¿Cómo explicar que él mismo confiese
que su doctrina es nueva, como Montano y sus profetas? ¿Por qué en el
tratado De pudicitia se ve forzado á retractar lo sostenido en el libro
De paenitentia, particularmente la interpretación de las parábolas? ¿Por
qué no hizo la distinción de los pecados en remisibles é irremisibles en
el tratado De paenitentia, donde la materia misma y el capítulo 3.°, en
que trata expresamente esta cuestión, así lo exigían? ¿Por qué procura
enervar con el sarcasmo la autoridad de Hermas, á quien antes había
seguido en este punto? ¿Por qué no cita ningún texto de la tradición á
favor suyo, sino que procura más bien probar su tesis a priori y por la
Escritura, falsificando el sentido, y una vez, por lo menos, el texto mismo?
¿Cómo se puede decir que el llamado edicto de Calixto cambiaba la
disciplina, siendo así que Hermas, San Ireneo, Clemente Alejandrino,
San Dionisio de Corinto, San Pablo y el mismo Tertuliano en sus tiempos
católicos han practicado ó enseñado antes que Calixto la misma teoría?
Por las mismas razones nos parece que Tertuliano no merece fe nin-
guna al achacar á los católicos el que negaban la absolución á los após-
tatas y homicidas. Su afirmación está en contradicción manifiesta con
los testimonios de Clemente de Alejandría, de las actas auténticas de la
Iglesia de Lyon sobre los mártires del 178-9, de Hermas, de San Dioni-
sio de Corinto y de su libro De paenitentia. La acusación sale además
de una pluma exasperada, á quien hemos cogido ya varias veces en fal-
sificaciones palpables (1).
(1) En el capítulo 23 dice que Calixto ha concedido el primero á los mártires el poder
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 57
Sobre todo, la frase que á veces se suele aducir: Hinc est quod ñeque
idololatriae ñeque sanguini pax ab Ecclesiis reddatur (c, 12, 242, 26),
carece por completo de valor. Aquí habla Tertuliano de las Iglesias
montañistas, como se desprende de todo el contexto, no de las católicas.
Es indudable que los cargos que en toda esta exposición se han ido
acumulando contra Tertuliano son tremendos; pero, á nuestro modo de
ver, justificados. Algunos los ha sabido exponer Esser con tal maestría
que han hecho retroceder á Funk y á Batiffol un paso en su teoría. Últi-
mamente ha llegado á conceder Funk, como probable, y Batiffol como
cierto, que en tiempo de Tertuliano se absolvía á labora de la muerte de
los tres pecados capitales. Pero con esta concesión, arguye muy bien el
P. Stufler, han abandonado su opinión. Pues si esto se admite en tiempo
de Tertuliano, ¿por qué no se ha de admitir lo mismo en los dos prime-
ros siglos en que existen testimonios más que suficientes en pro y nin-
guno en contra? Y ¿por qué se ha de restringir la absolución al momento
de la muerte, cuando los testimonios no determinan tiempo alguno? (1).
Aun quedaría por elucidar cuál era el verdadero contenido del lla-
mado edicto de Calixto, y cómo de él tomó pie Tertuliano para entablar
su encarnizada polémica. Todos los esfuerzos realizados en este sentido
no han podido llegar á conclusiones definitivas. Lo más probable es que
el Papa Calixto dirigió un escrito á algunos Obispos africanos, que,
según San Cipriano, se resistían á absolver á los adúlteros (2). Como se
trataba sólo de éstos, el Papa no diría quizá nada de los idólatras y
homicidas, y de este silencio se aprovecha Tertuliano para acusarle de
inconsecuente y desahogarse contra él (3).
Por el mismo tiempo en que Tertuliano, sostuvo San Hipólito contra
Calixto otra controversia en que entra también de por medio la disci-
plina penitencial. Funk creía que el testimonio de San Hipólito confir-
maba su tesis. El texto dice: Ttpíóxo; xá -K^hc. tá? ^^íová; xoT; ávOptüitot^ c'jyxwpeTv
énevór^asv, Xlyujv Tiaatv utC auToü áifeuOxt ái-iaptíai; (PhilOS-, IX, 12). ScgÚn Funk,
la extensión de la palabra ■nacrtv |está bien determinada por la expresión
anterior xá-nrí); tá; ^?ová?. El texto, pues, significaría: «Calixto fué el pri-
mero que pensó en permitir á los hombres lo que halaga su sensualidad,
diciendo que á todos (los deshonestos) perdonaba él sus pecados.» Pero
esta traducción fuerza la construcción natural de la frase. La palabra
Ttácrtv se extiende á todos los pecados. La restricción es una añadidura
arbitraria de Funk. Basta leer el texto entero para convencerse de ello.
Á renglón seguido continúa San Hipólito: 'O yáp -rcap' li£:cp xivi (TjvaY¿[A£vo?
xa\ ^eyéaívo? x.taxtivó;, íX v. av átjLápxTj, t^aaív, o¿ )oYt;£xxt ah\^ i¡ á;jL2px(a,el itpo;-
de conceder la paz á los pecadores, siendo así que en el libro Ad mar., c. 1, anterior al
De pud., hace ya mención de esta prerrogativa. V. Zeitsch., 1908, pág. 36.
(1) Zeitschrift., 1908, pág. 4.
(2) Ep. 55, núm. 11, ed. Hartel.
(3) Zeitschrift, 1908, pág. 37.
58 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
SpáfjLot T^ Toü Ka).),(aTou (T>to).7¡. Esta cláusula es la explicación lógica de la
anterior, como lo indica la conjunción yáp. Ahora bien, aquí se vuelve á
repetir que á los que se agregan á la escuela de Calixto se les perdona
todo lo que pecaren. Pero lo que quita lugar á toda duda son las si-
guientes acusaciones que San Hipólito reúne contra el Papa Calixto. «Él
ha hecho, dice, de la Iglesia un arca de Noé. Sus oyentes no prohiben
ningún pecado, esparciendo que Cristo perdona á cuantos quieren ser
perdonados. Enseña el adulterio y homicidio, y en su magnificencia
ofrece el perdón á todos sin distinción, Tiadt o' áxpkw; irpoacpÉpov ttqv xoww-
víxv.» San Hipólito, pues, acusa á Calixto de relajación; de conceder el
perdón demasiado fácilmente y á todos. Por consiguiente, su testimonio
es enteramente opuesto al de Tertuhano, según el cual Calixto excluía
de la reconciliación á los idólatras y homicidas. Luego es un nuevo
argumento en favor de nuestra tesis.
En todo lo que precede hemos procurado estudiar los dos libros de
Tertuliano y el testimonio de San Hipólito lo más objetivamente po-
sible. Al mismo tiempo hemos ido sacando las consecuencias que el
examen de las fuentes exigía. Al lector imparcial toca ahora juzgar si
exagerábamos al decir al principio que la tesis de Funk es histórica-
mente insostenible.
Zacarías García.
PR06BES0S iCIR ADELANTE Y HACIA ATBAS
R. P. R. Ruiz Amado, S. J.
Mi R. P.: Vengo siguiendo con atención los artículos por usted publi-
cados en Razón y Fe sobre el Patriotismo, y no puedo callar por más
tiempo, ni dejar de manifestar á usted mis desconsoladoras impre-
siones.
Convengo con usted en que el amor de la patria chica y grande debe
ser racional. No niego que en el carácter de las naciones, y, por consi-
guiente, en el de nuestra patria, ejerce un decisivo influjo el elemento
histórico; pero en lo que no puedo convenir es, en que las naciones,
por razón de patriotismo , hayan de vivir, permítame usted la frase,
amarradas á su Historia, sobre todo cuando su Historia viene siendo,
como la de nuestra pobre España, una sucesión de desventuras que nos
han ido trasladando insensiblemente desde la cabeza hasta la cola de la
civilización y prosperidad materiales.
Sin desconocer el valor de algunas de las razones por usted alega-
das, temóme no se oculte en el fondo de ellas algo de ese fatalismo
musulmán que no pocos escritores han querido descubrir en el fondo de
nuestro carácter, como un sedimento atávico que en nuestras venas
depositó, al circular por ellas, la sangre moruna.
¿Qué? Porque en lo pasado hemos sido una especie de Quijotes de
la Historia Universal, y hemos abandonado y dejado arruinarse nues-
tra hacienda, por andarnos desfaciendo tuertos por esos mares y cam-
pos de Europa y de todo el mundo, ¿quiere usted que vivamos indife-
rentes al movimiento enérgico de avance que en la actualidad arrastra
poderosamente á todos los pueblos vivos y los lleva á un porvenir de
riqueza, de progreso industrial y mercantil, de prosperidad y adelanto
en todos los órdenes de la vida?
Es verdad lo que usted dice, que nosotros sostuvimos guerras para
afirmar contra la oleada germánico-protestante la unidad católica de
Europa, y nos comprometimos para dar á Francia una católica dinastía
(beneficio que nos pagó poniéndose luego de parte de los protestantes
alemanes para destruirnos). Pero ¿quién no ve que en la moderna edad
ya no se empeñan las guerras para sostener ideas religiosas, sino para
apoderarse de comarcas auríferas, para conquistar puertos al comercio
nacional y mercados á las industrias indígenas? Y ¿qué papel pudiera
60 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
representar España en el mundo moderno, si se empeñara en seguir afe-
rrada á sus ideales del pasado, sino el papel del Caballero de la Triste
Figura, acariciando los ensueños de la Caballería en una época en que
ya la Caballería había sido suprimida del mundo?
Ya sé que no pretende usted excitarnos á bélicas aventuras, para las
cuales no tenemos ejércitos, ni escuadras, ni, sobre todo, hacienda. Per
no me parece menos triste ese papel de alcázar del ideal, que señala
usted á nuestra patria. ¿Vamos á limitarnos, por ventura, á ser una espe-
cie de museo de instituciones momias, para tener el gusto de que nues-
tra pobreza y rutinarismo arcaico sirvan de distracción á los turistas
extranjeros, que, hartos de las comodidades de la vida moderna, vengan
á admirarse, con nuestro ejemplo, de la manera frugal y mísera como
vivieron sus abuelos en tiempos pasados?
Esas ¡deas son tanto menos perdonables en usted, Padre mío, cuanto
que no ha pasado usted su vida á vista del campanario de su aldea. Us-
ted ha visitado á Suiza, Francia, Alemania, Inglaterra; y animado, como
me complazco en reconocer que usted lo está, por el sacro fuego del
patriotismo, ¿no se ha llenado usted de santa envidia al contemplar el
adelanto de su agricultura, de su fabricación, de sus riquezas, que nos
hacen parecer miserable nuestro país, á la vuelta de semejantes viajes?
Pues bien: también yo conozco esos países, y he viajado, sobre
todo, en los Estados Unidos de América, y le aseguro á usted que, no
menos inflamado que usted en el amor á mi patria chica y grande, lo
que yo deseo para ella son esos progresos asombrosos de sus artes
é industrias, esas gigantescas obras hidráulicas, esos medios de loco-
moción que alargan la vida, abreviando el tiempo que de ella perde-
mos aquí, en nuestros trenes de poca velocidad y puntualidad todavía
más escasa.
En este sentido creo debemos entender y predicar el patriotismo; y
para esto, en lugar de aferramos á glorias imaginadas del tiempo preté-
rito, lo que nos urge es romper con nuestras tradiciones de vano orgullo
nacional, de pereza y falta de iniciativa, de una inacción que se pare-
cería al Nirvana, si no le quitaran la semejanza las panderetas y casta-
ñuelas.
En pensar así imagino yo que consiste la verdadera orientación; y,
sobre todo, en obrar así tengo la persuasión íntima que está el verda-
dero patriotismo.
Y porque no quiero fatigar á usted con mi p-'olijidad (aunque me
quedo con hartas cosas en el buche), concluiré diciéndole, que me duele
tanto como pueda dolerle á usted que nuestras desdichadas escuadras
fueran echadas á pique por los yanquis en Cavite y en Santiago de
Cuba; pero que me duele más, incomparablemente más, que después de
esa dura lección, que debía habernos abierto los ojos, personas de la cul-
tura de usted y pertenecientes á una Corporación tan influyente en los es-
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 61
píritus como la á que usted pertenece, sigan esforzándose por hacernos
mirar hacia atrás (á lo cual tenemos ya demasiada inclinación natural,
por lo que esto favorece nuestra inercia), en vez de empujarnos con
toda el alma á mirar hacia adelante, emulando á esas naciones que nos
han vencido porque nos preceden en las vías de la civilización y el pro-
greso.
Sentiría que mi franca expansión molestara á usted, á quien, lejos de
querer ocasionar la menor contrariedad, respeto y leo (que es una de las
más extraordinarias muestras de aprecio que puede dar un español), y
de quien soy, esperando sus órdenes, S. S., Q. B. S. M.,— Inocencio Roiq
Y Negre (1).
Sr. D. Inocencio Roig y Negre.
Muy señor y dueño mío: Aunque la conmovedora nota del fin de su
carta, en que me asegura usted lee mis escritos (cosa de que no pudie-
ran alabarse muchos cariñosos amigos míos), debía bastar para obli-
garme á responder á sus razones; las circunstancias particulares en que
viene á mis manos su misiva, no sólo me fuerzan á contestarla muy de
propósito, sino á confesarme obligado á usted por haberme con ella
orientado definitivamente para continuar la serie de mis artículos since-
ramente patrióticos, sea ó no acertado mi leal saber y entender en
materia de patriotismo.
¡Y para que vea usted si soy hombre de suerte! Cabalmente, par-
tiendo de muy diferentes orígenes, y que seguramente estaban á mil
leguas de sospechar cooperaban con usted á la producción de un artículo
mío, habíanse dado cita en mi mesa, con la apreciable carta de usted, dos
libros en los cuales se contiene la más cumplida contestación á ella que
yo pudiera nunca imaginar.
Por lo visto es usted uno de los convencidos del progreso moderno,
y por ventura del progreso indefinido, opinión que por momentos está
desapareciendo de la escena del mundo, donde ha campeado casi dos
siglos, ¡y que hace usted muy bien en apresurarse á profesar, por cuanto
es de temer que, dentro de pocos años, no será ya posible su profesión
á nadie que como usted se tenga por persona de criterio científico!
Pero sobre esto no seré yo quien me fatigue en responder á usted,
porque aquí tengo encima de la mesa una novela en dos tomos, nada
menos que del Dr. Clendábims, que se encargará de dar á usted la con-
testación más satisfactoria.
(1) Aunque sospecho ser esta firma más bien un símbolo que un verdadero apellido
catalán, he obtenido del R. P. Director de Razón y Fe el permiso de publicar la carta
que antecede, sin otra salvedad que la de que no constUnya precedente que pueda ser
invocado en otros casos.
62 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
Es usted asimismo conocedor de los Estados Unidos y admirador
de sus gigantescas obras y conquistas científicas. Yo, al contrario, no
he tenido el placer de viajar en aquel país, ni lo conozco, por consi-
guiente, de visa; pero casualmente (si la casualidad fuera alguna cosa
en el mundo) ha venido á toparse en mi mesa con la carta de usted otro
libro, indígena de aquella nación, obra de uno de los más afortunados
moralistas que recientemente le han predicado (1), y en donde confío
hallará usted algo capaz de hacerle modificar su parecer.
Y pues ha querido mi buena estrella que tan insignes autores con-
currieran para escribirme el artículo, después de hacer entre usted las
presentaciones de rúbrica, permítame usted, mi estimado Sr. Roig, que
me retire á segundo término, y en mi halagüeña inacción española les dé
á ustedes lugar para ponerse de acuerdo.
Con esto soy de usted, con el mayor respeto, S. S., Q. B. S. M., —
R. R. A., S.J.
I
LA MÁQUINA DEL TIEMPO
La novela del Dr. Clendábims (2) me produce el efecto de un micros-
copio solar hecho para agrandar desmesuradamente, y poner ante los
ojos de todos, los vicios de la edad en que vivimos, reflejándolos sobre
la inmensa pantalla de los siglos venideros. Este efecto es el mismo que
pretendió el novelista inglés H. G. Wells en su The Time-Machine —La.
máquina del tiempo, — que ha sido el cañamazo sobre que el novelista
español ha bordado su obra, aunque con criterio diametralmente diverso.
La base en que ambos convienen es, que el desenvolvimiento ateo-
materialista de la Humanidad, arrastrada por la sed de placer y des-
lumbrada por sus propios descubrimientos técnicos, ha de conducir á
una diferenciación cada día mayor de las clases sociales, reducidas á
sólo dos: la de los Haves y la de los Havenots, la de los habentes y la
de los non-habentes, la de los que lo tienen todo y la de los que no
tienen nada. ¡División no enteramente moderna, pues ya decía (si no re-
cuerdo mal) la agüela de Sancho Panza, que el tener y el no tener eran
los dos linajes únicos del mundo!
Estos dos linajes estuvieron ya enteramente separados en la Antigüe-
dad, por la esclavitud en que nacían ó á que eran reducidos los Have-
nots, y sólo logró conglutinarlos, suprimida aquella barrera, la caridad
cristiana.
(1) Manhood's Morning, a book to young men between fourteen and twentyeight
years o/ age, by Joseph Alfred Conwell, Philadelphia, Pa. Vir Co.
(2) Elois y Morlocks, novela de lo porvenir. Narración del P. Zacarías M. Blondel,
publicada en español por el Dr. Lázaro Clendábims. Barcelona, 1909, Herederos de
J. Gili. Dos tomos, 6 pesetas en rústica y 8 en tela.
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 63
Pero borrado el Cristianismo de la haz de la tierra, por el esfuerzo
secular de los sectarios, los Haves y los Havenots quedarán entregados
á las fuerzas económicas que mecánicamente rigen el mundo y tienden
á separarlos. El socialismo, por medio del establecimiento de enormes
sindicatos, vendrá á absorber todas las fuerzas productoras y acaparar
todos los instrumentos de producción, y naturalmente, cederá esta con-
centración en beneficio de los directores de esas complicadas máquinas.
La clase media desaparecerá á medida que vayan desapareciendo las
pequeñas industrias, y no habrá en la tierra sino capitalistas y proleta-
rios; poseedores de caudales inmensos y obreros destituidos de otro
recurso que mendigar trabajo y pan de los poseedores del capital, los
cuales, despojados de todo freno moral y religioso que pudiera trabar
sus apetitos, reducirán al obrero á producir lo más posible con el menor
consumo posible, y reservarán para sí todos los deleites, acumulados y
servidos por el creciente desarrollo del progreso material.
Imposibilitados los obreros para salir de su condición (por no darse
tránsito del no tener nada al tenerlo todo) (1), y lanzados cada día á
mayores profundidades bajo tierra, adonde irán á buscar las materias pri-
meras y donde acabarán por establecerse también para elaborarlas; se
irán acostumbrando á vivir en la penumbra y luego en la obscuridad,
hasta manejarse bien en ella y cobrar horror á la luz del día. En aquellas
condiciones especiales, su organismo se irá transformando hasta conver-
tirse en una especie de orangutanes subterráneos, cuya vida alternará
entre el trabajo mecánico y las más brutales y desenfrenadas orgías.
Por pasos contrarios, los habentes llegarán á formar primero una
sociedad comunista y feminista, donde no habrá más imperio que el de
la belleza, ni otro móvil que el del placer. La retribución de los funcio-
narios de aquel mundo, dividido en dos tan diversas agrupaciones, con-
sistirá en la permanencia, más ó menos prolongada según su categoría,
€n las ciudades del placer, que alternará con la administración de las
subterráneas ciudades del trabajo.
Mas como los operarios de éstas irán convirtiendo su mecánica labor
en operación instintiva, cada día será menos necesaria la administra-
ción, y los administradores desampararán gradualmente las ciudades del
trabajo para concentrarse en las del placer. En éstas, reducida la exis-
tencia á los goces sensuales, el hombre degenerará aún más rápidamente
que bajo tierra, y se irá convirtiendo en un niño grande, negligente,
vegetarista, y, finalmente, en rebaño que triscará descuidadamente sobre
la haz de la tierra, convertida por las ya extinguidas industrias en un
inmenso jardín, donde los nocturnos habitantes de las antiguas cavernas
industriales escogerán cada noche sus reses, que llevarán á sus antros
(1) Este tránsito sólo pueden constituirlo las pequeñas industrias, condenadas á
desaparecer.
64 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
para quitarles la vida con exquisitos tormentos, manifestación de un
odio atávico, y alimentarse después con sus carnes delicadas y sabrosas.
La humanidad hermosa, diurna, vegetarista y regocijada, serán los
Elois; la humanidad troglodita, nocturna, carnívora y rencorosa, serán
los Morlocks, y, en último resultado, los descendientes de los Haves- de
los opresores— se habrán convertido en rebaño de los Havenots—áe los
antiguos oprimidos.
¿Cómo se ha venido á conocer ese futuro destino de la Humanidad?
Gracias á la máquina del tiempo ó Cronódromo, especie de automóvil
que se lanza á través de los siglos con una velocidad incomparablemente
mayor que los automóviles más perfeccionados devoran los kilómetros.
Merced á este invento, que nada tiene de absurdo, admitido que el
tiempo no es sino la cuarta dimensión de que hablan ahora algunos
geómetras (ó una categoría mental, como hace más de un siglo nos lo
dijo el filósofo de Konigsberg), Bryán se lanzó desde el siglo en que
vivimos hasta el año 702.801 de nuestro cómputo (cruzando de un tirón
la friolera de siete mil nueve siglos), en el cual halló á la Humanidad con-
vertida ya en Elois y Morlocks, y pasó los sustos y desagradables sorpre-
sas que ha contado H. G. Wells al estupefacto mundo británico.
Pero comprendiendo luego que, para hacerse verdadero cargo del
proceso de aquel cambio asombroso, era menester repetir el viaje, pa-
rando en varias estaciones de él con el fin de observar la transformación
social y física porque los hombres iban pasando, partió de nuevo en com-
pañía de su hermano el misionero P. Zacarías: halló en el siglo XXI el cre-
ciente desarrollo de las ciencias, de las industrias y de la organización
capitalista, por medio de Trustes ó sindicatos, inventados en los Estados
Unidos (pág. 69), los cuales manejaban millones de obreros y millones
de millones de capital. Por este sistema, unos 15.000 explotadores se
repartían la riqueza del globo, y para ellos trabajaban los 2.000 millones
de explotados, reunidos en 62 colosales ciudades. Toda la riqueza del
mundo estaba regida por 20 ó 25 personas, que se entendían entre sí para
oprimir á todo el resto del género humano.
Á nadie faltaba ya en aquel futuro período pan y trabajo; pero á
condición de vestir la blusa del obrero, que le incapacitaba definitiva-
mente para ascender á posición mejor. No existía el hogar ni el templo.
Cada cual come y vive, trabajando ú holgando, según su clase.
Otro salto del Cronódromo conduce á sus pasajeros al siglo XXIV,
donde ya las ciudades del placer se habían organizado con el régimen
feminista y costumbres que hacen buenos los antiguos cultos de Astarté
y Mylitta, y los usos de las doncellas lidias; y rodando los siglos, el resul-
tado último es, hacia el dicho año 702. 801, haberse dividido el ex-género
humano en las dos especies zoológicas de Elois y Morlocks.
En esto consiste la primera parte de la novela de Clendábims, cal-
cada, como se ve por este resumen, sobre la determinista de Wells. Mas
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 65
antes de hablar de su segunda parte, bueno será hacer también una
estación crónica, para enterarnos de la prosperidad material que tanto
cautivó en los Estados Unidos la atención y los patrióticos anhelos de
nuestro paisano (y ya amigo) el Sr. Roig y Negre.
11
EL PAÍS DEL ORO
Aunque el libro de Conwell que dejamos citado, es una obra educa-
tiva, destinada á comunicar ideas no menos morales que patrióticas á la
juventud norteamericana que está entre los catorce y los veinticuatro
(edad á que llama Conwell mañana de la virilidad), contiene una extraor-
dinaria abundancia de noticias sobre aquel país, tanto menos sospecho-
sas, cuanto proceden de un ciudadano suyo, docto y nada pesimista;
antes bien optimista en grado sumo acerca de la índole y porvenir del
pueblo á que se gloría de pertenecer.
Para persuadirse de esto, basta leer el verdadero himno que entona
al pueblo angloamericano en el capítulo último de su obra.
«Los Estados Unidos, dice, forman el hogar escogido de la raza anglo-
sajona, la raza de la virtud, la libertad y el progreso. Esta raza, que
América está destinada á desenvolver hasta la más alta perfección, ha
pasado doce centurias obteniendo conquistas, creciendo en influjo y civi-
lización, hasta venir á ser la raza sin rival y dominadora de la tierra.
«América ha llegado á ser una Potencia mundial. Los anglosajones
no alcanzaban en 1700 el número de seis millones de almas, mientras que
al presente son más de 120 millones, se multiplican más rápidamente que
todas las demás razas juntas de la Europa continental, y es posible que
al fin de otra centuria sobrepujen el número de todas las naciones civi-
lizadas de la tierra.
»Son la más rica y poderosa nación del mundo; se hallan en posesión
de una tercera parte de la tierra, y gobiernan á no menos de 4C0 millones
de sus habitantes. Son dueños de un 60 por lUO de las vías férreas, más
de la miíad de los telégrafos, y dos terceras partes de la marina del
mundo. No está distante el tiempo en que esta sola raza poseerá más de
la mitad de la riqueza de nuestro globo. (¡Ojo á la América latina!)
»Los anglosajones son el más grande legislador y el más sistemático
de los pueblos del mundo, y poseen el genio de la organización. (Cf. los
sindicatos...) Sus batallas se han librado por nobles principios (v. gr., ¡la
voladura del Mainel), y sus conquistas han sido victorias para la liber-
tad, la verdad y la justicia. (¡Cf. la compra de las Filipinas!)
»Los anglosajones son la nación cristiana del mundo. Son una raza
de héroes, mártires, estadistas, poetas, filósofos, científicos, inventores,
eruditos y bienhechores. Ellos inventaron la fuerza del vapor, el ferroca-
rril, la navegación de vapor y el telégrafo, la imprenta perfeccionada, el
RAZÓN Y FE, lüMO XXVI 5
66 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
USO del éter, la máquina de coser, la de hilar el algodón, la de tejido
mecánico y la máquina de trillar; descubrieron el valor de la hulla, del
gas del alumbrado y la fuerza de la electricidad.
»La raza anglosajona ha sido siempre campeón y ejemplar de las
altas instituciones sociales... Ya cuando vivía en los bosques de la Ger-
mania, el adúltero (como lo atestiguan historiadores romanos) era entre
ellos enterrado vivo en el fango, y la adúltera públicamente azotada por
las calles. De esta raza nació la Caballería, y durante mil años fué el
adalid de las altas reformas morales y de una pura vida de familia...
»Las dos grandes divisiones de la raza anglosajona, la Gran Bretaña
y los Estados Unidos, son las más ilustradas, poderosas y progresivas
naciones del mundo, y más de la mitad de la raza vive en los Estados
Unidos. Éstos son más ricos, enérgicos y progresivos que la Gran Bre-
taña, y más anglosajones que los ingleses, en su genio y típico carácter.
Es evidente que el Continente norteamericano está destinado á ser la
patria futura de la más alta expresión de esta grande raza...
»No sólo van los Estados Unidos á la cabeza de todas las demás
naciones, pero no hay otra alguna que acabe tan grandes cosas, ni ade-
lante tan rápidamente. «Diez años en América, ha dicho un inglés nota-
ble, representan medio siglo del progreso europeo», y la medida de su
velocidad es rápida y hasta pasmosa en su crecimiento.
»Es verdad de inmediata evidencia, que Dios designó los Estados
Unidos como modelo de repúblicas y gran evangelizador del mundo. El
descubrimiento de América fué el mayor triunfo de la civilización. «Toda
»nuestra historia, dice Emerson, parece como el esfuerzo supremo de la
»Divina Providencia en beneficio de la raza humana.» «Los americanos,
>dice Herberto Spencer, pueden razonablemente esperar un tiempo fu-
»turo, en que habrán producido la más grande de las civilizaciones que
» conoció el mundo.»
»Los ojos de todos los pueblos están puestos en nosotros. América
es el guía, el maestro, el dechado del mundo...»
Nos parece bastar lo citado para persuadir al lector, que no hemos
ido á buscar á los Estados Unidos algún yanqui heredero del británico
spleen y abismado en sentimientos pesimistas. Ya podemos, por tanto,
volver algunas páginas hacia atrás en su libro, y leer en él las maravi-
llas del pais del oro.
«Los Estados Unidos (1) son la nación más rica de la tierra, y el
rápido desenvolvimiento y acrecentamiento de sus riquezas no tienen
semejante. Anualmente crecen éstas en 3.000 millones de dollars, lo cual
(1) América, dice el autor; pero, con perdón suyo y de sus conciudadanos, Amé-
rica comprende, además de su nación, el Canadá, Méjico y la América Central y del
Sud.— ¡Es que piensan irse quedando con todo!...— ¡Pero, ¡señor!, entretanto no usur-
pen el nombre!
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 67
representa un aumento de más de siete millones diarios (1), y 2.000
dollars de aumento por cada niño que llega á hombre» (pág. 287), Pero
¿pensáis, por ventura, que en esa nación, dechado de virtudes cívicas, se
destinan 2.000 dollars á cada adolescente que llega al momento de em-
prender la carrera de su vida? ¡Nada menos que eso!
El valor total de la propiedad real y personal de los Estados Unidos
ha crecido enormemente en los últimos años y no está lejos en la actua-
lidad de 100 billones de dollars (500.000 millones de francos) (2). El país
es suficiente para sustentar 1.000 millones de habitantes, y los 76 millones
que ahora lo pueblan (3) hallarían bastante sustento en cuatro de sus
Estados, dejando cuarenta Estados vacantes. Pero ¿cómo se halla distri-
buida esa fabulosa fortuna?
Entre 100 personas, poseen un veinteavo (5.000 millones de dollars,
ó sea, á razón de 250 millones de francos).
Entre 40.000 personas son dueños de la mitad (ó sea, á razón de
6.250.000 francos).
Entre un millón de personas poSeen las tres cuartas partes (á razón
de de 375.000 francos).
El resto, entre 75 millones de personas, posee la otra cuarta parte,
ó sea, unos 346 dollars por individuo. (Conwel no saca sino 300,
pág. 163.)
¡Pero éstas son cuentas del Gran Capitán! En realidad hay más de
13 millones de familias en la nación, y la mitad de ellas no posee á razón
de 200 dollars, ó sea, menos de 40 dollars por individuo. «Lo cual signi-
fica, que la mitad de la población yanqui (más de 38 millones de habi-
tantes) no tienen recursos suficientes para sustentarse y vestirse durante
un solo invierno: ¡están abrumados por la pobreza! Estas cifras demues-
tran que la mayor parte de los jóvenes de la nación,' comienzan su
carrera prácticamente sin un dollar; sin dinero, sin amigos, y sin visible
perspectiva de colocación... Son un sobrante en el mercado del trabajo.
Si se los valuase como mercancías, su precio en dinero sería vergonzo-
samente bajo. Sacados á subasta, la mayoría de ellos no alcanzaría el
precio de un buen caballo, ni se podrían comparar (en valor metálico)
con los precios que los esclavos alcanzaban en el Sur hace cuarenta
años! (4) ¡El efecto moral de esas condiciones es devastador, aniquilador
y deplorable sobre cuanto puede pensarse! (pág. 164).
«Hay centenares de millares de jóvenes que llevan una vida inmoral
(1) Así dice Conwell. Son más de ocho millones diarios. ¡Si tampoco la Aritmética
estará allí muy lozana!
(2) Recuérdese que el billón norteamericano, son mil millones, no un millón de
millones, como el europeo. Al menos en esto nos aventajamos á los yanquis.
(3) Esta cifra ha crecido después que se escribió el libro que extractamos.
(4) En Cuba, un esclavo negro valía de ordinario 5.00J pesetas.
68 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
y perdida, porque un sistema infame que abraza la industria, el comer-
cio, la hacienda y todos los negocios, les niega la oportunidad de ganarse
una sustentación honesta y respetable... La riqueza de la nación, y el
poder que la misma posee, han conspirado contra ellos: el capital impone
sus leyes y dicta sus condiciones; exige todos los provechos y la incon-
dicional rendición de todos sus antagonistas. El amor del dinero y la
egoísta codicia han venido á ser pasiones dominantes. El dinero hace
posible el monopolio, y el monopolio es casi siempre adorador de Mam-
món, feroz y sin entrañas; ¡y cuando lo es, los que le sirven han de pos-
trarse á sus plantas, esperar ante sus almacenes como mendigos, y estar
bajo su autoridad como esclavos!» (165).
Por lo visto, al afirmar el otro autor inglés: «que diez años en Amé-
rica, representan /72e¿//o siglo del progreso europeo», dijo más que supo;
pues, por esa cuenta, mientras Europa ha llegado al siglo XX, los Esta-
dos Unidos se hallan ya en el XXI, cual lo encontró Bryán en su viaje
por el tiempo; y tal vez en España seremos todavía hombres, cuando ya
no haya allí sino Elois y Morlocks. ¡Pero no precipitemos las ideas!
III
EL CAMINO DE «EL ABISMO»
El trabajo es en cierto modo connatural al hombre, pues constituye
un ejercicio de sus facultades naturales. En el hombre arrojado del
Paraíso fué castigo; en el hombre redimido es merecimiento. Conforme
á la buena ó mala organización social, puede ser instrumento de mora-
lidad ó azote de maldición. ¿Dónde tiene más de lo uno y de lo otro?
El progreso' industrial sólo facilita el trabajo relativamenti; esto es,
en cuanto, á la unidad de esfuerzo personal, corresponde mayor canti-
dad de producción; pero para que constituya un alivio del operario, es
menester que esté regulado por una sabia organización social. ¿Quién
duda que el operario sumido en una mina profunda, aunque esté pro-
visto ^de todos los instrumentos más perfeccionados por la ciencia, lleva
una vida mucho más penosa y miserable, que el labrador que, al aire
libre y rodeado de su familia, rompe con un arado primitivo la tierra que
cultiva con los procedimientos más rudimentarios?
Por otra parte, no creemos pueda ponerse en duda que, todo progreso
industrial no tiene otro fin legítimo sino aumentar la felicidad del mayor
número posible de hombres. Por donde, si el trabajo se hace, en virtud
de los llamados progresos de la industria, más penoso y embrutecedor
para un número mayor de operarios, ese progreso industrial no es sino
retroceso humano: no es progreso hacia adelante, sino hacia atrás. Y lo
mismo que decimos del trabajo mecánico, dígase de las instituciones
sociales que lo regulan.
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 69
Esto es, sin duda alguna, lo que ha pretendido poner ante los ojos el
Dr. Clendábims, en su descripción de las ciudades del trabajo del
siglo XXIV, inspirada evidentemente en las grandes agrupaciones fabriles
que ya existen en la actualidad en las naciones que van— según rutina-
riamente se dice— al frente del progreso industrial. Si, pues, quisiéramos
nosotros acudir á esas mismas fuentes de información para proseguir
nuestro argumento, incurriríamos en una especie de círculo.
Por el contrario, lo que sumamente nos interesa es considerar el lado
moral y social de esas naciones que generalmente admitimos sin exa-
men, que nos llevan tanta ventaja en los caminos del progreso, no fiján-
donos sino en ciertos adelantos técnicos de carácter meramente mate-
rial, y quitando los ojos del progreso moral, único verdaderamente
humano, y directamente encaminado á la felicidad del hombre. Para
esto nos ofrecerá el mismo autor norteamericano á quien hemos comen-
zado á beneficiar, una abundante mies de noticias interesantísimas.
En toda sociedad bien constituida— pro^res/vo, como dicen ahora —
«la posibilidad de vivir una vida útil, provechosa y pacífica, debería ser
la herencia común de todos; mas (en los Estados Unidos) esa posibilidad
se niega á millares de jóvenes» (págs. 144-5). Y en otro lugar: «Los mo-
dernos sistemas del negocio (business), y los medios de vivir, se hacen
cada día más adversos para el porvenir de las nuevas generaciones... El
camino del éxito está literalmente cubierto de gigantes (los capitalistas),
en comparación con los cuales, los jóvenes de talla ordinaria son como
infelices saltamontes;y esos reyes y príncipes, monopolistas y demagogos
del comercio, se inclinan con demasiada propensión á ejercer venganza
contra todos y cada uno de los que procuran agregarse á sus filas... Uno
de los principales hombres de negocios de América ha dicho, «que las
>buenas ocasiones, salvo para un cortísimo número, han pasado á la his-
»toria. «El hado inevitable de la mayor parte de los jóvenes es pelear,
con la pobreza y el infortunio, un combate que dure toda la vida. Y ese
crecimiento de las dificultades, que hallan los hombres para ganar un
modo de vivir honesto y respetable, es el más poderoso manantial de la
inmoralidad (pág. 158).
»Hay en nuestro país (dice), durante las temporadas de depresión de los
negocios, centenares de millares de jóvenes que, ó no pueden hallar
trabajo alguno, ó han de aceptar empleos donde sólo ejercitan las fuer-
zas rudas y primitivas de su ánimo y músculos, dejando ociosos ó pere-
zosos sus talentos é inteligencia. El 80 por ICO de los que se arruinan en
sus negocios no lo deben á no haber lugar para ellos, sino á estar el
lugar monopolizado por los pocos afortunados. La competencia y riva-
lidad se han hecho tan intensas, que los que llegan de nuevo, no sólo
hallan el éxito difícil, sino imposible... Así se ve reducida lá juventud á
aceptar los mendrugos que caen de la mesa del capital. Mendigar tra-
bajo es casi tan depresivo como mendigar el sustento, y millares de
70 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
jóvenes, la flor y nata de la virilidad de América, pasan la vida andanda
á caza de un jornal... Ese estado de los negocios hace que legiones de
jóvenes admitan empleos ambiguos y comprometidos, para asegurarse
el pan, techo y vestido, y los expone á multitud de lazos, de que esca-
parían en otras circunstancias (págs. 159-60).
La peor condición para la moralidad juvenil es carecer de hogar.
Ahora bien: en los Estados Unidos, «legiones de jóvenes» están sin él.
Hay en nuestra nación (dice) dos millones de jóvenes, los cuales prác-
ticamente carecen de hogar. Muchos viajan como comisionistas, emplea-
dos en vías férreas, buques y vapores, espectáculos ambulantes y otras
empresas, y como jornaleros en toda clase de industrias. Hay en la
nación 250.000 saloons (especie de establecimientos entre café y taberna
de subida inmoralidad), y en el mostrador de casi todos ellos hay uno
ó varios jóvenes, á quienes se exige sujeción de esclavos, largas horas
de servicio, para los más, siete días semanales, sin dárseles tiempo de
recreación ni desarrollo mental, ni ocasión para gozar el influjo moral y
ennoblecedor de la vida de familia... Sus horas de descanso y sus dollars
de sobra, se ven audazmente solicitados por una infinita variedad de
disipaciones, sobre las que el demonio ejerce un casi absoluto mono-
polio (págs. 149-50).
»Y aun no es lo peor que tantos carezcan de hogar, sino que hay
otros tantos hogares de que fuera mejor carecer. Un juez del Tribunal
Supremo de Nueva York decía hace algunos años: «Hay en Nueva York
»y Brooklyn una numerosa clase de población que apenas vive, y para
»quien criar dos ó más hijos significa inevitablemente, un hijo para el
«presidio y "una hija para el burdel.» Sólo en Chicago se calcula en
unos 10.000 los niños sin hogar ó con hogar peor que no tenerlo. Ur»
juez de Chicago dice. «Los más de esos niños pararán en rateros ó cri-
»minales, y cada uno de ellos forma un núcleo para la historia del cri-
»men» (pág. 150).
No queremos pasar adelante sin lamentar que también en Madrid
(único ejemplo en España) forman clase esos niños desgraciados cuyo
único porvenir es el presidio, si no les corta el camino de él una carita-
tiva pulmonía cogida en las frías noches que pasan casi desnudos en
las calles, á la puerta de los cafés. Los golfos son afrenta de nuestra
sociedad, que todavía se llama católica, y constituyen un pecado público
que clama al Cielo contra nuestra capital. Pero su número, relativa-
mente corto, si por una parte agrava el pecado de la sociedad que no
los recoge del arroyo, por otra demuestra que aun no hemos progresado
tanto como los yanquis, según lo que ellos mismos nos dicen de su
país.
Otro daño tocante á la vida de familia, y creciente, según parece,
con ese mismo progreso tan cacareado, es el horror á los hijos que vie-
jien á compartir el escaso pan; de donde se originan los medios, cada
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 71
uno más criminal que el otro, para prevenir ó frustrar la generación. AI
hablar de esto, los ojos se van instintivamente á Francia, de donde
cuentan monstruosidades. Pero no le van muy á la zaga otros países
progresivos (1).
De los Estados Unidos dice Conwel: «Es un hecho que son demasia-
damente pocos los bien nacidos. Durante estos tiempos modernos, una
ceñuda protesta se ha situado en los umbrales de la paternidad, y son
demasiados, en nuestra raza, los que vienen al mundo ¡sin que nadie los
pida, ni los eche de menos, ni los reciba con su bendición!» (pág. 145).
¡Bendición de Dios se llaman los hijos en las sociedades cristianas;
mas en las progresivas, que se nos quieren dar por modelo, se los recibe
como un azote ó una maldición, cuando no se les cierra el paso con el
crimen! Pero este progreso no tiene siquiera el mérito de ser nuevo: el
problema malthusiano estaba ya planteado y resuelto siglos antes de
Malthus, por Aristóteles y Platón!
Otro mal social que va progresando es el de la separación de clases,
muy diferente de su razonable y cristiana distinción: «Durante jos últi-
mos años, dice Conwell, se ha observado una muy acentuada tendencia
en la Humanidad á dividirse entre clases anchamente separadas (wi~
dely)... No sólo se han ido organizando la riqueza y la avaricia, sino
también el egoísmo y el orgullo. El rico y el pobre, el fuerte y el débil,
el afortunado y el desventurado, el instruido y el ignorante, se van
inclinando á vivir aparte y crecer con mayor exclusivismo... Entre esos
extremos existe, en una ú otra forma, una guerra constante y sin tregua...
Las líneas de batalla entre los altos y los bajos se hacen continuamente
más visibles; y si hemos de venir á parar en que tales condiciones son
compatibles con el espíritu de libertad, esto probaría solamente que
nuestra cacareada libertad no es sino un equivoco de mal género» (pá-
ginas 173-4).
¿Quién no ve en esas líneas de combate pronunciarse la separación
que ha de conducir, hacia el año 702.801, á las dos especies de Elois y
Morlocks? El capital, por medio de los adelantos de la industria, se con-
vierte en cuña que, interpuesta entre los Haves y los Havenots, los ha de
ir se arando, gradual é irrevocablemente, hasta suprimir las clases
intermedias: primero, la clase media, vulgarmente dicha; luego, cuando
el trabajo se haya hecho mecánico é instintivo, el intermedio burocráti-
co de la administración, como descubre Clendábims y da por hecho Wells.
(1) Su Eminencia el Cardenal Mercier, en una Carta-Pastoral á sus diocesanos de
Malinas (Cuaresma de 1909), ha publicado los siguientes datos: En 1800 había, por tér-
mino medio, en cada hogar francés, cinco hijos; en 1860, no más tres; en 1905, sólo dos.
Entre 100 hogares hay al presente: 11 varones celibatarios, 15 familias sin hijos, 22 con
uno solo; 20 con dos, 13 con tres, y no más que un 18 por 100 que pasen de este número.
En 1907 (á pesar de los progresos de la Medicina) ha habido 20.000 defunciones más
que nacimientos; 20 nacimientos por 1.000 habitantes.
72 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
IV
NUESTRO EPÍGRAFE
Con esto podemos ya justificar el epígrafe que hemos puesto al
frente de este artículo. La ciencia (la que monopoliza actualmente este
nombre) nos ha dicho por boca de Darwin que venimos del orangután.
El arte nos dice ahora por boca de Wells, que vamos al morlock, espe-
cie de orangután de las cavernas. Desde el orangután hasta el hombre
hay un progreso hacia adelante; pero el hombre continúa progresando
hasta volver á su punto de partida. ¿No es esto un verdadero progreso
hacia atrás? Será, pues, necesario desde ahora, preguntar á los que
ponderan los progresos de las naciones, de qué progresos se trata;
pues si sus progresos son los que conducen del hombre al morlock
ú orangután troglodita, podemos sin duda renunciar á ellos y desear á
los que los desean, ¡que buen provecho les hagan!
Reducido á más sencilla fórmula: allí hay progreso verdadero donde
el hombre se hace cada día más hombre, ó sea, donde hay progreso
moral. Sin éste, los adelantos técnicos ó industriales nada tienen de
envidiables, pues la máquina, dotada de entrañas de acero, acaba por
comerse al hombre, que no las tiene sino de carne; y de este hombre
comido por la máquina no podrá quedar otra cosa sino \a fiera: el mor-
lock, que devorará á su vez las carnes delicadas y sabrosas de los que
le redujeron á la condición de bestia carnicera, ¡ya suceda esto de la
manera narrada por Wells, ó ya por la más elemental que refiere la his-
toria de las revoluciones!
Mas no hemos de terminar este artículo sin dar salida á algo que
hace rato nos está rebosando del pecho. Si hemos alegado, para formar
concepto de las tendencias de la vida moderna, los documentos tomados
de los Estados Unidos de América, conste que no lo hemos hecho movi-
dos á ello por antipatía, ni mucho menos por espíritu vengativo. Tene-
mos el corazón bastante grande para amar á todos los hombres, y el en-
tendimiento bastante alumbrado para no aborrecer á ningún pueblo. En
todos los pueblos se halla el bien y el mal, inherentes á la caída natura-
leza humana, con sus pasiones abyectas y sus aspiraciones generosas.
Pero acerca del pueblo norteamericano, tenemos además un particu-
lar documento que nos hace formar de él concepto ventajoso. Este docu-
mento es ¡que los que quisieron lanzarle contra nosotros á una guerra
injusta, hubieron de valerse de calumnias tan groseras como la famosa
voladura del Maine!
El pueblo que no pudo resolverse á tomar las armas contra nosotros,
á pesar de la superioridad de sus recursos materiales, sino persuadido de
que iba á vengar inhumanidades y salvajadas, que calumniosamente se
nos imputaron, no merece nuestra aversión, sino nuestra estima por sus
buenas cualidades, ¡y nuestra compasión por sus miserias!
(Continuará.) R. Ruiz Amado.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
K
EXENTA y cuatro años, un mes y una semana hacía que los PP. Du-
mouchel y de Vico, del Colegio Romano, fueron los primeros en salu-
darle al recibir la Tierra su visita anterior, reconociéndole al cabo en el
campo del anteojo astronómico tras largo tiempo de explorar en vano
ellos y otros muchos la región del cielo por donde debía reaparecer por
entonces; y diez meses llevaban actualmente los astrónomos de varios
Observatorios del orbe dirigiendo á menudo en su busca, no sus ojos de
carne, aun elevados y fortalecidos por las claras y gigantescas pupilas
de instrumentos harto más poderosos que los de antaño, sino otros de
cristalino no menos lince y de retina mucho más delicada é impresiona-
ble, las cámaras astrofotográficas de sus magníficos vidrios reflectores
ó refractores; cuando el Sr. Max Wolf, director del Observatorio astro-
físico de Konigsthul (Heidelberg), tuvo la grata sorpresa de tropezar con
él al examinar sus placas el 1 1 del pasado Septiembre, y el gusto de comu-
nicar por telégrafo la noticia, mediante la oficina de Kiel, á todos los
principales centros astronómicos del universo. Desde entonces no hay
entre éstos quien no tenga fijo en él su pensamiento, ávido, por supuesto,
de acecharle además con mirada escrutadora á medida que va ponién-
dose al alcance de los medios de observación de cada uno; y entretanto
se complacen ufanos en despertar asimismo en el vulgo entendido las
más halagüeñas esperanzas de que también él ha de tener muy luego la
suerte de contemplarle á ojos vistas, y sin necesidad de aparatos cos-
tosos, en la bóveda estrellada del firmamento.
¿Á qué obedece tan afanosa y universal curiosidad en vísperas de fenó-
meno semejante? Sobre esto, que, según su condición y gusto, cada uno
sin duda ve y siente á su manera, en lo que hasta ahora vemos publicado
todos dicen algo y algunos mucho; no falta quien hasta dice demasiado,
es decir, más de lo que es cierto y aun lícito y decoroso; pero ninguno
lo dice todo, ni siquiera todo lo que puede satisfacer los legítimos deseos
de la generalidad de los lectores de esta nuestra revista. Por lo mismo,
y para contribuir á esto último en la medida de mis alcances, me ha pare-
cido oportuno dar breve cuenta en este trabajo del resultado de serias
investigaciones, que de antemano y á otro propósito vengo ya haciendo
sobre el asunto.
Un triple interés me parece que resume con exactitud los motivos de
diversos órdenes que razonablemente pueden originar ó avivar la extra-
74 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
ordinaria expectación del cometa que se aproxima. El interés estético y
hasta profundamente dramático, mezclado más ó menos de religioso,
que desde muy antiguo viene siempre ofreciendo y pudiera muy bien
ofrecer ahora singularmente, así el aspecto mismo como, sobre todo, la
significación y aun la simple aproximación á la Tierra de un astro de la
naturaleza de éste ó de él en particular. El interés científico, que, sobré
todo hoy en día no puede menos de despertar en muchos el deseo y la
esperanza de aquilatar, barruntar ó siquiera estudiar en condiciones más
ventajosas que las ordinarias la misteriosa constitución de esos seres
no menos singulares que vagabundos. Y junto con todo esto, y aun á
falta de ello, el interés histórico de que muy en especial viene siempre
acompañado el regreso, visible ó no visible, del cometa de que al pre-
sente se trata.
I
Sobre este último no hay para qué hacer aquí más que ligeras indi-
caciones, bastantes, sin embargo, para dar á conocer ó recordar su al-
cance. Se reduce, pues, á que el cometa de Halley es el primero cuyo
período orbital, ó sea transcurso de una revolución completa, junto con
los demás elementos ó caracteres de su elíptica trayectoria, por otra
parte la más vasta y alargada de cuantas actualmente nos son conocidas
entre los cometas de plazo fijo, fué determinado (en 1705) con suficiente
seguridad y precisión por el astrónomo inglés cuyo nombre lleva, y con-
firmado plenamente por las dos reapariciones consecutivas de 1759
y 1835, como lo es ahora de nuevo por la que ya acaba de registrarse.
Digno complemento de la teoría newtoniana de la gravitación universal,
que por aquel entonces estaba formulando su autor en el libro De los
Principios, y aurora de una nueva era en la astronomía cometaria. Que
no faltaban entonces mismo astrónomos eminentes muy apegados á la
antigua idea, que no veía en los cometas sino fenómenos meteorices,
sublunares ó interplanetarios, exhalaciones vaporosas, que efímeramente
nacen y mueren, ó encuentros eventuales de seres extraños que, del todo
independientes de nuestro sistema, vagan á la ventura por el espacio.
Pues bien, prevenciones que no había logrado disipar el genio más pe-
netrante y atinado de algunos pocos pensadores de cada siglo ni avasa-
llar el poderoso raciocinio y soberana autoridad de Newton, cedieron al
cabo y para siempre ante el puntual y admirable cumplimiento de los
pronósticos de Halley, privado de presenciarle catorce años antes por la
muerte. Verdad es que aun quedaban desigualdades que allanar, líneas
que rectificar y aun verdaderos vacíos que llenar. De la discrepancia
de meses y aun años que se venía observando entre los sucesivos
intervalos de unas revoluciones y los de otras, ni Newton supo atinar
con la verdadera explicación, ni el mismo Halley, que la insinuó con
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 75
acierto, estaba todavía en el caso de precisarla ni de dar por su medio
exactitud rigurosa á sus predicciones, por falta de algunos datos indis-
pensables. La causa eran las perturbaciones considerables que, ya por
adelanto, ya por retraso, ejercen los planetas en el movimiento del astro,
según las diversas posiciones que ocupan en sus órbitas respectivas,
mientras aquél recorre su trayectoria; y á Halley, no sólo le eran total-
mente desconocidos dos planetas y de los más importantes, Urano y
Neptuno, sino también en parte la masa exacta de los demás. El afinar
los cálculos á vista de estos nuevos elementos ha sido obra sucesiva de
los astrónomos franceses Clairaut, que, ayudado por Lalande, llegó á re-
ducir la indecisión á un solo mes en el perihelio de 1759, Damoiseau y de
Pontécoulant, que acertaron el de 1835 con solos doce y tres días de dife-
rencia, respectivamente: el alemán Rosenberger tampoco tuvo que recti-
ficar sus propios resultados sino en cinco días para el paso de esta última
fecha. Sí que anduvo por entonces la fortuna de parte de todos ellos, pues
en ciertos períodos, como en el que ahora precisamente acaba de cum-
plirse, todavía se atraviesan dificultades especiales (1), que han sacado
erróneo en un mes entero el plazo señalado por de Pontécoulant para el
24 de Mayo de este año, y hecho fluctuar entre el 13 y el 23 de Abril los
fijados últimamente por los ingleses Cowell y Crommelin, del observa-
torio de Greenwich, y por miembros de otros centros astronómicos im-
portantes. En cambio, los dos astrónomos últimamente nombrados han
tenido el singular acierto de anunciar de antemano la posición corres-
pondiente al día y hora del descubrimiento del cometa con un error de
solos -I-22S en ascensión recta y — 7' en declinación.
No está de más para los lectores hacer aquí honorífica mención
de nuestro Séneca, que, adelantándose incomparablemente á su época,
toma también su parte y no pequeña en estos acontecimientos y está de
tejas abajo muy de enhorabuena por ellos; pues no sólo los predijo á su
modo con absoluta convicción, aun contra el parecer y los principios de
su escuela, de las demás contemporáneas y de casi toda la sabia anti-
güedad, sino que dejó apuntado para realizarlos el medio mismo que
tan feliz resultado ha venido á producir en nuestros días.— En el libro
séptimo de sus Naturales Quaestiones, donde con copia de datos y madu-
rez de criterio, que aun hoy día sorprenden en gran manera, trata ex
professo y por extenso de los cometas, ya desde el principio advierte al
lector que «para investigar las condiciones de esos seres celestes es
preciso ante todo procurarse una lista completa de numerosas aparicio-
nes de los mismos observadas sucesivamente desde siglos atrás; porque
(1) Sobre todo la de que, en este período, la perturbación debida á Júpiter, siempre
difícil de apreciar con exactitud, ha sido precisamente casi la máxima que puede pro-
ducir en él este planeta, mientras que en los anteriores había sido pequeña, y por lo
mismo el error en su apreciación poco sensible en el resultado.
76 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
la causa de no haberse dado todavía con el curso que realmente siguen,
ni averiguado siquiera si tienen ó no alternativas constantes y leyes fijas,
que normalicen y señalen término y día á sus idas y vueltas, es, á su jui-
cio, lo raza vez que á cada uno nos es dado observarlos» (c. 3). Añade
que «al decir de Apolonio Mindio, peritísimo naturalista, los Caldeos de
hecho habían logrado ya determinar todo esto, y por de contado los mira-
ban como verdaderos astros, como uno de tantos de esos que en el cielo
se mueven á través de las constelaciones» (c. 4), «sino que la casi totali-
dad de su trayectoria se nos oculta por alejarse demasiado en un sen-
tido, internándose á través de las profundidades del espacio, y sólo se
hace visible cuando el astro vuelve de nuevo á descender por ella hasta
su parte más baja y cercana á nosotros; y que éste no es siempre el
mismo, ni uno de pocos, sino que de ellos hay muchos y muy deseme-
jantes como en rumbo, así también en tamaño y en aspecto, siendo este
mismo más ó menos brillante según que se van situando á más ó menos
distancia del observador, ni más ni menos que los demás astros» (c. 17),
Y concluye «que tal es asimismo su propia convicción, y la tiene por bien
asentada», trayendo razones en su apoyo y haciéndose cargo de las que
se dan en contrario (c. 22 y siguientes); y al llegar á una de éstas es
donde escribe: «Si alguno aquí me pregunta, ¿pues entonces, por qué á
esos no se les ha notado hasta ahora curso fijo, como á los otros cinco
planetas?, á este tal le responderé yo á mi vez: ¡Hay tantas cosas cuyo
porqué no sabemos, sin que por esto pongamos en duda su existencia!...
Mas viniendo á los cometas, ¿qué tiene de extraño el que todavía no se
les vea sujetos á leyes fijas, ni nos sean conocidos sus principios y fines,
siendo así que en total se dejan ver en el mundo tan raras veces y cada
uno de por sí á lo mejor no vuelve á presentarse sino de tarde en tarde
con intervalos de muchos años?... Día vendrá en que, á fuerza de tiempo
y de sostenida atención, salga á luz todo eso que ahora se nos esconde.
Para escudriñar cosas tan altas no basta la vida de un hombre, aun
dedicada toda entera al estudio del cielo: ¿y nos daremos aires de com-
petencia los que ahora empleamos en ello tan pocos años, y éstos repar-
tidos, nada equitativamente por cierto, entre el estudio y los vicios? Ya
se irá explicando cosa por cosa con el volver de los siglos. Llegará día
en que lo extraño para los venideros sea el que nosotros no nos diéra-
mos cuenta de cosas tan claras... Vendrá quien al cabo nos muestre qué
regiones del cielo cruzan en su carrera los cometas cuando así se alejan
de esos otros astros visibles y se van por caminos tan apartados, y nos
diga cuál es su tamaño y cuál su constitución. Nosotros ahora contenté-
monos con lo ya averiguado, y dejemos á los venideros contribuir con su
tanto al esclarecimiento de la verdad» (c. 25).
Acabamos de ver cómo el primer objeto de esta predicción, ya de por
sí tan grandioso, ha venido á cumplirse á la letra por primera vez en el
cometa de Haüey; y este suceso y su renovación hasta cierto punto en
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 77
cada vuelta del astro es lo que llamé al principio el interés histórico de
la presente. Digamos ya y cuanto antes lo que en su día puede consti-
tuir en realidad, y aun desde ahora mismo en esperanza, el interés estético
de su aspecto y próximo paso por nuestras cercanías, el que más afecta
sin duda á las muchedumbres y desde luego á todos nos toca más de
cerca y se nos ha de meter por los ojos, y por lo mismo consiente menos
dilación en la lectura de este modesto trabajo. Hay además otra razón
para que esto se publique inmediatamente, y es el interés mismo de la
publicación, que sin duda se pierde ó se menoscaba dando lugar á que
se le adelante quizá otra parecida ó mejor, y aun los mismos fenómenos
ahora futuros á que se refiere, ó al menos alguna parte de ellos.
II
El fundamento de este segundo género de interés á que nos referi-
mos está principalmente en una de tres cosas ó en todas tres á la vez:
en lo inesperado ó sorprendente de su aparición; en lo grandioso, ó más
aún en lo nuevo y desacostumbrado de su brillo ó de su figura; en lo
grave de las consecuencias que cierta ó supuestamente prenuncia ó trae
consigo. ¡Qué bien lo analiza y describe el mismo Séneca en las prime-
ras líneas de su referido libro! «No se hallará, dice, ninguno tan tardo
de entendimiento, tan embotado de sentido ó tan rebajado á la tierra,
que no se alce en seguida á contemplar lo divino y aun se remonte del
todo con el pensamiento hacia ello, por lo menos cuando en el cielo res-
plandece de pronto alguna nueva maravilla; por más que, mientras no
pasan por él sino las de siempre, la costumbre, no sé cómo, nos quita de-
delante su grandeza. Así somos: ante lo de todos los días, siendo como
es tan maravilloso, pasamos de largo sin hacer caso; y en cambio, cosas
á veces las más insignificantes, como sobrevengan á lo menos pensado
y en forma nueva, luego nos detienen dulcemente los ojos. Y he aquí la
razón porqué esa ordenada muchedumbre de estrellas con que se atavía
la inmensidad, ya de suyo tan bella, del firmamento, no llama hacia sí la
gente; pero cuando en él "sale algo de lo común y ordinario, ya están en
el cielo las miradas de todos. No tiene el Sol espectadores sino cuando
desfallece, ni se fija nadie en la Luna hasta que amenaza eclipsarse; que
entonces allí es el gritar de ciudades enteras, allí el temblar cada uno por
sí con vano y supersticioso sobresalto. Como si no fuera espectáculo
mucho más grandioso el que, etc., etc.. Pero, lo dicho; mientras todo eso
no hace más que seguir su curso ordinario, ni reparamos en ello; cuando
en algo se turba y se sale de lo acostumbrado, es cuando todo se nos
vuelve mirarlo, y enseñárnoslo unos á otros, y hacernos preguntas: tan
natural nos es maravillarnos más de lo raro que de lo grande. Pues bien,
esto es precisamente lo que nos pasa con los cometas: desde el momento
en que se nos pone delante ese reguero de fuego, con esa figura y esa
78 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
manera de brillar nunca vistas, ya no queda nadie que no empiece á
preocuparse de qué será, y, olvidándose de todos los demás fuegos celes-
tes, ande preguntando tan sólo por ese otro nuevo y advenedizo, no
sabiendo si contentarse con admirarle ó si temerse algo de su presencia;
porque no falta bien pronto más de uno que nos venga con espantos y
nos haga ver en él un prenuncio de graves acontecimientos.»
Parece como que al presente, de dichos tres fundamentos, el primero
se desvanece desde luego para los lectores con la misma divulgación de
estos pronósticos, pues el hecho de la futura aparición de nuestro cometa,
por esta vez, ya no les ha de ser inesperado ni, por lo mismo, sorpren-
dente; de modo que para ellos va á perder no poco de su interés el fenó-
meno. Y si la predicción se extiende además al segundo y al tercero,
puntualizando ya de antemano con todos sus pormenores el aspecto que
ha de presentar y sus futuras consecuencias, como lo muy sabido viene
á ser para nosotros algo así como visto y manoseado, y la costumbre de
ver las cosas «nos quita de delante su grandeza», cualquiera que ella
sea, ¿qué va á quedar al cabo de un objeto de tanta curiosidad y expec-
tación? ¿No seria, según esto, mejor callar á los demás lo que se sabe
para no quitar atractivo ninguno á la sorpresa? ¿No es lo contrario
matar de alguna manera la emoción estética de que sin ello habría de
sentirse después embargada el alma?— No lo creo yo así, ni los lectores
querrán pasar por ello tampoco. Y es que la emoción que tenga sólo por
madre á la sorpresa, es decir á la ignorancia, dado que llegue á ser ver-
daderamente estética y no puramente material y sensible, siempre será
mucho menos noble y digna del hombre que la que es hija del exacto
conocimiento y justa apreciación del mérito y grandeza del objeto; fuera
de que, por lo mismo que no se auna debidamente con la razón, puede
llevar y lleva mil veces al hombre á ridículos ó lamentables extravíos.
Sin salir de la materia de que tratamos, ¿qué cosas no han creído y á qué
extremos no se han entregado á vista de ciertos cometas hombres y pue-
blos del todo ignorantes de estos fenómenos, dominada y exaltada su ima-
ginación precisamente por la sorpresa? No es este el lugar de entrete-
nerse á contarlo, pero sabido es que la experiencia y la historia ofrecen
de ello campo feraz en episodios cómicos y trágicos á los novelistas de
la ciencia.
Pero además, como la próxima aparición fuera en su género tan obje-
tivamente grandiosa como esas que han hecho raya en el tiempo lo
mismo que en el espacio, á buen seguro que la sorpresa misma no sufri-
ría ni siquiera menoscabo con la previa noticia de los astrónomos, si bien,
gracias á ella, brotaría siempre sosegada, purificada y ennoblecida. Por
dos razones. Lo primero, porque, por muy atinada, minuciosa y exacta
que se suponga la predicción, todavía, si de tantas otras cosas es mucha
verdad que no es lo mismo oirías que verlas, de ésta lo debe ser muy en
particular en todas ocasiones. Pues qué, ¿encenderse de la noche á la
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 79
mañana, si ya no en pleno día, en medio del cielo ó al borde del hori-
zonte, donde momentos antes ni rastro se veía ó se barruntaba, una como
antorcha luminosa, superior á veces en brillo á los astros más salientes
de todo el ejército celeste y aun al mismo lucero de la tarde, envuelta en
una especie de cabellera esfumada de luz más tenue y mortecina, pero
que todavía se destaca sobremanera entre las estrellas y quizá entre el
azul clarísimo del cielo que baña los alrededores mismos del Sol de
mediodía, y seguida de una ó de varias colas no menos radiantes, que,
ensanchándose poco apoco, se prolongan ó despliegan derechas ó encor-
vadas hasta 30, 60, 90, 120 grados de distancia á través de numerosas
constelaciones, dejará nunca de ser muy sorprendente, será bastante
esperado, por mucho y bien que de antemano se anuncie? Recuerden los
lectores lo que veintisiete años ha veíamos todos en la última
semana de Septiembre y primera de Octubre, hacia las cuatro de la
mañana, cuando asomaba por el oriente el último cometa verdadera-
mente notable que se ha dejado ver en nuestro cielo de España. Aquella
amarillenta llamarada con que la extremidad de la cola comenzaba á
clarear el perfil del horizonte con el fulgor de un incendio; aquella
columna gigantesca, que luego iba elevándose poco á poco ligeramente
inclinada y cada vez más luciente, solitaria, majestuosa, solemne, en el
confín de la bóveda ya apenas estrellada del firmamento, hasta descubrir
al cabo más de una hora después su planta, apoyada en núcleo de fuego
brillantísimo, perfectamente visible entre la claridad de la aurora, ya muy
avanzada, y aun casi alcanzado por los primeros rayos del Sol naciente.
Poblaciones enteras le habían visto días antes al lado mismo del Sol,
reparando en él por primera vez y de pronto hacia las diez y media de
la mañana, y distinguiendo aun entonces su cola hasta no menos de 30
grados de distancia por la esfera celeste. ¿Pues qué sería si á la magni-
ficencia de este apacible y halagüeño espectáculo se añadiese la particu-
laridad inquietante de presentar figuras ó raras ó terribles ó misteriosas,
y encima de esto viéramos el apéndice caudal fluctuar ó serpentear, esti-
rarse y encogerse, interrumpirse y desordenarse, desaparecer de pronto
ó multiplicar sus ráfagas, y al cometa mismo partirse todo él en dos ó
más parecidos á creciente distancia uno de otro, y de estacionario que
parecía durante meses enteros comenzar á moverse y recorrer tal vez en
pocas horas la mitad ó más del hemisferio visible? No; lo nuevo, lo sor-
prendente de pormenores como éstos, que registra á menudo la historia
de las apariciones cometarias, no se encubre del todo ni se disimula
gran cosa tras la palabra de un hábil calculador que previamente nos lo
describa y asegure, dado que alguno pudiese llegar á tanto: lo que habría
entonces sería otra sorpresa más, la sorpresa de las sorpresas; que fenó-
meno de esa talla no hiciese más que verificar punto por punto los cál-
culos de aquel hombre privilegiado.— Y he aquí la segunda razón de lo
que veníamos demostrando; y es que, en efecto, la previsión de los
80 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
astrónomos está y, según todas las trazas, estará siempre muy lejos de
columbrar semejantes pormenores, no sólo en concepto del vulgo, sino
á juicio de ellos mismos, que lo saben muy bien y no tratan de disimu-
larlo. La clave de las posiciones de esos astros en un instante cualquiera
de toda la sucesión de los tiempos está, sí, en las leyes de la atracción
universal, de las cuales se han enseñoreado las matemáticas, si bien el
ejercicio práctico de este dominio y soberanía les es siempre más ó
menos laborioso y tropieza á menudo con serias dificultades; así que en
absoluto bien pueden señalar de antemano en qué momento se encon-
trarán aquéllos á tal ó cual distancia del Sol y de nosotros, v. gr., á
aquella en que tiempos atrás presentaron este ó aquel aspecto; pero la
clave de los tales aspectos, que entonces presentaron y han de presentar
ahora, ya no está sólo, como en los planetas, en las posiciones absolutas
ó relativas que ocupan en el espacio, sino también y más aún, á lo que
parece, en su misma constitución y estructura y en influencias extrínse-
cas del todo ajenas al conocido fenómeno de la atracción solar y plane-
taria y al dominio de la ciencia astronómica. — Así que sobre este parti-
cular el vulgo, tan malicioso de suyo con los astrónomos y amigo de
ver fallidos sus pronósticos, bien puede apostárselas con ellos y pro-
meterse chascos solemnes, no obstante lo que ellos digan, ó sorpresas
emocionantes por encima de lo que auguren: ahora, si con lo mahcioso'
quiere juntamente ser justo y razonable, no saliéndose de lo que per-
mite una chanza festiva ó un entretenimiento divertido, preciso es que
sepa distinguir entre lo que aquéllos dan por seguro, conjo cosa de su
indiscutible dominio y competencia, y lo que sólo aventuran como
probable por razones de mayor ó menor peso, que ya suelen al mismo
tiempo exponer por lo que valgan, pero que reconocen falibles en cada
caso.
Y con esto de paso y como sin querer hemos dicho lo bastante acerca
de lo segundo, que junto con la sorpresa constituye el interés estético de
estas apariciones cometarias, á saber, lo grandioso y desacostumbrado
del espectáculo que á las veces presentan á los pueblos. Resta ya decir
algo de lo tercero, que son las consecuencias posibles de la llegada y
proximidad de semejantes huéspedes á nuestras fronteras, cosa que, al
lado de lo meramente curioso ó dramático, no deja nunca de ofrecer ala
gente otro aspecto eminentemente práctico y un interés sobremanera
vital é individual, que mientras dura la expectación del fenómeno es muy
capaz de anublar y aun absorber del todo cualquier otro interés y consi-'
deración.— No sugieren ya estos astros en el pueblo cristiano, aun el
más medianamente instruido, la idea de una obra pasajera y portentosa-
llevada á cabo fuera del orden natural por la intervención de! Omnipo-
tente en señal de amenaza ó de aviso á los mortales; idea que— vaya esto
de paso— jamás ha tenido apoyo ni mucho menos principio en la auto-'
ridad de la Iglesia, como necia ó villanamente se complacen en inventar
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 81
Ó divulgar algunos, y otros en copiar ciega y ligeramente (1), y sí á
menudo en los astrólogos, sin duda por no tener éstos otra explicación
que dar á los que, fiados en su ciencia, exigían y esperaban de ellos
alguna; pero, en cambio, vulgarizada ya por los sabios la ley de movi-
miento y al mismo tiempo la condición excepcional de esos aventureros
del espacio, surge de nuevo por otro lado la misma fuente de zozobras
y sobresaltos, y ahora ya en el vulgo erudito y con más viso de funda-
mento precisamente en la sana y madura ciencia del día. Se dice que ese
cometa es un astro enorme, que se nos viene acercando rapidísimamente.
¿Se acercará tanto que su proximidad llegue á hacerse ya desde ahora
temible? ¿Podrá encontrarnos de frente ó siquiera tocarnos de refilón?
Y entonces, ¿qué sería de nosotros?
Como se ve, cualquiera de los tres aspectos que acabamos de expo-
ner es sobremanera interesante, bajo el punto de vista estético de la
futura aparición que esperamos. Hora es ya de declarar al cabo qué es
lo que cierta ó probablemente puede decirse desde ahora qué será para
nosotros en concreto y bajo cada uno de ellos el cometa de Halley.
M. Martínez.
(Continuará.)
(1) Á propósito precisamente del cometa de Halley, ya ha comenzado á circular por
periódicos y revistas extranjeras, y malo será que no halle cabida muy luego en nuestra
prensa anticlerical, la absurda paparrucha de su excomunión por el Papa Calixto III el
año de 1456, acogida por el Diccionario enciclopédico hispano-americano (t. V, pág. 577,
col. 3.^). Sólo las circunstancias pueden hacer necesaria la refutación de semejante
cosa, y la han hecho más que suficientemente seis ó siete escritores católicos en poco
tiempo.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI
LA CONQUISTA DEL AIÍ^É
II
Precursores de la Aviación.— Tres clases de vuelo que observamos en las aves.— Dis-
posiciones especiales de las alas en cada uno de los casos. — ¿Qué es, pues, la
Aviación?— Ornitópteros.— Helicópteros.— Helicoplanos.— Giroplanos.— Utilidades
y desventajas. — Aeroplanos. — Sus especies.
D.
UBOCHET, en la interesante obra que escribió en 1834 sobre el vuelo
de las aves, afirma resueltamente con muchos otros opuestos á la Aeros-
tación, que la observación atenta de la Naturaleza es el método más in-
dicado para llegar á la completa solución del intrincado problema de la
navegación aérea (1).
En efecto; la multitud de variados modelos de distintas formas, tama-
ííos y especies, desde la pequeña libélula, que agita sus azules y brillan-
tes alas entre los juncos del lago, hasta las grandes aves de rapiña, que
Fig. 6.*
remontan su vuelo sobre las crestas de la montaña y describen majes-
tuosos círculos en el aire azul, no parece sino que están invitando al in-
genio humano á estudiar detenidamente las vivientes obras maestras en
que tan sabiamente se hallan resueltas todas las dificultades que pueden
ofrecerse en la navegación aérea.
(1) «Depuis l'origine du monde, l'homme voit l'oisceau voler á ses yeux et toujours
il a désiré l'imiter. Cependant il n'avait besoin que de penetrer las causes naturelles du
succés de leur appareil, que d'en creer un sur les mémes principes.» (Recherches sur
e Vol des oiseaux et l'Art. aeronautique, par M. Dubochet.)
LA CONQUISTA DEL AIRE 83
Por eso no es extraño que hallemos en todo tiempo pacientes obser-
vadores del vuelo de las aves, recogiendo datos preciosos que poste-
riormente había de aprovechar la ciencia aerodinámica. Dejando á un
lado las leyendas fabulosas de la Mitología, la historia de la antigüedad
hace mención de la máquina voladora ó paloma mecánica de Arquitas
de Tarento, célebre filósofo pitagórico que vivió por los años 400 antes
de Jesucristo. El no menos célebre ingeniero que artista Leonardo de
Vinci (fig. 6.") (1452-1519) es de los primeros que estudió con más serie-
dad el problema de la Aviación, fijándose en el vuelo de las aves,
dejándonos entre sus apuntes una porción de diseños de máquinas vola-
doras, en los que es muy
notable la sencilla combi-
nación de palancas y poleas
para obtener la extensión y
repliegue de las alas.
Posteriormente (1680),
el fisiólogo y matemático
italiano Borelli, en su obra
titulada De motii anima-
lium, dejando á un lado
las ridiculas teorías del
Pjg ya aire enrarecido en los hue-
sos y otras variadas hi-
pótesis con que en todo tiempo ha querido encubrirse la ignorancia,
explica la teoría del vuelo de las aves por la acción dinámica de las alas,
siendo el verdadero precursor de la escuela moderna sostenida brillante-
mente por Pettigrew y Marey, Senecal Ciotti, Bell y otros (1).
No impidió pues el descubrimiento de los globos que quedasen algu-
nos fervientes partidarios de la antigua escuela, y así en 1809 el inglés
Jorge Cayley expone los principios mecánicos de la máquina voladora
en una serie de artículos publicados en e\ Journal de Nícholson. En 1830
publicó Navier sus notabilísimos trabajos sobre el vuelo de las aves.
Mereciendo citarse también como atento observador el marino bretón
Le Bris, quien, habiendo estudiado en sus viajes el vuelo del albatros
y otras aves marinas, llegó á construir, mediante sus observaciones, un
aparato de alas fijas (fig. 7."), con el cual practicó vuelos de desliza-
miento, dejándose caer desde lo alto de una meseta, adelantándose de
este modo á las notables experiencias de Lilienthal , Chanute, Wright y
otros modernos. En 1860 Pouton d'Amecourt se declara abiertamente en
(1) Hoy es generalmente admitido que los sacos aéreos de las aves, aunque estén
en comunicación con los pulmones y oquedades de los huesos, sirven, más que para
aligerar el peso del volador, para favorecer la ventilación de los pulmones y dificultar
la pérdida del calor. (Véase Enciclopedia Universal Espasa, t. VI.)
84
LA CONQUISTA DEL AIRE
contra de los globos, y secundado por el insigne matemático Landur, el
astrónomo Liáis y el conocido físico Babinet, redacta sus Mémoires sur
la locomoüon aérienne sans bailón, afirmando ante todo que el ave, lo
mismo que el insecto, vuela apoyándose en el mismo aire que atraviesa,
siendo éste su verdadero punto de apoyo (1).
Por otra parte, Pénaud (1875), en conformidad con lo expuesto por
Huber y Dubochet, afirma que el vuelo no es otra cosa que un continuo
resbalar por las capas aéreas, deslizándose con el menor ángulo de caída
posible. No se contentó este benemérito de la aviación con observar el
vuelo de las aves, sino que trató de imitarlo artificialmente con aparatos
de su invención (fig. 8.''), entre los que merece citarse el pequeño aero-
plano que lleva su nombre. Consiste en dos alas sustentadoras y una cola
de estabilización; el motor lo constituyen varios hilos de caucho que por
previa torsión ponen en movimiento una pequeña hélice propulsora.
Puede decirse que á Pénaud le cabe la gloria de haberse aprovechado
prácticamente de los estudios
de Cayley, estableciendo la
aviación sobre bases sólidas
y razonables. Todos estos es-
tudios y trabajos reciben nue-
vos impulsos con las observa-
ciones cronográficas del doctor
Marey, cuyos apuntes y foto-
grafías instantáneas vienen á
formar un verdadero tratado
de cinemática del vuelo, com-
pletando su perfeccionamiento
los trabajos de Mouillard, Lan-
gley, Tatin, Maxim y otros
modernos.
No es el mismo el poten-
cial que necesita un ave para
iniciar el vuelo, que aquel que
requiere para sostenerse y
avanzar en el aire. Marey, des-
pués de una porción de cálcu-
los basados en sus observa-
ciones cinematográficas del
vuelo de las aves, halló que éstas por término medio gastan 24 ki'ogra-'
metros por segundo y por kilogramo de peso en los comienzos de su vue-
lo y solamente 4 kilográmetros cuando se encuentran ya en pleno vuelo-
'%
/^■'
•
Wac'._:¿¿3í»'-
f¿
77^1
Fig 8.*
Aeroplano de Pénaud.
<1) «Un point d'appui élastique et partant plus sur que la matiere solide, puisqu'it
n'offre pas le danger des chocs.»
LA CONQUISTA DEL AIRE
85
Fit;. 9/'
Disposición de las alas en el vuelo á vela MouiUard.
Según todos estos estudios y observaciones, tomados de la misma
Naturaleza, el vuelo de las aves lo podemos dividir, con Dubochet, en
tres clases, á saber: vuelo de remo, vuelo plano y vuelo á vela. El
vuelo de remo es
aquel en que el
ave se sostiene y
avanza en el aire
mediante el con-
tinuo batir de sus
alas, lo cual origi-
na un gran consu-
mo de energía
muscular. De este
vuelo están dota-
das, por lo general, las pequeñas especies, que no necesitan vuelos muy
prolongados para buscarse el alimento. El vuelo plano es aquel en que
el ave, teniendo sus alas extendidas, resbala por las distintas capas de
aire, animado de cierta velocidad, que adquiere, bien por la acción de
la gravedad ó bien por aislados golpes de ala. Finalmente, el vuelo á la
vela es aquel en que el ave, aprovechando los vientos ascendentes ó la-
terales, permanece largas horas en el aire, subiendo ó bajando sin es-
fuerzo alguno muscular y haciendo bordadas muy semejantes á las de
una nave velera. Estos dos últimos géneros de vuelo son los más
hermosos, y son propios de las grandes aves que se ven precisadas á
permanecer largas horas en el aire, encontrando para ello las energías
necesarias en la fuerza de la gravedad y en la fuerza del viento.
Ahora bien, no se crea que el ala de las aves sea igual en las distintas
especies. Está conformada según el vuelo de que se halle dotada, siendo
su conformación sabiamente dispuesta para cada uno de los casos.
Marey y Mouillard han observado que cuando las aves de rapiña
(fig. 9.") describen en el aire las majestuosas curvas que todos admi-
ramos, tienen las alas
extendidas y sus extre-
mos avanzando hacia
adelante ó formando una
línea recta: esta es la
característica del vuelo
plano y del vuelo á vela.
Por el contrario, en las
aves dotadas de vuelo á
remo (fig. 10) las extre-
midades de las alas son más fuertes y agudas que en las anteriores,
hallándose ligeramente echadas hacia atrás.
No es esta la única particularidad que observamos en las distintas
Fig. 10.»
Disposición de las alas en el vuelo á remo Mouillard.
86
LA CONQUISTA DEL AIRE
clases de vuelo. Las aves de vuelo plano ó de vela (fig. 11) tienen las
alas ligeramente arqueadas hacia arriba (A), mientras las aves de vuelo
á remo las tienen con la curvatura sensiblemente hacia abajo (B). Su-
cede además que las
especies más pesadas ^~--**««5B5____^ ^
son, por lo general, ^^°°^ "" ' iimiiiüiiiiiüiüiüiittiiiiiiiiíii ■'■^u.'isammiaB,
las que vuelan mejor
con vuelo plano ó á
la vela; tal sucede con
los pelícanos y bui-
tres, que pesan de 6
á 10 kilogramos. De
tal suerte que, pasan-
do el ave de dos ó
tres kilogramos, difí-
cilmente puede sostener el vuelo de remo, viéndose precisada al vuelo
plano ó de vela con una velocidad proporcionada á su masa.
De todas estas clases de vuelos el más sencillo de imitar es el vuelo
plano, que es el que poseen la mayor parte de las máquinas aéreas que
tanto llaman actualmente la atención, sin que esto quiera decir que la
Fig. 11.
A Curvatura de las alas en el vuelo plano ó á vela.
B Curvatura de las alas en el vuelo de remo. (Merey.)
Fig. 12.
Aviación excluya las otras formas de vuelo, entrando dentro de sus do-
minios todas las variadísimas formas que nos ofrece la Naturaleza.
La Aviación, por consiguiente, como lo indica su mismo nombre
LA CONQUISTA DEL AIRE
87
(avis ave), es la parte de la Aeronáutica que trata de resolver el
problema de la conquista del aire, imitando el vuelo de las aves, me-
diante aparatos más pesados que el elemento que trata de dominar.
Estos aparatos los podemos clasificar en cinco grupos: ornitópteros, he-
licópteros, helicoplanos, giroplanos y aeroplanos.
Ornitóptero (1) es el aparato de aviación que trata de sostenerse y
avanzar en el aire por medio de alas batientes que imitan el vuelo de
remo. Entre los más notables que se han hecho merece citarse el dejuge
et RoUand, cuyas alas medían cinco metros de longitud, poseyendo
además una cola posterior trapezoidal orientable en todos sentidos.
Otro ornitóptero notable es el de M. Adhémas de La Hault, que batía
sus alas á impulso de un motor de 100 caballos, transformando el movi-
miento rotativo de su eje en otro en lemniscato, capaz de comunicar á
cada una de las alas el movimiento helicoidal la vibración en forma de oo ,
característica del vuelo de las pequeñas aves é insectos, y que da al apa-
rato, al mismo tiempo que la fuerza propulsiva, la fuerza ascensional.
No es difícil construir pequeños modelos de ornitópteros (fig. 12)
que puedan servir para estudios de gabinete, á imitación del construido
por Pichancourt. Mediante el resorte BC, de caucho (que, como se sabe,
es un motor potente con relación á su peso), pónense en movimiento las
Fig. 13.
Helicóptero de Forlanini.
dos alas, por la rotación de las excéntricas G y H. Por otra parte, el mo-
vimiento de atrás hacia adelante se obtiene mediante los resortes lAJ y
EQD. De esta suerte se consigue la sustentación y el avance. La mani-
llera /^ que lleva delante sirve para la torsión del resorte BC. El conjunto
se sostiene sobre una varilla, de la cual parten los soportes de alambre
que hacen oficio de cojinetes.
(1) Algunos llaman á estos aparatos ortópteros, pero la comisión de tecnología del
Aero-club de Francia, por razones plausibles, ha adoptado desde 1907 para estos apa-
ratos la palabra ornitópteros, propuesta por el comandante Renard.
88
LA CONQUISTA DEL AIRE
Helicóptero es el aparato de aviación que se mantiene y avanza
en el aire mediante una ó varias hélices, que, girando sobre un eje ver-
tical, dan origen á la ascensión antes que á la traslación (1). Uno de los
más antiguos y que por su sencillez puede servir para explicar la teoría,
es el helicóptero de Forlanini (fig. 13), construido en Italia en 1878.
Consiste en un eje vertical AB, sobre el que giran en sentido contra-
rio dos hélices de anchas paletas, CD y EF. El movimiento es engen-
drado por un motor de vapor, G, de dos cilindros. La caldera consiste
sencillamente en una esfera de metal, //, en la que se calienta el agua
hasta que el vapor adquiere una presión de 12 atmósferas. Libre ya la
salida del vapor, comienzan á girar las hélices, y el aparato se eleva libre-
mente hasta la altura de 15 metros, volviendo á descender, á medida
que la presión del vapor va disminuyendo en la caldera. Muchos de los
helicópteros que posteriormente se han construido, no han hecho otra
cosa que imitar, en cierto modo, el que acabamos de describir.
El helicóptero (fig. 14) de Cornu é hijo está basado en una disposición
muy original. En la parte inferior de un armazón triangular, ABC, lleva
un motor que hace girar una gran rueda, que á su vez pone en movi-
Fig. 14.
miento, por medio de una correa sin fin, las hélices HI y JK sobre sus
ejes respectivos .4 y C. En la parte anterior del armazón lleva dos pla-
(1) Leonardo de Vir.ci fué el primero que ideó el helicóptero y por consiguiente el
inventor de la hélice aérea. He aquí lo que él mismo escribe en una de sus obras junto
á un diseño de una hélice con eje vertical: «Trovo che qnesto strumento fatto a vite
será ben fatto, ció e fatto de tela hana stopatta i suoi pori con amido, e voltate con
prestezza; che dette vite sifa la femmina nell'aria, e montera in alto. Peglia lo esem-
plo da una riga larga e sottile e menata con furia sufra Varia; vendrai essere guidato
il tuo braccio per la linea del toglio della detta asse puossene fare uno picciolo
modello di carta, che lo stile sao sia di sottile piastra di ferro e torta per f orza, e vel
tornare in liberta f ara volgere la vite.^ (Códice Atlántico de la Biblioteca Ambrosiana
de Milán.)
LA CONQUISTA DEL AIRE
89
Fig. 15.
nos, F y G, capaces de recibir más ó menos inclinación, mediante un eje
horizontal. De este modo, al girar las hélices sustentatrices, los torbellinos
de aire que éstas arrojan hacia abajo chocan con los planos inclinados,
dando origen á la propulsión, de donde se viene á aprovechar un poten-
cial que se pierde en la mayoría
de los casos. Este tipo ha dado
bastante buenos resultados en
modelos reducidos.
El helicóptero de Breguet
(fig. 15), llamado también por
su autor con el nombre de ^í-
roplano, consiste en un soporte
en forma de cruz, en cuyo cen-
tro va instalado un motor de 40
caballos. En cada uno de los
extremos de los brazos existe
un par de hélices de cuatro pa-
letas, ABCD, sumando su su-
perficie total unos 26 metros
cuadrados, con un peso de 578
kilogramos.Losresultados más
satisfactorios son los que tuvieron lugar el 20 de Septiembre de 1908, en
que el aparato, juntamente con su piloto Volumard, dejó instantáneamen-
te el suelo, elevándose con faci lidad á metro y medio de altura.
También merece citarse entre los helicópteros el de Dufaux, muy
semejante al tipo Cornu, y el del americano Otto Luyties, consistente en
dos hélices de cuatro aletas que giran superpuestas en un eje vertical,
teniendo la hélice superior en un ángulo de ataque de 12° y de 13" la infe-
rior, midiendo 35 pies de diámetro por 850' de superficie. El motor,
de 20 caballos, daba una sustentación de 700 libras, pesando el aparato
más de 1.000.
Es sencilla la construcción de pequeños modelos de helicópteros
(fig. 16), en los que se puedan montar hélices de distinto diámetro y ángulo
de ataque, con objeto de estudiar cuál es la que produce mayor rendi-
miento, siendo curiosísimos los datos que con tan sencillo aparato se
pueden obtener. Consiste en un soporte ó bastidor, CD, cuyos extremos
sirven de cojinetes á dos hélices, AB, que giran en sentido contrario,
mediante la torsión de un pequeño resorte de caucho. Este sencillo apa-
rato se eleva á varios metros de altura.
Cierto que los helicópteros pueden suministrar grande ayuda al aero-
plano, mejorando sus condiciones de equilibrio y estabilidad actuales;
sin embargo, es también notorio que estos aparatos de aviación ofrecen
en la práctica dificultades muy serias; pues siendo los helicópteros apa-
ratos que no pueden sostenerse en el aire sino por el funcionamiento
90
LA CONQUISTA DEL AIRE
de SUS hélices, en el momento mismo que el motor tenga alguna avería,
llega para el aviador su sentencia de muerte. De modo que en la actua-
lidad el helicóptero práctico capaz de hacer el más insignificante viaje,
sólo existe en la mente de algún opti-
mista que recuerda al célebre Albatros,
que tan brillantemente describe la ima-
ginación fecunda de Julio Verne.
Helicoplano es el aparato de avia-
ción, mezcla de helicóptero y aeroplano,
en el que, juntamente con superficies,
hallamos hélices sustentadoras. Al pre-
sente el más notable es el de Paul
Cornu, quien, convencido de los in-
convenientes del helicóptero, trató de
corregirlos con la ayuda de planos sus-
tentadores. Compónese simplemente de
un plano de sustentación, timón de al-
tura, en la parte anterior, y una cola de
estabilización con timón vertical, en la
parte opuesta. Hasta aquí como se ve,
el aparato no ofrece nada de particular;
mas su originalidad, estriba en sus héli-
ces sustentadoras, que son al mismo
tiempo propulsoras (fig. 17). Cada una
de sus aletas E y E pueden girar en el
cojinete A mediante la palanca FG,
cuyo extremo G se ve obligado en su
rotación á p asar por la garganta f/,
capaz á su vez de adquirir la posi-
ción horizontal ú oblicua, según se
mueva la palanca R. De este modo, cuando la garganta H está en posi-
ción horizontal, giran las aletas de la hélice, guardando siempre el mismo
Fi?. 16.
3i)íC(X«v~ Je ^t\opiAM'v
¿04viÁ«v it ■»w»t*(OCa.tWw .
e 1
Fig. 17.
LA CONQUISTA DEL AIRE
91
Fig. 18.
Giroplano de Lataste.
ángulo de ataque, obteniéndose así {aposición de sustentación. Mas si por
medio de la palanca R se inclina en uno ú otro sentido la garganta H,
veremos que las aletas de la hélice van aumentando de ángulo de ata-
que durante una mitad de vuelta y disminuyen en la restante; resultando
de aquí dos reac-
ciones, perpen-
diculares al eje de
rotación, de sen-
tido opuesto y de
valores diversos^
hallándose así en
posición de pro-
pulsión. Este apa-
rato no ha sido
aún suficientemen-
te ensayado para
poder dar acerca
de él unjuiciocon-
cluyente.
Giroplano (fig. 18) es al aparato de aviación que utiliza el movi-
miento giratorio horizontal de su superficie sustentadora para su estabi-
lidad longitudinal y lateral, verificándose la propulsión por una ó varias
hélices. No cabe duda que estos aparatos, aunque hasta el presente no
se hayan experimentado en grande escala, deben reunir muy buenas
condiciones de equilibrio, pues en virtud de las leyes del giróscopo, su
superficie sustentadora tiende á permanecer en el plano en que gira,
oponiendo marcada resistencia á las causas exteriores que puedan rom-
per este equilibrio. Un sencillo experimento nos lo demuestra. Si tratamos
de arrojar á cierta distancia una carta ó tarjeta, veremos que instintiva-
mente le damos cierto movimiento de rotación sobre sí mismo, que le
hace progresar en un plano sensiblemente horizontal; de lo contrario,
pronto pierde el equilibrio y cae. Uno de los modelos de giroplanos de
que más se ha hablado es el de Lataste, consistente en una gran super-
ficie de sustentación circular, á la que el mismo motor que mueve las
hélices propulsoras, imprime movimiento de rotación sobre su eje.
Prescindiendo de una porción de aparatos mixtos, que ninguno ó
escaso valor poseen, vamos á dar algunas sucintas nociones acerca de
la clásica máquina de aviación, el aeroplano, dejando para adelante
el detallado estudio de la misma.
Aeroplano es el aparato de aviación cuya característica principal es
llevar planos sustentadores fijos, capaces de deslizarse en el aire con
cierto ángulo de incidencia, mediante la tracción de una ó varias
hélices.
Los aeroplanos se clasifican, según el número de superficies de sus-
92 LA CONQUISTA DEL AIRE
tentación, en monoplanos, si poseen sólo una superficie, siendo los apa-
ratos más parecidos á las grandes aves de rapiña; biplanos, si las super-
ficies de sustentación están en número de dos y superpuestas; triplanos,
si son tres el número de esas superficies; recibiendo en general, si pasan
de éste número, la denominación de multiplanos.
El aeroplano, en sus múltiples formas, constituye al presente la solu-
ción más práctica del intrincado problema del vuelo mecánico, siendo
de este tipo la mayor parte de las máquinas aéreas que existen en la
actualidad.
Enrique Ascunce.
{Continuará.)
EL R. P. LUIS SODIRO, S. J, BOTÁNICO DEL ECUADOR
(noticia necrológica)
No conocí personalmente al P. Sodiro, pero sí afondo por sus obras,
de que he dado cuenta á nuestros lectores en diferentes tiempos; por
las cartas íntimas que me dirigió durante estos ocho últimos años, y, final-
mente, por el retrato que he visto y por los elogios que he leído tribu-
tados á su memoria por los que de cerca le trataron.
Dado el prestigio de tal persona, perdida ya irreparablemente para
la ciencia, creo que mis lectores me agradecerán que se la describa con
breves rasgos.
El hombre.— Nació el P. Luis Sodiro en Vicencia, de la provincia
de Venecia, en Italia el 29 de Mayo de 1836. Entró en la Compañía de
Jesús á la edad de veinte años. En Insbruck (Tirol), donde estudió, co-
menzaron á desarrollarse aquellas aficiones á la Botánica que le habían de
acompañar, agigantándose, hasta el sepulcro.
Bien formado en todas las ciencias á los treinta y cuatro años de
edad, fué con otros Padres jesuítas alemanes á Quito para fundar la
Escuela Politécnica que el gran García Moreno establecía para la ilustra-
ción de aquella católica república del Ecuador. Disuelto aquel Instituto
á la muerte del Presidente mártir, fué á Pifo á enseñar Humanidades á
los jóvenes jesuítas que allí se forman en las letras.
Poco después, á los dos años, regresó á Quito á regentar !a cátedra
de Agricultura y Botánica en la Universidad Central, hasta el año 1900,
en que una ley, que cerraba á los sacerdotes el acceso á las cátedras de
la república, lo desterró de su Universidad amada.
Prosiguió, sin embargo, en sus estudios favoritos, á pesar de su avan-
zada edad y achaques, los cuales, recrudeciéndose repentinamente todos
á la vez, lleváronlo en pocos días á recibir el premio de sus gloriosos
trabajos el día 15 de Mayo de 1909, á la edad de setenta y tres años, de
los cuales pasó treinta y ocho en el Ecuador.
El sabio.— Con decir que el P. Sodiro era de las primeras figuras
científicas de toda la América latina, formarán nuestros lectores alguna
idea de su reputación.
Asiduo é infatigable en su gabinete, no perdía un instante que no dedi-
case al estudio, después de cumplidas las obligaciones de su profesión.
Sesenta años de estudio continuado, unidos á un vasto talento y privile-
giada memoria, formaron en el P. Sodiro aquel caudal de conocimientos
que á tantos admiraba.
94 EL R. P. SODIRO
Mas como era botánico, y halló la flora del Ecuador en mantillas,
dedicóse á hacer excursiones para recoger plantas y formar aquel riquí-
simo herbario de miles de ejemplares que, con desinterés de sabio, legó
á la Universidad Central del Ecuador, y constituye su mejor tesoro. Excur-
siones tanto más difíciles, cuanto más dilatadas eran las regiones que
exploraba y menos provistas de todo humano alivio. «Esta dificultad (me
escribía á 6 de Diciembre de 1905) sube de punto cuando se practican
en los bosques despoblados de las regiones calientes y húmedas, donde
apenas se halla de vez en cuando, alguna miserable choza en que abri-
garse la noche.» ¡Y estas excursiones, que duraban meses enteros, las rea-
lizaba el P. Sodiro cuando frisaba en los setenta años!
Merced á estas correrías científicas, pudo acumular inmenso material
que diera trabajo á muchos sabios. No pudiendo estudiarlo todo el
P. Sodiro, distribuyó generosamente parte con algunos botánicos de
Europa, como üalfuri, de Italia; Hieronymus, de Suiza, y Engler, de Ale-
mania, quedando todavía lo más por estudiar, aguardando las doctas
manos de algún botánico de alientos que se encargue de su revisión y
estudio.
Ni era sólo botánico el P. Sodiro. Conocía á fondo, según escribe un
admirador suyo, la Química, la Geología, la Meteorología, la Zoología,
la Entomología, la Zootecnia y la Agronomía.
Nacido en el país clásico de la literatura, era excelente latino y ele-
gante humanista, por lo que «resolvía una consulta científica con la misma
facilidad con que recitaba una oda completa de Horacio ó un canto de
Virgilio», dice el mismo Sr. Villavicencio (1). Lo que parece exageración
de admirador lo comprobé yo mismo, cuando comunicándome el envío
de una de sus publicaciones, me decía al correr de la pluma, recordando
unos versos de Catulo:
Cui dono illepidum novum libellum?
Navasi, tibi, namque tu solebas
Meas esse aliquid putare nugas...
El religioso.— Con lo dicho se deja entender algo de las virtudes
religiosas del P. Sodiro.
Su modestia, de verdadero sabio, la confirma el siguiente párrafo de
una de sus cartas (26 Mayo 1902): «Ya veo que V. K. tiene sus ratos de
buen humor. Esto lo digo, no porque haya dudado jamás de ello; pero
una prueba tan evidente cual es la que me da en su articulito concer-
niente á mis pobres trabajos botánicos, publicado en el periódico Razón
Y Fe, vale más que todas las más halagüeñas suposiciones. En verdad,
(1) Discurso de D. Alejandro Villavicencio Ponce, publicado por el diario El Co-
mercio, de Quito, el dia 24 de Junio de 1909.
EL R. P. SODIRO 95
jamás me atreví á prometerme tan valiente panegirista de mis mezqui-
nas elucubraciones. Mas ya se ve repetirse, aun en el caso presente que
Caritas operit multitudinem peccatorum.»
Con la más ingenua modestia exclamaba, según nos refiere el señor
Villavicencio: «¡Qué poco he estudiado de la prodigiosa flora ecuatoriana!
Como un asnillo cansado de fatiga, hambreando, toma al paso, en los
bordes del camino, unos bocados de hierbas para entretener el apetito,
así he tomado por aquí y por allí un manojo de plantas para estudiarlas;
todo el camino está aún por recorrer!»
«Su bondad y su carácter, me escribe el P. Mille, le granjeaban
amigos; no creo que tuviese un solo enemigo. Ameno en las conversa-
ciones, sin dejar de ser grave y espiritual, cuando convenía, amante de
su vocación, se hizo amar y apreciar de los nuestros y de los de fuera.»
Sus obras.— Desde 1874, en que publicó una Ojeada general sobre
la vegetación Ecuatoriana, hasta su muerte, no cesó el P. Sodiro de es-
cribir, ya artículos ó folletos científicos, ya voluminosas obras.
Entre los primeros referiremos los siguientes, por orden cronológico:
1877. Relación sobre la erupción del Cotopaxi, acaecida el 26 de Ju-
nio de 1877.
1880. Gramíneas ecuatorianas.
1881. Una excursión botánica. En ella indica su propósito de formar
una Flora Ecuatoriana.
Entre las segundas están:
1893. Cryptogamae vasculares quitenses, volumen de cerca de 700
páginas, con siete láminas.
1900. Piperáceas ecuatorianas. Monografía I.
1903. Aniurios ecuatorianos. Monografía II. Con suplementos pos-
teriores.
1906. Tacsonias ecuatorianas. Monografía III.
Á él se debe además la formación de un Jardín Botánico Nacional
en la Alameda de Quito, del cual fué director y casi jardinero hasta su
muerte.
Sus honras.— No hay que decir la estima en que tenían al P. Sodiro
los botánicos del mundo y las sociedades ó academias sabias á que
pertenecía.
La Universidad, de la que fué excluido por ley inicua é impía, le pro-
digó siempre las más finas atenciones, dejando á su disposición el Her-
bario, los libros de Botánica y el aposento que ocupaba cuando era pro-
fesor en ella.
El Gobierno sufragaba generosamente los gastos de la publicación
de sus obras y de las excursiones botánicas que emprendía.
Pero á su muerte fué cuando se hizo más sensible la explosión de
afecto y admiración al sabio jesuíta. Apenas se supo en la ciudad su fa-
llecimiento, cuando todos, católicos y liberales, conservadores y radi-
96 EL R. P. SODIRO
cales, dieron muestra del aprecio en que le tenían; todos los periódicos
hablaron de él en términos muy laudatorios, considerando su pérdida
como duelo nacional.
El cuerpo profesoral de la Universidad se reunió en junta plena y
acordó en señal de luto izar la bandera á media hasta, celebrar el 23 de
Junio siguiente exequias solemnes y tener por la tarde de ese día una
velada en que oradores y poetas celebrarían las alabanzas de su ilustre
profesor difunto. Además, que para ese día se hiciese pintar el retrato
del Padre y colocar en el lugar de honor del salón de sesiones. Todo se
hizo así y salió muy lucido, asistiendo á las honras no sólo la Univer-
sidad en cuerpo, sino también miembros del Gobierno y otras personas
distinguidas de la ciudad.
La prensa se asoció á los festejos y lanzó al vuelo la idea de un ho-
menaje de nuevo género, consistente en publicar juntas, por cuenta del
Gobierno, las obras científicas del P. Sodiro y colocar su busto en el
Jardín Botánico; idea que esperamos tendrá en breve su merecido cum-
plimiento.
Así se mostrará el Ecuador agradecido á quien tanto trabajó por su
gloria.
LoNGiNOS Navas.
BOLETÍN CANÓNICO
HUEVA OKOAÜIZACION DE LA CUKIA RONAIÍA DECRETADA POR PIÓ X<'>
Sagrada Congregación de Sacramentos.
E) Expedición de las gracias.
420. Se despachan por medio de Breve, redactando en la Secretaría
de esta Congregación todas las dispensas matrimoniales de cualesquiera
grados, con tal que sean honestas y estén sujetas á tasas mayores. Las
demás se expedirán por medio de rescripto.
421. Los indultos de oratorio privado se despachan también por
medio de Breve, redactado en la sección correspondiente de la Secreta-
ría de Estado.
Sin embargo, á los sacerdotes ancianos ó enfermos, que sean pobres,
se les expide en forma de rescripto y según las normas del capítulo XI
de las Norm. com., esto es, rebajándoles la mitad ó más de la tasa.
422. Los indultos para tener reservada la Eucaristía se expedirán por
Breve ó por rescripto, según que la gracia sea perpetua ó sólo temporal.
423. En el primer caso, el Breve debe recogerlo el interesado en la
Secretaría de Estado, sección de Breves, á la que toca redactarlo, y á
cuyo Canciller debe dar las indicaciones oportunas el Secretario ó susti-
tuto de la Congregación de Sacramentos.
424. Fuera de las que el Prefecto ó Secretario se hayan reservado,
todas las demás peticiones de dispensas de impedimentos matrimoniales
se transmiten, después de registradas en el protocolo, al Subsecretario de
dispensas y á un ayudante.
425. Éstos divídense equitativamente el trabajo, separando las que
son de su competencia sobre las cuales proveen, señalándolas con las
iniciales de su nombre y apellido; anotan si han de ser gratuitas, ó cuál
es la tasa que ha de exigirse, y si ha de expedirse ó no en forma de
Breve. Luego las entregan á los amanuenses para que sean despachadas.
426. De las demás dan cuenta cuanto antes al Cardenal-Prefecto ó
á Mgr. Secretario, para que provean oportunamente.
427. En caso de hallarse legítimamente impedidos el Prefecto y el
Secretario, pueden comisionar al Subsecretario para la concesión de dis-
pensas á ellos reservadas, señalándole los límites y cautelas que estimen
necesarias.
(1) Véase Razón y Fe, voI. XXV, pág, 501.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI
98 BOLETÍN CANÓNICO
428. Los documentos para las dispensas de grados menores y para
los asuntos de menor importancia puede firmarlos el respectivo Subse-
cretario, ó en su defecto, cualquiera de los otros dos, añadiéndose ade-
más la firma del amanuense que como oficial extendió el documento.
429. En las dispensas de grados mayores y en los negocios de mayor
importancia firma el documento el Cardenal-Prefecto ú otro Cardenalde
la misma Congregación, y además el Secretario, y en su defecto, el Sub-
secretario respectivo ó alguno de los otros dos.
ARTÍCULO IV
Sagrada Congregación del Concilio.
(Véanse los números 8, 14, 119, 121, 123, 124, 190, 191.)
430. Ocupaba el octavo lugar en la Constitución Immensa. Según la
nueva disciplina, es la cuarta en dignidad.
§1
su CONSTITUCIÓN
431. I. El número de Cardenales que la constituyen no es fijo, sino
que depende, como en todas las otras, de la voluntad del Romano Pon-
tífice. Los oficiales mayores, después del Cardenal-Prefecto, son el
Secretario y el Subsecretario, los cuales tres, por consiguiente, consti-
tuyen el Congreso.
Tiene sus consultores, elegidos por el Papa, algunos de los cuales
deben ser hombres experimentados en el manejo de las cosas tempo-
rales. También tiene un número convencional de oficiales menores.
432. La jurisdicción de la Sagrada Congregación del Concilio se
limita á los países sujetos al Derecho común.
433. II. En su primera institución por Pío IV (véase el n. 8) cons-
taba de ocho Cardenales, los cuales habían asistido al Concilio de
Trento, ya como Presidentes ó Legados, ya como Prelados, y conocían
bien lo que en él se había decretado. Los nombres de estos Cardenales
pueden leerse en el Mota propio de su fundación (Bull. Rom. Taur.,
vol. 7, p. 300). En los primeros meses de 1565 aumentó el número de
los Cardenales que la componían, llegando hasta 12, como se deduce de
la carta de Pogiano, Secretario de dicha Congregación, al Cardenal
Commendono, fechada en 5 de Abril de 1565 (Cfr. Zamboni, Colle-
ctio declarat. S. C. C, vol. 1, introd., § V, p. XIV; Colomiatti,
Codex Jur. Pont., vol. 2, p. 7; Lega, De judiciis, vol. 2, p. 185).
BOLETÍN CANÓNICO 99
Después el número de Cardenales debió ser mucho mayor, puesto
que á la Congregación que se tuvo el 6 de Marzo de 1700 asistieron 21
Cardenales, como nos dice Ursaya, Discept., tomo 1, parte 2.'*, disc. 2,
n. 260, p. 182 (Venetiis, 1724).
434. III. San Pió V nombró ya cuatro Cardenales de entre los que
componían la Congregación general, y constituyó con ellos otra Con-
gregación, que llamó particular, que se reunía con más frecuencia y podía
despachar, como declaró Gregorio XIII en 8 de Mayo de 1576, todos
los casos que tenían solución en lo ya antes resuelto por la Congrega-
ción general, y todos los demás cuya solución fuera clara, á juicio de
todos los Cardenales que la componían. Si uno disentía, el asunto se
llevaba á la Congregación primera. Esta Congregación pequeña era
como el Congreso de la Congregación plenaria. (Fagnaní, in. cap. Quo-
niam, de Const. lib. 1, vol. 1, p. 119: Colon., Allobr., 1759; Zamboni,
1. c, p. XV; Colomiatti, 1. c, p. 7; Lega, De Judiciis, vol. 2, p. 179, sig.)
435. Fué perdiendo importancia esta Congregación á medida que al
Prefecto y al Prelado Secretario se les fueron ampliando las facultades,
extinguiéndose la pequeña Congregación en tiempo de Sixto V, como
puede observarse en la Const. Immensa. (Ex actis Congreg. apud Colo-
miatti, 1. c, p. 52.)
436. IV. El Congreso, compuesto, como ahora, del Secretario y
Subsecretario, bajo la presidencia del Cardenal-Prefecto, en cuyo pala-
cio se reunía todos los sábados, fué instituido en el último tercio del
siglo pasado por el Cardenal Próspero Caterini (1881 ), cuando era
Prefecto de dicha Congregación. (Ex actis Congr. apud Colomiatti vo-
lumen 2. ', p. 59.)
437. El cargo de Secretario de esta Sagrada Congregación ha sido
hasta ahora uno de los más difíciles é importantes, y solía elegirse para
él á uno de los más insignes maestros en ambos derechos y de los más
versados en los negocios, al cual desde ese cargo se le solía elevar á la
Sagrada Púrpura.
438. Antes uno de los cargos más importantes era el de Auditor, el
cual ha desaparecido por haber pasado á la Rota la jurisdicción conten-
ciosa. Ayudaba al Secretario en todas las causas contenciosas, en las
cuales, en nombre del Secretario, redactaba los folios y era además
como el que dirigía el Estudio establecido para los jóvenes sacerdotes
graduados en ambos derechos ó en sólo el Derecho canónico, aunque
para estos últimos se necesitaba dispensa. Allí se estudiaban y discutían
las causas antes de que éstas se vieran en Congregación, y no pocas
veces la Sagrada Congregación confirmaba las resoluciones allí adopta-
das. Colomiatti, 1. c, p. 59; Lega, 1. c, p. 185-187.
100 BOLETÍN CANÓNICO
§"
SU COMPETENCIA
A) Disciplina del clero secular y pueblo cristiano.
439. Está confiada á esta Sagrada Congregación la parte de nego-
cios que se refiere á la disciplina del clero secular y del pueblo cris-
tiano.
440. Por lo tanto, 1.°, es propio de ella procurar que se observen
los preceptos de la Iglesia, como son los ayunos (menos el necesario
para comulgar, que toca á la Congregación de los Sacramentos), abs-
tinencias, diezmos y fiestas de guardar.
2.° Pertenecen también á su jurisdicción lo referente á los párrocos
y á los canónigos, á las cofradías, congregaciones, pías uniones, lega-
dos píos, pías obras, estipendios de Misas, beneficios y oficios, bienes
eclesiásticos, montes píos, tributos diocesanos y otros semejantes.
3.° Todo lo relativo á la inmunidad eclesiástica.
4.° Todo lo referente á la celebración y revisión de los Concilios y
á las reuniones ó conferencias de los Obispos.
441. Pertenece, no obstante, á la Sagrada Congregación de Propa-
ganda Fide revisar los Concilios que se celebren en los territorios que
le están sujetos. S. C. Consist., 12 Nov. 1908, ad VII (1).
B) Dispensas.
442. Puede dispensar á los fieles de los preceptos cuya vigilancia le
está encomendada.
443. Dispensa también de las condiciones necesarias para obtener
un beneficio cuya colación libre corresponda á los Ordinarios.
444. Es propio suyo dispensar de las irregularidades ó del título de
ordenación á los sacerdotes, no á los que aún no lo sean. (Véase lo
dicho en el n. 386.)
445. Á ella exclusivamente pertenece conceder:
a) á los Cabildos la dispensa de celebrar la Misa de feria ó vigilia,
de cantar la Misa y de aplicar la conventual por los bienhechores, can-
tar y rezar en el coro las horas canónicas, anticipar las vísperas y com-
pletas antes del mediodía;
b) á los Cabildos y á los sacerdotes seculares la facultad de antici-
par los maitines;
c) á los sacerdotes seculares la conmutación del oficio divino por
otras preces.
(1) Utriim acta Conciliorum quae celebran contigerit in territorio Congregationi de
Propaganda Fide relicto, remittenda sint ad Congregationen Concilii, R. Negative {Acta
A. Sedis, vol. 1, pág. 150,151).
BOLETÍN CANÓNICO 101
446. Está facultada para otorgar la dispensa del ayuno prescrito
antes de la consagración de las iglesias. Este ayuno es obligatorio sola-
mente para el Obispo consagrante y para los que piden (1) la consa-
gración. (S. R. C, 29Jul. 1780; 12 Sept. 1840: D.auth.,nn. 2.519 y 2.821.)
447. También puede conceder facultad para tener tribuna que dé á la
iglesia, ó abrir puerta particular para entrar en ella; puede dispensar del
grado de doctor ó licenciado, que, por fundación ó por Derecho común,
se requiere para algún beneficio y oficio cuya provisión toque al Ordi-
nario.
( Continuará.)
SAGRADA CONGREGACIÓN DE LOS SACRAMENTOS
De matrimonio mulieris excisae non impediendo.
1. Hace poco llegó á nuestras manos el original mismo de un res-
cripto de la Sagrada Congregación de los Sacramentos, el cual juzga-
mos de grandísima importancia por creerlo como la resolución definitiva
en el orden práctico de la gravísima cuestión tan debatida en nuestros
días sobre si constituye ó no en la mujer impedimento dirimente de im-
potencia la carencia utriusque ovarii ac uteri.
2. Copiamos á continuación tan interesante documento, omitiendo
solamente los nombres propios:
10.488/09.
Emmo. Sr. Cardenal-Presidente de la Congregación de Sacramentis.
N. N., cura párroco de San Pedro de N., obispado de O., de España, á V. Erna, con
el respeto debido expone : que hace varios años vive en concubinato una feligresa suya
llamada M. M.; al enterarse y querer sacarla de tan triste estado le manifestó que en una
operación quirúrgica reciente la habían extirpado la matriz y los ovarios. Consultado
el médico que había llevado á cabo la operación, dijo que era cierta la extirpación de
la matriz y de ambos ovarios. ¿Puedo, por lo tanto, proceder al matrimonio, ó la con-
sidero imposibilitada por el impedimento de impotencia? Y en vista de la extirpación
total de la matriz y ambos ovarios, ¿puedo solicitar de Su Santidad dispensa del impe-
dimento de impotencia para que viva cristianamente?
Espera contestación de V. Emma. su afmo. hijo.
3 Marzo 1909.— E. Sr.— N. N.
3. Sacra Congregatio de disciplina Sacramentorum relatis precibus hisce litteris
adnexis, ómnibus mature perpensis, Amplitudini Tuae respondendum censuit prou
sequitur: Quatenus vera sint expósita detur responsum S. Congr. S. Officii diei 23
Julii 1890 in causa Quebecen., scilicet: «Matrimonium non esse impediendum.»
Datum Romae die 2 Aprilis 1909.
D. JoRio, Subsecrius.
-K (2)
Rmo. Episcopo
O... Arth. Mazzoni, oj5f.
(1) Véase además el decreto de la S. C. del C. de 3 de Jul. de 1909 (Acta A. Sedis
vol. 1, p. 623).
(2) Aquí hay un sello en seco con las armas pontificias, en el que se lee: Sacra
CONOREOATIO DE SacRAMENTIS.
102 BOLETÍN CANÓNICO
COMENTARIO
§ I
Antecedentes.
4. Bien conocida es de todos los canonistas y moralistas y aun de los
médicos, fisiólogos y legistas, la célebre controversia sobre si en la mu-
jer debe ó no considerarse como impedimento dirimente para el matri-
monio la carencia utriusque ovarii, aut uteri, ó á la de todas estas cosas
á la vez.
5. Á la cabeza de los que sostienen la parte afirmativa figura Anto-
nelli, De conceptu impotentiae et sterilitatis, Pro conceptu impotentiae
et sterilitatis, De mulieris excisae impotentia, Medicina pastoralis, vol. 11^
n. 43, seq.; con el que concuerdan generalmente, entre otros, Buccer.,
Theol. mor., vol., 2, n. 994; Casas Romae ad S. Apollinar, p. 469, seq.;
Lehmkuhl, vol. 2, n. 744; Rosset, De matr., n. 1.408, sig.; Alberti, Theol.
past., p. 4, n. 88 ; Santi-Leitner, lib. 4, tít. 5, n. 1 , nota; Villada, Casus,
vol. III, p. 269, seq. (ed. I.''). Especulativamente juzga también preferible
esta sentencia el P. Wernz, 1. c, n. 345, nota 34. Véase también el voto
del Dr. Lapponi en la causa Albinganen., 17 de Agosto y 7 de Sep-
tiembre de 1895 (Thes. Resol. S. C. C, vol. 154, p. 917, seq.)
6. Niegan la existencia de tal impedimento Eschbach, que puede con-
siderarse como el portaestandarte de esta opinión, Disp. phys. theol.,
d. 2, p. 2. cap. 3; De novo quodam sterilitatis conceptu, en Analecta
Eccles., vol. X, p. 85, sig.; De sententia impedimenti impotentiae, ibid.,
vol. XI, p. 269; con el cual se hallan conformes, entre otros, Gasparriy
De matrim., n. 510, sig.; D'Annibale, Summula, vol. III, n. 431 , nota 9;
Génicot, Inst. Theol. mor., II, n. 503; Berardi, Praxis conf., vol. IV, n. 800,
sig., y al fin del volumen, «verbo femina sine útero et sine ovariis», p. 646;
Aertyns, II, n. 563; Theses in Coll. Lovaniensi, S. J., De universa Theo-
logia, 29 Jun. 1904, th. 78; Laureniius, Inst. jur. can., n. 619; Elbel-
Bierbaum,Theo\.mor.,vo\. III, p. 10, n. 270; Sebastíanelli, De rebus,
n. 65; Nouvell^ Rev. Théol., vol. 20, p. 82; Tanquerey, I, Supp., n. 6,
Desmet, De sponsalibus et matr., p. 337, tiene ambas sentencias por
sólidamente probables.
7. No puede negarse que tiene mucha fuerza en favor de la primera
sentencia el argumento tomado de la paridad entre el varón privado
utriusque testiculi y la mujer quae ovariis caret. Cfr. Antonelli, Pro con-
ceptu impotential, n. 58, sig. Sin embargo, no es la paridad tan grande
que no puedan señalarse gravísimas diferencias. Cfr, Oury-FerrereSy
Comp. theol. mor., vol. 2, n. 856 bis.
8. Aunque esta cuestión es de derecho natural, es indudable que el
argumento más decisivo ha de venir de la autoridad pontificia, juez
inapelable en esta materia de los Santos Sacramentos, y, por consi-
BOLETÍN CANÓNICO 103
guíente, sen de inestimable valor las decisiones de las Sagradas Congre-
gaciones Romanas sobre este dificilísimo punto. De ahí el interés con que
se estudian por una y otra parte y la importancia de la respuesta que
vamos á estudiar.
§n
Respuestas favorables á la segunda sentencia.
9. Conocemos cinco respuestas de las Sagradas Congregaciones
sobre esta cuestión interesante, y todas están conformes entre sí. Todas
fueron dadas por el Santo Oficio, menos la que acabamos de copiar.
10. La primera dióla el Santo Oficio en 3 de Febrero de 1887, y es
como sigue: «Num mulier N. N., cui operatione chirurgica ablata sunt
dúo ovaría et uterus, admitti possit ad matrimonium contrahendum? Et
re mature perpensa, eminentissimi domini cardinales una mecum Inqui-
sitores generales decreverunt: Matrimonium non esse impediendum.»
Cfr. Gury-Ferreres, vol. 2, n. 856 bis; Gasparri, De matr., n. 513; Rosset^
De matr., n. 1.412; Ball.-Palm., vol. 6, n. 865, nota.
11. La segunda, á que se alude en el rescripto, se refiere á un caso
análogo al nuestro, con fecha 23 de Julio de 1890 y es del tenor siguiente:
S. C. S. Off. 23Julii \890.—Quebec.—Se una dona, cui per mano chirurgica siano state
asportate ambedue le ovaie e l'utero, possa validamente contrarre matrimonio.
/?. Matrimonium non esse impediendum. (Collectanea S. C. de Prop. Fide, n. 1.733,
p. 249, edic. 2.^) (1).
12. La tercera se lee así en la citada Collectanea (n. 1.907, p. 324):
S. C. S. Off. 31 Juiii \895.— Westmonastenen.—\Jtrüm puella N. cui ovaría per opera-
tionem ciiirurgicam sblata sunt, quaeque proinde, licet ceteroquin perfecta sit, proiem
concipere nequit, matrimonium valide et legitime contrahere possit.
R. Detur responsum ut in Reghinen. scilicet: Juxta expósita, matrimonium in casu
non esse impediendum (2).
(1) Antonelli, Medicina pastoralis, vol. 2, p. 334 (edic, 2.^), y en el opúsculo De
mulieris excisae impotentia, n. 123, p. 145, trae una respuesta que dice ser de 30 de
Julio de 1900. Suponemos ser la misma que acabamos de copiar. En otro opúsculo dice
ser de 1890 (30 Jul.) dicha respuesta. Cfr. De Conceptu impotentiae, n. 126, p. 103. Ver-
daderamente se comunicó en esta ultima fecha como puede verse, en Eschbach,
Disp. phys., 1. c. (pág. 203, edic. 2.^).
(2) Esta respuesta in Reghinen. (sin duda debe ser Regien.) parece ser substancial-
mente la misma que en el rescripto y en la Collectanea se la llama in Quebecen. Véase
lo que dice Rosset, De matrimonio, n. 1.410: «Haec scripseram, quando ephemerides
vulgaverunt sequens responsum S. Officii factum Episcopo Regii Aemiliae, die 23 Jul.
an. 1890.» «In Congregatione feriae quartae currentis mensis, discussum fuit dubium ab
Amplitudine tua propositum supplici libello diei31 Oct. elapsi anni, videlicet: Num mu-
lier (N. N.) cui operatione chirurgica ablata sunt dúo ovarla et uterus, admitti possit ad
matrimonium contrahendum? Et re mature perpensa. Emi. Domini Cardinales una me-
cum Inquisitores Generales decreverunt: Matrimonium non esse impediendum." Véase
también lo que escribe Eschbach en el lugar citado y en su voto en la causa Monaste-
rien: Thesaurus Res. S. C. C, vol. 158, p, 141.
104 BOLETÍN CANÓNICO
13. De la cuarta nos da testimonio el P. Wernz, Jus Decretal., vol. 4,
n. 345, nota 34, por estas palabras: «Quae explicatio videtur singulari
modo confirmar! ex novo responso S. C. Inq. a. 1902, dato atque mihi ab
Agente episcopali in Urbe communicato. Etenim cun novus iste casus
excisionis ovariorum ¡n S. C. Inq. propositus fuisset, antequam resp'on-
sum daretur, a medico expetitum fuit quanam ratione illa excisio facta
esset. Qui cum respondisset de perfecta carentia organorum non certo
constare, tum demum prodiit responsum: Matrimonium in casa non esse
impediendum.»
§111
Circunstancias notables que concurren en nuestro rescripto.
14. De todas estas respuestas, la que hoy publicamos nos parece la
más interesante por varias circunstancias:
1."* Porque ha sido dada por la Sagrada Congregación de los Sacra-
mentos. Las otras diólas el Santo Oficio, sin duda por estar esta cues-
tión íntimamente relacionada con el dogma. El haber pasado este asunto
á la Sagrada Congregación de los Sacramentos parece indicar que ya
está suficientemente discutido, y que, en la práctica por lo menos, sin
necesidad de nuevas discusiones se han de permitir dichos matrimonios.
2.'' Porque no lleva otra firma que la del (segundo) Subsecretario,
Monseñor Domingo Jorio, y la del oficial, Rdo. D. Arturo Mazzoni, que
redactó el rescripto. Esto parece indicar: 1.°, que las preces se han
visto en el Congreso y no en la Congregación plena; 2.°, que se consi-
dera ya este punto como plenamente resuelto, y, por lo tanto, de escasa
dificultad ó de menor importancia.
Véase lo que, al tratar de la Congregación de Sacramentos, dicen las
Normas peculiares (cap. 7, art. 3, n. 24).
«In dispensationibus minoris gradus et in negotiis minoris momenti
poterit documento subscribiré Subsecretarius ad quem pertinet res, aut,
hoc impedito, alteruter e duobus reliquis Subsecretariis, contra posita
subscriptione amanuensis qui documentum exaravit tamquam officialis.
»In majoris gradus dispensationibus et in negotiis majoris momenti
documento subscribet Cardinahs Praefectus, aut alius ejusdem Congre-
gationis Cardinalis, contra posita subscriptione Praelati a secretis, aut,
hoc impedito, alicujus e Subsecretariis, ut in superiore numero.»
Además en el cap. 2, al tratar en general de las atribuciones del Con-
greso, se dice que podrá aplicar las resoluciones dadas por la Congrega-
ción plena á casos semejantes ubi res perspicua sit, obvia, nullique obje-
cta controversiae.
Recuérdese que los documentos, aunque hayan sido despachados por
el Congreso, se expiden todos en nombre de la Sagrada Congregación,
como lo vemos en éste. Cfr. Razón y Fe, vol. 25, p. 105, n. 286-289.
BOLETÍN CANÓNICO 105
S."" Porque nos consta que en este caso la extirpación del útero y de
los dos ovarios fué completa, según testimonio del médico que hizo la
operación. Esto se indica claramente en las preces, pues dicen que, según
testimonio del médico que practicó la operación, era cierta la extirpa-
ción de la matriz y de ambos ovarios, y añaden que la extirpación fué
total.
Esto lo sabemos además por testimonio del sacerdote que intervino
en la legitimación de esta unión, el cual con fecha 18 de Noviembre de
1909 nos escribía:
«El Sr. Obispo me dijo que consultase al doctor que había hecho la operación..., á
ver si la extirpación había sido total... El doctor no pudo ser más explícito, diciendo
que la extirpación, tanto de la matriz como de los ovarios, habia sido completa. Ante
respuesta tan categórica, ya el Obispo no se atrevió á ir adelante, y asi ordenó que se
llevase la cuestión á Roma. La oficina de Preces fué la que hizo la exposición, que
adjunta le remito, juntamente con la respuesta de la Congregación, y solución del caso
favorable» (1).
(1) Lo dicho queda plenamente confirmado por la copia exacta de la carta del men-
cionado doctor, que hemos recibido después de compuesto todo lo que antecede.
Suprimimos los nombres propios. Dice así:
«M., 10 Agosto 1908.
»Sr. D. N. G.
»Muy señor mío y de mi mayor consideración: En mi poder su atenta del 24 del
próximo pasado, en la que me interesa contestación acerca de la operada N. N., y cum-
pliendo con mi deber profesional, debo manifestarle que es cierta la extirpación total
de la matriz y de ambos ovarios, hecha por histerectomia abdominal, consecutiva al
padecimiento de las neoplasias que padecía, denominado Fibromas.
«Vea en qué otro particular puede serle útil, y tendrá una verdadera satisfacción en
servirle quien con este motivo se ofrece suyo afectísimo seguro servidor y amigo,
q. b. s. m.,— R. G. de A.»
(Está rubricado.)
Tenemos, por consiguiente, el testimonio auténtico del operador, que testifica la
amputación total y ésta cierta. «Ceterum chirurgi tantum, qui operationem perfecerunf,
possunt testari an fuerit ablatio radicitus totalis nec ne.» Antonelli, Medicina past., vol. 2,
n. 647. Nótese además que la operación no está hecha por el método vaginal, que,
según Antonelli, ofrece el peligro de dejar algún fragmento de los ovarios (cfr. 1. c. y
De concepta impotentiae, n. 109, 130), sino por el abdominal.
(1) También todos estos extremos quedan confirmados con la carta autógrafa del
Sr. Notario Mayor de la Curia, que acabamos de recibir y copiamos á continua-
ción:
«O., 4 Diciembre 1909.
»R. P. N. G.
»Muy señor mío y de todo mi respeto: Contesto á sus preguntas:
» \.^ La Sagrada Congregación no pidió más datos que los contenidos en las
preces.
»2." No se remitió á Roma la carta del doctor que hizo la operación.
»3.* No se envió á Roma otro informe alguno.
»4.^ En la otra plana va copia literal de la carta del doctor.
«Añadiré que el Sr. Obispo, á quien acabo de hablar sobre el asunto, me dice que
nada le han pedido de Roma, ni él hizo presión de ningún género ni recomendación
alguna.— P. M.»
106 BOLETÍN CANÓNICO
4.^ Porque la Sagrada Congregación no pidió nuevos datos para dar
su respuesta, sino que, á pesar de decirle que la extirpación había sido
total, dijo, sin más inquirir, que el matrimonio no debía impedirse. Véase
lo que en 24 de Noviembre nos decía el mencionado sacerdote: «No creo
que la Congregación pidiera otros informes al Obispado, é indudable-
mente resolvió el caso conforme á los datos expresados en las preces.
La razón es porque, después de resuelta la cuestión, estuve hablando
con el Notario Mayor (1) largo y tendido sobre el caso y nada me dijo
de nuevos informes.»
15. Parece, por lo tanto, que contra esta respuesta no puede obje-
tarse lo que se decía contra las precedentes. Así, v. gr., contra la
de 3 de Febrero de 1887, se oponía que, al decir sterilis effeda, «satis
innuit ablationem non fuisse certo totalem, vel si totalis, non defuisse
possibilitatem alicujus, etiam minimi, residui stromatis ovarici vel ovarii
alicujus supplementarii, ex quo evaderet possibilis elaboratio novorum
ovulurum». (Antonelli, De conceptu impotentiae, n, 130, p. 105.) En
la respuesta de que tratamos no se emplean dichas palabras sterilis
effecta, y en cambio se dice expresamente que la extirpación de la
matriz y de los ovarios fué ciertamente total.
16. Contra la de 30 de Julio de 1890, unos decían: «An autem S. Offi-
cium intellexerit, talem mulierem esse nihilominus certo potentem, id non
comparet.» (Rosset, De matr., vol. 2, n. 1.410.) Otros: «Dicendum est
nonnulla adfuisse particularia casus expositi et rationes, quas nos
omnino ignoramus, quibus illud responsum datum est.» Antonelli, 1, c,
n. 132, p. 107.
17. Ó, como dice el doctísimo P. Bucceroni: «Ñeque vero ullo modo
obstant notae Responsiones S. Poenitentiariae et S. Officii, matrimonium
non esse impediendum, in casu excisionis ovarii et uteri. Nam, ut mihi-
metipsi declaratum est ab ipso Emo. Cardinali, S. Officii Secretario,
Responsiones illae ad particulares casus dumtaxat datae, supponebant
posse adhüc per se in illis casidas sequi generationem: scilicet, quate-
nus non fuisset perfecta et absoluta uteri et ovariorum excisio, et
absentia.» (Theol. Moral., vol. 2, n. 994, p. 391, edic. 5.^)
18. En nuestra respuesta sabemos las circunstancias todas del caso,
y nos consta, como constaba á la Sagrada Congregación, que la extir-
pación fué ciertamente total, tanto con respecto á la matriz como á los
ovarios.
19. Refiriéndose á una y otra, escribía el P. Palmieri: «2. In his casi-
bus non dici, quod certa esset ablatio totalis ovariorum et uteri: si
enim tanta non est, adhuc conceptio potest habere locum. 3. Forte ratio
responsorum fuit, quod dubitaretur adhuc de perfecta excisione: fieri
sane posse dicitur, ut chirurgus putet ea membra penitus excisa et
tamen aliqua pars superstes sit: quo pósito jus conjugii ineundi praeva-
let.» {Baller-Palm., Opus. morale, vol. 6, n. 865, nota.)
BOLETÍN CANÓNICO 107
20. Contra la de 1902 se objetaba que no se dio sino cuando se supo
por testimonio del médico que no constaba con certeza de la perfecta
carencia de dichos órganos. (Wernz, 1. c, n. 345, nota 134.)
En la nuestra testifica el médico que la extirpación fué ciertamente
total, y nada más se le pregunta.
§IV
Las sentencias que suelen aducirse en favor de la primera opinión.
21. Resulta que en favor de esta práctica tenemos cinco respuestas
de las Sagradas Congregaciones, todas conformes, en tanto que hasta
ahora no se ha podido encontrar una sola sentencia en que se declare
nulo.un matrimonio solamente porque la mujer carezca de útero ó de
ovarios, ó de ambas cosas á la vez.
22. Es verdad que suelen aducirse cuatro sentencias de nulidad pro-
nunciadas por la Sagrada Congregación del Concilio (Cfr. Antonelli, De
conceptu impotentiae, n. 60, p. 50, sig.; De mulieris excisae impoten-
tia, n. 110, p. 137), en todas las cuales la mujer útero orbata erat; pero
en todas ellas se alegaron otros defectos in vagina, que ellos por sí solos
pudieron ser suficientes para declarar la nulidad.
23. Dichas causas son: in Salernitana, propuestas á la Sagrada
Congregación en 9 de Agosto de 1862, fallada en 21 de Marzo de 1863,
fallo confirmado en 27 de Junio del mismo año. En dicha causa, además
del defectus uteri, se alegaba mala conformatio vaginae, la cual, según
varios médicos, faltaba del todo la «mancanza assoluta delta vagina
edell'utero, ed in luogo delta vagina il canale dell'uretra». Cfr. The-
saurus, vol. 121, p. 313-358, en especial las p. 319, 320; vol. 122, p. 108,
y 243-248.
24. La causa Verulana, fallada en 24 de Enero de 1871 y confirmada
en 22 de Junio del mismo año, en la cual se alegaba brevitatem vaginae,
pues, según un médico, «/a vagina non é piu profonda di due pollici^,
y otros dos aseguraban que era «di una lunghezza di unpollice e mezzo
terminante in una membrana muscolare di durissima consistenza im-
perforata*. Cfr. Thesaurus, 1. c , p. 198-200.
25. La causa Albiganen., propuesta á la Sagrada Congregación en 17
de Agosto y resuelta en 7 de Septiembre de 1895 (1875 escribe Antonelli
en los 11. ce), en la cual también se alegaba que la mujer estaba -^affetta
de obliterazione in massima parte de la vagina». Cfr. Thesaurus,
vol. 154, p. 746-785; 916-931, en especial las p. 746, 762, 925.
26. La causa Monasterien., propuesta el 18 de Marzo y resuelta el 16
de Diciembre de 1899 (Thesaurus, vol. 158, p. 131-172; 898-980), alegá-
base también: «/a vagina... non é che un piccolo sacco chiuso dall'altro
lato, profundo 5 centimetri...»; «quod anormalis sit vagina insufficiens
ad coitum perficiendum»; «et non sit longior 4 vel 5 centim.»; -^era una
108 BOLETÍN CANÓNICO
via cieca talmente corta che apena riusciva introdure ¿I primo articulo
deír Índice delta mano destra». (Ibid., p. 160, 161, 927.)
§ V
Conclusión.
27. Todo esto parece indicar claramente que el Santo Oficio entendió:
1.°, que especulativamente es por lo menos dudoso que la carencia, aun-
que sea total, del útero ó de los ovarios, ó de todas estas cosas á la vez,
constituya impedimento de impotencia; 2°, que aunque especulativa-
mente constara del tal impedimento, prácticamente siempre será dudoso
que no quede algún fragmento de los ovarios, ó exista algún ovario
suplementario (1); y, por consiguiente, ha adoptado como medida prác-
tica disciplinar, que mientras el Papa no resuelva otra cosa, no se deben
impedir los matrimonios de tales personas, cualquiera que sea el modo
como la operación quirúrgica se haya realizado.
Esto confirma claramente lo que en otra parte habíamos escrito:
«Unde in praxi (nisi nova edatur declaratio) confessarius: a) non videtur
posse prohibere ut matrimonium contrahant ii, quorum sponsa ovariis,
vel útero simul et ovariis careat; hinc Instr. past. Eystet., n. 395, 6: «nec
»extirpatio ovarium in mulieribus simpliciter impedit matrimonium; nam
»saepius mérito dubium erit, num perfecta fuerit et absoluta»; b) a fortiori
nequit prohibere ut debitum petat, vel reddat uxor, cui post contractum
matrimonium ovarla et uterus, vel horum aliquod exsectum est.» Gury-
Ferreres, Comp., vol. 2, n. 856 bis.
A^. B. Nótese que tal impedimento, si existiera, sería de derecho natu-
ral (San Alfonso, lib. 6, n. 1.095; Wernz, 1. c, n. 345; Gury-Ferreres, 1. c,
n, 855), y, por consiguiente, en él no podría dispensar el Papa.
J. B. Ferreres.
(1) «Ad haec addendum, quod, sicut aliquando in viro tertius testiculus suplemen-
íaris inventus fuit, etiam in feminis ovaría supplementaria pluries inventa fuere; ita
doctor Kocks tertium ovarium in muliere, ob cancrum defuncta, reperiit; item evenit
doctori Puech; et nuper doctor Beigel, ex 350 feminaruní autopsiis, 8 earum ovarium
supplemenlare habuisse invenit; renovationem vero ovaricam ex residuo ovarii ob
operationem doctor Weinleichner observarit in quadam puella, quae ter tantum men-
strua jam passa fuerat. Imo praegnationes, etsi rarissimae, aliquando habitae postabla-
tionem utriusque ovarii, satis indicant vel tertium supplentare ovarium, vel residuum
aliquod ovaricum, quod anatomicum cultrum effugerat.» Antonelli, De conceptu impo-
tentiae, n. 130, p. 105, 106.
EXAMEN DE LIBROS
Rellgiosl juris capita selecta adumbravit Raphael Molitor, O. S. B. Abbas
S. Joseph in Guestfalia.— Ratisbonae Romae, Sumptibus et typis Friderici
Pustet S. Sedis Apost. et Sacr. Rit. Congr. Typ. MCMIX. Un volumen en
4.° de VIII-560 páginas, 6 marcos y 8 empastado.
Como lo indica el título mismo de la obra que tenemos el gusto de
anunciar, y según expone su doctísimo autor en la prefación, este libro
no es un texto ó compendio de derecho religioso que haya de servir
para explicar en las aulas esta parte del Derecho canónico. Entiende el
autor por derecho religioso el estrictamente religioso ó regular y el lata-
mente religioso propio de las modernas congregaciones de votos sim-
ples aprobadas por la Santa Sede, y que suelen llamarse congregaciones
religiosas. Trata sólo algunas materias, pero escogidas y de las más
principales, dih'ciles y oportunas en nuestro tiempo, y que, sin embargo,
los autores modernos, ó no tocan ó las tocan menos bien, dice el P. Mo-
litor. Él las trata á fondo, con gran amplitud y copia de argumentos:
basta recorrer el índice de las Constituciones de los Romanos Pontífices
desde el año 643 (4 de Mayo) al 1£07 (7 de Junio), que pasan de
400, y que el autor cita oportunamente en su obra, para poder calificar á
ésta, por el trabajo que supone, verdadera obra de benedictino. Muchí-
simos son también los autores consultados, aunque echamos de menos
algunos españoles, especialmente modernos, que han tratado bien algu-
nas cuestiones referentes al asunto.
Más que á la práctica, que, sin embargo, también se toca, especial-
mente en los corolarios, mira la obra del docto benedictino á los prin-
cipios en sí, al conocimiento de la naturaleza de los objetos ó puntos
sobre que versan los siete capítulos que componen el libro, á saber: la
profesión religiosa, los varios géneros de profesión religiosa que exis-
ten, naturaleza del estado religioso, significación de las palabras usadas
en Derecho canónico para expresar alguna religión en general, v. gr., or-
den regular, instituto religioso, compañía, etc., ó una familia singular
ó parcial dentro de la religión, v. gr., monasterio, convento, casa reli-
giosa, claustro, etc., y también abadía, priorato conventual, obediencia,
residencia, colegio, etc., cuál es la potestad de régimen de las religiones,
las varias familias de religiosos, la abadia regular. Puede decirse que
cada capítulo agota su materia: suele empezarse con acierto explicándose
el estado de la cuestión, siguiéndose la exposición y discusión de las
opiniones diferentes de los doctores y estableciéndose luego la tesis, que
lio EXAMEN DE LIBROS
se prueba con variedad de argumentos, de autoridad y de razón, sin dejar
de resolver las objeciones que hacen al caso. No siempre quedará con-
vencido el lector de la eficacia perentoria délos argumentos, sobre todo
en aquellos puntos que contradicen al modo común de hablar observado
hasta hoy entre los autores, pero le harán pensar y servirán, como desea
el sabio autor, para que, discutidos, contribuyan á esclarecer más las
cuestiones.
En el cap. I niega, contra lo que muy comúnmente dicen los doc-
tores, que la profesión religiosa, aun la profesión solemne, sea un con-
trato bilateral; pero entiende por bilateral, á lo que parece, sinalagmático,
porque lo prueba alegando no estar obligada por justicia conmutativa
la orden á sustentar al religioso que se ha incorporado á ella por la
profesión. Mas ¿por qué no llamarle bilateral, cuando por él ambas partes,
el religioso y la orden, contraen verdadera obligación? No es menester
que ésta sea unívoca, puede ser análoga, cual la admiten, v. gr., varios
autores en los concordatos, en que la obligación que contrae el Papa es
de fidelidad solamente, y no de justicia, como la del Príncipe, en las
materias espirituales ó mixtas objeto del concordato.
Una de las condiciones exigidas para la validez de la profesión
regular es que los votos sean aceptados, esto es, escribe el autor, que se
hagan ó pongan en manos del que tiene facultad para recibirlos. Sin em-
bargo, en las Constituciones de la Compañía de Jesús, parte V, cap. IV,
núm. 3, se dice que los admitidos á estudiantes aprobados por la profe-
sión regular de los votos del bienio, no los hacen ó ponen éstos en manos
de nadie: «non in manibus cujusquam vota sua emittent». Sobre la solem-
nidad formal del voto y del voto solemne trata con mucha extensión el
cap. II; después de amplia discusión se prefiere á la definición del voto
solemne expuesto por el P. Wernz, la siguiente: «Voto solemne es el que
por tal se recibe por la Iglesia y por ley eclesiástica hace inhábil al reli-
gioso para todo derecho personal estricto sobre las cosas puestas en el
comercio»; lo cual, explicado llanamente en el voto de pobreza y con
cierta sutileza en el de castidad, halla dificultades en el de obediencia, y
no parece pueda aplicarse á todos los actos, ni lo aplica el autor, sino
á algunos actos personales, onerosos ó útiles que caen, dice, bajo el
comercio sub commercio sunt. La definición de Wernz, entendida en su
obvio sentido de la inhabilidad ad actus jurídicos, voto contrarios nos
parece que no ofrece dificultad alguna. Cuando en las páginas 125-126
explica la naturaleza del voto religioso simple por el derecho común,
entendemos el derecho ordinario, porque derecho común es el de la
Compañía de Jesús, en la que el voto religioso simple de los coadjutores
formados no sólo induce inhabilidad por privilegio para contraer válida-
mente matrimonio, sino también para adquirir ó poseer cosas temporales,
y esto por su misma naturaleza, declarada por el Papa, en la Compañía.
Es notable y nos parece muy bien discutida la cuestión sobre si los votos
EXAMEN DE LIBROS 111
simples que ahora se hacen antes de la profesión solemne en todas las
religiones constituyen al que los hace verdadero religioso, como es
cierto por la Bula Ascendente Domino de Gregorio Xlll, que le consti-
tuyen los votos simples de la Compañía, aun los llamados del bienio.
Llamar voto religioso cuasi-solemnizado en la pág. 160 al voto simple,
de que se habla en la 67, parece impropio, puesto que el voto de la
pág. 67 se refiere á las Escuelas Pías cuando no eran sino congregación
y no verdadera religión, como lo son ahora. Muy bien se expone la
naturaleza del estado religioso (cap. III) por la estabilidad perpetua de
los votos, principalmente del de obediencia: véase su definición (pág. 217)
y el oficio nobilísimo del religioso, que es la más exacta imitación de
Jesucristo (pág. 218). Se niega con sólidas razones que el religioso pueda
Wamarse muerto civilmente y en estado de servidumbre (páginas 188-190).
Con gran esmero y solidez se explica la jurisdicción cuasi-episcopal
de los superiores regulares en el cap. V, y en particular la dignidad, pri-
vilegios, etc., del abad regular en el cap. Vil, lleno de ciencia y erudi-
ción. La distinción corriente de religionescontemplativas activas y mixtas
le parece al autor (cap. VI) poco fundada, porque toda religión ha de tener
por divisa el ora et labora, que decía San Benito. Tampoco aprueba la
distinción de religiones monacales y clericales, á no ser que se explique
por razón de los trabajos ú ocupaciones á que comúnmente se dediquen
monjes y clérigos regulares (pág 311), y no respecto del estado y del
sacerdocio, en cuanto tal. El índice de cosas y palabras con que termina
la obra es también muy digno de encomio por lo copioso y ordenado
que es y lo mucho que facilita el manejo provechoso del libro.
P. ViLLADA.
P. NORBERTO DEL PRADO, O. P. Santo Tomás y la Inmaculada.— Vergara,
tipografía de El Santísimo Rosario. Librería Católica Internacional, Balmes, 83,
Barcelona, 1909. En 4 " de 250 páginas.
Cualquiera que lea el art. 2." de la cuestión 27 de la tercera parte de
la Suma de Santo Tomás, creería que el Doctor Angélico habla en él,
con su proverbial claridad, semejante, en opinión del P. Monsabré, al
agua transparente y cristalina de los arroyos, de que la Virgen Santísima,
que no fué santificada antes de la animación, tuvo la mancha del pecado
original, de la cual quedó purificada seguramente antes de su salida del
seno materno, y con grande probabilidad muy pronto después de su
concepción pasiva. Pero no pocos autores, recurriendo, según juzga el
P. Pesch, ad subtilissima artificia, explícanlo de tal manera, que pre-
sentan al Ángel de las Escuelas como defensor de la Concepción Inmacu-
lada. Con todo, fuerza es confesar que semejante sentencia tiene su pro-
babilidad. Bastaría para demostrarlo la presente obra del docto profesor
de Friburgo R. P. Prado, en la que, con erudición teológica de buena
112 EXAMEN DE LIBROS
ley, copia de doctrina tomística y estilo suelto y brillante, se manifiestan
los fundamentos en que estriba esa opinión. Ni á esto sólo se limita el
esclarecido dominico, sino que de la interpretación del citado artículo
toma pie para afirmar que fuera de la Inmaculada enseñada por Santo
Tomás se vislumbra en la historia de la Teología otra que no concuerda
con la de la Bula Ineffabilis Deas, y tras esto responde á los reparos que
un insigne Prelado mejicano puso á sus comentarios. Omitiendo esta con-
testación, de la que no juzgamos, por no tener á mano los folletos á que
se alude, examinaremos las dos cosas que se explican en el opúsculo.
Primera: Santo Tomás sostuvo la Inmaculada Concepción definida por
Pío IX. Segunda: Otros teólogos católicos admitían una Inmaculada
incompatible con la sana doctrina.
Primera parte. No hay duda de que si el Angélico defendió la Inmacu-
lada, tal Inmaculada pasó por el Calvario; las pruebas que alega el
R. P. Prado son contundentes; mas el punto obscuro está en lo pri-
mero. Y aquí el modo de discurrir del sabio profesor tal vez no satisfaga
á todos. Nos ceñiremos á señalar algunas deficiencias, sin que nuestra
crítica arguya de manera alguna desaprobación ó aprobación de lo que
se discute.
Empieza el P. Prado diciendo que Santo Tomás en este artículo sólo
intenta dejar á salvo que la Virgen fué redimida por la sangre de Cristo;
y razona así: porque saca á relucir como prueba única y prueba decisiva
el que los hijos de Adán necesitamos ser rescatados por la Pasión del
Salvador. Ante todo, no parece exacto que sólo saque á relucir esa como
prueba única, pues la conclusión se demuestra duplici ratione, y la pri-
mera es, que la Virgen no podía antes de su animación ser santificada
como incapaz de la gracia santificante. Después no se desprende de la
prueba que sólo intente dejar á salvo dicha redención, porque con ese
argumento se pueden dejar á salvo otras cosas, como la conclusión y el
corolario del presente artículo, que los expresa de este modo Cayetano:
«La Beatísima Virgen no fué santificada antes de la animación. Fué santi-
ficada después.>
Todo el nervio de la dificultad en la materia consiste en estas locucio-
nes, que aquí y en otros escritos emplea el Santo Doctor. « Virgo (alias)
namquam incurrisei maculam originalis culpae.» «Contraxit peccatum
originale.» Atestigua el docto profesor que con ellas sólo pretende Santo
Tomás significar la concepción activa de María (1). Pruébalo, entre otras
razones, con la siguiente: El « Virgo contraxit peccatum originale» se
(1) Duplicem, dice Horacio Mazzella, Praeleciiones, t. III, núm. 314, dístinguebant
veteres conceptionem, activam etpassivam. Prima est ipsa actio qua per seminis com-
mixtionem parantes prolem efformant. Altera vero est ipsa corporis efformatio... in-
choata est efformatio corporis et ejus organizatio usque ad infusionera animae; perfecta
habetur.cum corpori jam debite disposito infunditur anima quae a Deo creatur.
EXAMEN DE LIBROS 113
contrapone á <^Christiis nullo modo contraxit peccatum origínale», y lo
mismo el «numquam inciirrisset», como se echa de ver en la respuesta
ad secundum. «Por consiguiente, ese numquam excluye y descarta todos
los modos de santificación ante animationem» (pág. 30). «Lo que Santo
Tomás afirma es la necesidad de contraer é incurrir en la culpa original
que se transmite juntamente con la naturaleza humana'> (pág. 33). Dispén-
seme el egregio dominico; pero aun dando de barato que el nullo modo
diga lo que él quiere y que no sea simplemente una negación; de esas
proposiciones no se colige lógicamente su conclusión, ni el parecer del
Santo. Son, es verdad, al menos contradictorias; pero no solamente pue-
den ser contradictorias, sino contrarias. Pueden encerrar estas significa-
ciones: Virgo contraxit aliquo modo... Virgo contraxit omni modo. ¿Cuál
fué la mente del Doctor de Aquino? Aquí ciertamente no colocó la luz al
lado mismo de la frase obscura (pág. 33). Habrá que apelar á nuevo linaje
de argumentos para descubrirla. Mas de otro, en que se apoya el Padre
Prado, tampoco se infiere en buena dialéctica lo que intenta. «Santo
Tomás, dice (pág. 31), habla de la concepción activa; se prueba por los
argumentos en contra á que responde: la Virgen 1.°) fué santa antes de
la animación; 2.") y en su concepción; y así anteriormente á su anima-
ción.» Sería admisible la prueba, tratándose del príncipe de los teólogos,
en el caso en que no se pudiera rebatir á los adversarios sino tomando
el contraxit peccatum origínale en un sentido, esto es, antes de la ani-
mación; pero si se puede rebatirlos y deshacer sus objeciones, tomán-
dolo en otro sentido, á saber, post animationem, ¿por qué se ha de enten-
der el primero? Y que se pueda, no hay asomo de duda; porque si la
Virgen personalmente contrajo ó la mancha original ó el débito, á fe que
no fué santificada, quocumque modo, antes de su animación. Por con-
siguiente, nada en limpio se saca de los argumentos en contra á que se
contesta.
Y puesto caso que con esto se enlaza, he de notar algo que es para
mí un enigma. Testifica el sabio autor que en este artículo ni afirma ni
niega Santo Tomás que la Virgen incurriese de hecho en pecado origi-
nal (pág. 45). Pues entonces, ¿qué denotan las palabras <^quod sanctifi-
catio B. Virginis fuerit post ejus animationem?» ¿Á qué el empeño de
interpretar ese post? No hay remedio, ó ese post indica instante lógico ó
período de tiempo. Si lo primero, ya el Angélico excluye á María de
haber incurrido de hecho en el pecado de origen; si lo segundo, todo lo
contrario. Tal vez prescinda el Doctor de Aquino de la significación con-
creta de esa palabra, como quiere el P. Prado; mas no de que encierre
alguna de las dos significaciones; no prescinde, pues, de si incurrió ó no
incurrió, sino, á todo tirar, de si incurrió en el primero, segundo, etc., ins-
tante de tiempo. Lo cual el mismo Padre lo declara cuando en la pá-
gina 51 escribe: «La Virgen fué preservada de la mancha del pecado... por
un privilegio... personal. Pues bien: este es el modo... como Santo Tomás
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 8
114 EXAMEN DE LIBROS
explica y enseña constantemente, dondequiera que de ella trata, la san-
tificación de la Virgen; y por este camino llega á la siguiente conclu-
sión: unde relinquitur quod sanctificatio B. Virginisfuerii post ejas ani-
matíonem.»
Por cierto que también sobre ese post se nos ocurre alguna que otra
observación: 1/ En la página 57 escribe el P. Prado: «Por lo tanto, el
sandificare post animationem se ha de entender de posterioridad de
naturaleza y orden; porque, según este género de prioridad y posteriori-
dad, distingue el Angélico Doctor diversos instantes, siempre que trata de
la infusión del alma en el cuerpo y de la infusión de la gracia en la esen-
cia del alma, sin que por esto se siga en buena lógica que haya que
admitir diversos instantes ó momentos de tiempo.» No alcanzamos la
razón: porque el post animationem ni pertenece de suyo á la infusión del
alma en el cuerpo, ni á la de la gracia en el alma; y aunque puede formar
un instante de tiempo con las dos, como sucedió en la Concepción
Inmaculada; pero puede también abarcar horas, días... De San Juan Bau-
tista se dice: post animationem sanctificatus est: y ese post comprende
varios meses. 2.^ Son tres las razones que, según el P. Prado, movie-
ron al Angélico á que no deslindase el tiempo de la santificación ó el
significado del post animationem: 1." Que la Iglesia romana no cele-
braba fiesta ni había dicho palabra acerca del asunto. 2.'' Que nada
expreso encontró el Santo en los Padres y Doctores antiguos sobre el
instante de tiempo de la santificación. 3."" Que no lo sabía. Pero estos
mismos motivos existían antes, y, al decir del mismo P. Prado, deslindó
Santo Tomás el tiempo cuando «afirmó expresamente y en términos que
no dejan lugar á duda que (María) fué inmune de todo pecado: mortal,
venial y original». Por consiguiente, tales razones no son suficientes.
S."* Mas lo arduo aquí está en compaginar ese post, entendido por ins-
tanse lógico, con lo que concede el Doctor Angélico en el libro III,
Sent. q. 1, a. 1, que el alma de la Virgen tuvo la infección del pecado ori-
ginal ad aliquod tempus y postmodum se libró de ella. Aquí pecado ori-
ginal que inficiona el alma racional de María, no significa débito; porque
es absurdísimo que la Virgen esté algún tiempo con solo débito, sin gra-
cia ó pecado. Luego, ó se contradice Santo Tomás, ó el post no es ins-
tante lógico.
El anhelo del ilustre Padre dominico de traer á su favor pasajes de
Santo Tomás parecidos al precedente, le hace incurrir en ciertas expli-
caciones algo confusas y peregrinas. Hablando de que la Virgen fué li-
brada por especial privilegio del pecado original contraído ó en que fué
concebida, advierte que aquí el Angélico trata de la concepción de la
Virgen active sumpta (pág. 45): que «esta no es la concepción decla-
rada inmaculada por Pío IX». Pues en ese caso, reponemos: ¿qué quiere
decir sed ab eo quodam speciali modo, ut dictum est, purgata? Por ven-
tura ¿fué santificada antes de la animación? Porque, según el insigne
EXAMEN DE LIBROS 115
autor, aquí se significa que la Virgen antes de su animación ex natura
sua, contrajo pecado original: mas el Doctor de Aquino testifica que ab
eo peccato de ese pecado fué libertada; luego parece que la Virgen an-
tes de su animación recibió la santificación. Para evitar esa conclusión,
el ilustre profesor de Friburgo debe interpretar así esas frases del Santo.
La Virgen, por su manera de ser concebida, contrajo el pecado original,
de lo cual habla Santo Tomás en lo de cum peccato originali concepta
fuit; pero el ab eo adjunto no se refiere á esa concepción; hay, además
de ésta, otra pasiva por la que la persona de la Virgen contrae ó el pe-
cado original ó el débito: ésta no menciona el Angélico, mas precisa-
mente á ella aplica el ab eo. ¿No parece todo esto algo raro en un Santo
Tomás, que pesa las palabras, según frase feliz de Balmes, como oro?
Aún hay más. Ahora va á buscar, afirma el P. Prado, el Angélico, que
en el artículo 2." no trata de si incurrió ó no María en la mancha de
origen, hasta donde se extiende ese privilegio especial: si hasta el pri-
mer momento, ó no tanto; es decir, si la Virgen personalmente contrajo
ó no la mancha. Y á ese fin aduce el Doctor de Aquino los ejemplos de
San Juan Bautista y Jeremías, santificados antes de salir á la luz del día,
atestiguando que amplior gratia, una gracia más amplia que á aquéllos
se otorgó á la Virgen en el seno materno. De donde concluye el P. Pra-
do: «Cabe que María no tuviera pecado original; luego el proceso teo-
lógico de Santo Tomás llega hasta el dogma hoy definido.» Mas aquí
tropezamos con el mismo obstáculo que antes apuntábamos. Cabe que
María no tuviera y cabe que María tuviera, según entienda Santo To-
más, y no otro teólogo, el amplior gratia. Puede entenderse amplior en
intensidad sólo ó también en extensión, y en este caso sin llegar ó lle-
gando al primer momento. ¿Cómo lo entiende el Ángel de las Escuelas?
He aquí la dificultad; las palabras nos dejan en tinieblas. No se debe,
pues, deducir el proceso teológico hasta parar en el dogma; porque si
el Doctor Angélico no comprende el primer momento (que no sabemos),
adiós dogma. Prescindimos por completo ahora de la explicación, al
parecer clara, que da el Sol de Aquino en el artículo 6." de esta cuestión,
del amplior gratia, que entiende solamente de la intensidad.
Tampoco discurre, á nuestro entender, lógicamente el P. Prado al in-
terpretar á Cayetano (pág. 48), sino que comete, por descuido, un ligero
sofisma. Según el célebre Cardenal, comentando la Suma, no es contra la
fe que alguna persona praeter Christum no incurra actualiter por espe-
cial privilegio en el pecado original..., aunque hay opiniones que, si no
son contra la fe, son menos probables. De estas locuciones infiere el
esclarecido autor: «La santificación de la Virgen en el primer instante
de su animación... en nada se opone á cuanto dice y enseña Santo To-
más en la Suma Teológica ni en sus restantes escritos, cuando habla de
esta materia. Cayetano lo pensaba así y así lo dejó consignado en sus
comentarios.» AKpunto se advierte el sofisma. Cayetano asegura, á lo
116 EXAMEN DE LIBROS
más (á lo más digo, suponiendo que atribuya lo que afirma á Santo To*
más y no lo profiera como cosa propia), que el Doctor de Aquino no
sostiene como de fe que alguno por especial privilegio no sea concebido
sin pecado original; pero no que no sea contra la razón, contra lo que
enseñan los Padres, etc.; y debe opinar aquel ilustre Cardenal y opina (1)
que es contra lo que dice y enseña Santo Tomás el defender la senten-
cia de la Inmaculada, aun cuando realmente no sea herejía, en sentir del
Ángel de las Escuelas. El nombre de este Cardenal nos lleva como por
la mano á señalar una generalización inadmisible que hace el ilustre
profesor de Friburgo, advirtiendo que no es la única de este género que
emplea en su obra. En la página 86 menciona el P. Prado al incompa-
rable comentarista de Santo Tomás, que en el opúsculo De Concepta
Virginis asienta que se dice libre del original no sólo al que se purga
de la culpa actual, sino aun de la mancha fundada en el débito personal,
apoyando esta aserción en el Doctor Angélico, que por muerte sostiene
que basta entender débito ó reato en la propia persona, aunque ésta
nunca de hecho muriese. «Principio de Santo Tomás, exclama el autor,
que nos da el genuino sentido de sufficit intelligcre debitum in propria
persona.» Esto es ir demasiado lejos. De que el Ángel de las Escuelas
en determinada materia y en ciertas circunstancias asegure que hay mo-
tivo para adoptar una explicación, no se desprende que opine que esta
explicación se pueda, á. manera de principio, aplicar á otras materias y
circunstancias. Habría que demostrar aquí que Santo Tomás juzgó que
ambas materias y las demás circunstancias eran análogas, y que en su
mente bullía esa idea al escribir las precitadas frases Virgo contraxit
peccafum origínale, etc. De lo contrario, siempre se podrá negar rotun-
damente que tuviera el Santo semejante intención. Y lo pasmoso es que
el Doctor de Aquino, tan remirado en sus escritos, echa allí mano de esa
distinción con palabras claras y terminantes, y aquí, en donde había de
ella harta necesidad para no confundir á los lectores (2), la omite, y la
omite siempre al hablar del pecado original de la Virgen.
(1) Pesch, Praelectiones, t. III, pág. 190, núm. 343. «Cajetanus non solum in com-
mentariis... docet S. Thomam... tenuisse B. Virginem conceptam in peccato originaii...
sed de hac re proprium opuscuium scripsit ad Leonem X, in quo valde queritur quod
multi hanc opinionem damnent quam tot sancti et inter eos S. Thomas defenderint.
In fine rogat pontificem ut arbiter sit inter quindecim sanctos necnon innúmeros docto-
res antiquos ex una et pavidum in causa Iiac Scotum, Franciscum Maironis, Petrum
Aureoli, modernos et promiscui vulgi clamores ex alia parte.»
(2) Algunos tomistas creyeron descubrir tan clara en las frases de Santo Tomás su
opinión contra el misterio, que no podía ser más. Citaremos, entre muchos, dos auto-
res españoles. El célebre P. Martínez del Prado, catedrático de Prima de la Universidad
de Alcalá y provincial electo de la provincia de España, escribía en el Memorial á Fe-
lipe IV: «Todo el mundo sabe que el Angélico Doctor lleva la opinión contraria...» (á
la piadosa). El dominico P. Pascual Sánchez, á quien alaban La Fuente en su opúsculo
La Enseñanza Tomistica en España, pág. 40; Vidal y Díaz en su Historia de la Univer-
EXAMEN DE LIBROS 117
Otros reparos podríamos ponerle, pero nos vamos alargando dema-
siado. No hemos de callar, sin embargo, que no juzgamos conveniente
que al investigar el pensamiento de un teólogo se desdeiie la crítica his-
tórica; creemos que para penetrar la mente del Angélico en la materia
se han de tener muy en cuenta el modo de hablar y sentir de sus prede-
cesores y contemporáneos, sus discípulos, adversarios, intérpretes más
autorizados, tradición de su escuela, el carácter del Santo y manera
de explicarse, transparencia de su estilo, constancia en sus ideas y opi-
niones, etc.
La segunda cosa que hace el P. Prado es rebatir la sentencia de los
que creen que Cristo encarnaría aun en el caso de no haber pecado
Adán, y principalmente pretende declarar que los que tal doctrina sos-
tienen y los que defienden el débito remoto no admiten la Inmaculada
definida por Pío IX, sino una Inmaculada á quien Cristo no rescató con
su preciosa sangre. La Bula Ineffabilis vino á dar la razón á Santo To-
más y á quitársela á los partidarios de Escoto y secuaces del débito
remoto. Con gusto nos detendríamos á examinar cada una de las prue-
bas que alega el docto Padre; pero nos es imposible en una reseña. Di-
remos en general que nos parece que no saca en resumidas cuentas lo
que desea; por esta sencilla razón. Los Escotistas y los del débito re-
moto presuponen tres cosas: 1 ."* La Virgen Inmaculada. 2.'^ La reden-
ción por la cruz de Cristo. 3." Ó la Inmaculada antes de la previsión del
pecado de Adán, ó la exclusión de María del pacto de Dios con Adán
en el que de suyo debía comprenderse. Supongamos que el R. P. Prado
demuestre que hay incompatibilidad en los dos últimos puntos. ¿Qué se
deduciría? Nada más que lo siguiente: Ó que María Inmaculada no fué
redimida por la sangre de Cristo, ó que las suposiciones son falsas. No
precisamente, como lo observó muy bien el P. Caparroso, que defendie-
ran una Inmaculada que no pasa por el Calvario, en lo que tanto insiste
el P. Prado. Más aún: obligados los defensores de esas sentencias á
escoger, se quedarían con lo cierto y rechazarían una opinión que no
excede los límites de la probabiHdad. Luego lo que probaría el esclare-
cido profesor de Friburgo es que las suposiciones deben rechazarse,
pero de ningún modo que aparece en la historia de la Teología defen-
sidad de Salamanca, pág. 602, y aun su adversario el P. Godínez, Triunfo de la Verdad,
pág. 204, decía en su Vindicación del Dictamen..., que se conserva inédito en la Sala de
manuscritos de la Universidad de Salamanca, Est. 3, Caj. 4, núm. 25: «que este Santo
Doctor (Santo Tomás) enseña que María Santísima fué concebida en pecado original,
es cosa tan palmaria, que me sería preciso decir á quien lo negase lo mismo que Aris-
tóteles al que negaba que la nieve era blanca: abra el tal los ojos y véala... Podría lle-
nar una resma de papel con la multitud de autoridades que sobre el particular se hallan
en sus escritos, dejando las que trae en la Suma Teológica y sobre las Sentencias »
Y en el Dictamen, según refiere el P. Godínez (pág. 144), afirma: «El decir que este Santo
Doctor (Santo Tomás) estuvo por la inmunidad, es no querer ver la luz del mediodía,
teniendo los ojos abiertos y claros.»
118 EXAMEN DE LIBROS
dida por los escotistas una Inmaculada que no es la de Pío IX. Y se nos
figura que el distinguido autor debía haber ido en derechura al punto
negro de la cuestión; á patentizar con sólidas razones lo irreconciliable
de los decretos divinos en el caso de que María, predestinada para Ma-
dre de Jesucristo antes de la previsión del pecado del primer hombre,
estuviera, no obstante, á fuer de hija de Adán, comprendida en su volun-
tad, como enseñan los escotistas, ó que no lo estuviera por disposición
divina, debiendo de suyo estarlo, según opinan los del débito remoto.
Mientras esto no se demuestre con claridad, nada absolutamente se sa-
cará de la Bula Ineffabilis contra los partidarios de ambas opiniones.
Opiniones que son hoy tan probables como antes de la definición de la
Concepción Inmaculada, y por más que el P. Prado, no sin visos de
exageración, asegura que desde que habló la Iglesia se disiparon las nie-
blas en este punto, lo cierto, lo innegable es que la cuestión no ha va-
riado un ápice y que muchedumbre de teólogos, principalmente de la
escuela franciscana y ligoriana, las siguen con entusiasmo (1), sacando
de la Bula Ineffabilis nuevos argumentos para robustecerlas.
Vaya dicho todo esto sin rebajar el mérito del esclarecido profesor
de Friburgo y la fama de que goza, bien merecida, á juzgar por la mu-
cha ciencia y erudición que revela en esta obra. Á nadie admirará que,
queriendo dar cierta originalidad á materias ya muy trilladas, se escapen
algunas que otras afirmaciones que, consideradas serenamente, tal vez
disientan algo de la exactitud y rigor dialéctico de las Escuelas.
A. P. GOYENA.
(1) Véanse, por ejemplo, lo que dicen el P. Casanova en la Revista Eclesiástica de
Valladolid, vol. VI, páginas 218-219; vol. VII, páginas 23-27; el P. Francisco Manuel
Malo en su Defensa Filosófico-Teológica dtl V, Doctor Sutil, Orihuela, 1889, pág. 121;
el P.Saldes en el Praeludium de Primatii Domini N.Jesu Christi, Barcinone, 1902, pá-
ginas 56-61, etc. (traducción de Petit-Bornaud); el P. Carcagente, Apología y Elogio del
V. Doctor Sutil..., Valencia, 1904, tercera edición, pág. 305, nota 2.^; el P. Casajoana,
Disquisitiones Scholastico-dogmaticae, Barcinone, 1899, vol. II, Thesis 82,
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Carta-Pastoral que el Excmo. é Ilmo. se-
ñor Dr. D.Juan Muñoz y Herrera, Obis-
po de Málaga, dirige á sus amados dio-
cesanos con ocasión de su jubileo sacer-
dotal. — Málaga, Escuela tipográfica de
San Bartolomé, 1909. En 4.", de 44 pá-
ginas.
Las glorificaciones del sacerdocio
católico. He aquí la materia oportuní-
sima y muy litil para todos, que ha
escogido el V. Prelado en su Pastoral
de Adviento para celebrar su jubileo
sacerdotal. Instituido el sacerdocio por
Jesucristo Nuestro Señor, y puesto en
su Iglesia para salud de las almas, des-
cubre en él, expone luminosamente y
demuestra eficazmente el ilustrísimo
autor las glorificaciones del sacerdo-
cio, que resplandecen en el poder que
ostenta en sus tiempos, en el amor que
promueve en sus ministerios, en los
esplendores en que viven sus enseñan-
zas. La lectura es fácil y agradable,
por la variedad de los argumentos,
consideraciones sobre Moisés símbolo
y representación en el Antiguo Testa-
mento de Jesucristo y del sacerdocio
católico, hechos históricos en confir-
mación de las glorias del sacerdocio,
excelencias del mismo por su natura-
leza y en particular por el manjar di-
vino que se nos da en la Sagrada Eu-
caristía, á cuya recepción frecuente
exhorta el Sr. Obispo con afecto de
Padre y Pastor. Unimos nuestra felici-
tación á la de sus amados diocesanos.
Carta-Pastoral del Ilmo. y Rvmo. Sr. Doc-
tor D. Juan Maura y Gelabert, Obispo
de Orihuela, al Clero de su diócesis y
alumnos de su Seminario. Tercera so-
bre e! Modernismo.— Orihuela, impren-
ta de Cornelio Paya, 1909. En 4." de 25
páginas.
Explicadas con brevedad y claridad
la noción de la inmanencia escolástica
positivista y panteísta, refuta eficaz-
mente la positivista y prueba indirecta
y directamente con las doctrinas que
propalan los mismos modernistas que
de ellas se deduce lógicamente el pan-
teísmo inmanente anatematizado en
el Concilio Vaticano.
Exercitiorum Spritualium meditattones
S. Scripturae verbis contextué a Nicolao
Paiilmier, S. J. (f anno 1702). Editio-
nem novam curavit ejusdem Societatis
Sodalis. Aeniponte sumptibus Prioratus
PP. Benedictorum 1909. Un volumen
en 8." de XVI-400 páginas 2,50 francos.
En Innsbruck, Innrain 2.^ (Tirol), y en
todas las librerías.
La primera edición de este precioso
libro se publicó en latín y francés el
año 1692 en París con el título Sacra
Scriptura informam meditationum re-
dacta. Después se han hecho otras
varias, ya completas, ya compendia-
das, muestra del aprecio que hizo el
público escogido de la obra. Esta nueva
edición, que recomendamos, sale tal
cual la compuso y dio á luz el mismo
autor. En esta forma será de gran uti-
lidad, así á los directores de los ejer-
cicios como á los ejercitantes. El orden
de las meditaciones se acomoda al
admirable propuesto por San Ignacio
de Loyola para conducir al hombre
desde el abismo del pecado á la cum-
bre de la perfección cristiana; pero las
meditaciones son mucho más copiosas
y algunas del todo nuevas, como las
de Sacerdotio, Statu religioso, etc. Con-
cluye con un cántico fervoroso para
mover al amor de Dios; y está for-
mado, como todas las meditaciones,
con palabras textuales de la Sagrada
Escritura hábilmente ordenadas.
Meditationum et Contemplationum
S. Ignatii de Loyola. Puncta libri ex
exercitiorum textum diligenter secutus
explicavit Franciscus de Hummelauer,
S. J. Editio altera recognita.— Friburgi
Brisgoviae sumptibus Herder, MCMIX.
Un bonito tomo en 16." de IX-496 pági-
nas, 4,25 francos, y encuadernado 5,25.
Aunque aumentada en algunas cosas
y corregida en otras, esta segunda edi-
ción permanece substancialmente igual
á la primera, como advierte su docto
120
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
autor el conocido escriturario P. Hum-
melauer. Con esta excelente obra de
ascética se aumenta gloriosamente la
biblioteca de los ejercicios de N. S. Pa-
dre Ignacio de Loyola. Se ha fijado el
autor principalmente en los puntos re-
lativos á los misterios de la vida de
Jesucristo menos estudiados por otros
autores, y los ha interpretado con dili-
gencia, conforme á la mente del Santo
Patriarca. Lo que llama praenotanda
sobre la conexión de las meditaciones
entre sí, es digno de especial encomio;
es un profundo análisis, claro al mismo
tiempo, y como el meollo de los ejer-
cicios.
Manuale christianum-Mecliniae.—H. Des-
sain, MCMIX.
Es un precioso librito en 32, hermo-
samente presentado, impreso con ele-
gancia y nitidez en tipos muy legi-
bles, y contiene en corto volumen el
Nuevo Testamento, Oficio de la Vir-
gen y de difuntos, Ordinario de la Misa
y el Kempis, Imitación de Cristo, todo
en latín y con índices muy prove-
chosos.
Tfiomae a Kempis de imitatione Christi
libri quatuor, textum edidit, considera-
tiones ad cujusque libri singula capita
ex ceteris ejusdem Th. a Kempis opuscu-
liscollegit et adjecit HermannusGerlach.
Editio tertia aucta et emendata.— Fribur-
gi (in Brisgovia) sumptibus Herder. 2,40
marcos y 3 empastado.
Para perfeccionar esta tercera edi-
ción ha aprovechado felizmente el se-
ñor Werthmann la edición crítica de
las obras de Tomás de Kempis, por el
doctísimo Pohl (véase Razón y Fe,
tomo X, pág. 263). Según ella, sale co-
rregida y en muchos lugares comple-
tada en verdad, y aumentada esta ter-
cera edición de la Imitación de Cristo,
muy recomendable también por las co-
piosas y oportunas citas de los otros
opúsculos del mismo Kempis.
Theologiae Moralis Institiitiones quas in
Collegio Lovaniensí Societatis Jesii,
tradebat Eduardus Génicot, ex eadem
Societate. Editio sexta, quam recogno-
vit J. Salsmans, ex eadem Societate. —
Dos tomos en 4." de 630 y 730 páginas,
respectivamente, 12 francos.
En otra ocasión (véase Razón y Fe,
tomo III, pág. 401) tuvimos el gusto de
alabar la obra moral del P. Génicot,
por sus buenas dotes de claridad, con-
cisión, orden y galanura de estilo, y
aun cierta decisi' n en discutir y resol-
ver las cuestiones actuales, por delica-
das que sean, cuales son con especia-
lidad las sociales, tratadas con breve-
dad y conocimiento de causa. Esto y
la solidez de la doctrina, con el acierto
en las resoluciones prácticas en gene-
ral, explican justamente la gran acep-
tación que ha tenido la obra, logrando
en pocos años llegar á la sexta edición.
Esta es la que acaba de publicar ei
P. Salsmans, ajustada á las últimas
disposiciones de la Santa Sede, Cons-
titución Sapienti Consiíio, decreto Ne
temeré, etc., aumentada en la biblio-
grafía al fin del segundo tomo y en
los índices analíticos, con gran pro-
vecho de los estudiantes, y con un bre-
ve y bien trabajado resumen de las cen-
suras (pág. 2f57). Pocas cosas ha mo-
dificado el P. Salsmans, no porque
apruebe todo lo del autor tal como éste
lo expresó, sino por reverencia á tan
esclarecido maestro. En el lugar citado
de Razón y Fe llamamos nosotros la
atención sobre una que otra resolución
en particular,
Additiones et mutationes factae in tertia
editione Compendii Ttieologiae Moralis
Gury-Ferreres, S. J. Eugenius Subirana,
Pontificius editor. Un cuaderno en 4.^
de 60 páginas, 1,50 pesetas.
Ha hecho bien la casa Subirana pu-
blicando este opúsculo en obsequio á
las personas poseedoras de las edicio-
nes precedentes del Compendio de Mo-
ral Gury-Ferreres, porque en él cons-
tan las mejoras introducidas en el
Compendio y le ponen al corriente de
los últimos decretos de entrambos de-
rechos. Es notable el comentario al
decreto Ne temeré y la doctrina De Cu-
ria romana, conforme á la constitución
Sapienti Consiíio.
Université Saint-Joseph Beyrouth (Syrie).
Mélanges de la Faculté Oriéntale. III,
fase. II, chez l'éditeur des Mélanges ou
librairie ees Paul Geuthner, 68, rué Ma-
zarine.
También este volumen, como los an-
teriores de !a Facultad Oriental de
Berito, contiene trabajos muy estima-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
121
bles, sobre todo para los eruditos y
orientalistas. Entre otros, son notables
los relativos á las «inscripciones ára-
bes del monte Tabor, por el P. H. Lam-
meís»; la epístola á Constantino, es-
crito religioso druso, publicada y ano-
tada por los Padres O. Khalis y L. Rou-
zeralle; dos Misiones arqueológicas
americanas en Siria, notas y estudios
de Arqueología oriental, etc. La biblio-
grafía es muy copiosa.
Bibliografía y Eucologio de los Colegios,
dispuesto para el uso de los Seminarios
y demás establecimientos de enseñanza.
Segunda edición, en 16.": 15x9 Va cen-
tímetros (XXIV y 664 páginas). Precios:
Núm. 39: En tela fuerte, cortes dora-
dos, 5 francos. Núm. 170: en zapa flexi-
ble, cortes dorados, 5,75.— B. Herder, li-
brero-editor Pontificio, Friburgo de
Brisgovia (Alemania).
Este eucologio, esmeradamente im-
preso y elegantemente encuadernado,
como refiriéndose á la primera edición
escribía el actual Cardenal-Arzobispo
de Toledo, es útil para todos los cole-
giales en países de lengua española,
porque recopila cuantas oraciones y
prácticas piadosas, himnos, etc., antes
era preciso registrar en multitud de
libros diferentes.
Notiones Archaeologiae Christianae disci-
plinis Theologicis coordinatae. Auctore
P. Syxto, Ü. C. R. Vol. 11. Pars Prima,
Epigraphia.— Roma, Desclée et. Soc,
Editores, MCMIX. En 4." de VIII-400
páginas, 6 liras.
En otro número de Razón y Fe se
dio cuenta del primer tomo de esta
importante obra del sabio P. Syxto.
El segundo constará de dos partes:
la primera, que hoy anunciamos, Epi-
grafía (cristiana), y la segunda, que
deseamos ver pronto terminada, Símbo-
los y pinturas. Bien puede decirse que
hasta ahora no ha salido obra tan
completa y nueva en su género como
Epigrafía; porque reúne en pocas
páginas, ordenado y explicado y cote-
jado, cuanto se ha escrito sobre monu-
mentos escogidos, no de una ú otra
región, sino de todas las partes del
mundo. Sigue muy frecuentemente á
Rossi, cuya autoridad y competencia
nadie pone en duda; pero no siempre,
porque, como dice el docto autor, hay
muchas cosas que no conoció J. B, de
Rossi, por haber sido descubiertas
después de su muerte; y muchas que,
salidas á luz en las otras regiones del
orbe cristiano, el esclarecido arqueó-
logo no las ilustró. Está acomodada la
obra, como indica el título, al estudio de
la Sagrada Teología, para el que sumi-
nistra argumeitos científicos precio-
sos. Después de tratar de las inscrip-
ciones de fecha cierta y de exponer los
criterios para fijar la de aquellas que
no la expresan, pasa á explicarlas que
contienen algún dogma católico, uni-
dad y Trinidad de Dios, pecado origi-
nal, etc. (Véase en particular el de la
visión inmediata después de la muerte
para los que mueren sin reato de culpa
ni pena de que purificarse, y cómo se
refleja en las mismas inscripciones las
dudas que aquí y allí había hasta que
se fijó la doctrina hoy definida.) En
capítulos aparte trata de las referentes
á la Jerarquía en sus distintos grados,
de las que atañen á la familia y de las
sagradas, y de los versos de San Dá-
maso: siguen un valioso índice topográ-
fico de las inscripciones más impor-
tantes y dos extensos capítulos sobre
los grafitos y los sellos. La tabla ó
serie de Cónsules Pontífices (cristia-
nos) y Césares, años 67-539, es de
mucho mérito y utilidad. Es útil tam-
bién la lista de las obras principales
que tratan de Epigrafía cristiana ó que
muestran algunas inscripciones.
Crónica del Congreso Nacional de Hurda-
nófolos, celebrado en Plasencia en los
días 14 y 15 de 1838.-lmprenta de M. Ra-
mos, Plasencia. Un volumen en 4." de
196 páginas.
Es interesante y útil, por cuanto con-
tiene documentos que dan á conocer
lo que ha sido por varios siglos la ig-
norada región hurdana, lo que es ahora
y lo que para sacarla de su increíble
atraso se ha hecho, especialmente por
medio de ia sociedad La Esperanza de
las Hurdes, fundada por el hoy Obispo
de Plasencia limo. Sr. Jarrín. Sobre
esto es notable la Memoria del señor
Polo Benito, Las Hurdes y La Esperan-
za de las Hudes. Los resultados del
Congreso, favorables á la región, se
resumen en el párrafo último. Resulta-
do: la enojosa cuestión iniciada por
D. Tomás Gómez sobre orientaciones
122
curienses, ha sido felizmente resuelta
por ambos ilustrísimos Prelados de
Coria y Plasencia.
Pues yo no le encuentro nada malo. Se-
gunda edición.
Contestando á la objeción que lleva
por título y en la que se escudan mu-
chos católicos para seguir favorecien-
do á la prensa liberal, la hoja Pues yo
no le encuentro nada malo es un catá-
logo de errores publicados reciente-
mente en El Liberal, Heraldo de Ma-
drid, Diario Universal, El Mundo y El
Imparcial, que constituyen el mayor
capítulo de culpas que hasta el pre-
sente se ha formado contra la mala
prensa.
Esta hoja de propaganda se vende
á una peseta el ciento, para hacer que
llegue cuanto antes á manos de todos
los católicos.
Los pedidos al secretario déla Aso-
ciación Nacional, calle Don Remondo,
núm, 5, Sevilla. .
Nuevo diccionario enciclopédico ilustrado
de la lengua castellana, por Miguel
Toro y Gómez, licenciado en Filosofia
y Letras, con la colaboración para el
« Diccionario bíográfico-geográfico é
histórico» de Mariano Roso de Luna,
doctor en Derecho. Quinta edición,
revisada, corregida y aumentada con 16
grabados de una plana entera, cuatro
mapas y cuatro preciosas láminas en
color. — Barcelona, Gustavo Gili, 45,
calle de la Universidad, 1909. Un volu-
men en 8." de 1.044 páginas, 8 pesetas.
Ya al dar cuenta de la segunda edi-
ción en Razón y Fe, t. VIH, pág. 158,
se notaron las excelencias de este
diccionario manual por lo completo y
escogido, que con el diccionario de la
lengua comprende el < de frases latinas
y extranjeras^ y el bíográfico-geográ-
fico é histórico. Esta quinta edición,
además de un suplemento de persona-
jes más recientes, contiene los graba-
dos y láminas que indica la portada.
Entre las páginas 332-333 está la de
dignidades eclesiásticas y órdenes reli-
giosas de varones.
Antecedentes, actas y resoluciones del
tercer Congreso nacional de los católi-
cos argentinos, celebrado en Córdoba
del 8 al 15 de Noviembre de 1908.— Cór-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
doba, establecimiento tipográfico La In-
dustrial, 1909. Un volumen en 4." de 300
páginas.
Es digna de leerse esta crónica del
tercer Congreso católico argentino, y
más dignas aún son de estudiarse
sus conclusiones y de llevarse á la
práctica. Versan esencialmente sobre
la acción católica en el terreno reli-
gioso y social: es notable sobre educa-
ción y enseñanza la organización de la
«Liga de Señoras católicas argenti-
nas para defender los sagrados de-
rechos de Jesucristo y de la Iglesia
católica de la repiiblica Argentina y
propender especialmente á la educa-
ción cristiana de la niñez y á que las
costum.bres sociales se ajusten al es-
píritu del Cristianismo. ' Los discursos,
que versaron principalmente sobre la
unión y acción de los católicos, nece-
sidad de ir al pueblo, ganándole con
beneficios materiales y morales, y
acerca de lo que las clases directoras
deben hacer por él, fueron muy aplau-
didos. Dios haga que el resultado de
tan grandiosa y ferviente asamblea
sea el que se propusieron sus promo-
tores.
P. V.
¡Sursum corda! Cartas de la Condesa de
Saint-Martial (Sor Blanca, Hermana de
la Caridad), con dos retratos y una no-
ticia biográfica; traducidas de la cua-
dragésima edición francesa por José
PuGÉs. Con licencia.— Barcelona, Gus-
tavo üili, editor.
Con este tomo inaugura el activo
editor de Barcelona la serie histórico-
biográfica de su Biblioteca Emporium;
y por cierto que ha andado acertado
en la elección, dándonos un libro inte-
resante, ameno, impregnado de purísi-
mos sentimientos y destinado á pro-
ducir saludables frutos, principalmente
entre las jóvenes y señoras de la alta
sociedad y de las familias religiosas.
Sermones del P. José Vinuesa, de la Com-
pañía de Jesús.— Madrid, librería católi-
ca de D. Gregorio del Amo, 1909.
Comprende el presente tomo la ora-
ción fúnebre pronunciada en la Coruña
en sufragio de las almas de los náufra^
gos del crucero Reina Regente; el pa-
negírico de San Juan Bautista de la
Salle, predicado con motivo de su ca-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
123
r.onización; un discurso pronunciado
en el Congreso Eucaristico de Lugo;
sermón á Santa Bárbara en la función
dedicada por los artilleros de Madrid,
y el sermón predicado en la parroquia
de Mondragón en la inauguración de
los concursos de Agricultura y Gana-
dería. A estos cinco discursos siguen
tres conferencias sobre el trabajo, pro-
nunciadas en el instituto de Jovella-
nos, en Gijón, los días 3, 4 y 5 de
Agosto de 1899.
De estas piezas oratorias se puede
decir con toda verdad que son otros
tantos modelos perfectos en su géne-
ro; algunas adquirieron notable cele-
bridad y se imprimieron luego de ser
pronunciadas, y la primera no sólo fué
universalmeute encomiada, sino que
ha pasado ya á formar parte de los
modelos que se proponen á la juventud
estudiosa en nuestras Antologías y
Manuales de literatura castellana.
Colección de opúsculos selectos. Domingo
B. Cruz, Deán de la Concepción de
Chile. El deber de los católicos.— Fri-
burgo de Brisgovia (Alemania), B. Hen-
der, 1909. En 12." de 68 páginas, 0,45
francos.
Propónese el docto autor en este
discurso, pronunciado por él al incor-
porarse en la Facultad de Teología y
Ciencias Sagradas de la Universidad
de Chile, demostrar que «en el tiempo
presente es para los católicos un deber
de conciencia el tomar parte en la cosa
pública, y especialmente el combatir
la política anticristiana»; y lo hace con
argumentos de razón y de autoridad,
tomados éstos de la Sagrada Escri-
tura, Santos Padres, la Historia y la
experiencia. En un apéndice se refu-
tan las dificultades y se hace ver cómo
se puede trabajar cristianamente en
política. El discurso ó su primera edi-
ción tuvo lugar, según se saca de las
páginas 41 y 52, en tiempo de Amadeo
en España en 1871.
P. V.
Mis primeras lecturas. Curso completo
de Lectura y Moral. Grado elemental:
Nuestros amiguitos. Grado medio: Cuen-
tos é historietas morales, por A. Fie-
rre, A. MiNET y la Srta. Alina Mar-
tín. Adaptación española por Miguel de
Toro Gómez.— París, Fernando Nathan,
editor; Barcelona, Gustavo Gili, editor.
En otras ocasiones, y juzgando obras
transpirenaicas de educación, hemos
notado ya que, á vueltas de mil primo-
res y buenas cualidades que las reco-
mendaban, se echaba de menos en ellas
el espíritu sobrenatural y la genuína
adaptación á nuestra patria.
Algo de esto notamos también en
estas obritas, por otra parte de mérito.
Pero sería indudablemente mayor éste
si entre los ejemplos morales abunda-
sen los de moralidad cristiana y cató-
lica (y no sólo los de una moral uni-
versal ó naturalista).
Además, no deja de causar extrañe-
za el que, dedicando varios capítulos
á tratar de los deberes de los niños,
hasta con los animales, no haya uno
siquiera que hable de los deberes con
Dios ni del respeto á la Iglesia y á los
templos, etc.
Tampoco hemos acertado á ver en
ellos la aprobación eclesiástica.
R. C.
L'education morale et ses conditions, par
LÉON Desers, chan. honor, de París. Un
tomo en 12." con 266 páginas, 2,50 fran-
cos.—P. Lethielleux, París.
El autor, conocido por sus numero-
sas obras de instrucción apologética,
nos da en este tontito las conferencias
pronunciadas ante una reunión de
maestras cristianas. Sucesivamente es-
tudia al niño, los influjos que sobre él
ejerce el medio social, la manera de
sacar provecho de sus cualidades, de
combatir sus defectos, despertar sus
iniciativas, formar su conciencia y co-
municarle el sentido de la bondad inte-
ligente y el ideal moral. Acaso por ha-
berse acomodado excesivamente á su
auditorio femenino, el Sr. Desers se ha
quedado muy en la superficie de los
interesantes puntos que recorre.
Vers les cimes. Exhortations á un jeune
honme chrétien, par M. l'abbé Chabot,
vicaire general, Superieur de Flnstitution
Richelieu á LuQon (Vendée). — Paris,
Beauchesne, 1909. Un tomo en 8.° con
360 páginas, 3 francos.
El autor de este librito, después de
esforzarse por comunicar á la juven-
tud el entusiasmo de la edad, la vida y
124
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
la acción, procura guiarla á las cimas
de la felicidad, del bien, de la luz, de
la vida sobrenatural y de la Divini-
dad. El fin que se propone no puede,
por consiguiente, ser más laudable. Se
nota, sin embargo, en todo el libro
una vaguedad algo romántica, y, á
nuestro pobre juicio, poco á propósito
para interesar á la juventud de nues-
tros días, la cual anda á caza de solu-
ciones más positivas, y conviene que
entre en la vida, muy idealista, sí, en
cuanto á los fines, pero muy provista
de un realismo sano en lo que á los
medios de alcanzarlos se refiere.
R. R. A.
J. M, QuiRós, S. J., Antología francesa.
Segunda edición, notablemente aumen-
tada. Editor, Félix de Bedout.— Tipo-
grafía del Comercio, Medellín, 1909. Un
tomo en 8." de XXXlI-480 páginas. Pre-
cio, 80 centavos (oro). Al por mayor se
hacen notables rebajas.
En vez de nuestro juicio, que podría
parecer interesado, preferimos inser-
tar el que en La Familia Cristiana, de
Medellín, publicó el doctor en Dere-
cho, ex ministro y actual senador de la
república de Colombia, D.Antonio José
Uribe, quien en otro tiempo regentó
la cátedra de Retórica y de Historia
de la Literatura Castellana en la Uni-
versidad de Antioquia y es sumamen-
te versado en la literatura francesa,
como demuestra bien en su carta, de
la cual, por ser muy larga, sólo copia-
remos el siguiente párrafo, en que ha-
bla de la Antología del P. Quirós:
«En su clase es de lo mejor que conozco:
por su ordenada distribución en géneros
literarios, por la variedad y riqueza de las
páginas colegidas, por el dominio com-
pleto de la literatura francesa que seme-
jante labor exigía y por los numerosos
conocimientos gramaticales, históricos,
geográficos y críticos que el lector ad-
quiere en las notas con que V. R. ha ilus-
trado cada una de las composiciones de
la Antología, considero que no sólo entre
nosotros, sino en todo Hispano-América
el libro está llamado á prestar los más
grandes servicios, y aun me atrevo á afir-
mar que en Francia misma será estimado
como trabajo de primer orden, como que,
en mi concepto, es superior á obras simi-
lares publicadas allá en los últimos años,
la del abate E. Ragon, profesor en el
Instituto Católico de Paris, por ejemplo,
y en nada cede á trabajos tan completos
y sólidos, para un curso superior, de alta
critica, como el del R. P. Chauvin, del
Oratorio, y ü. Le Bidois, de aquel mismo
Instituto, obra esta última ciertamente ad-
mirable.»
N. N.
Manual de canto gregoriano, por Julio
8as. Edición española, notablemente
ampliada y retocada por el antor y aco-
modada por el P. Nemesio Otaño, S. J.—
L. Schwann, librero-editor, Dusseldorf
(Alemania). Precio, 1,50 pesetas.
Esta obrita, impresa con economía y
esmero y escrita con inteligencia nada
común, viene, con gran satisfacción de
los amantes de la música religiosa por
antonomasia, á llenar el vacío que ha
tiempo se advertía en nuestra España
de un verdadero enquiridión, donde
con claridad y brevedad se estable-
ciesen normas generales, seguras y
de sentido común, á fin de obtener
una buena ejecución de las melodías
litúrgicas tradicionales. Divídese en
dos partes. La primera trata de mano
maestra acerca de la notación, neumas
y mora vocis, y la segunda de la tona-
lidad, ritmo, salmodia y recitados li-
túrgicos, esto es, de las principales
materias sobre que puede versar el
canto litúrgico. La obra merece todo
linaje de alabanzas, que le tributamos
gustosos, siquiera disten mucho del
mérito y reputación de sus autores.
Sin embargo, por estar informada y
revestida en su segunda parte del espí-
ritu y doctrina de la teoría solesmense,
según ha indicado D. Mauro Sablay-
rolles, O. S. B., en la revista Música
Sacro-Hispana, creemos que ha de
ser blanco de las iras de algunos y
de los tiros de la teoría pothierista.
No faltará, no, quien diga, al menos
entre dientes,' que, según las reglas rít-
micas del maestro Bas, el texto litúr-
gico no tiene más acento que el fraseo-
lógico, ó, hablando en general, que ca-
rece de acentos; que se observa in-
exactitud al tratar el autor de explicar
las subdivisiones rítmicas en el caso
de un tórculos seguido de una nota sin
apoyo, y, más que nada, que el capítu-
lo sobre los principales factores del
ritmo es enmarañado y laberíntico, á
pesar del gráfico y significativo ejem-
plo de los dos contrarios impulsos que
el jugador imprime á la pelota.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
125
Nosotros, enemigos irreconciliables
de polémicas estériles y á veces con-
traproducentes, antes amigos de la
verdad y sobre todo dispuestos á obe-
decer ciegamente cual preceptos las
más ligeras insinuaciones superiores,
nos limitamos por ahora á exhortar
humilde, sincera y cariñosamente á
todos los que se hallen en condi-
ciones para' ello en general, y á los
pothieristas en particular, á que sin
demora enriquezcan la bibliografía
gregoriana con nuevos manuales, á
imitación del que nos ocupa, y, si cabe,
más claros y compendiosos, en que los
menos aptos, teniendo los imprescin-
dibles conocimientos que el asunto
exige, puedan, hallar modo y manera
de interpretar digna y artísticamente
las inimitables melopeas del tesoro li-
túrgico. Mientras se realiza este nues-
tro dorado sueño, felicitamos nueva y
sinceramente á los maestros citados,
deseando que el lisonjero éxito de su
trabajo corra parejas con la fama y
mérito que les son debidos.
J. Alfonso.
Antidoto. Cartas á un estudiante de Uni-
versidad, utilisimas también á las seño-
ritas instruidas, por el P. Alejandro
Gallerani, S. J. Traducidas de la duo-
décima edición italiana por Agustín
PiAOGio, capellán de la Armada argen-
tina. Un volumen, de 12 por 19 centíme-
tros, de XXIV-598 páginas. Precio, 3,50
pesetas.— Luis Gili, librero-editor, Bal-
mes, 83, Barcelona, 1909.
El Antídoto del P, Gallerani se pa-
rece mucho á las respuestas del Pa-
dre Franco, á las contestaciones de
Mons. Segur y á la propaganda cató-
lica de Sarda; pero no se confunde con
ninguno de estos trabajos. Las Res-
puestas del P. Franco son principal-
mercte para el clero y seglares de al-
guna edad; las Contestaciones breves
y sencillas del Conde de Segur están
escritas para el pueblo; para el pueblo
y aun para el mundo sabio sirven tam-
bién á maravilla los libros de Propa-
ganda católica de Sarda y Salvany,
pero forman una obra muy volumino-
sa. El Antídoto está destinado princi-
palmente á la juventud estudiosa de
ambos sexos, y es un compendio muy
acomodado para disipar las objeciones
y dificultades que á diario se oyen en
los Institutos, Universidades, Escuelas
Normales, tertulias, salones, viajes,
etcétera.
¿Qué es, pues, el Antídoto? Es un
arma defensiva y ofensiva.
El Antídoto reúne en un haz todo lo
que ocurre contestar cuando un des-
vergonzado se permita objetar contra
la verdad católica, dando un golpe cer-
tero que inutilice y desconcierte al
atrevido,» como dice el limo. Sr. Fray
Marcelino, O. P., Obispo de San Juan
de Cuyo.
Que el Antidoto es también un arma
ofensiva lo declara bien el Ilustrísimo
Sr. D. Bernabé, Obispo titular de Ces-
tro, cuando dice: El libro del P. Ga-
llerani es un verdadero arsenal de
pertrechos ligeros, armas de tiro rá-
pido, adecuado á la juventud, á quien
va principalmente destinado, y al es-
píritu mismo de nuestro siglo, que no
se aviene ya con la artillería pesada'
de otra época, como la de Belarmino y
Suárez, ni con la de Hettinger, Weiss
y otros, que debemos reservar para
las campañas de mayor importancia,
cuando hay que atacar á la increduli-
dad en sus principales fortalezas.»
Nada podemos decir nosotros que
exprese mejor que estos dos testimo-
nios el doble carácter de la obra del
P. Gallerani, ni que tenga el peso de
tanta y tan irrecusable autoridad. Sólo
diremos, en confirmación del título
de la obra, que es realmente antídoto,
porque sirve para precaver muchos
errores, y lo es porque con él en la
mano pueden los jóvenes estudiosos
corregir muchas ideas erróneas. Es
antídoto para las inteligencias en ge-
neral, lo es para la juventud en espe-
cial y muy señaladamente para los jó-
venes estudiantes: Léanse, v. gr., las
cartas XXII y XXIII, y se verá cuan
acertadamente y con qué atractivo ex-
pone y enseña á sostener la defensa
del sacerdote, en la primera, y la vin-
dicación de los frailes y jesuítas, en la
segunda, ambas de suma actualidad y
aplicación.
De la bondad y utilidad de esta obra
son excelente muestra las cartas de
aprobación estampadas al principio de
la misma. El estilo es sencillo, atrac-
tivo é interesante, propio del género
epistolar. Es muy de desear que el
libro se difunda por los países de len-
126
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
gua castellana, como se ha difundido
por los de la italiana, en la que ha sa-
lido la duodécima edición.
E. U.deE,
La Iglesia y el trabajo manual, por Máxi-
mo Sabatier, del Clero de París, doctor
en Derecho canónico. Obra aprobada
por un Breve de S. S. León XIIL Tra-
ducida de la sexta edición francesa por
JriAN DE HlNOJOSA,
Estudiando el trabajo en el pueblo
hebreo y en los pueblos paganos an-
tes del Cristianismo, y después de este
en el pueblo cristiano, llega al autor á
la conclusión de ^^ que la Iglesia es quien
ha dado á conocer al mundo la digni-
dad del trabajo, y es su más seguro
defensor».
El Catolicismo en la actual literatura
francesa (siluetas literarias), por Juan
DE HlNOJOSA.
Dos poetas, un periodista-conferen-
ciante y un novelista constituyen las
siluetas de este opúsculo, debido á la
pluma de un escritor, aunque muy jo-
ven aún, ya fecundo y celebrado. Un
poeta de vida tormentosa, Verlaine, en
quien el catolicismo sólo se muestra
en ráfaga pasajera que ilumina el tiem-
po de su desgracia para reaparecer en
la hora suprema de la muerte; el tierno
Coppée, el cantor de los humildes; el
batallador Brunetiére; el novelista
Rene Bazin, en cuyas últimas novelas
repercute el eco de los problemas so-
ciales y religiosos de nuestros días.
N. N.
De Bailly-Bailliére é Hijos, Plaza de
Santa Ana, 10, hemos recibido:
El Almanaque de Bailly-Bailliére. Es
una pequeña enciclopedia popular de
la vida práctica, como dice el subtítulo.
Reúne, en tamaño reducido y en for-
ma amena y recreativa, una suma de
conocimientos que representan el con-
tenido de varios tomos. En él se en-
cuentran los datos obligados sobre el
calendario, año astronómico y reli-
gioso, la agenda en blanco, con conse-
jos para cada mes, evangelios, memen-
to, recetas de cocina, mapas celestes
para los doce meses del año, cuadros
de cobros y pagos, tabla de intere-
ses, etc.
Después viene la historia del año,
con multitud de grabados referentes á
los principales acontecimientos ocurri-
dos. En la sección de Historia llama la
atención un interesante estudio del
docto profesor D. Rafael Altamira so-
bre la Historia de la Independencia
americana, la Historia de la Confede-
ración Helvética, etc., etc. (El cisma
Aglipano en Filipinas, hoy no tiene la
extensión é importancia que aqui se
indica y se le trata con demasiada be-
nignidad.) Las otras secciones resultan
también instructivas y amenas; la de
Bellas Artes, Literatura, Geografía,
Matrimonio-hogar, Agricultura, Cien-
cias vulgarizadoras, juegos y sport.
Esto y la variedad de premios que
ofrece y la participación en los bille-
tes de la Lotería, hacen que sea muy
popular y apreciado este almanaque.
Agenda de bolsillo. Además del es-
pacio en blanco, de excelente papel
para las anotaciones diarias con el ca-
lendario, contiene datos interesantes
sobre correos, pesas y medidas, etc.
Forma un tomito elegante y se vende
á 1,50 y 2 pesetas, según sea de dos
días en plana ó de uno.
Agenda culinaria. Es libro muy prác-
tico, y entre otros conocimientos útiles
contiene una minuta de almuerzo y
otra de comida, diferentes para cada
día del año. Se vende á 2 pesetas en
Madrid y 2,50 en provincias.
Agenda de bufete. Es de gran utili-
dad, especialmente para los comercian-
tes, por los muchos datos útiles que
contiene sobre modelos de recibos, le-
tras, pagarés, tarifas de correos, telé-
grafos, consumos, etc. Su precio varía
de 1 á 4 pesetas, según la edición,
pues se han puesto ocho á la venta.
En provincias aumenta la edición 0,50.
Memorándum de la cuenta diaria.
Facilita el modo de apuntar bien el
presupuesto individual y de llevar con
orden sus negocios y diversos queha-
ceres. Su precio, 2,50 y 3 pesetas.
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Noviembre.— 20 de Diciembre de 1909.
ROMA.— Documentos Tpontiücios.— Respuesta á los Prelados
prusianos. Á los Obispos de Prusia, que desde Fulda, donde anualmente
se reúnen, enviaron su felicitación al Pontífice con motivo de su Jubileo
sacerdotal, contestó el Papa amorosamente agradeciéndoles su atención
y manifestando la generosidad de su ánimo con palabras como éstas:
«Habéis mencionado con elogios lo que llevamos á cabo desde que toma-
mos posesión del obispado de Mantua hasta este día: todo cuanto veis
de bueno hay que atribuirlo á vuestro ilimitado cariño; porque Nos no
podemos volver la vista atrás sin sentirnos profundamente conmovidos
por haber de rendir cuentas de nuestro ministerio al Príncipe de los Pas-
tores. Confiamos que nos ayudaréis en nuestra empresa, no sólo con el
cumplimiento de vuestros deberes, sino también con vuestras piadosas
oraciones.» — Caria importante. El Vicario de Cristo remitió el 22 de
Noviembre una carta autógrafa al presidente de la Unión Económico-
Social italiana, de grande interés por desaprobarse en ella el proyecto
de disimular el carácter de católica, á fin de obtener adhesiones más nu-
merosas, aun de asociaciones que sólo se inspirasen en el concepto de
justicia cristiana, y de lograr una representación equitativa ante los po-
deres públicos. Dice así: «Hase leído aquí y meditado el nuevo estatuto
para la federación de las Uniones y de las Ligas profesionales, y aun-
que convencido plenamente de que los que han introducido la modifica-
ción lo han hecho con excelente espíritu, todavía no podemos absoluta-
mente admitirla y mucho menos aprobarla. Ya que nos persuadan las
razones alegadas de que no se conseguirá el fin apetecido de hacer el
estatuto prácticamente aceptable á catóHcos quisquillosos é inciertos,
y de conseguir para la Federación una representación ante el Gobierno;
pero no es leal ni decoroso el simular, cubriendo con pabellón equívoco,
la profesión de catolicismo, cual si fuese mercancía averiada y de con-
trabando. Con el concepto de «justicia cristiana», tomado tan extensa y
peligrosamente, es imposible saber hasta qué punto se llegaría por el espí-
ritu de las Ligas que se adhiriesen, y, consiguientemente, por el de las
personas que podrían ser elegidas para la dirección. Despliegue, pues, la
Unión Económico-Social animosamente la bandera católica, ateniéndose
firmemente á los estatutos que se aprobaron en 20 de Marzo último.»—
Erección de una Congregación primaria. Por letras apostólicas de
26 de Julio de 1909 concede Pío X, á petición del Hermano Evagnio, Pro-
128 NOTICIAS GENERALES
vincial de las Escuelas Cristianas de la provincia de Palestina, que la con-
gregación del Niño Jesús, fundada en Belén, se considere como la Prima
primaria, con la facultad de agregar y afiliar á ella todas las otras del mismo
Instituto existentes, ó que en adelante se establezcan, y comunicarles las
gracias y priviligios que tales matrices disfrutan por concesión de la
Santa Sede, con tal que sean comunicables. En el documento dedica el
Padre Santo frases de alabanza muy lisonjeras y muy merecidas á los
beneméritos Hermanos de las Escuelas Cristianas.— Discurso del Papa.
En la audiencia que el 18 de Noviembre concedió á los peregrinos fran-
ceses pronunció Su Santidad un hermoso discurso, en el que hizo estas
declaraciones: 1." Que aunque suene mal á algunos oídos la palabra
persecución contra la Iglesia, mas nadie puede desconocer que la pro-
mueven los que han quebrantado pactos sacratísimos, arrojado de su
patria á ciudadanos meritísimos pertenientes á Órdenes religiosas, ta-
chado de enemigos de la república á los ministros del Santuario, que han
abogado por la libertad y derechos de la Religión católica, y, en fin, de-
nunciado como extraño en Francia el poder de la Iglesia, ó lo que es lo
mismo, de Jesucristo. 2.'^ Que en la guerra implacable á los Prelados
franceses por causa de sus Pastorales sobre la enseñanza, es claramente
falso el pretexto que alegan de que á fuer de subditos fieles de la Santa
Sede las publicaron aquéllos. Los males que veían producirse en las es-
cuelas laicas con las enseñanzas y libros impíos é inmorales, su celo por
la salvación de las almas y obligación de precaverlas de todo peligro,
los impulsaron á dar la voz de aviso á los padres católicos. S."* Que ni al
Pontífice ni á los Obispos de Francia intimida esa persecución desleal,
porque no ignoran que la Iglesia es militante y que ellos representan á
Jesucristo en la reproducción de sus sufrimientos. «Dios, exclamó Pío X,
sabrá exigir de esos enemigos la cuenta de nuestras lágrimas.» — Muni-
ficencia de Pío X. En la basílica de Santa Justina de Padua existe
una antiquísima imagen, conocida con el nombre de Santa María de
Constantinopla: el Papa quiso que se coronase la imagen, regalando,
además de la diadema, una preciosa amatista y un collar de 280 perlas;
pero una noche los ladrones robaron los dos últimos objetos. Hízose una
función de desagravios, y para que en ella se estrenase, mandó de regalo
el Pontífice una magnífica capa bordada en oro y guarnecida de meda-
llones artísticamente bordados con seda de diversos colores. Las señoras
de Padua, entristecidas con el robo sacrilego, comenzaron á recoger
perlas para reemplazar á las que robaron: reunieron 32, más hermosas
que las desaparecidas. Lo que no podía restituirse tan fácilmente era la
amatista; pues el Soberano Pontífice acudió en su ayuda, enviando otra
amatista preciosa, semejante á la que se llevaron los ladrones, que desde
el primer domingo de Adviento embellece la imagen de Nuestra Señora
de Constantinopla de la basílica de Santa Justina.~Un beato holandés.
Á fines de Noviembre se celebró en la iglesia de San Pedro Advíncula
NOTICIAS GENERALES 129
de Roma un solemne triduo en honor del bienaventurado Juan Ruysbroock
(el Rusbroquio de nuestros ascetas), cuyo culto, de tiempo inmemorial,
ha sido confirmado por reciente decreto de la Congregación de Ritos.
Perteneció este admirable místico á la Orden de Canónigos Regulares
de San Juan de Letrán, que tiene su casa generalicia en aquella iglesia.
Los flamencos residentes en Roma se han aprovechado de la ocasión de
estos honores tributados á un compatriota suyo, para fundar entre ellos
un Círculo de conferencias y estudios, que se inauguró el 3 de Diciem-
bre.—Una retractación. En el Osservatore Romano apareció la si-
guiente retractación del abate Bremond: «Movido por un sentimiento
de plena y sincera sumisión á la Autoridad eclesiástica y por mediación
de su Excelencia Monseñor el Obispo de Southwark, manifiesta el abate
Bremond, que le pesa y condena cuanto hizo y dijo de reprensible con
ocasión de los funerales del P. Tyrrell. Declara además que se adhiere
sin restricciones á todas las doctrinas de la Iglesia, y singularmente á las
enseñanzas del decreto Lamentabili y Encíclica Pascendí. Escrito en
Aix-en-Provence el 5 de Noviembre de 1905. Firmado: Enrique Bre-
mond.»
Política italiana. - Caída del ministerio Giolitti. Por causa délos
nuevos impuestos presentados por el Gobierno de Giolitti, á los que se
mostraron hostiles varios grupos de diputados de la Cámara con que
contaba el Presidente del Consejo para constituir la mayoría, tuvo el
Gabinete que presentar la dimisión al Rey.—Subida de los conservadores.
Aconsejado por Giolitti, llamó Víctor Manuel al jefe délos conservadores
para que formara ministerio. Después de varios días de conferencias y
cabildeos, por fin juró el 11 el nuevo Gobierno, compuesto de la manera
siguiente: Presidencia del Consejo é Interior, Sonnino; Negocios Extran-
jeros, Marqués de Guicciardini; Marina, Bettolo; Guerra, Spingardi;
Agricultura, Luzzatti; Tesoro, Salandra; Hacienda, Arestta; Obras públi-
cas, Rubini; Justicia, Scialoja; Instrucción pública, Daneo; Correos, San
Ossoño.— Programa. Lo expone así // Giornaled' Italia, periódico minis-
terial: Reorganización y ampliación de la enseñanza primaria; reformas
económicas en la enseñanza; solución á la grave dificultad de la marina
mercante; reforma de la administración de ferrocarriles; aplicación recí-
proca de leyes especiales á la Italia meridional; creación de un Ministerio
del Trabajo, y reforma de los servicios del Ministerio de Agricultura.—
Amigos y enemigos. Apoyarán el Ministerio el centro izquierda, el cen-
tro, la derecha y los católicos. Le combatirán los socialistas, radicales de
la izquierda y extrema izquierda y una fracción de los partidarios de Gio-
litti y Tittoni.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI
130 NOTICIAS GENERALES
ESPAÑA
Guerra de Melilla.- Terminados los plazos que dio el General en
jefe á las cabilas para que se sometieran á España, y no habiéndose
logrado lo que se pretendía, prosiguieron nuestras tropas las operaciones
militares. El 26 se apoderaron, después de un ligero tiroteo, que no oca-
sionó pérdidas de gente española, de la meseta de Atlaten, que dista unos
siete kilómetros del monte Uixam, de los puntos llamados Axis en el
valle frente á Sengangan, y casa de Mohamed-Ben-Tabor. Son importan-
tes estas posiciones por dominar Beni-Buifrur y Tolat, enlazándose con
Bugen-Cein. Por testimonio del ministro de la Guerra, con estas conquis-
tas terminó la acción militar. Urge ahora fortificar los puntos más estra-
tégicos, y para determinarlos y proceder á las obras se nombró una
Comisión, compuesta de los generales Larrea y Balseiro y de cuatro coro-
neles: D. Luis Santiago, del cuerpo de Artillería; D. Vicente Fontana, de
Estado Mayor; D. Eduardo Cañizares, de Ingenieros, y D. Luis Riera
Espejo, de Infantería. Por el feliz término de la guerra celebraron el 5 de
Diciembre un banquete fraternal en Melilla los jefes de las diversas cla-
ses del Ejército; fué de importancia, porque en los brindis hubo expre-
siones de adhesión al Monarca, que no han sentado bien á los periódicos
revolucionarios y radicales. En cambio, éstos y todos los españoles reci-
bieron con agrado una disposición del Gobierno. Por Real orden, que
publicó la Gaceta del 5, se licenció á los reservistas del ejército de ope-
raciones de África, que suben á 4.000; para sustituirlos se designaron
2.000 hombres, sacados á prorrateo de todos los cuerpos militares de la
Península; 1.000 ingenieros, y los que, curados de su dolencia, estuviesen
aptos para incorporarse en las filas. Afortunadamente ha comenzado la
repatriación de los soldados, siendo recibidos en todas partes con inde-
cible aplauso. — Política española. Casi toda la atención política se
ha concentrado en la constitución de las Diputaciones y elección de
concejales de los Ayuntamientos. El 6 se facilitó en Gobernación una
nota en que se indicaba la forma en que aquéllas han quedado consti-
tuidas. Son 15 las Diputaciones en que presidente y vicepresidente per-
tenecen al partido liberal, otras 15 en que dichos cargos están en manos
de conservadores, 12 mixtas y siete todavía no formadas. No salen tan
bien parados los conservadores en las elecciones de concejales. Según
informes oficiales, han salido victoriosos en las poblaciones de más
de 6.000 almas los siguientes candidatos: 1.469 liberales, 750 conserva-
dores, 109 carlistas, 482 republicanos, 50 socialistas, 163 independientes,
64 regionalistas, 53 católicos y 59 sin calificar. — £"/ Gobierno y la Igle-
sia. A un redactor del Momento, de Turín, declaró el 27 el Sr. Pérez
NOTICIAS GENERALES 131
Caballero que su Gobierno resolverá las cuestiones religiosas de acuerdo
con el Vaticano, y ejecutará reformas que no afecten al dogma; pero no
supresiones, lo cual sería contrario al espíritu liberal. No debieron agra-
dar estas manifestaciones á los liberales españoles, pues el Diario Uni-
versal, periódico moretista, aseguró autorizadamente que el Ministro de
Estado no hace suyas tales interpretaciones, añadiendo que, según sus
noticias, se limitó aquél á afirmar que «el Gobierno aplicará ideas de
amplia libertad en toda clase de asuntos..., ideas que, por ser sincera-
mente liberales, no pueden envolver nada que signifique persecución de
la Iglesia y falta de consideración y respeto á los sentimientos de la ma-
yoría de los españoles». El Momento contestó á este suelto ratificándose
en lo que había escrito y atestiguando que el Ministro le concedió facul-
tad de publicarlo.
Reales órdenes.-— La Gaceta del 6 insertó un real decreto autori-
zando al Ministro de Instrucción pública para construir escuelas prima-
rias en Madrid, destinando á ese objeto 10 millones de pesetas; la del 16
una real orden aprobando los estatutos generales para los colegios de
procuradores, en observancia de lo prevenido por el artículo 863 de la
ley Provincial sobre organización del poder judicial.
Fomentos materiales.— £/ acorazado «España». En el Ferrol Se
colocó el 5 al acorazado España la quilla, presidiendo la ceremonia el
Ministro de Marina, á quien acompañaron varios Generales de la Armada
y del Ejército.— Co/z^r eso africanista. Del 9 al 15 se celebró en Valencia
el Congreso africanista con extraordinaria concurrencia. En la sesión
inaugural, que presidió el Sr. Labra, leyó el secretario, Sr. Alegret, la
Memoria del progreso que han tenido las asociaciones africanistas, y
dio cuenta de que se habían recibido 114 adhesiones, entre ellas 10 de
senadores, y 21 de diputados. La sesión última fué presidida por el
Ministro de Fomento. Se aprobaron conclusiones tan interesantes como
la de establecer en Ceuta y Melilla sucursales del Banco de España, la
reforma de las Ordenanzas de Aduanas para que nuestros buques toquen
en los puertos marroquíes sin perder el origen de la mercancía, la conve-
niencia de fundar la telegrafía sin hilos entre Ceuta, Melilla y Tetuán,
aprovechando la estación radiotelegráfica de Cádiz, y la reducción délas
tarifas terrestres y marítimas para los artículos destinados á la expor-
tación.
Intereses religiosos.— y4cf/zesíd/z al Prelado de Barcelona. El 5 las
asociaciones católicas de Barcelola prestaron homenaje de adhesión
al Rmo. Obispo de aquella diócesis. El Diario de Barcelona y El Correo
Catalán califican de imponente la manifestación, y opinan que producirá
provechosos resultados. Serían unos 5.000 los que asistieron al acto, en
el que pronunció un discurso muy elocuente y aplaudido el Sr. Laguarda.
—En honor del Obispo de Zamora. Con motivo del 50 aniversario de su
ordenación sacerdotal, el dignísimo Prelado de Zamora ha recibido
132 NOTICIAS GENERALES
pruebas inequívocas del amor que ha sabido granjearse entre sus dioce-
sanos. La Comisión de festejos organizó varias funciones religiosas, que
se vieron muy concurridas. Vaya unida á la de los fieles de Zamora
nuestra felicitación al insigne y celosísimo Obispo Sr. Ortiz y Gutiérrez.
-Entrada solemne. El nuevo Prelado de Canarias, Sr. Pérez Muñoz, hizo
la entrada solemne en la capital de su diócesis, siendo recibido con entu-
siasmo indescriptible por las autoridades y un público que se compon-
dría de unas 18 á 20.000 personas.— Nueva iglesia. El 3 del actual se
inauguró en Madrid la iglesia de la Inmaculada y San Pedro Claver del
Instituto de Artes y Oficios y Colegio de segunda enseñanza que dirigen
los Padres de la Compañía de Jesús. Bendíjola el 2 por la tarde el eminen-
tísimo Sr. Obispo de la diócesis; el 3, á las ocho de la mañana, celebró la
Misa el reverendísimo Sr. Nuncio, imponiendo las insignias simbólicas y
dando especial bendición de Su Santidad á los jóvenes de la nueva Aso-
ciación Nacional de propagandistas católicos, y por la tarde en la fun-
ción religiosa predicó elocuentísimamente el Sr. Obispo de Sión y dio la
bendición con el Santísimo el ilustre Prelado Sr. Salvador y Barrera.
II
EXTRANJERO
AMÉRICA.— Nicaragua.— Según los últimos partes oficiales trans-
mitidos al Gobierno de los Estados Unidos, la revolución en Nicaragua
adquiere mayor empuje, y Estrada, que la capitanea, extiende su domi-
nio en las comarcas interiores de la república. Fuera de este conflicto
interior, otro exterior con los Estados Unidos le ha nacido al presidente
Zelaya, á causa de haber pasado por las armas á dos subditos america-
nos, llamados Cannon y Groce. Apoya Zelaya su resolución en que
aquéllos se aliaron á los revolucionarios, y al caer en manos de los sol-
dados leales fueron tratados como se trata á los demás rebeldes. Parece
que los Estados Unidos no se satisfacen con ese descargo; de aquí que
hayan expulsado al representante de Nicaragua del territorio norteame-
ricano y ordenado al crucero Prairie que zarpe inmediatamente para
Colón, llevando á bordo 700 hombres de infantería de Marina. Se da
por indudable que ese envío de fuerzas obedece al propósito de obli-
gar al Presidente nicaragüeño á dar completa satisfacción á los Estados
Unidos ó á dejar el poder á su émulo el general Estrada.
Colombia. — Telegramas recibidos de Londres el 1.° anuncian
que el Gobierno colombiano declara que no podrá pagar el cupón de
Enero de la deuda exterior; pero se juzga que durarán muy poco las
dificultades financieras en que se encuentra la república. Asimismo di-
cen que rehusó el Congreso la concesión de la construcción de un
NOTICIAS GENERALES 133
canal á través del itsmo de Darien; no porque no sea hacedero, sino
porque no están aún bien determinados los límites entre Colombia y
Panamá, por la oposición de algunos Estados de la república y el
temor de que intervengan los Estados Unidos.
Chile- Argentina.— Las galerías del túnel transandino, cuya per-
foración comenzó simultáneamente por ambas vertientes de la cor-
dillera, ó sea por la argentina y chilena, ya se han unido: miden una
longitud de 3.165 metros; lo que significa la cercana conclusión del fe-
rrocarril que ha de atravesar todo el continente Sur. Abrióse el túnel á
una altura de 3.190 metros en la parte de la cordillera denominada La
Cumbre, que se levanta 3.900 metros sobre el nivel del mar. Ingenieros
y contratistas ingleses han llevado á cabo las obras. La vía que se pro-
yecta, y cuyos railes se empezarán á tender muy en breve, enlazará Bue-
nos Aires y Valparaíso, que distan una de otra alrededor de 1.400 kiló-
metros. También el Brasil intenta construir un transcontinental que una
el Atlántico con el litoral peruviano.
• Estados Unidos. -En el Mensaje dirigido al Parlamento hizo el
presidente Taft constar que las relaciones de los Estados Unidos con
las demás Potencias son satisfactorias; expresó su contentamiento por
los resultados de la Conferencia sobre derecho marítimo de Londres;
afirmó que la doctrina de Monroe no se puede alegar para permitir á un
Gobierno instable que falte á sus obligaciones, bajo el pretexto de la
ambición de los Estados Unidos; calificó de cruel la orden del presi-
dente Zelaya de fusilar á dos oficiales norteamericanos; declaró que los
Estados Unidos apoyan la integridad del imperio chino é intentan for-
mar una isla artificial, en la que se construirá un fuerte, y terminó ponde-
rando la intensa prosperidad de la república y el desenvolvimiento de los
negocios norteamericanos.
EUROPA. --Portugal. —Al rey de Portugal, D. Manuel, que llegó
á Lisboa el 5, de regreso de su viaje á Londres, se le hizo en aquella
ciudad una manifestación de cariño tan entusiasta que, á juicio de los
periódicos de la capital del reino, pocas veces se ha visto recibimiento
parecido.
Francia.— El 26 de Noviembre se discutieron en el Congreso los
presupuestos de Cultos. Al abate Gayraud, que habló de las leyes con-
cernientes á las congregaciones religiosas y de la aplicación de la ley
relativa a! régimen de separación de la Iglesia y del Estado, respondió
Mr. Briand con un discurso que ha suscitado muchos comentarios, por-
que en él se intentaba provocar un cisma entre los católicos franceses.
«Llegará, dijo el Presidente, la hora, como acaeció en otro tiempo, en
que la conciencia francesa se sobreponga á la conciencia de católico.»
Muy atinadamente observa La Correspondencia de Roma que se puede
uno preguntar: «¿Si entenderá Mr. Briand lo que es conciencia, ó si creerá
que los demás no lo entienden?»
134 NOTICIAS GENERALES
Bélgica.— El 17 de Diciembre, á las dos y treinta y cinco minutos de
la madrugada, falleció en Bruselas el rey de Bélgica Leopoldo II, con-
fortado con los Sacramentos de la Iglesia, que pidió él mismo al apro-
ximarse el fin de su vida. Había nacido en esa ciudad el 9 de Abril
de 1835, y en 1870 sucedió á su padre Leopoldo I. Estuvo casado con
María Enriqueta, Princesa imperial y archiduquesa de Austria, de la que
le quedaron tres hijas. Según el periódico Le Soir, en su testamento
manifiesta lo siguiente: «Muero en el seno de la Religión católica; pido
perdón por las faltas que cometí. Dejo á mis hijas los 15 millones de
francos que á mí me dejó mi padre. Quiero que se me haga un entierro
sencillo.» Añade el mismo diario que «el Vaticano estaba enterado del
casamiento religioso del rey Leopoldo con la Baronesa de Vaughan, y
que el matrimonio se celebró en Remo». Aunque tuvo defectos como
Rey, no puede negarse que fué amante de su pueblo, deseoso de la pros-
peridad de su nación, y que á su política personal se debe la colonia del
Congo. Al día siguiente de su entierro se reunieron las Cámaras para
tomar juramento al piíncipe Alberto, proclamado nuevo Rey de los bel-
gas, que nació en 8 de Abril de 1875, y es hijo del Conde de Flandes,
hermano del difunto Leopoldo II.
Inglaterra.— El conflicto que se temía en el Parlamento, se ha pro-
ducido. La Cámara de los Lores aprobó el 30 la proposición de lord
Lansdowne, en la que se decía que era necesaria la consulta previa á la
nación antes de aprobar los presupuestos de Lloyd Gcorge, que encie-
rran varias reformas trascendentales. Tomaron parte en la votación 425
lores; 350 votaron en pro de lo propuesto por Lansdov/ne y 75 en con-
tra. Mr. Asquith aconsejó al Rey la disolución de !a Cámara de los
Comunes, que se cerró el 3 con un discurso de Eduardo Vil.
ASIA. — Japón.— Tomamos de una carta del P. Bouchez, misionero
jesuíta en Tokio:
«Vivimos completamente de limosnas... El P. Engelen, profesor de Filosofía en un
colegio del Misuri, vendrá probablemente solo á fines de Octubre para organizar los
estudios, una vez aprendida la lengua. Dos benedictinos alemanes, traídos por mon-
señor Mutel, llegaron á Corea para abrir en Seoul un establecimiento de educación á
uso coreano. Han conseguido hacerse con un hermoso terreno, que les vendió el
Estado á precio módico, é intentan fundar una residencia provisional. El uno de ellos
volvióse á Alemania para allegar dineros y gente; el Superior vino á Tokio en Agosto,
á fin de enterarse del régimen de las Escuelas, y tuve el gusto de introducirle en una
de las Universidades, aunque, por desgracia, todos los de ella estaban en vacaciones.
Aspiran á levantar en Corea un convento benedictino con coro y vida monástica. ¿Se
podrá conciliar con la dirección de un gran colegio? Al tiempo. Piensan comenzar por
el Liceo ó Escuelas Medias, con las que tantos triunfos han conseguido losmarianistas.
Cerca de 500 coreanos frecuentan las escuelas de Tokio, aprendiendo el japonés con
facilidad y felices resultados.»
China.— De nuestro corresponsal. Chang-hai, 19 de Noviembre
de 1909.
1. Se trata de cambiar el traje nacional que los manchúes impusieron á los chinos
conquistados y de suprimir la trenza de pelo que todo chino, bajo severas penas, debe
VARIEDADES 135
llevar; sin embargo, no parece llegada la oportunidad del cambio. También será abolido
poco á poco en el palacio imperial el servicio de los eunucos, de suerte que dentro de
seis años no quedará ninguno; pero se guarda silencio sobre la abolición de la poli-
gamia; que el deseo de modernizarse no les ha conducido á los grandes hasta ese
punto.— 2. En vez de disminuir los gastos del imperio, cada vez se aumentan más, y
las entradas no los compensan; la Hacienda está exhausta, y se cavila mucho sobre la
manera de hacer venir dinero á Pekin. Las contribuciones indirectas son numerosas; el
Gobierno ha querido introducir el papel sellado, mas en vista de la oposición de las
provincias, lo ha diferido para mejores tiempos. Se delibera ahora acerca de la creación
de una Lotería Nacional, cuyos productos se repartirían por mitad entre los premiados
y el Tesoro. No sabemos lo que resultará.
VARIEDADES
Exposición (1) que los Rmos. Prelados de España han diri-
gido al Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros contra
1 . existencia de las escuelas llamadas laicas. — Excmo. Sr.: Los
Prelados españoles creemos cumplir deber ineludible de conciencia y
dar alta prueba de patriotismo llamando su muy ilustrada atención y la
del Gobierno que dignamente preside acerca de los perjuicios que oca-
siona permitir el funcionamiento de las escuelas laicas ó de las llamadas
neutras, y suplicándole que en manera alguna consienta se abran las que
fueron clausuradas por la Autoridad después y oon motivo de los horri-
bles y nunca bastante execrados sucesos de Barcelona, que constituyen
un borrón en la historia patria y un motivo de vergüenza para la huma-
nidad.
Aunque tales escuelas alardeen de neutralidad en religión, son real-
mente y de un modo necesario irreligiosas. En la enseñanza es donde
más palpablemente se observa la verdad de Cristo: «El que no está
conmigo, está contra mí.» El no hablar nunca de religión en la escuela
hace que los alumnos deduzcan que las ideas religiosas inculcadas por
sus padres y por los sacerdotes ó son anticientíficas, y, por consiguiente,
falsas, ó son indignas de que por ellas se rija el ciudadano fuera de la
sociedad doméstica. Aun en las naciones más elementales de la ense-
ñanza es imprescindible tocar materias que son igualmente objeto de la
religión y que se han de resolver en contra ó en conformidad con ella.
Un maestro antirreligioso, aunque quiera permanecer neutral ante sus
discípulos, no lo logrará por mucho tiempo; y los alumnos, que ven en
él un ser superior cuya autoridad les merece todo respeto, no tardan en
imitar su desprecio á toda religión positiva Pero la neutralidad de las
escuelas laicas es un nombre vano, un pretexto para no alarmar y un
lazo que se tiende á los padres de familia para que no se retraigan de
enviar allá á los hijos. En todas partes sucede lo que en Francia, donde
un inspector de Instrucción pública, Dequaire Grobel, escribe á los
maestros laicos: «La escuela laica es una máquina de guerra contra el
Catolicismo. La escuela laica tiene por objeto formar librepensadores.
(1) «Sostenida en gran número de telegramas enviados por diferentes centros y
asociaciones religiosas», según la nota oficiosa del Consejo de Ministros.
136 VARIEDADES
«Defraudaría las esperanzas que en ella fundamos si se mantuviese
dentro de una respetuosa neutralidad... La escuela laica es un molde
donde se mete un hijo de un cristiano y se saca un renegado.»
Aunque no fuesen contrarias á la religión, por faltar la religión en
ellos no podían ser morales semejantes centros de enseñanza. Enseñar
la moral omitiendo la religión equivale á querer construir un edificio sin
base. Inclinado el hombre al mal, necesita la creencia en un premio y en
un castigo eternos para contenerse dentro de los estrechos límites del
deber y caminar por los ásperos senderos de la virtud. Si no se enseña
á respetar la autoridad de Dios, será en vano querer que respete autori-
dad ninguna, cuando el respeto lleve aparejados sacrificios y privaciones.
La fuerza pública y el interés propio serán los únicos frenos con que se
intente domeñar sus pasiones; pero cuando su interés esté en pugna, á
juicio suyo, con el de la sociedad, buscará eludir la acción de la fuerza ó
procurará contrastarla con el petróleo y la dinamita. Pensadores nada
sospechosos de parcialidad, pues tenían la desgracia de haber perdido la
fe, han deplorado la inutilidad de sus esfuerzos para moralizar á la juven-
tud despreciando las doctrinas y los métodos de esa gran educadora
que se llama la Iglesia.
Los omitimos porque son bien notorios á la reconocida erudición
de V. E., y porque los hechos hablan más alto y más claro que las pala-
bras, poniendo ante los ojos que instruir no es educar, y que dotar de
conocimientos á la inteligencia, sin cuidarse de fortalecer y dirigir la volun-
tad, es como poner en manos de un demente una espada, que cuanto más
se aguza es más peligrosa.
La estadística demuestra que el principio de que cada escuela que se
abre es un presidio que se cierra, implica falsedad absoluta tratándose de
las enseñanzas sin Dios. En Francia, mientras el número de delitos en
los adultos se mantiene casi estacionario, aumenta espantosamente en la
niñez y en la juventud, coincidiendo con el aumento de la instrucción
laica, á la que atribuyen el gran incremento de la criminalidad observa-
dores concienzudos y desapasionados.
En Italia un criminalista como Garófalo ha comprobado que la crimi-
nalidad que allí entre la juventud cunde, procede en gran manera de que,
á diferencia de los sistemas de educación en la raza anglosajona, los
programas de las escuelas italianas no contienen nada de enseñanza
religiosa.
En el Japón, donde más que en España podría haber alguna aparien-
cia de razón para la enseñanza neutra, porque los niños pertenecen á
familias que profesan distintas religiones, se había seguido la moda euro-
pea de prescindir de la enseñanza de ninguna religión, sustituyéndola
con la moral universal; pero la experiencia ha patentizado cuan funestos
resultados de aquí se siguen, y el Gobierno se apresuró á cortar la raíz
del mal, volviendo á imponer la enseñanza confesional como obligatoria,
ya la budista, ya la cristiana.
Y si esto sucede allí con profesores que no eran hostiles al culto
divino, y se esforzaban por buscar con las luces de la razón la moral más
pura, ¿qué resultados pueden esperarse de escuelas laicas como las
españolas á que nos referimos, donde se impugnan y se ridiculiza las
nociones de la ley, de autoridad, de conciencia, de virtud y de obliga-
ciones?
VARIEDADES 137
Asi como de la neutralidad escolar se pasa al ateismO; de éste al
socialismo no hay más que un paso. Bebel proclamó en el Reichstag que
los que son socialistas en economía, son republicanos en política y ateos
en religión. En los países alemanes, donde la enseñanza religiosa está
más descuidada, allí es donde mayores triunfos alcanza el socialismo. Si
las leyes del Kulturkampf fueron abolidas, debióse en mucho á que el
mismo Gobierno se asustó de su obra y comprendió los gigantescos
progresos que harían los socialistas en cuanto la fuerte muralla de la
escuela católica quedase por los suelos.
Se repite que el maestro de escuela fué quien venció en Sedán; mas
debe añadirse que las escuelas de aquellos vencedores son profunda-
mente religiosas y que en ellas enseñan la religión los párrocos y los
ministros de otros cultos. Lo dijo en el Parlamento del imperio el minis-
tro Gneist: «¿Qué se vio en el ejército alemán después de la victoria?
Hombres que se arrodillaron para dar gracias á Dios con el cántico que
habían aprendido en la escuela. Allí luchó la educación del pueblo alemán
con la educación del pueblo francés; es decir, contra turbas indisciplina-
das que no temen á Dios, contra hombres que no respetaban ni á Dios
ni al Emperador.»
Quien juzga que esta vida lo es todo, difícilmente sacrifica su vida
por una patria que en nada puede favorecerle después de muerto. El que
olvida sus deberes para con Dios, no cumple mucho tiempo los deberes
con la sociedad.
Si alguna duda hubiera podido caber sobre los funestísimos efectos
de las escuelas de que venimos hablando, la dfsiparían, por manera bien
triste y dolorosa, las espantosas escenas de que fué víctima la capital
del Principado en la última semana de Julio, que no llamaremos vandá-
licas, porque los vándalos no se habrían atrevido á excesos tan sin
semejanza. Ciego ha de estar quien á la luz de las llamas de los incen-
dios no haya visto la eficacia de las ideas disolventes y el influjo de las
doctrinas perniciosas, nunca mayor que cuando se ejerce sobre los
entendimientos tiernos y las voluntades débiles de los niños. Con aplauso
de la opinión imparcial se cerraron escuelas que aunque no usaban el
nombre de anarquistas lo eran en realidad, y encerraban grave peligro
para el orden público, y tuvieron gran participación en las salvajes
escenas que ensangrentaron las calles de la ciudad más populosa de
España.
Iguales causas producen iguales efectos. Responsabilidad tremenda
vendría sobre quien, desdeñando lecciones tan duras y dolorosas, dejara
á los enemigos de la propiedad, de la familia y de todo el orden estable-
cido, abrir centros en donde, abusando de la docilidad de la juventud, la
dispongan y preparen para un nuevo ensayo de revolución, en el que no
se atacará ya solamente á las casas religiosas, una vez que ahora se ha
visto que no es en ellas donde está el dinero.
Como sabemos cuan respetuoso es V. E. con la ley, omitiremos otras
muchas consideraciones para observar que en las escuelas cerradas con
ocasión de los sucesos de Barcelona, como se deduce de sus mismos
textos, se enseñaban doctrinas contrarias á la Religión católica, y la Re-
ligión católica es la del Estado español; en ellas no se salvaba «el res-
peto debido á la moral cristiana», límite impuesto en nuestros códigos á
la libre emisión de las ¡deas.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 9*
138
OBRAS RECIBIDAS
Su existencia es opuesta á la ley internacional que se llama Concor-
dato, en cuyo art. 2!" se promete que «la instrucción en las escuelas pú-
blicas ó privadas de cualquier clase será en todo conforme á la doctrina
de la misma Religión católica»; y á la ley de Instrucción pública, cuyos
artículos 295 y 296 mandan cumplir, dando reglas para ello, lo acordado
entre las dos potestades; y á la ley fundamental ó Constitución de la
Monarquía, en cuyo art. 11 no se permiten otras «manifestaciones pú-
blicas que las de la Religión del Estado», y manifestación pública es la
del profesor que en una escuela pública, delante de sus alumnos, com-
bate todos los fundamentos del orden religioso.
En virtud de lo expuesto, siendo de justicia, y exigiendo la ley que
no vuelvan á abrirse las escuelas que con el nombre de modernas ó
laicas ordenó cerrar la Autoridad legítima, lo esperamos así de la justifi-
cación y rectitud de V. E., cuya vida guarde Dios muchos años.
Toledo, 29 de Noviembre de 1909.
Por sí y en nombre de losRmos. Prelados que á continuación se ex-
presan: (son todos).
OBRAS RECIBIDAS EN LA REDACCIÓN
Almanaque Bastinos PARA 1910. Artícu-
los varios. Propiedad de esta casa edi-
torial.
Almanaque de los Amigos del Papa.
1910.— M. Casáis, Pino, 5, Barcelona. Es el
de la Revista Popular, digno de los ante-
riores, y como ellos, instructivo y ameno.
Antología moderna orgánica española,
coleccionada por el P. N. Otaño, S. J. —
Lazcano y Mar, Bilbao.
Annuaire de la Législation du Tra-
vail. 1908.— Bruxelles.
AsocucióN de eclesiásticos para el
Apostolado popular.— Barcelona, L. Gilí.
En 4.", de 63 páginas. Esta Memoria da
idea de la índole, de la importancia y de
los preclaros frutos de la Asociación de
Eclesiásticos de Barcelona, la cual tiene
ya 325 socios. Digna es de ser conocida y
difundida en otras diócesis.
Au SERVICE des idees ET DES LETTRES par
E. Lamy. 3 fr, 50.— Bloud et C'«, 7, piace
Saint-Sulpice, Paris.
Balance higiénico de los modernos sis-
temas DE moral, por el Dr. J. Blanc y Be-
net.— Barcelona.
Boletín anual del Observatorio me-
teorológico DE Cartuja (Granada), diri-
gido por Padres de la Compañía de Jesús.
Año 1908. Con algunas advertencias del
Director. Un cuaderno en folio de 144 pá-
ginas.
Boletín Eclesiástico. Revista de los in-
tereses católicos en el Ecuador. Año XVI,
Quito, Octubre 1." de 1909, n.° 18.— Cons-
ta de 200 páginas en 4.°, con documentos
muy variados del Clero y pueblo ecuato-
riano. Es un homenaje glorioso al Sr. Ar-
zobispo de Quito, limo. González Suárez,
y una admirable protesta, por lo universal
y autorizada, contra los ultrajes que una
publicación soez le dirigió.
BULLETIN DE L'ACTIVITÉ SOLAIRE, Avril-
Mai-Juin, 1909, par R. Garrido, S. J. Ex-
trait du Bulletin de la Société belge d'As-
tronomie.
Caeremoniae Missarum solemnium et
pontificalium, G. Schober, editio altera.
M. 3.— F, Pustet, Ratisbonae.
Caja dotal para las Escuelas domini-
cales, P. G. Gil, Escorial. Véase Razón
Y Fe, t. XXIV, pág. 464.
Carta del Sr. Obispo de Vich á los
maestros cristianos de su diócesis. —
Vich.
Carta-Pastoral del Sr. D. Juan Muñoz,
Obispo de Málaga.
Catalogus Patrum ac Fratrum S. J.,
quí Evangelio Christi propagando in Sinis
adlaboraverunt. Pars secunda: 1842-1908,
addíto catalogo sacerdotum saecularium
Missionis Nankinensis.— Chang-Hai, 1908.
Catholiques et socialistes, par J.-H.-M.
Clémen,0 fr. 50.— Blout et Ci«, Paris.
CoMPOSTELA, revista literaria. Año II,
n." 11. Santiago. Número dedicado á cele-
brar el 25 aniversario de la Congregación
de la Anunciada y San Luis Gonzaga en
Santiago, con bellos artículos y precio-
sas ilustraciones.
Cruz y Corona, por A. Lista. 0,75 pese-
tas.—M. Casáis, Pino, 5, Barcelona.
OBRAS RECIBIDAS
139
<^hefs-d'ceuvre de la Litterature reli-
GiEUSE. J. Barbey D'Aurevilly. O fr. 60.—
Bloud et C^ Paris.
■•el fondo del alma. L. Ram de Viu.
3 pesetas —Zaragoza, 1908.
Denys d'Alexandrie, par J. Burel. 2 fr.—
Bloud et Ci«, Paris.
De Sacrificio Missae. Card. Bona. 0,60
mares.— F. Pustet, Ratisbonae.
Devoir et Conscience, par P. GÍUet,
O. P. 3 fr. 50.— Desclée, De Brouwer et
€*«, Paris.
DiE Fraoe der Riesenzellen bei der
Entwickelung der Maus (Mus Músculos
V. Alba), von P. J. Pujiula, S. J. (Extracto
del primer Congreso de naturalistas espa-
ñoles.)
Dios. Segundo libro de Mi concepto del
mundo, por Lasplasas.— Barcelona.
El clero en la política, por D. A. Ló-
pez Peláez, Obispo de Jaca. 3,50 pesetas.—
<j. Gili, Barcelona.
El hombre de bien. Almanaque para
1910. Librería Salesiana, Sarria-Barcelona.
Es un regalo á los suscriptores de las Lec-
turas Católicas, como se hizo en anos an-
teriores.
El Sacerdote en el Altar, por el Pa-
dre Chaignon, S. J.; traducción por el
P. D. Fierro Gasea, E. P. 2 pesetas.—
G. Gili, Barcelona.
El soldado de plomo, por F. del Río.
Docena de ejemplares, una peseta. — Se-
villa.
Enciclopedia universal europeo-ameri-
cana.—José Espasa é Hijos, Barcelona.
Cuadernos 126-135.
Ensayo para reducir años, meses y días
DE LA ERA CRISTIANA Á LA AZTECA, por
C. Crivelli.— México.
Erasme et Luther, par M. Claude-Hum-
bert. 4 fr.— Bloud et C'^, París.
Espíritu del Beato Ramón Lull, por
J. Borras, presbítero.— Palma.
Exposición del Dr. J. M. Núñez Pont al
Sr. Ministro de Instrucción pública.— Ca-
racas, 1909.
Fisiología general, por losDres. L. Ro-
drigo Lavín y A. Pi y Suñer. 18 pesetas.—
G. Gili, Barcelona.
HlSTOIRE DE L'ÉGLI;E DU III « AU XI « SIÉ-
CLE, par A. Dufourq. 3 fr. 50.— Bloud et
C'«, Paris.
Historia natural (elementos), por el
P. F. Faulin. Segunda edición.— Valladolid.
HojiTAS ESCOLARES, por el Sr. Feno-
Ilera. XI, La escuela y la libertad; XII, La
escuela y la iniciativa. — Valencia, Ave-
llanas, 2.
Homilías apologéticas, traducción del
italiano por A. Piaggío. 3 pesetas.— L. Gili,
Barcelona.
Il cattolico d'azione. (Traducción de
la obra castellana del P. Palau, por T. S.,
S. J.)— Torino y Via Passalocquia, 4.
1 «NOVISSIMI» NEI M0NUMENTI PRIMITIVI
DELLA Chiesa, per il P. S. Scaglia, O. C. R.
L. 1,60.— F. Pustet, Roma.
Introducción general á la Filosofía,
por J. Zaragüeta.— Madrid.
Introduction á l'Étude des maladies
MENTALES, par H. Schioess. 1 fr. 20.— Bloud
et C»«, Paris.
L,A EJEMPLARIDAD SACERDOTAL DE SaN
José Oriol. Carta por el limo. Sr. D. J. To-
rras y Bages.— Vich.
La Poesie éducatrice, par A. Fessy.—
Em. Vitte, Paris-Lyon,
La représentation de la Madone á t.?a-
VERS LES ages, par J. H. M. Clémenl O fr. 60.
Bloud et C'« , Paris.
La Revolución de Julio en Barcelona,
por M. H. Villaescusa. Una peseta.— Here-
deros de J. Gilí, Barcelona.
La Sagrada Comunión, por Mons. Se-
gur. Novena edición, traducción de don
L. M. Dachs. 0,20 pesetas — M. Casáis,
Pino, 5, Barcelona.
La Santa Casa dans l'Histoire. F. Tho-
mas, O. M. C. 7,50 fr.— Em. Vitte, Lyon-
Paris.
L'Ascetique moderniste, J. a. Chollet.—
Lille.
La Semana (de Mondoñedo), 8 de Di-
ciembre. Número 21, dedicado á la Inmacu-
lada. Tiene hermosas composiciones en
prosa y verso.
La Sociología de M. G. Tarde. J. Zara-
güeta.—Madrid.
Las pasiones, por el P. Lejeune; traduc-
ción por E. A. Roig. 2 pesetas.— J. Gili,
Barcelona.
La Survivance de l'ame chez les peu-
PLES non civilisés, par A. Bros. O fr. 60.—
Bloud et C'*' , Paris.
La Valeur historique du Quatriéme
Evanoile, par M. Lepin. 8 francos dos vo-
lúmenes.—Letouzey et ané. Te'''», rué des
Saints-Péres, Paris.
La Vida. Nuevo semanario de Ru^a
(Colombia). Su lema es: Todo para la ver-
dad; para el error, nada. Números 3 y 4.
Le Brahmanisme, par L. de la Vallée-
Poussin. 1 fr. 20.— Bloud et C" , Paris.
Le Donné revelé et la Théologie, par
le P. A. Gardeil. 3 fr. 50.— Librairie Lecof-
fre, J. Gabalda et 0« , Paris.
L'ÉGLiSE ET la Critique, par S. G. Mgr.
Mignot. 3 fr. 50.— Librairie Lecoffre, J. Ga-
balda et C'« , Paris.
L'ÉGLISE ET LE MONDE BARBARE. Deuxié-
me édition, par F. Mourret. 6 fr.— Blout et
C'8 , Paris.
Le modernisme sociolooique, par l'abbé
J. Fontaine. 6 fr.— P. Lethíelleux, 10, rué
Cassette, París.
Le sens commun, la Philosophie de
l'étre et les formules dogmatiques, par
Fr. R. Garrígou-Lagrange . 3 fr. 50.—
G. Beauchesne et C'«, París.
Les Arguments de l'athéisme, par J. de
la Paquerie. O fr. 60.— Bloud et C'e , Paris.
140
OBRAS RECIBIDAS
Les Confessions. Saint Augustin; tra-
duction d'Arnauld d'Andilly. 1 fr. 20.—
Bloud et C'« , Paris.
Les Syndicats professionnels féminins,
par L. de Contenson. O fr. 60.— Bloud et
C'« , Paris.
Le travail des femmes á domicile, par
le Conite d'Haussonville. O fr. 60.— Bloud
et C'« , Paris.
LiOA DE Sanctidade SACERDOTAL.— Cal-
cada de San Francisco, 13, Lisboa.
Lo Pensament María. Número extraor-
dinario, dedicado á la Concepción Inmacu-
lada de Maria.— Mataró, 1909.
Los NIÑOS SANTOS, por el P. F. Hattler.
S. J.; traducción por el P. J. Rojas, S. J.
2,40 francos.— B. Herder, Friburgo.
Luz Y TINIEBLAS, por S. J. Camer. 2 pe-
setas.—Librería de La Hormiga de Oro,
Barcelona.
Manuel de Morale et d'Instruction
civiQUE, par A. L. Masson . 2,75 fr.—
E. Witte, Lyon-Paris.
María Magdalena, por Madame d'Ar-
bouviille; traducción del francés por María
de Perales. Una peseta.-Bíblioteca Patria.
Memorias de la Real Academia de
Ciencias y Artes de Barcelona. Tercera
época. Volumen VIII, números 4, 5 y 6.
Memorias del Observatorio del Ebro.
La sección eléctrica, por el P. Juan Gar-
cía, S.J.
Mirador Observatory Baguio Benguet
a new metereological-geodynamic station
of the Weater Burean, by. Rev. J. Algré,
S. J.— Manila.
Missa «Mater Immaculata», tribus vo-
cibus órgano comítante, auctore M. Rodrí-
guez. 4,K).— Lezcano y Mar, Bilbao.
Morale scientifique et Morale évan-
oÉLiQUE devant LA SocioLOGiE, par le doc-
teur Grasset. O fr. 60.~Bloud et C'« , Paris
Marraciones para niños, por María de
Echarri.— E. Hernández, Madrid.
Non moechaberis, Fr. A. Gemelli, O. F. M.
L. 3,50.— F. Pustet, Roma.
NouvEAu pélerin du Sacré Cceur de
jÉsus Á Paray-le-Monial et á Paris-
Montmartre, par V. Vieille, S.J. 1,50 fr.—
Em. Vitte, Paris-Lyon.
Novísimo prodigio eucarístico. Gemma
Galgani, por V. J. Málaga. Folleto intere-
santísimo y de gran edificación sobre la
virtud de la joven Gemma.
Nuestra semana negra, por el P. R. Fie-
rro. Número 185 de Lecturas Católicas. —
Librería Salesiana, Sarríá-Barcelona.
O MoviMENTO, órgam da accáo social
catholica, publíca^ao quínzenal. Cidade
de Uba (Minas), Brasil, anno 1-in 7.
Oratio DE Sanctitate sacerdotali a
D. Rípalda.— Victoríale in...
Paces choisses de Frederic Ozanam,
par l'abbé Chatelain. 4,50fr.— E. Witte,
Lyon, Paris.
Panegíricos de la B. Magdalena Sofía
Barat. J. M. Sola, S. J.— Madríd. Elocuen-
tes y sólidos sermones sobre la M. Barat
y su obra-milagro del poder y sabiduría
de Dios, destino temporal y eterno de
dicha obra.
Patronatos de la mujer, por A. Mutu-
berria.— Tafalia.
Pensamientos y consejos para la ju-
ventud estudiosa, por el P. A. de Doss,
S.J. 5 francos.— B. Herder, Friburgo.
Pragmatisme, Modernisme, Protestan-
tisme, par A. Leclére. 3 fr. 50.— Bloud et
C'o , Paris.
Primer libro de ciencias y de dibujo,
por el Dr. Fontseré, 2 pesetas.— G. Gili,
Barcelona.
PrOTECTION CATHOLIQUE INTERNATIONALE
DE LA JEUNE FiLLE, par Mlles. H. D., J. R.
Fr. 0,25. N. 210 de L'Action Popalaire.
Reims.
Palabras de un apóstol. La pluma del
periodista. Discursos y colección de tro-
zos de algunas obras del Excmo. é Ilustrí-
simo Sr. Obispo de Jaca, por José María
Ayora, con una oportuna y sentida dedi-
catoria. En 4.° Un ejemplar, 0,15 pesetas;
100 ejemplares, 8 pesetas.
Patrología, por el Dr. O. Bardenhewer;
traducción por el P. J. M. Sola, S. J. 12 pe-
setas.—G. Gilí, Barcelona.
Pensées, par Joubert. 1 fr. 20.— Bloud et
C'o , París.
Pesadumbres, novela moral por don
R. Arrufat, presbítero. 0,50 pesetas.-L. Gili,
Barcelona.
Pétau (1583-1652), par l'abbé J. Martin.
O fr. 60.— Bloud et 6*= , Paris.
PETITE HiSTOIRE de L'ÉOLISE CATHOLIQUE
AU XIX« siÉCLE, par P. Lorette. 1 fr. 20.—
Bloud et C'« , París.
Qué penser du projet d'impót sur le
revenu?, par H. Savatíer. N. 212 de L'Ac-
tion Populaire. 0,25 fr.— Reims.
Real Academia de Ciencias y Artes de
Barcelona. Nómina del personal académi-
co. 1909-1910.
Rééducation physique et psychique, par
le Dr. H. Lavrand. 1 fr. 50.— Bloud et C« ,
Paris.
Reloj del alma, por el P. P. de Rajas,
S.J. Nuevamente arreglada por el Padre
J. M. Soler, S. J. 1,50 pesetas.— P.San-
martí, editor, Barcelona.
Ritus Consecrationis Ecclesiae.M.0,80.
F. Pustet, Ratisbonae.
San Eliodoro, Vescovo d'Altima.
L. 0,80.— F. Pustet, Roma.
San Estanislao de Kostka. Lecciones
de la vida de un Santo, por el P. Zettl,
S. I.; traducción del P. A. González, S. J.
1,50 pesetas. — Herederos de Juan Gili,
Barcelona.
San Ignacio de Loyola, apóstol de la
comunión frecuente, por el P. J. Beguirís-
taín, S. J. 0,25 pesetas.— E. Subirana, Bar-
celona.
ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAflA
CARTA DE SU SANTIDAD PÍO X AL EMMO. CARDENAL AGUIRRE, ARZOBISPO DE TOLEDO
€,
iL Boletín Eclesiástico oficial del arzobispado de Toledo, correspon-
diente al 3 del pasado Enero, publica interesantísimos é importantes do-
cumentos acerca de la acción social católica en España. Nos apresuramos
á insertarlos en Razón y Fe, á fin de cooperar de algún modo á su propa-
gación, y á que sea así más eficaz obra de tanta trascendencia y evidente
oportunidad, como es la acción católica en general y especialmente la so-
cial en nuestra patria. He aquí los dos primeros:
NORMAS DE ACCIÓN CATÓLICA Y SOCIAL EN ESPAÑA (1)
Dándonos prueba especialísima de paternal afecto, que por lo abso-
lutamente inmerecida es más de agradecer, nuestro Santísimo Padre nos
ha honrado con una carta, en que, luego de encarecer la importancia de
la acción social católica, ó sea de «la unidad y de la tendencia unánime de
todas las instituciones y fuerzas que para tutela de la Religión y ayuda,
ora espiritual, ora temporal, de las naciones y aun de los individuos, ha
sido introducida bajo los auspicios de la Sede Apostólica», manifiesta
su voluntad de que nos encarguemos «del gobierno y dirección de la
acción social en toda la nobilísima nación española, encaminando los
deseos y esfuerzos de todos».
Cuan sobre nuestras fuerzas se halla este importantísimo encargo, no
hace falta que lo declaremos, pues bien conocido es de todos. Pero
siendo primordial deber de los fieles hijos de la Iglesia la obediencia
rendida á su Cabeza visible, no vacilamos en aceptar misión tan honrosa
como no merecida, confiando en el auxilio de Dios Nuestro Señor, que
no lo niega á quienes no se ponen por propia voluntad en los cargos,
sino que los aceptan sólo por cumplir la voluntad divina y para trabajar
en hacer el bien posible al prójimo.
La tarea, por otra parte, que se nos encomendaba, para quien no
fuese tan inútil, no ofrecía dificultades invencibles. Los Vicarios de
Cristo, en particular el que hoy felizmente rige la nave de Pedro, han
(1) Por el Emmo. Card. Arzobispo de Toledo.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 10
142 ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA
derramado torrentes de luz marcando el camino que se debe seguir; han
dedicado gran parte de su actividad á promover, organizar y dirigir la
acción social de los católicos en todas las naciones. En la nuestra desde
hace algunos años se viene trabajando, con resultados por los cuales
hay que dar á Dios muchas gracias, en mejorar la condición económica
del pueblo; y nadie, á la hora presente, desconoce la importancia extraor-
dinaria y excepcional, afirmada en todos los Congresos Católicos espa-
ñoles, de fundar y sostener, en favor de las clases trabajadoras, cuantas
obras é instituciones de carácter pcmanente sea dable, adelantándonos
y superando á los enemigos de la Religión y del orden, que, ofrecién-
doles ventajas materiales, procuran atraer á los obreros, para seducirlos
y explotarlos, con daño inmenso de la sociedad.
Habiendo comprobado la experiencia cuan excelente es la organiza-
ción de los trabajos católicos sociales en España, y siendo éstos ya tan
numerosos, aparece claro que, en vez de destruirla y reemplazarla, expo-
niéndose á los inconvenientes y dificultades anejas á la implantación de
instituciones exóticas, sobre las ruinas de las que brotaron espontáneas
y vigorosas al calor del entusiasmo religioso en el suelo nacional, loque
importa es extenderla, difundirla y perfeccionarla en lo que cabe.
Á este efecto parécenos que lo primero era trazar algunas normas
generales que, sin perjuicio de la necesaria autonomía de cada obra
social y del funcionamiento propio, segün sus múltiples circunstancias,
unificaran en lo posible su acción y resumieran los principales medios de
realizar las aspiraciones comunes á todos. Consultados sobre este parti-
cular nuestros Venerables Hermanos, en vista de las contestaciones con
que su bondad nos favoreció, hemos creído que no sería inoportuno
publicar las siguientes líneas, en orden á la acción católica y social en
nuestra querida patria:
1.° Por ser indiscutible que la acción social católica puede recibir
mucho daño ó mucho beneficio de la política, los católicos no deben
abandonar en manos de sus enemigos la gobernación y administración
de los pueblos. Lejos de estarles prohibido en España el ser concejales,
diputados provinciales y representantes en Cortes, son beneméritos de
la Iglesia y de la patria los que aceptan estos cargos para procurar el
bien del pueblo y reformar las leyes en sentido favorable á la Religión, y
oponerse á que contra ella se consumen nueves atentados legales. Es
igualmente convenientísimo que los puestos oficiales y los cargos públi-
cos estén ocupados por personas que desde ellos trabajen por infiltrar
y difundir en la sociedavi el espíritu cristiane.
2.° No sólo los fieles, sino que además los sacerdotes, salvo casos
excepcionales, ejercitarán el derecho y cumplirán como ciudadanos su
deber de emitir el voto en las elecciones políticas y administrativas
votando en blanco cuando no puedan, en conciencia, dar el sufragio á
ninguna de las candidaturas. Únicamente habiendo concordia entre los
ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA 143
católicos que tomen parte en las elecciones, es como lograrán oponerse
al empuje de los contrarios, quienes, rivales entre sí, se juntan por el odio
común que profesan á la Iglesia para derrotar en los comicios á los que
trabajan por el advenimiento del reinado social del Salvador. Para rea-
lizar la unión electoral de los que están unidos por el amor á los ideales
y por la fe en los dogmas católicos, se han de tener en cuenta y aplicar
lealmente las reglas prácticas (v. las instrucciones 4." 5.'^ 7/ y S."* en Ra-
zón Y Fe, t. 23 p. 409) dictadas por la sabiduría de la Santa Sede en la
carta ínter catholicos Hispaniae y en otras ocasiones. La unión de
los católicos en el terreno político-religioso tiene por objeto, usando
de todos los medios legales, el borrar de nuestros Códigos las disposi-
ciones hostiles á la Religión del Estado, y hacer que, se lleven á la prác-
tica los preceptos legislativos que reconocen sus derechos, y primera-
mente realizar el programa formado por el Episcopado español en el
Congreso Católico de Burgos (véase en Variedades de este número) y
ratificado en el de Compostela.
3." Si bien la acción política es indispensable para la acción social,
ésta debe ser, en las actuales circunstancias, independiente de aquélla,
con centros y organismos distintos; de forma que en el campo social
puedan estar estrechamente unidos, aunque en política sustenten lícita-
mente ideas contrarias, cuantos deseen favorecer al pueblo y ganarlo y
conservarlo para Cristo, cuyas doctrinas practicadas son la salvación y
la dicha de la humanidad.
4." El mayor favor que puede hacerse al pueblo es instruirle en la
doctrina de Cristo. Por eso nuestro Santísimo Padre, en repetidas oca-
siones y señaladamente en la Encíclica Acerbo nimis, con tan graves
palabras, recuerda á los sacerdotes la obligación de predicar el Evan-
gelio y de tener dos explicaciones catequísticas, una para los niños y
otra para los adultos. Los párrocos, en particular los arciprestes, usarán
de todos los derechos que la legislación actual les reconoce, á fin de que
se explique el Catecismo de la doctrina cristiana en las escuelas de pri-
mera enseñanza, y se conserve la costumbre de que los maestros acom-
pañen á los niños en el cumplimiento de los deberes religiosos. Es útil
sobremanera que los buenos católicos y los eclesiásticos que se hallen
en condiciones, luchen para ingresar en el profesorado oficial, y espe-
cialmente en las Escuelas Normales del Magisterio. Los hijos de la Igle-
sia nada harán más agradable á sus ojos que ayudar á las Órdenes y
Congregaciones religiosas en su labor de establecer escuelas gratuitas
y colegios de segunda enseñanza, donde se facilite una instrucción y edu-
cación sóHdamenfe cristiana. Principalmente en las poblaciones donde
hay centros oficiales de enseñanza superior, es muy recomendable la
fundación de Academias de la Juventud católica y de las Congregacio-
nes de San Luis y de San Estanislao. En los pueblos numerosos no se
omitirá el tener escuelas dominicales para las sirvientas y escuelas noc-
144 ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA
turnas para los trabajadores, sobre todo si no son de confianza los maes-
tros oficiales.
5." No basta abrir centros para que se instruya en la verdad al pue-
blo, hay que ir á él, llevándole la verdad. De ahí la conveniencia de
establecer grupos de conferenciantes que recorran los principales vecin-
darios, defendiendo los derechos de la Iglesia y refutando los sofismas
que contra el Catolicismo propalan sus perseguidores. Los párrocos
encontrarán también en las misiones un medio eficacísimo para que el
pueblo escuche y siga las enseñanzas religiosas. El ejemplo de nuestros
enemigos, que no perdonan sacrificio ninguno para repartir entre las
masas populares, por un precio ínfimo ó gratis totalmente, libros, folle-
tos, opúsculos y hojas que contienen el veneno de sus mortíferas ense-
ñanzas, hace ver cuánta importancia, con razón, conceden á la propa-
ganda escrita. Los poderosos esfuerzos que realizan en favor de su
prensa periódica sírvannos de estímulo, si otras mil consideraciones no
hubiera muy atendibles, para poner la nuestra en condiciones de luchar
contra la suya. Con la suscripción, con los anuncios, con informaciones,
con la recomendación y con donativos procúrese ayudar á nuestros
periódicos, á fin de que, por su baratura y por sus ventajas literarias y
tipográficas, se difundan entre el pueblo, hoy en su mayor parte esclavo
de la mala prensa. Aun cuando es convenientísimo el que haya en cada
localidad importante un periódico, y el que sean muy numerosos los que
estén al servicio de la causa católica, tengan presente los que se pro-
pongan dar vida á nuevas publicaciones, que pueden causar la muerte ó
grave daño á las antiguas, sin que las suyas alcancen el objeto apete-
cido, y que preferible es tener pocos periódicos con muchos lectores,
que no lectores escasos y periódicos abundantes. Por lo mismo que los
elementos de que hoy disponen son tan insuficientes, súplanlos nuestros
periodistas con la unión de las fuerzas y la concordia de las voluntades.
Estudien las necesidades del pueblo, háganse eco de las mismas, bus-
quen el medio de satisfacerlas, trabajen por conseguir que la causa cató-
lica le sea simpática, viendo que los defensores de ella son los que más
se interesan por el bien público. Para combatir á la mala prensa es
necesario emplear todos los medios de que legalmente podemos dispo-
ner. Por tanto, en cada Junta diocesana de acción católica, si no existe
asociación especial con este fin, habrá algunos abogados y procurado-
res al objeto de que en las injurias y calumnias contra las personas ecle-
siásticas, en los escarnios del dogma y en las ofensas de la moral, pidan
que se apliquen á los infractores las penas señaladas en el Código.
6.° Nuestro Divino Maestro pasó haciendo el bien, y el mutuo amor
de sus discípulos era la envidia de los gentiles. La limosna, tan reco-
mendada en las Sagradas Letras, ha de hacerse del modo más prove-
choso á nuestros hermanos; y provecho grande dice el valerse de la
gran fuerza de la asociación y crear instituciones permanentes de bene-.
ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA 145
ficencia. Los que, siguiendo los consejos de Cristo, renuncian á formar
una familia para servir á la gran familia humana, y se asocian para
mejor poder remediar las múltiples miserias individuales y sociales, por
lo mismo que hoy son tan perseguidos, á causa del hábito religioso que
visten, deben ser protegidos y auxiliados por todos los verdaderos cató-
licos. Merecen igualmente todo aplauso los seglares que, para ejercer
la caridad, se reúnen en asociaciones como la de San Vicente de Paúl,
de San Francisco de Regis y otras análogas. Las cocinas económicas,
las hospederías nocturnas y las mil obras con que se socorre la pobreza,
la vejez y la orfandad y se favorece á los enfermos y á toda clase de
desvalidos, son una gloria de los hijos de la Iglesia, fieles á su espíritu,
que sabe acomodarse á las variaciones de los tiempos y resolver los
diversos conflictos sociales y encontrar lenitivo para todos los dolores
de la humanidad.
7.° La justicia, la caridad y el propio interés de la causa católica
demandan de consuno que procuremos el bienestar material del pueblo
y el mejoramiento de la vida económica de los hijos del trabajo. Á fin
de que los sacerdotes salgan preparados para cumplir su misión social,
se fundará en todos los Seminarios una cátedra de Sociología, dando á
la enseñanza carácter eminentemente práctico. Por la importancia de la
Agricultura, en nuestra patria especialmente, se instruirá en ella, con la
extensión necesaria, á todos los seminaristas, y, donde se pueda, adqui-
rirán los Seminarios algún terreno para dedicarlo á campo de experi-
mentación agrícola. Los párrocos de pueblos rurales harán una obra
altamente meritoria si, buscando la cooperación de las autoridades y
de los maestros, fomentan el progreso de la Agricultura, difundiendo la
enseñanza de esta ciencia entre los niños, celebrando la fiesta del árbol,
dando conferencias sobre los más importantes asuntos agrícolas y pe-
cuarios y sobre industrias rurales, y coadyuvando á la formación de
museos agrícolas. Las antiguas Cofradías, sin perder su carácter reli-
gioso, pudieran reformarse de suerte que sirvieran de base y de núcleo
para la unión económica de los labradores de cada feligresía.
Siendo la emigración una de las principales causas de nuestro atraso
agricultural, en las parroquias donde más deje sentir sus funestos efec-
tos, se fundará una Junta especial ó una sección en la Junta parroquial
de acción católica, para contenerla, ó, á lo menos, para encauzarla, evi-
tando el que los emigrantes sean explotados inicuamente y el que pier-
dan sus relaciones con la madre patria. La usura, verdadera plaga de
los campos, ha de ser combatida por todos los medios, como Pósitos,
Cajas rurales. Bancos agrícolas. Sindicatos, Gremios, Sociedades de
seguros y cuantas instituciones contribuyan á fomentar enti^e los labra-
dores el espíritu de asociación y al desenvolvimiento de su crédito per-
sonal.
8." Los obreros fabriles, señaladamente los de las grandes poblado-
146 ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA
nes, son los más trabajados por el socialismo, y respecto de ellos ha
de ejercitarse, en consecuencia, la acción social de los católicos de la
manera más intensa y más constante. Por ser factores complementarios
de la producción, y no enemigos, el capital y el trabajo, deben patronos
y obreros dirimir sus contiendas pacíficamente, con arreglo á los princi-
pios del derecho cristiano, para lo cual son muy útiles los jurados mix-
tos. En todos los pueblos de crecido vecindario urge fundar Círculos
católicos de obreros, de los cuales reciban impulso ó dependan las ins-
tituciones sociales que en la localidad sea posible establecer, como
Cajas de ahorros y de préstamos y de socorros. Cooperativas, Secreta-
riado del pueblo y clases profesionales. Los centros de obreros, y tam-
bién, en su caso, las agremiaciones patronales, se constituirán conforme
á las disposiciones civiles, á fin de poder tener voto en las elecciones
para las Juntas é Instituto Nacional de Reformas Sociales y gozar de los
beneficios concedidos por la ley.
Según lo acordado en el último Congreso Católico, es preciso influir
para que el Estado mejore la condición moral y material de los obreros,
adoptando, en la parte material, los medios siguientes: reducción de las
tarifas de transporte y bonificación en los viajes desde los centros de
trabajo á las poblaciones limítrofes; medidas obligatorias de higiene
general, como el saneamiento de las viviendas, y la mayor pureza y bara-
tura posible en los artículos de primera necesidad; exención de impues-
tos á las sociedades de crédito popular y de socorros y seguros mutuos,
siempre que no se propongan, como fin principal, el lucro; reorgani-
zación de los pósitos; funcionamiento de cajas postales de ahorros;
suspensión de la venta de bienes propios; aplazamiento en el pago de las
contribuciones, mediante el abono de un corto interés, á los pequeños
contribuyentes que no puedan satisfacerlas á su vencimiento, por causas
que la ley determine, y mientras subsista el actual sistema de recluta-
miento militar, establecimiento de diversas cuotas para la redención del
servicio, en proporción á la cédula personal que pague el cabeza de fami-
lia, invirtiendo su producto íntegro en las sustituciones voluntarias y en
pensiones para los inutilizados en el servicio militar y para sus familias.
9.° Todas las obras de acción social católica ostentarán paladina-
mente su carácter católico, en cuanto no sea obstáculo para gozar délos
beneficios que á tales obras el Poder civil conceda; la autoridad ecle-
siástica aprobará también sus reglamentos, y se hallará representada en
ellas ó tendrá la intervención necesaria. Los sacerdotes, á quienes tan
recomendada está por la Santa Sede la acción social, de tal manera la
dedicarán el tiempo y las energías, que no pierdan el espíritu de su voca-
ción, ni descuiden sus sagrados deberes, ni falten á la sumisión jerár-
quica; en ninguna obra nueva intervendrán sin permiso de los superiores;
por punto general, se abstendrán de toda participación en la administra-
ción de fondos.
ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA U7
Como muy bien se reconoció en una de las conclusiones del Congreso
Católico de Zaragoza, «la unidad de acción, el mutuo estímulo y el mayor
acierto en el ejercicio de las obras de celo, son ventajas importantísimas
que aconsejan la federación para las obras católicas en cada diócesis ó
localidad, y las Juntas parroquiales, compuestas por el párroco y los
presidentes de cada obra ó asociación, que se entiendan á la vez con la
junta diocesana que el Prelado respectivo organice, constituyen el medio
práctico de realizar dicha federación». En cumplimiento de los acuerdos
del Congreso Católico de Tarragona y realizando las aspiraciones de los
anteriores, se redactó el reglamento de la Junta central y de las Juntas
diocesanas de los Congresos católicos ó de acción católica (que publi-
caremos, D. m., en otros números, así como el Reglamento de los Conse-
jos diocesanos) y conocidos son sus trabajos y los excelentes resultados
obtenidos; si en algún obispado no funcionare aún la Junta diocesana, se
procederá á constituirla inmediatamente. Por la importancia excepcional
de las obras en favor de la clase trabajadora, se vio la conveniencia de
crear organismos especiales para este efecto. Según lo resuelto en las
Asambleas nacionales de Valencia y de Madrid, se fundó en la capital
de España el Consejo nacional de las Corporaciones católico-obreras, á
quien nos complacemos en tributar los elogios que le son debidos, y se
formó el Reglamento de los Consejos diocesanos, que no deben faltar en
obispado ninguno, á fin de uniformar la acción social en toda España y
hacerla más extensa y más activa.
Quiera el Señor que los que de Él han recibido los dones del talento
y de la fortuna, los empleen en favorecer, por todos los medios y de
todos los modos, á sus hermanos, á fin de que el bienestar general se
aumente, y la riqueza se difunda, y el progreso se realice, y no haya
motivo ni pretexto para que se aborrezcan los que son hijos de un mismo
Padre, que está en los Cielos.
Toledo, Octava del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, año
de 1910.
t Fray Gregorio María, Cardenal Aguirré y García,
Arzobispo de Toledo.
CARTA DE SU SANTIDAD PÍO X
Á nuestro amado hijo GREGORIO MARÍA, CARDENAL AGUIRRE Y GARCÍA,
arzobispo de TOLEDO
Amado Hijo Nuestro: Salud y Bendición Apostólica. La nueva
dignidad y distinción que, al encomendarte poco ha el gobierno de
la Iglesia Toledana, te hemos conferido, es clarísima demostración de
lo mucho en que apreciamos tu virtud. Conocido nos es que para acre-
ditar este cargo, ni te faltan dotes ni buena voluntad, y confiamos en
148 ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA
que, «siendo verdadero dechado de tu grey», no has de defraudar las
esperanzas que de ti has hecho concebir. Mientras tú pensabas y pre-
parabas los medios para restituir á la afligida ¡ay, demasiado! Iglesia de
España su dignidad antigua, las condiciones de los tiempos actuales, para
ti bien conocidas, y el sabio discernimiento que te caracteriza, te han
indicado cuáles son los remedios más á propósito para restaurar las cos-
tumbres y los auxiliares más oportunos para fomentar la gloria divina.
Porque no ignoramos el elevado concepto que tú, amado Hijo Nuestro,
y tus hermanos los Obispos de España, tenéis de la unidad de acción y
de la tendencia unánime de todas las instituciones y fuerzas que, para tu-
tela de la Religión y ayuda, ora espiritual, ora temporal, de las mismas
naciones y hasta de cada uno de los individuos, ha sido introducida bajo
los auspicios de la Sede Apostólica. Nos referimos á la acción social
católica, cuya vasta propagación y robusta vida en todas las diócesis de
España desean lo mismo los Prelados que las ovejas encomendadas á su
vigilancia, ya que para los tiempos, que cada día se agravan, ella es útilí-
sima ayuda.
Nos creemos que tales deseos deben atribuirse á especial designio
de Dios misericordioso, y de buen grado los hacemos nuestros. Pues
cualquiera que medite sobre las condiciones de la vida social, compren-
derá, sin trabajo, que todas las cosas humanas, lo mismo las de orden
público que las de orden privado, de tal manera han sido agitadas y con-
movidas por el veneno de los errores, por la fuerza de los prejuicios, por
el ardor de las pasiones y por el cieno de todo linaje de placeres, que
para la virtud y para la Religión apenas hay lugar, apareciendo lo pre-
sente lleno de peligros y no pudiendo fijar, sin grave miedo, la vista en
lo futuro. Á estas aflicciones que en todas partes agobian á la Iglesia de
Cristo, han añadido tal incremento las recientes perturbaciones ocurridas
en España, y el peligro de nuevas calamidades, que no solamente el cato-
licismo, sino también, como inevitablemente debía ocurrir, la misma so-
ciedad ha sido puesta en supremo trance.
De todo aquello que pueda suavizar estas asperezas por medio de la
Religión, nada omite la Iglesia, antes bien á este fin contribuye con cuan-
tas fuerzas tiene. Pero de tal manera ha ordenado Dios la distribución de
los dones celestiales, que solamente á los «que quieren y corren» ayuda
con su gracia, y únicamente á los que combaten concede la corona. De-
más de esto, cuando los enemigos acometen como en columna cerrada,
sin respetar ningún derecho, no es permitido á los católicos salir á su
encuentro aislados y casi inermes. En los tiempos que alcanzamos hacen
falta ánimos audaces y unión de fuerzas. Porque de tal modo éstas se
multiplican con la unión, que, poderosas para resistir el ímpetu de los
enemigos, pueden, al fin, inculcar en el ánimo de los hombres las ense-
ñanzas y preceptos de la Religión, encauzar las costumbres, corregir con
la virtud los ánimos abandonados á la lascivia, y someter la sociedad civil
ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA 149
y la doméstica á Jesucristo, Redentor y Señor único de todas las gentes.
He aquí, pues, el blanco adonde todos los cuidados, todos los pensa-
mientos de cuantos fieles hay en España deben apuntar; he aquí el fin al
cual han de dirigirse todos los esfuerzos: á procurar que cuanto mayor
es la abundancia del mal que presenciamos, mayor sea también la inten-
sidad con que se fomente la acción social católica. Trátase de la Reli-
gión y de la sociedad al mismo tiempo, y una y otra deben ser defendi-
das con el común apoyo de todos los buenos. Los católicos que luchan
por la Religión y por la patria, tendrán por jefes á los Prelados y á los
iniciadores del combate, para que no falten, tanto entre los sacerdotes
como entre los seglares, personas escogidas, insignes por su piedad y
por su competencia en promover la acción popular y económica. Pero es
nuestra voluntad que tú mismo en persona, amado Hijo Nuestro, á cuya
conocida operosidad encargamos el gobierno y dirección de esa acción
social en toda la nobilísima nación española, seas quien encamines los
deseos y esfuerzos de todos.
La solicitud y diligencia que te distingue nos veda absolutamente
estimular tu celo con nuestras exhortaciones. Esperamos confiados que,
con el divino auxilio, has de tomar sobre ti, sin desmayos y con gran pro-
vecho, la defensa de la Religión y de la sociedad. Séanos lícito única-
mente recordar una cosa que importa mucho: la acción social de los ca-
tólicos no reportará las utilidades apetecidas, si los que trabajan por el
bien común no tienen, según es su obligación, un mismo pensar, un
mismo querer, un mismo obrar; pues mientras con la concordia adquie-
ren vigor y se desarrollan las asociaciones, es forzoso que, si la discor-
dia prevalece, como rendidas á su propia pesadumbre, se vengan á tierra
y perezcan. Ahora bien, esta conspiración de voluntades y esta uniformi-
dad en el obrar, no podrán ser duraderas, si las asociaciones de los cató-
licos no están de tal forma ordenadas que tengan por norma de su con-
ducta todas las disposiciones que en varias ocasiones han emanado de
la Sede Apostólica.
Por lo cual deseamos que se cuide también de que no se infiltren
lentamente en la inteligencia de los socios doctrinas nuevas y peregrinas,
por no decir ajenas á la enseñanza de la Iglesia. No raras veces ha ocu-
rrido que la pasión de novedades ha inficionado á muchos, aun entre el
clero, dando en tierra con su obra.
Observando en la práctica estas advertencias con fidelidad y constan-
cia, no hay duda que, obedeciendo todos á una misma fuerza principal
que todo lo dirija, la acción social de los católicos españoles, fomentada
por la completa unanimidad de aspiraciones y robustecida por la obe-
diencia debida á la autoridad eclesiástica, florecerá grandemente y bri-
llará más cada día por la gloria de sus hechos.
Con insistencia suplicamos á Dios, dador de todo bien, que estas
cosas se lleven á la práctica. Entretanto, deseando manifestaros los sen-
150 ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA EN ESPAÑA
timientos de nuestro ánimo, lleno de paternal caridad hacia los amantí-
simos hijos de la católica España, especialmente atribulados á causa de
las últimas conmociones populares, promovidas por la obra nefasta de
los enemigos de la Religión y de la sociedad, como augurio de consuelo
y alegría os damos, á ti, amado Hijo Nuestro, y al clero y á todo el
pueblo encomendado á tu vigilancia y cuidado. Nuestra Apostólica
Bendición.
Dado en Roma, junto á San Pedro, el día 16 de Octubre de 1909, año
séptimo de Nuestro Pontificado.
PÍO PP. X.
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
€
N un artículo publicado en el Journal de Bruxelles, intitulado L'imi-
tation de la France, decía Víctor Kinon que el mayor peligro que ame-
nazaba á los belgas era el afán de imitar á Francia: afán que fustigó Bau-
delaire en varios artículos en 1860, y aun estozó un libro cuyo título
había de ser La grotesque Belgiqíte ó Une capitale de singes. Esa
misma peligrosa ansia de copiar á los franceses existe en España. Ya un
escritor transpirenaico, hablando de las colonias intelectuales de Fran-
cia, incluía en ellas á nuestra patria. Adviértase que la palabra intelec-
tual abarca mucha extensión; pues no sólo en la esfera del periodismo,
de la literatura, de la filosofía, sino aun de la política y de la religión se
nos quiere obligar á ser tributarios de nuestros vecinos de ultrapuertos.
Notorio es que el Sr. Canalejas tradujo al castellano las leyes de
Waldeck-Rousseau contra las Congregaciones, haciéndolas uno de los
lemas de su bandera, y que para sus partidarios, para no pocos libera-
les, para los republicanos y revolucionarios españoles, el espejo en
donde nos hemos de mirar en las relaciones del Estado con la Iglesia es
la actual Francia, la Francia gobernada por los jacobinos y humildes
siervos y lacayos de la masonería.
Convendrá, pues, echar una mirada sobre el modelo que se nos pro-
pone, para que veamos el abismo á que se pretende precipitarnos. Cui-
dadosamente hemos de hacer una distinción para no pecar de parciales.
No puede negarse que Francia entraña grandes fuentes de vida y pros-
peridad; su suelo, ha dicho J. Bertillon, es uno de los más ricos del
mundo. Por esto, por la laboriosidad y patriotismo de los naturales, su
situación económica resulta desahogada, hasta el punto que, como acaba
de escribir un corresponsal de París á un diario de Madrid, «la nación
francesa sigue poseyendo parte importantísima del oro acuñado en el
mundo». Ni es tan sólo esto. Repetidas veces ponderó el malogrado
teniente coronel Sr. Ibáñez Marín que la «tercera república ha reali-
zado un empeño civilizador que nadie... desconoce». «En conclusión,
testificaba en otro artículo, en 1909 el imperio colonial francés es más
rico que lo era en 1900, como al terminar el siglo XIX era más próspero
que cuando en 1880 comenzaron sus primeros ensanches y tanteos en
África y en Asia.»
Mas al lado y á la par de esos medros aparecen horribles calamida-
152 PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
des, inrnundas lepras, que provienen principalmente de la inmoralidad,
que ha sentado sus reales en la patria de San Luis, fomentada á velas
desplegadas por las leyes y conducta sectaria de los que han regido y
rigen las riendas del Gobierno, Algunos cuadros no más nos patentiza-
rán los males que trabajan á Francia y que la conducirán á la ruina, ó á
lo menos, serán grillos que le estorben arribar á la grandeza á que
podía con los recursos de que dispone.
I
LA DESPOBLACIÓN DE FRANCIA
Á varias asociaciones médicas, á políticos de diversas banderías, á
infinidad de personas de dentro y fuera de la repúbhca da mucho en
qué entender el descenso manifiesto de los nacimientos en esta nación,
de tal modo, que son superados por las defunciones. No hay sino repa-
sar las estadísticas para convencerse de ello. Desde 1901 hasta el 1907
la natalidad decreció en la siguiente proporción: en 1901, 22 nacimien-
tos por 1.000 habitantes; en 1902, 21,7; en 1903,21,2; en 1904, 21; en 1905
y 1906, 20,6; en 1907, 19,7. Ya en este año sobrepujaron los muertos á
los nacidos en 19.920. Verdad es que en 1908 hubo 18.067 nacimientos
más que en 1907, y que éstos excedieron á los fallecimientos en 46.441;
pero en cambio las cifras que publica t\ Journal Officiel de 28 Octubre
de 1909 son desconsoladoras. Fueron durante el primer semestre de 1909
los nacidos 398.710, número el más bajo que de cien años acá registran
las estadísticas. Los fallecidos llegaron á 426.913, resultando un exceso
de 28.203 sobre los vivos. Es decir, que Francia en seis meses ha per-
dido equivalentemente una población tan linda como l'Epinal. El mal
se extiende sobre todo el territorio: 67 departamentos ofrecen más defun-
ciones que nacimientos; en los restantes, excepto uno, es tan corto el
aumento de éstos que no vale la pena de hablar. Pero ¿qué de admirar
que así suceda? De 11.315.000 familias francesas en 1907, 1.804.710 care-
cían de hijos; 2.966.171, tuvieron dos; 1.643.425, tres; 989.329, cuatro; las
restantes, cinco ó más. Un 16 por 100, pues, se vio privadas de hijos;
un 26,21 contó con uno, y el 23 con dos: en resumen, el término medio
apenas si alcanza 2,10 por cada familia, siendo así que para la prosperi-
dad de una nación se requieren cuatro al menos. Con razón exclamaba el
diputado Messimy, en un artículo publicado en Le Matin, que produjo
honda sensación: los nacimientos menguan de tal manera en la república,
que dentro de quince años habrá 37 ó 38 regimientos menos; y Moltke
decía: desde 1870 Francia pierde cada día una batalla.
Pero lo que más descorazona á los buenos franceses y hace temblar
á los malos es la comparación que establecen con otras naciones. Al
decir de Levasseur, entre las grandes potencias, Francia, Alemania, Ingla-
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL 153
térra, Austria é Italia unificada, los franceses constituían el 30 por 100
del total de gente en tiempo de Luis XIV; el 25 en la época revolucio-
naria; el 21 después de Waterlóo; el 15 en 1872; el 12 veinte años más
tarde, y ahora á duras penas si alcanza el 10. Tal diferencia se origina
de la desproporción de nacimientos entre Francia y los otros países, que
descubre la lista siguiente, que se refiere al año 1906: El exceso de los
nacimientos sobre las muertes fué en Alemania de 15,6 por 1.000 perso-
nas; en Austria, el 12,3; en Hungría y en Inglaterra, el 11,2; en Italia,
el 11,1; en Bélgica, el 9,3; en España, el 7,9, y en Francia, el 0,7. Esta
nación es la más abundante de todas en viejos, la más escasa en jóve-
nes; en 1900 tenía 173 menores de veinte años por 1.000 almas, al paso
que Alemania contaba 222; Italia, 229; Austria-Hungría, 230; Rusia, 240.
La densidad de población no es en la república más que de 73 habitantes
por kilómetro cuadrado, cuando en Austria era de 87 en 1900; en Ale-
mania de 112 en 1905; en Italia en 1904 de 113; en Bélgica de 227
en 1900; en Inglaterra de 215 en 1901, y en los Países Bajos de 154
en 1899.
Á la vista de esos números, escribía no ha mucho el Dr. Romual: «El
terreno entre los Vosgos y Pirineos no se ha hecho para que en él vege-
ten 38 millones de franceses, ya que 100 millones de alemanes pueden
allí colocarse; el hijo único de la familia francesa está inexorablemente
destinado á ser despojado por los cinco de la tudesca.»
¿Cuáles son las causas de esa despoblación? Ante todo, no puede
achacarse al crecimiento de la mortalidad, que ha disminuido notable-
mente. Mientras que era de 26,2 por 1.000 en 1806-1810, y de 23,1
en 1850-1854, no ha llegado sino á 19,7 en el período de 1903-1907.
Tampoco se ha de atribuir al decrecimiento de los matrimonios, que
han sido, por término medio, de 284.000 en 1850-54, y de 302.000
en 1903-1907, y en 1903 registráronse 1.172 más que en 1907. Cierta-
mente que en lo que atañe á matrimonios, higiene y reducido de la mor-
talidad, no envidian á nadie nuestros vecinos. Tomando por fundamento
las estadísticas de las principales potencias europeas en 1905, se infiere
que en Francia existe esta proporción con lo demás de Europa: 7,7
matrimonios por 7,7; 19,6 difuntos por 20,8; 20,6 nacimientos por 31,8.
Inútil es asimismo apelar á la emigración, que en Francia aparece muy
limitada é inferior á la de otros territorios. En Nueva York, v. gr., resi-
den 300.000 alemanes y sólo 10.000 franceses, y no debe callarse que, en
cambio, habita el suelo de la república francesa un millón de familias
extranjeras. Las causas... no hay que fatigarse mucho en encontrarlas.
La primordial la han reconocido y declarado desde el librepensador
Bertillon y el economista católico-liberal Leroy-Beaulieu, hasta el último
Congreso católico de Lille y el Cardenal Mercier en su reciente pasto-
ral: la inmoralidad; inmoralidad que se encarna singularmente, produ-
ciendo estragos enormes, en el neo-malthusianismo y en el divorcio.
154 PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
El neo-malthusianismo ha echado profundas raíces en Francia. «Hay,
decía L'Univcrs (7 Mai 1909), una asociación antirreligiosa que ha orga-
nizado la propaganda para la esterilidad voluntaria. Y esta horrenda
propaganda se hace ahora en los campos, en los centros obreros, por
todas partes y hasta en los contornos de las escuelas.» Un esclarecido
publicista, que años ha vive en París, escribía en una acreditada revista
española:
«Los libros y estampas editados por los infernales apóstoles de la
despoblación para enseñar prácticamente al pueblo las múltiples mane-"
ras de restringir los nacimientos, no son castigados, y hasta se ponen en
solfa y sirven de chacota las campañas que contra ellos emprenden, más
con un fin patriótico y humanitario que moral ó religioso, los Piot y los
Beranger... Á Mr. Piot le ponen en caricatura, vestido de nodriza, en todos
los diarios de la secta, y le sacan á las tablas como bufón obligado en
todas las revistas de teatros escritas por los autores judíos á la moda.»
No menos execrables son estas noticias que saca á la vergüenza Fenelon
Gibon: «Mora en Alemania un Sr. Koenig.... que pretende crear un Insti-
tuto pedagógico internacional, cuyo programa comprende el malthusia-
nismo; la propaganda de este azote, uno de los más aciagos en nuestra
patria, se hace en periódicos que se glorían de tener la aprobación de
una parte considerable de nuestros maestros públicos. Casi quinientos
de ellos han enviado sus adhesiones simpáticas á Mr. Koenig. L'Eclair
revela los nombres de algunos profesores que vierten ese veneno en las
escuelas francesas.» Ni tan solo en las escuelas, pero aun el Gobierno y
las Cortes favorecen esa teoría malsana con medidas estúpidas ó leyes
descabelladas. «El infanticidio, escribe el publicista antes aludido, no se
castiga como lo que es en realidad, como un crimen de sangre, como un
homicidio, sino como un simple delito, cuando no como falta leve y casi
venial...; y toda ley social que se discute en el Parlamento es podada
cuidadosamente antes de que se vote, limpiándola de todo lo que en ella
pudiera haber favorable para el aumento de población; y así la enmienda
Magnandie, en la ley del impuesto sobre la renta, para desgravar en su
parte justa y racional á los padres de familia cargados de numerosa
prole, enmienda votada por distracción con la enorme mayoría de 116
votos, hizo anular el Presidente del Consejo, secundado por todos los
Ministros en masa, por considerarla enemiga de la igualdad y favorece-
dora de privilegios.»
Sin duda por juzgarla muy equitativa y democrática, propuso el
Gobierno francés, y votó el Parlamento, la ley del divorcio, que, como
los estudios de Mr. Henri Joly han evidenciado, es una de las raíces de
la despoblación, puesto que los hijos constituyen una traba tremenda
para el día posible y aun probable de la separación. Dicha ley engendra
sus frutos: el número de divorcios de los registros del Estado aumenta,
según el Journal Officiel de 3 de Junio de 1939, constantemente
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL 155
desde 1900. Este año numerábanse 7.157, en 1905 subían á 10.019, en 1905
á 10.573, en 1907 á 10.938 y en 1908 llegaron á 11.515, de donde la pro-
porción de los divorcios, que en 1900 no pasaba de 3,68 por 100 habi-
tantes, ha alcanzado la cifra de 5,38 en 1906, de 5,57 en 1907 y 5,87 el
año último. No hace todavía mucho tiempo moría de un modo trágico en
París el poeta judío CatuUe Mendes, el mismo que tan irreverente é irra-
cionalmente maltrató á Santa Teresa. Un corresponsal parisiense de un
periódico de Madrid trazaba de él los siguientes rasgos, que, si no son
muy edificantes, sirven para descubrirnos la gangrena que roe y carcome
las entrañas del pueblo de París: «Era lo que aquí se llama un hombre
«bien parisién». Tuvo una juventud borrascosa; gozó de gran fortuna con
las mujeres, y en más de una ocasión sus amoríos con actrices y grandes
damas fueron la comidilla escandalosa del día... Se separó de su esposa.
Esta es la situación en que al cabo de algunos años se encuentran todos
los matrimonios «bien parisién».
Justo es que al pie de este párrafo escribamos, á guisa de inscripción
funeraria, las palabras de un profesor alemán: «Más sepulcros que cunas;
es el principio del fin, Finis Galliae. Así deben desaparecer de la escena
del mundo, por sus pecados propios, los pueblos que han hecho trizas
las leyes fundamentales de la vida.»
II
DESASTRES ESCOLARES
Una generación espartana, respirando robustez y vida, sin preocupa-
ciones monjiles sobre Dios, la suerte futura y otras monsergas que ener-
van, y enflaquecen ios bríos de los hombres, era lo que se prometía
criar el librepensamiento al arrancar de las manos de las Congregaciones
la educación de la juventud. Por de contado que ello se había de lograr sin
recargar los presupuestos ó agravándolos lo menos posible, recompen-
sándose espléndidamente el aumento con los sazonados y sabrosos frutos
que muy luego se habían de cosechar. Y ahora resulta que esos decanta-
dos frutos se han transformado, como afirmaba Gibon, en frutos de
muerte con el desenvolvimiento de los apaches, y en frutos secos con e
desenvolvimiento de los analfabetos; es decir, que han subido los gastos
ó despilfarros económicos, la ignorancia, la corrupción de costumbres y
la criminalidad de los jóvenes.
Lo que desde luego se observa es que el presupuesto de Instrucción
crece como la espuma; desde 1872 se ha más que sextuplicado. En 1872
era de 33.782.000 francos; en 1882 asciende á 105.826.000; en 1892
á 168.563.000; en 1902 á 208.662.781, y no se debe perder de vista que
los créditos destinados de 1902 á 1907 á primera enseñanza pasan
de 166 millones á 202; lo que significa un aumento medio anual de siete
156 PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
á ocho millones. ¡Si tan siquiera hubieran aplicado á instrucción los 1.000
millones de francos de los bienes de las Congregaciones que deputaba
el Gobierno para la Caja de Retiro de Obreros! Pero ni éstos ni aquélla
recibirán un céntimo, á causa de haberse disipado como el humo en
gajes de oficio de los liquidadores y pagos tan peregrinos como el del
cerrajero, que reclamó 1.365 francos 50 céntimos por descerrajar las
puertas de un convento.
Si por esta parte no se han logrado provechos generales con la abo-
lición de las Congregaciones, mucho menos se han obtenido en materia
de instrucción. El concurso á las escuelas no es mayor. Mr. León de
Crouzaz-Crétet, con los informes que los inspectores académicos remiten
á los Consejos generales de 55 departamentos, raciocina de esta suerte:
Frecuentan las escuelas primarias de dichos departamentos, que repre-
sentan dos terceras partes de la nación, 3.025.061 alumnos; admitiendo
la misma proporción para lo que resta, tendremos una suma de 4.537.591
discípulos. Haciendo el mismo cómputo en lo que atañe á las escuelas
libres, á las que asisten en los 55 departamentos 764.044 niños, resultará
para la Francia entera 1.146.066. Lo que garantiza la exactitud de los
cálculos es que éstos no difieren grandemente de la estadística oficial
de 1901-1902, que atribuían á las escuelas públicas 4.640.690 alumnos, y
á las privadas 1.663.302. Estas últimas, pues, habrán perdido 517.236
niños, lo que nada de particular tiene, atendiendo á que han sido aniqui-
ladas 15.000 escuelas congregacionistas, de las que una parte sólo se ha
restaurado con otras personas. Mas he aquí que medio millón de alum-
nos deberían haber pasado á las escuelas públicas, y no se les halla, ya
que éstas han sufrido una merma de 103.100 discípulos. Si la estadística
oficial no rectifica la hipótesis que se hace en orden á los 31 departamen-
tos cuyas cifras precisas faltan, hemos de concluir que la asistencia esco-
lar ha menguado desde 1902.
Con tanto encarecerse la instrucción obligatoria y su mejoramiento
continuo, no se ha logrado extirpar los analfabetos ni perfeccionar la
enseñanza. Mr. Briand, en el proyecto de ley de 24 de Junio de 1907, con-
fesaba que en 1882 los analfabetos componían un 14,6 por 100, y en 1900
un 25. En 1907 entre los reclutas del departamento del Sena había 67
que desconocían las letras primarias, 92 que no sabían leer y 786 ausen-
tes, cuya instrucción se ignoraba, pero que por su linaje de vida podían
sumarse en buena parte, cuando menos, á los primeros; con lo que se
patentiza el atraso de la enseñanza popular, dado caso .que hace veinti-
cinco años se contaban 788 analfabetos en el mismo departamento.
En 1906 el diputado Buizon denunciaba que la instrucción primaria había
decaído en 40 departamentos. «Aun hay 11.500 analfabetos, exclamaba
Clemenceau en su discurso de 9 de Octubre de 1908, en la república
francesa, cuando no teníamos sino 10.600 en 1904.» «Existe un cuatro y
medio por ciento, escribía Le Matin de 14 de Febrero de 1908, que no
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL 157
saben ni leer ni escribir. Doloroso guarismo, si se recuerda lo que sucede
en Alemania y Suiza, en donde hay sólo de éstos un medio por ciento.
Pero es más sensible todavía el que en nuestra patria muchos que apa-
recen como conociendo las letras primarias, apenas si atinan á borrajear
su nombre y trazar con trasudores de muerte algunos garrapatos sobre
el papel.» La razón de esto la explica Gibon al hacer constar, con testi-
monios de inspectores, que la asistencia á las escuelas es muy irregular,
y que á ellas faltan de ley ordinaria una tercera parte de los matricula-
dos. Por esto, y por la enseñanza superficialísima que en dichas escuelas
se da, se forman los alumnos en general peor que antiguamente, y gran
número de los que de allí salen son ignorantísimos. Pruebas de esta igno-
rancia abundan. Vayan algunos casos, referidos por Houssaye en UEcho
de París de 20 de Marzo de 1907: Un capitán escoge de su compañía al
azar 20 soldados, y en tono familiar les pregunta separadamente sobre
estos puntos: ¿Qué se sabe de Juana de Arco— de Bayardo— de Luis XIV
—de la Revolución francesa— de Napoleón I — de la guerra de 1870— de
la Alsacia-Lorena? La mitad de ellos contestan, ó no sé nada, no me
acuerdo, ó ¿Juana de Arco? Un gran hombre que promovió guerras. —
Bayardo fué un excelente marino.— ¿Luis XIV? Un antiguo oficial que
vivía en 1547.— La Revolución se produjo por la muerte de Luis XIV.—
Napoleón creó los tribunales, educó al pueblo y murió prisionero des-
pués de su traslado á Clermont-Ferrand. - ¿La guerra de 1870? Tuvo ba-
tallas.— La Alsacia-Lorena es una gran ciudad de Francia. En otra inda-
gatoria halló que un 27 por 100 desconocía por completo á Juana de Arco,
un 37 la Revolución, un 40 la guerra de 1870, un 45 la Alsacia-Lorena,
un 60 á Napoleón y un 66 á Luis XIV.
Peores que las deficiencias en la enseñanza son las perniciosas doc-
trinas que se escuchan en las escuelas, contra las cuales han levantado
los Obispos franceses su voz en una Pastoral colectiva, que ha tenido
resonancia en todo el mundo. Mas ¿qué han de enseñar 30.000 maestros
socialistas, número que, como regodeándose, atestiguaba L'Enseigne-
ment Hr imaire, pronto se transformará en 80.000? Dejemos en los plie-
gues del olvido sus ideas contra Dios, el alma, la familia, la patria, etc.,
monstruosas y deplorables; fijémonos en lo que prácticamente ejecutan
muchos de ellos para viciar á los alumnos, eligiendo, entre innumerables,
dos ejemplos. «Los laureles, escribía monseñor Turinaz, de Robín, el
pornógrafo de Cempuis, desvelan á nuestros maestros laicos, que prac-
tican la coeducación de los sexos poniendo juntos en las escuelas á niños
y niñas de doce años.» A los cargos que se le hacían contestó cínica-
mente uno de ellos, el de Meurthe-et-Moselle: «Vuestras bestezuelas
están admirablemente colocadas en las caballerizas.» Pues en Pont-de-
Beauvoisin (Isére), á chicos y chicas de las escuelas laicas condujeron
sus pedagogos á un cinematógrafo, cuyas películas representaban la Luna
de miel, Honor mancillado, Peripecias del divorcio (adulterio, honor
RAZÓN Y FE, TO.MO XXVI 11
158 PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
perdido, etc.)- Necesariamente lia de resultar de esa educación lo que
Mr. Henri Joly decía en un informe á la Academia de Ciencias Morales,
que los actos de inmoralidad de los jóvenes entre sí se habían en poco
tiempo cuadruplicado.
Pero en lo que se manifiesta más el influjo deletéreo de la instrucción
laica es en el progreso de la criminalidad juvenil. ¡Invención de curas!,
exclamaba la Lanterne, sintiendo el aguijón terrible de la culpa: que no
es sino verdad purísima, lo demuestran las estadísticas á pesar de sus
imperfecciones y truncamientos voluntarios. Se determina la crimina-
lidad por los crímenes, delitos y suicidios. En 1901 se fijan en 504 los
crímenes cometidos por jóvenes; en 1905 ascienden á 612; en 1901 son
los delitos de aquéllos 33.835; en 1905, 34.804, y los delitos correccio-
nales de los menores de diez y seis á veintiún años suben de 26.209 á
30.853. No se pierda de vista que, de industria, para no amedrentar á las
gentes pacíficas, se aminoran los guarismos; que los tribunales sobreseen
con facilidad la causa de los menores, de tal modo, que en 1905 á la
mitad de ellos cupo esa suerte, y que las leyes y circulares de 1898
recomiendan á la policía y los juzgados condescendencia con la niñez
delincuente; por donde Mr. Guyot-Desaigne confesó en el Rapport del 3
de Mayo de 1907 que de 100 niños denunciados, 94 quedaron sin castigo.
Así y todo, por declaración reciente de un empleado distinguido de la
Prefectura de Policía, la cantidad de menores detenidos en París y en el
departamento del Sena aumenta en un 31 por 100, y la suma total en la
república acrece en un 52 por 100, según H. Joly. Así debe acontecer. La
fuerza de la verdad arrancó de la Lanterne de 18 de Junio de 1909,
hablando de la adolescencia, esta confesión preciosa, por la fuente de que
procede: «Se ha constituido una corporación de criminales»; y el Fiscal
de la Audiencia del Sena, perorando en una causa célebre, afirmaba:
«Poseemos una colección, hermosa en demasía, de cachorrillos de león;
se juega á los apaches, lo cual forma una parte de las diversiones.»
Sin embargo, no es recrearse á lo apache, sino adelantarlos en fero-
cidad el recurrir al suicidio, como lo ejecutan multitud de mozalbetes
franceses. En sesenta y cuatro años se han cuadruplicado y quintupli-
cado las cifras de suicidas niños y adolescentes. Menores de diez y seis
años, en el de 1878, se quitaron la vida 16; 120 en 1900. Jóvenes entre
diez y seis y veinte, 529 en 1896 y 781 en 1900. En 1907 fueron 80 los
menores de diez y seis años que se mataron y 328 los de diez y seis
á veinte, aunque hay que observar que tal vez sean más, pues la
edad de 273 suicidas no pudo comprobarse. En la Cámara da los Dipu-
tados, sesión del 21 de Junio de 1909, en una interpelación original
al Ministro de Instrucción, refería Mr. Maurice Barres escenas como
estas: Seis niños, dos de trece años, alumnos de los Liceos, se han sui-
cidado en unas cuantas semanas. Uno de ellos, de catorce años, estando
en clase se pegó un tiro, y apenas caído en tierra, un grupo de alumnos
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL 159
se precipita sobre el cadáver y el revólver desaparece. No era suyo; per-
tenecía á un pelotón de aquéllos, que lo habían comprado para cumplir
el pacto que habían hecho de matarse uno tras otro. El revólver no pudo
hallarse; en cambio, encontráronse entre los estudiantes libros de Scho-
penhauer y otros por el estilo.
Por algo propuso la Academia de Ciencias Morales y Políticas de
Francia, en el concurso de 1908, este tema, remunerado con un premio
de 2.000 pesetas: «Causas y remedios de la criminalidad creciente en la
adolescencia.» Por algo también aseguraba Mr. Faillet, Consejero muni-
cipal del décimo distrito sociaHsta de París: «Hemos gastado muchos
millones para la enseñanza; hemos construido magníficos palacios esco-
lares, y hemos de reconocer que sólo se han edificado sepulcros de los
que se halla ausente el alma de Francia.»
III
EL ANTIMILITARISMO
No sólo intenta la impiedad el arrancar de cuajo de todas las inteli-
gencias el concepto de Dios, cuya sombra aterradora inquieta en sus
orgías al malvado, sino también abatir al ejército, encarnación viva de la
patria y brazo de hierro que conserva el prestigio nacional y mantiene á
raya á los revolucionarios. El antimilitarismo cunde, como incendio en
seco cañaveral, en la vecina república. El grito del socialista Hervé, de
que la bandera francesa hay que arrojarla hecha jirones á un albañal,
encuentra eco en muchos corazones. Testigo el Congreso de maestros
de primera enseñanza de Clermont. La proposición que se presentó de
enviar un mensaje de simpatía al soldado francés que en aras de la patria
vertía su sangre en África, fué rechazada con protesta general, voces y
^^roseros insultos. Prueba también la difusión de escritos y hojas de pro-
paganda en que se escarnece al ejército, pintándolo como sostén de la
burguesía y despotismo, y en que se ha llegado á estampar que sería
preferible matar á un general francés antes que á un enemigo. Ni las pro-
cacidades que han barbotado contra la milicia los socialistas franceses
con motivo del ajusticiamiento de Ferrer, son otra cosa que demostra-
ciones de su refinado odio á la fuerza armada. ¿Qué más que aborreci-
miento al ejército han de respirar los que reciben inspiraciones de Jaurés,
y qué más han de ansiar que desnacionalizar, descatolizar y desmilita-
rizar á Francia, que es á lo que tira ese diputado y su ninfa Egeria Hervé,
como escribía el bizarro y malogrado teniente coronel Ibáñez Marín, prez
y ornamento de nuestra milicia? «Los antimilitaristas, afirmaba el con-
sejero municipal de París Mr. Achille, se entregan de lleno á hacer pro-
sélitos, y no solamente en el Norte de África hay agencias de deserción;
aquí, en el corazón de Francia, también existen, y no las gobiernan, por
160 PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
cierto, nuestros enemigos. La situación actual está erizada de peligros;
porque consta que esa desvergonzada propaganda obtiene resultados».
Sóbrale razón; pues su intervención maléfica causa estragos en las mis-
mas filas del ejército francés, según lo puso de manifiesto el ilustre jefe
antes citado, en un luminoso artículo, del que transcribimos estos párrafos:
«En períodos de normalidad, la noticia es de todos los meses, de casi
todas las semanas...» «En la guarnición de X., los soldados del regi-
miento A,, se han amotinado contra su jefe, entonando la Internacio-
nal...» «En el cuartel Z., dos cabos y 11 soldados se han escapado,
huyendo hacia la frontera...» Cuando se incorporan los reservistas ó se
movilizan los territoriales, la noticia es diaria y con tonos de mayor gra-
vedad... «Los territoriales del 149 regimiento se han negado á salir á
instrucción pretextando el mucho calor que hacía. Al presentarse en el
cuartel los oficiales, fueron recibidos á los gritos de «¡Abajo el ejército!
¡Viva Hervé!»... La progresión normal de gastos ha sido creciente. Desde
la campaña de 1870-71 acá, la cifra de gastos es asombrosa; se acerca
á los 4.000 millones de francos invertidos en fortificaciones y en material.
Solamente en la plaza de Bizerte van ya gastados 31 millones de fran-
cos... Estos esfuerzos metálicos, constituyendo un sacrificio para el país,
están destruidos por ese cáncer de la indisciplina militar y por otro que
aun es más hondo y mortal: el del egoísmo, nacido de la relajación de
costumbres... La indisciplina general reinante y la sumisión del Ministro
de la Guerra al radicalismo socialista, que le impone cada día indultos,
medidas de suavidad, ventajas y medios para esquivar el servicio y los
reglamentos, dan de sí esta progresión de prófugos y desertores, que
pone frío en el alma de los militares: En 1893, 6.672; en 1899, 4.949; en
1900, 7.150; en 1901, 6.112; en 1902, 6.990; en 1903, 7.267; en 1904,7.193;
en 1905, 10.481; en 1905, 13.508; en 1907, 14.067, y en 1908, 22.807.»
Completemos estas noticias con las siguientes, del mismo eruditísimo
Sr. Ibáñez Marín: «Los cuatro años corridos que ocupó el hotel de la
rué Saint Dominique el general André, han sido de los más funestos que
en estos últimos tiempos de desorganización ha conocido el ejército
francés. En esos cuatro años el sectarismo demagógico hizo estragos en
la moral del mando y llevó el desasosiego á todos los espíritus bien cen-
drados de paciencia, ocasionando una lucha enconada, verdaderamente
fratricida entre compañeros que delataban ó que sufrían los efectos de la
delación, y produciendo como resultante escandaleras parlamentarias
que dieron en tierra con el Ministro sectario, desafíos, odios, elevaciones
y caídas que han dejado surco bien hondo en la disciplina de la fuerza
pública, cuando más venía necesitada de reconstitución y de vigor espi-
ritual que formasen ecuación con sus progresos doctrinales y técnicos.»
Esos cuadros, dibujados de mano maestra, no amargan más el alma
que los que ha trazado de la marina francesa la Comisión parlamentaria,
presidida por Delcassé, según cuenta con claridad meridiana y concisión
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL 161
la Revista General de Marina, Julio 1909. Copiamos de ella: «Ninguna
de las comisiones parlamentarias que han figurado en los últimos treinta
años han llegado á conclusiones tan pesimistas y perjudiciales al pres-
tigio de la gloriosa marina francesa como la actual... El Navy and Mili-
tary Record manifiesta que Francia paga, con el estado interno de su
marina, las consecuencias de que las discusiones políticas hayan llegado
á su seno, perturbando la administración y promoviendo ascensos en su
personal, debidos más al favor político que al mérito profesional. Estado
de cosas para cuya reforma han sido impotentes, al decir de la revista ci-
tada, el patriotismo de Thompson y la energía de Pilard (Picard?). Al
examinar los centros administrativos, arsenales, artillería, nuevas cons-
trucciones, etc., la Comisión no encuentra en parte alguna materia de
alabanza, sino de queja acerba. Se ponen de manifiesto hechos notorios,
en que se demuestra la falta de previsión administrativa en la época de
Thompson, y se describe el Ministerio de Marina como factoría burocrá-
tica. No hay autoridad responsable encargada de coordinar y dar unidad
á los trabajos de los diferentes centros. La eficiencia de la flota de com-
bate, en lugar de ser la mira de todo el mecanismo administrativo, cons-
tituye objetivo secundario. La flota del Mediterráneo, á despecho de la
indiscreción patriótica del almirante Germinet, carece todavía del com-
pleto de sus dotaciones de granadas. No existen municiones de re-
serva, y, lo que es peor, esta vital necesidad no se prevé en los presu-
puestos para 1910. Lo que produce mayor intranquilidad es el anuncio
que la artillería y municiones de los seis Dantons en construcción no es-
tarán listos hasta 1914, lo más pronto. Todo ello se agrava con las disen-
siones entre la oficialidad de los barcos y los artilleros coloniales, cons-
tituyendo síntoma anárquico, que explica el retraso de la experiencia con
eljena, tantas veces anunciada. Se teme que la futura artillería no ins-
pire mayor confianza que la actual, por ser debida á los mismos proyec-
tistas que la antigua. El estado de los arsenales se examina con severa
crítica. Herramental antiguo, aviejado en treinta años; personal de
obreros de deficiente disciplina, trabajando con el sistema de las ocho
horas diarias; plaza mayor de oficiales é ingenieros que no se distinguen
ni por la autoridad ni por el celo, y en consecuencia, el trabajo es lento,
dispendioso é imperfecto...», etc., etc.
Añadiremos, á fin de reforzar esa descripción, unas palabras que en-
tresacamos del número de Marzo de la misma notable revista: «Mon-
sieur Chaumet, Deputé de la Gironde et Rapporteur du Budget de laMa-
rine, dice (en un libro intitulado Estado de la Marina francesa) y prueba
en el fondo de la querella tales cosas, que ningún extranjero jamás se
hubiera atrevido á publicar. ¡Tan áspera y condenatoria es la acusación!
Y aunque hacía mucho tiempo que los de afuera conocían el mal estado
de los negocios, aun así es dudoso que hubiera habido alguien que pen-
sase que hubiera llegado al extremo que Mr. Chaumet dice.»
162 PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
¿Y para tales desmanes y desafueros derrocha el Estado iiri presu-
puesto tan fabuloso, que el de 1910 se eleva á 341.495.698 francos, su-
perior al votado en 1909, que fué de 338.865.623?
IV
LAS MALANDANZAS DE LOS OBREROS
En medio de los trabajos y privaciones que padecían antes los
obreros franceses, se consolaban con la esperanza halagüeña de una vida
futura que compensaría con creces los pesares de este valle de lá-
grimas. Hoy, sin la estrella de la fe que guíe sus azarosos pasos, sin vis-
lumbrar nada más allá de la tumba, merced á la espantosa cerrazón de
incredulidad que envuelven sus almas, experimentan intranquilidad y
malestar, que se trasluce en múltiples manifestaciones. Á éstas perte-
necen, á no dudarlo, las huelgas, como se infiere de las causas que las
originan y efectos que producen. Sabido es que brotan muy á menudo
del odio y recelo entre patronos y obreros y del egoísmo puro y neto de
unos y otros; y aunque por su lado jurídico se consideran en si como un
acto de legítima defensa, pero es cierto, como lo indica Vatbier, que
comúnmente traen consigo la ruina del patrono, la miseria del obrero y
la alteración del orden público, y que, miradas en su aspecto social^
según observó el P. Lhemkuhl, enciende el espíritu de castas y el odio de
las diferentes clases de la sociedad. Pues terreno fértil y feracísimo de
huelgas es la república francesa. El Boletín de Reformas Sociales noti-
fica las siguientes en el primer semestre de este año: Enero, 56; Fe-
brero, 67; Marzo, 90; Abril, 125; Mayo, 112; Junio, 64. Cotéjese esta lista
con las de varias naciones principales, y se verá que Francia camina á la
cabeza de ellas. Así, en Inglaterra en el primer trimestre de 1909 hubo Qi;
en Alemania, 187; en Austria, 57; en los Estados Unidos, 31. En España
en todo el 1907 se registraron 118. No se eche en olvido al hablar de
huelgas que entre el proletariado francés aparece como sombra fatídica
y siniestro espectro la formidable y tiránica Confederación general del
Trabajo, pulpo de cien tentáculos agarrotadores de los obreros, que, como
De Larégle ha escrito, «en las huelgas provoca á los huelguistas ala resis-
tencia, en los astilleros estimula á los trabajadores al sabotage, en las cer-
canías de los cuarteles impele á los soldados á la indisciplina, en los
meetings pregona la revolución y en todas partes se empeña en enconar
los conflictos, acrecentar los desórdenes y dar calor á las turbulencias».
No son muy atractivos ni deslumbradores estos trastornos, que suelen
producirse en las ciudades, por radicar en ellas el mayor número de fá-
bricas y vivir muchos más obreros. Con todo, se nota que los moradores
de las aldeas rurales las abandonan, trocándolas por las poblaciones
crecidas. Al mediar el siglo XIX, según Mr. George Cohén, las ciudades
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL 163
no contaban sino un 24 por 100 de la población total; hoy pasan de
un 37 por 100. En 1890 los municipios inferiores á 2.000 almas consti-
tuían una suma de 25 millones y medio de personas; en 1905, no masque
de 23 millones. Á su vez las poblaciones de 20.000 almas suben en un
tercio: en 1890 había en ellas siete millones de moradores, en 1905
9.365.000; mientras que las que constan de 5 á 20.000 almas, casi con-
tinúan en su mismo ser: cuatro millones en 1891 y 4.400.000 quince
años después. Han aumentado en habitantes 28 departamentos y men-
guado 58, y éstos son los que podríamos apellidar rurales, porque la
mayor parte de las familias ejercen la agricultura.
¿Qué denota todo esto? Pues, entre otras cosas, el disgusto que reina
entre los que se dedican á las faenas de la labranza; no son suficiente-
mente recompensados sus sudores; ahóganlos los impuestos y gravá-
menes, como Mr. Meline advirtió en el 28." Congreso de la Société Inter-
national d'Economie Sociale. Á trueque de hacer su vida más llevadera,
se refugian, como á puerto de salvación, en los pueblos grandes y se
lanzan en el hirviente mar de las sociedades obreras. No caen en la
cuenta que huyendo de Escila van á dar en Caribdis; porque aquí en-
cuentran abundantes males y miserias, y señaladamente tres que oca-
sionan su ruina y la de su familia: el alcoholismo, la criminalidad y el di-
vorcio.
El vicio del alcoholismo, como lo ha reconocido el Rapport de 1907
del Ministerio de Justicia, se ceba preferentemente en el pueblo bajo, en
los desheredados de la fortuna, y, más que en los labriegos del campo,
en los obreros de las ciudades. Su extensión y lo muchísimo que preva-
lece se deducirá de los siguientes datos: Gracias á la ley de 17 de Julio
de 1880, que quitó las trabas para abrir establecimientos de bebidas,
existen en Francia 464.000, próximamente, ó sea uno por cada 83 habi-
tantes; en 1830 se consumían 300.000 hectolitros; en 1900 1.850.000. El
ajenjo, prohibido en Bélgica y Suiza, se toma en cantidades enormes y
cada día crecientes. En 1880 su gasto era de 12.000 hectolitros, en 1890
de 112.0U0; en 1900 de 129.000 y en 1904 de 200.000. Alrededor de 3.000
millones anuales de francos directa ó indirectamente cuesta el alcohol
en la república. En 1907 se juzgó en los tribunales á 75.227 reos de
embriaguez, y había en los manicomios 9.932 dementes alcohólicos;
de 100 enfermos acogidos en los asilos de París, 38 deben á las bebidas
espirituosas sus dolencias; de 150.000 tuberculosos que anualmente falle-
cen, las dos terceras partes contrajeron su tisis por abusar del alcohol;
un 14,4 por 100 de crímenes contra personas, un cinco de atentados
contra la propiedad, y, en general, un 9 por 100 de delitos cometen per-
sonas ebrias ó alcoholizadas.
Muy ligado, como se ve, está el alcoholismo con la criminalidad,
cuya amplitud ni se reduce ni es floja en Francia.
Tratando de crímenes, escribía Mr. Puech: «En 1901 hubo 163 proce-
164 PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL
SOS por asesinato: á partir de 1905 se acrecientan en un 10 por 100.
En 1905 pronunciaron los tribunales 18 sentencias de muerte; en 1906,
29; en 1907, 41, y en los meses de Enero á Junio de 1933, 39. Los aten-
tados sangrientos registrados desde 1901 siguieron esta proporción: 795
en el citado año, 1.313 en 1905 y 1.434 en 1907.» Las causas por otros
delitos sometidas á los tribunales correccionales fueron en 1935, 170.327,
y los reos 207.485; en 1907, 182.836 procesos y 228.398 acusados; lo que
significa un aumento de 12.509 en los primeros y 14.913 en los segun-
dos. En lo que mira á los suicidios, después de haberse detenido éstos
en su ruta de 1899 á 1904, otra vez prosiguen su carrera: 9.438 (1898),
8.952 (1899), 8.716 (1902), 8.876 (1904), 9.336 (1905), 9.232 (1906),
9.945 (1907). Atemorizan las cifras, pero así resaltan mejor los infortu-
nios que afligen á los desdichados obreros; pues ellos se llevan la pri-
macía en la delincuencia. Barton, el Ministro de Justicia, lo testificó con
estas palabras: «Suministran los números más bajos, los agricultores; los
más altos, los operarios de las ciudades.» Entre 100.000 personas, encuén-
transe 50,9 obreros reos de crímenes por 8,4 labradores: delatados en
virtud de delitos correccionales, 54 por 32; suicidas 28 por 20.
Á estos dos funestísimos males hay que añadir otro tercero, no menos
aciago: el divorcio. Ya hemos indicado que cada año crecen en la nación
vecina: de donde podíamos sospechar que una buena parte del incremento
provendrá de las familias obreras, que son más numerosas que las otras,
y que, merced al éxodo rural, se aumentan en la república. Esto mismo
patentiza de un modo indirecto el Ministro mencionado. «Un hecho muy
importante, afirma, que se desprende de la estadística, es que los estra-
gados por el alcoholismo y los delincuentes que la embriaguez produce,
se hallan en copioso número entre los viudos y divorciados.» De 28.275
reos alcoholizados, 3.531 pertenecían á esta especie. Como los más de
los degenerados por la embriaguez y el alcoholismo salen de la clase
obrera, no será aventurado suponer que en ella hace riza el divorcio-
Pero tenemos un testimonio directo que confirma nuestra suposición.
Después de haber estudiado con detenimiento la cuestión Poyert de
Montegud, viene, á la conclusión siguiente: «Si de 1.000 personas hay
2,7 divorcios en los propietarios ó en los que ejercen profesiones libe-
rales, son 68 los que descubrimos en los obreros de las ciudades: el mal,
pues, se encarniza en estos desgraciados.» Mal, en efecto, y calamidad
horrible que destruye la familia, arruina la natalidad, expone á la mujer
á infinitos riesgos, hace del esposo un vagabundo y perdido y arroja á
los hijos al arroyo, herrándolos con la marca de la infamia y del des-
amparo.
*
No faltan patriotas franceses que con acento viril denuncien esas
asquerosas llagas que bajo su fastuoso y aparatoso manto del púrpura y
PLAGAS DE LA FRANCIA ACTUAL 165
oro esconde en su seno la Francia; no faltan Tácitos que sin respetos de
ningún género crucen su rostro con el látigo de increpaciones como
estas: «Francia no es sombra de lo que fué. Á pesar del brillo exterior
de su cultura, tiene totalmente podrido el corazón: deslumhrará por ?u
refinamiento, sus bellas artes, su riqueza; pero su energía vital está ago-
tada.» No faltan agoreros que á lo Casandra le pronostiquen que por el
camino emprendido va en derechura á borrarse del mapa y á desapare-
cer de la cuenta de las naciones. ¿Qué más? Aun los anticlericales, aun
los Ministros, en sus himnos de gloria á la patria que ellos han fabricado,
dejan escapar desafinadísimas notas que lastiman los oídos menos deli-
cados. Intentan, es verdad, los Gobiernos poner término á tan fieros
males; pero frenéticos, con la fiebre de la libertad y vendidos en cuerpo
y alma á la masonería, no aciertan con los remedios, ni acertarán hasta
que escuchen la voz del Soberano Pontífice y de los egregios Prelados
franceses, que desde las serenas regiones de la verdad les repiten ince-
santemente lo que en otro tiempo Jeremías á los prevaricadores y des-
atentados judíos:
«Jerusalem, Jerusalem, convertere ad Deum tuum!»
A. Pérez Goyena.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DEHALLEYO
III
u.
lO tengo para esto más datos que los que he podido haber á las
manos hasta mediados de Octubre del año anterior en artículos de algu-
nas revistas científicas (2), y aun de ellos no he de utilizar aquí sino los
tl-^%
'^ii.-CÍ-fyj.e^
<'*-«*^ e-iff^^t^yi-^^ /t ^
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^.loJVCXcl^ ^ "
(1) Véase Razón y Fe, t. XXVI, pág. 73.
(2) Bulletin de la Société Astronomique de France, 1908, pág. 297 siguientes, artículo
de H.-C. Wilson, tomado de Popular Astronomy, Mayo, 1908; Cosmos, 2 y 16 de Octubre
de 1909, páginas 891, 423 siguientes; The Oóservofory, Octubre, 1909, páginas 400, 402;
Gazette Astronomique de Anvers, número 22; estas dos últimas debidas á la amabili
dad atentísima del P. Cirera. Á última hora y hecho ya este trabajo, he leído el notable
del P. Thirion en la Revue de Questions Scientifiques, 20 de Octubre de 1909, páginas
670 siguientes.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 167
elementos esenciales déla órbita y la fecha del paso por el perihelio,dada
por entonces como más probable por los referidos astrónomos Cowell
y Crommelin: porque de los escasos y vagos, que allí se dan todavía,
algunos me parecieron ya á primera lectura menos exactos, y así tuve
por conveniente dedicar al fenómeno mi propio estudio, trazando yo
mismo el diagrama, suficientemente exacto, de las posiciones que durante
el período de visibilidad ha de ocupar el cometa, con respecto al Sol, á
la Tierra y á las estrellas, y viendo lo que daba de sí considerado con
atención. Y éste es el que aquí va adjunto, en obsequio de los lectores,
repartido en dos figuras, que, además de ilustrar lo que aquí voy á ir indi-
cando, podrá servir á cualquiera para comprobarlo y aun ampliarlo á su
gusto con mayor y más acertado estudio. La primera es la más impor-
tante; la segunda no es sino un planisferio de la parte del cielo, en que
ha de irse proyectando el cometa sucesivamente, según las posiciones
que para cada fecha nos da la primera. Ante todo, expondré brevemente
el método empleado en su construcción.
Supongo que el paso del cometa por el perihelio, ó punto más pró-
ximo al Sol, se ha de verificar el 20 de Abril; de no ser así, corríjase por
igual todas las fechas señaladas en la órbita cometaria, y la figura ser-
virá lo mismo, sin otra alteración. Desde el 16 de Noviembre, en que pasó
la última vez, hasta ese día van 893 meses, que, divididos en secciones
¡guales de á diez días, dan 2.679 secciones. Como el radio vector del
cometa recorre en todo este transcurso de tiempo 360°, ó sean 21.600' de
arco, á cada sección de éstas corresponde, por término medio,
21.600' „_„ „^
que es lo que los astrónomos llaman el movimiento medio angular ó ano-
malía media del cometa para cada diez días (1).
Conociendo además la excentricidad de la órbita, en nuestro caso
e=0,967281, y el semieje mayor, a~ 17,94527; mediante un ángulo auxi-
liar (anomalía excéntrica),
, , 10.800'
•n
se puede hallar para la sección t, á contar desde el perihelio P, el movi-
(1) En rigor los transcurridos son 27.183, 165 días, que dan 2.718,3165 secciones de
á diez días, en vez de 2.679 que hemos puesto; y el resultado es n = 7'56",77. La dife-
rencia—6'',99 de este número al supuesto altera el valor de t para la primera sección
en — 3'5", y para la duodécima ó última del diagrama en — 13'30"; error que luego se
divide por 2 en la segunda fórmula, y afecta poco al coseno en la tercera, no pasando
aquí e de 25°17'. Resulta, pues, el trazado bien exacto.
168
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
miento angular verdadero v (anomalía verdadera) y el radio vector r del
•cometa por las fórmulas
tang Jv=\/l±i. tangí £ , r=a(l— ecoss).
V 1 — e
Así he construido el arco de elipse CPC' de la órbita del cometa,
entre el 11 de Diciembre y el 28 de Agosto, y marcado juntamente las
posiciones de este último, de diez en diez días, durante todo este
tiempo (1).
Ahora, la distancia angular PSN' del perihelio Pal nodo ascendente
A^' es lir42'16 '; tomándola y uniendo este punto A^' con 5 por una recta
prolongada hasta el otro lado A^ de la órbita, esta recta A^A^' será la línea
de los nodos ó intersección del plano de la órbita con el de la eclíptica.
La parte NPP', trazada por eso con línea continua, cae por encima de
éste inclinada sobre él 17°47'18'', y lo demás, trazado con puntos, por
debajo.
La órbita de la Tierra, sobre todo reducida á las proporciones de la
figura, es sensiblemente circular, aun teniendo aquí en cuenta la defor-
mación elíptica debida al hecho de estar proyectada sobre el plano de
la otra, que es el del papel; y así la he trazado simplemente desde 5 como
centro y con un radio igual á la unidad.— La distancia angular E'SN' del
equinoccio E' al nodo ascendente A^' es 57°16'12" (longitud del nodo);
tomándola y uniendo el punto E con S por una recta prolongada hasta
el lado opuesto E , esta recta EE' será la línea de los equinoccios. Divi-
diendo la circunferencia en doce partes iguales, y cada una de éstas en
tres, se tendrá muy aproximadamente el movimiento de la Tierra por ella
de diez en diez días; y colocando y señalando estas secciones de modo
que la división correspondiente al 22 de Septiembre caiga en E', queda-
rán determinadas, lo bastante para lo que aquí nos proponemos, las posi-
(1) He aquí los resultados de estas fórmulas, suponiendo el radio f = 1, por si
alguien quiere comprobar la figura ó trazarla en mayor escala:
Sección.
E
V
r
Abril 10
4° 0'35"
30» 22' 22"
0,6296
Marzo 31
7 33 50
54 16 38
0,7382
21
10 33 27
71 14 16
0,8810
11
13 4 45
83 16 4
1,0375
1
15 14 25
92 6 12
1,1976
Febrero 19
17 7 50
98 51 26
1,3604
Sección.
£
V
r
Febrero 9
18M8'40"
104°11'44"
1,5Í43
Enero 30
20 19 40
108 32 28
1,6682
20
21 42 45
112 938
1,8187
10
22 59 10
115 12 43
1,9654
Diciembre 31
24 10 16
117 52 43
2,1090
21
25 16 40
120 10 39
2,2492
Las posiciones correspondientes á intervalos de tiempo iguales á éstos hacia el
otro lado del perihelio son, respectivamente, simétricas á las de este lado de la curva
así determinadas.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 169
ciones de la Tierra en su órbita correspondientes á cada fecha, de diez
en diez días.
Como la inclinación de las dos órbitas entre sí es poca, y poco tam-
bién lo que en esta parte de la suya se separa el cometa de la línea
común NN', para la evaluación aproximada de las distancias linéale.'^
pueden muy bien suponerse ambas situadas en el mismo plano de la
figura; y el valor absoluto de estas distancias, en leguas españolas, lo da
inmediatamente la escala que para esto he construido al pie de la misma.
Con este diagrama y el planisferio de la figura 2.", donde la curva
continua, que la cruza serpenteando, representa la eclíptica con las posi-
ciones del Sol correspondientes á las fechas en ella indicadas, hay lo
bastante para darnos cuenta exacta de todo el fenómeno, tal como se
ha de verificar, así realmente en el espacio como aparentemente en la
esfera celeste, según lo que hoy por hoy nos es dado calcular ó presumir
por adelantado.
Y en primer lugar, acerca del día en que podrá ya columbrarse á sim-
ple vista, todo cuanto se diga es muy aventurado, porque lo mismo el
brillo que el tamaño aparente, con que tal ó cual día se debe presentar
el cometa, depende, sí, mucho de sus distancias al Sol y á la Tierra, y
de su orientación relativa al espectador, datos que directamente nos pone
ante los ojos la figura 1."; pero tanto ó más de sus mismas propiedades
intrínsecas é influencias solares que con ellas se relacionan, unas y otras
todavía casi del todo desconocidas y variables de un período á otro.—
Suponiendo, no sin alguna verosimilitud, que la tal variación no haya
sido muy considerable desde su última aparición anterior, la Gazette As-
tronomique, y con ella el Cosmos, se atreven á augurar que con anteojos
de mediano alcance no se podrá ver hasta ciento dos días antes de su
paso por el perihelio, es decir, antes del 3 de Enero; y á simple vista se
podrá distinguir desde cincuenta y un días antes del mismo paso, ó sea
desde el 23 de Febrero, como también esperan que hacia el 21 de Marzo,
treinta días antes del perihelio, presentará su cola 25" de largura; todo
ello porque así sucedió la vez pasada en las fechas correspondientes á
éstas. Pero nuestra figura desmiente con evidencia el fundamento de todo
este triple aserto, en el cual se tiene sólo en cuenta la posición del cometa
con respecto al Sol, prescindiendo completamente de la relativa á la
Tierra, que hacia esas fechas es ahora muy diversa de la de entonces.
En efecto, el perihelio cayó entonces el 16 de Noviembre; ciento dos
días antes la Tierra estaba en su órbita hacia el 6 de Agosto, y desde
este punto hasta la posición del cometa, en esa fecha, hay doble distan-
cia que este año desde el punto del 3 de Enero; de modo que, á igualdad
de intensidad luminosa, este año debe poder verse antes con anteojos
medianos. En cambio, el 23 de Febrero de este año dista la Tierra del
cometa casi tres veces más que entonces el 27 de Septiembre; de modo
170
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
.?
^
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 171
que, en ¡guales condiciones de tamaño y luminosidad, esta vez aún no
debía verse á simple vista por esa fecha. En la hipótesis de que su lumi-
nosidad intrínseca vaya creciendo en razón inversa del cuadrado de su
distancia al Sol, y teniendo en cuenta que la recibida de éste y la que nos
llega á nosotros están de nuevo en razón inversa de su distancia al Sol,
r, y á la Tierra, A, hallo que su magnitud estelar, m, en una fecha cual-
quiera puede determinarse en función de la /n^ que tenga en otra fecha
dada, por la fórmula.
/n = /77o — 10 log.
rV/A
siendo r^ y \ el radio vector y la distancia á la Tierra correspondientes
á la fecha de la magnitud /tz^, y r y A las de la fecha para la cual se
quiere saber la magnitud m. — Asi, si el 1.° de Enero la magnitud del
cometa es Wo=ll, y se quiere saber la que presentará el 21 de Marzo,
tómense en la figura las distancias aproximadas rg, ^o Y ^^ \ correspon-
dientes á estas dos fechas, y ejecutando el cálculo resultará /7z=:= 7, 8. De
ser cierta la referida hipótesis, estaría, pues, el cometa en esta fecha
fuera del límite de visibilidad á simple vista. Pero aplicado el procedi-
miento al 10 de Mayo, resulta ya /72=3, 8, que está ya muy dentro de
dicho límite; y aun el 10 de Abril sale /72 = 5, 9, ya bien visible.— La vez
pasada, treinta días antes del perihelio, ó sea el 15 de Octubre, estaba el
cometa muy cerca de la Tierra, y se veía su cola perpendicularmente á
su largura, es decir, en la condición más favorable; pero este año hacia
el 21 de Marzo dista de la Tierra 11 veces más que entonces, y además
su cola se ve desde ella en escorzo, proyectada casi justamente por
detrás de la cabellera, como lo está diciendo la figura; así que no hay
razón para esperar que por entonces se vea prolongada hasta 25°.
Dejándonos de hipótesis y ateniéndonos al hecho de haber sido nota-
ble en las apariciones anteriores el espectáculo de este cometa en las
inmediaciones del perihelio, veamos lo que puede esperarse de él en la
presente, atendidas las circunstancias de lugar y tiempo en que para nos-
otros se ha de ir desarrollando.
Diciembre de 1909.— Desde luego se echa de ver en la figura I."* que
hacia el 1 de este mes se halla el cometa precisamente en oposición con
el Sol, de modo que su lugar en el cielo está visible toda la noche, bien
larga por este tiempo; su distancia á la Tierra no es grande, pero sí al
Sol, que es la que más ha de influir en su luminosidad; no será, pues, visi-
ble sino, á lo sumo, con anteojos de mucho alcance, y menos la cola, que,
sobre ser de suyo más tenue, se proyecta entonces, como asimismo se
ve en la figura, detrás de la cabeza y á mayor distancia, así de la Tierra
como del Sol. Esta última va disminuyendo rápidamente, mientras que
la distancia á la Tierra apenas varía en todo el mes; de modo que si
172 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
empieza á ser visible con buenos anteojos desde el principio, lo irá
siendo más y más cada día hasta el 30 inclusive, y además la cola se va
mostrando más y más de costado, aunque poco todavía; se hace, pues,
interesante el buscarle, y para ello conviene saber hacia qué punto del
cielo estrellado se encuentra por entonces. Nada más fácil: sea, por ejem-
plo, el 20 de Diciembre. Con el transportador, centrado en la posición
correspondiente de la Tierra, mídase la distancia angular del cometa al
Sol, notando de paso á qué lado cae de éste y como cuánto encima ó
debajo del plano de la eclíptica (1): supongamos, como así es, que resulta
142° á la izquierda del Sol, algo debajo y muy cerca de la eclíptica;
véase la posición del Sol en el planisferio ese mismo día, y á partir de
ella cuéntese en la eclíptica y hacia la izquierda 142 divisiones (2); nor-
malmente á la última y un poco debajo, se tendrá la posición aparente
del cometa, á mitad de la distancia entre y de Tauro y la cabeza de la
Ballena (3).— Lo mismo puede hacerse para otra fecha cualquiera, y con
pocos puntos que así se determinen quedará suficientemente jalonado
el camino aparente del astro por entre las constelaciones, como le he tra-
zado, al poco más ó menos, en la figura 2.", con las posiciones correspon-
dientes á diversas fechas, desde el 1.° de Octubre hasta el 1.° de Junio.—
La Luna comienza á estorbar por su fase y proximidad al cometa, al
menos desde el 17 ó 18.
Enero de 1910.— E\ cometa sigue acercándose al Sol, pero desde los
mismos primeros días empieza á separarse de día en día muy sensible-
mente de la Tierra, perdiendo por este lado en todo ó en parte la visibi-
lidad que va ganando por el otro. Todo el mes está entre 120° y 72° á la
izquierda del Sol, en la misma eclíptica ó muy próximo á ella; de modo
que aún sigue observable gran parte de la noche, y esto muy elevado
sobre el horizonte; por otra parte, la cola, dado que la tenga ya algo
desarrollada, se ve cada vez más de costado: y la Luna, que ya el 1.° cae
á unos 130° al oriente del astro y sigue alejándose de él los días siguien-
tes, no le anublará nada en toda la primera quincena, hasta el 14 al me-
nos, en que vuelve á acercársele por el lado opuesto con brillo más y
(1) Este dato (latitud geocéntrica del cometa) puede á veces quedar á primera vista
demasiado indeciso en la figura; para precisarle bien hállese primero la latitud helio-
céntrica >., ó por estima ó por la sencilla fórmula sen>.=senrfsen/, en la cual d es la
distancia angular del cometa al nodo de su órbita, tomada desde el Sol como csntro,
é /::=17°47' constante (inclinación de la órbita); si la distancia del cometa á la Tierra es
doble que al Sol, el arco X visto desde la Tierra {\dí\\\\iá geocéntrica) será la mitad, y
asi proporcionalmente.
(2) Éstas propiamente representan días, pero pueden servir asimismo de grados
pues el Sol se mueve, próximamente, á grado por día.
(3) Esta posición, así como las anteriores señaladas en nuestro planisferio y las
siguientes, hasta el 26 de Diciembre, ya venían dadas en los artículos referidos; con
ello se confirma la exactitud del método que voy exponiendo, pues las que con él se
obtienen coinciden sensiblemente con ésas.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 173
más creciente en lo que queda de mes.— El 23 cruza el nodo el cometa
á 82" de distancia del Sol, hacia su izquierda, posición inmediatamente
determinada en el planisferio, pues cae en la misma eclíptica á 82 divi-
siones de distancia de la posición del Sol en esa fecha.
Febrero.— Crece por todo el mes la distancia del cometa á la Tierra
(al fin es casi vez y media mayor que hacia el 20 de Diciembre), pero es
más lo que decrece su distancia al Sol de día en día, con lo cual en re-
sumidas cuentas ha de ir ganando no poco su visibilidad. Entretanto la
distancia aparente al Sol disminuye de 72" á 33", y á fines de mes ya no
queda el cometa sobre el horizonte después de puesto el Sol sino unas
tres horas, buena parte de las cuales se las lleva el crepúsculo. La cola
se irá viendo más y más de costado que en Enero. La Luna ha vuelto á
ausentarse hasta el 12 ó 13, en que de nuevo se le acerca demasiado por
el Poniente en su primer cuarto, estorbando de ahí en adelante cada vez
más, como á fines del mes anterior.- Desde el 1." de este mes de Febrero
hasta el 1." de Mayo las visuales dirigidas desde la Tierra al cometa re-
sultan constantemente casi paralelas en la figura, con un ligero desvío
de las últimas hacia la derecha de las primeras: es decir, que el cometa
se proyectará todo este tiempo como estacionario en una misma conste-
lación, que es la de Pisces, con un ligero avance dentro de ella hacia
Poniente: todo lo cual se ve bien claro en el planisferio.
Marzo.— Todavía sigue aumentando, aunque poco, hasta el 20 la
distancia á la Tierra; pero la distancia al Sol disminuye con más y más
rapidez, y el 20 empiezan á disminuir las dos á la par. Las condiciones
de visibilidad mejoran por esta parte; pero, en cambio, la distancia angu-
lar al Sol es ya muy corta; el 20 se pone sólo una hora más tarde que
éste, quedando, por consiguiente, el poco tiempo que pueda estar visi-
ble, envuelto ya en la claridad del crepúsculo. La cola, que acaso vaya
por entonces desarrollándose mucho, y afortunadamente viene á caer
casi perpendicular á la línea del horizonte, podrá seguir viéndose más
tiempo después de obscurecer; pero también empieza precisamente en-
tonces á verse más de frente ó en escorzo, y desde el 13 tendrá contra
sí á la Luna, que vuelve á mostrarse nueva en sus cercanías.— El 28 se
halla el cometa en conjunción con el Sol, aunque algo separado de él
hacia el Norte: se pone, pues, juntamente con el Sol, y la cola, de verse,
se vería poco menos que del todo de frente, y esto poco, tendido á lo
largo del horizonte, y por lo mismo ocultándose casi al mismo tiempo
que el Sol; pero de no ser sobremanera luminoso, lo regular es que des-
aparezca todo por unos días entre los resplandores de éste, que está, por
otra parte, todavía casi á mitad de distancia que aquél respecto de nos-
otros.
Abril.- Asi es de creer que siga hasta el 8 ó 10 de Abril, en que
podrá empezar á vérsele de nuevo al amanecer, saliendo una hora antes
que el astro del día, con la cola escorzada y muy poco erguida sobre el
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 12
174 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
confín del espacio. Si la aurora no le abisma del todo, poco le dañará la
Luna, que anda además por allí cerca en su último cuarto. El 20 se halla
el cometa en el perihelio á su mínima distancia del Sol, 15,828.500 leguas
españolas; su distancia á la Tierra también ha disminuido mucho en
pocos días (el 21 de Marzo era vez y media mayor); la cola comienza de
nuevo á verse más de lado, y esta suele ser la época de su mayor lumi-
nosidad y largura: la Luna, además, no estorba nada hasta el 22 y en
adelante, que brilla hacia la parte opuesta del cielo, pero muy llena y
deslumbradora cuando está saliendo el cometa. ¡Lástima que no salga
sino hora y media ó menos antes que el Sol, y que no esté la Tierra un
par de meses más adelantada en su órbita para que el cometa y la cola
se viesen mucho más de cerca y en toda su grandiosa extensión!
Mayo.— Algo de esto sucede en seguida en los diez primeros días de
Mayo, en que la Tierra y el cometa revuelven el uno contra el otro,
acercándose mutuamente con la velocidad increíble de 1.300.000 le-
guas españolas por día, llegando á ponerse el 10 á 11 '/a millones de
leguas de distancia, bastante menos de la mitad de la distancia de la
Tierra al Sol. La cola entonces, que todavía está en el apogeo de su
brillantez y longitud, asomará á eso de las tres de la mañana, dos horas
antes que el Sol, muy oblicua hacia el Sur sobre la línea del horizonte y
dirigida en el espacio perpendicularmente á la visual del espectador que
la contempla desde la Tierra: y la Luna, que hasta el 6 habrá lucido bas-
tante á esas horas, ya es del todo invisible después y pasa al otro lado
del Sol. Por todas estas circunstancias, el espectáculo podrá ser impo-
nente la segunda semana de Mayo. Entretanto la distancia á la Tierra se
ha reducido el 15 á la mitad de la del 10, á seis millones de leguas, me-
nos de la cuarta parte de la distancia del Sol á nosotros; el núcleo puede
aparecer brillantísimo, y la cola se nos viene encima perpendicularmente
á la visual y un millón de leguas más cerca de nosotros que el núcleo:
sino que el astro, que en su movimiento aparente á través de las conste-
laciones iba primero de izquierda á derecha al encuentro del Sol, y luego
le esperó estacionario meses enteros hasta el primer día de éste, ahora,
viendo que aquél pasa de largo y se le huye ya lejos por el lado opuesto,
ha vuelto tras él en sentido contrario, y no ya lento, como al principio,
sino con vuelo rapidísimo, estando este día 15 ya sólo á una hora de
distancia para alcanzarle; que sólo este tiempo le precede en su amane-
cer, envuelto, claro está, más ó menos en el manto luciente de la aurora.
Unos tres días más, y le veremos juntarse con él, aunque sea salvando
en su curso acelerado 32" que aún le lleva de distancia aparente.
¿Le veremos?... ¿Quién sabe? Mas discurriendo por lo que de ordi-
nario acontece, lo probable es que con los ojos del cuerpo no le veamos;
y no precisamente por falta de luz, pues el encuentro bien puede verifi-
carse para nosotros pasando el cometa de Occidente á Oriente, no sólo
en pleno día, sino por delante de la faz deslumbradora del mismo Sol;
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 175
mas por no ser su mole, aunque tan grande, lo bastante obscura para de-
jarse ver en medio de tanto resplandor, por ser su substancia demasiado
diáfana y sutij para que ante el disco solar contraste ni siquiera como
tenue gasa ó vaporosa neblina (1).— Pero avivemos en tanto los ojos del
alma, porque la tal coincidencia viene esta vez acompañada de otra
excepcionalísima, como no la habrán visto acaso la Tierra y el cometa
en toda la serie incalculable de sus revoluciones; y avivémoslos desde
ahora, porque el suceso ha de pasar después en un abrir y cerrar de
ojos, y aquel cerrarlos .. ¡pudiera ser para siempre! Estamos en el mo-
mento más solemne de todo ese variado y majestuoso paseo del astro
por los vecinos espacios. Mírese con atención la figura 1.", hacia la parte
de ambas órbitas comprendida entre el 10 y el 20 de Mayo, y nótese que
hacia el 18 llega el cometa por la suya al punto A^, donde ésta atraviesa
el plano de la otra, mientras por ella, en dirección contraria, viene la
Tierra á situarse al mismo tiempo en un punto que, visto desde el Sol,
quizá no dista nada del anterior. Y aun en realidad algo de esto sucede:
que no es el Sol, como parecía, el astro á quien entonces da alcance el
cometa; somos nosotros, á quienes de hecho se nos viene encima; es el
globo que nos sustenta á quien amenaza, al que se aproxima tanto como
se ve en la misma figura. Demos por de pronto gracias al Soberano
Hacedor, que, al menos en épocas expuestas á trances como éste, no ha
querido poner ese punto N en el camino mismo de la Tierra, sino apar-
lado de él siquiera esto poco..., que en hecho de verdad no es tan poco
como á primera vista parece; pues, llevado á la escala, se ve que mide
todavía cerca de cuatro millones de leguas españolas. De no ser así, la
imaginación se desconcierta y se anonada al pensar en el cataclismo
que semejante encuentro nos habría de acarrear por alguna de mil ma-
neras diferentes (2).— Mas, aun así y todo, ¿estamos ya bien seguros de
que por esta vez nada tenemos que temer del cometa? ¿Y la cola, de
que nos íbamos olvidando? Porque ésta no pasa toda por donde pasa la
(1) Sin embargo, nótese que esta vez se va á interponer entre el Sol y nosotros, no
sólo la cabeza del cometa, que tendrá algunos cientos de miles de leguas de espesor,
sino toda la largura de la cola, que puede muy bien medir varios millones de leguas.
Si, á pesar de esto, la luz del Sol y el aspecto de su disco no se anubla ni altera nada,
será una prueba de primer orden de la diafanidad y sutileza de la materia cometaria.
(2) No es este el lugar de discutir ó esclarecer este punto, pues nada hemos dicho
ni tratamos todavía de la naturaleza y constitución propia de esos astros; pero bueno
será advertir al que tal vez se extrañe hoy en dia de nuestro aserto, que para producir
cataclismos no es necesaria gran masa y menos gran densidad, cohesión ó solidez: un
aire deletéreo, un fluido incandescente, un desequilibrio eléctrico, hasta un remolino
impetuoso, no necesitan duras sacudidas ni grandes masas extrañas para elevarse en la
Tierra á proporciones colosales y acarrear daños y trastornos incalculables. ¿Y qué es
todo esto, que desde luego se viene al pensamiento, al lado de lo que puede traer con-
sigo ó producir acá bajo el paso rapidísimo por entre nosotros de esos núcleos inmen-
samente voluminosos y de apariencias fatídicas que revelan un estado específico, mo-
lecular, térmico, eléctrico, radiante ó de otro género, absolutamente desconocido, pero
no por esto menos real y peligroso?
176 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
cabeza, es decir, por ese punto A^, en buen hora desviado de nuestra
camino; va siemprecomo estirada, poco más ó menos, á lo largo del radio
vector ó línea que une los centros de la cabeza y del Sol y al lado con-
trario de éste (mírese bien de nuevo la figura); de modo que al coincidir
el tal radio con la línea del nodo, al tocar la cabeza el punto TV común
al plano de la eclíptica, toda la cola vendrá á caer como tendida sobre
este plano en dirección á la órbita de la Tierra...; es decir, á la Tierra
misma, que á la sazón llega precisamente á esta línea por el lado opuesto.
Ya ve el lector que podrá muy bien no encontrar su camino tan expe-
dito, si esa cola es lo bastante larga para salvar, á manera de puente
gigantesco, los cuatro millones de leguas que entonces nos separan de
la cabeza. «¡Ya son leguas para ese puente!», dirá alguno. Pues con esto
sólo no se aquiete demasiado, porque colas tienen esos astros, y bien á
menudo, no de cuatro, sino de cuarenta y aun ochenta millones de leguas
de largura. La del 43 del siglo pasado llegaba desde el mismo Sol hasta
más allá de la órbita de Marte, Lo que más puede aquietarnos es la natu-
raleza de esas colas, todavía más indefinida que la del núcleo; pero, según
las trazas, menos temible, y... el no ser la referida coincidencia tan cierta
y exacta como hasta aquí la vamos suponiendo. Uno ó dos días de ade-
lanto ó retraso por parte del cometa bastan para dar al traste con todas
las referidas consecuencias, y nada tendría de extraño, vista la diver-
gencia de los astrónomos y la misma dificultad del problema, que el paso
por el perihelio, calculado á principios de Octubre para el 20 de Abril,
y con él todas las demás fechas apuntadas en nuestro diagrama de la
trayectoria, vinieran con uno ó dos días de atraso ó de adelanto. Pero
tampoco se evitan seguramente con menos; pues como la cola suele ser
tan gruesa (tiene á veces más de un millón de leguas de diámetro ó sec-
ción), aun cuando los centros de la Tierra y del núcleo cometario no
lleguen precisamente á la vez á dichos puntos, y por lo mismo no se
entrecrucen en línea recta con el Sol, todavía el flanco de la cola puede
tropezar de paso y envolver á la Tierra ó barrerla, por lo menos, de refi-
lón, si el núcleo no dista de su punto crítico el espacio de uno ó dos días,
por ser poco sensible hacia ese punto la inclinación de los planos (1).
(1) Muchos habrá que quieran saber con más precisión de lo que directamente da
a figura el instante probable de tan solemne acontecimiento y la certeza de éste y sus
circunstancias. En obsequio de ellos, aquí va un cálculo sencillo de todo esto:
La distancia angular del nodo N al periheUo es (figura 1.^):
V = PSN = 180° — PSN' = 180° — 111° 42' 16" == 68° 17' 44"
Poniendo este valor en la segunda fórmula de las arriba empleadas y despejando z,
resulta:
z = 9° 59' 52", 6 = 599', 877;
y poniendo este valor en la primera y despejando t, tendremos el número de seccio-
nes de diez dias que emplea el cometa en llegar á este punto A^ de su órbita:
t = 2,8401;
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 177
De todos modos, no dejemos de reparar en la maravilla de que ambos
astros vengan esta vez en su carrera á ocupar simultáneamente ó, poco
menos, esos dos puntos, los únicos de tan vastas trayectorias que están
á la vez enfilados con el Sol y casi á la menor distancia posible entre
los respectivos caminos. Que no es esto ley ordinaria é ineludible de sus
revoluciones periódicas: la Tierra, sí, vuelve al suyo de año enano con
regularidad matemática, al día y á la hora y al segundo en que pasó por
él anteriormente; pero en el cometa lo regular es precisamente la irregu-
laridad, andarse mariposeando por esos mundos de Dios y entretenién-
dose más ó menos con cuantos encuentra en el camino, hasta volver á
las andadas tarde ó temprano, y no comoquiera, sino con diferencias de
días, meses y años enteros; ni sólo al tiempo es infiel, sino también al
lugar, pues con tanto distraerse aquí y allá, naturalmente, siempre
vuelve asimismo más ó menos, pero algún tanto descaminado, aunque sin
perder notablemente la orientación general. Así que la coincidencia de
ahora es una rareza absolutamente excepcional, que sólo Dios sabe
cuándo volverá á repetirse.
Volvamos nosotros al rumbo de los acontecimientos. El 19 ya ha
pasado el cometa, para nosotros, al otro lado del Sol, sin ser visto ni
sentido, como es de desear y esperar, comenzando de nuevo á mostrarse
es decir, f = 28'' 9'' 37 ■» 26% después del instante del paso por el perihelio. El cual,
según Cowell y Crommelin, acontece el 20 de Abril á las 4'' ':0'" de la mañana de nues-
tro tiempo oficial. Luego el paso por el nodo N será el 18 de Mayo á las 2'i ?■" 26"^ de la
tarde.
Á esa hora, según el Almanaque Náutico de San Fernando,
La longitud del Sol es = 56" 14' 19". . . . La de la Tierra será = 236" 14' 19"
Como la del nodo N' es = 57" 16' 12" — La del nodo N será = 237" 16' 12"
Faltan, pues, á esa hora para la conjunción 31' 53"
De éstos recorre por hora la Tierra = 2' 24'', y el cometa = 4' 21" en sentido con-
trario; es decir, se acercan el uno á la otra por hora == 6' 45" : y á ésta cuenta la distan-
cia de 31' 53" que los separa, la anularán en 4'' 43™ 24^ . De modo que se vendrán á
colocar enfrente del Sol el 18 de Mayo á las 6'' 50"' 50 « de la tarde.
Ahora en esas 4^43" 24= la distancia en longitud del cometa al nodo N se habrá
hecho de unos 20' 30", á la cual corresponde la latitud heliocéntrica >, = — 6' 35".
Como la Tierra dista entonces del cometa seis veces menos que el Sol, la latitud geo-
céntrica será seis veces mayor, es decir, unos — 39', 5. Esto es lo que el centro del
núcleo del cometa se verá entonces separado del centro del Sol bajo el plano de la
eclíptica: el semidiámetro del Sol es entonces 15' 50"; de modo que aun del borde solar
distará entonces el núcleo — 23' 40", y así no se proyectará, ni con mucho, sobre el
disco del Sol.
¿Y la cabellera?— Si ésta fuera tal que, vista á la distancia del Sol, presentara un diá-
metro aparente igual á la mitad del de éste (cosa nada inverosímil), vista á la distancia
del punto A^ presentará un diámetro seis veces mayor, es decir, un semidiámetro,
de 47' 30'', más que suficiente para cubrir, además del intervalo entre el núcleo y el
Sol, los tres cuartos del diámetro de éste. Si fuera todavía algo mayor, bastaría para
cubrirle todo. Pero este dato queda siempre, como se ve, algo problemático.
178 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
al anochecer hacia el Poniente. ¡Y con qué rapidez toma ahora la delan-
tera en el cielo! Al siguiente día ya está más de 26° hacia la izquierda, y
á otros cuatro más de 73°, corriéndose en solos estos cinco días desde
las Pléyadas hasta los confines del León. El 20 se pone hora y tres cuar-
tos más tarde que el Sol, y el 25 más de tres horas y media más tarde.
Se proyectará muy oblicuo al horizonte, con la cola hacia el Sur, no
empezando á ocultarse sino entre las nueve y las doce de la noche, y lo-
mismo en lo que queda del mes, y como por estos días aún está muy
cerca de la Tierra, sobre todo la cola, que además se coge perpendicu-
larmente á la visual, como bien se echa de ver en la figura, el espec-
táculo en esta temporada pudiera ser grandioso y espléndido, si no lo-
impidiese mucho la Luna, casi llena ya el 20 y muy elevada sobre el
horizonte á esas horas, lo menos hasta el 26 (1).
Junio. — Al comenzar el mes, el cometa dista aparentemente del Soí
más de 82°, poniéndose casi cuatro horas después de él, hacia las doce
de la noche; pero desde este punto empieza de nuevo visiblemente á retro-
ceder, hasta situarse el 30 á solos 67", quedando, sin embargo, todavía
sobre el horizonte después del Sol unas dos horas y tres cuartos. Hasta
el 10, lo menos, no hay Luna que estorbe mientras él está visible; de
¿Y la cola?— Su centro se verá desde el Sol proyectado á — 6' 35" de distancia def
centro de la Tierra (latitud heliocéntrica del cometa): y como su semidiámetro apa-
rente habrá de ser sin duda bastante mayor, la Tierra se verá proyectada dentro de la
cola, y de hecho estará entonces envuelta en ella si la cola es lo bastante larga para
que llegue hasta la Tierra, como es lo más probable.
En todo este cálculo se prescinde de las perturbaciones que, desde el perihelio ert
adelante, pueden introducir en el movimiento del cometa los dos planetas interiores y
la Tierra misma, y se parte siempre del supuesto que el paso por el perihelio tenga
lugar el 20 de Abril á las 4'' 30" de la mañana (tiempo oficial).
Al dar yo la primera vez con estos interesantes resultados, me extrañé durante
muchos días de que nada dijeran de ello revistas que tanto llamaban la atención sobre
otros pormenores harto más dudosos é insignificantes, y así se lo expresé repelidas
veces á mis compañeros de enseñanza. Pero después ya lo he visto apuntado vaga-
mente en el Cosmos dos veces (núm. 1.293, pág. 503, y núm. 1.298, pág. 667), y más de
propósito y por menudo en el Catholic World, núm. 537 (Diciembre de 1909) pá-
gina 289 siguientes, donde el P. George M. Searle, Paulista de los Estados Unidos,
Director del Observatorio del Colegio de Saint-Thomas, en Brookland, en la misma
hipótesis y por cálculos que no especifica, deduce que el cometa se cruzará con la
Tierra y el Sol el 19, entre las 12»» 30"» y las 6'> de la mañana; que se proyectará en el
disco del Sol el mismo núcleo, visible ó invisiblemente, y que la Tierra habrá de atra-
vesar la cola, aunque sin consecuencias, como no sea en instrumentos de observación
muy sensibles, porque ya ha sucedido algo semejante otras veces, v. gr., en 1861, >-
nadie reparó en ello.
(1) No sé en qué se funda la Gazetíe Astronomique, de donde luego sin vacilar lo
toma el Cosmos, para escribir que «después del paso por el perihelio ya no será visi-
ble más que por la mañana». En el Bull. de la Soc. Astron. (1. c, pág. 301 al prin-
cipio), donde en substancia parece decirse lo mismo, creo que la palabra matin está
equivocada, y lo que se quiere decir essoir.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 179
modo que, si el estado del tiempo lo permite, podrá observársele bas-
tantes días seguidos horas enteras, en plena obscuridad y bien elevado
sobre el horizonte. Como todavía está relativamente cerca de la Tierra
y la cola sigue perpendicular á la visual, el espectáculo de fines de Mayo
se continuará toda esta primera semana ó algo más.— Nótese en la figura
que desde primeros de Junio hasta primeros de Agosto la Tierra y el
cometa se mueven en sus órbitas respectivas casi por una misma recta
y en sentidos contrarios; de donde se siguen manifiestamente dos cosas:
una, que el cometa se va alejando de nosotros á la vez que del Sol con
extraordinaria rapidez (á primeros de Junio dista menos de la mitad que
el Sol, á primeros de Agosto tres veces más que éste); y otra, que en
todo este tiempo las visuales al cometa van casi paralelas, ó sea, diri-
gidas hacia la misma región del cielo estrellado. Es decir, que, tras tanto
avanzar, se plantará de nuevo el cometa semanas y semanas debajo de
la misma constelación del León, adonde llegó á fines de Mayo, y allí irá
disminuyendo de un día para otro en tamaño y brillantez hasta perderse,
no sabemos cuándo, en las profundidades del espacio.
Por Julio y Agosto se halla ya en condiciones parecidas á las de su
primera aparición en Septiembre del año anterior: no se le podrá colum-
brar sino con anteojos de mucho alcance, á lo sumo, y habrá desapare-
cido la cola proyectada detrás de la cabeza, á manera de nebulosidad
redondeada y más ó menos desvanecida.
Si, lo que Dios no quiera, no deja en nosotros ó en nuestra terrena
morada alguna huella profunda el paso de este ilustre aventurero del
gran sistema planetario, no se volverá á hablar de él por los presentes,
sino con bien contadas excepciones; que bien contados serán los que,
tomándole ahora en boca, vuelvan á sacarle á plática de aquí á setenta
y seis años que dura la revolución del cometa. Gloria es, entretanto, del
astrónomo el poder seguirle los. pasos y tomar parte en sus peripecias
hasta 750 millones de kilómetros más allá de la órbita del último de los
planetas, para después anunciar con tiempo á los demás la época y las
circunstancias probables de sus sucesivas reapariciones.
M. Martínez.
Oña, Novieinbre de 1909.
El crédito popular urbano
ton solidaridad Ilimitado.
acae-
(Conclusión.) (1)
CRÉDITO OBRERO
Contra una opinión de Luzzafti.—\Jna cuestión previa debemos pro-
ponernos antes de desarrollar la materia del epígrafe, es á saber: ¿Puede
ser útil el crédito al asalariado? Un economista de autoridad tan univer-
sal como Luzzatti llegó á decir en el Congreso de las asociaciones de
previsión, celebrado en 1878, que los asalariados ninguna necesidad te-
nían de crédito; más aún, que sería para ellos una desgracia. «Lo que les
hace falta — añadía— es el ahorro.» Esta afirmación de Luzzatti paréce-
nos una de aquellas proposiciones sobrado absolutas, buenas para im-
presionar de momento al auditorio, pero incapaces de resistir el examen
sereno de la razón y de la experiencia.
Un trabajador— por ejemplo— por cualquiera causa que sea, no halla
términos hábiles de comprar á toca teja los víveres que necesita, y
como la necesidad carece de ley, vese obligado á aceptar las condicio-
nes onerosas del vendedor, quien todavía cree ser generoso fiando á
quien nada posee de presente y puede ser defraudado del salario futuro.
Resultado: que como el salario no crece al compás de la deuda, nunca
sale el obrero de trabacuentas con el comerciante, comprando caro, mal,
y más entrampado cada día. ¡Ah! jSi hubiera quien le prestase la cantidad
suficiente para hacer finiquito! Podría en adelante pagar al contado,
comprar donde le diese la gana, más barato y de mejor calidad. Con la
diferencia entre el precio al contado y el que le llevan á crédito reem-
bolsaría poco á poco el préstamo. ¿No le sería útil el crédito á ese
obrero?
Se le presenta á otro una buena ocasión de entrar en un oficio en que
se perciben muy buenos salarios. El encargado de conceder la plaza se
la daría de mil amores, pero exige fianza ó, por ventura, quiere cobrar
el barato por el favor. Pero ¡ay! el infeliz ganapán, aunque muy rico de
salud y de buena voluntad, es muy pobre de dinero. jSi hubiese quien le
prestara la suma ó la parte que ha menester para completarla con los
ahorros que él posee!
En otra porción de casos, con adelantarle 50 ó 100 pesetas ahorraría
de gastos el trabajador ó mejoraría su condición. Si en vez de ir com-
prando por menudo lo estrictamente necesario al día, pudiese hacer
compras en junto pagando al contado, le saldrían más baratas las habi-
chuelas, las patatas, el carbón, el vino, etc.; gastos que al fin y á la postre
ha de hacer necesariamente. Hay quien vive lejos de la fábrica ó taller por-
que la carestía de las viviendas le impide alquilar una cercana. De aquí
(1) Véase Razón y Fe, Enero do 191
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 181
se sigue que haya de frecuentar los bodegones, comiendo alimentos ave-
riados y bebiendo zupia por vino. Si tuviese una bicicleta, pudiendo
trasladarse fácilmente á la fábrica, comería en casa mejor y más barato.
Ese mismo, si se resuelve á vivir cerca de la fábrica, habrá de aceptar un
tabuco más propio de bestias que de hombres. ¡Cuánto más provechoso
le fuera alquilar en las afueras una habitación decente, donde cultivar el
espíritu de familia y economizar gastos! Para eso le serviría la bicicleta ó,
lo que es lo mismo, el préstamo para adquirirla. Tal padre de familia
tiene una hija hacendosa, buena costurera, la cual si tuviese máquina de
coser contribuiría no poco á sostener las cargas de la casa. Poco gana-
ría en rigor, porque los salarios de las costureras suelen ser salarios de
hambre; pero teniendo máquina propia no habría de pagar el alquiler que
le absorbe casi toda la ganancia; comprarla á plazos es también gravoso.
¿No habrá quien ponga en manos del padre de familia la cantidad nece-
saria para pagarla al contado?
Sería el cuento de nunca acabar seguir desmenuzando ejemplos y
particularizando hechos. Y eso que nada decimos del caso en que el tra-
bajador tenga la suerte de participar de algún huerto obrero ó le quede
suficiente vagar para hacer por su cuenta algunos trabajos que le equi-
paren al artesano ó comerciante independiente. Tampoco hablamos de
las Cajas obreras para la construcción ó adquisición de casas, porque
piden párrafo aparte.
Todo lo dicho —objetará tal vez alguno -persuade ser muy útil al
obrero contar en ciertos casos con dinero; mas no que para conse-
guirlo le convenga recurrir al crédito, el cual, por ventura, le servirá
únicamente para cargarse de deudas. Respondemos que, si bien se con-
sidera, en los ejemplos propuestos y en otros imaginables hace el obrero
un ahorro anticipado ó economía sobre gastos que necesariamente ha
de hacer; y como este ahorro puede muy bien superar al interés deven-
gado por la cantidad prestada, es claro que se halla el obrero en situa-
ción de devolver el principal con los intereses, realizando además una
ganancia mayor ó menor para sí ó librándose de algún mal, tal vez de
la completa ruina; conque el crédito, en vez de acrecentar sus deudas,
que es lo que se teme, le acarrea provecho. Cuando el préstamo es para
usos á boca llena reproductivos, esa dificultad es todavía menor.
La responsabilidad solidaria é ilimitada. —Pero bien; si el obrero
cae enfermo, si por un percance cualquiera no cobra los salarios con
que esperó recompensar la deuda, ¿no quedará el prestamista burlado?
Posibles son estas contingencias, y de ahí en parte el crecido logro que
á los prestatarios de esa laya llevan los usureros y aun los proveedo-
res que no lo son. Tales peligros, empero, son muy de temer cuando de
un individuo aislado se trata; no tanto cuando, repartidos entre muchos,
se atenúan, se esfuman, se desvanecen. Esto logra la cooperación. Sería
realmente prodigioso que á 60 ó 70 trabajadores, que responden solida-
182 EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA
ria é ilimitadamente unos por otros sobreviniese á la vez la misma des-
gracia, dejándoles á todos á un tiempo casi por puertas.
He aquí, pues, cómo la solidaridad ilimitada puede, en las cajas
obreras, servir de alguna base al crédito. ¡De base al crédito!, excla-
mará alguno. ¿Qué base ni qué niño muerto? El capital de cada socio
es igual á cero; y si todos los sumandos son cero, ¿cuál ha de ser la
suma?
0-+-0-f-0-i-0.... =0
¿Dónde está aquí la base del crédito?
Si la base la hubiesen de constituir crecidas sumas de metálico ó de
valores, ninguna habría ó poco menos. El capital lo constituye aquí
la honradez de los asociados; la esperanza de que desempeñarán su
palabra estriba en el salario, del cual, como se ha indicado, sería muy raro
quedasen todos igualmente defraudados.
Es claro que semejante capital no da pie á muchas ni importantes
operaciones; tanto que para reunir algo tangible y presente suelen
aportar los socios alguna cuota, que viene á ser como un ahorro obli-
gatorio. Aun así, cuando no son en gran número los socios ni las cuotas
de importancia, no puede allegarse que digamos un montón respetable.
Algo aumentan el caudal las imposiciones que ingresan en la caja de
ahorros destinada á proveer la de préstamos; con todo eso, tampoco
pueden proporcionar numeroso contingente.
Para que el movimiento de fondos sea mayor aconseja Durand la
junta de obreros y artesanos en una misma caja, ó que allí donde hay
parte de población rural y parte de población obrera se constituya para
entrambas á dos una Caja mixta. Como en tales cajas no todos los
préstamos se aplicarán á usos estrictamente reproductivos, sino que al-
gunos se emplearán en el consumo, estos últimos, según Durand, no ha-
brán de exceder de 50 ó de ICO francos.
Ingenioso fué el artificio del P. Volpette, en Saint-Étienne para refor-
zar la tenue base de solidaridad ilimitada que podían prestar los obreros.
Fundó una Caja de Raiffeisen para ayudar á los obreros á construirse
una casita, ya que tenían su, huerto. Para atraer capitales á la Caja logró
que varias personas muy ricas firmasen los estatutos y saliesen así, á
una con los obreros, fiadores con todo su haber; de donde se siguió que
el crédito de la Caja rural de los Huertos obreros fuese tan aventajado,
que el director de la agencia del Crédito Lionés afirmara ser «el primer
crédito de Saint-Étienne». Este ejemplo sirvió de estímulo alábate Bec-
quincourt para lograr de varias personas pudientes de Reims que en esa
ú otras formas ayudaran á la Caja obrera por él fundada en su parro-
quia, y cuyos progresos y florecimiento narra deliciosamente en una
monografía publicada por L'Action Populaire (1).
(1) Monographie d'une Caisse ouvriére á Reims.
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 183
Los préstamos de honor.— Dt otra manera se arreglan algunas socie-
dades que no son cajas obreras, sean de responsabilidad ilimitada ó
no, para auxiliar á los asalariados. Así en Italia las Cajas de ahorros,
los Bancos populares y aun las Cajas rurales de Raiffeisen practican el
préstamo de honor, llamado así porque tiene por única fianza la honra-
dez. Unas veces se hace con interés, otras sin él; aquí no se requiere
intermediario, allí sí, mas no para caución de la deuda, sino para cré-
dito de la bondad del peticionario. En todas partes se determina el máxi-
mum que á cada persona puede prestarse. Las Cajas de ahorro destinan
á esos préstamos un fondo especial, que no se toma ni del capital ni de
los depósitos, sino de una parte de los beneficios. Si se constituye, por
ejemplo, un fondo de 10.000 liras para esos préstamos, no se da' un cén-
timo más, por considerable que sea el número de peticiones. En el
modelo de estatutos de Bancos populares, propuesto por Rayneri, direc-
tor del de Mentón, en Francia, se lee que una de las operaciones de la
sociedad es hacer préstamos de honor á personas de toda moralidad,
con un máximum de... francos por cada préstamo, y de manera que el
conjunto en ningún caso pueda sobrepujar la mitad del fondo de
reserva especial instituido á este fin.
De los socios y de la administración. — La índole y dificultades pro-
pias de la Caja obrera hace más precisa la cautela, así en la selección
de los socios como en la administración.
Por el pronto, como toda la confianza tiene por fundamento la hon-
radez sin tacha de los socios y su laboriosidad, es evidente que ha de
ser esmeradísima la selección; y pues en una ciudad es imposible cono-
cerse á fondo todos los trabajadores, sigúese que sólo pueden reclu-
tarse los socios en una parroquia, ó barrio, ó taller, patronato, círculo,
y sobre todo en un sindicato profesional; en suma, donde el trato íntimo
y frecuente manifieste á las claras las virtudes y vicios de los aso-
ciados.
La administración no deja de ser delicada y trabajosa. En las Cajas
rurales la seguridad de la garantía suaviza la áspera solicitud del cargo.
Donde por todo ó casi todo resguardo no hay más que la moralidad, ha
de andar más alerta la información y más atenta la vigilancia. El trabajo
no es flojo, porque si bien son cortas las sumas que se manejan, son
muchas y muy fastidiosas las menudencias que consigo traen. Por
ejemplo: para asegurar y facilitar la devolución del préstamo, de-
biera el prestatario descargar algo de la deuda luego que recibe
el jornal, sea á la semana, sea á la quincena. Los administradores han
de estar atentos á esta obligación y cargar con esta que llamarán al-
gunos engorrosa niñería. Serálo, si se quiere; mas esta niñería produce
estos preciosos resultados: 1." sin sentirlo apenas, cancela el deudor su
débito; 2.° líbrase de frecuentes tentaciones de malgastar el dinero, si
lo guarda en el bolsillo; 3.° se acostumbra al ahorro; de suerte que, aun
184 EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA
después de rematar cuentas, reserva por el hábito adquirido alguna
parte del jornal para depositarla en la caja.
Consultado Durand por el fundador de la Caja obrera de Reims
sobre la composición de los Consejos de administración y vigilancia, fué
de parecer que los administradores fuesen todos obreros probos, activos,
inteligentes, bien conocedores de sus compañeros y tenidos por éstos
en mucha estima; pero que en el Consejo de vigilancia entrase algún
socio de clase más elevada. Así lo hizo el fundador, poniendo á la
cabeza de dicho Consejo un burgués, hombre de negocios, deseoso de
emplear tiempo y trabajo en bien de los obreros. Él es el factótum de
la Caja, para mucho provecho de los socios trabajadores.
Préstamos para la construcción ó compra de casas. — Más trascen-
dentales que las antedichas son las operaciones de la Caja obrera fun-
dada para la adquisicición de casas. Que en general las sociedades de
crédito sean acomodadas á la solución del problema de las habitaciones
baratas, demostramos en esta Revista en Mayo y Junio de 1908. Pero no
tratamos ahora de la cuestión en general, sino de las Cajas obreras de
préstamos y ahorro con solidaridad ilimitada, ora se propongan exclusi-
vamente la adquisición de casas, ora lo hagan concurrentemente con
otras operaciones de crédito.
Las dificultades del problema no son para negadas. Necesítanse cuan-
tiosos capitales; ¿de dónde sacarlos? Además, como el asalariado no
puede desembolsar el importe del inmueble sino en largo tiempo, quedan
en tanto inmovilizados los capitales, con peligro de que los deponentes
retiren á deshora sus depósitos, dejando á la sociedad en la estacada.
Pues ¡qué! ¿si el prestatario muere cuando le restaba todavía por satis-
facer casi toda la deuda?
Son, por tanto, precisas algunas prevenciones y providencias. Ya
hemos visto arriba cómo se las compuso el P. Volpette para atraer capi-
tales á la Caja rural de los Huertos obreros de Saint-Étienne. No en todas
partes se podrá echar mano de igual recurso; pero habrá quizá perso-
nas que si ven en buenas manos la administración presten gruesas canti-
dades á modicísimo interés. Hanse de procurar depósitos á largo plazo,
aunque el interés haya de ser más crecido. Nunca preste la Caja toda la
cuantía de la casa, mas obligue al peticionario á satisfacer desde luego
una buena parte. Examine bien los planos, averigüe al cierto el valor
futuro del inmueble y grávelo con primera hipoteca á su favor. Pague en
mano del empresario las obras á medida que se hacen, abriendo al
efecto un crédito hipotecario al trabajador. Exija, por fin, un seguro
mixto, según explicamos en otra ocasión (1).
Un ejemplo memorable. — Maravillosa es en este punto la obra de
(1) Razón y Fe, t. XXI, páginas 192-193 (Junio de 1908).
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 185
Cetty en su parroquia de San José, de Mulhouse. Será fuerza violentar la
pluma, enfrenándola para que no corra y se explaye demasiado en la
exposición de la Caja obrera de San José, llamada por su autor «la obra
maestra entre todas las de la parroquia», con ser ellas tales que de buen
grado las calificaríamos también nosotros de obras maestras.
En esa Caja no entran más que obreros. Es decir, no; está asimismo
el párroco. Así lo quisieron resueltamente los socios. El buen párroco
deseaba encargar el Consejo de administración y el de vigilancia exclusi-
vamente á los obreros; mas hubo de ceder á la dulce violencia de éstos y
aceptar la presidencia del Consejo de vigilancia. Así quisieron atestiguar
los socios que en su parroquia el obrero por excelencia era el párroco.
Digamos dos palabras de la institución.
Cetty, entusiasmado con los inmensos beneficies de las Cajas rurales
de Raiffeisen, pensó acomodarlas á una ciudad enteramente industrial,
como era Mulhouse, y á una parroquia compuesta únicamente de obreros,
cual la suya de San José. Para conservación y fomento de la vida de
familia propúsose facilitar á los obreros la adquisición de casa propia,
bien amueblada, defender el hogar contra toda clase de logreros y alen-
tar al ahorro haciéndolo á todos asequible. De esta idea nació la Caja
obrera de San José. Desde el primer día, 96 trabajadores se hicieron
apuntar como socios activos. No titubearon en responder todos solida-
ria é ilimitadamente unos por otros; es verdad que antes se había esta-
blecido la solidaridad de las almas, aquella que nos encomendó Cristo
Nuestro Señor con aquellas dulcísimas palabras: Amaos los unos á los
otros, como yo os he amado. El capital social se fijó en 100.000 marcos;
la cuota de los socios activos en 10. No se emitieron acciones ni se pro-
metieron dividendos. La Caja no había de prestar sino á los miembros
del Circulo obrero, otra institución de Cetty, ni recibir depósitos ó aho-
rros sino de los feligreses de la parroquia. Tres veces á la semana se
abre, á horas determinadas, para hacer sus operaciones: el domingo para
recoger depósitos; el lunes para cobrar de los deudores; el viernes para
recibir demandas de préstamos.
El número de socios fué creciendo de año en año; de 96 á 250, 350,
420, 580. La papeleta de socio de la Caja de San José era como ejecu-
toria de hidalguía. El fondo social proyectado, de 100.000 marcos, se
elevó á 125.000. Parecía extraordinario para trabajadores de fábrica. Mas
á los cuatro meses apenas, ya se había llenado el número. Convócase
una asamblea general, que lo sube á 325.000. Pasan unos pocos meses y
los 325.000 ya no bastan; se extienden á 625.000; todavía es poco; Pac-
tolo vuelca sus ondas de oro sobre los carbones de la ciudad obrera de
Mulhouse. Hay que llegar á un millón, y se llega; los obreros se hacen
millonarios y aun dos veces millonarios, pues dan cima á los dos millones.
De 1897 á 1908 los ingresos han alcanzado á 13.435.804 francos, los gas-
tos á 13.429.304 francos; esto es, que el monto de los negocios ha frisada
186 EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA
con los 27 millones en doce años en una parroquia exclusivamente
obrera: prodigio único en la historia de la clase trabajadora.
Ya el primer año hizo construir la Caja una calle de 16 casas al pre-
cio de 200.000 francos. Luego fué preciso edificar otra, de más casas
todavía y más bonitas, por 360.000 francos Otra vez se hubo de empren-
der otra calle cerca de la linda iglesia de San Fridolino, y las nuevas
construcciones, para no desdecir de la traza gentil del templo santo á
cuyo alrededor se agrupaban como pimpollos en torno de la oliva, qui-
sieron vencer en gentileza á las casas precedentes. El 31 de Diciembre
de 1904 compró la Caja más de 300 casas obreras, facilitando su adqui-
sición á los trabajadores de más escaso caudal. En suma, en menos de
diez años ha construido 104 casas, que le costaron 2.058.400 francos, y
comprado 448 por valor de 3.189.452 francos: total, 552 casas por francos
5.247.852, las cuales representan más de 1.500 viviendas cómodas, higié-
nicas, agradables para unas 8.000 personas. Todas las casas han sido
construidas por socios de los círculos instituidos por Cetty en su parro-
quia, siendo modelos en su género Cada vivienda posee, cocina, bodega,
granero, y cada casa su jardinito.
¿Qué decir de la Caja de ahorros? En doce años (de 1897 á 1908) ha
recibido imposiciones por valor de 6.386.590,70 francos; 3,526 familias le
han confiado sus ahorros. La Caja de préstamos ha anticipado francos
4 871.599,98; 1.048 familias han solicitado su ayuda para la adquisición
de una modesta propiedad. En 31 de Diciembre de 1908 había en caja
2.701.739,83 francos de ahorros y 2.325.742,62 francos de préstamos. El
fondo de reserva llegaba á 90.000 francos.
¿De dónde salen los ahorros? ¿Quienes son los imponentes? Personas
de toda edad y condición van acumulando las reservas de sus afanes y
sudores. Ahora es el padre, obscuro trabajador, que deposita los sobran-
tes de los ingresos mensuales de toda la familia; ahora la hija autorizada
por sus padres para poseer una libreta de ahorro y preparar la dote;
ahora el adolescente de diez y ocho á veinte años, codicioso de un pecu-
lio con que establecerse y ganar el pan de cada día. «Noble emulación,
exenta de envidia y de celos, se despierta entre todos; cada cual se
esfuerza por ahorrar más pronto, depositar más y disponerse mejor á
construir la casa de santas esperanzas, el santuario del hogar domés-
tico.»
Con razón hace hincapié en lo último Cetty; cuyas son las palabras
que van entre comillas. Ocurre con dolorosa frecuencia que jóvenes im-
previsores de la clase trabajadora inclinan el cuello al yugo del matrimonio
sin fuerzas para sustentarlo; ciérnese pronto sobre el mustio hogar la ima-
gen espantosa de la miseria; lo que empezó en idilio acaba en tragedia. No
así en San José de Mulhouse. Con los ahorros de muchos años va la
juventud amontonando su masita. Si algo falta el día de las bodas, lo
completa la Caja con un anticipo, de cuya devolución es garantía la expe-
EL CRÉDITO POPULAR URBANO CON SOLIDARIDAD ILIMITADA 187
riencia virtuosa de los guardosos desposados. La suma que suele salir de
la Caja el día del casamiento es de 5U0, 800, hasta 1.000 francos.
¡Cómo se nutre y medra y florece aquí el espíritu de familia! ¡Y qué
agrupación social tan sólida y fecunda la de San José de Mulhouse! ¡Qué
educación económica la de esos obreros que administran millones! Mas
sobre todo se ensalza el espíritu religioso. Allí, en la sala donde aguar-
dan su turno los imponentes de ahorros, preside la imagen de Cristo, para
avisar á los que entran cuál sea la divisa de la Caja de San José, conviene
á saber: Todo por Cristo, todo en Cristo, todo para Cristo. Á uno y otro
lado, encajados en soberbio marco, están, aquí el retrato del Papa, allí el
del párroco, los representantes de Cristo en la parroquia, para que todos
entiendan el amor filial, la inquebrantable adhesión de los obreros á los
guías y pastores que en la tierra los han de conducir á Cristo. En frente,
en otro cuadro no menos hermoso ni menos simbólico, los miembros de
■la familia obrera, los delegados del Círculo de hombres, póstranse á las
plantas de León XIII, del Papa de los obreros, del Pontífice que dijo á
los sacerdotes: Id al pueblo.
¿Quién puso allí esos cuadros? ¿quién les dio esa significación tierna,
hermosa, ideal?... Los mismos obreros (1).
N. NOGUER.
(1) Para más pormenores, puede verse la monografía del mismo Cetty: Une caisse
ouvriére-Saint-Joseph de Mulhouse (L'Action Populaire, n. 50), incluida también en otra
publicación de L'Action Populaire titulada: Préíres de Frunce. El año próximo pasado
obtuvieron las instituciones obreras y sociales de Celty un grand prix en la Exposi-
ción internacional de Nancy. El celoso párroco presentó dos memorias explicativas,
de una de las cuales hemos copiado algunos datos, según se hallan en el extracto
publicado por L'Univers de 5 de Noviembre de 1909, pág. 3. También publicó Cetty
una noticia sobre el mismo asunto en Revista social hispano-americana, órgano de la
Acción Social Popular (Diciembre de 1909, p. 985 y siguientes).
JSa ^spzÍQOÍogia y sí ^roghéismc.
€,
ln el número de Diciembre de 1908 dimos cuenta en Razón y Fe del
primer Congreso de naturalistas españoles celebrado en Zaragoza los
días 7-10 de Octubre. Acabamos de recibir el volumen que contiene
las actas y memorias de dicho Congreso, y aunque no vamos á hablar
de nuevo de aquel Congreso ni de las materias en él tratadas, hay una
en que especialmente se ha fijado nuestra atención: es la Espeleología-
Sólo tres congresistas expusieron esta cuestión: D. Lorenzo Sierra,
presbítero, declaró unas «Notas para el mapa paletnográfico de la pro-
vincia de Santander»; D. José María Có de Trióla hizo un «Extracto
del manuscrito La Espeleología en Cataluña»; el R. P. Jesús Carvallo,
salesiano, disertó sobre «La Espeleología, ciencia nueva en España».
Esta última circunstancia, la de ser nueva en España, es una de las
razones que nos han movido á tomar la pluma. Allégase á esto el que
la primera conferencia dada en la Universidad de Oviedo á fines del
año pasado por uno de los profesores de la Universidad de Burdeos,
para inaugurar las conferencias que, según acuerdo, habían de cele-
brarse en los centros docentes de Francia y España, versó precisa-
mente sobre uno de los puntos de Espeleología: «Las grutas prehistóri-
cas de Altamira (Santander) y los valles del Carona y del Verese
(Francia).» El conferentiante, Mr. P. París, trató de demostrar la uni-
dad de inspiración, de arte y de civilización que entre Francia y España
existe desde las edades llamadas prehistóricas, y para ilustrar sus expli-
caciones sirvióse del aparato de proyecciones. Si á lo dicho se añade
que el verano próximo pasado hemos tenido el gusto de visitar una de
las cavernas más célebres de Francia, la gruta de Bétharram, en los Pi-
rineos, y que los estudios espeleológicos, entre sus muchas é importan-
tes aplicaciones científicas, tienen la de ser poderoso auxiliar de la
Antropología y Paleontología, fácilmente se echará de ver cuan de
grado consagramos estas pocas líneas al examen de la Espeleología en
sus relaciones con el Troglodismo. Sirva esto de paso para mostrar que
atendemos á la recomendación hecha en el Congreso, de que se difun-
dan los conocimientos espeleológicos en las revistas científicas.
LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO 189
OBJETO DE LA ESPELEOLOGÍA
¿Cuál es el objeto de la Espeleología? El mismo nombre lo está
diciendo: el estudio de las cavernas, bajo cuyo nombre comprende el
vulgo, y aun el lenguaje científico general, las cavernas, estancias ó con-
cavidades comunicadas entre sí por pasillos más ó menos estrechos, de
modo que el interior de aquéllas quede totalmente oscuro; las grutas,
concavidades subterráneas, cuyo fondo no carece completamente de
luz y cuya boca ó entrada es relativamente grande; las cuevas, que á
veces se confunden con las cavernas, á veces con las grutas, ora signi-
fican reducidas cavidades formadas en las rocas y abiertas al exterior
ora simples hendiduras ó grietas en sentido casi vertical. Mr. E. Du-
pont, que es considerado como el historiador de las cavernas, las
define: «Hoyos abiertos en la roca antes de la época cuaternaria por
algunas fuentes minerales ó hidrotermales.» Con esto se evita desde
luego la confusión de las cavernas, grutas ó cuevas naturales con las
artificiales; aquí tratamos de las naturales. Cuanto á su formación, aun-
que puede depender de varias causas, como temblores de tierra, dislo-
cación de capas terrestres por la retracción de ciertas rocas, formación
de grandes cadenas de montañas, la principal, sin duda, es la hidroló-
gica, el trabajo de erosión del agua. Mr. Dupont la explica de esta
manera: «El agua acidulada de las lluvias penetra por alguna grieta y se
deposita en el interior de la roca caliza; ésta es un carbonato calcico,
es insoluble; mas al contacto del agua acidulada, se convierte en
bicarbonato, y, por tanto, soluble al agua, la cual arrastra ó precipita
los residuos, generalmente arcillosos, dejando un hueco ó vacío.» Y, en
efecto, donde más abundan las cavernas es en las laderas de los valles
de erosión, más altos que el fondo del valle, formadas en las rocas cal-
cáreas después que las aguas abrieron la luz del valle. Estas circunstan-
cias explican á veces la desaparición de ríos que se abisman debajo de
tierra, después de seguir por su superficie un curso más ó menos largo,
y la existencia de ciertos manantiales que vemos surgir de repente de
las laderas de una montaña, y la existencia también de canales subte-
rráneos que, al quedar en seco por efecto de alguna elevación de terre-
no, han podido formar las cavernas hoy día libres que se hallan en las
cumbres.
La presencia del ácido carbónico y carbonato de cal se revela en
varias excoriaciones producidas por su acción corrosiva en las bóvedas
de las cavernas y en las magníficas decoraciones naturales de las grutas
que con el nombre de estalactitas y estalagmitas se van formando. He
aquí cómo: El agua que, cargada de carbonato de cal, corre sobre la
bóveda de la caverna, se infiltra por entre los poros y rendijas de las
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 13
190 LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO
rocas calizas y llega á formar un punto rugoso y saliente en la superficie
de la bóveda; comienza la evaporación del líquido, el carbonato se va
depositando y aumentando de volumen alrededor del núcleo ó asiento,
y, formando una serie de capas, baja á manera de apéndice, que se
llama estalactita. Mas como no se evapora toda el agua durante su per-
manencia en el techo de la caverna, sino que se desprende una parte y
cae verticalmente en forma de finísima gota, ésta se evapora en el suelo,
el carbonato se va depositando y aumentando de volumen por la adi-
ción de nuevas gotas que caen; se reproduce abajo el fenómeno de
arriba y va creciendo y subiendo un apéndice en dirección contraria á
la estaláctica, que se llama estalagmita; si llegan á encontrarse, se jun-
tan y forman una columna de capas concéntricas tan alta como la altura
de la caverna.
Aunque no todas las cavernas, las que pertenecen á la categoría de
completas constan generalmente de tres órdenes de materiales sobrepues-
tos, separados comúnmente por capas de estalagmitas. Según Landerer,
el orden inferior está formado de ordinario de gravas, cantos rodados y
cieno, y alguna vez de fragmentos de rocas, encerrando restos de oso,
hiena, elefante, rinoceronte, sílex, restos humanos, etc., fósiles del alu-
vión antiguo. Sobrepuesta á la primera capa aparece otra, compuesta
de cieno arcilloso ó margoso, y contiene especies fósiles del reno, buey,
caballo y jabalí. Llámase edad del reno esta fase de los tiempos cuater-
narios, porque en este depósito abundan los restos de dicho rumiante.
El orden superior es de formación más reciente; consta de arcillas, are-
nas ó margas, y contiene solamente restos de animales actualmente
vivos, mezclados con cerámica é instrumentos más perfeccionados que
los hallados en los dos órdenes ó capas inferiores.
La altura de las cavernas huesosas varía; desde un nivel poco supe-
rior al de los mares alcanza considerables alturas, pero sin llegar á las
cumbres de las grandes cordilleras. En las cavernas hállanse ordinaria-
mente enterrados los huesos en una matriz de tierra grasa, rojiza, sedi-
mento formado en gran parte del residuo de la roca caliza insoluble en
el agua cargada de ácido carbónico. Las cavernas huesosas presentan
en todas partes el mismo carácter de composición y de relleno; pero no
todas ellas son completas, esto es, no todas poseen los tres órdenes de
materiales sobrepuestos.
En las cavernas propiamente dichas establece el geólogo Lyell tres
períodos: el de disolución de la roca en que se forma el canal; el de en-
sanche del canal por la corriente de aguas subterráneas; el período
durante el cual las aguas, tomando otra dirección, dejan libre al aire
exterior el espacio de la gruta que ocupaban.
LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO 19t
II
IMPORTANCIA DE LA ESPELEOLOGÍA: SU APLICACIÓN AL TROGLODISMO
La naturaleza se presenta muchas veces viva y animada en el inte-
rior de las cavernas. No sólo el curioso observador puede contemplar
en ellas caprichosas incrustaciones que adornan sus paredes y el aspecto
de grandiosidad que ofrecen sus arcos y columnas, sino también el
zoólogo y el botánico hallan con frecuencia especies de fauna y de flora.
Criptógamas que no necesitan de luz, protozoarios en su estado más ru-
dimentario, 5aí/z;;sdas que no tienen ojos, pero que están dotadas de
un tegumento sensibilísimo, moran en aquellos subterráneos. Además, el
estudio de su suelo ofrece no poco interés para la geología, en la des-
cripción de las capas que los atraviesan; para la mineralogía, en la deter-
minación de los componentes de las sustancias en ellas encerradas;
para la química, al examinar los gases de aquella atmósfera, y para la
química y mecánica, á la vez, al estudiar el origen de las cavernas.
Á la hidrología é higiene pública ofrece también la Espeleología
campo de investigación. Porque, en primer lugar, el agua obraren las
grutas desgastando, rozando y disolviendo sus paredes por erosión,
corrosión y presión hidrostática. Ella, aprovechando las junturas de la
estratificación, ha pasado de una diaclasis á otra. Del remolino de las
revueltas se han formado cámaras, que luego se han ensanchado por
derrumbamiento. La filtración del agua de las lluvias se ha manifestado
en la destilación de algunas bóvedas, más abundante después de las tor-
mentas, y el agua de algunas fuentes muy clarificadas , que circula por
las fisuras del calizo, demuestra un gran espesor de materias areniscas.
En segundo lugar, la Espeleología puede prestar buenos servicios á
la salud pública. jCuántas veces el pueblo ignorante arroja reses muer-
tas en el mismo manantial, conviríiéndolo en vehículo de gérmenes mor-
bosos! Por eso es conveniente estudiar las montañas en que nacen las
fuentes, explorando las cavernas que ocultan en su seno y averiguando
si el agua del manantial está á cubierto de probables contaminaciones.
Algunas cavernas ofrecen singular interés artístico. El abate Breuil
ha publicado en este sentido un hermoso trabajo sobre la Evolución del
arle parietal de las cavernas en la edad del Reno. El profesor de la Fa-
cultad de Ciencias de la Universidad de Friburgo (Suiza) divide en cinco
fases el desarrollo del arte observado en dichas cavernas, haciendo
notar en cada una de ellas el paralelismo que existe entre las figuras
grabadas y las pintadas ó llenas. En los orígenes del arte pone los dibu-
jos digitales que aparecen en la arcilla de las Gargas y de Hornos de la
Pina, las manos orladas de negro y rojo de Castillo y de Gargas y las
toscas alineaciones de puntos ó de discos. Vienen luego trazas mono-
cromáticas ó grabadas de animales partidos ó enteros; después los tra-
zos se ensanchan, y ponen de relieve las articulaciones, prominencias,
192 LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO
masas pelosas; más tarde, el color negro ó pardo uniforme llena la figura;
aparece á continuación la policromía; el perfil exterior es negro, negras
las crines, etc.; el interior del cuerpo está lleno con matices de rojo y
negro; por fin, se observan algunos signos convencionales, de los que se
derivan las figuras acilianas.
Bajo el aspecto artístico es digna de especial mención la caverna de
Altamira, de la provincia de Santander, en España. Mr. E. Cartailhac,
correspondiente del Instituto de Francia, ha publicado curiosas investi-
gaciones sobre las «pinturas y grabados murales de la caverna de Al-
tamira^, ilustradas con láminas y figuras por el mencionado abate
Mr. Breuil. El prestigioso aristócrata Marqués de Cerralbo, ha ponde-
rado en un interesante y concienzudo artículo el valor artístico de este
hbro, reproduciendo la llamada figuración del hombre, la citada caverna
y los signos naviformes, tectiformes y pectiformes. Tanto en las figuras de
Altamira como en las de otras cavernas, sería útil determinar con exacti-
tud dos cosas: 1.^ qué son, qué representan á punto fijo esas pinturas y
grabados; 2.% á qué edad pertenecen, pues hay sobre la una y la otra
diversidad de pareceres. Así, por ejemplo, el distinguido académico de la
Historia Sr. Marqués de Cerralbo, se inclina— á lo que parece, con tinO'
y acierto — á no considerar como cámaras sepulcrales y sagradas, ni
como figuras de hombre, las tenidas por algunos por tales en las caver-
nas de Altamira. De la misma manera, si Breuil y Cartailhac las suponen
de la edad paleolítica y del período magdaleniano, por no haber vivido
en dicha caverna el reno ; Martell las llama neolíticas, explicando la au-
sencia del reno por el desvío que, según Lapparent, sufrió el Goolf~
Stream en la época cuaternaria hacia la costa cantábrica, desvío por el
que ésta templó su clima.
La importancia de las cavernas sube de punto desde que se las con-
sidera en sus relaciones con el troglodismo, esto es, como guarida de
animales y habitación de hombres, pues suministran preciosos datos á
la Paleontología y Antropología sobre la antigüedad del hombre, su
grado de cultura y alguno de sus ritos y costumbres. Pero conviene pre-
suponer que no es fácil á veces determinar si una caverna ha estado real-
mente habitada. Las causas de esta dificultad son diversas, siendo la
primera su oscuridad, silencio y ruidos extraños. Esto ha despertado en
la imaginación del vulgo fantasmas de espíritus y duendes que vivían en
aquellos antros, sobre los cuales se han fraguado narraciones misteriosas
y maravillosas leyendas; de ahí que algunas cavernas hayan sido para
la gente excesivamente crédula objeto de admiración, de miedo y aun
de superstición; de ahí que algunas hayan sido llamadas gruta del dia-
blo, sima del infierno, morada de brujas, etc. La segunda dificultad pro-
viene del efecto de las aguas, cuya corriente ha removido unas veces
sus depósitos y arrastrado fuera una parte de los mismos, privando al
paleontólogo de un medio de conocimiento; otras, en cambio, ha introdu-
LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO 193
cido, con el ímpetu de su arrastre, huesos, fósiles y otros objetos proce-
dentes de distintos parajes, ocasionando con esto falsos conocimientos
sobre las cavernas. Á todo esto han contribuido también los animales
famélicos ó hambrientos, hurgando los depósitos, y los aldeanos y pas-
tores, ora destruyendo sus cascadas y estalactitas, ora ennegreciendo
con el humo de la vela inscripciones y nombres, ora, en fin, extrayendo
objetos y minerales.
Así y todo, se ha podido comprobar con certeza que muchas han sido
morada de animales y algunas de hombres. Cuanto á los primeros, el
animal cuyos restos son más abundantes en las cavernas es el oso; de
ahí el nombre ursus spelaeus, oso de las cavernas. Se han hallado osa-
mentas enteras de animales sin señales de violencia, lo que parece indi-
car que murieron en ellas. También son bastante numerosos los restos
de las hienas. Se conocen las cavernas que habitaron las hienas por los
coprolitos, excrementos fósiles de estos animales, abundantes en fosfatos
de cal blancos. La hiena, en efecto, trituraba con su potente dentadura
los huesos roídos de muchos animales, que llevaba á su guarida para
devorarlos, con lo cual se ingería mucho fosfato de cal, que quedaba
sin digerir y aparecía en las materias fecales. Las cavernas de leones,
tigres, panteras y otros felinos son más escasas, y como estos animales
no suelen, á causa de su limpieza, arrastrar la presa hasta su guarida, de
ahí que su osamenta no se encuentra generalmente mezclada con la de
sus víctimas. Las guaridas de carniceros pequeños son abundantes en
huesos de estos animales y de otros que fueron su presa y alimento. En
general, las guaridas de fieras se distinguen por su forma y por sus osa-
mentas. Por lo que hace á la forma, son generalmente corredores largos
y estrechos y oscuros en la extremidad. En cuanto á las osamentas, los
huesos de los miembros aparecen enteros, pero sin epífisis ó cabeza y
con señales en las extremidades hechas por los dientes de los animales
carnívoros.
Las cavernas que han servido de albergue al hombre se distinguen:
1.", por los huesos intencionalmente partidos, esto es, se encuentran no
sólo sin epífisis ó cabeza, sino también con la diáfisis ó centro hendido,
como para extraer la sustancia medular; ostentando señales de golpes
y de entalladuras hechas con instrumentos cortantes; 2.°, por los restos
de industria primitiva, como huesos elaborados, sílex labrados, etc.;
3.°, por la presencia de animales de la fauna actual, que muestran una
elección hecha con cálculo é inteligencia; 4.°, por las huellas de hogares
y huesos carbonizados. Digamos de paso que muchas cavernas han ser-
vido de criptas para sepultar los cadáveres, y como generalmente junto
al cadáver se depositaban armas, alimentos, varios géneros de adornos,
utensilios, etc., de ahí que estas cavernas «funerarias» hayan servido
para dar á conocer las costumbres de los hombres en varias edades.
Citemos algún ejemplo.
194 LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO
La caverna llamada «Cueva de los Murciélagos», en las últimas estri-
baciones marítimas de Sierra Nevada, es uno de los yacimientos más
célebres de la edad neolítica en España. Esta caverna fué científicamente
explorada por el Sr. Góngora, quien halló cuidadosamente separados
tres esqueletos, uno de los cuales ceñía diadema de oro en plancha y sin
adorno; en la misma caverna encontró también doce esqueletos coloca-
dos en semicírculo, alrededor de un cadáver de mujer, bien conservado,
vestido con túnica de piel, abierta por el costado izquierdo y sujeta por
medio de correas; llevaba al cuello un collar de esparto y pendientes de
sus anillos conchas marinas y un colmillo labrado de jabalí. Los demás
cadáveres vestían tejidos de esparto, y á su lado se hallaron bolsas del
mismo tejido, hachas de piedra pulimentada, cuchillos de esquisto, vasi-
jas de barro toscamente labradas, etc. De todo lo cual dedujo el explo-
rador que aquella gente guardaba con gran cuidado los cadáveres, indi-
cio de su rehgión; que usaba útiles de hueso y marfil, de piedra labrada
y pulimentada; que empleaba cerámica grosera; que tejía primorosa-
mente el esparto y se adornaba con piedrecillas de colores, conchas y
dientes labrados de varios animales.
Entre las grutas llamadas sepulcrales es notable la de Aurignac, en
una estribación de los Pirineos, en el alto Garona; estaba cerrada con
una losa y contenía 17 esqueletos; se hallaron en ella restos de un hogar,
huesos y utensilios, sílex labrados, armas de asta y fragmentos de cerá-
mica. Y para no citar más, son dignas de especial mención las cavernas
de Furfooz, sobre el Lesse, en Bélgica, á cuyo grupo pertenece la llamada
«Trou du Frontal», gruta sepulcral del tipo de la de Aurignac ; sus explo-
radores afirman haber hallado delante de ella restos de festines fúnebres;
y el arqueólogo belga E. Dupont añade que un cubito de mamut en-
contrado en el «Trou de Chaleux», fué probablemente objeto de un culto
fetiquista, á juzgar por su posición, su estado fósil y la extinción de la
especie en la época en que la caverna estuvo habitada.
III
ALGUNAS CAVERNAS MÁS CÉLEBRES DE EUROPA
No creemos estará demás aquí dilatar un poco la mirada para rese-
ñar ligeramente algunas de las principales y más renombradas cavernas
de Europa, escogiendo alguna de cada país. Ya hemos indicado las que,
bajo cierto aspecto, que hacía al caso, ofrecen interés especial; ahora
citaremos las que por su fama son más visitadas ó conocidas. Comen-
zando por España, tenemos las célebres cavernas, exploradas por el
reputado paleontólogo Vilanova, en la provincia de Valencia. Una de
ellas, llamada Parpalló, situada en la falda occidental del Monduber,
presenta un atrio espacioso, que conduce á una galería, dirigida de Oeste
á Este, con cámara al Norte, donde se hallaron materiales removidos, en
LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO 195
busca de tesoros. Dícese que los sílex encontrados por los primeros
exploradores fueron extraídos para emplearlos como piedras de chispa;
el Sr. Vilanova halló cascos y armas toscas de pedernal, huesos de buey,,
caballo, ciervo y moluscos; en algunas astas de ciervo había raspaduras,
algo así como ensayo de trabajo industrial. No citamos en España las
célebres cavernas descubiertas en Gibraltar por el capitán Brame; son
de las más notables de Europa, y en ellas se han encontrado esqueletos
humanos, restos de animales, armas, cerámica y útiles de piedra la-
brada.
En Francia es muy visitada la gruta de Betharram, Bajos Pirineos,
entre Pau y Lourdes, descubierta en 1889, y acondicionada en 1905. Su
descripción la hizo Viré en una de las Memorias de la Sociedad de Es-
peleología. Bastará decir que presenta una extraña superposición de
cuatro pisos, con tres kilómetros de extensión; por el piso bajo se desliza
un río de 1.800 metros, que se puede recorrer en bote, contemplando
las fantásticas estalactitas que lo adornan. En la gruta hay instalación
eléctrica, y sus partes más curiosas son: el claustro y el canal de Ve-
necia.
De Bélgica citaremos el grupo de Montaigle, formado por varias
cavernas, que han sido exploradas para clasificar los restos de industria
en ellas encerrados, y el Troa de la Naulette, caverna cuya entrada es
un pasadizo estrecho, terminado por dentro en una gran cámara, y de
mucha celebridad entre los antropólogos, á causa de su depósito de
huesos humanos.
En el condado de Derby, en Inglaterra, es célebre, así la caverna de
Castleton, de 912 metros de longitud y muy visitada, como la de Pool,
Poolés hole, residencia del famoso bandido de este nombre en el si-
glo XVI, cerca de Buxton. Ésta contiene una gran cavidad cruzada por un
riachuelo, que se precipita con estruendo en un abismo. Las paredes de
la cueva aparecen vistosamente adornadas de caprichosas estalactitas,
una de las cuales, en forma de columna, lleva el nombre de María Estuar-
do, porque la infortunada Reina, que estuvo algún tiempo confinada en
aquel pueblo, visitaba algunas veces la caverna. Pasando en silencio la
caverna de Wogan, notable por un eco que repite varias sílabas, situada
en la patria de Enrique VIII, en el condado de Pembroke, y subiendo
hasta las islas Hébridas, se hallan seis grandes cavernas, que se pueden
visitar sucesivamente; son la admiración de cuantos las ven, por sus
columnas, de donde la isla de Staffa ha recibido el nombre de isla de las
Columnas. La más notable es la cuarta, la de Fingal ó Gran Caverna.
Staffa, ha dicho el Dr. Garnett, es «la curiosidad natural más grandiosa
que se conoce en Europa»; y Mac CuUoch escribe: «Cuando me senté en
una de las columnas, vi las aguas [del mar] llegar casi hasta tocarme los
pies; pero retirábanse á intervalos, y entonces quedaba como suspendido
á gran altura. Atendidos los silenciosos movimiento del agua y la apa-
196 LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO
rente tranquilidad de la superficie del mar, hubiérase podido creer,
mirando de lejos, que el conjunto de la gruta era un gran buque que
alternativamente se hundía y elevaba.» Y todavía hablan con más enca-
recimiento otros viajeros. «Apenas puede la imaginación, dice Mr. Banks,
figurarse cosa más soberbia que el fondo de esta gruta, cuyos lados están
sostenidos por unas filas de columnas, y cuyo techo se compone de las
extremidades de las que se han roto para formar la caverna»; y Mr. Troil
se expresa en estos términos: «¡Cuánto no brillan á nuestros ojos los pór-
ticos antiguos por la magnificencia con que han sido descritos, y qué
admiración no nos causan las columnas de nuestros edificios modernos!
Pues cuando se ve la gruta de Fingal, no hay comparación alguna entre
aquellos monumentos del arte con éste, y es preciso convenir en que
este trozo de arquitectura ejecutado por la naturaleza, es muy superior á
la columnata del Louvre, ó la de San Pedro en Roma, y á todo lo que se
nos conserva de la antigüedad.»
Dejemos á Inglaterra y Escocia y pasemos á Suiza. Cerca de Ralligen
van muchos curiosos á visitar la caverna de San Beato, nombre de un
celoso misionero del siglo III, que abandonó la Inglaterra, su patria, para
ir á predicar el Evangelio en Helvecia, estableciéndose en esta gruta,
una de cuyas cavidades sirve de paso al arroyo de San Beato ó Beaten-
bach.
En las márgenes del lago Agnano,en Italia, es famosa la llamada ^r«^a
del Perro, pequeña cueva abierta en la roca, de cuyo suelo se exhala
abundante ácido carbónico ó un vapor mefítico que á los pocos minu-
tos priva del sentido á los animales, siendo lo raro que no causa daño
á los hombres. Explican esto, diciendo que dicho gas se eleva muy poco
del suelo, de modo que no llega á la altura de la respiración del hom-
bre; por eso se observa el fenómeno en los animales pequeños, especial-
mente en el perro, de donde ha recibido su nombre. Los escritores anti-
guos no mencionan esta gruta; sólo Plinio el Mayor en su Historia Na-
tural dice que en los alrededores de Puteoli había exhalaciones terres-
tres de vapores mortíferos.
Notable sobremanera es también la gruta de Adelsberg, en Austria.
Tiene 11 kilómetros de longitud, y es un laberinto de rápidas pendien-
tes y sinuosos pasadizos que comunican con grandes salas. Las estalac-
titas que las adornan ofrecen el aspecto, ora de majestuosas columnatas,
ora de ruinas de vetusto palacio. Huesos fósiles forman su suelo, y la
que llaman «Sala del Calvario» tiene 203 metros de largo, 195 de ancho
y 47 de alto. Alguien ha escrito que á la caverna de Adelsberg sólo le
falta la navegación subterránea y la gran sima de Padirac para ser la
gruta más hermosa del mundo.
En el bosque hercynio, en Alemania, conocido en la antigüedad por
silva hercynia, son famosas las «Cavernas de Harz». Llama la atención
de los turistas la gran cantidad de huesos fósiles que en ellas se han
LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO 197
descubierto, tanto, que son considerados como enormes osarios natura-
les de animales. Las más curiosas de esas cavernas son las del Licornio
y la de Baumann. La primera consta de cinco grutas, que se comunican
entre sí por numerosas sinuosidades; la segunda se compone de otras
tantas. Después de muchas subidas y bajadas se llega á una galería, que
contiene muchos huesos de hienas, de tigres y de un oso que debió de
ser colosal. En la caverna de Baumann hay una columna de estalactitas
que produce un sonido agradable cuando cae una gota de agua de la
bóveda.
No terminaremos este punto sin citar la hermosísima gruta de Antí-
paros, en Grecia. La isla de Antíparos es célebre por su caverna, situada
entre horrorosos precipicios; á ella se desciende por medio de una cuerda,
deslizándose de espaldas á las rocas, y atravesando sus sombrías grietas
por medio de escalas. Desde la superficie de la tierra á dicha caverna
hay una profundidad de 300 brazas; la gruta tiene cerca de 40 brazas de
altura por 50 de ancho, y ofrece tan magnífico golpe de vista, que sus
estalactitas son, al decir de un escritor, las más hermosas del mundo,
Tournefort, en un momento de exaltación fantástica, creyó ver en ella un
jardín de cristal, y se imaginó haber hallado comprobada la vegetación
de la piedra (!). Y puesto que nos hallamos cerca de la isla de Milos, la,
Milo de hoy, digamos que de las bóvedas de sus cavernas «pende el
alumbre de plumas de plateados hilos»; que pedazos de azufre puro llenan
las grietas de sus rocas, y que de sus pantanos se exhala un olor sulfu-
roso. Los viajeros modernos han encontrado esta isla tal y como la des-
cribió Plinio. Milo está llena de antigüedades; aun se ven en ella mura-
llas ciclópeas, y en su suelo se descubrió la célebre Venus de Milo,
que Dumont d'Urville transportó á Francia, y se conserva en el museo
del Louvre.
De la multitud de cavernas que se conocen y se van descubriendo
hemos enumerado algunas de ellas, que realmente merecen ser visitadas
por los amantes de la Espeleología. Fácil cosa sería aumentar el número,
y de todas se podría deducir una conclusión paleontológica, que Lan-
derer formula en estos términos: «Que después de haber desaparecido el
rinoceronte de narices tabicadas y el mamut, la hiena y el gran oso de
las cavernas, cedieron el puesto al reno y al bisonte, que tomaron exclu-
sivo incremento, mezclándose con especies afines á las actuales, y que
después de haber emigrado éstos á otras regiones, se entra de lleno en
la subépoca moderna.» Otra consideración de orden antropológico nos
sugiere el estudio de las cavernas, y es que si han de suministrarnos
datos para precisar la antigüedad del hombre, hay que trabajar todavía
por caracterizar bien las clases de cavernas y la época de su habitación.
198. LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO .
IV
EL TROGLODISMO Y LA ANTIGÜEDAD PREHISTÓRICA DEL HOMBRE
Entre las cavernas más célebres hay una cuyo nombre no podemos
pasar en silencio: es la de Kent, en Inglaterra. Á ella han recurrido repe-
tidas veces, y no sin gran estrépito, algunos espeleólogos y antropólo-
gos, pretendiendo demostrar que la antigüedad del hombre se remonta
á edades prehistóricas, á millares de siglos. Y aunque no es éste lugar
oportuno para probar directamente y con variedad de argumentos in-
contestables la falsedad de dicha aserción, todavía parécenos será con-
veniente consignar que del estudio de las cavernas en general y de
aquélla en especial no se deduce en modo alguno tal conclusión. Ar-
queólogos ha habido que, estudiando las capas estalagmíticas de la citada
caverna y haciendo el cómputo del tiempo necesario para la formación
de aquellas capas, afirman que el hombre ya vivía en aquella isla
hace doscientos sesenta y cuatro mil años; en este sentido se expresó
Mr. C. Martins en la Revista de Ambos Mundos, correspondiente al 16 de
Enero de 1868, y al mismo parecer se acuestan algunos amantes de la
prehistoria.
Multitud de experiencias y de irrecusables testimonios han puesto de
relieve que el espesor de las capas estalagmíticas no puede servir de
base para probar la remotísima edad de las capas colocadas debajo de
su espesor. Así lo dice, apoyado en sus propias investigaciones, el cele-
brado antropólogo y experimentado geólogo M. Body Dawkins, miem-
bro de la Real Sociedad de Londres: «El valor de las capas de estalag-
mita, cuando se trata de fijar la antigüedad de los depósitos situados
debajo de ellas, es relativamente muy insignificante.» «Los resultados de
las excavaciones hechas en las cavernas, añade el geólogo y paleontó-
logo Hamy, no tienen generalmente el valor demostrativo de las obser-
vaciones recogidas en los aluviones estratificados. La ausencia de esta-
ciones geológicas ciertas en el mayor número de estas cavidades, entre
el depósito osífero y los que le han precedido ó seguido en la sucesión
de los tiempos; las dificultades que surgen cuando se trata de determi-
nar las condiciones en que fueron abandonados allí aquellos objetos; la
posibilidad de que hayan sido después removidos, sin que esto sea fácil
de averiguar, son la causa del abandono en que se hallan hace mucho
tiempo las investigaciones de las cavernas...»
Ya dijimos que las capas de estalagmitas se van formando por las
gotas de agua que, cargada de ácido carbónico, pasan por el carbonato
eje cal. Ahora bien, los partidarios de la antigüedad remotísima del hom-
bre, partiendo del supuesto gratuito de que los agentes naturales han
obrado é influido de la misma manera é igual intensidad en todos los
tiempos, discurren de este modo: la caverna de Kent en el estado pre-
LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO 199
senté tarda mucho en formar los depósitos de carbonato de cal; y sin
más, suponen que en tiempos anteriores al nuestro la formación de las
estalagmitas se realizaba con la misma lentitud que ahora, para sacar de
ahí la pretendida antigüedad prehistórica del hombre. En lo cual se co-
mete un sofisma que los lógicos llaman falacia de accidente, y se falsea
un hecho. De que actualmente sea lenta la formación de las estalagmitas
en la caverna de Kent, no se deduce que lo fuera antiguamente, porque
las circunstancias geológicas pudieron ser muy distintas, como en efecto
lo fueron. Las bóvedas de las cavernas en que escaseen agua, ácido car-
bónico y carbonato de cal contribuirán muy lentamente con sus gotas
de agua á la formación de las estalagmitas, y, por el contrario, influirán
rápidamente en ella si abundan en esos tres elementos. Pues bien, en la
antigüedad se extendía sobre aquella caverna un frondoso bosque, que
falta al presente; por su acción se producía ácido carbónico en abun-
dancia, debido á la incesante putrefacción de sus muchos vegetales, y
el agua caía de la bóveda descomponiendo el carbonato de cal. Luego
del tiempo empleado en la actualidad para dicha formación no se infiere
legítimamente que fuese menester el mismo en otros tiempos. El mismo
defecto se observa en los argumentos prehistóricos al tratarse de otras
cavernas.
Con razón ha dicho Mr. A. Bertrand que «si hubiéramos de creer á
algunos sabios, la edad de las cavernas hubiera durado, no centenares,
sino miles de años, y representaría de un modo general la primera fase
del desenvolvimiento de la humanidad. Estas son meras hipótesis... La
época de las cavernas se halla relacionada directamente con la época
histórica... El nuevo ramo de la ciencia que hoy se desenvuelve es sin
duda extraliterario, pero se hace mal en calificarlo de prehistórico... Hasta
ahora los hechos desmienten tales teorías, al menos respecto de Europa».
Siendo, como es, muy difícil determinar la época en que fueron ha-
bitadas las cavernas, sigúese que al troglodismo por sí solo le será muy
difícil calcular la antigüedad del hombre, y que los argumentos aducidos
hasta ahora, fundados en él, alegando para los orígenes de la humanidad
una fecha fabulosa, carecen de valor científico. Es esto en tanto grado
verdad, que el troglodismo ni siquiera es privativo de alguna época de-
terminada; y aunque no hay inconveniente en conceder que al concluir
la edad paleolítica fué bastante general que los hombres habitaran las
cavernas, también es verdad que la costumbre troglodítica no fué ex-
clusiva de aquella época, sino que la vemos practicada en distintas eda-
des y momentos históricos. En confirmación de ello, Herodoto nos habla
de los africanos libios trogloditas, y Diodoro de Sicilia dice que los hom-
bres en los tiempos primitivos pasaban el invierno en las grutas. Y para
no citar otros escritores, griegos y romanos, que nos han dado noticia
de las costumbres de la antigüedad, se han hallado en las cavernas mo-
nedas de la Edad Media mezcladas con huesos del hombre y osamentas
200 LA ESPELEOLOGÍA Y EL TROGLODISMO
0e animales en capas sucesivas, y alternando á veces con los bancos de
estalagmitas; y en nuestros días, los bicharich y los siahpochs del Hindo-
Koh viven en las cavernas; ni es necesario salir de España para observar
que no es rara la caverna que presente diferentes períodos de habitación;
en una palabra, en todas las épocas han escogido los hombres para mo-
rada las cavernas.
Bien se vé por qué algunos, ya que no todos, ponen en tan remota
antigüedad la costumbre troglodítica; es á saber, para hallar antinomias
y conflictos entre la ciencia y la revelación: primero, acerca de la edad
del hombre, y segundo, acerca de su estado primitivo; pero inútilmente.
Porque cuanto á lo primero, como la Biblia no determina la duración de
los días genesíacos, cabe una interpretación amplia acerca de la anti-
güedad del hombre, siendo en esto más exigente la Paleontología que la
Biblia, pues mientras ésta se limita á fijar expresamente la aparición del
hombre en el tiempo, en el sexto día de la Creación, aquélla ha dicho,
por boca de sus más prestigiosas autoridades, que los primeros vestigios
del hombre sobre la tierra no se remontan más allá de la época cuater-
naria. Y en orden á lo segundo, resulta también vano el empeño de los
que quieren pintar al hombre primitivo en estado salvaje, viviendo, no
sólo con los animales, sino también como uno de ellos. No tratamos de
probar ahora la falsedad de esta hipótesis. La historia de la antigüedad
nos presenta, entre otros, dos hechos fundamentales, irrecusables, cul-
minantes: primero, que los pueblos han pasado de la civilización á la
barbarie, y no viceversa; segundo, que los pueblos sumidos en la bar-
barie no se han levantado por sí mismos de su estado de postración,
sino que han recibido la civilización de fuera, de razas civilizadas. Estos
dos hechos están ya plena y brillantemente demostrados, contra todos
los partidarios del hombre salvaje ó hipótesis del estado de naturaleza,
ora sean sus defensores los poetas y filósofos del paganismo, como Ho-
racio, Lucrecio y otros, ora se llamen filósofos y enciclopedistas del si-
glo XVIII, como Voltaire y Rousseau, ora sean de los que en nuestros
días cultivan la Historia y la Arqueología. La Biblia está en armonía con
esos dos hechos, cuando, partiendo de la creación del hombre dotado
por Dios de excelentes dones, señala su caída, y la degradación de los
primeros caídos, su multiplicación y difusión por la tierra, la historia de
un pueblo escogido y la elevación y redención del hombre. Y lo que
decimos en general puede aplicarse en particular al estudio de las ca-
vernas; nada que se oponga á estas verdades hallarán jamás en sus sub-
terráneos los espeleólogos de buena ley, porque escrito está que entre
la razón y la fe no puede haber oposición.
E. Ugarte de Ercilla
Olijetmílafl de la sensación externa en las impresiones eléctricas
(1)
IV
V,
iSTA.— Estudiaremos separadamente los casos siguientes: 1." Exci-
tación eléctrica de los órganos periféricos, retina, nervio y centros inme-
diatos, lóbulos ópticos, cuerpo geniculado externo y cuerpo cuadrigé-
mino. 2° Excitación eléctrica de la corteza visiva.
Primer caso. La fluorescencia del ojo humano es fenómeno conocido
de muy antiguo (2), pero su estudio data principalmente de Hel-
mholtz (1855). En retina humana de un cadáver de diez y ocho horas la
observó por vez primera; excitada con los rayos ultraviolados, se teñía
de verde azul claro. Setschenow (1859), después de obtener igualmente
con las radiaciones ultravioladas la fluorescencia de las retinas frescas de
buey y conejo, la descubrió también en los medios refringentes del ojo;
indicios de fluorescencia daba el cuerpo vitreo, nulos el humor acuoso,
lucía débilmente de azul la córnea, el cristalino resplandecía de azul
claro.
En ojos vivos la observaron con el oftalmoscopio Bezold y En-
gelhardt (1877), y se fijaron en los cambiantes del fondo del ojo. Kühne
y Evvald (1878) la tomaron como medio para establecer una diferencia
de carácter óptico en el estado de las retinas. La que por haberse pre-
servado de la luz conserva su coloración púrpura, fluorece tenuemente
de color blanco azulado cuando le hieren los rayos ultraviolados; pierde
la fluorescencia cuando, expuesta á la luz, comienza á blanquearse; recó-
brala y con creces al continuar emblanqueciéndose; blanca enteramente,
fluorece vivamente de verde claro si recibe la acción ultraviolada.
También Himstedt y Nagel (1902) observaron que la retina conser-
vada en la obscuridad mucho menos fluorece que la blanqueada á la
luz; mas no vieron el mínimo correspondiente al iniciarse la blancura.
Circunstancias atendibles: la retina muerta fluorece mucho más que
la viva (Kühne y Ewald); en cambio, la córnea del ojo vivo centellea
mucho más que la córnea muerta (Setschenow). La demasiada expo-
sición á la luz debilita la fluorescencia de los bastoncitos retínales
(Kühne).
(1) Véase Razón y Fe, t. XXVI, pág. 34.
(2) Véase Aristóteles, De sensii et sensili (opera omnia, t. IV, pág. 118). Helmholtz y
Garten son los autores de que extractamos la materia de este párrafo.
202 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
Las causas que la fluorescencia excitan, además de las radiaciones
ultravioladas y sin contar los rayos X y las emanaciones del radio, son
las mecánicas y las eléctricas. Viniendo á las últimas, únicas propias de
nuestro trabajo, indiquemos algunos experimentos. Aplicando un trozo
de zinc sobre uno de los párpados humedecidos, y sobre el otro párpado
una moneda de plata, al tocar ó separar de los metales se ven resplan-
dores debidos á la corriente inicial y final. Mejor sale el experimento
aplicando un metal en uno de los ojos y el otro en la boca; la intensidad
del resplandor interno varía con la dirección de la corriente. Los dos lí-
mites en la intensidad de la corriente que en tales experimentos debe
emplearse, son 0,7 y 5,0 miliamperios. El resplandor de la contraco-
rriente es mayor cuando la corriente sube por el nervio de la periferia al
cerebro; viceversa, cuando la corriente baja del cerebro, es mayor la ilu-
minación de la extracorriente. No menos dependen de la dirección é
intensidad de las corrientes los colores producidos, pudiendo decirse
que se complementan los correspondientes á las dos fases autoinduci-
das (1). El punctum coecum contrasta con lo restante de la retina.
Las corrientes de inducción tienen efectos más sorprendentes y colo-
raciones mucho más vivas; precisamente las primeras en experimentarse,
con riesgo de producir un síncope repentino en el sujeto de la expe-
riencia (razón por la cual no son lícitos tales experimentos), fueron las
descargas oscilantes de una botella de Leyde. Le Roy (1755), en un joven
cegado con cataratas, procedió así: Rodeóle la cabeza y pierna derecha
con alambre (un resonador Oudinü) y descargó el condensador por el
carrete así formado. Á cada descarga parecíale al paciente ver correr de
alto abajo una llama, y oía una descarga como el estampido de un caño-
nazo. Waller (1901) aplicando corrientes de inducción (suponemos que
en animales ó bulbos muertos) (2), que pasasen por el bulbo, ha visto
circular por el camino óptico ígneas corrientes blaze-currents; obser-
vando aumentos en la corriente permanente de la retina con cualquiera
dirección de la descarga. Aumentaba la /. e. m. de la ígnea corriente
cuando la resistencia del bulbo disminuía (3): lo raro es que tal corriente
ígnea no perturbaba la excitación eléctrica que en la retina hace la luz.
Una conclusión digna de mencionarse deduce Waller, y es que, á su
juicio, la corriente ígnea es propiedad general de toda substancia
viva (4).
(1) E. Müller (Zeitschrlft, 1. 14, pág. 329-374) estudia detenidamente este punto.
(2) Decimos, «suponemos», pues no liemos podido consultar el trabajo original pu-
blicado en Philos. Transad., CXCIV, pág. 183.
(3) La resistencia eléctrica del bulbo varia mucho con la clase del electrodo. En el
humor acuoso y con 18°, la conductibilidad especifica es de 0,0132, y disminuye mucho
con la formación de la albúmina en la cámara acuosa (Hertel, a. 1908).
(4) Cierto que el fenómeno de la luminiscencia es muy frecuente en los organismos
vivientes; ejemplos son: las luciérnagas de nuestros prados, innumerables bacterias.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 203
Repitámoslo: las corrientes eléctricas excitan en el protoplasma de
las células retínales y neuronas vivas, y en todo el bulbo ocular, el fenó-
meno de la luminiscencia, que llega á ser una llamarada de fuego si las
descargas son suficientemente intensas.
Y ahora argüímos: ¿Son ó no ciertos los hechos narrados y otros se-
mejantes? ¿Lo son? Luego ya tenemos luz objetiva que determine la
visión al estimularse el nervio óptico con excitaciones eléctricas. Por eso
en aire de victorioso, puede con Urráburu preguntarse á nuestros ad-
versarios: «Undenam probant adversarii in eodem ilumine eléctrico non
posse esse diversas vires aut qualitates reales quae alias in alus sensibus
gignant impressiones vel species per quas, prout in se sunt, perci-
piantur? (1). ¿No tenemos hechos positivos para probarles lo contrario
de lo que afirman?
Pero avancemos más; cortemos de raíz la dificultad; evitemos que nos
repliquen que esas luminiscencias objetivas sólo se obtienen con enér-
gicas corrientes de inducción, y que por lo regular es inapreciable la lu-
miniscencia objetiva; que ésta, aun cuando se dé, es un fenómeno con-
comitante y no antecedente, puesto que no depende la sensación del es-
tado de adaptación de la retina (Nagel) (2), etc., etc. Sea así; no haya
suficiente luz formal para determinar la visión: ¿habrán ganado con eso
la causa nuestros adversarios? En modo alguno (3).
Si la corriente eléctrica es capaz de hacer luminoso un cuerpo os-
curo, con mucha mayor facilidad podrá, sin hacerle luminoso, infundir en
él la impresión que la luz objetiva le haría é infundiría. Así, verbigracia,
el rayo luminoso no tiene eficacia para volver luminosos á los cuerpos
diáfanos y transparentes, y sí la tiene para impresionarlos. De ahí que
la intensidad de la sensación no será proporcional á la intensidad de la
iluminación objetiva del tejido óptico, sino á la excitación real, virtual-
mente luminosa, que en las células retínales y neuronas ópticas se pro-
duzca. Un ejemplo: supongamos que la lamparilla eléctrica tiene la
virtud de ver de nuestros ojos. Cuando los voltios á que circulase la co-
rriente por el filamento fueran los marcados de 120, nada de particular
hongos de diversas especies, por los cuales lucen las maderas en putrefacción; lospro-
tistos, á que debe su luz la Noctiluca miliaris, resplandeciente en la superficie de los
mares; peces de zona abisal, cuyas tinieblas disipan con la fosforescencia de su frente,
etcétera. De notar es que no pocos policelulares, y ejemplo notabilísimo es el Lam-
pyris splendidula , tienen en sus nervios el interruptor perfectísimo para encender,
apagar, aumentar ó disminuir la luz de sus órganos luminiscentes (Tigerstedt, I, 55). Á
la entonación diversa de los nervios con la dirección de la corriente atribuía
Helmholtz las particularidades observadas en la visión de la luz interna excitada por la
electricidad. No debe olvidarse la diferente contracción del músculo ciliar.
(1) Psychologia. Comp., n. 406.
(2) Zeitschrift, t. 34, páginas 271-290.
(3) La solución y doctrina que vamos á exponer es igualmente aplicable á los otros
sentidos, especialmente al del oído.
204 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
habría en que cada partícula de filamento encendido viese la luz de la
contigua, y con gran claridad, incomparablemente mayor de lo que á
nosotros nos parece. Esta era la solución que primero dábamos. Ahora
hemos dado un paso más; en el mismo supuesto que la lamparilla tu-
viese su retina y nervio óptico como nuestros ojos, ¿qué sucedería
cuando la /. e. m. de la corriente del filamento no llegase á 30 voltios?
Luz objetiva formal no habrá; nosotros (en lamparillas de 120 voltios) no
la vemos; el filamento mismo ¿vería, no obstante, luz? Decimos que
como haya corriente, sí. ¿Por qué?
Dos testimonios hay en Suárez que ilustran no poco en la materia.
Trata Suárez de probar que la impresión recibida del objeto en el ór-
gano sensorial no debe estampar en la potencia una imagen y semejanza
formal del objeto, sino solamente virtual (á la manera de la imagen
oculta del negativo antes de revelado), y trae en pro de su opinión el ar-
gumento que «el concurso de la especie necesario para determinar el
acto del conocimiento puede prestarlo, ya el mismo objeto..., ya cual-
quiera otro, aunque sea desemejante» (con tal que tenga equivalente
virtud) (1). Y aplicando la doctrina al caso de la visión se lee en su Me-
tafísica: «Para ver un objeto no es necesario tenerlo delante por sí
mismo..., basta tenerlo presente en la especie intencional en que está re-
presentado ó virtualmenfe contenido como en semilla y virtud instru-
mental»; y aunque en el lugar citado propiamente se habla de la visión
intelectual, no hay por qué restringir la doctrina solamente á ella, si en
la visión corporal se repite el caso de tener la especie sensible sin estar
presente el mismo objeto. Hoy día con el estudio de las imágenes conse-
cutivas parécenos que se puede dar el caso, y por tanto, que la opinión
de no pocos escolásticos, según la cual era posible, aun por causas natu-
rales, sensación externa, abstracta y no intuitiva, se funda en la expe-
riencia. Que por acción divina pudiera darse tal caso, era opinión muy
sólida y probable.
Discretamente añade Palmieri que «aun cuando puede tenerse sen-
sación sin la presencia del objeto en ella representado, esto probará no
ser tal presencia esencial al sentido, mas no prueba que el objeto natu-
ral suyo no sea el objeto presente. Porque la posibilidad del hecho anó-
malo nace de que el objeto extrínseco debe inmutar el órgano; siendo
físicamente posible el que otra causa inmute el órgano de igual modo que
lo haría el objeto propio, sigúese naturalmente la posibilidad de tenerse
representación sensible de objeto no presente ni existente» (2).
Por una intuición de genio, no rara en las obras de Duns Escoto,
advierte el sabio anotador que la potencia en tal género de visión sólo
se representaría los colores, sin ver la mole ni la figura de cuerpo alguno,
(1) De an., 1. 3, c. 2, n. 23; el lugar de la Metafísica es d. 30, s. 1 1, n. 26.
{2) Anthropologia (Romae, 1875), pág. 317.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 205
porque una cosa es el color y luz, y otra el sensible común de la
figura, etc. (1); en efecto, tal describen lo que ven los modernos expe-
rimentadores.
Puestos ya los prenotandos, el problema queda reducido á estos tér-
minos: la corriente eléctrica, faradaica ó inducida, ¿puede ó no causar en
la potencia orgánica de la vista la determinación ó especie impresa de la
luz? La especie impresa con que la visión se determina, no es ninguna
de las inmutaciones fisiológicas directamente observable; es más honda
y secreta y que se acoge no sólo en la retina, sino en el nervio óptico y
aun en los centros inmediatos (Charpentier, etc.). No obstante, no puede
menos de estar íntimamente unida con alguna, por lo menos, de las cono-
cidas: decoloración y regeneración de la púrpura, movimientos en los
conos y bastones, acciones fotoquímicas, acciones fotoeléctricas, etc.
De estas cuatro, las dos primeras parecen secundarias y no cumplen
con las condiciones de prontitud, variedad y regularidad que debe tener
la función fisiológica unida más próximamente con la visión. Los cam-
bios de coloración en la retina parece que obedecen, ya á conservar en
buen estado la retina, ya en graduar su sensibilidad, conforme sea la in-
tensidad de la luz (Lehmann). La aproximación mutua de la empalizada
de conos y bastones, tal vez efecto de la llamada. presión mecánica de la
luz, planea la pantalla en que se junta la imagen óptica del cristalino,
con que los objetos podrán verse mejor definidos; el correr del pigmento
á una ú otra cara tendrá efecto, ya de protección de la retina, ya de
absorción de los rayos laterales que entre conos y bastones se escapen.
Las acciones fotoquímicas, que en sentir de muchos son las principa-
les, por desgracia no son distintamente conocidas. Si de indicios se trata,
idénticos son los que en la retina dejan las acciones fotoquímicas y las
excitaciones eléctricas. ¿Función acida predomina en la retina y en los
lóbulos ópticos después de la iluminación periférica? (Lodato, 1902).—
Acidez trae á la retina la excitación eléctrica de los mismos lóbulos y
centros cerebrales (Re 1904). — ¿La acción luminosa aumenta en muchos
grados el poder oxidante de la retina con independencia de la cantidad
de sustancia purpúrea? (Lodato, 1905). La corriente faradaica, dejando
intacta la coloración púrpura, aumenta igualmente el poder oxidante de
la retina (ídem).— ¿Débese á acciones fotoquímicas los cambios de dis-
tancia entre conos y bastones? (Drittel, Lodato). Pues no faltará quien
atribuya á manifestaciones eléctricas la contracción refleja de los conos
(Engelmann).— ¿La excitación luminosa de un solo ojo trae á la par en
el otro acidez? (Maggio, 1902); ¿hay cambios en el pigmento, aun cuando
se haya cortado el nervio óptico del segundo? (Fick, 1895). Pues no
menor simpatía se muestra entre las retinas á la excitación eléctrica
(Grijns, 1890-1891).— ¿Un cristalito de carbonato estimula químicamente
(1) Scoti opera, t. III, pág. 716. Tertius...
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 14
206 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
á un bulbo sin cristalino, produciendo por simpatía oscilaciones reflejas
en el otro bulbo? (Grijns). También la excitación eléctrica del nervio
óptico, y según la frecuencia del período excitante, produce en las retinas
corrientes de igual ó de opuesta dirección á las fotoeléctricas (ídem). No
puede dudarse; los indicios en que se dan á conocer de algún modo las
acciones fotoquímicas de la retina, se reproducen con sorprendente seme-
janza en las excitaciones eléctricas.
Que las acciones fotoeléctricas tengan semejanza estrechísima con
las eléctricas artificiales, debe ser tan comúnmente recibido, que apenas
se han hecho experimentos para comprobarlo: el último experimento
aducido de Grijns parece concluyente, sin necesidad de otros. Donde se
ha fijado la atención y esfuerzos de los experimentadores, es en hallar
las variaciones de las corrientes permanentes de la retina á los cambios
de iluminación: el éxito es consolador.
En el globo del ojo de los animales vivos y en la mitad interior del
bulbo y en la retina, aun separada del ojo mientras conserve su organi-
zación, se asientan en modo perenne fuerzas electromotoras. Para con-
vencerse de ello, únanse con un galvanómetro que mida milésimas de
voltio, por medio de electrodos no polarizables, la córnea y el polo
interno del ojo; al pronto habrá señales de corriente que en el circuito
externo va de la córnea pasando por el galvanómetro hacia el polo. En
la retina sale de la capa de los bastoncitos y entra por la nerviosa, de
modo que atraviesa la retina en la dirección de la esclerótica al cuerpo
vitreo. Llamólas corrientes estables ó permanentes su descubridor Du
Bois Reymond (1849), pues continúan existiendo, tanto en ojos ilumi-
nados como en los preservados de la luz. En este último caso el valor
de la/, e. m. marca 0,01 7-0,056 voltios (Himstedt y Nagel, 1902). El pri-
mero en observar que este valor variaba con la exposición del ojo á la
luz, fué Holmgren (1865-1871); hízosepoco caso de tal observación hasta
estos últimos años en que el estudio empírico ha descubierto relaciones
nunca pensadas.
¿Es la retina y no los nervios el órgano sensible á la luz? En la retina
y no en los nervios se establecen las/, e. m.
¿Impresiónase á la luz la retina? Ya se dará á conocer la impresión
en la corriente, que en toda la serie animal de ojos semejantes seguirá
idéntica marcha; apenas herida de la luz, sufre la retina una oscilación
negativa en su corriente normal, que en seguida pasa á una oscilación
positiva fuerte (0,001-0,0012 voltios; Gotch, 1903). Al -^ de segundo
que la luz de la luna esté hiriendo el ojo, se nota variación en la
corriente (Waller, 1900).— ¿Mientras dura la iluminación, dura la impre-
sión retinal? También la/, e. /tz., aunque oscile, persevera mayor que la
normal (Garten, 1908).— ¿La obscuridad suspende en la retina la acción
de la luz? En seguida lo indicará la/, e. m. retinal, que si en un principio
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 207
sube á modo de la extracorriente, al instante baja hasta recobrar el valor
ordinario y propio del reposo (Garten, 1908).— ¿La luz verde es la que
antes y más fuertemente excita la retina crepuscular? Pues también la
luz verde hará reaccionar á la corriente retinal antes y más que otra luz
2
alguna. La reacción eléctrica con la luz verde tarda en manifestarse — de
segundo, y el valor de la /. e. m. sube á 0,0005 voltios; con la luz roja
o 25
tarda -^ y la/, e. m. sube 0,0004; con luz violada tarda ^oo ^ ^^•^- ^- '"•
sube 0,00024 voltios: las tres radiaciones pertenecen á un mismo espec-
tro reticular, tomado de un arco voltaico de intensidad constante
(Gotch, 1904) (1).
Los límites de visibilidad del espectro coinciden con los de la excita-
bilidad eléctrica; si las radiaciones ultravioladas hacen fluorecer la re-
tina y los medios refringentes del ojo, en esa fluorecencia toman parte, á
lo menos indirecta, las corrientes fotoeléctricas (Himstedt y Nagel, 1902).
La desviación de la aguja en el galvanómetro, según unos (Dewar y
M'Kendrick), sigue la ley logarítmica de la intensidad luminosa; según
otros (Waller, 1905), por lo menos crece con intensidades medias más
lentamente que la excitación luminosa; y según de Haas (1903), es aún
más complicada que la expresada en la ley de Weber-Fechner la rela-
ción que liga la intensidad luminosa con la desviación de la aguja gal-
vanométrica. Finalmente, aun en los contrastes simultáneos y sucesivos
tiene intervención la corriente fotoeléctrica. En los sucesivos, favore-
ciendo el color complementario; la corriente originada por una radiación
roja y luego á continuación por una verde, tiene en ésta un aumento
debido al contraste (Ishihara, 1905). En los contrastes simultáneos influye
porque la variación de la corriente eléctrica no se ciñe á la región de la
retina herida por la luz directamente, sino que se extiende algo hacia
los lados.
¿Puede darse mayor unión entre la excitación luminosa y las corrien-
tes retínales? Á juicio de Garten (2), no se puede con lo dicho determi-
nar si el fenómeno fotoeléctrico es concomitante con la excitación ner-
viosa ó si es uno de tantos producidos por la luz en la retina, ó si es la
primera señal de una transformación química que fuera la inmediata y
propia excitación de las células visivas; y añadimos, ó si es el eco de la
transformación fisiológica que, irritada por la acción rítmica del sensi-
ble propio luminoso, causa la especie impresa en la potencia. Sí, claman
los hechos que el sujetivismo, al objetarnos que en la excitación eléc-
trica se produce sin luz objetiva la visión de luz y colores; de donde ar-
(1) Véase Tigerstedt, II, 251, sobre la impresionabilidad de la retina á las radiacio-
nes y sus cambios con la adaptación, intensidad, etc. Aun no hay medidas exactas para
ver estos cambios en las corrientes fotoeléctricas (Qarten, páginas 231-232).
(2) Página 214.
208 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
guye que el objeto para nada entra en la especificación de las sensacio-
nes; desconoce, olvida ó encubre los hechos sabidos en la ciencia: la
ciencia enseña que la excitación eléctrica es virtualmente luminosa. La
ciencia está de parte de la filosofía tradicional y escolástica.
V
Segundo caso. Excitación eléctrica en la corteza visiva, ya en los
ciegos de nacimiento, ya en quienes perdieron el órgano periférico de la
vista después de los ocho años de ejercicio.
Es de Wundt la distinción establecida, quien consigna el hecho de
no conseguirse nada cuando la excitación cerebral en la llamada esfera
ó corteza visiva se hace en ciego de nacimiento ó en quien perdió la
vista para los cuatro ó cinco años de edad; por el contrario, en los ce-
gados después de cumplir los ocho años, la excitación cerebral eléctrica
trae visiones de colores muy vivos. Dígase otro tanto de la corteza
acústica respecto de los sonidos (1).
La explicación del hecho presupone varios asertos, ya de antiguo
conocidos por la filosofía escolástica.
1." El conocimiento del objeto presente, habido por los sentidos ex-
ternos, engendra en la fantasía, y mediante el fantasma en el entendi-
miento, las especies del mismo objeto corpóreo, v. gr., color, figura, ta-
maño, posición en el espacio, etc.; con las cuales, aun en la ausencia de
los objetos, la imaginación y el entendimiento se los representan cuales
los percibió el sentido externo. Según esto, la diferencia sicológica
entre los lóbulos ópticos, cuerpo cuadrigémino y cuerpo geniculado ex-
terno por una parte, y por la otra la esfera ó corteza visiva, consistirá
en que aquéllos son parte integrante del órgano externo y se impresio-
nan directamente por el objeto; de ahí que la excitación eléctrica en los
lóbulos, etc., puede causar visión. Por el contrario, la esfera ó corteza
visiva es parte integrante del órgano y sentido interno (imaginación de
luz y colores); de ahí que no se impresione directamente por el objeto,
sino por el conocimiento previo del objeto; la excitación eléctrica de la
corteza sólo dará reproducción ó imaginación de luz y colores antes
percibidos.
2." El órgano de la fantasía es múltiple, que por partes va adaptán-
dose para la recepción de las especies sensibles y exhibición de sus
propios actos. La experiencia clínica y anatómica con probabilidad
asigna para el cerebro humano la zona occipital, sobre todo en la fisura
calcarina, como el asiento (á lo menos ordinario) de la imaginación que
se refiere á luz y colores. En el sentido empleado por los antiguos es-
colásticos de enriquecerse de especies el órgano interno con el ejercicio
de los externos, y no en sentido mecánico-evolutivo, deben interpre-
(1) 1,363,501,502, nota.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 209
tarse las frases de adaptación á las funciones, etc., que se leen en auto-
res modernos. Con esto las teorías actuales, libres de exageradas y
erróneas conclusiones, vienen á coincidir con las escolásticas. «Nuestras
investigaciones, dice Cajal, sobre todo hacen muy verosímil la si-
guiente proposición destinada á corregir la fórmula de Meynert: «Las
» actividades específicas desarrolladas en cada lugar cortical dependen
«tanto de la cualidad de las excitaciones sensoriales recibidas, como de
»la peculiar estructura de la sustancia gris.» Semejantes particularida-
des de textura representan verosímilmente un fenómeno secundario,
una adaptación á la función, adaptación que condujo al perfecciona-
miento de la función misma» (1).
3." Las especies intencionales, con las cuales se conserva en la fan-
tasía la excitación complementaria del objeto para representarse los
sensibles antes percibidos en los sentidos externos, no consisten en la
mera disposición y enlace de las arborizaciones finales de las fibras
ópticas; porque los enlaces no son fuerzas, sino puntos de aplicación y
de combinación de fuerzas: son verdaderas cualidades que sustituyen á
la energía actuosa del objeto sensible; son fuerzas compenetrables que
pueden coexistir juntas y en gran número en las mismas fibras ópticas-
4." La excitación de las especies supone siempre alguna causa efi-
ciente, aunque todavía no haya datos bastantes para describirla. Puede,
en general, decirse que, además de las causas extrínsecas, Dios, el
ángel bueno, 9I ángel malo; las especies imaginativas se excitan á veces
por los actos del entendimiento y de la voluntad, á veces por otros
actos de la imaginación ejercidos, ya en aquella parte del cerebro, ya en
otra simpática, con la cual le unan las fibras de asociación; otras veces
las sensaciones externas, los mismos actos vegetativos y fisiológicos de
las fibras nerviosas, la contracción ó dilatación de los vasos sanguí-
neos, la acción de los narcóticos, etc., etc., pueden excitar las especies
imaginativas que se guardan en las zonas cerebrales.
5.° El que las especies impresas duren y perseveren en el órgano
interno cuando no perseveran en el externo, se deberá á la diferencia
anatómica y fisiológica de los órganos periféricos y de los centrales; en
los periféricos hay reacciones que destruyen la excitación del objeto,
como lo patentizan las sensaciones sucesivas. La inversión del proceso
fisiológico produce contraria especie impresa,
6." El que las especies impresas perseveren, y no los actos de la sen-
sación, se debe á que éstos son emanaciones vitales que primariamente
arrancan del alma y cuya continuada cooperación exigen. Las especies,
en cambio, son impresiones recibidas por la actividad del objeto exter-
no, el cual es como el sello que imprime su imagen en el sentido.
(1) Textura, II, 865. Merece citarse entre los escolásticos Lugo (De incarnatione,
D. 21, s. 1, n. 11), por el acierto con que discurre sobre el desarrollo del cerebro.
210 OBJETIVIDAD DE LA SENSACIÓN EXTERNA
7." El que constantemente no le estén determinando deberá expli-
carse por falta de un complemento y condición de parte del órgano
para el acto vital de la sensación correspondiente. Aquí caben conjetu-
ras. Los plexos enmarañados que las fibras nerviosas tejen en las corte-
zas visual y acústica (1), principales fuentes de la imaginación, hacen
sospechar que siendo divisibles entitativa, aunque no representativa-
mente las especies fantásticas, se requerirá el concurso de muchas fibras
para reproducir el acto, el cual resultará tanto más intenso cuantas más
fibras cooperen, pudiendo ser tan exiguo el número de las dispuestas á
combinar sus fuerzas, que no resulte virtud suficiente para determinarse
la potencia y haberse la imagen vital. Posible es que esos sistemas de
fuerzas dejen de combinarse ó entren en combinación con el cambio de
las distancias mutuas de las fibrillas.
Con estos prenotandos se entenderá ya la solución del hecho que en
substancia era ya conocido, y de modo que en Santo Tomás se halla
propuesto el caso y su explicación.
Tratando el Doctor Angélico de probar la existencia del entendimiento
agente, se objeta á sí mismo, según su método, y dice: «Proterea, tactus
et visus sunt diversae potentiae. Contingit autem in caeco, «quod ex motu
relicto in imaginatione a sensu tactus, commovetur imaginatio ad ima-
ginandum aliquid quod pertinet ad sensum visus; et hoc ideo est quia
visus et tactus radicantur in una essentia animae.» Á lo cual responde:
«Ad secundum dicendum, quod ex speciebus receptis in imaginatione a
sensu tactus, imaginatio non sufficeret formare formas ad visum perti-
nentes, nisi praeexistereni formae per visum receptae, in thesauro memo-
riae vel imaginationis reservatae. Non enim caecus natus colorem ima-
ginari potest per quascumque alias species sensibiles.» (2).
He aquí que Santo Tomás conocía el experimento con las mismas
circunstancias que más concretadas ha hecho notar Wundt sobre los
límites en las edades en que comenzó la ceguera. La explicación es,
pues, obvia. La corriente eléctrica, conmoviendo las fibrillas de los cen-
tros cerebrales, excita las especies intencionales de la vista que se con-
servan en la esfera occipital visiva. Cuando Le Roy (1755) descargaba
la botella Leyden en la cabeza del ciego, poniendo una de las armaduras
en contacto de los ojos y la otra en contacto del occiput, no es de ex-
trañar que el ciego, que no lo era de nacimiento, viese fantasmas, perso-
nas aisladas, masas populares enfiladas, etc.
Urbantschitchs(1907), después de fijar más ó menos la vista en cua-
dros, imágenes, signos, cifras, palabras, etc., cerrados los ojos y exci-
tada la imaginación con excitaciones fisiológicas, entre ellas la corriente
(1) Parecida explicación da Tassy (Revue de Philosophie, t. 8, páginas 274-288) con
exaltación, reformación y coincidencia de las corrientes nerviosas.
(2) QQ. DD. De anima, a. 4.
EN LAS IMPRESIONES ELÉCTRICAS 211
eléctrica, ha observado que la imaginación reproduce, sin variarlo, el
objeto antes visto: pocos segundos después ocurren variaciones, ya en
la magnitud de los objetos, ya en apariencias de movimientos, ya en la
claridad y colores. De alií que lo general sea no representarse ni perso-
nas ni imágenes delineadas ni objetos determinados, sino simplemente
colores vivísimos, ráfagas de luz, columnas de fuego, etc.; es decir, lo
que, en contraposición á las imágenes perfectas, se denominan alucina-
ciones elementales. La viveza del colorido no nos debe extrañar, porque
deben excitarse simultáneamente muchísimas fibras y especies ópticas,
razón que hace también el que no se representen figuras determinadas.
El mismo Wundt se encarga de quitarnos el escrúpulo que nos pudiera
quedar, advirtiéndonos que no siempre la sensación occipital es débil,
antes en ocasiones alcanza intensidades equivalentes á las sensaciones
externas (1). Caso hubo, observado por Esquirol, en que el paciente
había padecido muchas alucinaciones visuales con tener todo el camino
óptico aniquilado, desde los lóbulos ópticos del encéfalo medio y el
cuerpo geniculado, hasta las ramificaciones que en la retina se des-
parraman.
Hemos concluido el análisis de las sensaciones excitadas con impre-
siones eléctricas. De estos y otros semejantes hechos anómalos deducen
IOS modernos sicofisiólogos la división de los excitantes sensoriales en
adecuados é inadecuados. Adecuados son los llamados por la escuela
sensibles propios, inadecuados, los que virtualmente contienen las ener-
gías actuosas de varios sensibles propios. Entre los demás merece par-
ticular mención la electricidad, á la cual pueden apropiarse las palabras
de Santo Tomás: «Qualitates tangibiles sunt causae aliorum sensibilium,
et ideo habent plus de virtute activa et possunt agere in quaecumque
corpora. Sed alia sensibilia quae habent minus de virtute activa non
possunt agere nisi in corpora valde passibilia» (2).
José M. de Ibero.
(1) 1,45.
(2) En su comentario á los libros De anima, de Aristóteles, al fin del libro se-
gundo. Advertimos que debemos corregir las erratas de imprenta siguientes: artículo
primero (t. XXV, pág. 191) dice: curva interminable, en vez de ondulante.— Pocas lineas
después, dice: existe mecánicamente, en vez de excita mecánicamente.— En el artículo
segundo (t. XXVI, pág. 41, nota) se lee:,á producir reunidos, en vez de á producir ruidos.
PPBE80S ÜBCIH HDELHNTE Y HHGIH HTBHS
(1)
II
El Sr. Roig y Negre, en su carta inserta al frente de nuestro artículo
anterior, tuvo una ocurrencia que nos ha sido materia de reflexión no
estéril. «¿Vamos á limitarnos, decía, á ser (los españoles) una especie de
museo de instituciones momias... (adonde los extranjeros)... vengan á
admirarse con nuestro ejemplo, de la manera frugal y mísera como
vivieron sus abuelos en tiempos pasados?» Eso de misera lo veremos des-
pués; pero reflexionando sobre esta idea, se nos ocurría: ¿Será por ven-
tura destino de los norteamericanos, ser para nosotros museo de institu-
ciones futuras 6 posibles—aúonáe vayamos á espantarnos, con su ejem-
plo, de la manera dos veces misérrima, como habrán de vivir nuestros
descendientes, si no rectificamos las direcciones de nuestra presente
vida?
Y discurriendo más sobre este asunto, y enlazándolo con aquella otra
frase de un autor inglés, alegado por Conwell: «Que diez años en Amé-
rica representan medio siglo del progreso europeo», cruzó por nuestra
mente un súbito resplandor que nos hizo salir clamando ¡Heureka!... Y
¡fortuna que no estábamos en el baño!
¡Sí, querido Sr. Roig! ¡Sí, lector suave! ¡Heureka! ¡He aquí descu-
bierto el Cronódromo, soñado por Wells en una hora de inspiración
febril ó de imaginativa fiebre. Ya poseemos el medio de navegar por los
siglos, si no con tanta rapidez y amplitud como los héroes de las novelas
de Wells y Clendábims, por lo menos en una considerable extensión, y
en cambio, con la ventaja de poder admitir en nuestro Cronódromo un
número indefinido de pasajeros!
Me explicaré, si no se me ha comprendido todavía. ¿No llevan los Esta-
dos Unidos, según nos dicen, un andar de medio siglo por decenio euro-
peo? Luego, aun no contando esa aceleración sino desde mediados del
siglo XIX, llevarán ya tres siglos de ventaja á las naciones más progre-
sivas de Europa. Pero hay más; la velocidad media de la cultura, podrá
á lo más computarse en España en una mitad de la que lleva en esas
otras naciones europeas, cuyo adelantamiento nunca acaban de ponde-
rar los que á todas horas nos estimulan á europeizarnos. Por donde, si
los Estados Unidos adelantan tres siglos en el cronómetro de Europa,
(1) Véase Razón y Fe, t. XXVI, pág. 59.
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 213
bien podemos asentar que adelantarán por lo menos seis, en el viejo
reloj de nuestro hermoso sol de España; y á esta cuenta, cuando aquí
lleguemos á lo que es en Francia, en Alemania, en Inglaterra el siglo XX
(esto es, cuando nuestros trenes alcancen la velocidad que allí gastan en
el citado siglo), ya los Estados Unidos estarán en el XXVI. Fuera de que
hay muchas provincias en nuestra patria, que, cual el fabuloso Marqués
de Villena, se enfrascaron en la redoma de los tiempos pasados, y siguen
cristalizadas ó momificadas en el ser alcanzado en anteriores siglos; de
suerte que, si las designamos por sus característicos medios de alum-
brado, podemos hallar en España, en diferentes pueblos, la edad de la
tea, del aceite, del petróleo, del gas y de las bombillas eléctricas rudi-
mentarias con fluido intermitente y luz rojiza, que aventaja muy poco á
la iluminación de las edades del candil ó del quinqué ó de la bujía es-
teárica.
Esto supuesto, para examinar los siglos hacia adelante y hacia atrás,
no tenemos sino recorrer las mencionadas naciones y provincias, dándo-
nos el gusto de ir á ver en los Estados Unidos lo que serán, si no se
enmiendan, nuestros descendientes del siglo XXVI, y volviendo luego á
los siglos pasados, desde la edad del candil hasta la del acetileno, para
espantar á sus desalumbrados moradores con aquel tremendo sermón
que quiso predicar el P. Zacarías á sus coetáneos del siglo XX.
Lancémonos en nuestro Cronódromo al través de los siglos progre-
sivos—ó traduciendo la expresión al lenguaje vulgar,— dirijámonos á los
Estados Unidos y veamos en qué han de parar nuestras modernas ilusio-
nes pro^^res/síos. Si encontráremos allí mayor felicidad de la que en esta
edad presente gozamos en España, apresurémonos á acelerar la rueda
del tiempo, anticipándole los secretos del porvenir. Mas si, por el con-
trario, descubriéremos, como el P. Zacarías, una humanidad más corrom-
pida y degenerada, y por ende más infeliz que la de los tiempos en que
nacimos, vuelta al Cronódromo y marcha hacia atrás; no sólo para traer
á nuestros coetáneos, con el fin de corregirlos, algún Weeroud de mons-
truosa figura, y fotografías de una tierra, hecha teatro de escenas de
caníbales (1), sino para embarcar en el Cronódromo, ejemplares de hom-
(1) Como aludimos á la segunda parte de la novela de Clendábims, y ni suponemos
que todos nuestros lectores la conozcan, ni pretendemos obligarlos á que la lean, resu-
miremos su argumento. Á diferencia de Wells, que con su negro determinismo juzga
que el destino definitivo de los hombres será devorarse los unos á los otros, reduci-
dos á Elois y Morlocks, refiere Clendábims de qué manera el P. Zacarías, hermano y
compañero de Bryán, inventor del Cronódromo, emprende la redención de aquellas
dos humanidades diferenciadas, por medio de la caridad cristiana. Gracias á una serie
de lances que le llevan á descubrir en los morlocks el sentimiento del amor de familia,
y á producir en los elois el temor, que los saque de su inconsciencia y descuido gre-
gario, logra su reconciliación y fusión. Y obtenido este resultado, que da origen á la
nueva humanidad mor-eloi, de nuevo iluminada con la luz del Cristianismo, vuelve al
214 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
bres de su pasado (que es nuestro presente), y mostrarlos á los Elois y
Morlocks del capital y del trabajo, recordándoles que su raza tuvo, en
los siglos arcaicos de la moralidad, una existencia más feliz y conforme
con su naturaleza, que aquélla adonde los refinamientos de una cultura
divorciada de Dios y de sus leyes pudieron llevarlos.
I
LA MARCHA DEL CANGREJO
Si, como dicen (y yo confieso no haberlo observado nunca), los can-
grejos andan hacia atrás; debe acontecer en el mundo cangrejil que, los
que más velozmente se mueven, irán siempre á la zaga de los más len-
tos; con una especie de gana-pierde en la carrera, donde los que más
camiaan son los que menos adelantan, y los más cachazudos los que
menos atrás se quedan.
Si el Cronódromo de Wells no hubiera llevado una marcha tan verti-
ginosa, sin duda hubieran sufrido sus pasajeros la ilusión de que se
movían hacia atrás, cuando en realidad devoraban el espacio de los
futuros siglos; pues, en lugar de encontrarse con seres cada vez más
perfectos, hubieran advertido, que los que desfilaban á su vista eran
á cada jornada más rudimentarios, hasta venir á parar en lindos muñe-
cos y horripilantes trogloditas.
Algo así nos sucedió á nosotros en la primera expedición empren-
dida con nuestro Cronódromo bibliográfico; el cual á la primera jornada
nos condujo (según que al pronto nos pareció) á una pradera de verde
intenso, en la que crecían dos lirios de tierno tallo y anchas flores de oro;
pero mirándolo mejor, vimos que no era prado, sino verde cubierta de
un libro; y en abriéndola nos encontramos con un personaje de mediana
edad, sin más pelo en la cara que un poblado bigote, y de cuya talla y
traje no podemos dar más pormenores... porque sólo era un retrato de
busto, al pie del cual se veía esta leyenda: /osep/z Alfred Conwell.
Saludándole con la más exquisita urbanidad española, é interrogán-
dole sobre la era cultural y el país en que nos hallábamos, nos dijo:
Cronódromo para regresar á nuestra edad y descubrir á la sociedad que se desquicia,
el paradero que le destinan sus desórdenes. No llega á predicar su nuevo Apocalipsis;
pero lo suple haciendo publicar la relación en que consiste la novela.— Esta segunda
parte es literariamente más floja que la primera. El autor supone facilidades totalmente
inverosímiles en la fusión de las dos razas, y llega hasta olvidarse de que los morlocics
no sufren la luz diurna, haciéndolos trabajar al sol en las nuevas mieses. Si la evange-
lización fuera tan fácil, sin duda no tendría el autor necesidad de insistir tanto como
1 o hace, en reprender la incuria de los que debían tomarla á su cargo. Pictoribus atque
poetis quidlibet audendi semper fuit aequa potestas. Por lo demás, Clendábims mues-
tra conocimientos científicos que le hacen acreedor al título áe Julio Verne del porve-
nir, mejor que á Benson, á quien algunos han dado este inmerecido renombre.
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
215
-- We are entering upon an era of the world history, surpassing
beyond comparison any past age!— Que en nuestro romance castellano
quiere decir: «¡Estamos entrando en una era de la historia del mundo, que
sobrepuja incomparablemente á todas las edades pasadas!»— Y como
arrebatado de súbita inspiración, cantó:
« We are living, we are dwelling
In a grand and awfut time;
In an age on ages telling
To be living is sublime!»
En substancia: «Vivimos y habitamos en un tiempo grande y tremen-
do; ¡vivir en una edad que da testimonio contra las edades, es cosa
sublime!»
Para no fatigar á nuestros lectores que no entiendan la lengua de
Milton, no transcribiremos en adelante las palabras inglesas, sino limi-
tarémonos á dar su versión.
— «Nunca— prosiguió nuestro guía— embebió el pueblo tan rápida-
mente, ni se abrió con tal confianza á las nuevas ideas é invenciones.
El genio y el talento no viven ya como antaño desconocidos. Siempre
hay un mercado que está aguardando los productos de los mejor dota-
dos cerebros ó de las más hábiles manos.» Y por este tenor continuó
haciéndonos una descripción brillantísima de aquella Jauja de lo porve-
nir, con sus «invenciones mecánicas de efectos revolucionarios», con sus
innumerables aplicaciones de la electricidad, sus imitaciones artificiales
de todos los sabores, desde la fresa y el melocotón hasta la sacarina,
cien veces más dulce que el azúcar que usábamos en la edad del petró-
leo. Y terminó su relación con este párrafo: «No diríais sino que la
Natura ha quedado presa de un encanto, y se ofrece como en sacrifi-
cio para utilidad del hombre, obedeciendo á sus mandatos con mágico
poder y cada vez mayores facultades» (págs. 292-4).
Siguiendo el hábito contraído en nuestra edad del gas del alumbrado,
había yo sacado la petaca, y hecho ademán de ofrecer á mi interlocutor
un cigarro; pero mi mano quedó suspensa en el camino, pensando que
ya en aquella nueva era se habrían inventado otros entretenimientos
más limpios y mejor olientes. Con todo, el bondadoso Mr. Conw^ell, salió
al encuentro de mi atascado ofrecimiento, y encendiendo el cigarro me
alargó á su vez la pulida lamparilla automática, que había reemplazado
allí á nuestras detestables cajas de fósforos.
—Conque— dije yo entre dos enérgicas chupadas, dirigidas á estable-
cer la corriente de aire á través del tabaco prensado— ¿todavía conservan
ustedes la afición á la nicotina, ni más ni menos que en nuestra atrasada
España?
—Hombre, sí— contestó,— es éste uno de los hábitos que van pasando
de una á otra edad, sin darse por enterados del progreso que en todo lo
demás se manifiesta.
216 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
— ¿Será, por ventura— repliqué,— porque la Ciencia habrá descubierto
entre ustedes, que el tabaco posee particulares cualidades higiénicas,
verbigracia, antisépticas?
-jCa, no señor! ¡Todo lo contrario! ¡No tiene usted sino leer lo que
tengo escrito en mi libro Manhood's Morning, y verá usted allí horrores
sobre los efectos tóxicos del fumar, no sólo en el individuo fumador,
sino en toda su descendencia!
—Y á pesar de eso, ¿ . . . ?
— ¡Á pesar de todos los pesares! ^Legiones de yankees fuman, legio-
nes de ellos mascan tabaco, y legiones lo usan de una y otra manera.
Tobacco is the Youths-bane of modern civilización. (El tabaco es la
ruina— la muerte,— el asesino de la juventud, en la civilización moderna.)
El presupuesto del tabaco asciende en los Estados Unidos á la suma de
más de 750 millones de dollars anuales. En sólo el año de 1900 (según
el Report of the Commissioner of ínter nal Revenue) se destinaron para el
uso doméstico 3.258.716.305 cigarrillos y 6.176.596.421 cigarros. Además,
101.548.467 de libras de tabaco para fumar y 185.353.41 1 libras para mas-
car. Lo cual, atendido el tiempo que se emplea en cada cigarro, necesi-
taría 1.503.000 hombres que fumaran diez horas diarias durante todo el
año, y otros dos millones y medio que masticaran diariamente igual
número de horas; ó sea, un trabajo de diez horas diarias para 4.303.000
hombres.
—Pues en nuestra era no me parece se fumara tanto; pues en España
se calculaba hacia 1900 á razón de 1,11 kilogramos de tabaco por cabeza,
mientras, según los datos de usted, corresponden por individuo á más de
tres kilogramos (2,43 kilogramos según Herder). Si, pues, no van erra-
dos los juicios de sus higienistas de ustedes sobre el efecto devastador
del tabaco, del cual dicen que cierra la inteligencia, irrita los nervios,
estorba el crecimiento del cuerpo y adormece el sentido moral; no creo
se pueda alegar ese aumento en el consumo del tabaco como uno de los
tan encomiados progresos de su nueva era. Pero dígame por su vida:
¿No han observado ustedes, tan aficionados á la estadística, si hay
alguna relación entre ese extraordinario fumar y el uso de las bebidas
alcohólicas?
— Si hay ó no relación de causalidad, no es tan fácil demostrarlo;
pero que la hay en la cantidad es absolutamente innegable. El liquor
bilí de la nación ha llegado á subir hasta más de un billón de dollars, ó
sea cinco mil millones de francos.
—¡Hombre! ¡qué casualidad!
—¿Qué es lo que le parece á usted casual?
— ¡Que pagan ustedes anualmente al dios Baco, la misma con-
tribución de guerra que por una sola vez pagó Francia á los pru-
sianos!
—Nada tiene de extraño; porque si los prusianos Vencieron á los fran-
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 217
Ceses una sola vez, el dios Baco nos vence en esta era á diario. Oiga
usted algunos hechos:
«En una ciudad de 32.000 habitantes se observó que, en una sola
hora, entraban 600 jóvenes en cinco de sus principales saloons; pero los
saloons que hay en ella son 135. En una populosa ciudad occidental se
vieron entrar en un saloon, durante una noche, 478 personas; en otra 236
jóvenes entraron en un saloon en sólo una hora. En una población del
Este, que tiene 130.000 habitantes, se calculó que, en una tarde, entraban
en sus cien saloons 5.000 jóvenes. En San Francisco, durante un domingo
y su noche, acudieron á los saloons y otros centros de perdición 15.933
jóvenes, y la tarde del domingo anterior sólo 1 .892 jóvenes habían entrado
en las iglesias de la ciudad. En otra ciudad de 30.000 habitantes donde
hay 150 saloons, entraron en siete de ellos un sábado por la noche 1.045
jóvenes y sólo 75 acudieron á las iglesias á la mañana siguiente.»
—Está claro que el dios Baco es el numen que cuenta aquí con más
adoradores; y así no es extraño que les cobre dicha contribución. Pero
¿cuál era la relación cuantitativa que hallaba usted entre este vicio y el
del tabaco?
—Que «en licores y tabaco se gasta anualmente cerca de dos billones
de dollars. Ambos factores constituyen el más gigantesco é influyente
sistema de empresas industriales que sostiene la nación*.
—Sentiría ofender á usted con preguntas indiscretas; pero hay otro
género de vicios que suelen andar más unidos con la bebida que ésta
con el tabaco. ¿Han logrado ustedes romper, ó por lo menos aflojar, esa
funesta relación?
— By no means! Entre nosotros «The vice of self-pollution is an
existing curse... Physicians of large practice can be found almost eve-
rywhere ready to testify that the habit is well nigh universal (pági-
na 127) (1).
—De manera que los remedios de Stall y compañía, con su doble
serie de libros á cuatro chelines y medio, para uno y otro sexo, ¿no han
producido en esto sensible remedio?
— «The average boy of twelve is ruined!» (De ordinario á los doce
años los niños están perdidos) (pág. 153).
—Allá en nuestros países atrasados, se ha observado que esto no
acontece por lo común sino en los adolescentes de las ciudades. Pero en
los campos, donde la vida es más frugal, se halla generalmente mayor
pureza de costumbres. ¿No se observa aquí lo propio?
—«De uno á otro extremo de nuestro país, entre los altos y los bajos,
los cultos y los ignorantes, los ricos y los pobres, los distinguidos y los
obscuros, dondequiera abundan los jóvenes, se hallan pruebas inequí-
(1) «Vitium poUutíonis existit ut vera pernicies... Fere ubilibet posunt inveniri
medici magnae experientiae, parati testarl hoc vitium esse prope universale.»
218 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
vocas de una degeneración moral, deplorable en extremo. Nunca, en la
historia de nuestra nación, el vicio y la inmoralidad habían estado tan
poderosa y sistemáticamente organizados como lo están actualmente»
(pág. 109).
— ¿De modo que siguen todavía aquellas abominables prácticas que
ya en nuestra era se denunciaban, de la trata... de blancas y de todos
los colores?
—Siguen peor que nunca (ó sea: ¡que en ninguna parte!). Mrs. Dora
Webb, en un reciente discurso público ha dicho: «Que sólo las jóvenes
inmigrantes que llegan á Nueva York, suministran anualmente 20.000
víctimas, robadas, atraídas con engaños, vendidas y compradas como
esclavas por dinero contante, en el mercado de la lujuria.» Y esto que
es verdadero acerca de Nueva York, no lo es menos para toda nuestra
nación. Mrs. Charlton Edholm, de Chicago, decía en un reciente discurso
en Baltimore: «Yo puedo asegurar aquí, en la presencia de Dios, que
de 230.000 jóvenes perdidas en este país, las tres cuartas partes han
sido atraídas con falsos cebos, sorprendidas, vendidas y compradas.»
Mr. J. B. Welty, concienzudo investigador, afirma: «Para satisfacer la
demanda de las impuras pasiones de los hombres, cada día del año cien
familias han de sacrificar á razón de una hija cada una. jQué destrucción
de hogares! ¡Qué pecado y vergüenza, y miseria, y remordimiento, y
crueldad, y asesinato, y muerte y condenación no significa esto! ¡Oh, qué
horda de bestias humanas (Wath a horde of human brutes) está pronta á
humillar y desgraciar el hogar americano!» (pág. 130).
— Pero entre ustedes hay la esperanza de que estos males irán des-
apareciendo con la instrucción, pues el analfabetismo de nuestra edad
del candil debe haber desaparecido de estos países cultísimos!
— «La ignorancia es demasiado ordinaria entre nuestros jóvenes.
Entiendo por ignorancia la falta de aquella clase de conocimientos esen-
ciales para que el hombre alcance sus más elevadas aptitudes. La juven-
tud de nuestros días carece cabalmente de ese género de sabiduría. El
error de legiones de jóvenes está en consumir sus facultades intelec-
tuales en asuntos insípidos, incapaces de elevarlos. Los periódicos que
presentan noticias sensacionales, relaciones de luchas y apuestas, episo-
dios policíacos, caídas de la virtud y el honor, y deportes de ínfima estofa,
y los que llenan sus páginas de pinturas sugestivas, de argot y bromas
de mal género, constituyen la clase de los más populares. Los títulos
pornográficos de los libros que se venden en los quioscos á cinco y diez
centavos, manifiestan la demanda popular de horruras literarias» (pá-
gina, 134).
«Los más de los jóvenes han contraído el apetito de los detalles
morbosos y las ilustraciones incitantes, y no leen sino lo que les enciende
la sangre y despierta sus prejuicios y pasiones. Los conocimientos que
añaden valor al carácter y alegría á la vida... les causan fastidio... En las
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 219
conferencias y entretenimientos literarios, suelen brillar los jóvenes por
su ausencia» (pág. 135)
Mientras mi bondadoso mentor se explicaba de esta suerte, pensaba
yo, para mi coleto: ¡Qué lástima no poderme plantar de un salto de mi
Cronódromo en el gabinete de ciertos adalides de la cultura alfabética
de nuestra era, para traerlos aquí por el pescuezo, á que oyeran estas
lamentaciones de Mr. Conwell!
—Junto á la forma de esclavitud que, en una sociedad ian progresiva
como la nuestra, representa la monstruosidad de la prostitución -prosi-
guió hablando mi guía,- hay que poner la no menos deplorable del
enorme número de los detenidos en las prisiones por varios delitos. Con-
forme á su último censo, había en ellas 82.329 presos, más de la mitad
de ellos jóvenes. De los 7.386 acusados por asesinato, 393 eran muje-
res, y más de la mitad jóvenes. En estos años últimos, el número de los
asesinos se ha quintuplicado. El aludido censo enumera 14.846 niños
encerrados en diferentes establecimientos correccionales. Fuera de esto,
los asilos para locos contenían en la misma fecha 97.535 pupilos; las
casas de mendicidad, 73.Ü45, y las cárceles de condado (provisiona-
les), 19.535 detenidos. Casi todos los establecimientos para personas
defectuosas que existen en este país se hallan ocupados de bote en
bote. El Dr. J. W. Clokey, de Indiana, piensa quedarse corto afirmando
que hay en los Estados Unidos 150.000 convictos en los presidios, cár-
celes y casas de refugio y corrección. Y otra buena autoridad asegura
que sólo un quinto de los criminales en activo están en las cárceles á un
mismo tiempo. Lo cual da una población criminal, que Mr. Moody cal-
cula en 750.000 personas (pág. 138).
—Y diga usted— proseguí inquiriendo:— ¿en qué etapa de su des-
arrollo está entre ustedes la famosa cuestión feminista? Pues un autor
moderno es de opinión, que el camino del progreso en que andamos
metidos ha de conducir á un feminismo enteramente insufrible: esto es,
auna sociedad donde, trocados los polos, en vez del dominio de los
varones y el problema feminista, exista el dominio de las hembras con
el consiguiente problema masculista.
— Entre nosotros — dijo M. Conwell, — las mujeres lo están inva-
diendo todo en términos que, si no han alcanzado aún ese predominio á
que aludís, el problema masculino está, sin embargo, planteado y en un
período agudo.
—¿De manera que, como decíamos en la era del candil, las mujeres
se han puesto aquí los pantalones?
— Tanto como pantalones, todavía no, aunque sí chaquetas y som-
breros totalmente hombrunos; pero no es eso lo peor, sino que, como
os iba á decir, hacen una competencia ruinosa al otro sexo en casi todas
las esferas de la vida. «Durante estos últimos años un verdadero enjam4
bre de mujeres se ha metido en todos los distrilos de la actividad
220 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
humana, viniendo á constituir la mejor mitad, no sólo en casa, sino en
el almacén, en la factoría, en el contador y aun en la tribuna y la
prensa... El trabajo de las mujeres es barato y bueno...; pero su introduc-
ción comunica una fase triste y desalentada á la pereza de los jóvenes."
— ¿Podría usted facilitarme algunos datos sobre este movimiento?
— Con mucho gusto. «La enseñanza, verbigracia, está aquí pasando
aceleradamente á manos de las mujeres.»
—Pero ¡eso será la enseñanza de párvulos, ó, cuando mucho, la ele-
mental!
— ¡Nada de eso! Lo mismo invaden las mujeres las escuelas prima-
rias, que las cátedras de Medicina y Jurisprudencia de las universidades.
«Hay en nuestra nación unos 450.000 maestros, y casi los dos tercios de
ese número son mujeres (¡300.000!). En Rhode Island, Massachussets y
New Jersey, el 90 por 100 de los maestros son femeninos; en New York,
el 85 por 100. En las escuelas seccionales de Philadelphia hay 3.375 maes-
tras y sólo 216 maestros; y en New York City hay 19.013 maestras y
sólo 1.411 maestros. Al paso que vamos, y si no se produce alguna
reacción (¡también por aquí se dan todavía esos monstruos!), los maes-
tros vendrán á ser un monumento histórico» (pág. 167),
— Y ¿no se teme que esa preponderancia de las mujeres en el profe-
sorado superior llegue á afeminar toda la enseñanza y á sus alumnos?
— La invasión feminista no nos da lugar para pensar en ello. «Se
calcula que hay en New York City 40.000 estenógrafos y mecanógrafos
(escribientes á máquina) , y la inmensa mayoría son mujeres, y seme-
jante proporción existe en todo el país. Desde 1880 á 1890 el número de
músicos femeninos y maestras de música ascendió de 5.753 á 34,519; el
de artistas y maestras de artes, desde 412 á 10.810; el de actrices,
de 692 á 3.949; el de tenedoras de libros, escribientes y copistas,
desde 8.01 1 hasta 92.825; el de periodistas hembras, desde 35 á 888; el
de médicas, de 527 á 4.555; el de abogadas, de 5 á 208, y el de sacerdo-
tisas, de 67 á 1.235 (págs. 167-8),
— ¡Dios nos asista! Conque ¿hasta sacerdotisas? ¿Y con licencias para
confesar?
—¡Oh, no! Eso de confesarse sólo lo gastan los católicos, los cuales
siguen aferrados á la máxima paulina de que las mujeres callen en la
iglesia!
— Pues mire usted, dicho entre nosotros; ¡esa máxima no se ha
podido poner aún en todo su vigor en algunas iglesias de España! Pero
entonces, ¿qué remedio creen ustedes que los librará de esa invasión
femenina? Ó en otros términos, ¿cómo anda aquí el problema mascu-
lino?
— Yo no acierto á hallar otra solución sino la que tengo dada en un
libro mío: ¡que los jóvenes se rediman de su apurada situación casán-
dose con sus rivales!
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 221
—No sé si este remedio tendrá grande eficacia. En España hemos
experimentado que los más de los hombres que se casan con maestras
de escuela, y sobre todo con literatas, suelen quedar reducidos á una
doméstica y social nulidad, que hace sospechar si cojeaban ya de ese
pie antes de su matrimonio. En todo caso, si las bellas rivales admiten
al marido, perseverando en el desempeño de sus cargos y oficios, es de
temer que el feminismo llegará á su período álgido, y que los maridos
quedarán en la desairada situación de ¡zánganos de colmena! Pero dí-
game usted: ¿cómo anda entre ustedes el matrimonio? Pues acaso por
este hilo se sacará el ovillo de la compostura del hyperfeminismo,
— O my dear!--á\\o Conwell, exhalando un suspiro.— Un famoso es-
critor ha dicho que América está abocada á una era en que las mujeres
no se casarán, porque los jóvenes no ganan lo bastante para mantener-
las, y, por otra parte, reina entre ellos tal disolución, que las mujeres van
prefiriendo encaminarse á un almacén, aunque no ganen casi nada, que
arriesgar su porvenir en los lazos del himeneo... La joven moderna no se
dispone, como la de antaño, para casarse, sino más bien se educa para
poder vivir con independencia ganando su propio sustento... En nuestra
nación hay más de tres millones de solterones irreductibles y un número
correspondiente de solteras incasables (págs. 211-12).
—Resumiendo, pues, los datos que me ha facilitado usted, ¿qué
cifras podrán dar una impresión de conjunto tocante á esas goteras que
los varios vicios abren en el bolsillo nacional?
— Elliquor bilí monta mil doscientos millones de dollars, y el uso del
tabaco cuesta cerca de otros ochocientos millones. La lujuria, vendible
en formas organizadas, sube más de otro tanto. De suerte, que no nos
equivocaremos en mucho fijando los malos gastos del pueblo americano
en ¡tres billones anuales de dollars (quince mil millones de francos)!
— Siendo, pues, de cien billones el capital social de la nación, pagan
ustedes á Baco y á Venus y á Kapnos (deidad nuevamente introducida
en el pagano Olimpo) el tres por ciento de sus haberes.
—Ya comprende usted que esa cantidad se queda en casa. Digo que
lo que unos lo pierden otros lo ganan,
—¡Naturalmente; pues de lo contrario, si hubieran de pagar esa renta
al extranjero no les quedaría á ustedes para mondadientes!
— ¡Á pesar de todo — añadió Conwell, irguiendo la cabeza y atusán-
dose el recio mostacho, —jorec/so es convenir en que nuestra nación es
the model republic and the greai evangelizer of the World! (pág. 301).
—¡It is self-evident, y se saca como una seda de los datos que acaba
usted de darme! Conque perdone usted, my dear sir, que se me hace
tarde. De aquí á la edad del aceite hay una tiradita, y no se me cuece el
pan hasta llevar á sus atrasados moradores la noticia de tan estupendas
novedades.
Y con esto volví al Cronódromo, y la pradera verde obscuro con los
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 15
222 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
lirios dorados se hundió en los tiempos por venir...; digo, ¡en los estantes
de mi librería!
II
RETROCESO HACIA ADELANTE
¡Este picaro movimiento relativo es malo de entender! ¡No sin causa
se pasó la Humanidad tantísimos siglos creyendo que descansaba tran-
quilamente en un planeta asentado en el centro del universo; hasta que
entre Copérnico y Galileo vinieron á sacudirla de su embebecimiento y
hacerle entender que nadie está quieto aquí, sino que todos andamos
danzando con diferentes direcciones y velocidades! El astro A se mueve
en sentido distinto que el astro B. ¿Cuál de los dos adelanta y cuál
retrocede? ¡Vaya usted á definirlo, sobre todo si se da voz y voto á los
astros interesados! ¡Pues cualquiera concede, en los tiempos que alcan-
zamos, que adelanta hacia atrás!
Sin embargo, es indudable que se ha adelantado hacia atrás en el
mundo en muchas cosas, en las cuales el retroceder sería el único reme-
dio para volver á andar hacia adelante.
En el arte se nos ofrecen mil ejemplos evidentísimos. ¿No sería para
nuestros pintores un adelanto enorme retroceder hasta Murillo y Veláz-
quez? ¿No sería adelanto sumo de nuestro teatro retroceder hasta Lope
y Calderón? Y la novela ¿no alcanzaría un gran progreso si retrocediese
hasta emparejar de nuevo con Cervantes? ¡Pues nada digamos del len-
guaje, si adelantaría retrocediendo á los Luises de León y de Granada!
Estos ejemplos clarísimos deberían bastar para hacer entrar en sí á
los que se precipitan desalentados por los caminos que llaman del pro-
greso, sin darse en el fondo cuenta de si corren hacia adelante ó hacia
atrás.
Claro está que hay ciertos órdenes de la vida en que generalmente
puede afirmarse que se adelanta siempre. Tal es, v. gr,, el distrito de
los procedimientos técnicos, en los cuales, exceptuadas ciertas catás-
trofes históricas que han hecho olvidar los secretos de las antiguas
industrias, como siempre está en nuestra mano valemos de los procedi-
mientos antiguos, no preferimos generalmente los nuevos sino por ofre-
cer mayores ventajas, por lo menos en su propio terreno industrial.
Asi, V. gr., el alumbrado, que hemos tomado, chanceándonos, para
designar las épocas, se ha ido, sin duda, perfeccionando siempre en
comodidad y facilidades. Pero este continuo progreso que se descubre
en el orden técnico ó industrial, está muy lejos de ser constante en otros
órdenes de la vida, más directamente conexos con el perfeccionamiento
propiamente humano.
Ya lo hemos hecho ver en las artes, las cuales, más que de los recur-
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 223
SOS técnicos, dependen del valer y mérito de los artistas. Lo mismo se
observa en las ciencias racionales. Por más que las ciencias experimen-
tales progresan sensiblemente, pues siempre se van acumulando nuevas
experiencias que vienen á aumentar el tesoro de las antiguas; en la parte
racional de ellas y en las otras ciencias que se hallan más remotas de
la mera experimentación, lejos de notarse un indefinido progreso, se
advierten, como en las artes, oscilaciones hacia adelante y hacia atrás.
Por más que la Filosofía saque también partido de los nuevos cono-
cimientos adquiridos en el campo experimental, no es posible descono-
cer que, en nuestros días, no hay filósofos de la talla de Aristóteles y
Platón, ni siquiera de la de Descartes y Kant ó de nuestro Balmes.
Como, aunque hay ahora hombres de pasmosa erudición y conocimiento
de la Antigüedad, no por eso se encuentran en las modernas universida-
des europeas humanistas ni filólogos de la envergadura de algunos que
florecieron en los tres siglos anteriores. De suerte que, así en lo que
mira á la Filosofía y á las Humanidades, como generalmente en lo que
toca á la educación, bien podemos afirmar, aunque le cueste á nuestro
amor propio, que no hemos nacido en una época de prosperidad y pro-
gresivo adelanto, sino más bien en tiempo de decadencia y retroceso
■lamentables.
Todavía más sensiblemente que en las artes y en las ciencias se ve esto
en las costumbres y en la fibra moral, que constituye el absoluto valor
intrínseco del hombre. ¿Quién se atreverá á decir que en nuestra época
abundan, más que en otras pasadas, los grandes caracteres, los hombres
llenos de energía moral, de elevación de miras, de constancia en el cum-
plimiento del deber, de espíritu desinteresado y benéfico, de abnegación
y prontitud para el sacrificio por todas las grandes causas: por sus
creencias, por su patria, por la verdad y la virtud?
Los mismos españoles, que, con ocasión del centenario de la guerra
de nuestra Independencia, tanto hemos blasonado del heroísmo con que
nuestros mayores detuvieron hace un siglo á los ejércitos de Napoleón,
y no con victorias, sino con su inquebrantable constancia en sufrir las
derrotas, supieron rendir á quien nadie había vencido todavía en campal
batalla, ¡cuánto no hemos descaecido de aquella tenacidad férrea con
que nuestros abuelos toleraron todo género de padecimientos por los
sublimes ideales de la Religión y de la Patria! Muchos buenos españo-
les, que aman á España no menos que la conocen, son de opinión que
nuestra fibra actual no resistiría aquellas duras pruebas. Luego, moral-
mente, en lugar de progresar hemos retrocedido.
Y lo que decimos de los españoles comparados con nuestros padres,
podemos decir de otros pueblos que nos aventajan en la cultura técnica
y en las riquezas, si cotejamos con el nuestro su nivel moral. Cotejo es
éste difícil de hacer, no sólo porque nos anubla los ojos el amor propio,
sino porque se ha de fundar en datos que no ofrecen con fidelidad las
224 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
estadísticas. ¡Sin embargo, bien podemos asegurar que, desde el punto
de vista moral, á pesar de nuestra presente debilidad, poco tenemos que
envidiar á los pueblos que se pretende darnos por dechados!
La raíz de la patria, y el vivero de la moralidad, es la familia, y el
primer fundamento de la familia es el matrimonio. Ahora bien, España
es de las pocas naciones donde todavía se conserva incólume la perpe-
tuidad inquebrantable del vínculo conyugal; donde el lazo sagrado al-
canza por sí mismo valor ante la ley civil, y resiste á todas las veleida-
des del divorcio. La unidad católica, que existe en España de una manera
práctica, aunque algo menoscabada su integridad en las leyes, nos libra
asimismo de la plaga que sufren otros países, de los matrimonios mix-
tos; en los cuales, fuera del daño religioso de los cónyuges y la prole,
queda, por la diversidad confesional de los padres, quebrantada la uni-
dad moral del vínculo que enlaza la familia. Finalmente, ¡tampoco es aquí
todavía plaga (aunque exista como vicio) la aversión á la prole, hija de
una corruptora molicie de las costumbres y verdadero gusano roedor de
la familia y de la patria!
No nos forjamos la ilusión de que todo esté bien en la moderna fami-
lia española. Sabemos y deploramos que, aunque no se llamen matrimo-
nios mixtos, por no tener el padre religión ninguna, ó por lo menos, nin-
guna práctica religiosa, hay ya demasiados hogares españoles faltos de
la unidad moral dimanada de la profesión de unas mismas creencias. No
desconocemos que el mal que asuela á Francia, se va extendiendo en los
grandes centros de población, especialmente en las aglomeraciones a-
briles. Pero contra esos focos de infección moral, reacciona poderosa-
mente la población moralmente sana de las aldeas, que representa una
inmensa mayoría en nuesto país, menos industrial que agrícola, y más
derramado en los campos que concentrado en populosas ciudades.
El espíritu industrial de nuestra época hace un gesto de menospre-
cio á vista de nuestras pobres aldeas, compuestas de casas de adobes ó
tapiales, de terroso color y forma achaparrada; y las pospone indubita-
blemente á las construcciones de rojo ladrillo, y techos de metal ó pizarra,
de las fábricas que elevan sus altísimas chimeneas coronadas de largos
penachos de humo. Pero no considera previamente, si en esas fábricas
de moderna arquitectura se aglomera aquella muchedumbre homeless,
que nos decía Conwell; aquella población sin hogar, de proletarios en el
más acerbo sentido de la palabra, faltos de las más esenciales condicio-
nes de la vida moral y humana; la cual germina y florece fecunda y pu-
jante en esas míseras cabanas de barro ó de paja, esparcidas en los cam-
pos de nuestras diversas provincias.
Lejos de nuestra mente, y más lejos todavía de nuestro corazón, en-
tonar un himno á la miseria, y mucho menos á la desidia ó indolencia
que, en no pocas de nuestras provincias, abunda más de lo que sería con-
veniente. Pero puestos en el terreno de las comparaciones, preferimos
PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS 225
mil veces el hogar mísero de nuestros huertanos ó pescadores, donde hay
sin embargo una. familia cargada de hijos, como lo está de racimos la
parra á cuya sombra vive; preferimos la aldea de humildes casas de ta-
pia, sobre cuyos pajizos techos no se levanta otro edificio eminente que
la torre de la iglesia, á esas agregaciones de fábricas y almacenes, de
hoteles de señores y casas de obreros, sin otro vínculo que el del capital
y el trabajo, que más que lazo de unión entre patronos y operarios, viene
á ser férrea necesidad que doblega á los segundos bajo el egoísta inte-
rés de los primeros.
¡Mala es la condición de aquellos de nuestros labradores, de quienes
dice Pereda, que no tienen otro problema ante los ojos, sino el de atrave-
sar el año sin morirse de hambre; pero es mil veces más triste la de esos
proletarios de blusa ó de levita, que se ven lanzados en un alborotado
mar de luchas y despiadadas competencias, sin tierra donde asentar el
pie, condenados á sucumbir ó encaramarse sobre las ruinas de los que
sucumben; mil veces más triste la de esas familias, que decía el otro ma-
gistrado, condenadas á mirar á sus hijos como candidatos de presidio, y
á sus hijas como víctimas destinadas á la más degradante forma de es-
clavitud!
En esos pobrísimos hogares de las más estériles provincias de España
se halla comúnmente, no cualquiera grado de moralidad, sino el honor
más austero y las más nobles flores de toda virtud: de beneficencia con
el pobre, de hospitalidad con el peregrino, de caridad con los enfermos,
de desinterés y nobleza de corazón que raras veces se encuentra en los
más acomodados habitantes de las ciudades.
Podríamos aducir los ejemplos á manos llenas, si fuera necesario ó
lo sufriera la índole del presente trabajo. Pero nadie habrá mediano co-
nocedor de nuestro país, que no los halle copiosos en su propia expe-
riencia.
Para terminar: nuestro país no es una Arcadia ni cosa que lo valga;
pero si no poseemos en tanta abundancia ciertas ventajas de los moder-
nos progresos técnicos (que no despreciamos, sino debemos solícita-
mente promover), tampoco sufrimos tan rigorosamente los efectos del
desequilibrio moral y social que la mala aplicación de ellos en otras par-
tes ha producido. Existe entre nosotros un proletariado y un problema
social, pero no tan numeroso el primero ni tan arduo el segundo como
en otros países más abundantes de hulla. Hay entre nosotros un pro-
blema feminista, pero no tan insoluble, y mucho menos tan mal orientado
para su definitiva solución como en los pueblos anglo-sajones. Tenemos
gran necesidad de reformas en la política, en la enseñanza, en las cos-
tumbres públicas y aun en las privadas; pero estas reformas no las hemos
de llevar al cabo progresando hacia el Morlock y el Eloi, sino retrogra-
dando á\a. Fey ala. Moral cristianas; á las creencias y á las costumbres
castizamente españolas de nuestros padres.
226 PROGRESOS HACIA ADELANTE Y HACIA ATRÁS
Y resumiendo toda esta cuestión del progreso en una breve é infali-
ble fórmula: El hombre, caído en la abyección y en el salvajismo por
efecto de la culpa, progresa en dirección al Redentor, y alcanza el apo-
geo de su adelantamiento moral cuando los individuos y los pueblos se
visten de Cristo y se transforman en su semejanza por medio del Catoli-
cismo. Por el contrario: desde el momento que vuelven á emprender el
proceso de disimilación, retrogradan, degeneran, y se van haciendo
más viles y más desdichados, á cada paso que dan en ese pernicioso
camino.
¡Dichosos los españoles, el día que resueltamente volvamos á esa
senda, adonde nos invitan á una voz la razón, la Religión y la Historia!
R. Ruiz Amado.
GABRIEL Y GALÁN
{[)
III
^ uiEN manejaba como Galán el lenguaje castellano y el peculiar de
Salamanca, quien con tanta dulzura sabía interpretar el amor casto y
sencillo, quien tan hondo sentía y tan líricamente pintaba la belleza de
sus campos, no podía resistir por mucho tiempo á la tentación de ensa-
yarse en el poema bucólico.
Por desgracia, sólo nos dejó el comienzo de uno titulado Ana María
(cuyo plan se ha encontrado á medio esbozar en un cuaderno del autor),
y, no sin pena, se ve tan al principio, interrumpido poema que tanto bueno
prometía. Porque puesto á tratar de la historia de unos amores campe-
sinos, que se van desarrollando en cuatro fases de la vida, simbolizadas
por las cuatro estaciones del año, con las que respectivamente coinciden;
¿quién duda sino que hubiera dado maravillosa y naturalísima unidad á
todos sus asuntos predilectos, y que habría enriquecido nuestra literatura
con una joya de más valor que el resto de sus obras?
Al leer la pintura que hace de la que destinaba para su heroína, paré-
cenos recordar alguna cosa leída en otra parte; y es que Galán tenía el
concepto verdadero de lo que ha de ser la mujer (concepto que al cabo
está tomado de la Escritura), y cuando se pone á describir su ideal, es
forzoso que de alguna manera coincida consigo mismo. No quiere esto
decir que se copie, puesto que le sobraban recursos para decir lo mismo
de un modo nuevo.
Mención aparte merece entre los idilios Una nube, brevísima historia
de inocentes amores, acibarados por la pérdida de una cosecha. La com-
posición es de las perfectamente correctas, y la tempestad que en ella
se describe de vigorosos rasgos virgilianos:
Agosto ya vino;
Su sol ya platea
Los inmensos tablares de espigas
Que doblándose henchidas revientan.
¡Qué hermosa la hoja!
¡Contento da verla!
¡Qué ondear tan suave á los ojos!
¡Qué música aquella.
La del choque de tantas espigas
Que la brisa á compás balancea!
¡La brisa!... ¡La brisa!
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXV, pág. 483.
228 GABRIEL Y GALÁN
Una tarde radiante y serena
Sopló más caliente.
Sopló con más fuerza.
Humilló las espigas al suelo.
Revolvió la tranquila alameda.
Levantó remolinos de polvo.
Trajo nubes negras,
Que azotaron al suelo con gotas
Calientes y gruesas...
Se pusieron los valles obscuros,
Se pusieron violáceas las sierras
Y fatídica, ronca, iracunda.
Vengadora, cercana, tremenda.
Zumbó la amenaza.
Vibró la centella,
Que rasgó con su látigo el vientre
De la nube cargada de piedra...
¡Y la nube en los campos inermes
Derrumbó aquella carga siniestra!...
Una composición original en sumo grado, y que contrasta de un modo
notable con las suaves y delicadas escenas de amor campestre de que
venimos hablando, abre el libro de Campesinas.
Pocas veces se habrá entonado, dentro de lo lícito, un himno al amor
ni más nervudo ni de más indómita y salvaje espontaneidad. Aquí todo
es agreste y fiero: desde el escenario, descrito en unos endecasílabos de
corte sáfico, que en este lugar, no sé por qué misteriosa armonía, que se
escapa al análisis, dicen muy bien con el asunto, hasta el idilio final,
sobria y primorosamente acabado en solos diez versos; desde la apari-
ción de la esfinge, que espera á la aurora en el peñón mirando á Oriente,
y despide por la tarde al sol vuelta á Poniente, hasta aquella ascensión
asombrosa, monte arriba, en una mañana de Mayo, ataviada con todas
las exuberancias de una fauna y una flora rebosantes de vigor; desde la
pareja humana, que va rompiendo jaras y boscaje, mientras salta pro-
digiosamente de peña en peña, hasta la última de las parejas vivientes
que corren por allí temblando de alegría, no hay una imagen, ni una
cláusula, ni un verso que no estén pidiendo á gritos el férreo lápiz de
Gustavo Doré.
Para que no falte una muestra de tan singular composición, véase el
idilio final á que nos hemos referido.
Y vi una tarde el amoroso idilio
Sobre la cima de la azul montaña;
Un sol que se ponia,
Una limpia caseta que humeaba.
Una cuna de heléchos á la puerta
Y una mujer que ante la cuna canta...
Y el hombre en un peñasco
Tañendo dulce gaita.
Que va atrayendo hacia el dorado aprisco
Los chivos y las cabras...
GABRIEL Y GALÁN 229
Con ocasión de la venida de S. M. el rey D. Alfonso XIII á Salamanca,
hizo dos composiciones en las que dejó definitivamente estampada la
nobleza de su alma grande. Las dos son una simpática muestra de noble
é independiente sinceridad y de respetuoso amor al Rey. Conmueve pro-
fundamente ver llegar hasta los pies del trono, humilde, pero confiado y
resuelto, al dulce cantor de los campos, no á regalar los oídos del Monarca
con necias adulaciones, sino á recordarle el desamparo en que gimen los
pobres y los pequeños. Confieso que la primera, en que habla de los mi-
serables habitadores de las Hurdes, podía haber sido más poética; pero
bien compensa esta falta la nota de cristiano desinterés é hidalga mise-
ricordia que vibra en todos sus versos.
En la otra, dedicada á pedir protección para los labradores, estuvo
afortunado por completo. Todo en ella es admirable y simpático, y sin
duda conmovería más de una vez y haría sonreír de benevolencia al
joven Soberano que la oyó declamar en el teatro de Salamanca. Galán
se penetró aquí de la verdad de lo que él mismo había dicho en otra
ocasión:
Si á la selva tenebrosa
Fuese la alondra armoniosa.
No supiera entre el ramaje
Dar la nota misteriosa
Del silencio del boscaje.
Y persuadido de que su escenario propio era el campo, y los mejo-
res adornos de su lira las rubias espigas y las ardientes amapolas, pre-
sentóse delante del Rey en traje de labrador, asido á la mancera de su
arado, y bajo el nombre del tío Roque, que araba
Con su yunta de dóciles vacas,
Con la Triguerona,
Con la Temeraria,
empieza á echar raudales de una poesía, tan llena de graciosa malicia,
y á decir tanto, con tanta finura, que pocas veces se habrá usado en
público parecido lenguaje de sinceridad delante de un Rey:
Yo no sé, pero yo me magino
De que el Rey no vendrá á ver la Plaza,
Que en el mesmo Madrid habrá muchas.
No agraviando á la nuestra, tan guapas.
Me magino de que él no se fia
Y que viene á oservar lo que pasa,
Porque hacienda en poder de criaos
Se la lleva en un verbo la trampa.
Me magino que viene á enterarse
De si tiras p'alante ú atrasas.
De si siembras, ú comes, ú ayunas,
Ú pierdes ú ganas.
230 GABRIEL Y GALÁN
De modo y manera
Que, en queriendo fijarse una miaja,
Se lia de dir al Palacio enterao
De má e cuatro lástimas,
Que, si á mano viene.
Podrá remediártelas,
Ú siquiera poner los posibles,
Que en pusiéndolos bien, no te fallan...
Yo no sé, pero yo me magino
De que el Rey no vendrá á ver la Plaza;
Y, si sólo la Plaza le enseñan
Los de Salamanca...
¡Para, Triguerona!...
¡Tente, Temeraria!...
El angustioso retrato de \sijurdana, bajando por la cuesta del serru-
cho pizarroso, con el hijo medio imbécil á la espalda, es de profundos
trazos realistas, y de los que se graban á fuego en la fantasía del lector.
Aquí se admira una vez más el tino con que está elegido el metro y el
certero instinto con que se buscan las galas del lenguaje en las entrañas
mismas del asunto, virtud que tanto contribuye á mantener la imagina-
ción atada al escenario principal, con lo plástico y oportuno delasfiguras:
Como bajan de las sierras tenebrosas
Las famélicas hambrientas alimañas,
Por la cuesta del serrucho va bajando
La paupérrima jurdana...
Lleva el frío de las fiebres en los huesos.
Lleva el frío de las penas en el alma,
Lleva el pecho hacia la tierra.
Lleva el hijo á las espaldas...
Viene sola, como flaca loba joven,
Por el látigo del hambre flagelada.
Con la fiebre de sus hambres en los ojos,
Con la angustia de sus hambres en la entraña.
Es la imagen del serrucho solitario.
De misérrimos lentiscos y pizarras;
Es el símbolo del barro empedernido
De los álveos de las fuentes agotadas».
La descripción del día en que bajaba la Jurdana también merece co-
piarse, por lo sobria, y por ser de las que hacen sentir el frío y la humedad
hasta en el cuerpo, que se destempla y estremece con la sola lectura:
Era un día crudo y turbio de Febrero,
Que las sierras azotaba
Con el látigo iracundo
De los vientos y las aguas...
Unos vientos que pasaban restallando
Las silbantes finas alas...,
Unos turbios desatados aguaceros.
Cuyas gotas aceradas
Descendían de los cielos como flechas
Y corrían por la tierra como lágrimas.
GABRIEL Y GALÁN 231
Nocturno montañés es poesía difícil de sentir, si para su lectura no
se busca una ocasión en que el alma esté especialmente dispuesta. Yo,
para mí, la tengo por un afortunadísimo alarde, en que se ha llevado lo
fino y hondo de la visión estética á un término más allá del cual ni las
imágenes tienen bulto ni los mismos sentimientos son fácilmente comu-
nicables:
Es una composición solemnemente misteriosa, á cuyo misterio tal vez
contribuya no poco la oportunidad con que, entre los lentos é inarmó-
nicos versos de doce sílabas, aparecen de cuando en cuando esos ligeros
heptasílabos, que hacen la grata impresión de los limpios acentos del
clarín interrumpiendo á una banda de tambores.
Sortilegio, en que nos sobrecoge algo desagradablemente la diabólica
aparición de una maga (más sencilla en sus procedimientos que las de
Lucano y Juan de Mena), es, aunque muy poética á su modo, de una poe-
sía epiléptica y desaforada, que aparece, entre las tranquilas y serenas
producciones de la manera ordinaria de Galán, como un fantasma del
delirio en la imaginación de un santo.
La balada de los tres recuerda á Hermana Marica y otros romanci-
llos de Góngora, y, con ser no menos airoso que ellos, sácales de ventaja
su mayor nobleza y la ausencia absoluta de toda picardía.
Grande encubridora de ripios y cómplice de gárrulas y palabreras
amplificaciones suele ser la silva, y no podía menos de tropezar en estos
escollos al emplearla un poeta tan fácil y propenso á la difusión como
el nuestro; á quien, por otra parte, después de los versos asonantados,
ninguna forma de metro halaga tanto, sin duda por lo holgado de sus
arreos, como si temiera que su musa, nacida para cantar como la alondra
en la inmensidad de los campos y los cielos, se ahogara entre las rejas
de oro de las estrofas simétricas. En silva están escritas, además de Re-
greso, La romería del amor. Amor, Amor de madre, El poema del ga-
ñán, El arrullo del Atlántico y algunas de la colección de Religiosas,
de que luego hablaremos. En todas hay mucha poesía, todas se leen sin
cansancio, pero ninguna es perfecta, porque ninguna está libre de una
excesiva inundación de palabras.
Aunque escritas en silva, no deben entrar en el número de las com-
posiciones redundantes y verbosas Á la montaña ni TradicionaL La
primera es notable por lo sostenido de su elevado tono y la exuberancia
de luz. Y la segunda por la sencillez de su argumento la dulce melancolía
de su estilo, la atmósfera de pureza que la baña y la inefable intensidad
lírica de sus seis últimos versos:
Alegra mi desierto
Con ruido de vivir cuyo concierto
Pueda sonarte á coro de angelillos...
Ya ves que, entre las hiedras encubiertos,
Hay un nido minúsculo en mi iiuerto
Con siete pajarillos.
232 GABRIEL Y GALÁN
Para terminar el análisis que simultáneamente venimos haciendo de
Castellanas, Nuevas Castellanas y Campesinas, digamos algo de La
presea, áurea llave que cierra esta última colección. Porque la encontra-
mos entre sus obras, sabemos que esta poesía es de Galán: por lo demás,
nada hay en ella, ni su argumento, ni su aire marcial, ni su ejecución
aristocrática, que delate al padre que la engendró. Antes se la hubiéra-
mos atribuido, y en ello no les haríamos ofensa, al Duque de Rivas ó á
Zorrilla. ¿Quién había de conocer al autor de El ama y de Las semente-
ras en estos versos de señoriles modos?
Allá, por aquel camino
Que viene del Endrinal
Y va las fuertes murallas
De Monieón á rasar.
Cabalgan á media rienda
Con apostura marcial
Hasta cuarenta lanceros
Formando apretado haz.
Cuyo avanzar vigoroso
La tierra hace trepidar.
Al frente del haz guerrero
Cabalga firme y audaz
El Señor de Salvatierra
Sobre alterado alazán
De rica sangre española,
Tan fiera como leal,
Negras pupilas de toro
Que radian ferocidad,
Eréctil musculatura
Que treme al manotear,
Relincho de agudo timbre,
Clarin de guerra en la paz,
Crines blondas que lo ciegan.
Curvas que gracia le dan,
Casco duro, piel nerviosa
Y amplia traza escultural;
Con un alentar de fuego
Con hálito de volcán,
Con un marchar armonioso
Que encanto á los ojos da.
Con un galopar hermano
Del más veloz huracán...
Quien sabía hacer un romance como éste, bien hubiera podido atre-
verse á entrar con pie seguro por los campos de la poesía narrativa y
legendaria.
Luis Herrera y Oria.
(Continuará)
BOLETÍN CANÓNICO
NUEVA ORdAKIZAClOlt DE LA CURIA ROMAIiA DECRETADA POR PIÓ I«>
Sagrada Congregación del Concilio.
(Continuación.)
C) Causas que le corresponden.
448. Es también esta Congregación tribunal competente para todas
las causas relativas á los negocios que le están confiados y que juzgare
deber ser tratadas disciplinar mente; las demás han de ser llevadas al
tribunal de la Rota. (Véase el n. 165, sig.)
449. Entre las causas qne le están confiadas merecen especial men-
ción:
a) las cuestiones de precedencia, excepto las que se refieren á los
religiosos, á la Capilla Papal, á la Corte Pontificia ó á los Cardenales.
Las tres últimas pertenecen á la Congregación Consistorial; la primera
á a de Religiosos;
b) las relativas á las servidumbres que alguno pretenda tener ó
desee imponer sobre alguna iglesia ú oratorio, como es el tener habita-
ción en el piso superior, edificar pared sobre ellos y otras cosas seme-
jantes.
D) Cambios^ de competencia.
450. Pierde la competencia privativa ó exclusiva que tenía para la
interpretación del Concilio Tridentino (1). Pierde la jurisdicción conten-
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXVI, pág. 97.
(1) Al principio, en lo referente al Tridentino, sólo debía cuidar de la observancia y
ejecución del mismo, y las dudas todas debían presentarlas al Papa para que éste re-
solviera, como consta del mencionado Motu proprio de su fundación, donde en el § 1 se
manda á los Cardenales que la componen que dichos decretos «firmíter observari
faciant, et cum effectu, nisi, tam in executione dictorum decretorum concilii, quam
dictarum literarum nostrarum, aliqua dubietas aut difflcultas emerserit (quo casu ad nos
referant), invocato etiam ad hoc, si opus fuerít, auxilio brachii saecularis». (Bull. Rom.
Taur., vol. 7, p. 300.) Parece, sin embargo, que resolvió ya en este tiempo alguna duda,
como indica el Cardenal de Luca, lib. 14, part. 5, adnot. ad S. C. Trid., disc. 8, n. 4.
San Pió V le dio facultad para resolver todos los casos que tuviera por claros, remi-
tiendo al Papa los dudosos; pero poco después le dio más amplias facultades, autori-
234 BOLETÍN CANÓNICO
ciosa que en las causas matrimoniales tenía cumulativamente con la
Rota, y le absorbía la mayor parte de su atención, y la que en las de nu-
lidad de profesión religiosa le correspondía cumulativamente con la de
Obispos y Regulares.
451. Pierde también la competencia que cumulativamente tenía antes
con la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares para la concesión
de oratorio privado á sacerdotes pobres. También ha perdido la facul-
tad de conceder privilegio para celebrar las tres Misas en la noche de
Navidad y dar la comunión en ellas, lo cual le correspondía cumulativa-
mente en la Sagrada Congregación de Ritos y con la secretaría de Bre-
ves. Hoy todo esto pertenece á la Congregación de Sacramentos. Véase
el n. 386.
452. Adquiere del Santo Oficio lo relativo á los preceptos de la Igle-
sia. De la extinguida Congregación para la revisión de los Concilios
provinciales, recupera la revisión de éstos, que ya le había pertenecido
desde Sixto V. Pasa también á ella lo de la inmunidad eclesiática, que
era propio de otra Congregación particular que le estaba subordinada.
Véanse los nn. 191 y 125.
453. Tenía también antes subordinadas á ella las extinguidas Con-
gregaciones particulares sobre la relación de las visitas ad limina y la
de la residencia de los Obispos, cuya competencia ha pasado ahora á la
Sagrada Congregación Consistorial. Veáse el n. 190.
§ III
MODO DE PROCEDER
A) El Secretario y Subsecretario.
454. El Secretario ó el Subsecretario ve si el asunto es de los ya re-
sueltos repetidas veces y de poca importancia, ó de la administración
zándola para decidir las causas y resolver las controversias relativas á la interpreta-
ción del Concilio Tridentino. Zamboni, 1. c; Fagnani, lib. 1, c. Quoniam de Const.
(vol. 1, p. 119, Colon. Allobr., 1759); Laderch, Annales, año 1566 (tomo 22, p. 298).
Estas facultades aparecen más claras y mejor definidas en la Const. Immensa de
Sixto V, en la que el Papa se reserva la resolución de las dudas que se refieren al dogma
y encarga que la Sagrada Congregación resuelva las disciplinares, con la obligación de
consultar al Papa:
Ǥ 1. Eorum quidem decretorum, quae ad fidei dogmata pertinent, interpretationem
nobis ipsis reservamus, cardinalibus vero praefectis interpretationi et executioni con-
cilii Tridentini, si quando in his, quae de morum reformatione, disciplina ac modera-
tione et ecclesiasticis judiciis aliisque hujusmodi statuta sunt, dubietas aut difficultas
emerserint, interpretandi facultatem, nobis tamen consultis, impartimur.» Bull Rvm.
Toar., vol. 8, p. 991.)
De ahí que el título sea en esta última Constitución «Congregatio octava pro
executione et interpretatione Concilii Tridentini», en tanto que en el Mota proprio de
Pío IV se la llama: <^Super executione et observantia sacri Concilii Tridentini.»
BOLETÍN CANÓNICO 235
ordinaria y tal que no ofrezca dificultad alguna. En estos casos el Secre-
tario mismo, solo ó con el Subsecretario, lo despacha, sin necesidad de
proponerlo ni á la Congregación, ni siquiera al Congreso; si ofrece alguna
dificultad, se lleva al Congreso, y si se necesitan especiales facultades,
se lleva al Papa y se despacha en este caso Ex audíentia Sanctissimi.
Siempre se despachan en nombre de la Sagrada Congregación, con la
firma del Prefecto y Secretario ó Subsecretario.
Los asuntos que por su importancia se llevan á la Congregación
plena, los de menor dificultad se proponen en hoja impresa, redactada de
oficio per summaria precum, esto es, con una breve exposición del
hecho y derecho que debe tenerse presente para la resolución. Las más
graves y difíciles van propuestas in folio, donde la exposición del hecho
y del derecho es mucho más amplia.
455. Este modo de proceder en el que el Secretario propone las
causas, aun las más graves, á la Sagrada Congregación después de ha-
berlas previamente entregado á los Cardenales con el informe hecho de
oficio, es propio de la Sagrada Congregación del Concilio. En las otras,
cuando se trata de los asuntos más graves el Cardenal Ponente estudia
y propone el asunto como en los tribunales colegiados. Cfr. Colomiattí,
1. c, p. 70.
456. Es propio del Subsecretario ver todos los asuntos de la Sagrada
Congregación y dar consejo en el modo que éstos han de ser tratados.
Así ayuda al Secretario en todas las cosas y en especial en las que se
despachan en el Congreso. Colomiattí, 1. c, voL 2, p. 59.
B) Congregación plena y Congreso.
457. Corresponde á la Congregación plena:
1.° El examen de las dudas sobre la interpretación del derecho en
las cosas propias de ella, las cuales no tengan fácil y clara solución en
las leyes existentes ó en decisiones anteriores, el de las gracias, dispen-
sas, indultos, que no suelan generalmente concederse de aquel modo ó
con aquella amplitud, y otras cosas semejantes. Véase el n. 285, sig.
2" La revisión de los Concilios provinciales, y cuanto de mayor im-
portancia ocurriere ó se decretare en las Conferencias Episcopales.
458. El Congreso cuida de preparar los asuntos que han de ser lleva-
dos á la Congregación plena, despacha los asuntos ordinarios, concede
las gracias de costumbre con las formas usuales y según las facultades
recibidas del Papa.
459. En la revisión de los ConciUos provinciales, pídese primero el
voto de uno de los consultores; después el de todo el colegio de consul-
tores ó de una parte de él, por lo menos de cinco consultores elegidos
por turno. Después el ayudante de la región á la que pertenece el Con-
cilio cuidará de la impresión de las actas y de los votos.
236 BOLETÍN CANÓNICO
C) Reuniones y audiencia.
460. La Congregación plena se reúne en el Vaticano. Antiguamente se
reunía en el palacio del Cardenal más antiguo. Colomiatti, 1. c, vol. 2°
p. 59. Sus reuniones tienen lugar los sábados, lo mismo que antes.
Cfr. Zamboni, 1. c, p. XVI.
El Congreso se reúne todos los sábados por la mañana en casa del
Cardenal Prefecto, c. 59.
461. El Secretario es recibido en audiencia por el Papa todos los lu-
nes al anochecer. Le da cuenta de todos los asuntos más importantes tra-
tados en la Congregación, y le da también un ejemplar de todas la cau-
sas resueltas en la misma. En su ausencia le suple el Subsecretario. (Ex
actis S. C. C. apud Colomiatti, 1. c, vol. 2, p. 56.)
D) Thesaurus, Libri Decretomm, etc.
462. El Secretario ha tenido hasta ahora á su cargo el publicar cada
año un tomo del Thesaurus Resoli S. C. Concilii, en el cual se incluyen
todas las resoluciones í/2 ^o/zo emanadas aquel año, juntamente con el
folio presentado en cada causa por el mismo Secretario á la Sagrada
Congregación. Dicha obra monumental, que hasta el año 1907 constaba
de 165 tomos, comenzó á publicarse en 1718 por iniciativa del entonces
Secretario Mgr. Lambertini, que fué más tarde Benedicto XIV.
463. Las resoluciones todas anteriores á 1718 se conservan manus-
critas en el archivo de la Sagrada Congregación, con el título Libri
Decretorum, con el cual suelen citarlas los autores. Carecen de índice los
tomos más antiguos, ó sea desde el año 1564, en que empiezan. Hasta, el
año 1649 se leen sin fecha, muchas veces sin indicar la diócesis, y con
frecuencia se omiten los dubios y el caso species facti y sólo se lee la
parte dispositiva. Desde el tomo XX se ponen la petición y la solución,
y desde 1679 se pone el folio impreso, hecho de oficio por el Secretario,
y la respuesta manuscrita. Hasta 1679 e\ folio se daba manuscrito á los
Cardenales algunos días antes de la Congregación plena. Colomiatti,
p. 60, 70; Lega, 1. c, vol. 2.°, p. 165, sig.
464. Las otras causas per summaria precum comenzaron á imprimirse
en 1847, pero no están á la venta (1). Desde entonces se distribuyen im-
presas á los Cardenales algunos días antes de la Congregación plena.
Antes el Secretario daba solamente de palabra una breve información
sobre estas causas á los Cardenales ya reunidos para que las decidieran.
Colomiatti, p. 60.
465. Tanto el Thesaurus como los Libri Decretorum son auténticos.
(1) Una colección privada de varias causas escogidas de entre éstas, desde al año
1823 al de 1869, publicaron en 1871 Ungen y Reuss.
BOLETÍN CANÓNICO 2^7
Reiffenstuel, Comment., lib. 2. Decret. tít. 22, n. 102, sig.; Ex actis S.
Congr. apud Colomiatíi, vol. 2, p. 57; Lega, De judiciis, vol. 2, p. 187, sig.
Es de notar que en tiempo de Napoleón I fueron llevados á París los
Libri Decretorum con otros manuscritos y restituidos más tarde, y con
esta ocasión fueron mojados por las aguas del mar, con lo que sufrieron
no poco varios de ellos. (Ex actis S. C. apud Colomiatti, 1. c, p. 58.)
466. También existen en el archivo de la Sagrada Congregación dét
Concilio los Libri memorialium, sea supplicum libellorum, que algunas
veces cita Benedicto XIV, v. gr,. De synodo, lib. 13, cap. 24, n. 6. Cfr.
Colomiatti, vol. 2, p. 77; Lega, 1. c, p. 187.
§IV
CONGREGACIÓN UNIDA Á LA DEL CONCILIO
467. A la Sagrada Congregación del Concilio está unida como Con-
gregación especial la llamada Lauretana (véase el n. 121), que tiene á su
cargo la administración de los bienes temporales pertenecientes á la
Santa Casa de Loreto. La jurisdicción eclesiástica sobre dicha casa y
demás iglesias que de ella dependen la ejercen los respectivos Ordina-
rios, como delegados de Su Santidad, y bajo la dependencia de esta Sa-
grada Congregación. Véase la Const. Sacrosancta de Inocencio X, 10 de
Agosto de 1698. (BulL R. Taur., vol. 20, p. 834.)
ARTÍCULO V
Sagrada Congregación de Religiosos.
(Véanse los números 11, 14, 120, 127, 134 y 187.)
468. Le corresponde el quinto lugar en el orden de dignidad, según la
nueva disciplina.
Sucede á la antigua Congregación de Regulares, fundada, como se ha
dicho (n. 11), por Breve de Sixto V en 17 de Mayo de 1586; la cual,
unida más tarde con la de Obispos, constituyó la de Obispos y Regulares.
469. La Congregación de Obispos ya existía en 1573, como dijimos
en el n. 9. También parece que, á lo menos de un modo transitorio,
existió la de Regulares con anterioridad al Breve de Sixto V, puesto que
desde 1582 á 1585 se leen varios fascículos con la siguiente inscripción:
<^ cingue Cardinali de'Vescovi e cingue de'Regolariy.
470. Á principios de 1586 aparecen ambas de algún modo unidas,
como se deduce de lo que vamos á copiar:
"Feria 3 die 7 Januarii 1586 in Sacra Congregatione Illmorum. et Rmorum.
DD. S. R. E. Cardinalium super negotiis et consultationibus Episcoporum et Regula-
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 16
238 BOLETÍN CANÓNICO
rium deputatorum hoc anno primo, Deo benejuvante, habita coram limo, et Rmo. D.
Cardinali Senonen Decano Congregationis, cui, etiam me Secretario praesente, Illmi.
et Rmi. DD. Cardinales infrascripti, nempe S. Sixti, S. Marcelli, Veronen, Montisrega-
len et Lancillotto interfuerant, inter alia decreta infrascriptae litterae fuerunt expedid
tae.» Ch.Bizzarri, Collectanea, p. VIII; Colomiatti, Codexjur. pontif., vol. 2, p. 129.
471. En la Const. Immensa (1588), del mismo Sixto V, ocupa la Con-
gregación de Regulares el undécimo lugar (véase el n. 14), y á la de Obis-
pos le cupo en la mencionada Constitución el lugar siguiente, ó sea el
12.° Eran, por lo tanto, dos Congregaciones distintas é independientes.
472. Sin embargo, ambas Congregaciones tenían un solo y mismo
Prefecto desde 1593, como hemos dicho en el n. 127. Desde esta fecha,
en varios documentos pontificios se leen estas ó semejantes palabras:
«Nos habita super praemissis cum venerabilibus fratribus Nostris S. R. E.
Cardinalibüs super consultationibus Episcoporum et Regularium depu-
tatis, quibus praeinserta statuta examinanda demandavimus, matura con-
sultatione.» Cfr. Clem. VIII, Const. iis quae pro felici, 8 Nov. 1594; Pro
injundi, 12 Oct. 1596; Exponi Nobis, 24 Marzo 1599.
473. El decreto más antiguo que conservamos de ambas Congrega-
ciones unidas, con un solo Prefecto y un solo Secretario, es del 9 de
Enero de 1601, que puede leerse en Bizarri, Collectanea, p. 15-17.
474. La unión ha durado hasta la Const. Sapienti consilío, que veni-
mos comentando.
Se alababa esta unión porque los Obispos en no pocas cosas proce-
den como Delegados Apostólicos en asuntos referentes á los regulares
(Colomiatti, 1. c.) y era conveniente que á una misma Congregación
pertenecieran todos los asuntos referentes á los Regulares; pero esa ven-
taja en la nueva disciplina se tiene también, no obstante la separación,
porque tales asuntos pertenecen á la misma Sagrada Congregación de
Religiosos.
475. La actual Congregación de Religiosos viene á tener substancial-
mente, como veremos, las mismas facultades que tenía la de Regulares,
según las Constituciones Romanas Pontifex é Immensa.
476. La razón de llamarse ahora de Religiosos, y no como antes de
Regulares, es manifiesta. En tiempos de Sixto V todos ó la inmensa ma-
yoría de los institutos religiosos eran de regulares, esto es, de votos
solemnes. Véase Razón y Fe, vol. 5, p, 254, n. 13; Ferreres, Las Reli-
giosas, Com. IV, n. 13. Actualmente son muchos ya los institutos de votos
simples á los cuales les conviene la denominación de Religiosos y no la
de Regulares.
Se ha adoptado, pues, una denominación general común á todos los
institutos, tanto de votos solemnes como de votos simples, y aun á ciertas
pías asociaciones que carecen de votos, aunque vivan en comunidad á
manera de religiosos. Se toma, pues, aquí la palabra religioso en aquel
sentido amplísimo que la vemos usada en el Motu proprio Dei Providen-
iis(\Q]ül 1905), que copiamos más abajo en la nota al n. 512.
BOLETÍN CANÓNICO 239
I
SU CONSTITUCIÓN
477. La constitución de la Sagrada Congregación de Religiosos es
análoga á la de todas las otras, y así no es fijo el número de Cardenales
que á ella pertenecen, sino que depende de la voluntad del Romano
Pontífice.
478. Los oficiales mayores son, después del Cardenal Prefecto, el
Secretario y el Subsecretario. Los tres constituyen el Congreso.
479. Tiene sus consultores y los oficiales menores convenientes.
480. Uno de los ayudantes tiene á su cargo lo referente á las Órdenes
regulares; eí otro lo relativo á las Congregaciones de votos simples y
demás institutos de varones; el tercero lo referente á las Congregaciones
de votos simples y demás institutos de mujeres,
481. Extiende su jurisdicción por todo el mundo, dondequiera que
se hallen los religiosos, y á todo lo que se refiere á su estado, disciplina,
estudios, órdenes sagradas; quedando á salvo la jurisdicción que sobre
ellos en cuanto misioneros tenga la Sagrada Congregación de Propa-
ganda Fide, Norm. pee, c. 1, 1.°, ej . Véase más abajo el n. 517, sig.
482. En un principio constaba cada una de las dos Congregacio-
nes (la de Obispos y la de Regulares) de cinco Cardenales, como puede
verse en la Const. Immensa. Unidas las dos en una, fueron diez los Car-
denales de que ésta constaba. Llegaron á ser veinticuatro en tiempo de
Inocencio X (1644-1655) y á veces aún tuvo más. En la Gerarchia Catto-
lica de 1907 tenía treinta y dos Cardenales la Congregación de Obispos
y Regulares. En la de 1909 sólo figuran siete Cardenales pertenecientes
á la Congregación de Religiosos.
483. Hasta ahora el Secretario de la Sagrada Congregación de Obis-
pos y Regulares solía de este cargo ascender al Cardenalato.
Era consultor nato del Santo Oficio.
484. Hasta 1834 la Congregación de Obispos y Regulares no tuvo
consultores (1).
<1) «Cum negotia majoris momenti et consultationes, quae ad S. Congregationem
Episcoporum et Regularium deferuntur, fortasse ratione temporum admodum frequen-
tia sint, Emi. Paires in Generali Congregatione, habita in Palatio Apostólico Quirinali
nonis septembris MDCCCXXXIV, rati sunt rem utilem fore, si, exemplo aliquarum
Congregationum majorum, nonnulli Consultores deligerentur, quorum esset super
dubiis seu quaestionibus, de quibus rogarentur, sententiam suam exponere, firmis
tamen manentibus antiquis institutionibus, ita ut de negotiis alicujus ponderis atque
consultationibus ómnibus in Pleno Auditorio semper deliberetur et statuatur, desígnate
aliquo ex Emis. Patribus qui videat et referat. Itaque Emi. Paires decreverunt: suppli-
candum Sanctissimo pro admissione Consultorum j'uxta modum enuntiatum.
Et facta eadem die ad SSmum. D. N. Gregorium PP. XVI per D. Secretarium de
praemissis relatione, Sanctitas Sua decretum Emorum Patrum. probavit atque sancivit.
L. •;- 3. C. Card. Odescalchi, Praefectus.
J. Archiep. EpaEs;N., Secretarías.
^40 Boletín canónico
485. Esta Congregación tenía antes Auditor, Asesor, Juez relator y
Sumista, todos los cuales han desaparecido con la jurisdicción conten-
íiosa, que ha pasado á la Rota. Véase la Gerarchia Cattolica, y com-
párense con la de 1909 las de los años anteriores.
486. Gregorio XVI instituyó el cargo de Sumista, y lo confirió á
Bízzarri, más tarde Secretario, autor de la CoUectanea in usum S. C.
Ep. et Reg., creado después Cardenal.
487. El cargo de Asesor fué creado por Pío IX el 18 de Octubre
de 1849, siendo también Bizzarri el primero que ejercitó este cargo.
(Continuará.)
SECRETARÍA PARTICULAR DE SU SANTIDAD.
La medalla que sustituye y representa los escapularios.
Hace dos ó tres años llegó á nuestra noticia que Su Santidad Pío X
había comenzado á bendecir unas medallas, que sustituían á los escapu-
larios, pero no habíamos podido ver ningún documento oficial que pu-
diéramos comunicar á nuestros lectores. En el último fascículo de Supple-
menta et monumenta periódica, publicado por el doctísimo é infatigable
P. Vermeersch, encontramos un rescripto sobre esta materia, firmado por
el Secretario particular de Su Santidad, en el cual vemos que el Papa^
con fecha 19 de Julio de 1909, declaró:
1.°, que á Su Santidad le es grato que el uso de la tal medalla se ex-
tienda; 2.°, que la medalla representa todos los escapularios, no sólo Ios-
cinco que habitualmente suelen llevarse unidos, sino también todos los
demás, como el del Sagrado Corazón, etc.; 3.°, que para la primera im-
posición no sirve dicha medalla, sino que debe imponerse el escapulario
respectivo, hecho de tela, tal como antiguamente se hallaba prescri-
to; 4.^", que la mayor limpieza ó mayor comodidad es causa suficiente
para llevar la medalla en vez del escapulario ó escapularios, sin nece-
sidad de inquietarse buscando particulares motivos; 5,°, que basta tener
habitualmente consigo tal medalla, sin que sea necesario llevarla al cuello
y debajo de la ropa.
Ex audientia Sanciissimi.— Responso 19 Julii 1909.
DE NUMISMATIBUS QUAE PRO SCAPULARIBUS GESTARI POSSUNT
Beatissime Pater:
AlbertusMjsonne, procurator missionum Belgarum (Scheut), ad pedes S. V. humi-
lime provolutus, exponit quae sequuntur:
UUiínb mehs¿; ceítiorem feci III"'" Vicarium Apostolicum Congi Belgici, Sanctitatem
BOLETÍN CANÓNICO 241»
Yestram, pro sua benignitate erga Christí fideles, consuevisse sacra numlsmata.benedí-
-dere ita ut locum teneant omnium scapularium, nec non munus dedisse uní ex sois
praelatis benedicendi illa pretiosanumismata. : ''
- Haéc benigna concessio praedicto Vicario Apostólico pergrata fuit, si qaidetn Mul^^
tumjuvabit iii suo Vicariatu diffusionem scapulariorum, et digniorem reddet geslatum.
líujus sijni distinctivi Christianorum. (Nam scapularia ex panno confecta, post breve
lempus, pulvere, oleo et sudore sordidi panniculi flunt; et si quidem sUper nuda pectora
ttiiserriml nigrltae illa gerere soleant, eo modo se christianos confitentes, insignis di-
átinctio christianorum Ínter paganos non est nisi linteolum omnlno indecorum,) ; n
Sed prius quam introduceret illam, licet pergratam, innovationem, prudens visura'
est praedicto Vicario Apostólico, omni qua par est humilitate, mentem.Sanctitatis
Vestrae inquirere; scilicet:
I.° An grata erit Sanctitati Vestrae diffusio illorum numismatum, etiam in locí»
missionum?
2° An haec numismata locum tenent omnium scapularium, non tantum illorum
<iuinque scapularium habitualiter inter se conjunctorum, sed etiam ceterorum, sicut
scapulare SS. Cordis Jesu, etc.?
3.° An pro prima impositione, non haec numismata sed, sicut antea, scapularia ex
panno rite confecta adhibendasunt?
4.° An solius munditiae vel commoditatis causa omnes fideles possunt illa numi-
smata loco scapularium assumere quin unusquisque, cum animi anxietate, inquirat de
propriis motivis?
5.° An sufficit illa numismata non ad collum et super pellem, sed quovis modo ai^ud
se habitualiter gerere?
' Ex aedibus Vaticanis, die 19 julii 1909.
Relatis, ut supra precibus, SS»'' D°»' responderé benigne dignatus est:
Ad 1""". affirmative.—ká 2"", ajfirmative.—ká 3""», afftrmative.—Ad 4"", affirma-
íive.—Aá 5"'", ajfirmative.
JOANNES BrESSAN.
(Cfr. Vermeersch, 1. c, vol. i, p. 348, sig.)
ANOTACIONES
1.* Cotno fácilmente se deja entender, y en parte se indica en las
preces que hemos copiado, el uso de tal medalla tiene muchas ventajas,
no sólo porque los escapularios fácilmente con el uso se ensucian, á causa
principalmente del sudor, y toman un aspecto de poca limpieza, y se
pudren y estropean, sino también porque, cuando son muchos, trábanse
no pocas veces entre sí y ocasiona no escasa molestia el llevarlos.
2.^ Para obviar la dificultad que se origina de llevar á la vez muchos
escapularios, ya se habían excogitado diversos medios, como el de coser-
los entre sí, sujetarlos todos con dos solos cordones, meter en una bolsita
todas las partes que caen delante del pecho y en otra las que caen sobre
la espalda, etc.
Los cinco escapularios que habitualraente solían llevarse juntos, como
insinúan las preces, son el de la Santísima Trinidad, el del Carmen, el
de la Inmaculada Concepción, el de los siete Dolores de la Santísima
Virgen María y el de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Cfr. Acta
S.Sedis, vol. XIX, p. 557.
242 BOLETÍN CANÓNICO
3.^ También se pensó en que un solo escapulario representara varios^
haciendo que reuniera los colores de todos ellos, tuviera las imágenes de
todos, etc.; pero esto fué desaprobado, tanto por la Sagrada Congrega-
ción de Indulgencias en 18 de Agosto de 1868 (Decr.auth., n. 423 ad 6),
como por la de Ritos en 14 de Junio de 1879 (Decr. auth., n. 3.495).
Por lo dicho se ve cuan de agradecer es la nueva concesión de Pío X^
que obvia todas las dificultades mucho mejor que cuanto hasta aquí se
había excogitado.
4.^ En adelante al que quiera gozar las indulgencias y privilegios
propios de un escapulario deberá serle impuesto lo mismo que antes por
quien esté facultado para ello, usando las mismas ceremonias que antes
estaban mandadas, y valiéndose de un escapulario de la forma, clase de
tejido (de lana) y color que estaban antes prescritos. Véase Razón y Fe,
vol. 14, p. 361, n. 133, sig.; Gury-Fer reres, vol. 2, n. 1.060, 10."; 1.060 bis, 3."
y 4.°; Beringer, Les Indulgences, vol. 1, p. 533, sig. (París, 1905).
Después de hecha la imposición, ó cuando se quiera, puede el que ¡o
lleva dejar el escapulario y, en vez de él, servirse de la mencionada meda-
lla, bendecida por Su Santidad ó por quien haya recibido autorización
para ello del Papa.
5.^ Una sola y misma medalla representará, no sólo el escapulario 6
escapularios que ya le hayan sido impuestos á uno, sino también todos
los otros que después de llevar ya la tal medalla se le impongan.
6.^ Que la mencionada medalla represente los escapularios cuyos
privilegios han sido concedidos por la autoridad eclesiástica, no ofrece
dificultad alguna, pues el Papa, que los concedió, puede aplicarios á la
medalla de la misma manera.
La dificultad existía sólo con respecto al escapulario del Carmen,
que tiene anejos, no sólo privilegios dados por el Papa, sino también pro-
mesas hechas por la Santísima Virgen María. Véase Benedicto XIV. De
festis, lib. 2, c. 6, n. 73; lo dicho en Razón y Fe, vol. 1.°, p. 268, óFerrereSy
Las cofradías, n. 453, sig., cap. 6, n. 7. Pero tal vez se entiende que la
forma y modo de llevar el tal escapulario lo deja la Virgen al Vicario de
Dios en la tierra.
7.^ Puede la tal medalla llevarse pendiente del cuello sobre la ropa
interior, ó cosida en el hábito, sotana, chaleco, ó puesta en el ojal de la
chaqueta, levita, etc., ó suelta dentro del bolsillo, ó unida al rosario,
pudiendo al acostarse dejarla junto á sí con los vestidos, ó encima de la
mesa, ó colgada en la pared. Cfr. San Alfonso, lib. 6, n. 534; Gury-Ferre-
res, vol. 2, n. 1.060,7.°
S."* Actualmente parece que son pocos los que fuera de Roma se ha-
llan facultados para bendecir tales medallas.
Por ahora no tiene forma determinada dicha medalla, ni debe repre-
sentar determinado santo, sino que cualquiera medalla puede utilizarse.
Lo único esencial es que esté bendecida para este fin por el Papa ú otra
BOLETÍN CANÓNICO 243
persona por él autorizada. Creemos, no obstante, que con el tiempo se la
dará una forma peculiar y distintiva.
SAGRADA PENITENCIARÍA
Sobre Abstinencia y Cruzada.
Contestando la Sagrada Penitenciaría á una consulta del Ilustrísimo
Sr. Obispo de Gerona, ha declarado expresamente Pío X, en audiencia
concedida al Regente del mismo sagrado Tribunal: a) que los que tienen
privilegio para comer carne en los días de ayuno pueden, en una misma
comida, comer, v. gr., sopa con caldo de carne y luego uno ó más platos
de pescado, ó también comer sopa ú otra cosa (sea ó no sea carne)
condimentada con caldo ó con salsa de pescado y luego uno ó más pla-
tos de carne; b) que este privilegio es aplicable á los que tienen la Cru-
zada y sumario de carnes, y c) que también lo es á los pobres que no
tienen dicho sumario de carnes, pero que rezan un Padrenuestro y Ave-
maria á esta intención.
Dice así:
Franciscus a Pol et Baralt, Episcopus Qerundensis, in Hispania, Rom, Sacrae Poe-
nitentiariae dubia sequentia humiliter proponit, nempe: Sacra Poeiiitentiaria interro-
gata: «An dispensatus ad edendas carnes in diebus jejunü possitin eadem comestione
vesci ad consulendum suae valetudini pulmento carnis jure cocto et de coetero pisci-
bus vesci, quantum potest observantia jejunü servata», respondit sub die 28 Februari
annil826 (apud auctores 8 Februarii 1828) affirmative. Sed revera ad responsum affir-
mativum dandum minime fuerunt causae neo valetudo nec ratio affectus observantiae
legum, quia cum alii casus progressu temporis Sacrae Poenitentiariaefuissentdelati, in
quibus illae rationes sive causae non afferebantur, sed dumtaxat expostulabatur: «An
diebus jejunü possit ab ¡ndultariis edi pulmentum carnis jure coctum et pisces», data
fuit eadem responsio, ut accidit die 2 Maji 1839, die 28 Februarii 1855 et 28 Februa-
rii 1856». Ita Canonicus Philippus de Angelis in suo evulgaio opere Praelectiones Juris
Canonici, lib. 3, tit. 46. Recentiores Theologiae Moraiis Auctores, Genicot, vol. 2, n. 444;
Lehmkuhl, vol. 1, num. 1.214-5; D'Annibale, 3, n. 137, not. 26; Bucceroni, Casus Con-
scientiae, pag. 331, edit. 4.^• Gury-Ferreres, vol. 1, n. 514, 6.°, hanc ipsam doctrinam
docent pro ómnibus indiscriminatim indultariis, et ajunt, jusculum sive carnis sive pi-
scium, nec carnem nec piscem esse; ideoque edentes carnes simul cum jusculo piscium
ve! pisces simul cum jusculo carnium dici non possuntqüod epulas licitas illicitis per-
misceant, sicut qui carnes ipsas et pisces simul adhibeant. In odiosis enira verba sunt
stricto sensu accipienda.
Quum hanc opinionem in dies ingravescere videamus, quaestionemque exagitari
utrum etiam pro fidelibus Hispanis eadem teneri atque appiicari possit, attendentes
praesertim quod consuetudo óptima semper fuit iegum jejunü et abstinentiae norma
regulatrix, praefatus Episcopus a Sacra Poenitentiaria humülime sciscitatur:
I. An responsum Sacrae Poenitentiariae sub die 28 Februarü 1826, quo fas est gau-
denti indulto carnium diebus jejunü vesci in eadem comestione pulmento carnis jure
cocto et de coetero vesci piscibus, et juxta opiniones auctorum, vesci carnibus in
eadem comestione simul cum jusculo piscium, etiam valeat pro fidelibus Regni Hispa-
niae ubi haec consuetudo non viget?
Et quatenus affirmative.
^44 BOLETÍN CANÓNIGO
fll. Opiflces et pauperes qui in Hispania ex concessione Apostólica aequíparantur .
indultariís ad edendas carnes ¡n diebus jejunii, dummodo substituant Indultum carnium
recitando orationem dominicalem quotiescu'mque utantur tali gratia, an possint consi-
derari tamquam indultarii ad effectus quaesitl praecedentís?
Et Deus, etc. ■
In audientia SSmi.- diei 20 Augusti currentis anni, relatis suprasciptis dublis ab
infrascripto Sacrae Poenitentiariae Regente, Sanctitas Sua rescribi mandavit: enuncia-
tam commixtionem permitti, contrariis quibuscumque noi> obstantibus. Datum Romae
in S. Poenitentiaria die 23 Augusti 1909. — O. Giorgi, S. P. Reg. — A. Cavarri,
S. P.Subsí.
ANOTACIONES
I."" El primer decreto que en las preces se menciona, lo copia la
Collectanea S. C de Prop. Fide en el n. 801 (vol. 1, p. 468, edic. 2.^) por
estas palabras:
, S. Poenit. Ap. 8 Februarii 1828.— Quelli che sonó dispensati dalla qualitá dei cibi
possono nei giorni di digiuno cibarsi di sola minestra di brodo per provvedere alia
loro salute, e nel resto far uso dei cibi esuriali per conservare quanto si puó l'osser
vanza dalla legge dei cibi?
( R. Affirmative, attente consideratis expositis.
Como se ve, la Collectanea da también la fecha que comúnmente le
asignan los autores, y no la que señala De Angelis.
2.'" El otro decreto, que se refiere á la segunda parte, se lee de este
modo en la misma Collectanea, n. 1.535 (vol. 2, p. 136):
S. Poenit. Ap. 14 Junii 1880.— Se in forza della legge che proibisce di mangiare
ihsieme carne e pesce, sia prohibito ugualmente mangiare carne e qualche vivanda con-
dita con salsa di pesce.
R. Negatíve.
3." Recuérdese que la ley de no promiscuar carne con pescado es
relativamente moderna en la Iglesia, pues la impuso Benedicto XIV en 30
de Mayo de 1741 por su Constitución Non ambigímus, § 4 (Bularlo de
Bened. XIV, vol. 1 , p. 22). Véanse también las Constituciones In su-
prema de 22 de Agosto del mismo año, § 2 (Bularlo, 1. c, p. 29); SI fra-
ternitas, de 8 de Julio de 1744 (Bularlo, 1. c, p. 159), y Libentlsslme,
de 10 de Junio de 1745, § 3, sig. (Ibld., p. 234, sig.)
4.^ a) Es de notar que la Iglesia tiende cada día más á suavizar esta
ley de la promiscuación, y así, aunque Benedicto XIV declaró en 5 de
Enero de 1755 (1) que obligaba, no sólo en los días de ayuno, sino tam-
bién en los de sola abstinencia, v. gr., en los viernes de entre año; pero
(1) «Ex audientia SS-»' die 5 Januarii 1755 Sanctissimus firma remanente dispositione
Constitutionum Apostolicarum 30 Maji et 22 Augusti 1741, et Declarationura super ipsis
aSanctitate Sua editarum 8 Julii 1744, quae in precibus Archiepiscopi Caesaraugustani
enunciatur. quamvis illae respiciant tempus quadragesimae aliosque dies, quibus jeju-
nium de praecepto observandum est; nihilominus ex alia ratione declárateos etiam,
quibus ex justa causa permittitur esus carnium diebus Veneris et Sabbati aliisque per
annum, in quibus praeceptum est abstinendi ab iisdem carnibus absque obligatione
jejunii, nequáquam posse una cum carnibus pisces quoque comedere, nisi forte vale-
tudinis causa hoc ipsis a Mediéis concessum fuerit.» Cfr. De Angelis, Praelect. jur. can.,
lib. 3, tit. 46, n. 5 (p. 359).
BOLETÍN CANÓNICO 245
Gregorio XVI, con fecha 15 de Febrero de 1834 (Collectanea S. C. de
Prop. Fide, vol. 1, n. 833), la restringió á los días de ayuno y á los do-
mingos de cuaresma, y permitió la promiscuación en los demás días en-
tre año de sola abstinencia.
b) Igualmente, aunque en 18 de Enero de 1834 (Acta S. Sedis, vol. 1,
p. 428) la Sagrada Penitenciaría-había contestado que esta ley obli-
gaba aun á los que comían carne por hallarse enfermos; pero en 9 de
Enero de 1899 (Acta S. Sedis, vol. 32, p. 563) declaró que los tales
•enfermos quedaban exentos de dicha ley. En este último sentido parece,
en efecto, que fué impuesta por Benedicto XIV, esto es, como una com-
pensación de la gracia que se les concedía á los sanos, y, por consi-
guiente, sólo á los que comen carne en virtud de indulto ó dispensa, pues
como indicamos en otra parte, hubiera sido un contrasentido que mien-
tras se iba ensanchándola facultad de comer carne en favor de los sanos,
á los enfermos, sin darles ningún favor en este punto, se les hubiera
impuesto una carga que nunca había existido para ellos.
cj Más tarde, aunque está declarado que el que no puede comer
carne, tampoco pueda tomar caldo de carne, y esto, aunque por indulto
Ijes esté permitido el uso de los condimentos.de grasa (S. Penit., 30 de
Enero de 1866: Colledan. S. C. de Prop. Fide, vol. 1, n. 1.281), declaró,
no obstante, cómo hemos visto, y ahora lo confirma, que el que tiene
indulto para comer carne, puede en una misma comida comer caldo de
carne y pescado; ó viceversa, salsa ó caldo de pescado y carne.
d) Que tal gracia fuera aplicable á los que tienen la Cruzada, parecía
ya antes fuera de toda duda, y también que fuera extensiva á los pobres
que hacen uso de dicho indulto sin tomar el sumario, pero rezando el
Padrenuestro y Avemaria.
e) También declaró que se puede usar sin necesidad de indulto en los
días de ayuno y en los de abstinencia el aceite con el que se había frito
la carne. (S. Poenit., 17 Nov. 1897.)
Consulta.— Después de escrito y aun compuesto lo que antecede,
recibimos la siguiente consulta:
«En los días de ayuno, en que por razón del privilegio de la Bula se
puede comer carne y tomar con pescado el caldo de la carne, las perso-
nas que ayunan, ¿podrán tomar el dicho caldo de carne en la colación?
»Dado que esto sea lícito, ¿podrán tomarlo también en aquellos otros
días, como, por ejemplo, los viernes de Cuaresma, en que no se puede
comer carne?
Respuesta.— El poder tomar caldo de carne algún día ó en alguna
comida supone el privilegio de poder comer carne en aquel día ó en
aquella comida, y como ni en los viernes de Cuaresma ni en las colacio-
nes se puede comer carne, sigúese que tampoco en dichos días ó comidas
se podrá tomar caldo de carne.
J. B. F¿RRcR-S.
EXAMEN DE LIBROS
De Vlrtute Fidel cum prolegómeno de Virtutibus in genere et appendice de
Obedientia Ecclesiae debita. Tractatio Scholastica. Auctore Sac. C. Masi.—
Taurini, Typographia Pontificia. Eq. Petri Marietti, Via Legnano, 23; 1909.
En 4.° de VlII-260 páginas.
Dos secciones comprende esta obra. Trata la primera de las virtudes
en general, y se divide en dos partes: virtudes naturales y virtudes sobre-
naturales, y en éstas se incluyen los dones y frutos del Espíritu Santo y
las bienaventuranzas. La segunda explica particularmente la virtud de la
Fe. También aquí se hacen dos divisiones; fe objetiva y subjetivamente
considerada; y en la última se discurre sobre el acto y el hábito, coro-
nándose el tratado con un apéndice sobre la obediencia debida á la
Iglesia.
En general, resplandece este libro por el orden y método que en él se
emplea, por la seguridad de la doctrina, tersura de las definiciones y soli-
dez de los argumentos. El autor sigue en todo á Sahto Tomás, citándole
á cada paso y presentándole, al hablar de la Teología escolástica, con
razón, como el oráculo y príncipe de ella, en cuya confirmación recuerda
las palabras de Inocencio VI (núm. 848). Observaremos aquí que no
todos convienen en que este testimonio proceda de este Pontífice: y el
P. Alva, en su Nodus indissolubilis (que no aparece en la última edición
del índice), Nodus IV De Innocentio Papa, diserta largamente sobre ello,
negando su autenticidad.
Lo característico y propio de la obra es: 1.°, la concisión y claridad
con que en general se declaran las cuestiones; 2°, la supresión de puntos
que ahora revestirían menos interés; 3.°, la feliz apropiación y uso de
frases en la explicación de ciertas divisiones y subdivisiones; 4.^ la expo-
sición breve y refutación contundente de las teorías sentimentalistas y
modernistas; 5 °, el examen y juicio que por cuenta propia hace el señor
Masi de las opiniones de otros teólogos, si bien hay que decir que per-
tenece á la que pudiéramos llamar escuela de Billot. Prueba irrefragable
de esto nos ofrecen sus sentencias sobre los actos saludables, que los
estima sobrenaturales solamente quoad modum; la conciliación de la fe
con la evidencia de la revelación y autoridad divina, y la resolución del
acto de fe, aunque en alguna ocasión y en cosas de poca monta difiere
del profesor romano, según puede verse en las páginas 126, nota 3,
y 20?, nota 3.
EXAMEN DE LIE ROS 247
No en todo, claro está, nos satisface el esclarecido autor. Disentimos
de él en varios pareceres, como en el modo del crecimiento intensivo de
los hábitos por la mayor reducción del sujeto en sus actos, sobrenatura-
lidad sólo quoad modum del acto saludable, imposibilidad de coexistir
acerca de un mismo objeto actos de fe y ciencia bajo diverso aspecto,
etcétera. En estas discusiones libres unusquisque in suo sensu abundet.
Menos loables se nos figuran estas tres cosas: 1.^ Á veces, por ser dema-
siado breve el distinguido Sr. Masi, resulta un tanto obscuro. Así, al tratar
de si se compadece la fe con la evidencia plena de la revelación y autori-
daddivina, nodistingue el caso deque la evidencia sea el motivo del asen-
timiento ó tan sólo acompañe al verdadero motivo, á saber, la autoridad
de Dios que revela. 2.^ En ocasiones es algo desabrido y desenfadado
con teólogos respetables, y acaso sin razón en la causa en que se funda.
Hablando de si lo virtualmente contenido en lo explícitamente revelado
puede ser materia de fe, afirma que el P. Wilmers coincide con Suárez y
Lugo, sin alegar ni un argumento con sombra ó visos de probabilidad.
Ni es del todo exacto que Wilmers se ajuste á la sentencia de ambos
teólogos, porque discrepa en el modo de explicar la definición de la
Iglesia para que lo así contenido aparezca de fe, ni tampoco que no
aduzca pruebas más ó menos convincentes, pero al cabo probables para
afianzar su tesis. No es la única ocasión en que desdeña la explicación
del P. Wilmers: pues si al tratar de la sentencia suareciana, en lo que
atañe á la manera de entrar la autoridad divina en el acto de fe, se hu-
biera fijado en cómo explica aquél en el número 353 la palabra misterio
usada por el Eximio, y la contradicción que á éste se achaca, tal vez no
habría repetido el Sr. Masi, sin citarlo, la frase de Kleutgen, agravándola
con un potens: «no es misterio, sino poderoso (potetis) círculo vicioso»;
ni habría defendido que Suárez se contradecía con lo escrito en otro
lugar. 3."* Se muestra en algunos casos intransigente con otros que no
interpretan á Santo Tomás según su sentir. Del P. Schiffini, que de lo
sobrenatural de las virtudes que admite el Santo Doctor, saca que debe
admitir la sobrenaturalidad entitativa de los actos por su correspon-
dencia con aquéllas, testifica que con esa razón prueba tan evidente-
mente lo que pretende, como el movimiento de la Tierra alrededor de la
Luna. Y á propósito de la supernaturalidad de los actos saludables, hemos
de hacer constar que, al decir de Lugo (Disp. IX, sect. II, núm. 29), por
la sentencia contraria á la del autor milita Santo Tomás, á quien siguen
omnes thomisiae, y aun es dudoso, según Suárez, que Cayetano no la
mantenga (De Gratia, lib. II, cap. V, núm. 3).
No son de grande peso estas imperfecciones; y se las advertimos
porque anhelaríamos que una obra tan bien meditada y que tanto en su
género vale, estuviera exenta aun de los menores lunares.
A. P. GOYENA.
^48 EXAMEN DE LIBROS
^. Vagandard, aumonier du Lycée de Rouen. Études de critique et
, d'Histoire religieuse. Deuxiéme'serie.— París, librairie Víctor Lecoffre...,
rué Bonaparte, 90; 1910. Un volumen en 8.° prolongado de III-308 páginas,
3,50 francos.
Los estadios de critica y de historia religiosa reunidos en este volu-
men son seis y se titulan: «la fundación formal de la Iglesia por Jesu-
cristo—los orígenes de la confesión sacramental— elservicio militar y
ios primeros cristianos— la cuestión del alma de las mujeres— la herejía
albigense en tiempo de Inocencio III— la naturaleza del poder coercitivo
de la Iglesia» (1). Su gran importancia y el nombre mismo del ilustre
autor basta para excitar el interés y reclamar su detenida lectura á
cuantos se dedican á estos estudios histórico-religiosos. Aunque toca,
como no puede menos, varios puntos dogmáticos, procura siempre el
docto autor permanecer «en el terreno de la crítica pura, no usando sino
del método propio de la ciencia histórica»; pero añade con mucha opor-
tunidad: «Á dicha tendríamos que una exposición leal y sincera de la
verdad, tal como nos ha parecido resultar de los textos y de los hechos,
contribuyera indirectamente á la defensa y gloria de la Iglesia», pág. III.
' El primer estudio, reproducido ahora con breves adiciones, se pu-
blicó por vez primera en la Revue du Clergé Frangais para responder al
desafío lanzado por Mr. Loisy al director de la revista para que demos-
trase históricamente la fundación formal de la Iglesia por Jesucristo-
Responde muy cumplidamente el Sr. Vacandard con seguridad de mé-
todo crítico y notable competencia exegética; haciendo ver al mismo
tiempo cuan infundado es el error (2) de que el Cristo resucitado que
fundó la Iglesia no es el Cristo de la historia, por no pertenecer, dice
Loisy, al orden de la vida presente, que es el de la experiencia sensible.
Mas de las verdades mismas y hechos concedidos por Loisy, ó sea de la
realidad incontestable de las apariciones y de las impresiones sensibles
por ellas producidas, deduce el ilustre autor con el sentido común el carác-
ter histórico de Jesucristo resucitado; puesto que las apariciones, aunque
fueran sobrenaturales, no dejaban de ser fenómenos sensibles, y como
tales, sujetos á la experiencia sensible, cual la tuvieron y ejercieron los
Apóstoles, cerciorándose de que el mismo Jesucristo, muerto en la cruz,
es el que veían lleno de vida y gloria ante ellos, y que, por lo tanto, el
Cristo resucitado inmortal es el Cristo histórico que fundó y consti-
tuyó la Iglesia.
Acerca de la confesión en los primeros siglos de la Iglesia, y en par-
ticular de los orígenes de la confesión sacramental, se ha discutido mu-
cho estos últimos años en libros y revistas, y no ha sido el ilustrado
(1) De los otros seis de la primera serle se habló en el t. XII, pág. 248 y siguientes
de Razón y Fe.
(2) Está condenado en el decreto Lamentabili, proposiciones 36-37 y 52-56.
EXAMEN DE LIBROS 249
capellán del liceo de Rouen quien menor parte ha tomado en la con^
tienda con su artículo «Confession du l^r ou XIII siécle» en el dicciona-
rio de Teología editado por Letouzey. Algo ha debido ocuparse de ello
también Razón y Fe, donde se hubo de rechazar, t, XXII, pág. 520 y
siguientes, la noción del pecado mortal como materia necesaria de la con-
fesión dada por Rauschen, á quien parece seguir nuestro autor en esta
parte, cuando explica en el párrafo 7.° los cambios de la disciplina de la
confesión.
La cuestión del servicio militar en los cristianos de los primeros
siglos se refiere principalmente á su licitud, por el peligro de faltar á lo
que exigía la fe cristiana, y por la repugnancia al derramamiento de san-
gre humana que siempre ha manifestado la Iglesia. Trae interesantes tes-
timonios en el texto y en el apartado II de los cinco con que termina la
obra. Nosotros sólo repetiremos, por su oportunidad en estos días, lo que
sobre la exención del servicio militar se lee en la pág. 168, al fin del estu-
dio: «Orígenes había hecho observar que los sacerdotes paganos y los
que custodiaban los ídolos estaban dispensados del servicio militar, dife-
renciándose de los otros ciudadanos, á fin de tener siempre las manos
puras cuando habían de ofrecer sacrificios á los dioses (1). La misma
distinción se estableció en la Iglesia católica. Ni los emperadores tuvie-
ron dificultad alguna en admitirla; los cuales eximieron á los clérigos de
la obligación de llevar las armas. De este privilegio gozaron todos los
clérigos á través de los siglos, en todas las naciones cristianas, has. a
nuestros días.» Sobre lo que dice el autor, pág. 131, de la proximidad de
la segunda venida de Jesucristo en la mente de San Pablo, puede leerse
en contra el P. Murillo, páginas 386 y 387 del tomo anterior de
Razón y Fe.
En el estudio cuarto se pone claramente á la vista de quien quiera
leer, que es una paparrucha, lo que escribió la Revue Bleue (y osó afir-^
mar en España públicamente la Belén Sárraga) «que se cuestionó seria-
mente en un Concilio de Obispos (el de Macón), si la mujer tenía ó no
un- alma» humana.
El final del estudio sobre la herejía de los albigenses llamará la
atención á más de uno de nuestros lectores; dice: «El título de primer
inquisidor que se le aplica (á Santo Domingo de Guzmán) por autores
graves, es inexacto.»
En el último estudio se propone el erudito autor demostrar que
todavía, á pesar de la Encíclica Quanta cura, puede sostenerse como
ortodoxa la opinión de algunos pocos escritores, v. gr., Bartolo, á quien
cita especialmente (2), de que el poder coactivo de la Iglesia por dere-
(1) Contra Celsum, lib. VIH, cap. LXXIÍI.
(2) En Razón y Fe, t. XI, páginas 394-395, dimos cuenta de la obra de Bartolo, y allí
hubimos de notar su doctrina sobre este punto.
250 EXAMEN DE LIBROS
cho estricto, divino, sólo se extiende á imponer penas espirituales, aunque
gravísimas, como la excomunión, pero no materiales ó corporales. No
quiere comprometer, dice, su parecer propio al exponer las razones en
pro de esta opinión; pero al hacerlo sienta algunas afirmaciones inexac-
tas y que no creemos se puedan admitir en buena Teología. Ya lo indica
el P. Choupin en el artículo que lealmente se reproduce en el apéndice 4.°,
en el que, distinguiendo el derecho de la Iglesia, que, como recibido de
su Divino Fundador, es siempre el mismo, y la aplicación ó uso de ese
derecho que puede ser y ha sido diverso en diversas edades, ha des-
vanecido una de las principales dificultades que parece habían confun-
dido al autor.
La proposición condenada en la Encíclica Quanta cura es la que
afirma «no competer á la Iglesia el derecho de reprimir con penas tem-
porales á los que violan sus leyes»: «Ecclesiae jus non competeré viola-
tores legum suarum poenis temporalibus coercendi» (1) ¿Qué opone el
Sr. Vacandard á condenación tan clara, cuyo sentido obvio no permite en-
tenderla fácilmente sino como la entienden comúnmente los teólogos, se-
gún indica el mismo autor, pág. 235?— Que la Encíclica no es documento
infalible, por lo que podría reformarse; y que por penas temporales se sig-
nifica lo que otros Pontífices llaman penas saludables. Con razón res-
ponde el P. Choupin que aunque no fuese infalible la Encíclica, es, por lo
menos, ley doctrinal universal obligatoria, y, por lo tanto, debe tenerse
por temerario quien propale doctrinas en ella condenadas; y que «el
texto, el contexto, las circunstancias históricas, todos los diccionarios
que han fijado la significación de las palabras temporal y saludable, el
sentido común de los teólogos y canonistas, la práctica constante de la
Iglesia y el buen sentido» son contrarios á la interpretación sobredicha.
Hemos de añadir: 1.°, que «se admite generalmente y es indudable, como
dice el P. Wernz, que la Encíclica Quanta cura es documento ex cathe-
dra (y por consiguiente, infalible), y que si hay quizás algunos católicos
que lo niegan, se exceden ciertamente y su opinión es del todo improba-
ble» (2); 2.°, que el sentido de la palabra temporales, distinto de salu-
dables, se expresa bien en la proposición condenada, que precede inme-
diatamente á la interpretada por Vacandard, y que dice que «la Iglesia
nada debe decretar que pueda obligar las conciencias de los fieles en
orden al uso de cosas temporales^: «Ecclesiam nihil deberé decernere,
quod obstringere posuit fidelium concientiae in ordine ad usum rerum
temporalium». La condenación de Pío IX se lanzó precisamente contra los
liberales, que negaban á la Iglesia la facultad de imponer penas materia-
les y de invocar el brazo secular, como lo ha hecho frecuentemente. El
Concilio Tridentino, sess. 25, de Reform., cap. III, dice á los jueces ecle-
(1) Ap. Denzinger, Enchina., núm. 1.547.
(2) Véase Razón y Fe, t. XVIII, páginas 528-529, y E. Wernz, allí citado.
EXAMEN DE LIBROS 2S1
siásticos que podrán, si les pareciera conveniente, proceder en ciertas
causas y «fallarlas imponiendo penas pecuniarias, ó bien por medio de
embargos de bienes ó el arresto de las personas por sus propios ejecuto-
res ó por extraños»: «per captionem pignorum personarumque districtio-
nem per sus proprios aut alíenos executores faciendam. (Por fin, siendo
tan grave y delicada la materia, queremos advertir que en la nota (apén-
dice 14) sobre las relaciones de la Iglesia y del Estado, no se expone ín-
tegra la doctrina de León XIII en la Encíclica Immortale Dei; puesto que,
admitiendo el Papa ser supremas é independientes ambas sociedades y
potestades eclesiástica y civil, «cada una en su género», enseña que «es
necesario que haya entre las dos potestades cierta trabazón ordenada;
trabazón íntima que no sin razón se compara á la del alma con el cuerpo
en el hombre» y exige en ciertos casos la subordinación del poder tem-
poral al espiritual, que es de orden superior.
P. ViLLADA.
Ambrosio de Morales, estudio biográfico por Enrique Redel, publicado á
expensas de la Real Academia Española. — Córdoba, imprenta del Diario, Le-
trados, 18, y García Lovera, 20; 1909. En 8.° de 576 páginas, 6 pesetas.
Ambrosio de Morales es uno de nuestros antiguos historiadores más
dignos de estudio; y, sin embargo, sus numerosos escritos, su vida, por
muchos títulos interesante, no ha sido hasta hoy objeto de ningún tra-
bajo serio. El presente, aunque no agota la materia, está hecho con
esmero y aun cariño; el autor ha procurado recoger los numerosos datos
autobiográficos esparcidos por Morales en sus obras y cuanto ha podido
hallar en obras impresas ó manuscritas conservadas en Córdoba. En
cuanto á las demás fuentes manuscritas de nuestra historia, incluso la
misma Biblioteca Nacional, ha debido contentarse con algunas notas
procuradas por ios amigos. Método harto deficiente como el mismo autor
reconoce (pág. 421).
Á la genealogía de Morales se consagra el capítulo I, que termina muy
oportunamente con un resumen ó árbol genealógico que fije bien las
ideas. Sigue la niñez y estudios de Ambrosio, ya en Córdoba, ya en Sala-
manca, adonde fué acompañado de su tío materno el insigne escritor
maestro Fernán Pérez de Oliva, cuyo nombre y méritos enaltece aquí
el autor muy justamente.
Muerto el maestro Pérez de Oliva, Ambrosio regresó á Córdoba,
ingresó y profesó en el monasterio de San Jerónimo, tomando por nom-
bre Fray Ambrosio de Santa Paula.
Dejó luego el hábito y el monasterio, habiendo imitado imprudente-
mente á Orígenes en el modo de querer precaverse contra los peligros
de la castidad. En el siglo, una vez frustrado su viaje á Roma, logró
^252 EXAMEN DE LIBROS
ordenarse de sacerdote y pasar á Alcalá, con intento de completar sus
estudios.
Alcanzó luego la cátedra de Retórica; en ella y en su casa tuvo ilus"
tres discípulos, como refiere el cap. IV, con otras noticias dignas de
saberse sobre la insigne Universidad.
En 1563 fué Morales nombrado cronista del Reino, á petición suya,
presentada á las Cortes de Madrid; aunque ya hacía años que tenía
escrito algo sobre nuestra historia, y aun por comisión del mismo Rey,
como la relación de la prisión del Arzobispo de Toledo, Carranza
(pág. 123).
Preparó, pues, con mucho trabajo su Crónica y su?, Antigüedades, que
fueron apareciendo en diversos años y encontró tiempo para desarrollar
otros muchos temas de erudición; como los Discursos, las obras de San
Eulogio y la narración de la solemne procesión hecha para trasladar las
reliquias de San Justo y Pastor desde Huesca á Alcalá: véanse los capí-
tulos VI, VII y sobre todo el XI.
Tal es, brevemente, la vida de Ambrosio de Morales, que murió el 21
de Septiembre de 1591, estimado en gran manera de sus contemporá-
jieos, como puede convencerse el lector leyendo este hermoso estudio.
Al fin va una serie de Apéndices, nutridos de erudición y doctrina, y
en todo el libro muchas y muy trabajadas notas.
Es digno de notarse lo que dijo la Revista de Archivos (Mayo-Junio
de 19C9, pág. 471), que el 12 de Febrero del 1909 está fechado el colofón
y el 13 murió el autor, sin lograr tener en la mano un ejemplar de
su libro.
Esta circunstancia, no obstante, no me impedirá poner algún reparo
á la obra. Habría ganado no poco rompiendo el orden cronológico y
reduciendo los capítulos á bien pensados temas, que con sus rótulos
(omitidos ahora) hubieran facilitado la lectura del libro; además algunas
noticias, citas y referencias distraen del asunto principal, aunque, por otra
parte, se alegra uno verlas recogidas; tal vez se nota exagerado empeño
en mostrarse diligente en las citas. ¿Á quién, v. gr.,no extraña ver copiada
toda la portada de la patrología de Migne al citar un tomo; y en vez de
decir simplemente Madoz, t. II, encontrar en las páginas 44 y 268: Diccio-
nario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de
Ultramar, por Pascual Madoz. Tomo II. Madrid, 1845?
Vengamos á otra cuestión:
En el apéndice O, hablando el autor de las obras, manuscritos y
papeles inéditos de Ambrosio de Morales, advierte la equivocación con
que el P. Astrain, en una nota de la página 475 del primer tomo de su
Historia de la Compañía de Jesús, aplica al célebre cronista Ambrosio
de Morales la paternidad de una obra que no le pertenece, con ocasión
de tratar del Hermano Juan Fernández.
«El docto P. Astrain, dice, se ha confundido al acudir ala autoridad
EXAMEN DE LIBROS 253
de nuestro cronista para demostrar que el Hermano Fernández era cor-
dobés; porque la Historia manuscrita de Córdoba, custodiada en el
Archivo Municipal de esta población, fué compuesta en el siglo XVII,
según unos, por el Dr. Andrés de Morales y Padilla, y según otros, por
el P. Alonso García de Morales, como ya indiqué en el apéndice B; pero
de ningún modo por Ambrosio de Morales, á quien se nombra con respeto
en sus páginas, dando pormenores más ó menos lacónicos acerca de su
vida y de su muerte.»
Tiene perfecta razón el Sr. Redel; y para que no se diga que son cláu-
sulas posteriormente añadidas esas referencias, advertiré:
1.° Que el otro ejemplar de dicha Historia, conservado en la Biblio-
teca Provincial de Córdoba, lleva esta portada antigua: «Historia
gene 1 ral de Córdoba | Primera | Parte ] su Autor | el D/ Andrés de
Morales | Año de 1620.»
2.° Que el capítulo 175 del libro 10.° lleva por título Del Rey
Felipe III; habla de la muerte de su padre Felipe II, y supone que hace
años está reinando el mismo Felipe III, pues dice que «a proseguido su
Magestad á hacer no menos mercedes que su padre á la ciudad de Cor-
doua», eligiendo de ella consejeros, eclesiásticos...
3.° Que en el ejemplar del Archivo Municipal, aunque la portada es
posterior, como diré luego, se lee este final, sin duda, autógrafo (t. II,
fol. 584): «acabóse este segundo tomo de ultima mano y corrección dia
del glorioso Santiago Patrón de España en Madrid á 25 de Julio
año 1620, todo debajo de la Santa Corrección de la Iglesia y del que
más supiere— Dotor Morales.» Sin que haya razón alguna para suponer
que empezó uno y acabó otro esta Historia.
4." Que al fin del ejemplar del Archivo Municipal hay unos papeles
con una proposición de Francisco Argote en 19 de Octubre de 1716,
hecha al Ayuntamiento de Córdoba para hacer volver la Historia en
cuestión desde Écija, donde se hallaba, al mismo Ayuntamiento, su ver-
dadero propietario. En esta proposición, copiando documentos ante-
riores, expresamente se nota «que en este año pasado de 1619 Andrés
de Morales hijo y natural de esta ziudad, zelebre historiador por hazer
algún serbizio a estta ziudad su Patria escribió dos tomos de Historia
Anales de estta ziudad que dedicó á V. S. y manuscriptos se pusieron
en su Archivo».
5." Que la atribución de la dicha Historia de Córdoba á Andrés de
Morales es constante entre los archiveros, como expresamente me lo
aseguró el actual; tal fué también la mente de D. Luis María Ramírez y
las Casas-Deza, cuando en 1842 arregló el ejemplar que se conserva en el
Archivo Municipal, pues le puso esta portada: «Historia | de | Córdoba |
escrita | Por el Ds Andrés de Morales | y Padilla.»
6.° Que la única cuestión disputable es la propuesta por el señor
Redel, y más ampliamente por el mismo Luis María Ramírez en sus
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 17
254 EXAMEN DE LIBROS
Anales de la ciudad de Córdoba, que, escritos de su mano, se guardan
en el dicho Archivo Municipal, Prólogo, fol. 1 v.: «Poco antes que
Pedro Díaz de Rivas anunciase su obra, esto es, en 1618, había muerto
otro literato cordobés, el P. Alonso García de Morales, de la Compañía
de Jesús y Rector del Colegio de Osuna; dejó Mss. una historia de Cór-
doba y un catálogo de las Casas ilustres de esta ciudad.» Y en nota,
«aunque se atribuye generalmente esta obra al P. Alonso García de Mo-
rales, ofrece muchas dudas el determinar su autor con toda certeza...».
Aduce el testimonio del P. Martín de Roa y de Nicolás Antonio, sobre
el Dr. Andrés, y termina. «Resulta que D. Andrés de Morales escribió
una historia idéntica á la que compuso el P. García de Morales: ¿será
acaso la misma, y D. Andrés reuniría materiales para el P. García de
Morales, del que era hermano? En ciertos apuntes de un escritor cor-
dobés se ve que el P. García dejó, al morir, la historia de Córdoba y de
sus casas en poder de su hermano D. Andrés para que la entregase al
Ayuntamiento, lo que no efectuó desde luego, por lo que éste la reclamó
y recogió, después de su muerte, en 1649. Esto es, se recogió el 14 de
Abril de 1649, como se nota en las actas conservadas en el mismo Ar-
chivo Municipal.»
Alguna luz puede dar en esta cuestión secundaria, de que no quiero
ocuparme, confrontar los ejemplares de Córdoba que van á nombre de
D. Andrés con el ejemplar de la Biblioteca Nacional, que va á nombre
del P. García, según ya notó Sommervogel, III, 1.248, B.
Dicho sea esto, como apuntó el Sr. Redel, para evitar futuras equivo-
caciones.
E. Portillo.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
DOS «CARTAS-PASTORALES»
DEL ILMO. SR. OBISPO DE VICH,
1 . Á los maestros cristianos.
Con motivo de la semana san-
grienta de Julio, muchas personas
han deseado saber del limo. Sr. Obispo
de Vich cuál era el remedio más opor-
tuno para curar la miseria moral que
los sucesos de Barcelona descubrie-
ron, y evitar la reproducción de tan
horrendos crímenes. El docto Prelado,
contestando á la pregunta, dirige esta
Pastoral á los maestros, porque en
manos de ellos está la palanca pode-
rosa que conmueve al mundo moderno:
la educación é instrucción de la juven-
tud, en donde se forma la corriente
social que conduce al equilibrio y á la
paz pública, ó al desorden y á la catás-
trofe de la civilización».
2. Ejemplaridad sacerdotal de San José
Oriol.
Habiendo recibido San José Oriol la
consagración sacerdotal, es muy opor-
tuno que el actual Prelado de la dió-
cesis vicense le proponga al clero
como ejemplar de sacerdotes. «El dul-
ce eclesiástico de Barcelona contri-
buyó muy eficazmente á la reforma de
costumbres de la ciudad y al creci-
miento de su espíritu sobrenatural con
la propagación de la enseñanza cate-
quística.» Así dice el limo. Sr. Torres y
Bages. Por esto desea que, á ejemplo
de San José Oriol, emplee el clero los
recursos del sagrado ministerio «en su
oficio más esencial, que es el de cate-
quizar á los hijos de la Iglesia».
La acción social del Clero. Instrucción
que el Excmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Victo-
riano GuiSASOLA, Arzobispo de Valen-
cia, dirige á su amado Clero diocesano.
Valencia, 1910. Tipografía Moderna, á
cargo de Miguel Jimeno.
El ilustne Prelado traza en esta Ins-
trucción reglas prudentísimas que to-
dos los sacerdotes debieran tener pre-
sentes para no dejarse llevar de un celo
indiscreto, y sobre todo para no perder
de vista el fin sobrenatural de su mi-
nisterio y el verdadero blanco adonde
se ha de encaminar la acción social.
Con ellas cooperarán eficazmente á la
acción social católica en España, tan
recomendada por Pío X en su carta al
Sr. Arzobispo de Toledo, Emmo. Car-
denal Aguirre, inserta en este número,
N. N.
Cuarta Pastoral del Ilustrísimo y Reve-
rendísimo Sr. Dr. D. Juan Maura y Ge-
labert, Obispo de Órihuela, sobre el
Modernismo.— Orihuela, imprenta de
Cornelio Paya, 1909. En 4.° de 37 pá-
ginas.
Contiene la refutación del pragma-
tismo de modo clarísimo, fácil, conclu-
yente, como no nos acordamos ha-
berla visto mejor, ya se considere el
pragmatismo en general por el valor
que da á las ideas en relación á la
práctica, ya se le examine en el terre-
no religioso, donde se demuestra que
su experiencia religiosa es ó implica
el ateísmo, y que los conflictos que
quiere W. James desterrar con su
teoría entre la religión y la ciencia,
desaparecen, sí, en esa teoría, pero
eliminando la religión aun. natural y la
verdadera ciencia.
P. V.
Der Opfercharacter der Eucharistie einst
undjetat eine dogmastisch patristische
Untersuchug zur Abwehv., von doctor
Theol. Emil Dorsch, S. ].—El carácter
de inmolación en la Eucaristía antes y
aflora: investigación dogmático-patrís-
tica en propia defensa, por el Dr. Emi-
lio Dorsch, S. J.— Innsbruck, 1909. Un
volumen en 4." de XVI-306 páginas. Pre-
cio, 5,40 marcos.
La ocasión del presente escrito, como
ya lo insinúa su título, ha sido la agre-
sión de que ha sido objeto el autor por
256
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
parte del Dr. Wieland, en su escrito,
cuyo título es: «El Mhro Mensa y Confe-
sio y el P. Emilio Dorsch, S. J., de Inns-
bruck. » El P. Dorsch, tomando por lema
la defensa de la Verdad, quiere que
su respuesta al Dr. Wieland sea teni-
da como un «combate» por los fueros
de aquélla. La Iglesia, dice el profesor
de lnnsbruck,lia reconocido siempre en
la Misa el carácter de verdadero sa-
crificio: tal es el concepto que del Al-
far y de la acción que sobre él se con-
suma y constituye el centro del culto
cristiano, ha tenido constantemente la
Iglesia y la tradición eclesiástica des-
de los tiempos de los Apóstoles hasta
el Concilio de Trento, y desde este
Concilio hasta nuestros días. El Padre
Dorsch examina detenidamente los
testimonios patrísticos y teológicos
en favor de ese concepto, poniendo
empeño en refutar y presentar como
desviación y desfiguramiento déla doc-
trina genuina del cristianismo las ex-
plicaciones contrarias. Desde el Após-
tol San Pablo los Doctores eclesiásti-
cos que han hablado de la Eucaristía,
la han presentado siempre como un
sacrificio ó inmolación de una víctima
en obsequio del Criador, y el Concilio
de Trento no hizo otra cosa que re-
cordar y robustecer este pensamiento
de la tradición cristiana.
L. M.
ESTUDIOS SOCIALES
Religión y Ciencia. Estudios para los tiem-
pos presentes. Segunda serie, á 60 cén-
timos volumen.— Madrid, Centro de pu-
blicaciones católicas, librería» religiosa,
Pontejos, 8.
Como en nuestros días es tan nece-
sario el conocimiento de la religión en
sus relaciones con la ciencia, y, por otra
parte, es tan corto el número de los
que tienen voluntad ó posibilidad de
internarse profundamente en la consi-
deración de tamaños problemas ó de
arrostrar con gruesos volúmenes, han
surgido en Alemania, en Inglaterra, en
Italia, en Francia bibliotecas de vulga-
rización, donde en tomos reducidos se
va dando sumaria noticia de las cues-
tiones sociales, científicas y religiosas
al alcance de todas las personas que
lleguen á un nivel mediano de cultura.
Semejante á ellas nos parece la era-
presa que con el título general de Re-
ligión y Ciencia se publica en Madrid,
y de cuya segunda serie hemos reci-
bido varios opúsculos, breves en el
tamaño, cortos en las páginas, pues
ninguno llega á ciento, pero nutridos
de bastante lectura por estar impresos
casi todos en pequeños tipos. Unos
son originales de autores españoles;
otros, los más, traducidos del francés.
De unos y otros, digamos dos pala-
bras, pues no consiente más el espacio
de que disponemos.
Sistemas de retribución del trabajo, por
Pedro Sangro y Ros de Olano, doctor
en Derecho, auxiliar del Instituto de Re-
formas Sociales, secretario de la sec-
ción española de la Asociación inter-
nacional para la protección lega! de los
trabajadores.
El Sr. Sangro ha condensado en las
85 páginas de este opúsculo mucha
doctrina y erudición. En dos partes
divide la obra. Versa la primera sobre
la ética en la cuestión social, la impor-
tancia del tema en la economía, la re-
tribución en la historia, el justo sala-
rio según las diversas escuelas, el sa-
lario familiar y el salario mínimo. La
segunda parte, más copiosa y positiva,
especifica los diversos sistemas de re-
tribución del trabajo, tomando princi-
palmente por guía el clásico libro de
Schloss, algunas de cuyas doctrinas ex-
tractamos en otra ocasión (1). En los
puntos más controvertidos de la pri-
mera parte se guía por las enseñanzas
de León XIII en la Encíclica sobre la
condición de los obreros. En este pun-
to nos permitimos disentir del autor
cuando opina que «interpretan mejor
la doctrina de lia Encíclica los parti-
darios del salario familiar relativo»
(pág. 24). Y pues en nota cita al P. Ver-
meersch, aunque no sabemos si como
partidario del salario familiar simple-
mente ó también del relativo, hemos
de advertir que dicho Padre es tan
ajeno de este último que afirma (y
quizá es demasiado) no haber escri-
tor católico que lo defienda. Namcum
salarium relativum a nemine ex catho-
(1) Razón y Fe, t. VI, pág. 460 y si-
guientes.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
257
licis scriptoribus defendatur, etc. (1).
Merece aplauso el Sr. Sangro por ha-
ber entretejido la exposición de los
sistemas con datos propios de España
Las razones actuales de la creencia. Dis-
V curso pronunciado en Lila el 18 de No-
viembre de 1900, en la sesión de clau-
sura del 27." Congreso de los católicos
del Norte, por Fernando Brunetiére,
- de la Academia Francesa. Traducido de
la 14.^ edición francesa por Juan de
HlNOJOSA.
Por cammos inesperados lleva Dios
á veces los hombres á la fe. ¿Quién
dijera que la famosa divisa de la Re-
volución francesa, Libertad, igualdad,
fraternidad, hubiese de ocasionar la
conversión de Brunetiére? Sin embar-
go, ello fué asi, como se colige del
discurso cuya traducción anunciamos.
Resolvióse Brunetiére á abrazar la
religión católica por haberse per-
suadido de que la Revolución fran-
cesa había andado equivocada, pues
sólo en la Iglesia romana tenian ver-
dadero cumplimiento aquellas tres pa-
labras, y en ella sola tiene la demo-
cracia su principio y su justificación,
su fuerza y su freno. Verdad es que no
se alega esta única razón, pero es la
principal. La primera es que la filoso-
fía no puede darnos una solución que
nos satisfaga y como se nos imponga
acerca del origen y destino del hom-
bre. Esta razón, en cuanto prepara á
otras más eficaces el terreno, es vieja
ya entre los cristianos. La segunda es
la que hemos indicado; y á la verdad, si
es actual, lo será para Brunetiére, mas
no para todos, ni quizá para muchos,
ni de mucho peso. Mayor es la fuerza
de otras que se insinúan como de pa-
sada al fin del discurso y son también
de todos los tiempos; es á saber, la di-
fusión prodigiosa del Cristianismo, la
realidad histórica de Jesús y su misión
divina. Por donde se ve que no está
muy justificado el título.
Con todo eso, no es razón que sea-
mos severos con un escritor que, con-
vertido en los últimos años de su vida,
ocupado en el continuo batallar de la
prensa y de la conferencia, careció de
formación suficientemente sólida.
Nuestra condescendencia, empero, no
ha de llegar á mirarlo como maestro
de los católicos, y mucho menos como
dechado. Si hemos de creer á uno
de sus entusiastas biógrafos, Brune-
tiére no practicó, por lo común, la re-
ligión que profesaba; lo cual hace ex-
clamar á Literarische Rundschau, de
donde tomamos la referencia: «Con
pena hemos de decirlo: muy pobre ha
de andar Francia en verdaderos cató-
licos de público prestigio, cuando es
preciso colocar en el panteón de va-
rones ilustres de la Iglesia á católicos
que no practican» (1).
Las siguientes obras, traducidas del
francés, dan con su mismo título ¡dea
de la importancia y de la actualidad
de la materia de que se trata:
La revelación ante la razón, por
F, Verdier, Superior del Gran Semi-
nario de Montpeller. Traducido de la
quinta edición francesa por el presbí-
tero Anastasio Machuca Díez, Cura
de la Real Casa de Campo.
¿Qué es la Fe?, por F. Mallet, pro-
fesor del Colegio Católico de Aix, en
la Provenza. Traducido de la tercera
edición francesa por Aurelio López.
Dios, principio de la ley moral, por
Pedro Vallet, P. S. S., profesor de
Sagrada Escritura en el Gran Semina-
rio de Clemont. Traducido de la cuar-
ta edición francesa por Juan de Hino-
JOSA.
El alma del hombre, por J. Guibert,
Superior del Seminario del Instituto
Católico de París. Traducido del fran-
cés por Juan de Hinojosa.
Las morales independientes y la mo-
ral evangélica. Ensayo de síntesis cris-
tiana, por M. J. Brugerette, profesor
licenciado de Historia y de Filosofía.
Traducido de la cuarta edición fran-
cesa y precedido de un prólogo del
Conde de Rascón.
Crisis de la familia obrera. Discurso
inaugural leído en la solemne apertura
del curso académico de 1909-1910 en el
Seminario Conciliar de Madrid, por el
(1) Quaestiones de iustitia; altera editio,
pág. 567.
(1) 1909, núm. 10, pág. 508.
258
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Dr. D. Javier Vales Failde, catedrático
de Economía social. — Madrid, 1909.
Un sociólogo purpurado, por Javier Va-
les Failde, Provisor y Vicario general
de Madrid, Doctoral de la Real Capilla,
catedrático de Sociología en la Acade-
mia Universitaria Católica. Un tomo
en 8." de 79 páginas.— Madrid, 1909 (1).
La sobrada benevolencia con que
juzga nuestros escritos el ilustre autor
de la Crisis de la familia obrera y de
Un sociólogo purpurado, pone freno á
la pluma para que la alabanza no pa-
rezca lisonja agradecida; pero la ver-
dad, rompiendo los lazos que le arma
el recelo de parecer lisonjero, nos
obliga á felicitar cordialmente al docto
Provisor de Madrid por las recientes
muestras de su ingenio.
Los sucesos de Julio en Barcelona,
al descubrir en las entrañas de la so-
ciedad la cancerosa llaga cuyo estrago
lamentamos todavía, inspiraron al se-
ñor Vales Failde el tema de su ora-
ción inaugural. Uno de los remedios
más urgentes es la restauración de la
vida de familia en la clase obrera;
mas como pueden emplearse distintos
medios para esa restauración, limítase
el autor á los económico-sociales, y
aun no á todos. Después de exponer
en una primera parte el estado luc-
tuoso de la familia obrera, al contraste
luminoso de aquel ideal que dulcísima-
mente propone á los desposados la
admonición de la liturgia toledana tra-
dicional, establece en la segunda tres
puntos principales para la restauración
de la vida de familia: el salario familiar
en cuanto es posible, el ahorro, como
una consecuencia inmediata de aquél,
y el empleo de una parte de lo ahorra-
do en la constitución de una pequeña
propiedad para el obrero». En los tres
puntos campea la discreción y pruden-
cia del docto profesor de Sociología, el
sentido práctico, aliado con erudición
de buena ley y con sana doctrina.
Erudición y doctrina hállanse asimis-
mo en Un sociólogo purpurado, aun-
que la materia se reduzca á tratar del
Emmo. Cardenal Sancha en el respecto
(n Esta obra se ha publicado asimismo en
la Biblioteca Religión y Ciencia, en un tomo
de 78 páginas, á 60 céntimos. Librería religio-
sa, Pontejos, 8.|
estrictamente social. Las obras socia-
les que el sociólogo purpurado fundó,
promovió ó alentó, y que en vistoso
alarde hace pasar ante nuestros ojos
el ilustre Provisor; los escritos y los
hechos en que se refleja el apostolado
social del eminente Prelado, cuya ora-
toria asemeja el autor á la de New-
man, de quien decía Thureau Dangin
que carecía aparentemente de las cua-
lidades de orador, pero añadiendo que
ningún predicador ejerció en Inglate-
rra una acción tan profunda y durade-
ra»: todo esto y algo más verá el lector
en las hermosas páginas del libro , que
son como la justificación de la cátedra
Sancha de Sociología que se trata de
fundar en la Academia Universitaria
Católica de Madrid, y á cuyo efecto se
recogen donativos.
Patronatos de la mujer, por D. Atanasio
Mutuberría. Un folleto de 55 páginas
en 8." Precio, 0,50 pesetas.— Tafalla, im-
prenta y papelería de Valero Albéníz,
1909.
Campo apenas espigado en España,
y que, sin embargo, tiene urgente nece-
sidad de cultivo es e! de la protección
á la obrera. Poniendo manos á la obra,
propone el Sr. Mutuberría, para las
poblaciones de escaso vecindario ó de
importancia media, la fundación de pa-
tronatos cuyo fin sea ¡formar jóvenes
aptas para que al convertirse en muje-
res sepan cumplir deberes sociales»
(pág. 40), y cuyo mecanismo y ofi-
cios explica en el opiisculo. Interesa
especialmente la parte que se refiere al
ahorro y á la constitución de una dote
ó parte de ella. El autor conviene en
que en las grandes poblaciones se ha
de preferir el sindicato profesional, á
cuya idea se ha de acercar en lo posi-
ble el patronato.
Los patronatos de jóvenes obreros, por el
Dr. D. Miguel Julia y Vilaplana. Canó-
nigo de la S. I. Catedral de Segorbe.
Premiado en el Concurso literario cele-
barado por el Patronato de Valencia
para conmemorar el XXV aniversario
de su fundación. Un tomo de 114 pá-
ginas en 8° Precio, una peseta.— Valen-
cia, 1909, Tipografía moderna, Avella-
nas, 11.
Nadie hay que desconozca la impor-
tancia de los patronatos de jóvenes
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
259
«ftreros, que entonces será mayor cuan-
do prepare lospatrocinados al sindicato
ó asociación profesional. Por eso es
digno de encomio el ilustre Canónigo
de la S. I. Catedral de Segorbe por el
libro que anunciamos y con que presta
señalado servicio á los patronatos,
cuya noción, origen, historia, necesi-
dad, elementos componentes, espíritu
y organización expone con brevedad y
claridad.
R. P. Venance, capuchino. San Francisco
de Asís y su misión social. Traducción
y preámbulo de J. Le Brun. Un folleto
de 48 páginas. Precio, 25 céntimos.— Za-
ragoza, tipografía de Salas, 1909. (Bi-
blioteca de La Paz Social.)
La extraordinaria influencia de San
Francisco de Asís en el orden social
no se acabó con su existencia en la
tierra; perdura todavía en sus innume-
rables hijos, especialmente en la ad-
mirable Tercera Orden, que, al decir
del glorioso Pontífice León XIII «es
una verdadera escuela de libertad, de
fraternidad, de igualdad, no al modo
absurdo como los francmasones en-
tienden estas cosas, sino como Jesu-
cristo nos las ofreció, para enriquecer
con ellas al género humano, y como
San Francisco las puso en práctica».
El folleto del P. Venance pone de re-
lieve, asi la misión de San Francisco
como de la Tercera Orden.
Tratado elemental de Sociología cristia-
<- na, poi el R. P. José M. Llovera, C. C.
Obra laureada en el primer concurso
de la Acción Social Popular. Un tomo
de XV-426-VII páginas en 4.°, 4 pese-
tas.—Barcelona, Oficina de Trabajo de la
Acción Social Papular, Duque de la
Victoria, 12 y 14, pral., 1909.
Con honda satisfacción hemos visto
publicados en poco tiempo por auto-
res españoles dos libros excelentes de
Sociología cristiana. Ni ha sido peque-
ña parte de esa satisfacción la calidad
de los autores, que son dos religiosos,
dos frailes, como suelen decir despec-
tivamente nuestros presumidos anti-
clericales. El P. Casanova nos dio no
ha mucho un copioso tratado en latín,
con el nombre de Sociologia christia-
na; el P. Llovera publica ahora el Tra-
tado elemental de Sociologia cristiana,
escrito en castellano. Uno y otro autor
son hijos esclarecidos de religiones
no menos populares que fervorosas¡,y
antiguas: el primero de la Orden fran-
ciscana; el segundo de la carmelitana.
Dejando el libro del P. Casanova, de
que hablamos á su tiempo, tócanos
hoy presentar el del P. Llovera.
Habrá reparado el lector que es obra
laureada en el primer consurso de la
Acción Social Popular, que dirige el
P. Pálau, S. J. A la verdad, ni lai4c-
ción Social Popular podía haber em-
pezado mejor sus concursos, ni el libro
premiado podía venir más oportuna-
mente. Arde en muchos Seminarios el
celo por estudiar la Sociología; son
muchas las personas que desean ins-
truirse con brevedad, pero á fondo, en
los principales problemas y doctrinas
de la flamante ciencia, y á los semina-
ristas y á los deseosos de saber ofrece
el P. Llovera su libro, que es breve y
compendioso, cual requerían las con-
diciones del concurso, claro y preciso,
como ha de ser una obra didáctica,
pero al mismo tiempo completo y fun-
damental, explicando con solidez cuan-
to suele ser objeto de los mejores tra-
tados de Sociología cristiana. Estima-
mos, pues, que la obra se presta admi-
rablemente á servir de texto en los
Seminarios y escuelas superiores.
Va, como apéndice, al fin del ejem-
plar que tenemos á la vista un estudio
cabal y documentado del Volksverein
y de la Acción Social Popular. Hase
impreso también aparte (1).
Nuestra enhorabuena á la Acción
Social Popular y al laureado carme-
lita.
Introducción al estudio de la sociologia.
Tomo II: Cuestión social y Escuelas so-
ciales, por L. Garriouet, P. S. S., Supe-
rior del üran Seminario de Avignon.
Traducido de la segunda edición fran-
cesa por Ricardo de Iranzo Goizueta.
Á su tiempo recomendamos el pri-
mer tomo de esta traducción, como an-
tes habíamos celebrado el original
francés en esta revista. Repetimos
(1) Á los católicos sociales. La Ciencia en
la Acción, por el R. P. José M. Llovera, C. C,
Miembro consultor de la Oficina del Trabajo
de la A. S. P. 78 páginas en 4." Precio, 50 cén-
timos. Gratis y franco para los socios de la
Acción Social Popular.
260
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
hoy los aplausos para el segundo, que
trata de la Escuela socialista y de la
católica. En el apéndice se explica la
Escuela de la Paz social, fundada por
Le Play.
N. N.
ESTUDIOS BÍBLICOS
Christus ein Gegner des Marienkultus?
Jesús und Seine Mutter in den heiligen
Evangelien. Gemeinverstándlich darges-
tellt, ven Dr. Bernhard Bartmann, pro-
fesor de TheoLin Paderborn.— ¿f's Cris-
to adversario del culto de Maria? Jesús
y su Madre en los santos Evangelios.
Exposición al alcance ordinario, por el
Dr. Bern. Bartmann, profesor de Teo-
logía en Paderborn.— Friburgo, 1909. Un
volumen en 8." de VlIl-184 páginas. Pre-
cio, 3 marcos (Herder).
Ya se sabe que el Protestantismo y
su heredera la incredulidad contempo-
ránea detestan el culto que la Iglesia
ha tributado siempre á Maria Santísi-
ma, y han tratado de impugnarle por
todos medios. Uno de los principales
argumentos que desde el principio de
la Reforma adujeron los protestantes
en favor de su tesis antimariana es la
conducta de Jesús con su Madre en al-
gunos pasajes evangélicos. El Dr. Bart-
mann, partiendo del principio de que
la Virgen era entonces viadora, y como
tal, susceptible y aun necesitada de
prueba, analiza los cuatro principales
lugares evangélicos (en el templo, en
Cana, cuando llama hermano y madre
al fiel diligente en el cumplimiento de
la voluntad divina y en la Cruz), re-
solviendo que nada sólido puede infe-
rir de ellos la heterodoxia contra la en-
señanza católica.
DOCUMENTS POUR l'ÉTUDE DE LA BlBLE.—
Ascensión d'Isai'e: Traduction de la ver-
sión ethiopienne avec les principales
variantes des versions greeque, latines
et slave. Introduction et notes par Eu-
GÉNE TissERANT, Prof. d'assyrien á l'Apo-
llinaire(Roma).— Paris.Letouzey et Ané,
1909. Un volumen en 4." de 252 páginas.
Precio, 4 francos.
La colección de Documentos para
el estudio de la Biblia , bajo la direc-
ción del abate Martin, profesor de Len-
gua etiópica en el Instituto Católico de
París, continúa sus trabajos con lau-
dable actividad. M. Tisserant, discípu-
lo predilecto del Dr. Martín, ha hecho
una nueva versión del apócrifo titulado
Ascensión de Isaías, libro escrito en el
primer siglo de la era cristiana y de
origen judío-cristiano, tomándola di-
rectamente del texto etiópico. Este, á
su vez, sólo representa una versión del
griego, que fué el idioma original; pero
que, en defecto de esto, perdido hace
siglos, representa la expresión más
aproximada al mismo. Este primer fru-
to de los estudios especiales sobre el
etíope del profesor Tisserant, como él
mismo llama á su trabajo, es un nuevo
testimonio del ardor con que el clero
francés ha emprendido los estudios su-
periores relacionados con la Biblia y,
en general, con la ciencia eclesiástica.
El autor es acreedor á la simpatía y á
los plácemes de todos los que se inte-
resan por el adelanto de la cultura en
el clero católico.
Die Epistel des heiligen Jalcobus, über-
setzt und erkiárt, von Dr. J. Evang. Bel-
SER, ord. Prof. d. Theol. an d. Univers.
zu Tüh'mgzn.^ Le Epístola de Santiago,
traducida y expuesta por el Dr. J. Evano.
Belser, profesor ordinario de- Teología
en la Universidad de Tübingen.— Fri-
burgo, 1909. Un volumen en 4." de Vlil-
215 páginas. Precio, 4,50 marcos; encua-
dernado, 5,30.
Suspendiendo, á lo que creemos por
un momento, el Dr. Belser la serie de
sus trabajos sobre San Pablo, esta vez
ha tomado por su cuenta la explicación
de la Epístola de Santiago. El trabajo
es como del Dr. Belser: docto, funda-
do y erudito. En el § I vindica, en
oposición á una opinión reciente del
Dr. Mader, la identidad del autor de
la Epístola con el Apóstol Santiago el
Menor. Con respecto á la data crono-
lógica, sostiene el Dr. Belser una opi-
nión en que no es fácil halle seguido-
res: juzga que la Epístola es muy an-
terior á las controversias sobre las
relaciones entre la ley y la gracia; y
así que es inútil buscar en el escrito
alusiones á esa controversia. En cambio
al explicar el célebre pasaje: unusgui-
sque tentatur a concupiscentí sua...
deinde concupiscentia cum conceperit
parit peccatum, etc., es de parecer
que el Apóstol no se propone descrir
bir la génesis y naturaleza de la culpa
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
261
mortal y las condiciones del consenti-
miento para el reato graves. Santiago
habla de un proceso largo y sostenido
de culpas graves, hasta engendrar un
hábito arraigado que hace sumamente
dificultosa la conversión y el verdade-
ro arrepentimiento y termina con una
muerte impenitente. En esto creemos
que va acertado. También es digna de
notarse la explicación glorietur autem
frater... dives autem..., igualmente II,
15-17, 18-19; 111, 1-2, etc. El discurso
del libro está salpicado de oportunas
observaciones filológicas y exégeticas,
que hacen muy útil é instructiva su
lectura. Al fin va el texto latino del
Códice Corbeyense, cuyas variantes,
respecto del de la Clementina corrien-
te, agradan al Dr. Belser.
Der Verfasser aer Eliu-Reden (Job Kap
32-37). Eine Kritische Untersuchung,
ven Dr. Wenzel Posselt. (El autor de
los discursos de Eliu. Estudio critico.)
Un tomo en 4." de XI-111 páginas, 3
marcos. — Herder, Friburgo de Brisgo-
via, 1909. (Biblische Studien, XIV, 3.)
La crítica protestante pretende que
los discursos de Eliu son pegadizo
extraño al autor y á la composición
del libro de Job. Lo contrario se pro-
pone demostrar el autor de la presente
monografía, haciendo ver en la pri-
mera parte que sin tales discursos
queda manca la composición, y en la
segunda que las dificultades, sacadas
del estilo y lenguaje, no son convin-
centes. En cambio, emite una opinión
que no deja muy bien parado á Job, y
es opuesta al común sentir de los exé-
getas católicos, que siempre se han es-
forzado en alejar de Job toda sospecha
de blasfemia, aun material. El autor,
pues, salva— como él alce— reverentia'
SS. Patribus et exegetis catholicis de-
bita, se permite asentar las tesis si-
guientes:
a) Job, según presupone el poeta
autor del libro, no sabe de retribución
en la otra vida; b) no pudiendo pensar
en una vida de ultratumba, entiende
que la divina justicia exige una per-
fecta retribución de lo bueno y de lo
malo en la presente; c) mas como no
hay tal, según se ve por lo que pasa á
otros y á él mismo, que padece in-
merecido infortunio, concluye que
Dios le hace padecer porque le es ene-
migo; d) de donde prorrumpe en blas-
femias materiales, no formales, pues
sólo procede de su error invencible,
siendo asi que, en cambio, no cesa de
confiar en Dios y sentir altamente de
Él y hasta esperar al fin la resurrección
de su cuerpo, rectificando así su pri-
mer error.
Der alttestamentliche Kanon der antio-
chenischen Schule. Gekrónte Preisschrif t
von Dr. Ludwiq Dennefeld. (El canon
del Antiguo Testamento en la escuela
de Antioquia. Obra premiada del doc-
tor Luis Dennefeld.) (Biblische Stu-
dien, XIV Band. 4 Heft.) — Herder, Fri-
burgo de Brisgovia, 1909.
El libro del Dr. Dennefeld viene á
llenar un vacío de la literatura bíblica,
en la cual se deseaba un estudio mo-
nográfico sobre el canon antioqueno
del Antiguo Testamento. Por escuela
antioquena entiende el autor, en opo-
sición á la alejandrina, aquel grupo de
teólogos griegos que en la exegesis
bíblica siguieron la dirección histórico-
gramatical y dependieron de la escuela
fundada por el mártir Luciano (muerto
en 311), y llevada á completo des-
arrollo por Diodoro de Tarso (muerto
en 394). Después de haber estudiado
atentamente los indicios y argumentos
suministrados por los escritos que de
los teólogos antioquenos conserva-
mos, llega Dennefeld á esta conclu-
sión: El canon del Antiguo Testa-
mento en la escuela de Antioquia
comprendía de igual modo los libros
protocanónicos y deuterocanónicos,
juntamente con el tercero de los Ma-
cabeos y el tercero de Esdras. Sólo
Teodoro de Mopsuesta constituye ex-
cepción importante, en cuanto rechaza
los libros protocanónicos: Job, Cantar
de los Cantares, Paralipómenos, Es-
dras, Nehemías y Ester; asimismo los
deuterocanónicos, excepto el Eclesiás-
tico y Baruch; no admite las partes
deuterocanónicas de Daniel y tiene los
Proverbios y el Eclesiastés por infe-
riores á los libros inspirados. Poli-
cronio es excepción sin importancia,
pues sólo deja de reconocer el himno
Benedícite de la parte deuterocanónica
de Daniel (3, 24-90).
El autor no sólo estudia los más cé.-
262
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
lebres doctores como Diodoro de Tar-
so, San Juan Crisóstomo, Policronio y
Teodoreto, sino también los últimos
teólogos antioquenos, ora discípulos
de San Juan Crisóstomo, como San
Isidoro Pelusiota, San Nilc, Marcos
anacoreta, Proclo de Constantinopia,
Casiano, Víctor de Antioquía; ora
de Teodoro de Mopsuesta y de Teo-
doreto, como Adriano, Cosmas Indi-
copleustes y Nestorio. El cuadro tra-
zado por Dennefeld, dice él mismo,
difiere esencialmente del que nos dio
Harnack sobre el canon antioqueno del
Antiguo Testamento en su Lehrbuch
der Dogmengeschichtc II (1887), 70.
Die Menschenopfer der alten Hebraer
und der benachbarten Vólker, ein Bei-
trag zur altestamentiichen Reügionsges-
chichte, von P. Dr. Evaristus Mador,
S. D. S., Prof. d. Exegese am Priester-
seminar zu Tívolí (Rom.)— ¿oó' sacrifi-
cios humanos de los antiguos hebreos y
de los pueblos vecinos: contribución á
la historia de la Religión del Antiguo
Testamento, por el P. Dr. Evaristo
Mader, S. D. S., profesor de Exégesis
en el Seminario eclesiástico de Tivoli
(Roma).— Friburgo, 1909. Un folleto de
XX -188 páginas en 4.^ Precio, 5,60
marcos.
El culto de Moloch en sus escenas
cruentas y los sacrificios humanos de
que iba acompañado, ha sido interpre-
tado por la crítica incrédula como la
expresión tradicional del culto primi-
tivo en el pueblo hebreo, mientras el
ritual pentatéuquico, donde tan severa-
mente se proscribe la inmolación de
seres humanos, sólo representa ideas
religiosas posteriores y relativamente
muy recientes. La critica descreída ha
pretendido hallar una confirmación de
su tesis en la fisonomía sanguinaria
dejehová al ordenar, v. gr., el exter-
minio de los cananeos, y hasta en
ciertas prescripciones del Código mo-
saico, V. gr, la consagración de los
levitas, la ley de los primogénitos,
etcétera, que serian mitigaciones de
prácticas más antiguas en las que se-
rían sacrificados á Jehová algunos
miembros de la comunidad hebrea. El
R. P. Dr. Mader analiza, desde el
punto de vista histórico y crítico, una
opinión que incluye imputaciones gra-
vísimas contra la revelación del Anti-
guo Testamento; y el resultado de su
examen hace ver que el pueblo hebreo
no sólo profesó desde su origen el
monoteísmo, sino que sus ideas sobre
el culto estuvieron siempre inspiradas
por principios de moderación y res-
peto á la dignidad humana, por más
que, atendidas las disposiciones de
aquella raza y los perversos ejemplos
que veía en las naciones de su derre-
dor, ni alcanzó la elevación sublime de
la idea cristiana, ni supo preservarse
del contagio de que estaba rodeada.
Franz Schaub. Die katolische caritas und
ihre Segner: La caridad católica y sus
impugnadores.—- Regenshmg Volksve-
reinverleg, 1909. Un volumen en 4.**
de 237 páginas. Precio, 2,20 marcos.
Magnífico libro, donde se examina á
fondo el carácter legítimo de la Cari-
dad y el de su expresión la Beneficen-
cia, desde los puntos de vista teoló-
gico y social. El Dr. Schaub es muy
conocido en Alemania por su ciencia é
instrucción vastísima, y las publica-
ciones alemanas tributan á esta su
nueva obra merecidos elogios. Nada
hay, ni en la doctrina ni en las institu-
ciones católicas, que el Protestantismo
no se esfuerce por desnaturalizar y
deprimir cuanto puede; pero uno de
los puntos que con mayor empeño
combaten, es precisamente el concepto
y la práctica de la caridad y benefi-
cencia tal cual lo entiende y practica
la Iglesia romana. Por eso una obra
como la del Dr. Schaub hacía falta en
la literatura católica, y sintiéndolo así
el autor, ha resuelto colmar ese vacío,
consiguiendo realizar ventajosa y sa-
tisfactoriamente su intento. Conocedor
exacto de los principios de la doc-
trina católica sobre materias tan deli-
cadas, analiza y resuelve con acierto
las objeciones tan especiosas como
varias que los adversarios han susci-
tado contra la caridad y beneficencia
católicas. El autor ni desconoce ni
reprueba lo que el Protestantismo ha
hecho de bueno en punto á institucio-
nes benéficas; por el contrario, lo
acepta y aplaude, dando así una prue-
ba de la imparcialidad de su análisis y
NOTICIAS BIBLIOCUÍAFICAS
263
de la rectitud de sus intenciones. To-
dos los eclesiásticos, pero en especial
los que promueven esta clase de obras,
hoy tan extendidas por todas partes,
tendrán en el libro del Dr. Schaub una
excelente guía doctrinal y un justifi-
cante de sus trabajos.
L. M.
OBRAS TEOLÓGICAS
Santo Tomás de Aquino y la Inmaculada
Concepción de la Virgen Alaria. Ensayo
critico por Moisés Alujas Bros, presbí-
tero. Premiado en el certamen cele-
brado en el Seminario Conciliar de
Tortosa el 9 de Mayo de 1905, Prólogo
del M. Iltre. Sr. Dr. D. Salvador Bové,
Canónigo Magistral de la Seo de Ur-
gel. — Librería Católica Internacional,
Balmes, 83, Barcelona, 1909. Con licen-
cia. En 4.", de XXVlI-79 páginas.
«Santo Tomás de Aquino negó la
Inmaculada Concepción de la Virgen
María»: tal es la proposición que en
este lindo opiísculo, algo más extenso
del que escribió en latín y fué premia-
do en el certamen del Seminario de
Tortosa, sostiene el joven presbítero
D. Moisés Alujas Bros. Para demos-
trarla trae tres clases de argumentos:
1.", extrínsecos, ó la autoridad de mul-
titud de discípulos del Santo que así
opinaban; 2.°, intrínsecos, ó cuatro
principales textos de las obras del
Angélico, en que se declara de propó-
sito esa sentencia; 3.°, negativos, ó re-
solución de las objeciones é interpre-
taciones de los que cuentan al Doctor
de Aquino entre los defensores del
Misterio.
Desde luego se echan de ver en
este ensayo orden, claridad, buenos
razonamientos y lo mucho que ha tra-
bajado el autor por salir airoso en su
empeño. En la primera parte y, en ge-
neral, cuando se apoya en la crítica
histórica, nos satisface el Sr. Alujas, y
creemos que sus pruebas son incontes-
tables. Ahora tal vez requeriría mayo-
res explicaciones la exposición de los
argumentos intrínsecos para que se
patentizase la mente de Santo To-
más, y no siempre hallamos afortu-
nado al ilustre autor en la refutación
de la manera de interpretarlos que al-
gunos tienen; v. gr.: No existe la con-
tradicción que supone el Sr. Alujas
(págs. 56-74, nota) entre la ignorancia
del tiempo de la santificación de Ma-
ría y la creencia de que fué en el pri-
mer momento de su ser, si la creencia
no es más que probable. Equivaldría
á lo que afirma Escoto : Dios solo
sabe (seguramente) el tiempo; aunque
creo (probable) que se verificó en el
primer momento. O en otros térmi-
nos: No sé el tiempo (seguramente);
María fué inmaculada en su Concep-
ción (probablemente).
Del prólogo sólo diremos que es
digno del reputado y sabio filósofo
lulista que lo escribe.
Praelectiones dogmaticae quas in Collegio
Diton-Hall habebat Christianus Pesch,
S. J. Tomus I: Institutiones propaedeu-
ticae ad Sacram Theologiam (I De Chri-
sto legato divino. II De Ecclesia Christi.
III De Loéis Theologicís). Editio quarta.
Cum approbatione Rev. Archiep. Fri-
burg. et Super. Ordinis.— Friburgi Bris-
goviae. Sumptibus Herder, Typographi
Editoris Pontificii. MCMIX. En A.", pá-
ginas XXII-452. Precio, 7 marcos; encua-
dernada, 8,60.i
Repítense á cada paso las ediciones
de la Teología dogmática del P. Pesch,
prueba incontestable de su mérito y
excelencia; pues habiendo tantos ma-
nuales teológicos, ha tenido éste tal
aceptación que en poco tiempo se han
agotado tres ediciones y ha sido me-
nester comenzar la cuarta. Por su cla-
ridad y solidez, por la buena distribu-
ción de materias y fino gusto en ex-
plicarlas, por la exposición breve de
los sistemas modernos de teología, sin
omitir ninguno que convenga conocer
á un teólogo de nuestros tiempos y
refutación nerviosa de los heterodo-
xos é infundados, bien merece esa dis-
tinción con que la honran los que se
dedican á los estudios de la ciencia
sagrada. Infinidad de escritores elo-
gian y consideran al P. Pesch como
una autoridad en cuestiones de Teo-
logía, y alguno ha asegurado que su
libro es el mejor de los textos que
ahora se estilan en las escuelas, aun-
que es fácil engañarse en tales apre-
ciaciones. La edición presente es más
completa y perfecta que las anteriores;
pues, como observa el autor en el pró-
logo se tratan en ella materias de ac-
tualidad, principalmente del modernis-
264
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
mo. Lo mismo se colige de la lista de
autores que presenta el P. Pesch como
citados en su obra: en la tercera edi-
ción, V. gr., figuraban 378 y en ésta 432.
Y con ser tan nutrido ese catálogo, no
cabe la suerte á los españoles que men-
cione ni á uno siquiera de los 32 auto-
res que del Vaticano acá han publica-
do tratados teológicos, algunos tan
cabales que, como afirma el ilustrísi-
mo Sr. Lago y González, <: desmienten
la errada opinión de los extranjeros,
á cuyo parecer estaba ya agotada la
vena del precioso oro teológico en
España».
Desenvolvimiento y Vitalidad de la Igle-
sia, por el P. Fr. Juan G. vVrintero,
O. P., maestro en Sagrada Teología, li-
cenciado en Ciencias, profesor en San
Esteban de Salamanca. Libro IV: Meca-
nismo Divino de los Factores de la
Evolución Eclesiástica. Con licencia del
Ordinario y de la Orden.— Salamanca,
imprenta de Calatrava, á cargo de Ma-
nuel P. Criado, 1909. En 4." mayor de
437 páginas y el Índice. Precio, 4 pe-
setas.
vida, da con frecuencia atinados con-
sejos, y permite, con tal que no sufra
detrimento el espíritu que infundió á
su Iglesia Cristo, larga licencia para
apropiarse lo accidental y accesorio,
explicando el verdadero concepto de
la tradición, hartas veces mal enten-
dido, así de los que se confiesan sus
partidarios como délos que inconside-
radamente la desdeñan ó maltratan.
Puede ser que algunas expresiones in-
necesarias, é introducidas ó usadas
deleitosamente por los modernistas,
habría hecho bien el P. Arintero en
suprimirlas; acaso sea á veces algo
difuso insistiendo de diversas mane-
ras sobre lo mismo y parándose en
consideraciones, buenas en sí, pero me-
nos aptas para probar lo que intenta;
tal vez se muestre algo duro en ciertas
censuras y un poco confuso en una
que otra explicación por mezclar ideas
que entrañan diversos sentidos; mas
todo esto no quita que la obra sea de
mucho mérito y que manifieste el gran
caudal de sabiduría del insigne Padre
dominico.
En este cuarto tomo de la grande
obra que publica el docto P. Arintero
sobre el Desenvolvimiento y Vitalidad
de la Iglesia, resplandecen, como en
los otros volúmenes que hemos exa-
minado, las notas distintivas de abun-
dancia de doctrina y copia de erudi-
ción profana y sagrada. Aquí, con sutil
y delicado ingenio, se aplican los prin-
cipios y causas evolucionistas al des-
arrollo que en el correr de los tiem-
pos ha experimentado la Iglesia de
Cristo. ¿Qué pensar de esta idea? Es
ciertamente original, nueva, curiosa y
nada contiene, tal como la ofrece el
esclarecido autor, que desdiga de las
sanas enseñanzas y explicaciones de
Santo Tomás de Aquino y de los me-
jores ascetas. No hay que pararse en
la corteza y asustarse del titulo que
por recordar los desvarios de algunos
transformistas podría ocasionar equi-
vocaciones; el ilustre autor aparece
sólidamente fundado en lo que escribe
y no se recata de fustigar, cuando lo
cree oportuno, á los transformistas
irreflexivos y á otros enemigos de la
Iglesia, señaladamente á los modernis-
tas. Conocedor de la realidad de la
El Progreso del Dogma. Discurso pro-
nunciado en la solemne apertura del
curso de 1909-1910 en el Seminario Con-
ciliar de San Froilán de León por el
Dr. D. Olegario Díaz-Caneja, profesor
de Sagrada Teología y Vicerrector del
mismo Seminario.— León, imprenta de
Maximino A. Miñón, 1908. En 4." de 27
páginas.
Sin pretensiones de ninguna clase,
pero con buen criterio, sana doctrina
claridad en la exposición, valentía en
la frase, explica el docto profesor de
Teología y Vicerrector del Seminario
de León Sr. Díaz-Caneja, «uno de los
principales y más escabrosos temas
puestos á discusión por los moder-
nistas... la Naturaleza del Dogma». Di-
vídele en tres partes: exposición del
progreso modernista del dogma, su
refutación é idea del progreso legí-
timo.
La materia, á nuestro entender, está
elegida con acierto; y aunque en su
desenvolvimiento más que de fuentes
primarias saca el autor de fuentes se-
cundarias su doctrina, echándose, ver-
bigracia, de menos que no cite á Mu-
rri y que no se valga del Programa
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
265
Miodernista, que por incidencia sólo
una vez menciona, y aunque se halle
alguna que otra locución disonante,
como llamar á los modernistas «sabios
de alto copete», con todo, resulta el
discurso un trabajo bien pensado y
bien hecho que honra al autor y viene
á confirmar la competencia de los pro-
fesores de su claustro, cuyo saber y
laboriosidad á tan alto prestigio han
levantado el Seminario de San Froi-
lán de León.
A. P.G,
Nouvelle édition. La Somme du Prédica-
teur sur les Temps liturgiques et les
Evangiles de toas les dimanches et Pe-
tes, intégralement expliques au moyen
de Quatre Instructions homilétiques,
accompagnées de Innombrables Notes
et Plans permettant de varier á l'lnfini
l'enseignement de la Chaire, par P. Gre-
NET, dit D'Hauterive, Chevalier de l'Or-
dre Insigne de Pió IX, etc. Tome Pre-
mier: Le Temps de l'Avent, le Temps de
NóeL Montréjeau (Haute-Garonne), Li-
brairie J.-M. Soubiron, Editeur. Droits
de reproduction et de traduction re-
serves. En 4.° mayor de X-647 páginas.
Conocida y estimadísima es la Suma
áe Predicadores de D'Hauterive. Aho-
ra, con muy buen acuerdo, J.-M. Sou-
biron nos la ofrece de nuevo editada.
El primer tomo comprende 42 instruc-
ciones, empezando con la preliminar,
en que se da una idea general del año
cristiano, y finalizando con la que ex-
plica la estancia del niño Jesús en
Egipto; es decir, que abarca el Ad-
viento y Navidad, ó sea dos de las
cuatro divisiones del año cristiano ó
espiritual.
Resplandecen estas homilías por la
claridad y orden en que están distri-
buidas las materias, por la abundancia
y seguridad de doctrina, por la copia
de notas, en que se aducen largos tex-
tos de Santos Padres ó autores de
prestigio y se indican nuevos planes,
y tienen la particularidad de expresar
íntegramente el Evangelio de la fiesta
que se celebra en cuatro pláticas y de
referir la historia de los diversos
tiempos litúrgicos, y á veces de los
ritos eclesiásticos. Fácil y satisfacto-
riamente, pues, los párrocos, teniendo
delante esta obra como norte y guía,
podrán cumplir el mandato del Tri-
dentino de instruir al pueblo durante
la Misa de lo que en ella se recita
(Sess. XVll, cap. 8), é inspirarse otros
predicadores sagrados en los sermo-
nes que deban desde el pulpito dirigir
á los fieles cristianos.
La Ciencia Tomista. Revista científica bi-
mestral, bajo la dirección de los Domi-
nicos españoles.
Para el día de Santo Tomás de
Aquino, 7 del próximo Marzo, se anun-
cia el primer número de esta nueva
revista.
A juzgar por el prospecto que tene-
mos á la vista y por el número y cali-
dad de los redactores y también cola-
boradores en él indicados, pertenecien-
tes unos y otros no á la benemérita
insigne Orden dominicana, la nueva
revista científico-religiosa ha de ser
muy notable, y esperamos que contri-
buirá eficazmente al esclarecimiento y
á la defensa de la verdad, obscurecida
hoy día con tantos errores y tantas
confusiones en todos los terrenos. Con-
cederá importancia excepcional á los
Boletines científicos en los diversos
ramos de la ciencia y á la crónica cien-
tífica de las principales naciones. Sal-
drá un número de 160 páginas en 4." es-
pañol cada dos meses. Precio: un nú-
mero suelto, 2 pesetas; la suscripción
al año, 10 pesetas en España, 12 fran-
cos en el extranjero. Administración:
Claudio Coello, 114, Madrid.
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Diciembre de 19D9.— 23 de Enero de 1910.
ROMA.— La Santa Sede durante el año 1909. He aquí las prin-
cipales cuestiones tratadas por la Sede Apostólica en el año que acaba
de espirar. Gobierno general de las Iglesias:. Aplicación de la reforma de
la Curia Romana conforme á la Constitución apostólica Sapienti con-
síV/o.— Continuación de los trabajos para el nuevo código de Derecho
Canónico.— Fundación (7 de Mayo) y organización del Instituto Bíblico
de Roma,— Erección ó elevación de muchas archidiócesis, diócesis, vica-
riatos y prefecturas apostólicas.— Decretos sobre la secularización de los
religiosos (15 de Junio), títulos y relaciones de las diversas ramas francis-
canas (4 de Octubre, 15 dé Diciembre).— Unión de los Teatinos con los
Padres de la Sagrada Familia. — Medidas contra el modernismo intelec-
tual y práctico. Excomunión de Murri. — Encíclica Communium reram
(21 de Abril) por el centenario de San Anselmo sobre las luchas presen-
tes, interiores y exteriores, contra la Iglesia.— Alemania: Comisión del
Cardenal legado para asistir al Congreso Eucarístico internacional de
Colonia.— Francia: Beatificación de Juana de Arco. Discursos del Papa
acerca de los deberes de los católicos franceses. Direcciones pontificias
en vista de la separación-persecución, y en orden á la unión de los cató-
licos franceses, en el terreno de la defensa religiosa.— Italia: Socorros
enviados para remediar las calamidades de Calabria y Mesina. Direc-
ción sobre la organización y acción de los católicos italianos (acción
económico-social católica: unión de las mujeres católicas, etc.).— Tur-
quía: Recepción de la Embajada otomana por el advenimiento del sultán
Mahomet V.— África: Relaciones amistosas con el negus Menelik. Auto-
nomía de la Congregación de los Trapenses de Marianil (Sud-África).
Preparación de las causas de beatificación de los mártires indígenas de
Uganda.— América: Concilio plenario del Canadá, presidido por el Dele-
gado apostólico. Reorganización económica de las diócesis de Cuba.
Extensión de la representación diplomática de la Santa Sede en las repú-
blicas de la América Central. Representación diplomática del Uruguay en
el Vaticano.— Documentos Pontificios. Al mensaje de los católicos
reunidos en el Norte de Francia respondió Su Santidad con una hermosa
carta, en la que dice, hablando de la unión por la que aquéllos abogaron:
«Esto Nos ha consolado en las penas y angustias que Nos vienen, no
tanto de la violencia de los malos para dañar como del desacuerdo de
los buenos para resistirles.»— El Cardenal-Secretario escribió á la Comi-
sión central de obras de la Umbría, declarando con estas palabras lo que
NOTICIAS GENERALES 267
quiere el Pontífice que sea la acción social católica: «No basta reunir la
gente: menester es que se la forme en la vida cristiana, que se la habilite
en el apostolado popular, el cual, juntamente con las obras católicas,
exige de sus fieles la Iglesia. Los católicos de fe estéril é infecunda, y lo
que peor es, los católicos cuyo proceder contradice á la fe, no llegarán
nunca á ser instrumentos útiles para la grande empresa de restauración
social, que debe llevarse á cabo comenzando por el mismo que se declara
apóstol. No hay, pues, que contentarse con ir al pueblo, sino que por en-
cima de todo se ha de poner cuidado en crear un alma profundamente cris-
tiana.»-El mismo Cardenal-Secretario en 31 de Diciembre escribía al
Conde de Mun, presidente de la obra de Círculos Católicos de Obreros
en Francia: «El Soberano Pontífice no pierde de vista las organizaciones
antiguas que han tenido el mérito de abrir camino y reunir á los hombres
de buena voluntad, apoyándose en los principios del Evangelio y disci-
plina eclesiástica. Tal fué el carácter de vuestra fundación y el secreto de
su vital fecundidad, así como de los servicios eminentes que ha prestado
á la religión y sociedad.»— En carta de 31 de Diciembre decía el Eminen-
tísimo Sr. Merry del Val á los organizadores del Congreso de la Prensa
Mariana tenido en Reims: «Su Santidad se complace en alentar el celo y
piadosa intención de los directores de diferentes periódicos marianos,
que se dedican á extender más y más la devoción á la augusta Madre de
Dios.» — Mensajes y felicitaciones. El 28, aniversario de la destruc-
ción de Mesina y Reggio, recibió Pío X de esas dos ciudades mensajes de
gratitud, y del Comisario real encargado de la administración municipal
de Reggio-Calabria, el telegrama siguiente: «La población de Reggio en el
primer aniversario de la terrible catástrofe, recuerda con agradecimiento
profundo las múltiples y generosas pruebas de paternal benevolencia de
Su Santidad.»— Al principio de año nuevo enviaron sus felicitaciones al
Papa los Emperadores de Austria y Alemania, los Reyes de España, Sáje-
nla, Suecia, Noruega, Bélgica, la reina María Cristina, el Príncipe de Mo-
naco, la grande Duquesa de Luxemburgo, los Duques de Orleans, Alen-
gon y la Condesa de Eu. Á la salutación de estos personajes hay que aña-
dir la del sultán Mahomet V, que es la primera vez que, con motivo de la
entrada de año nuevo, envía sus respetos al Pontífice romano.— Muerte
del Cardenal Satolli. El 8 de Enero, tras de una prolija agonía, murió
el Cardenal Francisco Satolli, que había nacido el 21 de Julio de 1839.
Fué Delegado apostólico en los Estados Unidos, Prefecto de la Congre-
gación de Estudios en Roma y miembro de muchas Congregaciones y
Comisiones pontificias, como la de Estudios bíbhcos y Codificación del
Derecho Canónico.— Nombramiento. El benedictino Dom Pedro Bas-
tien ha sido nombrado director del Acta Apostolicae Sedís.
Ferrocarriles internacionales. — El Ministro de Trabajos de
Italia, Sr. Rubini, y el de Francia, Sr. Millerand, se encontraron el 10 en
la frontera franco-italiana, y juntos revisaron las obras para el tendido
268 NOTICIAS GENERALES
de la línea del ferrocarril de Niza á Coni y para el de la frontera á Tenda
y Vierola. En Tenda se ofreció un banquete al Sr, Millerand, pronun-
ciándose entusiastas brindis.
I
ESPAÑA
La pacifícación de Melilla.— Ha continuado la sumisión de varias
cabilas, aceptando las condiciones de paz que se les impuso, y también
la reembarcación de tropas para la Península. Por el Ministerio de la
Guerra se determinó la organización de las fuerzas que ha de haber en
Ceuta y Melilla, y por un decreto, que firmó el Soberano el 31, se crean
tres compañías de fuerza indígena, que se unirán á las de Policía, tam-
bién indígena, y mandarán oficiales del Ejército. Á principios de Enero
marchó á visitar aquellos territorios africanos el Ministro de Fomento,
acompañado de ingenieros y periodistas. Según telegrama oficial del 10,
el Sr. Gasset «quedó muy satisfecho de la excursión, así como de los
trabajos que se han ejecutado, y que aun continúan, tanto en fortifica-
ciones como en comunicaciones; al mismo tiempo expresó una vez más
su admiración por la obra que el Ejército ha realizado, y que verdadera-
mente es gigantesca». Como consecuencia de los estudios practicados
por las Comisiones técnicas, el Ministro de Fomento aprobó el 11 el plan
de varias carreteras, de varias construcciones marítimas, la granja de
Nador y reedificación de la escuela indígena de dicho pueblo. — Política.
Conflicto militar. El 10 se denunció á La Correspondencia Militar por
un artículo en que «Santiago Valisoletano» impugnó las propuestas de
recompensas con ocasión de la guerra de Melilla. El 12 se hizo una
manifestación ante la redacción de aquel periódico, á la que, según el
mismo, concurrieron unas 400 personas (parece que no pasaron de 180),
que por su aspecto semejaban militares; aplaudieron al director y redac-
tores del diario, y sonaron los gritos de «¡Viva el Ejército!, ¡Viva la jus-
ticia!» El Gobierno puso pronto y enérgico remedio. El 13 por la mañana
se celebró Consejo de Ministros, bajo la presidencia del Rey, y, según
relación oficiosa, el general Luque, después de exponer los sucesos del
día anterior, sometió á la firma del Monarca los siguientes decretos:
relevando del cargo de Capitán general de Madrid al Sr. Villar y Villate,
sustituyéndole por el general Ríos; á éste reemplazó en su cargo de jefe
del Estado Mayor Central el general González Parrado. Se nombraron
Capitanes generales: de Valencia, al Sr. Aznar; de Galicia, á D. Amos
Quijada; de Valladolid, al Sr. González Tablas. Además ordenó el Minis-
tro de la Guerra el relevo de los coroneles de caballería del Príncipe y
de la Reina, y el arresto en un castillo de los oficiales de la guarnición de
Madrid que se tiene por cierto concurrieron á la manifestación. Cuatro,
NOTICIAS GENERALES 269
hasta ahora, han sido los castigados con esta pena- -Declaraciones del
Ministro de Estado. Le Figaro, de París, publicó el 25 unas declaracio-
nes que el Sr. Pérez Caballero hizo en una entrevista á uno de sus redac-
tores. De ellas se deduce que antes de salir de Roma examinó el Minis-
tro de Estado con el Papa y el Cardenal Merry del Val la cuestión del
modiis vivendi existente entre la Santa Sede y España; que los liberales
cumplirán el compromiso de reformar el Concordato, armonizándolo con
la Constitución española, y de reglamentar la situación de las Congrega-
ciones. Esta reforma se efectuará con espíritu liberal, exenta de todo
anticlericalismo.— Cons/íYwctó/7 de los Ayuntamientos. El 1.° de Enero se
constituyeron los nuevos Ayuntamientos, no sin que hubiera tumultos en
algunas partes, como, v. gr., en Madrid, donde los republicanos-socia-
listas protestaron ruidosamente en la calle contra la elección de un
concejal liberal, en vez de un socialista que creía tener derecho al acta. —
Los republicanos. El 9 se tuvo un meeting radical en Logroño, en el que
afirmó Lerroux que la creación del partido radical se debe al fracaso de
la unión republicana, y que dicho partido está dispuesto á hacer la revo-
lución pacificamente, aunque esto dependerá de la forma y actitud de los
enemigos. Para que se vea la honda división que trabaja al republica-
nismo español, hace al caso el siguiente suelto de un periódico de la
cuerda: «Tendremos el año próximo estos partidos republicanos: guber-
namental, con Álvarez, Azcárate y Pedregal; gubernamental, con Sol y
Ortega; radical, de Lerroux; radical, de Soriano; federal; progresista de
Esquerdo; núcleo de la antigua unión; nacionalista republicano catalán,
y autónomos de la Coruña, Castellón, Málaga y Valencia.»— Creac/d/z
de un nuevo partido. En Barcelona se constituyó el partido obrero, cuyo
programa en materia de religión preconiza «la tolerancia y respeto para
todas las ideas religiosas contenidas en el santuario de la conciencia», y
abomina «de los radicalismos rojos y los radicalismos blancos».
Reales órdenes. — La Gaceta del 31 publica un real decreto dispo-
niendo que continúen rigiendo durante el año 1910 los presupuestos
aprobados para la Península y posesiones españolas de África; la del 11,
uno de Gracia y Justicia sobre reformas judiciales, y otro de Instrucción,
dictando reglas acerca de la provisión de escuelas; la del 9, dos de Fo-
mento aprobando el plan de obras nuevas y estudios de carreteras, y or-
denando que se realicen por administración las obras hidráulicas pen-
dientes.
Fomentos materiales.— Congreso Pedagógico de Barcelona. Co-
menzó el 26, y duró hasta los primeros días de Enero. La concurrencia
fué inmensa. Una enmienda, ganada en votación por los católicos,
pidiendo que la autoridad eclesiástica vigilase la enseñanza religiosa en
las escuelas, sirvió de pretexto á unos cuantos maestros para retirarse
del Congreso, pero á pesar de este incidente, continuaron las sesiones sin
perder importancia, manifestándose á las claras las sanas ideas de la
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 18
270 NOTICIAS GENERALES
mayoría de los maestros españoles.— La Exposición de Valencia, Se
cerró el día 9, asistiendo al acto el ministro de Instrucción pública, señor
Barroso, y numerosísimo público. El presidente de la Comisión, señor
Trenor, pronunció un discurso refiriendo los beneficios que á la región
ha granjeado el certamen y anunciando su terminación. Ese mismo día
inauguró el Ministro en el Ateneo Mercantil la escuela de árabe. Unión
Ibero-Americana. Hemos recibido las circulares que la Unión Ibero-
Americana publica, dando cuenta de que se propone contribuir con todos
los medios posibles á la conmemoración del centenario de la indepen-
dencia de las repúblicas latinas de América, para estrechar los vínculos
de afecto y amistad entre éstas y España. El Congreso XVII internacional
de americanistas, que llevará el nombre de Congreso del Centenario,
celebrará este año dos series de sesiones: la primera en Buenos Aires,
del 16 al 21 de Mayo; la otra en Méjico, del 8 al 14 de Septiembre; en
los programas, compuestos por las comisiones organizadoras del Con-
greso, se exponen los estatutos de éste y las interesantes materias que
han de ser objeto de discusión.— /«e^os florales en Reas. Deseando la
Junta directiva del Patronato obrero de San José y la redacción del
Semanario Católico de Reiis honrar este año la memoria del insigne filó-
sofo D. Jaime Balmes, por cumplirse el centenario de su nacimiento, ha
dispuesto celebrar juegos florales, á los que invita á poetas y estudiosos
críticos. Los temas están bien escogidos y las recompensas no dejan de
ser apreciables. Para el 15 de Abril deben ser enviados los trabajos al
secretario del Jurado, Rambla de Massini, 5, Reus.
Noticias religiosas. "//o/2ra/2í/o á España. Según dice Ora et
Labora, la obra de los seminaristas españoles encuentra eco en muchos
Seminarios de Portugal, Italia, Francia y América latina. Sobre todo en
Portugal, la propaganda que se hace rivaliza con la de España, y sus
centros se relacionan con el de Sevilla. Gracias á t)¡os, que tan copio-
sos frutos ha querido que resulten del grano de mostaza sembrado por
los seminaristas seviWanos.— Jubileos sacerdotales. Dos insignes Prela-
dos, el de Huesca el 26 y el de Málaga el 30, celebraron con pompa y
solemnidad las fiestas del jubileo de su ordenación sacerdotal. Ambos
recibieron pruebas inequívocas del amor que con sus virtudes y celo
pastoral han sabido acarrearse entre sus diocesanos. Quiera el Cielo
prolongar por dilatado tiempo la vida de Obispos tan queridos y esti-
mados de iodos.— Contra las escuelas laicas. La Junta provincial de
primera enseñanza de Barcelona, después de oír durante un mes multi-
tud de informes y declaraciones de Corporaciones y personas que com-
parecieron ante ella, contrarios todos y ni uno sólo favorable á la
reapertura de las escuelas laicas, ha manifestado al gobernador, por
unanimidad, la conveniencia de que permanezcan cerradas.— Asamblea
diocesana de Madrid-Alcalá. El viernes 31 de Diciembre se tuvo la
tercera y última sesión de la Asamblea diocesana. El Excmo. Pre-
NOTICIAS GENERALES .271
lado, en un elocuente discurso, resumió los importantes trabajos de las
Juntas parroquiales, tanto en lo que se refiere á las secciones religiosa
y benéfica como á lo que mira al orden social y relaciones de las parro-
quias entre sí é instituciones en ellas existentes.
II
EXTRANJERO
AMÉRICA. — Méjico. De nuestro corresponsal, R. P. Gustavo He-
redia, en aquella república:
Congreso Católico de Periodistas. El día 12 de Diciembre, fiesta titular de la Santí-
sima Virgen de Guadalupe, Patrona principal de la nación mejicana, se celebró el pri-
mer Congreso nacional de periodistas católicos, asistiendo 48 delegados de los diver-
sos Estados, en representación de los 62 periódicos católicos que se publican en toda
la república. Se pronunciaron elocuentes discursos y se aprobaron algunas conclusio-
nes prácticas para la unión de la prensa católica en contra de la impía.— £/ P. Antonio
Astrain, S.J. El conocido autor de la Historia de la Compañía de Jesús en la Asisten-
cia de España ha sido recibido con especiales muestras de aprecio y atención por las
autoridades civiles del departamento de Instrucción pública y Bellas Artes, que le han
facilitado los medios de continuar sus trabajos históricos en lo tocante á la república
mejicana. En los dos últimos meses el P. Astrain ha visitado los principales archivos,
bibliotecas y museos de Méjico, Puebla y Guadalajara, encontrando algunos raros y
preciosos documentos relativos á la historia de la Compañía de Jesús en Méjico.— ¿as
obras hidráulicas. La nueva entubación y distribución de agua potable en la ciudad de
Méjico se continúa con extraordinaria actividad. En la hacienda de la Condesa, al
Poniente de la ciudad, se han instalado ya las grandes bombas que deben subir 20.000
litros de agua por segundo á los cuatro enormes depósitos construidos en la loma del
Rey, á 44 metros de altura. La cantidad de agua calculada es de 400 litros diarios por
cada habitante, suponiendo una población de 500.000 almas. El costo total de las obras
hidráulicas es de dos millones de pesos.
Nicaragua.— Los periódicos del 28 anunciaban que en la Legación
de Nicaragua en Madrid se había recibido la noticia de haberse pose-
sionado de la presidencia de aquella repiiblica el Dr. D. José Madriz.
Á juicio del representante de Nicaragua en la capital de España, el
Sr. Madriz, aunque de ideas liberales, no es un jacobino ni un exaltado.
El anterior presidente, Sr. Zelaya, refugióse en el territorio mejicano.
Parece que el Gobierno norteamericano reclamó al de Méjico por
haberle dado hospitalidad, pero éste contestó que no podía negársela á
una persona particular, sin cargo alguno oficial, de una república amiga.
Estados Unidos.— En Nueva York se han construido y consagrado
en poco tiempo cinco nuevas iglesias católicas, y abierto en diferentes
barrios media docena de escuelas, también católicas. Á unos tres millo-
nes de dollars sube lo que se ha gastado en la edificación de las recien-
tes obras de la diócesis.— Hace poco murió el sacerdote norteamericano
P. Tabb, calificado por el Sun, de Baltimore, de primer poeta lírico de
nuestro tiempo. Sus poemas ligeros, exquisitamente cincelados, repro-
272 NOTICIAS GENERALES
ducían cuadros y escenas de inspiración arrebatadora.— La Sociedad
Geográfica de Nueva Yoric, después de un examen profundo de los
documentos del comandante Peary, manifiesta que este explorador con-
siguió verdaderamente llegar al Polo Norte el 6 de Abril último. En
cambio, la Comisión científica de Copenhague ha desautorizado al doc-
tor Cook, que reclamaba esa gloria.
EUROPA.— Portugal. El 24 se constituyó nuevo Gabinete en la
forma siguiente: Presidencia, Beirao; Justicia, Montenegro; Interior, Díaz
Costa; Negocios Extranjeros, Villaca: Guerra, Matías Noures; Marina,
Azevedo Continho; Hacienda, Soarez Branco, y Obras públicas, Moréi-
ra. — Diario de Noticias publica una nota, á la que se atribuye carácter
oficioso, participando lo siguiente: «Segúninformesfidedignos, el juezde
instrucción criminal ha descubierto una gran red de sociedades secretas
que se proponían el cambio de régimen. En una de esas sociedades se
resolvió el crimen de Cascaes.»
Francia.— Empleados. Hay 444.000, ó sea una nonagésima parte de
la población; su presupuesto asciende á 700 millones. Fuera de los
empleados oficiales existen 36.000 guardabosques y guardapesca, 3.000
jueces locales, 500 procuradores fiscales, 21 legaciones de gendarmes ó
policías, dos regimientos de guardia republicana. Y sin embargo, mon-
sieur D. Lesneur, en un libro intitulado El derecho á la fuerza, prueba
que es preciso en Francia armarse en propia defensa. — La Facultad de
Beyrouth. En una de las sesiones del Parlamento se discutía el presu-
puesto de Negocios Extranjeros. Un socialista unificado pedía la supre-
sión de subsidios anuales á la Facultad de Beyrouth, dirigida por los
jesuítas. Mr. Pichón le respondió así: «Yo considero que esa Facultad
es una de las instituciones que prestan mayores servicios á nuestra
influencia, y que sería un acto sumamente reprensible, no sólo el supri-
mirla, sino aun tocar á su organización.» Lo que comenta de este modo
elEcho de Paris: «Los religiosos son los mismos en todas partes; si en
Beyrouth se portan como buenos franceses, ¿por qué aquí se los trata
como malos ciudadanos é indignos del suelo natal? Misterio y maso-
nería.»
Inglaterra.— El 10 se firmó el decreto real disolviendo el actual
Parlamento y convocando otro nuevo para el día 15 de Febrero próximo.
El 14 comenzaron las elecciones, que durarán dos semanas. Hasta la
fecha llevan la mejor parte los unionistas. Las elecciones en Inglaterra
cuestan carísimas. The Daily Mirror escribe que en las de 1906 se ele-
varon los gastos á 1.168.553 libras esterlinas, ó sea unos 29 millones y
medio de pesetas; hubo 5.645.104 votos; de modo que cada voto costó
cuatro chelines y un penique.
Alemania.— En toda la nación trabaja el Centro enérgicamente
contra la inspección de las escuelas por los legos. El grupo del Centro
de Cassel envió al Ministro de Cultos un mensaje protestando contra la
VARIEDADES 273
dirección de las escuelas por los Inspectores, y pidiendo que en lo que
mira á la instrucción religiosa corriera dicha dirección á cargo de las
Autoridades eclesiásticas.— Las estadísticas religiosas manifiestan que
prospera maravillosamente el catolicismo en Luxemburgo. La prosperi-
dad se debe principalmente al Sindicato de los obreros católicos. Actual-
mente la Confederación de obreros católicos cuenta 36 asociaciones. Su
periódico El Obrero ha realizado grandes mejoras, y las Asociaciones
celebraron en 1909 más de 200 congresos públicos. Las cajas de segu-
ros para los enfermos están muy florecientes. En este pequeño territorio
aparecen claramente los resultados de la unión en Cristo, que consti-
tuye la fuerza de los pueblos.
OCEANÍA.— Filipinas. De nuestro corresponsal de Manila:
1. Hace algún tiempo que absorbe la atención de todos la política, por liallarnos en
pleno periodo electoral; aunque, generalmente hablando, se ha notado menos anima-
ción y entusiasmo que en las pasadas elecciones. El triunfo ha sido para el partido
nacionalista, que desea la pronta independencia de las islas, en contra del progresista,
que apoya la acción del Gobierno. Es curioso lo que ha acontecido, á saber: que la
mayoría de los diputados de la pasada legislatura, ó se han retirado, ó han perdido las
elecciones. 2. Se nota mucha efervescencia en el país por buscar medios á fin de
fomentar la agricultura, la industria y el comercio filipinos; se proyectan Compañías
para la fundación de Bancos y otras instituciones de crédito, con el objeto de reunir
capitales con que evitar la funesta competencia de las Compañías americanas, que,
favorecidas por el librecambio, tratan de monopolizar la explotación de las fuentes de
riqueza del país. Los productores de azúcar han celebrado una Asamblea, de la que se
prometen resultados muy halagüeños. 3. Cumplida ya la licencia del Gobernador
general pasado, y admitida su dimisión, ha tomado posesión de su cargo el nuevo,
Mr. Cameron Forbes, que prestará su juramento este mes. Su programa de gobierno
ha sido una repetición de lo que dijo al ser nombrado Gobernador interino: poca polí-
tica y mucho empeño en fomentar los intereses materiales del país. Aunque protes-
tante, procura mantener buenas relaciones con las Autoridades eclesiásticas del país.»
A. P. GOYENA.
VARIEDADES
Programa (1).— La unión de los católicos se propone por ahora,
sin perjuicio de lo que acuerden los Prelados en adelante:
L° Que se restrinja la tolerancia religiosa á lo que taxativamente
permite la ley fundamental, prohibiendo severamente las manifestaciones
públicas de cultos disidentes que se dan en lugares abiertos al público, y
como la escuela no es parte del culto, que se prohiba con igual rigor
cualquier escuela no católica.
2° Como consecuencia de esta disposición y del art. 2." del Concor-
dato, el apoyo eficaz del Gobierno para que los Obispos impidan la
(1) Véase crónica del 5.° Congreso Católico español, celebrado en Burgos el año
1899, pág. 41 y sig. y pág. 636-637.
274 VARIEDADES
circulación de malos libros y su adopción como textos de enseñanza.
3." Libertad académica de enseñanza en favor de la Iglesia, sin suje-
ción á centros oficiales docentes, como ofrece el art. 12 de la Constitu-
ción y exige la institución divina de la Iglesia.
4." Que la instrucción en las universidades, colegios, seminarios y es-
cuelas públicas ó privadas dé cualquier clase sea en todo conforme con la
Religión católica, que es la religión del Estado, y que los Obispos puedan
velar eficazmente sobre el cumplimiento de esta prescripción concordada.
5.° Modificar el art. 549 de la ley de Enjuiciamiento criminal , para
que los templos y demás lugares sagrados no sean allanados sin previo
permiso de la autoridad eclesiástica.
6.^" Que las personas eclesiásticas no puedan ser castigadas corpo-
ralmente por la autoridad civil, sino en los casos de la pérdida de fuero
eclesiástico, ni citadas á los Tribunales sin previa venia de su Prelado,
ni obligadas á prestaciones ú oficios serviles y bajos que desdigan de su
estado, y que se cumpla la promesa hecha en el art. I."" del decreto-ley
de 6 de Diciembre de 1868, de un acuerdo con la Santa Sede, que resta-
blezca el fuero eclesiástico, como se restableció el fuero militar.
7." Exención de servicio militar para los clérigos tonsurados que
cursan en los Seminarios diocesanos hasta que hayan cumplido veinti-
siete años, como en Alemania; exención absoluta para los ordenados in
sacris y profesos en Orden religiosa aprobada.
8.° Que se admita en los Tribunales las demandas fundadas en espon-
sales, con tal que se hayan contraído por escritura pública al tenor de lo
decretado por la Sagrada Congregación del Concilio (1); que el matrimo-
nio canónico produzca siempre efectos civiles, y que para los no cató-
licos sólo se permita el contrato civil como subsidiario, previa justifica-
ción de su profesión religiosa que date de un año antes, por lo menos.
9." Que cumplidos los años de la pubertad, puedan los jóvenes de
uno ú otro sexo ingresar libremente en cualquiera Orden religiosa apro-
bada por la Iglesia.
10. Que los Obispos puedan por sí mismos obligar á los testamenta-
rios al cumplimiento de los legados píos dispuestos por testadores, con
independencia de cualquiera autoridad civil.
11. Que se proscriba y prohiba cualquier asociación no católica que
no reúna las condiciones impuestas por la ley de 30 de Junio de 1887, es
decir, que no quepa en los límites marcados por el art. 1 1 de la Consti-
tución del Estado, de conformarse con la moral cristiana, y que los jueces
de la doctrina lo sean de esta conformidad.
12. Que se prescriba y sancione el descanso en los días festivos, se
(1) Estos esponsales eran válidos cuando se dictó el Programa. Hoy se exigen otras
condiciones por el decreto «Ne temeré», admitido en España como ley del reino, sin que
sea necesario que la escritura se haga ante Notario, V. Los esponsales y el matrimonio,
por el P. Ferreres, IV edic. n. 668 y 179 con la nota.
OBRAS RECIBIDAS
275
reglamenten las tabernas, se prohiba el juego y se castigue la blasfemia
y la venta y exhibición de escritos y estampas obscenas.
13. Que se derogue el real decreto de 12 de Agosto de 1871, que em-
barga el cumplimiento del convenio-ley sobre capellanías de sangre.
14. Que se eximan de una vez y claramente de la desamortización
las casas y huertas rectorales, al tenor del art. 23 del Concordato y real
decreto de 4 de Enero de 1867.
15. Que no se ingiera el Gobierno en la administración de los bienes
de las iglesias, y se establezca en todas las diócesis el fondo de reserva
(artículos 4 y 37 del Concordato), aprobando inmediatamente los arre-
glos parroquiales terminados.
16. Que se permita las exequias de cuerpo presente, como previene
la liturgia y se practica en todas partes, salvo los casos excepcionales
de peste y de contagio.
17. Que de no eximir del impuesto de consumos á los párrocos, á lo
menos, para evitar abusos y graves inconvenientes, se les permita con-
tribuir en forma distinta del reparto municipal.
OBRAS RECIBIDAS EN LA REDACCIÓN
Acción católico-social de la Congre-
gación DE SEGLARES CATÓLICOS, por Cl
P. G. Vives, S. J.— Palma.
AlCOY en el XXV ANIVERSARIO DE LA
MUERTE DE CASIMIRO Barello.— Tipografía
de la Buena Prensa, 1909.
Almanaque del «Diario de Barcelona»
PARA 1910. Un tomo de 304 páginas con
variedad de información politica, finan-
ciera, de la guerra de Melilla, etc., etc.
Allgemeine Theorie elektrostatischer
Me Binstrumente mit besonderer Be-
rücksichtigung des Quadrantelektro-
meters, von J. del Pulgar und Th. Wulf.—
Leipzig.
Anales de Instrucción primaria.
Año VIL Tomo VI.— Montevideo.
Asociación española para el progreso
de las Ciencias. Congreso de Zaragoza.
La calefacción por el acetileno en los
LABORATORIOS, por el P. E. Vitoria, S. J.
IIeata Juana de Arco, por el R. Fray
T. de M. Número 186 de Lecturas Católi-
cas.—Librería Salesiana, Sarria-Barcelona.
Biblioteca del enfermo. Compilación
de lecturas é instrucciones para el hogar
católico, por Baltasar Vélez V., presbíte-
ro. Con licencia y aprobación eclesiásti-
cas.—Barcelona, imprenta de Francisco
Altes. Son seis proporcionados tomos
en 8.", edición de 1900, antigua ya para
juzgarla en la «Sección bibliográfica».
Véase Razón y Fe, t. XI, pág. 113.
Breves detalles sobre el cultivo de
algunas plantas. Regalo de la Biblioteca
Agraria Solariana.— Sevilla, 1909.
Bulletin de L'Activité Solaire, Extrait
des No'* 9-10 et 11 (1909), par R. Garri-
do, S. J.
Calixte III et la comete de Halley,
par J. Stein, S. J.— Roma, 1909.
Comulgad todos los días, por el Pa-
dre R. Vilariño, S. J.— Bilbao. De propa-
ganda.
Comunidades religiosas, por el Padre
J. M. Quirós, S. J. — Medellin. Defensa-
contestación á los artículos publicados
sobre el mismo tema en La Organización,
de Medellin. Precede una carta notable
del limo. Sr. Caizedo, Arzobispo de Me-
dellin.
Cristo y el obrero. Brillante discurso
del Sr. Obispo de Jaca, mostrando cómo
Jesucristo, que quiso ser y llamarse obre-
ro, dignificó el trabajo y honró al obrero.
l>iE Griechischen Christlichen Schrif-
tsteller, der Ersten Drei Jahrhunderte.
Clemens Alexandrinus. — Leipzig, J. C
Hinrichs'sche Buchhanburg, 1909.
Kl Alto Jalón. Descubrimientos ar-
queológicos. Discurso por el excelentí-
simo Sr. D. E. de Aguilera. — Madrid.
El Hogar Católico. Número extraordi-
nario, dedicado al Sumo Pontífice Pío X
en su jubileo sacerdotal. — Bogotá, Ju-
nio, 1908. En folio, con ilustraciones y un
himno latino en música.'Jcon otras esco-
gidas composiciones.
276
OBRAS RECIBIDAS
Enciclopedia universal ilustrada
EUROPEO-AMERICANA. Cuademos 136-141. —
José Espasa é Hijos, editores, Barcelona.
En la FIESTA DE LA PURÍSIMA, PaTRONA
DE LA Infantería española, por el Pa-
dre A. de Madariaga, S. J.— Burgos, 1909.
Alocución sagrada muy patriótica con-
tra la media luna y la serpiente, nuestros
enemigos tradicionales.
Espinas y rosas. Novelas por el Pa-
dre J. B. Diel, S. J. 3 francos.— B. Herder,
Friburgo (Alemania).
Flores de los valles. Rasgos de la vida
y virtudes extraordinarias del celoso
sacerdote Sixto Varona, párroco de Vi-
llarejo, escrita por N. R. S., presbítero.-—
Burgos, Centro Católico, 1909.
Fortuna y salud aseguradas, por
E. Bayde.— Librería Salesiana, Sarria-Bar-
celona.
ííeschichte der Jesuiten in Portugal
unter der Staatsverwaltung des Mar-
QUis voN Pombal, von J. B. Kafheme-
yer, S. J.— Porto Alegre.
Gran misión del Sagrado Corazón,
traducido del italiano y aumentado para
España y América por el Apostolado de
la Oración de Santander.— Bilbao, Gran
Via, núm. 30; 1909. Muestra que el mes
del Sagrado Corazón ha de ser una mi-
sión anual, renovada en todas partes, que
restaure todas las cosas en Cristo.
Higiene popular moderna, por A. Ghio-
ne, traducida por F. Fraga. 28 cuadernos,
3,50 pesetas.— Librería Salesiana, Sarria-
Barcelona.
Historia Universal, por F. Díaz Car-
mona. 4 francos.— B. Herder, Friburgo.
Hogar y escuela. Ilustración mensual.
Una peseta al año. Año I, núm. 1.— Barce-
lona 1910. Viene «á aportar, dice, nuestro
humilde concurso á la escuela cristiana».
Le deseamos larga y próspera vida.
Hojas de Catecismo. Diálogos de ac-
tualidad, por G. M., S. J.; 1909.— Bello, 25,
Orihuela.
Hojitas de propaganda. Nuestra salva-
ción por María Auxiliadora.
Hojitas escolares. VIII. En compañía.
Avellanas, 2, Valencia.
Homenaje de «El Diocesano» al ilus-
TRÍSIMO Y RmO. Sr. Dr. D. MaNUEL CaIZE-
do. Arzobispo de Medellín, con ocasión
de su visita á esta capital de Antioquía
(Colombia). 2 de Noviembre de 1909.
Homenaje del clero á su Rmo. Prelado
CON motivo de las bodas de oro de su
sacerdocio.— Málaga, 1909. Véase «Noti-
cias generales», pág. 270.
Homenaje de los católicos de Valla-
DOLID AL EXCMO. É IlMO. Sr. D. AnTOLÍN
López Pel.íez, Obispo de Jaca. Contiene
la conferencia del Sr. Obispo sobre la
prensa, como arma de combate, y varios
artículos publicados en el número ex-
traordinario de El Porvenir con esa oca-
sión.
Honor y patriotismo, por el Dr. P. Dal-
mau, presbítero.— Gerona, 1909. Oración
fúnebre predicada en el centenario de los
Sitios. Estudia provechosamente los idea-
les de honor y patriotismo religiosos.
Kristabaren Ikasbidea, Klaudio Fleuri,
abade jaunac argitara atera zuanetik Ubi-
llos.— Ko Fray Juan Antoniok euskerara
itzulia.— Tolosan.
l-A Bandera y el Soldado, por el Padre
R. Vilariño, S. J.— Bilbao. De propaganda.
L'Action Populaire. N. 213. Nosgimnas-
TES, par G. Damerval. 0,25 fr.— Reims.
La Iglesia y el trabajo manual, por
M. Sabatier, traducido por J. de Hinojosa.
0,60 pesetas.— Pontejos, 8, Madrid.
La parroquia y el párroco, por el Pa-
dre R. Vilariño, Bilbao. De propaganda.
La República. Nuevo periódico de Cuen-
ca (Ecuador) de política, literatura, infor-
mación. Combate el mal gobierno.
Les Chevanchées de Jehanne. — Henri
Falque, éditeur, París.
Le travail de unit chez les boulangers,
par J. Picavet. N. 214 de L'Action Popu-
laire. 0,25 fr.— Reims.
Manual de Pedagogía eclesiástica. P.
Valls.— E. Subirana, Barcelona.
Memoria del año iubilar del Santísimo
Sacramento y del Congreso Eucarístico
internacional, primera de la América es-
pañola.—Caracas, Diciembre 1907.
.^'ovuM Caeremoniale pro Missa priva-
ta, P. M. de Amicis.— Romae.
Observatoire de Zí-ka-wei. Calendrier-
Annuaire pour 1910.
■•año de lágrimas, por J. García Velar-
de. Una peseta.— Biblioteca Patria, Ma-
drid.
Por las víctimas de los terremotos de
Italia. Oración fúnebre en la Catedral de
Murcia por el R. P. Juan Sola, S. J.— 1909,
tipografía del diario La Verdad, Murcia.
PoRTRAiTS littéraires, par J. Agearges.
3,50 fr.— Emm. Vitte, Lyon-Paris.
Précis de linguistique sémitique.
C. Brockelmann; traduit par W. Margáis
et M. Cohén. 2 fr. — P. Geuthner, 68, rué
Mazarine, París.
Programme d'études pour groupes ru-
REAUX, par H. Moro, J. Terrel et P. Las-
sale. 1,50 fr.— Chronique Sociale de Fran-
ce, París.
Propaganda higiénica, por Anacleto
Ghione. 28 opúsculos.— Sarria-Barcelona,
Escuela tipográfica y librería Salesiana.
Comienzan: «Higiene de las edades y en
particular de la infancia»; y acaban: «Au-
xilios espirituales á los moribundos».
Puerto Rico Á los diez años de ameri-
canización, por V. Balbás.— Tipografía del
Heraldo Español, San Juan de Puerto
Rico.
(Continuará.)
UN ARTÍCULO INÉDITO DE BALMES ">
PEBSEGOGiONES Y GONTBHBIEDHDES SDFBIDflS POB EL GLEBO
D,
iFíciL es sobremanera en el presente siglo la posición del Clero.
Falto de los medios materiales de que disfrutara en otros tiempos, pri-
vado de los derechos políticos, y rodeado por todas partes de enemigos
que le combaten, se encuentra reducido á defenderse con las solas
armas del saber y de la virtud, sin contar con otras influencias que la
que resulta del apoyo de aquellos que no han abandonado la fe de sus
mayores. Si reclama contra un despojo de que es víctima, se le llama
codicioso; si se queja de que se le prive de los restos de algún privile-
gio, se le achaca que pretende reconquistar su prepotencia de los siglos
medios; si pide participación en los derechos que disfrutan los demás
ciudadanos, se le apellida ambicioso; si predica contra los escándalos, se
le denomina intolerante; si levanta su voz contra las malas doctrinas, se
le acusa de obscurantismo; si reprueba el lujo y la corrupción, se le
culpa de duro y de enemigo de los progresos; si promueve el culto y la
piedad, se le denuesta como supersticioso, cuando no como explotador
de la credulidad de los pueblos; si defiende el dogma, designando á los
que mancillan la pureza de la fe, se le rechaza como calumniador; si
sostiene los más indisputables y sagrados derechos de la Iglesia, se alza
una espantosa gritería contra sus usurpaciones sobre la potestad civil;
si en política se pone de la parte de los pueblos, se le tacha de anar-
quista ó de regicida; si apoya á los reyes, se le cubre con el negro
(1) Con mucho gusto nos asociamos al homenaje que en este año, centenario de
su nacimiento, ofrecen sus entusiastas al gran filósofo catalán, publicando el presente
artículo que debemos á la amabilidad de la respetable familia de D. Benito García de los
Santos, biógrafo del insigne Balmes.
Este artículo, y otro que la misma familia conserva inédito, donde con el título Todo
de una vez, resume Balmes el célebre proyecto de matrimonio entre D.^ Isabel II y el
Conde de Montemolín, se iban á publicar cuando falleció prematuramente su malogrado
autor. Suspendida por el momento la publicación, no se creyó después oportuna, y
acabó por diferirse indefinidamente.
El artículo Todo de una vez está dictado á un amanuense, y no tiene corrección
ninguna de mano del autor. Al contrarío, el que publicamos está escrito, mitad de pro-
pio puño de Balmes y mitad por su amanuense; pero aun esta segunda parte tiene
correcciones de letra de su autor, como aparece en el facsímile que publicamos. Por
esta mayor prenda de autenticidad, y por ser de interés más permanente, le hemos
dado la preferencia. (Nota de la Redacción.)
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 19
278 UN ARTÍCULO INÉDITO DE BALMES
borrón de partidario y auxiliar de la tiranía; si en una cuestión combate
una libertad excesiva, se le presenta como enemigo jurado de los dere-
chos populares; si solicita la aplicación en todas sus consecuencias de
un principio de libertad, se le niega con el pretexto de que las quiere
explotar en su favor.
¿Qué hará, pues, el Clero? ¿Qué conducta deberá seguir para librarse
de acusaciones?
¿Qué medios ha de emplear para disminuir ó destruir esa animosidad
que le persigue? «Es muy sencillo, dicen ciertos hombres; cíñase el
Clero á enseñar las verdades religiosas, á predicar é inculcar la moral
evangélica; absténgase de mezclarse en negocios mundanos; no entre
jamás en la arena política; no pronuncie sino palabras de paz y reconci-
liación; presente en su conducta un modelo de todas las virtudes, y
sobre todo de caridad y desinterés. Entonces cesarán las declamaciones
contra el Clero, y amado de los fieles y respetado por los incrédulos,
realizará en la tierra ese bello ideal que nos encanta en las páginas del
Evangelio. Propóngase por modelo á Jesucristo, y no pierda de vista la
imitación que de tan sublime ejemplo nos ofrecen los primeros cristianos
y los primeros sacerdotes. En aquellos siglos de la Iglesia es donde ha
de buscar la verdadera disciplina y el verdadero espíritu del Cristia-
nismo. Siga el Clero estas huellas, y los demás observarán con él dife-
rente conducta. La virtud sólida es respetada aun por los malos; el espí-
ritu de paz y reconciliación es cosa que estiman en mucho todos los
gobiernos; la caridad, el desinterés, el total desprendimiento de las cosas
mundanas, son cualidades que siempre estiman y aun admiran los pue-
blos: la abstracción de todas las contiendas civiles, el santo retraimiento
de cuanto lleve consigo rencores ú odios, el mantenerse distante de la
abrasada atmósfera de las pasiones, es un comportamiento que atrae
hacia los ministros del Santuario el aprecio y el respeto de todos los
partidos.»
Lejos de nosotros la idea de combatir todos los consejos que en esta
forma ú otra semejante se le dan al Clero; sólo nos proponemos aclarar
algunas ideas que en nuestro concepto lo necesitan, y manifestar las
interpretaciones erradas y dañosas á que pueden dar ocasión doctrinas
en el fondo muy verdaderas y muy santas.
Ante todo haremos una pregunta: Los que hablan de la manera que
hemos visto, ¿creen que de la contradicción que sufre la Iglesia, sólo el
Clero tiene la culpa? ¿Opinan que conformándose el Clero con los con-
sejos que ellos le han dado, cesaría la animosidad contra él? Si de este
modo piensan, les ofrecemos algunas observaciones muy sencillas.
Jesucristo era sin duda un modelo de sabiduría, de santidad, de espí-
ritu de paz, de desprendimiento, de caridad hacia todos los hombres, y,
sin embargo Jesucristo, fué odiado, calumniado, perseguido, llevado ante
los tribunales y condenado á morir en afrentoso suplicio.
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4
280 UN ARTÍCULO INÉDITO DE BALMES
Antes de la venida del Salvador existieron hombres que confirma-
-ban con su ejemplo de santidad las doctrinas que profesaban; y no obs-
tante, ¿dejaron por ventura de ser perseguidos? ¿Cómo fueron tratados
muchos de aquellos justos? «Los unos fueron tendidos en tormento, no
queriendo rescatar su vida, por alcanzar mejor resurrección. Otros
sufrieron escarnios y azotes, cadenas y cárceles: ellos fueron apedrea-
dos, aserrados, probados, murieron muerte de espada, anduvieron de
acá para allá, cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, desamparados,
angustiados, afligidos: de los cuales el mundo no era digno, andando
descaminados por los desiertos, en los montes y en las cuevas y en las
cavernas de la tierra.» Quien dice esto es el apóstol San Pablo en la
carta á los Hebreos, capitulo XI.
Después de Jesucristo, la historia de los justos es también la historia
de los padecimientos. En los primeros siglos de la Iglesia la persecu-
ción fué cruel, hasta superar cuanto imaginar pudiera la saña más impla-
cable y feroz, y además tan continua, que no parecía interrumpirse por
algún breve espacio sino para dejar tiempo á la reunión de nuevas
víctimas.
En los siglos posteriores se ha repetido muchas veces la persecu-
ción; y cuando menos ha habido una contradicción incesante. Ahora por
una causa, después por otra, ahora bajo un pretexto, después bajo otro;
lo cierto es que esta contradicción no ha faltado jamás. Para quien haya
leído la Historia de la Iglesia, lo que está sucediendo en nuestro siglo es
lo mismo que ha sucedido en todos, con la sola diferencia de que en
el nuestro tiene el carácter propio de la época. Aun estas mismas dife-
rencias han existido siempre: la contradicción que sufría la Iglesia en el
siglo XVI, no era la misma que la de los siglos medios; así como la de
éstos no se parecía á la de los tiempos de los Emperadores. Con un
siglo una nueva fase; pero siempre el mismo hecho: abierta persecución
6 constante contradicción. Así lo anunció Jesucristo, y su anuncio se
cumple: el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no.
Échase, pues, de ver cuan descaminados andan los que creen que
siendo todo el Clero instruido y virtuoso, cesaría la contradicción que
ahora sufre. Aunque entre el Clero no se contasen sino sabios y santos,
no se evitaría la contradicción: innumerables son los Papas, Obispos y
presbíteros que ha colocado la Iglesia sobre los altares por su eminente
santidad, y que al propio tiempo se distinguieron por su alto saber, y sin
embargo, de ellos unos sufrieron la más viva contradicción, otros perse-
cuciones implacables, otros cárceles y destierros, otros tormentos y
cadalsos.
Á más de los designios de la Providencia, que quiere purificar á los
justos como el oro en el crisol, existen, humanamente hablando, varias
causas que explican el origen de este fenómeno. Procuraremos indicar
algunas de ellas.
UN ARTÍCULO INÉDITO DE BALMES 281
\." La Iglesia exige fe: y esto basta para suscitarle poderosos obs-
táculos y encarnizados enemigos. Léase la Historia de la Iglesia y se
echará de ver que en todos los siglos ha encontrado viva resistencia el
principio de la autoridad en materias de fe.
Los disidentes en punto de doctrina, es natural que combatan los
dogmas de la Iglesia y el principio de autoridad que los sostiene. Este
combate no le evitaría jamás el Clero, fuera cual fuese su conducta, á no
ser que, abandonando cobardemente sus deberes, entregase á manos de
los enemigos el sagrado depósito que tiene encomendado.
Los incrédulos y cuantos se apartan de la doctrina de la Iglesia, tie-
nen un interés en confundir las cuestiones, en envolver las cosas con los
hombres y los hombres con las cosas; en declamar contra lo que llaman
usurpaciones del Clero, aun en aquellos casos en que éste no sólo usa de
un derecho, sino que cumple con el más estricto deber. Asi, por ejemplo,
el escritor que en sus obras ha impugnado los dogmas ó la moral ó la
disciplina de la Iglesia, ¿es probable que deje de impacientarse cuando
vea que ésta señala á los fieles como peligrosas las nuevas doctrinas?
¿No estará en los intereses del escritor el hablar contra la ignorancia, la
intolerancia, el fanatismo del Clero que le condena? Así se ha visto en
todas épocas, así se ve ahora y se verá en adelante.
Tenemos de esta verdad un ejemplo muy reciente. Se están haciendo
multiplicadas ediciones de una novela famosa que tiende, no sólo á des-
acreditar á los Jesuítas, sino también al Catolicismo entero. Quien lea
con imparcialidad el Judío errante no puede menos de convenir en que
se menosprecian, no sólo los Jesuítas, sino todos los institutos religiosos,
el clero, las prácticas de devoción, la frecuencia de sacramentos, los
sacramentos mismos, el culto, el dogma; que se asientan máximas entera-
mente contrarias á la moral evangélica; que los hombres que se presen-
tan como honrados, como filantrópicos, son únicamente los que, ó no
profesan ninguna religión, ó á lo más se contentan con la natural; cuando;
al contrario, los católicos, así hombres como mujeres, así eclesiásticos
como seglares, son retratados cual un conjunto de hipocresía, de perfi-
dia, de traición, de crueldad, de infamia, de maldades de todo género,
pues bien, si el Clero ha querido levantar su voz contra una obra seme-
jante, tanto más peligrosa cuanto no propina el veneno en discusiones
empalagosas, sino en escenas dramáticas é interesantes, el Clero ha sido
acusado de intolerante, de fanático, de perseguidor.
No se diga, pues, que una conducta del Clero, arreglada á la ense-
ñanza de Jesucristo, evitaría la maledicencia y las calumnias. En la
Sagrada Escritura se previene á los ministros de la religión, que vigilen,
que insten, que clamen sin cesar; y sin embargo, se culpa á los que
claman, instan y vigilan. Esta contradicción, pues, que en la actualidad
está sufriendo el Clero de parte de los enemigos de las sanas doctrinas,
no se evitaría aun cuando todos los Obispos fueran Ciprianos, Ambrosios
282 UN ARTÍCULO INÉDITO DE BALMES
y Agustinos, y todos los presbíteros fueran tan santos y tan sabios como
San Jerónimo, el solitario de la gruta de Belén. Por el contrario, la misma
santidad y sabiduría, á cuyo esplendor no se podría resistir, aumentaría
la cólera de los enemigos de la Iglesia, como las olas se embravecen y
estrellan con más furor contra una roca inmóvil.
2.° La Iglesia católica, que no consiente en vivir esclava de ningún
poder extraño, se ve precisada muy á menudo á sostener contra las usur-
paciones su independencia y libertad. Ella es amiga de la autoridad civil
y la sostiene contra los perturbadores, inculcando á los pueblos el deber
de la obediencia; pero tampoco puede tolerar que esta autoridad, exce-
diéndose de sus atribuciones, se entrometa en las cosas eclesiásticas,
poniendo su mano profana sobre el Santuario. De aquí es que frecuen-
temente se ve precisada, á pesar suyo, á sostener la lucha y aun á arros-
trar la persecución; expone, amonesta, protesta; pero en llegando un
caso extremo, recuerda aquellas palabras del Príncipe de los Apóstoles:
«Antes se debe obedecer á Dios que á los hombres»; y sobreponiéndose
á todas las consideraciones humanas, se resigna á perder sus riquezas, á
sufrir el destierro, á derramar su sangre en los cadalsos, antes que faltar
á los deberes que le impone su conciencia.
En tales casos nunca le faltan aduladores á la autoridad civil, porque
la lisonja es el cortejo inseparable de los poderosos; y estos aduladores
se desencadenan contra la Iglesia, ponderando la justicia y la necesidad
que han impulsado al poder civil á desplegar contra la usurpación la
plenitud de sus fuerzas. Esta voz de los aduladores, uniéndose á la grite-
ría de los que profesan religión diferente ó quizás ninguna, levanta un
tumulto que parece amenazar la existencia de la frágil navecilla, hasta
que el Todopoderoso, que vela sobre ella y no permite que la sumerjan
las olas, manda á los vientos, quedando el mar en completa calma.
3." La Iglesia, en cumplimiento de su misión, ha de reprender los
vicios, sin poderlos excusar, ni en los débiles ni en los poderosos. El rey
como el vasallo, el noble como el plebeyo, el rico como el pobre, el sabio
como el ignorante, el libre como el esclavo, todos reciben de su boca la
misma doctrina; todos oyen la enseñanza de los mismos dogmas, de la
misma moral, el estímulo en las virtudes, la reprensión en los vicios. Si
hay una víctima de la injusticia, la Iglesia se pone de parte de la víctima;
si el fuerte oprime al débil, la Iglesia se pone de parte del débil contra
el fuerte. Si la sedición ataca á la autoridad legítima, ella se pone de
parte de la autoridad, predicando á los pueblos la obediencia en nombre
de la religión. Si la autoridad oprime á los subditos, vejándolos con atro-
pellamientos ó injusticias de cualquiera clase, ella se pone de parte de los
subditos, recordando á la autoridad sus deberes, y la igualdad de los
hombres ante Dios, á cuyo tribunal han de rendir cuenta de sus acciones
los soberanos más poderosos de la tierra. Donde hay una iniquidad, allí
cae l_a. reprobación de la Iglesia; donde hay un escándalo, allí se oyC;
UN ARTÍCULO INÉDITO DE BALMES 283
resonar la voz de la Iglesia que ló condena. Por estas causas es imposi-
ble que en todos tiempos y países no tenga la Iglesia numerosos enemi-
gos, y que no muestren espíritu de hostilidad contra ella aun algunos de
los que se honran de pertenecer á su seno.
La Iglesia hace en el mundo lo que la razón y la gracia en el hombre:
resistir á las pasiones para que no se desborden, dirigirlas para que no
se extravíen, refrenarlas en todo lo que tienen de malo y sujetarlas al
imperio de la ley eterna cuyo depósito tiene encomendado. De la propia
suerte, pues, qué la razón y la gracia luchan de continuo en el hombre
contra las malas inclinaciones, y esta lucha durará hasta la consumación
de los siglos, así también la Iglesia, que tiene en sus dogmas la verdad,
en su moral la santidad, en su disciplina y en sus leyes la sabiduría, la
rectitud y la prudencia, no es posible que deje de encontrar fuertes y
vivas resistencias en aquellos hombres que sólo se rigen por intereses
mundanos, y que no arreglan la conducta á los dictámenes de la razón,
sino que procuran acomodarla á lo que codician sus pasiones.
Con estas reflexiones hemos querido indicar algunas de las causas
que contribuyen á la persecución y contrariedadesde todos géneros que
la Iglesia sufre ahora, y ha sufrido desde su fundación; hemos querido
recordar los hechos que nos presenta la Historia en confirmación de que,
aun siendo la conducta de los eclesiásticos la más santa que imaginarse
pudiera, no faltarían contrariedades y persecuciones.
Mas no se crea por esto que nosotros neguemos que á veces las
faltas del Clero, y también de los demás fieles, no den lugar á que el
mundo blasfeme de la sana doctrina y mire con aversión á la inmaculada
Esposa de Jesucristo. Sabemos lo que enseña la Historia eclesiástica
sobre las causas que han provocado en distintas épocas la indignación
del Todopoderoso, quien en sus terribles juicios ha dejado que se des-
encadenasen sobre la tierra las potestades infernales, en justo castigo
de los que correspondían con ingratitud á sus gracias, pagando con la
infracción de sus santos Mandamientos los muchos beneficios de que los
colmara. Este recuerdo debe elevar la consideración del cristiano y con-
fortar su corazón en los tiempos atribulados, reflexionando que Dios
permite las calamidades para castigar á los malos y purificar á los bue-
nos, sacando del mismo mal grandes bienes, por medios que se ocultan
á la débil previsión del hombre.
Prescindiendo de los ejemplos análogos que se encuentran en la His-
toria del Antiguo Testamento, vemos que desde la fundación de la Iglesia
por Jesucristo, han sido siempre la contradicción y las persecuciones el
crisol en que el divino Salvador ha querido probar el amor y la fe de sus
discípulos.
Los padecimientos de innumerables mártires, los destierros, la pros-
cripción de tantos ilustres sacerdotes que nos cuenta la historia de los
tiempos de herejía, las duras contrariedades experimentadas en los siglos
284 UN ARTÍCULO INÉDITO DE BALMES
de barbarie de parte de aquellos hombres indómitos que, aun después
de largos siglos, conservaban mucho de la fiereza selvática de la época
de la irrupción; el cisma de Oriente y Occidente, el Protestantismo, la
incredulidad: he aquí las pruebas terribles á que se ha visto sujeta la
Iglesia. Los sufrimientos, pues, que padece ahora no son más que la repe-
tición de los que experimentara en otros siglos, con sólo aquellas dife-
rencias que consigo trae el diverso espíritu y las varias circunstancias
de los tiempos.
Si se juzga de los infortunios de la Iglesia por las impresiones del
momento; si sólo se atiende á la inmerecida contradicción que se le
hace, y á la injusticia y atropellamiento de que es víctima, el ánimo se
abate y la tristeza se apodera del corazón; pero cuando se eleva la mente
sobre la región de las pasiones, cuando se da una mirada á lo pasado y
á lo venidero, recordando la Historia y las profecías; cuando se refle-
xiona que la Iglesia no es una institución humana, sino divina, que tiene
prometida la asistencia de Jesucristo hasta la consumación de los siglos,
cuando se sabe de seguro que contra ella no prevalecerán las puertas
del infierno; entonces el espíritu se alienta y el corazón se consuela, los
tiempos parecen menos tristes, los presagios son menos funestos; se ve
la nave combatida por las olas espumantes que amenazan tragarla; pero
animado el que está embarcado en ella por la autoridad de la palabra
que no puede faltar, arrostra con frente serena las tempestades más
horribles, seguro de que la mano todopoderosa sabrá preservarla de
todos los escollos, sostenerla en medio de los vaivenes y conducirla al
puerto de salud.
J. B.
Las misiones católicas entre infieles ^^^
China.— La misión de China, con una superficie algo mayor que la
cuarta parte de Asia; con una población que forma la cuarta parte de la
Humanidad; con una raza inteligente y laboriosa, es quizá la misión más
importante de la actualidad. Por desgracia, el pueblo chino es uno de los
pueblos á quienes la Historia ha tratado con más injusticia, y de esta
injusticia no se han Hbrado tampoco algunas historias de las misiones.
Hoy, en cambio, apenas hay misionero ni escritor de misiones que no reco-
nozca las grandes cuaHdades del pueblo chino (2). Especialmente tratán-
dose del labrador chino, convienen en general misioneros y escritores en
pintarle como hombre trabajador, pacífico, sobrio y de sanas costum-
bres. En cuanto á los neófitos, no acaban los misioneros de ponderar su
piedad profunda, á la vez que sencilla; su espíritu de sacrificio; su amor
entrañable al Padre misionero y, lo que sorprenderá á muchos, su gene-
rosidad y desprendimiento tratándose de cosas reUgiosas. No es extraño
que muchos misioneros de China, entusiasmados con sus neófitos, los
prefieran á todos los de otras partes, y que aseguren que el pueblo chino,
convertido á nuestra fe, sería el pueblo modelo, el más católico del
mundo; hasta hay quienes, bien lejos de ver en este pueblo el tan fan-
taseado peligro amarillo, vean en él, por el contrario, al futuro regenera-
dor de la degenerada Europa.
La misión de China cuenta con 38 vicariatos apostólicos, cuatro pre-
fecturas y una misión independiente, á lo cual se puede juntar el obis-
pado de Macao, que se extiende por el territorio chino y tiene cerca
de 30.000 católicos. No es necesario aquí ir recorriendo, como en África
y el Indostán, las diferentes misiones de China, pues en ellas no existen
las profundas variedades propias de esos otros dos territorios, y pode-
mos, por lo tanto, tratar de todas las misiones chinas juntas. La misión de
China, casi arruinada, como todas las demás, á principios del siglo XIX,
fué una de las más agitadas en la pasada centuria. Aunque en el tra-
tado de Tien-tsin en 1858 y la paz de Pekín en 1860 se aseguró á los
misioneros y neófitos el libre ejercicio de la religión, sin embargo no
cesaron de estallar de cuando en cuando persecuciones más ó menos
sangrientas, que costaron la vida á muchos misioneros y neófitos y des-
(1) Véase Razón y Fe, t. XXVI, pág. 25.
(2) Puede leerse, por ejemplo, junto con otros testimonios allí aducidos, el juicio
que se ha formado de China uno de los tratadistas de misiones más competentes de hoy
día, el P. Huonder, S. J., en Jahrbuch der Zeit-und Kulturgeschichte,}, 1907, Freiburg,
pajinas 44-46.
286 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
truyeron no pocas cristiandades florecientes. En estas condiciones, nada
tiene de extraño que el fruto recogido por los misioneros no correspon-
diera á sus fatigas, á pesar de encontrar en el pueblo chino un terreno tan
bien preparado. Pero las condiciones de la misión china han cambiado
por completo desde la intervención de las Potencias á principio de este
siglo, y sobre todo desde la guerra ruso-japonesa. El resplandor de las
victorias del Japón hizo despertar al colosal imperio chino de su secular
letargo; los políticos chinos cayeron en la cuenta de que para hacer de
su patria una gran potenoia no necesitaban más que seguir los pasos del
Japón, y hoy vemos á China lanzada con una especie de fiebre, entera-
mente ajena á su carácter, por el camino de la europeización. Los dos
puntos capitales de la reforma son el ejército y la escuela. Ya las divisio-
nes del ejército chino, adiestradas en pocos años á la europea, han dejado
en sus maniobras admirados á los militares europeos, y el día, quizá no
lejano, en que todo el ejército chino esté organizado de este modo, será
indudablemente el más poderoso del mundo. Más lento tiene que ir el
paso en las escuelas; pero las leyes dictadas para su reforma (1) y la
actividad que se despliega en su ejecución, nos aseguran de que, á no
intervenir complicaciones inesperadas, la transformación de China por
la escuela ha de ser, por lo menos, tan rápida como la del Japón. Precisa-
mente por esta revolución intelectual, la más profunda que registran los
anales de la China, es por lo que los momentos actuales son tan críticos
para aquella misión. Sabido es, y se ha repetido mil veces, que las misio-
nes católicas no supieron aprovechar en el Japón la coyuntura favora-
ble, cuando aquel imperio emprendió el camino de las reformas, como
hoy lo ha emprendido la China. En vez de enviar entonces al Japón una
tropa de misioneros bien provistos de recursos para levantar estableci-
mientos de enseñanza, se dejó casi solos y abandonados á los celosos
pero pobres sacerdotes de las Misiones Extranjeras de París. Vinieron
luego los triunfos del Japón sobre Rusia, y entonces cayó la Europa cató-
lica en la cuenta de la importancia de la misión japonesa. Más vale tarde
que nunca; pero es doloroso tener que confesar con los misioneros que
en estos años llegan al Japón, que llegamos con treinta años de retraso.
Quiera Dios que no pase esto también en China, pues el daño sería mayor
todavía que en el Japón. No negaremos que los progresos de la misión
china son muy grandes en estos últimos años; pero también es cierto que
serían inmensamente mayores si nuestros pobres misioneros pudieran
disponer de recursos parecidos á los que tienen á su disposición los
misioneros protestantes, y que hay naciones católicas en las cuales está
muy poco despierto el entusiasmo por las misiones, y que podrían enviar
á aquel imperio muchos misioneros.
(1) Puede verse sobre este punto el Calendrier-Annuaire pour 1909, Chang-Hai, 1908,
aginas 110-124. . ,
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 28?
Actualmente trabajan en China los siguientes misioneros (1): lazaris-
tas, con 286.000 católicos en sus misiones; sacerdotes del Seminario de
París, con 252.000; jesuítas franceses, con otros 252.000; franciscanos de
varias naciones, entre ellos varios españoles, con 166.000; misioneros
belgas de Scheut, con 64.000; dominicos españoles, con 53.000; siguen
después con menor número los misioneros alemanes de Steyl, los sacer-
dotes del Seminario de Milán, los del Seminario de Roma, los agustinos
españoles y los sacerdotes del Seminario de Parma. Todas estas misio-
nes nos dan un total de 1.210.054 católicos, cifra realmente consoladora,
y mucho más si se considera que en 1898 había poco más de 600.000
católicos; de modo que, á pesar de la persecución de los Boxers, el
número de católicos se ha duplicado en once años. Especialmente en
estos últimos años el aumento ha sido muy notable: en 1906 fué de
unos 70.000, en 1907 pasó de 86.000, en 1908 se acercó ya á 100.000, en
1909 nos dan ya los datos conocidos un aumento de 70.000; pero toda-
vía no conocemos el aumento que seguramente habrán tenido varias
misiones importantes. Y todavía no es esto lo más consolador de la
misión china, sino la esperanza que sobre ella nos permite fundar el
número de catecúmenos. Todos los vicariatos los tienen numerosísimos;
sumando los datos conocidos, nos dan un total de 389.000; en realidad el
número de catecúmenos chinos en la actualidad pasa de medio millón.
También aumenta proporcionalmente el número de operarios; los sacer-
dotes europeos son ya 1.379 (en 1898 eran sólo 760), los sacerdotes
indígenas son 639 (en 1898 eran 409). Sabido es que el sacerdote indígena
de la China es generalmente modelo de piedad y de celo. El número de
seminaristas chinos se eleva ya á 1.700. También las Órdenes religiosas
prosperan en China, contándose numerosos indígenas franciscanos,
lazaristas, jesuítas, etc. Un resultado sorprendente ha dado la Trapa fun-
dada del 1880 al 1883, en las agrestes soledades de Yang-kia-ping; tiene
ya 65 trapenses chinos, de ellos 17 sacerdotes, justamente celebrados
por su observancia, y si no se admiten más es sólo por falta de local.
Más extraordinario aún es en China el número de religiosas; son 1.886,
de ellas 1.328 indígenas, y mucho mayor es todavía el número de las lla-
madas «vírgenes consagradas á Dios», indígenas todas, y que prestan á
la misión inestimables servicios en las obras de caridad, de enseñanza y
de apostolado. Los catequistas chinos son unos 7.000; las iglesias y
capillas unas 8.500; los maestros y maestras indígenas cerca de 8.000; los
discípulos de las escuelas católicas pasan de 120.000; los niños recogidos
en 300 ó 400 casas de huérfanos ó expósitos suman unos 150.000; además,
hay más de 550 hospitales, asilos y demás establecimientos de caridad
para adultos.
(1) Las estadísticas para China, el Japón y la Corea están tomadas del excelente Ca-
lendrier-Annuairepour 1910, Chang-Hai,\909, páginas U8-\2D
288 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
No dejaremos la simpática misión de China sin dirigir una mirada
especial al gran vicariato de Kiang-Nan, el de mayor población que
existe sobre la tierra (tiene 53.650.000 habitantes) y reconocido por todos
como modelo de organización. Está dirigido por jesuítas franceses, que
cuentan con 154 sacerdotes y algunos estudiantes y coadjutores; hay
además 41 sacerdotes seglares indígenas, 71 hermanos maristas (de
ellos 36 indígenas) y numerosas religiosas, indígenas en su gran mayoría.
En Chang-hai y sus alrededores, que forman el centro de la misión, flore-
cen las obras de caridad y enseñanza como en los países mejor organi-
zados de Europa; baste citar: la incipiente universidad «Aurora», que tiene
ya 147 alumnos; el colegio de Zi-ka-wei, con estudios chinos y anglo-
franceses y con su famoso observatorio metereológico y sismológico; tres
pensionados y un externado, con muchos centenares de jóvenes euro-
peas y chinas; escuela de sordo-mudos; un periódico bisemanal chino y
el Mensajero del Sagrado Corazón de Jesús, en la misma lengua; una
imprenta para escritos chinos y europeos, talleres de artes y oficios, salas
detrabajo para jóvenes (trabajan en ellas unas 500), Conferencias de San
Vicente de Paúl, círculo de obreros, seis dispensarios, con unas 200.000
consultas gratuitas al año, etc., etc. El año 1842 encontraron los jesuítas
en la misión 50.000 cristianos, de cuyo abandono puede dar idea el saber
que sólo había en aquel inmenso territorio seis sacerdotes útiles. Desde
que llegaron los Padres, pedidos con instancia por aquellos cristianos
que no habían olvidado en tanto tiempo á sus antiguos padres en la fe,
el aumento de cristianos ha sido constante y progresivo; el último año,
desde 1.° de Julio de 1908 hasta la misma fecha en 1909, el aumento ha
sido de 10.251; los cristianos son hoy 184,364, los catecúmenos 110.758.
Japón. — Bien conocida es la brillante pero triste historia del catoli-
cismo en el Japón, y cómo aquella floreciente cristiandad quedó en la
primera mitad del siglo XVII, al parecer, completamente exterminada por
una de las persecuciones más sangrientas que registra la historia. Por
eso será siempre célebre en los fastos de la historia de las misiones el
día 17 de Marzo de 1865. ¡Cuál no sería ese día la alegría del P. Petit-
jean, cuando oyó que tres buenas ancianas japonesas, arrodillándose
junto á él y con las manos cruzadas sobre el pecho, le decían: «Todos los
que estamos aquí [eran 15 personas] tenemos el mismo corazón que
usted»; cuando les oyó hablar de «el Santo Dios, el Santo Jesús, la Santa
María», y á la vista de una estatua de la Virgen, con el niño Jesús en los
brazos, recordar la fiesta de Navidad que celebraban el día 25 del «mes
de las heladas blancas», y preguntar si no era cierto que ahora estaban en
el «tiempo de la tristeza» (la cuaresma)! Millares de cristianos habían
conservado la fe en medio de un Gobierno tiránico y estando más de dos
siglos sin sacerdote. Era natural que se hubieran introducido entre ellos
muchos abusos, y por desgracia una buena parte de aquellos cristianos
se resistieron y se resisten aún á dejarlos, y viven todavía alejados de la
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 289
Iglesia de sus padres, contentándose con el bautismo. Los demás forma-
ron la base del actual catolicismo japonés, que en fervor y solidez nada
dejaque desear y que en número ha ido aumentando poco á poco gracias
á los esfuerzos de los misioneros del Seminario de París. No es, cierta-
mente, despreciable el aumento, pues llegan ya los católicos japoneses
á 63.000; pero se dejaron pasar muchos años preciosos sin influir casi nada
en las clases civilizadas, mientras los protestantes, con sus abundantes
recursos, fundaban escuelas y establecían grandes imprentas, que han
inundado materialmente el Japón con millones de libros y folletos. Á esto
deben las sectas protestantes el tener hoy 14 diputados en el Parlamento
japonés y numerosos adeptos entre las clases más influyentes de la socie-
dad. Una esperanza de las misiones católicas son los hermanos maria-
nistas, cuyos colegios han tomado, de diez años á esta parte, un vuelo
maravilloso: 2.000 estudiantes, pertenecientes en su mayoría á familias
principales, acuden á los cinco colegios de los Hermanos, y de ellos han
salido ya unos 150 convertidos. En los últimos años han entrado en aquel
imperio varias congregaciones religiosas: dominicos, trapenses, francis-
canos, misioneros de Steyl y jesuítas. El fin principal de los jesuítas, así
como de los misioneros de Steyl y de los franciscanos alemanes, es dedi-
carse á la enseñanza. Para esto mismo han llegado también nuevas con-
gregaciones de religiosas; así, en Abril de 1909 abrieron un pensionado
provisional las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, y en seguida se
vieron acudir á él las jóvenes de la más alta aristocracia japonesa.
No se puede negar que en las revistas católicas de misiones se notó
estos últimos años cierto pesimismo sobre el Japón, al considerar que
llegábamos tarde é imaginarse que el pueblo japonés estaba ya conver-
tido en racionalista y que ofrecería, por lo tanto, obstáculos casi insupe-
rables al Catolicismo. Sin embargo, los progresos constantes, aunque
lentos, de la misión católica, á pesar de la escasez de misioneros y de
recursos, y el número (por otra parte incompleto) de 16.252 catecúme-
nos que nos dan las estadísticas actuales, no dan motivo á tal pesimismo.
Además, hay que tener en cuenta que casi el 75 por 100 de la población
pertenece á la clase labradora, y que ésta no se halla todavía influida
por el racionalismo. Entre las mismas clases civilizadas, sería un error
creer que su racionalismo es tan malicioso como el de los europeos. Se
podrían traer aquí innumerables testimonios de muchos de los principales
profesores y escritores japoneses, en que se muestran ideas muy favo-
rables al Catolicismo (1). Lo que hace falta es aumentar el personal de
la misión, y promover la enseñanza y la propaganda católicas. El perso-
(1) Para enterarse del estado de la opinión pública en el Japón, es excelente la
revista Mélanges Japonais, que se publica en Tokio. Puede verse también el concien-
zudo artículo del P. Huonder, S. J., en Kirchliches Handbuch, Freiburg, 1908-1909, pági-
nas 64-84.
290 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
nal actual es de 151 sacerdotes europeos y 34 indígenas, 416 catequistas
y 389 religiosas, realmente insignificante para una población que se
acerca á 50 millones de habitantes. Los alumnos de las escuelas católi-
cas serán unos 6.000. En cuanto á propaganda, el principal propagan-
dista católico es el P. Drouart de Lézey, del Seminario de París, que
dirige una revista japonesa, cuyo número de suscriptores pasa ya
de 3.000; el mismo Padre ha emprendido últimamente la publicación de
una serie de folletos, escritos por sabios católicos de Europa y traducidos
al japonés, en los cuales se han de ir tratando las principales cuestiones
científicas relacionadas con la religión. Es de esperar que, trabajándose
cada día más en este sentido, llegue á contrarrestarse la influencia de las
sectas protestantes; aunque, á decir verdad, aún falta mucho para llegar
á este punto. El Protestantismo tiene allí un personal cuatro veces más
numeroso que el católico y provisto de recursos inmensamente superio-
res; baste, por ejemplo, citar el dato de que de sus siete imprentas de
propaganda salieron en 1907 nada menos que 1.974.881 libros y folletos.
Pidamos al gran apóstol del Japón, San Francisco Javier, que interceda
con Dios para que mueva á muchos nobles corazones á llevar la luz del
Evangelio á aquel pueblo valiente y verdaderamente grande, tan amado
de su santo apóstol.
Corea.— La Corea ha venido á ser una colonia japonesa. Su pobla-
ción se acerca á 10 millones de habitantes, gente sencilla y naturalmente
honrada. La misión está al cargo de los sacerdotes del Seminario de
París, y su historia es de lo más heroica que darse puede. La iglesia
coreana fué fundada en 1784 por seglares coreanos, sin más instrucción
que la de algunos libros y la que había recibido uno de ellos durante
algún tiempo entre los misioneros de China. Sin sacerdote llegó el
número de los fieles á 4.000, que resistieron intrépidos á una .sangrienta
persecución. En 1794 llegó á Corea el sacerdote chino Tsin, que después
de aumentar en algunos miles el número de cristianos, logró la palma del
martirio en 1801. Y la iglesia coreana quedó sin sacerdote, á pesar de
sus súplicas á la Santa Sede, hasta que en 1836 y 1837 penetraron en la
región su primer Obispo Mons. Imbert y dos sacerdotes europeos. Pero
en 1839 son martirizados los tres misioneros junto con muchos fieles, y
quedan otra vez aquellos fervorosos cristianos privados de pastor.
En 1845 logra, tras grandes esfuerzos, entrar en Corea su nuevo Obispo
Mons. Ferréol, junto con un misionero europeo, y con ellos entra también
Kim, el primer sacerdote coreano, de corazón magnánimo y superior á
todos los peligros; pero este intrépido apóstol acaba al año siguiente, á
la edad de veinticinco años, con un martirio digno de su heroica vida. Le
reemplaza el año 1849 el segundo sacerdote coreano Ts'oi, que despliega
un celo verdaderamente apostólico durante doce años, y muere al cabo
de ellos víctima de los trabajos de su apostolado. En 1866 estalla con
más furia que nunca la persecución, y casi todos los misioneros son cogi-
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE ÍÑPlELES 291
dos y martirizados; la iglesia de Corea queda otra vez privada de sacer-
dote por muchos años, y esto en medio de una feroz persecución que
cuesta la vida á más de 10.000 cristianos.
De veinte años á esta parte la iglesia coreana ha podido disfrutar de
libertad, y hoy día puede decirse que con los japoneses la libertad de los
misioneros está tan asegurada como en el mismo Japón. Pero otra clase
de enemigos amenaza al presente á aquella tan probada cristiandad. Con
la llegada de los japoneses se ha despertado en Corea un verdadero
furor por tener escuelas é ilustrarse como sus dominadores, y las sectas
protestantes han aprovechado la ocasión para lanzar sobre aquella tierra,
regada con la sangre de los católicos, una avalancha de pastores, fundar
numerosísimas escuelas y desplegar por medio de la prensa una propa-
ganda extraordinaria. Las escuelas católicas son únicamente 11 2, con 2.267
niños; los misioneros sólo 56 sacerdotes, de ellos 10 indígenas; los cate-
quistas 40, las religiosas 52. Á pesar de medios tan exiguos, son ya los
católicos coreanos 68.016; el último año hubo un aumento de 4.676. No
hay que decir, dada su historia y su carácter, que los católicos de Corea
son un dechado de neófitos. Últimamente han sido llamados á aquella
región los benedictinos alemanes de San Ottilien, de quienes se espera
que han de levantar la enseñanza católica en Corea á la altura que exigen
las circunstancias.
Filipinas.— En las islas del archipiélago índico no existe misión cató-
lica de importancia fuera de las Filipinas. Exceptuando á éstas, en todas
las demás islas, habitadas por 39 millones de habitantes, no hay más que
60.000 católicos, contando los europeos. La gran mayoría déla población
profesa la secta de Mahoma.
En Filipinas el centro principal de misiones de infieles está en Min-
danao. Antes de la sublevación fiUpina y de la guerra con los Estados
Unidos, había esperanzas muy fundadas de convertir á los infieles que
aun quedan en la isla, y ascienden á varios centenares de miles. En los
últimos años antes de la revolución los misioneros, jesuítas españoles,
recogían una mies abundantísima de conversiones; después de muchos
años de trabajos había llegado la época de las conversiones en masa, y
pueblos enteros, paganos y mahometanos, entraban entusiasmados en el
gremio de la Iglesia católica. Más de 75.000 infieles iban ya convertidos,
cuando la revolución y los sucesos posteriores obligaron á los jesuítas á
abandonar la isla; y aunque volvieron más tarde, reclamados instante-
mente por sus antiguos neófitos, pero las circunstancias han cambiado
por completo. Introducidas en Mindanao las ideas revolucionarias y el
cisma aglipayano; habiendo acudido allá muchos pastores protestantes,
bien provistos de dinero; á los jesuítas les es tanto más difícil la misión,
cuanto que la falta de recursos, especialmente para las escuelas, se hace
sentir de una manera alarmante. Es de esperar que si llegan los Padres
á recibir los recursos indispensables, logren, no sólo mantener en la fe
292 LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES
á los 180.000 neófitos puestos á su cuidado, sino emprender de nuevo
con más vigor la conquista de los infieles.
En la isla de Luzón tenían los Padres agustinos españoles una misión
de infieles con 40.000 neófitos, quedaban aún por convertir unos 150.000,
pertenecienes en su mayoría á la raza de los igorrotes. Habiendo tenido
que salir de allí los misioneros á consecuencia de los trastornos de Fili-
pinas, quedó aquella viña del Señor casi del todo abandonada, hasta que
al fin han llegado para cultivarla los misioneros belgas de Scheut.
OcEANíA.— Dos palabras no más sobre las misiones numerosas, pero
pequeñas, de Oceanía. El número de infieles será como de un millón,
fetichistas en su inmensa mayoría. Entre ellos trabajan varias congrega-
ciones religiosas, especialmente los Padres maristas, los del Sagrado
Corazón de Jesús y los de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Una
de las dificultades especiales de esta misión es estar los habitantes tan
repartidos en las innumerables islas de aquel inmenso océano, que
algunos misioneros, por faltarles una lancha de vapor y por las fre-
cuentes calmas de aquellos mares, tienen que pasarse buena parte de la
vida en el mar. Los católicos indígenas de estas misiones son 130.000,
los sacerdotes 392, los demás religiosos 291, las religiosas 531, los cate-
quistas 592, los niños de las escuelas poco más de 20.000.
Resumen.— Echando una ojeada retrospectiva sobre el campo de
misiones que acabamos de recorrer, lo primero que salta á la vista es su
gran extensión. Ya apenas queda región de infieles de importancia
donde no haya logrado penetrar y sentar sus reales el misionero cató-
lico. Enormes han sido las dificultades que ha habido que vencer, pues-
tas unas por la naturaleza y otras, más difíciles aún, por los hombres.
Pero de todas ha triunfado la intrepidez y constancia del misionero; las
primeras dificultades, que suelen ser las mayores, están vencidas casi en
todas partes, y sólo falta ya aumentar el número de operarios y de
recursos.
Lo segundo que se nos ocurre admirar, á la vista de las misiones, es
el numeroso clero indígena que hay en ellas. Sin duda se ha exagerado
mucho el supuesto descuido que tuvieron en esta parte los misioneros de
los siglos XVI, XVII y XVIII; pero es también cierto que actualmente se
tienen ideas más claras y reflexivas sobre la importancia de la formación
de un clero indígena. Se podrá disputar sobre si este ó aquel misionero
atiende ó no tanto como debiera á esta importantísima cuestión; pero de
la generalidad no puede haber duda ninguna razonable, pues para con-
vencernos de lo que trabajan los misioneros para resolver este gran
problema, basta echar una mirada á las estadísticas. De 12.305 sacer-
dotes misioneros, son indígenas, por lo menos, 5.369 (probablemente
serán unos 6.000); y los millares de seminaristas que se educan en los
seminarios de las misiones nos muestran que se sigue trabajando con
ardor en esta empresa; hasta en los pueblos más atrasados vemos cons-
LAS MISIONES CATÓLICAS ENTRE INFIELES 293
tantes tentativas de levantar, por medio de una esmerada educación, á
algunos de sus hijos para formar de ellos al principio catequistas y más
tarde sacerdotes (1).
Es notable también el número crecido de religiosos no sacerdotes
empleados en las misiones, sean Hermanos legos ó estudiantes ó perte-
necientes á congregaciones de Hermanos. La extensión que ha tomado
el apostolado moderno permite emplearlos en más abundancia que
antiguamente en escuelas, talleres de artes y oficios, granjas agrícolas,
imprentas, etc. El número de estos religiosos en las misiones es de
unos 6.000.
Mucha mayor diferencia existe entre las misiones actuales y las an-
tiguas en lo que se refiere á las religiosas. Antiguamente eran pocas las
empleadas en las misiones; hoy son más que los misioneros, y sus tra-
bajos producen un bien incalculable. Todas las obras de caridad y en-
señanza en sus múltiples manifestaciones que cultivan las religiosas en
Europa son también cultivadas por éstas en las misiones, y aun se aña-
den algunas especiales, como el instruir en la fe á las catecúmenas, el
dirigir las escuelas de las catequistas, el enseñar á las neófitas el cultivo
de los campos, etc. El número de religiosas en las misiones es por lo
menos de 18.000.
Las iglesias y capillas en las misiones actuales son 22.736; los esta-
blecimientos de caridad son también numerosísimos, aunque las estadís-
ticas sobre este punto son muy incompletas; las escuelas se acercan á
20.000, con más de 800.000 discípulos. Los católicos indígenas pasan de
siete millones.
Finalmente, una de las cosas que más llaman la atención en las mi-
siones de nuestros días es el catecumenado. Precisamente porque hoy se
ve el Catolicismo atacado en todas partes, es por lo que los misioneros
ponen un cuidado más exquisito en dar á los catecúmenos una instruc-
ción sólida en las verdades de nuestra fe; por eso el catecumenado suele
durar, por lo menos, tres ó cuatro años. En cuanto al número de catecú-
menos, nos faltan, desgraciadamente, los datos suficientes; pero como los
que tenemos nos dan un total de cerca de 1.300.000, y quedan todavía
por averiguar los de otras muchas misiones importantes que no los con-
signan en sus estadísticas, no será aventurado afirmar que actualmente
pasan los catecúmenos de millón y medio, dato quizá el más elocuente
para demostrarnos el pujante desarrollo de las misiones católicas.
Hilarión Gil.
(Continuará.)
(1) Sobre la cuestión del clero indígena en las misiones, se han levantado antes y
ahora inculpaciones bastante infundadas contra muchos misioneros. Por eso recomen-
damos en esta parte la obra del P. Huonder, S. J., Der einheimische klerus in den Heiden-
lündern, Freiburg, 1909. De ella damos cuenta en este mismo número de Razón y Fe,
véase «Noticias bibliográficas».
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 20
€i modernismo en la accidn social
JLXooR á nuestro divino Redentor y Maestro, Jesucristo, que en la noche
oscura de esta vida ha levantado en la roca del Vaticano el faro lumi-
noso que guíe á seguro puerto los navegantes del proceloso piélago del
mundo! Cuando, roto el timón, perdida la brújula, despedaza los ánimos
la incertidumbre y el clamor de los descarriados aturde los oídos, basta
volver los ojos á Roma para que la luz y el auxilio que de allí descien-
den pongan la nave en seguro derrotero. Esa luz ha traído á las asocia-
ciones profesionales obreras y á la acción católica en general el último
mes del aiio que acaba de expirar.
Nuestros lectores tienen ya noticia (1) del gravísimo documento, no
confiado á manos ajenas, sino salido de la soberana del Pontífice, en
que, resolviendo las dudas de católicos bien intencionados, aunque equi-
vocados, manda Pío X á la Federación italiana de las asociaciones pro-
fesionales desplegar al viento la bandera de la religión católica. No nos
sorprende una solución que dábamos por descontada, bien que natural-
mente nos llene de alegría por ser nueva, auténtica, solemne confirma-
ción del criterio por nosotros en estas páginas con tesón y energía sus-
tentado.
*
* *
Muchos años ha que pugna por infiltrarse en la sociología católica,
tanto en el orden de los principios como en el campo de la acción, ese
espíritu complejo que, á falta de más propio calificativo, llamamos moder-
nismo, espíritu demoledor que entre mil variantes y matices presenta
como distintivos la negación de lo sobrenatural, la negación de la auto-
ridad religiosa, la negación de la tradición cristiana.
En vano ciertos sociólogos contaminados del espíritu modernista se
han negado á reconocer su retrato en el que dibujó de mano maestra el
Pontífice reinante en la inmortal Encíclica Pascendi; en vano han pre-
tendido que aquel modernismo nada tenía que ver con la sociología; sus
complicidades y afinidades con los modernistas, que apellidaremos cien-
tíficos para distinguirlos de los sociales, son evidentes; común es el espí-
ritu de unos y otros, espíritu que tiene diversas gradaciones, según sea
mayor ó menor el residuo de la tradición católica.
(1) Razón y Fe, t. XXVI (Enero 1910), pág. 127,
EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL 295
Voceros del modernismo científico fueron aquellos sociólogos que
con delectación morosa repetían en la prensa los ensueños de la agnosis,
de la inmanencia, de la exegesis bíblica disfrazada de católica, pero en
realidad racionalista, de la seudocrítica hostil á todo lo divino en la his-
toria, de la audacia reformadora de la Iglesia y de la piedad cristiana, ó
mejor, destructora de una y de otra. Cómplices de los modernistas cien-
tíficos fueron los sociólogos católicos que subían hasta las nubes el
saber, la erudición, los libros de los modernistas, mientras deprimían ó
pasaban en silencio los más ardientes defensores del catoHcismo. Como
los modernistas científicos han eliminado de la teología, de la Biblia, de
la filosofía, de la historia todo elemento sobrenatural, ó bien conser-
vando el nombre de revelación, de fe, de gracia, de jerarquía, les han
impuesto un sentido del todo opuesto al tradicional y verdadero, sacando
de los senos de la subconciencia una religión cristiana que no es la fun-
dada por Cristo, predicada por los Apóstoles, transmitida por los Papas,
Obispos, Padres y Doctores de la Iglesia, sino puramente natural y suje-
tiva, fruto de su soberbia y engendro de su fantasía ó sentimentalismo;
así también no han faltado sociólogos que hayan desterrado del orden
social y político toda influencia dogmática, toda intervención de la Igle-
sia, todo aliento sobrenatural, dándose por apóstoles de un nuevo
orden de cosas cuyos oráculos no son la antigua sabiduría cristiana, ni
la Iglesia jerárquica, sino ellos, ellos solos, que, como otros mesías, vienen
á redimir de su ignorancia y de su miseria la sociedad caduca de nuestro
siglo. Hablan, sí, del Evangelio, pero del Evangelio interpretado á su
gusto, bien así como los modernistas científicos hablan de Cristo, pero
de un Cristo forjado en su cabeza; hablan del E. angelio, pero es el Evan-
gelio cuya fórmula halló en el siglo XVIII la Revolución francesa, y jugando
con el equívoco de libertad, igualdad, fraternidad, se pasan con armas y
bagajes al campo revolucionario. Es de ver cómo exaltan las conquistas
revolucionarias; cómo, aunque algunos con pudibundas reservas, se exta-
sían ante los hombres que han sembrado de ruinas el reino de la Iglesia
y abierto de par en par las puertas á cuantos errores, herejías y malda-
des han devastado la sociedad contemporánea. Como los modernistas
científicos abominando de lo antiguo y anhelando sin medida por lo
nuevo, presumen reformarlo todo, la Biblia, la teología, la filosofía, la
historia, el culto, la piedad, la disciplina, el dogma, por manera seme-
jante los sociólogos modernistas se empeñan en vaciar la Iglesia en los
moldes liberales modernos, sin que se les caiga nunca de los labios
aquella cantilena de novedades, recordadas por Pío X en la Encíclica
de 28 de Julio de 1905: «Las nuevas orientaciones de la vida cristiana, las
nuevas direcciones de la Iglesia, las nuevas inspiraciones del alma
moderna, la nueva vocación social del clero, la nueva civilización cris-
tiana.» Ebrios con el mosto de la novedad, hablan un lenguaje nuevo y
confuso, que no es ciertamente el que hablaban los primeros cristianos
296 EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL
cuando el día de Pentecostés derramó en sus corazones el Señor las pri-
micias de su espíritu.
De aquí es que sea una misma la estrategia pregonada por moder-
nistas científicos y sociales: beber á chorros el espíritu nuevo, confor-
marse con los tiempos, callar ó atenuar las verdades que más escandali-
zan á los no católicos, sobreponerlas virtudes naturales á las evangélicas,
despreciar aquellas virtudes que en la jerga americanista recibieron
nombre de pasivas, ponderando sobre todo extremo las activas, disi-
mular lo que nos divide de los adversarios, rebuscando en sus doctrinas
algo que nos sea común para que sirva cual cemento de unión, cubriendo
en tanto con un velo las máximas fundamentales del cristianismo. Ni les
falta á los modernistas, así científicos como sociales, su razón perentoria
para tamaños contubernios y traiciones. «¡Ay de la Iglesia si no se recon-
cilia con el siglo!, exclaman. ¡Ay de la Iglesia si se obstina en hacer
rostro al impetuoso alud que desciende de las cumbres de la civiliza-
ción moderna! ¿No es más prudente, en vez de ser aplastado, ladearse,
ó mejor aún, cabalgar sobre el alud?» ¡Y este alud es el que desciende
de las cumbres heladas del naturalismo y liberaHsmo, quintaesencia de
esa civilización moderna! Ciertamente para esos católicos no se dijeron
aquellas palabras: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella.
Es esta una de las señales de la influencia del naturalismo en muchos
que se precian de católicos: la falta de fe, la desconfianza de lo sobre-
natural. De aquí la táctica de negociar, de ceder; de aquí el horror á la
resistencia y el combate; de aquí el recurso á los medios tortuosos, á las
artes de la diplomacia y de la política; de aquí la confianza exclusiva en
las fuerzas humanas, la estima de su valor y eficacia, como si de ellas
dependiese entera ó principalmente el remedio de una sociedad que, más
que indigencia de orden material y de bienes perecederos, padece indi-
gencia de Dios. Considéranse como supremas perfecciones los progresos
en la materia, y ante las maravillas estupendas de las ciencias y de la
industria quédanse los ánimos absortos y fascinados, aplaudiendo frené-
ticos las glorias de la civilización.
Pues cuando peligran esos bienes, cuando el orden material, que es
condición de su goce, está á pique de naufragar entre las oleadas del
socialismo y de la anarquía, entonces para defenderlos á todo trance se
apela á los remedios más desesperados; pídese auxilio á los amigos
dudosos y aun á los enemigos; se les invita á entrar con nosotros en una
misma nave, y para que no duden en tender la mano amiga, se arría la
bandera ó se arroja al mar la importuna cargazón de los principios. Esto
es cobardía, esto es traición.
Otros hay que, sin pretender hacer traición á los principios ni ceder
á los estímulos de la cobardía, tienen por táctica hoy día necesaria en la
EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL 297
acción social, ó al menos en las asociaciones profesionales obreras,
enfundar la bandera católica, reuniendo sobre ancha base el número
mayor posible de trabajadores. Quieren trabar en un haz todas las fuer-
zas morales, juntar á todos los hombres de buena voluntad para mante-
ner algo de lo que cruje y se derrumba, para contrastar las fuerzas socia-
listas, para hacerse fuertes ante los poderes públicos hostiles. Halágales
también acaso la esperanza de que harán obra de penetración pacífica
en los enemigos.
Esta es ciertamente, si no la peor en sí, la más peligrosa de las for-
mas del modernismo en la acción social. Las otras más radicales sólo
pueden engañar á quien haya hecho ya naufragio en los sanos principios
de la religión; pero esotra, vestida con tantas apariencias de celo, de
oportunidad, aun de necesidad, tan sutil que á malas penas se palpa y
descubre, tan atenuada que no parece reducirse más que á un sistema
peor ó mejor de estrategia, es capaz de seducir á los incautos y des-
iumbrar á los que, mirando sólo el presunto provecho inmediato, no
extienden la mirada á los desastres ciertos venideros.
Contra este modernismo nos previene y arma el autógrafo de Pío X.
* *
No es en Italia nuevo— por no hablar de otras naciones— el propósito
por el Papa desaprobado.
«El abogado Meda— escribe Cavalcanti,— en el Círculo Universitario de Roma,
durante el invierno del año 1906, pronunció en favor de la unión de las fuerzas cató-
licas un discurso, que fué reproducido íntegro por el Giornale di Roma, uno de los
vehículos del modernismo.
»E1 programa para la unión de los católicos, según Meda debe ó debería ser éste:
»1. Dejar aparte la causa de la religión y dirigir hacia otro lado las fuerzas que hasta
ahora se reunieron en torno de ella; porque— nótense bien estas palabras— es preciso
que el conflicto preponderantemente religioso pase á segunda linea, ya que tiene ocu-
padas inútilmente fuerzas que podrían gastarse en otro campo con inmediata ventaja
de la misma causa religiosa.
»2. Las fuerzas sociales modernas no son las que tienen necesidad de ser conduci-
das hacia el seno de la religión ni de venir directamente de ella; sino que será benemé-
rito quien sepa enseñorearse del movimiento en cuanto tiende á conducir la acción
religiosa por la directriz de todas las demás fuerzas sociales modernas.
»3. Es preciso hacer que la religión salga de la reserva á que se ha reducido, á fin
de salvar su propia dignidad, y procurarle un nuevo puesto, desde el cual le sea permi-
tido recuperar su antigua influencia,
»4. El liberalismo se halla hoy asimilado al organismo moderno y es razonable pre-
parar una cura depurativa, que poco á poco, y por virtud de una asidua penetración
del espíritu cristiano, renueve y sanee el organismo mismo; pero dejando que perma-
nezca en su estructura lo que ha llegado á ser, y que nadie puede hacer que no sea.
»5. El movimiento económico tiene necesidad de encarnarse en la jerarquía de las
instituciones religiosas, si asume un carácter confesional; pero no necesita de ello, si
permanece extraño afines directamente espirituales.'
»Tal debía ser el programa del centro ó grupo medio.»
298 EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL
El Avveníre, periódico modernista de Bolonia, escribía en 1." de Sep-
tiembre de 1907:
«No vemos salvación más que en la vuelta á una organización nacional, organización
laica, puramente laica, de católicos militantes y de personas que quieran la libertad de
conciencia y la salvaguardia del derecho común.»
Muchos han sido en Italia los abogados de la que llaman interconfe-
sionalidad y mucha la tinta que en su elogio han derramado, tanto que
al decir de Cavalcanti, si se quisiera referir cuanto han escrito los
modernistas italianos, habría que llenar un grueso volumen. «Murri —
añade,— Bertini, Battaini, Cortini, Mazzotti, Avolio, Valente, Bertozzi,
Stratta, Preziosi, etc., todos van completamente de acuerdo en querer
un partido no confesional ó una organización obrera neutra para la
reivindicación de los derechos del proletariado italiano. Todos sus perió-
dicos sostienen esta descabellada tesis.>
Vengan á la zaga de los periódicos modernistas los congresos de
ciertos demócratas cristianos. El de Milán de 1904 aprobó una orden del
día que no tiene desperdicio. He aquí los considerandos:
«Considerando que la organización profesional, para corresponder á su fin, debe
mantenerse neutra y acoger á todos los obreros, sin distinción de partidos ni de opi-
niones religiosas:
«Considerando que la legalización de las asociaciones profesionales es garantía de
neutralidad y condición esencial de una elevación progresiva de la clase obrera:
«Considerando que junto á la Unión profesional debe existir la asociación obrera
del partido:
«Considerando que el fin de la Liga Católica del trabajo debe ser la formación de
un partido neutro obrero...»
¿Pudo manifestarse más claro el amor á la neutralidad, el deseo de
abrazar á toda ralea de gente bajo una bandera común? Nótese además
cómo sale ahí el pretexto de legalizar las asociaciones profesionales que
recientemente se expresó al Pontífice, al invocar la conveniencia de tener
más fácilmente representación ante los poderes públicos.
Todos los considerandos apuntados se encaminaron á la siguiente
resolución:
«1.° promover la agitación para el reconocimiento legal de las asociaciones profe-
sionales;—2.° iniciar la propaganda para obtener de las asociaciones católicas la ins-
cripción de todos los socios propios en la Liga Católica del Trabajo.»
Pasaron los años, y con el rodar de los tiempos fueron despeñándose
aquellos demócratas cristianos, que para manifestar hasta en el nombre
su independencia se llamaron autónomos. Su neutralidad llegó á estre-
char la mano de los socialistas, proponiendo la inscripción en masa de
todos los socios en las Cámaras del trabajo. Ya se ve, sería para hacer-
las cristianas. Allá va una muestra:
«El segundo convenio de Toscana:
»a) Considerando que la confesionalidad de las uniones profesionales no es práctica,
y es poco útil:
EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL 299
«b) Considerando que el único medio de realzar la suerte de tales asociaciones es
la absoluta neutralidad en el campo religioso y político:
y>c) Considerando que, donde existan ya instituciones económicas, aunque sean de
principios contrarios á los nuestros, la formación de asociaciones con iguales fines
acarrearía la excisión y la división del proletariado:
«ACUERDA
1.° Instituir asociaciones neutras y esforzarse para convertir en tales las ya exis-
tentes;
»2.° Apoyar, después de un detenido examen, la inscripción en masa de los propios
socios en la Cámara del trabajo.^
Tratándose de gente tan progresiva, no podía dejar de tener su parte
el feminismo. Y vaya si la tuvo; ó si no que lo diga el convenio de las
secciones toscanas déla liga democrática nacional. En los considerandos
se asienta esta peregrina afirmación:
«Sabido es que sólo de las uniones no confesionales se puede y se debe esperar la
redención del proletariado femenino, porque el llevar á las cuestiones sociales los pre-
juicios religiosos impedirla ó detendría su solución.»
Fruto de tanta sabiduría son estos suspiros que el convenio exhala
de su pecho:
«Hace votos para que, merced á la actividad de los adscritos á la Liga democrática
nacional, pueda surgir en Toscana una potente asociación femenina neutro, que una
en un haz á todas las mujeres de buena voluntad, sin distinción de, opiniones ni de
creencias.»
¿Qué razón tan poderosa mueve á los autónomos para separar de
la organización profesional la religión? Nos la da su órgano, la Azione
Democrática de Bolonia (más tarde de Turín), por la pluma de Actor; es
á saber, porque la cuestión de la religiosidad, ó bien de la irreligiosidad,
no afecta al proletariado ni directa ni principalmente. Lo que importa
para la elevación del proletariado es que se fomenten sus intereses eco-
nómicos, que se le procuren mejores condiciones de vida, que se le edu-
que para la organización y representación directa de sus intereses.
Pero ¿habrá alguna bandera bajo cuyos pliegues todos quepan? Sí, la
de la justicia social. Los que recientemente acudieron en súplica al Papa
proponían la ywsí/cza cristiana. Oigamos á Actor.
Demócratas creyentes y socialistas deberían darse la mano, deberían
más bien concurrir á una organización única de sindicatos y cámaras
del trabajo, en la cual hubiera sitio para todos los amigos de los obre-
ros y de la justicia social.
Dura perorata para oídos cristianos. Mas sosegaos, ¡oh espíritus
meticulosos! Afuera esos repulgos de empanada; oíd ai articulista Cerní
y afirmaos en los estribos:
«¡Oh hombres de poca fe! ¿Qué es el socialismo de hoy sino la demo-
cracia desnaturalizada? Entren nuestros obreros, nuestras juntas dentro
300 EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL
de las mallas de esa red. Día llegará en que los obreros educados por
nosotros deberán separarse de los demás; los nuestros sabrán unirse en
grupo distinto, y todo el que los contemple dirá: He ahi el grupo de los
trabajadores demo cristianos» (1).
♦
* *
Á los desvarios de los modernistas opongamos las rectas enseñanzas
de los oráculos de la verdad. Si tenaz fué la porfía de aquéllos en torcer
la acción social y más particularmente las organizaciones profesionales
obreras por los descaminos de la neutralidad, también fué constante la
energía de la Santa Sede en enderezar una y otras por los cauces de la
religión. No decimos confesionalidad porque suena á protestante. Tres
son las máximas fundamentales referentes á esta materia, que hallamos
en los documentos pontificios: 1.° La cuestión social es, no solamente
económica, sino principalmente religiosa, y en la religión halla la solución
más eficaz. 2.° El problema obrero, aun en su parte económica, está
íntimamente conexo con el orden moral, del cual es guardián y custodio
la Iglesia católica. 3.° Las asociaciones fundadas para el bien de los pro-
letarios, singularmente empero las profesionales, deben cimentarse en
la religión. Omitiendo por ahora las dos primeras, detengámonos en
la tercera.
León XIII, en la famosísima Encíclica de 1891 sobre la condición de
los obreros, formula, hacia el fin, con estilo lapidario las leyes funda-
mentales de las corporaciones obreras que desea ver establecidas. Y bien,
¿qué lugar asigna á la religión?
«Es evidente— dice— que se lian de poner los ojos en la perfección moral y religiosa,
como en la causa primera y la que debe ser la norma última del organismo social; de
otra suerte degenerarían en otra forma y no valdrían seguramente más que aquellas en
que ninguna cuenta se iiace de la religión.»
Diez años después, en el ocaso de su largo pontificado, vuelve en la
Encíclica sobre la democracia cristiana á levantar la voz para recordar
la primacía del aspecto religioso sobre el económico, y después de largo
catálogo de obras económicas que sin la religión son de mezquina utili-
dad para los obreros, concluye:
«Esta cabalmente es la causa por la cual nunca fiemos exhortado á formar asociacio-
nes para el mejoramiento del pueblo, sin que al mismo tiempo hayamos amonestado
á instituirlas bajo los auspicios de la religión y con su compañía y aaxilio.y
(1) Todos los textos italianos hasta aqui citados los hemos tomado del libro de
Alejandro Cavalcanti, presbítero: Modernismo y modernistas; versión española del
P. Juan Mateos (1908).
EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL 301
No podía seguir otro camino el Pontífice que ya en los primeros
pasos de su carrera pontifical manifestó al orbe cristiano que su propó-
sito era restaurar todas las íbsas en Cristo. Llenas están de tan divino
espíritu todas sus Encíclicas, sus obras todas; mas por lo que toca á las
asociaciones profesionales en particular, ha mostrado bien clara su
voluntad. En 19 de Marzo, en carta al Conde Medolago Albani, presi-
dente del segundo grupo de la Obra de los Congresos católicos, hiere
las asociaciones neutras en estas gravísimas amonestaciones:
«Estamos persuadidos que el segundo grupo se esforzará en su acción, no sola-
mente en mantener á sus afiliados lejos de aquellas sociedades que son causa directa
de perversión intelectual y moral, sino que también echará mano de todos los medios
para alejar á sus miembros aun de aquellas instituciones neutras que, fundadas aparen-
temente para tutela del obrero, tienen un fin distinto del principal, que es el verdadero
bien moral y económico de los individuos y de las familias.»
Sería necesario trasladar toda entera la Encíclica de 1 1 de Junio
de 1905 sobre la acción católica; mas para copiar algo contentémonos
con aquella parte en que se determinan las relaciones que han de tener
con la autoridad eclesiástica, no ya las obras que directamente se ocupan
en auxiliar al ministerio espiritual y temporal de la Iglesia, sino todas las
demás. Traduzcamos textualmente:
«Pero aun las demás obras, que, como hemos dicho, se han fundado principalmente
para restaurar en Cristo y promover la verdadera civilización cristiana, obras que, en
el sentido ya explicado, constituyen la acción católica, tampoco pueden, en manera
alguna, concebirse independientes del consejo y de la alta dirección de la autoridad
eclesiástica, especialmente por cuanto se han de conformar todas ellas con los princi-
pios de la doctrina y de la moral cristiana; mucho menos pueden concebirse opuestas,
más ó menos abiertamente, á la misma autoridad. Cierto que tales obras, presupuesta
su condición, han de proceder con la conveniente razonable libertad, pues recae sobre
ellas la responsabilidad de la acción, sobre todo en las materias temporales y econó-
micas asi como en las que pertenecen á la vida pública, administrativa ó política, ajenas
al ministerio meramente espiritual; mas como los católicos enarbolansiempre labandera
de Cristo, y, por tanto, la de la Iglesia, conveniente es que de manos de la iglesia la
reciban, que la Iglesia vele porque se conserve sin mancha y que á esta maternal vigi-
lancia se sujeten los católicos, áfuer de hijos dóciles y amorosos.»
Importa sobremanera tener presentes las palabras traducidas, porque
no solamente declaran la necesidad de la religión en las obras econó-
mico-sociales, sino además el lazo que las sujeta á la autoridad eclesiás-
tica, á cuya dirección quieren sustraerse muchos fautores de la neutra-
lidad.
Si con tan claros argumentos no fuese á todos manifiesta la voluntad
de Pío X, bastaría la carta que en 20 de Enero de 1907 dirigió á los
directores de la Unión económico-social. No habla ya en globo de la
acción católica, ni de las asociaciones en general, sino de las económi-
cas en particular y singularmente de las asociaciones profesionales, por
las cuales demuestra cariñosa preferencia.
302 EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL
«Si queréis— dice— como ardientemente deseamos, que sigaá comienzos tan diclio-
sos un desarrollo todavía más próspero, esfuerza que el espíritu de la religión penetra
siempre más, avigore y anime en todas sus ramificaciones vuestra obra, la cual, por
más que esté dirigida al bien temporal, no ha de encerrarse en el estrecho circulo de
los intereses económicos, sino mirar, con nobilísimo intento de restauración, al recto
ordenamiento del consorcio humano. Ahora bien, siendo la religión guardián celoso de
la ley moral, que es fundamento natural del orden en la sociedad, sigúese que para
reorganizar la sociedad desordenada nada liay tan necesario como procurar que reflo-
rezcan los principios religiosos. Por tanto, para cumplir mejor vuestro grave cometido
y responder á Nuestra expectación, será constantemente el mayor de todos vuestros
cuidados marcar con el sello cristiano todo el movimiento que dirigís. Haciendo esto no
tendréis por blanco solamente el bien común, sino además el de vuestros asociados, y
velando por sus provechos materiales, ampararéis en especial los intereses de sus
almas. Importa mucho que á la luz de las doctrinas de Cristo estimen en su justo valor
las cosas humanas y vean cuánto deban anteponerse los bienes de la vida eterna á los
menguados de esta vida fugaz.
y Asi y no de otro modo podréis oponeros eficazmente á los progresos del socialis-
mo; el cual, respirando odio contra el cristianismo y arrancando del corazón del pueblo
las esperanzas del cielo, avanza destructor para derribar el edificio ya vacilante de la
sociedad,
«Cuáles sean las instituciones que principalmente se hayan de promover en el seno
de la Unión, verálo vuestra caridad industriosa. Á Nuestro parecer, son oportunísimas
las que se designan con el nombre de Uniones profesionales; por lo cual de nuevo y
particularmente os recomendamos que con solícito cuidado procuréis su formación y
progreso. Asi, pues, cuidad de que todos sus miembros reciban en ellas la preparación
conveniente, haciendo que personas idóneas los intruyan en la naturaleza y fin de la
asociación, en los deberes y derechos de los obreros cristianos y en las enseñanzas de
la Iglesia y documentos pontificios que más especialmente se refieren á las cuestiones
del trabajo. Fructuosísima será en este punto la acción del clero, el cual á su vez
hallará aquí nuevos auxiliares con que hacer más eficaz el sagrado Ministerio para
con el pueblo; porque los obreros, preparados del modo que se ha dicho, no solamente
serán miembros útiles de la Unión profesional, sino también valiosos cooperadores
suyos en difundir y defender la práctica de las doctrinas cristianas.»
*
* *
Tal era cl estado de las cosas cuando ocurrieron los hechos que mo-
tivaron el autógrafo pontifical de Noviembre próximo pasado. La mente
de la Sede Apostólica, expresada así por León XIII como por Pío X, no
podía ser más clara; los antecedentes de la neutralidad y del disimulo
eran ruines y sospechosos. ¿Cómo pudieron caber nuevas dudas en la
mente de los católicos italianos? Preguntémoslo á la circular de la Pre-
sidencia de la Unión económico-social. Va dirigida á las direcciones dio-
cesanas y asociaciones católicas económico-sociales de Italia, y contiene
tres partes: L"^ exposición del nuevo plan y razones en que se apoyaba;
2.'' respuesta de Pío X; 3.'^ adhesión y exhortación de la Presidencia.
Según la circular, la ocasión de proponer la reforma fué la organización
de un Secretariado general ó Federación de las Uniones profesionales:
el fin aumentar la falange católica con la adhesión de los indiferentes de
buena voluntad y robustecer de este modo la Federación para lograr de
EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL 303
los poderes públicos una representación equitativa en los organismos ofi-
ciales del trabajo; la reforma misma con que habían de alcanzarse dichos
fines era disimular el catolicismo de la Federación, sustituyéndolo con la
idea de justicia cristiana (1).
La respuesta del Padre Santo no pudo ser más explícita, más termi-
nante. En primer lugar, aunque ya era de suponer tratándose de Autori-
dad tan augusta, hace constar que no ha tomado resolución á la ligera,,
sino con mucha consideración.
^Aqui se ha leido y meditado el nuevo Estatuto para la Federación
de las Uniones y de las Ligas profesionales.»
En segundo lugar, salvando las intenciones de los exponentes, opone
una rotunda negativa. El nuevo Estatuto es imposible.
■^Por más que estemos intimamente persuadidos de los excelentes
sentimientos que animan á los egregios señores encargados de la modi-
ficación, todavía es absolutamente imposible aceptarlo y menos aún
aprobarlo.»
Pero ¿y las razones alegadas en el memorial? No convencen; en cam-
bio, hay tres poderosas que condenan la modificación propuesta: primero
por ineficaz; segundo por no ser digna ni leal; tercero por peligrosa,
«£/z efecto; fuera de que las razones aducidas en el memorial nos
convencen de que no se podrá alcanzar el fin á que se aspira, que es hacer
el Estatuto prácticamente aceptable á los católicos descontentadizos
é inciertos y obtener representación de la Federación ante el Gobierno,
no es leal ni decoroso el simular, cubriendo con una bandera equivoca
la profesión de catolicismo, cual si fuese mercancía averiada y de con-
trabando. Además, con la idea de justicia cristiana, harto amplia y peli^
grosa, no es posible saber hasta qué punto se podría llegar en razón del
espíritu de las Ligas que se adhiriesen y, consiguientemente, de las per-
sonas que pudieran ser elegidas para la dirección.»
(1) «En estos últimos tiempos, y á consecuencia de la iniciativa tomada por esta
Unión para constituir un Secretariado general de nuestras Uniones profesionales, hubo
quien puso á discusión si convendría introducir, en el Estatuto de 20 de Marzo del
corriente año, algunas modificaciones en el sentido de que no apareciese tan abierta-
mente el carácter de asociación católica, para obtener mayores adhesiones, acogiendo
también en la nueva institución las organizaciones que se inspirasen aun tan sólo en la
idea de justicia cristiana y conseguir más fácilmente una representación equitativa ante
los poderes públicos. Pareció, pues, á los que así pensaban someter su propio parecer
al supremo juicio de la Santa Sede. Á este fin expusieron completamente las razones
que abonaban su modo de ver en un respetuoso memorial dirigido al Padre Santo por
medio de la presidencia de la Unión económico-social.»
304 EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL
Consecuencia de todo ello es que no ha de variarse el Estatuto en el
sentido propuesto, sino al contrario, afirmar denodada y públicamente la
profesión de catolicismo, según hermosamente exhorta Pío X:
«Despliegue, pues, animosa la Unión económico-social su bandera
católica, y manténgase firme en el Estatuto aprobado desde el 20 de
Marzo próximo pasado.^
¿Es que de este modo se conseguirá el fin deseado? Eso no promete
el Papa; pero ¿qué importa? No es eso lo esencial, sino que se conserve
entero el espíritu de Jesucristo en las asociaciones. Sí no pueden vivir
federadas, vivirán aisladas, y siempre vale más que una federación híbrida
el aislamiento genuinamente católico, que merecerá de seguro las ben-
diciones del cielo. Esta doctrina se contiene en aquél párrafo que cual
broche de oro cierra el venerando autógrafo:
«¿5e consigue asi el fin de la Federación? Daremos gracias á Dios.
¿Se frustra nuestro deseo? Quedarán las Uniones parciales, pero cató-
licas, que conservarán el espíritu de Jesucristo, quien no dejará de ben-
decirnos.»
« Tenga usted la bondad, Sr. Conde, de referir esta decisión á los
señores de la Comisión, á los cuales, como á usted, doy de corazón la
Bendición Apostólica.— 22 de Noviembre de 1909.— Vio PP. X.»
Al pie del áureo documento añade la circular de la Unión económico-
social una valiente exhortación, que copiamos según el tenor publicado
por L'Unitá Cattolica de Florencia:
«Nada, pues, de aconfesionalidad, neutralidad, y ni siquiera de la
teoría de la amplitud de criterios, tan cara á los neo-clérico-liberales de
hoy: el Padre Santo quiere que nosotros, hijos de la luz, despleguemos
al sol denodadamente y sin equivocas nuestra bandera, la bandera cató-
lica, poniendo Su Santidad grandes esperanzas en los socorros sobrena-
turales eficacísimos que Dios concede á los que no se avergüenzan de
luchar por la Iglesia, por el Papa, por el pueblo cristiano.
»Los verdaderos católicos, precisamente por serlo, saben que en todo
cuanto obramos apenas ponemos más que la semilla: Dios es quien da el
incremento, el buen suceso, Pero con una condición, con un pacto: que
seamos hombres de carácter, sin respeto humano ni fútiles temores; que
no callemos el nombre de Dios; que no nos corramos de declararnos
públicamente miembros de nuestras sociedades católicas y quererlas
siempre tales con el propósito firme, activo, de confesar siempre deno-
dada y abiertamente á Cristo, de copiarlo y reproducirlo en nosotros, en
nuestras opiniones y en las instituciones sociales.
>No dudamos que todos cuantos trabajan, sin segundas intenciones y
EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL 305
sin prejuicios (senza secondifini e senza preconcetti), en el campo social
católico recibirán con la debida reverencia el documento pontificio y se
mostrarán agradecidos al Vicario de Jesucristo por este nuevo acto, que
demuestra una vez más el interés con que su corazón paternal sigue el
desenvolvimiento de la acción católica italiana, respondiendo, alegre y
prontamente, con la adhesión absoluta de la voluntad y del entendi-
miento á sus soberanas disposiciones.
»Por su parte, esta Unión hará cuanto le sea posible para que la nueva
institución se lleve pronto á efecto y coopere eficazmente en su esfera á
la reconstitución cristiana de la sociedad.
»E1 Presidente, St Medolago Alban¿.—E\ Asistente eclesiástico, canó-
nigo Luigi DaeUi.—E\ Secretario, Nicolás Rezzara.^
Excusado es el comentario á tan claros documentos; mas como es
seguro que el programa y los intentos de los fracasados reformadores
se renovarán en una ú otra forma, no será inútil desenvolver algún tanto
los problemas planteados por los fieles italianos y resueltos por la
suprema autoridad apostólica. Mas quédese esta labor para otro número.
Antes empero de poner punto final, no podemos resistir al deseo de con-
signar como remate del artículo algunas de las reflexiones sugeridas por
el autógrafo papal á quien por la parte preponderante en la dirección
del movimiento social católico de Italia durante los dos Pontificados de
León XIII y Pío X, goza de autoridad indisputable. Tojiiolo, en carta al
Diario de Pisa, hace, entre otras, las siguientes observaciones:
«Ya que la sentencia actual del Papa nos ofrece ocasión de volver
sobre la cuestión de la confesionalidad de las Uniones profesionales,
discutida mucho tiempo ha, sobre todo en el extranjero, no dejemos de
decir que se trasluce el pensamiento de la Santa Sede sobre este punto.
Si no me engaño, este pensamiento es que, si circunstancias excepcio-
nales, en particular en las regiones donde hay variedad de cultos— en los
países del Rin, por ejemplo, donde ciertos buenos protestantes desean
defender el orden social cristiano, y á este fin entran en las asociaciones
católicas,— se puede hasta cierto punto prescindir de la total confesiona-
lidad—lo cual sólo puede ser tolerado,~tn cambio, en las naciones cató-
licas especialmente, se debe insistir en el sostenimiento de la tesis ó del
principio: las Uniones profesionales deben huir de la pendiente peligrosa
de la neutralidad y mantener en la substancia, y en cuanto sea posible
también en el nombre, el sello católico.
» Entre nosotros podía aún nacer una duda práctica, en presencia de
las dificultades, de los peligros exteriores y concretos procedentes del
estado psicológico del pueblo, de las amenazas y de los asaltos del socia-
lismo y de las leyes del Estado: ¿se deberá, no ya renunciar á la doctrina,
á la moral, á la disciplina católicas, sino tan sólo, en cierta medida, gra-
duar la manifestación exterior? Pues bien, hoy, después de haber pesada
306 EL MODERNISMO EN LA ACCIÓN SOCIAL
el pro y el contra, el Papa declara más leal y más decoroso combatir de
frente el anticlericalismo y, acaso precisamente á causa de sus más gra-
ves atentados, combatir con la bandera católica desplegada. De este
modo Su Santidad resuelve y disipa la duda que en el momento presente
nos habría dividido y debilitado más aún. Por lo demás. Él sale fiador
de que, si dóciles y unidos seguimos su decisión, aun en las más temero-
sas eventualidades Nuestro Seíior Jesucristo no dejará de bendecirnos.
»E1 autor inspirado del Eclesiastés dice que hay tiempo de callar y
tiempo de hablar. Paréceme que, dada la previsión y los presentimientos
de las necesidades de cada hora que Dios inspira á su Vicario, esta últi-
ma decisión es anuncio de nuevas batallas, en que será preciso bajar á
la arena á rostro descubierto.
»Su Santidad nos asegura que será eso mejor que cualquier otro pro-
cedimiento aconsejado por la prudencia humana» (1).
N. NOGUER.
(Concluirá.)
(I) Revue de l'Adion Populaire, 1909, núm. 1, páginas 26-27.
LORENZO HERVÁS
su VIDA Y SUS ESCRITOS (1735-1809)
I
LORENZO HERVÁS: SU VIDA
TERCER PERÍODO
De vuelta en España (1798-1801).
Sumario: 1. Dos reales órdenes. — 2. Hervás vuelve á España. — 3. Favorable acogida de
los ex-jesuítas en Barcelona; Hervás visita el archivo de la corona de Aragón y plan-
tea una escuela de sordomudos.— 4. Vive en el Horcajo.— 5. Hervás preceptor de la
juventud.— 6. Visita el convento de Uclés y sus alrededores.— 7. Planes frustrados.
1. El tercer período de la vida de nuestro Hervás se desarrolla entre
dos reales órdenes: una de 11 de Marzo de 1798, autorizando á los des-
terrados ex-jesuítas á «que puedan todos volver á España libremente á
casa de sus parientes, los que los tengan, ó á conventos, con tal que no
sea en la Corte ni Sitios Reales»; otra de 15 de Marzo de 1801, dispo-
niendo «que los expulsos de la Orden Jesuítica existentes en estos
Reynos, se trasladen á las ciudades de Barcelona, Valencia y Alicante»
[sustituida luego por Cartagena], pues lo mismo que á los que habían
de volver de América, «su Magestad por castigo y para tranquilidad de
estos Estados, los ha extrañado [de nuevo] de sus dominios, obligándo-
los á pasar á los de Italia».
Nadie se maraville que el pequeño favor concedido en Marzo de
1798 no durase más allá de Marzo de 1801 (1); pues extinguida la Com-
(1) No era grande, como se ve, el favor concedido á los ex-jesuítas al permitirles la
entrada en España, pero con la obligación de vivir con sus parientes ó en conventos;
no siendo, como no eran, ni menores de edad ni religiosos, se había de mirar esto como
una forzosa reclusión.
Más aún, á los que habían ido llegando á España antes de la real orden de 11 de
Marzo de 1798, se les intimó en 29 de Octubre de 1797 fueran recluidos en conventos,
sin'jdarles libertad de vivir con sus parientes; por último, poco antes de la segunda expul-
sión, el 18 de Febrero de 1801 se mandó definitivamente «que á fin de que los ex-jesuítas
residentes en España vivan con más comodidad y proporción de emplearse en obje-
tos literarios, se les reparta en los Conventos de los diversos Institutos admitidos en
España», comunicando reservadamente á cada Gobernador «que de estos Institutos
exceptúe el de los Capuchinos».
Supuesto esto, no parecen exageradas las quejas amargas, que el P. Luengo
dejó escritas en su Diario, XXXI, 392 y 399.
308 LORENZO HERVÁS
pañía de Jesús, no quedó extinguido en el corazón de los unos el amor,
ni en el corazón de los otros el odio, que le habían profesado; luchaban
esos dos afectos uno enfrente de otro, en pro ó en contra de la Compa-
ñía, que amigos y enemigos amaban y odiaban como si estuviera viva;
pudiendo decirse, con frase parecida á la de San Bernardo, no es fácil
averiguar si honraba más su memoria el amor de unos ó el odio de
otros (1).
Es verdad, que entre esos extremos tan apartados y diversos se
extendía una variadísima serie de afectos sentidos por más ó menos indi-
viduos seglares y religiosos hacia aquella extinguida Corporación, siendo
no pocos los que, sin alegrarse del hecho de la extinción, se alegraron de
los resultados, viéndose en la cátedra, pulpito y confesonario con un com-
petidor menos; algunos en la proporción de aprovecharse de sus bienes
abandonados. Esta parte, en cierto modo neutra, asistía en España á la
lucha entablada para acabar de arruinar, ó suscitar de nuevo la Compa-
ñía de Jesús, ya en actitud de quien aguarda el deñnitivo resultado, ya
asociándose á los amigos, ya á los enemigos. Sintetizar en una frase tan
variadas posiciones es imposible; analizar para cada una su verdadero
carácter es cosa que estoy muy lejos de acometer; pero creo oportuno,
sin salir de la vida y escritos de Hervás, notar aquí alguna cosa que
pueda dar alguna luz al que intentare hacerlo.
En el fondo de ese amor y de ese odio se advierte el odio y el amor, más
que á las personas de los jesuítas, á la doctrina, que ellos habían defen-
dido, ó que se sintetizaba con su nombre. Por esto Roda, en un autó-
grafo de 4 de Agosto de 1767, que Hervás conservaba entre sus papeles,
decía: «Aunque todos [los jesuítas expulsados de España] se seculariza-
ran, nunca sería yo de dictamen que volvieran [á España] con la mala
leche que han mamado. No basta extinguir los jesuítas, es menester
extinguir el jesuitismo, y en los países donde han estado, bástala memo-
ria de su doctrina, política y costumbres» (2).
__ No menos claro hablaba aquel jansenista Clement, que, como Hervás
notó en el manuscrito, que en la segunda parte examinaremos, viajó por
España para propagar sus doctrinas jansenistas y procurar la reunión de
nuestros Obispos con los refractarios de Francia. «Se está, decía, bien
persuadido que los jesuítas han perecido [hecho perecer] á España; que
sus principios esparcidos son los que han ayudado para mantener por
dos siglos la ignorancia con espíritu sedicioso, y que ante todas cosas es
necesario formar otra clerecía para formar otro pueblo» (3).
El amor en los otros también se aumentaba con el recuerdo de las
(1) Serm. segundo de Sancto Vidore, Migne, P. L., 183.°, 376.
(2) Hervás, Continuación manuscrita de la Historia de Berault-Bercastel, 1. 91,
página 64.
(3) ídem, t. III, pág. 143.
LORENZO HERVÁS 309
doctrinas, que habían sostenido los jesuítas, y con la vista de otras bien
diversas, que iban penetrando en España.
Francisco Javier de Cienfuegos y Jove-Llanos, que en 1797 hallo en
Sevilla haciendo oposiciones á la Magistralía, Obispo de Cádiz en 1819
y Arzobispo de Sevilla en 1824, escribía á Hervás en 18 de Enero de 1800,
deseoso de saber por menudo lo que en Italia se hacía en honra de los
antiguos jesuítas, ó para restaurar su orden. «Mucha gloria es para la
Compañía dispersa que á uno de sus individuos [el P. Andrés] se con-
fíe la comisión de reformar una Universidad corrompida [la de Pavía];
ahora verá el mundo que la doctrina de aquel cuerpo no era como qui-
sieron persuadir sus antagonistas; amigo. Dios toma á pechos, si se sufre
decir, la apología de Vms. y se ve verificado ser la Compañía las niñas
de sus ojos.»
Otro eclesiástico, puesto al servicio del Prior de Uclés, y llamado
Gonzalo de Parada y Cano, lamentábase en sus cartas al ver la estima
con que corrían en España el Pereira y el Febronio (1), y expresaba así
la falta, que le parecía hacer en ella la Compañía para oponerse á esas
novedades. «El decreto imperial, dice á 17 de Enero de 1800, me ha
llenado de complacencia, y ojalá que por acá se pensara del mismo
modo; mas no es de esperar, pues, como Vm. muy bien dice, estamos
muy occidentales, y quiera Dios que no estemos tanto que jamás nos
vuelva á amanecer la luz, que si no está enteramente perdida, está bien
eclipsada» (2).
No eran sólo los eclesiásticos los que veían y lamentaban esos males,
ni sólo ellos los que suspiraban, como dulcísima esperanza, por el esta-
blecimiento de la Compañía de Jesús.
Bernad, de quien ya hemos hablado y hablaremos en adelante, metido
de lleno en los negocios, escribía á Hervás: «Vm. no puede creer, ni pen-
sar lo amenazados que estamos á trabajos espirituales y corporales, sin
señales de conversión acia quien sólo nos puede libertar, que es lo
peor» (3); y Julián Martín de Retamosa, aquel que, como queda dicho en
el párrafo primero, intervino en el arresto de los Padres de Murcia, años
después escribía al mismo Hervás el 29 de Octubre de 1799: «En fin,
amado hermano, somos los dos, hijos de vn Padre, que en la milicia de
la tierra se formó y después supo formar la gran sociedad, que ha per-
seguido el Abismo, como que no dudaba havía de serle el maior obs-
(1) Véanse las cartas de 11 de Febrero de 1800 y 2 de Enero de 1801.
(2) El decreto imperial de que se habla, es el que se suponía fechado en Viena el 28
de Abril de 1799, por el cual el Emperador restablecía, con autorización de Pío VI, el
Instituto de la Compañía en sus Estados, para mirar por el bien de la enseñanza. El decreto,
no obstante, parece apócrifo; aunque muy reales los deseos y la intención del Empe-
rador de poner así un dique á la ignorancia y perversión de costumbres, que se notó
en la juventud, una vez extinguida la Compañía en sus Estados.
(3) 10 de Septiembre de 1801.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 21
310 LORENZO HERVÁS
táculo para seguir persiguiendo á la Sta. Iglesia de Jesuchristo; pero ya
bien probados sus soldados tanquam aurum in fornace, van pronto á salir
otra vez á campaña para derrotar á este enemigo de los hombres; con-
solémonos que se acerca el momento, y entretanto, incorporando nues-
tros espíritus en vna constante oración, al efecto hablémonos á lo menos
por cartas...»
No es, pues, de extrañar que en ese mar de encontrados afectos fue-
ran lanzados los ex-jesuítas, como restos de una nave, que pereció entre
las olas, unas veces á los puertos de Barcelona, Cartagena y Valencia,
otras contra las rocas de Córcega, ó á las playas de Genova y Civita-
vecchia.
2. Conocida de los ex-jesuítas la real orden de 11 de Marzo de 1798,
que les abría de nuevo las puertas de la patria, se apresuraron muchos,
no todos, á tomar sus pasaportes y ponerse en marcha. Hervás salió de
Roma el 17 de Octubre de 1798 (Catálogo, IV, 3), con su pasaporte fir-
mado en Bolonia el 4 de Octubre (1).
En Parma el Sr. Infante le detuvo ocho días enteros, llegando á
Genova el 12 de Noviembre, como refería Hervás mismo á su primo An-
tonio, «sin más desgracia que la lijerísima de averme robado en una
posada la mayor parte de la blanquería [ropa blanca], que había sacado
de Roma...; llegué con intención de embarcarme después de seis días en
una nave buena y neutral que aquí hai; mas hallé cartas en que me avi-
saban, que el día 28 de Octubre se havía embarcado en Roma para Liorna
mi librería &, y porque al mismo tiempo los ingleses han declarado gue-
rra á estas repúblicas italianas, no quiero salir de esta ciudad dejénova
hasta saber el paradero de mi librería &. Al mismo tiempo he recibido
carta de la famosa inglesa Miledy Knight, que me dice, cómo el almi-
rante ingles Nelson ha avisado á todos sus capitanes, que encontrando la
nave en que yo vaya, no me hagan la menor molestia; por lo que espero
tener noticia de mi U[brería &] para embarcarla en la nave, en que [yo
vaya...]» (15 de Noviembre).
Recibida, después de unos días, la noticia de cómo sus amados libros
habían llegado salvos á Liorna, prudentemente mudó de plan. «No quiero
más sustos... [los] dejaré en Liorna hasta la paz» (2). Y en cuanto á su
(1) Al fin del tomo de Cartas conservamos el pasaporte original de Hervás; en él se
hace notar que gozaba de doble pensión, satisfecha en todo el presente año de 1798.
También se procuraron los ex-jesuitas testimoniales de los Obispos; pueden verse
varias de ellas en Nonell, El V. P.José PignatellL. (II, 228, 247-250). Hervás en la referida
continuación de B. Bercastel (III, 106, v.), después de hablar en general del buen testi-
monio que los Obispos italianos dieron de los ex-jesuítas, añadió, ya hacia el fin de sus
días: «Los archivos de los Soberanos de Italia y de sus tribunales no mostrarán la me-
nor delación hecha contra los jesuítas de cinquenta años de la expulsión de los prime-
ros de Portugal, la qual los cuenta ya hasta el tiempo presente en que escribo.»
(2) Posdata á una de 2 de Diciembre; aunque la fecha de la carta ha desaparecido,
se reconstituye por Caballero, pág. 50.
LORENZO HERVÁS 311
viaje, sea porque la nave neutral hubiera salido del puerto en el entre-
tanto, sea porque no le pareció prudente embarcarse, á pesar del salvo-
conducto de Nelson, dispuso encaminarse por Francia, desechada la invi-
tación de los genoveses á que permaneciera con ellos todo el invierno;
«Yo me disponía para atravesar la Francia con el correo, cuando la
divina Providencia que sobre mí vela con lluvia de gracias, hizo aparecer
aquí al Sr. D. Ignacio López de Ulloa, Ministro plenipotenciario de Turín,
que vuelve á Madrid. Nos vimos, y la vista casual me ha dado un íntimo
amigo en este habilísimo y dignísimo personaje. Tiene puesto vacío en
su excelente carroza, destinado por la Providencia para mí. Saldremos
quizá el día 4 [de Diciembre] con una faluca hasta Niza, y después por
posta atravesaremos la Francia» (1).
3. Llegó Hervás á Barcelona el 1." de Febrero del siguiente año
de 1799 (2). Aquí Hervás y los demás repatriados ex-jesuítas encontraron
la más favorable acogida. «Si el clima matritense (decía aquél desde Bar-
celona en 23 de Febrero, refiriéndose á palabras que de Madrid le habían
escrito) es poco favorable á los ex-jesuítas, lo es favorabilísimo todo el
catalán; apenas hai persona civil en estos países que no favorezca cor-
dialmente á los ex-jesuítas; aunque de éstos vinieran 400 todos encontra-
rían casas en que amorosamente los recibirían. No he visto jamás tanta
cordialidad en jente seglar; cordialidad proveniente de fondo de religión
que aquí la hai, y en esta ciudad grande verdaderamente (pues tiene 150
mil almas), sus paisanos tienen religión. En este elojio justo, que hago
de los catalanes, prescindo de los favores que á mí me hacen, pues éstos
son excesivos».
Fué, en efecto, dote muy particular del abate Hervás, gracias á su
hermoso carácter, suaves maneras y gustosa conversación, dejar en todas
partes verdaderos y entusiastas amigos. Vióse en Barcelona «favorecido
sobremanera, dice Caballero (pág. 51), del intendente D. Blas Aranza y
su familia, de la Condesa de Santa Coloma, de la casa de comercio Milá
de la Roca, de los individuos del Consulado, del canónigo Andreu y
Trías y de lo más escogido de la culta sociedad barcelonesa». De éstos
y varios más consérvanse cartas ó mención en la correspondencia del
abate. Pero donde dejó gratísimo recuerdo fué en la casa Pí, que le dio
franco hospedaje recién llegado de Italia. Después de firmar una de las
muchas cartas, que conservamos, la de 8 de Junio de 1799, el jefe de la
familia Antonio Pí y Caravassa, todos sus individuos fueron poniendo
con su nombre clarísimo testimonio del afecto, que profesaban al amado
huésped: «Toda la casa Pí le saluda de corazón y desea lograr su com-
(1) Véase la carta citada anteriormente. En el tomo de Cartas se conserva una de
Ulloa á Hervás, fechada en Madrid el 12 de Julio.
<2) Así lo dice Hervás en su Descripción del Archivo de la Corona de Ara-
gón, pág. 3.
312 LORENZO HERVÁS
pañía. — Antonio Pí.— Lucía Pí y Carabassa. — Josepha Pí y Sau-
xachs» (1).
Dos cosas dignas de notarse hizo Hervás los pocos meses de su
permanencia en la. ciudad condal: visitar el archivo de la Corona de
Aragón y plantear una escuela de sordomudos, bajo la dirección del
presbítero Juan Albert y Martí (2).
De la primera da cuenta en la Descripción del Archivo de la Corona
de Aragón, dirigida al Sr. Cistue en «Barcelona 28 de febrero de 1799»:
«Vuelto de Italia y llegado á esta ciudad el día primero del presente
mes, di prontamente á V. S. I. noticia de mi feliz arrivo... y de que en los
días sucesivos había ido á ver el grande y preciosísimo Archivo Real que
en esta ciudad se conserva y se llama de la Corona de Aragón» (pág. 3),
De la segunda conviene decir algo más.
Antes de llegar Hervás á Barcelona, había allí un celoso sacerdote
llamado Juan Albert y Martí, que, movido de compasión al ver la triste
suerte de los sordomudos, había procurado con la lectura de las obras
del abate l'Epée y de la Escuela de sordomudos, publicada por nuestro
Hervás, prepararse para la instrucción de aquellos infelices.
Una vez Hervás en Barcelona, logró Albert madurar con sus conver-
saciones el fruto sacado de la lectura de su obra (3). Animáronse entre
sí, teniendo el gusto de reunir á varios sordomudos que empezaron su
instrucción. Escuela, formalmente, no abrió Albert mientras Hervás
estuvo en Barcelona; pero adelantaron tanto en pocos meses, después de
abierta, los discípulos, que; el 16 de Febrero de 1800 pudieron dar un acto
público delante de numerosa concurrencia. El Ayuntamiento, que asistió
al acto, dispuso se insertara un capitulo en la Gacela de Madrid, como
se hizo en la de 4 de Abril del mismo año. Copio aquí de las hojas
impresas, que Hervás envió al Rey en un memorial, íntegro ese capitulo,
añadiendo alguna declaración para su mejor inteligencia; así se verá
cuan errado anda Alcubilla al decir en su Diccionario v." Sordomudos y
ciegos, que el arte de enseñarles fué olvidado en España «hasta que la
Sociedad Económica Matritense promovió el establecimiento de la
Escuela de sordomudos el año 1802»:
(1) Muestras de esta amistad tenemos en muchas de las cartas de Pí, v. gr., de 2 de
Junio, 7 de Octubre, 6, 16 y 27 de Noviembre de 1799... «Veo muy bien, le decía en la
última, lo que Vm. me dice del clima balsámico de Barcelona para Vm., pero que no
hay libros. Pero por Dios le suplico que no nos disguste Vm.; véngase aquí y no falta-
rán libros. Muy buenas longanizas se hacen en casa, y de ellas puedo dar receta á los
amigos.»
(2) De otras visitas habla Caballero, pág. 51.
(3) En la Escuela hay datos curiosos observados por el mismo Hervás en los sordo-
mudos de Roma (II, 12, 28), y un Alfabeto Manual, que lleva al pie este rótulo: «Yo
Ignacio Puppi, sordomudo de 13 años de edad, por encargo de mi caritativo y amado
instructor Señor Don Lorenzo Hervás, hice el presente diseño. Roma á 10 de Agosto
de 1793»; hoja añadida á la pág. 28.
LORENZO HERVÁS 313
«Barcelona 22 de febrero (pág. 280— Archivo histórico— Esfaíío, 3.240). El arte de en-
*ar á hablar á los sordo-mudos, cuya Invención pertenece privativamente á España,
aunque en la actualidad tan olvidado en ella como cultivado en otras naciones vecinas
nuestras, reflorece en esta ciudad. El sacerdote D. Juan Albert y Martí, movido de una
vivísima compasión hacia aquellos infelices, empezó á instruirse en este arte con la
lectura de las obras del Abatell'Epée y principalmente del español D. Lorenzo Hervás.
quien en su tránsito y mansión de algunos meses en esta ciudad, completó su instruc-
ción y le estimuló y alentó á abrir escuela pública gratuita, recorriendo ambos todas
las casas en que podían averiguar había algún sordo-mudo, con el fin de atraerlos á
dicha enseñanza. Tuvo Hervás, antes de partir de aquí,*Ia satisfacción de ver á todos
Jos mudos de ella, y exhortó á sus padres ó deudos á que no malograsen tan feliz opor-
tunidad. Contribuyó principalmente á la verificación de esta noble idea el acreditado
zelo del bien público del Intendente de este Exército y Principado Don Blas de Aranza,
que aplaudió al profesor Albert por este útilísimo proyecto y le estimuló á su execu-
cion (I). En efecto, presentáronse la mayor parte de los sordo-mudos á la escuela que
abrió el Sr. Albert, y faltándole lugar cómodo y capaz, por motivo de la afluencia de
los concurrentes, lo expuso á este Ayuntamiento, el qual en vista de la utilidad tan
notoria de semejante establecimiento, acordó protegerle en lo que le fuese facultativo,
y le facilitó interinamente, y mientras no se necesite para otro objeto preferente, un
salón de las Casas Consistoriales, en donde la tarde de 16 del presente se celebró un
ensayo ú examen público en que los sordo-mudos manifestaron los notables progresos
que en muy cortos meses han hecho con la enseñanza del expresado D. Juan Albert,
Convidóse para dicha función á muchos individuos del clero y de la nobleza, y la auto-
rizaron varios vocales del Ayuntamiento. Se abrió con un discurso, en que el enun-
ciado maestro pintó la infeliz suerte de los sordo-mudos; ponderó la felicidad y venta-
jas que de su instrucción resultarán á la religión y al estado; y peroró exhortando a!
fomento y protección de un establecimiento tan útil (2). Inmediatamente empezaron los
sordo-mudos más adelantados, en número de 10, á explicar el catecismo y varios pun-
tos de gramática castellana, escrito todo y repartido en grandes cartones colocados á
Ja vista de todos, con este método: uno de los sordo-mudos con una varilla iba seña-
lando sucesivamente las palabras escritas en los cartones, y á cada una de ellas el mudo
destinado para la explicación, con señas muy claras y en que no cabía equivocación,
manifestaba el sentido de aquella voz. Concluido este exercicio, que turnó por todos, se
les insinuó que escribiesen lo mismo que habían explicado; como en efecto así lo
practicaron, notándolo cada uno en su pizarra con elegantes caracteres. Enterneció á
muchos de los concurrentes el gusto de ver á aquellos infelices con la instrucción y cul-
tura que parecía inasequible para ellos. En el mismo salón [continúa todos los días la
enseñanza el infatigable y caritativo Albert; y se espera que con los auxilios gratuitos
de algunas personas amantes del bien público, compadecidas de las cortas ó ningunas
facultades del enunciado profesor, podrá darse solidez y permanencia á tan provechoso
establecimiento.»
(1) Después el Intendente se retiró del negocio por piques con el Ayuntamiento; Pi
también se interesó por la escuela, como cosa de su amigo Hervás. Cf. una carta sin
fecha de 1800.
<2) Este discurso lo envió Pí á Hervás, pero no se conserva actualmente entre sus
cartas.
Albert, en 5 de Marzo de 1801, le ofreció un trabajo suyo, de que no encuentro men-
ción en las bibliografías: «Mientras voy aprontando para los sordo-mudos otra obra
más dilatada y en asuntos diferentes, dígnese Vm. admitir esa pequeña prueba de mis
ansias de hacerme útil á la humanidad; á Vm. le debo el exemplo y el estímulo de seme-
jantes sentimientos.» Obra que sin duda será aquella de que hablaba en 16 de Agosto
de 1799: «Valiéndome de la erudita obra de Vm. se hace á favor de éstos [sordomudos]
«na gramática manual ó collección de señas relativas á cualquier parte de la oración.»
314 LORENZO HERVÁS
Nada más se sabe de esta escuela de Barcelona. El Sr. Barbera, errsu
interesante libro sobre La enseñanza del sordomudo por el método oral
puro, copia á Caballero (páginas 51,93, 103), y el Sr. Miguel Granell,
aunque nombra á Albert, sólo hace mención (pág. 48) de la escuela mu-
nicipal fundada en Barcelona el 1816. Véase la Conferencia dada en el
Fomento de las Artes el día 7 de Diciembre de 1901, é impresa en 1905,
entre las publicaciones de propaganda de las enseñanzas del Colegio
Nacional de Sordomudos y ciegos.
4. La mente de Hervás al llegar á Barcelona no fué seguramente
quedarse allí, ni mucho menos ir á sepultarse en el Horcajo.
, Vimos que á los primeros rumores de poder volver á España, había
escrito á su primo: nos veremos primero en Madrid que en el Horcajo,
pues yo en ninguna ciudad de España puedo tener libros para escribir
sino en Madrid (18 de Julio de 1792). No bastó ver que la orden de repa-
triación, aunque levantaba á los ex-jesuítas el destierro, les obligaba,
como subditos dañinos ó sospechosos, á vivir con sus parientes ó recluí-
dos en conventos, si era posible en despoblados, de ningún modo en la
Corte ni sitios reales; á instancias, sin duda, del mismo Hervás, dieron sus
amigos de la Corte varios pasos para que se hiciera con él honrosa
excepción.
José Cistue escribía á 3 de Febrero de 1799, cómo había tratado con
Bernad y el Duque de Montemar «que en despachando Vmd. en esa ciu-
dad [de Barcelona], tome su pasaporte como que va para su país, se
dirija á esta Corte y en ella se presente al Gobernador del Consejo,
acompañado del Duque [de Montemar], significándole la necesidad de
tratar aquí varios asuntos de impresiones [impresión de sus obras], de
cuenta con los que las han hecho y de otras prevenciones necesarias á
continuar sus trabajos; en lo que trascurre algún tiempo, y se toman las
medidas para ver de que bien enterados de la necesidad de su permanen-
cia en ella, se habrá algún resquicio á que la permitan», '
Bernard quiso asegurar el lance, y lo echó á perder, pues pregun-
tando al mismo Gobernador, recibió, como era natural, resuelta nega-
tiva (1). Insistió el Rey en que cumplieran los ex-jésuítas lo mandado,
dando luego, el 11 de Mayo de 1800, nueva orden para hacer salir de
Madrid á los que habían entrado, quedando responsables de la falta de
cumplimiento los alcaldes de corte.
En medio de estas dudas, arregló Hervás su viaje hacia el Horcajo,
no sin sentir dejar á Barcelona para meterse en su pueblo natal (2).
(1) Véase una de Bernard á Hervás, en 6 de Marzo.
(2) El 3 de Abril escribía á su primo: «El tiempo prosigue con continuos temporales,
por lo que no pienso en viaje hasta que se asiente el buen tiempo. Me hallo tan bien
en esta ciudad, que si no fuera por abrazaros no me pondría en viaje.»
«Iré... por Valencia, y me alojaré en casa del Sr. Oidor Mahamud, que me ha convi-
dado; estaré solamente el poco tiempo que necesite para hallar calesa ó cosa equiva-
LORENZO HERVÁS 315
Debió salir hacia el final de Mayo de 1799, pues el 2 de Junio le
escribía desde Barcelona Pí la primera carta sintiendo la ausencia del
querido abate: «No hay palabras suficientes en que poder explicar
á Vm. la tristeza que ocupa mi corazón de desde la salida de Vm. de
esta su amadísima casa, pues ha llegado á tanto, que dos ó tres veces
me he puesto á llorar como una criatura, y hoy he tenido que ponerme
en la cama... Al Rosario decimos cada día tres Padre nuestros á los
Santos Reyes, para su feliz camino; esperamos, por consiguiente, que
será así. Si á Vm., por alguna contingencia, le convenía dinero, pase á
la casa de los Sres. D. Vicente Bordalonga Gastón y Condou, de ese
comercio, ó á la de D. Miguel Royo, que quedan prevenidos, y le entre-
garán lo que necesite.»
El 7 de Junio estaba ya nuestro viajero en Valencia, pues desde allí,
con esa fecha, dedica «A la muí ilustre Señora la Señora Doña María
del Carmen Langton de Aranza... esta traducción española [de la
Doctrina médica del Brown] que viajando acabo de concluir». Desde
Valencia, casi sin descansar, pero no sin pretender ver el archivo de su
Catedral, ni dejar dulce memoria de su estancia (1), emprendió la
«penosa peregrinación... para llegar á la inmediata mansión de las aven-
turas de Don Quixote, su casa de Vm. en el Orcaxo», como le escribía
el intendente Aranza.
«Por Julio de 1799, dice Caballero (pág. 53), ateniéndose quizás
sólo á una frase vaga de el libro sobre las preeminencias y dignidad de
Uclés (pág. 5), había llegado el Abate Hervás al Horcajo»; mas es indu-
dable que, mediado Junio, ya estaba en su casa.
lente para pasar al Horcajo. Si en el Horcajo hubiera una silla volante, con buen caballo
ó mulo, que pudiera llevar mi bagaje (que pesará casi 250 libras) y dos personas,
podrías tú venir con la silla, y en este caso deberlas escribirme á Valencia.»
Y tres días después: «Tu última con la noticia de la nieve me da miedo; no puedo
verla; me fui á Roma por alejarme de países fríos. Espero que no nevará mientras yo
esté en el Horcajo; mas creo que el calor en verano es tan fuerte como el frío en
invierno; no obstante, temo más á éste que al calor.»
(1) Evidentemente se refieren á Valencia aquellas palabras de la Noticia del Archivo
de Uclés (pág. 43): «En España, muchos archivos no están bien ordenados, y ninguno
de ellos es público; antes bien, todos están como misteriosamente encarcelados, no
permitiendo su vista sin la formalidad de memoriales á las justicias, cabildos seglares
y eclesiásticos, que tal vez les dan repulsa... He experimentado yo los efectos perni-
ciosos de la rigurosa clausura de los archivos españoles, no pudiendo registrar el de
la catedral de una ciudad en que me detuve el tiempo que me hubiera bastado para
observarlo.»
Las quejas de Masdeu respecto á León pueden leerse en la nota 1.^ á la pág. 148
del tomo XX de su Historia, y en dos cartas á Hervás de 8 de Noviembre de 1799 y 27
de Mayo de 1800.
Como prueba del grato recuerdo que en Valencia dejó nuestro viajero, basta
ver las cartas del oidor Mahamud, y una curiosa consulta de un médico hecha en 21
de Agosto de 1799,
316 LORENZO HERVÁS
Luis Gonzaga Valls pudo escribir desde Barcelona el 1." de Julio:
«Luego de mi arribo de Cervera á esta ciudad, que se verificó el 14 del
Mes pasado, me procuré por nuestro común amigo Sr. Pi noticias de su
arribo de Vm. á Valencia, y tube el gusto de tenerlas á medida de mis
desseos; y por el mismo medio recibí 8 días haze la carta con que Vm. me
favorece fecha en su patria á 14 del vencido Junio.»
Llegado Lorenzo Hervás á su pueblo, y pasadas las primeras aten-
ciones de sus primos, pronto sintió (y no hay por qué negarlo) el horror
de su retiro (Preeminencias..., pág. 4), reducido, como diría luego,
en 1806, recordando tiempos pasados, á un arroz insípido, etc., que
procuraron endulzar sus amigos, y á dar un paseo por la tarde acompa-
ñado de el Sr. Cura de esse pueblo. (Carta de J. A. Escamilla y Galán,
de 7 de Agosto de 1799.)
Añádase á esto el atraso y dificultades en los pagos de la miserable
pensión de que gozaba (1); el poco aprecio que se hizo de sus obras
ya impresas; las arbitrariedades en la censura de las que pretendía
imprimir;- arbitrariedades que, como veremos, llegaron hasta el punto
de hacer decir á uno «que el lograr la prensa [permiso de impresión]
en el día es mayor obra que la composición misma» (2); el recelo con
que eran mirados todos los recién llegados ex-jesuítas recluidos en con-
ventos, con orden de ser vigilados unas veces por el Consejo, otras por
la Inquisición (3).
Todo esto junto, y en no pocos todo esto en realidad se juntaba,
(1) En muchas de las cartas de Hervás recurre la cuestión de los pagos atrasados;
aunque gozaba al salir de Roma de doble pensión, según consta en el mismo pasa-
porte, para que continuara este favor fué precisa toda la influencia del Duque de JVlon-
temar y demás amigos, escribir memoriales á Urquijo y al Rey, en que el represen-
tante, exponiendo sus trabajos literarios, tuvo que omitir,' por consejo de Montemar,
hacer mención de la obra sobre la caridad y Biblioteca jesuítica, «porque, según los
que rodean á Urquijo, perderíamos con estas obras» (carta de 25 de Julio de 1800). Por
fin, á 16 de Enero de 1801, dióse orden de que, atendiendo el Rey al mérito y trabajos
literarios de D. Lorenzo Hervás, presbítero ex-jesuita, se ha servido concederle doble
pensión á la que actualmente goza. Simancas, Estado, 5.066. Los memoriales de Hervás
se guardan autógrafos en el archivo histórico. Estado, 3.240.
(2) Es frase de Astarloa, según refiere José Antonio Campos á Hervás, 12 de
Diciembre de 1800.
(3) En Simancas, Estado, 5.065, se guarda esta minuta de 24 de Noviembre de 1800:
«En la adjunta carta, que V. E. me devolverá á su tiempo, expone el Conde de Cervera
sus temores de que la existencia del exjesuíta Hervás y Panduro, en la ciudad de
Cuenca, pueda ser perjudicial á la tranquilidad pública, porque sus máximas son deci-
didamente opuestas á las del Gobierno, pareciendo inclinar á las opiniones curiales
exageradas, y porque su familiaridad con algunas personas de carácter le proporciona
un influjo, cuyas consecuencias á la larga pueden ser funestas, mayormente si se
advierte que le rodean personas afectas á su modo de pensar, y que esta especie de
opinión que se va formando puede degenerar en un ascendiente poderoso.
»E1 Rey me manda pasar á V. E. esta carta para que se entere de ella, y averi-
guando en el particular todo lo que sea necesario á formar juicio, me diga V. E., para
LORENZO HERVÁS 317
hacía que muchos sintieran deseos de volverse (1); alguno, como
•Antonio Gabaldón, discípulo de nuestro Hervás en Aritmética, Álgebra
y Geometría, llegó á decir: «Me escri[ben] que muchos de los nuestros
se han buelto á Italia; Francisco Moreno y mi condiscípulo Lucas espe-
ran también las paces genera[les] para hacer lo mismo; esto parece un
fenómeno; pero bien reflexionado, es muí natural que los que res-
piraron 32 años el ayre de Roma, Genova y otras ciudades de la
bella y culta Italia l[es] deba nausear el ayre del Orcajo, del Toboso,
del Quintanar y estoi por decir (pero chitón que no nos oyga algún
español) has[ta d]el mismo Madrid.»
Para colmo de desdichas, Hervás, que tan buena salud había gozado
en Italia, cayó gravemente enfermo recién llegado á su pueblo (2).
Recogiendo Caballero las tradiciones de familia así cuenta la enfer-
medad (pág. 53): «Acometiéronle unas calenturas malignas que le
molestaron mucho y que hubieran comprometido su vida, á no ser él
algo entendido en asuntos de medicina. El físico del pueblo, á quien
llamó desde el primer amago, le propinó una sangría, y persuadido el
paciente de que era un grave desacierto, hizo que viniera el profesor de
la villa inmediata de Quintanar de la Orden, que corría con gran cré-
dito. Éste le administró la quina, y reconviniendo al compañero, por la
indicación de la sangría, se excusó el del Horcajo con decir que le había
impuesto de tal modo la presencia del Abate, que, aturdido, no supo lo
que se hizo.»
Pronto entendieron los amigos la triste noticia, y como es de suponer,
se levantó entre ellos grande alarma; cada cual dio sus consejos, reco-
mendó su receta y le brindó con su casa.
Agradeció el enfermo tan cariñosos ofrecimientos, y sólo aceptó en
su convalecencia la invitación que desde Uclés le hizo su digno Obispo
Prior Juan Antonio Tamayo: «Deseo á Vm. todo alivio, y si considera
noticia de S. M., qué medios habría de hacer que tenga cumplido efecto la Real orden
que se cita por el Conde de Cervera en la adjunta carta, y que previene que los exje-
suítas vivan retirados en conventos, haciendo una vida religiosa y quieta. Lo comu-
nico... Señor Gobernador del Conseío.»
Sobre la Inquisición, véase la circular que años adelante, y después de la segunda
expulsión, dirigió el Inquisidor general á los diversos tribunales con los nombres de
varios ex-jesuítas que, por una razón ó por otra, habían quedado en España: «Conviene
al servicio de ambas Magestades que V. S. vele sobre la conducta, tratos y opiniones
de los exjesuítas residentes en el distrito de ese tribunal, y me avise mensualmente
quanto observe, á no ser que ocurra alguna cosa particular, que en tal caso me lo
comunicará V. S. sin pérdida de correo... Aranjuez 28 de Abril de 1806.— Simancas,
Inquisición, 1.603.
(1) Léanselas cartas de Francisco "Moreno Sánchez en 18 de Enero de 1800, de
Francisco Iturri en 12 de Diciembre de 1799, que expresamente dice: «Aún quedan allá
Ten Italia] 999 Jesuítas españoles, y nadie piensa en regresar.» Caballero leyó 939 y
ambas cosas pueden ser; de Melquíades Salazar de 6 de Noviembre de 1799...
(2) El 5 de Julio ya se supo en Uclés la noticia de la enfermedad.
318 LORENZO HERVÁS
que puede tenerlo aquí, con la mayor complacencia admito su compañía
cuando quiera y le acomode.» Pero á Uclés no fué solo; un joven ilustre
le acompañaba.
5. El haber pertenecido Lorenzo Hervás á la Compañía de Jesús, las
muestras que de su talento diera en el Seminario de Nobles y los libros
sobre la vida del hombre le habían proporcionado fama no desmerecida
áQ preceptor de la juventud (1).
Preceptor de la juventud fué por cartas, aun estando en Italia (2); en
este período de su permanencia en España, escribió prudentes consejos
á un rico aragonés, por nombre Manuel Garcés y MarciUa, que había
acudido á él ansioso de dar sólida y cristiana educación á su hijo, tanto
más que se reconocía el padre «tan escaso de los necesarios [conoci-
mientos] qual lo suelen estar casi todos los de mi clase, esto es, un Pri-
(1) Se podría sacar de las obras de Hervás, sin gran trabajo, una serie de documen-
tos, ya propios ya ajenos, sobre educación é instrucción de la juventud, pues la. Histo-
ria de la vida del hombre, en este concepto es sumamente importante entre la literatura
pedagógica de la segunda mitad del siglo XVIil, como afirma el Sr. Altamiraen un capi-
tulo del tomo IV de su Historia de España y de la cultura española, inserto en el Bo-
letín de la Institución libre de Enseñanza (Junio) y en la Lectura (Agosto de 1909, pá-
gina 465).
Cree Caballero (pág. 32) que Hervás estando en el Seminario de Nobles fué ayo del
Duque de Montemar, fiado quizás de unas palabras de la dedicatoria de! Viaje; la ver-
dad es que fué el Duque su alumno en diclio seminario: «No extrañe V. E., escribía el
Duque á Urquijo en 12 de Agosto de 1800, el interés que tomo en este sugeto [en el
asunto de la pensión de Hervás], pues estubo encargado de mi primera educación»; ó
más claro, como decía el mismo Hervás al abate Borgo en 24 de Mayo de 1794: « Ella
debbe sapere che nell'uscire lo da Spagna vi lascia'nel collegio de'Nobili di Madrid
il duchino di Montemar di 7 anni; e questo signore dopo che si sposo, ricordandosi di
me, mi ha cercato, mi scrive, come s'io fossi suo padre...»
(2) Hay, en efecto, de ese tiempo, en Storia, II, 54, una noticia curiosa. Vimos que
Hervás no se inclinaba á dejar á los jóvenes que viajasen por el mundo solos y sin
arrimo, por el gravísimo peligro á que se exponían: «Con questo fine pochí anni seno
certo giovane Cavaliere mió amicissimo, in etá di ventitré anni intraprese el giro di
tutta l'Europa. Volle in questo, fare uso della antica nostra amicizia, e mi pregó a som-
ministrargli per mezzo delle mié lettere notizia di quelle cose piíi degne di osseruarsi
nelle corti e nazioni, che egli dovea ricorrere. Non esitai punto a secondari cosi belie
intenzioni, e volentierisimo istitui un continuato carteggio con esso luí par lo spazi V
di due anni. Cosi al suo arrivo a Vienna, fuor di molte altre particolaritá, egli fu da me
informato della economía veramente invidievole di quella Corte, edinsieme del nuovo
stabilimento militare istituito dall'Imperadore all'uso antico, secondo il quale ad una
parte della truppa si distribuiva terreno da coltivare. Giunto che fu a Berlino, io gli feci
osservare il carattere di quel Principe, e quella ottime, e poco comuni industrie, per
mezzo delle quali, comeché le spese fatte in tante guerre fossero state maggiore delle
éntrate, puré egli aveva saputo conservare fiorentissime l'agricultura, le arti, ed il com-
mercio e tenere poi in piedi anche in tempo di pace un numerosissimo esercito.
Quando poi mosse per la Russia, gli descrissi questo impero, il quale come un fulmine
in un solo secólo aveva passato dalle tenebre alia luce, dalla notte al di, e dalla barbarie
alia civiltá. Lo istrlü ancora della estensioni di quelli dominj, e delle conquiste ignórate
da molti negli ultimi confini dell'Asia, e ne'paesi settentrionali deirAmericacolle quaü
poteva recare gran gelosia al commercio delle nazioni europee del Norte, ed alia Spagna,
LORENZO HERVÁS 319
mogénito de los que llaman de casa distinguida (á quien sólo parece que
se cría para que propague el apellido de familia)...» (1).
El afortunado que pudo lograr más despacio los consejos y trato de
nuestro Hervás y que le acompañó á Uclés, fué el joven Tomás Bernad
y Barreda, hijo del Consejero del mismo nombre, que ya conocemos, y
Barón de Castiel.
«Al lado de... [mis hijos], escribía con cierta envidia la Condesa de
Santa Coloma y de Cifuentes al saber la noticia, le quisiera yo á Vm.,
pues baldrían al doble...; beo cómo acababa Vm. de recibir carta del
S."" de Bernat y dichoso él que puede proporcionar á su hijo tan buen
lado, como es el de Vm.»
Mientras Hervás, en efecto, se dirigía desde Valencia á su pueblo del
Horcajo, dispusieron, quizás con demasiada anticipación, los Barones de
Castiel que su hijo Tomás le saliera al encuentro. «Tomás, escribía el
padre á 2 de Junio, saldrá de aquí después de mañana jueves 4 á dormir
en la posada de la Quintana en Ocaña, y el viernes, después de comer
en el Corral de Almaguer, á la caída del sol pasará á la obediencia de Vm.,
y después que Vm. haga sus observaciones sobre sus facultades tendrá
á bien determinar lo que deberá estudiar, pues mis intenciones son que
sea útil al servicio de Dios y de su patria, sin atreverme á que sea por
esta ú otra carrera por mi dictamen.»
«Tomasito está ya en estado de abrir los ojos y empezar á conocer
los peligros y riesgos del mundo para que sepa guardarse de ellos. Nos-
otros asta ahora hemos procurado evitar toda ocasión que pudiera dár-
selos á conocer, y pues que Dios le ha proporcionado la fortuna de que
Vm. sabrá pintárselos con los colores más propios á la idea que conviene
forme de ellos, suplicamos á Vm. tome por su cuenta sacarnos de ese
cuidado» (3 de Julio).
Pronto conoció Hervás los defectos y las inclinaciones del joven; se
dejaba llevar de la imaginación, aborrecía la soledad, hacía las cosas á
medias, sobre todo el estudio. La buena Baronesa agradeció las indica-
ciones y suplicó no le disimulara cosa alguna (2). Debió mostrar el joven
veggendo questa verificato oggi ció che prima fu sempre creduto un paradosso, cioé il
Russo nella California. In questa maniera, diverse aitre opportune notizie io andai
somrainistrando al detto Cavaliere, onde egli, come fece, ne riuscisse bene istruito.>'
No conservamos nada de esta correspondencia, que no dejaría de tener grande
interés. Quién fuera el joven viajero, tampoco es fácil averiguarlo, pues si al leer en el
mismo tomo (pág. 44) las palabras con que se termina el párrafo, hay algún fundamento
para creer que seria el barón Nicolás Savorelli, al leer la dedicatoria del tomo XIII se
inclina uno á creer fuese el marqués Lorenzo Romagnoli, y en ninguno de los casos hay
motivo sólido.
(1) De Garcés se guardan tres cartas; de las respuestas sólo el borrador de una;
un párrafo de ésta quedó copiado al principio de este estudio.
<2) Merecen leerse las prudentes expresiones con que la Baronesa escribía á Hervás
en 12 de Julio de 1799.
320 LORENZO HERVÁS
inclinación á la jurisprudencia y Hervás indicar á sus padres este estu-
dio, pues el Barón contestaba: «En hora buena empiece Tomasillo la
jurisprudencia este invierno próximo; pero ¿dónde y con quién? Tiemblo
si pienso en el abandono con que se trata á la juventud en las universi-
dades y gimo al ver que no es el verdadero mérito el premiado; en tanto
grado que estimaría mucho que mi hijo fuese instruido y sabio, si fuese
posible, pero no empleado sino en el govierno de su alma y de su casa» (1 ).
Por fin, la cercanía de San Lucas hizo decidirse sobre ese dónde y
ese con quién, y Tomás fué colocado en Alcalá al lado de su primo
Joaquín (2).
6. Quedó dicho que entre las varias invitaciones á salir del Horcajo
aceptó sólo Hervás la de los Santiaguistas del convento de Uclés; una
vez aquí, se alargó hasta las excavaciones de Cabeza del Griego y hasta
Cuenca; en lo primero hubo no poco de excursión, en esto último mucho
de visita (3).
(1) Carta de 22 de Julio. Un año después, en 8 de Julio, así escribía Cistue: «En el
día sólo escriven los que no saben; se hacen muchas traducciones y todas malas, y en
pasando 20 años irá peor, porque no se cuida de las Universidades, y Vm. sabe el
estudio que dan en las religiones.»
(2) En cartas posteriores del Barón, 19 de Octubre, 22 ídem, 26 de Noviembre
de 1793, 10 de Enero de 1803 y 21 ídem, pueden verse varias particularidades sobre la
Universidad de Alcalá en estos tiempos y el Colegio donde moraba el joven. Á éste
dedicó Hervás El Hombre físico.
(3) No es fácil fijar del todo la cronología de estas visitas. Consta que aunque la invi-
tación de ir á Uclés se hizo en Julio, se encontraba convaleciente Hervás en el Horcajo
el 3 y aun el 7 de Agosto, pues conservamos una carta del Prior, dirigida á Hervás desde
el mismo Uclés el 3 de Agosto, y otra del 7, escrita desde Tribaldos por J. A. Escamilla,
en que manifiestamente se supone hallarse aun Hervás entre los suvos. Ouizá salió
para Uclés pasada su fiesta de San Lorenzo.
Dos semanas estuvo en Uclés. Descripción, 44. Á fines de Septiembre estaba ya en
su pueblo: véanse una del Prior en 1.° de Octubre y otra de J. A. López de 30 de Sep-
tiembre.
En el intermedio haria la visita á Cabeza del Griego.
Por Julio del siguiente año de 1800 debió repetir la visita á los Santiaguistas, pues el
mismo Hervás dice que estuvo en Uclés varias veces (Preeminencias, 4), y se deduce
claramente de cartas de Bernad y Cistue de 25 y 22 de Julio.
El 17 de Julio estaba ya en su pueblo: véase una de Joaquín de Frías Gaseó de 5 de
Agosto; el 2 de Agosto firmaba Hervás en el Horcajo los memoriales para obtener algún
socorro.
Poco antes de 19 de Agosto de 1800 se hallaba en Cuenca, pues con esa fecha le escri-
bía Gonzalo Martínez: «Recivo la apreciable de Vmd. y veo su traslación á Cuenca.»
El 10 de Octubre aún residía en Cuenca en compañía del Deán, como escribe con esa
fecha Cistue.
Al fin de mes estaba de vuelta en su pueblo, «Celebro mucho, le escribía el Deán á
4 de Noviembre, ber por su apreciable del 31 la felicidad con que hizo su viaje...»
De todo esto Caballero se contentó con decir: «Residió algunas temporadas en el
Convento de Santiago de Uclés», pág. 58, y «Verificó una escursión á la ciudad de
Cuenca desde Junio á Agosto de 1800», pág. 60; en esto segundo hay manifiesto
error.
LORENZO HERVÁS 321
No le llevó á Uclés solamente el deseo de disfrutar el regalo que los
canónigos le podían proporcionar en su convento ó en la finca de Fuente
Redonda; bien lo demuestra ver cómo aprovechó el tiempo en su rico
archivo y biblioteca (1):
«Apenas vuelto de Italia y llegado el verano del 1799 á mi patria, que de dicho con-
vento [de Uclés] dista tres leguas, experimenté funestos efectos del clima ó resultas
malas del viaje en unas calenturas malignas; y para mejor convalecencia de ellas,
habiéndome convidado monseñor Tamayo, antecesor de monseñor Gaona, actual
dignissimo obispo Prior de Uclés con hospedaje en su real convento, pasé á disfrutar
su favor en compañía del estudioso joven Señor Don Tomás Bernad y Barreda...
Llegado á dicho convento, aunque no totalmente convalecido, luego que vi su archivo
(que lo es general de toda la orden), ricamente fabricado y abundante de documentos
bien ordenados, la curiosidad de saber su calidad y antigüedad me estimuló para regis-
trarlos y observarlos atentamente. Empecé luego á hacer algunos apuntamientos, con
la única idea de poder publicar alguna noticia del archivo para que á los literatos que
piensen ilustrar la historia de la nación, pudieran ser útiles sus documentos... Esta
empresa apenas empezada me conduxo á otra; porque habiendo hallado en los prime-
ros caxones del archivo una serie de documentos bien arreglados, con la que á su pri-
mera vista se me ofreció, que podrían ilustrarse las preeminencias y dignidad de dicho
convento, adopté el pensamiento de hacer esta ilustración.» Preeminencias (pág.5).
Aquí tenemos ya indicadas dos obras: La descripción del archivo
general de Uclés, que va en forma de carta, firmada en el Horcajo á 10 de
Octubre de 1799, y el opiisculo sobre las preeminencias del mismo con-
vento, redactado luego en Cartagena (2). Á más de esto, con datos saca-
dos de Uclés, y notas que le proporcionaron sus amigos, sobre todo el
fiscal de Indias Cistue, acabó la Primitiva población de América y el
Hombre en Religión (Preeminencias, pág. 4); continuó la publicación de
sus obras ya empezadas y recogió nuevos datos para nuevos tratados.
Á esta actividad literaria, que ponía en temor de su salud á los ami-
gos, agregó Hervás la visita á las excavaciones de Cabeza del Griego (3).
(1) Ya antes, durante su primera permanencia en España, había ordenado la biblio-
teca de Uclés, Historia, II, 76; y procurado, no sé si con efecto, enriquecerla estando
ya en Roma. «Podías escribir, decía á su primo en 18 de Julio de 1792, en mi nombre al
Sr. Prior del Convento de Uclés, cuya librería yo formé, díciéndole que en Roma
actualmente se vende, quizá por 12.000 pesos fuertes, la mejor Hbrería histórica de Italia;
que si los Señores Canónigos de Uclés se determinaran á comprarla, lograrían una
librería que les haría honor en toda España...; yo podría tratar el negocio.»
(2) El ejemplar que utilizo de este libro lo debemos á D. Miguel Delgado y Torri-
jos, capellán de las Trinitarias del Toboso, que generosamente lo regaló para nuestra
biblioteca.
(3) Un conciso resumen de las excavaciones hechas en diversas épocas puede
leerse en Hübner, Corpus inscriptionum, II, páginas 419, 944; Svpplementum (Berolini,
1897), números 180-189. Para pormenores es preciso consultar los autores que Hübner
diligentemente cita, y sobre todo las comunicaciones del P. F. Fita, S. J., y otros Aca-
démicos, hechas á la Academia de la Historia, Boletín, \, 134; XIII, 353, 394; XV, 107, 160;
XIX, 521; XX, 521, 634; XXI, 137, 250, 479; XXXIV, 158.
Al dar en la segunda parte cuenta del libro de Hervás, indicaré las cuestiones sus-
citadas sobre la identificación de Cabeza del Griego con diversas ciudades antiguas.
322 LORENZO HERVÁS
< Apenas, dice Hervás (Preeminencias, pág. 42), llegado yo de Italia á la villa del
Orcajo, el Sr. D. Jácome Capistrano de Moya, dignísimo cura de un lugar vecino
llamado Fuenta, me favoreció con la noticia, que en Alcalá el 1792 había publicado, de
las excavaciones hechas en el cerro llamado Cabeza del Griego... Con sumo placer
leí la dicha noticia en que su autor, no solamente procuró informarse de los descubri-
mientos hechos en las diversas excavaciones, mas también fué á observarlos atenta-
mente y de ellos publicó relación, en que acertadísimamente, á mi parecer, estableció,
que las ruinas descubiertas eran de Segóbriga, capital de la Celtiberia y ciudad epis-
copal. Estas noticias de una ciudad descubierta á legua y madia de mi domicilio excitó
verdaderamente mi curiosidad y deseo de observar las ruinas descubiertas; y esperaba
ocasión de conocer alguno de los que habían cuidado de su descubrimiento y recogido
las antigüedades trasportables... quando convidado por monseñor Tamayo para estar
en su compañía un par de semanas en Uclés, pasé á disfrutar su favor con mi compa-
ñero favorecedor el Sr. Tomás Bernad y Barreda, y luego que llegué, el dicho monse-
ñor manifestó su deseo de que yo con mi compañero fuese á observar las dichas
ruinas con toda comodidad, y para que yo en pocas horas pudiera adelantar en la
observación de sus antigüedades había escrito á la persona más instruida en ellas para
que desde Uclés me acompañase, como en efecto lo hizo esta persona, que es el
Sr. D. Juan Palero, natura! de Saelices, el qual, unido con monseñor Tavira, actual
Obispo de Salamanca, con D. Bernardo Cosío, cura de Saelices, y con D. Vicente
Martínez, había hecho las excavaciones, á que se debe todo lo que hasta ahora se ve
descubierto.»
Siguen sus propias observaciones y las deducciones, que ocupan
la segunda y tercera parte del libro de las preeminencias de Uclés.
Estos juicios encontraron un brioso impugnador en Masdeu (Histo-
ria critica, XX, 451); á quien Hervás contestó en la Celtiberia, Cf. Caba-
llero, páginas 59, 112, 161.
De la estancia de Hervás en Cuenca bien pocas noticias ciertas nos
han quedado, fuera de la gratísima memoria del Deán de su Catedral,
Juan José Tenajas Franco, que con el más acendrado cariño le hos-
pedó (1).
Dice Caballero (pág. 60) que se ocupó en arreglar la biblioteca del
Seminario de San Julián, en reconocer el archivo de la Catedral y del
Ayuntamiento, y hasta que hay «indicios... de que el limo. Palafox con-
fiase al Abate la formación de un plan de estudios para el referido Semi-
nario conciliar, y si en efecto tuvo parte en el arreglo y en la elección
de profesores, alguna gloria le cabría por el estado próspero que enton-
ces tuvo el Colegio, donde habían brillado los Pezuela, Quintano, Man-
rique y Montón, y se distinguieron después los Aróstegui, Page, Domín-
guez y otros catedráticos, no muy jesuítas por cierto».
De todo esto, entre los documentos conservados hoy, hay alguna
razón para lo referente á la biblioteca por dos cartas de Gonzalo de
Parada y Cano, de 5 de Agosto y 2 de Septiembre; para lo demás una sola
frase de Francisco Moreno, escrita desde Valencia en 14 de Febrero:
(1) Cinco cartas conservamos; la primera, de 14 de Enero de 1800, rebosa en el más
puro amor á la extinguida Compañía de Jesús, para el Deán tan amada y tan presente
como antes de la extinción.
LORENZO HERVÁS 323
«Oygo que es usted deseado en Cuenca para reforma de estudios y
biblioteca.»
Quizá dispuso Caballero de otros datos, quizá se atrevió á fundar
sus afirmaciones ó sospechas sobre tan flaco cimiento.
7. Queda sólo, para dar por terminado el tercer período de la vida
de Lorenzo Hervás, apuntar algunas tentativas, con que varios de sus
amigos procuraron sacarle de su retiro, colocarlo en un medio apto para
una vida estudiosa, que era la propia del abate, asegurar económica-
mente su existencia, ó, por fin, valerse de sus conocimientos y aptitudes
nada vulgares, pues aunque esos planes se frustraron, manifiestan el
interés, que había despertado la persona de Hervás en un círculo no
estrecho de personas.
Quien haya leído el Catálogo, v. gr., de Hervás, habrá visto la excep-
cional importancia que atribuye al vascuence; con esto, su persona había
de ser bien quista á los que tenían esa lengua por propia. «El P. Her-
vás, escribe José de Iturriaga á Juan de Leyza, á 6 de Mayo de 1799,
el P. Hervás es acreedor al eterno reconocimiento de todo buen bas-
congado.» Pronto los que en el siglo XVIII se interesaban por los estu-
dios vascos quisieron entrar en correspondencia con el abate. «Mucho
celebro, escribía desde Durango Antonio María de Letona el 22 de Julio
del 99, haia tomado Vmd. correspondencia con el Sr. Campos..., pero no
celebraría menos, para mejor satisfacer sus ideas literarias, el que se
correspondiese Vmd. con un beneficiado de este pueblo llamado D. Pa-
blo de Astarloa..., pues creo que ni el P. Larramendi, que es el patriota
por excelencia que ha tenido este país, ha llegado á profundizar nuestro
desnaturalizado bello idioma, como lo hará ver antes de mucho... El
Sr. Iturriaga, director del Colegio de Vergara, amigo mío, también es
uno de los literatos de la Sociedad Bascongada y ha hacreditado en
varias poesías vascongadas tener una inteligencia grande en este idio-
ma; ¿y cómo dejaré de citarle á Vmd. el bien querido discípulo de nues-
tro P. Pou, el Sr. Moguel, cura de Marquina, que, por su delicada inteli-
gencia en el idioma y conocimientos históricos, es de los sujetos que
más pueden contribuir á satisfacer las miras de Vmd?».
Entró, en efecto, Hervás en correspondencia con esos literatos, y
cooperó, según veremos en la segunda parte, á sus estudios con sus
observaciones.
Tras esto era natural desearan hablarse. «El Gran Patriarca San
Ignacio... le espera á Vmd. con los brazos abiertos en la próxima
primavera, y tanto en casa del Sr. Leiza como en la mía hallará Vmd.
hospitalidad amorosa y verdadera.
» Salud y bendición ignaciana, y cuente con este...— /ose Antonio de
Campos.» (26 de Septiembre de 1799.)
Del mismo son aquellas frases tan graciosas con que responde á las
dificultades propuestas por Hervás para su viaje, dificultades cuya
324 LORENZO HERVÁS
fuerza quizá Campos no llegó á entender del todo, como tampoco Her-
vás el valor de la respuesta.
«Díceme Vmd. que s¡ Abadiano fuese un Pays de Livros útiles vendría á buscarlos,
pero no encuentra este Pays en España. No tenemos aquí livros, es cierto; sí Monta-
ñas pobladas, ríos con cascadas naturales. Praderas placenteras, arboledas amenas que
prestan un campo delicioso para el entretenimiento de un talento bien sentado. No
todo ha de ser trabajar, escrivir y formar tomos. El mejor estudio es el de tratar con
moderación sobre el método de conservar la salud y alargar los días para emplearlos
en la tranquilidad. No tenemos livros, repito otra vez, pero tenemos una cosita que
pasa sobre todos ellos, y que á Vmd. debe conmover su vista más que la lectura de
todos los livrotes que cosen y descosen los hombres. ¿Y qué cosita es ésta que debe
causar tanto agrado? San Ignacio de Loyola, el Patriarca Padre de todos y aun de
Vmd., que como hijo adoptivo suio debe venir á visitarlo en su hermosa casa natal,
que sola ella á un escriptor dará materiales abundantes. Todo el verano es aquí una
primavera tirada, y en cualquiera tiempo se puede venir á este Pays, en donde hallará
marcialidad y agrado» (1).
Empeñáronse además los vascongados en llevar á Hervás á Vergara
como director del Seminario, aunque no lo pudieron conseguir (2),
Otros procuraron, también sin resultado, fuera al Escorial. «Algu-
nos sujetos de este monasterio [de San Lorenzo] desearían que Vmd.
viniera á residir en él, para el estudio de las lenguas...; han dado algunos
pasos con el Ministro de Estado; pero antes de pasar adelante deseamos
todos saber la voluntad de Vm...; Vm. piénselo y avíseme lo que deter-
mine para hacer mis diligencias para una cosa que desearía se lograse,
pues tendría assí el gran gusto de disfrutar la compañía de Vm. y
desde aquí sería más fácil la licencia para estar en Madrid.» (Carta del
Duque de Montemar, á l.°de Diciembre de 1799.)
Donde era Hervás deseado con especial empeño era en Valencia, y
ese viaje mirábalo él mismo con agrado. Tenemos de eso cartas de
Masdeu (8 de Noviembre de 1799), de Manuel Mahamud (1.° de Febrero
de 1800), de Luis Gonzaga Valls (5 de Julio) y, sobre todo, de Eximeno,
aunque éste, tocando con la mano las dificultades del alojamiento, le
encargaba tener paciencia é ir con tiento (3).
Lorenzo Hervás, sin embargo, no fué á Loyola, ni á Vergara, ni al
Escorial, ni á Valencia; sino á Cartagena, pues de nuevo la real orden
de 15 de Marzo de 1801 expulsaba á los ex-jesuítas á Italia.
E. Portillo.
(Continuará.)
(1) Al fin del tomo de Cartas consérvase la patente de Hervás como miembro de la
Real Sociedad Bascongada de los Amigos del Pais, firmada en Bilbao á 1.° de Octubre
de 1805.
(2) Véase una de JVlanuel María de Acedo, Vergara, 19 de Febrero de 1801, de la que
conviene notar algunas líneas, pues descubren «los grandes deseos que siempre viven
en mi corazón de que sujetos tan propios para la educación como los que se hallan
entre los jesuítas entrasen en este Seminario á descargarnos y consolarnos á los socios
con la más perfecta que sin duda lograríamos por medio de ellos».
(3) Es digna de leerse una carta de Eximeno, de 19 de Abril de 1800.
El método histórico en la interpretación
de los Evangelios sinópticos.
€,
,L criterio fundamental que debe presidir á la investigación herme-
néutica sobre los Evangelios descansa, como en su base imprescindible,
en el conocimiento exacto del argumento de esos libros. Si la natura-
leza del argumento que constituye el objeto de los Evangelios es bien
conocida del intérprete; si posee nociones precisas sobre la índole y
caracteres de la historia evangélica, tendrá en su mano la clave para
descifrar con acierto los enigmas encerrados en ella; por el contrario,
si esa naturaleza y esos caracteres le son desconocidos, las soluciones
del problema ó de los problemas evangélicos no podrán ser acertadas.
Ahora bien; para conocer con exactitud esa índole, preciso es poseer
nociones exactas sobre el verdadero origen histórico y sobre los facto-
res que concurrieron á plantear y desenvolver el argumento de las
narraciones evangélicas. El cristianismo es un hecho histórico que
•comenzó á existir en el mundo en una época determinada, y merced al
impulso de determinados agentes. Y bien; ¿cómo tuvo lugar el grande
hecho histórico de la aparición del cristianismo? ¿quién lo creó? ¿qué
agentes tomaron parte en su desarrollo? ¿cuál fué la forma en que llegó
á su consumación, ó lo que es lo mismo, por qué pasos alcanzó su
complemento y forma definitiva?
¿Fué la obra de una elabor<^ción lenta y progresiva, en la que toma-
ron parte diversos agentes exclusivamente humanos, y aun diversas
generaciones sucesivas, ó fué, por el contrario, el resultado de una reve-
lación divina por razón de su autor y de sus principios, aunque trans-
mitida por órganos humanos; una revelación simultánea y que se con-
sumó en el brevísimo plazo de la predicación de un Dios-Hombre y la
de sus Apóstoles, como enviados é intérpretes suyos? Claro es que
según fuere la solución que diéremos á esta serie de problemas, así será
también el criterio y el método que deberá presidir á nuestra interpreta-
ción. Si el argumento contenido en las narraciones sinópticas es una
revelación divina, comunicada al género humano por la predicación de
Cristo y los Apóstoles, como simples intérpretes del mismo, no puede
representar un conjunto de partes más ó menos coherentes que en su
realidad objetiva sean la expresión de diferentes estadios en el desen-
volvimienio de la ¡dea cristiana. Por lo mismo, no será lícito distinguir
una serie de yacimientos que correspondan, respectivamente, á otros
RAZÓN Y FE, lüMÜ XXVI 22
326 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
tantos esfuerzos creadores de un principio de acción meramente
humano, progresivo y gradual. Pero si es obra de una evolución pura-
mente humana, si en su desenvolvimiento han intervenido diversos agen-
tes y diferentes generaciones, inspiradas sólo por el desarrollo esencial-
mente sucesivo de cooperadores humanos, será indispensable distin-
guir variedad de estadios sucesivos, expresión de un desenvolvimiento
gradual en la mentalidad de las generaciones cristianas.
I
Si nos dirigimos al racionalismo radical para solicitar su opinión
sobre tan complicado y trascendental problema, con el fin de fijar el
método de interpretación que nos ha de conducir á la inteligencia plena
y exacta del Evangelio, nos responderá, por boca de sus más distingui-
dos representantes: el cristianismo primitivo, cuya expresión es el argu-
mento contenido en nuestros Evangelios canónicos, sobre todo en los
sinópticos, es el resultado de un desenvolvimiento gradual y sucesivo
de la idea cristiana; y «sólo puede alcanzar una inteligencia recta de su
contenido quien reconoce que este libro (el de los Evangelios y del
Nuevo Testamento en general) es el producto de una época pasada
hace largos siglos; de algunos espíritus privilegiados, pero humanos; y
que, sujeto como todos los demás libros á las leyes de la evolución,
nunca es inmejorable en la forma» (1). Ciñéndonos al argumento conte-
nido en los Evangelios sinópticos, he aquí la exposición que Holtzmann
hace de su origen y desarrollo. Comprende tres fases: bosquejo pri-
mordial de Jesús-Mesías; agrupación metódica de materiales históricos
en derredor de aquel bosquejo primitivo; realce ideal de la historia y
personalidad de Jesús.
1.° Bosquejo primordial de Jesús como Mesías.— Jesús de Nazaret
no fué en realidad otra cosa que un Doctor ilustre que fundó una
escuela reUgiosa, y cuyas máximas pasaron á sus discípulos bajo el
título general de «Palabras del Señor». Pero entre esas palabras ó apo-
tegmas de Jesús sobresalía una, que se grabó más profundamente en
sus discípulos: «Yo soy»; es decir, Yo soy el prometido, el esperado, el
Mesías. Jesús murió ignominiosamente, y sus discípulos, que, altamente
impresionados con la dignidad mesiánica de su Maestro, no pudieron
atribuir tal desenlace ni á sus desaciertos, ni á un abandono de parte
de Dios, se persuadieron de que aquella muerte fué un sacrificio de
expiación por los hombres, en recompensa del cual Dios resucitó á
Jesús, es decir, le glorificó, haciéndole entrar en un estado glorioso, y le
estableció ó constituyó Juez universal de vivos y muertos. «Muerto por
(1) Jülicher, Die Geschichte des N. Test. p. 1. Sirve de Introducción á la obra de
J. Weiss, Die Schrift. d. N. T., 2^ ed. Qottingen 1007.
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 327
nosotros; resucitado; Juez de vivos y muertos»: he aquí la imagen pri-
mordial que los primeros discípulos de Jesús se trazaron sobre su Maes-
tro, y la doctrina que profesaron acerca del Fundador de su religión.
Tal es, en efecto, prosigue Holtzmann, la idea que de la persona de
Jesús se halla en los documentos relativos á la época priiritiva de la
religión cristiana. Léanse de extremo á extremo las Epístolas de San
Pablo, primer monumento escrito de la literatura cristiana, donde natu-
ralmente ha de reflejarse la concepción religiosa de la época, y nada se
hallará en ellas que substancialmente salga de este cuadro. Para el
Apóstol, la importancia de la personalidad de Jesús está cifrada en su
muerte expiatoria; San Pablo no conoce más que á Jesús; y de Jesús,
solamente su crucifixión, con la apoteosis y potestad judicial que se
siguieron á la crucifixión, como recompensa de la misma (1). Hállase
alguna que otra remisión á sentencias del Señor; pero «dónde, cuándo,
cómo, de quién nació, cuál fué la duración de su vida, dónde predicó,
todo esto lo desconoce el Apóstol» (2).
2." Pronto, sin embargo, se hizo sentir la necesidad de una historia
de Jesús. Ante todo, era menester reforzar bien el artículo de su muerte
expiatoria. La ignominia de la Cruz era motivo de grave escándalo para
los judíos; y si bien los primeros é inmediatos discípulos de Jesús
habíanse sobrepuesto á esta dificultad con el concepto de la muerte
expiatoria por disposición divina, estas ideas abstractas no eran sufi-
cientes á tranquilizar todos los espíritus. De aquí resultó que tomándose
por punto de partida la noción de la muerte expiatoria por disposición
divina, se pasara á desenvolver el proceso natural de odio y obstinación
de los judíos, la traición de Judas, los altercados de Jesús con los Doc-
tores en los últimos días de su vida, como escalones sucesivos que, bajo
la permisión divina, fueron los causantes humanos que dieron por resul-
tado la catástrofe de la Cruz. He aquí el primer ensayo de una historia
de la vida de Jesús. Ninguna sección de la historia evangélica está expli-
cada con tanta uniformidad, con tan grande extensión ni con tan pun-
tual exactitud cronológica como la de la última semana de la vida del
Señor, señal patente del conato y diligencia con que desde los primeros
principios se elaboró ese fragmento; y mientras un gran número de
reminiscencias sobre el resto de su existencia vagaban fluctuando en un
caos confuso sin centro de orientación, el relato de la pasión estaba ya
terminado y fijo con perfecta exactitud.
Era natural, sin embargo, que los cristianos desearan poseer ulterio-
(1) «Non judicavi me scire aliquid nisi Jesum Christum et hunc crucifixum.» (1." Cor.,
2, 2.) «Humiliavit semetipsum factus obedíens usque ad mortem, mortem autefn crucis.
Propter quod et Deus exaltavit illum.» (Fiiip., 2,8.) «Judicaturus est orbem terrarum in
aequitate in viro, in quo statuit, fidem praebens ómnibus, suscitans illum a mortuis.»
<Act. apost., 17, 31.)
(2) Holtzmann, Die Synoptiker, pág 23.
328 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
res noticias bien ordenadas sobre el ministerio completo de Jesús; y á
esta demanda de las muchedumbres satisfizo la oferta de los predicado-
res, primero orientando con relación á la pasión y muerte otros recuer-
dos que vagaban dispersos; y después, añadiendo á esas noticias nuevos
materiales biográficos. Con respecto al primer punto, aquellos hechos 6
discursos que no denunciaban oposición ni conflictos de Jesús con los
jefes de la Sinagoga, ni resoluciones tomadas en previsión de una ruptura
con el judaismo, fueron agrupados al principio de su predicación. Así se
hizo, V. gr., con el sermón del monte, las Parábolas, la primera misión
de los Apóstoles. Por el contrario, á los altercados con fariseos y sadu-
ceos, á las predicciones de la ruina de Jerusalén, á las instrucciones más
íntimas y especiales con los discípulos, como expresión del proyecta
concebido por Jesús de rodearse de una agrupación adicta en sustitución
al judaismo rebelde, se les señaló lugar inmediato antes del desenlace.
Por lo que toca á la adición de nuevos materiales, en parte fué efecta
de la creciente distancia cronológica á la época de la vida de Jesús con
la muerte de los Apóstoles, y en parte resultó de haber atravesado el
Evangelio las fronteras del judaismo, pasando desde el ambiente de éste
al del helenismo.
Contribuyó en alto grado á facilitar esta agrupación ordenada del
argumento evangélico la circunstancia de haber tenido lugar por enton-
ces la redacción escrita del Evangelio, conservado hasta aquella fecha
en solo la tradición oral, ó en relatos monográficos aislados y de breví-
sima extensión.
3.° Pero no podía quedar aún terminada la obra de elaboración de
la idea cristiana: el interés de la fe no estaba satisfecho y reclamaba
mayor elevación, mayores excelencias para la persona de su Mesías.
También en esta fase, como en la elaboración de la historia, dio princi-
pio la tarea por la muerte de Jesús. No obstante la exposición histórica
de las causas humanas que condujeron á aquel desenlace, el sucesa
mismo, por lo que tocaba á Jesús y á la providencia divina para con su
persona, no quedaba suficientemente al abrigo de todo reparo; y el
escándalo de la Cruz continuaba siendo una pesadilla molesta para el
dogma.
Verdad era que se había allanado la dificultad por parte de las cau-
sas humanas que preparaban la catástrofe, y se añadía también que
había intervenido una permisión providencial que dejó obrar á aquéllas
para que se realizara el consejo divino; pero, ¿por qué había Dios de
haber abandonado á Jesús á una muerte tan ignominiosa? ¿Por qué no
le había Ubrado de manos de unos enemigos que le calumniaban como
á escandaloso, malhechor y blasfemo, con peligro de que prevaleciera
imputación tan injuriosa á su honra? Á obviar esta grave dificultad vino
la aplicación á Jesús de aquellos pasajes del Antiguo Testamento, como
el Salmo 21 y el capítulo Lili de Isaías, que presentan a\ Justo y al Siervo
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 329
de Jehová sufriendo por disposición divina imputaciones parecidas,
siendo tenido por gusano de la tierra, oprobio de los hombres, el último
de ellos, herido y humillado por el mismo Dios en expiación de los peca-
dos de la humanidad. No es, pues, indigno de la santidad de un varón de
Dios morir afrentosamente á manos de sus enemigos; ni desdice de los
atributos divinos permitir esa muerte. Pues bien; el Salmo 21 y el capí-
tulo Lili de Isaías no son más que una predicción profética de las igno-
minias y muerte de Jesús; el cual, como Redentor del mundo, se somete
bajo las órdenes de su Padre á la muerte ignominiosa de Cruz.
Una vez realzada á ideal tan sublime la muerte de Jesús, era natural
que esa misma luz de la fe, que había proyectado sus rayos sobre el
punto culminante de la historia del crucificado, los proyectara igualmente
por orden sucesivo sobre los demás períodos anteriores de su vida hasta
el bautismo, y aun hasta su nacimiento y concepción. Á impulsos, pues,
de ese espíritu fueron exornándose los discursos de Jesús y los hechos de
su vida con pasajes del Antiguo Testamento que ofrecían alguna analo-
gía, siquiera fuese ligera, con aquellos sucesos.
Según lo expuesto, los Evangelios sinópticos representan un con-
junto donde se mezclan lo histórico y lo fabuloso; y la tarea del intér-
prete consiste en deslindar cuidadosamente entre sí ambos elementos,
para dar á cada sección el valor que le corresponde, no tomando por
historia real lo que no pasa de ser el resultado de un cálculo dogmático
ó el producto de una especulación inspirada por el pensamiento y con-
cepción poética. Debe tenerse presente que los judíos de aquella época
vivían del recuerdo de su pasado; y sobre todo preponderaba en ellos
el axioma de que el Mesías había, no sólo de cumplir, sino de sobrepu-
jar cuanto de noble y grande ejecutaron los héroes del Antiguo Testa-
mento, en especial Moisés y Elias. De ahí el atribuirse en los Evangelios
á Jesús prodigios análogos á los de aquellos ilustres varones. Tales son
los principios y tal el método que con arreglo á los mismos debe, en
sentir de Holtzmann, seguir el intérprete que desee poseer nociones pre-
cisas sobre cada sección evangélica y sobre su conjunto (1).
• 11
Tal es ^{método histórico, preconizado hoy con tan desmedidos enco-
mios en todas las esferas donde, ó se profesa la crítica heterodoxa, ó se
(1) Holtzmann, Die Synopüker, páginas 23-29. Idéntico criterio sigue Juan Weiss; y
coino estos exégetas discurren los más renombrados críticos del Protestantismo con-
temporáneo. Por lo demás, esta ordenación sistemática de la Vida de Jesús no es de
hoy: puede leerse ya en Strauss. En repetidas ocasiones hemos hecho notar la huella
profundísima que Strauss ha dejado en el Protestantismo.
330 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
la mira con simpatía y admiración (1); y el motivo de darse al método el
calificativo de histórico, es porque en opinión de sus patronos y panegi-
ristas, sólo él se adapta á la historia real del cristianismo en sus prime-
ros orígenes. Entre los católicos, ó que llevan el nombre de tales, la
agrupación llamada modernista acepta sin reserva la teoría tal cual la
proponen los portaestandartes de la heterodoxia; y sólo algunos que de
buena fe, aunque no sin graves inquietudes, quieren pasar por ortodoxos,
la revisten de un barniz de sobrenaturalismo á su modo, pero que no
alcanza á modificarla en su fondo. La exégesis toda del abate Loisy en
sus volúmenes sobre los Evangelios está fundada en esta teoría; y no se
recata de reconocerlo explícitamente, exponiendo sus principios exegé-
ticos en términos muy parecidos á los de Holtzmann; si bien no analiza
ni distingue con precisión las tres fases que hemos visto propuestas por
aquel crítico, reduciéndolas más bien á solas dos, ó hablando de la se-
gunda y tercera como si sólo formaran una. Con respecto á la primera,
en nada se diferencia Loisy del profesor de Strasburg.
Exponiendo el crítico francés «el carácter y desenvolvimiento de la
tradición evangélica» (esdecir, del argumento contenido en los Evangelios
sinópticos), después de hacer notar, como Holtzmann, el estupor de los
Apóstoles á la muerte inopinada é ignominiosa de Jesús, y cómo su fe
logró superar prueba tan terrible con la persuasión del triunfo de su
Maestro; pasando á explanar la situación del cristianismo naciente al dar
principio la predicación apostólica, dice: «demostrar que Jesús, aunque
muerto en la Cruz, no dejaba de ser el Mesías, era la tarea que se impo-
nía á sus discípulos»; y como prueba patente de este primer estadio de
la fe cristiana, propone, lo mismo que Holtzmann, los escritos de San
Pablo. «Si el pensamiento de Pablo, dice, gira en derredor de la pasión
y de la resurrección de Jesús para hacer de ella el centro de la teología
cristiana, es porque este punto formaba ya el centro de la predicación
apostólica... Era preciso demostrar que la muerte y la resurrección de
Jesús, á quien se llamaba Mesías, entraba en la economía de los desig-
nios providenciales sobre el Mesías» (2).
En el desarrollo de la idea cristiana que se siguió á este primer esta-
dio, hemos visto á Holtzmann distinguir dos fases: una que se afana por
la formación y orientación de la historia de Jesús; otra ulterior, que se
ocupa en idealizar su persona y su vida, mediante la aplicación de los
vaticinios mesiánicos á una y otra. Loisy reduce ambas fases á una sola;
(1) Como, V, gr., entre profesores ó intelectuales de toda laya, sin conocimiento al-
guno de los problemas biblifos, y para quienes todo lo que sea alzarse en rebelión
contra la Iglesia, es ciencia, cultura, progreso. Acabamos de leer, v. gr., que el Rector de
la Universidad de Salamanca se adhiere á la nueva Revista modernista internacionc /•
(L' Italie, n." 6 de Febrero.)
<2) Les Évangiles Synoptiques, 1. 1, pág. 176.
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 331
y desde la descrita en los pasajes que hemos citado, pasa inmediata-
mente á la idealización. «Era completamente natural, dice en la pág. 184,
que se anticipase esta gloria (la de la resurrección ó glorificación de
Jesús, consecuencia de su muerte) en la carrera terrestre del Salvador,
que se pretendiera demostrar á Cristo por su vida, no solamente por las
consecuencias de su muerte... De este modo los recuerdos primitivos se
idealizaron, tomaron un color mesiánico, se completaron.» Es decir que
Loisy, una vez obtenida en los Apóstoles y propagada entre los fieles la
idea de la resurrección ó glorificación de jesús, pasa desde luego, omi-
tiendo detalles sobre la formación de su historia humana, á la idealiza-
ción de los hechos de su vida. La diferencia es accidental, y consiste, no
en la substancia del proceso evolutivo, sino en el número de sus fases.
Por lo demás, Loisy no se preocupa poco ni mucho por dar á su sistema
tinte alguno de sobrenaturalismo como lo había hecho en su opúsculo
El Evangelio y la Iglesia; habla con la misma desenvoltura con que lo
hacen Holtzmann, Juan Weiss, Jülicher y otros semejantes. Publicada la
obra de donde hemos tomado estas citas después de la solemne excomu-
nión fulminada contra él, cesaban ya los motivos de honestidad pública
que antes de 1907 le hacían ocultar con el velo, bien que nada disimu-
lado, de la protesta sus verdaderos sentimientos.
Otros, sin embargo, según se apuntó, para dar á la teoría una apa-
riencia de sobrenaturalismo que la presentara como conciliable con la
doctrina revelada, se han afanado por revestirla de formas sobrenatura-
listas, presentando bajo fórmulas ortodoxas una concepción á todas luces
heterodoxa. Para Holtzmann no existe revelación ni inspiración divina,
ni asenso de fe; para estos modernistas, sí. Según ellos, las nociones reli-
giosas sobre Dios, sus atributos, su elevación por encima de la criatura,
están grabados en el fondo de la naturaleza humana y existen en estado
latente en la subconciencia, es decir, bajo una forma de aprensión vaga,
de imprecisión, y sobre todo, no poseídas, propiamente hablando, por la
razón. Mas cuando al impulso de las experiencias del sentimiento religioso
excitado por fenómenos externos de ese orden, despiertan aquellas
nociones y se actúan en una serie de formas concretas y enlazadas entre
sí para ser poseídas, vividas intelectual y religiosamente en las esferas
lúcidas de la conciencia explícita, constituyen una verdadera revelacióa
divina, á la cual corresponde de parte de la conciencia la adhesión de fe.
En efecto, quien entonces se manifiesta á la conciencia, dicen, es el mismo
Dios, y la conciencia recíprocamente presta su adhesión á una revelación
divina: he aquí, de un lado, la revelación; de otro la fe. Esto sucede pun-
tualmente en la serie sucesiva de fases en la evolución de la idea cris-
tiana. Cierto que entre los primeros hechos históricos ó las primeras
condiciones que excitaron la serie de experiencias cristianas (el Cristo
de la historia), y el resultado colectivo de la elaboración religiosa de
aquellos elementos primitivos (el Cristo de la fe), existe una distancia
332 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
inconmensurable, que únicamente el poder maravilloso de la fe puede
salvar: pero «desde el punto de vista ontológico, en el Cristo de la his-
toria estaban encerrados aquellos valores éticos y aquellos significados
religiosos que la conciencia cristiana ha ido contemplando lentamen-
te» (1); porque «la fe nada crea, sino sólo descubre^ (2), y sólo cambia
el objeto «desde el punto de vista cognoscitivo» (3). Así, pues, concluyen,
en el desenvolvimiento del cristianismo, como lo entiende y propone la
ciencia, y lo acepta la religión moderna, descubrimos una revelación
objetiva, ó un conjunto de objetos revelados pertenecientes al orden
divino, un acto ó serie de actos reveladores también divinos, es decir,
cuyo principio es Dios, y una adhesión intelectual y afectiva á esos
objetos: la fe.
La simple exposición del sistema racionalista y del propuesto por la
agrupación llamada modernista, hace ver desde luego que el segundo
sólo difiere del primero en la nomenclatura con que denomina algunos
de sus elementos, y sobre todo en el ropaje de sobrenaturalismo teoló-
gico de que ha procurado revestir su teoría; pero en la realidad del con-
junto y ios detalles, la diferencia entre uno y otro es completamente
nula. El mismo fundamento histórico, la misma evolución, el mismo ca-
rácter puramente subjetivo y psicológico del argumento evangélico, los
mismos agentes, los mismos resultados constituyen é integran la esencia
de ambos sistemas. Y bien; ¿qué fundamento de verdad histórica y cien-
tífica ofrecen tales teorías á los ojos de un crítico imparcial, que no
paga tributo á hipótesis aéreas, ni pierde de vista el objeto de cuya
explicación científica se trata?
ni
No es fácil reducir á número y orden el cúmulo de absurdos que
envuelve ó en que incurre el sistema sobre el cual descansa este método
histórico, ya en las nociones falsas que presupone como ciertas y axio-
máticas antes de dar principio á la construcción de la teoría, ya al
desenvolver el sistema en cada una de sus fases. Empezando por las
nociones que supone, da como axiomáticas en el orden filosófico, en el
orden dogmático y en el orden histórico aserciones que son simples pos-
tulados de la ciencia racionalista, demostrados falsos por la verdadera
ciencia. En el orden filosófico supone como indudable: 1.", que lo sobre-
natural ni existe, ni puede existir; sobre todo, el milagro y la revelación
sobrenatural. La teoría racionalista, fundamento del método histórico,
se apoya en el supuesto de que la religión sobrenatural ni existe ni
<1) Programme-Risp., pág. 114.
<2) Ibíd.
(3) Ibid., pág. n5.
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 333
puede existir, y bajo esa suposición construye la fábrica de la religión
cristiana, deduciéndola de principios y agentes puramente naturales;
porque en la concepción racionalista el Cristo de la historia, punto de
arranque de la evolución cristiana, ni en su ser, ni en su predicación, ni
en sus obras, propuso al mundo nada que excediese los límites de la rea-
lidad natural; y el Cristo de la fe es, en su totalidad, una pura creación
de la mente humana. Y bien; ¿en qué fundamentos sólidos apoya el
racionalismo la negación de la sobrenaturalidad en general, y en espe-
cial la del milagro y revelación divina? ¿No son ambas un corolario obvio
de la simple existencia de Dios? Y esta existencia, á su vez, ¿no es una
verdad demostrada con argumentos de evidencia palmaria?
Supone, 2", que el dogma cristiano ha estado sujeto á la ley de la
evolución; porque el racionalismo discurre así: siendo la religión pura-
mente natural, sólo se diferencia de la ciencia por razón de su objeto; por
cuanto el objeto de la religión es Dios y las cosas divinas; no por razón
del principio cognoscitivo, que es la inteligencia humana, sin auxilio
alguno de luz reveladora sobrenatural que no existe. Y como la razón
en su desenvolvimiento está sujeta á la ley del progreso, pues no abraza
desde luego todo el ámbito de su jurisdicción, sino que le va recorriendo
lentamente y por grados sucesivos, lo mismo debe suceder en el campo
de la religión. Pero siendo falso que la religión cristiana sea natural y
objeto de una especulación humana, cae por su base el supuesto del
racionalismo. La religión cristiana es sobrenatural, es decir, comunicada
por una revelación sobrenatural de Dios, y cuyos artículos no son ni
pueden ser resultado del razonamiento. Por lo mismo, su adquisición por
parte del hombre depende exclusivamente del modo y economía obser-
vada por Dios en comunicar al mundo la revelación cristiana. Pues bien;
esa economía consistió en la enseñanza de Jesucristo á los Apóstoles,
y en la acción ilustradora del Espíritu Santo sobre los mismos para que
éstos, en nombre de su Maestro, comunicaran al mundo aquella enseñanza.
La revelación cristiana se terminó, pues, en su fondo y en su comple-
mento, en solos los Apóstoles; y pasada la edad apostólica, terminóse
también el período de su planteamiento en el mundo. Con respecto á la
religión natural, preámbulo para la revelada, era perfectamente cono-
cida del pueblo judío en tiempo de Jesucristo, y había recibido notables
desarrollos en la revelación mosaica. No hay, pues, razón alguna para
exigir una serie de siglos á fin de explicar el conjunto de verdades reli-
giosas contenidas, no ya sólo en los Evangelios sinópticos, mas ni aun
en la totalidad del Nuevo Testamento.
En el orden dogmático supone que las nociones religiosas, tanto de
la religión en general, como en especial de la religión cristiana, ya con
respecto á su objeto (los artículos de fe religiosa), ya con respecto á su
manifestación activa (el acto revelador), ya con respecto á la adhesión
de la mente (la fe), constan de elementos que tienen su ser y se realizan
334 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
dentro del ser del hombre y de sus facultades, sin otra dependencia del
orden externo que la de los fenómenos que suministran, no la materia
que es creación exclusiva de la inteligencia, sino sólo la condición, á
cuyo contacto surgen, primero las experiencias y excitaciones del senti-
miento, luego la labor activa de la mente. Todas estas suposiciones ne-
cesita hacer y hace la teoría, tanto en la forma propuesta por el raciona-
lismo radical, como en la mitigada del modernismo. Pues bien; todas
ellas son falsas, gratuitas y absurdas. La revelación cristiana es objetiva
y externa, no sólo en calidad de impulso ó de condición excitante para
despertar y poner en acción elementos existentes dentro del sujeto,
sino, primero, por razón del objeto revelado y del acto revelador; ele-
mentos ambos externos é independientes del creyente, y segundo, aun
con respecto á la fe en su ser subjetivo; por cuanto á la mente humana
no le queda otra acción que la de aceptar reverente el objeto y el acto
revelador, creyendo lo que Dios le revela y porque Dios se lo revela.
Nada de creación ni total ni complementaria del objeto, nada de función
reveladora, nada de adhesión á términos de elaboración propia.
En el orden histórico necesita suponer y supone: 1.°, que los Evan-
gelios no son auténticos, es decir, no son una obra de valor histórico
objetivo, que represente la vida real, las enseñanzas y acciones reales
de Cristo, y escrita por testigos competentes y verídicos de los sucesos
narrados. Afirma, por el contrario, que en los Evangelios sólo debe
buscarse el resultado de una elaboración gradual y sucesiva de la con-
ciencia subjetiva cristiana. Mas, ¿cómo demuestra el racionalismo que
los Evangelios no son una historia verídica, escrita por testigos compe-
tentes que ni querían ni podían cometer un fraude? Suponiendo a priori
la imposibilidad de lo sobrenatural y desechando arbitrariamente el testi-
monio más calificado de un hecho histórico que se registra en los anales
de la humanidad. No existe hecho ninguno en la historia del mundo que
cuente en su favor con el apoyo de testigos, tantos en número y tan cali-
ficados en información y probidad como la autenticidad de los Evange-
lios y su veracidad histórica. Supone además, 2.", que los milagros no
pueden ser objeto de un testimonio histórico, ya porque el milagro
envuelve la anulación de las leyes de la naturaleza, ya porque el que
se presenta como principal, que es la resurrección de Cristo, es un
objeto de fe, y así aun en los mismos principios católicos no puede ser
objeto de experiencia sensible. ¿Pero qué dificultad hay en que un
hecho milagroso, v. gr., la resurrección de Lázaro, pudiera ser objeto de
un testimonio por parte de los que lo presenciaron? El milagro, en su
realidad objetiva, es un hecho del orden empírico, y así, perceptible,
como cualquiera otro hecho experimental, por la experiencia sensible.
Con respecto á su causa, los mismos sentidos, y la razón por su medio,
pueden cerciorarse de que no es un agente natural. La oposición del
efecto milagroso á las leyes naturales, ó la anulación del orden y curso
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 335
natural de los seres, sólo puede objetarla el que desconoce la naturaleza
de esas leyes y el poder ó la Providencia divina.
Por lo que toca á la resurrección de Jesucristo, una cosa es el hecho
de la identidad del aparecido á los Apóstoles con su antiguo Maestro, de
quien les constaba haber expirado en la Cruz, y otra la aplicación de
aquel hecho experimental con su consecuencia inmediata á la persona
del Hijo de Dios. La identidad es un hecho de evidencia sensible; su
consecuencia inmediata, también del orden natural, era que Jesús había
resucitado, pues no podía aparecerse vivo el que había muerto sino vol-
viendo á la vida. Ni uno ni otro son objeto de fe, ni para los Apóstoles
que lo palpaban con evidencia sensible é inmediata, ni para nosotros
que lo sabemos con certidumbre moral é histórica, pero indudable, por
el testimonio de los Apóstoles. Mas el artículo de la resurrección no es:
«yo creo que este hombre es el mismo que el Maestro de los Apóstoles
antes de la resurrección»; sino: «yo creo que este hombre resucitado es
el Hijo de Dios»; ó lo que es lo mismo: «yo creo que el Hijo de Dios fué
quien resucitó». No de otro modo se nos propone este artículo en el sím-
bolo: «Creo en Jesucristo su único Hijo, el cual... resucitó de entre los
muertos,» es decir, creo que el Hijo de Dios resucitó de entre los muer-
tos. Y en la misma forma hace Tomás en el Cenáculo la profesión de su
fe, sancionada luego por Cristo: «Señor mío y Dios mío» (eres tú, ó: yo
creo que tú eres. Nótese que ambos nombres están en nominativo, no
en vocativo): á cuya protestación responde Jesús: «Porque me viste, es
decir, me palpaste; porque te cercioraste por el contacto de que soy tu
Maestro de antes, has creído mi divinidad, y que el resucitado á quien
contemplas es el Hijo de Dios.» Primero ve Tomás la resurrección, des-
pués cree, y sin embargo, el argumento Aquiles de Loisy, y contra la
realidad histórica de la resurrección, es el de que la resurrección de
Jesús es objeto de fe. Pero hay más: excelentes católicos, y no cuales-
quiera, sino instruidos, tienen sobre la materia ideas bastante confu-
sas (1).
L. MURILLC.
(Concluirá.)
(1) Lo dicho no impide que el hecho mismo de la resurreción puede ser objeto de
fe en cuanto propuesto por el Evangelio escrito, reconocido como inspirado. Pero
esto es cosa accidental, secundaria: la cuestión capital versa sobre la resurrección como
objeto de fe aun para los mismos Apóstoles y en su concepto primario.
Pslcologío experimental del corazón humano.
(1°)
Sumario: 1. El corazón humano: lo que da, lo que hace, lo que es. — Movimientos car-
díacos normales y anormales.— 2, Vida de relación del corazón con el cerebro y con
la vida afectiva.
R<
lO hay en el hombre órgano ni viscera que en el lenguaje del vulgo
haya sido revestido de tanto idealismo como el corazón; ni hay en la
Psicología experimental experiencias que tan vivamente interesen como
las que expresan las relaciones psico-fisiológicas del corazón humano.
Dejamos tiempo ha establecida y como cerrada la cuestión de legi-
timidad ó de derecho, respecto de la mensurabilidad de los fenómenos
psicológicos sensitivos. Problemas de actualidad ó de más actualidad,
como el modernismo, la anexión de Bosnia y Herzegovina, el darwinismo
y otros, nos han impedido tratar la cuestión de hecho, ó sea de las
medidas en uso para apreciar y determinar el valor de dichos fenómenos.
Pues bien, para probar con un hecho entre mil la mensurabihdad psico-
lógica, nos fijaremos en los instrumentos y gráficas concernientes al
corazón. Mas como estos instrumentos se aplican solamente al lado fisio-
lógico, estableceremos primero la conexión que hallamos en el corazón
entre lo fisiológico y lo psicológico, para que, conocida esta conexión,
vengamos en conocimiento de la mensurabilidad.
El fin, por tanto, de este artículo será exponer: 1." En qué consiste el
corazón del hombre: tal será el aspecto anatómico-fisiológico del cora-
zón, 2.° Cómo su acción repercute en el cerebro y viceversa: he ahí su
primer punto de vista psicológico. 3.° Por qué y cómo el corazón es
expresión de los afectos humanos: he ahí su segunda y más honda fase
psicológica.
I
¿Qué es el corazón humano? Disponemos al parecer de un medio
cómodo y sencillo para conocerlo. Cuando queremos tener noticias de
una persona querida que vive en lejanas tierras, nos apresuramos á pre-
guntar á los que de ellas han venido. La sangre viene de las regiones del
corazón, viene de esas misteriosas playas. Interroguémosla. ¿Qué nos
dice de esas lejanías? ¿Cuál es el perfume de sus brisas? ¿Cuáles las
rayas y matices que en el espectro reflejan los rayos del sol que ilumina
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 337
aquellas tierras? Pero ante todo fijémonos en la calidad del mismo per-
sonaje que viene de las regiones cardíacas.
Si analizamos la sangre que en cantidad suficiente brota de una
herida, observaremos que se compone de dos partes: una, transparente,
líquida, casi incolora, que sobrenada y se llama suero; otra, espesa,
opaca, de un rojo oscuro, que ocupa el fondo y recibe el nombre de
coágulo. Si, precisando más el análisis, la mantenemos á una temperatura
bastante fría, notaremos que se divide en tres partes. La que flota en la
parte superior es transparente, líquida, incolora, cuyo volumen es apro-
ximadamente de unas 9/20 partes; la central es de color gris, muy con-
sistente y ocupa 1/20 parte; la más baja, que reside en el fondo del reci-
piente, es opaca, viscosa y rojo oscura, y viene á ser como la mitad del
líquido total. ¿Qué nos dice todo esto del corazón? Nada.
Si á la simple vista nada descubrimos en la sangre respecto del cora-
zón, examinémosla al microscopio. Coloquemos entre dos láminas de
vidrio una gota de sangre humana, y veremos cómo se extiende rápida-
mente en todas direcciones, y cómo su espesor va disminuyendo hasta
dejar pasar un haz de rayos luminosos. Si luego depositamos las láminas
de vidrio sobre la platina del microscopio y dirigimos la visual para
observar la gotita de sangre, descubriremos, nadando en medio de un
líquido incoloro, una multitud de discos circulares, diminutos, como
engarzados los unos en los otros, á guisa de mallas de una red de seda,
ó, como dice un ilustre escritor, dispuestos como pilas de monedas sobre
la mesa de un banquero. Estos discos, aunque no son esféricos, sino ver-
daderos discos deprimidos por el centro y abultados por los bordes, son
conocidos con el nombre áe glóbulos de la sangre. De ellos los hay— son
los*más numerosos— que presentan un color anaranjado un poco bajo:
son los glóbulos rojos; los hay que son de un blanco ligeramente opa-
lado: son los glóbulos blancos. Vierordt, fisiólogo alemán, ha calculado
en cinco millones el número de glóbulos contenidos en un milímetro
cúbico de sangre. Welken añade que si todos los glóbulos que circulan
en el cuerpo humano se colocasen extendidos, los unos junto á los otros,
cubrirían una superficie de 2.816 metros cuadrados. Esto y poco más nos
dice el microscopio.
¿Nos revelará algo más la química? El análisis químico, por medio de
procedimientos delicados, halla en la sangre muchos elementos, como
son: agua, albúmina, fibrina, azúcar y materias grasas; ácidos, como el
butírico, láctico, fórmico, etc.; sales de cal, de magnesia; gases, como
el oxígeno, ázoe, ácido carbónico; es decir, los elementos que se
encuentran en los músculos, en los huesos, en la pulpa nerviosa del
cerebro, en los cabellos, uñas y en todo nuestro cuerpo. El análisis
químico halla también en ella otro elemento, no de nutrición ni de fuer-
za, pero sí de gracia y hermosura: la hemoglobina, principio colorante
peculiar, de un rojo más subido y brillante que el del rubí, y que, extraído
338 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
de la sangre, cristaliza en formas geométricas de perfecta regularidad.
Acudamos á la citología. El cuerpo del hombre en el primer mo-
mento de su existencia es tan diminuto como rudimentario; se reduce á
una célula con su centro, su núcleo y su envoltura, que se agranda y
se multiplica para formar los músculos, los nervios y la armazón huesosa.
Como toda célula tiene vida y funciona y trabaja, y trabajando se fatiga
y desgasta, necesita alimento. Este alimento se lo proporciona la sangre:
la sangre es la encargada de nutrirla, de reparar sus pérdidas y las de
todo el organismo y de reconstituir sin cesar nuestro cuerpo. Y como la
célula, es decir, la parte del organismo, está fija en su lugar y no puede
ir á la sangre ni al corazón, la sangre irá á ella lanzada por el corazón,
recorrerá toda la superficie interna del organismo y por innumerables
canales penetrará en las más secretas profundidades de la célula. La
sangre nutre generosamente á la célula, sin que de ésta reciba más que
los residuos de la combustión del oxígeno, y se extenúa y se agota y se
inficiona, y tiene necesidad de volver al corazón para purificarse y rege-
nerarse, para lo cual está animada de un movimiento circulatorio.
Y he aquí cómo el corazón, fisiológicamente considerado, es el
órgano principal de la circulación de la sangre. En la economía animal
no hay, después del aparato nervioso, un conjunto de órganos de tanta
trascendencia como el aparato circulatorio de la sangre. Sabido es que
si el corazón se para, siquiera sea por breves momentos, bien pronto
sobreviene la muerte, y que esto mismo puede suceder cuando un obs-
táculo notable se opone al libre curso de la sangre en un vaso de impor-
tancia. Por otra parte, para que el organismo siga viviendo ha de haber
entradas y salidas: entradas de oxígeno y principios nutritivos regene-
radores; salidas de residuos que resultan de la destrucción de sustancia
organizada. Ahora bien, estas entradas y salidas se verifican gracias á la
sangre, que, circulando continuamente por un sistema de vasos, que se
llama aparato circulatorio, toma de las células los excretas y los lanza á
la superficie externa, recibiendo, en cambio, de ésta los principios nutri-
tivos para irlos distribuyendo entre los elementos anatómicos.
Acompañar á la sangre en su viaje circular á través del cuerpo, cosa
grata sería, al par que instructiva; pero no hace á nuestro propósito.
Baste decir (]ue, tanto en la circulación grande ó general como en la
pequeña ó pulmonar, las arterias son las vías por donde va la sangre;
las venas por donde vuelve. Mas para cuando está de vuelta en el cora-
zón, ya se halla parcialmente regenerada. Es que al llegar á la altura de
la espalda ó de la clavícula ha encontrado la abertura del canal torácico,
por el cual son conducidos todos los productos extraídos de los ali-
mentos que el estómago ha digerido, productos compuestos de princi-
pios vivificantes, donde hay fibrina, sales, azúcar, materias grasas, etc.,
las cuales se mezclan allí con la sangre, con lo cual recobra la sangre
toda la riqueza nutritiva que perdió. Sólo le falta proveerse de oxígeno
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 339
y purificarse de los residuos que arrastra y del ácido carbónico que la
inficiona, cosa que logra cuando, de vuelta en el corazón, sale de su ven-
trículo derecho y llega á los pulmones: aquí es donde la sangre se refri-
gera en una atmósfera de aire puro y recientemente aspirado, del que los
glóbulos se proveen de oxígeno, al mismo tiempo que se desprende el
ácido carbónico y son consumidos allí mismo los residuos de la combus-
tión. Los cuales son expelidos al aire que nos rodea en una espiración, y
la sangre, ya renovada y fresca, vuelve á entrar de nuevo por la aurícula
izquierda en el corazón, para emprender y continuar sin cesar su viaje
circular.
Y esta es la ocupación perenne del corazón, por medio de sus con-
tracciones y relajaciones periódicas, que se llaman, respectivamente, sís-
tole y diástole. Sístole auricular, sístole ventricular y diástole general:
he ahí los tres tiempos del funcionamiento del corazón. Primero se con-
traen las aurículas, después los ventrículos y, por último, hay un período
de tiempo en que todas las cavidades descansan. El primero dura 7s del
tiempo total, el segundo Vs y el tercero otros ''3. El conjunto de los tres
tiempos recibe el nombre de revolución cardiaca, que es igual á
1225
-^ -h -^ -t- -^ — -^ 1 , Ó sea, la ocupación continua del corazón.
El trabajo realizado por el corazón en la revolución cardíaca es
beneficioso en sumo grado para el organismo. En primer lugar, por la
cantidad de sangre que lanza y distribuye; la que lanza cada ventrículo
en el sístole es variable, pero puede calcularse en el hombre en 180 gra-
mos aproximadamente. En segundo lugar, la energía que en esto gasta
el corazón es grande. La fuerza cardíaca se mide por la presión máxima
soportada por cada ventrículo en el sístole, multiplicada por la superfi-
cie de los ventrículos.
No hay para qué describir aquí las experiencias hechas á este objeto
por Hales, Poiseuille, etc. Bastará consignar que la fuerza del ventrículo
izquierdo, suponiendo que la presión en el origen de la aorta sea de 200
milímetros, es en el hombre de 2.400 kilogramos. El trabajo cardíaco
puede evaluarse en el hombre en 80.000 kilogramos ó algo menos por
día. Según Beaunis, no pasa de 62.208. Estas cifras resultan de multipli-
car la cantidad de sangre que sale del ventrículo por la presión del líquido
en el momento de salir; de modo que para el ventrículo izquierdo, verbi-
gracia, tendríamos: 180 gramos de sangre por 2 ^¡^ m. (20 cm. de mer-
curio) =^0,45 kilog. por sístole ^ 0,54 por segundo. Este trabajo repre-
senta unas 200 calorías, que se utilizan en la termogénesis; en otros
términos: la cantidad de energía que gasta el corazón representa una
quinta parte de la que se produce en el organismo. En un año podría el
corazón elevar un kilogramo á la altura de 25.500.000 metros. El tra-
bajo del corazón humano durante setenta ú ochenta años bastaría para
levantar un tren férreo á la altura del Mont-Blanc.
340 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
Con este trabajo el corazón lanza la sangre, la rechaza y la regula.
La lanza, porque la causa principal de la marcha de la sangre por las
arterias es la contracción de los ventrículos; la causa inicial de la circu-
lación venosa es el sístole ventricular, y una de las causas de su marcha
por los capilares es también la contracción cardíaca. La rechaza, porque
en no pocos casos la gravedad haría que el líquido retrocediese, si no
fuera porque lo impiden las válvulas del corazón. Estas válvulas, descu-
biertas por Fabricio de Aguapendiente, son las que se cierran é impiden
que el retroceso se verifique cuando la sangre tiende á retroceder. La
regula, regula su movimiento, manteniendo con los movimientos perió-
dicos y regulares de sístole y diástole la necesaria y constante desigual-
dad de presión entre los diferentes segmentos del árbol circular.
*
* *
Ya sabemos lo que da ó reparte el corazón al organismo, y sabemos
cómo lo da, cómo funciona: fáltanos saber lo que es; preguntémoselo á
la anatomía. El corazón es lo que aparece primero en el organismo
humano, cuando apenas empiezan á dibujarse los primeros lineamentos
del cuerpo. Á los diez ó doce días de vida es como un punto rojo casi
imperceptible; luego aparece como una simple vesícula, aún sin forma
definiva. Á las cuatro semanas esta vesícula se divide por medio de un
tabique en dos cámaras; á la octava semana un nuevo tabique divide á
su vez las dos cámaras, viniendo éstas á ser cuatro, bien que en este
tiempo no son en rigor más que tres, por permanecer aún abierta la
comunicación entre dos de las bolsas ó departamentos; después del
nacimiento esta comunicación se cierra, y el corazón queda constituido en
un músculo rojo y hueco dividido por un tabique vertical en dos bolsas
independientes; una, en el trayecto de la sangre venosa que recibe de
todas las partes del cuerpo y envía al pulmón; otra, en el trayecto de la
sangre arterial que recibe de este último órgano y la impele á todas las
partes del cuerpo. Cada uno de estos departamentos está dividido en
otros dos que comunican entre sí; los superiores se llaman aurículas y
los inferiores ventrículos.
No nos detendremos en la descripción de estas partes; lo que importa
saber es que desde el principio de su existencia hasta su completo des-
arrollo, el corazón humano en ninguna de sus fases ó estados cesa de
impeler por todo el organismo las oleadas de sangre vivificante y rege-
neradora. El corazón asi constituido viene á ser una pequeña bomba de
paredes gruesas y flexibles, de dos cavidades distintas que se comu-
nican entre sí, no directa é inmediatamente, sino por un sistema de
canales. Su funcionamiento semeja en todo al de una bomba ordinaria
de caucho, que, disminuyendo de volumen, arroja por un lado el líquido
que contiene, y volviendo á adquirir sus dimensiones, aspira el líquido
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 341
por otra parte. El corazón, lo mismo que la bomba de caucho, está
provisto de válvulas que determinan la dirección de la corriente. La mi-
tad izquierda aspira la sangre de los pulmones, y la lanza á través de
todos los vasos del cuerpo á la mitad derecha. Esta mitad, á su vez, al
comprimirse, la arroja á través del pulmón hasta el corazón izquierdo,
esto es, á la parte izquierda de la pared vertical. Este trabajo pone á la
sangre en movimiento en todos los canales y triunfa de las múltiples
resistencias que encuentra en su camino.
Henos aquí en disposición de preguntar cuál es la causa de los movi-
mientos del corazón. Sabemos que los movimientos del corazón son
causa principal, no exclusiva, de la marcha de la sangre á través del
cuerpo; pero, ¿cuál es la causa de los mismos movimientos del corazón?
La respuesta adecuada á esta pregunta servirá para resolver la cuestión
principalísima de las relaciones entre el corazón y el cerebro, entre el
corazón y la vida afectiva y emocional. Pero ante todo, hay que distin-
guir la causa del movimiento normal del corazón de la causa que lo per-
turba y altera.
¿Dónde está la causa de los movimientos regulares del corazón? En
el corazón mismo. Si se arranca el corazón á una rana y se coloca en
una mesa, continuará latiendo por mucho tiempo. La experiencia hecha
con el corazón de la rana puede aplicarse al corazón de cualquier ani-
mal de sangre fría, y se podrá observar su movimiento durante un día
entero. Otro tanto sucede con el de los animales de sangre caliente, si
por medios mecánicos se le alimenta de sangre oxigenada. He aquí un
experimento de laboratorio. Cortada la cabeza á un perro á la altura
conveniente para poder operar en la misma entrada de los grandes vasos
del tronco y de la cabeza, basta injertar sangre oxigenada en el tronco
del cuerpo muerto para verle moverse, primero irregular y desordena-
damente, luego con regularidad; el corazón palpita, agítanse los miem-
bros, como si quisieran sacudir un dolor, y el tronco se levanta. Mas tan
pronto como el instrumento del fisiólogo deja de funcionar, queda de
nuevo el cuerpo paralizado é inerte, cesa de latir el corazón, el pecho
vuelve á bajarse, tórnanse inmóviles y rígidos los miembros y la frialdad
é insensibilidad de la muerte invade de nuevo todo el cuerpo. La causa,
pues, de los movimientos regulares y rítmicos del corazón ha de bus-
carse en el corazón mismo.
Otro experimento. Injértesele la sangre en la cabeza, y se verá cómo
se abren los ojos, cómo se revuelven espantados en las órbitas agranda-
dadas, cómo tiemblan los labios, cómo se contraen, cómo se mueven los
músculos, hasta que una como segunda agonía los deja de nuevo yertos
é inmóviles. Si estas experiencias se hicieran en un ajusticiado, el espec-
táculo sería horrible.
Cuando vemos que el corazón, arrancado del pecho, continúa
latiendo durante algún tiempo, lo primero que ocurre espontáneamente
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 23
342 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
es atribuirlo á los ganglios cardíacos; pero no debe de ser así, cuando
con excitar solamente la punta del corazón, que ni tiene ganglios ni se
relaciona con ellos, late rítmicamente. La causa de la contractilidad car-
díaca está en la misma fibra muscular del corazón. Porque, ora sea la
sangre el agente que excita la fibra muscular del corazón, ora sea un
choque de inducción ó una corriente continua, el órgano se contrae rít-
micamente. Incrustados en el interior y alrededor de las paredes muscu-
lares del corazón se hallan los centros nerviosos, los ganglios nerviosos
que envían á la fibra muscular las excitaciones necesarias para su con-
tracción. Estos ganglios nerviosos son tres: el de Remak, el de Ludwig
y el de Bidder. Stannius ha sido quien con sus célebres experiencias ha
puesto en claro el papel de estos ganglios. Las principales experiencias
son éstas: 1." Si se practica una ligadura por debajo del ganglio de Bid-
der, la punta del corazón se paraliza. 2." Si se practica una ligadura
sobre el seno venoso ó confluencia de las venas gruesas en la aurícula
derecha, el corazón se paraliza en díastole. 3."* Si, practicada esta liga-
dura, se hace otra en el surco auriculo ventricular, entre el ganglio de
Bidder y el de Ludwig, la aurícula sigue paralizada y el ventrículo eje-
cuta cierto número de contracciones rítmicas. De estas experiencias
dedujo las siguientes conclusiones: 1." Que el ganglio de Remak es exci-
tomotor. 2." Que el ganglio de -Ludwig es inhibitorio. 3." Que el ganglio
de Bidder es excitomotor.
Es de notar que si en las condiciones externas de que el corazón está
rodeado no hay cambio alguno, ó lo que es lo mismo, si las palpitacio-
nes del corazón se conservan independientes de extrañas influencias,
estas palpitaciones siguen siendo regulares, uniformes, y su ritmo per-
manece constante, como la oscilación de un metrónomo. He ahí la pulsa-
ción normal y tranquila del corazón humano, cuya causa hemos hallado
en el corazón mismo.
Pero no es esta la cuestión que más nos interesa. El problema más
importante de la psicofisiología del corazón es el de hallar la causa de
los movimientos anormales, esto es, por qué el corazón acelera ó
retarda á veces notablemente la marcha de sus movimientos, y qué rela-
ción tiene esto con las emociones fuertes é intensas del alma. Para
resolver el doble aspecto de este problema hay que subir á las alturas
de la Psicología. ¿Qué es, pues, el corazón psicológicamente consi-
derado?
II
Primera fase: Vida de relación con el cerebro. -Cl. Bernard fué
quizá el primero en demostrar en 1864, en una conferencia dada en la
Sorbona, la mutua dependencia del corazón y de los fenómenos cere-
brales. El corazón está relacionado con el cerebro por un gran número
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 343
de fibras nerviosas que semejan hilos telegráficos; de ¡da, para trans-
mitir los telegramas del cerebro al corazón; de vuelta, para comunicar
al cerebro las noticias del corazón. Entre estas fibras merecen especial
mención dos grupos de haces ó cordones, que esparcen por el corazón
sus ramificaciones cruzándole por todas partes, como cruzan las ramas
extremas de una hiedra un nudoso tronco: aquél viene del cerebro
pasando por el gran simpático, éste pasa por el neumogástrico. Su
función es inversa. La acción del gran simpático sobre el corazón es
aceleratriz, acelera los latidos; la del neumogástrico los retarda. Los
nervios aceleradores se juntan en el corazón á los ganglios motores; los
retardadores á los reguladores, de donde la excitación de aquellos ner-
vios viene á ser un refuerzo para estos ganglios. Así se comprende que
el cerebro influya directamente en el corazón.
Para demostrar experimentalmente esta verdad se coloca un animal,
que comúnmente es un perro ó un conejo, sobre una mesa, tan sujeto
que no se pueda mover. Á través de las membranas y demás envol-
turas del pecho, entre la cuarta ó quinta costilla, se introduce un cilin-
drito hueco. En el interior del cilindro se mete un alfiler largo, cabeza
abajo, hasta que descansa en el mismo corazón, á fin de que pueda
acusar los movimientos de éste. Si se quiere hacerlos fácilmente percep-
tibles á todos los circunstantes, se fija en la punta del alfiler— de manera
que sobresalga del cilindro— una banderita de papel, cuyas oscilaciones
periódicas pueden fácilmente notarse. Y, en efecto, se nota que la ban-
derita sube y baja con regularidad: significa los latidos normales del
corazón. Si entonces se descubre el gran simpático y se le excita ligera-
mente, se verá que se han acelerado los movimientos del corazón, siendo
la aceleración tanto más rápida cuanto la excitación es más intensa; y,
por el contrario, si se corta el nervio, las palpitaciones se retardan inme-
diatamente de un modo extraordinario. Lo cual quiere decir que la acción
del gran simpático sobre el corazón es aceleratriz. Con el neumogás-
trico sucede al revés: excítesele ligeramente, y los movimientos del cora-
zón se harán lentos; excítesele con más intensidad, y se harán mucho más
lentos, con más intensidad aún, y cesarán bruscamente; en fin, si se corta
el neumogástrico, súbitamente volverá de nuevo el corazón á latir con
extraordinaria rapidez. Luego la acción de este nervio sobre el corazón
es moderatriz, es retardatriz. Estas conclusiones no son enteramente
rigurosas; las experiencias indicadas no siempre han dado estos resul-
tados, pero sí en la mayor parte de los casos.
El cerebro tiene otro medio indirecto para obrar sobre el corazón, y
es por medio de los nervios vaso-motores. Si el corazón no obedece
en seguida á sus indicaciones, puede obligar á las pequeñas arterias á
reducir su calibre, porque los músculos de éstos se hallan subordinados
á nervios que terminan en el gran simpático. Cuando los nervios non
excitados, disminuyen el volumen de los vasos; cuando no son excitados,
344 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
aumenta el calibre ó volumen de aquéllos. De ahí que á la primera señal
de insubordinación del corazón, los vasos se estrechan y regulan la can-
tidad de sangre que en un tiempo dado debe pasar por un órgano cual-
quiera del cuerpo.
Esta facultad del gobierno central de tener en su mano los medios
de obrar sobre el corazón, es tanto más importante cuanto que el cora-
zón no puede saber, como antes no haya sido prevenido, si un accidente
local impide la circulación y si debe modificar su marcha normal; al
cerebro corresponde modificar la afluencia de la sangre y el funciona-
miento de los órganos. Las excitaciones de la periferia del cuerpo con-
vergen al cerebro y repercuten en los nervios del corazón. Así, por ejem-
plo, si la mano se somete al frío, los nervios sensitivos lo anuncian al
cerebro; éste paraliza los nervios vaso-motores, aumenta el volumen de
las arterias, afluye la sangre y se enrojece la mano. Por el contrario, si
el cerebro recibe una impresión viva, emocional, y excita todos los ner-
vios constrictores, el volumen de los vasos disminuye bruscamente y el
corazón no puede vencer las resistencias acumuladas y arrojar la sangre.
Resultado, que se forma en su cavidad una acumulación súbita de san-
gre, y corre el mismo peligro que una caldera de vapor calentada con
exceso. Pero como la caldera tiene una válvula de seguridad, la tiene
también el corazón; telegrafía al cerebro, el cual paraliza de un golpe
todos los nervios constrictores, ensánchanse espontáneamente las arte-
rias, desaparece la plétora, y todo peligro desaparece.
Todavía hay otros nervios encargados del mecanismo de la respira-
ción, y también por estos nervios está el corazón indirectamente rela-
cionado con el cerebro; pero no es necesario detenerse más en ello.
Como conclusión de lo que acabamos de decir quede consignado que la
causa de los movimientos anormales del corazón no está en el corazón.
Éste, como hemos visto, se halla relacionado con el cerebro directa-
mente por medio de los nervios aceleradores y moderadores, é indirec-
tamente por los vaso-motores y por los que presiden los fenómenos de
la respiración. Pero esto no es más que un lado de la cuestión. ¿Quién
no ha visto y experimentado mil veces que los movimientos perturbados
ó anormales del corazón están también íntimamente relacionados con
las emociones vivas, con los afectos extraordinarios que á veces embar-
gan nuestra alma? Tenemos, por tanto, que subir aún más arriba y pene-
trar más hondo en la materia.
*
Segunda fase: Relaciones del corazón con la vida afectiva y emo~
cional.~E\ papel ejercido hasta ahora por el corazón, por importante
que sea, nada nos revela de ese idealismo, de que el vulgo lo ha rodeado;
las bellezas del lenguaje figurado comienzan desde el momento en que
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 345
se le atribuye un conjunto de funciones afectivas y emocionales. Cuando
queremos describir los rasgos de bondad, generosidad, egoísmo, inge-
nuidad, etc., de una persona, exclamamos: ¡Qué corazón! ¡Es todo cora-
zón! ¡Es un corazón de oro! ¡Corazón duro, egoísta, sensible, ardoroso,
pequeño, grande! ¡No tiene corazón! ¡Le amo, le odio con todo mi cora-
zón! ¿Cuál es el valor y fundamento de estas y parecidas expresiones?
Y ante todo, ¿quiere esto decir que el corazón es el órgano de la vida
afectiva? Si así fuera, no habría por qué ahondar más en la cuestión; ahí
tendríamos el fundamento psicológico de este lenguaje, y este lenguaje
no sería metafórico, sino real y verdadero, porque al órgano de las accio-
nes, bien que sea sólo causa parcial ó concausa, con toda propiedad y
en sentido real se le atribuyen inmediatamente las acciones. Pues bien,
Platón en la antigüedad, y en nuestros días Perrone, Bucceroni y Billot,
entre los teólogos; Tongiorgi, Urráburu y Van der Aa, entre los filósofos,
son de parecer que el corazón es órgano de la vida afectiva y apetito
sensitivo. Sin embargo, esta sentencia es hoy casi unánimemente recha-
zada, y son muchos, así filósofos como fisiólogos, que admiten como
cierta la sentencia negativa ó contradictoria. Alguno de ellos dice: «Que-
rer, desde el punto de vista real y fisiológico, considerar el corazón como
el órgano de las afecciones, sería una pretensión destituida de todo fun-
damento sólido, y tan contraria á los hechos, que me sería fácil hacer ver
la sinrazón de ella. Hacer de una viscera el órgano de una facultad sen-
sible viene á ser, sobre poco más ó menos, trasladándonos á otro orden
de cosas, como si tomásemos un martillo por una sierra ó un berbiquí
por un cepillo de carpintero.» Esta censura filosófica nos parece algo
exagerada, y creemos que la sentencia afirmativa no está destituida de
todo fundamento, y para convencerse de ello basta leer esta cuestión, tal
y como la expone en la psicología el P. Urráburru. Eso sí, creemos que
la doctrina que niega ser el corazón órgano de la vida afectiva es mucho
más probable que la afirmativa.
Pero entonces ¿cuál será el fundamento de esas poéticas locuciones?
Si preguntamos al vulgo, nos dirá que todas las emociones vivas tienen
en el corazón cierta misteriosa resonancia; que los afectos extraordina-
rios repercuten en él con más viveza, como nos lo dicen las pulsaciones
aceleradas ó retardadas, el rubor ó palidez del rostro, la dilatación ú
opresión del pecho, etc. Esta relación entre nuestros afectos y los movi-
mientos materiales del corazón es un hecho, y en este hecho se ha de
buscar la base del papel ideal y simbólico que todos los pueblos en
todas las lenguas han hecho representar al corazón. El vulgo no puede
dar razón de esta relación, pero la reconoce la psicofisioiogía y la ex-
plica. He aquí cómo:
Dada la unión sustancial del alma y del cuerpo, y la dependencia
íntima entre la vida afectiva y cognoscitiva, á todo movimiento afec-
tivo corresponde otro cognoscitivo, y á éste á su vez, inmediata ó
346 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
mediatamente, una modificación determinada del cerebro. De modo
que todo afecto ó presupone ó determina en el cerebro una altera-
ción ó vibración ó impresión, ó comoquiera llamarse. Ahora fácilmente
se comprende que esta alteración cerebral llegue á inmutar la raíz misma
(bastaría que lo hiciera en alguna ramificación) de los nervios ace-
leradores ó moderadores ó de los que presiden el mecanismo respira-
torio, ya que los tres arraigan en la pulpa cerebral. Y dicho se está que
estos nervit)s, impresionados, comunicarán al corazón su impresión,
acelerando ó retardando sus pulsaciones, y consiguientemente serán el
origen de sus movimientos desordenados. Los movimientos desordena-
dos del corazón causarán á su vez una alteración correlativa en la dis-
tribución de la sangre por el cuerpo y especialmente en el cerebro, y
éste lo hará repercutir en el organismo.
El ciclo, por tanto, de la acción psicofisiológica del alma hacia el
cuerpo será el siguiente: influjo del alma en el cerebro; influjo del cere-
bro en el corazón; reacción del corazón sobre el cerebro y del cerebro
sobre el alma y en todos aquellos órganos en que influye. Viceversa,
el ciclo de la acción psicofisiológica del cuerpo hacia el alma podría-
mos considerarlo así: La sangre es la vida del cuerpo, el corazón es el
que la distribuye por el organismo; pero las funciones del corazón están
bajo el influjo aceleratriz ó retardalriz del cerebro; el cerebro á su vez
obra por la virtud sensitiva que el alma le comunica. Luego podremos
subir como por una escala hasta el alma, explicando las funciones de
la vida por la sangre, las de la sangre por el corazón, las del corazón
por el cerebro, las del cerebro por el alma.
*
* *
Entre los afectos del alma los hay que son pasajeros y también ha-
bituales. Entre los primeros sobresalen dos que pueden servir de tipo ó
modelo para la explicación de los otros: tales son los de dolor y gozo.
Veamos cómo los movimientos anormales del corazón vienen á ser la
expresión de estos afectos. Ya conocemos el ciclo, y por tanto, el camino
que ha de recorrer el influjo del afecto para obrar sobre el corazón. Si el
sentimiento es triste, obra sobre los nervios moderadores, hasta el punto
de que si el dolor es muy vivo, los nervios moderadores paralizan súbi-
tamente el corazón, deja de circular la sangre y no llega al cerebro; de
donde cesarán las funciones cerebrales y el cuerpo quedará inmóvil: he
ahí el desmayo, estado vecino ó parecido á la muerte; ó bien el corazón
producirá latidos rápidos y tumultuosos; «el corazón, como suele decirse,
querrá salirse del pecho». Si el dolor no es tan intenso, no hay asistolia,
ó paro completo en las funciones del corazón; pero sus latidos son más
lentos, se obstruyen sus cavidades, sus contracciones son menos enér-
gicas, la circulación de la sangre por las arterias es más dificultosa, los
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 347
centros nerviosos reciben con escasez la sangre, y sobrevienen la pali-
dez del rostro, la dejadez del cuerpo, la pesadez y flojedad de los movi-
mientos. Es cuando decimos que «el corazón está pesado, oprimido,
angustiado».
Si el afecto es de gozo, obrará sobre los nervios aceleradores. El
corazón, por lo mismo, latirá con más rapidez, se dilatarán las arterias,
la sangre circulará en abundancia, crecerá la energía de los nervios,
aparecerá sonrosado el rostro, ágiles los miembros y sentiráse en todo
el cuerpo un bienestar general. Entonces es cuando exclamamos: «El
corazón palpita de alegría.»
Lo que decimos de los estados actuales se puede aplicar á los esta-
dos habituales del alma, que llamamos pasión y virtud. Fijémonos en el
envidioso. ¿Quién no le ha visto replegarse sobre sí mismo y pasear por
el mundo que le rodea su mirada aviesa y sombría, deleitándose en la
desgracia del prójimo? Este estado de ánimo, esta pasión, este bajo
sentimiento se refleja en el organismo, repercute vivamente en el cora-
zón. Como se reconcentra el alma del envidioso, así parece reconcentrarse
ó deprimirse el nervio neumogástrico y el corazón del mismo; y no
manda al organismo la sangre que necesita, y la taciturnidad, el frunci-
miento de las cejas, la palidez terrosa son sus efectos. «Ellas mismas,
las almas envidiosas, se roen el corazón; ellas mismas son para sí la ser-
piente que las devora.» En cambio, las almas bondadosas dejan escapar
de su seno suspiros y afectos tiernos, delicados y generosos, como «arpas
cólicas, dice un escritor, que al soplo de la más ligera brisa lanzan deli-
ciosos acordes y armonías», y obran sobre los nervios aceleradores, y
activan el corazón con nobles palpitaciones y hacen circular abundante
la sangre por el organismo, llevando vida y agilidad á los miembros.
Y como los afectos del alma influyen en los nervios aceleradores ó
retardadores, y consiguientemente en el corazón, así los agentes físicos
y químicos pueden influir en los mismos nervios, y consiguientemente
en los afectos del alma. Así el calor moderado y el oxígeno, v. gr., exci-
tan los nervios aceleradores y causan cierto sentimiento de dicha y bie-
nestar: tal sucede en días espléndidos al respirar el aire puro de una
fresca mañana. El frío y el ácido carbónico, por el contrario, obran sobre
los nervios moderadores, retardan los latidos y causan sentimientos tris-
tes, como sucede en días excesivamente fríos y sombríos y en atmósfe-
ras viciadas. Y al llegar aquí, ¿quién no ve abrirse ancho campo á la
Psicoterapia y Medicina de las pasiones? Las mismas prácticas hidro-
terápicas demuestran la benéfica reacción del corazón sobre el alma. Los
observadores hacen constar que inmediatamente después de una ducha
el enfermo está más alegre, que el hipocondríaco desecha su mal humor;
y es que el latido es más amplio, la afluencia de sangre se reparte mejor,
la circulación es más perfecta, el cerebro funciona con más regularidad.
Sentimos no disponer de espacio para desarrollar estas ideas.
343 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
Baste por ahora haber evidenciado que los afectos del alma se refle-
jan en los movimientos del corazón, tan real y verdaderamente que, si
bien el corazón no es órgano de los afectos, es su verdadero símbolo; y
no comoquiera, no un símbolo meramente convencional, ó de analogía
puramente extrínseca, como el ramo de oliva lo es de la paz, sino un sím-
bolo natural, de analogía intrínseca y de influjo real y verdadero, que el
signo ejerce aquí en la cosa significada y viceversa. Luego si hacemos
«hablar al corazón», llegaremos á conocer los afectos del alma. Claro
está que no hay que buscar en esta relación una exactitud matemática,
porque la excitabilidad nerviosa y la afectibilidad ó sugestibilidad de las
personas varían mucho y dependen de muchas circunstancias. Sólo
hablamos de cierta aproximación.
E. Ugarte de Ercilla.
IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
EN
EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS
IMPRENTAS DE EUROPA
(Continuado n .) (i)
PORTUGAL
Ébora.— Apenas daba señales de v¡da,á mediados del siglo XVII, la
única imprenta existente en la histórica ciudad de Ébora, y, sin embargo,
no podían pasar sin ella ni la ciudad, ni la Universidad, encomendada á
la Compañía. Agenció pues el P. Miguel Tinoco, enviado de Procurador
á Roma en 1655, licencia de asentar una tipografía para el servicio de la
Universidad, y obtuvo del P. General, Goswino Nikel, el deseado per-
miso.
Llevado de Flandes un Hermano Coadjutor entendido en el arte, á
quien el P. Franco llama Jorge Serazim, instaló tan bien la tipografía, que
el P. Tinoco pensó en trasladarla á Lisboa, donde podría ser mayor la
ganancia en beneficio de la Universidad eborense. Opúsose justamente el
claustro universitario á la traslación, pues el P. General no había conce-
dido el permiso atendiendo á las ganancias, sino á la comodidad de la
célebre Universidad (2).
Coimbra. — La Compañía de Jesús tuvo en Portugal otra imprenta en
el Real Colegio de Artes de Coimbra. De los libros que dio á luz no
hemos visto anunciados sino algunos, de cuyo pie de imprenta se saca
que por lo menos existió de 1717 á 1757.
ESPAÑA
De las nueve imprentas que conocemos haber existido en nuestra
patria, en Colegios ó Casas de la Compañía, solamente tres florecieron
por su actividad y duración, según nuestras noticias.
Burgos.— Con el doble fin pedagógico y ascético, se estableció ¿me-
diados del siglo XVIII en el Colegio de Burgos, titulado de San Salvador,
una imprenta, que surtió de libros á otros muchos Colegios de España.
(1) Véase Razón y Fe, t. XXV pág. 474.
(2) P. Franco, Synopsis Annal. S.J. in Lusit., año 1657, pág. 318 de la ed. de Augusta.
350 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
Daremos de ella algunas noticias técnicas por si interesan á nuestros lec-
tores.
Para gastos de instalación adelantó el Colegio 25.026 reales, perte-
necientes á la legítima del Hermano Francisco Hurtado Saracho, y
además el P. Francisco Javier de Idiáquez dio 10.000 reales.
Compráronse al Cabildo de Palencia dos prensas con los utensilios
necesarios (1).
Varias eran las suertes de letra empleada: peticano, letura, entredós
y texto. El metal se compraba en Madrid, y allí mismo se hacía la fun-
dición (2).
Sin salir de Burgos contaba el Colegio con artistas entendidos para
dibujar y grabar las láminas. Allí se labraban las tablillas de peral, que
pasaban á los dibujantes, uno de los cuales era un tal Cortés, y de ellos
iban los dibujos á D. Santiago Pardo, el cual abría de balde todos los
grabados de estampas, y guarniciones para conclusiones, que necesitaba
la imprenta (3).
La tinta se fabricaba en el Colegio.
El papel, ó lo compraban en la ciudad, ó lo llevaban de Barcelona,
Lérida ú Olivares (4).
Solamente trabajaban dos impresores y un oficial, y ellos se encar-
gaban de la composición y de la tirada (5).
Tres Padres estuvieron sucesivamente al frente de la imprenta: pri-
mero el P.Juan Carbajosa, después el P. Santiago de Ayuso, de 1756
á 1764, y, finalmente, el P. Francisco Javier Calonje, hasta que el 2 de
Abril de 1767 fué con los demás jesuítas españoles desterrado á Italia
por Carlos III.
Como administrador de la imprenta estuvo el Hermano Coadjutor
Miguel de Santesteban, por lo menos de 1 ." de Enero de 1757 á 30 de Sep-
tiembre de 1758.
(1) Su coste fué de 2.100 reales, y 315 y 17 cuartos los gastos de conducción de Pa-
lencia á Burgos.
(2) La arroba de metal fuerte para la fundición costaba 76 reales, y la manufactura
de cada arroba 56 reales.
(3) Económicos eran los precios. En el libro del encargado de la imprenta hallamos
éstos: 12 reales de un dibujo para estampar; 8 reales por dibujar dos láminas de
madera; 30 reales al que dibujó 16 láminas para el libro del Calvario y del Jardín;
48 reales á Cortés por dibujar guarniciones para conclusiones; 8 reales de tirar en
tórculo 200 estampas pequeñas y 100 grandes; al impresor, por tirar 500 estampas,
4 reales; otros 4 por tirar una resma de estampas.
(4) Solía variar el precio de la resma entre 15 y 21 reales, según la clase.
(5) Marcos, impresor, ganaba 12 reales de jornada por tirar en las prensas; Olmedo,
impresor, 11; el oficial, 10.
Se pagaban 12 reales por composición de un pliego de letura de fábulas, en 8.°; 16
por un pliego de entredós; 6 reales de jornal por hacer tinta. Para que se comparen
los precios de entonces, sépase que un maestro albañil ganaba 7 reales al día; el peón,
3; un oficial carpintero, 6.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 351
Las encuademaciones de los libros las hacían los libreros burgaleses
Julián Pérez, Álvarez, y Margado, y los pergaminos los llevaban de Lo-
groño, Falencia, Segovia y Villarramiel (1).
Expulsados los jesuítas del Colegio en 1767, se incautó el Gobierno
del edificio, de lo en él contenido y de sus fincas; y por orden del ilus-
trísimo Sr. D. Pedro Rodríguez Campomanes, del Consejo de S. M. y
su fiscal en el Supremo y Cámara de Castilla, fechada el 4 de Abril
de 1768, se sacó á pregón para su venta y remate la imprenta y sus
pertrechos y demás efectos anejos, tasándolo todo en 42.684 reales
y 7 maravedís (2).
Anuncióse la venta en Burgos, Valladolid, Palencia, Logroño, Santo
Domingo de la Calzada y Aranda, durante treinta días, repitiendo desde
el 12 de Abril los pregones de las diez á las doce del día, para adjudi-
carlo todo al mejor postor, pero no compareció ninguno.
Todo esto consta por documentos de D. José de Hacocha, escribano
de S. M. del número. Ayuntamiento, Guerra y Milicia de Burgos, fe-
chados el 14 de Mayo de 1768, que se custodian en el Archivo Muni-
cipal de aquella ciudad.
Cádiz tuvo imprenta jesuítica por lo menos de 1688 á 1690, y este
último año el encargado era Cristóbal de Requena (3).
Córdoba la dirigió asimismo por medio de seglares. En los libros
impresos de 1731 á 1764, que hemos visto anunciados, consta que estu-
vieron al frente de ella Pedro de Pineda y Valderrama, Juan Crespo, y
Francisco Villalón.
Granada la debió poseer poco tiempo, aunque parece debía ser im-
portante, pues consta que en 1637 imprimió en dos tomos en folio una
obra del P. Juan Zamorano, estando al frente de la tipografía Andrés de
Santiago (4).
Madrid tuvo imprenta, pues de sus prensas salió en 1605 la obra
del P. Ribadeneira Tratado... del Instituto de la... Compañía de Jesús.
Sevilla imprimió en 1679, en el Colegio de San Hermenegildo, la
obra Origen y instituto de la Compañia de Jesús en la vida de San Ig-
nacio, compuesta por el Hermano Lorenzo Ortiz. Una de las obras del
P. Pineda está impresa allí con este pié de imprenta: «Hispali, in Col-
(1) He aquí los precios de encuademación: Cartas de Cicerón, en 8.°, á 30 reales el
100; Astetes, á 12 ó 20 reales el 1.000; Platiquillas, á 10 el 1.000.
La docena de pergaminos costaba entre 4 y 25 reales, según la clase y tamaño.
(2) Tasóse con esta distinción: letra, 6.333 reales 16 mrs.; pertrechos de imprenta,
1.957 reales 17 mrs.; estampería, 1.241 reales 33 mrs.; láminas, 417 reales; libros encua-
dernados, 12.885 reales 2 mrs.; papel impreso, 13.717 reales 24 mrs.; papel blanco y
pergaminos, 6.131 reales 17 mrs.
(3) P. Uriarte, Catálogo razonado de obras anónimas y seudónimas de autores de
¡a Compañia de Jesús, números 1.333, 1.650 y 2.161.
(4) P. Uriarte, Catálogo, núm. 3.532.
352 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
legio D. Hermenegildi Societatis Jesu excudebat Clemens Hidalgus,
1602» (1). No hemos visto otras obras allí estampadas.
Toledo tuvo imprenta en la casa profesa, pues de ella salieron en
1591 las Reglas de la Compañía (2).
Valladolid.— Con el título de «Imprenta de la Congregación de la
Buena Muerte» existió en Valladolid un centro activo de publicaciones
piadosas, cuyo complemento era una fábrica propia de papel en un pue-
blecito cercano, llamado Quintanilla de Abajo, la cual seguía suministrán-
dolo á mediados del siglo XIX.
En los catálogos de la provincia jesuítica de Castilla aparece todos
los años, desde 1744 hasta 1755, un Padre con el cargo de Praefectus
Congregationis Bonae Mortis, en el Colegio valisoletano de San Igna-
cio. Á partir del curso escolar de 1755 á 1756 eran dos los encargados
de tan importante Congregación.
Además consta en dichos catálogos que desde 1753 hasta 1756 hubo
al frente de la imprenta un Hermano Coadjutor, indicio bastante claro
de que la tipografía era propiedad del Colegio, ó por lo menos que la
dirección corría por cuenta de la Compañía. Esto mismo se corrobora
por documentos de otra índole que hemos visto.
En el Catálogo del P. Uriarte, en la bibliografía del P. Sommervogel,
y en obras semejantes, se hallan indicados algunos de los muchos libros
salidos de las prensas valisoletanas de la benemérita Congregación,
Villagarcía de Campos.— Grandísima importancia tuvo para toda
España la imprenta pedagógica creada en el famoso Colegio de Villa-
garcía de Campos.
Tras la triste decadencia que experimentó nuestra nación en la ense-
ñanza de las humanidades, principalmente por el abandono del Ratio
studiorum, aun en los Colegios españoles de la Compañía de Jesús, que
pasaban por ser los mejores, hubo á mediados del siglo XVIII un glorioso
renacimiento, que no es del caso referir aquí.
Resuelto, como remedio único, volver al Ratio y al estudio de los
autores clásicos, y encomendado el negocio al hombre providencial,
P. Francisco Javier de Idiáquez, Rector del Colegio de Burgos en 1752,
empezó éste la reforma con felicísimos resultados en su Colegio, favore-
ciendo desde luego, como vimos, el establecimiento de aquella imprenta
y la impresión de libros de texto para los alumnos.
Encargado el P. Idiáquez el 10 de Mayo de 1755 del Colegio de Vi-
llagarcía, halló cuanto necesitaba su magnánimo corazón y elevado espí-
ritu para el planteamiento de sus vastos planes: profesores escogidos,
formados de intento en España y en el extranjero, ó elegidos de entre
(1) P. Sommervogel, Biblioth. de la Comp. dejésus, t. VI, col. 796.
(2) P. Uriarte, Catálogo, núm. 1.770.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 353
los mejores; numerosos alumnos externos, y el llamado Seminario, en que
se formaban para maestros los jóvenes jesuítas.
Faltando textos á propósito, los maestros se dedicaron á preparar
y anotar los mejores y más acomodados para la segunda enseñanza.
Era necesario una imprenta de más recursos que la de Burgos, y más
próxima á Villagarcía, para facilitar la corrección de pruebas, y la creó
el P. Idiáquez, contribuyendo á los gastos su opulenta familia.
Obtenido el permiso del Real Consejo y del P. General de la Com-
pañía para poner la tipografía, llevó de Madrid y de Holanda los mejo-
res tipos de letra griega y latina que se encontraron, y proporcionóse un
Hermano Coadjutor, que había trabajado en dos imprentas, una de Sala-
manca y otra de Madrid, en la composición griega y latina, el cual formó
otros oficiales. Los encargados de imprimir, en varias ocasiones, los her-
mosos libros latinos y griegos que salieron de las prensas de Villagarcía,
fueron los Hermanos Coadjutores Juan José de Palacios, Juan de Dios
Remacha, Gaspar Bañuelos, y José Manuel Madruga.
Todo lo quería excelente el animoso Rector: buenas prensas, papel
de primera clase, tinta negra y persistente, impresión esmerada.
Larga por demás sería la lista de los libros pedagógicos y ascéticos
allí estampados, de que se surtieron los Colegios que tenía la Compañía
en España, y aun no pocos centros de enseñanza de los no dirigidos por
ella, y gloriosos los triunfos pedagógicos conseguidos en nuestra patria
por medio del nuevo método de enseñanza y los libros latinos y griegos
de Villagarcía (1).
Franca y vigorosa corría por los demás Colegios la reacción peda-
gógica, llevando trazas de consolidarse una época de florecimiento cien-
tífico en España, cuando Carlos III borró de una plumada tantas glorias.
También la imprenta de Villagarcía se puso á pública subasta, como
la de Burgos.
No pocos de los libros de texto, anotados por los profesores del
Colegio de Villagarcía de Campos, y estampados en sus prensas, aun
suprimida la Compañía siguieron reimprimiéndose en España, unos sin
cambio alguno, otros quitándoles lo que indicaba la intervención que
había tenido en ellos la odiosa Compañía de Jesús, para no suscitar re-
celos y persecución de los Ministros.
IMPRENTAS DE AMÉRICA
Cosa averiguada es que no pequeña parte de los triunfos de la lin-
güística los consiguieron los Misioneros católicos de varias Órdenes
religiosas mediante el estudio y reglamentación de las lenguas peregri-
(1) Bastarían las portadas de los libros indicados por el P. Uriarte en su Catálogo
razonado para llenar muchas páginas. Don Marcelino Menéndez y Pelayo da cuenta
de algunas en su Bibliografía hispano-latina clásica.
354 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
ñas, y frecuentemente bárbaras, de los diversos pueblos evangelizados
por ellos en las Indias Orientales y Occidentales.
Cupo á los jesuítas la gloria de cooperar, según la medida de sus
fuerzas, á la grandiosa obra emprendida, sobre todo en América, por los
muchos Religiosos que los habían precedido, estudiando también ellos
nuevas lenguas, y componiendo gramáticas y diccionarios, cartillas y
catecismos.
Contribuyeron asimismo notablemente, siendo ellos los primeros en
introducir el arte de imprimir en varias partes del gran continente sud-
americano y también en el extremo Oriente, pues por este medio vulga-
rizaron el conocimiento de los idiomas indígenas, y fomentaron entre
los naturales del país la instrucción religiosa y la práctica de la piedad
y demás virtudes cristianas (1).
Damos, ante todo, algunas noticias de las imprentas jesuíticas de la
América latina, cuya existencia conocemos.
MÉJICO Ó NUEVA ESPAÑA
Méjico.— Abundantes fueron los libros ascéticos publicados de 1750
á 1767, y tal vez antes de esta fecha, en la «Imprenta del Real y más Anti-
guo Colegio de San Ildefonso de Méjico». Pueden verse algunos de sus
títulos en el Catálogo razonado del P. Uriarte, en Retana (2) y en otros
bibliógrafos.
También se halla un libro con esta indicación tipográfica: «En la
Imprenta del Real Colegio de San Ildefonso de México, y reimpreso
en 1802» (3).
Pudiera juzgarse asimismo haber poseído imprenta propia la Casa
Profesa mejicana, pues la famosa obra del P. Juan Martínez de la Parra,
Luz de verdades catholicas, fué estampada sin nombre de autor «en
México, en la Casa Professa, en la Imprenta de Diego Fernández de
León, año 1691» (4). Sospechamos que en este y otros casos parecidos
llevaría el impresor seglar á la casa de la Compañía el material tipográ-
fico necesario para facilitar al autor la revisión de las pruebas. Confesa-
mos, no obstante, carecer de datos positivos para asegurarlo.
Puebla de los Angeles.— Poco antes de ser expulsada de América
la Compañía de Jesús, funcionaba una imprenta «en el Real Colegio de
San Ignacio de la Puebla de los Ángeles».
(1) Conde de la Vinaza, Bibliografía española de lenguas indígenas de América.
Prólogo. Merece también consultarse El estudio de las lenguas y las Misiones, por José
Dahlman, S.J., traducido del alemán porjerónimo Rojas, S.J'JUadrid, Librería Cató-
lica de Gregorio del Amo, 1893. Va precedido de un copioso Índice de autores con-
sultados.
(2) La imprenta en Filipinas, núm. 327.
(3) P. Uriarte, Catálogo razonado, núm. 1.334.
(4) Ibid., núm. 4.202.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 355
Otros libros llevaban este pie de imprenta: «En la Puebla, en la
Imprenta nueva Parisiense del Colegio de San Ignacio» (1).
COLOMBIA
Santa Fe de Bogotá. — «Los jesuítas, dice Menéndez y Pelayo,
habían introducido la imprenta en la colonia por los años de 1738, y
precisamente un sermón, predicado en las honras de la Madre Castillo
[Sor Francisca Josefa de Castillo y Guevara], fué de las primeras cosas
que se estamparon. Pero esta imprenta del Colegio de Santafé tenía un
carácter casi doméstico, y apenas produjo más que algunos catecismos,
novenas y otros libritos de devoción. Desapareció con la expulsión de
la Compañía [en 1767], pero en 1783 fué sustituida por otra de más
recursos y mayor importancia, la llamada Imprenta Real» (2).
Según otros autores, tuvo su nacimiento la imprenta jesuítica en 1734,
y en 28 de Noviembre de 1746 era impresor de oficio el H. Francisco de
la Peña. La imprenta pública parece haber sido proporcionada á la ciu-
dad en Mayo de 1776, siendo virrey de Nueva Granada D. Manuel
Antonio Flórez, el cual llevó de Europa prensa, tipos é impresor (3).
De un documento oficial consta que hasta el día 3 de Diciembre
de 1740 ninguna imprenta habían tenido los jesuítas en su Provincia de
Santa Fe en el nuevo reino de Granada, hoy Colombia.
Véase el Memorial del P. Diego de Terreros, Procurador General de
aquella Provincia, á S. M. Dícele literalmente «que por instrucción de su
Provincial, y atendiendo á la falta de libros de aquel reino, por no tener
imprenta, debe pedir á V. M. licencia para establecerla en uno ó dos
Colegios de aquella provincia, con la cual se dará la competente provi-
dencia para las Misiones de explicación de la Doctrina cristiana y de
otras cosas semejantes y necesarias en un tan dilatado reino, como se
practica en el de Perú y Nueva España. En atención á lo cual
»A V. M. pide y suplica se sirva de mandar y conceder semejante
facultad, en que recibirá merced y gracia.— Diego Terreros.»
Al dorso de este documento está escrito:
«Consejo de 3 de Diciembre de 1740.— Véalo el Sr. Fiscal.»
La respuesta del Fiscal dice así:
«El Fiscal, en vista de este Memorial del Procurador General de la
Provincia de la Compañia de Jesús del nuevo Reino de Granada, en que
representa hallarse con instrucción de su Provincial para que, en aten-
1) P. Uriarte, Catálogo razonado, números 1.420, 1.748, 2.498, 2.663, 2.719.
(2) Antología de poetas hispano-americanos, t. HI, pág. XXIII,
(3) D. José Manuel Groot, Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada, 2."' ed.,
1889-1893, t. II, cap. XXI, páginas 177 y siguientes; D. Miguel Luis Amunáteoui, Los pre-
cursores de la independencia de Chile, 1. 1, pág. 229; Torres Sald amando, Los antiguos
jesuítas del Perú, pág. 42.
356 IMPRENTAS DE LOS ANTIGUOS JESUÍTAS
ción á la falta de libros de aquel Reino por no tener imprenta, pida
licencia para ponerla en uno ó dos Colegios de aquella provincia, con
lo que se dará competente providencia para enviar á las Misiones la
explicación de la Doctrina cristiana y de otras cosas semejantes y nece-
sarias, como se practica en el Reino del Perú y Nueva España.— Supli-
cando se le conceda á su Provincia esta facultad,
»Dice, que, respecto de no hallarse ley ni disposición que prohiba
tener imprentas en los Reinos de las Indias, parece se podrá conceder á
esta parte licencia para ponerla en uno ó dos Colegios de su Provincia
para el fin que expresa, y que ésta sea con la precisa calidad de que,
antes de imprimir cualquier libro, hayan de preceder las aprobaciones y
licencias acostumbradas y prevenidas por leyes; y que en consecuencia
de lo mandado en la última, título 24 del libro primero déla Recopilación,
entreguen en la Audiencia veinte libros de cada género de los que impri-
mieren, para remitirlos al Consejo; y sin que esta licencia se entienda
privilegio, ni por ella prohibida la impresión á otras cualesquiera perso-
nas que la ejecutaren, sino que libremente los puedan imprimir y vender,
guardando las reglas dadas sobre el asunto, no obstante esta concesión.
Madrid y Febrero 16 de 1741.»
«Consejo, 18 de Febrero de 1741.— No ha lugar.» (Sevilla, Arc/z/vo
de Indias, E. 74. --C. l.-L. 1.)
ECUADOR
Quitó.— Consta que también en la capital del Ecuador fueron los
jesuítas los introductores de la imprenta (1).
Riobamba. — Sólo un librito en 24.", de 126 páginas, sin indicación
del año de impresión, hemos visto anunciado con este pie de imprenta:
«Riobamba, Imprenta del Colegio. Por Manuel Merino» (2).
PERÚ
Lima. — Habiendo tomado posesión de la Sede metropolitana de
Lima, á 24 de Abril de 1581, Santo Toribio de Mogrobejo, convocó á
los pocos días para la celebración de un Concilio á los diez Obispos su-
fragáneos. Las reuniones tuvieron lugar en 1582 y 1583.
Los venerables Prelados cometieron á los Padres de la Compañía de
Jesús el asunto de componer el Catecismo, Oraciones, Confesonario, ó
sea Devocionario, y Sermonario en las lenguas más generales del país,
que son la quichua y aimará.
Aprobados por el Concilio los Catecismos mayor y menor, en quichua
(1) Torres Saldamando, Ibid.; Cevallos, Resumen de la Historia del Ecuador.
1. 11, pág. 384.
(2) P. Uriarte, Catálogo razonado, núm. 2.915.
EN EUROPA, AMÉRICA Y FILIPINAS 357
y en aimará, obtuvo el P. Andrés López una Real Cédula, fecha el 7 de
Agosto de 1584, para poder imprimirlos en el virreinato del Perú, porque
en España no había quien supiera corregir las pruebas sin peligro de dejar
erratas notables, y acaso de trascendencia en materias tan delicadas.
Autorizó, pues, al P. López el Consejo de Indias para hacer la impre-
sión en Lima; requisito necesario, pues sin dicha autorización no se
podían imprimir libros en América, y aun para darlos á la estampa en
España, debían ser antes examinados por el Consejo supremo de Indias.
Declaró éste además que, cuando se hiciese algún arte ó vocabulario de
las lenguas de los indios, bastaba para poder imprimirlos el examen man-
dado hacer por el diocesano y la Real Audiencia del distrito.
Obtenido el citado real decreto, volvió á América el P. Andrés López,
y llevó consigo la imprenta, y para tenerla á su cargo á Antonio Ricardo.
Hízose la edición de los dos Catecismos en el Colegio de San Pablo,
de la Compañía de Jesús, cuidando de ella los Padres José de Acosta y
Juan de Atienza. Fueron, pues, aquellos libritos las primicias tipográficas
peruanas.
Á ellos siguieron un Devocionario y otros opúsculos en ambas len-
guas, con notable utilidad de los indios y de los Doctrineros, pues antes
la diversidad de los textos, por ser escritos de mano, era de daño para
la rudeza de los neófitos, y tarea pesada tener que copiarlos en grande
abundancia.
Merced á los libros publicados en letras de molde se faciHtó extraor-
dinariamente la enseñanza de la Religión cristiana á los indios, y á los
nuevos Misioneros el conocimiento de las dos lenguas indígenas, de
suerte que en 1600, de los 105 sacerdotes de aquella Misión, los 80, y
otros muchos no ordenados aún de orden sacro, sabían una de las dos
lenguas dichas ó ambas (1).
Juli. — Varias obras publicó el italiano P. Luis Bertonio en aimará y
en castellano con este pie de imprenta: «Impreso en la casa de la Com-
pañía de Jesús de Juli, en la provincia de Chucuyto. Por Francisco del
Canto.— 1612.»
Como demuestra satisfactoriamente Torres Saldamando, apoyán-
dose en documentos fehacientes, jamás estuvo en Juli Francisco del
Canto. Éste solamente imprimía en su imprenta de Lima el pliego pri-
mero con la portada y preliminares, y el resto del libro se estampaba en
Juli, con tipos nuevos, en la imprenta de los Padres. Funcionó ésta de
1610 á 1614 (2).
(Continuará.) CeCILIO GÓMEZ RoDELES.
(1) Torres Saldamando, Ibid, págs. 36-42; Memorial del P. José Tiruel, Archivo
General de Indias, en Sevilla, E. 7-C. 3-L." 29.
(2) Saldamando, Ibid., páginas 74-78. Reproduce los títulos de los libros allí impre-
sos el citado seflor Conde de la Vinaza, Bibliografía española de lenguas indígenas de
América, números 129, 131, 132 y 133, páginas 76-80.
razón y fe, tomo XXVI • 24
LA CONQUISTA PEL AI}^£
III
Aeroplanos sin motor.— Primeras experiencias del vuelo plano.— Lilienthal.— Pilcher.—
Chanute. — Los hermanos Wright en Kitty-Hawk, — Algunas particularidades del
biplano americano.— Enseñanzas prácticas deducidas de esos ensayos.— Experien-
cias de John Montgomery.— Un hombre en 1905 volando á mil metros de altura.
8,
►i consideramos con imparcialidad la serie de experiencias que en
nuestros días han venido á dar un continuado y progresivo avance al
magno problema de la conquista del aire, pronto echaremos de ver que
este moderno progreso de la Aviación no es debido precisamente á los
trabajos de Maxim, Hargrave, Langley ó Ader, sino que trae su origen
de las trascendentales experiencias del ingeniero alemán Otto Lilienthal.
Éste es el verdadero maestro de la moderna locomoción aérea y el inven-
tor del método para aprender á volar (1).
Nacido en 24 de Mayo de 1848 en Auklam (Pomerania-Prusia), mos-
tró desde muy pequeño su afición por el elemento aéreo, construyendo
cometas de diferentes formas y tamaños. Más adelante dedicóse de lleno
al estudio de la aerodinámica y observación detenida del vuelo de las
aves, muy en especial del de la cigüeña, dejándonos de ello multitud de
apuntes y curiosas siluetas de voladores que con gran precisión solía
diseñar en proyección horizontal.
Este sabio ingeniero, después de muchos años de cálculos y experien-
cias publicadas por él en Berlín durante el año 1889 en Der Vogelflug
ais Grundlage der Fliegekunst, impugnó con gran brío la teoría de Na-
vier, quien afirmaba que el hombre jamás llegaría á volar como las aves
por no tener como ellas la suficiente fuerza relativa; aduciendo, en con-
tra de esta afirmación, el hecho, observado por él en muchas ocasiones,
de existir aves que permanecen durante largas horas en el vuelo sin dar
el más mínimo aletazo, aprovechando tan sólo la fuerza del aire y de la
gravedad.
Partiendo del principio de que en el ave lo principal es la sustenta-
ción y lo secundario la propulsión, afirmó que de igual suerte en todo
(1) Antes de exponer los principios científicos y teoría general dinámica de la Avia-
ción parécenos conveniente referir las primeras experiencias del aeroplano. Experien-
cias que habiendo sido muchas de ellas ejecutadas sin previos principios científicos,
han corregido no obstante muchos errores teóricos y sido base y punto de partida
para ulteriores y serias investigaciones aerodinámicas.
LA CONQUISTA DEL AIRE 359
aparato de aviación la cuestión del motor y medio de propulsión, era una
cuestión muy secundaria, comparada con la cuestión de la estabilidad,
que es la principal. Conforme con estos principios, dividió el problema
que trataba de resolver en dos partes: 1.", construir un aparato estable
capaz de imitar á las aves en su vuelo á vela, aprovechando, como ellas,
únicamente la fuerza del viento y de la gravedad y, 2.", adaptar á ese
aparato un motor adecuado y tal que pueda hacer más durables los vue-
los, supliendo momentáneamente el impulso del viento.
Siguiendo este plan sistemático, Lilienthal construyó, á partir del
año 1891, distintos modelos, consistentes en uno ó dos pares de alas cón-
cavas y redondeadas, provistas de una cola cruciforme para la estabili-
dad, tanto lateral como longitudinal. Con ellos comenzó por imitar el
vuelo más sencillo de las aves, ó sea el que ejecutan cuando descienden
planeando, desplegadas sus alas á modo de un perfectísimo paracaídas.
Colocado en la parte central y anterior de su aeroplano, descendía con
él á cuestas, por una pendiente suave, hasta tanto que el viento ascen-
dente, ejerciendo suficiente presión sobre los planos, sostenía al aparato
y al aviador. Desde aquel momento comenzaba el vuelo, tanto más pro-
longado cuanto mayor era la altura desde la que se iniciaba el descenso.
De este modo logró ejecutar vuelos de 20, 100 y aun 300 metros de
recorrido, lanzándose desde alturas de 15 y 30 metros. El equilibrio del
aparato y aun algunas viradas lo conseguía trasladando ó modificando
en sentido conveniente el centro de gravedad por el movimiento de las
piernas (1).
Lilienthal hizo sin el menor contratiempo más de dos mil vuelos; pero,
por desgracia, ensayando en Agosto de 1896 un aparato de antigua cons-
trucción, y que, según parece, estaba algo deteriorado, tuvo la mala for-
tuna de que se le rompiese en el aire, cayendo el aviador desde una
altura de 10 metros, falleciendo en el acto á consecuencia de la rotura de
la columna vertebral.
Mas si Lilienthal murió, sobrevivieron sus principios, y sus nota-
bles experiencias hallaron un continuador entusiasta en el ingeniero
M. Pilcher, de la Armada inglesa. Su aparato, aunque más lujoso, era
muy parecido al modelo monoplano de su malogrado maestro; pero no
así el modo de elevarse en el aire. Para ello se valía de un par de caba-
llos, á los que ataba una larga brida, cuyo extremo venía á arrollar en la
parte anterior del aparato y muy cerca de donde apoyaba las manos.
De este modo, colocado en su puesto y de cara al viento, lanzaba á ga-
lope sus caballos, que al arrastrar el aeroplano lo elevaban al punto en
el aire cual una simple cometa. Cuando se hallaba á suficiente altura,
Pilcher soltaba la brida de tracción, y el aeroplano, libre ya en el aire.
(1) Pueden verse descritas estas notables experiencias en Zeitschrift für Luftschif-
jahrt und Physic de Atmosphare (Noviembre, 1893).
360 LA CONQUISTA DEL AIRE
describía una trayectoria tanto más prolongada cuanto mayor era la
ascensión.
El año 1899, en ocasión en que con viento muy fuerte ejecutaba un
vuelo de este género, delante de una porción de convidados y amigos,
rompiéndosele en el aire el plano estabilizador de la cola, Pilcher, lo
mismo que su maestro, fué víctima de su arrojo, sufriendo una tremenda
caída, de la que falleció poco después.
No obstante estas dos víctimas, no faltaron apasionados por la idea
que continuasen en América las arriesgadas experiencias del vuelo
plano, yendo á la cabeza el benemérito de la Aviación M. Chanute, inge-
niero de Chicago. Consagrado como otros muchos desde hacía tiempo
al estudio teórico de la Aviación, en 1896 trocó las cifras algebraicas por
el campo de experimentación, y tan rápidos fueron los progresos que,
como él mismo declaraba, en pocos días consiguió lo que no pudo alcan-
zar en largos años de profundos estudios teóricos. Siendo por esta época
de edad algo avanzada, procuró formar discípulos, entre los cuales
merecen citarse Herring y Avery y más adelante los hermanos Wright.
Allí, en una playa desierta, cerca del lago de Michigan, á 50 kilóme-
tros de Chicago, es donde comenzó sus primeras experiencias. Ante todo
trató de construir un aparato perfectamente estable, y habiendo obser-
vado que el biplano de Lilienthal tenía más estabilidad que el monoplano,
hizo una máquina aérea, compuesta de cinco pares de alas superpues-
tas, pesando el conjunto unos 152 kilogramos. De este modo pensaba
llegar á obtener la estabilidad automática, creyendo que la gravedad y
el viento serían los factores que volviesen á colocar el centro de presión
en la misma vertical que el centro de gravedad.
Con este aparato logró hacer algunos pequeños vuelos, lanzándose,
como Lilienthal, desde lo alto de una colina; mas bien pronto se conven-
ció de que la complicación es un enemigo muy peligroso en esta clase
de aparatos, por cuya causa construyó poco después varios biplanos,
montados sobre armazón rígido, por un sistema especial suyo que lleva
ya el nombre del inventor.
Uno de estos biplanos (fig. 19) fué ensayado por su ayudante Herring.
Componíase de dos superficies sustentadoras rectangulares y una pe-
queña cola celular, siendo el total de su extensión superficial 12ni',45,
con un peso de 1 1 kilogramos. El aviador colocábase en una especie de
paralelas, de modo que, juntamente con las piernas, pudiese correr tam-
bién el cuerpo; de donde resultaba adelantar ó retrasar el centro de gra-
vedad, dando de este modo más ó menos ángulo de ataque á las super-
ficies sustentadoras. Herring logró recorrer en el aire con este aparato
109 "1,42 en unos catorce segundos.
Desde 1897 á 1900 sobreviene un período de calma y aun de des-
aliento, en que todo parecía conjurarse contra la Aviación, haciendo fra-
casar las más generosas iniciativas. Sir Hiram Maxim abandonaba su
LA CONQUISTA DEL AIRE
361
obra, después de haber gastado más de 500.000 francos; Ader, consumido
de tristeza, quemaba sus célebres modelos, que, prescindiendo de su tra-
bajo intelectual, le habían costado cerca de dos millones de francos, sal-
vándose tan sólo su último aparato, el Avión, que fué enviado al Museo
Fig. 19.
de Artes y Oficios de París; los ingenieros Lilienthal y Pilcher hallaban
una muerte trágica en el transcurso de sus experiencias; al mismo Lan-
gley se le negaba por el Gobierno de los Estados Unidos la subvención
que había pedido para continuar sus ensayos. Los hechos parecían dar
fundamento para considerar una vez más á la Aviación como una utopía
é insigne locura.
Sin embargo, algunos habían podido sustraerse á esta general des-
bandada y trabajaban en secreto. Á fines de 1900 la prensa comienza á
ocuparse de dos modestos fabricantes de bicicletas, Wilbur y Orville
Wright de Dayton, Estado de Ohio en Norte-América. Estos dos herma-
nos, aficionados desde muy jóvenes á todo aquello que se relacionaba
con la locomoción aérea, sintieron crecer sus entusiasmos, precisamente
cuando en 1896 llegó á América la fatal noticia de la muerte de Lilien-
thal. Leyeron con atención los escritos que dejó este sabio ingeniero, y
perfeccionaron sus estudios en las obras de Chanute Progress in Flying
Machines, Experiments in Aerodynamics de Langley, Aeronautics An-
nuals y diversos folletos publicados por el Smithsoniam Institution.
Dejando á un lado las complicadas máquinas de Langley y Maxim,
sus entusiasmos se dirigieron hacia el vuelo plano, tal como lo había
362
LA CONQUISTA DEL AIRE
practicado Otto Lilienthal. Á semejanza de su maestro, trataron ante todo
de resolver la cuestión de la estabilidad, pero por un sistema descono-
cido hasta entonces. Construyeron un biplano del género Chanute, pero
con la particularidad de ser las alas rígidas en la parte central y flexi-
bles en sus extremos, de modo que pudieran deformarse por medio de un
sistema especial de palancas, aumentándose la incidencia en uno de los
lados, mientras se disminuía en el opuesto; además, el aparato iba pro-
visto de un timón horizontal, colocado en la parte de delante, y cuya inci-
dencia pudiera variarse á voluntad del aviador. Construido el aparato
(fig. 20), buscaron un lugar solitario en Kitty Hawk (Carolina del Norte),
y en Octubre de 1900, dieron principio los ensayos, procediendo en ellos
con método, yendo de lo conocido á lo desconocido, de lo fácil á lo
difícil.
Comenzaron por elevar el aparato construido, cual si fuera una
cometa. Una vez en el
aire, por medio de unas
cuerdecillas suplementa-
rias, movían las palancas
que deformaban las super-
ficies y aumentaban ó dis-
minuían la incidencia en
el timón horizontal. De
este modo pudieron darse
entera cuenta de los efec-
tos que para el equilibro
lateral producía el alabeo
en las extremidades de las
alas, peso que podía ele-
var el aparato, y otras mu-
chas cosas que quisieron
resolver antes de comen-
zar las experiencias en
mayor escala, á las que se prepararon en vista de los buenos resulta-
dos que les había dado su sistema especial de equilibrio.
Empezaron por lanzarse, como Lilienthal, por la rampa de una colina;
mas en el momento mismo en que conocía el aviador ser levantado del
suelo, se echaba á lo largo del plano inferior, con el objeto de ofrecer
menos resistencia al viento y elevar todo lo posible el centro de grave-
dad. De este modo y sirviéndose al mismo tiempo del timón horizontal
y del alabeo de las alas, no sólo llegaron á ejecutar largos vuelos, sino
que consiguieron poder virar á derecha ó izquierda, cambiando la direc-
ción y siendo, en cierto modo, dueños de su aparato. En la serie de
estos ensayos es donde vieron por experiencia la necesidad de añadir
al aparato un plano vertical que, movido en armonía con el alabeo de las
Fig. 20.
LA CONQUISTA DEL AIRE 363
alas, contrarrestase en él la tendencia, ó virar hacia el lado en que el
extremo del ala recibía mayor ángulo de ataque. Con estas modifica-
ciones, durante el otoño de 1903 hicieron las últimas experiencias, que
fueron para ellos decisivas.
Con tan largas y concienzudas experiencias no solamente consiguie-
ron los Wright hacerse con una máquina aérea apta para recibir un
motor, sino una serie de enseñanzas y datos que les habían de servir
mucho para sus futuros trabajos. Vieron desde luego que todos los
cálculos que hasta entonces habían servido de base en la construcción
de los aeroplanos, incluso los que Langley publicó en su Experiments in
Aerodynamics, eran erróneos, lo mismo que las tablas que sobre la pre-
sión que ejerce el aire sobre una superficie en sus diversos ángulos de
ataque habían publicado en diversas épocas la Academia de Ciencias de
París y la Sociedad Aeronáutica de Londres. Observaron ser distinta la
presión, según sea la superficie rectangular, cuadrada, triangular, circu-
lar ó elíptica; ser diversa la que se ejerce en las mismas superficies,
según sean éstas planas ó curvas, y aun en estas curvas gran diversidad,
según la especie y flecha de curvatura; notando que los arcos de círculo
difieren de los arcos de parábola, hallando en éstos también sus discre-
pancias. Igualmente vieron por propia experiencia que las superficies de
cierto espesor sufrían una presión muy distinta de la que experimentan
las superficies delgadas, y que las superficies de espesor variable tenían
presiones variables en armonía con el punto de espesor máximo. No
influía menos en estos resultados el borde anterior del ala, notando que
una superficie que tuviera redondeado el borde anterior daba una misma
sustentación para todos los ángulos comprendidos entre 7,5 y 45 grados.
En una palabra: habiendo ensayado más de cincuenta superficies de
diferentes formas y curvaturas y con ángulos variables, formaron unas
tablas propias, de las que con tanto éxito habían de servirse en sus futu-
ros ensayos.
Tan felices resultados moviéronles también á dar otro rumbo á sus
investigaciones, pues si hasta entonces no habían trabajado sino por
pura afición y sin esperanza alguna de lucro, animados por Chanute, que
pasó con ellos algunas semanas en el campamento de Kitty-Hawk y
presenció algunos de sus vuelos, creyeron llegado el momento de pen-
sar en explotar industrialmente su invención, para lo cual, dejando á un
lado todas las demás ocupaciones, no pensaron ya sino en perfeccionar
paulatinamente su máquina, trabajando en el silencio y soledad más
absoluta, silencio que más adelante tantas dudas había de suscitar sobre
sus rápidos y portentosos progresos.
No fueron sólo los hermanos Wright quienes se dedicaron en Amé-
rica durante este tiempo á experiencias de aviación. El profesor M.Mont-
gomery, del Colegio de la Compañía de Jesús de Santa Clara, en Cali-
fornia, ayudante del P. Bell, S. I., profesor de física en el mismo estable-
364
LA CONQUISTA DEL AIRE
cimiento, estudió y construyó un aparato de su invención (fig. 21), cuyas
experiencias merecieron ser calificadas por Chanute como las mejores
que hasta entonces se habían verificado. El aparato estaba formado por
Fig. 21 .
dos superficies de perfil parabólico, AB y CD, y arqueadas hacia abajo,
colocadas en tándem sobre un bastidor de hikory, del que pende el caba-
llete EF, y sobre el que se sentaba el aviador en G. El equilibrio longi-
tudinal se obtenía por medio de una cola, HI, formada por dos semi-
círculos perpendiculares y capaz de girar en todos sentidos, y el equili-
Fij. 22.
LA CONQUISTA DEL AIRE
365
brio lateral por el sistema, hoy tan generalizado, del alabeo de las
superficies sustentadoras. Este procedimiento del equilibrio lateral por la
deformación de las alas fué en aquella época tanto más notable, cuanto
que los hermanos Wright siempre han sostenido tener de él la exclu-
siva (1).
El 29 de Abril de 1905 se hicieron las pruebas de este original apa-
rato (fig. 22), para lo cual se utilizó un procedimiento muy diverso de
los que hasta entonces se habían empleado. Hinchado previamente un
globo para que remontase el aeroplano, colocóse en él el aeronauta
John Maloney, y, dada la voz de soltar amarras, el globo ascendió
majestuosamente, llevando, en vez de barquilla, el aeroplano con su
aviador. Cuando llegó á una altura de unos mil metros, el aviador soltó
la cuerda que retenía su aparato (fig. 23) atado al globo, quedando
libre en el aire mientras el montgolfier se alejaba impulsado por el
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Fig. 23.
viento. En aquella disposición el aeroplano comenzó á describir inmen-
sos círculos, ascendió por dos veces contra el viento, y otras lanzóse
como ave que va á precipitarse sobre su presa. Así estuvo evolucionando
(1) Reciente está el litigio de ios famosos Brevets Wright. Los célebres americanos
han denunciado, por medio de sus representantes, una porción de aparatos franceses
en los que se encuentra este sistema de equilibrio lateral, sin excluir el Bleriot XI de la
Iravesia de la Mancfia. La parte contraria aduce como prueba testificativa en contra de
la exclusiva Wright el fiecho de haber sido anteriormente empleado el alabeo de las
alas, en el aeroplano Santa Clara, por el profesor John Montgomeri, del Colegio de la
Compañía de Jesús de Santa Clara, California. (Véase la reciente obra Vehicles of the
Air de Victor Lougheed. También se ha ocupado de este asunto L'Aéro en el número
correspondiente al 12 de Enero 1910.)
366 LA CONQUISTA DEL AIRE
durante veinte minutos, hasta que, por fin, acercándose al suelo y evi-
tando con toda maestría los postes telegráficos, árboles y demás obs-
táculos que se le oponían en su vuelo, John Maloney maniobró tan
diestramente que vino el aeroplano á posarse con toda felicidad en el
campo que de antemano se le había señalado (1).
Estos ensayos públicos tuvieron lugar posteriormente en distintas
ocasiones, con asistencia de numeroso público y corresponsales de los
principales diarios americanos, teniendo, desgraciadamente, que cesar
por el accidente mortal ocurrido á Maloney en el transcurso de estas
experiencias, debido á que el aparato debió quebrarse en el momento de
la ascensión.
No obstante este accidente, no dejan de ser notables estos ensayos,
siendo el primer aparato de aviación que ha evolucionado en el aire á
tan considerable altura.
Enrique Ascunce.
(Continuará.)
(1) Para más detalles de estas experiencias, puede consultarse la prensa americana
de Abril, Mayo y Junio de 1905, en especial Tfie San Francisco Examiner y The Red-
wood, que narran estos hechos con gran copia de pormenores.
BOLETÍN CANÓNICO
SAGRADA CONGREGACIÓN DEL SANTO OFICIO
La bendición apostólica á las Religiosas en el artículo
de la muerte.
1. Por decreto de la Sagrada Congregación del Santo Oficio ha con-
cedido Pío X, con fecha 1." de Abril de 1909, que cualquier sacerdote,
legítimamente llamado á administrar los últimos Sacramentos á una
Religiosa en el artículo de la muerte, pueda también darle la bendición
apostólica, aunque él, por otra parte, no tenga esta facultad, debiendo
al darla sujetarse á las normas trazadas por Benedicto XIV en su Cons-
titución Pia Mater y observar la forma prescrita en el Ritual romano.
DECRETUM
quo cuilibet sacerdoti conceditur facultas impertiendi apostolicam benedictionein
religiosis mulieribus in articulo mortis.
Die 1 Aprilis 1909.
2. Quum religiosis mulieribus ad instituía votorum tum solemnium tum simplicium
pertinentibus benedictionem apostolicam in articulo mortis impertiri nonnisi ordina-
rius earum confessarius, juxta vigentem in praesens discipünam, regulariter permitta-
tur; ne forte, hoc quavis ex causa impedito, supremo hujusmodi spirituali solatio iliae
destituantur, sanctissimus D. N. D. Pius PP. X, oblatis sibi ad rem precibus ex animo
annuens, in sólita audientia R. P. D. Adsessori S. Officii concessa, benigne indulgere
dignatus est, ut, quandocumque alius quilibet sacerdos ad extrema sacramenta religio-
sis mulieribus votorum tum solemnium tum simplicium ministranda rite vocetur, eisdem
animam agentibus apostolicam etiam benedictionem, etsi aliunde hac facúltate non
polleat, impertiri valeat, ad normam, ceteroquin, apostolicae Constitutionis s. m. Bene-
dicti XIV, quae incipit Pia Mater, et sérvala forma in Rituali romano praescripta. Con-
trariis quibuscumque, etiam speciaii mentione dignis, non obstantibus.
L. t S.
A. Can. GiAMBENE, Substitutus pro Indulgentiis.
(Acta A. Seáis, vol 1, p. 490.)
COMENTARIO
§1
Quiénes pueden dar esta bendición.
3. Según la Const. Pia Mater (5 de Abril de 1747: Bull. Bened. XIV,
vol. 2, p. 129, sig., Romae, 1760), de que en el decreto se habla, los
368 BOLETÍN CANÓNICO
Obispos obtienen la facultad de dar dicha bendición y de subdelegar á
otros para que la den, pidiéndola al Papa, y les vale, una vez obtenida,
para todo su pontificado en la diócesis para que la obtuvieron.
4. Pueden subdelegar á todos los sacerdotes que juzguen oportuno,
sean regulares, sean seculares, y aun facultar á éstos para que á su vez
subdeleguen á otro en su lugar en casos particulares. Pueden hacer la
delegación de palabra ó por escrito, en particular ó en general; v. gr., á
todos los que ejerzan cura de almas, á todos los confesores aprobados,
á todos los sacerdotes aquí presentes, etc. S. C. de Indulg., 23 Noviem-
bre 1878. (D. auth., n. 440, p. 401.)
5. El sacerdote, una vez subdelegado, conserva la facultad por toda
su vida, aunque el Obispo que se la dio sea trasladado á otra diócesis ó
muera. Sólo la perderá si se la quita el que se la dio ó su sucesor. Bene-
dicto XÍV, Const. Pía Mater, 1. c, p. 131.
6. Pero con respecto á las Religiosas, ya sean de votos solemnes, ya
sean de votos simples, aunque sean sólo de congregaciones religiosas
diocesanas ó cualesquiera mujeres que vivan en comunidad y tengan
señalado confesor ordinario, sólo podía el Obispo subdelegar al confe-
sor ordinario de las mismas para darles dicha bendición. S. C. Indulg.,
23 Septiembre 1775 (D. auth., n. 237, ad 9, p. 215); 2 Diciembre 1868
(Rescript. auth., n. 408, p. 3.247).
7. Por el decreto que comentamos, el Papa mismo, sin necesidad de
subdelegación alguna por parte del Ordinario, faculta á cualquier sacer-
dote que legítimamente oiga la confesión de dicha Religiosa en el artículo
de la muerte ó le administre los últimos Sacramentos, para que él pueda
darle la mencionada bendición apostólica.
8. Recuérdese que en el artículo de la muerte puede la Religiosa
enferma llamar á cualquier sacerdote, esté ó no aprobado para oir con-
fesiones de Religiosas. Si es de los aprobados habitualmente para Reli-
giosas, puede y debe concedérselo la Superiora local. Si no es de éstos,
el concederlo toca al Obispo generalmente, á no ser que él haya facul-
tado á la Superiora local ó á otra persona para que lo conceda en estas
circunstancias. Véase Razón y Fe, vol. 4, p. 96, sig.; ó Ferreres, Religio-
sas, Com. 1, n. 47, sig.
9. Si la enfermedad no da tiempo para buscar al confesor ordinario
ó á otro de los aprobados, puede ser llamado cualquier sacerdote con
quien se tope, aunque no esté aprobado para oir confesiones ni aun de
seglares, y aunque se trate de Religiosas con clausura papal. Cfr. Ferre-
res, Religiosas, Com. 3, n. 23.
10. La razón de esta nueva concesión es para que ninguna Religiosa
pierda la bendición apostólica por no poder acudir al confesor ordi-
nario.
BOLETÍN CANÓNICO 369
§11
Á quiénes puede darse.
11. Esta bendición generalmente se da después de recibir los sacra-
mentos de la Penitencia y Eucaristía; pero puede darse también á los
que han quedado sin sentido antes de haber podido recibir dichos Sacra-
mentos (Cfr. Ritual romano, tit. 5, 1. 6, p. 113: Ratisbonae, 1898; Bene-
dicto XIV, Const. cit., pág. 132), y aunque estén aparentemente muertos,
pero probablemente aún vivan; esto es, á todos á quienes lícitamente
se les puede dar la absolución y la Extremaunción, aunque sea sub con-
ditione, según lo que se expuso en Razón y Fe, vol. 8, p. 236, sig. (1);
Ferreres, La muerte real y la muerte aparente, n. 40, sig.
12. Puede y generalmente debe darse á los niños que todavía no
hayan recibido la primera Comunión (S. R. C, 16 Diciembre 1828;
D.auth., n. 2.650), si son capaces de pecado (S. C. de Indulg., 9 Julio 1832;
apud Beringer, Les Indulgences, vol. 1, p. 673, París, 1905), pues las
indulgencias sólo pueden aprovechar á los que han pecado, aunque sólo
sea levemente.
13. Tampoco sirven las indulgencias á los que se hallen en estado
de pecado mortal, pues sólo tienden á remitir la pena que queda después
de remitida la culpa.
(1) Nos es verdaderamente grato copiar aquí la siguiente Constitución del primer
Sínodo diocesano de Madrid, al tratar del sacramento de la Penitencia: «Constitu-
ción V\.— Administración de este sacramento á aquellos de cuya muerte real se duda.
»Es doctrina admitida por los médicos modernos que entre la muerte aparente y la
real haya un lapso de tiempo, más ó menos largo, según la enfermedad que la ha pro-
ducido. Por esto los moralistas aconsejan que durante ese periodo se administren sub
conditione los sacramentos de la Penitencia y Extremaunción.
«Habida consideración á la autoridad de tan respetables tratadistas, Synodo appro-
bante, disponemos:
A.° Que los párrocos de nuestra jurisdicción, y en caso de urgente necesidad cual-
quier otro sacerdote, exciten al dolor, absuelvan y administren la Unción sub condi-
tione á los cristianos adultos de cuya muerte real se duda; para lo cual tendrán en
cuenta si ésta ha sido repentina ó causada por enfermedad que ha durado algún tiem-
po, pues en el primer caso pueden administrarse ios susodichos sacramentos mien-
tras el cadáver no ofrezca señales de descomposición, y en el segundo sólo en la pri-
mera media hora.
»2.<' Exhortamos muy encarecidamente á los fieles á que, en casos como los que se
indican anteriormente, recurran á la parroquia respectiva á los fines de referencia.»
(Cfr. lib. 2, tit. 3, p. 194.)
También al tratar de la Extremaunción dice en la Constitución III: «Encargamos á
los párrocos que sean muy diligentes en procurar la recepción de este sacramento á
todos los que hayan cumplido siete años, ó menos si la malicia suple la edad, y que le
administren sub conditione á los cristianos de cuya muerte real se duda, dentro del
tiempo que para estos casos se indica al hablar de la Penitencia.» (Ibid., tit. 5, p. 228.)
370 BOLETÍN CANÓNICO
14. De donde se infiere que sólo puede y debe darse á las personas
que probablemente sean capaces de pecado, y haya alguna probabilidad
de que se hallan en estado de gracia.
15. Esto último puede presumirse con alguna más ó menos tenue
probabilidad aun de las personas que, estando en sus sentidos, rechazan
los sacramentos (S. C. de Indulg., 23 Septiembre 1775: D. auth. n. 237
ad5, p. 214, sig.), y ahora se hallan privadas de todos sentidos. Puede
ser que interiormente conserven el entendimiento y se arrepientan al
verse tan próximas á la muerte. Sabido es que para ponerse en estado
de gracia basta un acto de contrición.
§ ni
Qué debe hacer el que haya de recibirla.
16. Si el penitente puede, debe antes de recibir esta bendición, con-
fesarse y recibir el Viático y la Extremaunción. Si no puede, debe exci-
tar en su alma actos de contrición. Aun en el primer caso debe el confe-
sor antes de dar dicha bendición exhortar al penitente á actos de amor
de Dios y de contrición por los propios pecados. Bened. XIV, Constitu-
ción citada, p. 132.
17. Como condiciones necesarias se exigen expresamente las si-
guientes:
1."* El enfermo debe pronunciar con la boca, ó al menos, si otra cosa
no puede, con el corazón, el dulcísimo nombre de Jesús. (S. C. de Indulg.,
23 Septiembre 1775; 22 Septiembre 1892: D. auth., n. 237, ad 7, p. 214 sig.;
Acta S.Sedis.,wol 25, p. 315.)
2."" Debe aceptar con resignación y como venida de la mano de Dios
la muerte con todos sus sufrimientos. (Bened XIV, Const. cit., p. 132.)
§IV
Fórmula esencial que debe emplearse.
18. La fórmula que debe emplearse necesariamente para el valor de
dicha bendición es la que se halla en el Ritual Romano, tít. 5, c. 6 (pá-
gina 113 de la edición de Ratisbona de 1898), que es la misma que traen
los Breviarios y Diurnos modernos (v. gr., en la edición jubilar de Desclée,
año 1903, Breviar., pars hiemal., p. 271), después del Ordo commenda-
tionis animae, y antes de la Benedicüo mensae, ó sea la que prescribió
Benedicto XIV en la mencionada Constitución Pia Mater, 1. c, p. 132.
19. Que esta fórmula sea de esencia para el valor de dicha bendición
consta de las palabras mismas de Benedicto XIV, 1. c, y lo ha declarado
repetidas veces por la Sagrada Congregación de Indulgencias, v. gr., en
BOLETÍN CANÓNICO 371
5 de Febrero de 1841, en 18 de Marzo de 1879: D. auth., n. 286 ad 8 (p. 252,
253), n. 444 ad 3 (p. 405, sig.).
20. En caso de que el estado del enfermo no dé más tiempo, basta
dar la bendición empezando desde las palabras Dominas noster, etc.
21. Y si la muerte parece ya muy próxima, será suficiente decir las
siguientes palabras: Indulgentiam plenariam ei remissionem omnium
peccatorum Ubi concedo in nomine Patris f et Filii et Spiritus Sancti.
Amen.
Véase el Breviario (edición citada, p. 272, en el 1. c, ó el Diurno,
edic. Dessain, 1903, p. 122, conforme á la edición típica.
22. Si son muchos los enfermos á quienes juntamente se les ha de
dar dicha bendición, por hallarse reunidos, v. gr., en una sala de un
hospital, basta decir una sola vez las preces que preceden á la bendición
y luego dar ésta á cada uno en particular, empezando desde las palabras
Dominas noster. (S. C. Indulg., 10 Junio 1884: Beringer, 1. c, p. 678, 679.)
§ V
En qué enfermedades y caántas veces puede darse.
23. Puede darse en toda enfermedad que ofrezca peligro de muerte,
y no es menester esperar á darla en el último momentOj^ sino que puede
darse cuando suele darse ya el Viático, aunque el peligro no sea inmi-
nente, V. gr., porque el párroco ó misionero ya no podrá visitar al
enfermo.
24. Se gana sólo en el artículo verdadero de la muerte (Cfr. Razón
Y Fe, vol. 1, p. 561), de manera que si de aquella enfermedad no muere
el enfermo, no ganará la indulgencia, y en otra enfermedad se le deberá
dar otra vez, para que pueda ganarla si rñuere de ella.
25. Sólo puede darse una vez en cada enfermedad, aunque el enfermo
la hubiera recibido en estado de pecado mortal, puesto que basta y se
requiere para lucrar la indulgencia que el enfermo se halle en estado de
gracia en el artículo ó momento mismo de la muerte, aunque antes no lo
estuviera. S. C. de Indulg., 20 Junio 1836, ad 7, 23 Septiembre 1775, ad 6:
D. auth., n. 257 (p. 231, sig.); n. 237 (p. 214, sig.)
26. Pero, del mismo modo que sucede con la Extremaunción, si el
enfermo mejora, de manera que parezca haber desaparecido el peligro
de muerte, podrá entonces dársele de nuevo la bendición apostólica,
S. C. de Indulg., 24 Septiembre 1838, 12 Febrero 1842: D. auth. n. 262,
(p. 235, sig.); n. 300 (p. 264).
372 BOLETÍN CANÓNICO
§ VI
Observaciones.
27. 1/^ No debe confundirse ésta, con la bendición apostólica con
indulgencia plenaria para la hora de la muerte que concede el Papa á
alguna persona particular, ya para ella, ya para ella y sus parientes
(consanguíneos y afines) hasta el tercer grado, como suele á veces con-
cederlo, ya de viva voz, ya por algún rescripto puesto, v. gr., al pie de
alguna fotografía de Su Santidad. Esta indulgencia y bendición las
obtiene el enfermo en el articulo de la muerte (confesando y comulgando,
si puede), sin necesidad de que nadie se la aplique, aunque bien puede
pedir á su confesor que se la aplique, usando la fórmula de Benedicto XIV.
Cfr. Beringer, Les Indulgences, París. 1905, vol. 1, p. 666.
2.' Tampoco necesita especial aplicación la indulgencia plenaria
para el artículo de la muerte que tienen concedida todos ó casi todos
los que pertenecen á alguna Tercera Orden, Cofradía ó Congregación
(Cfr. Ferreres, Las cofradías, n. 11, sig.; Razón y Fe, vol. 11, p. 519, sig.),
ó los que poseen objetos (rosario, medalla, crucifijo) á los que se les ha
aplicado las llamadas indulgencias papales.
3.' También es distinta la indulgencia del llamado crucifijo de la
buena muerte, con indulgencia plenaria toties quoties. Sólo sirve cada
uno de estos crucifijos para un sacerdote, el cual lo puede llevar tantas
cuantas veces quiera á los enfermos. (Beringer, 1. c, p. 481, sig.; Moc-
chegiani, Collet. Indulg., n. 690, sig.) Todo enfermo que, confesado y
comulgado, si puede, ó cuando menos contrito, besare dicho crucifijo,
presentado por el sacerdote cuyo es, y lo tomase en sus manos y cum-
pliere las otras condiciones del n. 17, ganará indulgencia plenaria en
el articulo de la muerte, la cual por consiguiente cada enfermo sólo la
puede ganar una vez (véase el n. 24). El mismo sacerdote podrá ganarla
en el artículo de la muerte, con su propio crucifijo. Suele dejarse el cru-
cifijo á los moribundos para que lo tengan en sus manos hasta el último
suspiro.
Si el sacerdote cuyo es el crucifijo muere, ó lo da á otro, etc., dicho
crucifijo pierde las indulgencias, de un modo análogo á lo que se dijo
en Razón y Fe (vol. 23, p. 369, n. 14-13) al tratar de los Rosarios cru-
ciferos. No necesita, por consiguiente, esta indulgencia ser aplicada con
la fórmula de que hemos hablado antes (n. 18, sig.).
Se diferencian, pues, estos crucifijos toties quoties de los que sólo
tienen las llamadas indulgencias papales, los cuales sólo sirven para que
las gane una sola persona, la que lo tiene aplicado.
BOLETÍN CANÓNICO 373
SUEVA ORGAMZACléN DE LA CURIA ROMAEÍA DECRETADA POR PIÓ V'
Sagrada Congregación de Religiosos.
(Continuación.)
§ n
su COMPETENCIA
A) Disciplina actual.
488. Pertenecen á esta Congregación los asuntos referentes á todos
los religiosos (de rito latino) de uno ú otro sexo, tanto los de votos
solemnes como los de votos simples; también los que atañen á cuantos
viven en comunidad á manera de religiosos, aunque sin votos, y á las
terceras Órdenes seculares (2), ya sea que el asunto toque solamente á
ellos, ya también á otros, juntamente con ellos. Empléase aquí la palabra
religioso en el sentido más amplio indicado anteriormente (n. 476).
489. Por consiguiente, pertenecen á esta Congregación, tanto las
relaciones entre los Obispos y los religiosos (tomando esta palabra en
el sentido antes expuesto), como las de los religiosos entre sí.
490. Responde á las controversias, dudas y consultas sobre estas
(1) Véase Razón Y Fe, vol. XXVI, pág. 233.
(2) Pero no á las cofradías, pías uniones, etc., aunque dependan de las Órdenes ó
Congregaciones religiosas, ó se hallen erigidas en sus casas ó iglesias. Cfr. Razón y
Fe, vol. 12, p. 516, sig.; vol. 18, p. 381, sig.; Ferretes, Las Cofradías, n. 51, sig., 394, sig.
Todo esto corresponde á la Sagrada Congregación del Concilio, como indica la
siguiente resolución:
«De competentia sacrae Congregationis Concilii super confraternitates
et pias uniones post Constit. Sapienti consilio.
«Proposito dubio, «utrum competentia super confraternitates a Constitutíone
Sapienti consilio tributa sacrae Congregationi Concilii se extendat quoque ad confra-
ternitates et pias uniones quae dependent ab Ordinibus et congregationibus religiosis,
vel erectae sunt in eorum ecclesiis seu domibus; an potius haec reservata sit sacrae
Congregationi de Religiosis»;
»Emi. Patres S. Congregationis Consistorialis, praehabito Consultoris voto, in gene-
ralibus comitiis diei 9 Decembris 1909 respondendum censuerunt. Affirmative ad pri-
mam partem, negative ad secundam.
«Facta vero, die insequenti, de his relatione SSmo., Sanctitas sua resolutionem
Emorum. Patrum ratam habuit et conflrmavit.
»C. Card. De Lai, Secretarius.
»L. ►Jt S. »SciPio Tecchi, Adsessor.»
(Acta A. Sedis, vol. 1, p. 814.)
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 25
374 BOLETÍN CANÓNICO
materias, aunque exijan interpretación del Tridentino; aunque se trate
de religiosos apóstatas, expulsos, secularizados ad tempus; puede con-
ceder el tránsito para otra Orden más estrecha; cuida de la ejecución
de las constituciones y mandatos de la Sede Apostólica sobre regulares,
fomentando la caridad y la observancia regular en todas las Ordenes
y Congregaciones religiosas, y debe ampararlas á todas, etc.
491. Correspóndele igualmente lo referente á nuevas fundaciones
de conventos ó casas religiosas, traslación de noviciados, designación
de visitadores, aprobación de nuevos institutos, mutaciones en las reglas
ó constituciones, etc. Faculta á los Obispos para la aprobación de ins-
titutos diocesanos, etc.
492. Es tribunal competente en todas las causas que se traten disci-
p linar mente, ya sean los religiosos actores, ya sean reos (véase el nú-
mero 449); las contenciosas pertenecen á la Rota (n. 165, sig.), salvo
siempre lo que es privativo del Santo Oficio, como se dijo en el n. 313,
nota.
493. Resuelve las cuestiones de precedencia de los religiosos entre sí
ó con respecto á otros. (Cfr. n. 449.)
494. Concede todas las dispensas que hayan de otorgarse á los reli-
giosos, V. gr., para la enajenación de bienes (1) pertenecientes á ellos,
para recibir las sagradas Órdenes antes de la edad competente, etc.; con-
cede también decretos de secularización; á las religiosas de clausura, el
admitir educandas; á todas, el recibir mayor número de religiosas del
que permiten las Constituciones; que el confesor ordinario dure más de
un trienio; dispensa á las religiosas de los votos simples de perpetua
castidad y religión, etc.
• B) La competencia que le asignó Sixto V.
495. Sixto V, en su Const. Immensa, exponía así la competencia de
la Congregación de Regulares:
«Quinqué alios cardinales delegimus, quibus facultatem concedimus ut regularium,
claustralium, Mendicantium, non Mendicantium, hospitalariorum et militarium, possi-
dentium et non possidentiura, cujusvis demum Ordinis sint, controversiis, dubitatio-
rtibus consultationibusque propositis respondeant. Causas vero, quas inter ipsos reli-
giosos oriri contigerit, juxta quarumcumque Religionum instituía eorumque disposl-
tionem, superiores illorum definiant atque terminent. Dum autem inter episcopos et
regulares dubitationes inciderint, quae sub decretorum concilüTridentinidispositione
aut interpretatione comprehendantur, eas ad eamdem congregationem concilii remit-
tant. Audiant itidem ac decidant praedicti cardinales causas et controversias inter
praedictos Ordines vertentes, sive in universum sive ratione particularium locorum,
(1) Cuando se trata de conceder la composición á los usurpadores de bienes ecle-
siásticos, aunque estos bienes sean de religiosos, concede tal composición la Sagrada
Congregación del Concilio (S. C. Consist. 8 de Jul. de 1909: Acta A. Seáis, vol. 1 pág. 577.)
BOLETÍN CANÓNICO 375
dummodo formam judiciariam non requirant. Concedimus etiam ut dictis regularibus,
non ad laxiorem nec ad parem, sed ad arctiorem religionem transeundi, iis quos fervore
spiritus incensos ad perfectioris vitae statum transiré velle constiterit, non obstantibus
quibuscumque praedecessorum nostrorum decretis, licentiam daré possint. Apostata-
rum quoque, ejectorum et praeterea extra monasteria degentíum aiit vagantium causam
lidem cardinales audiant et cognoscant, eosque coercendi potestatem tiabeant. Curent
praeterea visitationis apostolicae jussa, et constitutiones editas aRomanisPontiflcibus
circa ipsos regulares exequendas et in usum introducendas. Provideant insuper regu-
lares laudatae vitae, zelo Dei et salutis animarum et prudentia spiritus praeditos, "Insti-
tutorumque reguiarium Ordinis et laudabilium consuetudinum peritissimos, qui cura
necessitas exegerit, provincias sui Ordinis, et non alterius, receptis a nobis litteris, ad
omnipotentis Dei laudem et locorum utilitatem, saiubriter visitare valeant. Sub nomine
autem reguiarium etiam moniaies, cujusvis sint regulae et observantiae, comprehendi
volumus. Omne denique studium cardinales ipsi impendant ut ab inferioribus erga
superiores debita humilitas et obedientia, ac vicissim a superioribus erga illos paterna
benevolentia in multa caritate et disciplina, in spiritu lenitatis adhibeatur, nevé domi-
nentur inter fratres, sed superiores ipsi patres se esse meminerint. Postremo eosdem
cardinales quasi religiosorum omnium tutissimum perfugium esse volumus, ut eorum
auctoritate et auxilio recreati, studium religiosae vitae et regularis perfectionis sine
impedimento strenue percurrant.» (Bull. Rom. Taur., vol. 8, pp. 993, 994.)
496. Más ampliamente se explicaban esas facultades en el Breve
Romanas Pontifex de 17 de Mayo de 1586:
«Ad omnia, et singula negotia, causas, et accidentia utriusque sexus, ac quorumvis
ordinum reguiarium personas ecclesiasticas, loca, bona, et jura quomodolibet concer-
nentia, et dependentia ab eisdem cum suis annexis, et connexis quae ad sedem apo-
stolicam pro parte ipsorum reguiarium, seu contra ipsos active, vel passive, seu alias
quomodolibet deferentur; necnon etiam ad omnes, et singulas religiosorum omnium,
qui extra claustra monasteriorum suorum tam a suis superioribus ejecti; quam forsan
ex propria temeritate, aut alias sine eorumdem superiorum licentia vagantes, seu sub
quavis specie Religiosorum commorantes vivunt petitiones, supplices libellos, lites,
quaestiones, et controversias, illorumque causas, et merita privative, quoad omnes,
simpliciter, et de plano, sine processu, seu aliqua figura judicii etiam extrajudicialiter
audiendum, examinandum, cognoscendum, et quae illis decidenda videbuntur, deciden-
dum fineque debito terminandum, ac omni, et quacumque appellatione, reclamatione,
vel recursu remotis, et quae decernenda, et ordinanda eis videbuntur, exequendum seu
exequi mandandum et faciendum; quae vero ad nos referenda judicaverint, referendum
et quidquid super ad nos relatis decreverimus, juxta ordinationem per nos eis, etiam
vivae vocis oráculo, de quo eis credi volumus, faciendum exequi, et fieri mandandum
tenore praesentium constituimus, et deputamus; super quibus ómnibus, et singulis,
Motu, scientia, et potestate similibus plenam, et liberara praenominatis cardinalibus
impartimur facultatem, et auctoritatera, ita, ut quae illi in causis, et negotiis praedictis
quibuscumque decreverintstatuerint, et ordinaverint, jusserintque, earadem vira, idem-
que robur obtineant in judicio, et extra illud, ac si a nobis ipsis decreta, statuta, ordi-
nata, et jussa essent.» Analecta Jar. Pontif., vol. 1, col. 1.372.
D) Cambios de competencia.
497. Lo que era propio de la Congregación de Obispos ha pasado en
gran parte á la Consistorial y en parte á la del Concilio.
498. Pierde la competencia que comulativamente con la Sagrada
Congregación del Concilio y la Rota tenía sobre las causas contenciosas
376 BOLETÍN CANÓNICO
de nulidad de profesión religiosa, si la causa se entablaba dentro del
quinquenio después de hecha, ó sobre las de restitución in integrum,
pasado dicho quinquenio. Cfr. Bened. XIV, Const. Justitiae et pacis, 2
de Octubre de 1746; Si datam, 4 de Marzo de 1747. Véase el n. 450 y
Colomiattí, 1. c, vol. 2, p. 191 .
499. Ha adquirido del Santo Oficio lo referente á la dispensa de los
votos hechos en Orden ó Congregación religiosa (n. 321) y de la de
Propaganda Fide la jurisdicción sobre los religiosos de rito latino (en
cuanto religiosos) que se hallen en los territorios á ella sujetos.
§ in
MODO DE PROCEDER
A) Normas generales.
500. El lugar de sus reuniones es el Vaticano. Antiguamente se
reunía la Congregación en casa del Cardenal más antiguo.
501. Tiene sus reuniones en viernes, como antes también las tenía.
Colomiatti, 1. c, vol. 2, p. 132,
502. En los asuntos relativos á los religiosos suele la Sagrada Con-
gregación pedir el parecer y voto del Procurador general del respectivo
instituto religioso, y á veces el del mismo General.
503. En los asuntos más graves se designa un Cardenal Ponente, que
estudia la causa y propone á los otros Cardenales la solución que juzga
debe darse al asunto. Véase la nota del n. 484. En otros de menos grave-
dad informa el Secretario, como lo hace en la del Concilio, por ejemplo.
504. El Secretario de la de Obispos y Regulares era recibido en
audiencia por el Papa los viernes por la tarde, si no eran días festivos
ó de vacación. Ahora el de la de Religiosos no tiene día señalado y
debe pedir audiencia cuando la necesite. {Ada. A. Sedis, vol. 1, p. 195.)
505. Cuando él Secretario afirma que el Papa le ha dado alguna
orden vivae vocis oráculo, se le debe dar fe. (Urb. VIII, const. Alias,
11 Abr. 1635.)
506. Con respecto á los asuntos que deben tratarse en la Congrega-
ción plenaria y á los que corresponden al Congreso sígnense las normas
generales que hemos expuesto en el n. 285-288.
507. Nótese solamente que todo decreto en que se alaba y aprueba
algún instituto religioso, ó se aprueban sus Constituciones, ó se introduce
alguna mutación substancial en las ya aprobadas, corresponde á la Con-
gregación en pleno.
J. B. Ferreres.
(Continuará.)
EXAMEN DE LIBROS
El Clero en la Política, por D. Antolín López PelAez, Obispo de Jaca.—
Barcelona, Gustavo Gili, editor, calle de la Universidad, 45, MCMX. Un vo-
lumen en 8.° prolongado de 310 páginas, 3,50 pesetas.
Este nuevo libro del insigne polígrafo limo. Sr. López Peláez, es
nueva muestra de su gran saber, de su extraordinaria erudición y de su
notable talento y hasta de su arte de escribir, que hace grata la lectura
de sus obras.
El asunto de la presente no puede ser más importante ni de mayor
actualidad: El Clero en la Política. Cuantas cuestiones de alguna monta
se han suscitado sobre este tema quedan dilucidadas y resueltas en sus
doce capítulos. Expuestas en el primero la política del Clero, las diver-
sas significaciones de la palabra política, muestra el ilustrísimo autor
que hay política, la liberal, con la que debe meterse el Clero, comba-
tiéndola con todos los medios que estén en su mano; hay política de ban-
dería, que no ofrece relación con el bien de la Iglesia y de la patria, en
la que no debe meterse, y hay política, ciencia y arte de gobernar y de
legislar, que «no es otra cosa que el derecho natural mismo y su aplica-
ción según las diversas circunstancias de los pueblos»; y esta es la poli-
tica del Clero, la que el Clero, como maestro de la Moral, de la que es
parte el derecho, ha de enseñar á los mismos gobernantes, la que ha de
procurar, con prudencia y oportunidad, tengan todos para defender la
legítima libertad de la Iglesia, etc.
Trata en el segundo de las relaciones que debe guardar el Clero con
los partidos políticos, conforme á las instrucciones de la Santa Sede, y
hace ver en los siguientes cuan sin fundamento se habla del clericalismo
en la política, del Ministerio clerical (el último conservador), cuan injus-
tamente se impide la debida intervención del Clero en el Senado, en el
Congreso y en ciertos cargos públicos, é indica la conducta que con-
viene al Clero en las elecciones, en la prensa periódica, dentro del tem-
plo, en el pulpito, etc. «No nos proponemos, escribe (pág. 305), dar
reglas de conducta al Clero, sino defender sus derechos, desconocidos ó
negados en la legislación vigente, y probar qué malamente han plan-
teado los anticlericales el problema religioso, fundándose en la excesiva
influencia del Clero, en la existencia creciente 'del clericalismo. Y de
relieve hemos puesto á la vez la injusticia que se comete por nuestros
legisladores poniendo á los eclesiásticos fuera de la ley al incapacitarlos
para desempeñar los cargos que á los demás españoles se permiten.» La
378 EXAMEN DE LIBROS
verdad es que de toda la obra se desprenden naturalmente reglas prác-
ticas y prudentes de conducta que ha de guardar el Clero respecto de la
política y los políticos, y que cuanto indica el insigne autor que se pro-
puso probar, lo demuestra sobreabundantemente, aunque no todas las
citas alegadas ni sus interpretaciones nos parecen exactas.
Una vamos á notar, por su importancia y por las graves consecuen-
cias que de ella podría alguien deducir contra la mente del ilustrísimo
autor.
En las páginas 32-33 se habla de una consulta hecha por el anterior
Obispo de Salamanca al Secretario de Su Santidad y de la respuesta de
éste, en los siguientes términos: «El Obispo de Salamanca, P. Cámara,
consultó al Secretario de Estado de Su Santidad «si deben llamarse
«liberales imitadores de Lucifer cuantos militan en los partidos guber-
«namentales de España, puesto que unos se intitulan liberales á secas y
"los otros liberales conservadores»; alo que le fué contestado que «reca-
» yendo la pregunta sobre el calificativo de imitadores de Lucifer, la res-
apuesta al punto, como se asegura, no podrá ser sino negativa», si bien
advirtiendo no ser conveniente darse los católicos el calificativo de libe-
rales, por lo menos sin explicar, cuando así lo exijan las circunstancias,
en qué sentido lo toman, y que el partido no ha de llevar en su progra-
ma, explícita ni implícitamente, doctrina alguna reprobada por la Iglesia;
»pues de lo contrario, ninguna explicación bastaría á quitar el mal efecto
'de la adhesión á tales partidos.»— Si fuese exacto lo que aquí se dice
desde si bien adviríiendo... que el partido; resultaría que no sería lícito
tomar parte en el gobierno del Estado formando en un partido político
que se propusiera gobernar con una Constitución en que haya algo malo
prohibido por la Iglesia; y no sería lícito, aunque uno declarase expre-
samente que toma parte en aquel Gobierno y forma en aquel partido no
aprobando nada de lo malo del programa de éste, ni contribuyendo á es-
tablecer disposición ninguna contraria á la Iglesia, sino procurando
contribuir en cuanto pueda, al bien público y aun á corregir la Consti-
tución. Porque, según lo arriba copiado, ninguna explicación bastaría
á quitar el mal efecto (y, por tanto, mostrar la licitud) de la adhesión
á un partido, en cuyo programa, v. gr., en la defensa de la Constitución,
hubiese algo malo prohibido por la Iglesia. Y, sin embargo, «es obra
laudable (y por consiguiente lícita, según lo que escribe el ilustrísimo
autor citando á León XIII en la página 31) tener participación en el go-
bierno de los Estados, «á pesar de lo malo que hay en sus constituciones
»en los presentes tiempos, con tal que los que toman parte en la cosa
» pública (perteneciendo ó no perteneciendo á un partido político) no
•aprueben lo malo que hay en aquéllas, ni establezcan ó contribuyan á
«establecer en lo sucesivo providencias contrarias á la Iglesia, sino que
»Io hagan por contribuir en cuanto se pueda al bien sincero y verdadero
«del público, estando determinados á infundir en todas las venas del
EXAMEN DE LIBROS 379
«Estado, á manera de jugo y sangre vigorosísima, la sabiduría y la efi-
»cacia de la Religión católica». Lo cual es del todo evidente; pues for-
mando, con las condiciones dichas, en un partido que tenga algo malo,
ni se aprueba lo malo, y se hace una cosa buena al procurar el bien
común; se evita el escándalo que pudiera haber, manifestando que no se
aprueba nada malo; no hay cooperación formal á ninguna disposición
hostil á la Iglesia ni á nada malo, y la cooperación material que se preste
al partido por la fuerza ó recomendación que resulta de la presencia y
acción buena del que en él milita, se compensa y justifica con el propó-
sito y acción de procurar el bien común y de ir quitando lo malo que
en el mismo partido se encuentre.
Las palabras textuales del Cardenal Rampolla, tomadas del Boletín
Eclesiásüco de Salamanca y cotejadas con el texto italiano que trae el
mismo Boletín, Abril, 1891, las dejamos copiadas en otro lugar (1). Son
éstas: «Observa, no obstante (la persona competente á quien encargó la
respuesta el Cardenal), ser necesario (2) que los católicos, al dar el
nombre á partidos que se intitulan liberales, tengan programa tal que no
contenga, ni explícita ni implícitamente, doctrina alguna reprobada por
la Iglesia, pues de lo contrario...», etc. Donde aparece con toda claridad
que el sujeto nominativo del verbo tengan, es los católicos al dar su
nombre á partidos que se intitulan liberales; ni, ¿cómo podía ser otro, si la
respuesta había de corresponder á la pregunta? Ésta se refería á las per-
sonas que militaban en los partidos gubernamentales en 1891, con la
Constitución tolerantista del 76.
Nos ha parecido necesario ó muy oportuno hacer esta observación,
porque son varias las publicaciones en España que, copiando las pala-
bras del Cardenal, han añadido por su cuenta y entre paréntesis, des-
pués de tengan, la palabra {estos partidos), dando así á aquéllas un sen-
tido rechazado por su texto y su contexto y en oposición á la doctrina
arriba expuesta de León XIII.
P. ViLLADA.
Theologia Brugensis. — De Sponsallbus et Matrimonio. Tractatus
canonicus et theologicus, auctore Aloysio Di:smet, S. T. L., eccl. cath.
Brug. canónico ad honores, in majori Seminario Brugensi theologiae profes-
sore.— Brugis, Carolus Beyaert, editor. MCMIX. Un tomo en 4.° de pági-
nas XXVII-503.
El autor divide la obra en dos libros. En el primero trata de los
Esponsales y en el segundo del Matrimonio. Este último divídelo á su
vez en tres partes, que tratan, la primera, del matrimonio en general; de
(1) Véase Reclamaciones legales de los católicos españoles, nueva edición, pág. 58,
y también Razón y Fe, tomo V, pág. 69.
(2) En Reclamaciones se puso, por equivocación ó errata evidente, no es necesario.
380 EXAMEN DE LIBROS
los impedimentos del matrimonio la segunda, y la última de las dispen-
sas y convalidación del matrimonio.
Comienza el tomo con un índice analítico, al que sigue una preciosa
enumeración de las fuentes y autores consultados. Al final del tomo
hállanse diversos formularios, y termina con un minucioso y oportuní-
simo índice alfabético.
Es obra de relevante mérito por su erudición, claridad, solidez y con-
cisión.
Trata el asunto, no sólo canónica, sino también moral y dogmática-
mente. Va acompañado de numerosísimas indicaciones históricas, tanto
referentes á la legislación canónica, como á la historia profana (véase,
por ejemplo, núm. 50, sig., lo referente al origen del matrimonio), que
facilitan la perfecta inteligencia de las cuestiones que trata. Mácense
también oportunas referencias al derecho civil romano y al de Bélgica.
Tampoco pierde de vista las cuestiones fisiológicas relacionadas con los
puntos que va tratando, las cuales ha estudiado el autor en los mejores
tratados.
La obra está acomodada al decreto Ne temeré y á la nueva organi-
zación de la Curia romana.
El autor ha tenido á la vista, no sólo el mencionado decreto, sino
también las declaraciones posteriores, algunas de las cuales llegaron á
sus manos cuando la impresión tocaba á su término.
No se olvida de tratar las cuestiones más interesantes y más discuti-
das entre los modernos.
En la cuestión utrum necne sponsi, fornicando cum tertia persona,
speciali injustitiae malitiae in confessione dedarandae sint obnoxii
erga alteram partem, sostiene con solidez la parte afirmativa quatenus
utrique partí fornicantí gravis injustitiae reatas sit agnoscendus
pág. 17, sig.), la cual parécenos también más probable, aunque no cierta.
En la referente á la imposibilidad de acudir al párroco y poder con-
traer con solos dos testigos, conforme al art. VIII del decreto Ne temeré,
muéstrase inclinado á favor de cierta imposibilidad media (pág. 85), lo
cual nos parece menos fundado.
Sostiene también que ahora, como antes, el domicilio debe adquirirse
en alguna parroquia (pág. 89); entiende que la nueva legislación excluye
el cuasi-domicilio (ibid.), y que no debe tenerse por vago el que ha
habitado en una parroquia un mes entero (pág. 90, nota 2), por más que
en ninguna parte tenga domicilio ni cuasi-domicilio.
En la pág. 170, donde dice: «Quinimo non videntur reprobandi con-
fessarii, qui, in desperatis adjunctis, per modum ultimi effugii, permittunt
conjugibus tanquam minus malum, ut copulam exerceant ea lege ut eam
incoeptam abrumpant ante seminationem», hubiérase deseado alguna
mayor explicación.
También en la cuestión relativa al juez que se ve obligado á pw-
EXAMEN DE LIBROS 381
nunciar sentencia de divorcio, según las leyes civiles contrarias al dere-
cho canónico, se inclina á la opinión más benigna (pág. 265).
Juzga que prácticamente «matrimonium mulieris excisae non est
impediendum», aunque especulativamente se muestra más inclinado á la
sentencia opuesta (pág. 337), y de ambas afirma que son sólidamente
probables.
En la pág. 341 , al tratar la cuestión de foecundatione artifician,
entiende la condenación en el mismo sentido en que la expusimos en
Gury-Ferreres, vol. 2, n. 908 bis.
Es de los pocos autores á quienes parece más conforme, al tenor del
decreto, que la nulidad de los esponsales clandestinos afecta sólo al
fuero externo et quoad effectus canónicos qua tales, adeo ut iamquam
sponsalia non agnoscantur quidem ab Ecclesia, nec ex illis oriatur
publica honestas nec obligatio nubendi quae in foro externo possit
invocari, illis vero relinquatur efficacia ipsis in foro interno et coram
jure naturali competens (pág. 8).
Opinión que, en cuanto á su última parte, hemos refutado amplia-
mente en Razón y Fe, vol. 2, pág. 112, sig.; vol. 3, pág. 106, sig.; vol. 19,
pág. 351, y en nuestro opúsculo Los Esponsales y el Matrimonio,
núm. 67, sig., y en especial números 100, 101, 103-112, 117, 119-138, 142-
149, 163-165.
La obra del doctísimo Desmet prueba que aquella amplia refutación
no era inútil, como alguien quiso suponer, antes por el contrario, era de
especial interés, como observó oportunamente La Civiltá Cattolica en 1."
de Mayo de 1908.
Que la presencia del párroco en cuanto es necesaria para la validez
del matrimonio, no es acto de jurisdicción, sino simplemente de testigo
cualificativo ó autorizable ó de mayor excepción, dícelo hermosamente
por estas palabras: «Ex ipsa confectione decreti Tridentini Tametsi, ex
qua confectione innotescit sacerdotem ibi tnerum agere testem au-
ctorizabilem; in prima nempe et secunda propositione Patribus oblata,
exigebatur praesentia trium testium quorumcumque, in tertia autem et
quarta statuebatur ut unus e tribus testibus esset sacerdos (1), adeo
tamen ut ejus officium esset meri testis, eo vel magis quod plures volue-
rint ipsi substituere notarium» (pág. 123).
(1) La doctrina expuesta por Desmet es llana y corriente; pero como no ha faltado
quien ha tropezado en ella y le ha parecido extraña y distinta del lenguaje oficial de la
Iglesia, nos permitimos las siguientes indicaciones:
En la primera fórmula propuesta á los PP. del Concilio Tridentino, se leía: «Staluit
et decernit ea matrimonia, quae in posterum clam, non adhibitis tribus testibus, con-
Irahentur, irrita fore ac nulla.» Theiner, Acta genuina Concilii Tridentini, vol. 2,
pág. 314.
Vese esta doctrina aún más clara por los pareceres de los Obispos que alli se leen,
por ejemplo: (Virdunensis) «absque tribus testibus» (pág. 321); (Parisiensis) «quod
testes sint legitimi et unus eorum sit parochus» (pág. 321); ('C^/ro/2e/7s/s> «quod te-
382 EXAMEN DE LIBROS
Notamos que atribuye á Carlos III, que murió en 1788, la pragmática
de 1803; error en que han incurrido otros muchos, como ya hicimos
notar en Razón y Fe en Enero de 1902, y en nuestro Comentario al
decreto Ne temeré, núm, 43, nota, números 74, 76, 85, etc.
Lástima que en tan precioso tratado se diga tan poco de parroquias
personales, y nada de la celebración del matrimonio en las naves.
De todos modos la obra de Desmet es de las que pueden recomen-
darse sin restricciones.
J. B. Ferreres.
Praktlsche Winke zur Elnführung der neuen Choralbücher, von
Otto E. Drinkwelder, aus der Gesellschaft. Jesu.-Innsbruck, 1909, Eugen
Sibler, Verlagsbuch-handlung. — Advertencias prácticas para la intro-
ducción de los nuevos libros corales, por Otto E. Drinkwelder, de
la Compañía de Jesús. Un vol. en 8.° de 56 págs. 1,50 coronas.
Estudia este librito la manera más práctica de restaurar en todas las
iglesias, aun en las más pobres y desprovistas de elementos, la dignidad
y belleza del canto litúrgico, aprovechando la oportunidad que ofrece la
introducción de las nuevas ediciones de los libros corales, y el empeño
decidido que se advierte en muchas partes de secundar el Mota proprio
de Pío X. No se limita el autor á proponer un conjunto de reglas dicta-
stes sint cives, et unus sit presbyter» (pág. 321); (Coloniensis) «De testibus dicatur,
quod sint legitimi et unus sit sacerdos» (pág. 322); (Albiganensis) «ínter testes sit unus
sacerdos» (pág. 323), etc.
La misma doctrina se halla á cada paso en los documentos oficiales de la Iglesia,
como puede verse en las siguientes anotaciones:
El Santo Oficio en 17 de Mayo de 1869 decia: «Certum enim exploratumque ómni-
bus est cum agitur de parocho nuptiali contrahentium consensui adsistente, quamcum-
que ejus sive renuentiam, sive contradictionem, sive etiam artificium quo simulet per-
sonam se esse a parocho diversam, efficere minime posse ut in eo actu desinat esse
verus contrahentium parochus, seu tesils lile <|iialificatiis et auctorizalillis ad
excipiendum contrahentium consensum ab Ecclesia constitutus.» (Inst. ad Archiep. S.
Jacobi de Chile.— Cfr. App. ad Concil. Píen. Amer. Lat., núm. XXXII (pág. 254).
<'In primis tolerari posse dixerunt quod in república Chilena parochi cathoUci alii-
que sacerdotes parochorum vice fungentes matrimoniis haereticorum taniquam meri
testes quaíificati et auctorizabiles assistant.» (Ibid., pág. 255.)
Lo mismo habla escrito en la Instrucción de 30 de Enero de 1867: «Rem deferendam
esse ad R. P. D. Episcopum qui, sicut ei opportuna nunc facultas tribuitur, inspectis
ómnibus casus adjunctis, permitiere poterit ut parochus matrimonio passive intersit
tamquam testis autorizabilis.» (Collect. S. C. de Prop. Fide, núm. 1.300, edic. 2.^)
El Concilio Plenario de la América Latina en su núm. 175, dice: «Quo in casu, paro-
chus matrimonio passive intersit, id est absque benedictione, aliove ritu ecclesiastico,
tantum tamquam testis auctoñzabilis, dummodo cautum sit omnino catholicae educa-
tioni universae prolis, aliisque similibus conditionibus.»
Idénticas palabras emplea el Santo Oficio en la Instrucción á los Ordinarios del
Brasil: «Res deferenda est ad Ordinarium, qui sicut ei opportuna nunc facultas tribui-
tur, inspectis ómnibus casus adjunctis, permitiere poterit, ut parochus matrimonio
passive intersit, id est absque benedictione, alioque ritu ecclesiastico, tamquam testis
EXAMEN DE LIBROS 383
das por la experiencia, sino que, remontándose más alto, y sin dejar por
eso de descender á los más prácticos pormenores, logra interesar y entu-
siasmar al lector con la verdadera y elevada concepción del canto coral,
parte esencial, sin duda, de la sagrada Liturgia en las fiestas más solem-
nes. En el capítulo I sienta el principio de que una función litúrgica
solemne no se compone de cantores y oyentes, ni es una audición ó con-
cierto dado á favor de los fieles. Es una especie de Oratorio á puerta
cerrada adonde no entran oyentes, sino fieles que han de tomar parte
más ó menos activa, no á la vez, en los cantos litúrgicos; es una expecie
de Oratorio con escenas en las cuales el papel principal está reservado
al clero, los coros al pueblo, y mediando entre ambas partes los cantores
de escuela. De esta idea tan fecunda deduce fácilmente lo que el canto
litúrgico tiene que ser, y la manera como en él han de intervenir los
fieles, los cantores, los chantres, el clero. Á este propósito trata el modo
como hay que instruir y educar al pueblo para que llegue á alternar con
los cantores aun en las partes invariables de la Misa. Este hermoso ideal
se convierte en práctica, realidad si la paciencia, constancia y amor al
canto coral eclesiástico se aunan con el celo y prudencia. Que esto sea fac-
tible, si lo dicho existe, lo prueban los hechos. Los centros de obreros can-
tan Misas enteras en coral, los Seminarios y Colegios dan ya el ejemplo.
authorizabilis, dummodo cautum omnino sit catholicae educationi universae pro-
lis, etc. (S. Off., 5 Jul. 1878. Collect. S. C. de Prop. Fide, núm. 1.495, edic. 2.^)
Por consiguiente, según el lenguaje oficial de la Iglesia, la presencia del párroco en
cuanto es absolutamente necesaria para la validez del matrimonio, según lo prescrito
por el Tridentino (y ahora por el decreto Ne temeré), es la de mero testigo cualificado ó
autorizable. Pues aunque estos documentos se refieren generalmente á los matrimo-
nios mixtos, la presencia del párroco que en ellos se autoriza es la prescrita como
necesaria por el Tridentino.
También los teólogos expresan con frecuencia estas ideas:
Así ¿«á^o. De sacramentis in genere, Disp. 8, núm. 216 «in hoc sacramento paro-
chus non est minister, nec ipse confert tamquam pastor, et distributor illud sacramen-
tum; sed assistit quasi testis, vel notarías publicas, ad quem non spectat examinare
merita suscipientis, sed fidem faceré, et testari quae videt.» (En la edición Vives, vol. 3,
pág. 427.)
Layman, Theologia Morali, lib. 5, tr. 10, pág. 2, cap. 4, núm. 8, escribe: «Parochus
seu sacerdos assistens matrimonio, non est minister ejus, sed tantum testis.>> (Lug-
duni, 1703, pág. 968.)
Del mismo modo se expresan los canonistas. Así Pichler, Jus. Can., lib. 4, tít. 3, n. 19
escribe: «Assistere matrimonio non est actas jurisdictionis.... absolute non est officium
Parachi qua talis; cum possit substituere alium, sed est actas testis legitimi, habentis
jus substituendi aliam.» (Augustae Vindelicorum, 1733, pág. 68.) Pirling. Jus. Can.,
vol. 4, lib. 4, tít, §. 3, n. 18, dice: «Assistere matrimonio non est actas jurisdictionis...
sed est actas testimonii ex juris dispositione requisitus ad valorem matrimonii.,.. Daré
alteri licentiam assistendi matrimonio, vel assistere per se ipsum, non est actus jurisdi-
ctionis, quia non pertinet ad parochum in quantum habet jurisdictionem, sed in quan-
tum est legitimus testis matrimonii habens facultatem substituendi alium. (Venetiis,
1759, pág. 87.)
384 EXAMEN DE LIBROS
Que los cantores deben tomar parte en las ceremonias litúrgicas,
dónde deben colocarse, qué vestidos deben usar, cómo se han de haber
durante los divinos oficios, etc., son otras tantas cuestiones, que con reglas
tomadas de la Liturgia y de su espíritu, se tratan muy por menudo en el
capítulo II. El III se extiende en consideraciones sobre el intolerable
abuso de acortar ó suprimir las partes textuales de los libros litúrgicos
corales. «El que se fastidie en una función litúrgica ó no tenga tiempo
para ella, que no asista; pero es triste que se gasten más de tres horas en
una representación, ópera ó concierto, y sean insoportables unos tres
cuartos de hora, que es todo lo más que debe durar una Misa cantada
(si el coral es lo litúrgico que debe ser).» La lengua del canto debe ser
la de la Iglesia en toda función litúrgica solemne; y esto lo prueba el
autor hasta la evidencia. En el capítulo IV se dedica á estudiar el oficio
propio del órgano en el canto coral, y á este respecto propone el autor
una nueva manera de acompañar el canto litúrgico, que quizá no esté
de acuerdo con la tradicional. Propone, con ejemplos, que el acompaña^
miento no se sujete servilmente á la melodía, sino, apoyándose en ella)
goce de cierta independencia y holgura, conservandt), claro está, su
carácter digno y religioso. Así resultará más artístico, menos monótono^.
Explícase aquí qué registros, según las diversas circunstancias, han de
emplearse; cómo y cuándo se debe modular en los preludios, interludios
y finales, y sobre todo el carácter que éstos deben tener.
En el último capítulo vuelve el autor á tratar con dignidad y altura
de miras su tesis del canto coral litúrgico. No se le ha de considerar
aislado, sino en consonancia con las demás artes litúrgicas. Ha de
corresponder, pues, á la pintura, arquitectura y estatuaria sagrada, y muy
especialmente á la sagrada oratoria. Las artes musicales, que en todo
han de estar sujetas y servir al canto litúrgico, al paso de las demás bellas
artes sagradas, deben formar un armonioso conjunto litúrgico, digno de
la casa de Dios y de su objeto, á saber: la honra, gloria y alabanza del
Altísimo y edificación del pueblo cristiano. Si todas estas artes respon-
den á fin tan alto, según la inspiración del Espíritu Santo y las prescrip-
ciones de la Iglesia, y si en estética y mística unidad concuerdan con el
canto coral, éste ya no será en la iglesia extranjero en tierra ajena, sino
que, viviendo la vida de la sagrada Liturgia, se hallará en su patria, cerca
del Altar.
Recomendamos, pues, el opúsculo á todos los párrocos y rectores de
iglesias y á cuantos se interesan de veras por la reforma de la música
sagrada según la mente de Pío X.
B. MiER Y Terán.
EXAMEN DE LIBROS SgS
Nach Petra und zum Sínai. Zwei Reiseberichte— nebst Beitrágen— zur bi-
blischen Geographie und Geschichte mit zwei kartenskizzen, von Ladislaus
SzcZEPANSKi, S. J.— Innsbruck, Rauch (Karl Pustet), 1908.— Á Petra y al
Sinai. Dos relaciones de viaje, con advertencias pertenecientes á la geografía
é historia bíblicas, acompañadas de dos mapas, por Ladislao Szczepaus-
K!, S. J. En 8." de XX-597 páginas.
Una relación más (como la que ofrece mi inolvidable compañero de
viajes en Oriente, recién nombrado profesor en el nuevo Instituto Bíblico
de Roma) sobre comarcas tan interesantes como las de Petra y del Sinaí,
fundada en la observación directa y reciente (1905-1906), nunca carece
de interés y utilidad, aunque no prestara más servicio que el de corro-
borar ó precisar relaciones anteriores.
Conforme al título, divídesela obra en dos partes: 1.', viaje á Pe-
tra, I-X; 2.\ viaje al Sinaí, XI-XXXV.
En la primera parte, saliendo en tren del pintoresco y abigarrado puerto
de Beirut, subimos el Líbano, atravesamos la antigua Celesiria, obser-
vando la variedad de tipos, trajes y lenguas que en el tren y desde el
tren es dado observar; subimos el Antilíbano y por la vera del Barádá
penetramos en la capital de Siria, Damasco, cuyas calles, bazares y mo-
numentos nos paramos á contemplar (I-III). Todo un capítulo se con-
sagra á narrar las increíbles demoras y entorpecimientos del Gobierno
turco en la construcción del ferrocarril sagrado de la Meca (IV).
Y aun es curioso, después de montar en el tren, ver los infelices soldados turcos,
arrastrados al Yemen, arrojarse uno tras otro á campo traviesa por aquellos desiertos.
Estas y otras escenas minuciosamente contadas, como el pararse la locomotora y re-
troceder al mejor tiempo, el espejismo de las ardientes arenas del desierto, la caza de
gacelas, la descripción del caballo árabe, la de un festín con los nómadas, todo cautiva
la atención del lector, que va de capítulo en capítulo, como el autor de estación en es-
tación, acompañándole hasta pasar la noche en las cercanías de Petra, la ciudad de los
sepulcros, cuya brillante historia aparece y desaparece con la rapidez de un meteo-
ro (V-VII).
Amanecemos otro día, y por un estrecho desfiladero penetramos en la
ciudad de los sepulcros y ya á medio camino admiramos el prodigioso
monumento del Gerra, mezcla de arte griego y egipcio, todo él, fachada
y naves interiores, labrado de una pieza en la roca viva. Y las maravillas
suceden á las maravillas, coronadas por la cumbre donde se eleva el Fa-
tüma, desde donde se domina toda aquella inmensa concha de piedra
rosácea en que se aduerme Petra (VII).
Aún más variada é instructiva que la primera es la segunda parte, en
la que comenzamos por admirar la tierra de Egipto, segunda patria de los
israelitas, como lo fué también de la Sagrada Familia. Y ¿dónde se esta-
bleció ésta el corto tiempo que moró en Egipto? Á través de la tradición
enmarañada y vacilante y entre los cuentos fabulosos de los Apócrifos,
trata el autor de abrirse paso y descubrir el núcleo de verdad que puede
haber en todo ello; y así se inclina á colocar la estancia de la Sagrada
386 EXAMEN DE LIBROS
Familia en Matariye, cerca de Heliópolis, y armoniza esta tradición con
la otra también antigua, que supone su estancia en el Viejo Cairo, en la
descuidada cuanto preciosa iglesia de San Jorge. Una y otra se con-
cuerdan con admitir la estancia en entrambos lugares. ¡Laudable y me-
ritorio esfuerzo el del autor en apreciar y esforzar los argumentos tra-
dicionales, de modo que si en cuestiones tan revueltas é inseguros
documentos no se logra certidumbre, reposa el ánimo y la piedad en el
terreno de lo verosímil y probable! (XI-XIII).
Para salir de Egipto y encumbrarnos hasta el Sinaí, tenemos que
atravesar el canal de Suez y el mar Rojo, cuyo paso dejó tan profundas
huellas en la historia del pueblo israelita, que no se borró jamás de su
memoria.
Cuerdamente se trata por separado la cuestión del pasaje de los israe-
litas, analizando primero el principal texto sagrado en que se consigna
el hecho (Éxod., 14, 21. 22. 29), deduciendo de aquí el carácter histórico
de la narración y concluyendo, por último, lo milagroso del mismo hecho,
milagro praefer naturam, en que fué la causa instrumental el viento fuerte
de Levante ó entre Levante y Mediodía, el cual separó las aguas y dejó
paso enjuto á los hijos de Israel. Milagro tanto más creíble cuanto no se
necesita para sostenerlo el explicar la separación de las aguas, como
vulgarmente se cree y buen número de exégetas han expHcado, cual si
hubieran formado las aguas á uno y otro lado un muro de cristal á modo
de callejón, el cual se desplomó después sobre el ejército de Faraón. Ya
que la palabra na^n, que significa muro, puede también tomarse en sen-
tido figurado, como defensa ó protección equivalente á un muro. Así que
iban los israelitas resguardados á la espalda por la columna de la nube,
y á diestra y siniestra, como por firme muro, por las aguas retiradas á los
senos más profundos del mar, caminando entretanto por aquel puente
construido por la mano del Todopoderoso (pág. 251).
Cuanto al lugar del tránsito, comienza por confesar la incertidumbre
que reina hasta la fecha en precisarlo. Con todo, hay que descartar las
anticuadas y extremadas opiniones, lo mismo de Richter, Thierbach,
Schleiden, Brugsch, que lo llevan por la costa del Mediterráneo, entre
éste y el lago Serbonis, como la del jesuíta P. Siccard, que hace salir á
los israelitas de Besatin, al sur del Cairo, y atravesar el mar Rojo bas-
tantes millas al mediodía del golfo de Suez.
Todas las otras hipótesis sostenibles se reducen á dos grupos: las que colocan el
paso en el mismo golfo de Suez, y las que lo trasladan á la región de los lagos Amargos,
incluyendo el lago de Timsah. Á esto último se inclina el autor, y da como probable
que fuera el punto preciso del pasaje entre los lagos Amargos y el Timsah, por un
brazo ó canal que los unía, en el cual, siendo menos la profundidad y masa de agua,
más fácilmente pudo obrarse la separación por el fuerte viento levantino, única causa
instrumental á que atribuye la Escritura la milagrosa separación. Expone luego los
reparos que hay contra la hipótesis que opta por el golfo de Suez, y al fin traza el
itinerario que verosímilmente debieron de seguir, dando por supuesto y probado que
EXAMEN DE LIBROS 387
Ramvs se halla en wadi Tamilát, cerca de TellRotáb, á cosa de 30 kilómetros al oeste
de Ismaeliye, y que la segunda estación de los israelitas, denominada Sukkot, estaba
en tell el Maslhüta, unos 16 kilómetros al oeste de Ismaeliye. Con esto se plantan los
jalones, si rio decisivos, al menos muy conducentes para la resolución del problema
(págs. 251-60).
Después de algunas excursiones por los alrededores de Suez, y des-
pués de una reseña geográfico-histórlca sobre la península del Sinaí,
empréndese el viaje en vapor por el canal de Suez y el mar Rojo, hasta
desembarcar en el pequeño puerto de et-Tur, desde donde en dos días
de andar en la nave del desierto, que es el camello, se arriba al deseado
punto del convento del Sinaí (XV-XVIII). Más que el monumental edifi-
cio, mitad convento y mitad fortaleza; más que los tesoros aún por des-
cubrir en códices griegos y siríacos de su biblioteca, atrae y cautiva el
ánimo el monte de la Ley, el Sinaí ó monte Horeb, llamado hoy monte
de Moisés, con su imponente altura de 2.244 metros, con su rojizo aspecto
de granito y pórfido, con sus cortes caprichosos, senderos arduos y pica-
chos inaccesibles.
Sigúese un interesante estudio topográfico sobre el campo de batalla
de Refedin, sobre el campamento de Israel; llámanse á juicio varias hipó-
tesis, más ó menos plausibles, acerca del mayor ó menor niimero de los
israelitas, dándose por probable, con algunas correcciones, la de Petrie
(pág. 408); y habiéndose de despedir del Sinaí y emprender la retirada
toda por tierra, aún nos aguardan agradables sorpresas en las nuevas
descripciones de «la perla del Sinaí», el Serbal, y aquellos oasis que
recuerdan los huertos de las Hespéridas, salidos de los cuales, como que
despertamos de un sueño y caminamos lentamente por aquellos desiertos
y languidecemos con la vida monótona de los nómadas; pero al fin toma-
mos puerto en Suez, y aquí nos rozamos con el movimiento europeo
(XXIV-XXXV).
No es posible cerrar el libro sin alabar y admirar el encanto con que
unas escenas se sucedan á otras con orden, fluidez y variedad y con
incansable lujo de pormenores, y aun es de celebrar la maestría con que
observaciones ajenas se asimilan é intercalan á las propias, rectificán-
dolas muchas veces y examinándolas siempre.
Si de algo peca la descripción, es de lujo de pormenores de poco
interés general; mas todos tienden á amenizar la aridez de un diario
escueto de viajes, que sin ellos resultaría. Tenemos, pues, un libro ameno
é instructivo, no sólo para el vulgo de los sabios, sino también para los
entendidos en general.
¿Cuándo se publicarán y lograrán salida en nuestra patria libros de
esta clase, que revelan el entusiasmo que hoy reina por los estudios
bíblicos y orientales?
M. V. Sáinz.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Carta-Pastoral de los Rvmos. Prelados
de la Provincia eclesiástica de Sevilla
y Normas de acción católica y social.—
Sevilla, librería é imprenta de Izquier-
do, 1910. En 4." de 76 páginas.
Con esta hermosa Pastoral mues-
tran los Rvmos. Prelados de la Pro-
vincia eclesiástica de Sevilla su viva
solicitud por secundar los deseos de
la Sede Apostólica. La carta del Pa-
dre Santo al Emmo. Cardenal-Arzo-
bispo de Toledo, encomendándole la
dirección de la acción social católica
en España y las Normas por el último
prescritas, han movido al excelentí-
simo Sr. Arzobispo de Sevilla y á sus
ilustres sufragáneos á publicar tan
graves documentos, entretejiéndolos
con sabias reflexiones y comenzando
por deplorar la raiz maligna de nues-
tros desastres, el Naturalismo, que
quiere arrojar de la sociedad á Cristo
y negar á la Iglesia todos los medios
de legítima influencia.
Bien venida sea la nueva luminosa
Carta. Que ella sirva para animar á
todos los católicos al buen combate,
que los aliente á luchar, levantada la
visera, contra los enemigos descubier-
tos ó solapados de la acción genuina-
mente católica.
N. N.
El Problema de la Enseñanza. Carta-
Pastoral que el Excmo. y Rvmo. Sr. Ar-
zobispo DE Valencia dirige á sus ama-
dos fieles diocesanos con motivo de la
santa Cuaresma. Edición de propagan-
da.—Valencia, 1910.
Con este título se ha publicado un
hermoso folleto para la propaganda,
la que deseamos sea viva y eficaz.
Y más aún deseamos se lean, se me-
diten, se practiquen las enseñanzas de
la Pastoral. « Cuestión de vida ó muer-
te es para España especialmente, dice
el excelentísimo autor, el problema de
la enseñanza.» Necesitamos la libertad
académica de la enseñanza contra el
monopolio del Estado; necesitamos
que ésta sea católica en todas las es-
cuelas, conforme á las leyes; hemos
de persuadir al pueblo que la escuela
laica, neutra ó sin Dios es escuela con-
tra Dios y contra el hombre mismo, á
quien no formará ciudadano honrado,
sino desgraciado impío; hemos de ejer-
cer la caridad, procurando muchas y
buenas escuelas católicas, y orar para
que Dios las proteja... AI fin, como
apéndice, se ha insertado oportuna-
mente la carta del Sr. Menéndez y
Pelayo al Sr. Obispo de Madrid-Al-
calá acerca de las escuelas laicas.
P. Justo Beguiristain , S. J. San Ignacio
de Loyola, Apóstol de la comunión
frecuente. — Eug&n\o Subirana, editor,
Puertaferrisa, 14, Barcelona, 1909. En 8."
de 64 páginas, 0,25 pesetas.
Publicado este opúsculo para con-
memorar el tercer centenario de la
beatificación de San Ignacio de Loyo-
la, trata especialmente de inculcar la
devoción favorita del Santo, la devo-
ción eucarística, y expone los trabajos
que por si y por la Compañía empleó
el Santo Patriarca para promover en
todas partes la comunión frecuente.
Tema muy oportuno y conforme á los
deseos de nuestro santísimo Padre el
Papa Pío X acerca de la comunión
diaria, á la que mueve con eficacia,
así como á tomar por Abogado á San
Ignacio «para que nos alcance del Se-
ñor una grande estima y un deseo ar-
diente de la frecuente y diaria comu-
nión .
P. V.
Der einheimische Klerus in der Heiden-
lündern (El Clero indígena en las tierras
de gentiles), por el P. Antonio Huon-
DER, S. J. En 8.°, X y 312 páginas, 5mar-
cos.— Herder (Friburgo), 1909.
El P. Huonder, director de la céle-
bre revista Die Katholischen Missio-
nen, es bien conocido como uno de los
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
389
principales tratadistas de misiones. Por
eso nos alegramos de que haya toma-
do á su cargo el escribir esta obra so-
bre la cuestión importantísima de la
formación del clero indígena en las
misiones de infieles, de la cual tanto
se ha escrito y disputado en estos úl-
timos años. El método seguido por el
R Huonder ha sido el de ir directa-
mente á las fuentes; con ellas va reco-
rriendo una por una las principales
misiones católicas, y nos va mostrando
con estadísticas y documentos irrefu-
tables lo que se ha trabajado en cada
una de ellas para la formación de un
clero indígena en estos cuatro últimos
siglos y los resultados que se han ob-
tenido hasta el presente. De todo el
libro resulta que la causa principal de
que no se haya resuelto hasta ahora
en las misiones modernas la gran
cuestión de formar en cada una un
clero indígena independiente de los
misioneros europeos, no está en el
falso método de los misioneros, sino
en haber faltado á estas misiones las
circunstancias favorables que ayuda-
ron á la cristianización de Europa en
las Edades Antigua y Media. Pero es
consolador ver que, á pesar de las
grandes dificultades de las misiones
de la Edad Moderna, se han echado
ya en ellas los fundamentos para
un clero indígena, como lo prueban
los 3.600 sacerdotes y 5.200 semina-
ristas indígenas de las actuales misio-
nes (esto sin contar las misiones de
Oriente). Las faltas de algunos misio-
neros aislados, en la resolución de este
importantísimo problema, las reconoce
ingenuamente el P. Huonder. Con este
trabajo de sana crítica se pueden dar
por definitivamente rechazadas las se-
veras acusaciones que levantaron Lu-
quet y Rohrbacher contra los misio-
neros de la Edad Moderna, y que han
sido reproducidas últimamente por
Joly, con mucha decisión, sin duda,
pero con poco conocimiento de las
fuentes históricas. Aunque el libro
del P. Huonder está lleno y, se puede
decir entretejido de documentos, se
lee con vivísimo interés. Muy opor-
tunos son también los numerosos gra-
bados que ilustran la obra.
H. G.
RAZÓN Y FE, TÜMO XXVI
José M.^ Torroja. Aplicaciones Métricas
de la Estereoscopia.— lAadrid, imprenta
de J. A. García, Campomanes, 6. Un
tomo en 4." de 104 páginas, con figuras,
5 pesetas en la administración de la
Revista de Obras Públicas, Plaza de
Oriente, 6.
El autor de esta obrita, al dar á co-
nocer en ella el método de medición de
distancias por la visión estereoscópica,
excita al mismo tiempo el deseo de
estudiar á fondo el tal método, merced
á la reseña que hace en el último capí-
tulo de las muchas y variadas aplica-
ciones que en diferentes países se han
hecho de la Estereoscopia en las artes
militares, en Astronomía, Marina, Me-
trología y en viajes de exploración.
Por esto, idea feliz ha sido la de aña-
dir al final de esta obrita una nota bi-
bliográfica para los que deseen am-
pliar los conocimientos que somera-
mente se exponen en este opúsculo,
que será útil, tanto á los que por su
profesión se ocupan en la rpedida de
distancias y en problemas topográficos,
como también á aquellos que con inte-
rés siguen los progresos y adelantos
de las ciencias.
Como introducción al asunto, da una
idea de los estereoscopios de Wheats-
tone y de Brewster, para así exponer
después, como lo hace, el modo de de-
terminar la posición de un punto, dedu-
cida de una vista estereoscópica, ó sea
de una vista de relieve, resultante de
dos dibujos ó fotografías de un mismo
objeto. Pero la vista de relieve que así
se deduce, desaparece en cuanto á su
relieve, en el estereoscopio ordinario á
una distancia límite relativamente pe-
queña, y de ahí el autor toma pie para
describir en sus partes más esenciales
y exponer los principios en que se fun-
dan los aparatos, mediante los cuales
se logra eliminar aquella limitación de
distancia que existe en el estereos-
copio ordinario. De entre esos apara-
tos se ocupa del telestereoscopio de
Helmholtz, del estereoscopio de Cazes,
con la mejora que comporta sobre el
anterior, y del telémetro de Pulfrich-
Zeiss, que tiene de ventaja el dar la
distancia á que del observador se ha-
llan colocados lo8 objetos que percibe
á través del instrumento, sin necesidad
de cálculo ni construcción alguna. A
esta clase de aparatos siguen aquellos
26
390
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
otros en que la operación de determi-
nar la distancia se obtiene, no ya ob-
servando los objetos á través de un
sistema óptico binocular, sino mediante
la fotografía estereoscópica. De entre
estos instrumentos se describe con
bastante minuciosidad el estereocom-
parador, y muy someramente el este-
reómetro, por sólo diferir de aquél en
detalles de poca importancia. Hecha la
exposición de esos diversos instrumen-
tos, entra, finalmente, el autor en la
aplicación de la fotografía estereoscó-
pica á la topografía, dando primero una
idea general del método, después de
exponer con detalle el modo de operar
cuando se emplea un fototeodolito
Zeiss, cuya descripción hace, y termina
explicando el modo práctico de fijar en
el dibujo la posición de cada punto,
mediante sencillas construcciones grá-
ficas. Este es en substancia el resumen
del plan que en su opúsculo nos ha pa-
recido pretendía desarrollar el Sr. To-
rroja, salvas algunas ligeras omisiones
de nuestra parte, que ilustran, sí, la obra,
pero que, á nuestro parecer, no tocan á
su esencia, y por eso no se han men-
cionado.
J. M. Obeso.
Gfiía Escolar de España. (Unión Ibero-
Americana. Comisión permanente de
enseñanza), Julio de 1909, Madrid. En 8."
con 404 páginas, 2,50 pesetas.
Hay en España verdadera falta de
libros de información sobre nuestras
cosas; en términos que, no sólo á los
extranjeros, sino aun á los españoles
nos es incomparablemente más difícil
enterarnos de lo que tenemos en casa
que de lo que hay en otras partes.
No hace mucho tiempo, consultando
el Diccionario enciclopédico de Peda-
gogía, que se publica en Langensalza
bajo la dirección de Rein, hallábamos
sobre los internados minuciosas noti-
cias de todos los países cultos y semi-
cultos. Mas al llegar á España, decía el
articulista con toda sencillez: Carece-
mos totalmente de información..., y pa-
saba adelante.
Por desgracia, con libros como la
Guía Escolar no se remedia este de-
fecto; pues hace completa omisión de
las iniciativas particulares que cons-
tituyen una gran parte de los elemen-
tos docentes y educativos en nuestra
patria. Quien leyere dicha Gula, podrá
creer que en España no existe ya nin-
gún colegio de los que durante siglos
enteros habían tenido en ella los Pa-
dres Escolapios y Jesuítas, ni los que
han abierto en fecha posterior los
Padres Agustinos, Dominicos, Francis-
canos; ni han llegado acá todavía los
Hermanos de la Doctrina Cristiana, ni
los Maristas, ni tantas otras Congrega-
ciones que se dedican, para desespera-
ción de los sectarios, á la obra de edu-
car á la juventud española.
Por lo que toca á la educación de la
mujer, tampoco hallará rastro de las
instituciones religiosas que educan á
millares, y aun centenares de millares,
las niñas de todas las clases de la
sociedad. Pero en cambio se enterará
muy por menor de la historia de la
Asociación para la enseñanza de la
mujer, del Sr. D. Fernando de Castro...
¡que buen poso haya!
Si es así como se ha de dar á cono-
cer á nacionales y extranjeros nuestro
caudal docente, mejor será continuar
en la sencilla ignorancia de nuestras
cosas, en que hasta ahora vivimos...
¡y seguimos viviendo!
Tratado de análisis de la lengua caste-
llana, por D. Rufino Blanco. Quinta
edición.— Madrid, 1909. Un tomo en 8.°
con 240 páginas, 3 pesetas.
Es una lástima, é inconveniente insu-
perable, que los que se dedican á la
enseñanza de la lengua castellana ig-
noren el latín, clave de su etimología
y desarrollo. Sin el latín, el estudio de
la lengua castellana no podrá dejar de
caer en estéril pedantismo. Pero ya
que no esté en nuestra mano remediar
ese daño, son de alabar los autores
que, como el del presente libro, se
esfuerzan por dar á los futuros maes-
tros la enseñanza formal, única para
que están preparados.
El Sr. Blanco guía sucesivamente al
análisis gramatical, lógico, literario y
lexigráfico (denominación un tanto
ambigua), facilitando sumamente el
uso de sus métodos con las frecuentes
sinopsis esparcidas en el libro.
R. R. A.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
391
OBRAS HISTÓRICAS
Manuel d'Histoire ecclésiastique, adapta-
tion de la seconde édition hollandaise
du R. P. Fierre Albers, S. J., par le
R. P. Rene Hedde, O. P— París, librairie
V. Lecoffre, J. Gabalda et C'«, rué Bo-
naparte, 90; 1908. Dos tomos en 12.° de
XXXVI, 636 y 622 páginas, 8 francos.
Enchiridion Historiae ecclesiasticae uni-
versae, auctore P. Albers, S. J., ad reco-
gnitam et auctam editionem neerlandi-
cam alteram in latinum sermonem ver-
sum. Tomus I. Neomagi in HoUan-
dia, Sumptibus L. C. G. Malmberg,
MCMIX. En 8.", de VI-328 páginas.
Con los dos tomos que seguirán á éste,
6,50 florines, 11,25 marcos, 14 francos.
Dos ediciones en holandés, una
«mpezada en latín, una traducción y
adaptación en francés, otra en italiano
que se está preparando y alguna qui-
zá más son bastante prueba del valor
de este libro.
Y en realidad como manual es ex-
celente; pues, sin salir de los límites de
un libro de texto, gracias al método,
concisión y sobriedad, contiene mucha
doctrina y muy buena bibliografía. Al-
gunos puntos se hallan tratados con
especial diligencia, puntos que no
siempre se ven así expuestos en libros
de esta clase, v. gr., la relación de los
trabajos y viajes de San Pablo, inclu-
so su visita á España (1, 14-21 ed. fran-
cesa; I, 42-49 ed. latina), la estancia de
San Pedro en Roma (I, 24-27; 1, 52-55).
la extensión de la Iglesia al fin del
siglo IV (I, 62-67; 1, 88-93), la cuestión
sobre las ampollas encontradas en
las Catacumbas como señal de mar-
tirio (I, 117; I, 138), las discusiones
entre el clero secular y regular en la
Edad Media (II, 102-104), todo el capí-
tulo dedicado en esta misma época á
la ciencia eclesiástica, dividido en sus
párrafos de escolástica, mística, mo-
ral, derecho, estudios bíblicos y lite-
rarios (II, 105-135), etc., etc. En ge-
neral, es de alabar lo que nota el
P. R- Hedde (I-VIII), que la historia in-
terna de la Iglesia ocupe en este ma-
nual mayor extensión de la que ordi-
nariamente se le concede.
Esto no quita que algunos puedan
■encontrar puntos ó no tratados ó tra-
tados levemente; razón que movió al
P. Hedde á emprender una adaptación
francesa, y que haya descuidos inhe-
rentes á esta clase de obras. ¿A qué
español no extraña leer que Alfon-
so VI fué derrotado en Salacca (1,493);
que Carlos V se retiró á SnnYusie?...
(11,95)
Más grave es el juicio dado en la
edición francesa sobre Murillo como
pintor (II, 370): «Dont les travaux té-
moignent d'une vraie maitrise des cou-
leurs, mais souvent d'une expression
fade, parfois sensuelle: Assomption de
la Vierge, Saint Frangois et Jésus en
croix.> Frase que indica que quien la
escribió no ha visto un cuadro de Mu-
rillo; tanto más que al hablar de Mi-
guel Ángel y Rafael no hay ni una pa-
labra sobre las desnudeces del primero
ni contra el realismo de algunos cua-
dros del segundo.
De otro género es el descuido de la
pág. 302. Hablase de la sesión V del
Concilio Tridentino, en que se deter-
minó la doctrina sobre el pecado ori-
ginal, y añádense en nota, sin más
observación, estas palabras: «De
B. M. V. S. Synodus nihil definiré in-
tendit, quamvis pie credatur, ipsam
absque peccato originali conceptam
fuisse.>
Cualquiera diría que estas palabras
son del Concilio ó al menos declaran
su mente. Nada de eso; son, según Pa-
llavicini, del ilustre Obispo de Jaén el
Cardenal Pacheco; y que no fuera esa
la mente del Concilio (aunque sí la
mente particular de muchos Padres)
lo demuestra la porfiada aunque iniitil
lucha del Obispo para que esas ó pa-
recidas palabras pasaran en vez de las
propuestas. Cf. Pallavicini, 1. VII, capí-
tulo VII; cap. XIII, n. 2, y el número ex-
traordinario de Razón y Fe sobre la
Inmaculada, páginas 99-102.
Fuera de esto y alguna que otra co-
silla, el libro, como manual de Histo-
ria eclesiástica, es en realidad exce-
lente.
Vie de Saint-Euthyme le Grand (377-473),
les moines et l'Eglise en Palestine
au V^ siécle, par le R. P. Fr. Raymond
GÉNiER, du couvent dominicaín de Jéru-
salem. — Paris, librairie V. Lecoffre,
J. Gabalda et C», rueBonaparte,90; 1909.
392
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
En 12.", de XXXII-306 páginas, 4 fran-
cos.
El P. Géníer, después de examinar
sobre el terreno los restos que aun
quedan de la vida monástica de los
primeros siglos en Palestina, se propo-
ne suscitar una de las más grandes figu-
ras entre aquellos monjes, San Eutimio
el Grande, y alrededor suyo los recuer-
dos de aquella vida é iglesia de Pales-
tina del siglo V.
La acción, en efecto, de San Euti-
mio, como dice resumiendo (pág, 375),
se ejercitó en el orden monástico por
sus fundaciones, sus instituciones y,
sobre todo, por el ejemplo de sus vir-
tudes; en el orden eclesiástico, con
ocasión de los sucesos de Éfeso y
Calcedonia, por los consejos que dio
el Santo, su pronta sumisión á las de-
finiciones de la Iglesia, y, en fin, por
su constancia en sostener, aclarar y
defender los dogmas tan vivamente
impugnados entonces por la herejía.
Estas palabras hacen entrever el
interés del libro, que aunque el autor
dice estar escrito para edificación de
sus lectores, resulta de grandísimo
provecho para todos.
Alguien ha reconvenido al autor
porque parece defiende demasiado á
algunos de aquellos monjes que se
mostraron tenazmente apegados al
error monofisita.
Es digno de notarse en la pág. 230
lo que se dice sobre la comunión fre-
cuente entre los monjes, y en la pá-
gina 194 la confirmación de la lectura
defendida por Petavio dn duabus na-
tuñs, y no <:ex>, de la definición del
Concilio de Calcedonia sobre las dos
naturalezas en Cristo. — Cf. Enchiri-
dion, n. 148 (ed. 10.^).
Los mapas y figuras intercalados
adornan el libro y orientan al lector
sobre la posición más ó menos cierta
de las ciudades ó monasterios de que
se habla.
Vida de San Clemente María Hofbauer,
de la Congregación del Santísimo Re-
dentor, por el R. P. Tomás Ramos, re-
dentorista.— Madrid, administración de
El Perpetuo Socorro, calle de Manuel
Sil vela, 12; 1909. En 17 x 12, de 528 pá-
ginas, 2 pesetas.
Recientemente canonizado San Cle-
mente, su vida está llena de novedad
é interés, dado el campo en que se
desarrolló y las numerosas empresas
apostólicas que el Santo llevó á cabo.
Su acción en la capital de Austria,
sobre todo en el Congreso de Viena,
es por demás instructiva.
Esta Vida, aunque escrita sin pre-
tensiones de erudición, va fundada
toda ella en los Procesos.
Charles Stanton Devas. L'Église et le
progrés du monde; traduction de Tan-
gíais par le P. J. D. Folohera, des f reres
Précheurs.— Paris, librairie V. Lecoffre,
J.GabaldaetOs rueBonaparte,90; 1909.
En 12.", de III-312 páginas, 3,50 francos.
El autor, conocido por sus estudios
de Economía política, ha empleado su
ciencia en exponer con cierta novedad
cuanto se ha hecho para desarrollar
en el mundo el progreso ó civilización,
haciendo ver cómo en la Iglesia se
halla la fuente del verdadero progreso,
á pesar de ciertas antinomias más ó
menos reales que á primera vista pre-
senta su historia.
El género, más de conferencia que
didáctico, el método, más sintético que
analítico, obligan á interpretar en buen
sentido ciertas frases, á primera vista
no tan exactas.
La vie liturgique on l'áme se nourrissant,
se consolant, et tendant asa destinée
dans le service de Dieu par l'Église,
par M. EuGÉNE Chipier. — Librairie Ca-
toiique E. Vitte, Lyon, place Belle-
cour, 3; Paris, rué de l'Abbaye, 14; 1908.
En 16.", de XXII-434 páginas, 3 francos.
La liturgia de la Iglesia, por su san-
tidad, hermosura y variedad, es una
de las cosas que más pueden ayudar
á los fieles y á los ministros del culto
á caminar por la senda de su propia
perfección; unos y otros encontrarán
en las páginas de este libro, viva-
mente recomendado por el difunto Ar-
zobispo de Sevilla Cardenal Espinóla,
cómo asistir devotamente á los oficios
divinos ó tomar parte en ellos.
E. P.
Bibliothéque de l'enseignement de l'his-
toire ecciés. Histoire des dogmes 11: De
Saint Athanase á S. Augustin. 318-430,
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
393
par J. TixERONT.— París, Lecoffre, 1909.
Un volumen en 12." de III-534 páginas.
Precio, 3,50 francos.
Los lectores de Razón y Fe cono-
cen ya la obra del profesor Tixeront
en su primer volumen. El presente es
continuación de aquél: el autor hubiera
deseado encerrar en el tomo II la his-
toria hasta Cario Magno; pero no era
difícil prever la imposibilidad de reali-
zar este propósito, atendida la exten-
sión inconmensurable de las contro-
versias dogmáticas en los siglos IV
y V. Por eso se ha limitado á presen-
tar ahora la materia correspondiente
al siglo IV y primera mitad del V,
dejando para el volumen III la restante
hasta el siglo IX. Siéndolos escritores
de este fecundísimo período (318-430)
tantos en número, el profesor Tixeront
sigue en este volumen un método algo
distinto del seguido en el precedente.
Tomando por base las doctrinas mis-
mas, traza en primer lugar la historia
de las herejías propias de Oriente
(arrianismo, apolinarismo) y de Occi-
dente (donatistas, priscilianistas); ha-
ciéndolas seguir después, en dos gran-
des cuadros, del estado de la doctrina
de la Iglesia en el siglo IV. Preside en
este volumen, en cuanto es posible,
dada la extensión y complejidad del
argumento, la misma claridad de mé-
todo y exposición que en el tomo I. El
autor se felicita, no sin razón, de no
haber tenido necesidad de alterar cosa
substancial en su manuscrito al cote-
jarlo con la Encíclica Pascendi, ema-
nada antes de la impresión. De la
Biblioteca para la enseñanza de la
historia eclesiástica puede decirse lo
que de la Biblioteca para el estudio
de la Exegesis: que por su método,
claridad, buena doctrina y módico pre-
cio, puede formar un conjunto de tex-
tos para las clases.
Die Griechischen Christlichen Schriftste-
ller der ersten drei Jahrhunderte. Eu-
sebias Werke: zweiter Band, Die Kir-
chengeschichte herausgegeben, von
Dr.Ed. Schwartz: Die lateinische Ueber-
setzungdes Rufinen, von Dr. Th. Mom-
MSEN.— Leipzig, 1909 (Hinrich^.— ¿os es-
critores griegos cristianos de los tres
primeros siglos. Obras de Ensebio.
Tomo II: La Historia Eclesiástica, edi-
tada por el Dr. Ed. Schwartz. La ver-
sión latina de Rufino^ por Teod. Mom-
MSEN. Un volumen en 4." de CCLXXli-
218 páginas.
Con este volumen queda terminada
la edición de la Historia Eclesiástica de
Ensebio. El texto griego y latino salió
en los dos volúmenes precedentes, y
en este último ha recogido el doctor
Schwartz todo lo perteneciente, tanto
al estudio de los códices como á la ex-
plicación de los medios auxiliares para
el estudio, inteligencia y manejo fruc-
tuoso de la grande obra de Eusebio.
Es digna de notarse la economía de la
obra; es decir, los puntos capitales á
que obedece la distribución del argu-
mento en la Historia de Eusebio, noti-
cia importante para utilizar este arse-
nal de documentación sobre los orí-
genes del Cristianismo.
El Nuevo Testamento en griego y espa-
ñol. Texto griego conforme á la tercera
edición crítica de Federico Brands-
cheid; versión española por el P.Juan
José de la Torre, de la Compañía de
Jesús.— Friburgo, 1909 (Herder). Un vo-
lumen en 18." de 755, XXXlV-603 y 753
páginas. Precio, 10 francos.
Hace tiempo que el R. P. Juan José
de la Torre traía entre manos la ver-
sión del texto griego del Nuevo Testa-
mento, que hoy da á luz, ofreciéndola
á los que en España y países dé lengua
española se dedican á la lectura de la
Sagrada Escritura. Siempre fué opor-
tuna la versión directa del griego, tra-
tándose del Nuevo Testamento; pero
lo es mucho más hoy por el vuelo que
en todas partes ha tomado el estudio
de la Biblia en sus fuentes. Quien le-
yere el prólogo del traductor, tal vez
no se formará idea exacta del valor del
libro, porque el P. La Torre habla con
excesiva modestia; y esta virtud, aun
cuando no peque de excesiva, es poco
apreciada el día de hoy, si se excep-
túan círculos de personas muy escogi-
das y discretas. Traducciones directas
del griego, apenas las poseemos en
lengua española, porque las de Cipria-
no de Valera y Casiodoro de Reina, por
más que se venden por tales, en rea-
lidad no lo son, pues dependen de la
Vulgata, separándose del original mu-
394
NOTICIAS BIBLIOCiRÁFICAS
cho más de lo que vulgarmente se cree
aun entre personas doctas. La del be-
nedictino Muñoz, aunque hecha tenien-
do á la vista el texto griego de las Com-
plutenses, tampoco es propiamente una
versión directa del griego, y mucho
menos lo son las de Scio y Amat, que
no se propusieron tampoco hacer una
versión del original. Entre las traduc-
ciones, pues, del Nuevo Testamento
que circulan en lengua española, hechas
teniendo en cuenta el original griego,
bien puede decirse que la del P. Torre
es la única á quien conviene en propie-
dad el título de versión directa del
original griego.
Con respecto á su valor, el P. Torre
posee perfectamente ambos idiomas,
como saben todos cuantos le conocen,
y ha empleado muchos años en su tra-
bajo, cambiando, corrigiendo, limando
y esforzándose por la exactitud en la
correspondencia de texto y versión en
conjunto y detalles, cuanto le ha per-
mitido su profundo conocimiento de la
lengua castellana y su erudición nada
común en materias bíblicas. Todo el
mundo sabe lo difícil que es interpre-
tar con exactitud muchas voces y par-
tículas griegas, v. gr., en el Apóstol
San Pablo, no sólo por su variedad y
por la fisonomía especial impresa en
ellas por la Teología del Nuevo Testa-
mento, sino por las concepciones per-
sonales del Apóstol; pues bien, el Pa-
dre Torre ha hecho un estudio muy
detenido y preciso de todas estas con-
diciones. La versión del P. Torre es,
pues, fiel y exacta, llevando á veces
estas propiedades á un grado parecido
al del Contentiosus Aquila en su ver-
sión del texto hebreo, pero sin incurrir
en las nimiedades y extravagancias del
traductor judío. Tal vez no faltará
quien crea exagerado este juicio y dic-
tado más por la comunidad de hábito
que por el mérito de la obra; pero sin
disimular la estima que por muchos y
justísimos títulos nos merece el autor,
creemos poder añadir que ninguno de
esos motivos ha influido ni en la for-
mación ni en la fórmula de nuestro
juicio, y tenemos por cierto que quien
leyere el libro convendrá en nuestras
apreciaciones.
El texto de Brandscheid á algunos
les parece menos crítico que los de
Tischendorf, Nestle ó B. Weiss, Fre-
gelles ó Wescott-Hort: por nuestra
parte, no disputaremos aquí sobre este
punto; sólo diremos dos cosas: la pri-
mera, que no creemos tan fácil la solu-
ción de ese problema, y la segunda,
que no proponiéndose el P. La Torre
hacer una versión precisamente crítica
y para uso de solo los sabios, sino más
bien de vulgarización y para provecho
de toda clase de lectores regularmente
instruidos, ha creído poder tomar por
guía un texto que, sin dejar de ser muy
aceptable en crítica, presenta otras
ventajas en armonía con los fines y las
condiciones de su publicación. No es
que el traductor desconozca las edicio-
nes críticas citadas y otras, y bien pu-
diera haberse servido de alguna de
ellas; pero hubiera sido salirse del ob-
jetivo que se había propuesto. Nos pa-
rece que la obra que anunciamos honra
no poco á nuestra España y haceá sus
hombres de estudio, en especial al ve-
nerable Clero y escolares teólogos, un
servicio que merece su gratitud.
L. M.
Asserta Moralia, auctore M.-M. Matha-
RAN, S. J.,Theologiae Moralis Professo-
re.Editio undécima ad normam recentis-
simorum decretorum aucta et emen-
data.-Paris, Gabriel Beauchesne et Cié,
éditeurs, 1909. En 8.° de X-276 páginas.
Los asertos morales del P. Matha-
rán son un verdadero manual ó com-
pendio de Teología moral muy reco-
mendable. Le forman otras tantas tesis
ó conclusiones deducidas del estudio
de los principales autores de Moral, y
se extienden á todos los tratados de la
Teología moral. Esto y la claridad no-
table, junto con su concisión extraordi-
naria y la limpieza de la redacción, le
ha merecido el éxito que supone la
necesidad de hacer la undécima edi-
ción, y que auguramos ha de conti-
nuar en ediciones sucesivas, mejorán-
dolas, como se ha mejorado la pre-
sente, con las adiciones exigidas por
las nuevas disposiciones de la Santa
Sede.
Analysis Theologico - Canónica decreti
«Ñe temeré» de sponsalibus et matri-
monio, a GuiLLELMO Arendt, S. J. insti-
tuta.— Roma, 1909. Un volumen en 4.*
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
395
de V-343 páginas, 3,50 liras. De venta en
la Redacción de Analecta Ecclesiastica,
Via S. Luigi de Francesi, 5, y en las
principales librerías.
Propónese el sabio autor de este
nuevo comentario al decreto Ne teme-
re, no sólo explicar clara y minuciosa-
mente todas las disposiciones del de-
creto, mirando á la práctica, como lo
han hecho muy generalmente los co-
mentaristas que le han precedido y
que él cita con frecuencia, sino hacer
también un análisis cientifico-racional
desde el punto de vista teológico y
canónico. Lo especial de esta obra es
la parte doctrinal, que principalmente
se echa de ver en la primera parte,
Cuestiones generales, y en las notas, y
se manifiesta en la exposición y dis-
cusión de las razones intrínsecas de lo
prescrito. A veces por diverso camino
llega al mismo término que otros auto-
res (págs. 212, etc.); á veces disiente
de ellos, fijándose en alguna nueva
observación, v. gr., pág. 188, de per-
cussore clerici vitando etsi nominatim
non designato, y nota lo que no á todos
ha ocurrido, como que el decreto trata
del matrimonio en cuanto es contrato,
y prescinde de la razón de sacramento,
que compete al matrimonio de los
cristianos bautizados. Es, pues, obra
muy recomendable, que puede servir
como de ampliación á varios otros co-
mentarios.
Certamen artístico -literario promovido
por la Liga Antipornográfica de San
Francisco Javier, celebrado en el Ate-
neo de Manila el 20 de Septiembre
de 1908.— Manila, imprenta de Santos y
Bernal, 1909. Un volumen en 4." de 288
páginas, con preciosas y oportunas
láminas.
La Liga Antipornográfica, que tanto
bien está haciendo en pro del verda-
dero progreso y cultura del generoso
pueblo filipino, invitó á todos los inge-
nios, y en honor del Papa Pío X en su
jubileo sacerdotal, «á medir en litera-
ria y artística justa las armas del
saber». Se fijó el cartel con temas
para las composiciones de gran opor-
tunidad, según escribió el Sr. Arzo-
bispo de Manila, 14 en prosa, seis en
Terso, dos de pintura, tres de escul-
tMra. Muchas y notables fueron las
composiciones presentadas al certa-
men; las premiadas por el Jurado de
letras en prosa y verso se publican en
este volumen y contribuyen á hacerie
realmente interesante é instructivo.
Varias son de los conocidos literatos
Sres. D. Joaquín Rellicena Camacho y
D. Manuel Rábago. A nosotros nos
han llamado especialmente la aten-
ción, por su mérito histórico-cntico
y porque agotan, pueble decirse, la
importante materia que tratan, las
dos primeras disertaciones sobre la
estancia del gran Apóstol de las In-
dias San Francisco Javier en Minda-
nao. El P. Pi tiene por más probable
la opinión negativa, sin negar sea pro-
bable, por las graves autoridades que
presenta, la afirmativa. Esta, para el
Sr. Rábago, no ofrece duda que no
deba desvanecerse ante las razones y
testimonios que la apoyan, empezando
por la Bula de canonización del Santo.
Es curioso el mapa ilustrativo de la
disertación del P. Pi. Felicitamos con
la prensa de Manila al director de la
Liga, P. Lencina, por el feliz éxito de
su empresa.
Pensamientos y consejos para la Juventud
estudiosa, por el P. Adolfo Doss, de la
Compañía de Jesús; con un grabado.
Tercera edición revisada.— Friburgo de
Brisgovia (Alemania), B.Herder.Un vo-
lumen en 8.° prolongado de XVll-627
páginas, 5 francos en rústica y 6,50 en-
cuadernado en tela de lujo.
Recomendamos de nuevo (véase Ra-
zón Y Fe, t. VI, pág. 132) especialmen-
te á los jóvenes, esta preciosa obra, en
la que encontrarán fácil y provechosa
enseñanza que los guíe á una verda-
dera conversión, los confirme en la
virtud y los haga adelantar en las vir-
tudes, hasta conseguir la perfección
cristiana, objeto de los cuatro libros
en que se divide la obra.
La Virgen prudente. Pensamientos y con-
sejos del P. A. Doss, acomodados para
las jóvenes cristianas. Tercera edición
revisada, de X-480 páginas, 3,25 francos;
en tela, 4,75; en pergamino superfino,
canto dorado, 9,50.
Como lo indica su título, esta obra
es la anterior acomodada á las jóve-
nes. Con mudanzas accidentales, con-
396
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
serva, como decíamos en Razón y Fe,
t XI, pág. 547, la misma solidez de
doctrina, el mismo orden, la misma
claridad, la unción misma. Le augura-
mos el mismo éxito feliz.
P. V.
Doce cantos en honor del Sagrado Cora-
zón de Jesús, compuestos ó armoniza-
dos por el P. N. Otaño, S. J. Op. 1.
Digna es, cierto, de alabanza la obra
que acaba de publicar el incansable
propagandista del verdadero arte re-
ligioso musical. A cuantos por el en-
grandecimiento de éste se interesan,
ofrece el modesto religioso una humil-
de pero útil colección de cantos, en
donde se hallan hermanadas la senci-
llez, arte y unción sagrada que debe
respirar la música del templo.
Descendiendo á particularidades, y
en lo que á la forma de la obra dice
relación, salta á la vista la corrección
y elegancia del quatuor; la propiedad
y á veces originalidad de la armonía,
de ordinario consonante; el movimien-
to é interés canónico y contrapuntísti-
co, así de las voces como del acompa-
ñamiento, y la perfecta estructura del
todo melódico. Hemos, no obstante,
notado ciertos ligeros lunares, que en
prueba de íntima y religiosa amistad
vamos á manifestar sin empacho al
justamente celebrado autor. Nótase
de cuando en cuando cierta sistemáti-
ca monotonía, v. gr., en los números 1
y Xll. Las octavas reales entre voces
extremas, tal como se hallan en el 12.°
compás de la estrofa del número 11 y
en el 5.° del IV, nos parecen de éxito
dudoso. El choque entre el /a sosteni-
do de la voz y el sol, retardo de la ter-
cera del órgano, en el 10.° compás del
mismo número IV, nos resulta algo
duro y violento. La supresión del be-
mol en si en el número X, y el fa del
tenor en el 13." compás de la estrofa
del número V, son defectos del editor
ó descuidos del maestro de ninguna
importancia.
¿No ganaría en gallardía la estrofa
del número V, si el tiple, siguiendo un
procedimiento semejante al empleado
en la primera frase, esperase el tema
del tenor para repetirlo á la octava?
También se nos antoja que es tal el
ropaje con que el maestro trata de
embellecer la melodía, que resulta un
si es no es recargado, y claramente
artificioso, cual si el ornato constitu-
yera el fin principal del distinguido
compositor.
Con respecto al fondo, declaré-
moslo sin circunloquios, que no dirían
bien con la sinceridad que debemos
al ilustre maestro; la obra, si bien
en algunos números, v. gn, en el 11 y
en el V, nos parece hija de una inspi-
ración fácil, espontánea y nada común,
en cambio, en otros, v. gr., en el III y
en el XII, la encontramos así como un
poco fría, árida y forzada. Y esto acaso
tenga su explicación en que el digno
maestro, fascinado por sus grandes co-
nocimientos técnicos é históricos sobre
todos los ramos del divino arte, con-
sagra todo su talento á la forma, con
menoscabo de la inspiración, atribuida
por los antiguos á las divinidades. Nues-
tro insigne compositor habla muy alto
á la inteligencia y algunas veces un
poco bajo al corazón.
J. Alfonso.
P. losÉPH M."" Oller S. J. Novena a honra
cíe la gloriossisinia Ver ge de la Mercé.—
Eugeni Subirana, edít. y Uib. pontifici,
Barcelona.
Agradecidas deben estar la piedad
y las letras catalanas al joven autor
de esta Novena. Esta es también opi-
nión del censor, á cuyo juicio, el Padre
Oller presta un gran servicio á la li-
teratura piadosa, que por nuestra de-
sidia no está al nivel que le corres-
ponde»; por más que, como él dice,
pueda haber quien halle excesiva-
mente puro y correcto el lenguaje, so-
bre todo en las meditaciones y ejem-
plos».Con todo eso, prefiere justamen-
te el censor este purismo al fárrago
«de interjecciones y palabras melosas
casi siempre inútiles, de que están re-
pletos los libros de devoción más en
boga>.
J, M. RivAS Groot, de la Real Academia
Española de Ciencias Morales y Políti-
cas. Asuntos económicos y fiscales. Un
tomo en 4." mayor de 402 páginas.
Al historiador, al economista, al so-
ciólogo será de indudable provecho
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
397
esta obra, referente á Colombia, aun-
que modestamente diga el autor que
es «sencilla relación, en orden cro-
nológico, de los asuntos económicos
y fiscales que nos parecen de ma-
yor trascendencia, sin ceñirnos á de-
mostrar una tesis para llegar á cier-
tas y determinadas conclusiones». De
esa relación muy documentada, que
empezando en los primeros años de la
independencia llega á los últimos su-
cesos, se deduce cuan fatales han sido
á Colombia las revoluciones y discor-
dias intestinas, así como lo provechoso
de la paz que últimamente ha gozado.
«No pocas veces— dice el autor,— to-
mando los efectos como causas, se ha
pretendido afirmar que la miseria es la
causa de las revoluciones; pero cree-
mos que, estudiando los sucesos de la
vida nacional, se advierte, por el con-
trario, que las guerras son la causa
principal de la miseria. Con razón ob-
serva Leroy-Beaulieu, que la economía
es, no sólo servidora, sino humilde es-
clava de la política» (pág. 3).
N. N.
Las Musas delante de Jesús (Le Muse
avanti a Gesú). Fantasía arcádica del
Arcade Jorge de Frezals, con traduzio-
ne italiana deH'Arcade Francesco Saba-
TiNi, y con dibujos de (e con disegni di)
José Noque y Massó.— Roma.
Preciosa fantasía poética dedicada á
Su Santidad Pío X en el fausto acon-
tecimiento de su jubileo sacerdotal y
episcopal. Todo nos gusta en esta
composición bellísima: la feliz inven-
ción, la acertada disposición, la esme-
rada ejecución: hasta el papel y trabajo
tipográfico son dignos del asunto; sólo
habríamos querido que al mérito in-
trínseco de la obra se hubiese añadido
el encanto de la versificación en el
original castellano: la inspirada oda
de Cah'ope (págs. 35-40) creemos hu-
biera tenido más fiel interpretación y
belleza en acertadas rimas que en re-
dondeados períodos de prosa.
Lie. Francisco Elguero. Recuerdos de
viaje. Algunos sonetos.— Morelia, 1909.
Lujosamente impresos, y precedidos
de afectuosa dedicatoria al limo, y
Rmo. Sr. Dr. D. Atenógenes Silva, dig-
nísimo Arzobispo de Michoacán, los
veintinueve sonetos del Sr. Elguero
condensan las impresiones que el tu-
rista católico ha experimentado en su
viaje á la Ciudad Eterna, y están im-
pregnados «en el aroma de la clásica
antigüedad y del grandioso arte cris-
tiano». Si hubiéramos de contar las
flores de tan hermoso ramillete y decir
sus nombres, sería preciso copiar los
títulos de las veintinueve composicio-
nes; pero como católicos y españoles,
no podemos menos de citar con grati-
tud y alabanza los inspirados «Ante
las playas españolas», «La visita al
Papa» y el poemita á Santa Cecilia.
Panegíricos sagrados del P. Pablo Séñe-
Ri, de la Compañía de Jesús, predicador
y teólogo que fué de Nuestro Santísimo
Padre Inocencio XII. Traducción espa-
ñola. Con licencia eclesiástica. — Ma-
drid, librería religiosa. Atanasio C. Vi-
llar, Campomanes, 12; 1909. Un tomo
en 4." de 403 páginas, 4 pesetas.
Esta nueva edición de los Panegíri-
cos del célebre P. Séñeri viene á sa-
tisfacer los deseos de los muchos afi-
cionados que aun hoy cuenta el ilustre
orador italiano entre los sacerdotes
de España y América, á los cuales no
les era fácil hacerse con ejemplares
de las ediciones anteriores. Ha reali-
zado, pues, una buena obra el editor
católico Sr. Villar, y merece plácemes
por el esmero y nitidez de la impre-
sión.
Hubiéramos, no obstante, deseado
que se pusiera alguna noticia acerca
de esta traducción, que alguien pu-
diera creer reciente, no siendo sino la
antigua anónima, cuyo traductor, al
decir de Ximeno, Escritores del Reyno
de Valencia, 11, 181, es el P. D. Ramón
Mascaren y Rubí, presbítero de la
Congregación de San Felipe Neri.
San Estanislao de Kostka. Lecciones de
la vida de un Santo, tomadas de la Fí-
losojía Sagrada del P. Pablo Zettl, de
la Compañía de Jesús. Traducción del
P. Antonio González, S. J. — Barcelona,
Herederos de Juan Gilí, editores, 1909.
Con licencia.
He aquí un libro precioso que debe-
ría andar en manos de todos los niños
y jóvenes. En los 27 capítulos que
398
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
comprende se tratan los puntos más
importantes para esa edad, y se siem-
bra la fecunda semilla que ha de pro-
ducir, con el tiempo y la cooperación
á la gracia, abundantísima cosecha de
saludables frutos para el tiempo y la
eternidad. ¡Y con qué amenidad y de-
licadeza se inculcan los principios y
verdades! Cada capítulo se divide en
tres partes: la primera, alegórica, es
la explicación de una figura ó empresa,
á la manera de las políticas de Saave-
dra Fajardo ó de las Empresas sacras
del P. Núñez de Cepeda. La segunda
es histórica, y comprende los hechos
más culminantes del angélico San Es-
tanislao. La tercera contiene la aplica-
ción, y como moraleja, deducida de
las dos anteriores. Todo esto expre-
sado con elegancia y sobriedad en es-
tilo claro y castizo. La parte tipográ-
fica es esmeradísima. Los inteligentes
editores han hecho un libro que pu-
diera servir de regalo á los alumnos
de colegios y casas de educación.
V. A.
V. GoicoECHEA, presbítero.— 5a/ve Regina
(Tertia). Antiphona Marialis tribus vo-
cibus aequalibus continenda órgano
vel harmonio comitante. Se vende en
casa de Alejandro Valdés, Lequeitio
(Vizcaya). Partitura, 2 pesetas; vo-
ces, 0,20.
Es esta una Salve hermosísima en
toda la verdadera extensión del califi-
cativo. Y digo verdadera, porque habrá
todavía quienes se figurarán una de
esas salves estupendas con que se han
solido solemnizar en España las gran-
des fiestas, en cuyas vísperas los mii-
sicos, colocados en una especie de
Sinaí, se proponían asombrar y asus-
tar al pueblo fiel á fuerza de ruido, de
vociferaciones y de fórmulas de con-
juro llamadas solos, dúos, tercetos,
concertantes, etc. Por fortuna, ha ha-
bido quien ha licenciado toda esa tro-
pa musical, que nunca comprendió el
espíritu y fin de la música en la igle-
sia; ha habido quien ha allanado aquel
monte inaccesible del coro, donde los
profesionales se permitían toda clase
de desahogos musicales, y hoy se va
comprendiendo que el coro empieza
en las gradas del altar y, abarcando la
muchedumbre de fieles, acaba en el
coro de cantores. Hoy no es ya la tribu-
na del coro un Sinaí; es aquella colina
del sermón de la Montaña, en que los
músicos cantan, hablan musicalmente
al pueblo, como lo exige la Iglesia,
cuya voz llevan siempre, con aquella
sencillez y sublimidad del Evangelio,
con aquella devoción y unción que re-
quiere el texto sagrado y la casa de
oración.
El maestro Goicoechea es uno de
los que mejor han comprendido y me-
jor se ha asimilado este espíritu de la
música religiosa. En cada obra nueva
del maestro se ve un nuevo y perfecto
modelo del género y una nueva y aca-
bada obra de arte. Basta para compro-
bar esto examinar esta Salve, obra,
que podemos llamar perfecta en to-
dos sus detalles, de técnica correc-
tísima, de forma sobria y de gran
vigor, de inspiración tiernísima, como
el tierno tema gregoriano del modo
primero, en que se funda la compo-
sición. El acompañamiento, por su par-
te, es de gran carácter, sobre todo
en los diseños propios, en los in-
terludios y cláusulas finales, que re-
cuerdan el primer motivo con proce-
dimientos muy propios de Bach. Goi-
coechea como Victoria, con quien tie-
ne más de un parecido, siente el texto,
meditando devotamente sobre él; por
eso su música es íntima, penetrante y
devota. Obras como ésta merecen toda
suerte de elogios.
N. Otaño.
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Enero.— 20 de Febrero de 1910.
ROMA. — El Papa y Lourdes. El 25 de Enero el Dr. Boissarie,
presidente de la Oficina de comprobaciones facultativas de Lourdes, fué
recibido en audiencia privada por Su Santidad, La primera palabra del
Papa se enderezó á Nuestra Señora de Lourdes, salud de Francia. Se
interesó mucho por las curaciones eucarísticas: «Dios es amor», exclamó.
Inculcó el Pontífice y bendijo el proyecto de una Comisión permanente
de sabios cristianos, con corresponsales en diversas naciones, para con-
trarrestar los ataques de los incrédulos.— Pío X y la Ciencia. El 28
recibió el Vicario de Cristo á varios sabios historiadores que investigan,
por cuenta de sus respectivas naciones, los archivos del Vaticano. El
Sr. Godofredo Kurth, excelente historiador de la Edad Media y director
del Instituto belga, acompañado de algunos jóvenes institutistas, ofreció
al Papa el volumen de las Cartas de Juan XII, texto y análisis. El direc-
tor del Instituto histórico holandés, abate G. Brom, le presentó su Guía
de los Archivos del Vaticano y un estudio sobre los archivos históricos
italianos. El Sr. Cario Brath, de Copenhague, le entregó un trabajo
acerca de Felipe II de España, Á todos tres felicitó efusivamente Pío X
por haberse aprovechado de la generosidad con que la Santa Sede les
abre sus archivos, y bendijo y alentó sus obras. -Un explorador
delante del Pontífice. Fué notable la audiencia que el Padre Santo
dio á principios de Febrero á Sven Hedin, de Stokolmo, célebre explo-
rador del Tibet y trans-himalaya que acababa de hacer una conferencia
curiosísima en el Colegio Romano sobre su último viaje. Acompañábale
el comandante Romagli, secretario general de la Sociedad de Geografía
Italiana. La Tribuna publicó noticias interesantes de dicha audiencia.
Verificóse en la biblioteca privada de Su Santidad y duró media hora.
Sven Hedin habló largamente de los viajes realizados, y Pío X demostró
que sabía perfectamente la historia y los trabajos de los exploradores
del siglo XVII y que estaba al corriente de los libros publicados acerca
de los últimos descubrimientos, sin excluir los de Sven Hedin. — Ins-
trucción del Papa á los predicadores. Á principios de cuaresma
acostumbra el Papa recibir á los predicadores Cuaresmales. En el reci-
bimiento de este año exhortó á los de las grandes iglesias á que ense-
ñasen sobre todo las verdades principales de la fe; porque, triste es
decirlo, pero muy á menudo falta en estos auditorios el conocimiento de
ellas. No os dejéis arrastrar, añadía Pío X, de la elocuencia, sino acor-
400 NOTICIAS GENERALES
daos que vuestro deber se cifra en aquello que indicó Jesús: «Enseñad.»
Sólo así producirá vuestra predicación los frutos sazonados que espera-
mos. Á los predicadores de comunidades religiosas excitó á que reco-
mendasen la observancia de las reglas, la caridad y el sufrimiento mu-
tuo. Á los párrocos alentó á que explicaran el Catecismo.
Acta Apostolicae Sedis.— Las de 20 de Enero publican el nuevo
decreto de la Sagrada Congregación Consistorial sobre las relaciones
ó memorias diocesanas y las visitas ad limina. Se compone de ocho
cánones, lleva la fecha de 31 de Diciembre de 1909 y la firma del Carde-
nal De Lai, Secretario de la Consistorial. Va seguido de un programa, aj
que deben ajustarse las memorias que han de hacerse cada cinco años.
En el mismo número aparecen una carta de felicitación que el Padre
Santo envía al venerable Prelado de Huesca con ocasión del quincua-
gésimo aniversario de su ordenación sacerdotal, y dos del Cardenal
Merry del Val; una al Emmo. Cardenal Vives, haciéndole presente los
deseos de Su Santidad de que coopere á la unión fraterna en toda Italia
de los terciarios de las cuatro ramas franciscanas, y la segunda al P.Joa-
quín Anón, S.J., Rector del Colegio de Manila, manifestándole el agrado
con que Pío X ha visto la celebración del quincuagésimo año de la fun-
dación del Ateneo de Manila, tan señalado por el número de alumnos,
entereza de la disciplina y devoción á la Sede Apostólica. — Donativos
pontificios. La Secretaría del Vaticano ha publicado un elegante folleto
que, merced á la finura del Sr. Nuncio, hemos podido leer, relatando los
auxUios enviados por Su Santidad con ocasión de los terremotos de
Sicilia y Calabria. Suben, en suma, á 6.849.998 liras. -La reforma del
Concordato españoL L'Osservatore Romano del 9, comentando el
artículo de El Imparcial sobre dificultades para la reforma del Concor-
dato español, inserta la siguiente nota de carácter oficial: «Estamos auto-
rizados para desmentir de la manera más enérgica esas informaciones
intencionadas. La Santa Sede no se ha negado nunca á entablar negocia-
ciones amistosas con el Gobierno español acerca del Concordato ni de
cualquiera otro asunto.» Las Normas sociales del Cardenal de
Toledo. Dice la Correspondance de Rome: «Las Normas de acción
social que el Cardenal Aguirre acaba de publicar son de superior impor-
tancia y han causado profunda impresión.» Después de enumerarlas
añade: «He aquí los puntos más interesantes de las reglas trazadas por
el Cardenal para la acción católica social en España. Podrán ellas servir,
con las modificaciones oportunas, á los católicos de otras naciones.» Y
concluye: «Llamamiento tan autorizado y tan apretado del Cardenal llega
á una hora histórica para los católicos españoles. Desdichados ellos si
no lo escuchan.» — El Vaticano y los irlandeses. El Corriere de la
Sera reprodujo la siguiente información de su corresponsal del Vaticano:
«En el Vaticano se concede importancia á la influencia que los irlandeses
han obtenido en el Parlamento inglés á consecuencia de las últimas elec-
NOTICIAS GENERALES 401
ciones. Se tiene la esperanza de que, en virtud de su predominio, seme-
jante al del Centro Católico de Alemania, se establecerán las relaciones
diplomáticas entre la Santa Sede y Londres.»
I
ESPAÑA
Política Qspañola.— Caída del Ministerio Moret El 9 presentó al
Rey el Sr. Moret la dimisión del Ministerio que presidía. El Monarca,
después de consultar á los prohombres del partido liberal, encargó la
formación de nuevo Gabinete al Sr. Canalejas, jefe ó subjefe del partido
demócrata ó de la facción más avanzada del partido liberal.— Ahuevo
Gobierno. Se constituyó en la forma siguiente: Presidencia, Canalejas;
Estado, García Prieto (monterista); Gracia y Justicia, Ruiz Valarino (cana-
lejista); Guerra, Aznar (independiente); Gobernación, Merino (indepen-
diente); Hacienda, Cobián (independiente); Fomento, Calbetón (canale-
jista); Instrucción, Romanones (independiente); Marina, Arias Miranda
(canalej ista). —Orí^e/2 de la crisis. Disensiones intestinas de los libera-
les: algunos no veían con gusto el predominio de la facción moretista y
la debilidad del Sr. Moret, que, empujado por el írasí periodístico, preten-
día nombrar ministro de la Gobernación al Sr. Alba, y traer á las futuras
Cortes una mayoría considerable de diputados adictos á su persona, con
perjuicio de los otros bandos liberales. Fuera de eso, el favor que en todas
partes se dispensaba á los republicanos. Una pretensión de éstos, aten-
dida por el Sr. Moret y que cedía en mengua de la autoridad del Alcalde
de Madrid, hizo que dimitiesen los Comités liberales de la Corte. Ade-
más se temía, merced á esa protección, que obtuviesen una numerosa
minoría de diputados que causaran perturbaciones en la gobernación
del Estado.— Efectos de la crisis. Moret, á raíz de su caída, declaró que
cesaba en la dirección del partido liberal y que no se consideraba repre-
sentado en el actual Gobierno; luego publicó en El Impar cial del 12 una
carta al Sr. Aguilera, en que hablaba de traiciones y deslealtades de cier-
tos liberales y de lo poco que habían sido atendidos los servicios pres-
tados en su larga carrera política. El Imparcial, desatinado con el desaire
de sus ídolos Moret, Gasset, Alba, pegaba contra todo el mundo, desde
el Soberano, á quien calificaba de desagradecido y desconsiderado, hasta
los jesuítas, cuyas hojas, decía, aplauden á Canalejas, por lo que no
dudaba que éste «sentirá en el fondo de su alma un latido de dolor».
El 14 se celebró un meeiing en Barbieri, primero de una serie organi-
zada por la juventud intelectual (republicana) y el partido socialista, en
protesta contra la crisis, ó mejor dicho, para insultar furiosamente á
cuantos no son republicanos, socialistas ó descreídos. — Programa de
Canalejas. Según manifestó á un redactor de Le Temps, tratará el Pre-
402 NOTICIAS GENERALES
sitíente, en primer lugar, de la cuestión religiosa, conforme á su actitud
de 1898-1902-1906; negociará con el Vaticano, por el miramiento que se
debe á toda potencia reconocida, pero si fracasaran las negociaciones,
procederá con entera libertad. En segundo lugar se ocupará en la ense-
ñanza, remediando en cuanto pueda la falta de escuelas y personal
docente y organizando la instrucción técnica y profesional de los obre-
ros. Acometerá luego las reformas sociales, como la inspección del tra-
bajo y retiros obreros, las reformas del régimen tributario, en especial
la sustitución del impuesto de consumos, y el estudio de la cuestión de
los latifundios ó grandes propiedades, y la reformación de la ley de
reclutamiento, estableciendo el servicio obligatorio con las restricciones
obligadas. Todo esto sin comprometer la estabilidad del Presupuesto y
el crédito de España.— /?e/ac/o/zes con los otros partidos. El Sr. Cana-
lejas hizo estas declaraciones ante los Comités liberales: «Para los repu-
blicanos y conservadores no tendremos más norma que el respeto al
derecho. El sufragio será emitido con absoluta libertad, sin amaños, fal-
sedades ni coacciones; y así emitido, expresará su confianza á este
Gobierno ó nos hará fracasar.» En vista de tal decisión del Presidente
del Gobierno, cejarán, sin duda, los conservadores en la implacable
hostilidad que por boca de Maura habían declarado á los liberales por
sus funestas complacencias con los enemigos del trono y sus iras con los
mauristas.
Movimiento antirrevolucionario. — Espléndidos han sido los
meetings que se han celebrado en varias poblaciones de España para pro-
testar contra la reapertura de las escuelas laicas. El 23 se llenó el teatro
del TíboH, en Barcelona, quedando fuera un cordón de gente; oradores
elocuentes enardecieron á la multitud y pintaron muy al vivo, contextos
sacados de libros ferreristas, las perniciosas doctrinas que en aquéllas se
enseñan. En una de las conclusiones leídas se afirma la necesidad de que
intervengan los católicos en la política, como medio indispensable para
la acción social. No desmereció del de la Ciudad Condal el que se tuvo
el 2 en Madrid, que resultó, al decir de un periódico, brillantísimo por la
multitud innumerable que asistió de lo más selecto, culto y elevado de la
Corte. El local, con ser inmenso, fué incapaz de contener el extraordina-
rio concurso; y los que peroraron dijeron, con innegable habilidad ora-
toria, verdades muy claras y oportunas. Entre las adhesiones que se reci-
bieron merece citarse la del sapientísimo Menéndez Pelayo, que escribió
con ese objeto una carta importante ai Sr. Obispo de Madrid-Alcalá.
Asimismo se celebraron el 13 las siguientes reuniones populares: una en
San Sebastián, á la que acudieron 7.000 personas, y se terminó con vivas
entusiastas á la religión y al Papa; otra en Santiago, en que hubo más
de 10.000 concurrentes, y se leyeron pasadas de 200 adhesiones de Obis-
pos, Diputados, Ayuntamientos y Asociaciones; una tercera en Manresa,
con un concurso tal, que hubo necesidad de tenerla al aire libre; en la
NOTICIAS GENERALES 403
reunión de señoras se dio lectura á un telegrama del Papa, que fué aco-
gido con grandes aplausos. No es bien que pasemos en silencio este inte-
resantísimo acuerdo tomado en Santiago: «Se debe exigir, para darles el
voto á los candidatos á diputados y senadores, la formal promesa de que
se opondrán á cuantos proyectos anticatólicos presenten los Gobiernos.»
Firmas y disposiciones.— La Gaceta insertó el 26 un real decreto
creando en España el Patronato Nacional de sordomudos, ciegos y anor-
males; el 4 otro autorizando la reapertura de los establecimientos priva-
dos de enseñanza laica, sometiéndolos á la inspección en lo que con-
cierne á higiene, moral, patria y leyes; sobre él publicaremos un trabajo,
que no cabe en este número por falta de espacio; el 6 la real orden nom-
brando inspectores auxiliares de las escuelas privadas de Barcelona, y
el 9 el reglamento á que ha de ajustarse la Exposición artística que se
celebrará en Buenos Aires.
Fomentos materiales. — Casas de obreros en Burgos. El 13 fueron
inauguradas las obras de la barriada obrera, en las que el Círculo Cató-
lico construirá 32 casas para obreros con el legado de 138.000 pesetas
entregadas por los herederos de D. Andrés Martínez Latorre. El Arzo-
bispo, revestido de pontifical, colocó la primera piedra, y al acto asis-
tieron las autoridades eclesiásticas, civiles, militares, distintas corpora-
ciones y sociedades, los gremios, con sus banderas, y multitud de gente.
De aquí se colegirá la razón con que escribe el Boletín (Febrero) de
dicho Círculo: «Nuestra obra, este querido Círculo..., multiplica sus orga-
nismos, ensancha su esfera y prodiga bienes sin cuento entre los obre-
ros burgaleses...» Su Santidad se ha dignado mandarle un autógrafo, que
dice: «Á esos amados hijos, con deseo de que se mantengan fieles á
nuestra Santa Religión y, confortados por ella, soporten resignados las
tribulaciones de la vida, damos de corazón la Bendición Apostólica.»—
Congreso internacional para la represión de la trata de blancas. El
último número del Boletín del Patronato Real para esa represión, trae
una interesante Memoria, presentada por los delegados de dicho Patro-
nato, sobre la Conferencia internacional de Viena, celebrada del 5 al 7 de
Octubre. De ella se desprende que la Conferencia, á propuesta de los
delegados del Patronato Real, acordó que se tuviese el IV Congreso
internacional para la referida represión en el lugar ya designado, Madrid,
á principios del mes de Mayo. Menciónanse también los temas que se
han de tratar y los ponentes encargados de ellos. — Exposición nacional.
El Ayuntamiento de Bilbao determinó el 26 celebrar una gran Exposición
nacional en el año 1912.
Varia. — El tercer entorchado. El 22 firmó el Rey el ascenso de los
Sres. Weyler y Polavieja á Capitanes generales.— Waye regio. El 15 lle-
garon á Sevilla los Reyes con sus hijos para pasar allí una temporada. —
Cristiana y patriótica iniciativa. Tomamos del Boletín oficial del Obis-
pado de Madrid-Alcalá (10 de Febrero): «Suscrita por algunos indivi-
404 NOTICIAS GENERALES
dúos del Clero de nuestra amada diócesis, acompañados por algunos
seglares de reconocidos entusiasmos por la causa de la Iglesia y de
nuestra patria, hemos leído atentamente la circular ó llamamiento que
éstos hacen á los españoles con objeto de agruparse para formar una
Liga Social Antimasónica Española. La idea no puede ser ni más bene-
ficiosa, ni más oportuna, ni más digna de la aprobación y bendición del
Episcopado español, por lo que la recomendamos eficazmente al Clero
de nuestra diócesis » — Necrología. El 24 murió el Sr. Obispo de Ori-
huela, D.Juan Maura y Gelabert, autor de varias obras que le granjea-
ron reputación merecida de profundo ñlósofo y conocedor, como pocos,
de los problemas sociales, y el 31 el Dr. D. Félix Soto y Mancera, Obispo
de Badajoz, notabilísimo por su celo y caridad cristiana y por el encanto
y suave unción con que predicaba. R. \. P.
II
EXTRANJERO
AMÉRICA. — Méjico. De nuestro corresponsal en aquella repú-
blica. Enero, 15 de 1910:
Productos de la agricultura. Según los cálculos más aproximados, los valores de
los productos agrícolas en los diversos Estados de la república mexicana durante el
año 1909 han sido los siguientes: Estado de Veracruz (cosechas de tabaco, azúcar, café,
vainilla, etc.), por valor de 67 millones de pesos. E. de Coahuila, por 36; E. de Yucatán,
por 30; E. de Puebla, por 22; de Dalisco, por 17; de Oaxaca, por 12. Los demás Esta-
dos han producido cantidades mucho menores, debido á la pérdida casi total de las
cosechas de maíz, trigo y \x'\\o\.— Enorme yacimiento de petróleo. La Compañía Petro-
lera Mexicana acaba de encontrar un nuevo yacimiento en Topiia, cerca de Tampico,
en el Estado de Tamaulipas. El barreno se hizo á la orilla del río Panuco, y á una pro-
fundidad de 2.400 pies se encontró un enorme yacimiento petrolífero, que está produ-
ciendo diariamente más de 1.000 barriles de petróleo bruto.— í7/2a notable conferencia.
Á petición del Sr. Director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología,
el R. P. Astrain, S. J., dio una conferencia pública acerca de «El misionero católico en
el siglo XVI». La conferencia tuvo lugar en el salón de actos del Museo Nacional, y fué
presidida por el Sr. Ministro de Instrucción D. Justo Sierra. La concurrencia fué muy
selecta y numerosa, y á pesar de la diversidad de creencias religiosas de las personas
que la componían, el conferenciante se conquistó las simpatías de todo el auditorio y
fué muy aplaudido al terminar su discurso. Es la primera vez que un religioso de la
Compañía de Jesús da una conferencia pública en un edificio del Gobierno.—
G.H.,S.J.
Uruguay.— Comunicaban el 15 de Montevideo, que se había verifi-
cado la apertura del Congreso, leyéndose el mensaje presidencial, que
demuestra las ventajas de la nueva ley Electoral, califica de alevosa trai-
ción contra la patria la algarada revolucionaria que acaba de abortar y
patentiza la necesidad de refrenar con energía tales sediciones. Después
comenta la visita que hicieron ha poco varios buques de guerra fran-
ceses, considerándola como muy halagadora para la nación. Anunció
NOTICIAS GENERALES 405
además que el Uruguay asistirá al Congreso panamericano de Buenos
Aires y á las Exposiciones de Bruselas, Turín y Roma, y termina dando
cuenta de las medidas fiscales que proyecta el Gobierno.
Brasil. — Comercio. Durante el año 1909 se hicieron exportaciones
por valor de 63 millones de libras esterlinas, mientras que fueron sólo de
44 en 1908. La exportación supera á la importación en 25 millones; el
aumento corresponde á casi todos los artículos exportados, pero princi-
palmente al café, en 10 millones, y al caucho, en siete. Jamás ha conse-
guido el Brasil resultado tan brillante.— La tuberculosis. Recientemente
el Jornal de Commercio, de Río Janeiro, ha publicado estadísticas de los
estragos que en la ciudad produce la tuberculosis. En el período de cin-
cuenta años han fallecido de esa enfermedad 107.032 personas: todos
los años aumenta el ftúmero y es el mal que más víctimas causa. De 1868
á 1908 murieron 93.046 tuberculosos, mientras que la suma de fallecidos
de tifus, gripe, difteria, escarlatina, sarampión y peste fué de 63.911 y la
de muertos de fiebre amarilla y viruelas 82.145.
EUROPA. — Francia. Dos sucesos han llamado singularmente la
atención de nuestros vecinos, uno trágico y otro cómico. El trágico se
refiere, á las inundaciones. En la mañana del 29 de Enero el Sena había
alcanzado una altura de 32 pies sobre su nivel ordinario; no se ha cono-
cido hasta la fecha en París avenida tan grande. Veinte días ha tardado el
río en reducirse á su cauce ordinario. Las personas muertas por la riada
han sido relativamente pocas, pero los daños materiales inmensos; en
más de 1.000 millones se evalúan las pérdidas, precisamente en la canti-
dad misma de que quiso despojar á las congregaciones religiosas el
Gobierno jacobino francés. Varias calles por donde se desbordaron las
aguas quedaron socavadas, bastantes edificios cuarteados, las cloacas y
sentinas reventaron en diversas partes, originando olores nauseabundos;
faltó el agua potable y la luz, y 110.000 operarios quedaron sin trabajo.
Muchos se distinguieron por su abnegación en socorrer á los desgracia-
dos, llevándose la palma no pocos sacerdotes católicos y el ilustre Arzo-
bispo de París, que en alas de su celo voló á todas partes, prodigando
consuelos espirituales y auxilios pecuniarios á los perjudicados. El Go-
bierno ha votado un crédito extraordinario para aliviar los infortunios; se
han abierto varias suscripciones, y ¡cosa curiosa!, mientras el presidente
Fallieres se alistaba por 10.000 francos (diez días de su haber presiden-
cial). Pío X lo hacía por 30.000. El suceso cómico lo ha constituido el
Chantecler, de Edmundo Rostand, drama por muchísimo tiempo (años) y
con verdadera ansia esperado, puesto al fin en escena en París el 6 con
dudoso éxito, extraordinariamente comentado y cuya originalidad espe-
cial consiste en que los personajes hacen el papel de animales, gallo,
faisana, mirlo, ruiseñor, perro, buhos, sapos, etc., siendo difícil definir el
género á que pertenece.
Inglaterra.— Las elecciones han dado el siguiente resultado: 274 libe-
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 27
406 NOTICIAS GENERALES
rales, 273 unionistas, 82 irlandeses, 41 laboristas. Formaban la anterior
Cámara: 370 liberales,' 168 unionistas, 83 irlandeses, 49 laboristas. Ganan
los conservadores 105 puestos, á expensas del bloque (liberales-laboris-
tas), que han perdido 104. Los obreros están disgustados con los libera-
les, por suponer que les han arrebatado injustamente cuatro actas. Los
verdaderos arbitros de la situación son los irlandeses.
Alemania. — El emperador Guillermo prometió á su pueblo hace dos
años que haría una reforma electoral, y ha cumplido su palabra. La nueva
ley, en la que se favorece á los empleados públicos y desfavorece á ricos
y pobres, impone el voto directo y el escrutinio público; los electores se
reparten en diversas categorías, según la riqueza media de su vecindad ó
de su común. Resulta el sistema bastante embrollado. Á los socialistas
ha sacado de quicio el proyecto, contra el que protestaron tumultuosa-
mente. En Berlín sólo el 14 se celebraron 40 meeüngs, en los que pero-
raron varios demagogos que abogaron por el sufragio universal y llama-
ron á la reforma electoral «obra pérfida, destinada á aumentar el odio de
clases en Prusia y merecedora del desprecio del mundo civilizado». Al
salir á la calle promovieron disturbios, viéndose la policía necesitada á
cargar sobre los revoltosos, resultando algunos heridos y contusos. En
otras ciudades de Prusia hubo también meeüngs socialistas, manifesta-
ciones sediciosas y choques con la policía, con el consiguiente derra-
mamiento de sangre y obligadas detenciones.
OCEANÍA.— Filipinas. Nuestra correspondencia. Manila, Diciem-
bre de 1909:
En mi anterior liablaba de los preparativos para las fiestas jubilares del Ateneo. Éstas
han resultado verdaderamente espléndidas, y se ha revelado claramente el amor sincero
y entrañable que todas las clases de la sociedad filipina profesan á la Compañía de
Jesús. El Rvmo. Sr. Arzobispo de Manila combinó su Visita Pastoral, aumentando no
poco su trabajo, de modo que se hallase presente en las fiestas, en las que pensaba cele-
brar de pontifical, y regresó efectivamente, mas con la salud tan quebrantada que tuvo
que guardar cama, llegando á inspirar serios temores á los facultativos. Afortunada-
mente, ahora ya se halla restablecido. El Obispo de Cebú, Mons. Tomás Hendric,
había resuelto venir con una respetable comisión del clero de la diócesis; pero, des-
graciadamente, la muerte le atajó los pasos, falleciendo poco antes, víctima del cólera.
El Obispo de Jaro, que había escrito una hermosa carta adhiriéndose á la solemnidad
y manifestando, entre las más cariñosas frases, la imposibilidad de venir, pudo al fin
vencer esa imposibilidad, asistiendo y celebrando de pontifical el día de la Inmaculada.
El de Nueva Segovia también interrumpió su Visita Pastoral para honrar las fiestas con
su presencia, y distribuyó la Sagrada Comunión el 8 á la multitud de fieles, que de tal
manera llenaba el templo que no se podía penetrar en él. Todos los números del pro-
grama se cumplieron, teniendo un éxito brillante. Á los juegos florales concurrió la flor
y nata de la sociedad manilense. Al banquete del 9 asistieron unos 300 comensales.
El Gobernador general, imposibilitado para ello, por haberle invitado para la misma
hora el Almirante de la escuadra que zarpaba al día siguiente del puerto, envió para
representarlo, con una atenta carta, al Secretario de Instrucción pública. Al final pro-
nunciaron discursos el hon. Secretario de Instrucción pública, el de Hacienda y Justicia,
el Alcalde de la ciudad y el Dr. D. Fernando Calderón; todos, menos el primero, antiguos
alumnos del Colegio. La nota dominante, sin excepción alguna, fué el amor que todos
VARlEDAftEá 40t
manifestaron al Colegio y á los Padres de la Compañía, á los que tributaron grandes
elogios.
ASIA.— China. Nuestra correspondencia. Sang-hai, 20 de Diciembre:
1. Verificóse el 1.° de Noviembre eí entierro de la emperatriz Tse-hi, que murió hace
un año. El Virrey de Tcheli, que se condujo con excesiva libertad en el cortejo fúnebre,
permitiendo sacar fotografías y colocar hilos telegráficos en los árboles de las tumbas
imperiales, fué denunciado por un censor. El Regente remitió la acusación á un Minis-
tro, el cual exigió la dimisión del Virrey; lo que, con grande asombro de chinos y
extranjeros, sancionó el Regente. Sospéchase que se encierran otras causas ocultas en
la caída. Pocos días después fallecía uno de los primeros ministros de Pekín, Suen
Kianai. 2. Los Consejos provinciales han concluido sus sesiones. Antes de separarse
los consejeros nombraron delegados, que formarán parte del Parlamento de Pekín, si
se abre; también eligieron una Comisión permanente, compuesta de dos décimas partes
del número de consejeros. En fin, extralimitándose un poco, enviaron delegados á
Sang-hai, donde tendrán reuniones para concertar una acción común sobre algunos
puntos; por ahora no se habla sino de obrar de acuerdo en Pekín, á fin de obtener una
pronta convocatoria del Pariamento. 3. Los proyectos de reforma se, suceden unos á
otros; sin embargo, su ejecución será lenta, porque se confían á mandarines que ni
tienen interés en llevarlos á cabo, ni el dinero indispensable, ni hombres á propósito.
Revisando el conjunto de reformas, se ve que no hay en ellas ni unidad de miras ni
aptitud en los medios que deben emplearse.
A. P. GOYENA.
VARIEDADES
Reglamento de la Junta Central de Acción Católica (1). —
Artículo 1." La Junta central de los Congresos católicos es una institu-
ción de carácter permanente, que tiene por objeto:
1." La preparación de los Congresos católicos, de acuerdo con los
Prelados en cuyas diócesis hayan de celebrarse.
2." Llevar á cabo las conclusiones de los mismos, aprobadas por los
Prelados.
3." La dirección general de la propaganda católica en todas sus
ramas.
La Junta tendrá su residencia en la Corte.
Art. 2." Esta Junta se compondrá de un Presidente, que será el Reve-
rendísimo Prelado de la diócesis de Madrid-Alcalá, y de 18 Vocales,
con el carácter de representantes de las nueve provincias eclesiásticas,
para lo cual cada Metropolitano deberá hacer dos nombramientos, que
habrán de recaer en personas que tengan su residencia en la Corte }^ se
distingan por su celo, inteligencia y actividad.— Serán además Vocales
(1) Véase el número anterior de Razón v Fe, pág. 147,
408 VARIEDADES
natos los Presidentes generales de las obras religiosas ó de propaganda
católica que tengan su Centro ó Consejo superior en la Corte.
Art. 3.° Se considerarán como auxiliares los Sres. Diputados ó Sena-
dores que lo sean con la venia del Prelado de su diócesis, en todo
aquello en que la Junta crea conveniente utilizar su influencia y buenos
oficios.
Art. á° La Junta tendrá tres Vicepresidentes, un Tesorero y un
Secretario, que el Prelado-Presidente nombrará de entre los Vocales,
eligiendo al efecto los más aptos para llenar estos cargos.
Art. S.'' La Junta se renovará por lo menos cada trienio, pudiendo,
sin embargo, recaer los nombramientos que hagan respectivamente los
Prelados en las mismas personas que venían desempeñando ya con
anterioridad los cargos de Vocales y Vicepresidentes, Tesorero y Secre-
tario de la misma.
Art. e.** En lo relativo á la preparación de los Congresos, la Junta
central, de acuerdo con el Prelado de la diócesis en que se haya de cele-
brar el Congreso, deberá ocuparse principalmente en la formación del
programa de trabajos del mismo, designando también los oradores y
ponentes que hayan de encargarse de ellos, cuidando de dar la conve-
niente participación de estos cargos á los individuos de la ciudad y de
la región en que se celebre el Congreso, que tengan condiciones para
ello. Lo referente á la organización material del Congreso, como elec-
ción de locales, disposición de éstos, etc., deberá reservarse al Prelado
de la diócesis en que se haya de celebrar el Congreso y á la Junta
organizadora nombrada por él. En la parte económica, la Junta central
deberá tener, sin embargo, cierta intervención, y podrá señalar un máxi-
mum de gastos ó fijar una cantidad, que deberá quedar como remanente
á favor de la obra general de los Congresos.— Los puntos principales de
la organización de cada Congreso deberán consultarse con el Prelado
que lo haya de presidir, cuando éste no sea el de la misma diócesis en
que se haya de celebrar.
Art. 7." En los trabajos preparatorios del Congreso católico, la Junta
central deberá tener presentes los acuerdos del cuarto Congreso católico
nacional, relativos á la conveniencia de que sean muy cortos en número
los puntos sometidos al estudio del Congreso y á la importancia de la
misión de los ponentes, tanto para el acertado nombramiento de éstos,
como para que se haga con la anticipación conveniente para el buen
desempeño de su cargo. La Junta central deberá además velar para
que los Congresos no se reduzcan á meros espectáculos ó fiestas públi-
cas, limitando las tendencias abusivas que se manifiesten en este sen-
tido y procurando que no pierdan su verdadera significación é impor-
tancia.
Art. 8." Á la Junta central corresponde exclusivamente tomar las
medidas generales necesarias para que se lleven á la práctica las con-
VACIEDADES 409
clusiones de los Congresos, salva la Iniciativa de los Reverendísimos
Prelados en sus respectivas diócesis. No se considerarán como conclu-
siones las que no hayan obtenido la aprobación de los Prelados que
hayan asistido al Congreso.— Á la Junta central toca también gestionar
cerca de las Comisiones diocesanas todo cuanto conduzca á la ejecución
de los acuerdos de los Congresos, y comunicarles las instrucciones que
crea necesarias, tanto respecto á este punto, como á los demás que for-
man su objeto.
Art. 9.° La dirección general de la propaganda católica en todas sus
múltiples y variadas ramas, que corresponde á la Junta central, debe
entenderse sin perjuicio de la jurisdicción ordinaria de cada Prelado en
su diócesis, y salvando siempre la independencia de los organismos
generales existentes ya en distintas ramas de la propaganda, tales como
la Sociedad de San Vicente de Paúl, Círculos católicos de obreros,
obras eucarísticas, así como la de las que puedan surgir en lo porvenir.
Esta dirección se referirá, pues, con la debida prudencia, á las obras que
no cuentan con una organización general en toda España, así como á
las que nuevamente se crearen sin esa organización. Con relación á las
que tienen una organización general completa, la Junta central tendrá la
misión de ser el lazo de unión entre todas ellas y de determinar una
acción común de ellas cuando fuere necesario.
Art. 10. Esta Junta se dividirá en tres secciones, dirigida cada una
de ellas por uno de los Sres. Vicepresidentes, y dedicada exclusivamente
á cada uno de los fines expuestos en el artículo 1." de este reglamento.
El Rvmo. Prelado, Presidente de la Junta, designará el Vicepresidente
que ha de dirigir á cada sección.
Art. 11. Cada una de estas secciones tendrá un Secretario, nombrado
por la misma, si no lo hubiere sido por la Junta, al que corresponderán
los deberes propios de este cargo.
Art. 12. Cada sección tendrá por lo menos una sesión quincenal para
ocuparse de sus respectivos trabajos.
Art. 13. La Junta central celebrará sesión trimestralmente, en la que
se dará cuenta de los trabajos hechos por las secciones, y se propondrá
los que deban emprenderse.
Art. 14. Cuando los acuerdos de las sesiones sean urgentes, queda
al arbitrio del Prelado-Presidente de la Junta central reunir á ésta en pleno
para su aprobación, ó darles él mismo su sanción. Nunca podrán llevarse
á ejecución sin esta última, y siempre que sea posible convendrá que se
sometan á la aprobación de la Junta en pleno.
Art. 15. Los Vicepresidentes son responsables de la regularidad y
constancia de la celebración de las sesiones, debiendo cada uno señalar
día y hora y avisar á los miembros de sus respectivas secciones para
las quincenales.— Reunidos los tres Vicepresidentes, ó por lo menos dos
de ellos en defecto del tercero, visitarán al fin de cada trimestre, si la
410
OBRAS RECIBIDAS
urgencia del caso no lo reclamase antes, al Rvmo. Prelado-Presidente,
pidiéndole se sirva señalar día y hora para la sesión de la Junta central,
y delegar para la presidencia, en caso de no poder asistir personalmente,
y luego se dará el oportuno aviso á los Vocales.
Art. 16. La Junta central cuidará de dar la oportuna y debida publi-
cidad á sus resoluciones y á las de las Comisiones diocesanas cuya
importancia lo exija, suplicando además á todos los Reverendísimos
Prelados las hagan insertar en sus Boletines Eclesiásticos.
(Concluirá.)
OBRAS RECIBIDAS EN LA REDACCIÓN
Abuna Jussuf, por H. Míoni.— Librería
Salesiana, Sarria-Barcelona.
Anales de Nuestra Señora del Sagrado
Corazón. Año i, núm. 1." 5 centavos.—
Quadalajara (México).
ANNÉE SOCIALE INTERNATIONALE. ActiOn
Populaire.— Reims.
Anuario de 1910. Real Sociedad Geo-
gráfica.—Madrid.
Asociación católica de Escuelas y
Círculos de obreros de Santander. Me-
moria, 1910.
IIuLLETiNSiSMiQUE.JuilletáOctobrel909,
par Navarro-Neumann, S. J.— Bruxelles.
Carta-pastoral del Ilmo. Sr. Arzobispo
de Linares, Dr. D. Leopoldo Ruiz, sobre
LA independencia.— Monterrey, 1910. Be-
llísimamente expone la noción y el amor
del verdadero amor de la patria mejicana,
y excita al amor hacia la madre patria Es-
paña, de la que hace un caluroso elogio.
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F. Calvo, O. F. M.— G. del Amo, Madrid.
Clericus devotus. 3,60 francos encua-
dernado en tela.— B. Herder, Friburgo.
Oas Gottesbedürfnis als Gottesbe-
WEis DEN Gebildeten dargeleget, von Otto
Zimmermann, S.J.— Freiburg in Breisgau,
Herder, 1910.
De la théorie á lapratique. N. 215 de
L'Action Populaire.— Reims.
De qué manera puede y debe fomentar
EL Estado la cultura general. Josefa
Reyna.— Sevilla. Con premio al honor en
el certamen IX de la R. Asoc. de San Ca-
siano.
De Romana Curia. B. Ojetti, S. J. L. 5.—
Romae.
Diálogos de actualidad. Liga Antipor-
nográfica.—Manila. Contiene documentos
importantes recomendando la instrucción
moral y religiosa que procura la Liga.
Dictionnaire apologétique de la Foi
Catholique sousladirection deA.D'Alés.
Fase. 111.— G. Beauchesne et C'«, Paris.
Documentos mercantiles. F. Grau Gra-
nen. Manuales LXXXV. Soler. 3 pesetas.—
Barcelona.
DoM üuéranger, par un moine bene-
dictin. Tome deuxiéme, 8 francos.— Plon-
Nourrit et C'«, Paris.
Don Bosco. Semanario ameno instruc-
tivo. Tal sigue mostrándose en su año VI,
como en los anteriores, esta laudable pu-
blicación.—Santa Tecla (República del Sal-
vador). Un ejemplar 0,50, pesos.
Don Francisco de Quevedo, por R. Mar-
tínez Nacarino.— Madrid.
Don Francisco de Solano Ortiz. Su
vida y sus hechos. Los escribe José de
Solano Polanco.— Santander, 1909. Con
los libros y papeles consultados, que enu-
mera, el erudito y concienzudo autor logra
dar á conocer, sacándole de un inmere-
cido olvido, al benemérito montañés So-
lano Ortiz, que en la guerra de la Indepen-
dencia, principalmente, se señaló por sus
hechos en bien de la patria.
El acto de atrición para antes de la
confesión. — Tipografía «La Editorial»,
Coso, 86.
El Ángel de la Guarda. E. Palacios.
1,60 francos.— B. Herder, Friburgo.
El Apóstol del hogar, por el P. Adol-
fo Seitter, redentorista. Con grabados,
de XXV-550 páginas, encuadernado en tela,
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fué ya justamente elogiada, apropiada
para reconstituir las familias cristianas.
El Buen Consejo. Ilustración católica,
con numerosos grabados. Con el número
de Enero entra en una nueva fase, nota-
blemente reformada y avalorada con abun-
dante y escogida doctrina. Suscripción
anual, 5 pesetas.
El católico, armado contra los ata-
ques DE LOS protestantes. P. de Mandato;
traducción por D. R. Pijoán. 4 francos.—
B. Herder, Friburgo.
El correo interior josefino, por don
M. Sol. Número dedicado á la memoria
del Apóstol de las vocaciones religiosas.
OBRAS RECIBIDAS
411
Con hermosas ilustraciones y escritos
escogidos.
El Hombre. E. Helio; traducción de
M. S. Soler. 5 pesetas.— E. Subirana, Bar-
celona.
El hombre tal cual es, por el P. R. J. Me-
yer, S. J. ; traducción por el P. M. Pey-
poch, S. J. 2,40 francos.— B. Herder, Fri-
burgo.
El milagroso Niño Jesús de Praga.
P. B. Vélez. 2 francos.— B. Herder.
El secreto de María. B. L. M. üri-
guión. Novena edición. Traducción del
P. N. Pérez, S. J.— £/ Mensajero, Bilbao.
El «trust» del capital y el Sindicato
OBRERO. F. Rahola. Barcelona. Estudio in-
teresante, hecho por persona competente,
sobre ese trust y Sindicato, los dos polos
de las poderosas concentraciones que se
disputan el campo de la producción.
En favor del Sindicato obrero feme-
nino. Conferencias pronunciadas en el
Centro de Defensa Socw/.— Madrid.
Estadística penitenciaria. Año 1908.
Dirección general de Prisiones.— Madrid.
Estudios científicos del Dr. A. Posa-
do.—Medellín.
Histoire de la Compaonie de Jésus en
Frange (1528-1762). Tome I. (1528-1575).
P. H. Fougueray, S. J. 10 fr.— A. Picard et
fils, Paris.
Histoire de Saint Franqois de Borgia.
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et C »«, Paris.
Hojitas escolares. XIII. La Escuela y la
Conciencia. Crónica de la obra El Ave Ma-
ría en V^a/e/zc/a.— Noviembre-Diciembre
de 1909.
Jésus, par le M. Meschler, S. J.; traduit
d'allemand par l'abbé Ch. Lamy, 1,50 fr.-
G. Beauchesne et C*e, Paris.
I.A Arqueología greco-latina ilus-
trando EL Evangelio. Vol. II. Fernández-
Valbuena. 8 pesetas.— Toledo.
La joven católica. M. de los Dolores
del Pozo. 1,85 francos.— B. Herder, Fri-
burgo.
La Liturqie et la Vie chrétienne. Se-
conde édition, par A. Vigourel. 4 fr.—
P. Lethielleux, Paris.
La mayor gloria de Dios, por el ilustrí-
simo Sr. D. J. M. Jesús Portugal.— E. Su-
birana, Barcelona.
La muerte cristiana del Dr. Rizal.—
P. Pío Pi, S.J.— Manila. Vindicación del
buen nombre del patriota. Sobre la con-
versión de Rizal, el P. Pi es testigo de ma-
yor excepción.
La neurastenia. Dr. A. Báumgarten.
Versión de la cuarta edición por el Dr. Co-
llet.— Herederos de J. GiH. Barcelona.
La Priére divine le «Pater». J.-M.-L.
Monsabré. 3,50 fr.— P. Lethielleux, Paris.
La Religión de l'ancienne Eqypte, par
Ph. Virey.— G. Beauchesne et C'«, Paris.
La Restauración católica. Número-
prospecto y nüm. 1."— Guadalajara (Mé-
jico). Es órgano del Apostolado de la
Oración en la Arquidiócesis.
Las Flores de Mayo, por el P. R. Sara-
bia. Una peseta.— £/ Perpetuo Socorro,
Madrid.
Las misiones parroquiales, por el Pa-
dre T. Ramos. Obra de la C. y Defensa
de la Fe en España.— Madrid.
La Virgen Cristiana. María L. Chaveut;
traducción de D. F. de P. Rivas, presbí-
tero. Cuarta edición.— E. Subirana, Barce-
lona.
Lecciones de lengua hebrea. Dr. J. üou.
Tipografía Católica, Pino, 5, Barcelona.
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Le péril des sens. A. M. Rouilion. 2,50
francs.— Bloud et CK Paris.
Les pieces de Théátre. L'Abbé L. Beth-
léem. Éditions de Romans-Revue. 3,50
francs.— P. Lethielleux, Paris.
L'initiation des Séminaristes aux étu-
des et aux ceuvres sociales. 0,25 fr. Nu-
mero 216 de L'Action Populaire.—Reims.
Lns orígenes del Cristianismo. M. Le
Camus; traducción del Dr.J. B. Codina. IV.
Segunda parte. V. 1.— Herederos de J. Gili,
Barcelona.
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dre Fr. A. de Valencina. 1,50 pesetas.—
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mero 187 de Lecturas Católicas.— Libre-
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S. J. Tome I.— A. Dewit, Bruxelles, 55,
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Romae, 1909.
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C. S. S. R. Tomus tertius. Lib. 12. Romae.
Administración de El Perpetuo Socorro,
Madrid.
Theses de Deo Creante et Elevante.
Víctoríae, 1909-1910.
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D. Mercier; traducción del P. F. J. de Be-
salís, O. M. Cap. 5,50 pesetas.— L. Gilí,
Barcelona.
Tratado teórico-práctico de las ora-
ciones gramaticales simples de la lengua
castellana, por D. A. Berjón.— Zaragoza.
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oraciones tampoco sabe hablar», publica
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rán maestros y discípulos.
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dades AGUDAS Y crónicas POR EL SISTEMA
Kneipp, por N. Neuens; versión por O. Gili.
5 pesetas.— Herederos de J. Gili, Barce-
lona.
Theologische Quartalschrift, von
Belser, Roch, SugmüUer, Ríekler.— Tubín-
gen, Verlag Buchdruderei von H. Laupp.
The meteorological conditions in the
Philippine Islands, 1908, by Rev. P. Algué,
S. D.
Tratado popular de Física, por D. Kleí-
ber y B. Karsten, traducción del Dr. J. Es-
talella, 6 pesetas.— G. Gili, Barcelona.
Trisagio en honor de la Santísima Tri-
nidad, por el P. N. Otaño, S. D. 2 pesetas.
— Lazcano y Mar, Bilbao.
Une conversión de Protestants par la
S. Eucharistie, par le P. Em. Abt, S.J.0,80
frañcs.— G. Beauchesne et C'«.
Un punto controverso nella Storia
DELLA DOTTRINE POLITICHE. G. del VcchíO.
—Roma, 1909. Sobre el liberalismo nacio-
nalista ó el dogmatismo teológico de Spe-
dalieri en su obra Dei diritti dell'uomo.
Um supplemento a o Instituto. Revista
scientificae litteraría, por A. Cabreira. Vo-
lumen LVI.— Coimbra, 1909, Lisboa.
Urbanidad, por D. A. Alonso Palome-
que, 0,25 pesetas.— Sevilla.
Wers le Catholicisme. H. Ligeard.—
E. Vítte, Lyon-París.De esta edición se dio
cuenta en Razón y Fe, t. 23, pág. 533.
Vida primera de San Francisco de Asís.
T. de Celana; traducción del P. Fr. P. de
Mataró.— Herederos de J. Gilí, Barcelona.
Vida Catholica. Revista bimensual de
acción religiosa (Boletín Officíal das dió-
cesis de Evora e Beja). Seminario Arctii-
diocesano Evora. Se propone tener al co-
rriente (especialmente al clero) de la vida
católica en todo el mundo: enseñará la
msnera práctica de fundar obras religio-
sas y sociales, etc.
ViE de Sainte Marthe, par la Ct»s« St.
Bris, 2 frs.— Pierre Téqui, 82, rué Bona-
parte, París.
El método histórico en la interpretación
de los Evangelios sinópticos ^^\
IV
A ERO examinemos el procedimiento mismo que la crítica sigue en la
construcción de su teoría. La fábrica toda no es más que la solución
absolutamente artificial de un problema planteado de conformidad con
los postulados que preceden, en esta forma: dados los elementos varios
que constituyen la cristología de los Evangelios sinópticos, y partiendo
del principio incontestable de que la unidad armónica de ese conjunto
no es, ni puede ser, efecto de una intervención sobrenatural, sino el resul-
tado de un proceso sucesivo, según las leyes de la ciencia moderna,
sobre todo teniendo en cuenta el carácter eminentemente subjetivo de
la religión y el axioma de la evolución, señalar el origen y las fases de
ese proceso. No es otro el criterio que ha guiado á la crítica heterodoxa
contemporánea en el planteo y en la solución del problema sinóptico.
Por eso la solución es completamente arbitraria, apriorística y atropella
por todo, historia, filosofía, hermenéutica, combinando los elementos del
argumento evangélico, no con arreglo á los datos concretos y bien fun-
dados de una investigación seria, sino únicamente á especulaciones filo-
sóficas puramente subjetivas, como lo vamos á hacer ver recorriendo las
tres fases del proceso.
En la primera fase la crítica necesita ante todo eliminar el milagro de
la resurrección, y lo hace sustituyendo á ella una. glorificación de Cristo,
consistente en cierta apoteosis percibida por aprensión simplemente
subjetiva de los Apóstoles, pero independiente del sepulcro vacío, como
con frase técnica se expresa hoy la escuela radical. «San Pablo, dice
Weiss, desconoce la resurrección corporal de Cristo; y el sepulcro vacío
ningún lugar ocupa entre los conceptos de su mente al proponer á los
corintios (2) este artículo. Sólo habla de apariciones de Cristo, de visiones
de su persona por parte de sus discípulos; Cristo apareció á Cefas, apa-
reció á Jacobo, apareció á los once, apareció á más de 500 discípulos:
siempre se trata de una visión (w-^e»]) (3); y «de razón de la visión es.
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXVI, pág. 325.
(2) 1.^ Cor., 15, 4.
(3) Die Schrift. d. N. Test, pág. 45.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI
414 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
añade Loisy, no ser definible como realidad» (1). La idea de la resurrec-
ción corporal, continúa Weiss, es posterior, y debida al ansia de poseer
una prueba más tangible de la vida y gloria de Cristo: «Marcos no la
encontró entre. los recuerdos (le Pedro, pues este Evangelista dice que
la noticia del sepulcro vacío no tuvo su origen en círculos propia-
mente apostólicos», debiendo buscársele en época más reciente (2). Des-
pués de haber escuchado afirmaciones tan rotundas y apreciaciones tan
estupendas sobre las ideas primitivas acerca de la resurrección de Jesús,
el lector corre naturalmente no sin cierta impresión de asombro á exa-
minar los pasajes aludidos, y ¿qué halla? Leamos las palabras textuales
del Apóstol en la sección citada: «Os ense,ñé... que Cristo murió... y que
fué sepultado... y que fué resucitado... y que fué visto por Cefas, por los
doce..., por más de 500 hermanos... Pero si Cristo resucitó de entre los
muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que la resurrección de los
muertos no existe?... Si los muertos no resucitan, tampoco resucitó Cris-
to... Pero Cristo resucitó de entre los muertos, como primicias de los que
descansaron; porque toda vez que la muerte vino por un hombre, tam-
bién la resurrección de los muertos es por un hombre... Mas dirá alguno:
¿cómo resucitarán los muertos, y con qué cuerpo van á presentarse?
Necio; lo que tú siembras no es vivificado si no muriere.» Si San Pablo
en este pasaje no entiende la resurrección de Cristo de resurrección cor-
poral, ¿por qué empieza estableciendo este orden: «Cristo murió, Cristo
fué sepultado, Cristo resucitó?» Es evidente que la interposición de la
sepultura entre la muerte y la resurrección de Cristo, así como la corre-
lación que establece entre las tres ideas, coloca á las tres en el mismo
orden; si pues la muerte y la sepultura son reales y corpóreas, también
la resurrección es corporal. Además San Pablo llama á la resurrección
de Cristo resurrección de entre los muertos: ¿qué significa esta frase
sino que por la resurrección Cristo, primero muerto y en compañía de
los muertos, abandonó luego por la resurrección la compañía de éstos?
San Pablo en tercer lugar coloca en el mismo orden la resurrección gene-
ral de los muertos y la de Cristo, y sólo pone entre una y otra la dife-
rencia de ser la de Cristo primicias y ejemplar de la de los fieles. Y
¿cuál es la resurrección que San Pablo espera para los fieles? ¿Es tal vez
una simple glorificación ideal, sin que intervenga nueva unión del alma
con el cuerpo? Dígalo la dificultad que pone en boca de su adversario y
la solución que á ella da.
San Pablo añade que Jesús /«e visto de Cefas, de Jacobo, de los doce,
de más de 500 discípulos. ¿De qué visión habla? ¿De cuál ha de hablar
sino de la única propiamente tal verificada por el sentido externo de la
vista? ¿Qué significa en todas las lenguas y cuál es la acepción primaria
(1) Les Évang. synopt., I, pág. 407.
(2) Weiss, ibid., páginas 45 y 46.
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 415
y obvia que dan todos los diccionarios al verbo ver? Y ¿puede haber ver-
dadera visión de ojos si no existe el objeto visto? La razón añadida por
Loisy es digna del objetante y no merece los honores de una solución.
Por lo demás, aquí como casi siempre la crítica diciéndolo ó sin decirlo,
copia á Strauss.
Un lector de sentido común se pasmará indudablemente al escuchar
la exposición que acabamos de hacer, y creerá que semejantes discusio-
nes son indignas de figurar en escritos ó tratados que quieran pasar por
serios, y tiene sobrada razón; pero es bueno que hasta los ciegos vean
qué es lo que hoy se tiene y proclama como la última palabra de la cien-
cia, y se persuada bien de que esta es la ciencia y el progreso que admi-
ran extasiados tantos legisladores en los congresos, tantos profesores en
sus cátedras universitarias, tantos periodistas en las columnas de sus dia-
rios ó revistas; y lo que todavía es más triste, esta es la ciencia que tal
vez van á aprender al extranjero para importarla en España no pocos
pensionados del Estado, á expensas de los contribuyentes católicos, cuya
cuota va al presupuesto de Instrucción pública.
Pero no se acaban aquí las arbitrariedades históricas y exegéticas, en
la exposición de la primera fase del proceso evolutivo en la idea cristiana
propuesto por Holtzmann, Weiss, Jülicher, Loisy, etc. Hemos dicho que
para comprobar esta primera fase citan los escritos de San Pablo, afir-
mando que en ellos se buscará en vano indicio ninguno sobre la genea-
logía, predicación, hechos históricos de la vida de Jesús, á excepción de
su muerte y glorificación. Aunque lo objetado fuera verdad, el argu-
mento probaría muy poco; porque versando los escritos de San Pablo
principalmente sobre la redención de Cristo y sus efectos en el alma del
fiel, nada tendría de extraño que insistiera sobre su pasión y muerte como
causas meritorias, y sobre su resurrección como causa ejemplar de la
justificación, gracia y gloria de los fieles, omitiendo, por no hacer al caso,
ciertas noticias biográficas, conocidas de todos sus lectores. Pero el
hecho es absolutamente falso; y aquí aparece nuevamente de bulto la
desaprensión del racionalismo en su análisis de los documentos. No sabe
descubrir en ellos sino lo que confirme sus teorías a pr/or/; y si se le pone
delante un testimonio que echa por tierra sus construcciones, su res-
puesta suele ser que el pasaje no es auténtico. Y ¿por qué? ¡Porque no
se ajusta á la teoría del intérprete! La verdad positiva é indudable' es
que San Pablo recorre la vida entera de Jesús desde su concepción hasta
su ascensión, y de tal suerte, que con sus indicaciones se puede recons-
truir la historia evangélica entera. •
San Pablo recuerda el ministerio del Bautista en toda su amplitud,
como Precursor, como autor de un bautismo, pero muy inferior al de
Cristo, como predicador de penitencia (1): dice en términos expr^-
(1) Act. Apost., 19, 4,5.
416 EL MÉTODO HíST<ÍRICO EN LA INTERPRETACIÓN
SOS que Jesús era descendiente de Abraham (1) y David (2), y heredero
del trono de este último (3); insinúa con entera claridad, teniendo pre-
sente que habla en estilo enfático y dirigiéndose á lectores que le com-
prenden perfectamente, la concepción y parto virginal (4); pues decir,
contra todas las fórmulas geneológicas usuales en el pueblo hebreo, que
Jesús fué hecho de una mujer ^ equivale á decir que en su concepción
no tuvo parte varón alguno; alude á sus largas vigilias en oración, á los
trabajos de su vida, inclusas las tentaciones (5). Hace mención de los
Doce, abrazando en este rasgo comprensivo toda la vida pública de
Jesús; especifica los nombres de algunos de los Apóstoles y los reconoce
como los más altos y genuinos depositarios del Evangelio, aun con res-
pecto á aquellos artículos que él considera como característicos de su
predicación propia (6), pues cree necesario consultarles y solicitar su
conformidad (7); testimonio evidente de que su sistema sobre la justifi-
cación y redención, no son especulación propia, sino derivación de las
enseñanzas de Jesús; recuerda detalladamente la institución de la Euca-
ristía (8); alude visiblemente á las discusiones del Salvador con fariseos
y saduceos al llamar á Caifas pared blanqueada (9); trae á la memoria la
buena confesión de Jesús ante Poncio Pilato, resumiendo también aquí
el conjunto de la predicación de Cristo, tomando por base el reino de
Dios (10); proclama la divinidad de Jesús en los mismos términos en que
San Juan, manifestando así conocer los discursos del Señor en el cuarto
EvangeHo (11); alude á las instrucciones morales del Salvador cuando
dice que nos enseñó á vivir con sobriedad, caridad y piedad (12). Su doc-
trina sobre la primera justificación, explicándola como una regeneración
por el agua y el Espíritu Santo, es la misma que Jesús propone á Nico-
demus (13); en fin, repite, remitiéndose en términos expresos á su auto-
ridad, las enseñanzas del mismo sobre la indisolubilidad del matrimo-
nio (14). Y se nos dice con la mayor frescura que San Pablo no conoce
de la vida terrestre de Jesús otra cosa que su pasión. ¡Y semejantes
hombres aspiran á ejercer el monopolio y la hegemonía en la crítica,
exégesis é historia de la religión!
(1) Gal., 3, 16.
(2) Act. Apost., 13, 23.
(3) Ibid.
(4) Gal., 4,4.
(5) Hebr., 4, 15; 5, 7.
(6) Gal., 2,5-14.
(7) Ibid.
(8) 1.=^ Cor., 11.
(9) Act. Apost., 23, 3.
(10) 1.a Tim., 6, 17.
(11) Colos., 1, 15-20.
(12) Tit.,3, 11, 12.
(13) Joann., 3, 3 sig.
(14) I.'» Cor., 7, 11.
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS '^l?
; ■ ■ V
Sin salir de la primera fase, ¡cuánta falsedad histórica, cuánta arbitra-
riedad exegética! Pero pasemos á examinar la segunda y tercera. En
ambas se convierte la historia evangélica entera en una pura ficción, pro-
ducto de una elaboración fantástica de la fe cristiana. Nuevas arbitrarie-
dades históricas, nuevos absurdos psicológicos. De nuevo se hace tabla
rasa del testimonio unánime de tantos siglos, hasta la época misma de
ios Apóstoles, acerca de la autenticidad de los Evangelios. San Jerónimo,
Eusebio, Orígenes, Tertuliano, Clemente Alejandrino, San Ireneo, San
Justino, Papías, nada supieron sobre una época á la qiie tocaban con la
mano los últimos, y acerca de la cual los primeros poseyeron y exami-
naron cuidadosamente mil documentos, hoy perdidos, además de los que
felizmente han llegado á nuestras manos. Pero esos Doctores eran unos
imbéciles, y aunque tenían enfrente y no cesaban de combatir á Juliano,
Porfirio, Celso, los marcionitas y gnósticos, que ya en aquellas tempranas
edades hacían con la historia evangélica lo mismo, con corta diferencia,
que hacen nuestros críticos contemporáneos, no acertaron á practicar
un examen razonado de los fundamentos en que estribaba la autoridad
histórica de los Evangelios, y aceptaron como verdadera historia obje-
tiva un conjunto de ficciones fantásticas cuya elaboración apenas se
había terminado cuando, no ya Papías, sino aun San Justino y San Ireneo
tocaban la edad madura y trataban por espacio de años enteros con los
autores mismos de tales fábulas, ó cuando menos con sus inmediatos
discípulos. ¡Y nada pudieron rastrear del estado morboso y de exagerada
excitación febril que poco antes invadía la sociedad cristiana entera, y
que á sus más grandes genios hacía transformar inconscientemente en
realidad indisputable sus propios desvarios!
Las reflexiones que preceden demuestran la arbitrariedad con que en
el campo de la historia desecha el racionalismo el testimonio de la anti-
güedad cristiana; pero además nos conducen á examinar el problema
bajo su aspecto psicológico. Las generaciones cristianas, se dice, desde
los discípulos inmediatos de Jesús, y aun desde este mismo hasta la época
en que se termina la evolución cristológica con el cuarto Evangelio,
hallábanse en tal estado de excitación religiosa, que sin fundamento
alguno objetivo proporcionado, y sólo en virtud de energías anímicas
informadas del sentimiento de la fe, concebían primero y objetivaban
después inconscientemente todo aquel conjunto de elementos, unos de
hecho, como la resurrección; otros de especulación, como los dogmas de
que se compone el cuerpo de doctrina cristológico. Y bien; ¿cómo se
explica fenómeno tan estupendo? ¿Cómo se pasó, v, gr., de la simple
idea de la gloria de Jesús, concebida en momentos de fervor, á objetivar
esa concepción subjetiva en la resurrección corporal? Aquí los apuros.
418 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
las vacilaciones, los efugios del racionalismo. Juan Weiss (1) se contenta
con decir que en los relatos de Pedro no se halló el de la resurrección
corporal y que su origen fué posterior; pero tiene el buen acuerdo de no
señalar tiempo ni modo. Loisy nos informa de que «la fe en la resurrec-
ción no tomó consistencia sino algún üempo después de la muerte de
Jesús»; pero le consta que «Pedro fué quien adquirió primero la convic-
ción de que su Maestro vivía. Él le había visto un día, al amanecer, pes-
cando sobre el mar de Tiberíades» (2). Otto Pfleiderer pasa á describir
detalladamente la manera en que tuvo lugar ese convencimiento. «Pri-
mero, el irritable Pedro, después otros varios, y colectividades ente-
ras se persuadieron, en momentos de intuición exaltada, de que el Cru-
cificado vivía» (3). Está muy bien; pero ocurre una dificultad: «Pedro,
Jacobo, los doce, más de quinientos», protestan, según nos dice formal-
mente San Pablo en un pasaje cuya autenticidad nadie osa negar, haber
visto á Jesús resucitado; los Apóstoles, haberle visto, tocado y comido con
él. Que uno ú otro, en un momento de excitación, se imagine haber visto
á una persona que en realidad no ha visto, se comprende; pero que, no
uno, sino doce, más de quinientos, digan lo mismo, y que continúen dicién-
dolo por espacio de más de veinte años, como habían pasado desde la
pasión hasta que San Pablo escribía aquellas líneas memorables á los
corintios; y que perseveren en esa persuasión y protesta, á pesar de las
persecuciones, de los tormentos, de una muerte segura; y de que esas per-
secuciones empiecen pocos días después de la muerte de Jesús y se con-
tinúen sin interrupción (4) y en el teatro mismo de los acontecimientos y
mientras el poder y la fuerza está en manos de los enemigos de Jesús,
que debían disponer de mil medios para deshacer una fábula absurda
presentando el cadáver de Jesús á vista de todo el mundo; eso es lo que
desearíamos nos explicaran Holtzmann, Weiss, Loisy, Pfleiderer y todos
cuantos emplean su vida é ingenio en el estudio de los orígenes del
cristianismo. Pero hasta ahora hemos esperado en vano, y el problema
psicológico permanece planteado y sin solución, porque no la tiene, por-
que el absurdo no admite explicación, ni histórica, ni fisiológica, ni filo-
sófica; y sólo puede satisfacerse con explicaciones semejantes quien ha
desertado las banderas del sentido común ydespedídose de toda seriedad.
La dificultad que suscita el hecho de la resurrección se renueva cuan-
tas veces ocurre explicar la objetividad de cada uno de los hechos mila-
grosos atribuidos á Jesús, y cada una de las prerrogativas divinas de que
se le rodea en las narraciones evangélicas.
(1) Die Schrift. d. N. Test, páginas 45 y 46.
<2) Les Évang. synopt., I, páginas 177 y 224.
(3) Relig. phil, pág. 258. También aquí depredaciones, saqueo de los escritos
de Strauss.
(4) Act. Apost., cap. 4, 8, 21-27.
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 419.
VI
La tercera fase ofrece una dificultad especial, por las arbitrariedades
exegéticas que al exponerla comete Holtzmann, é igualmente Loisy.
Según estos críticos, las generaciones cristianas atribuyeron falsamente
á Jesús aquellos pasajes del Antiguo Testamento que, como el Salmo 21
y el cap. 53 de Isaías, hablan de las ignominias del Justo ó del Siervo de
Jehová, é igualmente el del cap. 5." de Miqueas, 7.° de Isaías, etc., con
el fin de realzar hasta un ideal soberano la figura de Jesús y ciertos
hechos de su vida que hasta entonces aun los mismos cristianos habían
considerado como obvios y naturales, atendido el odio de sus persegui-
dores ó las costumbres judías y romanas. En el Salmo 21, dicen, se trata
sencillamente ó de un Personaje que nuestro desconocimiento de la his-
toria no permite identificar, ó tal vez de un símbolo ideal de virtud supre-
ma, pero que no tiene realidad histórica. Igualmente el Siervo del cap. 53
de Isaías, en el pensamiento de su autor, ó se refiere á un Profeta de
aquella época y desconocido de nosotros, ó á la colectividad del pueblo
hebreo, víctima de extremos infortunios, ó también puede expresar el
ideal de una virtud que llega á lo sumo del heroísmo en medio de un
mundo corrompido. De todos modos, es cierto que en la mente de aque-
llos escritores su héroe no es el Mesías; porque un Mesías paciente y
Heno de ignominias, es, en el concepto judío, como un círculo cuadrado;
¡tan incompatibles son las ignominias con la aureola de gloria que cons-
tituye el rasgo más esencial del Mesías en las descripciones del Antiguo
Testamento! Si, pues, Jesús, en opinión de sus discípulos, es el Mesías,
no es posible identificarle con el Justo del Salmo 21 ó con el Siervo de
Jehová en el cap. 53 de Isaías.
Sin embargo, nadie niega la analogía entre el cuadro descrito por el
Salmo ó el Profeta en los pasajes citados y las secciones evangélicas
que nos refieren la pasión y muerte de Jesús, cuya autenticidad admiten
sin dificultad todos los críticos. Por el contrario, Duhm, Marti y Otto
Pfleiderer reconocen ser tan exacta la semejanza, que causa grande
maravilla cómo á tantos siglos de distancia pudiera el autor de Isaías 53,
trazar el bosquejo de un cuadro que sólo se realizó en la persona de
Jesús (1). Nosotros recogemos esta declaración y razonamos así: por una
parte, es indudable que el Siervo de Isaías en el cap. 53 no es otro que el
Héroe de la sección 52, 13-15, el cual seguramente, en el pensamiento del
Profeta, es el Libertador Mesías, no un personaje ideal, ni tampoco una
colectividad; además, es igualmente cierto que el Profeta presenta su des-
(l) Las declaraciones de Duhm, Marti y Pfleiderer pueden verse en los Comenta-
rios á Isaías, de los dos primeros, y en la Religions philos, del segundo, pág. 76.
420 EL MÉTODO HISTÓRICO EN LA INTERPRETACIÓN
cripción del cap. 53 como una relación divina de acontecimientos futuros:
«¿Quién dará crédito á nuestro anuncio y á quién se descubrirá el brazo
de Jehová?», empezando inmediatamente su descripción increíble refi-
riéndola á tiempo futuro: «Y alzaráse como brote despreciable, como
renuevo inadvertido, en medio de una tierra agostada...» Por otro lado.
Dios, como arbitro de los acontecimientos en la historia, debe á su Pro-
videncia no permitir que el género humano tenga por una enseñanza ó
revelación divina lo que es puramente efecto de coincidencias fortuitas.
Cuando, pues, leemos la descripción del'cap. 53 de Isaías, propuesta
como una predicción divina de acontecimientos por venir, y en la histo-
ria evangélica de la Pasión realizado rasgo por rasgo aquel anuncio, no
es posible dejar de descubrir en la persona de Jesús al Siervo de Jehová
descrito por el Profeta. Lo que se dice de la descripción del cap. 53 de
Isaías debe igualmente aplicarse al Salmo 21. Según eso, los Evangelis-
tas, prevenidos de antemano por su divino Maestro, al aplicar á éste los
pasajes del Salmo 21 y de Isaías, no hicieron otra cosa que reconocer lo
que la comparación entre la predicción y el cumplimiento imponía, con
esa grandiosa elocuencia propia de los acontecimientos de la historia,
dirigidos por la omnipotencia y sabiduría de Dios. ¿Podía una coinci-
dencia fortuita acumular los rasgos de semejanza, tantos en número y con
tal exactitud en la fisonomía moral y en la figura histórica, entre la per-
sona de Jesús y el Siervo descrito por Isaías?
Se dice que el Antiguo Testamento desconoce un Mesías paciente;
pero semejante aserción está desmentida por la comparación atenta de
los varios pasajes mesiánicos. El Siervo del cap. 53 de Isaías es segura-
mente el mismo del cap. 42 y 49 y el de la sección 52, 13-15; y éste á su
vez se identifica, sin género de duda, con el Legislador, Intérprete de
Jehová y Soberano del mundo del Deuteron., 15, 18, y de los Salmos 71,
2 y 109. Y sin salir del cuadro mismo del cap. 53 de Isaías, ese mismo
Siervo de Jehová, que sucumbe con muerte ignominiosa, recibe en pre-
mio la herencia del mundo y la soberanía de generaciones venideras sin
fin, del mismo modo que en el cap. 49. después de las ignominias del v. 6,
es objeto de la veneración de reyes y príncipes en toda la tierra. ¿En qué
es inferior esta gloria del Siervo á la del Mesías en los vaticinios más
espléndidos de su grandeza?
VII
Séanos permitido terminar preguntando á los críticos de la evolu-
ción: ¿En qué pueblo de la tierra ó en qué época de la historia se ofrece
un ejemplo, no ya igual, pero ni de semejanza remota con el fenómeno
grandioso de sublime majestad, elevación, armonía, consecuencia y
sorprendente unidad que presenta la cristología del Nuevo Testamento
y aun la de solos los Evangelios? Los mismos escritores que tantas
DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 421
veces hemos citado, se guardan muy bien de traer á colación cuando
se trata de Cristo las fábulas religiosas de indios, asirlos, egipcios,
persas, griegos y romanos; porque en efecto, en todas ellas, aparte
alguna que otra centella de dignidad y sentido común, el conjunto
es soberanamente ridículo, grotesco y sobre todo inmoral. La misma
religión natural de los más grandes filósofos de todas las edades,
sin exceptuar los más celebrados entre los modernos, tampoco puede
entrar en parangón con el sistema cristiano. Tenemos, pues, en el argu-
mento que nos presentan los Evangelios, el monumento más admirable
que nos ofrece la historia de la mentalidad del género humano, y se trata
de resolver el problema de su naturaleza y origen. Dos escuelas, la sobre-
naturalista y la del racionalismo crítico, proponen sus respectivas expli-
caciones: la primera, apoyada en el testimonio de la historia, confirmado
por los axiomas de la filosofía y del sentido común, resuelve que el fenó-
meno, aunque realizado en el seno de la humanidad, reconoce por principio
una intervención divina y sobrenatural. La segunda, guiándose por los dic-
tados de una ciencia que tiene como base y fundamento único la negación
del orden sobrehumano, declara nulos, en virtud de este solo axioma, los
argumentos todos que se alegan y pueden alegarse en favor de la pri-
mera solución. Á continuación se apresura á presentar sus soluciones
positivas, atribuyendo la construcción religiosa contenida en el Nuevo
Testamento á una afección patológica denominada sentimiento religioso
y fe, la cual posee el poder maravilloso y sorprendente de crear, en su
locura, las más sublimes concepciones por su armonía en la especula-
ción y por su. elevación en la moral; de tal suerte, que en vano preten-
derá competir con ella la meditación seria y reposada de los más ilustres
pensadores en cualquiera ramo del saber humano. Nada importa que la
historia presente su testimonio unánime de todos los siglos en contrario;
nada importa que la filosofía observe ser una imprudencia y hasta un
absurdo pretender edificar sobre la negación de lo sobrenatural; nada
importa que el sentido común ó se asombre ó se sonría al ver atribuida
á la locura una institución que, además de su belleza intrínseca ha produ-
cido en el mundo entero los efectos más admirables y benéficos: el racio-
nalismo mantiene su solución, y á las observaciones de sus adversarios
responde: cierto que yo mismo me asombro de descubrir en esa enfer-
medad ó manía, que se llama fe religiosa, un poder tan sorprendente;
pero tales son los misterios que encierra en su seno la creación en sus
manifestaciones infinitas é infinitamente caprichosas. Su estudio es la
desesperación del crítico; pero como á esa consecuencia nos lleva el
axioma intangible de la negación de lo sobrenatural, preciso es abra-
zarse con ella como con la única solución al problema religioso.
L. MURILLO.
LA IGLESIA Y LA ESCUELA
Líos enemigos encarnizados de la Iglesia, que no son otros que los,
enemigos de Cristo Dios, comoquiera que Jesucristo no dejó en el mundo
otra institución sino su Iglesia, libro viviente donde escribió su doctrina,
piedra angular de donde hizo fluir el irrestañable manantial de sus gra-
cias, y ciudad de refugio adonde llamó á cuantos habían de salvarse
bajo su egida; los enemigos, digo, de Cristo y de su Iglesia han seguido
comúnmente una táctica astuta y desleal, que consiste en poner á la
Iglesia en aparente ó ficticia oposición con ciertos bienes ó aspectos de
la vida, legítimos y caros al espíritu de los pueblos.
No les ha bastado la oposición verdadera é irreductible entre la Igle-
sia y los bienes mentirosos que atraen con lisonjero halago la sensuali-
dad é inclinación viciosa de los hombres. No se han aplicado á procla-
mar la insoluble antinomia entre la Iglesia y la soberbia, entre la Iglesia
y la liviandad, entre la Iglesia y la codicia; en una palabra: entre la reli-
gión de Cristo crucificado, encarnada en la Iglesia, y todos los vicios
que separan de Cristo y de Dios á la Humanidad caída.
El vicio, el mal moral, por más que no carezca de alicientes con que
arrastra la voluntad humana en sus momentos de debilidad y desalum-
bramiento, conserva siempre un rasgo repulsivo: su oposición, no sólo
contra la ley de Dios, sino aun contra la norma intrínseca de la natura-
leza racional. Por eso los impíos no se han contentado con proclamar
las antinomias entre la Iglesia y la ambición, el orgullo y la lujuria, que á
tantos hombres tienen en vergonzoso cautiverio; sino para deslumbrar y
seducir á los pueblos han procurado presentar á la Iglesia en contradic-
ción con otros bienes de un orden superior y de suyo legítimos.
De esta suerte se ha proclamado un día la oposición entre la Iglesia
y la ciencia, que es el más alto ornato de la inteligencia humana en el
orden natural. Otro día se ha enarbolado como bandera del sectarismo
la antinomia entre la Iglesia y la libertad, que es la más preciosa pre-
rrogativa de nuestro albedrío. Ayer se procuraba pintar á la Iglesia como
rival temible del Estado; hoy se intenta presentarla como enemiga artera
de la escuela.
La pretendida antinomia entre la Iglesia y la ciencia fué el santo y
seña de la falsa ilustración del Filosofismo, que produjo la terrible apos-,
tasía del siglo XVIII; á pesar de lo cual, la ciencia de aquellos filosofan-
tes enciclopedistas y volterianos, que pretendía no caber dentro de la
Iglesia, está hoy de cuerpo presente, convencida de vanísima sofistería
y pretenciosa superficialidad.
LA IGLESIA Y LA ESCUELA 423'
La antinomia entre la Iglesia y la libertad ha sido el gran sofisma que
ha cegado á muchos en la primera mitad del siglo XIX; los cuales,
por haber olvidado la Historia, que nos muestra á la Iglesia católica
como perpetuo paladín de todas las libertades legítimas, contra todos
los fatalismos y tiranías, tienen que reconocer ahora que las doctrinas
del liberalismo no conducían á la libertad civil y política, sino al jaco-
binismo y despotismo del Estado.
Luego se pretendió establecer la antinomia entre la Iglesia y el
Estado, proclamando su mutua independencia y separación; y en la
época presente, hasta los ciegos ven que, so pretexto de temer la supre-
macía de la Iglesia, y defender la soberanía del Estado, á lo que se va
realmente es á esclavizar á la primera ó condenarla á un ostracismo que
para ella equivaldría á la muerte.
La repetición de esa táctica infernal debe bastar para abrir los ojos
de los que no elijan una voluntaria ceguera, y ponernos sobre aviso para
rechazar un nuevo sofisma que se plantea en nuestros días, y parece
va á ser la consigna de la impiedad en la nueva época que se inaugura
con el siglo XX. Ese sofisma es el de la antinomia que se pretende crear
entre la Iglesia y la escuela.
Á nuestro juicio, la consigna está dada, y los que la han recibido
espían cautelosamente todas las ocasiones de cualquiera rozamiento ó
aparente contradicción, para proclamar á voz en cuello ¡ó la Iglesia ó la
escuela! Y esas ocasiones no podrán menos de ofrecerse con frecuen-
cia; porque existe en realidad una contradicción irreductible entre la
escuela sectaria: entre la escuela que tiene por fin, no la difusión de la
cultura, sino la descristianización de los pueblos, y la Iglesia católica,
cuya misión es enseñar á todos los pueblos la verdad cristiana y educar-
los para Cristo: para que vivan con su espíritu en esta vida efímera, y se
hagan partícipes de su redención eterna.
Entre estas dos tendencias antitéticas, de la Iglesia católica y de la
escuela sectaria, es imposible que falten colisiones, y está visto que los
ministros de la impiedad se hallan dispuestos, cada vez que uno de esos
choques se produzca, á clamar: ¡ó la Iglesia ó la escuela!, pretendiendo
hacer causa común de la escuela, que es foco de cultura, lo que no es
sino pleito particular de la escuela atea y anti-tea, la cual no es fuente
de cultura, sino criadero de irreligión é inmoralidad.
Por esto juzgamos necesario estudiar las verdaderas relaciones que
median entre la Iglesia y la escuela, por efecto de su naturaleza y de su
Historia, para que, iluminados con radiante claridad sus verdaderos
vínculos, no tenga lugar el espíritu de las tinieblas para tramar aquí sus
acostumbradas confusiones y añagazas (1).
.(1) Habiéndose suscitado esta cuestión con pretexto que tomaron ciertos perturba-
dores de un Congreso de primera enseñanza celebrado en Barcelona entre el 26 de
424 LA IGLESIA Y LA ESCUELA
LA IGLESIA NECESITA DE LA ESCUELA
Está tan lejos de la verdad la antinomia que fraudulentamente se
procura introducir entre la Iglesia y la escuela, que al contrario, la Igle-
sia tiene necesidad de la escuela, y la escuela necesita de la Iglesia, y
sólo de la harmonía entre ambas puede nacer la verdadera educación de
la juventud y la cultura eficazmente moralizadora de los pueblos cris-
tianos.
Mas cuando decimos que la Iglesia necesita de la escuela, no habla-
mos de una necesidad absoluta; como cuando decimos que el hombre
necesita del aire oxigenado para vivir, ó de la redención de Cristo para
salvarse. No: en absoluto la Iglesia pudiera prescindir de la escuela, y
la mejor prueba de ello es que se pasó sin ella los primeros siglos de su
existencia.
El docete omnes gentes: el ministerio de enseñar que Cristo enco-
mendó á sus Apóstoles, no es el oficio específico de la escuela, sino la
predicación de la palabra de Dios y la catequesis. Bástale en rigor á la
Iglesia, para cumplir con su misión divina, enseñar á los grandes y á los
pequeños las verdades dogmáticas y las normas morales de que es depo-
sitarla. Lo demás que pertenece á la instrucción y á la educación civil
de los pueblos, puede en rigor abandonarlo la Iglesia á una escuela
ajena é independiente de ella; y así lo hizo con efecto en los primeros
siglos, cuando los niños cristianos, sólidamente instruidos por la educa-
ción doméstica y eclesiástica en las verdades de la fe, acudían á las
escuelas de \os grammatistas para aprender á leer y escribir; á las de
\o^ gramáticos y retóricos, para recibir la cultura general superior, y á
las academias de los filósofos, de los médicos y jurisperitos, para alcan-
zar una formación profesional.
Pero esto, que pudo hacerse sin inconveniente, ó con menor incon-
veniente, en una época en que las circunstancias eran excepcionales, no
podía continuar luego que el Cristianismo fué recibido en la vida polí-
tica, y la congregación de los fieles entró en las vías de la normalidad.
Los primeros siglos de la Iglesia fueron una edad de especiales caris-
mas; fueron la época de los Apóstoles y de los profetas, de los tauma-
Diciembre da 1909 y el 2 de Enero de 1910, algunos amigos nuestros nos invitaron á
dar una conferencia sobre este punto en el Circulo tradicionalista de dicha capital
(5 de Enero). Después de madurar las ideas que entonces expusimos con el calor de
la improvisación, hemos creído conveniente fijarlas y difundirlas por medio de este
articulo, ahondando más en los puntos substanciales y omitiendo otros que ya tenemos
tratados en diferentes números de esta misma revista, á los cuales nos contentaremos
con remitir al lector.
LA IGLESIA Y LA ESCUELA 425
turgos y de los mártires; y la reducida sociedad cristiana estuvo consti-
tuida entonces por ios mártires y los hijos de los mártires, y animada de
un entusiasmo tan intenso, que la hacía refractaria á todas las deletéreas
influencias del Paganismo ambiente.
Hoy nos cuesta comprender aquella frase de Tertuliano, el cual, á
pesar de su rigorismo contra la Idolatría, daba licencia á los hijos de los
cristianos para acudir á las escuelas de los gentiles, y no veía en ello
peligro para su fe; «porque, dice, el niño cristiano debidamente instruido
estará tan seguro como el que, conociendo un veneno, lo recibe de otro
que no lo conoce, y, por consiguiente, no lo bebe» (1). Hoy, decimos, nos
cuesta comprender aquella indulgencia con las escuelas gentílicas; pero
es que en nuestra edad no son comunes los hijos de máriires; los ado-
lescentes llenos de aquel espíritu heroico que dictaba á Orígenes su carta
á su padre Leónides, encarcelado por la fe y próximo á sufrir el mar-
tirio, en la cual le exhortaba ¡á no desfallecer en sus santos propósitos,
ablandado por ventura por el amor á su esposa y á sus hijos! ¡Tales hijos
podían sin duda ir á buscar la erudición secular á las escuelas de los
paganos, seguros de no beber el veneno que en ellas se les propinaba!
Pero lo que fué tolerable é inocuo en una época de fervoroso entu-
siasmo y de extraordinarios carismas divinos, no lo podía ser en cuanto
la vida cristiana entró en los rieles de la normalidad, y cesando el riego
de la sangre de los mártires, amenguó también la eflorescencia de
heroicas virtudes. Desde entonces no se pudo ya contar generalmente
con padres como el padre de Orígenes, el cual había desplegado callada-
mente en la educación religiosa de su hijo aquel fervor inmenso de que
el martirio no fué sino coronamiento y remate. La Iglesia hubo de aten-
der al nivel común de las familias cristianas y sentir la necesidad de la
escuela y proveer á satisfacerla.
En efecto: en las circunstancias normales de la sociedad cristiana, la
educación doméstica no es suficiente para atender de un modo satisfac-
torio á la educación religiosa de la generalidad de los niños. Las razo-
nes que nos persuaden esta insuficiencia son las mismas que demuestran
en general la necesidad de la escuela en el orden cultural y científico.
¿Por qué atribuímos á la escuela, en estos órdenes, una necesidad que
se halla hoy umversalmente reconocida en todos los pueblos civilizados?
En primer lugar, porque una gran parte de los padres de familia no
tienen capacidad ó competencia científica para enseñar á sus hijos aque-
llos conocimientos que exigen en ellos las circunstancias de nuestra cul-
tura desarrollada y en vías de nuevos desenvolvimientos. El labrador que
empapa el duro suelo con el sudor de su frente para hacerle producir
más copiosos frutos; el marinero condenado á luchar día y noche con las
asperezas del mar y de los temporales; el minero que ha de arrancar
(1) De Idololatria, cap. X.
426 LA IGLESIA Y LA ESCUELA
penosamente á las hondas entrañas de la tierra la hulla que en tanta can-
tidad necesitan los progresos de nuestra industria y locomoción, y otros
innumerables operarios de una civilización espléndida en sus cumbres,
pero no menos necesitada de obscuros trabajadores que forman su base;
fes imposible que posean generalmente la capacidad científica para comu-
nicar á sus hijos los conocimientos que forman la general cultura que dé
día en día se va exigiendo más extensamente á todos los ciudadanos de
un- pueblo culto; y ésta es una de las causas que hacen necesaria la
escuela en el orden científico ó cultural, y no la hacen menos indispen-
sable en el orden religioso. Porque toda esa inmensa muchedumbre
de operarios, incapaces, por la escasez de sus conocimientos, de com-
pletar (no de incoar) la enseñanza educativa de sus hijos, no son más
aptos para comunicarles todo el conocimiento de la religión, necesario
para su sólida educación religiosa.
Pestalozzi soñó con una Pedagogía tan simplificada, que cualquiera
madre, por rústica é ignorante que fuese, pudiera con su auxilio educar
á sus hijos sin necesidad de la escuela. Pero esto no pasa de aspiración
utópica de un hombre demasiado pesimista acerca del porvenir de la
escuela popular, y todas las naciones modernas, abandonado el ensueño
de Pestalozzi, se consagran á mejorar la escuela popular, conceptuán-
dola como necesaria. Mas esta necesidad que se siente en el terreno
científico, no es menos sensible en el terreno religioso. Sobre todo por-
que, á la razón de la falta de capacidad intelectual é instrucción, se
agrega la ocupación ímproba que imposibilita á una inmensa muche-
dumbre de padres consagrarse con suficiente espacio á la enseñanza dé
sus hijos.
Demos que se llegase á simplificar hasta tal extremo el método peda-
gógico, y á levantar hasta tan alto grado la cultura de las masas popula-
res, que todos los padres de familia poseyeran suficientes conocimien-
tos para instruir á sus hijos en la religión, no menos que en los otros
órdenes de la vida. Aun entonces sería necesaria la escuela, por cuanto
las ocupaciones asiduas de muchos padres les impedirían consagrar á la
enseñanza de sus hijos todo el tiempo y solicitud que ésta requiere en
una sociedad adelantada. Pero no queremos insistir inútilmente en una
verdad conocida: la incapacidad de una gran parte de los padres, las
ocupaciones absorbentes de otra gran parte de los que son capaces, y,
por fin, la falta de virtud y aun de moralidad de no pocos, que los inha-
bilita para llevar á término la educación de sus hijos, hacen indispensa-
ble la escuela, no menos que en el orden científico, en el orden religioso;
hacen que la Iglesia necesite de la escuela.
Y esta necesidad no desaparece por la intervención del sacerdote en
la educación religiosa de los niños; pues /a enseñanza eclesiástica que se
realiza fuera de la escuela es asimismo insuficiente en las circunstancias
normales de la moderna sociedad cristiana.
LA IGLESIA Y LA ESCUELA 427
Muchas son las causas que contribuyen á esta insuficiencia de la
enseñanza eclesiástica practicada fuera de la escuela, y la primera y
principal es la falta de tiempo, así por parte del sacerdote como por
parte de los niños.
La creciente amplitud de los planes de la moderna escuela primaria,
no sólo acapara todo el tiempo y las fuerzas intelectuales del niño, sino
aun las halla insuficientes para sus exigencias. ¿Quién ignora que uno de
los más difíciles problemas de la enseñanza actual en todos sus grados
es evitar la sobrecarga de los alumnos, los cuales gimen bajo la mole de
estudios y ejercicios diversos? Por una parte las ocupaciones domésti-
cas de los hijos del pueblo, particularmente de los labradores, que dispu-
tan á la escuela la actividad de los niños aun en la edad escolar, y por
otra las necesidades del desarrollo físico, que reclaman buena parte del
día para los ejercicios corporales, manuales, juego, descanso, etc., tienen
entablado con la escuela moderna un litigio de difícil solución, y el niño
de nuestra época está en peligro de perecer descuartizado por la violen-
cia de tantos como tiran de él, exigiendo su actividad y su tiempo con
intolerable apremio. ¿Cuándo podrá, por tanto, obtener su atención el
sacerdote para enseñarle con el debido sosiego é insistencia las verdades
de la fe y de la moral cristiana?
De suerte que, aunque el sacerdote no tuviera otra cosa que hacer
sino dedicarse á la instrucción religiosa de los niños, faltaría el tiempo
por parte de éstos para atender con toda la continuidad é intensidad
necesaria á enseñarles su religión fuera de la escuela.
Por otra parte, en las aldeas donde hay un solo sacerdote, ha de
atender éste á la predicación de la palabra divina, á la administración de
los sacramentos, al consuelo de los enfermos y afligidos. En las pobla-
ciones mayores, aunque aumenta el número de sacerdotes, se ensancha
en mayor escala de día en día el círculo de sus ocupaciones, agregán-
dose las obras sociales á los antiguos ministerios.
El sacerdote ha de intervenir, sin duda alguna, en la instrucción reli-
giosa de los niños, como los padres de familia han de ayudar á su reli-
giosa educación; pero de ordinario habrá de limitarse su obra á dispo-
nerlos inmediatamente á la recepción de los sacramentos, preparándolos
para la primera confesión, para la primera comunión y luego para el
matrimonio ó elección de estado; todo lo cual incluye instrucción reli-
giosa, pero difícilmente será sólido, si no encuentra, para edificar sobre
ella, la base de la enseñanza religiosa de la escuela.
Los sacerdotes que tienen cura de almas están obligados á enseñar el
Catecismo á grandes y pequeños, y estas obligaciones se han especifi-
cado y urgido recientemente por la Encíclica Acerbo nimis, publicada
por Nuestro Santísimo Padre Pío X á 25 de Abril de 1905. Mas esta ense-
ñanza, si no sale del templo, difícilmente podrá reunir todas las condicio-
nes de perfección que requieren los progresos de la Pedagogía. Por lo
428 LA IGLESIA Y LA ESCUELA
menos en los pueblos pequeños, obligado el sacerdote á juntar á todos
los niños de diferente edad y de uno y otro sexo, uno ó dos días de la
semana, y por ventura en una misma hora, será materialmente imposible
graduar la enseñanza. No se podrá, por consiguiente, atender de la
manera necesaria á la comprensión de las diferentes edades, y las más
veces todo habrá de quedar reducido á decorar el texto del Catecismo,
y á explicarlo de un modo más parenético que pedagógico.
Cierto, por este medio se podrá comunicar á los pueblos el conoci-
miento indispensable de los misterios de la fe y de las normas morales
del Cristianismo; pero esa instrucción imperfecta, suficiente en tiem-
pos antiguos, no bastará ahora para dar á los jóvenes una conciencia
clara de la religión que profesan, y que en mil ocasiones se verán en la
necesidad de defender contra los ataques de la impiedad que por todos
lados actualmente nos rodea.
Por eso se ha comprendido en todas partes que la enseñanza del
Catecismo que se verifica en la iglesia, necesita el apoyo de la ense-
ñanza religiosa de la escuela, y para este efecto se han practicado varios
sistemas.
En ciertos Estados paritéticos, como Alemania y Austria, donde se
reúnen en unas mismas escuelas niños de diferentes confesiones religio-
sas, se confía la enseñanza de la religión al sacerdote ó ministro del res-
pectivo culto, el cual acude á la escuela dos horas semanales, durante
las que el maestro le cede su puesto.
Este sistema, necesario en las circunstancias indicadas, no por eso es
menos imperfecto, pues imposibilita la compenetración de la enseñanza
religiosa con las demás disciplinas escolares, la cual es el desiderátum
de la religión y de la Pedagogía. La religión, confinada en un ángulo
de la escuela, viene á reducirse, naturalmente, á un accidente de la vida
civil, en vez de compenetrarla toda como una divina esencia.
Pero todavía es más imperfecto el sistema, seguido en los Estados
Unidos, que destierra la religión de la escuela, confinándola en las cla-
ses dominicales. El domingo, día necesario para el descanso, para la
expansión y la vida de familia, se ve invadido por una enseñanza grave,
que por el mismo caso se hace antipática y queda insuficientemente
atendida.
Por estas razones los católicos ingleses (y aun los protestantes angli-
canos) resisten con todas sus fuerzas á la«scuela neutra, á pesar de la
mezcla de cultos existente en su nación, y abogan por la escuela cató-
lica para los católicos, y protestante para los protestantes, para que
toda la enseñanza pueda colorarse con un mismo matiz religioso.
Sin duda alguna el sistema que mejor atiende á la necesidad del dis-
cípulo, y más enaltece la dignidad del maestro, es el que hasta nuestros
días se ha seguido en España, donde no sólo el pueblo, sino el Estado,
es católico, y, por consiguiente, es y debe ser católica la escuela, por
LA IGLESIA Y LA ESCUELA 429
más que exista la tolerancia de diferentes cultos consignada en la vigente
ley fundamental.
Los que tanto alardean de sus trabajos para dignificar el magisterio,
quitan los ojos de la altísima dignidad que le confiere la delegación de la
Iglesia, al autorizarle á enseñar á los niños en su nombre la Doctrina
cristiana. El ministerio docente de la Iglesia es ciertamente propio del
sacerdote, y no comoquiera del sacerdote inferior, sino del Obispo, Mas
así como el Obispo delega en el sacerdote la facultad de predicar la
palabra divina, así confía al padre de familia y al maestro cristiano la de
enseñar los principios de la fe y de la moral comprendidos en el Cate-
cismo. Con esto el magisterio cristiano participa, lo propio que la cris-
tiana paternidad, de un verdadero carácter sacerdotal, y ¡es por extremo
odioso que se opongan á esta enseñanza nobilísima, aquellos cabalmente
que más ponderan y cacarean el sacerdocio de la escuela!
Recapitulando todo lo dicho, resulta que, siendo insuficientes para la
perfecta educación religiosa de la juventud, así la educación doméstica,
como la enseñanza de la religión que puede practicar el sacerdote /wera
de la escuela; la Iglesia, íntimamente interesada en que la educación reli-
giosa de la juventud sea lo más perfecta posible, necesita urgentemente
de la escuela cristiana. De ahí que, desde el momento que la escuela civil
no responde á tal necesidad de la Iglesia, se vea ésta en el caso de crear
otra escuela que satisfaga sus necesidades y aspiraciones.
Y entonces es cuando nace el verdadero conflicto; no entre la Iglesia
y la escuela, sino entre la escuela sectaria y la escuela católica; entre la
escuela religiosa y la escuela atea. Pero la causa de esta colisión no es
la Iglesia, que necesita la escuela; sino la escuela atea, la cual, desde el
momento que se pone en pugna con la Iglesia, se suicida por dos con-
ceptos: porque se crea una rival, tarde ó temprano invencible, y porque
se despoja de un elemento necesario para su misma vida íntima; porque
si es verdad que la Iglesia necesita de la escuela, no es menos cierto que
la escuela necesita de la Iglesia.
II
LA ESCUELA NECESITA DE LA IGLESIA
La escuela moderna es una creación de la Iglesia católica. Por más
que en las materias de la enseñanza pueda trazar su árbol genealógico
hasta entroncarlo con las escuelas latina y griega por el lado filológico,
y con las de Egipto y la India por el lado científico, la escuela popular
de los Estados modernos, en su espíritu y en su organismo, es un pro-
ducto de la Iglesia cristiana.
Á la Iglesia cristiana se debe el principio de la universalidad de la
instrucción elemental, como sería fácil demostrarlo alegando las disposi-
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 29
430 LA IGLESIA Y LA ESCUELA
ciones conciliares en que se prescribía á los sacerdotes, únicos maestros
de la Edad Media, que enseñaran á todos los fieles las verdades necesa-
rias para su vida moral y salud eterna. El mundo pagano nunca logró ele-
varse más allá que á la solicitud por todos los ciudadanos. Al Cristia-
nismo estaba reservado extender la solicitud de la Iglesia y del Estado, á
todos los hombres. El Paganismo no educó á la mujer, sino para hacerla
sacerdotisa ó instrumento de deleites. Sólo el Cristianismo borró la infran-
queable barrera de los sexos, en cuanto se refiere al orden intelectual y
sobrenatural.
No menos fué innovación del espíritu cristiano la grataidad de la
escuela, no por alardes de vano desinterés, sino por principios de bené-
fica actividad; comoquiera que enseñar al que no sabe, se contó siempre
entre las obras de cristiana misericordia.
Pero la Iglesia no infundió sólo á la escuela moderna su espíritu, sino
le dio su organización. Encargado el sacerdote de la enseñanza cate-
quística de los niños, muy de antiguo procuró suplir la falta de otros
maestros, enseñándoles al mismo tiempo los rudimentos, la lectura y
escritura, las cuentas y nociones de gramática, que entonces y durante
muchos siglos se daban en latín.
Dicen haber sido Protógenes de Edesa el primero que de esta suerte
formó una escuela parroquial; pero creo yo que. ¡donde se halló un
sacerdote rodeado de niños, respondiendo á la necesidad de éstos el
celo tie aquél, allí nació propiamente la escuela cristiana! Lo cierto es
que á principios del siglo VI estaba ya generalizada la escuela parro-
quial en Italia, pues el III Concilio de Vaison (529) mandó á los presbí-
teros con cargo de las parroquias, recibir á los niños é instruirlos
«según la muy saludable costumbre observada en Italia». Y en el siglo
siguiente (680), ordenaba el III Concilio de Constantinopla, que todos los
sacerdotes, en los sitios donde ejercitan el ministerio parroquial, aun en
las aldeas y lugarejos, hayan de establecer escuelas para instruir á los
niños. Lo mismo ordenaba el obispo Teodulfo de Orleans en el
siglo VIII.
Simultáneamente nacía otro género de escuelas populares en los
monasterios y abadías, y á éstas se debió la cultura de Irlanda, de Ingla-
terra, de Alemania y de los otros países de Europa donde apenas había
penetrado la acción civilizadora del Estado greco-latino.
Cuando comenzó á desarrollarse la vida civil en las ciudades medio-
evales, se formó en ellas la escuela popular municipal; pero desempe-
ñada por clérigos, lo propio que las escuelas gremiales destinadas á la
instrucción general de los hijos de los artesanos agremiados.
Mas si los antiguos monjes y el clero secular crearon la escuela
moderna dándole el ser, su organización más perfecta estaba reservada
á las Órdenes religiosas que nacieron en la Edad Moderna, comenzando
por los Jeronimianos, los cuales extendieron una cultura superior en las
LA IGLESIA Y LA ESCUELA 431
industriosas comarcas del Rhin, siguiéndoles la Compañía de Jesús, que
organizó la segunda enseñanza, y luego los Escolapios, que organizaron
la escuela elemental latina,, y los hijos de San Juan Bautista de Lasalle,
organizador de la escuela graduada, de las escuelas normales de maes-
tros y de la enseñanza moderna en sus grados primario y técnico.
Concedemos de buen grado que la escuela moderna ha llegado en
nuestros días á su mayor edad y adquirido el derecho de emanciparse.
Concedemos que al lado de las escuelas clericales y congregacionistas,
puede y debe existir la escuela lega, ¡no laica, ya que á este nombre, de
suyo inofensivo, se ha conseguido darle un sentido detestable! Pero ¿es
que la mayor edad de la hija ha de producir indispensablemente la diso-
lución de los vínculos de familia? ¿Es que la natural independencia de
la edad adulta no puede afirmarse sin echar sobre sí la negra nota de la
ingratitud, de la impiedad?
Si pues la escuela lega no ha de comenzar por dar á sus educandos
el pésimo ejemplo de la impiedad é ingratitud para con su madre la
Iglesia, necesita vivir en harmonía y filial devoción con ella. Pero fuera
de este aspecto moral hay todavía otra más urgente causa pedagógica
que hace que la escuela necesite de la Iglesia.
La escuela educativa, y, por consiguiente, en primer término la
escuela popular, la escuela primaria, ha de ser ante todo moral. La
misma educación no es otra cosa sino la generación moral de los nuevos
miembros de la sociedad, físicamente engendrados por la Naturaleza; y
entre la variabilidad de los demás fines educativos, cuya determinación
depende de las diversas condiciones del país, de la época, de la familia
y del individuo, sólo elfin moral es el elemento constante de la educa-
ción, y consiguientemente de la escuela.
Á cada paso se está repitiendo, que la escuela no ha de limitarse á
instruir, á depositar conocimientos muertos en la cabeza ó en la memo-
ria de los alumnos; sino es necesario que los eduque, que los haga hom-
bres, que avalore su personalidad. Pero ¿qué es educar, hacer hombres,
avalorar la personalidad, sino imprimir en los niños un carácter moral?
Sean, pues, las que fueren las ideas de los pedagogos sobre la morali-
dad, todos convienen en que la formación moral ha de ser el objeto pri-
mario de la escuela.
Ahora bien; la escuela no puede ser verdaderamente moral si no es
religiosa. Y al formular esta afirmación, podemos prescindir de la cues-
tión previa: si es posible una moral laica, totalmente divorciada de la
religión. Aun cuando semejante moral fuera posible; aun cuando el hom-
bre adulto pudiera regir su vida íntima y mantener su honestidad pres-
cindiendo de la religión, esa moral laica sería enteramente ineficaz para
educar á los niños y adolescentes, y, por tanto, la educación moral de
los tales ha de estribar sobre una base religiosa.
¿Qué fundamento daréis á una educación moral proporcionada para
432 LA IGLESIA Y LA ESCUELA
los niños, que no sea el fundamento religioso?— ¿La fundaréis en los
principios utilitarios? — Pero, como tenemos dicho muchas veces, nada
hay más miope que los niños para percibir las utilidades remotas que
inspiran con harta frecuencia la conducta de las personas mayores. Al
corazón infantil no habla la utilidad futura, sino sólo el deleite presente;
no las ventajas de un orden superior, sino sólo los halagos del placer al
alcance de la mano; y la moral utilitaria capaz de regir las acciones del
niño, no puede ser otra que el epicureismo en su más grosera forma; es
decir; no la moralidad, sino la sensualidad, que es el mayor corrosivo
del carácter moral por la educación pretendido.
Todavía son menos asequibles para el niño los motivos deontológi-
cos, sea que se deriven de un principio abstracto, como el imperativo
kantiano, sea que se funden en un concepto altruista de la vida. Aquella
frase feroz del Segismundo de La vida es sueño:
Nada me parece justo
En siendo contra mi gusto,
es la fórmula de las aspiraciones del salvaje, del hombre inculto y del
niño por educar; y en esta parte admitimos de buena gana la afirmación
de Spencer, y generalmente de los evolucionistas: que el niño tiene con
el salvaje muchos puntos de contacto.
Los mismos positivistas pretenden dividir la historia del hombre en
varios períodos, en cuya serie el hombre religioso, precede ai filosófico,
y á éste sigue el científico. Según ellos, el hombre, en el primer período
de su existencia, siente la religión, en el segundo la razona y en el ter-
cero la pierde; y á cada paso nos están repitiendo: que el proceso de la
Humanidad se reproduce en cada individuo humano. Pues séanos permi-
tido aquí cogerles la palabra, y argüirles con su propio dicho.
Si el niño confiado á la escuela primaria, á la escuela popular, repre-
senta al hombre en estado de cultura primitiva, claro está que sólo le
harán impresión aquellos motivos que al hombre primitivo la hacían, y
éstos, como enseña la Historia y confiesan los positivistas, no son otros
que los motivos religiosos.
Dejando el argumento ad hominem, y considerando fríamente la
íntima realidad de las cosas, es certísimo que sólo en la religión halla-
mos la definitiva respuesta á las preguntas que, expresa ó tácitamente,
opone de continuo al educador la conciencia de los niños. El maestro
necesita á cada instante (¡pese á las utópicas aspiraciones de Rousseau!)
mandar y prohibir; y, para que su imperio no sea despótico, para que
no incurra en una arbitrariedad ^nW^áucaáor a., necesita dar razón de lo
que manda ó prohibe. El moralista ha de repetir hasta la saciedad (en
una ú otra forma) aquella síntesis de la Filosofía .estoica: sustine, absti-
ne; tolera esto, abstente de lo otro, sufre lo de más allá; y á cada una
de estas intimaciones respóndele la conciencia del niño (cuando no sus
LA IGLESIA Y LA ESCUELA 433
labios) con un implacable, ¿por qué?— A ese por qué, que toda disci-
plina educativa debe contestar satisfactoriamente, ¡nunca se hallará una
respuesta satisfactoria para los niños, fuera de la religión! Por eso la
escuela, para ser moral, necesita ser religiosa.
Pero si la escuela ha de ser religiosa, no puede vivir divorciada de la
Iglesia, y por consiguiente, necesita de ello. Y esta necesidad se funda en
razones pedagógicas eficacísimas.
La educación religiosa, para conseguir su efecto moralizador y for-
mativo del carácter, no puede limitarse á la instrucción, sino es menester
que se extienda á la inteligencia y á la fantasía, al sentimiento y á la
voluntad. Ahora bien; para todas y cada una de estas cosas, la escuela
necesita el auxilio de la Iglesia.
Los que continuamente nos aturden con hiperbólicas ponderaciones
sobre la eficacia educativa de las lecciones de cosas, no deben olvidar
que, aun para la mera enseñanza de la religión, hay una preciosísima
lección de cosas en la Iglesia, particularmente en la Iglesia católica; por
consiguiente, las más elementales prescripciones de la Pedagogía mo-
derna exigen, que el maestro no se encierre en la escuela, para enseñar
la religión á sus alumnos, sino acuda con ellos al templo y tome parte
en los actos del culto, que se van sucediendo en el decurso del año
eclesiástico.
El Catolicismo, con ser por una parte la más sabia y metafísica de
las religiones, es al propio tiempo la más á propósito para introducirse
en el entendimiento y el corazón de los niños y de las personas sencillas,
por cuanto viste las más abstrusas verdades con un ropaje espléndido de
formas, colores y sonidos, que se entran por los sentidos externos, y van
á herir poderosamente la fantasía. La Liturgia católica, á la vez que mis-
terioso simbolismo teológico é histórico, es un poema espléndido, lleno
de luz y de color, asequible para las almas más sencillas é infantiles, y
materia de meditación profunda para los más sabios y eruditos. ¿Cómo
se concibe, pues, que el maestro que ha de enseñar á sus discípulos la
religión, se prive de ese colosal sistema de recursos pedagógicos? Mas
para gozar de ellos necesita vivir en íntima comunicación con la Iglesia.
No es menos importante, para la educación religiosa y moral, la for-
mación del sentimiento; el cual, aunque no es la esencia de la religión
(como malamente pretenden los modernistas), es, si, resorte poderoso de
la vida religiosa. Mas los sentimientos no se enseñan ni se ejercitan en la
escuela al arbitrio del maestro, sino cultívanse con las diferentes ocasio-
nes que para despertarlos ofrece la vida. Para infundir el sentimiento
religioso, poco sirve enseñar la religión; es menester vivirla; y no se vive
la religión cristiana sino asociándose á la vida de la Iglesia.
Y lo mismo se debe decir de la educación de la voluntad que forma
parte de la educación religiosa. Es ridículo prescribir en la escuela el
ejercicio de actos de determinadas virtudes, á la manera que se pres-
434 LA IGLESIA Y LA ESCUELA
cribe una traducción ó una composición, ó la resolución de un problema;
pero el maestro que vive en unión íntima con la Iglesia, el que acude con
sus discípulos á los actos de su vida litúrgica y sacramental, y se asocia
á ellos con sus explicaciones, declaraciones y exhortaciones, ése tendrá
innumerables coyunturas de cultivar sus sentimientos y virtudes religio-
sas y morales y les podrá dar una educación eficaz y completa. Pero
para esto, claro está que necesita la escuela de la Iglesia.
III
LA VERDADERA OPOSICIÓN
Por lo dicho se ve, que la Iglesia necesita de la escuela y la escuela
de la Iglesia. Pero hay en el mundo personas que mutuamente se nece-
sitan, y sin embargo no pueden vivir en paz, por existir entre sus genios
ó aspiraciones una irreductible antinomia. ¿Será éste el caso de la Igle-
sia y la escuela? ¡Todo lo contrario!
No hay, en primer lugar, oposición por causa de las materias de la
enseñanza; pues, aun cuando en los últimos confines de las ciencias se
hallen puntos de aparente colisión con las verdades de la fe, ni sombra
de colisión puede advertirse en las materias que forman el objeto de la
enseñanza popular ó elemental. Antes al contrario; la religión y la moral
han de ser las verdaderas asignaturas de concentración de la escuela
primaria.
La escuela primaria, para ser verdaderamente educativa, ha de comu-
nicar á sus discípulos algún criterio, di\g\in modo de concebir y expli-
carse todos los hechos de la Naturaleza y de la vida humana; y ese cri-
terio, que nunca podrá dar á los niños y personas sencillas la ciencia
(pues no es posible que las personas de poca instrucción alcancen las
explicaciones científicas, más ó menos definitivas, que apenas pueden
sostener los sabios); esa explicación racional á la vez y sencilla de todo
el universo, sólo puede comunicarla el criterio religioso con su doctrina
de la Creación y la Providencia. Cierto, la doctrina religiosa no des-
cubre todo el encadenamiento de las causas intermedias; pero señala los
extremos de la serie, relacionando los efectos con la Causa primera:
las criaturas con el Criador.
Tampoco puede existir la antinomia por causa del agente de la ense-
ñanza, ó sea, del maestro; el cual necesita ante todo, para ejercer con
fruto su ministerio, poseer autoridad, y ésta la recibe, no sólo de la
familia y del Estado, sino también principalmente de la Iglesia. Y desde
el momento que el maestro está separado de la Iglesia, pierde, á los ojos
de los alumnos cristianos, la parte más excelente de su autoridad peda-
gógica y moral.
Finalmente, por parte del sujeto de la educación, ó sea del discípulo,
LA IGLESIA Y LA ESCUELA 435
lejos de existir antinomia, es indispensable la harmonía; por la sencilla
razón de ser unos mismos los niños que acuden á la Iglesia y á la escuela.
Esta es la razón por qué se necesita la concordia entre la Iglesia y el
Estado: por tener ambos unos mismos subditos; y aunque con diversidad
en la índole de sus relaciones, esta misma causa, lejos de estorbar la
harmonía entre la Iglesia y la escuela, ha de contribuir á establecerla y
exigirla.
¿Dónde está, pues, la única fuente de contradicción, el único motivo
de rozamientos y colisiones entre la Iglesia y la escuela? Quienquiera
que de buena fe lo considere, no podrá menos de convenir en que no
hay otra sino la mala voluntad del maestro sectario.
Sólo el maestro sectario; sólo el que aborrece la Iglesia, porque abo-
rrece la religión que en la Iglesia vive, busca y produce la colisión; y á
trueque de separarse de la Iglesia, á quien odia, no se arredra ante los
perjuicios pedagógicos que de esta separación han de redundar en la
escuela.
Apenas habrá un maestro tan extraviado en materias pedagógicas,
el cual no entienda que, para formar en sus alumnos la moralidad, no hay
mejor camino que la religión, y para enseñarles perfectamente la misma
religión, no hay camino más llano y breve que el de la Iglesia. Pero el
maestro sectario, lleno de ciegos odios, pasa por todo antes que agre-
garse con su escuela á la grey cristiana; y tiene en poco el detrimento de
la moralidad, y aun las ventajas pedagógicas de su escuela, con tal de
no vivir en harmonía con lo que es objeto de sus rencores diabólicos.
Esta es la causa única que separa de la Iglesia ciertas escuelas. Pero
en esta separación hallan su propia muerte, por dos causas. La primera,
porque se privan neciamente de los más poderosos resortes de la educa-
ción moral, y aun de la educación intelectual del pueblo. La segunda,
porque, poniéndose en contradición con la conciencia de los familias, se
ven despojadas de la confianza púbHca.
De ahí nacen los clamores, lamentándose de que los padres de fami-
lia apartan sus hijos de determinadas escuelas; de ahí la invocación del
brazo secular pava que lleve por fuerza los hijos de los ciudadanos á
esas escuelas que han quedado desiertas por no haber querido recono-
cer que necesitan de la Iglesia, como la Iglesia necesita de ellas; y que
sólo en la harmonía entre la Iglesia y la escuela está la condición indis-
pensable de la prosperidad y florecimiento de ambas.
R. Ruiz Amado.
(Concluirá.)
Psicología experimento! del corazón humano/'*
(2.°)
Sumario: 1. Valor simbólico del corazón.— 2. Simpatismo cordial-afectivo.— 3. Sín-
tomas cardiacos: presión y velocidad de la sangre, pulsaciones y ruidos del cora-
zón.—4. Métodos cardiográficos.
I
LIa experiencia nos enseña que hay íntima relación entre los fenóme-
nos cardíacos y los de la vida afectiva-emocional. Y á la verdad, las
emociones alegres aceleran las pulsaciones ó latidos del corazón y cau-
san cierta sensación de bienestar en el cuerpo, mientras que las tristes
disminuyen las pulsaciones cardíacas y producen abatimiento en el orga-
nismo. ¿Es esto decir que el corazón es órgano de la vida afectiva? Desde
luego, es enteramente cierto que ni es ni puede serlo de los afectos espi-
rituales, pues éstos carecen de órgano material; y ya que no sea cierto,
es al menos bastante más probable que tampoco lo es de la sensibilidad
afectiva y apetito sensitivo. Fácil nos sería aducir sólidos argumentos en
pro de esta última aserción, si hiciera á nuestro propósito. Baste decir
que las apariencias con que'á primera vista, sobre todo al vulgo, se pre-
senta el corazón como órgano de los afectos y emociones, se explican
por la resonancia que los estados afectivos tienen sobre los fenómenos
cardíacos y por el recíproco influjo de entrambos.
El fundamento científico de esta resonancia é influjo se halla, según
lo hemos declarado en el artículo anterior, en la dependencia del cora-
zón de los centros nerviosos, mediante dos grupos de fibras que pertene-
cen, respectivamente, al nervio neumogástrico y al gran simpático. Ya
vimos cómo las emociones influyen en aquellos dos grupos de fibras, y
cómo á su vez las excitaciones del primero retardan y las del segundo
aceleran los movimientos del corazón. Y viceversa, los fenómenos car-
díacos, sobre todo los más vivos y anormales, repercuten en la actividad
psíquica por el cambio en la cantidad de sangre que va á irrigar el cere-
bro, y consiguientemente, provocan diversos afectos y emociones en
el alma.
Mas de que el corazón no sea órgano elicitivo ni imperativo de los
afectos, no se sigue en manera alguna que no sea su símbolo y órgano
manifestativo; antes bien, lo uno y lo otro le corresponden con toda pro-
piedad. Comencemos por el simbolismo.
Hay símbolos más ó menos relacionados con la cosa simbolizada.
(1) Véase Razón y Fe, t. XXVI, pág. 336.
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 437
Unas veces es la ficción poética, otras un acontecimiento histórico, ora
una analogía extrínseca, ora un vínculo de conexión íntima el fundamento
de esta relación. Cuando Selgas escribió que los colores de la bandera
española significan la ira y la vergüenza, usó de ficción poética para
emplear un símbolo adecuado á los sucesos que acababa de referir, fun-
dándose en que á las personas nobles, cuando reciben algún desaire, se
les altera la sangre, y les sale al semblante, ya el color encarnado, ya el
amarillo, que son precisamente los colores de la bandera española. Sím-
bolos son los escudos de armas, y representan las victorias ó hazañas de
los héroes de una familia; la rosa y la llama son símbolos de amor, por-
que representan la fragancia y ardor de la caridad, como el humo lo es
del fuego, el brazo de la fuerza, la espada de la potestad, como de la
gloria inmarcesible lo es la hoja del laurel, siempre verde, y de la lealtad
lo es el perro, siempre fiel.
También el corazón es símbolo, y desde luego lo es por sinécdoque,
tomando la parte por el todo, como cuando se dice: fulano es un gran
corazón, es todo corazón; el corazón es el hombre; el Corazón de Jesús,
por la Persona divina de Jesucristo. En este sentido dice San Jerónimo
que «el corazón humano es un compendio del hombre, símbolo dé la
naturaleza y de la persona». Pero es mucho más general aplicar por
metonimia el simbolismo al corazón, tomando la causa por el efecto y
viceversa. Esto se verifica cuando se localizan en el corazón los afec-
tos del alma. Esta aplicación es corriente en el lenguaje del vulgo, del
científico, de la Iglesia y de las Sagradas Escrituras, ora se trate de los
afectos psicológicos, ora de los morales. ¿Qué otra cosa significan esas
expresiones usadas en todas las lenguas, «tener grandeza de corazón,
corazón dilatado ú oprimido, magnánimo ó mezquino»? ¿No son símbolos
de la vida afectiva esas frases tan comunes < corazón henchido de ale-
gría, herido ó traspasado de dolor»? Donde más abunda este lenguaje,
señaladamente para simbolizar los afectos morales, es en las Sagradas
Letras. En ellas se dice que «Dios no mira con desdén el corazón con-
trito y humillado», que «Dios mira ó escudriña los corazones», que «del
corazón salen los malos pensamientos», que «se ha de limpiar el corazón
de todo delito», etc. En este sentido es aceptable la sentencia del eximio
doctor P. Suárez: Cordi tribuifur amor et desiderium aíiique actas con-
cupiscibiles.
Entre todos los afectos hay uno que tiene relación más íntima con el
corazón, y cuyo simbolismo le compete como por antonomasia: el afecto
de amor. Porque así como éste es hermoso, difusivo, comunicativo y
ardoroso, así lo es el corazón por el color de su sangre, que se enciende
y se difunde y comunica por todo el organismo. ¿Qué extraño, pues, que
el Sagrado Texto haga uso tan frecuente de este simbolismo? «Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón.» «Dame, hijo, tu corazón.» «La
caridad de Dios se ha difundido en nuestros corazones.» «Donde está
438 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
tu tesoro, allí está tu corazón.» La Iglesia emplea este mismo lenguaje.
Suyas son estas y otras parecidas expresiones: «Dios encienda en nues-
tros corazones el fuego de su amor.» «Quema con el fuego del Espíritu
Santo nuestro corazón.» Y en el himno de Laudes, del oficio de la fiesta del
Sagrado Corazón, escribe: Hoc sub amoris symbolo, como el mismo
Jesucristo dijo á la Beata Margarita de Alacoque: «He aquí el Corazón
que tanto ha amado á los hombres.» Y aquí es de notar, como advierte
atinadamente San Jerónimo, que la diferencia entre las metáforas que
usan los poetas y las empleadas por las Sagradas Escrituras consiste en
que las primeras son fingidas por el hombre con el fin de deleitar, y las
segundas son inspiradas por Dios para enseñar y significar misterios pro-
fundos, revelar altísimas verdades y aun predecir futuros sucesos tras-
cendentales.
II
En lo que acabamos de decir aparece claramente con cuánta propie-
dad corresponde al corazón el título de «símbolo de los afectos». Pero
hay más. El simbolismo no refleja más que cierta correspondencia de sig-
nificación; y la relación existente entre el corazón y la vida afectiva es
mayor y más íntima. Hay entre ellos paralelismo de acción; hay mutua
repercusión, eco ó resonancia de simpatía; hay influjo causal, no cierta-
mente inmediato, pero sí mediato, es decir, mediante las fibras nerviosas
del gran simpático y del neumogástrico, en el sentido explicado en el
artículo anterior.
Y que ello es así, nos lo demuestra la experiencia, no menos que el
lenguaje común, así profano como eclesiástico ó ascético, y señalada-
mente ciertos fenómenos de psiquiatría. Realmente, es un hecho que la
profunda tristeza y la inmoderada alegría, el susto y la sorpresa, el miedo
y la confianza, la ira, la esperanza y la desesperación influyen notable-
mente en los movimientos cardíacos. Así decimos que el amor ablanda
el corazón, que el odio lo endurece, que la alegría lo dilata, que la tris-
teza lo oprime, que el temor lo paraliza, etc. Y por lo que hace al amor,
son innumerables los casos con que esta doctrina se confirma.
De San Pedro de Alcántara se cuenta que el amor de Dios causaba
á veces tal ardor en su corazón, que se veía precisado á salir de su celda
y refrigerar su pecho con el aire del campo. En San Estanislao de
Kostka era tan grande el incendio de su corazón, que en pleno invierno
tenía que refrescarlo con agua. El Vener. P. L. Lancicio exclamaba: «Es
imposible que yo pueda soportar por más tiempo los ardores de mi
pecho, que aun hablar me impiden.» Sabemos que el corazón de Santa
Teresa fué atravesado por el ángel con una saeta é inflamado en .amor
de Dios; que Santa Magdalena de Pazzis tenía que desabrochar el ves-
tido para mitigar el incendio de su corazón; que el corazón de Santa
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 439
Gertrudis fué herido por Dios con un rayo de fuego para significar su
grande amor de ella; y de Santa Catalina de Genova, dice Clemente XII
en la Bula de Canonización, que su corazón ardía con tal incendio de
amor, que parecía arrojar fuego. En las vidas de San José de Cupertino,
San Felipe Neri, San Francisco Javier, San Luis Gonzaga, San Miguel de
los Santos, P. Hoyos, B. M. de Alacoque, Santa Catalina de Ricci y de
Sena, se hallan expresiones de esta índole.
Fácil sería multiplicar las citas aduciendo textos de la Sagrada Escri-
tura. Bastará por todos aquella simpática y hermosa manifestación de
los discípulos de Emaus: «¿No es verdad que sentíamos arder nuestros
corazones, cuando Él nos hablaba en el camino?» Dichosos los que pue-
dan exclamar con el rey David: «El amor de Dios vivo estremece y hace
saltar mi corazón y mi carne.»
Hay un capítulo en psiquiatría que ilustra y confirma brillantemente
lo que venimos diciendo: nos referimos á la neurastenia. En el neuras-
ténico la parte afectiva del alma suele estar algo alterada, subiendo y
bajando su tonalidad por la gama de los afectos; de ahí que se halla per-
turbado el equilibrio de su sistema nervioso; de ahí que aparezca pro-
porcionalmente agitada la actividad cardíaca; de ahí que en él rara vez
se presente el pulso enteramente normal; de ahí, en fin, que el esfigmc-
grama del neurasténico se distinga ordinariamente por tener poco ó
nada marcados y casi borrosos y desviados los rasgos característicos
del trazado del pulso, especialmente los de la rama descendente de la
curva.
Y recíprocamente, cuando el eretismo cardíaco es pronunciado, las
palpitaciones lo son también, y lo es el grado de excitación general,
y el enfermo lo nota más vivamente, y aumenta su emoción, y se siente
inquieto. Y cuando la agitación cardíaca aumenta, y los fuertes latidos
le ponen en conmoción la parte torácica, y las palpitaciones nerviosas
alcanzan uno de los grados máximos, la angustia es grande é invade de
un modo alarmante las facultades del enfermo, y esta angustia se refleja
en la mirada y fisonomía del neurasténico.
Hay, pues, una como corriente de endósmosis y exósmosis entre el
corazón y los afectos, siendo muy frecuente (bien que no exclusivo, pues
hay también causas físicas y fisiológicas) que las palpitaciones irregu-
lares de los neurasténicos provengan de profundas emociones del ánimo;
así como, por el contrario, que la repetición de los ataques del sistema
nervioso, sobre todo si éstos revisten cierta gravedad, influya notable-
mente en el estado anímico del enfermo. Digamos de paso que también
el aneurisma activo ó hipertrofia del corazón puede ser producida, no
sólo por un esfuerzo violento ó un ejercicio inmoderado, sino también
por la viveza y violencia de los afectos. Las muertes repentinas que á
veces presenciamos de individuos al parecer de buena salud, son en más
de una ocasión efecto de aneurismas de corazón.
440 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
Por lo dicho se explica suficientemente el influjo mutuo de los esta-
dos/«eríes del corazón y de las emociones. Pues el eco de esta conso-
nancia no repercute con menos fidelidad en los afectos, cuando se trata
de los llamados estados débiles del corazón. Esta debilidad se manifiesta
en una notable disminución de energía en las funciones vitales, el pulso
se vuelve filiforme, á veces casi imperceptible, ordinariamente acelerado,
generalmente irregular. Ahora bien, este estado patológico influye doble-
mente en las funciones psíquicas; por una parte, los sentidos, ligera-
mente obnubilados, no funcionan con orden ni precisión, y la razón
parece dominada por la idea de un fin cercano; por otra, la parte afectiva
se halla agitada por una gran emoción; emoción que unas veces es efecto,
otras— las más — causa de aquella gran debilidad cardíaca. Las emocio-
nes, sobre todo de carácter triste ó desagradable, influyen no sólo en ese
estado de debilidad, sino también después, cuando el neurasténico, libre
ya de esa afección, siente un dolor nervioso ó terebrante de mediana
intensidad que afecta directamente á la región precordial.
Otro hecho en comprobación de este recíproco influjo nos suminis-
tran las hiperemias activas, cuando el corazón por medio de ellas influye
en el sistema vaso-motor, y por éste en la cabeza, y por la cabeza indi-
rectamente en el entendimiento. Entonces es cuando, al decir del enfermo,
«arde la cabeza como una fragua», el rostro se halla encendido y cente-
llean los ojos por el flujo de la onda sanguínea; luego, al reflujo ó des-
aparición de dicha ola, vuelve á parecer el rostro azulino pálido; pero la
sensación de ardor en la cabeza no desaparece, tanto que el enfermo
desearía pasar todo el día con la cabeza puesta bajo el chorro de una
fuente. El entendimiento queda á su vez casi del todo incapacitado para
discurrir; si se pone á meditar, le asalta tal fuga de ideas que apenas
puede concentrar la atención en una materia determinada, y la inquietud
y la alarma se apoderan del ánimo.
Hemos puesto de relive, con la brevedad que requiere un artículo, el
influjo del corazón en las emociones y viceversa. Este influjo, no por ser
mediato deja de ser real y verdadero, según se ha visto; y ora sea el
corazón el que influya en el sistema nervioso, y por su medio en los
afectos; ora sean los afectos fuertes los que provocan la acción de los
centros nerviosos y mediante ellos la del corazón, siempre se verificará
aquel efato filosófico: Quod est causa ccñisae est causa causati.
III
Si es íntima la relación del corazón con la vida afectiva, todavía entre
los mismos fenómenos cardíacos hay algunos que de un modo especial
nos sirven de hilo conductor para penetrar en el campo psíquico y apre-
ciar las exaltaciones y depresiones emocionales: tales son la alteración
en la presión y velocidad de la sangre, las pulsaciones y ruidos del cora-
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 441
zón. Digamos primero dos palabras acerca de estos factores, y luego
expondremos lo concerniente á su técnica y metodología; pero juzgamos
oportuno sensibilizar ante todo con una comparación adecuada el fun-
cionalismo del corazón, á fin de que se aprecie mejor el valor de cada
uno de los fenómenos indicados.
Todos saben lo que es una bomba de extraer agua de un pozo. Su-
pongamos que la bomba está colocada á la entrada de éste; que de allí
para abajo hay un tubo más ó menos largo por donde ha de subir el agua.
Supongamos también que de la bomba parte otro tubo, de alguna lon-
gitud, dirigido verticalmente hacia arriba, y figurémonos que el agua que
sale de este tubo se vierte en el suelo, que éste es muy poroso, y que,
atravesándolo vaya el líquido á parar de nuevo al fondo del pozo desde
donde fué absorbido por la bomba.
Aplicando ahora este mecanismo al aparato circulatorio, tendremos:
que la bomba representa al corazón, el tubo que está dentro del pozo á
las venas, el tubo exterior á las arterias y el suelo poroso al organismo
y en especial á los capilares. Si, pues, comienza á funcionar la bomba
por un mecanismo que no es del caso referir, ascenderá el agua por el
tubo inferior y llegará hasta la bomba, y la llenará; impelido el líquido
por la fuerza de presión que le comunica el émbolo, penetrará en el tubo
superior con una fuerza y velocidad proporcional, hasta cierto punto, al
impulso comunicado por el que mueve la bomba.
Funcionando así el aparato, tendremos que el agua que se halla en
el tubo inferior no estará tan oprimida como la que se encuentra en
el superior, porque en el primero obedece tan sólo á la aspiración de la
bomba, mientras que en el segundo el agua recibe ese impulso directa-
mente del individuo que la mueve; lo que conviene tener presente, para
no olvidar que la presión del líquido es diversa en uno y otro tubo. En
el inferior no recibe el líquido fuerza ninguna de la bomba; en el superior
soporta toda la que despliega el brazo que mueve la palanca; de ahí que
si en un momento se perforasen ambos tubos, el líquido saldría con poca
fuerza del tubo de abajo, y con gran violencia del de arriba.
Pues he ahí lo que pasa en el aparato circulatorio. El corazón se
contrae y rechaza la sangre hacia las arterias, produciendo un movi-
miento de impulsión tan fuerte que dilata la arteria con energía, ocasio-
nando consiguientemente el fenómeno de la pulsación. Las venas llevan
la sangre del cuerpo en dirección al corazón, pero con poca ó ninguna
fuerza; por lo que cuando se rompe una vena, no hay tanto peligro como
cuando se rasga una arteria, pues en este caso la sangre se pierde con
más prontitud por el impulso que recibe del corazón.
Viniendo ahora al particular, la presión es la fuerza que impele á la
sangre en su movimiento circular, y se descompone en dos: la destinada
á vencer las resistencias (trabajo inútil), y la empleada en el movimiento
(trabajo útil). La presión se mide por la altura á que se eleva la sangre,
442 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
cuando se secciona el vaso, ó por el peso de una columna líquida de
densidad conocida que mantiene ese equilibrio. Mas como el corazón
humano constituye una bomba doble que llena de líquido dos sistemas
de tubos comunicantes por sus extremidades, la grande y la pequeña
circulación, dicho se está que el valor numérico de la presión es dife-
rente en diferentes puntos de los sistemas vasculares, sobre todo en sus
extremidades iniciales y terminales. Estando la sangre sometida en las
arterias á un movimiento circulatorio, es natural hallar en ella una pre-
sión variable, que aumenta con el flujo y disminuye con el reflujo de cada
onda. Pero además de conocer cómo la presión oscila en estos vasos,
importa conocer la presión media. Cuando ésta se eleva en el sistema arte-
rial, baja en el venoso, y recíprocamente, ya que \a presión total no varía.
La velocidad es el trabajo útil de la circulación, y se calcula por la
unidad de espacio recorrida por la sangre en la unidad de tiempo.
Aumenta con la fuerza impelente. La velocidad de la corriente sanguínea
varía: 1.°, según la parte del cuerpo en que se encuentran los vasos;
2°, según la sección del vaso mismo; 3.", en las arterias y venas gruesas,
según los movimientos del corazón y de los pulmones. Aquí, lo mismo
que en la presión, conviene determinar la velocidad media de la sangre,
ya que desde el corazón á los capilares la velocidad disminuye, y
aumenta de nuevo en las venas; en las arterias llega á su máximum en
el momento del sístole, y á su mínimum en el de la diástole.
La causa del pulso, ó latido de la arteria, es la presión variable, y por
eso para percibirlo es preciso comprimir ligeramente la arteria, y se
experimenta á cada sístole ventricular. Lo que se percibe en el pulso es
el esfuerzo de la presión variable para volver á su calibre normal á una
arteria comprimida entre los dedos ó entre el dedo y una superficie ósea.
La amplitud del pulso se mide por la altura de los esfigmogramas. El
número, la frecuencia y la amplitud de las pulsaciones depende de varias
circunstancias; ora influye en ellas una emoción, mediante los centros
moderadores ó excitomotores; ora la exciva repleción de los vasos san-
guíneos; ya la fatiga que resulta de los esfuerzos musculares, ya la
acción de un veneno, etc.
Por último, los ruidos del corazón son dos: el primero coincide con
el sístole ventricular, y es sordo y grave; el segundo se verifica al mismo
tiempo que la diástole, y es claro y más agudo. Los dos están separados
por un silencio corto, y en cuanto termina el segundo ruido empieza un
segundo silencio más largo que el primero. Estas ligeras nociones bas-
tan para hacerse cargo de las experiencias de laboratorio.
IV
En los laboratorios de Fisiología se hacen muchas experiencias para
determinar la presión de la sangre, su velocidad, las pulsaciones y movi-
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 443
mientos del corazón y los ruidos cardíacos. Los manómetros son los
aparatos destinados á medir la presión sanguínea. Los hay de columna
líquida y de membrana elástica. Unos y otros pueden ser directos é indi-
rectos, según que el instrumento se aplique inmediatamente ó no al vaso
sanguíneo.
Entre los muchos aparatos directos de columna líquida citaremos
el de Ludwig, que se reduce á un tubo de vidrio en forma de U, lleno
de mercurio, una de cuyas ramas se pone en comunicación con la arte-
ria; en la otra hay un flotador, cuya extremidad inferior está hinchada
y la superior lleva una pluma inscritora. Cuando la presión de la san-
gre obra sobre el mercurio, éste desciende en el brazo del tubo que
está en comunicación con la arteria, y sube en el otro: la medida de la
presión será la diferencia de nivel entre las superficies de mercurio con-
tenidas en los dos brazos del manómetro. Como el flotador sigue los
movimientos de la columna mercurial, la pluma traza sobre la superficie
registradora la curva de las variaciones de la presión sanguínea.
La línea del cero de presión es la trazada por la pluma, cuando las
superficies mercuriales están al mismo nivel en las dos ramas; la altura
de la curva de presión por encima del cero expresa sólo la mitad de la
presión real, porque representa únicamente la ascensión de la columna
mercurial en un brazo del manómetro. Para hallar el valor real de la pre-
sión hay que multiplicar por dos la altura de la curva de presión.
Traube-Cyon, Fr. Franck, St. Klumensiewicz, Chauveau, etc., han cons-
truido manómetros directos.
Entre los indirectos los hay de transmisión de aire, como el de
Marey; de transmisión eléctrica, como los de Kroneckery Grünbaum; de
impresión fotográfica, como el de Bayliss y Staling.
El principio de los manómetros ó hemomanometrógrafos elásticos
consiste en que, haciendo obrar á la sangre sobre una membrana elás-
tica, de metal ó de caucho, y registrando las diferencias sufridas por esta
membrana bajo la influencia de las variaciones de la presión sanguínea,
se obtiene un trazado que representa estas variaciones. Las diferencias
de la membrana elástica pueden ser registradas inmediatamente en sí ó
á distancia.
El primer manómetro elástico fué el de Fick, modificado por Hering,
siendo también una modificación del de Fick el fonógrafo de v. Frey.
Hürthle ideó uno, llamado tonómetro diferencial. El de Sewall y
Dorance es conocido con el nombre de kimógrafo timpánico. El tam-
bor registrador de Marey registra á distancia las deformaciones de la
membrana elástica, comunicando con el aparato explorador de la pre-
sión por medio de un tubo lleno de aire. El primer aparato de este
género fué el esfigmóscopo de Marey-Chauveau, que luego ha sido mo-
dificado por Fredericq. Hürthle empleó un esfigmóscopo aplicable á los
animales inferiores ó pequeños.
444 PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
Los aparatos que sirven para medir la presión de la sangre en el
hombre á través de las paredes arteriales y tejidos se llaman esfigmo-
manómeíros ó esfigmotonómeíros . El principio que los rige es el
siguiente: Si se comprime exteriormente un vaso, no por medio de un
peso ni de un cuerpo sólido, sino por el intermedio de un líquido ó de
un gas sometido á cierta presión, la presión del fluido necesario para
impedir la marcha de las ondas intravasculares es sensiblemente igual á
la que determina la marcha de las ondas, ó sea á la presión intravascu-
lar misma. El volumen de una membrana varía en el mismo sentido que
la presión de la sangre; sus variaciones indican si la presión sube ó baja;
mas ellas no expresan las variaciones reales de la presión interior. Para
apreciar este valor hay que equilibrar la presión interior mediante la con-
trapresión exterior. Hay esfigmomanómetros arteriales, pletismográficcs
y capilares, según se aplique el aparato á la arteria, á los tejidos ó á los
vasos capilares. No hacemos mención de sus innumerables formas, so-
bre todo, porque esperamos tener ocasión de describir el pletismógrafo.
Los métodos usados para determinar la velocidad de la sangre pue-
den reducirse á tres clases: 1.* Hemodromómetro de Volkmann. Con él
se mide la velocidad media en un punto determinado de los vasos grue-
sos. Su aparato consiste en un tubo de cristal encorvado en forma de U
y provisto de una escala graduada; este tubo está lleno de agua, y sus
dos extremos, provistos cada uno de una llave, se ponen en comunica-
ción con los dos extremos de una arteria cortada; se determina la velo-
cidad de la corriente por la marcha que sigue en el tubo la línea de sepa-
ración entre la sangre y el agua. Las cifras as; obtenidas no son á la
verdad exactas, porque el sólo hecho de añadir este tubo al conjunto del
sistema arterial, hace aumentar la suma de las resistencias. Por eso Lud-
wig ha empleado recientemente otro aparato destinado al mismo objeto.
2." Tacómetro de Vierordt. Examina las modificaciones que experi-
menta la velocidad media á consecuencia de los movimientos cardíacos.
Consiste en una cajita de forma cúbica, provista de dos tubos de altura
desigual, destinados á ponerse en comunicación con los extremos de una
arteria cortada. En la caja hay un péndulo que la corriente sanguínea
pone en movimiento, y estos movimientos aparecen fuera en un cua-
drante. Como la fuerza que obra sobre el péndulo depende de la veloci-
dad de la corriente, fácil es determinar este último valor por el movi-
miento del péndulo sobre el cuadrante. Por este procedimiento se pueden
apreciar también las variaciones que experimenta la velocidad durante el
sístole ó diástole.
3." El método de Hering, que consiste en determinar la velocidad
media entre dos porciones separadas una de otra, inyectando (1) en
(1) En el artículo del número anterior se deslizaron dos erratas: injertar por inyec-
tar y kilogramo por kilográmetro.
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 445
un vaso una disolución de una sal fácil de reconocer, y notando des-
pués el momento en que ésta sal se encuentra en otro vaso distinto. Este
método da sólo una idea aproximada de la longitud del camino reco-
rrido; pero, en cambio, es excelente para apreciar la duración de una
circulación total. Á estas clases pueden reducirse los hemodrómetros de
Ludwig, Dogiel, Lortet, Chauveau, etc.
Para determinar las pulsaciones de los vasos sanguíneos se hace uso
de los esfigmógrafos; las curvas obtenidas por ellos se llaman esfigmo-
gramas. El primero fué el de Vierordt, pero quien le dio forma práctica
para ser manejado fué Marey en 1856. Desde entonces se han multipli-
cado las formas del esfigmógrafo, diferenciándose en algunos pormeno-
res. Todos ellos constan de una palanca registradora que recibe las
impulsiones de una arteria.
He aquí el principio en que se apoyan: Se sujeta un vaso, y la pul-
sación del mismo se transmite á la aguja de un registrador apropiado.
La altura de los esfigmogramas indica la amplitud del pulso. Está en
razón inversa del ritmo cardíaco y de la presión arterial, y en razón
directa de la potencia de los sístoles. El calor, el ejercicio muscular,
la digestión, etc., la aumentan; la respiración acelerada y la actividad
cerebral, la disminuyen. Las curvas esfigmográficas constan de una línea
ascendente, otra descendente y un vértice ó cima. Esta última no ofrece
nada de particular; la ascendente es casi vertical, y la descendente pre-
senta casi siempre una ondulación.
Se conocen esfigmógrafos directos é indirectos. Los primeros pueden
ser arteriales, de pulso y digitales. De los otros los hay que son de trans-
misión de aire, de transmisión líquida y aun eléctricos y fotográficos.
Los nombres de los autores forman legión, y no nos es posible citarlos
á todos. Por eso nos fijaremos solamente en el método fotográfico
empleado por Ozanam para registrar los movimientos de la columna
mercurial de su esfigmógrafo. La hoja de papel sensible, animada de un
movimiento transversal, está encerrada en una cámara oscura portátil,
rajada con una hendedura correspondiente al tubo, en el que oscila el
mercurio (fig. L"). La cámara oscura aparece levantada; al comenzar la
experiencia baja y descansa sobre el soporte (s s). La hendedura (h) de
la cámara oscura puede aumentar ó disminuir por medio de una piece-
cita (p). La ampolla arterial (a) comunica por medio del tubo (t) con el
tubo de vidrio (v). La placa sensible (P), colocada entre los montan-
tes (m m), se mueve hacia la derecha, en el sentido de la flecha.
*
El método gráfico dispone de aparatos que nos revelan los movimien-
tos del corazón; llámanse propia y rigurosamente cardiógrafos, y los
trazados que gráficamente representan dichos movimientos se apellidan
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 30
446
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
cardiogramas. Como hemos dicho de los instrumentos anteriores, así
éstos pueden ser directos ó indirectos, según que se los ponga en comu-
nicación inmediata con el corazón, ó mediante la pared torácica.
De dos modos se pueden hacer las experiencias por el procedimiento
directo: ó bien arrancando el corazón de su sitio, ó dejándole en su sitio.
Se arranca del organismo el corazón de un animal de sangre fría, v. gr.,
rana ó tortuga, etc., ó de un animal de sangre caliente recién nacido, ó de
Fig. I.'-»
Esfigmógrafo fotográf. de Ozanam.
un animal que antes de muerto ha sido sometido al frío artificial. El cora-
zón así aislado se coloca sobre una superficie fija; se pone encima una
palanca registradora muy ligera. Se pueden registrar separadamente las
pulsaciones de la aurícula y del ventrículo sirviéndose de dos palancas
registradoras, de las cuales la una descanse sobre el ventrículo y la otra
sobre la aurícula. La placa sobre la cual descansa el corazón puede comu-
nicar con un electrodo, y con el otro la columna de la palanca que
descansa sobre el corazón.
El procedimiento empleado para registrar los movimientos del cora-
zón aislado se puede aplicar al corazón no aislado, con sólo ponerlo des-
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO 447
cubierto. Ludwig, Kaiser, Marey, Soukanoff, Rene, Gilardoni, Legros y
Onimus han examinado así los movimientos cardíacos.
El volumen del corazón disminuye durante el movimiento de sístole
y aumenta durante el de diástole. Estas variaciones de volumen pueden
ser apreciadas por medio de los cardiógrafos volumétricos ó pletismográ-
ficos. Fick y Blasius fueron los primeros en determinar el volumen del
corazón aislado.
He aquí cómo: El corazón (c) se halla contenido en un espacio (E)
cerrado lleno de una solución de sal; este espacio comunica con un tubo
raanométrico (M) dos veces acodillado, también lleno de una solución
salina. En el brazo libre de este tubo hay un registrador (R) que flota.
El corazón tiene dos cánulas: la una en la aorta y en el seno venoso
la otra, para la circulación artificial. Una de ellas está en comunicación
con el vaso (V) que contiene la solución nutritiva. En los momentos
de diástole el volumen del corazón aumenta, y el líquido, juntamente
con el flotador, sube; en los de sístole, baja. Las variaciones de altura
indican las diversas fases de la actividad cardíaca (v. fig. 2."). Marey,
Fr. Franck, Roy, Gaskell, Scháfer y otros han hecho parecidas expe-
riencias.
Se puede hacer el experimento dejando el corazón en su lugar (in
sita). La cavidad pericardíaca, cerrada por todas partes, puede ser con-
siderada como una caja de paredes inextensibles que rodea el corazón.
Poniendo esta cavidad en comunicación con un tambor registrador, se
pueden estudiar las variaciones del volumen cardíaco, como si el corazón
estuviera colocado en un pletismógrafo. Esto pertenece á la cardiografía
directa.
Onimus, Martín, Thompson, etc., han fotografiado el corazón vivo del
conejo, del pichón, del gato, de la rana. En las fotografías sacadas apa-
rece un doble contorno claramente dibujado; el exterior, que corresponde
al movimiento de diástole; el interior, al de sístole. Fano y Baldano han
registrado por medio de la fotografía los movimientos de la región venosa
y arterial del corazón embrionario del pollo, entre el segundo y tercer día
de su desarrollo.
Entre los cardiógrafos indirectos hay unos que sirven para registrar
las pulsaciones cardiacas de los animales, como el cardiógrafo de dos
tambores conjugados de Marey; otros para las pulsaciones cardíacas del
hombre, por medio de la transmisión del aire, como los de Marey, Burdon-
Sanderson, Edgren, Knoll, Keit, etc. Hay además cardioneumógrafos y
cardiorradiógrafos. Landois ha comprobado que la disminución de volu-
men del corazón á cada contracción muscular determina una rarefacción
del aire intrapulmonar. Para evidenciar esta corriente de aire y regis-
trarla, basta tener entre los labios un tubo de caucho que comunica con
un tambor. El radiógrafo ha sido aplicado al estudio de las variaciones
de volumen del corazón por Zuntz y Schumberg.
448
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
No hay unanimidad de pareceres acerca de las causas de los ruidos
del corazón; según Sandborg, son causados por las válvulas sigmoideas,
bien que no parezcan serlo exclusivamente por éstas; estos ruidos pue-
den contribuir algo á esclarecer el aspecto psicológico de la cuestión.
Fig. 2.a
Cardio-pletismógr. de Fick y Blasius.
Mas lo que ofrece especial interés para el estudio psicofisiológico es la
determinación del volumen en los miembros y órganos, el examen de las
contracciones musculares y el análisis de las dilataciones de la caja torá-
cica. Lo primero se hace con el pletismógrafo, lo segundo con el mió-
grafo, lo tercero con el neumógrafo. Pero esto merece estudio aparte.
Resumiendo, la gráfica del corazón la podemos reducir al siguiente
cuadro:
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL DEL CORAZÓN HUMANO
449
Gráfica del corazón.
Manómetros .
de columna líquida.
de membrana elástica.
1 arteriales.
Esfigmomanómetros.. ■ pletismográficos.
( capilares.
1 directos.
I indirectos..
\ directos.
i indirectos.
Tacógrafos.
Esfigmógrafos.
Cardiógrafos ,
(estric. tales)
método Volkmann.
» Vierordt.
» Hering.
directos.
de transmisión de aire.
> eléctrica,
de impresión fotográfica.
indirectos.
directos...
indirectos.
arteriales.
de pulso.
digitales.
de transmisión de aire.
» líquida.
» eléctrica,
de impresión fotográfica,
cardiomiógrafos.
cardiopletismógrafos.
cardiofotógrafos.
cardioneumógrafos.
cardiorradiógraf os .
E. Ugarte de Ercilla.
La real orden eircnlar %én las escnelas laicas.
8,
•OBRE la ¡legalidad de las escuelas laicas publicamos ya en esta
revista (Enero, 1908) un artículo titulado «Las escuelas laicas y la lega-
lidad». Hoy nos mueve á volver sobre el mismo tema la real orden circu-
lar del ministro de Instrucción pública, Sr. Barroso, fechada en 3 de
Febrero de 1910, la cual se dio, juntamente con un real decreto de la
misma fecha, en las postrimerías del Ministerio del Sr. Moret, para resol-
ver la cuestión planteada acerca de la reapertura de las escuelas laicas.
Dice así la circular: «Ha contribuido no poco á obscurecer los tér-
minos de esta cuestión el calificativo de laicas aplicado indebidamente
á muchas escuelas, cuya índole en modo alguno lo justifica, ya que aquel
concepto sólo debe en justicia atribuirse á los establecimientos en que
no sea obligatoria la enseñanza de la Religión católica ni de ninguna
otra.» Eso es como decir que las escuelas laicas son las escuelas neu-
tras. Estamos conformes con el Sr. Ministro en la teoría, con tal que se
nos conceda que en la práctica las escuelas llamadas neutras suelen ser
de ordinario, y sobre todo entre nosotros, no sólo escuelas sin la ense-
ñanza de la Religión católica ni de ninguna otra positiva, sino escuelas
sin Dios, y no sólo sin Dios, sino escuelas contra Dios. Pero añade el
Ministro:
«En este sentido, único en que la frase es admisible, son laicas mul-
titud de escuelas y otros establecimientos perfectamente legítimos, regi-
dos por personas dignas del mayor respeto, donde se dan enseñanzas
de diversos géneros y aun la educación general civil, sin que á nadie le
haya ocurrido que en ellos se hace ni se fomenta nada contrario á las
creencias, al dogma ó á la moral cristianas.»
He aquí declarada de una plumada la legitimidad de las escuelas neu-
tras en España, y aun con muestras de aprobación y alabanza. Donde
no se sabe qué admirar más, si el optimismo inconcebible del autor de
la circular sobre lo que son por lo general en España las escuelas llama-
das neutras, ó el desconocimiento ú olvido de lo que piensan y ordenan
las personas más autorizadas para fijar el derecho general de la Iglesia,
y aun del aspecto legislativo y jurídico nacional de tales escuelas. Qué,
¿no se ha fijado su atención en quiénes son muchos de los defensores
de las escuelas neutras?
Durante ese mismo prolongado clamoreo de los mayores enemigos
de la Religión, fuera y dentro de la escuela, que precedió á la circular
en demanda de la reapertura de las escuelas laicas, ¿no llegó á los oídos
LA REAL ORDEN CIRCULAR SOBRE LAS ESCUELAS LAICAS 451
del Ministro el eco de la palabra neutralidad? Pero sobre la neutralidad
de la escuela laica hablaremos, Deo f avente, en otro artículo.
En cuanto al derecho, no sabe, sin duda, ó aparenta ignorar, que las
escuelas neutras han sido denunciadas y condenadas por los Sumos
Pontífices Pío IX, León XIII y el reinante Pío X, quienes juzgan que la
supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas es funestísima para
«las creencias, el dogma y la moral cristianas». Parece desconocer que
en su consecuencia los Obispos del orbe católico, y últimamente los
franceses y españoles, las han reprobado en documentos colectivos. Al
lado de ellos están, como no podían menos, todos los católicos, y, para
no citar á otros, ahí está la hermosa carta del insigne polígrafo Sr. Me-
néndez y Pelayo al Sr. Obispo de Madrid, en que se adhiere al gran-
dioso mitin de la Corte contra las escuelas laicas, donde dice, entre otras
cosas:
«La escuela sin Dios, sea cual fuere la aparente neutralidad con que
el ateísmo se disimula, es indigna mutilación del entendimiento humano,
en cuanto tiene de más ideal y excelso; es la extirpación brutal de los
gérmenes de verdad y vida que laten en el fondo de toda alma para que
la educación sea fecunda. No sólo la Iglesia católica, oráculo infalible
de verdad, sino todas las ramas que el cisma y la herejía arrancaron de
su tronco, y todos los sistemas de filosofía espirituaUsta, y todo lo que
en el mundo lleva algún sello de nobleza intelectual, protestan contra la
intención sectaria... Ni en Alemania, ni en Inglaterra, ni en los países
escandinavos, ni en la poderosa república norteamericana, tiene proséH-
tos la escuela laica en el sentido que la predica el odioso jacobinismo
francés (también en Francia se llama escuela neutra), candidamente
remedado por una parte de nuestra juventud intelectual y por frivolo é
interesado juego de algunos políticos.»
Pero aun es más de extrañar en un Ministro que, por serlo, debe ser
cumplidor de las leyes, que no le preocupe poco ni mucho en este asunto
la legalidad vigente en España. Ni una vacilación, ni una duda, ni un
escrúpulo, ni la más ligera mención, donde habría lugar, cuando menos,
á mucha consideración, sobre todo no haciéndose en la circular distin-
ción ni diferencia entre escuelas oficiales y libres. Porque en cuanto á
las escuelas primarias oficiales, la legislación española no ofrece nin-
guna duda: la enseñanza de la Doctrina cristiana es en ellas obligatoria.
El Sr. Barroso reconoce la vigencia de la ley de Instrucción pública de
9 de Septiembre de 1857, puesto que la cita en el real decreto, de la
misma fecha que la circular, que, como ésta, lleva su firma. Y ¿qué dice
la ley? «Art. 2.° La primera enseñanza elemental comprende: Primero.
Doctrina cristiana y nociones de Historia Sagrada, acomodadas á los
niños.» Luego vinieron en confirmación de esta ley otras disposiciones, de
las cuales citamos algunas en nuestro mencionado artículo, y entre ellas
el real decreto de 21 de Noviembre de 1902, refrendado por el señor
452 LA REAL ORDEN CIRCULAR SOBRE LAS ESCUELAS LAICAS
Conde de Romanones; y aun hay una real orden aclaratoria de 19 de
Diciembre del mismo año, que, si bien se dieron bajo la firma del Conde
para un objeto que ahora no nos hace al caso, son una nueva reiteración
de la obligación de que hablamos.
Dirá acaso el autor de la circular que él entendía hablar de las
escuelas privadas. Pues si así era, ¿por qué no lo dijo? Mas ni aun
esto le salva. Porque la misma ley de 1857 declara en el art. 7.° que
esa enseñanza elemental es obligatoria para todos los españoles, y
que aun en las escuelas privadas debe darse la educación religiosa, que
claro está que no se da en las escuelas neutras, según confesión del Minis-
tro. Dice su art. 295: «Las autoridades civiles y académicas cuidarán,
bajo su más estrecha responsabilidad, de que ni en los establecimientos
públicos de enseñanza, ni en los privados, se ponga impedimento alguno
á los reverendos Obispos y demás Prelados diocesanos encargados por
su ministerio de velar sobre la pureza de la doctrina, de la fe y de las
costumbres y sobre la educación religiosa de la juventud en el ejercicio
de este cargo.» Mas como esta disposición está tomada del Concordato
de 1851, vamos ahora á hablar de él.
El Concordato es ley vigente del reino. Si no tuviéramos otras prue-
bas de que por tal se le tiene por los que ahora combatimos, nos basta-
ría saber que el Sr. Moret en su rápido paso por la Presidencia del
Gobierno trató de entablar relaciones con la Santa Sede para su revisión.
No se revisa lo que no tiene existencia ni valor, lo que es nulo. Pues
¿cómo al autorizar las escuelas neutras no le pasó por la mente que
pudieran ser contrarias al Concordato? Porque dice su art. 2.": «En
su consecuencia (1) (de la unidad católica), la instrucción de las uni-
versidades, colegios, seminarios y escuelas públicas ó privadas de cual-
quiera clase, será en todo conforme á la doctrina de la misma Religión
católica; y á este fin no se pondrá impedimento alguno á los Obispos y
demás Prelados diocesanos encargados de velar sobre la pureza de la
doctrina, de la fe y de las costumbres, y sobre la educación religiosa de
la juventud en el ejercicio de este cargo, aun en las escuelas públicas.»
Este artículo es una condenación de las escuelas neutras. Porque
dejando otras razones, la moral que en ellas se enseña y según la cual
se educa á la juventud, es una moral opuesta á la moral cristiana. Es
una moral puramente humana que nada tiene de Religiosa y divina, es la
moral que se llama independiente y que lo es, en efecto, de Dios y de la
religión cristiana. Moral que también se llama cívica, y que sospechamos
ser la que dirige é informa «la educación general civil», de que habla la
circular. Además, en este artículo del Concordato se asegura á los Obis-
pos en todas las escuelas de España la intervención, que de derecho
<1) Pero no se estableció el artículo solo como consecuencia, según se probó en
otro lugar contra el Sr. Azcárate. Véase Razón y Fe, t. 23, pág. 204 y sig.
LA REAL ORDEN CIRCULAR SOBRE LAS ESCUELAS LAICAS 453
les toca por institución divina, y si cabe, se les asegura con mayor cer-
teza en las escuelas privadas que en las públicas, como parecen indicar
las palabras *aun en las escuelas públicas». Dueños quedan, por otra
parte, los Obispos de usar de este derecho según lo juzguen conve-
niente. Ahora bien, las escuelas neutras son de tal naturaleza que, por el
mero hecho de serlo, se sustraen rebeldes á la dependencia y vigilan-
cia de los Prelados de la Iglesia, y por esto se llaman emancipadas.
De suerte que cuantas escuelas neutras autorice el Estado, en otras tan-
tas pone á los Prelados un obstáculo moralmente insuperable para el
ejercicio de su cargo contra lo que dispone este artículo.
Hicimos ver en el artículo varias veces ya citado que no se opone á
la eficacia de nuestro razonamiento la tolerancia religiosa sancionada
en el artículo 11 de la Constitución.
¡Cuánto mejor que los gobernantes con sus cavilaciones ha penetrado
este asunto trascendental el sentido católico del pueblo español! Aquí se
ha visto «el juego interesado de algunos políticos», de que habla la nota-
ble carta del Sr. Menéndez y Pelayo. El interés del juego ha sido con-
tentar, á lo menos en parte, á los enemigos de la religión y de la patria,
con quienes se habían adquirido compromisos al escalar atropellada-
mente el poder. Volvamos la vista al espectáculo hermoso y consolador
que ofrecen esas muchedumbres formadas de todas las clases socialesy de
personas de toda edad y sexo, que, empezando por Barcelona y Madrid,
se van reuniendo en pacífica cruzada por las diversas regiones del reino
en son de protesta contra las escuelas laicas. Sin ninguna mira intere-
sada, ó sin otro interés que el de la fe, el de la religión verdadera, la
gloria de Dios, la defensa de las almas de los niños, la salvación de
la España católica. Con ardor, con viveza de fe y de amor á Dios, á la
patria, á la familia, con entusiasmo generoso. No hacen ellos distinción
entre escuelas y escuelas laicas, sin que esto quiera decir que no se acen-
túe más la voz de guerra contra las que más atacan la religión y á todas
las instituciones sociales. Basta que la escuela no sea católica, basta que
no entre en ella el Catecismo de la Doctrina cristiana. Esta es la ban-
dera, este es el santo y seña. Bien por los católicos españoles.
En la misma real orden circular recordó el Sr. Barroso con encare-
cimiento á los rectores de las universidades, sin duda para autorizar más
sus disposiciones, la ya añeja y desacreditada teoría del Estado docente
por estas palabras:
«Por último, tenga presente V. S. que la enseñanza es función del
Gobierno, que es á quien corresponde velar por la educación y la ins-
trucción nacional, y que así como todas las asociaciones humanas cui-
dan de educar á los que las forman, así el Estado, que es la más alta y
principal de todas (la más alta y principal de todas no es el Estado, sino
la Iglesia), tiene y debe cumplir estrictamente la obligación de formar sus
ciudadanos.»
454 LA REAL ORDEN CIRCULAR SOBRE LAS ESCUELAS LAICAS
Dijera el Ministro todo lo contrario, y hubiera acertado. Porque la
enseñanza no es función del Estado, sino de la familia; no es función
política, sino social. Así la instrucción como la educación de los hijos
corresponde por derecho natural á los que les dieron el ser, no siendo la
escuela sino una prolongación de la familia, y los maestros, en tanto
tienen derecho para instruir y educar á la niñez y á la juventud, en cuanto
son unos delegados de los padres, en quienes éstos pusieron su con-
fianza y depositaron su poder, pero sin abdicar su autoridad. No son ni
pueden ser los maestros, y si cabe, menos los de la niñez que los de nin-
guna otra edad, delegados de la autoridad del Estado en la enseñanza.
Porque á éste no le incumbe el mirar directamente á la formación indi-
vidual de los alumnos, que es el fin de la escuela, sino al bien común y
general de la nación. Ni tampoco es el fin principal de la instrucción y
de la educación de las generaciones cristianas en la escuela el formar
ciudadanos, sino el formar hombres virtuosos y buenos cristianos, al
mismo tiempo que reciben la instrucción conveniente. En la seguridad de
que si la niñez y la juventud aprende y se pone en disposición de cum-
plir lo que se debe á Dios, á sí mismo y á los demás, se formará también
para cumplir sus deberes con la patria y con la autoridad. Y de todos
modos, ¿no pueden formarse los ciudadanos en otras escuelas que
las del Estado? ¿Ó es que el Estado necesita escuelas para una formación
especial de ciudadanos amoldados á sus ideas y á sus intentos, ó para
los usos que necesite, como dijo con frase dura Gil de Zarate (1); en una
palabra, para los fines del liberalismo dominante? Si esto significa la
frase, y no es temeridad el sospecharlo, decimos que eso es arrancar á
los padres las almas de sus hijos para deformarlas; es la tiranía más
insoportable. En todo caso, no tiene el Estado el derecho de obligar á
los padres á mandar á los hijos á sus escuelas, aunque sea para formar-
los ciudadanos, que también esto es educar las almas de sus hijos,
y los padres pueden formarlos en su casa ó en otras escuelas de su
elección.
Y lo que se dice de la educación ó de la formación moral, se debe
decir también de la formación intelectual ó de la instrucción. No tiene el
Estado vocación ni aptitud especial para enseñar, por ejemplo, la Gramá-
tica ó la Geografía, las Matemáticas ó la Medicina. Prosigue la circular:
«Si por deficiencias de tiempo y de medios, ó por las alternativas por
que pasa la sociedad española, otras instituciones han suplido la acción
del Gobierno creando escuelas y organizando enseñanzas, eso no exime
al Estado del cumplimiento de aquella sagrada obligación. Los países en
que así se hace no niegan á nadie el derecho de establecer enseñanzas
particulares ó privadas, como autoriza también nuestra Constitución;
pero la experiencia enseña que estas instituciones son verdaderamente
(1) De la instrucción pública en España, 1. 1, secc. 1.^, cap. VIL
LA REAL ORDEN CIRCULAR SOBRE LAS ESCUELAS LAICAS 455
supletorias, ó para satisfacer fines reducidos ó individuales, lo cual en
nada disminuye ni afecta al deber supremo de dar la educación y la
enseñanza que al Estado corresponde.» Dése una vuelta á las frases,
conviértanse las proposiciones, y se tendrá la verdad. Porque esas ins-
tituciones de que habla la circular no son supletorias de la función y del
deber del Estado en la enseñanza y educación, sino que, por el contra-
rio, la acción del Estado es la que debe ser supletoria de las deficiencias
de las iniciativas privadas y sociales, y tutelar para defenderlas, auxiliar-
las y fomentarlas, y nada más. Ni tampoco es verdad que esas institu-
ciones docentes hayan funcionado hasta ahora en España y en otros
países únicamente por las causas accidentales que enumera la circular,
ni sólo porque las autoriza la Constitución, sino por derecho propio, por
derecho natural, así de los padres de familia como de las mismas insti-
tuciones.
Estos principios, que no hemos hecho más que indicar, son corrientes
y están recibidos en todo el campo de la filosofía católica, y ya que no
esta autoridad, debió haber contenido á lo menos la mano del Ministro
el desacuerdo en que se puso con los suyos, puesto que para muchos
conspicuos liberales, algunos de los cuales le precedieron en el mismo
Ministerio, pasaron ya aquellos tiempos del Estado docente y de la ense-
ñanza función del Gobierno. Mas esto prueba lo que cuesta al Estado
liberal el renunciar á este instrumento tan poderoso de dominación, y eso
que la renuncia debiera imponerse por el criterio liberal. Por no citar á
otros, véase cómo se expresaba, siendo Ministro de Fomento (hoy de
Instrucción pública), un liberal tan caracterizado como el Sr. Marqués
de Sardoal. Decía en la exposición de su plan de 22 de Noviembre
de 1883:
«Que la enseñanza debe ser función social, no prerrogativa inherente
á la soberanía del Estado, ni mero servicio administrativo, ni origen de
renta para el Erario; que el ciudadano posee el más perfecto derecho
para instruirse libremente, escogiendo la forma que más conveniente
juzgue; que la función del Estado, con respecto á la enseñanza oficial,
ha de ser más tutelar que instructiva, aspirando constantemente á que se
aproxime el día en que dicho fin se organice en la sociedad sin su obli-
gada intervención...; que, en suma, al lado del organismo oficial docente,
mantenido por el Estado á título de suplemento y cooperación de los
esfuerzos espontáneos de la sociedad todavía imperfectos, debe reco-
nocerse el derecho de libre desarrollo de la enseñanza debida á las
iniciativas particulares: he aquí los fundamentos capitales dentro de un
criterio liberal y de justicia incluidos.»
Más singular es el desacuerdo del Ministro con su jefe, con el que
era Presidente del Consejo de Ministros cuando salió la real orden cir-
cular que nos ocupa. Su desacuerdo en este punto no puede ser más
completo con las ideas que sostuvo el Sr. Moret en pública sesión del
456 LA REAL ORDEN CIRCULAR SOBRE LAS ESCUELAS LAICAS
Senado (1). Era entonces el Sr, Moret ministro de Fomento, y habién-
dole interpelado el Sr. Merelo sobre asuntos de enseñanza, ambos con-
vinieron en que la enseñanza no es función del Estado, ambos hablaron
contra el monopolio universitario; mas, no contento con esto el señor
Moret, hizo un brillante panegírico, como él lo sabe hacer y cual no lo
haría mejor el mayor reaccionario, del florecimiento de la enseñanza en
tiempos en que no pensaba el Estado en ser docente, sino que todo se
debía á las iniciativas privadas.
Creemos que no parecerá inoportuna á los lectores la cita, un tanto
larga, que de su discurso vamos á permitirnos hacer.
«La historia de mi patria, dijo, es la creación de enseñanzas por
pura iniciativa individual, contra todas las resistencias, contra todas las
tiranías del tiempo en que nacieran. Salamanca, Alcalá, esas escuelas
locales de diferentes puntos, las asociaciones de primera enseñanza para
los niños, las fundaciones religiosas, todo eso, ¿quién lo ha traído? ¿Qué
Estado lo formó, si el Estado apenas vivía, si era embrionario? Las uni-
versidades nacieron allí, en los claustros de las catedrales ó en la som-
bría celda de los monjes, que se dedicaban á la conservación de recuer-
dos de las antigüedades. La enseñanza y la ciencia vivían entonces bajo
el amparo de la Iglesia, que era la única potestad y fuerza de aquella
sociedad... Compárense esos poderosos centros de enseñanza, univer-
sidades, claustros, etc., que no hay en el mundo moderno, y tuvieron
tanto brillo y dieron tanta gloria, con las enseñanzas modernas... Esta
fué la obra magnífica del siglo XVI... En la universidad enseñan al
alumno una porción de cosas que sirven ó no, y la mayor parte de los
alumnos salen de las universidades sin saber qué es aquello que les han
enseñado, y yo confieso que tampoco las entendía, á pesar de ser buen
alumno y de obtener premios, y confieso también que he pasado muchos
años para poder entender que no había más que un derecho, y que el
derecho penal, el derecho administrativo, el derecho mercantil eran la
misma cosa mirada por distintas facetas. Y á muchos les ha pasado lo
mismo que á mí...
»Pero, ¿quién más grande que el Estado? Mas, señores, ¿qué es el
Estado? El Estado para la enseñanza es hoy un hombre que ha sido
catedrático, ingeniero, etc., y quizá sabe algo de eso; pero al otro día el
ministro es uno que no ha tenido que ver con la enseñanza, ó un revolu-
cionario que tiene algunas ideas que brillan, pero que dan poca luz... Es
preciso que las universidades vivan por sí mismas, porque, si no, ten-
drán que responder á las direcciones de la opinión pública y del partido
gobernante...» Á la autoridad del Ministro oponemos la autoridad del
Presidente del Consejo de Ministros.
V. MlNTEGUIAGA.
(1) 10 de Julio de 1893.
El pemiin le los pecados eo la pilmltiva Iglesia
(1)
LA DOCTRINA DE ORÍGENES
H
Orígenes [185/6-254/5] atribuye Harnack la concepción ficticia de
que la Iglesia no es más que una comunidad de Santos, sin poder para
perdonar los pecados (2).
Nada más contrario al pensamiento del teólogo alejandrino. Aunque
es innegable que se encuentran en sus escritos algunas expresiones algo
fuertes, en este punto no se le puede tachar de heterodoxo. Baste, como
prueba, citar alguno que otro texto de los muchos que ha acumulado el
P. Stufler en su favor (3).
En la homilía segunda, sobre el Génesis (núm. 3), compara Orígenes
á la Iglesia con el arca de Noé, y como allí había animales feroces, así,
dice, aquí los hay «quorum, feritatis saevitiam nec fidei dulcedo molli-
vit (4).
La palabra Sanctus, en el lenguaje de Orígenes como en el de la Es-
critura y en el de otros Padres (5), significa muchas veces bautizado,
miembro de la Iglesia. Pues bien: Orígenes nos asegura que no son ne-
cesarios muchos argumentos para probar «gwoí/ // qui sancti dicuntury
non continuo sine peccato esse intelliguntur». Hay mucha diferencia
de Santos, añade: «Sancti dicuntur iidemque et peccatores //// qui se
voverunt quidem Deo et sequestraverunt a vulgi conversatione vitam
suam ad hoc ut Domino serviant.y> Ni porque cometan un pecado están
ya excluidos de la Iglesia. «Á los que se dedican, dice, á la medicina ó
filosofía, á pesar de todas sus faltas, se les cuenta entre los médicos y
filósofos. Pues lo mismo pasa con los Santos. Si se tiene en cuenta lo
que prometió, se le llama santo; si las faltas en que por fuerza tiene que
incurrir hasta arrancar la costumbre de pecar con el ejercicio y mortifi-
cación, se le llamará pecador» (6).
En la homilía primera, sobre el salmo 37 (núm. 1), se expresa así:
«Conociendo el Señor la fragilidad humana, estableció médicos espiri-
(1) Véase Razón y Fe, t. XXVI, pág. 43.
(2) Lehrbuch der Dogmengeschichte, I.^, 410...
(3) Die Sündenvergebung bei Origines [Zeitsch. fiir Katholische Theologie, 1907,
páginas 193-223].
(4) Migne, T. 12, 168.
(5) V. Ep. ad Rom. I, 7; I. Cor. I, 1-2; Hermae Pastor passim.
(6) Hom. 10 in Números, núm. 1 (M. 12, 637).
458 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
tuales para el alma, como los hay para el cuerpo. El primero es el Sal-
vador..., que puede curar toda debilidad y enfermedad. Médicos son
también sus discípulos Pedro y Pablo y los profetas y todos los suceso-
res de los Apóstoles que están al frente de la Iglesia, á quienes se ha
encomendado el cuidado de curar las heridas, pues no quiere el Señor
la muerte del pecador, sino que se convierta y viva» (1).
En el tratado sobre la oración prueba que el poder de perdonar los
pecados lo recibieron los Apóstoles cuando el Señor pronunció sobre
ellos aquellas palabras: Quorum remiseritis peccata, remittuntur eis, et
quorum retinueritis, retenta sunt^ (loann. XX, 23). Este mismo poder
tienen «xal ol xoT; áiroatóXotí; t}>ji.ot(i-[jL¿vot, íspeX^ '¿iiz^ xatá xov ^í-^x* áp^iepáa» (2).
En el comentario de San Mateo (t. XII, núm. 14) demuestra además
que este poder de las llaves no es un carisma, sino una función; y «la
pretensión de abrir y cerrar las puertas del cielo sólo la puedan tener
Pedro y los que han recibido el carácter episcopal» (3).
Como consecuencia de las premisas establecidas, era natural que
Orígenes dedujera la obligación de los pecadores de confesar sus peca-
dos á los médicos espirituales. *Porque si hacemos esto y revelamos
nuestros pecados, no sólo á Dios, sino también á los que pueden sanar
nuestras heridas, borrará nuestros pecados el que dice: Ecce delebo ut
nubes iniquitates tuas et sicut caliginem peccata tua^ (Is., 44, 22) (4).
Esta confesión se debe extender á todos los pecados, aun á los más
ocultos y vergonzosos. De lo contrario, el diablo, que es el que nos in-
cita al pecado, se convertirá en acusador nuestro. «Si quid in occulto ge-
rimus, si quid in sermone solo vel intra cogitationum secreta commisi-
mus, cuneta necesse est publicari, cuneta proferri: proferri autem ab
ilío qui et accusator peccati est et incentor. Ipse enim nunc nos, ut pec-
cemus insiigat, ipse etiam cum peccaverimus accusat. Si ergo in vita
praeveniamus eum et ipsi nostri accusatores simus, nequitiam diaboli,
inimici nostri et accussatoris effugimus. Sic enim et alibi propheta
dicit: dic tu , inquit, iniquitates tuas prior, ut iustificeris (Is., 43, 26).
Nonne evidenter mysterium, de quo tractamus, ostendit, cum dicit: dic tu
prior? ut ostendat tibi, quia praevenire illum debeas qui paratus est ad
accusandum. Videergo quia pronunciare peccatum, remissionem peccati
meretur. Praeventus enim diabolus in accusatione ultra nos acensare
non poterit, et si nostri simus accusatores, proficit nobis ad salutem, si
vero exspectemus ut a diabolo accusemur, accusatio illa cedit nobis ad
poenam; habebit enim socios in gehenna, quos convicerit criminum
socios'> (5).
(1) Hom. 1 in ps. 37, núm. 1 (M. 12, 1.369).
(2) M. 11, 528, Koetschau, Origines Werke, II, Leipzig, páá^. 380.
(3) M. 13, 1.013.
(4) InLuc, h. 17(M. 13, 1.846).
<5) In Lev., h. 3, núm. 4 (M. 12, 429).
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 459
Y esta confesión se ha de hacer ante el sacerdote: «Qui non sunt
sancti in peccatis sais moriuníur: qui sancti sunt pro peccatis paenitu-
dinem gerunt, vulnera sua sentíunt, intelligunt lapsus, requirunt sa-
cerdotem, sanitatem deposcunt, puriHcationem per pontifícem
quaerunt... Sanctus enitn est qui peccatum per pontifícem
curat» (1).
Más: Origines quiere, sí, que el pecador confiese sus pecados al mé-
dico espiritual, no le suceda lo que suele suceder á los que han comido
un manjar indigesto; pero al mismo tiempo le ruega que esto lo haga en
secreto y no á un médico cualquiera, sino á uno prudente, el cual deci-
dirá si conviene ó no que se acuse públicamente. Este es uno de los pri-
meros y más preciosos testimonios en pro de la confesión secreta (2).
Los textos aducidos, que se podrían multiplicar sin dificultad, prue-
ban la falta de fundamento de la tesis de Harnack. Las dificultades en
contra no tienen importancia ninguna (3).
Algo más escabrosa es la cuestión de saber si Orígenes enseña que
en su tiempo la Iglesia absolvía de los tres pecados llamados capitales.
Dollinger cree que el teólogo alejandrino lo negó al principio de su
actividad literaria en el tratado De oratione (c. 28); pero cambió de opi-
nión al fin de su vida en el libro contra Celso (3, 51) (4).
Según Funk, Orígenes excluye de la jurisdicción eclesiástica los tres
pecados capitales (5). Lo mismo piensa Rauschen.
Frank (6), d'Alés (7) y Stufler (8) sostienen que para el teólogo ale-
jandrino el poder de las llaves se extendía á todos los pecados.
Para dar segura cuenta de la doctrina de Orígenes en el presente
problema, habría que leer la inmensa mole de sus obras, seguir cronoló-
gicamente la pista del desarrollo de sus ideas y extractar sistemática-
mente lo que con la penitencia se refiere. Ninguno lo podrá hacer mejor
que el P. Stufler, de quien sabemos las ha leído concienzudamente y nos
ha dado ya alguna de sus conclusiones; pero es necesario aún sistema-
tizarlas cronológicamente y sin perdonar texto ninguno en pro ó en
(1) In Nam., h. 10, núm. 1 (M. 12, 637, 8).
(2) Proba prius medicum, cui debeas causam languoris exponere, qui sciat infir-
man cum infirmante, flere cumflente, qui condolendi, patiendi noverit disciplinam; ut
ita demum si quid Ule dixerit, qui se prius et eruditum medicum ostenderit et miseri-
cordem, si quid consilii dederit, f acias et sequaris, si intellexerit et praeviderit talem
esse languorem tuum qui in conventu totius Ecclesiae exponi debeat et curari, ex quo
fortassis et ceteri aediflcari poterunt, et tu ipse fucile sanari, multa hoc deliberatione,
et satis perito medid illius consilio procurandum est. In ps. 37, h. 2, n. VI (M. 12, 1.386).
(3) Stufler, Zeitsch., páginas 202-203.
(4) Hippolytus und Kallistus, 1853, pág. 256.
(5) Kirchengesch Abhandlungen und Untersuchungen, I, pág. 163.
(6) Die Bussdisciplin der Kirche, Mainz, 1867, pág. 838...
(7) La tfiéologie de Saint Hippolyte, París, 1906, pág. 44...
(8) Zeitsch., 1907, páginas 203-228.
460 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
contra. Orígenes no ha escrito, como Tertuliano, de propósito sobre la
penitencia, sino incidentalmente en sus comentarios ú homilías.
Por ahora, tal como se hallan las investigaciones, es indudable que
la tesis defendida por Frank, d'Alés y Stufler es la más probable, por no
decir cierta.
Comencemos el examen por el fin de la vida de Orígenes.
En el tratado contra Celso, escrito hacia el 248, le echa éste en cara
que los cristianos reciben en su seno á gente degenerada y sin concien-
cia. Orígenes no responde en su defensa que esto no es verdad, sino,
admitiendo la recriminación, añade: «Con los que pecan, sobre todo con
los deshonestos, se obra de la siguiente manera, á saber: se les arroja
de la comunidad cristiana... Á los que han caído en lujuria ó cualquier
otro pecado, los lloran los cristianos como perdidos y muertos para Dios;
pero los tratan como á resucitados, si así lo merece el cambio de sus
costumbres; sin embargo, son admitidos más tarde que los que se re-
ciben por primera vez, y pues han caído después de haber profesado
la religión, se les aparta de toda dignidad y prelatura de la Iglesia de
Dios» (1). Luego, por los años de 248, se concedía según Orígenes, en
todas partes á todo pecador, y también á los deshonestos, la absolución
eclesiástica.
Sobre la fecha de los otros tratados y escritos de Orígenes esta-
mos bastante á obscuras, y esta es una de las principales dificulta-
des con que se tropieza en la exposición de su doctrina sobre la peni-
tencia.
Las homilías sobre el Pentateuco, Jeremías y Ezequiel las pronunció,
á lo que parece, desde el año 244 hasta el fin de su vida (2). Sus ideas
son las mismas que en el tratado contra Celso.
En la homilía sexta, sobre el Éxodo (núm. 9), al que ha cometido un
pecado de fornicación ó un homicidio amonesta que «Paenitendo, flendo,
satisfaciendo deleat, quod admissum est» (3).
Uno de los hechos que sale en casi todas ellas, y de que ha sacado
más partido Orígenes, es el del incestuoso de Corinto. San Pablo le había
entregado á Satanás, es decir, excomulgado, para que, muriendo á la
carne, viviera para el espíritu, y esta vida recibió su complemento con
la admisión del penitente en la comunidad de los fieles. Así obraba en
tiempo de Orígenes la Iglesia con los deshonestos y los que caían en
pecados de gravedad excepcional. Los arrojaba de su seno para que,
haciendo penitencia matasen su carne y vivieran para Dios. Acabada la
penitencia les abría sus puertas; y concluye: «Juste autem proicitur qui
(1) Koetschau, I, pág. 247; III, 51.
(2) Sobre la cronología de los escritos de Orígenes véase Harnack. Geschichte der
altchrisüichen Literatur bis Eusebias. II B. Die Chronologie, Leipzig, 1904, pág. 37.
(3) M. 12,338.
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 461
digna fecit abiectione ut auferatur a populo Dei et eradícetur ab eo ei
tradatur Satanae. Et in praesenti quidem potest quis egrediens de populo
Dei rursum per paenitentiam revertí» (1).
El texto no exceptúa á nadie de la absolución eclesiástica.
En la homilia veinte, sobre Jeremías, se dirige patéticamente á los
oyentes, rogándoles que le den dos hombres encenagados en la lujuria,
de los cuales el uno llora y se arrepiente, el otro, despreocupado y sin
remordimiento, cree haber obrado bien. ¿Cuál de los dos, pregunta, se
salvará? Ciaro es que el penitente. Y ¿qué debe hacer con él la Iglesia?
Tenderle los brazos como los de Corinto al incestuoso (2).
Al mismo período de su vida pertenecen las homilías sobre los Sal-
mos. Nada de extraño que en ellas exponga las mismas ideas.
El cristiano es para Orígenes un atleta que lucha con sus pasiones.
«Puede suceder que caiga vencido por la lujuria ú otro pecado. ¿Qué
debe hacer en tal caso? ¿Desesperado exclamar: ^Jam quomodo possum
»ego salvüs fieri qui cecidi? Jam nulla spes est, peccata mea me
>colligant, quomodo audere possum accederé ad Dominum? quomodo
^ad Ecclesiam rediré?» El que así habla, no solamente ha caído, *sed
»in casu suo prosiratus atque demersus est». No, esto no debe suce-
der; el que ha caído, que se levante, se enmiende, lave el pecado con
la penitencia y satisfacción» (3).
Otro argumento. Orígenes dice á sus oyentes que «la malicia del
pecado no sobrepuja la bondad de Dios» (4). «Todos pueden ser cura-
dos, aunque hayan llegado al culmen de la maldad, si hicieren peniten-
cia» (5). Compara á los pecadores y justos con Babilonia y Jerusalén.
Los peores pecadores son los que están en el centro de Babilonia. Pues
también para éstos hay remedio. « Verum tamen in nobis est fugere de
Babylone et in nostra positum est potestate, si velimus resuscitare
quod corruit » (Ib., n. 3.) Dios manda á sus médicos para que curen á
Babilonia (6), pero ella no quiere ser curada. Los médicos la abandonan,
diciendo: «Curabimus Babylonem et non est sonata, relinquamus eam.»
jPor Dios, ruega Orígenes al pecador, no rechaces á los médicos! «Qüm
abscessio eorum condemnatio tua sit ut ir remediabais nolent.sque
curar i! (Ib., n. 12.)
En el comentario de San Juan dice que así como Cristo, después de
haber resucitado á Lázaro, mandó á sus discípulos le desataran, así
(1) In Ezequiel, h. 3, n. 8 (M. 13, 694).
(2) In. Jen, h. 20, n.9; Klostermann, pág. 191 (Migne, h. 19, n. 9, t. 13, 522).
(3) In ps. 36, h. 4, n. 2 (M. 12, 1.353).
(4) In Lev., h. 9, n. 8 (M. 12, 520, 21).
(5) Injer., h. 21,n. I (M. 13, 535).
(6) Los médicos son «sive ángelus Dei, sive quicunque hominum cui credita est cura
sermonum ad salutis medicinam deferendam».
RAZÓN Y FE, TOMO XXVÍ 31
462 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IQEESIA
manda que á los apóstatas arrepentidos los desaten de sus cadenas
pecaminosas (1).
Contra argumentos tan claros no se han traído hasta ahora más que
alguno que otro texto obscuro y difícil de explicar. El principal se lee
en el capítulo 28 del libro sobre la oración. Su contenido es: «Aquel
sobre quien sopló Jesús como sobre los Apóstoles, y aquel por cuyes
frutos se puede conocer que ha recibido el Espíritu Santo y se ha hecho
espiritual, pues el Espíritu Santo le guía en todas las acciones que
razonablemente debe hacer á la manera del Hijo de Dios; el tal (digo)
perdona lo que Dios perdonaría y retiene los pecados incurables (2),
pues no es más que ministro, y como los profetas servían á Dios
hablando, no de su propia cosecha, sino lo que Dios quería, así obra él,
sabiendo que el poder de perdonar lo tiene sólo Dios.» Así se debe
entender lo que en el Evangelio de San Juan está escrito sobre el perdón
que han de conceder los Apóstoles: «Recibid al Espíritu Santo: á los
que perdonareis los pecados, les serán perdonados, y á los que se los
retuviereis, les serán retenidos.» (Joann., 20, 23.) Si se examinan estas
palabras, parecen dignos de reprensión los Apóstoles, pues no perdonan
á todos sus pecados, para que les sean perdonados, sino que los retie-
nen á algunos; de modo que ante Dios también les serán retenidos. Útil
será acudir al Antiguo Testamento para entender mejor el perdón délos
pecados que Dios concede por medio de los hombres. Se les prohibe
allí á los sacerdotes ofrecer sacrificios por ciertos delitos, á fin de que
sean perdonados los pecados á aquellos por quienes se ofrecen. Y aun-
que el sacerdote tiene la potestad de ofrecer sacrificios por algunos
pecados involuntarios, no por eso ofrece el holocausto por el adulterio,
homicidio voluntario y cualquier otro pecado. Así los Apóstoles y los
sacerdotes, semejantes á los Apóstoles, según el gran Pontífice, instruí-
dos en la disciplina del culto divino y amaestrados por el Espíritu Santo,
saben por qué pecados deben ofrecer sacrificios, por qué pecados no,
cuándo y cómo. Por eso el sacerdote Helí, sabiendo que sus hijos Ofni
y' Finees habían pecado, y no viendo cómo poderlos ayudar para alcan-
zar perdón, confiesa, perdida toda esperanza, que es imposible con
estas palabras: «Si pecare el hombre contra el hombre, orarán por él;
pero si pecare contra el Señor, ¿quién pedirá por él? (I Reg., 11, 25.)
Hay algunos que no sé cómo se arrogan lo que supera la dignidad
episcopal (ííTtep Tfjv UpaitxTjv á^íav); ignorantes quizás de la disciplina
episcopal, se glorian de poder perdonar también la idolatría, adulterio
y fornicación. Como si con la oración (ota xij;- eu^^?,;) en favor de los que
(1) En el comentario, los que desatan al pecador son ángeles, pero en la catena
son los discípulos. Origines Werke, vol. IV, lib. 28, ed. Preuschen, páginas 398, 5; 546, 3.
(2) o'íSi ¿ixTiveyaOslí "jTto xoü 'IrjToü... ápÍYiaiv a éáv áf^ ó 6£q; xai xpaxsí xá ávíaxa ^w^
á|Aaf;Tyiu.áTa)v.
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 463
kan cometido estos crímenes se desatara también el pecado que lleva
la muerte (T.phi; eáva-cov). ¿No leen: «hay un pecado que acarrea la
muerte; no digo que ore por él alguno»? (I. S. loann,, V, 16.) (1).
Este lugar ofrece, sin duda alguna, dificultad. Orígenes lo escribió
al principio de su actividad literaria, hacia el 235: de ahí la opinión de
DóUinger.
Sin embargo, el P. Stufler ha propuesto una explicación, que, des-
pués de haber leído y meditado todo el pasaje, nos parece muy fundada.
El pensamiento de Orígenes es que estos tres pecados no se pueden
perdonar por la oración del Obispo solamente sin la penitencia pú*
blica.
Ante todo, es de advertir que Orígenes no hace nunca referencia en
sus escritos posteriores á un cambio de opinión.
Con razón se ha hecho notar además que si se toman á la letra y
aisladamente las palabras de Orígenes, encierran una herejía, puesto
que restringen el poder de las llaves de la Iglesia, y no hay por qué
echar sobre el teólogo alejandrino una herejía más sin pruebas contun-
dentes: tanto menos cuanto que la tal restricción no existe.
Orígenes afirma rotundamente «que los Apóstoles y sus legítimos su-
cesores perdonan lo que Dios perdonaría y retienen los pecados incura'
bles». Esta cláusula tiene dos miembros. En el primero se concede á la
Iglesia un poder de perdonar ilimitado. Abarca cuanto abarca el po-
der divino. «La Iglesia puede perdonar lo que Dios perdonaría.» Ahora
bien, por los textos del mismo Orígenes, citados más arriba, sabemos
que Dios puede y quiere perdonar todos los pecados; luego la Iglesia
también puede y quiere; luego si alguna vez niega el perdón, no es por
falta de poder, sino porque el pecado es incurable; luego al decir Oríge-
nes unas líneas más abajo, que los tres pecados capitales no se pueden
perdonar por la oración del Obispo, porque esto excede la dignidad
episcopal, no quiere decir que el Obispo no tiene poder de absolver de
estos tres pecados, que sería una contradicción manifiesta con lo soste-
nido anteriormente, sino que no puede hacerlo con sola la oración.
Esta misma idea hallamos en la homilía décima sobre el libro de los
Números. «La ley, dice, manda que los Pontífices y sacerdotes non
.quorumcumque sed sanctorum tantummodo sumant peccatay (2). Los
santos aquí son los que hacen penitencia y se arrepienten. Y este es el
sentido que se deduce de todo el contexto del pasaje controvertido.
Orígenes nota que los Apóstoles y sus sucesores son meros ministros
del Señor en el ejercicio del poder de perdonar los pecados, como los
profetas en sus profecías, y como éstos no predecían sino lo que Dios
(1) Koetschau, Origines Werke, II, pág. 380 (M. 11, 528).
(2) Número 1 (M. 12, 638).
464 EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
quería, del mismo modo aquéllos no deben perdonar sino lo que Dios
quiere. Así se deben entender las palabras de Cristo en el Evangelio de
San Juan (XX, 23).
Orígenes expone luego esta dificultad: si los Apóstoles han recibido
el poder de perdonar de modo que á los que ellos perdonaren los per-
donará el Señor, ¿por qué no perdonan á todos, para que los perdone
también el Señor? No, responde. Esto no lo pueden hacer: porque así
como en el Antiguo Testamento no bastaban para alcanzar perdón de los
pecados de homicidio y adulterio voluntarios los holocaustos y oracio-
nes de los sacerdotes, así no basta ahora la mera absolución del Obispo
para librarse de los tres pecados capitales. Orígenes cita en seguida el
ejemplo del sacerdote Helí, que, sabiendo que sus hijos Oíni y Finees
habían pecado gravísimamente, exclama que de nada servirían sus sa-
crificios y plegarias para templar la ira divina. ¿Pues qué es lo que exige
el Señor para librarse de estos pecados? La respuesta la hallamos en un
fragmento del mismo Orígenes de la Bibliotheca Gallandiana. «Juro á la
casa de Helí, dice, que su culpa no se expiará jamás con ofrendas y
dones... Yo se la perdono únicamente mediante obras y penitencia per-
fecta» (1). He aquí enunciado con toda claridad el pensamiento de Orí-
genes. Como los sacerdotes en la antigua ley no podían perdonar con
solas sus ofrendas y oraciones los pecados graves del pueblo, así no
pueden tampoco ahora los sucesores de los Apóstoles perdonar los tres
pecados capitales con sólo pronunciar la absolución, si no precede pe-
nitencia completa. Para nosotros este texto paralelo explica con toda
claridad el pensamiento de Orígenes en el lugar controvert'do.
Qué es lo que Orígenes entendía por penitencia perfecta, nos lo ha
dejado explicado en varios lugares, especialmente en la homilía segunda
del libro primero de los Jueces (núm. 5): es la penitencia pública; la ex-
clusión temporánea de la Iglesia, para que, muriendo el penitente á la
carne, como el incestuoso de Corinto, viva para el espíritu y sea reci-
bido de nuevo en la comunidad de los fieles. Estos pecados eran casti-
gados con la muerte corporal en el Antiguo Testamento; en el Nuevo con
la excomunión temporánea (2).
Examinadas, pues, las palabras de Orígenes en el contexto y á la
luz de los otros escritos suyos, no encierran el rigorismo que se les
atribuye.
Orígenes habla en el segundo miembro de la frase que lia servido de
(1) AoxsT 7iw; w8e £[jlho5Í;£iv t^ |j.£Tavoía, (ir¡5iSoy: amo'.: é)7:íSa (j\>yyj<t[^r, i« . 7; Aá 7tpó<jy_£;
áx¡iiPw;T(o p-/¡TÜ. «priaív, oxt ev 6uCTÍat; oO auyp^wpw aOToí:, toutéttiv eáv [xr, ci 'z <> v /at i/etavota;
T£).£Ía;. oCi Yap 4"^óv éaii tó á[JLápTr(|xa, iva TrpooaYá-yoxji 6pÉ¡x(xaTa zl, üúcn&v. .iívx iní xwv i\-
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(M. 17, 40).
(2) M. 12, 960...
EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA 465
base á nuestra argumentación de pecados incurables. Éstos son la apos-
tasía (1) y el pecado que cometen los que han recibido al Espíritu
Santo, contra el mismo Espíritu Santo (2). Pero ¿de dónde nace la im-
posibilidad de la cura? ¿De qua el Señor no quiera ó no pueda curarlos?
Nada más contrario á la doctrina de Orígenes, quien sin cesar repite que
el Señor no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva;
que todos, aun los que están en el centro de Babilonia, que son los más
encenagados, pueden alcanzar perdón (3).
Tampoco nace esta imposibilidad de defecto de poder en la Iglesia,
pues lo tiene ilimitado, y el Señor mismo envía á sus médicos precisa-
mente para curar á los que están en el centro de Babilonia.
La imposibilidad nace de la resistencia de parte de la voluntad
humana á la gracia del Espíritu Santo; de la impenitencia del peca-
dor (4), de que rechaza á los médicos, y, como dice gráficamente Orí-
genes en otro lugar que ya conocemos, apostrofando al pecador,
*abscessío eorum, condemnatio tua sit ut irremediabilis nolentisque
curari (5).
En lo expuesto se ha podido ver el desarrollo gradual de la doctrina
de Orígenes. El teólogo alejandrino procede con una lógica irresistible.
Sus ideas sobre la penitencia son claras y precisas. No creemos que
nuevas investigaciones puedan cambiar substancialmente los resultados
obtenidos, aunque sería muy conveniente, como queda indicado, reco-
ger con todo el rigor cronológico los diferentes textos de sus obras para
presentar un cuadro del todo completo. Sus aserciones son otras tantas
tesis, tales cuales hoy se presentan en las clases de Teología. Orígenes
defiende: 1.°, que la Iglesia es una sociedad compuesta de justos y peca-
dores; 2.°, que Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia, sobre
todo al pronunciar las palabras que se leen en el Evangelio de San Juan
(20, 23...); 3.°, que el poder de las llaves que recibiéronlos Apóstoles no
es un carisma, sino una función; 4.°, que todos los pecadores están obli-
gados á confesar sus pecados ante el Obispo ó los presbíteros; 5.°, que
esta confesión se debe extender á todos los pecados, aun los más recón-
ditos y horribles; 6.°, que de suyo se ha de hacer en secreto ante un con-
fesor prudente, el cual decidirá si conviene ó no que se haga en pú-
blico; 7.°, que los tres pecados capitales exigían una satisfacción pública
(1) In Matth., ser. núm. 114 (M. 13, 1762-64).
(2) In loann., t. 28, núm. 13 (M. 14, 712: Preuschen, pág. 408).
(3) Omnis anima apud Deum recipere potest salutem et ñeque una apud Deum est
insanabilis. In Jer., h. 21, núm. 12 (M. 13, 540).
(4) Injer., h. 21, núm. 12 (M. 13, 541; In oann., ed. Preuschen, Origines Werke^
IVB., libro II, 11, pág. 66.
(5) In Jen, h. 21, núm. 12.
4^ EL PERDÓN DE' LOS PECADOS EN LA PRIMITIVA IGLESIA
y exclusión temporánea de la Iglesia, á causa de su excepcional grave-
dad; pero que el penitente podía ser absuelto, después de hecha peniten-
cia completa; 8.°, que el poder de absolver en la Iglesia se extiende á
todos los pecados, y sólo son incurables aquellos en que el pecador
abiertamente y por malicia resiste al Espíritu Santo; lo cual nada tiene
de extraño, pues repugna que se convierta el que no quiere convertirse,
al menos mientras persista en su decisión.
Zacarías García.
Bolelín de Teolooía doomáüca española en 1909.
H
«ni UN hay en la patria de los Laínez, Canos, Vegas y Victorias, decía
muy bien el esclarecido P. Casanova, quienes procuran cebar con él
óleo de sus teológicas lucubraciones la misteriosa lámpara encendida
en la antigua Hesperia por Santiago y los siete varones apostólicos:»
Lo que sucede es, que ni los españoles pregonamos debidamente nues-
tras obras de Teología, ni los extranjeros se dignan citarlas ó mirarlas
con el aprecio debido (á no ser en el tiempo preciso de hacer la reseña),
como repetidamente lo hemos notado. Por eso juzgamos conveniente
tratar del movimiento teológico-dogmático que hubo el año pasado
de 1909 en nuestra patria, para que se vea el ardor con que se contri-
buye en ella al glorioso renacimiento de la ciencia de las ciencias. En
cuatro párrafos dividiremos este examen: en el primero hablaremos de
los libros didácticos de Teología que se han publicado ó acabado de
publicar en 1909; en el segundo, de las polémicas; en el tercero, de las
obras que versan sobre asuntos particulares teológicos; en el cuarto,
de algunos artículos sobre esta materia que han salido en las revistas.
*
* *
Reclama para sí el primer lugar la Sacra Theologia dogmática re-
centioribus academiarum moribus accommodata, del P. Honorato del
Val, O. S. A., Prefecto de Estudios en el Real Monasterio del Escorial.
Salió al mercado literario el primer volumen en 1906; y el tercero y úl-
timo, aunque lleva la fecha de 1908, puede afirmarse que empezó á
correr y ser conocido el año pasado. Explica en ellos el doctísimo agus-
tino todos los tratados que suelen comprender los textos de esta índole,
si bien algunos, v. gr., el de los Ángeles y Virtudes, con excesiva bre-
vedad. Lo que han juzgado de la obra, y los merecidos elogios que le
han tejido las revistas extranjeras se pueden ver en La Ciudad de Dios
de 5 de Abril de 1909, y Razón y Fe (t. XXIV, pág. 538) reprodujo un trozo
de una carta pontificia al autor, muy honrosa y laudatoria. El P. del Val
observa puntualmente lo que en las Constituciones de San Agustín, Part. 2,
cap. 2, de Officio Regentis, se ordena, según Gener (1), á los religiosos
agustinos, que sigan las doctrinas de Egidio Colonna (Gil de Roma), y
en las materias que este discípulo de Santo Tomás no toca, se supla
(1) Scholastica Vindicata, pág. 171. Genova, 1756.
468 BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909
con las del maestro. Aunque defensor como el que más de San Agustín
y enamorado de sus enseñanzas, no pertenece el P. Honorato á la es-
cuela rígida de Belleli, Berti, Marcelli y Keller. En casi todos los puntos
característicos del sistema agustiniano se aparta de ellos y templa su
dureza. Pondremos algunos casos: 1." La imposibilidad del estado de
naturaleza pura no la admite, como Marcelli, por creer que los atributos
de Dios exigen la concesión de dones preternaturales y aun sobrenatu-
rales, sino porque la sabiduría práctica de Dios prefiere no crear al hom-
bre antes que crearlo en aquel estado. 2." Los niños fallecidos con el
original, no son castigados con penas dolorosas y aun sensibles, como
piensa Berti; lo son con cierta disminución de bienes anejos á la felici-
cidad natural. 3.° No basta, según pretenden Berti y Marcelli, que el
grado de delectación de la gracia sea más intenso que el de la concu-
piscencia para obrar indefectible aunque libremente: se requiere además
la ilustración del entendimiento, acomodada á la índole é ingenio del
hombre, y la premoción física ó concurso intrínseco en la voluntad que
la mueva á ejecutar libremente el acto. Generalmente, concibe con mu-
cha distinción, se expresa por lo regular con suma claridad, no deja de
citar teólogos antiguos y contemporáneos, aunque entre éstos se hallen
pocos de la venerable escuela escotística; se muestra tolerante con las
opiniones contrarias, bien que no del todo imparcial. Al exponer los sis-
temas de la gracia, hubiera convenido presentarlos como son, con las
respuestas que se dan á las objeciones, según lo ha hecho prudente-
mente en otros casos; no amontonar de aquí y de allí dificultades contra
la teoría adversa, omitiendo las soluciones. Así no habría asegurado,
v. gr., que los molinistas enseñan que si Dios quisiera salvar efectiva-
mente á los hombres, los hubiera colocado en circunstancias favorables
que influyesen con eficacia en su consentimiento. Eso no lo enseña nin-
gún molinista genuino. Ni habría dicho que Molina testifica que su sis-
tema era contrario al de San Agustín; y al mencionar el testimonio del
P. Schneeman, acerca de si San Alfonso de Ligorio favorecía al moli-
nismo, no hubiera callado que Caeterum non infitior sed ipse postea
ostendam Tournelium (et post eum Sancfum Doctorem) etiam Molinam
impugnare (1).
Acaso alguno opine que el P. del Val no haya penetrado en las en-
trañas de la Metafísica, pero nadie le tachará de teólogo adocenado.
Discurre por cuenta propia, y aduce una porción de sentencias, ó remo-
zadas, como la de Capreolo y Egidio, sobre la causalidad de los sacra-
mentos, que es dispositiva y no efectiva de la gracia, ó concebidas á su
manera, como las que hemos mencionado arriba y otras varias. Algu-
nas no hemos acabado de entender, y dos de ellas, la de la concupis-
(I) Controversiarum de Divinae Gratiae liberique arbitrü concordia Initla et pro-
gressus. Herder, 1881, pág. 4, nota 4.
BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909 469
cencia como materia del pecado original á fuer de defecto moral intro-
ducido por el pecado originante, y la de la transubstanciación, se nos
hacen extrañas é ininteligibles. No comprendemos que por virtud de la
consagración la substancia natural del pan se eleve á sobrenatural,
y, por tanto, pase á ser el cuerpo de Cristo única substancia sobre-
natural.
Sin duda esta obra, con valer tanto como vale, habría subido de pre-
cio con la introducción de ciertos adornos que son tan del gusto de
ahora: con haber puesto, v. gr., en las principales cuestiones una lista
de autores selectos en que poder estudiarlas; con tener exquisito cui-
dado en las citas de los Padres, remitiéndose á una buena Patrología,
por ejemplo, la de Migne, para que así no resultase alguna discrepancia en
los textos, como sucede en el de San Cirilo Alejandrino (II, p. 246), San
Ambrosio (III-118), San Cipriano (III-494); con traer más á menudo los
pasajes de los autores que se aducen, tanto más que hemos hallado in-
exactitudes en los testimonios de Belarmino (1-252), Bcrti (11-517) y en
la exposición del parecer de Petavio (11-461), y, en fin, con poner índi-
ces alfabéticos al terminar cada tomo. Esto fácilmente se podría corregir
en una segunda edición, como también diversos descuidos, v. gr., hacer
Obispo á San Beato de Liébana (11-52); poner Hirqueus por Hiqueus
ó Hyqueus, y personificar el Handbuch der katholischen Liturgik de
Thalhofer (11-248) (1).
Aguardamos con ansia los tratados de Religione y Ecclesia que, á
no dudarlo, dará á la estampa el esclarecido agustino para coronar esta
hermosa obra, que en verdad no desdice de ningún texto extranjero.
En 1909, según reza la portada, se imprimió el tratado de Re'Agíone,
del P. Muncunill, S. J. Hermosos elogios han hecho de él diferentes re-
vistas extranjeras. La Revue Agustiniane (2) atestigua que el autor so-
bresale en la disección de las cuestiones, y en su desenvolvimiento me-
tódico, y que su obra se puede contar entre los buenos manuales de
apología. The Month (3), de Londres, juzga que el P. Muncunill expone la
materia con claridad y solidez. // Monitore Ecclesiastico (4), que las ex-
plicaciones del libro son apodícticas, profundas y expuestas con tal evi-
dencia, que no dejan nada que desear. La Civíltá Cattolica (5), que este
tratado parece señalar un verdadero progreso en la enseñanza de la apo-
logética en España (en lo cual discrepamos de tan docta revista; con-
tinúa, no señala). Stimmen aus Maria-Lach (6), que ningún teólogo ne-
gará al profesor jesuíta claridad y penetración de espíritu; y American
(1) Pesch, IV, n. 549.
(2) 15 Enero 1909.
(3) Febrero, 1909.
(4) Atino XXXIV, Fascicolo 5.
(5) Febrero, 1909.
(6) Abril, 1909.
470 BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN ,1909
Ecclesiastical Review (1), de Filadelfia, que las materias están tratadas
en este texto con insuperable solidez y diafanidad.
Los defectos que le han achacado son: que expone con poca tersura
los conceptos del misterio; que discute algunas cuestiones especulativas
nt) tan necesarias, y que debía haber consultado y leído monografías
modernas sobre varios puntos que toca para darles más novedad. Nues-
tro juicio, que no difiere mucho de los precedentes, expusimos en Razón
Y Fe (Mayo, 1909).
Dos profesores del Seminario de Burgos han enriquecido con sus
trabajos el caudal de ciencia teológica. El ilustre autor de la Synthesis
Theologiae Fundamentalis, Dr. D. Valentín Sáiz Ruiz, dio á luz el libro
intitulado Annotationes et Index analyticus, en el que, fuera de expli-
carse con claridad los errores modernistas, el lugar que les compete en
la Synthesis, y de hacerse otras aclaraciones, se contiene un programa
muy desmenuzado de Teología fundamental, y una serie copiosa de
autores excelentes y clásicos, que pueden consultar los discípulos y que
prueban la rica erudición del Sr. Sáiz Ruiz. De esta obrita dimos razón
en esta revista (t. XXIV, pág. 516). El otro profesor es el P. Antonio
de Madariaga, S. J., que está publicando adiciones al libro de texto Hur-
tar, que tienen en la Universidad Pontificia burgense. Son 88 las pági-
nas que hemos visto impresas, y que se refieren al tratado de Deo uno.
En ellas establece unas veces el P. Madariaga el estado de la cuestión,
otras añade argumentos nuevos y comparaciones tan bellas como la de la
página 53, en orden á la incomprensibilidad de Dios por los bienaventu-
rados, en ocasiones indica los teólogos que con provecho pueden revisar
los discípulos, y refuta los errores de los modernistas. Muy bien fun-
dado, erudito y elegante aparece el autor en estas lecciones. Lo que
vehementemente anhelamos es que las termine, y entonces se ofrecerá
ocasión de examinar todo el libro con detenimiento.
El Eco Franciscano (15 Enero 1910), al hablar del movimiento esco-
tista, refería, tomándolo de Les Voix Franciscaines, que «otro español,
el P. Fernández García, prosigue intrépidamente la publicación de su
Lexicón Scholasticon*. En este diccionario el P. Mariano Fernández Gar-
cía suple el defecto de índices que se advierte en la Opera Omnia de
Escoto, y ofrece la explicación clara de los términos, definiciones, distin-
ciones y axiomas que se hallan esparcidos en dichas obras. Los cuader-
nos últimos de que tenemos noticia pertenecen al 1908, y no sabemos
que en 1909 se hayan impreso nuevos. Por esos nos abstenemos de exa-
minarlos, deseando únicamente que dé cima el Reverendo Padre á la em-
presa comenzada, seguro de que se ha de granjear un puesto honroso
en el extenso catálogo de escritores escotistas, del que presenta una
muestra, bien que imperfecta, el Padre Capuchino Querubín de Carca-
(1) 1 Febrero 1909.
BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909 471
gente en su preciosa monografía Apología y elogio del V. P.Juan Duns
Escoto, tercera edición, pág. 384, etc.
*
* *
. Decía el P. Pascual Sánchez, O. P., en su célebre polémica con los
exclaustrados franciscanos González y Godínez, sobre la Inmaculada
Concepción de María, que hacía doscientos años que tales controversias
no se suscitaban. No era del todo exacto. La cédula de 7 de Octubre
de 1779, expedida por la Real Junta de la Inmaculada Concepción á las
Universidades y Estudios; las leyes 18, lib. I, tít. I, y 4, lib. VIH, tít. VI, de
la Nueva Recopilación, y las invectivas de Muratori contra los sanguina-
rios (1) (los que hacían voto de defender el misterio hasta la efusión de
sangre), demuestran que se promovían á menudo. Hoy todavía reviven
bajo otro aspecto. El profesor de Friburgo, P. Norberto del Prado, O. P.,
escribió en El Santísimo Rosario, de Vergara (2), tres Cartas á un joven
teólogo sobre el dogma de la Inmaculada Concepción, que levantaron
alguna polvareda. Más tarde, corregidas y aumentadas con una réplica
al Sr. Obispo de Aguascalientes (Méjico), las editó en un opúsculo que
rotuló: Santo Tomás y la Inmaculada. Tres son las partes que contiene
este librito: Primera. Santo Tomás sostuvo el misterio y lo sostuvo en
su acepción propia. Segunda. Otros teólogos, que se tenían por sus cam-
peones, admitían una Inmaculada que no es la definida por Pío IX. Ter-
cera. Respuesta á los reparos que le puso el limo. Sr. Portugal. El asunto
de la primera parte no es nuevo; entre nosotros han patrocinado esa
sentencia, después de la definición dogmática. Carbonero y Sol en La
Cruz (3); el Rvmo. P. Tomás Rodríguez, O. S. A., en la Revista Agus-
tiniana (4), y el muy ilustre Rector del Seminario matritense, D. Antonio
Senso Lázaro, en su folleto De Immaculata Conceptione, Matriti, MCMV.
Lo original y espinoso estaba en la segunda parte, en donde se argüía á
los escotistas y á los mantenedores del débito remoto de no haber defen-
dido la legítima Inmaculada (5). En su opúsculo manifestó el P. Prado
conocimiento profundo de las obras de Santo Tomás, sutileza en el
argumentar y erudición no escasa. Algunos de los defectos de que ado-
lecía los advertimos en la crítica que hicimos en Razón y Fe (Enero
(1) Impugnóle valientemente Francisco José Antonio de Vera, español, en su obra
Deiparae ejasque cultoribus vindicatis a querelis Lamindi Pritanii... Neapoli, 1753. Dos
tomos.
(2) Diciembre de 1907, Marzo y Junio de 1908.
(3) 1856, 1. 1-619; 1858, 11-769; 1897, 11-560.
(4) Marzo, Abril, Junio, 1885.
(5) Original, decimos, por el modo de formular la acusación. La substancia de ella
no es nueva. Véase, v. gr., al P. T. Strozzi, Controversia della Concezione della Beata
VJrgine María. Palermo, MDCC, parte seconda, cap. XVI, pág. 427; ó á Vega, Theologia
Mariana, Palaestra 5.^ Certamen V, pág. 597, etc.
472 BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909
de 1910). Añadiremos que después hemos recibido el tercer folleto del
limo. Sr. Portugal, refutando el libro y quejándose, á nuestro parecer,
con fundamento de la aspereza con que le trata el P. Prado en su con-
testación.
Un partidario decidido de su doctrina halló el P. Prado en la capital
de Navarra. En El Pensamiento Navarro, periódico de Pamplona, se pro-
movió sobre la cuestión debatida por el profesor de Friburgo una con-
troversia, que se cortó al mejor tiempo, entre uno que se firmaba Un
Semiteólogo y un Padre franciscano. El semiteólogo resultó ser el señor
D. Tomás Larumbe y Lander, catedrático de Teología, que, completando
los artículos publicados en El Pensamiento, imprimió un folleto, Santo
Tomás de Aquino y la Inmaculada de Pío IX, con el intento de «corre-
gir á ciertos escritores... que no se han recatado de presentar á los dis-
cípulos del Angélico y á su mismo Maestro como enemigos sistemáticos
de la Inmaculada». Expone el Sr. Larumbe en las 74 páginas, iguales
ideas á las del profesor de Friburgo; infiere de la autoridad de graves
teólogos que Santo Tomás sostuvo el dogma; invoca el testimonio
de varios escritores en apoyo de que hicieron lo mismo innumerables
dominicos, y recuerda diversos monumentos denunciadores del amor
filial de la Orden de Santo Domingo á este dulcísimo misterio. El fin,
como se ve, es noble; el cariño que profesa el Sr. Larumbe á Santo
Tomás y á sus enseñanzas, muy intenso; las citas que alega de diversos
escritos del Santo, abundantes. Los puntos principales en que flaquea se
los notó el P. Caparroso en el libro de que luego diremos (1).
Según atestigua el P. Prado, fueron varios los teólogos extranjeros
que respondieron á la doctrina de sus cartas. Á nosotros nos interesan
ahora los que lo ejecutaron en España. De tres tenemos noticia. El Padre
A. Méndez, O. F. M., escribió en la Revista Franciscana, de Vich (24 Di-
ciembre de 1907), un artículo «En defensa de Escoto» contra las «audaces
alusiones á su doctrina». Fíjase en que el P. Prado «sigue en el fondo á
muchos teólogos escotistas, que acusaban á los tomistas de interpretar
torcidamente la manera de pensar del Angélico en orden á esta cuestión».
Para mostrar que la Inmaculada de Escoto pasa por el Calvario, trae la
autoridad del P. Bachelet, S. J., y varios textos del doctor sutil, en que
aparece que Cristo con su sangre fué redentor de la Virgen, la cual nece-
sitó más que los otros la redención. Con esto, ciertamente, se deshace la
opinión del P. Prado, que la Inmaculada defendida por Escoto no es la
que pasó por el Calvario; pero queda en pie la dificultad, en que insiste
mucho el profesor de Friburgo, que la teoría de Escoto sobre el motivo
de la Encarnación del Verbo no se concilla con la Inmaculada de la Bula
Ineffabilis. Lo primero, á la verdad, era lo importante; porque aunque
(1) Dijo algo también el Diario de Navarra, de Pamplona, números del 20 y 23 de
Marzo de 1909.
BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909 473
se diera de barato lo segundo, de ahí no se desprendería otra cosa,
puesto lo primero, sino que Escoto obró ilógicamente, ó mejor dicho,
que no vio la incompatibilidad de ambas opiniones y que por tanto se
equivocó debiendo haber dejado, obsérvese bien, una de ellas.
No un artículo, sino un lindo folleto, que fué premiado en el certamen
del Seminario de Tortosa, escribió el Sr. D. Moisés Alujas Bros, defen-
diendo que el Doctor de Aquino se mostró adverso al dogma de la Inma-
culada. En la segunda edición, que lleva un prólogo del erudito luliano
Sr. Boré, se hace cargo de los argumentos del P. Prado para rebatirlos.
El Sr. Alujas ha merecido una carta del Sr. Menéndez Pelayo, en que se
declara conforme con su sentir. Nosotros reseñamos brevemente el
opúsculo en Razón y Fe (Febrero 1910), diciendo la impresión que nos
había causado: es admirable en la parte crítica, pero tal vez deja algo
que desear en la expositiva y refutación de las objeciones contrarias.
Muy largamente, por figurarnos que su innegable mérito lo pedía,
examinamos en esta revista (t. XXIV, pág. 381) el libro del capuchino
P. Eduardo de Caparroso, La Inmaculada Concepción de Duns Escoto
y el opúsculo del Sr. Larumbe. Con finísimo juicio y solidez en los razo-
namientos, pone de manifiesto los dos puntos que discutieron el P. Prado
y el Sr. Larumbe, la sentencia de Santo Tomás y la Inmaculada de Duns
Escoto. Esto último es lo que principalmente desenvuelve el P. Capa-
rroso, aunque también de lo primero hace un análisis delicado, en que
resalta su recto criterio y acerada lógica. En suma: es libro que honra
á su autor, supera á muchos y puede competir con cualquiera de su
género que salen á luz en otras naciones.
Otro de los tratados que á menudo originan disputas teológicas es el
del Santísimo Sacramento. Conocidas son las que se suscitaron en
el siglo XVI y XVII, con motivo de la opinión sustentada por el Carde-
nal Mendoza acerca del efecto propio de dicho sacramento (1), y en
el XVIII con la ingeniosa Unión asuntiva ideada por el Cardenal Cien-
fuegos, impugnada por el P. Tomás Magdalena, O. P., y defendida por
los PP. Rábago (Faderico Granvosca), Agramunt(Ascanio Perea Viegas
y Hontemar), el capuchino Luis de Murcia, y aprobada y aplaudida por
el Cardenal Belluga. Siguiendo las pisadas de tan ilustres Purpurados, y
con no inferior ingenio, el Lectoral de Astorga, D. Antonio Martínez y
Sacristán, propuso en su libro Arcanos de la Sagrada Escritura (1907),
del que á su tiempo dio cuenta Razón y Fe, una teoría nueva sobre el
efecto primario del Sacramento Eucarístico. Éste no es otro que: 1.°, unir
real y lo más íntimamente posible al que comulga en gracia, con todo
Jesucristo (cuerpo, alma y divinidad); 2.°, de un modo estable y perma-
nente; 3.°, hasta en la otra vida. Á pesar de apoyar su opinión el sabio
(1) El libro en que defendía su opinión no parece que fué editado, según dice Hur-
ten, Nomenclátor literarias, 1-315, nota 2.
474 BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909
Lectoral en autoridades de la Sagrada Escritura, Santos Padres y algunos
teólogos sensatos, no satisfizo al Sr. D. F. Ferreres, Canónigo de la Cate-
dral de Cuenca, que la combatió en unos artículos muy nutridos de sana
doctrina que insertó la Revista Eclesiástica, de Valladolid (1). Á juicio
del Sr. Ferreres, confundía el Sr. Sacristán la gracia sacramental con el
efecto propio del sacramento; no rebatía ni en lo que afirmaban ni en lo
que negaban á los que reponen dicho efecto en la unión afectiva y espi-
ritual, y sobre todo, los textos escriturarios y patrísticos en que estriba
la sentencia del Sr. Lectoral de Astorga deben entenderse en un sentido
místico y espiritual. El Sr. Sacristán replicó á las observaciones que se
le hacían en la misma revista (2), explicando los conceptos que pare-
cían confusos y ratificándose en sus juicios de que los partidarios de la
unión afectiva no exponían digna y distintamente el objeto primordial
del divinísimo Sacramento, ni podían interpretar en su apoyo, á no for-
zarlos, los testimonios de la Escritura y de los Padres, que, tomados en
su significación propia, favorecían su sentencia. Aunque no nos con-
vence el doctísimo Prefecto de Estudios del Seminario asturicense,y se nos
figura que sin necesidad multiplica los milagros y las dificultades, toda-
vía reconocemos su mucho ingenio, sus macizos conocimientos y pers-
picacia en el discurrir, y juzgamos muy justos los alientos que ha reci-
bido de Roma por sus afanes y estudios en tan dulce materia. Dignos en
verdad uno de otro son ambos contendientes, distinguidísimos teólogos,
y en la discusión serena y reposada, sin personales agravios, tan difíci-
les de evitar en estas lides, han hecho gala de su mucho saber y del ner-
vio de su poderosa dialéctica.
*
* *
De algunos libros cuya materia pertenecía más ó menos á la Teolo-
gía dogmática se ha dado noticia en diferentes números de esta revista.
Recordaremos el Mecanismo Divino de los Factores de la Evolución
Eclesiástica, del sabio P. Arintero, O. P.; El Esposo de la Santísima Vir-
gen ante la exégesis, del canónigo Lectoral de Segovia D. Miguel Pérez
y Rodríguez, trabajo más escriturario que teológico; el discurso acerca
del modernismo del Sr. Díaz-Caneja, que viene á enriquecer la lista
de libros antimodernistas españoles del Modernismo sin máscara, del
P. Olalla, O. S. B., y la traducción del francés, hecha por el Padre
Coco, O. S. A. de la Apología popular, de J. L. de la Paquerie.
Pero las obras que merecen una discusión más detenida son El
Cielo (3) observaciones piadoso -científicas, y La Misa, estudio dogmá-
(1) 30 Abril-15, 30 Junio 1908.
(2) 15-30 Noviembre, 15 Diciembre 1908, 15 Febrero 1909.
(3) Tres tomos en 8.° de 414-lX, 591-XVI, 426-IX páginas. Cuenca, imprenta y encua-
demación de José Gómez Medina, 1909.
BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁLICA ESPAÑOLA EN 1909 475
tico-histórico. La primera se debe á la bien cortada pluma del M, I. Señor
D. Francisco González Herrero, Penitenciario de la S. I. C. Basílica de
Cuenca. Trata en ella de la gloria de los bienaventurados, explicando lo
que acerca de esta materia enseñan los teólogos, los más esclarecidos
ascetas y místicos españoles, templando con poesías de castizos vates la
aridez de los raciocinios científicos. La forma en que la dispone resplan-
dece por su claridad; los dos primeros libros sirven de fundamento; en el
primero habla de Dios, sus principales atributos, sus obras, así en el orden
natural como en el sobrenatural; en el segundo describe las diversas
clases de cielo, deteniéndose en el empíreo, cuyas grandezas canta y
cuyo puesto en el universo designa; los otros dos libros declaran de
lleno la cuestión propuesta; en el tercero, más extenso que los demás, se
investiga la gloria de los espíritus, Dios, ángeles, almas, y de éstas la
Substancial y accidental; en el cuarto, la de los cuerpos bienaventurados
y los deleites que disfrutarán los sentidos.
No pretende el Sr. Herrero ser original, como lo advierte; y, á nues-
tro juicio, procede en eso con mucha cordura, porque es muy fácil incu-
rrir, yendo á caza de novedades, en delirios y ensueños; pero, de todos
modos, la carencia de originalidad está con creces recompensada por
tres cualidades: 1."* La seguridad y abundancia de doctrina, que se saca
de las más puras y cristalinas fuentes escriturarias, teológicas, dogmáti-
cas y ascéticas. Calificaríamos sus enseñanzas teológicas en dos rasgos
tomados de la calificación que de las del ilustre Balmes hizo el canónigo
de Badajoz Sr. Lozano y Rubio, «son tomismo-suaristas». Realmente
Santo Tomás y Suárez han sido sus principales guías. De éste se aparta
en contadas ocasiones, como en la distinción específica que existe en los
ángeles, en la imposibilidad de retractarse éstos, una vez hecha la elec-
ción, y en el constitutivo esencial de la bienaventuranza: del angélico
sólo en esta última opinión y en el motivo determinante de la Encarna-
ción del Verbo, si es que, con el P. Risi, no se atribuye á Santo Tomás la
sentencia de que encarnaría el Verbo aun no pecando Adán. Por lo
demás, los cita á cada paso, se muestra muy enterado de sus obras y los
expone con pasmosa claridad. 2!^ La exactitud del raciocinio: argumenta
muy bien el Sr. Herrero, y tanto al aducir las demostraciones de otros
autores, como cuando raciocina por cuenta propia, v. gr., 1-410, 11-221, lo
hace con tino y bien fundado en las reglas de la dialéctica. Podráse dife-
rir de él en alguna opinión, como nosotros diferimos en varias, pero hay
que reconocer que procede con peso y solidez en el modo de discurrir.
3.'* La erudición copiosa y escogida de ascetas españoles. Son muchos y
muy selectos los que el autor menciona, y los trozos que de sus libros
reproduce manifiestan que el autor no ha pasado de ligero por ellos, sino
que ha rumiado sus páginas, sabiendo estimar las ricas preciosidades
que atesoran y extraer el jugo de devoción de que rebosan.
Al lado de estas bellezas significan bien poco algunos lunares que
476 BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909
puedan notarse. Repite á veces varias ideas, se extiende demasiado en
los prolegómenos ó fundamentos, aunque se le perdona fácilmente por
lo bien que explica la doctrina, y acaso en la inteligencia de algunos
textos de la Escritura se exigiría más esmero. Pero especialmente que-
remos hacer al doctísimo Sr, Herrero una observación. Cierto que ni por
la ciencia teológica, ni por lo exquisito del raciocinio, ni por el conoci-
miento de los ascetas desmerece de los sacerdotes extranjeros; mas fál-
tanle ciertos perfiles ó filigranas de erudición de que se pagan mucho los
modernos. Así, v. gr., el argumento del primer motor para colegir la
existencia de Dios, según lo ofrece, no se debía dar por tan seguro y
corriente. Ya se sabe que ha pasado por mil vicisitudes y que hoy mismo
lo han desentrañado varios teólogos extranjeros con particular estudio,
como el P. de Munnych, O. P., y que uno de ellos, el P. Chosat, acaba
de estampar estas palabras, con las que no todos convendrán: «En cuanto
al argumento del primer motor, tal como Santo Tomás lo ha entendido,
hace largo tiempo que no se emplea ni aun en la escuela tomística» (1).
Otro ejemplo: Repetidas veces se apoya el Sr. Herrero en el Areopagita,
1-36, 11-355, 408, etc., como si nada se hubiera escrito sobre la ilegitimi-
dad de los libros que se le atribuían. Apenas hay escritor extranjero de
algún viso que no se exprese en este sentido: el P. Pesch, cuyas Praele-
ctíones dogmaticae son, á juicio del limo. Sr. Lago y González, el mejor
texto moderno de Teología, escribe, al tratar de lo que opinaban los
antiguos: <<An omnes angelí mittantur ad ministeriam hominis: Si hubie-
ran sabido que este Dionisio no fué discípulo inmediato de los Apóstoles
no le hubieran concedido tanta autoridad en la sentencia», etc. (2). Con-
cluyamos: la gloria esencial de teólogo no puede negársele al señor
Herrero; la accidental debía buscarla con más empeño.
Pasemos á la segunda obra. Conocíamos como teólogo á su autor, el
Sr. D. Agustín Rodríguez, por su crítica, insertada en la Revista Eclesiás-
üca, de la reseña que de la Teología de Labauche hizo cierta publicación
quincenal. Llamónos po lerosamente la atención, y juzgamos que no
entraba el crítico en el montón vulgar de los teólogos: la lectura de La
Misa nos ha hecho crecer en au estima. Dos partes comprende, como se
colige de su epígrafe: la consideración dogmática del santo sacrificio, el
desenvolvimiento de su liturgia. Cierto que esta última es una fuente de
la tradición tan bien ponderada por el P. Zaccaria; pero el profesor de
Toledo no la mira bajo ese aspecto, aunque á veces indique ideas teoló-
gicas, como al ocuparse en el pan ázimo ó fermentado, en el uso del
sacrificio, en la comunión de los legos, etc. Comenzando nuestro examen
por la se2:unda parte, haremos constar que ha estudiado el Sr. Rodríguez
los prinji.iilcj escritores modernos de liturgia, así franceses como ale-
(1) Dictionnaire Vacant-Mangenot Fascicule, XXVIII, c. 932;
(2) Pra¿Lct¡one3 dogmaticae, III, n. 406.
BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909 477
manes, que revolviendo los archivos y desenterrando documentos nue-
vos han esclarecido la materia; ha sabido convertir en substancia propia
las opiniones fundadas de aquéllos y las ha expresado con una Hmpieza
y transparencia que enamoran. No consiste, pues, el mérito del autor en
haber realizado investigaciones personales, sino en estas tres cosas: Pri-
mera: en el conocimiento de la ciencia litúrgica moderna. Segunda: en
haberse apropiado sus ideas después de pasarlas por el tamiz de una
crítica severa, expresándolas con suma claridad. Tercera: en la publica-
ción en nuestra patria de estudios litúrgicos, según el sentido que hoy
tienen. Una aclaración á esto. Hace poco examinamos un libro de autor
español que discurría sobre el mismo asunto; sin duda era más rico en
escrutinio propio, pero, á nuestro entender, no puede compararse al del
Sr. Rodríguez ni en fina crítica, ni en la lectura de liturgistas moder-
nos, ni en la apreciación de lo que hoy exige la rama de la liturgia. El
autor ni siquiera lo menciona: ¿lo reputa como anticuado ó inseguro
en cuestiones tan obscuras? Vamos á hacerle una ligera observación, que
no la haríamos por referirse á un punto que muy de paso toca el señor
Rodríguez, si no viéramos que cada día se enreda más la madeja. Atri-
buye el Filioque á un Concilio toledano que, en sentir de Hefele, debió
celebrarse en 446-447. Ya esta opinión, que es de Baronio, N. Alejandro,
Pighi, la impugnó el P. Flórez con razones que á Menéndez Pelayo pare-
cen insuperables. Para el sabio agustino el Filioque procede del Conci-
lio I toledano (400). Kuntsle, Funck, siguiendo las huellas de Dom Morin,
juzgan que la Regla de Fe es del Obispo Pastor. Hoy casi todos los
autores españoles (Ferreiro, Vinuesa, S. J., González Fernández, Díaz
CarmOna, el P. Burguera, Hervás, Rodríguez López, etc.), sin hacer caso
de los muy atendibles argumentos de Morin, aunque no incontestables
(Razón y Fe, t. II, pág. 65), sostienen la sentencia de Flórez, y aun alguno,
como el limo, Sr. Lago y González, hace sobre esto un cargo á Perrone
semejante al que al mismo y al Sr. D. Miguel Sánchez hizo el canónigo
de Málaga Sr, Naranjo, á quien con tanta fogosidad, y no sin razón en
parte, replicó el Sr. Sánchez en su Crítico criticado.
En la parte dogmática nos apresuramos á atestiguar que se muestra
buen teólogo, conocedor de los sistemas antiguos y modernos, noble con
sus adversarios, modesto en sus juicios, vigoroso en sus raciocinios.
Verdad es que su admiración por el P. Billot le lleva á abrazar todas
sus doctrinas; pero esto proviene de que sus raciocinios le convencen;
de lo contrario, le impugnaría, como lo hace en la página 304, nota, aun-
que en cosa insignificante. En varias opiniones disentimos toto coelo del
autor; pero ni negamos su probabilidad, ni dejamos de alabar el que las
sostenga por satisfacerle sus pruebas. Como afirma muy cuerdamente:
la verdad carece de fronteras. Por temor de no alargarnos tenemos que
suprimir varios reparos que se nos vienen á la pluma. Vayan sólo á la
ligera tres. La sentencia de Lugo, en lo que mira á la esencia del sacrifi-
RAZÓN y FE, TOMO XXVI 32
478 BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909
ero eucarístico, no la expone, á pesar de la claridad con que concibe, con
toda perfección. Debía discernir bien las dos cosas que distingue Lugo:
l.\la esencia del sacrificio que reclama inmutación verdadera ó física
ó moral, y 2,'', el carácter esencialmente relativo ó representativo de la
Misa, porque así la instituyó Cristo. La sentencia que sigue el autor
incluye una víctima que se inmuta, no real, sino putativamente; lo que no
basta para la esencia del sacrificio, según exige la teoría de la destruc-
ción, enseñada más ó menos por los teólogos antiguos, según el
P. Steuart, O. S. B. (1), fundados en el examen de los sacrificios de la ley
antigua; si se defiende la teoría de la oblación, que, según el mismo
Padre, es el resultado del pensamiento moderno (no modernista) sobre
esta materia, ya cambia la cuestión; pero aunque esta sentencia trae en
su favor ejemplos del V. T., no parece tan bien fundada como la
otra. Al decir que los teólogos explicaban la presencia del cuerpo de
Cristo en la hostia consagrada por la carencia de extensión actual in
ordine ad locum, no in ordine ad se, se entiende claro que esa era opi-
nión común, como varios autores lo testifican. El P. Tepe, S. J., Inst.
Theolog., IV, 284, afirma: «-Corpus Cristi extensum in ordine ad se non
vero in ordine ad locum... Ita communiter theologi quamvis quoad
ulteriorem explicationem sit aliqua diferentia...» Núm. 394... «Contro-
versia de modo loquendi... omnes statuant Christum per consecratio-
nem poni in statu veluti mortuo... naturaliter nec actus sensus externo-
rum exercere», etc. El P. Martínez del Prado, O. P., tan alabado por el
Sr. Vigil «como amantísimo de la doctrina de Santo Tomás», escribe:
«Dico 2." quantiias corporis Christi in Eucharistia tribuit extensionem
et situationem partium in se; sed non in ordine ad speciem pañis ñeque
in ordine ad locum; quia sic est ibi indivisibiliter. Ita Sanctus Thomas
q. 76, art. 3 ad 2 et ari. 4 ad 1 et in 4 dist. 10, q. 1, art. 2, q.4ad3
dicens... et art. 3, q. 1 cor. et ad 2 ei q. 3 ad 2 et 3. Et revera est com-
munis Theologorum licet in modo loquendi Nominales disentíante (2).
Con mucho donaire y propiedad llama á estas diferencias el Sr. Rodrí-
guez discusiones de famiUa. Siga cada cual la opinión que más le plazca,
sin que la caridad se resienta, y siga asimismo el ilustre profesor de
Toledo dándonos otras joyas como la presente, que ha merecido con
justicia, como ya lo indicamos en la revista, un cumplido elogio de Su
Santidad y del Cardenal-Secretario de Estado.
*
* *
Todavía nos duele la inadvertencia de Mr. Bellamy al no mencionar
en La Théologie Catholique au XIX Siécle (pág. 173) sino dos revistas
(1) The American Catholic Quaterly Review, Abril, 1909, pág. 306.
<2) De Eucharistiae Sacramento, Vallisoleti, 1662, pág. 265, núm. 20.
BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909 479
españolas como fomentadoras de la restauración de lOs estudios teoló-
gicos en nuestra patria.
Casi todas ellas avaloran sus páginas de vez en cuándo con artículos
teológicos muy apreciables, y aun á veces en las piadosas y en periódicos
diarios se ven tratados con profundidad puntos que competen de lleno á
la Teología dogmática. Por no prolongar excesivamente este párrafo
recordaremos sólo algunos más notables.
Enlos Estudios Franciscanos, de Barcelona, el P. LucioNúñez,0. F. M.,
traduce y anota el prólogo á la Suma de Alejandro de Ales, con el objeto
de patentizar el influjo que tuvo, ó pudo tener, este maestro en sus con-
temporáneos y sucesores: las notas copiosas con que ilustra el texto dan
á entender lo mucho que ha estudiado el P. Núñez los autores que flore-
cieron en los albores de la escolástica. Allí mismo el Sr. D. Pedro M. Bor-
doy-Torrens, alta gloria y singular ornamento del escotismo español,
publica una serie de artículos repletos de erudición, modelos de buena
lógica, hermoseados con textos griegos y hebreos que intitula Estudios
Buenaventurianos, Comentarios al Prólogo del Breviloquio, de San
Buenaventura.
No con tanto aparato de erudición escolástica, pero con sobriedad,
sencillez y claridad, hace el P. Santiago García, O. S. A., un estudio en
España y América sobre el Modernismo teológico y la teología tradi-
cional. Un desliz hemos notado: atribuir á San Buenaventura la afirma-
ción de que en el Concilio Meldense se instituyó la Confirmación (pá-
gina 321). Léase lo que sostiene el Doctor seráfico, In IV sent., d. 23, a. 1,
q. 2, et Brevil. VI-4.
El autor, según pensamos, de Denzinger-Nebreda, P. Eulogio Ne-
breda, C. M. F., desenvuelve en la Ilustración del Clero, bajo el epí-
grafe de Fe y Teología, dos tratados interesantes. El sobrenaturalisnio
cristiano y el progreso de la fe. La claridad en el exponer, la atinada
interpretación de los textos cuyas palabras cita en su lengua original,
la precisión en el estado de las cuestiones, son sus dotes caracterís-
ticas.
Ninguna revista española acaso inserte tantos artículos teológicos
como la Eclesiástica de Valladolid: por ella desfilan insignes teólogos.
Uno que aparece con las iniciales J. L. P. es, á nuestra cuenta, un crítico
teológico de los mejores de España. Si no lo probaran ya otros juicios, lo
manifestarían los que hace del libro del P. del Val, con los títulos de Un
curso notable de Teología y Un tratado de Sacramentos, en los que no
sólo señala las prendas que los abrillantan, sino que pone reparos muy
oportunos. Merecen también citarse los artículos hermosos y brillantísi-
mos del R. P. F. Souben, Las pruebas de la existencia de Dios, que paten-
tizan la gallardía y novedad con que discurre el docto benedictino fran-
cés; los elegantes del. P. José María Bover, S. J., La fe según el moder-
nismo, en que tan delicadamente se analizan los conceptos vitales de la
480 BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909
razón y de la fe, y el un tanto apasionado de Gratia y libero arbitrio, sus-
crito por un tomista (1). En Razón y Fe pueden leerse los del P. Z. García,
El perdón de los pecados en la primitiva Iglesia; el del P. March, El
ejemplar del libro del P. Molina, anotado por Clemente VIII, y el del
P. J. M. Bover, El dogma de la Redención, según los Padres Apostó-
licos.
La Mariología ha dado también materia en que ejercitarse á doctas
plumas. La revista decana de la prensa católica, benemérita de la ciencia
eclesiástica La Cruz, trascribió un trabajo del Boletín Oficial del Arzo-
bispado de Toledo, muy jugoso y discreto, sobre este tema: ¿Recibió la
Santísima Virgen María los Sacramentos de la Ley Nueva? El insigne
tomista P. Norberto del Prado derrama copiosa doctrina del más puro
tomismo, engastada en un estilo galano y castizo, al explicar en El Santí-
simo Rosario las Enseñanzas del Rosario, y, por fin, El Perpetuo Soco-
rro, revista en cuyas páginas se ve agitar el espíritu mariano de San
Alfonso, publica un estudio bien documentado del P, Marceliano Gil, en
que se describen Los carismas celestiales de la Virgen.
Ningunas palabras más adecuadas para finalizar este Boletín, en que
(1) En una nota tiene la atención, que agradecemos, de citarnos. «Es inexacto, dice,
presentar á Bossuet como contagiado de jansenismo, según lo afirma el P. Goyena.»
(Razón y Fe, Abril, pág. 585.) El P. Goyena se remitía al testimonio de A. Largent en el
Dictionnaire de la Théologie Catholique, de Vacant-Mangenot, articulo «Bossuet», t. II,
col. 1.078. Nótese su frase: «Contagiado de jansenismo, como luego diremos»; y nótense
las palabras de A. Largent, para no embrollar el estado de la cuestión: «Tenia secre-
tas afinidades salva fide con los hombres de Port-Royal.^ ¿Cómo lo prueba? Con «el
estudio sincero del Avertissemant y de otros actos de la vida de Bossuet. En dogmá-
tica y moral — en la mayor parte de las opiniones que se discutían libremente en las
Escuelas — estaba con ellos. Las pruebas abundan...» Y en efecto, menciona unas
cuantas y algunos actos de su vida. ¿Rechaza el docto articulista tales pruebas? No.
Dice solamente: 1.", que Bossuet fué discípulo de N. Cornet, denunciador á Roma del
Augustinus (discípulo, querrá decir, en esta precisa creencia de que era denunciable el
Augustinus, porque de lo contrario no probaría nada); 2.", que afirma que las cinco pro-
posiciones constituían el alma del libro de Jansenio; 3.", que las refuta siempre que se
le ofrece ocasión con los demás errores de Jansenio. ¿Luego qué? ¿Luego en la mayor
parte de los puntos dogmáticos y morales que se discutían libremente en las Escuelas
no estuvo con los discípulos de Jansenio? ¿Luego no admiraba á Arnauld y las obras
reprobables de otros jansenistas y juzgaba con harta blandura alguna de ellas? Es así
que en esto y cosas parecidas pone A. Largent las afinidades secretas salva fide de
Bossuet con los jansenistas, y á eso se remite el P. Goyena. Además, como si uno que
impugna las proposiciones de Jansenio y sus errores, no pudiera sostener otras opi-
niones censurables, rígidas, falsas y duras de los discípulos de Jansenio. Léase la
Carta XII del Filósofo Rancio, O. P. (Cartas críticas), y se verá refutada una sentencia
semejante de Ireneo Nistactes. Por tanto, con esas razones: 1°, nada se prueba contra
Largent; 2.°, ni contra el contagio de Bossuet. Sobre el jansenismo de éste se ha escrito
mucho, como puede verse en Lejansenisme, de J. Paquier (pág. 392), quien por cierto
no cita entre las fuentes de información un notable articulo de los Eludes, t. 79, pági-
nas 384-399, ni al P. Brou, Les Jesuítas de la Legende, 11-436.
BOLETÍN DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA ESPAÑOLA EN 1909 481
se revisan tantas obras teológicas publicadas ó concluidas de publicar el
año pasado, que aquellas que escribe el Cardenal Zeferino González en
los Estudios religiosos filosóficos y cienüficos: «Sé que el clero español
posee una suma de ilustración y de saber muy superior á los que supo-
nen los que se entretienen en hacer comparaciones desventajosas para el
mismo» (t. II, pág. 224).
A. P. GOYENA.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY'"
IV
<5.
'ON lo dicho hasta aquí basta y sobra, no sólo para justificar, sino
para avivar en gran manera el atractivo y la expectación que en toda
clase de gentes está despertando la presencia en el cielo y creciente
aproximación á la Tierra del cometa de Halley; y en verdad que no es poco
lo que todo esto influye asimismo en la escrutadora actitud y el afanoso
movimiento de esa porción de sabios, tan benemérita y distinguida, que
dedica sus ocios y aptitudes al estudio del cielo. Pero hay algo más toda-
vía, sin lo cual lo mismo que acabamos de decir está muy lejos de dejar
satisfecha la legítima curiosidad de cualquiera, y que, aun sin eso otro,
constituye por sí solo para dichos sabios y para toda persona seriamente
estudiosa y algo ilustrada el objeto de otro interés mucho más noble y
levantado, el principal á sus ojos, que es el interés cienüfico de la pró-
xima aparición que esperamos.
¿Quién hay, aun entre el vulgo mismo, pero sobre todo entre esas per-
sonas á las cuales nos referimos, que no se pregunte, ahora más que
nunca, tal vez no sin alguna inquietud, y de todos modos con avidez ins-
tintiva y creciente, qué es lo que en resumidas cuentas viene á ser un
cometa, esa grandiosa novedad del firmamento, que con su solo aspecto
tanto nos llama la atención? ¿No lo estamos preguntando en otros térmi-
nos, pero bien á las claras, cuando tanto insistimos en averiguar de los
entendidos lo que de la presencia ó proximidad ó encuentro del cometa
podemos temernos? — Pues he aquí un punto, y es el último de la predic-
ción de Séneca en las palabras que arriba subrayábamos, con el cual no
han dado todavía los más sabios y diligentes astrónomos, á pesar del ya
veinte veces repetido «volver de los siglos»; pero sobre cuya pista creen
estar al presente, y esto con medios de investigación hasta hace poco
desconocidos y hoy ya maravillosamente perfeccionados. Lo que hay es
que desde hace muchos años no han tenido la fortuna de poder aplicar-
los en condiciones aun medianamente favorables. Ahora, ahora es cuando,
según todas las trazas, van á poder hacerlo muy á su satisfacción: como
que se las van á haber con un cometa, no sólo de considerable tamaño
y brillantez, sino además largo tiempo visible, situado en posición bajo
todos conceptos muy ventajosa, á distancia que, medida en unidades
(1) Véase Razón y Fe, t. XXVI, pág. 166.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 483
astronómicas, resulta, como quien dice, insignificante (1), y la de su apén-
dice caudal aun del todo nula, es decir, que una buena muestra de esa
misteriosa substancia cometaria hasta va á ponerse al alcance de sus
manos, á meterse por las ventanas de sus laboratorios, á quedarse á su
disposición depositada en toda la sobrehaz de la Tierra.
¿Puede subir más de punto el interés científico de una observación de
esta clase?— Por lo mismo, ahora parece ser el tiempo más á propósito
para recoger y ordenar las ideas, haciendo ante todo un recuento de lo
que, hoy por hoy, sobre esto se sabe, de lo que se ignora y de lo que íunT
dadamente se supone ó se barrunta.
Y empezando por lo que se sabe, la verdad es que se sabe bien poco;
puede decirse que con todo ello junto apenas hay para otra definición ó
explicación de lo que es un cometa más adecuada que la de Séneca:
«astro de aspecto singular, que lleva contiguo un como reguero encen-
dido» (2); que es lo que nuestro pueblo dice en dos palabras, «una estrella
con rabo».— Y aun de esto poco, ¡cuánto tiempo y reflexión ha costado á
los astrónomos el asegurarse bien sólo del primer elemento! Ya dijimos
al principio de este trabajo que, aun en tiempo de Halley, es decir, des-
pués de las medidas de paralaje y distancia efectuadas con singular
esmero, seguridad y precisión, sobre todo por Tycho-Brahe y por Kepler,
seguían sosteniendo varones eminentes en este ramo de conocimientos
que los llamados cometas, no sólo no eran astros, es decir, cuerpos celes-
tes ya antiguos y permanentes, pero ni siquiera fenómenos supralunares,
sino simplemente atmosféricos ó muy cercanos á la Tierra. Mas éste,
como otros muchos acerca de las estrellas, no fué seguro mentir, y al
cabo se vino á poner en claro de una vez para siempre cabalmente con
ir á preguntárselo á ellas. Á quien en última instancia apeló nuestro
Halley para que fallase en esta contienda, fué al cometa que ahora tene-
mos ante la vista, y él vino puntualmente á darle la razón en presencia de
todo el mundo. Desde entonces aquel otro supuesto y las diversas teo-
rías á que estaba dando lugar pasaron del campo de la ciencia al de la
historia de los errores humanos, dejando en aquélla la verdad ya inne-
gable de que todo cometa es «un astro» sujeto en su movimiento á las
leyes que en los demás nos son conocidas.
Pues que sea un astro «de aspecto singular», bien á la vista parece
que está, y sin embargo, no es tan sabido de todos como tal vez se
piensa, en qué está lo verdaderamente singular de las apariencias de
todos esos astros comprendidos en la categoría ó común denominación
(1) La unidad astronómica de distancia es el semidiámetro mayor de la órbita terres-
tre, ó sea la distancia media de la Tierra al Sol; y el núcleoidel cometa viene esta vez
á situarse á un séptimo escaso de esta distancia respecto de nosotros.
(2) «Novam sideris faciem circa se dissipatum ignem traiientis». (Nat. Quaest., 1. 7,
c. 11.)
484 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
de cometas.— Singular es por cierto su manera ordinaria de presentarse.
En un punto del cielo, en el cual y aun en todo su contorno momentos
antes no se veía sino el fondo obscuro del espacio vacío ó algún otro
astro bien conocido, aparecen de pronto por primera vez, á lo menos
pensado, y con un brillo que de golpe ó en corto tiempo llega no pocas
veces á hacerse muy grande (1), superior acaso aun á los astros más
notables entre los de primera magnitud; mas luego se va desvaneciendo
lentamente, pudíendo permanecer días y aun meses enteros sin que varíe
sensiblemente su posición en la esfera celeste, respecto de las estrellas
fijas que les rodean. Pero no tan singular, que no convengan en todo
esto con las llamadas estrellas nuevas, astros reconocidos, sin embargo,
como enteramente distintos de los cometas.— Desde luego se diferen-
cian ya éstos de aquéllas en que presentan siempre diámetro sensible y
contornos esfumados y nebulosos. Pero eso mismo sucede con las llama-
das nebulosas estelares, que tanto abundan en el cielo constantemente, y
no son cometas, si bien en eso se les parecen hasta el punto de poderse
muy bien confundir con ellos por algún tiempo. Es cierto que los come-
tas suelen tener dentro de la nebulosidad y en punto de ella muy seña-
lado un núcleo pequeño más brillante; pero ni éste les es común á todos,
ni faltan nebulosas con estrellas de tal manera situadas ó proyectadas en
su interior, que puedan tomarse á simple vista por núcleos de materias
cometarias.— Lo que sí les distingue radicalmente de todas esas forma-
ciones estelares es su movimiento propio á través de las constelaciones,
el cual tarde ó temprano siempre viene á hacerse sensible y aun muy
notable. Pero en esto precisamente convienen con los planetas; y aun-
que su forma nebular esfumada les puede casi siempre distinguir
luego de éstos, cuyo aspecto es en todos el de un disco entero ó que-
brado, pero neto y bien definido, todavía cometas hay que no lo tienen
menos, siquiera por algún tiempo; y en este caso, mientras les dure este
aspecto, puede ser bien difícil, si no del todo imposible, decidir por su
sola apariencia exterior y su movimiento si son ó no algún planeta des-
conocido hasta entonces. Urano, al ser descubierto, fué mirado algún
tiempo como un cometa.
Para los astrónomos de profesión, lo constante y, más que todo, sin-
gular y verdaderamente característico de estos astros, prescindiendo
todavía de lo relativo á las propiedades ó condiciones internas de su
substancia, es lo anómalo de su movimiento por el espacio, bien se mire
su desviación del camino aparente del Sol y de los otros astros errantes,
ó sea la inclinación de su órbita sobre la eclíptica, bien la dirección
misma que el astro lleva en ella, muy á menudo retrógrada, es decir,
(1) Estos caracteres no son propios de los cometas llamados periódicos; pero ios
tales son insignificantes en numero al lado de los demás, que suelen presentarse como
decimos.
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 485
contraria á la común de todos aquéllos (y tal es, precisamente, la de
nuestro cometa), bien y sobre todo, la forma de su trayectoria, ó rigií-
rosamente parabólica, y tal vez en alguno que otro aun hiperbólica, una
y otra desconocidas en todos los demás astros, ó elíptica por el estilo de
la de los planetas, pero mucho más alargada y excéntrica que la de cual-
quiera de éstos, con uno de sus ábsides cerca del Sol, cuyo centro es
foco de la misma, y el otro á inmensa distancia de él y de todo el sistema
planetario casi siempre. La inclinación, la orientación y las dimensiones
respectivas de estas órbitas son poco variables en cada uno de esos
astros y muy diversas en todos, y eso que son muchísimos (pasan de
novecientos los ya registrados); por lo cual vienen á constituir la fisono-
mía ó diferenciación no sólo específica, por la que se distinguen de los
planetas y demás astros, sino también individual, por la que se distin-
guen entre sí unos de otros y pueden identificarse con facilidad, pronti-
tud y certeza en sus reapariciones sucesivas.
Con esto de paso hemos averiguado ya de cierto la razón de casi
todo lo que arriba decíamos sobre su manera ordinaria de aparecer y
desaparecer en el cielo; razón que viene á ser á la letra, aunque algo
más explicada y determinada, la misma propuesta ya por Séneca. Es que
«la casi totalidad de la trayectoria de estos astros se nos oculta por ale-
jarse demasiado en un sentido, internándose á través de las profundida-
des del espacio, y sólo se hace visible cuando el astro vuelve de nuevo
á descender por ella hasta su parte más baja y cercana á nosotros». Si
la tal trayectoria es parabólica ó hiperbólica, será esa la primera vez y
la última que el astro viene á pasar por nuestras cercanías, y por lo
mismo aparecerá siempre donde y cuando menos se le espera; y como
las ramas de estas curvas, por donde viene y se va, difieren poco de la
línea recta, si acontece que la Tierra lleva por entonces en su órbita una
dirección poco más ó menos paralela á esa línea y está todavía á mucha
distancia de él, se le verá durante mucho tiempo hacia el mismo punto
del cielo. Esto último sucederá asimismo prácticamente si la trayectoria
es elíptica, pero extraordinariamente alargada, y también lo otro, si
aquélla no ha sido bien observada y registrada en las apariciones ante-
riores del astro, que pueden muy bien datar de siglos enteros, como ya
lo advertía bien expresamente el mismo Séneca. En cambio, hacia la
época de la mayor cercanía del cometa á la Tierra, su posición aparente
entre las estrellas variará rapidísimamente, sobre todo si la tal cercanía
y la velocidad real que por entonces lleva son grandes, y más aún si al
mismo tiempo la dirección de su movimiento es contraria á la de la Tie-
rra: todo lo cual concurre, como vimos, este año en el cometa de Halley,
hacia el 18 de Mayo.
El aspecto normal y ordinario de estos astros es el de una nebulosi-
dad más ó menos redondeada, llamada cabellera, con algo más espeso y
brillante, á veces muy neto y definido, á manera de estrella ó lucero
486 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
hacia el centro, llamado núcleo, y á uno de los lados cierta como pro-
longación ó reguero luminoso, más ó menos largo y extenso, llamado
cola. Esto último es siempre lo que les da más relieve en el cielo y lo
primero que atrae las miradas de todos, y por lo mismo lo que más
hace resaltar el vulgo, asi en la definición, que decíamos, como en cual-
quiera de los nombres con que los designa; porque aun el griego xo¡ivÍTr,;
y el latino crinita indudablemente no se refieren sólo al primer elemento,
sino al conjunto de lo que llamamos cabellera y cola, que semeja una
cabellera larga y tendida al viento.
Nada más fácil hoy día que el venir en conocimiento (al menos
aproximado, y el rigurosamente exacto no es, hoy por hoy, de ninguna
utilidad) del tamaño real de cada uno de esos tres elementos, lo mismo
que del Sol y de los planetas. El diámetro de la cabellera llega á menudo
á más de cien mil leguas, y en alguno que otro ha pasado de un millón.
La anchura de la cola crece por lo regular desde la cabeza al extremo,
siendo éste á veces enormemente mayor, y la largura ya dijimos que en
los cometas más visibles alcanza siempre varios millones de leguas, en
algunos hasta sesenta ú ochenta. Según esto, la cola del cometa de Halley
hacia la región por donde ha de encontrarla la Tierra podrá muy bien
tener de cuatrocientas á quinientas mil leguas de grosor, y así tardar
aquélla en atravesarla de cinco á nueve horas, á pesar de la velocidad
relativa de 900 leguas por minuto con que dijimos que se cruzaba con
ella.— El núcleo es siempre muchísimo menor: algunos astrónomos, como
el americano C. A. Young, no le quieren dar en ningún caso más de
160 kilómetros; pero otros muchos, con Arago, ya le extienden á menudo
hasta 2.000 y 3.000 leguas. La razón de esta discrepancia está en que,
por bastante bien definido que parezca, no es fácil en ningún caso deci-
dir con entera certeza dónde se termina el núcleo y empieza la nebulo-
sidad, por estar ésta más y más condensada hacia los límites de aquél.
El de nuestro cometa ha sido hasta ahora de los más netos y claramente
definidos, pero de corto diámetro aparente.
Fijemos un poco más la atención en cada uno de los tres referidos
elementos, y echaremos de ver todavía algunas otras propiedades asi-
mismo bien ciertas y averiguadas,— Salta muy luego á la vista, y se
viene reparando desde muy antiguo, que por cualquier punto, así de la
cola como de la misma cabellera, se traslucen claramente las estrellas,
ante las cuales se va interponiendo sucesivamente el cometa; y no sólo
las muy brillantes, sino hasta las más menudas; con el anteojo es fácil
asegurarse de que sucede lo mismo hasta con aquellas estrellitas teles-
cópicas que rayan en el extremo límite de visibilidad propio de cual-
quier instrumento: más aún, generalmente, iti siquiera se anubla en
lo más mínimo el brillo bien conocido de cada una. Esto, sobre todo si
se tiene en cuenta que ninguna de esas dos partes del cometa es plana y
delgada, pues cualquiera que sea el lado que nos presenten durante su
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 487
paso, siempre se las ve poco más ó menos del mismo grosor, y se recuerda
lo que de éste acabamos de decir, prueba desde luego y bien á las
claras que la materia de las tales, ó es absolutamente diáfana, sea la que
fuere su contextura y densidad, ó es sumamente tenue y sutil, ó al menos
es discontinua y por extremo enrarecida.— Pero también se ha obser-
vado con toda escrupulosidad que las estrellas, vistas así por transpa-
rencia, no se desvían lo más mínimo de la posición que les corresponde;
es decir, que esa materia no da origen á refracción alguna sensible; y
esto sólo elimina ya lo bastante la hipótesis de una contextura y densi-
dad comparable, no ya á la de cualquier cuerpo sólido ó líquido, sino
aun á la del aire que queda en la campana neumática donde se haya
hecho el vacío lo más posible.— Aun hay otra observación, que no está
ya tan al alcance de todos, pero que no es menos cierta, y viene á con-
firmar una vez más el poquísimo meollo que semejantes astros encubren
bajo tanta apariencia; y es, que al acercarse, á veces muchísimo, á otros
aun incomparablemente menores que ellos, no ejercen á su paso pertur-
bación ninguna sensible en sus respectivas posiciones y movimientos;
es decir, que la atracción que les corresponde es poco menos que nula
para el caso; y como ésta guarda proporción con la masa, bien se echa
de ver que la suya debe ser relativamente insignificante en su totali-
dad, y la de la cola mucho más todavía que la de cualquier otra parte
de ellos.
Á simple vista ó en el campo del anteojo, y mejor todavía compa-
rando entre sí buenas reproducciones fotográficas obtenidas de tiempo
en tiempo en planchas igualmente preparadas y expuestas en condicio-
nes de igual impresión luminosa, se nota por lo regular y bien á las cla-
ras que el aspecto de la cola varía sensiblemente de mil maneras: la lar-
gura, la anchura, el perfil general del contorno, el número y la reparti-
ción de las ráfagas ó radiaciones, y la misma intensidad luminosa, así del
conjunto como de tal ó cual lado ó extremo, se alteran más ó menos, no
sólo de un día para otro, sino aun de hora en hora y á veces muy brus-
camente. En muchos cometas la cola entera, primero corta, se ha visto
alargarse muchísimo en un instante, y al revés, sucediéndose tales alter-
nativas varias veces en poco tiempo: precisamente en el de Halley
durante su última aparición de 1835, llamó la atención de todos los astró-
nomos este fenómeno, como también casi todos los otros que acabamos
de indicar. En algunos, v. gr., en el de Septiembre á Diciembre de 1807,
toda la luminosidad de la cola ha presentado una apariencia de ebullición
muy marcada, y en otros la masa entera ondulaciones ó desviaciones
análogas á las de un penacho levemente agitado por el viento; estrellas
cercanas á los bordes se veían alternativamente dentro y fuera de ellos
por ambos lados y todo á lo largo de los mismos. No es raro que de la
noche á la mañana la tal cola, primero regular y uniforme, aparezca dis-
locada en uno ó más puntos, y también interrumpida y como partida en
488 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
trozos separados entre sí por espacios vacíos de toda luminosidad
aparente.
Pero en medio de toda esta mutabilidad hay en los apéndices come-
tarios una propiedad muy constante, de suma importancia para los
cálculos y conjeturas astronómicas sobre el aspecto que en tal ó cual
tiempo han de presentar estos astros, y base de cuantas teorías se han
formulado y pueden formularse acerca de su constitución; y es, que se
dirigen siempre hacia el lado opuesto del Sol, y á lo largo mismo de la
línea que une los centros del Sol y del núcleo. De ello ya se habían dado
cuenta los astrónomos del siglo XVI: y los libros en que primero se halla
notado por escrito, al menos en Europa, son á lo que parece, los de Fra-
castor y Apiano (1), de aquel tiempo. Lo que después se ha ido viendo
y comprobando es que en general no se ajustan del todo á dicha línea, ó
sea al radio vector, sino que se desvían de ella más ó menos, encorván-
dose al mismo tiempo algún tanto, lo uno y lo otro siempre hacia la parte
del espacio que van dejando atrás en su movimiento; algo así como el
penacho de humo de una locomotora, que se mueve pausadamente, res-
pecto de la vertical determinada por la prolongación del eje de la chime-
nea. En el trazado de nuestra figura l.'^, publicada en el número de
Febrero de esta revista, se ha tenido en cuenta y se echa bien de ver esta
doble propiedad (2). No es raro, sin embargo, el que la cola se muestre
(1) Eduardo Biot (Comptes rendues de l'Acadénñe des Sciences, t. XVI, pág. 751) dice
que los chinos lo sabían ya desde antes del año 837, aunque de una manera no tan pre-
cisa, y cita este pasaje de uno de sus libros de esa fecha: «En general, si el cometa se
halla situado al Este del Sol, la cola se dirige del núcleo hacia el Este; y si aquél se pre-
senta al Oeste del Sol, la cola se halla vuelta hacia el Oeste.» Algunos han dado este
mismo sentido á la frase de Séneca (1. c, cap. 20, al fin), «comae autem radios solis
effugiunt»; como si quisiera decir, que es propiedad general de los cometas el que sus
colas se vayan hacia el lado opuesto, escapando de la radiación solar. Humboldt lo da
por sentado en su Cosmos, traducción francesa de Paye, 1. 1, pág. 313, nota 45, é insiste en
ello en el t. IV, pág. 407; y recientemente lo han escrito asimismo sin vacilar el P. Müller
en su Astronomía (t. II, pág. 499, not. ai núm. 604) y el P. Thirion en su referido artículo
de la Reme des Questions Scientifiques (1. c, pág. 675, nota). Pero dudo mucho que lo
hayan leído con atención en su contexto original, donde no dice más que esto: «A mu-
chos de los cometas, que pasan á nuestro alcance, no les vemos porque están por
entonces muy cerca del disco solar, y así les ofuscan sus rayos. Posidonio cuenta que
en un eclipse de Sol se dejó ver uno, al cual antes el Sol ocultaba. Y también sucede á
veces que al ponerse el Sol se hace visible sólo la cola de algunos, por caer Leventual-
mente] más lejos del Sol que el núcleo, y así escapar de sus rayos, mientras éste se halla
del todo abismado en ellos.» No enuncia aquí una ley general, sino sólo hechos aisla-
dos y eventuales.
(2) Y todos la hemos podido echar de ver mucho mejor aún en el grandioso cometa
que durante la publicación de este escrito nos ha venido á sorprender muy oportuna-
mente, tipo asimismo regularísimo de todas las demás propiedades características de
estos astros, que vamos enumerando. El 28 de Enero, en que por primera vez se dejó
ver bien espléndido en el horizonte de este Observatorio de Oña, su núcleo se proyec-
taba á la derecha de a de Acuario, cerca de la línea del ecuador (véase nuestra figura 2.^),
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 489
del todo recta y coincida su eje sensiblemente con el radio vector; la
larguísima del referido cometa de 1843 fué de ello uno de los ejemplos
más notables, y posteriormente se han observado todavía otros tres.
Cierto que á veces y durante algún tiempo puede muy bien atribuirse
esta apariencia á un simple efecto de perspectiva; es decir, á que la
cola, aunque de suyo encorvada como de ordinario, se nos presenta de
canto por el uno ó el otro lado de la inflexión, con lo cual ésta no se deja
percibir; pero en cada caso particular los astrónomos saben muy bien si
se da ó no esa circunstancia, y en los indicados aseguran muchos que no se
daba; y además, variando como varían rápidamente y en planos muy dis-
tintos las posiciones del cometa y de la Tierra en sus órbitas respectivas
por aquel entonces, el mismo hecho de permanecer constante dicho
aspecto por todo el tiempo de su visibilidad arguye bien á las claras que
las tales colas se ven así rectas desde cualquier punto que se las mire, ó
lo que es lo mismo, que lo son en realidad y no solamente en apa-
riencia.
Finalmente, otra propiedad suya, no menos general y bien conocida^
es la de no aparecer sino poco tiempo antes del paso del astro por el
perihelio, é ir adquiriendo desde entonces en muy pocos días desarrollos
enormes; pero no guardar esta ley ni siquiera aproximadamente en el
reducirse y desvanecerse luego después del paso, sino continuar creciendo
por breve tiempo y disminuir luego por grados durante semanas y aun
meses enteros. Fenómeno que por cierto debió de parecer á nuestro
Séneca muy grave dificultad contra su doctrina; pues dándole el primer
lugar entre las objeciones de sus contrarios, y haciéndose luego cargo
de todas las demás con estudiada minuciosidad, á ella sola la pasa por
alto, sin oponer siquiera, como suele en casos semejantes, alguna razón
para esquivar la respuesta (1).
Por lo que hace á la cabellera, su materia ó composición parece, así
en el anteojo como á simple vista, del mismo género que la de la cola, ó,
por mejor decir, ésta no parece ser otra cosa que una mera difusión de
aquélla ó de parte de su masa. En ambas se nota el mismo tinte lumi-
noso, el mismo enrarecimiento, la misma transparencia absoluta y falta
y la cola tocaba en su extremidad por el borde occidental la estrella a de Pegaso, mien-
tras por el oriental rebasaba á 6 ó 7 grados de anchura los confines de Pisces; uno y
otro borde, y más el oriental, estaban encorvados hacia esta constelación, es decir, en
sentido contrario al de su movimiento propio, que se verifica poco menos que hacia
el Norte; pero imaginando una tangente á la línea media de la cola por el centro del
núcleo, ésta iba á pasar, en efecto, por el punto aparente de la eclíptica donde estaba
entonces el Sol (28 de Enero, en la figura) debajo del horizonte.
(1) Nat Quaest., 1. c, c. 18 sq. «Adversus hoc protinus respondetur, non idem
accidere in cometis quod in coeteris: cometae enim, quo primum die apparuerint, ma-
ximi sunt; atqul deberent crescere, quo propius accederent: nunc autem manet illis
prima facíes, doñee incipiant extinguí.»
490 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
completa de refracción, la misma continua mutabilidad de aspectos y de
pormenores. Tres particularidades presenta, sin embargo, este elemento,
bastante bien comprobadas en toda ó casi toda la especie cometaria. La
primera se refiere á su duración, que no es transitoria y efímera, como
la de la cola, ni está ceñida á tal ó cual distancia del Sol, entre límites
determinados y más ó menos estrechos, sino que acompaña siempre al
astro dondequiera que se presenta y por todo el tiempo que permanece
visible, no sólo en el anteojo astronómico, sino en la misma plancha foto-
gráfica. La segunda afecta á su volumen ó dimensiones reales; éstas sí
que dependen de la distancia del cometa al Sol; pero, cosa chocante, en
vez de ir creciendo á medida que el cometa se acerca, como por varios
títulos pudiera pensarse de materia tan tenue y difusa, lo regular es que
disminuyan, y muy considerablemente, no raras veces en la proporción
de ciento á uno y aun más. Desde luego puede ocurrir atribuirlo á que
buena parte de esa materia se separa y derrama entonces por el espacio
para formar la cola, volviendo luego á recogerse y acumularse en la
cabeza cuando la distancia al Sol se va haciendo de nuevo mayor y
mayor; pero á bien que la causa no debe de estar en esto precisamente,
ó por lo menos en esto sólo, porque lo mismo acontece con ciertos
cometas que no tienen de cola sino rudimentos apenas perceptibles.
Varias otras explicaciones se han propuesto, entre las cuales parece
la más razonable la que supone que la tal disminución no es más que
aparente, como también quizá la falta de cola; y esto porque el calor y
demás influencias solares van reduciendo más y más el exterior de la
cabellera, ya de suyo más tenue, á tal grado de diafanidad, si ya no suti-
leza y enrarecimiento, que buena parte de ella viene á hacérsenos así del
todo invisible, y lo mismo en ciertos casos la casi totalidad de la cola. La
tercera y más significativa, como dato para venir en conocimiento de la
manera de ser de estos astros, es la estructura aparente de la tal nebulo-
sidad, que en contacto inmediato con el núcleo forma lo que llamamos
su cabeza. Á simple vista no suele presentar más que cierta luminosidad
difusa y homogénea, si bien algo más intensa hacia el centro, donde
fácilmente se esfuma y como diluye en ella el mismo núcleo; y así se la
ve también con el anteojo cuando su luz es escasa ó, sea ésta la que
fuere, se la mira de frente á causa de la posición relativa del observa-
dor. Pero cuando se la coge de lado y su cercanía y brillantez permiten
que se la examine con regulares aumentos, ofrece casi siempre el aspecto
de una serie de envolturas concéntricas, que hacia el arranque de la cola
se abren más ó menos y se corren luego por los flancos de ésta, confun-
diéndose con ella en todo ó en parte y contribuyendo en gran manera á
su formación y esplendor. Concentrando más la atención en las cerca-
nías del núcleo, se ve que de él parten hacia adelante, ó sea en dirección
al Sol, uno ó varios chorros ó flujos de materia luminosa, los cuales á
cierta distancia se ensanchan, y como repelidos por un fuerte soplo invi-
LA VUELTA DEL GRAN COMETA D£ HALLEY 491
sible, se esparcen bruscamente y se repliegan hacia la cola por entre las
referidas envolturas de la cabeza. No es raro que en la parte de éstas,
donde aquéllos rematan y se retuercen, se haga visible una depresión ó
escotadura más ó menos profunda, ni que sobre ella, ó sin ella, sobre la
parte delantera de la envoltura exterior, se apoye la base de un pequeño
cono de bordes muy definidos y algo curvos, cuyo vértice se dirige hacia
el Sol (1).
Prescindamos, en fin, siquiera por un instante, de todo ese derrame
luminoso, que en resumidas cuentas no viene á ser sino el aderezo exte-
rior con que el cometa se atavía para realzar ante los ojos humanos su
natural atractivo y magnificencia, y clavando los nuestros en el núcleo
mismo, es decir, en la estrella propiamente dicha, verdadera dueña y
señora de todo lo restante, digamos en dos palabras lo que directamente
se saca en limpio de las observaciones visuales que sobre él se han
venido haciendo hasta el presente. Ya indicamos al principio de este
artículo que no faltan astros de éstos «cuya cabeza es hermosa, pero
sin seso», donde todo es cabellera y ropaje, ó sea nebulosidad estirada
y difusa de aspecto casi homogéneo y más ó menos luminescente; hay
asimismo bastantes en los cuales el núcleo ya se echa de ver de algún
modo, pero confuso y vago, á manera de condensación más ó menos
brusca, más ó menos extensa ó concentrada, de la misma materia vapo-
rosa de la cabellera; pero lo regular es que aquél resalte mucho, aun á la
simple vista, como una verdadera estrella, es decir, como un punto nota-
blemente más brillante y á veces brillantísimo, superior al más esplen-
doroso lucero del firmamento. Es muy frecuente el que no se le vea
situado en el centro de simetría de la cabeza, ni tampoco en el foco del
elipsoide ó paraboloide qué á menudo figura el contorno de la misma,
sino más ó menos ladeado en uno ó en otro sentido, y no precisamente
hacia el Sol, aunque sí parece esto lo más ordinario. Examinado con el
telescopio, se ve que es un disco generalmente pequeño, y rara vez del
todo neto y definido, cosa que de suyo puede muy bien atribuirse á la
nebulosidad que inmediatamente le rodea y se condensa mucho hacia
sus bordes; pero en varias ocasiones se le ha visto netamente resuelto
-en numerosos puntos brillantes, separados entre sí más ó menos, á
manera de enjambre ó cúmulo estelar de esos que tanto abundan en el
cielo. Si es esta su constitución habitual, se explica muy bien el que á
menudo presente también formas irregulares y caprichosas. No está bien
averiguado si á través de él se ven ó no las estrellas, como á través de
la cabellera y la cola, ni es cosa muy hacedera el salir de dudas acerca
(1) En el cometa que recientemente acaba de presentársenos apareció muy claro
este apéndice el día 28 de Enero, observado el astro con poco aumento en un anteojo
de mucho campo y luminosidad: los días siguientes, 29, 30 y 31, menos favorables para
la observación, no se divisaba de él vestigio ninguno.
492 LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY
de esto: lo que sí se da ya hoy por cierto es que no tiene fases, sino que
siempre se le ve iluminado por entero, sea cualquiera la posición que
ocupe respecto del Sol y de nosotros. Ahora bien, para esto es necesa-
rio que el tal núcleo, ó sea también muy diáfano, de modo que á través
del hemisferio vuelto hacia el Sol se ilumine á la vez y casi lo mismo el
opuesto, ó sea tal vez opaco, pero rodeado de atmósfera muy densa,
capaz de transmitir por reflexión la luz del Sol en gran cantidad á todos
sus puntos, ó sea luminoso por sí mismo, y esto con intensidad compa-
rable á la de la luz que refleja del Sol ó mayor que ella, pues de otro
modo siempre se haría sensible el contraste del brillo de un hemisferio
con el de otro. Claro es que ala primera de estas hipótesis viene á redu-
cirse asimismo la de que sea un agregado de corpúsculos sólidos y opa-
cos considerablemente distantes entre sí y sumergidos ó no en un medio
gaseoso más ó menos diáfano, como parece darlo á entender la última
observación telescópica hace un instante indicada, prescindiendo de si
esos corpúsculos son á la vez, ó no, luminosos por sí mismos.— ¿Habrá
algún otro medio, siquiera indirecto, de averiguar cuál de estas diversas
suposiciones es la cierta? Veamos, por lo menos, si conseguimos elimi-
nar algunas y acercarnos así lo más posible á la verdad.
Y, en primer lugar, si esa luz en su totalidad y aun en su parte más
principal y saliente es propia, bien podemos asegurar que al menos su
intensidad absoluta dista mucho de ser constante. En este caso, mien-
tras el disco nos presentase un diámetro aparente sensible, su brillantez
sería para nosotros constantemente la misma, cualquiera que fuese el
aumento ó disminución de aquél por la distancia; porque la brillantez no
es más que el cociente de la iluminación por la superficie iluminadora,
cantidades que aumentan ó disminuyen á la par en razón inversa del
cuadrado de la distancia, y así conservan absolutamente invariable el
cociente, mientras la superficie no se reduzca sensiblemente á un punto
y cese de variar del modo dicho. Ahora bien, el hecho es que no sólo
varía notablemente la brillantez del núcleo (y dígase lo mismo de cual-
quiera de las otras partes del cometa) con la disíancia á nosotros, sino
que se extingue por completo cuando todavía su diámetro y superficie
aparentes son muy apreciables, al menos en el anteojo.
Un paso más: examinando y analizando la luz de cualquiera de esas
partes con el polariscopio, se ve, al menos muy á menudo, con toda cla-
ridad que en buena proporción está polarizada y en un plano que pasa
constantemente por el Sol. Pues bien, esto dice á los inteligentes que
toda esa luminosidad, por lo menos en buena parte, es reflejada y refle-
jada del Sol. ¿Lo es enteramente, de modo que podamos descartar, sin
más, la última hipótesis de que sea luz propia? Á tanto no llega ni puede
llegar el medio de investigación á que nos referimos.
Pero vienen otros dos en su, ayuda, que nos llevan derechos á la
solución. El primero es este otro hecho observado: que el aumento de
LA VUELTA DEL GRAN COMETA DE HALLEY 493
brillo no corresponde á la disminución de distancia al Sol y á la Tierra;
luego no es sólo luz reflejada, porque entonces aquél estaría rigurosa-
mente en relación con esas distancias (1). El segundo es el espectrosco-
pio, con el cual se pone de manifiesto que la luz de la cabellera y de la
cola, dispersa en el prisma, forma un espectro de rayas ó bandas brillan-
tes, mezclado sólo á veces, y entonces vaga y dudosamente, con el
espectro solar de rayas obscuras, y la del núcleo un espectro continuo,
surcado asimismo las menos veces por dichas rayas solares. Esto, además
de confirmar una vez más que parte de toda esa luz es reflejada del Sol,
no deja lugar á duda que lo mismo en el núcleo que en las demás partes
nebulosas del cometa no sólo hay luz propia, sino que ésta supera
mucho y eclipsa por lo regular á la reflejada.
Las que quedan, pues, descartadas son las hipótesis primera y
segunda, formuladas de la manera que lo están más arriba; y con ello de
paso parece que hemos andado mucho camino para venir en conoci-
miento del estado y constitución de esos astros tan singulares. Todo su
ser, opaco ó transparente, continuo ó discontinuo, ello es algo que, si
refleja y transmite directamente la luz del Sol, no brilla menos por sí
mismo, sino más y mucho más de lo que recibe de fuera.— ¿Hemos llegado
á la meta? ¿Estamos al menos próximos á dar con ella? Para ajustar
bien esta cuenta nos falta poner ahora junto, á lo que ya se sabe y deja-
mos expuesto en todo este artículo, lo que todavía se ignora y lo que se
entrevé y se barrunta, y esto es tal y tanto que pide y merece muy bien
artículo aparte.
M. Martínez.
(Continuará.)
(1) Aun dando á nuestro cometa de Halley un aumento de luz propia inversamente
proporcional al cuadrado de su distancia al Sol, el brillo asi calculado en nuestro
articulo anterior para cada fecha no llega al que de hecho se viene observando.
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 33
GABRIEL Y GALÁN
(1)
ÍJIa más correcta en el conjunto, y la de más fácil y espontánea ver-
sificación de todas las colecciones, es, sin duda, Extremeñas. El mismo
lenguaje en que está escrita obligaba á Galán á no salir de los asuntos
sencillos y del verso asonantado, que son la materia y la forma que
mejor dicen con sus dotes de poeta y versificador.
Es inimitable en la gracia y soltura con que emplea el peculiar modo
de hablar de los campesinos extremeños, aplicándole á una serie de
asuntos fáciles y humildes, pero de tanta novedad y gracejo, que la son-
risa nos apunta en los labios desde la primera línea para no disiparse
hasta el fin del libro.
La más conocida de Extremeñas, aunque no la mejor, es El Crista
bendita, en que, tras una devota y pintoresca escena en la ermita, sigue
otra en que se cantan los puros goces del amor paterno con una ternura
y llaneza verdaderamente encantadoras:
A vecis su madri
En cuerinos del tó me lo quea,
Se poni un pañali tendió en las sayas
Y allí me lo jecha.
¡Paeciun agelino
De los de la iglesia!
Yo querría que asín, en coretis,
Siempre lo tuviera;
Y cuando su madri vuelvi á jatéalo,
Le igo con pena:
— ¡Éjalo que bregui,
Éjalo que puea
Raneal con las piernas al airi
Pa que críe juerza!
¡Éjalo que se esponji un ratíno.
Que tiempo le quea
Pa enliarsi con esos pañalis
Que me lo revientan!
¡Éjamelo un rato
Pa que yo lo tenga
Y le jaga cosinas bonitas
Pa que se me ría mintris que pernea!
¡Que goci, que goci,
Tó lo que asín quiera;
Que pa jielis, ajogos y aginos
Mucho tiempo quea!
(1) Véase Razón y Fe, vol. XXVI, pág. 227.
GABRIEL Y GALÁN 495
¡Éjamelo pronto para zaradéálo!
Éjame el mi mozu pa que yo lo meza,
Pa que yo le canti,
Pa que yo le duerma
Al ton de las guapas
Tonas de mi tierra,
; Continas y dulcis
Que páecin zumbíos de abeja,
Ruios de regato,
Airi de alamea,
Sonsoneti del trillo en las miesis,
Rezumbal de mosconis que vuelan
Ú cantal dormilón de chicharra
Que entoneci de gustu en la siesta...
¡Miali cómo bulli,
Miali cómo brega,
Miali cómo sabi
Ondi está la teta!
Si conocis que tieni jambrina,
Dali una gotera
Pa que prontu se jaga tallúo
Y amarri los chotos á puro de juerza.
¡Miali que prontino
Jizu ya la presa!
¡Miali cómo traga; miá qué cachetinos
Mientris mama en el pecho te pega!
¡Mia qué arrempujonis da con la carina
Pa que salga la lechi con priesa!
¡Asín jacin también los chotinos
Pa que baji el galro seguío y con juerza!
Ya se va jartando. ¡Miá cómo se rie;
Miali cómo enrea!
Jasta el garguerinu
La lechi le llega.
Porque va poniendo cara de jartura
Y el piquino del pecho ya eja.
Quítalo en seguía pa que no se empachi
Y trai que lo tenga...
Y así continúa, sin poner una sílaba fuera de su lugar, encadenando
despóticamente nuestra imaginación á presenciar aquella escena, tan
casera y de todos los días; pero tal vez por nadie sentida, y por nadie
seguramente pintada con tan asombroso realismo.
No brotaban, sin embargo, en él estos sentimientos apasionados y
tiernos de un corazón femenil y muelle, sino de su sencillez y raro equi-
librio de espíritu. Ábranse por donde se quiera sus obras, y pronto se
tropezará con la prueba de que su sensibilidad exquisita no es un senti-
mentalismo enervante y sensual. Ahí está, sin ir más lejos. Varón, que
viene detrás del Crista bendita, graciosísima descripción que hace un
aldeano á su mujer de lo marica que han vuelto en la ciudad á su hijo.
No es cosa de copiarlo íntegro, pero tampoco quiero resignarme á no
poner alguna muestra de tan original perorata:
496 GABRIEL Y GALÁN
¡Me gledln los hombris
Que son medio jembras!
Cien veces te ije
Que no se lo dieras,
Que al chiquin lo jacían marica
Las gentis aquellas.
Ahora ya lo vide, y á mí no me mandis
Más vecis que güelva.
Te largas tú á velo,
Que pué que no creas
Que tu cuerpo ha parlo aquel mozu.
Ni que lo cebasti con tu lechi mesma,
Ni que tiene metía en la entraña
Sangri de mis venas.
N'ámas de mimarros
Y delicaezas,
Se ha quedao lo mesmo que un jilo,
Paliúcho y sin chispa de juerza.
Ca instanti se lava,
Ca instanti se peina,
Ca instanti se múa
Toa la vestimenta
Y se encrespa los pelos con jierros
Que se los retuestan,
Y en los dientis se da con boticas
De unos cacharrinos que tieni en la mesa,
Y remoja el moquero con pringuis
N'ámas pa que güela.
¡Giedi á señorita
Dendi media legua!
Se levanta á las nuevi corrías
Y á las doci lo menos se acuesta.
¡Va á ponersi pochu
Si acontina de aquella manera!
¡Güeno está pa mándalo á bellotas,
Pa ayualmi á escuajal en la jesa,
Pa jacel un carguju de tarmas
Y traelo á cuestas,
Ú pa estalsi cavando canchalis
Dendi que amanecí jasta que escureza!...
La valentía y resolución en acometer los asuntos es una virtud que
posee Galán en alto grado. Sin necesidad de prólogos enfadosos ni ex-
plicaciones pueriles, nos pone desde el primer verso en la escena, cosa,
que si es fácil tratándose de la lírica pura, no lo es tanto cuando se in-
troduce alguna manera de acción, por diminuta y rudimentaria que ella
sea. Véase la prueba en el comienzo de El embargo, y lo mismo podría
probarse con cualquier otra:
Señol jues, pasi usté más alanti
Y que entrin tos esos.
No le dé á usté ansia.
No le dé á usté mieo...
GABRIEL Y GALÁN 497
Si venís antiyel á afligila,
Sos tumbo á la puerta. ¡Pero ya s'a muerto!
Embargal, embargal los avíos,
Que aquí no hay dinero:
Lo he gastao en comías pa ella
Y en boticas que no le sirvieron.
Breve y llena de profundo lirismo humano es esta composición, cu-
yos cuatro últimos versos yo hubiera suprimido, en gracia de la delica-
deza, que cabe aun dentro del mayor realismo, como el propio Galán lo
demuestra en el primoroso romance La embajadora:
Pablos: aquí te los traigo,
Aunque sepa que me avientas
Y me das ondi lo oiga
Pa que á tu casa no güelva.
JVlal jarás si asín lo jacis.
Que no te ofendo aunque venga
Sin mandálmelo á traelti
Lo que á ti te perteneza.
Y pa sabel que esto es tuyo
No es menestel dil á'scuela
Ni ojos cuasi jacin falta;
Se sabi cuasi que á tientas.
Jéchali p'acá de golpi
Una mira tan siquiera.
Que vas á velti pintao
Cuantis este mozu veas.
Mira tú á vel si estos ojos,
Vivinos como candelas;
Mira tú á vel si esta frenti,
Y esti pelo, y estas cejas,
Y esti corti de semblanti,
Y esta carina morena
No dicen que son de Pablos
Cuantis de golpi se vean.
¡Si esto es tu misma presona
Jecha una miaja pequeña!
Pué que no jaga una hora
Que nació; quiciás ni media;
Y yo ije: á jatéalo
Pa que su padri lo vea
Y asín los cargos se jaga.
Porque es hombri de vergüenza
Y no ha de querel queala
Asín á la probi aquella,
Ni ejal perdió á esti mozu
Masao con su sangri mesma.
No es posible entrar con más pulcritud en un asunto tan vidrioso, ni
tampoco fácil rematarlo con más acierto:
498 GABRIEL Y GALÁN
¿Qué me dicis?
—Que le iga...
Lo que ustú dicile quiera...
¡Que güeno... que iré p'alanti!...
¡Más por ésti que por ella!...
Estos cuatro versos valen por muchos tomos de poesía.
En El desafio nos sale al paso un aldeano extremeño que quiere imi-
tar al soberbio Tarfe, retando, no en una hoja de delgado papel, sino á
voces en medio de la calleja, á sus competidores, en lenguaje menos aris-
tocrático y elegante, claro es, pero no menos feroz y decidido que el del
impetuoso moro:
—¡Me caso en Reus! ¡Los majos
Que asín de mi se moflean,
Jechin el paso p'alanti,
Como el que jabla lo jecha!
Si alguno tieni asauras
Y halbeliá más que lengua,
Jala p'alanti ahora mesmo,
Que al que de mí se grojea,
Sé yo jaceli una raya
Pa embajo de alguna teta.
Sos tengo bien alvertío,
Por ajuyir de quimeras,
Que cuando yo jechi rondas
Á la vera de esta reja,
Calli la boca quien pasí
Pa que le salga la cuenta,
Y jaga que no m'a visto,
Y andi aguo y no se güelva;
Que esta calli es pa mi solu
Dendi que Dios anocheza
Que el alma de la mujer esté mejor templada que la del hombre para
sufrir los golpes de la desgracia, y que, cuando ésta llama á las puertas
del hogar, el ser más débil es el encargado de levantar el espíritu del
más fuerte, todos lo sabíamos de sobra y á diario lo hemos estado
oyendo repetir; pero no sé si sabíamos los tesoros de poesía que encierra
este vulgar fenómeno psicológico, porque ignoro si alguna vez lo ha sor-
prendido el arte en una manifestación tan bella y le ha interpretado en
unos versos tan deliciosos como los de Bálsamo casero:
Estamos perdíos.
No hay que dali güeltas.
Que ya estoy mu jarto
De jechal la cuenta
Y ca ves que güelvo
Se me poní dolol de cabeza.
— Quico, no te agines.
— Paecis boba Cleta.
GABRIEL Y GALÁN 499;
¡Quedrás que me esponji,
Ü que baile, ú que jaga fachenda
Mentris que la genti
Mos jaci esta cuenta:
«Dies al escribano,
Deciséis á tío Lucio Candela,
Nuevi á la comadri
Y ocho á tía Endelencia,
Sin contal los caíos de hogaño,
Que entri tó, pues se arrima á sesenta.
Y no miento al médico
Nj al jerrero, que ya se mos quejan;
Ni te meto la renta de hogaño,
Ni el trimestri, que ya se mos llega.
Que sólo de costas
Un duru te cuesta.
¡Estamos perdios...
No hay que dali güeltas!
Ú se vendí el cachujo de casa,
Ú en cueros mos quean...
¡Ú me ajorco y me ajorro de andalmi
Jechando más cuentas!
—¡Vamos, no esvaríes,
Que ni en groma, ni en groma siquiera,
Debin de mentalsi
Brutas como esa!
Y más que las trampas
Tampoco te aprietan
Pa que asín te agines,
Pa que asín de ajogao te veas.
Verdá que se debín
Toas esas gabelas;
Pero, mira, tenemos posibles
Pa pagal sin vendel de jacienda....
Y la buena mujer empieza á echar la cuenta del haber, con mucha
más gracia, con mucha más serenidad, con mucha más resignación y
con mucho mejor éxito que su marido había echado la del debe; pues
que viene á concluir con una dulzura encantadora:
¿No ves cómo sali
Pa salil de deudas.
Sin mental la casa
Ni decilmos brutas como aquélla?
Y Quico, amansadote y humillado, exclama, sin poder resistir á una
lógica tan amable:
¡Hora! ya lo veo;
No sé jechal cuentas
Porque no pienso en esos rinconis
Que á ti te si acuerdan.
SOt) GABRIEL Y GALÁN
Lo que jago es ponelmi móorro
Cuando doy en quereli dal güeltas;
Y con estas que tú me has jechao
Me has barrio el dolol de cabeza...
En El baño y en El lobato y la borrega aparece un género de poesía
algo más regocijado y picante de lo que fuera menester. Por estas dos
composiciones, que no es mi ánimo tildar de inmorales, aunque estoy
muy lejos de aprobarlas, podemos rastrear lo perniciosa que hubiera sido
la inspiración de Galán, á no haberla infundido Dios á un espíritu tan sano
y religioso como el suyo.
Afortunadamente, ni las dos composiciones dichas, ni las dos de que
en seguida vamos á decir, llegan ni con mucho á lo vedado; y si insisti-
mos en su aspecto moral, más es por lo que desdicen en el conjunto, que
por lo que son, aisladamente consideradas.
La musa de Galán es como las golondrinas; vuelan rasando la super-
ficie de la tierra, buscan en ella el barro para sus nidos; pero se van á
edificarlos junto á la cruz de las torres, lo más cerca que pueden del cielo.
Galán siente la vida y la naturaleza, con laque vive en perpetuo con-
tacto, de una manera profunda y comunicativa; de ella saca el asunto
para sus cantares, mas á entonarlos sube á las alturas y desde allí va
soltando
El de sus trinos,
Hilo copioso de sonantes perlas,
que hacen al caer en los oídos del alma una música, mitad humana
mitad divina; porque humana es su materia y divina la inspiración á cuyo
fuego han tomado forma. Alguna vez, muy pocas por fortuna, este fuego
falta, porque el barro ha tocado las alas de la golondrina y con su peso
la impide remontarse á las nubes: por eso entonces sus notas son densas
y tangibles y tiran del alma que las oye más hacia la tierra que hacia el
cielo. Así sucede en Plétora y en El cantar de las chicharras, poéticas
y bien versificadas, en especial la última; pero de una poesía narcotizante
y sensualmente adormecedora, que las hace poco simpáticas.
Dejo de hablar de las demás extremeñas para que las lea quien
quiera formarse juicio exacto de ese modo típico de ir diciendo las cosas
en que parece que los versos han salido al paso al autor sin ser busca-
dos: tal es la versificación de fluida y agradable, y tal su transparencia,
que permite ver hasta los más delicados matices de las ideas, abundan-
tísimas siempre y retozonas y muy dignas de ser las encargadas de ele-
var á la dignidad de la culta literatura y de hacer cristalizar definitiva-
mente en verdaderas obras de arte el característico lenguaje que hoy se
habla en los campos extremeños.
Luis Herrera y Oria.
BOLETÍN CANÓNICO
Sobre abstinencia y Cruzada.
1. En Febrero de este año, después de comentar lá respuesta dada
al limo. Sr. Obispo de Gerona por la Sagrada Penitenciaría, contestá-
bamos á una consulta y manifestábamos que el poder tomar caldo de
carne en algún día ó en alguna comida supone el privilegio de comer
carne en aquel día ó en aquella comida, y como ni en los viernes de
Cuaresma ni en las colaciones se puede comer carne, sigúese que tam-
poco en dichos días ó comidas se podrá tomar caldo de carne (1).
2. Á algunos ha parecido equivocada nuestra interpretación. Nos-
otros creemos que el error de éstos nace de que no distinguen dos leyes
perfectamente distintas: la que prescribe la abstinencia de carne en cier-
tos días, y la que prohibe la promiscuación de carne con pescado.
3. La primera es antiquísima en la Iglesia; la segunda es relativa-
mente moderna: data sólo desde Benedicto XIV, que fué el que la impuso.
4. A) En virtud de la primera ley, los días que no se permite comer
carne tampoco se permite comer caldo de carne.
Esta doctrina es común entre los autores, aun en los más modernos,
y no sabemos de uno sólo que enseñe lo contrario. Véase, p. e., Noldin,
De praeceptis Dei et Eclesiae, n. 675, 2: «Nomine carnis sensu ecclesia-
stico veniunt omnes partes animalium prohibitorum, ergo etiam sanguis,
medulla ossium, partes cerebrales, pinguedo seu adeps, laridum (Speck),
nisi horum quidquam consuetudine vel indulto permittatur; non auteni
fructus horum animalium ut ova, lac. Prohibentur ergo per se etiam
cibi cum carne cocti ut jusculum carnis et cibi adipe vel carne con-
diti.» (Oeniponte, 1908.)
5. D'Annibale, Summula, III, n. 132: «Integralis jejunii pars est absti-
nentia a ciborum delectu. Delecta ciborum sunt carnes, jusculum ex
carne, et condimenta ex adipe carnium.» (Romae, 1897.)
6. Oenicot-Salsmans, n. 442: «Lege abstinentiae, sub peccato ex
genere suo gravi, prohibetur esus carnium et eorum quae a carnibus
originem ducunt, puta offae carne conditae, jusculi, meduUae.» Bru-
xellis, 1909.
7. Berardi, en su obra Praxis confessariorum, vol. 2, n. 1.438, pre-
gunta: «Carne interdicta, interdiciturne etiam jus (it. brodo) ex carne;
Ítem sanguis et medulla?» Y contesta: Affírmative. (Faventiae, 1898.)
(1) Véase Razón y Fe, vol. 26, p. 245.
502 BOLETÍN CANÓNICO
8. Bücceroni, Inst. T. Moralis, vol. 1, n. 1.572: «Prohibentur autem tum
carnes tum alia, quae a carnibus derivantur, vel partes quomodocumque
sunt constitutivae animalium; videlicet adeps, sanguis, medulla, laridum,
sagimen seu axungia, Jus ex carnibus expressum,.., ubi sit usus, tole-
ratur etiam jusculum carnis coctae.» Romae, 1908. Véase también el nú-
mero 1.576.
9. Lehmkuhl, Comp., n. 612, 6: «Ex se etiam prohibentur pinguedo
animalium atque cibi jurulenti vel cum carne cocti.» (Friburgi Brisgo-
viae, 1907.) Lo mismo dice en la obra grande, vol. 1, n. 1.209. (Friburgi
Brisgoviae, 1898.)
10. B) ¿Pero es que esos autores no conocen las respuestas de la
Sagrada Penitenciaría de 8 de Febrero de 1828 y 14 de Junio de 1880?
(Véanse en Razón y Fe, vol. 26, p. 244.)
11. Todos ellos las conocían y las citan; pero las aplican en su recto
sentido, ó sea á la promiscuación, no á la abstinencia; esto es, entienden
que tales respuestas se aplican solamente para los días (y comidas) en
que se tiene dispensa para comer carne, en los cuales el dispensado que
come carne no podrá comer pescado en la misma comida; pero si, es-
tando dispensado para comer carne, y en cuanto está dispensado, se con-
tenta sólo con tomar caldo de carne, entonces podrá en la misma comida
tomar también pescado.
12. Véase cómo lo explica Lehmkuhl en su obra, voK 1, n. 1.214, 5:
«Tempore jejunii (i. e. diebus quibus jejunandum est atque in Quadra-
gesima etiam Dominicis inclus.) etiam eos qui dispensationem habent
vescendi carnibus, non posse carnibus et piscibus simul, i. e. in eadem
refectioneuti...; posse eos tamen simul pisces edere, si dispensatione eate-
nus tantum utantur, ut vescantur jusculo aliisve cibis cum carne coctis,
edixit S. Poenit. 8 Febr. 1828.» Véase también Berardi, 1. c, n. 1.483, b),
13. Es decir, que el principio aquel «el caldo de carne no es carne»,
lo entienden y aplican sólo para los efectos de la promiscuación, y su-
puesto la dispensa de poder comer carne, y así lo hace el P. Bücceroni
(Casus, n. 256, p. 279, edic. 2.\ Romae, 1895; vol. 1, § 91, n. 5, p. 352,
edic. 5.", Romae, 1933), en quien pretenden apoyarse los contrarios;
pero no lo entienden ni aplican con respecto á la abstinencia en los días
(ó comidas) en que no se puede comer carne, sino que para estos
días ó comidas dicen expresamente todo lo contrario, esto es, que si
está prohibida la carne, también lo está el caldo de carne.
14. C) Ni es otra la doctrina de la Sagrada Penitenciaría, la cual es
verdad que enseñó que «/o5 dispensados para comer carne podían mez-
clar caldo de carne con pescado»; lo cual es aplicar el principio como
lo hemos hecho nosotros y lo hace la doctrina común de los autores; pero
con posterioridad á dicha fecha, ó sea en 30 de Enero de 1866, declaró
que en los días en que no se puede comer carne, no se puede tomar
caldo de carne, aunque se tenga dispensa para poder usar condimentos
BOLETÍN CANÓNICO 503
de grasa (1). Luego a fortiori no podrán tomar caldo de carne sin tal
dispensa para condimentos de grasa, ó sea en los días (ó comidas) á
que no alcanza la dispensa de carnes, v. gr., los viernes de Cuaresma (ó
en las colaciones).
15. D) Se ha dicho que «es evidente» que la pregunta de 28 de Fe-
brero de 1828 (2) se refiere á los días en que por dispensa no se puede
comer carne, v. gr., añaden, en los viernes de Cuaresma. Á nosotros nos
parece evidente todo lo contrario; porque no se puede decir de uno
que está dispensado para poder comer carne en los días en que no puede
comer carne por dispensa, pues eso son cosas contradictorias, y la con-
cesión es para el que está dispensado para comer carne. Luego se refiere
evidentemente á solos los días en que está dispensado, y no á los otros
en que no lo está, como son los viernes de Cuaresma.
16. Dicen que la pregunta se hizo para atender á la salud, y que si
no se tratara de los días en que la carne se prohibe no tendría sentido,
porque para la salud es mejor comer caldo de carne y lo demás también
carne. No; la pregunta dice dos cosas: si podrá comer caldo de carne
para atender á su salud, y en lo demás pescado para guardar en lo posi-
ble las leyes generales del ayuno. Esto es, el consultante se proponía
dos fines, y adoptó dos medios; pero hacía constar que era sólo en favor
de los dispensados para comer carne, esto es, para los días y comidas
en que se puede comer carne con dispensa. Cfr. Oennari, Quistioni
Theol. mor., n. 81; D'Annibale, III, n. 137, nota.
17. Por consiguiente, el que tomara caldo de carne, con ó sin pes-
cado, en los viernes de Cuaresma no faltaría á la ley que prohibe la pro-
miscuación, pero sí que faltaría á la ley de la abstinencia. De la misma
manera que faltaría á la ley de la abstinencia en dichos días si comiera
carne; pero no faltaría á la ley que prohibe la promiscuación, aunque la
comiera con pescado en la misma comida, porque la ley de la promiscua-
ción se pone para los que comen carne en virtud de dispensa (Ballerini
Palmieri, vol. 2, n. 1.111; Ojetti, Synopsis, v. Abstinentia; Gennari, Qui-
stioni Theol. mor., n. 81; Villada, Cas. consc, t. 2, p. 176, nota 2) y el
que la comiera en viernes de Cuaresma la comería sin estar dispensado
para ello, como suponemos.
Í8. Así, pues, distinguiendo esas dos leyes perfectamente distintas, y
(1) Sacra Penitentiaria, 30 Januarü 1866.— Se possa usarsi minestra col brodo di
carne nei venerdi e sabbati nei quali vi é l'induito dei condimenti di grasso.
R. Sub terminis condimenti di grasso non comprehendi jusculum carnis coctae.
(Collect. S. C. de Prop. Fide, vol. 1, n. 1281, edic. 2.^).
(2) «¿Los que están dispensados para comer carne pueden en días de ayuno tomar
sopa con caldo de carne para atender á su salud, y en lo demás tomar pescado para
conservar en lo posible la ley del ayuno?
»R. Afirmativamente.»
504 BOLETÍN CANÓNICO
no confundiéndolas, es como se puede llegar al esclarecimiento de la
verdad.
19. Dicen que el caldo de carne está equiparado á los huevos y lac-
ticinios. Si esto se entiende con respecto á la ley de la promiscuación,
pase; en cuanto á la abstinencia, no es exacto, ni hay un solo autor que
lo diga, sino todo lo contrario.
20. E) De modo que á la pregunta ¿en los días en que no se puede
comer carne, se puede comer caldo de carne?, contestan unánimemente
todos los teólogos negativamente. Es así que en los viernes de Cuaresma
no se puede comer carne, aunque se tenga la Cruzada, luego en dichos
días, según la doctrina de todos los teólogos, no se puede tomar caldo
de carne.
21. Á la otra pregunta, ¿en los días y comidas en que se puede comer
carne, pero está prohibido mezclarla con pescado, se podrá en la misma
comida tomar caldo de carne y pescado?, contestan afirmativamente.
22. De lo dicho se infiere: I."*, que el tomar caldo de carne con ó sin
pescado en los días ó comidas (v. gr,, colación) en que no se puede comer
carne, se opone á la ley de la abstinencia; 2", que el tomar caldo de
carne con pescado nunca se opone á la ley de la promiscuación; porque
si en tal día y comida se puede comer carne, se puede también mezclar
caldo de carne con pescado; si no se puede comer carne, el que tome
caldo de carne violará la ley de la abstinencia, pero no la de la promis-
cuación, aunque la mezcle con pescado; porque esta ley sólo rige para
los días de ayuno y para las dominicas de Cuaresma en que se tome
carne ó caldo con dispensa, y para aquellos días no hay dispensa.
23. A fortiori si un rico en España los viernes entre año comiera
carne sin tomar la Cruzada ni el indulto de carnes, violaría la ley de la
abstinencia, pero no podría violar la de la promiscuación, aunque en la
misma comida tomara pescado, porque en dicho día no rige tal ley ni
para los que comen carne en virtud del indulto, ni para los que la comen
sin indulto.
24. Vese también por lo dicho que en los abominables y escandalo-
sos banquetes de promiscuación que en los últimos días de Semana
Santa celebran á veces ciertos impíos nada sobrados de verdadera cul-
tura, sólo se infringe la ley de la abstinencia, no la de la promiscuación;
y el pecado de suyo es el mismo, tanto si con la carne mezclan pescado
como si no lo mezclan.
BOLETÍN CANÓNICO 505
SAGRADA CONGREGACIÓN DEL CONCILIO
SOBRE ABSTINENCIA Y CRUZADA
1. Contestando á una consulta del limo, y Revmo. Sr. Obispo de
Gerona, ha declarado la Sagrada Congregación del Concilio en 20 de
Enero del corriente año que en España los pobres: 1.°, para poder
comer carne en los días en que sólo puede comerse en virtud del indulto
cuadragesimal, llamado Bula de carnes, no sólo no necesitan tomar este
indulto, pero tampoco la Bula de Cruzada; 2.°, que solamente necesitan
tomar la Cruzada, dado caso que quieran gozar de los otros privilegios
que la Cruzada concede.
Dice así:
2. Episcopus Oerundensis nuper dubium diluendum circa indultum Bullae Crucia-
tae S. C. proposuit ac plura ad dulbii clariorem ¡ntelligentiam praemísit. Praestat autem
illius verba referre, quae ita se habent: «Emus. Dominus Cardinalis Commissarius
Generalis Apostolicus Sanctae Cruciatae in Hispania, die 15 Maji 1889, preces Suae
Sanctitati porrexít, quod sequitur ostendens:
»1." Orator et omnes ipsius Praedecessores in eodem muñere constanter tenuerunt,
Episcopis non contradicentibus, imo approbantibus, pauperes et opifices, ut diebus
prohibitis carnibus licite vesci possent, obstringi sumere Bullam Cruciatae, excepto
indulto carnis, quod supplere valentper recitationem precum:
»2.° Nonnulli theologi et ex his verbl divini praedicatores, interpretantes aliter ac
Commissarii Apostolici Breve Pii VII, 7 Augusti 1801, proindeque dissentientes a sen-
tentia ac praxi Commissariae, opinabantur pauperes et operarios et alios his símiles,
non indigere summario Induitl carnis ñeque summarlo Cruciatae, ac iisdem pro utro-
que summario orationem sufíicere. Quapropter Fvmus. Orator opportunum duxit
supremo judicio Sanctae Sedis sententiam ac praxim Commissariae submittere, quod
fecit, annuens praeterea ad id votis plurimorum Antistitum per memóralas preces.
»His precibus Emus. Secretarius Status Suae Sanctitatis, litteris 12 Martii 1890, ita
respondit: «Proposito Commissioni Cardinalium S. Congregationis super negotiis
eclesiasticis extraordinariis sequenti dubio:— An pauperes et operarii teneantur elar-
giri eleemosynam ut privüegiis Bullae Cruciatae frui valeant. Emi. Paires responderunt:
Nihil esse innovandum. — Continuatim Emus. Secretarius addidit: «Probé noscet Emi-
nentia Vestra, ex hac decisione approbata etiam a Sanctissimo, rejecta qualibet alia
opinione, confirmatam esse praxim, quam usque nunc Commissarii Generales Sanctae
Cruciatae sequuti sunt.»
»Episcopi una cum Commissario General! exístimarunt decisionem Cardinalium
datam fuisse in sensu, quem clarisslmis verbis Emus. Secretarius patefecit, et ita decla-
rarunt, cum evulgaverunt in suis dioecesibus integrum responsum ipsiusmet Secretarii
occasione praedicationis Bullae pro anno 1891.
«Nihilominus non desunt theologi, qui adhuc teneant ac doceant etiam in libris, tam-
quam probabilem opinionem contrariam sententiae et praxi Commissariae Apostoli-
cae. Putant forsam Commissionem Cardinalium respondentem: Nihil esse innovandum,
quaestionem irresolutam reliquisse. Non attendunt vero, prout par attendere est, decla-
rationem Emi. Secretarii respondenlis ex officio precibus porrectis Suae Sanctitati,
qua declaratione sensus decisionis luce meridiana clarior apparet.
Suscepto a me regimine hujus dioecetís comperi in ea sacerdotes ex praestantiori-
506 BOLETÍN CANÓNICO
bus virtute et scientia, alios sustínere sententiam Commissariae, alios vero adhaerere
contrariae etiam post dictam decisionem. Non paucis abhinc annis in ipsa diócesi coe-
pit notabiliter decrescere et adhuc decrescit reditus Bullae in detrimentum divini cultus
et ipsorum pauperum. Timeo ne doctrina laxa super hac materia sit alia ex efficaciori-
bus causis istius lamentabilis diminutionis. His ómnibus expositis, reverenter ac enixe
postulo: Utrum relata sententia sea praxis constans Commissariae Generalis Aposto-
licae Sanctae Cruciatae, exclusa quacumque alia opinione, praesertim post praelauda-
tam decisionem tenenda ac sequenda sit.»
3. Decisio.— Et Emi. Patres S. C. Concilil, in generali conventu diei 22 Januarl
1910, responderunt.
Pauperes ut fruantur Indulto Quadragesimali non tener i ad eleemosynam elar-
giendam, teneri autem sifrui velint aliis privilegiis Bullae Cruciatae.
Pacta autem relatione in audientia diei 23 Januarii 1910, SSmus. resolutionem Efño-
rum. Patrum approbare dignatus est.
C. Card. Gennari, Praefectus.
L. t S. Basilius Pompili, Secretarias.
(Acta A. Sedis, vol. 2, p. 109, sig.)
COMENTARIO
4. Como se ve, esta resolución, en sus dos partes, es la confirmación
más autorizada de lo que sobre esta materia habíamos enseñado cons-
tantemente en Gury-Ferreres, Comp., vol. 2, n. 1.1 13, IV, donde decíamos:
«Pauperes... certo non tenenter sumere summarium carnium ut carnes
edere possint... et probabiliter ñeque cruciatam..., attamen si hanc non
sumant, ceteris illius privilegiis gaudere non poterunt.»
5. La importancia de una cuestión tan debatida, y hoy definitivamente
resuelta, nos obliga á dedicar al decreto un breve comentario, como
hemos hecho en casos análogos.
6. Nótese, ante todo, que hasta el 3 de Noviembre de 1909 la mate-
ria de abstinencia y demás preceptos de la Iglesia pertenecía al Santo
Oficio; pero desde aquella fecha ha pasado á la Sagrada Congregación
del Concilio. Véase Razón y Fe, vol. 25, p. 235, vol. 26, p. 100,234.
7. Por esto los antiguos decretos y declaraciones sobre abstinencia
y Cruzada están dados, generalmente, por el Santo Oficio, como puede
verse en Gury-Férreres, vol. 2, n. 1.124, sig. (p. 792-796 de la edic. 4."*).
8. Este es el primero que sobre esta materia da la Sagrada Congre-
gación del Concilio.
9. La declaración de que dimos cuenta en la pág. 243, sig. del número
de Febrero de Razón y Fe, dióla la Sagrada Penitenciaría porque sólo
se refería al fuero interno.
, 10. Sabido era que en España los pobres para poder comer carne,
-en los días en que sólo puede comerse en virtud del Indulto ó Bula de
carnes, no necesitaban tomar este Indulto ó Bula, sino que, por conce-
sión benigna de la Iglesia, siempre madre amantísima de los pobres, les
'bastaba á éstos rezar cada vez un Padrenuestro y una Avemaria.
-Véase, además del Breve de Pío VII, que vamos á citar, los edictos de
BOLETÍN CANÓNICO 507
los Comisarios, algunos de los cuales trae Hernaez, Colección de Bulas,
vol. 1, p. 854, 859.
11. La duda estaba sobre sí necesitaban ó no tomar la Cruzada, ya
que ésta se requiere generalmente para poder usar el indulto de carnes
y el de lacticinios, de tal modo, que es cierto que no tomando la Cru-
zada, los ricos no pueden comer carne en dichos días, aunque tomen el
indulto de carnes, como expresamente indica Pío VH en su Breve de 7
de Agosto de 1801.
12. El punto de la dificultad se hallaba en interpretar las palabras de
Pío VII en el mencionado Breve de 7 de Agosto de 1801 (apud Gury-
Ferreres, vol. 2, n. 1.122, sig.), que es el que rige en esta materia: «Hic
repetimus quae jam Litteris nostris superioris anni inculcavimus, illos
scilicet qui hac indulgentia nostra (esto es, la facultad de comer carnes),
uti optent, obligari ad certam aliquam eleemosynam uniformiter, habita
ratione cujusque conditionis taxandam, ac praeterea ad aliam, quae pro
Bulla Cruciatae indici atque exigí solet: qua duplicí eleemosyna minime
persoluta nemo sibi putet has Litteras nostras quidquam suffragari.
» Quod onus quidem divitibus imponere intendimus, nuUo autem pacto
pauperibus, in quorum praesertim gratiam tantam nos expromere beni-
gnitatem profitemur, qui, si clamabunt ad Dominum, exaudiet eos: quia
misericors est, ut affirmavit estque ipse policitus.» (Exod., 22.)
1 3. Según unos, al decir el Papa Quod onus (la cual carga), manifiesta
solamente que no quiere imponer á los pobres la carga ó limosna del
indulto de carnes, pero sí la de Cruzada; otros, por el contrario, dicen que
aquellas palabras se refieren á la doble carga, ó doble limosna de que
acaba de hablar, y que allí el Papa declara que los pobres para poder
comer carne quedan libres de ambas cargas, y así pueden usar del indulto
de comer carnes sin tomar este indulto y sin tomar la Cruzada.
Los partidarios de la primera sentencia, ó sea la favorable
al Sr. Comisario.
14. Entre los partidarios de esta sentencia ocupa un lugar distin-
guido el docto P. Moran, en su obra Teología Moral (vol. 4; p. 66 sig.,
n. 3.598, sig., Madrid, 1899, edic. 2.'''), el cual en una exposición al Comi-
sario, allí copiada, entre otras cosas, dice: «En cincuenta y dos años de
vivir en el claustro no recuerdo haber oído jamás á ningún religioso que
los jornaleros sin la bula de la Cruzada pudiesen comer carne; y habién-
dome agregado á las misiones de los Dominicos de Filipinas en 1831,
tampoco oí jamás á ningún misionero esa doctrina, siendo así que viví
con muchos profesores muy doctos y traté á varios misioneros de diver-
sas Órdenes.» (Ib id., p. 69, col. 2.'^)
15. Más adelante añade: «Estaba íntimamente convencido entonces,
como lo estoy ahora, de que ese parecer (la sentencia favorable á los
508 BOLETÍN CANÓNICO
pobres) no tiene sólido fundamento. — Por último, por un sacerdote de
toda probidad supe que hace dos ó tres años, en unos ejercicios dados
al clero en el obispado de Santander por dos Padres jesuítas, uno de
ellos expuso al clero la doctrina del Sr. Alsina (la favorable á los pobres,
que entonces enseñaba Alsina), y el citado sacerdote me aseguró que se
había levantado un fuerte murmullo entre los ejercitantes contra el pre-
dicador por la novedad de aquella doctrina.» (ibíd.y p. 70, col. 1.'')
16. Hacia el fin, dice el mismo P. Moran al Sr. Comisario. «Me he
atrevido á molestar la atención de V. Ema., para que, si lo cree conve-
niente, se sirva hacer una aclaración auténtica, que, resolviendo de una
vez la cuestión, ponga coto á los que defienden la doctrina contraria.»
Al terminar concreta su pregunta en estos términos: «Sexto. Los mera-
mente jornaleros de todas clases, así del campo como de cualesquiera
artes y oficios, que viven y se mantienen sólo de su jornal diario, ó que,
aun cuando tengan algunos pocos bienes, son tan escasos que no les
alcanzan para mantenerse en el año, si no trabajan corporalmente, se
pregunta: todos los anteriormente expresados, ¿pueden comer carne en
los días de ayuno ó de abstinencia de la Iglesia sin tener bula de la Cru-
zada, tan sólo con rezar un Padrenuestro y un Avemaria por la prospe-
ridad de nuestra santa Madre la Iglesia, etc.?» {Ibid., p. 72, col. 2.^)
17. La respuesta recibida decía así: «Á la sexta. No. La doctrina de
la Comisaría es la contenida en el cuadro: la contraria es una interpre-
tación violenta del Breve de Pío VII, y el sostenerla todavía, después de
las repetidas aclaraciones auténticas de los Sres. Comisarios, es poner
el espíritu privado en frente de la autoridad competente en esta mate-
ria.—Madrid, 22 de Enero de 1880.— Manuel Calderón Sánchez, presbí-
tero, secretario.» (Ibid., p. 73, col. 2.")
18. El Padre dominico que cuidó de esta segunda edición, pues el
P. Moran sólo vio la primera, añade: «No obstante la doctrina de la Comi-
saría general, contenida en la respuesta 6." y sostenida por los Comisarios
generales, no faltaron algunos teólogos españoles que venían sosteniendo
lo contrario, por lo cual el Sr. Comisario general de la Cruzada, Car-
denal Paya, elevó á Roma, en 15 de Mayo de 1889, las preces siguientes:»
Y copia parte de las que en el n. 2 acabamos de transcribir y que se con-
sideran como el argumento más fuerte en favor por los partidarios de
esta sentencia.
19. Párroco hubo, según hace años nos escribieron, que subió al pul-
pito, llevando en la mano el Boletín en que se contenía la mencionada
comunicación del Card. Rampolla, y después de leer esto á los fieles, les
dijo: que el cura que á los pobres para comer carne en los días permi-
tidos por el Indulto «no les exigiera la Cruzada era un diablo vestido
con sotana».
20. El Sr. Alsina cambió de parecer desde la edición 2.^ de su obra
(Barchinone, 1879, p. 305).
BOLETÍN CANÓNICO 509
21. El mismo cambio de opinión se operó en D. Miguel Sánchez, en
vista de las declaraciones del Comisario, como nos dice el P. Moran,
1. c, p. 69 y 70.
La sentencia favorable á los pobres.
22. Á pesar de lo dicho, continuaron enseñando la sentencia favora-
ble á los pobres muchos autores, v. gr., el P. Villada, Casus, vol. II,
p. 195, sig.; P. Llobera, Anotaciones á Gury, obra litografiada; P. Buc-
ceroni, Casus, n. 258, edic. 2.^ y § 91 de la 4."
23. El P. Arcos, en su Explicación del Catecismo católico, lee. 28
(p. 224, Madrid, 1905); la Revista Eclesiástica, de Valladolid, 1904,
vol. 1, p. 542-543; La Ilustración del Clero, 1909, p. 312. El editor espa-
ñol de la Theología Moralis, de Scavini-Del Vecchio, entendió que la
resolución citada en el n. 2 dejaba esta cuestión sin resolver. Véase el
tomo 2:\ p. 853, nota (Barcelona, 1902).
24. Entendieron estos autores, como acertadamente nota el doctísimo
Consultor: \° Que su opinión se hallaba sólidamente fundada en el
Breve de Pío VII, el cual, además de decir que libra á los pobres de
aquella carga, añade, como observa el P. Villada, que los pobres con
rezar las dichas preces han cumplido con todo lo que el Papa les im-
pone por dicho Breve: omni offlcio defunctos esse.
2." Porque el Comisario no está puesto para declarar auténticamente
el dicho Indulto, sino para ejecutar y hacer ejecutar lo que el Papa en él
prescribe.
3.° Porque la declaración de la Sagrada Congregación de Negocios
eclesiásticos extraordinarios se refiere á los privilegios de la Cruzada,
no al Indulto de carnes.
25. Por nuestra parte, la hemos defendido, no sólo en el 1. c. del
Compendio, sino también en Mach-Ferreres, Tesoro del Sacerdote,
vol. 2, p. 543, n, 617; en Razón y Fe, vol. 5, p. 108, y en muchas consultas
particulares, de las cuales copiamos las siguientes:
CONSULTAS
26 A) con fecha 12 de Octubre de 1902 nos escribían: «En su tra-
tado de la Bula al hablar de los pobres dice ser cierto no están obligados
á tomar el Indulto de carnes y probablemente ni el Sumario de Cruzada;
¿no se puede dar también como cierto este segundo extremo después de
la declaración del Sto. Oficio de que habla la nota 2 del número 617
pág. 962 de la 12.'' edición del Tesoro del Sacerdote del P. Mach y que
con fecha 27 Julio de 1898, se participó al Clero de este Arzobispado en
Circular reservada?»
27. Contestamos en 14 del mismo mes y año, «En cuanto á la duda
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 34
510 BOLETÍN CANÓNICO
por V. expuesta, debo manifestar que el decreto del Sto. Oficio de que
habla el Tesoro del Sacerdote en la nota 2 del número 962 de la edic. 12.*
sólo trata de quiénes deben ser considerados como pobres en orden á
quedar exentos de tomar el Indulto cuadragesimal; pero nada dice res-
pecto á la otra cuestión de si quedan ó no exentos de tomar la Bula de
Cruzada para poder comer carnes los días que aquel Indulto lo permite.
Esta última cuestión se resuelve según la doble interpretación pro-
bable de las palabras de Pío VII: Quod onus, cuya carga, las cuales
palabras unos explican diciendo que el onus se refiere á ambas bulas, y
otros dicen que sólo hace referencia al Indulto cuadragesimal, como
usted perfectamente sabe.
28. Existe además la respuesta de la Sagrada Congregación de Nego-
cios Eclesiásticos, que, preguntada sobre esta doble opinión, contestó
Nihil esse innovandum, 18 de Marzo de 1890; respuesta que cada cual ha
interpretado en su favor,
29. Asi, pues, la sentencia que dice que los pobres para poder comer
carne en los días que lo concede el Indulto cuadragesimal no necesitan
tomar tampoco la Bula de Cruzada, es sólidamente probable pero no
puede llamarse cierta».
30. B) En 3 de Marzo de 1906 se nos dirigió la siguiente: «En el
tomo 2° de la segunda edición, n. 1.113, IV, dice usted que los pobres
«ut carnes edere possit, probabiliter non tenentur sumere ñeque Crucia-
»tam», y alega usted como fundamento el Breve de Pío VII.
>Esa misma doctrina he tenido por verdadera hasta hace poco tiempo;
pero como del adjunto despacho del Sr. Comisario de Cruzada se deduce
todo lo contrario, y la obra de usted es de fecha posterior á la de ese
despacho, no llevará Su Reverencia á mal que plantee el aquiles de mi
duda en los términos siguientes: ¿Tuvo usted presente el citado despa-
cho al confeccionar su obra? Si lo tuvo presente, como lo supongo,
espero de su amabilidad me diga en qué razones se funda para sostener
una doctrina mandada retirar. ¿No lo tuvo usted presente? Pues dígame,
después de haberlo leído, si puedo seguir sosteniendo la doctrina de
usted, y en qué argumentos he de apoyarme.»
31. Nuestra contestación, á 14 del mismo mes y año, decía así: «La
resolución de que usted me habla habíala yo leído antes en Moran, Al-
sina, Mach, etc., y ella no obstante, tengo todavía por probable la senten-
cia que usted leyó en el tomo 2.°, edic. 2.^ n. 1.1 13, IV, del Comp. Gury-
Ferreres.
32. «Aun más: el actual Sr. Obispo de Urgel (1), cuando era Auxiliar
y Provisor de Toledo, me dijo, estando ambos en el Palacio de aquel
Sr. Cardenal-Comisario, que convenía conmigo en esta sentencia que él
tenía como verdadera.
(1) Cuando esto se imprime es Obispo dignísimo de Barcelona.
BOLETÍN CANÓNICO 511
33. »Del mismo parecer debe ser el Sr. Cardenal, pues siendo como es
amigo mío, y habiéndonos comunicado de palabra y por escrito, nunca
me ha hecho ninguna observación contra ésta ni otra de las sentencias
allí enseñadas. Y note usted que la moral Gury-Ferreres, está de texto en
el Seminario de Toledo.
34. »Por otra parte, en la resolución que usted cita hay que distinguir
dos partes: 1." La resolución propiamente dicha en la cual se pregunta:
«Si los pobres... para gozar de los privilegios de la Cruzada», etc. Puesta
la pregunta en estos términos generales, aunque hubiera la Sagrada Con-
gregación contestado affirmative, no hubiera hecho más que confirmar
lo que decimos en el lugar citado: «attamen si hanc (cruciatam) non
»sumant», etc. La segunda parte, en que habla el Sr. Cardenal Rampolla,
debe entenderse en el mismo sentido que la primera, y aunque se quiera
entender en otro, téngase en cuenta que al Cardenal Rampolla no le dio
el Papa autoridad para resolver, y así sus palabras no tienen más fuerza
que la de una interpretación particular, aunque respetabilísima.
35. »En el P. Mach, Tesoro del Sacerdote, edic. \2.% p. 962, n. 617,
nota 1.", se lee que el Vicario Capitular de Calahorra, con posterioridad
á la resolución citada, pidió para pobres asilados: 1.", «ut privilegiis et
»indulg. BuUae Cruc. gaudeant absque tanti diplomatis acceptione»;
2.°, «necnon privilegio edendi carnes sine acceptatione Indulti». Y la
Sagrada Congregación, con autoridad pontificia: «Benigne remisit preces
»quoad primam partem prudenti arbitrio et conscientiae R. P. D. Ordinarii
«oratoris...; quoad secundam nempe, privilegium edendi carnes sine accep-
»tatione indulti..., quia paaperes propter inopiam talia documenta acci-
»pere nequeunf, non indigere.»
»Como se ve, esta respuesta favorece no poco la interpretación que
damos en el Compendio, 1. c.
36. » Además es extraño que Pío Vil pondere tanto que los pobres cla-
marían al cielo si se les exigiera tal limosna, etc., y que él quiere descar-
garlos; y que después de tanta ponderación resultara que les descarga
de dar dos reales, pero tal gracia no les servirá de nada sino es dando
tres reales.
37. »Lo mismo se diga de la respuesta últimamente citada (n. 35),
donde se pondera la inopia de los pobres.
38. »E1 P. Bucceroni, profesor en Roma, enseña lo mismo en la edición
de sus Casus de 1904. Y esta es mi sentencia hasta que otra cosa se
decida auténticamente y salvo meliori.>
39. C) La siguiente es de 14 de Febrero de 1908: «¿Pueden los amos
dar comida de carne á sus criados en días de abstinencia, sin averiguar
si éstos tienen ó no la Bula de Cruzada é Indulto cuadragesimal?»
40. La respuesta decía: «En cuanto á lo de la Cruzada, es cierto que
los criados per se pueden comer carnes con sola la Cruzada y sin tener
el Indulto cuadragesimal en los días que en virtud de éste se permiten.
512 BOLETÍN CANÓNICO
Es probable que pueden comerlas, aunque ni siquiera tengan la Bula de
Cruzada. Claro está que sub levi deberán en cualquiera de estos dos
casos rezar un Padrenuestro y Avemaria cada vez.
41. »Por consiguiente (si por razón de escándalo ú otra causa no se
hace ilícito), per se puede el amo darles carnes sin inquirir si tienen ó no
los criados tales bulas. Cfr. Gury Ferreres, vol: 2, n. 1.113, IV; Mach-
Fer reres, n. 617.»
42. D) La siguiente consulta es de 11 de Octubre de 1908: «El
Obispo de N., acaba de publicar ó más bien publicó en cuaresma de este
año en el Boletín su teoría sobre la Bula de la Cruzada, obligando á
todos los pobres jornaleros, etc., etc., á tomarla si querían disfrutar del
privilegio de Carnes prohibiendo á confesores y predicadores aliter
dicere.y
43. Rep. «La prohibición del Sr. Obispo de N. sobre Cruzada la
creo oportuna en cuanto á los predicadores; pero no creo que tenga nin-
guna fuerza en cuanto á los confesores, si bien éstos deberán sérvala
proporüone acomodar su conducta al decreto del Santo Oficio que
puede verse en Gury-Ferreres, vol. 2, n. 1125, ter.
APÉNDICE
Por la analogía de la materia añadimos estas consultas.
44. En 21 de Octubre de 1908 nos escribieron desde Inglaterra: «Me
han preguntado si el privilegio del Indulto de carnes en España es gene-
ral ó personal, y si una persona que, teniendo la Bula, viene á Inglaterra
por un par de semanas puede comer carne en viernes. Haga el favor de
decirme qué hay sobre esto.»
45. Á esto respondimos: «En virtud de la Cruzada, no se puede comer
carne sino dentro de España, á no ser que fuera de ella se carezca de
otros alimentos de vigilia. Hay declaración expresa del Santo Oficio,
2 Junio 1897, desautorizando otra que había dado el Cardenal Paya.—
Cfr. Tesoro del Sacerdote, n. 617; Gury-Ferreres, vol 2.'\antes del n. 1.113,
en el subtítulo c); Casus, vol. 1, n. 140, p. 74, edic. 2.''»
46. Hace poco nos volvieron á preguntar esto mismo desde Italia, y
añadían que alguien afirmaba haber concesión posterior al decreto del
Santo Oficio de 1897. Contestamos que creíamos que no existía tal con-
cesión, y asilo confirmó privadamente el Emmo. Sr. Cardenal-Comisario.
Tal vez haya dado origen á esto el ver que en la Cartilla de Cruzada,
editada por el Secretario de la Comisaría, v. gr., en la de 1898, posterior
á dicho decreto, aun se consigna en la págima 13: «Se concede el privi-
legio de comer carnes saludables en tiempo de Cuaresma y demás vigi-
lias y abstinencias del año, aun viajando por el extranjero.»
BOLETÍN CANÓNICO 513
SAGRADA CONGREGACIÓN CONSISTORIAL
UN NUEVO CAPÍTULO DEL FUTURO CÓDIGO.— LAS RELACIONES DIOCESANAS
Y LAS VISITAS «AD LIMINA»
1. Un nuevo capítulo del futuro Código nos da á conocer en su pri-
mer número de 1910 Acta A. Sedis. Es el relativo á la visita adLimina y
relación del estado de la diócesis que deben hacer los Ordinarios suje-
tos á la Sagrada Congregación Consistorial, ó sea al derecho común,
2. En este capítulo, y en el Orden ó Instrucción que lo acompaña, se
encuentran notables mutaciones con respecto á la antigua disciplina, de
las cuales, siguiendo el plan que venimos desarrollando en Razón y Fe,
hemos creído conveniente dar cuenta, aunque sea brevemente, á nues-
tros lectores.
Dice así el decreto:
S. CONGREGATIO CONSISTORIAL!
De relationibus dloecesanls et Tlslta;tlone SS. Liminiim.
I
Decretum servandum ab ómnibus locorum Ordinariis qui S. Congregationi
de Propaganda Fide subjecti non sunt.
3. A remotissima Ecclesiae aetate repetenda lex et consuetudo est, qua singulí
Episcopi, statis temporibus, Urbem petant, ut sanctorum apostolorum Petri et Pauli
limina venerentur, suaeque statum dioecesis exponant Apostolicae Sedi: cujus rei
illustria monumenta veteres Ecclesiae annales suppeditant.
4. Ejusmodi autem facti ratio in ipsa Ecclesiae natura et constitutione nititur, atque
a sacro Petri primatu necessario fluit, cui christiani gregis universi commissa custodia
est, per divina illa praecipientis Domini verba: pasee agnos, pasee oves. In utroque
autem muñere, quum visitationis sacrorum Liminum, tum relationis de statu dioecesis,
debitae Petro ejusque successori submissionis et reverentiae continetur officium.
5. Verum, quamvis unum et alterum hujus legis caput tot antea saeculis viguerit,
serius'tamen ha de re certior invecta est disciplina. Est enim Xysto V tribuendum,
quod is, Constitutione edita die 20 mensis decembris 1585, cui initium Romanas Pon-
tifex, congrua ratione determinaverit," quibus temporibus et qua lege visitanda sacra
Limina essent et reddenda ratio Summo Pontifici de pastoralis officii implemento a
Patriarchis, Primatibus, Archiepiscopis et Episcopis: quibus etiam prospexerunt ency-
clicae litterae Sacrae Congregationis Concilii, datae die 16 mensis novembris 1673.
Abbatibus autem nullius dioecesis cautum est per Constitutionem Benedicti XIV, datam
die 23 mensis novembris 1740, quae incipit Quod saneta.
6. Haec obtinuit ad nostros usque dies disciplina. Verum, effectis hodie multo facl-
lioribus ac tutioribus dioeceses inter et Sanctam Sedem commerciis, jam praesentls
aevi conditionibus haud responderé visa sunt ea, quae in memoratis Constitutionibus
decreta fuerunt circa visitationes ad sacra Limina ac dioecesum relationes ad Aposto-
licam Sedem.
7. Re mature agitata in coetu Emorum Virorum Pontificio Juri in unum corpas redi,
gendo praepositorum, conclusa ab iisdem, SSmi. D. N. Pií Papae X jussu, ad hanc
514 BOLETÍN CANÓNICO
S. Congregationem Consistorialem delata sunt, eidemque commíssum judicium, utrum
et quomodo ejus coetus consilia publici juris fleri atque in usum deduci possent, etiam
ante promulgandum ipsum Codicem.
8. Nunc vero, ómnibus diligenter perpensis, iisque inhaerens quae a memorato
coetu PP. Cardinalium deliberata sunt, S. Congregatio Consistorialís, de mandato
SSmi. Domini Nostri, Eoque adprobante, decernit quae sequuntur:
Can. i.
Abrogata lege temporum, quibus hactenus visitanda fuerunt sacra Limina et relatio
Sanctae Sedi exhibenda de statu dioecesis, omnes locorum Ordinarii, quibus dioecesani
regiminis onus incumbit, obligatione tenentur referendi singulis quinquenniis ad Sum-
mum Pontificem de statu sibi commisae dioecesis ad normam canonum infra posito-
rum et novi Ordinis praesenti decreto adjecti.
Can. II.
§ 1. Quinquennia sunt fixa et communia, incipientque a die 1 mensis januarii
anno 1911.
§ 2. In primo quinquennii anno relationem exhibebunt Ordinarii Italiae, et insularum
Corsicae, Sardiniae, Siciliae, Melitae, allarumque minorum adjacentium.
§ 3. In altero, Ordinarii Hispaniae, Lusitaniae, Qalliae, Belgii, HoUandiae, Angliae,
Scotiae et Hiberniae, cum insulis adjacentibus.
§ 4. In tertio, Ordinarii imperii Austro-Ungarici, Germanici, et reliquae Europae
cum insulis adjacentibus.
§ 5. In quarto, Ordinarii totius Americae et insularum adjacentium.
§ 6. In quinto, Ordinarii Africae, Asiae, Australiae et insularum his orbis partibus
adjacentium.
§ 7. Et ita per vices continuas singulis, quae sequentur, quinquenniis.
Can. III.
§ 1. In prima cujusque Ordinarii relatione ad singula quaesita, quae in adjecto
Ordine continentur, distincte responderi debet.
§ 2. In relationibus quae sequentur sufficit ut Ordinarii ad quaesita in singulis arti-
culis contenta dicant, utrum novi aüquid habeatur, necne.
Adjicient vero quo modo et quo fructu ad effectum perduxerint mónita et mandata,
quae S. Congregatio in sua responsione ad relationem significaverit.
§ 3. Relatio latina lingua est conficienda.
§ 4. Subsignanda autem erit, praeter quam ab Ordinario, ab uno vel altero ex convi-
sitatoribus, qui de statu dioecesis magis conscii sunt et de ea testificari possunt.
Ipsi vero circa ea quae ex relatione noverint, si publici juris non sunt, gravi secreti
legi adstringuntur.
Can. IV.
§ 1. Ómnibus et singulis pariter piaecipitur ut, quo anno debent relationem exhi-
bere, beatorum apostolorum Petri et Pauli sepulcra veneraturi ad Urbem accedant, et
Romano Pontifici se sistant.
§ 2. Sed Ordinariis, qui extra Europam sunt, permittitur ut alternis quinquenniis,
dest singulis decenniis, Urbem petant.
§ 3. Huic obligationi Ordinarius, vel ipse per se, vel per Coadjutorem aut Auxilia-
rem Episcopum, si quem habeat, satisfaciet; vel, justis de causis a S. Sede probandis,
per idoneum sacerdotem qui in eadem dioecesi stabilem commorationem teneat.
Can. V.
Si annus exhibendae relaíioni adsignatus, ex toto vel ex parte, inciderit in primum
biennium ab inito dioecesis regimine, fas erit Ordinario ab exhibenda relatione, et a
visitatione sacrorum Limjnum peragenda pro ea vice, abstinere.
BOLETÍN CANÓNICO 515
Can. VI.
§ 1. Próximo anno 1910 Ordinarii, qui relationis et visitationis obligatione tenentur,
ex benigna SSmi. D. N. venia eximuntur.
§2. Annis autem 1911 et 1912 a reiatione et visitatione abstinere licebit Ordinariis,
de quibus § § 2 et 3 can. II, qui anno 1909 juxta veterem temporum periodum legi satis-
fecerunt.
Qui vero de statu suae dioecesis referent, hi ad normam novi Ordinis a S. Sede
statuti huic muneri satisfaciant.
Can. VII.
Denique cum sacrorum Liminum visitatio et relatio dioecesana ad Apostoiicam
Sedem non sint confundendae cum lege de visitatione pastoraii dioecesis, idcirco vigere
pergunt praescripta a Concilio Tridentino, sess. XXIV, cap. III de reform., his verbis
expressa: Propriam dioecesim (Episcopi) per se ipsos, aut, si legitime impediti fuerint,
per suum generalem Vicarium aut Visitatorem, si quotannis totam propter ej'us latitu-
dinem visitare non poterunt, saltem majorem ejus partem, ita tamen ut tota biennio per
se vel Visitatores saos compleatur, visitare non praetermittant.
SSmus. autem D. N. Pius Papa X, his canonibus etadjecti Ordinis normis mature
perpensis, jussit haec omnia promulgari et evulgari, mandavitque ut ab ómnibus ad
quos spectat integre serventur, contrariis quibuslibet minime obstantibus.
Datum Romae, die 31 mensis decembris anno 1909.
C. Card. De Lai, S. C. Consistorialis Secretarias.
L. ^ S. S. Tecchi, Adsessor.
(Acta A. Sedis. vol. 2, p. 13-16.)
COMENTARIO
9. El decreto, como de costumbre, tiene dos partes: histórico-expcsi-
tiva la primera, y dispositiva la segunda.
J. B. Ferreres.
(Continuará.)
EXAMEN DE LIBROS
La educación intelectual, por el P, Ramón Ruiz Amado, de la Compañía
de Jesús. Un volumen en 4.° menor de V-708 páginas, 6 pesetas.— Gustavo
Gilí, editor, Barcelona, 1909.
Alabanza del padre de familia en el Evangelio es, que saque de su
tesoro cosas nuevas y viejas. Esa misma puede tributarse al P. Ruiz
Amado por haber aprovechado en La educación intelectual las cosas
nuevas con tal arte que no padezcan mengua las antiguas; más aún,
sobresalgan á veces ó sean legítimamente vindicadas. En especial, bene-
ficia el P. Ruiz Amado las minas escondidas en los pedagogos alemanes,
singularmente en Herbart; pero no ciegamente, sino purgando el metal
precioso de las escorias que lo envilecen. De lo más nuevo para los lec-
tores españoles será el capítulo primero, dedicado á la teoría del inte-
rés pedagógico, desarrollada en cuatro artículos, que exponen sucesiva-
mente su noción, especies, efectos y los medios de despertarlo. La noción
la hubiéramos deseado ver como resumida en una definición breve á la
vez que completa. Los cuatro capítulos siguientes versan sobre el fin,
sujeto, objeto, método y plan de la educación intelectual. En todos se
analizan, discuten y resuelven numerosos é importantísimos problemas.
Juntando lo aprovechable de lo antiguo con lo nuevo y añadiendo lo
particular de su experiencia y de su discurso, ha compuesto el P. Ruiz
Amado una obra útilísima, repleta de doctrina, henchida de reglas muy
prácticas y discretas observaciones.
Uno de los capítulos más interesantes y de más actualidad es el refe-
rente á las humanidades clásicas y modernas. Mantiene el autor las anti-
guas posiciones, dando la preferencia, en orden á la educación intelec-
tual, á las lenguas griega y latina, mayormente á la última para los espa-
ñoles, y á los clásicos griegos y latinos. No todas las razones son ente-
ramente eficaces, pero sin duda habrán de convenir amigos y adversarios
que las hay de mucho peso. Empeñado en semejante contienda, hubo de
bajar al palenque adonde le llamaban Gaume y sus secuaces, á cuyos
ojos la educación clasico-pagana ha sido el gusano roedor de la socie-
dad moderna; para matarlo era preciso aplicar los clásicos cristianos.
No es decible el revuelo que se armó con el descubrimiento insecticida
de Gaume. Dividiéronse en facciones los católicos franceses, hinchiéronse
de hbros y folletos los estantes de las librerías, y el eco de la lucha
repercutió más allá de los Pirineos, del Rin y de los Alpes; cosa no
extraña, porque cuando truena en Francia truena en todas partes. Pasado
el hervor de aquellos primeros encuentros, entra ahora en liza con más
calma el P. Ruiz Amado. Radical é intransigente, condena al ostracismo
EXAMEN DE LIBROS 517
de la escuela de humanidades los clásicos cristianos, así sean los Santos
Padres, y aun por veneración á éstos. Seremos imparciales. La razón
que más esfuerza el P. Ruiz Amado relativa al fondo no nos acaba de
convencer. En cambio, juzgamos inapeable la de la forma literaria, así
como la del embrollo gramatical que supondría la amalgama de paganos
y cristianos.
No resume el P. Ruiz Amado en el nuevo libro la historia de esa
contienda por haberlo hecho en otra parte; mas, ¿no hubiera sido con-
veniente hacer alguna excursión á Bélgica, rompiendo una lanza con el
nuevo sistema que alcanza allí tanta boga y no es enteramente el de
Gaume? Para no dejar á obscuras á nuestros lectores, lo explicaremos
en pocas palabras.
Más ha de cuarenta años vivía en Chátillon, ignorado pueblecito de
la diócesis de Namur, un cura laborioso, erudito, encariñado con reinte-
grar, como él decía, en las humanidades clásicas los Padres de la Iglesia
griegos y latinos, y aun otros escritores de la Edad Media. Llamábase
Luis Guillaume. No tenía la prevención y ojeriza de Gaume contra los
clásicos paganos; antes bien los miraba con simpatía y aun los juzgaba
elemento indispensable de la formación escolar. ¿No son ellos los repre-
sentantes del arte antiguo, de ese arte que es la expresión de una forma
especial de lo bello, es á saber, de la belleza sensible, material? Lo son
en verdad, mas no bastan; hay que aparear con ellos los autores griegos
y latinos de los primeros siglos cristianos y aun la literatura de la Edad
Media, la más admirable que el mundo ha visto. Esta literatura sublime
con frecuencia, grave siempre y, sobre todo, profundamente moral, ins-
pira en su conjunto el sentimiento más elevado de la belleza ideal. De
ese latín cristiano y popular nacieron laS lenguas modernas llamadas lati-
nas; esa literatura y esa civilización, son el lazo que une la edad moderna
con la antigua. El mismo conocimiento de los autores paganos ganaría
con el nuevo método, porque sólo parangonados con los cristianos pue-
den descubrir enteramente sus méritos y deméritos.
Por otra parte, con el uso exclusivo de los paganos, ¿qué idea van á
formarse de la religión y de la Iglesia los discípulos, cuando los aplausos
tributados á los autores paganos vayan acompañados de letal silencio
para los cristianos? Pensarán que Homero, Platón, Demóstenes, Cice-
rón, Virgilio, Horacio son los genios de la literatura, y cuando más
tarde estudios superiores lleven á sus oídos el rumor de escritores ecle-
siásticos, se dibujará en sus labios una sonrisa desdeñosa ó una mueca
de desprecio. ¿Qué han de valer unos escritores que sus maestros no
consideraron dignos, no ya de igualarlos á los paganos, mas ni siquiera
de mencionarlos?
Pero hay más: el estudio exclusivo de los paganos engendra en los
niños un ideal artístico falso, en que todo se reduce al. color, al sonido,
518 EXAMEN DE LIBROS
á la armonía, á las formas vanas y superficiales; abálense á la tierra las
almas creadas para el cielo; perviértese el gusto literario, únicamente
prendado de la forma en detrimento del fondo, y se frustra el fin prima-
rio de la educación, que es la formación del hombre completo. Con los
clásicos paganos sólo se producirán hombres privados de la parte más
esencial al cristiano. Y no se responda que llenará este vacío la educa-
ción religiosa al lado de la pagana, porque la educación no es como la
instrucción, obra de una hora, de una lección, sino de todas las horas y
de todas las lecciones, porque es, en suma, la perfección armónica del
hombre entero por el desenvolvimiento continuo y progresivo de nues-
tras principales facultades.
Este es, lealmente expuesto, el resumen de la apología que á favor
del nuevo método escribió Dufour en la Révue Apologétique de Bruselas,
(en 16 de Junio de 1909), repitiendo á su vez las razones del inventor.
Pronto simpatizaron con la idea de Guillaume dos clarísimos varo-
nes: Kurth, el historiador eminente de la Edad Media, y el canónigo
Sosson, famoso por el impulso que dio en Bélgica al canto gregoriano.
Entreteníanse los tres frecuentemente con íntimos coloquios, inflamán-
dose en amor del ideal cristiano en la historia, en la liturgia, en la lite-
ratura; los tres anhelaban de consuno la restauración de las letras cris-
tianas por la reforma de las humanidades. Puso manos en la obra Gui-
llaume, y, hallando entusiastas colaboradores, emprendió en 1895 una
doble colección de clásicos paganos y cristianos comparados. La pri-
mera serie fiabía de comprender fragmentos escogidos para todas las
clases, y de tal índole, que formasen como un curso práctico de teoría
literaria, pagana y cristiana, extendiéndose, por una parte, desde el siglo
de los Escipiones hasta Claudiano, y por otra, desde Tertuliano al rena-
cimiento del siglo XV. Los trozos habían de contener temas idóneos para
servir de paralelo entre los paganos y cristianos, cuanto á lo verdadero,
lo bello y lo bueno. La segunda serie había de constar de obras comple-
tas de las dos literaturas; por oi^m^^Xo, Acta Mar tyrum, Prosas ó secuen-
cias de Adam de San Víctor, Sermones de San Agustín, á las cuales
habían de corresponder las Vidas de Cornelio Nepote, las Metamorfosis
de Ovidio, las Odas de Horacio, las Oraciones de Cicerón. Buena parte
del plan está ya puesto en ejecución.
El método de Guillaume cuenta con ardientes partidarios y con deci-
didos impugnadores. Su fama traspasó las fronteras; Benigni, profesor
del Seminario Apolinar de Roma, escribía en 1903 en la Miscellanea di
storia: «La tesis de Guillaume es indiscutible, como es también indiscu-
tible la necesidad de su aplicación general.»
Los que lean el libro del P. Ruiz Amado verán que la tesis no es tan
indiscutible; porque si bien La educación intelectual no discute en par-
ticular el método de Guillaume, suministra argumentos contra él, y res-
puestas con que satisfacer á las razones poco antes expresadas. Allí se
EXAMEN DE LIBROS 519
verá también con qué reparos y prevenciones evitaban las escuelas
católicas el daño del uso inconsiderado de los clásicos, desterrando los
inmorales, expurgando los textos admitidos y procurando poner los
mismos libros paganos al servicio de nuestra santa religión. Por otra
parte, la educación religiosa no se limitaba á las clases de Catecismo,
sino que se difundía por todas las enseñanzas en substancia, ordenán-
dolas todas al conocimiento y amor de Dios nuestro Señor. No, no era
de temer, con tales precauciones y cuidados, que la lectura de Salustio
engendrase revolucionarios al talle de Catilina, ni el epicureismo de
Horacio inficionase el corazón, ni las ridiculas ficciones de la mitología
hiciesen desear de veras lo que en burlas poéticas ansiaba Nicomedes
Pastor Díaz:
¡Qué feliz, qué encantado, si ignorante.
El hombre de otros tiempos viviría,
Cuando en el mundo, de los dioses vía
Doquiera la mansión!
Cada eco fuera un suspirar amante,
Una inmortal belleza cada fuente;
Cada pastor ¡oh luna! en sueño ardiente
Ser pudo un Endimión.
(Á la luna.)
Más radical reforma que la de Guillaume aguarda á los belgas, si
no se dan prisa á parar el golpe; la ruina, digo, de toda suerte de huma-
nidades clásicas. En el Congreso de Malinas de 1909 levantó la voz
contra esa reforma el P. Verest,,ardiente defensor de los clásicos paga-
nos en las humanidades. Antes, en Octubre de 1906, lanzaron vigoroso
grito de alarma 189 profesores de las Universidades belgas, y 1.555 pro-
fesores de la enseñanza media, los cuales, en exposición dirigida al
Ministro de Instrucción pública, declaran «su profunda convicción de que,
para los supremos intereses del reino y para su cultura intelectual, esté-
tica y moral, importa que la juventud escolar, destinada á ser un día la
parte escogida de la nación, continúe sometida á la influencia del pensa-
miento literario y artístico de los Griegos y Romanos, mediante el
estudio de las lenguas y literaturas clásicas». Nuevo testimonio que
puede agregarse á los muchos anotados por el P. Ruiz Amado en La
educación intelectual.
N. NOGUER.
P. ILARIO RiNiERi. S. Pletro in Roma ed i primi Papl secondo i piú
vetusti cataloghi della Chiesa Romana.— Torino, G. B. Berruti, vía
Garibaldi, 18; 1909. En 8.° de LV-404 páginas, 5 liras.
La ida de San Pedro á Roma, su episcopado y martirio en la misma
ciudad son tres hechos históricos, no pertenecientes, es verdad, al depó-
sito de la fe, pero tan unidos con uno de sus más sagrados dogmas, que
prudentemente, según la carne, algunos protestantes hoy, aunque ven la
520 EXAMEN DE LIBROS
verdad histórica de los hechos, rehusan admitirla por miedo al dogma
que niegan; é imprudentemente algunos católicos contemporizan hasta
tal punto con los protestantes en no admitir la verdad de aquellos hechos,
que se ven casi forzados á abandonar el dogma que debieran sostener
y defender.
Ese dogma no es otro que el primado de honor y jurisdicción, que de
San Pedro pasa á sus sucesores en la Sede Romana; de modo que, según
frase del Concilio Vaticano, «el que sucede en esta Sede á Pedro, obtiene
por disposición del mismo Cristo el primado de Pedro en toda la uni-
versal Iglesia». (Enchir., núm. 1.824.)
Por esto, desde el principio comprendió la Iglesia la importancia
suma de conservar escrita esa serie cronológica de Pontífices Romanos;
y escritores griegos y latinos se dedicaron con esmero á formar los
catálogos; algunos de los cuales han llegado hasta nosotros.
De aquí las dos partes de este hermoso y bien trabajado libro:
I."* (Caps. I-XIX): Los primeros Papas y los más antiguos catálogos.
Se enumeran, principiando por el de Furio Dionisio Filócalo, los más anti-
guos de estos catálogos, se discute su valor y dependencia de unos y
otros, para deducir (pág. 191) de todos ellos la serie cronológica, si no
cierta, al menos la que parece más aceptable, de los Pontífices Roma-
nos desde San Pedro á San Ponciano (an. 231).
No es posible entrar aquí en más particularidades; sólo es justo adver-
tir que el P. Rinieri no ha temido examinar á fondo la materia, de suyo
difícil y complicada, ni discutirlas razones más ó menos fundadas de sus
adversarios, fueran católicos ó protestantes, ni, por último, apartarse,
cuando se creía obligado, de opiniones no poco admitidas; como, v. gr., en
negar resueltamente la identificación , de Cleto y Anacleto (caps. XII
y XIII), que los mejores catálogos suponen dos distintas personas.
2."' (Caps. XX-XXXl): San Pedrd en Roma; esto es: su ida, su poder
episcopal por veinticinco años en Roma, sus últimos días antes del mar-
tirio, las tradiciones sobre su disputa con Simón Mago y el Quo vadis?,
su muerte y sepultura, buscando en cada una de estas cosas, no sólo la
realidad del hecho en sí, sino también su época más ó menos precisa; y
en cuanto á la muerte y sepultura, el sitio más ó menos averiguado.
No todos estos hechos pueden probarse con el mismo grado de cer-
teza, que la ida, poder y martirio; algunos, como la disputa con Simón
Mago, no salen de los límites de la probabilidad, aun en sus principales
líneas; pero bueno es saber qué fundamento tienen todas estas cosas, y
seguramente recorriendo con atención las páginas de este libro queda uno
perfectamente enterado, si no del todo satisfecho. Quiero notar, para con-
cluir, que el capítulo XXIV encierra, además del himno de Prudencio á
los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, su traducción y copiosas notas
aclaratorias.
E. Portillo.
EXAMEN DE LIBROS 521
Antología moderna orgánica española, coleccionada por el R. P. N. Otaño,
de la Compañía de Jesús, dedicada al Gran Restaurador de la música reli-
giosa, S. S. Pío X.— Edición Lazcano y Mar, Bilbao. Precio, 12 pesetas.
Con verdadero entusiasmo debe ser saludado por todos los amantes
del verdadero arte patrio este florilegio ó antología musical, que editado
con verdadero lujo nos ofrece la acreditada casa Lazcano y Mar, de Bil-
bao. Esta colección es un indicio de que hay en España fuerzas vivas,
que, unidas, podrán mucho en el terreno del arte, y un elocuente testi-
monio del resurgimiento musical, que en poco tiempo ciertamente se ha
verificado en nuestra patria. « Ya han pasado los tiempos, como dice
Mr. Widor en el prólogo de sus sinfonías de órgano, en que el organista
fijaba indefinidamente el pie sobre el pedal, teniendo que pensar muy
despacio el moverle.» Estos tiempos, afortunadamente, van pasando
también para España. Hasta ahora puede decirse que para ejecutar com-
posiciones en triple pentagrama y manejar un órgano moderno, teníamos
que acudir á obras extranjeras. Desde hoy se puede decir que comenza-
mos á contar con repertorio propio. Autores de gran valía, más ó menos
afamados ya en el mundo artístico, de escuelas y tendencias diferentes,
se presentan en esta colección, que por lo mismo habría de formar
parte de la biblioteca de todo organista amante del arte sacro-hispano.
Precede á la obra una reproducción en elegante papel satinado, de la
carta escrita por el Emmo. Sr. Cardenal-Secretario de Estado, en nom-
bre de Su Santidad, aceptando la dedicatoria de la obra y bendiciendo
y alentando al colector y colaboradores. Sigue el prólogo, en que el
coleccionador trata de la utilidad de la obra, del plan que ha presidido
á su composición, y en el que añade oportunas y atinadas observaciones
para su uso práctico. Dignas de atención son las ideas sobre la unifica-
ción del órgano español, con que se favorece la adquisición de instru-
mentos modernos. Entre las observaciones alega el P. Otaño algunos
interesantes párrafos de Mr. Widor en el prólogo de la obra L'Orgue de
Jean-Sebastien Bach, por Mr. Pirro; sabias lecciones ciertamente para
los organistas. De alabar es que se adopte en esta colección la técnica
española, conservando, por ejemplo, el clásico nombre de ecos para los
pedales de expresión. ¡Lástima no pudieran adoptarse denominaciones
españolas para todos los registros! La nomenclatura de los teclados es
la propuesta en el Congreso musical de Valladolid.
Vienen á continuación las biografías y noticias de los autores que
han contribuido á formar el florilegio. Idea feliz, que hace conocer cómo
en medio de la variedad de rasgos biográficos se tiene «á la vista, son
palabras del P. Otaño, una generación que se da cuenta de la grandeza
de una obra semejante, y que se une como un corazón y una voluntad
para llevarla á cabo».
Pero vengamos al cuerpo musical de la obra. «En treinta números^
522 EXAMEN DE LIBROS
dice el P. Otaño, he procurado reunir los principales géneros y modelos
de literatura orgánica, desde los severos comentarios á temas litúrgicos
en forma antigua y moderna, hasta las más libres concepciones de estilo
moderno; desde los pequeños preludios de ambiente gregoriano ó con-
temporáneo, hasta las grandes fugas y corales más desarrollados.»
Desfilan allí, á la vista del organista, como adictos al estilo moderno
más avanzado: Alfonso, Cumellas, Guridi, Otaño y Sáinz Basabe; más
moderados: Beovide, Garaizábal, Lambert, Urteaga y Villalba; comenta-
ristas de temas litúrgicos con procedimientos modernos: Busca, Más y
Serracant, Olmeda y Rodríguez; clasicistas: Gabiola, Gibert, Mocoroa,
Tafall y Valdés. Todas las composiciones son joyas del género. No es
mi intento analizarlas técnicamente una por una. Baste decir que consti-
tuyen un bello Museo orgánico con un sano eclecticismo, que agrada.
Se ve que los autores españoles han convertido in succum et sanguinem
el influjo de las escuelas extranjeras.
Siguen por vía de apéndice cuatro composiciones de afamados orga-
nistas del pasado siglo: Eslava, Gorriti, Arrióla y Balerdi, maestros que
en época de decadencia supieron remontarse y sentir música algo más
elevada.
Esta es la obra del P. Otaño, secundado por una pléyade de artistas
que trabajan por la restauración del arte rehgioso, conforme á los deseos
del Soberano Pontífice Pío X, y según las exigencias del arte y las glo-
riosas tradiciones del pasado. Y es preciso notar, como dice el P. Otaño,
que no representa esta obra los esfuerzos de todos ó la mayor parte de
nuestros maestros y organistas. Más son los que pueden cooperar á
estos planes.
No terminaré sin tributar mil plácemes al P. Otaño, que tanto ha con-
tribuido á imprimir dirección, color y vida á este movimiento, y que
actúa en la Antología, no sólo como coleccionador, sino también como
distinguido organista, á los ilustres artistas que tan fielmente y con tanta
maestría le han secundado, y, por fin, á la afamada casa Lazcano y Mar,
que tantas mejoras va introduciendo y desplegando tanto lujo editorial
en pro de la causa de la música religiosa.
M. DE Benito.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cardenal Mercier, Arzobispo de Malina,
Primado de Bélgica, 1908. A mis semina-
ristas. Traducción de la quinta edición
francesa por Alfonso M.=^ Ramírez, es-
tudiante del Seminario Conciliar de Bar-
celona.—Luis Gili, editor, Balmes, 83,
Barcelona, 1909. Un volumen en 8.'' de
XVI-200 páginas, 2 pesetas; encuader-
nado en tela inglesa, 3 pesetas.
El Papa Pío X quiere que los bue-
nos seminaristas ntiren, como dirigidas
especialmente por él á ellos, las adver-
tencias y exhortaciones contenidas en
estas conferencias, y el Excmo. Sr. Nun-
cio Apostólico en España desea viva-
mente que los seminaristas conozcan
tan saludable doctrina, y alaba la ini-
ciativa de traducirlas al castellano.
Toda otra recomendación del libro
que anunciamos, sería inútil. Sólo di-
remos que considerado el Seminario
como casa de retiro, nos parecen opor-
tunas y bien ordenadas las materias
que en él se exponen sobre el aparta-
miento del mundo y sus frivolidades,
del recogimiento espiritual, de escu-
char la voz de Dios, de hablar con
Dios en la oración, de la paz, fruto de
la lucha victoriosa contra las pasiones
desordenadas, y de la confianza en
Dios y propia desconfianza. En la pri-
mera parte de la quinta conferencia tal
vez ocurra á alguno que el Eminentí-
simo autor reprueba los ejercicios de
meditación y oración, enseñados por
San Ignacio de Loyola, aprobados y
alabados en certa scientia por Pau-
lo III, quien exhorta á todos los fieles
á hacerlos; pero en el apéndice decla-
ra que no es así, y en toda la segunda
parte más bien trata de explicar y
hacer más suave y fructuosa la prác-
tica de ese ejercicio de meditación.
G. P. Waffelaert, S. T. D., Evéque de
Bruges. Méditations Tfiéologiques.—
Charles Beyaert, éditeur, 6, rué Notre-
Dame, Bruges; P. Lethielleux, rué Cas-
sette, Paris. Dos tomos en 4." menor es-
pañol de XXIV-677 y VlII-435 páginas,
respectivamente.
El juicio de esta nueva obra del sa-
bio y fecundo escritor limo. Sr. Waffe-
laert podemos decir que nos le da he-
cho el Sumo Pontífice Pío X, y es sin
duda la m2Jor recomendación de ella.
Al recibir el anuncio de la próxima
edición francesa, publicada ya la latina
en las Conferencias Brugenses, el Papa
se dignó dirigir una carta latina al ve-
nerable autor, fecha? de Junio de 1909,
mostrándole que le era muy grata la
edición; porque, «así, ese tu trabajo,
son palabras del Papa, habiendo sido
ya de muchísimo provecho al clero, lo
será también á los más instruidos de
entre los seglares, los cuales conviene
á la verdad que conozcan más afondo
los dogmas cristianos y su encadena-
miento, á fin de retener con más cons-
tancia la fe católica, acompañarla más
dichosamente con la santidad de la
vida y defendería con mayor eficacia.
Ni solamente aprobamos el proyecto,
sino que á fin de que conste en cuánto
estimamos tu obra, concedemos gus-
toso que aparezca bajo nuestros aus-
picios, y suplicamos á Dios que, con-
forme á nuestros deseos, la haga
abundante en frutos».
Trata en cuatro partes de toda la
Teología, ó sea, según se escribe en
la pág. XXIII, «de la ciencia de Dios
y sus obras, con la segurídad de que
este estudio traerá grandes bienes es-
pirituales á quien quiera hacerle con
la atención requerida y con el cuidado
de aprovecharse». Como lo indican ya
estas palabras, las Meditaciones teoló-
gicas, más que puntos de una medita-
ción ascética, contiene consideraciones
teológico-f ilosóficas, puntos de estudio
detenido sobre las materias más altas
de la Teología para penetrarías y es-
clarecerlas en lo posible, y con su luz
extender el calor de la sólida devo-
ción. Su exposición es clara y, en cuan-
to cabe, al alcance de todas las perso-
nas ilustradas. La primera parte trata
de la ascención de nuestra mente á
Dios por la sola razón por medio de las
criaturas, y de la razón iluminada por
la fe y la gracia á Dios Nuestro Señor,
manifestado por la revelación; la se-
gunda parte, de la predefinición y pre-
destinación eterna de todo el orden
524
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
de la naturaleza y de la gracia, y la
tercera, de la ejecución de la obra di-
vina universal en el orden de la natu-
raleza y de la gracia, origen del mun-
do, de la creación, elevación y caída
de Adán, propagación del género hu-
mano, comparación del texto genesía-
co con los datos de las ciencias natu-
rales ó profanas, acerca de la antigüe-
dad y estado primitivo del hombre,
etcétera. Los apéndices contienen ad-
vertencias sobre la interpretación y
empleo de la Sagrada Escritura y con-
sideraciones sobre el santo sacrificio
de la Misa. Aunque se propone evitar
cuestiones espinosas y conflictos de
opinión, no siempre creemos lo consi-
gue al explicar el estado de naturaleza
pura.
Normas de acción católica y social en Es-
paña, aprobadas por la Santa Sede y
presentadas al clero y fieles del arzo-
bispado de Granada, por el Prelado de
la misma.— Granada, imprenta de L. Pu-
chol Alonso, 1910. Un tomo en 4." de 24
páginas.
Después de un sentido exordio, pro-
pio de un amante Pastor que se dirige
á sus diocesanos en tiempo de Cuares-
ma, hace ver claramente el venerable
Prelado la necesidad de la acción so-
cial católica y la oportunidad provi-
dencial de las Normas de acción cató-
lica y social arriba mencionadas. Para
obtener de éstas, que se exponen en
resumen, y de aquélla los más felices
resultados, explica principalmente é
inculca las condiciones que el Papa
nos pide: unión de entendimiento, de
voluntad y de obras. Así podremos as-
pirar llenos de confianza «á restar fuer-
zas, dice, á la revolución y á reinte-
grar á la Iglesia y á la sociedad de las
que se le han quitado, por la inacción
en que hemos vivido».
Carta-Pastoral que el Ilmo. yRvmo. señor
Dr. D. Remigio Gandáseoui y Gorrochá-
TEOui, Obispo-Prior de las Ordenes mi-
litares, dirige al clero y fieles de la dió-
cesis sobre la escuela neutra ó enseñan-
za laica.— Ciudad Real, imprenta de Ru-
bisco, Calatrava, 10; 1910. Un volumen
en 4." de 80 páginas.
«En presencia de la escuela sin Dios,
que lógica y prácticamente se con-
vertirá siempre en escuela contra Dios,
la Iglesia y sus Obispos no pueden
permanecer impasibles; nadie puede
cruzarse de brazos.» Esto que escri-
be el venerable Prelado es lo que le
ha movido á publicar esta carta, que
bien puede llamarse tratado completo
sobre la escuela neutra. En él se halla
reunido con orden, claridad, viveza y
relativa brevedad lo que la razón, la
Filosofía y la experiencia y la Teolo-
gía yiel Derecho enseñan sobre mate-
ria de tanto interés vital. Con él ha
querido «poner en las almas (de sus
diocesanos, y ojala lo logre en las de
todos los españoles) una misma idea,
idea fecunda y poderosa, que á nad.'e
consienta permanecer inactivo; orden
del día que á todos enardezca y reúna
bajo la misma bandera, concentrando
las fuerzas de todos los católicos para
raer de nuestra patria la planta exó-
tica de la escuela neutra ó enseñanza
laica*.
P. V.
L'Atletisme cristiá. Carta - Pastoral del
Ilm. Sr. Dr. D. Joseph Torras y Baoes,
Bisbe de Vich, ab motiu del Sant Temps
de Quaresma de 1910.— Vich, imprenta
d'Anglada. En 4." de 42 páginas.
Frecuentemente el Apóstol San Pa-
blo traía la comparación de los certá-
menes paganos, proponiendo ahora á
los corredores, ahora á los atletas ó
púgiles, ahora á los gladiadores, para
excitar con su ejemplo á los cristianos
á la consecución del premio, esto es,
la eterna salvación. El ilustrísimo Pre-
lado vicense, siguiendo la comparación
del atleta, exhorta á sus feligreses á
mirar por sí y atender á la propia per-
fección. La oportunidad no puede ser
mayor en tiempos en que, á fuerza de
querer reformar la sociedad, nos olvi-
damos de lo que más de cerca nos
toca, que es reformarnos á nosotros
mismos.
N. N.
Las flores de Mayo á Nuestra Señora del
Perpetuo Socorro, por el R. P. Ramón
Sarabia, Redentorista. — Madrid, admi-
nistración de El Perpetuo Socorro, caWe
de Manuel Silvela, 12; 1910. Un volu-
men en 12.° de 400 páginas, una peseta.
Entre los buenos libros consagrados
á honrar el mes de María debe seña-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
525
larse especialmente para los devotos
de Nuestra Señora del Perpetuo Soco-
rro el que tenemos el gusto de anun-
ciar, debido á la castiza pluma del Pa-
dre Sarabia. Cada día, después de la
oración preparatoria general, expone,
por partes, la historia milagrosa de
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro;
explica una meditación provechosa
oportuna; refiere un ejemplo de los
actuales, sacados, dice el autor, casi
todos de la revista El Perpetuo Soco-
rro, ú oídos de personas que merecen
entero crédito, y termina con una ora-
ción particular y un obsequio. Es obra
muy recomendable de amena y prove-
chosa lectura.
El hombre tal cual es. Primeras leccio-
nes de la ciencia de los Santos, por el
P. Rodolfo J. Meyer, de la Compañía
de Jesús; traducción del inglés por el
P. Manuel Peypoch, de la misma Com-
pañía.— B. Herder, librero-editor Ponti-
ficio, Fríburgo de Brisgovia (Alemania).
Un volumen en 8.° de VIH y 294 pági-
nas. En rústica, 2,40 francos; encuader-
nado elegantemente en tela fuerte, 3
francos.
En 19 lecciones de materias estre-
chamente relacionadas con los ejerci-
cicios espirituales de San Ignacio, ex-
pone «la ciencia de los Santos, que nos
enseña de qué manera el hombre tal
cual es ha de elevarse sobre el mundo
en que vive hacia Dios, para quien ha
sido criado". Comenzando por el cono-
cimiento propio, explica el sabio autor
con gran solidez, claridad y discreción
la manera de vencer nuestras pasiones,
mortificarnos, formar bien el carácter y
practicar una vida nueva de caridad.
Es obra muy útil para pláticas espiri-
tuales especialmente.
Exposición presentada por el Dr. J. M. Nú-
ÑEZ Ponte, director del Colegio Sucre,
al ciudadano Ministro de Instrucción
pública.— Caracas, tipografía America-
na, 1909. Un folleto en 4.° de 40 páginas.
Respondiendo satisfactoriamente el
Dr. Núñez Ponte á la excitación del Mi-
nistro de Instrucción Pública de Vene-
zuela, traza con mano experta y segura
las lineas generales de un plan de en-
señanza y educación para los colegios
y escuelas de aquella república. Abun-
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI
da en observaciones y pensamientos
atinados. Lo que dice en pro del estu-
dio del latín y de la enseñanza de la
religión y de la Doctrina ciistiana para
la educación de la niñez, es de evidente
oportunidad para todas las naciones,
especialmente las latinas.
El Kulturkampf Internacional. Estudios
acerca del anticlericalismo y las con-
gregaciones religiosas por el Caro. San-
cha. Tercera edición.— Madrid, librería
religiosa de Enrique Hernández, calle de
la Paz, 6; 1910. Un volumen en 8.° pro-
longado de 240 páginas, 1,50 pesetas en
rústica y 2,50 elegantemente encuader-
nado.
De nuevo se ha hecho de palpitante
actualidad este precioso opúsculo del
Emmo. Cardenal Sancha, porque de
nuevo empieza á agitarse la llamada
cuestión religiosa, ó sea contra los re-
ligiosos. La recomendamos especial-
mente á los escritores católicos y á
cuantos se interesan por la paz religio-
sa en España y por el bien social que á
la misma producen las congregacio-
nes religiosas, cuya existencia legal se
demuestra; y las funestas consecuen-
cias de perseguirlas se ponen de ma-
nifiesto. El capítulo Nuevas orienta-
ciones es interesantísimo y de no poca
instrucción.
P. JOAON B. Ferreres, Canonista e pro-
fessor da Compagnia de Jesús. ^ marte
real e a marte apparente con relagao
aos Santos Sacramentos. Estudio Phy-
siologico- teológico. Tradugao portu-
gueza con notas y un «appendice» e dois
índices alphabeticos por T. A. Carlos
DAS Neves Ballarel, formado en Theo-
logia na Universidade da Coimbra. —
Porto, Lívraria Catholíca Portuense...,
39, Rúa da Picaría, 41; 1909. En 8." pro-
longado de XI-201 páginas, 400 reis.
Con gusto anunciamos esta nueva
traducción del célebre opúsculo del
P. Ferreres. Con ella y la húngara,
que anunciamos poco ha entre los li-
bros recibidos, son ya seis las traduc-
ciones que han de contribuir á exten-
der la doctrina saludable del original:
en francés, italiano, alemán, inglés,
además del portugués y húngaro. La
edición portuguesa es muy recomen-
dable; ha añadido la refutación de Be-
35
526
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
rardi, hecha por el mismo autor en
Razón y Fe; siete notas oportunas y
eruditas, con un apéndice tomado en
buena parte de Geniesse, en que se
tratan sólida y juiciosamente diversos
puntos relacionados con la materia
principal, y los índices alfabéticos lo
son de materias y de autores.
Programa de estudios del Seminario-Co-
legio de San Carlos, dirigido por los
RR. PP. Paúles.— Cebú, 1909.
Es un precioso folleto de 74 páginas
en 4.", profusamente ilustrado con lá-
minas, que vienen á formar un álbum
del Seminario-Colegio, y que da muy
buena idea de la institución, dirigida
desde hace muchos años por los be-
neméritos PP. Paúles. Por el pros-
pecto-reglamento, por la distribución
de los casos y por las asociaciones y
colación de grados se ve cómo nada
parece omitirse de cuanto contribuye
á la sólida formación espiritual, litera-
ria y aun física de los seminaristas y
colegiales. La Facultad de Sagrada
Teología comprende cinco cursos; seis
la segunda enseñanza (además de la
preparatoria) del Colegio; seis la se-
gunda del Seminario menor. Se dan los
títulos de bachiller en artes, de perito
mercantil, taquígrafo, agrónomo y me-
cánico.
Reloj del alma, por el P. Pablo de Rajas,
de la Compañía de Jesús. Nueva edi-
ción, arreglada por el P. José M. Soler,
de la misma Compañía. — P. Sanmartí,
editor. Un tomíto en 16° de XV-280 pá-
ginas. Encuadernado en tela con dora-
dos, 1,50 pesetas.
Muy digno de loa es el editor señor
Sanmartí por haber reproducido, para
bien de muchas almas deseosas de su
adelantamiento espiritual, esta obrita
del clásico P. de Rajas, arreglada por
el docto y pío P. José M. Soler. De ella
se hicieron en el siglo XVII, en que se
publicó, muchas ediciones y numero-
sas traducciones en varias lenguas,
prueba de su mérito reconocido. Con
gran limpidez, brevedad y piadosa un-
ción seenseña el modo de apartarse de
lo malo con el examen, confesión, mor-
tificación, etc., y obrar lo bueno con el
ejercicio de las virtudes cristianas, hu-
mildad, obediencia, etc., y el de la pre-
sencia de Dios y la devoción á la San-
tísima Virgen, hasta lograr el fervor
del espíritu y una santa muerte que
nos abra las puertas del Cielo...
Compendio razonado de Religión y Mo-
ral, por el Dr. D. Joaquín Gou SolA,
Canónigo de la Santa Iglesia Catedral-
Basílica de Gerona. Tercera edición. —
Barcelona, Herederos de Juan Gilí, edi-
tores. Cortes, 581, MCMIX.En 4.° de 162
páginas.
En recomendación de este opúsculo
baste decir que es un resumen bien
hecho por el docto autor de sus lec-
ciones razonadas de Relis^ión y Mo-
ral, tan elogiadas de la prensa católica
y muy especialmente recomendadas
repetidas veces en Razón y Fe, pues
repetidas veces se han editado. Será
muy útil, según nota oportunamente el
autor, *á los nobles mentores de la
adolescencia como Catecismo razona-
do». Nota del mismo autor es que en la
página 49, línea 1.", se ha puesto remi-
tir por resistir. Es errata de imprenta.
P. V.
J. Valdés, presbitero. (Op. 4.)— Ave, admi-
rahile Corjesu. Ad tres voces inaequa-
les órgano comitante. De venta en casa
de Alejandro Valdés, Lequeitio (Vizca-
ya). Partitura, 1,25 pesetas; cada parte
suelta, 0,10.
El Sr. Valdés, sobrino del maestro
Goicoechea y educado artísticamente
á su lado, posee gran parte de las cua-
lidades que he mencionado en el insig-
ne maestro de capilla de Valladolid.
No contento con las sabias lecciones
que aquí ha recibido, ha buscado en la
célebre escuela de Ratisbona, al lado
de los más eminentes maestros alema-
nes, su completo perfeccionamiento en
el género religioso, que exclusiva-
mente cultiva; de ahí que Valdés sea
hoy una de las más bellas esperanzas
de la joven escuela española de músi-
ca sagrada, por su solidísima cultura
y por sus cualidades artísticas de pri-
mer orden. Los maestros alemanes le
llamaban en clase el Victoria II; á mi
parecer, puede llegar á emular las
glorias de nuestro gran polifonista, sí
sigue trabajando como hasta ahora ha
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
527
trabajado. El motete Ave, admirabile
Cor ¡esa es de una factura intachable
y de una inspiración muy delicada;
domina en él un sentimiento melódico
de mucho valor.
N. Otaño.
Memorias del Observatorio del Ebro. La
Sección eléctrica, por el P. Juan GarcIa
Molla, S.J.— Gustavo Gilí, editor, Uni-
versidad, 45, Barcelona, 1909. Un cua-
derno en folio de 150 páginas.
En dos partes puede considerarse
dividida esta memoria, Electricidad
atmosférica y Electricidad telúrica. La
primera contiene tres capítulos dedi-
cados al estudio de la «Ionización del
aire » , «Potencial atmosférico» y «Ondas
hertzianas atmosféricas»; la segunda
trata en un solo capítulo de las «Co-
rrientes telúricas» que se producen en
la tierra lo mismo en tiempo normal
que en tiempo perturbado. En la ex-
posición se ha seguido un método
eminentemente práctico. Por eso,
cuando se puede, sin perjuicio de la
claridad, se prescinde de la deducción
analítica, á veces complicada, de las
fórmulas que han de aplicarse. En
cambio se explican con mucho deteni-
miento los procedimientos que pueden
seguirse para determinar las cantida-
des que intervienen en las fórmulas,
se describen minuciosamente las par-
tes todas de los aparatos, se indica
con numerosos esquemas y fotograba-
dos cómo se han instalado los diversos
aparatos, y hasta se enumeran las difi-
cultades con que suele tropezarse en
el manejo de los mismos y la manera
más cómoda y útil de obviarlas. En
fin, para que nada falte de cuanto se
refiere á la parte práctica de las ob-
servaciones, se aducen oportunos é
instructivos ejemplos, con los cuales se
enseña la manera de disponer y veri-
ficar los cálculos una vez obtenidos
los datos experimentales.
Acompaña á esta memoria un apén-
dice acerca de los iones. Aunque no
pretende el autor dar idea perfecta y
acabada de ramo tan interesante de
la ciencia eléctrica, creemos que bas-
tan estas páginas para que los lecto-
res medianamente instruidos en este
orden de ideas adquieran algún cono-
cimiento de lo que se entiende por
movilidad, masa y carga eléctrica de
los iones, y sepan cuál es, según la
opinión más probable, la constitución
de los mismos.
J. M. P.
OBRAS FILOSÓFICAS
1. Introducción General á la Filosofía,
por Juan Zaraoüeta. Folleto en 8.° ma-
yor prolongado de 87 páginas.— Ma-
drid, tipografía de la Revista de Archi-
vos, Infantas, 42; 1909.
El distinguido profesor del Semina-
rio Conciliar y de la Academia Uni-
versitaria Católica de Madrid acaba
de publicar en libro aparte las confe-
rencias dadas durante el curso próxi-
mo pasado en ambos centros de ense-
ñanza. La materia está dividida en tres
partes: ojeada histórica sobre el des-
arrollo de la Filosofía moderna; pro-
blemas fundamentales, su plantea-
miento y solución. El fin de este tra-
bajo es establecer los prolegómenos
de la Filosofía como base para un tra-
bajo ulterior. La materia, por qué ne-
garlo, es abstracta y seca, como quiera
que trata de los conceptos más áridos
de la lógica y metafísica; pero no por
eso menos importante, ya que de su
plena inteligencia depende la verda-
dera solución de problemas trascen-
dentales. Por otra parte, el docto pro-
fesor ha sabido exponer dichos con-
ceptos con precisión, orden y claridad.
2. Tratado elemental de Filosofía, por
D. Mercier y D. Nys. Tomo I: Introduc-
ción y Nociones propedéuticas (por
Mercier); Cosmología (por Nys); Psico-
logía, Cr¡teriologia,Ontología (por Mer-
cier). Traducción de la segunda edición
francesa (1909) por el R. P. Fr. José de
Besalú, o. M. C. 711 páginas en 8." me-
nor.—Luis Gili, editor, Balmes, 83, Bar-
celona, 1909. Precio, 5,50 pesetas.
Para estimar este libro en lo que se
merece, basta saber que está escrito
por autores tan prestigiosos como
el Emmo. Cardenal Mercier y el repu-
tado profesor Nys. Gracias á su ex-
posición clara, sencilla, párrafos cortos
y lenguaje acomodado á todas las inte-
ligencias, se lee sin aquel cansancio
que de suyo suele producir la lectura
de materias abstractas y abstrusas de
528
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
la Filosofía. Está inspirado en la sana
doctrina de Santo Tomás, bien que á
los partidarios de un escolasticismo
amplio, y en especial de Escoto, Suá-
rez y Buenaventura, podrá parecer á
veces algo exclusivista. En particular,
dos ventajas principales ofrece este
tomo: 1.% que este compendio no es
uno de tantos en que por centési-
ma vez se repiten las mismas ideas
expuestas en el cuadro inmoble de mu-
chas obras de texto; en éste hácense
cargo sus autores del pensamiento y
movimiento filosófico moderno y po-
nen á la Filosofía en contacto con la
ciencia, como se echa de ver, por
ejemplo, en la exposición de algunas
teorías cosmológicas y en las láminas
con que se ilustran los fenómenos bio-
lógicos y psicofisiológicos; 2.'^, que
por sus reducidas dimensiones es muy
manejable y muy acomodado para
obra de texto. Por todo lo cual cree-
mos que tendrá buena acogida en los
Seminarios, como debiera tenerla en
los Institutos y aun en las Universida-
des, y alabamos, así la traducción, que
está hecha con esmero, como la feliz
idea del editor de publicar obras de
esta índole.
3. Le Sens Commun, la Philosophie de
l'étre et les Formules dogmatiques, par
Fr. R. Garrigou-Lagranoe, des Fréres
Précheurs, professeurs de dogme au
Collége théologique de Kain-ies-Tour-
nais. Volumen en 8.° menor de 311 pá-
ginas.—París, G. Beauchesne, 117, rué
de Rennes, 1909. Precio, 3,50 francos.
En la primera de las dos partes que
contiene examina el valor lógico del
sentido común ante el pragmatismo,
sacando en conclusión que éste es una
aplicación del nominalismo más radi-
cal, y consiguientemente, la negación
del valor ontológico de los dogmas. A la
hipótesis pragmatista del sentido co-
mún contrapone el autor la teoría clási-
ca de Aristóteles y Santo Tomás. En la
segunda estudia las relaciones de las
fói muías dogmáticas con el sentido co-
mún, examinando en qué grado son
aqué'las a ^cesibles á éste,y termina con
un apéndice acerca de la crítica moder-
nista sobre las pruebas de la existen-
cia de Dios. Este trabajo apareció ya
en forma de artículos en la Revue Tho-
miste; es una refutación seria y con-
cienzuda de una parte de la doctrina
modernista, especialmente de Mr. Le
Roy. Teniendo que habérselas con los
modernistas, le hubiera sido mejor
prescindir aquí de ciertas cuestiones
incidentales y sutiles entre tomistas,
escotistas y suaristas, tanto más cuanto
que la doctrina de la subsistencia ex-
puesta por Suárez y Escoto no es,
como se le figura al autor, peligrosa.
4. Précis de Psychologie, par William
James, tradult par E. Baudin, professeur
de Philosophie au Collége Stanislao, et
ü. Bertier, directeur de l'école des Ro-
ches. Volumen en 8." mayor de XXXVI-
631 páginas.— Paris, rué Jacob, 31, Mar-
cel Riviére, éditéur, 1909. Precio, 10
francos.
El presente compendio de Psicolo-
gía es el octavo tomo que publica la
«Biblioteca de Psicología experimen-
tal», dirigida por M. Peillaube. No es
un manual árido; su lectura es amena,
de estilo vivo y expresivo; contiene
muchas observaciones y pensamientos
originales y está ilustrado con figuras.
Hay que advertir que los capítulos que
integran este tomo fueron escritos
cuando su autor figuraba como simple
psicólogo antes de su profesión de
pragmatista. Por eso, aunque W. Ja-
mes es hoy uno de los principales
portaestandartes de la teoría de la
subconciencia y de la creencia prag-
matista, sin embargo, en esta obra
apenas hace mención de estas teorías.
En la concepción de la conciencia,
como flujo ó corriente de fenómenos,
tiene ciertamente páginas brillantes;
pero exagera manifiestamente é incu-
rre en algunas inexactitudes. W. James
es partidario del determinismo psico-
fisiológico, en que la conciencia se
halla condicionada por el sistema ner-
vioso, y prescinde de la libertad psico-
lógica propiamente dicha, diciendo
que la Psicología no es capaz de pro-
barla ni de negarla. Más de una vez
hemos expresado que no podemos es-
tar conformes con algunas ideas de
W. James; pero esta obra la podrán
leer con provecho los psicólogos, y
Mr. Peillaube y Mr. Riviére han tenido
buen acuerdo en publicarla en francés.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
529
5. Las Pasiones. Tratado práctico por el
R. P. Lejeune, redentorista; traducción
de Emilio ángel Roig. 179 páginas en
8." menor.— Barcelona, Gustavo Gili,
editor. Universidad, 45; 1910. Precio, 2
pesetas.
Es un asunto muy interesante, así al
psicólogo como al moralista, como á
los educadores de la juventud. El au-
tor expone brevemente la teoría de las
pasiones en general y en especie, par-
tiendo de la base y clasificación tradi-
cional. Los 20 capítulos, de que consta
el opúsculo, ofrecen abundante materia
de reflexión psicológica, moral y peda-
gógica, en especial los capítulos IV y V,
en que se trata del gobierno de las pa-
siones y funestos efectos de las pasio-
nes desencadenadas. Se lee con inte-
rés, tanto por razón de la materia
como por la limpidez de la forma, ora
por la elección de los ejemplos, ora
por sus aplicaciones prácticas. Lleva
al principio una carta laudatoria del
Emmo. Cardenal Mercier, que es su
elogio más expresivo y autorizado.
prolongado.— Bogotá, imprenta de La
Luz, 1909.
Bajo el nombre de Filosofía del De-
recho comprende el autor en este pri-
mer tomo la Etica y el Derecho Natu-
ral. Con claridad, orden, erudición só-
lida y buen criterio va analizando los
principios é ideas fundamentales de la
Etica y Derecho Natural, como son, el
fin del hombre, el orden moral, la ley
eterna y sus participaciones, la mora-
lidad, la justicia, el derecho, sus pro-
piedades y especies, el deber y los de-
beres jurídicos, etc. Estudia la libertad
de conciencia, no en el sentido en que
el liberalismo la proclama como una
de sus conquistas, sino en cuanto es
un derecho limitado, y el autor señala
bien la verdadera autoridad que lo li-
mita. El libro viene á ser un buen tra-
tado de Filosofía del Derecho, y resul-
tará completo, en su género, cuando el
autor le añada la crítica de algunas
teorías y orientaciones que han apare-
cido recientemente.
6. Les Arguments de l'Atheisme, par
J. L. DE LA Paquerie. Opúsculo CU 8.°
menor de 64 páginas.— Paris, übrairie
Bloud et C '", 7, Place Saint-Sulpice, 1909.
Precio, 0,60 francos.
Mr. J. L. de la Paquerie es conocido
por sus Elements d'Apologetique, obra
elogiada por la prensa católica y por
Mgr. Mignot, Arzobispo de Albi. En
el presente opúsculo va refutando los
argumentos del ateísmo, fijándose en
los presentados por Kant, Spencer, le
Dantec y M. Hébert. Dice bien el au-
tor, que no basta conocer las pruebas
de la existencia de Dios, sino que para
la plena inteligencia de la cuestión
conviene conocer también las objecio-
nes y tener á mano la respuesta; y
esto es lo que hace el autor con una
exposición y crítica tan claras como
breves.
7. Filosofía del Derecho. Conferencias
dictadas en la Facultad de Derecho y
Ciencias políticas de Bogotá, por Pedro
María Carreño, profesor en dicha Fa-
cultad. Tomo 1: Etica y derecho indivi-
dual. Volumen de 239 páginas en 4.°
8. El Positivismo. Su historia y sus erro-
res, por José M. de Jesús Portugal,
Obispo de Aguascalientes (México). Un
volumen de 320 páginas en 8.° menor.—
Barcelona, Eugenio Subirana, editor y
librero Pontificio, 1908.
Aunque el positivismo, como tal, ha
pasado ya de moda, pero su espíritu
sigue informando muchas concepcio-
nes filosóficas. Por eso no carece de
utilidad presentar expuestos en un re-
ducido volumen sus dogmas capitales:
tal es la labor del limo. Sr. Obispo de
Aguascalientes. Presenta, en primer
lugar, las fisonomías de los positivis-
tas más célebres, y después los erro-
res del positivismo: bajo ambos as-
pectos es una buena contribución á la
Historia de la Filosofía, y con una lec-
tura interesante ofrece materia más
que suficiente para conocer las diferen-
tes fases del positivismo. Solamente
nos permitiremos advertir que Wundt,
aunque tiene algunos puntos de con-
tacto con los positivistas, como tam-
bién los tiene Kant, no pertenece al
grupo de los positivistas. No se nos
oculta que hace años le contaban algu-
nos, entre ellos el P. Gruber, de quien
530
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
el ¡lustrado autor toma los datos so-
bre Wundt, entre los positivistas; hoy
ciertamente no es esa la posición del
célebre psicólogo de Leipzig, el cual,
no sólo refuta el positivismo, sino que,
en alas de su agudo y sutil entendi-
miento, bien que no libre de errores,
se eleva á las concepciones más altas
y abstractas de la Metafísica.
9. La Lamiere du Cceur, par Joseph Ser-
re. Un volumen en 8.° menor de 320
páginas. — Emmanuel Vilte, éditeur,
Lyon, 3, place Belleour; Paris, 14, rué
de l'Abbaye, 1909. Precio, 3,50 francos.
El tomo, que viene á ser un como
tratado de la filosofía religiosa, cons-
ta de tres partes. En la primera se
trata de establecer que en el hombre,
además de la razón, hay otra luz, el
sentido de lo ideal, de lo divino; en la
segunda se insiste en que la ley de la
vida feliz consiste en hacer que al en-
canto y al desencanto suceda el so-
breencanto que armonice las dos ex-
presiones antitéticas; en la tercera re-
futa á Mr. Séailles acerca de la incom-
patibilidad de la moral cristiana con la
moderna En las tres partes palpita el
sentimiento cristiano del autor y su
amor sincero á la verdad; y toda la
exposición es fluida y aun sugestiva;
solamente que aparece á veces un
tanto matizada de cierto sentimenta-
lismo de Gratry, y de alguna falta de
precisión en varios puntos Más que
trabajo de rigor científico es obra de
lectura filosófica amena, lo que se
echa de ver en el mismo artificio de
las partes: éstas son tres, y cada una,
á su vez, trimembie. Las tres esfin-
ges (I.''); Los tres momentos de la
vida (2.^); Las tres morales (3.^).
E. U. DE E.
OBRAS SOCIALES
Les Syndicats professionels féminins, par
LuDovic DE CoNTENSON. Un vol. in-16 de
64 paofes (coUection Science et Religión).
Prix: O fr. 60.— Bloud et O-, éditeurs, 7,
place Saint-Sulpice, Paris.
Para remediar los grandes males de
la mujer trabajadora propone el autor
la institución de sindicatos f meninos
estrictamente profesionales, dirigidos
por las mismas trabajadoras y desti-
nados á constituir paradlas como una
segunda familia: la familia profesional.
La competencia del autor en materias
económicas da singular valor á los
nueve capítulos del libro. El sindicato
como lo propone Contenson no es una
obra propiamente confesional; pero re-
quiere una base cristiana y comunidad
en las ideas fundamentales, religiosas
y morales, entre las asociadas.
Le travail des fcmmes á domicile, par le
comte d'Haussonville, de TAcadémie
fran^aise. Un vol. in-Í6 de 64 pages.
(CoUection Science et Religión.) Prix:
0fr.60. - Elond et O^, éditeurs, 7, place
Saint-Sulpice, Paris.
La pluma elegante del autor no se
limita á exponer el estado lastimoso
del trabajo que le íirve de íe.ria, sino
que señala los remedios. El conde de
Haussonville está en estamaíe ia como
en su propio elemento; á ella ha dedi-
cado mucho tiempo sus desvelos, y así
tienen sus observaciones, sus consejos
y sus planes un mérito singular.
Annuaire de la Législation du Travail. Pu-
blié par l'office du Travail de Beijiique.
\2-^ année. 1908.— Bruxelles, iibrairie Al-
bert Dewit, 53, rué Royale, 1909. Un
tomo en 4." de 920 páginas, 6 francos.
Al anunciar el tomo anterior adver-
timos que desde entonces para ade-
lante se publ. caria el texto original in-
glés y alemán, además de la traducción
francesa, á excepción de la legislación
privativa de los cantones suizos y Es-
tados particulares de la América del
Norte. Esto explica lo voluminoso del
tomo, al cual le han cabido en suerte
varias leyes importantes. Contentémo-
nos con citar la ley de Asociaciones en
Alemania, el reglamento para la ejecu-
ción de la ley sobre el Seguro obligato-
rio de empleados privados en Austria,
la ley de Seguros obreros contra los ac-
cidentes en empresas agrícolas y fores-
tales en Dinamarca, la institución de
los Consejos consultivos del trabajo en
Francia, la ley sobre Pensiones de la
vejez en Inglaterra, sobre Pensiones de
invalidez y ancianidad en Australia, so-
bre el salario mínimo en Nueva Gales
del Sud, sobre el Descanso dominical
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
531
en Tasmania, etc., etc. España está
bien representada con leyes impor-
tantes.
Memoria del servicio de Inspección en
1907 (Instituto de Reformas Sociales,
sección segunda). — Madrid, 1908. Un
tomo en 4." de 271-Xl páginas, una
peseta.
El primer año en que se realizó el
servicio de Inspección del trabajo en
España fué el de 1907, y aunque las
primeras tentativas no suelen ser per-
fectas, han sido, con todo eso, notables
los resultados.
«Cabe consignar — dice la Memoria
en la página 9— que la cantidad de da-
tos recogidos en el primer año en que
ha funcionado la Inspección es enorme,
sin contar con los numerosos é intere-
santísimos informes que han evacuado
los inspectores sobre determinadas in-
dustrias y procedimientos de trabajo...
»E1 mimero de fábricas visitadas, de
leyes repartidas, de abusos corregi-
dos, de industrias colocadas en el terre-
no de la seguridad, necesario para ga-
rantir la vida del operario, es grande,
y esto se ha conseguido sin lucha, por
la enseñanza y el convencimiento.»
Á la Memoria explicativa de la orga-
nización de la Inspección y de las visi-
tas hechas por los inspectores sigue
el mapa orgánico de la Insperción, el
de los itinerarios seguidos y el plano
de las canteras del puerto de Alicante.
Retiros obreros. Conferencias da propa-
ganda dadas en la inauguración del
curso de 1909-1910 de la Escuela de Ar-
tes Industriales por su director D. Euge-
nio Madrigal Villada, Canónigo de la
S. I. Catedral.— Falencia, 1909.
Conferencia breve en páginas pero
nutrida de doctrina es la del Sr. Madri-
gal, celosísimo director de la revista
La Propaganda Católica de Falencia.
El fin del autor es exponer el nuevo
régimen de Retiros obreros, introdu-
cido por la ley de 27 de Febrero
de 1908, con que se creó el Instituto
Nacional de Previsión; pero con este
motivo recuerda las antiguas institu-
ciones empíricas, diversas clases de
mutualidades de supervivencia, las
compañias de seguros de vida y los
ejemplos de otras naciones. Expone la
organización del Instituto Nacional de
Previsión, defiende el régimen de liber-
tad subsidiada para los retiros obre-
ros, proclama la necesidad de confor-
mar la práctica con la ciencia actuarial
y demuestra la importancia social y
educativa de la previsión.
La Propaganda Católica ha querido
hacer más que predicar por boca de su
director, ha dado ejemplo contratando
con e' Instituto Nacional una libreta de
bonificación disponible por valor de 180
pesetas; ha solicitado el beneficio del
seguro colectivo para ser intermedia-
ria entre los imponentes y el Instituto
Nacional, y transformado su Caja de
ahorros en Caja de ahorros para la
vejez. Digno es, pues, de recomenda-
ción el concienzudo estudio del Sr. Ma-
drigal y el notable ejemplo de acción
social dado por La Propaganda Cató-
lica de Patencia.
Catecismo de Sociología cristiana, por
el Dr. Emilio Bongiorni, profesor del
Seminario Mayor de Brescia. Arreglado
para los países de lengua española por
Miguel M. de la Mora, canónigo Ma-
gistral de la Iglesia Catedral de Guada-
lajara (México). Con la aprobación de
los Excmos. é limos. Sres. Arzobispos
de Friburgo y Guadalajara. En 8.° de
XVI y 158 páginas. Precio: en rústica, 2
francos; encuadernado en tela, 2,60 fran-
cos.
No es necesario nuevo elogio para
este libro. De la edición original escri-
bía Toniolo en 1904:
«Este es un libro popular, verdadera
base de estudio y propaganda para
los jóvenes adeptos de los círculos
democrático-cristianos. Con tal fin, es
breve, claro, digno de confianza Pero
¿deja acaso por esto de tener carácter
científico'^ De ningiín modo. Por su
brevedad es una síntesis, la función
más alta de la ciencia; su clarííad
resulta del orden perfecto, que Cousin
llamaba la mitad del saber, y es digno
de confianza, autorizado, seguro...»
Un aplauso al señor de la Mora por
haber arreglado el texto italiano para
los países de lengua española.
Prof. Dr. Louis Varlez. Die Bekampjung
der iwjreiwilligen Arbeitslosigkeit 1907-
532
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
1909. (La lucha contra el paro involun-
tario). Extracto de Soziale Kultur, Ju-
lio-Septiembre de 1909.
Desde 1904 publica una crónica bi-
bliográfica sobre el paro del trabajo
en la industria el Sr. Variez, presi-
dente del Fonds de Chómage, de Gan-
te. Parecía primero en Kritísche Bíat-
ter, mas luego que esta revista no
admitió secciones críticas, salió en So-
ziale Kultur. En los cinco años trans-
curridos, la breve crónica del principio
ha ido convirtiéndose en largo artícu-
lo, donde no sólo se da razón de muchí-
simas publicaciones, sino también de
leyes y de providencias de toda suerte,
todo ello presentado en su propio me-
dio, es decir, en las naciones respec-
tivas.
Los últimos artículos, publicados se-
paradamente en folleto de 92 páginas,
se extienden desde el último tercio
de 1907 al primero de 1909, además de
los períodos indicados en casos parti-
culares, y van recorriendo sucesiva-
mente las obras de carácter internacio-
nal, las alemanas, belgas, suizas, fran-
cesas, inglesas, holandesas, italianas,
suecas, danesas, noruegas, finlandesas,
austríacas, americanas. Quien entre
nosotros quiera escribir sobre la ma-
teria, hal ara, pues, ahí un verdadero
arsenal de datos y noticias.
Catholiques et Socialistes. A propos des
. Semaines sociales, par Etienne Lamy,
de i'Académie Frangaise. (Collection
Science et Religión.) Un vol. in-16 de 61
I pages, O fr. 60.— Bloud et C'" , éditeurs,
7, place Saint-Sulpice, París.
Expuestas con brevedad la guerra
social y sus causas, traza el autor un
paralelo entre la doctrina socialista y
la de los católicos sociales, acabando
por exhortar á la acción por las ideas
y por las virtudes. Con razón encarece
Lamy la urgente necesidad de que el
catóiico conforme su conducta con su
fe, si quiere ganar á los incrédulos,
conforme en esto con las repetidas
enseñanzas de Pío X. <'E1 catolicismo-
dice Lamy— no es política de habilido-
sos ni diversión de teóricos para re-
creo del entendimiento ocioso; es ley
moral, cuya virtud se ha de probar con
virtudes y transparentarse en la vida
entera de los fieles.»
Biblioteca Manuales-Soler. Barcelona,
Consejo de Ciento, 416.
1. Documentos mercantiles de uso co-
rriente y de fácil transmisión, por don
Francisco ürau Granell, abogado. 204
páginas, 3 pesetas.
El contenido de la obra se expresa
en el título, y el orden lo declara el
autor en las siguientes palabras:
«Seguiré, en cuanto se ajuste á mi
plan para el estudio de los documen-
tos mercantiles de referencia, el orden
con que se regulan las operaciones que
dan lugar á los mismos en el vigente
Código de Comercio, extendiéndome
en el estudio de la letra de cambio,
por ser el documento mercantil de uso
más corriente entre comerciantes y no
comerciantes, procurando en todos y
cada uno de los documentos exponer
todo cuanto sea preciso para que re-
sulte claramente su forma, sus efectos
y la manera fácil de solucionar los in-
convenientes que pueden presentarse
al servirse de él con relación á los
contratos que del mismo arranquen,
que serán explicados en lo menester.»
Si á esto se añade que el autor se ha
propuesto y ha logrado escribir un
libro de vulgarización y esencialmente
práctico, avalorado con numerosos fac-
símiles, que hacen más inteligible la
materia, se entenderán la utilidad y
el mérito de la obra para toda clase
de personas.
2. Investigación y alumbramiento de
aguas subterráneas, por D. Lucas Fer-
nández Navarro, catedrático por opo-
sición en la Facultad de Ciencias Natu-
rales de la Universidad de Madrid. 165
páginas, 1,50 pesetas.
Á juicio del autor, van «equivocados
los que fían en absoluto la solución
del problema á la multiplicación im-
premeditada de canales y pantanos.
Lo que hace falta, sobre todo, es bus-
car el agua que ha de llenarlos. Por no
tener esto en cuenta, fueron un fracaso
económico la mayoría de las grandes
obras hidráulicas realizadas en nues-
tro país. Obras que, por otra parte,
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
533
por su dificultad y por su coste, sólo
están al alcance del Estado ó de las
grandes compañías industriales. Muy
al contrario de las que en este librito
aconsejaremos, que siendo fáciles, eco-
nómicas y de resultados inmediatos,
pueden ser desde luego emprendidas
por los pequeños industriales y agri-
cultores». El último párrafo transcrito
da idea de la importancia y utüidad
del libro. Suponemos que el Alberto el
Grande del siglo Xlll, de que se habla
en la página 31, como el primero que
dio la verdadera explicación de la tem-
peratura de las aguas subterráneas,
será San Alberto el Grande ó Magno.
3. Pozos artesianos, por D. Lucas Fer-
nández Navarro. 128 páginas, 1,50 pe-
setas.
Este tomito y el anterior se comple-
tan mutuamente y tienen un mismo
autor, quien ha dado en Pozos artesia-
nos las nociones de estratigrafía que
se suponen también en Investigación y
alumbramiento de aguas subterráneas.
Contiene cinco capítulos: I. Breves no-
ticias históricas. II. Nociones de Estra-
tigrafía y Petrografía. III. Pozos arte-
sianos. IV. La perforación. V. Los
pozos artesianos en España. El manual
va acompañado de un Esquema geo-
lógico de la península Ibérica.
4. La Pirotecnia moderna, por Juan Bau-
tista Ferré Vallvé, industrial piro-
técnico y químico. Con un prólogo y
. anotaciones técnicas del Dr. D. Francis-
co Perpiñá García, farmacéutico. 260
páginas, 2 pesetas.
El Sr. Ferré, con un desprendimien-
to raro entre los industriales, nos des-
cubre los secretos de su pirotecnia, en
que es maestro consumado, y con dar-
nos la receta de tantos fuegos de arti-
ficio, no ha querido emplear ninguno
en la explicación; mereciendo así doble
gratitud de los lectores, porque les
enseña mucho y con suma brevedad y
sencillez.
N. N.
Flora descriptiva é ilustrada de Galicia,
por el R. P. Baltasar Merino, S. J. To-
mo III. Fane'-ógamas, monocotiiedones,
policotiledones, criptógamas vasculares.
Suplemento.— Santiago, 1909. Un volu-
men de 703 páginas con 150 figuras.
Con este voluminoso tomo se da fin
deseado á la sabia Flora de Galicia,
elaborada durante muchos años por el
P. Merino. No hemos de repetir los elo-
gios que nos han merecido los tomos
anteriores, pues el presente está con-
tinuado bajo el mismo plan y con aná-
logas ilustraciones.
Mas como en el transcurso de la im-
presión de aquéllos el P. Merino ha
seguido recogiendo abundantes mate-
riales y explorando nuevas regiones,
hacíase necesario añadir un suplemen-
to que reúna los nuevos datos acumu-
lados por el asiduo autor de la Flora.
En él vemos la descripción de especies
nuevas, tales como el hermoso Nar-
clssus Lagol, y las vicisitudes que ha
tenido la historiada Iris, cuya lámina,
en litografía de color, ilustra el volu-
men. Publicada con el nombre de Iris
heterophylla en el Boletín de la Socie-
dad Aragonesa de Ciencias Naturales
de Julio de 1908, debió de cambiarse
el nombre en dlversifolla, por existir
otra especie con aquel mismo descrita
por los Sres. Roemer y Schultes; mas
al cabo ha debido identificarse con la
Iris Bolsslerl Henriques anteriormente
descrita. Achaque es este harto fre-
cuente en los que se lanzan á dar á la
imprenta nombres nuevos ó seres nue-
vos de la naturaleza, y achaque muy
difícil de evitar, dada la multiplicidad
de revistas y obras que en el mundo
entero se publican.
Cierran el volumen unos índices
alfabéticos muy completos, que ha-
cen más útil y fácil el manejo de la
obra.
Al dar al autor nuestra más calurosa
felicitación por haber dotado á Galicia
de una obra monumental y á nuestra
patria de un trabajo sin segundo, de-
seamos que el P. Merino tenga nume-
rosos y valientes imitadores en todas
las regiones de nuestra península, y
que él mismo, prosiguiendo adelante
por la senda empezada, acometa el es-
tudio de las Muscíneas y otras Crip-
tógamas de Galicia, como el mejor
complemento de la Fanerogamia ga-
llega.
534
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Desarrollo sobre cartulina de los cuaren-
ta y ocho sólidos cristalográficos más
importantes, por D. Eugenio Aulet So-
ler, presbitero, Doctor en Ciencias.—
Barcelona, 1910.
En otras tantas cartulinas presenta
el Sr. Aulet, catedrático de Historia.
Natural en el Instituto de Tarragona,
el trazado de los 48 cuerpos cuyo es-
tudio es más importante en Cristalo-
grafía, á la vez que en un cuaderno que
las acompaña da las instrucciones ne-
cesarias muy prácticas para construir-
lo, indicando el señalamiento, incisión,
recorte, doblado y pegado.
Es esta idea de grande utilidad para
los que estudian iMineralogia. pues con
suma facilidad y poco dispendio ten-
drán á la vista y podrán estudiar á su
sabor las formas y propiedades que
de otra manera no podrían conocer
sino con mucho trabajo y fatiga. No
menos útil será para profesores y es-
tablecimientos de enseñanza.
L. N.
De Scn'pfura Sacra. J. V. Bainvel, lector
de teología en la Facultad teológica de
Paris. Un volumen en 8." de VIII-214 pági-
nas. Precio, 3 francos; franqueo, 3 fr. 25.
Gabriel Beauchesne et C'«, 117, rué de
Rennes, Paris (6"), 1910.
De dos partes bien distintas consta
la nueva obra del sabio P. Bainvel; la
primera, documental, donde se aducen
ante todo los documentos eclesiásti-
cos de León XIII y Pío X, de las Con-
gregaciones, con alguna nota ó adver-
tencia, y las Letras apostólicas norias
que se erige el Instituto bíblico en
Roma, extractos del Vaticano y del
Tridentino y aun algunas decisiones
anteriores; siguen los documentos feo-
lógicos sumariamente indicados, y con
poco mayor amplitud se alegan lospa-
trísticos, referentes á la Escritura en
general, al Canon, á la Inspiración.
Luego viene un florilegio de textos bí-
blicos con algunas buenas adverten-
cias, en alguna de las cuales, por su
misma brevedad anfibológica, alguien
pudiera tropezar: «... num Christus lo-
cutus sit secundum sensum Jndaeorum,
etiam cum is sensus non esset omnino
verus...» (pág. 97).
Fundada en esta primera parte, se
expone la segunda, dogmático-escolás-
tica, en forma de tesis, tratándose pri-
mero las cuestiones generales de exis-
tencia y concepto de Escritura Sagra-
da, nombre, orden, inspiración, noción
de libro divino-humano...
Analízase luego el concepto de ins-
piración, la cual se extiende de alguna
manera también á la palabra «inspira-
tío verbalis late dicta». De cualquier
manera que esto sea, nada hay en la
Escritura Sagrada, ni religioso propia-
mente dicho, ni histórico ni científico
que no sea inspirado. De aquí se de-
duce la inerrancia de todo lo que afir-
ma el escritor sagrado.
La cuestión del Canon se trata con
toda la lucidez que es posible en un
capítulo, lo cual se completa con el si-
guiente, declarando la autenticidad de
la Vulgata sobre las firmes huellas de
Cornely. Por último, se da un resumen
de hermenéutica.
A la gran utilidad de presentar reu-
nidos los documentos, se añade la ex-
posición lúcida y serena, completa,
cuanto lo permite lo reducido del li-
bro. Además, con las citas de autores
se abre campo al estudio más extenso
y profundo, con el que tal vez se preci-
sarán-con más exactitud algunos pun-
tos y afirmaciones del autor á que pu-
diera hacerse algún reparo.
M. SÁINZ.
Antes y después de la primera comunión.
Ejercicios espirituales para niños, por
el R. P. Francisco M. Negro, Redento-
rista. — Madrid, administración de El
Perpetuo Socorro. 1909. Un tomo en 8."
de 674 páginas, 2 pesetas.
Esta obra doctrinal va acomodada
para los ejercicios de los niños, distri-
buida por días, en cada uno de los
cuales se ponen doctrinas, exámenes y
prácticas. Se recomienda en ella la
sencillez y claridad y la manera de
ilustrar las verdades con ejemplitos y
comparaciones á propósito para los
niños, á quien se dirigen. Las pláticas
doctrinales son muy instructivas y
amenas; por lo cual podemos augurar
y deseamos á este libro toda la acep-
tación que se merece.
R. R. A.
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
535
Rodolfo M. Fierro Torres, S. S. Nuestra
semana negra. Los Salesianos en la úl-
tima semana de Julio de 1909.— Libre-
ría salesiana de Sarria. Apartado núme-
ro 175, Barcelona. En 8." de 198 páginas.
Un episodio de la semana sangrien-
ta de Barcelona, lo que acaeció en ella
á los colegios de Padres Salesianos y
de Hijas de María Auxiliadora, se re-
fiere en este breve opúsculo. Escenas
conmovedoras, aventuras novelescas,
rasgos trágicos y cómicos hábilmente
descritos, diálogos chispeantes, hacen
que se lea este librito con sumo de-
leite y que no se acierte á dejarlo de
las manos hasta haberlo concluido.
Tiene además el mérito de la fidelidad
y verdad históricas, puesto que lo que
se narrase ha oído de labios de testigos
presenciales y de actores fidedignos
que intervinieron en las diversas jor-
nadas de aquel drama. Algunas inco-
rrecciones de lenguaje é impropiedad
en las palabras no disminuyen el inte-
rés de la lectura ni la intensidad de los
varios afectos que ésta produce.
La Sagrada Eucaristía. Opúsculo dedi-
cado á Su Santidad Pío X en su jubileo
sacerdotal, por D. Pablo Mir y Ferrhr,
cura párroco. Con licencia eclesiástica.
Barcelona, imprenta de la Casa Provin-
cial de Caridad, calle de Monteaiegre,
núm. 5; 1908. En 4.° de 192 páginas. Pre-
cio, 1,50 pesetas.
No se propone el autor tratar la ma-
teria teológicamente, sino de un modo
llano é inteligible al pueblo cristiano.
Así habremos de considerar el libro.
Trescosas hallamos en él dignasde ala-
banza: la elección de cuestiones en un
tratado en donde abundan, elección
muy apta para encender en los fieles
el amor al Santísimo Sacramer.to; el
estilo, que si se quita alguna expresión
(v. gr., el si que también), recuerda el
de nuestros clásicos de la edad de oro;
el fervor y suave unción que se reve-
lan y como que se sienten en las ex-
plicaciones de los capítibs.
Nos complacen menos alguna obs-
curidad ó confusión que hemos adver-
tido, V. gr., al discurrir sobre la con-
substanciación é impanación de los pro-
testantes, una que otra interpretación
escriturística, como el ver una prueba
de la presencia real en el texto de San
Mateo, XXVIll-20, «Yo estoy con vos-
otros hasta la consumación del siglo»,
y el afán de hacer á San Agustín par-
tidario de la comunión diaria. Acaso el
ilustre Sr. Mir, principalmente atento
á inculcar á los cristianos la devoción
de la Eucaristía, no haya juzgado con-
veniente pararse mucho en discutir
ideas como éstas, que, aclaradas, todos
las admitirían de buen grado.
A. P. G.
OBRAS LITERARIAS
Alfonso Duran. Páginas del alma. Con
prólogo del Dr. G. A. Martínez Zuvi-
RiA, 1909.
Fruto de espontánea inspiración son
estas hermosas poesías, que nos reve-
lan, al par de las aptitudes literarias,
los bellísimos sentimientos del autor,
joven sacerdote, profesor de Literatura
del Seminario de Santa Fe, en la repú-
blica Argentina. Para conocer el alma
de Alfonso Duran no hay como leer
sus composiciones «A mi madre», «Ante
María» y «Al 25 de Mayo», para no
hablar de las demás que componen el
elegante volumen.
Con el prologuista Sr. Martínez Zu-
viría, creemos que «el ejemplo del jo-
ven literato, autor de Páginas del Alma,
debería ganar muchos corazones para
la literatura» entre los eclesiásticos
celosos de la Argentina.
Luis Montoto y Rautenstrauch. Obras
completas. Tomo I. De re literaria, Anéc-
dotas, críticas, artículos, etc. — Sevilla,
1909.
En este primer tomo ha reunido el
e'egante y conocido escritor Sr. Mon-
toto varias composiciones, publicadas
ya algunas en el tomo XL de Biblioteca
Paria, referentes á asuntos literarios
y á escritores, en su mayor parte per-
tenecientes á la moderna escuela sevi-
llana. Viene á ser un libro de memo-
rias literarias del autor, escrito con
amenidad, en prosa castiza y fácil, que
se lee con interés y deleite.
536
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Narraciones para niños, por María de
EcHARRi. Aprobado por la censura ecle-
siástica.— Madrid, librería religiosa de
Enrique Hernández.
Obrita recomendable por la pureza
y amenidad de estilo con que está es-
crita y por las saludables lecciones
que contiene.
V. A.
(Continuará.)
Eco del Pueblo. Revista católica defensora
délos interesas del obrero. — Oficinas,
Palma, 39, 2.", Madrid. En folio menor.
Un año 3 pesetas. Gratuita para los
obreros.
Eco del Pueblo se llama la nueva
revista, porque ha de ser «portavoz
de lo que el pueblo dice» y de sus
«aspiraciones netamente católicas y
francamente españolas». Estas pala-
bras indican sobradamente su espíritu
y su táctica, tan conformes con el ce-
lebrado autógrafo del Soberano Pon-
tífice dirigido en Noviembre próximo
pasado á la Unión económico-social
de Italia. También debiéramos llamar-
la eco del Centro social establecido
en el Instituto católico de Artes é
Industrias, que con pujantes bríos co-
mienza la campaña de regeneración
social desde su cuartel general de
Mártires de Alcalá, 8, Buena parte
del primer numeróse emplea en expli-
car las variadas obras de dicho Centro;
pero contiene además interesantes y
amenos trabajos que hacen augurar
vida próspera al nuevo campeón y se-
ñalados triunfos. Dios le depare tanta
fortuna como le deseamos.
La Ciencia Tomista. Publicación bimestral
de los Dominicos españoles. Superio-
rum permissu.— Madrid, Santo Domin-
go el Real, Claudio Coello, 114; 1910.
Se ha publicado el primer niimero
de esta notabilísima revista, anunciada
ya en el niimero de Febrero de Razón
Y Fe. No defrauda ciertamente las es-
peranzas que hizo concebir el prospec-
to. Y en cierto modo las supera, pues-
to que da 40 páginas más de las ofre-
cidas en aquél. Y no sobran para la
abundante y variada materia que con-
tiene, tratada por cierto, á nuestro pa-
recer, con mucha competencia. Como
la revista es principalmente de infor-
mación científico religioso social, la
mayor parte del número (casi las dos
terceras partes) se dedica á los Boleti-
nes, de Sagrada Escritura y de cien-
cias-jurídico sociales, las crónicas, de
hechos dignos de especial interés en
el orden científico en diversas nacio-
nes del mundo, la Revista de Revis-
tas, asimismo de diversas naciones, y
la Bibliografía de obras más ó menos
recientes; hay alguna de 1907. Pero no
faltan artículos de fondo, uno, termi-
nado ya, de D. Alejandro Pidal y Mon,
sobre la doctrina científica de Santo
Tomás, y otros tres empezados. Con-
tinuará el del P. Getino, dando á co-
nocer la significación y vida del maes-
tro Fr. Francisco Victoria, en el cual
«se encuentra el germen, como dice
Menéndez y Pelayo, de todo el asom-
broso florecimiento teológico de nues-
tro siglo XVU, y que es para el autor
«el gran patriarca y el gran programa
del tomismo español, y, según muchos,
de la ciencia española»; concluirá el
del P. N. del Prado, sobre la importan-
cia de la cuestión tan debatida en Me-
tafísica de la distinción entre la esen-
cia física y existencia real en las cria-
turas, y el del P. González Arintero,
bien conocido de nuestros lectores. La
verdadera evolución de la Iglesia. Sólo
este tomo, de 300 páginas, bastaría
para acreditar de sabia la Redacción.
Esperamos fundadamente que los si-
guientes serán dignos del primero, para
bien de la ciencia y gloria de la reli-
gión. Nuestra cordial enhorabuena á
los Dominicos españoles.
NOTICIAS GENERALES
Madrid, 20 de Febrero— 20 de Marzo de 1910.
ROMA.— Manifestación anticlerical. El 20 los anticlericales de
Roma, entre los que sobresalía una chusma desarrapada, celebraron una
manifestación en honor del apóstata Giordano Bruno. Con energía pro-
testó el Osservatore Romano contra esa algarada callejera consentida
por el Gobierno, así como también contra la impasibilidad de éste, que
permite á la asociación Giordano Bruno establecerse enfrente del Vati-
cano, y no se recata de dirigir injurias personales al venerado Pontífice
y de coartar su libertad sagrada.— El canto en las iglesias. En una
entrevista que tuvo con el Sumo Pontífice el periodista A. Coquard, oyó
de sus labios, según refiere L'Echo de París, las siguientes palabras:
«Puede ser que el empleo de voces femeninas en los templos no ofrezca
en ocasiones inconvenientes; pero mirado el conjunto del mundo cris-
tiano, presenta tales peligros, que en ningún caso ni en ninguna nación
autorizaremos su ensayo. Hay, con todo, un medio, que se usa en Italia,
Francia y Alemania: ejercitar á las muchedumbres en el canto grego-
riano para que intervengan en la Misa y funciones sagradas.»— Confe-
rencias en el Instituto Bíblico. Conforme á lo que se indica en el
Breve pontificio Vínea Electa, que creó el Instituto Bíblico, el R. P. Fonck
comenzó á dar conferencias en la Sala Pía, cerca del Puente de San
Ángel, el 3 de Marzo. Asistieron ese día unas 1.5U0 personas, viéndose
en los primeros puestos á los Cardenales Martinelii, Sanminiatelli y los
principales Prelados del Vaticano. El tema de las conferencias de este
año se reduce á resolver las dificultades sacadas de las ciencias natura-
les contra la inerrancia de la Sagrada Escritura. Amenizó su conferencia
el Rector del Instituto Bíblico con proyecciones relativas á la flora y fauna
de Palestina, jardines de Jafa, fuentes del Jordán, orillas del lago de
Genesareth, cumbres del Líbano, pájaros, serpientes, insectos, roedores,
cuadrúpedos que se encuentran aún en Palestina y se mencionan en los
Libros Sagrados. El conferenciante cosechó muchos aplausos.— Nuevas
diócesis. Prueba de la fecundidad de la Iglesia es la creación de nuevas
diócesis. En Filipinas se establecieron cuatro: Zamboanga, Tuguegarao,
Samar y Leite, Lipa, y además una Prefectura Apostólica en la isla de
Pelawan. En el Brasil dos nuevas provincias eclesiásticas, á saber: en el
estado de Río Grande del Sud la Sede de Portalegre se ha hecho arzo-
bispal, teniendo por sufragáneas las diócesis de Pelotas, Santa María
Uruguayona, y anexionándose la de Florianópolis, dependiente hasta
aquí de Río Janeiro; en el estado de Matto-Grosso será Cuyaba en ade-
538 NOTICIAS GENERALES
lante metrópoli, y sufragáneas suyas las recientes diócesis de Corumba
y San Luis de Cáceres. Asimismo se ha creado el obispado de Aracayón
en el estado de Sergipe d'El Rey, y el de Natal en el de Río Grande del
Norte. Por fin, en el Canadá se acrecienta la provincia eclesiástica de San
Bonifacio con la nueva diócesis de Regina y el Vicariato Apostólico de
Keewatin.— Un acto del gran Sultán. Mahomed V, Emperador oto-
mano, concedió á S. E. el Cardenal Merry del Val la gran cruz de la
Orden de Osmán. Es la primera vez que en un firman turco se emplea
la palabra gran cruz. No puede desconocerse en este acto de cortesía
el deseo que tiene Mahomed de agradar á la Santa Sede.— Congreso
de la Unión electoral católica en Ñapóles. Se verificó con felicí-
simo resultado, tomándose acuerdos muy importantes. Constituyeron el
Congreso los católicos elegidos para formar parte del Parlamento, Dipu-
taciones provinciales y Ayuntamientos. Su Santidad les envió una afec-
tuosa y alentadora bendición.— Libros al índice. Por decreto de 7 de
Marzo fueron puestos en el índice tres libros del abate Turmel, titulados
Histoire de la théologie positive (desde los orígenes hasta el Concilio de
Trento), impresa por Beauchéne; Tertallien y Saint J eró me, por Bloud;
un libro de Ángel Pulido Fernández, Españoles sin patria y la raza
sefardí, Madrid; cuatro de Luis Cambara, La Sociología, Sociología cri-
minal, Antropología criminal. Psicología y Antropología criminal,
Barcelona. Anuncia el mismo decreto que el abate Turmel se sometió
laudablemente al decreto de Julio de 1909, que condenaba su Histoire
du dogme de la Papauté, y lo mismo se afirma del abate Fortunato Ruso,
autor de un libro condenado en dicha fecha.
Política italiana. — Recompensa á los diputados. Pronto será pro-
bablemente ley en Italia un proyecto que tiene la aprobación del presi-
dente Sonnino. Trátase de asignar una pensión de 40 francos á los repre-
sentantes de la patria por cada sesión de las Cámaras á que asistan.
Habiendo en el Parlamento unas 150 sesiones, resulta que puede sacar
cada uno 10.000 francos anuales. -Escándalo parlamentario. Se produjo
uno extraordinario en la sesión del 4, por haber acusado el diputado
E. Chiesa á dos generales de sospechosos de traición á la patria. Vióse
obligado el Presidente á interrumpir la sesión por veinte minutos, y
al reanudarla, otra vez se caldearon los ánimos; de ahí se originaron
varios duelos no menos escandalosos que el tumulto promovido en el
Congreso.
ESPAÑA
Política.— Declaraciones ministeriales. De las innumerables declara-
ciones que ha hecho el Sr. Canalejas desde que es Presidente del Con-
sejo, conviene recoger éstas que publica La Correspondencia de España:
NOTICIAS GENERALES 539
«Trataremos con el Vaticano; reorganizaremos la propiedad sobre bases
más científicas, más racionales, más humanas que las bases jurídicas
sobre que hoy descansa; condicionaremos las Congregaciones, sean las
que fueren, á leyes que no sean de excepción, ni de favor, ni de perse-
cución, sino de libertad y de igualdad; pero todo eso será hecho en demó-
crata y no en demagogo, en liberal y no en tirano, en gobernante cons-
titucional y no en oligarca ególatra. Pedir que los frailes sean expulsa-
dos y pedirlo en nombre de la libertad es propio de opereta bufa. Deman-
dar el reparto de la propiedad á título igualitario, es demanda de hués-
ped de manicomio. Exigir que la colectividad sea cohibida á aceptar el
ajeno criterio sin poder exponer el propio, sólo á quienes no sepan lo que
es democracia podría ocurrírseles.» Dijo también: «Estamos reorgani-
zando la Hacienda, que hemos encontrado lamentablemente desordenada...;
y hemos consagrado no escaso tiempo al estudio detallado de la organiza-
ción de nuestros territorios en África, en su aspecto político y militar, y
que hemos encontrado en estado caótico » — Otro ministro de la Corona
manifestó el 13 lo siguiente, sobre la llamada cuestión religiosa: «Para mí,
el problema es sencillísimo y tendrá una solución satisfactoria. Tiene
tres aspectos: 1.°, social: se refiere al excesivo desarrollo de las asocia-
ciones religiosas. Con reducir éstas se halla todo zanjado; 2.°, jurídico:
se someterán á la ley común, no á la ley de Asociaciones de 1887; pues
como se ha demostrado que ésta es inaplicable, se hará una ley nueva;
3.°, económico: con evitar que subsista ningún privilegio y afirmar la
igualdad en la libre competencia, queda todo solucionado. Todas las difi-
cultades que surgieron hace años en este asunto obedecieron á que se
quiso resolver de plano y de una vez el problema, confundiendo sus tér-
minos.»—¿os republicanos. Quisiéronlos republicanos hacer una segunda
edición de Electra, aprovechándose del drama político Casandra, de
Pérez Galdós, que se estrenó el 28 en el teatro Español de la Corte. No
les saHeron las cuentas; pues ni el drama gustó á literato alguno, ni enar-
deció á los espectadores. La manifestación pública en honor del drama-
turgo, preparada con mucho aparato varios días antes, resultó una mas-
carada ridicula.— Ahuevo partido. Los bizkaitarras de la izquierda han
roto definitivamente con los nacionalistas de la derecha, formando un
nuevo partido, en cuyo programa' se pregonan todas las monsergas pro-
gresistas y todos los dicterios con que el conocido buen gusto de los
anticlericales pretende afrentar á los católicos.
Reales órdenes.— La Gaceta del 26 publica un real decreto con-
cordado sobre ingreso y ascenso en el clero catedral y colegial; la
del 8 una real orden de Instrucción pública acerca de la matrícula y estu-
dios de Cirugía en los centros de enseñanza.— Liquidación del Pre-
supuesto. La Gaceta del 11 insertó los estados de la liquidación provi-
sional del presupuesto de 1909. Como lo recaudado ascendió en total
á 1.065,59 millones de pesetas, y lo pagado á 1.100,93, resulta un déficit
540 NOTICIAS GENERALES
de 35,36 millones. En la guerra de África se han consumido pese-
tas 53.794.594,45; si esta cantidad se dedujera de la cifra total de pagos,
el déficit se convertiría en un superávit de 18.431.664,02 pesetas.
Progresos materiales.— O&servator/o del Ebro. Copiamos de una
reseña de los trabajos del Observatorio llevados á cabo en 1908: «Se-
guimos enviando algunas copias fotográficas de curvas registradas por
nuestros aparatos, y varios datos mensuales á diferentes Observatorios
y Centros científicos, y en particular este año hemos enviado á París los
datos magnéticos que necesitaban para determinar la variación secular
del magnetismo terrestre en el Mediodía de Francia, pues el Observato-
rio magnético de Perpignan, que servía para este fin, ha quedado inte-
rrumpido por la influencia de los tranvías eléctricos.— Han visitado el
Observatorio este año el Excmo. Sr. D. Francisco Martín Sánchez, Di-
rector del Instituto Geográfico, que quedó muy bien impresionado, mos-
trándose muy afectuoso y ofreciéndose á ayudarnos en lo que estuviera
en su mano; el Sr. D. Joaquín Galle, astrónomo del Observatorio Nacio-
nal de Méjico, sito en Tacubaya, el cual vino á Europa para visitar los
Observatorios más importantes; lo que más le interesaba era el espec-
troheliógrafo; pues está encargado de uno de estos aparatos en aquel
Observatorio; el Dr. D. Francisco da Miranda Costa-Lobo, primer astró-
nomo de Coimbra; el Sr. Comandante de Marina de la provincia de
Tarragona, D. Miguel Pérez Moreno, profesor que ha sido de Física en
la Escuela de Guardias marinas; cinco Prelados, entre ellos el de Panamá
y el de Puebla (México), algunos profesores é ingenieros y un grupo de
cuarenta á cincuenta socios de las sección excursionista del Centro de
Lectura de Reus.»— Nueva linea ferroviaria. El 12 se inauguró el trozo
de línea del ferrocarril de Tajuña, en la provincia de Madrid, trozo que
comprende nueve kilómetros. Empieza en Tajuña y termina en Tielmes,
pasando por Perales.
Información religiosa.— Meetings católicos. Brillantísimos, muy
concurridos y entusiastas son los que se han celebrado contra las escue-
las laicas en Vitoria, Valencia, Burgos, Bilbao, Zaragoza, Santander,
Gandía, Mondoñedo, Tarrasa, Alcira, Astorga, Igualada, etc., etc. Opor-
tunamente decía un ilustre Prelado á Canalejas: «Ahí aparece clara-
mente el espíritu católico que palpita 'en la mayoría y mejor parte del
pueblo español, que aborrece todo lo que tiende á descristianizarle.» Los
anticlericales, dando pruebas de su incultura y de su hipocresía al tomar
en su boca la palabra libertad, insultaron ó atacaron á los católicos en
Valencia, Bilbao, Zaragoza y Oviedo, teniendo que intervenir en las tres
primeras poblaciones la fuerza armada para refrenar su audacia. Con
razón se queja el Osservatore Rjmano del silencio que las agencias de
información guardan sobre manifestaciones tan importantes, al paso que
refieren prolijamente las menores agitaciones de los anticlericales. —
Carta-Pastoral interesante y de actualidad. Lo es la que ha publicado
NOTICIAS GENERALES 541
sobre la libertad académica de enseñanza, con verdadero señorío en la
materia, el insigne Prelado de Madrid Sr. Salvador y Barrera. Se inti-
tula: El Estado docente y la inserta en el número del 10 de Marzo, el
Boletín Oficial del Obispado de Madrid- Alcalá.— Conferencias reli-
giosas. Hermosas por extremo y elocuentísimas han sido las Confe-
rencias que los domingos de Cuaresma ha dado en la iglesia de San
Ginés el R. P. Zacarías Martínez Núñez, O. S. A., á un auditorio tan
numeroso como selecto, del que formaban parte muchas personas que no
suelen frecuentar las iglesias.— £/2íraí/a en Lugo del limo. Sr. Basalto.
Fué una manifestación tan natural como solemne la que hizo el pueblo
de Lugo á su nuevo Pastor Sr. Basulto en su entrada en la capital de
la diócesis, verificada en la tarde del domingo 6 de Marzo.
II
EXTRANJERO
AMÉRICA.— México.— De nuestro corresponsal en aquella Re-
pública:
Reducción de impuestos sobre cereales.— Á causa de la pérdida de las cosechas de
trigo y maíz en los Estados del Centro el Presidente de la República ha decretado la
reducción de impuestos aduanales sobre dichos cereales desde el 1.° de Febrero hasta
el 31 de Marzo del presente año. La cantidad de trigo que se importará de Canadá,
Estados Unidos y Argentina ascenderá próximamente á dos millones de fanegas ameri-
canas (70 millones de Htros).— ¿a pirámide del Tajón. Bajo la dirección del inspector de
monumentos arqueológicos se han empezado ya los trabajos de limpia y desmonte de
la gran pirámide del Tajón, que se encuentra situada á unos veinte kilómetros del can-
tón de Papantla, en el Estado de Veracruz. Dicha pirámide es el monumento más
importante que ha quedado de la civilización Fotonaca. Tiene 43 metros de altura, y,
por consiguiente, es la segunda en dimensiones, después de la célebre pirámide del
Sol, en Teotihuacán.— ¿as llaves de la ciudad de México. Con motivo de la celebra-
ción del primer centenario de la Independencia nacional, el Gobierno de la república
francesa ha querido dar una muestra de amistad á la república mexicana, devolvién-
dole las llaves de plata de la ciudad de México, que le fueron entregadas al mariscal
francés Forey, en la época de la intervención francesa en México, en I8d3.— Nuevo
puente internacional. Para fines del mes de Abril quedará concluido el nuevo puente
internacional sobre el rio Bravo, entre la ciudad de Matamoros (Tamaulipas) y la ciu-
dad de Broconsville (Texas). Este será el tercer puente internacional entre México y
los Estados Unidos.
Argentina. — Exposiciones del Centenario. Tal vez la Exposición
internacional ferroviaria y de transporte será la única que pueda inaugu-
rarse el 25 de Mayo próximo. La Comisión ejecutora de la Exposición
de Bellas Artes ha comunicado á los periódicos que su apertura no
podrá verificarse hasta el 9 de Julio. Son tantos los objetos de arte que
se reciben de todo el mundo, que obligan á recurrir á esa dilación. La
Exposición agrícola, que será la más importante, por reflejar directa y
genuinamente la vida del pueblo argentino, con dificultad se abrirá en la
RAZÓN Y FE, TOMO XXVI 36
542 NOTICIAS GENERALES
fecha histórica del 25 de Mayo.— Festejos. Los festejos no han sido
todavía precisados por la Comisión especial y muy numerosa que se
constituyó hace casi un año con ese fin; pero se sabe que serán grandio-
sos. Todas las naciones tendrán representantes en ellos. Chile enviará á
su Presidente, Dr. Montt, varios ministros, senadores, diputados, con una
escolta de algunos centenares de soldados de las diversas armas chile-
nas. España mandará una representación, presidida por la infanta Isabel,
y de la que forman parte el Sr. Pérez Caballero, en nombre del Gobierno;
el capitán de navio de primera D. José Ferrer, y los Sres. Benlliure,
Selles, Bilbao, Torres Quevedo y Luca de Tena.
Estados Unidos. — El presidente Taft aseguró en una conferencia
que para el año 1915 estarían terminadas las obras del canal de Panamá.
El coste de éstas se estimó en un principio en 139 millones de dollars;
pero después se elevó á 297 millones. Anualmente se invierten 38.000.000.
No hay que apurarse por esto, pues con las nuevas leyes sobre tarifas se
espera que se obtendrá un superávit en el presupuesto de 35 millones.
EUROPA. — Francia.^ Gloriosa condena. Al Cardenal de Reims
condenó el tribunal civil el 26 de Febrero á pagar una multa de 500
francos y las costas del juicio por la Pastoral colectiva del Episcopado
francés contra los malos libros de texto. El Cardenal LuQon hizo leer
desde el pulpito de la Catedral un escrito declarando que esa condena-
ción se endereza contra todos los Obispos franceses, puesto que se funda
en una Pastoral que lleva la firma de 90 Prelados. Lejos de intimidarse
éstos, creen, como creían los Apóstoles, que es honra grandísima sufrir
por la causa de Cristo y por la defensa de las almas confiadas á su cus-
todia. — Los liquidadores anticlericales. El 8 por la tarde fué detenido
en su domicilio el anticlerical Duez, que confesó haberse apoderado de
cinco millones de francos al hacer la liquidación de los bienes de las
comunidades religiosas. L'Echo de Paris afirma que fueron diez los
millones. Este hecho ha producido un revuelo colosal en Francia, acusán-
dose unos políticos á otros de protectores de bandidos y poniendo en
apuro al Gobierno de Mr. Briand, quien se vio precisado á recurrir á la
cuestión de confianza en el Parlamento. Según el corresponsal de la Per-
severanza, al tener noticia el Papa del escándalo, afectóse vivamente,
diciendo: «¡Pobre Francia! ¡Pobres bienes robados por dos veces!» Y
añadió después: «¡Y bien! ¡Quién sabe si será mejor así!»— £/P. Gabriel
Billot. En el naufragio del Général-Chanzy, ocurrido el 10 de Febrero,
pereció el jesuíta Gabriel Billot, hermano del conocido profesor de la
Gregoriana P. Luis Billot, varón distinguidísimo por su ardiente celo,
que le llevaba á evangelizar Argel, por sus conocimientos en las letras
humanas y por sus escritos, especialmente por el excelente libro Retiro
religioso del Camino de la Cruz. Dios, sin duda, habrá acogido en su
seno un alma tan buena que se sacrificó en aras de su gloria.
Alemania.— Prosiguen en Prusia las demostraciones que los jefes
NOTICIAS GENERALES 543
del socialismo están llevando á cabo en favor de una reforma de la ley
de derecho electoral para la Dieta. En Kiel el 16 unos 10.000 obreros de-
clarados en huelga tuvieron un encuentro con la policía, del que resulta-
ron, entre polizontes y obreros, 15 heridos. Ahora se realizan trabajos
para que haya en Berlín un paro general de tres días. Pero nada con-
siguen los socialistas con ese procedimiento. El 16 adoptó la Cámara de
Diputados, por 283 votos contra 168, en tercera lectura, y con insignifi-
cante modificación, el proyecto que tanto escuece á los partidarios del
socialismo.
Austria.— El 10 falleció en Vicna el alcalde de aquella ciudad
Dr. Carlos Lueger. Era una de las personas más notables del Austria
moderna. En la Cámara el presidente Pattai hizo su elogio, enaltecién-
dole como hombre de Estado, jefe del partido socialista católico, de
popularidad sin ejemplo, defensor de la justicia y verdadero apóstol del
Cristianismo.
OCEANÍA.— Filipinas. De nuestro corresponsal en Manila. Ene-
ro de 1910:
1. Se vuelve á agitar la cuestión del idioma oficia!, y los periódicos americanos se
lamentan de que no sea éste exclusivamente el inglés, lo cual ha dado ocasión para
que el excelente periódico católico Libertas escriba un bien pensado articulo, en e!
que demuestra que seria contrario al programa de gobierno de los Estados Unidos,
con respecto á Filipinas, declarar único idioma oficial el inglés antes de que la mayoría
de los filipinos aptos para los cargos públicos lo hablen con la necesaria corrección.
2. Corren rumores que la Comisión codificadora trata de implantar el divorcio, según
el criterio de las naciones más avanzadas en ¡deas. Libertas ha dado la voz de alerta
contra semejante desafuero, excitando á los católicos filipinos á unirse en asociacio-
nes cuyo fin sea defender la doctrina y los derechos de la Iglesia. Á Libertashan hecho
eco los periódicos católicos de provincias.— 3. La causa seguida al periódico filipino
anticlerical El Renacimiento, por calumnia contra el comisario Hon. Worcester, há ter-
minado con la sentencia en que se condena á los propietarios y redactores del citado
periódico al pago de $ 60.000 oro, para lo cual se ha vendido en pública subasta
cuanto era propiedad del diario, y el dicho comisario ha comprado el titulo del perió-
dico, de modo que ya no podrá publicarse en lo sucesivo.
ASIA.— Japón. El Ministro de Instrucción pública, convencido, tras
de una experiencia larga, de que la enseñanza de la moral sin religión es
una quimera, declaró oficialmente que había llegado la hora de estable-
cer en las escuelas públicas la enseñanza religiosa, tanto budista como
cristiana.— Otra vez se habla de un rompimiento entre el Japón y los
Estados Unidos, con motivo de la nota pasada por el Gabinete de
Washington á las Potencias sobre la neutralidad de los ferrocarriles de
la Mandchuria. La prensa nipona se muestra cada vez más contraria á
semejante demanda, y dice que el Gobierno de los Estados Unidos ten-
drá que cambiar el personal del Ministerio de Estado.
Corea.— El ilustre Padre benedictino Dom Domingo Enshoff ha tenido
la atención, que mucho le agradecemos, de enviarnos desde Baviera,
juntamente con una carta muy cortés, una relación en alemán de la Mi-
544 VARIEDADES
sión benedictina de Corea. Traduciremos de ella algunos párrafos.
«Monseñor Muttel, Vicario Apostólico de Corea, llamó á las puertas de
San Otilio, en Munich, demandando religiosos para su Misión. Hacia fin
de 1908 partía á Corea el P. Enshoff con otro compañero, el P. Sauer, á
fin de explorar el terreno. Á mediados de 1909 la cosa estaba decidida.
Se había comprado un terreno á un particular en Seúl, capital de Corea,
y en Diciembre del mismo año se erigía canónicamente cómo Priorato
el primer convento benedictino, cuya comunidad la constituían tres
Padres y cuatro hermanos. Su empeño por ahora es abrir escuelas y for-
mar entre los naturales cristianos maestros que las regenten. Los co-
reanos se muestran aficionados á ellas, por entender que de esa causa
proviene la superioridad del Japón. De semejante inclinación se han
valido los protestantes para establecerlas en gran número, existiendo en
esto notable desproporción entre aquéllos y los católicos. Hay unos
52.000 protestantes de todos matices, y educan en sus escuelas 22.000
personas; los católicos son 68.000, y sólo instruyen en las suyas á 2.200.
Dirigen los protestantes 22 centros superiores de enseñanza; los católi-
cos, fuera del Seminario para sacerdotes, ninguno. Pero se espera que
pronto las Abadías benedictinas serán, como en otro tiempo, paladiones
de la cultura.»
China.— Nuestra correspondencia. Changhai, 15 de Febrero de 1910:
1. El 20 de Enero se dio un decreto imperial obligando á las autoridades provinciales
á suprimir el cultivo del opio en las provincias en que aun exista. Pretende el Go-
bierno con eso que los delegados indios, que se dice vendrán á China á girar una visi-
ta, la encuentren enteramente limpia de semejante cultivo.— 2. Un decreto de 21 de
Enero condenó á trabajos en los caminos de los correos militares á un recitador de
preces que se equivocó en una ceremonia fúnebre dedicada al Emperador difunto.—
3. Los ingleses recorren Inglaterra recaudando los fondos necesarios para la funda-
ción de una Universidad anglochina en Han-K'eou. La cantidad que se requiere sube
á 50.000 libras esteriinas para el establecimiento, y 200.000, en cinco años, como fondo
de sustentación. Uno de los principales promotores es lord Rev. Willíam Cecil.
A. P. GOYENA.
VARIEDADES
Reglamento de la Janta Central de Acción Católica (1).—
Art. 17. La Junta central celebrará todos los años, en la época que
menos inconveniente ofrezca, una sesión general, con asistencia, si es
posible, de un representante de cada una de las Comisiones diocesanas.
En esta asamblea general se hará un resumen de todos los trabajos veri-
ficados durante el año con relación á los tres fines ya indicados, y se
(1) Véase el número anterior de Razón y Fe, pág. 407.
VARIEDADES 545
tomarán los oportunos acuerdos para la marcha de los trabajos ulte-
riores.
Art. 18. La Junta central, de acuerdo con los Rvmos, Metropolita-
nos, arbitrará de la manera que crea más conveniente los fondos que
necesite para cubrir sus gastos.
Art. 19. El Presidente tiene la facultad de convocar las sesiones de la
Junta central y dirigir las discusiones y trabajos de la misma. Será nece-
saria su aprobación para que los acuerdo de las Juntas y sus secciones
sean ejecutivos.
Al Presidente corresponde igualmente firmar todos los documentos
y comunicaciones de importancia que se expidan por la Junta central,
así como las órdenes de pagos que hayan de hacerse por Tesorería.
Todas estas facultades, excepto la de aprobación de los acuerdos de
importancia, podrá delegarlas en los Vicepresidentes ó en sacerdotes
caracterizados que le representen ó sustituyan.
Art. 20. Se entenderá que los Vocales renuncian á su cargo si dejan
de asistir, sin justa causa, durante tres meses seguidos á las sesiones de
las secciones. Cuando llegue este caso, la sección lo hará saber á la
Junta, y se oficiará al Metropolitano que lo hubiere nombrado para que
designe otro que lo sustituya.
Art. 21. Además de las funciones consignadas en el art. 15, corres-
ponde á los Vicepresidentes dirigir las discusiones y trabajos de las sec-
ciones y cuidar de la ejecución de sus acuerdos tan luego como hayan
recibido la correspondiente aprobación de que se habla en los artículos
14 y 19 de este reglamento.
Art. 22. Se entenderá que renuncian su cargo cuando durante dos
meses dejen de convocar, sin justa causa, á su respectiva sección. La
renuncia del cargo de Vicepresidente no implícala de Vocal, cuando con-
curra la circunstancia exigida para la de este cargo.
Art. 23. El Tesorero deberá llevar en forma la contabilidad de los
fondos de la Junta y formular una cuenta ó estado general de éstos, que
se leerá en la asamblea anual. Tendrá además todas las facultades y
deberes propios de su cargo.
Art. 24. El Secretario tendrá á su cargo la redacción de las actas de
las sesiones de la Junta. Redactará también una Memoria de los trabajos
ejecutados durante el año, que se leerá en la asamblea general que se
ha de celebrar todos los años. Además deberá llevar la correspondencia
de la Junta central con las Comisiones diocesanas, la redacción de todas
las comunicaciones y oficios que se hayan de expedir, y tendrá todas
las atribuciones y deberes propios de su cargo.
Art. 25. El Secretario podrá pedir al Rvmo. Prelado-Presidente per-
miso para utilizar como escribientes auxiliares de Secretaría algunos
seminaristas que reúnan condiciones para ello.
Art. 26. En caso de disolución de la Junta central, los fondos que
546 VARIEDADES
pudiese haber quedarán á disposición del Rvmo. Prelado-Presidente,
quien les dará el destino que crea más conveniente.
Art. 27. El presente reglamento no podrá ser modificado en todo
aquello que se refiera á las bases de la Junta central acordadas en el
Congreso de Tarragona, sino por la autoridad de los Rvmos. Prelados.
En los casos graves y dudas ó dificultades no previstas en este regla-
mento, resolverá el Prelado-Presidente, previa consulta con los Metro-
politanos.
A. Estatutos del Consejo Nacional. — Artículo 1.° El Consejo
Nacional de las Corporaciones católico-obreras de España se propone
los siguientes fines: tener la suprema inspección y dirección de la obra
en toda la nación; conservar la unidad entre los diferentes Consejos dio-
cesanos; procurar la creación de éstos allí donde no existan, auxiliar la
gestión de los existentes y sostener su espíritu; fomentar la creación de
Círculos, Patronatos y demás Asociaciones católico-obreras; secundar
las enseñanzas del Romano Pontífice, en lo relativo á la cuestión social,
por cuantos medios pueda favorecer á los obreros y conduzcan á la
unión en caridad y armonía de las distintas clases sociales; recabar de
los Poderes públicos las medidas de protección necesarias para el mejo-
ramiento moral y material de las clases obreras y realizar cuantos traba-
jos en este orden le sugiera su celo.
Art. 2.° El Consejo Nacional se compondrá de un Presidente de
honor, que será el limo. Sr. Obispo de Madrid; un Consiliario y dos
Viceconsiliarios, un Presidente efectivo, tres Vicepresidentes, los Presi-
dentes de los Consejos diocesanos de toda España, diez Vocales, un
Tesorero, un Secretario y un Vicesecretario. Habrá además delegados
permanentes de las regiones, que por ahora serán tres, pudiendo aumen-
tarlas el Consejo Nacional.
Art. 3.° El Consejo Nacional tendrá cuantas facultades sean necesa-
rias para el desempeño de su misión, de conformidad con los fines enu-
merados en el artículo 1.°, y podrá convocar Asambleas generales cuando
fuese conveniente.
Art. 4.° Para cubrir los gastos que puedan originarse, el Consejo
Nacional arbitrará los recursos que juzgue necesarios, pudiendo recibir
donativos y legados.
Art. 5." Se fija como lugar de residencia del Consejo Nacional la
villa y corte de Madrid.
Art. 6.° El Consejo Nacional dividirá su territorio, para mejor des-
empeño de sus funciones, en tres regiones, que se titularán del Centro,
Norte y Mediodía, encargándose especialmente de cada una de ellas un
Vocal del Consejo y los delegados permanentes correspondientes. El
Consejo Nacional determinará la extensión de cada una de estas regio-
nes, con arreglo á la mejor proporcionalidad de su territorio en combi-
nación con el número é importancia de sus Consejos diocesanos.
VARIEDADES 547
Art. 7.° La elección de los cargos electivos del Consejo Nacional se
verificará por las Asambleas generales, mediante votación de sus indi-
viduos y de los Presidentes y Consiliarios de todos los Consejos dioce-
sanos que concurran á las mismas, ó deleguen en persona competente-
mente autorizada y que pertenezca á alguno de los Círculos asociados.
El nombramiento recaerá en los individuos que obtengan mayoría abso-
luta en la primera votación, y relativa en las siguientes, siendo de cali-
dad, en este caso, el voto del Presidente. Las delegaciones antes men-
cionadas implican siempre la facultad de sustituir, por cuanto cada
individuo no podrá ostentar más que una sola representación, además el
voto que personalmente pueda corresponderle. El Consiliario y Vice-
consiliarios serán elegidos por el limo. Sr. Obispo de Madrid-Alcalá.
Todas las vacantes que ocurran se proveerán interinamente por el Con-
sejo Nacional, sin perjuicio de dar cuenta del nombramiento en la pró-
xima Asamblea.
Art. 8.° El Consejo Nacional y los diocesanos procurarán sostener
recíprocamente la mayor relación por medio de la correspondencia y de
las visitas que se hagan, debiendo los diocesanos, por lo menos anual-
mente, dar cuenta al Nacional de su estado, y del de los Círculos y
Patronatos de su jurisdicción.
Art. 9.° El Consejo Nacional queda facultado para adoptar aquellos
acuerdos más perentorios que la práctica exija para su reglamentación
y relaciones con los Consejos diocesanos, dando cuenta de ellos en la
Asamblea general inmediata.
Art. 10. Los fondos que tuviere el Consejo, en caso de disolución de
éste, serán repartidos entre los Consejos diocesanos.
B. Estatutos de los Consejos diocesanos. — Base I."* Tanto las
Asociaciones católico-obreras que ya existan, como las que se funden
de nuevo, estarán bajo la dirección de un Consejo diocesano, cuya misión
será: conservar la unidad entre los diferentes Círculos y Asociaciones
obreras que existan en una diócesis, mantener en toda su fuerza el espí-
ritu de la obra y propagarla.
2.'^ Este Consejo estudiará muy especialmente cuanto se refiera al
bienestar moral y material de los obreros católicos. Fundará y propa-
gará en todos los Círculos y demás Asociaciones análogas cuantas obras
redunden en beneficio de aquéllos, procurando arraigar los sentimientos
católicos de los mismos por medio de la frecuencia de los sacramentos
y ejercicios piadosos.
3." El Consejo, sin coartar la independencia y libertad de acción de
cada Círculo ó Asociación, tendrá la suprema inspección y vigilancia
sobre ellos y cada una de sus obras.
4.'' En este concepto habrán de ser aprobados por el Consejo los
reglamentos particulares que redacten los Círculos y Asociaciones y las
obras que traten de realizar, respetando los reglamentos de los Círculos
548 VARIEDADES
fundados con anterioridad á la creación de dicho Consejo, siempre que
estén aprobados por el respectivo Ordinario.
5.^ La inspección y vigilancia la ejercerá el Consejo, mediante el
examen de las Memorias y estados anuales de trabajos que le remitirán
los Círculos y demás Asociaciones todos los años y en virtud de las
visitas que hagan los delegados que nombre con dicho objeto. Estos
delegados deberán visitar todos los Círculos, Patronatos, Congregacio-
nes y Asociaciones análogas de la diócesis respectiva anualmente, ó
con más frecuencia si así lo creyese conveniente dicho Consejo.
ó."* Este Consejo lo compondrán: un Presidente de honor, que será
el Prelado de la Diócesis; un Presidente efectivo, un Consiliario eclesiás-
tico, un Vicepresidente, un Tesorero, dos Secretarios y cuatro Vocales.
7.^ Los Presidentes de los Círculos y demás Asociaciones análogas
se considerarán como Vocales del Consejo de su diócesis respectiva,
pudiendo asistir á sus ordinarias reuniones, que tendrán lugar mensual-
mente.
8^ El Presidente efectivo será nombrado á lo menos cada tres años
por la Asamblea de los Círculos y Asociaciones, en votación secreta,
por mayoría absoluta en la primera votación, y por mayoría relativa, en
su caso, en la segunda, á propuesta en terna, presentada por el anterior
Consejo y aprobada por el Rvmo. Prelado de la diócesis.
9."* Los demás cargos del Consejo, con excepción del Consiliario,
cuyo nombramiento corresponde al Prelado diocesano, serán hechos
por el Presidente efectivo, de acuerdo con el Consiliario.
10, La duración de estos cargos dependerá de la voluntad del Con-
siliario, de acuerdo con el Presidente efectivo. La persona que desem-
peñe la presidencia efectiva podrá ser reelegida, y en este supuesto, su
nombre se considerará como comprendido en la terna que debe presen-
tarse, según la conclusión 8.^
n. En las diócesis que no exista Consejo, se considerará interina-
mente como á tal la Junta directiva del Círculo existente en la capital de
la diócesis, y en su defecto, la del Círculo que designe el Prelado.
12. Siempre que existan tres ó más Asociaciones de obreros en una
diócesis, el Consejo interino tendrá la obligación de reunir en Asamblea
á las Juntas directivas de aquéllas para la constitución del primer Con-
sejo diocesano, y presentará á las mismas la terna para el de Presidente
efectivo, con arreglo á la conclusión 8.^
13. Siempre que el Consejo crea que la Junta directiva de un Círculo
no cumple con sus obligaciones, lo pondrá en conocimiento del Ordina-
rio, y éste, previa audiencia de dicha Junta y del Consejo, acordará las
medidas que juzgue oportunas.
14. Para cubrir los gastos que puedan originarse, el Consejo dioce-
sano arbitrará los recursos que juzgue necesarios y en la forma que tenga
por conveniente, pudiendo recibir donativos y legados.
VARIEDADES
549
15. Los Consejos diocesanos quedarán sometidos en orden á auto-
ridad y gobierno al Consejo Nacional, y sostendrán con él las relacio-
nes que se fijen.
Narcissus Lagoi Merino.- El limo. Sr. D. Manuel Lago Gonzá-
lez, que el día 3 de Abril recibirá la consagración episcopal, ha sido
desde su juventud amante decidido de la Botánica, y en sus paseos por
los alrededores de Lugo prefería aquellos parajes donde la exuberante
vegetación recreaba sus
miradas ú ofrecía pábu-
lo á su curiosidad, reco-
giendo de vez en cuan-
do cuanto le parecía raro
é interesante: de estas
recolecciones tenemos
pruebas en nuestro her-
bario. Hace dos años,
siendo Lectoral de la Ca-
tedral de la mencionada
ciudad, nos envió un
ejemplarsecodeunAToT-
cissus con caracteres pe-
culiares inaplicables á
las especies conocidas
del género; al año si-
guiente remitiónos otros
dos en plena floración,
pudiendo así estudiarle
en todos sus pormeno-
res. Á tan eximio varón
se le dedicamos con to-
do el afecto de nuestro
corazón.
Narcissus Lagoi Me-
rino.—Bulbus ovato-
globosus, 2-4 cm. latus,
fuscus: scapus elonga-
tus, 3-5 dm. altus, cylin-
dricus, striatus: folia 2
varius 3, 8-10 mm. lata, patentia, glaucescentia, subtorta, canaliculata,
subtus elevato nervata, obtusa, ápice subcucullata et callosa, scapo
breviora: ños unus flavus omnino (excepta basi tubi vírente), 20-25 mm.
longus, ovario incluso, horizontalis, breviter pedunculatus, pedúnculo
10-15 mm. longo: perianthus fere ad médium usque in tubum subcam-
panulatum exagonum connatus, angulis quandoque in lacinulam brevem
■■¿50 OBRAS RECIBIDAS
dentiformem productis; laciniae linear-oblongaebasi 5 mm. latae, erecto-
patulae, obtusae, mucronatae, planae, coronam subaequantes; corona
infra cónica h. e. basi ventricosa sursum angustata et sub ore valde con-
tracta, dein ore admodum ampliata et multilobulata, lobulis erectis ovatis
vel oblongis obtusis extus canaliculatis quartam coronae partem longi-
tudine aequantibus; genitalia inclusa: stamina stylo breviora eumqufc
regulariter circumdantia; stigma trilobatum: capsula parva obovato-
globosa 5-7 mm. longa, 7-5 mm. lata.
Bulbo aovado-globoso, parduzco, de 2-4 cm. de diám.; escapo ele-
vado de 3-5 dm., cilindrico, estriado, glauco, envuelto con una vaina
larga en la parte inferior; hojas 2-3, garzas, patentes, algo retorcidas,
de 8-10 mm. de anchura, acanaladas, nerviadas por debajo con el ápice
terminado en pequeño cucurucho obtuso y calloso, más cortas que el
escapo: flor solitaria, amarilla, excepto la base del tubo que es verdosa,
de 20-25 mm. de long., contando el ovario, horizontal, brevemente pe-
dunculada, siendo el pedúnculo de 10-15 mm. de long.; periantio tubu-
loso-acampanado, exagonal en la mitad inferior, prolongándose algunas
veces los ángulos en una pequeña lacinia dentiforme: lacinias periantia-
les linear-oblongas anchas de 5 mm. en la base, patente erguidas, obtu-
sas, planas, mucronadas tan largas como la corona; ésta cónica hasta
cerca del borde, esto es, estrechadas paulatinamente desde la base, borde
repentinamente ensanchado y rematado en numerosos lóbulos erguidos,
ovalados ú oblongos, obtusos, exteriormente acanalados y tan largos
como 74 de la long. de la corona: estambres y pistilo inclusos, aquéllos
más cortos que el estilo al que rodean; estigma trilobado; caja pequeña
casi globosa de 5-7 mm. de long. por 7-8 de anchura.
Vive en las inmediaciones de la ciudad de Lugo, sitio llamado Cone-
xal da ponte, entre el puente de Lugo y la fábrica de electricidad. Flo-
rece en Febrero.
B. Merino.
OBRAS RECIBIDAS EN LA REDACCIÓN
Acción católico-social de la Congre- Au Paraguay, P. du Coetlosquet. Nu-
gación DE Seglares católicos, P. G. Vi- meros 217 y 218 de L'Action Populaire.
ves, S. J.— Palma. 0,50 francos.— Reims.
Análisis DE «Peñas arriba», J. M.^ Mar- Ben Hur, L. Wailace. traducción de
tínez.— Torreiavega, 1908. L. C. Viada. 1,25 pesetas.— Apostolado de
Anuario de la Real Academia de Cien- la Prensa, Madrid.
cías Exactas, Físicas y Naturales. — Ma- Catálogo clasificado de Literatura
drid, 1910. española.— B. Herder, Friburgo. 1910. Útil
Arañas de la desembocadura del Nilo, por la selección y critica de obras en cas-
P. Franganillo, S. J. Separata da Broteria, tellano.
S. FieL Catálogo de la Congregación de la
AscENSiON.—Roman, Ch. de Pomairols. Inmaculada Virgen María y San Luis Gon-
3fr. 50.— Plon-Nourit etC'«, Paris. zaga.— Barcelona, 1910. Con una breve
OBRAS RECIBIDAS
551
noticia de la Congregación y reseña del
segundo Congreso regional Mariano de
la antigua Corona de Aragón.
CÓMO DEFENDERNOS DE LAS ESCUELAS LAI-
CAS, L. H. de Larramendi. 0,25 pesetas.—
Biblioteca de La Paz Social, Zaragoza,
1910. Contiene la exposición del Episco-
pado español y la carta de Menéndez Pe-
layo contra las escuelas laicas, la expe-
riencia francesa durante un cuarto de si-
glo y la legislación española.
Con los Jesuítas... por castigo, Pablo
Ker; traducción de la segunda edición
francesa. 3 francos.— B. Herder, Friburgo.
Datos macrosísmicos sobre el terre-
moto IBÉRICO DE 23 DE AbRIL DE 1909,
M. S. Navarro, S. J. (Del Boletín de la Real
Sociedad Española de Historia Natural.)
Der junge De Spinoza, Leben und Wer-
DEGANG IM LlCHTE DER WeLTPHILOSOPHIE,
von Stanislaus von Dunin-Borkowski,
S. J. 15 M.— Munster in Westfalen. As-
chendorffsche Verlagsbuchhanlung, 1910.
Die Exerzitienwahrheiten, H. Bruders,
S. J. M. 3. — Innsbruck, Druck und Verlag
von Fel Rauch.
Discursos y sermones, PP. Francisca-
nos de Tierra Santa.— Tipografía Católica,
Pino, 5, Barce ona.
DOCUMENTS INÉDITS POUR SERVIR A L'HiS-
toire du Christianisme en Orient (XVI-
XIX siécle), P. A. Rabbath, S. J. T. II, pre-
mier fascicule.— A. Picard et Fils, París.
Doña Urraca de Castilla, Navarro Vi-
lloslada. Dos tomos, 2,50 pesetas.— Apos-
tolado de la Prensa, Madrid.
Dos centenarios ó LA clase obrera y
LA Constitución de 1812, P. J. M.^ Sola,
S.J.— Cádiz.
Él catolicismo en la actual literatu-
ra FRANCESA, J. de Hínojosa. 0,60 pesetas.
—Centro de publicaciones católicas, Pon-
tejos, 8, Madrid.
El Centena-^io de Balmes. Boletín
mensual. Comienza, después del saludo,
con la Alocución Pastoral del Sr. Obispo
de Vích, sobre el Congreso de Apologé-
tica, etc., 3 pesetas, gratuito á los socios.
El Estado docente. — Carta-Pastoral
que el Excmo. é limo. Sr. Dr. D. José Ma-
ría Salvador y Barrera, Obispo de Madrid-
Alcalá, dirige al Clero de su diócesis con
motivo del santo tiempo de Cuaresma. —
Madrid, Juan Bravo, 5; 1910. En folio me-
nor de 36 páginas. Se publicó primero en
el Boletín Oficial del Obispado. Véase
«Noticias generales», págs. 540-541.
El Proceso de Jesucristo, C. Chauvin;
traducción de L. González. 0,60 pesetas. —
Pontejos, 8, Madrid,
El rosal de Magdalena, A. M. de Ovie-
do. 1,25 pesetas.— Apostolado de la Pren-
sa, Madrid,
El secreto de la solterona, E. Marlitt,
1,25 pesetas.— Apostolado de la Prensa,
Madrid.
Epodos. Horacio, con versión literal y
diferentes traducciones en las lenguas ibé-
ricas, recopiladas por C. Parpal.— V. Suá-
rez, Madrid.
Estación sismológica de Cartuja. Re-
sumen de 1909.
Explicatio casuum in Dioecesi Beroo-
mensi Reservatorum, Sac. Pacati Petri in
Epíscopali Seminario Professoris Theo-
logiae Moralís.— Bergomi, I902.~En 8."
de 135 páginas, l,v50 liras. Contiene, no
sólo la exacta y circunstanciada explica-
ción de los casos reservados en la dióce-
sis de Bergamo (inclusos los reservados
ajare ipsi Episcopo). sino también la doc-
trina general sobre reservados y censuras
(su naturaleza, división, requisitos, abso-
lución). Al final trae un apéndice sobre la
composición á que deben sujetarse los
compradores de bienes eclesiásticos.
Fac-simile des souvenirs de Premiére
CoMMUNiON. — Desclée, De Brouwer et
C*« , Bruges.
IIistoire du Concile du Vatican. To-
me II, premier partie, P. Th. GranderatH,
S. J.— A. Dewit, Bruxelles,
Historia general de la Literatura,
G. Jünemann. Cuarta edición. 3,50 fran-
cos.—B. Herder, Friburgo.
Ta Agencia Católica de información,
por el Obispo de Jaca. La Editorial, Zara-
goza, 1910. Se demuestra su necesidad y
la de favorecer la buena prensa en gene-
ral, y que los periódicos católicos se sus-
criban á ella.
La cuestión social, P. T. Rodríguez.
0,50 pesetas.— Escorial.
La Doncellita jornalera Gracieta...,
por el P. J. A., Escolapio, — Barcelona,
librería La Hormiga de Oro, 1909.
La Estrella del Mar. Revista publi-
cada por la Casa de la Buena Prensa. En-
trega 1.^— Valparaíso (Chile). Se propone
propagar los principios cristianos con-
forme á las enseñanzas católicas. Mensual,
de 32 páginas en 4.°, á tres columnas.
La mayor gloria de Dios, limo. D. J. Ma-
ría de J. Portugal, O. M.— E, Subirana,
Barcelona.
La mujer fuerte, G. Tejado. 1,25 pese-
tas.—Apostolado de la Prensa, Madrid.
La Résurrection de Jésus, E. Mange-
not. 3,50 fr.— G. Beauchesne et C'« , París.
Las Normas dadas en Roma A los inte-
GRiSTAS y su explicación, por el Magistral
de Sevilla.— Santander, 1910.
La Trapa y la acción social (del monas-
terio DE Dueñas), por un Párroco.— Cues-
ta, Valladolid,
La VERDAD NO TRANSIGE CON EL ERROR: NI
LA LUZ CON LAS TINIEBLAS, Dr. J. T. Mon-
taña. 0,60 pesetas. Publicado antes en El
Siglo Futuro. — Pontejos, 8, Madrid.
L'EUCHARISTIE ET LA PeNITENCE, G. RaUS-
chen; traduit par M, Decker et E. Ricard.
3 fr.-J. Gabalda et C'« , París.
552
ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO
Les Temps lituroiques et les Évangi-
LES, par D'Hauterive. T. III.— J.-M. Soubi-
ron, Montréjean.
Líber usu\ LIS Missae pro dominicis et
FESTIS DUPLICIBUS CUM CANTU GREGORIANO.
3 fr. — Desclée & Socii, Romae.
Líber usualis Missae pro dominicis et
festis duplicibus cum cantu gregoriano
quem ex editione typica in recentioribus
musicae notulas translatum solesmen-
ses monachi rhythmicis signis diligenter
ORNAVERUNT. 4,50 fr. — Dcsclée & Socii,
Romae.
Liras y Estrofas, L. del Cigarral. Habana.
Los pueblos dormidos, novela por
R. Pamplona. 2 pesetas.— Cecilio Gasea,
Zaragoza.
Los úLTmos días de Pompeya, E. T. Bul-
wer; traducción de J. Núñez. Dos tomos,
2,50 pesetas.— Apostolado de la Prensa,
Madrid.
Memoria de la Asociación de San Ca-
siano, y lista de los señores asociados.—
Sevilla, 1910.
Meteorología práctica, Excmo. señor
D. J. Ricart.— Barcelona.
]%'ocioNES DE Economía social. Padre
E. Quitart, S. J. 5 pesetas.— Miguel Casáis,
Pino, 5, Barcelona.
Nueva gramática francesa, P. L. Fran-
coz, S.J.— Bogotá, 1910.
Observaciones meteorológicas. Cole-
gio de la Compañía de Jesús en Oña, 1910.
Precede una «Reseña meteorológica» del
año 1909.
Octavia y una pariente pobre, Ma-
dama Bou don. 2,25 pesetas.— Apostolado
de la Prensa, Madrid.
Oración fúnebre en las Honras del
P. F. García Tejero, Prepósito del ora-
torio de San Felipe Neri, D. A. Muñoz.—
Sevilla, 1910.
¡Otra Semana! Hoja volante núm. 3 de
la Acción Social Popular, volksverein his-
pano-americano.
Páginas de la vida, J. M.^ de Luque.
0,50 pesetas.— Tudeia. Novelita moral.
Pan y Catecismo. Segunda edición. 2,50
pesetas el ciento.— Coso, 75, Zaragoza.
Paz á los hombres de buena voluntad,
P.Jaime Nonell.S.J. 0,10 pesetas ejemplar.
Manresa. Útil á todos los de conciencia ti-
morata.
¿<|UÉ SE PUEDE HACER POR EL PUEBLO?
Oficina de la A. S. P. de Barcelona, 1909.
Expone diversas obras sociales del señor
Cura de Mulhouse.
HeLACIÓN ANUAL DEL OBSERVATORIO AS-
TRONÓMICO DE. CARTUJA. 1909.
Reliquias (sonetos), A. de Zayas.— Li-
brería de P. Beltrán.
Repertoire moderne de Musique vocale
ET d'Orgue de la Schola Cantorum.— Pa-
rís, 269, rué St. Jacques.
Resumen dé Derecho Natural, Padre
F. Quintana, S. J. Segunda edición.— Bil-
bao, 1910.
Sermón eucarístico, por el P. Francisco
Jiménez Campaña, Escolapio, en acción
de gracias por las victorias de Melilla, pre-
dicado en la iglesia de Nuestra Señora del
Carmen, 1910.
Tlinoit myths and texts, recorded by
John R. Swanton.— Washington, 1909.
Tractatus Dogmaticus, Moralis et Ca-
nonicus de Matrimonio Christiano, au-
ctore Petro Pacati ín Seminario Bergo-
mensi Theologiae moralis Professore. —
Bergomi, 1906. Un tomo en 8.° de 320 pági-
nas, 3,50 liras. Es un buen compendio para
las clases, claro y muy práctico. Anterior
al Decreto Ne temeré. Al final de la obra
tiene un oportuno apéndice sobre el ma-
trimonio civil.
Triduo en honor de la Santísima Tri-
nidad, D. P. de M. Segura.— México, 1909.
Es ya la tercera edición.
Hnwritten Literature of Hawaii. By
Nathaniel B. Emerson.— Washington, 1909.
índice general de este tomo
artículos de fondo
Páginas.
Lecciones V. Minteguiaga.
El crédito popular urbano con solidari
dad ilimitada
El modernismo en la acción social. ...
Las misiones católicas entre infieles (2.°
y 3.") Hilarión Gil
Objetividad de la sensación externa en ^
las impresiones eléctricas (3.° y 4.°). . j. M. Ibero 34, 201
N. NOGUER 16,180
294
25,285
ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO 553
Páginas.
El perdón de los pecados en la primi-
tiva Iglesia. El libro De pudicitia Z. García 43
La doctrina de Orígenes > • • • • ^^^
Progresos hacia adelante y hacia atrás. R. Ruiz Amado 59, 212
La Iglesia y la escuela » 422
La vuelta del gran cometa de Halley
(1.°, 2.° y 3.°) M. Martínez 73, 166, 482
La conquista del aire (2.° y 3.°) E. Ascunce 82, 358
El P. Luis Sodiro, S. J., botánico del
Ecuador L. Navas 93
Acción social católica en España.— Car-
ta de S. S. Pío X al Emmo. Cardenal
Aguirre, Arzobispo de Toledo 141
Plagas de la Francia actual A. Pérez Goyena 151
La Espeleología y el Troglodismo E. Ugarte de Ercilla 188
Psicología experimental del corazón hu-
mano (1 ° y 2.°) » 336,436
Gabriel y Galán (continuación) L. Herrera Oria 227, 494
Un artículo inédito de Balmes: Persecu-
ciones y contrariedades sufridas por
el Clero 277
Lorenzo Hervás. Tercer período (1798-
1801) E.Portillo 307
El método histórico en la interpretación
de los Evangelios sinópticos L. Murillo 325, 413
Imprenta de los antiguos jesuítas en
Europa, América y Filipinas (conti-
nuación) C. Gómez Rodeles 349
La real orden circular sobre las escue-
las laicas V. Minteguiaga 450
Boletín de Teología dogmática espa-
ñola en 1909 A. Pérez Goyena 467
BOLETÍN CANÓNICO
Nueva organización de la Curia Romana (comentario, continuación), 97, 233,
373. — S. C. de los Sacramentos: De matrimonio mulieris excisae non impe-
diendo (comentario), 101. — Secretaría particular de S. S.: La medalla que sus-
tituye y representa los escapularios (anotaciones), 240. — Sagrada Penitenciaría:
Sobre abstinencia y Cruzada (anotaciones), 243. — S. C. del Santo Oficio: La
bendición apostólica á las religiosas en el artículo de la muerte (comenta-
rio), 367.— Sobre abstinencia y Cruzada, 501.— S. C. del Concilio: Sobre absti-
nencia y Cruzada (comentario), 505.— S. C. Consistorial: Un nuevo capítulo del
futuro Código.— Las relaciones diocesanas y las visitas ad limina (comenta-
rio), 513.— J. B. Ferreres.
EXAMEN DE LIBROS
Páginas.
Cuestiones selectas de Derecho religioso P. Villada 109
Santo Tomás y la Inmaculada A, P. Goyena. 111
De la virtud de la fe A. P. G. 246
Estudios de crítica y de Historia religiosa P. Villada. 248
554 ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO
Páginas.
Ambrosio de Morales E. Portillo. 251
El Clero en la política P. Villada. 377
De esponsales y matrimonio J. B. Ferheres. 379
Advertencias prácticas para la introducción de los nuevos libros co-
, rales •, J. Mier y Terán. 382
A Petra y al Sinaí M. V. Sáinz. 385
La educación intelectual N. Noguer. 515
La venida de San Pedro á Roma E. Portillo. 518
Antología moderna orgánica española M. de Benito. 521
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Religión y Moral:
Las glorificaciones del sacerdocio cristiano, Excmo. é limo. D. Juan Muñoz. —
El Modernismo (3."), limo. D. Juan Maura. — Exercitiorum Spiritualium medita-
tiones, N. Paulmier, S. J. — Meditationum et Contemplationum S. Ignatii, F. de
Hummelauer, S. J., 119. — Manuale christianum. — Thomae a Kempis de imitatione
Christi. — Theologiae Moralis Institutiones, E. Génicot, S. J.— Additiones Theo-
logiae Moralis, Gury-Ferreres, S. J., 120.— Bibliografía y Eucologio de los Cole-
gios.—Notiones Archaeologiae Christianae, P. Syxto, O. C. R., 121.— Pues yo no
le encuentro nada malo. — Congreso nacional de católicos argentinos — Sermo-
nes, P. F. Vinuesa, S. J., 122.— Colección de opúsculos selectos, D. B. Cruz, 123.
El Modernismo (4."), limo. D. Juan Maura, 255.— El problema de la enseñanza,
Excmo. Sr. Arzobispo de Sevilla. — San Ignacio, apóstol de la comunión fre-
cuente, P. J. Beguiriztain, 388.— Asserta Moralia, M.-M. Matharan, S. J.— Ana-
lysisTheologico-Canonica decreti A^e temeré, G. Arendt, S. J., 394. — Pensamien-
tos y consejos para la juventud estudiosa, P. A. Doss, S. J. — La Virgen prudente,
P. A. Doss, S. J., 395.— Á mis seminaristas, Card. Mercier, traducción de A. Ma-
ría Ramírez. — Méditations Théologiques, G. P. Waffelaert, 523. — Normas de
acción católica y social, Sr. Arzobispo de Granada. — La escuela neutra, ilustrísimo
Sr. D. R. Gandásegui.— Las flores de Mayo, P. R. Sarabia, 524. — El hombre tal
cual es, P. R. J. Meyer, S. J.; traducción del P. M. Peypoch, S. J. —El Kulturkampf
internacional, Card. Sancha. — A morte real e a morte apparente con relagao aos
S. Sacramentos, P. J. B. Ferreres, S. J.; traducción de C. das Neves, 525. — Reloj
del alma, P. P. de Rajas, S. J.; traducción del P. J. M. Soler, S. J. — Compendio
razonado de Religión y Moral, J. Gou, 526.— La Ciencia Tomista, 536.— P. V.
L'education morale et ses conditions, L. Desers.— Vers les cimes, L'abbé
Chabot, 123.— R. R. A.
Antidoto, P. A. Gallerani, S. J., traducción de A. Piaggio, 125.— E. U. de E.
La Iglesia y el trabajo manual, M. Sabatier; traducción de J. de Hinojosa. —
El catolicismo en la actual literatura francesa, J. de Hinojosa, 126.— Á los maes-
tros cristianos; Ejemplaridad sacerdotal de San José Oriol, limo. Sr. Obispo de
Vich.— La acción social del Clero, Excmo. Sr. D. V. Guisasola, 255.— Religión y
Ciencia, 256.— Las razones actuales de la creencia, F. Brunetiére; traducción de
J. de Hinojosa.— La revelación ante la razón, F. Verdier; traducción de A. Ma-
chuca, presbítero.— ¿Qué es la Fe?, F. Mallet; traducción de A. López.— Dios,
principio de la ley moral, P. Vallet, P, S. S., traducción de J. de Hinojosa. — El
alma del hombre, J. Guibert; traducción de J. de Hinojosa.— Las morales inde-
pendientes y la moral evangélica, J. Brugerette; traducción del C. de Ras-
cón, 257.— Der Verfasser aer Eliu-Reden, Dr. Wenzel Posselt— Der alttesta-
mentliche Kanon der antiochenischen Schule, Dr. L. Dennefeld, 261.— Normas de
acción católica social, Prelados de la provincia de Sevilla, 388,— Novena a
ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO 555
honra de la gloriossisima Vérge de la Mercé, J. M. 011er, S. J., 396.— L'Atletisme
cristiá, llm. Sr. D. J. Torras y Bages, 524.— N. N.
Panegíricos sagrados, P. P. Séñeri.- San Estanislao de Kostka, R. P. Zettl,
traducción del P. A. González, S. J., 397.— V. A.
Der Opfercharacter der Eucharistie einst und jetat, E. Dorsch, S. J., 255. —
Christus ein Gegner des Marienkultus?, Dr. B. Bartmann.— Ascensión d'lsaíe,
E. Tisserant. — Die Epistel des heiligen Jakobus, Dr. J. E. Belser, 260. — Die
Menschenopfer der alten Hebraer und der benachbarten Vólker, Dr. E. Mador.
—Die Katolische caritas und ihre Segner, F. Schaub, 262.— El Nuevo Testa-
mento en griego y español, F. Brandscheid y P. J. J. de la Torre, 393.— L. M.
Santo Tomás de Aquino y la Inmaculada Concepción de la Virgen María,
M. Alujas, presbítero. — Praelectiones dogmaticae, Ch. Pesch, S. J., 263.— Des-
envolvimiento y vitalidad de la Iglesia, P. Fr. J. O. Arintero, O. P.— El progreso
del Dogma, D. O. Diaz-Caneja, 264. — La Somme du Prédicateur, D'Haute-
rive, 265. — La Sagrada Eucaristía, P. Mir, 535. — A. P. G.
Der einheimische Klerus in der Heidenlandern, P. A. Huonder, S. J., 388.— H. G.
L'Eglise et le progrés du monde, Ch. Stanton; traducción del P. J. D. Fol-
ghera, O. P.— La vie liturgique, Eug. Chipier, 392.— E. P.
De Scriptura Sacra, J. V. Bainvel, 534.— M. Sáinz.
Antes y después de la primera comunión, P. F. M. Negro, 534.— ^R. R. A.
Filosofía y Derechon
Crónica del Congreso de Hurdanófolos, 12L— P. V.
Sistemas de retribución del trabajo, P. Sangro, 256. — Crisis de la familia
obrera, D. J. Vales Failde, 257.— Un sociólogo purpurado, D. J. Vales Failde.—
Patronatos de la mujer, A. Mutuberría. — Los patronatos de jóvenes obreros,
Dr. M. Julia, 258.— San Francisco de Asís y su misión social, P. Venance; tra-
ducción de J. Le Brun. -Tratado elemental de Sociología cristiana, P. J. M. Llo-
vera, C. C. — Introducción al estudio de la Sociología, L. Garriguet; traducción
de R. de Iranzo, 259. — Asuntos económicos y fiscales,]. M. Rivas Groot, 396. —
Les Syndicats professionels feminins, L. de Contenson. — Le travail des femmes
á doraicile, C. d'Haussonville. — Annuaire de la Législation du Travail, Bel-
gique, 590.— Memoria del servicio de inspección en 1907 (Instituto de Refor-
mas Sociales). — Retiros obreros, E. Madrigal. — Catecismo de Sociología,
E. Bongiorni, traducción de M. de la Mora.— Die Bekampfung der unfreiwilligen
Arbeitslosigkeit 1907, L Variez, 531.— Catholiques et socialistes, E. Lamy. —
Documentos mercantiles, F. Grau, 532.— Eco del Pueblo, 535. — N. N.
Introducción general á la Filosofía,]. Zaragüota.— Tratado elemental de Filo-
sofía, D. Mercier y D. Nys; traducción del P. Fr. J. de Besalú, 527. — Le Sens
comniun, la Plilosophie de l'étre et les Formules dogmatiques, Fr. R. Garrigou. —
Précis de Psychologie, W. James, 528. —Las Pasiones; P. Lejeune; traducción de
E. A. Roig.— Les Arguments de l'Atheisme.- Filosofía del Derecho, P. M. Ca-
rreño.— El Positivismo, limo. Sr. J. M. de Jesús Portugal, 529.— La Lumiére du
Coeur, J. Serré, 530.— E. U. DE E.
Historia:
¡Sursum corda!, C. de Saint-Martial; traducción por J. Pugés, 122. — P. V.
Manuel d'Histoire ecclésiastique, P. Albers, S. J. — Enchiridion Historiae
ecclesiasticae universae, P. Albers, S. J. — Vie de Saint -Euthyme le Grand,
P. Fr. R. Génier, 391. — Vida de San Clemente M.^ Hofbauer, P. T. Ra-
mos, 392.— E. P,
Histoire des dogmes, J. Tixeron, 392 . — Die Griechischen Christlichen
Schriftstelier der ersten drei Jahrhunderte, Eusebius Werke.— Die Kirchenges-
chichte herausgegeben, von Dr. Ed. Schwartz.— Die lateinische Uebersetzung
des Rufinen, von Dr. Th. Mommsen, 393.— L. M.
Nuestra semana negra, R. M. Fierro, S. S., 535.— A. P, G.
556 ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO
Artesy Letras y Cienciass
Mélanges, Université Saint-Joseph, Beyrouth, 120.— Nuevo Diccionario de la
lengua castellana, M. Toro, 122.— Almanaque y Agendas Bailly-Bailliére, 126.
— La Ciencia Tomista, 265. — Certamen artístico-literario. Liga Antipornográ-
fica de Manila, 395.— Exposición al Ministro de Instrucción pública de Vene-
zuela, J. M. Núñez, 525 —Programa de estudios, PP. Paúles de Cebú, 526.— P. Y.
Mis primeras lecturas, A. Pierre, A. Minet y A. Martín, 123.— R. C.
Memorias del Observatorio del Ebro. La sección eléctrica, P. J. García,
S. J., 527.— J. M. P.
Flora dsscriptíva é ilustrada de Galicia, P. B. Merino, S. J., 533. — Desarro-
llo sobre cartulina de los cuarenta y ocho sólidos cristalográficos más impor-
tantes, E. Aulet, 534.— L. N.
Antología francesa, J. M. Quirós, S. J, 124.— Investigación y alumbramiento
de aguas subterráneas, L. Fernández, 532.— Pozos artesianos, L. Fernández. —
La Pirotécnica moderna, J. B. Ferré, 533. — N. N.
Salve Regina, V. Goicoechea, presbítero, 398. — Ave, admirabile Cor Jesu,
J. Valdés, presbítero, 526.— N. Otaño.
Manual de canto gregoriano, J. Bas y N. Otaño, S. J., 124.— Doce cantos en
honor del Sagrado Corazón, N. Otaño, S. J., 396— J. Alfonso.
Aplicaciones métricas de la Estereoscopia,]. M.'' Torroja, 389.— J. M. Obeso.
Guía escolar de España. — Tratado de Análisis de la lengua castellana^
R. Blanco, 390.-R. R. A.
Las Musas delante de Jesús,], de Frezáis; con traducción italiana de F. Saba-
tini. — Recuerdos de viaje, F. Elguero, 397. — Páginas del alma, A. Duran. —
Obras completas de L. Montoto, 535.— Narraciones para niños, María de Echa-
rri, 536.— V. A.
NOTICIAS GENERALES
Roma A. Pérez Goyena. 127, 266, 399, 537
España » 130, 268, 401, 538
Extranjero » 132,271,404,541
VARIEDADES
Exposición de los Rmos. Prelados de España al Sr. Presidente del Con-
sejo de Ministros contra la existencia de las escuelas llamadas laicas.. 135
Programa de la unión de los católicos 273
Reglamento de la Junta Central de Acción Católica 544
Estatutos del Consejo Nacional 407, 547
Narcissus Lagoi Merino 549
Obras recibidas en la Redacción 138, 275, 410, 550
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