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Full text of "Reflecciones sobre las causas morales de las convulsines interiores en los nuevos estados americanos y examen de los medios eficaces para reprimirlas : precedidas de un compendio de la vida pública del autor"

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REFLECCÍONES V„ > 



SOB&K LAS CAtTSAS M0RALS8 DE LAS tOWiStUlOÜt'RÉ IXtM^ 
RI0BS8 XN X.08 WTLtÚ% XtTADOS AMXRlCANOi 



I 



MXAMEJ^Í>É LOS MEDIOS EFICACES PAtíA 
REPRIMIRLAS* 



#^ 



DE UN COMPENDIO DE LA VIDA PÚBLICA 
DEL AUTOR, 



AUCBDIAÑO D£ LA SAm'A ÍCLESIA CATEDRAL DE ftAí^f A, 



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476 



I 



WOTA DEL EDITOR. 



EL objeto que se propone el autor de ente opúscvh^ et 
el m'is importante que puede someterse al ecsamen de todos 
aquellos que apetecen con ardor una paz durable^ y garan* 
tia» eficaces á las itistüuciones libres sancionadas y reconom 
ddas por las sociedades americanas. Indagando las ver^ 
daderas causas de esa agUacion casi perenne que en mu* 
chas Je el/as ha venido á formar su manera de ecsisfr^ tm« 
primiendo un carácter tan monstruoso á su constitución soci* 
al como contradictorio con el espíritu de aquellas mismas ins 
titucioneSy designa los remedios radicales que deben adoptar* 
se para preparar un cambio Javorable en su presente citua* 
don. 

Algunas de las ideas primordiales emitidas por el autor 
son de una importancia y esactitud reconocida^ pero convicm 
ne vulgarizarlas para que la opinión pública las adopte^ y 
prestándolas su apoyo se promuevan muchas útiles medidas 
que los gobiernos no se atreven á iniciar creyendo les falta* 
rá la conveniente popularidad. Las razones demostrativas 
y claras en que las funda el autor., servirán dn duda para 
i^undir un convencimiento mas general sobre su utilidadp 



BESIJniilffé 

DE LA VIDA PUBUCA DEL AUTOR. 



A la ¿poca de la reToíacion ÍDÍciada m 1810 que ter-^ 
ooínó con la completa iadependeocia de la América con-^ 
tínental del dominio español, el Sr. Don Joan Ignacio de 
' Gorriti ejercía et ministerio pastoral en la provincia de Ja 
joi, correspondiente & la intendencia de Salta^ La Junta 
ProTisional^ el primer cuerpo deliberativo que ae instaló^ 
en Buenos Airee» inmediatamente después que íiieron lui» 
brogadas laa autoridades espaffolas, tuvo en su seno ai Sr» 
Gorriti como vocal diputado por la provincm de Jnjui» 
El concepto de capacidad y patriotismo que le hnbia vali- 
do aquel diploma de confianza» se corrovoró con sus ser* 
vicios como miembro de la Junta ProvisionaL PatrícUa 
moderado pero defensor zeloso de la cansa generosa que 
debía precidír el cuerpo & que pertenecía» procuró templar 
al rigor de algunas medidas revolucionarías» contribuyen- 
do sin embargo & difundir y radicar en el espíritu de sus 
compatriotas» ha doctrinas que dieron el impulso & los es» 
fuerzos empleados en conquistar la independencia política 
de las provincias argentinas. 

La Junta Provisional» después de algunos meseb des* 
de )a íecb^ de su instalación» vi6 brotar en su ceno el ger- 
men de una divkion peligrosa. Uno de sus miembros y 
el mas respetable entre ellos» el Dr. D. Mariano Moreno 
se atrajo una rivalidad injusta por parte de algunos de sus, 



cdlegas, y apoyados est«9 pmr )fk, mOneiicta del presidente 
de la Junta, hombre inepto pero ambicioso, provocaron 
una asonada popularen la cüiiiMtsúlicfti la separación de 
algunos de los Tócales de la Junta» después de haber en- 
viado á Londres en desterro «imnkido al Dr, Moieno, el 
hombre mas influyentp,el nervio principal de la revolurion. 

La JMia Provisional fué invadida porltombrts de 
partido^ y muy lue^ se tes ^¡6 instalar un tribunal de vi. 
gilaueiai veráailérb dub de terroristas que hacia de jene. 
rar los principiíos dé la revólitcíon. El Sr. Gorrlti traba- ' 
jé actWament^ para destruir ese tribunal intruso, y resti. 
tuir 6 la Junta la respetabilidad que liabia perdido. El 
t«vo la fortifva de lograrlo de acuerdo con algunos de sus 
oólé^áts; ecsitlalido tina redatnacioYi enérjíica ite la munici. 
.pá(idiJNÍ ée Buenos Aires contra la eesistencla de aquel tri. 
búnal* 

Deupties dfe portí tiempo, la junta fué sübri»gada en 
sus funciones por un triunvirato con el nombre de Junta 
Gubernativa, y el Sr.Gorríti se retiró con este motivo k 
la provincia roya representación desempeñaba. 

Gn ISl3f(ié nombrado el Señor Gorrití canónigo de 
merced de la ratedml de Salta, y con su influencia perso. 
nal contribuyó indudablemente & radicar en el clero de 
aquella provincia, las ideas políticas que predominaban 
entre sus habitaiktes^. Nombrado posteriormente vicario 
j^eral castrense del ejército destinado á operar en el AU 
t?y Pero, el Sr. Gorriti llenó los deberes de so destino con 
el bíteres de un patriota Ilustrado. 

En 19S1, después que habían pasado las calamitosas 
cBieeiías anáirqnicas que4lev^ron «1 cabo la acefalia déla 



unton arji^tipa^ principió & dífuiidir^e en todas las pro* 
Tinciasiiii ^¡Qfí^'wntp <f^ orden y.r^paracioo, imitando el 
bello modelo qqe ofrecía la provincia de Buenos Aires ba* 
jp los auspicios de la administracíoo dirijida poi D, Ber« 
oardihp Riv&davia. La provincia de Salta fué una de las 
que m^sSelUes r^ultados obtuvoJe las reformas adoainís. 
tratiras coi^ las cuales so tfató de fundar, un régimen ie«t 
gal que diese frutos efectiroa en favor de las libertades |;ü 
blípas y de los progresos sociales. £1 Sr. Gorríti prtestó 
en e4ai|ioca servicios notables á aquella provincia, y fué 
nombrado por ella diputado al Congreso Constiiuyente 
qn9 ^ Histaló en B^ic^nos Ai/es en 18S4. 

La conducta del Sr. Gur^iti eq su nuevo destino, e$* 
tá.pejiect^infl^,desprípla en la parte que copiauíos á QQn* 
tínuacior^ d^unfi . memoria que .tenemos á la vista. £q 
ella se, encuentran delineados los principales razgos de la 
historia política de las p^ovj[n€Ía9; argentinas en 1826 y 
18^7.' . ." 

^'La conducta qu^ observé ea el congreso fué dema- 
siado pública ; á mas de eso está en giai) parte publicada 
e|> los diarios 4/eI congreso. Me opuse fuertemente á la 
incorporación de los ministros del Gobierno de Buenos Ai. 
res con retención, del ministerio : prevaleció la opinión 
contraria sostenida por (lombres que tenían el principal as*, 
cendiente en la mayoría de los diputados, por su saber y 
patriotismo^ mientras ^o era desconocido» Pocos dias 
pasaron sin que la esperiencia tiiciera ver la exactitud de 
mis observaciones; ios ministros dimitieron la diputación 
por ser incompatible con el mmisterío. Me opúce á la san- 
ción de la ley dp 23 de Enero del año 2b : fueron desoi* 



nn 



dai las objcríones que bice, aunque no Miti^ecbas ; obra» 
ron á mas de tñ razon^ espnesta arriba^ temores que tenia 
fa diputación de buenos Aires dé que et congreso fe alte^» 
rase Us instituciones de su provincia. Yo deseaba que el 
congreso conservase todo To bueno y estubíese en aptitud 
de Ti;\cer mucho bien, y Ta ley le ataba las manos : pronto 
tuvieron ocasión de arrepentirse fos patronos de eilay por 
que la encontraban en cuanto emprendían para la orgáni* 
zncionjeneraTy pues que cruzaba cuanto era preciso para 
preparar un arreglo jeneral cual se necesitaba, y de que se 
sirvieron tan poderosamente los anarquízadoras para sii» 
mergir la República en el caoseit que se baila. Me opu* 
sé a ta creación de un ejército de ocho mil hombrea ; es- 
ta flierzá me pareció muy exesíva para la república argen- 
tina en tiempo de paz, y en efecto lo es : entonces estába- 
mos en paz ; no se pensaba en guerra : todos saben que la 
que sobrevino con el Brasil no solo fué imprevista por el 
gobierno sino contra su opinión* Me parecía fuera de pro 
pósito que sin conocer las bases de la asociación, y si ellas 
eran ó no aceptadas por las provinciaSt se les exigiese el 
contingente con que babian de entrar en ella : me parecía 
también impolítico é irregular, que no teniendo aun un 
gefe supremo la nación, toda la fuerza deella se confiase 
a) gobernador de la provincia de Buenos Aires. Cuando 
se trató de la guerra con el Brasil, la consideré como un ob** 
jeto en que se interesaba el honor nacional; voté por ella y 
por todo cuanto fuese conducente para hacerla con suceso, 
apesar dé que conoció claramente, que había sido provo- 
cada con imprudencia. Dorrego con manejos secretos y 
reprobados la provocó ; con el periódico Argentino la po* 



Tlf. 

yolaríziyy despties 4e empeñarnos ^nelk, todo lo mom 

vt6y pvisoeDJaegO'para crazatia> y los gobernadores con 

quienes efercia mas influencia fueron los^ue ningún con* 

tíngente dieron, y algunos de ellos como el de Ei^tre-Rios 

CQi|ieti6 a?gam>s abetos hostiles*'' 

^*Cuando se hizo la elección de presidente, ni me opu- 

se ni Gontribnf & la elección del Sr. RiFadavia: yo había 

oído hablar muclio bien de él y Cambien mucho mal; no lo 

había tratado suficientemente como para formar un juicio 

unparcial : desde el año 11 no lo habia vuelto á ver; así 

- pues no podia tener opinión fija. Cuando la votación llegó. 

á mí, la elección estaba hecha, pues de 60 sufragantes no 

pasaban de 5 losfque le habían negado el voto: yo dispersé 

el míp <que fué el último de todos^ porque de intento había 

tomado el último asiento donde debian terminar las vota* 

Clones* Vo no felicité á Rivadavia por su elección; no lo ha 

bia visitado tampoco cuando llegó de Europa en todo el ti- 

empo que gobernó ; solo me acerqué & él cuando fui envia« 

do por el congreso en comisión á Córdova : era una aten» 

don debida el despedirme del gobernante y pedirle órde* 

nes. Mas después de haber observado atentamente su con- 

ducta, couQci á, fondo su mérito; soy uno de sus mayores 

apasionados, y consideraria como una bendición del cíelo 

^uela República fuese presidida de sugetos tan dignos de 

gobernar como el Sr. Rivadavia*'' 

^'Las instrucciones que llevé al congreso me prohibían 

acceder á la formación de una constitución; pero después q* 

la provincia de Salta consintió en la ley de 23^ de Enero, 

^n que ei congreso no solo se decoró constituyente sino 

dispuesto á dar constitucion,recibí órdenes análogas'^y ces^ 
aquél veto. Cuando se trató de que el congreso se ocupe- 



VIH. 

•e fM-eftfeiiténiMlé íl& dar hi c^iMtit^Míi^ la €INM{«I«I|. 

fobre la forton de ¿obfel-noi y^l^e « éMAam Ih i^^fet»ii« 

tncron : me opirse é ^ta medkía, porqáe léf<ós de db^Céil^ 

lo que el congre8o se proponía, prodocír^ efecto cenlNK^ 

rios : prevaleció no obstante el dictaiiaen de la comisión 

de asuntos constitucionales ; pero el resultado difiíuitívo 

probó la exactitud de niii previsión. La (cbnstitucioh pu« 

do haberse concluido un aSo antes, y habría sido bien re« 

cibida porque aun no ise habiá trahiado ta 'cOrtjúraícíon 
que ob^tó á su aceptación y nos abismó/' 

**tiOa miramientos y suma delicadeza del congresa 

perjudicaron á caJa iim>de loa pueblos j álá Bepúbltca 

tilda. Seexplobó la voltintad de las provincias y se fidiá 

que fe dóblasela representación : esta operacido sé bivo 

esperar come seis meseí : Ijs deiforgatihadores liaHaroii 

lasRuyas; tnvieion medios de <j^mp!«^ili<Be ¿on idgonotf 

gobertiadorcs ; se introdujo una bdndá de represputárites 

perfríc iosós en todo sentido, v^t-daderos enemigos denlos 

pueblos qaip representaban y agentes de los gobek*nadóriss 

que deseaban p^rpetuar>e en el ttifantlo. Dorrego y Ugaf« 

teche del de Santiago ; Cavia (él Cfódib americano) del 

de Corriente» ; una bnnda de estúpidos cerno Sa1gl!ier6 ¡r 

Cabrera de Oabt^ra que envió el de Oórdeva. Llegado 'éf 

tiempo de la discusión sobr^ la ft^rtlda de gobierno qtie híiv 

bia de servir de base á la comisioó, eternas declamaciones 

de Borrego, Ugárteche y Cavia, las retardaron lo que es 

increíble* Cuando se entró á discutir íá constitución suc¿« 

dio otro 'tanto; no paso'un solo artículo sin 26 ^ discursos 

Seclahiatoríüs dé ¿ada'uhti de los treíi iórádoripk ^éfeitiarf 
^uia; caíla disoursó de Ht^ra y ntedia ó ^¡tti^ ln>ra^,1fétiDs ié 



ít 

«lúbusteSyCalumnlaftfSttpo^iüiones 9ratiiiia8|idei& suversivas 
con que se pasaban los diaíB, provocando otras tantas ó nia« 
yor número de contestaciones en las que eran refutadas á 
ellos les importaba prolongar la cuestión hasta perfeccío 
nar sus tramoyas* lo que indudablemente se habría evita- 
do ganando el tiempo que se perdió con miramientos desu 
sados. ¡De cuantas lágrimas nos hubiéramos ahorrado! ** 

**Todo8 los trabajos del congreso relativos á asuntos 
constitucionalcfy han quedado inéditos por la pesadez de 
los taquígrafos ; pero todo quedó en los archivos del con« 
grese, que después de su disolución pasaron al dominíe 
de los que se decian federales, quienes no hubieran omi« 
tido su publicación si los discursos de sus partidarios fue 
sen capaces de hacer algún honoi^ & su causa. La supre* 
sion misma prueba la superioridad de luces con que eran 
confundidos estos demagogos, y la fuerza irresistible de 
razones que determinaban las deliberaciones del congre* 
so : el|trabajo era si enteramente perdido, porque el par« 
tido estaba tomado y de cualquier moda que se hubiese 
expedido eí congreso, habría encontrado la misma oposi* 
cion en los mismos individuos/' 

^Todos y cada uno de los artículos de la constitución 

tuvieron mi aprobación : concluida la constitución se sa« 

be que el congreso la remitió á cada uno de los pueblos 

que habian opinado por la federación con una coniilion 

de su seno^ x{\xe les espliease como el congreso se faabia es* 

meradoreunir, todas las ventajas del sistema federal con 

)as del de unidad» evitando los inconvenientes de ambos. 

Él congreso para esta misión eligió personas de un celo 

patriótico é inta€hable« A mt ma tocó la provincia de Cor 

B.2. 



dobá y Ail el |^if«ieii6 ci^raf res» Na mfSái^t^i^í^^ 
taller mis débales |iaita(}U6 se e^asaciii.el; ex^i«i^i|'4f iMb 
constitución, póp<]U6 da esto dial coagiresai im. mf^ffíf^, 
por escrito qae será un documento pcira la kístoriau Ycu 
pronuncié el fallo sobre el carácter é^e la, oposición que-s9i 
Uacin, y el Tribuno^ periódico incei^líario q^ue. entonces. Ite; 
vaban los anarquistas se empeñó en combatirlo ; pero loas 
sucesos han confirmado mi juicio/' 

-'La mjs^fi oppsicipn q^ue enr^ontré yo en Córdoba 
^nCPAtrar^n lo^ dom^^. comlsíuna/los, y es notable que en 
nÁPj(Mii^ pártese oJb»j eta.se, á la constitución una sola clau* 
sul^q^^dies^ alarma pof las garantias soci^l^s : no e^a. 
f^d^raly n9 gapintia.lps^ gobiernos perpel;iio^, y bastaba : 
e^t^ di^pti$nu>,de opinioli era infinitainente chocante y 
q^nfúyo á la$ proFÍi\ci^fy(]ue habían opinado de djferente 
ip^ulo q,ne|la. m^yor p^^r^te : dfi co.nsiguientp era oponer 
Muvfiiq Qterno.á la organización de l|i República. Era 
£ji(^s.^HÍ4f n.t^. qu^ todo esto era ob;*a de. los gobernadores, 
yiq^,lo^Pji|f^lq£| i\Q.Q|^o;ijan resis^epcla alguna^ En Men- 
doza y Sun Juan, <le donde fj^<^ r^^p^Uada la constitución, 
^lrP^b(9, mf|n¡ff?tíS,eJ dp^se^xm^s vjvodesu aceptación. 
Eq virtud dp la, ley c^e 23 <le Enero del ano 25 debiar^las 
p^oyi^cias ex^pjnaf ppr.si^ lt^if¡[^dg^esja constitución, 
gn^o.en tpf(as p^rt^s se evitó cui()a^osai|(ente entra;* efi es- 
^i^WW^a W.«í^y/>s. dí^b^tp? instruyendo bien at públi- 
9p»,8p bjib^ra^p|^§8to,d^ najaqi%^to 1^ perfidia de Ips go- 
twrjtftttPS^y.d^li^,f|jpíl,t^dp|^que.sftcri%a^^^ lo^ ¡ntere^ 
s^.^e^,p6ii^lí(:,o á su^an^bicjon, quienei^, cuando creian cpnr 
rfip'fr]f^^ inyQcaí}an,estaJey ^ y ^n ef ca^oenque c^^^bian 
cumplir! a Ja^pisaban con insolencia/' 



XI, 

^^Üim comlücta tan bódtíl y anárquica en todo sentido, 
auttrizalm al^cati^reso para hacer respetar una ley que 
podía llaniarse fundamental, y ordenar al presidente de la 
Bepúblíca olM-ar en consecuencia : pero ni en los ptincí. 
pf08 (de l09 diputados ni en los deJ presidente cstnba mo- 
wer h g-uerra cífíI ; y viendo el 8r. Rívadavia que en el 
estado en que se hallábanlas cosas era imposible llevar 
con dignidad el timón del Estado, y que era preciso, ó ha 
cbt' la guexra ó ceder el puesto, tomó el dirimo partido 
y renunció el mando: el conghso también resdlrió^^errar 
füs ^síones. Habia concluido con sus íunciohéS dé cóns* 
litujrente ; y no habia esperanza de instalar el congreso 
ccfnstítucfonal ; no tenía y^ objeto su [iei'manehcia: \á IÍ&« 
pdblica quedó acéfala, y Íos sucesos qué déspUei^lian tetiü 
do lugar, dan justo motivo pafti díídar si habi^iañ liecfaó 
me^QT en hacer la guerra con todos los recúi^só^ de qué ¡ict^ 
dhuk disponer. Yo no resolveré este problema.** 

^'Terminado el cótigreso, yo estaba espedrtó pai^a téi 
¿fresarme : y en efecto lo Feri^qué el 30 de Agosto dé 
aSo 27 ; pero no llegué á Safta sino 5 iti^diadbs dé Ét)(^^ 
ro del ano siguiente. A mi Ifegadá á Salta, recibí del 
público demostraciones inequívocas del aprécíb que irié 
dispensaba, y la satisfacción qiié sentía ()Olr rhi bueh dése^Hi 
j)efioen la deli<;ada comisión que mti h-^bfa cdnflacío." 
«it«*«*«*«»***«««*« • ••••••••;• 4. ••••; 

^'Des|ines <le Ifi renuncia del Sr. Rivadaviá y disolución 
d«f cdmgteabi la República quedó también en disolución y 
téÚH preiriilcia 9tíijuris\lM de Bueno^ Aires habia nonfibrádo 
gtshérmíiar é D Jfanuel Dorrego, el patriarca de l;i ánáf* 
^lilift / estfi hai»i|^ enviado al coronel í). Alejandro B^té^ 



XII. 

día & Salta con la cotnision de soiicifar que esa proTÍircfa 
accediese á la federación, y se autorizase entretanto & Dor 
regó para el curso de las relaciones esteríores. La provin-i 
cia de Salta había sido constantemente pronunciada por la 
forma de unidad ; en el afio 20 siendo gobernador el ge^ 
ueral Güemez, solicitada por López de Santa Fé para aece 
der á la federación se negó abiertamente; consultada des- 
paes por el congreso el a&o 25, se pronunció en el mismo 
sentido^ Era la provincia que había contraído mas méri- 
to en la guerra de la independencia : desde el ano 14 ella 
sola había sostenido el choque de los egércitos victoriosoa 
en el Alto Perú ; y destruyéndolos en su territorio, tenía 
humillado el orgullo da todos los generales y gefes realis^ 
tas que asaron invadirla^ mientras que todas las demás 
apF^nas hablan tocado con el dedo el peso que ella sola ha- 
bía Ar>^teaiflo con honor sobre su$« hombros : parece pues 
que tpríía e\ derecho de^gercer alguna mayor influencia» 
cuan^i» fiíene cuestión de un arreglo de administración ge« 
tieral ; era por tanto una especie de insulto qtie se le ha* 
cía cu imfo se acababa de repulsar una constitución, en 
qiif torla» las partes del edificio social estaban tan prolija-^ 
mente coticertadasy deslindadas^y en que las'garantiás pd 
blicas é individuales estaban también apoyadas, sin otra 
razun^ que no estar al gusto de los gobernadores que in- 
tentaban perpetuarse en el mando : era, repito,* insultara 
la, invitarla á comprometerse en un nuevo arreglosin ha- 
cer\e conocer sus bases, mayormente cuando la federa- 
Cioíi itifdcada es muy compatible con el absolutismo, por 
cu yn desfruccion tantos sacrificios y tanta sangre había 
derramado : riesgo tanto mas inminente cuanto era biep 



conocido el desprecio y el abuto que haciau de la opinión 
de los pueblos .'* 

*'No obstante Salta favorecida por su posición geo* 
gráfica,para dejar que las demás, provinciaii se arreglen á 
su modo sin mesclarse en ello, obró con circunspección : 
contestó que no conociendo (as bases de ta asociación que 
se solicitaba, no podia prestarse á ella ; pero que lo baria 
si se aceptasen las que ella proponía : se reducía á formar 
una constitución bajo el sistema federal; que esa y la san* 
Clonada por el congreso en 26 de Diciembre del ano 26 se 
propuflfíesen á los pueblos para que hicieran un examen 
comparativo de ambas; que eligiesen la que mejor les pa. 
reciese $ tomando ciertas precauciones, cuyo detal no re* 
cnerdo, para que los gobernadores del complot no crusa* 
sen la libertad del examen y elección*.'' 

^*Si este proyecto hubiese sido adoptado y puesto en 

egecBciony habría dado por resultado infalible la voluntad 

de km pueblos ; y Salta consecuente á sus principios se 

conformaría con la federación k pesar de su opinión con* 

trnria ; pero rerbazacfo, como fué, puso en transparencia 

los 'Imiiestrof» desíguios de los que invocan la felicidad de 

Ibs puebh>s para labrarles las mas terribles cadenas. Yo 

fof aut(H* de este proyeto ; se lo sufferi al Dr. D. Santia. 

go Saravia quien lo^prebcntó : fué aprobado, y esta fué la 

contestación que se dió, guardándose silencio sobre la au* 

toriiaríon que se solicitaba por las relaciones exteriores.*' 

**La proposición de Salta fué recibida como debía 

esperarse, de hombres quenada temen tanto como el que 

los ipuéblos abran los ojos para conocer loque perjudica 

a su verdadera libertad: la provincia pnes de Salta ho entró 



XÍV^ 



en cortí venios ningunos oon los que se dicen federntes: «Ndt 
se reunieron en asamblea en Santa Féj y sdo consigmr«Ni 
(clar ^1 mundo un testínionío público dequesoii{nx;eUsilia. 
bles entre sí; si liemos Üe creer á los papeles pübrHcus Úé 
Buenos A^res^ lo$i d[ipútados á esa asamblea de Santa Fi 
se proponían establecer que Tos productos de la AdoanH 
1^ fiu«tM)S;Ay res fuesen comunas' á todas las proFÍncíad 
ventn^ a que ellos daban tanta importancia, que la consíi« 
dei^an como la rhayor dicha: esta era una de las mentares 
ventajas que la constitución del ano 26 ofrecía fe los pue- 
blos; ^ín í^ contradicción de los federales, seliabiera esta^* 
biécído con universal aplauso ¡ellos solos la combatiéfotiy 
ó dirémeji>r, )a resistieron sin combatida : se han dertfti- 
mado arroyos de sang-re americana ; y cuándo á su vez im 
toca constituir!o,no Tes afecta un despotismo y arbitrariedad 
asiática ; la tendencia á embrutecer á los ptieblo», !<» se- 
glaridad de vidas, honra y propiedades Sctenlafii ¿«s^s cow 
sas fueron para esos hombres muy subalternas; y que lenic- 
en do los gobernadores mas dinero deque disponer, k» 
puab^os seri an felices. Diputados inmortale». jQue vutóS 
tros no:nbres sean escritos en el bronce y en el mánnol pa- 
ra perpetrar vpestra infamia, que taiílbien hay inmortalt. 
dad de execración! He bien f * Ellos nó lograron te qite 
deseaban: tampoco mere<^iítn lograrlo : lo despreciaron y 
destruyeron cuando se íes ofreció espontánea y buena- 
mente. Tan cierto es que p?ira destruir bastan beabas que 
pisoteen, mas para edificar es necesaria ttit» fttwia en la 
ca.be za que en los pies,** 

En 1827 regresó el Sr. Gorrift' * ta' pr©i^í»«ia* 
Salta, y por di)s anos consecultívos ttúhnjtí Mtiwmwle 



ItVrf^ ^^..?^tfi/Pr9^ín<fÍ3 86 susfraj[e8e d^ la influencia (Je 
e.9^iiéj^iroj?X^ absurdo sosteniáo jppr. et espírjtu departido 
i(^iicamehte^ qu^ encab^zal^a eí nuev¿ gobernador de &úe- 
ijqíf.Ainei5,I).; Mwuel Dorregou . 

:^ñ^Iti2&^b pQ|VA}«ftd(«4 ^«n cí?4d^tp*en ai|^]qIU^ 
pi^Vjneííiv tu ifitcg-irJdád y pfttrk)U9f|i^.W elf^^pcKi á|J«^ 
primer» magisei^atáva^ fin eUh» &irii£toó t^»» pi¡íi^'|^,d^ 
orden^ por medio de una conducta liberal pero ené^rgica, 
y en virtud de varios arreglos en la administración inte* 
rior. 

En I83I descendió de aquel puesto habiendo cumplid 

do el periodo legal del mando, y se redujo desde esa fecha 

¿ la vida privada. . -. - . -*- 

Los calamitosos y notorios acontecimientos públicos 
ocurridos en las provincias argentinas en 1831, obligaron 
al Sr. Gorriti á expatriarse voluntariamente, y á buscar un 
asilo en la república de Bolivia« Allí lo ha encontrado, 
generoso y digno de un gobierno ilustrado, que 
ti>ne /a capacidad y el deseo de atender y distinguir al 
mérito, cualquiera que sea su origen y la línea en que se 
encuentre. 

Al concluir este resumen parece conveniente no oíni« 
tir la causa que impulsó al Sr, Gorriti á redactar sus Rem 
/lecciones. Retirado en 1834 á un pequeño pueblo de Co- 
chabamba en donde ejercía el ministerio pastoral, se en- 
contraba destituido de todos los medios familiares que ha« 
bian sostenido su actividad mental, y para neutralizar el 
efecto del triste recuerdo que le ofrecían sus pasados infor 
fuñios, y el fíinebre prospecto de una patria perdida, se 



xvr. 

redujo & apuntar algi^naá ideas que ¿I reputaba muy Ais. 
tantOB de ver la luz pública ; pero personas respetables 
que casualmente tuvieron noticia de esto, lo empeñaron i 
coordinarlas, aunque en medio de una carencia completa 
de libros que creia indispensables para rectificar algunas, 
y dar mayor extencíon á otras» A este incidente afor- 
tunado se debe la composición del siguiente opúsculo. 






BEFLECCIONES 

Sóbrelas causas morales de lasconinilsiones intariorea 

EN LOS 

NUEVOS ESTADOS AMERICANOS 



SXAHGN D£ LOS MEDIOS EHCACES PARA BSPBIMI&LAS. 



Jtiaín ITgnaícfü irt (SortitC 



ARCEDIANO DE LA »ANTA IGLESIA CATEDRAL DRSALTA» 



1ÍÍTR<Í0UCC1QÍÍ. 



jj^L )iombi*0 tgíXñÉéf ft>rmadó {>am4ii séeVe4ad t sita 
asIfiHéni^id de Mestrossetnejtíhteé^ iMm^^iiaoes&ria .uvU.vec» 
pkrft Iti coüRervabion de>ao6otros uuemos» l<^«Btouckoin(i9 
para la vida racioti«l. La, primera tmpveiÁQn que wecilfk* 
inos al nacer, es para sentir (jue.DO nos bastamos á iioso* 
tros mismos ; y las primeras voces que damos imploran la 
asistencia de los individuos de nuestra especie. El niño 
recién nácido> aolesideiser c^pa^ de refl^ioH|«abe i^irecif r 
dbi^fi niQ(W que le es propie el val^r de (a ^<^i^dad« i.a 
iiaturálejta^ iiue COR t^ntaUbei^lídad dotó a| genera liuma» 
Bo de^bAstante fueraa j copacidad para doiQÍáiar,.nQ solo 
6 lodas las criatura» que coliahiliají con él latierra^ bacién« 
fMjjVs servil* ai remedia 4)ej5us uecesidadei^ al au.men)o dQ 
sus comodiduifes y delicias, á complacer á sus caprichos^ 
y >atta44^vir á suscrímeiM^^ sino tand>iaii j)9T^j>reseri* 
tít kyes ^..losastros del firmamento» que poae atreveriau 
¿traspasar, se i^ostró tan «vara con cada -upo de los i^^ 
dividuos^ que lo componen» que i nifiguno dotó de bastan* 
«ecApscídflídfMii^a bastarse ¿ sí mifjno. Unmdivíduo piie» 
del* género 4iiuiaa no, aisjadp^ sin contacto alguno con otros 
{)ombref,t)meiiecoiifuadamepto-decir8eqiie es un cerin- 
cmmpklSo; por ^ue^i juiede i^pruduclrse,ji]ii despicar 
sus potencias físicas-^ morales. Setn^nt^ al embifioni 4 
quien felt^ ekstumn pr9lifif0 par4jideseQn:oIUin$e«ó.f^€(U mas 



terreno ingrato, qne no chu}iandü suficienfes jugo» para 
nutrirse, no bace mas que debilitarse hasta que perece. 

La prioiera asociación que ecxistíóen el mundo, fué es* 
tablecida por el autor de la naturaleza. Formó al hom* 
bre del limo de la tí€r)*a,^a hizo a su imagen y semejanza, 
y dijo el mismo : no está bien el hombr<; solo, démosle un 
auxiliar que le ayude; non est bonum homini ésse solumjum 
(¿amu$ ti adjiUorit^i $mH$ sibi : eetoocjEr^ formó el Setior 
á Ja mujer de ttiia>co6tUU del hqmbre, y i»e hit díó por com- 
pañera. Adán recibió á Ertí con grande contento; y, la 
aüió como A una porción. de^sa propio ser, 

. . DEjL ORIGEN DE LAS SOCIEDADES. 

íñ primera 80cíé<larfl que «existió en U tierra fué enire el 
hombre y la muyer ; Adán ciertt^iníi^nte no tuvo parte al., 
gima en la elección de su dompjíñerá; recibió de buen» 
gana la qué le presentó el autor de la naturaleza, sin que 
precedíeseh pactos' tíi condfoioiies de ninguna dase • y ja* 
hias pensó en separarse de ella : tal fué la piimer uoion 
tonyúgaC ' * : ' « 

* Fieles en JeStS parte á gU locación, íós dos cónyuges s0 
fe^íiítian enVre 'feMos eflin^i^ qiie les demandaba su subsi^ 
fcncia,en una época en que todo debian sac&rlo del fondo 
cfé su propio gehio. El bien esfáV de ambbs se aumenta* 
ba a)n sus esfuerzos- reunidos, y cada ilnó délos cónyo* 
ges se consideraba deudor ásu consorte, de losfcí^nsuelos 
que le proporcionaba en las necesidades déla vida*; lo q* 
aumeritúrido la'ternuní con que se amííban, estrechaba ca« 
tía dia nna^ los vínculos del amor conyugal . 
^ No tardó este ert maWfestar su tfecuftdidad. ' Aiafiíy 
Eva padres dé uii l^ij^, espéciaientaréh gozes i satk^* 



j8 

^jdtieé quo iit'Ktá etlt oktoes no cosoufaf». r Bos^pMtreb «t^len 

neproAacidoft en sus 4fernQB. bíjii»»* yr laitenwmiqtiie. la «m* 

téfal6t<i teB itwpirii por ^eHo^ e« aim paitétd^' ainor de afl¡ 

mismos; Lw» hiolei^tftft dc^ la preSoí:; > los irobáj «i^ *y ' cukkí 

cloé de la Isictanofa, síipb rác«o»|KnfaBi^o8. K»natuittle2a qon 

el placer que lerosnpa ^rtBF.erecm* jf^^eiurrollarse' el^£ru4 

to'd^amdr isonyagad^eh ^qlt^a» pralan^la vida de hm 

padrea* 

La naturaleza misma ^nseña al niño á chupar el pecho de 

la madre^pan^ extraer de é] un líquido que la misma naUi* 

raleza segrega de esta, y modinca de modo que sea un üli« 

mentó propio de la infancia; y caiin Jo las potencias del ní« 

ño empiezan á desenrrollarse,' encuentra en el regazó de 

su madre, el socorro ¿le todas sus necesidades, el alivio de 

todas sus molestias, y en el carinó oficioso dé ella la com- 

píacenciÉi á sus gustos ; la naturaleza inspiro al' ¡iiíTañté el 

amor á la madre; quizas en su principio no fué mas que el 

amor a sü propio bien estar, pues que solo en sus brazos 

se enconfraba contento : las caricias del padre y las ins- 

ti'uccíones^de.Ia madre, bíziéron extensivo el amor 6 el ib» 

tere;^ del infante á su padre : asi pació el amor filial, que^ 

encontrándose con e] amor y ternura paternal, formaron 

el segundo eslabón de la sociedad. . . -, 

Adán y "Eva tuvieron nuevos hijos, emplearon en elloa 

huevos c*üidádois? la mtsma ternura, las mismas caricias que 
pfítúeioi elexeinplode loa padres, sus instrucción* 
nes, inspiraron en cT hermano mayor el amoral menoh asi' 
nace el amor fraternal, qué después se fortifica con el trato 
y entretenimientos de los hermanos entre sí. * 

. Entrád^»^ loé niflo» éÁ la ttdcíléoen'éia, empadre común 
empe2¿ 6 éiiereltarf^erit tosaÉ propópcfonadaS á su tierna 
eifadi y eflip«kflr¿tt^[)^ ftífó^ A coTlfribñir ron el cóntíngen,- 
té á^ú9 débifea^fa^^tat biétt festlitdie lü faiiiilía, 



pr^pit, «efoMMirotiMilui cfttifiSavtrBbfe^ibeit Mfafaimiettp 
lee de sm frro^nítartf $ pef0 jpeM^naciti* «0 M «<tnla€tf 
uuneriialo fie eonttrtipttcfon y éerfrieíoii Aintuosi; las «ari^ 
ei^>de U»rtfbQtlot gr etexcni'ilQ de los |iadiieay'cngrei)dnw ' 
twníe^ ]m tiietm #1 «bncn* <jr tespeto .i|«e tríbutob»» 1 los 
pilitnéroft t de este «UMlq «scst^idi^h y riMBificsttfin kssiiit 
mílías. 

Las relaoÍ3ile8 de sangré» la ^dticsion & sos progenítOv 
res, ef amor al suelo en que habían nacido» la experiencia 
del bien (}fie les resiiltaba de vivir ei| una sociedad» man» 
tenía reunidas en upa misma regiotn muchas fumfliai^oríuñ*^ 
das de un padre común» á <|u¡en todas respetaban y obe« 
decían mientras vivía. La pueblada creei^ en número, la 
región no bastaba para el pastoreo de sus bestias, sus re*^ 
baSos se mesclaban f sobrevenían alg^unas incomodidades^ 
y el que deseaba evitarlas, emrs^raba del lograr, ILeyaba 
consigo todas sus propiedades y toda su descendeneiai 
cnRfiem imtsianliam suám^ H omnes amjnw gua9 fecerat^ y 
se establecían en el lugar. que les parecía bíei]^, dopde se 
formaba una nueva pueblada : de este modo se f(M^ron for. 
mando los pueblos y las nacíoneis sobre la tierra ; hasta 
quO'Con el tiempo el comercio y otras causas, fueron reu-' 
nietidoen un terreno hombres, i|ue no (e^tabao ligftdos en* 
tre si con parentesco, de diferentes regíales, y aun .de di- 
ferentes idiomas^ que formarop las grsimifeis .cuida4es* 

Basta leer con atención la historia del i^acimiento y ,pro. 
pagacion del género humano, pi^ ^ad^ertír ^ne es en un^ 
of dea sen^^ que lian v^do.á f»wMée ImálfmMw^»' 
iiajp4Pne^ las ciud^(^4«erXfai^l^f^€ia «iiMipfrf h» m^ - 
ciedadesiKilHicas. . PffUoHW|Hie8pi^sf|DnlAr4a ieppi^¡li,áft 
estas a6oc«icioB|esfen.e)Md^Hiíg«Íei^^ iMsMb4a¿ 



wnypjf al i 2. ^ l^ de- lo« {)a4r^s coa aii^ U ijos ; • 3, ^ la 4^ 
Jo6 hijos fii;tre fii, y coa el p^dce coutan ; 4y ^ I» ii^^ l(« 
l{esc«ndieiite« de eiitos co(n «tt9 ^^clos» ttos^ fM^imos y de*- 
iliHí^ l^iiieiilQAii^qeadiQ^t^ y descendieuteoí ei^Huea rc^ct^ ^ 
transversal ; &» ^ la rc^io^i de persunus de diferentes fiíf 
lniUa^» 4e.d¿liir^iU^l$ P^i^^bl^ ¥^1 l<>ffil doude la cuuvtuiei^ 
ii;Uf artigar ncoa^ejat^a á ea<|$i uop eitabH^cerse^ 

Se AÍ|;r»tte de.aqui-r^)* ^ cjue liifi prioieras puebMas'ftie 
4V¿ jBrfHítdes familias que ^ecQuocíuM uu padre ^imiun» 
<qaíen la^ gobernaba pafemalmesle y era rc^ieti^dp dtí ^ut 
4ds*-^^ qtiereatasKeiiBionet se híe¡erQU4Ín.[ta^49s pce^ 
eedentes, sean tácitos ó explícitis ; á exepciojil q^e quiera 
tlainfir^ pacto^todpjot^iiello á que se somete el^ouüire bus 
cundas^ bí^Ol^^r^^^O ^^ QMf hay suma impropiedad — o * 
<|ii,e .hAbiend<> ^d<^ Ia JAnion de Adán . con E.va la primera 
.piedad» ^e \ii^p /^inprec^dentes^condiciones, sometiendo* 
fe limbos á ia suprema dísposiqion del Criadpr : est^ socie- 
dad eA^pezó á rauu$carse,p9r ia dependencia en c^ueia nu« 
ttiralezajpusQ,álo6 hjjosde sus Padres, y ^)or la ternura 
^ue ipspiró á estps para con sus hijos ; que el amor y res* 
peto filial entrelazados con^l cariño y ternura paternal, la 
experiencia del consuelo jr ^Uvio, que los j>adres ^entian 
de la asistencia de los bijos^ y es^os k sai vez de los coñse» 
JOS V esperienciade aqpelips, juntamente con el amoral 
suelo nutal^ la pasioi;! que tenemos por las cosas y trut^ de 
las personas con quienes; hemos vivido desde 1^ lac^tanri^v» 
fueron los .vehículos que.ramificaraf) y dieron incremento 
§t las asociiacíone^; porque todos sienten la violenc^ y pe* 
na.de separarse de lasper^oivas que $e aman, del símelo en 
(¡oe .nacierpn, y de Im demás ^osjis á que e^tan h^bituados^ 

Ale p^peiee f^t, lpdny8mo;"q' ^wdesfcit^i^ú de faad,aip^nt03 . 
liio{lÍDk>n;q' J«iiiA.Ja««l^ jft^t«^ w? %ti|r^ #liprf«nei:<v A 



¿aber^que \hé tSocrmcIndes^ hunuitias estñtí t\ttíéxñ^áÁHeti lo q' 
61 llamó pactó social: Esto es - un error : las sociedades 
faumatinsesUncimentadassobre In base solíd f «tima é indes^ 
tructible de la ley natural, qae poso 6 los hombres en mu* 
tua dependencia para mejorar su bien estar individual; 
Esta e& la gran rarta de la famiJia humana, de que á nía* 
gun hombre le es licito desviarser Los medios que pueden 
ddbptáráepara arribar á.este fin, pueden variar de mil ma« 
ñeras ; en laelo<rcion de estos, es donde empiezan los pac* 
tos humanos ; ^los serán tanto mejor consertados, cuanto, 
mejor eondueen á los fines de la haturaleza^á los que se It* 
gai^on con ellos. 

ti filósofo ginebríno incurre aun en otro er^or : de un 
antecedente falso deduce una conclusión absurda ; ét sos- 
tiene que pueden los hombres asociarse bajo de partos cb. 
nocídamente perniciosos á ellos mismos,y que estarían obti 
gados a cumplirlos; si los hombres quieren hacerse mat 
y se lo hacen ¿quien tiene derecho át impedírselo? d!cé 
en su tratado del pacto social: esto choca al buen sentido. 
¿Quien pix)hibe al hombre hacerse mal si quiere? la ley 
eterna déla naturaleza que nadie puede destruir ni mu. 
dar. La sabiduría infinita del Criador, que tantas mara« 
villas crio y enriqueció á la naturaleza para el bien det 
hombre, negándonos el poder de adquirirlas, y auit de per- 
feccionar^ nuestro ser, si no es por medio de loí^ esfuerzos 
de los hombres reunidos eii sociedad, ohlenó indudable*, 
mente las asociaciones humanas al mayor bfen de los so-: 
cios. La sociedad pues,en que los/ uiiehibros de ella hubie^ 
sen^hecho pactos perniciosos á ellos mismos, seria una in- 
fracción de la ley natural, fi cuyos fines se opoiiia ; "ellos 
por consiguiente serian cthníñales, y feu i^nmpliiníenti un 
nuevo eríipen : les pactos ^rí4k insobsíste^ie^ ; niogunif 



^log soctos'contrahería obligación de camplirlos^ porque 
nadie tiene facultad de obligarse á ser criminal. Seme- 
jante» cónvenfos no formarían jamas una sociedad civil, 
sioo'üna rennion deforagidos^tin azote de la fauraaoidad, 
que todas las sociedad^ regulares estarían autorízadafi pa* 
ra destruir á mano armada. 

En vano se pretendería destruir la fuerza de este racioci 
nio,n^*ando Isl existehria de la ley natural; la audacia 
para separarse del sentir común de los hombres de todos 
Ios-tiempos y de todas las nactones^ó la li jj^ereza para adpp* 
tar sistemas que se hacen espectables por su rareza,no son 
fundamentos sólidos para destruir verdades que han cauti- 
vado fft razón del género boma no. Tal es la existencia de 
lá'Iéy nafnrát, que dirije la razón del hombre y reprime 
sus estl-avios •' ella ha sido y es recom)cída9 ppcc]^ decirse 
por el género homano, sin masexepcioo q,ue ios anliguoa 
Epi¿uros,de qoienes son dicípiilo^ los materialistas de nu- 
estros tiempos. ¿No hay ley natural que clasifique la 
honestidad 6 torpeza^ de las acciones humanas? jQue! La 
naturaleza que suget4 á leyes invariables é indestructibieti 
lod^s sos obra^y ¿irejaria solo el libre, alvedrio del hom- 
bre, sin prescribirle una regla de conducta? Cada paso 
quedamos, nos muestra la ley déla naturaleza impresa á 
tDdas las criaturas : nosotros mismos nos sentimos sugetos 
A ella' en nuestro físico; . ¿Seria lo parte moral,, la mas no- 
ble de nuestro ser, Iri mas. capaz de estraviarse^ la única de 
^as obras á q^ieti ella hubiese esduido- de sus leyes? 

. Pero esta exepcion debería probarse con suidos fu«iU« 
mentos; y los patronos de eí la se dispensan de este ck^beri 
quieren ser creídos sobre sit phlabrá. Los que mas alto- 
mente' declaman contríí la tirania de loa ministros del 
Evangelio, porque pretenden que Diosdebe ser. orei^lo 
sobre su palabw; édn les inris cddacerphra presentar par»- 



¿ojns (lM>riint69 ftt «entido comuh^ preténdW»fÍ0iier emtkn 
sobré su pAln^f». ' . ' : 

, ^ la mifra^itiad 4 íflinoralidnici cb tas nceícHieft hwoimiat 
v^o esuias que el resultado d^l dálcttto «Ompnr^itivM de la« 
cotlveiu«Rt*ia)3 6 disconvenieiicias qf.e resudan '<le una ac; 
cion dada al que la egecutaba^quisiem (|ite €¡1 Sf^ Jeremía* 
Beiithnn aos hubiese eticado, q' difei^eitcia hay en la mo- 
^a>Hf{ld dó uii robo^ y la péi^didade todft m fi>rtuna,que ha-? 
^ utíriMiiermutepererror de eáJcukN JiUadiun nieom 
te nlgitn jjrorecho dlrfrutaiido de la hacieuda robada j pe- 
to Incurre eti iiiferaia^ perseguido por las leyes y aborre- 
cido por los hombres : teoemos pue^^ que el ladroa se hi% 
¿o ?isí mismo un mal Hiiayor que el provecho qufe reportó : 
áu acqiotí fué torpe, itihuBenta» criminal. : Kl uegociant^ 
^^fermiíió.por falta dé «álcuKrtaAa logra^ to<lo es 
jjara él pertlidn ^jum y neta: su fortuna, el bien eál^r pto^ 
pfo y de su feralli», su cr^Üitp, svs am^os, k cousidér^ 
¿Ion que antes gozaba; es'nH)le$í»l«><í«s»*«cr6cl0re%peír* 
¿é^tfido por las leyes, y á ^eees también tratado doSio «á 
criminal : todo ésto sin Wiétícte filguiwi de satisfaeifilm que 
cotitrabaíbAíée él rfiaf q^éspcrlmenita¿ Luego es fiw^cr^mi% 
nal q' el hídrón? ¿tin^Vlistincioln pondrá entre wi |iswíuííO 
j)fénied¡tacfoy únliortii^tdlo casua» segua la t ej^ia úhlS^. 
B^nttí*>^e*ia íimsinmornl y torpe el -homieidro ,cíw|ialí.q? 
51 íi^sí^iato/v^luntai'iorésté Vé^ga una iiúari«y ocario* 
ha una ^rao «atirfacrion aHue lo comete, ó libra al asesUo 
de un cirtíctirreDte pelijji^osfty le abre e| pa^ á la oonse^ 
€vkioU detí^signio^ ^tjsfactprios, que balancean de algún 
modo luip rémprdittiieutos, la. persecución Üe la justicia &, 
Pero al homicida ^s\x%kw9 ^ resulta sino él dolor inespli. 
cable de haber hecho tapio mal i quien no le habia ofendí- 
^ en cwa alfetina ; asi víepe á.ser unn cíesgracia en .pora 
pérdida del matodor : li|«ígp fué acción niw torpe ? t»as 



¿Puede darse mayor absurdof 

* No Í6 áigé iims tí wí^imííñ vofcmtario es.oa^ti^ftdo por 
léi' l^je^ con 1^ dé\^^f ídHkl tf^e no desphgf^n totitrte el bo* 
iñfeídh) cnmiaiy porqueta ntafy^ severídud^de htléy^vfpoJ 
ne mnyat crímrimfídad elt h acción f}ue se pfobH>e. Si 
tos feg'íslácfofes Juagaron c|ü^ él afseétrtato prietiiedft^do er# 
inascriiíiínáique el lioíniéitUo, Uii^ieróú ñ(^un^ te^\ñ Úé 
justicia ex¡stenté;á'Iá (jj* cfrocase itláiB ef tíotnirfdiVpri^ire* 
ditado qué el cas^afj ¿Y ctíal p\irfó ser esa regfl^ 'sitia e* 
la ley natural, g;ravad^ en el corazón del hombre desdé su 
Qacimienío? 

Ciuiiii4o<y«f»inató á sq bernaauo ^Ahelí nohabia ley aU 
gmm poattíva q4ie prohibi^^ el homicidio. Si no hubiera 
eiiisiidi» eaé ley que l^abla sin^ cesaír ai corazón hum^no^ 
Caá» matandé á Abei bübria h^cbo una acción inocente^ 
p&rque sol» son cnl^bfea laa occjofieg prohibidas por ai* 
guna ley 3 mncegñiwi^ p^eaium, nm per le^em. Espli- 
ques pií^s; de'dortde nadéi^ii^ Idé reiil<^rdímteiilo9 de éon. 
tíénch que cdn tntttáam^i^^ra^ expresaba el d^radad^ 
Oaíii. ¿Conque ;fns>tiVfa¡hk*repaba él Scílor una ttttíoñ 
que ni> h^bbt pí-ohflWdo «4 nítaírtof Eu la bipóté^i^ d« n^ 
íftbér tah ikté^ó aattiral, el hecho de Caiñ podi^ ser uh 
ct-fo*-, no dii'crfth^, y d miéitao Curtí mas digno decom^^ 
«ion qué dé casti^b i iwgo faábri»fcido una injusticia gra 
vhrwbi%¿ufhéFtteel céHo dehí mhhiUt^ú y dfel >mof 
queauíar^ó^tadé^et r^élu óésm áim. Concluyamos pues 
que Im aóríédMes hürÜaháií^fiMéb subiHié en Ja ley^ini^lte^ 
ttWc dé'hí natttfráfle^a,qiie ms f(^rlli4dtf t^d «Ut^^t^qu^ d<w 
í^rtdi^sehM»^ UROS de dftf^ partí mej^ar HueMrft «Mdreü. 
on indWMuál y perífei-ciónaíf nüMM«^!ftf^ul«ád«<s fMrus f 
morales, tbfpüiíftlelí é' mtlélfefcttialefii; y qiie los p#mte éé 



Io0 «06)0$ bftbíiai deptreíerir para iirribar á los f pes déla 
naturaleza. ,. 11 

Nos Baleii aqui al eocáeDtro o^rm 61Ó3ofos modernos, 
qne 'lando por seutailo el pacto .8a<,ial. coim> lo entiende 
Roas9eaa,8upiikiea i^ljionibRe^li^age errai^e en Im boRqucsn 
TÍviendOidejIos frutos espontáneos de una tierra inculta j 
aalv age contó ^Ijasocj^odose coniiignHos desús semejantes 
queia casualidad le pre^nto^y formando sus convenios 
para defenderse de.^as bestias feroces y de la violencíi^ de 
otros hombres. Veamos como disponen su sistema- 

Li liomüre dicen, fué en su principio errante en los bos 

ques, viviendo como las bestias de los frutos espontáneos 
de la tierra y de raices que arrancaba : la casualidad lo 
reunió ron algunos de láus semejantes; se ligó ¿on eHos 
para defenderse délas bestias feroces, y continua su iridn 
errante ; mas sintiendo la fuerza que habia adquirido can 
ia reunión de otros sns semejantes, tomó la ofeflsir»^ y 
empezó k perseguir á los otros animales, se alimentó de 
la carne de los que mataba y se cubrió con sus pieles, * 
. Algunos de estos individuos se dedicaron á doinesíj^^r 
^algunas de las presas que hacian en jas béstii^s, cuya docíli- 
ili)d esperimentaban ; cuidaron de hacerlas mulliplicari 
conocieron el proveí ho,y c(inhagrf\rí)ii á f steobjetosu priu- 
jíipal atención ; aqui eiupezó U vida pastoril: fué dicen 
estos filósofos, el primer paso que los hombres dieron á la 
ípiviliz^cion. Se acresentó la tribu> los frutos espontáneos 
dt la tierra no piuveiau suficieiiteusieiite a la nece8Ídad;| la 
persecución habia auyeirtado la .< aza de la couiarca; les cqs 
labattuchQ proveer á su mantención y algunos que discur. 
rieronserabrar y ayudar á In tierra con su trabajo,tubieion 
buen suceso: litros siguieron «1 exemplo, multiplicaron las 
sem^riteras, necesitaro» cuidarlas» se fijaron cerca, de ellas, 
.formaron sus chozas y coi^vinioron en algunos puntos que 
tubieron & bien^ arralar, pí^ra conservar ia pa*. entre M 



11 

Este diceH estbs ülósofo», fué' el sc^iindo pato de lós bom. 
bres acia la civilización, y el nacimiento de las asociacío* . 
ue» p(»lttiea8. 

Todo este tejida tiene mas y ¡so de^im rpnífance, ó cnen-v 
ta forjado para entretei^er Qjfioi.^eo Us noches de iaviqrno, 
que de un sistema sérip ; nadfi es mas fidículo que discur.. 
rir por conjeturas en ms^^rias de 4anta lentidad, cuando, 
I^eehos históricos digaos de fé las contradicen. Sería en 
vano bqscar en elsalyag^e de los Rosques de la oaturaleta, 
ni en las tribus errante»Jas primeras asociaciones políticas; 
l« historia de la creación del universo y propagación del 
^nero humano, nos presentan nn onlen todo inverso. 

A lan fué el primer hombre y el progenitor del género 
humano, y Adán ni fué hombre salvage, ni fué errante^ 
Ño fué sal vage : el testo sagrado nos dice que el Señor 
plantó en la tierra de Edén un huerto en que reunió todo 
cuanto la naturaleza puede tributar paralas delirias del* 
hombre inocente: plantaveraf (Deus) horüm vofuptafis: 
en él puso á Adán para que lo curtí irase y conservase • ut 
operáretur.et ciiftV^dtret ittnm. Habría sido una torpeza 
indigna de la sabiduría infinita del criador y moderador 
def ontrerso, confiar á un salvagf^ el culttro y conservad, 
on de tan hermoso jardi.n ; torpeza en que no incurriría 
lin Hombre de mediana razón, teniendo medios de encar- 
garlo & un jardinero' esperto. L'iego es muy bien funda, 
do persuadirse, que tubo todos los conocimientos necesa- 
ríos para cumplir bien el encargo que se le hacia. Cual- 
quiera persona medianamente instruida sabe,que para po- 
der dirigir bien la cultura do un jardín, son necesario^ c6. 
Iiocimientos físicos bastante éstensos. Sí á esWse añaden' 
los conocimientos en otro¿ rUmos de indu.stría,de qur pue^ 
de tíarecr un jardinero én nuestrosdias, porqne puede ad. 
^teirir las eosas preparadas por la íhdu^ria de otro, pero 
q^ AdM loil ttec€fti(6 tener él tahimo, ju:^uese después 



g«^el que es^ 4^^M^ 4i^ tunjtpscanoeimieDtQfi reuMÍdos^r 

Alian por su infiJelidad fué arrojado del ParigsQ» priV 
vadcy ttioiliten'de Idd dones sobrenutliraUs de que había si* 
dó adoriwdd ; pero no* tenemos el ttirendr fondaitienio pa- 
ra sospechar d^ que fuese privado* de los dones naturales 
con ijue fue criadb. lo que reí^ta que decir para jus- 
tificar esta conjetura, pí>ndrá en mayor evidencia la ver- 
dad. Hemos visto qae Adán no fué un salvage ; vere- 
mos loe^o que no tivió errante. 

El Señor dijo ít Adán : por tu infidelidad, la tierra que 

cultives «em maldita, ni sacarás de ella tu alimento sino k 
expensas de grandes trab \jos : in laboríbmr'comedes ex ea; 
y tu alimento serft recado coa tu su íor : in sudqre vultus. 
tiii comedes panem. Condenado pues Adán á vivir á ex^ 
pensas de un trabajo duro, (i\é «rrojado del Paraíso, dice 
el testo sagrado, para que trabaja^^e la tierra de que babia 
¿do formado ; y no hay el menor fundamento' para creer 
Que él no se hubiese somotido con humildad a| nuíívo or- 
den de cosas que le habja acarreado su precedente desoldé* 
dienoia : luego fué un Q^griqqltar y no na vaj^amu^da ó, 

errante. , /. i^ t 

Él hij9 primogénito de Adán fué agricultor, fundó la 

primera ciudad del mundo y le puso el nombre de su hi- 
jo primogénito Henoc. Él Wjq de Adán fué pastor : en* 
toñeco era ya <?oaoc¡do el derecho, de propiedad, como se 
descubre por los doqes que uno y otro ofrec ieron al Senon 
Abel preparó su sacrificio die I9 t»»» V}^9^^ 7 ^^^^ ^^ 
su rebano; Caín ppr el con^rarip^^del deseciwh de los frutos 

qwe h^ja co^fch^o. E! Sv^ví V^^V^* ^^ ^^""^^ ^^ ^^^^^ 
y despidió las de Caín; d|B 4onflei¥"f wJa w^nUíji^a dew, 
te,y.laenvidiaíí|iíe.lo i5owd^ft4^MM^ar. y^ ^>^i^cfitíir^f) 
asesinato de suiuopflrtí^.berüiwifti rtíiíteqmiMi ^«W*! 



18 

mtitial d^ BUS tnfortJinios, Cain por ñm tiO ful u^ r^gñ^ 

mundo, sino después qu^ fué criminal. 

Si leemos con atención la historia de la propagación del 

género humano,encontrarémos rastros de civiMjsacion des* 

de muy temprano : el sexto nieto de Adán, Tubal, hizo 

profesión de nuMstr o de música: ipsejwt pater eanentium 

cjfthara ; lo que pruebn la preexistencia de este instromen 

p9 y un gusto pronunciado por la másica. Yo no entra* 

ré á formtrel parangón de la másica antigua con la mo* 

derna^ ni pronunciar un fallo de preferenriix; e^e es un 

problema de muy difícil solución : lo que no puede djiu 

darse es, que los efectos que jiroduoia sobre el espíritu hu* 

mam» h música 4^ Ips antiguos con su cy tbara y, so il^ufa 

So los produce todp el poniposo aparato de losíiistrumefUff 

modernos, ni las estudiadas composiciones de los moa inf 

tignee profi?spres del arte ^ 

TubaUCain otro sexto nieto de Ad»n, hizo profesión de 

trabajar en fierro, y bronze : Jitii fabtx v^ cuneta ópera 

ferri et eeris : lo que supone, 1. ^ el i|so ya frecuente de 

Utensilios de 6erro y bronze ; % ^ hombres d^dícfidos ai 

Jajioreo de mines y beneficio de los metales f operaciones 

qcie estando siijeta> á las leyes de la física y química, de^ 

|>íerpn ser ya conocidas estas para ^ecutars^ con suceso. 

la Área construida por Noe y sus tres faij,os,. manifiesta 

que el arte de la carpintetia estaba muy adelantando ^ quj^ 

éxitos tabricantes poseían el uso del compaz y de la escua^ 

dra, que son invenciones geométrica^ ;; que igualmente 

Iposeiw otros instrumentos propios para pujir la mc^dera y 

adecuar sus juntura^ y ensamblado ; t^mbi^i^ gonocian el 

«eor^to de prepararun betinvpar^ prcs^jc^wr la Wadera d^ 

la |Hitrefoccioii» 

T<^a«lo nioestra reunido» raríoirr^ipps de industria 



14 

euar sus obras á tos fines para que eran destinarlas. Yo 
n» tengo dificultad paraliacer subir liastael mismo Adán, 
ías primeras nociones de todas las artes, y que él misiiko 
inició en ellas á sus descendientes^ pues encuentro á los 
Kombres coetáneos al mismo 'Adán, instruidos en ciencias 
masdíficites. La aritmética y la astrouoinm son coetáneas 
cfon el mundo. Loi días de Adau fueron exactamente cal- 
(tillados: virio ciento treinta años antes de enírendrar á 
Set^ y ochocieníos después de haberlo engendrado. Si el 
mismo Adán no hubiera formulo este cómputo, habria 
stdo imposible conocerlo. ¿Q«ie medio quedaba á sus des- 
cendientes para saber los añusque babia vivido antes de 
serpadre? ¿El mismo Set,cómo podría dar razon«xacta de 
Éu propia edad,' sino hubiera sido instruido por hu padre? 
Indudablemente, la edad de los pi imeros padres del géne^- 
?Q humánelo hubiera quedado sepultada en la obscuridad 
mas profunda, y á buen librar, la cronología del inundo 
habría empezado á contarse desde el naciniíentode Henoc 

hijo primogénito de Set, 

Esta verdad está demostrada por sí misma sin necesidad 

de ulterior demostración; y si alguno se resistiere á su evi* 
ciencia, se pondrá en el deber de explicarnos^ que medio le 
quedaba a Set para saber con exactitud la ed td que tubo 
¿u paAre cuándi lo engendró,el tiempo que vivió después 
jf'iáíque vivió él mismo. Éi Adán encontró el meaio de 
riísíriiirnos con presicion de su edad, creertimos q* encon- 
tré el método de aglomerar unidades hasta formar decenas^ 
^cenas hasta formar centenas y centenas hasta formar 
millares. A pñ'inera vista nos pareció, qué ¿sta es una ope- 
ración muy ífScil, pf#r que nosotros desde la mas tierna edad 
estamos familiarízados con el coriocimiento de las verda* 
des demostradas qiié éníiferra 'é\ ¿áfculo: vérdade«i ^n« 
centraiditepo]' otros, y manifestadas por esetifi3ofi$ ^^nai* 



.,15 

bles : atidamod por d^cfrio asi un eamma ttdHéd(K Pero 
para el que prÍHiefo inventó el cálculo- fui mt duihr la ope- 
raeíotí ó problema mas dificíl-dela aritmética ^ por qoe 
en tildas-las eiettciad» lo mas dtficiles la adqiiisieioD^e la 
^praaera verdad 5 porque esta vale tanto como c^ear 
la cieiicí». Hacieudu Adán el cómputo de los afios de su 
▼ida, inventóla aritmética, poniendo en ejecución las re^ 
g}ííH que dan* infaliblemente el resultado exacto de todos 
los cálculos aritméticos. ¿A que se reducen las operación 
nes aritméticas? A juntar una unidad á otras para descuii 
brir el monto de ellas-; k tnuitíplicar unas, unidades por 
otrasy para tener el resultado que ellas dan ; á sustraer 
de una suma dada otra suma inenor, y buscar el remaneni^ 
te líquido que queda de l)a primera suma : todaer las' ope- 
raciones imaginables de la aritmética se reducen á esto. 
Fíjese pues bien la atención, y se descubrirá que todas es^ 
tas operaciones debió hacer en su mente, ét primero que 
dijo — desde que empezó á exÍ8tír,hasta qué engendré á mi 
hijo N. han corrido cioiito treinta años, y desde eütotaces 
habita boy cincoentaj succesfvamenteíué aifiadien^o y 8u« 
mando unidades hasta enterar otros cientos &• Adán hizo 
mas* puso nombre á1ás unidades/ á las deoenás, á las cen- 
tenas &- es decir, usó del método mas conveniente para la 
claridad del c álmío, á lo q* nada se ha añadido en Ifí 8UC« 
cesión de lo» siglos. 

^ Ad, tp contó ios años ; quiere decir, que sapo medir el 
tiempo que tardaba el sol en volver k cortar el inismo pun 
to de ta Eclíptica que había cortado yá; Losaftps antep* 
diiuvfHn >s se. dividían en meseü, .poc^ nifi^ d menos cotno 
están, hoy, di vididob: esta particiaa del ana en ijaeaea^yhi 
duración 4fe cada mes, está calculada por kw astróuomoi 
^r el tiempo que» tarda el sol en pasar de un i^gno del Zo» 



eoQü€Íi^ilta4^ lAve$lf»m,€!f&)^ift^ó.^ vmnfm de lu» signos 

J^t4Ui<^bf!ervf^;jÍ9n^i|o&ciHidqc#li á otra ha menMÍnlCH 
r^sunt^qpa confima oa^At^^^^jR díqbp iitoiire.U cnllMm 
d« e9|)írit^ da 44dn* l^^ imtoríador sogrado^ ««&ftla por 
sm^i|omt)r^ al q^e funda U. primera ciudad ;, quien fué^l 
l^i^pi^ro que hi*o profesión de músico^ quien pu^ el prj- 
j^v laUer de, berrerie, quien iotrodi\j^ en el inundo los ju^ 
rjam^Q^Mj^mevQ qwhiz(x fermentar el sumo de las 
uva:^ y. e^perioiea^í^us efectos ; pero na dice quien eiib- 
jfiZ/& priipefo ^ observar el cíelo para 6jar la duracioii^del 
eJQM^y dfñdirlo eu lue^e» ; quien ensefó k hilar» i tejer, í 
CQUOcer Ips ^veíales y beneficiarlos^ para hacerlos servir á 
nij^es|;r<Ui^ necesidades ; las propiedadef de las planjtas paos 
curar las dol^ncj^s hiiuien^, jreufiUfde otras muchas co^ 
^as qjife cwpcjerou los anterdiluviaoQS, y de cuyo» deseo- 
hrim^^o^hnn recibido los hpuibres benefi(;ios ipas impor 
t^i)tes ^Ue McierQO á. los descubridores muy dignos de le 
gratitud de 1^ posterid^d^ ¿Seria doscuído del historia- 
dor sagrado? No teiiemos fundamento para acusarlo de 
él, ¿Seria olvido de los hpmbres por cuyp conducto vino 
al mismo historiador la noticia de Ips hechos que nos refie 
fe? ' ¿sto es aun mas increíble. /Seame pues , permitido 
ofrecer una conjetura, cuyo valor sabrán apreciarmis lec- 
tores. Yo pienso que d pneWo hebreo,pára quiteh se es. 
fHl4%í6 I» híiitopw éeV Génesis, estaba persuadide, que eí 
rtrí^moAdauimciéátstt pósrtferfdadert'los rudiwíentos de 
l»^a *Mdém!ftt8$qaecont eNi«in>o y» lía tplieacton de los 
llittbi^estéiíiweis'tórt ftecMo^dfespues^rogresos tan extra^ 
«nibMmei^y 1^ np«w^^adoi4«w0eiy Mi^áliiiÉ(i^grr$^4ti^<ít^ 
petféo«on;L^poffífiiifc w»n^ hi«terHl*ai«^)»tpBi*J*es*f 



,•17 

pn^itíp^ aqi9ella5,4a que iiadie dudalia^ ... 
. , £q un 9^ lo ^«1^ M^^ AA ]v^lpi* do C4ta . coDJ<ól»rai: 
^J rfsüjmeii ^^, \ím .Wbos querfijoii pre^nU )b brátoria 
4f q^ie no 0^09 es lícito duiJar, e« coipo ^ig(<^-^l»^ iqfue 
Adán líp/uf ^un s«l vage vj^gíipiundo : ?• ^ que vivió cuL 
tívandx) la tieri^j y ejercitai^flü parab^ep de av p|0«Ur¡4a¿ 
los conocimientos de que fué ^oitado para cultivar el P^* 
raiso : 3. ® que el ejercicio de cultiva^ la tierra, es ^n el 
mundo mas aiUigup que la víd^^^^istorií ; 4^^ .que l^s sOi? 
cieda' les ^empezaron á formarse en fuprza de las misfnas 
íeyes de la naturaleza, que vincularon la conservación de 
la vida de ios niños á los cuidados y sóJicirudes de J^ 
ternura de sus progenitores ; que inÉyiirajnda i esto^ 1} 
ternura por los hijos» produjo el amor íiliM y fraternal, % 
la tierra donde se ha nacido, á las personas y cosasi con quf 
se educaban ; desde la infuncia los niños se orniaron Jo¿ 
vínculos que mantenían reunida$ las familias descendientes 
de un padre común : 5. ® que la esperit tcfa víno á forti- 
ficarlos, porque luego empezaron á sentir la facilidad que 
Tes proporcionaba la asistencia de sus seikiejantes para ine^ 
¿orar la condición de su vida ; y el interés multíplicií fue- 
go las ramificaciones que engrandecieron las asociaciones. 
Siendo pues übra de la naturaleza todos eist oís ageiáes 
pnoiüivos qtie^ireunieron á los honflircs, es con jnsticíá q* 
dtb^ miif&i^le c^iK> la fuhdadbra de las ooej^^adeá. 

iU vida Vagamí»d0 jia ein|M«6. idilio dJa^^ 
ji^&ié e«?at^^]^4<»^a los ^^((itiénee ido^iitciéiras. ile^ 
.Luoiaoidad,. £1 hoKibre «e<^izq^v^«ff¡or fi(Wi$ecii«(ití» 
déla nida víyj^jwwnda. EJ v«^nHiiHfe.<|^4|^9tóil \m 
.boi^qu^salgwn prjnc^Rip d« SivJJ^?iof\,,ije:eittbrWtéiCi* 
la ociocidad ; si tubo kiJ9?tfl«l«f 4»í/>#tllH»cm ^\^mil 



18 

g^emion liolgtziiii^ ignorantes, y en oun patabin^ftalvap 
ges, con corta diferencia de las bésti&sque eran Iob ¿nicoaí 
modelos que podían imitar. Esta no es la obra de la na« 
turaleza, sino de Iostícíos que la contrarían y desfiguran. 
De las tribus errantes no se encuentran vestigios en la 
historia, sino después que e! azote de la guerra empezó k 
derastar la tierra : entonces los hombres que amaron ma¿ 
su libertad, que las comodidades de una vida industriosa, 
abandonaron sus establecimientos, ganaron los bosques ; 
con su pobreza y movilidad, se abroquelaron para contener 
las empresas de los fieros conquistadores, & grandes ladro* 
nes. Bien sé, que en el cap. 4 del Génesis se habla de ba^ 
hitantes en tiendas de campaSa 6 casas portátiles : pero 
en primer lugar estas no eran gentes errantes, sino pasto. 
res que trasladaban su residencia de una región á otra, 
buscando pastos para sus rebañps ; poco mas 6 meñqs co« 
mo lo hacen hoy en Europa los pastores de ganados trans» 
huniantes. En secundo lugar, cuando fuesen verdadera- 
mente errantes, este hecho nada arguye contra lo que he 
establecido de la precedencia de la vida social á la erran» 
te ;. por que Jabel, de quien se dice que fué el padre de es- 
ta clase.de gentes, iptfijttit paier habitaniium in tentoriia 
ut^uepastoTuny fué quinto nieto de Cain; de cqnsiguien- 
;te muy posterior aun & la fundación de la primera ciudad. 

El ^emaque dejo esplanado á cerca ddi origen deláS 
jM»cie€Eade8,ies todo fundado sobre la autoridad del Génecns, 
|ierosi esta fuese una historia que no mereciese fé, todo ol 
«istema caería por tierra. Por tanto para complemento 
dé las pruebas alegadas, me parece necesario probar, que 
la relación de Moyses merece todo crédito según todas las 
.reglas de la crítica mas severa, 

£1 Ubro del Génesis es obra do Moyses, ú autor oían an«^ 



19^ 

Ug^o que sé conoce : Yo no tengo notíem de nn solo crf* 
tico que bftya dispatado estos dos títulos de gloria al le» 
gislador de Israel : los liebreos y los' cristianos respetan 
los libros de Moyses como inspirados por Dios, y de aoto^ 
ridad divina ; por lo qae ntngano de ellos se atreverá & 
dudar de la verdad dé sn narración : más los filósoíbs de 
liv^stros días^que no creen revelación alguna exigen,]de I00 
escritores otros títulos de credibilidad para dar asenso & 
sus relaciones. Presentaré pues los que tiene Moyses para 
ser creido«8Ín faltar á las reglas de la crítica mas severa^ 

Aun cuando ningún escritor anterior i Móysés bibiese 
escrito la bístoria délos bijos^de Adán y creación del 
mundo» y áonique la escritura hubiese sido desconociids 
b»ta sus dias» pudo no obstante Moyses ser instroídó en 
ella por medio de signos geroglífiéos : aabeinofei qbe los 
liombres ban tenido recurso á este medio^antes que cotío* 
cieisen el uso de la escritura para conservar sq^tradícími 
nes ; k pesar de que ningún argumento positivo désinien^ 
te esta conjetura, es preciso confesar que* ella no es un 
aigumento sino de congruencia, 

Lacronofógia del mundo nos ofrece otro concloyente en 
esta clase de investigaciones ; desde la creación de Adán 
hasta el diluvio corrieron dos mil aBos. Adán vivió nove» 
cientos treinta, Matusalén vivió noverientoe sesenta y 
nueve» y murió en el mismo año del diluvio; de modo 
que la cronología ante diluviana empezó con Adán y ter- 
jmind en Matusalén. La vida de estos dos patriarcas abra- 
za un espacio de mil ochocientos noven ta.y nueve anos ; 
de que resulta que Matusalén nació á los ciento y. nn afios 
después de la muerte de Adap. Set .teiCjer hijp ¿e. Adán 
vivió con 60 padi>e.ochoeientp8 aftos, y omii^íó ciento ^¡n- 
420 después que éh f exulta qu^ Matitsal^n tenia ye choree 



20 

atefs} ottartdo temifíéU tián ^t Set.; Eww Wje de este 
¿lÜirií^ ptttHiM^ta vivsfó con Aáníf MettM;f»f)toii»(vrehtu y cin* 
co all09,y coniza pudre Set oetecifiíitos; treinta y siéU^; et 
8obr^vÍTÍÓ noventa y cinco unat<, de riKKloque al £ilteciioit 
eifto de Enos, Matiisalcn tenia ya deiitbnueFe a»<*?. Caf^ 
liari hijí) priiWog'éfiito de Eno» virio con Adán sefeciehtds 
€Ítieo>ñ<3»y con 8et setecientos diez y siete, coo sti padrQ 
£iH)8'Ocboriento« (|éinoe años, y le sobrevivió novetita y 
|;l neo aftas, en cuya é|>ooa Matusalén tenia doscietitds cu&p 
tiHy%fH)f;« -^ . 

' Maiáleel faijo prkiit)géiiiti> de Cainan vivió eos Adán 
gil talafáboiélo quinientos treintd y cinco años ; con su vis^ 
aW6t6 8et seiscientos cincuenta ; con so abuelo EnoR se^ 
Pecientos euarent» y cinco' años, con su padre Gainaft 
od!i(9fientos treinta años, y te sobrevivió cincuenta y cinc^^ 
fiffios^ren cuya época Mnt abalen tenia doscientos cincuenta 
ynüevi) años; Jaredhijo primogénito He Mableel vivió 
-cdfi Adán su <]uinto abuelo trescientos setenifa años ; coa 
Bfet *a tatánabtielo cuatrocientos ocbentn y ocho; con Enolt 
su vis-abuelo quinientos ocbeirta y tres anos!; con Cainaa 
so itbtielo seisctentos sesent» y debo dñ^^íy ^n Malaleel 
BUí^dré Qckocietttos <reibtii y dos^ aj cualle s^revivtó 
d«Dto treinta y dgs üfioli : época^en que Malusaleu tenía 
f aílnescíentos «ü venta y Uil 4&os. . 

'^ Siguiendo esté dr'áeri progresivo, 'Matusalén^ eonóció y 
tréttí i todos su^ pH)gelTÍtore* frtclüsó Set , todrts con temí» 
póHneós áé Aáatt,de quien pudieron séf Instruidtís de tó*- 
•dá fa serié de sticesós de! mundo, de quienfes pudo apren^ 
d¿rloí,*pií'é¿ Vivió ccyn élfdé novecientos scsimta y -hueve 
añds ; y tsortio híatilráltóen^é lós^ *U(í«k)s lo^*<yíi»ia & nfiü- 
'éhüfi pudo eet^étotio-sé 4e la Verdá4era tradicfam* MúM- 
^toemfan y li^Aéb púiitelrM^eiMe^ti^ftftíftiójivei filié' ^ 



nienloKseteiita} de ccMngéíeitleWdé ftwIo^iHM&iWAr esttf 
trAdkkMi,y trailsinílirhi 4 «h'posteridsiurdtspües cUl 4ünn 
Tié tivt^iwmetvtify siacKiriinuoíonw * .* !> »'.; f 
*- (Sera btjo prnuog^nít» ^lelf&télnivté «oti fsqifíattre, cua^ 

Lámec^ tíempo niuy iuáctenle p^m-poilj^ri^r itt^ri^itto p<^) 
^ pafdrevsu aibaelt^y yiVabgdonJé 1m Ilk>ttící»(iid4pd9$ m^ 
progí»ii{»ores iMBta Adánj ^ '. ;. j 

Abrafaam R»di6 mté aft^ft)iimt^<i)^,l%i§upft^^^ ^,^4 
mogé«Ho'cie'Ni>e't)'*aa eüioRlselénl»ubxi:^ii0.¥4¥tó c(¡m^#4|i, 

qtíienes pi'o^^ia inc}iiso<él miAmo'Senf eh ^tuy^tíem*) 
po pudo ser instruido eu la historia 4el- hiurfdO) k lo i}ue 
ttsritl^ihuid iáaclro1a"dffréeiorr/jr^tr«n«!de)vrda debe pa- 
triarcas i knn Ififliorias e9tftteii»fedu'rAlas áitsto ; smá oas^ 
itis^ á ^róydiar la. ittefiléria dé dtv% fircigpnit«Mre»^ y de kt 
priticipAl^B aconteoimkntas dei hilindio : ,1^ iiioc^n^s ^1^ 
ttetenmrentoé óe e9mhtímhr\ss:sen^W»9 ^ jpa dias d^ de&i 
canso, y éii Bm cowrevMñéion^ d© parte úfi »^lie tfrw na*, 
turatoefite Qda^fefipecie «hraéadepiaái^ ^cjo^monif^ qj^j^ 
Instruidos por los viejo»: hada <eb«ias oalura} ^e.el.%11^ 
cuando cád» jór«n se.e^t^M^ria eu QaatrRi}i>trio^y Pfis^ba 4 
6dfi8tit«irse padre de ana firn[iitia,e«tulae8e ya pleu^m^íe 
instruido en la historia de sus padr«&,'y fujese^í/jo^ uuevo 
historiador de! uni^^rsío. • . ¡.^ 

Sen qiie se había ^educada ton este ^^empkí ¿por^uop^ 
eaoiinútíthk i^ducamio á stts brjtis del mismo 'ttckJ^;?^ £1 
tmo nueves títulos que lo ertipena^&nsítff esljo^^l^el^cqiow 
que el Señor había hec ho de la faft^iH^d^isfi Ijiftdre Nqí 
para pra^erTal-la d^I 4ilu,f i(^. j U jS^efite w^presip^i ,flvp ife- 
W6 hdce#,fen Ól-Kl P ^I WiíiWf^spe^Ucjulo.dPil g|qbíipn* 
tenrsamer^ia^cBÍasiagi^^sr*^,.® ^Vdf wa ^i^rp^^ei^ier 

3 



22 

la cles|»rOFÍstii de viriente*. ¿asbé&dfteímiegqiteDiosha. 

bta nuévanmitedM^ al género litimaiio^ la pramesaAoIem* 

lie dé no volver á externitmirio por otro 4íltrvio, ie agua, 

la facultad de multiplicarse y llenarla tíerra cím^mpúBib^m 

ndad, el imperio absoluto que les habjia concedido el aq. 

tor de la naturaleza sobre todos Jos anmafe», la faculta^ 

dé éltmentarse de sus carnes como de. los frutos de la tterF^ 

rá, la maldición de Canaaro^ Cuyn posteridad ín^é conde* 

nada ¿ servir á los decendientes de li^s'mñmos^Seo y Jafet^ 

y por ¿Itímor él deseo de looftiervar & sus hijos el tituló de 

nobteza, resnhante de ser la faiáilia primogénita del unU 

verso» eran motivos qué indudablemente empegaron al 

primogénito de Noé, k transmitir á su posteridad la tradí? 

cion i»st6ri<^a del mundo, 

- No puede pues ponera en duda, que cuando $alj¿ de la 

casado sus padres Abrabam, estuviese instruido perfecta-^ 

mente en todo lo que Dios habia obrado, para hacen^ amar^ 

y temer de les hijos de Adán. Abrahám vivió con- su hi« 

|o Isac ciento setonta affos : Jacob nacido el aSo sesepta 

de la vida de Isac,' alcanzó & Abíraham, que murió> á, loe ci« 

ento diez afto^ después que ói nació. Oe mo<|o q^i^el. 

santo pnrtría^ca Jaeob pudo ser instruido de todas las cosas^ 

concerniente á la historia del mundo por su abuelo Abra-*. 

ham y su padre Isac,que murió cielito veinte ano^i después 

del nacimiento de Jacob. 

Después del pacto que el Señor celebró con AbrahajUy 

y la magnífica prome«Ei que le liizo y confirmó á. Isac y 

JaJcoUyfué mi punto de religión confier^r en bu postoridad 

la memoria* de los beneficios de Dios, que tanto vale, couk^ 

la historia idel mundos ^ * í i : . ; . . j ) • , 

■ Jácób viyfó^ láiéttipré rodeado ide ¿ús doce hijos, que fiíe* 

ron los patriai^as dé otras tantas tHbus del puebla deiBír 

os: se sabe cuanta fuó su^piedad; y no es creíble, que omi* 



f|l3 

^ge ifwtinir 4 ius Hi^s eo las promesas de! SeftOT y úfi 
todos los beneficios cott que babia colmado á sus aceadiea'r 
t«8 desde Adaii 2 eranñ deber religioso, iostruirlos en la 
historia del géaérahumaao, ee^p^cialmeate deupues de su 
translación á Egipto coii motiro de la grao hambre de lí 
tierra; por que entoaees ae repUtó también como ta\, coa? 
j8ervarsesegr^a<|os^de k» egipcios, formaqdo im pu^l^ 
aparte, en quien debían cumplirse todas las promesas h^ 
cha6 á Abraham, confirmada3 i I$^c y Jacob; para lo co-. 
al nada era tan eficaa como estar iost ruidos, en $0 .procQ^ 
dénoia y en los beneficios que l«i habia dji^penmido el Se« 
2or : k pasado era garante del cumplimiento de I|# pro-^ 
m^ms hechas para el porrenir. 

Habiendo vivido Jacob ciento cuarenta y siete afibfif,'til* 
bo tiempo y pndó cómodamente dejar sobre estáis materias 
bien instruidos á sus hijo8,á sus nietos y viznietog^principal* 
mente habiendo conservado sus facultades intelectuales en 
vigor hasta el término de sus diáfir^como se comprueba ceft 
las bendiciones que distribuyó ante- de morir ; y por este^ 
medio vulgarizarse estos conocimientos, principalmente ea 
los descendientes de le vi, que por su zélo de la honra de 
Dios merecieron ser destinados al sencido del tabémiculo» 

Levi tubo por hijo entre otros á Amra, quien vivió lal^ 
go tiempo con su padre : Amra tubo por hijos á Aaron y 
Moys6s, á quienes tuvo tiempo i|e instruir en susiradiciOff 
nes. Por este orden de cosas que nos minístrala misma 
historia, se vé que aun cuando los decendientes de Abra* 
ham hubiesen carecido de signos geroglificos para trans* 
mitir ásu posteridad los hechos históricos, Aaron y Moy 
ses tuvieron medios de jpstruirse en ellos por una tradici* 
on general bien sostenida y censervadia con pureza ; de 
inpdo ^ue la historia abreviada del mundo,escriU por el íJ-* 



í;t4 

Otmrefl^fofi nie'CicitrTeeti^bnfinttaoian de.todaUíidi-" 
dio, L<y8!mí$im)!i medios jqiia'lQUÍefbivAarQii y-Mi^jtaee 
para eótaTÍnsiti*tt¡dos ¿n foilr tradiicionieft de¿j»is{Midre»,'diu«^ 
^fierba tb(fó% los «timnos de ; Israel ^tie saJi<rfa o^fi dioft 
áé E^iptó 'piAt^ v^vér á la tierr»>de.ciM padre» : «i Mv>r 
b'^liubresteconi^ignatfóeti su historttt .«Iguaas fá«Mlci% m 
rélaóibrres ^ocb «xaclad, iíal^mttwldd sotadas por l(^ -aoN 
dkmsl; ^t libré y et tWtbr •blibríafli* pacdído su ^utohidad 
«ntr¿ 4c^ israelita ; a%iítio¿ dcjioB hébinw referídGa kábrí* 
amr%id«- <H>nt¥adÍclió$ «ta' ^ Kidade est» imait cedido $ Km 
foda la antigüedad no se encúentira d^tttnor imÉ^o de 
H)QtEad}<^cíop Á Ja jív&tQii^ 4^1^Qe^QsísreseFÍta pxH* Moy«es; 
aQtrrfam 49f:$^Ut4b6e,)iifEiizMrfMli(^ conuA ?^s«i>eto religioso^ 
cta^id r4ffN$Mtoi|Q ia^^irdad ; ;ayii efi^r^los sabios de los 
gfi¡ntí\^b9^(má^lÚí^grímMP^^MÍfi^ ; ^^ 1^ fábulas de 
V»s J}í4^«f y ^H ^tvp^Q^^ ^n^g^ d>? Ift. mitología es fípil 
eoiH»e^7inilii^(;hc>^ d^Ut^^Q^j^:de Ai^yae^.m^dificados. 
9«H^lM}í0b^)s.pii^ .q^ela^j&toria (1^1 naciraieato y propa- 
gackin-dfél^éateroíbiiromio^talicual ps referid%|»r Moyse», 
aub prmttiftíendocde la .réircltici<Mii é así«te»^a d4 ÍJspi- 
íiítfSa9t9,ffliiPCr^ei?ij[y? los^catAlircvses una historia genuí« 
nfí^Blk(\pfé^y sjin-e^ív Im>.: estaudo eaella detallado el 
prinritño v. proffreww» c^|,I^ asqríariones hamAnas, debe 
lerfai^ffav»^ lodahípot^is %üd no ^4 conf^íri^e^ la verdad 
de lajbístpr¡a« 

Jrí Dios crió toáa;?Jas rosas p^r ef hombre, y para el bien 
delhomjye*; si á este na le djóla facilitad de sacar prove- 
cho de las inagotables ríqueaas de la natuiíalé5ta si»^ i es- 



pencas 4c los esfuerzos hechor ppr homhr^ reunidos en so- 
ciedad con sos semejantes > se sigue que ¿I autor mismo de 
la natur^^a ordenó las sociedades^ al mayor bien del ge- 
nero huwianp, y que no les es. permitido a los honií^res or. 
tjeaar de oJtro modo í|U8 asociaciones. 

Mías toa^o 1^ naturaleza no reunió pn ningim pqnto to-^ 
da» las riqgejws que ella postee, para mejorar el bien estar 
y perfeccioq del espíritu humano,n¡ngutta asociación pue- 
de proporcionarse así misma todo |o que necesita : en la 
qoi^unicaftion de las sociedades entre sí, es que se ensancha 
la^es^r^ de losgozes^de loac^^nocimiéntos» de la industria 
d^ ^^da. uoa; de eate modo mej,ora el bieq estar y cultura 
del espíritu de todas ; en lo que es preciso reconocer la 
^ia economia de la. naturaleza, que por este medio quizo 
lig^r entre tí á los habitantes de toda la tierra : ella obra 
con lentitud, perp jamas deja de perfeccionar sus obras : 
dejémosla obrar, y ella traherá la época en que un, niño de 
pechos se entretendrá sobre |a boca de la cueva de Iqs^ es* 
corpiones, sin peligro de 3er ofendido ; y que el lobo, el 
tigre y el león, pascerán la yérva en un mismo prado con 
el cordero sin causarle ningún mal; es decir, el tiempo en 
que la astucia, ef fi*aude y la violencia, perderán todasu 
áierza, y la razón volverá á tomar su imperio presidiendo 
soberanamente en todas las acciones humanas. Yo lo es* 
pero así k pesar del contrarío modo de pensar de los poli- 
ticos. Entre las promesas que Dios ha hecho á lá poste- 
ridad de Adán, lo encuentro escrito, y no dudo que tendrá 
su cumplimiento pleno. Perdóneme el lector benévolo es- 
ta digresión, á que me ha arrastrado el deseo ardiente dé 
que los hombres dejen de ser. afligidos, con tantas plagas 
t^ue los deshonran al mismo tiempo que los hacen gemir. 

El planeta nombrado Tierra, fué el patrimonio de nues- 

4. 



26 

tro primer padre Adan^y es lá herencia de sus decéndíéntes; 
condenados á trabajaren ella para que nos pague en frulos 
los sudores pon qué la regamos. Su configuración, los 
montes ó promontorios colosales qae la cruzaii en diferen*' 
tes direcciones, el modo con qué la hiei»en los ra|^ós def 
sol, que Vivifica loa seres ofgánicos; la diferencia dé las ma- 
terias que abriga en ¿lí seno, tas diversas conbínacióiies dé 
estas entre sí, los rios qué la degpan, las costas de mar qué 
la banan,y en fin un sin núiUéf o dé otra» caüWque tfbran 
sobre todos los seres que la cubren, áíon'otras tantas c^oHa^ 
que contribuyen a formar el temperamento de los ifom. 
bres, su fuerza ó debilidad respectiva, su cai^aétéV,'geüio & 

Una porción dé ellos, en cualquier número qué' séi, qué 
se sitúa en un punto de efeite globo, detei'mína el género de 
ocupación en que ha de emplearse para remediar sos ne- 
cesidades, 5 mejorar su bien estar, según las proporciones 
con que le brinda ía naturaleza, y las relaciones qne puede 
entablar con otras secciones de hombrea con quienes está 
6 cree convenirle ponerse en contacto. 

La naturaleza inspira á los hombres el deseo de mejorar 
su condición ; los estiniuki sin cesar, les abre mil sendas 
espaciosas pira ir al término de sus déseos. Para que sus 
esfuerzos surtan el efecto deseado, para no encontrarse de- 
tenidos en medio de !a carrera por aconterimiehtos que 
po(|ian preveerse y precaber, haciansus disposiciones ó 
convención en los medios. Es aquí donde primeramente 
empieza el pjacto social. Sean cuales fuesen estas disjiosi. 
ciones convencionales, eljas deben estar fundadas iiótrrf lo^^ 
principios indestructibles é inalterables del liereoh»» a am 
ral, sin lo cual tales convenciones serían crKuinaíi: ^, y no 
produciriaii' obligación alguna entre las partes co;uV.tl:ai« 
tes. ■'"' 

Sien estas convenciones se hacia una declaración de los 



37 

rao una profemn de fe 0|oral» c)"^ c^omp 0I e^bleciroí^to 
de ana ky (jae:tttrilM»ye»é:lofit honilMres nuey^j i^erecbc^ : 
para jquit»r hm^a el.rneiKor espr^nld de dad^ que pueda 
8iwciía>raí^wl>i5e^O> hf^ífi 4mJtP^^^ pn k^ tefl íeg^a-f 
cjooes conofidas qqe n^eTezG^ff^fifij^ nqn^re, es^ip recono- 
cidos y protegid(3i$ el derecl^ 4.^/^4^ jp^md«o,j5i8i| vida, 
4 su honor>.y á^ijps pro|pied^e^,_ Lp (fne se ha- ^lamado 
leyes Jiindamentáies^ gran carta^j)0c(p ^Qcial, jr moderna, 
mente constituciones de lofi eslÍ,adoSy ño es otra cpeá que las 
precauciones que en c^da país ^ ban gomado, para evitar 
que la autoridad cQtistituida pá^ defendertos', sea lá pri. 
mera en invadirlos. Los códigos de leyes crviles, penales, 
6 de procederes, son dirigidos á próíejér eslós mismos de- 
rechos de los avances qué la codicia, Ñiala fé h orguUo de 
lóáparticuiárés^pWialíacer contra ellos; puesísolo ta na- 
turaleza iiénk poáér de dnifórA^ar tdüos tos sentimientos,en 
nn mífámb mvkl^ de es(timar ták; cosas; Convengamos pues; 
que Ú la Aátürateid'til^má t¡}\íeú hú éscHtb én la concien- 
cia ó %éiiYid^Mibdí6 dé' «^'d^btíoibre^'í as leyes fundamén- 
talos de tódíu/ iát a^ciacionés,^kn i^lítííías ó eívíle«,y' que 
tódáé taslé^és (le^Ibs/püeMos, sea cual fdése lá denomina- 
cion que tó les dé^ 'son' medios párá conseguir ihcjór el 'fin: 
iksUyefa pdsitiVaiií^|)uédén variáV i'fas lii^cééiBades de cachi 
pueblo ó nación, su "¿oiriveniéhéia* 'también,' sirven de re* 
gla á los legisladores ; pero las leyes de la natuYale^a éon 
SD¥ftriabl^s, »(m el prot0iipjE|/ó na^ fa^w la ptedcade to- 
qoe^ parade«c$ubtfrÍQ% quilates de jtisticía y etiiaidad 4|ue 
boninquen y apoyen la estabilidad de ^sleyes.de ios hoi^t 
bres.' 

. MLLA ÍOBáMA<2lO« DB LA& LEYES/ . v! t' t > 

* Ya no es un* cuQítion rójeta á ' piHieba», qtie el íÜWefch« 
dp bacer leyei^pertf fresca al gueblo.que li^sba depbeiteqe^ 



Í8 

Lo qiie¿%éóiiééájptí¥ Udm á^ mprbhmM^ 4ij9tútk Um 
tótííHnm.^ ■ £%té ¡do^ttM pMúcú qiie'tibtefimnente com»^ 
gl^ €l deredM 4él pMbhi á intervenir en la coáfeccieti 
desús jpfrbpihi «eyés, 1?^^^ %a idflrMh^ 6«e bMiviviM en un 
enig^ma, ^ti^il'r)ó4 puMíéistas ni losjurispeiítOÉi Aserta- 
ban á es^rícár : ' rcy'hacbíti v^ler cuando sé trataba de la 
validez '¿'hútidfta de liú9 disptyuídcmes entre partkatares» 
y lo oWidatian cuando ee trataba de las leyes <^ncernien« 
tes á toda ía comunidad; como sí tas comunididades fdescn 
de peor condición que los individuos de que se componen» 
Un semejante trastorno de ídeas^ÍMé quizá la consecuen- 
cia mas funesta de los estrag;os causados en el medio día 
de la Euiopa, por lá inundación de los bárbaros del norte: 
cubierta la tie^a de luio^ é inundada de lágrimas, no se 
veia mas que vencedf)res abusando ,Jbrutalmente de su vic- 
toria, y vcfucidos gjiniendo trisj^epiente <: por su d^^ra- 
ciadesapare^ii^rott enteramente la liberti^d J! lo^ moni^ei^ 
tos de la^rfmdcM y civilj^ci^^-dQjqs. ff>iifl^99s : 1^ ín^ 
dM^ria»Jftf ai^ el buen g^stp^f^odafoó aniquilado : :Jiu-^ 
yepn también lascie^cias.y fi^^rpnt^ refugiarse en la obs- 
curidad: de loft monasterios {Jes fragmetttos.de tas obras 
dera\gunoi^ ^í<^^ ^^ i* aAt¡goeda(|, han servido después 
pera el restablecimiento .de aquellas. E? & los hijos de S^ 
Benito ¿;qmenes la rep6hli.<?a literaria flphi^. tan in^poptan- 
teserv^eiop..,, _ ,> . ^.,.,.. j . 

Se4^áotiiii^>Mt(^ft^iii^iH>i<A»es fbrtí^^ don4e«el 
ÍAién«éntid)»«raíoiKlltadodtdiinl«ianerm difenefites : un 
lujo salvaré cdn ^na profusliifií incréible,'insuttabala míj 
seria pública : la galantería píias disoluta marchaba aso- 
ciada de la derofiion ñMt ti«mfi ^ rae det^tt^an provmci- 
ati sehadaa^cprf^c jtorren/les'da ftatigre y de jí«r^)|ias» 
ÍKírecer de neée^ad thflt^t^é&^de tiudás jrlitterfknbs, ^^ 



\ íbaá fmdarsuiitaosos monast^m y otros taonumeatos 

^ do jyiedad eon Iob bienes que se ios tiabian robado. ^ 

A'broqaeíadoft dentro deom iiMirallafi tinmog iosoIenteíEi; 
siempre dispuestos ¿ hacerse derecho coa la punta de su 
lanza, empleaban so tiéaipo^ t5 en ctMMs^i^r los medios de 
mnnckar el honor de «fia familia honesta, por el rapto de 
tina éiím% é en fi»rjarse protestos para lanzarse sobre un 
irecmo menos fuerte, y apoderarse ét sm propiedades. 
Cuanto era *mayor el lí6 mero de «eiÉgnntes critneties ege- ^ 
catados 1 til ptmetnén te, tanto ntoyor emol renottibre que se 
atribuía al executor ; y (o que á los ojos de la recta ra« 
2on era motftt» de oproMo y de infamia, se hiEO iftttlo do 
gloria, que bafi(ta boy funda el orgullo de las tnas grandes 
coronas de la Europa. 

Desde entonces,1os derechos de la humanidad fueron <les- 
conocidos ; íii había otro titulo para fundar la justicia y 
honestidad de las acciones liumsinas, que el de la fuensti ; 
nadie mas tuvo derecho k intervenir en la formación de 
las leyes^ que los que tenían bnsltante Alerta para sancío* 
narlas con el filo de la espada : el derecho páblico oor» 
rompido^desde que reconoció en él vencedor e4deTedib de 
vida sobre el vencido, de donde tubo origen la escflavjtud, 
se convirtió.en un caos de contradicciones y abswrdbs, los 
mas adecuados para descaminar la razón y corromper él 
espíritu ¿ errores que se conservaron por muchos 'g^gíos, 
que pueden llamarse de corrupción, y escándalos con tan^ 
ta J4]sticia como de tinieblas ¿ ignorancia* 

JBn la pompa fúnebre de Jl^is XIV se celebraron tam- 
bién los funeralai del fendaiisnio. Este monarca,^ cuya ce- 
febridvd Ihadaéo nombre al siglo en que vivió, sin aperce-* 
hmt de dio, contribuyó poderoisame^te á los ,golpes desi- 
nivoa ^ue'se deaiciirgnroft al poder absokto de los reyee,po 



fqs estímulos qad dio al espirita de inFe8ttg^cion,<|ue hor^ 
nu'gueaba en el mundo desde dos siglos. Entonces se des^ 
enterraron los títulos del género humano, y se encontré q' 
los reyes y los emperad jres, no eran nías que hombres co* 
tño todos los demas^ que el autpr de la naturaleza no fun- 
dó mayorazg'o?, y mucho menos rejnos é imperios, 9Íno 
que & todos los hijos de Noé,idijo: creced, muí tiplicady lle« 
liad la tierrra, dominad ¿ las bestias d^ la fierra, y á I09 
peses del mar ; que todo lo que se mueve sobre la tierra of» 
sirva de alimento, asi como qs han servido las . legumbrejs 
y frutos de los veg^etales ; porqqe de todas est^s c^as os 
he hecho donación ; que el esplendor con que brillan los 
monarcas, 6 es fruto de antiguos y grandes laUopu^ios, ¿ 
dádivas voluntarias de los pueblos, para que se consagréis 
enteramente ¿ velar por la prosperidad de la comunidad, 
y la observancia de las leyes que promueven ; pero dones 
que se les pueden retirar, sí ellos no llenan sus compromi« 
S0s,6 dan el escándalo de infringir las le^cfiq' aseguran & fa 
comunidad su bien estar ; y como n^dj,^ lestá en mejor ap^ 
tilud de juzgar los inconvenientes 6 utilidad de las leyes, 
qijie el miftu^o pueblo que reporta esta, 6 sufre aquellos 
$k sigue por una consecuencia natural, que él debe tener 
la principal parteen la con{er<?ÍQn, sanción y reforma de 

las leyes," ^ - , 

La Igzde estas verdades se ha propagado ya en fl mun^ 

do par tantos conductos • los pueblos se han tocado de tal 

suerte de su evidencia, que no hajr ya si^bre la tierra |io¿ 

der huniano ^apaz de contener sus progresos, trincho noeA 

nos hacerlos retrogradar, Lh que se dfecSa Sánta^ JlJimza^ 

ha ofrecido al miíndo üná prueba práctica de esta verdad 

en poestros dias. Sabido es qué después ^ la derrota de 

Napoleón, las cinco potencias dé primer ordenfjiticjdr diré^ 

jos monarcas de ellas por medio de sus plenipotenciarip^ 



81 

áe reunieron ea congrefto^ una vez eaViéna de Austria; otr¿ 
en Aix-Ia ChajpeUe, y coa pretesto de afianzar la j^z de 
te Europa, fdrmaron el proyecto de reducir los pueblos & 
rebaños estúpidoSjClue crian lana y vegetaii^ para ser intne^ 
lados al gusto del amo. Repartieron \o% bienes y las pe- 
ualidades de la tierra { atribuyeron tos primeros á los reJ 
yes; las segundas todas á los subditos^ El imperio del , 
mundo y la facilitad de dictar leyes al género humano, que- 
dó reservada en los consejos de estos potentados a las solas 
testas coronadas $ y á los pueblos la obediencia pasiva. 
Ellos empeñaban todo su poder para bofocar hasta el roas 
pequeño germen de la soberania popular. Era tomarse 
lajst llaves de las facultades humanas, llevar éví tirania has. 
ta los pensamiento?, serrar Ia« puertas ala razón, paraque^ 
no viese sino lo que ellas le permitirían ver ; para que no 
conociese^ no desease, ni pensase sino del modo que a elW 
les conviniese que conodese, se pensase ¿ se desease. Era; 
hacer retroceder diez siglos los progresos que el espíritu 
humano ha hecho en su perfección ; resucitarla política 
del siglo octavo, y remontar la Europa en el pié de los 
mismos salteamientos y devotos sacrilegios co|i que en esa 
¿poca de tinieblas se insultaba la razón eterna cuando se^ 
le ofrecían inciensos. 

¿Pero que han podido estas maquitíaciones? Ellas solo' 
liaár servido para demostrar, que los mayores potentados 
de la tierra son imbéciles infantes cuando luchan con- 
tra los esfuerzo^ de: la naturaleza. La nación británi- 
ca reprobó altamente los principios de la Santa Alianza, 
y el monarca se vio precisado á reprobar^ lo que su minis« 
tro había subscripto: Los fianceses & bayonetazos, arro^ 
jaron del trono á un rey que marchaba á afirmar ¿u abso^ 
lutisíno, y^se le sostítuyó por un rey constitucional: el niun 
do signe su marcha de perfeccionamiento del espíritu bum^ 



92 

M. Lafl> o^fts tres ak«8ipa?te6 conti«tin|eMÍ «on capaces de 
sentido, oonoosrda q«e pierden Miañes en dejarse conducir 
por la marcha leasa pero firma Jk la natoraleza ; y ai se 
uiMtinan en obrar ea na sentido contrario, aocderarán la 
marcha del destino íque temen* 

Esperemos también nosotros que la misma naturaleza 
perfecciüEnará la obra que ha comenzado^ y en obsequio, de 
la cual tantos triunfos ha obtenido ya la raaon.; y no du» 
demos que toda la tierra se uniformará en esta parte coa 
h)s principios que felizmente hemos proclamado, y forman 
la base de nuestra libertad civil é independencia política. 
Mas ¿como se espedirá el pueblo para acordar sus pro» 
pías leyes? Dos medios bay conocidos : por rotación dim 
recta ó por representantes : ambos medios est^n sug^tos & 
grandes inconvenientes ; me permitiré por tanto algunas. 
réftexiones. £1 autor del contrato social quiere que el pfie. 
Mo siempre esprese por sí n^ismo su opiaion, y no oanose 
otvo mediode maBifestttr su voluntad» reputaadopar vi- 
cioso I» que sehaceporrepresentontes : cuasi» persuadir* 
sa de una éstravag)ancia tan eaovnie, en la sublimidad de 
su genio, y de una Inconsecuencia tan sensible ea la diar 
táctica exquisita de Juan Jacobo Rosseau» 
Este filósofo, el mas solemne preconiaador do la igtialdad 
de todos los hombres, estableciendo el voto directo coijio 
énico medio de expresar ^ pueblo su voluntad, no podrft 
cterfamente conciliar esa igualdad con te necesidad del X0* 
to directo : la reiexíon es muy sensilla. ta naayor pact^ 
de los miembros de una sociedad no pueden^absolutamctiHo 
concurrir á las asambleas pAblicas, en <h»« ^ pueblo deli^ 
beraria por sí : sus ocupaciones, su género de vida á v»^ 
ees, también el estado de su salqd, les invpide eoneaiirir k 
tales reuniones ; asila mayor parte de la socfedad n* 
conciim]:iacpii.st^ sufragio directp ^ l^s ,r,^ wlpwSj^ ea 



áa 

4ue se decretasen las leyes : b^ta echar una ojeada sdJT 
bre d esftado de las sociedades para senti.r {íjl evidencíf^ de 
esta proposición : ab^ra pregunto f^o» que no concui'ien 
tienen ó no d«recHo desfifragiir coqi0 tpdoslos tleitlasciií 
dadanosf si se responde pop lá negativa-,^ preguntó ¿oouao' 
son iguales en derechos todoB los laiiei^broj^jde la sociedad 
á tinos tienen derecho de yoti^r y óticos nó?. , 

Si se responde afirmntívamente, vüeíro á preguntar; 
jLns ausentes est^n obligados á obedecer las leyes en cnyü 
sanción no han tenido parte, lít prestaklo sil consentimieti*» 
to? Si la respuesta es negativa tenemos un eslado metiAf 
en \k mayor confusión, y cuya? ley^ps carecen de lína fuerw 
za m^rversalf cuya; aplicación será las. mas veces dudosa, y 
éti que cada asulitv) oivil para decidirse necesitaba ser ven-í 
titado dos vece8*~1 . ^ para averiguar la cuestión de de- 
fecho.— ^2,* para averiguar si el derecho tiene vigor 
én elc^so^de la ctíestionV Tanto" ^ale é»to como es- 
tablecer un estada de confftsion é íocertiílwnbre dé fpdo 
derecho, de impunidad de torios los c ímenes^ anonadami- 
ento de todas las autoridades &. ¿Pqede ¡rriiHginar.se esta- 
do mas violento en la sociedad, en que^l, cíndadarrd no co- 
noce las leyes que lo protegen, ni las autoridades la eí-fera 
de su autoridad, ni lo? trámites de sus procederes? Sin^ 
embargo á opte puntp llegaremos necesar ia me ni e, mar- 
chando de consecuencia en consecuencia, si se trata de( on- 
Ciliar la igualdad de derecho con la neresidííd del sufírgio 
pereonal, para legitimar las leye^. Si la naturaleza suge* 
ta al hombre h sociedad, p^ira mejorar su bien estar, iw 
puede s^r.qye le hay^dad^o un sojo medio de establerer^ 
en fiociedadi^ y q^e esde se^ tai> Heno, de inconvenientes que 
empepresuí^^tiHifpiofl, / ' . / 



34 

éi se sostiene ta afii*itiat]Va, bastará observar que esían'-^ 
do la mayor parte de fos mieinbros de la sociedad habituad 
mente imposibilitado^ ik Cé/tiicúrrir á las asambleas deiíbe« 
rantesy resultarian^ doír gi'aTkiiiios tnorávenieiites — 1.^ 
que la mayor parte recibrria lirtey de la menor ;' lo qué 
es contrario á la naturales^ de fas óosTad-^S/^ que des« 
truye la igualdad de derechos/ puesto qtfé ló^ unos siempre 
mundarian, y los otros siempre obedecerían/ adelante- 
mos un poco mas, y preguntemos: ¿De donde les yendria 
á los concurrentes k las asanábleiud populares él derecho de 
obligar á los iro conturrentes á someterse á lo que 
ellos deliberasen?' Será íthposible asignar otro título que 
I^ voluntad presumía dé íos no concurrentes, de pasar por 
kí que hagan los concurrentes. Mas en esite caso los con^ 
currentes serian una especie de representantes, y compro- 
misarios de los no concurrentes; lo que en los principios 
deP autor es inadmisible. Conduyamos pues que la opi- 
áíon del filósofo ginebrino es insostenible. 

La esperiencia confirma ésta verdad. En la vasta ex- 
tensión de tiempo quifer abrazan los' que se llaman tiempos 
Kistóricós^ no se presenta' exemplo de una gran sociedad 
gobernada ^or una perfecta democracia. Guando mas, pe- 
queñas porciones de Sombres reunidos qué trataban en co- 
munidadad , á poco mas 6 menos semejantes á las reunio- 
nes ó rancherías de nuestros salva^pes. Desde que la aso- 
ciíícion sea algo numerosa, que en ella se hayan ramifica- 
do'^las ocupaciones de sus indi v¡duos,y que ocupe un espa- 
cio de terreno dé seis ü ocho legfuasde radio, ya es de 
todo punto ¡iripracticable ía reunión de lá mayor parte de 
Tos socios á tratar loa nejíocros públicos que diariamente 
ocurriráu ; y las deliberaciones vendrían á qucciar sugé- 
<as á los inconvenientes objetados iPor ventura preten- 



.«6 

J!a el autor del coBtratoMciftIf qp^las asoeiacíoiie» jie ti^ 
viesen en el aolo niíinero de indÍTÍduos que pudiese odiao- 
damente reunirse, siempre qu^ fuese ua^sario tratar Mua 
tos públicos^ 

Pero tales asociaciones, las Anicas de que es capaz el 
hombre salvage, son sumamente imperfectas : no solo no 
llenan los fines que se propuso la ni^turaleza formando al 
hombre sociable, sino que los contrarían, detienei) y frus^ 
tran. ^n primer lu^ar son muy déviles ; de ponsig'uien* 
te espuestas á ser pre^a de cualquier déspota ambicioso ; 
ó frecuentemente ti^rbadasen su reposo : no son apropó- 
sito para el desenrollo de las facultades intelectuales y 
morales de la lespecíe humana» Lqs inag^otables tesoros 
que la naturaleza ensierra en su seno no pueden arrancar? 
«ele sino epti grandes esfuerzos, de que anio son capaces 
las grandes sociedades. Los prodigiosos descubrimientos 
hechos en las ciencias son debidos igualmente á la reunión 
de medios que ofrecen las grandes sociedades; los progre- 
sos de la industria en todos los ramos son debidos á la muí 
titud y diversidad de necesidades que se engendran en las 
grandes sociedades : si eis indudable que t<^das estas cosas 
y otras innumerables, que aun no conpcenios, fíieron cria- 
das para el bien de los hombres ; si si| go^;e pioderado ha 
aomentado su bien estar, y aliviado la humanidad de mu«^ 
diísimoB sufrimientos, es evidente que un orden dé cosas 
desfavorable á tantas y tan importantes mejoras, ni es el 
mas conforme á las leyes de la naturaleza, ni puede ser el 
dnico dispuesto por ella para íobtcner leyes justas y acor«^ 
dadas por medios iejitimos. ' 

£s sabido que la antigüedad nos ofrece repetidos exem 
píos de repúbKcais, cuyas leyes se baiciací por votos fdirct;- 
toíi, Jen las placas 6 campos designados para las .risamble^ 



d6 

asfiáfcHíMáSf? pero^'estos exeitiplos eñ vez de debüíUr lo 
qtfé^'qnétfí* estiblecitio, ío donfírman. Las irepúbüeas griep 
g*^, Rütftiihíi y CarUg'iuezu; otras también de meaos aom 
braclifi ,hacian sus leyes por votos directos é individuales^ 
Los 4^aeedemonit^9 vivían^ se puede decir en la plaza pu- 
blica, y eu asaintjje.^ permanente ; pero mientras los cíu* 
dadaiios discutían y deliberaban de la cosa pública, se 
sexvtan [laru tpdas las necesidades de la vida de los Ilotas 
Que no teaian la menor influencia en las deliberaciones pú 
blicas, donde se hacían contra ellos leyes tan bárbaras y 
crueles, q«4e ponían al nivel de las Déstias de carga á esta 
iiuinf rpsa y «til parte del pueblo. 

'En Atenas, Corinto, Tebat y toda la confederación de 
los g^iégesjen Roina y Cartago,tenian los ciadaüanos muí 
títud dé esclavo», oujros trabajos abastéotan al públíeodo 
todo lo necesaria, y subministraban abundantemente al 
lujo y profusiones desús amos; mas estos esclavos qu0 
bacían parte de la sociedad, pues llevaban todas las earw 
gas, e«4taban esclurdos délos honores, y no tenían parteen 
la deliberación de los asuntos publicííd y resolacion de fewf 
leyes. Sin eírtos recursos, los ciudadanos ocupados de sus 
atenciones dbméstica», nohnbrian podido sostener esa asis 
ténaa asidua á las asamhleías populares» Luego tenemoa 
déret^ho de concluir qi|e en las sociediades numerosas^ no 
j^pnede^ sostener el- snfrajio directo (^e todos los ciudada* 
nos sin tocar en uno de los estremos ; ó la desigualdad d^ 
dbrechos entre lai^ partes que coalponeni Uisócí^ad, óatri 
huyendo & tos asistentes el derecfio de. represenjter á lút 
ausentes j ambas cosrs contrariaa^ é^ Ips príijpcipios dpi au-^ 
tor del c^n^rato soci^U . , ' ( ¡ 

- Nada mas «eduptor que la» coste qii0 espr^bW^ los d^feiir 
s0vhi.de la demoieraeíisifgi^Ies^obarelai&yantaj^ft <Í6 uprpue 



87 

blo que por si misÉno discuto y decreta sus leyes, pero na» 
da oías vano y vacio de sentido, cuando van á reducirse á 
la práctica. Jamás el pueblo est^ «ñas espuesto k obrar 
contra 8U voluntad, que cuando delibera en esas grandes 
reuniones. El pueblo siempre quiere el bien ; siempre 
desea lo que puede asegurar y acreceatar su bien estar con 
la menor suma posible de sacrificios; de consiguiente, pa- 
ra deliberar con plena libertad necesita conocer la mate- 
ria en todos sas detalles y relaciones con la sociedad ; sin 
este requisito todo esta espuesto i funestísimos errores Cua 
jesquiera deliberación dada por un pueblo mal instruido, 
8Í ella en realidad de verdad no es conforme á los intereses 
bien entendidos del mismo pueblo, puede y debe reputar- 
se como arrancada por sorpresa, y he('ha sjn la eínficiente 
reflexionty para que el acto sea reputado plenameato delí. 
berado. ¿Esto puede llamarse acto libre de un pueblo? 
¿El pueblo tendrá razón de quedar satií^fecbo por haber 
desplegado su facultad de hacerse daño á si mismo? 

¿Quien cuida mejor los intereses de un niño, el mismo 
que empleando su patrimonio'en puerilidades inútiles y 
supierfluas, le prepara una virilidad iudigeiite, una vida 
obscura, deshonrada y envilecida ; ó el procurador sabio, 
que sin faltar á su pupilo con lo necesario para que reciba 
una educación cuidada, le economisa sus rentas y le pone 
en estado de vivir ^on comodidades, de figurar honora* 
blemente en la sociedad, adelantando su fortuna, ensan- 
chando sus relaciones, para que goze de una propiedad 
creciente^ Pues un pueblo deliberando democráticamen* 
te sobre los asuntos públicos,'e8 un niSo a quien se entre- 
tíéne con vagatelas,8e le hace correr tras sombras vanas 
para robarle so fortuna, y después hacerlo llorar de de* 
sesperacioQ. £sio naturalmente deb^ ser así, porque la 



laayoria, lo que compone ta masa y la fuerza de la socíe^ 
dad, es por lo común ignorante, tncapnz de abrazar im 
asunto público en toda la estension de sus relaciones, y de 
preveer las consecuencias, pesar las conveniencia é in^ 
contenientes, y tomare! mejor partido : y á decir verdad 
jes muy raro que una asamblea popular y numerosa pre-? 
eenfe la comodidad jbastanie para discutir con calmil y m^ 
durez los problema^ de política, de econoniia y de los de^ 
inas ramos que abraca la administración de un estado, pa<^ 
;-a tomar las resolucioi^es mas prudentes y oportunas pa«« 
ra el bien de la sociedad : no es necesaria mucha pene^ 
^ración, para advertir qci^ es Iq que se puede esperar cuan 
¿o un negocio arduo y complicadq ^? al^andonado á manoq 
9Ín intelijencia para conducirlo. 

JLa esperiencia viene en auxilio de esta opinión: cuando 
los pueblos que se gobernaban democráticamente han te« 
pido la fortuna de seguir la impulsión de hombres de pro«f 
vidad, de intelijencia, prudentes y bien intencionados, sus 
deliberaciones han sido tales cuales las demandaba el bien 
público ; pero si han tomado el acendiente algunos malva-- 
dos aspirantes, el pueblo ha deliberado siempre lo que 
mas le perjudica, y lo mas ordinario es que ^n esas asam* 
bleas populares, las maniobras de los bribones prevalescan 
sobre los prudentes consejos de las jentes de bien, por dos 
razones muy sensillas — 1.^ porque en tod^s partes 1o$ 
malvados son incomparablemente en mayor número q' la^ 
gentes de bien : 2. ^ por que las gantes de bi<3n por su 
propio decoro,no tienen recurso á los resortes infames que 
hacen jugar los bribones para arribar á sus fines. 

Todo esto es muy obio y sencillo: la historia de los puc 
blos gobernados dimocráticr mente está llena de ejemplos 
que jjrüeban hasta la evidencia esta verdad. Los Espar- 



39 

^no8 han sido oiertámente los menos eipxiestos á estos ini 
convenientes; por qpé puede decirse también^ que es et 
único pueblo en que todos los ciudadtános estaban perfecJ 
fanienté instruidos en los intereses y plaiü^ de la repúbli- 
ca : mas esto es debido al original y singular mecanismo 
de la con «titucion espartana : por qna parte la república 
recibía á los niños al nacer, y los hacia educar; todo pa- 
ra ellos era ukia escuela ; crecían en la plaza pública pre-' 
sen'^ctando las discusiones políticas ; cuando les correspon 
día tomar parte en las delibera cioues^publicas, estaban im 
puestos á fondo en los negocios; no era fácil ya seducir- 
Jos ; por otra parteólos asuntos de que se ocupaban eran 
sépsillosj estaban reducidos á conserrsr la supremacía del 
Lacio sobre todala confederación griega, y no habia géner 
ro deartima&a 4 fraude que no pusiesen en obra para arrí 
bar & su intento jf éti lo qué todos eran espertisimos. A 
mas de ésto hi ígiíátdad de fortunas énf^ que vi vian/ había 
removido los flfstílnalos d^ la aimbícron y codicia qué mué 
t-en á la mayol* parte de los intriganntes k seducir al pue- 
blo para oprimirlo después. 

Pero el resto de las repúblicas democráticas ha estado' 
siempre en p/esa dé las intrigas de los malvados que sácfi 
fincaban lod intereses púbiicoi» á la satisíkccio<n de pasiones 
innobles. La historia de las repúblicas de la Grecia, es la 
dé las intrigas/' y dé \tía trabicíbties; Los bombtéS éo bien 
siempre en blanco'á los tiro6 d^ lotrnmlvaddsir^ íaí intriga y 
la injusticia siempre triüt^fántes délmérib y detkthtúd;' 
la república hecha presa de los ciódSMlááos m'ás idmoMé.v, 
la libertad amenazada por la ineptitud de generales am-* 
biciosos, y el pueblo sirviendo de instrumento á loifr ddsrg-^' 
nios de sos mas crueles enemigos. 

Roma padeció mil sacudimientos ; y últimamente sÜ^^ 



40 

cambió por íg'iia) leaiisa* Lm PtpvMlofl. préptinulM ^t 
Clodio, prueban, cuanto oa el infli^joi de los malvaclng ^i 
las deliberaciones democráticas, Car49go Cué arrpipiida 
y defnoljda por que los •'ivales d^ Auibal bjci^ron qu<^ ^e 
lé rehusat^n los r^fq^rzos qae pfdia e^t^ general de^pue^ 
de la victoria de Cañés, paia concluir la subyugación de 
ltoníia« 

¿Pero nosótrosfiespues de veinte y cinco aSos de agita^ 
Clones políticas ténemds necesidad de eg-eniplos' estraSos^' 
^nra convencemos de estd verdad? ¿Han sufrido los pue-¿^ 
biós jamas golpes mas terribles y desaatrosos que Ib pre- 
parados por sus propias aberraciones, á que han sido arfas 
trados por intrigantes pérfidos? Recórrase de una en una 
la historia de las nuevas repúblicas; y desmié itame efqiie 
^neda probaY qtie esto es inejíacfo.' Loque hay de muy 
remarcable, cá que eu todas partes estos bribones se aiman^ 
del escudo del bien publico : los crímenes qu dios ma- 
q^^utnan,los atribuyen á aquellos ciudadanos capaces de' 
desconsertar sus medidas, y si'ld^rán hace» los odiosos a^ 
publico, sus planes se consuman én todas sus partes, Re«' 
p^tida^ veses he observado con admiración, que intrigan- 
trs rústicos sin ninguna clase de instrucción parp llevar, 
al. cabo sus manJobras,han adoptado las mismas m^osima^ 
han locado los mismos resortes, que tocaban los iutrigaipH; 
tes coya memoria nos ha conservado la histori ,; y he lle- 
gado á sospechar, que esas cosas que se creían efecto de re- 
íitiamiento de malicia» que produce 1« irivil¡?ac¡oo, no son 
s^ino efept0 del iurtirtto de la depravación. ¿Es posible 
q* la naturaleza nojb^iya provisto á lo^fjb^^bres de otro me- 
dio para proveer al buen régíimen de . las sociedades, que 
esté tan fSicil de contrahacer, y por lo m¡«nfio «"g^t^ A ^*r 
tos y tan terribles inconvenientes? Que me dispens^el 



41 

ste tnletftbs^ t«ÍNlto MMcribir 4 «a dictaineo. 

No es fuera de propósito que me lie esteadido «obre eei*: 
te putttc : qutetettf Humar toalettcioii dé túúoa y de ofda 
dtto de los éktdtfdáodt partí qfue coooaecan ik esloi imlvadoAi 
los opriman coa el peso de la execración gfeaeral, j no les 
dejen cabida en nia^una p;itte. Bt síntoma para conucet* 
fus me pai'ece seguro é iñfáltabie. Todo el que conétanfe* 
mente esté éu oposición de fa administraron ecsistente, y 
anie prodaináado mácsi inas deínocráttcas ecsa^eradas» ci« 
ertamente es un conspirador. La cosa es digna de ta mas 
sería atención de los legisladores de las nuevas re{»úb¡icas: 
elfois deben medicar los medios coercitivo^ para familiar 
estos malvados y porgar Us rép&blicsES de semejante peste. 

Los inconvenientes de la democracia pura ban sido sen- 
tidos por todos los estados modernos que ban adoptado las 
formas republicanas. La Inglaterra debe ocupar él pri< 
tner Iugar,ruyo8 parlamentos formando una parte* esencial 
del poder público representan la nación. Los cantonea 
b::^lvéticoSy los Estados Unidos de Norte América, y todas 
las fracciones de las antiguas colonias españolas erigidas 
en estados iu dependientes, han adoptado el sistema de go« 
bíernoft reprcsentantivos; exepto aquellos pueblos del terri- 
torio argentino que están sugetos á ün gobierno puramen- 
te militar y arbitrario; térmmo glorioso de las maniobra^ 
(fe demagogos,tarles como quedan descriptos. Exempló im« 
ponente que debe alarmar á todas las demás nuevas repú- 
blicas ; y especialmente á los depositarios del supremo po- 
dar ejecutivo, queaiendo responsables de la tranquilidad 
pública en la ausencia de Jas lejislaturas, pueden y de* 
ben suplir k la deficiencia de leyes con disposiciones pron- 
tas y enérgicas contra tales aliñadores, para no dar lugar 

6. 



40 

t^iu'e aídelaoUdas mucho lat maniobras^ el remedio veng^ 
demaciado tarde, y ia repáblicft aucamba con focha sot 
kyca y garantias^^ 

No obstante por ecselente qiié tea él sitiemli réspresenta^ 
tivO) estoy muy distante de peuaar que enié ejieoto de iii 
convenientes, y quesea también el áuico lejftimo: quiero 
decir, que los poderes conferidos á un ciudadano para re- 
presentar á sus coraitentesi no lo constituyen verdadera 
representante, cuando obra de un modo contrario á los in* 

tereses bien entendidos de los representados ; por el con. 
trarioy será un verdadero representante del pueblo cuales* 

quiera que le procure leyes q' hagan su bien estar y nieJQ« 
ren su condición. Dejémosnos de teorías: vamos á lo q' es 
i^itivo. Pedro el grande Emperador de las Rusias, do- 
tado de injenio superior, & principios del siglo pasado se 
propuso reformar su nación, sacándola de la abyección á 
que estaba reducida por la barbarie en que ^e hallaba su- 
merjída. Formó su plan ; tomó las medidas convenientes, 
y sm consultar la voluntad de sus subditos empezó á dar 
sus ordenes, y á hacerlas ejecutar. Los rusos se creian 
los mas infelices de Icis hombres, viéndose forzarlos á per- 
der sus barbas largas, y á deponer sus ropas talares para 
vestir á la europea : cada ordenanza que les arrancaba 
una habitud salvage,para subrogar otra oculta,era recibida 
como uíia cafamidad pública : .murmuraciones, lágrimas, 
luto, las íámiliáls se desolaban de dolor ; pero el Empera- 
dor marchaba á' pstso firme; abrió todos los canales de la 
instrucción pública ; puso & toda la nación sobre el cami^ 
no de la civitia^acion.' 

A fines del siglo pasado feuiiídos Tos estados generales 
de la Francia, los diputados del estado llano que concur- 
rieron á ellos süpíantaron á la nobleza y alc^Jéro, decreta- 
ton la muerte de Luis XIV, la abolición del trono y de la 



48 

reí ij ion de sus padres* la demolición de los templos, la de» 
portación del clero católjlco y la proscripción de muchos 
ilustres ciudadanos» eoyo erítnen era el amor á bUs leyes. 
Pregunto ahora, ¿Quien era el verdadero representante 
de la nación: Pedro cuándo decretaba la reforma de la 
Busia^ ó los diputados de la asamblea constituyente cuan^ 
do decretaban las cosas que se acabap de referir? Res»- 
pondan los resultado^ 

ÍA Rusia ha hecho una carrera tan r&pida^queen menocp 
de u^ siglOy su civilización riyalíza con las naciones mas 
ciyili?ada8 del antiguo mundo : su industria aumentada 
ha abierto muchos canales de riqueza qu0 antes estaban 
obstruidos por la ignorancia; el bien estar de los ciudada-^ 
nos se ha generalizado; la fuerza pttbiica ha tenido un 
.acreséntamiento inmenso ; ana nación abyecta é imbécil 
se ha transformado en un poder colosal, que ocupa el pri- 
mer orden entre las potencias de Europa, y quizá tambiei) 
en el mundo entero^ 

La Francia por el contrario fué interiormente despeda* 
zada : la sangre de los mejores ciudadanos corría en a^ro 
yos por las caliies y las principales plazas. Los tribuna- 
fes revolucionarios corrían por tcido el reino esparciendo 
el terror y la consternación. La religión cristiana perse? 
gnida por estos caiiivales, se refugió al corazón de los ver- 
daderos franceses ; renació el fervor de la primitiva igle 
sia ; las casas particulares se convirtieron en lugares d^ 
oración ; los ministros del Evangelio despojados de sus 
rentase^ncontraban en la piedad preventiva de los fieles un 
recurso asegurado contra los rigores de la miseria: habría 
sido mas fiicil esterminar á los franceses que arrancarles 
SQ religión. Cuanto mas aumentaba la sevicia de las au«?' 



toWtlad^ iaAtfxmus anm^rttSftbt el fi^mdnxte yetiíaJtí^Om, 
eteyentefif que en el wno dd la región de Jtasctristo bosn 
c^KU) el coDi^tteto de {«9 onkMUÍdiEwIes m ^e Icní bftbion tv^ 
iMígHtoso^kigisUdoiiea. / 

Si hoy se pregaotase á los nisos ¿que es lo que sienieit 
dé las leyes de Pedro el gvmde^ Se aplaudirán de babel: 
tenhlo irn príncipe^ que al profiíndo conocí mieiito de las 
necesidades de la nación reunió la (brtalexa conreníente 
para apll carie remedios oporttínp^. Pero si bacemop á ios 
francés^ igaM pregunta rejipecio Alas leyes dicíndascon- 
tra la religrion^ y de ís^ proscripciones ; ellos i^os respot^ 
dfirin, que lodaf^ ellas fijeron ail;»erniciopes da sus r^p^e^p^ 
tinl»sqii^ coalrariacpn el Fotio 4Mu:^íoiiaK {«os AtsAo^sai^ 
no quisieían qM# ifs^a hi*Ff w ^Hlliaíídqt Ids J|ey» revo- 
I^c¡o^wl5iaf ^ 7 M l«f fia^i^4aM?»af f^Mmrati clanibiiea de los^ 
V'^}m^ ^e la historia todí^ i^f, ^QníQcimlentos q«a futro» 
las consecuencia de ellas. 

En estos dos casos opuestos ¿Quien <dbr4 cei^^p^ritie &» 
la voluntad de la nación? el gran Pedro, ó los que se de^ii. 
aii representantes de los franceses? 

la repuesta no puede sfit dudosa : el verdadero repre- 
seotante fué el que mejor conoció los intereses del pue-^ 
blo, y supo elejír los medio? mas conducentes p^ra ponerlo:. 
en el ^oze de ellos. Los pueblos todos deseaq su bien es. 
tar, aspiran á éli si alguna vex por error se estravianen la 
«íeccion de loé medios, esto es contra su voluntad : pue- 
rfe ser ^ue por finita de coii9a¡raientos resistan también 
adopi^l,^ teyes <jue seriai\ las mejoras, áque'aspi'^n: 
pero e^fca resistenpía, no puede reputarse como obra de una 
vojuutad libre jr espontán^^sipp del error q* pa^e^en; qiie 
seri reformada tan Iqejjp pomo haya padido^eppR^rse e^ 
^rror* No es luego representante verdadero del pueblo^ 



el q' premtiniclo de 8u$ poderes no hace lo que conviene 4 
8U instítuyente ; sino aquel que lo encamina á sU bien ev- 
tap y & mejorar su condición. 

Sí Pedro hubiera esperado el conteptimiento de i|n pue. 
blo rústico y ^supersticioso, , Jiasta boy estarían los rusos 
sumergidos en su antigua barbarie. Kl incomparable 
Manco Capac ¿hubiera conseguido jamas sacar del esta, 
do salvage á los peruanos, si hubiera consultado con ellos 
los medios que debían adoptar? ¿Podían los iudíjenas co« 
nocerel estado de su miseria, ni apetecer ipodo de ec^sistlr 
nxenos penoso^ cuando no conocían joXtq mejo^r? En e dtas 
materas l.is almas vulgares solo discurren g^qiadaí^ ppr pun 
to? de comparación, ^s reservado & ¡os geniqs superiores 
crear sistemas enteramente nuevos^ 

Manoo Cnipac dotado ^e un genio profundo y creadcj^ca 
noció el estado de sos compatríoti^s y discurrió los medtos 
demejorar su condición, y nieditó un sistema de asoci^ci. 
^ taji^yadto^qu.e^n muy pocos años formo uno de lott ma^ 
diJta,t^;tps y ^orepifonjíes imperios, tan completo que nada 
dizque de(»?ar^, desde los pbjetostde ma^alta policía, 
bfista (fs d^^l^ 'minuciosos de la vida domestica; tan 
l^n^^o, q^e proveyó á todas las necesidades de los ciu« 
4^a]W^>.y i^crecei^tliibadiaifiamentesu poder, por que el 
aent^i^to, de li^ coinveniencia hacia triunfar de todas las 
SGSiAteocias : tan sólido^ t%n coherente, tan bien^ dirigido 
iil'fiaq^e se proponía el I^islador, tan sólidamjente útil & 
losp«e^lo6,qiie aoJoge cree pos^'ble, por que es incontesta- 
h\^ sifi ec^i^nch. Es verdaderameijte sorprendente 
}qi|Alo8 e^ciiore^ hayan, prodígadp tantos elogios á las le« 
j;^ !Í!^ tJfncgo,^ de Confusíp, da Soroastro y de otros pre*. 
tendidos sabios de la antigüedad, cuando apeqas hay quieo 
Iisgt^eAcípii d^Ias leyes de M,anco^Capac. 



4B 

No obstante las leyes (ie. Licurgo solo eran á proposito 
para formar un pueblo guerrero^astuto fiero, y zeloso dé su 
poder^pero no un pqcblo buinanpysocial,airi!go dt lajusticiá, 
y de la buinanídad. Lo que se encuentra de bueno, de nio« 
ral y de justo en las cíéiíias lej^slapiones, es indudabfemen- 
te 8aca(fo de los libros d^ Moisés ; en vea de que el síster 
made lejislacion de Manco Capac, eñ todo es obrá de su 
alma elevada y de su vasto genio, sin modelo alguno para 
imitar, sin el socorro de otros hombres, de cuya esperipnr 
cia y luces pudies^ ser socorrido : sin embargo, abraza con 
una sagazídad admirable todos los ramos de la administra-» 
cion pública sjndejar nada que desear ; tan lleno dé jus- 
ticia y de humanidad, como si toda sü vidala hubiera 
pasado en la escuela de fa sabiduría, ' 

¿Que habría podido ábanzar M^mco Capac si hubiera 
esperado el consentimiento de sus compatriotas para hacer 
las ley^s aue los arrancaron dé su vida salvage, y los civi- 
lizaron con taotas ventaja^ para'elíos? Luego obró coiÁo 
un sabio, concibiendo sus proyectos y pótií^ndolosenéje^ 
cucion : fué el verdadero representante^ d agfénte de>ñég*<^« 
cios y el plenipotenciario del pueblo, áquíéh colmó de 
tantos beneficios, que ni a desearlos habrian atcanzaido los 
indios en sil estada salvage. Concluyamos' pues que log 
pueblos desean 'sTemp>e mejorar su condición ; y que se 
obra confornie á la voluntad de ellos cuando se les ifnpone 
el deber de hacer "cosas que leS serán provechosas á ellos 
mismos ; y esto aun cdando ellos por ignorancia, y mal 
aconsejados las resistan t por que lo que se hace por error 
y engaño, tío es foqué Verdaderamente «e quiere ; pues ti 
las mismas cosas se conocieran domo son,se^recibieran rom 
|untaríamente. 

. £s preciso no disimular, que sin embargo de sef una 



47 

Wd^d incontestable lá que acaba de egtabler^rfle, es mu^ 
peligroso rciiucirla k la práctica ; porque abriría una puW 
erta muy amplia al poder absoluto, siempre abominable^ 
l*aí natu'ralézH produre rauy de tardé en tarde esta ^lase 
de héroes ; al pasó que nada hay n^as n-écuente que lobos 
disffazírdbs con piel deoteja ;: es decir, tiraifos pérfidos q* 
lisonjeando á los pueblos y prometiéndoles glandes cosas, 
los hacen perseguir á sus verdaderos amibos, obrar contra 
sus propíois intereses y fabricarse opresores crueles que 
los degradan, envilecen y sumergen en la mayor miseria. 
Si la historia de las naciones no sun ínistrara tantos ejem« 
ptares, éF actual estado de fá república argentina baátai^í^ 
para escarmiento; 

Por evitar estos inconvenientes , loÍs pueblos mas avan. 
zados en civilización han preferido el sistema de repre- 
sentantes elegidos dé entre ellos, para que sean Tos órga¿ 
hos é iiié'rprétes de la voluntad páblica : mas es precisó 
confesar con dolor, que con frecuencia estos elegidos bur« 
IsTn lá esperanza de sus comitentes, llevando' á las asamble- 
as legislativas á presunción, su inexperiencia, miras intCi^ 
resada.9, ín(líferencia por el bien público, y algunas veces 
también una c^ibardía'rriniinal : vicios confcm cuales ha- 
cen á los puei/cí^ qué l'éprésentan,' perjuicios incaloufa- 
bfes; ya impidiendo eí bieii que otros maá juiciosos y me- 
nos presiimidoii b^frian, yW promoviendo leyes incongru- 
entes 4 iiitere^auaí», 6 prestándose á proyectos perniciosos, 
por congraciai^é pata lograr un establecí mien'tó que vie- 
ne á ser comiera do eori la sangré de los pueblos. 

Todas estís aberraciones son indudablemente grandes 
calamidades públicas ; mas como las cosas se deshacen *pot 
los mismos medios que se hacen, los pueblos conservan en 
su manóla dave para remediarlos, y que apoderados me- 



-48 

■jares corillján los ésfraviós de sus prédeó^esorés, úieditttite 
elecfciones más aceKádks ; y es esto ta tátútk porgue deb6 
preferirse eTsUtemaderdivísioD de podcreis, enqueTa fa- 
cultad de bacer leyes reside en un cuerpo de apoderados 
del pueblo, y el cuidado de hacerlas ejecutar, y aplicar los 
casos partieulares, en ciudadanos escogidos también para 
esto, al poder de uno solo para hacer y ejecutar suis leyes. 

Pero después que el pueblo sufre por los errrores 6 vi- 
cios de sus legisladores, los remedios correctivos son en si 
mismos un mal^ y si se aplican con frecuencia, abren una 
brecha en la sociedad muy difícil de cerrarse. Lia frecu- 
ente corrección de las leyes, las hace instables^ destruye su 
respetabilidad, hace vasilantes los derechos, falsea el carác- 
ter nacional, introduce la timidez en los magistrados, y 
poneal estado en una confusión eterna, que es una anar« 
quia sorda, en la que la virtud es sacrificada^ prevalece el 
vicio y todo se desmoraliza. 

Las repúblicas nacientes son las mas espuestas & estos in* 
convenientes, y uMiy principalmente las que de colonias 
españolas han pasado á estados independientes, de un ré- 
gimen absoluto á un gobierno democrático^ de una edu« 
cacioo servil al exercicio de la autoridad soberana^rsin es- 
pertentia, sin conocimientos ni preparación alguna para 
upa metamorfosis de tanta importancia. £1 pueblo esta^ 
h^ educudo en la ignorancia mas estúpida; si se hacia os- 
tenlacioa de atgqnos establecimientos literarios, era para 
hacer perder su íiei«p0, é inutilizar á la juventud con el 
estudio de ciencias cslérsies de que ningún provecho ssca- 
bap en ¡a vida social. Las JkiMematícat, ia Física esperi- 
mental^ la. Geografía, el Dereclio público,lia Economia m»- 
lítíca, la ciencia de lajegislacíon eran materia» [^rpsffíft* 
tas en las Universidades : los libros, que trataban estas 



49 



ttf tenas, non eran prohibidos inquísítorialinerite en nom. 
bre de Ih* Religión: se so^pechab^ de lá creencia de loe 
que i esconilidas se atreriata á leerlos. 

Las costumbres no'eraa mejor tratadas que las ciencias: 
•e fonKii^bjul ciertas prácticas minuciosas, y se descuida- 
ban las de ana virtud s¿lid». Un hombre q se inscribía en 
todas las cofradias y hermandades, que oia todos los dtáM 
misa y frecuentaba sacramentos, era reputado por ejem- 
plar, aunque fuese un avaro injusto, aunque no desdeñase 
ganancias sórdidas, y defraudase al jornalero el precio de 
tú trabajo ; aunque fuese un marido duro é intratable, pa 
dre cruel y desapiadado, ciudadano indolente y amigo io 
fiel. Por medios indirectos se fomentaba en los america- 
nos la pereza, y con ella todos los vicios que la siguen, tra 
bando los progresos de la industria, y poniéndonos en la 
necesidad de ser miserables pisando las riquezas : oidina- 
riamente ere mus desgraciad^el hijo de padres ricos» que 
el de padres pobres; consecuencia délos estravfos dé la 
educación. 

Fermadof Iob españole» americano» coa ana instrucción 
tan mezquina y ana educación tan deprabada, no debe 
estraliane que en sus asambleas legislativa» se hayan co. 
■»et¡do«rrores,yfuera de eUas hayan descollado tontos 
demagogo» que hayan echado por tierra el bien que se 
principiaba á hacer, devoredo. de una ambición brutal 
y de vicio» innoble»: lo quedebe admirar eaqwno ha^ 
yan »ido incomparablemente nayon» y «a» feívce» ««tos 
Cfímenc». Ifaaesta no debeaer ana reflecdon estéril • ella 
d^Gondacimon Awtadiar lo» medio» de evitar e»to¡a»a- 
^ qne tiewn. ,„ raiz en la ignorancia é inmoralidad; 
!»«•»•• terrihlíí, qx^ fa,. aatorididei de las noeva» repúbli 

7. 



t9L»de Sii<?if4'n^ipa deben poner él wiñVoríelo j roiwtan-'' 
cía en esterminnr ^ pa?a qae las leye^ adií}tií'iénin^ir«$ptC#bt> [ 
fifíarf, f los e8tad<^ consistencia y taanquílicff d» 

Krtb #. « § i^^ 

Í)ÍE la' NECl^AD DB INSTBdXB T MOBIOBRAR A fJOt MTBBLOfl. 

ta política de todos los goMernos opresbreses mantener 
i'fos pueblos eh uiía ignorancia éitújiida/jr fomentar loií 
Licios <]iie mas favorecen á su sistema tiránico, laaversiob 
á los negocios |rúblicos, la indiferencia por la suerte de la ' 
patria^ la inrohérénda de los subditos entre sí, y otros se^ 
nicjantfs. El gobierno de Mahoroa es el prototipo, con el 
que forman una especie de grupo todos los sistemas colo«. 
males conocidos t y es preciffo confesar en obsequio de la 
f erdád, que el gobierno espnfiol en sus colonias, después 
¿el francés, fué el menos tiránico ;' sería fibtlorable para 
Tá nación espánólr, y consolante d la humanidad, poder 
atribuir ésta lenidad' compafatira á ifn resto dé pudor, y 
ahvor'dé la jiiéticiá^que no les permitia'lds refinamientos 
de tirania, que ej«»rcéh otras naciones en iHnr colonias; pero 
le» ideas que han desplegado en las cortes estraordinattu 
de Cádiz aun los mas liberales de sus diputados, y en las 
dos Améríc&<9 casi todorlos espaBoIes establecidos en ellas, 
nos autoriza para atribuirla á- alguna otrtí causa meni^ 
honorable. 

Las nuevas repúblicas tienen intereses muy opuestos i 
h» de sus tiranos ; y ló* iviernos no pueden tenerlos di- 
ferentes de los pueblos £ que presiden. Si á los tiranos 
convide mantened* la ignorancia, y li^njear en sus snb* 
dkos los vicios de que saca partido «tf tiranía ?' á los go* 
bíernos ame^ricanos republicanos iirtei«a ilustrar siempre 
^t^oslosciitdadanos,y fonrtarloa^ todas las yirtiictoh 



51 

«neialn ; ta decir, tmt'itjyar la ignorancia, y ios vicios t„i,^ 
lo, cuanto sea posible k la condición humana avanzar ej^ 
•fitas dos líneaá. 

íln los gbbrernoM repüb^canos hnj tres cansan á q^e 
•tribuir il.j cMtv4ihion«s y Mcadimipntos intestinos^], » 
A leyes contrarías al bien déla c^ynanlclad.— S. » ¿ sedacr 
ekmes qoe padece el pueblo, á quien se le hace oÍH-ar e« 
tin«entídoopne^o & sus intereses, y en perjuicio propio, 
Mg§^ * en I» iodocUídad del pueble, «pie no safre pacien» 
«euienfe tf yugo de la« l«yeg que reprimeti sus viciost pm* 
estadas estas'caoaas #on efecloe de la igaoronci», y de/- 
■rceglo de las ctiiítumbres. - • . , 

8t(o8d4pa(Bd;8dequeae'forraanl«« osómbléife en los 
gsbiecnos rrpreaeitfativos estuvieran bien ..instraidos: es 
íod^l» it^ relaciones, ya sea de «ñas partes con otras de las 
«jue fQrnwn la asociación, ya ^^ad* toda eHa con los eata. 
dw con quienes está en coníacto, si conocieran bien todof 
los .eíMirsos de su país, y los medios que jmseen pura h^ 
«erjos valer { sí fueran al misjno ^tipmpo los mismos dipo. 
tadps hombres de ^rovjdad, animí dos «Je un amor sinceriv 
é i/ostradp á s^^atria,y ^ la justicia j q„e d¡e^» toda í, 
foo^traccion. necesaria 6 Is^ e»|,pdiwftn de lo(s n^fviüsiiuf 

^rav¡ta^n^r««llQS|cp9H..h,rian leyes absurdas.ó ve, 
J«tpr.a.í .Una,.,amble,^ de hqp,bres> que tk^. ,^,¡^ 
di* lo. asunto, que tratan, muy poca, ve.e. pp^d* .proce* 
íer ,^„. vocada • por^^ne la d¡s«..io.n s^n duda vectkJÁ 
• error de pual^quier. que bufque.Ia verdad,,?; ^pper^ 
dad .. as. aberrac«,ne. de ^ta cla^ « rxepcionej luf^p 
Jerogan la regla general ,|,¿,,.r,„;di^„udo,\:^^^^^ 
de lo, opnoeh» entos nec^^ríos pa« í^^e,¡r bV» ín 

fc» «Bjorerinférfcifedes dei ma'nd/cV„\Sl¿dí¿;: 
Wsimas consecuencia, en la repfiblicaV'' " "" " 



;f2 

Un pueblo ignorante <le «us derechos y.cle))erefl| iiq pae« 
de conocer la importancia de hacer buena elección de di<i 
pntadoa ; de consiguiente este emjileo, ó ptir decir mejon 
esta dignidad poikica'seri presa de eaalesquiera astqto, 
que baya sabido ganarse la aura popalnr^ auque e»té deitlí 
tttido de talentos, de ciencia yáe probidad t -Hoyará i'\t 
asamblea su presunción, su pedantería, sti ignofauda y su 
corrupción : no pudiéndose hacer espectable en eHa por 
su saber y buena conducta, se abrirá una nuera rntá^vent 
diéndoee & cualesquier aspirante jkideroao, con la esperan^ 
za de Aonsegnir abanzes en su fortuna : trabieíonará ft soi 
comitentes ; las leyes serán holladas, y el estado será tui^ 
bado. {Q|ala la historia de nuestro tiempo no nos oftvcie» 
ra repetidos egemplos» que la moderación p<^bibe citar ett 
comprobante! 

~ Cualquier d *magogo aspirante á la tirania, enga&á coq 
*fecilidad a un pueblo ignorante para tiranizarlo : kiaer^ 
za de declamaciones vagas contra la tirania de la ádniinis» 
tracion ecsistente de imputarle loe proyectok criminales» 
que el mismu'demagógo maquina, se hace creer,sín pré^n^ 
lar un dato justificativo : por estos medios subterráneos 
forman complots, preparan revoluciones, que desde el mo* 
mentó en que estallan, turban la tranquilidad p&blica, W 
tneten yiolencias shi número, se atropellan las propiedades' 
ie coAíeten asesinatos, y todo ginero de atrocidades : aun 
feuando se sofoquen estas conspiraciones, ^a han próduc^* 
do una desmoralización : los que han sido cópnplicés de 
ellas es faro que se corrijan ; reconcentran su rabia, bueU 
▼en á principiar nuevas niaqoinaciones, adoptan nuevas^ 
formas, toman mejores ^precauciones, y aproverban el pri^ 
mer momento fiívorable para volrer i p^nterpe ^ J^ 
escena con mas fiereza. . ^ . . . ..>t 



Si fueron dichosos, ^ obtuvieron aT(oina ventnia, toda 
su atención la dirijen si ^considerarse ; pero no conocen 
otro mediQ que la persecttcion : la ficfelídad á las leyes de 
U república, la sumisíoa á las autoridades con tituidas, e» 
el mayor crimen ; la coiiipljcidad en sus traiciones el úni^ 
co mérito : jamas, Jinro^^nnuístador tan fiero que tratase 
el país conquistado con la fiereza que estos traidores ushb 
con sus conciudadanos, que tío .han participado de sus íni« 
quidadesrprimero seban su codicia en la fortuna de Iqs 
"perseguidos, y i las personal; liacen filtfaje^ mil veces peo. 
Tes ,que la muerte. Las leyes, hs instituciones útiles al 
f>ai8, todo viene á tierra : la voluntad deVjntruRo, esta su- 
prema ley :. sus cp^paneros^e , armas tienen licencia ab* 
soluta • nm^mi freno eontíene jsu W^otalidad ; jM^ro aYfiii 
dan k sus an^tgos el premio que ))uede esperarse de ellos ; 
por que del árbol ma^o no ¡deiiten esperarse frutos buenoií. 

Como por una parte la licencia no sabe contenerse á si 
misma, y traspasa todas las barreras si puede ; los que sa« 
-crificaron una veí su patria y su .conci^nci^ a! asqueroso 
Interés de apoderarse impunemente de las propiedades 
ágenas , cuaodoiban desntu^dado i^los^toé Uaman erifemi« 
f09, su rapacidad ee estr^U cdritr#. .««• oompafierqs: h 
divttioh iNitre eHos tiiM5«. Por t>t^« psí te figmolau rtmát 
dimieátQií eigueír al orimíiial^' donide quiera que vaya , 
los tiranos sm tenidos' y «uspioaees; . smnéjantes 4 
C!ain veír un asemlo en cada honibre que se lee praaenta 1 
loa primeros objetes de sus descoi^amas son Um cémplir 
ees dftsu tirania,^ phes conqcen la deprabadon de«u jma) 
ptora no. temerlo» ipravecban sos divímpnw^ tas íb^entnn^ 
arrwEÉn 4 lea áKos por los astros, 1^ rodean dohomMi 
Wbésíles, ÍMapaeea dé reprimir Ifa ecaesoa de los JKrrti* 
oiilam^J» iconruíKsior set'iCQB^niItMf ^^rkw l^t&vum 



»4 

'f§ti)f méa&Htí^eki Iqp/ert^natói a/e le arercnn, poraiiie ere- 
(^ ^fffii^n prtiíéQvion j^féf^ur^ la inipniíiiUi) de sus d^jitos 
pero ijiii^ déUticmnítt^ sufren de la impunidad de otj'os • 
iodos 60 //j^HeJBn^ nñé^n y se generalizan los descontentóla, 
^uevcit^aspiraiites maquinan ^ que ellos sean fe)ic<es ¿'ííes- 
graci^dos jen st^sWipresaM ; el estado de la República np 
fs menos turbulento, mas seguro ni tranquilo, 

. Así Ja ig'u^nipcia abrj^ la puerta á la corrupción •* esta 
^ la vez destierrp lap cieiécias, las artes, la industria^ obsif 
jtruye los canales de U ilt^stracíi^n, perpetua la ignorancia 
cj^ces luego fecundada de mav;ores ecsesos y desiporaljza- 
jcion, enemiga del buen (6rden de las sociedades, de laj» b«- 
*yes^ de la civilización, y de la prosperidad publica. Des- 
ti úyanse pues estos dos agentes poderosos ú^\ desorden de 
las sociedades pofíticas ; y estas se fonsolidaráni siiis ins« 
tjucionéf^ y harán felices á los pueblos. 

,'. !.'"■; ' ,■ ■ ''•§^-- ■' •:• ' 

- ' DÉLA IKSTItUCCiaKBNGENSItAt. 

Bi hombre ti€i|ti deberes <|af^ cjumplir con respecto á 
Dios, con tettptctm^kfií taUmo y oon respecto á todos \o$ 
é&mmM kflmkreft. El apóstol ^n Pabla ^éompendi¿ ádnif^ 
rablemenijB iestoMpMigkci^neB d\o'n:iíA€rz sobri^ jmBté i^ 
pié fiivámmh D|0s>iioir^a'€rmd<»,yermÍHnonfM'CoiiserFat 
su proTÍf|efteia^ha 'llenaUo ed mondo cnteoco de imaravilláli 
para él bien éel hombrlB ; m|>aderesifiifififto, tm mño ac« 
tO:dl3 9ivv<)lmi€ad É» eficiente pai^a Fedqqírel'^itrwverso ol 
paos decfondé losacó 8U podcr^ boi|áwí ¿^«i *<^<íífto« H 
desy^rrada de^írrítarlo, Ips efecto de;sa iva «eriÁn tai^iii£ 
yor c|e lai ilefi^i^rasjqlte ihmp pueden sobtiíñ^ín- IjO^^dé^ 
bemOSiDu^.^ Di4« i^t99it4 .fiot^tuí eBiDQoitanieBáe^bxiefio: 
gratitud, por los beneficios que nos ha dispensado: respe* 



to^vsu poder infinito ; v teHi^ov por que sa rengtrnéé/ 
puede aniquilarnos; Eíílb eá^aun cuando 8oI¿ ^nbzcii él 
hombre ^ Dios conlo »iMk>r de la naítcrralezar Lof q^iíé' teñe* 
mes la felicidad de conocéVid' también i^omo i^cp^ifadcrr del' 
género,' humano decitido déVé^dignidad por la prévaríca^r. 
cfon del padre co|in un» estainoi^'áblígadoft.á los ratsmonde^ 
beres por títulos miiclio más ifucriíes y estímulos mas po^ 
deroios ; pues como' aire muy biéií m iglesia naestra mn« 
(fre f de nada nos servia hayer ^^dof criados después dé la 
in6deli(la<l de Adán, sino hubiésemos' cftdo rediou'ij.os. Nií 
eiñm nobit nasci profuit nisi redimí pro fuUict^ Todos Cb* 
tos ndóti vos de amor, de gratitud, de respeto' y Cemory dc^ 
l>|er^iir ésfar sfenñpre presentes al espínlu del hombre, pa*' 
tñ no faltar jani'as áf los deberes que tiene qiHi cufmplir en 
sus relaciones con Dios* fisto es lo que se llama vivir pia 
a osa menté pié. 

í Elhbifiñbrenoe»4uéfib'cfésn vida ni de sus miembros :', 
reribió de Dio9 esto? dones ; debe emplearlos sefun Ioa 
4e8igni6s de la providencíiei; Todas las criaturas están su-' 
gf;^s á esta ley, KÍn desviarse jamas de éVñ. ¿Por que el. 
hambre hoIo esfaria exento? El que rehusase redcMdeer es* 
ta obligación/ dcrberá eshibir el diploma* de su pri« 
V^^io. ¿De donde lo sficará? Asentada esta verdady sd 
sigue quf .al hombre no le ^ lícito quitarse la vida, miiti« 
íarse} ni dentruir sa safud^ por el uso inmoderadp de , los 
{Uaceres, ó disihinúii' V^oriiotariainénlií sus facultades fisi^ 
cas, sean corporales ó intelectuiiles,'poi'el cntoi;pecimient^ 
todelos sentidos producido por una Vid» dllsarreglada. 
Tivir sometido h esta regla, es vivir sobriam^te' éobrié. 

^ EX hombre ea nacido para vivir en «ocieclad i debe pues- 
vivir coii todos sus semejantes del mismo modo que desea*' 
líp'qoelos otros fiíe comportasen con ^1. Las relacione» so«'' 



cíales iniBraan una Wala de gradación en virtud de la éo 
al debewes masá«uiefti^ue4 otros : en pmnera linea en» 
cpntramos á los padres con los hijos, y á los hijos con W 
padres ; ien segunda 4 los hermanos entre sí; en tercera los 
los amigos; en cuarta tos parientes de sangré, tos de afini* 
dad, los compatriotas, y por áltímo todos íos hombres «in 
exepcion sean de donde fueren, cualquiera que sea su na« 
clon, su poI(t¡ca,su creencia,8u condición; porque todos so- 
mos henéanos, desendieñtes de un mismo padre,romo decía 
el «posto!:, fecit que ex uno omne genu8 humanuminkaln£a» 
re super terram. A proporción que crecen y se fortifican^ 
los vínculos, que ligan entre s! á un hombre ron otro, ere- 
cen también los miramientos que deben tener cada uno 
por su semejante* 

Bajo la línea de los deberes ha escrito la naturaleza coa 
caracteres indelebles los derechos. Cada uno tiene dere« 
cfao á ecsigir de sus semejantes las mismas consideraciones 
que él dispensa; 6 por mejor decir, las que debe dispensar. 
Las leyes tienen por objeto garantir los brenes q«e le per« ' 
tenecen á cada ciudadano f cada infracción de ley es uh 
ataque contra la propiedad de algún particular, 6 de todi 
lacOniaiíidad : cada hombre tiene derecho á la protección 
«le los im^iátradós encargados de la observancia de ías le* 
y^, si atutía se ha infringido en perjuicio suyo: con mu* 
c[i á mas razón cada ciudadano^ y todos también a la réz^ 
tienen de» cho de reclamar la obsenrancia de aqoelllui le* 
yes, cuya infracción perjudica a la comnáídad. 

Un e»t -dr> debe considerarse como una gran familia: sus 
leye» : on como las ordenanzas que hace él padre comuá 
para 'el buen orden de su casa ; seguridad de sus doméstí* 
eos y piosperidad de sus hijos: la autoridad pábíicí üe^ 
ne el lugar de padre •* el respeto y renenieioii que #Éon 



toada •* cada indiiriduo debería contar con el f^^<}fjf)f^jf<^a 
laf 60ci«dff^K p»rn «yiH^^rlo eftflna .fif!,r?í:fB^a4 j p»r^qtir 

dh^ %iiA cpi)í?jf»f|ff(}Hoo8. !^i un í^^flp y\^p d^a pfe 
i^qdq fi^ífjBcfiífflfW loa y intuios de la uu^ ¡^j^tre jtodo^Ji^j^ 
cii^daf^nopt 9fi If^gisl^ciun b^|)f la ttoca^jo ^ i áUjn^^ ^P^^ 
de la pe^rfeccion. 

Véanse ai las. lAájri^iiii'^ ^ H^ Úfihprm fírf?f , ifí^^^]df^ 

lodos lo9 i:Áu«JHdaQi)^ ^^^W ^!^^f^*^Th%S9!t ^ ¥s^^%y ^fffi 

trií^ dP;elMf e;i el rvgi'^^ WWPi #. W*!íí95Í''f'^r P^.Fí^ 

4ado eujro^{CÍMd/ij^aiios ^ j^iiilafe/i Du»p|i|of y t^jen jieiif^. 

4rado8dé;(lld^9 «er;^ ¿jdu 'ab/^ueute felu j Iu9 l^jeif^ 

*ian. óhtíex^nfi»^ fwr. un .f c\"^/t^i«'Utff ^y, < oi# yj^ccj^op cj^ pro- 

{lia convenienf'ia ; It?» j^íi>;istrafl¡OH fe^f^etadcu» ppr ainorj 

«ío^tU la pa?; ; los c'iuil^díjiK^.s fHirerh^ríjan entre ^l Tos 

.VÜicMliPl d?:ír:ajHfnfdKil,por e! estímulo dpi inte^ índivi* 

líx^^l ; cada uno hiendo benéfico á su seineiante, se persea* 

ji'^fia(4e q'abrj^ para sí mismo las puertas de la beneíiceo 

fiiñif h B"* y '^ justicia se darjan .iiiutu^ienta el ósculo 

l^eja ain :^tad mas sólid^i f huiría el crimen, y loa delitos 

*9erÍ9^ muy raros. 

fío pe dijfa .f|Me me e!itreten)^o en forniar bellas uto- 
jp^ ó una r^b/íca fi^ouio la de Platón» miposible (|te 



1S6 

reálü^á^/ Y*é ftíatito Iñí difi<;ulted«t que ofrece la' em4> 
]^jiéí(éi<lieie^iíir^r vn (uieblo enle^rt»} de moda que la«i mácÁ 
slníiá^^de sfiSiduHa que he propuesto «e geoeralben hasta; 
penetrar 'las fnfitíiaa daaeÉtk^iot ciudadanos ; pero no méí 
paTé^[;eiisd|UríoreiB á na buen plan de edaoácíon ' apejrado 
por las leyes, y metódicamente sostenido con tetón por to« 
das lis )aótoridáde8, como base princfpal^de las tnltitficio« 
úés políticas. ' ' .; 

'En algiiiios pnebfos de Asia la opinión absurda de lá 
tlfansmígrat^ion de las almas ha sido consagrada en dogmsí 
religioso, y millones de hombres imbuidos de este error,' 
ibii*an como una de las mayores desgracias que puede su*» 
ceÜéf'á un individuo matar un insecto, en que podría ha* 
Rflíri^é la alma de un acendiente suyo, cuya felicidad se re* 
tardaria por este accidente. Los subditos del i^ran Lama 
de lá India, miran como la mayor felicidad morir oprimí* 
dos por '^ste jefe de su relijion ; y se ven centenares de 
liombres esperarlo en la Kuta, y arrojarse delante de él 
para«ér despedazados por las rueda^ de su carro; y mú^ 
llares dé hombres se prosternan delante de las reliquias da 
estos pretendidos mirtire^, á tributarles ana adoración re^ 
lígiosa; Nadie se atreveria á insultar1aN,ó mirarlas en des^ 
precio, sin ser oprimido por las leyes, ó por la execran 
cion pública. En las nacioneN donde está introducida la 
poligamia y el uso de quemar los cadáveres , sabemos 
que las mugeres que han perteneci lo á un hombre, se dis* 
putan entre sí el derecho de preferencia á ser queniadas 
vivas con el cadáver, de su marido ; romo entre nosotros 
dos pretendientes se disputarinn una herencia pingüe. " 
Pues sí la educación ha sido bastante fuerte para empe- 
ñar naciones enteras en usos tan absurdos, tan contrarios 
& todos los sentimientos de la naturaleza y de la razón, por 



99f 



flria la esperanza < de iin& Micídad v imegimuria . ifiQTfV^tr 
no lo nena para «ncttminarotraanaeioiiiwpor.el aendemde 
U recta raxoii, y cafo por el 8eotiime>ito de bieoefrí f sales» 
i|Qe la esperiencia haría palpables? Poco tiempo ba que; 
irríbó á Cbuquiaaca M. D' Orbigní sabio D^uraUsta q' ha 
TÍsítado como filósofo Ja mayor parte d^e iai^ iiacioiiea de^ 
Chaco que llamamos sal^ages, y le be oído asej¡^u**ar, que 
hay algunas ;entre ellas donde el .hurta y e^, adulterío s^ 
^eaconocidoSf por querSerían, írremlsíhlemeide castigados 
de muerte ; que reúnen la hospitalidad maf^ g^eqerp^a» |k 
«na decencia de costumbres poco coin^n |en paisesque se 
tienen por cÍTÍIísado8« .i r ^ 

Hé citado con placer está noticia hist6i!íc6t por que no 
'solo hace honor i nuestro suelo, sino qué láe parecécoii^ 
firmar mi opinión ; he dicho poco : presenta mi 'iN^oyeMO 
puesto yá en planta, y que le faltan pocos pasos, qucf dar 
para perfeccid»iíaríie ; por que en un puebhy hMfíifalaVio 
dohde reina la continentía idonyugaf, y se res^fa la justíl 
cia, reiirtín j^^^isamente otras tirtudes inüé'pláratles dé 
la caridad, de Injusticia y honestidad. EFsolo buen* sen^ 
tido de unos hombres que nó tenemos pudor de llamar sah. 
t^ages, ha srdo cspaz de inspirar y generaKzar el horror 
qué debe tenerse á los ricios á qae el hombre es compelí, 
do por estímulos tan poderosos, én mya ejecución esperi- 
menta la parte sensitiva una satisfacción, que pai^ece ago- 
tar todas las demás aspiraciones. ¿Como se aventajarían 
pudiloB cultos con ks au^iilios qne la civiiiaacioi^ ofrece 
i la razón humana para p^fe^cíoaarsiis oonpcioiieítosy 
yectíftcarsu moral - j . » 

Toda hi dificultad está en acostumhrár * lod fJblio^ 
mirar sua acrioneaen sq verdadero pwHo^vis^ ;,0»,de- 
P» habituar k la jwcntadJcade Ih mSm&i^nsar que <jn 



dÜú mátf^úñ eomf aradcfCHi' de Jó que^ fie* ^gutíHi , -ÍMh}- no es^ 

filbnilcllitdü Hatfa rtíá¿se'tféMftJi íkrt¥rt rpé^líSt^fl^i^ttlihy 
la niKi^ <íé'tífr]ii^yÍttlo;fl«fWi^aMie:^ El 

Aoihl^í^ Aáttfrdttn^té IIHiH el bien ; W áéi^a!Mn§9 ^ms 

í&cgo*i*e 'habi/aa'JéfeHfe'mny ítftipf^inó S áí)WíéÍát*W{s« 
^¿ibVáfórlasdíííyfaccfoiifeyctó^'^^^^^^ fisfttl ^ittrfl^flíííhit 
ftarik^á'qíié río'té |)fo'^rcíohan utíVlen.sitii' h^m'%ü^ 

se bará superior á ella sin esfuerzos ^¿tí^áftHTÁikñiM í^'pété 
». pr^ise^ilp rf^jlPii babüliar^e p ^Mp* 4e»4e>l^«i^]é^ ^|por 
^ue dnipucs de bBberséicoit'binpida el'Oo^af^oiH^eff^ji^f^^ 
israro qipelpr^riifefierá li^fNi^ibif A'tó^s Ifus: re^eccjoyo^ 4^ 
hirasop.,' > -■ - • t' 1 .: .p ; í;?/:- ? -j..:'- 
;i|]lir;yipBfí| pi^irof0fi;alxvielej>fira ^Valrwii^e .á^4oa legis^i 
lulore^.cmoi i^iieifo^ E^afloB aoiiertic^noR -fV^i^j^n «^l^i^o 
4^ perHVff^H^f que l$,]^rda^>es ni^.poil^;^o^ ftW la men* 
lira ; y, qiue si. esta faa,4i<4J4q Jf ip^far/^etai n|iodo<^^uje» 
blos enterps $>s^ra. . ^pget^rlos ^ , pr ^^ | ¡^a3 / r^^g,?:?^^^ ^ J^ 
f^oíhf j qqe mih|evfMv cqntf^ ^¡todfiu la&^mrMna^iojo^ de 
la naturaleza^ qqucIiq mejor p^dr¿^ la verdad jCeducirlo^ ^á 
seguir la voz de una.^'^zou ilustrftíJ»,j ^íeg^nd^da por I^ 
pur<*s y dulces sensarign^s UJU^r^p^f^ nwífslr^.^lma, cuan^ 
do ba triunfado 4^ iririo. ,, : .^ .,. ^ ,^^ .^. 

irióf ft¿ltí,8l^s lle^Wfk á 1a>péW4«cíim ^# qu^ «i< e«í|Wtt Aleo 
debería ser dada por los mismos padrdsí t ^oadju -paéde-sar 
comtiarable^árzelo éwif^SésteriKi&iBí twKiwiMánrinítb'iSbre 
ri el etrt]^o^»e^MM|BrA>bfi*í|ii paifa ki»«rtrtoil: wisfpáta- 
^r»« lltvm^fommami d¿bbm6rfiuilen»U!aipn<»lttiU#i.«ie 



coei}* en niift tVerra ^uela naturaleza misma lia preparada 
cóil 0I r^petoy anior filial. para echar profundas raices, 
Y produiir frjitos copiosísimos, 

Pero ¿cuantos padres entre nosotros están en aptitud de 
dar á sus bijos la educación que demanda la necesidad? La 
m^a de |as poblaciones en los nuevos Estados americanos 
est&, sumergida en una ig^bo rancia lamentable, efectc del 
descuido con que ban sjdo educados los pueblos. Aunque 
al^Sfunos de ellos tengan una instrucción suficiente, qué 
liuraentaria con el ejt;rcicio y los estudios, que el empeBó 
en que se bailaban los oldigaria á hacer, no se contraen 
áeljo ; ya porque ^han dedicado toda su coniraccíon á es- 
l^ulacian^s luciratívas que ocupan todo su tíempQ ; ya 
po^ que 4Í8tr.aidos de sus deberes, y negligentes sobre uii 
lu^ocío de tanta importancia, reusan arrostrar utta'tárek 
i|iioacipsa,;proiy9.gr 8ÍD interj*upclon, que les parece Iñsó- 
|K)rtalile« . , ^, , , 

E^'pfeeiiO'iéoiifihKit oofif ingenuidad p^ra nuestra propia 

confusión^ y Tecordérlo ^pM^.q^e nos -sirva dq egemplo^ 

,f!ae ios protiístan tes tienen en esta parte una moral mas 

^jml^da a Ib razón y ai Evangelio. Los padres de iami^ 

Ji^ 4e,^tf:e esjtos consagran horas determinadas a la in&¿ 

truccioi) de sus fayo».> Los dominaos, úni^ps dios festivos 

que recpnpcen^ no sepermúen distracción deningun.gé. 

jMríí : d^sp^ deJqs exercicios públicos Óe su culto, eúí- 

4>lean :todo el tie;npo ^n estudiar las escritura^'espli- 

-earlas A siis dom^^ticosi e instruirlos en los áeberes^de hóin 

4)re»fAp cíudad^os^ y de cristianos. l'érmita'^Vcíelo qife 

usos tan ejemplares se gene^-alizen en toda la i^merica eá- 

't^iol^ i)iiPÍ ptofesa h religión santa. católica apostólica 

^^yéttMiía. f5<ii«ilt(ft:^iMiriaaJa, edücacíoif y las\eostum- 



En E a ropa ha prevalecido éntrelos príncipes el ti«o ñe 
nombrar Ayos qne se encariñan de la educación de sus hr« 
jós, ik cuyo cargo corre forínar sus costumbres, sus moda- 
les, é instruirlos en todos Tos ramos de literatura que cén* 
vienen al estado á q' su nacimiento Tos llama. Este méto- 
do es ciertamente exeleute,si se acierta á elegir un hombre 
dotado de las cualidades necesarias para desempeñar dig* 
namente tan alto encargo. Se vienen á los ojos fos progre* 
sos que debe hacer un niño á cuya enseñanza está entera- 
mente consagrado un hombre de tálento,de grande ínstru- 
cion» buen gusto, discreción, prudencia, y sin reproche en 
sus costumbres; que no íe pierde pisada á su educandos, 
para fomentar todas sus buenas^ incíinaciones, i*eprimir las 
desarregladas, eleVar su espíritu; y que áe toíTos los a^ft 
tecimientOR toma ocasión para darle teccitme?» útiles é kní- 
portantes. No debe pues admirar que en riiÜos de uria 
educación tan cuidada, se noten frecuentemente razgos dfe 
elevación de alma ; no siendo sk*o efecto de k buena dU 
reccioiT que se ha dado á sus facuhides morales. 

Lqs gnindea seBores y otras personas de comodidadet, 
han seguido el ejemplo de lof principes ; pero por ecselen 
t. quesea el método de los Ayos, es insiUicienté para la^ 
necesidades pfiWicas, y para generalizar la instrucción en 
ras mastis ; á mas de que en América son rartóimos, y acá- 
so ningunos los padres que confian ía eáucacion de sus hi- 
jos k Ayos aignos de tal confíanaa. L^k ma6 cüidadoitós !U 
^ hran la educación y enseñanza de los síiyos á maestros de 
primeras letras, k Íoh colejios mas acreditados y alas wii- 

Versid^des. ^ , 

Siendo éstas las f uentes^nica» en qtie la juventud ame- 
ricana de los nu^os estados, se inicin en los conocimiento 
necesarios ¿1 buen desempeño de las diferentes oküg^ 



.€101169 qiae elkombre en sociedad tiene que dedicarse» eo 
nec^fNtdo qiie los iadicadotefetableeimieatosse p^r^uen de 
los.viciog de qve han estado, y estau aan afectados; por la 
d<»ble r^oioa de que es necesario rectificarlos métodos de 
enseñanza, para que n^eneral izada en las úiasas de nuestra 
población, conoecan bien los derechos y deberes del. cín* 
dadano, y dejen de ner instrumentos ciegos de las pasio* 
nes crfuinales de los que aspiran á la tiranía y por que 
de estos talleres de ciencia han de salir los magistrados, 
Id» directores de almas ^^ prelados, los legisladores, y los 
supremos poderes de la República, cuyo buen desempe&o 
aera sin duda el principal giirante de la prosperidad públi» 
ca, y que por lo mismo necesitan conocimientos vastos y 
profundos en muchas materias ; de lo eontrarto serán cie- 
gos que conducen & otros ciegos : ya se sabe Jo que de es- 
ios le puede esperar 

AOTERTElfCU. 

Antes de entrar a tratar sebre cada uno de los estable- 
oimientos destinados para la educación de la juventud, me 
es preciso advertir, que aunque el asontode este escrito 
pueda ser útil á todas, y á cada una délas nuevas Repú- 
blicas, pnesto que la causa de sus dei^racias sea una mis* 
ma, no obstante escribo en Bolivia, y con el especial de- 
signio de hacer á e«ita República algún servicio * le debo 
este tributo de gratitud. 

§6.0 

BS LAS BSCUELAS DE PRIMERAS LETRAS^ 

Entre los esteblecimientos públicos destinados á ta ins» 
truccion de los pueblos,. con justicia debe ocupar la prin- 
cipal atención el de las escuelas de primeras letras; lo 1 ^ 



fé4. 

jforqmnón^l VaAáAxxénio délaeéucácío» de lafif>v«fita4| 
y Cuide láíni^íicia es mis sttáééptible'deitBpfédruiies» kfe 
buenas* y malas' doctHnas» lotf egpernpflds ád rirlud ^4éb 
escáldalos, fo's modaléé cultos 6 gtoéerófif'se' gr^ea^ mtif 
íiierteitienté en sus eáptrita^ y ft-uctWcáB dé8|iiiéé: lo & ^ 
})or que ta ínstruccfiori que se da en his escuelas ▼a^ gn|^ 
éaír y formar ta masa de la |)abla€k)n i y CMán^o Qsaebsé^ 
ífananí sea cuidadii y se aprocsime á su pénfeooicMK puede 
aseg^urarse <f ei^^ueMo estará instpuiido y oMirigerado. Sin 
temor dé eqmiNHsarse, se pu^de cíaMiláv ^ue4le todos ItiB 
nVScis que etimán en obU ^^eUela, hm muevfo^ ikíciqkm 
|)aVteis -^n & ¿onfundírse en 'Indas las eliises <l# le poUar 
cíon : unos se árplícah al conrtercio, otrt>s á Ja agfirsalltira, 
iBstós á 1á vida pasá)ril, aqnetíos k Im Artes éodoéto*mle.^ r; 
'y^iértaiaeiiteqM serte dejaniayoc inipuirtancm q' tódi^ 
llevaran alg'unas nociones aunque li^Ycas, que' 1^ sir\^íf^ 
sen utilmente en el destino á que se aplican, kn una pa- 
labradas escuelas de primeras letras son respecto h la vida 
civil, lo que es el einhrion 6 la vid» animnl : qué ellaíí'de- 
'benlarg'ar al j^víen con éoAm los .d€Hné»mentos y fison^ 
mia^que debenifulrirsey |iiionunci»rs? después 4 pro^ar> 
rinn que^ el fdvenvQya desenrolla o do«e en la vjdí» so^K^f; 
" Des<lí^que «e piensa d»dii^r un }¿ven á cualesquiera c^ 
^cia aqrte, lapDÍmerá miradt» dehe e< harse sobre el mar 
ftítjfo k ciyra.dÍR^<?ÍMn ha 4e cpofiarse ; las calidades de 
este son las que sirben de barómetfo para pronosticar lo <j* 
puede esperarse del discípulo. Por brillantes que sean la 
índole y capacidad de uu ninopara prepararlo á las cien» 
cías y formarlo á la virtud, si el qjie empieza su educa« 
cipn np le ayuda al genio, el t:»lento será como un diaman« 
te dentro de un pedernal, y la disposición á la virtud se 

|narchitar& y pprecer4 por consum'cion, como una planta 
pi^ciosa por defecto 4e humedad* /v 



X 



rociemos coWparar.& qn niño con una tierra nnéva que 
jamas ba sido labo;*eajda por I9 mano del hombre. Se sa» 
be que hay tierras estériles que se niegan á la vegetación, 
pero que ál fin ceden á la industria y cultivo de un labra- 
dor intelijeñte ; ptras son mediocres, que abandonadas á 
sus propias fuerzas, producen pero con mezquindad, y la 
constancia del Inbradpr que sabe reunir f»us afanes á mé- 
todos convenientes, logra hacer rivalizar sus frutos con los 
de í»tro9 terrenos muy pingüf s. Pero si el terreno es muy 
ferá^, e^a misma feracidad obliga al cultivadora aplicar 
sobre él una inano muy atenta^para que fructifique bien el 

^uen grano que se le encomienda; su misma Certiüdad, ha* 

• 
<re que 3^ ñutirán desús jugos plantas viciosas en abun» 

dancia^qgi^ crecen con rapidez :, el menor descuido basta 
p»ra soforar Ias4)uenas plantas, burlar las esperanzas del 
iabrador^ y si por desgracia se derrama en él zizaBa, abro- 
jos ó algunos granos venenosos, se multiplican dé tal modo 
qa- no bastando ya los ciudades de éste para purgarlo, 

se ve.forzado á abaiidonar el terreno quedando det to^dó 
fnutiiizadoi 

Sucede lo mismo con Jos íiÍKos : su étitendiauento y sa 

voluntad «on tierras vírgenes, «londe es (H'eeífeo ^^eposítar 

el germen de las ^¡encffts y elídelas virtttdetf* Algunos 

]^recen eMi^tidos, incapaces de hacer progvt^OB, enrayo 

entendimiento las ideas eiémiSeas vm á perderse por so 

poder echar ríijces, y tal v€« 4ami>ien lo« suntíníeiktos de 

honor y próvtdad • pero la atención de nfi h^blly contrai 

dó preeeptor tíe&k diferentes ns^odos, multipHea tat^espe^ 

fienf»¡as, estudia su eépíritó y su cocaion, hasta en. 

•oñti««r ellado por donde se de^fim mae^'ar, y ^sin trepider 

loscondnre: por Ate «iftíod¿con«i|pne sacar de^UosaU 



66 

Utrcs, y son los mas, tienen iiiedianas disposiciones i es» 
tos, puede decirse, »on destinados á formar e( cuerpo de Itt 
sociedad : un preceptor dotado Je todas las caalidades nei 
cesarías para llenar su dcÜer^ aumetítará ingéníosani^nte 
las fuerzas ínteíertdules y morales de sus discípulos, y lo^ 
pondrá en estado de rivalizar ¿on otros, á quienes la natn* 
raleza haya dado mas capacidad. Su primer cuidado es 
ganar la confianta de los niñoí», hacerce amar y res-* 
petar ; les inspira una émufacíon laudable^ les hace to- 
mar gusto á las tareas, estudia las inclinaciones de cada 
unt», para répfímír las desordenada^ y favorecer ías bue- 
nas ; se pone finalmente en estado de dirigir la apli^éátion 
de cada uno á aquel rando de instrdcdoh para el que lo 
encuentra mas apropósito. Su sola pfesencia es una lec- 
ción continuada de Civilidad y decencia r ni unra sola ac- 
ción se permitirá, nó dfgo capaíÉ de escandalizar á sus di- 
cípulos, pero ni de falsear sü espíritu éu la menor peqile- 
fiéz. 

Se siente que un hombre capaz de llenar tantos y tan 
prolijos deberes, es preciso que «ea un personage muí res- 
petable , eminente por «n virtud y saber, dolado también 
d, u'ia prudencia ronüuníada y sagacidad : cuanto sea 
„a. eminente el grado én que poseaestas cualidades, se- 
rán mayores los progresos que haga su enseBanza. B.en 
sé que una reunión tan complela de cualidad, s eminentes 
es un fenómeno que producen muy de tarde en tade los 
tiglos; pero cuando hago la descripción de lo que debe 
8cr un buen maestro de escuela, advierto á los magistral, 
dos la atención y cunero conque deben buscarlo, hasta 
encontrar, quien reúna mas cualidades necesarias, y menos 
defectos capaces defelsear el espíritu de la juventud 
Si la consideración q<ie se dispensa en I& sociedad fe loi 



67 

Amcionariofi públiroi esta en proporción rlirerta de la ím^ 
portancía de sus funciones, no trepido afirmar qqe en un^ 
república bien ordenada, lot maeistrOB fifí ^scu^la deberían 
ler, después de los individuos qqe ^g^rcep lp« ffea poderes 
supremos, los primeros perspnag^ y los paajs bien dofados 
de 1^ H^púbiíca ; pi|es que ^taq ^ ucar^do^ de i\iii(;iones 
cuvo buen ¿ fnal desempefto se har& mentir desde la caba. 
2?t delfabr^dor hasta la silla del supremo magistrado de 
ta República. Mi opinión parecerá talvez estravagante ; 
pero si las cosas se pesan bien, se encontrará fundada en lo 
que todos los dias se practica en los estados aristocrático^ 
¿Que es lo que se bace allí? Los grandes señores buscan 
hombres, los qne creen mas apropósito para educar á sus 
hijos, de modo que puedan aparecer con dignidad en el rot 
que tienen que Jugar en el estado ; y este empleo es un es« 
ealon asegurado para pasar inmediatamente á empleos de 
la primer gerarquia. Pues si en una república todos loi^ 
tainos están llamados á figurar en la sociedad, en el ranga 
de los hijos de los príncipes ¿por que reusar á sus instir 
tutores un rango que los ponga d^sde luego á lo menos al 
nivel del que loa Ayos obtienen por recompensa de su tra- 
bajo? Compárese el inérito del preceptor de uno 6 dos 
niños, con el del maestro de todos los de una ciudad, 6 de 
upa provincia ; el prhnero solo tiene que estudiar el ca- 
rácter de uno 6 dos, para apoderarle de sus facultades y 
dirigirlas adonde intenta ; el segundo debe «rstudtar el de 
jiinumerables, tomar tantas formas, cuantas son las Índo- 
les de su» discípulos^ y repartir sus potencias para dar á 
cada uno el Impulso que le conviene ; aquel después de un 
i^eTiodo, termina la educación, llega al termino de su car- 
rera ; este no la termina jamas, es un afán siempre rcna*^ 
fíente I y cuanto insa reeontedable y digno de premíoi^ 



o? 

por su buen deiempefío, tanto mas intert^ante es su roiv» 
servacion eo el mÍMUO cgercicio : luego e^ jut^to que los 
honores, y distinción lo aconipa&en en el mismo df^senipe<;< 
fio de sus tareas. 

Es preciso confesar que én esta parte, la conducta de los 
españoles criminal en sí misma, era no chistante ma^ ané* 
loga á sus intereses que la nuestra : á ellos convenia man^ 
tener en sus c( lonias la ignorancia, y los vicios que desa« 
tan al hombre del suelo natal, que tstinguen el anipr de la 
patria, que enervan el espíritu, y envilecen las perMmas* 
£ra este el medio de prolongar su dominación en las coto, 
nias. Nada era mas descuidado qué las e^cuf las de pri- 
meras letras : los maestros hombres ¡ndig(>nteíi« imbéciUs, 
sin educación, ignorantCH y las mas veces también viciosos^ 
ebrios, é inmorales, apenas sabían pintar las letras del aU 
fabeto y algunas reglas de aritti.ética, y e«$to knat^ por ru*» 
tina que por principios; así la enseñanza se prolongaba, y 
cuando los niños aprendían lo poco bue{ o que sabia el 
maestro, su espíritu estaba viciado, habían perdido el hor* 
ror que inspira el vicio, y si no eran ya unos malvados,ha* 
bian hecho ya muchos pa^os para serlo. Nosotros tenemos 
un ínteres todo contrarío ; luego necesitamos ciudadanos 
virtuosos, é ilustradrs para que prospere la fiepública; y 
no obstante todavía nos ocupa muy poco este ramo tan in- 
teresante. 

La reunión éé grvftdes calidades cijue d€fbe tener un ma^ 
estro de escuela, es ciertamente una dificultad pnra gene* 
ralizbr la enseftanza y educación déla juventuif;* este de- 
manda que lasiescuelas se-multipKquen, notólo en las ciu* 
dades sino también en todos los pueblos ^ ue «ean cabezas 
de parroquia, y sí se pudiera también en los anejes, ¿D^, 
^onde pue5 sacar taat* b\?inbr^ id6ji|ej?s^e pvt^aii Uc?» 



Dar dignamente tan importante comí«ion? La observación 
ésjutsta; pero no comprendo que consecuencia pretenda 
éa(iarse de ella contra lo que he indicado. Aunque sea 
difictl el remedió de b^ males de nuéstta educación públí. 
¿a, no es desesperado ; de consiguiente debe eñiprenderse 
animosamente : ¿por % entura se abaíidona un enft^rmofpor 
que su mal es grave y su remedio difi* ií? ¿No se hfire ru« 
anto está á los alcanzesde cada uno por buscarl*? Pueí 
liág'ase otro tanto r^nvü desterrar la ignorancia y dv«mora. 
lizacion de los niños. Si el gue no tiene bastante caudaí 
para edificar un palacio, que rivalize las maravillas del 
mundo dejara de edificar una casa tal cual le pei*miten suí 
facultades para ponerse al abrigo de fas imlenieñcias de la 
¿dmósfera, iseria preciso qué Viviese como Matusalén, áf 
^azTo siefmpre. '' ' ^ ' * • ' . : \> ; . 

Es preciso 'no arredrarse por difií-uítades de éste género; 
Jémpiéftesé cdW rfe^oludon, y tendremos todo si se ponen 
ios medios t propósito. Básquenfee hombres de capacidad, 
prudenc¡a,contracc¡on,y una moral sin tacha.-" sino puedea 
«jowseguirse tantos de estos como.se necesitan para todas las 
«tocwlás, prodw^ensal menos para fes delaó capitales de 
4lepartataento^ émée debeihán poíneree escuelas normales : 
))ue eA4ds teutones ó parroquias se coloquen hombres ife 
4iaéM tootal y aplibadort; sino pueden éonsegüirse cíe uíi 
•ingetiió avipwtajadb, aun que sea mediocre'; peVo de nin. 
Üfim modo si le faltan hs dos primeras cualidades, de apli- 
cación y moralidad : es míínós malo que >ifc niiios naáa 
aprendan, q' encargarlos^ un preceptor que los corrompa. 
Í3 preceptor de lá escuela normal debe ser el jéíe de tom 
dtíslosdfeloí cátítóhfe8,> por su conducho comuñ>^rseí¿g 
lasiórdentes couvertientes : á ¿1 detei^á preser.tarle fcada 
^ti^éceptoi» ffe«cantott todos lós a&os,^ íos discípulos qde bá* 



f 



70 

i 

]^aD fie sufrir eesamen pdbliVo & que se Tesisugetará : e%t^ 
^erá Ir piedra de to.qii^ en qi^ese califique el buen deseuii* 
peKo de ca«la uno, ^ 9Q incaj^aci^ad 9 para l^ ri^al ^ra |ie«. 
cetario quf estos tcsámenes e^ hiciesen con mucha escru- 
pulosidad» presididos po^t los seüpres Prefectos 6 Inten- 
dentesy y con (a ppsible solemnidad; que á mas de las pre« 
cuntas Y pruebo^ que hiciesen los señores que compon, 
driau ^1 tribunal de ecsaminadores, pudiese el seiior Pre^ 
fecto ó Intendente invitar á los ciudadanos asistentes á 
^ue hagan sus preguntas, y franquear li^ palabí:^ á Iqs gu^ 
pidiesen permiso para hacerlas : el fin del^e si^ dar á es* 
tos actos tQda la importancii^ posiblej^ ca^iijEiz <le picar el 
pundonor de los maestros y la^ eijn^ulacion de los discf|>u^ 
los ; d^, modo, que. ci^da escuela se empeñase todo el año 
por sobresalir & sus oontemporá neos. El tiempo de i^aca. 
cioni^s debia ^^tinarse i estos útiles ejer^ipios, iiunqq/^ 
fuese necesario prolongarlo quince 6 veinte dias mas ,<iu^ 
el ordinario. 

Los ecsamenes debian abraiar todas las materias 6 ra* 
mos do instrucción que estuviesen asignados en el plan de 
educación adoptado^ Por unas operaciones semejantes 
|¡os maestros y los discípulos aprovecharían iguali^ent^ 
los primeros se perfeccionarían en su proffsiou, y de loa 
segundosj muehos Aspirarían á adquirír todas las cualida* 
des necesarias para desempeñar honorablei^aente el. rolde 
preceptores, y á la vuelta de pocos años habría bombrqs 
capaces, y la faz de los nuevos ilstadcM» mejorar(i^ infinito. 

El sueldo de los preceptores debe ser tal, que lo« ponga 
€^n estado de rolar honorsijlfl^ííente en la sociedad, q^e 
asegúrela decentí^ numtencion des^pi familias, y los ppo« 
ga fuera 4el caso d(^bn^ca,r óteos aj;bitrios para subvenir 
4 mjiú necesidades. Todos los ardides de la política in« 



.71 

{tentarían en vano dar refipeíabilidati a un destino, en qtif 
el poseedor está siempre agobiado de necefíclad. Se ha^ 
llaria también bumilladoi ai en las concurrenciafi públicaa 
tip jiudie^e [)réáentarae con la decencia de un gefe tíkilitar, 
ó un miuistro de los tribusialesde j^isticia. Sería tifimbíen 
tina maifcba indiana de hombres libres, ecsigir de los di- 
rectores de su juventud una consagración absoluta de to« 
dassus facnltadesfuíicaís é intelectuales| y tratarlos con 
tnezquindad; 

Éstoi sueldda deben 9éf pagados ¿ón onn puntualidad 
metódica^ en que janlaa se sienta fisála, 6 postergación ; pu- 
raque la necesidad de procurarse lo preciso no sirva de 
pretéaio ft táltá aTgbntón el puntual cumplimiento desua 
dfijb^eltes ínlnuéidso^; -> ^ . 

: Pei-o al mismo tiempo deben S6r celadoa con mucha vi* 
gllancia y penados por sus faltas : las negligencias podri- 
^áinser castigadas con multas pecuniarias,' hasta treé veces, 
pero delinquiendo ya por cuarta veii la desti tapien es el 
único remedio : mas si el defecto que se lé nota,'és algún 
vicio moral de que los discípulos puedan recibir escanda* 
lo, por que hay lugar de presumir que cuando ha sido 
pillado ya ha delinquido en muchas, á mas de que htíy 
lugar de temer qué reincidirá, y la juventud debe preser* 
varse de la repetición de egemplos perniciosos, ningún 
miramiento debe neutralizar la aplicación de la pena* 

Desde que se tenga la debilidad de poseerse de compai 
sion y usar alguna indulgencia por consideración á la in- 
digencia en que caerá el delincuente y su familia si se le 
pr\va del destino, todo es perdido, y no puede contarse 
mas con la exactitud de la disciplina que necesitSa lá buenáf 
educación : por cuya razón losi señores Prefectos 6 ftrtW- 
deates y los jueces, territoriales^ deben ser ^trechaüaente 



72 

fiéápouRhhjpti Sí cualefiqiiíer omisión en pftfa parte. Mas tam« 
bien la ley ctelie g^arantir lá inamoríli^lad <le1 preceptor 
que lleiia ana deberes, y su cómodo retiro en caso que en* 
fermédades física» lo iuiitilizen para el tpabajoí asiduo qíie 
demanda el egefcicio de la enseñanza. 

DEL PLAN DE EDUCACIÓN. 

5ÍfTta imprartíoable fiíh la imiformidad el método indu 
*cajJo arriba para el estableirintiento de (a edacaeion ele la 
j^nrentod, al menos el estimule d^ la enaiiiacíon ge enerva* 
til, por ftue uti niaesrtro neeligenle 6 iheptir> riitirJHa sua 
faltas, atribuyéndolas á la mala elección del lliétcklor4e «¿é* 
iMÜHnza addptado; en reí ileq^^ fiando anoiníisíno é igual 
en tildo el Estado, ntnp^inM^ encontrafia diacolpa, sinolot- 
.graba hacer en'laenseianxa tatito» progresos como el^iM» 
adelantado de sus colegas* 

Se ha dich^ arriba que enláá capitales de departamen- 
to deben establecerse escuelas normales, cuyos entables y 
régimen interior debe servir demoilelo á todas hs del can- 
tón. Se supone qué los preceptores que presiden las es- 
cuelas de las capitales bánde ser los que tengan mejores y 
mas vastos conocimientos en su facultad : á ellos delberán 
los preceptores de cantón presentarles aquellos de susdis» 
cfpulos, que por e^tar mas adelantados vienen ^ ser ecsa* 
* níinados ; y ¿I inpeccionará previanbénté ; y ninguno se 
deberia preseiitár al écsámen p6h1ic^o sin tener la aprova* 
cion del pré^)Bptor«iomial ; qvieñ con esté motivo deberá 
tomar inforñóies^mujr ekaetoa sobre el buen 6 iñáf desempéSo 
de cada precejitor de t!ánton,*dela observancia de los te* 
glamentos lirtettores; y pr^ibeiitftr& & la meba de los^ ecááme* 



0mi>jr 4í9(i»í ate W» qíír «?% digW /d^P^Í S^ x^TOcifnieiv,, 
Wiw>iPW»i»^ lodo^ p^e^P e^ ÍRt«re§^fl9,;y^ tudl^ coa- 

. XaUrt preccptail d^berí^ W«ífirt»í«e^lc|i^ 4el ecsamen á 
k oábezaés su «scu^»^ yti»d«)^ii^u|il%,f|i nu banca si I|o^ 
ectAment» dwrmeiítH]gmws áÜkj^ f«i:lo4^s .bfi|H'ftfla .mi$^ 

acompañe, y el buen 6 mal desempe&o.de ertoi^ Mcáisuttíi* 
tMidt .h<HiNhii>«iK%a^kMÉOb ilGfNifbiMlmLip^/ect^e.. 
n«f y^€Mii»FdMMar<)Ma^'abMbcfalo»entfUi^^ 
btiMMr(^ éhi4{ni;^46#iÉ^'<k4«t^^ iIltÍÉmt«siéili]# ^««««i 
btissc'n ftitHHBfiáiíItlo'etf :ciida> lááCSBete<',* -y tt| p» or » pt dr qttfe'te 
|>fttíéiH?'t^ le dairá iiñ"tJMa^(fe('ti«^iietd0én'qcie''se "ékér^fé^ 
ron Ibi^ prerttios,f en^ét ri&a^ VMie^á eilpi^tfitíarsé^iqftfeléai. 
co^a'^orir^idndtfQ'lód'plietftiiideB. > > i - < * 

ti(¿ premios cteben \:0b8%iif en líietfállas de honor con 
una ínsci^fpcion'anáTogá/Rbróá adecuados á lo cjli^se les 
está enseSanclo, dtí ínoráf, di gfamátk*Wcasténana/aritmé- 
iica» compendios de la Dibltá sajyrrada &c. ; y pór(|ue pue* 
de tambieii haDer entre loé premíáddá algunos verdadera* 
mente indigentes, pááo para un vestido y Uén^zo de ¿]gtí^ 
na clase para ropa interior. <. . ^ 

los ppmí^s deben repartirse en^úbjicp, co^ fueron 
los ecsámenes. £1 jefe de la provincia ó el que en su lu* 
gf^r presicfa el acto, c|ebe congratular á cadfi 1^119 ^¿ JosJ^-* 
venes con una breve arenga, advirtiSndole qúe'áí recibir 
ese premio,, su intere» y m hoqorjo ponen én eí einpefió 

W 



1k 

m^^y y tirt (>érmítír^í<eén b «<tr<*r««9i>ó. btrolé lleve lá pre 
frrennlai ptír m éfXki^clm; \h^ Un ^tfn^im h fim maeiítrai 
ctiyrt desempeño se ha máiiifií^iílopfir W «delurttaiiiteii^ 
tos (lelilí ffl^c-ípatóíí J.exbrHfft 4 Idu (teiH^tfiá |>ortRr^ del 
mismo modo &c, Pero si \m informes del preceptor nor- 
mal, 6 otros eonocímierttos ielitciesen «d^értír al jefe de4 
partametital que briy defreto« qué reftujren eonüra iot fioed 
que se propotie hi Repí|i»lidi en esto» ettatrfeGÍmientf^e, 
tomar4 todas las proFtdenciaÉ que le dicten la prudencia j 
ii josticin para réiiiédita*iosi «odre-poaiéndose á toda con«' 
sideración personal. i 

- Quizás piireceráf» mlAucioto los presedenles detalles : 
pe^syo espero qne^seáie diaealpará si sereflecciMMi, que 
lat^u^nn e^lUfaeíon d^jla juyent4id es,el objeto masintere- 
annte del Epatado par^ni^t%erar el país, dar re^petabili* 
dad a (as l^yes, y. estabilidad á las garantías públicas é in. 
diyidaale^ po^ ^da bueno fcny que esperar de ciuda. 
danos sin costumbres; qiirla ediir^cion abraza taiUospor* 
inenore^, cuantas pueden ser las arcio|ies de la vida • que 
no hay péqneíiéz que pueda dnifciiidarse sin tranopnden- 
cias de concernencia ; que de conM|^nienfe para conserirar 
en vigor la policía de las esrti6)aS| es ó* re«ario estaren to. 
dos los ápices ; qué precepto, qué de cuidase algunas pe^» 
t^iif^fteoesitio ginaria bien el sueldo que «e le hubiese asrg. 
nació : de lo qué se infiere que el reglamento que se diese 
para la policía de las escuelas, necesitaría abrazar cuanto 
queda dicho) ú otras medidas mejores que diesen el mis- 
ino resultado. 

£1 local de tas escuetas no es tin obgeto subalterno: las 
piezils destinadas & la enseñaiizd t^eben ser capaces, tener 
luz abundante, estaf defendidas def frío y de los aires de- 
^J^^íado ardientes ; todo conservado con la mayor limpie- 



n 

sa: \m oftciné» ácIyacteÉn donde hMi jóvenes. (MAecUo úe^-^ 
bo^rse deben laiaMen teneír h| eepaeídadeeRreiileiite, pa- 
ya que \m^n <f«« necoiidadee «iii aer ▼ialfia 11110^ ,4e oiroa^ 
y coiiaewadas eún ia poatbie |íai||iesa. Niiig^i^ eoiüA de- 
béis éiUfonlrar Joa niftct^eii la escuet»» que nQifea (iostrac-!«. 
tm : toda» daba ealar como roavMándokia ai.lrabujo, á la 
c0BtraGciáHi« iQodeath y pudor: tido deiie íiuipiíTiirlaa ide?^ 
aa de la decenck, de hi comfdiflad y recato, ¿Por vfinín,^ 
n un ntlio aroatqmbrado 4 deanadanfeeqjiresc^ocia de hq,% 
semclantas, aaltar y brincar ei^este ind^ecepte (estado^ nq 
tiene ^ecbo ya un ^rau camino icia la deaemb^ltur^ é iin^ 
purasa? 

Nada maa.toiye.q* el 1110 fararjto de laa eafuelas antfgaaa 
de asotar á loa diacfpuloe» y rc!par^ir|?|i palmetaso» por ou^^ 
aiit^ friolera opurria^ esto era indudablemente^ cómodo para 
loa i|Aaestroaain tálenlo; elloa enc^H^traban un arbitrio íaci| 
de egercitar su humor, y hacerae temery ya que ni sabían 
bacerae amar, ni merecen aer reapetadoa : pero pnra el fin 
de la educación era pemicioafüímo, |g| temor bace a 19a 
nifioa díaimulados, embusterea é btp^^^ritas ^ elquo solo 
cumple eoii ana d^rea p|pr temor del. castigo, no dejará 
da ultrajarloa cuando pued% bfu^erlo ooa seguridad ; lo 
peiyr ea. qw tp^amUana, enyilece, y lea hace perder la es^ 
timarion que deben, t^ner de M minmian : lo que vale tan« 
to comQ HwtiK«ar aUa facull^dj^ intelectuales y morales. 

IiOf|Micb«ane.ae apercibíiEiu del peig* wqip q«0. recibían, 
ana kíjoa;; y en vea de índíftaarae cpn toa précepfoH)^ 
aplaudían altamente au tirantes y risroriamoi era en so 
opinión el mejor,aquel en cuya praaenria no se ponían, loa 
aíacfj^utoa sitio j^Ndoa y temblando^ ta atírorá cfela ra.- 
con harempekidb ya á Ihtatnir i loa aíneri^teños : ifí^ttit^ 
etenea rana bien ailfendtdas bai» beiílía^Mtooc^f'^^^i^ 



Mm 6dn fab]r<c«riiA]nitídii««n»itaiif4iciBí|Hiii^ Aoiéf^ 

oaiÉ étrpiJliuidff dÉT^avioMs laiiobléB jf> «peyfidasjttitf hii ini^ 

^tf^ tÍé#lo (ó <]fae^ unn'filyei^d bf^A i^titeádkla^ oUi|^a¿ 
i'á á héléópktám ^úéée^dñ^ñn Id pstríihA' teiner - p«>0 
su écststehda; escondan sti8 tíAns, y «e iM;tlttiirán^ pír^iifftw 
(ád'ánfiétfté éh la obístniridá^' de mis eiiéwls. Tr^rti^étkci»' 
cot]6tatité¿i)íent!é en )s|>iiemii^áf este cfra, y Utfg^iAos^Tbtéfeí ál 
¿í¿ld p6r qué'ítótidí|fa nuei^ttós ^mbajóig, ■' ^ ^ ' -i 

En hiB provincias argrentinasse dio un reglamento el ano 
14 en q* se probibia & los maestros de escuela barer uso del 
ázóte i peixi Üo' taYdó'én >éforinarde esta tüspbi^jeibh pSc 
ótró Ve¿íai¿ektíó*,en ^tíe tubo fa pffrtcijyái^JjaVieí^uir líoríí*? 
l&re idemplado al déápiíismb, cuyo ¿urácter aífráViuario-teí 
tenido también una pafté muy prfnciparéhias c)é$¿'*'átíaa^ 
que boy afligen ¿ fa humanidad en la repúoticá Argertfina 
En Ta Boliviana está desterrado' por ley ésté^büso cruel f 
pero seria de de¿eair'que ésta lió fuese una providencia sul 
elta, sino parte ron^titutivá de un sistema de educación 
completo; por que la protiibícion tie azotar & los niño8y si* 
no ésta acompasada de otí*a ibüItiHid dé cosas que contri^ 
Cuyen á que los niños á^i-enclan I tístiiüár su propia dig¿ 

nidad/seráde n^uy pocoprbvecbo^** ' ' ' ' '' 

• • -. ■ : ^—.t ^ •• ' A . .. i .;í..i . )' ■ .'1 . 



*7 



^ibir y lsM3 oíq^o vegWs de airitm^tjpa^i esto vf^Ie thni^, 
cdmo^biiUtuarloáj^rdertoik)^ tíei|ipo (|u« aoei|t¿.>fi);|a 
escuela^ y^esppnerlo á^ contraer resabiois, que a^qn^^f ve^ 
ee» no los perderá jamés^ La «;i^acklad y j^wUn^ia, del. 
maestros ^i^be resptandeéer en la desUf^a pana.bficeir.^ue 
el nifio^«qiie se le én^ontM^a^ H^e el prkner ^lia m acos4 
tumbr^ ski apercibirse de ello, á estudiar continua^péiute^ 
y queauD cuandoeslédíveriHk) esté estadiai^^p, . 

« Estii por defttan^iactfll'a'ren.ia eemport^cimiafim debes 
tener el rtioei^ro entre lus dííscipiiloB : basta ^eoiry í?qiH»a«) 
gdiitp^pmewtia dehe^aer 'una mBUwc\mi éw q* se vean ^Mnio4 
tiradas todas las regla» dk edueaoian qué sé desea» «bipW 
rúT & la^ jilreiit^ : yesería «kvjr^ loaUe^ne estubíeva'tle 
ikíisáerté'hál^itimdo ieso0'€*ítffftiilxis eireónaptetoayjáie^ 
güradds, q^e liarda tuviesen da afect adosólos que mom an 
preseileia dd}SQs dieeipiialoa, < * v 

Desde el primer día rfebe cuidar áe la limpieza y ajüá* 
támiento de los niftos ; jamas debe disimularles que se 
presenten en la escuela sino bien labados ; tampoco e-oh tá 
rppa su^ia>dilaserada ó niaraju8tada,sino limpia, bien com« 
puesta, bien ajustada, y bien remendada f^ino pueden teiier- 
fa nueva : el que desde la niaéz se acostumbra á parecer 
delante de las jentes inmundo, con el vestido suóío, cbii 
jasgos 6 ai]jer(VB, tiene mu<>ho andado para ser un bribón ; 
pierde la vergüenza, no se apercibe de la indecencia • tk 
acostumbra a vivir comoquiera ; á sufrir privaciones sin 
TOcesidátd, efecto de fe álgázhnerta - á nfa^ratar 1o que 
«¿(priere,.; no ii^iHé «Iro g<éfiero dé n^cemlkd^é láá& 
aaiüf^tr ím ^víú^, y a fi^a t)é«io:aii4itífe ^segittrado éé 
áfd^lilííri »t*i«wi¿ tw«*^ BüffbrtfSí^ 



,<ír i1^ q*^e, un nilld aroshimbradci a cairlar de su Ihupiée» 
y de la de ro r<vpñ« empieza desde teiripnino a naidar de 
sf, a lenér miramiento por t^^ dema» hombre», forma ide* 
aade la vergftienza, empieza a e^ttímar^e, y sin repagnan- 
oía reprime todo aqaello que él advierte que pueden sia» 
dicai4ede«ef eontrario a la decencia i ^dquieve rfiriHdad^ 
y crrevv^peccio^n en ans aeciom^s* se ^rangea el aprecio de 
h^ g^les de bien ; siente el valor de esta ganancia procu*. 
TptL conservarla y Hc^m^ digno aun 4e inayor esjtÍQiacicjjn ; 
^tra en al dfBS^.de figuraren la sociedad ;. busca mediosi 
l^neatos ; de aqollaaplicacipn al t|*abi^o, el aumento d^ 
la indnslria y de k riquesa naeíonaL 

Por manera qne el cuidado que debe tener el maestro 
^^liropieaKa desús discípulos» influye en la moraUda4 
de las acciones : crea en dios n»*ceif)idades laudables, qo^ 
Tienen a ser para el Estado un manantial d<? prosp^i:Í5)ad^ 
lia política Ja moral y la economía, toman en esto un Tjro 
interés : debe pues el mae«tro en este punto fe^. inecsoro^ 
VIe ; y si después de ^nt^r todos los ^léd j<9s que aconsej'a 
la prudencia, hubiese alguno incorregible, debe espulsarlo 
de la^cqela^ bajoL mas estrecha reíjpoiisabilidad por la 
omisión. Pueden muchos ser píibres sin poderlo remediar^ 
esto no es un defecto sino un título a conmiíeraciqn ; pero 
ninguno tiene disculpa para i|er sucio y desaseado, por 
que esto no pruet^a siuq spcip^ídad» abandono é ininora« 
^dad. 

IsL ci^jlíf^^ en las maneras y loa miramientos que aa 
deben tener con las diferentes clases de parsonajea de la 
i^iedadi^ as otro punto a que debe aplicarse d^sde el pri-s 
mer dia : debe aprovechar cuidadosamente cnanto buce se 
presente ; d^be también ha^erloa rticer de ertudio, p»ra 
Villar octoion de inetrtiH« áw» discípuIoaeiB ía»i^d<» « 



Tqi doeuoidAtoá fle liütrueciM' dada tobfe ni» ijwipio |iHé 
tieot tiareifi impresiob mas proFiMtda qlie \» ieetUmenm^h 
ütÉ ao^dé ré|MKla» i ^W turnar todag las prMittcíoiicl 
q^a lédtotare la pradería, para que siM diacipahia praéi 
ti«i4eii en toidan parte»^ ; tas bajean ra Mltilb i& modal fiími 
liar. Aleónos má^iMlikn én él dia kebátúnlb^ ordé¿ 
nar asQbdiscIpülóiYy qiie cáando ihleñ de la escuela mari 
¿lien por la cálfé éii desfilada cbn los braaós cruzadcf"» á 
estilo de novicios de algl'kna-orld'en religiosa. No se tí^te^ 
sha otra prueba para dañinear lá insuficiencia del precepi 
tór y 14' ilijá su atencióil éú ilna afectación ridícuia»chocan^ 
te con tos estilos recibidos eh lá iM»ciedad. ¿Cuanto me* 
jór esensenn'rtes á comportarse en la calle como caballeros» 
y ¿ente bien ed¿cada| 

Mas para t[úé las inslrucciones del preceptor surtan eii 
tá juventud fódó él efecto que se desea, es necesario qué 
sean '^gundadas ^i* la atención y celó dé Ibs palÍFés. És 
ciertamente muy laudable la costumbre que he observado 
eh Buenos Ayres por mhclios padres : llevan consigo a suA 
bíjós á las jfciiicibnés de iglesia, al paseo, i las visitas dé 
amistad ; comen con ellos en la mesa, y en tedas partéb 
les advierten de su deber : todo es para ellos una lécciotí 
k que los niños se prestan con docilidad : así alé ve 4 es¿ 
tos de nueve ó diez años de edad, entrar en conversación; 
piocurar informarse de las cosas que ven, con el intertb 
jque un adulto* raciocinar sebre ellas con despejo sorpreti* 
dente ; asistir á una concurrencia, á íina mesa de cnnr* 
plimiento, sin desmandarse ni contrii lá liinpieza, ni en Ift 
menor acción pueril. 

He citado con gusto estos egemplos que son bastanfe 
frecuentes en Buenos Ayres, y de que he sido con mocho 
placer testigo presencial^ para que se vea todo lo que áe 



y á cuanítoc) ios oroifeaB fino cpple«|)6rwati 0qb 9m <?|ipi^ 

viruWe^deesftíedniJ, pqr ^qe «oj^i.wibe tefter .pnriencii| 
pva rf^priruirlos <^n BuavidaO, y ac is^mbrarÍQ^ desd^ 
bien tenípí-^ao, M^s la esperieiicia ha manifeptftdp que 
ios oíaos ae pr^au al aseo,. á las manaras c¡v¡K y mo- 
iJeracjcui^n íiw deseos. En %ufips pqe^bjps no se ve en I48 
x^»e^:un ni%i ^cio, n^ desqJMstacjo : visíen,. roare Jwn.y sq 
pr^en^R.ro^ la d^<-enp¡a y ayr^ de cal^^lleros (os raronc» 
y de unas ?^ras las n?Mgersítas. Ellos no son de diferen. 
tes naturaleza que los demás niños : toda la; difereu, 
cja cop^tt^ pn la educación mas á paenos cuidad^ : cuide* 
íSp pues fie ^^^f ¡«íer^saftíe plypío, tanto como se detie - U 
^liferenci^ deí»iwficwá^ y l^ ^cigdadsentiri losbpeup^ 

'. fistoy,B^ísJ^jt^oq^e.fil*€ cuidado contribuye tam^ieu 
4:i9^^u^^r ^cíffy temprano la razón : y ^tp es natural 
por que ds&de n^uy temprano se les acostumbra h pensar 
jPPipprar, y pi\?feiir: me servirán de prueba por ejemplp 
jps j^vencittís de Soenos Ay res: tuve lugar de observarlo 
mpcbas veces en ambos sexpt. Me sucedía frecuentepien* 
tp al^tvEar ep l^cpUe dos de estos qne marchaban en cpn- 
y^^irsacípi^ una,» veces varones y otras niña^: una vez acer- 
té ^poiterateA^ion á loque conversaban; quedé encan« 
^pdo p| oíi^ qpmoc discurrían con tapia macju réz y criterio 
queme pareció qauy superior á su edad : desde entonce*, 
.cgantj^> v^ces te^ía pn encuentro semejante, si me lo per- 
ijl^jají^ las ciifcunstancias; media mi paso y seguía con at^n«« 
^ipn á losDÍ^os,y me convencí que aquello es bastante eo** 



man, E94i|piiode|iart¡ciilfir fnencjonel pasa^Aile una 
n^i^a goe no podía Cerner «eís a^os cumplidos^ que no lo ¡pre« 
seaeié pero m& lor^^rió un «u^eto de verdad y desernirni- 
i^íento. D^ni Fidel Casati vecino de , Buenos Ayres 
conrídó á comer k .un jefe de fn^rína paisano suyc» : 
ni tiempo de neniarse a la mesa^ ujna hijita de dicho señor 
(quien havia enviudado poco antes) pidió periniso á su 
padre para sentarse cerca del huésped k servirlo : se te 
concedió ; y la nina se desempeñó con tal prolijidad y 
delicadeza^ cpiQO pudiera' haberlo hecho, una joven de diess 
y ocl^p ó , veinte anos con un caballero á quien desearía 
complacer, Al tiempo de despedirse le ofreció la casa y 
IBU persona^ para que la ocupase coníb & una criada, mani* 
festándole cuantos deseos tenia de sei;virle,y el placer que 
en dio rjeclbiria su papá, E^ste e^empfp me parece que 
confirma, cuanto he asentado sobre lo» efectos de una édn* 
c.acion bien cuidada. Serán frecuentes estos ejempfos 
en otras provincias, cuando en ellsisse tenga la fortuna de 
<|ue,^e dé á su educación la atención que merece* 

La lectura ese) r^nio de instrucción en que basta en' ar« 
gar filmá^ítrO) que á sus discípulos no les permita centra, 
er nini^una habitud tririosa. Es á las al^^s autoridades de 
la RepüW»«a-illctar I»^ye«ó re^lami^ntos quelo metodizan, 
£n primer i»^rlaienMnt)ii7a ^meparece.que debcria ser 
uniforme er> todo el Ejsfadp ; i cuyo efecto todas l^s escue* 
las'debian^r dotadas de un flamero .{iroporcionado de 
Obras^cdnÍaii.qQe.sc|.provH>^ia en la escjijpla á lovipas po« 
bres, eiiy«iipad«eí» nopMdífSf'n costearlas»; y se debía obli- 
gar & Jos qiie «pubden cotuprarl^s á que Ihs c«>stepn; '*sto 
tra m»y fiíeil de ^onsp^uir porque desde que .alg-unas 
Qbra9436Íitcieflitohi9C;0iSf%ria9;en algt^ délas R<?p<^^Mca9 

■ II. •' .. 



americauaSy el iiíteresdfe los libreros de Europa las máK 
tiplicaria incesantemente ; y para que la dotación de las 
escuelas hecha una vez no iiecesítate renovarse, las obras 
de la propiedad de los niftos cuándo ellos saliesen, debían 
quedar á benefício de la escuela, ¿No es acreedor á esta 
pequeña demostración de gratitud un establecimiento tan 
benéfico? 

En segundo lugar los libros elementales que hayan de 
ponerse en manos de tos ni8os para que aprendan á leer, 
deben tener las siguientes cualidades — L® tratar con mé» 
todo y claridad de las obligaciones del hombre en todas sus 
relaciones con Dios, de quien ha recibido el ser ; en cu* 
yo seno ecsiste, vive y se mueve, como decía San Pablo 4 
los atenienses : con los hombres, con quienes debe tratar ; 
y últimamente del respeto q' cada uno se debe á sí mismo; 
para no permitirse ni acción, ni deseo, de que pudiera ru- 
borizarse, si llegase áser conocida de sus semejantes : es 
decir, ''que deben los niños, aprendiendo á leer, aprender 
también á ser piadosos, justos y sobrios. ¡ Cuanto gana- 
ría la humanidad si desde la juventud se familiarisasen 
con las virtudes queson inseparables de la piedad, justi- 
cia y sobriedad ! 

La segunda calidad que deben tener los libros que se 
pongan en manos de los niños,e8 estar exentos de doctri- 
nas anti-religiosas 6 inmorales : ninguna escrupulosidad 
sobre materias tan delicadas puede graduarse de nimia ; el 
menor descuido puede producir inHJ*'®'^**^"^ **" profun- 
das, que jamas se borren. Por desgracia las m6c8Ínms 
anti-religiosasque grasan en nuestros dias, que se presen- 
tan bajo mil formas diversas en libritos cuyas cubiertas, 
impresión, láminas & pican la curiosidad, y estimulan á 
leerlas, no tienen otro objeto que deimoralixar el mundo 



entero* El hombre efl naturalmente inclinado al mal. iTo* 
da la parte sensitiva lo empuja á apetecer cosas, á que no 
le es permitido estender la mano : un freno poderoso le es 
necesario para no precipitarse sobre ellas ; y en vano se 
buscara otro que el de la relijion. Los premios y castillos 
de las leyes humanas son agentes muy débiles para contnt- 
Tafancear las fuertes inclinaciones de la naturaleza : pre^ 
mios á que se puede aspirar sin un mérito sólido, no serán' 
un estímulo eficaz de la virtud: castigos que se pueden elu 
' áir por el favor, po^ la corrupción, el artificio &. no pue«. 
den ser tampoco un freno poderoso que domine las pasio- 
nes en todos los momentos de la vida. 

La esperíencift lo ha acreditado en todas partes, y en 
todas las edades del mundo : es un punto en que están de 
acuerdo todos los legisladores sin discrepancia. El hom- 
bre para ser coíitenido en el límite de sus deberes necesi- 
ta un sentihela que no lo desampare un solo instante; que 
son inseparables del mérito ; y suplicios de que ni el po- 
der ni el artificio serán capaces de substraer al delincuen- 
te. Esta es la voz de la conciencia inspirada por la per- 
suacíon de una relijion, sea la que fuese. De aquí han te* 
nido su origen la mitoiogia, y tantas otras.ficciones de que 
en todos tiempos los legisladores han acompañado sus le- 
yes : y es cosa evidente, que semejantes patrañas no hp- 
vieran surtido el efecto deseado por los legisladores, sino 
se huvieran apoyado sobre la pei«uacion general del gene- 
ro humano de dos verdades fundamentales, á saber: que 
una parte de su ser sobrevivia á la destrucción de la otra; 
ylaecsistencia de un ser inmortal, intelijente, omnipoten^ 
te y justo, que premia d castiga las acciones humanps, 
según ellas lo merecen. 

Inulta de esta conyinacion de ¡deas y nociones univer- 



m 



éaléSy 4116 sóld él eco tíé 1á eoiíeiénría y el temor de toa cm. 
tigoa que ainenázati á la parte mas n6ble de nuestro seí^ 
despüipó de eaiá vitfa; isoii capaces de hacet-not ctuperar hit 
iiiclih'Hicioiied desarregladas dé la natulraleza corrompida, 
lia tehdetíeia de fÉs ^doctrinas de al^^niiog pinten didoirfii. 
IS^íofos dé nuestros 'dial9,éÁ arrancar del corazón faumnáo kf 
esperanza y el teniór de bienes 6 maleiíi postamos, y eatín^ 
guír enteramente 1*^ v6z dé ía cdndéticia. Enseñfindo que 
e) bom'bré ér uti ser pnfaWftté'nícíterial; que lodo acaba 
pariEi él con la mberie ;< que loftjrosésde la.vidd hñcea to- 
lla s'ilfeliddad y los" padéciiirieníóstodft su desgrracia» 
han logrado hacer ctAfíúf el clamar iotenor de la comcieii- 
cia : quien se imrbiiyese de tales errores, habría entera- 
¿leiile roto el freno del teipor y embotado el estimulo de 
la eépéfanza de castigos 6 premios desjpues de la muerte : 
iio sentiré lin^goco^ que Ip detenga para satisfacer sus 
^dRÍotii^S deíaii^í^adair, y uUraíjar las kye» tantas cuantas 
Teces puedf hacerlo impunemente. Es luego endente.^ 
que se'débb tener irtí cuidado estremado, para que no caí-. 
^ en manos dé los niños libros impregnados de errores 
tan perniciosds. , Espter* tener ocasión de volver á tratar 
é0 esta matcriái, y no deberá est rana rse que en una obra 
consági^a á propone* los ihedM»8 de dar estabilidad á íat 
leyes de los nuevos estados americanos, se procure desmas* 
«rat é dnós esí^ritor^sque habiéndonos con tanta pompa 
é¿ Ih fHifcctibilidud del entendimiento humano, de leyes, 
instituciones seriales, virtudes <*ivicas y otras cosas sémé- 
jantes ijue están en el gusto dd siglo, siembran én lójas 
.aparté? artiÜciosam* nteei veneno que va á secar éíi mi p«>. 
pió origen la fuente de todas las virtudes, minar Bá¿ta foa 
cimientos de todas las leyes, y hacer mifar cbmo |Jérd^e. 
ra urania t^do lo nue repri me las pasíon^V déJártegU^^ 



. No paede ser una cuestión la utilidad que resultará á un 
estado de uniformar la educación pública. Ciudadanos 
bien instruidos en sus deberes, nutridos con una misma 
doctrina, formarán indudablemente una masa compaita de 
opinión á ce'ca de los intereses públicas: en esto consiste 
la ftierza moral^e los Estados, y se jsabe lo que ella influ* 
ye sobre la fuerza física. Pero una educación no sistema- 
da produciria dos efectos, ambos opuestos á la prosperidad^ 
del Eiítado j estabilidad délas leyes— 1.® se esponía k 
bacer perder mucho tiempo & los niños, haciéndoles leer 
cosas impertinentes y frivolas de que no sacarían utilidad' 
a1j(una para la vida social — ^9* ^ que en diferente escuelas 
se enseñasen mácsímas opuestas capaces de dar direcciones 
muy diferentes á las ideas sobre los deberes del ciudada- 
no. Los primeros saldrian de Ja escuela enteramente i^^no- 
rantendesus obligaciones coino ciudadanos .* serían masas 
muy preparadas k la seducción, y á recibir el impulso del 
primero que quisiese dárselo : los siegundos crearían una 

divergencia de opiniones, origen fecundo de los partidos 
y dísenciones civiles. 

Bajo, el dominio espaft^^ en las escuelas no habJa un sis- 
tema de e4ifl'tfei«»n : Jos macaros de primeras letras erap 
en lo general ignorante» y viciosos : toda suensejSan^a era 
'<euaf se podti» esperar -de «Uos. C«diin«iio leifi el libro q' 
podía traer ée 8tt casa ; historias pro&nas cuya relación 
)ao entendtanéltos ni «us maestron ; libro%tle ca|[)alleria, ó 
eosaa parecida^ : los.padres m^StpM'idos^s , daban á sus hi- 
jos ¡mro lélír,'viéasdáí santos jeac^mias. por autoresrsín cri.^e- 
iriid^; y de cdnsigijiente^obracaT^adasYlehe^liosapócjrifQS, 
^ñe ttAl'ñ}¿írús ñúgldcmf úohvm afi;é^jcas, paraos -d^ u^a 

piedad iiid1^taw-Ld8 niño» «ciertamente aprendÍMi,á '^fr; 
pero su razón habia ya recibido impresiones siniestras,!} ue 
producían efectos fatales en la vida social. 



La escritura se les enseñaba síp sugecion á regía ni priiF 
éípio facultativo ; por que el maestro lo ignoraba: secón-, 
tentaba con enseñarles á pintar ios caracteres sobre el pa- 
pel, y forzar á íos discípulos á imitar los que les presenta- 
ba por modelo t gastaban por consiguiente cuatro 6 
cinco anos pintando letras sobre el papel ; sufriendo las 
genialidades de un hombre sin educación, que se descon- 
tentaba de lo que bacian,y los reprendía sm darles una ra- 
zón perceptible para hacerles entender en lo que consistía 
el defecto que debian corregir^- Ho era menester mas pá-' 
ra llenar á los jóvenes de resabios tan perjudiciales que 
después influyan poderosamente en su educación literaria» 

Mejores dias y tiempos mas felices han arribado para la 
instrucción de la juventud : el método de Lancaster tan 
justamente acreditado en la Europa, ha sido adoptado en 
algunos de los nuevos Estados americanos, y sus buenos 
efectos se dejan sentir ya en los adelantamientos de la-ju* 
yentud, desconocidos hasta ahora en estos paises« 

Sin embargo por escelente que sea el método lancaste^ 
ríano, no está del todo esento de inconvenientes^ para los 
que hablamos y escribimos castellano.. Los maestros lan* 
casterianos ponen particular cuidado en que sus diseípu* 
los tomen una forma de letra éstrangera, hasta el caso de 
hacer olvidar la forma española 9i los discípulos que reci- 
bian medianamente adelantados en eacribir : no be podi« 
do descubrir eual es la rason qué tengaín: para usar de €&> 
te método ; pero me peii^nado, q' estan^itien fundados pa- 
ra hacerlo: quizás la forma de la escritura inglesa adopta- 
da facilita la egecucion : pero si esb fuera asi, lo que ga* 
na el discípulo del tiempo en aprende!. Jo perdería nues-a 
tra escritura eii claridad y perfeccioti. ' . 
Entre las formas de letra italiana, francesa, ingtóa y es^ 



.S7 

picota, ésta última merece la preferencia por «u claridad 
^ gallardía : es la que mas se asemeja á los caracteres 
Ufados en las imprentas, y preferidos por el consentimien- 
to de todaí las nadones de £uro|)a por su claiidad : es 
esactamente adecuada al genio del idioma español que ne- 
utros hablaiqos. La leng-ua española pronuncia clara y 
distintamente cada letra de su alfabeto ; no admite sino 
dos diptongos para modificar el sonido de las letras 6. jr 
Q : fuera de estos casos la pronunciación de cada letra es 
tan perceptible á cualquier oido aun cuando no esté acos. 
tumbrado á pirnos, que no es posible equivocar el sonido 
con que se pronuncia una letra con el de otra, aunque ten- 
gan mucha semejanza ; pues los que hablan este idioma 
^iian adoptado la forma de escritura que presente cada le- 
tra tan acabada coma es su pronunciación. No sucede lo- 
mismo con las lenguas estrangeras . en ellas las letras no 
siempre tienen un mismo sonido ; abundan en dipton^ 
gos y triptongos, cuya pronuúciacion da á una multitud 
de letras el sonido eomo si fuera una sola, y no es el de nin 
^una de las escritas ; otras veces la pronunciación de una 
letra epsige un sonido tan tenue, que es necesario tener el 
M^o bien acostumbrado para percibir bien el sonido délas 
letras pronunciadas y evitar la equivocación que resulta- 
;ria en el significado de las voces : no es luego estrano que 
Jos nacionales en la escritura corrida dejen afectar los ca- 
^racteres de ese bosquejo de formación que las deja sin acá 
bar, y sugetar al acabarse unas con otras por cualquiera 
f ne no esté versado en leer este género de escritura. 

¿Que es luego lo que va á ganar nuestra escritura en re^ 
lucirse & caracteres semi-formados? Yo no lo compren- 
do. Si acaso ofrece la fi^rma española algún mas trabaíp 
para que uík aprendiz se afianze en ella 5 la perfección de 



•é8 

la ¿bra tneriE^cela pena : ft mas^e qtie^ft Vien déni«i 
trado ya por la étáperienria, que el maestro que sabe pre» 
sentar á 8U8 discípulofi él papel re^lailo ron juata propor« 
don ala forma que quiere dar ala letra, facüniente loa 
acostumbra á ello ; y que el corte ¡i^ualmenle adaptada 
fiíeíüta estraordinariamente la egecunon. Teni^ entendí* 
do que en la Kepúblíc*a Boliviana se ha procurado reme» 
diar el inconveniente de dar á los níBos forma de letra es* 
trangera, ordenando á los preceptores lancasterianos con* 
servar sin alterhcion la forma de los caracteres ef^pafiples { 
y aplaudo el buen sentido de las autoridades. 

A mas de leer y est ribir^el método de Lancaster abraia 
otros ramos ida cultura, ki arítuiética, la gramática del 
idioma nativo, el diseño, y yo me atrevo a&ad ir, difereplea 
egercicíos corporales, y algo de jardinería 6 «ulUira.de 
tierras : diré algo de cada uno ck» estes 0bjeto4s, 

CONTINUACIÓN DQL:PR£C£DBf?TB 

Aritmética es una ciencia esacta, un ramo de las mate» 
mática^, 6 por mejor <lec¡r, la base de ellíis : está sugeta k 
reglas precisas é invariables de las cuale«* no puede «epa« 
rarse.el que ensena. Nada pues hay que aSadír á dlns ; 
j debo. limitarme á recomendar el esmero que deben poner 
los maestros en este ramo deinstruccion,^ cuya necesidad 
sentirán á cada paso los discípulos, sea cuat fuere el eger- 
cicio á que se destinen. 

Gramática : en las escuelas el estudio de este tamo de 
literatura debe ceñirse á la gramátiíoa ^el idioma .n%l^vo. 
Mas ¿cual es el idioma nativo que puede reptilnwe tal-én 
los nuevos estados americano*? 'Sfu ti«pidarnie parece 
que deve retoirerse el jirtfblema & fevor 4el*<«*H*l«»M>:r 



»0 

ciiandp. la AméricniNqiaAdla» ftifi itivaélda pbrsdt boiitfáis.: 
Cfütoves^ t«iiia una pobkriéa d€>bi¿ all menos de la acttiat,^ 
dd» imperios pé<lerotoa botante adéláittadbé* én Ca civffira* 
cióti; qiíe téhiáti Ihyeni o^dcftiatíatás^ síi mítoíogia y motiui 
mentor 'histéricos; cada tírtci con su idioiua jitopió, q' era e( 
de to^do el i^perio^ Én Mé.tic6 i^e hablaba él Asteca, en el 
Perú el Quechua:á mas de estos idiomas índígétias hubieron 
ulros dos que abrazaban ttn éspaeid de terreno inújr ron^ii* 
derable^ á saber^ el Guaraní y el Araucano. Él printcro 
de eslos se «stiende desde (as místoues de la tordíliéfa de 
Santa Cruz, por todo el territorio del Pafág^üay cíe una y 
ojtra vanda del Paraoá basta las misioiieg del Uruguay» 
£1 segundo ocupaba todo el territorio de la aetual Répú« 
l^ii:a de Chilenay^péroqué en et día apenas se coii«erFaen«> 
tre algtiusa tribus independientes; refugiadas a* las snoi|éa«' 
^, y fi ias regiones sitas al sod # 

Fuera de estos cuatro idiomas que pueden considerarse 
cpino los idiomaa cultos de Iqs indígenas, las tribus ihdi^^ 
pendientes, qi'pnnígueabi^n ea toda la estension de la Amé 
rica espaiplaiteniau! una multitud de ídíomas^alffuoés ^é¿ 
raniente peculíares^otros tomadas de las 'otras tríb^;y tnd^. 
dificados poco mas ó únenos cómo lo <&slá el Ifittaen él ilalkii 
no,el fraoces,e8paaol y portugués. De toda^ta prpdigiüs^ 
variedfid 4e idiomas, solo tengo noticia que ^^bafaái pn* 
bl i cado gramáticas regulares de asteca, quechua» guahmí. 
y araupano : pero Ja conservación de estas lenguas tn^siit. 
en es.ya un objeto de curiosidad que d^ utilidad pAUicá. 
Niw^una ciencia^ njnguu 010991,1^0 de histoms^ 
va,para CMya iot^Jijeucia se^ 9é<je.si*-io alguijo de jestoi 
idiomas. Lgs gerpgjífiqos de^ua ipii^^IpgiasAa^ sido deí^ 



90^ 

trui4as„9 i^^'i)^ bra^líilad de Joft. conquistadores^ por ' 
el z^lp poco i^r^rado de algunos prelados y uíbíoiiero», 
qi^e Tekn al «demonio en' cada.figura ó cM^tua simbólica* 
De este modo, todo Jo que no ^a perecido de las antigüe*, 
dades de e8to8 puel^Ios, se halla consignado en loa idiomas 
cultos de Europa, y son otros tantos inu^umentos q' ilus« 
tran la historia. 

Me atrevo á afiadir que en el estado actual de cosas, el 
uso de los idiomas indígenas, «n vez de ofrecer algún ob« 
jeto de utilidad pública, ofrece grandes inconvenientes en 
el orden político, civil y religioso. 

£1 idioma de los conquistadores se ha estendido desdé la 
California hasta Pátagonia ; en todos los lugares á donde 
alcanzó la dominación e8pañola,se estableció tan 8¿lídarhen 
t ?, q' llegó á ser él idioma, dé las leyes, de los tribunales, de 
los magistrados, de todos los funcionarios públicos : ^n él 
Sd discuten y se difinen todas 1^ cuestiones ; ya sean fis- 
cales, ya entre particulares ; en él se espiden las ordenes 
por los gefesy autoridades ; en él se estíenden todas las 
escrituras y documentos fehacientes, certificados & de su- 
erte que podemos llamarlo él idioma legal. Es el idioma 
que se habla en todas las ciudades villas y lugares por to« 
dos los europeos, por todos tos americanos de raza europea 
d africana, y por todos los indígenas que han dado algún 
paso acia la civilización. Hay también grandes I^aises 
donde toda la población intKs'tíntamente habla el castella- 
no ; por egemplo todo el territorio dé Chile, éodó loque 
esta á la bahdá oriental délos ribs Paraguay, Paraná y 
Urugu^, «ioei^to la ptoi^intía de las Misiones de éste 61- 
timo ; abnquetodeBl6s>i^i*agtiay6k y correhtihós poseen 
el^uriran{,e^ aolóptartl éWtendetse con los indios délas 
Misione^ ó con las tribus independientes que habitan la 



91 

bnncla oriental del rio Pars^nay, que sou la» bestias de car 
ga denaragruiiy^y correnfíbos. Todas las poblaciones de 
la Repíibljca Argentina exeptuando 9olamente la campana 
de Santiago del Estero^ donde la eraganetia de loa nato* 
rales tiene reducido ^ paisa una miseria, espantosa, y á 
sus habitantes al nivel de las tribus salvages» exep|i> la ra- 
za europea; y parte que el territorio de Jujuy tiene en. 
contacto con el alto Perú, efecto del aistamíento á que la 
antigua administración tenia rediieidos á los indígenas : 
^ero en este territorio, desde que principió la guerra de; 
la independencia yha habido una mejora- notabilísima en ci« 
vilizacion, y la mayor parte posee también el castellanOé 
No dudo que cuanto nías avanzados en civilización este» 
los lugares qiie fueron colonia» á»pa&olas» Uiutomas gene-^ 
ralÍ2»do estará el castellano. . . 

No podrá tacharse de e^isuigerada la esposicion del esta- 
do en qué se hallan las. lenguas indígena^ respecto á la cas 
tellanisi : día nos permite iaferir dos cosas — I.* q^eel, 
oastellano es de todos los idiomas q' se hablan en la Amé- 
rica espaíolá, elmap esfenso y gemraUzado— 2. * qoeto-* 
dos lóS' idiomas indígenas retroceden y pierden terreno de-; 
laute de la civilización, y el español murciha eon eHa ; y 
ddbe esperarse «fué por todas partes sucederá con aquellos 
lo que con el idioma de Manco Capac en varias partes, que 
se ha estinguiJo enteramente. ^ 

' Pues si la leñgba española marcha naturalmente á esta- 
blecerse en toda la América meridional V^ 4h es la que ha- 
blan todas las gentes culta?, es la gramática castellana la 
que debe «isefiarse á todos los jdvenes en la escuela, don* - 
dése les pone én la vereda que deben seguir para cultiyar 
sus facul^des itttéleótéales y morales : es^ leogiia es.fa, 
que debe considerarse te' natal de la tea Amér wen^lio^ 



m 

pah No pQedf tlesconocerse }a utilklad del estudio de la 
^raoiitica del j(}k>nia nacional \ pifrcfiie sin poseerla» no es 
íacil conc|cer m genio par» fio vieiar suconrstrticcion : co* 
«a demasiado fr^ouenfe entre hs- qw ^oseai^ íliferentcs 
idiomas ; porque extiendo cadij iinó su prc^pia cpustroc 
efon, se le desoaturaH2a>i|andoie tiabia algtMH> acomo. 
dándole la ronstrueíon de afro ; por egemplq el latin se 
tícomoda perfectamente con lasapleptit^íciones y trasposi^ 
dones, ya sea de loa uoaá^rea ya de ios verbps ; lejas de 
perder de sv elegancia y TÍgor, se le aúllenla : e|r 
castellano al contrarío se enenra con ellas. Enetquecbua^el 
' genitivo de poseoion sé antepone al, nominativo; por efefiw 
]^io,i^ dice JSpiéi//Mi suúy que construido literalmente |t> ra&- 
fallano, dteede g>aMinas Mron;|lo que es una impropiedad. 
Observo también que los (knúliarikadot con el QuKliua,* 
qiie río poseen cien ti Acimiente el castellano, eoiilbnden el 
futqro perfecto cfeiti el piíesente deoojontiv^; v. ff-IMirif 
dertr hizo^ vrnO, 6 hablo, dieeiH estaba baciendo, viniendo 
b hablando: no pucfde descpnorersc Ib iflipierfeccion de se» 
ine|a!n^ eonstroecion : fa misma observación he hecho ea 
los vitcainospues éi|tos Cüinbfaii frceaenleitienteel toascu^ 
nó ért fenienínOi y ffl'revór • indtmveeient» á <i' e»tíA«suje-». 
tos ios franceses y lo* quecbaislas: afsfcffco poseyéndoset 
ciéhtfftcatnertté rf idioma c^tellaáé^ écíoae fitecueniemen-^ 
te en errores que lo desnaturalitan* 

Constitnicfas te» iMtevas Repúblicas Itajo gobiernos re- 
presentativos, necesitan byenof oradores, que en la tribu- 
na de los -cuerpo» legjslaU v^s discutan cientíBcaraente las 
materias de qoeie tratiscon;claridad| energía j presioion; 
para h que si^ necesitan dds <íosa» Bobr^ todo: posesio» delf 
idíbrtia eifi^di sttpeiíora y exactitud <Ie%ica. üoaopi^, 
nh)n ei^róriek erfjiu^a* »e» lin ostUfa terso, varonil y coa» 



1>3 

lina I6gieá eorrecta, baría íi^dpdablemeute inn$ eft cto, que 
Vm Terdadés ina» depuradas ^n^npiadas en estilo chañaca, 
no, sin ofdeniii coherencia con sus antecedentes. Lo inís? 
ino sucede eti el foro afité los tribmiales de justicia; d en» 
panto de la locuela lien^ muchas veces el lugw del dere*^ 
choeii favor del cliente. Tendré oportunidad dé abhir 
de ta importancia de la lógica ; ahora basta recomendad 
al preceptor el prolijo cuidado que debe dar ^ la instrucJ 
c¡ondesu8 discípulos en la gramática castellana^ sin lo, 
que no podran desempefiarse bonpráblemeuté eji los desti. 
iioa á que pueden ser llamados en el servicio de su Patria, 

Deberá tener el maestro espec^I ciiidado en ^acer co«f 
^ocer á SI13 discipulos^quee) conocimiento de las leje^quet 
refi'lao su idioma notables da vencidas. mas d^l^i UHtad 
de las dificultades para aprender todos los idiamas,- cuya 
adquisición esun verdadero tesoro de sabidurí», y un Ve* 
f urso inapreciable en la vida social : de esto hablaré :de 
initento en su lugar :^ ahora le be tocado por incidencia, 
por qqe entiendq, que picar la curiosidad de los discípulos 
e.8 un medio poxferosísimo para crear su aplicación y auisv 
al estudín. 

£1 díbujo.es también un ramode Instrucción^ q', LancaSii^ 
ter recomienda mucho en su métodp de enseñanza, y tiene. 
justicia :, los niños son frecuentementes inclinados á pin- 
tad, y pintan mamarrachos : darles acunas nocíoie&rie 
d<buj<^es aytKlarleí^ en su inrlñriacieii, é inspirarles amor 
por e^te rama de cufl tura, Pero^n t^s tiuevos est#4ós'd0 la^ 
América hay una necesidad imperiosa de dirilfií^pai^ticu- 
krnnenteta^^nseffan^a^det dibuja al rama ^ diseflos, A i^' 
convendría afiadir «Igunas lecciones dé árqnü^ctara ci^íl 
; iniKtar. La «ftomkrosn.eétemíim dé t^r#e«ió qnerocupnn 
las que (ueron posesiones esrpaftolsis, es por lo menos do^ 



04 

reces uifiyor que toda la Europa : es rapaz^le recibir cua- 
tro veces tnajor población que ella, por la feracidad de 
«u suelo, que en muy pequeña dimensión puede producir 
mas ft^bstaiicias nutritivas que doble ó triple estencion de 
terreocen Europa; y no obstante^su población es mucho 
menor q' la de Francia; y diseminada en tamaña e.«ieusion, 
viene á ofrecer al ojo del filósofo un pais poco menos que 
desierto. 
£1 eifado.de la industria marcha á la par de la población. 

tiOs edificios públicos y particulares principalmente, en lo 
interior délas tierras se resiente de una rustiridad salva- 
ge, que no solo ofende al buen gusto, sino también á la sa- 
lubridad de sus habitantes. Se recorre la campaña, se en- 
cuentra en ella una hospitalidad cordial ; pero el viajante 
ge afecta vivamente de encontrar cuevas en vez de casací, 
en poder dé propietarios pudientes que viven en la mises- 
ria, no por mesquindad, sino por falta de ideas, ó por fas' 
dificultades que ofrecen los cantinos y la¿ distanrias para 
proporcionarse muebles : ala falta dé estos es consíguien- 
te el desacomodo de las casas : los hijos viven, comen y 
duermen revolcados ; se familiarizan con la inmundicia : 
esta prepara su constitución á diferentes males^ 6 es un 
obstáculo para la curación de los contraidos por otras cau 
sas-; perecen muchos, y otros} contraen dolencias que los 

inutilizan* 
La ínstiuccion en el diseño evitaria ta mayor parte de 

estos inconvenientes. Si se fuese á trabajar un edificio nue- 
vo por uno que 4o posee aun en sus primeras nociones, 
fevantaria so plano, dispondria á las habitaciones la 
lúz necesaria para su despejo»; la ventilación conveiiiente & 
la siilubridad, la^sfcorrespondeocias para la comodidad del, 

servicio • en fi» todo t^mdria la li^axon conveniente, y sin 
gastar roas se hari^ todo consultado la copipdidad y la 



D5 

decencia. En la caropafia el q^ no pudíeNe proporcionacte 
de las ciudades erintieblaje necesario para su aseo^ por la» 
dificultades de los tra8porte8,y k mas de los medios pecunia* 
rí09, conoce medianamente el diseño, los dibuja, busca uu 
artesano de esos adozenados q' suele liaber.en el campo; le 
presenta el diseño de la obra qne desea ; pr<3SÍde sus tra- 
bajos, le enseña las proporciones; el artista aun q' ordina- 
rio ejecuta y presenta obras trabajadas no con primor, pe- 
ro con regfularidad: el artesano aprende; la facilidad de con. 
segutr mueve ^ otros á procurarse las mismas comodi^da- 

des ; la industria se fomenta, el bien estar se generaliza. 

Que las escuelas lancasterianas generalízen en la juven- 
tud el conocimiento del diseno; que lu^o, diseminado en 
.la República, él mudará muy pronto d aspecto délos 
pueblos : la campaña disfrutará comodidades de que asta 
privada ; tendrá mayores atractivos i aumentará la po« 
blacion, y la cultura de los campos de que es consiguiente 
el crecimiento de la prosperidad pública. Sino puede des« 
conocerse la utilidad que en el criden física traerá el que 
se multiplicase éntrelos ciudadanos el conocimiento de las 
leyes del diseño, se convendrá necesariamente en que en 
el orden moral se baria sentir igualmente. Una habita- 
ción despejada, cómoda y regularmente mueblada, lísoa« 
gea al que la ocupa: él halla complacencia en estar en ella: 
un genio activo metido en su casa por gusto, no puede 
estar ocioso ; busca ocupación, se contrae, ocupa en ella 
el tiempo, se evita de perderlo en tertulias, disipasio- 
nes frecuentemente dispendiosas y corruptoras: si las co« 
sas que hace dentro de casa le causan gastos, én compensa- 
cion aumentan su comodidad, pnejoran su finca: cuidan 
mejor de las necesidades de sus familias, educación .de sus 
liyos &• Un párroco va aun pueblo ; encuentra «u igle-. 
siaen ruino, siéntela necesidad de reedificarla; no hay 



iiuiful^prepen^enit^if^e^if t wi?o sabe él forpuirlo, se ñfí 
del <)tíe primero lo engrana : la pbr^ efmal c|írjgi4a • sé 
baee,c€ín^nii]iho coito y liéoa de defectos tjiíe ofenden. Id 
TÍst^.y^ i*etraefí la devoción ; pero si «abe dis^Sar, busc;á, 
un modelo, se arregla á él, raparte ^on rf;gu|ajrjdad lan 
proporcipne^t jc b^ce una obra que por $1 misma se recoí-, 
mienda á los fieles : gustan concurrir á ella 2 con este mo« 
ti vo oyen ifrecuentemente fas instrucciones de su cura, síé 
ácrecenta su pie()ad y derocion. Si este encuentra una 
iglesia en estado de servicio pero llena de defectos, sé 
ofende de ellos; no puede sufrirlos; si está en capacidad de 
remediarlos sabe hacerlo con asierto; siao^los hace eono« 
cer y aentíc á los feligreses, y sabe tocarlos también de lá 
ímporlan<:ia, y coniioiien^ia de mejorar ia casaen donde se 
reúnen ^llob á dar culta á Dio^. ■ £1 cifrfi empe&ado ya. 
en estas cosas, emplea su tiempo y sus rentas de on modo, 
digno : la reputaoi^^n que por esto adquiere lo estimula & 
lleaAT debÁdameúte toda» las partes de su mínkteria. Uní 
establfcii)í^i^n(p público !Je9i8(ndjado por láneoeildad,^si-> 
empre fecundp en resiiltados benéficos. 

. ' DE LOS ASUETOS. 

^'& es^íVttei bi^^ano no puede sostener largo tiempo uW . 
trab«jtí asidlo siníatlgaUse, atediarse, y criar odio y aver 
sibn ^1. trabsrfo^ lo >qqe'es u^'^rátidísimó mal. Necesitatf 
p(£íes los j6vene6 uináaheniátrraáe ocupaciones serías y dé 
dit&rsidn: de^(o ctrittrdrio concebirían oUio á la hiáyiór par- 
te de las cosas úttfesq* sales ensefiasén, y se harían dtsajíK 
eados^y abandun«(kf»; peronn sistemad educación compte 
f^r sabría sacar partido aun del t)cio,y diversiones de la fu* 
v%i»á^. L»& ofopaciotres 6étis9 conducen á cultivar la ra 
zw«; Jos asuetos Jr di^ersí<í*es'bíén dirigidas eotiáuciriart 4' 



m 

Ayrtíftcflr nn tiéieo^ éiBirl& a^iliclsd^ y pi^mr «ni les: j4ve* 
lies consfitüéi'óheé i^fybustas, ' 
Todos loiB asuetos deben estar arre jetados de modo, q* afnn 
las díversíonéé éean precididas pfOr el preceptor, y dírtgfi* 
das á obgctoa útites : unas recestos debería eófercttar en 
la carrera, otras en la ludia, eitse(Mr)ec|á' saltsnr ; que son; 
cosas tan del gusto de íim tiiflos^ y de (ftle se sacaría muy 
buen partido, porque se l«8 vigam^ítB elfbioo, y^tos dppo^ 
lie á una tiriKdad robusta. En la« éseoefeeis todo debe es-»^ 
tar exactamente arreglado, y hacerse poreyoincioties mliyí 
semejantes á tas mititare» : esto debefia ser pues oiro ob- 
jeto de entretenimiento en loé asuetos. Los ntfios ápete*^ 
cen mucho baBarse : es sabido que el n^o de los ' baflo» 
no soto es conducente pam la timpíeiía) sino tiambien A fa^. 
salud : los griegos y los romanos se bafiabañ todos los^ diJ 
as antes de sentarse á la mesa •* pero conviene s la jriven- 
tod que eBtk belta inclinación sea dirigida á sacar partido 
de ella, ensefiando á los jóvenes á nadar, donde el 
pais no proporcione ríes con posas adecuadas; no será 
«n gran costo formar dos ó tres estancos, en los cuales los 
nifios puedan adiestrarse sm esponer su Vida. Anua/men^. 
te los ríos, en el tiempo de sus crecientes, se absorben una 
multitud de hombres, que no habrian perecido sí hubie 
TW sabido nadar. ¿No es este un objeto digno de la aten- 
ción de las leyes? 

t Lar equitación es oteo objeto que no debe ser descuida- 
do i hay varios países entre los nuevos estados, donde no 
hay absolutamente necesidad de ocuparse en este: parece 
que los niños nacen con posesión en el caballo: es la habí. , 
tud de vérfo montar y manejar con destreza, que l<« hace 
perder el miedo k este ejercicio, é ihstruirsé en el tnmio 
deoianejarlo : pero híáy otros en que es necesaria fa énge^ 



ftan^ : itíeñ um g¡dneT%\íúent$ tos paites de sierra^ j to- 
doi aquellos que no giendo á propójüko para el pastoreo, 
aolo pueden mantener cabalgaduras fas gentes de comodi* 
dndei^ ¿P^ro de esta clase formará el estado sus tpopas^ 
de caballería? Aunque son pocos^pero hay níikis de com* 
plecsioB 6ematica que no se complacen con las diversiones^ 
bulliciosas de los de su edad ; prefieren una vida sedenta- 
ria; quieren pensar mas que obrar, y conviene swar partido 
au^ de estos, Aficionándolos á trabajos análogos á su índo- 
le : en las diyersiopes convendría que hubiese algún table- 
ro'de damas ¿ juego de ajedrez, que son distracciones en 
q' trabafa el entendimiento, y donde la exactitud del cál- 
culo és la única q' da la superioridad sobre el adversarios 
aficionar & los jóvenes i triunfas de este género, es bacer-r 
losaplicadosá investigaciones que den resultados positi- 
vos, la qtie es una ventaja inapreciable» 

Considero qué seria de grandísima utilidad, que toda» 
las escuelas tuviesen una área de terreno subdividido p<^ 
cuadros pequeños, que cuidan de hacerlos cultivar por 
los mis :n<H díscí pulos, procurando que se variasen las 
especies cultivadas en la mayor diversidad que le fuese poi. 
sible conseguir, ya en granos,^ legumbres, versas, flores 6 
árboles, donde los liiños sé égercitasen en los asuetos, y 
aprendiesen prirticamente diferentes métodos q* pueden 
emplearse para hacer prosperar las semillas, mejorad* sus 
calidades y cruzar Ia¿ eápéciés por los mejores métodos 
para íngertar ; para lo que eí"a necesario que «1 maestro 
mismo procurase instruirse en esta materia, 

, Bp iocc^lqulable la mejora, J).^e re'cibiria la República, <lc 
Ja adopción <le,est^ proy^tp,- ; En Ij^ mayor parte délas 
iiueT:5V*Bepúblic?R, la agricultura esfá sumamente atrasada 

por fatoiMe inteligencia: los jóvenes, por él medio indica- 



99 

do feíl metífis Aprender iati & conocer que un mismo terrenp 
(68 capaz de^feciHHlar di^^fiki3 especies de plaii^as ;, y.^^ 
tas recibir diferentes m^todo^para ser ciihívadas con.,8q^ 
ceso ; era ponerlos en camino de variar sus obserFuoíoneSj^ 
y pel-feccionarse ya por el estudio, ya puria práctica. ¡Cit 
antos manantiales de riqueza que boy son desconocidos, ser 
abrirían por los adelantamientos de la agricultnra! 

La religión es el mayor áe los beneficios que eí hombre 
como ser racional puede gozar en la sociedad * es el qutf 
da consistencia y solidez á todos fos demás, 6 por mejoi' 
decir, es un bien, sin el que ninguna sociedad puede sosten 
uerse. En la religión encuentran las leyes su mejor af)oJ 
yo, y los Estados su auxiliar mas poderoso. Licitrgo re-^ 
currió al respeto que tenían' sus cornpatríoCa^ á 1^ religión 
del juramento. Confusio, Soroastro, los Egipcios, hicíei*oit 
de los misterios de la religión una parte esencial de fa 
constitución del Estado. Los augures en Roma, leiaitf 
en las entrañas de los animales, lo que convenía pa^ 
ra hacer al pueblo sumiso y dócil. La ley^^e Moisés erú 
al mismo tiempo la que reglaba los nej^ocios de Estado y 
del culto. Maboma libró alas leyes déla religión que^ 
predicaba, la consistencia del poder que fundaba; y no 
puede negársele la cualidad de un polítii^ profundo, que 
sabía muy bien ajustár sus combinaciones para Uevlir los 
negocios al punto que se habia propuesto. 

Yo no tengo noticia de que algún Estado haya florecido 
viviendo sin religión alguna : politices profundos opinan 
que esto es imposible. Se sabe bien que todos los legis- 
ladores de que acabo de hacer mención (exepto MaiseB> 
abusaron de la credulidad de los pueblos, para imbuirlos 
en errores, someterlos á^ sus caprichos y tiranísarios ^ 
pero esto no destruye la fuerza de mi 4írgumedto 5 una 



•100 

réligléti por &Iira y t^^ftticiosa no deja dé Heraír k \0 
nids (ntimo del cdrtrsen los deberes que presoribe k \q% que 
lá'firMesan ; y éntoiicet la credulidad tiene el lugar y fu* 
ersa de Iti Verdad : y idomo tant» los premios prometidos k 
Ta^irtud, como los castigos con que se amenaza al ricio ea 
todas las religiones, esperan al hombre después de su mu- 
erte, en el momento en que cree ser presentado ante la di^ 
vinídad que adora, cuya inflexible rectitud nadie puede 
eMk*^ y ,me*jo« ocultar k su penetración, la verdad de los 
b^cbos ; ^1 t;emor y la esperanza relijiosa son á la vez el 
guardia de las leyes del Estado y el estimulo de la vir- 
tMd. Esto conocieron muy bien I09 legisladores, cuando 
apoyarx^A sus leyss en la religión ; bien persuadidos que 
1^ es ia n^^raleza de las penas quien contiene al víciof» 
«jnpjaiq^rtidumbne de incu-rir en ellas. 

Se siente qqe la religión no pueije tu^tir l^^s saludablea 
ffeclos^uei^epropuslerQn los legisladores, sino est:^ muy 
bi«n arraiírada «» ^ coraaon de los gne la profesan ; 
\ie^ «s deJ jatérea de todas las íiuti>rMadfiS públicas^ 
propeliderpor medios eficaces & arraior^rla i^ í»I ror^izo^i 
de lodos los subditos, de un nodo que el sentí n íento re* 
Mg̀lsosenel princinal np^vil de las a^ci9ne^ del ciuda, 
dava, iPbrque? Pí»r que . tridas las a«tori«lades en \o^ 
Estados, están puestas para wUr «óbrela observancia de 
las leyes y hacerki respetar; de eonsisruiente, á poner 
todos los medios cond.iret>tes k darles respetabilidad. 

En todos los Estadss que 91^ ban formado de las que fue 
ron posesioneiroolonialea de fispaRa, ba sido proclamada 
tHumeilte la reNífion católica apostólica ronana por reli. 
^ionptopiadel Balado. Ésd mayor de los bene6cio« q^e 
tenemos que agradecer al ciída: es la religión primitiva 
éA imwb; la d^lsid^i». los pa^iafcw ; te.%a^fii^o k Job 



}01 

£an superior á las pruebas que tuvo que sufrir: la retig^u 
on de todos los profetas^ de Los apóstoles^ de tantos msr- 
:tires y confesores y de tantos hombres eminentes en pie. 
dad y sabiduría. La religión que da la idea mas elevada 
que somos capaces de formar, de las perfecciones infinitas 
de Dios,y de la dignidad de nuestro ser; que participa de 
la simplicidad é inmortalidad del mismo Dios. 

La pureza de sus dogmas y la santa simplicidad de su 
moral, la recomiendan altamente al buen sentido, ó por me 
jor decir, son las primeras pruebas que se ofrecen por si 
mismas á la razón, deponiendo de la divinidad de su ori« 

gen. Los primeros están reducidos á hacernos conocer 

1. ® la grandeza, poder y sabiduría del Señor,quedi¿ ec- 
alstencía á todo lo criado.— «. ^ |a dignidad del hombre,á 
«uyo beneficio fué criado cuanto nos rodea— 3. ® la pre- 
varicación de Adán, y las penas á que quedó sugeta toda 
su posteridad— 4. ® los medios que adoptó la bondad di- 
Tina para satisfacer & su justicia, y reparar nuestra ruina: 
medio tan fecundo en resultados, todos de un precio infini- 
to, que nos hacen conocer cuanto am¿ Dios al mundo. 
Todo en nuestra fé es digno de Dios. 

Su moial se reduce á disminuir los males y des- 
gracias délos míseros mortales. Amará Dios sobre todas 
las cosas y al próximo como á nosotros mismos, es la suma 
de la ley : es todo lo que ersige el Sefior de nosotros en 
retribución de tantos beneficios que nos ha dispensado, en 
el orden déla naturaleza y de la gracia. ¿Es demasiado 
ecsigir nuestro amor? ^^umenta el Señor un solo . átomo 
á su felicidad por ser amado de los hombres? Ah! El Pro- 
feta ha dicho : en esto reconosco qué tu eres mi Dios, por 
que no necesitas de mis bienes : véase ah( una verdad s^n« 
timental y bien instrnctiya, que es por d^nificariios y 



102 

por hacer haestra felicidad, que Dios nos ordena qae le 
amemos. ¿Que satisfacción mayor puede recivir el corazón 
humano, q' la de colocar su amor en un objeto díg^no de ser 
amado, y tener el sentimiento íntimo de que su amor está 
bien correspondido? Pues ningún objeto mas dig'no de 
ser amado,que la bondad misma que ha hecho mucho mas 
qne corresponder á nuestro amor, pues lo ha prevenido; 
luego el precepto que nos impone de amarlo es un nuevo 
titulo para que lo amemos ; pues que es un medio ó mas 
bien el principio y el complemento de nuestra felicidad. 

La seg^unda parte de la moral evangélica nos ordena el 
amor al próximo. Cuando Dios me manda amar 4 mis 
semejantes, á cada uno de ellos le impone la obligación 
de amarme á mí. La observancia de esta ley rodearia á 
cada hombre donde quiera que estuvíese,de amigos oficio, 
sos que se interesasen en su bíen*estar conio podrían ha» 
cerlo los hermanos mas unidos* ¿Puede dudarse que es- 
to contribuya á disminuir las desgracias del g¿nero huma* 
no? No se olvida tampoco nuestra religión de los debe« 
res del hombre constituido on sociedad : al ciudadano le 
advierte que la divina providencia ha ordenado las potes* 
tades sóbrela tierra,para que sirvan de amparo á los bue- 
nos y de freno á los malvados ; de consig^uiente son los 
ministros que hacen las veces del mismo Dios sobre la tíer 
ra, á quieuesse debe obediencia, honor, respeto, fidelidad 
y asistencia, no tanto por temor de las penas impueMtas por 
las leyes humanas, cuanto por un deber de conciencia. 
A los constituidos en poder,advírtiéiidole9 el fio de su ele» 
Tacion íes trazó la línea del deber que no les es permiti- 
do traspasar, por que les estati. preparados terribles supli- 
cios ^i \o hacen: Potentes potenterformentapatíentur* Pue- 
de decirse sin ecsagerar nada, que en estas pocas lineas h» 



tlfopne^to el autor de nuestra religión la gran carta ()el 
g^enero hutnanov 

En efecto ¿Han beclio www toJos los legislaílores en 
beneArío ele la hiimanicla<l9 Tantas combinaciones políti- 
cas para 4esKndar los poderes» para consilmr el respeto 
debido k las autoridades y la obediencia k las leyes, con 
el respeto que estas y a(|nellas deben á la seg^uridad de pro 
piedades, honra y vida dé los^ particulares, ¿Han aíia- 
dido un ápice á loque los maestros de nuestra santa reli 
,j^ioA han ensenado? Feliz la nación cuyos leg^isladores 
han conservado el justo medio, ó cuyas equivocaciones no 
han preparado la anarquía ó el despotismo : aquella, tra^ 
.bando demasiado las autoridades, éste franqueándoles mas 
poder que el necesario para hacer cumplir las leyes. La 
doctrina de lus maestros de nuestra religión, sin el pompo* 
80 aparato de sabiduria de que hacen parada los políticos 
modernos, no ofrece lecciones mas instructivas para 
evitar ambos escollos. Puede asegurarse que con la obser« 
.vancía fiel de U moral del Evangelio, podrían pasarse las 
naeiones no solo sin carta constitucional sino también sin 
la mayor parte de las leyes tanto civiles como criminales; 
por que la mutua caridad bien cimentada, no daría lugar 
á los fraudes y crímenes que intentan evitar aquellas y cas 
tig^r estas. , 

Una religión cuyos dogmas son todos dignos de Dios, 
y su moral tan benéfica ala humanidad, es ciertamente un 
don inestimable de la bondad del cielo, y el pueblo á quien 
se le ha concedido puede llamarse feliz. Los moderado* 
res de los pueblos deben presentarse como modelos del 
verdadero cristianismo— 1.^ para ofrecer con so egém' 
pío un estimulo poderoso de religión y de piedad — 2. ® 
para que el mismo pueblo en la piedad de los constifuidoá 



194 



M TO toridücl enaiantre el etcado mpéRelrable de su» ga* 
rantíiis contra los avances del poder; y ultiroameiitey para 
qii«> kariemlo 6(»recer la moral del Evann^lío encuenlreii 
íin eKa el mas finne apoyo de las leyeA : por manei^ qué 
un crii^tiano constituido en poder,debe cuidar que su pue^ 
blo sea relrgioso, no solo por un deber de coacíeDcia síim 
por mi ínteres político* 

Para que el pueblo sea sólidamente piadoso y cristiana, 
debe i9er ilustrado : quiero decir, bien inutruído en su 
rf^ligion. La que ein^cfió Je^iurritito no se parece á la de 
loA paganos, cuy OH mi^teiios se orultab^ln á sus adorado- 
res : ella no conoce m^iyor encmii^o que la ignoran^ 
cia : d ningún catófico le es permitido ignorar ni los mís« 
teri<iS, m los preceptos de su religión : cuanto mejor co- 
noscan su admirable estructura, tanto mas la amarán * 
y mas fuertemente se liflrarftn h ella : porto mismo con^ 
Tiene cuidar que á los niños se les enseñen los dogmas y 
los preceptos ; que con la palabra y el egemplo se les en^. 
señe k humillar su entemtinMenio á la roz de la re¥elac¡«« 
OB, y plegué la voluntad al imperio de los precej^os* 

No conosco un catecismo que meres'.a el nonibre de tal, 
acomodado á la enseñanza de la niñez. Convendria que 
en bs nue\H>s Estados los gobiernos pidiesen á los señores 
Obispos, que mandaran disponer un catecismo propio para 
«el uso de todas las esi^ualas, y que en todas se ensenase el 
que se adoptase, lo que podría verificarse por wedi&de 
comisiones de curas espartos é instruida, quiénes lo re» 
dactarian después de haber acordada en conferencias los 
pantos» Entretanto el catecismo de Astete, Aun qtie taft 
diminuto,, podria suplir ayudado de la esphcaoio» verbal 
de! maestro, que debe ser sóUdainenta instruido enetfinp 
materia». 



W5 

f feítfvMtí<les del áRo (te ftiayor parte de élftá^ deb^^í 
"Hart «npHiniti^e) én ^tíe éé 6éfébráih losmteteríórt^ c^jhúes^- 
lhii^nliaKíicmy .«airtificwcíon A óif faf§ ^lütf/'áNi dVctriha^ 
les del f)ropio paí¥ót*<^. Bita práfcfírrf éeriá fecunda erf 
reíAiltadbs nfiDt^Ies de la rhayor utilidad; Íjoh fiifíos ad^ 
éftih^íríatt rnláyor itHtroíeción en los debereé reli|fiü80s * \ok 
pkíroc(M (ehdrian «n estimulo mas, pera ier Úrafi punt«iax 
fe^ éme^ t^untptimierifo de fa obligación qUe tienen de iAs¿ 
irulr ft ^Us lie%rés€^ t la dii$eí|i1iiiá anf if^úá de ?a iglesia: 
%tópécaf la k revrvir, of fevano sé reóniria mielgamente á su 
l^nétoí-, de fjüién ha stdWdestígatlo i]^of lo^ éüorWántes prt*.^ 
Vile^tóíi concedidos áiai^ ordena mendicalliés/ y {mr las 
|>€frnicio8as gracias de la fi^ufaÍTathada de Insania bruzada 
^tte han causado una relajación dé eoétumbrés náuy dem 
^forable. , ' *, 

Debía también enseñarse á toé níSós desde úiuy temprior 
ño & respetar las leyes de la iglesia católica, especialihéi^« 
le las que forman su disciplina general. Aun que la ley 
del ¿yangelio sea espiritual, para adorar y servir á Dios 
éil espfriti/ f verdad/ tíosbtroir obi'ámos óOn Srganos ma-é* 
(eriales, y necesitamos de áeétettétf aéi^Hléü áUn perra diri-í^ 
gir á.Dios nuestro^ afectos ; de consiguiente nuestro cuU 

"to público necesita' régbimentos y ordenanzas que lo áífre. 

*^féíi y dirtjati sífgtiH la pfudéfrcia, pira qué fao quesees* 

^U^tútltíH imrárag^andas de tfhá devoción fndiscTeta ; 

q^aíti ^üe recordando á^fbsrcristiWhos siñcésár ^áanto de- 

'fiféh^l[1ál)o&dád dé Dios, sucievocionsáéétiiifitilé ^j avive. 

Convéiidná pVés que él reglamento dp hi escáelaii or-ü* 



4^ítma á. .^ . nufBMrPfB ooiKiirrtr con sus dis^lpiiíoW 
i las rogaciones pábiicaS| establecidas por antiquísimas 
disposiciones deja iglesia católica, ^ue c^n todos aquellos 
desús discípulos que tuviesen la conveniente disorecion, 
acudiese á recibir la comunión pascual de mano del mis* 
hio párroco; y pasado el tiempo pascual, presentase al mitf 
mo párroco la li^ta de los que han hecho ya la comunión, 
y la de los que solo han hecho su primera confesión. E$«r 
to es reconocer la autoridad del párroco, para dirigir in 
conducta religiosa de sus feligreses^ Lo se muy bien.qne 
e^as cosas no son del gusto de los hombres del dia ; pera 
me cuido muy poco de modas^ y de modas mtroducidas 
por un espíritu de libertinaje que envuelven un desprecio 
bien notable de los sacrosantos misterios de nuestra reli«* 
gion, y tal Tez también de su moral. Yo escribo para que 
se formen desde la niñez ciu<iadanos constitucionales, q* 
se honren tanto de la observancia y profesión de las leyeisi 
de la religión del Estado, como de la de todas las demás 
leyes nacionales, y que no presenten al público el inconce^ 
t>iblé fenómeno dé ciudadanos que se jactan de su pa« 
friotismo y adhesión á la constitución del Estado, sin cui« 
darse de observar las leyes de la reli¿ríon del Estado, qii^ 

indudablemente hacen parte de la constitución, desde que 

el astado se dedaró^^ sometido á «rilas. 

Muchos hau dicho qué eétas asistencias á Tas Iglesias fia» 

cen perder tiempo á los niños, y retardan su instrucción: 
es un error. Los niños asistiendo á los actos religiosos in« 
dicados, que son de obligación, están instruyéndose en los 
deberes de cristianas : están familiarizándose con el yugo 
suave de la ley del SeQor, para someterse á él voluntaria* 
ment^ en la edad varonil ;. 16 qu0 vale tanto como Cgerci^ 



107 

jtarse en las nrtiides qué deben adornar á un buen ciuda* 
ijano. ¿Esto puede ser pérdida da tiempo? 

DE LA ÍNStlWJmOÑ DE JLAS "Nl5f ASÍ 

Bétik hacer las cosas á medias, dar i^rrande atención á ?% 
educación de los niños y olvidar la de las niüas. El 
Jbe)hy secso forma por lo cáenos la ipi^ad de las poblaciones, 
^Jbace el agrado y las dulzuras de la sociedad, in6uye po.« 
.4erosii«ieftte<en la moral pública 7 y por lo mjsnio ínteres 
«a eñ grmk manera á la tranquilidad de los osladlos y ^ 
«u f lo^Xf 'WCir el corazón del bello «eicgo^y dar tai dir^ 
tiion á suB: tncltnacíoneb que ^an mocklos verdadei^s de 
"iriitodes oristíanas y.ií^imas» lia» es|Nirtfin9i» vestían de 
lutacuandb iSiis hijos ![^8||9^s(MlllPS PAlvabau^u vida por 
la Aigáfén alguna derrota, y sé coronaban deflpres cuaft« 
'sb se los prií^eiltaban mnertps sobre el mibmo c^ud^ qlie 
isHa^ les habían ncgalado^ pof que ^r^isep^l de que babian 
laanerto combatiendo por la patria y llenando los deberes 
ideun espartano; En Boma las malronaa reanimaron mas 
de una vez el patriotismo de los oic^dadanos, y salvaron la 
gran República, Es seguro que en cualquier pais dopde 
.el bello secso se pronuncie decididamente por una virtud 
6 contra un vicio, aquella jérmin^rá, con vigor, y será des* 
terrado este no dejando vestigio alguno, entretanto el be<p 
U9 secso no participe de ^1 también* 

^ Por tanto es preoiso convenir en qM^ buena educación d¡e 
la» nifias es unío de los' medios inas eficaceíi . para morige» 
tarun pais. Elli^ deben ser instruidas fn todos los ramoa 
de cultura que deben' ensei&arse en* las' esctielas da ^M»^ 
tas letras & los jóvenes ; pero edii eiitat diferencia, queto* 
lio lo que se ha dicho de los ejereictos corporales para for» 



Calecer el ffeicp i|e Ifl^a l^mbre^i clebe dirigirse 011 1,a§ mu^ 
gerett á instriHrM fiíf U eeooofQia dojo^stír^^ 

Es inútil y ppco dpcpnte también que una niña sepa sal^ 

tar, y sea velos- ^n Ij^^airer^'^^ l^era CQi\v lepe á su secso 

que ella sepajiilar, tejer, coser, bordar, lábar, encarrujar, 

preparar el pan, a^erez^r la P^fMiáa ^< dispi»i^r Ifnul^íeii 

Itdgunos duloeSf * ' ^ 

*' No se egiercttajt-án todas en toitas estáis eosaiirpemátoh 
idáis sin e:|cppoion les importa 'saberlas: las pobres, qué eoro« 
-pondrán ii^dirdablenientíB el may^réúmerO de tfitas^iíii 
^áda ratiio de industrfa detjl>s indicados encontrarán mi 
reéiirbo aségunado par^ viyir ^oneéttafiiente $ ylas fue go^ 
¿en de menor fortma, parra n(^ Iteceffétf yivii! al férvii^io 
ie otro, s^br^n cof^o ee jiac^n las cpgaii, y Ib que em bm^ 
^tio para hacerla^ noifráii eB|^¿ad«f» porcrtades diiuií>p 
ywdonuiB, sini> ia^eles , Mélfin\^ y d^speitUciadore^f rik 
^iirrr^ni €0n máf ee^^itpmifi y inay^ coi^edidad { «ma retti» 
alerta y bieif ápr^reclia^^ ks priiiporsionftríi tiiaa g^cm 
^ue k otr$8 imf rentan pHig^des» sin economía : podiráii 
también badferptayores abocroa pa^a AciliÉar estAbJeoiaii^ 
"enVóü honór'abies á so ihmilía^ loqué bi^n vjil^ en iimi 
y6r^derii;ríque^a^ * 

La niátroná 'que conoce el preciq de bi^cér paüfl^r pcrr sti 
^lano todo'el détal de los gastqs dé la "fhniiíia, pierde d 
gustó póVlOii paseos, fertoHa8/Y>aiIe8 y otras disipación 
jies en que se malgastiCfi ^asre^tUs, lie destt^ye la ^tiúnM^ 
ibpoíilKimelagalud, y.son>un mmanliál f^orntémúe áis^ 
^gúfitmy étí^ri^m$ dotyiféát«ofi#. toa mariéda coiiMpfi A 
«iéritodo^«b8^flfsp|EiM9i éeáosneiitslñ loatftuloaiqn*» if^m 
^Hmm & lier flstinfndas d« «na eonaovta» $ y 9t^n ^ : «oir^ir 
fssn dé ^ipf Bstravio^ «13 k» tuiriere» ; ^ «ptgimlmdp JM^ 



m 

^ea llenas, de v^tudq| cívicas y cristiaTias. ¡Que feliz scr 
ria el Es^do en ^que e) beUo j^ecso prefiriera |as virtudes 
sólijdas de una diatroD»^ 4 las g:racias fggac^ dé la juven* 
¿ud; quie frecuentemente «on tan funestas h las mininas pei^ 
sonas doitadas de ellas} Entonces lag FÍrtud.e9 todas^o* 
fec^eri^n, en tod^s. las clases dé la ^ocíedad» la prpspfsridad 
pública iiac^ria de entre Ifs manos de iiq pueblo laborípsO| 
fr.yff^l y probido. Mas uq bien semejiiate no debe espe» 
rfir^sin f^L^a ejÍMC^cJon nuij^ cuidada (jelas ee&oritas, 
jpenpv^s^ el cielo que los nuevos Estado^ se penetran d® 1^ 
i^DQrtfinpia 4^ .este pbgetOj, p^ra que s^is administración^ 
I^ ^o|uogr^i^.sus c^idadpS| y empleen en él todps )p9 me» 

jjjiafiqjW^'e^ivfRs^^ , : / > 

Pespues d(5 Ig instrucción que debe darse i^ \9M. iuKQ)9,ej^ 
Jjss escuelas de pfiyi^eras letras, me parece que ningún es* 
labrecimiéhto influye ^ptoép lait costumbres ptlliltcas'co» 
mp los seminarios ; y" ppr fp jínisipo deben ocupar con pre« 
/erencíá el'zelo dé las ad'ministraciones dé los Buéros És!- 
ladófly i fih de llevarlos ^ la petfeccfon de quejón s¿ócépw 
tibies, - lios sémmarios son planteleip ^p éclésiá^licosT, Üotim 
~d¿ Íqs que han dé ser ministros deráltar deben 'ftVkiiárse á 
las estancias ^ i Ta piedad. Un eclesT^isticó sin P^tümb>eflí| 
es pernicioso i l9Í;elí^ion qué deshonra, y á la socíédni) i 
qu|en corrompe con jsus . encanálalos. (Tn fsrlesiásttco pia- 
^pso^ de 'cQfttú^bVes arregladas pero sin íetrasi es ^ Ío¿ 



jíeffollarse y.éstermínarse en nombre (fe un Dios de caridad 
que tan altamente redomendó á í^ub aíscíbuloi la manse^ 
dumbte y mod,eracion, no ^olo con $i| doctriiia sino taiii« 
bien con SUS qjemplüs^ ♦., t m - 

Es preciso pues coii venir qi^e para que los eclesiásticos 
sean iitile^ á la relig^idn de quien i^on ministros^ y á los üe^ 
(es á quienes sirven, sean nq solo piadosos ^iñ6 bien íris« 
irruidos en sqs deberes : sólo entonces serán guias segurad 
para enseñar & Ioib fieles sus obligaciones : como lareligii 
on los ilam^ á ser buenos ci^dadanos, y como se ¿irve i 
Dios y se merece la vida etel*na sirviendo á la patrtá'bá- 
tura! ¿ adoptiva que nos protege con sus leyes, un ^úe* 
.blo que hace profesión de la r(eli¿ion católica, sm¿ iist& 
instruido en ella radicalnieu^^, jamas tendrá costumbres 
ni piedbd; siis virtud^ serán superficiales ; su fé insigni«i 
ficapte^ 8u pulto mera e^ti^ríorídad política de querer 
sulta suma facilidad para correr tras opiniof^es cptitrafías 
^'gu<*éenc¡í^-" ^ ''^í'■•^■ '=^>; ''■'■' ^''^ ■-:.-'í 

^^ I^e f^qui ha prevenido que habien,do sido lo? americanos 
£HBp,anoles educados todos en la religión católica, noobs^. 
|anie han prevaricado no pocos en su ' creencia.. Una ins«i 
.trqccíqn.ipiiperfici^l eq Ips^dognaas de nuestra. fé,. no hapo. 
^}df} resistir al atractÍFo d^ opiniones que le», paVecian 
nuevas, qne disminuyen el teñior de los castigos de la vi» 
da futura, la fealdad de los deleitas sensuales, y q' de consi» 
jguiente les allanan, el Jpaso á una vida, tisenciosa ^ desen- 
frenad? : asi es 'que yo be encontrado de estos libertinos, 
ynos creyendo los errores de Pitágoras, otros qu€| se hi^n 
enamorado del Alcorán, q* renuevan las blasffmias de EÍ- 
vi dio,, algunos judaisantepi per^ lo mas común, atecHi, ma- 
terialistas, que dqgmyizap mqy alto,' creyéndose muy 
Superiores al r<Bsto ¿le los hombres/ por que confiesan weif 



prindOf heri^9n<>s ^Q" mismo tiempo de los bratos mná é^ 
tupidos^ T de las sabandijas 'mas malíg^i^as. ^^a8 á pesar 
de su afectada , arrd^f i;(q|¡(^^ 6t| pida |faf ^f i^, efecto, eje su 
bondad les conserva \i^f:jkwa Jt la hora de^ ja mMerte«,nín<i* 
guno sostiene su caT^g^í todjocr quif reu vo^veí; al c^nqde 
la iglesia^ detestan ai^^ ¿errores, y |ii^en|os Éacrament^qf^^qucí 
habían desprctciado ^Q ;vída* ], ; t (.^fi. 

La falta de un conooitniento:ri|dioal dcf Un i^erdades fáti 
deméntales de nuentrsí fHtgíob^ y la cUsoloeiande las eo9^ 
tambres, han contribuido poderosamente á esa deprarecii 
on ; y pfcede .también ase|2^rafsd'^»e^hftit influido, no po# 
co en lai disolueiinrn de'costuñribres^las ideas poco correctas 
6 exagerada^ déla «tMerid«d de Jan micsímás.dd Evangé 
lío. Si al común de los hombres se presentan modelos pal 
ra imitar, cop .un San Pe4ro Alpan^ra^ ó los padrc^s^del 
y^rmo^yso le^ bace im^tnar quesíne marchan sobre 
^sas huellas, están en. peligro evidei^^e de cani(^nacioii^ fle<^ 
sesperar&n de su saludé ¿PorqiJ^e?;. Porgue no es e^^ 
■comino que se ofrece ^al común' Je foÉt existían os^ para la- 
brar su periiec(;iony . Lo mismo 4i|^o de lilis mugere^s.^ ¿A 
que pj^opvsito presentar á una madre ^e famijía por ijifpde- 
.los de imitacioo,lais virtudes de Santa Cataíina de Senp, de 
Santa Maria Ejipciaca, 6 de Santa ííosaliade Palermo?. 
Desde que á una persona se ofresca porúnicio medio de sa- 
lud, uno que le parece superior á siis fuerzas, diekmaya, ya 
está Tencida de las ^tentaciones y sin duda será presa de Yoir 
vicios. , , . 

ElmediaroalB eñrai 6 qñitas también d ú«íco cí^ eof^^ie^ 
lier 'os progreso» de este deaórdeti, da qua abund^i^ tentó 
domo lóí ecsígen laá neeesíc|ades. publicábalos eoleiífotiodi 
vírtoofeMS^ y bien instruidos, que c^n «ué^ ^nnfplos edi&» 
quen y cofil lu^inMí^iiccíoúea dirijan al-pnaMo, MUrl^nd^ 



lo coa el aTimeíito nins auecuacfopará rórEmmd i Oí WtAhJ 
(lera picddd; es tle?ir, inspirarle los senCimient^á cíe Ta 
^ár^dérácarH'faJi'^of^ iblí óbtí^áVíbA^á cfesJre^fietJfiVó 

í'é^d^iétéh ¿U^ Véyei», fci<i¿éef%'(iií láia^tdi-ríMés, clesénipt^ftt 
con probidad iois ptiesíos de qttfcf é^tér^iegehf ^ri^iat^j^^Ué^ f 
riflctrién su fiitdra yiprobpemdad ihdi^iditai 41a prOspéru 
dad p6btjto:í en Veisde'hoortiresegQÍQ^asrqnQlcan'iaipfttriU 
y la9le7«8stein^réenliMlabfos/6fií nettiidiidno fÍQueo mas 
patmí iii<mail'léy»s iq«i?>8i»intorer peñiónMj :y es4m dispu* 
(Mwft á Mcnéfifr iá patf i^y {aÉ ley«8;iloii ciüdaldft|«9%)su h^ 
4|0r y di iconehinDhiysi por tbe'médio^lltti'efb^qzaki ei^«u for^ir 
4iH^a*í -' ..'.•., 

£¿td« (^bnkpií^dbHef^ tro'áiltkn éh'tddós Itfs 'fiiuddft Ube.- 
?tí^/ (fóñifcrlás í)tma.vtaé leyesy'láikAtftdridadéd i^irécéá 
tRpl p>«Btft:io dé la at^tí^tl^d. Sin úm ]^la^'p«blí^r 
l^^j^lrsití tétñtÁi fiii^ttóV itÁriglák, Bd^UtrfMr cMHMti^ 
-^it^Mhiar^las) id^ita1n^racídn>áir, ^edütíft* Ifts IfiüéM jT cot*' 
^tÁnrp^i4^nt1tíl^d#f¿t}ifr i'crtiío^'Avtíi-ecíendo la Héáfbía dé' 
"cóstühíbiies j y AiárdiUltídó ^de ét*íhi«n en drítnehv éíiirtrád- 
locT rVátítotnóvi^s i^edicíóné^'y VnÜ ¿ítlrair cíafanridad^i' ph^' 
^ícas )f)Ór éatísflic^í^ á iiri tiei¿t]l6«fidltobíf6iony *ú tóáltíi. 
luciólo qué piiede'cdnducií''á ÍÉttttlar su influjo Sob'f^'tds 
ilVisfifiy dieiie Ifamar la atención cié las súpfémas * aüfórídá- 
des y 'efe í;eC^ asainbléir ^csllniarás delíVérántés. tiá iti^^ 
truceieiK p^bKca &t uno de los mas poderosos ré'CUftlds 
"<^áfMr(ii«íi«lforé<rl#tf:r IaTeiaeaóÍ€«^que to layu- 

^^^íMM biffléréacwelvi de jprhnéruiffatrrbs^-tt iiimmr %9d« 
(fcpéMNBtídími inUíoadti en lélsfiM^naibliirteOdd^i^frdebé 
ilíMhwifífaf e8ia>oÍMrm &íJeye»pi»áto|^d^#:a«^luirla:$pei» 



lis 

|K).uella y estas. Lo9 mímstros de la religión «on los Bia 
estros natos del }i4ieblo cristiaDo : ellos están diseminados 
en la ina^a del pueblo : «son como lo dijo el Salvador, la 
luz del oHindo y la sal de la tierra ; que deben edificar 
coa SU6 ejemplofv y dirigir cob su doctrina. Ellos dirigen 
las conciencias ; tienen frecuentes ocasiones para hablar 
é tniotruirai pueblo con sus consejos y exhortaciones: su 
celo caritativo es la medida de estas ocasiones. Si el ele» 
ro, como debe ser, en una unanimidad de fin se propone 
instruir al pueblo én los deoeres que la religión de Jesu- 
cristo, impone al hombre reunido en sociedad» es induda* 
ble que se formará un pueblo amante de sus leyes, dócjl 
¿ la voz de las autoridades^ y poco accesible ¿ las manio« 
bras de la seducción, 

ttiég^ eút& en lofe intereses pófttiros dé los Ésiarfos te. 
Her un clero ádcímad6 de ia« cuáMdádés rfelevaiités propi- 
as dé'^u car ácttr : de consijg^m'ente ea éfité un ob|eto digno 
d¿lá atención y <relo de loé móderád'o^es dé los Ésíádós, 
^é dejarán títí vacio ínménáio éú éf cútoplilñíento dé sus 
delieréir, tíno diéíatt tótf as fké proVídéAcíás conducentes á 
fe consecución de 4an laxitfát lé fito. i^iendo^Ios seminarioii^ 
8» ^Rete^ dónde se educaí el clero, también á' ellos es 
donde rfébéh dirigirse Itó disposiciones para ^üe nada Haya 
en tales establecimientos que no sea conducente á formar 
t^ cará2km de fe: jaVentud,>^ la piedad y 4^ las oiev^ias^ 

mu: objtecioi» sÍB pttede haéer éotitrrffa diJctrina qué acá- 

ttó^ ¿stüMecéi^, fei que h»s déíjióta^sé liári valido sil 

t**i^ d«l ftWlujD qtíé ¿ó¿a d'ctóró éii el pü^btó, para afi- 

ififtifr s^ dlÓpotisiiidi f Bdtt sido cotóplfetaitíente servidos, 

lí^¿ íbtóeiifittfe étt Uíiá rtííÓblicá esa ¡«fluencia qiie adiíe. 

' 15. - ^^ 



tu 

riéndose & los- intereses del poder favoreciese el despottá^ 
tnoy y trastornase la constitución republirannf ( No es 
esto minar por los siroientos las bases de la Itbertadf Pe« 
ro la repuesta es muy fócil i el argumento es un verdades 
to sofisma, por que faltan los términos de comparación^ 

£n un gobierno absoluto el déspota es todo ; hs leyes 
nada : pues todas dependen de su voluntad í los derechos 
se arreglan á este principio^ y las doctrinas jurídicas y 
morales que se enseñan tienden á establecerlo y á facerlo 
pasar en dogma. El clero, favoreciendo el poder omnL 
modo del déspota obra arrejjflado á los dogmas legales dé 
que está instruido i obra conforme á sus preocupaciones 
y & su conciencia, conforme también á su propio interés ; 
por que sus adelantamientos los espera de la gracia del des 
pota, y nada mas. Añádase, que ea un gobierno absolu- 
to, los hombres no tienen patria, sino amo : todos los né« 
gocios públicos están subordinados á los intereses de éste. 
La primera virtuu del subdito es el amor al déspota; y el 
crimen mas atroz atreverse á llamar á ecsamen los preten- 
didos derechos de su soberania : en e^te sentido son diri« 
gidos todos los negocios públicos : las gentes de letras y 
las de armas obran en consonancia. ¿Que estrano es que 
lo h|igan las gentes de iglesiaf Creen que Uenau sus de* 
bores, y obran con su conciencia. 

Pero ¿porque sé temería esto en un Estado republicano^ 
£n una República regularmente ordenada, la dirección de 
los espíritus es totalmente diferente : las enseñanza de los 
derechos y de los deberes del ciudadano, sus relacion<»i 
con la sociedad, y de la sociedad con él,están fundadas so* 
bre la base de los principios indestructibles d^l derecho 
oatMral : es decir, baseadas en el molde de la justicia y 



115 

eqakiad universal. Libre de la algarabía y eontradiccio» 
nes de los derechos feudalec:^ es mas rlaia, mas persiiasu 
va; cautiva mas el entendimiento, es mas análoga é los 
intereses individuales ; so hace amar antes que el corazón 
se haya preocupado por alguna pasión desarreglada, j 
hecha profundas raices. 

Iais beyes son también todo : el depositario de la autori* 
dad en un Estado republicano, está como envuelto ó eni. 
bebido en ollas : el amor á la patria hace sostener lasau* 
toridades,^o el miramiento á las personas: añádase la fie- 
reza que una educación verdaderamente republicana íns. 
pira al ciudadano, para apreciar mas la dignidad de hom.* 
bre libre, que todas las liberalidades de un déspota con el 
sacrificio de la libertad. ¿Porque razón las gentes de ígle 
sia siendo Jbien educadas é instruidas, no recibirían la ím« 
pulsión que el resto de los ciudadanos? 

No hay pues que espantarte de fantasmas. Cuídese mu-i 
eho de educar en la piedad y las ciencias, á la juventud 
que desea consagrarse al servicio del altar ; y no se te-, 
ma que su influencia sea perjudícal á la libertad : ai con- 
trario, cll^ la afianzará ; por que sirve i una religión de 
libertad y de justicia, enemiga del fraude, de la violencia^ 
j de loa despojos, que spn los vehículos de la tiranía. 

Pero sí en un Estado republicano las leyes descuidan 
la educación de la juventud; sí se dejan enhenar doc« 
trinas favorables al absolutismo ; si prot;]amando igual* 
^ad^se favorece una aristocracia feudal, mas tarde ó mas 
temprano et Estado se verá envuelto en desorden, y pc^re- 
cer& la libertad sin necesidad de! influjo de las jentes de 
iglesia. Deseo sobre un objeto de tanta importancia lla- 
mar la atención de ios legisladores de los nuevos Estados» 



ué 

para que sobre |)oiiíón dote a pretemiones loeatea, & refor* > 
maa parríalef, y otros abjetoA sabalternoa que la inespe* 
riencia ó un ceFo poco iUistraclo. puede traer á las cánva* 
ras lefirislativasy se ocupen con preferencia de todos ios ra« 
mos de educación pública; que esta sea constitucional y 
uniforme para morigerar y rep^enerar la nación, purgán- 
dola de los vicios qne ha legado k sus colonias una poUti. 
ca opresora y maquiabélica vicios que son un obstáculo 
gravísimo para bacer sentir á las masas los encantos de 
ima libertad racional : esta debe ser la piedra fundamen. 
tal sobre que se levante el edificio social de los nuevos Es^ 
tados, lo demás es edificar sobre arena. 

Siendo los seminarios los talleres en que se forman los 
jóvenes que aspiran al sacerdocio, su arreglo y enseñan. 
za constitucional, formará ecTesi&siicos llenos de amor & la 
patria : eclesiásticos que cuenten entre sus deberes, el de 
sacrificar 8*1 vida por el honor y leyes patrias: qVon sils e^- 
bortaciones y egemplos, penejtn^n í los pq^bIo9 de los mis»- ~ 
mos sentimjeotps. ^ntoncí»! el Estadp no teji^A que,^n|^^i 
convulsioqes íi^tf riories ; y en caso de una in^^$ioB.^ter 
rio^r, con^r^ t^nt<^ d^^sores cuaptofi son tgm ciadackimL 
Acuérdepsie los leigifladores dé las Qu^va$ Bf^püblicM, f^^ 
Cicerop, 030 atleta de la Ulíeri^d repuM^ana^ viendo raoii*^ 
lante la libertad de liorna, as^piró^al sumo sacerdocio ppr 
afianzarla ; y que ^ los ronianojs no hul)ieran coipeti^l^ ^ 
error de ^arle la preferencia á Lépidp i^araefita d)g|ii,4a^d^, 
á ese ^oin|>re ^orrit^n^^ff o y ve^^'j QctayiQ^ Ipul^ifjt;!!^ 
consum^adola derrota ^e >\i^tpuio, y I^JRej^Ufeftfi^lifi* 
bria salvado» 



117 

bEL TRATAMIENTO QUE DEBE DARSE A LOS COLEJÍALES 

En ]os colegios debe continuar la educación comenzada 
en las escuelas de primeras letras, y llevarse basta la per- 
ieccion. Del colejío salen los jóvenes condecorados ya 
CMi el grado ém doctor $ á reees tafmbiea ordenados ia sa» 
cms y «ntem^ál mandola ^^Mqmpcftar las fuMipnes.i^ : 
cLQdqdmMK, mi^^Ao con la» pénsiuMis igsas «espolMibks del 
EfÉftto 2 la-deoeiicia'.y)ie)(k<Niop>^ la visca qvebán. veaÉí» 
óp^ ec|9Íge.qaé>:eliíte' estén fais^npjénd en h. culterf'y las. 
CüorqnrjpBj^ salrodooiflas por la QMrdlzaeiofi etl el. Amt9. 
de Ift sociedad, pata tMftfifestar él r«spMo (|ue«nes •[ottee 
nos A^liemQs, y no haeer^^dllobéiitéisrii asisteneía- por fai». 
tar i;eHas. - ' '• •..'..* 

Cbnñeso con balante confusiotí toia, qué la edticacidiif 

que se daba en los colegios en el tiempo en que fui colegí. 

alydístaba mucbó de lo qué debí^ sefW q' el mismo si^ten^a 

de admínisttlac^ion establecido^ ofrecía grandes obst&cutós L 

la perfección. Felizmente alumbró Iíei aurora dé la civWú 

zacíoUy y estas cosas han recibido una mejora considera* 

ble. En los dos colegios de Buenos Ayres, especialmen" 

te,eu el de ciencias exactas después de los arreglos hechos 

por el sefior Rivadavía, los colegiales eran tratados 

de una manera mías conforme á las buenas reglas de 

educación. En los dos colegios de Córdovaj en el de 

Monserrate después que se puso bajo la dirección del Sr. 

Dk D. ios^ Mari» l^deya, y en él semfitHiHi», desde que 

fué gobernado per el gr. D. D. JésÉ Altetide, tjreo tatobU 

eft qué liaeian lágUtik i^eiH^já á íds deJBUeñós Ayres ; por 



na 

que en Córdova los rectores vii^ian eon sus colegíales ; les 
obsiervaban todos sms modales, y aproFecIiaban con pru« 
dencia todas las oportunidades que les presentaba la oca- 
sión para corregir é instruir t no puede dudarse, que un 
documento dado con ocasión de un acontecimiento deter» 
minado, se fije en la memoria ron nuas facilidad y mas fu- 
ertemente que documeqttos sifeltos, 

Ki es importantísimo que los rectores TiVan coa sus co^ 
legialeS) no loes menois que el < cuidado de sus colegios 
sea el negocio úiiico y «xdusívodé su vida, mientras pbr^i 
manecen de rotores: cualquiera lótra aiéttcton estrafiaque 
les ocupe parte de su tieánpo^ les hace defraudar una parte ^ 
del cuidado q' les tlmnandá su colegio. No se dig^q' par»' 
esobayenl^ft colegios fice-rectores, ministros disupíe-'. 
riores: «ubaU^riiOf; cpn diferentes nombres, porqué en 
primer lugar ellos todos juntos no reemplazan el l'espeto 
que deb^ c^onsiüarse el rector ; e&to es práctico; en segun- 
do lugar todos esos 8ubal(ernQí| juntamente con el rector,, 
están provistos, no para suplir las faltas u^nos de otros^ sinst 
porque todos juntos y la acción simultánea de todos, es 
necesaria para el buen orden y arreglo de la casa : de 
consiguiente la ausencia de cualquiera de ellos deja un 
vacio en ella que se. hace seK^jtir, y con mucha mas razón la 
del rector, que es como el alma d^ todo el orden interior 
del colegio. Un rector que tiene diferentes atenciones, que 
le obligan á ausencias regladas en dias ,6 en horas denig- 
nadas del dia, no puede llenar debidamente los deberes de 
rector, y el col^jio se resentirá de sus faltas. * 

Debiendo los rectores rivir con sus edqjiales, y bajólos 
^08 de ellos, sfB «tigue que deben ser un espejo en <f ue«A- 
tos vean lo que son¿ y ;e8té siempre representado lo qu% 



áében 8^r ; un modelo camplitlo que puédari t^róponék^ 
{mitar» no solo en la moral desb contlurt^^' qnr desde luel 
g^ debe ser lo principal, ^im> tAiiibien*efi todo «Utiitto sea 
cOneertiienle 6 urbanidad^ poUtiea^ y ^demasr ' conf eniérf^n 
cías qcre ta ciiriláacion del sigío ba adoptado^ para que Iéu 
rennibHefií y el tratofde unos bombrea con otrosisea de^n«t 
te, y con^^enieivte á la dignidad de nuestro ser $ uh fyr§^ 
culo cuyas decisiones sean respetadas de los colegiales cotí 
mas veneración, que en otro tietx^ las selitencias del ma. 
estro en el -JLi^éo f que como entonces por toda raaíon se 
daba un JUagisier dirit ; ahora con mayor fundamento 
pueda decirse— jftector rftjrf/« 

Se siente cuan completa debe, ser ta reunión de cualídif^ 
deisj sublimes^ de que un rectoi* debe estar adornado, para 
llenar debidamente su puesto : pero si todas ellas no soh 
sasonadáR por la prudencia, y un tacto intelectual muy fl- 
toó, todo \o hrabrá hecfaado á perder. Lossuperiofips siu 
balternos deben corresponder 4 las prendas que adornan 
al rector, sin lo cual no puede haber uniformidad en el 
serFÍcio $ por lo que creo'sqmameiite conyenieote^ que el 
rector esté autorizado para, despedirlos y y sí la autoridad 
pública tiene á bien reservarse el nontbrari»ien$» de elioi, 
debe ser k propuesta del rector : pero ereo mas acertad^, 
que este hiciera el nombrami^vtO;^ y recdba^a la oenfiít. 
jnaeíon del gbb¡eriití[« > 

Siendo los superiores! Itf (fue deJbenser^ . nO^ íx^cesá^ 
río pntrar en detalles sobre eUrataaneoto qae deberá dáf- 
-se^áJoscokgiafes,} eUos no peHeré^n de ristaj qué -los jd. 
v^ea docuya conducta estén jencargados, bdh venido i 
rdiBpdaewe paraegercer las alita« ftinciones del sri^rdécftí; 
qu^ deben Ueaér enel siglo destinos de la \m» alta itopor-. 
^anoia, y alternar con loto, priihei^os pevtmiag«s da la Rep4 



bli^ ; .y ^^;U m¡fia9 i|€;r(trat4idq8 oda circunspección», g" 
todoa lo^j^ira^niciatqRacostuimbrados catre geutes de calU 
dad. y educ«cÍQa,:,,(;Qídará« al luiunatíempo de que uno9 
&i)tco% se tri^^ con ig>aales ateticipnef» si» pern^Uírsp 
aquellas^ cbo€&Freria« y. titavestefa». freeOentes ealre. loa 
jÓFenes^ (|,iie«ttelefb tambie»'cekbra#se á vece» por lo q^ie 
tíeue^de ÍR(¡^niosaa,ip€iro»qtie stín ilealineitle pei^tidíciai. 
lea, si coa ellats se ocasioaa ua bochof uo^, ui^ s^nliiui- 
^Uo^ ó dii^uato 4 otr^: aooquese hace poco alio sobre 
e3la^. eoB^B^j se repujan niueriasi; . no s^ amenos per« 
uíciaaafi : ella» lieMea á foner á otn» earrdkulo, hacerlo 
objeto de risa : por lo mismo im||ortto{i desprecio del bur^ 
bdo^ lo q]ue es ifíijior&l | por que ni cu vhauxa nos es Hcí* 
.tp hacer á na,esti;o. si^inejiaHej W que bo^ ^uist^i^atnoa para 
nosotros» LaTepeticí^a de osas escenas fUmilíariza á la 
juventud cou la ligereaade costumbres, le hace perder la 
delicadeza ; por que tiene por cosa de poco^ momento las 
accionen que envuelven desprecíoi' & aoa uitcejautes del 
'pr¿xiino. 

Iu9sj4venea crbtntaos^y' priocipainvente toa q^feaspfw 
j»hiat^sacei'doc^o¿ deben (jener cofstumbres mu^ gravesi; 
.pensarVofi'.€il»¥iiiiiMvy .dq^idad ^ hacerse superioi^es ^ 
pUsíonea desarregiadasi^ennobtccérée no^ permitiéndosej». 
aiasiaccidn dgHMiatderqoeipudíierbn aFerganaarse. ;; 

Me parece muy conveniente que en los colegftos se estai* 
hle(&ea;iaesa; com«ni pita (fw^toduslisi qalegiáles <^6ian 
j^t(2^l( m «üertafa€Meociaibae:Ü8tt eal reibctxnw de fi^aiu 
l^ysino como se eaiijto enii^oabaikf09|^y< «¡juéflosi sápet. 
xtores iac|fisf» cj rector la piHíii|i4ai^ y clemanr«on)elk>Si^)Soti 
d]B,|graude peaoJos,pfqeío#-^piAe; e*te> orden ( debe- produpirf); 
PKii^ier^ia^ntQ Id a«é»taMidrdelí fiatiorv y la- ¿ocedidadid^ 
.<\^mu ia^míttmaieoflaidatdietkéqote^ialesy^imtf^^ítQi^^ 



121 

Misittb in^or téaida^ f atención en «I ateo y medb «le pré¿ 
parar Itfs alimentas : los Colegiales aeran mejor (ratadosi- 
y él dinetv que ée gasía en mÉntenerloi bien empleado; 
én vez de tjtíe pd\í no VíTr' el rector coiiití coften Fós tóle- 
^jiales, los administradores y criados se tracen hi'gligentes 
y l«s álíitferi'toi^ que se les sirven son ibas propios pariei cer- 
dos que para hombres : es cosa de que puedo babíar por 
esperiencia propia. Siendo el recíor testiguo de fas íiiltás 
qué se cometen, pondrá pronto remedio, y e) defecto no 
ContiiíaariS/ 

En segundo logar comiendo los colegiales cada uno pof 
^patiáof el tieímpo destinado á comer Íes perdido á la inp 
traccídrií yeii )o8 colegios no debe haber distribución ¿ 
que rio sé toffiíe tflguna enseñanza^ Es muy laudable la 
costanibfé de las comunidades de leer, ó áispütar jurante 
la comida. S; Agustín íeiiia esté entable en su mesaí don- 
de comía con í* clero, y es moy |;Ioriosó mtirchar sí»* 
bre Jos vestigios Üe tan grande líuáéstro. Én el colegio de 
Monsérrate, cuya veca ture el honor de Vestir^ dtirañíé íl 
.«¿ñapo de Ta comida se léia ó se hacían c¿¿rcicroé' li'terrfi 
i-ios, y no pueVlb ponerse en cuestión di aprovechamiento 
queáeéslfe ibétó'^ó i'rtültaba. "Habria íidó d¿ desear, qde 
1á éléccíort fle lóslíbfos que se destinaban á la 'lectura deF 
-íéfectOrlo, hü-bitese sido goíaÜa por él "büeh feusto ; pero 
por íéfegfrad&'él ¿oregfto eh, gobernado po* franciscanos : 
'dios'haei.ih Wr'sw crthlcas, de que poco ó natía Mían 
'Sijíftívfe¿hhi-Í06 ÍOle^rál^. - 

1l «la discreción ael íécforsérib interrumpir Ta 'lectura, 
'Itai^Tláb* sólireraiaaVéría '¿>gage leido algunas reflec- 

f '!*f*.T^f^r*^^'^'* «*'^'="''*^' q"« e> ""•«•no rector, al* 
íufto Sé los itfíferiórés súlíalterhos, 6 de los colegiales mas 

■ • 16 



Í22 

ddeltntodoSytiel reelot tariese á bien iiivitarlo podtuiit 
iksempeílar para la instrucción de todos. 

No es solamente una instrucción cientíifícay o piadosa lá 
que se proporcionaría a ios colegíales con la mesa 
común, sino también cultura y civilización. Los superio* 
tesyy principalmente el rector, deberían ser muy zelosos 
del aseo j propiedad del servicio, de la comportacíon de 
^ tos colegiales en la mesa, de las atención^ mutuas, y no 
les dejaría pasar ningún rasgo de grosería é inurbanidad 
sin remediarlo, y dar documentos oportunos para la ins« 
truccion de todos. Cada día discrecionalmente señalaría 
los que se habian de encargar de seririr á todos, las vian« 
das de que estubiese cubierta la mesa : esta sería una es* 
cuela de educación, y sobre un punto generalmente des- 
cuidado en los colegios con bastante deshonor de la veca ; 
de modo que el colegial de una casa de pocas facultades, & 
quien la fortuna no le proporcionó medios de rosarse coq 
gente* cultas; que del colegio salió á recibirlos ordenes 
Sileros, y de h^ií fué al campo á iugaies remotos á servir 
un curato, sea de párroco ó de teniente, queda tan incivil 
y grosero en ,esta parte, que dá compacion ; y lo peor to-* 
daviae8,que habituados Amaneras inciviles, desdeñan 
corregirlas, y murmuran también de los q' las tienen cuU 
tas. ¿Cual es luego el resultado? Si se hallan «n una con» 
currencia, se ven embarazados; no saben el uso que deben 
hacer - del cuvierto, ni como lo han de manejar : están 
cerca de una persona á quien es preciso considerar y j;er« 
vír, no saben hacerlo : intentan hacer un plato, arrastran 
con la ruchara sin disernimiento, derraman los manjares 
sobre el mantel ; hacen uso del . cuvierto con que ban co- 
mido ya, ó han hecho servir antes sin que se haya purifi*^ 



123 

cado, 6 intentan hacerlo con el mantel ; k este tenor otras 
ünpropiedades.tan chocantes, que no pueden menos que 
ceder en desdoro, no solo de les que las cometen, sino de 
la casa donde fueron educados. 

Nada ecsagero en eutOy todo lo que noto lo he visto y 
palpado : he encontrado persona que habiendo ido á ver* 
me por un negocio importante, estando sentado á la mesa 
la convidé á que me arompaftase 4 tomar la sopa, y noté 
que no sabia el uso que habia de hacer de la cuchara: me 
as preciso confesarlo y con bastante rubor,que tales defec* 
tos son mas frecuentes en la gente de iglesia que en los se* 
culares : he conocido muchos eclesiátsicos recomendables 
por su mérito y virtudes tan poco civilizados en esta par- 
te, como el campesino mas rústico que jamas hubiese teñí* 
do ocasión de rosarse con gente civilizada» ¡A. cuantos 
eclesiásticos de mérito no perjudicó la descuidada educa^ 
cion que recibieron en el colegio! La primera impresión 
hace surcos muy profundos, y es muy frecuente en el 
mundo que ella influya en todas las acciones posteriores 
de un hombre. Unas maneras afables y previnientes, cau- 
tivan la volqntad del superior de quien dependen los ade» 
lantamientos de uno | la política tiene lugar de mérito, y 
sirve al q^ie la usó para avanzar en su carrera ; al paso 
que una groseria chocante (aun cuando sea en materias pe« 
quenas) rebaja un mérito por otra parte muy reoomenda* 
ble, aleja el favor, y trae en pos de si la postergación. Es* 
tos inconvenientes pueden evitarse, si la mesa del colegio 
es una escuela de educación, urbanidad y cívifizacion. El 
remedio es íacii,**no ac)*ecenta los gastos, ai contrario, pro* 
porciona ahorros para que el tratamiento pueda mejorar- 

ae ; pues se dice con razón que á escote nada es caro: po* 
dría decirse también, todo es barato. 



184 

PP LAS CALIDADES QUE HAVAIf DF TENER LOS iMDITIDpOS 

ft17S SS DEBEN RECIBIR l^^ ^|| ^Jf^fl^'f ^IPff. 

' En los coIeg;ios seminarios pueden recíbiroe seminarísf- 
tas y pepsionfátas : Ip9 prknercNi destinados al serFÍcici df| 
las iglesias catedrales son costeados y mantjeBÍdos pqr la 
asignación que les hizo el santo concilio de Trento, sobre 
|odas I^s rentas eclesiásticas, de donde vino la percioQ 
que según las leyes espaSolas se les asignó en los diezmos: 
^n las nuevas Repúblicas, donde los diezmos se lian supri* 
mícipi como en Buenos Ayref^ 6 donde han sido ocupan 
dos por el Estado como en Bolivia, la renta de los semina- 
rlos se paga del tesoro público. Los segundos, es decir^ 
los pensionistas, son costeados por sus casa?, y son exen^ 
tos de la obligación de hacer servicios en las iglesias cate» 
drales s conviene por tanta hablar con distinción de cadir 
piase de estas. 

El que en virtud de las leyes vigepfes fqese autor;« 
za^o para agraciar á los lóvenes cop Ja. vfca del i^raínií- 
yio, debe tener siempre presepte el fin de 1^ institución áfí 
J^l^es establecimientos, para dispensar sijs i^r^ciaR; sinqsie 
,en ello tenga parte el favor ó la amistad, ordenándolas 
líempre á la mayor utilidad de h iglesia. E|ita ne^sita 
de ipjni^jtrQs yírfuvsps ^ue la edifiquen con ^^is egpimp\fyff 
é in^triiído^ qp^ dirijan á Iqs fieles en los caminos del Sew 
^ |ior ; !Bn tes jp|;n)ia9rÍP9 di^ljep f9r)^9.v!^ 4^4f^ l« j^T.?ntw<'t 

. f^m eU vito fíu^ popíai?wÉ jmyjfm # qi^k^c^puf su^ 
. J)e consiguiente dcb^n Jbu^pí^r^e^íy^líje? dft a«'^**?* fun- 
damentalmente pu^da esperarse qiiQ €üorrficpMd^lá9 k Ul^ 



buena ffld^jp f jÓFfi^s ^p ©^p^i4íd? ^ ipp|iníVf|Qp a} e^tu^ 
dio, |iijLp([J/ojttQr(W8> y H^ ipani^p^p a^plfíf^^j^ á cu U[va?^ 

P^r ei pao del ^einin^^ii; á unjqvc.^ inapto, ipcapa^s á% 
ins^riiljfsf, 6 á UHJPYjbií (íprrqwpÍd<^,8olo por que ^ li^bil, 
fip primer lu^^r^s contrarÍBi; U ¡níenciQn de la iglesia cjue 
ordenó los seminarios, y de los fieles con cuyo dinero «píi 
mant^nkjbs ; en ^gm^ iHff^r ^ ^pfrf pdar ^ oír©, cpie 
4q^^ d.^ ia^ c^lidi^dcjs Ae<;fiaajr^f r^^íA plyid^do, )es|),w^U) 
íappiWf n ái f^^lojrr^r^ie^ porqi^ ;ao tiiyp f^vpr ; fíjrto ?s fal* 
l^fá la jn^íícja 4^rihHtm í ep tercj^jr jifgar, ^jijP^fnvnaF 
¿ J(Mf i^gradq^f ordenes ijn ministro inepto, p^y I^Abjef pof«. 
terg^doápírp idpnpp, qije ^udp . ^ab^f:s9 edufadp en eji 
«p^jp^rjci,^ d^rm^dar ^ la 4gí/?íii> y. 4 'Pf ^^^^t 4p 'pJíf 
fijPfyjiPÍpfs^tpQ^ qffP Ijá^f-ia piy?^t^f|p d WgWpdo,}f qu^Cf 
io^^aje 4e pf ^tV ®^ prMn^»P ? |o q^íJ^ J^^ jwrjece ^p/^r^- 
rip ^ íft JRSÍÍ.cíí^ P¡?nnpqt?fiygy. s^puess^p qu^ Ip3 jjel^^^u 
84Í dinprp p^ra obtener tales servidos» ,. ¿IT q^e diremos sí 
un ióypnrvirtilosp j^ cap/iz^ poster^ado^ por dar . coWa^ 
cion en el seminario á otro corropipjdo y yiríoso, si esftl 
pqesfo en /Jarrera loffra prdenafse, y despuea ll^a la i^^-» 
«ia de escái^dfilos? Tó no se como pu^an cf eerse jnpcenr 
tes en la pres^cia de Dips^ los que le facilitaron el pnsQ 
aj;r^ciáiidp[9 cffti ^pa y^ca dej ^f^n^jn^rio. j^p pT^p 
cpfui es yersuB car^a(;|o ^e un^ responsabilidad inmensa f 
ipitli^cadp ^ jcrím^nef, que siembre )ia^enídpen |)or^pr^ 
W W fipMf 9/5JBpd.ei|f ¡^ Ijocp pjp.ecripn^dV ! 

íf^,í?*m^8r^ )iamJ?¡^ ^» l<W.q«^eha de ^.^iv^ffr ^íjl 
ÍVWÍ8ÍFÍ9 d?l ?|t^^ gil? Beaii .hgos J^|í|lí mQs : e^ m%Wk> 



126 

rio 8ag'i*ádo tengan esa cualidad, que demandan los «agrá. 

dos cánones. Llegando á este punto me parece que se 

levantan todos los adoradores de la política moderna» de* 

clamando contra la injusticia evidente de esta doctrina 

añejd, en virtud de la cqal ios hijos, dicen, son penados 

por los delitos de los padres, y otras cosas parecidas á 

estas* No obstante, no se puede dejar de aplaudir el acu* 

erdo con que la iglesia santa ha sancionado la precedente 
ley. 

"La iglesia dól>¡08 tiene un derecho incontestable S efe., 
gir sus ministros, y prefijar las cualidades de que deben 
estar adornados: nadie tiene derecho á quejarse, si por 
falla de estas se le rehusa la entrada en el santuario : ni 
esto puede reputarse pena, por que la pena supone delito, 
y el defecto de muchas deesas cualidades no lo es, ni to- 
mada la palabra en un sentido íato': por egemplo, escluye 
á los tuertos del ojo izquierdo, á los cojos, y 4 todos los 
que tengan alguna deformidad notable en el cuerpo, fis- 
tos son meros defectos, no delitos ; luego la esclusion no 
es una pen^ que se les impone, sino un impedimento que 
le puso la naturaleza después de la ec^isteiicia de ln ley, 
liO mismo es el defecto de natales. 

No puede desconocerse la sabiduría oqn que la iglesia 
sancionó esta ley ; los tratadistas esponen latamente las 
razones que la motivaron ; puede verse en ellos ; pero pa- 
ra tapar la boca k todos los vocingleros quereprueban to^ 
do lo que es viejo sin dicernimiento, basta un egemplo 
bien moderno,'y bastante común. En los gobiernos re- 
presentativos ¿no se restringen los derechos de ciudada- 
nía por leyes, ecsigiendo c¡ei*táb condiciones para entrar 
^n el egercicid de ellos? £sto se hace y éé aprueba, stfí' 
embargo quelos derechos del ciudadano son inherente^ ata 



129; 

Mtomleza de Hombre. Para poder •er^represent^nti? anas) 
te ecaígeh mayores para ser senador / mayores aun para 
ocupar la primera magistratara t no obstante que todo 
ciudadano^ por soló aerlOj tiene obcion k todos los honores 
de la República. ¿Pena esta á los ciudadanos que escluye 
por fiítta de los requisitos de la ley? ¿Es esto compatible 
con las ¡deas de igualdad de derechos? ¿Con las nueva^^ 
ideas que han introducido en el mundo las luces de la fi- 
losofia? Pues que se me dé lá diferiencia que hay entre lá 
ley canónica que escluye del minmterio sagrado & los hi* 
jos ilegítimos, y las leyes republicanas que escluyen de 
los honores y aun del egercicio de la soberanía, > los cíii«« 
dadanos que carecen de los requisitos legales. 

Parecerán quizá nimias estas disposiciones ; es deslio 
luida de fundamento esta obgecion : síes importante te«>' 
Bér buenos sacerdotes^ si es en los seminarios donde htí 
prepara la juventud y hace el aprendizage de tan alt^ 
ministerio, es indispensable llevar una atención prolija á 
todos los pormenores necesarios so pena df> cometer erro* 
res. Un artista que desea hacer una obi^ acabadn en «fu 
arte,escoge con la mayor proligidad la calidad de los m|if 
teriales que. ha de emplearr, y si es de su resorte prepa» 
rattos, 5Con que esmero y cuidado emplea todos los mém 
todos convenientes para que salgan tales cuales d®sea?,,Si 
es negligente, verá frustrado su trabajo ; sus obras serán 
imperfectas, ordinarias y de poco mérito : pues de) rnisp 
mo modo no se lograrán sacerdotes cumplidos, sise des«^ 
cuida la preparación. 

Se ha hablado mucho de la relfyacion det cíen^ de U0 
vicios y vida escandalosa de los curas ; no es de mi pro«r 
pósito ecsaminar si esto es exacto 6 ecsagerado : pero aun 



(SfÜildrtM Iftffterií ttt Modw (0e^erKÍaiivy» eactaeiifro. 
iSáft tf tgmfs ^réñípñtím ^ de irituiieno ¿ esoBÍi0iiibne# 
dtb^f átiiídAii^ «ni^ytf i«lkj^aí(yrt Á?' WitiitiitoiMfe jmWic» 
dih Vbis tftn «íonóhá; |S^ han éirtssrriiiifarfir la» tMiali iinér 
|(ftídu()ért táVi g:rá¿ dmtítiBiií |Se ha (tensado bo potaer itii 
i%mcfdil> mdrealf Pueáiibnla edocáctoii «e han pútmto 
^jid^H íhs oaU8atf.de eaofa deáordbnes ¿deberi adlniratnoa 
8i élfas batí prbducído natiiralmeate sus «fectosf ¿o que 
debería caukar ad'mkáeftbii «ériá, ti h«bieudo aeiabrada 
abtojoiénél corazón de Ion j¿Feoed| produjesen floresv 

Vo encuentro dos cáüsás, á que en graVí manera debe' 
atriiiuirse esté ma) — L^ la poca atención que se presta 
á las cualidades d^ los jóvenes á quíeuéá sé dá ínipulsi. 
ttíi dda él 'ei}tadb éctétíiiíéiíto-^2. '^ la Áie«quriia y de«euí« 
tR^á Métrúccioñ q^*««tod iñi^ihob reciben en ios cble^ioi 
^'dttivetlsid^dett : qdít^iKe t^sttffe; eaUMs, y se tendrá vá ele* 
tb^i^tto y pí&rrdt<6i^i4ciiiit€6: l^tírA ^K^fl^ende ^dver 
éofefré ^éHa ttinferín : áhót^ eis preciso ó^u^riiOs 4éi ¿arda» 
^ (íóñ ^á^ ée débéti Hii^éfr y éleg'íi' lo^ j6 vetféft pftfá «jg^ra^ 
tifel%á c6h lá v^ttí dé 1¿/s ¿éVhíñariós. Si el pélyli«é^ costef 
Ms )2^ofs de ík nMibutcfri^íotí éé éstos jóvenes pú^ it^rut 
^ftiaSisficos fddiíeos y egfe*ip»í^reir, ^¿qile ratón ^dé 
IteVer par^ qtie los énéaV^ttt)s d¿ dis^en^ar tééüÁ )grdíc1$iB^ 
\k káyáo dé di^^énk¿iV%1WÍYii¿ri^ob áh fiotter t)ord^ ton ítíeL 
iftrtscdmWehleifrHléhatla Ihtertdoh de hqúéff ¿YW>t 
iÉróTóltafárb siñó^e ihTdtftidn't^ íibftíh ebthoés 'pfds^fe.tdé 
*te^cüidldaaes (jérábndt^ aeí(fe^^frfrty#tfs,^áffh%lt>*prodfc 
gar la gracia que dispensan? Es pre^h tm^^^r qaé'Aiu 
be (^nerse'wíl cuidadlo -pro) ijd e^ eitan»ateria,|)ara: no-re* 
cibír 0ii olaiie.de s€Knítífiarjsta«,fíiaQJ6 tienes cu jia ^apacid^dt 
buena tudol^ mlttdy deuM^ «ualid&des r^q^UsitapiHU* 



129 

\o$ c&noties den futidadag esperanzas ele qae se logrará el 
0a con que ban sido recibidos» 

Menos escroputosidad se necesita para admitir porción 
tiislas; aonqne los talentos del joven prometan poro^ aun 
que est^n afectados de alguna irregiibridad canónica» pOi* 
drán ser admitidos | la razón es obi.i t ellos gastan en el 
seminario el dinero del que quiere oo^tearlosi á pesar de 
sas pocas aptitudes; en vez de que los seminaristas gastan 
los dineros públicos^ que los contribuyentes desean cinple^ 
ar en aquellos de que pueda sacarse mas ventaja. £n lo 
que el rector debe ser muy escmpulosoy es en ecsamínar 
fas' costumbres de el que se h^ de recibir» é infleccible eu 
rechazar al que las tenga ya relajadas» 

lios seSores obispo?, y en las vacantes los seííores go« 
bernadores eclesiásticos» deben ser sumamente zelosos 8o<* 
bre este punto • ya para no disimular al rector si en esto 
tiene alguna condecendencia, ya sea pata segundar y 
sostener las repulsas que el rector hiciese. Lo mismo ^le 
parece que debería hacerse en los otros colegios nó semi« 
narios» y que los jefes 6 magistrados bajo cuya inmediata 
tospecclob corriesen» no deberían tener la menc^ condes^ 
cinideiicía. Esta advertenciti la creo oportuna» por quq 
bey padres y tumores» q^e cuando sus hijos ó pupilos se 
han descaminado» después de esperimentar que sqs cor-, 
Feociones «on ¡nsMfic¡ente# para traerlos ^ su de ber»se em^ 
peñan en ponerlos en un colegio pijra sugrei^irlos, lo que me 
parece ser un absurdo muy pernicioso», , Ei* primer logar 
es TfirWme q^© semejantes jóvenes se corrijan en Ipa pole 
gios s su iniloetliflad los acom paga» sus desarreglos, t^^l^ 
tiplican los escándalos» la relajación se lu^rodMce, y fíl co« 

11. 



130 

le^'o pierde su moral. En segando lugar, aun cuando lfe« 
giien á rendirse al yugo de la discípliaB^es después de ha« 
ber sembrado su corrupción, que en estas casas se radica 
& perpctuidadycomo esas fiebres malignas que &e apodenin 
de una región para m> salir de ella jamas : de mall^raque 
si se logra la enmienda de alguno, es á costa de la cor* 
rupcion de muchos, y del descrédito y ruina del estable- 
cimiento. Conviene que se tenga presente» que los cole- 
gios no son picaderos de domar potros, ni presidios, , ni 
casas de corrección donde se encierran crimínales ; sino 
casas de educación donde se instruyen caballeros» que de- 
ben concervar la decencia y honestidad de costumbres, 
principalmente en los seminarios, donde los jóvenes se pre 
paran á un ministerio tan alto, que demanda una pureza 
angelical, en virtud de la que deberían ignorar hasta el 
nombre de los vicios, sí esto fuera posible. 

§. 13.^ 

DEL CUIDADO QUE DEBE TENERSE EN FORMAR LA MORAL 

DE Xi08 JÓVfifffiS EN LOS COIiEJIOfl. 

Los padres de las escuelas pias observan inriolablemen^ 
te la ley de no admitir en ellas, ni en sus oo1egios,i& los ni- 
Sos ih mas de diez años, por temor de que ya en esa edad 
habiéndose adelantado la malicia, vengan á abrir los ojos 
á ios demás, cuya inocencia procuran conservar con el ma- 
yor cuidado. En los colegios y seminarios, no es posible 
conformarse á ^esa* regla ; pues que loe jóvenes, cuando 
están en estado de tomarla veca, tendrán regularmente de 
doce á catorce años ; pero me parece que se obstendrf^n 
los mismos resultados, observándose escrupulosamente las 
precauciones arriba indicadas. 



181 

ü 

En todos los colegíob de que yo tengo noticia^están dí«:. 
puestas las distribuciones de la casa, de modo que se prin- 
cipia el dia con actos de religión, para dirigir al Señor 
odas las acciones, y se termine del misino modo para 
dar k su Divina Magostad gracias por los beneficios reci- 
bidos : nada mas laudable. Convendria que todas estas 
cosas, sin defraudar alguna á lo esencial de los actos reli- 
giosos, se suavisasen todo lo posible, pan¿ no fastidiar con 
ellas á la juventud : tampoco deben estas pr&cticas que* 
dar al arbitrio de los superiores, sino regladas constitu- 
cionalmente; de lo contrario, los pobres jóvenes tendrían 
que sufrir el humor y estravagancia de los diferentes su- 
periores ; como según tengo noticia, sucedió en el cúle* 
gio de San Cristóbal de Chuquizaca, donde un ministro 
atraviliario tuvo la feliz ocurrencia de hacer levantar á 
los colegiales en invierno antes de las cuatro de la maSana, 
á hacer el egercícío de la buena muerte, y lo puso en 
planta. 

La frecuencia de los sacramentos dé la peniten<:ia y 
eucaristia, no puede recomendarse' bastantemente, pero 
sobre este punto deben ser los superiores sumamente dís» 
cretof!^ para corregir á los negligentes por no esponerlos 
á cometer talvez sacrilegios. Algunos dias del aSo dedi- 
cados ti! retiro y meditación de las terrible é importantes 
verdades de nuestra religión, comunmente llamados exer 
ciclos, han producido en la iglesia de Dios frutos ad- 
mirablesy y los producirán sin duda en los tiernos áni- 
mos de la juventud : pero se debe tener gran cuidado en 
)a elección de los libros, en que deben estudiar la ciencia 
déla talud. En las bibliotecas antiguas, especialmente en 
las que fueron de los jesuitas,ormigueaban libros ascéticos 
obras de los mismos jesuítas ; pero que con muy poces 



iá2 

exepcioiies son mas perniciosos que útiles : un j4?eil de 
espíritu débil peligra con la lectura de cosas todas ater- 
rantes, capaces i\¿ hacer desesperar ó perder el juicio co- 
mo he visto alg<uno$; el q' tenga un temple de espíritu mas 
fuerte, si es de un talento superficial, desprecia verdades 
presentadas con tanta ecsageracíon, con un aparato de pa« 
labras tan pomposo y sin una prueba sólida que convenza 
al entendimiento, y tiene dado un paso bien abanzado 
h^cia la impiedad, 

iJstQS autores parece que se propusieron aterrar gran^ 
des pecadores ; pero no se apercibieron que inspiraban un 
temor servil que f^e sufre de mala gana. Los sermones 
del padre Bourdaloue, los del Sr Masillon, y las conferen^ 
oías de este ilustre prelado con su clero^me parecen libroa 
mucho mas k proposito para la lectura de los colegiales 
en l#s dias de ejercicios : ellos presentan las verdades san- 
tas de nuestra religión, con ftierza, elocuencia y sencillez^ 
fudadas 6n razones sólidas que cautivan el entendimíen^ 
tOf q' arrojan al corazón sentellas que prenden en el fuego 
del divino amor: entonces el odio que se cencibe contra 
d pecado, el temor de incurrir en él por ser ofensa de Di- 
os, son frutos de la caridad: la muerte no es ya espantosa, 
y el infierno no es temible, tanto por los tormentos que en 
el se padecen, cuanto por la ira de Dios siempre armada 
t^ontra los prescitos, 

Pero la virtud del cristiano tío debe ser una virtud es- 
peculativa: no se puede pasar la vida meditando* 0S prs- 
císo obrar ; y para no incurrir en desaciertos, la personal 
que desea servir & Dios necesita guias y con«e|e^s ^q«e 
la dirijan por la senda de la vida: libros máimaks^qM 
puedan acompañarla sin molestia, para oonsultarlM 4 e9U 



133 

fto rato, pueden tener Ivgar de ttn director 6 pedagogo* 
£1 tratado de Imitatíone ChrüH per Tomas Kempis ee exe^ 
lente para guiar una alma por el camino de la erUS)y nutrir^ 
en efla la humildad y la caridad» que son el ítindamento 
y alma de todas las TÍrtudes, £1 inestimable libro titula- 
do combmte espMtwA^ de que San Francisco de Sales ba«^ 
cia tanto aprecio, que desde su jurentud bástala vejes 
Btempre lo cargó, ofrece armas muy yentajosas para com» 
batir con si)ceao, y hacer triunfar la virtud : el trata* 
do de la ititroduecion á la vida devota» obhi de este ¿auto 
prelado, que con tanta rason ba merecido los mayores 
aplausos de todos los sabios y piadosos directores, porque 
en él se prueba con razones iuvencibles,que con solo cum« 
plír exactamente las respectivas obligaciones dé éu estado, 
puede arribarse & una perfección eminente, sin necesidad 
de enserrarse en los claustros, ni soterrarse en los desiertos, 
ni de súgétarse á esas austeridades terribles, cuya relaHon 
¿ola aterra y desalienta á lainayor parte de los crístianoá. 
A loa dichos. pueden afiadÍDae otros libros muy instriuc;» 
tivos y edificantes ; a saber, e\ tratmio del espíritu de San 
li'ranctsco de Sales, parPedro de 'Olwus Obispo de Belei, 
flh^adio, amigo y oenfideute del Santo : las confesiones, sp^ 
liloquios y meditaciones 4e San Agustio. En el primero 
&e tietallan, innumerables pasoges de' la vida privada del 
mismo Santo, )as prontas ecupreneiiMt de su géaío y su 
modo de obrar y juzgar t se vé eu todo un hombre eml-» 
vente, simple, recto, temeroso'de Dios^ tan ^xmipuesto inte* 
ríormente, como lo parecia en el estertor : mas santo qui- 
zas délo •qae podría juzgarse por ^us Peritos. I Jetos de 
unción divina. No solo se encuentra en «^to obra un' mo- 
delo cumplido de la períeccion evabgélica, capaz dé ser 
•imitado^ "^iít todo cristiano, mao también ienuniiMiQbtes 



194 

ck^iir&^AfUH^ ^qiié^nijifTeaireflepcivo $acarii grande iití«; 
lM}^téii4Jíi(V)tUtsooÍHÍJ' Yohe^cOrto8cd.iiie)Oxed libro» pa< 
rjVfbfth4l^6^eo1ilabn.d6!'losjóf;elle8 ^la verdadera piedad, 
q^ h^'ítididada».^ ' Ojql^ dada col^ial. procurara formar . 
stf }ie^h6&a!'brlílioteciEr,'adajtiada4e tadas ésta>ol>C#B :. pe-, 
rti^dii sW'ctefe^to pódvian los *eol^ios y, priapiftaliNietiie I o 
8eHnoHaró>«^|it^veehi0 deí un coftipétente uAóiero ae eg^m*. 
piares «le ^Uas^^uei fuesen suficienteR para que los colegfia* 
los 6é faiiiíliarifi^asen con elloi, y* nutriesen su piedad con 
h«^rda« verdades que bfréeen.: Los segundos^ ¡Qli^aa. 
sentimientes dé humildad» confianza y amor de Dios; 

'■ "■■; ■'■-•': §.14.' • * •■■ /. 

^m l*AS :3íEííaAS aUE CON PREFERENCIA DEBEN 

; ( • 

"' ÍNSEnA&S¿ kx LOS SEMINARIOS. 

• ' ' ■ ' í * : . ■ .1 , 

< He habkwio en el parágrafo procedente del f;uidado que 
debe tenerse en formapel corazón de los j&yenes; á la pie« 
dad cristianas 'tndo debe esperarle de un jávjen. que ama 
autf'obligaffioin»».; nada del que las desatiende^ <^Qae co|it 
ieñdVá en sus deberes al que mordió el/^end de la ley^^c^l 
^ñór, y sacudió el yugó de los preceptos divinos? No- 
puede dúdáññe que aun para bacer progresos en las cien^i 
íekíí^,'coiivíene'<iue'lJi juventud sea timorata y vinuosa.; 
searcuál fueiie la'rarrera q*ie haya de tomar ; pero eü di- 
feírentelá. clase tie iiteratuí^a que se nece4ta,p^|i ppa:car« 
tferá que para jotr«r ; procuraré dar un lug^rtf^Br. estas ob* 
^rvabiones &Ja ijue dehf daree prefereric¡a«nlp#tfPp|^i«P 
' íle ckñbias profanas ; por 'ahora aecesi^ «oalraeiíni^ i:4a 

i > Iiis^ci^cia«'que delNinteiíteiTkrsf <»ín.^reféreiicsaeií Ite 
sédíiiiiaríoaBbn.H^lii«! :él cráocimi&ñto iWiiMomf^-rfkf^ ih 



135 

Stáléetíea y nwÉarmlcii*^^^ k filúaofia .inor«^4ft %!.» 
gtlña tRiluraf de .fí«ic|a-^5ií* 4a^teriogia;---6. ^h^twi0gi^ 
i»(»ral-^7. ^ iof cañoneada la igiesiPiié J<^.qiier«» Ip4]í^ 
nió hliiétorta de Idac conciKostf-8. ? la'^citótiea 8agra4a% 
AfgfUniís de estas eiencias b§ii aido ieoíieiÍ8id«isJhcS€t6M« ^>»t 
Üqttb en nuíeslroa Colegios y univ^aidadesi, per/;» nial ;^y 
fo peor ea qae en el nuevAit orden d^, cosas^ na^j),se ha me« 
jopado en este ramo ; y «ihahaWtÍQ aJg;Ap^.dj%r^,ncia^ se 
lia desmejorado aun: otras han sfdo del^todo descuulpd^^^ 
Trataré de cada unaiseparadamente. 

•" '• * ' ,■'' §» 15»- ' ; . . • td .; -■.■,,,.' 

DE LA ENSETSANZA DE LOS IDÍÓMAB. - ' V 

' E)itt*é I(is idiomas tine debe «iber un eóIes«g^tieo»«ie4^i 
telTémo^'cuj)a el primer lugar, por que es eirdiom^n^<ti<H 
nal: debe pues el que aspira al sacerdoptoiii^t^rkb iCpa 
perféeeíoH^.sin lo qqe no podrá |Bxpedirs¡Q <^on decencia 
ení mil lances que se Jl¿e , ofref^r^ ^ .e^, ^l . 4f ^(^nipeSo , , de |Su 
tnrinislerio sagrado, < Cii^iijClPift^r^r^fó de^l^ enseñanza en 
his eseoelagd^priuieras leiras^vdjg'e quQ debia- ensenarse 
á |6dp« Ití g^amájLií». c^st^mpa ,;jsí epjp s^ prj^ctjf^, eija^j^ 
^;uiij¿vc0>^pii^á laivec^^^n uii colegio; .(febe suponer» 
fiiple instruid^ en ella : De^ojos.superiores no deb^nobrac 
iior su Ao^iciones, smp percior^fse del hecho ; sí, la «abe, 
deben cuidanque se perfeccione en ella, p^ra lo q-ie con- 
wndrá q^ie en??l colejio se hagan algunos egercicios. que 
son un l|C8jpI^^§fpRdil^ de ad^lan^ar ^n yMesq^uierfaciií*^^^^ 
ylsino;*lai|5*be puidairáp <;ie, ^acemla enseñar, ^ncarfifan do 
estie cuidado fc ^íl^.9}eg^^jy}^^ J5^ sabido (jue^ja p osejíon^ c^ 
ta gPiiAi^AV^ iWVWJQW nptiyp, f^cijií^ ^|i^ ^{)iíi|)renc¡on de 
todos ; ()^^ qiieel idioiju^iPi^tivojBS Aprende con ^!?f j^^.fa- 



ítí€ 

etficKcH ptt€f el eétndíaiité dótúnremdé.mmríucilméñllei ím 
t«pIícfldoii¿9 y egmnplos qne «ele proporiea^ pura h»n 
ctrle cottoc4ir bfa el^ineniós 'de ^ue m compolié el idioai% 
que xtítá netthhhito t 2..^ porque siendo atioa mismoe lo» 
elementos d)e lodoe los idiomas^ renóciAiuIcJos en el oatU 
voi eT apiWlisage de fos otros esti reducido i eonocor el 
mecanismo particular rfe cada «no y el eígniíicado de las 
yoúes^ que tatito vale como declr^qoe «é tiene hecha la mW 
tad 4 lo menos del trabajo. - 

Esto siipuestOy rae parece que á todos los estudiantes eft 
los colegios debe enseñárseles el latín, el francés, el italiano 
y el ingles : no Iwblo del portuguez, porque para saber-^" 
se este, y entenderse bien, basta saber castellano, y poner 
a^fuíntatetieíon á la etimología de las voces. Par^ pro- 
ceder con métoilo y clarídavii trataré de cad* uno en artU 
eitk>0 separados. 

La lengua latina fué'él idioma de la ciudad dominador» 
del liiundó t' lá RfepíüWiéá rómáña cuidó de generalixarlil' 
én íodas las pai4eS &'cÍoñdé tlétó Í8üs artnas : el latín er* 
éí Idioma de toda¿ las gentes civilizadas det Occidente f 
Medio^áiá' de Eüropift ; del mismo modo que en la Aitiéri^ 
cá española Ío escl caétellab6;ii(¿3 (fiadores rom^noi^ 
Marco Antonio, Junio Bruto, Oató*, -y sobre todos Cice^ 
ron, lo'el^Wron at grado de perfección y élegone*! a qw 
no ha podido alcanzar ninguno después de éllw: i la elein 
ganda, fuerza V precisión que son |)roplás desa^nÍ8truCi,r 
don, luvierofrel talehto cíe ¿feadir W'd^lwra y 'gmcia* 
4Ih5 hacian^táÁ' ^¿ncant^líóf felíeiyMe*^' d^í»S^n^ T M 
¿¿rií¿stene¿. ^ Sí^%¿ cíMqili^dilrei ^Wfslttdftrob 4:Bei«i^ 
los mííiiítmeiltes dé fe'ílría y debüetr gusfoícon qiéaflaa^ar^ 
tes tótran dc&rad^í^ Atenát bujb étijíibierii^ae Pijrioll» 



ÉÍ4nMiderta!dnilá««l>li«s«^)«b«es.4«,j|o>4(f^gpi^ ,¡, „ . j, 
• ]iAo«i4E(dttlH'.R0)>i^¡Bitl«éáili)iUMtif|:e|^igi|P|i^ 

ttB tlfiíiiiniiiit.liMttpIe i-ftioc«Qf»i,^^'VÍ«Í9S,4(|e.jff<^jft^i|¿ 
y firóléaikú «dio qApláefchle Í:UhIm Ua q^^.f/i 4'fs\\n^■9e^■^ 
pot: ««ber.y viituilea.- , Si jbiitwü de ^ <fiv(|kF.i)>^s«{n« 
pcwít |»or aoñfioariltfaii odip t(Mt»9:lp» Mn}|rf!<'i«>i>M'*!1»<)fc^ 

d#.,«»i*ciPi,ílwílWWft8^J' .fiW^9f».l »«e no, i|é ,liflf:|a ¡en 
«Ha iom» serias ^99.^ tq^M, i^rtm 4«wíé, fl^ ¡'©WsSb h 

geres lascivas ; que desterradaa.to^aa ly ■ yjy;friff^, J^j ^jy 
tía, ae»bqffQ^'(IM» J^>Í%<W» .W#bpV.>P0«;jtíí4fl« .l<)8,|i¡j|qio;»^ 

•M«rttoi«iigiaalri4ri«JoAatí|in ig»«|p(Iff< ,f^^ft«>j¿i 

.^"» ?»W*W; la ^yropa^casi toda, ;r^ Ja Italia míso^^'g^ba 
«^W^WlM^ílíf ^fb^rós deji nofte^que haciaA »a^,|rfad de 
J^MR9W%.í,|>«». ^U?^.cf n á j¿8 Mra^ era tairada, có- 



cfói tneéátiicotT: '40 corí«%uient0'ilMi en winentoia deea* 
dencía de laa letráb : ai/í se vé qm en loa moñuitientcMi dk 
latinidad "dd sigilo d68tó|'l<ili esoritoa de Saii' Or^^ioc) 
Ifrande, sua bomitías/sM > ^earüpf' ajsa morales, todo eelá ea 
on estiló vulffñr^^vMfnétoté aatinto^eáque pudo brillar la 
elocaencía; por égeÉkplóf'éñlu eartagratidatoria dirigida 
al rey Retfaredopor lá coiiTertiotí de loa godos & la fé ca« 
tólica^yen Iadírij;tda& la reina de Francia firunequilda por 
h conversión délos raglesesiá qiie dicha reina halna cdo«. 
pérado, y otr¿s semejantes* San Isidoro de Sevilla, & pesar 
dé sil iaitruccíon en las aptígoedadea/ puede decirse sin 
agraviaHo que fué latino adocenado : en las actas de lod 
diferente^ concilios deÉspafia, se vé nn latinordinark>^in 
niíig'üna elevación: hé citado éstos egemplóa con preferen« 
cía, por que de todas tas j^ovinciás romanas fué la Espaür 
ña la que retrogradé nleno^ poi^ la conquista de loa barba* 
ros: el tttraz^ de Italia, ^'Fraínciaé Inglaterra fué por es* 
tos tiempos mueho mayor. 

Los monumentos de latinidad de los siglos octavo y no« 
no, dan tompi^sion éomparados con los del siglo de Cice* 
fbú ; aserian lo que eis el castellano de bs negros bosales 
liomparado con e! dé Iks gentes cultas ; no obstante, á pa. 
sar de lá abyección & i^ue estaba redubidía la lengua latina, 
-toando éUApezaron & restaurarse lab ciencíasi iodos loi 
^ue aspiraban & (búltívarlas sintieron la necesidad de per« 
feccionarae en ella, para podet* conSttUH* loa obras de loa 
nutignos, que todas estaban oscritas ea latín muy eeito. 

Él idioma vulgar en el oriente de EuirópíÉ, era el griego» 

que se hizo' común en todaá' las partes de Asia y el Egipto 

'que fueron sugeíasar imperio romano; pero eneloécí* 

dente jp fué el latfn, lo mismo 4ué eú África: el latín era el 



m 

rákmtí (h tw&mvXifte en'todo^ Tés actoar de in^portancia. 
JLaetMllanzá de las cíendas yaiies se haf ia en latín, por 
qoc era la lengua vulgar } y mtn las obras: selectas de los 
autores griegos estaban iradricidas al latín; • ^ • ■ 

' Cuando las ciencias empea^aron á restaóral*se, ya todas 
las naciones det occidente de Europa tenían su idioma pro 
pió : todos estos idiomas fueron corrupciones del latin^ 
qiie debe considerarse como lá lengua matriz : todos ellos 
eran groseros, como podia esperarse del ti^m^é (te barbau 
rie en que se habían forniádo : no obstante, \á. enseñanza 
de las ciencias se bacía en látin, por una razón muy obía; 
y es que siendo dichos id íonías dn latín cérroínpido, en 
las escuelas debía hablarse un ídioiúá correcto. '' 

El tiempo y la cultura bab mejora'jo estos idiomas : se 
lee bá dado elegancia y la precisión cíe que caVecían; se les 
ba enriquecido de voces muy propias • en una palabra, se 
ha hecho délas diferentes corrupciones d^el latín cíertcf nú* 
mero de idiomas cultos ; cada uao de eÍlos( tiene su ortol 
grada propia, su «Construcción pd'rii¿u1¿it, inácomodabtei& 
otro, y ta^ d/fercntes eíitr^ sí, que pariécé que no tuv/erán 
la menor a]Snií/ad: se necesita alguna Versación en las eti* 

* ■ ,' . •• •',♦■■ ■ ■ : . i . '.' ! ,/ ., I 

mpipgias, para poder encontrar en una voz latma la 

í , • ■ ' ' .' ' ' . • ,' . ' » ■ j ' í . ■ : 

raíz de, una ^aocesa 6 inglesa, Y aun que todos ellos sean 

ya idóneos para todas ía^ ciencias, no obstante, en todas 
las naciones cultas se procuró ensenar con* perfóccíón el 
latín ; y sé ha considerado que nadie puede aspirar al hó. 
ñor de' ser literato, 6 contado entre ellos, sin seí- latino. 

• Como nadie puede poseer un idioma sin hacer uso fre. 
cijfe^te do li en la^ e89uelas,se continuó ensenando las píen, 
^ias en latm; p^r» que Jos escolares se familiarizaren Wi) 
e^ idioma: esto era de necesidad, sea cual fuese el ramo de 



reeiiraipf ptra f»e4Ffeeckiniir9e. <»| lelI^^feMal^^ii^ j|%^6 9% 

hay cieiuiap trab^dafif fp0jA,rfl^%f>rf^iiaclid9^^.q^.^ U fV^t 
tigpBd^, X eacritaseii \rajrios idiomas ^^cia^inentOjen 
fn^U(íé?,X ^fírÍP<^'p* r,^'?®^"fH.^5¡c^t laij^inateraáticas, 
laíií^uticij l ,podria también aiiadirsQ la dialéctica, |a filó- 
i^pfi^ injíral^ el d^recíip p4bl¡c9 jrla econorpij^ ^oUtícal 
Tp<}4í ^í^&paltodes pueden ^ nw ^piaipn. ^pi:ett4^jreé 
»»/ *ÍW «W el^jinilbHck la.l^rigua latina,; ,, 

: ^' v:-' "-■'•■ ':'■ '■: ' r- : . ir-. -. ,. . i 

,^ ^F^rp hay otras ci^qcia^ cuya consecución es imposibl^e 
sin el auxilio de la lengua latina, 9I meóos á los que se ha^ 
lian en el. caso que .nosotros : tales^ sqm todas las ciencias 
ec^esiá^tíoas, la juri^praclencia canónica, y aunJa^eiv^i, j 
todas las concernientes al conocimiento de las antigueda« 
des; es decir la crítica, .^n'latinesíá laJiturjgfia,de la igle, 
sia occidental; está la colección auténtica de loslibros ^m 
l^r^doe, la Anipa que hace fé, y cqyo texto típne la áprpba«» 
cion de toda la iglesia católica: en latín están todáa 
las actas de los concilios generales, no soto de ios <]ue s^ 
han celebrado en occídefite, sino aun jde los celebrados ea 
oriente; puede añadirse ^que la versión latina heeha/deJas 
actas dé estoscopéílios,' tiene mas ^nte^cidad que los,ejeni 
.piares griegos en que se estampa el original : la razón es 
porque las versiones latinas que se^han hecho.de las ac(as 
de los.concilios cfeiierales celebrados ^en oriepte. han sido 
escrupulosaniente ecsaminadas de orden de la Santa Sede^ 
"quien deVpués'dé bien conifrohfáifes con <il óf iginal grie* 
*ígo, iasha aprobado y testificado (fe su confornijdflid; las 
édicibiié^ ' que'' sé han iñécub de ellas; nan^sídb ' según 'á^ 
#gempiaraufehtíco,' y taipbiéu conihWtadás con^él, To^ 



141 

dt^9ís(t0iMH» ^^9^[QM^Áil^^^c(mSí}r^li4fkJi del tepto latina cofi 
él prigiimlgri^o-; e^ ve* 4e que Jc^egen^plíres grlogm^ 
priaejpaln^^te los piiM^cados ^lespues de la d^feccíon de 
i^tfi «acion^ carecen de ctedepcialesi é ínspíraii JU8^psiqq- 
tiros 4edefi,epi^ap7ap 

' LaAiole€phtk^d$las.i3^9Qji!^fStienhi^w cibras de 

ks aantOB jpa^^e», aun J^ de I<>f gripgo$, todfts están en la^ 
^n.; 4eítaJustárJaeekfiki^^lUca.p^ HH^nemos gna «olo obra 
eW noertM idioma ; ilfusíqMe Mj e^ ^spf^ol^ limjjtap á Í^ 
fcífiéoria :de la^ígiiÉBia 4fi \Ei^P^^ : AÚigjupa ab^za^ jos ^qh 
ieci]iMeiiloa.qQP<:íeiinjeiQle}B á 1^ iglesia gtaiversai : 1<^ jpsp^^ 
Brl6te#ÍBaKi!adf^,iIiis.nia«aC<r9P.(lei|a lealtígía^ '^,^«^1^ 
ires d«á 4erocli|a.^n6iú<;M»i io4>P h?^^ «ftcrj^toy e^f^p^^p ¡^ 
íálin. 

Estas son las fuentes en donde deben beber s^ cie^ifL 

geólogos y canonistas. El estudiante que no tiene acceso á 

ellas por ignorar el latín ¿que progresos puede íiacer9i9Q. 

b^á lo (|uesu catedrático le hubiese^ctacjo; con^flo ségn^ 

duar> íJe doctor, y ningurt pa^ dar& adelante: tendrá ca¿ 

da momento^motivos de arrepentirse; de ávergonznrse^ y gj 

,8eprol9njgpa en alguno de los Estados americanos el des. 

^VMÍdp en la enseñanza de la latinidad^ su' literatura retro;» 

«cederá basta ponerse al nivel del <&ig!o nono. 

La jprisprudénciacrirfitfene algunos tnas recoi)so»^ue 
la teología y los c^noner para adelantar dlgoísin d Mxi*. 
lio del latin. jEn español hay buenos redigo* de ley tf; íI^is 
Partidpis, las leyes del Toro, las reeopilodae de CasttHai 
Indias, los autos acordados, sin Contar el fuero juzgxtqtte 
es una mala traiduccion de las^leyes^Iei r^y ^EurioO|joí «I 
^atalc^o inmenfeo de reales orrlenes y céilulaes :;liay itoi^ 
bien un competente número dé <^omenta^orescleesAarleyes 
que han escrito en cástethmo^ 4 que poAttLtenfnfítímtsiy.e 



]4á 

profesor romansistsi, para ennquecerae de esas dot^trinas i 
añadamos también que yk en Bolivia hay un c6á\go de le*' 
giglaciaii civil, criminal y de procederes, para el régimen 
de la Repñblica ; pero se engaña miserablemente el que 
piense sobresalir en su profesión, sino sé ha familiarizado ' 
con las fbentes de la legislación ;es decir,con laií leyes roma- 
nas y de los vísogodos de España, cuyo cód^o por su aa* 
tíguedád ha servido de base & las legislaciones modernas; 
y que por la perfección de sus leyes ha merecido los 
elogios del insigne restaurador del derecho p&lico, Gpo^ 
cío, sin lo cual está sugeto & padecei mil equiroeacióiies 
grozeras, como sucedió al célebre Villadiego, por haberse 
íi^do del testo del fuero guzgo, cuyo autor por ignorancit 
del latin cometió errores muy crasos y deformó las leyes 
visogodas. 

A mfut 4e que, el abogado que aspire á alguna reputación, 
debe ser un orador cuya elocuencia dé importancia' & sus 
iifegatos, si ellos son débiles ; y los presente como inata« 
cables si s'm fuertes : un abogado de crédito tendrá que 
defender no solamentie causas entre particulares, sino 
también ca^was de su nación con otra : si carece de elocu- 
encia, las razones mas poderosas presentadas sin brillo 
híDcen pocoiefccto ; pero se Ibv^ tras si á los oyentes si 
^e presentan con rapidez, vehemi^ncift y gracia ; de modo 
que puede contar con el triunfo* Carneades, orador ateni- 
ense, fué embíado áRoma en clase de diputado de su pa- 
tria : cuándo se le >dió audiencia en el senado, desplegó 
'solicitudes á que el orgullo romano no acostumbraba 
prestarse ; peto espqso su causa con tal fuerza, tal rapi- 
dez y TOhemencia, que Cantón el censor viendo el efecto 
que había producido eñ ^el senado la elocuencia de^ ora. 



14^ 

dor, fué de parecer que debía aceederse á todo cuanto 
solicitaba, y despacbíarse sin demora, comosucedió. Des* 
pues dándole satisfacción á Cicerón, que habia estrenado 
la condecendeneia,á pesar de la severidad de sus principios, 
le dijo que era preciso despacharlo cuanto antes^por temos 
de que se le antojase pedir cosas mas irreg^ulares que se le 
concederían, porque el senado no podía resistir á su elo* 
cuencia, .... 

Este ^mplo es imponente^ para probar «I poder de if, 
elocuencia : si la de Carneados pudo tríUnfai^ en- un tribus 
nal tan respetable como el senado romano, donde figwa» 
ban hombres tan sabios y tan elocuentes como Abrco'Anl 
tonio, frruto, Ciceron> y el mismo Catón ¿que haría entre 
hombres menos vi^rsados en negocios, y menos capaces dé 
contrarrestara ¿donde encontrará el abogado romanéis* 
ta modeius de elocuencia forense que aumenten su fuenni 
y poder? fis preciso ocurrir a los maestros que han ser« 
▼ido de modelo á todas las naciones cultas, á las obras de 
los oradores romanos, y las traducdsnes latinas de los ora* 
dores griegos, hechas por otros profesores eminentes. Con 
duy amos pues, que los jóvenes que quieran dedicarse al 
estudio de la teologia y de ambos derechos, necesitan po» 
seer el idioma latino, 6 renunciar enteramente k todo ade* 
lantamiento en su facultad. 

La utilidad de este idioma para otras cieitcíasv la iiu 
vestigacion de las antigüedades Unto sagradas come pro* 
Janas, la poesía, la arquitectura & no puede ponerse en cu* 
estion : basta estar instruido en dos hechos lMia<^icos,.A 
saber— 1. ® que los griegos enriquecieron sujidtoma,;^ sus 
artes con la rultura de todas las naciones orientales y que los 
romanos trasladaron al suyotodoslos tesoros de la sabi^u* 



éf¿p*e^k. o ^tfela mclúsfria Moderna aVín ño ti ele: 
s^do las art^ al gfad¿ dé perfección en que tas poseían 
griegéi y romanos^ cáino lo conipfuébióiní diaríamenfe los 
fnohúflmntoá de ía antigüedad romané, que el espirita dé 
^yesiígáeíon está descubriendo hasta na€»trOs diaÉ. ¿Cuo 
anios primores dé! gusto romano no ha ofrecido á la ímí« 
&cíoh efe nuestros artistas el descubrimiento del l^uscula* 
nnmf ¿Han mejorado los modernos hasia ahora las re- 
glas que |n-és€ritíéran los antíguoÉ g^ii^os, para la ele- 
gaiíeilt f^Yiáék dé la «rqnitécturáf ¿ñh'y álguíh pintor 
»odeíiio^que|>i»€)dii1t«ongeafÉedehab^r'fgualadó k Ape«tf 
ieA ¿Ha habido ingeniero qué hobiése igualado á Ar* 
qitfmedes? ¿Poeté ñiodemo comparable á tloniero? ¿6 k 
)ü Qienos que ig^le i la elegancia de Horacio, á la na^ 
.turaüdftd; de V^irgiliof Por f^rMideé qub sean los prog^r«K«^ 
j9os hechos en la cÍFÍl»acion yt:uttura«n tuslienpós moir 
dernos, «s preciso confesar que tenemos fnucliD que iiprett 
der de los antiguof^ y que hay ciencias en qde esibipesii*^ 
ble hacer progresos siu los socorros de la antígueitsd, 

Frétbnder i¿{otnífir\o tódo,apartaT6e en todo de lit^ rútfMT 
trilladas, y despreciar \ó antiguo solo por ser tal, no boIo^ 
*éi^Uye utía présundion rldícuhi, sino mucha limitación de 
«idéiis. Sf rto sérraiticfs'ItMi ojbs á la evidencia, confesare* 
mos que siempre necesita con¿\íiTtar la antigüedad el que 
,i)^ni^ á éstetideriy >mfkftfi8ilB coiió<Sfiiient(>s ; pues para 
•e9o es neoesslri» 'saber >lát4n, pefr qUe^n ese'ldíoniase en« 
.ciienlrairatett>#adiAfii totlaé laséíquéans' de<lá sábíduriade 
<los>aíil4fnés. 

Pbra aprenderlo Con perfección ylirevedadi indudable*" 
^^ehttB conduce muchísimo el método que se adapte para 
llt^áláÍAaiza : ^él que generalmente se ha seguido en nne^ 



tras aulaf ^ejptiiiidad , ha sido perverso. Sé popSa .^ '<w^ 
lóveties en las manos el arte áe "Antonio Nebrya, 8Íi\ ningu- 
na disppsirion previa • se cargaba la memoria del estudi- 
aptedeuiipSpíiuUi^^^^^^ p^ra innUiitud qui>á 

mavor de escépciones de eilas^espuestas no solo en iin ¡dio- 
ma que no entendían jsmo con muchas voces sincopadas, y 
por lo mismo menos inteligibles, (kira quien carece ^e v^r- 
sacion como todos los gramáticos |>nncipiantes. 

Siendo todas eaaé cosas dificíles de encoíneñdar &ia me. 
moria, ya por nojcnt^nderse, ya ser por muy minuciosas, y 
fSicíles de es^iparse^i la memoria de los jóvenes ^acjueaba, 
sentían un trabajo duro/ no tomaban j^usto á la enseñanza, 
jr era este un nu^vo mdti'f:o que aumentaba la dificultad dé 
recomendar ^ la memoria las lecciones : dé aquí hs faUa^ 
^ecwntí^ ^n ellas: Jos preceptores atribuían siempre á fal- 
ta de aplicación del estadio del estudiante, lo ijue realnien- 
tt ém efecto.de su i^ísmfi íg^ahm^a ; y en tez de apliic^ar- 
se eUMÉMsoKMi k batear iMiiaitddoqiie ayudase á I9 me« 
moría, de aquUlM, le<4an recorao al rigor ; palote- 
teáy 7 aMte» eran ol Kéniedfó ; él que el» mas inflexible é 
kmtomMe en los castigéli, pa^ba peí* el mejor maestro > 
hipara cm aan^remlN^ %ém «n aecíoma favorito de eétos 
aMUleeálee pfemimiikisw Hé éonoeido un preceptor do 
gratari^ka^ ^pieen Bnienes Ayre&enseSeb* een grande re^ 
piítaéÍMí fi»r lai».«fto»4e ocbeMa del 4gto preeedent^, que 
ea uHa teaSuNi.repictid en su aula como mil azotps, per 
quelesestudiantef io as^rt^ren á construir la a^uÍMl4» 
{rm^M^amt^Cuxmx&inwmUieé. . .. i 

. No.f^ necesario repetir lo que se ha dic}io. lurviba cb les 
pemicioaos efectos qiüe este uso b¿rbiMi9. taueaven JajMral 
4e]oai^veiieli« Sientan Qffiosdeettcueladewb^ádtezalíos 



I4fe' 

de ec)ncl,que recapacitan máy poco, puede sei^CaH foneftfoV 
¿qip será en jóvenes que han entrado ya en la puvertád, f'^ 
A^ cou8Íguiei|te nías sencibles á laVcVguenza que inspírk ' 
la honestidad y la delicadeza del ' pundonor? Pero aun 
para el fin que se proponían )os mismos' preceptores dé \ú' 
cnzenanta, es pernicioso : un joven que sabe que él cast¡« 
ffo ha áe preceder al delito; qt|e primero ha de ser az6ta« 
QO porque yerra, que ípStruido para que no yerre ; que 
fa misma suerte le espera 'si tiene uno debilidad irreme- 
drabtc de memoria^ que si cometiera un delito, no es po- 
$éjble que tenga atnor al estudio ; carece de eistímuló su 
aplicación.* muctios áé abanclonan, y por esta causa se retar- 
da su aprendizage : otros se amilanan, y desconfían tanto 
d(fsus facultades intelectuales, que quedan ticiados para 
todas^vldtt; se hacen ímbéclíes, ineptos: son perdidos 
para ct Estado. ' *' ' • ' . > / 

El artede Nebrij^^sécselente; por qae todas suslrtgkis: 
sfsn e tactos,! f deben- ^er bbserbadas para poseer el ídUma 
/batíii^Io aorréc(»Aiente ; pep^ ¿t método cpa qué se^ ha- 
ce aprenderlo es malo* ■. He oído hablar á persona» intelw 
gentes del arte de Araujo, y preferirlo para la enseñanza 
aii -^le Nébrijn. Yo no he tenido la fortuna de verlo 4 pe^' 
tisir «ic las dilfgepciás que he Jlecho para consi^guírla ;^ pftT: 
imito no piiécio fbif mar im jüi^o compárativO'eiMtre amba^- 
p^o tib^ cabe 4uda <Btíbré le^ ínconveíifentéd^del m^odo 
ardinai'ióde enseñaneza^^por^tié ya lo h«i acreditado la es* 
pertenda. Ertseitó éñ Salta latimidad por mas de veíntp* 
anos D. José Cabezón, y •conmuf^ho crédito: sacsfi eh «fec- 
t<y discípulos muy nprobéchadoir ; pero i^guia él método 
ordinario, y tardaba por lo n^nbt tres afios para perfecw. 
.donarse un joven de capacidad. Durante la guerra Js 
U independencia, la provincia de Salta fué el teatro de 



dh, de< éoiHij^ttieníéi^ ^ho cíHúht fmgúriiñé'i Gabejo» fué 
& buscarfat k'ÉúenoBAyteÁf^ttdeínmedikUanentefuétni'* 
plead^ por el gobierno y cohtmuó ¿tiséfiando : loeg» re- 
hotcM la attia püblicfií por (*ei7f raerse á la enseSaiita par^ 
lieulttfieA qiteliabiV «líenos trabajo y mairhicfréi 

. Tube ocasión de tratar con este maestro sobre el 
método de enseñanza :. le liize mis observaciones sobre Jos 
inconvenientes que tenia, el que. suponía yo que seguía él 
mi^moy manifestándole mi deseo de que se varíase paia fa- 
cilitar la inteligencia y ganar tiempo. Le oí con satisfac- 
cion convenir conmigo, confesando .la justicia de mis ob. 
servaciones : anadió que él por propia esperiencia estaba 
convencido de los inconvenientes del método ordinario de 
la enseñanza del latín, qu^apesar de eso lo había seguido 
desconfiai^do'de si mismo, hasta que finalmente había to- 
na^do la resolución de hacer una prueba, y que habiéndole 
salido muy bien, adoptó otro método, y era el que enton. 
ees seguía con tan buen suceso, que en ocho meses perfec* 
eíonaba un di^pipulo, cuando antes tardaba tres años. 

Cosa semejfamte me ha asegurado éf Sr. B. D. Jo?é Ma- 
ria Bedoya : este señor propuso al claustro dé Córdoba, 
hacer un acuerdo en que se ordenase dh método huevo de 
enseñanza en las aulas de la Universidad : él c1atré.tro no-, 
ae prestó á ello, ni pudo persuadirlo con las raton^fi que 
espuso r entonces prometió probarlo con la esperiencia ? 
para ello eligió cinco niños, y se contraje á enseñarlos 
por el método que había propuesto ; y al añoenbal pre* 
sentó al mismo claustro sus cinco discípulosi tan bien íiiíí- 
truidos como los mas aprovechados de los que teniuii tres 
años y aun roas de aida* Ni el uno ni el otro me hicícrorj 



4^1 de üiS/n^tOílM nta^ym f^rom ^^üvia pi^Hii o\)M*) 
ner9e dflniMHM Sr, Sedojr^ 99 jA4tcidu y Adépti^ns^» 

^tr«,tapto yjQi4ar4el quetme parece q«ie pro4«cUriii,lo$ 
b¥^o9.f«Mlt«4(Mi t|ise ^de^oan, m fiar m^cho é^nü nfiu 
nion, y muy^iix^e^^ ik ipmffirir iÁíOii^i^^m ]i% p»Ob«^ 
do. Suponiendo pues que cuaudo un jóren vá á la áilla 
de latinidad debe estar bien instruido en la gramática de 
su idioma natal^ y áe consiguiente conocer bien las parles 
de ía oración y la deirersidad de géneros en los sustanti« 
vosv adgetirps; |ie debería empezar por aprenderá de- 
clinar los nombres' y conjugar loa' verbos. Sabido esto, el 
estudiante conoce ya el inodo de terminar de los declina- . 
bles según el caso en que se Hallaren ; fas raices de los ver- 
bos, y sil modo de terminar según los tiempos^ Con esto : 
solo, le ppndriá el diccionario eff las manos para que em- 
pezase á traducir, y enriquecer la niémona de voces y dé 
significados : cuando conceptuase que estaba en aptitud 
de traducir bien las reglas ya de géneros, ya de pretéritos 
6 del libro cuarto, y compi^nder su sentido, se las haría 
«prender de memoria; y está operación seria fácit pbrqué 
se 4iprefid« profltameate lo que ^ cpiqprende ,5 y Wen 
aj>rendidí|scft^^,j8Ínlí^i?tenor dificultad 8(i baria cargoi de. 
1% d\yer^«lfi4 ele praqiques, Ij^sr^iriJ^cione^d^ilus módos^ 
y }p(%«rc¡tír¡^ en cfliftijuir, ó loq^ue es lo mjsiqoi^ en tra» 
dqcir del captellanoai fetift dí^rentcai p¡??ias, ^ q,W en d 
aníiguo ^tpdo fe \\fim4¡^^^^^ cqinpyosi^íoi}, X^Hm 
la precipicio de haWwr^n b aufo^ y ei^tre s,i ^» esí^^>^^ 
siempre ^nj^jlíift^ .. . r * *» * » 

-Por este itótodbéí aprendizaje diellatin no mh oae^í. 
tttdio fatigante de pura tutoría, ni sé presentaría x>ém^ 
u¿ todo compüési» de partes miiwtísiiiias remid^m. 



» w^ 



i 



acaso» éurlNtrftrifiinente «m i^ptAecrion ni adher^^cia eiilr«^ 
ai ; seria un estodio reflejo que máiiifaitate el mecanismo 
del idioma ; ofrfscería íi tá obaérvacioo del es^iuiiaBté la 
taiso por qoe ttft verbo rige mas bien á aftusatiwo que nor 
nnaatÍTO) dalÍTO & aUaliro ni«9 bicui qm aicusalii^o &. Ka 
la graniMea cáatelfaBa habiai «jireñdido! lo que importaf^ 
ban la« parliealaa ife| «A jMira, por »* loa adverbios oifotuf^ 
áá émie % loa caaos qaa ellos rigaÉ ; y al caa$tr4iirlos ea 
ialiii sabría espreéarloa par el aaodo de lermíoar el wmn ■ 
bre, que tanto vale como saber yá «1 caso que rige el veiv 
bo. Ooikio todo estol» Wen poea cosa, «q jéveó da |iie« 
diaoa «apacMad no paede tardar auichos ni^ses ea wm^ 
prenrierlo bien : el egerrieio. perfeocioDaría I« obi*a % pii* 
es á Mto solóse redocea los cuatro primeros libros del ar^ 
te de Nebvija i ol resti» def tiempo^ lo éoiplearia ea d lif^ 
bro quinto, cuyo aprsndisage aoqque utilfeimo^ es no ob«i^ 
tante meaos necesaria que ka anl^ecedeii^ 

l^os idiomas vivas de las naciones cultas de l^uropa|Co«^ 
mo ^1 france9^iaj|[les»é it^líano^no deben ser un obgeto indi*, 
ferenteparacualesquier Jóveq que desee enr^ue^cer su %^x\m^ 
^4ímient0^ y apropiarse loa, co.fK>cimÍQBl!0«i que. estas, ^a*. 
ci(^ie9> bai^ Mftuií'iMo cpn inmensas trahi^os, peiigrQe y 
desembolses. Después q^i^e. Descartes depreciando (co^ 
me merecian serle) todos les sistemas filosofóos spbre físin. 
cay aslsronomia que le Mbian pfecedic|o^ abTÍó una nueyf^ 
rula á las investigaciones físicas^ y. aatroi^¿inicaS| son in^ 
calculables los progresos que ban becbe eu ai^nbas ciencias 
los franceses y los ingleses: el resultado feliz de una inves^ 
tigaeiun íiwca. prpvocaba á otras, y el de estas á í>txm nue- 
vas.: siiijediiS. Ipniísn^o ^n. la.mateinátí<;a?, y e^peciaim? ete< 
oo la iist4fonomie, en la qut se ban. ajílalantiido los conori. 



fliiéntoiy qne han dicho con razón ]m s&bioaquees mejor 
conocido el cielo que la tierra. 

Apenas pueden creerse fos trabajos, peligros y molestiaa 
que;^hao|arrostrado los hombres» ya por mar, ya por tierra^ 
por resolver algunos problemas físicos 6 tnatem^icos: eHm_ 
to no solo á espensas de los príncipes y del tesoro públir 
có; sino que muchos s&bios k sus propias espensas hacen por 
enriquecer las ciencias, lo que eljpas avariento del mundo 
no habría arrostrado por atesorar caudales. Mil egemplos. 
podía citar de yiages científicos hechos por partioulares á 
sus propias expensas con este laud^e obj^o: basten por 
todosy los viages á las regiones equinocciales de América 
por M. M. Hunboldty Bonpland á descubrir las nunifi- 
caqioues del Orinoco y las producciones vegetales déla 
Zom Tórrida, la altura, ramificaciones y naturalezfi de las 
monta&as, y determinar por medios astronónMcqsla posi- 
ción de algunos lugares, y otras curiosidades de queabua 
dan las obras que después han publicado. Otra sefiora 
francesa, de cuyo nombre por ahora no me acuerdo, (ni 
tengo medios de recbrdar,por hallarme cuando escribo estd 
enteramente destituido de mis libros, v sin medios para* 
suplir su falta,) hizo desde su pais un viagé á norte«Am¿« 
rica y residió allí algunoa años, solo por hacer «na co- 
lección copiosa de mariposas, para enriquecer el gabinete 
de historia natural de París. 'Después de sus viages, to- 
dos estos investigadores han publicado I09 conocimientos 
«rien tíficos adquiridos por sus observaciones, y hay obras 
de muchísimo mérito con que se ha enriquecido la Bepú- 
blica literaria. 

No son menores los adelantamientos que se han heclio 
en el comercio, la política, la ecoriomia política, en el dest^ 
<^ibrimiento de los intereses de todos y cada uno de los 






gftbf inetes de la Ettropa ; en lá cieacia de la le^ációiii en 
derecho público : -sobre estas materias como sobre las físi* 
cas y matemitiiMiSy franceses é ingleses han enriquecido al 
mundo con obras preciosbimai : basten por todas las que 
pudiera citar^ las coteccicmes de los debates de M. JNh Pltf» 
y Fox en el paHaroento de Inglaterra ; y la de las aren-^ 
gas selectas pronunciadas en la tribuna de Francia desdé 
que se proclamó la República : son dos obras que pueden' 
considerarse como bibliotecas de los hombres de estado 
(en un gobierno representativoi todos los ciudadanos lo 
son) De ninguna de ellas debieran carecer los literatos 
de las nuevas Repúblicas. 

M, de Pradt observa que los italianos están casi tan 
atracados como los españoles en su literatura: no obstan- 
te hay ra^os en que esta nación ha tenido siempre un gus 
to muy pronunciado» Ha dado ecselentes poetas, arqui* 
tectoa, escultores, pintores &; se ha distinguido también 
en las. investigaciones para descubrir los monumentos de 
lii. antigüedad romana ; y los hallazgos hechos en sus es- 
cabaciones han presentado á la Europa bellísimos mode- 
los del buen gusto, que han servido á las ciencias igual, 
mente que k las artes : sobre estas. materias se encuentraii 
obras maestras en^ italiano, y en indecible el placer que es. 
Pl^rimeuta una persona aficionada á las letras, en consul- 
tar & los autores en el origínaU 

De los idiomais orientales, griego,hebteo, siriaco, caldeo, 
^e iiitentó no he hecho mension; no por que des<K>nosea su 
utilidad é importancia ; bien sé cuan inmenso espacio 
abre á nuestros conocimientos la inteligencia de ellos. DóS 
razones me han movido á omitir tratar de eso-^L ^ por 
que he procnrado seiSirmé á lo mas urgente de nuestras 



omoeüifíée»; me piírece^iie h pq^eiiw é m%^igfi^0i%, de . 
loe idiotiiM tóbioft de £iivopa, um pueden pra^r ep e(itft4o 
(k Henar honosablemealie los deeüa^&qiie podemi^flheer 
llett^deb per nueslr^alej^fti. coastitucioiMiles^^ ^ porque; 
«9» «fttMTams en Aináríca les ehr^ d^aioas^ del Orievi^ ei^ 
el idionia en que se efl(«ríUere|i> que uo^ literato pedia mt^\ 
bien baber aprendido es09ÍfUoim&^ sin poder jainas hm^ 
berk» h las manos para estudiarláe. 

g. 16. ; 

XOIOMAB^QUE •£ TRATA BN XL ANTSálOR. 

Se haría un concepto muy bajo de lá éapatidád déP jí* 
ven que no síntiesp li utilidad que le redultária de poeéer 
los ídomas sábros de la Europa, y él hidtiré ^ue cien éñck 
fiaría á su literatura ; pero quizá haya a%uñ# que dudé 
(ie la necesidad no echando de rér cuaádo» é» lé preis^ta« 
vk la ocasión de hacer uso de ellos ; á estos es precito de^ 
seiigaBan 

IHq dicho arriba que desde principios del sí^fó pasadd 
se han hecho adelantamientqs inmensos én física espérí« 
rnentai, en las matemáticas, la náutica, en política «él^ éfcd- 
noioia &. Son innumerables los secretos qUe 1é haarrán- 
pado á la naturaleza el espíritu de análisis, de. observación 
y 4e cojnpiu^eipn» gMí|JiA,íMMiiiift4^aL4o?i ^aAumli^t^s^^o. 
iffjímíkiiimiim^^'mf^^mvmr^f^* Jff.^>'<w!e»flWi h^:4in 
^f¡^^^ l^,PW»fi"P2^W"^S gu^fha.d^trui^ .^a.cnítica^ y 
^l^tiisdio df, hí?*.Wl^a^'Hl^í^,I.XiW^'í^^^ M reotiü^^^r 
iU lo» cimoeiiniftait^^/nííííHrif^ íJ<?, gobierno^ d^i l^isla.ii 
f ijwi;,td^,d€^fedkoe ei?MMipP?# y ;OlTW variase £1 teatro 



153 

del mundo político ba variado ; sus intereses y relaciones 
son del todo nUévaé : buenos prindpios deben regiirlasíl ' *' 

-Sería cosa may triste y de^i^ds^nte, que un ciudadano;* 
de los nuevos 'G9tado9ha)bieiMÍ9'enifireiidid9 ^ -qd'rer.a 4s r 
las letras, se encangase despro7Í8tO'de.f|l|(anos <H>q<vcin(|i« 
entos sobre 1^ mayor parte ^€fsos^geto4^ después de.hau* 
bar sido cqndecorado c^p jun^s barlasid^e doctor, sea en sa« ^ 
grada teología» sea.ea jupisprudcincia civil 6 canónica. [ 
Cuando Qrafloos'coloiios.fs cuando. la ÍQqi\i«iicion |>erseguia^ 
coa^o á hechizeros á tos quQ sabifin un poco mas de fisicsi 
que el <!ómiia de laa^clqictpre^ ; cenando projbibi^ el curso • 
de libros4ife<Hmibatian.Iosfal^o^.pfii\cIpio9 dí^l f$|udalífiu 
no>; ^cuándo cruzaba de «cuerdo Oími e! gob¡^fno,el e^tgi. 
dfor|de h» eiepeias elmctuf^por temor, se deqi^ de que \^ 
jóvenes se bagan inaleriadislas, un d<^tor xt^ las unírersL 
dades^1<«i dominios «íq>^£io|ef, s^bia bas^ntei cuañtdaba^^ 
viaítriinquekdo loS:tQi)(|^rpnesde ,Qqti, Coueit, Suare^ 
y Yatfquea, llMadosú cabeza 4^ si^tilez^s escp{^^tic9% y. 
iN»l^dose raiarjar^Bofismlis para.fuvplver ^ uoi^ntagí^ 
Dista ; sí podlk iieforir el (M&logo de lo»Qoncilips,9eiier<u 
lei^ enumerar las bereg'ias, eonoiliao* algunas aparente^ 
coatradiciones de los libros sagrados^ se le consideraba 
como un pozo de ciencia : era ún hombre eminente. ^ 

Si se tratáb^ de materias morales, el qiie hiA^ia estodiai: 
do al padre Cocinia, leído á Lijgurio ó Coleto algunos de 
esos otros fabricantes de pecados mortales, era un hombí^ 
de consejo. * ;..,.: 

Eamaterias de jurisprudencia' canónica, era un grátíd^ 
hombre el que c^oeia el cuerpo del derecho i^gun elor^ 
den de sus títulps^^y de las materias de que se ¿rata en ^í*/ 



154 



eTque sffWa ,<l¡§íjnguir,^ntre |a aM^oridad del decreto de 
OFraciano, la de las decretales de Gregorio nono, Ciernen, 
tifias y cxtraVájfÉmtes *''eí qíie co6ocia liw <janofi¡8tas c€- 
ieÚrcti, y se háHaéti éíi «tádo dé *BCÍf lo qnc «obre una 
Miateffá dada op!haba 'Fágprtahb, Reinféétuel, Wan^peh y 
ttlgunoB otros.' í^o^có mas 6 meniw éucedia lo mismo en » 
la jurisprudencia civil. Cádá tíAo de estos en éú téspec- ' 
tíva materia, preiéntarík én caso nectesario sobre un afi¿«i- 
t(i dado urta 'diseftacióñ ftiiiy erúditíi llena decíta«,autdru ^ 
Jacles, doétrÍ«a8& nada dejaría qué 'desear^ sopueáto que 
la materia sesífiese ^rectóámentéa un aáféñto teol6gr«o,ca^ 
tiónií^o ó civil; peW Sí pSt- ¿¿gtacfei se mesehAan en. ét 
oTgunod ^uTilbs que se fosasen feim oítras materias di ww» 
envolvería en erudítíon y doctriftai afiles- di«páratebfVntéí, 
d^^ría compasícín. 'tPdr^íóe? por que fiada éias .liaWá; 
apr¿iídído que la teología 6 íos éftitóHesV fr^ *íi-e¿ho fct- 

TÍl." Nadie éeri buen Wogo. I>«^*> <^n<>*>«8** *»'^" i'"*"***' 
t3s ni blien'móValistá, sih tenef regulares nocibiies da hs> 
dbnrfaü" líaturMés féxaeta^ lias ^cáene^s isoo «oiíioJaP/ 
viftiitfeíí/qiie ñingtírfat>fce puede tener en grad^ififiinep^. 
sofá y sin se*r«uxi»iaita de otras. 



■í' '¡'tí!' 



Antes a?.la.W'»»«!pa°¡í>!' ^'^ ^'^^^'^^''^'?'^ '^^':^^^' < 

tí»* í m qj.e,B¡,í«^pn?eñaniea¡^ pej^itia, ni lo? Iitros.que 
teaM'^ 4e dlM p««f traban hasta nosatro? sino en muy cor- 
to número, y eso entre gallos y media noche. Mas ahon^ 
q»e los libros científicos puedep venir sin pbstácalo ; que 
está,anVos ingreses de ías Repablica., de los ciudadanos, 
i¿;fe-t«dos'í¿sVami;yco.;o'c'¡fe;delite,^atüra,sena 

;,;.;f d^^honoranie para los' ¿ueros republicanos qüeno 
•i,.ti.-sen el noble empeño de instruirse en ellos. 



Acabo de decir que ninguno se puej|e Jierfec^opar jmi^^^ 
sola ciencia sin el fiuxi^io d^ otrttii^ :; nadie pjiAede aer.buen 
teólogo, buen canonista^^bifen *^|)bk0gado« buen moralpa^w 
mucho menos buen legista, sin ^^ner nociones regulares df 
física, astrQnomifi, g^Pgrafi^ crítici^ y oirás i^inejan^egi 
3in los socorrps de estes ciencias^ los profes€¡res dejas fa« 
cultadea^clásicasestá^ij^^puipstos á ;iiff;urr|i: en. errores de 
gravísimas consecuencias : ,ésta proposición s0 prueba me^ 
jor con ejemplos qoeom mil racjbeipkÉt^ pot loqué me 
peráiilír¿^uMr\de dios para que se lite . pl-ácticainente á 
cuatí graves errores están sugetps los que lais ignoran. Uia 
iloctor teólogo que según él crefat sabia mufelí», o,ia^ una 
eisasíon hacer la descripción de ]$ magnificenpia die) «Vati^ 
cai^Q,. y la interrnuirp^ 4^f if^ndo, , ¿En su; tantP' sei^^ f^oa^ 
la cfsa de Cobosl Pu^s la casa de .Cobojí no, e^ oms qu? 
un edificio mediocre, aun en clase de obra partic^ul^r, 911^ 
elegancia, ni asomo de magnificencia* EstQ sucedió en 
Córdoba. 

'£ti>Ckiquizaeá un abobado se querelló crtminslmente 
-ante el Presidente Níetb, contra un fbico qub Haniado pa- 
ra curar i^una pacienta 8uya,atacada de núa fuerte fluxión 
k los ojos, le habia aplicado un cáustico sin noticia ni con* 
sentimiento de sus deudos.' He tratado con un eclesiásti-^ 
co de una carrera lucida muchos anos catedrático, óposi* 
tor á sillas & que estaba persuadido que Santa.Cru4 de 
fa Cierra y Buenos Ayrea estaban en un mismo grado de la- 
titnd. iQtí9 podría esperarse de estos segotes si liubie^eh 
t^do niec^idad dé tratar ó decidir algún asunto grave, 
i|tte se rosase con nmlerias que les oran tah estragas, sin 
que.ellos se apersibiesendesu.'propia ignorafncin? Lo 
que en otras ocasiones ha sucedido per igtid 6ausa. Por 



Í^tí(y^íkiiW^^á^}íMé%htbtifiejo cié íúdíM éi^idii6 tAia 
^léliPGhnclefi, ^k'át|^ IÓ0 buque*; (i^rociedenteié dé¿lda püelrtóa 
4i»Í!^|iáfto/<^ttik:fehtf^ÍEi2dg^, FiDiesen AdéÉii¿tirg^r á tá 
ikiáüá ril^tfdé iPbfosf, féti etii¿v ios'ictíMoii^ue dcasl^^^ 
^ába bo dmd<iétío6 ^i> ti^rá 'desdé ^Buenos Ay res. Por 
lltidrancJa éü nlullcá ]^ fikiéél, eñ Líáiá^'á |rrlDeipío^ del 
ii^o pasitfdór, pro¿éfdiSlá itiq'úhÉltiotí tonirá tin pflotó hái 
iril'qüe didl GaftáD iír*V!tfr)^hlÍÉo biídi un ríajg;=e en metiioi 
«te bipitád d^l^tíempo que bitbia empleado asteé el bnqae 
mal» velepel £}u Roma gípio lai^/ltienipo^'y- peréoióiea 
ñd en uocalabózo^iel táfirigtie Oalíleoy porque enaeftaba la 
étftabíiidad'dd io> eá eF^entró de nuestro sistema t>lailetd« 
tío, y iel movlmiiénto dé la tierra tti contorno de él ; y do 
^t/idú jUaatiAl hi bacter' tnj vktké á la vtitééié quo ^oiiotia coa 
fóda daridady^^ni áig^ñá'r &fds hombres con aiia íttraétaU 
clon ajiáreñtfe. "-* '" "'" ' '' 

En el siglo 5. ^ se condenó en un concilio africano, la 
opinión de un Zacarías que enseñaba que la tierra era un 
g^bo habüadp en todas sua partes-; ppr qn^^sedefif^ qud 
esta opiíuon lairorecjj; la, heregia dejos pjireadamilas, ^suj^ 
Agustín á pes^f de la, penetración de su ingenio, cajrd eii la 
luisma equivoi^acioiji de los padres del Cloncjlio: a nndpg.^ 
m^a úe fé asociaban, ¡lin sMj>uqpto fa^o: la cp^fie<;iif?aicí^.de^' 
bia ser errónea.. , , 

, £s lie fó| q^ertqdos4os'lKiiif})re8 que bastamos la tiernk 
(Kíscendeiiiosde^ Adan^; es de -consí^ieotü ^una iieir^'á 
aíir;iif|r»!qAieJ)ajl soto» 4a;tierra. ^mbr^ qjae tiepenWf&i. 
rente A(ígenque<eLíleJídab c estecetfel dogma. ffá/iiiÉi* 
bien u%|i^/L4io:bi^tóríco tf^ckrtoiQOffloel dognm^y«si|i^ 
AjJan y ^u^deso[eiu%iKtfS.priáiero6 habitfton4as «play^^^ 
baqpal€«« A esii^^eodiMérelloab áaadián^ que era^ impo^ 



16* 

síble «lue los bombres pasasen por ddbajo de la 1én«f. 
equinoccial sin ser abrazados por los'arA)ffesdfel Sol, ^úe. 
los malaria ; ^eera an error flbico. Véase como díso6r« 
ría el santo doctori el faombre decia fué criado en las ptn 
^ás boreales de la tierra, y alt» batHlat^ra sus priftieros 
descendientes ; esto es cierto : para que huya li«biíii 
lantes en^d emirferio opuesto del globo, es necesario ad« 
mitir una de dos cosas ; 6 que los descendientes de Adali 
pasando por bíijo áe l« Hnea equinoccial fueron 4 poblar 
las partes australes, oque los habitantes de estas regio*, 
nes sean oriundos de diferente padre, criado alK mismo : 
esto también es cierto; y sin ecsaminar la posibilidad, 5 
imposibilidad del pasage de la equinoccial, roncluia que 
no había habitantes en el emisferio austral. Si S. Agustín 
hubiera conocido las diferentes causas que modifican la acw 
eion directa de los rayos del soí, hubiera sabido también 
que ios paises equinocciales son habitables, que en mu* 
chos de ellos se goza una prinlairera perpetúa, y bubrera 
discurrido de otro modo» La falta de física fué pues, la 
que pretendió colivertír en dogma religioso un error paU 

pable« 

La falta de conorimientosastrimómicos fué también la que 
influyó en lo» inquisidores de Roma para fiarle una iutit- 
pretacion errónea á la sentencia de Salomón térra in <eítTm 
num stat ; y en los de Lima la ignorancia de la nkútkñj^y 
de allí vino que los unos persiguiesen iGalíleo comahere« 
gCj y Iqs otros al piloto como hechicero : e/i estos d.Qs ht»» 
chos la ignorancia ha producido un error teológico, y el 
error teológico la jurídica persecución dedos inocentes: 
Juego el conocimiento de la^física es conducente al teójo* 



t58 

gOf al intérprete sagrado» al agente de la /usticia, al ma- 
giatraiiio y taroDién al legislador. 

No pueden leerse sin asombro laó inepcias y ctesatinpS| 
«]ue con tanta gravedad y aparato de autoridad escru 
ben juristas y moralistas en el tratado de (/suris i sus ar- 
gumentos son de la calidad de los que se bacian contra eí 
paso de los hombres poi bajo de la equinoccial^ y contra 
el movimiento de la tierra &1 rededor del sol. La falta de 
conocimientos en él valor y variedad de las permutas, ha 
hecha dar una iptjQrpretacion absurda al texto mutuum 
datCf nil inde accipientes 3 todos sus argumentos se fundan 
en que el metal amonedado es improductible, pues tiene un 
valor intrinseco : principio ¡evidentemente falso, pues él 
es vendible como una vara de pafto, cuyo valor sube 6 ba« 
ja segiin la eapacez 6 abundancia como todo otro efecto. 
Como el sistema choca ^ la buena razón, se hace uso de 
mil sutilesas fútiles, tei^giversacion de voces y embrollas, 
para desembarazarse : nada es io que llaman lucrum eas- 
mutuo proveni^Uf y las restrjccioiies de lucro cesante^ y 
damno emergente, en cuya regulación se pierden en tasas 
arbitrarias^. Pero todas las argucias y sutilesas de escue« 
la, no podrán hacer que esoj[]ue llaniaa mutuo, en ultimo 
análisis deje de ser una verdadera permiita,en la que se anti 
cipa dinero á un precio» para comprar dinero k precio íq. 
ferior, del mismo modo que los acopiadores de granos an- 
ticipan dinero á los labradores, estipulando el trigo al pre- 
etd ínfimo de la cosecha, que en el tiempo de la paga val- 
drá mas ; sin mas diferencia que el uno compra moneda 
por moneda, y el otro trigo por moneda : mas la utilidad 
que el comprador en ambos casos reportH, viene de la an- 
ticipación con que se deiiemboUó el precio* Tomos ent^* 
tos escribirán sobre esta materia juristas y moralistas, sin 



ISft 

poder asignar en que ést& \n injusticia intrínseca de un 
contrato ceTóbrádo entre dos partes hábiles, cuyas condi^ 
cionefi se han estípulado con todo acuerdo, y de cuyo cum- 
plimiento ambos contrastes reportim conocidas tttilidadeiSf 
como sucede con el dinero dado, y tomado á interés. 

;De cuantas leyes absurdas, de cuantas resolucionea in« 
trkisecamente injustas, tanto en el fuero contencioso, co- 
mo en el de la conciencia, no ha sido manantial fecundo el 
error deque el metal amonedado no es productivo ni va- 
riable su precio! Sin embargo de este error funesto, han 
participado príncipes, legisladores, tribuna]es,artos magis- 
trados y subalternos, pontífices, algunos concilios provin- 
ciales, doctores y directores de almas. ¿Pero que ha su- 
cedido? La evidencia, el sentimiento de fai utilidad, ia es 
periencia del provecho^que reporta toda la sociedad, ha 
prevalecido sobre las leyes, ordenanzaé, cánones, decretos, 
censuras 8l y el establecimiento de Báñeos de descuento, 
de crédito público, giros dé ditiero á iiKerés se fta gene-: 
rali¿ado 7 con lo que el ^omercio ha tomado untt activi- 
dád^ctílbulablé, la industria ha encontrado fbrtiéntoa, los 
gobiernos- un ittedio de satisfacer religíosamenle sus deu- 
das, sin arrtíinai:' sus rentas ñi grabar á los subditos. Las 
W>!acioné8 entre los pueblos y la» naciones sé han estrecha- 
do, trabado los intereses, desterrados los zeFos, y alejado* 
pretestos de rompimiento : la moral pública lia mejorado; 
por que se ha conocido que la delicadeza en cumplir sus 
empenos,e8 uñ recurso asegnl'ado para mejorar la fortuna, 
Una multitud de brazos que sin el recurso de recibir fon« 
dos á premio, quedarían inutilizadas á la sociedad, viviri- 
an^ consumiéndose de miseria ; encuentran empleo, medios 
de adquirir, y establecer sus familias honorablemente. P<>^ 



m 

fyk ao* toi^a y ^ p^lpaqqe eV pinera no solo es, productivo 
Cui^q^Q S9 f^esembolsfi} sino tambiefi, qa^ guardado en. las 
afeas dj^l ban^queiro eM^ pfoi}i|ciendo, eoitiqu/eciéudolo, y 
^miqueieiendo á otroamnchos. 

¿Como podrá la buena razón condenar contratos^dé qué' 
tanto bien recibe el hombre en lo físico, y en lo moral? No 
obstante ellos han sido un obgeto de ecsecracion para las 
leyefj^^qne por falta de inteligencia en la economía los han 
combatido neciamente. Ya no se privará de sepultura 
ecl^iástica, al banquero que muera ejerciendo su profe. 
sion. Ya un confesor prudente no se atreverá á obligar 
a^sií penitente, á restituir las ganancias adquiridas dando 
dinero, á interés y lo que es aun mas, los legisladores no 
se ocuparán en poner tasa á estas ganancias, enmonóse 
ocupan en ponerla á otras especulaciones. 

ífe parece haber probado que la ignoriiiicia en la física,- 
ep la.astronomia,,geO0'afi;a, economia & puede producir, 
errores an teología» ea moral> en jurisprudencia, ^n l^is? 
l|ueÍQn<: tomismo podría probar de lafaka de crfticii y de. 
otrps varios ram^ de literatara; pero por no dar tanta 
Ci^en^ion 4 un asunto que pora mi modo» d^ver las. cosas, 
es Qvideati^, omÜ4)í hacerlo. Creopues, que na^ie pued^ 
pr^tofider 6 fi|ppun n^diapio teélogir?; .moralista^ canonistil^ 
3^fnijicÍLo jpien)(^,egerc(ej^^igAamenie la? augustas función^, 
c}p; ri^pres^i;i^ute, sin ^ner A ^o menos wocioi^es general^, 
^1} di£.iC9^tes fainos 4e .f^ciepcias naturales, y letras hu- 

*¡^^¥f-/; . . ..... ,.'.;;.. ..!-..- ... ... . • — 

^Bs conseguivlo 'Creo^neeefijario el estudio y conocí J 
mireinlo d^tos difieréntes idiomas cultas de, Europaj por) 
cfueenejioisecnscuentran la^ fibras mas selectas sobre tOi-. 



i4i>]9(V^ cg^fíR íe, BiJüPpft, par^ a<|q/]ir¡r mediiioi^ ¡na^rüc-^ 
ciQAi 9a ki3 <?ieíi9ÍW } B^^^Q^ste Pbgetq por ?I lado 4e li| 
inor%l,iiní ^t^Va*^4^cí? qu^4 lo^ eclt^fijástico», y mo^ 
particnlarmente á los cura^, les es n^qejiarip para que sus 
coslutnbres no se corrompan : esto parecerá quizás una 
paraJoja ; pero espero que se me hará justicia y se con** 
vendrá con migo. 

^uppn^mos que un jót^ dedicado á tos^estu^ios, y taín 
bien muy aplicado mientras fué estudiante^ irolnpleta su 
carrera^ recibe una instrucción completa, pero s^i^n se ha 
acostumbrado, ha i^rovechado tcgii^o^quees capaz dep^t 
^ar puntos al pié de una, cátedra y subir á disertar sea en 
nuaterias teológicas 9 de derecho canórM^o y civil« i^^ue^ 
de conced^rEie ma^f Con (an bellos pifincípips ^ qrden^i 
)|izo. oposicioPj se le dí^ qn cqratp, y fi^á á servirlo ; ||e^ 
w6 ta^oabjeii su bibliotepa^ «s decir ^s autores, dásícps d¿ 
las materias que ha cursado,y ayunos de éntr^tenim¡ent;(ú 
mas como no sabe mas idioma qué el castellano y latino» 
«US libros serán los que ét puede entender; 

|!n mi. curat(x de campp»^ re(y'ra4p del tra,to df gjfpte<| 9^ 
Ti|i^da8 y nm mm fitepcípp!^ que lafi del míni^j^f íp ^(^^ 
que p(i;y,pa;rá fl tiempo q^e le «pbrfi? ^cpntinnará estudi^tip 
do feologia 6 j|]^spr^depc^a^ con la misipa aplicación que 
i^ja cua^^P Pepr^parab^ 4 upa función liie^rjt^f píff^ 

«¡^y*MK^'Wiííwiw.8 j?p«Uw^^^ qu<»^ ^ 

twWo dp ^^m^K^X'mm qn P^^peto^et^^i^^^^ .e^mjf 
íV» mí!^^ qw.P Inegpíburre y cftq^%tid¡o^ j¡r^e ^3^ 
^íp^n^S ijue ^ inpojstpnible, ^^n de^^to de ei^ps cstuj|íys 

2V. 



iérioa qcurríri a los libros de entretenimiento ; tttas estoü 
también leiilos uña 6 dos veces dejan de serlo ; ya no se 
les toma gasto, se arrinconan ; y á la vuelta de año y itie- 
dio ó do8y ese joven que de estudiante era tan aplicado; de 
cura ya no abre un libro. 

Mas este hombre que ha gastado su tiempo sobre los Ii« 
bros, que del estudio ha hecho toda su ocupación. ¿Que 
hará viéndose sin tener que leer, ó mas bien sin poderse 
contraer á leer lo que tiene? ¿Pasará dias muy aburridos^ 
su alma necesita un entretenimiento ; no tiene pábulo coir 
que nutriría : buscará necesariamente distracciones para 
llenar el tiempo : si el lugar lo permítese dará á la casa»& 
la pesca, criará perros para aquella ; pondrá su afición en 
cuidar caballos; tal vez también le entrará el pensamiento 
de adiestrarlos en la carrera ; le ocasionará distracciones, 
faltas en su ministerio, malbarato de sus rentas con perjui- 
cio de su iglesia, y. de los pobres. Todo esto es bien raa* 
. lo I sjn embargo, no es lo peor. 

Si el lugar no proporcíooa las antecedentes distracción 
nes ; si es una puna que obligue á vivir recogidos en su 
casa á los hombres. ¿Que hará el enrasólo «lin comunica- 
cíon? se la buscará, la encontrará en los jugadores de pro 
fcsion que corren detin lugar á otro buscando a^quicn de- 
sollar ; se dará al juego, 6 á la bebida, 6 á las mugcres, 6 
ial viz'á todos esos vicios juntos : será un hombre perdi- 
do á la sociedad : he dicho poco ; será pernicioso á \ú so- 
ciedad, y ft la religión ; por que siendo ya inútil para lo 
Üoéno'j será' un hombre eiscaridáloso, cuya relajftbion coír- 
rorSperá la moral pública desús feligreses; afrentaiéi los 
ííognias y la moral de nuestra santa religión ; liará despre 
riable,y odioso el ministerio; y dará ocasiona que se 



] 



163 

blfu»feiae de Jesucristo, y se calumaio al cuerpo del clero. 
^Que consecueudas deplorable»! 

Sus desgraciados extravíos son mas efecto de la educa* 
ciou mesquina que recibieron, que de su propia deprava- 
clon. Se les cspnso en ún puesto saniamente resbaladizo ; 
se les espuso á tentaciones muy fuertes; ño se les proveyó de 
armas para el combate ; ¿debe causar admiración que no 
hayan podido resistir á pesar de sus buenas cualida* 
des naturales? Si estos desgraciados cuándo hicieron 
BU carrera literaria, hubieran sido iniciados en diferentes 
ciencias naturales ; y sobre todo en el conocimiento de los 
idiomas cultos de Europa ; á poca costa se hubieran he* 
cho de libros, cuya lectura instruye y entretiene utiinién* 
te : su gusto por el estudió no se habria relajado; la ápli« 
cacion misma lós habria estimulado aumentar periódica- 
mente sus libros ; habrian consagrado á este destino' una 
pequeña parte de sus rentas ; y siempre habrían encontra- 
do que adelantar en lo aprendido i^in fastidiarse jamás: ha- 
brían evitado ese enfado y disgusto causado por la ocio- 
sidad, que los precipitó en los vicios; preservados de ellos 
se habrían formado ; hubieran sido útiles á la sociedad ; 
edificio á sus feligreses, y sido los padres de ellos. 

No se me diga que si no sehubíeran corrompido, m 1¡* 
bros latipos y castellanos, habrian encontrado; de 4|ue ins- 
truirse con U misma facilidad que con los estr^ngpros. En 
primer lugar los libros latinos sobre materias cpie no$e 
lian acostumbrado versar en las escuela^j^aahaa.íih^mi. 
dado en América,ni hay razón para que en el día abunde», 
nuevas ediciones de obras antiguas latina? no sai multipli- 
can : lejos pues de abundar mas ea lo venidero, han de ser 
mas raras, cuanto ;^sean mas antiguasi >Otro tanto digp 



1^ 

áe tos lifeto% t^ftfiftel tovc^ : los «i^ftole^ idMin «Ineinfiíléde 
Felipe 2. ^ ban marchado -etiiieillido reílfíflbgnído z It»s4|iie 
se batí <ioup9doide alguna literatura, lo ban hecho de'Su 
hii^toria Dacioaal^ 6 de alguna |M*oyincia. de las que coin« 
prende la Península, que como les son tan propias á ellos 
itis obras, i4>eaas han salido de su {>ais natal. En ciencias 
fínicas nada ha salido de su plunnia : son traducidas las 
obrai^ del Abad Plucb, y de NoUet ; pero estas obras ni 
abundan ttt|)ueden ofrecer mucha instrucción; porque lo^ 
descubrimientos posteriores han destruido algunas de sus 
hipótesis, y adelantado Ja ciencia «nacho mas de lo <}ue es-» 
tos escritores alcanzaron. En matemátíoa no conozco otro 
autor ei^panol que Tosca : su obra tampoco abunda ^ y 
quizá de sesenta años agesta parte no se ha hecho nueva 
edición. En política se han hecho algunas traducciones 
de obras estrangeras: da^pues de la persecución que el rey 
Fernando declaré á los constitucionales, ellos se disper. 
saron, y muchos adoptaron el proyecto de traducir obras 
estrangeras para tener de que vivlr^y sus traducciones hai^ 
abundado ; pero seria una defigtacia preferirlas á los ori« 
glnaleSy por varias tabones — 1. * son poquísimas' las tra« 
flucciones correctas; los originales Wn quedado viciados 
unas vec^s por ignorancia de lt>S traductores, otras por 
-^urfrecaivcraveMe^l orgullo ^(^ffc/l'nro pui^d^ Sujetarse 
tildar wm>ti««tfifeé^km todtá: tporitatiy poiíén^ disierecioti 
^q^'iliíritos^dvieHaiíaltectorlds poutoüséñ que lían 
ihedio líahfB vaMaéidnes, cdfrtétttáhdícffie con advertir eá 
^ '^figt^^é^H ébtaj tjue ítítetft ttaduciSá^ eórrejida y au^ 
.mmtMh 1 éótí étáei^ñfítdéi&criiótC^^iti^téputéLáóú algu- 
na ien la R«públtoá%teiti!rUi, haééti difCüla^ '^út opiniones 
«bi^rdaB é éstvavdg^MVltíé béjb^l ^nÍMKflVre do Iióra ^útót^ 
^duoiiUy» l&que «s sima Hr^#^e^ ^thifiiidn. 1^i/r 






1^ 

e9|as xa^n^s el lector que bo 0$(á en estado de Cote- 
jar la tf a4liccioB coQ el orrjinal, nopüede juzgar ¿el méí 
rito de la obra ^ ni sabe si lee al escritor estraii¿ero 6 so^ 
lamenta al traduetor. En segundo IqgaV, aun estas traduc^ 
cienes son muy poca coi^ para piovéef á la nec^Bsidad det 
pobre cura, que4ebe ocupar bien s& tieihpoi y dar un afí* 
mentó sólido y nutritivo á su espíritu. 

En los idiomas estrangeros <!ncontrará fácilmente 4rarie« 
dad de obras muy curiosas^ é instructivas, que ameni* 
2arán su estudio ; y cada 'día li tomará mas afición ; aun 
cuanábqoii^ísymíeowtriHnwcoo jfíretemsmíijd estudio de 
las ciencias eclesiásticas, el conocimiento de la lengua fran 
eéfaa ^mrk m r^BdMNo admlroUe. Cn hm dbéas del ínflinr. 
%ttl Bostrtíét éncÉtytM-ia mirteriab* poláinfarls rtratadas-ocínila 
tmenlAiA y ^lisura cfil6 sb busrciMa en irano en híu auto. 
Tes latinos. Ímb vitfactófiés d^ td ig^tesia protestante ^ la 
éétkins^fie las cMim pi^óposieíoHes tlél «lero g»alicáa<\ 
tibVad <M cf^do ^ossuet: la ^if^dria de láé IXiertades xfe ^l 
íffláh ^Itca^a )]i€r|*<}k¥giMré^ 4os ^^fltof^edrda«ORipiir 
de Pradt, son fanales de ftí^^e ^ew^M^an iniaensaaílente 
im ^tiemcttoto^tos^^ub eééúUÚtú^ ^ma cuando ivo patti^ 
^ípiiite su» oplütones. 

Si busca uno de los de oratoria ¿Móndelos encontrara 
mejores que en las oraciones fúnebres dfeÉossúet, en lá 
sermones del P. Bourdaloue, del S. Massiílon, Ñeuvirte,f 
oíros oraáores del siglo de luis Ü/« fes imppsible qiá 
un jóren de carrera literaria deje dé encantarse con é£. 
tud ios tan ^enos : su aplicacicm sei*á creciente; sfi de- 
jamiento 'de tos vicios cada vez maypr. És lluego éviáén*^ 
que no solo le es iit¡l al eclesiástico eí CQuocimiento áe los 
^idiomas éstjrkngerbs, Binó necéáanó^ara ^eseWaí^c fle 



166 



una disipación c'orru|itoi'a de las cdstambfe^^^ pñtB a3« 
quirir mayor in9trucciÓQ ea las ciencias de su pYófésionu 

Permita el cielo que sé g^enerálice el gustó del estudio 
^e.l^^enguas' éstrañgeras para qVie se áelimatenífaár cien- 
cias,' la injlustria y lá prbspeiidad mais áoredenté; al mi».' 
mó tiempo qué se regtilarizen laó costumbres por el des« 
tierro de! ocio, y malos entretenimientos de qué preserva 
el amor aleátudio. ti . 

'^''' ■'.'■'■ "'■.''':%^^'":. . ■""";,.;'::: 

DE LA DULECTICA, 0X0 QUE £S tO AIISMO L0GIC4 
i i : . ■ . ' ' . -•,... í 

- Difiíléctica ó L%ica Hamarón los aristotélico! al iart^.dQ 
fkeéocinár : su obgeto es enseñar al joven las reglas^qu^ 
4ebe observar para hacer un bc^n , discur^ : la base, 6 
nias bien los puntos caridinales sobre que gira estojfopor- 
jtáttJte. ciencia sonllos dos ac^jpionia&ó principios 8igui^te% 
|)or sí ttiisnips levidentes ; á saber. El todo es nuigfar que 
&da.nnUdfi sus partesrrLo^ cosas quese idenii^n,cfím 
uitíttttrcer4H ; se identifican entre sK, ] ,¡/ 

Noe«de'nii p ropósitp bacer aquí uniratado de díaJ^el^ 
ca ; sino recomendar la importancia de aprender muy. bi^ 
en este ramo de ciencia. Todo discurso, ya esté dispues- 
ti).en íorma silogística, 6 en prosa, es un verdadero sílo- 
glsipo,'en que de premisas asentadas se sacan consecuen* 
cías,y.frecuen teniente .también i^na serie déellas^ éde silo* 
gismos: de'consiguiei^te deben observarse exactamente las 
leyes de la dialéctica, so pena de liacer un tegido incone* 
xo, disparatado que nada concluya, que fastidie, y Hiorti- 
fique a cuántos escuchan. Sea que se trate qn asnnto por 
yia de ejercicio literario, en forma polémica, sea en íorma 
áratoria, en lá cátedra déla verdad,^n la"" tribuna, o en ^ 



llQ# 



fofoi sea en an fíiiicursp familiar ; si no sq observan todas 

}as reglas de la dialéctica será u,n ihoilstnio ridículo; na- 
da concluirá todo el discúi^só. j^ir... í -. 

Si la dialéctica' es necesaria á todoB los Üoníhít-eisi para 
discurrir correctamente, nól'ó e¿ menos para conocer l'o^ 
vicios de un disculpo, y evitar la confdsíort fle ser envu'eT- 
to en él ; nada mas común qlie los sofi^rñais en las disj)it'- 
fas ; el que carece de lógica, se verá infaliblettiente ' opri^ 
mido sin distinguir donde está el lazo que sé te Ha aHnad^ 
y caerá infaliblemente en lá red tendida : esta es uña ma 
feria queme parece no ofrece una dificultad ni necesita e<^. 
fuerzo para persuadirla : entiendo que todons' convendrán 
con migo. Me limitaré pues á recomendar la íraportáñcía 
de este ramo de ciencia, y el esmero' que debe ponerse éh 
que la Juventud se imponga radicalmente eii bllá. Él écle« 
Sisfstico debe ser buen lógico, porque debe set orador^ y 
persuadir con argumentos sólidos las verdádeís dé nuestra 
santa religión : ,^1 abogado debe serlo por que sin lógica 
no podr^^ defender con nervio la causa de sií cliente : el 
escolar debe sqrlO) yapara oprimir á su 'adrers^río,'yá pk 
ri desconsertar sus «ofismas : el Itombre tle estado debe 
serlo, para defender bien la causa públien,y preservarla de 
los ardides i^e la.jpali<;ia,: los miembros de Ins cámaras le- 
gi«U^ivaa4ebea serlo, tanto pa^a promover victüriosíi- 
.niente el bien, como para.evitar el maL Un orador elo- 
cuente y perverso con un discurso artificiosa pronuncia- 
do con- riipidez y vehemencia, puede dedambrar á lus cá- 
maras l^íslativos, y arrastrarlas á subscribir una íéy per. 
ilhúosa al publico : un buen lógico aunque no pueda com- 
petir con la facundia del orador^ con pocas palabras como 
podría hacerla cm una escuela contestando á un^^ad versarlo 
descubre los vicios del dis^urso^y lo^ desconcierta todoj el 



m 

eeájtí'ó Ipanajbjia, U, hy rió ^ ^ndoM.feX ílstadó ée^ iWP 
me de las vejaciones que le an^nig^ab^i^ 

]^ 991; taiitp ^l^^^j^or importancia (j^^e. en las nj^e^ 
/^ ÍUtpíWÁcafí <lp 8VÍ:í4niérí^<?^ ^e pon^ajoilo el esmero 
CQp,V;i^ente pai;^<|ue Ic^Ji^yont^üjl pps^a coro^leffsimamen-' 
te esta ciencia, de 10^0 qú0 pueda brillar en sus oracloresi 
9)Ba en l/i c^liedi^p. ^n el fojco^ ó en. la , tribuna : cuando po^ 
sifi^e^te biefp 1^^ P^r^ce q,u^ pueden prometerse buenas le-* 
¡^^ áfla^^/enqs Ipsspfism^s no tendrán eficacia de persua« 
dir; poique, «csrin d^ijmciado& al publico, y convencí* 
4p»^Q:J1^0} po^ i^a^fij^^ue nilos complotadéíísi para 
8^ia^i:]lfl^^b8C||i,b]jri;|n ^ ella ; porque tos liombres antes 
Q9Q)u^4>^n ej^ fi(^r ^^^Ivi^dos, qqe en parecerlo. 

,|/^lapd9 ^G^ hi ^[¡rfíipática latina^ me parece haber 
probadPi^ <r%4P^ <^9.ndBce ^ facilitar la enseñanza él bueh 
Q^átspdp del preceptorj'en mi orpinion sucede lo mismo en IH 
4^l^pti,ca. Antigiiaiivente sp ^eguia el método aristotélicof 
^llos defipian lai^ cosas para fijar les términos de las proi^ 
posijcbnes, deque s^ componian el discursó, ysignien» 
^^te^métcHlp sellan formado hombres muy eminentes 
^Jas cij^ncias especulativas. La teología por lo menos ha 
silbido con 41 V** S^^^ socorro ; pues los padres def li 
íg^Iesia lo han seguido constantemente para confitn*!» á tes 
h^regei^ El aljate Condillac eií sa turso de estudios pa^ 
T^ i^ instrucción 4lí\ Del6n de Francia se abri6 una bm^i 
^ ru^: pr^firi^ ej método de anáHsar ías propdéicfottes, 
mas sín,separ^ree del principio elenientál de ArísMtvIéÉ : 
ain de<;idir sobre cual de los métodos merezca lárptd^reiu 
cia, lo h^ encontrado el de Condíllacl^astanttí ¿fc^o^pt*^ 
ser entendido por cualquier joven, »o obstante^ que^ «i»( 
egeifiplos son tomados ftfecntitenienle dsf W %ebf% «i 
perder por eso nada de m claridad. JBtitíendo qtie fm^m 



ée adaptorse tín tnconvmiente y daría Ipt mÚMoa' resuU 
fados qüc el aristctélico* 

Después escribió JDestutt de Trac! eü -frfeolcgia : no bm 

tenido lii bondad de definir su c iencia: aunqtie lo he leído 

con toda la atención de qué sójr capaxy no be podido ttm 

prender que e« tonque íe ba propuesta ensebar, sino es qut 

bajo este título haya querido dtgthatizar el mbteriaiifnno» 

Ideologia^tanto quiere decir conu) ciencia de las Sdeaf | pe^ 

ro ¿Que es esta ciencia de Ins ideas? ¿Qu^ quiere ciiIscSár 

M. de Tracif ¿Afoimarias idea?, ¿lo que es lo míítno 

el conocimiento de las cosas? Trabajo inútil ; eu el sis^ 

tema de M. de Traci nuestra facultad cogiiocitiva es me«» 

ramente pasiva^ efecto de las in^presiones externas que rc¿ 

cibimos por lossentidOíEí! loa ^nocímientos se adquirirán 

fegun los objetos Tayaii afectando nuestros sentidos. A 

nadie le ha ocurrido eneeSar á los niños, el orden con qua 

kan de ver los objetos ^ue se les presentarán ; poi^que loa 

verán según los mismos objetos rayan aftotando su sentídd* 

¿Pretende enseñar acaso^como se hati de coordinar las ideas 

recibidas? Pero esta coordinación no es obra de la meta 

imi^resíon smo de la eoniparation, y M. Traci debiera 

enseñar de donde saca nuestra potenein cógnoci ti va esik 

facultad de comparar; porque la comparación produce una 

idea distinta de las recibidas por los sentida^ y del efec^^ 

to de la aproesímacion de dos ¿ mas pereepcionés, lo que 

supone en el hombre una facultad tícúrh pata creánm 

ídeas^ con lo que el sistema de Traci cae por tierrd« 

Prescindiendo de esto jQue reglas M Sí. de Traci ea 
lodo su tratado deideoIogia»par««n8eftar áíbrtiíat fin d^ 
curso recto, por la aproosiníttoiim y comparaeion d^lea 



Meas, 6 conocer el que sea viciosof Dinguna absoUitataenV 
te : no obstante tiene la presumciou de decir que sin ajus^ 
tarse 4 su método, solo por casualidad se puede discurrir 
bien. Presunción pueril, indigna de un escritor grave 

La vanidad dé nuestro ideologista solo es comparable á 
su obscuridad: es raro que el termine un capítulo, sin ase« 
gurar que ha demostrado hasta la evidencia loque ha tra- 
tado en él : entretanto ha dicho cosas, que entre mil no se 
si habla cincuenta que lo hayan entendido. Yo leia y 
releia con toda mi atención cada capítulo de la obra, sin 
comprender de él mas que una ú otra proposición, sin 
persibir la conexcion de los antecedentes y consiguien^ 
t^s: desconfiando de mi mismo volvia á leer, y doblaba mi 
atención sin adelantar nada: no contento'con esto, he con* 
Sultado Con algunos sggetos, y les he rogado que me espli* 
queR lo que yo no entendía ; me han declarado qtie están 
en el.mismp caso que yó : así quedé convencido que el 
defecto estaba en la obra y no en mí: véase un ejemplo- 
tino de los puntos que trata con menos obscuridad es la es« 
plicacion del tiempo : véase como se espresa — es el espa* 
tío gue tarda la tierra en volver á cortar el mismo punto^ efe 
ia eclíptica. £1 que tiene nociones de lo que es eclíptica, 
del movimiento combinado de la tierra sobre su propio 
exe y al rededor del soI,entenderi^ loque quiere decir; pe* 
ro el que nada s}e esto sabe, encontrará sin dada la expli* 
^ic'ioo mas obscura, que la cosa esplicada. 

Si entrara en la análisis de la tal definición, demostrarla 
^u insuficiencia, su inexactitud para dar idea clara y dis- 
tinta del tiempo,que demanda ana mulitud de operaciones 
intelectuales bi^n diferentes de las impreciones que hallflti 
podido recibir los órganos ésteriores por sola su esplica* 



Í7I 

clon : operaciones que son imposibles según sus príncf-' 
píos. 

Si M. de Traci hubiera escrito su ideología para no ser 
entendido, habría salido sin duda coA su intento* No de- 
ben por tanto sorprender las conti*adícciones que ornií- 
guean en su obra: en cada página puede decirse se tropíe 
za cob ellas : estoy seguro que pondría á la vista algunas 
docenas de ellas, sime hubiera sido posible tener presente 
la obra cuando escribo ; pero no he podido proporcionar* 
niela después que formé el proyecto de este trabajo; no obs» 
tante citaré una, para que sirva de egemplo. M. de Traci 
asienta que la piedra no puede esperimentar sensaciones; 
de las impresiones de los objetos estemos, porque no es cu* 
erpo urgánico : y en uno de los últimos capítulos dice; Yo 
no sé si la piedra es cuerpo orgánico : me parece que no 
puede ser mas clara la contradicción : no lo son menos las 
otras: me fijo particularmente en esta, porque bien ana. 
lizada la última ptoposicion destruye todo el sistema dé M 
Traci. 

Sí nuestro escritor no sabe si la piedra es cuerpo orgá-» 
níco ó nó, el debe confesar que no sabe hacer distinción 
entre el cuerpo organizado : luego no sabe disernir que 
cosa es la que eon^tituye la organización de los cuerpos : 
luego no pudo saber si él mismo era un cuerpo orgánico : 
luego tampoco pudo saber si las percepciones que él espe-« 
rimentaba las recibía en órganos ó nó: luego no pudo ase- 
gurar que las concepcionfs ó ideas que adquiría le venían 
de la impresión que los obgetos esteriores hacian sobre sus 
órganos. 

* De las precedentes observaciones se colige, que nada es 
;.inenos& propói^ito psira instruir ala juventud y formar 



)>ii«iio^ dialécticos ; do obstante es el autor áe moda : e^ 
Buenos Ayre» principió á enseñarlos un catedrático, k qui^ 
eti impugnó \rictorio0ianie9te sufsuccesor. En Solivia, si 
\oñ informes que he podido tomar son exactos, está manr 
dada su en^fianza : esta disposición me parece un estrar 
vio de opinión. No es dificil encontrar la razón de laelep 
tion que bizoel catedrático de Buenos Ayres : él era un 
iinpioy un impio fanático : él no hacía un misterio de s\i 
incredulidad y apostasia, M.de Trací tenia para él l(^ 
recomendación de ser un materialista, y|la esplícacion d^ 
^us doctrinas le ofrecía una oportunidad de dogmatisar ; 
pero en Bolivia no militan estas razones. ¿Que pudo rao«> 
ver á les SS. Representantes á designar este autor para IfL^ 
ensepnnza? Me atrevo á sospechar que los S3«Repres^n«^ 
tnntes fueron sorpreiydidos por algún genio amigo de no«> 
vedades, y presumo que si esa disposición se revisase nue^ 
vamcnte en alguna legislatura, seria reformada. 

El zelo por el bien de la juventud y de la trani{uilida4 
pública de que estoy animado, me hace desear esta utili» 
sima reforma. Un autor obscuro lleno de incongruencias 
y contradicciones; un escritor que no presenta en toda se 
obra una sola re^la de las que indefectiblemente del>en ob« 
servarse para el buen raciocinio, no puede servir de testo 
para la enseñanza de la juventud, mucho mas cuando esta- 
blece un sistema cuya falsedad está físicamente demostra* 
da después del descubrimiento del magnetismo animal. La 
base del sistema de M. de Traci es, que todas las ideas 
son efecto de las percepciones de los órganos de los sentí* 
dos, y que nada puede conocer cl hombre sino por este me- 
dio: el maj^netismo animal ha probado y á^ hasta la evi* 
dencia, que una persona ctiyo^ sentido» enin eiobargadois 
por 1% operación inag©4t¡e^^ *ítawí«r^ rt«oifownte»^#^ 



17» 

ooaas4}ue no han iiodído entrarle por Io$ mentidos: con Ip 
que ha quedado vergonzosanifente confundido el RÍsteip^ 
de los materialistas que es el de M. Traci, que atribuye 4 
mero mecanismo animal todas las operaciones del entendió 
miento, que antes de ellos se han atribuido á la parte eepi^ 
ritual, inteligente é inmortal del ser humano ; y es lo quf 
ha confirmado la esperiencia. Se puede pues clasificar 
de erróneo, no solo en religión sino en física el sistema df 
Jf. de Traci, empeñado en espliear todas las id^a^ y conpt 
cimientos de que puede enriquecerse nuestro entendimient 
to, pQr el mero mecanismo de la estructura del cuerpo jiut 
mapo. Cuando la enseñanza de este sistema no tuviera 
mas inconvenientey que el de sostener un error físicatpentf 
demostrado,, bastaría para ser desterrado de las escuelaj^ 
como lo ha sido ei sistema platónico déla (solidez de )o9 
cielos. 

Pero si la enseñanza de sem^ante doctrina puede pre« 

parar fuertes sacudimientos en la República, es ya un 

asunto muy serio, digno de ser tomado en consideración 

por todas las altas autoridades. £n Bolivia'sa ha consig* 

nado entre las leye^ fundamentales déla República la cont 

(Servacion de la santa religión catpiica, apostólica, romana 

^n toda su pureza ; y por una disposición ó ley reglan^eijk 

(aria ú orgánica, se ha destinado por texto de la instnic« 

QÍon pública una obra trabajada de intento para propago! 

de un modo sistemático el materialismo, que 00 solo chori^ 

con todos los misterios de nuestra religión^ sino quehlu ' 

aplicado la segur al ciniiento de todas las religiones! y 

da todas las leyes : (pues como he probado ya, kin alguna 

religión no puede haber República ni leyese) esto e^ poner. 

an colisión manifiesta la ley fundamental con la orgánica,,. 

|p que HPimede dejar de producir fuerte? concu9Íones;na^ 



174 

¿era la guerra cIvK, y já ina$ furiosa de todas la gfoerra dé 
f eligían, cuyos iuiereses servirán de pretesto á- paBionei 
bajas é indómitas. 

• No es necesario ser profeta para hacer este triste pro- 
nóstico : en lo pasado puede leerse la historia de lo futu- 
h) * observaciones filosóficas sebre el corazón humano bas« 
lan táfñbíen para advertirnos del peligro. Aun es tiempo 
de remediar este inconveniente, desterrando de las escuí^* 
las la ideología de M. de Traci, y sostituyendo otra,exem- 
ta de tañíanos inconvenientes. La lógica de M Condillae; 
HSe Port-roya!; la común de los aristotélicos; cualquiera 
es mejor, mas acomodada á la percepción de la juventud 
y de consiguiente mas útil. Permita el cielo que estas mía 
observaeionrs hagan en las autoridades bolivianas la im- 
presión que yo deseo. 

3. 18 
DEL EIÍTÜDIO DE LA metafísica. 

Después de la dialéctica viene k presentarse á mi consi* 
deracioa. el estudio de la metafísica : no es necesario es- 
ftnRarsé para recomendar la utilidad é importancia de es- 
té ramo de instrucción. Estando convenido en este punto 
todos los hombres de letras^ tanto antiguos como modernos. 
£a metafísica enseña á los hombres á refleccionar Sobre 
81 mismos, á estudiarse, conocer sus afectos, sos pasiones á; 
Vu&car los inedíos de corregir sus desarreglos : las fuer- 
»Gis de su alma, sus potencias, las i elaciones de nuestro es* 
piritu con el criador, y aun las perfecciones del autor de 
la naturaleza:podria llamarse con igual fundamento la teoJ 
I6g¡a de la naturaleza, pues ella prepara admirablemente 
^1 estudio de la féologia propiamente dicha. Me limitaré e» 



17d 

^tá materia k recomendar taíDto á los precept9re« ^omo I, 

los jóvenes el estudio de la metafísica del padre Malebran^. 
che. 

g.lO 

Dfi LA filosofía MORAL o ETICA. 

m 

¿a naturaleza imponiéndonos necesidades ittevjtable^ 
lios impuso debéren) iniprescindíbies* Cumplir eon-todo^. 
ellos es vivir virtuosamente ; faltar á todosró alg^nií^ es^ 
ser vicioso. Las virtudes se encuentran tan ligadf^s-entrej 
sí que es preciso aspirar ¿ todas aun tiempo, para^sobresa^^ 
Ilr en alguna : del mismo modo los vicios; ui^ hábito vi- 
cioso supone '6 produce otros muchos vicios^ ^ 

Conviene pues que la juventud ten^ nociones exactas* 
de la virtud y del vicio,para que sepa encaminarse seguir 
la senda del bien> y evitar el mak A nadie le es lícitoi 
ignorar cuales son las cosas que le prescribe, & veda Ja<rec« 
ta razón ; mucho menos á los que aspiran al sacerdocio^ 
que por la elevación de sú carácter deben estar también, 
adornados de mas per^ccion^ 

Se hace distinción entre las virtudes ihoralesy las tcó^ 
Togales ; pero en el fondo las virtudes teologales sp?) las 
mismas morales^ dignificadas con la gracia de Jesucristo^ 
Toda acción conforme á la recta raron es virtuosa, y vi*i 
éiosa la que está en oposicMn coil elld;^por egemplo, lafru 
galidad y la templanza son virtudes ; la embriaguez y la 
gula vicios : tomismo se puede decir de cada virtud y de 
cada vicio : según estos principios la virtud puede definir* 
se, voluntad constante de obrar conforme al dictamen de 
la recta razoh ; y será hombre viituoso elque conforma 
su couducta con esta regla. La razón eterna, siendo la so- 
nía bondan, aoonsejn todo le que puede disminuir los ma« 
Tes del hombre»y condena todo aquello lo que los aumenta. 



Lo9 ihateriáii¿aEii& hm inaiktodo d mmiilo oott UM nube 
át escritos, vanados eü mií formas dírersas: líeaenaa ém^ 
peño en destruir este principio, y todas las nociones del 
bien y del mal, siendo pai^ ellos todo material, y las ae^ 
Clones humanas obra del mecanismo anttnal, presentan 
Hooióneft dé la vüptud totalmente diversas. Todo lo qut 
dimeHiaéi biéHéMtat iiuU»iduali y no acarrea el menosprt'm 
íjh d^ 9u$ semejanf^y es obra virtuosa. Tal es la base de 
Ri mOrtA ai1riv'er«al de r^ron del flolvach,. nada mas vago ni 
Utaft me^fecto : pue^ segtin ¿I, \m béstíad serían virtuosas 
éii grtíiio hefdicó, pór<íüe ellas siempre consultan su bien- 
estar sin caer eA déáprecliode sus semejantes. Un lobo ó un 
ISéon deborandóliFombre» por satisfacer su apetito, consulta 
su bien estai', á'íú merecer el desprecio de Itís demás lobos 6 
Kanes,()ue i su veí cada uno haría la mismo» Segnn el siste 
ma dé lo^ materialistas solo las eircunstaticías hacen vicioso 
é' "virtuoso un teto: un crimen feli? se transformaría en vír- 
túd, si niejoraíe el bien estar del que lo cometió. Alejan- 
dro, que aspirando á una celebridad y deseando adquirir 
tesoros salió de Macedonia i robar ¿oronas y talar Esta- 
d<is,^mejér6 sin duda su bienestar ; susg-oces se multi'p!i« 
«aron 4n vez de caer en desprecio de sus semejantes : sus 
depredaciones y tapiñaos le valieron el renombra de ((ran« 
de, seria luego un hombre muy virtuoso, aunque fuese, 
mal rey, mal marido, mal amigo. 

Lo que mejora el bienestar de cada uno, y no lo hace 
mirar en menos por sus semejantes: bello accioma. Pero 
¿quien es el juez para decidir en le qiie consiste el bienes* 
iér de una persona éino ella ftiisiftaf ¿Quien ha ^ada Jad 
ideas, y determinado las cosa» que merecen la execración 
7 desprecio de nuestros semejantes? Lo primero depende 
^el capricho de cada uno, y lo flB^undo e8l& sujetaá toda» 



r 



>77 

las preocupacioneB y errores coa %m pu^e ser eslraviá. 
da la raiOD hnnuina. Vd codicioso tiene su deleite en aten 
sorar riqpetas i nad^ hay que le satisfaga, sino adqafrir | 
está p^iírsuadlido también que el medio infalible de adquirir 
consideración y abrirse paso k los honores, son las riqqét 
cas, pues se entrega a su pasión favorita ; no hay frauda 
felonía, perfidia, ni sordidez que detenga sus pasos • s^ 
t^obrepone á murmuraciones pasageras ; la rourinuraciCM 
dice, pasa* y el provecho queda en casa ; en. efecto^ el se 
acaudala y se multiplican sus tesoros ;^ ellos le valen por 
loda ciencia t se le oye con admiración ; se le consulta 
como á un oráculo, por la nobleza del linage, aun que 
aea descendiente de un verdugo; él logra aparearse con los 
primeros personages, y no faltará Jisongerb que lo haga 
aparentar cou; los reye^ ; por todas las virnides «erátin 
hombre cumplido : se le aplaudirá a.un por sna vicios. 

Pues éste que ¿tíos ojos de la razón salo seria un gráit 
canallon, en el sistema de los materialistsa tan aplaudido^ 
no solo seria un hoonl^re virtuOsla sino eminentoniente vir. 
tuQso } porque todo su conato y todos sus esfuerzos lo faa^ 
yia dirigido á mejoratr su bienestar, y había cumplido to. 
dos sus deseos, np solo sm caer en el desprecia de sus f^e- 
mejantes, sine ad<|nir^ndo por la reputación de au ri^ 
queza, honores, diátiaciones y homénagécí qué no re ríiyi^ 
^n á la mayor pareé de los que buÉca¿ fairfrtu^d ^jor otros 
medios. . ' 

Siguieodoestabcilladoctrína, nada habría que repro- 
obarlés á loe aparquistas de la Kepública Argentina: ellos 
hacen gemir á la humanidad ; han -deshonrado el líómbré 
«Igenisno^ hati heclio perder á*lok ptíebfos bástala espe- 
ranza de ser regi4ós por InsSthucíones Htícraljep, sujetan- 

2«. 



dalos ál despotiimb ihifitar ; pero haa techó su negocio^ 
han satisfecho sus aspiraciones, han aumentado sus goces 
haciendo su patrimonio de la fortuna publica; se ban ad- 
quirido consideraciones, á qué lib podían aspirar por di- 
ferentes medios ; én una "palabra, han mejorado su bien 
estar, %iñ hacerse despreciables entre sus semejantes! Ha- 
brán obrado virtuosamente, y como en esta Knea nadie ha 
abanzado tanto como Mahoma, deberiatnos clasificarlo 
como e! hombre mas virtuoso qtíe ha floreoido, aunque há-i 
ya:sido d mayor y el mas desalmado de los embusteros¿' 
Me acuerdo haber visto en ún materialista, excluida del 
catálogo de las virtudes & la fé : no me acuerdo prec¡sa«^ 
mente si* ha sido en Traci ó en Holbách : he insinuado ya 
que tengo la desgracia dé escribir ptivado del recurso da^ 
los libros que me eran necesaricfis, ya 'para recttticlir misí 
cita$,ya para esforzar mis observaciones : á pesar le esto 
estoy seguro de no padecer equivocación en el senado de 
|a opinión onya refutación me ocupa, 
. La f¿ puede ser divina ó humana : la divina es aquella 
por la que creemos láscelas reveladas, porque las ha di- 
cho Dios, que ni puede engañarse ni engañamos : la hu- 
mana es aquella ^ue está fundada en el testimonio de los 
hombres. Que los materialistas excluyan del catálogo de 
las virtudes la fé divina, jiada tiene de estrañó, porque 
negando ^también la existencia.de Dios, ^s consigíiten^ 
que desconoscan las virtudes teologales ; pero no era en 
egte sentido que hablaba el ^SIqso& ,que impugno, ni se 
trataba allí de virtudes teotógicaí?, ni ppr espresibá alguna» 
de todo el contesto ppdia hacerse tal restricción : la ¡pro- 
posición pues era absoluta, y comprendía la fé en teda la 
extensión de su significado ; de consiguiente excluia del 
catálogo de las virtudes,uo solo la fé considerada como vir 



179 

lúd teologal» sino también ooikio rittud moral, {üfnáñémñom 
bre el testimonio de los hombres. 

Tomada en este sentido la proposición del filósofo, no 
trepido ^n clasificarla de eveí^Va de todos los vínculos 
sóoiale», y capaz d¿ conviertir elmundó social en un caos 
de confusión seme|ante á los infiernos, uii sempiternus hor 
Tor inhabitaL Para no confundir las cosas, es preciso dis* 
tinguir la fé déla credulidad; porque esta indistintamen- 
te y sin criterio dd asenso é* las cosas i al contrario la (%, 
ctkándo préí^ta su aéenso^ eériíoandó' todád las reglas de la 
prudencia le persuaden de la Verdad que ba de creer ^ se 
sigue de aquí que guarda el debido medio entre la credu- 
lidad y la incredulidad : se peca contra lá fé, creyendd 
lo que no merece ser creído, y reéistféhdose á creer aque- 
llo, que todo bien considerado merece ser creído, 
, ' .. , t. ' • » . . 

Esto supuesto, pregunto i ¿son calidades opuestas al 
buen orden de las- sociedades, la facilidad de creer todo 
aii disernimiento, y la terquedad que se niega á pre*ta^. 
asenso á un aquellas cosas^ que todo bien pesado son dig- 
nas de crédito? Ambas cualidad^ serian funestísimas en 
la sociedad : harían siempre obrar en sentido opuesto á lo 
que demandaba la necesidad : el error triunfaría de la ver 
dad y la humanidad gemir ia. Considérese cuanto impor- 
ta el acierto en las deliberaciones, sea cual fuese el obgeto 
de que se trate, y se advertirá cuan grave es el mal de la 
disposición de ánimo que nos expone á errar casi siempre. 
Esto no necesita de muchos argumentos para perayadir- 
lo, pues todo U que es pernicioso á la sociedad es vicio ^ 
queda probado que la credulidad igualmente que la incre- 
dulidad son perniciosas 4 la sociedad, luego son vicios ; 
puéS no hay vjcio sino por oposición k una virtud : es 



18D 

atti -que eaoi'.y¡ei08:f6ii opuestotí y lóm eotmigot de U fé,' 
lupgo la f¿ es una virtud. 

, CuaDto mas «e refleccione sobre las consecuencias fu. 
nestas de la m^xiina que rebaja el oiérito de la fé humana^ 
t{|nto mas con vencido se quedará de sus perniciosos resuU ^ 
tados. Las ínnumerab.les ftientei que nacen de todas las 
moata&as del nuevo mundo, para formar les ríos mas cau«, 
dalosos del universoí no producen tanta copia de aguas, 
cnanto las m&XMua^ de los .materialistas $on capaces de pro» 
dacir dess^r^ciaíi a|< genero humano, A |)esar de esto, al- 
guaps de los apóstoleiB^del nu^ríaíismo, sirven de texto pa» 
ra la enseflansa de la juventud americana : esta es una 
verdadera desgracia. 

^ Es increíble el empeSo con que éstos pretendidos filoso, 
fos se ataresin en sembrar sus máximas ; todas ellas tan 
perniciosas como las dos^que he impugnado : una nube 
cíe libros escritos sobre diversísimas materias, que ronvi« 
dan á que los lean, han esparsido por todas las nuevas Re- 
públicas» en las que bajo mil fbrnias diferentes están sem- 
brados sus errores funestísímos^para inocular con ellos nu*^ 
estra juventud. ¿Que fin se proponen estos escritores? 
£1 de depravar el corazón de nuestra juventud y corrom- 
perla, persuadiéndola que no teniendo mas que temer 
quelos males presentes, ni'mas que gozar que los place* 
res de la vida, porqoe con ella todo acaba para nosotros^- 
se entregHeuí sin íVeno á todos los goces d0 la vida^ cons- 
piren contra las leyes que losTestriogen, y pierdan todo pu 
dor y decencia, satisfeciendo sus brutales apetitos como 
las bestias, con quienes pretenden íguclar nuestro ser* 
Véase cual será el resultado de la propugnación de las mi* 
ximas del miateriaKsmo. > 

' enmatados los usos mtredttcidofi pot ladeéeii^ en 4n , 



181 

vor Jé la moralidad de las costumbres, y las ley es 4{ue loa 
apoyan estaa fundados en la idea de la inmortalidad de 
nuestro ser, cuando las bellas mái^imas del materialismo 
fie generalizen, las ideas contrarias y todo cuanto está fun« 
dado en ellaSf se considerarán como preocupaciones ¿ 
ignorancia ; se despreciarán, se hará moda el sobreponer» 
se á todas ellas; y siendo el principio y el fin de susac* 
ciones en todo semejante al de las bestias, pueden obrar 
como ellas, y satisfacer las inclinaciones naturales con la 
misma franqueza que ellas: ¿Puede el mundo. con» 
testar á estos filósofos, los títulos & una gratitud éter* 
na del género humano? ¡Que bello descubrimiento!. 
Mas el precio á qne se nos presenta es demasiado caro« 
¿Porque? Porque agrava sin consuelo los padeciínientoa 
de la mísera humanidad. Todos los sofismas y algaravías 
del materialismo, jamas pondrán á cuvierto á los hombres 
contra las adversidades de la vida: vivimos luchando con» 
tinuamente con los elementos, ccn los hombres, contra no* 
«otros mismos : los elementos traen grandes calamidades; 
la miseria se hace sentir de un modo horroroso : millares 
de individuos perecen de necesidad ; nos arrebata á núes* 
tros amigos, á nuestros favorecedores; la (alta de estos 
DOS presenta un porvenir muy penoso, ¿ Y que consuelo?- 
ninguno. La violencia de los poderosos, la calumnia, él 
fraude, sumergen en un abismo de calamidades á mil. ínfe- 
Kees; de un momento á otro se ven despojados de su íbrtü* 
na, perseguidos como criminales siendo inocentes, arroja» 
do8,en un calabozo, cargados de prisiones, y sufriendo 
toda la.rudezA de una persecución cruel, j^uc reniedfof 
Eleva su voz á los tribunales, y no es oída ; el podef tiene 
• encadenada ala justicia; se ha dejado sedurirporel fa. 
tqr 6 corromper poi^ el interés fikt^lorá la ]^d»ú ^ é^ 



16¿ 

hay qaiea le oigtá alega su inocenciaypéro esta es su criád^ir. 
cuanto menos culpable se sientn, tanto mas tiene que te- 
mer de la injusticia y violencia. ¿Que consuelo para es. 
te infeliz? Dentro de nosotros mismos se alverga un ene- 
migo implacable de nuestro ser : nuestros placeres, nues- 
tros regalos, la solicitud misma que tenemos por labrar nu- 
estro bienestar, todo le sirve de armas para nuestra des- 
trucción. Cuando menos lo temiamos, nos vemos sorpren- 
didos de una enfermedad ; caemos en el lecho del dolor : 
los físicos no atinan ; los medicamentos irritan mas la en- 
fermedad; los dolores no aflojan ; los que lo asistían se 
cansan; k la enfermedad sigue la indígeno ía,y é esta el aban 
dono; ai abandono la falta de todo auxilio; el solo paciente 
lucha con su mal, y recibe cada momento desengaños tris- 
tes: la ingratitud de sus deudos y favoiecidos viene á afia- 
dir las pasiones de ánimo á los dolores del cuerpo. 

Llamemos á nuestros filósofos & que traigan algún con* 
suelo á sus discípulos, que luchan con la adversidad en ios 
últimos estremos á que ella puede llevar sus rigores : será 
en vano. Kilos dicen que su , filantropía no se estiende á^ 
tanto ; que su filosofia no los ha puesto en posesión de la 
piedra filosof^il, para sacar consuelos de la aflicción; lue- 
go el infeliz incrédulo materialista, aporieado y exedído de 
calamidades no . tiene esperanza de !coiisolarse ; luego la 
rabia, el furor, la desesperación, es decir, un aumento im- 
ponderable de desgracias, será su único recurso induda- 
blemente. 
•* Noes igual la suerte del que creyendo la inmortalidad 
de su alma, espera en la viila futura premios ó castigos t 
en el fondo de su religión encuentra el lenitivo dé sus des-, 
gracias ; recibe las calamidades que vienen de la mane ú^ 



183 

Dios como castigo de sus culpas ; y <:on la resignacioQ 
cree aplacar el enojo de la majestad divina, y moverla di 
piedad para que levante su azote La inocencia perseguí* 
da en la tierra, se abandona en manos de Dio», justo por 
esencjjfci; y espera firmemente que llegará día, en que su 
inocencia será completamente justificada, y verá confun« 
didos & sus perseguidores. £1 eafermo atribulado igual- 
mente por sus males, que por la ingratitud é indolencia 
de los hombres, se considera como una victima consagra* 
da á. la muerte, que con la resiguacion y la paciencia ex- 
pia s is faltas y se allana el paso para entrar en el descanso 
eterno, donde jamás volverá á sentir molestia. 

Cada consideración de estas lleva al fondo del corazón 
del aflijido un consuelo que rebaja muchos grados la inten« 
sidad de su pena, y la convierte también en gozo. Él 
empeño de persuadir á los hombres, que son pura materia 
que to4a parece, priva á los desgraciados (que son fa ma- 
yor parte de ellos) de estos consuelos, y hace que todas las 
adversidades sean en pura pérdida y de ningún provecho. 
J)e todo lo dicho resulta que la doctrina de los materialis- 
tas en último análisis, tiende á corrompea las costumbres, 
rompiendo el principal freno que las contiene; y á aumen- 
ta,r 1^ desgjracias de los míseros . mortales, arrancándoles 
los consuelos que en ellas ofrece la relijion. 

¿Que diremos pues de los que han tomado sobre sí ta& 
bella tarea? Pero supongamos que todos estos consuelos 
sean ilusorios, porque fueseii vanas las esperanzas en<i)ue 
se fundan. Sea asi (^or que lo quieren los materialistas: 
¿Pero es menos efectivo el lenitivo del dolor, que por esa 
que se dice ilusión, esperJmenta el'desgraciado paciente? 
íQlie bien resalta a per^ima alguna en d^engóaarkl? Liíégti 



Ib4 

^'empre 8er& una cr^ueldad, hacerle ana reveTacionque ugrm 
re su mal, y lo agrave ain recurso. Esta es la crueldad 
con que los materialistas tratan & los hombres, harto des* 
graciados ya por otras cosas. 

Pero es llevarse un chasco muy pesado dicen' ellos, vivir 
sujetándose á mil privaciones, esperando una quimera ; y 
encontrarse sin nada en el momento después il^ la muerte. 
Miserables! Los chasqueados $er^n elios^ si sus doctrina» 
son erróneas. £1 desengaiki supone sobrevivencia. 8i su 
cuerpo y alm>a perecen á un mismo tiempo, el que creía 
en la inmortalidad no tiepe lugar de arrepentirse de su er« 
ror ; no lo verá ; porque nada puede saber de lo que pa» 
la después que dejó de existir ; entretanto, él sacó prove« 
(bo de su propio errror, pues le ofrecía un lenitivo en laa 
aflicciones de la vida ifelíz error por cierto! Pero si el 
incrédulose eoga&a y su alma sobrevive al cuerpo,al salir de 
él se encontrará con un teatro nuevo, donde todo es para él 
l^prrof y^ desesperación. (Iste si es chasco: si^ arrepentimi^ 
ep^^ vendrfk tardjS : su desesperación será eterna* 

Vean los que están encargados ^de los deftinos de loír pue 
btos, cuan grave mal causa á h sociedad en él orden políti* 
co y religioso, esa doctrina escandalosa del materialismo ^ 
y pesen maduramente la responsabilidad que gravita so- 
bre ellos, de no' remover de la 'República todo lo que es 
Qapaz de causarle sacudimientos y desgracias : (el mate* 
fiaUsmo es una de las osas poderosas causas como lo be 
lurobado) .SinoMopersihen do lasiconiecuen0íaiaquetr,ae* 
tá el d^ar corvar estas venenosas mipcimas en laa isseue*. 
las, qtm indaguen seriamente que origen tuvieron los bof*. 
to?otOS( desaatneg que ahbgaroa en sangre á lá Francia en 
twropj) 4!eMi4fK^b!<»f^ Cwsjtituyienl^, y enconlrari» qu«[ 



m 

fueron eit^ mj^rui^ «afxjnias. Si ^p |QSji)ieFa,S:R?[^i^blif3ct 
se les acari<?m, pomo ^ acapicíaron ^n ^rancia dcjscle ^uíq; 
Vpltaire, DidefOt y d'Akmbprt las pusieron en mod»^ ten- 
dremos ¡guMes rc^uU^dos 6 tal vez peores^* por que nu- 
estras niasjEus s^n naucho menos civiliz^das^jue el piii^blp 
francés, y pqr lo mifirnp serán menos aoc^^Mbl^j^á la per- 
auacipn cuando Ufguen á desenfrenarse. No permita 0¡(># 
que tal cosa^ suceda;; pero si aconteciera, n^Ia tendría d^ 
estrago que entre las primeras víctimas fq^en ^aprificaí* 
dos, los que debiendo habe^ prevenido los males no lo hi« 
cieron» 

Pero si mis refecciones aupque débilmente espuestas 
son capaces de tocarlos, ellos sentii^án la necesidad de em- 
pezar por retirar de manos del» juventud e0tudiofia,|^os 
loslíbros iniobnadosdel veneno del materiali^mpt y |)n9i« 
híbir estrechamente la enseñanea de la moral de floli^aoli 
en sos escuelas. J^ñ moral del abate Gon^illae» hi é^contá 
de Manuel TcMiuro, son ecselentes, á pesar ép 6«tar escri-í 
tos para la instrucción de príncipes absolutos t mmdk h$ 
encontrado on estas obras de di^eonvienieatf) fpara la ens&i* 
ftaaza de repúbllcaiM»; : la moral de M. Mabli as exenta 
de reproche : he oido también hacer grandes dogfiOK 
del eorso de moral de M. Neicer, y aunque tva lo he podi- 
do eoiísegntr pam leerloy estoy seguro ie que po 4^onifindrá 
máximas afi>tisooíal6s, porque era 'prote6taBte> teloso^íno 
matériaUfita: si su dura está impregnada del ealfiírismo, ^ 
catedrático de esta facultad podrá áieilmenti^ anoiai-ld y 
éorregir la enseñanza ^ porque errores de esa clase no pue 
den haeer iabase deisu sistema, cuando proteétaotes y ca- 
tJíHcpa no pogtoaA en materia de ipirtiidéa^¿ Vi^io* «ora- 
les. ' . .... ' 



Í9S 

^obríef todo, la fi^cuente lei^tura de! evangelio^ U medí-' 
tadon de siiis máximas, a que desde rñuy temprano convie» 
lie acostumbrar á la juventud, ofrece ma^ documentos de 
moral 7 de Virtudes sociales que todos los escritos de los 
pretendidos filósofos; aunque ef barón de Hólvach tenga 
)a arrogancia de decir, que antes de él n.adie ha presenta^ 
do un plan completo de moral, así como M. Traci dice que 
sin su ideología, solo por casualidad seha podido diftcurrir 
bien, lo que solo puede llamarse una jactancia ridicula. 



DE LA física. 

Tratando de la necesidad de aprender los idiomas cultor 
ie Europa^ he dicho que sin nociones sobre física, ninguno 
puede ser buen teólogo, ni buen moralista : podría hacerse 
UB competente toaio de erroreé^teológicos ]r mótales que he^n 
tenido su origen en la falta de conocimientos Hsicosi^ge'W 
gráficos y.astronóoiicos. 81 pueb en los seminarios «(ebe 
enseftarse teología y moral, como ciencias necesarias á lo» 
eclesiásticos) debe también enseñárseles física, como 1104 
jireparacion al estudio de la teología dogmática y moraL 

liaikica es una ciencia tan vasta, tan prodijiosamente 
ramificada, que si Oíos concediera á un hombre solo.uoi 
tida tah larga ifue pudiese igualar á la de diez hombres 
longevos, y toda ella la ocupará en el estudio de esta cien» 
qia, no la agiotaría : tjeadria slun qu^ adelantar. En los 
otros colegios, 4<M;^e se hace de el estudio de las ciencias 
exactas y,^atura)es el principal objeto, podrán los jóve* 
nes hacer , un cjirso formal (le física, iniciarse en los prime- 
tos ramos de ella, familiarizarse con las máquinas, apren- 
der á ^él^irse de todas, y ponerse en estado de hacer por 



ii miemos estudios mas profundos, adelantaír las experiett>¿ 
eia9;& la apüicacion de cada uno, y el talento de que estu- 
viere dotado serán los reguladores desús progresos. 

No puede exigirse tanto en los seminarios, cuyo prín- 
eípal objeto es educar eclesiásticos que deben aprender 
bien otras facultades : prolongarían demasiado su educa- 
ción eclesiástica, y causarían muchos gastos á sus familiasi 
Ifueen lo general de pocas facultades, esperan verá sus 
Bijos ordenados para recibir de ell,a9 algún auxilio ; pero 
•era indispensable que consagren á esta ciencia á lo menos 
éoi áSós, y que esto« sean bien aprorecbados, 

pero es preciso que la enseñanza no sea vaga, que no se 
pierda el tiempo en Sostener sistemas, y reducir á cuestio- 
nes cosas que no importa averiguar; por ejemplo. ¿Cual 
t» la causa de la gravedad? AristoTélicos, cartesianos, ga« 
xendistas, neutonianos, cada uno según su sistema as^ígna 
la suya ; se forma una disputa interminable é inútil. En- 
tretanto, lo que en la materia interesa es conocer las leyes 
de la gravedad, porque esto es positivo, y de ello se hat^e 
uso con resultados seguros y de conocida utilidad: lo mis» 
tino digo de las causas de la elasticidad, magnetismo, elec- 
tricidad y otras. 

Convendría pues enseñar á los seminaristas con prefe« 
rencia, aquellas cosas de física de que con mas frecuencia 
podrían tener necesidad en el exercicio de su ministerio^ 
para el bien del público y aun utilidad propia; v. g. el uso 
de la brújula, como debe magnetizarse, que medios debe 
emplear para conocer sus declinaciones é inclinaciones; 
los métodos de que se valdrá para rectificarla en el mismo 
punto donde se va á hacer uso de ella, para llevar con se« 
gurid^d el rumbo de una lin^a. Frecuentemente se origi^ 



rtim (il^tot' iiitefmifiabléft^^ pÜMbee lar fti$UtÍÉ| por igndá 
rañeía def I(>s aigrílftéiiiioteM»^ «yué^mft doiióoer la» vari&cio'* 
ues de lu b^6j tifia, biuíean ú^ K^di^ro donde do está, 6 iU 
rail una Hríea ai^bitraría, qtfe entrándose por poáesto'nes 
estraíiis,' turban' al propietario enr sik posesión pacifídá ¿ 
fe quitan su propiedad. Uá párroco de campó instruido^ 
en ¿átá inatéría; (lenróstrarta á'lrfs phrteú contendoras wis 
ec[aÍTócácionesy se las baria palpar^ y removería hi '<»ufÉ 
4ié1 pleito y discordia efkktre süsr feligreses. 

Sale un seiméartsla del col^'o, se ordena, va á im cu^ 
rato á disfrutar de un fondo capelánico que le ha sef*TÍ. 
do de título para ordenarse, encuentra la a<^r¡cultura des« 
cuidada por falta de inteligencia, y á sus habitantes en 
miseria sobre un suelo que les proporcionaría varias coq^o-^ 
didades : siendo inteligente los enseñará, los inducirá á 
hacer pruebas en pequeño,conocerán las ventajas, mejora^ 
rán los métodos, el territorio cambiará de aspecto, Ips felir 
greses goiar&n de mas comodidad, y los emolume^entoe 
del benefioio se aumentarán. ¡ Que diferente seria el es- 
tado de loa valles de Gocbabamba, sí ellos fueran cultiva,» 
dos con inteligencia, en vez de qué en el estado, presente 
sus producciones hacen su pobreza! Un terreno se encu« 
Mtta hcfri^l por fklt^ de rlégb í la falta "dé ihteligeneia, 
B^ce mi rai* confio imposible Ib qtie no es, 6 hace empren- 
da gastosí iiiútilefs én aWá^ coáa irt*eál¡zable« 6 si es reali- 
xablé, una dirección desase^tadtC aonienta indebidamente 
fos Costos. Un eclesiástico intelij^^é^nte nivela él tetréno^ 
obtiene rcñsUltados ciertos, y hallando exequible lo (|ilé sé 
desea, le da !a dirección convenientifí, y oón grande ahóf- 
ro dfi v'ida á nú terreno qtTe filies propio, aVáfora lüüclid sü 
üttca, y si es jBígeno benedcía a! propietario, f iwiíóm ptí-^ 



18» 

es mucho qo6 los eclesiásticos qoe salen á residir eo los 

cftitipos ó püebiitos tengan ÍRteÜgenciá en diferentes itié* 
todos de culti7sir diferentes plantas^ de ingertar» aeliniea<> 
tar, de nivelar el stielo, para lo l[|ue es preciso familidri» 
zarse con diferentes clases de nireles, pero especialmente 
con el de agua por estar menos espuesto a equivocaciones. 

' No se diga que estas cosas Son propias de falcutativos; 
que indiidableraente las barán mejor que tos dérigos. Yó 
convengo en ello, pero es rarísimo que én los campoi^, f 
en todas dilecciones se encuentren facultativos á quienei^ 
ocupar,' principalmente entre nosotros que rarísima vet loé 
hallamos aun éh las ciudades : por la misma rdzon insisto 
en quesería muy laudable y de gran utíKdad pública, que 
4os eclesiásticos adquiriesen estos conocimiento?, que por 
su sencillez y extictttud no demandan mayor trabajo. 

Nada mas frecuente en la campaña, qué enfermosa désti« 
tuidos de humanos auxilios, luchando con la muerte que 
parece inevitable : es llamado un sacerdote paj*a que les 
ministre los sacramentos, y los fortalezca con los socorros 
^e la religión : la humanidad se conmueve á vista de tal 
espectáculo ; es irresistible el impulso de la coropacion^ 
para procurar algún alivio ai paciente : un ministro que 
tenga algunas nociones, podrá proporcionárselo, y acaso 
también arrancarlo de las fauces de la muerte : el conoci- 
miento de los simples y de las plantas medicinales le seria 
dé gran socorro para el caso. Seria pues muy útil que es- 
tudiando la física, se aplicase al conocimiento de los vege« 
ttdes ; que aprendiese á clasificar las plantas por familia^ 
buscar en ellas la analogía de sus cualidades meáJifUntien, 
para hacer use según ec^ija la necesidad. 

%í^ fln la prudencia, y sagacidad del catedrático debja 



960 

#iiiplearie eo la elecion de aquellos obgetoa cuya necesidad 

•e liace sentir mas frecuetitemente en la sociedad j>ara ha. 
eer de ellos el asunto de las lecóíouesque diese á sus discí» 
pules. Uq cura instruido en esta cieuciá seria de mil ma» 
ñera!* diferentes útil á sus feligreses, y ee gr<ing«aria su 
amor y reconocimiento : el mismo reportaria grandes 
veatcijas. Siéndola física una materia tan vasta é inago«» 
table, tan amena que acada pasarnos ofrece mil objetos que 
nos convidan k filosofar, que estimulan la curioéidadj en» 
contraria gusto^en las observaciones, en el estudio y ecsa» 
men ; se baria aplicado, y adelantaría mucho : asi se for^ 
t|iarian hombries eminentes, que harían mas reS|)etable d 
estado. ; eclesiástico^ Si se .quiere pues tener un clero cum- 
plido, , )Cual 1^ demandan las necesidades públicas, esm 
te ramo de literatura debe cultivarde en los seminiiríos con 
esmero, 

DE LA TEOLOGU DOGMÁTICA. 

Teología tanto quiere decir como ciencia de Dios: con(^. 
cer á Dios, y los beneficios que le debemos, ya sea como 
autor de la naturaleza, ó de la gracia, saber las obligacio» 
nesquenosha impuesto, los premios que promete á ios 
que las cumplen, y los castigos con qne amenaza á los que 
faltan á ellas, es todo el obgeto de esta cienoia. En los 
profetas, en los salmos, los evangelios y epístolas de S» Pa 
bIo,»e encontrarán cuanto hay que aprender sobre estama* 
teria: si de estos escritos se separa todo lo que hay en ellos 
dé histórico, lo que toca esencialmeiite al dogma ocupa un 
volumen muy exiguo No obstante,se ha escrito tanto sobre 
esta materia, que es cuasi infinito el número de volétóenes 



mi 

qoe ocupan tales obras. To pienso que no bay en el niuti« 
4o p1a¿a tan grande que fuera capaz de contener todos ]qb, 
libros que hay escritos sobre estas materias. . 

Las heregías han dado ocasión á los escritores : enipe« 
taba un beregaá sembrar doctrinas contrarias ai dogma 
featójíco^ le salían al encuentro los obispos^ y otros cr¡stia« 
nos zelosos, y refutaban sus doctrinas con escritos admi^ 
rabies ; pero cuando elherege era sentido, ya tenia discf^ 
pulos^ y partidarios que en diferentes partes del mundo cris 
tiano diseminaban sus errores : en todas partes eitcontra^ 
ban inppugnadores zelozos, y escritores que loSs confun- 
dian^ y desconsertaban ; de modo que cada heregia naci^ 
ente daba ocasión á que se escribiesen contra ella tanto» 
libros que podian componer una biblioteca: así se han com« 
batido las heregias desde el primer siglp de la iglesia has« 
ta los tiempos de la pretendida reforma. 

Santo Tomas de Aqulno me parece que fué el priroeüO 
que escribió teología en forma silogística : no es que ei 
fuese inventor de lo^silogismos^Ue tienen mas antigüedad 
que el cristianismo, ni el primero que los usase en las dis^ 
putas contra los semtpelagiands, y maniqueos á quienes 
confundió^ sino que toda la teología Ig trató en forma si« 
logística, como lo evidencia la suma teológica, que ha ser- 
Vido de testo k todos los escritores polémicos de la escue- 
la tomística. El mismo santo doctor introdujo en las es- 
escuelas esa multitud de cuestiones, que no pertenecen al 
dogma, y han hecho de la teología una ciencia tan d¡fusa4 

Joan Bwuns escoto siguió en sus escritos el método de 
9anto Tornas^ pero separándose de él en todo lo que no era 
dogmático : abrió una nuera esícuela que se hizo rival de 
la; antecedente. Otro tanto hizo Francisco Suaresjesuita 



199 

4 qüfén Ids de Va mbma orden Uamarotí eximio : fiero laa' 
dftpQtiis interminables á que dieron lugar las doctrinas dé 
este escritor en materias de graiia et libero arbitrio tarje* 
ron an carácter mas serio ; pnes se abanzaba á sensui^r 
Ifis opiniones de Santo Tomas (á pesar ile haber iber eeido 
el respeto de toda la iglesia^y serrido de guia al Santo 
Concilio de Trento pdrasus decisiones d<^máticas contra 
Lirtero y Cal vino) d¿ iavorecer las doctrinas de estos he-' 
resiarcas : é su vez eran acusados ios suarístas de resucf« 
tar los errores de Celestino. Estas dtsputss ocuparon ma- 
cho á hi sede apostólica en tiempo de Clemente VIII. y 
dieron lugar á las cmg'reg'actpnes de auxiliis, en que i na« 
úñ «e arribó. 

Cada una de las dichas tres escuelas produjo una multi« 
tud de escritores que publicaron obras muy difusas^ín que 
ninji^uno añadiese un átomo á lo que antesqueél habían 
diciio Um que ie precediere}); asi Pa|anco y (Jodoy en sus 
dífusífimosescritos ni dijeron mas, ni pr<^roii mejor sus 
tonduf iones que GrOti ó Viloart, los mas lacénioos de loe 
lomstas que o#néeco : basta leer «no para saber lo qu^ 
dioeti y piénsate todos los detaetfbuela tomística: otro tan* 
éo svieede con los «de la escuela de Escdto ó de Suarez. 

£1 fin de la teología es enseñarnos los dogmas de la re« 
ligion, y los títulos que cada uno tiene á nuestra creencia. 
Debe ser la ciencia de todos los católicos, pues que todos 
debelaos estar preparados á dar razón de la fé que profe« 
saraos. ¿Como se dará razón de un dogma de la creencia 
si no se conocen los títulos que tiene para ser creido? ^o 
basta solamente decir-^Dú^ lo ña revelado ; la xgleM h 
i^se^a ; porque esto mismo es vago, ¿Quien es garante 
^ testa revrfacíotf? %k quien lo -reveló? ¿cual es la prueba 



tea 

jfe qw esa es la docttína de la ig(é»at A todaa eslag cuoi^ 
tienes es precko satisfacer» para poder asegurar que tal. 
dogma está revelado y que lo cree la iglesia universal. 

Como el hombre no tiene negdbío mas importante quá 
su salud eterna^ j para conseguirla es necesario creer tOi* 
dos los degmas revelados por Dios á m iglesia^ no ha« 
bria havido trabajo mas laudable que el de los teólc^os st 
ellos se hubiesen limitado k enseñar ei dogma y presentar 
los fundamentos de él i porque si» escritos multiplicador 
sobre estas materias, habrían propagado la luz y facUita-* 
do la instrucción en asunto tan importimte ; pero desa- 
graciadamente no ha sido asú Después de la suma igno-^ 
rancia en que se vi^ sumergido todo el miindo conocido 
desde el siglo séptimo^ las ciencias quedaron sepultadas 
en Asia,Africa y el oriente de Buropa^por las conquistas de 
Mahoma que se declaró enemigo de las ciencias. Los je^' 
fes del Islamismo perseguían á.los sabios^ desjtroian las bí^é 
bliotecas y obstruían las fuente de las ciencias privando al 
mundo de los conocimientos de los antigupSi En el occi^ 
dente de Europa, acotecíó lo mismo por la inundación de 
los bárbaros del norte ; no porque ellos fuesen tan salvaged 
como vulgarmente se cree, ni enemigos de los sabios ; sino 
que teniéudola turbada con sus guerras por siglos enteros^ 
en primer lugar el furor de estas llevaba la debastacipn y 
el estrago por donde quiera que pftsaban, y allí perecikn 
bibliotecas públicas y particulares : en segundo lugar na 
existia sei^uridad en ninguha parte ; no se aplicaban al es- 
tudio los antiguos habitantes, ni los conquistadores que 
necesitaban estar con las armas en la mano : todo se olvi* 
dó : la cultura intelectual retrocedió mas de diea siglos. 



1U 

Después que las guerras hicieron álgfun paréntesis, se 
<'eatiim6 la esperanza de la tranquilidad t los tnonges j 
clérigos que eran quiik los Únicos que sabitin leer y escri<> 
bír^ abrieron escuelas ] desde el nacimiento de la heregia 
de Arrio, las disputas teológicas fueron la manía de los 
cristianos | y como la ciencia de la religión era el princH 
pal obgeto de la enseñanza monástica, fácilmente volvie* 
ron á la antigua uiania^ y dieron rienda suelta á las su- 
tilezas, mesciando la ciencia del dogma con mil cuestiones 
vanas, é hipótesis arbitrarias, en que después de llenar el 
mundo de algaravias, voces, disputas Sl nada podía con-. 
cluirse definitivamente. No obstante, á esto se ha dado el 
nombre de teologíajescolástica, y luego en la nomenclatura 
délas ciencias, cuando deberia llamarse ínctencícr; pues 
que las investigaciones ruedan sobre cosas inaveriguables. 
Sin embargo todos los que han escri to sobre materias teo- 
lógicas se han dejado arrastrar de esa mania : ella ha sido 
introducida en las escuelas ; se enseñ a muy gravemente : 
se exige de los auditores grande aplicación á este estudio, 
que tanto vale como enseñar á perder el tiempo metódi- 
camente. 
La teología debería espurgarse]de todo ese escolasticismo; 

y enseñarse el dogma tal cual fué enseñado por los 
apóstoles ; Timoteo, Tito, Apolin ar y Policarpo discípu- 
los délos apóstoIes,nada ignoraban de lo que debían saber 
en materia de dogma y nada sabían de cuanto han sü** 
til izado después los teólogos. ¿Preferiremos la sabiduría 
de estos á la de aquellos? No creo que la presunción es- 
colástica llegue á tanto que se atreva á responder afirma* 
tivámeiite. 

Aun expurgada la teología del escolasticismo, y reduci- 
da la enseñanza al mero dogma, ^ método de ensenarlo 



195 

hoy no debe ser el mismo que httbo en h)8 siglo» doce y 
trece debe sistemarse de otro modo : me esplicaré. Jesu. 
cristo el maestro dif íno de nuestra relijion nada escribió: 
su doctrina toda fué verbal : el Espíritu Santo que baj6^ 
sobre los apóstoles á completar la enseñanza del dirine 
maestro, llenó el entendimiento de los discípulos de la sa. 
biduria divina, y sus corazones del fuego de la caridad i 
cada uno salió del cónclave sagrado con una inteligencia 
completa de todas las escrituras, y de todo el plan divino 
de la religión que debía enseñar ; pero nada tuvieron es- 
crito. 

Se repartieron por todo el mundo, y aunque distantes 
unos de otros y privados de comunicación entre si para 
consertarse, todos ellos enseriaban los mismos dogmas, la 
misma moral. Tomas en la India, Bartolomé en la Arme- 
nia, Santiago en España, Pedro en Roma y Pablo en Gre- 
cia, todos enseñaron la misma cosa sin discrepancia la me- 
nor • lo mismo los demás apóstoles y discípulos : algunos 
de ellos escribieron para instruir sobre algunos punto?, ya 
á las iglesias, ya á^algunos particulares: en ninguno dé e?- 
tos escritos se encuentra un cuerpo de doctrina completo, 
pero ni la mas ligera colisión con la enseñanza de los otros* 
En toda la tierra donde se oyó su voz, se encontré sembra- 
da la misma doctrina ; pero ya los discípulos de los após- 
toles escribieron la doctrina que habian aprendido. 

Sucedía que alguno abanzase alguna doctrina que fuese 
ó pareciese estraña : los defensores de la verdad antigua la 
impugnaban, y para probar que era doctrina nueva y con- 
traria á la enseñanza de los apóstoles, tenian necesidad.de 
averiguar cual era la creencia de las iglesias en el punto 
en cuestión ; como se habian espljcado los t^sto^ de la e^-» 



m 

critura sagrada que se citaban ea apoyo. Se juntaban los 
obispos y presbíteros, qae ernn lo8 jueces de la fé; cada m\o 
traía la fé de su i|iflesia partícularise coofrontabau entre sí,y 
coüfrontaban con la creencia de todos la materia que se tra 
taba. Si la encontraban contraria, pronunciaban contra 
ella anatema, y contra toilos los que la enseñasen en ade« 
lantc, ó 1^ declaraban inocente ó no contraria á las verda- 
des reveladas. 

Tantas cuantas veces se originaba una controversia se« 
mejante se empleaba el mismo n^étodo. £1 sentido en que 
se entendian en las iglesias particulares los testos de la sa- 
grada escritura, que se citaban en pro y en contra de la 
doctrina cuestionada, la creencia de cada iglesia particu« 
lar sobre el misn^o punto desde la antigüedad mas remota 
que tocase á los tiempos apostólicos, eran las reglas para 
decidir ; para esto era necesario consultar los escritos de 
\0H li^arones mas recomendables por su piedad, zelo y doc. 
frina, que habian florecido en diferentes partes : donde 
quiera que se encontraba esta unifonnadad de sentimientos, 
se veia la doctrina enseñada por los apóstoles. 

Todo este trabajo era necesario, porque carecía la igle- 
sia universal de un cuerpo de doctrina escrito, en que á los 
fíeles sé les presentasen todos los dogmas, sellados ya coa 
^ fallo infalible de la iglesia universal, que es el órgano de 
la revelación y la depositaría fiel de todas las verdades, 
que la bondad de Dios ha querido hacernos conocer para 
nuestra santificación. Si boy se reuniera un concilio ge- 
neral, no tendría necesidad de obrar asi. Ya no hay dogu. 
mas que declarar : todo en materia df" fé y de buenas 
costumbres está espuesto y sancionado por el siicro8ai»t(| 
Concilio de Trc^nto : esta respetabilísima asamblea reoo^, 
|Aó cuanto había sido dcffimdo en todos Joft €0MÍlíp9>gen 



19> 

perales ; y 6¡ se suscitara una cuestión dogmática, bastu* 
ha consultar la doctrina del tridentino sobre ella parar dor 
cid irla. 

jLos teólogos dogmáticosi tanto los que han escrito an^ 
tes como después del Concilio de Trento, sellan propues^ 
tú probar cada dogma, por los mismos medios de que /a 
iglesia se valia antes que formase un cuerpo de doctrina • 
en mi opinión ellos han hecho lo que debüan ; porque con 
sus escritos y e¡ta$t ba» puesto en camino al estudioso leo» 
tor, de ocurrir á las fuentes y verificar la exactitud délas 
€itafl; lo que^ poner en via de adquirir un tesoro de er»* 
4icion y ciencia. Yo sieippr^ aconsejaré al eclesiástkl» 
la aplicación á este género de estudio^ 

Pero no puedo conformarme con la pr&ctica de las es;* 
euelas en et método de enseñar la teología. Los cátedra* 
ticos se pi:oponen un autor por modelo, y ó dictan á sus 
discípulos algunos de los tratados de este, 6 bien se los 'ha-* 
cen estudiar en el mismo autor, y sobre ellos hacen to» 
das las pruebas literarias los estudiantes. Este método 
me parece errado y muy pernicioso. Cuando no tuviera 
otro inconveniente que hacer perder á la juventud inutiL 
mente el tiempo mas precioso, debería desterrarse. Ya 
queda dicho que los seminarios son el aprendizage del de* 
ro ; que allí deben aprender lo que les es necesario para el 
buen desempe&o de sus funciones sacerdotales, y lustre dé 
la religión. 

Supongamos unos estudiantes que han aprovechado cu« 
anto podia esperarse en la teología dogmática; que han 
<3esempefiado con «1 mayor aplauso sus funciones ii<> 
lerarias, y recibido d grado de doctor; que ordenados» 
f liediot curas, taio «e ipr^vudtí^i^ ile 4m ^9Í^ní^ f 



Í98 

inber. ¿Qae usi van á hacer Je todo ése aparato de cíen- 
cía? ¿Seria útil para instruir en los dog^mas á sus feligre* 
sos? ¿O para probar la divinidad de algfun dogma contra 
cualquier sectario? Yo probaré que paralo primero es 
impertinente^ y para lo segundo es insuficiente el aparato 
de su ciencia : mis argumentos no consisten en sutilezas 
metafísicas ni en cálculos geométricos. 

Se propone un párroco probar la divinidad de Jesucris« 
tOf 6 la unión hlpostática de la naturaleza divina y huma- 
»a, 6 la transustanciacion del pan y vino en cuerpo y san- 
gre de Jesucristo, para preservar á sus feligreses de la in- 
fección del error^ 6 errores contrario» á estas verdades. Si 
él pretende probar estos dogmas teológicamente, hará uh 
discurso sin fuerza ni nervio, incapaz de concluir co&a al* 
gunai de convencer ni persuadir á su auditoria., ¿Porque? 
citará textos de la escritura, autoridades délos santos 
padres, doctrinas de los teólogos, hablará de tradiciones & 
y es factible que no haya en el auditorio dos que tengan 
nociones de lo que v^ale en materias de fé lá autoridad de 
los libros canónicos, lo que son los concilios, la autoridad 
de los padres & y tales autoridades no pueden convencer 
á quien no conoce su valor. Si se detiene á espliear lo 
que ellas valen, en vez de un sermón, hará un tratado de 
locis teologicis^ difuso cansado y enfadoso : ¿Puede dar- 
se mayor impertinencia ni trabajo mas inútil? ¿cuanto 
mas provecho sacarla su pueblo si esas verdades se le es- 
plicasen catequísticamente? Un párroco no debe ocupar- 
se en ensenar teología á sus feligreses, sino un buen cate- 
cismo. 

Si son impertinentes los argumentos teol¿g¡cos para. 

probar la verdad de cada uno de nuestroi^ dogmas religio- 
sos & los fieles, para convíencer & los hereges son entera- 



199 

m^nte insuficientes^ atentas las aptitudes déla mayoi* 
parte de los párrocos americanos, y del clero diseminado 
en los campos y por los lugares. 

Supóngase que unos de estos teólogos tropieza ení su par«* 
roquía con un luterano^ y quiere probarle la necesidad de 
ia confesión auricular t lo emprende con su aparato de au 
toridades ; en primer lugar los testos de la Biblia ; es de- 
cir de la vulgata latina : para eí luterano esta no es auto** 
ridad, porque rechaza su autenticidad : la cuestión se 
convertiría luego á la autenticidad de la Biblia. ^Y con 
que la probará? con el decreto del tridentino ! esta no ed 
autoridad contra el luterano, qué ha protestado contra 
este concilio Las pruebas deberian ser la conformidad 
de la vulgata en el punto en cuestión, con las versiones de 
la escritura, mas antiguas y acreditadas de que usaron 
las principales iglesias de la cristiandad. ¿Y como proba- 
rá esto el que está destituido de una biblioteca numerosp, 
provista de diferentes yei^siones de la escritura, y sin to^* 
liocimiento de las lenguas orientales? Todo esto seria ne- 
cesario para hacer la confrontación del testo alegado y 
probar su conformidad : sin esto el argumento está des- 
varatado y el error triunfante. 

¿Se citaria la autoridad de algún padre de la iglesial^ 
Por terminante que ella 6ea, el luterano la eludiria : la 
obra es apócrifa dirá ; en el catálogo de los escritos de es- 
te padre, que hizo N. no se halla esta. O bien dirá ; la 
obra del santo doctor está adulterada - el testo citado no 
se encuentra en un manuscrito antiquísimo, que se conser- 
va en la biblioteca de Berlin,de Oxford ó cualquiera otra. 
¿Que copia de libros no es necesaria para rebatir tales efu- 
gios de la malicia? ¿Cuantos son los que se hallan en pro-i; 



5*» 

púfdoit dfe cdníuttarlos para eonñmdfr á su adversario? 
y el que no lo puede liacer^¿como queda en la controver* 
sia? Confundido, la verdad desacreditada, el error tfiíiif 
fadie y el dogma abatido. 

Luego es etridentemente inútil todo el aparato de argu« 
Dientos tomados de los lugares teológicos, si^no se tiene IsL 
oportunidad de atajar todos los efugios y evasiones de la 
heregía, para lo que se necesita á mas de un aparato com- 
petente de libros, un estudio profundo de la crítica (de 
que nadia cuidan los escritores dogmáticos) de las anti- 
guedades eclesiásticas y otras ciencias auxiliares de la 
teología, de que no se hace n^érito en las pruebas literarias 
ni durante un curso de teología. Yo soy un doctor teólo^ 
go, y mi principal estudio fué el dogma, por que las su- 
tilezas escolásticas me causaban asco : he presumido de 
mi capacidad mas de lo que debia^ por haif>er tenido la 
suerte de humillar con la fuerza de mi dialéctica no solo es- 
tudiantes muy aventajados, sino catedráticos de reputa- 
ción, muy bien merecida; pues á pesar de mi engreimien- 
to, me be preservado cuidadosamente de entablar con 
sectario ninguno disputa dogmática, para probar un dog- 
ma católico en detal, por hallarme destituido de los admi- 
irículos necesafioB para confundir los efugios nmliciosos de 
la heregia. 

Si al eclesiástico no le sirve el aparejo de argumentos 
dogmáticos que traen todos los escritores, ni para instruir 
al pueblo ni para convencer á los anti-católicos.=¿que 
provecho sacará' de gastar dos 6 tres años en recomendar- 
los á la memoriii,en el tiempo en que se pi epara á recibir or- 
denes sagradosf-confieso ingenuamente que no lo conozco. 
tfije qtie era un doctor teólogo : añado que soy un edtí^ 



2QI 

sí^stico que be sido siempre coiitraido al servicio de la 
iglesia; por el espacio de oncéanos consecatiros residí 
la mayor parte del tiempo en el campo> donde en parte 
por amistad con el cura terrítorialyparte por caridad, servia 
al público en cuanto ocurría: después s^rví' los curatos 
de Cochinoca y el rectoral de Jnjuy oen toda la solicitud 
que acostonti^ro poner en los asuntos de que me encargo } 
pero ni antes de ser cura, ni siéndolo, ni ed SO años que 
han corrido después que me promovieron á dí^idad de lá 
catedrsl de Saltadme ha ocurrido una sola vez el hacer uso 
de mi teología para desempeñar mi ministerio^ Cuanjdo re* 
cien babia empezado á hacer mis primeros sermones, tuve 
que predicar un panejfrico de S, Roque; me propuse pro« 
bar^uela religión cristiana tenia un origen divino, con- 
tra la falsa filosofía ; pero me guardé mucho de emplear 
uña sola prueba tomada de ningún lugar teológico. 

Aproximé ámi heróe al príncipe de los libertinos Vol« 
taire, haciendo una comparación raciocinada entre uno y 
otro : fué renovar la lid de David con Grolíat : cianto 
mas de cerca fie examinaban las acciones de mis héroes ; 
cuanto mas se escudrinaban los secretos de sus almas, tan- 
to mas grande, mas admirable se encontraba al primero s 
sus hechos, sus fines, sns deseos, sus aspiraciones, todo era 
puro, noUe, elevado,dignp de Dios, con cuya gracia se ha^ 
cía, y á quien se dirigía como á último término : al con^ 
trario, las acciones mas brillantes del pretendido filósofo 
deslombraban, miradas de lejos ; pero aproximándose i 
ellas, desaparecía el prestigio y solo se descubría 6 la en« 
vidia ó los zelos pueriles, lo rastrero de los medios, la va* 
ciedad del término de sus aneips, en una palabra, la ep- 



éarmedad, la miseria del bombie en el filótofcr ; el poder y 
nobleza de la gracia en el cristiano. De aquí concluía, 
que la religión que ennoblecía tanto y dignificaba las ac» 
dones roas sencillas del b€rfnbre, no podía tener otro orí* 
gen que el mismo Dios; y por el contrario, debía ser vana 
y despreciable la fiiosofia que no podía curar á sus mayo« 
res héroesyde las humillantes debilidades de la bumanjdad. 
Si el argumento fué 6 n6 concluyente no me toca juzgar ; 
lo que puedo asegurar es que fui entendido de mi audi- 
torio, 
¿Que se Infiere de todo esto? ¿Que es inútil el estudio 

de la teología? De ningún modo : lo que quiero decir es 
que debe rectificarse el método de la enseñanza, para que 
todos los eclesiásticos puedan hacer uso de ella con venta« 
ja y gloria de la religión, tantas cuantas veces se ofresca, 
y lo que es todavía mas^ un método capaz de emplearse 
para poner á los fieles generalmente en estado de defender 
sti creencia, y confundir 4 quien se atreva á atacarfaé 

Será muy digno de elogio el eclesiástico que teniendo 
proporciones para ello,8e dedica al conocimiento mas pro* 
fundo de la teolog(a,haciendo una lectura asidua de la 8a« 
grada escritura, comparando cuidadosamente el testo de 
nuestra vulgata con las otras versionnes mas antiguas, y 
de diferentes idiomas que se han leído y servido de texto 
á las igtesííis mas famosas y respetableí>, ya de oriente ya 
(le occidente;al estudio de It^» obras délos padres y doctores 
de la ig)esia,ya griegos ya latinóte; délas heregías,el cátalo, 
go de los errores de cada her^ciarca, de las impugnaciones 
que se les han hecho,de los concilios en que se han examina- 
dlo tales errof es y las decisiones con^que han sido condenados 
tn censura que ha recaido sobre cada proposición & y con 
tal queé} se enrriquezca con todos estos conocimientos^ se»- 



203" 

tk un gran teólogo, aunque jamas baya tocado & ninguno 
de estos que han formado tratado de teología en forma sí» 
logística. Pero como estos serán moy pocoR^ porque de- 
manda proporciones que raros logran, y la ensefianea de 
los seminarios debe dirigirse á formará todos teólogos 
y buenos controversistas, es preciso buscar otro método 
mas breve pero aegúto^ que luego propondré.. 

Aunque la fe es ciega, no lo es de nacimiento permita* 
seme esta <;oraparacion menos propia: serró lOs ojos para 
no volverlos a abrir, después que vio bien su terreno: me 
esplicaré. Diosbo nos exige una credulidad estúpida, sino 
uña creencia prudente y racional ; de otro modo, tendría 
el mismos mérito el que cree un error que se le anuncia en 
nombre de Dios, que quien cree ttna verdad revelada^ y 
seria igualmente digno de tos eternos suplicios el que reu- 
sa dar asenso á una impostura anunciada en nombre de 
Dios, que á una verdad revelada. Nada es mas contrario 
á la doctrina de Jesucristo, de los profetas y de los apólt« 
toles. Jesucristo nos advirtió que vendrían muchos falzos 
Mesías, y que muchos falzos profetas les servirían de pre- 
cursores; y ordenó que no les creyésemos, aunque los mos- 
trasen con el dedo. Jeremías se lamentaba de los íalros 
profetas que hablaban en nombre de Dios, cuando Dios no 
les había hablado á ellos. En diferentes partes de las escri- 
turas santas se reprende á los que son fáciles en creer, y de- 
jarse conducir por varias enseñanzas opuestas á la verdad. 
£1 apóstol San Juan encargaba mucho k los crintianos que 
no creyesen fácilmente á cualesquier doctor sin probar 
primero su espíritu, á ver si era ó nó de Dios. 

Véase en la sentencia de este santo apóstol lo que el cris- 
tiano tiene quehacer para creer ,^ probar, «i la t!oct>rinu 



204 

que se le «nuiícia, yi^^e^Q Dios-an^x Deo sil. Y cuan* 
do se Jjaya cerciorado qu# es la palabra de Dio«í, debe 
serrar los cjos y .creer lo que se le ense&a, sin detenerse 
en dificultad atguna», aunque nada pueda comprender de 
los misterÍQSy.Aunque parezcan chocar con la verdad de las 
cosas quQ copocemos ; porque el no poder comprender co«* 
mo pueda ser cierta la cosa revelada, no es argumento ni 
para negar la revelación ni para clasificar de fa!sa la cosa 
revelada. Lo único que se concluye de ai es la limitación 
de nue&ira capacidad. Todos los dias vemos fenómeno^ 
físicos de cuya existencia no puede dudarse, que atormen* 
tan los mayores ingenios, sin que se asíerte á dar una ra«^ 
zon convincente del rajdo con^p se realisan. Pues si en- 
tre los cosas que estdn sujetas á huestros sentidos, muchas 
escapan á nuestra comprensión ¿que hay deestrano, si es« 
capan las que son de un orden superior? 

Esto, supuesto, voy k proponer el método que me parece 
mas fácil y ventajoso para enseSar lateologia. £s un 
parto mió propio ) no tengo apoyo en ningún escritor ; al 
menos yo lo ignoró ;• p^ro lo he meditado mucho^ y cuan* > 
to mas lo medito tanto mas ventajoso me parece. 

En dos clases podemos dividir los enemigos de nuestra 
santa religión ; unos niegan la existencia de toda revela, 
ción : otros confiesan que la hay, que Dios ha ablado á los 
hombres ; pero niegan que la iglesia sea la depositaria de 
estos arcanos y la encargada de enseñnrrí>8 al mundo ente- 
ro» Cualquiera que sea el error contrario á los dogmas 
de la religión dé Jesu'cristo, ha de pertenecer á una de e§- 
tns dos clases necesariamente • luego probando sólidamen-^ 
te las dos verdades opuestas á ello, se habrá t^unfado, y 
Se tendrán arm.is para defenderse de sus argumentos. ¿Se 



niega Ib revelación? Esta puede probarse victoriosftmetiti>f 
de manera que le sea imposible al ateo, libertino 6 ma«* 
terialísta sostenerse en la palestra ; ellos sucumbirán. Pa# 
ra disimular ia confusión de su derrota, se abscribirán k 
alguna de las sectas que hemos llamado heregias, 6 á la de 
Mahoma, Probando la segunda verdad» todas las sectas 
son forzadas en sus últimos atrincheramientos i ya no hay 
mas que hacer sino mostrarles la doctrinado la iglesia •«' 

por que sí Dios ha hablado á los hombres, y por un ór- 
gano legal se nos íntima su voluntad, ó se nos informa de 
lo que ha enseñado, todas las reglas de la prudencia y 
de la crítica mas severa imponen á la razón humana el de« 
ber de creer sin mas investigación, y someterse sin réplica* 
Piénsese esto con madurez, y se convencerá cualquiera de 
la justiciado mi observación. Sí estando bien impuesto 
en los dos puntos dogmáticos de que he hablado, no solo 
pueden defenderse con solidez y mucha sencillez, todos los 
dogmas de nuestra santa religión, y confundir á todos sus 
enemigos, bastará en los seminarios dirigir las lecciones 
y estudio de la teología, á instruir radicalmente en ellos á 
todos los jóvenes : entonces todo el tiempo que se hace 
perder á los estudiantes en estudiar unas cosas que nada 
pueden ayudarles en el buen desempeño dpi mjnisterio par- 
roquial, lo deberían ^^mplear en, aprender n)uy bien dos 
cosas — 1. ^ toda la parte del concilio de Trento que trata 
dejide católica — 2. ^ iin buen catecismo; y^ g» el conocido 
con el non^bre de Poiiget, 6 el de Fleuri : no puedo indi- 
car otros mejores porque no los conozco. 

Son muchas las ventajas que repartíiria con.esto la teligi 
on y la moral de los pnebloR; los eclesi árticos jó renes entra- 
rían 4 la Ralestrí^ iinbuido$.eii un^ cí^cia de que podían h% 



206 

cer uso y esperimetar su utilidad todos lósdias: constituidos 
al servicio de una parroquia» sabrían expedirse con método 
y claridad en la explicación de nuestros sagrados dogmas; 
se harían entender fácilmente : los feligreses aprf^nderiaa 
mejor la doctrina esplicada en buen orden; inculcarían fre 
coentemente sobre las pruebas irrecusables de la revelaci- 
ón hecha á la íglesia^.y por su órgano á todos los fieles» 
Las conquistas déla impiedad sobre nuestra creencia, se* 
rian ya mas raras 6 desaparecerían ; los impíos no gallea, 
rían , porque sos sucesos son debidos á la f:ilta de instrüc. 
cíón Unida & la corrupción de costumbres $ y en el caso 
en qtíe hablo, donde menos lo Imaginase saltaría un ene« 
migo formidable que los confundiese. 

Todos los demás puntos que abraza la teología, ya sobre 
cada dogma en detal, ya sobre otras cos.iS que se rosan con 
el dogma, podría el que quisiese estudiarlos con toda la 
latitud que tuviese por conveniente $ y es innegable que 
después de haber puesto i su teología el cimiento que he 
indicado, su estudio seria menos estéril* 

g. «2. 

Z>£ lA tEOLOGIA MORAL. 

la nioral qoe ensefia k regular las acciones humanas 
por los dictámenes de la recta rason se llama filosofia; 
mds la que nos somete á los mandamientos divinos y nos 
dirige a nuestro último fin, que es la Union íntima y frui- 
ción de Dios autor de la gracia, hace parte de la teología. 
Esta ciencia es tan necesaria & un eclesiástico que sin ella 
es un ciego encargado de guiar otros rauchois ciegos, por 
caminos sembrados de precipicios^ 

Pero es digno de conipasion el descuido que hay, en la 



307 

enseSanza^e esta importantísima ciencia. La suma que 
le cae & las manos al estudiante e«i su guía , y ordinaria- 
mente estas sumas están llenas de errores muy crasos y de 
disparates. La ig^norancia de la fisica^dei derecho público , 
y de la anticua disciplina de la iglesia;la inexactitud de las 
definiciones y las pretensiones curiales^ban sido otros tan* 
tos manantialeé fecundos que han llenado la teología mom 
ral de desbarros lamentables. 

En los autores mas clásicos se encuentran disertaciones 
sobre el tiempo. en que fo anima el fetOipara que se le pue« 
da valida, y licitamente administrar el baustismo^ y gas- 
tan páginas enteras en probar que el varón se reputaría 
animado á los cuarenta dias y la muger á los sesenta. El 
buen sentido se ofende al solo oirlo. ¿Como á estos teó- 
logos no ha ocurrido que sin vida no puede haber vegeta- 
ción ; que en los seres racionales el principio vital es la 
alma: que sin vegetación no puede desarrollarse el sexo 
para concluir; que cuando empezaron á nutrírselos órga- 
nos animales, es decir, en el momento de la concepción 
empezó el feto á vivir? 

La ignorancia de las antigüedades eclesiásticas es otra 
fuente de errores morales : las voces en otros tiempos no 
tenian oiuchas veces el mismo significado que ahora, por 
^gemplo ; en los antiguos cánones frecuentemente se com^ 
prendían el oleo de los catecúmenos, el de los enfermos y 
el crisma, bajo un solo nombre; y nosotros á cada unoda« 
mos sQ nombre propio. Nada hay mas común entre los 
moralistas, que citar una autoridad antigua y concluir de 
ella un absurdo; por que habiendo variado el dignificado 
de las voces se le da á la autoridad un sentido en que nc^ 
pensó el aotor. AoliguAmente los mártires cuando iban al- 



suplicio á pcfticion de aiguaocr .cristianos, :Oonoe4hiQ la paz 
y reconciliación por un escrito qne dirigían al obispou 
S. Cipriano escribía sobre ésto, que los fíeles que hubiesen 
recibido deios mártires ese l'escripto, sien aüseneiasuya 
se veían en peUgro de muerte, se ceníV^ieiseá con un presbí- 
tero ó en defecto de este con un diácono, recibiesen la 
imposición de las manos y muriesen en paz. Al oir con* 
fesion de pecados, imposición de las manos del ministro, y 
reetnbio del penitente en paz según nuestra actual discipli- 
na, importa tanto como recibir la absolución sacramental; 
y si en el mismo sentido se entendiese et dicho de San Ci« 
príano, sería preciso concluir que el santo doctor reconocia, 
al diácono como ministro idóneo del sacramento déla peJ 
nitencia * lo que es un absurdo enorme. Son muchisimoa 
los caaos en que semejantes exemplus podrian multiplicar* 
se, especialmente eq materia de sacramentos. 

Las definiciones inexactas son otra fuente de absurdos 
qne deshonran el talentq y erudición de los escritores mo« 
rales. fCuan tas disputas se ahorrarían *con solo rectificar 
fas definicioneti! El ayuno por ejemplo es un obgeto de 
D)il cuestiones, en cuya decisión se dividen los moralistas ; 
unos han egercítado su humor tétrico, y han multiplicado 
los pecados mortales como si ellos fuesen los legisladores * 
otros ,al contrario han llevado la indulgencia á términos 
que han anonadado el precepto de la iglesia : es tony rara 
que unos y otros no &e envuelvan en mil contradicciones 
groseras qiie inspiran de^pitecio por sus escritos. 

He hablado arriba, de Ids cosáis tan fuera de camino de 
qúeéstan llenos los tratadistas en sus escritos sobre usu* 
nis: este mn I viene también do la inexraclkud con que di* 
unen la usura. Siel ayuno en vez de definirlo, abstinen» 
T<^*íi árarnibus. et mica^omeitio; como lo hac^n, lo difi- 



2(»v 

nieroD pardmotaavktui, et iiwcíi epíiiwtía ? «p4ew»bftn^- , 
zarian de mil cuestionedrWícuIíiB ; loa awtór^^rift «^^ tr^ 
formariaa frecoenlementeeiíJejiaMorosintiíuso^ TenU,^ 
endo dos punios fijos para compaiar la acción en ciwatii?» 
con la ley, todas las resolaüonds serian fidlesJ Otro i 
tanto digo Je las usuras : si en vea' de dtfinWaf, lu^runk\í 
^ mtUm prwenknsj dijeran, /mctim», ex muiwimpifqctih . 
provemensUhñw salvado muchfts dificuUMes. r 

No es necesario sutilizar mucho el discurso partí ^con^ 
trar oposición álaVaridad, y tambieh & la justicia eti cxi-* 
jir ganancia del suplemento hecho & un miserable ; por 
que en último análisis viene eso át aumentar la miseria y 
apresurar la ruina del mutuatario, como sucedía eií los su- 
plementos que los caballeros romanos hacían al pufeWo,que' 
terminaban en la esclavitud del mutuatario después de ha- 
berío cargado de prisiones y azotado con crueldad. Pe- 
ro todas las argucias del universo nó presentarán tina ra-j 
zon concluyen te para clasificar de inhonesto un contrata 
de permuta, por que estrictamente hablando es el mutuo 
celebrado sin asomo de fraude ni de dolo entre personas há. 
biles que conocen bien sus intereses, y del que ambas par- 
tes contratantes reportan una ventaja' conocida. Otras 
muchas aberraciones de tos moralistas por causa de la ine- 
xactitud de las difiniciones podría citar ; pero mi propo- 
sito no es hacer un tratado d^ moral, sino adi^ertir álos 
profesores, y á los que se dediquen al eáludfo ^ ésta ^ 
cuitad la precaución con qué de^ben adoptadla» definreio- 

nes. 

* . -^ 

•» '• 

Otra fuente de errores é;t latOioral son las pretensiones 
ultramontanas* ^lla% han Venado el cuerpad^ derechp 

' 27 ,' 



2W 

éfrcintmm apóérifos, dé consiguiente de l^es supuestas, 
cuya antcfridad ae pretende ha^er raleí^ para'dar por iHci- 
ia álgiiiia acción. Elláihan cdnfundido de tal ' modo las 
de Pontífice romano, de metropolitanp dé los Obispos su. 
burvicaríos de patriarca de occidente, y de j^rimado dé la 
iglesia linirersal y han hecho olvidar que egerce fundo» 
nes propias por cada uba dé esas atribuciones ; y que pa- - 
ra el egercielo de ellas debe sugetárse el santo padre á las 
reglas que por tradición apostólica adoptó la igl^ia uni- 
versal para el jbu^n régíiiien.^ 

. De aquí viene que el santo * padre^ de Roma expide una 
b|]la dogmática con Ifm, cláusulas 39iti¿MOj>ro/?r?o, et ex certa 
sciettíia ; y sin roas requií^ito se pretende ver en ella una 
regla de fé: los confesores hacen de ello punto de concia 
encia» y rehusan la absolui^ion al penitente,que suspende de 
su juicip hastfi ver como es recibida por la iglesia univer-. 
sal : as{ llenan las coifisircas de disputas, y escándalos. 
Nada es^mfui qomun éntrelos mpralistas,, qine apoyar sus 
opiniones en resoluciones de alguna de las congregaciones 
ron^^as : si estas resoluciones se catasen como dictámenes 
de hombres sabios en la materia sugeta, todo marcharia 
enpj^ifen; porque tanto valdHa como citar cinco, ó seis 
autores cjá^ipos que opinasen así ; pero no es esto lo que 
«^cede.: se citan dichas resoluciones como leyes que ter- 
jninan todi| dii^uta^^ ^,^^1^ ^g^^ ^^ conducta ; lo que 
jHippne una inorancia, cf asista» . 

I, Xast congregaciones no son otra cosa que comisiones per 
manen tes de hombres doctos establecidas por el obispo de 
Roma para oír su consejo en materias difíciles ; pero ellas 
jT^ismas no tienen autoridad pata definir cosa alguna ; y 
to que «loclavia es mas, las resoluciones tomadas por el san-, 
to padre con el dictamen de alguna congregación valen 



211 

mucho meBod» ^ue si las hubiera determinando oyendo ú 
voto de su clero ; es decir de so sínodo diosesauo^ que 
tiene más respetabilidad que las congregaciones, y una 
autoridad peculiar para decidir recibida del mismo Dios 
como parte conéütutíva de la madre iglesia. Todas estas 
indicaciones servirán al preceptor de moral para no incur. 
rir en sus lecciones, en iguales inconvenientes ; y á los 
discípulos para aplicarse mas á buscar la razón intrínseca 
de la honestidad de las cosas, que averiguar como opinan 
de ellas los autores. 

g.23 

DEI^DSltECHO CANONIOO Y QVIL. 

La utilidad, he dicho poco, la necesidad que tienen los 
eclesiásticos de instruirse en el derecho se siente cada mo« 
mentó : me parece inútil encarecerla : pero no se puede 
prescindir de recomendar mu chócalos catedráticos la elec* 
cion de los autores que hayan de preferir para la enseñan- 
za para preservar á sus discípulos de tantas opiniones ab« 
surdas, contrarias al buen régimen de la iglesia de Jesu- 
cristo; que no sufren ya las luces del siglo, que de mil ma- 
neras se espresa llamando la dicipHna antigua de la iglesia 
& que se resisten las pretensiones curiales y el fanatismo. 

Es indudable que el derecho eclesiástico de nuestros 
días es tan diferente del que rigió en los siglos de oro del 
cristianismo, que á penas es creibie que haya podido ha« 
cerse tanta alteración. .^ Es también indudable que en esta 
alteraciop la iglesia de Dios¡ha perdido mucho de la anti. 
,gua pureza dé «costumbres de los fieles, y aun del celo y 
fervor de sus prelados : en vista de t^al detrimento, todas 
los buenos fieles y «specialmente los pastores del rebano,^ 



Ibs cultivadores dé ta i^ifia del éeftor deb6EÍaii aspirara 
restablecer tos anttgfaos dias de gloria de la etposa del cor 
dero,y la ^rimili va fertilidad de la vifia» empleaodo en su 
aultivo el mismo método que el Espíritu Santo enseñó k 
fos [iritner^s cultivadores que son nuestros maestros. 
* Pero ¡O faer¿á¡de la habritud 6 del vicio envejecido! 
Escrito res graves y prelados cetozosde'la purexa de la 
disciplina sé asuistán al-oir invocar la antigua : les pareos 
i'liie oyen la' trompeta de la sedición contra la iglesia ca^ 
tólica : que trabajar por restituir á los SS. Obispos, quos 
Spiritus Sanctm posuit regere ecclesiam Dei, ias prerrogatí 
vas que según la doctrina délos santos padres, tienen por 
institución divina ;: y que los sumos pontífices se despren- 
dan de J^ que iio son necesarias para el buen régimen de 
la iglesia, y el egercicío de su primado, vale tanto, como 
bacer un cisma. ¡Ceguedad tamentableí 

* Se ha declamado mucho, y se declama todavía ^ontra los 
papas cuya ambición se dice ha iutroducidu tantas nove* 
dades: á mí me parece que es injusta ésta acusación: si 
algún c^rgo puede hacerse á la curia romana, no es el de 
haber sitio inventora de las pretensiones exorvítantes, sino 
de no haber resistido con apostólica fortaleza á la teirtaci» 
on de apropiarse un poder ilimitado en la iglesia de Dios; 
pero el mal tiene su origen en el niaquiabelismo de los 
jpVíncipes, segundado por ¡a ambición de algunos monges 
benecditínos ; y otros eclesiásticos indignos. 

Es cosa tí^uy sabida en la historia que en tiempo de ios 
reyes Merovingios de Francia, los mayordomos de palacio 
Bé atzaroii con toda la autoridad soberana, de modo que 
los reyes no erartyasjnro iino» simulacros que mida|K)diaBi, 
nada mandaban, sino lo que á sds mayordomos convenía :. 
'"^líos áfiauiáVon taAibíén para sus tteicendíent^ila ^wi»» 



2UÍ 

aotorídaá, en que entraban per succetion hereditaria. Ei 
padre de Cario Magno adelantó sos aspiraciones, y deter. 
mind arrancar de su sen^r hasta la apariencia de mages^^ 
tad, y señir sus oienesconla coronado Chilperico que 
•cupaba el trono« Para no esponerse í chocar á la nación 
y remover los obstáculos que pudiesen obstar sus preten« 
cioneS) se cubrió con el manto de la religión, procurando 
bacer circular la opinioA de la omnipotencia del romano 
^ntífice para disponer de todas las cosas de la tierra en lo 
temporal y espiritual, con absoluto poder como vicario de 
Jesucristo, que positivamente declaró que su padre le ha« 
bía dado todo el4>oder en los cielos y en la tierra. 

La opinión no podía ser mas absurda, nj peor la dialéc* 
lica, que del omnímodo poder de Jesucristo inferia el de 
su vicario ; porque es fuera de cuestión que el vicario por 
el hecho de serlo no inviste todo el poder de aquel cuyas 
veces ejerce, sino solamente el que se le haya conferido 
para el ejercicio de su misión : siendo igualmente cierto 
que Jesucristo embió á sus apóstoles y al príncipe de ellos, 
como su padre lo havia embiado a él mismo, no á mandar 
opn la plenitud de poder, sino á enseñar, corregir y domar 
él mundo con la paciencia. 

No obstante ella entró muy luego en gran boga : lison* 
geaba el amor propio de los romanos, que constantemente 
han suspirado por restablecer el antiguo poder de la cíu», 
dad dominadora del mundo, y era sostenida por el poder 
y oro de Pepino. Entonces se le arrancó un breve al, papa 
Zacarias,que despojo de la corona i Chilperico y se la dio 
4 Pepino. 

Después de esto ella fué la opinión de toda la Europa: 
los escritores tenían m interés en hacer la corte á los pa« 



S14 

pas; y & competencia ampliaban sus prérrogaíivasr* Gaf« 
lo magno siguió la política de su padre: contribuyó mas 
que nadie á engrandecer el poder temporal del succesof 
de S. Pedro; y ásu vez ayudaron los pontífices poderosas 
mente al hijo de Pepino á engrandecerse : toda la política 
europea estaba montada en este pié* el emperador electo 
juraba homenagé ala Santa Sede; el pontífice romand 
coronaba á los emperadores, les recivia el juramento de ob:^ 
servar las leyes del imperio, y de defender la iglesia ro- 
mana coQ todo su poder : las mismas dietas del imperio re 
conocían subordinación á la autoridad pontificia, 

^ A la vuelta de tres siglos, los papas que se elegían eran 
educados en esta doctrina que les parecía inconcusa; se 
creían obligados en conciencia á defender las prerrogativas 
de su iglesia, y contaban entre ellas la de velar sobre la 
conducta de los príncipes en el gobierno temporal de sus 
dominios ; y tan luego como hacían alguna cosa desagra- 
dable á su santidad, se les ordenaba reformarla, y eran ame 
nazados con escomunion y destitución sino obedecían. En 
estas circunstancias subió al trono pontificio Hildebrando, 
monge benedictino que se llamó Gregorio VIL cuya des- 
mesurada ambición preconizan los escritores modernos» 

Me parece injusta semejante acusación. Gregorio era 
un Kdmbre de costumbres puras y austeras, amante de la 
justicia, incorruptible, zeloso de la honra de Dios, consa- 
grado sin reserva al desempeño d&sus obligaciones, pero 
de un geníd ardiente y temple fuerte. 

Encontró a su dignidad en la posecion de mas de treci» 
entos auos.de supremacía sóbrelos príncipes, y de hacer- 
se obedecer de todos los potentados.* contó entre sus prin- 
cipales obligaciones el conservar esta prerrogativa $ín d'i- 



216 

miBUcion. Enrique IV. de AlemaDia, de un temple no me- 
nos fuerte y también zeloso de la independencia real, no / 
se prestó con docilidad & las vduntades del pontífice en el 
asunto de las investiduras : se fulminaron contra él los ra- 
yos del Vaticano. El efecto que produjo en Europa el 
folio del pontífice romano,es la (H-ueba incontestable de que 
Gregorio marchaba al nivel de las ideas del siglo, y á na» 
die se le puede reprochar el no aventajarse á su época. 

Loqueen este negocio hay de mas notable ^es la frivoli-> 
dad del obgeto que condujo la'^ cosas á este eistremo : la 
tradición del báculo y anillo que se hacia á los Obispos 
electos. Pretendia el emperador Enrique,que con este signo 
se les investía de la jurisdicción temporal que egercian, y 
por lo mismo que á él competia investirlos de ella : por él 
contrario el Papa sosteniaque eran signos de iajurisdicci« 
on pastoral, y de la esclusiva facukad del succesor de San 
Pedro, que creia usurpada por el emperador^ Eotretantcr 
el anillo y báculo de los Obispos, tii por su naturalesa ni 
por institución divina significan ni lo uno ni lo otro . soa 
signos arbitrarios de institución humana, que pueden sig« 
níficar lo uno y lo otro y pueden ser variados por otrov 
signos y entonces dqjar de significar igualmente lo que 
decia el pontífice ; de consiguiente era un asunto de muy 
fáeil acomodamiento, que no mérecia la pena de armarse 
para sostenerlo : el escándalo está en haberse encapricha^ 
do ambos, el emperador y el pontífice^ esto prueba lo que 
arriba he dicho ; que un eclesiástico irtuoso y poco ilus 
irado puede ser muy perjudicial, y cenias mejoren lnten« 
cienes del mundo hacer enormísimos niales á la sociedad. 

por lo demás Greg9rio Vlt. en orden á la facultad da 
deponer reyes siguió el ejemplo de su predeqefor ZacarLy 



f todos los succetores de este pontifice ha^a Gregorio opí- 
narotí como él, y también los posteriores, al menos hasta 
£eoQ It. ínclasiye ; pero especialmente los benedictinos 
de la congregación cluniacense que ocuparon el trono pon« 
tificio, aubqtie no Ileg6 el caso de deponer príncipes, ellos 
lío hicieron menor parada de so poder absoluto y universal. 

En materias eclesiásticas, este funesto sistema causó una 
revolución completa. .En esa época verdaderamente lá« 
gttbre para la iglesia de Dios, para autorizar las noveda- 
des se forjaron varías epístolas,sioodales que se atribuyci* 
KNi á Jos romanos pontífices de los primeros siglos del 
oristíanísmo, de que se hizo una colección atribuida á Isí^ 
dero.Mercator español de nación, que otros atribuyen á un 
dtro Isidoro de nación aleonan. Sea de esto lo que fuese, 
4o ella pasaron á la eotecion de Graciano, acaso por falta 
de critica, y vinieron á componer parte del actual código 
de deredio canónico, en que esl&n consignadas como leyes 
antiguas las noi^ades introducidas* 

Poco á poco se avanzaba terreno ; se hacia una innova- 
ci^on, y se convertia en derecho ; y no havia medio que se 
emilFicjse para estender semej^ante práctica de una nación k 
otra; ¿asta que el derecho canónico y la antjgua disciplina 
establecida en la iglesia |ior los apóstoles y sus discípulos 
quedó alterada en todas partes^ y el primado de honor y 
áe autoridad que siempre ha reconocido la iglesia católica 
eUfCl sucesor de S. Pedrq, adquirió prerrogativas quenun 
c^X^ babia^n pertenecicjo* En proporción que los romanos 
{pontífices aJb^nz^ban ep eiiíe géuero de adquisiciones, 
perdían en las iglesias los metropolitanos y los obispos 
t¿^ pr^rrb^aíivas qxte' habían g-ozado desde su institución, 
ÍSÁV i^esiaí perdieron ^l derecho de elegirá sus propio» 



' 



217 

obispos ; los metropolitanos el de consagrar á sus sufragá- 
neos; se vieron obispos exentos de la jurisdicción de! me- 
tropolitano; diocesanos independientes de la jurisdicción 
de los obispos/ Estos dejaron de ser jueces de la fe, como 
lo son por institución divina; y se viarotí sugetos á un tri- 
bunal de nueva creación, que no ha hecho sino males y es- 
cándalos. En fin se hicieron tantas y tales innovaciones^ 
que la autoridad de los obispos quedó tan restringida y 
anonadada, que si la silla apostólica después de dar obispó 
á una iglesia, en bula separada no le comunicara facultades 
especiales que los tratadistas llaman sólitas, seria imposi- 
ble que el nuevo instituido pudiese cumplir con su minis- 
i&tio ; de modo que á juzgar de las cosas por el estado 
actual de la disciplina, el romano pontífice seria el únfcó 
obispo de institución divina que recibe de Dios la autori- 
dad para gobernar la iglesia, y los obispos meros partici» 
pantes de la autoridad que su santidad tiene á bien comu- 
nicarles« En efecto Pascual II. se abanzó ya á tituláis 
OJnspo de la iglesia católica ; y aunque sus sucesores no 
hiin dQittinuado en usar cisa fórmula, no por eso s^, han re- 
lajado de las pretensipnes de Pascual. 

No hay pond^ra^cioq bastante para explicar» cuanto mal 

han causada á la iglesia de Dios y á las costumbres de 
... . . ' ■ ** 

los cristianos estas mnpvacionea : no obstante eUas tie9en 

sus defensores, y lo peor es que algunos jeclesiástic^qs q'ie 

hacen ostentación de sn piedad, son ios mas ardientes enemi 

gos del regresa de la.antig^a disciplina. Yo no se si esto 

d^g^tr^uirse k ignorancia ó á otra causa voluntaria; 

pero juzgo que no ^0lo es upa insolencia, sino una espe(;íe 

de heregia, posponer un or^en ^e cosas^ esta|b^epido,ppr 

los apóstoles fundadores de la iglesbr acffuiclo inviolable- 



218 

inente por todos los obispos católicos, y respetado por to* 
dos los pontífices romanos, en tiempos en que cada Papa 
era un oráculo por su sabiduria y un milag'ro por su San<* 
itidad ; por sostener otro que debe su nacinfiento á los ti. 
«mpos de mayor ignorancia y mayor desenfreno de eos* 
tumbres, y su genealogía es la mas , indecente pues viene 
de la opinión déla omnipotencia papal, que sosturij^ron 
plumas vendidas á Pepino para ayudarle á robar un reino 
oomp lo hizo. 

Estoy persuad)(ik> que los catedráticos de der^Uocanó* 

TÍico de'bian poner todo su cUid!ado én instruir á^us discá^ 

^tilós eii lod antiguos cánones; mostrarles las reformas que 

en ellos ha hecho el tiuévo'derc^hó, y Ids tiempos ¿ti que 

se introdíijeron; dé modo que ^ean claramente, cuales son 

los derechos que por institución divina competen al PontL 

Hcé rortiarto, por razón' *déscír el primado de lá ígfesta uní- 

i^érííal. para que siempre se* le" guarda respeto y obedíeiicfa; 

y las priát^rfgítlVas qué la i*elaj ación de los tiempos ha 

creaddetV perjuicio' de las iglesias y déla kfignidttd^efriéh. 

copal ; sin lo cual sus^ discípulos no set^á^j alnas sino 'Utos 

canonistas superficiales; y ciiáridb llegue él caso quemé pa« 

íéce que Heghr^, dé ^ufe lóí S9. oHtispos y gobiernas dé líis 

*htfevas Repúblicas réiélaraeñí como deben hacerlo, porlá 

rfHÍtTéú'cion délas pTerogáliras del obispado y de las iglc- 

^iaé para hacer tas' elecciones dé sus prelados áegun kw cá- 

¿bhá ánti^bás, sepaní ¿u4r dar tel justo medio, y protejet 

'áí mismo tieínpóla'áopremaciá de hdnor y jurtceíon que 

'compete al snccefiórtlfeS. Pedro para quejamos se le dis- 

.''putén; y ta^pi^erb^tiv^s igualmente delnstitucfon divina 

'qué c^rre^nden á los Obispos, iptoé Spititus SartctHepo^ 

9uit regere Eclesiam Dei ; y las de las iglesias para 



^19 



ekgir sos pastores, derecho que según los santos padres 
les corresponde p9r disposición de Dios y enseñanza de lo» 



El derecho 4;ivil t¡«ie tan íntima coneccion con el dere- 
cho canómco, chanto qne los cánones de la iglecia en 
puntos de dkiplína no tienen vigor si no son aceptados 
por las potestades supremas de !as naciones. Este punto 
me parece (lue está fuera de controversia, y lo que de él 
debemos deducir es^que el eclecíástico tiene necesidad de 
estudiar bien las jeyes del pai» en que vive ; mucho mas 
si ejerce algún ministerio público, para no esponerse á 
choquiBS desagradables siempre perniciosos. 

Pero me parece muy importante fijarla atención de lo» 
profesores y de los discípulos sobre la necesidad de conocer 
bien los límites que dividen la autoridad de la iglesia de 
la que corresponde k las potestades de la tierra : ambas 
tienen s» raíz en la divina ordenación que ha dispuesto de 
ese modo el gobierno de las sociedades humanas, como Jo 
ense&a espresamente S Pablo. Dejarse despojar por pu- 
silanimidad ó negligencia,de la que le está confiada,es un^ 
cobardía ú omisión muy reprochable;^ perp ingerirse en la 
deageno fuero es una qsurpacion manifiesta : lo primero 
baria del ministro un proditor, y lo segundo un pertur- 
vador de la tranquilidad pública ; porque en efecto estos 
abanses no se hacen sin causar escándalos é indisponer 
muchos ánimos. 

Nada seria mas sensillo que esto, si los hombres supieran 
contenerse en sus respectivos límites; pero esto es muy 
tñTo* En los tres primeros siglos del cristianismo, jamaa 
se oyeron tales competencias : los ministros de la ígl^ia 
4e maptenian en el círculo e$trecho de sus deberes ;. eran 



ÍÍ2Ó 

los primeros dobeenecer las leyes del imperio, mientras 
tío tocaban la sustancia de los dogmas 6 la pureza de la 
moral: masen lleg^indo & alguno de estos puntos, ellos 
declaraban francamente que no podían obedecer, siguí* 
endo el egemplo de los tres jóvenes de Babilonix que se 
resistieron á obedecer el mandamiento real de adorar la 
estatua de oro; y el del principe de los apóstoles, que cu* 
ando le prohibió el sanedrín anunciar la divinidad de Je. 
sucristo, contestó que debía obedecer antes á Dios que al 
tribunal : es verdad que esta conducta les acarreaba la ani 
madversion de las autoridades, prisiones, malos tr&tamien* 
tos, destierros, y la muerte misma : mas todas estas cosas 
las recibían como gajes de su ministerio, y decian con San 
Pablo ; laboro usque ad vincula, quasi male operan^ ; sed 
verbun JDei iion^est alligatum. 

La conversión de Costantino causó en esto una altera» 
tion notabilísima : él y sus succesores concedieron á la 
iglesia y á sus ministros grandes exepcionrs por respeto á 
la religión ; y la iglesia condecoró á los emperadores con 
el honroso carácter de Protectores de sus cánones» No 
tardaron los abusos : los emperadores de oriente quisieron 
también ser jueces de la doctrina, y mas de una vez le- 
vantaron tribunal para decidir cuestiones dogm&ticas. La 
Iglesia católica contradijo constantemente tales pretencio¿> 
ncs : á su vez los eclesiásticos también intentaron dispu- 
tar k la autoridad secular algunas atribuciones, sostenien«i 
do que los fueros y exenciones de que gozábanlas ig^le- 
«T«os y personas dedicadas ¿ sus servicios eran de derecho 
divino, que los^ príncipes seculares np podían restrii^ 
ni nnodiíicar. 

Esta doctrinóme parece destituida del ajJoyó de la |aS- 



ligue dad ; y aunpoea conforme á lo qpc Jesucristo y los, 
apó'irtoles nos«tisenaron con la palabra: y con el ejemplo. 
Ella es un corolario de la omnipotencia papal» que co^ 
mo queda insinuado arriba nació en la corte de Pepino, pa« 
ra allanar el paso á sus pérfidos y alevosos proyectos; ella, 
estimuló la ambición de los papas y de los romanos, y fací 
iitó también el paso á otras opiniones conducentes á con» 
solidar las prerogativas temporales de la íg^letia y de los 
eclesiásticos. Ha sido combatida y apegada por los juris» 
tas según convenía, para apoyar la conducta versátil de 
los soberanos á quienes servian. 

Sin salir de las cosas que hemos tocado, se nos presentan 
ejemplos de esta política versátil é incoherente de las cor- 
tes. T^ienEspüña ni en Portugal se habria permitido 
enseñar que el ppa tiene facultad para privar de sus tem« 
poralidades á los reyes ; no obstante, los mas célebres de 
sus jurisconsultos para justificar la ocupación y conquista 
de las Américas, el argumento decisivo que faantenido es la 
donación hecha por Alejando VI ; y estas obras se publi'- 
paron con aprobación de los consejos y real permiso. 

Si algún papa hubiera intentado en España gravar á los 
subditos de S. M. C. con algnna contribución pecuniaria 
á favor de la c&tnar a apostólica, su empresa se hal)cia-atMÍ 
sificado de abusiva, ofensiva á los derechos de la corona' 
y habria encontrado la mas enérgica resistencia de parte 
del rey y de todos sus consejos; pero convino á In política 
del monarca, y se fué á suplicar humiídemente ar santo 
padre, para que tazase á los vaíallos del rey católico y les 
impuciese una pencion pecuniaria á favor de4a coroua co- 
mo lo hizo. ¿No se liedwceáesto la ímpetr^ciDn de la cru* 
«da, cnya poblicncion s^un UiSTealp«.^retenfíon0s debía 



222 

hacbrse con tx^áú el bparatd conveniente ptra manifestar el 
respeto y obediencia que sé debe á loa rescriptos pontífi* 
€ibú de la' clase de esta bula? 

Convino k la pbHtíca de Carlos III^ y por oh golpe de 
pdder prendió & todos los jesoitas en todos- sus! doninios;, 
los arrojó fuera de elios^ ocupó sus'teinporalidades sin que 
'es' valiese el fuero personal y real, que cofflfio eclesiásticos 
gozaban* '• Los hijos de San Ignacio fueron trati^dos por 
CSjThn el' Santo^'eon mas dureza que le fueron los moros.y 
judies por F^hmndo V. A estos se les dio an plasso para 
salir del reino ; seles permitió saear. sus propiedades: á 
los jesuítas no se les consedió un dia de término, ni per* 
miso para alzar siquiera sus camas« Pero necesitó la cq« 
IPOna un subsidio ««traordinarioj que buenamente podía dar 
lo el clero de |a monarquía, ^1 mismo CarJpsIII dirigido 
por U^s condes de Florida Blanca, y Canipomanes ,los mas 
asérrimos defeosorciBi de la real prerogeitivaí va á suplí- 
car bumildeme n^ á Pió VI^ que le permita exigirlo i^ 
clero de Espa^fia, como si fuese menos rey en un caso que 
en otro, ó los eclesiásticos del ano ochenta y ocho menoi$ 
subditos suyos que los del año sesenta y siete. 

Esta versatilidad de política, qqe ha contrariado con el 
liecho los prineípiofr proclamados, y que influyeron en 
jotros hechos de la misma naturaleza, ha influido en los 
jurisconsultos, y hi^ puesto confusión y ambigüedad en una 
materia clara por su naturaleza ; pero por lo mismo de* 
manda mas profundidad en su estudio, y dicertiimiento 
mas delicado. 

Por lo demás, las ventajas que hace un eclesiástico que 
posee la jurisprudencia civil y caoónica^á loa que no la po^ 
^leen, no puede ponerse' en cnestion; y es muy laudable 



33S 

qüd habienilo proporcione» para ello, consagre el jÓFeu 
que SI9 dedica 4 la iglesia «as desvelos, para instruirse en 
esta ctentia^t como racomendaré siempre al joven que se 
dedica a la jurisprudencia civil, el estudio de los cánones 
de la igl6]3iaique le servirán importai>temente con bastante 
frecu^cia. 

Otro manantial de errores jurídicos On el derecho civil 
son las leyes feudales ; los códig^os y sus glosadores están 
infectos de estas doctrinas, tan fecundas en Consecuencias 
como chocantes k la recta razón t son dé todo punto iu^ 
combinables con los derechos primitivos del hombre y de 
la sociedades ; los catedráticos de esta fácultsid deben po« 
ner mucho cuid^idoen que sus oyentes, para hacer^el cur- 
so de derecho civil, conoscan primero el derecho publicó 
y natural; con lo que fácilmente advertirán «n los códi- 
gos civiles y sus glosadores, las aberraciones en que.ban in« 
currido. Sin esta precaución, los talentos mediocres que 
son el mayor número, se harán una cosa indefinible por la 
confusión de ideds. 

g. 24. 
De las otras ciencias que deben adornar a i^s 

^X7E ASPIRAír AI* ESTADO ECL£SlásTtCO/ "' 

Se ha dicho que los seminarios son como el noviciado 
del clero, donde los que aspiran al estado eclesiástico de- 
ban iniciarse, á lo menos en las ciencias que debe cultivar 
toda su vida un eclesiástico : debe fmiiliarizarse con el es- 
tudio de la historia eclesiástica, especiaintiente con la par- 
te que abrasa la serie de los concilios, jr las materias de 
que cada uno se ocupó : no solo de los concilios ecaméni. 
OQS, sino también de los nacionales y provinciales, y el 



224 

<^siftnttimeilto'^ue-'la iglesia uDÍversal di9per«aba dada 
álasdecinianes dogmáticas de los segtiiidos y últimos. En 
éste estudio aprenderá mas teología, que en la lectura de 
todos los controversistas. 

En los cánones de los concilios concernientes á dictpli- 
nSy no solo encontrará cual ha sido desde los tienipo apos- 
tólicos el espíritu de la iglesid; cual la libertad de las igle- 
sias particulares en la adopción de sus costumbres y ritos; 
y con puutos fijos de comparación* se pondrá en estado de 
juzgar si la iglesia de Dios ha ganado 6 perdido en la in- 
troducción de la diciplina moderna ; y según eso emplear 
su zelo religioso, ó en sostener Jo mejor 6 en encaminar á 
ello según le sea permitido hacerlo. 

Las escríturáas^tas ofrecen un tesoro inagotable de cien 
cia y de piedad; su estudio debería ser la ocupación favorita 
no solo de los eclesiásticos, sino también de todos los ado- 
radores del v^dadero Dios y su adorable hijo Jusucrí«to 
nuestro Salvador. £n la ley antigua la lectura de los san- 
tos libros era el consuelo de todas las almas justas : son sa- 
bidas las demostraciones de jubilo que hicieron los judíos» 
cuawddel santo sacerdote Necmías les leyp por primera 
vez después del cautiverio de Babilonia los libros santos» 
Nosotros, escribían los macabeos á los romanos,no tenemos 
'necesidad de alianzas y pactos de amistad con nación al- 
.,giA«a, mientras tengamos en nuestro poderlos santos li- 
bros: en ellos encontramos el recurso en nuestras necesi- 
dades, y fuerza siempre victoriosa en los peligros. En los 
siglos de oro del cristianismo, lo|s fieles instruidos por los 
apóstoles y por los varones eminentes que inmediatamente 
les succeilierou^eiancontinuamente las escrituras santas: el 
' l'^^ro de los evapgeüo^y el jjan eucarístico era la provisi* 



2Í& 

on qae hacían^ cuando huían á los desiertos 6 se* ensertra^ 
ban en subterráneos inaccteibles huyendo de la perse¿u<^k 
on: de ahí sacaron los mártires la elocuencia irresistible 
con que confundían á los tiranos^ y la fuerza siempre vjc« 
toriosa con que se hicieron superiores á. todos los suplicioai' 
y destruyeron por fin la idoIatria« 

Mas no se porque fatalidad empezó entre los cristianos 
á temerse la lectura de los libros sagrados sin tener un 
guia, es decir un intérprete : se prohibió el uso de la Biw 
blia en lengua espaftola : esto fué arrancar de manos del 
pueblo este libro sacrosanto. £1 que quería hacer estu<^ 
dio de él tenia necesidad de un mtérprete; es decir de una 
obra roluminosa que no muchos de los eclesiásticos teniail 
proporción de adquirir : otros se arredraban dé unestudro 
tan difuso, considerándose quizás sin tiempo para emplear 
en él : otros en fin buscaban en los libros santos )a palabrl 
de Dios, y en los intérpretes no encontraban sino opiniones 
de los hombres, dudas promovidas sobre la íntelifí^ icid de 
los testos que parecen ma<i claros ; y pasando como i esca¿ 
pe por los que presentan alguna dificultad, sin dar mas luz 
ni una explicación medianamente satisfactorin. Esto can« 
saba tedio, 7 el estudio se abandonaba : la Biblia sagiada 
era ya en la mayor parte de las bibliotecas de los ederiás^ 
ticos,un libro mas bien de ostentación y de razón dé esta^ 
do que para instruirse en él, estudiar sus máxim&s y ajiu»> 
tar á ellas la conducta del pueblo cristiano. 

Vo no he podido alcanzar las razones que motivaron ttf^ 
les prohibiciones, ó engendraron tanto espanto do que él 
pueblo cristiano á exemplo de sus mayores siguiese Jeyen 
do en su propio idioma la revelación divina, y entendieri^ 
lo escrito como se entiende cualesquiera otra eM*rit«ri9f 

. 29 . > 



336 

feto puedo asegarár sin temor de equivocarme, de los ma- 
los efectos que ha causado en la moral cristiana y el cono. 
cimiento délas verdaderas virtudes. 

Nada es mas útil al eclesiástico que el estudio continuo 
áe libros sagrados : leerlos continuamente y meditar so- 
bre cada una de sus cláusulas, es examinar las sendas de 
la vida eterna paia marchar á ella, y guiar al mismo té: .. 
mino las almas que le estuviesen encomendadas. Para for- 
tificarse contra las dudas y temores de que acabo de ha- 
blar, aconsejo al joven eclesiástico que lea y haga un es- 
tudio formal de la obra del incomparable americatio Li\^ 
cuma, honra no solo de Chile que fué su patria, sino de 
todo nuestro continente : titulada Segunda tenida del Me^ 
sias en gloría y mageatad^ por Juan Benfamin Aben Esra^ 
impresa en Londres & expensas del general J>on Mduuel 

BeljOfraoo. 
No es mi ánimo aconsejar la adopción de su sistema so«^ 

bre la 2. * venida del Mesías: sobre esto cada uno forma- 
?á su juicio después de leidas y examinadas sus pruebas. 
Quiero indicar una fuente donde el que desee leer las san- 
tas escrituras con provecho,encontrará reglas muy justas y 
claras \; aprenderá á apreciar los intérpretes, y se facilita- 
rá la ínt<»ligencia de casi toda la escritura. Tampoco es 
mi ánimo retraer á los jóvenes eclesiásticos de consultar á 
ios expositores sagrados, sino advertirles que deben pri- 
mero procurar sefiorearse del sentido recto, natural ó lite- 
ral de los testos, antes de buscar alegorias 6 sentidos figu- 
rados : después de entender la escritura en su sentido na- 
tural, sacará mucho provecho en instruirse de los sentidos 
místicos ó morales que los SS. Padres han encontrado y 
,€splicado ensus homilías y comentarios, para la edificaci- 
ón del pueblo cristiano,^ 



fS27 

La liturgia es otro ramo en qae el joven eclesiástico de- 
be ser bien instruido, por la razón general y obia qne to- 
dos deben saber hacer bien las cosas de su facultad : debe 
por lo tanto aplicarse al conocimiento ¿ intelijencia de las 
rúbricas : ellas están dirijidas a ensebarnos á practicar 
con dignidad y decoro los santos misterios de nuestra reli- 
jion. Prueba poco respeto y tal vez poca fé en ellos, trai- 
tarlos neglijentemente, y sirve de escándalo al pueblo cris- 
tiano. Estos son motivos muy poderosos para que cada jó* 
ven eclesiástico procure instruirse muy bien en las dispo» 
alciones jenerales de la iglesia y los particulares usos de 
su díósesis^ en el exerciciode las funciones sagradas de su 
mínisieriOy para observarlas con puntualidad. 

La rectárica x este és el arte de componer y pronunciar 
bien un discurso. Un eclesiástico tendrá necesidad indis* 
pensable de hablar en público ; es pues necesario que co« 
nosca las partes dé la oración, y el modo conveniente de 
esprezarse seg-un la variedad de asuntos^ seria cosa muy 
hnpropia que no supiese hacerlo. Debe pues el joven 
eclesiástico hacer un estudio particular de este ramo de 
cultura, barios han escrito tratados de rectórica mas 6 
menos imperfectos ; y estudiar por cualquier rectórico 08 
esponerse á contraer vicios por principios. Seame permh 
tido recomendar la lectura de una obra poco común cíer* 
tamente ; pero que me ha parecido la mejor de cuantas he 
visto. 

Varios eruditos habían emprendido en vano traducirla 
obra de Cicerón íntítuladasau^/ Orador, dedicada á Junio 
Bruto ; pero lá empresa había «ido superior á sus fiíerzas. 
Todos abandonaron el trabajo; hasíá que clAbáte Colini 
logró su intento^ y di6 á Iva uña tradacciw ^igiia del Qf^* 



238 

dor romano, acompañada de un discurso preliminar que ii 
juicio de Io3 sabios, junta con la obra traducida forma un 
tratado completo de rectórica.. Es la obra cuya lectura 
recomiendo. 

Entretanto haré algunas tijeras indicaciones. Aunque 
el orador debe estar bien impuesto en las reglas de la rec* 
t&ríca, debe precaverse mucho de hacer una afectación 
servil de su observancia : su estudio debe consistir en fa- 
miliarizarse de tal suerte con ellas, que naturalmente y sin 
pensar en ello las observé. La posecion del idioma en que 
sé ha de hacer la oración es absolutamente necesaria para 
espresarse correctamente ; la buena dialéctica lo es de la 
misma manera^para que su raciocinio sea concluyente. El 
orador «agrado no debe perder de vista jamas los deberes 
que le imponen laisantidad del ministerio que desempeña, 
y la dignidad del puesto que ocupa: en su discurso no de- 
be haber espresion que no sea edificante y demandada por 
la iiecesidad: la acción debe ser espresiva pero no teatral, 
«iup natural y modesta ; toda afectación es ridicula : su 
continencia, sus miradas, sus menores movimientos deben 
lier guiados por el respieto debido á Dios, en cuya presen- 
cia y en ciiyo Qombre habla, y al público á quien dirije 
Jaf)alabra, 

IBstá por demás decir que el orador debe ser muy apli- 
oado á leer las obras de cuyas doctrinas necesitará para 
componer sus discursos : la lectura de buenos modelos lo 
IfimUiarizará con e) método que debe guardar en sus com- 
posicípues ; pero la lectura asidua de la escritura santa, 
dje las. homilías de los santos padres, des^nadamenle de S. 
JBlsi^o, S. Gregorio Nacianceno, S. Jerónimo, S. Juan Cf i 
<4AiSqmp„ Sv. Ambrosio, S. León el grande» S* Agustio, los 



229 

morales de S. Gregorio, lasbomilias de S. Bernardo y del 
venerable Veda, lo proveerán dq ideas abundantes y opot 
tunas en cuanto asunto pueda ocurrirle para disponer sus 
oraciones : en una palabra, el orador debe procurar enrí^ 
quecersecon grandes y variados conocimientos ;' pues de 
todos ellos puede oportunamente servirse para la instruc* 
cion y edificación del pueblo cristiano. 

Pero sobre todo debe estar instruido en la ciencia de los 
santos ; debe ser un hombre verdaderamente humilde, in« 
ñamado del amor de Dios- y del próximo, urgido del átelo 
de la gloria del Señor y salvación de las almas, olvidado 
de sí mismo ; todos sus trabajos y todas tas penalidades 
del ministerio debe dirijirlas á la mayor gloria de Dios 
y bien espiritual del prójimo. £1 orador que sobresa^ 
liere en estas virtudes, hará mas fruto con sus sermones 
aun que nada mas sepa,que ptro Ueqo de una ciencia ican^ 
y provisto de todos los recursos de la rectórica. 

Como la práctica as maestra mas elocuente que las mÍ8« 
mas reglas del arte, me parece muy laudable y digna de 
imitación la costumbre de algunos colejios, en que se dan 
puntosa los colegiales para componer algunos sermones 
que predican en -presencia de sus iguales : donde se intro» 
duzca 6 esté introducido este uso, el rector debería ser el 
catedrático de rectórica ; la hora de las lecciones ó aca« 
demias, inmediatamente después de concluido cada seronqn 
de estos, cuyo análisis crítico debería hacerse paraÍD«« 
truccion de todos» 

' * * '• ' •' "i 

•. - • . . - .• í 



230 

g. 25. 
Ve los COLEJIOS D£ CIENtUS SECULARES. 



Un £6tado no sólameDte necesita ministros de la relig'í. 
on piadosos é instruidos, sino también ciudadanos vírtuo 
§os ¿ilustrados. Un pueblo sin costumbres honestas no 
podrá jamas formar un Estado fuerte y próspero: la des- 
moralización de los ciudadanos fué siempre y lo será, mi« 
entras el mundo sea mundo, un síntoma cierto¡de la prócsi 
ma caída del Estado; por el contrario, ciudadanos virtuo 
808 abren^mil caminos de prosperidad pública, y en caso 
necesario 9e presentan como apoyos los mas firmes de las 
leyes é instituciones patrias; ya sea por «|ae la probidad 
y honradez de sentimientos multiplican los esfuerzos indi 
viduales, ya porque acarrean sobre él Estado que defien- 
den las bendiciones, y particular protección de Dios, sin 
la que todo sobre la tierra es delésnable j ruinoso. 

Para morigerar un pueblo y hacerlo virtuoso, es de 
grande auxilio la instrucción : cuanto mejor conozcan los 
hombres sus obligaciones, tanto mas dispuesta estala mul- 
titud & coníformafse aellas ; y para deihoralizárlo, el ca- 
mino mas ligero es hafcerlo desatar de los deberes á que 
estaba ligado, haciendo quimérica la obligación. Si la 
desmoralización se ha apoderado de un pueblo, no por eso 
se le ha de abandonar k sus deseos corrompidos : seria es- 
to lo mismo que alojarse bajo de un edificio ruinoso, sin 
tomar precauciones para evitar su desplome. Un pueblo 
sin costumbres corre á su ruina, y arrastrará á ella al es- 
tado entero. 



231 

No hay por tanto objeto oías digao de la atencioQ de 
tina policía sabia, que el cuidado de desterrar los vicio» 
nacientes, y desarraigar los que se han introducido ya : 
aunque la empresa sea dificil, es preciso no arredrarse, y 
obrar con fortaleza y prudencia: las dificultades.aumenta-, 
rán la gloria del suceso: esta es la única recompensa á que se 
puede honestamente aspirar. El primer deber de los le j¡« 
jadores, es dictar leyes para salvar la Patria de los riesgo^ 
que la amenazan : la omisión en esta materia es una espe- 
cie de traición. 

Los pueblos que fueron colonias españolas tienen todo» 
necesidad de ser corregidos de los vicios que engendró 
una administración viciosa á ella misma. Debe ser el ob* 
jeto de la primera atención de las cámaras legislativas de 
todas las Repúblicas, consultar los medios de desarraigar 
los vicios de la esclavitud, y llenar su vacio con las virtu- 
des morales, que tanto deben resplandecer en los republi» 
canos : obrar en diferente sentido es prolongar las desgra* 
cias de la Patr¡a,edificando sobre terrenos movedizos, que 
cualquier viento hace sacudir y desplomarse. 

Pues si se debe hacer, es preciso comenzar adoptando 
los medios y poner mano á la obra. Entre tos que deben 
adoptarse, he dicho arriba, que la educación de la juven* 
tud es la primera piedra de este edificio. Se habló, de 
las escuelas lancasterianas^ como de academias primarias 
de educación donde debe concurrir cuasi toda la juventud 
sea cual fuese después el género de vida á que la respecti- 
va fortuna llame & cada joven ; y por lo mismo necesita el 
establecimiento de esas escuelas llevarse al mas alto grado, 
de perfección posible. 

Mas las necesidades del Estado ezijen entre la clase mas 



2S2 

eleyaAi jDStruccion que no puede darse en las escuelas de . 
primeras letras. Llevó mi atención la de los ministros de 
lá religión^ como qiie son conductores de la enseñanza, y 
morigeración de las clases mas indigentes de la sociedad 
Easta donde descienden en el egeroicio de su ministerio 
-sagrado; es justo que ahora nos ocupemos de las cosas 
donde se completa la educación de una multitud de ciuda- 
danosy que debe llenar todos los destinos públicos del Es- 
tado, cuyo desempeño demanda conocimientos cientíñcos 
en cualesquier ramo de ciencia. 

' Tales son ios colegios dónde se deben enseñar las cienci- 
as naturales : tratando de estos no hay necesidad de entrar 
en detalles minuciosos como lo he hecho hablando de los 
seminarios^ por dos razones muy sencillas— 1.^ porque 
todo lo que se ha dicho relativo k formar las costumbres 
religiosas y sociales de los jóvenes en los seminarios, de los 
medios que deben ponerse en planta para econoraisar el tí. 
empo y multiplicar la instrucción, puede sin inconvenien- 
te adaptarce en los colegios de ciencias naturales, pues á 
todos indistintamente conviene amoldarse á la práctica de 
Ub ▼•irtudes lo mas temprano que se pueda, en lo: que ga« 
nará mocho la causa pública : es por tanto escusado dé 
latirlo. 

la 2. • razón es que una profesión determinada necesM 
la dcterminado<i ramos de instrucción, y la enseñanza de 
todas las ciencias eclesiásticas adolece de defectos de que 
9e debe purear. ^Tinguna de estas razones milita ya en 
el presesnte caso : los colegios de ciencias naturales en la 
estension en que aqui'se toman deben estar abiertos k lá 
enseñanza de todas estas sin exclusión de ninguna ; pero 
W tanta lá diversidad y ramificaciones de estas» que es mo- 



333 

raTmen te imposible que en colegio algf uno se halle reniiMa 
la eoseñanza de ioáds ; pero sieslos establecimientos. son 
costeados por el erario público, las necesidades y gusto 
de la nación dictarán la preferencia de los ramos que de* 
ben enseñarse: cada estado es el juez absoluto de esta' 
causa. 

Por otra parte, es tanto lo que se ha adelantado en las 
ciencias naturales^que su enseñanza nada deja que desear^ 
es un campo vastísimo en que hay flores á millares que 
recojer, y cada una cultivada con perfección. ¿Que po« 
dria añadir á esto el que no puede lisongearse de conocer 
ni la nomenclatura de estas ciencias? Aunque en estos 
colegios deban también enseñárselos idiomas cultos de 
Europa, la dialéctica, la fílosofia moral ; ya está* probada 
DO solo la utilidad de aprender aquellos, sino lafnecesida^*. 
Se ha dicho también lo bastante sobre el mal métpdo ein^ 
pleado para enseñar el latin, y los medios que pueden 
ada|>tarse para mejorar y facilitar' su enseñanza: también^ 
creo haber probado solídantente la equivocación cometjcja, 
en la adopción de la ideología deTracy y de la moral de^ 
Bolbach para la enseiíanza de la juventud: Si mis razones! 
fueren concluyentes* debo esperar que los profesores cui^ 
ijarán de elejir mejores autores para la enseñanza^ y donde 
los catedráticos no tengan la libertad de escoger, los le* 
gisladpres reformarán la díspofiicion que los designó parfi 
servir de testo á la enseñanza. . 

Es ciertamente muy plausible el celo que por todas partel 
tan desplegado los gobiernos de América por promoveres^ 
tablecimientos de educación aun desde el tiempo delgóhftt 
no español y si sos conatos no hubieran sido cruzados póf 



á34 

la política mezqaina de la corte de Madrid, es creíble que' 
muchos de ellos se habrían llevado á un alto grado de per 
feccioD. Las nuevas repúblicas en los momentos que han 
podido tener de reposo, han dado particular atención á este 
obgeto interesantísimo. 

En Buenos Aires solo habia un colegio (el semina^^io no 
merecia este nombre por la insignificancia en que estaba) 
donde se enseüaban las únicas ciencias que se permitían, y ^ 
con todas las imperfecciones y vicios de que se ha hablado 
yá« Se pensó en un establecimiento de matemáticas, pero^ 
la corte iio lo permitió ; mas el Sr« D. Bernardino Riva-^ 
davia desde que entró en el ministerio de gobierno el ano' 
vÁaie y uno, promovió los establecimientos científicos dé' 
que mas necesidad tenia la república: procuró encaminarlos 
á la perfección dé que eran snscept¡bles,y en el corto tiem« 
po que duró su presidencia los mejoró y adelantó. Fundó 
una universidad, y no es dudable que por el celo de la au« 
tor¡dad,segundado por la infatigable eficacia de su ilustra 
do canselarioel Sr. Dr« Ú. Valentin Gomes, la enseSanza 
pública seria depurada de los vicios de que ha adolecido; 
pero por desgracia la guerra civil ha echado por tierra to. 
dos ó casi todos los establecimientos (científicos en aquel pa« 
it: los colegios de ciencias eclesiásticas y naturales han recí 
▼ido un golpe de que no cobbalecerán : las cátedras de la 
universidad han sido suprimidas, lo mismo que el departa- 
ftnento topográfico; en fin lodo lo que contribuia al m&«» 
yor esplendor y lustre de la capital de la República Ar. 
gentina y prosperidad de las provincias, es para sus do« 
piinadores obgeto de aversión* Por el contrario, se com« 
* placen en ver que los estilos sal vages, y costumbres suciad 
de susfdiftdos los bárbaros, hayan venido á dar el tono & 
^ la sociedad en toda la.República . 



safe 

Córáova ha poseído desde muchos aiíos dos colegios: ^1 
seminario conciliar y el convictorio de Manserrate, funda* 
do por el Sr. Dr. D. Ignacio Duarte y Quirós, y dotado 
con sus bienes patrimoniales : fué puesto bajo la direccí. 
on de los jesuítas, y por la espatriacion de estos fué encar* 
gado á los francÍ3canos,quíenes h pesar de repetidas orde. 
nes realesytuvieron arte para retenerlo hagta el ano de mil 
setecientos noventa y seis, en que á esfuerzos del limo. Sr¿ 
]V(oscoso, se puso bajo la dirección del clero secular t la 
misma snerie por las mismas causas corrió la universidad 
fundada y dotada por el limo. Sr. Trejo. 

En ellas hacian los cursos de estudios ambos colegias ; 
pero no se ensefiaban sino ciencias eclesiásticas : no 8# 
daban tampoco otros grados, que en artes y teología |. 
aun para recibir el doctorado era necesario prometer con 
juramento recibir los ordenes sagrados. Aun que la ense¿^^ 
ftanza adolecía de los vicios i^enerales de que he ha&lad« 
arriba, ambos colegios han dado estudiantes muy aprove 
chados, y capaces Je figürür honorablemente en las mas 
famosas universidades de Europa, en las materias sobre 
que eran versados. 

Después que Ya universidad y convictorio salieron de po 
der de los franciscanos, se establecieron en ella cátedras 
de jurisprudencia civil y de matemática», y se daban tam- 
bién grados en ambos derechos^ Los estudios entonces 
empezaron, á mejorarse .• la física esperimental empezó & 
enseSarse por dirección del Sr. Dr. D. Gregorio Funes; 
Dean de la iglesia de Córdova^ sugeto bien conocido por 
sus escritos en la república literaria. Se trajeron diífereii. 
tes máquintis, y en el colegio do Monserrale se dedicó nnk 
sala para los esperimentos cíentiecos: la litenitara bajo la 



$34 
téeeiun de este sábíd, ofrecía et aspecto de una prima v-era 

. Habiendo sobrevenido la guerra de la independencia, 
inquietiides políticas detuvieron el vuelo que havia toma« 
dd; influyó no pojo la ausencia del Sr, Funes : le succe. 
idíero^i en el colegio de Monserrate rectores qie no podían 
llenar su vacío : ese colegio tan acreditado se vio en la 
mayor, decadencia bajo la dirección del Dr D. Alejo AU 
berro; pero no tardó en recuperar con ventajas su anti- 
guo lustre bajo el gobierno del Sr. Dr. D, José xMaría Be- 
doya / estoy persuadido de quejamos se vio en tanto auge: 
los con oci<ios, talentos prudencia y contracción de este dig 
no eclesiástico, obraron esta resurecci'on. Se le debe la 
mejora en el método de enseñar latín ; no descuidó la en* 
sefianza de otros idiomas cultor. Sin perjuicio de la teo« 
logia y jurisprudencia civil y canónica, supo inspirar guá 
tó por la física esperímental, por las matemáticas que ense» 
fiaba él tnísmo, por et dibujó, la toúsi^a, la poesia y otros 
l'afnos de literatura que bacian honor k su patria. 

Los trastornos políticos de la República obligaron á esto 
ilustrado patriota á emigrar: caresco de noticias del esta^ 
do en que actualmente se hallan los establecimientos lite-, 
ranos de Córdova ; pero me parece que sin aventurarla 
verdad, se puede asegurar que han sentido los efectos de 
Impolítica bárbara de los semi-salvages : en todo el terri- 
torio de la República Argentina no ecsistia otro estableció 
niientp literario. 

^En'el territarío que boy coftipome la República de Bo^» 
Itvia bi ha vido seminarios en todas las capitales de obis- 
pado»* pero 4 ejsepoiou del de San Cristóval de Chuqui« 
*<^oa; las otros ^abaa i:^dMidos h ua» verdadera insigQ¿r 



«87 

^cancia. En Ckaqiiisaca^ metrópoli eclesiástica, asiento de 
una reai audiencia y de un presidente, á mas del semina» 
riOybastante capaz,habia otro colegio que se titulaba de S» 
Juan, y una universidad ; en ambos colegios se ensenaban 
las mismas cosas: es decir latinidad, una jerga llamada 
filosofía, teología escolátíca y dogm^ticn, jurisprudencia 
canónica y civil. En la universidad se daban grados en 
teología y ambos derechos; nada se ensenaba en ella, y los 
catedráticos pagados que habia, parece que llenaban todos 
los deveres de su cargoseen trabajar cada catedrático parja 
el estudiante á quien presidia, las lecciones que sobre !q8 
puntos picados en el maestro de las sentencias debian reci- 
tar los graduados en la pública, por lo que llevaba una 

fuerte propina. 

* * 

No puedo conformarme con semejante método : Iiabria 
sido mucho mejor que la universidad hubiera tenido el lo- 
calconvenie^ite para la enseñanza» Que allí hubierais con. 
cnrrido todos los estudiantes de amibos colegios, y aun es* 
ternos ; y queen vez de catedráticos de filosafia en cada 
colegio, de teología y 4e ambos derechos, se bu vieran 
reducido á los catedráticos de la universidad ; y>que lo 
gastado en cada colegio en plagar los sqyos,se hubiera em- 
pleado en dotar cátedras de diferentes ciencias» que Jiubte. 
ran aumentado el lustre déla universidad y el crédito de 
ambos colegios» 

Después de terminada la guerra de la independencia, los 
bolivianos han desplegado amor á tas letras, y zelo 
por generalizar la instrucción pública. Los establecínik 
entos literarios de Chuqursaca han recibido mejoras e* 
*a]gun sentido. En' la Paz y en Cocbabamba se han est»» 
Mecido colegios y univebsidadesi t^ estodioa ¿dé^aiMt 



Cruz de la S^rra han salido de su kisig^nificancia. Eii 

Potosí también se ha establecido un colegio formal de nú* 

neralog^ia, y otro en Oruro. Si es laudable en esta parte 

elzelodelos le^slad^Tes^ lo es mucho mas ¡el de S. £• 

el presidente de la República, que nada omite de su 

parte para poner en ejecución las disposiciones légrales j 

mejorar la suerte de la República. Su tino y prudencia 

la arrancaron de las fauces de la muerte : su rectitud y 

vigilancia tnfattfifable la mantienen en paz y seguridad. 

Estas cosas se dicen con facilidad en pocas palabras, pero 

díficilmente se aprecian como es debido : son como la sa* 

ludy de que frecuentemente se abusa sin agradece! la k Di* 

os, y cuyo precio soto se conoce cuando se ha perdido; 

Gratitud eterna al digno jefe» á cuyo ilustrado patrio* 

tismo es deudora Bolivia de tantos bienes. ¡Que ella los 

conosca, los aprecie y sepa conservarlos cuidadosamente! 

Bolivia ha dado sin duda un paso agigantado 
~ 6cia las ciencias en los establecimientos científicos que ha 
fundado y desiminado en todo el territorio: ellos son «us* 
ceptíbles de muchas mejoras, y no dudo que el zelo ilus« 
trado de sus legisladores los encaminará á su perfección ; 
entre tanto, el deseo que me anima de haeer algún serví* 
ció útil á esta RepAblica^ me ha-sugefido un proyecto que 
voy á onecer & lá consideración de las autoridades y de 
la opinión pública, cuya adopción podría dar un impulso 
rápido y brillante &Ia literatura boliviana. 

De las tres universidades ecsistentes convendría hacer 
una sola ; no reuniendo Iqs tres establecimientos en un so* 
lo punto, ni por sola la comunicación de privilegios como 
entre la universidad deOordova.del Tucoman y la de AU 
l^li dé Henares, sino qon uoidad ó idpivtidad de suerte^. 



S8d 

és decir, que las universidades de la Paf y Cochabaiid>a 
formasen un todo con la de Chuqoizaca ; y que los docto« 
res graduados en eualquiera de ella^tuviesen asiento y voz 
activa y pasiva en^el claustro de Ckuquisaca ; y los gra« 
duados en esta lo tuviesen también en las otras. 

Los ramos de enseñanza deberían repartirse : v. g. el 

estudio dt> latinidad, del francés é ingles y dialéctica, sos* 

tenerse en todos los establecimientos literarios; con la dife* 

rencía : que los profesores de idiomas y dialéctica convie 

ne que sean perpetuos y bien pagados: la razón es muy 

obia : sea cual fuese la facultad á que se dediquen los jó* 

venes, encontrarán un grande auxilio en el conocimiento 

del latín y demás idiomas cultos : sin dialéctica no po» 

drán hacer progresos en ningún género ; en todas estas 

facultades la esperiencia de los maestros mejora los meto* 

dos y facilita la enseñanza : por estas razones, en todoa 

los establecimientos deben enseñarse estas cosas por ^naes* 

tros dedicados á esto solo ; de ciinsiguiente bien pagados* 

Así mismo sea cual fuere el genero de ocupación k que se 

dedique el hombre, debe tener costumbres buenas y cono- 

cer distintamente la virtud y el vicio ; debe pues facili* 

társeles fa enseñanza de la moral : esta enseñanza podrid 

desempeñarse á mérito, como un escalón para otras coló» 

caciones« 

La teología dogmática y moral, la hif^toria eclesiástica 
juntamente con la rectórica sagrada, debía quedar enco« 
mendada á los seminarios, coyas aprobaciones y pruebas 
arregladas á derecho,devian servirles en las universidades 
para los grados en teología : los catedráticos en estas fa. 
cultades podrían ser, ó meritorios ó poseedores de algunoA 
beneficios compatibles conesta enseñanza^ sin gravar loA 
rentas públicas con sueldos. 



t40 

- ^l^stlíJio^det éefecho «an6n¡eo, cítíI, de geiite§ y púb^ 

CO|de íúMcbéigou ifiercantiles;de los usos diplomáticos y lai 

relaciones polftícaft de las naciones entre sí; la ciencia de la 

ecortomía política, la taqaigrafia, la rectórícadel foro y de 

la tribuna^ la ciencia de la legislación, y otras que se ligao 

inmedíataroente & estas, convendría enseftarse en Chaqui* 

zaea donde recide el supremo magistrado de la República | 

la sunreroa cámara de justica, la metr&poli eclesiástica, jp 

donde se reúnen las remaras legislativas, circunstauciai 

todas que bacen de la capital como el centro de los negó* 

cios polf tiros, ri viles y eclesiásticos de la República. En 

Ká universidad, 6 mas bien según este sistema, en la facul« 

tad de Obnquisaca, deberian darse los grados de teología 

y jurisprudencia. 

A Cocbabamha destinaría el estudio de la física en toda 
su estencion, de la medicina, de la anatomía, de la quími* 
ca, botánica y geología ; y la facultad de este depártame» 
to daría tos grados en ailes y medicina. ^A la Paz destina* 
fia para el estudio de las matemáticas y geografia: conven 
dría tnmbien poner allí un departamento topográfico. En 
potosí está muy oportunamente el estudio de la minóralo* 
gift, que en mi opmion debe comprender también la gnos« 
tia 6 gnoria para fiiar la direcriori, ramificaciones, nudos 
6 controviertes de nuestras fnontafias, que es de grande 
auxilio á h minería. 

E^joondrá las razones que me mueven á hacer esta dís- 
tribu rión. Ta Repúlilica tiene necesidades que no pueden 
ser Ratiwf**r.ha8 por los establecimientos literarios ecsistenless 
la república no solo necesita teólogos y canonistas; sino físi 
eos, nrédicos, cirujanos, boticarios hábiles, artilleros, rn¿r 
genieros/arqiiitectos, geógrafos, hidráulicos, astréneNibe 
geómetras &; pues si los neccfirita, es' preciso que procuiíB 



m 

par eatrangreroá a^éntareros sin patriotismo ni intefe» poí 
feit^»M:%.WIP>»iPeceiyÍi? f!M^ • í'« todo esto hemog 

^ , iJSí*i ItfSWfífeid %^, Tj^jpcMV 9^^ ^^ P^^^® siiperfluó 
<Wllpftídm^ííW?.«^ÍHflf'¥'®f Véanlos f^liora si los estabí¿ 
«JBUi?f^íi§lPÍjHi^Qf«jJj(l0 íjípne,püMvia bastan á pTom*¿vel' 
$€^9 t!g/(9ft:jO^(^ps. Yo resuelvo decididamente pot ta 

^ Podiiii ciertamiéíUeSQfRtmxm í^l§gq«i,9omo Ips.j.^^'p«i 
Téift qM Jiaita.ah<H¡a iM^mos^tiii^P ; l^s oc^ 6 díep ^ríme;» 
iTos^años |M*edaichrán.taiiibi^fi j^ri8Conflfdlo9 j^ resjpetaU 

-btes ; pei)»^ l«e|Ro.decaerá «í^i^|tJla4|mr^W W^f? *??/ 

eensiMá : la profesión de la jurisprudjeiipla es.yna profcN* 

sifHi lucrativa : Jos q^ue á ella se jde4<(*«^i^ I9 ^^^ F^^,^ 

•segurarse ¿n medio de gfitaar.<)on qpe vivír^ ya encargaría* 

dose de defensas, ó allanándose el camii>o para las inagisk» 

-Chitara»* "Labilidad qn».vafréccp Icp, ^stal^iec^ 

-lilefia)»id«v el «g^npbrdejp^ ' m^Qf^fíni y Ips ^ovechos cjue 

*t1énen -ii 1a > ^istá «oit fOlros t^toa j^tíiTi|ilos .pám 

"librá^r la^arrera.de la'Jaffi^prudenejpx se multiplioar^n 

*inay4>t^e46sJÍbogadi)adQ tal )9<>d(vqiip.ya la ina^;or p^vm 

te'dé linios 'Ao ganará con SQjpTQfesjqn |mra c^uner: na obsk 

• tati^e Ve;^)jrán' dedic&>idos&iá lú fajCM^/iflt y ^^cij^^rán los 

^^i'^Kiéi'' no ya oomo wx nicdiOiM^.al^^r la jarrera de 

^ iWf^hi éhno por, la vanidad jié t^er i^l tf(||s}iiiiei)to ^e 

'#6dtoresi y se m!iltí|^i(mráA; taB)04}jW^ íaptp^ion, jfw^wf 

-•■•■, m •■- 



áoé s la eriP^ÍLanta líoda decaeri^y tas tt&iVérsicfiídes éÍSRp$ 
aaiin M bruto» ' », 

En el'éiiiadij ilfe^ié ídÉ esiayécimíetítós ihtítHAéu mq 

U astronomía, gfeo¿t'afla; i íáfíñíéáéi'iAíkeíéliUk ttáúy VM 
ta I ios ramíücacioiiea «on* inaanléhibléié^ ¿bbltid^ér po»tM^ 
l^uet que un catedrático visoáop en aüo y medid 4$ dd^MIofe 
^e enfptea en dar íecctooe«r depila' para' ¿oibj^lléli^ 4a cur» 
to de álosoflay pueda daír ni el estudiátite rétirilMr medianas 
no<;iones de esta facultad? Si la Sbica se ha de énseffar 
fundamentalmente, es preciso i^ue hallan ^& Ib' menos tres 6 
cuatro catedráticos perpetuos dedicados á ensefiarTa, y que 
en tomar lecciones ó iniciarse en las toases de cada ri^o, 
para poder después hacer estudio» mas profuodosidebe de- 
dicar eí estudiante tres ó eoatro idtor. A mas de eso para 
enséffárse debidamente, hacen lalta muchas m&quinas cos« 
tosas por su valor y por la dificultad de su conservación 
para Verificar muchas y repetidas esperien^ias,y que los es 
tudiantes aprendan á'^;eeutarl»i y conocer las causas efi- 
cientes que los producen, 

Lá medicina es indudablemente una parte de la n^¿ca: 
ninguno será un médico mediocre si no posee buenos co. 
cocimientos,'— 1 • ^ en* la nvftteria médica } es de^ir la no- 
spenclatura, sfntoma8,propiedadee, compiieaci<^e$ jitr^- 
* aiclon^ de las enfermedades, y el tratamiento que necesi- 
ta el paciente s^uu el estado, de la enfermedad. J^tesolo 
Tamo de Éa facultad no solo demau^ ttn jcaMi^j^Q .^tátyl 
piuy apticado y obser^tiv». siao talento ,a?^ta|^o en 
tosdisúípulog, peúeftradwimj vulgar, sagacidad ' y 4acío 
'muy «no ; por aer Ma ckmbia a^eta á jniUoiie^ doí^^op- 
vtnaciéties, y por lo mismo espuesta k padecer equivoca- 
eioncafimeitaa 4 la humanidad. 



*:. 



En segundo lagar debe poseer conocimienlog aiiat6ui¡« 
eos muy exactos ; neeé^ita coiiocer la estracturá del cuer* 
pó huinanOy no íofo poi* mayor sino en siís más miQuriosOe 
detalles ; sobre los nombres de cada uno de fos huesos, de 
los nervioiiy m^ciflos, tendones^ venafi y arterias en todas 
sus ranlificaoiones ; el ofiríp <£b cadfá óna ge estas partes' 
en las funciones vitales ; las decencias & que cada'una de- 
ellas está sujeta, y él tratamféntd eonveníente. No qim«* 
ro hablar aqui del conocimiento de instr omentos y des# 
treza en jejecutar las'operaciones quírárgieas ; porqoe sé 
muy bien €yaie hay médicos qne tienen á menos fHwstÍ€arl&«|^ 
sin embarco que jo tengo por muy rídíeohi esta presttoi*^ 
eioiif V P¿ro hay cosas que es preciso dejar al tiempo el caí' 
dado de reformarlas. En tercer lugar dHbe poseer mae 
conjocimientos químicos que el mejor boticario, sin lo cu* 
al no podrá cientiíicamente conocer la naturaleza y pre¿ 
paracion dé las drogas que emplea para distinguirlas 
buenas ele las malas. 

Por último necesita conocimientos muy estensos en fisi* 
0bí: todo puede causar la mueiteal hombreó influir en 
8u salud: debe pues el buen médico Mar én estado de sa* 
car partido dé todo para preservar ala humanidad de 
grande tnáles, ó parü' ciirarla de ellos : paro en lo ifue 
principalisimamente debe estar instruido es en la gieologia^ 
muy á fondo en el conocimiento de las phmiasi eos c«alj« 
dades y pfopic^dadespor dos razones muy sencillas— »U ^ 
jifrqn^4el reipp vegetal y mineral (M sacan casi todad las 
ji^{;gi|a.i;}^djiipinales que eoopléa la farmacia én la conipo*» 
n^jon df I99 if edícamentos ; el médifro puesqqe l(>s Im de 
j^H^c;^ necesita teoK^ conocimientos cientí^cos, de lo eob- 
.tmria,^ ebrari como empf rico, 7 co|mlpr6 mil errorea 
Jginestoe á la l|i|maBi¿úd4-4t ^ s|mi|iie los e t g st e lés 4pte 






^«eea Bqbre el suelo, y los manfo9 de tierra que eüaii mas 
cerca de b superficie impreg^nan el aire que respiramos y 
Ib^ ajifuas qe qu^ hacemos uso^ de si^bstanei^s.y hálitos que* 
fij^ii el carácter de h admósfer^ que iunii^e tanto éh las 
^ítfW'^^ClQ^^'^" 'A salubridad 6, ínsald[)ná¿d*de) clima • • 
^^i eJ,in&lico i^p esta en cytfido de ju;cgar científicamente 
^^f% tf>ÚM i^tm» cof^ff i}o h^y .^^^esperar áe ¿I sino de. 
IJSi^'i'í^yestrD^os.' _ J/ .^^ ^'" "^ ' . '.';" ''^''!'", "^' 

; N«4a ei tau compa cooiq v^air ^.aiiftC|u4ad:iin médi.. 
^fk (i q^ien la faina liabia rqcofiieqdáfli». ya,^ ^acer estra» 
gOUMP^ftiaar'iipiir^r I^as eufermedf^dps ma$ comunes : es- 
tOryieaaprdiMmme^tede itf>esl^ en estado de formar 
^nji4c40 asc^tai)^ de ^^ .calidad áe la radmófiiera^.dejas 
aguas y de los aliiaentos, 6 por ignorancia «de la geolog^ía 
4 iufapacÁdad de l^acer análisis, químicos^ Mil , vece» )^e 
listQ recetar b^iops t^rm^les sin deteroaíni^r ía clase de! 
terina, ni haberse asegurado por operaciones científica! 
de la naturaleza de las. aguas, de que hará uso el pa- 
9ie4te. Se;receta Un^bien frecueptemente;nudár.tempe« 
cauíeMOy sia que el inédieoesté asegurado por openacio* 
Utolcí^iHiAcasrd^Ja analogia q¡^ pe .encontrará entre el 
tBifiperniii^tkt^ yiel-ie^^ fP*^^, c|ef(^a obtener^: asi es 

A, lEI cap didato que aspira a| gra(ío^ae docCü?^^^ XíiMfcfir 
rjj./j[ebe dar pruebas de su u^sruccion-en todád estastnarek 
tenas, pues le son necesarias *para'^riííien álé^iSkj^^áS to 

je una delicadeza muy ffrange ;* cus?ie8qutef**'^í8fli?l^¿fl8m 
¿jjiaimuio puede traerles ^enormísimas respotnraDinotfais 



«*5 

bla q«ie Jo» exumliMiilorQB s^a Mulieiiles ^n prod'^^r í u 
apM>b»eioD * qoiea «ala qaerece 5^ Berqen^nv^ijíciaa es u» 
crimen cíolra 1^ soci^dadydijrnQ de| m^MMeFero cAstigo; 1^ 
FBSon salto & Iob ojos ; fu delator teólogo ígooraste» á oa^ 
die perjudica ; todo el m^ refluye scibre s« J rf crédito de 
la nimvetgidad que lo cf»deeoi4. top el grado ; k poca 
um6 menos sucefde \ú KHcfVM^ con 'Un jiirísta inepto : OO; 
es ciertomente pequeño mal el descréditp de naa unirers.i«^ 
dad, mas el no pasa adelante; pero el grado de doctor 
en medicina dado á ignorantoSy sobre el descrédito del esm 
tatutO, trae ótto mal máyoL^á la sociedad; porque equi« 
vale á una patente dada para ir por todiis partes asesinan» 
do tío solp impunemente, sino haciéndose pagar muy caro 
"líos asesinatos que comete. 

Pues para que los jóvenes que se aplican al estudio dp 

la medicina puedan instruirse fundamentalmente en los 

indicadoiá ramos de la fisica, son necesarios á lo menos 

cinco cátedras, regentadas por doctores hábiles'^ experto^ 

y bien dotados ; se necesita también un laboratorio quí« 

nace -y í»|tquinfts fiat»toilo génepeiifaesperienéiasy dpe« 

tmcí^oltaRaKtéeas ^ éBén-fstas cosas.soH mny>Jcoi&tDsas: i& 

•fb^l^réMI^ tro tHMt*i4f%^»Méher €W«^g«f«ttf^i^btili{em ^e ha- 

itérhí & "mttriiíMcr^Méríirpo eft Ctmqufi^eü/ <pbohab«nibtf ^y 

la'Pkü^nl ténari*pi*<ABéorefrqtie' desempeñasen: pero reíK 

iiieseá t^n Hin soli¿ pdnto las eáftdrrté de medicina y física 

*vpie hay en fes tres citados departaríientos ; repártanse en* 

-trélói^'prtíféSorésI^filftkOsiitiecAda tino debe efteéñár, y 

«il»*imdr8MM'Ae8CdbtatíMifenió q^e^tíga -hotíbr i la R^piÜ. 

filias 8&ldi*3Ltf dtfW^ftdMdévqtté t*i tyaérá* en irt^nibcftfe 

aií|d¿^ifeíhan^héehb'»u ¿t^i^ftdtet^ éta> Eüropá5;iyigrt. 

%«^'fléf «AHó^^ftef^ múébétáfifyét, yieon'titf jtl^ 



24» 

Loa Estados deben traWfar para las |<0iieracíonei reni* 
deras, y'sf nóse' eiii|:iléBa JaMm se acabará : los* g^obier* 
IMS que promue^ien' los e»tableciiiiieiitds benéficos son 
•creedores á la ete^^a gratitud de la posteridad que repor 
la- los beneficios, y laí bendiciones de que se les colma per-^ 
petuan er renombre del fundadot, ¡^uftnto túbá sdiída 
es esta gloria que la de los ceisbrados héroes que se seña* 
laron por sos deFastacíones! 

JLo que se acabado decir ep favor de U reaníop de la 
enseñanza de todos los ramos de la física en on solo punto 
de laRepúblicui puede aplflarse también proporcional* 
mente á la enssfiañza de tas matemáiicas, cuyos ramos son 
tan diversos, cuyas oparaciones son tan delicadas, y que 
demandan también un aparato costosísimo de ¡nstrumen«* 
tos. Conducir la enseñanza de esta ciencia al grado de 
perfecccion decjue es susceptible, seria otro titulo de glo*^ 
ria para Qolivisi y de inmortalidad para él gobierno que 
I|i plantease. 

Este método ^i llenar ia los fines que se piropone la fisr 

pública? «US gastos no serían perdídcm; en «rez .dequeesi 

el estado actual no pueden alcanaar,^<>bjeto que sed^se^ 

apenas podrím lograrse mitfop^icato^ioci^^qu^ no sar 

Iis£ar4p las necesidades. públic^fi^ Ii^jt^OIí^, e| nombm^f 

médicos incapaces de. competir con oaaljrsqnier eatrange- 

fo que se pr^t^ent^. A mas de; las vent8jaa.i||tte se fdcan* 

ssarian por los progresos de las c^ncijij^i en el ordeii poK^ 

ficp seria de gran proi^ecbo : los Actuales establecimien* 

Jos literarios de 1BfqUFÍa,o{^en en Chnqqiziica» Cocha^pD^ 

J^^y La Paz, los n^hnmrwiOHáe iilsti^cciofit IcmmMW 

^^^ios de aproirechaiiíiieQto ; de suerte que la jaim^alivA 

^ eada «shr4e>est09 doparlMMitos idA si^ tti tfj piM% 



U7 

aprender todir lo que se ensefta eu U Rie|>4bHoB,f ¡u aecetíü 
tar t>árá nada de otro* 

ituoi mirado por eí laád dé fá etíonomra pfiVada¿ es üQ!( 
conveniencia i pero poi* él lado dé lú ntíUáúá pública^ ihi 
verdadero áetíinienío i sé désti^áü Ids ^íhfeiéUéá dé las di- 
ferente«) partes del Estado Cuando dúalfid MCesHanée 
otras ; los imtaóñ dé la Javedtüd / «ushii^S politita^ i^ 
éstrechánf todd h\ ^tadd es parttr ella el pais propio, el res- 
to üáda f sé éhgeiídra vLú prdviaciaHsfno, que no paede 
dejar de vertir á parat éa oboque y tal vez en disolución* 
Los representan^ llevati & las cámaras ese apegfo ésclnsi^ 
vo á sd depa1*tamenlo ; todo lo quieren para si y pierden 
de vístalos intereses generales ; y yo no se si puede h^ 
ver- peor disposición en bondbre de estado, y de estados 
nacientes. 

fil sistema que he propuesto saíva todos estos inconve» 
Aientescon mejoras conocidas del lustre, adelautamieoto 
y nombradla de cada departamento, que puede • hacerse 
mas célebre y que puede dar hombres consumados tú las 
facultades que se enseñen con perfección. 

He indicado arriba los motivos para preferir & Chaqui, 
zaca pera la éu&eñanza de las ciencias forenses, y de'iKs 
que son mas necesarias Alo* hombres de «atado ;* en preci- 
so ahora especificar las que tne han decidido para indicar la 
FasÉ para domiciliar allMa enseflánza de las naatemáticas ; 
y á Cochabamba para la finca, dé'qué haca parte k láedi- 
ciña. 

Lá Paz es uno de los puntos mas dévadoa sobre el oivef 

del Océano que tiene la República t g;oza de una admófe. 

' ra cinra, principalmente en las noches; ea dé eo^sígoiente 

«Hiy á'prbp^to para haMr ohMfVfietooif aMronójnqcar 



t48 

fátty Quetas, y4tf9Íi mñ t)(iéric¡oii«9 i^fiBitf íAcw- ^Wff 
yor proximidad al puerto de Arica 1^ fyi^i^ ;9iq4i<^4^ 
tiac^er venir toda el^se de, iiistrumeQtM astroiiooiicos p^ra 
realisairJfiA /olwgjfrQ^fnes. EJ natural encanto que iesta 
cieiicja produce «fijos h^oiibres, sacará allí en &vor de sus 
«ldQ|«»ta,injento9 y ci}ltivQ, mil ventajas de la opulencia si* 
•in|#re creciente de ^u1L ^udadanos, ya en la adquisición 
4e .multitud d« ¡ii^truDieiitos, ya en > fomentar .profe- 
ñre» selecto* y estadiant^fl» ya Cambien en proporcionarse 
jrehctooes éon otras acadeioias y ^sabios.pstrai^geroa. 

€ocltabimiba está «Huada en im valíe,^eno ; goza de 
«n etima stiave y aires ppros : las ^tac¡orie«,«oii, Wtante 
-regulares : tiene cerca tierras nevadas y valles cálidos: es 
•et'itigar iftdrcado )>or la nalwraleaa para ^establecer $1 ipa* 
pital general de la República. 

Aunque las espeiiencias físicas en todas partes pueden 
hacerse con buen suceso ;, sin embargo, como la enseBan« 
za de la medicina debe andar siempre con la de la física, 
conviene fijar esta donde ofresca mayor comodidad para 
aquella : un grande . hospital y un jardin botáni- 
co son de grande ¡¿nppríanciík en el estudia de. la meiVci- 
nH^ Cochahamba por 8i|s b^llpsípiropopcíones está indica. 
de(iara estiíbte^r no solo elídela Bepítblica^siuo también 
un hfritario.y.íaWd[in de acjiínatacion .^ue ?pna de grañ- 
^diama ii^tíHd^íl (^ \f^ R<^pAbUf;í|,y principali^^^ ^ esíe de- 

mente escasas y malas. 
-íá^MilHekwi^W«itíi|cas.> yíí4.!4aiMoffH»ílo# yfigetalflPrtifle 



de hi6 primeras la mejicfnt isácaringran fvovéého^pof el 
dcsGubrimienrto de nríUttreír de tegetaieis de que haría' áfO'? 
en imilitib de la Imiiíánidad i iqoiti tíási redüitritt de ttt 
i\ecés]'dá(f de ^agai^ ft^ preció db oro el mibárbóy-el ñén^ I«t 
e«(;ATm)itea/y otra«^ i^ariaá drogas <|iié nos vienen del £rí|¿ 
to, de la Pérsla y déla India ; f el comercid preaénibría' 
nuevos ramos dé espebQhroiofiíi en las f ornas, b&tonroi^^nial 
derasde tiiife y própís» |^a dar oefap«íeío)i lí R^éBa'ííjIíj;- 
IBS ;, de las segundas, muchas fkies y itfkit mSiéríh^ 
míáeratós de cpe ln niedieinay la qufnrito sa^sm^i^ jíttí-* 
tído. Todas estsrs ptopofci0ne^ mé phrécé ^é «dn dé^fáW*^ 
de peso, para decidirse á domíciiiar la'^ esíti^lii dé flsféá y 
mediciif aenet departamento db Coehatmitib^. 

Diré muy poco de lo!S e^ablecimientoitfliterai'íotíd^ hié 
oirás nuevas República^ En( Chile b^jt} el antiguo ré^¡-¿' 
men ha fiabido colegios, y nna ndiversidftd (fue se hrvlláh^ 
^ngran decadencia á fines del siglo p^eeedenttf :' sésáfté^ 
que han recibido naucbas mejoras desfuiei désu re^eiíel^U' 
Qion muy especialmente en la ensefianEa elenientál. E«f 
aquel clima feliz no^on cptotírtéS loii tidetitiMs brílfátitésV 
pero los que descollan, tienen penetración, solidez y clari. 
dad : allí nació y se formó jO íi^ortal Lacunza, honor de 
la literatura americana. 

En el Cuzéó t&ttíbíéil Hül>6iH»4fé8fi%i«ifid y colegios, 
pero estaban reducidos á una verdadera insignificancia á 
ñne^dtl sf¿ló preceden^. Eititó^ tétfíá esíatílecímí¿ofos ^ 
aimiñcús cíe? mucha ¡riiportáWeíá ^ nbabradíá, ctónde «I 
haíi ftrnkad^ Wléhitds de r^miCÓñdeMéfíihé :' es Je espé' 
íaV qné «*ftafa' ¿uW¿nfó¿ r fi{¿jí)Í^¿é^i¿Üy' cotí¿^^^^^ 
eoatoto él? cíéR? mc^k uV P^fií' díalí cfe"tVa^^u1rtí(íáf 



260 

: <7omo nádn es oienoB conocido de ¿osotros que la bisto* 
tía literaria de nuestro continente, no es estraBo que á mia 
kiotíciaa no Kayan llegado ni loa establecimientos de la par. 
te del terrilorío que formaba la república de Colombia, 
tti de todo e| que está al norte de l^anamá: no obstante, de 
la relación del varón de Humboldt puedo colegir que las 
letrap en todos estos países sufrieron las mismas trabas que 
entre nosotros ; que la enseñanza era tan diminuta y vi* 
eiosa como la bemos visto por otras partes ; con todo, los 
hombres, que han descollado durante la guerra de la inde^ 
pendencia, son prueba incontestable del gusto y aplicaci- 
on de los naturales k las letras ; pues á pesar del régimen 
inquisitorial ^ materias de derecho público y política 
han brillado hombres consumados: podemos pues tener 
la dulce satisfacción de que legrando días serenos despu- 
és de su rejeneracioni darán toda la atención conveniente 
ala instrucción pública j purgarán la enseñanza de los de» 
fectos de que ha adolecido, y esperimentarán los benéficos 
resultados de este poderoso medio de morigerar los *pue- 
blos, y afianzar la tranquilidad pública* 

g.26. 

^ DÉ Uk CORRECCIÓN DE lAS LEYES. 

¿as buenas leyes son uno de los mas grandes beneficios 
(j^ue la providencia dispensa k los pueblos : el sistema re- 
presentativo ofrece por si mismoonnchos medios para te- 
neHas buenas ; porque haciéndose por los mismos que las 
han de obed^cer y que ser¿n jparticipanteip de Ips láñenos 
6 malos resultados de ellas $ naturalmente deben dar jtoda 
la atenoioii conveniente á sus] resoluciones para que no 



251 

solo sean justas sino demandadas por la necesidad, é ndi- 
cadas por la oportunidad. 

A pesar de esto, los lej^isladores son hombres suscepti- 
bles de equivocación y pasiones, de que no es común des* 
nudarse cuando ocupan el augusto puesto de fegisladores. 
Esindudablequeconocido por laesperlenciael error es 
ftcil el remedio, porque las cosas se deshacen pot los mis- 
mos medios que «e hacen. 

Pero el remedio es en sí mismo un mal que debe evitar- 
se cnanto se pueda, del mismo modo que un hombre pru- 
dente cuida de la conservación de su salud, y se preserva 
cnanto puede de la necesidad de tomar remedios : ellos 
son males necesarios k que nos sugetamos en lo físico, para 
librarnos de peores dolencias cuando estamos afectados de 
ellas. Es pues por demás encargar á los legisladores de 
los pueblos la atención que deben dar á la sanción de las 
leyes para no dejarse deslumhrar con la apariencia del 
bien, pesándolas con la mayor calma en todas sus relacio* 
nes con la sociedad, comparaiido los bienes que causaran 
con los inconvenientes a que están sngetas, cerciorándose 
no solo de la necesidad sino de la oportunidad. 

Hay leyes justas en sf mismas y que serian de grande 
utilidad pública ; pero que su sanción debe ser preparada 
por disposiciones previas, q' sin ellas son prematuras • y 
no solo no produciriin los efectos deseados , sino que se. 
rán un obstáculo para sancionarlas cuando debieran ser 
ntilisimas. En la corrección de las leyes deben ser logf le- 
gisladores tan económicos, que no deben resolverse á ello 
sino en fuerza de motivos de grande peso ; y por lo mis^ 
mo nada deben omitir k fin de que fas leyes saneionadiís 
no ncoesiten reveersé y reformarse: algunas veces tam 



262 

him €• oiMMM niftio safrjr los ínoon venientes dé una ley 
inal calculada, que entrar en la refarma d^ elia : to cual 
en QÚ o|Nnioii leftftré lug^r, cuando la ley &o ¿boque apn 
las leyes invariables de la justicia» ni sil egecucion pre. 
seale oÍMt&rul«8 á los progresos déla prosperidad pública: 
la rasan es <|ue la acuidad en hacer y reformar leyeü les 
qnitn á estas »n resfietabilidad, que asas que d^ au bpndad 
intrínseca, les viene de la sanción del Cieaapo. 

Pero así como en el orden físico al cuerpo humano con- 
trae enfermedades que lo obligan k bacer uso de hs medi* 
cinasy ya sea porque el .tiempo y la atmóafera causen al» 
guiia aUeracion en los órganos ó por que entorpezcan 
tos fuuciones^ del mismo modo en el orden político es 
necesario curar á la República de las dolencias que le cau« 
sao la9 malas leyes : ya sea que al formarlas por error 
¿ por maliciase hayan dispuesto cosas que contraríen el 
^ien p<^blicOy ó q/ae cambiando el tiempo y laacircunstan* 
ciaa, leyes que cuaivdo se dictaron iíieron ouiy oportunas 
y saludable^i habiendo desaparecido las causas que laa 
hacían necesarias^ son ya ain objeto y aun perniciosas, y 
deben corr^irse; {K>rque dejarlas subsistir» es dejar unH 
enfermedad eu el cuerpo político de la sociedad «que aca- 
bara {VK^r arrvinavla enti^ramente. 

ho qu^ cottrietié pmés, es que «ita opernüjon no se bagtt 
proci|Hls4a«eiitet ni por ligeras causas, sino eoil. mucha 
lMdí4aci%m y m»t¿vs«grare»| para loque iohWene to. 
«laripieoaticioifesy rogulurteott se IpoMii en las conüti. 
tucknw^ grandes ratitas* ' 

£n dos ehm^ podemos •diatifigiik* fan Impes ; mas eonsü 
Uti&€Íonalei| & fundamentales ; otear m^k^y petíates: has 
Primeras tm^ por objetóla oigainiauíb» 4él régimen del 
^«Mo, las s^enndasi^rolq^ k ¥Ídtt> <» tonra y fiutumi 



S53 



de l<M dudad^nw. Caando soa détfwtnom» Ím de la pri. 
Hiera clase, él Bétado sufre de su pirdpia- coristitucion. no, 
desplega sks fuereas fístcss y mbniet ; ana kRgutdéz fu, 
•esta lo consume, y per iiUi.«o í>erecé : dd msoio hiode 
que en el orden físico, un ser orgánico cuyos óigaaoe ca, 
recé» déla Regularidad qaiP déa»uda su uaturaks^^a, e» 
contra-becho, achUceso y de corto dtoi'aeioor las enferme, 
dauee de lo, 4e esta clase im iaturaWes, porque el arte 
no alcanza^ corregir los errores d» la natumléai. NJ 
sacede lo mismo en dwdfen pelttfco f pues pnecedieudo 
losdefertosde oo«bíiiac¡o.ee TÍciosa, hecha, p^ lom 
bre», otnw «ombinaciews püdrári rectiácar lasunterioreB, 
pero esta*.pw«o««.e» rtmabento peligrosas, y „• de* 
bea emprenderá* sino co»innctóMma*pwoauc¡aw8. . 

I^ malse «asado, j^la» léyés:dél» segunda daí 
se «frecen tambi« ,„ ¡«tonreníeiKta rf ,efom,a«ej. pero 
«n erd.«.rianie«e dem«*««,«,or eeníecaencia ; eHoa 
pueden <}0Blpara»e k las énfermédíHles que cont«»e el cu4 
erpo humano porcéusa. externas queafteransus huiAoI 
^ra«e"¡r "tf^'^.^^'S'^-o. ViíaKno debe 
^n J^ '^«bleaV^n,,, pá,.o que cuanto mas 
^l ttr r"^'*"' r* ■*•""*'• ^-e»íen«e, tanto «,as íifli 

«i:3o.'^*-"'^""'^^-^^»----«a. 

«OOiwar rf .H r .?^ "^ '«y^cWírfpenmísofoes 

*ilW9«ea«sas*slen«,efc¡np;3^ja¿., decoi.s%¿e«^ 



S64 

deben ser musiescrtip'oloftdtloslegMlácrores para llamar 4 
eiHmen ana ley (fonsiitucional ^ue otra civil 6 peoáU Pe* 
ro penales son las precauciones que es Aecesario emplear 
citando la liecesidad roclama una . reforma? entremos en 
eate-eoAamén. 

El objeto 4e una constitución és garantir las derechos 
civiles de los ciudadano^ ya sea contra los abusos del po« 
der doméstico ya contra la ambición de un poder estrano. 
Ufi esladó para poder existir, neceisita leyes ; que estas se- 
antfrien observadas^ y que en los casos particulares sean 
aplicadas con jnsticay é imparcialidad? luego hay tres po« 
deres que deben obrar simultaneantente ; uno quesancio- 
na las leyes , otro que veta sobre su cumplimiento , y otro 
que las «plica cuando lo exige la recta administración de 
la justicia. El legislador no dei>e eistar revestido del po« 
der de hacerlas ejecutar , ni éste meschirse en su aplica* 
cion. Los tratadistas exponen difusamente las razones 
cuya exactitu^d está demostrada por la esperiencia. Si en 
la constitución se encuentra hecha esta distribucion»de mo 
do que por la acción respectiva de los tnss poderes los cía 
dadanos gozan tranquilamente de los bienes sociales ; por 
ningún pretesto se debe permitir hacer la menor ínnova« 
cion en ella ; lo que en tales casos exije la prudencia es 
suplir por costunibres loables sostenidas sistemáticamente 
por las cámaras legislativas, todo lo que no est^ expl*eso en 
la constitución ; como lo ha hecho sabiamente la nación 
británica, cuya constitución «siá reducida á la dedaracii. 
on de los flerechos del rey y dejos ciudadanos, que se le 
arrancó á Juan sin tierra .• yno obstante^ba perfecciona» 
do de tal suerte el sistema representativo, que ñ¡ & lá cu- 
reña le falta cosa alguna para mmitener la tranquilidad fn* 
terior ¿el reino, ni^ su respetabilidad . y engrandecíoíiw* 



to exterior ; ni 1(^ ciu4]^flKno8,tj^eD c<m «q^uf deysear piu 
ra sentirse garantidos cip^^ahí, .arbitrarieifocl 4eÍ; peder. 
La nacioi^ ba iniradf ^í^o cosa sagrada la gran carta, y 
los parlamentos en consecuencia han hecho declarac^ioues, 
que han ligado la prerog^tiva real á los intereses del pnie* 
blo, que forma el todo de su administración y fondael not 
ble orgullo de los ciudadaoos británicos de perte^eicer 4 
tan s&bia nación : cgemplo.muy digno de imitación, 

Pero como puede haber equiírocacion en la distribución 
de las respectivas atribuciones de los tres poderesii es ra* 
sonable que haya un remedio, para que él estado no sufra^ 
y perezca: la sola esperien/^ia es la maestra y justa regu^b 
ladora ; por que todas las teorías eu esta materia reduci« 
das á práctica suelen encontrarse Tanas.: |ior esto si» du« 
da en algunas constittuciones se ha prefijado un periodo 
determinado para reveer : en Colombia se habian 8e&ala« 
do diez año8« 

Yo respeto como debo las luces y profundos conocimi* 
entos de los legisladores que opinaron de ese modo; pero no 
puedo subscribir á su opinión. Si la experiencia enseña 
que el cuerpo político sufre por defecto de su organización 
¿Porque se ha de diferir el remedio? ¿Que utilidad pú« 
blica resulta deesa dilación? T sí en diez años ha marchado 
bien y la necesidad no demanda alguna modificación ¿k q* 
propósito llamar la constitución á residencia? ; ¿porque 
provocar & yna revolución y á un trastorno? La expe* 
riencia ense&a que tos que no pueden sufrir el yugó dé 
las leyes g^ aprovechan de iguales oportunidades paré 
trastornar el orden social y desquiciarlo todo. 

Otro espedi^to me parece ntienos ai^riei^r^de. (digo Qiew 
BOB arri^isado, pov que ^ lo. que es maoos^r la ley fyn^ 



m 

diÉiMlMJlK^MÉildaTiViéifféfthíiM f^IJ^rd ifé éñííeúi. 
ier el {^¿ dli fá ^«rerta ^Wfüttátíáohí eaperíeMla húi 
Biesi»^ pñ^ñi^ h ÁécMdád di^ éúrYé^it álgim hHíctíl6 
cmiAtitocfohflrl, ifunhiuferá sténádor tf réprMétitante p^áti 
tomfeif la tfitdatíta hacmmicy |yMMfA(e én «ir respécti^ »»« 
-la t¡\íe teiriá áif proyi^eto que presentar ¿ ambas eámoraft : 
•ntéttoet et preaid^énie dé la e&mrar^ donde se hito la mdr- 
cacioa dérríar atigodedlo & la oiH ; y atubov presidente^ 
imMMi de |uri|erda stífiakiria» el día en que debifm reunir- 
se a«iba«, 

^ ^Ale ellas el represenlaiile 4 senador que bíao laflfi^ioii 
lleb#r¡A|ireaentar el projiecta de l^jr ^^ i^oatebga^hr refor- 
DMiyy br^^^ev^fate-eeponevloa anotivoé que baeen necctsa* 
riá y <ttíh so . adopcie», 8r una euarla parta de la safa 
eoiiinprreDteai|wgrase:l8á>ecíeiiíeéte*dtíapof racbazaday 
ttd pMirinremtvaraaiiíeiilá aestonde aqad a&ooieAla 
del siguiente. 

Admitida la moción, se formaría una comishm ámpUa á 
lo menos de siete representantes y cuatro senadores, que 
asiduatnentedeberian.coptraerse ásu discusión» y dentro 
de quince días presentar el resultado de sus trabajos que 
deberla imprimirse y repartirée á todos loa leg^isladores, y 
pfiblicarse también en los periódicos & fin de ilustrar la 
opinión publica, y dar lugar al examen de la materia 
||or los hombres ilustrados. En la sesión del mismo t&o no 
jM debetíá entrar en discusión; pero debería tratarse con 
pjreferencia en la sesión del siguiente; si la reforma tuviese 
aproüacion.de hs tres cdartas partes de sufragios eaam« 
^as bámaras, ¿e deiciararia sansionada, y de' ningún modo 
con menos/ 

Td<Kto^e9ill(^|lftttllM/MlMbMAMbfl^á alKMiMWtF idmr* 
%y no aumenta dtficdlthd'citaiidi^ Urilee«Mdiid' eé pVti' 



m 

;i.vai K/JílífW^fi IHÍ» flPP Vf^ MT^ÍWrÍB W<?W ^p^m 

DWfl¿í^4í por líííVrWtP» W<JÍ?^ nW n^^^^y pnner.en y. 
jercicio para resolver jcpp jijcpq pqp^p'jp^j^litotlf cai^^^ 
pp ce? »l||pjiíaijp^ P9?v jpfprm^s*^ r?Jft9WR^?^9r9 j??a|5*«s. 
fe^íijr^^ í"??^ 'Í^'^W^ ^^ sjiifjj^giqs^ Iqptfj .pRj-flt ^pqj'p dnjp 
mpcipn como paraba sfinrjoi\ de la réfprrna, mamijfsta.^ 
inavor cirrC^nspeccion con gim ea esto? cas^^.debé proc'p^ 
derse : oO*ece obs^áculofi oisi . inf iijperables á fa mtrfga v 
tio^umenta dificultad ^Igupa.af jemedio^^ . 

<í<^ny;f^'«ntW Sfl? Pfoíllíc^^^oii d? ^fl.nseeuf ncia .y c^iiipa^n 
,«V*íe^ ^ irr^par^^^^ ,^¿ na^iW indp^^^^ ¿abrá 

sentido, se habr4 pronunciado por el remedio, y no Iiabr.^ 
dificultad en. reunir la tres cuitas pactes de sufn^iQs : 
perú si no fueren de ésta naturaleza, la constitución debe 
quedar intacta ; pues es imposible que raiga de las n;anos 
de los hiombres combinación política exenta de íricdnyení. 
entes. . t . 

í'J 1 3!'f* í ' 1 .j¿'! .u • > : ■ ■' / ' t , ' •,' , .■ • , • f i ií 

^ La moderación es en todas las cosas rotiv recomen- 
dable,' principalmente en ios hombres páb'ficofsj'pe- 
róSal thitár tnateria¿ de efeta cíaí^e deben lo¿^l8¿ Itépre* 
«entatesser sumamente caiittJi'dosiy rtiedidós: tó áelTén 

iWfpoiWMi t|iiiiMine|(i; fird4uoidiH|>diim«l ^ddltmioíbn 
- 4^n a^ii[k^ttiiéfif<y, ptí«te>biiéei* ^pi^irnié^fhtiy* ái^Hés, 
i^ii'iéM^ff^yfHtiidtilpiiíitli^q^j^ l»irifd¿<odíÍ)é y por 

^ ghr>á los pu^bfótí.' ¥i¿ «Jrthó^i^^'rtatidé te \n^/<^íü^^ y 



958 

d 'átnor Úe] país oWígaseií & Icis ciQclitcliítiOÉ á tratar de I09 
efectos de la cbiistitucioíi 6 léy lundatiientár, debéríaA mí 
libarse con todos loa miramientos qne íiene üh boenlirjc) 
cuando se ré precisado á rerelar áígan defecto rergoázó^ 
ío de una madre que aina y respeta. ' * ' ' . i 

Menos precaasiónes son necesarias ^ará corr^ír un¿ 
iey oÍFÍt/¿ penal ; pero siempre son necesaria^ algunas. 
Una ley sancionada según todas las formas que legitiman 
los actos públicoSytiene la presunción dé ser át¡1| convenid 
ente y necesaria ; y deberia probarse de un moilo conclti- 
yenteque es injusta y perjudicial para resolver su dero« 
"ipcion. Jamarse debe obrar 'ligeramente^' por que la fa« 
ciudad de hacer y derogar las leyes ^perjudica enorme^ 
mente ái la moral pública ; porque bace que ellas pierdan 
•u respetabilidad, y ya no sirvan de freno contra la licen- 
cia de las costumb^rés. Véanse pues muy bien Io«i. legisla* 
dores para presentar un proyecto dé reforma <|e lej^ y no 
se dejen mover de teorías brillantes : busquen resultados 
prácticos^que ellos sean el efecto necesario de la ley comb^-« 
tida : compárense con los que deba naturalmente tener í^ 
que se intenta 8ubragarle para preferir aquella^ qi^dtoflo 
biéujcalpulaflp produsca inayor suma de bienes co^ l9s.^6 

; Kt ^Obrandólosl^íitk^reí» txmtodalexsta i4ikcumpée6b5tÉ, 
i:i«lllo»|iafm)h^pi!ost>elridad 9Í gloria^de su'patm ; Masifoi*. 
ri )^iii^iMi^forf vm9a>qu«llá;.ii»ttt4a^ nifrHsi()et^^ 
.4^n,||a^ir¡i9W^l4MfM 4ei WefííjftW^cflf lollfta^ltfben ApM- 

}^y : HÜi esiOi ello^ seriui jueces que decide n sin conocí* 



25^ 

miento de Causa. Deben también apercibirse que ío que 
en sí mismo es mas justo^ talv€z no puede reducirse á prác 
tica con mas rectitud, si las costumbres no están prepara^ 
das para ello» En^e i9Íj.^e^*§i|)plos que podría citar, me 
contentaré con uno — El juicio pot jurados. 

Todos los politices modernos están de acuerdo en que 
bttj^yibs ^rjut^doéBou l6s mas á propósito para adrni^ 
tíiirrarjtrsftiefáéoii'itefpM'ciaNéad't ellos en efecto tienen 
e»lrtgl*iortaf1feñiitó^profatósy*<afeés resultados. Na- 
pék^li'^tíisi^ itítrrbducírf eü U 4egís!»eíon fratnoesa esta me« 
jdráj y pafá' éjeéutarto coll tíiéjor sui^esb qttiso instruirse 
fundiimefitalnienCe en suécótibmia : al efecto embié alin. 
signe jurÍBiiéiteult^'Golfciyáqiie la e^üAivíisé en la míisma 
nación donde estabaí en práctica: lo Iiiaío en efectb, y prCi^ 
senió en consecuencia al emperador de tos franceses una 
méáioria/en que prueba que los bueñros ¿fedos que 'en la 
Gra^ Bretaña se esperimentancón él juicio de jtirados/ek« 
taban^ intimamente ligados con tóúo el diitoiila def legislan 
t;ióft y'(í;osttumb^#és ' sévéi*á& de lá líacion 'brít&iiica; Fué 
áet\t^tl\it €ú Fi^ncía^iitüíi dé introdntírk ésta ihejóra,de« 
bíaH prepararse las ct^sttinobt^s d^ tei franceses f así juz- 
^i liii'^Uti^a y j«rrií^s«msn1e6eity!^ Oottii,vespeetb'de uba 
nación tan sivflitzadatcMaio la Francia • y e^ mas ikistrado 
d^ Jqs mpn^reaciqu^ han gql^ernadQ en nu^atrq: siglo', se 
^onren^ ^,Ifi exactitud, de si^, obs^ryaeipnes. Reflee- 
^cionen miiy seriamente sobre este pasage nuestros legisla- 
dpresy para pulsar co^ maduj;éf . toda la circunspección 
.que deben dar á reformas que creen saludables^en pueblos 
con mucha, menos ciiltura y nienos morigerados que la 
FrMCÍ9. 



** '. .* ' ■ : . 1 .i. \ -, : 

^. Ultimo. 

. Q^i^da probadd en, eite afcrito^ í^íM!^ |iqmbr;e m.t^m^ 
fio pfir el astor de la naturaleza ^^a vi,Wr en «ocia^lad j. 
y q<ie el misino autor 4ie tiueatrQ.S^r |^«l, autor deiaa«p*-. 
ciedadea htnnaual i (|«0€istaft elfttáii dir^gfMufei al perfaccio. 
namieate^de)iiae8Íroaer«e>i^ flei^nrroJIo de li|s ^ulia. 
dea intel^ctualfa^.mC^Ofa de laa anorM^ j ci^címenld da 
laa Aierzfito ftaícaa^ »para fnfj|eM*ar wietflra tBondicioR y Jbien 
estar / de que ee d^iliK^n d<w e^iiReoiietciíaf iieeeaadriaa — 
1,^ que el bombre 'Mace con. defecho» sobre la 8ociefla4ft 
y coa deberes ^ue llenarrA favor de ella. — 2. ^ que no es- 
tá en au fVa)tfid;ob|jgfi^i7lfe|>or. ^ctos tácitos :qí eifinesoa 
A hacer ces^^ontrarias. al bien, de la secpiedadt.de aquí 
ua^ie otra tei>cem consecu^ficja ;^& aa^ber^^foi^ f^l^^l^ gt,^ 
seranient^. Juan J^o^p)^ fio^sff^au jrJ^ffH^m ISen^iVf^r 
ipaudo el pripoero qu^ los b^o^ep «I esn>9liH*«u» «pactos 
de asQcj^cion f pd^n. íu1^Df;|!|e,4MHldi€^neS)p^u4ijQ|^ 
^ d seguoda d^ongcieodu el(<hfuphoH)itftirfA^ 

lM*íWc¡§ai«í*ten«6*Hi^ I á 

•bsflnaiviilMstquifeihi ÍÉ?oftHkWéii,4íefeéi«a *ii¿tiá¿Tteytíí ^ 

ií*igfe%nínA^éBtíida1ít3í(*tíJúi ^cbáttíhíbhís. %kkíéy^ áertfi 

éUttaot(«i%»ftiiinAiitn»M8 i^Ms üt fiti ^taHo^e^Ha/sei 

^'hist^méÜfbVés t^ti^cíaa dte^fiSa ^éWcitih ^ eótM 

^O^Itén'i^arHát-jfe fthilIttíátM^ i Mtf'rnniitki^yaDtésiád Üb*. 

cunstancias que las determinan^ asi como son ínnuYtolernttAés 

loa medios que pueden emplearse para aumentarlas como- 

didadea y los goces inocentes del género humano^ Pera 



ffQinjnps: despreciadas y bolladas ep el trntó í¿üi;¡al,""'¿olo 
BÍrveo para hecer mas Dun^atites tos eitectos ue Tá Usencia 

y desmoralízapíon : en un estado tal, la espada d,e lajusti- 

•^ Ti n ,:/ ; U'.yv' '^. •.•T:, : uuL -'» /|- --l i'.> , . 

cia no puede desnudarse, porque, o. la corrupción se ha 

apoderado hasta de los tribunales ^ o los inagi«trados ca. 

rec^n de vigor para manejaría : los ciudadanos viven en 

estado de g^uerra unos con otros, y su tendencia e$ a la 

disolución de los vínculos socíiíSes.''^" '' '' ' ' ' 

PiQT.^a raj^onse ha dicho (]^ueno,haj|r Ipyes jín ^p^t||fi^^ 
bref^ pprgiie estáis son las ^u^dan yjffpry.consii^e^cij^ jL 
aqjuem^i jpterp con jpial fupdaij^ento pod^jii cjpfij^^i^^g^^ 
DO hay c^ostuipbret sin. leves: las de Gonfuslo formaron las 
cos^iiiibrea^de la^C^iiuiy.que n^l;ma^^ én yn f^^^^4^. 
inmóvil idtid.rlius de lAcwf¡;o 4<\rmarqa l^s eqstiraibr^ 4j^ 
los lacedeiponios :. If^s de Manco Capap ^iQor.i^^i^ro|]i á \fi^ 
indios del Perú, y el Czar de Moscovia pon lasjsuyas mo*. 
rig»r¿ á los rusos de nuestros dias. La habilidad de los 
lég^iáiflUorfd 6ofaÉ{«tfréti^mér<étí6fii(erfgéhcia la primera 
pleff m rtét eUfffcio isóéiát ; es Aedir, empezar por corree tí- 
Tüis^cacéÉ dé' los'^rcftSií itíiéft fyérikicBosos % introtluccíoh 
deiaít Virteí»«paeítMí^^o!*aérd¿' diferente moilo'á 
cdítecár«rtM*eitn«aéIóttibrédizo. ' ' ' 

He aprobado 60 conseci^nci^ 1^ necesji^^^ d^ buen^ Ipf 
yes : esíecir, tales cuales depoa^de la necesidaj^ y^l ppe,. 

vivir tríuijiujíos j seifttros^en «tis Jbopi:e|i,^.«ip^p ¿^^pf^- 
tria. 

Pero es menester aQii,mas^ ^ ^sj^^^e^l^ J>p,pjfi[^,(}eJ^ 
leyes y regularidad de costumbres, no faltarán japas 







-y s - ,— por __ 

das las .clases de los ctjanaaánoflr • nada oniitén por desa«i 

-■;.- ' '';''■-.;•'''.' ^ •' ^HÍi-ii.fvT T» lN./ oi«. s ■.... .: 
orenitar la admiriistracion que existe y las leyes : uro. 

meten un nuevo orden de co^as, que pinfan cSn lo» colo- 

ridos mas alaffüenos, ron rvae sedur,en y Tiacen raer en sns 

lazos á la niiicbedamhre mas por^ ígfnorancía que por de- 

prlÍVaci¿ñ^'pára líahéfiftobrjJrspenñ'sW miras : dí^rVóni- 

sé el drdéíi exiíítpnti? • VupUñ^Vnse'íásantoridades VU'pí!^^ 

íftíinife derpodér'V oortméñ li^invM^'fiíVÓWri^^ndblá'ticf^W- 

^a de otros,y procurando desmoríífiz«rlo todo. Lo» nne- 

en los que la obediencia á las nuev«s antondwdes no na 
formado liahitud,e«tnn masesnue^to^ a r'esorof dee^ta clai 
se, como defigraciadamente nos lo mne^stra la eftoerien^^i^- 

troír á los pueblos, toa i^ie^^o^ijiQei^ejprppiiffMf c^P'-^w^í 
el establecimiento de escuelas de nrímpraK letras, donde & 
iá enseftnp¿n dé 1¿ juvéntúít se de lo'ríá laWtensioW que pres 
ibnbe LancasW eti su método, v mí^v^r si «e imede : «oVre 
ésta hdWena fie entr<)do en atsf^ihos (^eUtipjn : ^1 n^iínf ^ 'o 
éxí^á fíbi^*(jiie no se pue'rlé gV»'r minucioso Vná^no «e'tra- 
ta nejQfocio tan imnorfante, en que loa pequeBos descuidoísr 
ttenW'f^líífBdos erSliiíéíi ^ pei^«i?f}¿¿i^':'^"^'^' ''^ ^"^ ^ 

«i-I segundo medio que propongo es, que el Estado ten 



éfilriofiíctritattyos Hiii|egcpc^!p«K Qiivmiiii«4l;?rJQ|,ko§| fcon^ 
ducetthisttn']p xAtifi^% Qnhuntude H^^sS^^^ iV^^^^^^V^fh ¥ 

«foncb éc»jerteaai»perÍQSilli.€¡6|Qn9Í|(Vijfil^.l^ tOl^liga(:|on^ , del 

<uiidiUkiÍMv> »popqQ^4i«^je 4)neii|§ fWm^ÍFi^^ J^ifJíífP^^Í^Í? 

«Mio^mbe li^^^íi'^f.qfi^ I» jT^ligjogiJleJijipone^ siendo ^ 

4«íiíio<ii«^irt¡Al<aííQraii«ílrtfWefllft *'9íWÍf ^W/*®w ('ííA**^^ !^ 

íéhfldBAirf030tíy(^h^¡p^^m^^,c\fJLí^^d^l¡|^^ e) qu^ pontrariaiif 

^^•odii 'm^<s^díatt9í,\fmfkM^09ti9hA^Í ^^j^Pg^'í?» f»l^^ ^ '^ 

tiaridaddi^aiMitilQiilitíQ^rÁd^dii^^t^tr^r^^jps fine^4^ ¡9. so- 

dftdiiil^ty^tK>iie:la'^^«(iÍ))%4eJa.,^jf9j[}f9J|Qp. ?PPÍ**Jlv, Tadas 

editas verdades ei)§^af)^poi^Jf* p(^l?^lpTA,.y fpirti^^cadas con 

el / greniplo^.sie aprenderían con facilidad por todas las cla« 

Sfciíí de dudadanos/y*8e practicarían con átícilidad; '^ 

^ j^jPero ¿guj^ rnedio para ppnségúii* eclesiásticos* de probii» 

A»d,y,8<>})ei*, en tanto numero' coíno se nécesitstnf El san* 

Jtcj J^^jij^n^a ^ Tridenti^Q or((eiió ^ á este fin ¡eT est'ábléc^itní- 

^^«^,y ll^ 1^8 sefnínarjos en todas las cateu rales. Én (as Amé 

3f;jcf^f..espjiñolí¿s todas.)as iglesias ctftedraíes los tenían: pe. 

xo dMtaJb^Q muchp cíe aprorsimárse^al íiiií cíe su inltitiieion 

(^sj^f^ ppj^í^ej^wzgfar de U^dr R,por ljf> áae son los que cdnotrt), 

y to^qg.pqiici^lws de ,que he podidp tener noticia) dos cau» 

sqs, >an;Cpn tribu ido á esto— I. ^ Í4, poca atención que en 

ellos se bdfd^i^o k la civilización y maneras cuitad con que 

.deben,tra|t|irse entresfy y con las gentes clels/gío cuando 

se^rosen cog ellas : este era nn objeto enteramente ést^An. 

gero á la atención de los superiore^— 3. « la enseñanza 

mezquina que recibían, por consecuencia do* la abomibaa^ 

ble política del gobierno éspaiioK •' ^ 



eivíKfla^,f6n láorál ymiíi§^ligu}a xptqpfmga ttifJorM.fJür 
pirédett iHth^difctrse^n ambos, ramus^pio^á ^ut «Matobl^ 
eiinieúto'ilé lo«'«efnfnnriot «ea-itr» itil «o(n# lo Q^fiiiila •( 
£stá<Ídy lá I^^ia"^; fyero iivejorát «|fi»vpó«|«ifímo ábíi^ 
giin costo ibav haí^it ial^V^aHé púMioi. ique el i|iie JMiet» 
actiialtfí^ñte; di^átiiAó ttit f hrtí rfttÁdéil 4a»D^^8MaáMi»p6^ 
blicas ; pdés solb seéií^ti'por fatiá {^rtc mayM^ ^otitpsc* 
cibn y miras utl pbtó n^hs eáltóhfiaat •é^tM^upericH^ ite 
1o8 eeitlin^t-ioA'; jjr por óttti, i^Mééfff-lófir m^odos df I» 
iiistruci[;ioii para ecortofhisát <ef^lif nnpo^'y ¿ii<|airir Aiiay4r 
'siiiiiá de c6nocHÍiíento0, q^é aÁn novoloétilet «íaó iieei^ 
sano^ &*iin ^de^i68tiin> qae' id^é disttnguirae^e U {ilef:p 
pbr'^B u sábei' y jior' ¡sü V^fMdiídNr ejéitípfor;' í 

He h^bMo ^í$ Ifi gramática latina, de ros idiomas caitos 

jffí^^rqpa^ d^ la dialéctica^ filosofia raor;il, metafísica, {f« 

.fica^tferacho canónico y civil, jbís'toriá saJErfadá y^ecfesiás* 

ti^a^ oonocin^íento de la¿ ^seiritu'ras canónica^ V y por iH. 

4imo de la xetócica sagrada, (^reo ¿á^er probado áéntl tño 

do efipaz ia utilidad jr aun nfcpsidVtl que tienen ¡bi ecie- 

,^&«tji»8t,dees^r A lo menos medi^naiiiente instruidos 

íoilojB ^808 rampa de literatura. He notado con precisión 

*y ciari^ad los defectoíi de queestS nf¿ct«Aí) -d ittftodo de 

^ue actualmente sé emplea en tk ííistruccion délos qUe te 

ei^sejSan, descubriéndola ríaiz qeí mal y proponiendo Id» 

medios dp evitarlos, Vo no dudo de las v¿iáájas que se 

jeqnsf^uirian con esas reformas, á cuyo favor él araerica- 

no baria al ¿atai^lo y á ta iglesia^de ¿ios tos siervitítis^més 

jtnportante^, , 

Seria una verdadera qf^^wrfaji,péb4ÍS»ir?Mán^^ tp4<> 



€t Mídflídoitue €kig^n6fi j^Im de emeSatKfla á U eifoMoiM 
del clero, se descuidase en orden á las otras clases de ciu- 
dadanos ; por que se renoFaría la época lámenta'ble de los 
siglos nueve y diez f podría tam1>ien ínterpri^tatsé sin¡es« 
trámente mí selo, airibuyéndoio mas lí espíritu de truetpd 
que á un amor Ilustrado det bien púbKcc, si entrando en 
détaifes minuciosos pafa obtener el primer objeto fiübiese 
omitido el seguntio : mi pian debió' abrazar ambod. Sí 
muy bien cuanta ^ la esteneion de las necesidades de un 
Estado, ya sea para consultar la seguridad exlericr, 
ya para mantener la tranquilidad initeríor/ ya para aíi- 
Unentar él bien-estar dé los ciudadanos, y que todas las ci- 
encias y artes reunidas y estrechamente enlatadas coh la 
moral satia dele van^itdio deben, contribuir cotí el contin- 
gente de sus esfuerzos para proveerá eHas sin dejar va- 
cíos. 

Foresta razón cuaiitosen mas respetada fo men^ públi- 
ca, mas general la instrnci^ioii de4o9 ciudadanos, ensefia* 
daa ciHi fifias eXñfrtitadliía etencías y artes, tan4o «as scw 
gura ester& la A^púMiaer^^ lencofitrar en sa propio seno 
bombiM qae dea ejemplas de amor 4 la patrín, aln^íéndo^ 
la con ia^Mgemmy inta«tkud. Lo^ctiMladaiios serán re« 
gicH>s por leyes tafes, tmdm las demandan Im necesidades 
y convenfaMiciiei; pfibti«^ : en kia>me^tnidosMcontrarsh 
asegruraifa Ik^roteccion désus derechos^: las rendas públí 
cas sérfto arfníiYifstrada^ con' pureza y economía ; habri 
estímulos parala induMira ; todos ten'lrán la «*onciencra 
tfel bien-estar y fle !a seguridad ; la patria se amaré, ten- 
drfc delbhsores y se promoverán sus glorias y adelantamíen 
<o ; las naciones ^ecín^v envi (Ifirán la suerte de los ciu- 
dadanos, y respetarán un Estado que por Irt jnsfíria y la 

34 



^íctork lie las le^ejí marclifi en ifna prosperí4lid M^jiinf 
crecieute. . , 

Tal será infaliblemenle U suerte de una nac¡on,que unú 
eoilo las costumbres sei^eras de i|na moral ajustada al 
amor de las, oienciaSf logra mediante una ensefianza bien, 
dirigida teñesen su seno grande número de ciudadanos, 
cuyos conocimientos qientifi eos cariados, le arranquen to- 
dos los dias & la naturf^leza lepret^ utilísiniOf)» que ella no 
franquea «mp al trabajo y a];>licacion. . Yo i^o he descono- 
cido esta verdadi y sostengP;^no solo la utilidad fino /ane 
cesidad de establecimientos literarios en que se enseñen to- 
das las ciencias exactas y naturales ; é índico todo lo que 
e^ estudio y la seria meditación me babian hecho conocer 
ante» de ahora para hacerlos prosperar. 

Aunque el designio que me he pi opuesto] cuando escribo 
esto/ es el de hacer un servicio á todas las nuevas República^ 
de Sud-Aroéríca, escribo en Bolina, tengo p^rticMlares 
obligaciones á esta República y he devido naturalmente 
dtrijirme á eHa con especialidad. En el nairfragio.que han 
padecido las Inslituetones liberales en laRep&blica Argén 
tilia, yo he abandonado una i^atrla cuyo gobierno aigue 
en la práctica prtócipi os contrarios á mis<H>Wooe8 políti- 
cas ; que paia entablar sil ddmiési^ion ha hecho liga y á- 
dipsti^dmew 4a* armas íiJos enemigos Implacables de! nom. 
bre oristíano en América 5 qMC (la tomado por auxilíalas 
A todos los americaifos traidores k su patri«,'que nada han 

oaiitido por sujetarla al yngp eipañol, y aun á los euro- 
^e<^quese hallaban en las provincias Argentinas, de los 
que babian ccHiibatido qontra nuestra 1 ¡hartad,, hapta que 
Ja victoria de Ayncncho le? arrancó las armas de la mno. 
.EIU)s viven y gobiernan corno verdaderos tiranos ; ^yo ,11o 

podía servirles porque habría participado de sus crímenes: 



1 



g6f 

no debía vivir donde ellos dooiinaban^dando ejemplo de mi 
descontento é improbación ; porque esto no es coinpUti. 
ble con mi carácter y con ú cómportacion que síiempre he 
tenido. El partido que me quedaba erk dejar d pais que 
no podía defender : lo hice, y cort este paso perdí mi pa» 
tria. Me faltaron medios para sacar mis propiedades mo« 
biliarias; quedaron all4 ,y me han debpojado de todas sin 
deber cosa afguna ni á particulares, ni ai datado ni á las 
leyes. 

En Solivia he encontrado una acogida la mas cordial, 
DO solo de parte de todos los ciudadanos distinguidos^ si« 
no de parte de S. £. el' Presidente de la República 
£ra pues un debef mió el que én un escrito dirigido todo 
al serricio de los americanos del suJ, diese alguna muestra 
de gratitud á tnis bienbechorer, 

Yú veo el empeño con que desean aclimatar las ciencias 
en su patria los legisladores : han decretado establecimi- 
entos literarios casi en todos los departamentos ; el digno 
Presidente de la República ha desplegado su celo patrióti 
co realizándolos. Me í^arece haber hecho un servicio á 
Bolivia* advirtiendo á sus legisladores, que la enseñanza de 
Destutt de Trary y de Hotbacb está haciendo beberá 
la juventud boliviana el veneno del materialismo, destruc- 
tor de todos los vinculos sociales y corruptor de las cos- 
tumbres • y por lo mismo imcompatible con la firmeza y 
estabilidad délas buenas leyes y tranquilidad pública. 

La idfea de distribuir la enseñanza délas ciencias mayo- 
res, consignando k los seminarios conciliares las de todas 
las eclesiásticas; al departamento de Chuqnisaca la ciencia 
de la legislación política, economia, derecho público, na- 
tural y de gentes, la jurisprudencia civil y cmónica; h Po 
tosí la mineralogía, como estay la gnocia; á la Paz la* 



968 

«^teoiáticus; & Ci)cbabaaitMi la física ^perimental, la me- 
<)icMi8 y aiíatomia, (jufiQÍca, ST^'^í^ ^ « ^ ^^^ H**^ 1^® 
Oí|€rito teniendo en mira el particular «ervicio de Boiivíf^ 
puea eata República debjejiiapirar á d^r uiia juato celebridad 
4aus«ilfblecMa^t99 Ij^i^arios» eleváodoloa &^u ireapeo> 
tÍFa peifeccioay de c|jue distan mu^bo en su estado actual* 

Dar á cada uno la tstenaion que debe teoer para que en 
élaeenaeilen todas las cijsnciaa que abraza su actual dota«* 
ciop, demanda un gasto muy crecido, un aparato de míf 
guiñas, inatrumentof, edificios, nútnero deprofe«iire*^que 
no podría sostener la Repóü^lica, £n su actual estado iat 
matemáticas, la medicina y física, no se enseñarán si^ip 
muy jrop^fectamente, por no tener medios de darles la 
estencíon que demandan sus diferentes ramiftoacionea : 
languírán, y la languidez de que se afectarán hará perder 
basta el deseo de elcFarlos & su perfección : de consigui- 
ente serán poco útiles, y no prover¿n á las necesidades dd 
listadot 

La distribución que he propuesto evita todoa estos ii^ 
contenientes : con mny poco mayor costo, las ciencias 
exactas y naturales podrán ele rarse á nn grado de cele^ 
bridad muylionrosp á la República y á la adminiatracíoii 
que les dio el ser ; y aun este auoieoto podriw costearlo 
Jos miamos establecii|iientoai ajr^lando algunos emolii^ 
meatos con que podrían contribuir los alumnoa oomp e» 
todas las unireraidades. Amas de cato traeria otras ve^ 
tajas políticas^ entrelazando los interesas y rel^ipnei de 
loa departamentos entre sí, y atrayendo tafnbien la juve^*- 
tud de los E^tadotfs vecinos que veadrian á BoUvia á perfec^ 
cionar sus estudios, 

Kl menor de los bienes que producirá este prpyecti^aer 
rá exitar el ingenio de loa bolivi^no^ iluatrudoa k biu|ctf> 



Ht' 



é proponer algan otro medio mejor» si lo encuentran, de 

obtener Im mismos resiiltadoíi : sea (jue se adopte mi plan^ 
^* ó se prefiera otro mejor, mi intento se loj^ra: h mejora de 

tan Atiles y honorables establecimientos, 

A pesar de la instrucción de los ciadadanos y au buena 
moral, puede el estado sufrir sacudimientos por defacto 
desús leyes..* entonces la reforma de ellas es el remedio; 
pero en esto mismo hay inconvenientes que deben evi* 
tarse. 
[ No es menos pernicioso por tenacidad ú otro fin menos 

^ puro, sostener una ley que el pueblo detesta 6 bacer 

■^ innovaciones en las leyes por causas ligeras: en uno y 

1^ otro caso ellas pierden su respetabilidad, por que dejsm 

de ser firmes y estables. Sobre este punto me he limitado 
á recomendar la circunspección con que se debe proceder 
en la corrección de las leyes establecidas, especialmente 
las fundaméntales ; y en segundo lugar las que se ro#n 
^ con derechos individuales de los ciudadanos ó comuui* 

dades* 

Habiendo llenado con esto el plan que me propuse, sier* 
ro este escrito dirigiendo mis votos al cielo por la tranqui- 
lidad y prosperidad de todos los nuevos Estados amer¡ca« 
nos ; y que las generaciones futuras, mas afortunadas ^gue 
la presente, libres de enemigos externos y del azote de la 
la guerra civil,il abrigo de instituciones justas y liberales 
logren en paz y tranquilidad la libertad que con nuestros 
sacrificios les hemos conquistado, tomando lecciones de 
^ nuestros desaciertos para preservarse de ellos. 



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RESUMEN 

DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTA OBRA 




Nota dil editor ^ 

Compenáiadtflavida ^ ^ 

^acto »oci^I2¿j¿d||^^7v »f 24 

lla^^nMCC^BSqra^airteyes *„ 27 

•ecesidaddeti^iimir y morijerar a los 

pueblos . .' . . . •• y, 50 

Instrucción en general y, ^^54 

Escuelas de primeras letras „ 63 

Plan de educación . . . . ' ;, 72 

Cosas que debe abrazar eL sistema de ^ 
educación en las escuelas de pri- 
meras letras. o 76 

Instrucción de las ninas ....... „ 107 

De los seminarios > m ^09 

Cuidado que debe tenerse en formar la 

moral de los jóvenes en los cólejios . ^ ' 1 30 
Ciencias que con preferencia deben en- 
señarse en lo^.seminar ios ...... y y 134 

Ensenanaa de los idiomas *' • ,, 135 

Dialéctica ,, 166 

Metafisica , 174 

Física . „ ia6_ 

Teología dogmática ..,.•.-,.. ,, I90 

Teología moral ,; 206 

Derecho canónico y civil „ 211 

Otras varias ciencias que deben ador- ;«• 

nar a los que aspiran al estado ecle- 
siástico • - „* 223 

Cc^^-gios de ciencias para seculares '■ . „ 230 

De la corrección de las leyes ,; 249, 










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